EDJ 2013 - El Derecho

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En Las Palmas de Gran Canaria, a veintiocho de junio de dos mil trece.
Vistos por Dª Mª Olimpia del Rosario Palenzuela, Ilma. Sra. Magistrado-Juez del
Juzgado de lo Contencioso-Administrativo num. Tres de los de Las Palmas, los
presentes autos de Procedimiento Ordinario num. 60/08, incoados en virtud de recurso
contencioso-administrativo interpuesto por el Procurador D. Jesús Quevedo Gonzálvez,
en nombre y representación de D. RXXX MXXX, Dª CXXX TXXX, Dª CXXX MXXX, D.
JXXX MXX, Dª MXXX MXXXX, D. JXXX MXXXX y D. JXXXX MXXX, D. AXXX MXX, Dª
MXXX MXXX, Dª JXXX DXXX, Dª MXXX DXXX, D. SXXX CXXX, Dª MXXX CXX, D.
RXXX GXXX, D. LXXX TXXX, Dª JXXX SXXX, Dª SXXXX TXXX, D. GXXX TXXX, Dª
MXXX TXXX, D. RXXX HXXX, Dª DXXXX SXXXX, D. RXXXX HXXX, Dª GXX HXXX,
D. SXXX GXXX, D. ÓXXX GXXX, Dª EXXX GXXX, D. AXXXX MXXX, Dª CXXXX
MXXXX, D. BXXXX MXXX y de las entidades Jucan 2007, S.L., Albeta, S.L. y
Novecientos Once, S.L., dirigido contra la desestimación presunta de la solicitud
formulada, en fechas 22 de febrero y 12 de julio de 2007, presentadas ante el Excmo.
Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, representado por el Procurador D.
Óscar Muñoz Correa, luego ampliado a la resolución de fecha 5 de marzo de 2008,
dictada por la misma Administración, siendo parte codemandada la entidad Mapfre
Empresas, S.A., representada por la Procuradora Dª Manuela Rodríguez Báez, la
entidad Musaat, Mutua de Seguros, representada por el Procurador D. Manuel Teixeira
Ventura, la entidad Reale Seguros Generales, S.A., representada por el Procurador D.
Óscar Muñoz Correa, D. Miguel, representado por el Procurador D. Manuel Teixeira
Ventura, la entidad Santander Central Hispano Seguros, representada por el
Procurador D. Francisco Javier Pérez Almeida y la Comunidad de Herederos de D.
Jesús y la entidad Asemas, representados por el Procurador D. Joaquín García
Caballero, y las entidades Monromar, S.L. y Cimentaciones Archipiélago, S.L., no
personadas, y la cuantía del recurso de 5.767.599,81 euros, dicta la presente
resolución en base a los siguientes
ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO.- Por el Procurador Sr. Quevedo Gonzálvez, en la representación antes
indicada, se interpuso recurso contencioso-administrativo dirigido contra la
desestimación presunta de la solicitud de responsabilidad patrimonial de la
Administración, presentadas ante el Excmo. Ayuntamiento de Las Palmas de Gran
Canaria, en fechas 22 de febrero y 12 de julio de 2007. Admitido a trámite el recurso,
se acordó reclamar el expediente.
SEGUNDO.- Recibido el expediente, se dio traslado del mismo al recurrente, quien
formalizó demanda, admitiéndose la ampliación del objeto del recurso a la resolución
expresa desestimatoria, de fecha 5 de marzo de 2008, por lo que se le dio nuevo
traslado para ampliación de demanda, lo cual verificó, dándole plazo de veinte días a la
Administración y a las partes codemandadas para que la contestaran. Verificado y
recibido el procedimiento a prueba, se practicaron las declaradas pertinentes con el
resultado obrante en autos y, previas conclusiones de las partes, se apreció la
existencia de prejudicialidad penal, por lo que los autos quedaron suspendidos hasta
que se resolviera. Comunicado el dictado de Sentencia firme, previo traslado a las
partes, se declararon los autos conclusos para Sentencia.
TERCERO.- En la tramitación de este procedimiento se han observado las
prescripciones legales, a excepción del plazo para dictar Sentencia, dada la
acumulación de asuntos existente en este Juzgado, en idéntico trámite.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO.- Por la parte recurrente se solicita el dictado de una Sentencia por la que se
anule la resolución impugnada y se condene a la Administración y a las entidades
Monromar, S.L., Cimentaciones Archipiélago, S.L., Mapfre, Asemas, Musaat, Reale
Seguros Generales, Santander Seguros y Reaseguros, S.A., a la comunidad de
herederos de D. Jesús y a D. Miguel, de forma solidaria, a abonarle la cantidad
provisional de 5.767.599,81 euros, a repartir entre los interesados según detalla en su
escrito de demanda, alegando que concurren todos los requisitos legales para la
declaración de responsabilidad patrimonial. De contrario, la Administración y las partes
codemandadas interesan la inadmisión del recurso y la desestimación del mismo, por
considerar que la resolución dictada es conforme a derecho.
