TOMO I

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José Miguel Romero de Solís
Archivo de la Villa de Colima
de la Nueva España.
Siglo XVI
Segunda edición
Colima
2005
Registros del Tomo I
1. 1535. Marzo, 25.
Pero González es nombrado tutor y cuidador de
Mateo, menor, hijo de Juan de Porta.
dor de la persona y bienes de Mateo, menor, hijo
de su actual esposa y del difunto Juan de Porta.4
El alcalde hizo entrega a Pero González de una
yegua overa, preñada con un potro, propiedad
del dicho menor.
Testigos: Jorge Carrillo5 y Sancho de Frías, 6
quien firmó a nombre y a petición de Pero González, que no sabía hacerlo.
Caja A–1, exp. 1, f. 1 fte.
“En la Villa de Coliman desta Nueva España”,
el alcalde Juan Pérez,1 ante el escribano Juan
Fernández El Viejo,2 constituye a Pero González,3 pregonero de la Villa, como tutor y cuida1
Natural de Higuera de Vargas, hijo de Álvaro Pérez e Isabel Verjana, llegó con Pánfilo de Narváez, participó en la
toma de la Ciudad de México y en las campañas de Coatzacoalcos, Zacatula y Motín, avecindándose en la Villa de
Colima, donde recibió pueblos: VP 41. Tuvo tres hijos varones y una hija, y “su casa poblada con sus armas e caballos y familia”, aunque se quejaba de no tener indios sino
sólo un corregimiento, y por ello “á padeçido y padesçe neçesidad estrema, por no tener otra hazienda ni grangerías”:
Icaza (1969), I, nº 96. Su mujer fue Mari González ó María
Gómez; le sobrevivió: infra, regº 6.
2
Este sevillano, hijo de Diego y Catalina Hernández, vino
con Narváez y, según su hoja de méritos y servicios, en la
conquista de México–Tenochtitlan, “fue a prender a Guatemuça [Cuauhtémoc], y el primero que le echó mano en
vna canoa”. Estuvo en las campañas de Michoacán, Zacatula, Yopelcingos y Colima, donde avecindó, y desde ahí
“ha hecho algunas entradas”, con seguridad para combatir a
indios alzados: Icaza (1969), I, nº 72; además: VP 14. Recibió de Cortés el 11 de diciembre de 1523 y, luego, de Marcos de Aguilar el 8 de octubre de 1527, pueblos en las comarcas de Colimotl y Tepetitango a tenor de las cédulas
transcritas en la Relación sumaria (1554): Lebrón (1979),
47-48. En 1525, Francisco de Orduña dióle otros pueblos
que habían pertenecido a los conquistadores Antón López y
Juan de Valdivieso. Casó con Francisca de Saldaña, hija de
Gregorio de Saldaña y María de Ocampo, vecinos de Pánuco, con la que hubo dos varones y tres hijas: cf. Sevilla del
Río (1977), 122-125.
3
De acuerdo a su testamento (1548), era natural de “San
Vicente de la Barquera que es en la Provincia de las Montañas de Santillana”: infra, IV, regº 760. Casó con Ana o
Catalina González, viuda de Villacorta: Icaza (1969), I, nº
342, a quien señala por su heredera.
4
Única referencia a los Porta que hemos localizado.
Carrillo era toledano, hijo de García de Toledo y de Isabel
Pacheco. No estuvo en la toma de México pero sí en las
conquistas de Michoacán, Colima, Yopelcingos, Purificación y costa de Motín. Varios pueblos recibidos en encomienda, “después se los quitaron sin causa alguna”; le quedaron Tecocitlan en Colima y Tecomatlán, en Motín y, a su
decir, poco rentaban aunque el Padrón de 1532 informa
que había “sido aprovechado”: VP 36. Casó con una hija de
Antonio de Nava, que le dio seis hijos. Después de un
tiempo de vecindad en Colima, sentó sus reales en la Ciudad de México: Icaza (1969), I, nº 378.
6
De Sancho de Frías, mencionado en los regº 1 y 3, tenemos noticias: criado que fue de Hernán Cortés, pronto comenzó a hacer pequeños negocios y prestaba dineros mientras estuvo avecindado en México; también, en cierta ocasión, vendió indios a un vecino de Zacatula. En lo que se
refiere a Colima, el 17 de octubre de 1528, el genovés Bartolomé Chavarín, conquistador y vecino fundador de Colima: VP 29; Icaza (1969), I, nº 480, otorgó poder en México
ante el escribano Juan Hernández del Castillo en favor de
Frías para “residir y administrar los pueblos de indios que
como conquistador de la Nueva España le estaban encomendados, situados en el término de la citada villa”: AN
1697. Según la escritura, Chavarín y Frías eran en 1528 vecinos de Colima. Sin embargo, en este regº, Frías aparece
como “mercader estante”, lo cual sugiere que, concluido su
negocio con Chavarín, se avecindó en otra población; en
efecto, por un poder general dado el 9 de diciembre de
1536 ante Martín de Castro, es registrado de nuevo como
vecino de México: AN 2102.
5
3
José Miguel Romero de Solís
cino de la Villa, para que le represente en todos
sus pleitos.
Testigos fueron Hernán García10 y Gómez de
Segovia,11 estantes en esta Villa. Pasó ante Juan
Fernández El Viejo, escribano.
Caja A–1, exp. 1, f. 2.
2. 1535. Marzo, 31.
Remate de un potro en Alonso de Arévalo.
En 31 pesos de oro de minas se remató un potro
castaño que andaba perdido, por mandado del
alcalde Manuel de Cáceres,7 en Alonso de Arévalo.8
Pero González lo pregonó durante muchos
días, sin que apareciera su dueño. Pasó ante Juan
Fernández El Viejo, escribano.
Caja A–1, exp. 1, f. 1 vta.
4. 1535. Octubre, 10.
Gómez Gutiérrez vende a Bartolomé del Bosque
unas casas y una yegua con su potranca.
Carta de venta que otorga Gómez Gutiérrez,12
vecino de Colima, en favor de Bartolomé del
Bosque,13 estante en la Villa, de “unas casas en
3. 1535. Junio, 14.
Poder que otorga el mercader Sancho de Frías
en favor de Martín de Monjaraz.
rango, hijo de Martín de Zamallúa —pariente cercano de
fray Juan de Zumárraga— y María Ruiz de Monjaraz. Pasó
con Cortés a la Nueva España, hallándose en la conquista
del Grijalva y Cempoal y después en las de la Ciudad de
México, Michoacán, Yopelcingos, Zacatula, Colima y Jalisco: Icaza (1969), I, nº 25.
10
Hernán García, nacido en el barrio de Triana en Sevilla,
hijo de Diego y Catalina Hernández —era hermano de Juan
Fernández El Viejo—, se avecindó en Colima y estuvo casado con una “hija de Juan Montañés, conquistador que
mataron los yndios en Mechoacán; y tiene tres hijos y padesçe neçesidad, y tiene su casa poblada”: Icaza (1969), I,
nº 341. Pasó a las Indias en 1526 y a México hacia 1530:
Boyd–Bowman (1968), nº 10392. Himmerich (1991), 161,
lo registra como “poblador” y encomendero de Guazaltepec, sucediéndole un hijo homónimo hacia 1564: cf. además: Relación de las encomiendas (1564), 50.
11
Se trata del escribano Juan Gómez de Segovia o simplemente Juan de Segovia del que hay numerosas referencias
en el antiguo Archivo de la Villa. Casó con María de Arévalo, hija de Francisco Preciado y Elvira de Arévalo, procreando durante el matrimonio a Juan de Segovia El Mozo
y Marcos de Arévalo: infra, regº 69, 222; III, regº 701 y IV,
regº 1087.
12
“Uno de los primeros conquistadores desta Nueua Spaña”, al decir de su viuda Mari Gutiérrez de Villacorta: Icaza (1969), II, nº 1171. A él encomendó Hernán Cortés, por
cédula fechada el 11 de diciembre de 1523, el “pueblo de
Cicatipan [Tizatipan], que es en la provincia del Colimotl”,
pueblo conocido a mediados del siglo XVI como Chapula
Pomayagua y seguía en manos de la viuda de Gutiérrez, casada entretanto con Juan de Buriezo o Guriezo: Lebrón
(1979), 57; cf. SV 464: también, infra, regº 47, 68 y 90.
13
Natural de Llerena, era hijo de Bartolomé del Bosque y
María Zapata; pasó a la Española en 1521 y residió en ella
catorce años; vino a Nueva España “con su casa, muger e
hijos”, sirviendo en pacificar a Nueva Galicia, “donde gastó mucho y fué bien herido”: Icaza (1969), II, nº 1138. Se
Sancho de Frías, mercader estante en la Villa de
Coliman desta Nueva España, otorga poder
cumplido y bastante a Martín de Monjaraz,9 ve7
Cáceres vino con Garay y participó en las conquistas de
Pánuco y Colima, donde avecindó, recibió un par de pueblos “buenos, porque están para las minas”, y tuvo cargos
de justicia: VP 43. Casó con Isabel Ruiz de Monjaraz, hija
de Martín de Monjaraz El Viejo, con la que tuvo dos hijos:
Gonzalo y María. Al parecer, “fue el primero que en la dicha provincia [de Colima] plantó cacao, y otros árboles de
Castilla, de que ha redundado mucho provecho”: Icaza
(1969), I, nº 294.
8
Hijo del licenciado Pedro de Arévalo y María Temiño,
naturales de Berlanga; pasó a Cuba siendo su gobernador
Diego Velázquez, y allí tuvo indios en repartimiento; luego
acompañó a Grijalva en su exploración por Nueva España,
a donde pasó con Cortés o con Narváez, trayendo consigo
yeguas, y “hallóse en la conquista de la ciudad [de México]
y de otras provincias de toda esta tierra”, a saber, Pánuco,
Michoacán, Zacatula, Motín, Milpa y Jalisco. Se avecindó
en Colima, donde tuvo cargos de justicia, luchó en la
pacificación de indios alzados de la región y recibió en
encomienda varios pueblos, siendo “aprovechado por los
indios que están cerca de las minas, que ha mandado
esclavos en las minas con ellos”: VP 12; Icaza (1969), I, nº
193. Antes de casar, tuvo hijos con mujeres de la tierra —
Juan, Inés y Elvira— que siempre usaron el apellido
Arévalo. En su matrimonio con Beatriz López de Ayala,
procreó a Pedro de Arévalo y Gonzalo López de Ayala.
9
Martín de Monjaraz El Viejo, conquistador y vecino fundador de Colima, según el Padrón de 1532, fue “aprovechado de sus indios”: VP 7, poseía varios pueblos: Nahualapa y Tecocitlan, encomendados por Marcos de Aguilar, y
Mispan, por el rumbo de Tecoman y Las Salinas: SV 411 y
Lebrón (1979), 53. El vasco Monjaraz era natural de Du-
4
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
que yo al presente vivo con sus solares, que yo
compré de Francisco Preciado,14 e una yegua
mansa, castaña, con una potranca hija suya de la
misma color; lo cual vos vendo por precio e contra de noventa pesos de oro de minas, fundidos
e marcados de a razón de quatrocientos e cincuenta maravedíes cada un peso”.
Testigos: Alonso López,15 Gil de Torres16 y
Hernán García. Pasó ante Juan Fernández El
Viejo, escribano.
Caja A–1, exp. 1, f. 3.
5. 1536. Febrero, 1º.
Testamentaría de Juan de Benavides, minero.
Jerónimo de Vergara,17 estante en las minas de
Aquila, de la Provincia de Motín de esta Nueva
España, presentó ante el alcalde ordinario de la
Villa de Colima, el muy noble señor Alonso de
Arévalo, presente Diego Hurtado, escribano de
cámara de Su Majestad, 18 un escrito del tenor
siguiente:
“Juan de Benavides,19 difunto que en gloria
sea, al tiempo que quiso morir, delante de Ginés
Pinzón20 y de Francisco Sánchez21 y de mí”, ma-
avecindó en Colima.
14
Esta noticia resulta interesante por cuanto sugiere que
Preciado fue vecino de Colima desde antes de 1535 y que
quizá vendió su casa para enrolarse en alguna de las expediciones marineras de Cortés, antes incluso de incorporarse
a las fuerzas de Ulloa, de cuyo viaje dejó magnífica Relación, editada en italiano por Ramusio (1556), 341-353 (traducción en español de Ramón Miranda Camou, en: Montané Martí (1995), 259-355.
15
López, por años enfermo de los ojos, era natural de Córdoba, hijo legítimo de Gonzalo López y Mari Gutiérrez. De
La Española pasó a Nueva España con Díaz de Aux,
uniéndose a las fuerzas cortesianas para la conquista de
México. Luego participó en otras campañas: “Mestitán y
Tututepec y Mechoacán y Colima y Çacatula y Yopelçingos e Jalisco”, donde volvió con el virrey Mendoza “en la
húltima pacificación desta mesma prouinçia; y que en rremuneración de los dichos seruicios, le fueron encomendados los pueblos de Iztapa y Moyutla, que son en la dicha
provinçia de Colima, y Aguatlán, ques en Jalisco, de los
quales se sirue al presente; que todos son de poco prouecho; y que á veynte y çinco años que es vezino de Colima,
donde siempre á thenido guerra con los indios”. El Padrón
de 1532 lo registra por vecino de Colima y dice de él que
“no ha sido aprovechado”: VP 32, donde vivía casado con
Isabel de Jaramillo y al menos con cinco hijos: Icaza
(1969), I, nº 144, 543, 753 y en la introducción: p. XLVIII;
Porras Muñoz (1982), 324-330; Información de méritos y
servicios de Alonso López ante el alcalde ordinario Pero
Gómez y el escribano Diego Hurtado: cit. por Amaya Topete, Ameca... (1951), 80. En 1538, aún residía en Colima:
Romero de Solís, Protocolos... (1999), regº 72. Entre sus
hijos se cuenta su homónimo Alonso López El Mozo, casado quizá con Elvira de Tapia: Gerhard (1996), 83, ambos
sucesores en las encomiendas que tuviera Alonso López.
Una hija de Alonso López casó con Hernando de Palencia,
vecino de Guadalajara: Icaza (1969), II, nº 1129. Alonso
López gestionó ante el Consejo de Indias la recuperación
de las tierras usurpadas por Nuño de Guzmán: Galindo
(1923), I, 218-219.
16
Es la única referencia localizada acerca de Gil de Torres.
17
Jerónimo de Vergara, vecino de Zacatula, era nacido en
la isla de la Española, hijo de Jerónimo de Vergara y Juana
Hernández de Niño; después de venir a Nueva España, participó en la conquista de Motín a las órdenes de Pedro Sánchez Farfán: Icaza (1969), II, nº 1056.
18
Tal vez familiar cercano del vecino Gaspar Hurtado.
Además de estas diligencias relacionadas con Benavides,
aparece en las hechas a la muerte del cura Morales: infra,
regº 6. En otro lugar hemos publicado noticias de un cuaderno cosido con hilo en cuya portadilla se lee: “Nº 1. Año
de 1536. Protocolo por el Escribano Público Diego Hurtado” y que contiene registros de escrituras otorgadas ante él
en Compostela, Colima, Aguacatlan, Tetitla y Sayula: Romero de Solís, Protocolos... (1999), regº 1-15; también:
Ibid., regº 16-25, 27-30, que son escrituras de 1537. Además, Francisco Preciado compró “un pedazo de tierra de
don Diego, cacique del pueblo de Apatlan”, y “me hizo una
carta de venta el dicho don Diego ante Alonso Carrillo, alcalde que a la sazón era, e de Diego Hurtado, escribano de
Su Majestad”: infra, regº 34. Fue tutor de una hija de Elvira
de Arévalo, después de morir el minero Diego Garrido: infra, regº 8. Volvió a Colima en 1557 e hizo gestiones por
encargo del teniente de alcalde mayor Fernández El Viejo:
infra, regº 64-65.
19
Ünica referencia localizada hasta el momento en torno a
este minero. Quizá, corregidor de Motines en 1532, cuando
los naturales se rebelaron: Galindo (1923), I, 211.
20
Ginés era “natural de la villa de Palos, e hijo legítimo de
Françisco Hernández y de Catalina Martyn, la Pinçona”,
quien, de soltero y en compañía de su hermano Juan Pinzón
El Viejo, vino a Nueva España con Cortés, tomando parte
en la conquista de la Ciudad de México y otras provincias,
entre ellas Colima, de la que fue de los primeros conquistadores y vecinos: Icaza (1969), II, nº 1085; VP 5. Según los
informes que ofrece Lebrón de Quiñones, casó con María
de Valenzuela, la cual, al enviudar, se unió en segundas
nupcias con Hernando de Gamboa, heredando el pueblo de
Petatlan, encomienda de su primer marido: Lebrón (1979),
55; Sevilla del Río (1973), 68.
5
José Miguel Romero de Solís
guas y el dicho caballo. Iten digo que yo tengo
un poco de oro en un cofre, que pueden ser veinte pesos poco más o menos; mando que se digan
media docena de misas a las Ánimas del Purgatorio. Iten más mando que se digan otras seis
misas a Nuestra Señora por mi alma. Iten tengo
una petaca de ropa, de naguas y camisas y masteles y mantas de México; mando que se venda
todo y de lo que se vendiere, que se dé y a cada
un esclavo de los que tengo, una carga de ropa,
y de lo demás que quedare, se lo den a mis hijos.
Iten digo que todos los esclavos que tengo, que
los dejo horros por el buen servicio que me han
hecho. Iten mando que lo demás de los dichos
veinte pesos, que los distribuyan en hacer bien
por mi alma. Iten debo un peso de oro al Maestro Cabeza25 [por enseñar] a leer a mi hijo;
mando que se le pague de mis bienes. Iten dexo
por albaceas y que cumpla mi ánimo a Gerónimo de Vergara y Álvaro Gallego. Testigos fueron a todo esto Ginés Pinzón y Francisco Sánchez. Iten tengo cierta ropa de mi vestir en México”.26
El alcalde ordenó a Vergara dar información.
Ginés Pinzón, vecino de Colima y estante al
presente en las minas de Aquila, confirmó la declaración de Jerónimo de Vergara. El alcalde,
entonces, mandó inventariar los bienes, antes de
proceder a su venta.
Entre los bienes inventariados, en poder de
Vergara, figuran: primeramente, un potro castaño colorado con hierro en forma de flor de lis,
una silla estradiota vieja con su freno, una frazada vieja, una almohada vieja, una capa de paño negro raída, calzas de la tierra viejas, dos jubones: uno, de camino, y el otro, de la tierra,
viejos. También, un puñal, dos conocimientos:
uno, contra Hernán Quintero,27 y el otro, contra
Gaspar de Torres,28 unas horas de rezar en ro-
nifestó que por cuanto estaba a punto de morir,
no pudiendo hacer testamento, lo designaba a él
como a su testamentario y albacea, según “lo
que dejaba escrito y firmado de su nombre, en
un papel de la tierra”. Agrega Vergara que al ver
que dicho documento no mencionaba su nombre
como albacea, “delante de los dichos testigos,
yo, el dicho Jerónimo de Vergara, escribí en otro
papel ciertas mandas y deudas que tenía el dicho
Juan de Benavides”, proponiéndole además que
designara también a Álvaro Gallego,22 que “tenía a cargo sus yeguas”, como albacea juntamente con él. Benavides aceptó la propuesta ante testigos. “Y lo que yo escribí,23 lo señaló de
su firma”, aunque no pudo poner su nombre. En
consecuencia, Vergara solicitaba al alcalde recibir juramento en forma de Ginés Pinzón, que estuvo presente en aquella sazón, al mismo tiempo
que presentó las escrituras en cuestión. Vergara
explicaba que, desde el fallecimiento de Benavides, “no ha habido juez ante quien pudiese
manifestar si hacer lo que el dicho Juan de Benavides me mandó”, y por tanto, pedía al alcalde
mandase inventariar los bienes que estaban en
su poder, cumpliendo así “por su ánima lo que
manda, y a mí no me pare perjuicio por no lo
haber manifestado”.
El escrito firmado por Juan de Benavides se
inicia así:
“Tengo seis yeguas en casa de Álvaro Gallego y un caballo; mando que se den a mis hijos
hermanablemente. Iten digo que en casa de Pedro de Ocampo24 tengo un muchacho; mando,
que parece ser mío, que como arriba digo, se
parta con los otros dos mis hijos las dichas ye21
No hemos hallado noticia ulterior de éste que también
podría ser minero en la comarca de Motines.
22
Quizá, sastre, “vno de los primeros conquistadores desta
Nueua Spaña”, venido con Cortés o Narváez: Orozco y Berra, Conquistadores de México, en: Dorantes (1987), 308 y
322. Una hija suya casó con Juan Ortiz, vecino de Mechoacán, que residió “en los pueblos que dexó Jorge Çerón,
tenyéndolos a cargo ello, y otras haziendas del susodicho”:
Icaza (1969), I, nº 330. Otra hija casó, al parecer, con Íñigo
Ortiz de Zúñiga, vecino de Guadalajara: Ibid., II, nº 1179.
23
A la letra: hescrebí.
24
No hallamos más referencias a este Ocampo, tal vez minero.
25
Una noticia muy temprana de las actividades docentes;
sin embargo, no podemos identificar al Maestro Cabeza.
26
Una foja de este expediente con la trágica rúbrica de
Juan de Benavides, “el desdichado” —que, lamentablemente, ya no aparece en él—, se conoce por una reproducción
fotográfica: Sevilla del Río (1974), 63.
27
Sin más noticias de este Quintero.
28
¿Acaso Gaspar de Torres de Lagunas, hijo de Juan de
Torres de Lagunas y de su segunda esposa Ana Cerezo, ca-
6
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
Dios haya, cura que fue desta dicha Villa, y
siendo este día de su fallecimiento, e yo, Gaspar
de Villadiego,31 escribano nombrado en esta dicha Villa, hizo de mí, el dicho escribano, que
pusiese por inventario todas las cosas e bienes
que se hallasen en la dicha su posada”.
“Primeramente, un manto de paño negro, un
sayo viejo negro, otro sayo y un cosetillo todo
viejo, unas calzas viejas e un cosetillo colorado,
un jubón e un cosete, dos pares de borceguís
viejos, una escobilla vieja, unos manteles de
Castilla raídos, una camisa de Castilla raída e un
paño de tocar, un par de cuchillos, un peso de
pesar oro con ciertas pesas, un paño de manos,
un candelero con sus tijeras de despabilar, una
espada. Un Misal e un libro manual, un Bribario32 e unas Horas, un libro que se dice de Cicerón, otro Manualis de oratore,33 y otro de Sermones, otro libro de Flos Sacramentorum. Un
mance, dos almohadas viejas, camisas de Castilla viejas, un paño de manos, otro de tocar y otro
de narices, viejos, unos borceguíes bayos, viejos, un peso de pesar oro con una pesa de marcos, dos panes de jabón, tijeras de barbas, una
escobilla y un látigo, zapatos viejos, un peine,
un machete, camisas de hombre de la tierra, diecinueve camisas de Indias de la tierra, y veinte
naguas, ocho masteles de Indias, una espada vieja, ventidós ropezuelos de Indias, dos libros y un
Repertorio, pantufos, martillo y tenazas, un freno, dieciséis herraduras nuevas, unos borceguís
viejos, una caja de cuchillos, una cincha de caballo de la tierra, diez pesos y dos tomines de
oro, un peso de ventiún quilates, dos tejuelos de
oro, siete pesos de oro de minas marcados, otras
tijeras de barbas, diez sartas de diamantes, un
colchón y un sombrero viejo.
Dio fe de estas diligencias Diego Hurtado,
escribano.
Caja A–1, exp. 2, 8 ff.29
6. 1536. Diciembre, 17.
Inventario de bienes a la muerte del Padre
Francisco de Morales, cura que fue de la Villa
de Colima.
calcularse hacia 1533: Vázquez Lara (1997), 68. Quizá
compartió el ministerio en Colima con el Padre Juan Lucas,
aunque, por cierta cláusula del testamento que aludía a 140
pesos de misas por Antón de Escárcena, podría conjeturarse que no había a la sazón otro clérigo en la Villa de Colima; en efecto, decía la cláusula: “mando que se digan por
el ánima del dicho difunto, e que se paguen de sus bienes
según él lo manda por su memoria; y mando que se las diga
el que fuere cura de esta Villa”: cit. por Sevilla del Río
(1973), 210.
31
“Natural de Melgar de Herramental [Fernamental], que
es en el Obispado de Burgos”, hijo legítimo del hijodalgo
Lope de Villadiego; “pasó a esta Nueua Spaña quando
Luys Ponce de León, gouervador que vino a ella”, participando “en la húltima paçificaçión de la Nueua Galizia,
desde el prinçipio della hasta que todo quedó paçífico” y
fue “vno de los primeros pobladores e vezinos de la dicha
cibdad de Mechoacán; e que es casado con hija de Pedro
Moreno, conquistador, y tiene en ella dos hijos y tres hijas,
e que padesçe necesidad”: Icaza (1969), I, nº 306. Al menos residió en Colima desde 1535 a 1538: Sevilla del Río
(1973), 205-206 y Romero de Solís, Protocolos... (1999),
regº 69. Véase también: Pedro de Villadiego, clérigo presbítero de la Nueva España, expone sus servicios, los de su
padre Gaspar de Villadiego en la conquista y población de
la Nueva Galicia, y los de su abuelo Pedro Moreno, para
solicitar la merced de una canonjía en México (México, 17
octubre, 1581): AGI, Patronato, nº 1, ramo 3.
32
Breviario romano, es decir, las horas canónicas que los
clérigos han de rezar cotidianamente.
33
Se lee Manicalos doratorem; probablemente, Manualis
de oratore —como lo registramos en el texto— o, quizá, de
modo más rebuscado, Manicula de oratore.
“En la Villa de Colima de San Sebastián de la
Provincia de Colima desta Nueva España”, el
alcalde ordinario Jorge Carrillo, “estando en casa del Padre Francisco de Morales,30 difunto que
sado con nieta del conquistador Andrés de Rosas?: Dorantes (1987), 144, 253-254.
29
En la foja 2 vta, se lee: “En cumplimiento de lo que V.m.
me mandó y conforme a la Real Provisión de Su Majestad,
hice en razón de la causa de fuga de Francisco Martín, indio, todo lo posible, y va la causa cerrada y sellada, que la
lleva Juan de Monroy, vecino desta Villa. En cuanto al
prender al dicho y a los demás que con él fueron, no cesaré
de hacer diligencias y, pudiendo ser habido, daré noticias a
V.m., a quien deseo servir en todo lo que me quisiere mandar”. Fecha: Colima, 23 de febrero de 1617, el alcalde mayor Cristóbal de Irureta. Y más abajo: “Entregóseme este
preso que refiere esta carta, en México, 15 de noviembre,
1617”. Firma: Cristóbal Rodríguez de Ovalle.
30
Bachiller, presbítero, cura y vicario de Colima, natural
de Sevilla, hijo del servillero Pedro Fernández y Ana de
Morales; su residencia en la Villa de Colima queda tan sólo
registrada por el inventario levantado a la hora de su muerte, en diciembre de 1536 pero su arribo a Colima puede
7
José Miguel Romero de Solís
cho defunto sesenta pesos de oro [de] minas, los
cuales le han de pagar para Pascua de Flores.40
Hallóse más una cuchara de plata; más se halló
un portacartas que estaba cerrado con su llave,
el cual abrió el señor Jorge Carrillo, alcalde, e
hallaron en él cincuenta e ocho pesos de oro en
tejuelos e hojuelas [de] oro bajo; más se halló en
oro de minas marcado catorce pesos e siete tomines; más se hallaron en oro en polvo ciento e
noventa pesos e cuatro tomines; más se halló en
unos tejuelos de plata, que pesaron seis pesos y
ducado. Todo este dicho oro se halló en el dicho
portacartas”.
Alonso de Arévalo confesó deber al Padre
Morales tres pesos de oro de minas; peso y medio de lo mismo, reconoció deberlo Diego Garrido;41 Gómez de Segovia, un peso; la viuda
jarro de plata, un hacha marrilla e un sombrero
viejo, un cáliz de estaño con su patena, una ara
con sus corporales, una casulla con su alba y estola y manípolo y amito, todo de lienzo, dos sobrepellices: una, de Castilla, e otra, de la tierra.
Unos manteles alemaniscos, dos camisas de
Castilla, una beca negra de paño enforrada en
raso viejo, un bonete e un bequié [sic]34 negro,
cuatro pañezuelos de narices, dos paños de tocar
e un paño de manos, otro bonete viejo en unas
tablas, una caja con dos peines, cuatro herraduras nuevas. Un conocimiento de cuantía de ciento e ochenta pesos de minas contra Juan de
Aguilar,35 el cual confesó que los debía; más
otro conocimiento de senta [sic]36 e cinco pesos
de oro de minas contra Pero Gómez,37 vecino
desta dicha Villa; más pareció una memoria en
una caja del dicho defunto, en que dice que
Alonso de Arévalo tiene doscientos e ochenta
pesos de oro de minas, los cuales son de Martín
López,38 vecino de México, y el dicho Alonso de
Arévalo confiesa debellos. Confesó Juan Pinzón,39 vecino desta dicha Villa, que debe al di-
México, en: Dorantes (1987), 346. Su hijo Juan Pinzón declaró “quel dicho su padre fué uno de los primeros descubridores e conquistadores desta Nueua Spaña y Ciudad de
México, y de las prouinçias de Mechoacán y Çacatula y los
Opelçingos, y costa del sur e Jalisco”: Icaza (1969), I, nº
478. Casó con Ginesa López, quien le sobrevivió: Lebrón
(1979), 51, 52; ésta declaró que “la dejó [en Palos] de cinco semanas casado con ella por venyir a seruir a Su Magestad; e que á çinco años que pasó a esta Nueua Spaña”: Icaza (1969), I, nº 351. Puede observarse que ni la viuda ni el
hijo mencionan de modo explícito la provincia de Colima;
ello hace pensar que Pinzón El Viejo no fue de los primeros vecinos y fundadores de la Villa en 1523, y que su llegada tal vez haya acontecido con Francisco Cortés, en el
curso de 1524.
40
Pascua Florida, a saber, Pascua de Resurrección de 1537.
41
Como su hermano Bartolomé —infra, regº 8— fue “natural de la villa de Moguer, e hijo legítimo de Martyn Gonçález, natural de Portillo, y de Catalina Garçía”: IC 1083.
“Diego Garrido pasó a esta tierra con el Marqués y volvió
luego a España con la relación de la tierra, por mandado
del Capitán General; y volvió después de ganada la ciudad
[de México], e ayudaron a conquistar la provincia de Michoacan e la de Coliman [...]. Ha sido aprovechado por
granjerías, e cogiendo oro con esclavos”: VP 2. Sin embargo, según otras fuentes, pasó con Pánfilo de Narváez:
Orozco y Berra, Conquistadores de México, en: Dorantes
(1987), 322. Según Lebrón, trocó Xicotlan, Xonacatlan y
Cuautecomatlan con Juan de Aguilar: Lebrón (1979), 50
mas, en otro lugar, Lebrón asegura que Xicotlan lo tuvo
Aguilar “por trueque con Manuel de Cáceres”: Ibid., 37.
Garrido casó con Elvira de Arévalo, hija natural de Alonso
de Arévalo, en 1537: Sevilla del Río (1974), 119; Romero
de Solís, Protocolos... (1999), regº 126 y 139, con quien
34
Así parece decir pero podría ser “berbíe” o “berví”, conocido paño de Riofrío o Segovia: Boyd–Bowman (1971),
120.
35
Varios homónimos vivían a la sazón en la Villa de Colima aunque, posiblemente, se trate del conquistador y vecino de Colima Juan de Aguilar Solórzano.
36
Sesenta o setenta.
37
Ya registrado en el Padrón de 1532, donde se afirma que
era “persona honrada” y que había llegado con Narváez,
hallándose “en la ciudad [de México] e conquista de ella, y
en la de toda la tierra. Tiene la mitad del pueblo de Tenamastlan, que terná doscientos indios, y tiene otro pueblo
que se dice Chimical, que terná ocho indios. No ha sido
aprovechado y mantiene caballo”: VP 22; Orozco y Berra,
Conquistadores de México, en: Dorantes (1987), 323. A su
muerte, “quedó a la dicha su muger, Leonor de la Torre, la
cual se casó con Gaspar Hurtado, el qual al presente tiene e
posee el dicho pueblo”: Icaza (1969), II, nº 727.
38
Acaso aquel sevillano “carpintero de ribera” que construyó bergantines en Texcoco cuando la conquista de México–Tenochtitlan: Porras Muñoz (1948); véase, entre otras
referencias, Boyd–Bowman (1985), nº 6669.
39
Según el Padrón de 1532, “pasó a esta tierra con el Marqués e había venido antes a descubrir. Es persona muy honrada. Es casado y tiene mujer en Castilla. No ha sido aprovechado [...]. Ayudó a conquistar la ciudad [de México] y
la tierra”: VP 1. Es registrado asimismo entre quienes firmaron la carta de 1520: Orozco y Berra, Conquistadores de
8
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
Leonor de Aguilar,42 medio peso; Hernando del
Pozo,43 un peso; Juan Pinzón, dos pesos, y Juan
Bautista,44 un tomín.
Fueron encontradas además otras cosas, que
también se inventariaron: dos sábanas de Castilla, dos colchones, un toldillo, dos almohadas y
una frazada.
El alcalde Carrillo entregó estos bienes a
Alonso de Arévalo, a quien hizo depositario de
ellos. Testigos: Juan de Aguilar, Juan Bautista y
Martín Ortiz.45 Dio fe el escribano Gaspar de Villadiego.
El 26 de julio de 1538, Martín López, vecino
de México, presentó carta poder de Ana de Morales, mujer de Pero Fernández, servillero, difunto, madre y heredera legítima de los bienes
de su hijo el clérigo presbítero Francisco de Morales; el poder está fechado en Sevilla, a 22 de
noviembre de 1537, y pasó ante Pedro de Castellanos, escribano público. A su vez, Martín López sustituyó este poder en favor de Alonso de
Arévalo y Juan Fernández,46 vecinos de Colima,
con fecha de 26 de julio de 1538, en la Ciudad
de México, “para que por mí y en nombre de la
susodicha Ana de Morales, podáis demandar e
recabdar, recibir e cobrar” los bienes legados
por Francisco de Morales. Da fe el escribano
Juan Fernández del Castillo,47 siendo testigos de
lo mismo Melchor de Valdés, Antón de Medel y
Luis de Mansilla.48 Se anexa la probanza de Ana
de Morales, fechada en Sevilla a 24 de noviembre de 1537.
El expediente se cierra con la “razón de los
maravedíes e pesos de oro que Diego Garrido e
Mari González,49 heredera del dicho Juan Pérez,
albacea del dicho Francisco de Morales, han
gastado e pagado por el dicho difunto”.
tuvo tan sólo una hija: Catalina Garrida ó de Arévalo: IC
356, que casó con Pedro de Vivanco.
42
No tenemos más noticias de doña Leonor, vecina de Colima.
43
El 11 de marzo de 1538, ante el escribano Juan de la Torre, “Fernando del Pozo, estante que soy en esta Villa de
Colima desta Nueva España”, se obligó a pagar al “Reverendo Padre Juan Lucas, clérigo, cura desta dicha Villa que
sois presente” la cantidad de 65 pesos de buen oro de minas, “los cuales son por razón de una yegua de color castaño y una silla jineta, e de 3 pesos de minas que me prestastes por me hacer placer e buena obra”. Se comprometió a
pagar en agosto venidero. Testigos fueron el alcalde ordinario Pedro Gómez y los vecinos Juan de Aguilar, Alonso
López y Antonio del Castillo: Romero de Solís, Protocolos... (1999), regº 116.
44
Era “natural de la cibdad de Berazy, que es de la Señoría
de Génoua, e hijo legítimo de Bartolomé Grifo e de Ana
Blanca”. Tras estar en Cuba, “pasó a esta Nueva Spaña en
descubrimiento della, con Grijalua, y después boluió a ella
con Pánfilo de Naruaez, y se halló en la conquista y toma
desta çiudad e Nueua Spaña, y en la de Pánuco e Mechoacán e Çacatula e Yopelçingos e costa del sur e Colima y Jalisco; e ques casado y tiene seys hijos e hijas, los quatro legítimos, y dos bastardos, y su casa poblada con sus armas y
caballos, con mucha costa; y padesce neçesidad, por que no
tiene sino vna estançia de veynte y çinco yndios”: Icaza
(1969), I, nº 86. Según el Padrón de 1532, tuvo por encomienda tres pueblos de poco provecho: VP 19; entre ellos,
Totolmaloya, a 13 leguas de la Villa de Colima, con “buenas tierras de regadío”: SV 683 que, a su muerte, recayó en
la Corona: Lebrón (1979), 36.
45
Vecino de Colima, probablemente, entre 1536-1548: AN
1927 y Romero de Solís, Protocolos... (1999), regº 39; luego se avecindó en Villa de la Purificación. Era “natural de
Talauera de la rreyna, e hijo legítimo de Miguel Hernández
Azeytuno y de Isabel Ortiz, e que ha deziseys años que pasó a esta Nueua Spaña, y que fué en seruiçio de Su Magestad en una armada, que el Marqués ynbió por la mar del
sur a çierto descubrimiento donde fué por capitán Diego
Hurtado; y después de benydo, fué en paçificar los pueblos
de Avilan [Autlan] y Mylpa, que estauan rreuelados, y después siruió a Su Magestad en la húltima paçificaçión de la
Nueua Galicia”: Icaza (1969), II, nº 1137.
46
Seguramente se refiere al también sevillano Juan Fernández El Viejo.
47
Los protocolos conservados de este escribano fueron publicados por Millares–Mantecón (1945), tomo I.
48
Posiblemente, los tres vecinos de México; de Valdés, da
alguna noticia Porras Muñoz (1986), 451.
49
Mari González o Gómez fue “mujer y heredera” del difunto Juan Pérez: supra, regº 1. El 18 de enero de 1539, ante el alcalde Juan Pinzón y el escribano Diego Hurtado, dijo que su marido Juan Pérez “fue albacea de Juan Diniesta
[Iniesta], difunto, e porque ella se quiere descargar e dar
cuenta, que pide a su merced tome la dicha cuenta e que, si
algo restare, lo mande depositar e hacer dello lo que la pareciere [...]. Iten por descargo que pagó a la Casa de Ntra.
Señora de Guadalupe veinte e cinco pesos de minas; dio
carta de pago dellos [...]. Iten que pagó a Juan Fernández,
escribano público, veinte e dos pesos de minas; dio carta de
pago. Iten que pagó al Padre Morales seis pesos e cuatro
tomines; dio carta de pago [...]. Iten que pagó a la Casa de
Ntra. Señora de Guadalupe e a su Procurador [...] ciento e
un pesos de minas; dio carta de pago dello”: Rodríguez
Castellanos (1912), 496; cf. Dávila Garibi (1957), I, 558.
9
José Miguel Romero de Solís
Caja A–1, exp. 3, 22 ff.
Entre estos gastos, aparecen los siguientes:
“Primeramente dijeron que daban por descargo
que pagaron a Juan Gómez,50 sacristán” 19 pesos de oro de minas; a Jorge Carrillo, alcalde, 8
pesos; al pregonero Pero González, 3 pesos; al
Monasterio de Zapotlan,51 a los frailes de él, 20
pesos; a los mayordomos del Hospital de la Ciudad de México, por la bula, 5 pesos; en limosna
a la Casa de San Francisco de Zapotlan, 7 pesos;
8 pesos se dieron de limosna para decir misas al
mismo Monasterio; al Padre Juan Lucas,52 cura
de la Villa de Colima, 22 pesos y 4 tomines, de
misas; a Blas de Morales,53 diezmero de esta Villa de Colima, 12 pesos, “que el dicho difunto
había cobrado de diezmos por el dicho Blas de
Morales, su primo”; al Padre Juan Lucas también se le pagaron otros 6 pesos de misas y 42
pesos más también de misas; al escribano Gaspar de Villadiego, por sus derechos de testamento y almoneda, 10 pesos, más otro peso “de ciertas cosillas que le debía el dicho difunto”.
El único recibo que aparece, dice así: “Aplicáronse cinco tomines de las cinco mandas forzosas. Aplicólas el Reverendo Padre Juan Lucas,
Comisario de la Santa Inquisición. Fecho en Colima,54 a dos de agosto de 1538 años”. Firma
Juan Lucas. Da fe el escribano Diego Hurtado.
7. 1536.
Testamento de Alonso Lorenzo de Meltoro ante
el escribano Gaspar de Villadiego.
50
“Natural de la villa de Oliua, en el Maeztradgo de Santiago [Badajoz], e hijo legítimo de Esteuan Martyn y de
Catalina Sánchez; e que ha diez é ocho años que pasó a esta Nueba Spaña, con el Adelantado Montejo, e siruió a Su
Magestad en Yucatán, en la conquista della, y que ha dose
años que es casado con hija de conquistador; no declara
quién; y tiene dos hijos y dos hijas, legítimos, y su casa poblada con sus armas e cauallos”: Icaza (1969), II, 725. Se
avecindó en Colima en la década de 1530; fue regidor en
1546: Sevilla del Río (1973), 88, y alcalde ordinario en
1550: infra, regº 18. Tras enviudar, casó con Leonor de
Almesto, viuda a su vez de Bartolomé Sánchez.
51
Este convento franciscano fue fundado por Juan de Padilla, en 1532, al decir de Tello (1945), 23-24.
52
Presbítero; cura de la Villa de Colima en 1536-1538:
véase también: infra, regº 7; Romero de Solís, Protocolos...
(1999), regº 116.
53
Probablemente, como su primo el clérigo, natural de Sevilla y estante en la Villa de Colima desde 1537: Romero
de Solís, Protocolos... (1999), regº 16-19 y 27. En 1553,
fungió de notario apostólico: infra, regº 41.
54
Nótese que el recibo de pago firmado por el P. Juan Lucas viene fechado en Colima, sin anteponer el acostumbra-
10
“Alonso Lorenzo de Meltoro,55 hijo legítimo de
Juan Lorenzo y de Mari González de Meltoro,
mis padre e madre, vecinos que son de la Villa
del Puerto de Santa María que es en los Reinos
de España, estante que estoy al presente en esta
Villa de Colima desta Nueva España de las Indias del Mar Océano”. Después de encomendarse
a Nuestra Señora Santa María y a los Apóstoles
Pedro y Pablo, ordena su voluntad de la siguiente manera:
“Primeramente mando mi ánima a Dios mi
Señor, que la hizo e redimió por su Preciosa
Sangre, y el cuerpo a la tierra donde fue formado, y que sea sepultado en la iglesia mayor desta
dicha Villa, dentro del coro, y se pague de mis
bienes lo que es costumbre. Iten mando que el
día de mi fallescimiento, me acompañen el
cuerpo los cofrades desta dicha Villa de Nuestra
Señora e me hagan los posos que es costumbre
con sus responsos. Iten mando que el día de mi
enterramiento, al cuerpo presente, me digan una
misa cantada con su vigilia, de nueve lecciones,
e ofrendada de pan e vino e cera, y se pague lo
que es costumbre de mis bienes”.
Deja legados varios para un novenario de misas rezadas para “las misas de la Luz”, un treintanario cerrado y otro abierto, “nueve misas a
honor e reverencia de los nueve meses que
Nuestra Señora Santa María tuvo en su vientre
do Villa de Colima. Quiere decir que, desde muy pronto,
incluso cuando se la nombraba Villa de Colima de San Sebastián, se hizo común abreviar el nombre y denominar esta población tal como hoy en día se hace.
55
Quizá quien ahora otorga testamento es el conquistador y
fundador de la Villa de Colima, casado en Castilla, que
“vino después de ganada la ciudad” [de México], participando luego “en la conquista de Mechoacán e Colimán e
otras provincias”, registrado en el Padrón de 1532, y a
quien se encomendaron los pueblos de Chametla y Chimistlan: VP 39.
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
el su Hijo”, tres misas a la Santa Trinidad, y
otras tantas a la Pasión.
Deja 20 pesos para la Cofradía de Nuestra
Señora, en Colima, y otros 20 “a la iglesia mayor desta dicha Villa, para las cosas que más necesidad tenga”. Además, 40 misas por sus padres, “las cuales mando que diga el Cura que
fuere desta dicha Villa al tiempo que yo muriera”. Asimismo, 10 misas por su hermana Mari
Vázquez, 10 más por sus abuelos y otras 10 por
su hermano Hernando González de Meltoro.
“Iten mando que si alguna persona viniere jurando que le debo pagar en cuantía de cinco pesos de minas, que se lo paguen de mis bienes.
Iten mando que paguen a Pedro, un muchacho
que estuvo conmigo, seis pesos de oro de minas,
e se le paguen de mis bienes. Iten mando a un
mozo que tuve, que se decía Antón Picardo, cuatro pesos de oro”. Indica que se paguen algunas
deudas en ducados, si no hubieren sido ya saldadas en Castilla.
“Iten mando que una esclava mía, india natural de Milpa, que de nombre Beatriz, que después que yo falleciere, sea libre”, que no sea
vendida sino sirva para siempre a sus hijos, y lo
mismo suceda con otra esclava llamada Juana.
“Iten mando que una india que yo tengo al
presente en mi casa, que es libre, que ha por
nombre Francisca, natural de Aguatlan, hija del
Señor de Aguatlan, le den quince castellanos de
oro de minas en ropa, para lo que ella quisiere”,
por los servicios de ella recibidos.
“Iten mando que de los bienes que yo tengo
en esta Nueva España, le sean dados a Catalina
Ramírez, mi mujer, que vive en el Puerto de
Santa María, hija de Querencia Ramírez e de
Francisco Hernández Roldán, que Dios haya,
cuarenta pesos de oro de minas”.
Dispone que los bienes y herencia que le
pueden pertenecer de la legítima herencia de sus
padres, los hereden su madre Marigonzález de
Meltoro y Rosa González, su hermana, por partes iguales. De los bienes en poder de su esposa
Catalina Ramírez, quiere que sean por partes
iguales para ella y Marina, su hija.
“Iten digo que puede haber doce (digo: catorce) años poco más o menos, que yo pasé en
11
esta Nueva España, e después acá yo no he sabido de la dicha mi mujer Catalina Ramírez que,
al tiempo que yo partí del Puerto de Santa María”, tal vez “puede ser que quedase preñada; en
tal caso, mando que la dicha mi mujer jurare que
al tiempo que della me partí, quedó preñada, e lo
que parió es vivo, que así los bienes que me pertenecen de mi patrimonio, como los que la dicha
mi mujer posee míos, los haya y herede el hijo o
hija que la dicha mi mujer parió, e que hubiere
partes juntamente con la dicha Marina Ramírez,
por ser como son herederos forzosos, e los
hayan e partan igualmente no llevando el uno
más que el otro, con la bendición de Dios e con
la mía”.
Manda que María, niña esclava de ocho años
que está en su poder, “no se venda, sino que sirva a los dichos mis hijos, por cuanto no tiene el
yerro del Rey sino que es esclava, hija de mis
esclavos”.
“Iten mando que una potranca que yo compré
de los bienes de Juan de Iniesta, que Dios haya,
de mis dineros e de veinte pesos que me dejó
Melchor Romero56 para un niño, su hijo, que está en mi casa, mando que la dicha potranca e lo
que todo lo que con ella se multiplicare, se lo
partan mi hija Elvira Lorenzo,57 que yo tengo en
una india natural desta tierra, y el dicho niño,
hijo del dicho Melchor Romero. Iten mando que
se dé a una niña que se dice Catalina, hija de
Francisca La Ciguateca, una potranca e lo que
les pareciere al mis albaceas, para descargo de
mi conciencia”.
Del remanente de sus bienes, una vez cumplidos todos los legados, manda “lo hayan y hereden los dichos mis padres, Juan Lorenzo e
Marigonzález de Meltoro, si fueren vivos, e si
no lo fueren, mando que lo hayan y hereden mis
hijas María de Meltoro e Elvira Lorenzo, las
56
No hemos localizado màs noticias acerca de él.
Casó con el vecino Lázaro del Valle quien, en un testamento (S/f), declaraba por hijos legítimos suyos de su matrimonio con Elvira Lorenzo a Lázaro y Catalina: Romero
de Solís, Protocolos... (1999), regº 44. Pero, seguramente,
más tarde tuvo otros hijos, a saber, Elvira Lorenzo, que en
1577, declaraba tener 40 años de edad: infra, regº 225; y
Alonso Lorenzo El Guay: Ibid., regº 106.
57
José Miguel Romero de Solís
cas, cura de esta Villa, 13 pesos a un tal Segovia
por cierto paño que le compró para un verdugado.
Caja A–1, exp. 4, 4 ff.
cuales yo he habido en mujeres naturales desta
tierra,58 e que lo partan por iguales partes, porque esta es mi voluntad, y mando que se hagan
de todos mis bienes de los remanentes cuatro
partes: e la una, haya y herede Nuestra Señora y
su piadoso Hijo, de la iglesia mayor del Puerto
de Santa María”.
Sobre sus casas morada en Colima, las deja a
sus hijas María y Elvira, para que las vivan.
Para pagar los legados contenidos en este testamento, señala “dos yeguas paridas con dos potrancas, e otra potranca de más de un año, e un
potro de cinco meses, e más nueve esclavos y
esclavas, y ciento e sesenta cabezas de ovejas,
chicas e grandes, e ciertos esclavos”, que habrán
de ser vendidos, y “una casa e una huerta que yo
vivo en esta dicha Villa”.
Como albaceas y testamentarios designa a
Alonso de Arévalo y a Juan Pinzón El Viejo,
apareciendo tachados los nombres de Diego Morán59 y de María de Meltoro.
Se agregan nuevas cláusulas: una deuda que
tiene de 29 pesos de oro de minas a la Cofradía
de Nuestra Señora, 16 pesos al Padre Juan Lu-
8. 1539. Septiembre, 25.
Diego Alcalde contra los bienes de Diego Garrido, difunto, por pesos.
Ante el alcalde ordinario Alonso López, siendo
escribano Juan de la Torre, el vecino de Colima
Diego Alcalde60 presenta demanda contra los
bienes de Diego Garrido, difunto, por 80 pesos,
5 tomines y 6 granos de oro de minas de ley perfecta, de unas mercaderías que Garrido le compró para sus haciendas y granjerías y para sustentamiento de él y de su mujer, y aparatos de su
casa, como consta en su libro de cuentas y por
una memoria firmada por el difunto. Diego Alcalde pide a la justicia que ordene a Alonso de
Arévalo, albacea y testamentario de los bienes
de Garrido, que reconozca su firma sobre los dichos conocimientos, que como asegura en otra
petición, han sido “presentados conforme a la
plemática [sic] de Segovia”.61 El demandante
acompaña su demanda con una obligación firmada por el difunto Diego Garrido, siendo testigos de ella Juan Gómez, Juan Pinzón y Gómez
58
María Lorenzo de Meltoro —hija que Alonso hubiera de
una india de la tierra que, por cierto, no nombra pero que
bien pudo ser la mencionada Francisca La Ciguateca—, casó con el vecino Diego Morán. De este matrimonio, nacería
Estebanía de Cervera: infra, regº 59. Quizá la relación existente con su yerno no era buena cuando Alonso Lorenzo
testó, ya que teniéndole señalado por albacea, lo descartó a
la hora de morir. Elvira Lorenzo, su otra hija aquí reconocida, casó con Domingo López, vecino también de Colima:
infra, regº 103.
59
Diego Morán, nacido en Trujillo, era hijo de Gonzalo
Morán y Leonor Benítez, naturales de Lora del Río y residentes en Sevilla. Durante seis años y desde la isla de la
Española, sirvió al Rey “en la guerra de Barruco”, y murió
entonces su padre en la conquista de San Juan de Puerto
Rico. Pasó luego a Nueva España con su primera mujer, de
la que tuvo tres hijos: Icaza (1969), II, nº 1094. Al parecer,
también pasó a Nueva España Juan de Cervera, su hermano, que falleció en noviembre de 1549: infra, regº 60. Avecindado en la Villa de Colima, Diego Morán, ya viudo,
volvió a casar en segundas nupcias con María de Meltoro,
que murió quizá a fines de la década de los treinta o apenas
iniciada la década de los cuarenta, ya que en 1556 declaraba Morán que no se acordaba de los gastos hechos en los
funerales de su mujer “por haber [pasado] veinte años”.
Diego Morán casó por tercera ocasión con Ana de la Zarza,
con quien asegura que también tuvo prole: infra, regº 61.
60
Diego Alcalde era vallisoletano, hijo de Diego Alcalde y
Marina Rueda; después de haber estado cuatro años en Cuba, pasó a la Nueva España con Garay y participó en la pacificación de Pánuco, los valles de Suchimilco [Espuchimilco], Autlán, Milpa, Jalisco, Motín y Chapala, así como
en alzamientos localizados de Michoacán, Colima y la
Nueva Galicia. Tuvo “casa poblada con famylia, armas y
cauallo”: Icaza (1969), II, nº 1062. En el Padrón de 1532,
consta su vecindad en Colima “de cuatro años a esta parte”
[1528], y no había recibido encomienda alguna aunque participó “en una entrada que se halló en esta villa”, sin duda,
para reprimir indios alzados, por lo cual se le consideraba
“hombre provechoso para la villa”: VP 51. De su primer
matrimonio con una india de la tierra tuvo por hijos a una
muchacha y al pendenciero “mestizo” Juan Alcalde; luego
casó en segundas nupcias con Francisca Álvarez, a quien
su hijastro acusaría de ser “una bellaca puerca”, por supuestos antecedentes judíos: infra, regº 23. A Diego de Alcalde le volveremos a encontrar en el siguiente regº, protagonizando un acto de solemne independencia: infra, regº 9.
61
Por “pragmática”.
12
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
que Bartolomé Garrido ha traido, en el cual oro
y en una esclava que se dice Beatriz está hecha
ejecución y depósito en Alonso de Arévalo e
Bartolomé Garrido por el dicho mandamiento, y
a esta sazón, estando hecha la dicha ejecución,
V.m. dio mandamiento para la dote63 de Elvira
de Arévalo, mujer que fue del dicho Diego Garrido, estorbando que no se acabe de hacer la dicha ejecución, y no ha lugar el tal mandamiento
por cuanto ella está pagada de su docte que trujo
a poder de su marido, que fueron ciertas yeguas
y vestidos, e ciertas piezas de plata”. Terminaba
diciendo Diego Alcalde que si no se declaraba
nulo el mandamiento dado, “protesto de me quejar de V.m. ante quien e con derecho deba e cobrar de su persona e bienes los dichos ochenta
pesos e tantos tomines que son debidos, con todas las costas e daños e menoscabos”.
Caja A–1, exp. 5, 10 ff.
de Segovia, por valor de 30 pesos de oro de minas, fechada el 2 de noviembre de 1538, “por
razón de un esclavo y unas puertas que vos
compré, el cual esclavo se llama Francisquito y
es natural de Aguatlan”.
Obligación y memoria, afirma el demandante, las firmó Garrido “al tiempo que se quiso ir
desta Villa para México, a se curar”.
En otro escrito, Diego Alcalde dice que
Alonso de Arévalo había reconocido las firmas,
y pide que se examine a los testigos para que
conste más claramente. “Otrosí pido a V.m.
mande tomar juramento a Antón Caballero, porque él fue el que hizo la memoria que Diego Garrido hizo de lo que debía”.
El alcalde tomó declaración a los vecinos de
la Villa de Colima Ginés Pinzón, Juan Gómez,
Gómez de Segovia y Bartolomé Garrido, testigos presentados por el demandante. También hizo lo mismo con Alonso de Arévalo y Diego
Hurtado, escribano real, tutor de una hija de Elvira de Arévalo.
El 29 de noviembre de 1539, en nueva petición presentada ante el alcalde mayor don Rodrigo Maldonado,62 el demandante dice que
“llegado el pleito a efectuada ejecución del
mandamiento del dicho alcalde en los dichos
bienes, y habiendo ya señalado por bienes del
difunto ocho o diez esclavos que están en las
minas cogiendo oro, y los tributos e rentas del
pueblo que dejó el dicho difunto, y en cierto oro
9. 1539. Septiembre, 15.
Don Rodrigo Maldonado, visitador y alcalde
mayor, contra Diego Alcalde por haber contravenido un pregón del Virrey.
El alcalde mayor y visitador en esta Villa de Colima y su provincia por don Antonio de Mendoza, virrey y gobernador de la Nueva España, ante el escribano real Juan de Torquemada, procede contra Diego Alcalde, vecino de Colima,
porque “con poco temor de la Justicia Real de
Su Majestad” contravino “un pregón que en el
nombre del dicho Señor Visorrey mandó dar en
esta dicha Villa, en que se contenía que ninguna
persona trujese sino ropa negra, por causa de la
muerte de la Emperatriz y Reina nuestra señora”. Diego Alcalde, contra el dicho pregón, “traía vestido un capote pardo”, riéndose de la pena
contenida en el pregón.
El alcalde mayor mandó recibir y tomar información.
62
Rodrigo Maldonado fue alcalde mayor de Colima, por lo
menos, desde 1537 a 1539, ya que en la matrícula de la
hueste capitaneada por Francisco Vázquez Coronado, al
pasar revista en Compostela el 22 de febrero de 1540, aparece con el cargo de capitán llevando consigo cinco caballos. También sabemos que don Rodrigo, en ese mismo
año, fungía de tesorero en la expedición de Fernando de
Alarcón: Romero de Solís, Colima marinera en el siglo XVI
(1994), 30-31. De regreso, se avecindó en México donde
casó con Luisa de Aux, viuda de Diego Dávila Salazar e
hija de Miguel Díaz de Aux, quien también estuviera en la
conquista de Colima: Icaza (1969), I, nº 127. Por cierto que
doña Luisa topó con la Inquisición y, más tarde, juzgada y
sentenciada a ser decapitada por la crueldad con que trataba
a sirvientes y esclavos. Entre 1550 y 1553, fue alcalde mayor de Michoacán: Paredes Martínez (1994), n° 1 y 193.
Más datos biográficos suyos, en: Porras Muñoz (1982),
344-347.
63
A la letra: el docte; por cierto, variante que no registra el
Léxico hispanoamericano del siglo XVI de Boyd–Bowman
(1971).
13
José Miguel Romero de Solís
nán García por quince vacas chicas y grandes,
tasadas en 70 pesos, según consta por su firma
de haber recibido de Manuel de Cáceres, vecino
de Colima. El menor exige, además, el censo
que hubiera podido ganar en cinco años, a razón
de 10 pesos anuales, por cuanto su tutor había
descuidado la venta del ganado, y tener las vacas monteses.
Por su parte, en descargo, Hernán García pide primeramente que no se admita a juicio a
Juan López, porque es menor de veinte años;
asegura estar dispuesto a rendir cuentas, y dice
que Manuel de Cáceres no le hizo entrega de las
cabezas de ganado en cuestión. Aclara que firmó
en efecto de recibido el ganado, “porque el dicho Manuel de Cáceres me dijo que firmase,
porque quedaba de me las entregar, y nunca tal
me entregó, como parece por la cuenta que dí
ante Alonso Carrillo”. Al cargo de tener monteses las vacas, Hernán García responde: “como
V.m. sabe, y es público y notorio que todas las
vacas de los vecinos desta Villa andan alzadas y
montesas, con tener sus dueños negros y indios
y buen recaudo en sus estancias, y a mí no me
dieron con ellas ninguna guarda ni recaudo, ni
yo era obligado a ser su vaquero, ni andar de
contino66 sobre ellas, porque aunque fueran mías, no lo hiciera”.67
Alonso de Herrera dijo que había oído el
pregón cuatro días atrás, y que hoy, día de la
averiguación, había visto a Diego Alcalde con
un capote pardillo. Francisco Gómez, segundo
testigo, declaró haber visto al acusado con su
capote de paño pardillo.64
El alcalde mayor mandó entonces prender a
Diego Alcalde, siendo interrogado si había vestido un capote pardillo y calzas blancas, a lo que
respondió afirmativamente.
“Atento que el dicho Diego Alcalde, al tiempo que contra él se procedió, estaba vendiendo
ciertos tributos de Su Majestad en la plaza”, el
alcalde mayor le condenó a dar y pagar 6 pesos
de oro fino de minas de ley perfecta, la mitad
para la Cámara y Fisco de Su Majestad; una tercera parte para el denunciante y el resto para
gastos de justicia. “Otrosí le condeno en el capote e calzas blancas”, todo lo cual habrá de pagar
antes de salir de la prisión.
También fue condenado a las costas del proceso.
Caja A–1, exp. 6, 2 ff.
10. 1545. Septiembre, 1º.
El menor Juan López contra su tutor Hernán
García, por mala administración de sus bienes.
Juan López, menor, hijo de Bartolomé López,
difunto,65 promueve pleito contra su tutor Her64
Quizá natural de Valladolid y arribado a México en 1530
que acudió a la conquista de la Nueva Galicia con don Luis
de Castilla, y marchó luego con Diego Hurtado de Mendoza al descubrimiento de la Mar del Sur; también participó
en la pacificación de Guatemala: Icaza (1969), nº 1376;
Boyd–Bowman (1968), nº 12126. De regreso, bien pudo
avecindarse en Colima y más tarde pasó a Pátzcuaro; de
hecho, un Francisco Gómez es registrado en esta ciudad
michoacana cuando el mozo Juan de Cervera, hermano del
vecino de Colima Diego Morán, expresó su última voluntad mientras agonizaba: infra, regº 60. En 1567 figura entre
los testigos presentes cuando el mercader Juan de Arrúe pidió mandamiento de ejecución contra los bienes de Miguel
Rodríguez, escribano difunto: infra, IV, regº 789. No debe
confundirse con otro homónimo, también vecino de Colima, hijo del portugués y vecino Garci Rodríguez: infra, I,
regº 251.
65
Bartolomé López, conquistador y vecino fundador de
14
Colima, recibió por encomienda los pueblos de Comala y
Chapulcal: VP 34. Había casado con Francisca de Figueroa,
la que al enviudar casó con Alonso Carrillo: Icaza (1969),
I, nº 412, que siguió aprovechando aquellos pueblos, como
lo informa la Relación sumaria (1554): Lebrón (1979), 55.
66
De contino: continuamente.
67
El alegato de Hernán García anticipa lo que tres años
después se convertiría en un grave problema: infra, regº 17.
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
Dan información Diego de Almodóvar68 y
Diego Morán, vecinos de Colima. El primero
dice conocer a Juan López y a Hernán García,
desde hace unos diez años, y él es de treinta y
cinco, poco más o menos. Diego Morán, por su
parte, dice ser de treinta años. Ambos coinciden
en afirmar que, en su opinión, Hernán García ha
tenido poco cuidado de la hacienda del menor.
El alcalde mandó que Hernán García diera
cuenta, en el plazo de un día, cosa que protestó
por ser breve.
Juan López, en nuevo escrito, dice que el
término probatorio ha pasado y pide que el alcalde “mande poner en el proceso las tutelas y
cargos que se le hicieron al dicho Hernán García, mi tutor, por los señores alcaldes Jorge Carrillo y Alonso Carrillo”.
Visto el proceso, Hernán García fue condenado a pagar “sesenta pesos de oro de minas, en
que fueron compradas las dichas vacas, y más
en veinte pesos de oro de minas”, por los réditos.
Diego Morán, Juan Gómez, Bartolomé Garrido, el Padre Oliveros, Juan Pinzón, Alonso
Carrillo, Francisco de Ayllón y Juan Fernández
El Viejo, aparecen como testigos de las sucesivas diligencias y autos.
Caja A–1, exp. 7, 14 ff.
11. 1545. Junio, 23.
Carta de dote de María de Cáceres.
68
Vecino de Colima, al menos desde 1541: Romero de Solís, Protocolos... (1999), regº 135. Al parecer llegó a México, en 1530: B2, regº 3600. “Diego de Almodóuar, dize que
es vezino de Colima y natural de Almodóuar del Campo
[Ciudad Real], e hijo legítimo de Pedro de Almodóuar y de
Inés Díaz, y que ha dezisiete años que pasó a esta Nueua
Spaña y fué con el Marqués a la ysla [Baja California], y
que es casado con hija de Antón López, conquistador; y
tiene vna hija y su casa poblada, y padesçe neçesidad; y siruió a Su Magestad en la paçificaçión de Nochistlán”: Icaza
(1969), II, nº 690. Con su esposa Catalina López, procreó a
Pedro, Tomás, Isabel y María de Almodóvar, nombradas
éstas Isabel de Vargas y María de Saldívar: infra, II, regº
399 y IV, regº 977; también fue hija de ellos Inés Díaz de
Ocampo. Es preciso agregar al número de sus hijos a Diego
López de Almodóvar, a quien tal vez se refiera una noticia
de la Lista de los conquistadores e hijos de ellos que había
en México y en las demás ciudades y villas de Nueva España, formada por los conquistadores Gonzalo Cerezo y Andrés de Tapia (S/f.), donde se dice “Diego de Almodóvar
por su padre”: ENE, XIV, 150. Entre sus propiedades, Lebrón de Quiñones le asigna tres huertas de cacao pero sólo
explicita dos: “la una, a tiro de arcabuz de Ticavacan, y la
otra, media legua de Colima”, calculándole a ambas 18,000
casas de cacao”: Lebrón (1979), 63. Su viuda, al otorgar
testamento, declaraba “una güerta de cacao que está a una
legua desta Villa, que se dice Acuistlan”: infra, II, 399. Según este mismo visitador, el encomendero Almodóvar “ha
tenido un poblezuelo [...] y a él no ha mostrado título ni
alegado derecho alguno por donde le pertenezca; nómbrase
el dicho poblezuelo Aquixtlan”: Ibid., 57.
15
Traslado de escritura de la dote que Manuel de
Cáceres e Isabel de Monjaraz, su mujer, vecinos
de Colima, otorgan ante Diego Veedor, escribano, en favor de María de Cáceres, su hija legítima.69
Los otorgantes dan “para vuestro casamiento,
la mitad de una heredad de cacao que nosotros
tenemos en el Camino Real que va desta Villa
de Colima a la Villa de Zacatula, en término que
se dice Amatica,70 que la atraviesa el dicho Camino Real, en que podrán ser plantados hasta
ocho mil pies de cacao, la qual dicha mitad de
heredad, con todo lo que en ella está plantado y
edificado y se plantare y edificare de aquí adelante hasta que con la voluntad de Dios os caséis
y os veléis, vos damos en la dicha donación”.
69
María de Cáceres no casó a pesar de esta carta de dote
con Juan de Arana, sino con Diego de Aguilar del Castillo,
posiblemente una vez fallecido su padre, Manuel de Cáceres: infra, regº 36. Damos algunos datos sobre Diego Aguilar: infra, regº 19.
70
Solamente en los regº 11 y 12 es mencionado este pueblo
de Amatica, del cual no hayamos referencia en Lebrón de
Quiñones, pero que es preciso localizar en los límites de las
provincias de Colima y Motines. Es posible que a Amatique, Amatica o Matiqui, se refiera la Suma cuando, al registrar a Çaliguacan, encomienda de Manuel de Cáceres,
menciona Amaquiles (¿acaso Maquilí), del que informa:
“Está catorze leguas de Colima, tiene çiento y sesenta y
quatro cassados tributarios: dan en vn año setenta y dos
mantas, las quales les soltó por seys años Manuel de Cáceres, encomendero: danle para beneficio de la huerta de cacao por esta suelta quinze yndios de seruicio hordinarios:
están poblados en vn llano; tiene de término dos leguas, es
áspera y fragossa la tierra, parte términos con Aquila y
Epatlan”: SV 178.
José Miguel Romero de Solís
ya, vecino que fue de la Villa de Castañares, de
la provincia de Rioja que [es] en los Reinos de
Castilla la Vieja, y de Juana de Baroja, su legítima mujer, questades presente, e decimos que
por cuanto es tratado desposorio entre doña María de Cáceres, mi hija legítima, con vos, el dicho Juan de Arana, el cual si la voluntad de Dios
Nuestro Señor fuere, está efectuado para se
hacer, y haciéndose y habiendo efecto por palabras de presente, según orden de [la] Santa Madre Iglesia, prometemos e nos obligamos nos ante vos [...], de vos dar [...] en dote y casamiento
[...] cuatro mil pesos de oro de minas de ley perfecta, fundidos y marcados, de a cuatrocientos y
cincuenta tomines cada un peso de buena moneda, en dineros contados, e más, la mitad de una
heredad de cacao que nos, los dichos Manuel de
Cáceres e Isabel de Monjaraz, habemos y tenemos plantada de cacao, que terná ocho mil pies,
questá en el Camino Real que va desta Villa de
Colima a la Villa de Zacatula por el término que
se dice Amatica,74 con todo lo que en la dicha
mitad de heredad está plantado y edificado y se
plantare y edificare de aquí adelante hasta el día
que realmente y con efecto os casardes y belaredes [sic] con la dicha doña María de Cáceres,
nuestra hija; e otrosí nos obligamos que dendel
día que con la dicha doña María de Cáceres,
nuestra hija, vos, el dicho Juan de Arana, hasta
el día que realmente y con efecto os diéremos y
pagáremos los dicho cuatro mil pesos deste dicho oro de minas deste dicho vuestro dote, os
daremos a vos e a la dicha nuestra hija, de comer e beber, y vestir y calzar, y casa y cama,
conforme a la calidad de vuestras personas”.
Dieron fe como testigos, Martín de Monjaraz, Bartolomé Sanchez y Francisco Díaz, vecinos y estantes en la Villa de Colima, y los alcaldes ordinarios Juan de Aguilar y Juan Bautista.
Testigos: Martín de Monjaraz, Bartolomé
Sánchez71 y Francisco Díaz, vecinos y estantes
de esta Villa, así como Juan de Aguilar72 y Juan
Bautista, alcaldes ordinarios. “Manuel de Cáceres lo firmó de su nombre”. “Isabel de Monjaraz
no sabía escribir, firmó por ella y a su ruego el
dicho Martín de Monjaraz”.
Caja A–1, exp. 8, ff. 1-3.
12. 1545. Junio, 23.
Carta de dote en favor de Juan de Arana.
Traslado de escritura de la dote que Manuel de
Cáceres e Isabel de Monjaraz, su mujer, vecinos
de Colima, otorgan ante el escribano Diego
Veedor en favor de Juan de Arana, por su futuro
casamiento con María de Cáceres, su hija legítima.
Los otorgantes dicen “a vos, Juan de Arana,
hijo de Martín Sánchez de Arana,73 que Dios ha71
“Natural de Segovia, e hijo legítimo de Joan Martyn e de
Catalina Hernández; e que á treynta años que pasó a la ysla
Spañola, de donde fué en çierta armada a Tierra Firme; y
de allí pasó a esta Nueua Spaña, e a la sazón que llegó a
ella, estaua casi toda la tierra alçada; y estouo en Medellín
dos años; en guarniçión de los pueblos comarcanos, siendo
alcalde mayor rrengel y Saavedra; e ques casado con hija
de Joan de Alunsto [Almesto], conquistador desta Nueua
Spaña; y que es pobre y padesçe neçesidad, y no tiene otra
cosa de que sé sustentar sino de la merced que Vuestra Señoría [...] le ha hecho de dos años a esta parte”: Icaza
(1969), I, nº 345. En otro lugar, se dice que una hija suya
casó con Juan Ruiz, vecino de Guadalajara: Icaza (1969),
II, nº 1213. Ya desde el 2 de noviembre de 1525, aparece
como vecino de Colima, cuando da poder general a Rodrigo Romero: AN 176; sin embargo, el 1º de diciembre de ese
año de 1525, es registrado como vecino de México, cuando
da poder general a Sancho de Molina: AN 281.
72
Se refiere al conquistador Juan de Aguilar Solórzano.
73
“Dize que es [...] hijo legítimo de Joan Sanz de Arana e
de Joana de Baroja, e que ha nueue años que pasó a esta
Nueua Spaña, y siruió a Su Magestad en la húltima paçificaçión de la Nueua Galizia, e que es casado y no tiene otra
cosa de qué se sustentar, sino es de la merçed que Vuestra
Señoría Illustrísima le aze de un corregimiento, y que tiene
casa poblada”: Icaza (1969), II, nº 577. El matrimonio al
que alude no es con doña María como la dote preveía, sino
que casó con quien iba a ser su suegra, doña Isabel Ruiz de
Monjaraz, al enviudar ésta de Manuel de Cáceres. Juan de
Arana y doña Isabel tuvieron por hijos a Juan de Arana El
Mozo e Isabel de Rojas que casó con Cristóbal Preciado:
infra, III, regº 436.
74
Véase supra regº 11. La Relación sumaria (1554) del oidor Lorenzo Lebrón de Quiñones registrará en manos de
Juan de Arana y los menores de Manuel de Cáceres —María
y Gonzalo, hijos de Isabel Ruiz de Monjaraz—, “tres huertas
de cacao a media legua y menos de Tlapistlan”, con 45,000
casas de cacao: Lebrón (1979), 62-63.
16
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
Caja A–1, exp. 8, ff. 4-6.
13. 1545. Enero, 4.
Inventario de los bienes de Pedro de Soto, difunto.
El escribano Juan de la Torre, por orden del alcalde ordinario Manuel de Cáceres, albacea
nombrado por testamento juntamente con Alonso de Arévalo, levanta inventario de los bienes
de Pedro de Soto, difunto,75 que estaban en poder de Alonso López, vecino de la Villa de Colima.
Entre otras cosas, se registraron unas calzas
negras, un sayo negro de paño de Segovia y una
capa negra de lo mismo, raídos; un capote con
ribete de raso, otra capa de paño pardillo, un jubón de tafetán viejo, una gorra de terciopelo vieja, un sombrero, borceguíes raídos y viejos, varios pares de calzas blancas y negras de la tierra,
un cosete de paño viejo, tres piernas de manteles, dos pares de espuelas, herramientas, martillos, tenazas, una ballesta con sus gafas, dos talabartes de cueros, un paño de manos, un papel
con unas pocas de especias, herraduras, clavos,
una silla jineta, dos lanzas, una espada, un poder
de don Rodrigo76 para que se cobren 16 pesos de
minas del Señor Visorrey, un freno nuevo, un
conocimiento contra Alonso López de 4 pesos,
una yegua castaña parida, dos yeguas más, un
potro castaño de un año. Alonso López tiene,
además, 43 pesos de minas, que cobró.
Caja A–1, exp. 9, 2 ff.
14. 1557. Octubre, 1º.
75
Gran silencio en las fuentes documentales acerca de Pedro de Soto, viejo soldado que, entre sus pocas pertenencias, deja dos lanzas, una espada y una ballesta. En nuestro
Archivo, ésta es la única mención que de él se hace. López
Portillo y Weber, en La rebelión de la Nueva Galicia
(1975), 64, 65 y 68, alude a un Pedro de Soto que bien pudo ser de quien aquí se trata.
76
Se refiere a don Rodrigo Maldonado, alcalde mayor que
fue de Colima entre 1537 y 1539: cf. supra, regº 8.
17
Diego de Almodóvar, tutor de los menores hijos
de Francisco Preciado, contra Francisco de
Cepeda y Alonso Sánchez de Toledo, por dos
huertas de cacao en términos de los pueblos de
Epatlan y Alimancin.
Según Diego de Almodóvar, tutor de los menores Ana, Isabel, María, Catalina y Francisco,
hijos legítimos de Francisco Preciado y de su
segunda esposa, Elvira de Arévalo, hace dos
años y medio, poco más o menos, que el difunto
Preciado77 “vendió dos güertas de cacao, que son
en esta Provincia de Colima en términos de
Apatlan y Alimancín,78 pueblos y sujetos del dicho Francisco Preciado que hubo por razón de
se haber casado con la dicha Elvira de Arévalo,
por precio y contra de nueve mil pesos de oro de
minas, según que en la dicha carta de venta se
contiene”; venta que “no pudo hacer ni otorgar a
los dichos Francisco de Cepeda y Alonso Sánchez”, por cuanto, en ese tiempo, Alonso Sánchez de Toledo era alcalde mayor, y además
porque este alcalde, en aquella sazón, “tenía
preso al dicho Francisco Preciado en la cárcel
pública desta Villa”. De esto resulta que “las es77
El ríspido vecino de Colima Francisco Preciado que tantos pleitos sostuvo por razones económicas y por su difícil
carácter, dejó a su muerte una larga e interminable cadena
de dificultades para sus hijos. Nuestro Archivo conserva
buen número de expedientes al respecto. El regº en cuestión muestra con toda claridad las dificultades inherentes al
ejercicio de la justicia cuando se cruzaban los linderos de
las correspondientes jurisdicciones y, sobre todo, si uno de
los requeridos —Alonso Sánchez de Toledo, quien fuera la
máxima autoridad de la provincia de Colima años atrás—
fungía ahora ni más ni menos que como alcalde mayor en
los Pueblos de Ávalos.
78
La SV 48, al registrar Apatlan “en Francisco Preciado”,
informa que estaba este pueblo a 15 leguas de Colima. El
pueblo tenía dos estancias —Ocultepeque, donde se levantaba la Huerta de Zapotlan, en las márgenes del río que
nombra “de Ciguatan”, y Alimancin o Alimancingo, en los
linderos con Motín—. El 7 de abril de 1551, el virrey Luis
de Velasco concedió merced de un sitio de estancia para
ganado mayor y menor a Antonio de Ortega, vecino de Colima, “entre Oquila [Aquila] y Xiquitlan, junto con Apatlan, cabe un río”: Paredes Martínez (1994), n° 16. De cómo hubo Preciado estos pueblos y puso en ellas sus huertas
de cacao, véase infra el regº 39, con la provança que hizo
Juan de Vivanco en enero de 1553.
José Miguel Romero de Solís
crituras de venta fueron y son en sí ningunas”.
Por otra parte, a sus hijos, Francisco Preciado
“no les pudo perjudicar en sus legítimas dotes y
herencias, que habían adquirido y habido por fin
y muerte de la dicha Elvira de Arévalo, madre
legítima de mis menores”, y “enajenar y vender
el dote de su madre de mis menores, ni su legítima, y así las dichas güertas de cacao, pues pertenecían la mitad dellas a mis menores por el
dote de la dicha Elvira de Arévalo, su madre, y
por sus bienes gananciales y multiplicados y habidos durante el matrimonio”. Y es notorio que
“los pueblos de los dichos indios y tierras donde
se plantaron las dichas güertas de cacao, todo
era de la dicha Elvira de Arévalo”, y que Preciado, cuando se casó, “no tenía bienes ningunos
capitales”, por lo que todos sus bienes “son después acá adquiridos y habidos durante el matrimonio”, y “todo procedió con el trabajo de los
indios de encomienda del pueblo de Apatlan”.
Lo más que pudo vender Preciado de las huertas, fue solamente “la mitad dellas, porque la
otra mitad pertenecen y son de mis menores”,
como legítima herencia de su madre, fallecida
tres años atrás.
Almodóvar pide que se reciba información y
luego se considere “de por ninguno y de ningún
valor y efecto la escritura de venta que hizo y
otorgó el dicho Francisco Preciado”; y como la
mitad de las huertas es propiedad de los menores, “den y entreguen, vuelvan y restituyan a los
dichos menores y a mí, en su nombre”, dicha
mitad, “con todos los frutos y rentas y aprovechamiento que hubieren rentado y habido”.
Deponen como testigos Juan Fernández El
Mozo, Alonso Miguel, Diego de Velasco, Francisco Lepuzcuano y Juan Preciado.
Los demandados vivían en los Pueblos de
Ávalos, de donde era alcalde mayor Alonso
Sánchez de Toledo.79 Para hacer las notificacio79
Alonso Sánchez, “hijo legítimo de Alonso Sánchez de
Toledo y de Inés Nuñez”: Icaza (1969), II, nº 1258, pasó a
Indias hacia 1534, y muy pronto comenzó a ejercer de escribano público en la Ciudad de México, donde se avecindó y estaba casado. Diego Fernández Sotelo (1994), 48-51.
Fue alcalde mayor de Colima (1555-1557): Rodríguez Castellanos (1977), 8, nº 16; y de ahí pasó a la vecina comarca
18
nes y abrir la información, fue nombrado escribano Francisco de Hoyos,80 el 16 de octubre, por
Diego de Mendoza,81 teniente de alcalde mayor,
de los Pueblos de Ávalos con el mismo oficio. En ambos
oficios se enriqueció como es el hecho de la compra de las
huertas Santa Ana y Santa Isabel, en términos de Apatlan y
Alimancín, que hiciera junto con su sobrino Francisco de
Cepeda: Romero de Solís, Protocolos... (1999), regº 55,
138, 146. En 1569, ya fungía de “secretario y escribano
mayor de esta Real Audiencia e provincia por Su Magestad”: Diego Fernández Sotelo (1994), 37, oficio en el que
continuó por años: Parry (1993), 238. El oidor Contreras el
16 de marzo de 1570 decía de él: “Alonso Sánchez de Toledo, secretario desta Real Audiencia, ha tomado mucha
parte deste travajo, es viejo y cansado y tiene muchos hijos
e hijas”: Diego Fernández Sotelo (1994), 347.
80
Registrado como vecino de Colima, en 1566, cuando
aparece de testigo de ciertos pregones gritados el 29 de julio, el 7 y 16 de agosto de ese año: infra, regº 125.
81
La primera aparición en los expedientes de nuestro del
Archivo de Diego de Mendoza, vecino prominente de la
Villa de Colima, data de 1556, haciendo el papel de testigo
de las actuaciones del alguacil Pedro de Figueroa cuando
éste acudió al cementerio de la Villa, anexo a su iglesia
mayor, para notificar a Francisco Preciado de ciertas sentencias fulminadas contra él por el visitador Lorenzo Lebrón de Quiñones: infra, regº 70. Ya en ese año estaba casado con la rica viuda de Alonso de Arévalo, doña Beatriz
López: regº 86. Un año después funge de teniente de alcalde mayor: regº 14 y 62, protagonizando dos interesantes
episodios: uno, cuando embarga en Zalaguacan cacao de
Juan de Arana; el otro, al vender y volver a comprar un negro esclavo a Francisco Preciado: regº 62 y 86. En 1558,
era alcalde ordinario de la Villa; en 1559 y 1561, de nuevo,
ejerce de teniente de alcalde mayor: regº 69 y 118. Alrededor de 1562-1563, fue acusado del asesinato de Luis Martínez: regº 95 y 124. En 1564, hospedaba en su casa a don
Alonso Carrillo, alcalde mayor de los Pueblos de Ávalos,
quien enfermó y falleció: regº 237. En 1565, el alcalde mayor Pedro Dávila Quiñones se hizo acompañar de Mendoza
en sus pleitos con los procuradores Juan de Iniesta y Melchor Pérez, diciéndose entonces de él que era “vecino desta
Villa, persona de calidad y buen cristiano, y de ciencia y
conciencia”: regº 114. Repitió de alcalde ordinario en
1567: regº 126 y 156, y un año después era alcalde de la
Santa Hermandad: regº 176. En enero de 1570, enviudó de
doña Beatriz: regº 231 y usufructuó, al menos durante algún tiempo, la Huerta de Zinacamitlan que había sido encomienda de Alonso de Arévalo: regº 86 y 226. A partir de
entonces, empezó a frecuentar a su vecina Isabel Ruiz de
Monjaraz que moraba en la Huerta de Zalaguacan, actitud
que molestó a Gonzalo de Cáceres, hijo del primer matrimonio de doña Isabel, y a Martín Ruiz de Monjaraz, su
hermano, quienes hirieron a Diego de Mendoza en un agitado suceso ocurrido en 1571: regº 226-228. Ya en 1572
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
a quien se instruye del siguiente modo: “Váis a
las partes y lugares donde los dichos Alonso
Sánchez de Toledo e Francisco de Cepeda estuvieren e residieren, e les notifiquéis e citéis [para] que parezcan a responder a la dicha demanda
en sus personas, si pudieren ser habidos, e si no,
a sus vecinos más cercanos para que se lo digan
e hagan saber, de manera que venga a sus noticias e dello no puedan pretender ignorancia”.
Hoyos, “en el pueblo de Atoyaque82 desta
Nueva España”, el 23 de octubre, levantó un acta en la que decía: “Requerí a Diego de Carranza, escribano de Su Majestad, fuese conmigo al
pueblo de Amacueca a hacer esta notificación a
Alonso Sánchez de Toledo e a Francisco de Cepeda, y los citase”, por cuanto, “él era escribano
de Su Majestad y a quien competía hacerla, y no
negar a nadie su oficio, y yo ser escribano nombrado, y que estaba presto y aparejado de le pagar su justo y debido salario. El cual dijo que la
dicha citatoria parece ser de la Justicia de la Villa de Colima, la cual no tiene jurisdicción en estos pueblos, y que demás desto él de presente está ocupado por mandado de Su Majestad en cosas tocantes a su Real Servicio y a costa de los
pueblos de Tuquitlatlan, y que mandándolo Su
Majestad que haga esta notificación, la hará, y
no de otra manera”.
Tornó a requerir Francisco de Hoyos al escribano Carranza a que hiciera la notificación,
“atento a que no había deste dicho pueblo de
Atoyaque al de Amacueca más de una legua, y
que podía ir y venir en dos horas, y atento a que
el dicho Alonso Sánchez de Toledo era alcalde
mayor de su Provincia y estaba en su jurisdicción y haciéndole yo la dicha notificación me
podría molestar o prenderme, diciendo que no la
podía hacer en su jurisdicción”. A pesar de sus
ruegos, el escribano Carranza respondió a Hoyos que viera lo que le conviniere. Hoyos así lo
puso por escrito, levantando el acta correspondiente, que el propio Diego de Carranza firmó,
estaba casado con doña Isabel: regº 240 que, por cierto, le
sobrevivió.
82
Tanto Atoyaque como Amacueca y Tuquitlatlan, citados
más adelante, pertenecían a la comarca nombrada Pueblos
de Ávalos.
19
siendo testigos de ello Juan Magdaleno y Hernando de Carranza.
Posteriormente, Diego de Almodóvar explicó
ante el teniente de alcalde mayor de Colima,
Diego de Mendoza, que cuando Francisco de
Hoyos fue a los Pueblos de Ávalos para hacer la
notificación, Sánchez de Toledo le quiso prender, “de manera que la dicha notificación no hubo efecto”. Sin embargo, agrega Almodóvar,
tanto Sánchez de Toledo como Cepeda, leyeron
la citatoria, por lo que no pueden pretender ignorancia. Pide que, habida información, el teniente de alcalde “declare seguirse la causa con
los poyos del audiencia de V.m., pues no han
querido venir a responder”.
Para esta información, el demandante presentó por testigos a Cristóbal Gutiérrez, Francisco
de Hoyos y a Pedro Sánchez. Gutiérrez declaró
que estaba en Amacueca cuando Hoyos llegó
para su comisión. Hoyos, por su parte, dijo que
“yendo por el camino, avisaron a este testigo
que no hiciese la dicha notificación, porque decía el dicho Alonso Sánchez que, si hacía la dicha notificación, le había de prender”; por este
motivo, fue a Atoyaque a requerir los servicios
del escribano Carranza, quien no quiso ejercer
su oficio; entonces, se trasladó a Amacueca,
donde se hallaban los demandados, y Francisco
de Cepeda le dijo que no hiciera lo notificación,
porque le castigaría Sánchez de Toledo. Hoyos
informó que el propio alcalde mayor fue quien
le amenazó, diciéndole: “que si no fuera él, que
lo echara de cabeza en un cepo”. Por todo ello,
no hizo la notificación, pero sí le consta que los
susodichos leyeron la carta citatoria.
El teniente de alcalde mayor, entonces, “señaló los poyos de su audiencia a donde se hagan
los autos desta causa”. Pasado el término en que
debían responder, Almodóvar pidió que los declarase “por confiesos en la demanda y, declarándolo, se me dé mandamiento y posesión de la
dicha huerta de cacao”.
El 24 de noviembre, el alcalde mayor Lope
de Arellano decidió que como “este negocio es
de calidad”, era conveniente consultar con un letrado, para lo que mandó a Diego de Almodóvar, “que dé dineros de la hacienda de los dichos
José Miguel Romero de Solís
cieron almoneda de los bienes que dejara a su
fallecimiento, los cuales se vendieron por voz de
Juan, negro, pregonero. Se indican los bienes, la
persona que compró y su precio de remate.
Entre otras cosas: en Francisco Preciado se
remató un jarro, una taza y un salero; el mismo
se adjudicó una capa negra en 6 pesos de minas;
un birrete negro en Gonzalo García; un capote y
un sayo fue adjudicado a Antonio Corralero en 6
pesos y ducado de minas; Juan de Reina se adjudicó una cuera de cordobán; Juan de Aguilar,
un sayo viejo negro en un peso; Corralero se
quedó con la capa azul en un peso; Pedro Figueroa quiso unas calzas blancas por un peso y 2
tomines; Gonzalo Moreno, las calzas negras por
un peso; por peso y medio el escribano Diego
Veedor se adjudicó unos borceguíes; Bartolomé
Sánchez quiso dos gorras, una nueva y otra vieja, en un peso y ducado; una espada y un puñal
fueron rematados en 2 pesos; tres pares de zapatos de cordobán, dos pares de pantuflas; 3 pesos
le costó a Francisco Preciado la ballesta; dos pañizuelos de narices labrados costaron a Gonzalo
Moreno 3 tomines; por un peso Juan Pinzón se
adjudicó una correa de caballo; dos espuelas
costaron a Diego de Velasco 2 tomines; en peso
y medio se remataron unos manteles en Hernán
García; dos camisas viejas, por 5 tomines, se
remataron en Diego Veedor y por 6 tomines Antonio Corralero obtuvo una camisa nueva; Gonzalo Moreno compró el plumaje por un tomín;
40 pesos costó el caballo castaño; un caballo rucio, 7 pesos y medio; trece yeguas, chicas y
grandes, fueron adjudicadas a Gonzalo Moreno
en 3 pesos y medio cada una; el mismo Gonzalo
Moreno se adjudicó la mitad de una huerta de
cacao en 400 pesos de minas, y en 30 la mitad
de la casa.
Caja A–1, exp. 11, 4 ff.
menores para enviarlo a un letrado que lo vea, y
sobre ello dé su parecer”. El alcalde mayor designó como letrado al licenciado Antonio de
Monroy.
Caja A–1, exp. 10, 23 ff.
15. 1547. Diciembre, 26.
Inventario y almoneda de los bienes de Rodrigo
de Evia.
Una mochila vieja de seda, un martillo, un jubón
de Castilla viejo, 250 clavos nuevos, tres paños
de cabeza de Castilla, tres paños de narices labrados, dos sábanas de lienzo, unos manteles
alemaniscos, tres camisas viejas, un candelero,
un sayo forrado, una mesa, una capa azul de
Castilla, una cama de madera, un sobrecama
viejo, un caballo castaño, una manta, una espada
vieja, dos paños de manos, una almohada, un
paño blanco de manos nuevo, azeruelos, un
plumaje blanco, 27 cabezas de yeguas chicas y
grandes, machos y hembras.
Ante el escribano Diego Veedor, los albaceas
testamentarios de Rodrigo de Evia, difunto,83 hi83
Rodrigo de Evia, asturiano, hijo de Sancho de la Huelga
y Elvira Gutiérrez de Evia, había pasado a la Nueva España
con Hernán Cortés, “vino muchacho, con amo, hasta ganada la ciudad” [de México], participando luego en diversas
campañas (Coatzacoalcos, Yopelcingos, Zacatula y costa
de la Mar del Sur, Colima, Motín y Milpa), siendo de los
fundadores de la Villa de Colima; fue encomendero por
merced de Hernán Cortés del pueblo de Atepancal, en la
provincia de Cihuatlan y “ha sido aprovechado por granjerías de esclavos y puercos”: VP 8; Icaza (1969), I, nº 85.
Según la cédula transcrita por Galindo (1923), I, 148, la
merced fue concedida el 11 de diciembre de 1523, lo cual
confirma Lorenzo Lebrón de Quiñones, en su Relación sumaria (1554), cuando escribe: “se le dieron en encomienda
unos pueblos en la provincia de Ciguatlan, al tiempo que
sirvió en ir a descubrir aquella provincia, de los cuales indios ya no hay memoria porque todos se acabaron y consumieron, según soy informado, por malos tratamientos”:
Lebrón (1979), 46. Además, en la provincia de Motín, se
aprovechaba del pueblo de Ostutla, con dos estancias: la
una, nombrada Coxumatlan, de 151 tributarios casados, y
“la mitad de otra estancia que tiene treinta y un casados”,
de la que no se dice nombre, que compartía con el heredero
de Martín Rifarache: SV 428. Al decir del oidor Lebrón de
Quiñones, esta encomienda en Motín le fue dada a Rodrigo
de Evia por el alcalde Alonso de Arévalo, quizá en premio
16. 1547.
por los servicios prestados en una de tantas pacificaciones
que de la región tuvieron que hacer los vecinos de Colima.
La viuda de Rodrigo Evia, Mari López, casó en segundas
nupcias con Juan Alcalde, del que hemos hecho antes alusión: supra, regº 8.
20
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
Juan Ponce y su hijo Francisco, indios principales, venden un pedazo de tierra a Alonso de
Ávalos.
Escritura de venta otorgada ante el escribano
Juan de la Torre por don Juan Ponce, Señor del
pueblo de Teuquitatlan, y su hijo Francisco Ponce, indios principales, a favor de Alonso Dávalos,84 estando presente el corregidor del pueblo
de Zapotlan, García Ramírez, que es el corregimiento más cercano a la mitad de los Pueblos de
Ávalos.85
84
Alonso de Ávalos El Viejo, natural de Medellín, provincia de Badajoz, hijo legítimo de Pero López de Saavedra y de doña Isabel Álvarez Rengel, pasó a México en
1523, sirviendo “a Su Magestad en todo lo que en este
tiempo se ha ofrescido, espeçialmente en la conquista de
Jalisco, y en hacer seruir a los yndios de Colima, que andaban alterados”: Icaza (1969), I, regº 505; Dorantes 227 (1),
232 (10). Vino en compañía de su hermano Fernando de
Saavedra y “demás gente que salió de México, a conquistar
los indios tarascos, pueblos de Ávalos, y Colima y parte de
este Nuevo Reino [de Galicia]”: Probanza de Fernando
López de Ávalos (1581): Hillerkuss (1994), 208. Era hermano de Juan de Ávalos y Francisco de Saavedra. Acompañó a Francisco Cortés en la expedición de 1524-1525.
Casó primero con Inés de Rivera, sobrina del conde de
Medellín; luego lo hizo con Francisca de Estrada y Gutiérrez Flores de la Caballería, hija del tesorero Alonso de Estrada, y nieta del rey Fernando el Católico; del matrimonio
tuvo por hijos a Isabel, casada con Juan Infante Samaniego,
y Hernando López de Ávalos, casado con Mariana Infante,
hermana de su cuñado: Álvarez (1975), 46-48, n° 91. En
términos de la alcaldía mayor de Colima, fue dueño de la
estancia de ganado mayor nombrada Miaguatlan, que le
mandó despoblar el virrey Luis de Velasco: infra, regº 66;
Hillerkuss (1994), 210.
85
Los Pueblos de Ávalos, a la sazón, estaban por mitad en
Alonso de Ávalos Saavedra y en Su Majestad, concretamente, los pueblos de Sayula, Amacueca, Zacoalco y su
partido, cuyo corregidor y alcalde mayor en 1549-1550 había sido Diego de Ribera, con un salario de 300 pesos al
año, al que siguió Garci Ramírez, quien aparece en nuestro
registro fungiendo además como corregidor de Zapotlan:
cf. también Paredes Martínez (1994), nº 52. El sucesor
nombrado al corregidor Garci Ramírez fue Andrés de Urdaneta, en 1552, quien al parecer no asumió el oficio, porque se designó de inmediato a Juan de Villagómez: Gerhard (1992), reg° 2559-2560, 2582 y 2585. Sin embargo, el
ilustre marino años atrás ocupó el cargo del 6 de febrero de
1543 hasta por lo menos el 4 de febrero de 1547, con salario de 300 pesos: Ruiz Medrano (1991), 353; Cuevas
21
Interrogados si es su voluntad el vender, dijeron que sí y que estaban prestos a dar carta de
venta, pero piden que Alonso de Ávalos “les dé
un pedazo de tierra della, para sus granjerías,
que está cerca de su pueblo, e que toda la demás
contenida en la dicha carta de venta, él está presto e aparejado de le hacer carta de venta della,
juntamente con su hijo”.
Señalaron, entonces, un pedazo de tierra,
desde un cerro en derecho de Cacalutla86 hacia
una sierra, vía derecha de un mezquital que está
en medio del llano, del que les hizo gracia Alonso de Ávalos. Luego amojonaron la tierra que
vendían don Juan Ponce y su hijo Francisco
Ponce Acat, “desde un cerro redondo que está
en el camino que traen de Teocuitatlan87 a Atoyaque”, a mano derecha, y desde allí hacia las
sierras”.
El precio es moderado “por buenas obras que
de vos hemos recibido en los tiempos pasados,
en no molestarnos en los tributos que vos éramos obligados a dar”.
Alonso de Ávalos presentó ante el corregidor
de Zapotlan “un traslado de una cédula de la
Emperatriz e Reina nuestra señora, por la cual
da licencia que pueda comprar tierras de los naturales desta tierra”, traslado que estaba extendido por el escribano Miguel López de la Ciudad de México. El corregidor interpuso su autoridad y mandó a Juan de Acosta, intérprete, que
declarase la carta de venta a don Juan Ponce y a
su hijo, lo que así se hizo.
Testigos: Diego de Sanabria, Mateo Sánchez
y Juan de Acosta, estantes en el pueblo de Teocuitatlan. Como los vendedores no sabían firmar, a su ruego, firmó por ellos Diego de Sanabria. Después, en presencia del corregidor, vendedores y los testigos susodichos, Alonso de
Ávalos tomó posesión de la tierra.
Caja A–1, exp. 12, 4 ff.
(1943), 132; 364-365; Romero de Solís, Papeles varios...
(2000), regº 42 y 43.
86
Cacalutla o Cacalotla era un barrio sujeto a Teuquitlatlan: Gerhard (1992), n° 2589.
87
Antes fue nombrado Tuquitlatlan: supra, regº 14.
José Miguel Romero de Solís
tá ausente desta Villa, e en esta Villa no hay
hacienda suya de que echar mano ni persona que
dé por ellla cuenta”, el alcalde ha rogado y mandado a muchas personas “que las tomen en tutoría, e no ha hallado a nadie quien bien quisiera
tomar cargo, porque son ganados y es menester
dalles estancia e guarda para ellas, e porque el
dicho ganado no se pierda e la hacienda de los
dichos menores no venga a menos, el dicho señor alcalde no halla ningún remedio que les poner, si no es mandallas vender y echar a censo el
dinero porque se vendieren”. Por todo eso, “quería hacer sobre ello cierta información e tomar el
parecer de algunas personas honradas desta Villa”.
Fernández El Viejo tomó declaración a Diego de Almodóvar, Juan Ruiz, Juan Pinzón, Juan
de Aguilar y Juan Gómez, vecinos de Colima.
Almodóvar declaró que “ha visto en esta Villa muchas yeguas de menores que han estado en
poder de tutores, e visto las traían en ella sin la
guarda, e se pierden muchas yeguas”. Agregó
haber observado las yeguas de los vecinos “andar hechas monteses, e que ha oído decir que las
comen alimañas, e que viendo este testigo el poco recaudo que los menores tienen”, piensa de
más provecho vender sus ganados y echar a censo el dinero que se obtuviere de la venta.
Juan Ruiz dijo haber tenido yeguas en esta
Villa, “e por no podellas guardar, que se andaban derramadas, este testigo las vendió”. También ha escuchado a sus vecinos quejarse porque
“no podían guardar sus yeguas, e que muchas
andaban hechas monteses, e otras comidas de tigres y leones; e ha visto que los menores desta
Villa tienen munchas yeguas e no tienen guarda
ni estancia, ni persona que se quiera encargar
dellas, no obstante que el señor alcalde lo ha rogado e mandado a muchos vecinos”. Por lo cual
considera de “más utilidad y provecho”, vender
el ganado y echar el dinero a censo.
Juan Pinzón dijo que “tenía muchas yeguas”,
tanto propias como de menores, y que las tiene
en una estancia con guarda; y que “no embargante que la tiene, no las puede recoger ni remediar, e que se le pierden por año de las suyas e
de las de los menores muchas dellas”. Juzga más
17. 1548. Mayo, 19.
Información sobre los bienes que tenía Mateo
Sánchez, tutor de unos menores.
Ante el escribano real Juan de la Torre, el alcalde ordinario Juan Fernández El Viejo abre información sobre los bienes que tenía Mateo
Sánchez, difunto,88 vecino de Colima, tutor de
varios menores, hijos de Bartolomé López y
Alonso de Villandando, de una hija de Diego
Garrido y de Teresa, hija de Mateo Ventemilla.89
“Tenía a su cargo las yeguas de los dichos
menores e algunos pesos de oro; e porque el dicho Mateo Sánchez tenía las dichas yeguas en
una estancia suya, que tenía en el pueblo de
Milpa, e por su muerte las dichas yeguas se han
disminuido, e agora ciertas yeguas ha traído un
español que se dice Martín Páez por mandado de
la mujer del dicho Mateo Sánchez, e porque el
dicho Mateo Sánchez murió sin testamento en el
dicho su pueblo de Milpa e la dicha su mujer es88
El vecino Mateo Sánchez, testigo en el regº anterior y
que, ahora, pocos meses después, fallecía, había nacido en
Salamanca, hijo de Antón Merino y María Sánchez, quien
después de venir a la Nueva España, sirvió en la pacificación del valle de Milpa; cuando se alzó la Nueva Galicia,
estuvo en el pueblo de Milpa con quince hombres a su costa, y luego ayudó a pacificar a los naturales de la Purificación y Tenamaxtlan. Tuvo dos hijos: Icaza (1969), II, nº
695.
89
A propósito de los menores al cuidado de Mateo Sánchez, digamos al menos una palabra respecto a sus padres.
Bartolomé López —del que ya hicimos mención: supra, regº
10— se había aprovechado de los pueblos de Comala y Cecamachantla (Chapulcal) y de Anascapala, éste último
habíasele quitado a Pedro de Simancas, conquistador y vecino fundador de Colima, por causa de los malos tratos que
daba a los naturales, según informa Lebrón de Quiñones:
VP 30 y Lebrón (1979), 55-56. Mateo (ó Sebastián) de
Veintemilla, genovés, también conquistador y vecino fundador, tuvo por encomienda un pueblo nombrado Xuncatlan, del que poco pudo aprovechar: VP 33. Sus últimos días los pasó “tollido en el pueblo de Acatlán”: Icaza (1969),
I, nº 174. Diego Garrido se hablará en otro lugar (infra, regº
39) y no hemos podido identificar a Alonso de Villandando. Por otra parte, hacemos hincapié en dos puntos: el extraordinario desarrollo que para 1548 había adquirido ya la
ganadería en Colima, de las que dará cifras Lebrón de Quiñones en su Relación sumaria (1554), y las dificultades que
hallaba la autoridad por proporcionar tutores a los huérfanos, problema que ya había aparecido antes en el regº 10.
22
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
oportuno venderlas y echar los pesos de oro a
censo.
Juan de Aguilar, por su parte, declaró tener
yeguas con guarda y estancia, y que cada año “le
falta mucho ganado dello, comido de tigres e
leones”. Opina que es mejor vender y poner el
dinero a censo. Repite que tiene mucho ganado,
“y muchas yeguas hechas monteses, y no podellas recoger aunque tiene muchos negros que las
recojan”.
Juan Gómez también reconoció tener yeguas
con “persona que las guarde, e no las puede tener recogidas, e se le pierden e mueren por año
muchas, e otras sele han hecho monteses”.
Agrega que a otros vecinos lo mismo les sucede,
y les cuesta mucho trabajo recogerlas cuando se
les hacen monteses, “e otras que les comen tigres e leones”. En su opinión sería de mayor utilidad venderlas y poner el dinero a censo.
Juan Fernández dijo al alcalde mayor Cristóbal de Espíndola que “pues Su Merced tiene
también de mirar por el provecho de los dichos
menores, que pide a Su Merced le dé su parecer,
para que conforme a él, él haga juntamente con
la dicha información lo que fuere justo”. El alcalde mayor contestó que “según el poco recaudo que en este pueblo se tiene ni se puede tener
de guarda por las yeguas de los dichos menores
e las que tienen sus mesmos dueños”, a quienes
incluso se les pierden, le parecía útil y provechoso vender las yeguas y echar a censo el dinero.
El alcalde Juan Fernández mandó entonces
vender las yeguas de Alonso, hijo menor de Villandando, y de Teresa, hija de Mateo de Ventemilla. El 31 de mayo anduvieron en pública
almoneda 28 yeguas, machos y hembras, a 6 pesos de oro de minas cada una. Fueron rematadas
en Francisco Osorio. Otras 15 cabezas más se
adjudicaron a Juan Pérez en el mismo precio.
Caja A–1, exp. 13, 4 ff.
Ante el alcalde mayor Alonso de Torres, el cura
y vicario de la Villa de Colima, Padre Alonso
Sánchez de Miranda,90 presentó una querella, en
la que decía: “siendo Sumo Pontífice Julio Tercero y reinando el Emperador don Carlos, el dicho Francisco Preciado ha deshonrado mi persona, porque yo siendo obediente a los mandamientos de mi superior he hecho una información contra él, como me fue mandado, a causa
de lo cual ha dicho que es mejor cristiano que
yo, y que él no conoce otro superior sino a Dios
y al Rey, denostando mi persona y oficio”.
Agrega que Preciado iba diciendo de él, “este
vicariuelo y cleriguillo y beatillo, y otros muchos y ignominiosos nombres”, gritándolo a
grandes voces, con muy gran desacato “de las
llaves y nervio de la disciplina eclesiástica, diciendo que por rasarme la corona lo ternía en
tres blancas, y diciéndome que mentía, y otras
muchas cosas y vituperios”. De todo ello, dice
Sánchez de Miranda, “ha resultado mucho escándalo, así entre españoles como indios, que
por su mal ejemplo menospreciarán los eclesiásticos ministros y no ternán en nada su doctrina,
y decaerá en gran abatimiento la doctrina e predicación cristiana, e redundan otros muchos males y daños”. Pide al alcalde mayor que “lo
mande aprisionar y poner a muy buen recaudo,
por ser la injuria tan calificada, contra juez y
ministro de la Iglesia”. Pide también que, por ser
causa criminal, señale por cárcel a Preciado, no
su casa ni otra alguna, sino la que es pública,
hasta tanto se le tome su confesión y se le notifiquen autos de la jurisdicción episcopal, “en lo
cual entiendo contra él invocar el auxilio del
90
Alonso Sánchez de Miranda, quien llegaría a ocupar el
puesto de chantre y deán en lel cabildo catedralicio de
Guadalajara, supo ganarse el afecto de los vecinos ya que
se conservan referencias de su importante papel de mediador en algunos conflictos surgidos entre aquellos (infra,
regº 106, 124, 204 y 243). En este regº, empero, él es protagonista de un curioso incidente con el conflictivo Francisco Preciado que muestra, por otro lado, facetas del carácter de aquellos pobladores en la marginada Villa de Colima. No quiero dejar de señalar la “conciencia de sí” que
manifiestan tanto el cura de Colima como Preciado, quien
no dejaba de mostrar una vena anticlerical aguda.
18. 1550. Octubre, 7.
Alonso Sánchez de Miranda, cura y vicario de
la Villa de Colima, se querella contra Francisco
Preciado, por ofensas.
23
José Miguel Romero de Solís
brazo seglar”. Sánchez de Miranda concluía:
“Iten digo que, porque yo soy sacerdote, pido y
requiero a V.m. no se le dé al dicho Francisco
Preciado pena corporal ni de sangre”.
El alcalde mandó al clérigo dar información
y ordenó a Preciado que tuviera las Casas de Su
Majestad por cárcel y que no saliera de ellas so
pena de 50 pesos de oro.
Sánchez de Miranda presentó por testigos a
Juan de Aguilar, Juan Fernández El Viejo, Diego Cansino, Diego Morán, Alonso Miguel y al
mercader Juan de Urrea.
Cansino declaró que, estando a la puerta de
la iglesia de la Villa, vio cómo Diego Veedor,
vecino de Colima, habló a Francisco Preciado de
parte del vicario, pero que no supo lo que le dijo, y que Preciado se volvió a donde estaba este
testigo y los demás, y gritó a voces que era muy
mejor cristiano que no él, y yendo hacia el alcalde mayor, que le había llamado, fue también
hacia él el vicario, que pidió al alcalde mayor
que le prendiera porque le había injuriado; entonces Preciado se allegó [sic]91 al mercader
Juan de Urrea para tomarle la espada que tenía a
la cintura, lo que no le permitió el mercader.
Cansino agregó que al fin se fue Preciado, y que
por el camino iba diciendo que el vicario “era un
borrico, e que por rasarle la corona no lo ternía
en dos maravedís”.
Diego Morán, que había estado presente y
repitió las mismas circunstancias, relata que oyó
decir a Preciado del Padre Alonso Sánchez de
Miranda, “que si le tomaba, le rasaría la corona,
e que mentía, e que era un vicarillo e un beatillo
e cleriguillo”; que también dijo que “era un
puerco y que era mejor cristiano que no él”.
Alonso Miguel declaró que Preciado decía
del vicario que “revolvía todo el pueblo”. Según
el testimonio de Juan Fernández El Viejo, Preciado comentó a voces que el vicario “mentía e
que tenía el pueblo despoblado, e que se iban de
pueblo”. Vio también cuando Preciado “arremetió a Juan de Urrea, mercader, a le tomar la espada”, queriendo dar con ella al vicario.
91
Esta variante de “llegar” no es registrada por Boyd–
Bowman (1971).
24
Urrea, por su parte, contó que Preciado decía
no conocer otro juez sino a Dios y al Rey, y que
era tan buen cristiano como el vicario, justo
cuando éste salió de la iglesia “dando voces, diciendo: «¡La Justicia de Dios e del Rey, prendedme este hombre!», e que entonces, este testigo vido venir al dicho Francisco Preciado hacia
el dicho vicario, e que este testigo lo detuvo e
que el dicho Francisco Preciado arremetió a este
testigo e le echó mano de la guarnición de una
espada, que este testigo traía en la cintura”, y
que no se lo consintió.
Vista la información, el alcalde mayor mandó que Preciado tu viera las Casas del Cabildo
por cárcel, ya que era a la sazón regidor de la
Villa, y ordenó que le pusieran cadenas en los
pies, y le impuso 50 pesos de minas para la Cámara de Su Majestad. Luego, el alcalde acudió a
las Casas del Cabildo para interrogar al acusado.
El confesante reconoció que había dicho que
era mejor cristiano que el vicario, pero que éste
primero había dicho de él que era un mal cristiano; aceptó haber afirmado que no conocía
otro superior sino Dios y al Rey; sin embargo,
dijo no recordar de las palabras injuriosas que
había lanzado contra el vicario, sino sólo “beatillo”.
En escrito de descargo presentado por Preciado, éste alega que Sánchez de Miranda le
ofendió antes, y que le envió al escribano de la
Villa para ordenarle que no saliese de Colima
hasta que se le mandase otra cosa, porque tenía
cierta información contra él. Fue cuando él dijo
que era tan buen cristiano como el clérigo, y que
vivía tan bien como él, no pensando que el dicho
vicario le oía. En eso salió de la iglesia muy acelerado y dando voces Preciado añadía que la
causa era liviana y que el alcalde le diese por
fiado, o al menos la Villa por cárcel, que de otro
modo protestaba que se habría de quejar, y cobrar de su persona y bienes “dos mil pesos de
oro de minas que se me pierden de mi hacienda
por tenerme a mí preso”.
El 10 de noviembre, el Padre Alonso Sánchez de Miranda, en respuesta del descargo
hecho por Preciado, decía que no merecía el
acusado ser oído, y que en esto ser verá y cono-
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
cerá más a la clara su crimen. Niega haber injuriado a Preciado, ni haberle dado ocasión para
que se desatase y hablase lo que habló. Lo que
sucede es que cuando le notificó ciertos autos
tocantes a la administración de la justicia eclesiástica y bien de su ánima, a voces y con gran
escándalo, “en menosprecio de las llaves de la
Iglesia y lesión del nervio de la disciplina eclesiástica, y en gran vilipendio de la jurisdicción
episcopal”, dijo que “habían aquí estos cleriquillos con sus penillas y sus nadas”, y echó mano
de una espada “para violentamente cometer sacrilegio y poner manos en juez y persona eclesiástica, menospreciando las penas del cánon Si
quis suadente, y de los demás que en este caso
hablan”. Pide que se le tenga a buen recaudo,
poniéndole mayores penas que las ya impuestas,
no obstante no merezca pena de sangre, y que no
sea sentenciado por cuanto “yo tengo consultado
el caso con mi superior”, ya que “no soy letrado
y no sería razón que quedasen por mi negligencia damnificadas las llaves y censuras de la Iglesia Católica”. Añade que no se debe dictar sentencia hasta tanto que el alcalde no se auxilie de
un asesor calificado y letrado, puesto que el negocio es arduo y, además, “porque pienso y entiendo acumular contra el dicho Francisco Preciado otros procesos y causas, y otros desacatos
que contra otros ministros de la Iglesia el dicho
Francisco Preciado ha tenido”.
Contestó Preciado negando su intención de
lesionar el nervio de la disciplina eclesiástica; y
con respecto a que echó mano de la espada, explica que “yo ví venir al dicho vicario para mí,
tan airado, y como le ví venir hacia mí, pensé
que venía a poner las manos a mí, me fui hacia
un hombre que tenía un espada en la cintura”,
para tomarla y defenderse, pero el susodicho no
le dejó tomarla. Dice que quien en verdad ha
provocado todo, fue el vicario, que había estado
“haciendo informaciones secretas contra mí, en
perjuicio de mi honra y fama, como si yo fuese
algún mal cristiano, siendo yo como soy católico, cristiano viejo, y hijo de Juan Preciado, que
fue cinco años alguacil mayor de la Santa Inquisición en todo el Reino de Castilla, con el doctor
Culbete, Inquisidor Mayor del dicho Reino”. En
25
consecuencia, y por otras razones que alega, él
es el agraviado y no el vicario, y por tanto
“mande desechar de su juicio al dicho vicario
Alonso Sánchez de Miranda, y me dé por libre y
quito”. Niega haber ofendido a ningún clérigo
de los que han estado en esta Villa, antes bien,
siempre ha sido obediente a los mandamientos
de la Iglesia, como es público y notorio.
El 15 de noviembre, el alcalde mayor declaraba que por cuanto Francisco Preciado estaba
preso con una cadena desde hacía nueve o diez
días en las Casas del Cabildo, y él quería visitar
los pueblos de Tenamaztlan,92 y que no había en
la Villa carcelero, si Preciado daba fianzas llanas y abonadas, él le otorgaría tener su posada
por cárcel. Preciado aceptó obligando su persona y bienes, y designando por fiadores a Juan
Fernández El Viejo y a Alonso Miguel, vecinos
de Colima.
Dos días después, Sanchez de Miranda retiró
sus cargos y querella contra Preciado. El 19 de
noviembre, el alcalde mayor decía que “por
cuanto por estar de camino había remitido esta
causa al señor alcalde Juan Gómez, e que agora,
por cosas que le movían a la ejecución de la justicia había dejado la ida, que tomaba e tomó esta
dicha causa en sí para hacer justicia”. Testigos
de la declaración fueron el Padre Juan Oliveros93
y Francisco Ayllón.
92
De una u otra manera, dependían de la jurisdicción del
alcalde mayor de Colima algunas provincias como las que
en su momento señalará Lebrón de Quiñones en su Relación sumaria (1554). Aquí vemos el caso concreto del alcalde mayor Alonso de Torres en vísperas de salir a visitar
Tenamaxtlan. En ocasiones sucedía que el virrey daba comisiones específicas, como la que diera el 10 de junio de
1550 a Alonso de Torres para averiguar y hacer justicia a
los naturales del valle de Autlán contra Hernán Ruiz de la
Peña, quien al decir de los indios, les exigía tributos y servicios en demasía, les quitaba sus tierras e incluso los metía
presos en su cárcel privada: Gerhard (1992), n° 2506.
93
Un ejemplo de cuentas pendientes entre un vicario y el
encomendero, infra, regº 259. Según Lebrón de Quiñones,
“había tres clérigos que residían en la dicha villa a costa de
vuestra majestad y de encomenderos, cada cual con doscientos pesos de minas de salario; el uno tenía cargo de la
dicha villa por vicario en ella y los otros dos para que visitasen la provincia”, y cometían muchos abusos, que el oidor describe al detalle: Lebrón (1979), 70-71. Sin duda, a
comienzos de aquella década, la vida religiosa en la Villa
José Miguel Romero de Solís
El 20 de noviembre continuaba la causa de
oficio, y se dictó sentencia. Preciado fue condenado al tiempo que había estado en la cárcel,
más 6 pesos de tepuzque, más tres meses de destierro de la Villa y su término, y en las costas del
proceso.
El 22 de enero de 1551, el alcalde mayor
Alonso de Torres, al tener noticia que Francisco
Preciado había quebrantado el destierro, para su
castigo, abrió nueva información. Bartolomé
Garrido, vecino de Colima, declaró haber visto a
Preciado “en el pueblo de Almolonya, e le
habló, e sabe que estuvo dos días en el dicho
pueblo”, que está en los ejidos de esta Villa.
Otro vecino, Pero Sánchez, dijo haber visto
también a Preciado en Almolonya, “e estuvo con
él más de medio día”.
Vista la información, y que el pueblo de Almolonya está en los ejidos de la Villa, “por no
estar media legua della”, mandaba que pagase
Preciado “los dichos diez pesos de minas” señalados en la sentencia anterior para el caso de
quebrantar el destierro; que debía tornar a cumplir el destierro y que, si volvía a quebrantarlo,
habría de pagar 20 pesos de minas.
El escribano Diego Veedor notificó el auto a
Juan Preciado, hijo de Francisco Preciado, siendo testigos el alcalde ordinario Juan de Arana y
Francisco Hernández, vecino.
El 16 de marzo, viendo que Preciado había
guardado el destierro obligado de dos meses, el
alcalde mayor le alzó el destierro voluntario, para que pudiera “venir a oír los Oficios Divinos
de Semana Santa” y cumplir con la Pascua.
Caja A–1, exp. 14, 17 ff.
19. 1554. Agosto, 19.
Carta de pago de Diego de Aguilar en favor de
Martín de Monjaraz, tutor de Gonzalo de Cáceres, por la venta de unas yeguas.
Diego de Aguilar,94 vecino de la Villa de Colima, extiende carta de pago por valor de 100 pesos de tepuzque a favor de Martín de Monjaraz,
tutor de Gonzalo de Cáceres, menor, por razón
de la parte de yeguas que le vendió y que tenía
en compañía del dicho menor.
Aguilar fue pagado con tres cargas y diez
almudes de cacao ante los testigos Diego de
Almodóvar y Bartolomé Sánchez.
Caja A–1, exp. 15, 1 f.
20. 1551. Marzo, 23.
Información sobre el alcalde ordinario Juan de
Arana, los regidores Bartolomé Garrido y
Francisco Hernández, y otros vecinos, por
hacer ligas y monipodios contra su alcalde mayor.
El alcalde mayor Alonso de Torres abre información sobre los regidores Bartolomé Garrido y
Francisco Hernández, el alcalde ordinario Juan
de Arana, y otros vecinos, porque “han intentado hacer ligas y monipodios y cabildos por los
poyos y calles desta Villa y casas, invocando a
los otros regidores y vecinos”, y porque han es94
de Colima alcanzó niveles muy bajos. Una pista para ello,
además de la información proporcionada por el visitador
Lebrón de Quiñones, la tenemos en un mandamiento del
virrey Velasco de 26 de mayo de 1551 a los corregidores
de Zapotlan y Amula, para que los naturales de aquellos
pueblos acudieran a Colima para edificar su templo, por
cuanto sus vecinos le habían hecho relación que “en la dicha villa no hay iglesia de piedra, a cuya causa no tienen en
ella sacramento, lo cual es en gran peligro de los vecinos
[...], y por razón de ello dizque algunos se han muerto y
mueren sin recibir los sacramentos”: Paredes Martínez
(1994), n° 35.
26
Aguilar del Castillo casó con María de Cáceres, hija de
Manuel de Cáceres e Isabel Ruiz de Monjaraz: infra, regº
36, con quien procreó a Isabel de Aguilar (ó del Castillo),
casada con Juan de Valencia: infra, III, regº 447; IV, regº
856; Mariana de Cáceres o del Castillo, casada con Diego
Arias de Arellano: AGI, México, 262: Inventarios, n° 816; y
Esteban de Aguilar: Romero de Solís, Papeles varios...
(2000), regº 13. Su vecindad en Colima se remonta, al menos, a 1552. Ocupó cargos públicos tanto en Colima como
en provincias comarcanas: en 1573, fue alcalde ordinario y
teniente de alcalde mayor: infra, regº 196, 217, 242–243;
asimismo, corregidor de Maquilí, Tlatlica, Gualoxa, Tlapistlan e Tototlan entre 1564-1569: infra, II, regº 270 y 316.
En 1590, siendo teniente de alcalde mayor en Maquilí, se
mandó quitarle la vara de justicia “por los muchos agravios
y vejaciones” hechos a los naturales: Chávez Orozco
(1951), I, 300; cf. Acuña (1987), 150, nota 54.
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
Si los testigos saben que antes de ocurrir estos hechos, Juan de Arana,97 Bartolomé Garrido
y Francisco Hernández,98 con otros muchos vecinos, “iban a la posada del dicho señor alcalde
mayor, e le acompañaban, e acataban como son
obligados; e si saben que el dicho Juan de Arana
y el dicho Bartolomé Garrido son yernos del dicho Martín de Monjaraz”.
Si saben cómo después de los incidentes con
Martin de Monjaraz, los acusados y otros vecinos dejaron de hablarle al alcalde mayor, “a manera de bando”, haciéndose desacatos indebidos,
monipodios y cabildos, “invocando e persuadiendo a otros regidores desta Villa y vecinos”.
Si saben que Monjaraz “escribió una carta a
Francisco Hernández, diciendo que se juntasen
con los demás regidores e otros vecinos, y escribiesen los agravios que el dicho señor alcalde
mayor les hace”, y también, que Hernández habló con Bartolomé Garrido, Alonso Carrillo y
Juan Pinzón, regidores, y otros vecinos, “en las
calles, juntándose a los dichos cabildos, e los dichos Alonso Carrillo e Juan Pinzón condijeron
al dicho Francisco Hernández que ellos no sabían ningún agravio que el dicho señor alcalde
crito al Virrey “falsas relaciones contra el dicho
señor alcalde”. El alcalde mayor amenaza con
pena de 500 pesos de oro a los supuestos alborotadores.95
Bartolomé Garrido,96 uno de los acusados,
niega los cargos, declarando que de “treinta años
a esta parte” ha sido leal vasallo, “con armas y
caballos” sirviendo “en la conquista desta Nueva
España”, y que ha ocupado “muchos cargos
honrosos”; agrega que “si alguna vez me he juntado con vecinos y regidores” de la Villa, “para
escrebir al Illmo. señor don Luys de Velasco, visorrey y gobernador desta Nueva España”, ello
ha sido de “cosas que convienen al bien de la
república desta dicha Villa”. Sobre la pena que
el alcalde mayor ha impuesto, “apelo della [...]
ante los señores presidente e oidores desta Nueva España”.
El alcalde concedió la apelación; luego, mediante el siguiente interrogatorio, examinó a los
testigos.
Interrogatorio
Si saben que en los días pasados, Martín de
Monjaraz se desacató por dos veces con el alcalde mayor, diciéndole palabras injuriosas; por
ello y por otros delitos, el alcalde mayor “le
prendió en la cárcel pública de donde se soltó, e
no ha podido ser habido para ser castigado”.
97
95
Esta “información” presenta con viveza la situación por
la que atravesaba la Villa de Colima, en vísperas de la visita que haría el oidor Lorenzo Lebrón de Quiñones, quien
dará sus apreciaciones sobre las relaciones entre autoridad
y vecinos, y acerca de la anarquía bajo la que se conducía
la vida cotidiana en la apartada provincia novohispana. En
torno a los principales actores de la “información”, daremos información más adelante.
96
Bartolomé Garrido, hermano del difunto minero Diego
Garrido, era de Moguer (Huelva), hijo de Martín González
y Catalina García; llegó a la Nueva España en 1521 y con
Hernán Cortés fue a la conquista de Pánuco y luego a su
pacificación cuando se rebeló; fue también a Guatemala y a
Cíbola, “con sus armas y caballos”; después de 1532 —por
cuanto no figura en el Padrón de aquel año—, se avecindó
en Colima, donde estaba casado y tenía hijos: Icaza (1969),
II, nº 1083; explotaba en compañía del escribano Diego
Veedor una promisoria huerta de cacao cerca del pueblo de
Escayamoca, con unas 8,000 casas de cacao, según informará Lebrón (1979), 63.
27
Juan de Arana, casado con Isabel Ruiz de Monjaraz, ya
lo hemos mencionado con anterioridad: supra, regº 11 y
12, era natural de Castañares, en la Rioja, hijo de Juan Sanz
de Arana y Juana de Baroja; había participado en la última
pacificación de la Nueva Galicia: Icaza (1969), I, nº 577, y
era a la sazón corregidor de Amula: Gerhard (1992), n°
2580; Paredes Martínez (1994), n° 64.
98
Francisco Hernández era originario de Taraveruela, aldea
de Badajoz, hijo de Hernán Yáñez y Catalina González y
había llegado a la Nueva España en compañía de Luis Ponce de León, participando en varias campañas en Cuzcatán y
los Chontales, a las órdenes respectivamente del capitán
Moscoso y de Cristóbal de la Cueva, y luego en la última
pacificación de la Nueva Galicia, en compañía del virrey
don Antonio de Mendoza, con sus armas y caballos. Después de esta campaña, se avecindó en la Villa de Colima,
donde estaba casado y tenía una hija: Icaza (1969), II, nº
711 y 1084. Quizá se trate del también llamado Francisco
Hernández de Almendral, quien en compañía de Alonso
Carrillo y Juan Yáñez —tal vez un pariente suyo—, obtuvo
licencia el 16 de junio de 1551, es decir, casi por los mismos días del conflicto que registra nuestro expediente, para
ir en un navío que tenían en el puerto de la Navidad “en
descubrimiento y demanda de perlas por las costas de la dicha provincia de Colima hasta el río del Tizón, Isla de la
Cardona, y hasta Culiacan”: Gerhard (1992), n° 2532.
José Miguel Romero de Solís
mayor había hecho”, y que ellos no pensaban
secundarlos.
Si saben que el domingo de ramos, en la iglesia de la Villa, los acusados “se asentaron juntos, fuera del coro, a donde se asienta el dicho
señor alcalde mayor e los demás alcaldes ordinarios e regidores, e hombres honrados, e lo susodicho por mostrar públicamente el odio e mala
voluntad que tienen al dicho señor alcalde mayor por haber preso su suegro; dándolo a entender a forasteros e a todo el pueblo, se apartaron
a sentar en el dicho poyo donde no se solían sentar, por no hablar ni hacer acatamiento al dicho
señor alcalde mayor, e lo mismo hicieron a las
vísperas, juntamente con otros vecinos a quien
ha castigado por justicia, a manera de bando e
alboroto”.
