issue - Hemeroteca Digital

Anuncio
EL
CRITERIO MÉDICO.
MADRID, 25 DE JULIO DE 1870.
ALGUNAS INDICACIONES
SOBRE
TERAPÉUTICA Y MATERIA MEDICA,
por el Dr. RIÑO Y HURTADO.
AETÍCÜLO NOVENO. — W U X
VÓMICA*
I
En el tomo ix de este periódico, á la pág. 4 8 0 , publiqué mi
último artículo sobre estas indicaciones, consagrado al mercurius;
llamaba en su final la atención do mis ilustrados lectores con
las exageraciones, las futilidades y los despropósitos con que autores de gran nombradía y prácticos esclarecidos habian maleado
el estudio de esta sustancia, y preciso nos fué deplorar tanta
aberración y tanto contrasentido en asunto de tamaña importancia y trascendencia; no pudimos menos que reconocer la causa do
tan írroseros errores v tan lamentables consecuencias en el modo de
estudiar esta materia; modo arbitrario, que se habia escogitado y
seguido por espacio de muchos siglos, separándose, cada vez con
más obstinación sistemática, de la única guía que desde Hipócra,te8 acá está reconocida como leal y verídica en la investigación
de la verdad. *
^
Esta guía es la observación y la experiencia; pero, á la fatalidad de haberla hecho unas veces sin las condiciones necesarias de
314
Et ORlTEBIO MEDICO.
acierto, y otras con sustituciones fantásticas, hijas de presunciones
altaneras é ilusas, hay que referir, seguramente, los absurdos y las
decepciones de tanto sistema de curar erróneo y extravagante. Es
verdad que el experimentum periculosum y el judicmm di/ficile do
Hipócrates son dos escollos que requieren siempre condiciones
especiales de acierto, pero también lo es que en el estudio de
los agentes medicinales nos hemos separado, por sistema, del recto
camino que nos trazan la razón y los desengaños.
Por más que los neo-alópatas de la época presente, en constante
desacuerdo con Hipócrates, Galeno, Chomel, Rostan, Hallcr, Bichat y tantos otros, se complazcan en dar el nombre de ficción á
la experimentación pura do los agentes medicinales en el hombre
sano, es lo cierto que los grandes pensadores de todas épocas han
mirado con desconfianza y justo menosprecio los datos aprontados
por sumo en las enfermedades, y han clamado constantemente por
los resultados genuinos y espontáneos de las experiencias puras.
Ya nos ocupamos muy detenidamente de este importante asunto
en nuestro artículo, á la pág. 345, tomo v i , de esta misma publicación.
Esta guía, certera y verídica, de las virtudes de cada sustancia
en el organismo humano; esta fuente, abundosa y límpida, de la
acción medicinal de nuestros agentes en la economía viva; esta
experimentación pura, en fin, como la llamamos los homeópatas,
origen peregrino de la gran ley terapéutica, que Bouchardat invoca, á pesar de su antagonismo por la reforma radical que la rehabilita; ésta será también ahora nuestra luz en el escrutinio que
nos proponemos hacer de la acción múltiple y poderosa de la nux
vómica.
Pero antes de explotar tan rica y abundosa mina, echaremos
una mirada retrospectiva sobre los datos terapéuticos que la medicina secular atesora respecto á las diferentes aplicaciones de este
vegetal, y sobre las enseñanzas que su toxicología apronta respecto á la acción enérgica, peligrosa y rápida de este poderoso
veneno. E ste es el método que he adoptado y que venimos siguiendo en la serie de artículos consagrados á estas indicaciones, y éste
es el método que la regularidad y la conveniencia nos imponen.
KL CBITBRIO MáDIOO.
315
La nuez vómica, matacán, nuez venenosa, es la semilla de un árbol de mediana magnitud, el caniram, que crece en las Indias
orientales, en las islas de Ceylan, las costas de Malabar, de Koromandel, etc.; este árbol es de madera dura, sólida, amarga, con
corteza cenicienta, ramas opuestas, glabras, hojas ovoideas, de
un verde brillante, pecioladas; produce un fruto redondo, liso, del
grosor de una naranja, blando, gelatinoso, de un blanco amarillento ú oscuro," lleno de una pulpa acida, que De CandoUe dice es
comestible; en este fruto están contenidas las semillas, en bastante
número, que son las que, como ya hemos indicado, llevan el nombre del medicamento que nos ocupa, y que Bovihin fué el primero
en dar á conocer; tienen la forma de un disco, son chatas, deprimidas en su centro^ de un gris verdoso, suaves al tacto, brillantes,
inodoras, de interior duro como el asta, de un blanco amarillento
ó moreno. Las mejores son las más pesadas y amarillas; su sabor
es amargo y acre cuando son añejas; fueron conocidas en Europa
antes de saberse el árbol de que procedían, dado á conocer por
Rheede, y del que Linneo formó su género strycnos, de que es el
tipo la pentandria monoginia, de Jussieu, clase 8 , órd. 14, familia de las apocineas.
Desde luego se comprendió que estas semillas eran un activisimo
veneno, pues la sola manipulación de sus raspaduras causaba efectos vesicantes; asi es que al principio, y gracias á su bajo precio,
sólo se utilizaron para envenenar á los animales dañinos, mezclándolas con sus alimentos.
Un gran número de médicos pudieron convencerse muy pronto,
y por medio do experiencias repetidas sobre los animales y el hombre , de que estas semillas eran deletéreas, y que su uso debia reglarse con la más exquisita prudencáa. Después, las numerosas tentativas realizadas por Desportes, Delile, Magendie, Orfila, Ségalas
y otros han esparcido mayor luz sobre tan interesante asunto, y
establecido que la nuez vómica mata los animales, produciendo
convulsiones tetánicas, ó un tétanos general, preludio de una asfixia gradual y completa. Esta sustancia, absorbida con rapidez,
dirige su acción sobre el sistema nervioso, y sobre la médula espinal particularmente; y esto está tan justificado, que Dupuy ha
ál6
Et CKITEKIO MJÍDICO.
cortado los nervios pneumogástricos á un caballo, sin que las dosis,
que en oti'o caso le habrían hecho morir, ejercieran ningún poder.
Respecto á sus efectos venenosos en el hombre, objeto privilegiado de nuestros estudios, Matthiole refiere la muerte de una
mujer que se sirvió para comer del mismo utensilio con que la
habia rallado. Hoffmann vio morir á una niña de diez años por
haber tomado quince granos de esta sustancia; Taucheron refiero
un caso de suicidio por este mismo agente.