SEGUNDO.- Previamente a analizar la cuestión de fondo, deben analizarse las causas
de inadmisión planteadas por las representaciones procesales de los codemandados,
pues la estimación de alguna de ellas haría innecesario un pronunciamiento sobre la
cuestión litigiosa.
Así, se alude a la falta de jurisdicción de este Juzgado para conocer del presente
recurso, al menos respecto de la pretensión de condena de las aseguradoras de las
viviendas, y ello porque la reclamación que se les realiza tiene su fundamento en unos
contratos de seguro, suscritos en relación a las viviendas siniestradas, no siendo
aseguradoras ni de la Administración demandada, ni de ninguno de los sujetos pasivos
que participaron en la construcción de la viviendas y del muro desplomado.
Al respecto, el Tribunal Supremo, entre otras en su Sentencia de 2 de diciembre de
2010, se pronuncia así: ...”Ha sido la Ley Orgánica 19/2003, de 23 diciembre, la que ha
proporcionado la actual redacción de ambos preceptos (5.1 y 9.4), tratando de
establecer definitivamente la unidad jurisdiccional en materia de responsabilidad
patrimonial de la Administración, al atribuir al orden contencioso-administrativo el
conocimiento de los supuestos de concurrencia de responsabilidades entre
Administración y sujetos privados, abriendo la acción de resarcimiento frente a estos
últimos ante esta Jurisdicción y asegurando así la continencia de la causa en el mismo
pleito contencioso, con exclusión, por tanto, de los órdenes jurisdiccionales civil y
social. De esta forma el particular se ve incurso en un proceso contenciosoadministrativo cuando "concurra" con la Administración en la producción del daño, tal
como ha acontecido en el asunto que juzgamos. Esta construcción legal entraña
algunas dificultades desde la perspectiva procesal, e incluso sustantiva (...) que derivan
además de la configuración inicial de la jurisdicción contencioso-administrativa como
una jurisdicción estrictamente revisora de la actuación administrativa (...). La propia Ley
Orgánica del Poder Judicial se encarga de recordarnos en su apartado primero que es
la ley la que, en cada caso y en cada momento, determina la extensión de cada uno de
los órdenes jurisdiccionales, y es precisamente esta Ley Orgánica -art. 9.4- la que
determina, al obligar a los demandantes a deducir sus pretensiones frente a sujetos
privados ante el orden jurisdiccional contencioso-administrativo cuando hubieran
concurrido a la producción del daño junto a la Administración, que la extensión de esta
jurisdicción también alcance al conocimiento de dichas pretensiones aunque las
mismas no se deduzcan, como es obvio, en relación con la actuación de una
Administración Pública, ni sirva para fundarlas en Derecho Administrativo.
El particular, cuya acción u omisión es ajena al ámbito de actuación de una
Administración Pública, se convierte así en un codemandado necesario en el proceso
contencioso-administrativo, por mandato expreso de la ley, y esta posición procesal, a
diferencia de la tradicional figura de la parte codemandada, contemplada en el apartado
b) del art. 21.1 de la Ley Jurisdiccional, es autónoma respecto de la Administración (...).
Nada impide, por lo demás, atendidos los términos del art. 31.2 de la Ley Jurisdiccional,
que el demandante, con amparo en las normas reseñadas, ejercite una pretensión
autónoma en relación con dichas partes codemandadas, ajena a la principal (...)
Pretensión del demandante que necesariamente habrá de fundarse en las normas
civiles reguladoras de la responsabilidad aquiliana pues el régimen jurídico aplicable a
la Administración en materia de responsabilidad patrimonial (arts. 139 y ss de la Ley
30/1992) no es trasladable a los particulares. También aquí es la propia ley la que, al
permitir el ejercicio de pretensiones dirigidas contra particulares en el proceso
contencioso-administrativo, está llamando a la aplicación de las normas civiles pues
solo éstas pueden servir de fundamento a la pretensión (...). Cabe, por tanto, un
pronunciamiento absolutorio de la Administración al tiempo que se condena a un
particular”.