Si saben que cuatro días después, “saliendo
de misa de la dicha iglesia, pasando el dicho señor alcalde mayor por junto con el dicho Francisco Hernández, regidor, le dijo: «¿No miráis
que paso cabe vos con la vara de Su Majestad, y
no [vos] quitáis la gorra?», y entonces, el dicho
señor alcalde mayor, con la vara, se la quitó y
echó en el suelo”.
Si saben los testigos que, después de esto,
“aquel día por evitar pasiones, mandó el dicho
mandamiento para castigar a los dichos”.
Si saben que el lunes de la Semana Santa, el
alcalde mayor pidió al regidor Alonso Carrillo y
a Alonso Sánchez de Miranda, cura y vicario de
la Villa, que hablaran con el alcalde ordinario
Juan de Arana, para que “se enmendase en lo
pasado, e que hablase al dicho señor alcalde
mayor, e no mostrase e diese tan mal ejemplo a
todo el pueblo e forasteros”, pero que Arana les
contestó que no podía hacer lo que pedían “por
amor de Monjaraz, su suegro, porque el dicho
señor alcalde mayor le castigaba sus delitos, e
que por eso no le hablaba”.
Si saben que por ser Semana Santa, no quiso
el alcalde mayor llevar más adelante el conflicto, pensando que los acusados se enmendarían,
lo cual no sucedió, sino que “en manera de bando e enemistad, el dicho Juan de Arana e Bartolomé Garrido e Francisco Hernández no hablan
28
a la Justicia, e se van por otras calles e pasos,
apartándose”.
Si saben los testigos que, el año anterior de
1550, Juan de Arana y Francisco Hernández,
como regidores en aquel año, “fuera del Cabildo
desta Villa, en sus casas, hicieron ciertos capítulos que no fueron acordados por Justicia e regidores en su Cabildo acostumbrado, y los enviaron con Francisco Preciado al señor Visorrey
don Antonio de Mendoza, de su propia voluntad, e sin consentimiento de la Justicia e regidores, e sin ir firmados del escribano del Concejo
ni de la Justicia, como Su Majestad lo manda”.99
Fueron examinados como testigos Diego de
Almodóvar, Juan Pinzón, Juan Ruiz y Francisco
Ayllón, vecinos de la Villa de Colima.
Caja A–1, exp. 16, 9 ff.
21. 1551. Febrero, 12.
Gonzalo Moreno, en nombre de su mujer Leonor Sánchez, contra los herederos de Juan de
Ibiza y Gonzalo Canelo, por unas casas y plantas de cacao.
Ante el alcalde mayor Alonso de Torres y siendo escribano Diego Veedor, Leonor Sánchez
declara que su esposo, sin su licencia, vendió
tres años atrás poco más o menos, “unas casas
mías que teníamos junto a la ribera del río, con
ciertos pies e casas de cacao en ella plantados,
por precio de veinte pesos, de lo cual el dicho
mi marido no hizo carta de venta”, y cuyo valor
en aquel tiempo era mayor que el precio que se
pagó. Pide que se le restituyan casas y cacao por
ser suyos.
Diego Veedor da público testimonio que
Gonzalo Moreno100 tiene poder de su esposa pa99
Eco de estas ligas y monipodios, es el mandamiento fechado el 13 de septiembre de 1550 y dirigido al alcalde
mayor Alonso de Torres, sobre que no compela a los
miembros del Ayuntamiento a ir a su posada para hacer cabildo, sino que los deje ir a la casa diputada a ese fin: Gerhard (1992), n° 2514.
100
Gonzalo Moreno era originario de Lora, en el priorazgo
de San Juan, e hijo de Francisco Moreno y Leonor Benítez.
Pasó con su mujer, Leonor Sánchez, a la Nueva España con
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
po valían mucho menos, “por estar todas las dichas casas caídas, y no había persona que llegase a dar lo que dio la dicha mi parte, que fueron
veinte pesos de oro de minas”.
Gonzalo Moreno presentó un interrogatorio
según el cual debían ser examinados sus testigos. Si conocieron que las casas “estaban sanas
y bien reparadas”, y que fue durante el matrimonio cuando se compraron, siendo por consiguiente bienes gananciales. Moreno llamó por
testigos a Francisco Ayllón, Pedro de Figueroa,
Juan Ruiz, Juan Pinzón y Marilópez, mujer de
Juan Alcalde,102 vecinos de Colima.
El defensor de los menores, por su parte, decía que no había podido reunir sus testigos por
encontrarse éstos fuera de la Villa: “Diego Morán está en La Purificación, e Francisco de Cifontes está en Guachinango, e Juan Fernández e
Juan de Aguilar están en sus cacaos”.103 Pide,
pues, plazo de ochenta días.
El alcalde Alonso de Torres concedió como
término treinta días.
ra todos sus pleitos y causas, otorgado ante él,
siendo alcaldes ordinarios de la Villa Juan y
Alonso Carrillo y de lo que también fue testigo
el Padre Juan Oliveros. El testimonio está fechado el 1° de abril de 1551.
Francisco Hernández, tutor y curador de las
personas y bienes de los menores de Gonzalo
Canelo, difunto, y su albacea, dice que ha sido
notificado del pleito que pone Gonzalo Moreno,
por la mitad de las casas que compró Camelo;
agrega que nadie puede responder por sus menores, ya que “Juan Bautista, que los tiene a cargo,
está malo, y yo no sé de pleitos”. Pide al alcalde
mayor que designe un defensor y que se le pagará su justo salario de los bienes de los dichos
menores. El alcalde nombró para el efecto a
Juan Ruiz, vecino de la Villa.
Juan Ruiz, como defensor de los hijos de
Juan de Ibiza y Gonzalo Camelo,101 dice que la
casa ya está pagada a Gonzalo Moreno. Este
responde que su mujer no fue consentidora en
aquella venta. Ruiz alega que Leonor Sánchez
“anduvo rogando a muchas personas desta Villa
para que le comprasen la dicha casa, porque
quería ir a México, y no tenía dinero que gastar
por el camino, lo cual es público en esta Villa”.
Además, que no hay necesidad de carta de venta
porque puede dar información de cómo la compró Juan de Ibiza a Moreno y a su mujer, y éstos
se hallaban contentos por haberla vendido, “y la
dicha mi parte la tiene y posee cinco años como
cosa suya”. Ruiz agrega que en lo referente al
poco dinero que por aquellas casas, a la sazón,
se pagó, podría afirmarse lo contrario de lo dicho por los demandantes, ya que en aquel tiem-
102
Juan Alcalde, hijo de Diego Alcalde —de los primeros
vecinos de la Villa de Colima (1528): VP 51— y de una india de la tierra, fue tocador de vihuela y lector de La Celestina. Tuvo fuertes altercados con su madrasta Francisca Álvarez, a quien acusó de ser “una bellaca puerca”, es decirm
tener antecedentes judíos: infra, regº 23. Con los años, Juan
Alcalde de Rueda —como luego se hizo llamar—, por su matrimonio con María López de Robles, viuda de Rodrigo de
Evia, recibió las encomiendas de Ostula y Coxumatlan, en
los Motines, según los informes dados por Lebrón (1979),
46. Juan Alcalde, de su afición a la lectura, sacó luces para
redactar una parte de la importante Relación de la Provincia de Motines, en 1580, cuando moraba en su cacaguatal
conocido como “de Señor San Joseph, que está en términos
del pueblo de Cuxumatlan, que es en esta provincia de los
Motines, del obispado de Mechuacan”: Acuña (1987), 156.
103
En septiembre de 1550, el virrey mandó que los encomenderos residentes fuera de la provincia regresaran a Colima o, al menos, mantuviesen en ella un hombre con armas y caballos, so pena de perder sus indios. Francisco
Preciado, a la sazón procurador de la Villa de Colima, había informado que Alonso y Jorge Carrillo, Hernán Ruiz de
la Peña, Martín Ximénez, Antonio de Ortega, Martín Monje, Francisco de Cifontes y Antonio de Castilla [del Castillo], todos ellos encomenderos, no habitaban en Colima:
Gerhard (1992), n° 2513. Lebrón de Quiñones, en su Relación sumaria (1554), denunciará cuatro años después el
mismo fenómeno.
la que tuvo al menos tres hijos, avecindándose en Colima:
Icaza (1969), II, nº 1061.
101
Juan de Ibiza, natural de la isla del mismo nombre, hijo
de Jaime Costa y Catalina Palerma, acompañó a Pedro de
Alvarado en su campaña por Guatemala y, después, participó en la pacificación de los valles de Milpa y Autlán, así
como en la de la Nueva Galicia, con el virrey Antonio de
Mendoza. Fue vecino de Colima, donde estaba casado y
tuvo dos hijos: Icaza (1969), II, nº 722. Por su parte, Gonzalo Canelo o Camelo, vecino también de Colima, era originario de la villa de Tomar, “que es en Portogal”, hijo de
Enrique Camelo y Mari Hernández: Icaza (1969), II, nº
1250.
29
José Miguel Romero de Solís
Las preguntas presentadas por Ruiz para el
exámen de sus testigos, decían: si cuando vendieron Gonzalo Moreno y su mujer las casas,
andaban rogando que se las compraran, pues
querían ir a México, “porque no pensaban volver a esta Villa más”; que al parecer, Leonor
Sánchez tenía concertada la venta de las mismas
a Martín de Monjaraz, quien quería pagar con
prendas de plata, como eran un salero y unas cucharas, pero que Leonor Sánchez no quiso; que
el cacao plantado en las casas, eran veinte plantas recién puestas, que poco después se perdieron, y que “Gonzalo Camelo mercó a Corralero
un almácigo de cacao para tornallo a poner”;
que las casas de cacao no estaban bardeadas en
aquel tiempo como ahora lo están, y que Camelo
compró un esclavo indio que no se ocupaba en
otra cosa sino en beneficiar este cacao, y que
Ibiza puso a otro indio con el mismo fin.
Presentó por testigos a Juan Pinzón, Bartolomé Sánchez, Martín de Monjaraz, Francisco
de Cifontes, Diego Morán, Jorge Carrillo y a
Juan de Aguilar, vecinos de Colima.
El 2 de abril, Juan Ruiz pidió un nuevo término, porque “ha sido Semana Santa y no [es]
tiempo convenible para pleitos”, y porque algunos testigos están en la Ciudad de México, como
son Jorge Carrillo y Martín de Monjaraz. El alcalde no concedió el plazo.
El 6 de abril, Diego Veedor daba testimonio
público de cómo Gonzalo Moreno sustituía el
poder recibido de su mujer en favor de Juan de
Reina, vecino de Colima, siendo testigos de la
sustitución Alonso Carrillo, Francisco Ayllón y
Juan Carrillo. Por otra parte, Juan Bautista, restablecido de su enfermedad, recuperaba el tutelaje de los menores de Juan de Ibiza y presentaba una cláusula del testamento del difunto, otorgado en la Ciudad de México ante Pero Sánchez
de Palenzuela, escribano de Sus Majestades, del
que da fe Diego Veedor, en Colima el 8 de junio
de 1551, por la que era constituido tutor.
Caja A–1, exp. 17, 28 ff.
El arriero Juan Domínguez reclama el pago de
unos fletes.
Juan Domínguez, vecino de la Villa de Colima,
dice que “podrá haber diez meses poco más o
menos, que yo me concerté con Juan de Azteguieta, mercader ya difunto e compañero de
Alonso de la Puerta, mercader, en que yo le fleté
veinte y seis caballos de harria míos, para que le
llevase cierto cacao e otras cosas a la Ciudad de
México a su compañero Alonso de la Puerta, y
así mismo, el dicho su compañero era obligado a
me dar cargas para la vuelta, todo lo cual consta
por esta escritura y concierto que así hicimos, de
la cual hago presentación ante V.m.; y porque
llevé yo las dichas cargas y asi mismo truje los
dichos mis caballos cargados a la vuelta con
cargas y mercadurías del dicho Alonso de la
Puerta”, pide al alcalde “me mande pagar los dichos fletes conforme a la dicha escritura, de la
hacienda que quedó de [la] compañía entre el
dicho Juan de Azteguieta y Alonso de la Puerta,
pues yo serví a la dicha hacienda”.104
Caja A–1, exp. 18, 1 f.
23. 1551. Agosto, 17.
Querella de Francisca Álvarez contra Juan Alcalde, por injurias.
Ante el alcalde ordinario Juan de Arana, Francisca Álvarez, mujer de Pero Sánchez, se querella criminalmente contra Juan Alcalde, vecinos
todos de la Villa de Colima. Contando el caso,
la demandante dice que la noche anterior Juan
Alcalde entró en su casa, estando ausente su esposo, y la injurió a ella y a su marido, a quien
llamó bellaco, y ella le contestó que se fuere de
la casa, mestizo bellaco. Pide su castigo.
104
Por su escrito, Juan Domínguez abre una ventana acerca
del comercio entre la Villa y Provincia de Colima con la
Ciudad de México. Los arrieros, locales como foráneos,
necesitaban garantizar cargas y mercaderías para los viajes
de regreso a sus poblaciones de base. Con frecuencia, eran
constituidas compañías entre mercaderes y arrieros, quienes también en ocasiones fungían como cobradores de
aquéllos. Véase a este propósito: infra regº 92.
22. 1566. Mayo, 7.
30
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
El alcalde ordenó que diera información, para lo cual presentó por testigos a Juan, a María
su criada, y a Inés, indios naturales, para quienes
nombró el alcalde por intérprete al escribano
Diego Veedor.
El primer testigo declaró entre otras cosas
que Juan Alcalde había entrado en la casa, riñó
con Francisca Álvarez, a quien quiso golpear
con un palo, ofendiéndola y insultando a su esposo Pero Sánchez; y que ella les rogó que llamaran al alcalde. María, por su parte, dijo que
Juan Alcalde reclamó a Francisca Álvarez, que
riñó e insultó a su ama y a su esposo, que la quiso golpear, y que cuando su ama mandó llamar
al alcalde, el acusado dijo: “Cagajones para Juan
Arana”, y luego se salió de la casa. Inés, la tercera testigo, declaró lo mismo.
Juan de Arana dio mandamiento para prender
a Juan Alcalde. Al querer tomarle juramento para su declaración, el detenido se negó, por lo que
el alcalde ordinario le impuso de multa 50 pesos
de minas. Luego, Juan Alcalde apeló ante el alcalde mayor.
El alcalde mayor, en la cárcel pública, interrogó al detenido. Dijo tener 23 años de edad.
Sobre los hechos, confesó que a la hora de cenar
entró en casa de Francisca Álvarez para hablarle
de cierta muchacha, hermana suya, que vivía
con él, a reclamar que Pero Sánchez, esposo de
Francisca Álvarez, le había dicho que se fuera a
quejar ante la Justicia de los malos tratos que él
le daba.
El 25 de agosto, desde la cárcel Juan Alcalde
pedía se aclarara su situación, porque llevaba
preso ocho días desde que el alguacil Juan de
Reina le había notificado el auto de prisión. Días
después repetía la súplica, pidiendo además que
fuera designado por su curador ad litem Juan de
Carrión,105 vecino de la Villa.
105
Juan Pablo de Carrión es un vecino que aparece y desaparece de la vida cotidiana de Colima, por estas fechas,
para volver a regresar a primer plano décadas después. Hijo
de Micer Agustín Cauchela y natural de Valladolid, siendo
aún muy joven, se embarcó a las órdenes de Álvaro de
Saavedra Cerón y navegó con él desde Zihuatanejo al puerto de Santiago, para seguir hacia las islas del Poniente
(1527). En la década de los cuarenta, fue por timonel con
31
De nuevo, Juan Alcalde suplicaba ahora ante
el alcalde mayor y se quejaba de Juan de Arana.
En otra petición, el detenido alegaba ser menor
de edad, que necesitaba un defensor y pedía fuese nombrado como tal Diego de Velasco, vecino
de la Villa, lo que le fue concedido.
Diego de Velasco dice que la querella de
Francisca Álvarez carece de relación verdadera
y que no debía aceptársele por las razones siguientes: primero, porque la susodicha siendo
casada no puede aparecer en juicio teniendo su
marido, y como ella no tiene licencia de su esposo, éste podría eventualmente contradecirla;
segundo, porque la causa de la supuesta querella
no amerita prisión de su menor; tercero, porque
Francisca Álvarez es madrastra de Juan Alcalde,
y le tiene odio y mala voluntad por ser su entenado, pero que en el tiempo en que vivía Diego
Alcalde, su padre, entonces sí era bien querido
Juan Alcalde de ella, ahora en cambio, busca la
manera de hacerle mal y perjudicarle.
La querellante alegó diciendo que está en su
justicia presentar demanda, puesto que su esposo está ausente. Pide que se tenga a Juan Alcalde
preso y a buen recaudo, hasta tanto regrese su
marido, porque ella no entiende de pleitos.
El 22 de septiembre, de regreso de la Ciudad
de México, Pero Sánchez interviene en el caso,
diciendo que supo que “Juan de Alcalde, mestizo, con poco temor de Dios y en gran menospreRuy López de Villalobos, quedándose por algún tiempo en
España, sirviendo de tesorero con el arzobispo Silíceo,
donde casó con María de Salcedo y Sotomayor. A finales
de aquella década o principios de los cincuenta, dejando
atrás a su esposa, retornó a la Nueva España y se avecindó
en Colima. El virrey don Luis de Velasco le apoyó dándole
comisión en el puerto de la Navidad, donde se construían y
armaban algunas naos para ir a las Filipinas. Cuando la
gran expedición de Legazpi y Urdaneta se echó a la mar,
por los graves incidentes surgidos entre Juan Pablo de Carrión y el ilustre agustino, aquél quedó en tierra. Hacia
1566, viva todavía su esposa en España, osó casarse con la
viuda de Juan de Almesto, doña Leonor Juárez de Figueroa, por cuyo motivo se le abrió proceso en la Inquisición.
En algunos expedientes de nuestro Archivo, figura en 1577
como vecino y “general del Armada que al presente va a
las Islas del Poniente al servicio de Su Majestad”, aunque
en otros dice ser vecino de Zapotlan: Sevilla del Río
(1977), 126-128.
José Miguel Romero de Solís
Alonso Ladrillero relató haber oído decir a
Juan Alcalde que Francisca Álvarez “era una perra confesa y asímismo su padre, y todos sus antepasados, e que habían quemado a su abuelo de
la dicha Francisca Álvarez, e que se lo probará
todo con uno que estaba en la Ciudad de Ángeles”, y que otro tanto era su esposo Pero Sánchez.
Diego de Almodóvar contó que estando en
casa, oyó las voces que daban en casa de Pero
Sánchez, y que se asomó a una ventana y escuchó que Juan Alcalde decía a Francisca que era
una confesa.
Juan de Reina, por su parte, aclaró que entre
las cosas que aquella noche se dijeron, fue que
en la Puebla de los Ángeles había no sé qué información al respecto de que Francisca Álvarez
era una confesa.
Pero Sánchez, por su parte, el 28 de septiembre, decía que el acusado había cometido otros
delitos aparte de los que él había denunciado, y
que estaba dispuesto a probar que “parte de sus
bienes pertenecen a Su Majestad”, por lo que solicitaba su embargo y depósito en persona lega,
llana y abonada.
Al día siguiente, Juan de Arana dispuso incautar un cubilete de plata, un paño de cama,
una vihuela, dos candeleros, un libro de [...] de
canto, otro de Marco Aurelio, otro de Celestina,
una caja de peines”. Siendo testigos Diego Veedor y Juan Gómez, fueron depositados en Juan
Pinzón.
El 7 de noviembre, sin embargo, Pero Sánchez y su mujer, a ruego de buenos vecinos, retiraron sus querellas ante el alcalde ordinario Juan
de Arana y el escribano Diego Veedor.
Juan de Arana, entonces, siguió de oficio el
caso, nombrando al alguacil Juan de Reina,
promotor fiscal. Después declaró que por una
provisión real manada de la Audiencia que reside en la Ciudad de México, se ordenaba enviar
la causa al pueblo de Amacueca; por ello, para
evitar agravios al acusado, remitía la causa al alcalde Juan Fernández El Viejo y que éste hiciera
justicia.
Caja A–1, exp. 19, 28 ff.
cio de la Justicia Real, estando yo fuera de la dicha mi casa, entró en ella, y a Francisca Álvarez,
mi mujer, e a mí, dijo muchas y muy feas palabras”. Exige su castigo. En otro escrito, Pero
Sánchez contaba cómo habían sucedido los
hechos: en su ausencia y estando las puertas cerradas de la casa, entró el acusado insultando
feamente a su esposa y amenazándola de dar palos y coces, mientras que esgrimía un palo en la
mano; y cuando su mujer huyó y se refugió en
un aposento cerrando la puerta, Juan Alcalde la
reempujó queriéndola abrir, y gracias a la presencia de otros vecinos, no pasó a más la afrenta. Pide que se le entregue traslado de los autos
anteriormente hechos por la acusación presentada por su mujer y que la información dada se integre a la actual querella que él en persona presenta. Solicita, además, que por cuanto “la cárcel que está en esta Villa es fácil de quebrantar,
le mande echar graves prisiones, y poner hombres de guarda a su costa”, para evitar su fuga.
El alcalde Juan de Arana dispuso que el propio Pero Sánchez buscara dos o tres personas
que guarden al detenido, pagándoles su salario;
además, que ampliara la información dada, para
lo cual Sánchez presentó por testigos a Juan
Ruiz, Diego de Almodóvar, al alguacil Juan de
Reina, vecinos de Colima, y a Alonso Ladrillero, estante.
Juan Ruiz declaró que estando en su casa con
su mujer Mari López, oyeron gritos en casa de
Pero Sánchez, reconociendo las voces de Juan
Alcalde y Francisca Álvarez, a la que encontraron llorando y quejándose al señor alcalde. Ruiz
dice que el acusado decía a su madrastra que era
una bellaca, y que era confesa, y que eso lo podría probar porque alguien que había tenido
pendencia con Juan Guerrero, padre de Francisca Álvarez, había ido a Castilla y había traído
constancia que era confeso, pero que por ruegos
había disimulado, y que él, Juan Alcalde, pensaba buscar dicho testimonio; que era pues una bellaca puerca, y que su esposo Pero Sánchez era
un bellaco revolvedor, que había cometido algunos hurtos en Culiacan, y que a Gonzalo Moreno, vecino de Colima, le había herrado un caballo yendo a México, en Guayangareo.
32
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
tamos en Semana Santa, en la cual no podré
hacer mi probanza”. Solicita plazo de cuarenta
días, lo que le concede el alcalde.
Vargas presentó el interrogatorio según el
cual habrían de ser examinados los testigos. Si
habían visto u oído que Elvira Montañesa le huAnte el alcalde mayor Alonso de Torres y su es- biere enviado para su casamiento 100 pesos del
cribano Diego Veedor, Juan de Vargas, estante oro que corre, un manto y una saya negra de paen la Villa de Colima, demanda a su cuñada El- ño refino, un verdugado de palmilla de buen pavira Montañesa, porque “al tiempo que me casé ño, una cama blanca y ropa para su vestir. Si sacon Catalina de Vosmediana, mi mujer, me ben que cuando Elvira casó con Juan de Orduña,
mandó Elvira Montañesa, hermana de la dicha “me dio un manto de luto viejo que ella traía,
mi mujer, porque me casase con la dicha su para una capa, y dijo dármela por mi trabajo, y
hermana, cien pesos de oro de tepuzque, y vesti- por entender en su hacienda, y si saben que el
da de manto y saya y verdugado, y una cama de dicho manto podía valer hasta cuatro o cinco peropa blanca de lienzo, lo cual muchas veces se sos de tipuzque”. Si saben que “me dio una yelo he pedido y no me lo quiere dar. Por tanto pi- gua castaña que yo, el dicho Juan de Vargas,
do a V.m. me lo mande pagar, pues fue de su vendí a Francisco Hernández, vecino desta Vivoluntad y no por fuerza”. Dice estar presto a lla, la cual dicha yegua me dio por cuatro pesos
de minas, y me dijo que cogiese las yeguas que
dar amplia información sobre el particular.
Juan de Orduña, vecino de esta Villa, a nom- traía por estos ejidos”, y conforme las recogiera,
bre de su esposa Elvira Montañesa, responde “se fuese descontando de los dichos cuatro peque su mujer ya le dio a Vargas muchas cosas, sos, y si saben que se las recogí y mucho más
como son: “un manto e una basquiña, un verdu- que podía valer dicha yegua”. Si saben que “me
gado, dos camisas, una cofia de oro, una gorgue- dio un potro castaño de un año, porque fui a cora de seda, una cama de madera, un colchón, dos rrelle un caballo hovero con su manada del Alsábanas, una frazada, una sobrecama bordada de barrada y si saben que lo truje”.
la tierra, dos almohadas labradas, y pagó por el Caja A–1, exp. 20, 8 ff.
dicho la dicha mi mujer quince pesos de tipuzque a Téllez, diez a Antón de Nava, dióle más
una yegua, que vendió en catorce pesos de mi- 25. 1552. Mayo, 2.
nas, que tenía un potro blanco, otra yegua casta- Poder que otorga Beatriz López en favor de
ña y ciertos potros, y otras cosas que no se Gonzalo López y Diego de Baeza.
acuerda”.
Juan de Vargas alega que sí es cierto que al- Carta poder que Beatriz López,106 vecina de Cogo le dio su cuñada, pero ello “ha sido por mis lima, viuda de Alonso Castillo Maldonado,
dineros y por mi trabajo”, recogiéndole como lo otorga ante el escribano Diego Veedor, en su
ha hecho, “mucha parte de yeguas y vacas y nombre y en el de sus hijos Pedro de Arévalo107
otros servicios, que en su hacienda he trabajado
106
Acerca de doña Beatriz, dimos datos: supra, regº 2;
como es público y notorio”, y de lo que está
además:
infra, regº 41.
aparejado de dar información bastante.
107
Hijo legítimo del conquistador y vecino de Colima
El alcalde mayor Alonso de Torres recibió a Alonso de Arévalo y Beatriz López de Ayala. Nació en
prueba la causa con término de nueve días, a lo 1538: Sevilla del Río (1974), 119. Fue regidor, en 1564: inque Juan de Vargas pidió ampliación de plazo, fra, regº 91; y alcalde ordinario, en 1570: infra, regº 195,
por no estar presentes en la Villa los testigos que 231-235; II, regº 339; y IV, regº 793. Al fallecer su madre
1570, heredó los bienes de la familia y sus encomiendas:
quería aprovechar, como eran Juan Fernández en
los llamados Pueblos de Arévalo, pero también sus cuanLadrillero y Juan Pinzón; por otra parte, “ya es- tiosas deudas y algunas de su hermano Diego López de
24. 1551. Febrero, 25.
Juan de Vargas reclama de su cuñada Elvira
Montañesa el pago de cien pesos de oro de tepuzque y otras cosas.
33
José Miguel Romero de Solís
Caja A–1, exp. 21, f. 3 vta.110
y Gonzalo López, en favor de Gonzalo López y
Diego de Baeza, entre otras cosas, para tomar
cuentas a las personas que están a cargo de las
minas y esclavos “que tengo en las minas de los
Zacatecas en compañía de Diego López”.
Testigos: Francisco Preciado, Juan de Arévalo108 y Francisco Lepuzcano.
Caja A–1, exp. 21, ff. 1-3 vta.
27. 1551. Junio, 11.
Venta de un solar en la Villa de Colima que
hace Marigutiérrez a Juan Fernández Ladrillero.
Escritura de venta que otorga Mari Gutiérrez,
moradora que es de la Villa de Colima, a Juan
Fernández Ladrillero, vecino de Colima, por razón de “un solar que yo he e tengo en esta Villa,
que ha por linderos de la una parte casas de Bartolomé Garrido, e por la otra parte casas de Martín de Monjaraz, vecinos de dicha Villa, y por
delante la Calle Real, por precio y contra de
veinte pesos de oro de tepuzque, que valga cada
un peso ocho reales de plata”.111
26. S/f.
Poder que otorga Francisco Preciado en favor
de Garci Garcés para comprar esclavos negros.
Carta poder de Francisco Preciado, vecino de
Colima, a Garci Garcés de Mansilla, para que
“vos podáis obligar y obliguéis hasta en contra
de seiscientos pesos de minas de ley perfecta, de
valor cada un peso de a cuatrocientos cincuenta
maravedís de buena moneda”, por razón de dos
esclavas negras y dos esclavos negros que para
él habrá de comprar.109
110
Esta escritura está trunca.
Mari Gutiérrez de Villacorta, nacida en la Nueva España, era hija del conquistador Juan de Villacorta y Ana González. Villacorta había pasado con Narváez a la Nueva España y “hallóse en la conquista de la ciudad y de otras provincias de esta tierra”. Cuando se levantó el Padrón de
1532, Villacorta era vecino de Colima y tenía “un pueblo
que se dice Tenecal; terná diez indios”. Al parecer, no le
favoreció mucho la fortuna: VP 25; Icaza (1969), II, nº
1171. Casó Mari Gutiérrez primeramente con Gómez Gutiérrez, a quien sobrevivió y del cual heredó la encomienda
de los pueblos de Chapula (o Chapoli) y Pomayagua, “en
unos llanos junto a unas sierras a dos leguas y media de la
Villa de Colima”, cuyos naturales cosechaban maíz y algodón: SV 464. La cédula otorgada por Hernán Cortés el 11
de diciembre de 1523 y presentada ante Lebrón de Quiñones —la cual aún conservaba “un sello de cera verde”—, depositaba en Gómez Gutiérrez “el señor y naturales del pueblo de Cicatipan, que es en la provincia de Colimotl”; sin
embargo, con el tiempo, aquella comunidad dio origen a
los dos pueblos arriba mencionados: Lebrón (1979), 57. La
Suma registra aquella encomienda simplemente como Pomayagua, “en Colima” y en “Juan Guriezo”, con 46 tributarios casados, que pagaban por tributo cada año 24 mantas,
50 hanegas de maíz, 10 cargas de frisoles, algunas gallinas
y “dos yndios de seruicio en Colima” (véase la tasación
que les hizo Lebrón, en el regº 89). Lindaba con Tecocitlan, encomienda de Jorge Carrillo, y en ocasiones estallaban conflictos entre los naturales de aquellas comunidades
limítrofes, como en junio de 1550, cuando fue comisionado
el alcalde mayor de Colima don Alonso de Torres para averiguar y hacer justicia entre ellos, puesto que Don Juan,
gobernador de Tecocitlan, alegaba que les invadían sus tierras: Gerhard (1992), n° 2505. Mari Gutierrez casó en se111
Ayala, muerto años antes: infra, regº 251. Pedro de Arévalo
murió en 1573, siendo sus albaceas Juan Ramírez Alarcón
y Juan de Arévalo, su medio hermano, al que también designó por heredero, pero quien apenas pudo gozar de la herencia, porque, debido a las muchas deudas dejadas por su
hermano, la mayor parte de sus bienes tuvieron que rematarse en Alonso Carrillo: infra, regº 242, 251, 259; IV, regº
803. Al parecer, Pedro de Arévalo no fue casado.
108
Mestizo, hijo natural de Alonso de Arévalo habido con
Leonor, india de la tierra; hermano de Pedro de Arévalo:
infra, regº 240, aunque, en otro lugar, se decía que era hijo
de Pedro de Arévalo, difunto, e “ido fuera deste Reino de la
Nueva España, a partes remotas y apartadas”: infra, IV,
regº 807. Casó con Juana de Angulo y vivía en una huerta
que había pertenecido a su suegro en las cercanías de Tizahuacan; de este matrimonio, hubo dos hijas: Leonor y María: III, regº 666.
109
Esta escritura no deja de ser elocuente, porque Preciado
otorga su poder para comprar cuatro esclavos a un vecino
que le mataría entradas las aguas en el verano de 1557,
como informa el vecino Bartolomé Sánchez por carta a su
compadre Juan de Arana: cf. infra, regº 62. Garci Garcés
de Mansilla ó Mancilla fue “un tipo incoloro, sin relieves,
que ocasionalmente ejercía oficio de escribano y que fuera
el segundo esposo de Ana Martel, viuda del conquistador
Juan de Aguilar Solórzano, y, al parecer, la primera española que se avecindó fundando hogar en la villa de Colima”: Sevilla del Río (1974), 182.
34
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
hacer descuento alguno del dicho rédito por motivo alguno, ni casos fortuitos que del cielo a la
tierra vengan, pensados e no pensados sobre la
huerta.
Escribano: Diego Veedor.
Caja A–1, exp. 21, ff. 5-6.114
Testigos: Pedro de Figueroa y Gonzalo Garijo, vecinos y estantes.
Caja A–1, exp. 21, f. 4.
28. 1551. Junio, 18.
Censo sobre una huerta de cacao, propiedad de
Juan Fernández El Viejo y Francisca de Saldaña, su mujer.
Carta de censo que otorgan Juan Fernández El
Viejo y Francisca de Saldaña, su mujer, a favor
de los hijos menores de Maese Jácome, difunto,112 y de Juan de Aguilar, su tutor y cuidador,
por valor de 34 pesos y 3 tomines de oro de minas de ley perfecta, fundidos y marcados, de valor cada un peso de 450 maravedíes, cada año,
sobre una huerta de cacao que Juan Fernández y
su mujer tienen en los términos del pueblo de Iztapan,113 los cuales venden sin estar obligada ni
hipotecada por precio de 343 pesos de oro de
minas, bajo las siguientes condiciones: que cada
y cuando paguen Juan Fernández y su mujer 100
pesos o menos cantidad, se rebajarán del capital,
y por tanto, estarán obligados de recibirlos y de
hacer nueva escritura; Juan Fernández y su esposa se comprometen a tener la huerta bien reparada y labrada, de modo que estén bien parados los dichos pesos de oro del censo; que la
huerta no se podrá vender ni trocar a persona alguna; que si ellos o sus herederos pagan los 343
pesos del censo, estarán obligados a recibirlos
dando por libre y quita de dicho censo a la huerta; que Juan Fernández y su mujer no podrán
gundas nupcias con Juan de Buriezo o Guriezo, de cuyo
matrimonio nació, al menos, un varón llamado como su
padre, Juan Guriezo, quien casaría con una hija de Alonso
Martín de Trejo (infra, regº 90). Seguramente a la venta del
solar del que trata nuestro expediente 27, remite el pleito
que Juan Fernández El Mozo promoverá años después: infra, regº 47.
112
Acerca de Maese Jácome y sus hijos, cf. infra, regº 93 y
184.
113
Iztapan, colindante a Caxitlan, era un pequeño pueblo
que perteneció en vida a Rodrigo de Villasinda, conquistador llegado a la Nueva España con Pánfilo de Narváez y
que fungió de regidor en la Villa de Colima en 1532: VP
16. A su muerte, se juntó con Tequepa que estaba en la Corona: SV 679.
29. 1555.
Juan Alcalde hace presentación de una provisión real.
Juan Alcalde, vecino de Colima, dice que presenta carta receptoría, Provisión Real y un interrogatorio según el cual habrán de ser examinados los testigos en la causa que sigue.
Caja A–1, exp. 21, f. 8.115
30. 1552. Febrero.
Catalina Martín, abandonada por su esposo
Juan Gómez de Cáceres, solicita licencia para
designar alguien que entienda en sus pleitos.
Catalina Martín, vecina de Colima, mujer que es
de Juan Gómez de Cáceres, dice que por estar
ausente su esposo y ella necesita comparecer en
juicio, pide licencia al alcalde ordinario Juan de
Aguilar para otorgar poder a persona idónea que
entienda en sus pleitos. El alcalde lo concedió.
Juan Pinzón, en nombre de su hermana Catalina Martín, dice que cuando ella casó con Juan
Gómez de Cáceres, llevó en dote y casamiento
500 pesos de oro de minas en dineros, yeguas,
ropas y cama de ropa, todo lo cual recibió su esposo, como consta por la carta de dote que otorgara Juan Gómez y de la que hace presentación.
“Y ahora, el dicho Juan Gómez se ha huido y
ausentado dejando la dicha Catalina Martín, su
mujer, probe y necesitada”, porque de los bienes
114
Al frente de la foja 7, se halla una solicitud presentada
por Bernardo Marcos, vecino de Colima, ante el alcalde
mayor capitán Cristóbal Gutiérrez Flores (1618-1619); dice
que tiene 150 pesos de ropa para vender en su tienda, de lo
que compró a Juan Gaviño y pide licencia para vender, cosa que le fue concedida.
115
Escritura trunca.
35
José Miguel Romero de Solís
un mes, y el resto en un plazo de tres meses y
medio, en reales de plata.
Como consta, Pedro de Figueroa reclamó ante la Justicia su cobro, y Juan Fernández El Viejo, alcalde ordinario a la sazón, había dado mandamiento al alguacil Juan de Reina para hiciera
ejecución en los bienes de Juan Gómez por 625
pesos, el día 29 de diciembre de 1551. Como éste declarara que no tenía bienes, el alguacil lo
tomó preso, siendo testigos Francisco Palomino,
Juan Pinzón y Juan García, vecinos de Colima.
El 4 de febrero de 1552, Pedro de Figueroa decía que estaba pagado de los pesos que le adeudaba Gómez de Cáceres.
El 17 de septiembre de 1552, ante el alcalde
ordinario Juan de Aguilar, Catalina Martín presentó por testigo para la información a Juan Fernández El Mozo, quien declaró que Juan Gómez
de Cáceres estaba fuera de la Villa de Colima
desde hacía muchos días y que creía que no
habría de regresar, porque cuando partió, “mostró llevar propósito de no volver en mucho
tiempo a ella”. Pedro Sánchez, vecino de Colima, también atestiguó que Gómez se marchó de
la Villa, huyendo por deudas, y que por eso pensaba que no habría de volver. Juan de Orduña,
vecino de la Villa, dijo que tampoco creía que
Gómez regresara a Colima, y que no había noticias suyas.
El alcalde Aguilar dio licencia, entonces, a
Catalina Martín para que designase a alguien
que viera por ella. Catalina dio todo su poder a
Francisco Navarro, ante Diego Veedor, el 22 de
octubre de 1552, siendo testigos de ello Alonso
Carrillo, Pedro Díez de Mengíbar y Juan Carreño.
Caja A–1, exp. 22, 14 ff.
recibidos, entre ellos una esclava negra llamada
María, el susodicho todo lo ha enajenado y malgastado. Pinzón solicita de la Justicia que la esclava y otros bienes que están en poder de Pedro
de Figueroa, vecino de la Villa, los mande dar a
Catalina Martín.
Se presenta la carta de dote otorgada por
Juan Gómez de Cáceres ante el escribano Diego
Veedor, y fechada en Colima a 29 de julio de
1551, siendo testigos Juan Fernández El Viejo y
Juan Bautista, e interponiendo su autoridad el
alcalde mayor Alonso de Torres y el alcalde ordinario Juan de Arana.
Sabiendo Pinzón que Pedro de Figueroa pretendía ausentarse de la Villa y trasladarse a la
Ciudad de México, solicitó que se le impidiera
el viaje. El alcalde mandó a Figueroa que se
constituyera en depositario de la esclava negra y
que no dispusiera de ella hasta tanto la causa
fuese determinada. Pedro de Figueroa se obligó
a ello ante Diego Veedor, alegando sin embargo
que la dicha esclava le pertenecía.
Para prueba de ello hizo presentación de un
traslado de una carta poder otorgada por el mercader Juan Alonso a su favor ante el escribano
Baltasar Díaz, el 2 de octubre de 1551, para cobrar de Juan Gómez de Cáceres, vecino de Colima, 625 pesos de oro de tepuzque de a ocho
reales cada peso, por una obligación anterior,
fechada el 23 de marzo de 1551.
También presentó Figueroa una obligación
de Juan Gómez de Cáceres a favor de Juan
Alonso, otorgada ante el escribano Baltasar Díaz
y fechada en México el 23 de marzo de 1551,
por valor de 625 pesos de oro de tepuzque, por
razón de un esclavo negro, llamado Juan, bozal,116 natural de Cazonga,117 de veinte años de
edad, vendido en 216 pesos de oro de minas, y
además por tres pipas de vino blanco de ventidós arrobas y media cada pipa, comprometiéndose a pagar de la siguiente manera: 280 pesos a
31. 1552. Abril, 5.
Diego Téllez y Pero Sánchez reclaman de Catalina Martín, mujer de Juan Gómez de Cáceres,
el pago de una fianza.
116
Por bozal se entiende el negro sacado de su país de origen.
117
De la región del río Cazamancia procedieron los esclavos llegados a Nueva España y que eran nombrados Cazanga o Cazonga: Aguirre Beltrán (1989), 101, 116; infra,
II, regº 407.
36
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
Diego Téllez118 y Pero Sánchez, vecinos de Colima, habían prestado cierta fianza a Juan Gómez de Cáceres y a su esposa Catalina Martín,
por cuantía de 72 pesos de tepuzque, para pagar
a Juan Bautista, según consta por una escritura
que les hicieron, y además, dejaron en poder de
los querellantes “un sayo e una capa e un manto
e una saya, lo cual nos lo tenemos para vendello
e hacernos pago de la dicha fianza”, y para lo
que falta, Juan Gómez y su mujer se obligaron a
pagarles. Piden que Su Merced esté presente en
la venta y remate de dichas ropas, para que si no
se alcanzare a cubrir la deuda, dé mandamiento
ejecutorio contra Catalina Martín, a fin que ella
pague todo.
Se hace presentación de la escritura otorgada
por Juan Gómez de Cáceres y Catalina Martín,
ante el escribano Diego Veedor, con fecha de 5
de enero de 1552, en favor de los demandantes.
Testigos fueron Diego Rodríguez y el alguacil
Juan de Reina.
Juan Pinzón, representante de Catalina Martín, fue notificado.
Por el albacea de Juan Bautista, difunto, se
presentó una obligación de pago otorgada por
valor de 68 pesos y 3 tomines de oro que corre,
que habían suscrito el 7 de enero de 1552 Pero
Sánchez y Diego Téllez por Juan Gómez de Cáceres, que seguía debiendo un resto de un conocimiento de 105 pesos en favor de Juan Bautista,
alcalde ordinario de la Villa de Colima. El alcalde mandó a Téllez y Sánchez que reconocie-
ran dicho conocimiento, y así lo hicieron; luego,
les dio plazo de tres días para su pago.
El 27 de abril, el alcalde dio mandamiento de
ejecución en los bienes y personas de los susodichos, quienes al declarar que no tenían bienes,
fueron conducidos presos a la cárcel pública de
la Villa.
El 29 de abril, los demandantes volvían a insistir en su petición, y el alcalde Juan de Aguilar
dispuso que las prendas salieran a remate. El día
1° de mayo anduvieron en almoneda pública las
prendas que estaban en poder de Téllez y Sánchez, por voz de Pantigosa, pregonero nombrado, tanto en la mañana como en la tarde de ese
día, siendo adjudicadas en Guillermo de Plancarte, vecino de la Villa de Colima,119 en 66 pesos de tepuzque.
Caja A–1, exp. 23, 8 ff.
32. 1578. Marzo, 27.
Mandamiento para prender a dos esclavos negros huidos.
Cristóbal de Solórzano,120 alcalde ordinario de la
Villa de Colima, da mandamiento al alguacil
mayor Alonso de Huete, para que prenda los
cuerpos a Antón, negro esclavo de Juan Fernández de Ocampo, y a Madalenilla, negra esclava
de Juan de Salinas, y presos los ponga en la cárcel pública de la Villa, porque llevan más de tres
años huidos.
Caja A–1, exp. 24, 1 f.
118
Diego Téllez, primero vecino de Colima y luego de Villa de la Purificación, era natural del pueblo de Garcíez, tierra de Trujillo, hijo de Pedro Tello y Mari Díaz, y llegado a
la Nueva España, participó en las conquistas y pacificaciones de la Nueva Galicia, bajo las órdenes de Francisco Cortés y Nuño de Guzmán, recibiendo el pueblo de Pampuchin
y tres estancias —Piloto, Maloto y Maito, junto a la mar—
por mitad con Martín de Páez y que por largo tiempo estuvieron de guerra. Téllez casó con una hija de Antonio del
Castillo, vecino de Colima, quien pasó con Narváez y se
halló en la conquista de la Ciudad de México y otras provincias novohispanas y en la pacificación de la Nueva Galicia: VP 15; Icaza (1969), II, nº 693 y 1184; SV 467. En
tiempos de la visita del oidor Lebrón de Quiñones, Diego
Tellez tenía una estancia de ganado mayor a cuatro leguas
de Colima, con unas 100 yeguas y 500 vacas: Lebrón
(1979), 65.
37
119
Guillermo de Plancarte, “natural de la çiudad de Courtray, que es en el condado de Flandes, e hijo legítimo de
Arnot Plauçar e de Jaquemyna Bosquere [...], y es casado y
tiene vna hija, y su casa poblada con sus armas y cauallos”:
Icaza (1969), II, nº 702.
120
Cristóbal de Solórzano era el primogénito del conquistador Juan de Aguilar y Ana Martel. Con fecha 11 de mayo
de 1560, el virrey don Luis de Velasco le encomendó “los
naturales del dicho pueblo de Xicotlan con sus sujetos, según e como los tuvo en encomienda el dicho vuestro padre
e, como a tal, hayais y lleveis los tributos en que están tasados”: Reyes G. (1981), 39-40. Casó con María de Grijalba con la que procreó a Luis y Juan de Solórzano:
AHMC/Reyes 244. Tuvo cargos de justicia en la Villa: alcalde ordinario, en 1571, 1575, 1584; y teniente de alcalde
mayor en 1588.
José Miguel Romero de Solís
xico que parescía ser del señor Visorrey para el
dicho señor visitador, la cual dicha carta tomó el
dicho señor visitador en las manos y antes que la
abriese, este testigo vido como a su parescer
había sido la carta abierta, otra vez y tornada a
cerrar porque los agujeros que traía, amostraba,
como dicho tiene, haber sido abierta la dicha
carta, y ansimismo otras personas que presentes
estaban lo dijeron por ser los dichos agujeros
abiertos dos veces, en que parescía haber sido
abierta muy claramente. Y luego el dicho señor
visitador estando hablando en lo susodicho,
mandó llevar a la cárcel hasta averiguar lo susodicho al dicho Diego indio, e al tiempo que lo
querían llevar a la cárcel, vido este testigo que
se alborotaron los indios que estaban presentes a
manera de querer defender al dicho indio, e luego el dicho señor visitador mandó traer ante sí
los caudillos que comenzaron a hacer el dicho
alboroto, los cuales eran cuatro o cinco, que este
testigo no los conoce más que habellos visto señalar, e ansimismo ha oído decir este testigo que
estos dichos indios que fueron caudillos del dicho alboroto traen y han traído este pueblo alborotado e que ha oído decir por cosa pública en el
dicho pueblo a muchos indios del dicho pueblo
cómo, a instancia e mandado de los frailes, lo
traen desasosegado, porque sigan sus opiniones
e que no haya clérigo sino que ellos tengan
mando en el dicho pueblo, que tienen espías los
dichos frailes, para ver lo que se hace e para ir e
venir con concejas e mensajes, e que ansimismo
este testigo oyó decir en presencia del dicho señor visitador cómo el dicho Diego, indio que
traía la carta del señor Visorrey, estuvo con ella
tres días en el dicho pueblo de Amacueca y que
ansimismo vido cómo el dicho indio dijo que
venía derecho de México e que había estado
ocho días en el camino, e por la [fecha] de la
carta de Su Señoría paresció haber estado [más],
por lo cual tiene e cree que la dicha carta se
abrió por haberse tenido tantos días en Amacueca, e que le paresció a este testigo el dicho monipodio, escándalo y alboroto que los dichos indios hicieron en presencia del dicho señor visitador, muy grande desacato siendo en presencia,
como dicho tiene, del dicho señor visitador,
33. 1552. Febrero, 22.
Información tomada en el pueblo de Sayula por
el oidor Miguel de Contreras y Guevara, visitador de la Nueva España, para averiguar quién
abrió una carta que el virrey Luis de Velasco le
había escrito.
En el pueblo de Sayula, “el muy magnífico señor el licenciado Miguel de Contreras y Guevara,121 oidor e alcalde mayor del Nuevo Reino de
Galicia e visitador de la Nueva España, por Su
Majestad, y ante mi Jhoan de la Torre, escribano”,122 dijo que “por cuanto hoy dicho día, le
trajo una carta del ilustrísimo señor Visorrey
desta Nueva España don Luis de Velasco un indio que se dice Diego Chimani, la cual dicha
carta parescía haber sido abierta, y así paresció a
dos o tres españoles que estaban presentes; e para saber quién la había abierto, porque el dicho
Diego no lo quiso confesar, lo mandó echar en
la cárcel; e al tiempo que lo fueron a llevar, estaban munchos indios dando voces e alborotando el pueblo, diciendo que a todos él echase en
la cárcel, y el dicho señor visitador les llamó y
los dichos indios no quisieron venir sino diciendo que fuese él allá, de lo cual hubo grande alboroto en el pueblo. E porque lo susodicho es
digno de punición e castigo, tomó la información siguiente”.
El visitador mandó llamar por testigos a Pedro de Vivanco, a Luis de la Cueva, al escribano
Juan de la Torre y a Juan López, españoles.
Vivanco declaró que “hoy dicho día lunes,
estando este testigo con el dicho señor visitador
en su posada, llegó un indio alto de cuerpo, que
se dice Diego Chomani, e traía una carta de Mé121
Al tiempo Lebrón visitaba Colima, el oidor Miguel de
Contreras y Guevara visitó los Pueblos de Ávalos e Izatlan
entre enero y junio de 1552. Entre las providencias dictadas
por Contreras, destaca la disminución tributaria, medida a
la que se opuso el encomendero Alonso de Ávalos El Viejo, por lo que la Audiencia de México anuló prácticamente
los resultados del visitador. Más tarde se le tomó residencia, aunque salió libre de cargos: Sarabia Viejo (1978),
359-360.
122
De este escribano daremos datos en nota al regº 41.
38
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
porque escandalizaron el pueblo e hubo muy
grandes alaridos e alborotos, dando de manos
todos los dichos indios, llamándose unos a otros,
y el dicho señor visitador fue tras dellos llamándolos muchas veces e no acudían a su llamado,
antes los dichos indios le llamaban al dicho señor visitador con las manos y con voces a que se
llegase él a ellos, porque este testigo lo oyó decir a algunos naguatatos123 deste dicho pueblo,
que le decían ansí124 en las voces que daban los
dichos indios hasta que este testigo vido que el
dicho señor visitador envió delante corriendo
todos los alguaciles desde dicho pueblo para que
los atajase y trujese con él; y no embargante esto, no vinieron hasta que el dicho señor visitador
fue por ellos, y mandó prender los dichos caudillos. Y este testigo vido cómo dijeron los dichos
caudillos al dicho señor visitador que si echaba
preso al dicho Diego indio, que a todos los
prendiese y los ahorcase, y esto con mucha soberbia, que al parescer deste testigo y de otros
muchos que estaban presentes, les paresció muy
gran atrevimiento y desacato, y que esta es la
verdad, y lo que sabe y vido”.
Luis de la Cueva declaró por su parte que estando en la posada con el visitador, “vido entrar
un indio con dos cartas, que decían que es deste
pueblo, la una dellas era del señor Visorrey para
el dicho señor visitador, e la otra para García
Ramírez”.125 La carta del visitador parecía haber
sido abierta. El visitador tomó juramento del indio y le preguntó quién había abierto la carta, a
lo que éste respondió que nadie, “porque había
venido en ocho días desde México e había venido derecho con ella”. Algunos naturales que estaban presentes dijeron entonces al visitador que
“había tres días que el dicho Diego había estado
con la carta en Amacueca”. El visitador abrió la
cartta y la fecha de ella era del día 6 de febrero,
123
Naguatato o nahuatlato, “persona versada en el idioma.
Antiguamente se llamaba así a los intérpretes del nahoa al
español o viceversa”: Cabrera (1984), 98.
124
“Ansí, ansín, así” son tres variables que también registra
Boyd–Bowman (1971), 64.
125
García Ramírez era corregidor de la mitad de los pueblos de Ávalos, a quien en alguna ocasión se le menciona
también como corregidor de Zapotlan.
39
por lo que resultaba que había estado en camino
durante dieceséis días. Fue cuando el visitador
mandó que llevasen preso a la cárcel a Diego.
“Y llavándolo preso, salieron de través cuatro o
cinco indios que al parecer deste testigo debían
ser principales, y comenzaron a dar voces e apellidar el pueblo e a llamar con las manos a los
maceguales,126 diciendo que pues llevaban a
aquél preso, que los llevasen a ellos e que los
ahorcasen”. A tanto alboroto, salió el visitador y
llamó a los indios, quienes respondieron que no
irían a su llamado, que fuese él a ellos, mientras
que seguían dando voces y llamando a la gente.
Entonces el visitador fue hacia ellos, “e salió un
indio de entre los otros, que este testigo no sabe
cómo se llama, e le dijo al dicho señor visitador
que si llevaban preso al dicho Diego, que los
llevase todos presos y los ahorcase”. Opina el
testigo que, de no haber estado tantos españoles
con el visitador, “que no le consintieran llevar el
dicho indio preso”. Asegura saber que el pueblo
está alborotado y desasosegado, “y que los unos
con los otros han tenido e tienen pasiones, e dicen ser la causa los frailes de Amacueca, porque
los unos quieren que esté clérigo en el pueblo, y
los otros no, e que este testigo ha oído decir a
los mesmos indios del pueblo cómo los frailes
tienen en el dicho pueblo sus espías para saber
lo que pasa en el dicho pueblo, e que sabe e vido
que los dichos indios se desacataban contra el
dicho señor visitador hablándole muy soberbios
e teniendo en poco lo que les mandaba”.127
126
De macehualli, vasallo, villano: Cabrera (1984), 87.
Los Pueblos de Ávalos y las provincias de Amula y
Tuxpan–Tamazula–Zapotlan vivían a la sazón un período
de incertidumbre que facilitaba la anarquía, de lo que da
buena cuenta este expediente. Por una parte, los tiras y
aflojas entre los obispados de Michoacán y la Nueva
Galicia, con las exigencias de sus respectivos diezmos; las
arbitrariedades cometidas por los escasos vecinos
españoles y del encomendero Alonso de Ávalos; la
inquietud vivida entre los religiosos franciscanos ante la
amenaza de la progresiva introducción del clero secular en
su feudo; los tributos a pagar y los indios de servicio que
los pueblos debían aportar tanto para la construcción y
habilitamiento de las naos en los puertos del litoral que
habían de zarpar al Perú, como para la edificación de la
iglesia mayor de Colima y, luego, del monasterio
franciscano, y socorrer con bastimentos a sus vecinos: cf.
127
José Miguel Romero de Solís
daban grandes voces, “les dijo que cuáles eran
las personas que habían alborotado este dicho
pueblo y porqué, y los dichos indios señalaron
cinco tequitatos128 que eran caudillos del dicho
alboroto”, y éstos dijeron que si llevaban preso a
Diego, que llevase a ellos también y ahorcase.
Añade Juan López: “Y le paresció a este testigo
y a otros oyó decir este testigo que si el señor
visitador estuviera solo en el dicho pueblo, que
no llevara preso a ninguno de los indios, según
les vido a todos alborotados; y luego in continente mandó el dicho señor visitador prender a
los que halló alzados”. Dice López que escuchó
decir a muchos naturales de Sayula que “los dichos tequitatos indios que hicieron el dicho alboroto y escándalo, que han traído y traen este
dicho pueblo revuelto por mandado de los frailes, porque tienen en este dicho pueblo un clérigo”.
Después el visitador Contreras tomó declaración a los naturales Martín de Guzmán y a Juan
Quautemo, siendo intérprete Miguel Vallejo.
Martín de Guzmán dijo haber estado presente
en la posada del visitador cuando Diego llegó
procedente de México con dos cartas, atadas con
un hilo, una para Miguel de Contreras, y que decía ser del Virrey, y otra para García Ramírez.
El visitador, al ver que la carta parecía haber sido abierta, preguntó a Diego sobre ello; éste
contestó que nadie la había abierto, porque él
vino directamente desde México. “Entonces
Juan Castro, indio del dicho pueblo, y otros dijeron cómo el dicho Diego había estado en Amacueca dos días con los frailes, que porqué lo negaba, y el dicho Diego dijo que no había estado,
sino que en Toluquilla129 había dormido”. Castro
lo negó, insistiendo que había parado en Amacueca. El visitador preguntó a Diego “que por
cuyo mandado había ido a México e que el di-
El escribano Juan de la Torre declaró haber
visto llegar un indio llamado Diego “con dos
cartas atadas, una que venía sobrescrita para el
señor visitador y decía en el sobrescrito Visorrey, y este testigo la miró e le paresció que había sido abierta”. El indio Diego se la entregó al
visitador y éste le preguntó que de dónde venía,
a lo que le contestó que venía de México. Este
testigo le dijo al visitador que la carta parecía
haber sido abierta y vuelta a cerrar, “porque vienen grandes los agujeros”. El visitador preguntó
entonces a Diego quién había abierto la carta, y
éste respondió que nadie, que él la había traído
directamente de México hasta habérsela entregado a Su Merced, haciendo el camino en ocho
días. Algunos indios presentes comentaron que
Diego había estado tres días en el pueblo de
Amacueca. El visitador, viendo que por la fecha
de la carta, parecía que Diego había tardado dieciséis días en el camino y que la carta parecía
también haber sido abierta, mandó que lo pusieran preso. Fue cuando surgieron los alborotos.
“El dicho señor visitador se iba a la iglesia, e
desque oyó las voces, volvió a ver qué era, y
preguntó porqué daban voces los dichos indios”.
Le replicaron que aquéllos decían que los llevasen a ellos también presos junto con Diego, y
que los ahorcasen. El visitador, pues, mandó a
los alguaciles que los tomaran presos y los indios a voces decían que fuera el visitador a donde
estaban. “Este testigo vido que los dichos indios
tan soberbiamente hablaban con el dicho señor
visitador, que si estuviera solo, que no dejaran
llevar preso al dicho indio Diego”. El escribano
Juan de la Torre agregó que había oído decir a
muchos en el pueblo que la causa que el pueblo
estuviera revuelto, yendo y viniendo los indios
con mensajes para los frailes de Amacueca, era
porque “los frailes no querían que tuviese clérigo el dicho pueblo”.
Juan López repitió los mismos hechos que
los anteriores testigos, agregando que, cuando el
visitador fue hacia los naturales que alborotados
128
Tequitato o tequitlato, dícese de quien “lleva la cuenta
del trabajo hecho y se entiende con los trabajadores”: Cabrera (1984), 135.
129
Toluquilla o Tuluquila era estancia sujeta a Teoquitatlan
y antes lo había sido de Amacueca: Gerhard (1992), n°
2580; véase también el mandamiento del virrey Velasco de
26 de septiembre, 1551, ordenando al corregidor de Amula
Juan de Arana averiguar a quién debían pagar sus tributos:
Paredes Martínez (1994), n° 64.
Paredes Martínez (1994), n° 35-36 y 63. En este ambiente
tenso, los naturales hicieron llegar al virrey y a la
Audiencia sus quejas y súplicas.
40
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
el dicho don Diego ante Alonso Carrillo, alcalde
que a la sazón era, e de Diego Hurtado, escribano de Su Majestad; e ansimismo me dio título de
la dicha tierra el señor Visorrey don Antonio de
Mendoza, la cual dicha carta de venta y título se
me han perdido o me lo han hurtado, por lo cual
tengo necesidad de hacer una provança”.
Presenta un interrogatorio para el examen de
los testigos, en el que, entre otras cosas, se pregunta si saben que compró ese pedazo de tierra,
donde tiene hecha una heredad de cacao que se
dice la Huerta de Señora Santa Ana, y que el dicho indio don Diego se la vendió, y él se la pagó
en lo que concertaron, y que el cacique quedó
contento con el pago; que se hizo escritura siendo alcalde ordinario Alonso Carrillo ante el escribano Diego Hurtado y actuando como intérprete Diego Morán. Ese pedazo de tierra, que
había heredado de sus padres, don Diego se lo
vendió hará catorce años. Si saben los testigos
que luego don Antonio de Mendoza, Virrey de
la Nueva España, le dió título de dicha tierra. Si
saben que, desde entonces, él ha poseído pacíficamente esa heredad, de la que ha perdido o le
han hurtado las escrituras que solicita.
Para la información presentó por testigos a
Alonso Carrillo, Diego Morán, Juan Fernández
El Mozo y Alonso Miguel. El alcalde Juan de
Aguilar les tomó juramento.
Diego Morán dijo conocer a las partes desde
hace doce años y Juan Fernández El Mozo declaró que los conoce de catorce años a la fecha.
Agregó que había visto al cacique don Diego en
un caballo castaño oscuro con el que Francisco
Preciado le había pagado en parte el pedazo de
tierra.
Caja A–2, exp. 2, 6 ff.
cho Diego respondió que por mandado de todos
los maceguales había ido, e que entonces los alcaldes e regidores respondieron que no había ido
por su mandado”. El testigo siguió relatando los
hechos: cuando Miguel de Contreras se iba a la
iglesia, los naturales “se comenzaron a levantar
e dar voces”. Al oírlo, “el señor visitador volvió
la cabeza e vido que todos daban voces e decían
que los llevasen a todos a la cárcel, y que entonces los alguaciles querían prender los dichos indios, e no se dejaban prender”. El visitador llamó a los naturales y ellos no quisieron ir; fue
hacia ellos el visitador y los mandó prender y así
se hizo. Agrega Martín de Guzmán: la causa de
todos los alborotos son los frailes de Amacueca,
que no quieren que haya clérigo en Sayula.
Juan Quatemo, indio alcalde del pueblo de
Sayula, declaró que yendo hacia la casa del visitador, vio a éste caminar hacia la iglesia, “e paróse en la calle, e dijo a un indio que venía de
México que se decía Diego, que quién había
abierto aquella carta, y que el dicho indio dijo
que nadie, y que entonces el dicho señor visitador mandó llevar a la cárcel al dicho Diego”.
Fue cuando se levantaron los naturales que estaban presentes, dando grandes voces, y diciendo
que los llevasen también, “y que no tenían miedo de Su Merced”. Repite los mismos detalles
de los testimonios anteriores, y coincide al asegurar que los causantes de los alborotos son los
frailes de Amacueca, “porque hay clérigo en el
dicho pueblo, que los frailes de Amacueca no
quieren que lo haya por mandallos como de antes”.
Caja A–2, exp. 1, 5 ff.
34. 1551. Diciembre, 13.
Provança que hace Francisco Preciado por habérsele perdido el título y la carta de venta que
amparan su propiedad sobre un pedazo de tierra.
35. 1552. Diciembre, 21.
Información sobre la fuga de un esclavo negro
de casa del alcalde mayor Luis Ramírez de Vargas.
Francisco Preciado había comprado “un pedazo
de tierra de don Diego, cacique del pueblo de
Apatlan”, y en ella había hecho una heredad de
cacao; de esta tierra, “me hizo una carta de venta
41
José Miguel Romero de Solís
Luis Ramírez de Vargas, alcalde mayor de
Colima,130 manda hacer información porque ha
desaparecido su esclavo negro Antón. Dice que
Rodrigo, negro de Juan de Aguilar, y Catalina,
negra de Juan Fernández El Viejo, quebrantaron
las casas de su morada perforando las paredes y
sacaron al dicho Antón; Rodrigo se lo echó a
cuestas y le llevó de la otra parte del río de esta
Villa, escondiéndolo durante la noche, y al día
siguiente a caballo lo condujo a otro lugar.
Interrogada, Catalina declaró que el domingo
pasado, ella y Antón, negro de Juan de la Torre,
se concertaron en huírse, pero como Antón a la
sazón estaba en la casa del alcalde mayor “y
tenía una toba a los pies”, Rodrigo, negro de
Juan de Aguilar,131 le había hablado el jueves
130
Luis Ramírez de Vargas era madrileño, hijo de Juan
Ramírez y de Ana de Vargas: Icaza (1969), II, nº 1355. El
23 de octubre de 1551 se ordenaba a los oficiales reales el
pago de 300 pesos anuales de ayuda de costa, además de su
salario, a Luis Ramírez de Vargas, proveído por corregidor
de Tecoman y alcalde mayor de Colima: Gerhard (1992),
n° 2535. Al menos, desde mediados de 1550, rondaba por
el rumbo, con el cargo de corregidor y alcalde mayor en las
minas de Izatlan y recibía una merced de caballería y media de tierra para sembrar en términos de Ameca, en un valle entre este pueblo y Ayamitla: Ibid., n° 2555-2556 y
2563.
131
Juan de Aguilar Solórzano, natural de Aguilar de Campo (Palencia) e hijo de Pedro de Solórzano y Mari Díaz de
Saldaña, vino a la Nueva España en el navío que trajo por
capitán a Miguel Díaz de Aux; se halló en la conquista de
México–Tenochtitlan, y después en las de Michoacán, Yopelcingos, Zacatula, costa de la Mar del Sur, Motín y Colima, donde avecindó y recibió por encomienda Xicotlan,
con la estancia de Tecomatlan, nombrada también Cuatescomatlan, donde con el tiempo hizo una huerta de cacao,
junto al río, y Xonacatlan (Juanacatlan): Icaza (1969), I, nº
131; VP 27; SV 819. Al decir de Lebrón, tales pueblos fueron primero de Diego Garrido, y luego “hicieron cierto
trueque con licencia de Nuño de Guzmán”: Lebrón (1979),
50. En su huerta, cuando la visita del oidor, tenía plantadas
“quince o veinte mil casas de cacao”: Ibid., 64. En su estancia de ganado, “a tres cuartos de legua de la Villa de Colima”, Aguilar guardaba “pocas más o menos mil vacas y
trescientas yeguas”: Ibid., 64-65. La estancia estaba entre
Colima y Comala, hacia el norte, ya que con frecuencia el
ganado irrumpía en las sementeras de los naturales de Comala, Cecamachantla y Chiapa: Gerhard (1992), n° 2504 y
2525. Un rasgo de su carácter —¿racismo o fanatismo?— en
cuestiones de amor lo destaca con viveza, quien por otra
parte informa de su matrimonio con Ana Martel y su des-
42
que le ayudaría a huir. El domingo, pues, por la
noche, que sería ya medianoche, Rodrigo y esta
testigo se hablaron en el río, y se vinieron, y por
la pared de la casa de doña Beatriz132 lo sacaron,
y de allí se fueron hacia el río. Rodrigo se echó a
cuestas a Antón y cruzó el río, escondiéndose
luego en un arcabuco.133 Al día siguiente, lo
llevaron a un monte junto a la estancia de su
amo Juan de Aguilar, dejándolo allí. Esta testigo
se regresó a la Villa. Cuando fue a buscar luego
a Antón al monte, ya no lo halló ni sabe más de
él.
El 22 de diciembre, el alcalde mayor se trasladó a la cárcel pública de la Villa para interrogar a Rodriguillo, negro esclavo de Juan de
Aguilar. El esclavo dijo conocer tanto a Catalina
como a Antón, esclavo negro de Juan de la Torre, que primero lo fue de Francisco Palomino,
quien lo trajo a Colima. Sobre el caso declaró
que en efecto el domingo a la medianoche fue a
él Catalina y le dijo que le ayudase a sacar de
casa del alcalde mayor a Antón, quien tenía una
toba de hierro a los pies, y que era su esposo.
Este confesante le dijo que mejor él los esperaría
en el río donde lavan la ropa, y que es frente a
las casas donde mora Diego Veedor. Catalina se
marchó. Al rato vio llegar a Catalina, trayendo a
cuestas a Antón, que traía una toba de hierro a
los pies. Este confesante, entonces, tomó al dicho Antón a cuestas y cruzó el río, y con Catalina lo llevó hasta una huerta que es de Juan de
Aguilar, su amo, que está del cabo del río que
pasa por esta Villa, y allí los dejó; pero al tiempo que se iba a venir, el negro Antón le suplicó
por amor de Dios que regresara con él y lo llevase a la Estancia de Juan de Aguilar. Así lo hizo. Dice que Antón se encuentra escondido en
un monte que está junto a la estancia de su amo,
donde este confesante reside, y que el miércoles
por la mañana, viniéndose este confesante, pasó
cendencia: Sevilla del Río (1973), 70; más datos: infra,
regº 71.
132
Se refiere a Beatriz López, viuda de Alonso de Arévalo
y Alonso Castillo Maldonado: sobre ella entre otras referencias: supra, regº 2 e infra, regº 41.
133
Monte muy espeso y lleno de maleza, expresión que
también recoge Boyd–Bowman (1971), 78.
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
ten a cuentas conmigo y me hagan entero pago
de todo aquéllo”, a lo que tiene derecho su esposa. Así lo mandó el alcalde.
El mismo día se pusieron de acuerdo las partes y firmaron un escrito, donde se explica que
Martín de Monjaraz y Juan de Arana fueron alcanzados por un total de 512 pesos del oro que
corre, del que Diego de Aguilar se declara pagado de conformidad.
Ante el escribano Diego Veedor, Diego de
Aguilar hizo escritura pública, diciéndose bien
pagado por 250 pesos de tepuzque.
Caja A–2, exp. 4, 6 ff.
a ver al dicho Antón y le dejó cierta cantidad de
maíz, y allí le dejó con los hierros y toba a los
pies.
Alonso Miguel y Diego Maldonado condujeron entonces a Rodrigo a donde había escondido
al negro Antón, sin hallarlo a pesar que lo buscaron, y que Rodrigo preguntó a varios indios,
quienes respondieron que estaba a la puerta del
corral, donde le hallaron escondido en una mata.
Alonso Miguel lo llamó y salió el dicho Antón
con una toba de hierro a los pies. Entonces Maldonado y Alonso Miguel le tomaron y trajeron a
la Villa a casa del alcalde mayor.
Se le tomó declaración al huido. Dijo que
Catalina le ayudó a saltar las paredes y luego le
tomó a cuestas hasta el río, donde les aguardaba
su compadre Rodrigo, quien pasó a este confesante a la otra orilla, hasta una huerta de Aguilar. Catalina le llevó algo para comer y él suplicó a Rodrigo que volviese luego y le llevara hasta la estancia, y que le quitase los hierros que
traía en los pies. Hasta el día siguiente, ya anochecido, llegó Rodrigo con un caballo y le condujo hasta la estancia; que cuando quiso quebrantarle los hierros con unas piedras, no pudo.
Declaró también que unos negros le habían dicho que su amo Juan de Aguilar se había holgado mucho porque se había huido de casa del alcalde mayor.
Caja A–2, exp. 3, 8 ff.
37. 1552. Abril, 19.
Pedro de Vivanco pide que le sea entregada Catalina de Arévalo, su legítima esposa, a quien
retiene en su casa Beatriz López.
Pedro de Vivanco, quien se había casado con
Catalina de Arévalo sin consentimiento de Francisco Preciado, padre de la novia, pide al alcalde
mayor Luis Ramírez de Vargas,134 “como justicia mayor que es de esta Provincia, mande que
se me dé y entregue a Catalina de Arévalo, mi
legítima mujer, la cual me tiene tomada y en su
casa doña Beatriz [López], por fuerza y en contra de mi voluntad [...], como mujer poderosa y
que no teme a la justicia”.135
En otro escrito, el demandante decía: “a mí,
el señor Provisor136 por fuerza y contra mi voluntad, hoy martes”, tomó a Catalina de Arévalo, depositándola en casa de Juan de Aguilar, alcalde ordinario de esta Villa. Suplica al alcalde
36. 1552. Octubre, 3.
Diego de Aguilar pide que Martín de Monjaraz
y Juan de Arana le den cuenta y razón de los
bienes de María de Cáceres, su esposa.
Ante el alcalde ordinario Juan de Aguilar, en
nombre de su esposa María de Cáceres, hija legítima y heredera de la mitad de los bienes de
Manuel de Cáceres, difunto, se presentó Diego
de Aguilar diciendo que Martín de Monjaraz,
abuelo de su mujer, de quien es tutor y curador,
y Juan de Arana, su padrastro, quien tiene poder
del dicho Monjaraz, no le han dado cuenta ni razón de dichos bienes. Pide que el alcalde dé su
mandamiento para que los susodichos “se sien-
134
Datos acerca del alcalde mayor Ramírez de Vargas, supra, regº 35.
135
Sobre la poderosa y dominante sevillana Beatriz López,
infra, regº 41.
136
En ausencia de don Vasco de Quiroga que había viajado
a España, quedó al frente del obispado de Michoacán, su
provisor, el bachiller Juan García Zurnero, quien, a juicio
del oidor Lebrón de Quiñones, era “la principal causa de
tanta desorden por ser el principal que lo ha usado en aquel
obispado y así, no sólo disimula los delitos de los clérigos,
pero los sustenta y provée de nuevo en el dicho obispado”:
Lebrón (1979), 70.
43
José Miguel Romero de Solís
mayor que mande se la entreguen libremente
porque está casado con ella.
Pedro de Vivanco presentó por testigos a
Diego de Almodóvar, a Juan Ruiz y a Pero Sánchez, vecinos de Colima.
Se presenta una carta del Provisor de Michoacán, fechada en Mechuacan a 22 de enero
de 1552 y dirigida a Alonso Sánchez de Miranda, en la que se lee: “Esta será sólo para hacer
saber a V.m., cómo me han hecho relación que,
porque Pedro de Vivanco se casó con Catalina
de Arévalo sin consentimiento de Francisco Preciado, y estando ya averiguado el matrimonio
entre ellos todavía no le quiere dar al dicho Pedro de Vivanco a la dicha su esposa, antes dicen
que la tienen en casa de doña Beatriz López. Si
es así que el dicho matrimonio entre ellos está
averiguado, V.m. provea con justicia cómo al
dicho Pedro de Vivanco se le dé y entregue la
dicha su esposa; y, para ello, si necesario fuere,
proceda con penas y censuras de excomunión
mayor, hasta poner entredicho y invocar el auxilio secular, contra cualesquiera personas que resistieren y fueren rebeldes e contumaces, para
todo lo cual y por todo lo a ello necesario y concerniente, le doy a V.m. poder y facultad cumplido según que de derecho se requiere y le cometo mis veces”.
Pedro de Vivanco pide al escribano Diego
Veedor que le dé testimonio público, lo cual hizo el susodicho, quien dice cómo ante él y otros
muchos vecinos de esta Villa, “vide desposar a
los dichos Pedro de Vivanco e Catalina de Arévalo, a los cuales desposó el vicario Alonso de
Miranda”. Agrega, entre otras cosas, que en la
boda estuvieron presentes Francisco Preciado y
Elvira de Arévalo, y que en el día en el que da
este testimonio, hallándose doña Catalina junto
a doña Beatriz López en la iglesia, se presentó
Pedro de Vivanco a pedir que le entregasen a su
esposa, a lo cual respondió doña Beatriz tomando a la susodicha y saliéndose de la la iglesia, y
que el Provisor pronunció cierto auto mandando
depositar a doña Catalina en casa del alcalde
Juan de Aguilar.
Dieron su testimonio también otros vecinos.
Juan Ruiz dice que estuvo presente cuando se
44
casaron Pedro de Vivanco y Catalina de Arévalo
en casa de Beatriz López, “y este testigo comió
de la fruta que en el dicho desposorio se dio”, y
que fue el vicario Alonso Sánchez de Miranda
quien los casó, estando presentes muchos vecinos de la Villa de Colima, entre ellos el propio
Francisco Preciado y Elvira de Arévalo, madre
de doña Catalina. Que ahora, Pedro de Vivanco
reclamó su mujer a doña Beatriz, quien no quiso
dársela, sino que se salió con ella fuera de la
iglesia, y que cuando Vivanco la quiso tomar, el
Provisor de Michoacán no se lo consintió, mandándola depositar en casa de doña Beatriz, a lo
que protestó Vivanco diciendo que mejor la depositase en casa de Juan de Aguilar. Pero Sánchez, otro de los testigos, confirmó los hechos.
Pedro de Vivanco pidió entonces al alcalde
mayor que, como Su Merced no era letrado, remitiese la causa al licenciado Lebrón de Quiñones, cosa que concedió el alcalde mayor.
Caja A–2, exp. 5, 7 ff.
38. 1553. Abril, 12.
Juan de Aguilar pide trance y remate de los bienes de Francisco Preciado, para pagarse.
Juan de Aguilar había puesto pleito a Francisco
Preciado, habiendo entendido en la causa el alcalde ordinario de la Villa Hernán Ruiz de la
Peña.137 Pero como éste se había ausentado de la
137
Hernán Ruiz de la Peña o Fernando de la Peña, “persona
muy honrada” al decir del Padrón de 1532, llegó a la Nueva España después de la toma de la Ciudad de México, y
participó en las conquistas de Michoacán y Colima, sirviendo a pie y a caballo y contándose entre los vecinos
fundadores de la Villa, en donde tuvo cargos de justicia: en
1532 era regidor y, en nuestro regº, alcalde ordinario. Tenía
por encomienda, dada por Marcos de Aguilar el 8 de octubre de 1526, la mitad de cuatro pueblos, entre ellos, Autlan:
VP 35; SV 43 y 367; Lebrón (1979), 56 y 62. En junio de
1550, el alcalde mayor de Colima Alonso de Torres salió
en comisión hacia el Valle de Autlán por órdenes del virrey
para abrir información y hacer justicia acerca de las quejas
de los naturales contra su encomendero: supra, regº 18.
Ruiz de la Peña poco aparecía por Colima, pasando largas
temporadas en Autlan o en Villa de la Purificación, donde
por fin se avecindó. El visitador Lebrón denunciaba que
llevaba “quince años” sin residir en la Villa de Colima, no
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
padre Diego Garrido “al tiempo que se quiso
morir y estando gravado de la dicha enfermedad
de que murió, dio su poder cumplido bastante y
en forma a Alonso de Arévalo, su suegro, padre
de la dicha Elvira de Arévalo, para que testase
por él y nombró por su heredera legítima y universal a la dicha Catalina de Arévalo”.
Si saben que al morir Garrido dejó por bienes
propios caudal y bienes hereditarios, tales como
“muchos esclavos que fueron doce machos y
hembras, los nueve dellos que están en el inventario que hizo el dicho Alonso de Arévalo, y los
tres que paresce por el proceso viejo por confisión del dicho Francisco Preciado, por manera
que fueron doce, con una india esclava que tenía
en su casa llamada Beatricilla, y todos los demás
bienes muebles y raíces e semovientes”.
Si saben que después Elvira de Arévalo casó
por segunda vez con Francisco Preciado, quien
“se entró en todos los bienes y hacienda que el
dicho Diego Garrido dejó por su fallecimiento,
sin hacer división ni partición”.
Si saben que Garrido “ansimismo dejó los
indios de los pueblos de Apatlan y Ziguatlan y
Zapotlan con sus sujetos, de los cuales no embargante que se dio la posesión a la dicha Catalina de Arévalo para que los tuviese y poseyese,
según y como el dicho su padre los tenía e poseía, y se aprovechase dellos y llevase los tributos
y aprovechamientos dellos, como parece por el
dicho don Rodrigo Maldonado, alcalde mayor
que era a la sazón en el dicho pueblo de Colima”.
Si saben que Preciado con todos esos bienes
e indios “ha hecho y adquirido muchos bienes,
como son de huertas de cacao, las cuales guardan y benefician los esclavos del dicho Diego
Garrido, que renta rentada139 como cinco mil pesos de oro común”.
Si saben que de esas rentas y granjerías que
ha tenido con los bienes de Diego Garrido, “ha
habido e adquerido más de trescientas y cincuenta yeguas, y más cinco negros y negras, e
ha hecho vajilla de plata que vale más de mil y
Provincia, pide ante el alcalde Martín de Monjaraz que asuma la causa, y por cuanto el término
de ley ha concluido, dá su mandamiento ejecutorio de trance y remate de los bienes y rentas del
susodicho.
El alcalde Martín de Monjaraz tomó la causa
y el escribano Diego Veedor notificó el auto
respectivo a Preciado, siendo testigos de ellos
Juan Vázquez de Mella y Juan Ruiz.
Al día siguiente, el alcalde ordinario Martín
de Monjaraz dictó sentencia, mandando rematar
los bienes de Preciado, hasta hacer entero y
cumplido pago de Juan de Aguilar.
Caja A–2, exp. 6, 4 ff.138
39. 1553. Enero, 28.
Provança que a petición de Juan de Vivanco
hace el alcalde mayor de Colima Luis Ramírez
de Vargas, en nombre de Catalina de Arévalo,
mujer que al presente es de Pedro de Vivanco,
en el pleito que trata con Francisco Preciado y
Elvira de Arévalo, su mujer y madre de la dicha
Catalina de Arévalo, sobre las causas y razones
del dicho pleito.
Juan de Vivanco presentó un interrogatorio para
examinar a sus testigos.
Interrogatorio
Si saben que Elvira de Arévalo fue casada y velada según orden de la Santa Madre Iglesia con
Diego Garrido, puede haber diez y seis años poco más o menos, y se casó en la Villa de Colima, en cuyo matrimonio procrearon como su legítima hija a Catalina de Arévalo, a la que su
obstante que en sus términos poseía “tres estancias de ganados mayores y menores, en las cuales tendrá dos mil ovejas y trescientas yeguas y algunas vacas”: Lebrón (1979),
62 y 66.
138
En la portadilla, fechada en Colima en 1912, que guarda
en la actualidad este expediente, se lee: “Año de 1553. Seguido contra Juan de Aguilar, Juan Pinzón, Francisco Preciado y Juan Fernández El Viejo, por deuda de resto de salario al padre Juan Oliveros como cura y vicario de los
pueblos de la jurisdicción de Colima. Con 13 fojas”. Sobre
este asunto, véase lo ya comentado: supra, regº 18.
139
45
Debería leerse rentan rentadas.
José Miguel Romero de Solís
quinientos pesos de oro de minas, e otros muchos bienes y dineros”.
Si saben que cuando Preciado casó con Elvira de Arévalo, era “pobre y con necesidad, sin
conoscelle bienes algunos, y al presente y después que se casó con la dicha Elvira de Arévalo,
está rico y próspero, y vale su hacienda veinte
mil pesos de oro de minas poco más o menos”; y
que no han dado él ni ella, a su hija Catalina
“por vía de dote ni por otra causa alguna, la parte de la legítima del dicho Diego Garrido”.
Si saben que por la Real Audiencia “se determinó y dio por ninguno todo lo hecho e actuado” por Pedro de Santa Cruz140 y Alonso Carrillo,141 alcaldes ordinarios de la Villa de Colima, como consta por la Provisión que se dio el
25 de febrero de 1547”.
140
O Santacruz, era natural de Villadiego, “ques en la
Montaña”, era hijo de Andrés de Santa Cruz y Mari García;
pasó a la Nueva España “dos meses después de ganada esta
ciudad” [de México], sirviendo en la conquista de Michoacán, Yopelcingos, Zacatula, Costa del Sur, Colima y ciertas
provincias de Jalisco. “Tiene su casa poblada con sus armas e caballos” y, al parecer, tuvo pocos indios y de poco
provecho: Icaza (1969), I, nº 479. Entre los pueblos que tuvo encomendados, compartió con Rodrigo Lepuzcuano la
mitad de Milpa, de ricas y fértiles tierras: SV 339, y Contlan, en Colima, cuyos indios trabajaban en una huerta de
cacao que tenía el encomendero junto al caserío: Icaza
(1969), I, nº 179.
141
Alonso Carrlllo, natural de Toledo, hijo de Pedro Cuello
Carrillo y Jerónima de la Dueña, madrileña, llegó a la Nueva España en compañía de Hernán Cortés, cuando éste volvió de su dramático viaje a luchar por sus derechos. Carrillo casó con Francisca de Figueroa, viuda de Bartolomé
López, encomendero de Comala, con la que tuvo cuatro
hijos: Icaza (1969), I, nº 412. En 1551 era corregidor de
Tamazula: Paredes Martínez (1994), n° 39; Gerhard
(1992), n° 2517. Antes lo había sido de Zapotlan, en donde
por las quejas de los naturales de los pueblos de Ávalos,
parece que los extorsionaba con comida y dineros: Ibid., n°
2543 y 2590. En junio de 1551, junto con otros vecinos de
Colima, obtuvo licencia para ir en un navío surto en el
puerto de la Navidad “en descubrimiento y demanda de
perlas” a lo largo de la costa de Colima hasta la isla del Tizón: Ibid., n° 2532. Cuando Lebrón hizo su visita, asegura
que Carrillo vivía “en la ciudad de México de ocho años a
esta parte” —lo cual es una evidente inexactitud llena de
malicia—; también informaba que tenía “una huerta junto a
las casas de Comala, el río en medio”, con 12,000 casas de
cacao: Lebrón (1979), 62 y 64. Otros datos: infra, regº 237.
46
Si saben que, cuando Elvira de Arévalo casó
con Diego Garrido, no llevó dote ninguno a poder de Diego Garrido, y por ello lo que guardó
tras su fallecimiento, fue por simulación y fingimiento de testigos y personas que sabían que
no había llevado dote alguno.
Este interrogatorio, que era parte de una Real
Provisión, fue acatado por el alcalde mayor, y
luego, trasladándose a las casas de la morada de
Preciado que están en la plaza de la Villa de Colima, tomó juramento de Elvira de Arévalo. Entre otras cosas aseguró que al casarse con Francisco Preciado, éste llevó al matrimonio “un caballo e una jaca, e dos pares de ropas de su persona, e un esclavo indio que se dice Francisco, e
un esclavo negro”, y que al presente está rico
por las huertas de cacao que tiene.
Alonso Miguel, testigo presentado por Vivanco, dijo conocer a Catalina de Arévalo desde
que nació, que hará de eso unos catorce años, y
a Francisco Preciado desde hace unos trece
años. Declara que Elvira de Arévalo quedó preñada de su primer marido poco antes que éste
falleciera. Agrega que Garrido, a su muerte, dejó
ciertos esclavos y esclavas indios e indias, “en
un nacimiento de oro en el pueblo de Apatlan,
que tenía a cargo Esteban Quintero, que no se
acuerda este testigo cuántos, mas de que a su parecer serían hasta diez o doce esclavos”. A propósito de los pueblos encomendados, dice que al
fallecimiento de Garrido pasaron a poder de
Alonso de Arévalo, “el cual tenía puesto un español que se decía Esteban Quintero, para que
cobrase los tributos de los dichos pueblos; y este
testigo oyó decir a Juan de Aguilar e a Jorge Carrillo e a Diego de Almodóvar e a Diego Morán,
vecinos desta Villa, e a otras personas, cómo
don Rodrigo Maldonado había metido en la posesión de los pueblos de Apatlan a la dicha Catalina de Arévalo, siendo alcalde mayor desta
Villa”.
Juan Ruiz, vecino de Colima, prestó testimonio. Dijo conocer a las partes de varios años a la
fecha, pero que no conoció a Diego Garrido; que
estuvo presente cuando Elvira de Arévalo casó
con Preciado, y que cuando esto sucedió, Preciado “estaba pobre”, y “en las tiendas no le
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
huertas de cacao. Que todo ello, al parecer de
este testigo, puede valer más de 20,000 pesos de
minas. Por último comenta haber escuchado de
labios de Preciado que no piensa darle a Catalina “una rama de cacao si no lo sea por pleito”.
Vivanco, por cuanto quería presentar por testigos a algunos naturales, esclavos y naborías,
que fueron de Diego Garrido, y que en su mayoría están en poder de Preciado, y además, “para
entendellos es menester un naguatato142 de lengua mexicana”, pedía que el alcalde nombrase
alguien para ser su intérprete. Testigos de esta
petición fueron don Pedro de Tovar, el alcalde
Martín de Monjaraz y el Padre Francisco Ruiz.
El alcalde mayor designó por intérprete al español Álvaro de Villagrán, vecino de Colima, que
se hallaba presente, y que “es persona de confianza e que entiende bien la lengua mexicana”,
quien prestó el juramento de transmitir fielmente
las preguntas y respuestas.
Juan Amio, indio naboría natural del pueblo
de Apatlan, de más de quince años de edad,
quien había sido criado de Diego Garrido, sirviéndole en su casa, y que después había pasado
al servicio de Preciado, contó que estuvo presente en la boda de Garrido con Elvira de Arévalo,
y que ésta quedó preñada. Fallecido Garrido, su
viuda parió a Catalina, y que este testigo, como
criado que era, “trajo en brazos ciertas veces” a
la niña. Que vio en poder de Garrido “ciertos esclavos, que no se acuerda este testigo cuántos”,
y que después de su matrimonio con la viuda,
Preciado “se entró en los dichos esclavos que de
él quedaron, y este testigo vido que el dicho
Francisco Preciado, en presencia deste testigo,
llamó a los dichos esclavos que estaban sacando
oro; y los que se acuerda este testigo, que eran
siete esclavos e una india que tenía en su casa el
dicho Francisco Preciado; los nombres de los
cuales se decían Cristóbal, capitán de los dichos
esclavos, el cual era esclavo, e Juan, e Maldonado, e otro que se dice Alonso, e Martín, e otro
muchacho, e otra india que se dice Juana, e asimismo se acuerda de otra esclava india que se
dice Isabel, que por todos son nueve piezas de
querían fiar una ristra de ajos por estar pobre”, y
eso lo escuchó a muchas personas y al propio
Preciado, quien ahora está rico.
Diego Veedor declaró haberse hallado presente cuando Garrido en su testamento señaló
por albacea a Alonso de Arévalo. Recordando
otras cosas, dijo haber escuchado de varios vecinos de la Villa y al propio Esteban Quintero,
que los pueblos en encomienda que Diego Garrido tenía en Epatlan, eran de Catalina de Arévalo su hija, y que don Rodrigo Maldonado le
dio posesión de ellos, y que eran de ella “por
dos causas” la una, por la merced que Su Majestad tiene hecha a los hijos de los conquistadores,
y la otra por la dicha posesión”. Agregó que
Preciado, una vez casado con Elvira de Arévalo,
se entró en todos los bienes que fueron de Garrido y que se ha servido de los esclavos, y que
“con los indios que dejó el dicho Diego Garrido
ha hecho dos huertas de cacao, que este testigo
ha oído decir al dicho Francisco Preciado que
tiene cincuenta mil casas de cacao, que son cien
mil árboles, y que le renta al presente más de
tres mil pesos”, y que en el futuro próximo confía el propio Preciado que le habrán de rentar
4,000. Recuerda que cuando Preciado llegó a esta Villa de Colima y casóse con Elvira de Arévalo, sólo traía consigo un caballo castaño y
ciertos vestidos de su persona, y un esclavo indio llamado Francisco, y que no le conoció otros
bienes. Dice que Preciado ha comentado que
“no le dará una hoja de un árbol de cacao ni otra
cosa a la dicha Catalina de Arévalo, si no fuere
por Justicia, porque no le debe nada, antes le
deben a él cuatrocientos pesos”.
Juan Fernández El Mozo asegura que Preciado se sirvió de los indios de los pueblos de Garrido para hacer sus huertas de cacao, pero que
también oyó decir al propio Preciado que “le
habían ayudado a hacer las dichas huertas de cacao indios de otros pueblos”, y que de rentas saca cada año de las dichas huertas “cuatro o cinco
mil pesos de tepuzque”.
Martín Ruiz de Monjaraz asegura que, después del matrimonio, Francisco Preciado se ha
hecho rico; ha comprado cuatro o cinco esclavos
negros y piezas de plata, además de las dos
142
47
Naguatlato: supra, regº 33.
José Miguel Romero de Solís
esclavos machos e hembras; e asimismo se
acuerda este testigo de otro esclavo que se decía
Rodrigo, que por todos ellos son diez esclavos,
machos y hembras”. Y que Preciado “les dijo
que dejasen de sacar el oro que sacaban, e que él
iba por cacao a Zacatula para que ellos pusiesen
e que así lo han puesto”.
Alonso Cozavitl, indio natural del pueblo de
Tecolutlan, Rodrigo Uzelotl, del pueblo de Tlacutla, Martín, del pueblo de Culuacan, Beatriz
Petlaetl, natural de Guaxutla, todos ellos esclavos que fueron de Garrido y ahora de Preciado,
y Sancho Acatl, indio natural del pueblo de
Cornabaca, naboría y criado que fue de Garrido,
fueron también presentados por testigos.
Cozavitl dijo que en vida de su amo, de quien
era su esclavo y criado, “este testigo estaba en
las minas sacando oro”. Durante el matrimonio,
Elvira de Arévalo quedó preñada, y fue cuando
Garrido “cayó malo e se fue a curar a Mechuacan, donde murió, e después de cierto tiempo,
parió la dicha Elvira de Arévalo a la dicha Catalina de Arévalo, su hija”. Este testigo la vio criar
“e tener a los españoles de la Villa de Colima”
por tal hija legítima. Cuando murió Garrido, dejó por suyos ocho esclavos, cuatro hombres y
cuatro mujeres. Ya falleció Cristóbal; Fernando
Maldonado, otro que se llamaba Juan; las esclavas se nombraban Angelina, Juanica y Juana,
que ya murieron en poder de Preciado. Viven
aún este testigo, Rodrigo, Martín y Beatricilla.
También dejó Garrido por suyos doce naborías,
que algunos ya fallecieron en poder de Preciado.
Cozavitl agregó que él estaba en las minas de
Apatlan sacando oro, y que Preciado, cuando
fue allá, les dijo a todos ellos: “No quiero que
saquéis oro, sino que sembréis cacao”. Dice que
Preciado ha comprado cuatro o cinco negros con
las rentas de las dos huertas de cacao que los esclavos y naborías de Garrido, más los indios de
los pueblos que tenía encomendados, le han hecho. Por último comentó que no sabía más,
“porque este testigo está en las dichas huertas e
no viene a la Villa”.
La india Beatricilla dijo que fue comprada
por Diego Garrido a Manuel de Guzmán, su
amo, y que poco tiempo después se casó Garrido
48
con Elvira de Arévalo, quedando ésta preñada; y
cuando Garrido fue a Mechuacan a curarse, “y
en el camino murió, e dende a ciertos días este
testigo vido cómo parió la dicha Elvira de Arévalo”. Agrega que al tiempo que Garrido la
compró, adquirió también cinco esclavos a Manuel de Guzmán, y mientras que a ella la mantuvo en su casa, a los demás los envió a las minas.
Rodrigo Uzelotl dice que él estaba en las minas y no vino a la Villa de Colima cuando Diego
y Elvira se casaron; que después del fallecimiento de su amo, Preciado se casó y posesionó de
todos los bienes, y con los esclavos del defunto
y los naturales de sus pueblos, se hizo dos huertas de cacao “en lo de Apatlan”, y que se las
guardan y benefician los que quedaron y no han
muerto.
El último testigo presentado por Vivanco fue
Diego de Almodóvar, vecino de la Villa. Dijo
que conocía a las partes, excepto a Juan de Vivanco; que en vida de Garrido, quedó preñada
de él Elvira de Arévalo, y que a los pocos meses
falleció el marido, dando a luz luego a Catalina,
que para todos es hija legítima de aquel matrimonio. Cuando Garrido se iba a curar, dio poder
a Alonso de Arévalo para que ordenara su testamento y le encomendó su ánima. No recuerda
Almodóvar el número de esclavos que tenía el
difunto, pero sí que compró tres o cuatro a Manuel de Guzmán. Declaró hallarse presente
cuando Elvira se casó en segundas nupcias con
Francisco Preciado, quien entró en todos los
bienes de Garrido, “sin hacer partición ni división con ninguna persona, aunque Bartolomé
Garrido, hermano del dicho Diego Garrido, traía
pleito con el dicho Francisco Preciado sobre la
legítima de la dicha Catalina”, y que Preciado
no le dio cosa alguna. Cuenta que a la muerte de
Garrido sus pueblos de Apatlan pasaron a la
viuda, y oyó decir a Diego Alcalde, Gonzalo
Camelo y a Juan de Aguilar, vecinos de Colima,
que pedían ciertas deudas que les debía el difunto Garrido, cómo “don Rodrigo Maldonado, alcalde mayor que fue desta Villa, había dado un
mandamiento para que de los tributos de los dichos pueblos” pagaran a Elvira de Arévalo, y
que don Rodrigo había metido en posesión de
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
esos pueblos a Catalina de Arévalo, y que además dio un mandamiento de amparo para que
nadie pudiera hacer ejecución en los tributos,
hasta tanto se pagase la dote a Elvira de Arévalo. Dice que ha oído decir al propio Preciado
que de las dos huertas de cacao que se ha hecho,
saca 5,000 pesos de renta, y en su opinión, la
hacienda de Preciado puede valer 15,000 pesos
de minas. También oyó decir que Garrido, al
tiempo de su matrimonio, recibió en dote y casamiento con su mujer ciertas cabezas de yeguas, un jarro, una taza, un salero, un sayo, una
capa frisada y una chamarra de raso.
A petición de Vivanco, el alcalde mayor
mandó al escribano Juan de la Torre que extendiera al susodicho un traslado fiel de esta información y que él interponía e interpuso su autoridad firmándolo de su mano. Así lo hizo el escribano en la Villa de Colima, siendo testigos el
Padre Juan Oliveros, Juan de Herrera y Antonio
Méndez.
Caja A–2, exp. 7, 28 ff.
40. 1553. Noviembre, 28.
Antonio de Amaya solicita que sea nombrado un
tutor y cuidador de las personas y bienes de los
hijos de Juan Bautista, difunto.
Ante el teniente de alcalde mayor Juan de Aguilar, Antonio de Amaya,143 marido de Juana Gu143
Antonio de Maya o Amaya, natural de Cuéllar, era hijo
de Antonio de Maya, difunto, uno de los primeros descubridores de esta Nueva España, que vino con Grijalva.
Volvió luego a Cuba de donde tornó con Narváez, hallándose en la toma de México–Tenochtitlan. Sirvió con armas
y caballos en otras conquistas, muriendo en campaña.
Nuestro personaje siguió los pasos de su padre, viniendo en
compañía de Pedro de Alvarado, y así llegó a tierras de Colima. “Estando en el puerto de Santiago, fue con otros españoles a socorrer al pueblo de la Pascua, en cuya paçificación se halló dos veces que se rrebeló, y siruió con sus armas y cauallos, y fué mal herido en vna mano”: Icaza
(1969), I, nº 273 y 234. Sin duda, en lugar de correr la suerte de marino, prefirió acogerse al padrinazgo de Juan Bautista, compañero de viajes y de guerra de su difunto padre.
Al fallecimiento de Juan Bautista, casó con Juana Gutiérrez, su viuda. Lebrón informa que Maya tenía “una huerta
junto a Suchitlan”, de unas 5,000 casas de cacao, que “está
49
tiérrez,144 viuda de Juan Bautista,145 vecino que
fue de Colima, solicita que sea nombrado un tutor y curador de las personas y bienes de dos
hijas y un hijo que el difunto dejó a su mujer.
El mismo día, Juan de Aguilar nombró a
Amaya para ocupar estas funciones.
El 6 de diciembre, Amaya pedía licencia para
vender algunos bienes de los dichos menores,
como eran vacas, yeguas, burras y asnos, unas
casas de paja y otros. El teniente de alcalde
mandó que diera información.
Amaya presentó un interrogatorio para examinar a los testigos.
Interrogatorio
Si conocen a los menores Bartolomé, Catalina y
Francisca, que están fuera de la Villa, y residen
al presente en Guayangareo, en la Provincia de
Mechuacan.
Si saben que los bienes que les dejara su padre difunto, consistieron en yeguas, vacas, cierto
pedazo de cacao, burras y asnos.
“Si saben que a causa de los muchos leones y
animales dañosos que en esta Provincia hay,
muy pocos multiplicados se crían de los dichos
ganados”, y que el mismo Juan Bautista se quejaba de ello, y que en esta Provincia dichos ganados son de muy poco provecho y que no hay
nadie quien los beneficie, y que el pedazo de cacao desde hace un año no se beneficia por falta
de indios; que sería de más provecho vender
esos bienes y echarlos en censos o comprar otros
ganados donde se puedan aprovechar mejor los
menores, y que sacar esos ganados para llevarlos
a otra parte, será mayor el gasto que el beneficio.
El tutor presentó por testigos a Diego Morán,
Juan Fernández El Mozo, Antonio de Bonilla y
legua y media de Tlapistlan”, donde antes “solía haber un
pueblo que se decía Chilteca, el cual está despoblado”, y
“una estancia a cuatro leguas de la villa, de ganados mayores”, donde tenía “él y unos menores —los hijos de Juan
Bautista—, mil vacas y cien yeguas”: Lebrón (1979), 64-65.
144
En otro lugar es nombrada Juana Fernández: infra, II,
regº 402.
145
Véanse los datos biográficos proporcionados en nota:
supra, regº 6.
José Miguel Romero de Solís
Alonso Miguel, vecinos de Colima. Entre otras
cosas, Morán, quien aseguró tener 40 años, declaró que a él le hacen mucho daño en su ganado
los lobos y leones que hay en esta Provincia.
Bonilla, mayor de 25 años, sabía que Juan Bautista dejó entre otros bienes a sus hijos unos negros. Alonso Miguel, de la misma edad, dijo que
conocía los bienes del difunto “porque este testigo tiene una estancia a la linde”146 de la que dejara Juan Bautista. En esta Provincia —agregó—
hay mucha cantidad de animales dañinos, y que
de ello se quejaba mucho el difunto. En su opinión sería mejor vender porque de otro modo
perderán los menores su hacienda, principalmente el cacao. Juan Fernández El Mozo, mayor
de 35 años, insiste en los muchos animales dañinos, leones y lobos que hay en la Provincia,
que diezman las crías de los ganados. Opina, sin
embargo, que sería mejor sacar esos ganados
fuera de la Provincia que venderlos en la plaza,
“porque hay pocos compradores”. El propio Antonio de Amaya, bajo juramento, expresó también su opinión.
El teniente de alcalde mayor, oídas las razones, concedió la licencia solicitada. Así, el 8 de
diciembre, por voz de Jerónimo,147 negro pregonero, se pusieron en venta los bienes dejados por
Juan Bautista ante las puertas de la iglesia de esta Villa.
Juan Fernández El Mozo pujó a 3 pesos y
medio cada yegua, las vacas a medio peso la cabeza, los asnos y burras a 20 pesos la cabeza, y
nadie ofreció más. Luego salieron a remate diez
potros herrados, y Pedro de Ribera puso por
precio 80 pesos, y nadie ofreció más. Seis caballos domados, el mismo Pedro de Ribera los puso en 6 pesos cada uno. El pedazo de cacao lo
pujó Hernando de Gamboa en 15 pesos, sin encontrarse mejor ponedor. Las casas de paja que
están en esta Villa, nadie las pujó.
El 16 de diciembre se trajo en venta y pública almoneda los dichos bienes. En segunda pos146
En 1554, se informaba que “Alonso Miguel tiene una
estancia de ganados mayores a tres leguas y media de la villa, tendrá en ella mil vacas y cincuenta yeguas”: Lebrón
(1979), 65.
147
Textualmente, Gerónimo.
50
tura, Hernando de Gamboa ofreció por el pedazo
de cacao 51 pesos. Luego Juan Fernández El
Viejo ofreció 60 pesos de minas sobre las yeguas y el ganado vacuno. El mismo Fernández
El Viejo mejoró la postura sobre las burras y asnos en 25 pesos de minas. Nadie pujó más por
los caballos y potros. Pedro de Ribera puso a
precio las casas de paja.
El 25 de diciembre se pusieron en almoneda.
El pedazo de cacao fue adjudicado a Gonzalo
Moreno en 200 pesos de minas, fiado y a un
año. Las yeguas a 3 pesos y medio se las quedó
Juan Fernández El Mozo. Los caballos y potros
se remataron en Pedro de Ribera; a 7 pesos cabeza los caballos y a 6 los potros. Las casas de
paja las puso Juan Fernández El Mozo a 6 tomines de minas y fue suspendido el remate. Lo
mismo sucedió con las burras y asnos, por los
que ofrecían nada más que 25 pesos.
Caja A–2, exp. 8, 13 ff.
41. 1553. Marzo, 19.
Juan de la Torre, en nombre del licenciado Morones, fiscal de la Real Audiencia de México,
pide que Beatriz López se ratifique en un testimonio dado con anterioridad.
Juan de la Torre,148 en nombre del licenciado
Morones, fiscal de Su Majestad, hace presenta148
El escribano Juan de la Torre, natural de Palma, hijo de
Rodrigo Alonso y Francisca de la Torre; vino a la Nueva
España con dos hermanas que aquí casaron y, avecindado
en la Villa de Colima, “sienpre ha sustentado sus armas y
cauallos”. Una de aquellas hermanas, Leonor de la Torre,
casó con Pero Gómez, conquistador y vecino fundador; al
fallecer éste, su encomienda de la mitad de Tenamaxtlan
pasó a la viuda, que casó en segundas nupcias con Gaspar
Hurtado: Icaza (1969), II, nº 720 y 727. Juan de la Torre,
durante un tiempo, fungió de escribano en los pueblos de
Ávalos: véase, supra, regº 33. Lebrón, al tiempo de su visita, informó que Juan de la Torre poseía “en compañía de
Juan Jiménez, una huerta de cacao en Mazatlan, a una legua de Xicotlan”, donde podía haber “cinco mil casas” de
cacao: Lebrón (1979), 64. Gaspar Hurtado, a su vez, era
natural de Lepe, hijo de Francisco Hurtado y Leonor Alemán, y vecino de Colima; acompañó a Cortés en su triste
expedición de las Hibueras y luego a la Baja California:
Icaza (1969), I, nº 484.
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
ción de una carta receptoría y de un interrogatorio para que doña Beatriz López149 se ratifique
en un testimonio dado el 1° de agosto de 1550.
Pide a Alonso Sánchez de Miranda, vicario en
esta Villa de Colima, que ejecute dicho mandato
y esté presente a la declaración solicitada.
La carta receptoría, dada en México el 27 de
febrero de 1553 por don Álvaro Temiño, maestrescuela en la Santa Iglesia desta Ciudad de
México, juez provisor y vicario general, está dirigida “a vos, el venerable vicario de la Villa de
Colima”, pidiéndole cite e interrogue a doña
Beatriz López, mujer que fue de Alonso Castillo
Maldonado, y testigo que presenta el licenciado
Morones, fiscal de la Real Audiencia de México, en el pleito que sigue con doña Magdalena
de Nava sobre el matrimonio que dice contrajo
con Juan Tirado El Mozo, hijo de Juan Tirado El
Viejo, ambos ya difuntos.150
Con la misma fecha y ante Blas de Morales,
notario apostólico, el licenciado Morones otorgó
poder cumplido y bastante a Juan de Aguilar, al
escribano Juan de la Torre y a Francisco Preciado para hacer presentación de esta Carta al vicario de la Villa.
En la declaración del 1° de agosto de 1550,
Beatriz López, testigo presentado por el licenciado Benavente, fiscal de la Real Audiencia,
había dicho entre otras cosas que era madrina de
bautizo de Magdalena de Nava, y que tenía a
Juan Tirado El Mozo por hijo legítimo de Juan
149
Beatriz López, a la que hemos encontrado ya en varios
expedientes, dos años después de su arribo a la Nueva España en la “conserva” que trajo en 1535 al virrey Mendoza,
casó con Alonso de Arévalo, uno de los más prósperos vecinos de la primera generación de Colima, de quien tuvo
por hijos a Pedro de Arévalo y Gonzalo López de Ayala.
Muerto su esposo, marchó a la capital de la Nueva España,
donde casó con Alonso Castillo Maldonado, sobreviviente
de la expedición a Florida de Cabeza de Vaca. Al enviudar
de éste, regresó a Colima para administrar los muchos bienes de sus hijos (cf. infra, regº 251). Su tercer matrimonio
fue con el también vecino de Colima, Diego de Mendoza.
150
Juan Tirado El Viejo participó en la conquista de México–Tenochtitlan y casó con Andrea o Andresa Ramírez,
hija de Francisco Ramírez, también conquistador notorio.
Hernán Cortés le encomendó Cuycatlan en Oaxaca: Gerhard (1986), 315; también recibió la merced del pueblo de
Huicicilapa.
51
Tirado El Viejo y Andrea Ramírez, su mujer.
Dijo haber oído decir a la mujer de Antonio de
Nava151 que Juan Tirado El Mozo estaba desposado con Magdalena de Nava, y que los había
visto tratarse como esposos en casa de Antonio
de Nava y en presencia de la madre de Magdalena de Nava. Dice que Magdalena tendrá unos
11 años de edad poco más o menos, y que personas de la casa de Antonio de Nava le habían
platicado cómo dormían en una misma cama
Juan Tirado y Magdalena. De esta declaración
se sacó fiel traslado el 27 de febrero de 1553 por
el escribano Antonio de Turcios.
Se anexa el interrogatorio para examinar a
los testigos, donde se pregunta si conocieron a
las partes, si saben que por muerte de su padre, a
Juan Tirado El Mozo le fueron encomendados
los pueblos de Vezizilapa y Cuycatlan,152 pero
como éste era a la sazón menor de 12 años, tenía
por tutor a Bejarano,153 vecino de México, el
cual lo tuvo en tutoría hasta que el menor falleció a primeros de enero de 1548.
Si saben que “estando enfermo de la enfermedad que murió y en la cama, tres o cuatro días antes que muriese, le hicieron desposar con la
dicha Magdalena de Nava. Digan los testigos
cómo se desposó y si estaba malo en la cama, y
quién los desposó y cuántos días después desto
murió”. Si saben que don Antonio de Mendoza,
151
Antonio de Nava, natural de Escalona e hijo de Francisco de Nava, casó en Nueva España con una hija del licenciado Gregorio López, teniendo con ella once hijos; participó en la guerra de Jalisco, y al parecer ocupó por un
tiempo la alcaldía mayor de Texcoco: Icaza (1969), II, nº
527; Gerhard (1992), n° 455.
152
Hernán Cortés encomendó luego el 2 de julio de 1526
“el señor y naturales [...] de Cuycatlan [...], que solían ser
de Juan Tirado” a Juan de Jaso El Viejo: González–Leal
(1975), 33. Sin embargo, la primera Audiencia reasignó la
encomienda a su primer posesor, heredándola su hijo Juan
Tirado El Mozo, como aquí se indica. Cuycatlan pasó a la
Corona entre 1545 y 1548: Gerhard (1986), 315, en tanto
que Huicicilapa permaneció en poder de sus hermanos Pedro y Francisco: Icaza (1969), II, nº 1110 y Gerhard (1992),
n° 739.
153
Se refiere a Serván de Bejarano quien, por cierto, fue
criado de Gonzalo de Sandoval y también anduvo en la
conquista de Colima y Motín: Icaza (1969), I, nº 128; AN
1038 y 1433.
José Miguel Romero de Solís
Virrey de la Nueva España, vino con tal oficio
en 1535 por el mes de septiembre u octubre, y el
dicho Juan Tirado El Mozo “nasció después
adelante por el mes de noviembre o diciembre
del dicho año, que pudo haber cuando murió doce años y medio”.
Si saben que Magdalena de Nava, cuando
hizo el mencionado desposorio, “no había al dicho tiempo diez años cumplidos, y al dicho
tiempo era niña doncella, y por tal era habida y
tenida, y por su aspecto parescía al tiempo que
murió el dicho Juan Tirado ser niña de la dicha
edad y ser doncella”.
Si saben que Alonso de Bazán154 y su mujer
“vinieron a esta Nueva España y a esta Ciudad
[de México] por el año de treinta y cinco [1535],
y entraron en esta dicha Ciudad víspera de
Nuestra Señora de septiembre del dicho año,
después de haber venido el señor don Antonio
de Mendoza”. Y que después de llegados a
México, Alonso de Bazán y su mujer fueron padrinos de pila de Juan Tirado El Mozo, siendo
niño recién nacido, de ocho o quince días, y fueron padrinos dos o tres meses después de su llegada, por cuanto Alonso de Bazán, de recién
llegado, pasó dos meses en la cama enfermo y
sólo después que se levantó de aquella enfermedad, “fueron compadres y le sacaron de pila al
dicho Juan Tirado El Mozo”.
Si saben que éste era muy delicado, “que
aunque hubiera catorce años y más, no era hábil
y suficiente para tener cópula carnal con mujer,
y ansí en su aspecto no parescía y era niño de
muy poco juicio”. Si saben que tampoco Magdalena de Nava “era hábil y suficiente para tener
cópula carnal con ningún hombre, cuanto más
con el dicho Juan Tirado”, y porque a la sazón
“era al dicho tiempo niño y de muy pocas carnes
y miembros”.
Alonso Sánchez de Miranda, oída la presentación de Juan de la Torre, mandó que Beatriz
López prestase declaración, la cual recibió Juan
154
Alonso de Bazán, natural de Cuéllar, hijo de Andrés de
Bazán y María de Herrera, casó con Francisca Verdugo,
hija única y heredera del conquistador Francisco Verdugo y
sobrina del adelantado Diego Velázquez: Icaza (1969), I, nº
380.
52
de la Torre en presencia del vicario y de su notario Diego Veedor.
Beatriz López se ratificó en los dichos, y
precisó que Juan Tirado El Mozo “era travieso
en el caso de mujeres”.
Caja A–2, exp. 9, 8 ff.
42. 1554. Noviembre, 9.
La Justicia Real contra Francisco López porque
quiso matar al alcalde ordinario Francisco Preciado.
El teniente de alcalde mayor Juan de Aguilar y
por el escribano Juan de la Torre abre información por cuanto ese día, en la plaza de la Villa,
Francisco López echó mano a la espada cuando
el alcalde ordinario Francisco Preciado le quería
prender, y después echó mano a una daga dándole una puñalada en el pecho de la que salió
sangre, diciéndole feas palabras, siendo como es
alcalde, lo que es digno de pena de muerte.
Atestiguan Francisco Navarro, Diego Morán,
Juan Fernández El Viejo y Diego de Velasco,
vecinos de Colima. También dio testimonio
Alonso de Arteaga, estante.
Navarro dijo que Preciado estaba junto al
tiánguez cuando López se le acercó pidiéndole
ciertos dineros, a lo que el alcalde ordinario respondió que se los pagaría. López tornó a decir
que se los pagase, pues quería irse, que si no le
haría ejecución en sus bienes. Preciado, entonces, le dijo que hiciera lo que quisiese. López le
aseguró que así lo haría, a lo que Preciado respondió “que lo besase en el culo”. Acto seguido
se fue hacia López para prenderlo, y éste se defendió echando mano a la espada. Preciado pidió
favor a los españoles que estaban presentes. Este
testigo se acercó para favorecer la Justicia,
mientras que López se defendió de todos a reempujones, y como se defendía, el alcalde Preciado le dio de puñadas en la cabeza y en la cara, pero López se desasió de todos los que le tenían, echó mano a una daga que tenía a las espaldas, y dio con ella a Preciado una puñalada
en el pecho, en el lado izquierdo, que le salió
sangre, y si no hubiera sido por Juan Fernández
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
El Viejo, más lo hubiera lastimado. Preciado
consiguió prender a López, cuando en eso llegó
el teniente de alcalde mayor, quien mandó que
lo condujeran a la cárcel.
Alonso de Arteaga155 comentó que estando
parado junto a una ventana de la casa de Diego
de Velasco, vio salir de dicha casa a Francisco
López, quien topó en el camino con el alcalde
Francisco Preciado. Este testigo oyó decir a López: “Señor Francisco Preciado, mándeme Vuesa Merced pagar, porque no estoy aquí detenido
por otra cosa”. Preciado le respondió que ya le
daba la plata y no se la quiso recibir López,
quien dijo: “en la escritura rezaban reales, e que
no tomaría otra moneda; e que si no le pagaba,
que le ejecutaría antes de una hora”. El alcalde
contestó entonces “que le besase en el culo, y
que si la vara del Rey no hubiera, que le diera
docientas coces”. Preciado fue hacia López
quien “reculó hacia atrás ocho o diez pasos
atrás, diciendo que era la Justicia e que no se
había de tomar con él, y no embargante esto, este testigo vido queel dicho alcalde Francisco
Preciado llamando al dicho Francisco López de
«puto traidor», le echó mano de las barbas e le
dio ciertos puñetes en la cara, e el dicho Francisco López echó mano a la espada por defenderse de él”. Como empezó a juntarse la gente y
el alcalde seguía dándole de puñadas, López
“echó mano a una daga, e le tiró con ella, e en
esto llegó el dicho señor alcalde mayor e tomó
al dicho Francisco López e lo sacó del poder del
dicho Francisco Preciado que lo estaba maltratando e lo llevó a la cárcel, e mandó al dicho alcalde Francisco Preciado que, so pena de cien
pesos de minas para la Cámara de Su Majestad,
que se fuese a su casa e la tuviese por cárcel, e
no la quebrantase so la dicha pena, e el dicho
Francisco Preciado dijo que no quería”.
155
Arteaga, vecino de la Ciudad de México, era canario de
origen, siendo hijo legítimo del vasco Alonso de Arteaga,
natural de Bilbao, y de Ana de Guzmán. Pasó a la Nueva
España con su mujer y, según declaró, tenía “vn hijo y quatro hijas, la mayor por casar, y tiene su casa poblada, y padesçe necesidad”: Icaza (1969), II, nº 832.
53
Diego de Velasco156 dijo que, cuando sucedieron los hechos, él estaba con Alonso de Arteaga a la ventana de su casa, que está en la plaza de la Villa, parados, mirando a la plaza,
cuando de su casa salió Francisco López, caminando hacia las Casas del Rey, y Francisco Preciado caminando hacia el tiánguez. Este testigo
escuchó a López decirle al alcalde que le pagase
unos dineros, que no esperaba otra cosa, a lo que
Preciado dijo que le había querido pagar en plata
y él no había aceptado. López le respondió que
en la escritura decía que pagaría en tomines y
que así le debía pagar, y que no podía aguardar
más, y que si no le pagaba, le ejecutaría. Preciado, “como hombre apasionado”, le contestó:
“Bésame en el culo”, y López “le respondió que
fuese bien criado”. Preciado le amenazó con
doscientas coces yendo hacia López. Este dijo:
“Señor, desviáos allá que sois alcalde”. No obstante esto, Preciado se llegó hasta él, diciendo a
los presentes: “Prendedme a éste, y otras palabras”. López quiso echar mano a la espada, pero
se le cayó sin poder aprovecharse de ella. Preciado le agarró de las barbas, le dio seis o siete
puñetes en la cara, mientras decía a todos:
“Prendedme aquí este puto traidor, y otras palabras feas”. En esto llegaron Bartolomé Garrido y
156
El vecino Diego de Velasco era natural de Sevilla e hijo
legítimo de Llorente del Río e Isabel de Velasco; estaba casado con Juana de Medina, viuda de Benito Gallego, conquistador y fundador de Colima, encomendero de Ayabulco con ciertas estancias: VP 10. Juana Medina sucedió a su
primer esposo y “le quedaron vnos indios que él [Velasco]
al presente tiene, [pero] no declara quáles ny dónde son”:
Icaza (1969), I, nº 485. Los mencionados pueblos, como los
registra Lebrón de Quiñones, eran Avalaut o Atlachaque y
Cicatipan, “pueblo muy grande” que “estaba en la cumbre
de una sierra y por cierta pestilencia que hubo en el pueblo,
los indios que quedaron, se salieron dél y vinieron a poblarse al sitio en que al presente están poblados, que se
nombra Aguacatitlan”: Lebrón (1979), 49-50. Dicho pueblo que, por sus muchos aguacates, “los españoles le pusieron de nombre Aguacatitlan” (Ibid.), estaba “en la ribera
del Río de Colima” y en él se cosechaba algodón: SV 50
(Aguatitlan). Lebrón también informa que Diego de Velasco, “junto a su pueblo”, tenía una huerta de cacao en plena
producción con 15,000 o 20,000 casas de cacao: Lebrón
(1979), 63. Como lo dice nuestro regº, el importante vecino
Diego Velasco, quien fungió repetidas veces cargos públicos en Colima, tenía su casa “en la plaza de la Villa”.
José Miguel Romero de Solís
Juan Fernández El Viejo a favor de la Justicia.
López tomó una daga. “Y al tiempo que fue a
dar con ella un golpe al dicho alcalde Francisco
Preciado, le detuvo el brazo Juan Fernández y
Bartolomé Garrido, y en esto llegó el dicho señor teniente de alcalde”. Este le tomó preso
mandándolo encarcelar. A Preciado le mandó
que se fuera a su casa y la tuviera por prisión,
sin atreverse a quebrantarla so cierta pena para
la Cámara de Su Majestad, pero éste dijo que no
quería. “Y este testigo lo ve estar fuera de su casa”.
Diego Morán dijo que estaba en la iglesia de
la Villa rezando cuando “oyó cierto alboroto que
había en la plaza, y este testigo salió”. Vio a
Preciado que tenía asido a López por los cabezones y a éste asiendo a Preciado de la mejilla.
Oyó que el alcalde decía a Francisco Navarro, a
Juan Fernández y a Bartolomé Garrido que tomaran a López, y le llevasen a la cárcel. López,
en cambio, decía que le dejasen, que él se iría, y
esto lo dijo dos o tres veces. “Y a la postrera
vez, el dicho alcalde Francisco Preciado dijo al
dicho Francisco López: «Hi[jo] de puta, puto, no
os queréis ir a la cárcel»; e, diciendo esto, le dio
siete u ocho puñadas en la cara y en los pechos,
e entonces el dicho Francisco López volvió la
mano a las espaldas y echó mano a una daga, y
le tiró una o dos puñaladas. Y este testigo oyó
decir que le había herido en el pecho un poquito
e le había salido sangre al dicho Francisco Preciado, y en esto llegó el dicho señor teniente”.
Juan Fernández El Viejo, “conquistador e
vecino de la Villa”, prestó declaración. Dijo que
estaba a la puerta de la iglesia cuando vio a Preciado en la plaza junto al tiánguez, mientras que
López salía de casa de Diego de Velasco y se
iba tras el alcalde. Al poco rato, estaban los dos
juntos platicando, pero que desde donde él se
hallaba, no alcanzaba a oír lo que se decían. Algo, sin embargo, pudo escuchar. Fue cuando
Preciado arremetió contra López para prenderlo,
y éste “se desvió e echó mano a su espada, e la
sacó de la vaina”. Preciado se echó sobre López,
“se abrazó con él, e en esto cayó de la mano la
espada; e dijo: «¡Aquí del Rey!”». Bartolomé
Garrido y este testigo se acercaron para ponerlos
54
en paz. El alcalde les dijo a ellos dos que “so
cierta pena, echasen mano al dicho Francisco
López e lo llevasen a la cárcel”. Garrido y él dijeron a López que se dejara conducir preso, porque él no quería ir. Preciado, entretando, tiraba
de él y lo mantenía aún asido de las barbas con
una mano, pero López tenía al alcalde también
asido de las barbas con una mano y con la otra
del jubón. De repente, López tomó una daga que
tenía en las espalda y, cuando quiso apuñalar a
Preciado, este testigo le detuvo el brazo, aunque
en opinión de este testigo le daba una buena puñalada. En eso llegó el teniente de alcalde.
Ante el teniente de alcalde mayor compareció Preciado, quien pidió que se tuviera a López
preso y a buen recaudo con prisiones y hombres
que le guarden, y que se le embarguen sus bienes, tanto “los que tiene en esta Villa, como los
que tiene en la mar, o donde quiera que se hallaren”, que si no era así, él se cobraría del propio
teniente de alcalde dos pesos de oro.
El teniente fue a las casas de Diego de Velasco y bajo juramento exigió a Alonso de Arteaga que aclarase los bienes que tenía Francisco
López, a lo que éste respondió que tenía unas
calzas de Perpiñán viejas, una silla jineta vieja, y
un caballo, pero que éste era propiedad de Juan
Vázquez que está en la mar,157 y que no le conocía más bienes. El teniente los depositó en Diego de Velasco.
Al día siguiente, Juan de Aguilar fue a las casas del alguacil Juan de Reina,158 donde tenían
preso al acusado, para tomarle confesión. Preguntado de dónde era y qué oficio tenía, respondió que era de Almodóvar del Campo, y que es
afinador de plata, y al presente está en la nao de
Juan Vázquez de Ávila. Sobre el motivo de su
venida a la Villa de Colima, contestó que “a cobrar de Francisco Preciado, alcalde, ochenta pe157
Se refiere a Juan Vázquez de Ávila, marino, del que más
adelante se hace mención.
158
Nacido en Aracena (Huelva), Juan de Reina era hijo de
Juan Alonso y Leonor Gómez de Reina. Tempranamente
pasó a Nueva España y acompañó a Olid a las Hibueras; de
regreso, participó a la pacificación de Coatlan y Purificación, y con Cortés fue a las exploraciones de California.
Avecindado en Colima, casó con una india natural, de la
cual tuvo un hijo: Icaza (1969), II, nº 1082.
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
rio Calderón. El promotor solicitó que López
fuera sentenciado “en las mayores e más graves
penas”.
El mismo día, el teniente de alcalde dictó
sentencia: condenaba a Francisco López en 18
pesos de oro de tepuzque, una tercera parte para
la Cámara de Su Majestad, y las otras dos partes, “para un par de grillos e dos candados con
sus chavetas, e para traer de la Ciudad de México una cadena que llevó desta Villa Juan Zarza
de la Magdalena con Antonio de Aguayo”,160 y
además le condenaba a seis años de destierro de
esta Villa, y que no entre en ella ni en seis leguas a la redonda, so pena que si lo quebrantase
por la primera vez le sea cortada la mano, y por
la segunda vez, pena de muerte. Aparte le condenaba en la espada y en la daga.
Caja A–2, exp. 10, 9 ff.
sos de tepuzque que le debe de una obligación”.
Preguntado si era cierto que ayer viernes, en la
plaza, “yendo Francisco Preciado, alcalde ordinario desta Villa, sano e seguro, lo salió a matar
con una espada desenvainada en la mano”, respondió que fue a pedirle el pago de lo que le debía, que era lo único que le detenía en la Villa, y
que Preciado le contestó que esperara, que luego
le pagaría. El insistió que le despachase presto,
porque de lo contrario le haría ejecución en sus
bienes, a lo cual el alcalde dijo que le besara el
culo, y él entonces le reconvino diciéndole que
era alcalde y porque fuera mejor criado no perdiera nada, y Preciado aún le dijo: de no ser alcalde la daría de bofetones, y se vino hacia él.
Este confesante puso la mano en la espada para
evitar que aquél se acercara, pero Preciado llegó
a él y le asió de las barbas con una mano y con
la otra le daba de puñadas. A él se le cayó la espada del talabarte, porque se le quebró. Por otra
parte, parece que López también había insultado
no sólo al alcalde Preciado, sino también a Bartolomé Garrido, llamándole “decomunero”,159 de
lo cual dijo no acordarse, pero acepta que pudo
suceder así porque sintió mucho enojo.
El teniente de alcalde ordenó notificar a Preciado si quería presentar querella contra López,
porque de otra manera él seguiría la causa de
oficio. Preciado respondió que no presentaría
querella alguna. El teniente mandó notificar lo
mismo a López, quien tampoco quiso poner queja contra el alcalde ordinario, siendo testigos de
su respuesta Juan de Reina, el alcalde Martín de
Monjaraz y Juan de Iniesta, vecinos de Colima.