Según los señores Merat y Delens, á. quienes consultamos especial y preferentemente, Sérapion fué el primero que administró
esta sustancia como medicamento, y los árabes la administraron
principalmente contra la mordedura de las serpientes; pero hasta
los siglos XVI ó XVII no la usaron los médicos europeos, y eso
con mucha timidez. Falopio y Gressner la atribuyeron la facultad de curar la peste, siguiéndoles en estas indicaciones varios
módicos de nota. Schul/ la daba contra los vermes ititestinales, y
en algunos países se prescribe, asociada á los drásticos, contra el
tenia. También se receta en la manía, la histeria, la hipocondría, la
epilepsia, la hemicránea, la corea, y entra como base contra la rabia
en el famoso electuario, llamado del Oro, preconizado antiguamente para esta enfermedad. Los lapones, según el testimonio
de Murray, la usan para el cólico nervioso; Hagstrom la ha administrado, á la dosis de un escrúpulo por dia, en las disenterías, y
Hufcland, Rademacher y Muller han publicado observaciones sobro su eficacia en esta enfermedad , pero á dosis mucho menores;
Rocamier ha dado con éxito su extracto, á una cuarta parte de
grano, en una diarrea rebelde, que se babia hecho refractaria á
todos los otros medicamentos usados; Wiel parece haberla usado
contra la hidropesía; Hartmann, en las úlceras herpéticas y escorbúticas, y asegura haber producido con este agente notables alivios
en el catarro, reumatismo y gota.
Todos estos hechos, positivos sin duda, pera casuales y contradictorios en la medicina tradicional, que examinamos, no tienen
fórmula, ni explicación en ese empirismo descarnado y ciego, que
las sirva de base; hechos son aislados, que obedecen sin duda á
una gran ley terapéutica, pero que con la rutina inconsciente que
EL CRITERIO M^DICO^
317
acariciáis y de la que no queréis emanciparos, quedan estériles é
infecundos para sucesivas aplicaciones: ya veremos más adelante,
cuando nos ocupemos del luminoso estudio que la homeopatía hace de este poderoso agente, y cuyo estudio, enteramente natural y
lógico, forma su filiación detallada y como la genealogía de sus
trascendentales efectos; ya veremos la influencia directa y benéfica que tiene sobro esos mismos contros nerviosos que ataca y sobre los órganos que se inervan por ellos; ya veremos, en fin, cómo esta sustancia, usada con tantos riesgos y con tan justificada
timidez en esas enfermedades incoherentes y sin relación recíproca , es uno de los más útiles agentes de la homeopatía, con una
acción directa, determinada á priori, sobre los órganos cuyas enfermedades cura, sometida ampliamente á la ley de la especificidad y á las fórmxilas que do ella emanan, como justificantes poderosos de lo que vosotros llamáis/ccion y mito, en el lenguaje apasionado y procaz de vuestros sarcasmos.
No hay excusa para los neo-alópatas, porque huyen de la luz
y cierran los ojos á la evidencia; no hay disculpa para las,infundadas denegaciones de esos médicos mendaces, que proclaman la
observación y la experiencia, y apartan la vista de sus enseñanzas;
no, no hay perdón en la historia para tan criminal contumacia y
tan interesado y egoísta desden. La experimentación pura de los
medicamentos, que vosotros anatematizáis, inconsiderados y ciegos , está invocada, reclamada y justificada por vuestros más recomendables maestros; la ley de los semejantes, que llamáis misti^cacion absurda é imposible, cuenta con la comprobación de
^vuestros más autorizados escritores; y la homeopatía, que establece aquélla como su base y punto de partida, y ésta como su principio y fórmula sintética en sus tratamientos, es todavía objeto
de vuestro alejamiento y de vuestros desprecios
¿por qué es
esto asi? Porque no buscáis la comprobapion por la experiencia,
porque no tenéis en cuenta que, como escuela, es la más numerosa
y compacta de todos los siglos, como reforma, la más lógica y necesaria de toda^ las innovaciones, y como sistema de una nación,
el más benéfico, grato é inofensivo de todos cuantos le han precedido. Ella se extiende por todo el globo en tanta mayor propor-
318
EL OBITKRIO MEDICO.
cion cuanto más pronunciada está la ilustración de los países que
invade; tiene asooiaoionos y eminencias quo la cultivan, clínicas
numerosas que directamente la autorizan y comprueban, inmensa
clientela c]ixe V)ondic(i sus resultados y sus curaciones, obras y periódicos infinitos que sin cesar la dilündon; y únicamente vos-'
otros, haciendo alarde de una convicción, qne ni tenéis, ni podéis
tener, lleváis la oposición á un grado de encono y acritud, que la
historia calificará, como ha calificado ya, á los detractores de Colon y Galileo, do Copórnico y Jenner, y que un dia expiaréis, según la ley invariable do la Providencia.
Constante la medicina tradicional en la apreciación de esos hechos aislados y ab usu in morhis, creyó que puesto que esta sustancia producía espasmos tetánicos en los músculos, ella podría
imprimir su acción á los paralizados, y promover en ellos la inervación, de qué carecian; así fué que Fouquier en 1811 hizo ensayos y realizó tentativas, seguidos de unos resultados demasiado
manifiestos para dejar de entusiasmar y hasta alucinar á los experimentadores que le siguieron. Observó que á la media hora de
tomar esta sustancia, y en proporción siempre con la cantidad ingerida, los músculos sometidos al imperio de la voluntad, ó los
paralizados al menos, se veian acometidos de una contracción
fuerte y permanente, tanto más completa, cuanto más graduada
estaba la parálisis: esta enérgica acción era compatible con el
sueño en la mayor parte de los enfermos, y se notaba más segura la curación cuanto más marcada ora.
El poder medicinal de esta sustancia so manifestaba ^demas por
un apretamiento en el pecho y una sensación de aprensión incómodos , calor vivo y exaltación considerable de la sensibilidad en las
partes enfermas, hormigueos y picotazos repetidos, latidos y estiramientos como calambrosos. Al tubo digestivo convergen igualmente los estímulos de tan poderoso agente, el apetito aumenta,
las evacuaciones albinas se dificultan y los vasos hemorroidales,
congestionados, responden de una manera inequívoca; hay dificultad, de hablar, de tragar, de respirar y de orinar; el enfermo, agitado y atormentado, se asusta, su corazón palpita, y un sudor general cubre todo su cuerpo.
BL OKITEBIO M^DIOO.
319
El entusiasmo que produjo este medicamento en las parálisis
le hizo aplicable á. otras muchas enfermedades; en las diarreas rebeldes cuenta muchas curaciones; Foy lo usó con éxito en el cillera de Polonia; Junighauss lo recomienda contra los sudores demasiado copiosos; Schmidtmann lo aconseja para las neuroses del estómago, y Linneo y CuUieu lo secundan; otros como vomitivo y
purgante, algunos para la amaurosis , la incontinencia de orina y BU
retención, el reumatismo crónico, y en Cochinchina contra las/orea
blancas.
Todas estas aplicaciones, que cuentan bastantes resultados felices , no tienen en la rutina oficial de la terapéutica alopática ninguna explicación satisfactoria, ni mucho menos envuelven la fórmula de su aplicación en otros casos más ó menos semejantes;
todo queda empírico y aislado, sin relación ni enlace científico; y
la medicina, que ofrece tan despreciables é inútiles advertencias,
y que se atavia con tan míseros andrajos, todavía esquiva, altanera y fatua,, la comprobación que la ofrece su-hermana gemela
con la observación y la experiencia en la mano. ¡ Qué orgullo y
qué ceguedad I — Barcelona, 28 de Junio de 1870.