Así pues, conforme a lo dispuesto en el artículo 9.4 de la Ley Orgánica del Poder
Judicial y a la vista de la doctrina antes descrita, debe rechazarse la alegación sobre
falta de jurisdicción de este Juzgado, dado que la jurisdicción contenciosoadministrativa puede condenar a particulares y, más aún, absolver a una
Administración de su responsabilidad de derecho público y condenar al particular por
otra de derecho privado, en supuestos de acumulación como en este caso, y ello sin
perjuicio del pronunciamiento final sobre la responsabilidad que corresponda a cada
uno de los codemandados, si se declara la existencia de nexo causal entre el daño
reclamado y la actuación de alguno de ellos.
Por otro lado, se alega la falta de legitimación activa de los recurrentes particulares,
frente a las entidades aseguradoras de las viviendas siniestradas, por no ser ellos los
titulares de las pólizas suscritas, pero parece olvidarse que la reclamación ha sido
formulada también en nombre de las entidades mercantiles, que sí están perfectamente
legitimadas y cuyos socios son precisamente tales particulares, en exclusividad, según
se desprende de la documentación aportada a los autos, por lo que también esta
alegación debe ser rechazada a priori, sin perjuicio de lo antes indicado, sobre el
pronunciamiento final de responsabilidad, al igual que la relativa a la falta de capacidad
de las entidades actuantes, al haber sido aportado a los autos el acuerdo que acredita
la voluntad societaria para recurrir, así como los Estatutos societarios de los que se
desprende que los acuerdos han sido adoptados por el órgano de la sociedad que
ostenta la representación de la misma.
En cuanto a la falta de legitimación pasiva, tampoco esta alegación puede prosperar y
ello según SAN 19 enero 1995, que dice que “…en los supuestos de especial
complejidad subjetiva de la situación jurídica en la relación con la que se plantea el
recurso, debe dirigirse la demanda y en todo caso debe emplazarse a todos aquellos
que estén relacionados con dicha situación, aunque el resultado definitivo del análisis
de fondo sea que no procede pronunciamiento contra ellos. De este modo, en el
momento de admisión del recurso debe llamarse al proceso, como demandados, a
todos aquellos que estén vinculados con la actuación en relación con la cual se
interpone el recurso, incluyendo las situaciones dudosas. Además el llamamiento al
proceso debe hacerse a todos aquellos que aparezcan ab initio como posibles
interesados. Es concluido el proceso, disponiendo ya de todo el material preciso para el
correcto enjuiciamiento, cuando la Sala está en condiciones de formular el
pronunciamiento sobre quien o quienes están en definitiva legitimados pasivamente, al
poder imputárseles la actuación controvertida, resultando afectados si prospera la
demanda…”.
Respecto del defecto legal en el modo de proponer la demanda, no cabe declarar la
inadmisibilidad del recurso por ello, ya que este motivo de inadmisibilidad del recurso
ha sido expresa y conscientemente eliminado del Derecho procesal administrativo por
la vigente LJCA, lo que impide la aplicación supletoria de la LEC, sino que, en caso de
que se apreciara tal defecto, se debería fallar desestimando el recurso por falta de
fundamentación, al no formularse en la demanda la más mínima crítica al acto
impugnado, actuando en realidad el recurrente como si dicho acto no existiera. Sin
embargo, este no es el caso que nos ocupa, dado que la parte recurrente ha fijado los
hechos y señalado los fundamentos de derecho en que sustenta su reclamación,
impugnando los fundamentos jurídicos del acto administrativo, rebatiendo los mismos,
por lo que no puede considerarse que la demanda no esté debidamente formulada.
Por último, y sobre la prescripción que se alude respecto de la reclamación de la
entidad Jucan, S.L., la Administración señala, como fecha inicial del cómputo del plazo
anual para exigir responsabilidad, el día en que el muro se desploma, en fecha 23 de
febrero de 2006. Sin embargo, de los informes técnicos municipales se desprende que
la caída no produjo, por sí misma, el derrumbe de todas las viviendas y, de hecho, así
se desprende del informe técnico, de fecha 11 de abril de 2006 en el que, adjuntando
fotos, se constata el peligro de colapso de la edificación, en concreto, la que es
propiedad de la entidad Jucan, S.L., y se propone la declaración de ruina inminente,
dictándose a continuación resolución municipal en que se así se acuerda, de fecha 26
de abril de 2006, aunque certificándose por la entidad encargada de la demolición que,
a partir del mes de mayo de 2006, fue cuando comenzaron los trabajos, iniciándose por
el lado izquierdo de la promoción de viviendas (por tanto, el lado contrario al de la
vivienda propiedad de la citada entidad mercantil), obrando en autos también prueba
documental, consistente en archivos fotográficos de la entidad Grafcan,
correspondiente al mes de octubre de 2006, por los que se acredita que, hasta ese
mes, las obras de demolición no habían concluido. Por tanto, y fijando al menos desde
dicho mes de octubre de 2006 la fecha en que las viviendas fueron totalmente
derruidas, como quiera que la entidad Jucan presentó su reclamación en fecha 12 de
julio de 2007, es evidente que aún no había vencido el plazo de un año, desde la fecha
en que se produjo el daño, esto es, la privación completa y absoluta del bien inmueble
de su propiedad, por lo que no puede considerarse que la acción de reclamación
hubiera prescrito, no ya sólo respecto de la Administración sino también respecto de las
entidades aseguradoras y particulares intervinientes en el desarrollo de la obra, al
haber sido llamados al procedimiento, en condición de codemandados, al amparo del
art. 21.1 b) LJCA.