El 12 de noviembre, Juan de Aguilar nombró
promotor fiscal de esta causa al alguacil Juan de
Reina. Testigos de la designación fueron Juan
Preciado, vecino de la Villa, y el estante Grego-
43. 1555. Febrero, 20.
Juan de Aguilar reclama de Francisco Preciado
el pago de cincuenta pesos que le quedó debiendo su difunta madre.
Visto el testamento de Elvira de Arévalo, mujer
que fue de Francisco Preciado, el alcalde ordinario Bartolomé Garrido ordenó a éste que pagase.
Juan de Aguilar, además, pidió que se le pagaran
2 pesos y 2 tomines que dio al escribano Diego
Veedor por los derechos del testamento. El alcalde mandó a Preciado que también los pagara.
160
Antonio de Aguayo natural de la villa de Portillo e hijo
de Martín de Aguayo y Catalina de Ledesma, “hijosdalgo
de solar conocido”, fue con Narváez a la conquista de la
Florida desde Cuba, y luego pasó a la Nueva España;
acompañó a Nuño de Guzmán a la conquista de la Nueva
Galicia, con armas y caballos y participó en su pacificación
donde “le rrobaron quantos ganados tenya para su sustentamyento”. Fue encomendero de Tetitlan, a 13 leguas de la
Purificación, de donde era vecino, con las estancias de Carrión y Arao (Harabo). Tuvo dos hermanos más de los
mismos apellidos: Lorenzo, muerto en la conquista de México–Tenochtitlan, y Diego, fallecido en “la conquista de
las Higueras, con Xriptóbal Dolíd”: Icaza (1969), I, nº 476;
SV 701. Lebrón le acusa de haber quemado un pueblo en
tres ocasiones, dar de palos a un corregidor “y otras muertes y crueldades”: Lebrón (1979), 75.
159
Dícese comunero al partidario de las comunidades de
Castilla, revuelta iniciada en 1520 contra las medidas de
Carlos I para recabarse fondos y el gobierno despótico de
sus consejeros flamencos. El movimiento que fue tomando
carácter cada día más popular y antiseñorial, fue aplastado
en la batalla de Villalar (1521), siendo aprehendidos sus
principales dirigentes y ejecutados después; entre ellos:
Juan de Padilla, Juan Bravo y Pedro Maldonado, representantes de Toledo, Segovia y Salamanca.
55
José Miguel Romero de Solís
los naturales del dicho pueblo dijeron que había
tanto. Pérez dice que, cuando fue a Quacoman
por el trigo, “no hallé más de quince hanegas, y
en una sementera que está por coger, declararon
los indios que podrá haber otras quince hanegas
que son treinta; de las cuales, quitado el diezmo,
quedan veinte y siete”. Agrega Pérez que entonces pidió a los oficiales “me volviesen la falta
que había habido en el dicho trigo, los cuales me
dieron veinte y cuatro pesos, y la resta a cumplimiento a la falta del dicho trigo, se libraron al
dicho corregidor por razón de su salario, y el dicho corregidor no puede llevar más salario que
aquéllo que valieren los tributos del dicho corregimiento”. Pedía por tanto Francisco Pérez
que se mandara al corregidor Pero Sánchez, “me
vuelva la demasía que así le dieron e libraron los
dichos oficiales”.
Diego Veedor, teniente de contador, ante el
alcalde mayor Alonso Sánchez de Toledo, dijo
que al hacerse la pública almoneda de esos tributos, se remataron en Francisco Pérez “sesenta
hanegas de trigo y diez hanegas de maíz, y que
los indios del dicho corregimiento le escribieron
cómo habían dado al dicho Francisco Pérez
quince hanegas de trigo y diez de maíz, y que
quedaban en espiga otras quince hanegas, que el
dicho remate pasa así, y ansí se lo escribieron
los dichos caciques del dicho pueblo”.
Declaró también ante el Visitador el teniente
de contador Juan Fernández El Viejo, quien se
remitió a la almoneda que se hizo.
Visto lo cual, el alcalde mayor mandó a los
tenientes de contador que devolvieran a Francisco Pérez el valor de las 33 hanegas de trigo faltantes en el término de tres días.
Como pasó el término y el demandante no
había sido pagado, pidió al alcalde mayor que
diera mandamiento ejecutorio, lo que hizo Alonso Sánchez de Toledo.
Caja A–2, exp. 12, ff. 1-3.
Francisco Preciado, el mismo día, decía que
Juan de Aguilar bajo juramento declarase de qué
se le debían los dichos 50 pesos y qué cosas había dado por ellos, y a quién las dio, que de otro
modo él no pagaría nada, y que si el alcalde le
apremiaba, “apelo de su mandamiento para ante
el señor alcalde mayor desta Villa”. Garrido respondió que no embargante la apelación, Preciado debía dar y pagar lo que se le mandó. Preciado apeló, entonces, al alcalde mayor Sánchez de
Toledo, quien dispuso que se le entregara un
traslado de la cláusula del testamento, cosa que
hizo el escribano Juan de la Torre. El testamento
otorgado por Elvira de Arévalo en Colima, a 18
de enero de 1555, había pasado ante García
Garcés, escribano nombrado, y la clásula rezaba
así: “Iten mando que se den e paguen cincuenta
pesos del oro que corre a Juan de Aguilar, vecino desta dicha Villa, los cuales me prestó para
comprar cierta cosa”.
Sánchez de Toledo confirmó el auto del alcalde ordinario Bartolomé Garrido.
Caja A–2, exp. 11, 5 ff.
44. 1555. Junio, 2.
Francisco Pérez reclama a Pero Sánchez, corregidor de Quacoman, le devuelva el valor de
ciertas hanegas de trigo faltantes de los tributos
de dicho pueblo.
Francisco Pérez, vecino de Colima, compró en
pública almoneda sesenta hanegas de trigo de
los tributos del pueblo de Quacoman, pagando
por ellos a los oficiales de Su Majestad, hallándose presente en el remate Pero Sánchez, corregidor del dicho pueblo,161 el cual juntamente con
161
El 8 de octubre de 1528, ante el escribano Juan Hernández del Castillo, Martín Jiménez reconoció ser deudor de
Antón de Carmona, entre otras cosas, “por el diezmo del
pueblo de Pedro Sánchez que se llama Gilotlan [Xilotlan],
con sus estançias”: AN 1646. Quizá se trata del mismo Pedro Sánchez que en este expediente funge de corregidor en
Quacoman, o tal vez Pedro Sánchez Farfán que fue encomendero de la mitad del vecino Tepalcatepec: Gerhard
(1986), 257. De hecho, cuando circa 1548 se registró el
pueblo de Xilotlan bajo jurisdicción de Colima, ya estaba
en la Corona: SV 797.
45. 1555. Mayo, 17.
Juan de Arana pide que Diego de Aguilar le entregue una cadena de oro y una cruz que tiene
suyas.
56
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
Juan de Arana, ante el alcalde ordinario Bartolomé Garrido, reitera una petición que había
hecho para que Diego de Aguilar declare con juramento “si la cadenilla de oro y cruz que tiene
Pedro de Vivanco mía, que le emprestó Isabel
de Monjaraz, si era mía, el cual declaró ante
V.m. que sí. Pido y suplico a V.m. recibir juramento a Martín Ruiz de Monjaraz para que asimismo declare si es mía”, y mande por tanto a
Diego de Aguilar, “luego me dé y entregue la
dicha cadena de oro y cruz que está en poder de
Pedro de Vivanco”.
Martín Ruiz de Monjaraz declaró que la cadenilla y la cruz son de Isabel de Monjaraz y de
su marido Juan de Arana.
Diego de Aguilar explicó que la cadenilla se
la dio Isabel de Monjaraz, suegra de este confesante, y le dijo que se la regalaba pero que la
cruz era de Juan de Arana, su esposo, y si éste la
pedía, que se la dieran, pero que Juan de Arana
quería cruz y cadena.
El alcalde Garrido dio mandamiento a Diego
de Aguilar para que hiciera entrega de lo que se
le pedía. Este apeló ante el alcalde mayor.
Caja A–2, exp. 12, ff. 4-6.
46. 1555. Febrero, 16.
Pedro de Vivanco pide que Francisco Preciado
haga cuentas con él y le dé posesión de los bienes que le corresponden a Catalina de Arévalo,
su mujer, por fallecimiento de su madre.
Ante el alcalde ordinario Juan Fernández El
Viejo, Pedro de Vivanco, en nombre de su esposa Catalina de Arévalo, hija de Diego Garrido y
Elvira de Arévalo, difuntos, por cuanto ha fallecido su suegra y su esposa es una de ocho herederos, y le corresponde por tanto una ochava
parte de los bienes que quedaron de su madre,
pide que Francisco Preciado, en cuyo poder están esos bienes, se asiente a cuentas con él en lo
que toca a los bienes muebles, y en lo que respecta a los raíces, como son las casas donde
Preciado mora, y dos huertas de cacao que están
en los términos de Epatlan, dé el alcalde su
57
mandamiento “para tomar la posesión de la parte que de las dichas heredades pertenesce a la
dicha Catalina de Arévalo, su mujer”.
Pedro de Vivanco presentó el poder que su
esposa le había otorgado ante el escribano Juan
de la Torre, fechado en Colima a 14 de febrero
del mismo año, siendo testigos García Garcés,
Pero Sánchez y Juan Aguado.
El alcalde dio mandamiento a Francisco Preciado para que en el término de nueve días hiciera cuentas con Vivanco.
El 25 de febrero, Preciado respondió: “Digo
que ya es notorio como en esta Provincia no hay
letrado, y por no haber los términos del derecho”, podría ser afectado, en consecuencia pedía
“me mande dar término de abogado para que yo
pueda alegar lo que me conviene”.
El alcalde denegó esta petición, “porque en
cosas de herencia no se sufre tanta dilación”.
Notificado Preciado, apeló ante la Real Audiencia. Sin embargo, con una petición acudió ante
el alcalde mayor, quien después de recibirla y
ver que la causa estaba apelada ante la Real Audiencia, se desistió de ella. Por este motivo y
porque estaba preso, Preciado decía que no podría seguir su apelación y, por tanto, él también
se desistía de su apelación y pedía justicia ante
el alcalde mayor.
Una vez aceptada ésta, Preciado negó el derecho de Vivanco para solicitar cosa alguna,
porque en vida todavía de Elvira de Arévalo, ya
le habían dado lo que les correspondía, cosa que
niega terminántemente Pedro de Vivanco. Acepta que su suegra dio algunas cosas a su hija, pero
no como anticipo de la herencia sino de buena
voluntad de madre a hija, y sobre lo que dice
Preciado que le dieron la ochava parte de las
huertas de cacao, no hay tal sino que aquéllo se
le dio para que se retirara de cierto pleito que
contra él trataba, y también porque Catalina era
la única y legítima heredera de Diego Garrido, y
que los pueblos que él tenía encomendados pasaron a ella como hija de conquistador, y eso
consta por las escrituras que entre él y Preciado
se hicieron en su momento.
El 6 de marzo, por ausencia del escribano
Juan de la Torre, el alcalde mayor nombró para
José Miguel Romero de Solís
tal oficio a Francisco de Cepeda. Por otra parte,
Preciado recusó al alcalde Bartolomé Garrido y
tuvo que tomar el caso el alcalde Juan Fernández El Viejo.
Caja A–2, exp. 13, 17 ff.
47. 1555. Noviembre, 26.
Juan Fernández El Mozo reclama sesenta pesos
que le quedó debiendo Juan de Guriezo.
Ante el alcalde ordinario Bartolomé Garrido,
Juan Fernández El Mozo dice que Juan de Guriezo le quedó debiendo 60 pesos de oro común,
“por razón de un concierto e averiguación que
hicimos yo e vos, de una casa en que yo al presente moro”, como dice la obligación que Guriezo firmó en Colima el 19 de abril de ese año.
Los dichos pesos los iba a pagar en dos plazos:
“los veinte pesos de hoy en quince o veinte días,
e desde el día de la fecha desta los otros cuarenta pesos en seis meses”.
El alcalde Juan Fernández El Viejo dio mandamiento ejecutorio al alguacil de la Villa de
Colima contra la persona y bienes de Juan de
Guriezo, vecino de la Villa. El alguacil Antonio
de Espinosa requirió a Guriezo162 quien, bajo juramento, dijo no tener bienes muebles sino raíces, por lo que se le ejecutó en las casas de su
morada. Juan de Guriezo designó por fiador a
Diego Morán.
El 24 de diciembre, el demandado protestó
de la ejecución, y decía que ésta debía ser anulada por varias razones: porque primeramente
nada debe a Juan Fernández El Mozo, porque
aunque esté dicha obligación de por medio, él
no le dio a cambio nada; en segundo lugar, porque las casas en cuestión las vendió su mujer sin
su consentimiento, y las ordenanzas del Reino
no lo permiten.
Bajo juramento, Juan Fernández El Mozo
declaró que Juan de Guriezo recibió unas casas
donde solía vivir Catalina, mujer de Juan Fernández Ladrillero, y las cuales la susodicha y su
162
Guriezo o Buriezo son las dos formas en que es designado este vecino aquí y en otros expedientes.
58
marido hicieron en un solar que solía ser de Guriezo; y su mujer Marigutiérrez le había vendido
a la esposa de Fernández Ladrillero. Para quitarse de pleitos, Guriezo se concertó con Fernández
El Mozo por los dichos pesos de oro que, ahora,
él con justicia reclama, pesos que corresponden
a las mejoras y beneficios que en la casa hizo
Catalina, mujer de Fernández Ladrillero.
Iniciado el año de 1556, el alcalde ordinario
Martín de Monjaraz tomó el caso, pero como el
3 de enero tuvo que ausentarse de la Villa, remitió el caso al alcalde Francisco Navarro, a quien
Guriezo recusó. Navarro aceptó la recusación y
dijo que se acompañaría, cosa que Guriezo dijo
que no era legal, “por no ser el primer juez de la
causa”, que lo era el alcalde ausente Martín Ruiz
de Monjaraz, a quien deberá remitir la causa.
No hizo aprecio el alcalde ordinario Navarro
y nombró por su acompañado a Juan Fernández,163 alcalde de la Hermandad y regidor de esta
Villa de Colima. Guriezo, entonces, apeló ante
el alcalde mayor Alonso Sánchez de Toledo, cosa que le fue otorgada.
163
Obsérvese que tres personas distintas llamadas Juan
Fernández son las que aparecen en este proceso. Dos de
ellas, resultan fácilmente identificables, a saber, Juan Fernández El Viejo, que fungía a la sazón de alcalde de la
Hermandad, del que ofrecimos ya datos biográficos; y Juan
Fernández Ladrillero, natural de Cartaya, en el ducado de
Béjar, e hijo de Pero Alonso Ladrillero y Antona García;
fue piloto mayor en la armada de Alvarado y compañero
del capitán Bolaños en el descubrimiento de las islas del
Poniente; además, sabemos que fue y vino del Perú y tuvo
una merced de pesquería de perlas por la costa colimense:
Icaza (1969), II, nº 723; Gerhard (1992), n° 2523. El tercero es Juan Fernández El Mozo que bien pudiera ser un vecino de Colima que se decía hijo de Alonso Hernández y de
María Miguel, naturales de la Nava de Mérida, y que, llegado a la Nueva España, participó en la pacificación de Jalisco; casado y avecindado en Colima, tenía dos hijas: Icaza (1969), II, nº 721. Lebrón informa que Fernández El
Mozo tenía “una estancia a tres leguas de la villa de Colima, es de ganados mayores, tendrá ciento y cincuenta yeguas y ochocientas vacas”: Lebrón (1979), 65. Si es éste
del que informa Icaza, sabemos que casó —¿en segundas
nupcias?— con Ginesa López La Moza, hija mestiza de
Juan Pinzón El Mozo, de la que al parecer no tuvo descendencia: Sevilla del Río (1973), 68. Sin embargo, conjeturamos que “El Mozo” de quien se hace referencia, pudiera
ser un cuarto homónimo: Juan Fernández de Ocampo, hijo
de Juan Fernández El Viejo y Francisca de Saldaña.
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
hacer placer e buena obra”, y por plazo para pagar el 1° de febrero venidero de este presente
año. La carta fue otorgada el 7 de enero de 1556
ante Baltasar Díaz, escribano de Su Majestad y
notario público. Testigos: Gabriel Tapia, mercader, y Juan Sánchez, vecinos de México, y Antonio de Aguayo, vecino de la Purificación y estante en México.
El alcalde Navarro dio mandamiento al alguacil Antonio de Nápoles contra los bienes de
Francisco Rodríguez Lepuzcuano, quien dijo no
tener bienes, y fue tomado preso, entregándolo a
Gonzalo Moreno, alcaide de la cárcel de la Villa.
El 28 de marzo, el detenido señaló por bienes
suyos en que se haga la ejecución las casas de
Juan Ruiz, vecino de Colima, su tutor y curador,
y nombró al mismo por su fiador, quien así lo
aceptó. Testigos: Juan Fernández El Viejo, Gonzalo Moreno y Salvador Travieso, vecinos de
Colima.
Caja A–2, exp. 15, 5 ff.
El alcalde mayor, vistos los autos, confirmó
el mandamiento de Navarro en que se vio recusado y se acompañaba del alcalde de la Hermandad. Navarro, entonces, tomó a éste juramento para cumplir con su oficio.
El 11 de enero, Navarro y Juan Fernández
firmaban el fallo mandando avivar la voz de la
almoneda.
Caja A–2, exp. 14, 16 ff.
48. 1556. Marzo, 20.
Francisco Preciado pide a Francisco Lepuzcuano le pague setenta pesos que le prestó.
Ante el alcalde ordinario Francisco Navarro,
Francisco Preciado, vecino de Colima, dice que
él tiene presentada una demanda por una obligación que le hizo en Ciudad de México Francisco
Lepuzcuano, por 70 pesos de oro de tepuzque
que él le prestó. Pide que Juan Ruiz, tutor de
Lepuzcuano, le devuelva la obligación ya que
dice que no tiene bienas para pagar.
Así lo mandó el alcalde. Según la escritura
otorgada por el damandado “Francisco Rodríguez Lipuzcuano, fijo de Rodrigo Lipuzcuano,
difunto, vecino de la Villa de Colima”,164 reconoce que es deudor por 70 pesos de Francisco
Preciado, por razón de habérselos prestado y dado de la manera siguiente: 18 pesos para paño
frisado para su vestir, de sayo y capa, y una jaca
castaña en 16 pesos y medio de tipuzque, y todo
el resto a cumplimiento de los dichos 70 pesos,
“me distes prestados en reales de plata por me
49. 1556. Enero, 3.
Información sobre las circunstancias que rodearon la muerte de don Francisco Mozque, cacique del pueblo de Tapistlan.
El alcalde mayor Alonso Sánchez de Toledo
procede contra Antonio de Contreras, porque
“yendo hacia los Motines con cierta comisión
del muy magnífico señor licenciado Lebrón de
Quiñones, oidor alcalde mayor del Nuevo Reino
de Galicia e visitador desta Nueva España por
Su Majestad, a fazer ciertos negocios por mandado del dicho señor visitador”, obligó al cacique don Francisco Mozque, principal del pueblo
de Tapistlan, quien estaba enfermo de paperas, a
acompañarlo al pueblo de Alimancín, donde
murió.
Para la información, atestiguaron Garci Garcés de Mansilla, Alonso Miguel, Hernando de
Gamboa, Pedro de Vivanco y Sebastián, negro
esclavo del licenciado Lebrón de Quiñones.
Garci Garcés relata cómo estando en el pueblo de Alimancín, un martes o miércoles del pa-
164
Rodrigo Lepuzcuano o Guipuzcoano, conquistador y
fundador de la Villa de Colima, nació en Medina del Campo que es en la Mancha de Aragón, hijo de Osursula Guipuzcoano, natural de San Sebastián, en Vizcaya, y de Catalina González; sirvió en Italia y Cuba antes de pasar a la
Nueva España en compañía de Hernán Cortés, hallándose
presente en la conquista de la Ciudad de México y en otras
provincias, como Coatzacoalcos, Colima y Jalisco, recibiendo por encomienda el pueblo de Pazcoatlan: VP 9; Icaza (1969), I, nº 481. Nochaquilco, en Cihuatlan, y la mitad
de Milpa, con las estancias de Xilosuchitlan, Manatlan y
Tlacopantla, merced dada por Alonso de Estrada el 17 de
abril de 1528, los tuvo antes Diego Martín de Mérida, según informa Lebrón (1979), 57.
59
José Miguel Romero de Solís
sado mes de diciembre de 1555, por la mañana,
todavía en la cama, que no se había levantado,
vio a un indio con vara de justicia. Este testigo
estaba con Pedro de Vivanco y un mestizo llamado Domingo, criado suyo, y éste comentó:
“Este es Mozque, el de Tapistlan”, y media hora
después llegó al pueblo Antonio de Contreras
con vara de justicia, y se sentó en una silla. Ya
no volvió a ver más este testigo a aquel indio. Al
día siguiente por la noche, Garci Garcés partió
para la Villa de Colima y después de caminar
legua y media, antes de amanecer, topó en un
arroyo a unos indios y un caballo, y les preguntó
que a dónde iban, y uno de ellos le respondió
que a Tapistlan. Garci Garcés los invitó a seguir
juntos, porque él también iba para Tapistlan. Entonces le dijeron que uno de ellos iba enfermo.
Este testigo siguió su camino y una hora después
de haber llegado a Tapistlan, le dijeron que también había llegado Juan de Arana, y fue a verlo.
Juan de Arana “estaba sangrando a un indio que
decían que era el principal del dicho pueblo de
Tapistlan, e que este testigo le dijo: «Ayer le ví
de bueno en Alimancí», e que el dicho Juan de
Arana respondió que lo había sangrado de la
lengua y del brazo, porque le parecía que tenía
necesidad el indio, porque había ciertos días que
[ha] estado malo de una papera o llaga que tenía
en el pezcuezo, e que este testigo ha oído decir
que el dicho indio murió”.
Hernando de Gamboa, vecino de Colima, declaró que cuando Antonio de Contreras fue
hacia los Motines con cierta comisión del visitador Lebrón de Quiñones, él le acompañó. Contreras llevaba vara de justicia. Al llegar a Tapistlan, “dende a un rato vino al dicho pueblo don
Francisco Mozque, cacique del dicho pueblo,
con una llaga en la mano, que venía del monte.
este testigo le preguntó cómo estaba; el dicho
Francisco respondió que estaba bueno e venía
andando; y entonces, el dicho Antonio de Contreras le dijo: «Francisco, conmigo has de ir», y
el dicho don Francisco respondió que le placía,
y esto era media hora antes que se pusiese el sol
o una; e después que se echaron a dormir e sería
medianoche poco más o menos, salieron del dicho pueblo de Tapistlan el dicho Contreras y es60
te testigo y el dicho don Francisco, y otro español que se decía Pedro de Hoces, que iba con
ellos, y como era de noche este testigo no vido
si el dicho Contreras le dio vara de justicia al dicho don Francisco porque fuese con él, mas de
que cuando fue de día que llegaron al pueblo de
Alimancín, este testigo vido al dicho don Francisco con una vara de justicia en la mano”. Preguntado al respecto, Gamboa dijo que Contreras
le mandó tomar a don Francisco la vara de justicia para que le ayudase; y cuando estaban en
Alimancín y le vio con su vara, a este testigo le
pareció que estaba bueno e sano, pero al mediodía don Francisco vino donde estaba Contreras
“quejándose, diciendo que estaba malo y que le
dolía la garganta; y el dicho Contreras y este testigo y el dicho Hoces le miraron e les pareció
que le debían de sangrar, y le sangraron, y se
echó en una barbacoa, y este testigo no le vido
más”, hasta días después, de regreso él y Contreras, pues al llegar a Tapistlan, le encontraron
muy malo, “e decían que le habían sangrado
ciertas veces”, y don Francisco murió. “Al día
siguiente, en la puerta de la iglesia, le dijeron a
este testigo cómo ya era muerto”.
Alonso Miguel dijo que yendo de Colima a
los Motines, al pasar por Tapistlan, preguntó por
el cacique Mozque, y algunos naturales le respondieron que estaba malo, y “este testigo fue a
vello, y lo vido que estaba malo, echado, e que
no podía comer”. Alonso le preguntó qué tenía,
y el cacique le respondió que “estaba muy malo”, y al insistirle, Mozque dijo “que estaba ya
mal dispuesto e lo había llevado Contreras al
pueblo de Alimancí de noche e que como anduvo de noche, se le debió de entrar algún frío en
la garganta, e que como llegó con el dicho Contreras al pueblo de Alimancí, le dio una calentura, y un español que iba con el dicho Contreras,
que se decía Hoces, le había sangrado. Y este
testigo lo sangró de la lengua, e que después
dende a ocho o diez días que este testigo volvió
por el dicho pueblo de Tapistlan, preguntó por el
dicho don Francisco, e su mujer del dicho Francisco e su yerno le dijeron que murió de la dicha
enfermedad, e que murió la noche que tornó a
pasar por allí el dicho Contreras de vuelta para
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
esta Villa”. Le preguntaron a Alonso Miguel si
sabía que Contreras, contra la voluntad de Mozque quien aseguraba sentirse enfermo, le llevó
por fuerza. El testigo contestó que lo único que
sabía sobre el particular era que Contreras lo
llevó consigo y que le dio vara de justicia.
Pedro de Vivanco dice que estando en Alimancí llegaron una mañana de diciembre pasado, muy temprano, Antonio de Contreras y el
cacique Mozque, ambos con vara de justicia.
Contreras, entonces, le dijo al cacique: “Haz
traer de comer”, y don Francisco “fue a los caciques del dicho pueblo a hacer traer de comer, y
este testigo no lo vido más”. Al día siguiente, al
preguntar por Mozque, le dijeron que se había
regresado a su casa. Seis o siete días después, de
paso por Tapistlan hacia Colima, le dijeron que
don Francisco estaba malo, y fue a visitarle. Le
preguntó qué tenía, a lo que le contestó el cacique: “de un dolor que tenía en un costado y en
los pechos”. Cuenta Pedro de Vivanco haber observado “que tenía la barriga muy dura e alzada,
e allí este testigo le hizo poner paños calientes, y
este testigo se fue a acostar, e a la mañana le vido muerto”.
El negro Sebastián, criado que dijo ser del licenciado Lebrón de Quiñones, recordó que en
diciembre él fue sirviendo a Antonio de Contreras a una comisión, y que al llegar a Tapistlan
una tarde, “vino don Francisco Mozque, cacique
del dicho pueblo, con una hacha en el hombro e
una manta revuelta a la cabeza, que venía andando; y le preguntó por el dicho Antonio de
Contreras, y este testigo le dijo a donde estaba”.
Mozque fue con Contreras que estaba mirando
los caballos, “e lo abrazó, e de allí se fue a su
casa e mandó matar unas gallinas para que cenase”; y luego, después de cenar, volvió don Francisco donde estaba Contreras, y éste, “delante
deste testigo, e de Hernando de Gamboa e de
Pedro de Hoces, otro español que iba con ellos,
que si podía ir con él para ayudalle, porque sabía
la lengua, hacia los Motines, que le daría una
vara de justicia, e el dicho don Francisco dijo
que le placía. E después de medianoche, se partieron”. Cuando llegaron al pueblo de Alimancín, Contreras le hizo entrega de la vara. “E a
61
todo lo susodicho, el dicho don Francisco iba
bueno; e después de llegados al pueblo de Alimancín, al poco tiempo, “vido este testigo al dicho don Francisco que tenía la mano en la garganta, e unos algodones, y este testigo le dijo
que qué tenía, e el dicho don Francisco le respondió que le dolía la garganta, que no podía
tragar, y este testigo le dijo que fuese al dicho
Contreras para que le viese lo que había, y el indio don Francisco no fue; e después que hubieron almorzado, el dicho don Francisco entró en
el aposento donde estaba el dicho Contreras y
otros españoles, y el dicho don Francisco dijo
cómo estaba malo, y el dicho Pedro de Hoces le
metió la mano en la boca e le quebró unos flemones que tenía en la garganta, y lo sangró, y el
dicho don Francisco se fue a casa de unos parientes suyos a ver si se hallaba mejor, e después
se vino a su pueblo el dicho don Francisco en un
caballo que le dio Alonso de Angulo.165 E que
después dende a ocho o diez días que volvió el
dicho Contreras y este testigo con él por el dicho
pueblo de Tapistlan, le hallaron malo, que se
quejaba del costado, e le preguntaron cómo estaba, e dijo que le habían sangrado de los brazos
e da la lengua nueve veces”. Contreras visitó a
Mozque, “e le dio un poco de conserva”. Después llegaron a Tapistlan Pedro de Vivanco y
Andrés de Segura, que también fueron a ver a
don Francisco, “e dijeron que estaba ya peleando con la muerte; e ya que amaneció, murió, y
este testigo vido muerto al dicho don Francisco
por la mañana”.
El alcalde mayor Alonso Sánchez de Toledo
continuó la averiguación el 23 de enero en el
pueblo de Tapistlan, y para ello designó por intérprete al mestizo Luis de Villegas para la len165
Este vecino de Colima casó con Inés de Soto, quien le
sobrevivió; en el matrimonio tuvieron por hijas a Juana y
María de Angulo. Quizá falleció en 1558 o, poco antes, según se desprende del testamento de su viuda Inés de Soto:
infra, regº 72. El oidor y visitador Lebrón de Quiñones en
1554 informó que Angulo tenía “una huerta de cacao a tiro
de ballesta de Ticavacan”, en Motín, con unas 6,000 casas:
Lebrón (1979), 63; esta huerta de 400 brazas de tierra en
largo y 300 en ancho fue comprada por Angulo al gobernador de Alima don Martín Tequitlate, a mediados de 1552:
Sevilla del Río (1973), 91.
José Miguel Romero de Solís
Isabel Quaxquin, india, mujer que dijo ser de
don Francisco Mozque, con la que vinieron una
hija llamada Beatriz Cuisontl y Gonzalo Calotl,
hermano del difunto, comparecieron ante el alcalde mayor. Este les preguntó si tenían algo
contra Antonio de Contreras y si querían querellarse contra él por la muerte de don Francisco,
que lo dijeran y declarasen, que él estaba presto
de hacerles justicia. Ellos presentaron su demanda: Contreras había llevado a don Francisco
en contra de su voluntad, porque se quería ir, y
por temor de la vara de justicia que llevaba Contreras, fue con él. De ahí regresó enfermo, luego
perdió el habla y finalmente falleció siete días
después. El alcalde les dijo que si tenían información al respecto, que la diesen. La viuda dijo
que no tenía más información de lo que propio
esposo le había dicho la noche en que partió con
Contreras. Cuando ella le preguntó que para qué
iba, don Francisco le había contestado que por
temor a Contreras, que traía vara de justicia, y él
no osaba hacer otra cosa.
El alcalde mayor mandó, entonces, comparecer a Juan Apo, indio mayordomo de Tapistlan,
y Juan de Chávez, indio natural de Tuxpan,
quienes confirmaron los testimonios anteriores.
El 3 de febrero, Isabel Quaxquin, Beatriz
Cuisontl y Gonzalo Colotl,167 ante el alcalde
mayor, se desistieron de la querella que tenían
contra Antonio de Contreras, ni pedían de él cosa alguna, “porque paresce no tener culpa dello,
sino que murió de mal que Nuestro Señor le
dio”.
Caja A–2, exp. 16, 9 ff.
gua mexicana y a Juan Pizotl, indio natural de
Tapistlan, para la lengua xunicuiteca, “que es la
lengua de los naturales del dicho pueblo, los
cuales, algunos dellos, se entienden bien la lengua mexicana”.166
Francisco Atl, indio natural que dijo ser de la
Ciudad de México y naguatato de lengua mexicana, dijo que conocía a Contreras por escribano
del licenciado Lebrón, de hacía tres años, y que
hará mes y medio que pasó por este pueblo, que
decían que iba a Maquilí, a Aquila y a otros
pueblos. Un día, estando Contreras “echado en
un aposento del dicho pueblo, antes que se pusiese el sol, una hora o dos, vino don Francisco
Mozque, cacique deste pueblo, que venía del
monte con una hacha en el hombro, e vino a ver
al dicho Contreras”. Este dijo al cacique: “Mira,
que has de venir conmigo mañana e llevarás una
vara de justicia para que me ayudes”, y el cacique respondió que le placía. Y así fue que marchó con Contreras. Pero al día siguiente ya estuvo de regreso en Tapistlan. Este testigo fue a visitarle y don Francisco le dijo que Contreras le
había llevado y que allá había caído malo, “e
con los dedos señalaba que le dolía la garganta”.
Después, “se le quitó el habla, e hablaba por señas”, muriendo al cabo de siete días. Antes de
fallecer dijo a los naturales de Tapistlan “cómo
un español que iba con el dicho Contreras, que
llevaba unas calzas coloradas, le había metido
los dedos en la garganta e que le había salido
sangre, e que desde entonces se había hallado
peor”.
166
No hay más información acerca de esta lengua xunicuiteca. En la provincia de Colima, a mediados del siglo XVI,
había “muy gran diferencia de lenguas, que ha acontecido
día [que] para darles a entender lo que vuestra alteza manda hacer [de] juntar alguna cantidad de pueblos, y en diez
leguas de comarca haber treinta y tres lenguas diferentes
que unas o otras no se entienden y en muchos pueblos pequeños hay tres o cuatro diferencias de modos de hablar...”: Lebrón (1979), 32 (subrayado nuestro). En toda la
región, empero, el “mexicano” servía de lingua franca. Cf.
los comentarios a este propósito de Acuña (1987), 129-132.
Con gusto remitimos a lo que hemos escrito sobre este expediente, en: Romero de Solís, Cirujano, hechicero y sangrador... (1992), 23-31.
50. 1556. Julio, 6.
Bernardo de Balbuena pide ejecución contra la
persona y bienes de Jorge Carrillo, en virtud de
las sentencias pronunciadas por el visitador licenciado Lebrón de Quiñones.
Ante el visitador licenciado Lorenzo Lebrón de
Quiñones, Bernardo de Balbuena, promotor fiscal, dijo: “que en las sentencias por V.m. dadas
167
62
Anteriormente se le ha nombrado Calotl.
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
e pronunciadas en los procesos de visita contra
Jorge Carrillo de los pueblos de Tecocitlan el
Nuevo, e Chiapa, e Tecocitlan el Viejo, e Amatlan, e Notinpacoya, el susodicho fue condenado
de más de las restituciones de excesos e pagas
que a los naturales de los dichos pueblos se le
debían, en ciento e diez pesos de minas para salarios de oficiales desta visita en cuatro servicios
que de las visitas de los dichos pueblos se dieron, e más cincuenta e un pesos de minas para
las iglesias de los dichos pueblos, y el término
que se le dio para que los pagase, es pasado e no
lo ha pagado, e yo los he de haber lo que toca a
los dichos salarios como receptor de las dichas
condenaciones. Pido y suplico a V.m., mande
dar mandamiento ejecutorio en forma contra su
persona e bienes, e pido justicia”.
Así lo dio el visitador. Los bienes en que fue
ejecutado Jorge Carrillo fueron un negro y diez
mulas, que se depositaron en Pedro de Figueroa,
siendo testigos Hernando de Gamboa y Juan
Fernández El Mozo.
El 10 de julio, el alguacil mayor hizo dar el
primer pregón de la almoneda por voz de Sebastián, negro. Testigos: Diego de Velasco y Francisco Lepuzcano. El día 13, Pedro, negro pregonero, dio el segundo pregón ante Rodrigo Mexía
y Pedro Ladrón de Guevara. El 16 del mismo
mes, el negro Sebastián cantó el último pregón.
Pedro Ladrón de Guevara lo puso en 150 pesos
de oro de minas, siendo los testigos Rodrigo
Mexía y Pedro de Vivanco.
El 30 de julio, Bernardo de Balbuena pedía
trance y remate porque el término de los pregones había corrido. Así lo mandó el visitador. El
escribano Juan de la Torre lo notificó a Diego
Veedor, quien tenía poder de Jorge Carrillo, ante
los testigos Pero Sánchez y Martín Monje,168 vecinos de Colima.
168
Escasas son las ocasiones en que aparece residiendo en
Colima, el poderoso encomendero Martín Monje, quien
fuera uno de los primeros vecinos de Colima y al que Hernán Cortés encomendó en 1523 el pueblo de Queyatlan
(Coyutlan): VP 23. Natural de Palos e hijo legítimo de
Alonso Gutiérrez de León e Inés Alonso Monja, pasó a la
Nueva España con Narváez y se halló en la conquista de la
Ciudad de México y otras provincias: “Mestitan y Tutute-
63
Caja A–2, exp. 17, 4 ff.
51. 1556. Mayo, 22.
Poder que otorga Alonso Portillo a Francisco
Preciado.
El zapatero Alonso Portillo, estante en la Villa
de Colima, da poder a Francisco Preciado, vecino, para cobrar del alcalde mayor Alonso Sánchez de Toledo 200 pesos de oro de tepuzque
por una escritura y depósito que le debía Francisco de Cepeda, su sobrino.
Sánchez de Toledo los depositó en Francisco
Vázquez.
Testigos: Rodrigo Mexía, Juan de Guriezo y
Francisco Lepuzcano. Escribano, Juan de la Torre.
Caja A–2, exp. 18, 1 f.
pec e Mechoacan y Çacatula e Yopelçingos y Colima y Jalisco”, acompañando en esta expedición a la búsqueda de
las Amazonas a Francisco Cortés, quien le encomendó Tenamaztlan con 16 estancias. También participó activamente
en la pacificación de la Nueva Galicia junto con el virrey
Antonio de Mendoza y se cuenta entre los fundadores de
Guayangareo. La amplia región que compartió con Pero
Gómez y que tomó el nombre de Pueblos de Martín Monje,
según lo informa el oidor Lebrón de Quiñones, le hacía residir el mayor tiempo en ellos, por lo cual el visitador acotaba: “y [de] diez años a esta parte no vive en la Villa” de
Colima: Lebrón (1979), 41, 52-53 y 62; Gerhard (1992), n°
2513. No obstante esto y a pesar de tener aún muchos intereses en Colima —entre otros, beneficiaba en compañía de
Juan de la Torre una huerta en Popoyutla con 8,000 casas
de cacao y otra a solas, a media legua de la Villa, con unas
7,000 casas, más “ciertas estancias que no se sabe el ganado que tendrán”: Lebrón (1979), 64 y 66—, Martín Monje
se quejaba de padecer necesidad y que estaba “siempre enfermo en Colima”. Con cinismo y seguridad en lo que
hacía, pedía al virrey “que la merced que se le oviere de
hazer”, fuera “en tierra frya”: Icaza (1969), I, nº 84. Del
matrimonio de Martín Monje con Isabel Álvarez de Corona, hubo una tras otra cinco hijas, una de las cuales —
llamada como la madre— casó con el poeta Pedro de Trejo:
Sevilla del Río (1974), 22 y López Mena (1981), 14. Por
fín le nació un hijo varón: Martín Monje de León, que sucedió en las encomiendas a su padre y que asistió a la redacción de la Relación de la Provincia de Tenamaztlan
(1579).
José Miguel Romero de Solís
54. 1557. Marzo, 31.
Juan Fernández El Mozo pide que Francisco
Navarro le devuelva una taza de plata que le
prestó.
52. 1556. Julio, 30.
Nombramiento de Juan de Guriezo como curador de Francisco, indio natural.
El alcalde ordinario de la Villa de Colima Francisco Navarro designa a Juan de Guriezo como
curador ad litem de un indio natural llamado
Francisco.
Testigos: Alonso Sánchez de Toledo, alcalde
mayor, y Diego de Almodóvar, vecinos de Colima. Escribano Diego Veedor.
Caja A–2, exp. 19, 1 f.
Ante Hernando Botello,171 juez de residencia de
esta Villa de Colima y su Provincia, Juan Fernández El Mozo denunció que “Francisco Navarro, siendo alcalde ordinario desta Villa, me pidió una taza de plata emprestada, bien habrá un
año, y no me la ha querido dar aunque muchas
veces se la [he] enviado a pedir”. Pide que se la
devuelva luego delante del mismo juez.
Botello mandó que Navarro, bajo juramento,
declarase. Ante el escribano Pero Sánchez, el
acusado dijo que era verdad que Juan Fernández
le prestó la taza, pero que está en poder de Juan
Fernández El Viejo, teniente de tesorero, empeñada por 6 pesos, porque para ese efecto se la
prestó el susodicho. Testigos: Juan Ruiz y Jerónimo de Sosa.
Botello mandó a Navarro dar fianzas hasta
tanto regresara Juan Fernández El Viejo, quien
se hallaba ausente de la Villa. Navarro nombró
por su fiador a Andrés de Segura. Testigos de
ello fueron Garci Rodríguez172 y Juan Montaño.
Caja A–2, exp. 21, 2 ff.
53. 1557. Junio, 9.
Almoneda y remate de los bienes de Bartolomé
Garrido, difunto.
Los albaceas, Bartolomé Sánchez y Diego de
Almodóvar, albaceas de Bartolomé Garrido, difunto, vecinos los tres de Colima, “trajeron un
negro que se llama Antón al almoneda pública,
el cual anduvo en la dicha almoneda por voz de
Juan, negro pregonero, a luego pagar e luego
rematar”.169
Fue adjudicado a Hernando de Gamboa que
pagó por el negro Antón 240 pesos de minas.
Caja A–2, exp. 20, 1 f.170
171
169
Garrido, hermano del también vecino de Colima Diego
Garrido, falleció en 1557. Aunque en otro lugar se dice que
sus albaceas fueron Martín de Monjaraz y el bachiller Pedro Sánchez: infra, regº 56, el 29 de diciembre de 1557 y
ante Francisco de Nava, alcalde ordinario de la Villa de
Colima, “parescieron [Bartolomé] Sánchez e Diego de Almodóvar e dijeron que [...] Garrido [...] hizo e ordenó su testamento, en el cual los dejó por albaceas e a Mari Ruiz de
Monjaraz, su mujer”: Romero de Solís, Papeles varios...
(2000), regº 31 y 32. Entre los bienes que quedaron a su
muerte y se inventariaron, se cuenta: “la mitad de una huerta de cacao en términos de Escayamoca en compañía de
Diego Veedor. Iten, un negro que se dize Antón —
mencionado en el presente registro—. La mitad de un negro
que se dize Jorge, que tiene en compañía con Diego Veedor”; además de “unas casas de bajo, cubiertas de paja”,
donde moraba: Romero de Solís, Papeles varios... (2000),
regº 31-32.
170
Escritura trunca.
64
Hernando Botello era de Alcántara, hijo de Gutierre de
Raodona y Mari Gómez de Buiza, y tuvo en Nueva España
un hermano que participó “en muchas conquistas, desde
Mechuacan hasta Culiacán, el qual es fallecido”, quien vivió con estrechez dejando deudas “quél a pagado algunas
dellas”: Icaza (1969), II, nº 1301. Aunque en forma expresa
no se dice, Botello llegó a la Villa de Colima a tomar residencia al alcalde mayor Alonso Sánchez de Toledo.
172
Quizá este García Rodríguez sea el registrado como vecino de México y natural de Alcázar, hijo de Alonso de
Almodóvar y Catalina Sánchez, de quien se dice que, una
vez en la Nueva España, “fue a la Tierra Nueua, donde fue
por capitán Francisco Vázquez Coronado, con sus armas y
dos cauallos; e que a tenydo mynas y esclauos”: Icaza
(1969), II, nº 1312. Peter Gerhard (1992), n° 2486, empero,
relaciona al registrado por Icaza con un homónimo que era
cura beneficiado en las minas de Tasco entre 1560 y 1600,
quien en 1553 recibiera una comisión del virrey Velasco
para averiguar sobre las quejas surgidas entre los naturales
de Cuiseo, en la provincia de Zacatula: Ibid., n° 2487 y
2490.
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
El alcalde dio su mandamiento para que se le
pagara al demandante de los bienes del difunto.
Caja A–2, exp. 23, 2 ff.
55. 1557. Mayo, 8.
Poder que otorga Pedro de Vivanco a los mercaderes Francisco Rodríguez y Diego Téllez.
Pedro de Vivanco, escribano de Sus Majestades,
vecino de Colima y estante al presente en la
Ciudad de México, otorga poder a los mercaderes Francisco Rodríguez, vecino de México, y
Diego Téllez, vecino de Colima, especialmente
para cobrar de Alonso Sánchez de Toledo y
Francisco de Cepeda, “toda la cantidad de cacao
que yo he de haber e me pertenecen de las huertas de cacao que yo el dicho Pedro de Vivanco,
tengo en compañía de los dichos Alonso Sánchez de Toledo e Francisco de Cepeda, que son
en los términos del pueblo de Apatlan”, llamadas Señora Santa Ana y Santa Isabel, en las que
tiene en compañía de ellos “la ochava parte dellas de todas las cosechas”.
Caja A–2, exp. 22, 2 ff.
57. 1555. Agosto, 16.
Juicio de residencia contra Juan de Arana, alcalde ordinario que fue de la Villa de Colima.
Cargos que resultan de la pesquisa secreta
contra Juan de Arana, alcalde ordinario que fue
de la Villa de Colima el año pasado de 1554
Primero se le hace cargo que procedió de oficio
contra Diego de Almodóvar “por desacato que
tuvo contra Francisco Preciado, alcalde ordinario que a la sazón era, e prendió al dicho Diego
de Almodóvar, e no hizo justicia como era
obligado”.
También porque en un proceso contra Pedro
de Ribera por querella presentada por Juan
Fernández El Mozo, quien luego se apartó de
ella, Arana procedió de oficio, y en la sentencia
que pronunció contra Ribera, “no aplicó la mitad
para la Cámara e Fisco de Su Majestad como era
obligado”.
Un tercer cargo es por el proceso hecho
contra Francisco Pérez, Pedro de Ribera, Andrés
de Segura, Antonio de Maya,174 y otros, “sobre
que se acuchillaron e dieron una herida en el
rostro al dicho Antonio de Maya, e no prendió ni
castigó a los dichos Pedro de Ribera e Andrés de
Segura, ni contra los demás, sino contra el dicho
Francisco Pérez”; y en la sentencia pronunciada,
“no condenó a éste en la pena que mereció
conforme a la calidad del negocio, ni menos le
condenó en las armas, las cuales y las de los
demás delincuentes susodichos son e pertenescen a la Cámara de Su Majestad”.
Suscribe los cargos Alonso Sánchez de Toledo, alcalde mayor y juez de residencia. El escribano Juan de la Torre notificó a Juan de Arana
que respondiera en el plazo de tres días.
Juan de Arana quiso justificar sus actos.
56. 1557. Junio, 18.
Juan Fernández Ladrillero reclama el pago de
un dinero que le quedó debiendo Bartolomé Garrido, difunto.
Juan Fernández Ladrillero reclama el pago de
“ciertos pesos de oro que Bartolomé Garrido, difunto, le debía de ciertas cosas que había tomado de su tienda, de lo que el dicho Juan Fernández Ladrillero exhibió e presentó la cuenta de lo
que había dado al dicho Bartolomé Garrido, e
pidió al dicho señor alcalde se lo mande pagar e
pidió justicia”.
El alcalde ordinario Juan Fernández El Viejo
ordenó notificar a los albaceas de Garrido, Martín de Monjaraz y el bachiller Pero Sánchez,173 si
tenían que alegar algo en contrario. Estos pidieron que Fernández Ladrillero, bajo juramento,
declarase si era cierta y verdadera la cuenta. Así
lo declaró éste.
173
En el regº 53, aparecieron como albaceas de Garrido,
Bartolomé Sánchez y Diego de Almodóvar. El bachiller
Pero Sánchez —aquí aludido— es el escribano a quien se pedirá entregar bajo inventario las escrituras bajo su guarda a
Diego Veedor, su sustituto en el Cabildo: infra, regº 58.
174
En otros lugares, es nombrado Antonio de Amaya; véase lo que anotamos: supra, regº 40.
65
José Miguel Romero de Solís
Descargos
Sobre el primer cargo decía que, cuando hacía la
correspondiente información, tuvo “cierta pasión con Juan Ruiz, vecino desta Villa, y me fue
forzado ir a la Ciudad de México do estuve todo
el demás tiempo que me quedaba del año, y a
esta causa le dí en fiado”, lo que es costumbre
en los jueces, tanto en esta Villa como de la
Ciudad de México.
Del segundo cargo dice que sentenció a Pedro de Ribera, destinando una tercera parte para
la Cámara Real, porque “así lo tenía entendido;
y como no soy letrado, sentencié aquello que me
pareció”. Y agrega: “y la razón me guía porque
a sabello y entendello, como hice lo uno, hiciera
lo otro, especialmente que dello no llevé ningunos derechos”.
Acerca del tercer cargo comenta que “in fragante delito se halló Juan de Aguilar que a la sazón decía ser teniente de alcalde mayor, y procedió contra ellos e hizo información como
consta por el proceso, y les tomó las armas Juan
de Reyna, alguacil que a la sazón era”. Esto
aconteció al final del año de 1553; y empezando
1554, siendo Arana alcalde ordinario de la Villa,
supo que el asunto estaba por sentenciar. Entonces pidió al escribano que le llevase el proceso.
Para esa fecha se habían apartado de la querella
Antonio de Maya y Andrés de Segura; por eso,
procedió contra los dos restantes y no los condenó en las armas, porque ya Aguilar y el alguacil Reina se las habían quitado.
El 18 de septiembre, Alonso Sánchez de Toledo dictó sentencia: le condenaba en 12 pesos
de oro común aplicados la mitad para la Cámara
y Fisco de Su Majestad, y la otra mitad para gastos de la Justicia y obras pías de esta Villa, más
las costas del proceso.
Juan de Arana pagó su condena. Dan cartas
de pago Juan Fernández y Francisco Navarro,
como tesorero y receptor de gastos de Justicia,
respectivamente.
Caja A–2, exp. 24, 6 ff.
58. 1557. Agosto, 3.
66
Se manda al escribano Pero Sánchez entregar
bajo inventario todos los registros y escrituras a
su cuidado a Diego Veedor.
El alcalde mayor Lope de Arellano175 ordena al
escribano Pero Sánchez que entregue a Diego
Veedor,176 “escribano desta Villa nombrado por
el dicho Cabildo e Justicia della, todos los registros y escrituras, y procesos así civiles y criminales”, más tutelas, almonedas y demás escrituras que ante él habían pasado durante el tiempo
que fungió el oficio de escribano; las dará a
Diego Veedor por inventario, y éste dará carta
de pago correspondiente extendida al pie del dicho inventario. Todo ello bajo pena de 100 pesos de oro, la mitad para la Cámara Real y la
otra mitad para gastos de Justicia.
175
Entre las medidas inmediatas de gobierno que puso en
práctica el nuevo alcalde mayor Lope de Arellano, estuvo
la de corregir la administración de la justicia y el cuidado
de la fe pública, logramdo que el Cabildo de la Villa nombrase por escribano a Diego Veedor, del que proporcionamos algunos datos más adelante. Avecindado en la Ciudad
de México, Lope de Arellano dijo ser originario de la villa
de Amedo y que era hijo de Alonso de Arellano y María de
Velasco. Al parecer siempre tuvo, desde que pasó a Nueva
España, “sus armas, negros y cauallos en serviçio de Su
Majestad, y fue a descubrir por la mar del sur en el armada
que mataron a Becerra, y después fue con el Marqués a la
isla, y ques casado con hija de Juan Millán, y tiene vn hijo
legítimo y su muger para parir”: Icaza (1969), II, nº 555. En
1551, aparece registrado como corregidor de Molango y
Malina: Gerhard (1992), nº 1748.
176
Diego Veedor era natural de Sanlúcar de Barrameda e
hijo de Juan Veedor y Elvira Alemaña; habiendo pasado a
la Nueva España, participó en la pacificación de la Nueva
Galicia y en la de los Yopes, con Vasco Porcallo, y luego
en la conquista de la Mar del Sur, “todo a su costa”; había
casado con una hija de Francisco Guillén, uno de los primeros conquistadores, avecindándose luego en la Villa de
Colima: Icaza (1969), II, nº 724. Lebrón de Quiñones, en su
Relación sumaria (1554), informa que Diego Veedor en
compañía de Bartolomé Garrido poseía “una huerta de cacao a un tiro de piedra de Escayamoca”, con unas 8,000 casas de cacao; también, Veedor tenía “otra huerta de cacao
en compañía de Martín Páez junto a la Villa de la Purificación de mil casas de cacao”: Lebrón (1979), 63. En 1553
fungía en la Villa de Colima como teniente de contador,
puesto por el contador general de la Nueva España Antonio
de Ribero Espinosa, quien acababa de sustituir en el cargo
a Antonio de la Cadena: Gerhard (1992), n° 2552.
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
Fue notificado Pero Sánchez por el propio
Diego Veedor, estando en el Cabildo de esta Villa presentes Justicia y Regidores.
Sánchez escuchó el auto diciendo que estaba
presto de entregar todas las escrituras y papeles,
pero apelaba de la pena que el alcalde mayor le
imponía.
Caja A–3, exp. 1, 2 ff.
59. 1556. Abril, 7.
Diego de Ávila, a nombre de su esposa Estebanía de Cervera, pide que Diego Morán, su suegro, se asiente a cuentas como albacea de los
bienes de Juan de Cervera y María de Lorenzo.
Diego de Ávila, nombrado curador ad litem de
Estebanía de Cervera, su esposa, dice que Juan
de Cervera, tío de Estebanía, falleció y le heredó
ciertos bienes, cuyo albacea es Diego Morán,
padre de Estebanía, quien es también albacea de
los bienes dejados por María de Lorenzo, su
primera mujer, madre de Estebanía de Cervera.177
Ávila quiere averiguar qué bienes de los que
están en poder de Morán pertenecen a su esposa.
Por ello ruega al alcalde ordinario Hernando de
Gamboa que mande comparecer ante sí a Morán
y que éste exhiba los testamentos, almonedas,
inventarios y demás recaudos que tuviere, tocantes a ambos difuntos, y le dé cuenta a él, Diego
de Ávila, de lo perteneciente a su mujer.
En posteriores peticiones, Ávila dice Diego
Morán echó a censo 100 pesos de minas sobre
haciendas de Cifontes,178 y después en Juan de la
177
Para los nombres aquí barajados: supra, regº 7.
Francisco Cifontes (Sifontes, Zifontes, Cifuentes), conquistador y vecino fundador de la Villa de Colima, vino a
la Nueva España en compañía de Pánfilo de Narváez, y
tomó parte en la conquista de México–Tenochtitlan, de
donde escapó en la noche triste con una pierna atravesada
“de una varada”, para regresar más tarde a la conquista definitiva. En compañía de Gonzalo de Sandoval, hizo varias
campañas, “y fué siempre cabo desquadra”. Acompañó
luego a Hernán Cortés en la conquista de Pánuco y, más
tarde, participó en las entradas a los Yopes, Colima, Zacatula y Motín. “Ha sido algo provechado e tenido cargos en
esta tierra, mantiene armas y caballo”: VP 11; Icaza (1969),
178
67
Torre; por otra parte, pide cuentas a Morán de
240 pesos de minas que cobró de Juan de Arana,
vecino de Colima; también de otros 150 pesos
de minas que largó a Juan de Arana y que no
pudo hacerlo por ser bienes de menores; igualmente quiere que le pague el censo y los réditos
de 410 pesos de minas que Morán no cobró por
descuido y negligencia. Ávila dice que las casas
de la morada de Diego Morán en esta Villa no
son suyas, sino de Estebanía de Cervera una tercera parte, por ser la mitad de las dichas casas
de María Lorenzo, así como también la tercera
parte de una estancia, y la tercera parte del ganado mayor y menor, yeguas, vacas, potros,
puercos, que la madre de Estebanía de Cervera
tenía en su poder. Debe de darle y entregarle por
la misma razón la tercera parte de la huerta de
cacao que tiene en el Valle de Caxitlan, “que se
puso en vida de mi suegra”.
Morán respondió diciendo que hacía presentación del testamento de su hermano Juan de
Cervera, pero que María Lorenzo no hizo testamento alguno, “porque al tiempo que ella murió,
ella y yo estábamos muy pobres, y si no era de
ciertas yegüezuelas que teníamos, de que nos
manteníamos y sustentábamos, otra cosa no teníamos”; pero para evitar que Diego de Ávila
piense que le quiere llevar lo que de justicia per-
I, nº 91. Alonso de Estrada le hizo merced el 16 de diciem-
bre de 1527 de tres pueblos: Tecuxuacan, Mazatlan y Tepetatipa, beneficiándose además de otros dos nombrados Mazatlanejo y Los Gualatacas, al parecer, sin título alguno,
según informa el visitador Lebrón de Quiñones, quien
agregaba que Cifuentes, “de siete años a esta parte”, no residía en la Villa de Colima sino en las minas de Guachinango del Nuevo Reino de Galicia, aunque mantenía “una
huerta junto a Caxitlan ya perdida de seis mil casas de cacao”: Lebrón (1979), 54-55, 62 y 64. Quizá para las fechas
cuando informaba Lebrón, había venido a menos el proyecto de Cifuentes de instalar un molino harinero para surtir la
Villa de Colima; en efecto, el 2 de octubre de 1542, el virrey don Antonio de Mendoza le había dado merced de una
caballería más de tierra, junto a la que ya tenía en compañía de Juan Fernández El Viejo, y en donde tenía “hecho y
edificado [...] un molino en el río que pasa por la dicha Villa”: Reyes G. (1981), 48-49. ¿Acaso de aquí tomó nombre
la llamada en ese tiempo Huerta del Molino?: ver infra,
regº 107.
José Miguel Romero de Solís
tenece a su hija, dice que hace presentación de
una “memoria de los bienes que con ella recibí”.
“Declaración hecha por Diego Morán de lo
que recibió en dote con María de Meltoro, hija
de Alonso Lorenzo”: dos yeguas de vientre, la
una parida con una potranca; por fin y muerte de
mi suegro Alonso Lorenzo, me cupieron en
herencia otras tres yeguas, todas paridas, y un
potro overo, el cual dejé por garañón de las yeguas, el cual vendí después con las yeguas a peso de tepuzque. Más me dieron con ella una saya
de Perpiñán con tres ribetes de terciopelo, más
medio verdugado de paño de color de pasa. Recibí un manto de estameña y seis camisas de la
tierra, y cofias. Más me cupo por fin y muerte de
Alonso Lorenzo, mi suegro, treinta pesos de tepuzque, dos esclavos indios: el uno destos me
cupo la mitad, más medio solar, veinte ovejas,
más otro medio solar, más media estancia”.
Agrega luego: “Iten una estancia de ganado que
en ella habré cien yeguas”. Y dice: “para esto
que tengo declarado, pagué de mi bolsa cuando
murió María Lorenzo, mi mujer, la misa y vigilia y novenario y la sepultura, ofrendadas de pan
y vino y cera que se gastó, y más, cuando vine
de México, hice el cabo de año como es uso y
costumbre, y por haber veinte años, no tengo
memoria de lo que costó esto y montó éstos.
Más siete varas de ruán, que saqué de la tienda
de García Rodríguez, de las cuales le hicieron
dos camisas que le envié al Puerto,179 la una que
hizo Ana de la Zarza, mi mujer, y la otra Elvira
Lorenzo”.
El 22 de mayo, Diego Morán solicitaba un
término de 100 días, “para enviar a la Ciudad de
México, a donde tengo mis letrados”. El 10 de
septiembre, Diego de Ávila, por cuanto Morán
“no ha querido ni quiere hacer ningún conchavo,
ni buena aveniencia, ni dar cuenta”, pedía que el
alcalde le mandara bajo penas graves que se
asentara con él a cuentas.
Caja A–3, exp. 2, ff. 1-9.
60. 1552. Marzo, 23.
Testamentaría de Juan de Cervera.
Ante el bachiller Juan García,180 provisor y vicario general del Obispado de Mechuacan, y de su
notario Diego de Mata, presente el vicario de la
Villa de Colima Alonso Sánchez de Miranda,
compareció Juan Pinzón181 e hizo presentación
del testamento de Juan de Cervera.
“En la Ciudad de Pázcuaro, que es en esta
Provincia de Michuacan, domingo en la noche,
diez y siete días del mes de noviembre del año
del Nascimiento de Nuestro Salvador Jesucristo
de mil e quinientos e cuarenta e nueve años
[1549], estando en el hospital de Nuestra Señora
de la Concepción de la dicha ciudad, malo de
enfermedad grave, un mancebo venido de la Villa de Colima que había [por] nombre Juan de
Cervera, en presencia de mí Nicolás de Aguilar,
escribano de Sus Majestades, e de otras muchas
personas que ende estaban, dijo por su boca que
daba su poder cumplido, según que en tal caso
se requiere, a Alonso Zabicos que presente estaba”, para que hiciera bien por su alma, y que todo lo demás lo dejaba como heredera suya a su
sobrina Estebanía Cervera, quien vivía en la Villa de Colima.
Al día siguiente, Alonso Zabicos, a nombre
del Juan de Cervera, dispuso así las mandas: por
el ánima del difunto, primeramente, misa de
cuerpo presente cantada el día de su fallecimiento; que en la iglesia de esta ciudad, donde Cervera está sepultado, le digan los curas de la
180
Del bachiller Juan García Zurnero hicimos alusión: supra, regº 37.
181
Debe tratarse de Juan Pinzón El Mozo, hijo de Juan
Pinzón El Viejo y Ginesa López La Vieja; como sus padres
era natural de Palos: VP 1; Icaza (1969), I, nº 478, de donde
vino a México hacia 1530: Boyd–Bowman (1968), II, regº
5319. Fue casado con Elvira Prieto que no quiso acompañarlo a México: Sevilla del Río (1973), 68-69. A la muerte
de Pinzón El Viejo, pasaron a él los pueblos encomendados: Tecociapan, Tecolapan, Temacatepan, Aguacatitlan,
Atliacapan y Xaltepozotlan. Cuando Lebrón de Quiñones
hizo su visita a la Villa de Colima (1554), éstos estaban en
posesión de Ginesa López La Vieja: Lebrón (1979), 51-52.
179
Se refiere al Puerto de Santa María (Cádiz, España): al
respecto, el testamento de Alonso Lorenzo de Meltoro: supra, regº 7. Ana de la Zarza, aquí aludida, era esposa de
Diego Morán, y Elvira Lorenzo, su cuñada, esposa de Lázaro del Valle.
68
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
misma un novenario de misas rezadas “y salgan
con su responso sobre su sepultura”, y que los
mismos celebren por su ánima, y las de sus padres y parientes, 20 misas rezadas, y que se digan también “las treinta y tres misas de Santo
Amador”; y por las Ánimas del Purgatorio otras
20 misas rezadas. Manda 10 pesos de limosna
para la lámpara del Santísimo y otros 10 pesos
para el hospital de Nuestra Señora de la Concepción donde falleció Cervera. Por las ánimas
de las personas a cargo de Cervera, 10 misas rezadas más. Dispuso Zabicos también que en la
iglesia de la Villa de Colima, los curas de ella
celebren un trentanario de misas por su ánima,
por las de sus padres y parientes, y por las personas que estaban a su cargo. Para su cumplimiento, nombraba por albaceas y testamentarios
al Padre Alonso Sánchez de Miranda, cura y vicario de Colima, y a Juan Pinzón, vecino de Colima. Cumplidas las mandas, todo lo que quedase de sus bienes, lo destinaba para Estebanía de
Cervera, su sobrina.
El testamento pasó ante el escribano Nicolás
de Aguilar, y fueron sus testigos Francisco Gómez, Pedro Díaz de Villalba,182 Francisco Díaz,
diácono de Evangelio, Antonio de Mala, diácono, y Cristóbal de Barrios, vecinos y estantes en
Pátzcuaro.
El 27 de mayo de 1554, ante el notario Juan
de Iniesta,183 el Padre Alonso Sánchez de Miranda recibió juramento de Diego Morán, quien
declaró que este testamento estaba cumplido y,
por ello, le dio por libre.
Caja A–3, exp. 2, ff. 10-13.
Tutela de la persona y bienes de Estebanía de
Cervera en Diego Morán, su padre, y licencia
para vender sus yeguas.
Diego Morán, ante el alcalde ordinario de la Villa de Colima Juan Fernández El Viejo, solicita
la tutela y administración de su hija Estebanía de
Cervera, a quien Juan de Cervera había dejado
como heredera de “ciertas yeguas y ciertos pesos de oro que tenía”. Además, como no tiene
quién vele por ese ganado, pide licencia para
vender sus yeguas.
El alcalde ordenó que Morán hiciera presentación del testamento de Juan de Cervera y el
remanente de los bienes legados por el difunto.
Morán así lo hizo. Dijo que eran 80 yeguas, chicas y grandes, machos y hembras, y 130 pesos
de minas, puestos a censo en Francisco de Cifontes, Pero Gómez y en el propio Diego Morán.
También aclaró que como él tenía otros hijos de
su primera esposa María de Meltoro y de la segunda, Ana de la Zarza, para evitar pleitos con
su hija, pedía que se le diera la tutela, lo cual hizo el alcalde tomándole juramento y dándole
poder para ello.
El 26 de agosto, Morán pedía de nuevo licencia para vender el ganado, por cuanto se lo
comen “leones e lobos, como es público y notorio”, lo que ratificó bajo juramento.
Juan Fernández El Viejo ordenó que salieran
en pública almoneda, rematándose en Juan de
Arana, a 10 pesos de minas cada cabeza. Testigos fueron Juan Bautista, Diego Téllez y Martín
de Monjaraz, vecinos de la Villa.
El 6 de septiembre de 1551, ante el escribano
Juan de la Torre, Juan de Arana se obligaba en
favor de Diego Morán, tutor de Estebanía de
Cervera y se comprometía a pagar, a partir de la
fecha de la escritura “en seis años cumplidos
primeros siguientes so pena del doblo e costas”,
la cantidad de 800 pesos de buen oro de minas
por razón de 80 yeguas. Fueron testigos de la
escritura el alcalde Juan Fernández El Viejo,
Pedro de Figueroa y Alonso de Trejo, vecinos
de Colima.
61. 1551. Agosto, 25.
182
Díaz de Villalba, quien pronto recibió una merced de estancia mayor en Puruándiro que vendió en 1546, con los
años vendría a ser poseedor de varias estancias de ganado
mayor en la provincia de Michoacán: Paredes Martínez et
al. (1984), 123; Gerhard (1992), n° 1564.
183
Con Juan de Iniesta ha habido múltiples confusiones,
por cuanto se le ha identificado con el Juan de Añesta (o
Niestra) que llegó desnudo y en forma insólita ante los naturales del pueblo de Ameca: cf. Amaya Topete, Ameca...
(1951).
69
José Miguel Romero de Solís
Juan de Arana pagó un primer abono de 390
pesos de oro de minas, firmando de recibido
Diego Morán.
Caja A–3, exp. 2, ff. 14-19.
62. 1557. Septiembre, 7.
Diego Morán reclama de Juan de Arana el pago
de resto de una obligación, oponiéndose a ello
Bartolomé Sánchez.
El 7 de septiembre de 1557, ante el alcalde mayor Lope de Arellano, Diego Morán reclamaba
el pago del resto de esta obligación que había
suscrito Juan de Arana seis años atrás184 y pedía
mandamiento de ejecución contra su persona y
bienes. El mismo día, el alcalde mayor así lo
dispuso, ejecutándolo el alguacil Pedro de Figueroa,185 en once cargas de cacao que estaban
en la casa de Bartolomé Sánchez, a quien el alguacil hizo depositario de las mismas.
Bartolomé Sánchez, vecino de Colima, el 18
de septiembre protestaba ante el alcalde mayor,
alegando que las cargas de cacao embargadas
como bienes de Juan de Arana, no eran de éste,
sino de Jerónimo García Aceves, mercader de la
Ciudad de México; por ello decía: “entre mí y
Jerónimo García hay extensa amistad, y ansí me
ha escrito muchas cartas, entre las cuales me escribió ésta de que hago presentación”, según la
cual, “Juan de Arana, vecino desta Villa, me envió a mi posada once cargas de cacao, pidiéndome [que] su voluntad era, por virtud de la dicha carta, de las pagar al dicho Jerónimo García,
como en efecto se las dio y pagó, y lo pudo
hacer muy bien conforme derecho porque él es
libre y en libre albedrío de pagar a cualquiera de
sus acreedores y ansí tenía muchos días que yo
tenía en mi poder y casa las dichas once cargas
de cacao, pagadas por el dicho Juan de Arana al
dicho Jerónimo García. Y agora, Diego Morán
184
La obligación a la que se hace referencia, es la que aparece suscrita por Juan de Arana en el regº 61.
185
Por este tiempo, el vecino de Colima Pedro de Figueroa
poseía una buena estancia de ganado mayor, “a tres leguas
de la villa de Colima”, con 500 vacas y 300 yeguas, al decir de Lebrón (1979), 65.
70
tiene ejecutado en las dichas cargas de cacao por
lícita deuda que dicen que le deben, según que
en la dicha ejecución se ve, a la cual oponiéndome y por razón de esta dicha carta el dicho Jerónimo García tiene derecho y son suyas las dichas once cargas de cacao, y yo no tengo de ser
despojado dellas”. Pide, en consecuencia, que se
las devuelvan.
Sánchez hizo presentación de varias cartas
misivas. Una, de Jerónimo García Aceves a Bartolomé Sánchez, fechada en México a 4 de julio
de 1557, en donde le dice que es portador de ella
Alonso de Jerez, quien va a Colima “con algunas mercadurías para ganar la vida”, y le recomienda que, llegando, le favorezca y ayude.
Agrega García Aceves en su carta: “Aquí ha venido muchas veces Espinosa; e la primera vez le
rogué que, pues me prometió en Toluca, cuando
de esa Villa vine, me pagaría, fuese así”. Pero el
tal Espinosa, mentiroso como siempre, “se descabuyó y se fue”. A este propósito comenta:
“cuando aquí estuvo Monjaraz, le supliqué que,
pues éste era tan gran tramposo, me diese la gracia e me sustituyese el poder de V.m., que sólo
cobraría, y no quiso, aunque de mí fue muy rogado”. En otra parte de la carta, escribe: “Juan
de Arana me escribió con el señor Gamboa,
cuando a esta ciudad vino, trabajase con una señora a quien él debe MXX [1,020] pesos de minas, le esperase hasta este San Juan pasado, que
era la cosecha del cacao, y que para entonces él
pagaría, y al tiempo que él compró la negra, a
intercesión del señor Arana, fui intérprete, de
manera que hubo negra. Y como esta señora se
quejase de que por mi respeto la había dado, díle
yo otra negra mía, que me había costado mil pesos de minas, que no hallo en las Indias a otra
tal, y así le pagué lo que le debía Juan de Arana,
y se me debe a mí. Escribíle cómo yo seré allá
de aquí a tres meses, y antes no porque tengo
que hacer en Zacatecas, y será mi ida: que para
entonces sea la paga cierta y no sea yo detenido”. Quiere el mercader que de preferencia le
pague en cacao, tomándoselo “a muy buen precio, de manera que no se dé a más de veinte y
cinco pesos, porque de presente vale en esta
ciudad a treinta pesos de tipuzque, y se espera
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
valdrá a menos, porque ha de venir de Guatemala y Soconusco mucho, y de necesidad abajará”.186
El 9 de julio de 1557, Jerónimo García Aceves escribía a Juan de Arana y le decía que la
señora Gregoria de Guevara se había quejado
con él de haber vendido su negra, por eso, “le dí
la mía, que juro por Dios en la Nueva España
dudo hay otra tal, porque me costó del doctor
Santillán, cuando se quiso ir a España, mil pesos
de oro de minas”. Dice que todo ha sido por
prestarle un servicio y, por eso, quiere ser pagado puntualmente cuando venga al cabo de tres
meses a esta Villa. García Aceves añade que el
portador de la carta “es un mancebo que se llama Alonso de Jerez, de mi tierra, y va a esa Villa e lleva algunas mercadurías para ganar la vida”. Le pide que le favorezca si algo se le ofreciera. Desea también que entregue el cacao a
Bartolomé Sánchez, a quien escribe sobre el particular.
A espaldas de esta carta misiva, Bartolomé
Sánchez firmó por recibidas 11 cargas de cacao
que recibiera de Jerónimo de Sosa, “persona que
está con el señor Juan de Arana”, en razón de
“cada carga de a treinta pesos de tipuzque, que
se montan trescientos y treinta pesos del dicho
oro de tipuzque, las cuales recibo en nombre de
Jerónimo García de Aceves, y para él, para en
cuenta de pago de trescientos y veinte pesos de
minas que el dicho señor Juan de Arana debe a
Gregoria de Guevara, vecina de México, de una
negra que le compró en el dicho precio, que se
llama Ana, y el dicho Jerónimo García los ha de
186
Esta carta del mercader Jerónimo García Aceves permite avizorar la progresiva complejidad que iba adquiriendo
el comercio entre Colima y la Ciudad de México y, por otra
parte, las noticias, referencias y compromisos mutuos que
se daban entre los socios. Baste señalar algunos puntos: todavía, uno de los principales productos que animaban la
vida económica de Colima y su provincia, era el cacao y,
por estas fechas, comenzaba a ser amenazante el hecho
que, desde Soconusco y Guatemala, se venía introduciendo
en los mercados de la Ciudad de México y, por su efecto, el
precio se desplomaba. Ahora bien, si esto ocurría por una
parte, por otra —como se ve en la carta que sigue, escrita
por Arana a su compadre Sánchez—, la apertura del mercado de Zacatecas era promisorio, porque “dobla la moneda,
que vale allá a sesenta pesos la carga”.
71
haber porque los pagó por el dicho señor Juan
de Arana”.
El 23 de agosto de 1557, Bartolomé Sánchez
escribió otra carta misiva a Juan de Arana, quien
se encontraba en su Huerta de Zalaguacan. Decía así:
“Señor compadre: recibí la de V.m., y nos
holgamos con ella en saber están muy buenos:
loado sea Cristo por ello. A lo que dice V.m.
que tiene once cargas de cacao guardadas para el
efecto de lo de la negra, él me escribió en su carta que el cacao que hubiese de recibir de V.m.
que no le diese de veinte y cinco pesos arriba, y
yo digo que por ser la deuda que es de V.m., yo
me atreveré a tomallo a los treinta pesos como
dice V.m., con condición que V.m. me las haga
traer a mi posada y que venga a su riesgo; ya
que V.m. lo haya de enviar, lo envíe bien contado porque se ha de tornar a contar acá, porque
acá no falte, porque si fuera mío no había necesidad de estar alargaciones, porque contentemos
a la parte”. Dice que Jerónimo García Aceves
llegará a Colima de aquí a dos meses, “y no viene a esta Villa a otra cosa sino a cobrar de
V.m.”. Y agrega: “Bien tengo entendido que sabrá las nuevas de acá, cómo mató Garcés a
Francisco Preciado, y Garcés está preso y a buen
recaudo.187 Yo y Leonor de Almesto188 besamos
las manos de Vuesas Mercedes; y por sí, Leonor
de Almesto besa a su comadre más de mil veces.
Y porque le envíe un poco de cacao patlachtle,189 Nuestro Señor acreciente la de V.m. por
largos tiempos con mucho descanso, como sus
servidores deseamos. De Colima, a veinte y tres
de agosto, y quedo a servicio de V.m. Bartolomé
Sánchez” [rúbrica].
El 13 de septiembre, Juan de Arana escribía a
Bartolomé Sánchez, fechando la carta en la Estancia Zalahuacan:
187
Ya hicimos un comentario a propósito de la noticia que
aquí se da sobre el asesinato de Francisco Preciado: supra,
regº 26.
188
Leonor de Almesto, primero casada con Bartolomé Sánchez y luego con Juan Gómez: infra, regº 251, era hija
mestiza del conquistador Juan de Almesto.
189
De patlachtic, variedad de cacao corriente o pataxte:
Cabrera (1984), 106.
José Miguel Romero de Solís
Arana el domingo próximo pasado, que se contaron veinte y seis del presente, en casa del dicho Bartolomé Sánchez, las cuales alego ser falsas y no hacer fundamento alguno”.
Bartolomé Sánchez, por su parte, dijo que él
ya tenía hecha posesión en nombre de Jerónimo
García sobre el cacao enviado por Juan de Arana
desde su heredad de Zalaguacan, cacao que se
había cogido “por el dicho mi parte y en su
nombre y a su riesgo vino desde la dicha heredad acá, y pues vino al riesgo del dicho mi parte,
no es bien que el dicho Diego Morán venga con
sus manos lavadas a ejecutar en bienes ajenos”.
Agrega Sánchez: “se debe mirar por personas
doctas y de letras, en si yo tengo adquirido derecho contra el dicho Morán por la posesión y carta misiva del dicho Jerónimo García, y entre caballeros y hijosdalgo hace el poder bastante para
recibir y cobrar cartas misivas, y pues el dicho
mi parte y Juan de Arana lo son, para entre semejantes personas no era menester poder, y por
tan poca cantidad”. Pide, por cuanto Arana es
persona abonada, en todo caso se haga ejecución
en otros bienes y no en las once cargas de cacao
que pertenecen a García Aceves. “Otrosí pido a
V.m. mande darme licencia para poder disponer
del dicho cacao, atento al riesgo que puede venir
por comerlo como lo comen gorgojos y otras sabandijas que hay, que yo me prefiero de me
hacer depositario del valor del dicho cacao, y de
la cantidad de pesos de oro que dello se hiciere
que es el común precio a veinte y cinco pesos”.
El 9 de octubre, Diego de Mendoza, teniente
de alcalde mayor decidió que las razones alegadas por Bartolomé Sánchez no eran suficientes,
y mandó que se prosiguiera la ejecución pedida
por Diego Morán contra Juan de Arana.
“Señor compadre:
“Allá va Jerónimo de Sosa, el cual lleva once
cargas de cacao; contado va, pero V.m. lo haga
allá contar como me escribe, porque no es justo
que haya en ello falta, y V.m. mande firmar esta
carga de pago que va hecha a las espaldas de la
carta de Jerónimo García, y cuando venga el
propio haga otra carta de pago a las espaldas de
la obligación y la firme, y V.m. la mande guardar. En placiendo a la Voluntad de Dios Nuestro
Señor, de lo primero que se coja, será pagado de
todo lo que yo le resto debiendo, y porque la señora mi comadre de mejor tinta ruegue a Jerónimo García que espere, la señora su comadre le
envía de los cuapapachtle190 que pide, y muchas
veces le besa las manos, e yo con ella y las de
V.m. juntamente. Con la cual vida, Nuestro Señor por largos tiempos guarde la de V.m., como
Vuesas Mercedes desean”. Y agrega: “Acá me
escribió mi compadre Diego de Almodóvar, que
si le quería dar a Diego Díaz el cacao a veinte y
nueve pesos, puesto en esa Villa, que luego los
pagaría, y aún a treinta, pero más vale que se
aproveche Jerónimo García, que al llevarlo a los
Zacatecas dobla la moneda, que vale allá a sesenta pesos la carga, cincuenta almendras al tomín. Cuanto más que para cuando él venga, en
Tuspa y Tzapotlan lo venderá a más de treinta y
tres, que según escribe, será su venida para Todos Santos”.191
Diego Morán, entonces, acerca de la oposición que hacía Bartolomé Sánchez, pidió que se
siguiera la ejecución contra Juan de Arana, porque la deuda de Arana con él era anterior a la
contraída con García de Aceves; además, porque
Bartolomé Sánchez si bien exhibe una carta misiva del mercader Jerónimo García Aceves, no
presenta poder alguno del mismo para pedir y
cobrar, y “porque las cartas misivas que el dicho
Bartolomé Sánchez presenta, son frívolas y maliciosamente hechas, como por ellas V.m. verá,
y a todos consta ser hechas por el dicho Juan de
Memoria de lo que tengo de hacer
“Primeramente, señalar frutos y rentas de la parte que pertenesce de la Hacienda de Zalaguacan
y Tlapistlan a Juan de Arana, la mitad de lo
multiplicado después que se casó, y dos negras
que están en Zalaguacan, y la casa de su morada
que está en esta Villa, y las yeguas de doma”.
190
Así, aunque debería ser cuapachtle, planta parásita de
color amarillo que cuelga de los árboles: Cabrera (1984),
55-56.
191
La fiesta de Todos los Santos (Omnium Sanctorum) se
celebra cada año el 1º de noviembre.
72
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
64. 1557. Febrero, 19.
Provança que hizo Juan Fernández El Viejo de
cómo le prendió Sancho de Caniego.
Bartolomé Sánchez protestó de la decisión
del alcalde mayor y apeló a la Real Audiencia
de México ante el teniente de alcalde mayor
Diego de Mendoza, siendo testigos Juan Fernández El Mozo y Alonso Miguel, vecinos de
Colima.
Diego de Mendoza, por su parte, opinó que
era de malicia la protesta de Bartolomé Sánchez
con el objeto de dilatar la ejecución y que, no
embargante la dicha apelación, mandaba proseguir con la ejecución solicitada por Diego Morán.
El mismo día 9 de octubre de 1557, “después
de vísperas”, ante Diego de Mendoza y en la
plaza pública de la Villa, “anduvieron en venta e
pública almoneda once cargas de cacao, y los
frutos de las huertas de cacao de Juan de Arana
de las huertas de cacao de Zalaguacan y Tapistlan, e la mitad de todos los bienes multiplicados, y las casas de la morada del dicho Juan de
Arana que son en esta Villa, y todas las yeguas
de doma”, además de todas sus yeguas.
Todo lo cual anduvo en pregones por voz de
Bartolomé, negro, en altas voces.
Caja A–3, exp. 2, ff. 20-35.
Juan Fernández El Viejo, teniente de alcalde
mayor de la Villa de Colima, de oficio, abre la
información siguiente: “Ayer jueves que se contaron diez y ocho días deste presente mes de febrero, fue a las casas donde posaban Sancho de
Caniego192 e Francisco de Sosa, su acompañado,
192
En el texto, a veces, aparece el apellido transcrito como
Caniego, y en otras, Canego; algunos autores lo registran
como Cañego. Acerca del trasfondo de este regº y del que
sigue, es oportuno comentar que, concluida la visita de Lebrón de Quiñones a Colima (septiembre de 1554) y mientras algunos vecinos afectados promovían quejas ante la
Audiencia de México e, incluso, ante el Emperador, el Visitador recibió nueva comisión del virrey Velasco para extender su inspección a Michoacán. Casi dos años después,
en febrero de 1556, el Consejo de Indias comisionó al Dr.
Pedro Morones —“aguerrido y malhablado, provocador de
los indios y conquistador fallido”, al decir de John H. Parry—, sustituto en Compostela del oidor Hernando Martínez
de la Marcha, para tomar residencia a su antecesor y realizar en el plazo de 90 días la pesquisa secreta en torno al
desempeño de los otros oidores, a saber, Miguel de Contreras y Lorenzo Lebrón de Quiñones. Estas averiguaciones
tropezaron de inmediato con un grave estorbo: Morones
había designado al vecino de Guadalajara Sancho de Caniego para investigar la labor de Lebrón en Colima y éste
protestó alegando que el susodicho era su enemigo personal. Cuando Morones pretendió sustituir a Caniego por algún miembro del Cabildo compostelano, también Lebrón
se negó, sabiendo que contaba con pocas simpatías en los
Cabildos tanto de Compostela como de Guadalajara, y que
por cierto habían criticado su visita. No obstante tales estorbos, Sancho de Caniego se puso en camino y llegó a través de Tuxpan hasta la Villa de Colima, donde suscitó el
conflicto del que tratan nuestros regº 64 y 65, en los que se
manifiesta la prepotencia del juez y de sus acompañantes.
De hecho, inmediatamente después de estos incidentes,
Caniego fue apresado por orden del virrey Velasco bajo la
acusación de jurisdicción ilegal y uso indebido de vara de
justicia. Alcanzó Caniego, a reunir algunas pruebas y denuncias que hizo llegar al urgido Morones, quien pudo, antes del perentorio plazo de los 90 días, presentar los resultados de la pesquisa y, tras apresarlos, sentenciar a ambos
oidores a perder sus cargos y pagar altas multas. Contreras,
de inmediato, pagó fuerte multa, y a Lebrón, de quien se
dice que colocaba periódicamente sus ahorros bajo la guarda de los conventos franciscanos de la región, le embargaron y vendieron sus efectos personales y “su pequeña pero
atesorada biblioteca”, como escribe Parry. Ambas sentencias pasaron a la Audiencia de México mientras que los dos
63. 1562. Septiembre, 14.
Diego de Ávila, en nombre de su esposa Estebanía de Cervera, sigue pidiendo que Diego Morán le pague.
Ante el alcalde ordinario Hernando de Gamboa,
Diego de Ávila seguía pidiendo a nombre de su
esposa Estebanía de Cervera que se mandara a
Diego Morán, “me dé e pague los dichos pesos
de oro que ansí le fueron alcanzados, pues son
bienes de menores”.
Cargos por 1,737 pesos, 5 tomines y 6 granos
de oro.
Descargos por 1,087 pesos y un tomín de oro
de minas.
El 23 de septiembre, Diego de Ávila presentaba nuevos cargos y Morán sus descargos.
Caja A–3, exp. 2, ff. 36-40.
73
José Miguel Romero de Solís
juez que se decía ser por el muy magnífico señor
el doctor Morones, juez de residencia del Nuevo
Reino de Galicia, salvo y seguro a presentar un
escrito de requerimiento ante Diego Hurtado,
escribano de Su Majestad, para que lo notificase
a los dichos Sancho de Caniego e Francisco de
Sosa, su acompañado, en respuesta de ciertos
autos y mandos que me habían sido notificados
por el dicho Diego Hurtado a pedimento e por
mandado de los dichos”.
“E habiéndolo presentado, el dicho Diego
Hurtado no lo quiso leer porque Sancho de Caniego le mandó que no lo leyese, y lo llamó a
una cámara al dicho Diego Hurtado, e dijo al dicho señor teniente de alcalde mayor que esperase un poco, que luego saldría e lo leería. Y estando en esto, se armaron con sus espadas, que
no las tenían cuando el dicho señor teniente entró, e se pusieron a la puerta Martín de Gamón e
Juan de Viera, y el dicho Sancho de Caniego e
Francisco de Sosa, su acompañado, se ciñeron
sus espadas a manera de alboroto poniéndose en
armas. E luego salió el dicho Diego Hurtado con
un mandamiento del dicho Sancho de Caniego e
de Francisco de Sosa, su acompañado, en que en
el dicho mandamiento en efecto mandaban al
dicho señor teniente que no saliese de aquella
posada en su pies ni [en] ajenos, so pena de dos
mil pesos de oro, la mitad para Cámara e Fisco
de Su Majestad, e la otra mitad para gastos de
oficiales, según que más largamente en el dicho
mandamiento se contenía, e hasta tanto que diese fianzas legas, llanas y abonadas, que se presentaría por preso en la Ciudad de Compostela
ante el dicho señor doctor Morones, donde no,
que harían en el caso su justicia. Y el dicho seafectados apelaban al Consejo de Indias. Pudo escapar Lebrón de Quiñones y hallar refugio en la Ciudad de México
bajo la protección de los franciscanos y del virrey Velasco
quien, por cierto, meses después y antes de que se diera el
fallo del Consejo de Indias, comisionó a Lebrón para hacer
otra visita a la provincia de Oaxaca y a la Mixteca. Terminada ésta, Lebrón viajó a España para agilizar el proceso
ante el Consejo de Indias que, al fin, en noviembre de
1561, dictó sentencia absolutoria y, por una cédula, mandó
devolverle su puesto y atribuciones de oidor, librándole de
todos los cargos (10 de enero, 1562): Sarabia Viejo (1978),
363-365; Parry (1993), 123-129.
74
ñor teniente de alcalde mayor les respondió que
él era aquí teniente de alcalde mayor en esta Villa e Provincia de Colima por Su Majestad, e
que ellos no eran partes para mandarle lo que le
mandaban, porque no los conocía ni tenía por
sus jueces, ni los conocía ni tenía por tales, y
otras cosas que quedaron asentadas en las espaldas del dicho mandamiento según que más largamente en la dicha su respuesta se contiene”.
Agrega Juan Fernández que, entre las respuestas y requerimientos que surgieron a la sazón, “queriéndose el dicho señor teniente de alcalde mayor salir por la puerta para irse a su posada, se le pusieron delante los dichos Sancho
de Caniego e Francisco de Sosa, e Martín de
Gamón e Juan de Luera, e un Riveros, su naguatato, e le dijeron que no se saliese sino que se
entrase preso en una cámara, y el dicho señor
teniente le respondió que no se había de dejar
prender porque ellos no eran sus jueces, que le
requería que le dejase ir libremente, donde no
que le protestaba que si hubiese algún escándalo
e alboroto, que fuese a su culpa y cargo”. Entonces, “le echaron mano llevándolo a reempujones hacia un aposento, y el dicho señor teniente requiriéndole que lo dejasen, y poniéndoles
penas y requiriendo a los vecinos desta Villa que
estaban presentes, y mandándoles con pena de
cada quinientos pesos que no lo consintiesen ni
dejasen prender, pues era su alcalde mayor. Y
les preguntó si le conocían por teniente de alcalde mayor, y todos le respondieron que sí, y entonces les pidió favor e ayuda, diciendo: «¡Aquí
del Rey!», y diciendo esto, le llevaron a reempujones e metieron en la dicha cámara, dándole
muchos empellones, e le derribaron la capa en el
suelo. E aunque pidió favor e ayuda a los dichos
vecinos, diciendo: «¡Aquí del Rey!», ninguno
llegó a favorecelle y a resistir que no le prendiesen, y ansí le metieron preso desde la mañana e
hasta buen rato de la noche, que sería las diez de
la noche, que le pidieron que si quería que le
soltasen, que diese fianzas de dos mil pesos de
oro y depositase otros quinientos pesos en moneda o en plata para que lo llevasen a Compostela el dicho depósito, para que dentro de veinte
e cinco días se presentase por preso en la Ciudad
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
de Compostela ante el dicho señor doctor Morones, donde no, que los dichos fiadores se obligasen de pagar los dichos dos mil pesos, sometiéndose a la jurisdicción de la Nueva Galicia. E
más, que perdiese los dichos quinientos pesos
del dicho depósito”.
Juan Fernández continúa con su relato: “Y el
dicho señor teniente por verse preso como estaba y metido en una cámara, e que le querían llevar preso con prisiones a la Nueva Galicia, e lo
habían apercibido que se aparejase porque aquella noche, antes que amaneciese, se querían ir y
llevallo aprisionado, e por salir de la dicha prisión e porque no le llevasen como querían, e
porque vido que no tenía favor ni ayuda de los
vecinos desta Villa, dijo que él quería dar las dichas fianzas que le pedían, e así dio a cuatro vecinos desta Villa por fiadores e depositarios de
los dichos dos mil pesos, e para ello hicieron
una obligación”. Los fiadores fueron Diego de
Velasco, Diego de Almodóvar, Andrés de Segura y Francisco de Cepeda, vecinos de Colima.
Por otra parte, Juan Fernández El Viejo mandó, entonces, traer “doce piezas de plata labrada,
que pesaron veinte y ocho marcos, las cuales
depositó realmente” ante Caniego y Sosa, con
un valor de 250 pesos, “las cuales dichas piezas
se llevaron en su poder”. Para cubrir el resto
hasta 500 pesos, como se le mandaba, “hizo una
obligación Diego de Velasco, vecino desta dicha
Villa, de otros doscientos e cincuenta pesos”.
Así le mandaron soltar con la condición de presentarse en el término fijado de 25 días en Compostela.
“E para informar a Su Majestad o hacer en el
caso justicia, e para que Su Majestad sepa cómo
le trataron no siendo sus jueces ni superiores, ni
teniendo comisión ni facultad para ello, y de la
fuerza que le hicieron y del poco favor e ayuda
que los dichos vecinos desta Villa le dieron, dijo
que quería hacer e hizo la provança e información siguiente”.
Juan Fernández El Viejo hizo comparecer al
alcalde ordinario Juan de la Torre, a los regido-
75
res Juan Ruiz y Diego de Almodóvar, y a Gonzalo Moreno, vecinos de Colima.193
El regidor Juan Ruiz declaró que “ayer por la
mañana”, acabando de salir de misa, el teniente
de alcalde mayor llamó a este testigo, a Diego
de Almodóvar y a Francisco de Cepeda, regidores de la Villa, porque estaban todos juntos, y
les rogó que le acompañaran a la posada de Sancho de Caniego, pues iba a presentar un requerimiento por el que respondía a un mandamiento
que le habían hecho. Cuando llegaron, Caniego
se estaba vistiendo. Cuando Juan Fernández le
iba a entregar el escrito, Caniego ordenó a Diego Hurtado que no lo leyese, que se entrase con
él a un aposento, del que poco después salieron
con un papel en la mano. En esto, dice Ruiz, él
se retiró y al regresar nuevamente, halló con sus
espadas a la puerta a Martín de Gamón, Juan de
Luera y al naguatato Riveros, y a Caniego y
Francisco de Sosa, su acompañado, “con su vara
en la mano e sus espadas ceñidas y de mal arte
alborotados. E vido este testigo que el dicho
Sancho de Caniego hacía del ojo a los que estaban en la puerta, que no se quitasen de allí”.
Después de esto, Caniego mandó al teniente de
alcalde mayor que “se entrase en el aposento por
preso, e vido cómo el Cabildo desta Villa hizo
ciertos requerimientos al dicho Sancho de Caniego e a Francisco de Sosa, su acompañado, para que libremente dejasen al dicho señor teniente
de alcalde mayor, e no lo prendiesen”. Fue
cuando Caniego y Sosa, a empujones, encerraron en un aposento a Juan Fernández y cerraron
las puertas. Antes de acontecer esto, el teniente
había pedido el favor y ayuda de los muchos vecinos que presentes estaban “e así mismo a la
193
La información que toma Juan Fernández El Viejo manifiesta la división existente entre los vecinos de Colima,
tanto con respecto al trasfondo —el papel desempeñado por
el oidor Lorenzo Lebrón de Quiñones—, como al conflicto
de autoridades que se hacía presente: la que supuestamente
presentaba Sancho de Caniego, la del teniente de alcalde
mayor y la del propio Cabildo de la Villa, cuyos regidores
se alinearon con claridad a favor del juez pesquisidor. A
uno de éstos, Diego de Almodóvar, el alcalde mayor Alonso Sánchez de Toledo lo procesó más tarde por “haberse
excedido de lo que era obligado” y por no haber dado ayuda cuando su teniente la solicitó: infra, regº 65.
José Miguel Romero de Solís
Acerca de lo sucedido cuando Juan Fernández pidió al escribano Diego Hurtado por testimonio los requerimientos que había hecho, el
regidor declaró: el teniente preguntó al escribano porqué no le daba los dichos requerimientos,
“que si lo hacía por dineros, que he aquí dos pesos, los cuales el dicho señor teniente se los puso delante encima de una mesa, e le dijo al dicho
Diego Hurtado que si quería más, que se los daría, e que ansí vido este testigo que se quedaron
los dos pesos en la mesa, sin dar los requerimientos”, como le instruyó Caniego. Dice el testigo que el escribano respondió al teniente que
se los habría de dar en Compostela.
Sobre las generales, el regidor Juan Ruiz dijo
ser cuñado del teniente de alcalde mayor, y que
era de más de 40 años de edad.
El 20 de febrero, el Cabildo de la Villa compareció ante Juan Fernández El Viejo, y le dijeron: “La Justicia e Regimiento desta Villa parecemos ante V.m. y decimos que a nuestra noticias es venido que V.m. hace cierta provanza
contra el pueblo e en favor de V.m., lo cual es
contra todo derecho, por ser en su causa propia,
por lo cual en el caso tenemos a V.m. por odioso
e sospechoso, e como tal lo recusamos y juramos a Dios y esta + [cruz], que esta recusación
no la hacemos de malicia, sino porque ansí conviene a la pro e utilidad del pueblo”. Firmaban
la recusación Juan de la Torre, Diego de Almodóvar, Francisco de Cepeda y Juan Ruiz.
El teniente se consideró recusado, y por ello
tomó por compañado al alcalde ordinario Juan
de la Torre, siendo testigos Antonio de Carvajal,
Gonzalo Moreno y Juan de Orduña, “e lo firmó,
no embargante que esta causa no la tiene por suya propia, sino por negocio que toca a Su Majestad”.
El Cabildo, en respuesta a esta decisión de
Juan Fernández El iejo de acompañarse del alcalde ordinario, volvió a pronunciarse: “Hemos
recusado a el señor Juan Fernández por ser su
causa propia, en la cual es contra todo derecho
por ser en perjuicio del pueblo”. Por ello, pedían
“a Vuesas Mercedes [que] no manden tomar la
dicha información hasta tanto que el señor
Alonso Sánchez [de Toledo], alcalde mayor,
Justicia e Regimiento que son Juan de la Torre,
alcalde ordinario, e Diego de Almodóvar, e
Francisco de Cepeda, y este testigo también es
regidor juntamente con los dichos”. El propio
teniente y el Cabildo hicieron requerimientos a
Caniego y Sosa, diciéndoles que ninguno había
llevado armas, que sólo el teniente portaba su
vara de justicia, y no obstante los requerimientos, llevaron siempre preso al teniente a empujones. Dice que éste amenazó so pena de 500
pesos de oro a muchos vecinos si no le prestaban ayuda y favor, impidiendo que le prendieran, pero fue en vano, porque anticipándose Caniego y Sosa le encerraron y se pusieron muchos
de ellos con sus espadas y dagas frente a la puerta, “porque no llegase gente a favorecelle, e no
dieron lugar a que el dicho alcalde ordinario llegase ni los demás vecinos”. En opinión de este
testigo si el alcalde ordinario se hubiera decidido a abrir la puerta y querer sacar al teniente de
alcalde de la prisión en que estaba, no hubiera
podido por estar sin armas y pacíficos los vecinos, y hubiera surgido un gran escándalo.
Se le preguntó al regidor Juan Ruiz si estaba
presente cuando Caniego fue a prender a Diego
Veedor, a lo que contestó que “no estaba en la
Villa en aquella sazón”.
Se le preguntó también sobre lo sucedido
cuando el teniente de alcalde pidió favor y ayuda de los vecinos y del Cabildo. Respondió el
testigo: “Entonces dijo el dicho Diego de Almodóvar: «Yo recibí a Sancho de Caniego e a su
acompañado, y no tengo de ir contra él en todo
lo que quisiere hacer y mandar», y el dicho señor teniente de alcalde mayor dijo entonces al
dicho Almodóvar: «Yo también estoy aquí por
Justicia en esta Villa, soy del Rey pues que estoy en su nombre». Y el dicho Almodóvar dijo
entonces que estaba muy bien hecho lo que Sancho de Caniego hacía en prender al dicho señor
teniente de alcalde mayor”, y eso lo ha seguido
afirmando Almodóvar, quien también sostenía
que “un pesquesidor del Rey a un oidor podía
prender, e que el dicho Diego de Almodóvar tenía por juez pesquisidor al dicho Sancho de Caniego”.
76
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
la posada de Sancho de Caniego y este testigo se
fue con ellos a ver dónde iban”. Al llegar a la
casa, encontraron a Caniego que se estaba vistiendo. Juan Fernández y los otros le hablaron y
el teniente “sacó unos papeles” y dióselos al escribano Diego Hurtado, para que los leyera a
Caniego, pero éste le dijo al escribano “que no
los leyese, que esperase un poco”. Al insistir el
teniente ante el escribano, Caniego volvió a decir: “que esperase un poco, que después se leerían, que tiempo había”. Luego, Caniego llamó al
escribano “e se metieron ambos en un aposento,
y dende a un poco salieron, y como salieron, el
dicho Sancho de Caniego salió vestido con su
vara en la mano e su espada ceñida, y Francisco
de Sosa, su acompañado, juntamente con él, con
su espada ceñida, e luego vino Martín de Gamón
e Juan de Luera, e se pusieron a la puerta con
sus espadas juntamente con Riveros, su naguatato, y de mal arte a manera de alborotados”.
Caniego y Sosa “se pusieron delante, tapando la
puerta para que nadie no pudiese salir, y en esto
el dicho Diego Hurtado empezó a leer un papel
que tenía en la mano, que sacó del aposento
cuando le llamó el dicho Caniego”, diciendo que
el teniente debía de pagar fianzas por 2,000 pesos de oro antes de salir de aquel aposento, y
que debía presentarse en Compostela ante el señor doctor Morones, “donde no, que se metiese
en un aposento e no saliese de él”.
Visto esto, sigue declarando el testigo, Juan
Fernández protestó, diciendo de Caniego “no era
su juez y él conocía por tal, porque él era en esta
Villa teniente de alcalde mayor, y no tenía otro
superior sino a los señores presidente e oidores
de la Real Audiencia de México, e que no le
podía mandar lo que le mandaba”, y sobre ello,
el teniente “le hizo requerimientos e
protestaciones y respuestas que pasaron ante
Diego Hurtado”. Quiso entonces salir el teniente
e irse a su casa, pero Caniego le empezó a
reempujar diciéndole que no podía irse, “sino
que se entrase en una cámara”. Dijo el teniente:
“¿Qué es esto? ¿Queréisme prender?”, e hizo
“ciertos requerimientos al Cabildo e vecinos
desta Villa, que algunos estaban presentes,
porque el dicho señor teniente había enviado a
venga”. Almodóvar, Cepeda y Ruiz suscribían la
petición “en nombre del dicho pueblo”.
Respondió el teniente de alcalde que no consideraba como ropia la causa, sino del Rey, porque “si alguna afrenta Sancho de Caniego e su
acompañado hicieron, que no la hicieron a él,
sino a Su Majestad, por estar como estaba en su
Real Nombre por teniente de alcalde mayor. E
que si él tomó por acompañado al dicho Juan de
la Torre, fue para se hallase presente al hacer de
a dicha provanza y retomar de los testigos, e no
para más. E firmólo”. Juan de la Torre, por su
parte, dijo que él se hallaría presente en la información y que la petición del Cabildo de que
se esperase la llegada del alcalde mayor no procedía, porque Juan Fernández, su teniente, era
juez y la podía hacer, “especialmente aciéndola
ante mí como su acompañado”.
El 22 de febrero, Juan Fernández hizo comparecer ante sí y nte su acompañado a Diego de
Velasco, quien a las preguntas que le fueron
hechas, respondió que en la noche, estando preso Juan Fernández, éste le mandó llamar y él
acudió para ver lo que quería el teniente. Juan
Fernández entonces le rogó que le fiase, “y este
testigo e otros tres vecinos desta Villa lo fiaron
en dos mil pesos de oro; y demás de la dicha
fianza, este testigo se hizo depositario de doscientos e cincuenta pesos, de lo cual hizo obligación en forma”, ante el escribano Diego Hurtado. Velasco agregó que vio cuando el teniente
hizo entrega a Caniego y a su acompañado “en
depósito, doce piezas de plata en jarros y tazas,
e cubiletes e otras piezas”, que el propio teniente
había mandado “buscar prestadas entre los vecinos desta Villa, y este testigo dio prestadas algunas dellas”. Diego de Velasco dijo que Caniego se las llevó y que había asegurado que de no
llevarlas, “había de llevar al dicho señor teniente
de alcalde mayor en una angarilla preso a Compostela; e por este temor, porque no lo llevasen
preso al dicho señor teniente hizo el dicho depósito, e los vecinos dieron la dicha plata prestada,
e hicieron las dichas fianzas”.
El siguiente testigo a declarar fue Gonzalo
Moreno. “Acabando de salir de misa” vio cómo
Juan Fernández y ciertos regidores “iban hacia
77
José Miguel Romero de Solís
llamar algunos vecinos” y que habían acudido a
su llamado, y que llegaron “pacíficos, venían sin
armas e salvos de la pasión que había”.
Gonzalo Moreno precisa que también el teniente de alcalde mayor “iba sin armas, sólo con
su vara de justicia en la mano, e ansimismo la
Justicia ordinaria desta Villa e Regimiento iban
sin armas”.
El teniente requirió al Regimiento y a los vecinos para que impidieran que fuese tomado
preso su alcalde mayor, pero Caniego y Sosa, a
empujones, metieron al teniente a un aposento,
“y la Justicia e Regimiento desta Villa lo detuvieron diciendo al dicho Sancho de Caniego que
no lo tratasen tan mal, sino que si algún delito
hubiese hecho el dicho señor teniente del alcalde
mayor, que lo citase con penas para que pareciese en Compostela ante el señor doctor Morones,
e que para mayor abundamiento le darían los
vecinos todas las fianzas que quisiese. Y entonces el señor teniente se asentó en un poyo de la
dicha casa y comenzó a hacer ciertos mandos o
requerimientos a los vecinos, con pena de cada
quinientos pesos, que no lo consintiesen ni dejasen prender, e que le diesen favor e ayuda. Y entonces el Cabildo desta Villa hizo ciertos requerimientos al dicho Caniego e su acompañado, y
estando en esto, el dicho alcalde ordinario e
Francisco de Cepeda se apartaron a hablar ciertas cosas. Y en esto iban llegando ciertos vecinos. E como el dicho Caniego e su acompañado
vieron que se llegaba gente, echaron mano al dicho señor teniente e le metieron en una cámara a
reempujones abrazándose con él, y entonces el
dicho señor teniente comenzó a dar voces, diciendo que favoreciesen [a] su alcalde mayor e
no consintiesen que lo prendiese Sancho de Caniego. En esto llegó el alcalde ordinario diciendo e dando voces con Sancho de Caniego y
haciendo requerimientos que no prendiesen al
dicho señor teniente, porque no eran sus jueces
e, que si algún delito había hecho, que lo citasen
con penas, que todos los vecinos le fiarían si
fuese menester. Y en esto el dicho Sancho de
Caniego e su acompañado se pusieron delante
del dicho alcalde e Regimiento e de otros vecinos que allí estaban y, entonces, el dicho Canie78
go cerró las puertas de la cámara y echó el cerrojo, e dejó dentro al dicho señor teniente de alcalde mayor”. Agrega Gonzalo Moreno en su
declaración: “Cuando esto pasó, algunos vecinos
desta Villa se estuvieron sentados en un poyo,
aunque vieron llevar al dicho señor teniente como lo llevaban”. Opina el testigo que tal como
estaban Caniego y su acompañado, “que si pusieran los vecinos en quitar el dicho señor alcalde mayor, que hubiera ningún escándalo e muertes,194 porque ellos eran siete u ocho, e todos estaban armados, e los más de los vecinos e casi
todos, sin armas, porque como dicho tiene, los
vecinos fueron sin armas, sin pensamiento de
que hubiera lo que sucedió, e que ansimismo vido este testigo que si el dicho alcalde ordinario
quisiera defender al dicho señor teniente, no pudiera salir con ello, por lo que dicho tiene”.
Se le preguntó a Moreno si Diego de Almodóvar, cuando el teniente de alcalde mayor pidió
favor y ayuda de los vecinos, respondió “que no
había de ir contra el Rey, que él le había recibido en Cabildo, e no había de ir contra él, e que
pues que Sancho de Caniego lo hacía, que lo
podía hacer y prender al dicho señor teniente”.
El testigo contestó que, en efecto, así había sucedido y que Juan Fernández entonces dijo que
“él también está por justicia mayor en nombre
del Rey”. Comenta Moreno que incluso él mismo, este testigo, le dijo al regidor Almodóvar
que el teniente “también trae vara del Rey”, a lo
cual respondió el regidor que “estaba muy bien
hecho lo que Sancho de Caniego hacía en prender al dicho señor teniente, e que también podía
prender a un oidor del rey, y que era el dicho
Caniego superior del dicho señor teniente de alcalde mayor”.
A otras preguntas, Gonzalo Moreno confirmó
que Juan Fernández estuvo preso desde la mañana a la noche de aquel día, hasta que pagó
fianzas e hizo un depósito, que vio cuando pesaron las piezas de plata y que las guardaron en
194
Por el contexto, parece que el adjetivo ningún está fuera
de lugar. El sentido es justamente el contrario: si los vecinos desarmados procuraban impedir la detención de su teniente de alcalde, sin duda, se originaría un alboroto y podría sobrevenir alguna muerte.
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
una caja para llevarlas a Compostela, y que es
público y notorio que, después de ello, como
media hora más tarde, se fueron Caniego y los
suyos de viaje.
El 23 de febrero, prestó declaración Alonso
de Trejo, vecino de Colima. “Dende un poco
después de haber salido de misa, estando este
testigo en una tienda, llegó Antonio de Carvajal
a llamalle, e mandó a este testigo so cierta pena
que les puso, a este testigo e a Garci Rodríguez,
que fuesen a favorecer al dicho señor teniente de
alcalde mayor, que estaba en la posada de Sancho de Canego”. Acudieron ambos al lugar de
los hechos, “y como empezaron a subir por la
escalera del aposento donde estaba el dicho
Sancho de Canego e Francisco de Sosa, su
acompañado, con sus espadas en las cintas,195
alborotados”. Justo cuando llegaban Garci Rodríguez y él, Caniego “reempujó a Andrés de
Segura que iba a entrar juntamente con este testigo, e les mandó so pena de quinientos pesos, se
fuesen a sus casas, que no diesen lugar que hubiese algún alboroto. Y entonces, este testigo
con el dicho Rodríguez se salieron un poco afuera, hacia la puerta de la calle y en esto llegó
Diego de Velasco, y este testigo le contó lo que
pasaba, y el dicho Velasco dijo: «Pues andad
acá, vamos allá». E ansí entraron en el aposento
donde estaba el dicho Sancho de Canego e su
acompañado y el dicho señor teniente de alcalde
mayor, quien hacía requerimientos a Caniego.
Viendo Caniego a los vecinos presentes y a
quienes estaban llegando, a empujones, encerró
al teniente en una cámara y echaron un cerrojo
por de fuera.
Alonso de Trejo agregó que Juan Fernández
pidió favor y ayuda a los vecinos, pero que ninguno lo hizo, “sino que se estuvieron algunos
sentados en el poyo, que no se levantaron”. El
único que algo hizo fue el alcalde ordinario,
“que estaba haciendo requerimientos al dicho
Sancho de Canego”.
Interrogado sobre quiénes eran los vecinos
que permanecieron sentados, respondió el testigo que fueron Diego de Aguilar, el alguacil An195
Por cinturas.
79
tonio de Carvajal y otros más que dice no recordar. Pero, en su opinión, de haber intentado favorecer al teniente, “hubiera mucho escándalo e
muertes”, pues mientras las gentes de Caniego
tenían sus armas, estaban “los vecinos desapercibidos e todos los más sin espadas”.
El 25 de febrero, compareció Alonso Miguel,
vecino de Colima. Recordando los incidentes
del jueves 18 de febrero, comentó que “estando
este testigo en su posada, le llamó un muchacho
del dicho señor teniente de alcalde mayor”,
quien le mandaba hablar desde la casa de Caniego. “Este testigo fue y llegó a la puerta del escalera donde estaba el dicho señor teniente de alcalde mayor, e salió Sancho de Canego e Diego
Hurtado, escribano de Su Majestad; salieron a la
puerta e dijeron a este testigo que se volviese,
que no podía entrar allá, y este testigo se volvió
e desde a un poco, llegó Antonio de Carvajal,
alguacil, e lo llamó a él y a otros españoles que
con él estaban, diciéndoles so cierta pena, que
fuesen a la posada del dicho Sancho de Canego,
que los llamaba el señor teniente de alcalde mayor. Y este testigo con Hernán González e otros
fueron a ver qué quería el dicho señor alcalde
mayor”. Al llegar, Juan Fernández y Caniego
hablaban de ciertas fianzas que el teniente debía
dar, pero como Juan Fernández no cedía, “algunos vecinos se ofrecieron de fiarlo”. Caniego
exigía que le pagasan “en dineros”, que no quería regresar para cobrarlos. Fue cuando el teniente y el Cabildo hicieron requerimientos a
Caniego. Este, con Sosa y demás acompañantes
impedían el acceso a donde estaba el teniente, a
quien poco después a reempujones encerraron
en una cámara, sin que ninguno de los vecinos
presentes pudiera hacer algo en su favor y ayuda, pues iban desapercibidos y sin armas. Agrega Alonso Miguel que, en su opinión, de procurar la defensa del teniente, como “unos estaban
armados e muy alborotados”, y los vecinos desarmados, “hubiera mucho escándalo e muertes”.
El alcalde ordinario Juan de la Torre dio su
testimonio. Dijo que salía de misa cuando el teniente le pidió a él, a Francisco de Cepeda, Diego de Almodóvar, Juan Ruiz, vecinos y regidores, y al escribano Pero Sánchez, que le acom-
José Miguel Romero de Solís
pañaran a la posada de Sancho de Caniego a
leerle ciertos requerimientos, y pacíficamente le
acompañaron como les pedía. Al llegar, Caniego
estaba vistiéndose, y todos le hablaron. Juan
Fernández, entonces, sacó un requerimiento y lo
entregó al escribano Diego Hurtado a fin que se
lo leyese a Caniego, pero éste le dijo a su escribano que “lo dejase, que luego lo leería, e apartó
al dicho Diego Hurtado e lo metió en una cámara y se estuvieron un poco. Y en esto, este testigo vido que se habían puesto a la puerta un Martín de Gamón y un Loera,196 con sus espadas e
parecía que estaban alborotados”. A poco, salió
Caniego, vestido, con la espada ceñida y vara de
justicia en la mano; tras él aparecieron Sosa y el
escribano Diego Hurtado, quien “leyó un papel
que traía en la mano”, donde se mandaba al teniente so pena de 2,000 pesos diese de inmediato fianzas para presentarse en Compostela ante
el doctor Morones, y en el caso de no hacerlo,
que se entrara por preso en un aposento. Dice el
alcalde Juan de la Torre que el teniente respondió a la sazón que ellos no eran jueces suyos,
que él era alcalde mayor de la Villa y que no le
podían prender. Entonces, tanto Juan Fernández
como el Cabildo de la Villa hicieron requerimientos a Caniego. El propio Cabildo “ofreció a
dar las dichas fianzas”. Fue cuando Sancho de
Caniego puso las manos sobre el teniente, y le
dijo: “Téngase allá V.m., éntrese allí”, indicando
la cámara. El teniente comenzó a poner penas a
los vecinos para que le favoreciesen. El testigo,
como alcalde ordinario que era, llamó aparte al
regidor Francisco de Cepeda para comentar al
respecto y para que salieran de fiadores del teniente. En eso, llegaron otros vecinos, y al verlos, Caniego y sus acompañantes, encerraron a
Juan Fernández en un aposento, contra la voluntad de éste. Juan de la Torre agrega que entonces
él se acercó a la puerta, pero Caniego y los demás le impidieron que se acercase. Fue cuando,
como alcalde ordinario, requirió a Caniego “que
dejase libre al dicho señor teniente para que se
fuese a su casa, e que no era su juez, e que si alguna cosa resultase contra él que lo citasen para
196
Loera también es nombrado Luera.
80
Compostela, que se presentase dentro de cierto
término; y así no lo quisieron soltar”.
Juan de la Torre observó que los vecinos estaban desarmados, mientras que Caniego y los
suyos estaban alborotados, y de haber resistido,
habría habido gran escándalo. Dice también que
Caniego le habló del siguiente modo: “Señor
Juan de la Torre, hombre honrado es V.m., mire
lo que hace, porque yo tengo de defender el preso con esta vara e sin ella”. Por ello, razona el
testigo, “como vido el dicho alboroto, se salió e
dejó preso al dicho señor teniente”.
Por la tarde, como alcalde ordinario, mandó
so cierta pena a Caniego que dejara libre al teniente, y se lo notificó. Caniego contestó que de
soltarlo, habría de regresar una noche, después
de ocho días, para prenderlo, “porque no lo tuviesen por hombre de mal recaudo”. Aparte de
ello, declaró el alcalde, que los vecinos dieron
ciertas piezas de plata, “y este testigo dio un jarro suyo”, y que oyó decir que Caniego “se
había llevado la dicha plata”.
Se le preguntó a Juan de la Torre si estuvo
presente cuando Juan Fernández pidió al escribano Diego Hurtado que le diese por testimonio
los requerimientos y mandamientos, “e que le
estaba presto de pagalle sus derechos, y el dicho
señor teniente le echó dos pesos de tepuzque en
la mesa, e le dijo que estaban aquellos dineros,
que si más quisiese, se lo pagaría; y el dicho
Diego Hurtado tomó los dichos pesos de oro e
no le dio los dichos requerimientos”. El alcalde
ordinario confirmó los hechos, pero dijo que no
vio quién tomó los pesos que estaban encima de
la mesa. Le preguntaron también acerca de los
comentarios que hiciera Diego de Almodóvar
cuando Juan Fernández pidió favor y ayuda a los
vecinos. Al parecer, Almodóvar había replicado:
“Señor, el Cabildo recibió al señor Sancho de
Caniego, e yo como regidor también, e no tengo
de ir contra lo que él mandare, pues que él es
juez del Rey”. Entonces, el teniente habría dicho: “Pues yo no soy juez por el Rey, soy por el
diablo”. A todo lo cual, Juan de la Torre comentó que, cuando Juan Fernández pidió a los vecinos que no permitieran que Caniego le tomase
preso, Almodóvar había dicho que él no podía ir
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
contra lo acordado por el Cabildo, que había recibido como juez del Rey a Caniego; que éste
era pesquisidor del Rey y que, como tal, podría
incluso prender a un oidor.
El 27 de febrero dio su declaración el alguacil Antonio de Carvajal. Dice que el jueves 18
de febrero acompañó al teniente y a otros vecinos de la Villa hasta la posada de Caniego,
quien estaba vistiéndose cuando llegaron ellos.
El teniente sacó un papel y se lo dio al escribano
Hurtado para que éste lo leyera a Caniego. Luego se entraron ambos en un aposento y al rato
volvieron a salir con las espadas ceñidas y alborotados. Juan Fernández entonces dijo a Caniego: “Señor, mande V.m. leer esos escritos. No
nos detenga”, y el interpelado respondió que no
tuviese pena y que esperase un poco. En eso salió Hurtado con un papel en la mano, que era un
mandamiento de Sancho de Caniego, quien so
pena de 2,000 pesos ordenaba al teniente a pagar
fianzas y acudir a Compostela. El teniente contestó que Caniego no era su juez ni superior, que
si no sabía que él era alcalde mayor. “Canego
tornó a responder que por tal alcalde mayor le
tenía”. Entonces, Juan Fernández “sobre esto hizo ciertos requerimientos y protestaciones ante
Diego Hurtado, escribano, que se lo diese todo
por testimonio, y sacó dineros el dicho señor teniente, porque dijo el acompañado del escribano
que estaban cansados, e no veían dineros; y entonces el dicho señor teniente sacó de un paño
ciertos tostones e dijo que por dineros no lo dejase, que he aquí la paga, e lo echó sobre la la
mesa”, añadiendo que si el escribano quería
más, más le daría, y fue cuando el teniente se
quiso salir sin los testimonios porque no se los
querían dar ni pagándolos.
Caniego a reempujones pretendía meter al
teniente en una cámara, mientras que éste y su
Cabildo hacían requerimientos.
El teniente mandó al alguacil que fuese a
llamar a los vecinos para que le favoreciesen,
pero Caniego “puso pena a este testigo de cien
pesos, que no saliese del dicho aposento, porque
no fuese a llamar [a] los vecinos. Y este testigo,
desde que los vido revueltos e dando voces, se
salió e llamó algunos vecinos que halló, los cua81
les iban sin armas, aunque este testigo les mandó que las llevasen para favorecer al dicho señor
teniente”.
El alguacil también declaró que cuando Caniego vio que llegaban los vecinos, con ayuda
de su acompañado y sus gentes, echó mano del
teniente y lo encerró. Mientras lo encerraban,
Juan Fernández daba voces y pedía favor y ayuda a los vecinos presentes. El alcalde Juan de la
Torre, que llegaba en esos momentos, dijo a Caniego “que era muy mal hecho lo que hacían, e
que se extendían más de lo que en la comisión
traían”. Caniego le respondió que “si él accedía,
que mal haría, que más hacienda tenía que el dicho señor teniente para pagallo”. El alguacil
aprovechó esos instantes para bajar y llamar a
otros vecinos que estaban a la puerta. Regresando, halló que Juan Fernández ya estaba encerrado y que Caniego decía al alcalde ordinario: “Yo
os prometo que habéis de quedar vos dentro
también”. Luego anota el testigo: “Entonces el
dicho señor teniente llamó por un agujero de la
puerta al dicho alcalde ordinario, y el dicho Caniego respondió que ninguna persona llegase a
donde él estaba ni lo hablase”. Este testigo oyó
también decir a Caniego que aunque entonces
no pudieran tomar preso a Fernández, que de
otra manera tenía que prenderle, y añade el alguacil: “Este testigo le había prestado unos grillos para echar a un negro, y entonces dijo el dicho Sancho de Canego que se los habría de quitar al negro y echárselos al dicho señor teniente”.
En opinión del alguacil Antonio de Carvajal,
de haberse opuesto los vecinos a la detención de
su teniente de alcalde mayor, “hubiera mucho
escándalo e muertes, porque los vecinos estaban
desarmados, e los que estaban con el dicho Sancho de Canego y el dicho Canego todos armados
y alborotados”. Añade: “cuando el dicho señor
teniente fue a casa del dicho Sancho de Canego,
fue con su vara en la mano e sin armas, pacífico
e seguro, como hombre que iba a presentar un
escrito, que presentó”.
Hecha la información, el teniente de alcalde
mayor Juan Fernández El Viejo mandó al escribano Pero Sánchez que diese “un traslado della
José Miguel Romero de Solís
de la Justicia Real, para proceder contra el dicho
Sancho de Canego y todos los demás culpados,
quería hacer información en el caso, y sobre ello
mandó poner por cabeza juntamente con ésta, la
información original que el dicho Juan Fernández, su teniente, tiene hecha en este caso”.
Para la averiguación, el alcalde mayor Sánchez de Toledo convocó al escribano Pero Sánchez, para tomarle declaración. Se le preguntó
“si vido entrar en esta Villa a Sancho de Canego
con vara de justicia en su mano, alta, e qué tanto
tiempo”. Respondió bajo juramento el escribano: “es verdad que puede haber cuatro meses
poco más o menos, que fue por el mes de febrero deste presente año, que era la mitad de la
siesta, entró en esta dicha Villa el dicho Sancho
de Caniego, con vara de justicia en la mano, alta, y este testigo le vido entrar, e se fue a posar a
casa de Andrés de Segura, vecino desta Villa, y
que este testigo no sabe si tenía o no la vara de
justicia que metió en la dicha Villa”. El alcalde
volvió a preguntarle si Caniego “hizo autos de
justicia con vara en esta dicha Villa con algunos
vecinos della tomando testigos, o de otra cualquier manera”, y el escribano Pero Sánchez repuso: “este testigo vido que el dicho Sancho de
Canego tomó juramento a muchos vecinos desta
dicha Villa con vara de justicia, pero que no sabe si era con la que metió en la dicha Villa, y
que esto sabe”.
El alcalde mayor también preguntó al escribano Pero Sánchez “si al tiempo que entró el dicho Sancho de Canego en esta Villa, si la vara
que metió, si era delgada como vara de justicia,
y si supo que cuando entró el dicho Sancho de
Canego en esta Villa, si venía por juez de comisión por el señor doctor Morones”. El escribano
contestó: “a este testigo le pareció la vara como
de justicia, y que este testigo tuvo noticia de pasajeros que venían a esta Villa cómo Sancho de
Canego hacía ciertas pesquisas en el pueblo de
Tuspa, e que había de venir a esta Villa a hacer
lo mismo por comisión del dicho señor doctor
Morones”.
El 5 de junio, Sánchez de Toledo mandó
comparecer a Juan Ruiz, vecino de la Villa de
Colima. Preguntado sobre la venida de Sancho
en pública forma para la presentar donde viera
que le convenga”, lo cual hizo el escribano el
mismo día 27 de febrero.
Caja A–3, exp. 3, ff. 1-18.
65. 1557. Junio, 4.
Información de oficio que hace el alcalde mayor
Alonso Sánchez de Toledo sobre la conducta de
Sancho de Caniego en la Villa de Colima y su
provincia.
El alcalde mayor Alonso Sánchez de Toledo
“por cuanto a su noticia ha venido que Sancho
de Canego, por comisión que dizque trujo del
señor doctor Morones, oidor del Audiencia Real
de la Nueva Galicia y juez de residencia, entró
en esta Villa y en algunos pueblos de la jurisdicción della con vara de justicia alta a hacer pesquisa contra el licenciado Lebrón y sus oficiales,
acerca de la residencia que el dicho señor doctor
Morones le tomó al dicho licenciado Lebrón e a
los demás oidores de Xalisco, y demás de haber
entrado el dicho Sancho de Canego con vara alta
sin comisión que para ello tuviese de Su Majestad por ser esta Villa y su Provincia gobernación
por sí fuera de la del Nuevo Reino de Galicia, el
dicho Sancho de Canego y los que con él vinieron, hicieron otros excesos e delitos en prender a
Juan Fernández El Viejo,197 vecino desta dicha
Villa, teniente que a la sazón era del dicho señor
alcalde mayor, y no embargante que el dicho
Juan Fernández, teniente susodicho, hizo información cerca de cómo el dicho Sancho de Canego le prendió y de los excesos que el dicho
Sancho de Canego y sus consortes hicieron en le
prender, y otras cosas que se averiguan en la información que tiene hecha el dicho Juan Fernández, de oficio e porque en toda la dicha información no consta ni se averigua cómo el dicho Sancho de Canego, al tiempo que entró en
esta Villa, entró con vara de justicia alta y anduvo por ella todo el tiempo que estuvo en esta dicha Villa, por tanto cual de su oficio en nombre
197
La información que recaba el alcalde Sánchez de Toledo, alude a los incidentes narrados en el regº 64.
82
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
mandaba e mandó dar sus cartas de Justicia requisitorias para que, donde quiera que el dicho
Sancho de Caniego e sus consortes pudieren ser
habidos, sean presos e traídos a esta Villa”, para
ser castigados conforme justicia. Y asimismo
dio su mandamiento “para prender a Diego de
Almodóvar, regidor desta Villa, para que sea
castigado por el delito que ha cometido en haberse excedido de lo que era obligado”, y por no
haber prestado ayuda y favor a su alcalde mayor, como era justo que lo hiciera, cuando su teniente lo pidió.
Caja A–3, exp. 3, ff. 19-22.
de Caniego, “por comisión del señor doctor Morones, oidor de Compostela e juez de residencia”, y su entrada en Colima, Juan Ruiz contestó: “Este testigo estaba en casa de Juan Fernández, su cuñado, teniente de alcalde mayor que a
la sazón era en esta Villa, un día, a hora de mediodía poco más o menos, puede haber cuatro
meses poco más o menos, que fue por el mes de
febrero deste presente año. Estando este testigo
en casa del dicho Juan Fernández, como dicho
tiene, se dijo allí cómo entraba el dicho Sancho
de Canego; y este testigo se asomó a la ventana
con otros, e vido entrar al dicho Sancho de Canego con una vara alta que parecía ser vara de
justicia, y la tenía en la mano, al hombro, como
las suelen traer los jueces, y con él entraban un
Fulano de Sosa, su acompañado, y Diego Hurtado, escribano, y otros que no sabe sus nombres”.
