El cerdito que edificó sobre la roca Deepa Daniels Un día oí a una

Anuncio
El cerdito que edificó sobre la roca
Deepa Daniels
Un día oí a una madre que relataba a sus hijitos el cuento de los tres cerditos y el lobo. Estoy segura
de que la mayoría lo conoce.
El cuento comienza con tres cerditos que parten de su hogar en busca de fortuna. El primero
construye una casa de paja, pero un lobo la derriba a punta de soplidos. El segundo edifica una casa de
ramitas, y el resultado es el mismo. El intercambio de palabras entre el lobo y los cerditos es bien
conocido:
—Cerdito, ¡ábreme la puerta!
—No, no, no; no te voy a abrir.
—Pues si no me abres, ¡soplaré y soplaré y la casita derribaré!1
El tercer cerdito construye una casa de ladrillos. Por más que sopla, el lobo no logra derribarla. Trata
de engañar al cerdito para que salga, pero el chanchito lo supera en ingenio en cada ocasión.
Finalmente el lobo decide entrar por la chimenea. Entonces el cerdito pone agua a hervir en un caldero.
Cuando el lobo cae en la olla, el cerdito la tapa rápidamente y cocina al lobo para la cena.
Es muy posible que la conclusión de esta fábula me esté apartando un poco del tema, así que
aclaremos: no pretendo dar a entender que sea posible burlar o cocinar todos los lobos que se metan en
nuestra vida. La parte que quiero recordar es que debo edificar la casa de mi vida y mi fe con ladrillos
sólidos, a fin de que los lobos no la puedan derribar con sus soplidos.
Los elementos y materiales que uno elige para edificar su casa son importantes: tiene que ser la
verdad de la Biblia, no los mitos de la cultura popular; ¡ladrillos en lugar de paja o ramitas! Algunos
aspectos del hogar y de la decoración pueden cambiar, y de hecho cambiarán con el tiempo. No
obstante, el cimiento debe permanecer inmutable. Hay que edificar la casa sobre una roca.
En Mateo 7:24-27 Jesús dice: «Todo el que me oye estas palabras y las pone en práctica es como
un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y
soplaron los vientos y azotaron aquella casa; con todo, la casa no se derrumbó porque estaba cimentada
sobre la roca. Pero todo el que me oye estas palabras y no las pone en práctica es como un hombre
insensato que construyó su casa sobre la arena. Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los
vientos y azotaron aquella casa, y esta se derrumbó, y grande fue su ruina»2.
En el versículo 25 dice: «azotaron aquella casa»; la expresión se repite en el versículo 27. Aunque en
español las palabras usadas en ambos versículos son las mismas, si uno busca el pasaje en el texto
griego original observa que ahí se emplean dos palabras distintas. En el versículo 25, la palabra griega
es prospipto, que significa precipitarse con violencia sobre algo, atacar o embestir. En el contexto del
versículo 25 significa que cuando se produce una inundación general o una enorme riada, la casa
edificada sobre la roca permanece firme. En cambio, en el versículo 27 se emplea la palabra proskopto,
que significa golpear o levantarse contra algo. En ese versículo se refiere a que cuando llegue una
cantidad no tan grande de agua, como un arroyo, la casa edificada sobre la arena caerá, y grande será
su ruina.
En otras palabras, si tu vida está anclada y cimentada en Jesús, tu casa será capaz de soportar las
mayores dificultades y adversidades que pueda haber. Podrás capear el temporal porque Jesús será tu
roca. Él te dará estabilidad y te sostendrá. Pero una casa o una vida que no está cimentada en Jesús y
Su Palabra, que descansa sobre una base débil, como la arena, puede ser derribada por la menor de las
dificultades.
En su libro Pecados espectaculares y su propósito global en la gloria de Cristo John Piper afirma: «El
cristianismo no es un juego; no es una terapia. Todas sus doctrinas emanan de lo que Dios es y lo que
ha hecho a lo largo de la historia. Se corresponden con hechos indiscutibles. El cristianismo es más que
hechos, pero no menos. Hay fe, esperanza y amor; pero no andan flotando en el aire. Son como grandes
cedros plantados sobre la roca de la verdad de Dios. Permanecerán quienes hayan edificado su casa
sobre la roca de la gran verdad objetiva, con Jesucristo como origen, centro y finalidad de todo»3.
1
Los tres cerditos, fábula del siglo XIX
Nueva Versión Internacional
3 Spectacular Sins, and Their Global Purpose in the Glory of Christ, Crossway Books, 2008, p. 57
2
Considero que Adoniram Judson, quien vivió de 1788 a 1850, fue un ejemplo admirable de una
persona que edificó su casa sobre una roca. Fue un misionero estadounidense que sirvió a Dios en
Birmania durante 40 años. Pero su vida no tuvo nada de gloriosa. Contaba apenas 25 años cuando se
dirigió con su esposa a ese país. Los primeros años se sintieron muy solos y sufrieron de mala salud.
Les tomó seis años conseguir el primer converso. Por si fuera poco, Adoniram estuvo preso dos años.
¡Tremenda tormenta la que embistió contra su casa! Poco después de que salió de la cárcel, murieron su
esposa y su hija, que era apenas un bebé. Casi parece que no paraba de recibir embestidas de vientos y
lluvias inclementes. Su vida estuvo jalonada de dificultades y experiencias desgarradoras. A pesar de
todo, su casa permaneció en pie.
Es posible que no siempre le pareciera que seguía firme. Seguramente hubo ocasiones en las que se
sintió derrotado y destruido. Pero la historia demuestra que no fue destruido, y que su labor y sus
esfuerzos valieron la pena. Prueba de ello es que cuando Adoniram llegó a Birmania se fijó la meta de
traducir la Biblia al birmano y fundar una iglesia de 100 personas. Cuando murió, dejó la Biblia traducida
al birmano, 100 iglesias y más de 8000 creyentes.
Cuando pienso en Adoniram me quedo francamente sorprendida por cómo siguió adelante a pesar
de haber sido azotado y golpeado por tantas tormentas de la vida. Y me doy cuenta de que no se debió
tanto a Adoniram mismo, a su fortaleza interior o su extraordinaria fuerza de voluntad o su coraje, sino
más bien a lo que constituía su apoyo, la roca sobre la que en esencia él estaba edificado: Jesús. Fue
capaz de enfrentarse a vientos y tormentas que habrían podido acabar con él, y se mantuvo firme porque
estaba cimentado en Jesús.
Por eso, la cuestión es: ¿Dónde edificas tú tu casa? Y cuando lleguen —como llegarán— las
tormentas de la vida, ¿qué perdurará?
Música: sindustry(CC).
© La Familia Internacional, 2011
Categorías: relación con Jesús, superación de obstáculos
Descargar