También se alega la caducidad de la acción de restablecimiento, por considerar que
sólo dentro del plazo de cuatro años, a que se refiere el art. 180 DL 1/00, podría ser
exigida la responsabilidad de la Administración. Sin embargo, tampoco cabe admitir
esta alegación pues la acción que se ejercita es la de responsabilidad patrimonial, cuyo
“dies a quo”, como ya se indicó anteriormente, es el de la fecha de producción del daño
por el que se reclama, lo cual, en este caso, tuvo lugar mayoritariamente (a excepción
de la reclamación por la entidad mercantil Jucan, según antes se declaró) en la fecha
de caída del muro, 23 de febrero de 2006.
Por tanto, rechazadas todas las causas de inadmisión planteadas, procede analizar el
fondo del asunto.
TERCERO.- Así, debe partirse de la Sentencia dictada por el Juzgado de lo Penal num.
6 de este partido, de fecha 17 de enero de 2013, cuya trascendencia es relevante al
fijar la base fáctica sobre la que puede determinarse o no la responsabilidad patrimonial
en este caso y que dice lo siguiente: “Son hechos probados, y así se declara, que el 27
de junio de 1989 la mercantil Monromar, S.L. solicitó al Ayuntamiento de Las Palmas
de Gran Canaria licencia de obras para la construcción de diez viviendas tipo casa
terrera, dispuestas pareadas de dos en dos, en cinco edificios idénticos, en la calle
Pancho Guerra, nº. 24-26, de esta ciudad, de conformidad con el proyecto básico
redactado por D. Jesús, como arquitecto superior, visado por el COAC el 22 de mayo
de 1989. El solar en el que fueron construidos los chalets, linda por el poniente o fondo
con el conocido como Parque Frío -propiedad del Ayuntamiento-, el cual se encuentra
aproximadamente a 25 metros por encima del nivel en el que se construyeron las
viviendas. Esa diferencia de alturas entre el Parque Frío y la superficie sobre la que se
construirían los inmuebles, venía contemplada en el proyecto básico, en el que se
disponía el corte vertical de la ladera con un requiebro de 1,2 m hacia el interior al
alcanzar los 8 m de altura.
El 6 de octubre de 1989, el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria requirió a la
mercantil Monromar, S.L. para que ejecutara un muro de contención en lugar de la
solución inicialmente prevista de hormigón proyectado contra la ladera, con la condición
de que el mismo debía estar diseñado mediante proyecto y dirigido por un técnico
competente. A tal fin, la compañía Monromar, S.L. contrató los servicios de la mercantil
Cimentaciones Archipiélago, S.L., especializada en obras de tal naturaleza.
Dicho muro fue construido por la compañía Cimentaciones Archipiélago, S.L., de la
que era dueño y administrador el acusado Fernando, mayor de edad, y sin
antecedentes penales, siendo socio de este Sergio (fallecido el 1-9-1997).
Ejecutándose la obra bajo la dirección técnica del acusado como ingeniero industrial y
administrador de la sociedad, sin que el muro estuviera debidamente proyectado ni
visado por el Colegio Oficial de Ingenieros Industriales, construyéndose en base
únicamente a un bosquejo manuscrito por el acusado, carente de detalles mínimos
indispensables para la adecuada construcción de un muro que sirviera pantalla
protectora ante eventuales desprendimientos, con unas dimensiones aproximadas de
77 metros de largo por 20 metros de alto, con un espesor de 30 centímetros en
condiciones inadecuadas para su sostenimiento. La obra del indicado inmueble fue
concluida el 22 marzo de 1991, y ejecutada conforme a las órdenes, indicaciones y
supervisión del acusado. El muro se construyó de hormigón armado, apoyado en el
suelo sobre una zapata de hormigón ciclópeo de 1'50 metros de ancho por 1 metro de
alto, y fijado al talud del Parque Frío por cuatro filas de anclajes o tirantes, formado
cada uno de ellos por tres cordones de acero que se adentraban en el subsuelo del
parque sin ningún revestimiento. El trasdós existente entre el muro y el talud natural
sobre el que se ubica el Parque Frío estaba cubierto por tierra compactada. Y apoyada
sobre el talud, la tierra de relleno del trasdós, y la coronación del muro, discurría una
acera a todo lo largo del mismo.