El alcalde mayor le preguntó qué “otros vieron
entrar al dicho Sancho de Canego con vara de
justicia alta”, a lo cual espondió Juan Ruiz:
“cuando este testigo se asomó a la ventana, estaba allí el dicho Juan Fernández e Gonzalo Moreno, vecinos desta Villa, y otros que no se
acuerda, y mujeres: la mujer del dicho Juan Fernández, e otras, y que ésta es la verdad”. Preguntado por las generales, dijo que era de más
de 40 años de edad y que era cuñado de Juan
Fernández El Viejo.
El mismo día, el alcalde mayor interrogó a
Diego de Almodóvar, vecino de Colima, sobre
las mismas preguntas. El testigo dijo que “estaba
a la puerta de Diego de Velasco, vecino desta
Villa”, el día de la llegada de Caniego, y que
había otras personas presentes, pero que no recuerda quiénes fueron.
Diego Fernández de Saldaña prestó declaración. “Este testigo se iba a su posada, cuando
entró el dicho Sancho de Canego en esta Villa, e
le topó junto a la puerta de las casas de Diego
Veedor”, y vio que traía vara de justicia. Preguntado por las generales, respondió que tenía
25 años y que era hijo de Juan Fernández El
Viejo.
Hecha la averiguación, el alcalde mayor
Alonso Sánchez de Toledo, vista también la información levantada por su teniente, “dijo que
66. 1557. Abril, 29.
Provança de Alonso de Ávalos en el pleito que
tratan con él los indios de Tuxpan, por los daños y perjuicios que reciben del ganado de su
Estancia Miahuatlan.
Pero López de Herrera, en nombre de Alonso
Dávalos,198 vecino de la Ciudad de México, ante
el alcalde mayor Alonso Sánchez de Toledo,
hace presentación de una Real Provisión de la
Audiencia de México y de un interrogatorio para
el examen de los testigos en el pleito, de una
parte, el licenciado Maldonado, fiscal de la Real
Audiencia, por los indios de Tuspa, y por la otra
Alonso Dávalos, sobre una Estancia Miahuatlan, en los términos de Xilotlan.
Traslado de la carta poder otorgada por
Alonso Dávalos en México el 21 de marzo de
1557, en favor de Pero López de Herrera, Cristóbal Díaz, Martín Fernández y Diego Veedor,
ante el escribano Cristóbal Rodríguez Bilbao y
los testigos Juan de Acuña, Juan de Ávalos199 y
Francisco González, vecinos de México.
198
El encomendero de la mitad de los Pueblos de Ávalos,
Alonso de Ávalos El Viejo, tenía empero por vecindad la
Ciudad de México, donde ocupó incluso cargos y oficios
públicos: regidor de México, en 1526: Boyd–Bowman
(1968), II, regº 1467; AN 940, 1049, 1056, 1199, 1247; alcalde de sastres y calceteros en México, etcétera.
199
Poco después Juan de Ávalos o Dávalos, como también
lo registramos en otras ocasiones, cambió su residencia y
vino a los Pueblos de Ávalos: infra, regº 76. Según Hiller-
83
José Miguel Romero de Solís
estaba todo el término della y mucha más cantidad, yerma y despoblada, y llena de arcabucos201
espesos y cerrados que se criaban muy gran copia e número de tigres, lobos y leones, que a los
indios naturales de los dichos pueblos y de otros
comarcanos que allí pasaban caminando, hacían
muchos daños, hiriéndolos y matándolos, y no
osaban ir sin juntarse para caminar muchos en
cuadrillas”.
Si saben los testigos que “en el tiempo que
ansí la dicha estancia se pobló, no se tenía ni tuvo por costumbre para poblar y fundar estancias
de ganados, de pedirse título ni licencia alguna,
salvo los pobladores advertir e mirar que las tomasen y poblasen en partes sin perjuicio”.
Si saben que “antes que la dicha estancia del
dicho Alonso Dávalos se poblase, a una legua
poco más o menos della, en los mismos términos, se pobló otra estancia de ganado mayor por
Alonso de Arévalo, vecino de Colima, que la tuvo poblada dos años poco más o menos, a cabo
de los cuales la despobló por no poder sufrir los
daños que las dichas animalias [sic]202 en ellos
hacían y hicieron, y sacó las dos tercias partes
del ganado que metió”.203
Si saben que después que pobló Dávalos la
Estancia Miahuatlan, “ha procurado y procura
con muy gran recado de gente, perros y otros
aparejos, allanar mucha parte de los dicho arcabucos y matar y consumir las dichas bestias fieras, e hasta agora le ha costado y cuesta allí en
de otros muchos gastos, más de dos mil cabezas
de ganado204 que le han comido e muerto los dichos animales”.
Sobre estas mismas fieras, se pregunta a los
testigos si saben que “se han mantenido y mantienen y sustentan de los dichos ganados y se
ceban en ellos sin hacer daño a los naturales de
Traslado de la Real Provisión de la Audiencia de México, fechada el 18 de marzo de 1557,
emanada a solicitud de Alonso Dávalos, para el
examen de los testigos que moran fuera de la
Corte. Sigue el interrogatorio con las preguntas
a hacer a los testigos de parte de Alonso Dávalos “en el pleito que con él se ha tratado y trata
por parte de los indios de Tuspa, sobre la estancia de ganado que tiene poblada en los términos
de Xilotlan, llamada Miauatlan [sic], que pende
en esta Real Audiencia en grado de apelación,
nulidad e agravio de la sentencia que contra el
dicho Alonso Dávalos, Alonso Dávila, corregidor del dicho pueblo de Tuspa, dio e pronunció”.
Interrogatorio
“Primeramente, si conocen a las partes y a Francisco de Sayavedra, hermano del dicho Alonso
Dávalos,200 y si tiene noticia de la dicha estancia
de ganados llamada Miauatlan, y de los dichos
pueblos de Tuspa y Xilotlan”.
Si saben los testigos que “podrá haber veinte
años, poco más o menos, que el dicho Alonso
Dávalos, por el dicho Francisco de Sayavedra,
su hermano, e por su gente e criados, pobló la
dicha Estancia Miauatlan [sic] con ganado mayor e hizo en ella casas y corrales, estando como
kuss (1997), 118, era hermano de Alonso de Ávalos El
Mozo y Francisco de Saavedra Sandoval y estaba casado
con Petronila de Ayala, viuda del conquistador Juan de
Samaniego.
200
No debemos prestarnos a confusión con los aquí mencionados. A inicios de la colonización en el occidente, figuras sobresalientes fueron dos hermanos: Hernando de Saavedra y Alonso de Ávalos o Dávalos, familiares muy cercanos de Hernán Cortés. Al primero, comisionó don Hernando para cuidar sus intereses en las minas de Tamazula
hasta que le acompañó a las Hibueras, donde le nombró por
lugarteniente. El segundo —Alonso de Ávalos El Viejo—
cuidó de los intereses de Cortés y de su hermano consolidando aquella región que, desde entonces, tomó el nombre
de Pueblos de Ávalos. A partir de la muerte de Hernán Cortés, le ayudó en esta tarea su sobrino Alonso de Ávalos El
Mozo quien casara con María Delgadillo, compartiendo
propiedad y beneficios con su hermano Francisco de Saavedra: Fernández, “Ambito regional, haciendas y grupos de
intereses”, en: Ávila Palafox–Martínez Assad–Meyer (Coords.) (1992), 35-40.
201
Arcabuco: monte espeso y lleno de maleza.
Aunque exista la palabra animalias como equivalente a
“exequias”, aquí, el sentido obvio es de alimañas, acepción
que también registra Boyd–Bowman (1971), 63.
203
Durante algún tiempo, Miahuatlan y el resto de las encomiendas que Alonso de Arévalo poseía por el rumbo,
tomaron el nombre de Pueblos de Arévalo.
204
Lebrón aseguraba que Alonso de Ávalos, en su Estancia
de Miaguatlan, “tierras de Tuspa”, tenía “dos mil cabezas
de novillos”: Lebrón (1979), 66.
202
84
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
puestos en las isletas del dicho río”. También,
“la dicha estancia ha tenido y tiene sóla una entrada para meter y sacar el ganado della, y es tan
estrecha que con un palo de una braza se cierra y
tapa, y cerrada como todas las demás partes están cercadas del dicho río y sus barrancas de a
doscientas y a trescientas brazas, y cordilleras de
sierras, es imposible que, aunque no hubiese
guarda alguna que anduviese con el dicho ganado, pudiese ni pueda salir ni ha salido a hacer
daño a los naturales del dicho pueblo de Tuspa,
ni a sus sementeras ni granjerías”.
Por estos motivos, “cuando de la dicha estancia por mandado del dicho Alonso Dávalos se ha
sacado o saca algunas reses, se ha hecho y hace
con mucho trabajo y dificultad, y con mucha
gente de pie y de caballo, y lo mismo se hacía y
se hizo al tiempo de poblalla”. De ello resulta
que “en toda esta Nueva España, ni en alguna
otra parte de lo descubierto, no ha habido ni hay
estancia de ganados que tan sin perjuicio, ni tan
apartada de hacer daño, ni tan cerrada y guardada para no lo poder causar éste”.
Por otro lado, “los indios del dicho pueblo de
Tuspa, antes de llegar al dicho río, barrancas y
cordilleras de sierras, hacia la dicha estancia,
tienen muy gran copia y cantidad de tierras que
podrían labrar y regar, y no las labran ni han labrado por tener otras muchas de las que se han
aprovechado y aprovechan”. En cambio, “los
indios del dicho pueblo de Miauatlan están más
cerca e la dicha estancia que los del dicho pueblo de Tuspa, y no se han quejado ni quejan ni
pedido cosa alguna, por no recibir ni han recibido daño alguno; y si los prencipales del dicho
pueblo de Tuspa se han puesto en quejarse de la
dicha estancia, diciendo estar en su perjuicio, ha
sido y es por haber sido inducidos y ersuadidos
de personas que han querido y quieren mal al
dicho lonso Dávalos, sin causa justa. Los testigos digan lo que saben quién impuso e indució o
indujo a los dichos indios”.
El alcalde mayor Alonso Sánchez de Toledo,
vista la Provisión, dispuso que López de Herrera
presentara sus testigos, lo que hizo el demandante en nombre de Alonso Dávalos, llamando a
declarar a Alonso Carrillo, Juan Fernández El
los dichos pueblos y a los demás que por ellos
pasan y caminan sin el miedo y riesgo que antes
tenían y corrían”. Por este motivo, a causa de
tener poblada la estancia, “los indios y naturales
de los dichos pueblos, y todos los demás que por
allí caminan, pasan muy más seguros y sin aventurar las vidas según las aventuraban y perdían”
antes, y también, “ansimismo se han aprovechado y aprovechan de los dichos ganados”. Por
consecuencia, “si la dicha estancia de ganados
se despoblase y quitase del dicho término y lugar, necesariamente los dichos tigres, leones y
lobos se multiplicarían y aumentarían, y los dichos naturales recibirían los daños que solían
recibir antes que se fundase ni poblase”.
De la estancia, se dice, que “cae y está puesta
en los términos del dicho pueblo de Xilotlan, y
estará della desviado el dicho pueblo de Tuspa y
las sementeras que los indios de él hacen, cuatro
leguas y más trecho y distancia, y por la parte
del dicho pueblo de Tuspa la cerca un río grande
que, por partes, no se le halla fondo ni se puede
vadear y se pasa con balsas”.205
Además, “dende el dicho río van por otro lado y parte, cercando toda la dicha estancia, un
puerto y cordilleras de sierras muy agrias y ásperas y de gran altura, que los dichos ganados
por ninguna vía las pueden pasar ni pasan, ni
después que en ellas se poblaron y metieron, las
han pasado, las cuales llegan hasta tornar a dar
en el dicho río, por manera que aunque junto a
las dichas sierras los dichos indios e otros cualesquier estuvieran poblados con sus sementeras,
ningún perjuicio les hicieran ni podrían recibir
ellas, como no lo han recibido en algunos platanales que de siete u ocho años a esta parte están
205
A pesar del silencio de Lebrón de Quiñones que no lo
tiene en cuenta, Xilotlan pocos años antes de su visita quedaba “en Colima”, estando ya para entonces bajo la Corona, como lo asienta la SV 797 que, cuando lo describe, dice
entre otras cosas: “el asiento de este pueblo está entre sierras de poca agua, y essa es ruyn, es tierra seca y caliente:
coxese oro en ella en las quebradas de las sierras [...] no es
tierra para estançias ni para grangerías de cosas de Castilla
[...] Es tierra muy áspera y que no se puede andar a cauallo;
no es tierra de minas de plata: ay oro y por ser agra no se
labran”. Sus términos colindaban con Tepalcatepec y Apapatlan.
85
José Miguel Romero de Solís
de Arévalo, e llamó a este testigo, e le dijo que
tenía unos indios presos de Juan Ruiz, los cuales
dijo que tenía presos porque los había hallado
con once mazorcas de cacao verdes, que habían
hurtado de la Huerta de Jorge Carrillo”. Agrega
Figueroa ue acompañó a Juan de Arévalo hasta
donde estaban los naturales, que se llamaban
Hernando y Hernán, y preguntóles si era verdad
que habían robado mazorcas de cacao. Hernando contestó que sí, que las habían robado en la
Huerta de Carrillo, y “otros tres pesos de la
huerta del dicho Juan de Arévalo”. Dice el testigo ue preguntó a los naturales si habían cometido otros robos similares, y le respondieron que
habían tomado “cuatro o cinco o seis mazorcas
de cacao”. Hernando le relató que cuando iba
con el cacao, topó con dos negros de doña Beatriz López, “que como los vieron e les dijeros
que cómo habían hurtado el dicho cacao, los dichos Hernando e su hijo dieron a los dichos negros ocho pesos e medio en dos veces en tomines, e más tres pesos en cacao, orque callasen,
porque se querían ir de allí”.
El esclavo Baltasar declaró que estando en
las casas que tiene uan Ruiz en su huerta de cacao, donde están y residen los indios Hernando
y su hijo, un esclavo negro de Pedro de Granada, llamado Pedro, le dijo que había visto a Hernando robando de la Huerta de Jorge Carrillo
once mazorcas de cacao, “e que había ido a llamar a un negro que está en la dicha huerta, que
se llama Vicente”. Juntos fueron a ver en las casas donde moran los naturales, y”quiso atar al
dicho Hernando, indio, porque había tomado las
dichas once mazorcas de cacao”. El testigo dice
que les recomendó que no atasen a los indios,
sino que fueran con su amo y se lo dijeran. Vicente, entonces, le dijo que iría con las mazorcas
ante su amo. “E que luego, el dicho indio Hernando, delante deste estigo e de los demás negros, sacó dos pesos e medio en tomines e los
Viejo y a Diego Veedor, vecinos de la Villa de
Colima, quienes prestaron juramento dando fe
del mismo Diego de Mendoza, Garci Garcés y
Francisco de Cepeda, vecinos también de Colima, ante el escribano Pero ánchez.
Al día siguiente, López de Herrera firmaba
de hacer recibido de manos del escribano Pero
Sánchez los originales de la carta poder otorgada por Alonso Dávalos, la Real Provisión y el
interrogatorio de los testigos.
Caja A–3, exp. 4, 10 ff.
67. 1558. Septiembre, 3.
Juan de Arévalo contra Hernando Cocozi y su
hijo, indios de Zapotitlan, por robar en una
huerta de cacao que tiene en el Valle de Caxitlan.
Ante el alcalde mayor Lope de Arellano, Juan
de Arévalo pone querella criminal contra Hernando Cocozi y de su hijo Hernando, indios naturales del pueblo de Zapotitlan, que es en la
Provincia de Amula, porque el jueves pasado
fueron a la huerta de cacao que el demandante
tiene en el Valle de Caxitlan, junto a una Huerta
de Juan Ruiz, donde fueron sorprendidos robando. Pide su castigo.
Para la información, Arévalo presentó por
testigos a Pedro de Figueroa, vecino de Colima,
a Baltasar, negro esclavo de Diego de Mendoza,
y a Pedro, esclavo negro de Pedro de Granada.
Figueroa dijo que, estando en su casa que
tiene en una huerta e cacao en el Valle de Ystapan,206 “a las horas del Ave María, fue allá Juan
206
Es curioso que el visitador Lorenzo Lebrón de Quiñones
no registre esta huerta de Figueroa que aquí dice tener en el
Valle de Ystapa o “Estapa”, como es nombrada por la Suma de Visitas, que la describe así: “es estançia sugeta a Tequepa, está quatro leguas de Colima: tiene doze yndios casados. Dan cada año treinta hanegas de maíz, tiene de termino vn quarto de legua, confina con Axitlan”, es decir,
Caxitlan: SV 679. Quizá junto a esta huerta, Pedro de Figueroa tenía la estancia de ganado mayor que registra a su
nombre Lebrón de Quiñones “a tres leguas de la villa de
Colima”, con unas 500 vacas y 300 yeguas: Lebrón (1979),
65, dato que ya señalamos: supra, regº 62. Una pista para
aclarar el silencio del visitador puede ser el testimonio de
un esclavo negro de Pedro de Granada que aparece más
adelante; éste dice que Pedro de Figueroa estaba “a cargo
de la huerta de Jorge Carrillo”. En efecto, Lebrón informa
que Carrillo, vecino que no residía en Colima, tenía dos
huertas: una “junto a Colima” y la otra, de 10,000 casas de
cacao, “en Caxitlan”: Lebrón (1979), 63.
86
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
dio al dicho Vicente, negro que está en la dicha
Huerta de Jorge Carrillo, e le dijo que los tomase por amor de Dios, e callase, e no diese a su
amo nada, que era verdad que había hurtado las
dichas mazorcas de cacao de la dicha huerta, e
más tres pesos de cacao mojado en la Huerta de
Juan de Arévalo”. Pedro le dijo a Vicente que
para qué llevaba el cacao mojado, que no era
suyo, y entonces Hernando sacó 6 pesos y se los
dio a Pedro para que también callase y no dijera
nada. Luego se fueron él y los dos negros. Llegando a su posada, este testigo llamó a Juan de
Arévalo, “que tiene cargo de la dicha huerta, e
se lo dijo como pasaba, e que luego el dicho
Juan de Arévalo fue a casa de Pedro de Figueroa
e le llamó”, quienes fueron a buscar a Juan Ruiz
y de allí sacaron a los naturales, los ataron y trujeron a esta Villa.
Pedro, negro esclavo de Pedro de Granada,
vecino de Colima, relató cómo “viniendo de casa de Pedro de Figueroa, que está a cargo de la
Huerta de Jorge Carrillo”, por el camino vio a
Hernando dentro de la huerta cogiendo mazorcas de cacao. Tan pronto le vio, se arrimó a un
palo, fuera de la huerta, en el Camino Real, “e
que luego el dicho Hernando viejo, padre del dicho Hernando, se fue a su casa, e que este testigo lo dejó ir, e se fue a casa del dicho Pedro de
Figueroa, e llamó a un negro que sirve en casa
del dicho Pedro de Figueroa, que se llama Vicente, e le dijo: «Anda, vamos a atar a un indio
de Juan Ruiz que se llama Hernando, porque ha
hurtado cacao en la Huerta de Jorge Carrillo»“.
Fueron a casa de Juan Ruiz donde moraban los
naturales y cuando quisieron atarlos, Baltasar,
negro de Diego de Mendoza, les pidió que no
los atasen, sino que los entregasen a Figueroa.
Hernando, entonces, “sacó tres pesos e los dio a
Baltasar, negro, e después, dende a dos días, dio
a este testigo e al dicho Vicente seis pesos e tres
pesos en cacao, e les rogó que no dijesen nada a
ninguna persona”. Luego, todos se fueron.
Agrega el testigo que Hernando les comentó que
las mazorcas de cacao las había tomado de la
Huerta de Pedro de Figueroa, y los 3 pesos de
cacao de la Huerta de Juan de Arévalo. Después, el negro Baltasar contó a Arévalo lo que
87
había sucedido, y éste avisó a Figueroa, y juntos
fueron a prender a Hernando y a su hijo, y que
era verdad que hurtaban en las huertas y tomaban “unas veces diez y ocho o veinte mazorcas
de cacao” y se las llevaban.
El 5 de septiembre, Juan de Arévalo dijo que
se apartaba de la querella puesta contra “Hernando y Hernán chico, su hijo, indios, porque
los tomé hurtando en mi güerta de cacao”, por
habérselo rogado personas honradas y por amor
de Dios. El alcalde mayor, entonces, tomó el caso de oficio.
Al día siguiente, el alcalde mayor tomó confesión de Hernando Cocozi, mediante el intérprete Bartolomé León. Cocozi dijo ser natural
del pueblo de Zapotlan,207 de la Provincia de
Amula, y tenía 50 años de edad. Dijo conocer a
los negros Pedro, Baltasar y Vicente, esclavos
residentes en las huertas de Arévalo y Figueroa.
Negó haber sido visto por Pedro robando mazorcas de cacao en la Huerta de Jorge Carrillo.
Dijo que “este confesante fue a un pedazo de
huerta que tiene Juan Ruiz, su amo, cabe la
Huerta de Juan Martel, e cogió las dichas once
mazorcas de cacao, e se vino con ellas, e que pasó por el camino cabe la huerta de cacao del dicho Jorge Carrillo, e se vino a su casa, y puso
las dichas mazorcas de cacao delante de una
imagen en su casa, e que a la tarde fue a su casa
el dicho Pedro, negro, e le dijo a este confesante
que porqué había tomado las dichas mazorcas de
cacao, e que este confesante le dijo que a dónde
lo había visto, e que el dicho negro le dijo que lo
había visto, e que tomó las dichas mazorcas de
cacao e se las llevó a su casa el dicho negro”.
También Cocozi negó haber entrado a la Huerta
de Juan de Arévalo y robado 3 pesos de cacao.
Explicó que “los dichos negros le dijeron para
amedrentarlo a este confesante, que confesase e
dijese lo susodicho, porque si no que lo habían
de llevar ante la Justicia”. Añadió Cocozi que
entonces “de miedo que tenía de los dichos negros, sacó ocho pesos de oro en tomines que tenía del dicho Juan Ruiz, su amo, e tres pesos de
cacao, e lo dio a los dichos negros del miedo
207
Debe leerse Zapotitlan.
José Miguel Romero de Solís
albacea y testamentario de Juan de Guriezo,208
difunto, vecino que fue de la Villa, pide que se
haga inventario de los bienes del finado. Lo cual
hicieron el alcalde y Diego Veedor, escribano,
yendo a las casas que fueron de su morada.
Un mes después, el 20 de febrero, se hizo la
almoneda. Fueron adjudicados los bienes en
“fiado, para Pascua florida”.209
“Primeramente, se remató un pabellón de
mantas de la tierra en Andrés de Segura, en trece
pesos y un tomín de oro común. Iten se remató
una capa vieja negra en Andrés de Madrid, en
tres pesos y cinco tomines del dicho oro”. Un
capote azul viejo, en Francisco Lepuzcano, en 4
pesos y 5 tomines. Otro capote pardo viejo, en
Francisco de Hoyos, en 2 tomines. Un cuero de
sol de badana de la tierra, en Álvaro de Grijalba:
3 pesos y 6 tomines. Un tecomate210 de cacao,
pintado, en Juan Preciado: 6 tomines. Unas botas viejas, en Francisco de Hoyos: 3 tomines. Un
sombrero de paja nuevo, en Juan de Azoca: 2
pesos y medio. Dos mantas de algodón en Francisco de Cervantes:211 9 pesos y 2 tomines. Dos
cueros de venado adobados, en Juan de Arana: 6
tomines. Dos cinchas jinetas nuevas, en Francisco de Hoyos: 2 pesos y un tomín. Unas cinchas
estradiotas, en Alonso Martín El Cojo, en 10
tomines. Una gurupera y un pretal y unos aciones de la estradiota, en Francisco de Hoyos: 2
pesos y 7 tomines.212 Cuatro pares de riendas,
que traía dellos e temores que le habían puesto”.
Negó haber robado cacao alguno, y que tampoco
sabía quién pudiera haberlo hecho.
Hernando Cozozi, hijo, también fue interrogado. Dijo tener unos 20 años de edad, y que era
entenado de Hernando Cocozi, viejo. Negó
haber entrado en la Huerta de Jorge Carrillo para robar mazorcas de cacao. El y su padrastro
fueron al cacao que tiene Juan Ruiz, su amo,
junto al Cacao de Juan Martel, y que allí “cortaron las dichas once mazorcas de cacao, e las trajeron a su casa y las pusieron delante de una
imagen”. Preguntado si era cierto que cuando
quería, entraba para robar en la Huerta de Juan
de Arévalo y “tomaba diez, e otra vez quince
mazorcas de cacao”, respondió que “unos negros que se llaman Baltasar, e Pedro, e Vicente,
fueron a casa deste confesante e que como vieron las dichas once mazorcas de cacao que había
traído del dicho su amo, les decían a este confesante e al dicho su padrastro, que porqué habían
hurtado el cacao de las dichas huertas, e este
confesante les dijo que no habían hurtado nada,
e que los dichos negros les amedrentaron”, asegurándoles que habrían de llevarlos ante la Justicia. Por eso, “su tío, al tiempo que los dichos
negros les amedrentaron, les dio ocho pesos en
tomines e tres pesos de cacao, por los miedos
que les pusieron, e no porque ellos hubiesen
hecho ninguna cosa de lo que se les pregunta”.
El mismo día, el alcalde mayor dictó sentencia. Los dos naturales fueron condenados a “que
le sean dados a cada uno dellos cien azotes en el
tiánguez de la plaza desta dicha Villa de Colima,
que sea públicamente, con voz de pregonero”.
Además se disponía que los negros implicados
devolvieran a su dueño los pesos que habían recibido de los naturales.
Caja A–3, exp. 5, 7 ff.
208
El vecino Juan de Buriezo, también nombrado Burieço
y Gurizo, había casado con la criolla María Gutiérrez de
Villacorta, la cual era viuda de Gómez Gutiérrez, de quien
heredó “vna estançia que tenía hasta veynte yndios”: Icaza
(1969), II, nº 1171; además: supra, regº 27. En el expediente aparece primero el inventario (ff. 1-5). Al coincidir prácticamente, preferimos destacar la almoneda porque, además
de los bienes inventariados, se detallan los precios de adjudicación y los nombres de los compradores.
209
Es decir, Pascua de Resurrección, fiesta litúrgica que
culmina las celebraciones de la Semana Santa.
210
Tecomate, “vaso formado por el epicarpo de algunos
frutos, como los bules, guajes, cocos, calabazas, y especialmente los del árbol llamado cuauhtecomate”: Cabrera
(1984), 125.
211
Podría tratarse del licenciado Francisco Cervantes de
Salazar que, cuatro años después, estuvo en Colima: infra,
IV, regº 1086.
212
Al margen: Esto ha de pagar Garci Rodríguez.
68. 1558. Enero, 20.
Inventario, almoneda y remate de los bienes que
quedaron por fin y muerte de Juan de Guriezo.
Ante el alcalde ordinario Diego de Mendoza, el
vecino de Colima Diego de Almodóvar, como
88
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
Una almohada vieja, en el mismo: un peso y
medio. Catorce colleras de hierro, viejas, en Andrés de Madrid: un peso. Albadilla y dos pares
de charnelas, en Juan de Iniesta: 9 tomines. Diez
tornillos, en el mismo: 6 tomines. Un plato
grande y otro chico y un salero, en Álvaro de
Grijalba: un peso y medio. Dos cinchas y un poco de henequén, en Juan de Iniesta: 5 tomines.
Una espada con dos vainas viejas y un talabarte,
en Andrés de Segura: 6 pesos y 6 tomines. Otra
espada, en Antonio de Carvajal: 17 pesos y medio. Una bigornia,214 un pujabante, tres martillos
y unas tenazas, en Francisco Corralero: 7 pesos
y 2 tomines. Un cuchillo de caballo, de cortar
uñas, en Francisco Corralero: un peso.
“Iten se remató un hierro de sacar habas a
caballo, en Juan Ruiz, en nueve tomines”. Una
ballestilla de sangrar caballos, en Alonso de Trejo: 2 tomines. Tenazas viejas, grandes, en Rodrigo de Meneses: 2 tomines. Dos herraduras
viejas de caballo, en Francisco de Hoyos: 10
tomines. Al mismo, una reata de cuero, vieja: un
tomín y medio. Siete herraduras de caballo,
nuevas, en Diego Pérez: un peso y ducado. Una
hoz vieja en Francisco de Hoyos: 2 tomines y
medio. Un verdugado azul, en Alonso Martel: 9
pesos y medio. Un colchón de lana, viejo, en el
sastre Francisco Caballero: 7 pesos y medio.
El 23 de febrero continuó el remate. “Primeramente se remató una turca de hamelote de
grana guarnecida de terciopelo carmesí, traída,
en Juan de Azoca, en veinte e un pesos”. Un tocino, en Antonio de Carvajal: 2 pesos. Una alesna, en Juan de Velasco: 3 tomines. Un hierro de
lanza, viejo, en Francisco Corralero: 3 tomines.
Unas espuelas de pico de gorrión, en Juan de
Iniesta: un peso. Dos hierros de labrar caballos,
en Francisco Caballero: un peso. Un jubón de
raso pardo, viejo, en Francisco Mateos: un peso
y 6 tomines. Unas calzas blancas, viejas, en
Francisco de Hoyos: 4 pesos. Una jaqueta de
grana, traída, en Francisco Corralero: 9 pesos y
medio. Una capa negra, en Antonio de Carvajal:
8 pesos. Un talabarte viejo y un ceñidor viejo,
tres de ellas jinetas, y las otras estradiotas, en
Juan Muñoz: 2 pesos y un tomín. Dos pares de
espuelas estradiotas, en Garci Rodríguez: 3 pesos y 3 tomines. Unas espuelas de la jineta, viejas, en Francisco Corrallero: 10 tomines. Un cerrojo y un candado con sus llaves, en Álvaro de
Grijalba: 2 pesos y 2 tomines. Una colcha de
manta y algodón, en Francisco Caballero, sastre:
4 tomines. Una azuela y martillo en el señor
Diego de Velasco: un peso y medio. Un poco de
caña fístole, en Francisco de Cervantes: medio
peso, y unas escribanías que se dieron a su hijo.
“Iten se remató una cincha y un cincho y dos
ataharres de la harria, en Álvaro de Grijalba, en
once tomines”. Una silla estradiota vieja, con
sus aderezos viejos, en Francisco de Hoyos: 8
pesos y medio. Una silla jineta de la tierra, con
su cincha vieja, en Antonio de Carvajal: 13 pesos. Una copa de vidrio, con su vasera, en Alonso Martel: 10 tomines. Un rosario, en Francisco
de Cervantes: 3 tomines. Cuatro panes de sal, en
el señor Diego de Velasco: un peso y medio.
“Iten se remató un cañon, medio cañón de arcabuz, digo, una rodela pintada, en Antonio de
Carvajal, en dos pesos y medio”. Una docena de
pasas y pasadores de ballesta, en Pedro de Arévalo: 10 tomines. Tres panes de tequixquytle,213
en Francisco de Hoyos: 5 tomines. Una mesa
con sus bancos, en Francisco Corralero: 3 pesos
y medio.
El 21 de febrero continuó el remate de los
bienes de Guriezo.
“Primeramente, se remató un lanzón, en Juan
Preciado, en cinco pesos”. Una adarga vieja, en
Andrés García: 2 pesos. Un sombrero de fieltro,
viejo, en Andrés Garcia: 5 tomines. Una celada
de cuero, en Juan de Arana: 2 tomines. Unas espuelas de la jineta, viejas, en Rodrigo de Meneses: 7 tomines. Dos pares de aciones viejos de la
jineta, en Juan de Iniesta: 6 tomines. Una barrena grande, en Andrés de Segura: 5 tomines y
medio. Tres barrenas, en Juan de Iniesta: 5 tomines. Un escoplo, en Juan de Iniesta: un peso.
Una escobilla de limpiar ropa, zapatos viejos y
un calzador, en Diego de Velasco: 7 tomines.
214
213
Yunque con dos puntas opuestas (Casares); la palabra la
documenta asimismo Boyd–Bowman (1971), 123.
Tequesquite, pan de sal: Cabrera (1984), 134.
89
José Miguel Romero de Solís
en Pero Ruiz: un peso. Dos almohadas blancas,
deshiladas, en Garci Rodríguez: 6 pesos y 5 tomines. Una delantera de cama de ruán labrado
de blanco, en el mismo: 12 pesos y medio. Un
paño labrado de grana, deshilado, en Alonso de
Trejo: 2 pesos y 2 tomines. Dos cofias, una
blanca y otra labrada de azul, en Francisco Pérez: 10 tomines. Una pañizuelo de narices, en
Francisco Pérez: 6 tomines. Otro pañizuelo, labrado de negro, en el mismo: 4 tomines. Los
manteles alemaniscos y dos pañizuelos, en Juan
de Iniesta: 5 pesos y 6 tomines. Una toca de camino, en Juan de Arévalo: un peso y 5 tomines.
Un bonete y una gorra de paño negra, en Francisco de Hoyos: un peso. Dos pedazuelos de
lienzo, en el mismo: 2 tomines.
“Iten se remató una lima pequeña de acero,
en Diego Morán, en un peso”. Una caja de peines, con un peines, en Francisco Lepuzcano: 4
pesos y un tomín. Unos muslos de cuero, en
Juan Preciado: 4 pesos y un tomín. “Una taza e
una cuchara de plata, que pesó un marco y una
onza e tres granos, a once pesos e dos tomines el
marco que valió, en Alonso de la Puerta”: 10 pesos y 3 tomines. Unos zapatos de cordobán,
nuevos, en Diego de Aguilar: 6 tomines. Una
camisa de mujer de ruán labrada en negro, en
Francisco de Hoyos: 5 pesos y 2 tomines. Unas
tijeras, en Diego Morán: 6 tomines. Una mantilla delgada, en Diego de Aguilar: un peso y medio. Dos pares de guantes, en Juan Ruiz: un peso
y medio. Un brazalete de oro bajo, en Andrés de
Segura: 2 pesos y 6 tomines. Una bolsa de terciopelo azul, vieja, en Tomás Herades: un peso.
Una vaina de daga, con una cadenilla de plata,
en Juan Preciado: un peso. Una medalla de oro
bajo, en Juan de Arévalo: 2 pesos de tepuzque.
El 24 de febrero siguieron rematándose los
bienes del difunto Guriezo ante el albacea Diego
de Almodóvar y el alcalde Diego de Mendoza,
levantando el escribano Diego Veedor el acta
correspondiente.
“Primeramente se remataron cinco sillas de
caderas, tres nuevas e dos viejas, en Bartolomé
Sánchez, en cinco pesos”. Un anillo de oro, en
Alonso de Jerez: 2 pesos y medio. Otro anillo de
oro, en Diego Veedor: 2 pesos y medio. Otro
90
anillo de oro, en Rodrigo de Meneses: 10 tomines. Otro anillo de oro, en Garci Rodríguez: 6
tomines. Dos rosarios de cuentas y una piedra
jade, en Andrés García: 10 tomines. Un manijuelo de trenzas de seda parda y un cíngulo de
seda, en Alonso de Jerez: un peso y medio. Un
rosario, en Francisco de Hoyos: un peso y medio. Dos cajetes de tecomachaca,215 en Juan de
Arévalo: 2 tomines. Dos huipiles,216 en Andrés
de Segura: 4 pesos. Una rodezuela y una pintadera de pintar paño, de hueso, en Juan Ruiz:
medio peso. Una petaquilla de indios, de henequén, en Francisco de Cervantes: 2 tomines y
medio. Ocho lentejuelas, una hojuela y un poco
de oro, en Andrés de Segura: un peso y medio.
Los granos de aljófar, en Francisco Lepuzcano:
10 tomines. Diez cordones de seda negra, en
Juan de Velasco: 6 tomines.
“Iten se remató un coral grande e otros pocos
corales, en Diego Morán, en cinco tomines”.
Una cajita de palo, en Francisco de Hoyos: 7
tomines. Un rosario de cuentas, de rezar, en Antonio de Carvajal: medio peso. Una pierna listada, de manta, en Francisco de Cervantes: 6 tomines. Un paño de escarlatín colorado, en Antonio de Carvajal: 9 pesos. Dos truzas, la hechura
de ellas, la una de la Vega, guarnecidas de oro,
en Francisco Mateos: 2 pesos. Unas calzas de
raso negro, en Francisco Lepuzcano: 11 pesos y
medio. Un calabazo217 con un poco de bálsamo
en Alonso de Padilla: 6 tomines. Cuatro docenas
de botones verdes y pardos, en el sastre Francisco Caballero: 5 tomines. Un llavero de seda morada, en Álvaro de Grijalba: 5 tomines y medio.
Dos manijuelos de cintas negras, en Tomás
Herades: un peso y 6 tomines. Dos beletas de
seda con sus cordones, en Francisco de Cervantes: un peso. Dos sandales [sic]218 amarillos, en
Francisco de Cervantes: 3 tomines. Una cofia de
215
Así se lee; quizás mejor, dos cajetes de Tecamachalco.
Huipil: vestido de algodón sin mangas, que “usan las
indias embrocado, a manera de camisa”, cuya etimología es
huipilli, camisa de india: Cabrera (1984), 82.
217
La expresión está bien documentada en Boyd–Bowman
(1971), 148.
218
Por zendallejos; en efecto, el inventario dice zendallejas
amarillas. Ninguna de estas palabras las registra Boyd–
Bowman (1971).
216
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
Un hacha vieja, en Juan de Arévalo: un peso.
Una jaqueta de cuero de Teguitexeq,222 vieja, en
Francisco Lepuzcano: un peso y medio. Un pan
de jabón en 2 tomines. “Iten a un indio de Guanacastle,223 dos tomines”. Un traspuntero y unos
hierros viejos, en el albacea.224 Una petaquilla
con un poco de hierro viejo, en Francisco Pérez:
3 tomines. Otra petaquilla, de henequén, en Juan
Sánchez: 5 tomines. “Iten se remató la hechura
de una imagen de Nuestra Señora, en Francisco
Moltava,225 en un peso”. Una colilla de hierro de
echar a negros, en Bartolomé, negro: un tomín.
Una petaquilla con ciertas menudencias, en Juan
de Iniesta: un peso. Una caja de palo pequeña,
en Juan de Iniesta: 3 pesos y 3 tomines.226 Tres
huipiles de indios, en Baltasar, negro:227 3 tomines. Un guante, una candela y una piedra pómez, en Juan Ruiz: medio peso. Una caja pequeña de madera, en Juan de Iniesta: 3 pesos.
Hasta aquí el remate.
Sin embargo, algunos de los bienes inventariados no salieron a remate, entre éstos, un caballo castaño, un esclavo negro llamado Domingo,
unas casas bajas de paja, unas fajas de camisa de
india, una bota grande de vino.
Caja A–3, exp. 6, 14 ff.
mujer labrada, en Pedro de Arévalo: un peso y 6
tomines. Un cordón negro, con una borla de seda negra, en Francisco de Cervantes: un tomín y
medio. Dos pares de zapatos, unos de ellos de
terciopelo, en Garci Rodríguez: 9 tomines. Cuatro cucharas de palo, en Rodrigo de Meneses: 2
tomines. Una escobilla, en Antonio de Carvajal:
3 tomines. Un cordón de seda negra, en Rodrigo
de Meneses: medio peso. Un sello de palo fue
adjudicado en el tutor: un tomín. Un jubón de
raso, nuevo, en Antonio de Carvajal: 15 pesos.
Una reata de algodón y una borla de caballo, de
seda, en el tutor: 2 tomines. Unas cabezadas y
un petral de caballo, de la jineta, en Rodrigo de
Meneses: un peso y 6 tomines. Unos borceguíes,
en Rodrigo de Meneses: 3 pesos. Alpargatas, en
Alonso de la Puerta: 2 tomines. Un cuero de venado, en Francisco Mateos: 4 tomines. Unas espuelas de la estradiota, en Diego de Aguilar: un
peso. Otras espuelas iguales, en Francisco de
Cervantes: un peso y 4 tomines y medio. Unas
riendas de la jineta, de caballo, en Álvaro de
Grijalba: 4 tomines. Un chapeo viejo de seda
parda en Alonso Miguel: un peso. Un paño de
manos, labrado de grana, en Diego de Aguilar: 3
pesos. Dos pañizuelos de narices, uno labrado
de negro, y el otro, blanco, guarnecido de oro,
en Alonso Miguel: 2 pesos.
“Iten se remató la hechura de una imagen de
Nuestra Señora, digo de Señor San Juan, en trece tomines, en Álvaro de Grijalba”. Un jarrito de
Talavera,219 en Rodrigo de Meneses: 11 tomines
y medio. “Una taleguilla de pimienta del Perú”,
en Pero Sánchez: 2 pesos y un tomín. Una alezna, en Rodrigo de Meneses: 2 tomines y medio.
Un escaupil de algodón,220 viejo, en Tomás Herades El Mozo: 10 tomines. Una barrenita, en
Juan de Arévalo: medio peso. “Iten se remataron
ciertos cabestros e una xáquima e unas sobrecargas, en Andrés de Madrid, en un peso”.221
69. 1559. Julio, 28.
Provança de Francisco de Cepeda en el pleito
de ejecución que le tienen puesto los hijos y
herederos de Francisco Preciado y Elvira de
Arévalo, por la mitad de unas huertas de cacao
en términos de Epatlan y Alimancin.
222
Posiblemente, Tequecistepec, pueblo bajo la jurisdicción de la alcaldía mayor de Yanhuitlan: Gerhard (1986),
295; aunque también pudiera ser un pueblo homónimo y
cercano al anterior perteneciente a la alcaldía mayor de
Guaxuapa: Ibid., 133.
223
Por Juanacaxtle: quizá se trate de Xonacatlan o Juanacatlan, barrio de Atemaxac, en los Pueblos de Ávalos: Gerhard (1986), 248.
224
Al margen está escrito: Débelo su cuñado.
225
Lectura confusa: ¿Montalbán? ¿Montalvo?; véase infra,
regº 185.
226
Al margen está escrito: A [sic, por ha] la de pagar Baltazar, negro.
227
No hay más datos para identificar a este negro.
219
En el inventario se especifica que el jarrito era azul.
Escaupil, de ichcahuipilli: “especie de camisa de algodón, usada a modo de coraza por los guerreros mexicanos”:
Cabrera (1984), 79.
221
Al margen está escrito: Ojo, que de aquí abaxo no ay
ynventº.
220
91
José Miguel Romero de Solís
Pedro de Granada, en nombre de los herederos
de Francisco Preciado, había pedido ante el teniente de alcalde mayor de la Villa de Colima,
Diego de Mendoza, que Francisco de Cepeda
luego diera y pagara 3,369 pesos y 8 granos de
oro de tepuzque, que debía a los dichos menores, “de resto de un contrato público”.
El teniente de alcalde mayor ordenó que las
partes dieran fianzas de saneamiento, lo que no
quiso dar Cepeda, apelando de este mandamiento y recusando como juez a Diego de Mendoza y
pidiendo que se acompañara. Diego de Mendoza
dijo entonces que Cepeda depositara 50 pesos de
oro para pagar los salarios del acompañado. Sabiéndose que Cepeda pretendía ausentarse de la
Villa, el teniente de alcalde mayor dispuso, que
de no pagar las fianzas y nombrar bienes en
donde hacer la ejecución, éste fuese puesto en la
cárcel pública. Protestó de nuevo Francisco de
Cepeda porque este auto le fue comunicado en
día domingo, y ello no procedía. Por otra parte,
nombró por sus fiadores a Pero Sánchez y Diego
Veedor, que aceptaron, siendo testigos de ello
Mateo Collado y Antón Morera, estantes en la
Villa.
Ante los testigos Pero Sánchez y Antonio de
Maya, Francisco de Cepeda, preso en la cárcel
de la Villa, presentó ante el teniente de alcalde
mayor Diego de Mendoza un escrito donde dice,
entre otras cosas: que sin apartarse de las apelaciones y recusaciones que tiene hechas, había
pedido que el teniente, como juez, se acompañara y, sin embargo, había dado mandamiento ejecutorio; que había apelado de dicho mandamiento, y empero había sido echado a la cárcel, no
obstante haber presentado una Real Provisión.
Recibida la petición, el teniente de alcalde
mayor dijo que obedecía y acataba la Real Provisión, según la cual debía otorgar las apelaciones que de derecho hubiere y que así lo hacía,
pero “por ser negocio ejecutivo ha mandado y
manda que se vaya por él adelante”, y como “en
este caso no ha lugar de cesar la vía ejecutiva”,
mandaba al escribano Juan de Iniesta que diera
al solicitante “testimonio de todo”, y sobre las
demás cosas que pide, “en lo que toca a la recu92
sación que a su merced hizo, el teniente mandó
haga [Cepeda] depósito para que se pague el salario al acompañado, y no lo ha hecho, por cuya
causa su merced procede en la causa”. Es más:
había otorgado que sólo depositara “la mitad de
los pesos de oro que le está mandando, para empezar a pagar al acompañado”. Entretanto, “no
se da por recusado y procederá en la causa adelante no consistiendo en sus quejas y protestaciones”.
Juan de Iniesta, escribano nombrado, notificó
este auto a Cepeda, siendo testigos de ello Luis
de Grijalba, Diego Morán y Tomás Herades, vecinos de la Villa. Francisco de Cepeda contestó
que “no es obligado a depositar ningunos pesos
de oro, sino que pide a su merced que se acompañe, como pedido tiene”. En otro escrito, fechado el mismo 28 de julio, dice Cepeda: “a mi
noticia ha venido que V.m. contra todo derecho
ha mandado que vayan a las güertas de Apatlan
y traigan los negros y cacao que en el beneficio
dellas están, lo cual es en gran perjuicio mío”.
Pide que no se traigan los negros, porque es
“tiempo de aguas y hay ríos caudalosos en el
camino”.
El teniente de alcalde mayor, vista la petición, la denegó por cuanto Cepeda, habiéndosele
pedido que nombrase bienes libres e desembargados para que se hiciese ejecución en ellos”, no
lo hizo en su momento; porque se le pidió que
“diese fiadores de saneamiento a ellos, e no lo
ha querido hacer, antes se ha resistido con recusaciones e formas de alargar este pleito”. Por
otro lado, la parte de los menores de Francisco
Preciado, el 26 de julio, le había dado a conocer
que Cepeda y su tío Alonso Sánchez de Toledo
tenían en las huertas de Apatlan, “algunos bienes, así cacao como negros e negras”, y pedía,
como así lo hace constar el teniente, “que se trujesen a esta Villa para que en ellos se hiciese
ejecución, atento que en esta Villa no hay prisiones ni cárcel donde estuviese seguro el dicho
Francisco de Cepeda y demás de eso, no ha dado
las fianzas que le están mandado dar”. Por todo
ello, mandaba que se hiciera ejecución “en los
bienes que se hallaren, ansí del dicho Cepeda
como de Alonso Sánchez de Toledo”, y ordenó
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
Su Majestad y Juan Núñez, como maridos de
Ana,228 María229 e Isabel de Arévalo,230 por escritura pública, “prestamos voz e caución, todos
tres” en forma mancomunada y “otorgamos e
conocemos a vos, Francisco de Cepeda, e Alonso Sánchez de Toledo, como vuestro fiador, y
decimos que por cuanto por nos fuistes ejecutado por dos mil pesos de oro de minas que nos
debíades de resto de las huertas de cacao que
ovistes e comprastes vos, el dicho Francisco de
Cepeda, del dicho Francisco Preciado, padre de
las dichas nuestras mujeres, y hemos venido a
concierto en que nos déis e paguéis luego los
mil pesos de oro de minas, de los cuales obemos
dado carta de pago en la obligación y os hemos
de aguardar e os aguardaremos, y esperamos a
que nos los déis e paguéis de hoy día de la fecha
en un año”. Tal concierto lo han hecho, dicen,
“por quitarnos de pleitos y diferencias e venir en
ello pro e utilidad ansí a nos como a los dichos
menores”. La escritura fue firmada en presencia
del teniente de alcalde mayor, Diego de Mendoza, y siendo testigos Juan Fernández El Mozo,
Alonso Miguel, Diego Díaz y Juan Preciado,
vecinos de Colima.
El 12 de marzo de 1561, el escribano Diego
Veedor sacó un fiel traslado de una carta de
obligación,231 firmada por Alonso Sánchez de
Toledo y Francisco Cepeda, el 27 de marzo de
1555, en favor de Francisco Preciado, donde se
lee: “obligamos e hipotecamos las dichas dos
huertas de cacao de suso contenidas y el dicho
al alguacil Diego López a que “vaya a las huertas de Apatlan, a donde dicen que los susodichos
tienen sus bienes, e todos los que se hallaren, se
traigan por inventario a esta Villa”. Por razón
que el escribano Juan de Iniesta “está ocupado
en este negocio” en la Villa, nombraba a Antón
Martín, vecino de Colima, por escribano, para
que fuera a Apatlan con el alguacil.
Días antes, el 23 de julio, “en domingo, a las
cinco de la tarde”, Pedro de Granada, tutor y curador de los menores hijos de Francisco Preciado, siendo testigos Juan de Segovia y el alguacil
Diego López, había presentado un escrito en el
cual decía haber tenido noticia que Francisco de
Cepeda “se quiere ir e ausentar desta Villa”.
Diego de Mendoza dispuso, entonces, que diera
fianzas bastantes y de no hacerlo, “lo pongan en
la cárcel pública desta Villa”.
El 29 de julio de 1559, en largo escrito, Cepeda alegaba sus razones en el pleito: primero,
recusaba por juez a Diego de Mendoza porque la
causa estaba pendiente de sentencia en la Real
Audiencia, en virtud que Diego de Almodóvar,
tutor y curador que fue de los dichos menores,
había apelado de lo proveído anteriormente por
Lope de Arellano, alcalde mayor que fue de Colima, tal y como se expresaba en la Real Provisión que en su momento, Cepeda había presentado ante el teniente de alcalde mayor, en la que
el presidente y oidores de la Real Audiencia
mandaban que los herederos de Preciado, en la
demanda que le tienen puesta sobre la mitad de
las huertas de cacao que el difunto Preciado le
vendió en vida, diesen fianzas legas y abonadas
por razón “de las condenaciones en que sentenció y condenó el licenciado Lebrón, visitador
que fue en esta Provincia, que montaron las dichas condenaciones más de tres mil pesos, como
parecerá por las dichas sentencias que el dicho
visitador dio e pronunció”, y que “resultaron de
restituciones de indios en la dicha visita a que
me refiero”.
El 16 de agosto de 1559 y ante el escribano
Juan de Iniesta, Pedro de Granada, como tutor y
curador de las personas y bienes de los hijos y
herederos de Francisco Preciado y Elvira de
Arévalo, difuntos, Juan de Segovia, escribano de
228
Casó con Pedro de Granada, a quien sobrevivió. Otorgó
testamento ante Toribio de Casso el 23 de mayo de 1598:
infra, regº 222; III, regº 493; y IV, regº 1021.
229
Casó con Juan de Segovia, teniendo entre sus hijos a
Juan de Segovia El Mozo y Marcos de Arévalo: infra, III,
regº 701; IV, regº 1087. En 1574, ya era difunta: infra, regº
222.
230
Casó con Juan Núñez de Alvarado: infra, regº 222; III,
regº 677. Entre sus hijos: Hernando de Alvarado, Juan Núñez y Francisco Núñez —también apellidado Preciado—,
alias Pillo: infra, III, regº 680, 686; y Beatriz Núñez, casada
con Diego de Monroy. Ya era viuda en 1575: infra, II, regº
264; y luego casó con Alonso Carrillo. Al quedar viuda de
Carrillo, en 1580, tenía de él un hijo —Alonso— y estaba
preñada de otro: infra, III, regº 677 y 705; IV, regº 850,
861, 868, AHMC/Reyes 207.
231
El traslado aparece trunco.
93
José Miguel Romero de Solís
negro, en tal manera, que no lo podamos vender
ni empeñar ni trocar ni cambiar ni enajenar hasta
tanto que primeramente seais contento y pagado
de lo en esta carta contenido”. Testigos: Juan de
Aguilar, Francisco Navarro, el alcalde Juan Fernández y Pedro de Vivanco, vecinos de la Villa
de Colima. Pasó ante el escribano Juan de la Torre.
“A las espaldas de la dicha obligación y en el
margen estaban escritas las cartas de pago siguientes”. La primera de 17 de septiembre de
1556, por la que Francisco Preciado dice haber
recibido del alcalde mayor Alonso Sánchez de
Toledo 2,270 pesos de oro común, “los cuales
son para en cuenta y parte de pago de la primera
paga desta obligación, los cuales me distes los
dozientos y ochenta pesos de minas que os pagué por Pedro de Vivanco, que os debía de un
negro que le vendistes, y trezientos y veinte y
cuatro pesos de oro común en doze cargas de
cacao que distes por mi mandado al Sr. Visitador y a Bernardo de Balbuena por su mandado
para en lo que me condenó el dicho Visitador
para salarios, y el resto me distes hoy día de la
fecha desta en planchas de plata y en tostones,
los cuales recibí en cuenta desta dicha paga primera”. Testigos: Pedro de Vivanco y Pedro Sánchez.
La segunda, de 23 de julio de 1557, en la que
Preciado dice haber recibido de Alonso Sánchez
de Toledo y Francisco de Cepeda 1,200 pesos de
tipuzque, “los cuales me pagastes en esta manera: los setecientos pesos dellos que por vos me
dio Juan de Sampedro e yo se los dí a él a censo,
y los quinientes pesos restantes me distes en tostones de contado”. Testigos: Pedro Sánchez, escribano de esta Villa y Garci Garcés de Mansilla, vecinos de Colima.
Otra, fechada al día siguiente, donde Preciado dice haber recibido de Alonso Sánchez de
Toledo, alcalde mayor, 600 pesos de oro común,
“en tostones contados”, siendo testigos los vecinos Garci Garcés de Mansilla y Juan de Iniesta.
Una cuarta, firmada por Pedro de Granada el
17 de agosto de 1559 siendo testigo Juan de
Iniesta, donde dice haber recibido de Francisco
94
de Cepeda 1,000 pesos de oro de minas de ley
perfecta.
Otra, donde Pedro de Granada dice haber recibido de Alonso Sánchez de Toledo 1,720 pesos y dos tomines de oro común, “con los cuales
acabastes de pagar todos los pesos de oro que
debíades por esta obligación a Francisco Preciado, difunto, los cuales recibí en esta manera:
cuatrocientos y setenta pesos que me dio Juan
Preciado por vos de unas casas y solar que le
vendistes por Pero Sánchez, y los seiscientos y
cuarenta y cuatro pesos de oro común que distes
en Diego de Velasco y Juana de Medina, su mujer, que tomaron a censo para los dichos menores y los debían al dicho Pero Sánchez y vos el
dicho Alonso Sánchez en nombre del dicho Pero
Sánchez los traspasastes a los dichos herederos
de Preciado, y el resto que me distes en plata y
reales, de que me doy por pagado como tal tutor;
y por virtud de la tutela doy por ninguna esta
obligación y por rota y chancelada”. Está fechada en la Villa de Colima, el 10 de marzo de
1561, ante el escribano Juan de la Torre y los
testigos Juan de Velasco y Gonzalo Moreno.
El 26 de julio de 1559, Juan de Segovia, en
nombre de Pedro de Granada, decía que Cepeda
estaba preso en la cárcel pública de la Villa “por
defecto de no nombrar bienes” en la ejecución
que se le hacía. Segovia agregaba: “a mi noticia
es venido que los dichos Francisco de Cepeda e
Alonso Sánchez, su tío, tienen algunos bienes
así cacao como negros e negras” en las huertas
de Apatlan. “Por tanto, a V.m. pido y suplico,
mande que a costa de los susodichos vaya un alguacil” a las huertas para traer los mencionados
bienes.
Notificado Cepeda negó tener bienes algunos. A nueva insistencia de Juan de Segovia, el
teniente de alcalde mayor Diego de Mendoza
mandó que se notificara por segunda vez a Cepeda, lo cual hizo el escribano Juan de Iniesta,
ante los testigos Pero Sánchez, Luis de Grijalba
y Tomás Herades, vecinos de Colima. Contestó
Cepeda que “Su Merced no es juez desta causa
hasta tanto que se acompañe conforme a derecho porque, si necesario es, agora de nuevo le
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
recusa”, además que tiene apelada la causa ante
la Real Audiencia de México.
Diego de Mendoza mandó sin embargo que
la causa siguiera adelante, y “dio mandamiento
ejecutivo en forma por un contrato público de
plazo pasado que presentó ante su Su Merced el
tutor de los dichos menores”.
En largo alegato fechado el 29 de julio, Cepeda se afirmaba en la apelación hecha contra
los autos del teniente de alcalde mayor y asegurando estar dispuesto a ampliar su información.
Y da nuevamente algunas razones: primero, dice
que Mendoza no puede ser juez de esta causa,
porque Diego de Almodóvar, tutor que fue de
los dichos menores, apeló de lo mandado por
Lope de Arellano, alcalde mayor de Colima, en
cumplimiento de la Provisión de la Real Audiencia por donde se disponía que los dichos
menores y herederos y su tutor diesen fianzas
legas, llanas y abonadas. Todo lo cual aún está
pendiente. Segundo: que la Real Audiencia también proveyó que los dichos herederos debían
dar también fianzas abonadas “en razón de las
condenaciones en que sentenció y condenó el licenciado Lebrón, visitador que fue en esta provincia, que montaron las dichas condenaciones
más de tres mil pesos, como parecerá por las dichas sentencias que el dicho visitador dio e pronunció contra el dicho Francisco Preciado, que
resultaron de restituciones de indios en la dicha
visita”.232 Por último, Cepeda decía que, como
“este pleyto es de calidad e ymportancia” [sic],
el teniente de alcalde mayor “no lo determine
sin letrado de ciencia y conciencia, que yo estoy
presto de pagar”.
Diego de Mendoza, vista la petición, se mantuvo firme en lo ya mandado, “y en lo que toca
al pedir que no sentencie esta cabsa sin parecer
de letrado, dijo que quando esté concluso para la
difinytiba, proveerá justicia y que en lo demás
contenido en la dicha petición, no ha lugar lo
que pide”. A propósito de que Cepeda lo tiene
recusado, dijo que ya había dispuesto que éste
232
Véase lo dispuesto por el visitador Lorenzo Lebrón de
Quiñones contra Preciado y los comentarios que externa
sobre él en su Relación sumaria (1554): infra, regº 70 y
Lebrón (1979), 89.
95
depositara 50 pesos de oro para el acompañado,
y que Cepeda “no los ha depositado ni Su Merced se ha habido por recusado”. Y que en tanto
no se depositen los dichos pesos, no se sentirá
por recusado y prosiguirá en el caso haciendo
justicia.
Entretanto, Segovia el 29 de julio en escrito
presentado ante el teniente de alcalde mayor,
decía que como Cepeda no había querido dar las
fianzas, se pidió que “le echaran en el cepo”, y
“se resistió al alguacil de V.m. y lo trato muy
mal de obra e de palabra”, de lo que el alguacil
puso queja criminal ante la autoridad, “y V.m. lo
mandó echar grillos y en grande desacato y menospreciando la justicia y los mandamientos de
V.m., se ha quitado los grillos y públicamente se
anda suelto por las casas del Rey; e porque yo
me temo que el dicho Francisco de Cepeda se
yrá e absentará de la dicha casa”, por tanto, pedía que Cepeda “esté preso e a buen recaudo
echándolo en el cepo e con las demás prisyones
que se requieran”.
Así lo mandó Diego de Mendoza al alguacil
Diego Pinzón, en ausencia de Diego López, a
cuyo cargo está el preso. Mandaba el teniente de
alcalde mayor que tuviera Pinzón preso y a buen
recaudo a Cepeda “y con unos grillos cerrando
la puerta de la dicha cárcel, con su llave, so pena
que su así no lo hiziere, pague de pena diez pesos de minas, la mytad para la Cámara de Su
Majestad e la otra mitad para la persona que le
denunciare”.
El 9 de agosto, Cepeda se apartó de la recusación contra Diego de Mendoza y de las apelaciones que tenía hechas ante la Real Audiencia,
Por su parte, Juan de Segovia también se hizo
presente ante el teniente de alcalde mayor y dijo
que Cepeda y él “agora están conbenydos e concertados en cierta forma, que quiere e consiente
e ha por bien que sea suelto de la prisión en que
está, e así lo pidió al dicho Sr. alcalde mayor”.
Mendoza dispuso entonces que fuera suelto
de la cárcel Cepeda “si no está por otra cosa”.
El 16 de agosto, ante Diego de Mendoza,
comparecieron Cepeda y Pedro de Granada, diciendo que estaban convenidos y concertados en
José Miguel Romero de Solís
la ejecución hecha a Cepeda “por tres mil233 y
tantos pesos; que pedían e pidieron al dicho alcalde mayor mande desembargar quarenta cargas de cacao y la recua,234 y todos los demás
bienes que estaban embargados por parte de los
dichos menores, porque entre ellos están convenidos e concertados en cierta forma”.
Mendoza ordenó levantar el embargo y que
todos aquellos en quienes estuvieren depositados los bienes, tanto muebles como raices, los
devuelvan libremente. Luego mandó “que se le
paguen a Antón Martín, escribano que fue al dicho embargo, nueve pesos de tipuzque, que hubo de haber del salario de nueve días que se
ocupó en el dicho negocio, los cuales le pague el
dicho Francisco de Cepeda”.
Carta poder otorgada por Alonso Sánchez de
Toledo, “vecino que soy de la Ciudad de México e alcalde mayor por Su Majestad destos Pueblos de Ávalos, estante al presente en este pueblo de Tachilutla,235 ante el escribano Gaspar de
Herrera, a favor de Pero Sánchez, vecino y alcalde ordinario de la Villa de Colima, fechada el
2 de febrero de 1560. Pero Sánchez a nombre de
Alonso Sánchez de Toledo pidió copia del proceso y de los autos habidos en el pleito, lo cual
concedió el alcalde mayor.
El 7 de agosto de 1560, Francisco Cepeda
presentó una real provisión de la Audiencia de
México, donde se mandaba que los herederos de
Francisco Preciado dieran mayores fianzas, lo
mismo que el tutor Pedro de Granada y los demás fiadores, entre ellos, Andrés de Segura y
Pedro de Bobadilla se obliguen de nuevo y hagan obligar a sus mujeres.236 Notificado Pedro
de Granada, en nombre de ellos, respondió que
sus esposas “todas están prestas de se obligar
juntamente con nosotros”, pero que a propósito
de dar mayores fianzas, debe darse mayor término, “porque en esta Villa no las hay”.
Por otra parte, Pedro de Bobadilla, en nombre de Francisco de Cepeda, decía ante el alcalde mayor Diego Núñez de Guzmán, el 23 de julio de 1563, que el pleito “está rescibido a prueba de tachas y abonos, y para hacer el interrogatorio es menester enviar a México al Carrión, letrado del dicho mi parte, que lo haga” y por ello,
pide cien días de término “atento que es tiempo
de aguas”.
Juan Núñez, por su parte, protestaba diciendo
que Bobadilla lo único que pretende es dar largas al pleito y lo hace de malicia, “y porque los
menores dejen el pleito y no lo sigan como claramente consta, pues ha ya más de dos años que
le fue dado por V.m. el término de los sesenta
días que agora pide, y no ha presentado ynterrogatorio ni provanza ninguna”.
El alcalde mayor denegó la petición a Bobadilla, quien apeló del auto de Núñez de Guzmán.
El 23 de septiembre de 1563, el alcalde mayor Núñez de Guzmán dictó finalmente sentencia, cuyo tenor fue el siguiente:
“En el pleito y causa que ante mí pende entre
partes, de una los hijos herederos de Francisco
Preciado y de Elvira de Arévalo, su mujer, actores, y de la otra, Francisco de Cepeda y Alonso
Sánchez de Toledo, reos, sobre la mitad de las
huertas de cacao que están en términos de Epatlan y Alimancin, que el dicho Francisco Preciado vendió al dicho Francisco de Cepeda, que
pertenescían a la dicha Elvira de Arévalo, como
bienes multiplicados durante su matrimonio, en
que sucedieron los dichos actores como bienes
suyos propios, habiendo visto los actos y méritos de la causa, y como los dichos actores aceptaron la herencia del dicho Preciado, su padre,
atento a que ellos con él representan [...], conformándome con la disposición del derecho, teniendo a Dios Nuestro Señor delante, fallo que
el dicho Francisco de Cepeda y su fiador en su
nombre probó sus excepciones y lo que probarse
convino, y que los dichos actores ni alegaron ni
probaron lo que alegar y probar les convino; en
consecuencia de lo cual absuelvo y doy por libres a los dichos reos en la infamia deste juicio,
233
Está escrito mill.
Se lee: requa.
235
Taxelutla o Techaluta, en los Pueblos de Ávalos: Gerhard (1986), 248.
236
Los matrimonios de los hijos y herederos de Francisco
Preciado fueron los siguientes: Ana , Isabel y María de
Arévalo casaron respectivamente con Pedro de Granada.
Juan Nuñez y Juan de Segovia; Juan Preciado lo hizo con
María de Solórzano.
234
96
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
y por causas que a ello me mueven, no hago
condenación de costas más que cada una de las
partes pague las que oviere hecho, y ansí lo pronuncio y mando por esta mi sentencia”.
Caja A–3, exp. 7, 52 ff.
70. 1556. Septiembre, 3.
Testimonio de las sentencias pronunciadas por
el licenciado Lorenzo Lebrón de Quiñones contra Francisco Preciado.
“Yo Juan de la Torre,237 escribano de Sus Majestades e desta Villa de Colima e que fue de la visita quel muy magnífico señor licenciado Lebrón de Quiñones, oidor alcalde mayor en el
Nuevo Reyno de Galicia y visitador por Su Majestad en esta Nueva España, que hizo en esta
dicha Villa e su Provincia, doy fe y verdadero
testimonio a todos los que la presente vieren”,
que Lebrón de Quiñones, al tiempo de su visita,
dictó ciertas sentencias contra el vecino de Colima Francisco Preciado,238 dando su mandamiento para que éste pagase las condenaciones
en la dicha sentencia contenidas, firmadas de su
mano, juntamente con los autos de ejecución
que se le hizo y cierto embargo y secresto en
una deuda que Francisco de Cepeda e el señor
Alonso Sánchez de Toledo, alcalde mayor, como su fiador, deben al dicho Francisco Preciado,
en que se les mandó que no acudiesen al dicho
Preciado con la dicha deuda, sino que pagaran
por su persona y bienes el uno en pos del otro.
“Yo, el licenciado Lorenzo Lebrón de Quiñones, oidor alcalde mayor del Nuevo Reyno de
Galicia y visitador por su Majestad en esta Nueva España, mando a vos Pedro de Figueroa, alguacil desta Villa de Colima, yo vos mando que
requiráis a Francisco Preciado, vecino desta Villa de Colima, que luego vos dé e pague trecientos y diez pesos de oro de minas, y dozientos y
sesenta pesos de tipuzque que en que por mi fue
condenado en las visitas que contra él por man237
Sobre Juan de la Torre, algunos datos: supra, regº 41.
Más datos acerca de Francisco Preciado: supra, regº 14;
también, Sevilla del Río (1974), 178-182.
238
97
dado de Su Majestad hice de los pueblos de Motín y Pómaro, e Quyri239 e Cachán, e Maroata e
Giroma, e Gualoxa e Uiztlan, y Epatlan e Alimanzín, e Ocuyltepeque e Zapotlanejo,240 los
cuales por mí fueron aplicados en esta manera:
los ciento e ochenta pesos de minas para la Cámara de Su Majestad e los ciento e treinta pesos
de minas para las iglesias de Epatlan e Alimanzin e los demás pueblos que tenía el dicho Francisco Preciado y cien pesos de tipuzque para la
obra de la iglesia desta Villa,241 y otros ciento
para el hospital que se ha de hacer junto al monasterio desta Villa,242 y cinquenta pesos para
misas por los difuntos que trabajaron en las
huertas del dicho Francisco Preciado e otros.
Requerid al dicho Francisco Preciado que luego
dé fianzas legas, llanas e abonadas a los tenientes de oficiales desta Villa y a su contento, que
dará e pagará la cantidad y valor de los tributos
de tres años de los pueblos de Motín y Pómaro y
Maroata, contenidos en la dicha sentenzia, y del
pueblo de Giroma, que todos ellos contados a
como yo mando por la dicha sentencia montan
mil e ciento y noventa y un pesos y seis tomines
con once pesos para los indios de Gualoxa, que
239
Coire o Cuyle, como es registrada, era una estancia sujeta a Pómaro (o Maquilí) junto con otras cuatro, a saber,
Cuxumatlan, Cochan (o Cachan), Maroato (Maroata) y
Motín, tierra toda ésta “muy fragosa y doblada y de muchos montes y arcabucos y sin provecho”: SV 462.
240
Pueblos todos de la región de Motines: véanse a este
propósito las interesantes Relaciones de Motines, en: Acuña (1987), 121-180 y Ochoa–Sánchez (1985), 88-96. Para
complementar la información: Gerhard (1986), 198-200.
Apatlan (o Epatlan, como se nombra en este expediente),
era pueblo encomendado a Francisco Preciado. La SV 48 lo
registra “en Colima” y le asigna dos estancias pareadas: por
una parte, Ocultepeque, “ribera de vn río de Ciguatan” —al
que luego nombra río Zapotlan— y Zapotlan; por otra, Apatlan y Alimancingo [sic]. La Estancia de Zapotlan, que conocemos por otros expedientes —por ejemplo, regº 39, 82,
122 228, 229, 230, 232 y 234—, bien puede ser la llamada
en esta ocasión Zapotlanejo.
241
Para estas fechas, por consiguiente, la obra de la iglesia
mayor de Colima aún continuaba en marcha: véase lo anotado a este propósito: supra, regº 18 y 33
242
Como ya se dijo, Lebrón de Quiñones promovió la erección del convento de Almoloyan con su correspondiente
hospital, del que aquí se anuncia su próxima construcción:
al respecto, infra, regº 122.
José Miguel Romero de Solís
todo ello monta mil e cuatrocientos e cinquenta
e un pesos y seis tomines de tepuzque y trecientos y diez pesos de minas, y si luego no vos los
diere o diere las dichas fianzas del valor de los
dichos tributos, haced entrega e execución en su
persona e bienes y sean muebles y tales que valgan la dicha cuantía”. Si Preciado “no vos diere,
prendedle el cuerpo e preso e a buen recabdo lo
poned en la cárcel pública desta Villa y apercibid al principal e fiador de los términos del derecho y que señale casa e procurador conoscido
con quien se hagan los autos hasta la sentencia
del trance e remate e requisitorio con apercibimiento que le señalo los poyos de mi audiencia”. Concluye la sentencia: “Fecho en Colima,243 a tres días del mes de setiembre de mil e
quinientos e cinquenta e seys [1556] años”.
Con la misma fecha, el alguacil Pedro de Figueroa, “estando en el cementerio desta Villa
requirió a Francisco Preciado, vecino desta Villa, que estaba retraído en la iglesia e se andaba
por el dicho cementerio, que le dé fianzas o pague los pesos de oro contenidos en el mandamiento destotra parte contenido, el cual dijo que
no los tiene, y el dicho alguacil pidió le nombre
bienes en que haga ejecución por la cuantía e
costas”.
Preciado repitió que “no tiene bienes ningunos sino una deuda de tres mil pesos que Francisco de Cepeda y el alcalde mayor como su fiador le deben para en fin de marzo, que no perjudicando a su derecho ni a la apelación que del
señor Visitador tiene interpuesta, sino arrimándose a ella nombraba la dicha deuda para en que
el dicho alguacil haga la dicha ejecución por la
cuantía en el dicho mandamiento contenida.
Testigos: Pedro Ladrón e Diego de Mendoza e
Andrés de Segura e Sancho de Bullón, vecinos y
estantes en esta Villa”.
243
Obsérvese que Lebrón data el documento en Colima, sin
anteponer el acostumbrado Villa de Colima. Véase lo que
ya se comentó: supra, regº 6. Por la fecha de la sentencia y
autos, los sucesos narrados acontecieron durante una segunda visita de Lebrón a Colima, por cuanto la primera
concluyó el 10 septiembre de 1554, día en que firmó en
Taximaroa su importante Relación sumaria.
98
“E luego, el dicho Francisco Preciado dijo
quel estaba retraído en la dicha iglesia por cuya
causa no puede dar las fianzas contenidas en el
dicho mandamiento, que él protesta de las dar”.
Sabiendo Lebrón que Cepeda y Sánchez de
Toledo debían dinero a Preciado, mandó al alcalde mayor que con juramento declarase “qué
cantidad de pesos de oro e término y plazo pasado debe al dicho Francisco Preciado, e declarado mandó que el dicho alguacil haga ejecución
en ellos por la cuantía e costas en el dicho mandamiento, e ansí lo mandó e firmolo. Lebrón”.
“En Colima, en tres días del mes de setiembre del dicho año” [1556] el escribano de la Torre notificó este auto del visitador Lebrón al alcalde mayor Sánchez de Toledo; el alcalde dijo
que “es verdad que le debe de plazo pasado al
dicho Francisco Preciado como fiador que es de
Francisco de Cepeda, su sobrino, más de dos mil
pesos de tipuzque, e que viendo la cuenta está
presto de declarar claramente lo que le debe líquido así de plazo pasado como por venir e así
lo juró a Dios e a la señal de la cruz que hizo
con los dedos de sus manos en forma de derecho
e firmolo”.
A continuación, el alguacil Pedro de Figueroa hizo ejecución en los dos mil pesos declarados por el alcalde mayor, y requirió a Sánchez
de Toledo para que “no acuda con los dichos
dos mil pesos al dicho Francisco Preciado ni a
otra persona, so pena que los pagará otra vez por
su persona e bienes, siendo testigos Francisco
Navarro, alcalde, e Bartolomé Sánchez, e Bartolomé Garrido, vecinos desta Villa”.
El escribano de la Torre fue con Preciado para que éste señalara casa y persona conocida
“con quien se hagan los autos, do a de no, que le
señalaba los poyos del audiencia del dicho señor
visitador”. Preciado respondió que “todo lo que
el dicho señor visitador manda, recibe por grande agravio e sin justicia, porque él se ha retraído
a la iglesia por miedo de los agravios que del dicho señor visitador ha rescebido y espera de rescebir, porque lo tiene por enemigo mortal como
lo tiene dicho en la Audiencia Real de México”.
Es más, que pensaba que hasta tanto no fuese
condenado por la Real Audiencia, no se debía de
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
cobrar nada, por lo que el visitador “paresce claro querelle mal y hazelle todo mal e daño, de lo
qual lo rescibe por agravio y como tal agraviado, hablando con el acatamiento que debe, dijo
que apelaba e apeló de todo lo susodicho y de
todo lo que más mandare contra él el dicho señor visitador”. Testigos fueron de lo mismo,
Diego de Mendoza, Francisco Corralero y Martín de Monjaraz, vecinos de esta Villa.
Caja A–3, exp. 7, ff. 25-27.
Descargo que da el dicho Pero Sánchez.
“Primeramente da por descargo una escritura
contra Melchor Pérez245 de que se le hizo cargo”; dio la escritura con todos los censos por
cobrar.246
“Iten da por descargo un conocimiento contra
Diego de Velasco, que de resto de él debe noventa pesos; tomáselos en cuenta; e negósele el
dicho conocimiento al dicho Juan Preciado”.
“Iten da por descargo un conocimiento firmado de Diego de Velasco, alcalde que fue en
esta Villa, de cincuenta pesos que le dieron para
71. 1559. Julio, 7.
Cargos que hace Hernando de Gamboa, alcalde
ordinario, a Pero Sánchez y Juan Preciado, curadores de los menores hijos y herederos de
Juan de Aguilar. Descargos de Pero Sánchez.
[...] “De dos potros que vendió en Francisco Co-
rralero en diez pesos de oro común. Iten se le
hace más de cargo al dicho Pero Sánchez de
diez pesos e cuatro tomines, de dos potros que le
vendieron a Rodrigo de Meneses”. Se le hace
cargo de 8 pesos de un remate de dos potros que
se vendieron a Cristóbal de Solórzano a 4 pesos
cada uno.
“Por manera que suma e monta de cargo que
se le hace al dicho Pero Sánchez del tiempo que
ha sido curador de los dichos menores por seiscientos e dos pesos e cinco tomines de tepuzque,
que de los cuales el dicho Pero Sánchez se hizo
cargo”.244
244
Sobre el vecino de Colima Juan de Aguilar, dimos amplia información en el regº 35; según el Padrón de 1532,
había a la sazón en Colima dos vecinos con el mismo nombre; uno era “casado” y “tiene aquí su mujer, y es vecino de
esta villa de un año a esta parte, [que] no tiene indios, [y]
mantiene caballo”: VP 49. El otro —Juan de Aguilar Solórzano— fungía como alcalde ordinario de la Villa de Colima
junto con Juan Pinzón y era encomendero de dos pueblos:
Xicotlan y Juanacatlan, de quien se dice que había sido
“algo aprovechado”: VP 27. Para 1532, aún no había casado con Ana Martel, de la que tuvo seis hijos y una hija. En
su tiempo fueron muy importantes la huerta de cacao y estancia que tenía junto a Xicotlan: SV 819, donde, según los
cálculos de Lebrón, tendría plantadas unas 20,000 casas de
cacao y pastaban 1,000 vacas y 300 yeguas: Lebrón (1979),
65. Al morir Juan de Aguilar, su viuda Ana Martel casó
con Garci Garcés y, una vez que éste murió ajusticiado, lo
99
hizo con Melchor Pérez: infra, regº 91. Su nuevo esposo y
Juan Fernández Ladrillero, en compañía, adquirieron la
mayor parte de la Huerta de Xicotlan. Sobre esto y el número de casas de cacao existentes en 1562: infra, regº 74.
ron la mayor parte de la Huerta de Xicotlan. Sobre esto y el
número de casas de cacao existentes en 1562: infra, regº
74.
245
Melchor Pérez, antes de avecindarse en Colima a mediados del siglo XVI, fue vecino de Guadalajara entre 15361556. Durante estos años, alternó dos rentables ocupaciones: fue prestamista y negrero, particularmente vendiendo
cuadrillas de esclavos en las minas de Guaxacatlan y Xocotlan. “Natural de la villa de Torres, ques en el condado de
Feria, e hijo legítimo del liçençiado de la Torre, juez de
rresidencia que fué en la Nueua Galizia, y de Catalina Mexía, y que á deziocho años que pasó a esta Nueua Spaña y
quinze que se casó; y tiene tres hijas legítimas, la una para
casar, y que fué a la tierra Nueua de Çíbola, donde gastó
más de dos myll castellanos y que tien su casa poblada, con
sus armas y cauallos, y padesçe extrema neçesidad”: Icaza
(1969), II, nº 1059 y 1144; AHMC/Reyes De su primer matrimonio con María Álvarez, tuvo tres hijas: Catalina Mexía de la Torre, Isabel Mexía y María Álvarez o de la Torre. Catalina casó con Pedro de Ledesma: Icaza (1969), II,
nº 1166, alcalde mayor en Zacatecas y regidor perpetuo en
Guadalajara; Isabel con Alonso de la Vera, soldado de la
compañía de Pedro de Alvarado, También es registrada por
hija “legítima” suya y de Francisca Xerez, Catalina Mexía,
encomendera de Coyupustlan, depositado por Vázquez Coronado: Icaza (1969), I, nº 460. Ya en Colima, casó en segundas nupcias con Ana Martel, viuda a su vez de Juan de
Aguilar y Garci Garcés, de cuyo matrimonio nació su único
hijo varón: Diego Mexía de la Torre. En Colima y su provincia, ocupó oficios públicos: alcalde ordinario, en 1564,
1569 y 1572: infra, regº 91, 194, 201, 243, 251; procurador
de la Villa: infra, regº 114, 115, 116, 120; regidor en 1566:
infra, regº 120; además se le nombró corregidor de Tecpa y
Petlazoneca (1566-1568): infra, regº 144, 155, 163, 1
6246 No se acepta el descargo a Juan Preciado.
José Miguel Romero de Solís
vestir a los menores, con cartas de pago a las espaldas del mandamiento firmadas de Melchor
Pérez e de Ana Martel, su mujer; recíbesele en
cuenta”.
“Iten da por descargo un conocimiento de
Juan de Arana de veinte e un pesos, que parece
se pagaron a Diego de Almodóvar por ciertas
misas que Juan de Aguilar mandó que se dijesen
en su testamento. Recíbensele en cuenta porque
ovo carta de pago de Diego de Almodóvar, su
albacea. Iten da por descargo un mandamiento
del señor Hernando de Gamboa, alcalde ordinario, de cincuenta e dos pesos de oro común que
parece se pagaron a García Rodríguez por Pedro
de Solórzano, menor. Tománseles en cuenta.
Iten da por descargo un mandamiento del señor
Hernando de Gamboa de la parte de la negra de
los menores, que dio a Juan Preciado e Pedro de
Solórzano, de cuenta de noventa e cuatro pesos
de tepuzque; dio el mandamiento e cartas de pago a las espaldas. Recíbesele en cuenta”.
“Iten da por descargo un conocimiento de
Diego de Velasco, alcalde que fue desta Villa,
de cincuenta e seis pesos de tepuzque, que se
pagaron a Juan Díaz del tiempo que sirvió en la
huerta de cacao. Recíbesele en cuentas, que dio
carta de pago a las espaldas. Iten da por descargo un mandamiento del dicho señor Hernando
de Gamboa de trece pesos e cinco tomines, que
se pagaron de las cuentas que se tomaron a Melchor Pérez e Ana Martel, de la parte que les cupo; dio mandamiento e carta de pago. Recíbesele en cuenta. Iten da por descargo otro mandamiento de Juan de Arana, alcalde, de trece pesos
e medio de oro común que se pagaron a Martín
Vázquez, mozo que estuvo en la hacienda del
cacao; dio mandamiento e carta de pago. Recíbesele en cuenta. Iten da por descargo un conocimiento de Diego de Velasco, de diez pesos de
tepuzque, que parece ha pagado a Diego Veedor
de las cuentas que le tomaron a Juan Preciado
por las costas e tutela e tiempo que le cupo; dio
conocimiento e carta de pago. Recíbesele en
cuenta”.
“Iten da por descargo un mandamiento de
Diego de Velasco de dos pesos e dos tomines
que se pagaron a Diego Veedor de ciertas cuen-
tas que tenía; dio mandamiento e carta de pago.
Recíbesele en cuenta. Iten da por descargo un
mandamiento de Diego de Velasco de cuatro pesos e seis tomines que se pagaron a Trejo, indio
que sirve en la huerta del cacao; dio mandamiento e carta de pago. Recíbesele en cuenta.
Iten da por descargo un mandamiento de Diego
de Velasco de siete pesos que le pagaron a
Alonso de Trejo, por cierto tiempo que enseñó a
leer e escrebir a Gonzalo e Hernando, menores;
dio mandamiento e carta de pago. Recíbesele en
cuenta”.
“Iten da por descargo una escritura de servicio de Juan Rodríguez, de tres meses que parece
ha servido en la estancia e saca de yeguas: pagáronsele doce pesos; dio la escritura e cartas de
pago con fe247 de escribano de Su Majestad. Recíbesele en cuenta. Iten da por descargo una carta de pago de peso y medio de un freno que se
compró para el servicio de las yeguas. Recibiósele en cuenta. Iten da por descargo una carta de
pago de peso y seis tomines de tepuzque, de una
cincha. Recibiósele en cuenta. Iten da por descargo dos pesos que dio Francisco Corralero por
ciertos días que ocupó en ayudar a recoger las
yeguas; dio carta de pago. Iten da por descargo
un peso de tepuzque de dineros de los remates
del cacao. Recíbesele en cuenta. Iten da por descargo una carta de pago de siete pesos e seis tomines que pagó a Esteban Ximénez, mozo que
estuvo en la hacienda. Recíbesele en cuenta. Iten
da por descargo una carta de pago de Hernán Gil
de tres pesos e un tomín. Recíbesele en cuenta.
El mozo que al presente está en en la hacienda”.
“Iten da por descargo diez pesos que paresció
haber gastado para los dos menores en cosas de
por menudo”.
“Iten da por descargo un conocimiento contra
Cristóbal de Solórzano de doce potros a cinco
pesos como parece por el remate que en él se hizo”. Se le recibió en cuenta, pero negósele a
Juan Preciado, para que a su tiempo lo cobre.
“Iten da por descargo seis tomines que tres
veces se dio al pregonero de los remates. Iten se
247
A la letra, fée. La expresión la registra por igual Boyd–
Bowman (1971), 400; en adelante, se sustituye por fe.
100
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
le reciben en cuenta cincuenta e seis pesos de
tepuzque que recibió de haber de su décima de
cuatrocientos e sesenta e tantos pesos que parece
haber cobrado por los menores”.
“Iten da por descargo el dicho Pero Sánchez
de veinte e cinco pesos de tepuzque que dice le
pertenescen de la décima de ducientos e cincuenta pesos e cuatro tomines que dice alcanzó a
Melchor Pérez e Ana Martel, en las costas que
les tomó del tiempo que fue a cargo de la dicha
Martel la administración de la hacienda de los
dichos menores”.
Vistos los cargos y descargos, el alcalde
Hernando de Gamboa dijo que “se le alcanza al
dicho Pero Sánchez por ochenta e siete pesos e
tres tomines de tepuzque”, que deberá pagar a
Juan Preciado, curador nuevo de los dichos menores.
“Primeramente se le hace cargo [a Juan Preciado] de una escritura contra Melchor Pérez e
Ana Martel, su mujer, de trescientos e setenta
pesos de oro común, que tienen de censo que se
hizo ante Diego Veedor, escribano, en diecinueve de junio de cincuenta y ocho años [1558].
Hácesele cargo della e de la cobranza del censo
que corriere. Iten más se le hace cargo al dicho
Juan Preciado de una escritura contra Ana Martel e Melchor Pérez de cuantía de docientos e
cincuenta pesos de oro común”.
“Iten se le hace cargo al dicho Juan Preciado
de un conocimiento contra Melchor Pérez de
cuantía de diez y ocho pesos”. Le fue entregado
el conocimiento.
Caja A–3, exp. 8, 4 ff.
72. 1559. Enero, 4.
Testamentaría de Inés de Soto, mujer que fue de
Alonso de Angulo.
Ante Juan de Arana, alcalde ordinario de la Villa de Colima, “Joan Alcalde,248 vecino desta Villa de Colima, digo que habrá siete días que Inés
de Soto, mujer que fue de Alonso de Angulo, di248
Acerca de Juan Alcalde y Juan de Arana, dimos información: supra, regº 8 y 20.
funto, falleció y, al tiempo que estaba en el tránsito y su fin, a mí ordenó una escritura o memorial por el cual señaló y mandó ciertas mandas y
capítulos que se han de cumplir por el descargo
de su conciencia, como por la dicha escritura parecerá, de que hago presentación, por donde se
verá que asimesmo deja y constituye por testamentarios y albacea, al venerable Padre Juan
Hernández Vallejo,249 cura y vicario de los Motines, y a mí, para que juntamente ordenemos su
testamento, dando para ello poder cumplido”.
Juan de Arana mandó que diese información.
El 9 de enero presentóse Juan Alcalde y
presentó por testigos al Padre Juan Hernández
Vallejo, al escribano Diego Veedor y a Diego de
Aguilar, vecinos de Colima.
El clérigo, cura y vicario de los pueblos de
los Motines, declaró que “estando este testigo en
la estancia e cacaguatal de Alonso de Angulo,
difunto, vido este testigo que la dicha Inés de
Soto quedó muerta de enfermedad”,250 y que antes de fallecer delante de este testigo hizo esta
memoria. Diego de Aguilar dijo por su parte que
las firmas que aparecen en la memoria son de
Jerónimo de Sosa y de Juan Hernández Vallejo.
249
En otras ocasiones es nombrado Hervallejo. Fue cura de
Motín (1558-1559) y después lo fue de Xilotlan (15591561): Schwaller (1981), 539. Es posible que sea el Juan
Vallejo registrado como colegial de San Nicolás, en 1558:
Miranda Godínez (1972), 186 y 194. Al fallecer en 1569,
era canónigo de la Iglesia de Michoacán: AGI, México,
374; Mazín (1996), 88, nota 20.
250
En 1554, Angulo tenía “una huerta de cacao a tiro de
ballesta de Ticavacan”, en la provincia de Motín, con unas
6,000 casas: Lebrón (1979), 63, lugar sin duda en el que falleció Inés de Soto, según el testimonio del padre Juan
Hernández Vallejo, que aparece en este mismo lugar. Esta
huerta era “de cuatrocientas brazas de tierra en largo e trescientas en ancho” y fue comprada por Angulo a don Martín
Tequitlate, gobernador de Alima, a mediados de 1552: Sevilla del Río (1973), 91; en ella, quizá, nacieron los hijos
del matrimonio y, también, los bastardos que se mencionan
con cariño en el testamento. Con la doncella Juana de Angulo casaría el bastardo y mestizo Juan de Arévalo. En
aquel “cacaguatal”, sin duda, quedaron sudores y afectos;
por ello Inés de Soto, al disponer su última voluntad, pide
que no se venda nunca, sino que de sus frutos se provea lo
necesario.
101
José Miguel Romero de Solís
Lo mismo atestiguó el escribano Veedor, agregando que también reconoce la de Hernán Gil.251
Hecha la información, el alcalde Arana dispuso que Juan Alcalde y el Padre Hernández
Vallejo ordenasen el testamento de Inés de Soto
según la memoria presentada.
Memorial de lo que Inés de Soto, mujer que fue
de Alonso de Angulo, difunto,
dejó y mandó al tiempo que estaba para fallecer
“Manda que se paguen las deudas que debieren
así mías como de Alonso de Angulo, mi marido.
Iten que mejora a su hija Juana en tercio y quinto de toda su hacienda, así bienes o bien de lo
que de derecho le viniere.
“Manda a la niña Isabelica, hija de María, india que servía a ella y a Alonso de Angulo, difunto, ciento y cincuenta pesos de tepuzque por
ayuda a su casamiento.252
“Manda a Juanico,253 hijo bastardo de Alonso
de Angulo, difunto, cincuenta pesos de tepuzque. Iten manda a Luisa, india, y Juana, a cada
una, de dar por el servicio que le hizo, a cada
una, seis pesos. Manda que a Catalina, india, y a
María, por los bienes que dellas rescibió, a cada
una dellas, quince pesos de tepuzque.
“Más manda a otra india que se dice Madalena, diez pesos. Iten manda a Perico, indio, porque le sirvió, veinte pesos de tepuzque. Más
manda que a Pedro, indio, se pague su servicio
conforme al tiempo que paresciere haber servido. “Iten manda a Miguel, indio, quince pesos
de tepuzque.
“Iten ordena y manda que a Juana, su hija legítima, y María, después de ella fallecida, fuere
Nuestro Señor servido llevar a las niñas desta
presente vida, que en tal caso es su voluntad que
la hacienda e bienes que de las dichas niñas paresciere, se vendan en pública almoneda y lo
251
Parece leerse Siles ó Giles (¿Gilles?), o quizá simplemente Hernán Gil —lectura que preferimos— ya aparecido
supra, regº 71, de quien se decía que era “el mozo que al
presente está en la hacienda” de los menores de Juan de
Aguilar Solórzano; cf. también infra, regº 86.
252
Más adelante, cuando los albaceas ordenan el testamento, se dice que Isabelica era hija de Angulo.
253
Al disponer el testamento, llamásele hijo natural.
que dello se hiciere, se constituya y ordene una
capellanía perpetua como mejor los albaceas que
Juan Alcalde señalare y vieren e les paresciera,
para que se digan misas por las ánimas de su
marido Alonso de Angulo y por ella, y por las
de las personas a que fueren a cargo.
“Iten da poder y licencia a Juan Alcalde, su
compadre, para que ordene su ánima y testamento como yo mesma podría hacer, quedando por
testado todo esto aquí susodicho. Digo y mando
en presencia del señor vicario Juan Hernández
Vallejo a quien pide por merced y suplica, juntamente con Juan Alcalde, [que] ordenen su testamento, estando presentes Jerónimo de Sosa, y
Hernán Gil, y Antón Vázquez, los cuales firmaron aquí en esta memoria y vieren a la dicha
otorgante Inés de Soto, mujer que fue de Alonso
de Angulo, difunto, mandar que se cumpliese lo
que aquí va escrito y se contiene juntamente lo
que más les pareciere al Sr. Juan Hernández Vallejo e Juan Alcalde, y los dichos testigos firmaron de sus nombres, que fue fecho a veinte y
nueve días del mes de diciembre de 1558”.
Testamento de Inés Soto
“En el nombre de Dios Nuestro Señor e de su
bendita Madre. Amén
Sepan cuantos esta carta de testamento e
postrema voluntad vieres, cómo nos Juan de Vallejo, cura e vicario en la provincia de Motín, e
Juan Alcalde, vecino desta Villa de Colima desta Nueva España, en nombre y en voz de Inés de
Soto, difunta, que Dios haya, mujer que fue de
Alonso de Angulo, difunto, que Dios haya, vecinos que fueron desta Villa, por virtud del poder que de la dicha Inés de Soto habemos e tenemos, con autoridad del señor Juan de Arana,
alcalde ordinario en esta dicha Villa, el cual dicho autoridad pasó ante el presente escribano en
el dicho día e mes e año susodicho [...], hacemos
e ordenamos el dicho su testamento e postrema
voluntad, en la forma e manera siguiente:
“Primeramente, mandamos el ánima de la dicha difunta a Dios Nuestro Señor [...] y el cuerpo
a la tierra de que fue formado”. Mandan que se
celebre una misa cantada con su vigilia, ofren-
102
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
dada de pan y vino y cera, y la digan los curas
de la Villa de Colima, “no embargante que la dicha difunta fallesció fuera desta dicha Villa”.
También disponen que se diga un novenario de
misas rezadas en la iglesia mayor de Colima, y
las nueve misas de la Luz que se celebrarán
donde ordenen los albaceas, y las misas de la
Señora Santa Ana.
Se celebrará también por las ánimas de Alonso de Angulo e Inés de Soto un trentanario
abierto, así como diez misas a las Ánimas del
Purgatorio, otras diez a honra y reverencia de
Nuestra Señora la Madre de Dios, otras diez “a
honor y reverencia de todos los santos apóstoles”.254
“Iten mandamos que por cuanto el dicho
Alonso de Angulo murió sin hacer testamento y
la dicha Inés de Soto, su mujer, mandó hacer un
novenario cantado por el ánima de Alonso de
Angulo, la cual mandó lo dijese el Padre Juan
Hernández Vallejo”, más otras muchas misas,
que se le paguen de sus bienes, como es costumbre. También se ordena la celebración de
diez misas en el Colegio de los Niños, de la
Ciudad de México.
“Iten mandamos que se den cinco ducados de
Castilla en limosna al Hospital de Nuestra Señora de la [...] de la Ciudad de México” y dos pesos de oro a la iglesia mayor de Colima en limosna por honra de los Santos Sacramentos, y
medio peso de oro a cada una de las ermitas de
esta Villa: a la de San Andrés, Santa Cruz y de
Nuestra Señora.
A Isabelica, hija de Alonso de Angulo, se darán 150 pesos de oro común, designándose a
persona de conciencia para que bajo tutela tenga
tanto a ella como a los dichos pesos. A Juanico,
hijo natural de Angulo, 50 pesos de oro, y que
tanto él como los dineros se pongan bajo la tutela de persona de conciencia.
También se pagarán todas las deudas pendientes: figuran entre los acreedores el Padre
Hernández Vallejo, Juan de Arana, Diego de
254
De acuerdo a estas mandas, podemos darnos una idea
sobre algunas de las devociones privilegiadas por los vecinos de Colima. Véase también nuestro comentario en la nota siguiente.
Almodóvar, Andrés de Segura, Juan Fernández
El Mozo, Alonso Miguel, Alonso López, Diego
de Almodóvar y el vicario Alonso de Miranda.
A los indios naturales Juana, Luisa, Catalina,
María, Magdalena, Perico, Pedro y Miguel, se
les darán los pesos señalados en la memoria.
“Iten mandamos que por cuanto del descargo
de la conciencia” de ambos difuntos, “conviene
que se haga una memoria en la iglesia mayor
desta Villa de Colima, en que se digan cada un
año diez pesos de oro común de misas perpetuas
por siempre jamás”; para ello se tomará de los
bienes mejor parados, cien pesos de oro de buena moneda y se echarán a censo y tributo en persona abonada y sobre bienes raíces, y de las rentas se celebrarán anualmente diez misas rezadas:
de ellas, cinco en el altar de San Cristóbal y
otras cinco en el altar de San Isidro255 AQU
(véase ilustración 1), en honor de San Cristóbal,
del Señor San Juan Bautista, de San Alfonso, de
San Juan Evangelista, de Señor San Miguel, y
de Nuestra Señora de la Concepción, de Señor
Santiago Apóstol, de Señor San Isidro, de Señor
San Francisco, y de las Ánimas del Purgatorio,
respectivamente.
Por haber fallecido su hijo Alonso anteriormente, se nombran por herederas universales a
Juana y María de Angulo, hijas legítimas de
255
Además de nuestra llamada de atención en la nota anterior acerca de las devociones de los vecinos de Colima, en
este punto las mandas de Inés de Soto sirven de referencia
para conocer mejor la disposición interna de la Iglesia mayor de Colima: en efecto, el altar principal estaba dedicado
al apóstol Santiago y, en ambos muros laterales, había otros
altares: “el más cercano a el altar mayor”, según un testimonio de Luis de Grijalba fechado en 1569, estaba consagrado a los Santos Sebastián y Fabián: Sevilla del Río
(1973), 34, nota 1; según nuestro regº, al menos, había dos
altares más, donde eran venerados San Cristóbal y San Isidro Labrador. Una eventual hipótesis para explicar la presencia de la devoción en Colima a San Isidro sea el paso
del madrileño Luis Ramírez de Vargas por el cargo de alcalde mayor entre 1551-1554., sin embargo, sorprende la
existencia de un altar dedicado al patrón de la villa y corte
de Madrid por cuanto fueron posteriores los procesos de su
beatificación (14 de junio, 1619) y canonización (12 de
marzo, 1622), cuando Gregorio XV lo elevó a los altares
junto con Ignacio de Loyola, Francisco Javier y Teresa de
Ávila: M. Ramos, art. “Isidro Labrador”, en: Aldea Vaquero et al. (1972), II, 1214.
103
José Miguel Romero de Solís
Alonso de Angulo e Inés de Soto; se mejora en
tercio y quinto de todos los bienes muebles y
raíces a Juana de Angulo, su hija mayor, para
ayuda de su casamiento, y “por el amor que tenemos entendido que los dichos sus padres le
tenían e por los servicios que les hacía en su vida”.
En el caso de que sus hijas muriesen sin dejar
herederos, los albaceas vendan todos los bienes
y se haga y constituya una capellanía.
Son designados albaceas Diego de Almodóvar, Juan Fernández El Mozo, Alonso Miguel y
Juan Alcalde. Y por tutor y curador de Juana y
María de Angulo, hijas legítimas, y de Juanico e
Isabelica, hijos naturales del dicho Alonso de
Angulo, a Juan Fernández El Mozo, vecino de
esta Villa.
Si para cumplir este testamento, fuere necesario vender algunos bienes, es voluntad de la
difunta que no sea enajenada la huerta de cacao
que tienen los dichos menores, sino que de sus
frutos se vaya pagando.
Fecho en Colima a 9 de enero de 1559, siendo testigos Juan de Iniesta, Alonso de Trejo,
Diego de Saldaña y Cristóbal de Solórzano. Pasó ante el escribano Diego Veedor.
Caja A–3, exp. 9, 11 ff.
73. 1562. Febrero, 16.
Querella de Luis Mexicatl, Magdalena Memacatl y Ana, su hija, naturales del pueblo de Cuechapa, sujeto a Teutlalco, contra don Pedro de
Sandoval, su gobernador.
“En el pueblo de Cuechapa, sujeto a Teutlalco,
en diez y seis días del mes de febrero de mil e
quinientos e sesenta e dos años [1562], ante el
muy magnífico señor Juan del Hierro, alcalde
mayor de la provincia de Xalapa y Gualapa e su
partido,256 por Su Majestad, e juez por de Su
256
Esta provincia seguramente es la de la Costa del Sur,
hoy conocida como Costa Chica de Guerrero. En 1550, entre otros nombres, se acusaba a Juan del Hierro, quizá el
mismo que años después aparece como “alcalde mayor de
la provincia de Xalapa y Gualapa”, de vender vino a los indios de Coyuca, Acapulco y demás pueblos de la enco-
Majestad en esta dicha provincia y en presencia
de mi Baltasar de Alcalá,257 escribano de su juzgado, parecieron Luis Mexicatl y Madalena
Ememacatl, y Ana su hija, naturales del dicho
pueblo, e mediante Juan de Sanabria, intérprete
de su juzgado, dijeron que se querellaban e querellaron de don Pedro de Sandoval, gobernador
desta dicha provincia de Teutlalco.
El motivo alegado es que “habrá tres días poco más o menos que estando borracho el dicho
gobernador fue a sus casas de los susodichos e
les dio munchas coces e los arrastró de los cabellos diciéndoles palabras afrentosas, e que las
dichas Madalena e Ana están preñadas e de las
dichas coces están para morir”. Piden justicia.
Para la información los demandantes presentaron a Elías, Pedro Peñalosa y Pedro Tochitl,
naturales del pueblo de Teutlalco, de quienes
tomó y recibió el alcalde mayor su juramento.
Elías dijo que el viernes 13 del presente mes vio
que el gobernador “estaba muy borracho de vino
de la tierra, e que sería después de la oración, ya
casi noche, e andaba haciendo munchas bravezas, e este testigo oyó dar gritos a dos mujeres y
acudió allá e vido que eran las dichas querellanmienda de Juana de Zúñiga, viuda de Juan Rodríguez de
Villafuerte, quien con su hueste hizo la primera incursión
militar sobre territorio de Colima: Gerhard (1992), n° 2432.
Sin embargo, también puede tratarse de la provincia nombrada Teutlalco y que reseña el propio Gerhard (1986),
319-320. Obsérvese que se trata del mismo alcalde mayor
que volverá a aparecer más adelante en el regº 87.
257
Con seguridad, Baltasar de Alcalá estuvo a su servicio y
trajo consigo a Colima las escrituras aquí registradas. A este propósito recordamos el comentario lebroniano acerca de
los escribanos de Colima: “En la guarda de los procesos y
escrituras y testamentos no había el recaudo necesario. Cada escribano nombrado, ante quien pasaban, se llevaban
fuera de la villa los tales procesos y escrituras y testamentos sin dejar registro ni memoria para cuando hubiese necesidad dellos, y de algunas visitas que hizieron dos o tres alcaldes mayores de aquella villa no se halló registro ni memoria alguna de lo que hubiesen proveído y los procesos
que entonces se hicieron no los pude haber”: Lebrón
(1979), 75; infra, regº 87. Baltasar de Alcalá, como escribano real, ya ejercía su oficio en Colima desde 1566: infra,
regº 122; II, regº 261, hasta su fallecimiento en 1594. Casó
con Francisca de Saldaña, hija del conquistador Juan Fernández El Viejo y Francisca de Saldaña, naciendo del matrimonio María, Bernaldino y Agustín de Alcalá, y Francisca de Saldaña: III, regº 705 y IV, regº 939, 963.
104
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
tes, que les estaba dando de coces el dicho don
Pedro, e que no sabía la causa, e que las susodichas estaban preñadas e que están enfermas, e
les ha oído decir que va sangre dellas e que están para morir”. El testigo dijo también que el
gobernador “asi mismo le dio de coces a su mujer propia e a otras munchas personas estando,
como dicho tiene, fuera de su juicio”. Pedro Peñalosa, por su parte, repitió los mismos hechos,
diciendo que el gobernador, borracho y “fuera
de sentido” además de dar de coces y arrastrar
de los cabellos a las dichas naturales, “asi mismo maltrató a otros indios e indias de su casa e
fuera della”. Pedro Tochitl dijo que la noche de
los hechos estaba en su posada cuando oyó ruido, y salió para ver de qué se trataba, y “vido al
dicho gobernador que salía de su casa borracho
y fuera de sentido y haciendo munchas bravezas,
y que arremetió contra las dichas Madalena e su
hija, e les dio de coces, las cuales están preñadas
y que de las dichas coces que les dio, va muncha
sangre dellas y están para morir las criaturas”, y
porque Luis Mexicatl quiso quitárselas, “también le dio de coces”.
El alcalde mayor, recibida la información,
mandó prender a don Pedro de Sandoval, “e preso fue puesto en la cárcel deste pueblo de Cuechapa”. Más tarde fue examinado por Juan del
Hierro, mediante intérprete. Sobre los hechos
denunciados, confesó que “él en aquel dicho día,
a la oración, bebió seis jícaras258 de vino de la
tierra e que se emborrachó con ellas, de manera
que estaba fuera de su sentido, e que después de
anochecido fue a buscar a su mujer para que le
diese de cenar, e que no la halló, e que entró en
casas de Juan Tepanal, su vecino, a buscar a la
dicha su mujer, e que en entrando, el dicho Juan
le echó manos de los brazos e asímismo las dichas Madalena su mujer e Ana su hija, e que le
maltrataron e rompieron una manta, e que este
confesante echó manos de los cabellos al dicho
Juan e dieron voces, e acudió el dicho Luis Mexicatl”; éste le sujetó de las manos y se las torció
para que soltara a Juan. Asegura “que no hizo
258
85.
Del náhuatl, xicalli, vaso de calabazo: Cabrera (1984),
mal tratamiento ninguno a las dichas indias ni
les dio de coces, ni arrastró”, sino que ellas
habían hecho mucha fuerza estando como están
preñadas.
Oída la declaración del gobernador Sandoval,
el alcalde mayor dictó sentencia, condenándolo
a pagar dos pesos a Magdalena y Ana para que
se curen y en la prisión que ha tenido; “e que le
manda dar mandamiento que de hoy en adelante
no se emborrache más, so pena de privación del
cargo que tiene por un año preciso de destierro
de la dicha provincia”. Le avisa que no haga a
los querellantes “ningún maltratamiento de
obras ni palabras”. Por último le condenó a las
costas de este proceso.
Caja A–3, exp. 10, 4 ff.
74. 1562. Octubre, 28.
Posesión dada a Juan Fernández Ladrillero sobre una huerta de cacao en el pueblo de Xicotlan.
Ante el alcalde mayor Diego Núñez de Guzmán,259 “Melchor Pérez y Juan Fernández Ladrillero, vecinos desta Villa, ante V.m. parecemos
y decimos que nosotros tenemos en compañía
una huerta de cacao y término del pueblo de Xicotlan, en la cual yo, el dicho Melchor Pérez
tengo las once partes y yo, el dicho Juan Fernández las nueve; y porque ha tiempo que yo el
dicho Juan Fernández Ladrillero las compré las
dichas nueve partes al dicho Melchor Pérez,
fuimos convenidos y concertados que las partiésemos y dividiésemos cada y cuando, que por lo
cual quierdemos [sic]260 fuese recibido según
consta y parece por esta escritura de concierto,
firmada de nuestros nombres, de que hacemos
259
Con toda seguridad estuvo agregado a este expediente el
documento fechado “en la Villa de Sant Sebastián de la
Provincia de Colima, de esta Nueva España”, el 26 de octubre de 1562, que reproduce y transcribe Sevilla del Río
(1973), 161 y 214. Obsérvese que existen algunas diferencias redaccionales entre uno y otro. Por otra parte, sorprende la designación de Colima como Villa de San Sebastián
que, a partir de fines de la década de los treinta, había caído
en desuso.
260
A saber, queremos.
105
José Miguel Romero de Solís
presentación. Y porque agora pasado el día de
Todos Santos, de común consentimiento de ambos a dos, la queremos partir y devidir para que
cada uno de nos conozca lo que es suyo. Por
tanto, pedimos y suplicamos a V.m. se halle presente a la dicha partición, nombrando una persona”. Y de este modo, “nos meta a cada uno de
nos en la posesión de lo que a cada uno cupiere”, que “estamos prestos de pagar los salarios
que V.m. nombrare a las personas que fueren al
sitio”.
Con fecha de 1° de julio de 1562, Melchor
Pérez, vecino de Colima, da carta de venta a favor de Juan Fernández Ladrillero por “las nueve
partes de cacao que yo hube de los menores hijos de Juan de Aguilar, difunto, según e como
yo la hube e compré, e por el dicho precio”. Dice también el vendedor “que estaré e residiré en
la dicha guerta hasta la Navidad que viene de
sesenta y tres años” [1563]. Testigos: Pero Ruiz,
Pedro de Figueroa, Antonio Díaz y Simón
Arias.261
Fechada el 27 de octubre de 1562 y ante
Diego Veedor, escribano, se firma escritura de
concierto entre Melchor Pérez y Ana Martel, por
una parte, y por la otra Juan Fernández Ladrillero, vecinos de la Villa de Colima. Dice Melchor
Pérez que compró la dicha huerta de cacao en
pública almoneda de los menores hijos de Juan
de Aguilar, difunto, marido que fue de Ana Martel.
El 11 de noviembre de 1562, estando en la
Huerta de Xicotlan, el alcalde mayor Diego Núñez de Guzmán dio posesión a Diego de Velasco
y Álvaro de Grijalba, personas nombradas por
los dichos Melchor Pérez y Juan Fernández Ladrillero, de las partes de la huerta contenidas en
la petición.
Se levantó la memoria de las casas de cacao
existentes en la Huerta de Xicotlan: 3,032 casas
de cacao tuvo el cuarto de Amatitlan; el cuarto
261
Pocas menciones a este vecino al que le conocemos dos
esposas: Inés Arias, con quien procreó a Diego y María
Arias; y María Lorenzo, de la que tuvo a Simón Arias El
Mozo: AHMC/Reyes 58; AHMC/B, caja 20, exp. 7, pos. 1.
Residía en Popoyutla: infra, IV, regº 816. En 1589, ya
había fallecido: AHMC/Reyes 58.
de Abajo —de Amatitlan al monte—, tuvo 3,455
casas; el cuarto de Abajo —del rancho a la sierra—, que todos tres se riegan con una acequia,
3,130 casas; el cuarto de los Naranjos, 3914 casas; el cuarto del Pedregal, 3,600 casas; el cuarto de la Ciénaga, 3,124 casas; el cuarto de Xicotlan, 843 casas; el cuarto del Algodón, 843.262
El 15 de noviembre, Juan Fernández Ladrillero tomó posesión de las nueve partes de la
huerta.
Caja A–3, exp. 11, 9 ff.
75. 1562. Junio, 29.
Diligencias acerca de la muerte de Pedro Simón, natural del pueblo de Xicotlan.
“Información hecha en el pueblo de Xicotlan
por mí, Pero Ruiz, juez de comisión del muy
magnífico señor Diego Núñez de Guzmán, alcalde mayor de la Villa y Provincia de Colima.
Va cerrada y sellada”.
Mandamiento del alcalde mayor Núñez de Guzmán
“Por cuanto soy informado que Catalina, india,
y Pedro, indio, naturales del pueblo de Jicotlan,
e otros indios del dicho pueblo han muerto a un
indio del dicho pueblo, marido de la dicha Catalina [...], conviene en ello poner remedio y castigar el delito conforme a derecho; por ende [...]
262
Este párrafo, empero, resulta de gran interés para conocer cómo se nombraban las diversas partes de la huerta, su
situación y características generales, y el número de casas
de cacao en ellas existente. Llamamos la atención sobre el
Cuarto de los Naranjos, bien porque en él hubiera plantados estos cítricos —apenas mencionados en la documentación conservada del siglo XVI en Colima— o porque anteriormente allí los hubo del tiempo que los trajo Francisco
Cortés, quien introdujo asimismo el plátano y la caña dulce: Romero de Solís, Relaciones de la Provincia de Amula,
21. Noticias también sobre frutales, la proporciona una escritura protocolizada ante el escribano Juan de la Torre el 2
de abril de 1542, por la cual Manuel de Cáceres “se desistía
y se desistió de una estancia e sitio que tiene en esta Villa,
dentro del término della, poblada tal cual está sacando unos
naranjos que tiene, e piñas; [...] e la cede e traspasa a
Alonso Lorenzo, vecino desta Villa, que estaba presente,
para que sea suya propia”: Sevilla del Río (1973), 92 (subrayados nuestros).
106
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
en nombre de Su Majestad, mando a vos, Melchor Pérez, vecino desta Villa de Colima, que
vayáis al dicho pueblo de Jicotlan [sic] e por todos los días que fueren posibles e hagáis información cómo e de qué manera ha pasado lo susodicho sobre la muerte del dicho indio, e [...]
prenderéis los que en ello halléredes culpados, y
presos y a buen recaudo con losalguaciles del
dicho pueblo y con el mismo cacique y con la
información que sobre ello tomáredes, firmada
de vuestro nombre, la enviad todo ante mí” para
proveer y dictar sentencia”. Fechado en Colima,263 a 29 de junio de 1562.
Fechado también en Colima el 5 de julio del
mismo año extendía el alcalde mayor nombramiento como juez de comisión al vecino Pedro
Ruiz, donde le decía: “por mí fueron dadas ciertas comisiones a Melchor Pérez, vecino desta
Villa, para entender y averiguar de la muerte de
un indio que se llama Pedro, natural del pueblo
de Xicotlan, y para hacer cierta información que
el gobernador del dicho pueblo, el cual, por ciertas causas que a esto puso diciendo no poder entender en ellas; y porque al servicio de Su Majestad y ejecución de su real justicia conviene
averiguar todo lo susodicho, por no poder ir yo a
ello por estar malo de enfermedad que no da lugar a ir fuera desta Villa, por ende por la presente carta mando que vistas las dichas comisiones
las pidáis al dicho Melchor Pérez y entendáis en
el negocio en ellas contenido también como si a
vos fuese dirigido, y con vara de su justicia iréis
a dicho pueblo de Xicotlan y averiguaréis y
haréis las dichas informaciones que conviene, y
hechas, y presos los culpados, todo a buen recaudo me lo enviad a esta Villa de Colima”.
Una vez llegado a Xicotlan, Pedro Ruiz
mandó comparecer al alguacil Pedro Mixip.264 El
interrogatorio fue “en lengua mexicana, que yo
entiendo”, dice Ruiz. Fuéle preguntado si conoció a Pedro Ximón, indio marido de Catalina, y
a la dicha Catalina, su mujer, y de qué tanto
tiempo a esta parte”. El alguacil dijo que los co263
Una vez más la datación se hace en Colima, sin el consabido Villa por delante; véanse nuestras notas: supra, regº
6 y 70.
264
Mixip ó Nixip.
nocía “de veinte años a esta parte poco más o
menos”. Acerca de la manera como ocurrió la
muerte de Pedro Ximón, respondió el alguacil
“que no lo sabe, más de que se espantaron e admiraron todos los de este dicho pueblo y este
testigo de la muerte del dicho Pedro de cómo
murió sin tener enfermedad ninguna y estando
bueno e sano, e que presumieron que de algún
bebedizo murió”. El juez de comisión le preguntó “si la dicha Catalina siempre y al tiempo que
vivió casada con el dicho Pedro, su marido, andaba a malas con él y no hacía vida maridable
como era obligada”. El testigo contestó que como alguacil “prendió una vez al dicho Pedro
porque se quejó la dicha Catalina a don Alonso,
gobernador deste dicho pueblo, que la dejaba e
no hacía vida con la susodicha, e que lo susodicho habrá que pasó tres meses poco más o menos, y a cabo de tres o cuatro días que el dicho
Pedro estuvo preso, los hicieron amigos y estuvieron juntos”. El juez preguntó si Catalina a su
esposo “procuró de matallo con bebedizos y ansí
se los dio, de manera que el dicho Pedro, su marido, llegó muy malo”. El alguacil respondió que
no lo sabe. Ruiz insistió preguntando si sabía
que Catalina “dio ciertos bebedizos en una jícara265 de cacao al dicho Pedro su marido, estando
en su sementera”, y a consecuencia de ello, regresando a su casa, se murió, y “quiénes fueron
en darle consejo e ayuda a la dicha Catalina para
que diese los dichos bebedizos al dicho su marido”. Contestó el alguacil “que no sabe cosa de lo
que en la pregunta se contiene ni tampoco lo ha
oído decir en este dicho pueblo”. Por último, el
juez preguntó si Catalina, “durante el dicho
tiempo que estuvo casada con el dicho su marido, teniéndole aborrecido, estuvo y ha estado
amancebada con Hernando Pontes, su padrastro,
y si sabe que como mujer disoluta, vivía amancebada con el dicho su padrastro”. Respondió el
alguacil “que no lo sabe, porque si lo supiera lo
declarara para que fuera castigada”. Preguntado
por su edad dijo ser de 25 años poco más o menos y no firmó porque no sabe escribir.
265
107
Supra, regº 73.
José Miguel Romero de Solís
El 11 de julio, el juez de comisión mandó
comparecer a Santiago Ecatl, indio cantor natural de Xicotlan. Fue interrogado “en lengua mexicana que yo entiendo, por defecto de no haber
intérprete en este dicho pueblo”. A la primera
pregunta, Ecatl contestó que los conocía desde
hacía veinte años. Sobre cómo murió Pedro Ximón, declaró que no lo sabía, pero que lo había
visto bueno y sano cinco o seis días antes, cuando fue a buscarlo para ir a un pueblo que se llama Asuchitlan,266 y que al llegar con él “para lo
enterar como sacristán que es”, se excusó diciendo que “podía ser que le hobiesen dado algo, pero que no dijo esto para que él supiese
ninguna cosa ni sabe si otra persona haya sido”,
ni lo ha oído decir. El juez de comisión le preguntó sobre las relaciones que tenían Catalina y
Pedro Ximón. Santiago Ecatl respondió: “una
vez se quejó el dicho Pedro a este testigo diciéndole que había reñido con la dicha Catalina,
su mujer, e que el dicho Pedro se había ido a casa de sus parientes hasta que la dicha su mujer
se desenfadase, e que después vido este testigo
estar juntos en su casa quietos e sin enojo ninguno”. Agregó no saber cosa alguna acerca de si
le dieron bebedizos. Porque, como dicho tiene,
“no estaba al tiempo que pasó lo susodicho en el
dicho pueblo”. Tampoco sabe si Catalina estaba
amancebada con su padrastro Hernando Pontes,
ni lo ha oído decir a ninguna persona. Dijo tener
35 años de edad, y firmó con su mano.
Fue llamado a dar testimonio Pedro Ximón,
indio fiscal y natural de Xicotlan, y fue interrogado en lengua mexicana. Dijo que conocía al
difunto y a Catalina “de veinte años a esta parte
poco más o menos”. Agregó que “el día que falleció el dicho Pedro se decía que estaban maravillados de su muerte y no podría ser que le
hubiesen dado algo para matallo, e que un pariente del dicho Pedro Ximón que se dice Francisco, dijo a este testigo cómo antes que el dicho
Pedro Ximón muriese, dijo a este Francisco su
266
En el corregimiento de Tepetitango, había un pueblo
nombrado Suchitlan: “está seis leguas de Colima, tiene diez
y seis tributarios, hazen vna sementera de frisoles y no otra
cossa; tiene vna legua de término, es tierra llana ribera de
un rio, confina con Maçatlan y Popoyutla”: SV 680.
pariente: «Hermano, quizá me han dado algo
conque muriese», e que luego el dicho Pedro lo
dijo a este testigo, y que no sabe si es así ni si la
dicha Catalina le ha dado cosa”. Por otra parte,
el testigo declaró que, antes de fallecer, Pedro
Ximón se había quejado con él: “Hermano, sabe
que ha reñido mi mujer conmigo y yo me quiero
ir dispuesto para otro pueblo hasta que se desenoje, e que este testigo le preguntó porqué
habían reñido, e que el dicho Pedro no lo había
querido decir, y que esto pasaron dos o tres veces, habrá cinco años o menos, e que esto sabe
desta pregunta”. Dijo no saber nada acerca de si
Catalina le dio algún bebedizo y que a consecuencia de ello llegó enfermo a su casa, tampoco si alguna persona aconsejó o ayudó a Catalina en ello. Tampoco sabe ni ha oído decir que
ésta estuviera amancebada con Pontes, su padrastro. Dijo tener 25 años y no firmó porque no
sabe escribir.
El juez de comisión llamó a Pedro Zacapaltecatl, indio natural de Xicotlan, quien declaró
en lengua mexicana. Dijo que conocía a Pedro
Ximón y a Catalina, su esposa, desde hacía ocho
o nueve años. No sabe de qué murió, pero que
“entre ellos se decía que si le habían dado alguna cosa con que muriese”. Agregó: “antes que el
dicho Pedro muriese había ido el susodicho a
casa deste testigo y que le dijo: «Hermano, no sé
qué me tengo, que hoy comí de un tamal de elote, y no lo podía pasar»; e que aquel día estaba
el dicho Pedro en casa deste testigo maldispuesto, e otro día después estuvo bueno, e que como
dicho tiene dende a cinco días adelante fue el
dicho Pedro a su sementera a cogella, e que de
allá vino muy malo, de que murió, pero que no
sabe de qué murió ni lo ha oído decir”. Dice Pedro Zacapaltecalt que “oyó decir munchas veces
este testigo al dicho Pedro cómo su mujer no le
daba de comer, sino que se andaba en casas de
sus parientes, e que cuando la dicha Catalina
venía que era noche e que no le daba de cenar
[sino un poco] de maíz tostado, e que por esto
presume este testigo que andaban a malas, e que
no sabe otra cosa acerca desto”. Si Catalina le
dio bebedizos y alguna persona le aconsejó o
ayudó, declara que no lo sabe; sólo que “este
108
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
testigo oyó decir al dicho Pedro: «Hermano, yo
estoy malo, si me han dado algo», pero que no
sabe si se lo dieron”. Añade que vio a Pedro en
la sementera, y una vez muerto, fue con Catalina
“y le preguntó si le había dado alguna cosa al
dicho su marido en el cacao o en otra cosa, pues
aquel día había estado muy bueno el dicho Pedro, e que respondió la dicha Catalina que no le
había dado cosa ninguna porque el dicho Pedro
no había querido comer aquel día en su casa sino con la gente que comían en casa de don
Alonso, e que de allí se fue a su sementera, e
que no le vido hasta que vino a su casa, e que
siempre andaba el dicho Pedro maldispuesto,
que no sería nada, e que no sabe que otra persona empusiese a la dicha Catalina a que matase a
su marido”. Por último, declaró que “oyó decir
públicamente que un mercader, que se dice Lucas, tuvo a la dicha Catalina habrá cinco años
poco más o menos, e que de otra persona no sabe ni ha oído decir, más de lo que dicho tiene, e
que después acá que el dicho Lucas se fue deste
dicho pueblo, estuvieron quietos y pacíficos en
su casa, si no era alguna vez que entre ellos había algún enojo, pero queluego se hablaron, e
que esto es la verdad por el juramento que tiene
hecho”. Dijo tener 20 años y no firmó por no
saber escribir.
“Y así tomada por mí el dicho juez la dicha
información y diligencias necesarias, la envié al
dicho señor alcalde mayor para que en el caso
haga y provea justicia, y lo firmé de mi nombre.
Fecho en el dicho día, mes e año susodichos. Pero Ruiz” [rúbrica].
Caja A–3, exp. 12, 7 ff.
76. 1562. Abril, 4.
Andrés de Segura, tutor y curador de la persona
y bienes de Gonzalo de Cáceres, contra Diego
de Aguilar, por haber sacado cantidad de ganado de una estancia que tenía en compañía del
dicho menor.
Ante el alcalde ordinario Diego de Almodóvar,
Andrés de Segura como tutor y curador de la
persona y bienes de Gonzalo de Cáceres, dice
que “mi menor tiene una estancia de vacas en
compañía de Diego de Aguilar, su cuñado, y el
dicho Diego de Aguilar sacó cierta cantidad de
ganado y la despobló y llevó todo el ganado
manso, y en esta Villa ha vendido muncho ganado, por donde está la estancia ya perdida”.
Segura presenta una memoria del ganado que ha
vendido el demandado: 20 cabezas a Antonio de
Maya, 8 a Guillermo Plancarte; otras 7 a Antonio de Maya; 17 al propio Segura, y 5 novillos a
Maya.
Diego Veedor, el 26 de mayo del mismo año,
daba testimonio público de cómo Diego de
Aguilar, vecino de la Villa de Colima, tenía poder bastante de doña María de Cáceres, su mujer, para pleitos, cobros, compras y ventas.
El 22 de mayo de 1562, ante el escribano
Diego Veedor y en presencia de los testigos Bartolomé Sánchez y Alonso Miguel, hicieron escritura de concierto Diego de Aguilar y Andrés
de Segura en la que se dice que Segura, habiendo puesto demanda contra Diego de Aguilar “en
razón e diciendo que vos el dicho Diego de
Aguilar habíades sacado cierto ganado de vacas
de la estancia que tenéis en compañía del dicho
menor, e lo llevásteis a vender a la Ciudad de
México, e de otros ganados que habéis dado e
vendido a otras personas particulares e otras cosas según se contiene en el escrito de demanda
que dello vos puse, a que me refiero, e por cuanto por nos quitar de pleitos e ofensas [...], somos
convenidos e concertados que el dicho pleito de
las dichas vacas lo dejamos”, poniendo en manos de Juan Ramírez de Alarcón267 y Álvaro de
267
Juan Ramírez tenía en la práctica una doble vecindad:
en la Ciudad de México y en la Villa de Colima, donde fue
miembro de su Justicia y Regimiento. “Probablemente
hermano de García Ramírez”: Rodríguez Castellanos
(1912), 500. Casó con Catalina de Santa Cruz con la que
tuvo serias dificultades: infra, III, regº 427; Chávez Orozco
(1951-1953), I, 78. Entre sus hijos se cuentan: Agustina,
Juana, García, Gaspar, Gregorio y Baltasar Ramírez, quien
fuera bachiller y presbítero: AHMC/B, caja 2, exp. 21; cf.
Vázquez Lara (1996), 3. Casó a su hija Agustina Ramírez
Alarcón con Pedro de Atahún: AHMC/Reyes 220. También
figura como suegro de el vecino de Guadalajara Pedro López de Salazar, en 1600, de Esteban Martín y Diego González: infra, III, regº 580; IV, regº 907; AHMC/B, caja 21,
exp. 9, pos. 9 y caja 24, exp. 7, pos. 1.
109
José Miguel Romero de Solís
Grijalba, vecinos de la Villa de Colima, como
jueces, a quienes se otorga entero poder cumplido, libre y lleno, para que ambos a dos juntamente en el plazo de los siguientes quince días,
determinen y sentencien en este pleito.
El 23 de mayo, Andrés de Segura presentó
para la información por testigos a Juan de Arévalo, Juan Dávalos,268 Pedro de Arévalo y Tomás de Almodóvar.269
Juan de Arévalo, vecino de Colima, dijo que
“se halló presente al tiempo que sacó el dicho
Diego de Aguilar el dicho ganado de la estancia”, y que a su parecer sacó “hasta cuarenta cabezas de ganado”; sabe además que “después se
les huyó mucha parte del dicho ganado”. Luego,
“venido al pueblo de Zapotlan, se halló que había sacado del dicho ganado hasta doscientas e
sesenta cabezas” y “otras cincuenta que iban
juntas con ello eran deste testigo e de Francisco
Herrera e de Antonio de Maya e de Alonso Dávalos”.270 Este testigo escuchó a Francisco Ruiz
que “estando en el pueblo de Tuxpan, que había
ido desta Villa, que habían topado muncho ganado de que había sacado el dicho Diego de
Aguilar, en las barrancas, que se volvía a la dicha estancia”.