PEDRO
RIÑO.
HIGIENE PÚBLICA.
DE LA PROSTITUCIÓN CONSIDERADA E N SU A S PKCTO HISTÓRICO Y EN SUS RELACIONES CON LA PRODUCCIÓN Y PROPAGACIÓN DE LA SÍFILIS.
( ContiniMoion.)
V.
La religión cristiana, tan sublime por la antigüedad de sus recuerdos, como dice Chateaubriand ( 1 ) , tan inefable en sus mistenos, tan adorable en sus sacramentos, interesante en su historia,
celestial en su moral, rica y encantadora en sus adornos; la más
Q.) Qeim del OrUtianitmo.
320
EL ORITKKIO MEDICO.
poética, la más hermosa, la engendradora, en fin, del mundo moderno , vino como un dique á contenor el desbordamiento qvio amenazaba hundir para siempre toda noción de bien y de honestidad.
Los templos de Isis, Venus, Flora y otras divinidades semejantes , fueron derribados después de grandes luchas y predicaciones,
que se oponían á los goces materiales y á la disipación que ellos protegían. Enseñando á sus secuaces á respetarse á sí mismos, la religión del Crucificado constituyó, como virtudes obligatorias, la
castidad y continencia; opuso á la prostitución las barreras más
formidables con el matrimonio, que moraliza y eleva la mujer al
nivel del hombre, haciéndola carne do su carne y sangre de su
sangre, y sobre el cual gira como razonadamente cree el cantor del
cristianismo, toda la máquina social. Así es como el libertinaje
se vio obligado á vivir fuera de la sociedad, en apartados lugares y
bajo el peso de la execración general.
No se crea, sin embargo, que la prostitución desapareció absolutamente en los albores de nuestra religión; no faltan escritores
que creen Ver en la vida ascética de los ermitaños, de las vírgenes
y de los primeros monjes, algo que se parezca á la prostitución
hospitalaria; que esta opinión quiere confirmarse con las exigencias
tan imperiosas de la carne & pesar de las vigilias y del ayuno, como
lo acreditan á cada momento la vida del gran anacoreta San J e rónimo, la de San Arsenio y otros muchos padres del desierto. Hó
aquí cómo se explica Dufour en este punto: «Es de suponer que
la proximidad y concurrencia de ambos sexos en el fondo de aquellas soledades, sembradas de celdas y de penitentes, debía engendrar muchos abusos en las costumbres, si tenemos en cuenta la
fogosidad de las pasiones, que el retiro, el silencio, el ayuno y el
insomnio desarrollan en un alma ardiente y fanática.» (1). No generalizaremos tanto como este autor lo hace, ni buscaremos en
cada retiro un asilo fugitivo de una prostitución más ó menos
oculta, cuando quizás se trata de virtudes singulares, de méritos
á que sólo es capaz de dar pábulo una moral y una religión tan
pura y elevada como la suya; pero si haremos notar, primero, que
(1) DuFOUB, ob. cit., t. ni, pág. 109.
KL CRITERIO MEDICO.
321
la holgazanería y el vicio multiplicaron por doquiera un gran número de monjes errantes, que llevaban la desmoralización á las
comunidades de mujeres: tales eran, por ejemplo, los sarabaitas
ó indisciplinados; y segundo, no son muy extraños ciertos escesos en determinadas condiciones, porque, como dice Masilion
hablando del amor, el carácter de esta pasión es ocupar y llenar el
corazón todo entero; el hombre sólo piensa en la pasión de que se
halla poseido; por todas partes ve el objeto de que huye, y en el
mundo como en la soledad, en el templo como en el altar, todo
recuerda la funesta imagen, todo despierta los impuros deseos (1).
La Iglesia, que cual madre indulgente ha [irocurado ahogar
bajo su manto las infracciones de la regla y ha perdonado los excesos de su joven grey, admite la prostitución legal con respecto
á la policía y administración de los estados, y cuando menos cierra los ojos sobre esta necesidad de los pueblos. Así dice San Agustín en el iib. ii, cap. xii del Tratado del orden: «Suprimidlas cortesanas , y veréis cómo todo se trastorna al capricho de las pasiones»; la misma opinión comparte San Jerónimo cuando habla del
bautismo de lágrimas y del pudor de la mujer degradada. Los textos canónicos, las constituciones apostólicas y algunas decisiones
de los concilios, dan apoyo á estas mismas ideas, que conviene dejemos aquí apuntadas para luego insistir sobre ellas.
VI.
Si después que el cristianismo se extendió por el mundo, queremos seguir de un golpe de vista el rumbo que tomara la prostitución, y nos fijamos en un país cualquiera, en las Galias por
ejemplo, para apreciar al paso los acontecimientos más notables y
generales', veremos que los galos recogieron la prostitución romana cuando César les llevó su dominación, habiendo hasta aquella
época sido más prostitiiidos los hombres, por la consideración que
gozaba la mujer.
Los francos,»con el derecho que todo el mundo tenía de fisca(1) MASSILLON, Z'enfantprodigue, primera parte, t. lii.
"1
322
BL OBITXBIO M:áDICO.
lizar la conducta de cualquiera mujer, conservaron por más tiempo la pureza de costumbres, desconociiíndose la prostitución sagrada; pero en cambio el concubinato estaba tan generalizado entre
ellos, que muy pobre había de ser un franco para no tener en su
casa más que una mujer y dos sirvientas. Los reyes de la primera
y segunda raza contribuyeron mucho á aumentar el desorden con
sus adulterios y repudios; basta decir que el gran Carlomagno
tuvo cuatro mujeres legítimas y cinco ó seis concubinas.
Loa impuestos y diversos privilegios se establecieron para las
rameras en estas épocas, y según Sauval, mucho antes de Luis I X ,
las mujeres escandalosas tenian sus estatutos, ciertos trajes para
reconocerlas y aun jueces particulares para todo lo que á ellas se
referia; estatutos que asegura el mismo han dominado en los estados de Orleans hasta 1560. Pero Luis I X quiso combatir y acabar con la prostitución, empleando las armas de la religión y los
recursos de la caridad. El resultado fuó contrario á lo que se esperaba, pues como asegura Sauval, nunca hubo tantas mujeres de
mal vivir en el reino como en el siglo xiii, en que so las castigaba con más rigor. A pesar de todo, las intenciones de Luis I X eran
muy laudables, y si no consiguió corregir las costumbres, tan pervertidas por las cruzadas, fué porque cada cruzado, á imitación
de los musulmanes, sostenía un verdadero harem de esclavas compradas en los bazares del Asia. Por fin, San Luis, á su vuelta de
Palestina, dio una ordenanza en Diciembre de 1524, en uno de
cuyos artículos se suprimían definitivamente los sitios de inmoralidad y 80 desterraban las mujeres públicas; mas no tardó en convencerse do lo inoportuno de la medida.