Los anclajes que sujetaban el muro eran de un material inadecuado; los anclajes o
tirantes que lo sujetaban al terreno no contaban con la debida protección contra la
humedad; motivo por el cual en poco tiempo se corroyeron y partieron, dejando de
funcionar, por lo que el muro permaneció un tiempo libre y en equilibrio sobre su
zapata, para terminar finalmente derrumbándose sobre las casas. El impulso final
ejercido sobre el muro fue efectuado por la tierra de relleno utilizada en el trasdós del
muro. Tampoco el relleno utilizado fue el adecuado -grava que permitiera el drenaje de
humedades-, sino que se empleó tierra arenosa e incluso restos de escombros
generados en la propia obra.
Tal relleno fue compactándose con los años en la parte más baja del trasdós del muro
por la acción de la gravedad y del agua de lluvia y riego del parque, lo que además de
originar el vano bajo la acera que discurría a lo largo de la coronación del muro por el
Parque Frío, ejercía una presión exterior sobre el muro, completamente suelto y en
equilibrio tras la corrosión de los anclajes que terminó por hacerlo caer sobre las
viviendas el día 23 de febrero de 2006. Causando así el fallecimiento de D. José
Francisco, Dª María del Pino, y D. Javier.
Fernando, en el año 2012, ha abonado en concepto de responsabilidad civil la cantidad
de 60.000 euros. Todos los perjudicados por el derrumbe se han reservado las
acciones civiles que les correspondieren”.
De este relato de hechos se desprende claramente, en primer lugar, la responsabilidad
patrimonial de la Administración, y ello por el mecanismo de la culpa “in vigilando” del
Ayuntamiento, al omitir la debida inspección de la obra que ordenó ejecutar, siendo el
Ayuntamiento responsable de que las obras se realicen en condiciones de seguridad, y
al no haber realizado dichas medidas de control debe responder el Ayuntamiento
demandado, señalando que la intervención de otros terceros, como autores materiales,
no exime de responsabilidad al Ayuntamiento.
Así, consta acreditado, a través de la documental aportada con los escritos de
contestación de las representaciones procesales de la compañía aseguradora del
arquitecto encargado de la obra de construcción de los inmuebles y del aparejador Sr.
R. que, a consecuencia de las obras de excavación y desmonte, sin la preceptiva
licencia municipal, en el solar donde se desarrollaba la construcción proyectada, se
produjo el derrumbe del talud, el arrastre del paseo peatonal y la formación de grietas
en los jardines públicos lindantes con viviendas, grietas que, según el propio
Ayuntamiento, podían desembocar en un nuevo derrumbe de imprevisibles
consecuencias, razón por la cual, en fecha 6 de octubre de 1989, se dictó resolución
por dicha Administración, requiriendo al promotor de la obra, propietario de los
terrenos, y al citado Sr. R., para que procedieran a dejar la totalidad de la zona
afectada en las debidas condiciones de seguridad. A tal efecto, se dice en la
resolución, “deberá ejecutarse el correspondiente muro de contención. Dicha obra
deberá estar proyectada y dirigida por técnico competente…”. Por tanto, a la vista de
las circunstancias y con el fin de lograr mayor seguridad y evitar nuevos derrumbes, es
la Administración la que exige la realización del muro de contención, debidamente
proyectado y dirigido. De la prueba testifical practicada con D. Fernando, y del relato de
Hechos Probados de la Sentencia dictada en la jurisdicción penal, se deduce que el
muro fue proyectado y dirigido técnicamente por él mismo. No consta que existiera
proyecto técnico, ni que hubiera sido visado ningún documento sobre el citado muro
por parte de Colegio profesional alguno, ni tampoco que la Administración hiciera
ningún otro requerimiento ni visita de comprobación en relación a la resolución de fecha
6 de octubre de 1989, sólo consta acta de reconocimiento final, a los efectos de
concesión de licencia de primera ocupación, de fecha 22 de marzo de 1991, que alude
únicamente a “que las diez viviendas unifamiliares se han terminado conforme al
proyecto aprobado”. Tampoco ha sido aportado a los autos el expediente administrativo
completo, donde fue dictado el requerimiento aludido, pese a haber sido admitido como
prueba a instancias de la parte recurrente, por lo que sólo cabe extraer como
consecuencia la dejación de funciones realizadas por la Administración.