Juan Dávalos declaró “que había tomado por
mandado de Diego de Aguilar cinco novillos e
dos vacas de ganado que se había quedado perdido en la Estancia de Miaguatlan, los cuales le
vendió el dicho Diego de Aguilar como parecerá
por una cédula que tiene firmada de nombre del
dicho Diego de Aguilar.
Pedro de Arévalo dijo “que había tomado de
ganado de la dicha estancia cinco novillos e doce vacas e tres terneras por su mandado”, para
pagar una deuda que debía a un Francisco Muñoz.
268
Ya dimos información a su propósito: supra, regº 66.
Hijo de Diego de Almodóvar y Catalina López; hermano de Inés Díaz de Ocampo, y de Pedro, Isabel y María de
Almodóvar, también nombradas Isabel de Vargas y María
de Saldívar. Padre de Mariana de Grijalba: supra, II, regº
263 y 399; e infra, IV, regº 977.
270
Es difícil distinguir si se refiere el dicho a Alonso de
Ávalos El Viejo o al Mozo quien velaba por los intereses
de la familia en la comarca.
269
Tomás de Almodóvar declaró haberse hallado presente cuando Diego de Aguilar “sacó el
ganado de la dicha estancia, porque se lo ayudó
a sacar, e que sabe este testigo que se sacó de la
dicha estancia”, llevándose al pueblo de Zapotlan, e iba también ganado ajeno. También asegura que vio mucho ganado huido en las barrancas.
Caja A–3, exp. 13, 5 ff.
77. 1562. Mayo, 30.
Gonzalo López de Ayala pide ser emancipado
de la tutela de su madre, Beatriz López.
“Gonzalo López de Ayala, hijo legítimo de
Alonso de Arévalo, difunto, que sea en gloria, y
de doña Beatriz López, su legítima mujer, ante
V.m. parezco [...] y digo que al tiempo que el dicho mi padre murió, dejó muchos bienes de los
cuales me pertenescen a mí parte dellos como
uno de sus legítimos herederos, y hasta agora,
como menor, los ha tenido y tiene la dicha doña
Beatriz, mi madre; y porque yo soy hábil y suficiente para poder regir y gobernar” y tener la
edad de 25 años que el derecho dispone para
comparecer en juicio sin curador de persona y
bienes, “tengo necesidad de me emancipar”.
El alcalde mayor Diego Núñez de Guzmán
dispuso que fuese notificada Beatriz López. El
escribano Diego Veedor así lo hizo en la persona de Diego de Mendoza, como marido de doña
Beatriz, siendo testigos Luis de Grijalba y Melchor Pérez, vecinos de Colima.
El mismo día, Diego de Mendoza y Beatriz
López firmaban un escrito donde decían haber
recibido del alcalde mayor “traslado de una petición que Gonzalo López, nuestro hijo, ante
V.m. presentó pidiendo V.m. le emancipase”;
agregan en su escrito: “V.m. lo debe proveer
como lo pide, pues el susodicho Gonzalo López
es hábil y suficiente para ello, y mozo de buena
vida y fama, y quitado de todo vicio, y ansí lo
pedimos y suplicamos”.
El alcalde mandó que el menor hiciera información. Gonzalo López presentó por testigos
a Juan Preciado, Alonso Miguel, Andrés de Ma-
110
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
drid y Diego de Velasco, vecinos de la Villa de
Colima.
Preciado dice conocer a Gonzalo “de tiempo
de quince años a esta parte”, que quizá no tenga
25 años, sino 22 poco más o menos pero tiene
habilidad “como si fuese de treinta y que lo tiene por mancebo muy honrado e de buena crianza, e que después que le conoce no le ha visto
hacer cosa que no deba”. En su opinión se le
puede emancipar. Juan Preciado dice tener más
de 25 años.
Alonso Miguel, quien dijo tener más de 30
años, declaró conocer a Gonzalo desde hace 22
años, y opina que es hábil y suficiente para que
se le entregue su hacienda y sea emancipado.
Andrés de Madrid dice conocerlo desde hace
13 o 14 años. Agrega: “porque aunque no sea de
veinte e cinco años sino de veinte e dos, tiene
prudencia de hombre viejo”. En su opinión se le
puede emancipar y entregar su hacienda, ya que
“no tiene vicio de juego ni de otra cosa”. Dice el
testigo tener más de 25 años.
Diego de Velasco, quien declara tener más de
30 años de edad, dice que Gonzalo “es mancebo
muy honrado” a quien el alcalde mayor puede
emancipar pues tiene “seso y juicio de más
edad”.
El alcalde mayor, recibida la información,
mandó que por cuanto Gonzalo López de Ayala
no ha cumplido aún los 25 años, que para ser
emancipado y recibir su hacienda, deberá dar
fianzas. El mismo día, Gonzalo López compareció y en presencia de Diego de Velasco, Tomás
Herades y Melchor Pérez, vecinos de la Villa,
puso por fiador a su hermano Pedro de Arévalo,
quien dijo que fiaba y fió.
Finalmente, el alcalde firmó la emancipación.
Caja A–3, exp. 14, 6 ff.
78. 1563. Octubre, 28.
Andrés de Segura otorga poder a Antonio Pérez
para cobrar un esclavo negro.
“Sepan cuantos esta carta vieren, cómo yo Andrés de Segura, vecino desta Villa de Colima
desta Nueva España, otorgo e conozco que doy
e otorgo todo mi poder [...] a vos, Antonio Pérez,
estante en esta dicha Villa”, especialmente para
cobrar de la persona en cuyo poder estuviere “un
mi esclavo negro, que se dice Fernando, el cual
tiene barbas y es ladino, e de tierra de Biafara,271
que ha más de un año que me anda huido e se
me fue e ausentó de mi casa e poder”.
Pasó ante el escribano Juan de la Torre. Testigos: Pero Ruiz, Pedro de Vivanco y Juan de
Segura, vecinos y estantes en Colima.
Caja A–3, exp. 15, ff. 1-2.
79. 1564. Enero, 15.
Andrés de Segura contra Juan López, por cantidad de pesos.
Ante el alcalde ordinario Juan de la Torre, el 15
de enero de 1564,272 Andrés de Segura presentó
un conocimiento por el que Juan López, vecino
de la Villa de Colima, con fecha de 12 de diciembre de 1563, firmando de su nombre ante
testigos, decía “que es verdad y me obligo de
dar y pagar al señor Andrés de Segura, ansimismo vecino desta dicha Villa, conviene a saber, treinta pesos de oro común, los cuales son
por razón de otros tantos que vos, el dicho Andrés de Segura, pagastes por mí a Pero López de
Herrera, vecino y mercader desta Villa, los cuales dichos treinta pesos os los daré y pagaré de
la fecha desta en un mes”.
El alcalde mandó que Juan López reconociera dicho conocimiento. Notificado por el escribano Diego Veedor, Juan López reconoció su
firma, agregando que no había pagado. Fueron
testigos de ello, Antonio de Carvajal y Juan de
Aztiguieta.
El 3 de febrero de 1564, el alcalde ordinario
Pedro de Bobadilla mandaba a Antonio de Carvajal, alguacil de la Villa de Colima, hacer eje271
Los negros de Biafara, genéricamente nombrados de
Cabo Verde, procedían de los ríos de Guinea, entre el Senegal y el río Geba: Aguirre Beltrán (1989), 136 y 241.
272
El nombre del mes está sobrescrito, haciéndose ilegible.
En razón de las fechas de los demás autos, suponemos que
debe ser enero.
111
José Miguel Romero de Solís
cución en los bienes de Juan López. El 22 de
marzo, después de varias peticiones de Andrés
de Segura, el alcalde Diego de Velasco mandaba
avivar la voz de almoneda y de hacer trance y
remate de los bienes de Juan López.
Caja A–3, exp. 15, ff. 3-6.
80. 1576. Mayo, 15.
Tutela de Hernando, hijo de Martín Cortés, indio natural del pueblo de Tapixtlan.
“En el pueblo de Tapistlan, jurisdicción de la
Villa de Colima de la Nueva España”, Cristóbal
de Silva, teniente de alcalde mayor en la dicha
Villa y Provincia, dijo que “por cuanto él es informado que en este dicho pueblo murió un indio llamado Martín Cortés, el cual por su fin e
muerte dejó un hijo suyo llamado Hernando, de
edad de seis o siete años poco más o menos, e le
dejó el dicho su padre una güerta y heredad de
cacao en este dicho pueblo, que está a las espaldas de la iglesia del que le llaman San Miguel,
que terná dozientas casas de cacao, poco más o
menos; y el dicho Hernando por ser muchacho e
no tener discreción ni capacidad”, ni haber tutor
que cuide de su persona y bienes, la huerta de
cacao ha venido “en mucha disminución y se le
va perdiendo siendo como es buena güerta, e para que en el caso se ponga el remedio cual convenga [...], no embargante que don Alonso de
Guzmán, gobernador deste dicho pueblo es persona que conviene para el dicho efecto e, que
desde que el dicho Martín Cortés murió, ha tenido cuidado de la dicha güerta e procurado recoger al dicho Hernando, atento a lo cual dijo
que, como padre de menores y en nombre de la
Real Justicia y en aquella vía e forma que haya
lugar de derecho, nombraba e nombó por tutor e
curador del dicho Hernando al dicho don Alonso
de Guzmán”.
Mediante Mateo de Berlanga, intérprete de
esta Provincia, don Alonso de Guzmán dijo que
aceptaba el oficio y cargo de tutor y curador,
haciendo juramento. También el gobernador puso por su fiador a Francisco Hernández, indio
natural de Tapistlan. Don Alonso firmó de su
nombre, y Francisco Hernández, por no saber
escribir, rogó a Pero Ruiz de Vilches, quien estaba presente, que firmase por él. Testigos fueron Pero Ruiz de Vilches y Juan de Berlanga,
vecinos de la Villa de Colima, Domingo Hernández, indio ladino de la lengua mexicana y
Francisco Hernández.273
Pasó ante el escribano de Su Majestad Baltasar de Alcalá.
Caja A–3, exp. 15, ff. 7-8.
81. 1563. Octubre, 7.
Andrés de Segura da cuentas de la tutela de los
bienes del menor Gonzalo de Cáceres.
El alcalde ordinario Juan de la Torre manda a
Andrés de Segura como tutor y curador de la
persona y bienes de Gonzalo de Cáceres, hijo de
Manuel de Cáceres, difunto, le dé cuenta. El escribano Diego Veedor así se lo notificó, siendo
testigos de ambos autos, Juan de Aztiguieta y
Diego Morán, vecinos de Colima.
“Parece que en veinte e dos días del mes de
diciembre del año pasado de mil e quinientos e
sesenta y un años” [1561], el alcalde Diego de
Velasco le tomó cuentas de la dicha tutela. Ahora, y en presencia del escribano Diego Veedor,
se le hacen los siguientes
Cargos
Primeramente, una obligación de Juan de Segovia, escribano, de 77 pesos de oro común; un
conocimiento reconocido de Diego de Angulo
por 210 pesos de oro común que debía éste a
Gonzalo de Cáceres de tributos de indios; una
carta de censo del mismo Diego de Angulo por
200 pesos de oro que están a censo que corre
desde el 8 de junio de 1559; otra carta de censo
contra Juan de Arana de 1,601 pesos de principal; un negro que se llamó Alonso274 y todas las
yeguas y vacas que el menor tiene en su estan273
Posiblemente, naturales ambos de Tlapistlan.
Al margen está escrito: No se le tomó cuenta del negro:
dijo haber dado cuenta de él ante Hernando de Gamboa,
alcalde.
274
112
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
cia; una carta de censo de Luis de Monjaraz275
por 700 pesos de oro común que gana cada año
setenta pesos, hecha el 27 de septiembre de
1561; 100 pesos de oro común de 20 potros
vendidos en pública almoneda a Tomás Herades
El Mozo, a 5 pesos cada uno; 5 pesos de la venta
de un potro a Pero Ruiz; 2 pesos de una vaca
vendida a Juan de Arévalo; otros 2 pesos de otra
vaca vendida a Luis de Grijalba; 1,502 pesos de
oro común de la venta de una estancia de ganado vacuno del dicho menor, los cuales echó a
censo; 320 pesos, un tomín y 8 granos de oro
común de un censo por cobrar a Juan de Arana,
de dos años corridos, echado el 2 de enero de
1561; 83 pesos de oro común que son por razón
de 4 años de censos corridos; 89 pesos, 6 tomines y un grano de oro común de un censo de
Martín de Monjaraz; 150 pesos de oro común de
una carta de censo contra Diego de Mendoza,
Pedro de Arévalo y Gonzalo López.
Todo lo cual suma 4,952 pesos de oro común.
Descargos
Entre los descargos, diversos gastos hechos por
razón de compras varias en las tiendas de la Villa de Colima y a particulares: al sastre Diego
López, por la hechura de unas calzas, 7 pesos; al
cirujano se le dieron 30 pesos de oro por curarle
a Gonzalo de Cáceres una herida que tenía en la
cabeza; al sastre Diego Pinzón se le pagaron 4
pesos por la hechura de unos jubones; 40 pesos
fueron por razón de unas calzas de tafetán negro; 15 pesos y 4 tomines se dieron al escribano
Diego Veedor “de los negocios que hizo para el
dicho menor”; un colchón que compró a Juan
Ramírez de Alarcón, costó 7 pesos; al sastre
Luis Martínez, por la hechura de un capote, se le
pagaron 6 pesos y medio; etcétera.
Los descargos presentados por Andrés de
Segura suman 4,555 pesos de oro común.
Queda debiendo, por consiguiente, 397 pesos. Juan de la Torre mandó que “dentro de
treinta días siguientes exhiba ante el dicho señor
275
alcalde los dichos trescientos noventa y siete pesos”.
Caja A–3, exp. 16, ff. 1-6.
82. 1565. Octubre, 9.
Andrés de Segura presenta cuentas de la tutela
del menor Gonzalo de Cáceres.
Ante Hernando de Gamboa, alcalde ordinario de
la Villa de Colima, Andrés de Segura, tutor y
cuidador de la persona y bienes de Gonzalo de
Cáceres, hijo de Manuel de Cáceres, difunto, pidió que se le tome cuenta de lo que es a su cargo, “atento que ha dos años que no se le toma,
sobre lo que pidió justicia. Testigos: Juan Muñoz e Pedro de la Puerta, vecino y estante”.
Cargos
“Primeramente, una escritura de censo de doscientos pesos, contra Diego de Aguilar, sobre
sus huertas, la cual corre de diez y ocho de julio
del año pasado de mil e quinientos e cincuenta y
nueve años [1559]; hácesele cargo della”; otra
escritura contra Juan de Arana por 1,601 pesos
de principal, que tiene sobre su huerta, y que está corriendo desde el 2 de enero de 1561; otra
escritura de censo contra Martín Ruiz de Monjaraz, por 702 pesos de oro, que corre desde el 7
de enero de 1563. “E desde allí adelante se ha de
hacer cargo el dicho censo por el cual paresce
que el dicho Martín de Monjaraz quitó del dicho
censo docientos pesos de oro común, los cuales
el dicho Andrés de Segura dio a censo a Diego
Morán, vecino desta Villa; hácesele cargo al dicho Andrés de Segura de quinientos pesos del
dicho censo contra los bienes y herederos del dicho Martín de Monjaraz”. Otra escritura de censo contra Diego Morán por los susodichos 200
pesos. Otra carta de censo contra Diego de
Mendoza y doña Beatriz López, su mujer, e Pedro de Arévalo e Gonzalo López, por 1,500 pesos, “los cuales proceden de la venta de las vacas y estancias y de otros dineros” y corre desde
el 29 de mayo de 1562. Se le hace cargo también de 145 pesos de oro común que cobró a
No hemos identificado a este Luis de Monjaraz.
113
José Miguel Romero de Solís
Juan de Arana del censo corrido de un año; más
de 27 pesos cobrados a Diego de Aguilar; más
96 pesos y 2 tomines de oro común de cobró de
censo corrido a Martín Ruiz de Monjaraz, de
dos años; más 38 pesos y 4 tomines y 6 granos
cobrados a Diego Morán “de censo corrido de
dos años, que corrió desde siete de enero de quinientos e sesenta y tres años [1563], y se cumplieron; a siete de enero deste presente año de
sesenta e cinco [1565], quitósele lo que falta
conforme a la premática [sic]276 de Su Majestad”. También se le hace cargo de 271 pesos y 2
tomines de oro común, cobrados a Diego de
Mendoza y doña Beatriz López, a Pedro de Arévalo y Gonzalo López, “de dos años de censo
corridos que se cumplieron a veinte y nueve días
del mes de mayo deste presente año de sesenta y
cinco” [1565]; más 397 pesos del alcance que se
le hizo por las cuentas que le tomó el alcalde
Juan de la Torre. Más 110 pesos de oro común,
“que dijo haber vendido veinte potros en pública
almoneda a Pedro de Solórzano a cinco pesos y
medio cada uno en el campo a costa del dicho
Solórzano”. También se le hace cargo de 250
pesos por la venta de “todas las yeguas del dicho
menor en pública almoneda a Alonso de las Casas”.
“Por manera que suma y monta el cargo que
se le hace al dicho Andrés de Segura, tutor e curador del dicho Gonzalo de Cáceres”, 5,336 pesos y 6 tomines y 6 granos de oro común. Testigos: Pero López de Herrera, Juan Muñoz y Pedro de la Puerta, vecinos y estantes desta dicha
Villa. Pasó ante el escribano Pero Ruiz.
Descargos
El 10 de octubre, Andrés de Segura presentó su
descargo.
“Primeramente da por descargo cuatro mil e
un peso de oro común en cuatro escripturas de
censo”, y son: una contra Diego de Aguilar por
200 pesos; otra contra Juan de Arana de 1,601
276
Por “pragmática”. Premática es una acepción que registra Boyd–Bowman (1971), 734. En los viejos expedientes
del Archivo de la Villa de Colima aparece en repetidas
ocasiones.
pesos; la tercera contra Martín de Monjaraz por
500 pesos; la cuarta contra Diego Morán de 200
pesos y otra contra Diego de Mendoza, Beatriz
López, Pedro de Arévalo y Gonzalo López de
1500, “que por todas son cinco escripturas de
censo”. Presentó además una carta de censo contra Alonso de las Casas, vecino de México, de
250 pesos de tipuzque; “dióselos el dicho Andrés de Segura a censo sobre la huerta de cacao
del dicho Andrés de Segura, que se dice Zapotlan, y él lo consintió”.
Da por descargo dos escrituras de censo contra Juan Fernández Ladrillero de 250 pesos sobre la Huerta de Xicotlan; además dice haber
pagado 70 pesos a Diego de Aguilar por el dicho
menor, según mandamiento del alcalde ordinario
Luis de Grijalba; otros 70 pesos pagados a Juan
de Arana “de cierta ropa que dieron al dicho
menor en México Alonso de la Puerta, mercader”, según mandamiento del alcalde Luis de
Grijalba; 40 pesos de tipuzque, de ellos 20 a
Juan de Aztiguieta, mercader, a quien el dicho
menor los debía, y los 20 restantes “de un caballo que vendió el dicho menor”, según mandamiento de Melchor Pérez, alcalde ordinario que
fue de esta Villa; a Diego Veedor, escribano, de
los derechos de la cuenta que se le tomó, pagó 3
pesos de tipuzque y un peso de minas, por mandamiento del juez; 19 pesos dió el tutor a Gonzalo de Cáceres, “en menudencias” de zapatos,
botas y otras cosas, por órden del alcalde mayor
Pedro Dávila.
También da por descargo 4 pesos y 2 tomines
de oro común de ciertas costas que pagó a Miguel Rodríguez; a Pero López de Herrera pagó
100 pesos “de ciertas cosas que le dió al dicho
menor de su tienda”, dando carta de pago con
mandamiento de Diego de Velasco, alcalde que
a la sazón era”; 411 pesos y 2 tomines de oro
común pagó a Pero López de Herrera, de ciertas
cosas que llevó de su tienda conforme a unas
memorias que presentó: entre ellas, 70 pesos que
se pagaron al sastre Sandoval, de unas calzas; 21
pesos de ciertas hechuras de ropas que hizo para
el dicho menor el dicho Sandoval, y 28 pesos
que pagó a Alonso de las Casas por una capa para Gonzalo, etcétera.
114
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
“Por manera que suma y monta el descargo
que el dicho Andrés de Segura da, como paresce
por trece partidas destas cuentas”, 5,291 pesos e
un tomín de oro común.
Nuevos cargos
Seguidamente, el alcalde hizo nuevos cargos a
Andrés de Segura: de las escrituras originales de
censo, 4,001 pesos de oro común; más otras tres
escrituras de censo que dio Segura en descargo,
y que son: una por 200 pesos de principal contra
Diego de Aguilar sobre sus huertas, fechada el 5
de diciembre de 1564; otra por 1,600 pesos de
principal contra Juan de Arana sobre sus huertas, y que corre desde el 2 de enero de 1565; otra
contra Martín Ruiz de Monjaraz por 500 pesos
de principal sobre su huerta, y que corre desde el
7 de enero de 1565. Otra contra Diego Morán
sobre su huerta de 200 pesos de principal, que
corre desde el 7 de enero de 1565; otra contra
Diego de Mendoza, Beatriz López, Pedro de
Arévalo y Gonzalo López, por 1,500 pesos de
censo de principal; otra contra Juan Fernández
Ladrillero sobre su Huerta de Xicotlan, de 150
pesos de censo principal y que corre desde postrero de agosto de 1565. Otra contra el mismo
por 100 pesos que corre desde el 18 de febrero
de 1565; otra escritura de censo contra Alonso
de las Casas, vecino de México, de 250 pesos de
principal sobre la Huerta de Zapotlan.
Caja A–3, exp. 16, ff. 7-11.
83. 1567. Enero, 4.
Gonzalo de Cáceres pide que Andrés de Segura
dé cuentas de su tutela.
El menor Gonzalo de Cáceres dice ante Diego
de Velasco, que su tutor Andrés de Segura “ha
año y medio que el susodicho dio cuenta ante
Hernando de Gamboa, alcalde ordinario que fue
desta Villa”. Pide que ahora se le mande dar
cuentas, porque tiene necesidad.
El 30 de enero se tomaron las cuentas.
Cargos
Primeramente se le hizo cargo de 52 pesos, 2
tomines y 6 granos de oro del último alcance de
la cuenta que le tomó Hernando de Gamboa;
200 pesos de una escritura de censo contra Diego de Aguilar; 28 pesos y medio que recibió de
la escritura precedente de dos años que comenzaron a correr desde el 5 de diciembre de 1564 y
se cumplieron el año pasado de 1566; 1,601 pesos contra Juan de Arana y su mujer, de una escritura de censo; 228 pesos y 2 tomines de los
censos corridos de dos años de la escritura precedente, que comenzaron a correr el 2 de enero
de 1565 y se cumplieron el 2 de enero de 1567;
otra escritura de censo por 500 pesos de principal contra Martín Ruiz de Monjaraz; 71 pesos y
2 tomines de censo corrido de la escritura precedente, que comenzó a correr el 7 de enero de
1565 y se cumplió el 7 de enero de 1567; etcétera.
“Por manera que monta y suma el cargo que
se le hace” por la cantidad de 5,052 pesos, 5
tomines y 6 granos de oro común.
Descargos
El 31 de enero, Andrés de Segura presentó su
descargo.
Además de la presentación de las escrituras
de censo, dio por descargo diversas cantidades
dadas por varios conceptos: a Pero Martínez de
Quevedo, mercader, 4 pesos y 6 tomines de una
frezada; 6 pesos y 2 tomines pagó al presente
escribano de tres escrituras de censo y del remate y pregones de las yeguas y de dos mandamientos y un poder y un testimonio de la tutela,
de todo lo cual mostró carta de pago; 20 pesos
dio al menor Gonzalo de Cáceres, según mandamiento de la justicia; pagó también 200 pesos
al dicho menor “para su vestir e aderezo de su
persona”, según mandamiento de la justicia;
“pagó diez pesos a Juan de Alcalá, provisor de
causas en la Ciudad de México, para que diese
al bachiller Francisco Carriazo porque hiciese
una demanda contra Juan de Reina. 50 pesos dio
a Pero Ruiz “porque fue a México y trujo tres
demandas que pone el dicho menor contra Juan
de Arana y su mujer, y Diego de Aguilar; “asi-
115
José Miguel Romero de Solís
mesmo se le rescibe en descargo cuarenta y
nueve pesos y ducado, que ha de haber el dicho
Andrés de Segura de su décima” por 499 pesos
y 3 tomines que envió de censos corridos.
“Por manera que suma y monta el descargo”,
4,848 pesos y 2 tomines de oro común”. Restándolos del total del cargo que se le hizo, resulta
un alcance por 204 pesos, 3 tomines y 6 granos
de oro común.
Nuevos cargos se le hicieron el 1° de febrero.
Caja A–3, exp. 16, ff. 12-19.277
84. 1568. Enero, 7.
Andrés de Segura presenta cuentas de la tutela
del menor Gonzalo de Cáceres.
Ante el alcalde ordinario Luis de Grijalba, Andrés de Segura dijo que quería dar cuentas de la
tutela de los bienes del menor Gonzalo de Cáceres.
El alcalde le hizo cargo de diversas escrituras
de censo, por la cantidad de 5,025 pesos, 6 tomines y 6 granos de oro. El 8 de enero, Andrés
de Segura presentó sus descargos. Además de
los censos, dijo haber pagado 100 pesos a su
menor, según mandamiento del alcalde Diego de
Velasco, “para vestirse”; 24 pesos al escribano
Juan Vázquez en concepto de derechos por notificaciones a Juan de Arana y a su esposa, María
de Cáceres, ocupando en ello seis días; 8 pesos
dio a Miguel Rodríguez, escribano de Su Majestad, por dos días que se ocupó en tomar las
cuentas al dicho Andrés de Segura, etcétera.
Andrés de Segura fue alcanzado por 386 pesos, 7 tomines y 6 granos de oro.
Caja A–3, exp. 16, ff. 20-23.278
85. 1563. Marzo, 24.
Alonso Carvajal, con poder de Alonso de
Ochoa, mercader de Pátzcuaro, presenta una
obligación de Juan de Salcedo, vecino que fue
de la Ciudad de los Ángeles.
277
278
Las fojas están deterioradas.
Las fojas de este registro están deterioradas.
Don Alonso Carvajal, vecino de la villa de Colima, con poder de Alonso Ochoa,279 mercader
de la provincia de Pátzcuaro y vecino de la Ciudad de Mechuacan, otorgado en esta ciudad, el
15 de febrero de 1563 ante el escribano Francisco Troche,280 y los testigos Diego Martín Infante
y Andrés de Velasco, presenta una obligación de
Juan de Salzedo, vecino de la Ciudad de los Ángeles,281 por 80 pesos de tipuzque a favor del dicho Ochoa, por razón “de mercaderías que de
vuestra tienda me dystes e yo compré”, fechada
en Mechuacan el 30 de junio de 1558, ante el
mismo escribano y Juan Fernández Madaleno y
Juan de Carvajal.
Esta carta de obligación de pago, dice el peticionario, Ochoa se la “pasó en causa propia
como parece por este poder, de que hago presentación”. Pide, por cuanto Juan de Salzedo es ya
finado, “que de los bienes que el susodicho difunto dejó y de lo más bien parado, se me haga
entero pago”.
El alcalde ordinario Juan de la Torre, como
no hay quien defienda los bienes mortuorios de
Salzedo, nombra para el caso a Antonio de Carvajal, vecino de Colima.
Antonio de Carvajal pide que Alonso, bajo
juramento, explique “cómo y en qué y de qué
manera hubo la dicha obligación”; a lo que respondió Alonso de Carvajal “haber dado ocho
mantas”. Sin embargo, el defensor de los bienes
del finado Salzedo dice que Alonso de Carvajal
“no declaró a cómo a él le costaron las dichas
mantas, porque, como a V.m. consta, no valen
en esta Villa a más de a cinco pesos”.
El 22 de abril, Alonso de Carvajal pedía a
Juan de Arana que tomase la causa en sí, lo que
hizo el alcalde ordinario por estar ausente de la
279
Todavía vivía en 1583, cuando concluyó un contrato de
arrendamiento de su Estancia de Miraflores, situada en la
Ciudad de Michoacan: Martínez Baracs–Espinosa Morales
(1999), nº 299.
280
De Francisco Troche, vecino y escribano de la Ciudad
de Michoacán, se conservan escrituras de 1542 a 1569:
Martínez Baracs–Espinosa Morales (1999), nº 1 y 184.
281
Puebla de los Ángeles.
116
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
Villa el alcalde Juan de la Torre, dictando sentencia.
Alonso de Carvajal apeló de ella ante el alcalde mayor Diego Núñez de Guzmán.
Caja A–4, exp. 1, 10 ff.
86. 1558. Octubre, 21.
Diego de Mendoza pide que Pedro de Granada,
tutor y curador de las personas y bienes de los
herederos de Francisco Preciado, le descuente
cien pesos de la compra de un negro.
Diego de Mendoza, ante el alcalde mayor Lope
de Arellano, dice que “puede haber año y medio,
poco más o menos, que yo vendí a Francisco
Preciado, que haya gloria, un negro que ha
nombre Baltasar, en dozientos pesos de minas, y
dentro de ocho días me lo tornó a vender el susodicho Francisco Preciado en trezientos pesos
de minas, y me lo fió por once meses como parecerá por la obligación a que me refiero; y porque conforme a derecho yo no soy obligado a
pagalle más de los dichos dozientos pesos que es
el precio en que yo se lo dí, porque lo de demás
es según derecho es logro e sería mal llevado; e
si yo lo pagase, el dicho Francisco Preciado podría ser penarlo en el otro mundo. Y aunque
munchas veces yo he dicho a Pedro de Granada,
tutor de los menores hijos y herederos del dicho
Francisco Preciado que me descuente los dichos
cien pesos, y que la resta le pagase, no lo ha
querido hacer. Por tanto, a V.m. pido y suplico
que, habida información de lo contenido en mi
pedimiento, la cual estoy presto de dar, mande al
dicho Pedro de Granada me descuente los dichos cien pesos, porque lo demás yo estoy presto y aparejado de se lo pagar”.
El 24 de octubre Pedro de Granada respondía
diciendo: “V.m. no debe mandar hacer cosa ninguna de lo que pide, antes le debe apremiar a
que pague todo lo que así debe por lo siguiente:
lo primero, porque el dicho Diego de Mendoza
no es parte para pedir lo que pide, y lo que debe
es justo y por pagar; lo otro no obsta decir el dicho Diego de Mendoza que él vendió el negro
Baltasar al padre de los dichos mis menores en
dozientos pesos y que se le tornó a vender dentro de ocho días por trezientos pesos, y que es
visto ser logro porque los hombres tienen libertad para comprar y vender como quisieren, y
siendo esto así, el padre de los dichos mis menores pudo comprar y vender el dicho negro como
en efecto lo hizo, sin que por ello se le pueda
culpar pena ni decir que fue lo otro, porque lo
otro no es”. Y agrega: “si el dicho Diego de
Mendoza se halla defraudado en la venta, como
lo dice, yo estoy presto y aparejado de recibir el
dicho negro por lo que así se le vendió y de le
perdonar el servicio que así le ha hecho”.
El mismo día, Diego de Mendoza contestó al
escrito de Pedro de Granada. Y se presentaban
dos escrituras: una, fechada el 16 de febrero de
1557 y otorgada ante el escribano Pero Sánchez
de la Fuente, y siendo testigos Antonio de Palma, Hernán Siles282 y Bartolomé Tinoco, vecinos y estantes de la Ciudad de México. Por ella,
Diego de Mendoza, en su nombre y en el de su
esposa Beatriz López, “en virtud del poder que
della tengo, que pasó ante Joan de la Torre, escribano de Su Majestad en la dicha Villa de Colima en veinte e tres días del mes de octubre de
mil e quinientos e cincuenta e seis años” [1556],
y que fielmente se transcribe, se obligaba a pagar a Francisco Preciado 350 pesos de oro de
minas “por razón de un esclavo negro que ha
nombre Baltasar, ladino, natural berbesí,283 e de
un caballo de color rojo hobero” [sic],284 a 300
pesos el negro y a 50 pesos el caballo.
La otra escritura, fechada también en la Ciudad de México, a 26 de enero de 1557, y otorgada ante el escribano Diego López y siendo testigos Diego de Mexía, Miguel de Zárraga285 y
Diego de Frías, vecinos y estantes, por la que
Diego de Mendoza vende a Francisco Preciado
al negro Baltasar, natural de Zelofre,286 de 25
282
Véase supra, regº 72. También ha aparecido un Hernán
Gil, en el regº 71. Pensamos que se trata de la misma persona.
283
De Cabo Verde: Aguirre Beltrán (1989), 100 y 116.
284
Por “overo”. De ambas maneras, lo registra Boyd–
Bowman (1971), 471 y 654.
285
Lectura confusa.
286
No podemos identificar el origen.
117
José Miguel Romero de Solís
años de edad, “el cual os vendo por de buena
guerra e no de paz, e por libre de hipoteca”, por
330 pesos de oro común.
El 5 de noviembre, el alcalde mayor recibió
ambas partes a la prueba con término de nueve
días.
Para la prueba, Diego de Mendoza presentó
un interrogatorio según el cual se examinaron a
los testigos Andrés de Madrid, vecino de Colima, Juan de San Pedro, vecino de la Ciudad de
México, Diego del Castillo y Diego López, estantes en la Villa de Colima.
El primero de ellos dijo conocer los hechos;
y con respecto “a la cuarta pregunta, digo que en
cuanto a ser la dicha contratación ilícita y que
no se puede contratar, que no la sabe”.
Diego López por su parte declaró que conocía a Francisco Preciado desde hacía diez años,
y a Mendoza y al negro Baltasar de tres años a
esta parte, poco más o menos; dijo que “oyó decir este testigo lo contenido al dicho Francisco
Preciado e a Juan de San Pedro, vecino de México” sobre los términos de la compraventa; que
todo ello lo escuchó “en casa de Juan de San
Pedro,287 a donde posaba el dicho Diego de
Mendoza, y este testigo se halló presente en los
conciertos”, cuando Preciado tornó a vender el
negro Baltasar a Diego de Mendoza. Dijo “que
le parece a este testigo que el dicho contrato es
ilícito”.288
Juan de San Pedro comentó que conocía a
Preciado y Mendoza desde hacía seis años; sobre su edad dijo tener 40 años. También opina
que no era legal la ganancia.
Diego del Castillo, de 22 años, dijo haberse
hallado presente cuando Preciado tornó a vender
el negro Baltasar a Mendoza. Agrega que a la
sazón, este testigo y los demás que estaban presentes “dijeron que era mal hecho”, que no se
podía vender a más pesos de como Preciado
previamente lo había adquirido.
Cuatro años después, el 26 de abril de 1563,
Juan Núñez, tutor y curador de los hijos de Preciado, pide al alcalde mayor Diego Núñez de
287
288
Sanpedro o, también, Ortiz de San Pedro.
Lectura confusa.
Guzmán que “conozca del dicho pleito y tome la
causa en sí y determine lo que fuere justicia”. El
alcalde mayor ordenó al escribano Diego Veedor que le llevase el proceso. Nuevas peticiones
del curador ante el alcalde mayor para que Diego de Mendoza responda, pero éste “no ha querido ni quiere responder cosa alguna”, como decía a finales del mes de mayo.
En largo alegato, fechado el 5 de junio, Juan
Núñez hacía historia del proceso: “Lope de Arellano, alcalde mayor antecesor de V.m., que fue
desta Villa de Colima, mandó a Pedro de Granada, tutor que en aquel tiempo era de los dichos
menores, que a pedimento de Diego de Mendoza
exhibiese una escritura que el dicho Diego de
Mendoza debía al dicho Francisco Preciado, padre de los dichos mis menores de contra de trescientos y cincuenta pesos de oro de minas; y
como el dicho Pedro de Granada no sabía de
pleitos ni lo que convenía al derecho de los dichos mis menores, la exhibió ante el dicho señor
alcalde mayor Lope de Arellano y no pidió por
virtud dello mandamiento contra la persona y
bienes del dicho Diego de Mendoza y de doña
Beatriz López, su mujer, y era dejado hasta hoy
día que en mi se decirnió la tutela de los dichos
menores. A V.m. pido y suplico, me mande dar
mandamiento ejecutorio por virtud de la dicha
escritura contra la persona y bienes de los dichos
Diego de Mendoza y de doña Beatriz López, su
mujer, que si ellos tienen qué decir y alegar contra la dicha escritura pública, [lo hagan] en los
diez días de la oposición que el derecho le da,
para que pruebe la paga o quita o buena razón”.
Agrega que si fuese necesario hacer presentación de la mencionada escritura, “está en poder
de Diego Veedor, escribano del juzgado de
V.m.”
El 6 de junio, el alcalde mayor Núñez de
Guzmán, habiendo visto esta petición, dijo que
antes de responder convenía tomar consejo de
Alonso Martín, deán de la Nueva Galicia. Y
mandó que el tutor de los menores diera siete
pesos de oro “para los mensajeros que llevarán
[el proceso] y para pagar el asesor que determine”. Además mandaba que Juan Núñez, ante to-
118
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
das cosas, exhiba la tutela y curaduría que tiene
de los dichos menores.
A Juan Núñez, el 17 de abril de 1563, el alcalde ordinario Juan de Arana le había nombrado por tutor, siendo testigos Julián de Frías,
Domingo López y Juan de Aztiguieta, ante el
escribano Diego Veedor. El 17 de junio del
mismo año, Juan Núñez otorgó poder cumplido
y bastante a favor de Joan de Salazar, vecino de
la Ciudad de México, ante el escribano Diego
Veedor y siendo testigos Julián de Frías, Hernando de Grijalba y Luis de Grijalba, vecinos de
Colima, interponiendo su autoridad y firma el
alcalde ordinario Juan de Arana.
El alcalde mayor, el 25 de junio, mandaba al
alguacil Antonio de Carvajal requerir a Diego de
Mendoza y Beatriz López para que “luego vos
dé y pague trezientos y cincuenta pesos de oro
de minas”, que adeudan a los herederos de Francisco Preciado, en virtud de una obligación de
plazo pasado. Así lo hizo el alguacil. Diego de
Mendoza nombró por bienes la Huerta de Zinagamitlan, que tiene en los términos del pueblo
de Zinagamitlan.289
El 23 de julio, por voz de Juan de Silva, negro esclavo de Juan Vázquez, salió en pública
almoneda. El 21 de agosto Juan Núñez pedía
que, por cuanto “el término de los pregones son
pasados y días más”, el alcalde mayor mandara
avivar la voz de la almoneda y hacer trance y
remate de los bienes ejecutados.
Sin embargo, el 23 de agosto, Diego de
Mendoza pedía al alcalde “dar por ninguna y de
ningún valor y efecto la dicha ejecución, mandando volver el caso al primer estado en que antes estaba por las razones y causas siguientes”:
por no haberse respetado los términos del derecho; “porque yo no debía ni debo al dicho Francisco Preciado toda la cantidad en que fui ejecu289
Çinacamitlan, Zinacamitlan, Sinacamitlan son diversos
modos de nombrar este pueblo, cercano a la cabecera de Ixtlahuacan, y que había sido encomendado junto con otros
pueblos a Alonso de Arévalo: VP 12. Lebrón informó
cuando visitó la Villa de Colima, que este pueblo, entre
otros, lo tenía Beatriz López “como tutriz y administradora” de Pedro de Arévalo, hijo del encomendero, del cual no
presentó “título”: Lebrón (1979), 54.
tado, sino tan solamente duzientos pesos”, según
y como se presentó en un principio el caso; “antes bien, V.m. debía condenar los bienes del dicho Francisco Preciado en lo que la ley manda
sean condenadas las personas que semejantes
logros y usuras acostumbran a hacer”; por otra
parte, “estando el pleito pendiente y por determinar, V.m. no debía mandar dar contra mi el
dicho mandamiento ejecutorio, hasta tanto que
en el caso se hubiera determinado”.
El alcalde mayor concedió a Mendoza diez
días para que probara su oposición. En otro escrito, Mendoza decía que por ser tan corto dicho
plazo, “yo no he podido probar ni presentar los
demás testigos en el caso, que me conviene, por
estar fuera desta Villa y Provincia, en la Ciudad
de Méjico y otras partes”. Pedía por ello “un
cuarto plazo de ciento y veinte días”, tanto para
convocar a nuevos testigos como para que se
rectifiquen en sus testimonios los que ya dieron
previamente información, habida cuenta que
“están fuera desta Villa y Provincia, según que
dicho tengo, en la Ciudad de Méjico y en los
Zacatecas, y otras partes”.
El 10 de julio de 1574, sin embargo, la causa
seguía pendiente. Juan Preciado, vecino de Colima, como tutor y curador de las personas y
bienes de sus hermanos, hijos de Francisco Preciado, por designación del alcalde mayor Martín
de Montúfar, decía ante éste: “los tutores, mis
antecesores, que fueron Pedro de Granada y
Juan Núñez de Alvarado, trataron cierto pleito
de ejecución con Diego de Mendoza, vecino
desta Villa, en nombre de los dichos mis menores, y habiendo dado los pregones que en el caso
se requería y pasado el tiempo de la oposición y
hecho trance y remate en los bienes ejecutados,
que fue en una huerta de cacao que dicen de Zinacamitlan, que como marido y conjunta persona de doña Beatriz López, que a la sazón era, tenían y poseían por suya los susodichos, y por
ausencia de los dichos mis antecesores, los susodichos Diego de Mendoza y doña Beatriz López dispusieron y enajenaron la dicha huerta en
que estaba hecha la dicha ejecución. Y pues ello
es ansí, como parece y consta por el proceso que
ante el escribano está, por lo cual a V.m. pido y
119
José Miguel Romero de Solís
suplico, mande ver el dicho proceso de ejecución” y ordene “prender el cuerpo al dicho Diego de Mendoza hasta que dé y pague a mí, en
nombre de los dichos mis menores, los dichos
cien pesos de minas,290 en que ansí fue ejecutado”.
El alcalde mayor Martín de Montúfar ordenó
que Juan Preciado exhibiese su título de tutor y
curador. Después, el 15 de julio vio los autos del
proceso, juzgando que Francisco Preciado, al
vender por más pesos de como había comprado
al negro Baltasar en tan corto tiempo, había incurrido con este “logro e usura” en delito.291
Caja A–4, exp. 2, 39 ff.
87. 1563. Diciembre, 14.
Barrios y estancias del pueblo de Xuchcoatlan.
“En el pueblo de Xuchcoatlan, provincia desta
Nueva España, que está encomendado a Su Majestad”,292 y ante el muy magnífico señor Juan
del Hierro, alcalde mayor del dicho pueblo y
provincia, y en presencia del Baltasar de Alcalá,
escribano de su juzgado, comparecieron “don
Pedro de Mendoza, su gobernador, y Juan de los
Ángeles y Pablo de Cuellar, alcaldes, y otros
munchos principales; y mediante Alonso Rodríguez Bejarano, intérprete, presentaron un mandamiento de Su Señoría Ilustrísima, pidiendo
cumplimiento de él”.
El alcalde nombró seguidamente por escribano “para entender en esta visita, a mí el dicho
Baltasar de Alcalá, que presente estaba, y para
290
Es claro el error; la ejecución fue por 350 pesos de minas, tal y como se estipulaba en la obligación firmada por
Diego de Mendoza, y por esa cantidad se dio mandamiento
al alguacil Antonio de Carvajal para requerir a Mendoza y
a Beatriz López, su mujer.
291
El expediente —de gran interés para conocer las entretelas mercantiles de la época y sus repercusiones morales—
está trunco y no aparece el fallo final.
292
Sochicoatlan: véase Gerhard (1986), 249-251. Se trata
del mismo alcalde mayor Juan del Hierro que figuró en el
regº 73. La única explicación que hallamos para que en el
acervo de nuestro Archivo se conserve este documento, es
que el escribano Baltasar de Alcalá estuvo al servicio de
este alcalde mayor y, cuando se vino a avecindar a Colima,
se la trajo consigo. A este propósito: supra, regº 73.
ello tomó e rescibió de mí juramento en forma
debida”. Luego Juan del Hierro designó por intérprete para esta visita a Alonso Rodríguez Bejarano.
Más tarde, el alcalde mayor “mandó a los dichos señores alcaldes e mayordomos desta dicha
provincia, que presentes estaban, exhiban la tasación que tienen de los tributos que dan a Su
Majestad, para que, vista, provéa en el caso, en
lo que toca al repartimiento de sus tributos, lo
que convenga; e los susodichos, mediante el dicho intérprete, dijeron que la tasación en que
fueron tasados por Diego Ramírez es: que den a
Su Majestad, cada año, veinte y una cargas de
mantas y así lo han tenido y tienen de costumbre
hacer, e que no les había dado testimonio de la
dicha tasación el dicho Diego Ramírez”.
Mandó el alcalde mayor a don Pedro de
Mendoza, gobernador, y a Juan de los Ángeles y
a Pablo de Cuellar, alcaldes, y a los demás principales y chinantlatos293 “desta provincia de Xuchcoatlan, que presentes estaban, que dentro de
cinco días primeros siguientes hagan venir ante
él todos los principales e chinantlatos, e traigan
todos los papeles e pinturas que tienen de la
gente e tributos della sin quedar ninguno, para
que, visto, proceda en el caso haciendo justicia”.
A esto respondieron los susodichos que estaban
prestos de así lo hacer.
Al día siguiente se presentaron alcaldes,
principales y chinantlatos ante don Juan del
Hierro. Por el intérprete dijeron que “ellos han
venido en cumplimiento de lo que les fue mandado por el dicho señor alcalde mayor; que se
les mande lo que deban hacer, que están prestos
de lo cumplir”.
Viendo Juan del Hierro que estaban presentes
todos los principales, “mandó a todos y a cada
uno dellos por sí digan e declaren, bien e fielmente, los barrios y estancias que tiene esta dicha provincia de Xuchcoatlan, sin que en ello
haya fraude ni engaño alguno, y que exhiban los
papeles y pinturas que tienen, so pena de priva293
Tal vez se refiera a quienes hablaban la lengua zapoteca
propia de Chinantla, pueblo de Acatlan, Puebla: Cabrera
(1984), 73.
120
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
ción de sus cargos y de destierro desta dicha
provincia por dos años precisos, y de perder y
que pierdan las estancias y barrios que a su cargo tienen”. Contestaron todos que estaban prestos de así lo hacer so la dicha pena.
“Declaración de las estancias e barrios que
tiene esta dicha provincia de Xuchcoatlan”, con
los nombres de sus principales.
Xuchcoatlan, de que es chinantlato Martín
Quiahuitl.
La estancia de Xalamelco, de que es chinantlato Miguel Atonal.
La estancia de Tenexco, de que es chinantlato Juan Xicaque.
Canauhtlan, de que es chinantlato Alonso
Hastecatl.
La estancia de Coatitlan, de que es chinantlato Tomás Atli.
La estancia de Acomulco, de que es chinantlato Martín... [?].
Xaltlan, estancia de que es chinantlato Agustín Xahuatexte.
La estancia de Michatlan, de que es chinantlato Juan Autla; tiene a sí sujetas las estancias
siguientes: la estancia de Tozancoac, de que es
chinantlato Marcos Sochil; la estancia de Cuahtlamayan, de que es chinantlato Nentequi.
La estancia de Molancochin, de que es chinantlato Domingo Tomás; tiene a sí sujeta una
estancia que se llama Mixtlan, de que es chinantlato Alonso Yenotl.
Papachtlan, de que es chinantlato Martín
Coachin; tiene una estancia que se llama Apaxaco, de que es chinantlato Agustín Xicoatl.
Cuyametlan, de que es chinantlato Francisco
Moquihuix.
La estancia de Colhuacan, de que es chinantlato Diego Xoxuya.
La estancia de Xalteco, de que es chinantlato
Domingo Cuamín; tiene una estancia que se
llama Mecapala, de que es chinantlato Francisco
Achol.
La estancia de Tlachco, de que es chinantlato
Martín Tecocoa; tiene tres estancias que son las
siguientes: Ahuacatlan, de que es chinantlato
Mixihuic; Pahuizchola, de que es chinantlato
Martín Paya; Culteucalco, de que es chinantlato
Juan Apa.
La estancia de Chichichayotla, de que es chinantlato Gaspar Paxol; tiene a sí sujetas seis estancias que están repartidas en tres barrios que
es lo siguiente: el barrio de Nexpan, de que es
chinantlato Gonzalo Xuchitl; Toncotlan, barrio
de ques chinantlato Francisco Tonco; la estancia
de Colyola, de que es chinantlato Domingo Coatl; la estancia de Cotonco, de que es chinantlato Domingo Tochin; la estancia de Tecpaco, de
que es chinantlato Francisco Mama; la estancia
de Atliceca, de que es chinantlato Alonso Xicotlan; la estancia de Chalco, de que es chinantlato
Baltasar Quatlican; la estancia de Acochichictlan, de que es chinantlato Mateo Xite... [?].
La estancia de Xesmatlan, de que es chinantlato Diego Huichilhua.
La estancia Cuauhmitlan, de que es chinantlato Agustín Xitl.
Camotlan, de que es chinantlato Alonso Coatl.
Caxizoquizo, de que es chinantlato Martín
Timal.
Nexpan, de que es chinantlato Martín Tecochitl”.
El alcalde mayor, vista la cuenta de los barrios y estancias, ordenó que declararan bajo juramento y so la dicha pena “si tienen más barrios y estancias”. Respondieron que habían declarado bien y fielmente y que no tenían más.
Luego el alcalde mandó a los mismos que dijeran “clara e abiertamente la gente que tienen en
los dichos barrios y estancias, casados, viudos,
viudas, solteros e solteras, recién casados e recién venidos, sin quedar ninguno, so pena de
privación de los cargos que tienen y de destierro
por dos años precisos de toda esta provincia”.
Todos los presentes respondieron que estaban prestos de hacer y cumplir lo que se les
mandaba.
Caja A–4, exp. 3, 5 ff.
88. 1560. Julio, 10.
Pedro de Granada, tutor y curador de los menores hijos de Francisco Preciado, contra Fran-
121
José Miguel Romero de Solís
cisco de Cepeda por unas huertas de cacao que
éste y Alonso Sánchez de Toledo compraron a
Preciado a menos del justo precio.
Con esta fecha, Francisco de Cepeda ante el alcalde mayor Lope de Arellano dice que “en el
pleito que tratan contra mí los hijos y herederos
de Francisco Preciado, difunto, digo que yo presenté ante V.m. un testimonio” por el que consta
que la causa está apelada ante la Real Audiencia
de México, por lo que se solicitó que “V.m. no
procediese en la causa y diese por ninguna la
publicación de lo que en el proceso se hizo, hasta que por la Real Audiencia fuese determinado”. Agrega Cepeda que ha pedido ochenta días
de término.
El 17 de septiembre, Cepeda decía que sin
apartarse de las apelaciones que tenía presentadas ante el alcalde mayor, “antes afirmándome
en ellas”, decía que él ya había dado pruebas suficientes, mientras “la otra parte no haber probado cosa que le convenga a su demanda, a lo menos que me perjudique”.
En consecuencia, pide al alcalde mayor que
disponga “darme por libre e quito por lo siguiente: lo primero, ya le consta a V.m. yo haber
comprado las dichas güertas del dicho Francisco
Preciado que las poseía e poseyó hasta que me
las vendió y me dio las posesiones dellas”. Dice
que Preciado “las edificó con su persona; y dado
caso que los dichos menores aleguen pertenescerle la mitad de las dichas güertas por la legítima de su madre, de derecho no se les puede
adjudicar porque el dicho Francisco Preciado, su
padre, las vendió y ellos han aceptado la herencia del dicho su padre, y siendo herederos del
dicho su padre como lo han aceptado, están
obligados a estar y pagar por lo que su padre hizo”. En segundo lugar, “porque ya es visto que
los dichos herederos han pagado por la dicha
venta por haber cobrado de mí y ejecutádome
por la resta”. Pide, en consecuencia, que el alcalde ordene “al escribano de esta causa que
ponga un testimonio en este proceso de la ejecución que me hicieron y de los pesos de oro que
les he pagado, que yo estoy presto de pagalle sus
derechos porque así conviene a mi derecho, y
hasta tanto que no se ponga, pido a V.m. no se
dé términe en la causa”. Añadía Cepeda a continuación: “Lo tercero que hallará V.m. por el
proceso y mi probanza, haber yo dicho munchas
veces al dicho Francisco Preciado que si estaba
arrepentido, que tornase a tomar sus huertas, y
me diese mis dineros, y contino294 respondió que
él tenía bien vendido como era la verdad, y que
no quería las dichas güertas, y esto respondía el
dicho Francisco Preciado295 porque veía que yo
era el engañado; y así hallará V.m. esto en el
proceso bastantemente probado para convencer
a la parte contraria de lo que tiene dicho que por
estar preso el dicho Francisco Preciado, vendió
las dichas güertas, lo cual niego ser ansí, porque
si él estuviera arrepentido, munchas veces le
acometí de volvelle sus huertas y que me diese
mis dineros”. Dice también que el alcalde por el
proceso podrá ver “lo que dicen las lenguas”, a
saber, que Alonso Sánchez de Toledo había dicho que se compraron las huertas para él. Cepeda insiste que eso no es cierto; que yo las merqué para mí, y hasta hoy día las tengo y poseo y
tendré y poseeré hasta que disponga dellas”. Lo
dijo Sánchez de Toledo, “porque como tío, podría decir lo que le pareciese”, y todo ello, dice,
no siente que le pueda perjudicar, y tampoco
“me perjudica el dicho de Pedro de Arévalo, por
ser como es tío de los dichos menores, hijos de
su misma hermana” o el testimonio de Diego de
Almodóvar, “por haber sido él el tutor de los dichos menores”; tampoco le perjudica los dichos
de Diego de Velasco, de Espinosa, o el de Francisco Pérez, “porque antes y al tiempo que dijeron sus dichos en esta causa, eran y son mis
enemigos capitales y del dicho Alonso Sánchez,
mi tío, ni menos me perjudica el dicho de Antonio Morera,296 mulato, ni de Barahona,297 mesti294
Continuamente.
Preciado sufrió prisión en varias circunstancias. Quizá
se trate de cuando Lebrón de Quiñones lo enjuició: supra,
regº 70. Sobre el personaje y sus pleitos con el visitador:
Sevilla del Río (1974), 178-182.
296
El mulato Antonio Morera o Moreira figurará como testigo en 1570, con ocasión de la querella presentada por
Gaspar de la Plaza contra Gonzalo de Cáceres y Andrés
Manrique porque aquél le hirió de gravedad con un cuchillo carnicero: infra, regº 229.
295
122
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
zo, por haber sido criados en casa del dicho
Francisco Preciado”.
El 19 de noviembre, Pedro de Granada hizo
presentación de una provisión real, fechada en
México el 31 de julio de 1560, “sobre que se
guarden y cumplan los autos que en esta carta
van inserto [sic] sobre el término que se concedió a Francisco Cepeda en el pleito que entre éstos se trata sobre ciertas huertas de cacao”. Y
escribía el tutor: “Pido a V.m. la mande poner
en el proceso”. Así lo dispuso el alcalde mayor
Lope de Arellano.
Se anexa el original de la provisión, donde se
dice que el pleito es “sobre y en razón que pide
se les vuelva ciertas huertas de cacao y fierro,298
que el dicho Francisco Preciado les vendió, diciendo habérseles vendido por la mitad menos
del justo precio y sobre las otras causas e razones en el proceso contenidas”. Más adelante se
dice que “habiendo las partes alegado de su justicia, fueron rescibidos a prueba con cierto término y por parte del dicho Francisco Cepeda fue
pedido se le concediese término de ciento e
veinte días para hacer su provanza en esta Nueva España, e ultramarino de año y medio para
los nuestros reinos de Castilla, lo cual fue contradicho por parte de los dichos herederos del
dicho Francisco Preciado”. Sin embargo, la justicia de Colima concedió “los términos que por
él fueron pedidos”. Habiendo apelado a la Real
Audiencia de México, por ésta se dio auto con
fecha de 16 de noviembre de 1559, revocando el
auto pronunciado por el alcalde mayor de la Villa de Colima de 26 de noviembre de 1558, “e
haciendo en esta causa lo que de justicia debe
ser fecho, concedían e concedieron a la parte del
dicho Francisco Cepeda término de ochenta días
para hacer su provanza en estas partes”, pero
declarando al mismo tiempo “no haber lugar de
se le conceder al dicho Francisco Cepeda el término ultramarino por él pedido, el cual le dene297
Este Luis de Barahora puede ser el mismo que aparece
de testigo de Diego Morán en el plaito que contra él siguió
Alonso Lorenzo El Guay: infra, regº 243; cf. Sevilla del
Río (1973), 92.
298
Así parece decir, Tal vez se trate de una marca de ganado también vendida po Preciado.
gaban e denegaron”. Tal auto les fue notificado
a las partes: en nombre de Cepeda, fue suplicado
por Álvaro Ruiz; cuando los herederos de Preciado supieron que la parte de Cepeda pedía su
revocación, dijeron que fuera confirmado. Entonces, se demandó traer el proceso y visto, la
Real Audiencia pronunció nuevo auto fechado el
30 de julio de 1560, donde se decía “que sin
embargo la suplicación interpuesta por parte de
los dichos Francisco de Cepeda e Alonso Sánchez de Toledo,299 confirmaban e confirmaron
en grado de revista el auto en esta causa pronunciado en diez y seis de noviembre del año pasado de quinientos y cincuenta y nueve [1559], el
cual se guarde e cumpla como en él se contiene”.
El 6 de diciembre de 1560, ante el nuevo alcalde mayor Diego Núñez de Guzmán, Pedro de
Granada hablando de este pleito contra Cepeda
y su tío Sánchez de Toledo “sobre las huertas de
Apatlan y Alimancín, respondiendo a cierto escrito por su parte [de Cepeda] presentado”, dice
que la pretensión de éste es “querer alargar este
pleito”. Alega que cuando Cepeda afirma que
Preciado le vendió las huertas y le dio posesión
de ellas, eso no pudo acontecer “porque demás
de no poderlo hacer por estar preso al tiempo
que las vendió y ser a la sazón el dicho Alonso
Sánchez de Toledo alcalde mayor en esta Villa,
de derecho no pudo perjudicar el padre a sus
hijos de la legítima de su madre, no pudiendo
vender como está claro”. Precisa: fue “con cautelas y mañas que tuvieron con el dicho Francisco Preciado para ser las comprar”. Pide también,
además de la mitad de las huertas, sus frutos y
rentas desde que Cepeda y Sánchez de Toledo
tienen la posesión de las mismas, porque suman
“más de doce mil pesos”.
Pedro de Granada contradice a Cepeda sobre
los testigos. Afirma que Pedro de Arévalo es
persona muy honesta y que no dejaría de decir la
verdad aunque tuviese parentesco con sus menores, “antes es buen cristiano e temeroso de su
conciencia, e por tal persona en esta Villa se le
299
Líneas atrás, en la misma provisión, es nombrado por
error “Alonso Sánchez de Cisneros”.
123
José Miguel Romero de Solís
encargan cosas que tocan a conciencia por tener
como tiene crédito de tal cristiano e que por cosa ninguna dejaría de decir verdad”. De igual
modo hay que dar crédito a los testimonios de
Almodóvar, Velasco, Espinosa y Francisco Pérez. Éstos y Antonio de Morera y Luis de Barahona, “son personas honradas e que por interés
alguno no dejarían de decir verdad”.
Pedro de Granada termina su escrito diciendo
que Cepeda todavía resta de pagar “más de mil
pesos de minas”.
El 30 de diciembre de 1560, el alcalde mayor
viendo que el pleito “por ambas partes está concluso, dijo que fallaría e falló que debía recebir
y recibió a ambas las dichas partes a prueba de
tachas y abonos con la mitad de todo el término
probatorio deste pleito”, y se examinen sus testigos, y en lo demás que las partes habían pedido, que “por agora no ha lugar, y así lo mandó y
firmó de su mano”.
Al día siguiente, Pedro de Granada en otra
petición decía que “Pero Sánchez, vecino desta
Villa, es procurador de los susodichos y con él
se hacen los autos; y al presente se quiere ir a
los Pueblos de Ávalos, donde reside; y los dichos Cepeda y Alonso Sánchez no residen en esta Villa, y ansí no se ha de acabar dicho pleito”.
Ruega al alcalde que mande a Pero Sánchez”que
sustituya el dicho poder en una persona conocida que resida en esta Villa para que se le notifiquen los autos e le pare perjuicio al dicho Cepeda y Alonso Sánchez, con apercibimiento que
V.m. le haga de señalar y le señale los estrados
de su audiencia a donde se notificarán y se darán
por notificados. Y pido justicia”. Así lo dispuso
el alcalde mayor.
Sin embargo, el 7 de marzo de 1561, Pedro
de Granada decía que Pero Sánchez ya no residía “en esta Villa ni provincia y se ha desnaturado della y vendido sus casas, como a V.m.
consta”. Vuelve a solicitar que se mande a Cepeda y Sánchez de Toledo que nombren casa y
procurador en esta Villa; en caso contrario, “se
hagan los autos en los poyos de la audiencia de
V.m.”.
El 10 de marzo, Cepeda decía que para hacer
interrogatorio de tachas de los testigos, tenía ne-
cesidad de un licenciado, y “como V.m. sabe en
esta Villa no hay licenciado y yo le tengo en
México, que ha hecho los demás interrogatorios
que he presentado en esta misma causa. A V.m.
pido y suplico me mande dar término de abogado”. Pedro de Granada se opuso a esta petición,
alegando que el término ya había pasado y que
Cepeda había tenido tiempo suficiente para ello.
Sin embargo, el alcalde mayor Núñez de Guzmán, el 14 de abril, concedió “sesenta días de
término para que vaya o envíe a donde están sus
letrados para hacer el interrogatorio que dice,
dentro de los cuales lo traiga e presente”.
Tres años después, el 26 de junio de 1563, el
vecino de Colima Juan Núñez, como tutor y
curador de los menores de Preciado, presentaba
un escrito donde decía que Cepeda “no está en
la Villa” y en consecuencia el pleito no se ha de
concluir. Pide que se le mande a Cepeda a que
“parezca personalmente en esta Villa”, que
nombre casa y procurador, y que vaya un propio
a notificarle todo ello, “que yo estoy presto de le
pagar al que fuere su trabajo”. El alcalde Diego
Núñez de Guzmán, vista la petición, así lo
dispuso, nombrando por su escribano a Diego
López de Ayala, quien el 2 de julio, yendo a las
huertas de Apatlan, notificó a Cepeda del auto
del alcalde, siendo testigos de lo mismo don
Alonso de Carvajal, Pedro de Granada y
Cristóbal de Vergara.
Sin embargo, el 14 de julio, “en el pueblo de
Tuspa”, se presentó Francisco de Cepeda y otorgó poder cumplido a Pedro de Bobadilla, vecino
de Colima, “para que por él y en su nombre,
pueda parecer ante el señor alcalde mayor Diego
Núñez de Guzmán”. Pasó ante Baltasar Rueda
de Herrera, escribano de Su Majestad, siendo
testigos Juan Dávalos, Mateo Collado y Alonso
Jurado, estantes en dicho pueblo.
Por otra parte, y con fecha de 6 de julio de
ese año de 1563, “yo, Guillermo de Aquisgrana,
escribano nombrado por el muy magnífico señor
Alonso de Espínola, doy fe y verdadero testimonio a todos los señores que la presente vieren,
cómo el dicho señor Alonso de Espínola es corregidor en el pueblo de Quacoman y alcalde
mayor de la Provincia de los Motines, hasta el
124
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
puerto que dicen de Apatlan, dentro de su jurisdicción están las huertas que dicen de Apatlan,
que por otro nombre tienen Santa Ana y Santa
Isabel, que tiene y posee Francisco de Cepeda y
los otros sus compañeros, y para que conste lo
susodicho del pedimiento del dicho Francisco de
Cepeda, dí la presente que es fecha en el pueblo
de Quacoman”.
El procurador Bobadilla, el 15 de julio, presentó en la Villa de Colima un escrito firmado
de Cepeda, donde decía: “estando yo en las
güertas que han por nombre de Apatlan, que son
en los Motines, llegó a mí un Diego López y me
dijo que V.m. mandaba notificarme cierto mandamiento” sobre el pleito con los herederos de
Preciado. Dice Cepeda que todo ello le resultó
extraño, sin saber con qué fin fue Diego López,
si éste era o no “escribano del Rey o nombrado,
o qué fe haría su dicho, lo cual yo creo fue por
me hacer mala obra y no por mandado de V.m.,
porque V.m. no mandaría ni de derecho puede
mandar citar a nadie de territorio ajeno”,300 como es el caso, “estando yo en términos y territorio” que no están bajo la jurisdicción de la alcaldía mayor de Colima, “como consta por este testimonio”, del que se hace presentación. Según
esto, el alcalde mayor de Colima debía ante todo
requerir del juez en cuyo territorio “fui hallado,
que me lo mandase, por donde la dicha notificación es en sí misma ninguna y como a tal no debo responder”.
Recibido el escrito, el alcalde mayor de Colima declaró que las huertas de Apatlan, no embargante lo que decía Alonso de Espínola, pertenecían a la jurisdicción de Colima, además que
Cepeda seguía siendo vecino de Colima y no se
había desnaturado como era el caso de Pedro
Sánchez y Antonio de Maya, quienes habían sido sus anteriores procuradores. Y por tanto, volvía a mandar su anterior mandamiento, señalando a Cepeda los poyos de su audiencia.
En Tuspa, a 14 de julio de 1563, ante el escribano Baltasar Rueda de Herrera y siendo testigos Juan Dávalos, Mateo Collado y Alonso Jurado, estantes, Francisco de Cepeda como “vecino de la Ciudad de Mechuacan, estante a el
presente en este pueblo de Tuspa, en la Nueva
España”, otorgó todo su poder a Pedro de Bobadilla, “vecino de la Ciudad de Colima”,301 para
que en su nombre se hiciera cargo de todos sus
pleitos.
Caja A–4, exp. 4, 21 ff.
89. 1563. Junio, 8.
Tasación del pueblo de Pomayagua.
300
Cepeda se ampara en la confusión existente sobre los
límites territoriales. “El área de Motines fue compartida por
los alcaldes mayores de Colima y Zacatula hasta c. 1560,
cuando se proveyó un alcalde mayor separado para los Motines de Colima, al oeste y al norte del río Cachán. Cuatro
corregimientos hasta entonces sufragáneos de Colima
(Aquila, Cuacomán, Maquilí y Tlatictla, Motín y Maruata
[Pómaro]) fueron transferidos a la nueva jurisdicción. El
alcalde mayor era también corregidor de Cuacomán, donde
vivió hasta que la capital fue trasladada a Maquilí en algún
momento entre 1604 y 1639”: Gerhard (1986), 199.
La respuesta dada por el alcalde mayor de Colima a la
queja de Francisco de Cepeda muestra la confusión existente acerca de los límites jurisdiccionales, sobre todo, si es
cierta la fecha aproximada que da Peter Gerhard (circa
1560), año al que pertenece nuestro regº. Problemas de esta
naturaleza volverían a repetirse con frecuencia, como
cuando falleció Isabel Ruiz de Monjaraz, quien tenía vecindad en la Villa de Colima pero que pasaba grandes temporadas en su huerta de cacao en términos de Alima. En este caso, surgieron conflictos de jurisdicción entre ambas alcaldías mayores.
301
Resulta interesante observar que Cepeda para mayor
confusión de la justicia de la Villa de Colima, no sólo hace
intervenir al alcalde mayor de los Motines, que reclama las
huertas de Apatlan como pertenecientes a su jurisdicción,
sino que afirma ser ahora “vecino de la ciudad de Mechuacan”. Por otra parte no deja de sorprender que aquí la Villa
de Colima sea designada con el título de ciudad.
125
José Miguel Romero de Solís
“En el pueblo de Pomayagua302 desta Provincia
de Colima desta Nueva España”, ante el magnífico señor Luis de Grijalba, juez de comisión de
la visita del pueblo de Pomayagua y de Diego
Veedor, escribano, “parecieron don Gonzalo Pérez, gobernador del dicho pueblo, e Francisco
Ale, tequitlato303 del dicho pueblo, e Juan Pahama, mayordomo del dicho pueblo, e presentaron una provisión real de Su Majestad emanada
de la Real Audiencia de Su Majestad desta Nueva España, refrendada de Antonio de Turcios,
escribano mayor del Audiencia Real de Su Majestad e firmada de otros oficiales e firmada de
los señores oydores”. Acatóla el Juez de Comisión. Luego nombró por intérprete de la lengua
mexicana a Juan de Ulloa.
Luis de Grijalba mandó al gobernador don
Gonzalo Pérez, a los principales y mayordomo
del pueblo “que traigan y exhiban ante su merced la tasación que al presente tienen”. Mostró
el gobernador una tasación fechada en 14 de diciembre de 1552, cuando “visitó el dicho pueblo
el licenciado Lebrón de Quiñones, oidor, alcalde
mayor en el Nuevo Reino de Galicia”. Vista la
tasación, el Juez de Comisión ordenó al escribano que sacara de ella un traslado.
Según ésta, cuando Lebrón hizo su visita,
“halló en dicho pueblo veinte e tres indios casados e tres viudos, sin otros mozos e mozas, e los
tasó en lo siguiente: primeramente, que den a Su
Majestad e a quien en nombre de Su Majestad lo
302
Acerca de Pomayagua: supra, regº 27. En tanto la Suma
de Visitas calcula su población en 46 hombres casados, la
cuenta registrada por Lebrón en su tasación aquí insertada,
habla de “veinte e tres casados e tres viudos, sin otros mozos e mozas”; y, de acuerdo, a la declaración del gobernador y otros principales ante el juez de comisión Luis de
Grijalba, Pomayagua no tenía más estancias ni pueblos sujetos y que “en él estaban todos los naturales que había y
habitaban”. Los testigos sin excepción reconocen “no haber
tanta gente en el pueblo como había al tiempo que los tasaron”, es decir, había disminuido el número de pobladores
desde que el oidor Lebrón los visitara. Pomayagua, pues, es
un caso documentado para estudiar el proceso de despoblación sufrido por la provincia de Colima en las prímeras décadas después de la conquista.
303
Tequitlato (de tequitl, trabajo, y tlacatl, hombre): “quien
lleva la cuenta del trabajo hecho y se entiende con los trabajadores”: Cabrera (1984), 135.
deba de haber por su mandado, en cada un año,
seis mantas de algodón de a tres piernas, que cada pierna tenga de largo dos brazas, y cada braza
tenga dos varas de medir, y de ancho cada pierna de a tres cuartos antes más que menos, e dos
mantas cada cuatro meses.
“Iten, que hagan una sementera de trigo de
una hanega de sembradura, la cual siembren y
cojan y beneficien e de lo procedido della den al
dicho encomendero e a quien en nombre de Su
Majestad lo hubiere de haber en cada un año
ocho hanegas de trigo limpio y lo que sobrare y
más se cigiere, lo pongan en su comunidad, porque han de ser obligados a lo cumplir.
“Iten, que den cada cuatro meses diez e ocho
gallinas de Castilla.
“Iten, que den cada un año treinta hanegas de
maíz limpio e bien medido”.
“Los cuales dichos tributos los han de poner
en el dicho pueblo sin ser obligados a los llevar
a otra parte alguna”.
Ordenó Lebrón que tal tasación la guarden
“por tiempo y espacio de ocho años”. Firmaba
Lebrón de Quiñones. Pasó ante Antonio de Contreras.
Después Luis de Grijalba preguntó al gobernador, a los principales y al mayordomo, “si este
dicho pueblo tenía algunos pueblos y estancias
sujetos de él, que lo dijesen e declarasen porque,
si los había, los quería ir a ver e visitar”. Contestaron que su pueblo no tenía otras estancias y
pueblos sujetos, y que “en él estaban todos los
naturales que había y habitaban”. A continuación, el juez dijo que “ninguno de los naturales
se vaya ni ausente del dicho pueblo, ellos y sus
mujeres ni hijos, viudos e viudas, a parte alguna”, porque mañana “los quiere ver y contar, e
que se estén en sus casas”. Además, “si sabe que
alguno se esconde e se va, que lo castigará conforme a derecho”. Respondieron el gobernador y
los principales que así se haría.
Luis de Grijalba, para recabar esta información, mandó llamar ante sí a Juan Bautista, indio
natural del pueblo de Tecocitlan, quien mediante
el intérprete Juan de Ulloa, dijo que “ha estado
en el dicho pueblo de Pomayagua e tiene noticia
de la tasación que al presente tienen los dichos
126
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
naturales”; por cierto “la cual no la pueden
cumplir”, entre otras cosas, por “no haber tanta
gente en el pueblo como había al tiempo que los
tasaron, tienen grande trabajo en la guarda de las
sementeras del maíz e trigo a causa de los ganados de vacas e yeguas cimarrones que están en
su comarca”. El testigo opina que “lo que buenamente podrán dar de tributo de aquí en adelante en cada un año es tres mantas de las que
dan al presente de tributo e valen entre ellos cinco pesos, e más diez hanegas de maíz, que valen
a medio peso cada hanega, e que sabe este testigo que están pobres e alcanzados”, por no tener
el pueblo “ninguna granjería si no es de su labor
de que se sustentan”. Para concluir comentó que
el lugar donde el pueblo está asentado y poblado, “es enfermo e malsano, por ser tierracaliente”. Preguntado por su edad, dijo tener más de
setenta años.
El siguiente testigo fue Juan Ximénez, indio
natural del pueblo de Tecocitlan, “pueblo comarcano al dicho pueblo dos leguas”. Dijo haber
estado en Pomayagua “muchas veces e que tiene
noticia de la tasación que al presente tienen los
dichos naturales, la cual dijo que no la pueden
cumplir, porque el maíz e trigo que dan de tributo lo dan con grand vejación”, porque se los comen los ganados cimarrones que están en su
comarca. Por otra parte, que sólo pueden dar de
tributo cada año tres mantas de algodón. Opina
igualmente que “el sitio e asiento donde están
poblados los dichos naturales del dicho pueblo
de Pomayagua, es enfermo e malsano por ser
tierra caliente”. Declaró tener más de sesenta
años.
El tercer testigo fue Juan Cocomel, gobernador del pueblo de Tecocitlan,304 comarcano a
304
Este gobernador y varios testigos que prestan declaración, se dicen naturales de Tecocitlan. Hubo en la provincia
de Colima dos pueblos llamados Tecocitlan, ambos encomendados al conquistador y fundador de Colima Jorge Carrillo: VP 36. Uno nombrado El Viejo, en Tepetitango, a
unas “cinco leguas de Colima” y “en vna halda de vna sierra”, y el otro, El Nuevo, que es registrado también bajo el
nombre de Teçitlan, “a dos leguas de la Villa”, más poblado, “en vn llano, çerca de vna sierra”: SV 687. Según informaba Lebrón, quien transcribe la cédula correspondiente
fechada el 13 de agosto de 1524 por Hernán Cortés, Teco-
Pomayagua. Repite las mismas circunstancias
que los anteriores testigos habían declarado,
agregando tan sólo, que además del trigo y del
maíz, siembran algodón y frísoles; que sabe que
entre ellos las mantas de algodón valen cuatro o
cinco pesos y la hanega de maíz medio peso.
Afirma que el sitio donde está el asiento del
pueblo es enfermo y malsano, y que sus tierras
no se labran por razón de los perjuicios que ocasionan los ganados. Declaró tener poco más o
menos cincuenta años.
Pedro Elías, indio mayordomo de Tecocitlan,
pueblo comarcano que estará a una legua de distancia de Pomayagua, fue el siguiente testigo para la información. Dijo haber estado muchas veces en el pueblo de Pomayagua y tiene noticia
de su tasación, que hoy en día “están agraviados
e no la pueden cumplir por causa que se han
muerto muchos de los naturales después que
fueron tasados, entre los cuales conosció algunos”; que recuerda a uno llamado Gonzalo, y a
otro que era cuñado suyo, y otros más, “que no
se acuerda de los nombres”. Piensa que podrán
dar de tributo al presente, serán tres mantas de
algodón y quince hanegas de maíz “y no otra
cosa alguna”. Las mantas entre los naturales
cuestan cuatro pesos y medio o cinco, la hanega
a cuatro tomines. Añade que es gente pobre, que
el tributo al que están obligados es mucho para
ellos, y que las granjerías que tienen, son de maíz y frísoles “e no de otra cosa”. Sabe también
que “entre tres indios casados hacen cada un año
una manta del tributo, lo cual es mucho como
tiene dicho para ellos”.
citlan El Nuevo se pobló con “algunos indios que se han
salido a vivir de Tecocitlan El Viejo a las partes donde ahora están”. Según el visitador tal explicación parece un engaño y “un engaño muy notorio”, y da la razón siguiente:
“muchas veces por malos tratamientos se salen ocho y diez
indios de un pueblo a vivir a otras partes y andando el
tiempo de otras muchas se vienen a poblar allí y se hace
pueblo formado y pretende el encomendero o poseedor por
diez indios y muchas veces por dos y tres indios que haya
que solían vivir en el pueblo que él tenía en encomienda
pretender que el tal pueblo sea suyo y le sirva”: Lebrón
(1979), 47; El Libro de las Tasaciones de pueblos de la
Nueva España (1952), 168-170.
127
José Miguel Romero de Solís
Fue llamado para atestiguar Juan Corso, indio natural de Tecocitlan. Dice haber estado
muchas veces en Pomayagua, por ser pueblo
comarcano al suyo, y que tiene noticias de los
tributos que deben pagar cada año, por cuya tasación “están muy agraviados e es mucho para
ellos”.
Caja A–4, exp. 5, 6 ff.
90. 1564. Abril, 8.
Proceso criminal contra Tomás Herades y Antonio Pérez, por haber herido con la espada a
Juan de Guriezo.
Don Juan de Avellaneda, juez de residencia en
esta Villa de Colima por Su Majestad, de oficio,
abre información porque Tomás Herades y Antonio Pérez hirieron de cuchilladas a Juan de
Guriezo, haciéndole sangrar abundantemente.305
Llamado a prestar declaración, Juan de Guriezo dijo que este confesante tomó un potro rucio sin yerro que estaba entre unas yeguas, diciendo que era de su suegro Alonso de Trejo;306
y que le dijeron que no lo tomase, pero este confesante les dijo que mejor era. Fue cuando To305
En ocasiones y donde así lo hacemos, se le llama en lugar de Guriezo, Juan de Buriezo: supra, regº 47 y 68.
306
Alonso Martín de Trejo, casado con Catalina Gómez, de
cuyo matrimonio nacieron varios hijos: infra, regº 176,
aparece registrado por vecino de Colima en el Padrón de
1532, y conquistador de México–Tenochtitlan y otras provincias, además de haber tenido la encomienda de Coatlan:
VP 6, pueblo que estaba a siete leguas de la Villa de Colima
y partía términos con Tlacoçintla, Ecatlan y Chiametla.
Cuando Coatlan fue visitado hacia 1548, ya estaba “en cabeça de Su Magestad” y contaba con 58 casados que debían tributar “cada mes dos mantas y no las cumplen porque
no tienen tierras, que dos leguas que alcançan es todo dre
sierras; hazen vna sementera de maíz de la qual por ser la
tierra ruin cogen poco. Dan cada día quatro cargas de yerua”: SV 177. Quiere ello decir que, a fines de la década de
los cuarenta, Trejo había fallecido o, por algún motivo, se
le había despojado de su encomienda y buscó mejor fortuna
fuera de la provincia de Colima. En esta segunda hipótesis,
quizá se avecindó en Zacatula: Icaza (1969), I, nº 469, o en
Guadalajara, como lo sugiere O’Gorman (1939), 20 remitiendo a Icaza (1969), II, nº 1168. Sea cual fuese la respuesta, su viuda aparece en nuestros registros años más tarde,
viviendo en la Villa de Colima con sus hijos y criados.
más Herades sacó una daga que traía. Y esto pasó ayer. Pero, hoy, “viniendo este confesante de
San Francisco, e llegando junto a las casas de
Diego Veedor, vecino desta Villa, salióle el dicho Tomás Herades, e se vino a este confesante,
la espada desnuda en la mano, e que este confesante se apeó de un caballo en que venía, y echó
mano a su espada, e se dio de cuchilladas ambos
a dos”. En esto, Antonio Pérez, criado de Gonzalo López de Herrera, “y en son de meter paz,
le empezó a dar de cuchilladas e que el dicho
Tomás Herades le echó a este confesante una
cuchillada en la cabeza de que le salió mucha
sangre de la cual herida”. Guriezo dijo tener más
de veinte años de edad y no firmó por no saber
escribir. El juez mandó al alguacil Antonio de
Carvajal que le quitase la espada.
A continuación, atestiguó Isabel Ximénez,
mujer de Diego Veedor. Dijo que ella estaba “en
su casa, después de las Avemarías, e oyó dar voces”. Asomóse “a la ventana de su casa que cae
hacia las casas de Juan Fernández El Viejo e vido echar mano a las espadas a tres hombres, e
que como los vido, vino corriendo a la otra ventana que cae hacia la plaza, a dar voces que viniesen a metellos en paz, e que oída, volvió; no
vido más de que vido al dicho Juan de Guriezo
venir herido en la cabeza e lleno de sangre e que
los demás no los conosció, porque fue de repente”, y “no tuvo término de conocellos”. No firmó por no sabe escribir y dijo tener más de 25
años de edad.
Pedro de Solórzano también declaró que estando en las casas de Cristóbal de Solórzano, en
la caballeriza, oyó voces después de las Avemarías, y salió a ver qué sucedía; “y que llegando a
las casas de Diego Veedor”, vio venir a Guriezo
con la espada sacada, y vio también a Antonio
Pérez con la espada desnuda y otro hombre que
se iba con la espada también desnuda “la calle
abajo hacia el río”. Guriezo venía herido en la
cabeza. “Oyó decir que el que iba huyendo era
Tomás Herades, lo cual oyó decir al dicho Guriezo e que este testigo oyó decir a Salvador
Muñoz que el dicho Juan decía que el dicho Antonio Pérez en lugar de meterle [en paz], había
herido porque la cuestión había sido con los di-
128
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
chos Tomás Herades e Antonio Pérez”. Dijo tener 23 años y firmó de su mano.
El siguiente testigo fue Cristóbal de Solórzano. Dijo que después de las Avemarías, estando
en su casa, oyó ruido de cuchilladas, “e salió a
ver lo que era, con su capa y espada, e que
cuando llegó, vido este testigo a Juan de Guriezo con su espada desnuda y herido con una herida en la cabeza, diciendo que le había herido
Tomás Herades; e junto a él a Antonio Pérez
con el espada desnuda”. Añade Cristóbal de Solórzano: “Juan de Guriezo decía que el dicho
Antonio Pérez, en lugar de meter paz, le tiraba
de cuchilladas”, por lo que Herades pudo herirlo. Dijo tener 25 años de edad, y firmó con su
mano.
Recibida la información, Juan de Avellaneda
mandó prender a Guriezo, Herades y Pérez.
Juan de Guriezo, por estar herido, pidió al
juez que le diera en fiado. Aceptó el juez, siendo
fiador Juan de Iniesta. Fueron testigos Juan de
Segovia y Alonso de Trejo.
El 20 de abril, Tomás Herades El Mozo escribía una petición: “digo que dicen en esta Villa
haber habido cierta pendencia con Juan de Buriezo, y porque yo estoy sin culpa y debo ser dado por libre, me presento ante V.m. y pido se me
tome la confesión”.
Así lo dispuso Juan de Avellaneda. El mismo
día, Herades atestiguó. Dijo que “habrá diez o
doce días” que Guriezo y él tuvieron “ciertas palabras” sobre un potro, y “quedaron enojados”.
Al día siguiente, “en la calle de Diego Veedor”,
después de las Avemarías y de anochecido, se
encontraron. Este confesante desnudó su espada
y fuése contra Buriezo, quien, apeándose del caballo en que venía, “echó mano a este testigo, y
se dieron de cuchilladas, e que el dicho Juan Buriezo salió herido en la cabeza”. Agrega que Antonio Pérez los puso en paz.
El 26 de abril se presentaron ante el juez de
residencia, Tomás Herades y Juan de Buriezo,
“e dijeron que ellos son amigos e como tales se
tratan”. Pedían a Avellaneda que mande sentenciar y determinar esta causa, “pues son amigos e
son pobres”. Fueron testigos de la petición Juan
de la Torre y Antonio de Carvajal.
Ese mismo día 26, don Juan de Avellaneda
dictó sentencia, condenando a Tomás Herades
en dos pesos de oro común, la mitad para la
Cámara de Su Majestad y la otra mitad para gastos de justicia; también “en las armas que delinquió”; y además, “le condeno en cuatro meses
de destierro voluntarios, los cuales mando que
salga a cumplir cuando por mí le fuere mandado”. Finalmente le condenaba a las costas de este proceso.
Después, el juez de residencia procedió contra Guriezo, y después de correr los autos correspondientes, dictó sentencia: le condenaba
“en la prisión que ha tenido por pena, e otrosí le
condenó en la espada en que delinquió” y en las
costas del proceso.
El 28 de abril, por voz del negro Juan, esclavo de Pedro de Arévalo, salió a pública almoneda la espada de Herades.
Caja A–4, exp. 6, 8 ff.
91. 1564. Enero, 3.
Melchor Pérez protesta por malos manejos en la
elección del Cabildo.
“Melchor Pérez,307 alcalde ordinario desta Villa
de Colima, según consta por la elección que el
Cabildo desta dicha Villa anteayer sábado, día
de Año Nuevo deste presente año, se hizo ante
Vuesa Merced, parezco en aquella vía e forma
que más a mi derecho convenga, y digo que
V.m. de hecho y contra todo derecho y leyes y
ordenanzas y mandamientos de Su Majestad y
de su Ilustrísimo señor Visorrey en su Real
Nombre, V.m. me quitó la vara de alcalde ordinario no permitiendo se me diese, teniendo tres
votos como tenía, porque de cinco regidores que
se juntaron a hacer la dicha elección, tuve los
tres como dicho tengo, y Diego de Velasco, persona a quien V.m. dio la vara, no tuvo más de
dos votos”.308
307
Ya proporcionamos noticias acerca de Melchor Pérez:
supra, regº 71.
308
Justo diez años antes a los hechos aquí denunciados por
Melchor Pérez, el visitador Lebrón informaba en su Relación sumaria (1554) que “no había facultad para elegir re-
129
José Miguel Romero de Solís
Agrega: para dar la vara de alcalde a Diego
de Velasco, anuló “V.m. el voto del dicho Juan
Preciado, diciendo no podérmelo dar por ser mi
yerno, lo cual niego no ser mi yerno el dicho
Juan Preciado, ni tener ningún parentesco conmigo, como a V.m. consta y a todos los vecinos
desta Villa, en lo cual me hizo notorio agravio y
sin justicia y afrenta a mi persona, por tener como tengo los tres votos y el dicho Diego de Velasco dos; por lo cual pido y suplico a V.m. y, si
necesario es, requiero con el acatamiento debido
una e dos e tres veces y más las que de derecho
me dan lugar, mande revocar y revoque y dar
por ninguno lo que toca a dar la vara al dicho
Diego de Velasco y luego, in continente, quitársela, y dármela y entregármela a mí, pues de derecho me viene por tener, como dicho tengo los
tres votos, y el dicho Diego de Velasco dos”.
Y añade: “Otrosí pido al presente escribano
me dé por testimonio el mismo día de Año Nuevo que se hizo la dicha elección, fuimos a las
casas y morada del dicho señor Alcalde Mayor
Pedro de Arávalo, e Bernardino Cola y Juan
Preciado e yo, el dicho Melchor Pérez, los cuales dicho Pedro de Arévalo e Bernardino Cola e
Juan Preciado, como personas que fueron en
darme los dichos votos, a pedir y requerir por un
requerimiento firmado de sus nombres, me diese
la vara de alcalde ordinario, pues había yo tenido tres votos y el dicho Diego de Velasco dos, y
consigo llevaron al presente escribano e yo, el
dicho Melchor Pérez, con otro requerimiento pidiendo me diese la dicha vara, y el dicho señor
Alcalde Mayor no quiso que se leyesen ni los
quiso oir, diciendo ser día feriado; que pidiesen
el lunes lo que quisiesen que él haría justicia y
estaba presto de la hacer y que por ser día feriado no los quería oir, que para eso estaba allí.
Otrosí pido a vos, el dicho escribano, me déis
por testimonio como el mismo día de Año Nuevo, estando en la dicha elección, con todos los
gidores, ni alcaldes, ni alguaciles, mas de tenerlo por costumbre; y en esto había tan mala orden en la elección de los
oficios que el que más podía, elegía a quien quería, eligiéndose unos a otros de un año a otro, por manera que
nunca salían los oficios de ciertos particulares”: Lebrón
(1979), 74.
regidores en el Cabildo juntos, recibió una petición presentada por Pedro de Vivanco e Andrés
de Segura, e la oyó y proveyó lo pedido en la dicha petición”.
El 5 de enero, el alcalde mayor Diego Núñez
de Guzmán habiendo visto esta petición y requerimiento, respondió: él no hizo agravio alguno a
Melchor Pérez “porque si a Diego de Velasco,
vecino desta Villa, se le dio la vara de alcalde
ordinario de Su Majestad, fue porque salió elegido e nombrado por el dicho Cabildo”.
“Como parecerá por el dicho libro”,309 agrega
el auto del alcalde mayor, “Diego de Velasco e
otras personas que fueron elegidas en el dicho
Cabildo, salieron con iguales votos; e que el dicho señor alcalde mayor, según a la facultad que
tiene del Ilustrísimo señor Visorrey desta Nueva
España, viendo la igualla que había de los votos,
aceptó al dicho Diego de Velasco e Luis de Grijalba, atento a tener votos igualmente con el dicho Melchor Pérez; que decir el dicho Melchor
Pérez tener tres votos, lo niego, porque no los
tuvo por estar excluído el voto de Juan Preciado,
por ser su yerno”.
Notificado por el escribano Diego Veedor,
Melchor Pérez se inconformó del auto del alcalde mayor; “e respondió que bien notorio es en
esta Villa los agravios que he recibido del dicho
señor alcalde mayor, los cuales aquí no replicará
porque lo ha de pedir en su tiempo e lugar, y en
especial le hizo este de quitarlle contra derecho
la vara de alcalde ordinario en esta Villa, teniendo de cinco votos que había en Cabildo los
tres”. Melchor Pérez agrega que los tres regidores que le dieron sus votos, requirieron al alcalde mayor inutilmente. Que si no insistieron en
su momento, fue “porque no se alborotase esta
Villa”.
Caja A–4, exp. 7, 3 ff.
92. 1564. Julio, 16.
Bernaldino Cola reclama de Juan de Aztiguieta,
mercader difunto, cantidad de pesos.
309
Quizá alude al correspondiente libro de actas del Cabildo, hoy perdido.
130
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
Ante el teniente de alcalde mayor de la Villa de
Colima, Pedro de Vivanco,310 fue presentada la
siguiente petición:
“Bernaldino Cola, vecino desta Villa, parezco ante V.m. e digo que habrá cuatro meses poco más o menos que yo dí y presté a Juanes de
Aztiagueta311 cien pesos en reales para enviallos
a la Ciudad de México a Alonso de la Puerta, su
compañero.312 E asimesmo le presté otros veinte
pesos de oro en reales que me pidió Diego Pinzón en nombre del dicho Juanes, que él me [pidió] para aviar una recua que enviaba el dicho
Juanes cargada de cacao a la dicha Ciudad de
México al dicho Alonso de la Puerta, la cual llevó Juan Domínguez; e asimesmo dos cargas de
cacao que yo le dí prestadas e asimesmo las dí y
entregué al dicho Juan de Aztiagueta. Y para
averiguación y declaración de lo susodicho, lo
declara en un testamento que dejó fecho, a donde me remito. E, si necesario fuere dar información de lo que así pido, ante V.m. yo estoy presto y aparejado de lo dar”. Pide mandamiento
ejecutorio para que de los bienes que dejó el dicho Juan de Aztiagueta, se le pague lo adeudado.
Notificado Diego Núñez de Guzmán, defensor de los bienes de Juan de Aztiguieta, contestó
que la reclamación hecha por Bernaldino Cola
no procede porque, como él mismo afirma, fueron pesos que prestó a Alonso de la Puerta,
quien es el verdadero deudor y no el difunto Aztiguieta; lo mismo habrá que decir de los 20 pesos enviados a Diego Pinzón, quien fue el que
los pidió. Por tanto, “V.m. debe mandar dar por
libres a los dichos bienes”. Por último, de aquello que Bernaldino Cola dice haber dado y entregado a Aztiguieta, “no tiene cédula ninguna,
ni jura serle debidos”.
310
Sabemos que por el resumen de la causa que hará don
Pedro Dávila Quiñones el 16 de agosto siguiente, cuando
da mandamiento ejecutorio al alguacil Juan Merino.
311
A lo largo del proceso se le llama indistintamente Juan o
Juanes Aztiguieta o Aztiagueta.
312
Aztiguieta y Alonso de la Puerta tenían suscrita carta de
compañía: infra, regº 97-99; además lo que ya comentamos: supra, regº 22.
El alcalde mayor Pedro Dávila Quiñones dio
entrada a la causa, ordenando que ambas partes
probaran sus dichos.
El 21 de julio, Bernaldino Cola presentó por
testigos a Diego Pinzón, Antonio de Carvajal, al
escribano de la Villa Miguel Rodríguez y a Inés
Álvarez, mujer de Luis de Grijalba, vecinos todos de la Villa de Colima.
Entre otras cosas, Inés Álvarez declaró que
Juan de Aztiguieta envió a un mulato llamado
Juan de Vargas para recoger una carga de cacao
que Bernaldino Cola le prestó; dice también que
después de esto, fue a casa de Bernaldino Cola y
los halló contando cacao, “e esta testigo les ayudó a contar el dicho cacao”, que fueron dos cargas; luego, vio al mulato que recogía las dos
cargas a nombre de Aztiguieta. “E esta testigo
retiene por cierto que el dicho Juan de Aztiguieta nunca le pagaba al dicho Cola el dicho cacao
ni dineros”. La testigo declaró tener “más de
cuarenta años e que esta testigo es suegra del dicho Cola”.
El escribano Miguel Rodríguez dijo que
conocía a Aztiguieta y a Bernaldino Cola de
cinco años a esta parte. Agrega que el 9 de julio
pasado fue este testigo a casa de Juan de la
Torre, donde estaba enfermo Juan de Aztiguieta,
quien le dijo a este testigo “que quería hacer e
otorgar su testamento”, encargándole que así lo
dispusiera. Dice el escribano que en dicho
testamento, Aztiguieta reconoce en una cláusula
que debía a Cola 120 pesos, quien se los había
prestado en reales de plata, y mandaba que se
los pagaran de sus bienes, y asimismo le debía
dos cargas de cacao de buen cacao que le había
prestado.
El 8 de agosto, el alcalde mayor dictó sentencia: “Fallo que el dicho Bernaldino Cola probó bien”, y por tanto, “debo de condenar y condeno a que de los dichos bienes del dicho Juan
de Aztiguieta se le den e paguen al dicho Bernaldino Cola los dichos ciento e veinte pesos del
dicho oro común e las dos cargas de cacao bueno de dar e tomar”. Testigos que estuvieron presentes Pedro de Vivanco, Pedro de Bobadilla y
Diego Velasco, vecinos de la Villa.
131
José Miguel Romero de Solís
El 16 de agosto, después de resumir los diversos pasados que la causa había tenido, el alcalde mayor Pedro Dávila Quiñones dio mandamiento al alguacil mayor de la Villa para que
requiriese a Diego Núñez de Guzmán a “que
luego dé e pague” a Bernaldino Cola los dichos
120 pesos de oro común y las dos cargas de cacao; “e si luego no las diere e pagare, con más
cinco pesos e medio de las costas del proceso de
escribano e juez, le fazed ejecución por todo ello
en los dichos bienes”.
El 22 de agosto, Juan Merino, alguacil mayor
de la Villa hizo ejecución en los dichos bienes
del difunto Aztiguieta, inventariándose los
mismos ante Alonso Ruiz y Baltasar de Alcalá,
vecinos de la Villa.
El 24 de agosto, el negro Melchor, esclavo de
Pedro de las Casas, dio el primer pregón de almoneda pública.
En 18 de septiembre, Bernaldino Cola otorgó
poder a favor de Álvaro de Grijalba “para que
pueda seguir y feneser ejecución y pleito en el
estado en que está y recebir los pesos de oro y
dar cartas de pago dello y lo seguir y feneser en
todas instancias”. Pasó ante el escribano Miguel
Rodríguez, siendo testigos don Alonso de
Carvajal, Andrés de Segura y Baltasar de
Alcalá.
Días antes, el 11 de septiembre, nuevo defensor de los bienes de Juan de Aztiguieta, Diego
de Aguilar se oponía a la ejecución. El alcalde
mayor, sin embargo, ratificó su mandamiento
ejecutorio y mandaba avivar la voz de trance y
remate, con fecha de 23 de septiembre. Álvaro
de Grijalba, por su parte, nombraba por fiador a
Luis de Grijalba, alcalde ordinario de la Villa.
En la plaza pública de la Villa se gritaron los
pregones no apareciendo ponedor alguno. Por
ello, Álvaro de Grijalba pidió que por cuanto “él
tiene dada la fianza de la ley de Toledo”, el alcalde mayor mandase “se le dé una escritura de
las ejecutadas en esta causa”. Luego, el alcalde
mayor mandó hacer tasación de las costas, que
fueron las siguientes: “del principal, ciento y
veinte y cinco pesos y medio del oro común;
más dos cargas de buen cacao; las costas montan
3 pesos y medio. Las costas del alguacil a razón
de cinco pesos. Primer ciento, cinco pesos, y los
demás a razón de a dos pesos y medio, que monta seis pesos y siete tomines”. Así lo mandó notificar el alcalde mayor al depositario de los bienes del difunto Aztiguieta, para que diere “una
escritura que vale la dicha cuantía al dicho Bernaldino Cola”.
Caja A–4, exp. 8, 16 ff.
93. 1564. Julio, 24.
Juan de la Torre reclama de los bienes de Juan
de Aztiguieta, difunto, cantidad de pesos.
“Juan de la Torre,313 vecino desta Villa, parezco
ante V.m. e digo que yo, por ruego de Juanes de
Aztigueta,314 mercader difunto, eché sobre mi
huerta de cacao dozientos pesos de oro de tipuzque a censo, los cuales él rescibió de Diego
Veedor, vecino desta Villa; e no obstante que yo
me obligué al dicho censo, no rescibí cosa dellos”. Todo ello consta tanto por la cédula firmada por su nombre como por lo que dejó declarado en su testamento. Pide que de los bienes
de Juan de Aztiguieta “se quiten e me den por
libre e quito dello, pagando el censo que hubiese
corrido”.
Juan de la Torre hizo presentación de la cédula que le firmara el mercader y fechada el 7 de
enero de ese mismo año, cuyo tenor es el siguiente: “Digo yo Juan de Azteguieta, que por
cuanto Juan de la Torre, vecino desta Villa de
Colima, tomó a censo sobre su Güerta de Diego
Veedor, tutor de los menores de Maestre Jáco-
313
Entre Juan de la Torre (supra, regº 41) y Aztiguieta,
además de intereses comerciales, hubo sin duda amistad.
En el regº 92, el escribano de la Villa Miguel Rodríguez
menciona cómo el mercader, sintiéndose enfermo, se acogió al cuidado de Juan de la Torre, quien lo tuvo hospedado
en su casa. Lo mismo se atestigua en el presente regº.
314
De diversos modos es nombrado el mercader difunto:
Juanes, a secas, que bien podría ser el apelativo familiar;
Aztiguieta, Azteguieta y Aztiagueta, como lo designa el escribano Miguel Rodríguez en su declaración que se verá
más adelante.
132
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
me, difunto,315 dozientos pesos de oro común,
los cuales por me hazer buena obra los tomó para mí e los cuales dichos dozientos pesos por ésta digo de vos pagar los dichos dozientos pesos
con más el censo que corre e que corrieren hasta
que los quite, y me obligo de lo quitar dentro de
seis meses primeros siguientes y obligo mi persona y bienes, y doy poder cumplido a todas las
justicias de Su Majestad para que así me lo hagan cumplir. Y lo firmé de mi nombre. Fecho en
Colima,316 a siete de enero de mil e quinientos y
sesenta y cuatro años [1564]. Testigos: Domingo López y Tomás Herades, vecino y estante en
esta Villa de Colima. Jhoan de Azteguieta”.
Notificado Diego Núñez de Guzmán, defensor de los bienes de Aztiguieta, respondiendo al
escrito de Juan de la Torre donde pide mandamiento ejecutorio contra dichos bienes, dice que
ante todo Juan de la Torre debe comprobar que
la firma que aparece en la cédula simple, es la
del difunto; agrega que debe presentar también
la escritura del censo.
Contestó de la Torre diciendo que el alcalde
debe mandar hacer ejecución en los bienes del
difunto, porque dejó declarado en su testamento
que le adeudaba los doscientos pesos del censo.
El alcalde mayor Pedro de Ávila Quiñones317
pronunció sentencia de prueba el 31 de julio. El
mismo día, Juan de la Torre presentó por testigos a Juan de Iniesta y al escribano de Su Majestad Miguel Rodríguez, vecinos de esta Villa,
a quienes se mostró la cédula “y la firma donde
dize Juan de Azteguieta”. Juan de Iniesta dijo
que “le parece e cree e tiene por cierto” que la
firma “es fecha por la propia mano del dicho
Juan de Azteguieta, porque este testigo la vido
escrebir y firmar muchas y diversas veces y tiene otras muchas firmas”. Declaro tener 30 años
de edad y que no le tocaba ninguna de las generales. Firmó de su mano.
El 4 de agosto, Juan de la Torre presentú
nuevos testigos: Pedro de Bobadilla, Pedro Ruiz,
Juan de Arana, vecinos de la Villa, a quienes fue
mostrada igualmente cédula y firma.
Juan de Arana dijo tener en su poder muchas
firmas de Aztiguieta, y que cédula y firma que le
son mostradas parecen ser hechas de su propia
mano. Declaró 40 años de edad. Bobadilla, por
su parte, dijo también que firma y letra de la
cédula “que es fecha por la propia mano” del
difunto, ya que este testigo “le vido escrebir e
firmar munchas e diversas veces”. Edad: “más
de treinta y dos años”. Pedro Ruiz, de más de 25
años de edad, dijo que reconocía firma y cédula
como hechas por Aztiguieta. Por último,
atestiguó el escribano Miguel Rodríguez, y dijo:
“lo que este testigo sabe que un día antes que el
dicho Juan de Aztiagueta muriese, este testigo
fue a casa del dicho Juan de la Torre donde el
dicho Juan de Aztiagueta estaba enfermo, para
hacer su testamento; y el dicho Juanes lo hizo
ante este testigo como escribano de Su Majestad
hasta la revocación del dicho testamento, y que
entre otras cláusulas que en el dicho testamento
otorgó el dicho Juan de Aztiagueta declaró ante
este testigo que debía al dicho Juan de la Torre
dozientos pesos de oro común para el efecto y
razón como la cédula lo dice, y que se los debía
por una cédula firmada de su nombre; y que
mandaba y mandó que le fuesen pagados de sus
bienes con más el censo corrido hasta el día que
se les pagasen. Y que este testigo tiene la letra y
firma de la dicha cédula presentada en esta
causa, fecha de la propia mano del dicho Juan de
Aztiagueta, porque este testigo le vido escrebir e
firmar escrituras que ante este testigo otorgó”.318
El testigo declaró que tenía más de 25 años.
El 7 de agosto, Juan de la Torre decía que
“los testigos que se hallaron presentes al tiempo
que el dicho Juanes hizo la dicha cédula, al pre318
315
Maestre o Maese Jácome: se trata de Andrés Jácome de
Mónaco (Demonago), genovés, padre de Andrés Jácome,
mudo, y de Antón Domíngurez, mulato: infra, regº 184.
316
Nótese la forma como se data la cédula, diciendo simplemente “Colima”.
317
Generalmente aparece nombrado Dávila Quiñones.
Tanto el escribano como otros testigos reconocieron la
firma del mercader arriero con facilidad, alegando que le
vieron en vida “escrebir y firmar muchas y diversas veces y
tiene otras muchas firmas”, como dijera Juan de Iniesta.
Tales testimonios indican con claridad la intensa actividad
mercantil de Aztiguieta y, por tanto, de Alonso de la Puerta, en la Villa y Provincia de Colima.
133
José Miguel Romero de Solís
sente no están en esta Villa para tomarles sus dichos; e pues el dicho difunto lo dejó declarado
en su testamento ante el escribano de la causa, e
tengo comprobada la firma e letra de la dicha
cédula”, renunciaba al término de la prueba. Lo
mismo hizo Núñez de Guzmán, defensor de los
bienes de Aztiguieta al día siguiente.
El alcalde mayor dictó sentencia el 9 de
agosto. “Fallo que el dicho Juan de la Torre probó bien”; en consecuencia, mandaba que se le
pagaran los doscientos pesos más el censo corrido conforme a la cédula; también las costas del
proceso se cargaban a los bienes del difunto.
Testigos de la sentencia fueron Melchor Pérez, Baltasar de Alcalá, Diego de Velasco y Pedro de Vivanco.
Caja A–4, exp. 9, 11 ff.
94. 1578. Agosto, 25.
Polonia de Gamboa reclama de Juan de Iniesta
cantidad de pesos.
Antonio Carrillo de Guzmán, vecino de Colima,
en nombre de Polonia de Gamboa, de quien tiene poder general “para pleitos y causas de que
yo el presente escribano doy fe”,319 en presencia
del alcalde mayor Fernando Dávalos y de los
testigos Diego de Monroy, de Baltasar de Ávila
Quiñones320 y Juan de la Rosa, vecinos y estantes, dijo que “lo sustituía y sustituyó el dicho
poder para todas todas las cosas e casos en el
contenidos y para cada y una dellas en Hernando
319
Expresión también recogida por Boyd–Bowman (1971),
400. En adelante, la sustituimos por “fe”.
320
Aunque hubo varios homónimos en la Nueva España:
Porras Muñoz (1982), 275-276 y 332, Baltasar de Ávila o
Dávila debía ser hermano de Pedro Dávila Quiñones, encomendero de Taimeo, y quien había sido a mediados de la
década de los sesenta alcalde mayor de Colima; ambos fueron hijos de don Gaspar de los mismos apellidos, “uno de
los primeros conquistadores de esta Nueva España”: Icaza
(1969), I, nº 56; Paredes Martínez (1994), n° 65 y 167. Baltasar Dávila Quiñones fue más tarde alcalde mayor de Motines y, estando en el cargo (1580), se escribió una interesantísima Relación de aquella provincia: cf. Acuña (1987),
121-180.
de Gamboa, vecino desta dicha Villa”. Pasó ante
el escribano Alonso de Huete.
Luego, Hernando de Gamboa en nombre de
la susodicha y por virtud del poder que de ella
tenía, “hizo presentación de una carta e provisión real ejecutoria emanada de Su Majestad y
de su Real Audiencia del Crimen que reside en
la Ciudad de México, y sellada con su real sello
e refrendada de Nicolás del Coto, secretario de
la dicha Real Audiencia, contra Juan de Iniesta,
para que dé y pague a la dicha Polonia de Gamboa ciertos pesos de oro de principal y costas,
según en la dicha carta ejecutoria se contiene”.
“Luego, el dicho señor alcalde mayor tomó la
dicha provisión real de Su Majestad carta ejecutoria de suso declarada en sus manos y la besó y
puso sobre su cabeza, y dijo que la obedecía e
obedeció con el debido acatamiento como a carta de su Rey y Señor natural, a quien Dios Nuestro Señor deje vivir e reinar por muchos e largos
tiempos con crecimientos de más reinos e servicios; y en cuanto al cumplimiento, dijo que
mandaba e mandó que yo, el presente escribano,
a quien daba e dio poder e facultad para lo hacer, vayaa cualesquier partes desta provincia y
jurisdicción, y lea y notifique al dicho Juan de
Iniesta la dicha Real Provisión carta ejecutoria, e
le aperciba que, dentro de seis días primeros siguientes después de la notificación, dé y pague a
la dicha Polonia de Gamboa los pesos de oro de
principal y costas contenidos en la dicha Real
Ejecutoria, con apercibimiento que, pasado el
dicho término, se ejecutará por ello. Testigos los
dichos e firmólo de su nombre. Fernando Dávalos. Ante mí: Alonso de Huete, escribano nombrado”.
“En el Valle de Caxitlan, en una heredad que
dicen ser de Juan de Iniesta, jurisdicción de la
Villa de Colima”, con fecha de 28 de agosto, el
escribano Huete notificó y leyó provisión y auto
del alcalde mayor a Juan de Iniesta.
El 4 de septiembre, Hernando de Gamboa
decía que “el término de los seis días que fueron
dados” a Iniesta para pagar la cantidad de pesos
indicados en la provisión de principal y costas,
“es pasado y no ha dado ni pagado”. Pide se haga ejecución en la persona y bienes de Iniesta.
134
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
El alcalde mayor así lo dispuso dando su mandamiento al alguacil mayor de la Villa para hacer ejecución “por contra de doscientos pesos de
oro común y más diez y seis mil y quinientos y
setenta y nueve maravedíes”, que es el monto
que adeuda Iniesta a Polonia de Gamboa, según
la provisión.321
La parte de Polonia de Gamboa nombró por
bienes de Iniesta “en que se haga la dicha ejecución, unas casas que el susodicho tiene en esta
Villa, que alindan con casas de Trejo,322 y en una
huerta de cacao que tiene en el Valle de Caxitlan, y en una estancia que tiene en esta jurisdicción,323 en los cuales pedía se hiciese la dicha
ejecución, y en los que más pareciesen ser suyos, y en su persona. Y yo, Alonso de Huete, al-
321
Este auto del alcalde mayor aparece fechado simplemente “en Colima”.
322
No podemos saber exactamente quién era el propietario
de las casas colindantes con las de Juan de Iniesta porque,
según la ejecución de bienes que se hizo en su contra, tan
sólo se dice que era sobre “unas casas que el susodicho tiene en esta Villa, que alindan con casas de Trejo”. Tal vez
fueran las casas que, en vida, habitara Alonso Martín de
Trejo: supra, regº 90. Pero quizá con probabilidad eran las
del poeta Pedro de Trejo, quien tres años antes (en 1575)
tuvo que salir de la Nueva España a cumplir una sentencia
impuesta por la Inquisición. Trejo era natural del Plascencia, hijo del capitán Diego de Trejo e Isabel de Contreras.
Al arribar a la Nueva España, se incorporó a las fuerzas del
virrey Mendoza para la pacificación de la Nueva Galicia y
casó luego con una hija del licenciado de la Torre, viuda de
Francisco Barrón, conquistador neogallego: Icaza (1969),
II, nº 543. De tratarse de este personaje, el poeta Trejo era,
pues, cuñado de Melchor Pérez: supra, regº 91. Sin embargo, existe otra versión: Pedro de Trejo, hijo de Álvaro Martínez de Velasco y de Beatriz de Trejo, también plascenciano, habría nacido en 1534. Entre 1556 y 1560, habría
llegado a Nueva España, estableciéndose en algún lugar de
la Nueva Galicia. En 1561 casó en Guayangareo con Isabel
Álvarez Corona, hija del conquistador y vecino de Colima
Martín Monje: Sevilla del Río (1974), 22-24; y, sobre todo,
López Mena (1981) quien aporta datos biográficos interesantes sobre el personaje, nos introduce en su poesía y edita
su Cancionero.
323
El 27 de febrero de 1577, año y medio antes de este
pleito, el virrey de la Nueva España don Martín Enríquez
había hecho merced a Juan de Iniesta “de dos caballerías de
tierra en términos del pueblo de Tecoman, junto al cacaguatal de Alonso Miguel en unas higueras grandes”: Reyes
G. (1981), 52-53 (subrayado nuestro).
guacil mayor desta Villa y Provincia,324 de pedimento de la susodicha y a su riesgo, hago la
dicha ejecución”. Testigos: Diego de Monroy,
Juan Gutiérrez y Antonio Carrillo, vecinos y estantes.
Al día siguiente, “en el Valle de Caxitlan en
una heredad de cacao que dicen ser de Juan de
Iniesta, estando en una casa junto a ella”, Alonso de Huete “alguacil mayor desta Provincia,
como tal alguacil mayor y escribano nombrado
por el Ilustre señor Fernando Dávalos”, dice que
fue a las casas “a buscar al dicho Juan de Iniesta, donde fui informado que vivía e moraba para
cumplir el dicho mandamiento, y en ellas hallé a
su mujer del dicho Juan de Iniesta, al cual busqué y no le pude hallar”; y agrega: “la dicha su
mujer dijo que era ido a la estancia, y ansí no lo
pude hallar de lo que doy fe”.
El 11 de septiembre se pidió proceder a la
venta de los bienes ejecutados. El alcalde así lo
dispuso, ordenando “los haga pregonar”.
Pedro de Herrera, negro, dio los primeros
pregones el 13 de septiembre, siendo testigos los
hermanos Antonio y Alonso Carrillo, vecinos de
la Villa. El mulato Bartolomé dio el segundo
pregón ante los vecinos Álvaro de Grijalba y
Mateo de Berlanga. El 2 de octubre, se gritó el
tercer pregón por voz del mismo mulato Bartolomé, siendo testigos Mateo Berlanga y Luis
Durán, vecino y estante en la Villa.
El 4 de noviembre, Apolonia de Gamboa325 decía haber recibido de Juan de Iniesta y
de Alonso Lorenzo, en su nombre, el pago del
adeudo. “Ansí no tengo para qué seguir el dicho
pleito”.
Caja A–4, exp. 10, 6 ff.
95. 1564. Julio, 20.
324
Obsérvese cómo el propio escribano funge además de
alguacil mayor, lo que constará con claridad más adelante
por las propias palabras de Alonso de Huete.
325
En este escrito presentado el 4 de noviembre la demandante —viuda de Juan de la Torre— se nombra “Apolonia”;
sin embargo, a lo largo del expediente, como en otros conservados de nuestro Archivo, es llamada “Polonia”.
135
José Miguel Romero de Solís
Edicto del alcalde mayor Pedro Dávila de Quiñones.
“Sepan todos los vecinos y moradores, estantes
y habitantes en esta Villa de Colima y su Provincia, parientes y amigos de Antón, negro,326
Diego de Mendoza y Hernando Cerón. Notifíquenles y háganles saber como el muy magnífico señor Pedro Dávila Quiñones, alcalde mayor
desta dicha Villa por su Majestad y su Provincia
les hace un proceso criminal sobre que los susodichos, dándose favor los unos a los otros, mataron a Luis Martínez, difunto, y fueron llamados
por primera carta de edicto para que, dentro de
nueve días, se presentasen en la cárcel real desta
Villa a decir y alegar de su justicia en la dicha
causa, los cuales parecen no se presentaron y les
fue acusada la rebeldía por Antonio de Carvajal,
fiscal desta causa; y agora, por segunda carta de
edicto, se citan y emplazan a que dentro de nueve días primeros siguientes, en la dicha real cárcel desta Villa”.
Y agrega: “si se presentaren, serán oidos y su
justicia guardada; en otra manera, el dicho término pasado que se le da por perentorio y no se
presentando en la dicha cárcel, el dicho señor
alcalde mayor procederá contra ellos conforme a
derecho y en la causa hará justicia sin les más
citar ni emplazar que por la presente les cita y
emplaza para todos los autos y méritos de la
causa hasta la sentencia definitiva”.
Concluye el edicto, diciendo: “y para que
venga a su noticia y no pretendan ignorancia,
mandó sea pregonado públicamente y fijado en
las puertas de su audiencia”.327
Caja A–4, exp. 11, f. 1 vta.
96. 1564. Julio, 17.
Martín Gómez contra los bienes de Juan de Aztiguieta, difunto, por cantidad de pesos.
326
“Antón, negro” está entre líneas. Para mayores datos en
torno a este homicidio: infra, regº 124.
327
En la datación se dice: “Fecho en Colima”. Este edicto,
que está escrito al reverso de la primera foja del expediente, fue anulado, por cuanto viene tachado y una nota al pie
reza: “no vale nada”.
Ante Pedro de Vivanco, teniente de alcalde mayor en esta Villa de Colima y su Provincia,
compareció Martín Gómez Vizcaíno y, haciendo
presentación de una obligación firmada por Juan
de Aztiguieta, mercader difunto, reclamó el pago de 103 pesos y 3 tomines que le quedó debiendo.
En la escritura de obligación, otorgada en la
Villa de Colima el 12 de octubre de 1563, ante
el escribano Juan de la Torre y siendo testigos
de ella Juan Núñez y Juan Fernández, vecinos
de Colima, se dice que Juan de Aztiguieta,
“mercader e estante en esta Villa de Colima desta Nueva España, otorgo e conozco que debo e
me obligo de dar e pagar a vos, Martín Gómez e
a quien en vuestro poder hubiere ésta que por
vos mostrare, ciento e tres pesos e tres tomines
de oro de tepuzque que de a ocho reales de plata
cada un peso, los cuales son por razón que pagastes por mí a Juan Fernández Ladrillero, a
quien yo los debía”.
El teniente de alcalde mayor dio el mismo
día mandamiento a Antonio Pérez, “alguacil de
mi juzgado desta Villa de Colima” para que requiriese a Juan Núñez de Guzmán, defensor de
los bienes de Aztiguieta, “a que luego dé y pague de contado a Martín Gómez Vizcaíno, residente en esta Villa, ciento y tres pesos y tres tomines de oro común, que paresce le debe el dicho Juanes de Aztiagueta, difunto, por una escriptura pública de plazo pasado”.
Como los bienes estaban inventariados, el alguacil ejecutó el mandamiento en ellos y los depositó en Juan de la Torre, vecino de esta Villa,
quien se constituyó en depositario real de ellos
según el dicho inventario.
El 18 de julio se gritó el primer pregón por
voz de Melchor, negro esclavo de Alonso de las
Casas. Fueron testigos Juan de Arana, Pedro
Ruiz y Gonzalo de Lasarte. El día 21, el mismo
esclavo gritó el segundo pregón siendo testigos
Francisco Corralero y Pedro Ruiz. El 24 corrió
el último pregón de la ejecución en los bienes de
Aztiguieta, “e no hubo persona que los pusiese
en precio”. Testigos: Juan de Arana y Pero Ruiz,
vecinos de Colima.
136
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
El 17 de julio, Martín Gómez, “residente en
esta Villa de Colima”, otorgó poder a favor de
Juan de la Torre y de Pero Ruiz, vecinos de la
Villa, ante el escribano Miguel Rodríguez y
siendo testigos el teniente de alcalde Pedro de
Vivanco, Diego Núñez de Guzmán, Antonio Pérez y Antonio de Carvajal, vecinos de esta Villa.
El poder también era para que “podáis hacer e
otorgar mi testamento e última voluntad” del
remanente que quedare de todos sus bienes.
“Dejo e nombro e señalo por mi legítimo e universal heredero a Hernán Gómez, mi padre, vecino de San Cebrián, de la provincia de Vizcaya,
el cual quiero que los haya y herede todos juntamente”.
El último día de julio, el defensor de los bienes de Aztiguieta, Juan Núñez de Guzmán, pedía al teniente de alcalde mayor que no diera
mandamiento de trance y remate como lo pedía
Juan de la Torre a nombre del demandante, porque “sería la pérdida dellos mucha por no haber
curador dellos”. Agrega que hay otros bienes del
difunto, tanto en su poder como en el de Martín
Gómez, “así por escrituras públicas como por
cuentas de libros”.
El alcalde mayor Pedro Dávila Quiñones, a
12 de agosto, mandó avivar la voz de trance y
remate.
El 17 de agosto, en escrito presentado ante el
alcalde mayor, Martín Gómez alude a haber hecho ejecución en los bienes del difunto Juan de
Aztiguieta más de 850 pesos. Al parecer alguien
más alega para cobrar de los dichos bienes, a lo
que argumenta “yo soy primero en tiempo e mejor derecho que otra persona e tengo de ser pagado de lo que así se me debe ante que otra persona”.
Caja A–4, exp. 11, 11 ff.
97. 1562. Abril, 3.
Mercaderías compradas por Domingo López a
Alonso de la Puerta, vecino de México.
En la Ciudad de México y ante el escribano Juan
Román, el vecino de la Villa de Colima Domingo López “estante al presente en esta insigne e
muy leal Ciudad de México desta Nueva España”, otorga escritura de obligación de pago a favor de Alonso de la Puerta, mercader vecino de
México, por 993 pesos, 6 tomines y 9 granos de
oro que corre, “por razón de las mercaderías e a
los precios siguientes”.
Sigue su relación pormenorizada.
“Primeramente trece varas e una cuarta de
filderretor,328 a cuatro pesos e cuatro tomines la
vara; iten, diez y seis varas de paño Zaragoza a
cuatro pesos e cuatro tomines la vara; iten, diez
y seis pares de zapatos de vaqueta en ocho pesos
[el par]; iten, siete varas e dos tercias de telilla
colorada a dos pesos e cuatro tomines la vara;
iten, otras dos varas e media de telilla a dos pesos cuatro tomines la vara; iten, ocho varas de
telilla con oro a cinco pesos vara; iten, cinco varas de tafetán pardo a quince tomines la vara;
iten, ocho varas de tafetán negro a quince tomines la vara; iten, seis pares de borceguíes a dos
pesos e cuatro tomines el par; iten, cuatro pares
de botas de vaqueta a dos pesos e cuatro tomines
el par; iten, cuatro varas e media de telilla amarilla a dos pesos e cuatro tomines la vara; iten,
seis pares de guantes a siete tomines; iten, tres
libras de hilo a doce tomines la libra; iten, cuarenta e una varas de holanda a dos pesos la vara;
iten, cuatro varas de parises a peso la vara; iten,
cuarenta e cinco varas e media de presilla a cuatro tomines e seis granos de oro la vara; iten,
veinte varas de ruán de cofre a un peso e un tomín la vara; iten, ciento e diez varas e media de
ruán de pardo a cinco tomines e tres grano vara;
iten, ciento e treinta e nueve varas de anjeo a
tres tomines e seis granos vara; iten, dos piezas
de fuete... en diez e siete pesos; iten, dos onzas
de oro de Florencia en ocho pesos; iten, cuatro
varas e cuarta de paño azul a siete pesos la vara;
iten, dos varas e tercia de paño amarillo a seis
pesos la vara; iten dos varas e media de terciopelo naranjado a nueve pesos la vara; iten, una
vara de raso blanco en cinco pesos y medio;
iten, dos libras de toda especia en quince pesos”.
328
Aunque parece leerse “pelderrata”. Filderretor: tela de
lana negra. Ninguna de estas locuciones queda registrada
en el Léxico hispanoamericano de Boyd–Bowman (1971).
137
José Miguel Romero de Solís
“Iten, diez varas de paño blanco en cincuenta
pesos; iten, diez varas de paño presado en cincuenta e cinco pesos; iten cinco varas de tafetán
pardo a quince tomines la vara; iten, ocho varas
de tafetán blanco a quince tomines la vara; iten,
catorce varas de telilla morada a dos pesos e
cuatro tomines la vara; iten, media arroba de cera labrada a seis tomines la vara, digo la libra;
iten, dos varas de tafetán morado en cinco pesos; iten, vara y media de perpiñán en ocho pesos e dos tomines; iten, dos varas de fustán en
un peso; iten, tres varas de veinte e cuatrén a
diez pesos vara; iten, ocho varas de tafetán pardo en quince pesos; iten, dos varas e media de
terciopelo encarnado a once pesos la vara; iten
dos anillos de oro en ocho pesos; iten, treinta e
tres varas de telilla apavonada a catorce tomines
la vara; iten, cuatro varas de holanda ruda en
cinco pesos e cuatro tomines; Iten, un espejo de
cristal grande en seis pesos”.
“Todas las cuales dichas mercaderías a los
dichos precios montaron los dichos pesos de oro
e dellas me doy por contento y entregado a toda
mi voluntad”. Se obliga a pagar los 993 pesos, 6
tomines y 9 granos de oro “en esta dicha Ciudad
de México o en otra cualquier parte que me fueran pedidos o demandados a mi costa llanamente e sin pleito alguno, pagados en reales de plata
e no en otra moneda e en plata buena”, de la siguiente forma: 200 pesos “hoy día de la fecha
desta carta de contado, y los pesos restantes: la
mitad dellos de hoy día de la fecha desta carta
en cuatro meses cumplidos primeros siguientes,
y la otra mitad de en dicho día de la fecha desta
carta en nueve meses cumplidos primeros siguientes, una paga en pos de otra, so pena del
doblo e más las costas que hiciéredes en la dicha
cobranza”.
Testigos de esta obligación fueron Gaspar de
Aldanza y Alonso Delepo.
Siguen tres notas de recibo firmadas por Juan
de Aztiguieta a nombre de Alonso de la Puerta.
La primera de ellas, fechada en Colima el 7 de
abril de 1563, es por valor de 470 pesos del oro
que corre. Otra, a 8 de julio del mismo año, por
valor de 500 pesos; y la tercera, que dice así:
“En veinte y uno de diciembre recibí de Domin-
go López todos los pesos de oro restantes en
cumplimiento de todos los pesos de oro contenidos en esta obligación y porque es verdad que
recibí en nombre de Alonso de la Puerta todos
los dichos pesos en esta escritura contenidos y
por ser verdad lo firmé de mi nombre. Fecho en
Colima a veinte y uno de diciembre de mil e
quinientos y sesenta y tres años [1563]. Johan de
Azteguieta”.
Caja A–4, exp. 12, ff. 1-4.
98. 1562. Abril, 6.
Obligación de Domingo López en favor de
Alonso de la Puerta, por mercaderías.
“Sepan cuantos esta carta vieren, cómo yo Domingo López, estante que soy en esta insigne e
muy leal Ciudad de México desta Nueva España, otorgo e conozco que debo e me obligo de
dar e pagar a vos Alonso de la Puerta, mercader
que estáis presente o a quien vuestro poder hubiere, conviene a saber, cincuenta e un pesos del
oro que corre [...] por razón de dos libras de seda
azul e verde de Granada a diez y ocho pesos y
medio329 la libra, y cuatro pesos y medio de albengala,330 e dos Horas331 en un peso, e cuatro
varas de colonia332 en dos pesos, e una gorra con
sus cintas en peso y medio, e seis pesos en reales. De todo lo cual me doy por contento y entregado”. Se compromete a pagar todo ello en
reales de plata “de hoy día de la fecha desta carta en cinco meses cumplidos primeros siguientes, so pena del doblo e más las costas que hiciéredes en la dicha cobranza”.