Pasemos por alto una multitud de incidentes ocurridos en la
vida de la prostitución; dejemos á un lado la formación en el último período de la Edad Media do reyes y reinas, de prostitutas,
llenos de prerogativas, y la institución de los burdeles privilegiados , entre los cuales descuella el de Avignon, modelado sobre las
casas públicas do Italia y dotado con ordenanzas reales y municipales , para llegar al desarrollo de la sífilis, que en todas partes
cambió notablemente la marcha del libertinaje; por esto es preciso que id lleg<ar á este punto nos detengamos algo.
KL CRITERIO MEDICO.
323
Arrepentidos los man;istrados do haber consentido y aun legalizado la prostitución , causa del mal que tan devastador se presentaba , creyeron formular su más enér^^ico remedio, persiguiendo aquélla y queriendo exterminar hasta las mujeres anotadas; poro
pronto se vio que el remedio era ineficaz, porque el mal no se encontraba sólo en los lugares sospechosos, y entonces se acudió á
la policía sanitaria, quedando sometida á la inspección de los médicos la salud de aquéllas. Ya hemos hablado á la ligera do las enfermedades que casi siempre han acompañado al desbordamiento
de las costumbres; la sífilis no podia exceptuarse de la ley general,
que dice que las epidemias coinciden siempre con épocas do corrupción social, y ól desarreglo do las costumbres públicas acarrea
la pérdida de la economía sanitaria; así es que so la ha visto exasperarse y salir de sus límites, asociándose á otras enfermedades epidémicas ó contagiosas, y entonces mxiltipllcaba sus síntomas do
una manera espantosa, diezmando poblaciones enteras y reclamando la represión de los desórdenes que siempre se han'mirado como
causa; pero pasado ese tiempo do oforvoscencia, una calma repentina se presentaba y todo volvía á tomar el mismo rumbo que antes. Sólo la penitencia y algunas prácticas religiosas so ofrecían
como remedio á tanto mal, que persistiendo aterrorizaba los ánimos y hacia que se cerrasen las casas públicas; que las mujeres
suspendiesen su peligroso oficio, y hasta que se redujesen á prisión
las personas sospechosas.
Dufour, que ha estudiado como ninguno la historia de la prostitución en Francia, dice que las condiciones insalubles de las Gallas y el mal régimen que observaban sus habitantes, sosteníanlas
enfermedades más asquerosas de la piel, cómo la elefantiasis; en
el siglo VI apareció entre .ellos una epidemia que so llamó lúes inguinaria 6 inguinaria, según que se la considera como una inflamación de las ingles, en las que se formaba una úlcera maligna
que ocasionaba la muerte, ó según que se la croe una especie de
gonorrea. Esta epidemia reapareció con nuevos síntomas en 945,
después de la invasión de los normandos, y se la conoció con el
nombre de fuego sagrado, que cincuenta años más tarde se cambió en el de mal de los ardientes; siendo de notar que en el siglo x,
324
EL OKITEBIO MnÉDIOO.
en que se verificó esta última, los hábitos detestables estaban en
su mayor auge; los campos se hallaban abandonados y convertidos en vastas lagunas; los peces morian en los ríos, y los animales
en los bosques, constituyendo todos con sus exhalaciones una atmósfera pestilente, que juntamente con el primer mal diezmó la
Francia, arrebatando al mismo Hugo Cápete. Los años 1043,1089
y 1130 presenciaron nuevas recrudescencias de tan terrible mal.
Desde el siglo xii hasta la fijación del mal napolitano, todas las
enfermedades vergonzosas, nacidas ó agravadas por un comercio
impuro, fueron cubiertas y absorbidas^por la hidra de la lepra, que
se encontraba en todos sitios, y se multiplicaba bajo las formas más
heterogéneas. Por otra parte, las Cruzadas, con el sacudimiento quo habían producido en la sociedad, contribuyeron no poco á
precipitar la salud pública; los reglamentos de policía cedieron al
empuje de ese ejército de peregrinos, que buscaron en el Oriente
su muerte ó su fortuna, pero que no pudieron vencer á la más desenfrenada prostitución, que se ingirió en sus filas y que los trajo á
su vuelta de Palestina más ó menos cargados de lepra ó de mesellerie, y mareados por la crápula oriental; muchos aseguran que
la enfermedad venérea no era por aquel tiempo más que una de las
formas de la lepra. La cohabitación con un leproso daba origen á
una afección llamada ardor, incendio, etc., caracterizada por flogosis , erisipela, ulceración y flictemas en las partes genitales, con
vivos dolores al orinar; afección muy común en ^Inglaterra hacia
el siglo XIII, en que se llamaba arsura. Diez y nueve mil leproserías, existentes por aquellos dias en Europa, acreditan lo extendida que se hallaba dicha plaga, y la necesidad de las medidas que
se tomaban.
Guillermo de Saliceto, médico de Plasencia en el siglo x m , describe el bubón ó dragoncillo, absceso de la ingle, que se forma algunas veces cuando el hombre sufre una corrupción del pene por
haber tenido relación con una mujer impura. Lanfranc (1395)
desarrollla la misma opinión cuando dice que las llagas del pene
son ocasionadas por humores acros, que ulceran el sitio en que se
detienen, y también por la unión carnal con una mujer que hubiese tenido que ver con un hombre atacado de la misma enferme-
EL ORITICBIO MEDICO.
325
dad. B. Gordon, Guy de Chauliac y Valesco de Tarento desarrollan ideas análogas cuando se ocupan de las enfermedades del
pene. Por último, Juan Manardi de Ferrara, & principios del siglo XVI, resume así la cuestión: los que tienen comercio con una
mujer que ha recibido antes á un leproso, en tanto que el semen
permanece en la matriz, puede adquirir la lepra y algunas veces
otras enfermedades más ó menos considerables; según la disposición individual, así como la del leproso.
Cualquiera que sea el valor que so dé á la opinión de que los
franceses transportaron á Ñápeles, con Carlos VIII, el mal desolador do últimos del siglo XV, ó á la de que aquéllos le adquirieron
por el uso do alimentos averiados y de bebidas emponzoñadas, ó
que ha provenido del vicio sodómico, ó del Nuevo-Mundo, etc., etc.,
hay que convenir en la importancia de las siguientes palabras que
escribe Paracelso en su Gran drujh, lib. l, cap. vil: «La sífilis
ha tenido origen en el comercio impuro de un francés leproso con
una prostituta que tenía bubones venéreos, la cual infectó á todos
los que trataron con ella. Así es como la sífilis, salida de la lepra
y del bubón venéreo, al modo como el mulo ha salido de la cópula
del caballo y del asno, se extendió, por contagio, en todo el universo. ))
Aparece, pues, la sííilis, en una época en que, como observa
Renouard, el arte de observar y descubrir los fenómenos patológicos hizo notables progresos; en la época del Renacimiento, en que
un gran número de enfermedades nuevas toman nombre en las
obras de los muchos sabios que entonces vivieron, por primera vez
se leen la coqueluche, la plice polaca, el escorbuto, la rafania, la
sífilis, etc.. Tanto más aceptable es esta manera de ver, cuanto que
se halla confirmada por los numerosos hechos que dejamos apuntados , y por los no menos notables que en sus obras citan Jourdan, Gibert, Kenouard, Vidal de Cassis, Parent-Duohatelet, Levy, Dufour y muchos otros, que se han ocupado de esta materia"
La sífilis, hija directa de la lepra y de la disolución de las costumbres, dice Dufbur; y en efecto, cuando se repara en las dificultades que la práctica suele presentarnos aun hoy mismo, en que el
mal ha rebajado tanto, para diagnosticar algunas enfermedades
326
EL OBITBKIO ISÉDIOO.
cutáneas, en que sólo los antecedentes suelen llevarnos á la especificidad , ¿ es tan violento el suponer que en su origen aun se confundiesen más, y que sus diferencias no se establecieran bien, porque fuesen más pequeñas, ya porque viniesen confundidos desde
la época que Guiccbardin asegura venir baciendo víctimas?