Según consta en el informe pericial realizado por el Sr. O., perito designado por el
Juzgado de Instrucción núm. 1 de este partido (doc 5 escrito demanda), los dos
factores determinantes del equilibrio y la estabilidad del muro: eficiencia de los anclajes
y capacidad de la armadura de solape para garantizar la continuidad en las juntas de
hormigonado, habían quedado arruinados hacía bastante tiempo, probablemente
incluso años antes a su caída. En el acto de ratificación de dicho informe a presencia
judicial, dicho perito reconoce que el muro estaba mal construido, sin que las labores
de conservación del parque público situado por encima de las viviendas fuera
determinante para producir su caída, pues había material drenante detrás del muro,
aunque sí desconoce qué material se utilizó como relleno, detrás del muro, aunque la
tierra de Canarias es drenante de por sí, y que la prueba de que el mantenimiento del
parque público no tiene relación con la caída del muro es que las aceras vecinas están
en el mismo estado de agrietadas y deterioradas y, sin embargo, los muros colindantes
no se han caído, rechazando que la filtración del agua de riego fuera determinante para
la caída producida.
A la misma conclusión de mala construcción se llegó por los peritos contratados por la
parte recurrente (doc 11 escrito demanda) que afirman “que existe un
dimensionamiento deficiente del muro, lo que indica que su diseño no fue el adecuado.
Los anclajes dispuestos en obra no eran suficientes para el soporte de las
solicitaciones a las que éste estaba sometido, dado que sus cargas útiles de trabajo se
encuentran muy por debajo de las obtenidas en el cálculo. Aún en el caso de suponer
que el relleno en el trasdós del muro no acumuló agua…también se superan para los
anclajes los valores máximos de trabajo. Los esquemas de armado se muestran
asimismo insuficientes para el soporte de los momentos flectores máximos que actúan
en el muro con la disposición actual de los anclajes”. De ahí que señalen, como
principal causa del derrumbe, la corrosión de los anclajes al terreno que lo
estabilizaban contra el talud, unido al déficit en su dimensionado.
Por su parte, en el informe pericial aportado por la entidad aseguradora de la
Administración (contestación demanda Mapfre), también se concluye, en primer lugar,
que “la caída del muro sobre las viviendas se produjo como consecuencia del
avanzado estado de corrosión que presentaban los anclajes permanentes del muro.
Los cables de los anclajes habían perdido gran parte de su sección (más de la mitad en
varios casos observados), en un tramo inmediato al trasdós del muro.” Incluso, en el
acto de ratificación del informe a presencia judicial, el perito coautor de este informe
declaró que el técnico municipal se limitar a comprobar qué forma es la proyectada,
pero, como antes se dijo, se da la particularidad en este caso que ni siquiera consta
proyecto técnico proyectado y dirigido por técnico competente, ni informe técnico
municipal sobre la obra realizada a requerimiento de la propia Administración.
Por tanto, todos los peritos que han intervenido en este procedimiento destacan la mala
construcción del muro, obra que fue realizada a requerimiento de la Administración
que, sin embargo, no comprobó que la orden dada era cumplida debidamente.
Ahora bien, determinada la responsabilidad del Ayuntamiento en la producción del
daño reclamado por los recurrentes, de manera principal (un 50%), también debe ser
declarada la responsabilidad, no sólo de la entidad aseguradora de la Administración,
conforme a la responsabilidad de su asegurado, con su alcance y extensión, sino
también de la entidad promotora de las obras, Monromar, S.L., y de la entidad
encargada de la construcción del muro, Cimentaciones Archipiélago, S.L., fijando una
participación de responsabilidad en la producción del siniestro del 25% para cada una y
ello porque, en su condición de responsables de la construcción del muro, colaboraron
en la producción del daño reclamado.
No puede hacerse extensiva esta responsabilidad al resto de sujetos participantes en la
construcción de las viviendas, los herederos del arquitecto D. Jesús y al Sr. R., ni a sus
compañías aseguradoras (Asemas y Musaat, respectivamente), pues de las
declaraciones del perito Sr. O. y del Sr. P., así como del relato de Hechos Probados de
la Sentencia penal, se desprende que no tuvieron intervención alguna en la
construcción del muro, siendo obras distintas las referidas a las viviendas y al muro.
En cuanto a la reclamación que se formula a las entidades aseguradoras de los
inmuebles siniestrados (Reale y Santander), el fundamento de la misma es la
vulneración del principio de confianza legítima, sin embargo, tratándose el objeto de
este procedimiento de una desestimación a una reclamación para la declaración de
responsabilidad patrimonial de la Administración y/o de los sujetos particulares que han
tenido intervención en el daño reclamado, no habiendo participado dichas entidades en
la producción de las causas del siniestro, no puede hacerse pronunciamiento de
condena por este Juzgado sobre tales entidades.