La escritura se firmó ante el escribano Juan
Román, siendo los testigos Martín Alonso de
Herrera, Bernardo Negrete y Diego Felipe, vecinos y estantes de la Ciudad de México.
329
“Y medio” parece que está tachado.
Albengala: tela fina que se usaba para adornar los turbantes.
331
Se trata de libros de rezo con las horas canónicas.
332
Colonia: cinta de seda, lisa, de unos dos dedos de ancho.
También podría leerse “cotonía”, tela blanca de algodón
que forma cordoncillo. También tiene la acepción de lona
para el velamen.
330
138
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
Al calce, Juan de Aztiguieta, a nombre de
Alonso de la Puerta y con fecha de 14 de abril
de 1563, firma de su mano el haber recibido
“para en cuenta desta obligación ocho pesos y
medio”.
El 24 de septiembre, de nuevo, Aztiguieta
firmaba de haber recibido el resto.
Caja A–4, exp. 12, ff. 5-6.
99. 1563. Noviembre, 10.
Obligación de Juan Fernández Ladrillero en favor de Alonso de la Puerta, por mercaderías.
Juan Fernández Ladrillero, vecino de Colima y
estante en la Ciudad de México, se obliga a dar
y pagar al mercader Alonso de la Puerta, vecino
de México, 300 pesos de oro común de ocho reales de plata cada peso, “los cuales son por razón de las mercaderías siguientes: un talabarte
de terciopelo en seis pesos; una pieza de burato:
veinte e dos pesos; cuatro varas y media de
veinticuatreno de orilla negra: treinta y seis pesos; seis varas de fustán pardo: tres pesos y seis
tomines; una vara e tres cuartas de tafetán: tres
pesos e seis granos de oro; una vara de terciopelo de dos pelos a nueve pesos vara; dos tercias
de carrisca amarilla: seis pesos; dos varas de tafetán amarillo en cuatro pesos; una pieza de sinabafa en seis pesos; vara y media de sinabafa
en un peso e cuatro tomines; tres cuartas de holandilla en seis tomines por vara e tres cuartas
de veinticuatren de orilla negra: veintidos pesos;
tres varas de raso negro dorado en diez y seis
pesos y cuatro tomines; vara e media de bocací
en siete tomines e seis granos”.
Además, “una vara de anjeo: tres tomines e
seis granos; dos varas de fustán: diez tomines;
dos cajas de cuchillos grandes de Vergara: dos
pesos e cuatro tomines; dos camisas de presilla;
cuatro pesos; dos varas de veinticuatren negro:
diez y seis pesos”.333 “Dos manos de papel: cua-
333
El siguiente renglón está deteriorado por la polilla, y sólo se alcanza a leer: “doze varas de presilla [...] pesos e
cuatro tomines”.
tro tomines; un Ovidio:334 cuatro pesos; otra camisa de presilla en dos pesos; treinta e siete varas y media de ruán de cofre en cuarenta e seis
pesos e siete tomines; tres varas e media de vellorí: veintiseis pesos e dos tomines; dos varas
de carisca en siete pesos; dos varas y media de
tafetán negro: cuatro pesos e tres tomines; vara y
media de paño azul de la tierra en tres pesos e
cuatro tomines e seis granos; dos varas y media
de paño naranjado en trece pesos e seis tomines;
una vara de terciopelo morado: diez pesos y medio; dos camisas: ocho pesos y medio tomín”.
“Todo lo cual compré e rescibí en los dichos
precios e dellas me do por bien contento, pagado
y entregado a toda mi voluntad por cuanto pasó
de vuestro poder al mío realmente e con efecto”.
Se compromete a pagar los 300 pesos en reales
de plata “de hoy día de la fecha de esta carta en
seis meses corridos primeros siguientes, todos
juntos en una paga so pena del doblo e costas de
la paga”.
La escritura fue otorgada ante el escribano de
Su Majestad Juan de Palencia, siendo testigos de
ello Juan Ordóñez, Pedro Díaz de Aguilar y Pedro Dávila, vecinos de México.
Juan de Aztiguieta y en nombre de Alonso de
la Puerta, con fecha de 20 de junio de 1564, firmó haber recibido de Juan Fernández Ladrillero
150 pesos de oro común en cuenta de pago de
esta obligación.
Cristóbal de Silva, el 22 de enero de 1565,
cobraba el resto a nombre del mercader Alonso
de la Puerta, firmando como testigos Pedro Martínez de Quevedo y Mateo de Berlanga.
Caja A–4, exp. 12, ff. 7-10.
100. 1562. Agosto, 7.
334
Sorprende hallar en esta carta cuenta un libro del poeta
latino Publio Ovidio Nasón (43 a.C.–17 d.C.; tal vez su
admirable Metamoforsis, enciclopedia poética de antiguas
leyendas o las tan leídas Epistulae ex Ponto, donde relataba
sus penalidades del exilio: cf. Leonard (1979), 162-163 y
216. No sabemos, empero, si se trataba de la obra latina o
de una traducción al castellano.
139
José Miguel Romero de Solís
Andrés Toscano, con poder de Juan Fernández
Ladrillero, compra diversas mercaderías a
Alonso de la Puerta, vecino de México.
“Sepan cuantos esta carta vieren, cómo yo Andrés Toscano, vecino que soy de la Villa de Colima desta Nueva España, sobrino que soy de
Catalina Martín Toscano, mujer de Juan Fernández Ladrillero, vecino de la dicha Villa, por
mí y en nombre y en voz del dicho Juan Fernández Ladrillero, por virtud del poder que de él
tengo, que me dio e otorgó ante Diego Veedor,
escribano público de la dicha Villa, en siete días
del mes de agosto deste presente año de la fecha
desta carta, que su tenor es este que sigue”.
Se transcribe dicho poder que es “especialmente para que podáis obligar y obliguéis mi
persona e bienes a todas y cualesquier personas”
hasta por cien pesos de valor cada un peso de
ocho reales, con el objeto que “podáis emplear
en las mercaderías que lleváis por una memoria
que lleváis firmada de mi nombre”. El poder fue
dado ante el escribano Diego Veedor335 y firmando el alcalde ordinario Diego de Almodóvar; testigos fueron: Alonso Miguel, Diego Simón y Andrés de Madrid, vecinos de Colima.
Y continúa Andrés Toscano: “por virtud del
cual dicho poder que de suso va encorporado, y
usando de él, y de mancomún y a voz de uno
con el dicho Juan Fernández Ladrillero, mi cuñado,336 y cada uno de nos por sí e por el todo”,
se obliga a “que daremos y pagaremos” a Alonso de la Puerta, mercader, vecino de México,
112 pesos y 3 tomines de oro común “por razón
de ciertas mercaderías que de vos el dicho Alonso de la Puerta recibí para el dicho Juan Fernán335
Textualmente dice: “Yo Diego Veedor, escribano público y del Concejo desta dicha Villa de Colima de nombramiento y aprobación del Ilustrísimo señor Visorrey de la
Nueva España, que presente fui a lo que dicho es”.
336
Al comienzo de esta carta de obligación, Andrés Toscano se presenta como “sobrino” de Catalina Martín Toscano,
esposa de Juan Fernández Ladrillero, y aquí resulta su “cuñado”. Catalina Martín tal vez sea la misma hermana de
Juan Pinzón, apodada La Pinzona, que casara con el extremeño Juan Gómez de Cáceres, que hallamos en el regº 30:
Sevilla del Río (1973), 68. En este supuesto, debieron llegar noticias del fallecimiento de Juan Gómez.
dez conforme al memorial firmado de su nombre”.
Sigue la relación de mercancías con sus
precios.
Memoria de mercaderías
“Dos varas y media de veinticuatren negro a
doce pesos vara, y por dos varas de raso negro a
cinco pesos y cuatro tomines, y por una vara de
carisca blanca, digo, tres cuartas: tres pesos; y
por dos varas y media de tafetán carmesí a dos
pesos vara; y por una vara de tafetán carmesí:
dos pesos; y por tres varas de fustán: un peso y
siete tomines; y por un cojín de figuras: diez
pesos; y por cuatro varas de perpiñán cinco
pesos y cuatro tomines; y por una vara de de
paño veinticuatren blanco: cinco pesos y cuatro
tomines; y por una vara y media de terciopelo
negro: quince pesos; y por dos varas y media de
tafetán pardo, a dos pesos vara; y por cuatro
varas de anjeo a cuatro tomines vara.
“Todas las cuales dichas mercaderías recebí
de vos el dicho Alonso de la Puerta y montaron
la dicha cantidad y dellas soy contento y
entregado a mi voluntad”.
Se obliga a pagar dicha cantidad en cuatro
meses contados a partir de la fecha de la carta.337
Caja A–4, exp. 12, ff. 11-12.338
101. 1565. Noviembre, 14.
Juan Fernández Ladrillero acusa a Melchor Pérez de haber asesinado a un negro.
“Jhoan Fernández Ladrillero, vecino y regidor
desta Villa, ante V.m. parezco en nombre de Su
Majestad y digo que a mi noticia ha venido que
Melchior Pérez, vecino desta Villa, se ausente y
va della por la muerte de un negro que mató dentro en su casa; a V.m. pido y si necesario es requiero una y dos y tres veces y cuantas más de
337
Esta escritura y las que han aparecido en los regº 97-99,
formaban parte sin duda de los recaudos hallados en poder
de Juan de Aztiguieta al momento de su muerte: supra, notas a regº 92 y 93.
338
Escritura que está trunca.
140
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
derecho debo, le prenda”. Agrega el regidor que
“la información que V.m. en el caso tiene hecha,
la reponga, porque no está bien hecha; que yo
daré información bastante de cómo le mató. Y
así lo pido y requiero como dicho tengo, y donde no, protesto de quejarme de V.m. en el Audiencia Real de México ante el señor Presidente
y Oidores della”.339
339
Es dramático el cuestionario que presenta el regidor
Juan Fernández Ladrillero —de quien ya dimos algunos datos biográficos (supra, regº 47)— para examinar a los testigos del supuesto homicidio cometido por Melchor Pérez en
contra de un esclavo negro. Como ya se dijo, éste, durante
su vecindad en Guadalajara, se había dedicado al oficio de
negrero, negocio que al parecer no pudo coninuar, al menos
con la misma envergadura, cuando se vino a vivir a la Villa
de Colima. Si bien con cierta frecuencia el trato dado por
los españoles a los negros fue injusto, la actitud de Melchor
Pérez era en realidad abusiva y criminal, como del cuestionario de Fernández Ladrillero se deduce. Sin duda, Melchor Pérez rayaba en la demencia y con facilidad perdía el
equilibrio emocional. Baste recordar a este propósito su
conducta cuando acudió al templo donde estaba enterrada
su primera mujer, María Álvarez, para acuchillar de rabia
la sepultura: supra, regº 91. Para situar con mayor amplitud
el trasfondo de la denuncia de Fernández Ladrillero, es
conveniente precisar algunos puntos. En primer lugar, denunciante y denunciado habían suscrito en varias ocasiones
“cartas de compañía” para unir esfuerzos y recursos económicos. Puede recordarse por ejemplo el caso de sus plantaciones de cacao en la Huerta de Xicotlan, que había pertenecido a Juan de Aguilar Solórzano: supra, regº 35, 71,
74, e infra, regº 113, con sus respectivas notas. En segundo
lugar, la respuesta dada a la denuncia de Ladrillero por el
alcalde Hernando de Gamboa informa que, de tiempo atrás,
ya estaba Melchor Pérez bajo proceso, acusado de homicidio del mencionado negro. Ahora bien, quizá por las influencias de Pérez, aquel juicio estaba estancado aunque,
probablemente y de mayores consecuencias para el alcalde
mayor Dávila Quiñones, eran las acusaciones que contra él
se estaban engendrando en el vecindario ante la Real Audiencia y que gestionaban afanosamente Melchor Pérez y
Juan de Iniesta, nombrados “procuradores del Consejo y
Universidad” de la Villa de Colima. De hecho, ambos vecinos habían estado presos en la cárcel real de Colima y los
dos “quebrantaron las prisiones” y lograron fugarse. Obtuvieron, entonces, una real provisión prohibiendo al alcalde
mayor volver a prenderlos so pena de 500 pesos de oro, pero éste hizo caso omiso de la misma y los puso de nuevo en
prisión: infra, regº 114-117. En tercer lugar, la amenaza de
Juan Fernández Ladrillero de llevar el caso del negro asesinado ante la Real Audiencia de México, tenía una posible
doble vertiente con olor de venganza: por un lado, Ladrillero ponía en serias dificultades a Melchor Pérez, con quien
El alcalde ordinario Hernando de Gamboa,
ante quien se presentó esta petición, respondió:
“siendo alcalde mayor desta Villa Pedro Dávila
Quiñones hizo de oficio cierta información e
proceso contra el dicho Melchior Pérez, y la
causa no está sentenciada, por donde el dicho
Juan Fernández Ladrillero no es parte para pedir
lo que pide contra el dicho Melchior Pérez, pero
que si de derecho ha lugar, dé la información
que tiene en el caso demás de los que están tomados por el dicho alcalde mayor”.
Al día siguiente, Juan Fernández Ladrillero
presentó un interrogatorio según el cual deberían
ser examinados sus testigos.340
Interrogatorio
“Sea preguntado Cristóbal de Solórzano si sabe,
oyó, vido en este caso; diga lo que sabe. Iten sea
preguntado si oyó decir a su madre u a sus hermanas, u a los negros de su casa u a las negras,
había tenido fricciones personales; por otro, servir de instrumento al alcalde mayor para proceder confirmeza en un
caso que, de promoverlo directamente la primera autoridad
local, podría interpretarse como venganza personal por las
acusaciones que el procurador había llevado en contra suya
hasta México. Por último, en la elección del Cabildo de
1566, Juan Fernández Ladrillero fue electo alcalde ordinario; de inmediato, Melchor Pérez, designado a su vez regidor y que no podía olvidar la actitud de Ledrillero en contra
suya, protestó por ello, alegando que había sido un año antes regidor y no debía repetir en el Cabildo, según lo proveído por la Real Audiencia y, además, porque en su opinión no sabía “leer ni escribir, ni de negocios ningunos”:
infra, regº 120. Opacando el drama del negro asesinado,
surgían en el seno de la Villa de Colima los dimes y diretes
de unos vecinos que, más que justicia, buscaban sus propios privilegios y canongías.
340
El que, entre otros testigos, sean llamados a declarar
Cristóbal y María de Solórzano, hijos del conquistador
Juan de Aguilar y Ana Martel, da pie para asegurar una
buena relación entre madre e hijos, incluso cuando ella casó con Melchor Pérez. También Ladrillero pide que sea
examinada “doña María, su hija”, es decir, María de la Torre o Álvarez de la Torre, hija del primer matrimonio de
Melchor Pérez con María Álvarez. En 1564, un año antes
al asunto del que trata este expediente, después de enviudar
de Juan Rodríguez Roldán o Rondán, doña María había casado con Francisco Toscano Gorjón y el nuevo matrimonio
compró en septiembre de 1565 a Ladrillero la Huerta de
Xicotlan que antes perteneciente a Melchor Pérez y Juan de
Aguilar: Sevilla del Río (1977), 141; infra, regº 113.
141
José Miguel Romero de Solís
si le mató con un martillo y le sumió los sesos, y
si le atenazeaba con unas tenazas; diga lo que
sabe. Iten sea preguntado si oyó decir que el dicho Melchior Pérez puso una daga a los pechos
a la gente de su casa para que no dijesen la verdad de lo que sabían; diga lo que sabe”.
“Iten sea preguntado Tomás Herades si sabe,
vido, oyó decir en este caso; diga lo que sabe.
Iten sea preguntado si se halló presente cuando
Melchior Pérez mató al dicho negro y cómo lo
mató y en qué tiempo. Iten sea preguntado si
oyó dar gritos al dicho negro diciendo le que no
lo matase y que porqué le mataba, y si vido el
negro vivo cuando lo ató y si lo vido muerto por
la mañana y si le vido alguna herida o señal; diga lo que sabe”.
“Iten sea preguntada María de Solórzano si
se halló presente cuando el dicho Melchior Pérez mató el dicho negro. Iten sea preguntada la
dicha —diga lo que sabe— si vido, oyó decir a
sus hermanas o madre, o negras o negros, o indios o indias, o españoles o otras personas, si
Melchior Pérez mató al dicho negro y cómo lo
mató y en qué tiempo. Iten sea preguntada si sabe, vido, oyó decir que Melchior Pérez suele
amenazar la gente de su casa poniéndoles la daga en los pechos porque no digan la verdad y se
perjuren; diga lo que sabe. Iten sea preguntada si
vido amortajar el dicho negro, [con] daño o con
heridas, si tenía la cabeza magullada; diga lo
que sabe. Iten sea preguntada si antes que atase
el dicho Melchior Pérez al dicho negro, si estaba
enfermo; diga lo que sabe”.
“Iten sea preguntada doña María, su hija, si
sabe, vido, oyó decir que el dicho su padre mató
el dicho negro y cómo lo mató, y a dónde y en
qué tiempo. Iten sea preguntada que se levantaba el dicho su padre denoche y atormentaba el
negro; diga lo que sabe. Iten sea preguntada si
vido que cuando amaneció, estaba el negro
muerto y atado a un escalera y la cabeza hecha
pedazos de martillazos, y si antes que atase al
dicho negro, si tenía algún mal o herida; diga lo
que sabe”.
“Iten sea preguntada Ana Martel si sabe, vido, oyó decir que el dicho Melchior Pérez mató
el negro a martillazos que le dio en la cabeza;
diga lo que sabe. Iten sea preguntada si lo vido
atar en la escalera sano y bueno, y por la mañana amaneció muerto en la dicha escalera. Iten
sea preguntada si cuando lo amortajaron, si tenía
heridas en la cabeza o en el cuerpo. Iten sea preguntada si se levantaba de noche a dar tormentos
al negro y si vido que se quejaba el dicho negro
y decía que porqué le mataba; diga lo que sabe.
Iten sea preguntada si Melchior Pérez amenazaba la gente de su casa y a la dicha Ana Martel
con una daga, que los mataría si no se perjuraban y los hizo perjurar; diga lo que sabe”.
“Iten sea preguntado Diego de Velasco si sabe, vido, oyó decir que Melchior Pérez mató el
dicho negro; diga lo que sabe. Iten sea preguntado el dicho si sabe, vido, oyó decir de qué manera lo mató y en donde lo tenía atado cuando lo
mató; diga lo que sabe. Iten sea preguntado si
oyó decir que con un martillo le quebró la cabeza; diga lo que sabe. Iten sea preguntado si sabe,
vido, oyó decir que amenazó la gente de su casa
y les persuadió con amenazas y los hizo perjurar; diga lo que sabe”.
“Iten sea preguntada Juana Vázquez si vido,
oyó decir que el dicho Melchior Pérez mató al
dicho negro. Iten sea preguntada si vido que mató al dicho negro a martillazos que le dio en la
cabeza hasta que se la hizo pedazos; diga lo que
sabe. Iten sea preguntada si lo vido muerto y
atado en un escalera y si le vido alguna herida;
diga lo que sabe. Iten sea preguntada si vido atar
el negro sano y después lo vido muerto; diga lo
que sabe. Iten sea preguntada si sabe que Melchior Pérez amenazaba la gente de su casa con
una daga, que los había de matar si juraban la
verdad y los hizo perjurar; diga lo que sabe”.
Juan Fernández Ladrillero firmaba de su mano este interrogatorio.
El 16 del mismo mes presentó en nombre de
Su Majestad otro escrito, donde recordaba al alcalde Hernando de Gamboa el contenido de sus
anteriores peticiones: que Melchor Pérez fuese
prendido y puesto en la cárcel pública de la Villa, “le fuesen secrestados todos sus bienes y dello fuese dado noticia en la Audiencia Real desta
Nueva España, y V.m. luego mande examinar a
los testigos por el interrogatorio que ante V.m.
142
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
tengo presentado, y para ello nombre fiscal que
sepa cómo es y para ello se nombre a Pedro de
Bobadilla u [sic] a Pero López de Herrera, u
[sic] a Juan de la Torre, que son hombres que
entienden negocios”.
El alcalde Hernando de Gamboa, el día 19 de
noviembre, dio su respuesta: como el caso está
pendiente, “e que en una cosa no puede haber
dos pleitos”, que Ladrillero “dé la voz al fiscal
para que no presente los cargos que en esta causa tiene, e que su merced los rescibirá e tomará
sus dichos en cuanto puede y de derecho debe; e
así lo proveyó, e mandó e lo firmó de su nombre”.
El 4 de diciembre, el regidor Fernández Ladrillero, como el alcalde Gamboa no había mandado tomar aún la información pedida, solicitaba traslado de las peticiones y del interrogatorio
que él había presentado, para hacerlas llegar
personalmente “al fiscal de México y la Audiencia Real, quejándome de V.m.”. El alcalde respondió “que ya sobre este caso tiene proveído e
mandado, e que si testimonio quisiere, que se le
dé con todo lo en este caso proveído e mandado”.
Caja A–4, exp. 13, 5 ff.
102. 1565. Julio, 23.
Tutela y cuenta de los hijos y herederos de García Ramírez.
Siendo testigos Juan Fernández Ladrillero y
Diego López, y ante el alcalde ordinario de la
Villa de Colima Hernando de Gamboa, Andrés
García en nombre de Marta Ramírez, su mujer,
hija de García Ramírez,341 difunto, por el poder
341
García Ramírez nació en la ciudad de Mérida, hijo legítimo de Miguel de Morales y Elvira Gutiérrez. Su padre vino a la Nueva España en compañía de Cortés, “y fue vno
de los primeros conquistadores della y desta cibdad de México”. Cuando Garci Ramírez llegó tras los pasos de su padre, sirvió al Rey “en las conquistas y paçificaciones en las
provincias” de los Zapotecas, Honduras, Guatmala y Nueva
Galicia con Nuño de Guzmán, “con sus armas e cauallos, a
su costa”: Icaza (1969), I, nº 239. En los años de 15501551, fungía por corregidor de la mitad de los Pueblos de
que de ella tiene y del que hace presentación, dice: “los bienes y hacienda que el dicho difunto
dejó a la dicha mi parte, están en poder de Hernando de Grijalba, tutor y curador que ha sido
de la dicha mi mujer”. Pide que se mande darle
cuentas y pago de los bienes”. Así lo dispuso el
alcalde.
El poder presentado fue otorgado en la Villa
de Colima el 21 de julio de 1565, ante el escribano Juan de la Torre y los testigos Pero Ruiz,
Gonzalo de Cáceres y el alcalde Hernando de
Gamboa, vecinos de Colima:
“Sepan cuantos esta carta vieren, cómo yo
Marta Ramírez, hija natural que soy de García
Ramírez, difunto, que Dios haya, y legítima mujer que soy de vos Andrés García, que estáis
presente, e otorgo e conozco por esta presente
carta que pido y demando licencias a vos, el dicho Andrés García, mi marido, que estáis presente, para hacer e otorgar lo que de yuso será
contenido, en razón de pedir e demandar la legítima y herencia del dicho mi padre; y yo el dicho Andrés García, siendo presente, otorgo e
conozco que doy la dicha licencia a vos la dicha
Marta Ramírez, mi mujer, y me place y consiento y ho por bien todo cuanto hiciéredes”. Sigue:
“por virtud de la dicha licencia a mi dada del dicho mi marido, otorgo e conozco por esta presente carta que doy e otorgo todo mi poder
cumplido” a Andrés García, “especialmente para
que por mí y en mi nombre e como yo misma
podáis pedir e demandar e rescibir e cobrar” a
Hernando de Grijalba, su tutor y el de sus hermanos la dicha herencia.
Notificado Hernando de Grijalba, dijo que
“él quiere dar la dicha cuenta de los bienes que
han sido a su cargo”,342 y una vez dada y presentada a Andrés García, “su merced me mande
hacer partición de los dichos bienes dando a cada uno su parte”.
Ávalos: Gerhard (1992), nº 1481 y 2560; Paredes Martínez
(1994), nº 52.
342
Las cuentas presentadas por Hernando de Grijalba y los
consiguientes recaudos permiten avizorar sugerentes pistas
para reconstruir los intereses económicos del difunto Ramírez, no sólo en Colima y los Pueblos de Ávalos sino también en Michoacán y otras regiones novohispanas.
143
José Miguel Romero de Solís
“Paresce que en la Ciudad de México, en
cinco del mes de mayo del año pasado” de 1559,
ante el escribano Juan de Zaragoza,343 Hernando
de Grijalba recibió “y se hizo cargo de las escrituras y cosas siguientes; y paresce que, ante don
Rodrigo Maldonado, alcalde ordinario de la dicha ciudad,344 le fue descernida en diez y siete
días del dicho mes de abril del dicho año ante el
dicho Juan de Zaragoza, escribano, la cual está
firmada e signada del susodicho e así mismo el
dicho cargo”.
Cargos
“Primeramente paresce por el dicho cargo que
se le dio y entregó al dicho Hernando de Grijalba, una escritura de censo contra Bartolomé de
Viana, calcetero, de doscientos e cuarenta pesos
de oro común de prencipal sobre las casas de su
morada que son en la dicha Ciudad de México, y
cada año paga de tributo veinte y cuatro pesos
de oro común; hácesele cargo de las dichas escrituras”.
Otra escritura de censo contra Gonzalo Gómez,345 vecino de Mechuacan, de 210 pesos de
minas de principal sobre una heredad que tiene
en la provincia de Mechuacan y sobre unas casas y molino y batán que están en Guayangareo,
y sobre otro batán que está en Tezcuco; hácesele
cargo: “son de tipusque trezientos y quarenta y
siete pesos y tres tomines”.
Otra escritura de censo que pasó ante el escribano Francisco Díaz, con fecha de 3 de octubre de 1553, contra Alonso Gutiérrez de 200 pesos de oro común de principal sobre unas casas.
343
Este escribano, entre otras mercedes, recibió en julio de
1550 una estancia para ganados y granjerías en el poblado
de la Venta de Cáceres: Gerhard (1992), nº 938.
344
Rodrigo Maldonado fue alcalde mayor de Colima a fines de la década de los treinta, al menos, en 1539 y 1540:
supra, regº 8.
345
El sevillano Gonzalo Gómez había sido enviado “por
alcalde a Mechoacán y Tamaçula y Cazatula,, en las quales
siruió, tenyéndolas paçíficas”: Icaza (1969), I, nº 387; encomendero de Istapa (Etúcuaro), tuvo estancias ganaderas
en Guayangareo, Xilotepeque y Querétaro, en tierras chichimecas: Paredes Martínez (1994), nº 137 y 177; Gerhard
(1986), 354 y 361; Gerhard (1992), nº 1591; además, Warren–Greenleaf (1991).
Se le hace cargo de una provisión real de 300
pesos de tipuzque que Su Majestad mandaba dar
cada año a García Ramírez por ser hijo de conquistador. También se le hace cargo de una merced que el Virrey Luis de Velasco dio al dicho
difunto de 100 pesos. Una escritura de obligación contra don Luis de Quesada346 por 500 pesos de oro común que pasó ante Pero Sánchez
de la Fuente, escribano de Su Majestad. Una escritura de censo contra Luis Ramírez de Vargas347 de 100 pesos de minas de principal a pagar en cada año 10 pesos de minas sobre las casas de su morada y que pasó ante el escribano
Juan de Zaragoza el 7 de enero de 1559; son de
tipuzque 165 pesos y 3 tomines.
También se le hace cargo de un conocimiento que dio Diego de Rojas348 contra García de
Amendaño de 100 pesos de minas. Una cédula
contra Gonzalo Cano de 5 pesos y otra contra el
mismo por 20 hanegas de maíz. Una escritura de
censo contra Bartolomé de Valdivieso de 200
pesos de oro común de principal sobre una heredad, a pagar cada año 20 pesos de oro común.
Se le hace cargo de 102 pesos de oro común
que, ante el escribano Juan de Zaragoza, el 9 de
mayo de 1559, le entregó Diego de Rojas, “del
alcance que se le hizo de la cuentas que se le
tomó”. De 24 pesos de tipuzque de un año de
censo corrido dado por Bartolomé de Viana. De
175 pesos y 6 tomines de oro común que recibió
de Gonzalo Gómez de cinco años y cuatro meses de censo corrido, que son desde el l5 de
marzo de 1559 hasta 15 de julio de 1565. De
131 pesos y 4 tomines que cobró de Alonso Gutiérrez, de seis años y nueve meses de censo corrido hasta el día de hoy 23 de julio de 1565. De
88 pesos y 4 tomines cobrados de Luis Ramírez
346
También en esta amplia región tuvo intereses y encomiendas Luis de Quesada, alias Luis López de Mendoza,
quien casó con María Jaramillo, hija de doña Marina La
Malinche: Gerhard (1992), nº 1712; Zavala (1982), 218219; Porras Muñoz (1982), 328.
347
Acerca de Ramírez de Vargas, ya dimos alguna noticia:
supra, regº 35.
348
Este Diego de Rojas debe ser el labrador y vecino de
México que recibiera en marzo de 1551 licencia para regar
su heredad de trigo en términos de Tenayuca: Gerhard
(1992), nº 331.
144
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
de Vargas, por cinco años y siete meses y medio
de censo corrido y que se cumplieron el pasado
18 de julio.
Además se le hace cargo de 102 pesos y 2
tomines de oro común cobrados a Valdivieso de
cinco años y cinco meses de censo corrido que
se cumplieron el pasado primero de agosto. De
cinco pesos de tepuzque cobrados a doña Juana,
hija de Diego de Ocampo, de cierta restitución.
“Iten se le hace cargo de ochocientos e ochenta
pesos de tipusque que declaró Alonso de Ávalos
al dicho García Ramírez, difunto”; no hay escritura de ello, sólo la dicha declaración; “los cuales el dicho Alonso de Ávalos tomó a censo sobre sus haciendas por no tener de presente dineros para los pagar; hácesele cargo dellos”.349
Se le hace cargo además de 328 pesos de oro
común que cobró de Alonso de Ávalos del censo
corrido de cuatro años desde el día que los tomó
a censo hasta el 16 de septiembre de 1565.
Siguen más cargos: 70 pesos de tepuzque cobrados de los menores hijos de Juan de Aguilar,
difunto, quien los debía a García Ramírez. 103
pesos de oro común cobrados a Juan de Iniesta,
“que los había llevado Juan de la Torre para dar
al dicho García Ramírez, y que él debía al difunto, los cuales le había dado Diego de Almodóvar
con su poder”. 15 pesos por quince cabezas de
yeguas que dijo había vendido del difunto a
Alonso de Ávalos. 10 pesos de tepuzque “de los
potros que vendió del dicho difunto”. Mas 50
pesos de tepuzque cobrados de Juan Alcalde y
que éste había declarado deber a García Ramírez. 100 pesos de tepuzque de la venta de “una
cota del dicho difunto, la cual estaba empeñada
en los dichos cien pesos y era de Ladrón de
Guevara”. 50 pesos de minas cobrados a Martín
Ruiz de Monjaraz, Juan de Arana y Diego de
349
Cuando hace su descargo, Grijalba presentó “una escriptura contra Alonso de Ávalos de contía de ochocientos y
ochenta pesos de oro común de prencipal, la cual paresce
que pasó ante Juan de Segovia, escribano de Su Majestad,
en diez y siete días del mes de octubre del año pasado de
sesenta y un años [1561]; tomósele en cuenta la cual dicha
escritura de censo, conforme al cargo que le fue hecho”.
Acerca de este Alonso de Ávalos El Mozo, ya dimos noticias: supra, regº 66.
Aguilar, “que debían al dicho difunto de un esclavo indio, que se había libertado, que son de
tipusque ochenta y dos pesos y cinco tomines”.
“Asimismo se le hace cargo de cincuenta pesos que paresce que debe por una cédula doña
Francisca Calderón350 al dicho García Ramírez,
reconoscida; hácesele cargo de la dicha cédula
la cual dio en especial y tomásele cincuenta porque dijo no habellos podido cobrar. Por manera
que suma y monta el dicho cargo que así paresce
por las dichas cuentas, que se les hace al dicho
Hernando de Grijalba, tres mil y nuevecientos y
sesenta y cinco pesos y un tomín de oro común,
de los cuales se le hace cargo y lo firmó de su
nombre estando presente el dicho Andrés García”. Firman: Hernando de Gamboa, Hernando
de Grijalba. “Pasó ante mí, Juan de la Torre, escribano de Su Majestad”.
Agréganse otros cargos: “Asimismo paresce
que se le hechó [sic] cargo al dicho Hernando de
Grijalba por el cargo que le fue fecho en la Ciudad de México del dicho conoscimiento contra
García de Amendaño de contra de cient pesos de
minas, el cual dicho Hernando de Grijalba juró
por Dios e por Santa María en forma de derecho
ante el dicho señor alcalde que lo dejó en la
Ciudad de México a Juan Rodríguez Zambrano”351 para que fuese a cobrarlos “al pueblo de
Chiapa de los herederos del dicho García de
Amendaño,352 y hasta agora no sabe que se
350
Francisca Calderón, encomendera de Oquila en el Valle
de Matalcingo, era viuda de Serván Bejarano que había
participado en la conquista de Colima: Icaza (1969), I, nº
128; supra, regº 41.
351
Entre los descargos, Hernando de Grijalba presentó
“una carta cuenta y mandamiento de la Justicia de México”, que se le tomó a cuenta, por 150 pesos y 4 tomines que
pagó a Juan Rodríguez Zambrano, “de tres años y dos meses que se ocupó en pleitos de los dichos menores y de costas de escribanos y letrado y pregonero, y de su salario”:
¿Zambrano o Bejarano? Véase, infra, regº 114.
352
No alcanzamos a identificar al difunto García de Avendaño pero, tal vez, fue yerno del conquistador Ruiz de la
Mota, encomendero del pueblo de Chiapa —aquí mencionado—, en Xilotepec, a 10 leguas de la Ciudad de México: SV
111. Ruiz de la Mota, en varias ocasiones alcalde ordinario
en la capital novohispana, casó con una hija de Francisco
de Orduña, alcalde mayor que fue de Colima, en la década
de la conquista. Entre sus descendientes se cuenta don
145
José Miguel Romero de Solís
hayan cobrado, atento a lo cual el dicho señor
alcalde le mandó que dentro de un año primero
siguiente que corra y se cuente desde hoy día de
la fecha desta, traiga los dichos cient pesos de
minas que sí debe el dicho García de Amendaño
a la dicha cédula”, y así los puedan haber los
herederos; de no traerlos, deberá el tutor reponerlos. Testigos fueron Pero Ruiz y Pero López
de Ayala, vecinos de la Villa de Colima. Grijalba “dijo que se obligaba e obligó dentro del dicho año traer los dichos cient pesos de minas”,
donde no obligaba su persona y bienes.
Además se le hizo cargo “de dos cédulas contra Gonzalo Cano; la una de cinco pesos y la
otra de veinte hanegas de maíz, las cuales el dicho Hernando de Grijalba juró por Dios y por
Santa María en forma de derecho que, estando
en la Ciudad de México, puso ante el alcalde al
dicho Gonzalo Cano por lo contenido en los dichos conoscimientos, el cual juró no deber nada,
atento a lo cual y por no gastar dos pesos de los
dichos menores por ser de poca cosa, no lo tomó
por testimonio y, visto por el dicho señor alcalde, le mandó que dentro de seis meses primeros
siguientes traiga por testimonio lo susodicho o
vuelva las dichas cédulas con apercibimiento
que pasado el dicho término y no trayéndolo,
mandaba e mandó que pague los dichos cinco
pesos y más las dichas veinte hanegas de maíz al
precio que parescieren que valía en aquel tiempo
el dicho maíz, e así lo mandó e lo firmó de su
nombre, presente el dicho Hernando de Grijalba,
el cual dijo que así lo cumplía, e lo firmó de su
nombre. Testigos los dichos”.
Firman el auto Hernando de Gamboa, Hernando de Grijalba y el escribano Juan de la Torre.
Descargos
El 30 de julio, Hernando de Grijalba presentó su
descargo ante el alcalde Gamboa y en presencia
de Andrés García.
Alonso de la Mota y Escobar, obispo de Guadalajara
(1598-1607). Más datos, en: Icaza (1969), I, nº 125 y Porras Muñoz (1982), 410-412.
Entre otros descargos, presentó 24 pesos de
oro común pagados a Alonso de Alcochola,353
“por las cobranzas que hizo por los dichos menores, que dio carta de pago del susodicho reconoscida ante don Rodrigo Maldonado, alcalde, y
Juan de Zaragoza, escribano público; tomósele
en cuenta”. También 12 pesos de oro común pagados a Francisco Morales, “relator de la Audiencia Real de México e juez de cuentas”; dio
carta de pago. 20 pesos de oro común pagados a
Diego de Rojas “por mandado del juez de cuentas por razón de su trabajo del cargo que tuvo de
los dichos menores y firmada de Juan de Zaragoza, escribano”. 7 pesos y 3 tomines pagó al
escribano Juan de Zaragoza de ciertas costas de
escrituras, según carta cuenta que presenta. 5
pesos de oro común pagó a Miguel Ruiz de Ortega, escribano de Su Majestad, “por tres días
que se ocupó en las cuentas que se tomaron a
Juan de Rojas, tutor que fue de los dichos menores, y de ciertas notificaciones; dio la carta de
pago y tomósele en cuenta”. A Rodríguez Zambrano pagó, además, 44 pesos de oro común
“por razón de dos años y un mes que le debían,
firmada del dicho Hernando de Grijalba, que se
ocupó en cobranzas y pleitos de los dichos menores, los cuales le pagó Pero López de Herrera
en nombre del dicho Hernando de Grijalba”.
A Jerónimo Giménez, sastre, pagó 17 pesos y
6 tomines de oro común que los debía García
Ramírez “antes que muriese, de ciertas ropas
que le hizo, de que dio mandamiento de la justicia ordinaria de México con carta de pago”. 3
pesos y 3 tomines pagó Pero López de Herrera
en nombre de Grijalba en la Ciudad de México
para sacar el cargo de Juan de Zaragoza de lo
que le fue entregado al dicho Hernando de Grijalba y de ciertas notificaciones y reconoscimientos; y juró el dicho Pero López de Herrera,
que estaba presente, habello pagado”. Además 4
pesos y 7 tomines “que pagó de ciertas cartas de
descomuniones para descubrir si algunas personas debían algunos pesos de oro al dicho difunto
y de una carta de censo que pagó a Juan de Segovia, y de otros autos”.
353
146
No hemos hallado ulteriores noticias de Alcochola.
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
“Asimismo se le toma en cuenta” 118 pesos
de oro común, “los cuales se le dan al dicho
Hernando de Grijalba por la décima y cobranzas
que cobró que fueron dos mil y dozientos y dos
pesos y cinco tomines, de los cuales se le dieron
a tres pesos y medio por ciento de la dicha cobranza, y de ochocientos y cuarenta y nueve pesos y seis tomines que paresce que cobró de los
censos corridos conforme a las dichas escripturas a diez por ciento, que suma y monta lo que
así se le da de su derecho y décima, ciento y sesenta y dos pesos, de los cuales se le quitaron
cuarenta y cuatro pesos del salario que daba al
procurador de México, los cuales no se le pagan
en cuenta porque paresce habellos cobrado el
dicho Hernando de Grijalba. Por manera que se
le descarga ciento y diez y ocho pesos de tepuzque”.
“Asimismo, el dicho señor alcalde dijo que
por cuanto paresce que el dicho Hernando de
Grijalba pagó a Alonso de Alcochola, procurador de México, veinte y cuatro pesos por razón
de las cobranzas que hizo de los dichos menores, como paresce por el dicho descargo, y paresce que en la décima y cobranza que al dicho
Hernando de Grijalba le da el dicho señor alcalde por su trabajo por las cobranzas de a tres y
medio por ciento, e habiéndole quitado otros
cuarenta y cuatro pesos que había dado e pagado
a Juan Rodríguez Zambrano, por tanto, que de la
dicha partida que montó ciento y diez y ocho
pesos de la décima y cobranzas, se le quitan los
diez y ocho pesos, y no se le da más de cien pesos por su décima y cobranza, y aquellos se le
toman en cuenta y no más”.
Y concluye: “paresce que suma y monta el
descargo” 2,181 pesos y 5 tomines de oro común: de ellos, 1,792 pesos y 6 tomines en escrituras de censo conforme las recibió en el primer
cargo que le fue hecho en México, y la escritura
de censo contra Alonso de Ávalos por 880 pesos; y de gastos y de sus derechos y décima, 388
pesos y 7 tomines, como parece por dieciséis
partidas de esta cuenta. Por manera que sacados
estos 2,181 pesos y 5 tomines de los 3,965 pesos
y un tomín, “se le alcanzan” con 1,783 pesos y 4
tomines. Testigos: Pero Ruiz y Juan Muñoz, alguacil de esta Villa.
Andrés García dijo que estaba satisfecho de
las cuentas y pensaba que estaban bien tomadas;
pidió sin embargo que bajo juramento, Grijalba
dijera “que las dichas cuentas son buenas e verdaderas y que en ellas ni en parte dellas hay
fraude ni engaño en ellas”. Grijalba así lo juró.
Luego, el alcalde Hernando de Gamboa mandó
que se hiciera la partición de los bienes del difunto García Ramírez, resultando “por manera
que monta todo lo que pertenesce a los dichos
menores, sacado el dicho descargo”, 3,576 pesos
y 2 tomines de oro común, “los cuales, repartidos entre cuatro herederos, cabe a cada uno líquido” 894 pesos y 6 granos de oro común.
Andrés García, seguidamente, “dijo que por
cuanto Juan Ramírez, uno de los cuatro herederos, es muerto, y al tiempo que murió hizo e
otorgó su testamento ante Francisco Rodríguez,
contador escribano de Su Majestad, de que hizo
demostración ante el dicho señor alcalde y ante
mí el dicho escribano, por el cual a la dicha
Marta Ramírez, su mujer, deja por su universal e
legítima heredera, juntamente con María de Grijalba, hija del dicho Hernando de Grijalba, que
pide a su merced le mande dar lamitad de lo que
pertenesce al dicho Juan Ramírez, difunto, sobre
que pidió justicia”.354
Visto por el alcalde y “constándole ser muerto el dicho Juan Ramírez, menor, dijo que mandaba e mandó que se le dé al dicho Andrés García”, como esposo de Marta Ramírez la parte
que le cabe de dicha herencia, y que la otra mitad se entregara a María de Grijalba, hija de
Hernando de Grijalba.
El tutor Hernando de Grijalba dijo entonces
que había algunos gastos realizados al fallecimiento de Juan Ramírez: de misas y entierro,
más 70 pesos que se debía a Pero López de Herrera y 4 pesos que debía a Julián de Frías, y
otras deudas que aparecían en el testamento y
cartas de pago; todo ello debía de restarse de la
354
Además de Juan Ramírez, difunto, y de Marta Ramírez,
casada con Andrés García, los dos hijos restantes eran García Ramírez, menor, y Elvira Ramírez, mujer de Hernando
de Grijalba, de cuyo matrimonio nació María de Grijalba.
147
José Miguel Romero de Solís
parte de Juan Ramírez, quedando un total de 770
pesos y 6 granos de oro. Por tanto, a cada una de
las hermanas le tocaba 385 pesos y 3 granos.
Sigue la partición de los bienes correspondientes a Marta Ramírez y a García Ramírez,
menor, dándose a cada uno de ellos las escrituras de censo y cédulas arriba contenidas hasta el
monto que les pertenece. Después, Hernando de
Grijalba pidió que también se hiciera lo mismo
con su esposa Elvira Ramírez, hija natural y legítima cuarta heredera, tal y como se había hecho con Marta Ramírez. Y por consiguiente,
como padre y administrador de María de Grijalba, su hija, la parte que le cabía de la herencia
de su tío Juan Ramírez, difunto. El alcalde, vista
esta petición, mandó que presentara poder de su
esposa, y que recibiéndolo, estaba “presto de le
dar la parte que le pertenesce de los dichos bienes conforme a la dicha partición”.
Elvira Ramírez otorgó poder en favor de su
marido ante Juan de la Torre el 31 de julio de
1565, siendo testigos Pero Ruiz, Juan de Iniesta,
Alonso Carrillo y el alcalde Hernando de Gamboa, vecinos de Colima. Como Elvira Ramírez
dijo que no sabía escribir, a su ruego firmó Pero
Ruiz.
Presentado el poder, el mismo día 31 de julio, se hizo entrega a Hernando de Grijalba de la
parte que le correspondía. El 2 de agosto Hernando de Grijalba se daba por contento y pagado. Sin embargo, quedaron por repartirse una
cédula contra García de Amendaño por 100 pesos de minas, otra contra doña Francisca Calderón por 50 pesos de tepuzque, dos cédulas contra Gonzalo Cano, la una de 5 pesos y la otra
por 20 hanegas de maíz. Como todo ello estaba
sin cobrar, se mandó que Grijalba, una vez que
las cobrase en el plazo que se le había fijado, se
repartirían entre los herederos.
Por último, el alcalde dio por libre y quito a
Hernando de Grijalba de las partes dadas y entregadas a Marta y Elvira Ramírez, quedando
tan sólo como tutor y curador de la persona y
bienes de García Ramírez, menor.
Caja A–4, exp. 14, 14 ff.
103. 1565. Diciembre, 11.
Ejecución de Andrés de Segura a Elvira Lorenzo, viuda de Domingo López.
Ante Hernando de Gamboa, alcalde ordinario de
la Villa de Colima, y el escribano Pero Ruiz,
Andrés de Segura presentó una obligación de
Domingo López y Elvira Lorenzo, su mujer, de
plazo pasado, y pidió mandamiento de ejecución
contra la susodicha “atento a que el dicho Domingo López es ya difunto”. La carta de obligación otorgada el 4 de enero de 1565, ante el escribano Miguel Rodríguez y siendo testigos de
ella Juan de la Torre, Pero Ruiz, Alonso de las
Casas y Martín Gómez, era por 158 pesos de oro
común que debían por “un conocimiento que
contra nos teníades reconocido como sisonario
[sic]355 de García Rodríguez, vecino desta Villa”.
El mismo día, el alcalde dio mandamiento al
alguacil Juan Muñoz para que hiciera ejecución
en los bienes de Elvira Lorenzo, nombrándose
por bienes “unas casas que son en esta Villa, que
son las que en que al presente vive”. Fueron testigos Tomás Herades, Pedro de Ibiza y Bartolomé de Vilches. Al día siguiente, 12 de diciembre, “de pedimiento de Andrés de Segura anduvo en venta y en pública almoneda las casas de
la morada de Elvira Lorenzo, viuda, que se venden por bienes ejecutados de la susodicha por
voz de Diego, indio, pregonero nombrado para
lo susodicho, lo cual se vendió en la plaza pública desta Villa delante de mucha gente e no paresció ponedor a ellas. Testigos: Juan Fernández
El Viejo e Cristóbal de Solórzano, e Francisco
Toscano e Andrés Toscano, vecinos desta Villa.
El 14 de diciembre, Andrés de Segura otorgó
poder a favor de Baltasar de Alcalá, estante en la
Villa de Colima, ante el escribano Pero Ruiz y
los testigos Bartolomé Ruiz de Vilches y Alonso
Martín, estantes. El 22 de nuevo se pregonaron
las casas de Elvira Lorenzo “por lengua de Juan
indio, pregonero para el efecto nombrado”, no
355
Por cesonario o cesionario: persona en cuyo favor se
hace alguna cesión. También es posible entender la paslabra como “censatario”, el obligado a pagar los réditos o corridos de un censo.
148
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
apareciendo ponedor alguno. Testigos: Pedro de
la Puerta, Cristóbal de Silva y Álvaro de Grijalba. Pasó ante Diego López de Ayala, escribano
nombrado.356 El 31 de diciembre por voz de
Diego, indio ladino, se gritó el último pregón;
Antonio de Paredes puso precio a las casas de
Elvira Lorenzo “en ciertos pesos de tipusque”.
Fueron testigos Bernaldino Cola, Pedro de Solórzano, Juan Fernández Ladrillero y Juan Martín, vecinos y estantes. El 11 de enero de 1566,
ante el alcalde ordinario Juan Fernández, Baltasar de Alcalá pedía que por haber pasado el término de los pregones, se mandara hacer trance y
remate. El 12 de enero, el escribano Miguel Rodríguez notificó a Elvira Lorenzo el auto de
trance y remate.
El día 14, Elvira de Lorenzo otorgó poder ante el escribano Miguel Rodríguez y de Pedro de
la Puerta, Juan Fernández y Julián de Frías, vecinos de Colima, en favor de su hijo Lázaro del
Valle. El 21, y ante el mismo escribano, Lázaro
del Valle sustituyó su poder en Juan de Aguilar,357 vecino de la Villa. El 26 se presentó un
escrito por el que la parte demandada, “respondiendo a una notificación de un trance y remate”, decía oponerse al mismo alegando entre
otras cosas que “la obligación procede de juego”. Dice que “aguardaron a venir a hacer esta
dicha escriptura cuando el dicho Domingo López estaba muriéndose y sin sentido, y él no supo lo que se hizo y a mí no me habían dicho sino
que no eran más de cincuenta pesos y que procedían de otra cosa, hasta después que el dicho
difunto a cabo de cuatro o cinco días que mejoró
un poco, me lo dijo como era de juego y que si
él vivía que no los pagaría y que no supo lo que
se hacía cuando hizo esta dicha escritura porque
356
Curiosamente este auto se repite en la foja anterior, al
reverso, pero dando fe del mismo el escribano Pero Ruiz;
sin embargo está tachado.
357
Es la primera referencia que localizamos de Juan de
Aguilar Solórzano El Mozo, hijo del conquistador homónimo y Ana Martel. Casó con María de Pantoja, en cuyo
matrimonio procrearon entre otros a Francisco, Juan y Pedro de Aguilar, y Esteban de Solórzano: infra, IV, regº 866;
AHMC/B, caja 15, exp. 13, pos. 1. Casó en segundas nupcias con Francisca Pérez de Castro, hija de Álvaro de Grijalba, viuda de Juan Ruiz Quintero: AHMC/Reyes 270.
con la enfermedad estaba muy fatigado y sin
sentido, porque dello murió de a pocos días y en
efecto yo fui engañada porque no me dijeron
que eran más de cincuenta pesos ni eran de juego, y por ser tan poca cantidad me había obligado con el dicho difunto por dalle contento a su
enfermedad que no porque fuese de mi voluntad,
y por otras muchas cosas que pienso probar y
alegar a su tiempo y lugar”. Pide a la justicia
“mande dar la ejecución por ninguna”.
El alcalde Juan Fernández ordenó que diera
información, para lo cual Lázaro del Valle presentó un interrogatorio para el examen de sus
testigos.358
Interrogatorio
“Si saben que el dicho Domingo López jugó
muchas veces con el dicho Garci Rodríguez y
con otras personas, vecinos desta dicha Villa,
dineros y caballos y preseas y otras muchas cosas en mucha cantidad; digan lo que saben.
“Iten, si saben que la obligación que presentó
Andrés de Segura sobre que se hizo ejecución,
procede del dicho conocimiento que el dicho mi
marido había hecho al dicho Garci Rodríguez, y
esto de una deuda.
“Iten, si saben que el dicho Domingo López,
habiendo jurado con el dicho Garci Rodríguez y
habiéndole ganado muchas veces, el dicho Domingo López le hacía cédulas por ello, por no
podelle pagar lo que le ganaba en el juego al dicho Garci Rodríguez; digan lo que saben.
“Iten, si saben que el dicho Garci Rodríguez,
no pudiendo cobrar lo que le debía el dicho
Domingo López y no lo pudiendo cobrar de él,
estando enfermo y a la muerte el dicho Domingo
López, el dicho Garci Rodríguez lo entró a ver a
manera de engaño y con cautela le dijo que se
acordase que le debía ciertos dineros, los cuales
procedían del juego que con él jugó, y que le
358
A través del cuestionario que presenta Lázaro del Valle
para examinar a los testigos, tenemos la posibilidad de
adentrarnos en una faceta más de la vida cotidiana en la Villa de Colima: el juego y las apuestas que, por lo que se
puede ver, alcanzaban en ocasiones niveles que afectaban
gravemente la economía familiar.
149
José Miguel Romero de Solís
hiciese escritura dellos, y él la hizo como hombre agravado de la enfermedad y su juicio trastornado della, y no supo lo que hizo; digan lo
que sepan.
“Iten, si saben que es público y notorio en
aquesta Villa todo lo susodicho”.
El 17 de enero, Lázaro del Valle presentó por
testigos a Antonio de Carvajal, Andrés García,
Julián de Frías y Tomás de Almodóvar, vecinos
de Colima, de quienes se recibió juramento conforme a derecho.
Antonio de Carvajal, de más de 30 años de
edad, dijo que conocía a las partes desde hacía
ocho años. Reconoce haber jugado con Domingo López y García Rodríguez y con otras muchas personas tanto dineros como preseas. Sabe
que Domingo López le hizo a Rodríguez un conocimiento “a escondidas de su mujer”, y que
Garcí Rodríguez se lo dio a Segura “de ciertos
caballos”.
Julián de Frías por su parte dijo tener más de
25 años de edad y que vio jugar a Domingo y a
García muchas veces “caballos, preseas e joyas”. Dice que García le platicó que Domingo
López le había hecho un conocimiento de ciento
y tantos pesos, que pasó a Andrés de Segura; y
que está cierto que López nunca lo iba a pagar
porque procedía de juego.
Tomás de Almodóvar, de más de 30 años de
edad, dijo haber visto jugar a Domingo López y
Rodríguez “muchos pesos de oro, caballos, preseas e otras cosas”.
Andrés García, de 24 años, dice haber visto
jugar a Garcí Rodríguez y a Domingo López, y
que éste “no sabía jugar”.
A petición de la parte demandada presentada
el 25 de enero, Andrés de Segura reconoció el 8
de febrero haber recibido de Garci Rodríguez un
conocimiento firmado por Diego López, y que
habiéndole preguntado si procedía la deuda de
juego, Rodríguez bajo juramento dijo que,, de
ellos, solamente 50 pesos eran del juego.
El 2 de marzo, el alcalde Fernández nombró
por asesor de la causa al licenciado Monroy.
Andrés de Segura protestó esta decisión que le
causaba agravio y apeló de la misma ante el alcalde mayor Alonso Sánchez de Figueroa, quien
dijo que no había lugar para remitir la causa a un
asesor letrado y debía juzgarse sumariamente.
Juan Fernández dictó entonces sentencia a
favor de Andrés de Segura, mandando avivar la
voz de trance y remate, siendo pregonero Juan
de Berlanda, indio, que decía: “Cien pesos dan
por las casas; si hay quien puje, si hay quién dé
más, y andando en el dicho pregón paresció Pedro de Bobadilla e puso las dichas casas en cien
y diez pesos”. No habiendo más ponedores, fueron rematadas las casas de Elvira Lorenzo en
Bobadilla. Fueron testigos Antonio de Paredes,
Suero Vázquez y Baltasar de Alcalá.
Caja A–4, exp. 15, ff. 1-18.
104. 1564, Diciembre, 4.
Tutela en Álvaro de Grijalba de los menores
hijos de Lázaro del Valle.
Ante Pedro de Vivanco, teniente de alcalde mayor, Álvaro de Grijalba como tutor y curador de
las personas y bienes de los menores hijos de
Lázaro del Valle, decía: “en los papeles que tenía Diego Veedor, difunto, está una tutela y cargo que se me hizo y discernió de los dichos mis
menores, que pasó ante Juan de Segovia, escribano de Su Majestad, y porque me conviene sacar la dicha tutela y cargo en limpio para guarda
de mi derecho, a V.m. pido y suplico mande a
Baltasar de Alcalá, escribano del Juzgado, me lo
dé y saque en limpio, de manera que haga fe,
que yo estoy presto y aparejado de pagarle sus
derechos, y pido justicia”.
El teniente de alcalde mayor “mandó a mí el
dicho escribano que busque los dichos papeles
que pide el dicho Álvaro de Grijalba en los registros del dicho Diego Veedor y que, hallados,
se le den para en guarda de su derecho un traslado autorizado”.
En su cumplimiento, dice Baltasar de Alcalá,
“fui a la posada del dicho Diego Veedor e busqué los dichos papeles que el dicho Álvaro de
150
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
Grijalba pide, y fize trasladar.359 Su tenor del
cual uno en pos del otro es éste que sigue”:
“En la Villa de Colima desta Nueva España,
en tres días del mes de abril de mil e quinientos
e sesenta e cuatro años [1564], el muy magnífico señor Luis de Grijalba, alcalde ordinario en
esta Villa por Su Majestad, dijo que por cuanto
Domingo López, vecino desta Villa, hasta agora
ha tenido a su cargo la tutela e curaduría de los
menores hijo de Lázaro del Valle y entenados
suyos, e que porque el dicho Domingo López
debe a los dichos menores cierta cantidad de pesos de oro de alcance que le hizo Juan de la Torre, alcalde ordinario en esta Villa, e por cuanto
no se los ha pagado e demás de esto, de derecho
no lo puede ser por ser su padrastro destos dichos menores, atento a lo cual dijo que le removía e removió el cargo que ha tenido de tutor, e
lo daba y encargaba a Álvaro de Grijalba, vecino desta Villa, persona lega, llana e abonada, al
cual mandó parescer ante sí”.
Grijalba aceptó el oficio e hizo juramento.
Luego, designó por fiador a Juan Fernández Ladrillero, vecino de la Villa, y mancomunadamente obligaron sus personas y bienes.
Entonces, el alcalde discernió la tutela y curaduría en Álvaro de Grijalba, dándole el correspondiente “poder cumplido, libre e llenero e
bastante según que de derecho en tal caso se requiere”, siendo testigos de ello Juan Domínguez
y Juan de Villeda, estante.
El 3 de junio de 1564, ante el mismo alcalde
Luis de Grijalba y de Juan de Segovia, escribano
de Su Majestad, Álvaro de Grijalba “dijo que
por cuanto a Domingo López, tutor pasado de
los dichos menores, no se le ha tomado cuenta,
después que se le hizo el alcance pasado, por
tanto, que pedía e pidió a su merced mande al
dicho Domingo López la dé luego”. Entonces, el
alcalde ordinario dispuso que Domingo López
diese cuenta con pago, quien contestó que estaba
presto de darla.
El escribano Baltasar continúa con el traslado
de los registros de Diego Veedor. Siguen los
cargos y descargos.
Cargos
“Primeramente se le hace cargo al dicho Domingo López de trezientos e ochenta e cinco pesos e tres tomines de oro común que paresce se
le alcanzaron de último alcance que le hizo Juan
de la Torre, siendo alcalde ordinario. Iten se le
hace cargo de una carga e siete pesos y medio de
cacao que paresce confesó deber el dicho Domingo López del cacao que se ha cogido360 en la
güerta de cacao que le pertenesce a los dichos
menores de su mitad desde veinte e cuatro de setiembre del año pasado de sesenta y tres [1563]
hasta veinte días de abril que se encargó de la
tutela al dicho Álvaro de Grijalba; hácesele cargo dellos, e confesó otros siete pesos y medio
que son carga y media de cacao.
Iten se le hace cargo de tres pesos de cacao
pazagua,361 que confesó haber cogido de la dicha güerta que pertenesce a los dichos menores.
Por manera que se suma e monta el cargo que se
hace al dicho Domingo López, como paresce
por las partidas de suso e con la dicha carga y
media de cacao que el dicho señor alcalde tasa e
modera en cuarenta y un pesos de oro común e
los tres pesos de cacao pazagua, que se monta
todo cuatrocientos e veinte e nueve pesos e tres
tomines de oro común; e asímismo el dicho señor alcalde hizo cargo al dicho Domingo López
de diez y seis pesos de oro común del censo que
se le mandó echar de los tres años, e ochenta e
cinco pesos e tres tomines que se le alcanzaron.
E paresce que no lo echó e el dicho señor alcalde le condenó en ellos con lo demás que todo se
monta cuatrocientos e cuarenta e cinco pesos e
tres tomines de oro común. E al dicho Domingo
López e al dicho tutor nuevo se les notificó el
dicho cargo e lo consintieron. Testigos: Diego
Veedor e Pero Ruiz”.
359
El escribano Diego Veedor acababa de fallecer y todavía en su casa se guardaban las muchas escrituras y recaudos que habían estado bajo su custodia. Le sucedió en el
cargo Baltasar de Alcalá.
360
361
151
Al margen está escrito: “carga y media”.
Supra, regº 62.
José Miguel Romero de Solís
Descargos
“E luego in continente el dicho Domingo López,
presente el dicho señor alcalde, dio el descargo
siguiente”:
Primeramente dio por descargo” 16 pesos
que juró haber gastado en la dicha huerta hasta
el 15 de abril pasado. 12 pesos por compra de
maíz para dicha hacienda. Más 4 pesos que gastó en las casas de la dicha huerta. 3 pesos y 6
tomines que pagó “a los naborías de la dicha
güerta”. Un peso y 6 tomines “de petates y chicobites que gastó para los dichos menores”.362 2
pesos y 4 tomines de la compra de un novillo y
una ternera, que costaron 5 pesos, para la dicha
hacienda, y que le caben a los menores 2 pesos y
medio. 70 pesos que dio y pagó a Lázaro del
Valle, menor, “por mandado de Melchor Pérez,
alcalde ordinario, más otro mandamiento e carta
de pago”. 30 pesos que “dio y pagó a Alonso del
Valle, menor, para su vestir, e el dicho Álvaro
de Grijalba, tutor, le dio carta de pago”. 30 pesos “que se averiguó delante del dicho señor alcalde haber pagado el dicho Domingo López a
Juan Fernández Ladrillero, el cual juró habellos
gastado en cosas tocantes a Alonso del Valle en
México”.
Los descargos suman y montan 172 pesos y 6
tomines de oro común, que sacados de los 445
pesos y 3 tomines, “resta que se le alcanza” por
273 pesos de oro común, mandando que López
“los pague dentro de treinta días primeros siguientes al dicho Álvaro de Grijalba, tutor nuevo”. Testigos: Diego Veedor y Juan Fernández
Ladrillero, vecinos de Colima.
El 5 de marzo de 1566, Álvaro de Grijalba
como tutor y curador de los menores hijos de
Lázaro del Valle, ante el alcalde ordinario Juan
Fernández, presentó un escrito donde decía: “a
mi noticia es venido que a pedimento de Andrés
de Segura, V.m. ha mandado hacer trance y remate, y vender las casas de la morada de Elvira
Lorenzo, viuda, las cuales yo tengo en nombre
362
Petates y chicobites: de petatl, estera tejida de tule o de
palma; chiquihuites, de chiquihuitl: cesto o canasto de
mimbre, bejuco o carrizo: Cabrera (1984), 108 y 76 respectivamente.
de los dichos mis menores en ciento y noventa
pesos de oro común como consta por esta escritura de que hago presentación.363 A V.m. pido y
suplico mande revocar la dicha sentencia del
trance y remate y dejar las dichas casas libres”.
Caja A–4, exp. 15, ff. 19-25.
105. 1566. Mayo, 12.
Sigue el pleito pendiente de ejecución entre Andrés de Segura y Elvira Lorenzo, viuda de Domingo López.
El alcalde ordinario Juan Fernández dio el siguiente auto:364
“Hago saber a vos, Pedro Ruiz de Vilches,
vecino desta Villa, que pleito pendiente de ejecución se ha tratado ante mí entre partes de la
una ante demandante, Andrés de Segura, vecino
desta Villa, y de la otra reo defendiente Elvira
Lorenzo y Lázaro del Valle en su nombre, sobre
los ciento e cincuenta e ocho pesos que el dicho
Andrés de Segura le ejecutó. Y siguiéndose la
ejecución, conforme a derecho, fue dada sentencia de remate en la dicha causa y le fue notificado en los estrados de mi audiencia”. Agrega el
alcalde: “E agora, la parte del dicho Andrés de
Segura me hizo relación que la dicha Elvira Lorenzo no estaba en esta Villa sino en una huerta
de cacao que tiene fuera della, y que a su derecho conviene le sea notificada la dicha sentencia
y me pidió le diese un escribano para el dicho
efecto, que él está presto de le pagar sus derechos”. Visto lo cual, “en nombre de Su Majestad
os nombro por tal escribano para que podáis ir y
vayáis en cualesquier partes desta mi jurisdicción y Provincia de Colima y notifiquéis la dicha sentencia y proceso”.
El escribano Pero Ruiz de Vilches fue a “la
huerta de cacao que es Elvira Lorenzo, que es en
363
No aparece dicha carta de censo aquí sino fojas más
adelante: infra, regº 106.
364
En este año de 1566, se mencionan por alcaldes ordinarios dos Juan Fernández: uno, el apodado El Viejo: infra,
regº 110; y el otro, Juan Fernández Ladrillero, de cuya
elección había protestado Melchor Pérez: supra, regº 101 e
infra, regº 120.
152
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
el Valle de Caxitlan, término y jurisdicción desta Villa de Colima desta Nueva España”, el 17
de mayo, y leyó y notificó la sentencia de remate a Elvira Lorenzo, viuda, en su persona, estando presentes por testigos Diego Dávila, Andrés
Toscano y Gonzalo Morán.
El día 18, Segura pedía al alcalde que “mande hacer trance e remate y avivar la voz del almoneda en los bienes ejecutados en esta causa, y
de su valor se le haga entero e cumplido pago
del prencipal e costas”.
Sin embargo, el 20 de mayo, Juan de Iniesta,
en nombre de Elvira Lorenzo, por virtud del poder que de ella tenía, decía que su parte había
sido notificada de la sentencia “que en el caso
por V.m. fue dada, por la cual paresce que V.m.
la absuelve y da por libre de cincuenta pesos, y
la condena en los ciento y ocho restantes, por lo
cual V.m. no mandó hacer trance y remate de
los bienes ejecutados”. Agrega Iniesta: la absolución de los 50 pesos, “la apruebo”, pero en lo
demás, “lo rescibo por notorio agravio”, porque
está claro por la información dada,365 que la
deuda es “de juego prohibido y vedado”. Concluye su escrito Juan de Iniesta: en el caso que el
alcalde no la diera por libre, entonces, “con el
acatamiento que debo, apelo de V.m. para ante
la justicia mayor desta Villa, ante quien pienso
expresar agravios y alegar de mi justicia”.
El alcalde respondió que si la parte de Elvira
Lorenzo depositaba la cuantía de pesos contenidos en la ejecución y las costas del proceso, que
otorgaba y otorgó la apelación ante el alcalde
mayor.
Baltasar de Alcalá, a nombre de Andrés de
Segura, protestaba por este auto en el que el alcalde ordinario otorgaba la apelación “sin que
primero pague realmente de contado, conforme
a la sentencia de trance y remate que está dada
en esta causa”. Por consiguiente, sintiéndose
muy agraviado, apelaba también ante el alcalde
mayor Alonso Sánchez de Figueroa, lo que fue
concedido por el alcalde Juan Fernández.
Caja A–4, exp. 15, ff. 26-28.
106. 1565. Enero, 3.
Escritura de censo de la casa morada de Domingo López y Elvira Lorenzo en la Villa de Colima y una huerta de cacao en el Valle de Caxitlan.
Ante el escribano Miguel Rodríguez y estando
presente como testigos Cristóbal de Silva, Julián
de Frías y Juan García, vecinos y estante en esta
Villa de Colima, Domingo López y Elvira Lorenzo, su mujer, “otorgamos e conoscemos por
esta presente carta que vendemos e damos en
venta real para agora e para siempre jamás a
vos, Álvaro de Grijalba, vecino desta dicha Villa
que sois presente, como tutor e curador de Alonso Lorenzo e Lázaro del Valle, vuestros menores
hijos y herederos de Lázaro del Valle, defunto, e
para los dichos menores e para quien por ellos lo
hubiere de haber, conviene a saber, diez y nueve
pesos del oro común de valor cada un peso ocho
reales de plata” de censo y tributo a pagar
anualmente, “durante el tiempo que no se libertare, esto por razón de ciento e noventa pesos
del dicho oro común que por compra dello nos
distes e pagastes en tostones de contado por los
dichos menores, de los cuales nos damos por
bien contentos”.
Se obligaban a pagar los 19 pesos “por los
tercios de en cada un año, de cuatro en cuatro
meses”, a contarse desde el día de la firma de
esta escritura. El censo se echa “sobre todos
nuestros bienes muebles e raíces, y especialmente sobre una güerta de cacao que nos habemos e
tenemos en el valle de Caxitlan, que alinda con
Güerta de Diego Morán, e por la otra parte el
Río Grande de Caxitlan, e por la otra parte tierras del Chantre de Galicia366 e tierras e Güerta
de Juan de Iniesta, e las casas de nuestra morada, que alindan con casas de Marco Antonio de
Nápoles, e de la otras dos partes las Calles Reales desta Villa”.
366
365
Supra, regº 103.
Debe referirse al padre Alonso Sánchez de Miranda, cura y vicario que fue de la Villa de Colima, que años después sería nombrado deán de Nueva Galicia.
153
José Miguel Romero de Solís
Este censo “sobre la cual dicha güerta e casas
que de suso van declaradas, las cuales confesamos que están libres e desembargadas de otro
censo y enajenación alguna”, se regirá bajo las
consiguientes condiciones: Domingo López y
Elvira Lorenzo se comprometen a tener “enhiestas e bien paradas” casas y huerta; no se podrán
vender ni empeñar ni enajenar; “otrosí es condición que si dos años uno en pos del otro” no se
pagare el censo y tributo, podrá Álvaro de Grijalba “nos las tomar” para cobrarse.
También es condición que si los otorgantes
pagan los 190 pesos de principal y los censos
corridos, Grijalba estará obligado de recibirlos y
darlos a ellos por libres y quitos.
Caja A–4, exp. 15, ff. 29-32.
107. 1566. Mayo, 23.
Sigue el pleito de ejecución de Andrés de Segura
contra Elvira Lorenzo, viuda de Domingo López.
Ante el alcalde Mayor Alonso Sánchez de Figueroa, Juan de Iniesta, a nombre de Elvira Lorenzo, “me presento ante V.m. en grado de apelación en razón de cierta sentencia” pronunciada
por el alcalde ordinario Juan Fernández, “pues
consta ser de juego, y conforme a derecho e a
las leyes y premáticas [sic]367 del Reino, la dicha
mi parte no debe nada. Por tanto, a V.m. pido
me haya por presentado en el dicho grado debajo del depósito que el señor alcalde manda hacer, a lo cual me ofrezco dar depositado”.
Con la misma fecha y en otro escrito, Juan de
Iniesta decía que “sobre la ejecución que le hizo
e sobre el depósito que la Justicia ordinaria
mandó hacer a la dicha mi parte para que pudiese seguir su justicia, de que Andrés de Segura
tiene apelado”, el alcalde ordinario “proveyó
conforme a justicia y como tal, V.m. lo debe
aprobar, y porque en la causa me temo que a la
dicha mi parte no se le haga agravio y a V.m.
tengo por odioso y sospechoso, por tanto, a V.m.
pido que para la determinación dello, V.m. se
367
Por “pragmáticas”.
acompañe conforme a derecho, porque si necesario es con el acatamiento que debo, recuso a
V.m. en esta causa y determinación della”, y
además, “protesto que si la causa se determinara
sin se acompañar conforme a derecho, sea en sí
ninguna e de ningún valor y efecto”.
El alcalde mayor aceptó la recusación y designó por su acompañado a Alonso Miguel, vecino de la Villa; sin embargo la parte de Andrés
de Segura dijo tener por sospechoso al acompañado, por lo que el alcalde mayor nombró por
nuevo acompañado a Hernando de Gamboa, vecino de Colima, quien aceptó el cargo.
Ya en la audiencia, el alcalde mayor y su
acompañado, quien a la sazón era “alcalde de la
Santa Hermandad”,368 visto el proceso en grado
de apelación, dijeron que “debían revocar e revocaron el dicho auto dado e pronunciado por el
dicho alcalde, e mandaron que la dicha sentencia
de remate dada en esta dicha causa sea cumplida
y ejecutada conforme a la ley de Toledo, e que
el alcalde Juan Fernández haga en la causa justicia conforme a derecho”.
Lázaro del Valle, por su parte, recuerda en
escrito presentado ante el alcalde ordinario Juan
Fernández, que siendo Álvaro de Grijalba su tutor, “se opuso al trance y remate que V.m. mandó hacer de la casa en que se hizo la dicha ejecución, diciendo que la dicha casa estaba acensuada en cierta cantidad de pesos de oro,369 como consta por la dicha carta de censo que presentó ante V.m., e pidió que como primero opositor”, debía ser preferido en el remate. Y agrega
Lázaro del Valle: “porque los dichos pesos de
oro que así están a censos sobre la dicha casa,
368
Alonso Miguel y Hernando de Gamboa —como se verá
más adelante en este mismo expediente— eran alcaldes de la
Santa Hermandad, creada por el virrey Luis de Velasco, en
1553, para seguridad de los caminos, en particular, por el
aumento de los delitos a mano de negros cimarrones, mestizos y vagabundos españoles, que robaban el ganado y
asaltaban a viajantes y arrieros. A partir de 1564, tras la
muerte del virrey, la Santa Hermandad comenzó a decaer
hasta que fue instituido el Tribunal de la Acordada en
1603: Sarabia Viejo (1978), 294-295.
369
Bajo censo; véase supra, el final del regº 104, donde
Álvaro de Grijalba presentó la carta de censo que se transcribe en el regº 106.
154
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
son míos y de un hermano mío, y por ser como
somos menores y nuestro tutor que es Pedro
Moreno no está en esta Villa para que pueda seguir esta causa”, pide al alcalde ordinario “mande que la dicha sentencia de remate no se lleve a
debida ejecución hasta que el dicho mi tutor sea
oído a justicia”; pide también que se les nombre
como menores que son “un curador ad litem que
pida y alegue de nuestra justicia”.
Juan Fernández nombró por curador ad litem
de los mencionados menores a Juan de Iniesta,
quien el 25 de mayo volvía a suplicar que no se
ejecutara la sentencia en las casas de la morada
de Elvira Lorenzo por estar “acensuadas”; agrega que Andrés de Segura “estaba obligado buscar bienes desembargados” y que si, después de
todo, era preciso ejecutar la sentencia en las dichas casas, “primero y ante todas cosas, se ha de
redimir el censo de contado con todo el tributo”,
porque “mis menores han de ser preferidos en el
remate dellas como primeros opositores”.
Baltasar de Alcalá, en nombre de Segura, replicó diciendo que “no ha lugar lo que la parte
contraria pide y se debe mandar hacer el trance
y remate en los bienes ejecutados, que si necesario es, yo estoy presto a dar fianzas de que la dicha huerta de la dicha Elvira Lorenzo, que está
apotecada [sic]370 juntamente con las dichas casas al censo, será valiosa y cuantiosa371 para el
dicho censo”.
El 10 de junio, el alcalde Juan Fernández habiendo visto las peticiones de ambas partes y la
carta de censo presentada, “mandó que se haga
el trance y remate en los bienes ejecutados en
esta causa conforme a derecho con declaración
que sea con cargo del censo que está echado sobre las dichas casas e bienes ejecutados, e que el
dicho Andrés de Segura redima e liberte el dicho
censo para que se haga el dicho remate”.
No estuvo de acuerdo con este auto Baltasar
de Alcalá, por eso apeló del mismo ante el alcalde mayor. Visto el proceso por Alonso Sánchez de Figueroa dispuso que se hiciera el rema370
Por “hipotecada”. La acepción apotecada no la registra
en su Léxico Boyd–Bowman (1971).
371
La palabra “cuantiosa” aparece escrita entre renglones.
te considerando un censo de 60 pesos sobre las
dichas casas, y el resto del mismo sobre la huerta de cacao, y que la parte de Andrés de Segura
“dé fianzas”. Andrés de Segura, notificado, respondió que estaba presto de darlas, siendo testigos de ello Suero Vázquez y Baltasar de Alcalá.
Regresada la causa a la justicia ordinaria el 9
de julio, por ausencia de Juan Fernández, la tomó en sí Hernando de Gamboa, alcalde de la
Santa Hermandad y alcalde ordinario de la Villa,
mandando que Segura dé la fianza, “y dada, se
haga el remate de la dicha casa”. Segura dio la
fianza. Luego “en presencia de muncha gente”
se pregonó el remate, gritando el pregonero
“ciento e diez pesos dan por las casas de Elvira
Lorenzo que se venden por ejecución en ellas
fecha a pedimento de Andrés de Segura a quien
puje y quien dé más, que se han de vender e rematar luego y con cargo de sesenta pesos de
censo que hay sobre ellas impuesto”.
Presentóse Pero Ruiz, vecino de la Villa, “e
puso las dichas casas con el dicho cargo de censo en ciento e once pesos de oro común a luego
pagar, y por no haber persona que más por ellas
diese de último remate, de mandamiento del señor alcalde, habiendo fecho los apercibimientos
necesarios, el dicho pregonero dijo: «Buena pro
le haga», y el dicho Pero Ruiz aceptó el dicho
remate y se obligó de pagar los dichos pesos de
oro e lo firmó de su nombre y el dicho señor alcalde”. Testigos fueron Pero López de Herrera,
Francisco de Cepeda y Antonio de Carvajal, vecinos de la Villa.
El 10 de julio, Andrés de Segura ante el alcalde Gamboa decía que tanto por Pero Ruiz
como por él se ha pedido que se mandase dar
“posesión de las dichas casas”, pero que “V.m.
no lo ha querido sin que primero se notifique el
dicho remate a Juan de Iniesta, curador de los
menores de Lázaro del Valle, y a Elvira Lorenzo; y porque los susodichos no están en esta Villa para poder ser citados conforme a lo por
V.m. mandado, a V.m. pido y suplico, mande
nombrar un escribano para que donde quiera que
en la jurisdicción desta Villa estuvieren, les
pueda notificar el remate”. Para este efecto, el
155
José Miguel Romero de Solís
alcalde Hernando de Gamboa nombró por escribano a Antonio Pérez, estante en esta Villa.
“En el cacao de Juan de Iniesta que es en el
Valle de Caxitlan de la Provincia de Colima”, en
11 de julio de 1566, el escribano nombrado Antonio Pérez notificó el remate a Juan de Iniesta
en su persona, quien respondió “que él iría a la
Villa de Colima a alegar de su justicia”. Estaban
presentes por testigos Diego Morán y Diego
Dávila, “estantes en el cacao”. A continuación,
el escribano fue a notificar a Elvira Lorenzo,
hallándola en su cacao; contestó la viuda de Lázaro del Valle, que “ella era mujer e que no sabe
de pleitos, que ella tiene dado su poder a Juan de
Iniesta; que lo que él hiciere, daba por fecho”.
Los testigos fueron los mismos.
El 19 de julio, Pero Ruiz insistía en su petición: quería que el alcalde diera mandamiento
“para que yo sea metido en la posesión de las
dichas casas como persona que las tiene pagadas”. El alcalde ordinario así lo dispuso mandando que el alguacil mayor de la Villa lo hiciera.
El mismo día, el alguacil Antonio de Carvajal dio posesión a Pero Ruiz de las casas “que
solían ser de Elvira Lorenzo, que están en esta
Villa, que alindan con un solar e Huerta del Molino, e con casas de Marco Antonio de Nápoles e
las Calles Reales, que son las contenidas en este
proceso”. El alguacil “tomó por la mano a Pero
Ruiz, vecino desta Villa, y le metió en la posesión de las dichas casas, y echó fuera a Catalina
Lorenzo, mujer de Pero Moreno e a Estebanía
de Cervera, mujer de Diego Dávila, e a otras
personas que dentro estaban, y le dio la posesión
en las dichas casas; y el dicho Pero Ruiz, estando dentro dellas, cerró puertas y las tornó a
abrir, y se paseó por ellas, y tomó dicha posesión quieta y pacíficamente, sin contradicción de
persona alguna”. Al terminar, Pero Ruiz a Catalina Lorenzo y a Estebanía de Cervera “las dejó
en las dichas casas por inquilinas”. Fueron testigos Pero Martínez de Quevedo, Gonzalo de Cáceres, Andrés de Segura y Bartolomé Ruiz de
Vilches, vecinos y estantes en esta Villa.
Caja A–4, exp. 15, ff. 33-44.
108. 1564. Diciembre, 29.
Poder y traspaso que otorga Garci Rodríguez a
Andrés de Segura.
“Sepan cuantos esta carta vieren, cómo yo Garci
Rodríguez, vecino que soy desta Villa de Colima desta Nueva España, otorgo e conozo que
doy e otorgo todo mi poder, cumplido, libre e
llenero, bastante, según que lo yo he e tengo e
de derecho más puede y debe valer, a vos, Andrés de Segura que estáis presente, especialmente para que por mí y en mi nombre y en el vuestro y como cosa vuestra misma propia, podáis
pedir e demanda, rescibir, haber e cobrar, así en
juicio como fuera de él, de Alonso Carrillo El
Mozo, vecino desta Villa, e de sus bienes, ciento
e cuarenta e cinco pesos y seis tomines del oro
que corre, que el susodicho me debe de una
obligación de plazo pasado, e de Gonzalo López
de Ayala sesenta y seis pesos del oro que corre,
que el susodicho me debe de resto de una obligación de mayor cuantía, de plazo pasado, e
asímismo, de Pedro de Arévalo, vecino desta
Villa, ciento y treinta y seis pesos y dos tomines,
que el susodicho me debe por una obligación de
plazo pasado, e asímismo podáis cobrar de Domingo López ciento e cincuenta e ocho pesos,
que el susodicho me debe por un conoscimiento
reconoscido de plazo pasado, e asimismo podáis
cobrar del licenciado Monroy diez y seis quintales de cobre, que el susodicho me debe por una
obligación de mayor cuantía de plazo pasado, e
asimismo podáis cobrar de Álvaro de Grijalba e
de sus bienes sesenta y nueve pesos y dos tomines del oro que corre, que el susodicho me debe
por un conoscimiento firmado de su nombre de
plazo pasado”.
Todos estos pesos de oro, una vez cobrados,
serán del propio Segura, “por otros tantos que
yo vos debía por una obligación, e vos cedo e
traspaso todo”.
Pasó ante el escribano Juan de la Torre y fueron testigos de ello, Hernando de Gamboa, Pero
Ruiz, Martín Gómez y Juan Martín, vecinos y
estantes en esta Villa de Colima. “Y el dicho
156
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
otorgante lo firmó de su nombre en el registro
desta carta”.
Andrés de Segura, el 11 de enero de 1565,
ante el teniente de alcalde mayor Pedro de Vivanco, dijo que daba y dio todo su poder cumplido a Alonso de las Casas, residente en esta
Villa de Colima, para haber y cobrar de las personas en este traspaso contenidas los pesos de
oro que están obligadas a pagar.
Caja A–4, exp. 15, ff. 45-46.
109. 1567. Enero, 2.
Andrés de Segura contra Garci Rodríguez, por
cantidad de pesos.
Andrés de Segura, ante el alcalde ordinario Diego de Velasco, dice “que yo hice una ejecución
contra los bienes de Elvira Lorenzo, mujer que
fue de Domingo López, difunto, en la cual dicha
ejecución procedía de una deuda que me dio e
traspasó García Rodríguez, vecino desta Villa”,
por cantidad “de cincuenta pesos de oro común
poco más o menos. A V.m. pido e suplico, tome
la causa en sí y la vea; y vista, me mande dar su
mandamiento de ejecución por la cantidad que
ansí paresciere debérseme”.
El alcalde dispuso que “se traigan los demás
autos”, y cuando los vea, proveerá. Hecho esto,
dio mandamiento al alguacil mayor de la Villa
para que hiciera “ejecución en bienes de García
Rodríguez, vecino desta Villa, por contra de
cincuenta de cincuenta e ocho pesos del oro común que parece que debe a Andrés de Segura,
vecino desta dicha Villa” por haberle cedido y
traspasado 158 pesos de oro común de un conocimiento y escritura pública de Domingo López,
difunto, y de su mujer Elvira Lorenzo. Segura
ejecutó en sus bienes a Elvira Lorenzo, y siguiéndose la ejecución se dio sentencia de remate “en la que dieron por libre a la dicha Elvira
Lorenzo de los dichos cincuenta pesos, como
todo ello consta por el proceso”.
El 4 de diciembre de 1569 el alcalde mayor
Jerónimo Flores dio mandamiento al alguacil
Andrés Martel para hacer ejecución en los bienes de Garci Rodríguez; al día siguiente, el al-
guacil requirió con este mandamiento a Garci
Rodríguez, a que “le dé bienes desembargados.372
Caja A–4, exp. 15, ff. 47-48.
110. 1565. Julio, 31.
Julián de Frías contra Alonso Carrillo, por cantidad de pesos.
Ante el alcalde ordinario Hernando de Grijalba,
el vecino de la Villa de Colima Julián de Frías
hizo presentación de una “carta quenta de Alonso Carrillo de mil y quinientos y cincuenta y
cuatro años” [1554], del tenor siguiente:
“Primeramente, debe el dicho de resto de
cuentas doce pesos. Y más debe el dicho ocho
pesos y medio por aderezo de una espada sin interés. Y más debe el dicho ocho pesos por dos
pares de botas de venado enceradas. Y más debe
el dicho dos pesos y medio por unas botas blancas picadas. Y más debe el dicho por unos pantufos un peso y quatro tomines. Y más debe un
peso por unos zapatos. Y más debe dos pesos
por un fierro. Y más debe un peso y quatro tomines por dos pares de riendas. Y más debe dos
pesos por otro fierro que llevó este día”.
“Digo yo Alonso Carrillo que es verdad que
debo a bos Julián de Frías, becino de Colima,
todo lo en esta carta quenta arriba contenido,
que se montan treynta y nuebe pesos”; y se obliga a pagar “de hoy día de la fecha desta en quince días”.
Julián de Frías pide, siendo testigos Juan de
la Torre y Juan de Iniesta, que Alonso Carrillo
“reconozca este conoscimiento”. Así lo dispuso
el alcalde, y Alonso Carrillo que estaba presente, “dijo que es verdad que el dicho conoscimiento mandó hacer e que debe los dichos
treynta e nuebe pesos” y que la firma “es suya e
la hizo con su propia mano e débelos”.
372
No se explica porqué se dilató tanto el requerimiento.
En el expediente no aparecen los autos habidos después del
mandamiento dado por Diego de Velasco al alguacil el 3 de
enero de 1567, inmediatamente sigue a éste el que diera Jerónimo Flores, fechado en diciembre de 1569.
157
José Miguel Romero de Solís
El 23 de enero de 1566, el alcalde Juan Fernández El Viejo373 dio mandamiento al alguacil
mayor de la Villa Antonio de Carvajal para
hacer ejecución en los bienes de Alonso Carrillo, vecino de Colima, “por contra de diez e siete
pesos e medio del oro común, que parece que
debe y es obligado a dar e pagar a Julián de Frías por virtud de una carta cuenta de mayor cuantía reconocida de plazo pasado”.
El 28 de enero, el alguacil requirió a Carrillo,
que nombró por bienes las casas de su morada
en esta Villa de Colima. Fueron testigos Juan
Muñoz y Andrés García, vecinos de la Villa.
Avivada la almoneda, se gritaron los pregones el 28 de enero, el 7 y 17 de febrero en la
plaza pública ante mucha gente, sin aparecer
ponedor alguno.
Julián de Frías pidió que se diera mandamiento de trance y remate y así lo mandó el alcalde Juan Fernández el 5 de marzo.
Caja A–5, exp. 1, 4 ff.
111. 1565. Mayo, 4.
Pedro de la Puerta y Alonso de Barahona, mercaderes, contra Garci Rodríguez, por cantidad
de pesos, piden se haga ejecución en dos negros.
El alcalde mayor Pedro Dávila Quiñones manda
al alguacil mayor de la Villa Juan Muñoz a que
hiciera ejecución en la persona y bienes de Garci
Rodríguez “por contra de quinientos y cincuenta
y seis pesos y cinco tomines y seis granos del
oro común, que parece que debe y es obligado a
dar e pagar a Alonso de Barahona, mercader, e
Rodrigo de... [?], vecinos de Sevilla, e a Pedro
de la Puerta en su nombre, por virtud de una
obligación de plazo pasado de mayor cuantía,
que ante mí presentó el dicho Pedro de la
Puerta”.
Pedro de la Puerta declaró que por cuanto en
la escritura que tiene presentada “están
hipotecados una negra y un negro, llamados el
negro Francisco y la negra Juana”, los cuales
373
Algunos datos: supra, regº 105.
“están en poder del licenciado Gonzalo Yáñez,
vicario desta Villa”, pide que se haga la ejecución en ellos.
El 5 de mayo el alguacil Juan Muñoz hizo
ejecución en una negra llamada Guiomar por
bienes de Barahona, y la depositó en Andrés de
Segura.
Días después “por voz de Melchor, negro,
fue pregonada una negra que tiene Juan de Arana por bienes de Garci Rodríguez”. A los pregones fueron testigos Juan de Segovia, Baltasar de
Alcalá, Alonso Carrillo, Álvaro de Grijalba,
Quevedo, Juan de la Torre y Cristóbal de Silva,
entre otros muchos.
El 1º de junio, compareció Pedro de la Puerta
ante el teniente de alcalde mayor Diego de Velasco y declaró que, “en el pleito que trato con
Garci Rodríguez sobre la ejecución que le tengo
fecha en una negra que tiene Juan de Arana hipotecada por Alonso de Barahona, digo que el
término de los pregones son pasados y días más.
Por tanto pido y suplico a V.m., mande hacer
trance y remate de la dicha negra ejecutada e
mándeme hacer entero pago de principal y costas, y pido justicia”.
Sin embargo, el 5 de junio el sacerdote Gonzalo Yáñez374 presentó un escrito ante el teniente
de alcalde mayor, en el que decía:
“El licenciado Gonzalo Yáñez, clérigo presbítero, digo que podrá haber cinco o seis meses,
poco más o menos, que Garci Rodríguez, vecino
desta Villa, me vendió dos piezas de negros bozales: una negra que se llama Juana e un negro
que se llama Francisco, de tierra de Zapé;375 los
cuales me vendió por libres de hipoteca e yo se
los pagué; e agora parece estar los negros hipotecados por una obligación que el dicho Garci
Rodríguez hizo a Alonso de Barahona, mercader, de quien compró los dichos negros, la cual
obligación está presentada ante V.m. por Pedro
de la Puerta, con poder del dicho Alonso de Barahona, por virtud de la cual se mandó dar man374
Fuera de este conflicto, apenas sabemos algo más del
padre Gonzalo Yáñez, tal vez en aquel tiempo, cura y vicario de la Villa de Colima; véase, infra, regº 237.
375
Los negros Zapé son los Kpwesi, oriundos de Sierra
Leona: Aguirre Beltrán (1989), 101 y 119.
158
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
damiento ejecutorio y por bienes hipotecados
fueron nombrados las dichas dos piezas de negros, que el dicho Garci Rodríguez me vendió. E
porque a mi derecho conviene sacar un traslado
de la obligación que el dicho Garci Rodríguez
hizo al dicho Alonso de Barahona, con el mandamiento ejecutorio, para que yo pueda pedir al
dicho Garci Rodríguez me haga ciertos e seguros los dichos negros, por tanto a V.m. pido me
mande dar testimonio de todo lo susodicho con
la obligación o con el traslado della, e dé el
mandamiento ejecutorio con todo lo demás que
a mi derecho conviene, que yo estoy presto de
pagar al escribano sus derechos”.
Al día siguiente, el teniente de alcalde mayor
dispuso que el escribano Pero Ruiz sacase los
traslados solicitados.
El 29 de diciembre de 1565, Pedro de la
Puerta firmó haber recibido “de Pero Ruiz, escribano, vecino de Colima, una obligación y un
poder de Alonso de Barahona, que yo había presentado ante Pedro Dávila Quiñones, alcalde
mayor que fue desta Villa, el cual me mandó dar
mandamiento y quedó en poder del dicho Pero
Ruiz, escribano, y porque es verdad que los recibí, firmé éste de mi nombre”. Testigos: Antonio Morera y Cristóbal de Silva.
Caja A–5, exp. 2, 5 ff.
112. 1563. Enero, 11.
Garci Rodríguez reclama del sastre Luis Martínez, difunto, cantidad de pesos que le quedó debiendo.
Garci Rodríguez, vecino desta Villa de Colima,
parezco ante V.m. en la mejor forma y vía que a
mi derecho convenga, y digo que Luis Martínez,
difunto, me debe por cuenta de libro veinte y
cuatro pesos y cuatro tomines de tipuzque; y
porque murió intestato y no declaró la dicha
deuda, estoy presto de dar información de cómo
el dicho difunto es e letra suya y asentado de su
mesma mano en el libro que yo tengo en la dicha tienda”.376
Siendo testigos Juan de Iniesta y Domingo
López, el alcalde ordinario Juan de Arana mandó que diera información al respecto.
Garci Rodríguez presentó por primer testigo
a Juan de Aztiguieta, quien al serle mostrado el
libro de cuentas, dijo que esa letra era de Luis
Martínez por él conocida, ya que le había visto
escribir en otras ocasiones. Aseguró tener 25
años de edad.
Diego López de Almodóvar también dio testimonio. Cuando se le enseñó el libro de cuentas, reconoció la letra de Luis Martínez; dijo que
le había visto otras veces hacer esa letra con su
misma mano.
El mismo día Garcí Rodríguez dijo que en
poder de Juan Núñez había un caballo castaño,
propiedad del difunto Martínez, y pidió que fuese depositado. Así lo concedió el alcalde Arana
ordenando a Juan Núñez que lo tuviera en depósito y no acudiera con el caballo a ninguna otra
parte hasta tanto que otra cosa sea proveída en
esta causa.
El 26 de abril insistía de nuevo Garci Rodríguez pidiendo justicia y ser pagado de la deuda
que con él tuvo el sastre Luis Martínez, por
cuanto la información ya se había dado.
Caja A–5, exp. 3, 3 ff.
113. 1565. Diciembre, 29.
Juan Fernández Ladrillero pide que Francisco
Toscano le dé hipotecas sanas y abonadas de
una huerta de cacao que le vendió en términos
de Xicotlan.
Juan Fernández Ladrillero, ante el alcalde mayor
Alonso Sánchez Figueroa, presentó un escrito
donde decía: “yo vendí a Francisco Toscano,
vecino desta Villa, habrá tres meses poco más o
376
Acerca del sastre Luis Martínez, ver regº 81, 95, 112 y
124. Por otra parte, podemos ver por este regº y los inmediatos, el papel destacado que tuvo en la década de los sesenta el vecino García Rodríguez, quien aparece ahora
también como mercader propietario de una tienda en la Villa de Colima.
159
José Miguel Romero de Solís
menos, la tercia parte de la güerta que tengo en
el término de Jicotlan, que hube e compré de
Melchor Pérez en mil e novecientos e cincuenta
pesos del oro común, conforme a la venta que
dello le otorgué”.
Sin embargo —agrega— Toscano “por no los
tener para me los pagar de contado, a su ruego e
intercesión, hube por bien e o por le hacer buena
obra, que los echara a censos al quitar, los cuales echó al dicho censo, y es ansí que en la dicha
escritura del dicho censo que está en poder de
Pero Ruiz, escribano nombrado desta Villa, no
hipotecó a la seguridad y saneamiento del dicho
censo de tan solamente la dicha tercia parte de la
dicha güerta, que ansí de mí compró e no da hipotecas bastantes conforme a derecho, porque
en los censos donde interviene hipotecas, es libre la obligación y la persona, y por lo menos
conforme a derecho han de valer las hipotecas
que se dieren a los dichos censos”.
Ladrillero pide que se ordene a Toscano “dentro de un breve término, dé hipotecas llanas y
abonadas, valiosas y cuantiosas, conforme a derecho al dicho mi censo, y en el inter que no me
los diese, mande que el escribano no le entregue
la dicha venta de la dicha güerta, ni sea metido
en la posesión”.
La escritura de venta había sido otorgada ante el escribano Pero Ruiz, con fecha de 24 de
septiembre de 1565, interponiendo su autoridad
y decreto judicial el alcalde ordinario Hernando
de Gamboa, y siendo testigos de la misma Álvaro de Grijalba, Juan Pérez, Tomás Herades y
Mateo de Berlanga. Viene un traslado fiel sacado del original por el escribano Miguel Rodríguez.
En ella, se lee que se procede a la venta de
“la tercia parte de huerta de cacao que yo he y
tengo en término e tierras del pueblo de Xicotlan, que yo hube e compré de Melchor Pérez,
vecino desta Villa, que era de los hijos y herederos de Juan de Aguilar, difunto, que Dios haya,
con la mitad de todas las dichas tierras a la dicha
huerta anejas e pertenescientes, con la tercia parte de las casas y herramientas que yo he y tengo
en la dicha güerta. La cual dicha huerta ha por
linderos de la una parte Huerta de Melchor Pé-
rez y por la otra, tierras del dicho pueblo de
Xicotlan, la cual vos vendo con la tercia parte de
todo el almácigo que en la dicha huerta hay, con
toda el arboleda vieja de cacao según e de la
manera que yo la hube e compré del dicho Melchor Pérez, e que no entra en esta dicha venta un
pedazo de cacao nuevo que yo el dicho Juan
Fernández he puesto obra de veinte casas de lo
viejo, que en todo ello habrá hasta dos mil e
quinientas casas de cacao poco más o menos,
que es lo que está arriba de Amatlan, como dice
el acequia de agua arriba hasta una hortezuela de
hortaliza,377 que esto es de mí, el dicho Juan Fernández Ladrillero y no entra en esta dicha venta,
la cual dicha tercia parte del dicho cacao y tierras e aguas, a vos vendo vendida, buena, sana,
justa, derecha, sin estar obligada ni hipotecada a
censo ni a otra deuda alguna, con todas sus entradas e salidas, usos e costumbres e servidumbres cuantas el día de hoy han y tienen”. Precio
de venta 1,950 pesos de oro común.
El 2 de enero de 1566, Juan Fernández Ladrillero volvía a insistir pidiendo que Toscano le
diera hipotecas abonadas e cuantiosas de la
huerta, porque a pesar de haberlo ya solicitado,
no ha querido responder, por lo que le “acuso la
rebeldía”.
El 7 de enero de 1566, ante el alcalde mayor
Sánchez de Figueroa, Francisco Toscano dice
que “en efecto yo compré de Juan Fernández
Ladrillero, alcalde que al presente es, la tercia
parte de la mitad de huerta que compró de Melchor Pérez, vecino desta Villa”. Agrega que
Juan Fernández Ladrillero le hizo “carta de venta real y le tengo hecha la paga conforme a ella,
377
Cuando Melchor Pérez y Juan Fernández Ladrillero hicieron la memoria de las casas de cacao existentes en la
Huerta de Xicotlan y describieron los diversos “cuartos” de
la misma, se hace alusión al Cuarto de Amatitlan y al
Cuarto de Abajo —“de Amatitlan al monte”— (supra, regº
74), en tanto que aquí se habla de Amatlan; además, supra,
regº 101, donde se mencionaron otras referencias. Llamamos ahora la atención en dos aspectos: primero, el proceso
de renovación de “la arboleda vieja” con plantas nuevas
procedentes de “el almácigo”; en segundo lugar, la existencia de “una hortezuela de hortaliza”, única vez que recordemos se habla a este propósito en los regº de nuestro Archivo.
160
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
y de la dicha carta de venta hago presentación”.
Pide al alcalde que le meta en posesión de la
mencionada huerta, pues es suya y dice estar
aparejado para pagar los derechos a quienes fueren a ponerle en posesión de ella.
El alcalde Alonso Sánchez Figueroa, vistos
los autos, mandó que Toscano “sea metido” en
la posesión de la dicha huerta. Luego, Francisco
Toscano dijo que tenía “presentada una escritura
de venta que Juan Fernández Ladrillero me hizo
de la huerta que me vendió, y tengo necesidad
della”. Pide al alcalde mande al escribano “que
me la dé, quedando un traslado en el proceso”.
Alegó todavía Juan Fernández Ladrillero que
no se debía meter en posesión de la huerta a
Toscano, ni sacar traslado de la carta de venta,
hasta tanto pagara lo por él reclamado.
Caja A–5, exp. 4, 7 ff.
114. 1565. Marzo, 14.
Juan de Iniesta y Melchor Pérez, procuradores
del Cabildo de la Villa de Colima, presentan
cargos contra el alcalde mayor y su teniente,
ante la Real Audiencia de México.
Provisión real fechada el 14 de marzo de 1565378
y dirigida “a vos, Diego de Heredia” como receptor nombrado en el negocio y causa del que
se hará mención en esta carta.
“Sepades que ante nos en la nuestra Audiencia e Chancillería que reside en la Ciudad de
México de la Nueva España, parecieron Melchor Pérez e Juan de Iniesta, vecinos de la Villa
de Colima, por sí y en nombre de los demás vecinos della, e como procuradores del Consejo y
Universidad, y por una petición que presentaron
nos hizo relación diciendo que en la dicha Villa
y Provincia de Colima estaba proveído por nuestro alcalde mayor Pedro de Ávila Quiñones, el
cual después que usaba y ejercía el dicho cargo,
había cometido munchos delitos, excesos e co378
Si bien los regº 114-117 forman una unidad, optamos
por separar los diversos procedimientos habidos; además,
transcribimos los autos del expediente en orden cronológico. Para una mejor comprensión de los sucesos reseñados:
supra, regº 101.
sas indebidas en deservicio de Dios Nuestro Señor y nuestro, e daño universal de los vecinos e
naturales de la dicha Villa y Provincia, y en lo
susodicho le había sido favorable y le había dado consejo, favor y ayuda, Pedro de Vivanco
que había sido su teniente en el dicho cargo; y él
por sí propio había cometido otros delitos”.
Como resultado de estos abusos, muchos vecinos habían abandonado sus casas, trocada su
vecindad, yéndose a otras partes, no pudiendo
soportar las vejaciones del alcalde mayor y de su
teniente, y además “de sus alguaciles y escribanos y otros oficiales”, llegándose a cometer
“graves y atroces delitos, dignos de punición y
castigo”, por lo que los vecinos imploraban que
“mandásemos que se les tomase residencia con
suspensión de cargos para que se averiguase lo
que en el caso pasaba y fuesen castigados los
delincuentes, y que en caso que esto lugar no
hubiese, se mandase que un juez comarcano e
receptor de la dicha nuestra Audiencia fuese a la
dicha Villa y Provincia de Colima, y hiciese
averiguación sobre lo contenido en los dichos
capítulos y prendiesen los culpados que sobre
ello proveyésemos”.
El texto de la provisión sigue diciendo: visto
todo ello, “fue acordado que debíamos mandar
dar esta nuestra carta en la dicha razón, y nos
tuvímoslo por bien porque vos mandamos que
luego que os fuere mostrada, váis a la dicha Villa y Provincia de Colima y a las demás partes y
lugares donde viéredes que conviene y toméis
vara de la nuestra Justicia, y habiendo visto los
capítulos que en la dicha nuestra Audiencia presentaron los dichos Melchor Pérez e Juan de
Iniesta”, hacer la correspondiente información y
tomar las providencias pertinentes.
El 24 de abril de 1565, en la Villa de Colima,
el receptor Diego de Heredia notificó la provisión al alcalde mayor Dávila Quiñones, “e le notifiqué por razón de haber ido los dichos Melchor Pérez e Juan de Iniesta” ante la Real Audiencia para pedir su justicia, “no les prendan ni
molesten” con vejación alguna directa o indirecta so pena de quinientos pesos de oro, y además
que estaba presto de hacer y recibir la información conforme a la dicha provisión. Fueron tes-
161
José Miguel Romero de Solís
tigos don Alonso de Carvajal y Juan Rodríguez
Bejarano, vecinos de México.
El alcalde mayor dio su respuesta a la dicha
notificación, diciendo “que los dichos Melchor
Pérez e Juan de Iniesta estaban presos en la cárcel pública desta Villa sobre ciertos delitos que
habían cometido, los cuales estando presos quebrantaron las prisiones” y habían huido. Añadía
que si los susodichos daban fianzas, los dejaría
libres para que pidan su justicia; en caso contrario, mandaba que se hagan los procesos por los
que estaban presos.
El 26 de abril Juan de Iniesta presentó dos
escritos al escribano receptor Diego de Heredia,
pidiéndole que los leyera y notificara al alcalde
mayor Dávila Quiñones; el contenido del primero es el que sigue:
“Muy magnífico señor:
Juan de Iniesta, vecino desta Villa e corregidor del pueblo de Escayamoca y su partido por
Su Majestad,379 parezco ante V.m. con protesta379
Aunque los corregimientos fueron inicialmente establecidos por la Segunda Audiencia, en 1530 la Corona dio diversas instrucciones acerca de ellos. Su objeto era proteger
a los indios contra los abusos de los encomenderos y de sus
calpisques, y de doctrinarlos en la fe; también, quitar los
indios encomendados de forma irregular por la Primera
Audiencia, poniéndolos bajo el cuidado de personas hábiles
y de buena conciencia, que habrían de ser sometidos a juicio de residencia, una vez concluido su mandato. Con la
llegada de don Luis de Velasco y acentuarse la política de
la Corona en contra de la perpetuidad de las encomiendas,
se trató de establecer un control sobre los pueblos encomendados, sometiéndolos al corregimiento más cercano y
extendiendo la jurisdicción de los corregidores en materia
civil y criminal a los pleitos entre españoles y de españoles
con indios, para evitar los abusos de los encomenderos. El
virrey Velasco recibió instrucciones para nombrar por corregidores a los conquistadores y primeros pobladores más
necesitados de ayuda, previa consulta a los oidores. Entre
sus funciones, estaban las siguientes: 1) eran jueces de
primera instancia, con atribuciones de gobierno y justicia a
esfera local; 2) duraban en su mandato dos años, que en
ocasiones se prolongaban por más tiempo; 3) hacían cumplir bandos y ordenanzas virreinales; 4) oían en grado de
apelación las sentencias de los alcaldes ordinarios; 5) perseguían a los malhechores y vigilaban la moralidad pública; 6) protegían y cuidaban a los naturales; 7) inspeccionaban el abastecimiento de su distrito, castigando abusos y
evitando especulaciones que encarecían la vida; 8) cuidaban del mantenimiento y desarrollo de las obras públicas:
Sarabia Viejo (1978), 64-67. En este contexto, es explica-
ción que ante todas cosas hago que por auto e
autos que haga, no se ha visto atribuir a V.m.
más jurisdicción de la que de derecho le pertenece, y digo que por V.m. y por Pedro de Vivanco, su teniente, han procedido contra mí diciendo haber yo quitado ciertos mojones de cierta parte, favoreciendo a los indios del pueblo de
Coatlan, mi corregimiento, y en ello haber perjudicado a los indios del pueblo de Tecocitlan,
pueblo encomendado en Alonso Carrillo, lo cual
dicen haber hecho sin tener comisión para ello e
no lo pudiendo hacer, e asimismo de otra información o informaciones que V.m. ha hecho de
agravios que dice haber cometido en el dicho
corregimiento y, caso negado que en alguna cosa yo hubiera excedido, que ni agora se me había de pedir al tiempo que diera residencia del
dicho cargo, así en ello como en otras cosas cualesquier que sean, que se me imputasen del dicho cargo, y no agora como V.m. y su teniente
han hecho molestándome a prisión sin poderlo
hacer de derecho, cuantimás que los delitos que
ansí se me imputan son tan leves que por ello no
mereciese pena, pues lo hice como corregidor y
porque yo amparase a los indios del dicho mi
corregimiento en sus tierras, que los indios del
pueblo de Tecocitlan les tomaban por fuerza, yo
hice en ello lo que era obligado y por Su Majestad sentenciado por su Real Provisión acerca del
amparar a los naturales y de que no consienta
que se les tomen ni entren en sus tierras por
fuerza y contra su voluntad, hasta ser oídos y de
derecho vengados”.
“Y para esto el teniente de V.m. no debía conocer dello hasta que de mí fuese apelado y en
segunda instancia desagraviarse a algunos de las
partes hubiese agraviado, cuantimás yo no hice
más de adjudicar las dichas tierras a los indios
del pueblo de Coatlan, mi corregimiento, manble la situación que refleja el escrito de Juan de Iniesta, corregidor de Escayamoca y su partido. Este pueblo que “anda con Coatlan”, estaba a la ribera del Río Grande de Colima, a cuatro leguas de Colima: SV 250. Bajo la jurisdicción del corregimiento estaban las tierras de Tecocitlan,
encomienda que había sido de Jorge Carrillo y que ahora
poseía su hijo Alonso Carrillo. A Iniesta sucedió en este
corregimiento, Andrés de Madrid: infra, regº 152.
162
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
dando mudar una cruz que los indios del pueblo
de Tecocitlan habían puesto en las tierras del dicho pueblo de su propia autoridad, y para esto
bastaba haber yo dado noticia dello al teniente
de V.m., para que pareciendo las partes ante él,
los oyese a justicia sin hacer que las partes se
querellasen de mí, recibiendo información de los
mismos indios que pretendían las dichas tierras
contra mí, e diciendo ser mojones la cruz, e que
así había mandado mudar no siendo así porque
público e notorio es que en toda esta Provincia,
por ningunas justicias, nunca han sido amojonadas ningunas tierras, todo lo cual hizo por me
molestar y tenerme a prisión muchos días, sin
quererme dar la causa de mi prisión aunque se la
pedí muchas veces”.
“Y en cuanto a lo otro, menos cometí delito
porque yo hice entregar una india que estaba
descasada de su marido muchos días y que yo
castigase al gobernador que la tenía en su poder
sin la querer dar a su marido, tampoco se me ha
de imputar culpa por ello, pues hice lo que era
obligado e sin que V.m. por ello me molestase,
no lo pudiendo hacer de derecho”.
“Todo lo cual pienso pedir a su tiempo y lugar, y así por lo uno y por lo otro y por otros
agravios y por redimir mi vejación, fui a la Ciudad de México e ante los señores presidente e
oidores de la Real Audiencia que en ella residen”.
“Y me querellé de V.m. y de su teniente de
los dichos agravios y de otros muchos, en nombre desta Villa, e como procurador nombrado
por la Justicia e Regimiento desta Villa pidiendo
justicia y, para que constase de todo ello, fue
proveído a Diego de Heredia, escribano e receptor de la dicha Audiencia, que viniese y recibiese la información de todo lo susodicho en esta
Villa, como a V.m. le consta”.
“E yo vengo en seguimiento de la causa e así
por la comisión que trae e provisión real se le
manda a V.m. que no me prenda ni moleste ni
haga vejación alguna por razón de me haber ido
a quejar y así a V.m. le fue notificada la dicha
provisión, en respuesta della respondió que,
dando fianzas de que pagaré lo que contra mí
fuere juzgado y sentenciado, e que terné e guar-
daré carcelería en esta Villa, que me dejaría seguir la causa, todo a fin y efecto de todavía querer seguir e conocer de las causas que contra mí
tiene, no lo pudiendo hacer de derecho como dicho tengo, e porque mi justicia e la de mis partes
perezcan, por lo la poder seguir como convenga,
porque pido y requiero a V.m. con el acatamiento que debo, una y dos y tres veces y más cuantas de derecho a lugar puedo y debo, no proceda
contra mí en las dichas causas, pues de derecho
no lo puede hacer, ni menos me apremie a que
dé ningunas fianzas de cosa ninguna, pues no
soy obligado a ello, antes V.m. declare no pertenecerle el conocimiento destas causas, reservándolas hasta su tiempo y lugar, con protestación
que hago que no lo haciendo así, que todo lo que
contra mí V.m. hiciere, no me pare perjuicio en
cosa ninguna”.
Por el segundo escrito presentado a Diego de
Heredia, Juan de Iniesta recusaba al alcalde mayor por juez en sus causas. A la recusación respondió el alcalde diciendo que lo vería y proveería a su momento, estando de testigos Alonso
Carrillo y Juan Ramírez, estantes en la Villa.
El 28 respondió al primer escrito el alcalde
mayor, diciendo que de no dar y pagar las fianzas, Juan de Iniesta “sea puesto en la cárcel desta Villa” y proveyó sobre la recusación que se le
había hecho, nombrando por su acompañado a
Andrés de Segura, a Juan Fernández Ladrillero y
a Pedro de Granada, vecinos y regidores de la
Villa, y a Diego de Velasco, Diego de Mendoza
y Juan Ramírez Alarcón, vecinos de la Villa,
“personas hábiles e suficientes para el dicho
efecto, e a cualquier dellos que el dicho Juan de
Iniesta aceptare, y el que nombrare de los susodichos, haga la solemnidad del juramento, lo
cual mandó atento a que los alcaldes ordinarios
desta Villa son deudos e parientes de Luis de
Grijalba e Álvaro de Grijalba, su hermano, e Pero López de Herrera, personas que dieron el poder e que son personas que no saben leer ni escribir, e así lo proveyó e firmólo de su nombre”.
En el febrero de 1566, ante el juez de residencia Alonso Sánchez de Figueroa, fue presentado el siguiente escrito:
163
José Miguel Romero de Solís
“Juan de Iniesta, vecino y procurador desta
Villa, parezco ante V.m. en la mejor vía e forma
que más a mi derecho convenga, e premisas las
solemnidades de derecho, me querello de Pedro
Dávila Quiñones, alcalde mayor que fue desta
Villa, e contando el caso de mi querella digo que
[...], habiendo yo sido nombrado por procurador
desta Villa el año próximo pasado de sesenta e
cinco [1565] por la Justicia y Regimiento della
para que fuese a la Ciudad de México ante los
señores presidente e oydores y diese noticia a Su
Majestad de muchos agravios, molestias y vejaciones hechas por el dicho alcalde mayor y Pedro de Vivanco, su teniente, a los vecinos desta
Villa y a los naturales desta Provincia, ante los
cuales yo fui y di entera relación y querellas contra los susodichos; y visto por Su Majestad fue
proveído de un receptor de la dicha Audiencia”.
Entre otras providencias, se le mandó decir al
alcalde mayor que no molestase por ninguna vía
al procurador; también “por un auto hecho por el
dicho receptor en que le mandaba so cierta pena
no excediese de lo que por Su Majestad le era
mandado por la real provisión, que le notificó
acerca de que no me prendiese, y sobre ello respondió ciertas respuestas sobre lo cual yo repliqué alegando de mi derecho, e de que no debía
conocer de ninguna causa mía; y habiéndole recusado en mis negocios e causas como de todo
constará por este testimonio y traslado de todos
los autos y de la provisión de que hago presentación; y el dicho alcalde mayor continuando su
mal propósito y como persona inobediente y
siempre tuvo por costumbre no obedecer las
provisiones e mandamientos reales, de hecho y
contra todo derecho, apelando gente e dos alguaciles e criados y negros suyos, fueron a mi
casa donde estaba pacífico con mi mujer y hijos,
y me prendieron y llevaron a la cárcel pública
desta Villa y me echaron muy gravadas prisiones y en un cepo de palo que tenían para negros
por más me molestar, poniéndome carceleros y
guardas de negros y españoles, y cerradas las
puertas de la dicha cárcel sin consentir que ningún vecino fuese a verme, y quitando que se me
diese ningún refrigerio de comida ni otra cosa,
sino cuando su voluntad era, donde me tuvo pre-
so más de un mes y hasta que se fue desta Villa;
y aunque por el Cabildo le fueron hechos muchos requerimientos, no consintió ni quiso que
yo fuese en seguimiento de lo que yo contra él
había pedido, y como si yo hubiera cometido algún delito de crimen que por él mereciera pena
de muerte, diciendo contra mí muchas palabras
feas”.
A consecuencia de todo ello, agrega Iniesta,
perdió “parte de arboleda nueva que tenía plantada, de más de los frutos y menoscabos que se
me crecieron por la dicha prisión, que a común
estimación, son en más cantidad de dos mil pesos de minas”.
Juan de Iniesta pide y suplica que habida
cuenta de esta relación, testimonios y cartas de
pago que presenta “que es de las costas sin lo
que yo gasté en ir y venir a México en seguimiento de la causa, que son más de otros quinientos pesos de oro, pido sea condenado a que
me dé y pague todas las costas que así hice con
todos los daños [y] menoscabos”.
Recibo firmado por Julián de Frías el 1° de
mayo de 1565 por 50 pesos de oro común en favor de Juan de Iniesta, “los cuales me distes para
que diese en México veinte pesos a Álvaro Ruiz,
procurador, y los treinta para gastos de mi persona”; dice que los recibió “de vos como procurador y para que yo fuese a llevar ciertos testimonios y recaudos tocantes a esta Villa y contra
Pedro Dávila”.
El 14 de mayo de 1565, “estando en lo alto
de las casas de la Audiencia de la dicha Villa,
donde dijeron personas que en de estaban, que
era cárcel adonde estaban presos Juan de Iniesta
con un pie en un cepo de palo e el dicho Melchor Pérez con una cadena de hierro a un pie”.
Ambos presentaron un requerimiento ante Diego
de Heredia, cuyo tenor era el siguiente:
“Muy magnífico señor:
Juan de Iniesta e Melchor Pérez, vecinos desta Villa e Provincia della, parescemos ante V.m.
e decimos que por mandado de Su Majestad,
V.m. está tomando cierta información contra
Pedro Dávila Quiñones, alcalde mayor desta Villa, e Pedro de Vivanco, su teniente, de los mu-
164
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
chos agravios e molestias que los sobredichos
han hecho a nosotros y los vecinos desta Villa”.
Y mientras el receptor hace la información,
“el dicho Pedro Dávila Quiñones, alcalde
mayor, continuando su mal propósito” y
queriendo impedir cabal justicia, “nos ha
mandado prender e nos tiene presos” en la cárcel
pública, poniéndonos “con prisiones sin haber
nosotros cometido ningún delito” y estando
“debajo del amparo real”, como “V.m. le tiene
notificado la provisión de Su Majestad”, y a
pesar de que en ella se manda “que no nos
prenda ni nos haga molestia ninguna”, contra lo
que se le manda “nos tiene molestados como
dicho es”. Los detenidos piden que el juez
receptor “haga los requerimientos que de
derecho debe al dicho alcalde mayor, luego nos
suelte de la prisión en que estamos, y no lo
haciendo así, V.m. nos lo mande dar por
testimonio y ansí mismo de la prisión en que nos
tiene, juntamente con el traslado de la provisión
que V.m. le notificó, e auto e penas que para
ello V.m. le puso, para lo presentar a donde
nuestro derecho convenga”. Fueron testigos de
esta petición Baltasar de Alcalá y Juan
Rodríguez Bejarano, estantes en Colima.
El escribano Diego de Heredia, juez receptor,
respondió “que estaba presto de guardar e cumplir” la provisión real y que les daría “testimonio
de todo aquello que fuere obligado”.
Al día siguiente, Heredia notificó por segunda vez al alcalde mayor “que no les tenga presos
ni molestados, ni les haga vejación alguna por
razón de haberse ido a quejar de él e de su teniente a la Real Audiencia, so las penas contenidas en el primero auto que por mí le fue notificado”. Testigo; el escribano Juan de Segovia.
El 17 de mayo respondió a esta segunda notificación el alcalde mayor, diciendo que “las causas por que los dichos Melchor Pérez y Juan de
Iniesta están presos, son muchas y criminales
como es notorio, y el dicho señor alcalde mayor
tiene acompañado e no puede entender en ellas
el uno sin el otro, e los susodichos e la persona
que en su nombre quisiere pedir justicia puede
ocurrir ante entrambos e hacérsela ha muy cum-
plidamente sin que se tenga atención a pasión y
malicia que ellos tienen”.
Dos días antes, “estando en lo alto de la casa
de la Audiencia, cárcel de la dicha Villa, donde
estaban presos Melchor Pérez e Juan de Iniesta”,
ambos presentaron el siguiente requerimiento
ante el escribano receptor Diego de Heredia:
“Escribano que presente estáis, dadnos por fe
y testimonio a mí, Melchor Pérez y Juan de
Iniesta, vecinos desta Villa y procuradores della,
de cómo estando nosotros en esta Villa en seguimiento de nuestra justicia acerca de las informaciones que por mandado de Su Majestad
está V.m. tomando contra Pedro Dávila Quiñones, alcalde mayor desta Villa, y Pedro de Vivanco, su teniente, de los muchos agravios, molestias y vejaciones que ha hecho a los vecinos
desta Villa y a nosotros, y a los naturales desta
Provincia, y como dicho es, estando nosotros en
seguimiento de lo susodicho y presentando los
testigos de que nos entendemos aprovechar y
habiendo venido debajo del amparo real de Su
Majestad y por la provisión y comisión que
V.m. trae, se la manda al dicho alcalde mayor no
nos prenda ni moleste ni haga vejación alguna, y
por V.m. se le ha notificado la dicha provisión, y
notificado un auto, y poniéndole cierta pena, el
cual respondió que, dando ciertas fianzas en razón de ciertas informaciones que dice tener contra nosotros, que pagaríamos lo que contra nosotros fuese juzgado y sentenciado, nos dejaría
seguir nuestra justicia; y así, yo el dicho Melchor Pérez, porque mi justicia no pereciese, me
ofrecí a dar las dichas fianzas, y queriéndolas
dar, no las quiso recibir, y yo el dicho Juan de
Iniesta alegué sobre ello mi justicia como de todo consta por un escrito que ante el dicho alcalde mayor presenté y ante V.m., al cual me refiero, y agora el dicho Pedro Dávila, alcalde mayor, nos ha mandado prender y nos tiene presos
en esta cárcel pública con prisiones y en un cepo
haciéndonos muchas molestias, yendo contra lo
que Su Majestad le manda, todo a fin y con intento de que nuestra justicia perezca y no podamos seguir esta causa y estorbar de que no presentemos los testigos de que nos entendemos
aprovechar, y para que viendo los naturales des-
165
José Miguel Romero de Solís
ta Provincia que puede molestarnos, no osen venir a decir ni declarar las muchas molestias y
agravios que les ha hecho, porque como a V.m.
consta, son indios y de poco sustén, y por poca
cosa que vean, no osarán decir contra él nada,
demás de que ya a V.m. consta que en todo lo
que ha podido estorbar sobre este negocio, lo ha
hecho, enviando a prender a las personas que
V.m. enviaba, y trayendo alguaciles por la Provincia estorbándolos a que no vengan, y otras
cosas de que conviene a nuestro derecho”.
Los detenidos insisten nuevamente en que
“nos ofrecemos a dar las dichas fianzas, aunque
no éramos obligados a ello, no tan solamente no
las ha querido recibir, pero aún nuestras peticiones no nos las ha querido admitir ni ver, diciendo que claramente nos ha de molestar y otras
cosas y él, como dicho es, nos tiene con prisiones y cepo como si nosotros hubiéramos cometido graves y atroces delitos que por ello mereciéramos muerte, poniéndonos guardar y carceleros, todo a fin de que, como dicho es, dejemos
de seguir nuestra justicia”.
Por tanto, piden al escribano receptor que les
dé por testimonio “todo lo susodicho, y en la
prisión que nos tiene, y ansimismo inserta la
provisión y comisión que V.m. tiene, y el auto
que V.m. le notificó, y ansimismo de todas las
peticiones que sobre este caso presentamos.
Otrosí decimos que como a V.m. consta, nosotros habemos recusado al dicho alcalde mayor y
le habemos pedido se acompañe conforme a derecho con un alcalde ordinario desta Villa para
en nuestros negocios y por tenerle por odioso y
sospechoso en nuestros negocios, para que no
pudiese proceder contra nosotros sin acompañado, el cual no lo ha querido hacer como le tenemos pedido y conforme a como es obligado”.
Dicen también Melchor Pérez e Iniesta, que
por más molestarlos, el alcalde mayor “ha mandado que en la Provincia no nos vendan ningunos bastimentos ni nos vayan a beneficiar nuestras haciendas, de todo lo cual recibimos gran
vejación, demás de que las prisiones que nos
tienen echadas son tan agravadas que nos tienen
a punto de muerte por ser tan apretadas, y para
que de todo conste a Su Majestad, pedimos V.m.
las vea y de todo se nos dé por testimonio”.
Diego de Heredia notificó este requerimiento
al alcalde mayor, siendo testigos de ello Pedro
de Vivanco y Juan de Huarte, vecino y estante
respectivamente. Pedro Dávila Quiñones dijo al
escribano receptor que “responderá en el término de la ley, e que no le dé testimonio [a los
presos] sin su respuesta”.
El 17 de mayo dio su respuesta el alcalde
mayor.
“Dijo que en el dicho requerimiento como
por él parece, dicen los tienen presos el dicho
señor alcalde mayor y a efecto de les estorbar no
sigan su justicia como procuradores del Cabildo
desta Villa, e por les molestar y vejar e otras cosas que se contienen en el dicho requerimiento,
lo cual es impertinente y querer decir que en
ellos no se ejecute ni se haga justicia so color de
procuradores de república, lo cual no son como
es público y notorio, ni tienen poder para ello,
sino tan solamente de tres regidores que eran e
son enemigos mortales del dicho señor alcalde
mayor, e ciertamente y en voz de república y
ejecutando y queriendo iradamente con su mala
intención, dieron el dicho poder e han puesto e
pedido los capítulos que ante mí el dicho escribano receptor están presentados, los cuales no
hay vecinos en esta Villa que tal puedan querelle, sino es los dichos Melchor Pérez y Juan de
Iniesta con voz diciendo tener el dicho poder de
los dichos tres regidores apasionados, y porque
los delitos y excesos y desvergüenzas, que el dicho Melchor Pérez y Juan de Iniesta han hecho
y hacen cada día con el dicho señor alcalde mayor y con las demás justicias que han sido en esta Villa, no sean castigados ni condenados en las
penas que merecen”.
Dice también el alcalde mayor que, convencidos como estaban los ahora presos de que no
se les podía castigar conforme a derecho, “se
han juntado e juntan con los dichos regidores
que apasionadamente dieron el dicho poder, e
ordenan e manejan cómo el dicho alcalde mayor
no entienda en sus causas, porque quieren salir
con lo que han cometido, e Su Majestad e su
Real Audiencia en su nombre no manda ni per-
166
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
mite que deje de seguirse la justicia contra los
dichos Melchor Pérez y Juan de Iniesta, especialmente, que en la una causa de las que porque
el dicho Melchor Pérez está preso, es porque
mató un negro, el valor del cual pertenece a la
Real Hacienda, e otra causa es porque, después
que está preso, hizo e mandó poner una copla a
manera de libelo en las casas e puerta de las Casas Reales desta Villa, donde vive el dicho señor
alcalde mayor, por la cual le dan a entender que,
aunque hace caudal dellos, que vendrá juez y
que entonces lo hará, y por otros procesos y delitos que ansí él como el dicho Juan de Iniesta
han cometido están presos e por justificar la
causa porque por su malicia no piensen que él
tenga alguna pasión, pues en él no la hay, se ha
acompañado con Diego de Mendoza, vecino
desta Villa, persona de calidad y buen cristiano,
y de ciencia y conciencia, y amigo de los susodichos, para que ante él e ante mí sigan sus causas, y les está mandado al dicho Melchor Pérez
que dando fianzas, de estar a derecho con el fiscal, tenga esta Villa por cárcel, y al dicho Juan
de Iniesta, atento a que está preso porque sin autoridad alguna derribó ciertos mojones que estaban puestos entre ciertos pueblos, y los pasó
mucha tierra más adelante, no han querido
hacerlo, sino decir que no los pueden tener presos el dicho señor alcalde mayor ni hacer justicia contra ellos por virtud de la comisión que yo,
el dicho escribano receptor, traje, la cual solamente manda que por haberse ido lossusodichos
a quejar a México e quebrantado la cárcel donde
estaban presos, no sean molestados, y por esto el
dicho señor alcalde mayor no ha procedido contra ellos por ninguna vía, y para que conste a
Su Majestad e a su presidente e oidores que residen en la su Real Audiencia de la Ciudad de
México de las culpas que tienen, dijo que pedía
y requería a mí, el dicho escribano receptor, saque un traslado autorizado de los dichos procesos que se han hecho contra los susodichos, para
que a la vista se provéa lo que más convenga”.