La sífilis campaba por doquiera; pero no pasa desapercibido
que, á fines del siglo xv y principio» del xvi, la prostitución extragaba las costumbres hasta un punto increíble. Autorizada por los
royes, escribe Dulaure, estaba favorecida por un gran número de
célibes, curas y monjes, por el libertinaje do los magistrados y militares, etc. Sobre seis mil mujeres habia por este tiempo en París<,
cuyas maneras desenvueltas y lascivas llamaron mucho tiempo la
atención del poeta italiano Asteza, que á la sazón viajaba por
Francia; el lujo y la vanidad aumentaban por una parte el número
de las sacerdotisas de Venus, y por otra el maniqueismo y la brujería, ó los Íncubos y sucubos, contribuyeron al mismo fin, como ba
sucedido siempre que por cualquier motivo se ha debilitado la moral evangélica, la única que puede combatir los groseros apetitos
de la sensualidad (1).
A pesar de las ordenanzas de París do 1497 y de 1498, hechas
y publicadas con objeto de reprimir la prostitución y sus consecuencias, aislando y mandando retirar á los enfermos, ó castigarlos severamente; no obstante el edicto de Carlos I X en 1560, y
de la severidad con que empezó la persecución, sin respetar algtinos artículos de las ordenanzas de San Luis, no tuvo más remedio el sabio canciller L'Hospital, que, anulando todos los derechos, dejar toleradas ciertas casas de mancebía, contra lo que él
hubiera deseado; y á pesar de esto, que no puede llamarse ni remotamente supresión, el libertinaje se ingirió aun más en la sociedad, y las mismas mujeres eran las que, con el mayor cinismo,
ajustaban su mercancía. Tan cierto es, como dice un experimentado escritor, que la prostitución constituye las partes secretas que
el pudor aconseja ocultar, pero que no se pueden eliminar sin matar las buenas costumbres, que son la llave y el corazón de toda
nación decente.
(1) DüFOUB, ob., tomo v, oit. pAg. 201.
EL OBKDKBIO M Í D I O O .
327
Posteriormente á la época de que nos hemos ocupado, se distinguieron los reinados de Enrique I I I , en que se toleraron más los
burdeles, y el de Enrique I V , que, según Estoile, fué altamente
escandaloso; todo el mundo sabe hasta dónde llegó la Francia con
Luis X I I I , Luis XIV y Luis XV, y á nadie se oculta que, sirviendo la corte de modelo al pueblo, es la que con su ejemplo
corrompe ó purifica la moralidad pública; por consiguiente, en
esos reinados hubo tanta inmoralidad y tanta falta de costumbres,
como honestidad y deconcia en otros, en los cuales el Roy empezaba, como es su deber, por dar un ejemplo, que imitaban los gobernantes todos y la corte, y quo venía á reflejarse sobro el común
de la nación. Pero ya la prostitución habia caido bajo el dominio
y vigilancia de la sanidad pública, y de esto nos habremos de ocupar en otro capítulo.
Seguir los trámites de la deshonestidad en todas las naciones,
sería repetir las mismas descripciones en distintos lugares, y por
lo tanto nos limitaremos á lo dicho, que es lo suficiente para nuestro objeto. Sólo añadiremos que en España han tenido mucha celebridad los burdeles de Valencia en el siglo x v i , los de Andalucía y otros varios : es también conocido el reglamento de la mancebía de Granada, aprobado por Carlos V en 1539, y en el que se
oi-denan las vinitas de los facultativos, y asimismo las ordenanzas
para las mancebías en 1571 y 1575 por Felipe II. Mas en 1623
extinguió Felipe IV estas casas, y en 1661 se dictaron las órdenes más severas para la persecución y reclusión de las rameras;
todo inútilmente, porque volvieron á reaparecer, ó mejor dicho,
sólo se consiguió ocultarlas, y Cabarrús en 1795 propuso su restablecimiento, siendo después perseguidas unas veces, descuidadas
otras, y siempre toleradas, hasta que muy recientemente el Gobierno ha fijado su atención en punto de tanta importancia, y mandado algunas disposiciones, que luego diremos. La Bélgica en
1838, y Portugal en 1844, también han reglamentado las mu' jeres públicas.
32^8
KL OBITBBIO MÍDIOO.
BESÚMEK
De cuanto hemos expuesto hasta ahora resulta que desde los
primeros tiempos de las sociedades humanas ha existido la prostitución bajo diversas formas y en grados distintos; que siempre
ha llamado la atención de los jefes de los pueblos, siendo muchos
los que han querido remediar ese mal con medidas altamente represivas , que han dado por resultado el que se rompiese esa válvula de seguridad de la honestidad y decencia, dispersándose tan
torriblo mal por todas las familias, y obligando en su consecuencia á ser tolerantes con una calamidad que evita otras peores. Dedúcese también que si bien el cristianismo moderó en un principio la efervescencia de esa pasión, es tanta su fuerza y tanto lo
que siempre ha dominado al hombre, que pronto volvió i recuperar su elasticidad y fuerzas antiguas, y á estallar con nuevo vigor:
los acontecimientos de la Edad Media y moderna han probado á
los gobiernos la necesidad de tolerar en sus estados esa clase de
gentes, si bien no se conformen con esta opinión ciertos moralistas
exigentes que, marchando contra la tradición y la época actual,
quisieran que á cualquier costa, y con cualquiera resultados, desapareciese tan mala semilla de todo suelo donde pudiese germinar,
olvidando la opinión de San Agustín y San Jerónimo que, más
santos, más filósofos, veian mejor la flaqueza humana, pero no la
ocultaban con hipocresía; y sin querer, por último, cpnvenir en
que siendo mejor instruir que castigar, como (^ico Ratier, hay que
dejar á la instrucción y moralización del pueblo y de las demás
clases del Estado, y á las buenas medidas de gobiernos bien aconsejados, el destruir ese mal, pero cuando esté bien preparado erremedio y llenas todas las indicaciones para que produzca su efeqto.
Concluiremos: hemos procurado probar la máxima del célebre
autor del espíritu de las leyes, La incontinencia pública es la última
de las desgracias, demostrando que los desafueros hechos á la honestidad han ido siempre acompañados de enfermedades particulares, terribles á veces, que combinándose con alguna ó algunas
de las ya existentes, han adquirido caracteres particulares, se han
ÜL CRtTEBIO U3ÍDI0O.