CUARTO.- En cuanto a la cuantía de la indemnización, la parte recurrente reclama la
cantidad de 5.767.599,81 euros, que incluye los conceptos de valor de inmueble, valor
de contenido del inmueble, gastos de realojo o lucro cesante, daños morales y afección
y gastos de desescombro, así como otra no concretada relativa a honorarios de
profesionales y gastos financieros.
En cuanto al valor de los inmuebles, la parte recurrente lo cifra en 396.997,6 euros y
aunque se ha desarrollado prueba pericial que reduce dicha cantidad, sin embargo, el
perito designado por este Juzgado no tuvo en cuenta el valor del suelo, sobre el que se
ubicaban, aunque sí desvirtuó el contenido del informe técnico que, al efecto, también
fue aportado por la Administración demandada, considerando que no respondía
realmente al valor indicado, por lo que se considera que los recurrentes deben ser
indemnizados en la cantidad por ellos reclamada por tal concepto.
Sobre el contenido de los inmuebles, también se ha desarrollado prueba pericial
judicial, que incrementa la reclamada por los recurrentes, pero debe mantenerse la
inicial de 60.000 euros pues, a diferencia de lo indicado por otros conceptos (tales
como honorarios de profesionales y gastos financieros) que se difirieron al momento de
ejecución de Sentencia, sobre tal reclamación no se hizo salvedad alguna, tomando
como referencia lo abonado ya a otro de los propietarios, sin que pueda admitirse la
plus petición ahora pretendida.
Respecto de los gastos de realojo y lucro cesante, según STS de 22 de enero 1997, la
prueba de las ganancias dejadas de obtener ha de ser rigurosa sin que puedan
admitirse aquellas que sean dudosas y contingentes, lo que excluye los meros "sueños
de ganancias" como se ha declarado en Sentencia de 15 de octubre de 1986, ya que
no cabe que a través del concepto de lucro cesante y del daño emergente se produzca
un enriquecimiento injusto como declara la Sentencia de 10 de febrero de 1998.
Aplicando esta doctrina al caso de autos, llama la atención que la parte recurrente
insista en la precaria situación en que se encuentran los recurrentes, que se han visto
despojados de sus viviendas habituales, para, sin embargo, justificar una
indemnización en concepto de lucro cesante sobre el supuesto de que las viviendas
fueran objeto de régimen de alquiler, lo cual no deja de ser contradictorio, por lo que no
puede admitirse indemnización alguna por tal concepto.
Sobre los daños morales y de afección, como ya antes se indicó y puesto que no ha
sido desvirtuado de contrario, constituyendo los inmuebles derruidos la vivienda
habitual de los recurrentes, procede estimar la existencia de un daño moral por la
pérdida inesperada de los mismos, que se cifra en un 5% sobre el valor reconocido de
los inmuebles (396.997,6 euros).
Asimismo, debe reconocerse el derecho al reembolso de los gastos de desescombro
ocasionados a la entidad Jucan, S.L., por importe de 23.702,66 euros, al no haber sido
discutido ni el derecho ni la cuantía del mismo, constando que la Administración había
abonado el coste de las labores de desescombro respecto de los demás inmuebles.
En cuanto a las cantidades reclamadas por honorarios profesionales y gastos
financieros, no pueden aceptarse las mismas, por un lado, porque ni siquiera se
concretan ni se fijan las bases para su determinación, como exige el art. 219 LEC, de
aplicación supletoria en esta Jurisdicción y, por otro, porque ello significaría una
condena por costas procesales e intereses, que es objeto de un pronunciamiento
independiente.
Por tanto, las cantidades a abonar por los demandados, según la proporción indicada
en el fundamento anterior serían:
- D. JXX MXX, Dª MXXX MXXX, D. JXXX MXXX y D. JXXXX MXXX, 60.000 euros, por
el contenido de los inmuebles; 79.399,52 euros, por daños morales. Total: 139.399,52
euros.
- Entidad Jucan, S.L., 396.997,6 euros, por el valor del inmueble; 23.702,66 euros, por
reembolso de los gastos de desescombro. Total: 420.700,26 euros.
- D. AXX DXXX, Dª MXXXX MXXX, Dª JXXX DXXXX, Dª MXXX DXXXX, 79.399,52
euros, por daños morales.
- Entidad Albeta, S.L., 59.997,6 euros, por el valor del inmueble.
- D. RXXX MXXX, Dª CXXX TXXX, Dª CXXX MXXX, 60.000 euros, por el contenido de
los inmuebles; 59.549,64 euros, por daños morales. Total: 119.549,64 euros.
- Novecientos Once, S.L., 396.997,6 euros, por el valor del inmueble.