“Y en lo que toca a decir que le han pedido al
dicho señor alcalde mayor que se acompañe con
un alcalde ordinario desta Villa y que no lo ha
hecho, y como tiene dicho y es notorio e por los
autos parece haberse acompañado con persona
en quien concurren las calidades necesarias, e si
no se ha acompañado con cualquier de los dos
alcaldes ordinarios que hay en esta dicha Villa,
la causa es porque Hernando de Grijalba y Hernando de Gamboa, alcaldes ordinarios, son los
que favorecen e ayudan y sustentan a los dichos
Melchor Pérez y Juan de Iniesta, por haberse ido
a México por su mandado a pedir los dichos capítulos, pensando hacer lo que ellos quisieren de
que no haya alcalde mayor que les vaya a la mano, los cuales son íntimos amigos de los dichos
presos, y enemigos mortales del dicho señor alcalde mayor e su teniente, e ansí lo han dicho e
publicado públicamente, que no quieren pedir
nada si el dicho alcalde mayor se va desta Villa
a efecto de que en ella no haya quien haga justicia y ellos hagan lo que quisieren. Y en lo que
toca a decir que el dicho señor alcalde mayor ha
mandado que no se les vendan bastimentos ni se
les beneficien sus huertas, no se hallará tal sino
que los susodichos por parecerles que su relación falsa con la prisión que tienen se ha de creer y que en ellos se ha de ejecutar justicia, e que
las prisiones que tienen son honestas y conforme
a los delitos que han cometido, porque Melchor
Pérez solamente tiene una cadena a un pie, por
no haber querido dar las fianzas que les están
mandadas dar, y porque tiene de costumbre
huirse de la iglesia, y de allí decir coplas y remoquetes380 a las justicias, y después irse a
México e a otras partes, e querer que en él no se
haga justicia, y el dicho Juan de Iniesta tan solamente tiene un pie en el cepo, las cuales prisiones son moderadas y no injustas, y para que
conste como dicho es de sus culpas a Su Majestad, pidió a mí el dicho escribano saque aquí un
traslado de los dichos procesos y de la comisión
que yo el dicho escribano receptor tengo, para
que por ellos se vea no mandar a Su Majestad
que en ellos no se deje de hacer justicia por los
delitos que han cometido e no vaya lo uno sin lo
380
Remoquete: dicho satírico. Véase el sugestivo artículo
titulado “Coplas y copleros”, en: Sevilla del Río (1974),
19-26.
167
José Miguel Romero de Solís
otro, e si fuere no me pare perjuicio, e pidiólo
por testimonio”.
Diego de Heredia respondió que si el alcalde
mayor “quisiere presentar algunos procesos de
los que dicen su descargo, los presente ante
quien e con derecho deba”. Testigos fueron Diego de Mendoza y Baltasar de Alcalá.
Caja A–5, exp. 5, ff. 1-14.
115. 1565. Abril, 30.
Baltasar de Alcalá, en nombre de Pedro Dávila
Quiñones, pide al alcalde Hernando de Gamboa
tomar información de cómo Melchor Pérez y
Juan de Iniesta no tenían poder del Cabildo para solicitar lo que pidieron ante la Real Audiencia de México.
Ante el alcalde ordinario Hernando de Gamboa,
Baltasar de Alcalá, en nombre del alcalde mayor
Pedro Dávila Quiñones, presentó un escrito cuyo tenor es el que sigue.
“A noticia de mi parte es venido que por parte de un Melchor Pérez y un Juan de Iniesta, por
una petición que presentaron ante los señores
del Cabildo desta Villa, hacen relación diciendo
que cierto poder que cuatro regidores, que fueron el año pasado desta Villa, les dieron comisión y una instrucción firmada de los dichos regidores que pidiesen en la Ciudad de México
juez de residencia y juez de agravios y otras cosas contenidas en la dicha su petición”.381
Escribe Alcalá que todo lo que “articularon
en la Ciudad de México”, fue cosa de ellos ya
que el teniente de alcalde mayor Pedro de Vivanco los había puesto presos para castigarlos
por diversos delitos cometidos. Ambos entonces
huyeron de la cárcel, “y pusieron en la dicha
Real Audiencia muchos capítulos contra mi parte, sin tener instrucción del dicho Cabildo, porque el intento de él [el Cabildo] no fue sino que
pidiesen lo que conviniese a la libertad de los
naturales”, lo que resulta claro ya que “agora los
señores del Cabildo lo pronunciaron por un auto”, desautorizando lo hecho por los susodichos
procuradores. Pide Baltasar de Alcalá al alcalde
ordinario “mande se reciba la información de
cómo no llevaron más de la instrucción de la libertad de los naturales y jurisdicción de los alcaldes, y habida, los mande prender y prenda los
cuerpos, y presos se proceda contra ellos como
contra aquellas personas que usan de los poderes
en causas criminales que no son bastantes y hacen siniestras relaciones”. Pide que a Melchor
Pérez y Juan de Iniesta se les condene “en las
mayores y graves penas”.
Se anexa el poder otorgado por Pedro Dávila
Quiñones en favor de Baltasar de Alcalá, “residente en esta Villa”, ante el escribano Miguel
Rodríguez con fecha de 28 de abril de 1565,
siendo sus testigos Diego de Velasco, Diego
López de Almodóvar y Gonzalo de Lasarte.
Presentados poder y petición, el alcalde Hernando de Gamboa respondió que por la provisión real382 que traía el receptor de la Real Audiencia de México Diego de Heredia, era claro
que los señores presidente y oidores de ella habían dado por bueno el poder otorgado por el
Cabildo de la Villa a Melchor Pérez y Juan de
Iniesta, y que por la misma provisión real parece
que la dicha causa pasa ante la Real Audiencia,
y que en consecuencia “el dicho señor alcalde
no es parte para conocer de la dicha causa”.
Caja A–5, exp. 5, ff. 18-19.
116. 1565. Junio, 5.
Melchor Pérez y Juan de Iniesta, procuradores
de la Villa de Colima, piden ante la Justicia y
Regimiento de ella, que se haga información sobre ciertos incidentes surgidos entre ellos y el
alcalde mayor Dávila Quiñones.
“Ante los muy magníficos señores Justicia e
Regidores, conviene a saber, Hernando de Gamboa e Hernando de Grijalba e Juan de la Torre e
Andrés de Segura e Bernaldino Cola e Julián de
Frías, regidores, yo el escribano yusoescripto leí
a los dichos señores Justicia e Regidores esta pe382
381
Supra, regº 114.
El contenido de esta real provisión, fechada el 14 de
marzo de 1565, en el regº 114.
168
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
tición de pedimento de Melchor Pérez e Juan de
Iniesta, procuradores”.383
Pérez e Iniesta, “vecinos desta Villa e procuradores della, decimos que ya a Vuesas mercedes consta cómo nosotros fuimos a la Ciudad de
México con poder del Cabildo pasado, e ante los
señores presidente e oidores de la Real Audiencia a dar noticia a Su Majestad de los muchos
agravios, molestias y vejaciones hechas por Pedro Dávila Quiñones, alcalde mayor desta Villa
y Pedro de Vivanco, su teniente, a los vecinos
desta Villa y a los naturales desta Provincia, que
como a Vuesas mercedes consta son grandes y
de grandes vejaciones, de todo lo cual como
procuradores nos querellamos dellos pidiendo
no fuese prorrogado y se proveyese se dé residencia contra los susodichos, y por los dichos
señores presidente e oidores visto fue proveído
de un receptor para que recibiese información de
los dichos agravios, y estando recibiendo las dichas informaciones el dicho receptor,384 a nuestra noticia ha venido que el dicho alcalde mayor
hizo llamar a tres regidores en su casa y en su
cámara y teniendo entendido que como alcalde
mayor y justicia que es y que no harían más de
lo que él quisiese, les hizo hacer cierto cabildo
prohibido y vedado, y sin llamar a los demás regidores y alcaldes ordinarios estando como estaban en esta Villa, y ante Juan de Segovia, escribano de Su Majestad, cuñado del dicho Pedro de
Vivanco, y dieron e otorgaron cierto poder en
contra de los que por Vuesas mercedes están dados y por el Cabildo pasado en pro y utilidad
desta Villa para pedir lo que se ha pedido contra
el dicho alcalde mayor y su teniente, y en el dicho poder revocaban otros poderes por Vuesas
mercedes dados. Por tanto, a Vuesas mercedes
pedimos e requerimos tomen información de lo
que acerca de lo susodicho pasa y que declaren
con juramento los dichos regidores lo que contenía el dicho poder y qué cartas misivas o peticiones firmaron, y qué vecinos firmaron en ellos
e para qué efecto, e por cuyo mandado e dónde,
383
Supra, regº 114.
El receptor designado fue Diego de Heredia: supra, regº
114. Meses después, fue designado juez de residencia
Alonso Sánchez de Figueroa: infra, regº 117.
384
e si para ello fueron llamados o rogados, e todo
lo demás que Vuesas mercedes vieren que conviene para saber y averiguar verdad acerca de lo
susodicho; y recibido, pedimos se nos mande
dar la dicha información con las dichas declaraciones en pública forma para lo presentar a donde al derecho desta Villa conviene, y pedimos
justicia”.
Justicia y Regidores dijeron “que se comete
al señor Hernando de Gamboa para que lo averigüe e haga en el caso justicia, e así lo proveyeron e lo firmaron de sus nombres”. Firman
Gamboa, Grijalba, Juan de la Torre, Segura, Cola y Frías, y el escribano Pero Ruiz.
Al día siguiente, el alcalde Hernando de
Gamboa mandó comparecer a Andrés de Segura, regidor y vecino de Colima, quien después de
prestar juramento, dijo que era regidor de la Villa “este presente año”, y que sabe del caso que
“munchos vecinos desta Villa y este declarante
con ellos firmaron una carta para la Real Audiencia de México, suplicando que prorrogasen
a Pedro de Ávila y Quiñones, alcalde mayor por
segundo año y que dende a pocos días el dicho
Pedro Dávila dijo a este declarante que era menester un poder para presentar la dicha carta y
así este declarante y ciertos vecinos de los que
firmaron la carta, firmaron el dicho poder en
blanco ante Juan de Segovia, escribano de Su
Majestad, y este declarante no dio como regidor
el dicho poder ni hubo cabildo para ello, ni se
juntaron para ello en nombre de cabildo, porque
estaban los alcaldes ordinarios e otros regidores
en la Villa, mas como dicho tiene otorgó el dicho poder en blanco con ciertos vecinos para
Juan de Alcalá,385 para que presentase la dicha
carta y no para otro efecto ninguno, ni se dio
poder para otro efecto ni revocaron ningún poder a ninguna persona, e que ésta es la verdad e
lo que sabe deste caso por el juramento que hizo”. El testigo dijo tener 40 años de edad.
Juan de la Torre fue llamado a prestar declaración. Dijo ser “regidor desta Villa este presente año y nunca firmó carta ni dio poder como regidor ni como vecino a pedimento del dicho Pe385
169
Provisor de causas en México: supra, regº 83.
José Miguel Romero de Solís
dro Dávila, e que ésta es la verdad, e demás de
lo susodicho, ha oído decir este declarante que
el dicho Pedro Dávila llevó una carta de ciertos
vecinos para la Real Audiencia, pidiendo le prorrogasen por segundo año, y que habían llevado
cierto poder, y que ésta es la verdad”. Dijo tener
50 años.
Bernaldino Cola juró y ésta fue su declaración: dijo ser “regidor este presente año, e que
ha oído decir que ciertos vecinos firmaron una
carta en favor de Pedro Dávila Quiñones para la
Real Audiencia de México, para que le prorrogasen por segundo año, e que este declarante no
firmó la dicha carta ni se halló en ella, y que este
declarante oyó decir que llevaba un poder Pedro
de Vivanco e Juan de Segovia, escribano de Su
Majestad, firmada de tres regidores por obra de
Cabildo, pero que este declarante no se halló en
él ni se halló presente al firmar el dicho poder,
ni lo vio, mas de que Cristóbal Cola, clérigo, escribió a este declarante una carta” donde le decía
que “Pedro de Vivanco le había dicho o leído un
poder que iba firmado de tres regidores y que
una carta iba firmada de diez y siete o diez y
ocho vecinos en que por ella enviaron a suplicar
a los señores oidores de la Audiencia Real de
México prorroguen al dicho Pedro Dávila por
segundo año, e que todo esto sabe por la dicha
carta que le escribieron e no otra cosa, e que esto es la verdad e lo que sabe so cargo del juramento que tiene fecho”. Dijo tener más de 30
años de edad.
El 7 de junio fue llamado a comparecer Juan
Fernández Ladrillero, “regidor este presente
año”. Declaró que “estando este declarante en su
casa, le envió a llamar el señor alcalde mayor
Pedro Dávila Quiñones, y este declarante fue
luego a las casas del dicho alcalde mayor donde
halló al dicho alcalde mayor y a Diego de Mendoza y a Diego de Velasco y a Andrés de Segura
y a Pedro de Granada, y a otros vecinos de que
no se acuerda de sus nombres, y entre ellos a
Miguel Rodríguez, escribano de Su Majestad. Y
el dicho alcalde mayor rogó a este declarante
firmase allí en un papel que le fue mostrado en
que enviaban a suplicar a los señores presidente
e oidores de la Real Audiencia de México para
que el dicho Pedro Dávila le prorrogasen por segundo año, y que este declarante firmó, e que
por no saber leer este declarante que no supo lo
que fue, porque no se lo leyeron más que de palabra le dijeron que era lo que dicho tiene, e que
no le pare perjuicio de lo que así ha firmado por
no saber escribir como dicho tiene, e que lo
mismos hizo e firmó en una carta quince o veinte días antes poco más o menos, e que le dijeron
a este declarante que era este poder para presentar la carta ante Su Majestad para pedir la dicha
prorrogación, e que este declarante firmó la dicha carta e poder e que no fue por vía de cabildo
sino por ruego, e que el dicho poder no se dio
para otra cosa sino para tan solamente presentar
la dicha carta que había firmado antes, e que esto es la verdad e lo que sabe so cargo del juramento que tiene fecho”. Dijo ser de 50 años de
edad.386
El 9 de junio atestiguó Pedro de Granada,
“regidor este presente año”. Dijo que “estando
este declarante un día en casa del alcalde mayor
Pedro Dávila Quiñones, le rogó firmase una carta para enviar a los señores presidente e oidores
de la Real Audiencia de México, suplicando le
prorrogasen al dicho Pedro Dávila por segundo
año, y este declarante lo firmó con otros vecinos
desta Villa, e que luego firmó un poder para presentar en la Audiencia Real de México la dicha
carta e acuerdo, y que este poder se dio para tan
solamente presentar la dicha carta, el cual no fue
por obra de cabildo, porque si fuera Cabildo se
hallarían en él los alcaldes ordinarios e los demás regidores que estaban en la Villa al tiempo
que este declarante firmó la dicha carta e poder,
e que no dio el dicho poder sino como un vecino
e que este declarante leyó el dicho poder e que
no decía más de para presentar la dicha carta, e
que ésta es la verdad de lo que sabe”. Dijo tener
más de 40 años de edad.
“E así tomadas e rescibidas las dichas informaciones”, el alcalde Gamboa mandó al escri386
El escribano, cuando hace las correcciones a la declaración, escribe: “Demás de lo susodicho, dijo este declarante
que lo susodicho no fue por vía de Cabildo ni había alcaldes ordinarios ni los demás regidores [estaban] presentes
cuando se dio el dicho poder”.
170
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
bano Pero Ruiz hacer traslado fiel de estas diligencias y darlo en pública forma a los procuradores Pérez e Iniesta, para que lo presenten donde vieren que sea conveniente. Así lo hizo el escribano, ante los testigos Juan de la Torre y Juan
de Arrúe,387 estantes en esta Villa, “y el dicho
señor alcalde lo firmó de su nombre aquí en el
registro”.
Caja A–5, exp. 5, ff. 15-17.
117. 1566. Febrero, 20.
Alegatos que presentan Miguel Rodríguez, en
nombre de Pedro Dávila Quiñones, alcalde mayor que fue de Colima, y Juan de Iniesta, ante el
juez de residencia Alonso Sánchez de Figueroa.
El 20 de febrero de 1566, ante Alonso Sánchez
de Figueroa, juez de residencia, el escribano
“Miguel Rodríguez, por parte de Pedro de Ávila,
alcalde mayor que fue desta Villa, respondiendo
a una querella que por Juan de Iniesta fue presentada contra mi parte, que por ella dice que
siendo alcalde mayor le tuvo preso y encarcelado y hizo ciertos agravios [...], digo que la dicha
querella no se debe de admitir por causa criminal” y da sus razones.388
El mismo día, Juan de Iniesta decía que la
causa contra Pedro Dávila Quiñones “sobre las
costas que yo he hecho y agravios que me hizo
siendo alcalde mayor desta Villa”, se haya por
conclusa, y pedía al juez de residencia determinarla.
387
El estante Juan de Arrúe era a la sazón vecino de México: infra, III, regº 558, sin embargo, un año después, en
1566, estaba avecindado en Colima: infra, regº 125, y de él
se decía que era “mercader residente en Colima”: infra, IV,
regº 789, y estaba asociado con el vecino y mercader de
México Alonso de la Puerta, cuyas cuentas cobraba en esta
provincia. Quizá se trate de un entallador que trabajó en la
Catedral de Sevilla en 1547 y que dos años más tarde pasó
a Indias: Toussaint (1990), 70-71. Es posible que en 1565
procreara de Marta Calzonzi, indígena de los Pueblos de
Ávalos, a su homónimo Juan de Arrúe o De la Rúa —como
en ocasiones es registrado— que con el tiempo se convirtió
en importante pintor en la Nueva España: López Sarrelangue (1965), 201-202.
388
Supra, regº 114.
El 23 de febrero, Juan de Iniesta respondía a
su vez al alegato de Miguel Rodríguez. Entre
otras cosas decía que los delitos que le imputaba
el alcalde mayor y los procesos que le hizo,
“fueron injustamente hechos” porque “fueron
hechos maliciosamente e después de haber yo
ido a la Ciudad de México a me quejar del dicho
alcalde mayor y de su teniente ante los señores
presidente e oidores, e para ello hizo venir a los
gobernadores de mi corregimiento y los indució
a que se querellasen de mi sin haber causa ni razón para ello; lo otro porque menos delito cometí en amparar a los naturales del dicho mi corregimiento a que no les tomasen sus tierras hasta
que fuesen oidos a justicia, pues a ello era yo
obligado como tal corregidor y Su Majestad me
da facultad no consienta se les haga ningún
agravio, y Pedro de Vivanco, siendo teniente del
dicho Pedro Dávila, me molestó a prisión por
ello e sin haber causa ni razón mas de solamente
tener por costumbre hacer procesos de cosas livianas y tener a los vecinos sujetos a que no
osasen pedir contra ellos nada”. Por otra parte,
en lugar de oír a los naturales de su corregimiento con objeto de impartir justicia, “les tornó a
quitar sus tierras y las adjudicó a los indios de
Alonso Carrillo, su íntimo amigo, sin lo poder
hacer de derecho”.
De todo ello, el alcalde mayor y su teniente
enviaron a la Real Audiencia de México “los
traslados e informando de relaciones falsas y
con cartas de justicia para que me prendiesen y
enviasen a esta Villa preso, e visto por Su Majestad se cometió al semanero para que los viese, e vista la poca culpa que contra mí resultaba,
e antes haber hecho lo que debía como buen corregidor, mandaron dar provisión para que Luis
de Grijalba oyese a los indios del dicho mi corregimiento a justicia, y a mí se me dio provisión de amparo” para evitar que se le tomara
preso o se le molestara, y más, porque el asunto
venía cometido a Luis de Grijalba, “no tenía para qué el dicho alcalde mayor tornar a conocer
desta causa”.
Agregaba Juan de Iniesta en su escrito que
tampoco el alcalde mayor tenía motivo para “inducir a los gobernadores a que diesen querellas
171
José Miguel Romero de Solís
de mí enviándolos a llamar, pues yo tenía residencia, y hasta que yo la diese, no tenía para qué
inducirlos a cosa ninguna, de todos los cuales
dichos procesos e informaciones, visto su malicia e haberlos hecho y fulminados con pasión y
enojo que de mí tenían el dicho Pedro Dávila y
su teniente”.
Caja A–5, exp. 5, ff. 20-24.
118. 1565. Junio, 20.
Juan Preciado reclama a Francisco de Cepeda
trece pesos que sobraron de un repartimiento de
dineros que se hizo para pagar los servicios de
un clérigo en los pueblos de los Motines y en
Alimancin y Epatlan.
Ante Diego de Velasco, teniente de alcalde mayor en la Villa de Colima, fue presentado el siguiente escrito:
“Juan Preciado, vecino desta Villa, ante V.m.
parezco y digo que habrá cuatro años poco más
o menos que, siendo Diego de Mendoza, teniente de alcalde mayor por mandado del señor Visorrey, hizo cierto repartimiento de dineros entre
los pueblos de los Motines para pagar un clérigo
que los visitaba; y de Alimanzi y Epatlan que yo
tengo a cargo, tomaron ciertas mantas y se vendieron y remataron delante de Francisco de Cepeda que a la sazón era teniente de contador. Y
de lo procedido de las dichas mantas pagaron lo
que cupo a los dichos mis pueblos al dicho clérigo, y sobraron trece pesos, los cuales dichos
trece pesos dio y entregó el dicho Diego de
Mendoza al dicho Francisco de Cepeda. Pido y
suplico a V.m. mande tomar y tome juramento
al dicho Diego de Mendoza si es ansí; y si ansí
lo jura, V.m. le mande al dicho Francisco de
Cepeda me dé y pague los dichos trece pesos
que ansí recibió, pues son míos y en todo un año
del tributo de él no me vino cosa alguna si no
fue estos trece pesos”.
Visto por el teniente de alcalde, mandó que
Diego de Mendoza respondiera bajo juramento a
lo que pedía Juan Preciado. Mendoza declaró
que en efecto él había dado y entregado a Cepeda dicha cantidad de pesos. Preciado, entonces,
pidió que Francisco de Cepeda le pagara los trece pesos. El teniente de alcalde mayor ordenó a
Cepeda, quien presente estaba, que “hoy en todo
el día muestre recaudos bastantes de cómo ha
pagado al dicho Juan Preciado los dichos trece
pesos, con apercibimiento que no mostrándolo
dentro en el dicho término, proveerá en el caso”.
Fueron testigos del auto Baltasar de Alcalá,
Diego Morán y Luis de Grijalba, vecinos de Colima, fungiendo como escribano Pero Ruiz.
Caja A–5, exp. 6, f. 1.
119. 1565. Junio, 14.
Juan de Arana pide que Elvira Lorenzo, viuda
de Domingo López, tutor de los menores del
mercader Diego Díaz, pague doscientos pesos
de principal y censos corridos.
Ante el alcalde ordinario Hernando de Gamboa,
Juan de Arana dijo que “al tiempo que Diego
Díaz, mercader que fue en esta Villa, murió, dejó dos hijos bastardos y en su testamento mandó
se les diese de sus bienes a cada [uno] cien pesos; y por ser Domingo López su hermano, la
justicia se los dió a estos niños en tutela y tomó
sobre su hacienda los dichos doscientos pesos y
para su saneamiento, de los bienes que nombró,
salí yo a su ruego por fiador”.
“Y ahora es venido a mi noticia que su mujer
del dicho Domingo López no quiere pagar los
censos ni sanear lo principal, de lo cual yo recibo notorio agravio y daño, y los menores asimesmo. Y porque el dicho Domingo López, al
tiempo de su fin y muerte, tenía muchos bienes
en ropas, caballos y escripturas de deudas que le
debían y otros bienes, como parecerá por el inventario que por V.m. se mandó hacer, a V.m.
pido y suplico, como persona que es padre de
menores y amparo dellos, mandar parezcan todos y los mandar vender, y de lo que dellos procediere, se paguen los dichos doscientos pesos y
censos que hasta hoy han corrido, y desde luego
V.m. mandar sean embargados los dichos bienes
para el efecto que pedido tengo, y ninguna deuda mandar V.m. sea pagada hasta tanto que los
172
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
dichos menores hayan cobrado lo que así se les
debe”.
“Otrosí digo que, pues estos dichos dineros
que así se le entregaron al dicho Domingo López se convertieron en pro y utilidad de la dicha
Elvira Lorenzo, su mujer, e ropas y joyas de su
persona, que el dicho Domingo López le trajo de
México como en otras cosas para su casa, que si
necesario es dar información, estoy presto de la
dar, que mandar a la dicha Elvira Lorenzo dé y
pague los dichos doscientos pesos con más lo
procedido de los censos como dicho tengo, y
sobre todo pido justicia según y como al derecho
de los dichos menores mejor les convenga”.
El alcalde ordenó que Juan de Arana “dé bienes desembargados para lo que así pide en el dicho su pedimento, e que hará justicia”. Pasó ante
Pero Ruiz, escribano.
Caja A–5, exp. 6, f. 2.
120. 1566. Enero, 1º.
Melchor Pérez no acepta ser regidor y pide se
anule la elección del alcalde ordinario Juan
Fernández Ladrillero.
Ante el alcalde mayor Alonso Sánchez Figueroa
fue presentado un escrito cuyo tenor es el siguiente:
“Melchor Pérez parezco ante V.m. y digo
que hoy día, de Año Nuevo, V.m. me ha mandado que asista ser regidor en esta Villa”, lo cual
él no quiere hacer y de ello ha apelado. “Y no
embargante lo susodicho, V.m. me ha mandado
so cierta pena, sin embargo de lo por mí dicho e
alegado e yo tengo apelado”, aceptar el oficio de
regidor. Por tanto, pide y requiere al alcalde mayor para que le otorgue la apelación que tiene
hecha “para me presentar ante Su Majestad;
donde no, pido al presente escribano, me lo dé
por testimonio en manera que haga fe. Y pido
justicia”.
El alcalde mayor respondió que “atento a que
el dicho Melchor Pérez es hombre noble y de
casta y en [él] concurren todas las calidades de
que Su Majestad pueda rescibir servicio de tener
al susodicho en este Cabildo por bien de la re-
pública, sin embargo de lo por él alegado, dijo
que mandaba e mandó lo que tiene en este caso
mandado, y es que acepte el dicho cargo de regidor so la dicha pena de los dichos cien pesos”.
Además ordenó al escribano Pero Ruiz que no
diera a Melchor Pérez el testimonio que éste solicitaba.
El mismo día el peticionario presentaba otro
escrito, donde decía:
“Melchor Pérez, procurador desta Villa, ante
V.m. parezco y digo que por otro mi pedimento
yo tengo requerido a V.m. mandase revocar la
elección que hoy día de Año Nuevo se ha hecho,
por ser hecha contra derecho e contra lo proveído y mandado por Su Majestad, que ninguna
persona que fuere regidor o alcalde no lo pueda
ser siguiente año lo uno ni lo otro. El dicho
mandamiento y provisiones están en la arca del
Cabildo o en poder de Juan de Iniesta, procurador desta Villa”.
Además pide y requiere “como tal procurador, V.m. mande revocar la dicha elección en
cuanto a lo de Juan Fernández Ladrillero, que yo
estoy presto de dar bastante información de lo
por mí pedido, e pido e requiero a V.m., hasta
tanto que a V.m. conste lo susodicho, no dé al
dicho Juan Fernández Ladrillero la dicha vara de
alcalde, y no ansí lo hacer, protesto de me quejar
de V.m. e de sus bienes todas las demás costas”.
También pide que no se dé testimonio alguno a
Fernández Ladrillero sin darle a él traslado.
El alcalde mayor dispuso que Melchor Pérez
diera información de lo que dice y pide.
En un tercer escrito, Melchor Pérez decía: “A
mi noticia es venido cómo hoy día de Año Nuevo se ha hecho elección de alcaldes y regidores,
la cual dicha elección está hecha contra derecho
y contra lo proveído y mandado por la Real Audiencia desta Nueva España, que es que ningún
regidor pueda quedar por alcalde ni regidor” al
siguiente año, “so graves penas”. Tal disposición “está en el arca del Cabildo o en poder de
Miguel Rodríguez, escribano. Y porque a mi noticia es venido que Juan Fernández Ladrillero,
regidor que ha sido el año pasado, con grandes
favores que ha tenido con Julián de Frías e con
Bernaldino Cola, regidores, ha hecho que le die-
173
José Miguel Romero de Solís
sen sus votos, todo lo cual es en perjuicio de la
república desta Villa, habiendo como hay hijosdalgos y caballeros que lo sean, el dicho Juan
Fernández Ladrillero demás que es persona que
no sabe leer ni escribir,389 ni de negocios ningunos e otras cosas que si necesario fuere declarar,
las declararé en su tiempo y lugar, por todo lo
cual pido y requiero a V.m. la dicha elección sea
en sí ninguna, y V.m. mande a los dichos regidores que tornen a votar conforme a derecho,
donde no lo hacer como lo pido, protesto de pedirlo ante quien e con derecho deba y de cobrar
de V.m. todos los daños que sobre ello se recibieren, con más las costas. Y pido justicia”.
El alcalde mayor ordenó que Melchor Pérez
diese información, y que “en el entretanto que la
da, dijo que suspendía e suspendió a Juan Fernández Ladrillero la vara de alcalde ordinario
desta Villa, e que no use del dicho cargo de alcalde hasta que otra cosa sobre ello se provea”.390
Caja A–5, exp. 6, ff. 3-5.
121. 1566. Febrero, 12.
Juan de Iniesta, con poder de Alonso Miguel,
reclama de Diego de Velasco, fiador de Pedro
Dávila Quiñones, no haber dado un burro por
una jaca según concierto firmado entre ellos.
Ante Alonso Sánchez de Figueroa, juez de residencia, el vecino Juan de Iniesta en nombre de
Alonso Miguel, dice que “siendo alcalde mayor
Pedro Dávila Quiñones hizo cierto contrato con
el dicho mi parte, en que quedó de dar un burro
de año y medio por una jaca hovera que el dicho
mi parte le dio y era obligado a dársele en esta
389
Véase supra, regº 116, donde Fernández Ladrillero confesó no saber leer y escribir; sin embargo, Ladrillero firmó
su testimonio. La segunda afirmación de Melchor Pérez
que Ladrillero tampoco sabía “de negocios ningunos”, no
deja de resultar falsa ya que el propio denunciante había
tenido repetidos contratos con él, como ya se mencionó en
otro lugar.
390
No obstante este auto del alcalde mayor, el 7 de enero
de ese año, en escrito presentado por Francisco Toscano, se
dice que Ladrillero fungía como alcalde ordinario: véase
regº 113.
Villa dentro de cierto término, como consta por
una cédula firmada de su nombre, de que hago
presentación”.
Llegado el término del plazo, Alonso Miguel
pidió a Dávila Quiñones que cumpliese con el
contrato o devolviese la jaca, pero éste no se la
quiso dar, antes la envió a su pueblo, que está
fuera de esta Provincia, “por lo que parece se
quiso alzar con la hacienda del dicho mi parte, y
después hizo con Diego de Velasco, su fiador, se
obligase por la dicha jaca y darme el dicho burro
dentro de cierto término juntamente con él un
Alonso de las Casas. Todo lo cual constará por
esta cédula de que asimismo hago presentación”.
Tampoco en esta ocasión, agrega Iniesta, dieron “el dicho burro como eran obligados dentro
del dicho término”. Por tanto, se pide al juez de
residencia “mande al dicho Diego de Velasco
que luego dé y entregue el dicho burro o quinientos pesos”, porque éste fue el precio por el
que se dio la jaca.
Juan de Iniesta hizo presentación del poder
otorgado por Alonso Miguel ante el escribano
Miguel Rodríguez y fechado en la Villa de Colima el 7 de enero de 1566, del cual fueron testigos Francisco Toscano, Juan Griego y Álvaro de
Grijalba, vecinos de Colima.
Diego de Velasco fue notificado por el escribano Baltasar de Alcalá, siendo testigos Pedro
de Bobadilla, Diego Pinzón y Suero Vázquez,
estantes en esta Villa.
El 17 de febrero, por nuevo escrito, Juan de
Iniesta decía que habiendo sido notificado Diego
de Velasco de su demanda, no ha respondido en
el término obligado, por lo que él le acusa la rebeldía y pide que el juez determine la causa. El
día 20 respondió Diego de Velasco: “niego la
demanda en todo y por todo como en ella se
contiene”, y anunciaba su alegato en el término
de la ley. El 27 de febrero, “Diego de Velasco
en la causa que contra mí trata Alonso de Miguel sobre el burro que me pide, digo que yo
tengo negada la demanda”, por cuanto “esta
causa no es caso de residencia y es demanda real
y como tal se ha de seguir”. Dice que “por V.m.
me fue mandado que para la primera audiencia
174
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
respondiese y concluyese y de derecho tengo
veinte días después de la negativa de la demanda
para alegar mis defensiones y ofensiones conforme a la ley y conforme a esto, no soy obligado a responder”.
El alcalde mayor Alonso Sánchez de Figueroa, el 11 de marzo, dio y pronunció sentencia
de prueba, siendo testigos de la misma Pedro de
Bobadilla, Juan Fernández Ladrillero y Diego
Pinzón, vecinos de Colima.
El 24 de marzo, Juan de Iniesta hizo presentación del interrogatorio según el cual quería
que fueran examinados los testigos.
Interrogatorio
Se pregunta “si saben que el dicho mi parte tenía
e poseía por suya una jaca hovera, y en el tiempo que la poseyó se la llegaron a comprar muchas personas, y al dicho mi parte le daban por
ella más de trecientos pesos y no la quería dar,
diciendo que si no le daban un negro o su valor
no la daría; digan lo que saben.
“Iten si saben que el valor de la dicha jaca
era mucho más de lo que así le daban, hasta cantidad de quinientos pesos, por ser buena; digan
lo que saben.
“Iten si saben que el dicho mi parte vendió la
dicha jaca al dicho Pedro Dávila prometiéndole
de le dar un muy buen burro y para ello se obligó Diego de Velasco”.
Se pregunta también si saben que de haber
sido dado el burro dentro del plazo fijado en el
concierto, hubiera podido fundar una estancia
por cuanto tenía “cincuenta yeguas recogidas”
para echárselas al burro, lo que no se pudo, y de
haberse cumplido “valiera el dicho ganado con
la dicha estancia más de mil pesos; digan lo que
saben”.
Los testigos presentados para la probanza de
Alonso Miguel fueron Juan Preciado, el alguacil
Antonio de Carvajal y Álvaro de Grijalba.
Juan Preciado, de 30 años de edad, dijo conocer las partes de ocho años atrás. Agregó que
vio la mencionada jaca en poder de Alonso Miguel, quien la poseía y se servía de ella como de
cosa propia y que sabe que algunas personas se
la quisieron comprar pero que Alonso Miguel
“no la quería vender, antes decía que no la había
de vender sino fuese por un negro, y a este testigo selo dijo muchas veces que si no le daban un
negro o su valor no la había de dar porque la dicha jaca era muy buena, y corría y paraba muy
bien”. Dice también que “todos a una mano decían que era muy buena y que valía todo dinero,
y este testigo lo oía decir públicamente a los vecinos”. Agrega que “a este testigo le parece que
para un señor o para un caballero” pudiera valer
mucho porque “era una bestia” pequeña y bien
hecha.391 Dice además que Alonso Miguel se la
entregó a Pedro Dávila, “porque este testigo fue
el tercero y lo concertó”. Opina que si Dávila
Quiñones hubiera entregado el burro a tiempo,
Alonso Miguel pudiera “tener crías de él que valieran dineros, y que el dicho Alonso Miguel tenía yeguas recogidas esperando el dicho asno
para echárselas y hacer cría dellas, y fundar una
estancia que le hubiera valido muchos dineros, y
que este testigo, por no le haber enviado el dicho
burro, ha oído decir que se le han huido todas
las yeguas que tenía juntas, en lo que ha recibido
gran daño y perjuicio”.
El alguacil Carvajal en su declaración dice
tener más de 30 años y de haber sido una de las
personas que quiso comprar la jaca a Alonso
Miguel, y “especialmente fue por testigo del bachiller Martínez que le daba por ella trecientos
pesos de tipuzque” que pagaría al contado y en
reales, pero que Alonso Miguel contestó que no
la vendería si no le daban por ella un negro. Sobre la estampa de la jaca comenta que era
“hovera y muy linda y valía mucho dinero”.
Opina que si Dávila Quiñones le hubiera entregado el burro a su tiempo, Alonso Miguel
“hubiera hecho buena hacienda porque este testigo vido que tenía muchas yeguas mansas recogidas para echallas el dicho burro”, y que ahora
“se le han huido todas”, perdiendo muchos dineros “porque hubiera poblado una estancia que
para ello tenía”.
391
Aquí las fojas están deterioradas, dificultando la lectura
completa de la declaración del testigo.
175
José Miguel Romero de Solís
Álvaro de Grijalba dijo tener más de 25 años
y no ser pariente ni enemigo de ninguna de las
partes. Dice que Alonso Miguel tenía por suya
aquella jaca, y que “publicaba el dicho Alonso
Miguel que si no le daban un negro o su valor
por ella, que no la había de vender a ninguna
persona”, porque “la dicha jaca era muy buena y
valía mucho dinero, pero que este testigo no sabe qué cantidad podía valer”.
Caja A–5, exp. 7, 11 ff.392
122. 1566. Agosto, 20.
Ejecución de Gaspar Moreno contra Bernaldino
Cola y Pedro de Bobadilla, Andrés de Segura y
Pero López de Herrera. Andrés de Segura se retrajo entonces en el hospital de la Villa.
“El doctor Francisco Ceynos, Presidente del
Audiencia Real desta Nueva España e oidor e
alcalde de provincia por Su Majestad en ella,
hago saber a los muy magníficos señores Alcaldes mayores, corregidores, alcaldes ordinarios e
sus lugartenientes, e otros jueces e justicias de
Su Majestad de cualquier fuero e jurisdicción
que sean de toda esta Nueva España e fuera della a quien Dios Nuestro Señor guarde e prospere en su servicio, cómo ante mí paresció Gaspar
Moreno, mercader e vecino desta ciudad, e presentó una escriptura de obligación”, por la que
el escribano Juan de la Torre, vecino de Colima
“y estante al presente en esta gran Ciudad de
México de la Nueva España, en nombre y en
voz de Andrés de Segura e Pedro de Bobadilla e
Bernaldino Cola, vecinos de la dicha Villa de
Colima, e por virtud del poder que dellos tengo,
que pasó ante Miguel Rodríguez, escribano de
Su Majestad, en once días del mes de febrero
próximo pasado deste año de la fecha desta carta”, según el cual “todos tres juntamente e cada
uno de nos por sí e por el todo”, mancomunadamente, “por cuanto Pero López de Herrera,
vecino desta Villa, fue ejecutado en esta Villa
por Baltasar Moreno en nombre de Gaspar Moreno” por 1,488 pesos de oro común, “e por
392
Francisco Hernández en nombre de Alonso Ballesteros, vecinos de México”, por 1,630 pesos y
2 tomines del dicho oro común, “por virtud de
dos cartas de justicia de la justicia ordinaria de
la dicha Ciudad de México e porque el dicho Pero López, por defecto de no dar bienes con fianza, fue preso en la cárcel desta Villa, e porque él
no tiene de qué poder pagar las dichas deudas, e
para que el dicho Pero López de Herrera pueda
pagar las dichas deudas”.
Los susodichos dan su poder cumplido y bastante al escribano de la Torre para que se concierte con Ballesteros y Gaspar Moreno para que
aguarden a Pedro López de Herrera “al plazo e
plazos e posturas que vos con ellos tratáredes e
concertáredes”, y de acuerdo con eso, “podáis
obligarnos e obliguéis por escriptura o escripturas públicas, a que daremos e pagaremos las dichas deudas e pesos de oro”. Testigos fueron de
este poder, Álvaro de Grijalba, Baltasar de Alcalá y Julián de Frías.
Juan de la Torre, en virtud del mismo, se
obligó a pagar a Gaspar Moreno 1,575 pesos de
oro común de ocho reales el peso y de buena
moneda, los cuales corresponden a otros tantos
que debe López de Herrera; de ellos, 1,488 son
por dos obligaciones de mayor cuantía de plazo
pasado, y los 87 pesos restantes son “por las
costas que hizo Baltasar Moreno, vuestro hermano”, en la Villa de Colima al intentar cobrarlos. El plazo previsto para el pago de los 1,575
pesos fue determinado del siguiente modo: la
primera mitad “para el día de San Juan de Junio
primero venidero” del presente año y la otra mitad “para el día de Todos Santos”, so pena del
doblo.
También Juan de Torre decía que “doy facultad a vos el dicho Gaspar Moreno para que podáis enviar una persona a costa de los susodichos a la dicha Villa de Colima o a otra parte
donde estén con dos pesos de oro común de salario de ida, estada e vuelta”. Juan de la Torre
firmó esta obligación en la Ciudad de México el
9 de marzo de 1566, ante el escribano Gaspar
Huerta, y siendo testigos Diego López, Hernan-
El expediente está trunco.
176
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
do de Tineo [?] y Alonso de Alvarado,393 estantes.
El presidente Ceynos sigue diciendo que
Gaspar Moreno le hizo relación que quienes estaban obligados no habían dado el primer pago
de 782 pesos y 4 tomines de oro común. “Y por
mí visto lo susodicho e que los susodichos están
sometidos a esta Corte e Jurisdicción della”, dio
esta carta de justicia para que se haga ejecución
en las personas y bienes de los mismos.
El 9 de octubre de ese año, “el muy magnífico señor Alonso Sánchez de Figueroa, alcalde
mayor por Su Majestad, estando en esta dicha
Villa, que era una hora después de anochecido,
poco más o menos, estando a las puertas del
Hospital de Nuestra Señora de la Concepción de
Nuestra Señora,394 que está en esta Villa”, compareció Baltasar Moreno en nombre de su hermano Gaspar e hizo presentación de esta carta
de justicia. Una vez vista la carta, el alcalde
mandó que se hiciera ejecución en la persona de
Andrés de Segura, “que estaba a las puertas del
dicho Hospital de Nuestra Señora”, pero éste
contestó que estaba “retraído en el dicho Hospital de Nuestra Señora, e asido de las puertas del
dicho Hospital porque el señor alcalde mayor
tiene fecho cierto proceso contra él por querer
decir ha muerto un negro, e que sobre este caso
e porque no le prendan, está retraído en el dicho
Hospital”.
Baltasar Moreno pidió y requirió al alcalde
mayor a que mandara sacar del Hospital a Segura.
Pero “el señor Juan de Velasco, canónigo vicario desta iglesia desta Villa dijo que por cuanto el dicho Andrés de Segura está retraído en el
dicho Hospital e iglesia” y bajo proceso, “no
puede ser sacado de la dicha iglesia en manera
alguna”; por eso pedía al alcalde mayor “que su
393
Única referencia hallada a Tineo y Alvarado, ambos seguramente de paso en la Ciudad de México; lo mismo cabe
decir de Diego López, aunque hubiera varios homónimos
en Colima.
394
Textualmente, así aparece el título del hospital, creado
por iniciativa del visitador: Lebrón (1979), 72-73 y 85; sobre su próxima construcción, véase lo que anotamos: supra, regº 70.
merced no saque de la dicha iglesia” a Andrés
de Segura.
Insistió en su petición Baltasar Moreno y el
alcalde Juan Fernández respondió que como Segura “está abrazado a las puertas del dicho Hospital y que es templo donde se celebran los oficios divinos, y sagrado”, de allí no podría sacarle sin caer bajo excomunión; sin embargo, “estando en parte donde le pueda prender, fuera de
sagrado, está presto de hacer justicia como es
obligado y esto dio por respuesta”, al constarle
que Segura está retraído en la iglesia “por cierta
causa criminal según a que lo tiene declarado”.
Agregó el alcalde ordinario que “por estar en
sagrado, dice lo que dicho tiene e lo pidió por
testimonio todos los dichos e que el dicho señor
alcalde mayor tiene aquí su alguacil e otras personas”, y de quererlo sacar, “bien puede porque
no hay quien se lo resista”.
Volvió el señor canónigo Velasco a requerir
al alcalde mayor de no intentar sacar a Segura
del Hospital, porque procedería contra Su Merced y contra las personas que le prestaren ayuda.
Y en el caso de incurrir en censuras y excomunión, “puso de pena al dicho señor alcalde mayor en una lámpara de plata de pena e a todas las
personas que en su favor le ayudaren en cuatro
botijas de aceite”.
Baltasar Moreno, a pesar de ello, también requirió al alcalde mayor para que “mande sacar y
despegar de la dicha puerta del dicho Hospital al
dicho Andrés de Segura, según que pedido tiene,
y ansimesmo requiere al señor Juan Fernández,
alcalde ordinario” para que guarde la carta de
justicia; y que “en lo que toca a la dicha pena de
la dicha lámpara de plata que el dicho señor canónigo pone al dicho señor alcalde mayor, dijo
que sacándole de la dicha iglesia al dicho Andrés de Segura, está presto de la pagar so obligación de su persona e bienes”.
El alcalde mayor, entonces, dijo: “hablando
con el acatamiento que debe, apela de todas las
censuras e penas que le tienen puestas por el dicho vicario” ante quien corresponda, y pidiólo
por testimonio. El vicario nuevamente amenazó
con lanzar la pena de excomunión contra el alcalde mayor si osaba sacar del Hospital a Segu-
177
José Miguel Romero de Solís
ra. Entonces el alcalde mayor dijo que viendo
por una parte lo pedido por Baltasar Moreno y
por otra los requerimientos y censuras hechas
por el señor canónigo, por no incurrir en excomunión pero sí hacer lo que el derecho le obliga,
“requirió al señor canónigo ponga con prisiones
y a buen recaudo al dicho Andrés de Segura en
el dicho Hospital con declaración que hizo que
no lo haciendo Su Merced, hará lo que de justicia deba hacer y pidió testimonio”.
El canónigo Juan de Velasco contestó que
“está presto de hacer e cumplir lo que por el dicho alcalde mayor le es pedido, y en su cumplimiento puso preso en el dicho Hospital al dicho
Andrés de Segura con una cadena al pie”.
A solicitud de Baltasar Moreno, el alcalde
mayor pidió entonces al vicario que a Segura
“agrave con más prisiones para que esté a recaudo”; y en su cumplimiento, además de la cadena, el vicario “le echó unos grillos en los pies”
ante los ojos de Pedro López de Almodóvar,395
Juan Martín y Suero Vázquez de Moscoso, vecinos y estantes en la Villa.
El alcalde mayor dispuso luego el embargo
de los bienes de Andrés de Segura, nombrando
por depositario de ellos a Pedro López de Almodóvar, residente en Colima, para hacer en
ellos ejecución a favor de Baltasar Moreno. Los
dichos bienes, según inventario levantado por el
escribano Miguel Rodríguez, fueron los siguientes:
“Primeramente en un bordón con una daga
en él”, seis sillas de espaldas, una mesa, una
adarga de Castilla, un pretal, dos enjarretaderas,
395
También nombrado Pedro de Almodóvar. Como se observa aquí, todavía en agosto de 1566, era “residente” en la
Villa de Colima; sin embargo, ya consta su vecindad cuando el virrey marqués de Falces concede el 31 de diciembre
de 1567, “entrante el año de sesenta y ocho” [1568], la
“merced a Pero López de Almodóvar, vecino de la Villa de
Colima, de un sitio y herido de molino, en términos del
pueblo de Tamazula, en un nacimiento de agua que sale al
pie de un cerro que va a dar al Río que llaman Curuaro”:
Hillerkuss (1994), 197. Posiblemente era hermano de Diego de Almodóvar e hijo, como éste, de Pedro de Almodóvar e Inés Díaz, naturales y vecinos de Almodóvar del
Campo: Icaza (1969), II, nº 690. Se le registra ya difunto en
1569, al ser mencionados “los herederos de Pero de Almodóvar”: infra, III, regº 647.
tres lanzas, tres rodelas, otra mesa de Mechuacan, un freno jinete, una almártega396 y unas
riendas, un pretal de terciopelo viejo, una mesa
redonda de Mechuacan, unas esposas de hierro,
un hierro sacar habas a caballo, una silla vieja
jineta, once hierros de herrar, otro freno jinete,
dos estribos, “Iten las casas de la morada del dicho Andrés de Segura que están en esta Villa
que alindan con casas de Pedro de Granada”, la
huerta de cacao que tiene Segura “en el Valle de
Tapistlan, que se dice Zapotlan”. “Iten un negro
llamado Antonio que está en la dicha güerta,
Iten una negra llamada Madalena”. Además, todas las yeguas y caballos, potros y potrancas,
más 130 yeguas y 8 potros mansos “que dicen
están en el corral de Andrés de Segura”.
En todos estos bienes declarados, “con más
tres cajas grandes de madera” que no se habían
abierto y que estaban en el interior de las casas
de Segura, se hizo la ejecución.
El 10 de octubre el alcalde mayor mandó
abrir las tres cajas de madera “para averiguar lo
que hay dentro” de ellas; para ello, “vino a la
casa del dicho Andrés de Segura e parece que en
la una caja se hallaron ocho reatas de Castilla e
un jáquima”; en la otra, había unas tenazas, dos
martillos y un freno jinete, una puntera, una sierra, ocho hierros de herrar yeguas; en la tercera
“no hubo otra cosa ninguna en la dicha caja”. La
ejecución también se hizo “en unas tierras que
compró de los indios de Tecoman e están en el
Valle de Caxitlan junto a Tototlan”, y en un cofre “con muchos papeles y escrituras”.
Luego, el alcalde mayor depositó los bienes
ejecutados en Antonio Pérez, residente en Colima.
Posteriormente y a petición de Baltasar Moreno, el alcalde mayor fue a las casas de Pedro
de Bobadilla, y le requirió a pagar la deuda
compartida que tenía con Gaspar Moreno. Bobadilla contestó diciéndole que no tenía bienes
algunos, por lo cual el alcalde mandó fuese tomado preso; pero atento a que estaba Bobadilla
enfermo, le mandó tener sus casas de su morada
396
Almártega o almártaga: “especie de cabezada que se
ponía a los caballos sobre el freno”: Casares.
178
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
por prisión. Sin embargo, los bienes ejecutados
de Bobadilla fueron los siguientes: una huerta de
cacao que se llama Mescala, una silla jineta con
sus estribos, una caja en la que había “un sayo e
capa de paño negro nuevo, Iten una turca de paño” viejo, unas calzas blancas viejas, dos pares
de calzas viejas, un paño de grana viejo. En otra
caja se hallaron “unos trapos viejos de poco valor y otras dos cajas de madera”. Todo lo cual
fue depositado en Antonio de Carvajal, alguacil
mayor de esta Villa.
Baltasar Moreno insistió ante el alcalde mayor para que sacara de la iglesia a Andrés de Segura y lo metiera preso en la cárcel pública de la
Villa, porque quería llevarlo a la cárcel real de la
Ciudad de México. El alcalde mayor pidió al vicario Juan de Velasco que le hiciera entrega del
preso, “y que no se lo dando, haciendo justicia
en la causa, le sacara”. El canónigo contestó
“que está presto de dar e entregar al dicho Andrés de Segura, constándole que por derecho no
se puede retraer en la dicha iglesia, y en todo se
hará lo que de justicia debe hacer y lo pidió por
testimonio”.
Hízose ejecución también en Pedro López de
Herrera, quien por no nombrar bienes, fue tomado preso y puesto en las Casas del Cabildo de
la Villa; sin embargo, una semana después pudo
escapar y ausentarse de la Villa. En consecuencia, Baltasar Moreno presentó ante el alcalde
mayor querella criminal contra el alguacil Carvajal, al que responsabiliza de la fuga de López
de Herrera, quien estaba preso al decir de Moreno por una deuda de 4,032 pesos de oro. Moreno
hizo presentación de un testimonio público dado
por el escribano Miguel Rodríguez, cuyo tenor
es el siguiente;
“Yo Miguel Rodríguez, escribano de Su Majestad y público en la su corte, reinos y señoríos,
doy fe y verdadero testimonio a los señores que
la presente vieren, cómo en esta Villa de Colima, en veinte y cuatro días deste presente mes
de enero deste presente año de mil y quinientos
y sesenta y seis años [1566], Antonio de Carvajal, alguacil desta dicha Villa, por virtud de una
carta de justicia presentada ante el muy magnífico señor Alonso Sánchez de Figueroa, alcalde
mayor desta Villa, requirió a Pedro López de
Herrera, vecino desta Villa, le diese bienes en
que hiciese ejecución por mil y cuatrocientos y
ochenta y ocho pesos de oro común, que parece
resto de viejo de la dicha carta de justicia conforme al pedimento que pidió Baltasar Moreno;
y el dicho Pedro López de Herrera declaró no
tener bienes que nombrar, y el dicho alguacil
por defecto de no le dar bienes, le puso preso y
encarcelado en las Casas de Cabildo, como parece por un auto que está a las espaldas de la
carta de justicia, que pasó ante Baltasar de Alcalá, escribano nombrado por el señor alcalde mayor, a que me refiero, y el dicho Pedro López de
Herrera estuvo en las dichas Casas de Cabildo
por preso por la dicha causa hasta veinte y siete
días deste presente mes, y hoy día de la fecha
deste veinte y ocho días deste dicho mes de enero, el dicho Pedro López de Herrrera no parece
estar en las dichas Casas de Cabildo ni tener ni
guardar la dicha carcelería conforme al dicho
auto del encarcelamiento del dicho alguacil, y
dello doy fe de pedimento de Baltasar Moreno,
el presente día escrito en esta pública forma, que
es fecho en Colima en veinte y ocho días del
mes de enero de mil e quinientos y sesenta y seis
años” [1566].
Recibida la petición y el testimonio de Baltasar Moreno, el alcalde le mandó dar información, para lo cual el demandante presentó por
testigos a Francisco Toscano y Juan Fernández
Ladrillero.
Caja A–5, exp. 8, 11 ff.
123. 1561. Diciembre, 22.
Andrés de Segura, tutor y curador de Gonzalo
de Cáceres, pide que Juan de Arana, alcalde
mayor de los Motines, dé cuentas de dos mil pesos de oro de minas.
Traslado de la tutela del menor Gonzalo de Cáceres a cargo de Andrés de Segura:
“En la Villa de Colima desta Nueva España
en veinte e dos días del mes de diciembre de mil
e quinientos e sesenta e un años [1561], el muy
magnífico señor Diego de Velasco, alcalde ordi-
179
José Miguel Romero de Solís
nario en esta Villa por Su Majestad, dijo que por
cuanto Gonzalo de Cáceres, menor, hijo de Manuel de Cáceres, difunto, al presente no tiene tutor e curador” que mire por su persona y bienes,
“e atento que Martín de Monjaraz, su abuelo, se
ha desistido de la tutela” que tenía a su cargo, el
alcalde mandó que Andrés de Segura, vecino de
Colima, se encargue de la dicha tutela, por cuanto Gonzalo de Cáceres “es sobrino de Elvira
Ruiz de Monjaraz, su mujer”, dándole para ello
“poder cumplido, libre e llenero e bastante en
nombre del dicho menor”. Fiador de Andrés de
Segura fue designado el vecino Alonso Miguel.
Fueron testigos Álvaro de Grijalba, Diego de
Almodóvar y Bartolomé Sánchez, vecinos de esta Villa. Pasó ante el escribano Diego Veedor.
“E luego el dicho señor alcalde —sigue el
traslado— por ante mí el dicho escribano, hizo
cargo al dicho Andrés de Segura de una obligación contra Juan de Segovia, que debe al dicho
menor, de contra de setenta e siete pesos de oro
común; entregósele la escritura. Iten se le hizo
cargo de un conocimiento reconocido e mandamiento ejecutivo contra Diego de Aguilar de contra de dozientos e diez pesos de oro común, de
los servicios de los indios; entregósele la escritura. Iten se le hizo cargo de una carta de censo
contra el dicho Diego de Aguilar de dozientos
pesos de oro común sobre sus haciendas, que
corre a diez e ocho de julio de mil e quinientos e
cincuenta e nueve años [1559]; entregósele la
escritura con más los censos que han corrido
dende la fecha della. Iten se le hizo cargo de otra
carta de censo contra Juan de Arana, la cual ha
de sacar de Juan de Segovia, escribano de Su
Majestad, de contra de mil e seiscientos e un pesos de oro común, que corre la fecha desde dos
del mes de enero de mil e quinientos e sesenta e
un años [1561]; corre el censo desde la fecha della. Iten se le hace cargo de otra escritura de
censo contra Martín de Monjaraz, de contra de
setecientos pesos de oro común, que ganan setenta pesos de censo e tributo; corre dende veinte e siete de setiembre de mil e quinientos e sesenta e un años [1561]; entregósele la escritura.
Iten se le hizo cargo de un negro del dicho menor, que se llama Alonso, e más todas las vacas
e yeguas que tiene el dicho menor en los llanos
desta Villa y Estancia de Tocitlan del dicho menor,397 de todos los cuales dichos bienes se le
hizo cargo al dicho Andrés de Segura, e lo firmó
de su nombre e testigos los dichos. E lo firmó el
dicho señor alcalde Diego de Velasco. Andrés
de Segura. Pasó ante mi, Diego Veedor, escribano. E yo Diego Veedor, escribano público e del
Cabildo desta Villa de Colima e de nombramiento del Cabildo de Justicia della e aprobación del ilustrísimo señor Visorrey, que presente
fuí a lo que dicho es con los testigos, e la escrebí
según que ante mí pasó, por ende en testimonio
de verdad, lo firmé de mi nombre. Diego Veedor, escribano público”.
Traslado de una provisión real fechada en la
Ciudad de México a 17 de octubre de 1566, dirigida “a vos cualquier nuestro escribano o escribanos que de nos tuviéredes título de los dichos oficiales e otros cualquier nombrados por
autoridad de las nuestras Justicias, a cada uno e
cualquier de vos a quien esta nuestra carta fuere
mostrada, salud e gracia”.
397
Interesante este expediente porque muestra la situación
de los menores huérfanos y los problemas suscitados por
tutores y administradores de sus bienes. En el caso de Gonzalo de Cáceres, su madre doña Isabel Ruiz de Monjaraz,
tras enviudar, casó con Juan de Arana, al que vemos aquí
fungiendo de alcalde mayor de Motines, región compartida
por los alcaldes mayores de Colima y Zacatula hasta cerca
de 1560, cuando se proveyó un alcalde mayor separado de
las anteriores jurisdicciones, siendo transferidos algunos
corregimientos hasta entonces sufragáneos de Colima: véase lo apuntado sobre el particular: supra, regº 88; para
abundar más en el tema, infra, regº 174. Por otra parte, Lebrón de Quiñones menciona que a Gonzalo por muerte de
su padre Manuel de Cáceres, en virtud de un mandamiento
de Alonso de Estrada, quedaron encomendados los pueblos
de Maquilí, Tlatictla, Tapistlan, Gualoxa, Cuzcacuautla y
Tototlan: Lebrón (1979), 44-46 y 59. También ahí se dice
que “los menores de Manuel de Cáceres tienen dos estancias, la una de vacas y la otra de yeguas, a cuatro o cinco
leguas de la villa en las cuales tendrá dos mil vacas y cuatrocientas yeguas”: Ibid., 65. Quizá, la Estancia de Tocitlan
—de la que en el presente regº se hace mención— haya que
situarla en Toziutlan, como lo registra Lebrón: Ibid., 39, o
Tusistlan —así la nombra la Relación de Tuspa— entre las
barrancas de las estribaciones del Volcán de Fuego que
servían de linderos entre Colima y la provincia de Tuxpan:
Acuña (1987), 385 y 402.
180
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
En ella se dice que Andrés de Segura, “como
tutor e curador de la persona e bienes de Gonzalo de Cáceres, menor, e por petición que presentó nos hizo relación diciendo que él tenía que
pedir e demandar ciertas cosas a Juan de Arana,
que al presente era nuestro alcalde mayor de la
Provincia de los Motines, y se temía que vos los
dichos nuestros escribanos no le querríades notificar los autos que de su pedimiento se hubiesen
de hacer por nuestro mandado, e nos pidió e suplicó le mandásemos dar e diésemos nuestra carta e provisión para que luego que fuésedes requeridos por su parte, notificásedes al dicho
Juan de Arana todos los autos, pedimientos, requerimientos que se hubiesen de hacer contra el
dicho Juan de Arana, sin ponerle ninguna excusa
a lo que sobre ello proveyésemos”.
Lo cual visto por el Presidente y Oidores de
la Real Audiencia de México, “fue acordado que
debíamos mandar dar esta nuestra carta en la dicha razón e nos tuvímoslo por bien”. En consecuencia, “si por parte del dicho Andrés de Segura, por sí y en nombre e como tutor del dicho
Gonzalo de Cáceres, fuéredes requeridos con esta nuestra carta, notifiquéis al dicho Juan de
Arana cualesquier pedimientos, autos e requerimientos e otras cosas que a su pedimiento se le
hubieren de notificar e intimar, ansí en los pleitos que contra él trata como en otras causas, e de
las dichas notificaciones les daréis testimonio en
pública forma, sin ponerle ninguna excusa ni dilación, lo cual ansí haced e cumplid so las penas
en que incurrieren los escribanos que deniegan
sus oficios e más so pena de la nuestra merced e
docientos pesos de oro para la nuestra Cámara”.
Firman Sancho López de Agurto, escribano de
Cámara de la Audiencia Real de la Nueva España por Su Majestad. “La hice escrebir por mandado del presidente e oidores, refrendada, Juan
Serrano, Chanciller, Andrés de Cabrera, El doctor Ceynos, El doctor Villalobos, El doctor
Orozco”.
En la Villa de Colima, el 1° de febrero de
1567, ante el alcalde ordinario Diego de Velasco, Andrés de Segura presentó esta provisión real, pidiendo a su merced que la mandara cumplir. “E por el señor alcalde visto, la tomó en sus
manos e habiéndola leído y entendido, la besó e
puso sobre su cabeza, e dijo que la obedecía e
obedeció como provisión y mandado de Su Majestad Real y que cuanto al cumplimiento dello,
está presto de hacer lo que Su Majestad manda
por la dicha real provisión, cada vez que se
ofrezca, e lo firmó de su nombre. Testigos: Baltasar de Alcalá, e Diego Fernández, e Juan Muñoz, vecinos desta. Diego de Velasco. Ante mí,
Miguel Rodríguez, escribano de Su Majestad”.
Entonces, el alcalde Diego de Velasco dio su
mandamiento, cuyo tenor fue el siguiente: “que
para que haya escribano que notifique las demandas y los demás autos que por parte de Andrés de Segura sean puestos como tutor e curador de la persona e bienes de Gonzalo de Cáceres, menor, contra Juan de Arana, a quien tocan
e atañen los pleitos e causas que se siguieren por
el dicho menor, y atento que el dicho Juan de
Arana no está en esta dicha Villa ni en su jurisdicción, e atento que no hay escribano de Su
Majestad para que se hagan las dichas notificaciones e los demás autos que se hicieren, por
ende proveyendo lo que de justicia debe ser
hecho en el caso, en nombre de Su Majestad
nombraba e nombró por escribano para el dicho
efecto a Alonso de Liaño,398 vecino desta Villa”.
Alonso de Liaño, acto seguido, aceptó el oficio
de escribano nombrado, y de él se tomó y recibió juramento en forma debida. El alcalde, cumplidas las solemnidades, en nombre de la Real
Justicia, le dio podercumplido para poder ejercer
el dicho oficio de tal escribano “en esta jurisdicción y en las demás partes que estuviere el dicho
Juan de Arana e Diego de Aguilar”.399
Luego se le hizo entrega de la real provisión
“y habiéndola entendido, la tomó en sus manos
e besó e puso sobre su cabeza”, diciendo que la
obedecía como mandamiento real de su rey y
señor natural.
Carta poder otorgada por Juan de Arana, vecino de la Villa de Colima, “a vos, Baltasar de
Alcalá e Juan de Arana, mi hijo, que estáis au398
Más adelante se le llama Diego de Liaño.
Aquí aparece de improviso el nombre de Diego de
Aguilar del Castillo, esposo de María de Cáceres, sin que
en el expediente haya sido mencionado.
399
181
José Miguel Romero de Solís
sentes”, y fechada “en este pueblo de Cuacoman, en ocho días del mes de febrero, año de
nuestra Redención de mil e quinientos e sesenta
y siete años” [1567], ante los testigos Alonso de
Liaño, Bartolomé de Vilches, Pero López de
Almodóvar, “españoles, estantes al presente en
este dicho pueblo”. Pasó ante Baltasar Ortiz,
“escribano nombrado por el muy magnífico señor Alonso de Espinosa,400 corregidor por Su
Majestad del pueblo de Motín y su partido, para
las cosas y causas y negocios que se le recrecieren e para la cuenta y visita que por la Real Audiencia le está cometida de los naturales deste
dicho pueblo de Cuacoman y su partido por virtud de la cual dicha comisión y provisión real
que así le fue dada”, y “ansimesmo lo soy del
dicho señor Juan de Arana, alcalde mayor desta
dicha Provincia”.
El 15 de febrero de 1567 y ante el alcalde
Diego de Velasco comparecieron Juan de Arana
El Mozo y Baltasar de Alcalá, en nombre de
Juan de Arana, y presentaron el siguiente escrito:
“Jhoan de Arana, en nombre de mi señor y
padre Juan de Arana, ante V.m. parezco en la
mejor vía y forma a que de derecho lugar haya,
respondiendo a una demanda que Andrés de Segura, como tutor y procurador que dice ser de
Gonzalo de Cáceres, sobre razón de ciertos bienes que Manuel de Cáceres, padre del dicho
Gonzalo de Cáceres, que Dios haya, dice que tenía dos mil pesos de oro de minas al tiempo que
se casó con Isabel de Monjaraz, mi señora y
madre, y que en las cuentas que el dicho mi parte hizo y dio al tiempo de la partición de los bienes que el dicho Manuel de Cáceres, que Dios
haya, dejó, no se sacaron los dichos dos mil pesos, y se le adjudicaron al dicho Gonzalo de Cáceres y a doña María, su hermana, con los demás bienes que les pertenecían de su legítima,
de lo cual fueron en ganados en la dicha partición y que el dicho mi parte con la dicha Isabel
de Monjaraz, mi señora y madre, son obligados
400
Quizá sea el mismo Alonso de Espínola que, en 1563,
fungía de corregidor de Quacoman y alcalde mayor de la
provincia de Motines: supra, regº 88.
a le volver la mitad de los dichos dos mil pesos
que le pertenescen y habido aquí por resumido
lo demás contenido en la dicha demanda o petición por el dicho Andrés de Segura pedido, digo
en nombre del dicho mi parte, niego la dicha
demanda en todo y por todo según y como en
ella se contiene, con protestación de alegar las
exenciones e defensiones y las demás cosas que
al dicho mi parte convengan sobre que pido justicia y el muy magnífico oficio de V.m. imploro
y costas, protesto”.
En otro escrito de 7 de marzo, Juan de Arana
El Mozo pide término de abogado para poder
acudir “al letrado que el dicho mi parte tiene en
la Ciudad de México, porque en esta Villa no los
hay”, atento “a que el pleito es de calidad”.
Al día siguiente, el alcalde Diego de Velasco,
“atento a la distancia de tierra que hay de esta
Villa a la Ciudad de México”, concedió un plazo
de 70 días.
Caja A–5, exp. 9, 8 ff.
124. 1568. Abril, 10.
Proceso criminal contra Antón, negro esclavo
de Diego de Mendoza, sobre que ayudó a su
amo a matar a un Fulano Martínez, español.
Ante el licenciado Juan de Hoyos, alcalde mayor
por Su Majestad, Pero López de Herrera, vecino
de la Villa, denunció a Diego de Mendoza, vecino desta dicha Villa, y contando el caso, dijo
que puede haber “cinco o seis años o más que el
dicho Diego de Mendoza e un esclavo suyo negro llamado Antón, en esta dicha Villa, mataron
a un español que se decía Martínez,401 de lo que
él hizo información”. Agrega que “los jueces
que dello conoscieron, fueron Diego Núñez de
Guzmán e Pedro de Ávila”,402 quienes no sentenciaron ni a Mendoza ni a Antón, “porque se
401
Más adelante es identificado como Luis Martínez: ver el
testimonio de Isabel de Grijalba, esposa de Bernaldino Cola. Los hechos a los que se hace mención tuvieron que suceder entre 1563 y 1564.
402
Se trata de los alcaldes mayores de Colima Diego Núñez de Guzmán (1560-1564) y Pedro Dávila Quiñones
(1564-1565).
182
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
ausentó de la cárcel donde le tenían preso, e que
sobre este negocio hay en esta Villa provisión”
para llevar a Diego de Mendoza a México.
El licenciado Hoyos mandó a López de Herrera que diera información, para lo cual éste
presentó por testigos a Antonio de Carvajal y a
Juan de Guriezo, vecinos de la Villa.
El primero declaró que cuatro o cinco años
atrás “estuvieron presos en esta Villa y en la
cárcel” Mendoza y su esclavo Antón, “y un fulano Cerón” por haber dado muerte a Martínez,
negocio que conocieron el alcalde Núñez de
Guzmán y después Pedro de Ávila Quiñones, y
sabe este testigo que fue sentenciado Diego de
Mendoza, como consta por el proceso que de
ello se hizo, pero que el negro Antón “se huyó
de la dicha cárcel del alcalde mayor” y nunca ha
sido tomado preso ni sentenciado. Dice que “Cerón también se huyó”, y “ha oído decir al dicho
Juan Fernández El Mozo” que trajo una provisión real mandando “que se lleve a México el
dicho Diego de Mendoza y lo procesado sobre
esto”. Dijo tener Antonio de Carvajal más de 35
años de edad.
Guriezo, por su parte, dijo que cinco o seis
años atrás “una noche, estando este testigo en su
casa, oyó ruido en la plaza e fue allí y vio que el
dicho Martínez, español, estaba herido de una
estocada en la barriga por un lado y una pedrada
en la cabeza, de que murió” ocho o diez días
después, y que este testigo “oyó decir al dicho
Martínez, estando allí mucha gente: «Diego de
Mendoza me ha muerto y su negro Antonillo me
dio esta pedrada de que caí en el arroyo donde
me ha muerto», junto con un Cerón que estuvo
preso sobre este negocio y se fue de la cárcel, y
sobre ello se hizo proceso”, que conoció el alcalde mayor Núñez de Guzmán. De la cárcel
también escapó el esclavo Antón, de cuyo caso
conoció el alcalde mayor Pedro de Ávila Quiñones, quien sentenció a Diego de Mendoza, “pero
a los demás no sentenció” por haberse ausentado
de la cárcel. Agrega Juan de Guriezo que “sabe
que fue condenado el dicho Diego de Mendoza
en dos años de destierro, uno preciso y uno voluntario, e que al dicho Juan Fernández El Mozo
oyó decir este testigo que había traído provisión
real para que llevasen a Diego de Mendoza y lo
procesado a México”. Guriezo dijo tener 25
años de edad.
Recibida la información, el alcalde mayor
Juan de Hoyos dio su mandamiento de prisión
contra Cerón y el negro Antón. Detenido el negro Antón, el alcalde mayor designó a Diego de
Mendoza por defensor, “como amo e señor que
es del dicho esclavo”.
El alcalde fue entonces a la cárcel donde estaba preso el negro Antón para su confesión.
Antón hizo juramento. Preguntado “si conosció
a un Martínez, un español que residía en esta Villa agora cinco o seis años”, respondió que no lo
conosce”. Sobre los años que hace que está viviendo en Colima, “dijo que ha más de quince
años”. Interrogado si era verdad que, cinco o
seis años atrás, “este confesante con el dicho su
amo e un fulano Cerón, una noche, le dieron una
pedrada en la cabeza de que cayó en el suelo
donde le dieron una estocada por la barriga, que
de las dichas heridas murió; diga lo que sabe”,
contestó “que lo niega e que una noche, no sabe
cuándo, oyeron en la plaza, estando haciendo
candelas, ruido en la calle de gente que reñía, y
que cuando salieron a la ventana”, vieron que
“había mucha gente en la plaza, y no sabe lo que
era”. Por otra parte dijo no saber quiénes habían
herido a Martínez “e qué gente iba con él”, tampoco sabe quien le dio la estocada al susodicho.
Dice que por este negocio ya fue tomado preso
antes, pero no recuerda quién le detuvo. Reconoce haberse escapado de la cárcel en aquella
sazón, “porque moría de hambre e que no sabe
porqué estaba preso”. Dice que tampoco lo sentenciaron entonces. Le preguntaron qué hizo
después que Martínez quedó herido, a lo que
respondió que no sabe lo que ocurrió y que no
conoció a Martínez, por eso asegura que nadie le
mandó herir al susodicho.
El 12 de abril, Diego de Mendoza, “como
amo y defensor de Antón, negro, mi esclavo, digo que ha munchos días que el dicho mi negro
está preso sin causa ni razón alguna porque lo
deba estar; a V.m. pido y suplico mande soltar
libremente sin costa alguna al dicho mi negro y
cuando esto lugar no hubiere, sea en fiado deba-
183
José Miguel Romero de Solís
jo de fianzas que estoy presto de dar, o se me dé
la causa de su dicha prisión, y pido justicia”.
El mismo día,403 “en el pleito que la Real
Justicia trata contra Antonio, negro de Diego de
Mendoza, por denuncia de Pero López de Herrera, vecino desta Villa, el muy magnífico señor
licenciado Hoyos, alcalde mayor desta dicha Villa e su Provincia, dijo que nombraba e nombró
en el dicho negocio por promotor fiscal para que
acuse al dicho Antón, negro, a Joan de Iniesta,
vecino desta dicha Villa, al cual mandó que lo
acepte, y éste de presente lo aceptó e juró por
Dios Nuestro Señor sobre la señal de la cruz”.
Por nuevo escrito fechado el 13 de abril,
Diego de Mendoza sobre el caso pedía al alcalde
mayor “lo mande ver y determinar, y si el dicho
mi negro lo merece, V.m. lo mande ahorcar, y si
no, lo mande soltar libremente y sin costa alguna, o me manda dar la causa porque el dicho mi
negro está preso, y pido justicia”.
Con la misma fecha, “Juan de Iniesta, promotor fiscal por V.m. nombrado en la causa
criminal que contra un esclavo negro llamado
Antón, de Diego de Mendoza, se trata sobre la
muerte de un fulano Martínez, difunto, digo que
el dicho Antón, negro, y el dicho Cerón con mano armada e sobre hecho pensado, podrá haber
cinco o seis años, poco más o menos, que una
noche salieron los sobredichos en compañía de
Diego de Mendoza, su amo, a la plaza desta Villa al dicho Martínez, con poco temor de Dios
Nuestro Señor y en menosprecio de la Real Justicia, con mano armada, dándose favor a los
unos y a los otros, y el dicho negro dio al dicho
Martínez una pedrada en la frente, de que le derribó aturdido en el suelo, y el dicho Cerón y
Diego de Mendoza llegaron y dieron ciertas heridas y una estocada al dicho Martínez, de que
murió, y el dicho Martínez declaró haberle
muerto los dichos Diego de Mendoza y un Cerón, y haberle derribado el dicho Antón, negro,
de la dicha pedrada; de todo lo cual se recibió
información por lo cual el dicho Antón, negro, y
el dicho Cerón cometieron un execrable y atroz
delito, y su pena de muerte, y así, estando el dicho Antón, negro, y el dicho Cerón presos por la
justicia mayor desta Villa para hacer justicia dellos por el dicho delito, se ausentaron de la cárcel desta Villa quebrantando las prisiones della,
por lo cual paresce claro hacerse echores [sic] 404
del dicho delito. Por tanto, a V.m. pido mande
condenar al dicho Antón, negro, en las mayores
e graves penas que por ley e derecho hallare merecen los que semejantes delitos cometen, mandándolas ejecutar en su persona, para que a él
sea castigo y a otros ejemplo”. Con respecto a
Cerón, el promotor fiscal decía: “V.m. mande
dar sus cartas de justicia en forma para que doquiera que sea hallado, sea traído preso a esta
Villa y en él inter, V.m. mande llamarle por
pregones por sus cartas de edicto y sean fijadas
en las puertas del audiencia de V.m. y en todo
pido justicia”.
El alcalde mayor ordenó dar traslado a la otra
parte, estando presentes por testigos los alcaldes
ordinarios Juan Fernández405 y Luis de Grijalba.
El 21 de abril, Diego de Mendoza respondía
de la acusación hecha por el promotor fiscal, diciendo “no se debe hacer cosa de lo por él pedido, antes el dicho mi esclavo ha de ser absuelto
y dado por libre, mandándole soltarde la prisión
en que está”. Las razones que alega Diego de
Mendoza, son: el negro Antón “ni los demás
contenidos en la acusación del dicho Juan de
Iniesta, no fueron culpantes en la dicha muerte,
como más largamente probé y averigüé en la
causa que contra mí se siguió sobre ello por el
alcalde mayor que a la sazón era en esta dicha
Villa, con comisión especial que para ello tuvo
de la Real Audiencia para el dicho efecto, y así
el dicho Martínez, munchos días antes como
bueno y fiel cristiano, temeroso de Dios [...] dijo
y declaró no ser culpantes de las heridas que él
tenía ninguno de los en esta dicha acusación están contenidos, antes pidió por petición fuesen
sueltos de la prisión en que estaban si por ello
estaban presos, lo cual dijo que decía y aclaraba
404
403
Sin embargo, la fecha que da el escribano Juan Vázquez
está equivocada, porque dice que es de 1566.
Por “hechores” o perpetradores del delito. La expresión
es recogida por Boyd–Bowman (1971), 463.
405
Se trata de Juan Fernández El Viejo, alcalde ordinario
en repetidas ocasiones: véase Sevilla del Río (1977), 124.
184
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
por descargo de su conciencia y que si antes había dicho alguna cosa, era por mala querencia
que con ellos había tenido y no porque en efecto
fuese ni pasase así. Y siendo esto así, no había
necesidad agora de nuevo hacer proceso contra
el dicho mi negro. Lo otro, si el dicho mi negro
se huyó de la cárcel en que estaba en aquella sazón, era y fue porque es muy gran bellaco y que
siempre ha tenido por mala manía y costumbre,
estando en mi servicio, huirse y andar ausentado
de mi poder muncho tiempo y así es público y
notorio, y no porque él se hallase culpante en lo
que así se le pide”. En tercer lugar, sigue diciendo Diego de Mendoza, en el supuesto caso que
Antón hubiera sido causante de las heridas de
Martínez, cosa que niega, es sabido que éste “no
murió dellas, antes estaba ya bueno y sano y andaba levantado, y si murió fue de una enfermedad de la orina que Dios Nuestro Señor fue servido de le dar, que él antiguamente tenía”. Por
último, pide y suplica la absolución de su esclavo, porque de no ser soltado y continuar la causa, él está presto como su defensor “de tachar y
calumniar en la persecución de esta causa a los
testigos y dichos contra el dicho mi negro dijeron y depusieron, porque por los dichos mismos
consta haberse perjurado”.
El alcalde mayor falló recibiendo a prueba el
caso, mandando notificar esta sentencia a las
partes. Fueron testigos, el alcalde Juan Fernández y Álvaro de Grijalba. Luego el escribano
Francisco Baeza y Herrera notificó el auto a las
partes, de lo que fueron testigos Gómez de
Hoyos y Diego López de Ayala. El alcalde mayor decidió que “Pero López de Herrera para
que, como delator que fue de la causa, asista si
quisiere juntamente con el fiscal a la dicha causa, e a la probanza, e a los demás autos que se
hicieren, hasta la sentencia definitiva inclusive”.
Testigos de esta notificación fueron Gonzalo
Vázquez y Juan de Velasco. López de Herrera
declaró que tenía entregada una memoria de los
testigos que se debían aprovechar en el caso. El
licenciado Hoyos turnó el asunto al fiscal, mandando que se agregara esta petición al proceso.
Estuvieron presentes a la notificación el propio
López de Herrera, Andrés de Madrid y Bernaldino Cola.
El 27 de abril, el promotor Juan de Iniesta
decía que “a mi noticia ha venido que Juan Fernández de Ocampo trujo de la Ciudad de México una provisión real de Su Majestad sobre que
se conociese desta causa que yo sigo, y conviene
al servicio de Su Majestad y a la administración
de la justicia, que la dicha provisión parezca para que, conforme a ella, se siga en todas instancias. Por lo tanto, a V.m. pido y suplico mande
al dicho Juan Fernández de Ocampo exhiba la
dicha provisión, pues consta por público e notorio haberla traído, y si necesario es, V.m. le
apremie a ello por todo rigor de justicia y sobre
todo pido justicia”. Y añadía: “otrosí hago presentación de una memoria que Pero López de
Herrera me dio y entregó de los testigos que se
han de presentar en la causa. A V.m. pido que el
alguacil los traiga para que yo los presente”.
El alcalde Juan de Hoyos dispuso que Juan
Fernández de Ocampo “hoy en todo el día exhiba” la mencionada provisión, y que el alguacil
trajera a los testigos señalados en la memoria de
López de Herrera. Fernández Ocampo contestó
“que la provisión que se le manda exhiba, él no
la tiene, ni contra negro ninguno él ha sacado tal
provisión”. Testigos fueron de esta respuesta
fueron Luis de Grijalba, Suero Vázquez y Francisco de Frías, vecinos y estantes.
El 27 de abril, Mendoza presentaba las preguntas para el examen de sus testigos; por su
parte, Juan de Iniesta pedía cincuenta días de
plazo para la presentación de los suyos, por
cuanto “están fuera desta Villa y en el dicho
término no pueden decir sus dichos”. El licenciado Juan de Hoyos le concedió solamente
treinta días. La medida no gustó a Diego de
Mendoza, que protestó ante el alcalde mayor,
argumentando que Iniesta había pedido mayor
plazo “de malicia, y por se ir a su güerta y dejar
el negocio indeciso y porque no se concluya tan
ahína por me hacer molestia y daño”; agrega
también que los testigos a quienes pretende
aprovechar “están todos en esta Villa”. El 21 de
mayo, “atento que el dicho fiscal no está en esta
185
José Miguel Romero de Solís
Villa”, el alcalde mayor prorrogó el plazo a cincuenta días.
Juan de Iniesta presentó por testigos a Inés
Álvarez Cornejo, mujer de Luis de Grijalba, alcalde ordinario. Interrogada sobre el caso, contestó “que de todo lo en la acusación y denunciación contenido, esta testigo no sabe cosa alguna y que ésta es la verdad de lo que sabe”.
Declaró tener más de 40 años de edad y no firmó por no saber escribir.
Su segundo testigo fue Isabel de Grijalba,
mujer de Bernaldino Cola. Dijo que “la noche
que dicen que hirieron al dicho Luis Martínez,
esta testigo estaba en casa de Luis Grijalba, su
padre, cosiendo con su madre, e que dende al rato que estaban ahí, oyó dar voces en la plaza y
que andaba mucho ruido que paresció a esta testigo que reñían, e que oyó decir Ay, que me han
muerto!; e que a este ruido e voz, esta testigo se
asomó a la ventana e que no vio a nadie en la dicha plaza por estar tan oscuro como estaba, e
viendo que no parescía nadie, se entró otra vez;
e que otro día supo esta testigo cómo el dicho
Luis Martínez estaba herido y era el que dio las
voces, e que dende a ciertos días, esta testigo le
fue a ver a su posada e que ésta es la verdad de
lo que pasa y en este caso sabe”. Dijo ser de 25
años poco más o menos. No firmó por no saber
escribir.
Alonso Carrillo, vecino de Colima, fue llamado a prestar su declaración. Dice que en el
tiempo que señala la denuncia, “oyó decir por
público y notorio en esta Villa cómo el dicho
Diego de Mendoza e un su esclavo negro”, de
nombre Antón, a mano armada hirieron de una
estocada a Luis Martínez; también oyó decir que
por este motivo estuvieron presos, “e que sabe
que estando preso el dicho Cerón se huyó de la
cárcel, e que ha oído decir a vecinos deste pueblo cómo Juan Fernández El Mozo tenía provisión de la Real Audiencia para que llevasen a
Diego de Mendoza y lo procesado a México”.
Esto era todo lo que sabía.
Después, el alcalde tomó declaración a Alonso Miguel, vecino de Colima. Relató que “una
noche, que serían dos o tres horas de la noche,
Diego Núñez de Guzmán que fuera alcalde ma-
yor desta Villa, fue a casa de Ginesa López a
llamar al Chantre de Guadalajara406 que vivía
entonces en su casa, para que fuese a confesar al
dicho Martínez, y este testigo fue con él a una
de las tiendas de Diego de Velasco, donde estaba el dicho Martínez”. Este se hallaba “con una
herida que tenía entre el pecho y la barriga”.
Agrega Alonso Miguel que al llegar, el alcalde
Núñez de Guzmán le preguntó quién había sido,
y Martínez “en presencia deste testigo respondió
que un negro de Diego de Mendoza le había dado una pedrada en la cabeza, que le había derribado, la cual mostró, e que luego había llegado
el dicho Diego de Mendoza y un fulano Cerón y
le habían dado aquella estocada y otras que tenía, de que este testigo no se acuerda, e que sobre ello el dicho Diego Núñez de Guzmán hizo
proceso contra ellos y estuvo preso el dicho
Diego de Mendoza, e no se acuerda si los demás
lo estuvieron”.
En el interrogatorio presentado por Diego de
Mendoza, entre otras cosas, se preguntaba si los
testigos sabían que “Diego Núñez de Guzmán,
alcalde mayor que fue en esta dicha Villa, con
comisión especial que tuvo de la Real Audiencia
que reside en la Ciudad de Méjico; para conocer
deste pleito y causa e determinalla, conoció della e después por su ausencia, por mandado de
los señores presidente e oidores de la dicha Real
Audiencia, la determinó Pedro de Ávila Quiñones, alcalde mayor en esta dicha Villa; digan lo
que saben. Iten si saben de que al tiempo e sazón que pasó la cuestión del dicho Luis Martínez, el dicho Antón, negro, ni el dicho Diego de
Mendoza, su amo, no se hallaron en ella, no embargante que el dicho Martínez dijo haber sido
ellos en la dicha cuestión, y así como bien cristiano, temeroso de Dios y de su conciencia, dijo
e declaró haber mentido en ello” y lo que en su
primera declaración había dicho, lo había expresado “por odio e enemistad” pero “no porque
fuese verdad”.
406
Era el padre Alonso Sánchez de Miranda que había sido
cura y vicario de Colima: supra, regº 106; a él acudían los
vecinos para consultarle en situaciones delicadas: un buen
ejemplo, infra, regº 243.
186
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
Sigue diciendo el interrogatorio si saben los
testigos que la última declaración de Martínez,
según la cual no habían tenido que ver en el
asunto Mendoza y Antón, “se llevó ante los señores presidente y oidores de la Real Audiencia
de México”, quienes habiendo visto el caso,
“mandaron una su provisión real que dentro de
quince días, el dicho alcalde mayor so graves
penas determinase la causa, y así la determinó”.
Además, se pregunta si saben los testigos que
“Martínez no murió de las heridas” que dicen
recibió “antes estaba muy bueno y sano, y levantado y si murió fue de una enfermedad vieja
de la orina que el susodicho tenía, que Dios
Nuestro Señor fue servido de le dar, y los testigos lo saben porque lo vieron ser y pasar ansí
como la pregunta dice”. Acerca de Antón se
pregunta a los testigos si saben que “ha sido
muy avieso y que siempre ha andado sin causa
alguna fuera del servicio de su amo, huido; digan lo que saben”. Y que “el dicho Antón se huyó de la cárcel donde estaba al tiempo que los
testigos declaran, no fue porque él se hallaba
culpante en las dichas heridas”, sino por el afán
de huirse. Por último, Mendoza agregaba una
“pregunta añadida”, donde se dice que “el dicho
Luis Martínez era un hombre malquisto en esta
Villa, mozo pendenciero e que tenía muchos
émulos, soberbio para ser como era un mozo
oficial de baja suerte y mal sufrido; digan lo que
saben”.
Para su probanza, Diego de Mendoza presentó por testigo a Martín Ruiz de Monjaraz, vecino
de Colima, quien aseguró que tenía 26 años de
edad, recuerda que el alcalde Núñez de Guzmán
tomó presos a Mendoza, a su esclavo Antón y a
un fulano Cerón por haber dado muerte a un tal
Andrés Martínez.407 Dice que “este testigo, estando el dicho Andrés Martínez herido en la cama, ante un escribano público desta Villa que se
decía Diego Veedor, dijo cuando él había querelládose de Diego de Mendoza sobre las heridas
que tenía, había sido mentira”, y si lo había
407
A lo largo de todo este testimonio, Martín Ruiz de Monjaraz llama al difunto “Andrés Martínez” y no Luis, como
lo nombran los demás testigos.
hecho “fue por enemistades que había entre
ellos e no porque le hubiese herido”. Declara
que “nunca este testigo vio en pie al dicho Andrés Martínez pero que oyó decir a personas de
cuyos nombres no se acuerda, que murió de la
enfermedad que la pregunta dice”.
El siguiente testigo presentado por Diego de
Mendoza fue Juan Ramírez de Alarcón, que reconoció tener más de 40 años de edad. Dijo que
a él no le consta que por mandado de la Real
Audiencia de México, los alcaldes Núñez de
Guzmán y Pedro de Ávila conocieran del pleito,
pero lo ha escuchado de muchas personas de esta Villa, de cuyos nombres no se acuerda. Recuerda la declaración hecha por Luis Martínez,
“porque la vio por testimonio que dio Diego
Veedor, escribano que fue desta dicha Villa, a lo
que este testigo se sabe acordar”. Por otra parte
afirma que “de más que la pregunta dice, tiene
entendido que los susodichos no lo hicieron”,
porque “este testigo salió a la plaza cuando estaba herido el dicho Luis Martínez, y vido cómo
Diego Núñez de Guzmán, alcalde mayor” sacaba a Diego de Mendoza de su casa y le traía preso, a pesar de haber estado quieto y pacífico,
porque no había cometido dicho delito, que de
haber sido él y su esclavo negro los causantes,
en opinión de este testigo, “estuvieran alborotados y se ausentaran”. Recuerda también que vio
a Luis Martínez herido, y que al cabo de veinte
días, “antes más que menos, este testigo vido al
dicho Luis Martínez levantado e vestido, y andar
por su posada como hombre que estaba fuera de
peligro de las dichas heridas, e que después vio
que andaba buscando un Alonso Miguel, vecino
desta dicha Villa, remedios para curar al dicho
Luis Martínez de la orina, porque decían habérsele cerrado el caño y no poder orinar, y que tiene este testigo entendido que le procedería la
muerte de la dicha enfermedad, porque es mal
peligroso, y en especial en parte do no hay remedio” [...] ni persona “que supiese curar la dicha enfermedad”. Agrega que unos veinte días
después de haber visto a Martínez levantado, le
vio morir. Sobre el esclavo Antón opina que “es
negro avieso e gran huidor, e tiene por uso e
costumbre huirse sin le hacer mal, e que este tes-
187
José Miguel Romero de Solís
tigo yendo desta Villa a Guanajuato, llevó criado de doña Beatriz consigo,408 el cual iba en
busca de el dicho Antón, negro, que estaba huido, al cual hallaron en las dichas minas en casa
de Rodrigo Mexía”.409 Por último, dice que el difunto Luis Martínez “era hombre soberbio e
pendenciero y que en esta Villa siempre andaba
en pendencias con muchas personas, e que era
sastre y hombre pobre”.
Diego de Mendoza quiso presentar por testigo a Francisco de Hoyos, estante,410 pero estaba
enfermo a la sazón; Mendoza pidió que el escribano Francisco Baeza y Herrera “fuese a la posada del dicho Francisco de Hoyos a tomar e
rescebir su declaración”, lo que así dispuso el
alcalde mayor. Hoyos dijo tener más de 22 años
de edad, que conocía a los implicados en el caso
desde hacía seis o siete años y que no le tocaba
ninguna de las generales. Dice que cuando sucedieron los hechos de este proceso, “este testigo
fue a la Ciudad de México con poder del dicho
Diego de Mendoza”, para presentar ante la Real
Audiencia una petición con el objeto que el alcalde Núñez de Guzmán soltara a Mendoza y
Antón, que estaban presos en la Villa de Colima,
lo cual visto por el presidente y los oidores,
mandaron dar una provisión para que fuese determinada rápidamente la causa, lo que hizo el
alcalde Pedro de Ávila Quiñones, “por virtud de
las dichas comisiones”. Afirma que Luis Martínez falleció a consecuencia “de la enfermedad
que tenía de la orina” y que “tenía muchos émulos” y era “muy soberbio y pendenciero”.
El 2 de junio, como Juan de Iniesta seguía
ausentándose de la Villa de Colima, el alcalde
mayor decidió designar por promotor de la causa a Francisco de Frías, alguacil mayor. El 4 de
408
Se trata de Beatriz López de Ayala.
Es interesante esta conexión entre Colima y Guanajuato.
Juan Ramírez de Alarcón, que la pone de relieve, era un
próspero mercader de la Villa de Colima.
410
Por la calidad de “estante” que aquí tiene Hoyos, nos
hace suponer que no debe tratarse del vecino de Colima
homónimo, que hemos registrado antes: supra, regº 14 y
68. Por la edad que declara, tampoco debe identificarse con
un vecino de México al que se menciona en otras ocasiones
también relacionado con Diego de Mendoza: por ejemplo,
infra, II, regº 353.
junio, Diego de Mendoza decía que el plazo pedido por el fiscal Iniesta ya se había cumplido
con creces, sin presentar en el caso cosa alguna,
mientras que su esclavo está preso “sin culpa
tantos meses ha y muy malo a la muerte”. Pide a
su merced “lo mande soltar libremente y donde
no lo mande soltar en fiado”. Además, añade
que “no apartándome de la recusación que a
V.m. tengo hecha,411 antes le recuso ahora de
nuevo si necesario es”. Días después, el nuevo
promotor fiscal Francisco de Frías, a propósito
del acusado Antón, decía “que visto este proceso
y causa se hallará su culpa bien y bastantemente
probada con mucho número de testigos fidedignos” y sin tacha, mientras “la parte contraria no
haber hecho ni probado en contrario cosa que
aprovecharle pueda” ya que los testigos utilizados “se contradicen en sus propios dichos” además de que “son notoriamente amigos y paniaguados de Diego de Mendoza que es el amo del
dicho negro. Por tanto, a V.m. pido y suplico
mande condenar y condene al dicho Antón, negro, en las mayores y más graves penas en derecho establecidas, ejecutándolas en su persona”.
Por otro escrito, pedía la conclusión de la causa.
Sin embargo, Diego de Mendoza alegaba que
algunos de los testigos que él quería aprovechar,
no habían prestado sus declaraciones “por haber
V.m. estado mal dispuesto hasta ahora412 y el escribano ocupado, y ahora el escribano no los
quiere recebir”. Pide al alcalde mayor mande
que el escribano reciba sus dichos, cosa que dispuso el licenciado Hoyos.413
Caja A–5, exp. 10, 34 ff.
125. 1566. Septiembre, 5.
Juan de Iniesta reclama el pago de una cuenta
de mercaderías a Álvaro de Grijalba.
409
411
Se supone que la recusación a la que alude Diego de
Mendoza, debía aparecer en el expediente, cosa que no
acontece.
412
La expresión utilizada se presta a confusión: ¿existía
mala disposición del licenciado Hoyos contra Mendoza,
por lo cual éste se vio obligado a recusarle, o bien el haber
“estado mal dispuesto” hace referencia a hallarse enfermo.
413
Aquí termina el expediente sin transcribirse las sucesivas diligencias y formalidades hasta la sentencia final.
188
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
Álvaro de Grijalba, vecino de la Villa de Colima, había llevado de la tienda de Juan de Iniesta
varias mercaderías obligándose a pagarlas.
La cuenta decía así:
Memoria
“Llevó el dicho Álvaro de Grijalba un talabarte
de terciopelo en cinco pesos; más, llevó la señora Catalina Ruiz ocho varas y tres cuartas de cotonia de Valencia, a peso la vara; más, llevó la
dicha cinco varas de presilla a seis tomines vara;
más, llevó vara y media de ruán oro, a peso vara; más, llevó la señora mujer del señor Álvaro
de Grijalba una vara de holanda, en dos pesos”.
“Llevó Álvaro de Grijalba vara y cuarta de
paño blanco a seis pesos la vara; más, llevó el
dicho Álvaro de Grijalba siete varas de presilla a
seis tomines vara; más, llevó el dicho una cuarta
de paño blanco; más llevó el dicho una gorra de
paño de Toledo, en dos pesos; más, llevó el dicho cuatro varas de presilla a seis tomines vara;
más, llevó Álvaro de Grijalba una vara y media
de holanda, a dos pesos vara; más, debe la señora Catalina Ruiz, su mujer, de un capillejo, tres
pesos y medio; más, llevó una gorguera de hilo
portugués, en tres pesos y medio”.414
Al pie de esta cuenta, con fecha de 5 de septiembre de 1566, Álvaro de Grijalba reconoce
ser verdad que de esta cuenta debe 37 pesos y 7
tomines y se obliga a pagarlos, estando por testigos Juan Martín y Alonso de Carrillo, quien
firmó junto con Grijalba.
Como Grijalba no había pagado a tiempo,
Juan de Iniesta hizo presentación de esta carta
cuenta ante el alcalde ordinario Diego de Velasco. Por mandado del alcalde, Grijalba volvió a
reconocer este saldo el 9 de abril de 1567; fueron testigos Pedro de Arévalo, Cristóbal de Silva
y Juan de Arrúe, vecinos de la Villa. Luego,
Juan de Iniesta pidió al alcalde Velasco su mandamiento de ejecución. El 13 de abril así lo dispuso Velasco: “Alguacil mayor desta Villa u
otro cualquier alguacil della, y a vos mando que
hagáis entrega e ejecución en la persona e bienes
de Álvaro de Grijalba”, por 37 pesos y 7 tomines que está obligado a pagar a Iniesta por virtud de una carta cuenta reconocida de plazo pasado.
Sin embargo la tal ejecución parece no
haberse hecho como se deduce por un nuevo dado al alguacil mayor por el alcalde Juan Fernández el 8 de julio del mismo año, exigiendo cumplir y guardar el anterior mandamiento. El 24 de
ese mes, el alguacil mayor Juan Muñoz requirió
a Grijalba, quien nombró por sus bienes “las casas de su morada en las que este alguacil hizo la
dicha ejecución”. Álvaro de Grijalba designó
por su fiador a Bernaldino Cola. Estaban presentes como testigos Andrés García y Diego Morán,
vecinos de Colima. Dio fe el escribano Juan
Vázquez.
Los pregones se gritaron el 29 de julio, el 7 y
16 de agosto “por voz de Gaspar, indio ladino en
la lengua mexicana”. Fueron testigos de los
mismos Francisco de Hoyos, Bernaldino de
Guzmán, Gerónimo Serrano y Juan de Arrúe,
vecinos de Colima.
El 31 de julio, ante el escribano Miguel Rodríguez, Juan de Iniesta otorgó todo su poder “a
vos, Nicolás Bote, mi cuñado, e Andrés Martel,
vecinos desta Villa”. Testigos: Baltasar de Alcalá, Bernaldino de Guzmán y Bernardino Cola,
vecinos de la Villa.
El 25 de agosto, Nicolás Bote, en nombre de
Iniesta, decía que el término de los pregones ya
había transcurrido, por lo que pedía hacer trance
y remate.
El alcalde Diego de Velasco, el 24 de septiembre, dictó su fallo de “avivar la voz del almoneda y hacer trance y remate de los bienes
ejecutados, e de su precio e valor hacer entero e
cumplido pago de los pesos de oro y costas porque pidió esta ejecución a la parte del dicho
Juan de Iniesta”.
Dos días después, ante el escribano Juan
Vázquez y los testigos Juan Fernández y Juan
414
Al margen: “Recibí de la señora Catalina Ruiz, 3 pesos
4 tomines”.
189
José Miguel Romero de Solís
Muñoz, “paresció Juan Griego,415 vecino desta
Villa”, haciéndose fiador de Juan de Iniesta.
Caja A–5, exp. 11, 7 ff.
126. 1563. Mayo, 7.
Baltasar de Alcalá demanda cantidad de pesos
que le quedó debiendo Miguel Rodríguez, escribano difunto.
“Pagaré yo Miguel Rodríguez, escribano de Su
Majestad, al señor Baltasar de Alcalá cuarenta
pesos del oro común que por otros tantos que
me prestó por me hacer placer e buena obra, los
cuales le daré de la fecha de éste en dos meses;
porque es verdad dí ésta firmada de mi nombre.
Fecho en Colima en siete de mayo de 1563 años.
Miguel Rodríguez”.
El 30 de diciembre de 1567, ante el alcalde
Diego de Velasco, Baltasar de Alcalá presentó
este conocimiento y dijo que “Miguel Rodríguez, difunto, me debe por esta cédula que tengo
firmada de su nombre y escrita de su letra de
que hago presentación ante V.m. cuarenta pesos
del oro común como por ella paresce, a que me
refiero. A V.m. pido y suplico mande que de los
bienes del dicho Miguel Rodríguez que quedaron, los cuales están en poder del señor Diego de
Mendoza, alcalde ordinario desta Villa, me den
e paguen los dichos cuarenta pesos que ansí pido, atento que ha más de cuatro años que se los
presté en reales de plata”.
El alcalde Diego de Velasco mandó que Alcalá diera información para lo cual éste presentó
por testigos a Bernaldino Cola, Bernaldino de
Guzmán y Alonso Carrillo de Guzmán, vecinos
de Colima. El primero declaró “que al tiempo
que se quiso morir el dicho Miguel Rodríguez,
dijo a este testigo que debía al dicho Baltasar de
Alcalá por un conocimiento ciertos pesos, e que
dellos le debía hasta treinta pesos bien debidos”.
Al serle mostrada la cédula, Bernaldino Cola dijo que era “de letra y firma del dicho Miguel
Rodríguez, porque este testigo le ha visto escre-
bir e firmar muchas veces”. Dijo tener 40 años
de edad.
Bernaldino de Guzmán, por su parte, dijo que
“habrá más de tres meses, poco más o menos,
que el dicho Miguel Rodríguez, difunto, dijo a
este testigo que debía al dicho Baltasar de Alcalá ciertos pesos de oro”; mostrada la cédula, reconoció en ella la letra y firma del difunto escribano.
Alonso Carrillo de Guzmán, “vecino e regidor desta Villa”, declaró que sabía de la deuda
de Miguel Rodríguez con Alcalá, porque “antes
que muriese se lo dijo a este testigo, mas no en
qué cantidad”. Cuando vio el conocimiento, reconoció la letra y firma de Miguel Rodríguez,
“porque muchas veces le ha visto escrebir e firmar”. Dijo tener 30 años de edad.
Recibida la información y reconocida la cédula, el alcalde Diego de Velasco dictó mandamiento de ejecución, el 30 de diciembre: “Alguacil mayor desta Villa, yo os mando que
hagáis entrega y ejecución en los bienes de Miguel Rodríguez, escribano difunto” por 40 pesos
de oro común que “debía a Baltasar de Alcalá,
residente en esta Villa, el cual juró por Dios e
Santa María sobre la señal de la cruz, que le son
debidos e por pagar”. Decía también al alguacil:
“apercebid e notificad a Pero Ruiz,416 defensor
de los dichos bienes, los términos desta ejecución e días de la ley de Toledo, e que señale casa
e procurador conocido con quien se sigan los autos”.
El 3 de enero de 1568, el alguacil mayor Antonio de Carvajal “señaló por bienes para hacer
esta ejecución los pesos de oro que deben de una
almoneda que se hizo del dicho Miguel Rodríguez, Pedro de Bobadilla, e Diego Fernández de
Saldaña, y Bernaldino de Guzmán y Álvaro de
Grijalba, vecinos desta Villa, en los cuales dichos pesos de oro hizo la dicha ejecución por la
cuantía e costas en el dicho mandamiento contenidas, e requirió a los susodichos no acudan con
ellos a persona alguna, so pena que lo pagarán
por sus personas e bienes, siendo presentes por
415
Otras referencias acerca de Juan Griego, en regº 121,
130, 186, 241, 251.
416
190
Se trata de Pero Ruiz de Vilches.
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
testigos Andrés García, e Juan de Iniesta, e Pero
López de Herrera, vecinos desta dicha Villa”.
El 8 de enero, Baltasar de Alcalá dijo que
“mejoraba e mejoró la ejecución que tiene hecha
en esta causa en nueve pesos y medio en que se
remató un caballo rucio, tordillo, en Juanes de
Arrúe, que se vendió por bienes del dicho Miguel Rodríguez”. El 12, por cuanto el término de
los pregones ya había pasado, Baltasar de Alcalá
pidió al alcalde ordinario Luis de Grijalba hacer
trance y remate. Lo que, por auto del alcalde,
fue notificado Pero Ruiz de Vilches, defensor en
nombre de Su Majestad de los bienes del difunto
escribano, de lo que fueron testigos “Antonio de
Carvajal y el señor alcalde mayor Juan Fernández”.417
El 19 de enero volvía a insistir en su petición
Baltasar de Alcalá, tornándose a notificar a Pero
Ruiz, ante Antonio de Carvajal, Juan Adán418 y
Gerónimo Serrano, vecinos de la Villa, “que si
tiene que decir o alegar, lo venga diciendo dentro de tercero día”. Como no respondía ni alegaba cosa alguna, Alcalá lo acusó de rebeldía el
25 de enero.
El alcalde Luis de Grijalba pronunció sentencia el 27 de enero: “atento que los bienes en que
esta ejecución se ha hecho, son dineros que tienen su entero e cumplido valor, debo de mandar
417
Este dato que Juan Fernández ocupaba la alcaldía mayor, no debe confundir; según Sevilla del Río (1977), 124,
“en los años de 1567-68 fue teniente de alcalde mayor en
Colima”.
418
Aunque el primer dato preciso de su vecindad según este expediente se remonta a 15668, hay noticias anteriores
de su presencia en Colima: así, en 1561, cuando fue sentenciado por cierta “cuestión” con Pedro de Ibiza; además
se dio de cuchilladas con Juan Muñoz por razón de una
manceba y se batió con la espada desnuda en 1563, con
Garci Rodríguez: infra, IV, regº 776 y 777. Casó con Elvira
Ruiz de Monjaraz, viuda de Andrés de Segura: infra: III,
regº 498 y IV, regº 1025. Los hijos del primer matrimonio
de Elvira Ruiz demandaron el 23 de febrero de 1593 que
Juan Adán, como señor absoluto, gastó su hacienda como
cosa propia: AHMC/Reyes 116, 118 y 180. Acerca de su
descendencia, se menciona por hijo suyo al mestizo Francisco Martín, acusado el 20 de abril de 1582 de estar públicamente amancebado con María, india de Sayula: infra, IV,
regº 854. Por otra parte, en enero de 1606, el vecino Juan
Espinosa se decía yerno de Juan Adán, a la sazón ya fallecido: AHMC/B, caja 26, exp. 5, pos. 10.
y mando hacer entero y cumplido pago al dicho
Baltasar de Alcalá”.
Baltasar de Alcalá, luego, nombró por su fiador a Bernaldino Cola quien se obligó ante el
escribano Juan Vázquez y los testigos Bernaldino de Guzmán, Tomás Herades y Diego López
de Ayala, vecinos de Colima.
Baltasar de Alcalá, por último, pidió al alcalde que diera “su mandamiento requisitorio e
apremio” contra las personas deudoras de la almoneda hecha sobre los bienes del difunto; también el alcalde Grijalba hizo la tasación del principal y costas del proceso, resultando lo siguiente: del principal, 40 pesos; de las costas del proceso, del escribano,419 3 pesos; de las costas del
juez, un peso; de las costas del alguacil, 2 pesos.
“Parece que montan las costas del principal e
todo ello, cuarenta y seis pesos del oro común”.
Caja A–5, exp. 12, 8 ff.
127. S/f.
Poder que otorga Martín Gómez Vizcaíno en favor de Cristóbal de Silva y Alonso de la Puerta.
Martín Gómez Vizcaíno,420 residente en esta Villa de Colima de la Nueva España, otorga todo
su poder a Cristóbal de Silva y Alonso de la
Puerta para que en su nombre y en el de ellos
mismos puedan cobrar 126 pesos y medio de oro
común de Juan de la Torre, vecino de Colima,
“que el susodicho me debe del tiempo que le he
419
Aparece aquí una nota añadida que dice: “con el alguacil”.
420
Martín Gómez era hijo de Hernán Gómez, vecino de
San Cebrián. El 17 de julio de 1564, al mismo tiempo que
presentó una obligación que con él había contraído el mercader Aztiguieta, dio poder a favor de Juan de la Torre y
Pero Ruiz de Vilches, para que hicieran su testamento, quizá, por sentirse gravemente enfermo: supra, regº 96. Sin
embargo, al parecer recuperó de la salud, ya que figura por
testigo en un pleito que empezó a verse ante el alcalde
Hernando de Gamboa en diciembre del año siguiente: supra, regº 103; y, a mediados de 1567, seguía dando poderes
y suscribiendo nuevas obligaciones: infra, regº 129 y 130,
las cuales escrituras marcarían un límite para datar la presente carta poder.
191
José Miguel Romero de Solís
servido en su güerta de cacao que tiene en este
pueblo”.421
Caja A–5, exp. 13, f. 5 vta.422
saber firmar el otorgante lo hizo por él, Antonio
de Carvajal y Cristóbal de Solórzano.425
Caja A–5, exp. 13, f. 6 fte.
128. 1567. Agosto, 3.
Poder que otorga Diego de Morán a Jerónimo
de Velasco.
130. 1567. Julio, 28.
Obligación de Álvaro de Grijalba a favor de
Martín Gómez Vizcaíno.
Diego Morán, vecino de la Villa de Colima, da
su poder a Gerónimo de Velasco.423 Fechado en
28 de julio de 1567.424
Caja A–5, exp. 13, f. 5 vta.
Ante el escribano Miguel Rodríguez, el vecino
de Colima Álvaro de Grijalba se obliga de dar y
pagar a Martín Gómez Vizcaíno 127 pesos de
oro común “de a ocho reales de Castilla cada un
peso,que son por razón de otros tantos que por
mí distes e pagastes a Cristóbal de Silva, persona a quien yo los debía, por Juan de Aztiguieta”.
Grijalba se compromete a pagarlos para el día de
Pascua de Navidad primera venidera.
Testigos: Juan Griego, Antonio de Carvajal y
Baltasar de Alcalá, vecinos de esta Villa.
Caja A–5, exp. 13, ff. 6 vta.-7 fte.
129. 1567. Julio, 28.
Poder que otorga Martín Gómez Vizcaíno a
Cristóbal de Silva para cobrar cierta cantidad
de pesos a Juan de la Torre.
Martín Gómez Vizcaíno, “estante que soy al
presente en esta Villa de Colima desta Nueva
España, otorgo e conozco por esta presente carta
que doy mi poder cumplido cual de derecho se
requiere a vos Cristóbal de Silva, que sois presente, especialmente” para que pueda cobrar de
Juan de la Torre, vecino de Colima, 130 pesos
de oro común “que el susodicho me debe por un
conocimiento de mayor cuantía que contra él
tengo firmado de su nombre”.
Pasó ante el escribano Miguel Rodríguez,
siendo testigos Baltasar de Alcalá, quien por no
421
Faltan la fecha, los testigos y la firma del escribano.
422
El expediente 13 de la caja 5 de esta sección que ahora
comenzamos a registrar, trae una portadilla, donde leemos:
Registro de los remates que en esta Villa se rematan de los
tributos de Su Majestad. Sin embargo, se agregan otras escrituras y los remates no llevan secuencia temporal. Por
ello, abrimos un regº por cada escritura (regº 127-174):
primero, inventariamos una serie de poderes y obligaciones, que figuran en este cuadernillo, y luego hacemos lo
propio con los remates, a partir del regº 139, ordenándolos
cronológicamente.
423
Sobre Jerónimo de Velasco: supra, regº 135.
424
Parece un borrador de poder. Curiosamente, se data al
principio y al final, pero con fechas distintas.
131. S/f.
Escritura de un censo de Juan Gómez y Leonor
de Almesto.
[Al margen: Censo].
Juan Gómez y Leonor de Almesto, su mujer,426 “por cuanto en el testamento e última voluntad que Bartolomé Sánchez, mi primer marido de mí, la dicha Leonor de Almesto”.427
Caja A–5, exp. 13, f. 7 fte. y vta.428
132. 1567. Agosto, 19.
425
Confusa la lectura del apellido; quizá diga Sandoval,
quien pudiera ser el sastre que hallamos antes en el regº 82.
426
“Leonor de Almesto, hermosa mestiza habida por Juan
[de Almesto] en una india principal de la provincia de Colima”: Sevilla del Río (1977), 129. Bartolomé Sánchez fue
su primer esposo: supra, regº 62; aquí aparece ya casada
con Juan Gómez: infra, regº 251.
427
Al margen, se lee: “mandamos a vos Gerónimo de
Herrera, escribano de número de Granada, que es [...] en la
Villa de [...] las Monjas, que hagáis [?] a vos Gregorio López de Martos...”.
428
Escritura trunca.
192
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
Beatriz López, mujer de Diego de Mendoza,
otorga poder en favor de Gonzalo López de
Ayala, su hijo.
Doña Beatriz López de Ayala, con el consentimiento de su esposo Diego de Mendoza, da su
poder a su hijo Gonzalo López de Ayala, “estante en las minas de los Zacatecas”, especialmente, para cobrar de Juan de Sampedro,429 “vecino
de las dichas minas de Zacatecas”, la cantidad
de 5,500 pesos de oro de minas “que el susodicho me debe por virtud de una obligación” de
plazo pasado.
Testigos: Pedro de Arévalo, Antonio de Paredes y Antonio Pérez, vecinos de Colima.
Caja A–5, exp. 13, ff. 7 vta.-8 fte.
133. 1567. Agosto, 19.
Beatriz López, mujer de Diego de Mendoza,
otorga poder en favor de su hijo Gonzalo López
de Ayala.
Doña Beatriz López de Ayala, con licencia de su
esposo Diego de Mendoza, otorga poder a su
hijo Gonzalo, “estante en las minas de los Zacatecas, para que cobre de Juan de Sampedro, vecino de las dichas minas, 5,500 pesos de oro de
minas, que el susodicho me debe por una escriptura pública que pasó ante Pedro de Vivanco,
escribano de Su Majestad”. Y porque “soy informada que el dicho Juan de Sampedro tiene
alguna necesidad e no me poder pagar”, dispone
lo que debe de hacerse [?].
Testigos: Diego de Ávila, Pedro de Arévalo y
Antonio Pérez, vecinos de Colima.430
429
Éste y el poder que sigue (infra, regº 133) son casi idénticos, cambiando sólo el nombre de los testigos. Es preciso
subrayar dos elementos: el primero, que Gonzalo López de
Ayala se haya trasladado personalmente a Zacatecas; el segundo, la cuantía de la obligación que adeuda Juan de Sanpedro —al que se registra también en otras ocasiones como
San Pedro u Ortiz de San Pedro—, indicador muy claro del
interés suscitado por las minas en la poderosa doña Beatriz.
430
Se hizo mención que ambos poderes son prácticamente
iguales, a excepción del nombre de los testigos y de que, en
este último, se hace referencia a la difícil situación económica que padecía el deudor: supra, regº 132.
Caja A–5, exp. 13, ff. 8 vta.-9 fte.
134. 1567. Agosto, 17.
García Ramírez da poder a Francisco de Hoyos.
García Ramírez, vecino de México, estante en la
Villa de Colima, e “hijo que soy de García Ramírez,431 difunto”, vecino que fuera de México,
otorga todo su poder “a vos Francisco de Hoyos,432 vecino de la Ciudad de México, que sois
presente, especialmente para que en mi nombre
e para vos mismo como en vuestra causa propia
podáis haber e cobrar, recebir e recaudar en juicio e afuera de él de Luis Ramírez de Vargas,433
vecino de la Ciudad de México, y de sus bienes”
100 pesos de minas que el susodicho le debe
“por una escritura pública de censo de principal
que pasó ante Juan de Zaragoza”434 el 17 de enero de 1560, y que le cupo por herencia de su padre. García Ramírez traspasa a Hoyos dicho
censo, por otros 100 pesos que éste le dio y pagó
en tostones de contado.
Testigos: Bernaldino de Guzmán, Baltasar de
Alcalá, Antonio de Carvajal, vecinos de Colima.
431
De ambos García Ramírez —eran homónimos padre e
hijo— ya hicimos mención: supra, regº 102.
432
Es el tercer Francisco de Hoyos con el que topamos: el
primero, vecino de Colima, en 1566, fungió de escribano:
supra, regº 14. El segundo, estante en la Villa de Colima,
estaba enfermo cuando lo quiso presentar por testigo Diego
de Mendoza: supra, regº 124. El tercero es el que ahora
hallamos, vecino de la Ciudad de México: infra, II, regº
353. Ninguno de los tres parece identificarse con el minero
registrado por Icaza, y que era “natural de Campo, ques en
las Montañas, e hijo de Diego de Hoyos y de Eluira de Castañeda, e que en las comunydades siruió a Su Magestad en
Burgos, con Don Hernando de Touar”. Llegado a la Nueva
España, “se halló en la guerra de los Çipotecas y la costa
del sur, y estando en vnas mynas de oro, á más de veynte
[años], myll indios Yopeçingos fueron una noche a él y a
otros españoles, y pelearon con ellos toda la noche; y después fué a los pacificar con Vasco Porcallo, donde gastó en
adereços y armas más de dos myll pesos, de donde benydo,
fué uno de los primeros que descubrieron metal de plata en
Çumpango, por donde á venydo a auer lo que al presente
ay”: Icaza (1969), II, nº 1247.
433
Acerca de don Luis Ramírez de Vargas: supra, regº 35.
434
Sobre el escribano Juan de Zaragoza, algo apuntamos en
nota al regº 102.
193
José Miguel Romero de Solís
“E porque el dicho otorgante no supo escribir, rogó a dos testigos” que lo hicieran por él.
Pasó ante el escribano Miguel Rodríguez.
Caja A–5, exp. 13, ff. 9 vta.-10 fte.
137. 1568. Julio, 1º.
Juan de Segovia, corregidor de Milpa, Manatlan y Xictlan, da su poder a Luis de Grijalba y
Cristóbal de Solórzano.
135. 1567. Octubre, 16.
Obligación de pago de Jerónimo de Velasco.
Gerónimo de Velasco,435 residente en esta Villa
de Colima, se obliga por esta escritura, otorgada
ante el escribano Miguel Rodríguez, a pagar a
Francisco de Hoyos y a Juan de ... [?], vecinos
de la Ciudad de México, 31 pesos de oro común
de a ocho reales cada peso, por razón de un sayo
y una capa de paño negro veintecuatrén de Castilla, que les compró.
Caja A–5, exp. 13, f. 10 vta.
136. 1568. Julio, 1º.
Rodrigo de Balcázar, alcalde mayor de los Pueblos de Ávalos, nombra por escribano a Alejo
del Castillo.
“En el pueblo de Atoyaque de la Nueva España,436 primero día del mes de julio de mil y quinientos y sesenta e ocho años [1568], el muy
magnífico señor Rodrigo de Balcázar, alcalde
mayor por Su Majestad en esta Provincia e Pueblos de Ávalos, dijo que por cuanto en esta Provincia al presente no hay escribano de Su Majestad ante quien se puedan hacer algunas escripturas e otros autos que son necesarios hacerse, e al
presente está en este pueblo Alejo del Castillo
que es persona suficiente para ello”, le encargaba de ese oficio nombrándolo para dicho efecto.437
435
Castillo aceptó e hizo el juramento conforme
a derecho.
Caja A–5, exp. 13, f. 13 fte.
Al calce de la escritura se firma Miguel Gerónimo [sic]
de Velasco. Este “estante” en la Villa de Colima ya lo encontramos en el regº 128, recibiendo un poder de Diego
Morán, y volverá a aparecer en el regº 179.
436
Pueblo situado en la comarca nombrada Pueblos de Ávalos, es registrado por la SV 5 “en Colima”, la mitad en Su
Majestad y la otra en Alonso de Ávalos.
437
En el siguiente regº, Juan de Segovia otorgará poder ante este mismo escribano.
“Sepan cuantos esta carta de poder vieren, cómo
yo Juan de Segovia, corregidor del pueblo de
Millpa y Manatlan438 y Xictlan por Su Majestad,
438
Aquí leemos “Manatlan”. En otro lugar leeremos “Amatlan y Malatlan”: infra, regº 165, donde damos amplia información acerca de estos pueblos. Por estas fechas, estaba
plenamente consolidada la institución de los corregimientos que, por motivos desconocidos, pocas huellas documentales han dejado en nuestro Archivo. Una hipótesis podría
ser que en nuestra provincia tardaron bastante tiempo en
regularizarse. Punto de partida, tal vez, para su consolidación regional fue la llegada del virrey Luis de Velasco y el
momento propicio —pudiera ser otra hipótesis razonable— la
creación de la alcaldía mayor de los Motines hacia 1560,
como se anotó: supra, regº 123. Sin embargo, Peter Gerhard señala que, a partir de 1531, “los pueblos de la Corona
que quedaban dentro de la alcaldía mayor [de Colima] fueron agrupados en corregimientos, los cuales fueron asignados a vecinos españoles de la villa de Colima, dando preferencia a los que no tenían encomiendas y podían usar el
cargo como medio de subsistencia [...] En la década de
1530 se nombraron corregidores para Alima (Pochotitlan),
Escayamoca, Istlaguaca (Malacatlan), Tamala, Tecoman,
Tepetitango, Xilotlan y Zalagua y Tlacatipa. A medida que
pasaban las encomiendas a la Corona, se crearon más corregimientos: Acautlan y Chapula, Chiametla, Ixtapa, Tecpa, Tepetlazuneca, Quezalapa y Xocotlan (Caxitlan), además de los antes mencionados, aparecen en una lista de
1545. El visitador Lebrón (1551-1553) recomendó eliminar
estos cargos, pero siguieron proveyéndose hasta la década
de 1580. El corregidor de Tamala se convirtió en corregidor de Ecatlan y Contla, Tecoman y Zalagua fueron unidas
con Chiametla, y Xuluapa se puso en corregimiento, todo
antes de 1567. Hubo pleitos sobre Miaguatlan y Xilotlan,
que fueron anexados a la jurisdicción de Tuspa en la década de 1570. Hacia 1590 o quizá un poco después, los corregimientos sufragáneos dentro de Colima fueron eliminados, y de ahí en adelante la justicia fue administrada por el
alcalde mayor en forma directa y a través de varios tenientes nombrados por él”: Gerhard (1986), 80-81. No obstante
la calificada opinión de Gerhard, quien toma por base el
Padrón de 1532 donde se asegura que 27 pueblos de la provincia de Colima estaban en corregimiento: VP 52-61, el
194
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
otorgo e conozco por esta presente carta que doy
e otorgo todo mi poder cumplido, libre e llenero,
e bastante, según que lo ho y tengo e de derecho
en tal caso se requiere, a vos Luis de Grijalba e
Cristóbal de Solórzano, vecinos de la Villa de
Colima, que están ausentes”, en especial y
expresamente para que puedan parecer ante el
licenciado Juan de Hoyos, alcalde mayor de la
Villa de Colima y ante el teniente de contador
de la dicha Villa, “e pedir que los tributos de
maíces e gallinas e mantas e frisoles que los
naturales de los pueblos de Milpa y Manatlan e
Xictlan son obligados a dar e pagar a Su
Majestad” del año de 1567, “se rematen e
vendan en pública almoneda e el prescio por que
se vendiere, lo podáis recebir en vos e haceros
cargo de todo ello, para que yo dé cuenta con
pago a Su Majestad e a los señores oficiales de
México en su Real nombre”.439
Esta carta poder “está fecha e otorgada en el
pueblo de Atoyaque de la Provincia de Ávalos”.
Testigos: Antonio Briceño y Juan López del Salto, estantes en este pueblo.
“Y yo Alejo del Castillo, escribano nombrado e del Juzgado del muy magnífico señor Rodrigo de Balcázar, alcalde mayor del partido e
pueblos Dávalos por Su Majestad, presente fui
con el dicho señor alcalde mayor e testigos”.440
Caja A–5, exp. 13, ff. 13 fte.-14 fte.
138. 1566. Octubre, 20.
Carta de pago que da Alonso Sánchez de Figueroa a Baltasar de Alcalá por los tributos de Tecoman, Chiametla y Tlacatipa.
gran silencio posterior en los regº del antiguo Archivo de la
Villa, antes de la década de los sesenta, acerca del papel de
los corregidores, y la falta de datos sobre quienes fungieron
el cargo, nos hace mantener la hipótesis formulada anteriormente. Una lista de corregimientos y sus salarios en pesos de minas, basándose en una Relación de los corregimientos que se proveen en Nueva España desde el 12 de
febrero de 1553 al 11 de febrero de 1569 (México, 10 de
mayo, 1569): AGI, Contaduría, 663, en: Sarabia Viejo
(1978), 70-77.
439
Infra, regº 136.
440
Infra, regº 136.
El alcalde mayor Alonso Sánchez de Figueroa,
ante el escribano Miguel Rodríguez, reconoce
haber recibido de Baltasar de Alcalá 43 pesos de
oro común “que son de los tributos que se vendieron de Su Majestad de los pueblos de Ticoman y Chiametla e Tlacaticpa de las vacaciones
de catorce mantas y una pierna, a razón de tres
pesos cada manta”.441
Testigos de esta carta de pago fueron Suero
Vázquez, Rodrigo de Moscoso y Tomás de Almodóvar, vecinos y estantes de la Villa de Colima.
Caja A–5, exp. 13, f. 19 vta.
139. 1566. Marzo, 17.
Remate de tributos de Chametla y Tlacatipa.
[Al margen: Chametla e Tlacticpa].442
El alcalde mayor Alonso Sánchez de Figueroa, estando en las casas de Su Majestad, que
son en la plaza de esta Villa, dijo que “por cuanto en los pueblos de Chametla y Tlacatilpa, pueblos de Su Majestad, tienen veinte e seis mantas
e dos piernas e cincuenta fanegas de maíz que es
del tributo que los indios son obligados a dar a
Su Majestad, e para que el dicho tributo se venda a la persona que más por ello diere, y se en-
441
Infra, regº 149.