329
hecho contagiosas y hasta epidémicas, se han estudiado y descrito
como nuevas, acaso por la oportunidad en que aparecieron, se han
cantado por poetas y se han refundido modernamente bajo el nombre de sífilis. Los hombres, asustados por el pronto, se concentraron y quisieron corregirse; pero dominados por el vicio, pronto
volvieron á sus antiguos hábitos, y en la imposibilidad de extirpar
éstos, el Gobierno como padre y tutor de sus gobernados, y el
médico como amigo y consuelo de los que padecen, antes que nada, eleva su voz y aconseja k aquél lo que debe hacerse para evitar tanto mal. Y esto es precisamente lo que nos va á ocupar
ahora.
(<Se continuará.)
TRATAMIENTO HOMIOOPATICO
DE L O S D E S O R D E N E S DE L \ DENTICIÓN,
por el Dr. HENRY N. GVERNSET (1).
(Memoria l«ld» en la Sociedad Médica Homoopitlca do FUadelfla).
(Te nahnemannian MontMy).
(Conolution.)
Hepar sulphuris cale- -Es el medicamento propio cuando una erupción herpótica se desarrolla en alguna parte de la piel. Generalmente
aparece cerca del tercio superior del antebrazo, en el brazo, en las regiones poplíteas, en la cara ó cabeza. El picor es muy incómodo. La
acompaña una diarrea blancuzca, de olor ácido. Las agravaciones se
manifiestan en la aproxhnaqion de la salida de cada grupo de dientes.
Las encías están á veces ulceradas, muí/ blandas, y en apariencia muy
dolorosas. Hepar 200.^, una sola dosis, será administrada en casos semejantes al anterior, y obtendrá felices resultados. Puede á veces ser
necesaria una dilución altísima.
Hyoscyamus {WüUamson).—«Presión de las encías juntamente con
llevar las manols á las mandíbulas, introducir los dedos en la boca, y
otras indicaciones de dolor en las mandíbulas. Disfagia. Convulsiones,
que empiezan por punzadas en los miteculos de la cara, especialmente
330
EL OBITBKIO MláviCO.
al rededor de los ojos. Dilatación de las pupilas. El semblante parece
lívido, colorado, y sneño profundo después de los espasmos.»
Ignatia amara.—El niño despierta dando gritos agudos, y con temblor general. Movimientos convulsivos de algunas regiones. Frecuentes
llamaradas de calor, con sudor. Lus convulsiones se presentan diariamente á la misma hora, con temblor genetal. Espasmos con gritos ó
risas involuntarias. Deposiciones generalmente mucosíis ó do moco sanguinolento, acompañadas do violentos esfuerzos y prolapso del recto.
A veces hay tenesmo y prolapso del recto sin defecar. El niño suspira,
solloza y grita n»ucho; los suspiros y sollozos continiían, aun mucho
después de los gritos. Ignatia 200.' en tales casos hará desaparecer todos los síntomas, y la dentición proseguirá sin molestias.
Ipecacuanha,—Náuseas
continuas, con vómitos de vez ni cuando.
Diarrea. Deposiciones fermentadas, de varios colores, ó verde como
hierba. Cara pálida, con ojeras azuladas. Es aun más útil este medicamento, si á los síntomas anteriores se añaden otros catarrales producidos por el frió.
Kreosotum.—Este medicamento es de gran importancia para la dentición difícil. Dentición dolorostsima. Los síntomas se agravan generalmente á las seis de la tarde, y continúa la agravación hasta las seis
de la mañana siguiente. Durante este tiempo, el niño muerde, patea,
se retuerce, está en continua agitación y lo tira todo, siendo muy escasos los momentos que duerme. Está un poco aliviado durante el dia,
pero la misma escena se representa la noche siguiente. Las encías,
abultadas, parece que están llenas de un líquido oscuro y acuoso. LÜ:>
dientes , que se trasp'arentan á través de las encías, son negruzcos, y
presentan señales de destrucción dentro de las encías. La astricción de
vientre es lo más frecuente : las deposiciones son duras y secas. Cuando
hay diarrea, las deposiciones son oscuras, acuosas y muy dolorosas,
de olor más bien cadaveroso. Las deposiciones parece que son colicuativas ; escorian y ú veces contienen porciones de alimentos indigestos.
Kreosot, 200."; una sola dosis basta á veces para la curación. En ciertos casos 03 necesario repetirlo, en agua, dos ó tres veces al dia, durante algunos. Entonces es preciso no desconfiar de él, y repetirlo hasta
cambiar la condición anorníal del organismo y hacer que los dientes no
se ennegrezcan y rompan; pronto se verá que los dientes afectados
cambian de aspecto.
Lachesia.—El niño despierta con un humor malísimo, y un estado
angustioso. A veces se presentan convulsiones, y sobre todo cuando so
va á quedar dormido. Si observamos al niño atentamente, nos apercibiremos de que su respiración cesa antes de la convulsión, ó antes de
que despierte con el estado angustioso, sin la convulsión. Las encías
están en algunos de color de púrpura subido. Lach. 4.000.' es mi elección , y pocas veces tengo que dar una segunda, no presentándose por
EL CRITERIO MÍblCO.
331
lo general la convulsión después de la primera dosis, puesta sobre la
lengua. Los demás síntomas desaparecen también rápidamente.
Lijcopodivm.—El niño duerme con los ojos medio cerrados, moviendo su cabeza á un lado y otro, con quejidos. Grita y da voces antes de
orinar. Después de haber orinado se -ven en sus envolturas avenas encarnadas ó manchas rojizas. Mucho ruido de gases en el vientre. Si,
expulsa gases, son muy dolorosos en su salida. Las agravaciones se
presentan á las cuatro de la tarde, y el alivio á las ocho ó nueve de la
noche. Mucha inquietud por la noche generalmente, inquietud que se
parece A la de Jihvx. No toma de cada vez más que una corta porción
da alimento, y lo come con bastante indiferencia. Lycop. 6.000.' concluye pronto con todos los síntomas. Una dosis basta.
Magnesia cari.—Los dientes no muestran señales de salir. Una diarrea verde y de olor ácido se sostiene hace tiempo. Demacración. A veces tienen las deposiciones el aspecto de la nata sobre el agua. Vómitos frecuentes de sustancias acidas. También suele haber pérdida del
apetito y aliento fétido, con astricción de vientre, y deseos frecuentes
de defecar, excrementos al parecer naturales.
Magnesia mxir.—Dentición lenta, con abultamiento del abdomen y
astricción de vientre. La región del hígado está abultada y dura, y la
madre ó la nodriza suelen decir: « El niño tiene el higado abultado.» •
Las deposiciones suelen ser grandes y duras , y se parten como si esto
lo hiciera la margen del ano. Las deposiciones también pueden ser verdes y semejantes á la papilla. He visto algunas veces seguir una fuerte agravación á la administración de una dosis de la 200.', y después
convertirse en una rápida curación.