- D. SXXX CXXX, Dª MXXXX CXXXX, D. RXXX GXXX, 396.997,6 euros, por el valor
del inmueble; 60.000 euros, por el contenido de los inmuebles, 59.549,64 euros, por
daños morales. Total: 516.547,24 euros.
- D. LXXX TXXX, Dª JXXX SXXX, Dª SXXX TXXX, D. GXXXl TXXX, Dª MXXX TXXX,
396.997,6 euros, por el valor del inmueble; 60.000 euros, por el contenido de los
inmuebles, 99.249,4 euros, por daños morales. Total: 556.247 euros.
- D. RXXX HXXX, Dª DXXX SXXX, D. RXXXX HXXX, Dª GXXX HXXXX, 396.997,6
euros, por el valor del inmueble; 60.000 euros, por el contenido de los inmuebles,
79.399,52 euros, por daños morales. Total: 536.397,12 euros.
- D. SXXX GXXX, D. ÓXXX GXXXX, Dª EXXX GXXXX, 396.997,6 euros, por el valor
del inmueble; 60.000 euros, por el contenido de los inmuebles, 59.549,64 euros, por
daños morales. Total: 516.547,24 euros.
- D. AXXX MXXX y Dª CXXX MXXXX, 396.997,6 euros, por el valor del inmueble;
60.000 euros, por el contenido de los inmuebles, 39.699,76 euros, por daños morales.
Total: 496.697,36 euros.
- D. BXXX MXX, 396.997,6 euros, por el valor del inmueble; 60.000 euros, por el
contenido de los inmuebles, 19.849,88 euros, por daños morales. Total: 476.847,48
euros.
Estas cantidades se incrementarán con los intereses previstos en el art. 106, desde la
fecha de notificación de Sentencia.
QUINTO.- No se realiza pronunciamiento condenatorio sobre costas procesales, al no
apreciar temeridad o mala fe en ninguno de los litigantes, según el artículo 139 LJCA.
Vistos los preceptos legales citados y demás de general y pertinente aplicación,
FALLO
Que estimando parcialmente el recurso presentado por el Procurador D. Jesús
Quevedo Gonzálvez, en nombre y representación de D. RXX MXXX, Dª CXXX TXXXX,
Dª CXX MXXX, D. JXXX MXXXX, Dª MXXX MXXX, D. JXXX MXXX y D. JXXX MXXX,
D. AXXX DXXX, Dª MXXX MXXX, Dª JXXX DXXX, Dª MXXX DXXX, D. SXXX CXXXX,
Dª MXX CXXX, D. RXXX GXXX, D. LXXX TXXX, Dª JXXX SXXX, Dª SXXX TXXX, D.
GXXXl TXXX, Dª MXXX TXX, D. RXXXl HXXX, Dª DXXXX SXXX, D. RXXX HXX, Dª
GXXX HXXX, D. SXXX GXXX, D. ÓXXX GXXX, Dª EXXX GXXX, D. AXXX MXXX, Dª
CXXXX MXXX, D. BXXX MXXX y de las entidades Jucan 2007, S.L., Albeta, S.L. y
Novecientos Once, S.L., se declara la nulidad del acto administrativo identificado en el
Antecedente de Hecho segundo de esta Sentencia, dejándolo sin efecto, reconociendo
el derecho de la parte recurrente a ser indemnizada por el Excmo. Ayuntamiento de
Las Palmas de Gran Canaria, por las entidades Mapfre Empresas, S.A., Monromar,
S.L. y Cimentaciones Archipiélago, S.L., en las cantidades y proporción fijadas en los
fundamentos jurídicos de esta resolución, condenándolos al pago de la citada
indemnización, más intereses, sin realizar pronunciamiento condenatorio sobre costas
procesales.
Notifíquese a las partes haciéndoles saber que contra esta resolución cabe interponer
recurso de apelación, ante este Juzgado, en el plazo de quince días, que será resuelto
por el Tribunal Superior de Justicia de Canarias, siendo indispensable que el recurrente
acredite, al interponerlo, haber consignado la cantidad de 50 euros, en la Cuenta de
Depósitos y Consignaciones de este Juzgado, en la entidad Banesto
(3556/0000/22/0060/08), bajo apercibimiento de no darle trámite a dicho recurso.
Llévese testimonio a los autos y archívese el original, devolviéndose el expediente a su
lugar de origen.
Así por esta mi Sentencia lo pronuncio, mando y firmo. Mª Olimpia del Rosario
Palenzuela.
Publicación.- Dada, leída y publicada fue la anterior resolución por la Sra. MagistradoJuez que la suscribe, estando la misma celebrando audiencia pública en el día de su
fecha, doy fe.
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