Mercurius sol.—Salivación abundante, y con frecuencia so ven pequeñas ampollas en la lengua, encías y carrillos, y también úlceras extensas en las encías. Con los síntomas anteriores las noches suelen ser
muy malas. Si en tal estado sucede que el niño se enfria, se suspende
la salivación. Entonces suceden las convulsiones. Mere. 1.000." hará
que se restablezca la salivación; cesan las convulsiones; aumenta el
alivio y la salivación desaparece sin perjuicio para el niño. Las sábanas
se ven manchadas por una orina amarillenta y de un olor subido. El
abdomen se ve con frecuencia abultado y duro. Deposiciones ventrales
viscosas, sanguinolentas , verdes y acompañadas de tenesmo. Una sola
dosis de Mere, es generalmente suficiente.
' Nux vómica,—Útil en la dentición de los niños nutridos con leche de
animales ó mezclada, ó cuyas madres ó nodrizas se entregan constantemente á las bebidas, ó comen alimentos demasiado excitantes, etc.
La agravación se presenta á las cuatro de la mañana. El apetito disminuye; la sed aumenta, y el niño se vuelve colérico y de mal genio. Astricción de vientre, con deposiciones grandes y difíciles; ó las deposiciones son pequeñas, frecuentes, terrosas ó líquidas. Una saliva san-
332
EL CRITERIO MEDICO.
guínolenta tifie la almohada cuando duerme. La boca se ulcera á veces,
y ol aliento es repugnante.
Nux moschata.— Especialmente cuando las deposiciones son muy
acuosas y amarillentas ; pasan todas las ropas como si fuera agua. Demacran mucho al niño, que está muy soñoliento.
Podophülum pelt.—Rechinamiento con los dientes, que han salido,
con gritos y desesperación ; diarrea dolorosa frocnoiitomente. Vuelve la
cabeza de un lado á otro, deposiciones verdes. Deposiciones blanquizcas , gredosas, muy dolorosas, con náuseas frecuentes y sed. Diarrea
matinal. Deposiciones espumosas y de alimentos mal digeridos. Prolapso del recto cada vez que defeca. A veces son muy frecuentes las deposiciones todo el dia, y son naturales. Mucha desesperación con insomnio casi toda la primera parte de la noche, siendo su cnufa aparente la irritabilidad nerviosa. Apetito voraz, con otros síntomas malignos. Diarrea inmediatamente después de comer y beber. Los alimentos
se agrian poco después de comerlos, cuando son rehusados. Uso la potencia 200.", á veces en agua, si la primera dosis no es bastante.
El Dr. Williamson añade lo siguiente: a Esfuerzos para vomitar y
deposiciones fátidas de olor á. carne podrida. Los esfuerzos para vomitar sólo se hacen con la boca, pues el estómago permanece tranquilo.»
Psoriniíin.—Los casos de este medicamento á primera vista so parecen á los de Sulphur. Examinando cuidadosamente, vemos que hay deposiciones de un líquido oscuro, que tienen el olor de los huevos podridos, y eructos ; ó el aliento del niño tiene un olor semejante: en ostus
casos podemos estar seguros que Psorinum es el medicamento. Dar una
sola dosis y esperar el resultado. Repetirlo con cuidado.
liheum.—Está especialmente indicado en una diarrea de un olor muy
agrio que se presenta con mucho dolor en el abdomen durante la defecación. La diarrea se agrava con el movimiento.
'
Sepia.—Pienso en Sepia ¡¡articularmente cuando se presentan erupciones herpéticas, ó cuando parece que se manifiestan á cada grupo de
dientes que sale. La boca despide mal olor. Agravación de la diarrea
después de tomar leche hervida. Si la diarrea se presenta, demacra mucho al niño. Pocas veces uso Sepia á menos de la G.pOO.'
Silícea.—En los niños escrofulosos que tienen lombrices con salivación abundante. Tirones frecuentes en las encías. Fiebre por la tarde y
noche, con calor en la cabeza. Deposiciones difíciles. La madre ó la nodriza-declaran que los excrementos retroceden frecuentemente antes
que el niño pueda lanzarlos al exterior. Los piós huelen muy mal, A
pesar de la limpieza que se tiene para evitar el mal olor. Sudor copioso
y de olor agrio en la cabeza, por la tarde. Las fontanelas son anchas,
la cabeza más grande en proporción que el resto del cuerpo. Las encías
parecen llenas de ampollas y están muy sensibles. Las deposiciones,
EL OBITBRIO MEDICO.
333
cuando son muy liquidas, son también oscuras, y á veces muy dolorouas. iSilic. 6.000." es mi elección , y pocas veces la repito.
Stannwm.—En los casos en que parece que Ciña los curaría y no
sucede asi. Especialmente si el niño está mejor echándose boca abajo y
con el abdomen sobre una cosa dura, el hombro ó la rodilla á veces.
Convulsiones epileptiformes, con contracción de los pulgares. Si se
declara una hernia con los sintomas de Stann., esta circunstancia hará
más precisa su indicación. Stann. 200.° es mi primera elección, y luego
más elevado si es necesario.
Staphysagria.—El niño os muy sensible A la más pequeña impresión,
moral ó física. Da saltos y se encoge á cada mirada ó palabra fuerte
que se le dirige, y grita con el más leve dolor. Las encías tienen un
aspecto pálido, y son muy sensibles al tacto. Deseo frecuente de defecar, que no se alivia aun evacuando abundantemente. Los dientes que
han salido tienen, un color negruzco, ó manchas oscuras los sombrean.
Cabeza con tifia húmeda ,^costras amarillentas y muy dolorosas.
Stramonium.—Cuando parece que el cerebro del niño se afecta, pues
deja de efectuar sus necesidades conocidas, excepto por movimientos.
Violento rechinamiento de los dientes salidos. Parece que huye de la
vista de los objetos cuando se le presentan por primera vez, como si le
asustaran. La aproximación de una luz viva le causa convulsiones. Deposiciones negruzcas , acuosas, de olor cadaveroso. Boca muy seca y
abundante salivación.
El Dr. Williamson añade lo siguiente : « Rechinamiento de los dientes. Movimientos de los dedos de las manos durante el sueño, como si
buscaran algo. Disposición á tartuniudear y ensayarse á hablar. Hay frecuentemente deseo de más luz, y otras veces la luz produce agravación
y aun convulsiones. Convulsiones con gritos, como si se hubiera asustado con la vista de objetos horribles. Muchas contracciones en las extremidades , especialmente en brazos y manos , con movimientos de los
dedos. Los movimientos son más violentos en las extremidades supe.riores.»
Sulphur.—Biarresí blanca, agria, -con rubicundez en derredor del
ano. Deposiciones verdes ó sanguinolentas , con gritos y desesperación,
con aspereza en derredor del ano. Vómitos frecuentes del alimento que
toma. Erupción papulosa en la piel, con mucho picor. El niño parece
que no desea nada. Mucha sensibilidad y rubicundez en derredor del
ano después de cada defecación. No echa sueños largos y reparadores.
Despertar frecuente; está mucho tiempo despierto. Quejidos durante
el sueño. Parece que tiene debilidad con frecuencia; habla bajo.
Sulphuric. ofiid.—La boca y encías están llenas de aftas, y son muy
dolorosas. El niño está muy irritable, agitado, y grita la.mayor parte
del tiempo. Las deposiciones son peculiares, tienen el aspecto de mucosidades cortadas, de color de azafrán. Aunque no haya aftas, las de-
334
EL OBITEBIO MEDICO.
posiciones son bastante características, y pueden considerarse asi cuando se presentan. No debe usarse menos de la 200."
Veratrwm,—Vómitos, con náuseas muy grandes, y fuertes náuseas
sin vómitos. Sudor frió en la frente. Vómitos, que se renuevan con el
más ligero movimiento. Diarrea. Una gran postración sigue ú cada deposición. Frío y sensación de humedad en las extremidades á pesar de
todas las cubiertas que se echan en la cama. Muy débil, pulso poco
perceptible. Los niños rehusan hablar en tal estado. Estos síntomas
pueden simular el colera infantum, pero la dentición es su causa.
VARIEDADES.
El Hospital homeopático de Londres, del que nos hemos ocupado
en nuestro último número, tuvo en el año pasado 531 enfermos, de los
que curaron 226; se aliviaron notablemente 148; se mejoraron G9; no
experimentaron alivio 29 ^ murieron 18, y quedaban 41 en tratamiento
el 1.° de Enero de este año.
El número de los que asistieron al Dispensario público y gratuito del
Hospital fué el de 6.872, como dijimos en nuestro número anterior.
En Le Courrüre de la Gironde leemos lo siguiente, referente al Hospital Hahnemann de P a r í s :
«Desde el 10 de Abril que se ha abierto, ha despachado el Hospital
Hahnemann más de 1.200 consultas gratuitas y dado todos los medicamentos necesarios. Se han tratado en él 20 enfermedades agudas y
12 casos de viruelas, tres de ellos muy graves. No ha sucumbido un
enfermo siquiera. Verdad es que en él se prodigan los cuidados más
asiduos ó inteligentes por médicos jóvenes jefes de servicio, bajo la diaria vigilancia de los doctores más célebres de la Facultad homeopática
de París. Hasta aquí se venía diciendo que la unión constituye la Juerza; hoy puedo decirse con no menos verdad que la emulación es el progreso.
Traducimos literalmente del Bulletin de la Société Medícale Homceopathique de France, de su número del 1.° del actual, lo que sigue:
« U N COMPLEMENTO &. LA LEY DE SIMILITUD, POR EL D R . GARCÍA L O -
EL OBITERIO KÍHIOO.
335
pjiz.— Esta ley, que sirre de conclusión A una importante Memoria sobro la experimentación fisiológica y lá formación de las patogenesias medicamentosas, 68 la siguiente:
« Para elegir un medicamento no basta solamente considerar el cuadro actual de los síntomas, sino también \o& fenómenos antecedentes,
porque en la eTolucion sucesiva de los síntomas podemos encontrarnos
con una enfermedad que esté en la mitad do su curso y que no deja ya
percibir síntomas que, ya pasados, es, no obstante, necesario conocerlos para establecer la indicación terapéutica.
» Croemos resumir el pensamiento del ilustrado médico español, diciendo que la ley de similitud tiene un efecto retroactivo, y para que un
medicamento esté perfectamente elegido, deberla ofrecer la similitud
del pasado, del presente, y si fuera posible, del porvenir de la enfermedad para la que se da.»
Hemos tenido un verdadero sentimiento al saber la muerte del señor
D. Ignacio Oliver y Brichfeus ,'redactor que ha sido de E L CRITERIO
MÉDICO, acaecida en los baños del Molar el 8 del mes actual. Esta redacción no puede menos de dedicar un recuerdo á la memoria de su antiguo compañero, y de asociarse al sentimiento que su familia y la escuela homeopática española experimentan por su temprana pérdida.
El Hospital Hahnemann, de París, cuenta ya en la actualidad, según vemos en L'Ilahnemannisme, con diez y ocho camas.
Este hospital recibe diariamente donativos de consideración, y su
estado no puede ser más próspero. Ya procuraremos tener al corriente
á nuestros lectores del movimiento del mismo, lo cual haremos desde
el número próximo.
El Dr. León Simón empezó el 15 de Mayo último su segundo curso
público de homeopatía en la universidad de París, que ha versado sobre la clínica del hospital Hahnemann. En este curso, que ha concluido
el 1." del actual, por quedar cerrado en ese día el establecimiento oficial , se ha ocupado el Dr. León Simón del tratamiento de la pulmonía,
del reumatismo articular agudo , de la fiebre tifoidea y do la erisipela;
y por último, l^a consagrado dos lecciones al de la viruela. El curso sigue desde el dia primero en el hospital, calle Laugier , núm. 2G, todos
los jueves , á las nueve y media de la mañana.
336
EL OBITEBIO H^DIOO.
Hemos recibido un folleto titulado El Protóxido de ázoe. Aplicación
á las operaciones quirúrgicas, y particularmente á la extracción de los
dientes sin dolor, que nos ha remitido su autor, el Dr. A. Preterre, de
P a r í s , Lábil dentista americano, y á quien damos las gracias por su
recuerdo.
Hé aquí lo que sobre el clima y la villa de Elche, encontramos en
un periódico de los Estados-Unidos:
« La atención de los médicos ingleses y enfermos se dirige en la actualidad hacia un nuevo sitio de salud, que parece rivaliza con los de
Canues y Niza. Tal es la villa do Elche, en Valencia (España), en la
costa occidental del Mediterráneo. Está á siete millas del mar, y á setenta y dos sudeste de Madrid, estando en comunicación con éste por
ferro-carril. Elche está situada en medio de grandes plantaciones de
palmeras de enormes dimensiones, y es una población de aspecto moI risco. Es pintoresca en extremo; la iglesia es única y curiosa; el hotel
ó posada, decente; sus cercanías contienen muchas cosas para entretener é instruir al botánico y mineralogista, y el viajero se ve seducido
por la interesante historia de la villa. Pero su delicioso clima es lo más
digno de llamar la atención. La atmósfera es suave, no hay niebla ni
humedad ; es de una elasticidad y brillantez notables, «lo cual es lo que
se necesita », como dice un distinguido módico, para refrescar y vigorizar los cerebros cansados y aburridos.
»Los enfermos afectos de consunción y dispepsia, deben aprove-charse de las cualidades de este clima, que son superiores á los de Italia. En el invierno próximo pasado acudió á Elche un diplomático inglés con la salud bastante deteriorada, recobrándola por completo ; y
creemos que esta localidad está llamada bien pronto á ser el punto de
reunión de las personas que buscan en climas especiales el alivio de
sus dolencias crónicas.
»Una regular habilidad para contrarestar la falta de comodidades
durante la estancia y un poco de conocimiento de la lengua española,
son los requisitos necesarios para gozar de los encantos de sitio tan
saludable y alegre.»
Creemos que los habitantes de Elche no quedarán del todo descontentos de esta descripción.
MADRID, 1870.—IMPRENTA Y ESTEREOTIPIA DE M. RIVADENEYBA,
calle del Duque de Osuna, uum. 3.
Descargar