Cuando estos pueblos fueron registrados por la SV 174
(Chametla) y 176 (Çaligua), ambos estaban en la Corona:
cf. Sauer (1976), 56-58, obra fundamental en lo que respecta a los aspectos geográficos de la alcaldía mayor de Colima en ese siglo. Del primero de ellos se dice que “es lo
más sierras sin provecho”, colindando con Tlacoloastla,
Tecocitlan, Ocotlan y Tlacatipa; del segundo, se indica que
“está quatorze leguas de Colima” y a “media legua del
puerto de Santiago y la tierra dentro”, también en su mayor
parte de “sierras sin prouecho”, aunque donde se asentaba
Çaligua, era de “tierra fértil”, partiendo términos con Totolmaloya y Tecuxuacan. A “quatro leguas” de este pueblo,
dice la Suma, estaba Tlacatipa, su sujeto, “avnque tributa
por sy”, beneficiándose de “vn arroyo con que riegan algunas tierras”, y que colindaba con Totolmaloya, Chametla y
Mazcala. Entre los tributos señalados, figuran, además de
las tradicionales mantas y gallinas tanto de la tierra como
de Castilla, maíz, trigo e hierba, los “calabaços de miel” y
las “cargas de pescado”.
442
195
José Miguel Romero de Solís
víe a la Real Caja”, mandó que salieran los dichos tributos a almoneda pública.
Juan Preciado, vecino de Colima, puso cada
manta a 3 pesos de oro y cada fanega a 2 tomines. Le fue adjudicado el remate. Testigos fueron Baltasar de Alcalá, Pedro de Bobadilla y
Martín de Zabala, vecinos y estante. Pasó ante el
escribano Miguel Rodríguez.
Caja A–5, exp. 13, f. 15 fte.443
141. 1566. Marzo, 17.
Remate de tributos de los pueblos de Tecpa y
Petlazoneca.
140. 1566. Marzo, 17.
Remate de los tributos del pueblo de Tecolapa.
[Al margen: Tecolapa. Remate de Su Majestad].
Alonso Sánchez de Figueroa, alcalde mayor
de la Villa de Colima y su Provincia, dijo que en
los pueblos de Tecolapa, Caxitlan y Santiago y
su partido, que están en la Real Corona,444 hay
de vacación en los dichos pueblos 11 mantas y
87 fanegas de maíz del tributo que estos naturales están obligados a dar y pagar a Su Majestad.
Por ello, mandaba que se vendieran y remataran
en almoneda pública. Se gritaron los pregones y
compareció Juan Preciado poniendo por precio a
443
Véase la observación que hicimos: supra, regº 127.
Cuando Tecolapa es registrado por la Suma de Visitas,
“en buen asiento en la halda de vna sierra”, partiendo términos con Petlatlan y Tototlan “en el Río grande”: cf.
Sauer (1976), 63-64, todavía era encomienda de Juan Martel, por haberse casado éste “con Catalina Martínez, primera mujer que fue de Juan Bautista de Rapalo”, según cédula
que a éste concediera Hernán Cortés el 11 de diciembre de
1523, según el informe de Lebrón de Quiñones en 1554:
Lebrón (1979), 51. Al pasar a la Corona y ser hecho Tecolapa corregimiento (véase también infra, regº 156), se le
agregaron los pueblos de Caxitlan y Santiago, que no debe
confundirse este último con Tecoman, corregimiento de
por sí (infra, regº 142), aunque Caxitlan, en algún momento
por lo menos —hacia 1565—, estuvo ligado al corregimiento de Tototlan (infra, regº 244). Sus naturales tributaban “cada año treinta y seis mantas y treinta y seis naguas y
camisas y hazen vna sementera de maíz de que se cogen
çiento y treinta hanegas, y quinze hanegas de frisoles y siete yndios de seruiçio y treinta gallinas de la tierra y otras
tantas de Castilla, y cada día quatro cargas de yerua”: SV
688. Obsérvese, por último, que en el regº no es mencionado el nombre del corregidor. Lo más probable es que fuera
el mismo Juan de la Torre que aparece en otro remate un
año después: infra, regº 156.
444
cada manta 3 pesos de oro común y a 2 tomines
la hanega.
Fuéronle adjudicados los tributos, estando
presentes por testigos Baltasar de Alcalá, Pedro
de Bobadilla y Martín de Zabala. Pasó ante Miguel Rodríguez, escribano.
Caja A–5, exp. 13, f. 18 fte.
[Al margen: Tecpa y Petlazoneca].
El alcalde mayor Alonso Sánchez de Figueroa dijo que como en los pueblos de Tecpa y Petlazoneca445 que están en la Real Corona, hay 9
mantas y 30 hanegas de sal de tributo que los
naturales son obligados a dar y pagar a Su Majestad, mandaba que se vendieran y remataran
en almoneda pública.
Tras los pregones, se presentó Juan Preciado,
vecino de la Villa de Colima, ofreció 3 pesos
por cada manta y a medio peso la hanega de sal.
El alcalde le adjudicó el remate, siendo testigos
de ello Baltasar de Alcalá, Pedro de Bobadilla y
Martín de Zabala. Pasó ante el escribano Miguel
Rodríguez.
Caja A–5, exp. 13, ff. 18 fte.-18 vta.
142. 1566. Marzo, 17.
Remate del tributo del pueblo de Tecoman.
[Al margen: Tecoman].
445
Bajo el nombre de Tequepa, fue registrado este pueblo a
“ocho leguas” de la Villa de Colima; aunque Tepaçuneca
“es un pueblo por sí, anda con el corregimiento de Tequepa”, que tenía además una estancia sujeta llamada Estapa, a
“quatro leguas de Colima”. Los indios de estos pueblos y
estancia tributaban mantas de algodón, gallinas de la tierra
y de Castilla, cargas de hierba, maíz y sal; en concreto, Tequepa, daba además “doze cargas de pescado” y, cada año,
“quarenta hanegas de sal”, en tanto que Petlazoneca, “treinta” de éstas. Ambos pueblos confinaban con Tecomán y
Alima: SV 679; cf. Sauer (1976), 63-64. También, infra,
regº 146 y 155.
196
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
El alcalde mayor Alonso Sánchez de Figueroa manda que se vendan y rematen en pública
almoneda 14 mantas y 68 hanegas446 de maíz de
los tributos del pueblo de Tecoman y su partido,
pueblo del que es corregidor Su Merced.447
Gritó los pregones Juan, indio ladino en lengua castellana, y se presentó Juan Preciado,
quien puso cada manta a 3 pesos de oro común y
cada hanega de maíz a 2 tomines. Fuéronle adjudicados los tributos, siendo testigos Baltasar
de Alcalá, Pedro de Bobadilla y Martín de Zabala.
Caja A–5, exp. 13, f. 18 vta.
143. 1566. Marzo, 30.
Remate de los tributos de Ixtlahuacan y su partido.
Ante el alcalde mayor Alonso Sánchez de Figueroa, Hernando de Grijalba, vecino de Colima
y corregidor del pueblo de Ixtlahuacan y su partido,448 pidió que se vendieran en almoneda pública 80 fanegas de maíz y 28 mantas que son de
los tributos de un año de los naturales de su corregimiento. Al parecer se había concedido prórroga para el pago de este tributo, y que corría
desde el 8 de noviembre de 1564.
446
Así aparece sobrescrito, y tachado “ochenta”. Sin embargo, en los pregones, se cantan 80 hanegas de maíz. Tecoman “en su magestad”, estaba “en vn llano vn quarto de
legua de la mar, es buen asiento, dase algodón [...] Es pueblo enfermo”, y tributaba 90 mantas delgadas, 24 pares de
alpargatas y 270 hanegas, sin especificar de qué: SV 681;
cf. Sauer (1976), 63-64.
447
Según el Padrón de 1532, desde el fallecimiento de
Francisco Cortés, a quien estuvo encomendado, el pueblo
de Tecoman se hizo corregimiento: VP 52; desde entonces
fungía por corregidor del mismo el alcalde mayor de la Villa y Provincia de Colima. En el caso presente, lo era don
Alonso Sánchez de Figueroa: infra, regº 148.
448
Ixtlahuacan —se lee Ystlabacan—. A fines de la década
de los cuarenta, fue ya registrado este pueblo —a “cuatro leguas” de Colima— en la Corona; su tierra era “doblada y
áspera [...] y sin probecho”; tenía por sujetos dos estancias,
a saber, Tlaquahuan y Pautitlan: infra, regº 151. Sus tributos consistían a la sazón en mantas, gallinas de la tierra,
hierba y algunas sementeras de maíz y frisoles: SV 315;
Sauer (1976), 61-62.
El negro Domingo, nombrado para este efecto, gritó los pregones. Luis de Grijalba, vecino
de Colima, puso cada manta en 3 pesos de oro
común y cada hanega en 2 tomines. Le fue adjudicado el remate. Testigos fueron Baltasar de
Alcalá, Baltasar Moreno y Juan Muñoz, vecinos
y estantes. Pasó ante Miguel Rodríguez.
Caja A–5, exp. 13, f. 15 vta.
144. 1566. Marzo, 30.
Remate de tributos del pueblo de Tepetitango.
Alonso Sánchez de Figueroa, alcalde mayor,
“por cuanto en el pueblo de Tepetitango449 hay
de vacación del dicho pueblo diez mantas y
veinte y siete hanegas de maíz del tributo que
los naturales de él son obligados a dar a Su Majestad”, mandó que salieran a pública almoneda,
gritando los pregones Alonso, indio ladino en la
lengua castellana.
Baltasar de Alcalá, estante en la Villa de Colima, puso a 3 pesos cada manta y a 2 tomines la
hanega de maíz. Le fueron adjudicados los dichos tributos. Testigos fueron Diego de Aguilar,
Alonso de Velasco y Martín de Monjaraz, vecinos de Colima. Pasó ante el escribano Miguel
Rodríguez.
El 18 de mayo siguiente, ante el escribano
Miguel Rodríguez, el alcalde mayor Sánchez de
Figueroa “confesó haber recibido de Baltasar de
Alcalá, cuarenta y cinco pesos y medio que son
de los tributos que se vendieron de Su Majestad
449
El pueblo Tepetitango, a “çinco leguas de Colima” y situado “en vn llano”, confinaba con Tecocitlan, Tecociapa,
Nahualapa y Ocotlan, y dio nombre en su momento a una
pequeña comarca: Sauer (1976), 67-69. Un pequeño pueblezuelo de 16 tributarios llamado Suchitlan, en “tierra llana, ribera de vn río”, que confinaba “con Maçatlan y Popoyutla”, andaba con el corregimiento de Tepetitango. Los
tributos a los que cada año los naturales estaban obligados
a dar consistían en mantas, cargas de hierba, gallinas de
Castilla, maíz, trigo, frisoles, “dozientos y quarenta tepuzques que valen veinte pesos de oro común” y “quarenta y
ocho calabaços de miel”: SV 680. Tepetitango o Tepequicango, en un principio, fue encomienda de Gonzalo de Talavera, quien fuera regidor de la Villa cuando se hizo el
Padrón de 1532, era tenido por “persona muy honrada”,
“casado en Castilla” y “algo aprovechado”: VP 38.
197
José Miguel Romero de Solís
de los pueblos de Tecpa y Petlazoneca”, así como 36 pesos y 6 tomines “de los remates del corregimiento del pueblo de Tepetitango y su partido”.450
Testigos de esta carta de pago fueron Juan de
Velasco, Suero Vázquez y Diego Pinzón, vecinos de Colima.
Caja A–5, exp. 13, ff. 16 fte.-16 vta.
El negro Domingo, nombrado para el efecto,
gritó los pregones de 90 hanegas de maíz. El vecino de la Villa Luis de Grijalba puso a 2 tomines la hanega de maíz. El alcalde se las adjudicó. Los testigos fueron Baltasar de Alcalá, Baltasar Moreno y Juan Muñoz. Pasó ante el escribano Miguel Rodríguez.
Caja A–5, exp. 13, f. 17 vta..
145. 1566. Marzo, 30.
Remate de tributos de Juluapan y Zumpalmani.
146. 1566. Abril, 20.
Remate de tributos de los pueblos de Tecpa y
Petlazoneca.
[Al margen: Corregimiento de Juluapan].
Ante el alcalde mayor Alonso Sánchez de
Figueroa, Juan Fernández El Viejo, vecino de
Colima y corregidor del pueblo de Juluapan y
Zumpalmani y su partido,451 se presentó para
pedir la venta y remate en almoneda pública de
los tributos que están obligados a dar y pagar a
Su Majestad los indios del dicho corregimiento.
450
Llama la atención que en nuestro regº se dice que el alcalde mayor Sánchez de Figueroa extendió carta de pago
en favor de Baltasar de Alcalá, tanto por los tributos que le
fueron adjudicados de este pueblo de Tepetitango, como
por los de Tecpan y Petlazoneca, cuando en su oportunidad, éstos últimos —se dijo— fueron para el vecino Juan
Preciado (supra, regº 141; véase empero infra, regº 146).
Por otra parte, no se dice en el regº quién era a la sazón corregidor de Tepetitango, cuando se hace el remate. Tiempo
después fungía por tal Juan Fernández Ladrillero: infra,
regº 159. Noticias de otro remate de tributos de este pueblo: infra, regº 178.
451
Cuando la Suma de Visitas registra Çumpamanique “en
Colima” y “en cabeça de Su Magestad”, dice expresamente: “Estos son dos pueblos que se dizen Çumpamanique y
Xoloapa”. Y agrega: “están a quatro leguas de Colima y del
vno al otro está vna legua”, teniendo ambos “de término de
largo quatro leguas, todo de tierra áspera” y están “asentados en vn llano de vn vallezillo entre dos sierras, riberas de
vn arroyo que riegan”. Partían términos con Amula, Tlacoloastla, Cuyutlan y Quiçilapa. Sus naturales tributaban, según la tasación que incluía el visitador, “cada año nouenta
y seys mantas y çiento y quarenta hanegas de maíz y quarebta y ocho gallinas de la tierra y otras tantas de Castilla, y
cada día quatro cargas de yerua. El valor de cada manta es
[de] seis tomines y la hanega de maíz a real de plata, y todas las gallinas de vn año valen quatro pesos, y el seruicio
de los indios y la yerua seis pesos”: SV 173; cf. Sauer
(1976), 67-69. Véase además, infra, regº 153.
El alcalde mayor Alonso Sánchez de Figueroa
dijo que, como en los pueblos de Tecpa y Petlazoneca y su partido,452 hay de “vacación de los
dichos pueblos nueve mantas y treinta y siete
hanegas de sal del tributo que los naturales de él
son obligados a dar a Su Majestad, e para que se
vendan e rematen y lo procedido de él, Su Merced lo cobre e lo envía a la Real Caja de Su Majestad, por ende dijo que mandaba e mandó que
los dichos tributos se vendan en pública almoneda”. Estos tributos eran de 1565.
Alonso, indio ladino, gritó los pregones en la
lengua castellana “ante los vecinos desta Villa e
otras munchas personas e forasteros”.
Baltasar de Alcalá, estante en esta Villa, puso
a 3 pesos cada manta y a medio peso la hanega
de sal.453 “El dicho señor alcalde mayor dijo:
Pues que no hay quien puje ni hay quien diga
más, que buena pro le haga”. Testigos fueron
Diego de Aguilar, Alonso de Velasco y Martín
de Monjaraz, vecinos de Colima. Pasó ante el
escribano Miguel Rodríguez.
Caja A–5, exp. 13, f. 16 fte.
147. 1566. Agosto, 18.
Remate de tributos del pueblo de Aquila.
[Al margen: Remate de Aquila].
452
Supra, regº 141, 144, 155 y 163-164.
El monto de lo pagado por Baltasar de Alcalá apareció,
a pesar de las fechas indicadas, en el regº 144.
453
198
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
Estando en audiencia pública, el alcalde mayor Alonso Sánchez de Figueroa, dijo “que por
cuanto en el pueblo de Aquila y su partido,454
que está en la Corona Real, de que ha sido corregidor Gonzalo Moreno,455 e porque en el dicho pueblo hay doce mantas e cuarenta e cinco
hanegas de maíz del tributo que los dichos indios son obligados a dar a Su Majestad”, mandó
que se vendieran y remataran en almoneda pública.
El mulato Miguel gritó los pregones. Pero
Ruiz, vecino de Colima, puso cada manta a tres
pesos y cada hanega de maíz a tomín y medio.
El alcalde mayor le adjudicó el remate, siendo
testigos Bernaldino de Guzmán, Diego Pinzón,
Baltasar de Alcalá y el alguacil Antonio de Carvajal.
Pasó ante el escribano Miguel Rodríguez.
Caja A–5, exp. 13, f. 17 fte.
148. 1566. Octubre, 12.
Remate de tributos del pueblo de Tecoman.
[Al margen: Ticoman].
El alcalde mayor Alonso Sánchez de Figueroa dijo que por cuanto “los indios del pueblo de
Ticoman e su partido,456 donde Su Merced es corregidor por Su Majestad, tienen cinco mantas
de los cuatro meses de vacación e para que se
454
Según la relación de corregimientos dada por Sarabia
Viejo (1978), 70, Aquila y Maquilí iban juntos. La SV 45
registra Aquila “en las haldas vertientes de las sierras de
Motín”, en la provincia de Colima y en la Real Corona,
dando por distancia 15 leguas de la Villa de Colima; y
agrega: “toda la mayor parte de esta tierra es fragosa; tiene
montes, y alcança poco llano”. Tenía este pueblo varias estancias sujetas, a saber: Estopila, Teçuatlan e Iluistlan. Entre los productos de su tributo, se reseñan mantas, gallinas
de la tierra, maíz y frisoles. De acuerdo con una Relación
escrita en 1580, estos pueblos por ella registrados como
Oztopila e Ihuitlan, tenían “buenas tierras, de húmedo y
riego, que ningún otro pueblo tiene en esta provincia, sacando a Quacoman, que está hacia tierra adentro”: Acuña
(1987), 160; infra, regº 174.
455
De Gonzalo Moreno hemos proporcionado algunos datos: supra, regº 21. Por la redacción, daría la impresión que
había dejado de ser por esas fechas corregidor de Aquila.
456
Véase supra, regº 142.
vendan en la persona que más por ellos diere”,
mandó su remate en almoneda pública.
Juan, indio ladino en lengua castellana, gritó
los pregones, presentándose Baltasar de Alcalá,
quien puso cada manta a 3 pesos de oro común.
Fuéle adjudicado el remate ante los testigos
Diego de Aguilar, Juan Gómez y Suero Vázquez. Pasó ante el escribano Miguel Rodríguez.
Caja A–5, exp. 13, f. 19 fte.
149. 1566. Octubre, 12.
Remate de tributos de los pueblos de Chiametla
y Tlacticpa.
[Al margen: Chiametla, Tlacatlipa].
El alcalde mayor Alonso Sánchez de Figueroa manda que se vendan y rematen en almoneda pública los tributos de “los indios de los pueblos de Chiametla y Tlacticpan,457 de donde Su
Merced es corregidor”, y que son 9 mantas y
una pierna de cuatro meses de vacación.
Después de los pregones, Baltasar de Alcalá
ofreció 3 pesos de tipuzque por manta. Fuéle adjudicado, estando por testigos Diego de Aguilar,
Juan García, Tomás de Almodóvar y Suero
Vázquez, vecinos de esta Villa.
Pasó ante el escribano Miguel Rodríguez.
Caja A–5, exp. 13, ff. 19 fte.-19 vta.
150. 1567. Mayo, 23.
Remate de tributos de los pueblos de Malacatlan y Acautlan.
[Al margen: Malacatlan e Acautlan].458
457
Aquí se dice que el alcalde mayor Sánchez de Figueroa
era el corregidor de estos pueblos, cuando en el regº 139 no
se mencionó el dato. Por otra parte, en la lista de corregimientos proporcionada por Sarabia Viejo (1978), 70-77, no
aparecen los nombres de estos pueblos. Ello da pie para
pensar que ya estaban entonces agregados al corregimiento
de Tecoman, lo cual se confirmará con el regº 169, donde
se dice expresamente que el alcalde mayor Juan de Hoyos
era también “corregidor de los pueblos de Tecoman, Tlacatipa y Chiametla”.
458
Sólo se alcanza a leer: Acautlan.
199
José Miguel Romero de Solís
“En la Villa de Colima desta Nueva España
en veinte e tres días del mes de mayo del año de
mil e quinientos e sesenta e siete años [1567],
ante el muy magnífico señor Alonso Sánchez de
Figueroa, alcalde mayor por Su Majestad en esta
dicha Villa e Provincia, paresció presente Hernando de Gamboa en nombre de Julián de Frías
corregidor de los pueblos de Malacatlan e Acautlan”,459 y pidió que “se vendan e rematen diez e
nueve mantas e treinta e dos fanegas de maíz de
los tributos de los dichos pueblos”.
Por voz de Gaspar se dieron los pregones delante de las puertas de las Casas de Su Majestad.
Juan de Arrúe, estante en la Villa, puso las
mantas en 3 pesos de oro común cada una, y la
fanega de maíz en 2 tomines. Le fueron adjudicados ante Pero López de Herrera, Antonio de
Carvajal y Juan Preciado, vecinos de Colima.
Pasó ante el escribano Miguel Rodríguez.
Caja A–5, exp. 13, ff. 1-2 fte.460
[Al margen: Alima e su partido].
Ante el alcalde mayor Sánchez de Figueroa,
se presentó Diego López de Ayala, vecino de
Colima, corregidor del pueblo de Alima y Tlacobayan y su partido,461 pidiendo que se vendieran en almoneda pública 15 mantas y 40 fanegas
de maíz.
Diego de Mendoza, a los pregones dados por
Gaspar, indio, puso las mantas a 3 pesos de oro
común cada manta y 2 tomines del mismo oro
cada fanega de maíz, rematándose en él.
Fueron testigos Antonio de Carvajal, Francisco de Castañeda y Hernando de Gamboa. Escribano Miguel Rodríguez.
Caja A–5, exp. 13, f. 2 vta.
152. 1567. Mayo, 24.
Remate de tributos de Escayamoça y su partido.
[Al margen: Escayamoca e su partido].
Ante el alcalde mayor Sánchez de Figueroa,
se presentó Andrés de Madrid, “corregidor del
pueblo de Escayamoca e Coatlan e su parti-
151. 1567. Mayo, 24.
Remate de los tributos de Alima y su partido.
459
Acautlan, en la jurisdicción de Colima, ya estaba en la
Corona cuando lo registró la Suma de Visitas que lo sitúa
“a quatro leguas de la villa de Colima” y “asentado en vn
llano ribera de vn río pequeño”, gracias al cual sus naturales “tienen algunos regadíos”, porque lo demás de su término —que colindaba por un lado “con términos de la Villa” y por otro, con Malacatlan, Xilotiupa e Ixtlahuacan—
“es tierra doblada y sin prouecho”. Su tributo consistía en
mantas de algodón, gallinas de la tierra y de Castilla, dos
sementeras de maíz “en que se coxen çien hanegas”, y “cada día quatro cargas de yerua”: SV 44. Malacatlan, por su
parte, también “en Su Magestad”, colindaba con Acautlan
y Çinacamitlan. El pueblo, a “quatro leguas y media de Colima”, se hallaba “asentado en la ribera de vn río”, disfrutando de “algunos regadíos”. Mantas, gallinas de la tierra y
de Castilla, una sementera de maíz donde cosechaban “sesenta hanegas” y las inevitables cargas de hierba, era su tributación. Tenía por sujeto a Estapa, pueblecillo que “anda
con este corregimiento”, situado a unas “tres leguas” de la
Villa de Colima, “cerca del Río grande”, a la linde de Contlan. El tributo dado por Estapa, además de mantas, gallinas, hierba y maíz, incluía “doce cargas de pescado”, aunque “casi las más veces no lo cumplen”: SV 370.
460
A propósito de este expediente que aquí propiamente se
inicia, tal y como se conserva hoy en día en nuestro Archivo: véase lo que observamos: supra, regº 127.
461
Alima “está diez leguas de Colima y dos leguas de la
mar”, según la brevísima descripción que ofrece la SV 46,
que lo registra “en Colima” y bajo la Real Corona; de hecho, ya cuando se levantó el Padrón de 1532, se decía que
Alima, pueblo que fue encomienda de Sancho de Orna, difunto, estaba ya en corregimiento: VP 53. Alima tenía por
término “tres leguas de costa de mar y dos leguas la tierra
adentro: tienen tierra llana; cógese aquí mucho algodón”,
pero es “tierra enferma”; partía términos con Çaligua y Teçuacan y sus naturales tributaban mantas, gallinas de la tierra, hierba y maíz. Cuando se hace nuestro remate, Diego
López de Ayala era corregidor de Alima y Tlacobayan, sin
duda, el Tlaquavan mencionado por la Relación sumaria
(1554): Lebrón (1979), 36; infra, regº 228. Una estanzuela
homónima, registrada como Tlaquahuan, partía términos
con Alima y que andaba empero con el pueblo y corregimiento de Ixtlahuacan: SV 315. La cercanía de esta estancia
con Alima permite formular la hipótesis de que bien pudiera tratarse de un mismo lugar que, en algún momento, pasó
de la jurisdicción de un corregimiento a otro. Lo mismo
cabría afirmar de otra estancia sujeta a Ixtlahuacan que la
Suma de Visitas nombra Pautitlan y que Lebrón llama Uepantitlan, junto al mencionado Tlaquavan. En 1570, era corregidor Juan Fernández de Ocampo: infra, regº 226 y 227.
200
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
do”,462 y pidió se vendieran en almoneda pública
15 mantas y 54 fanegas de maíz.
Antonio de Carvajal ofreció por cada manta
3 pesos y por cada fanega 2 tomines. Se le adjudicaron ante Hernando de Gamboa, Diego de
Mendoza y Diego López de Ayala, testigos. Pasó ante el escribano Miguel Rodríguez.
Caja A–5, exp. 13, f. 3 fte.
153. 1567. Mayo 26.
Remate de tributos de Juluapan, Zumpalmani y
su partido.
[Al margen: Juluapa, Xumpalmani y su partido].
Ante el alcalde mayor Sánchez de Figueroa,
se presentó Juan Fernández El Viejo, vecino de
Colima, “corregidor del pueblo de Juluapa”,463 y
pidió la venta en almoneda pública de 90 fanegas de maíz.
Bernaldino de Guzmán puso cada fanega a 2
tomines, y le fue adjudicado el remate, siendo
testigos Diego de Mendoza, Juan Gómez y Juan
de Arrúe. Escribano Miguel Rodríguez.
Caja A–5, exp. 13, f. 3 vta.
154. 1567. Mayo, 26.
Remate de tributos de Acatlan y Contla.
[Al margen: Acatlan e Contla].
Ante el alcalde mayor Alonso Sánchez de
Figueroa, se presentó Juan Fernández El Viejo,
en nombre de Diego Fernández Monroy, su yer-
462
“En Colima” y “en Su Magestad”, Escayamoça —como
lo registra la SV 250— “anda con Coatlan”. Quedaba situado
este pueblo a “quatro leguas” de la Villa de Colima, y tenía
“media legua de regadíos”, por estar en las márgenes del
“río grande de Colima”, que le servían de lindero por un
lado, en tanto que por otro lo eran los términos del pueblo
de Aguatitlan. Los naturales de Escayamoca tributaban
mantas, gallinas de la tierra y de Castilla, maíz y cargas de
hierba. Al tiempo de este remate, era su corregidor Andrés
de Madrid, y antes de él lo fue Juan de Iniesta: supra, regº
114.
463
Supra, regº 145.
no,464 corregidor de Acatlan y Contla y su partido,465 pidiendo la venta de 10 mantas, 67 fanegas y media de maíz, 3 fanegas de frisoles.
Francisco de Hoyos puso cada manta a 3 pesos, y cada fanega de maíz y frijol a 2 tomines.
Le fueron adjudicadas, siendo testigos Antonio
de Carvajal, Bernaldino de Guzmán, Diego López de Ayala y Juan Gómez, vecinos de Colima.
Pasó ante Miguel Rodríguez, escribano de Su
Majestad.
Caja A–5, exp. 13, f. 4 fte.
155. 1567. Mayo, 28.
Remate de tributos de Tecpan y Petlazoneca.
[Al margen: Tecquepa y Petlazoneca].
El alcalde mayor Sánchez de Figueroa mandó vender y rematar 36 fanegas de sal del tributo
de los pueblos de Tecquepa y Petlazoneca466 del
corregimiento de Melchor Pérez.
464
Diego Hernández de Monroy, conquistador, estaba casado con María de Ocampo, la cual casó en segundas nupcias con Gaspar Román: Sevilla del Río (1977), 123-124.
465
Acatlan es registrado como Ecatlan por la SV 251. Ya
para entonces estaba “en Colima” y bajo la Corona. Este
pueblo estaba situado a “seis leguas” de la Villa y sus términos corrían “dos leguas por la costa de la mar, y la tierra
adentro legua y media”, de “tierra áspera y seca la mayor
parte”. Colindaba con Estapa y Coatlan y sus tributos consistían en mantas de algodón, gallinas de Castilla, maíz —de
una sementera “en que se coxen çien hanegas”—, “cada día
quatro cargas de yerua” y “quatro calabaços de miel”. El
pueblo de Estapa aquí mencionado y que colindaba con
Acatlan, no es la estancia registrada inmediatamente por la
SV 252, que era encomienda de Alonso López y quedaba
situada “junto al puerto de la Nauidad”, sino del que hablamos en el regº 150 y al que volveremos infra, regº 155.
El otro pueblo que, según nuestro remate de tributos, estaba
bajo el corregidor Hernández Monroy y que es nombrado
Contla, debe ser sin duda el Coatlan que aparece en la SV
177, a “siete leguas” de la Villa de Colima. De los tributos
a pagar por sus naturales, el visitador decía: “dan cada mes
dos mantas y no las cumplen porque no tienen tierras, que
dos leguas que alcançan, es todo de sierras; hazen vna sementera de maíz, de la qual por ser la tierra ruin, cogen poco”. Los linderos que da la Suma de Visitas a Coatlan, son
Tlacoçintla, Ecatlan y Chiametla.
466
Tecpan y Petlazoneca: más abajo se lee: Tepla y Tepeca.
Dimos información de estos pueblos: supra, regº 141.
201
José Miguel Romero de Solís
Pero López de Herrera puso la fanega de sal
a medio peso de oro común. Fuéle adjudicada la
sal,467 siendo testigos Tomás de Almodóvar,
Diego de Velasco, Diego de Mendoza, Diego de
Aguilar y Antonio de Carvajal. Escribano, Miguel Rodríguez.
Caja A–5, exp. 13, f. 4 vta.
156. 1567. Junio, 5.
Remate de tributos del pueblo de Tecolapa.
[Al margen: Tecolapa y su partido].
El alcalde mayor Alonso Sánchez de Figueroa “mandó se vendan e rematen en almoneda
pública catorce mantas e dos piernas de algodón
de a tres piernas cada una, que son de diez y seis
meses, e ochenta e cinco hanegas y media de
maíz sacado el diezmo, que es la sementera de
un año para tributos de Su Majestad, que es del
corregimiento de Tecolapa e Caxitlan e Santiago,468 de que es corregidor Juan de la Torre, vecino desta Villa, y en todo se haga como Su Majestad tiene proveído e mandado en el caso”.
“Y en su cumplimiento, estando a las puertas
de las Casas de Su Majestad, que son en la plaza
desta dicha Villa, ante muncha gente por voz de
Gabriel, indio pregonero desta Audiencia, anduvieron en público pregón los dichos tributos, diciendo a altas voces, quién quiere comprar y poner en precio catorce mantas e dos piernas de
algodón e ochenta e cinco hanegas y media de
maíz, que se venden por tributos de Su Majestad
del dicho pueblo de Tecolapa y su partido”.
Pero Ruiz, vecino de Colima, “puso cada
manta a tres pesos del oro que corre y por cada
una hanega de maíz a dos tomines del dicho
oro”. Se le adjudicaron los dichos tributos, siendo testigos el alcalde ordinario Diego de Mendoza, Juan Preciado, Diego Hernández Saldaña,
el alguacil Juan Muñoz, Diego de Aguilar y
Cristóbal de Silva. Escribano: Miguel Rodríguez.
467
El corregidor Melchor Pérez se hizo cargo de los pesos
pagados por López de Herrera: infra, regº 164
468
Supra, regº 140.
Caja A–5, exp. 13, 5 fte.
157. 1568. Mayo, 10.
Remate de tributos de los pueblos de Coquimatlan, Quizalapa e Ixcatlan.
Ante el alcalde mayor licenciado Juan de Hoyos,
Juan Ramírez de Alarcón, corregidor del dicho
pueblo, y Bernaldino Cola, persona nombrada
por los dichos jueces e oficiales de la Real Hacienda, se vendieron en pública almoneda 36
mantas y 2 piernas y media de los tributos que
son obligados e pagan a Su Majestad los indios
de los dichos pueblos de Coquimatlan y Quizalapa469 de un año y dos tercios, hasta el 21 de febrero de este año de 1568.
De pedimento de Bernaldino Cola, el señor
alcalde mayor mandó que se rematasen y, “estando presente mucha gente en la plaza, por voz
de Pedro de Hoyos, negro pregonero, anduvieron en pregón las dichas mantas”.
Gómez de Hoyos, estante en esta Villa, puso
las dichas mantas a 3 pesos y 2 tomines cada
una manta, siéndole adjudicadas. Testigos: Juan
Fernández Ladrillero, Hernando de Gamboa y
Garci Rodríguez. Pasó ante el escribano Juan
Vázquez.
A continuación, ante el alcalde mayor licenciado Hoyos, Juan Ramírez de Alarcón, corregidor del pueblo de Quizalapa, y Bernaldino Cola,
“se trajeron en pregón por voz del dicho pregonero en la dicha almoneda ciento e treinta y cinco hanegas de maíz que los indios del dicho
pueblo son obligados a dar a Su Majestad, e del
pueblo de Quezlapan e Iscatlan de dos años”.
469
Quizalapa o Quiçilapa, a “legua y media de Colima”,
era la cabecera del corregimiento de Juan Ramírez de Alarcón. Dos pueblos más andaban con este corregimiento: Çoquitlan —es decir, Coquimatlan— e Yscatlan, cuyo poblado
estaba “junto a las casas de Tecoçiapa”. Cuando el visitador a fines de la década de los cuarenta registró estos lugares, computó por población tributaria 120 indios casados,
80 y 11 respectivamente, que daban anualmente un total de
50 mantas de algodón, 96 calabazos de miel, 72 gallinas de
la tierra, 320 hanegas de maíz, 4 cargas de hierba y 24 pesos de oro (248 tipuzques): SV 483; Sauer (1976), 59-60.
202
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
El propio Gómez de Hoyos pujó poniendo
cada hanega a 3 tomines y medio. Le fueron adjudicadas. Testigos: Juan Fernández El Viejo,
Juan Fernández Ladrillero, Hernando de Gamboa, Diego López. Pasó ante el escribano Juan
Vázquez.
Caja A–5, exp. 13, f. 11.
158. 1568. Mayo, 14.
Remate de tributos del pueblo de Texuacan, corregimiento de Pedro de las Casas.
[Al margen: De Texuacan].
El licenciado Juan de Hoyos, alcalde mayor
de Colima, estando presente Bernaldino Cola,
persona nombrada por los señores jueces y oficiales de Su Majestad, a petición de Juan Fernández Ladrillero, anduvieron en almoneda 9
mantas y 36 hanegas de maíz que dan a Su Majestad los indios del pueblo de Texuacan470 de
tributo en cada un año, donde es corregidor el
dicho Juan Fernández Ladrillero, lo cual es del
año pasado de sesenta e siete [1567], habiéndose
cumplido el 18 de abril de este año de 1568.
El negro Juan gritó los pregones y compareció Cristóbal de Silva, residente en esta Villa, y
puso las dichas mantas a 3 pesos cada una; fuéle
adjudicado el remate, siendo testigos Melchor
Pérez, Francisco de Frías y Juan Fernández de
Ocampo. Escribano: Juan Vázquez.
Luego se remataron las 36 hanegas de maíz.
Garci Rodríguez, vecino de Colima, puso cada
hanega a 2 tomines y medio, siéndole adjudicado el dicho maíz. Testigos fueron Juan Fernández de Ocampo y Melchor Pérez. Escribano
Juan Vázquez.
Al día siguiente, 15 de mayo, “por cuanto el
remate que se hizo ayer” se erró en pensar que
era corregidor de allí Juan Fernández Ladrillero,
“siendo su hijo Pedro de las Casas el corregidor”, el alcalde mayor mandó hacer de nuevo el
remate, estando presentes Bernaldino Cola y el
propio Pedro de las Casas, corregidor del dicho
pueblo. Por no comparecer nadie que más diera
por el dicho maíz, fue adjudicado en el precio de
ayer y a la misma persona, siendo testigos Álvaro de Grijalba y Diego López. Pasó ante Juan
Vázquez, escribano.
Caja A–5, exp. 13, f. 22.
159. 1568. Mayo, 14.
Remate de los tributos del pueblo de Tepetitango.
470
La Suma de visitas registra un pueblo llamado Texuacan, a la sazón encomendado a Francisco de Cifontes. El
Padrón de 1532 lo llama Tecauxnacan: VP 11, y el oidor
Lebrón de Quiñones, Tecuxuacan: Lebrón (1979), 36 y 5455. Primero había sido encomendado a Francisco Nieto, a
cuyo fallecimiento, Alonso de Estrada lo encomendó el 16
de diciembre de 1527 a Francisco de Cifuentes, junto con
el pueblo de Mazatlan o Mazatlanejo. A la muerte de Cifuentes —en la década de los sesenta— pasó a la Corona y
hecho corregimiento. Cuando se lleva a cabo el remate de
1568 del que aquí se informa, su corregidor era Pedro de
las Casas, hijo de Juan Fernández Ladrillero, a su vez, corregidor de Tepetitango (infra, regº 159). Para 1571, el sucesor de Pedro de las Casas en el corregimiento de Texuacan era Andrés de Madrid. Este pueblo estaba a “veinte leguas de Colima”, asentado en una “ribera del río de Çiguatan”, con “dos leguas de término en largo y vna de ancho,
lo más de tierra fragosa”, y colindaba con Çiguatan, Cuçalapa, Totolmaloya, “y alcança media legua de mar”. Sus
naturales, computados por el visitador en 121 casados, tributaban cada año 48 mantas, 96 gallinas de Castilla, 36 calabazos de miel, 90 hanegas de maíz “y quinze yndios de
seruicio en vna huerta de cacao hordinariamente”: SV 684.
El corregidor del pueblo de Tepetitango, Juan
Fernández Ladrillero, pide ante el alcalde mayor
licenciado Juan de Hoyos y de Bernaldino Cola
que salieran en almoneda pública 10 mantas y
27 hanegas de maíz, que son obligados a dar a
Su Majestad los indios del dicho pueblo.471
Después de los pregones, Cristóbal de Silva
puso a 3 pesos y medio cada manta y a 4 reales
la hanega de maíz. El remate le fue adjudicado,
siendo testigos Juan Fernández de Ocampo,
Melchor Pérez y Álvaro de Grijalba.
Pasó ante Juan Vázquez.
Caja A–5, exp. 13, f. 23 fte.
471
Al margen aparece una nota que dice: “Son [estos tributos] del año pasado de 67 años [1567], que cumplió a 18 de
abril deste” [1568]. Ya hemos dado noticias de este pueblo:
supra, regº 144.
203
José Miguel Romero de Solís
160. 1568. Mayo, 15.
Remate de tributos del pueblo de Coquimatlan.
A petición de Juan Ramírez de Alarcón, corregidor del pueblo de Coquimatlan, ante Bernaldino Cola, persona nombrada por los jueces y oficiales de Su Majestad, el alcalde mayor licenciado Juan de Hoyos mandó que se vendieran y
rematasen en pública almoneda los tributos a
que están obligados a dar los naturales del dicho
pueblo.472
Se pregonaron 135 gallinas. Gómez de Hoyos, vecino de Colima, puso todas las dichas gallinas en 6 pesos y 2 tomines, siéndole adjudicadas ante Juan Fernández de Ocampo y Melchor
Pérez. Pasó ante el escribano Juan Vázquez.
Caja A–5, exp. 13, f. 23 vta.
161. 1568. Mayo, 26.
Remate de tributos del pueblo de Tecolapa.
[Al margen: Tecolapa y su partido].
Ante el alcalde mayor licenciado Juan de
Hoyos, Bernaldino Cola, persona nombrada para
el efecto, y Juan de la Torre, corregidor de Tecolapa y su partido, por voz de Juan, negro pregonero, anduvieron en almoneda pública 7 mantas y una pierna y 52 fanegas y media de maíz,
que son obligados a dar y pagar a Su Majestad
los indios de Tecolapa y su partido, de dos tercios que se cumplieron en 21 de marzo de este
presente año.473
Cristóbal de Silva, residente en este Villa,
puso cada manta a 3 pesos y 2 tomines. El remate le fue adjudicado ante los testigos Álvaro de
Grijalba, Andrés García y Garci Rodríguez, vecinos de Colima. Pasó ante el escribano Juan
Vázquez. El corregidor Juan de la Torre firmó
de recibido.
“E luego el dicho Cristóbal de Silva puso el
dicho maíz a dos tomines e medio la hanega”.
No hallándose quien pujara más, le fue adjudicado. El corregidor Juan de la Torre se dio por
bien pagado; fueron testigos de ello los mismos.
Caja A–5, exp. 13, f. 28.
162. 1568. Junio, 10.
Remate de tributos del pueblo de Tecoman.
[Al margen: LV hanegas de maíz de Tecoman].474
Ante el licenciado Juan de Hoyos, alcalde
mayor de la Villa de Colima y presente Bernaldino Cola, persona nombrada por los jueces y
oficiales de Su Majestad, se trajeron en almoneda pública por voz de Juan, negro pregonero, 63
hanegas475 de maíz “que de la cosecha del año de
sesenta e siete” son obligados a dar los indios de
Tecoman a Su Majestad “porque de setenta que
dan cada un año, sacadas siete del diezmo, que
dan las dichas sesenta y tres e paresció Diego
Fernández de Saldaña, vecino desta Villa e puso
el dicho maíz a dos tomines e medio fanega, e
por no parescer persona que más diese por ello,
de consentimiento de los susodichos, se remató
en él”.
Testigos: Francisco de Frías y Baltasar de
Alcalá.
Pasó ante el escribano Juan Vázquez.
Caja A–5, exp. 13, f. 21 fte.
163. 1568. Junio, 14.
Remate de tributos de Tecpa y Petlazoneca.
[Al margen: Remate de la sal de Tecpa y Petlazoneca].
“Se trujo en almoneda pública en la plaza
pública desta Villa y a la puerta de las Casas
Reales por voz de Juan, negro pregonero, treinta
e tres fanegas y media de sal, sacado el diezmo
472
Curiosamente, aquí tan sólo es nombrado Coquimatlan,
cuando sabemos que este pueblo andaba junto con Quizilapa: véase regº 157.
473
Laguna en el texto. Sobre Tecolapa, dimos noticias en
regº 140.
474
Sobre Tecoman, véanse supra, notas al regº 142.
“Sesenta y tres” aparece sobrescrito, y tachado “cincuenta e cinco”, como el escribano había apuntado en un
principio al margen: “LV hanegas de maíz de Tecoman”.
475
204
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
de treinta e siete fanegas, que pagan a Su Majestad los indios de los pueblos de Tecpa e Petlazoneca,476 en cada un año, e anduvo en la dicha
almoneda presente el señor licenciado Juan de
Hoyos, alcalde mayor desta Villa e Bernaldino
Cola, persona nombrada para se hallar presente
a ello por los señores jueces e oficiales y Melchor Pérez, corregidor de los dichos pueblos”.
Juan Fernández Ladrillero pujó poniendo la
hanega de la dicha sal a siete tomines. Como
nadie pujó más, le fue adjudicado el remate.477
Fueron testigos Alonso Miguel, Juan Fernández
y Diego Hernández “e otros munchos vecinos
desta Villa”.
Pasó ante el escribano Juan Vázquez.
Caja A–5, exp. 13, f. 25 vta.
164. 1568. Junio, 15.
Remate de tributos de Tecpa y Petlazoneca.
[Al margen: Las mantas de Tecpa e Petlazoneca].
Ante el licenciado Juan de Hoyos, alcalde
mayor de la Villa de Colima y su Provincia,
Bernaldino Cola, persona nombrada para ello
por los señores jueces y oficiales de Su Majestad
y Melchor Pérez, corregidor de los dichos pueblos de Tecpa y Petlazoneca, salieron en pública
almoneda “diez e ocho mantas que son de dos
años de los dichos pueblos, nueve cada un año”.
Suero Vázquez de Moscoso puso cada manta
a 3 pesos y 2 tomines de oro común, y le fue adjudicado el remate ante Juan Fernández, Cristóbal de Silva y Francisco de Frías.
El corregidor de Tecpa recibió los pesos de
las dichas mantas y se hizo cargo de ellos, así
como de los pesos que pagara Juan Fernández
476
Acerca de estos pueblos, supra, regº 141.
En este caso se hicieron dos remates distintos: uno, éste
de la sal; otro, el de las mantas que tributaban los naturales
del corregimiento de Melchor Pérez, del que queda constancia en el regº 164, donde se nos dice, además, que el corregidor se hizo cargo de los pesos dados por Juan Fernández El Viejo.
477
Ladrillero por 33 hanegas de sal478 en él rematadas, y de otras tantas que fueron adjudicadas a
Pedro López de Herrera el año próximo pasado
[1567]. “El remate de Pedro López a medio peso
hanega de la sal”.479
Pasó ante el escribano Juan Vázquez.
Caja A–5, exp. 13, f. 25 fte.
165. 1568. Julio, 7.
Remate de tributos de los pueblos de Milpa,
Amatlan y Xictlan.
[Al margen: Remate de Milpa].
En presencia del licenciado Juan de Hoyos,
alcalde mayor de la Villa de Colima y su Provincia y de Bernaldino Cola, persona nombrada
para ello por los señores jueces y oficiales de la
Real Hacienda de Su Majestad, y Luis de Grijalba en nombre y con poder de Juan de Segovia,480 corregidor de Milpa e Malatlan, “se trujo
en almoneda pública por voz de Juan, negro
pregonero, cincuenta e cuatro hanegas de maíz,
e tres de frisoles, e dos mantas, e doce gallinas
de Castilla, que son obligados a dar de tributo a
Su Majestad los indios de los pueblos de Milpa
e Malatlan e Xictlan” del año de 1566.481
478
Véase supra, regº 163, por donde sabemos que Juan
Fernández El Viejo se adjudicó la sal.
479
El remate de la sal en favor de Pedro López de Herrera,
supra, regº 155.
480
El corregidor Juan de Segovia otorgó este poder en el
pueblo de Atoyac, de los pueblos de Ávalos: supra, regº
137.
481
Cuando el visitador registró Milpa, “en la Purificación”,
una mitad estaba ya en la Corona y la otra aún permanecía
en manos del “heredero de Lepuzcuano” (infra). A la sazón, Milpa —a 15 leguas de Colima y a 7 de Villa de la Purificación— tenía “tres estançuelas”: Manatlan, Silosuchitlan y Tlaçopatlan, y su situación parecía ser privilegiada:
“está asentado en vn Valle entre vnos çerros, es tierra templada, ay buena dispusiçión para ganados, tiene vn Río y
tierras de riego, cogen trigo y muchas frutas de la tierra,
darse an bien las de Castilla; en las sierras pareçe tener dispusiçión de aver metales; tiene montes espessos. Cogen dos
vezes en el año maíz”. Sin embargo a esta bonanza, sus naturales eran “gente pobre e otomíes y no tienen grangería
ninguna mas de lo que toca a sus bastimentos”. Los términos de Milpa abarcaban “de largo más de dos leguas y de
ancho más de vna”, y confinaban con Tuxcacuexco, Çaca-
205
José Miguel Romero de Solís
Suero Vázquez de Moscoso, vecino de Colima, puso cada hanega de maíz y de frisoles a 2
tomines y medio, la manta a 3 pesos y 2 tomines, y 4 gallinas por un tomín. El remate le fue
adjudicado. Testigos fueron: Francisco Corralero, Garci Rodríguez y Cristónal de Silva, vecinos de Colima. Pasó ante el escribano Juan
Vázquez.
pala y Cuçalapa: SV 368; Sauer (1976), 52-53. El heredero
de Lepuzcuano al que la Suma hace mención, era Francisco
Lepuzcuano, quien heredó también “el señor y naturales
del pueblo de Nochaquilco, que es en el pueblo de Ciguatlan”, como reza la cédula de encomienda dada por Alonso
de Estrada y que aparece transcrita en la Relación sumaria
(1554): Lebrón (1979), 57. Francisco Lepuzcuano casó con
Inés de Arévalo, hija de Alonso de Arévalo y “Catalina,
asimesmo natural de esta tierra”: Sevilla del Río (1973),
67. Según otro regº, la así llamada Cabeçera de Milpa quedaba “en la Nueva Galicia” y estaba compartida por mitades por Pedro de Santa Cruz y Rodrigo Guipuzcoano [Lepuzcuano]. “Es de las buenas tierras que ay en la Nueua
Spaña y de muy gran fertilidad de bastimentos y regadíos
para heredades de árboles de Castilla y otras grangerías y
buenos pastos”. Por sujeto se le señalaba sólo Matlan, “en
lo alto de la sierra do ay grandes riegos. Es tierra fértil”:
SV 339. Antes de haber sido encomendado a Rodrigo Lepuzcuano por Alonso de Estrada el 17 de abril de 1528, este pueblo lo había tenido Diego Martín de Mérida, como lo
informa Lebrón de Quiñones: Lebrón (1979), 57. A pesar
de ello, el Padrón de 1532 solamente le señala a Rodrigo
Lepuzcuano el pueblo de Pascuatlan —o Pazcoatlan, como
lo registra Lebrón—: VP 9. Tanto la Cabecera de Milpa como Matlan bien pudieran ser los mismos Milpa y Manatlan
antes mencionados. Hay que observar que, a diferencia de
Manatlan —como leen Lebrón de Quiñones y la Suma de
Visitas—, en nuestro regº de remates se dice Malatlan. El
tercer pueblo indicado es Xictlan, sin duda, el también llamado Xiquitlan, “en Colima” y “en Su Magestad”, del que
informa la SV 816. Ahí se dice que “este pueblo está en el
Valle de Milpa: tiene buenas tierras de riego en que se coge
trigo y cáñamo y las demás semillas de la tierra; es tierra
caliente, para por él vn río, ay dispusiçión para se poder dar
árboles de Castilla; es tierra para ganados, porque tiene
buenos pastos”. Sus pobladores —se indica— “son otomíes y
gente pobre sin ninguna grangería”. Su término abarcaba
una extensión “de largo tres leguas y legua y media de ancho”, confinando con Çacapala y Yauquila, y quedaba a
“diez y seis leguas” de la Villa de Colima. Años después,
cuando el oidor Lorenzo Lebrón recorrió la comarca, informó que Xiquitlan estaba compartido por la Corona y el
encomendero Antón de Ortega: Lebrón (1979), 40, cosa
que silencia más tarde cuando revisa los títulos de este encomendero: Ibid., 48.
El mismo día y bajo las mismas circunstancias, se pregonaron los tributos de Milpa, Malatlan e Xictlan,482 correspondientes al año de
1567.483
El propio Suero Vázquez de Moscoso puso la
fanega de maíz y frisoles a 2 tomines y medio, y
las mantas a 3 pesos y 2 tomines cada una, y un
tomín por cuatro gallinas. Los tributos le fueron
adjudicados, siendo testigos Antonio Corralero,
Cristóbal de Silva y Diego López, vecinos de
Colima.
Caja A–5, exp. 13, f. 12.
166. 1568. Agosto, 12.
Remate de tributos de Tlacatipan y Chiametla.
Presentes el licenciado Juan de Hoyos, alcalde
mayor de la Villa de Colima y su Provincia, y
Bernaldino Cola, persona para el efecto nombrada por los jueces y oficiales de la Real Hacienda, por voz de Juan de Hoyos anduvieron en
almoneda 8 mantas y 2 piernas de un tercio que
son obligados a pagar a Su Majestad los indios
del pueblo de Chiametla y Tlacatipan,484 cada
uno de ellos 4 mantas y una pierna, “de donde es
corregidor el dicho señor alcalde mayor, el cual
dicho tercio se cumplió en siete de julio de sesenta y ocho” [1568].
Luis de Grijalba, vecino de Colima, puso cada manta a 3 pesos y 2 tomines, y al no encontrarse quien más diere por ellas, le fueron adjudicadas, siendo testigos de ello Juan Ramírez de
Alarcón y Alonso Miguel.
Pasó ante Juan Vázquez, escribano.
Caja A–5, exp. 13, f. 27 fte.
167. 1568. Agosto, 12.
Remate de tributos del pueblo de Tecoman.
482
El escribano Juan Vázquez lo llama quizá por error Xitlan.
483
Los tributos que dieron estos naturales para 1567 fueron
los mismos que en el año anterior: 54 fanegas de maíz, 3 de
frisoles, 2 mantas y 12 gallinas de Castilla.
484
Noticias acerca de estos pueblos, supra, regº 139.
206
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
[Al margen: Tecoman].
Ante el licenciado Juan de Hoyos, alcalde
mayor de Colima, y Bernaldino Cola, persona al
efecto nombrada por los jueces y oficiales de la
Real Hacienda, por voz de Juan, negro esclavo
pregonero, salieron a almoneda pública 5 mantas del tributo de los indios del corregimiento de
Tecoman de donde es corregidor el dicho señor
alcalde mayor, de un tercio que se cumplió en
26 de julio pasado.
Luis de Grijalba, vecino de Colima, puso a
precio las mantas, dando por cada una de ellas 3
pesos y 2 tomines, siendole adjudicado el remate. Testigos: Juan Ramírez de Alarcón, Alonso
Miguel y Diego Fernández de Saldaña, vecinos
de Colima.
Pasó ante Juan Vázquez, escribano.
Caja A–5, exp. 13, f. 27 vta.
168. 1568. Noviembre, 15.
Remate de tributos del pueblo de Coquimatlan y
su partido.
[Al margen: Coquimatlan e su partido].
Ante el alcalde mayor licenciado Juan de
Hoyos y de Bernaldino Cola, persona nombrada
por los señores jueces y oficiales de Su Majestad, a petición de Juan Ramírez de Alarcón se
hizo el remate de 19 mantas y 45 hanegas de
maíz, que son obligados a dar e pagar los naturales del corregimiento de Coquimatlan,485 las dichas mantas son de dos años, y el maíz de este
presente año de 1568.
El negro Juan, nombrado para este efecto,
trajo en pregones los tributos y fue Hernando de
Gamboa quien les puso precio: 3 pesos y 2 tomines por manta, y cada hanega de maíz a 2 tomines y 3 cuartillos. “E ochenta gallinas de Castilla que también son obligados a dar los susodichos a Su Majestad, las puso el susodicho en dos
pesos”.
“Por mandamiento del dicho señor alcalde
mayor se quedó este remate”. Testigos fueron
485
Acerca de este corregimiento y su partido: supra, regº
157.
Juan Ramírez de Alarcón y Francisco de Frías,
vecinos de Colima.
El 8 de febrero de 1569, “se volvió a la dicha
almoneda las dichas diez y nueve mantas y cuarenta y cinco hanegas de maíz y ochenta gallinas
de Castilla, y haciéndose los apercibimientos
necesarios, se remató en el dicho Diego de
Gamboa486 las dichas mantas a tres pesos y dos
tomines manta y a tres tomines la hanega de maíz del último remate y en cuatro pesos las dichas
gallinas, y el dicho Juan Ramírez de Alarcón,
corregidor del dicho pueblo, se hizo cargo de
todos los pesos de oro, que monta todo el dicho
remate, y lo firmó. Testigos: Juan Fernández de
Ocampo y Diego Morán, vecinos desta Villa”.
Pasó ante Francisco de Frías, escribano.
Caja A–5, exp. 13, f. 14 vta.
169. 1568. Noviembre, 15.
Remate de tributos de Tecoman, Chiametla y
Tlacatipa.
[Al margen: Tlacatipa, Chiametla].
Ante el licenciado Juan de Hoyos, alcalde
mayor de la Villa de Colima y corregidor de los
pueblos de Tecoman, Tlacatipa y Chiametla,487 y
presente Bernaldino Cola, persona nombrada
por los jueces y oficiales de Su Majestad, por
mandado del señor alcalde mayor y por voz de
Juan, negro pregonero, se trajeron en almoneda
pública 40 hanegas de maíz de la cosecha de este presente año, que los indios de Chiametla y
Tlacatipa son obligados a dar a Su Majestad.
Hernando de Gamboa puso el maíz a 2 tomines la hanega, y le fue adjudicado el remate.
Testigos: Martín de Monjaraz y Francisco de
Frías.
Pasó ante Juan Vázquez, escribano.
Caja A–5, exp. 13, f. 21 vta.
486
Aunque con este nombre lo registra el escribano Frías,
la firma corresponde a Hernando de Gamboa. Acerca de
este corregimiento y su partido: supra, regº 157.
487
Dimos información sobre estos pueblos: supra, regº
139, 142 y 149.
207
José Miguel Romero de Solís
170. 1568. Noviembre, 15.
Remate de tributos de Ixtlahuacan.
[Al margen: Remate de Estlabacan e su partido].
En presencia del alcalde mayor licenciado
Juan de Hoyos y de Bernaldino Cola, persona
nombrada por los jueces y oficiales de Su Majestad, se trujeron en almoneda pública 21 mantas y 80 hanegas de maíz que los indios de Ixtlahuacan488 están obligados a dar, a petición de
Hernando de Gamboa, corregidor del dicho
pueblo.
Juan Ramírez de Alarcón, residente en esta
Villa de Colima, puso las mantas a 3 pesos y 2
tomines, y la fanega de maíz a 2 tomines y tres
cuartillos. El remate le fue adjudicado, siendo
testigos Álvaro de Grijalba y Francisco de Frías.
Pasó ante Juan Vázquez, escribano.
Caja A–5, exp. 13, f. 24 fte.
171. 1568. Noviembre, 15.
Remate de los tributos del corregimiento de
Acatlan.
[Al margen: Acatlan e Tila].489
Ante el licenciado Juan de Hoyos, alcalde
mayor de Colima, y en presencia de Bernaldino
Cola, persona nombrada por los señores jueces y
oficiales de Su Majestad, y a petición Álvaro de
Grijalba en nombre de Diego Hernández Monroy, corregidor de Acatlan, se trajeron en almoneda pública 10 mantas y 67 hanegas y media de
maíz y 3 hanegas de frisoles y 18 gallinas que
los indios del dicho corregimiento son obligados
a dar a Su Majestad cada un año.
Hernando de Gamboa, vecino de Colima puso cada manta a 3 pesos y un tomín, a 2 tomines
y un cuartillo cada hanega de maíz y frisoles, y
las gallinas a tres por un real. El remate le fue
adjudicado, siendo testigos Martín de Monjaraz
y Francisco de Frías.
Pasó ante el escribano Juan Vázquez.
Caja A–5, exp.13, f. 24 vta.
172. 1568. Noviembre, 17.
Remate de los tributos de Chiametla y Tlacatipa.
[Al margen: Tlacatipa e Chiametla].
En presencia del licenciado Juan de Hoyos,
alcalde mayor de Colima y corregidor de Chiametla e Tlacatipa, presente Bernaldino Cola,
persona nombrada por los jueces y oficiales de
la Real Hacienda, por mandamiento del señor
alcalde mayor y por voz de Juan, negro pregonero, se trujeron en pública almoneda 8 mantas y 2
piernas que son obligados los indios de los dichos pueblos a dar de tributo a Su Majestad, “de
un tercio que se cumplió a siete días deste presente mes de noviembre, las cuatro mantas e una
pierna de Tlacatipa, e las cuatro e una pierna de
Chiametla, corregimiento del dicho señor alcalde mayor”.
Pedro de Bobadilla, vecino de Colima, puso
cada manta a 3 pesos, rematándose en él. Testigos fueron Pero Ruiz y Francisco de Frías.
Pasó ante Juan Vázquez, escribano.
Caja A–5, exp. 13, f. 20.
173. 1568. Diciembre, 6.
Remate de tributos del pueblo de Tecoman.
488
Se lee Estlahuacan. Sobre este pueblo: supra, regº 143.
Pensamos que se refiere a Contla o Coatlan el pueblo
Tila aquí nombrado. Dos pueblos, empero, de nombre similar aparecían ya en el Padrón de 1532. El primero es Hila,
encomienda de Hernando Ruiz de la Peña, y el otro, Tlila,
que lo tuvo Hernán Gómez pero que, a su muerte, fue
hecho corregimiento: VP 35 y 57, respectivamente. Por su
parte, Lebrón de Quiñones lo registra como Tlala y que,
por cierto, al tiempo de su visita, aún lo poseía el mismo
encomendero Hernando Ruiz de la Peña: Lebrón (1979), 37
y 56; Sauer (1976), 64-67; además, supra: regº 154.
489
[Al margen: Tecoman].
Ante la presencia del alcalde mayor licenciado Juan de Hoyos, corregidor del pueblo de Tecoman, y de Bernaldino Cola, persona nombrada
por los señores jueces y oficiales de Su Majestad
para se hallar presente a ello, salieron en pública
almoneda por bienes de Su Majestad, por voz de
Juan, negro pregonero, 4 mantas y 2 piernas que
208
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
son obligados a dar y pagar a Su Majestad los
indios del pueblo de Tecoman “de un tercio que
se cumplió a veinte e seis días de noviembre
deste año”.
Gonzalo Moreno, vecino de Colima, puso
cada manta a 3 pesos y un tomín, y por no encontrarse alguien que más diese por el dicho remate, le fue adjudicado. Testigos: Pedro de Bobadilla, Pedro de Trejo y Álvaro de Grijalba, vecinos de esta Villa.
Pasó ante Juan Vázquez, escribano.
Caja A–5, exp. 13, f. 26.
174. 1569. Septiembre, 29.490
Remate de tributos del pueblo de Maquilí y su
partido.
[Al margen: Maquilí].
Ante el muy magnífico señor Luis de Grijalba, teniente de alcalde mayor, y de Francisco de
Frías, escribano nombrado, pareció presente
Francisco Hernández, corregidor de Maquilí y
su partido,491 “e trujo a vender” cantidad de
490
Laguna en el texto. La fecha del año no aparece.
Probablemente, apenas conquistada la región que pronto
habría de conocerse como Motines, entre las encomiendas
repartidas, Manuel de Cáceres recibió Epatlan y su sujeto,
según lo reseña el Padrón de 1532: VP 43; supra, regº 147.
Sin embargo, este encomendero tuvo desde el principio serias dificultades con otro vecino de Colima, Francisco de
Madrid, el cual alegó ante Alonso de Estrada y Gonzalo de
Sandoval ciertos derechos, que le fueron reconocidos. Entonces Estrada y Sandoval desposeyeron a Cáceres de su
encomienda. Apeló éste y ambos justicias mayores de la
Nueva España corrigieron su veredicto anterior y fallaron a
favor del apelante el 27 de agosto de 1527, prohibiendo
además a Francisco de Madrid entrometerse en dichos pueblos. De una u otra forma, Cáceres —cuyos principales datos biográficos proporcionamos en nota al regº 2— fue extendiendo su dominio sobre otros lugares comarcanos hasta
abarcar quince pueblos que, con el tiempo y debido a su
progresivo despoblamiento, se juntaron en seis, a saber:
Maquilí —en donde “se juntaron otros tres pueblos por
mandado de un alcalde mayor en la dicha provincia de Colima, para que los tuviese más recogidos para la doctrina”,
como informa Lebrón (1979), 45-46—, Tlatictla, Tlapixtlan,
Gualoxa, Cuzcacuautla y Tototlan: Ibid., 44. En opinión
del oidor: “todos [estos] quince [pueblos] los poseyó y tuvo
sin título, y lo mismo los seis que al presente hay, que son
los en que se han resumidos todos quince”: Ibid., 46. Aque491
llas arbitrariedades no fueron las únicas. Tal y como asegura Lebrón, ni siquiera dichos pueblos tenían tasación, hasta
que entre 1546 y 1550, “un alcalde mayor de Colima los
tasó todos en servicios personales en que iban cinco, seis y
siete leguas, a servir en sus huertas de cacao, y en esto
hubo grande y notorio engaño, y fue que al tiempo que
Manuel de Cáceres murió, los sobredichos indios le solían
tributar ropa de mantas y todo lo demás que el dicho Manuel de Cáceres les quería llevar, porque no tenían tasación: Ibid., 46. Por este motivo, cuando fueron registrados
estos pueblos hacia 1548, se dice expresamente: “el tributo
que dan, es trabajar en la huerta del cacao que está junto a
ellos”: SV 178. Lebrón de Quiñones explica a su modo los
remordimientos de conciencia que acuciaban al encomendero Cáceres en vísperas de su muerte; por eso, informa
que, cuando dispuso su testamento y última voluntad,
“mandó que por seis años no se les llevase tributo de ropa
ninguna a los dichos indios, visto lo cual los herederos [de
Cáceres], al tiempo que el alcalde mayor los hubo de tasar,
le pidieron los tasase en servicios personales, el cual lo
hizo así, y era tanto lo que sumaba y valían los dichos servicios personales, mucho más de lo que buenamente todos
podían pagar y valía la ropa que pudieran dar, si en ella
fueran tasados”: Lebrón (1979), 46. (El alcalde mayor aludido probablemente sea don Cristóbal de Espíndola o su
sucesor, Alonso de Torres). De manera muy escueta, informa de lo mismo SV 178, cuando habla de Amaquiles
(Maquilí): “Está catorze leguas de Colima; tiene çiento y
sesenta y quatro cassados tributarios: dan en vn año setenta
y dos mantas, las quales les soltó por seys años el dicho
Manuel de Cáceres, encomendero: danle para beneficio de
la dicha huerta de cacao por esta suelta quinze yndios de
seruicio hordinarios; están poblados en vn llano; tiene de
término dos leguas, es áspera y fragossa la tierra, parte
términos con Aquila y Epatlan”. A tenor de la Relación de
Alimanzi, Cuzcaquauhtla y Epatlan (1580), las difíciles
condiciones por las que atravesaban los naturales de estos
pueblos, obligó al visitador Lebrón de Quiñones a intervenir en forma drástica, obligando la congregación de los
pueblos, lo cual empero trajo consecuencias muy graves,
como sucedió con Cuzcaquauhtla y Epatlan, cuyo asiento
“es público y notorio ser enfermo, porque, habiendo sido
de muchos indios, como lo fueron y eran, así en el tiempo
de su gentilidad como después que fueron conquistados, en
los asientos que antes tenían vivían sanos, y en el que hoy
están, que es [a] donde los mudó el visitador general Lebrón de Quiñones, han vivido muy enfermos y se han acabado”: Acuña (1987), 149-150. No fue únicamente el oidor
Lebrón quien dispuso traslados y congregaciones; antes de
él, según leemos en la Relación de Motines (1580), el alcalde mayor de Colima, Hernando de Alvarado (15441547), por instrucciones del virrey Mendoza, sacó a los naturales que vivían “en quebradas y arcabucos y lugares no
acomodados”, y los mudó “en partes y sitios de buenos
asientos, donde pudiesen ser visitados de sus curas y religiosos, y de las justicias de Su Majestad”. No obstante los
209
José Miguel Romero de Solís
mantas de algodón y 105 fanegas y media de
maíz del tributo de dos años de los naturales de
su corregimiento, “y más dos cargas y ocho mil
y ochocientos cacaos”.
Estando presente Bernaldino Cola, persona
nombrada por los señores oficiales de Su Majestad de esta Nueva España, anduvieron en pública almoneda las dichas mantas, y maíz, y cacao,
gritando los pregones Juan, negro.
“Pero López de Herrera puso de la primera
postura a dos pesos y medio las mantas, cada
una, y a tomín y medio la hanega de maíz y a
quince pesos la carga de cacao”. No hubo persona que en este día diera más por ello.
“Y hoy, dos días del mes de octubre del dicho año, tornó al almoneda lo susodicho por voz
del dicho pregonero y pareció ante el dicho señor teniente y oficial Juan Ramírez de Alarcón y
puso a tres pesos cada una de las dichas mantas,
y a dos tomines la fanega del maíz y a diez y
ocho pesos la carga del cacao”. No habiendo
quien pujara más, le fue adjudicado a Ramírez
de Alarcón “todo ello a los dichos precios”.
“El dicho corregidor se hizo cargo de todo
ello, que montaron las mantas trecientos y setenta y nueve pesos de tepuzque, y el maíz veinte y
empeños del alcalde Alvarado en proveer a los naturales de
mejores asientos, aquel “mudamiento de pueblos costó a
muchos indios e indias las vidas, por sacarlos, como se sacaron, de sus rincones y naturaleza, a otras aguas y asientos
nuevos”: Acuña, (1987), 158. Más datos acerca de Maquilí
y su comarca, en Gerhard (1986), 198-200. Quisiéramos
llamar la atención, antes de concluir esta larga nota, sobre
un punto que no deja de resultar todavía confuso. Peter
Gerhard sostiene que hacia 1560 “se proveyó un alcalde
mayor separado para los Motines de Colima, al oeste y al
norte del río Cachán. Cuatro corregimientos hasta entonces
sufragáneos de Colima —Aquila, Cuacoman, Maquilí y Tlatictla, Motín y Maruata [Pómaro]— fueron transferidos a la
nueva jurisdicción”: Gerhard (1986), 199. En efecto, sabemos que Alonso de Espínola o Espinosa fungía en 1563
como corregidor de Cuacoman y alcalde mayor de los Motines (supra, regº 88), sin embargo, como vemos en este
regº de remates del corregimiento de Maquilí y su partido,
el corregidor Francisco Hernández “trujo a vender” mantas,
maíz y cacaos del tributo de sus naturales ante el teniente
de alcalde mayor de Colima, Luis de Grijalba. La conclusión que se impone es que, para 1569, este corregimiento
todavía no era transferido a la nueva jurisdicción de la alcaldía mayor de Motines.
seis pesos y dos tomines, y el cacao cuarenta y
dos pesos y seis tomines, que montó todo trescientos y setenta y nueve pesos de oro común”.
Testigos: Francisco de Hoyos, García de
Ávila y Garci Rodríguez.
Caja A–5, exp. 13, f. 29.
175. 1577. Septiembre, 30.
Mandamiento de ejecución en las personas y
bienes de Pedro de Figueroa y Andrés de Madrid, difuntos.
“Hernando Dávalos, alcalde mayor por Su Majestad en la Villa de Colima y su Provincia, os
mando a vos Alonso de Huete, alguacil mayor
de la dicha Villa y su Provincia a que hagáis entrega y ejecución en los bienes de Pedro de Figueroa e Andrés de Madrid, difuntos, por contra
de cincuenta y siete pesos de oro común que parece que deben a Domingo Bautista, menor, e a
Juan Fernández Ladrillero, en su nombre, como
su tutor e curador, que son los cuarenta y nueve
pesos y siete tomines por siete años de censos
corridos que se cumplieron a deciséis de enero
del año de setenta y seis años [1576], y lo restante a los dichos cincuenta y siete pesos que
son siete pesos y un tomín, son de otro año corrido que se cumplió a deciséis de enero deste
año de setenta y siete años [1577]. Los cuales
dichos cincuenta y siete pesos del dicho oro parece deber por una escritura de censo que ante
mí presentó la parte del dicho Juan Fernández”.
El alguacil acudió a las casas de la morada de
Andrés de Madrid, difunto, y buscó bienes donde hacer la ejecución, “e no pudieron ser habidos”, por lo que a petición de Fernández Ladrillero, hizo ejecución en las dichas casas. Fueron
210
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
testigos: el beneficiado Ramírez de Vargas492 y
Lorenzo Álvarez de Madrid.493
El 2 de octubre se gritó el primer pregón por
voz del negro Francisco.
Caja A–5, exp. 14, 1 f.
176. 1568. Enero, 3.
Denuncia de los criadores de ganado contra
Andrés de Segura y Juan Fernández Ladrillero.
Ante Diego de Mendoza, alcalde de la Santa
Hermandad, se presentaron Pedro de Arévalo y
Juan de Iniesta, por sí y en nombre de Catalina
López,494 viuda, y Catalina Gómez,495 y en nombre de sus hijos y menores, y dijeron:
“Ya a V.m. consta, cómo nosotros somos
criadores de ganado y nosotros y otros muchos
vecinos y probes menores tienen por los ejidos
desta Villa mucha cantidad de yeguas, lo cual e
alzó por andar como andaba, cuando por quererlo sacar por mandado de Lope de Arellano, alcalde mayor que fue desta Villa,496 y dende el
dicho tiempo acá se anda alzado y no hemos podido herrarlo ni sacar los dichos ganados de los
dichos ejidos, y estando concertado por todos
los criadores ninguno pudiese herrar ningún ganado sino fuese aquello que fuese repartido por
dos o tres personas, que para ello fuesen nombrados de ciencia y conciencia, y que tuviese
juspiriencia [sic]497 de los dichos ganados, y lo
492
Que sepamos es la única noticia que tenemos en nuestros regº del clérigo Ramírez de Vargas, quizá, hermano o
familiar muy cercano de quien fuera alcalde mayor de Colima, Luis Ramírez de Vargas, del que dimos algunos datos: supra, regº 35. Tal vez también pudiera tratarse del padre Rodrigo de Vargas, cura y vicario que fue de la Villa de
Colima, mencionado en diversas ocasiones.
493
Lorenzo Álvarez de Madrid, hijo de Andrés de Madrid y
Catalina Maldonado: infra, regº 251.
494
La viuda Catalina López volverá a aparecer en el regº
238.
495
Catalina Gómez era viuda de Alonso de Trejo, de quien
dimos información en regº 90.
496
Lope de Arellano fue alcalde mayor entre 1557 y 1560:
supra, regº 58.
497
Por “jurisprudencia”, o simplemente personas con cierta
experiencia en derecho. El vocablo de nuestro texto no lo
registra Boyd–Bowman (1971).
que cada uno podía tener y conforme a ello, se
hiciese repartición, y estas personas fuesen juramentadas para que diesen a cada uno su parte,
y así lo pudiese tomar y no desta manera. Y así
se hizo un año y se dio a todos los vecinos criadores, y teniendo cuenta con los probes menores
que tenían ganados y se les dio a cada uno su
parte, y después acá en contrade lo que así estaba acordado por los dichos criadores, Andrés de
Segura e otras muchas personas, vecinos desta
Villa, han herrado mucha cantidad de ganado,
de yeguas, fuera de lo que así se les repartió y
dio en espacial Andrés de Segura, vecino desta
Villa, que ha sacado y vendido fuera desta Provincia más de ochocientas cabezas de yeguas,
sin lo que tiene en su huerta, y herrado mucha
cantidad de yeguas en los ejidos desta Villa,
donde nosotros tenemos los dichos nuestros ganados y las dichas viudas y probes menores, y lo
que así tiene sacado y herrado el dicho Andrés
de Segura es en mayor número de lo que así
compró con partos y pospartos, y si se diese lugar a ello, sería en gran daño nuestro por no
haber sacado nuestros ganados y los probes vecinos y menores, que no pueden beneficiar sus
ganados y andar todo por herrar y pertenecernos
el dicho ganado como cosa nuestra”.
“Por tanto, a V.m. pedimos y suplicamos
mande al dicho Andrés de Segura no hierre más
ganados de los que así ha herrado, pues tiene sacado su ganado y herrado los partos y pospartos
dellos, hasta que todos saquemos nuestros ganados y hayamos tomado los multiplicados dellos,
y mándesele con graves penas a él que no hierre
ni ningún criado suyo, ni recoja, si no fuere
aquéllo que tuviere herrado, porque como dicho
tenemos, ha sacado el ganado que pudo comprar
y además desto tiene mucho herrado en más
cantidad de los partos y pospartos de los dichos
ganados que así compró”.
“Otrosí decimos que Juan Fernández Ladrillero ha herrado uchas yeguas y en más cantidad
de lo que podía tener”. Y concluyen su petición:
“V.m. le mande lo mismo, pues consta por público e notorio no ser criador”.
El alcalde Mendoza dispuso que los denunciantes dieran información, y entre tanto esto
211
José Miguel Romero de Solís
suceda, mandaba que no se herrara ganado alguno, “ni potros de dos años arriba sin lo manifestar so pena de cien pesos de oro”.
Arévalo e Iniesta presentaron por testigos a
Nicolás Bote y a Juan de Guriezo, vecinos de la
Villa de Colima.
El primero de ellos declaró que “de cuatro
años a esta parte, ha visto este testigo que el dicho Andrés de Segura recoge en mangas498 cantidad de yeguas e potros”, y los herraba, y que
sacó cantidad de cabezas de yeguas y potros “en
más cantidad de lo que le fue repartido, e que
puede haber dos mes que este testigo fue a ayudar a recoger a Cristóbal de Solórzano” y que en
cierta ocasión “vio que recogió hasta que se hinchó” ganado que estaba sin herrar.
Guriezo, por su parte, dijo que “de cuatro o
cinco años a esta parte” ha visto que Segura hierra yeguas y potros en muchos corrales en mucha cantidad, y que daba de ellos a quienes le
iban a ayudar. Dice, sin embargo, que Segura
tiene ganado que “ha comprado de particulares”,
que son un hierro de La Culebrilla, y de Bautista, de Alonso Miguel, de Juan de la Torre y de
otros hierros,499 “e que sabe este testigo que de
registros de los dichos hierros” había muy poca
cantidad de yeguas y potros, que no llegarían a
20 cabezas, y que después de los dichos hierros
“ha visto en gran cantidad herrado”, lo que quiere decir que ha sacado mucha más cantidad de lo
que compró.
El 9 de enero, Pedro de Arévalo presentó por
testigo a Pedro de Solórzano, vecino de la Villa,
quien dijo que sabía que Segura “ha comprado
ganados de yeguas e potros y hierros de particulares”, y que “tiene más yeguas e potros en los
ejidos desta Villa herrados de sus hierros”, pero
que no sabe en qué cantidad “sea lo que ha
comprado, ni lo que ha sacado, ni lo que agora
498
Manga: callejón que se forma entre dos estacadas a la
entrada de un corral.
499
No tenemos identificado este hierro de La Culebrilla,
que bien puede referirse a un apodo como también, y con
mayor probabilidad, a una estancia de ganado así nombrada. De los problemas que causaban los ganados, sobre todo, en las tierras de los naturales, ya dimos noticia: supra,
regº 27 y 40, en donde aparecen algunos de los ganaderos
aquí mencionados.
tiene; e que es público en esta Villa que en mangas que ha hecho el dicho Andrés de Segura de
tres años o cuatro a esta parte, ha herrado como
entra en las mangas, sin dar contento a los demás criadores ni repartir con ellos, por lo cual
entiende este testigo que es en perjuicio de los
demás criadores herrar el dicho Andrés de Segura con tan poca claridad e que esto sabe”.
El 29 de enero, Catalina Gómez, viuda, mujer que fue de Alonso de Trejo, difunto, en su
nombre y en el de sus hijos menores, como tutriz y administradora de sus bienes, dice haber
recibido notificación bajo cierta pena, “que yo,
ni mis hijos ni criados, ni otro por mí, no mate
ningún ganado orejano500 si no fuese señalado
con mi señal y hierro”, y todo esto a petición de
Diego de Mendoza y Pedro de Arévalo, quienes
dicen y alegan “ser suyo y yo no tener ningún
ganado, si no son hasta sesenta cabezas de vacas
y esas las tenía mansas, y otras cosas que dice y
alega por su escrito”.501
Catalina niega todo pues dice: “poseo los dichos ganados por míos propios y como tales me
aprovecho dellos de más de veinte y tres años a
esta parte”. Agrega que contra lo afirmado por
los demandantes quienes aseguran que ella sólo
tiene 60 vacas mansas, “consta en esta Villa por
público y notorio, que soy criadora de ganado
mayor, y puede haber veinte años poco más o
menos que Diego Morán, vecino desta Villa, entregó a Alonso de Trejo, mi marido que fue, más
de seiscientas cabezas de ganado vacuno en un
corral, como podré probar a su tiempo y lugar”.
Y sigue diciendo la viuda de Trejo que, después que Diego Morán entregó el ganado vacuno a su marido “en una estancia que está junto a
Los Matorrales que dicen y en los ejidos desta
Villa, el dicho ganado se alzó y anduvo hecho
cimarrón y emboscado en los dichos Matorrales502 más tiempo de ocho años sin nos poder
500
Orejano, animal sin marca o mostrenco.
La petición que menciona Catalina Gómez, no aparece
en el expediente.
502
La expresión Los Matorrales puede aludir tanto a una
zona boscosa cercana a la Villa de Colima, lo cual parece
sugerir una frase que poco después hallamos —”emboscado
501
212
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
aprovechar dello ni herrarlo, y así se alzó y anda
en los dichos matorrales y espinos y ejidos desta
Villa, de que proceden los dichos ganados orejanos que hay en los dichos ejidos; y después
por industria y ayuda de algunos vecinos, juntaron las vacas que el dicho Diego de Mendoza
dice tengo mansas y todo lo demás se anda hoy
día alzado, como dicho tengo de que me sustento yo y mis hijos como de cosa mía propia”.
Al parecer, se decía por los demandantes,
que les pertenecía el dicho ganado, “por haber
comprado el ganado vacuno de Cáceres503 y Antonio de Maya, y otros ganados, e que por esta
causa, le pertenece, y por estar en términos de
las estancias que dice que compró, y el dicho
ganado ser en mucha más cantidad de la que yo
tengo, lo cual niego porque público y notorio es
en esta Villa que el ganado que así dicen compró de Cáceres, era de Bartolomé Garrido, difunto, y al tiempo que era suyo, el dicho Bartolomé Garrido estaba el dicho ganado que así tenía manso, y lo sacó todo y lo llevó a la estancia
que dicen de La Albarrada,504 sin dejar ninguna
cabeza, y se le mandó sacar por mandado del licenciado Lebrón, visitador que fue desta Provincia por Su Majestad, por estar la estancia en
perjuicio de los indios de Tecocitlan, so graves
penas”.505 Así que tuvo que sacarlo, “teniéndolo
en los dichos Matorrales”—, como a otra estancia de ganado situada en la misma comarca: infra, regº 232.
503
Se trata de Gonzalo de Cáceres, como más adelante se
afirma.
504
La Albarrada aparece en tres ocasiones en este primer
tomo: regº 24, 176 y 251, siendo el último de ellos el más
ilustrativo. Ahí se dice que era propiedad de Pedro de Arévalo y estaba situada “a cuatro leguas de la Villa de Colima
junto al Camino Real que va de la dicha Villa al pueblo de
Tuspa, aguas vertientes del Volcán de Colima”, donde había un “sitio de molino”. Por la referencia que nuestro regº
da, las tierras y labor de La Albarrada estaban en las inmediaciones de Tecocitlan El Nuevo.
505
Hubo dos pueblos nombrados Tecocitlan: “el Viejo”, “a
dos leguas de la Villa [...] en vn llano, çerca de vna sierra”,
donde se cosechaba principalmente algodón; y otro, “el
Nuevo”, en las cercanías de Chiapa, “a cinco leguas de Colima [...] en vna halda de vna sierra”, ambos encomendados
a Jorge Carrillo: SV 687, al que sucedió su hijo Alonso Carrillo; éste, por cierto, tuvo algunos problemas con el corregidor de Escayamoca Juan de Iniesta en 1565, por razón
en El Albarrada a recaudo por las penas gravísimas que le fue puesta, de donde el dicho Diego
de Mendoza y el dicho Pedro de Arévalo lo han
sacado y aprovechádose dello sin contradicción
ninguna; y caso negado que alguno le quedase
en los ejidos desta Villa, lo cual niego, Martín
de Monjaraz y Juan de Arana y después Andrés
de Segura, como tutores que fueron de Gonzalo
de Cáceres, cuyo era el dicho ganado, lo mataron y se aprovecharon dello y en más cantidad
de lo que podía ser, por lo cual no tienen ningún
derecho”.
También es público y notorio en Colima, sigue alegando Catalina Gómez, que “para cien
cabezas de vacas que hubo de tener Antonio de
Maya, que era de su mujer, que metió Juan Bautista en los ejidos desta Villa, sacó para las minas de Guachinango506 más de trescientas vacas
y otras muchas para una estancia que tenía en
las minas de Guanajuato y otras partes, y si otro
ganado hubieron de él, lo compraron de las estancias de Miaguatlan,507 y no porque tengan
ningún derecho, a lo que está en los ejidos desta
Villa, ni menos lo tienen al ganado que hubieron
de Salvador Travieso508 y Hernando de Grijalba,
por ser como era poco, y siempre tuvo guarda y
ser el ganado manso, y el dicho Travieso desde
que lo hubo e compró, tuvo recaudo y siempre
lo herró, y así el dicho Pedro de Arévalo lo sacó
y se aprovechó dello, lo cual no he hecho yo ni
el dicho mi marido, y así anda el dicho mi ganado en los ejidos desta Villa, donde se han aprovechado otros muchos dellas, matándomelas y
de tierras: supra, regº 114. Véase también la Relación sumaria (1554): Lebrón (1979), 47.
506
Las minas de Guachinango se localizaban en la Nueva
Galicia.
507
El pueblo de Miaguatlan, encomienda de Alonso de
Arévalo y después de su hijo Pedro, se situaba a “siete leguas de Colima”, cuyos alrededores tenían “poco llano” y
“todo lo más son sierras y montes”, era el corazón de una
amplia comarca cuyos linderos confinaban con Xilotlan,
Apapatlan, Tuxpan y la Villa de Colima, según la SV 371.
Esta comarca tomó el nombre de Pueblos de Arévalo, donde tanto Alonso y Pedro de Arévalo tuvieron estancias de
ganado —estancias de Miaguatlan—, como también Alonso
de Ávalos: cf. regº 66, 76, 216 y 258.
508
A Travieso lo hallamos también en los regº 48 y 231.
213
José Miguel Romero de Solís
sacándomelas sin pagármelas, todo lo cual pienso pedir a su tiempo y lugar”.
Concluye la viuda de Trejo diciendo: “Por
las cuales razones y por cada una dellas, V.m.
me debe amparar en los dichos mis ganados y
declarar pertenecerme a mí y a los dichos mis
hijos, pues son míos y de los dichos mis hijos, y
yo no tener otros bienes con que alimentarlos si
no es con los dichos ganados, y en todo poner
perpetuo silencio al dicho Diego de Mendoza y
Pedro de Arévalo, pues es pedido lo que piden
con malicia y yo ser una probe viuda”.509
Pasó ante el escribano Juan Vázquez.
Caja A–5, exp. 15, 6 ff.
177. 1568. Abril, 5.
Proceso criminal promovido por Juan Pablo,
indio de Malacatlan, contra Domingo Hernández, indio de Sayula, sobre que le hurtó un caballo.
Ante el alcalde mayor de la Villa de Colima y su
Provincia, licenciado Juan de Hoyos, pareció
Juan Pablo, indio de Malacatlan, y mediante
Juan Adán, intérprete de este Juzgado, dijo que
tres días hacía que un tal Domingo Hernández,
indio de Sayula, le hurtó de su casa un caballo.
Agrega el denunciante que Domingo “está
preso en Macitlan [sic],510 de la Provincia de
Amula, y pide al alcalde mayor le reciba información y, vista ésta, mande dar su carta de justicia para que le prendan y sea castigado conforme a justicia.
509
Llama la atención la forma en que está redactado el alegato, ya que es petición dirigida al propio Diego de Mendoza, alcalde de la Santa Hermandad, a quien se acusa empero de abusar de sus bienes y los de sus hijos. Por otra
parte, la petición inicial que abría el juicio, era firmada entre otros por Pedro de Arévalo, quien lo hacía en su nombre
y en el Catalina Gómez, que ahora por el contrario denuncia a Arévalo y dice, entre otras cosas, que ha recibido un
mandamiento a solicitud de éste. Por todo ello, no deja de
ser confuso el expediente y nos sugiere que buena parte del
mismo se ha extraviado o perdido definitivamente.
510
Mazatlan, en los linderos de las provincias de Amula y
Colima: Romero de Solís, Relaciones de la Provincia de
Amula (1993), 14.
El licenciado Hoyos mandó que diera información y luego proveerá en el caso.
El querellante presentó por testigos a Francisco Capón, indio de Malacatlan, a quien se
tomó juramento. Declaró que “tres días ha, estando este testigo en su pueblo, vio que estaba
junto al río del dicho pueblo un caballo rucio del
dicho querellante, y vio que lo tomó y llevó de
allí un indio de Sayula llamado Domingo en
presencia deste testigo, e que esto sabe y no otra
cosa”. El testigo dijo tener 50 años de edad y
que no tenía interés alguno en este asunto, pero
que sí era pariente de Juan Pablo.
Juan Pablo, luego, presentó por testigo a Antón Gaspar, alguacil del pueblo de Malacatlan,
de quien el alcalde mayor tomó juramento. El
testigo declaró que, hará tres días, tenía en su
casa por huésped a Domingo, indio de Sayula, y
que aquella noche un muchacho de su casa fue y
le dijo que se iba el tal Domingo y “llevaba un
caballo rucio, y como faltó por la mañana el dicho caballo, entendieron todos que lo había llevado el dicho Domingo, e que esta es la verdad
y lo que sabe”. Antón Gaspar dijo tener 20 años
de edad y no le tocaban las generales.
El alcalde dio su carta de justicia el 6 de
abril: “Muy magníficos señores corregidores y
alcaldes mayores e ordinarios y otras cualesquier Justicias de Su Majestad, a quien Dios
Nuestro Señor guarde de mal. Yo el licenciado
Juan de Hoyos, alcalde mayor por Su Majestad
en esta Villa y Provincia de Colima, me encomiendo en vuestras mercedes y les hago saber
que ante mí pareció Juan Pablo, indio del pueblo
de Malacatlan, e mediante Juan Adán, intérprete
de mi Juzgado, se querelló de un Domingo, indio de Sayula, diciendo que le hurtó un caballo,
e yo le mandé dar información, que su tenor de
la dicha querella e información uno en pos de
otro, es lo que sigue”.
Sigue el traslado de los autos. Y concluye:
“Mandé dar la presente por la cual, de parte de
Su Majestad, les requiero y de la mía ruego y
pido por mí de que si ante vuesas mercedes pareciere el dicho Juan Pablo, indio, o otra persona
con su poder o sin él, manden prender y prendan
el cuerpo al dicho Domingo, indio, y preso y a
214
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
buen recaudo con los bienes que tuviere, me lo
envíen a esta Villa de Colima, que a las personas
que le trujeren yo les mandaré pagar su trabajo”.
El 8 de abril ya estaba preso Domingo, y el
alcalde mayor le tomó confesión. Dijo apellidarse Hernández, tener 25 años de edad y ser natural de Atoyaque, aunque vive en Sayula. Se le
preguntó si conocía a Juan Pablo, indio de Malacatlan, y “si es verdad que el sábado pasado”
estando en casa de Juan Pablo en el pueblo de
Malacatlan, “se levantó e salió en la noche, y le
tomó y hurtó un caballo rucio”. Responde que
conoce a Juan Pablo y que es cierto que posó en
su casa y se llevó el caballo sabiendo que era de
Juan Pablo, porque así se lo habían dicho, y lo
llevó hurtado a Comala. Era el mismo caballo
que llevaba cuando le prendieron.
A petición del acusado,511 el alcalde mayor le
nombró por curador a Juan de Guriezo, vecino
de Colima, quien hizo el juramento de rigor.
Luego se presentó Juan Pablo, y a través del
intérprete Juan Adán, ante el alcalde mayor y el
escribano Juan Vázquez, otorgó poder a Diego
López de Ayala. Fueron testigos de ello, Pedro
de Bobadilla y Juan de Guriezo, vecinos de la
Villa.
Al día siguiente, y en virtud de este poder,
Diego López de Ayala pedía al alcalde “mande
condenar y condene al dicho Domingo Hernández en las mayores y más graves penas que en
derecho, leyes y premáticas [sic]512 destos Reynos contra los tales están constituidas y ordenadas”. El alcalde dispuso se diera traslado de esta
petición a Juan de Guriezo, defensor del acusado.
El 10 de abril, Guriezo respondía: “atento a
su confisión y la información que contra él está
dada, digo que atento a que es probe y padece
necesidad y no tengo que alegar, atento a que está declarado haberlo hurtado y traído contra la
voluntad de su dueño”. Por tanto sólo pedía que
el alcalde diera su sentencia.
511
“De pedimiento del dicho Diego Hernández, indio”. A
lo largo del proceso se le ha llamado Domingo.
512
Por “pragmáticas”.
Así se lo comunicó el escribano a López de
Ayala, ante Pedro de Bobadilla y Andrés García,
regidores, y testigos del auto.
El alcalde mayor, por último, hizo comparecer ante sí a Domingo Hernández, indio preso, y
mediante el intérprete le hizo saber que “si quiere pedir otra cosa e hacer en este negocio otra
diligencia e pedir su justicia, lo haga e pida, no
embargante que sea pobre”.
Domingo y Guriezo pidieron sentencia.
Caja A–5, exp. 16, 7 ff.
178. S/f.
Carta cuenta de lo que debe el alcalde Juan
Fernández al alcalde mayor.
“Lo que debe el señor Juan Fernández, alcalde,
de la obligación del señor alcalde mayor, es lo
siguiente: doce varas y cuartilla de manteles
adamascados a dos pesos. Dos varas de damasco
amarillo a tres pesos. Seis varas de ruán crudo a
4 tomines”.
Suma el total de la cuenta 34 pesos y 2 tomines. Firma Baltasar Moreno.513
Caja A–5, exp. 17, 1 f.
179. 1568. Febrero, 19.
Manuel de Nava, cura y vicario en esta Villa de
Colima y su provincia, contra Pablo Chapoli,
513
Dos observaciones en torno a este regº tan breve. De un
lado, la falta de fecha. Según otras referencias, en las que
aparece quien firma aquí, a saber, Baltasar Moreno, esta
deuda de Juan Fernández El Viejo a un alcalde mayor que
contra la ley se dedicaba al comercio —tal vez, don Alonso
Sánchez Figueroa—, debe remontarse a los últimos años de
la década de los sesenta. De otra parte, al calce, vienen
apuntes de una almoneda de tributos de pueblos de indios.
Entre otras cosas, se lee: “Rematóse cada manta a tres pesos cada manta e cada fanega de maíz a dos tomines e cada
gallina de Castilla a un cuartillo cada una”. Al parecer fue
Baltasar de Alcalá quien se lo adjudicó, siendo testigos
Juan de Guriezo, Tomás de Almodóvar y Garci Rodríguez.
Al reverso de esta cuenta, se refiere a los tributos del pueblo de Tepetitango, y dice: “Diez mantas, 26 hanegas de
maíz, a tres pesos manta e a dos tomines hanega de maíz”.
215
José Miguel Romero de Solís
porque tiene por oficio hacer muchas hechicerías.
“El muy magnífico y muy reverendo señor Manuel de Nava, cura y vicario en esta Villa de Colima e su provincia,514 por el muy ilustre y reverendísimo señor don Antonio Morales de Molina, obispo de la Santa Iglesia de Mechuacan, e
por ante mí Baltasar de Alcalá, notario para este
efecto nombrado e jurado en forma de derecho,
dijo que por cuanto a su noticia es venido que un
indio llamado Pablo, del pueblo de Ichcatlan,515
con poco temor de Dios Nuestro Señor y en gran
peligro de su ánima, usa y tiene por oficio de
munchos años a esta parte de hacer munchas
hechicerías, haciendo munchos conjuros, invocando al demonio y haciendo munchas supersticiones”, al mismo tiempo que enseña “a otros
munchos indios cómo han de llamar e invocar al
demonio, mostrando un libro donde tenía e tiene
los dichos conjuros e haciendo otras munchas
514
Este clérigo criollo fue registrado en 1575 como “hijo
de Antonio de Naua y de doña Joanna de la Quadra, sobrino del licenciado Gregorio López, de treynta y tres años, a
siete que sirue la ración, sin otros dos que auía sido capellan; sabe poca gramática, sirue bien su preuenda, a sido
distraido en juego y vestidos, avnque aora está emendado,
y dize que quiere estudiar”: Carta–relación del arzobispo
de México, D. Pedro de Moya y Contreras, remitiendo al
Rey Don Felipe II reservados informes personales del clero
de su diócesis (México, 24 de marzo, 1575): Cartas de Indias (1970), I, 200, doc. XXXVII. Era hermano del canónigo Pedro de Nava, éste nacido en Mérida: Ibid., 198; y de
doña Francisca de Nava que casó con el v° Jorge Carrillo:
Icaza (1969), I, nº 378.
515
La Suma de Visitas lo sitúa en el corregimiento de Quiçilapa y Çoquitlan [sic], con escasos “onze tributarios cassados” que estaban “poblados junto a las casas de Tecoçiapa” y daban “cada año dos mantas y veinte hanegas de maíz”: SV 483. Lebrón, al parecer, registra este pueblo como
Yxcatlan, en la Corona, enlistándolo entre Coquimatlan y
Almolonga: Lebrón (1979), 36 y 39. Otra fuente contemporánea a Lebrón, lo incluye en un corregimiento en el que
entraban los pueblos de “Quesalapa, Coquimatlan, Ixcatlan,
Caxitlan y Cuzcatlan”, todos ellos “en la provincia de Colima”: El Libro de las Tasaciones (1952), 299. Todavía en
1568 —un año antes en que sucedieron los sucesos aquí relatados— andaba en corregimiento junto con Coquimatlan y
Quizilapa, siendo a la sazón corregidor de estos pueblos el
vecino de Colima Juan Ramírez de Alarcón: supra, regº
157.
supersticiones, todas en deservicio de Dios
Nuestro Señor. E porque su merced quiere saber
e informarse de lo que es porque no quede sin
castigo, tomó de oficio la información de testigos siguiente por lengua de Mateo de Berlanga,
intérprete para este efecto nombrado e jurado en
forma de derecho”.
Manuel de Nava mandó comparecer a Martín
Ximénez, indio natural del pueblo de Mazatlan,
que es en la provincia de Amula. Declaró bajo
juramento que hacía “tres años poco más o menos, que este testigo tenía un libro de conjuros
que le había dado un indio Bartolomé que es ya
muerto, e que teniendo noticia del dicho Pablo
le fue a hablar y le dijo le mostrase cómo había
de hacer aquellos conjuros, e el dicho Pablo le
dijo: «Vé cada mañana a bañarte al río de Comala en nombre de Lucifer, y has de ir diciendo
estas palabras: Diablo, tú que a nuestros antepasados oías e ayudabas cuando te llamaban; y has
de ayunar cuatro días, los tres por tres demonios
que se llaman Xuchimatl y Xuchicuahuitl y
Xilsutlitecutli,516 y el otro día por el propio río, y
que luego se le aparecería el demonio en flor,
red, o piedra o niño, y allí se le ofrecería por suyo517 y le daría una señal para que por ella pudiese usar de encantamientos haciendo el mal
que quisiese, y curando y sacando de los cuerpos las enfermedades en figura de piedra, huevo,
paja». Y que este testigo hizo la yspiriensia
[sic]518 de bañarse y no pudo ayunar los cuatro
días porque tuvo muncha hambre. Y se fue al
dicho Pablo y se lo dijo cómo no había nada de
lo que le había dicho, y que el dicho Pablo le
respondió que, porque no había podido ayunar
los cuatro días, no lo había visto, que tomase en
516
Otra lectura es: “los tres por tus demonios que se llaman
Xuchimatlatl, Xuchixuacotl e Piltzintecutli”: Sevilla del
Río (1974), 91. Para la identificación de estas divinidades
y, en general, sobre todo el proceso: Romero de Solís, Cirujano, hechicero y sangrador... (1992), 15-23.
517
“Se le aparecería el demonio en forma de flor o red o
piedra o niño, y allí se le ofreciese por suyo”: Sevilla del
Río (1974), 91.
518
Por “experiencia”.
216
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
la boca un poco de piciete519 e lo podría ver. E
ansí este testigo lo tomó y se le revolvió el estómago y lo dejó, que no curó más dello, mas de
que lo dijo todo lo que había pasado a dos indios
del pueblo de Comala que se llaman Dionisio y
Jácome, y les contó lo que le había acontecido
con el dicho Pablo, los cuales le dijeron que
ellos lo habían también hecho e no habían visto
nada, y que era un bellaco burlador. Y que después de algunos días, le dijo el dicho Pablo a este testigo que se lo pagase, que él le mostraría
los dichos conjuros y encantamientos de veras, y
le enseñaría cómo podría alcanzar todas las mujeres que quisiese y todo lo demás que desease
por virtud del diablo, porque él usaba del dicho
oficio y andaba curando y sacando piedras e palos e pajas de los enfermos y haciendo otras
munchas cirimonias e conjuros en nombre del
diablo, e que de aqueste oficio vive y se sustenta
muncho tiempo ha, porque se lo pagan muy bien
y ansí estaba rico. Y que este testigo le mostró el
libro que tenía de conjuros al dicho Pablo, el cual le dijo a este testigo que era muy bueno y que
no acertaba a lehello [sic]520 e por eso se lo mostró al dicho Pablo,521 y que las palabras que el
libro tenía heran las principales, y decían ansí:
«Poderoso Lucifer, tú y todos tus consortes
principales del infierno, yo tu siervo, por virtud
destas sirimonias [sic]522 y cantos que hago en
este río, pues soy tuyo e te me ofreciste, ruego
me des venganza para contra los que me han
ofendido e des salud a este enfermo porque me
lo paga, y en esto quiero ver si soy tuyo». Y
otras muchas cosas que en el libro había que no
se acuerda y que este testigo dio el dicho libro al
Canónigo Juan de Velasco, vicario que fue desta
Villa cuando le penitenció por este negocio, y
que quiriendo [sic]523 el dicho Canónigo proceder contra el dicho Pablo, nunca jamás le pudo
hallar, porque se escondía siempre”.
519
Picietl, “nombre vulgar del tabaco ordinario que usa la
gente del campo, planta solanácea (Nicotina rustica)”: Cabrera (1984), 109.
520
Por “leerlo”.
521
Tachado en el texto.
522
Por “ceremonias”.
523
Por “queriendo”.
“Preguntado diga si sabe que el dicho Pablo
por virtud del demonio haya hecho algún mal e
daño a alguna persona hombre o mujer, o le
haya él visto hacer algún conjuro para hacer alguna cosa, o si sabe que haya mostrado el dicho
oficio e cirimonias a algunas otras personas, dijo
que podrá haber un año que estaba malo en el
pueblo de Comala un Pedro Ximón, cuñado deste testigo, e que vino a vello el dicho Pablo e le
dijo que él le quería sanar, y ansí tomó unas
yerbas que traía consigo y las mascó en la boca,
y con la saliva y las dichas yerbas le untó el
vientre e pecho al dicho Pedro. Acabadas de poner se empezó el dicho Pedro a desmayar y luego murió. Y tiene este testigo por cierto que el
dicho Pablo le mató porque estaban enojados los
dos, sobre que el dicho Pablo quería amancebarse con una hermana del dicho Pedro, y el dicho
Pedro no quería, y por esto le quería mal. Y que
luego que lo supo don Alonso, gobernador del
dicho pueblo, quiso prender al dicho Pablo, y el
dicho Pablo se fue huyendo al pueblo de Ichcatlan, donde ha estado hasta agora, y que lo demás no lo sabe, mas de lo que es dicho, y es la
verdad so cargo del juramento que fecho tiene,
en lo cual se afirmó e ratificó siendo leído e daba a entender por el dicho intérprete y dijo que
no le tocan ninguna de las generales y que es de
edad de más de veinte e cinco años y firmólo de
su nombre, y el dicho vicario e intérprete”.
El 20 de febrero, el vicario Manuel de Nava
dispuso que compareciera ante sí Dionisio Flores, indio natural del pueblo de Comala, a quien
se le tomó juramento en forma de derecho y fue
interrogado mediante el mismo intérprete, Mateo de Berlanga.
Dionisio Flores declaró que “ha más de quince años que conoce al dicho Pablo contenido en
esta causa, y que de todo este dicho tiempo le
conoce y ha visto que usa de curar enfermos, y
que ha oído decir a algunas personas, indios e
indias, de cuyos nombres no se acuerda, que el
dicho Pablo, cuando cura los dichos enfermos,
los chupa en brazos e piernas e en otras partes
del cuerpo, y les hace entender [que] les saca
piedras e pajas e palos, y les dice: Véis aquí los
hechizos que teníades en el cuerpo. Preguntado
217
José Miguel Romero de Solís
diga si sabe que el dicho Pablo use de hechizos
y encantamientos, e que por virtud dellos, invocando al demonio, haga las dichas curas e cure a
los dichos enfermos, haciendo entender a todos
que sabe y entiende las cosas por venir y le ha
dicho a este testigo que se lo quiere mostrar, e
que después que lo sepa, estará rico y alcanzará
todo lo que quisiere, ansí mujeres como dineros,
cacao, mantas e otras cosas, dijo que no lo sabe,
mas de lo que es dicho y es verdad so cargo del
juramento que fecho tiene, en lo cual se afirmó e
ratificó”. El testigo declaró tener 20 años de
edad, que no le tocaban las generales y firmó de
su nombre.
Como tercer testigo fue llamado a declarar
Jácome, indio natural del pueblo de Comala.
“Dijo que conoce al dicho Pablo y que sabe que
cura indios enfermos, y que ha oído decir a personas de cuyos los enfermos, les chupa algunas
partes de su cuerpo e les hace entender [que] les
saca piedras e pajas del cuerpo, diciendo que están enhechizados, y que esto lo sabe e no otra
cosa y es verdad so cargo del juramento que fecho tiene”. Jácome dijo tener 20 años de edad y
que no le tocaba ninguna de las generales. “No
lo firmó porque dijo que no sabe escribir”.
El 21 de febrero dio el vicario Nava mandamiento para que se prendiera a Pablo y fuera
puesto a buen recaudo. Como ya estaba preso, se
ordenó traer de la prisión al detenido “para le
tomar su confisión”. Fuele tomado el juramento
en forma de derecho, “so cargo del cual prometió decir verdad de lo que le fuere preguntado, e
siendo preguntado mediante el dicho intérprete
acerca de lo susodicho, le fueron fechas las preguntas siguientes. Fuele preguntado cómo se
llama y de donde es natural, e qué oficio e trato
tiene, y la edad que ha. Dijo que se llama Pablo
Chapoli, y que es natural del pueblo de Comalan, e que tiene por oficio curar los enfermos e
soballos, y que es de edad de más de cincuenta
años”.
“Fuele preguntado diga e declare si conoce a
Martín Ximénez, e de qué tiempo a esta parte, e
a Dionisio Flores e a Jacobo, indios.524 Dijo que
los conoce de trece años y más a esta parte, porque son naturales del dicho pueblo de Comala,
[de] donde este confesante es también natural”.
“Fuele preguntado diga e declare si es verdad
que yéndole a preguntar el dicho Martín Ximénez cómo haría ciertos conjuros en nombre del
demonio conforme a un libro que tenía, el cual
le mostró, este confesante le dijo y dio la industria e manera como lo había de hacer, diciéndole
se bañase en un río y ayunase cuatro días [...]525
por un demonio, que se llamaban Xuchimatlatl,
e Xuchicuahuitl, y el otro Xiltzintecotl, y otro día
por el dicho río, y que luego vería al dicho demonio en figura de piedra o palo o flor o niño, y
allí se le ofreciese; y el dicho demonio haría lo
que le rogase y le daría una señal”. A lo cual,
respondió Pablo Chapoli: que era verdad lo que
se le preguntaba, “porque este confesante se lo
mostró todo al dicho Martín Ximénez, porque
era su amigo y ansí le dijo se bañase y hiciese
las demás sirimonias porque sus antepasados lo
hacían de aquella manera cuando querían hablar
con el demonio o velle [sic].526 Y este confesante
como lo vía hacer, lo deprendió, pero que no se
lo dijo al dicho Martín para que lo hiciese”.
“Preguntado, diga e declare cuántas veces lo
ha hecho y para qué efecto y en qué lugares y si
lo ha mostrado a otros indios, dijo que cuanto
era muchacho, antes que se tornase cristiano e le
bautizasen, lo hizo algunas veces, pero que después que es cristiano y se casó no ha usado ni ha
hecho tales serimonias ni conjuros, e que no lo
ha dicho a otra persona, mas de al dicho Martín,
e que cuando se lo dijo a el dicho Martín, estaban borrachos”.
“Fuele preguntado si es verdad que cuando
chupa los enfermos les hace entender les saca
piedras e pajas del cuerpo, diciéndoles que aque524
Se trata del mismo Jácome, ya mencionado en varias
ocasiones.
525
Laguna en el texto. Probablemente la lectura sea: “y
ayunase cuatro días, cada uno por un demonio”.
526
Por “verle”. Sevilla del Río (1974), 92-93, agrega algunas palabras que no vienen en el texto; dice así: “este confesante mostró a Martín Ximénez su habilidad para hacer
ciertas cirimonias, porque es su amigo”.
218
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
llos son los hechizos que tenían dentro, con lo
cual los engaña para que le tengan por buen
maestro de curar, dijo que podrá haber quince
años que lo hacía, pero que a la sazón que lo hacía vino el Provisor de Mechoacan a visitar esta
Provincia e le mandó no lo hiciese, e ansí no lo
ha hecho más desde entonces”.
“Fuele preguntado diga y declare qué yerbas
o patle527 le puso a un indio Pedro Ximón estando enfermo, diciéndole le quería curar y le sanaría, y acabadas de ponérselas en el pecho y estómago, se murió, y este confesante de miedo
porque le quería prender el gobernador del pueblo de Comala, se huyó y se fue al pueblo de Iscatlan, donde ha estado hasta agora, lo cual hizo
por abarraganarse con una hermana del dicho
Pedro Ximón, e porque el Pedro no quería, le
puso aquellas yerbas para matallo. Dijo que es
verdad que [fue] a ver al dicho Pedro Ximón,
porque estaba lleno de lepra todo el cuerpo, y
que como le vido, dio las yerbas para que, majadas,528 le untasen con ellas, e que el mismo enfermo se las puso, que él no se las puso, y que
era una yerba que se llama chachatle,529 y que
no le mató ni tenía con él enemistad ninguna, sino que como le vido tan malo e que tenía ya gusanos en todas las llagas, le dio aquellas yerbas
por amor de Dios para que se curase con ellas; e
que no murió aquel día que se las puso, sino otro
día después.
“Fuele preguntado diga qué indios sabe que
sepan y usen destas hechicerías y encantamentos
e invoquen al demonio. [Dijo] que no lo sabe”.
Pablo Chapoli no firmó, porque “no sabía escribir”.
El 22 de febrero, el muy reverendo Sr. Manuel de Nava, cura y vicario de la Villa de Colima, vista esta información y confesión y “la
culpa que resulta contra el dicho Pablo”, por
cuanto “declara haber dicho al dicho Martín y
enseñado las dichas cerimonias para hablar con
527
Así leemos con Sevilla del Río (1974), 93. Patle: “medicina o yerba medicinal”: Cabrera (1984), 106; pero bien
podría leerse xatle (o xaxtle, “los asientos del pulque, las
heces”: Ibid., 153.
528
Sevilla del Río (1974), 93, lee “mascadas”.
529
Ibid., 93, lee “tzatzatle”.
el demonio, y haciendo en este caso justicia bien
y sumariamente, dijo que condenaba e condenó
al dicho Pablo que sirva dos meses en la iglesia
deste pueblo e Villa de Colima por penitenciario
della, e le mandaba e mandó no cure de hoy más
a ningún indio ni le chupe, como ha tenido de
costumbre hacer, ni use más del dicho oficio, so
pena que por la primera vez le serán dados cien
azotes530 e será trasquilado, y sirva un año en la
dicha iglesia; e la segunda, desterrado desta
Provincia. E otrosí le condenó en las costas deste proceso, e ansí lo mandó e lo firmó”.
Luego, el notario Baltasar de Alcalá notificó
la sentencia a Pablo Chapoli mediante Mateo de
Berlanga, intérprete; el sentenciado respondió
que “la consentía, siendo testigos Alonso Carrillo, e Andrés de Segura, e Jirónimo de Velasco,
vecinos desta Villa”.
Caja A–6, exp. 1, 4 ff.
180. 1568. Mayo, 4.
Juan Ramírez de Escobar reclama a Cristóbal
de Silva el pago del flete de unas mercancías.
Ante el alcalde mayor licenciado Juan de Hoyos,
siendo escribano Juan Vázquez, se presentó
Juan Ramírez de Escobar y dijo que que él había
traído “de México a esta Villa de Colima” todo
lo que consta por una memoria de la que hizo
presentación, y ello se lo había entregado el
mercader Alonso de la Puerta para Cristóbal de
Silva, vecino de Colima. Sin embargo, a petición de Alonso de Ballesteros, vecino de México, se había hecho ejecución en esas mercaderías. Pide se le pague el flete a 13 pesos la arroba.
El alcalde mayor mandó que Silva prestase
declaración. Cristóbal de Silva juró haber recibido “las dichas cartas e memoria de las dichas
mercaderías”.
La petición de Ramírez de Escobar decía:
“Yo truje cierta ropa que me dio Alonso de la
Puerta para que la trujese a esta Villa y la entregase a Cristóbal de Silva, persona que tenía su
poder y hacía sus negocios y cobraba sus deu530
219
Ibid., 93. lee “doscientos azotes”.
José Miguel Romero de Solís
das; y a pedimiento de Alonso Ballesteros se
hizo ejecución en ellas, y V.m. me la mandó entregar por peso e inventario a Juan Fernández
Ladrillero, en presencia de V.m. y el escribano
de la causa, como parece por el dicho inventario.
Y por la memoria que truje de las dichas mercaderías, que V.m. le mandó entregar al dicho Silva, en la cual declara me han de pagar a trece
pesos carga de diez arrobas. Por tanto, a V.m.
pido y suplico mande, atento la declaración del
dicho Silva, me pagar luego los dichos fletes
como parece por memoria”. Y agregaba: “si
luego no pagare, se manden vender la parte que
dellos bastare”.
Por su parte, Cristóbal de Silva, “estante en
esta Villa”, respondiendo a la petición de Ramírez de Escobar, en que reclama “cierta cantidad
de pesos de oro que dice pertenecelle por cierta
ropa que en la Ciudad de México le dio Alonso
de la Puerta para que me trujese a esta Villa”,
según “una memoria que juntamente con la dicha ropa, y cartas del dicho Alonso de la Puerta,
me trujo, la cual dicha ropa el dicho Juan Ramírez no me ha dado ni entregado como es obligado”. Agrega que si le hace entrega de toda la
mercancía “libre y desembarazada”, que está
“presto de le pagar los fletes que por ella hubiere de haber”, pero en el caso de que “la dicha
ropa o parte della se perdiere, que no sea a mi
cuenta y cargo, pues como dicho tengo no se me
ha entregado, sino que antes protesto de cobrar
del dicho Juan Ramírez todos los daños, intereses y menoscabos que en la dicha ropa hubiere
por causa de no me dar y entregar la dicha ropa
como es obligado”. Cristóbal de Silva, en consecuencia, solicitaba al alcalde mayor que mandara a Juan Ramírez de Escobar a “que me dé y
entregue la dicha ropa como mía que es libre y
desembarazada, tal y tan buena como en la Ciudad de México se le entregó”, porque dándosela,
estaba presto a pagarle los fletes.
El 5 de mayo, Juan Ramírez de Escobar, en
el pleito de ejecución que llevaba por cuenta de
Alonso de Ballesteros, pedía que convenía al derecho de su parte, que “Cristóbal de Silva exhiba
los libros en que asienta las mercaderías que recibe de los bienes que Alonso de la Puerta le en-
vía de México a el dicho Cristóbal de Silva concinadas y concina [sic],531 como las que trujo el
susodicho de México cuando vino a esta Villa, y
la carta de compañía que hizo y otorgaron entre
él y el dicho Alonso de la Puerta para que más
claro conste de los bienes que están en poder del
dicho Cristóbal de Silva y la parte que hereda en
las ganancias de las dichas mercaderías. Y hasta
en tanto que esto exhibe, V.m. no determine en
el caso”.
Al día siguiente, reclamaba Juan Ramírez de
Escobar ante el alcalde mayor que Cristóbal de
Silva le devolviera “la memoria que V.m. le entregó de las mercaderías que Alonso de la Puerta
me entregó, firmada de su nombre, porque conviene a mi derecho se ponga en el proceso, porque della conste yo haber entregado por la ejecución que en la dicha ropa se hizo, cabal, conforme al depósito que se hizo en Juan Fernández
Ladrillero, y no ser a mi cargo cosa ninguna de
pagar, porque podría ser hacer otra memoria y
añadir más cantidad en ella por me hacer mal”.
Pide también al alcalde “sea servido mande me
pagar de la ropa que truje”, ya que Cristóbal de
Silva dice que no pagará hasta tanto se le haga
entrega de toda la mercancía libre y desembarazada, lo que de él no depende por cuanto está en
depósito. Mientras tanto, “cada día hago dos pesos de costa con mi recua y criados, y sería hacerme mala obra detenerme en esta Villa tanto
tiempo”.
El alcalde ordenó, pues, a Cristóbal de Silva
que devolviera la memoria y diera fianza como
estaba proveído, “donde no, que su merced dará
orden que se paguen los dichos fletes sumaria y
brevemente”. Se anexa la
Memoria de las mercaderías que Alonso de la Puerta
envía al señor Cristóbal de Silva,
por la compañía que con él tiene,
lo cual lleva Julián de Frías e Juan López:
“Primeramente dos pipas de vino de Cazalla,
que me costó de Diego López El Cojo a 70 pe531
Por “consignadas y consigna”. El verbo “concinar” no
se registra en el Léxico hispanoamericano del siglo XVI
aunque sí “consinar”: Boyd–Bowman (1971), 216-217.
220
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
sos de minas pipa, que sale a 5 pesos el arroba,
que son cuarenta e seis arrobas, y van en trece
barriles que hacen a más de tres arrobas e media
de vino, e van repartidas todas las dichas 46
arrobas en los dichos trece barriles, que montó
231 pesos, 4 tomines, 10 granos.
“Por los trece barriles en que va el vino que
son grandes, los pague en reales a 4 pesos, 4 tomines, 4 granos. Por diez docenas de herraje caballar muy bueno e grande con su clavo hechizo
a 3 pesos docena. Por cinco arrobas de confitura,
las dos arrobas de pepita, e dos arrobas de diacitrón532 e berenjena, e una arroba de almendra,
que costó de barata a cinco pesos arroba. No falta un sólo confite de cinco arrobas. Por una caja
e una manta en que va, 3 pesos. Iten un paño
pardo vellorí de la tierra, bueno, que tiene XXX
varas, que costó a 2 pesos vara. Iten un paño color de rey de la tierra, que tiene 20 varas, es muy
bueno; costó a 2 pesos vara. Iten VI frazadas
cardadas de negro, costó cada una de barata a un
peso. Iten seis docenas [?] de cuchillos carniceros muy estremados de buenos” [...].
“Por dos docenas de gorras de Milán muy finas e buenas, van en cuatro papeles; costó cada
docena a 12 pesos, que sale cada gorra a un peso. Iten tres libras de hilo portugués en 6 papeles
de madejas largas a VI tomines onza.533
“Iten 3 libras e media de hilera de 30 dineros
[?], buena, a un peso 4 tomines libra. Iten 3 libras de hilo de Flandes, negro, bueno e delgado
a VI tomines libra. Por lo que suma la plana de
atrás 530 pesos, 4 tomines. Iten una libra seis
onzas e media de hilo almacigado [sic]534 de
monjas para guarniciones de camisa, que vale a
dos pesos onza e lo pongo a un peso, 2 tomines.
Iten nueve papeles de alfileres a 3 tomines. Iten
doce paños de rostro con sus franjas blancas, a
un peso, 4 tomines cada uno. Por cuatro fruteros
de ruán de cofre con sus rosas, costaron a 2 pesos, 2 tomines. Por una resma de pelo de pere532
Acitrón: cidra confitada, chilacayote. “Diacitrón” es registrado por Boyd–Bowman (1971), 313.
533
El total del hilo portugués suma 36 pesos.
534
Como adjetivo no es registrado por Boyd–Bowman
(1971), 47.
grino, en 3 pesos. Por 4 gazmeles [?]535 de cuero, a 2 pesos. Por 16 docenas de botones de
atauxía536 a 4 tomines docena, son 10 pesos. Por
4 bacenillas [sic]537 de azófar a un peso, 4 tomines. Por 4 escobetas doradas, a peso cada una.
Por dos libras de estoraque e menjuy,538 a V pesos libra. Por dos camisas de mujer hechizas en
13 pesos. Por una caxetilla de arillos de azabache, [2 pesos]. Por una petaca en que van escobillas, un peso, un tomín. Iten va en la caxa de la
confitura un herrero539 e un sayo de color de rey,
con sus pasamanos, que costó todo eso 24 pesos,
el cual va por mi cuenta para que me envíe lo
que se vendiere. Por 20 varas de esguián que va
en dos pedazos, que es muy bueno, a 4 tomines,
6 granos vara [11 pesos, 4 tomines]. Por una
partesana540 muy buena con su asta e su flocadura de terciopelo e seda, en 14 pesos, que ansí las
he vendido de contado”.541
“Monta lo de atrás DCCV pesos, VII tomines.
Que dí a Juan Ramírez El Mozo,542 que lleva estas cargas, X pesos para el camino que han de
descontar del flete. Esta ropa había de llevar
Juan López, e cayó malo de un incordio.543 Llévala el portador que es Juan Ramírez El Mozo.
Ha le de pagar a trece pesos carga, y quítele diez
535
Así parece decir, pero no alcanzamos a discernir su significado.
536
Ataujías: obra de taracea de metales y esmaltes. El vocablo es recogido por Boyd–Bowman (1971), 93.
537
Por “bacinillas” de latón.
538
Tanto el estoraque como el benjuí eran bálsamos muy
aromáticos.
539
Apócope de “herreruelo” o “ferreruelo”, una especie de
capa corta sin esclavina.
540
Era la partesana un arma ofensiva a modo de alabarda.
541
Viene una partida más, de la que al margen se dice “no
pasó esta partida, porque lo llevó Juan Ramírez El Mozo”,
cuyo tenor es el siguiente: “iten CIIII pesos que pagué a Julián de Frías [y] a Juan López, por ocho caballos en que va
esta ropa a 13 pesos cada caballo, que no puede me las llevase, menos los 300 pesos en reales e los 74 pesos en ropa
que no me quiso llevar la ropa sino que le pasase los fletes
e para V.m. ha sido mejor por no tener que andar a buscar
dineros”.
542
Es el mismo Juan Ramírez de Escobar que reclama el
pago del flete.
543
Incordio o bubón se nombraba un tumor purulento y voluminoso. El vocablo, empero, no aparece en Boyd–
Bowman (1971).
221
José Miguel Romero de Solís
pesos que le dí para el camino, que pongo en la
cuenta. [Rúbrica] Alonso de la Puerta”.
El 8 de mayo, Juan Ramírez de Escobar insistía de nuevo ante el alcalde mayor; decía entre otras cosas que “por dos apercibimientos,
V.m. le ha mandado [a Cristóbal de Silva] pague los dichos fletes, y no ha querido; antes responde palabras frívolas y sin fundamento, de
donde se colige hazello de malicia. Por tanto, a
V.m. pido y suplico, atento que yo truje las dichas cargas y por ejecución en ellas hechas yo
no pude entregárselas, mande se vendan de las
dichas mercaderías la parte que bastare a me pagar ciento y siete pesos y tomines que se me restan debiendo, como parece por la memoria que
está presentada”.
El alcalde dispuso notificar a Cristóbal de
Silva que pagara los dichos fletes. Sin embargo,
el 10 de mayo, aún no pagaba Silva su adeudo,
por lo que Ramírez de Escobar insistía nuevamente ante el alcalde mayor, alegando que
mientras el susodicho “responde muchas cosas
sin fundamento”, él que había entregado “toda la
ropa cabal, según y de la manera que la recibí en
México del dicho Alonso de la Puerta, y hago
munchas costas que ya son más que los fletes”.
El licenciado Juan de Hoyos, entonces, mandó proceder a la venta de aquellas mercaderías
“que bastaren para pagar al dicho Juan Ramírez
de Escobar sus fletes”.
El 13 de mayo, por voz de Juan, negro, pregonero, se trajeron en pregón “hasta en cantidad
de ciento e diez pesos” los bienes embargados a
Alonso de la Puerta por ejecución de Alonso Ballesteros, para el pago “de los fletes del que lo
trujo”. Presentóse Gómez de Hoyos, “residente
en esta Villa, e puso el dicho vino a siete pesos
el arroba, hasta en aquella cantidad”, no apareciendo mejor postor, “e se quedó así, siendo testigos el señor Juan Fernández El Viejo, alcalde,
e Jerónimo Serrano, e Francisco de Frías, vecinos de la Villa”.
El 17 de mayo, pregonándose por segunda
vez, “Juan Ramírez de Alarcón pujó dos veces e
puso el dicho vino a siete pesos e dos tomines el
arroba hasta la dicha cantidad”, sin comparecer
nadie que más diese por ello. El alcalde mayor,
entonces, mandó que “el pregonero pregonase
que hoy ha de quedar el dicho remate hecho”, en
la persona que ofreciere más dinero. Fueron testigos Francisco de Frías y Juan Muñoz.
Al día siguiente, “en la tarde, se trujo en la
dicha almoneda, presente el dicho señor alcalde
mayor, por voz del dicho pregonero”. El vecino
Diego de Aguilar del Castillo ofreció el vino
hasta la cantidad requerida para pagar los fletes
de Ramírez de Escobar, a 8 pesos, “e se le remató por no haber persona que más diese por ello”;
luego y en el mismo día, “se remató en Diego
López de Ayala una resma de papel en siete pesos e cinco tomines”. También se pregonaron
cinco arrobas de confituras; el vecino Garci Rodríguez puso cada arroba a 7 pesos, y al no pujar
nadie más, se remataron en él.
Juan Ramírez de Escobar solicitó al alcalde
mayor que el depositario de los bienes embargados entregara los que habían sido rematados, lo
que así dispuso el licenciado Hoyos.
Caja A–6, exp. 2, 14 ff.
181. 1568. Febrero, 17.
Manuel de Nava, cura y vicario de la Villa y
provincia de Colima, de oficio, contra Agustín,
indio natural del pueblo de Tuxpan, por estar
amancebado.
“El muy magnífico e muy reverendo señor Manuel de Nava dijo que a su noticia es venido que
un Agustín, indio natural del pueblo de Tuspa, e
una Catalina, india, a más de dos años que están
amancebados en ofensa de Dios Nuestro Señor y
en menosprecio de la justicia eclesiástica, de lo
cual han dado muy mal ejemplo, y que aunque
les ha sido requeridos por munchas personas se
aparten del dicho pecado, no han querido”.544
544
Escasísimas son las noticias conservadas de este cura y
vicario de la Villa de Colima, don Manuel de Nava, de cuyo paso por esta provincia tan sólo quedan estos testimonios de su pasión por perseguir las conductas desviadas entre los naturales: supra, regº 179, donde anticipamos algunos datos biográficos. Sin embargo, tenemos también noticia de otro proceso inquisitorial que a él tocó iniciar contra
el poeta Pedro de Trejo. Todo parece que comenzó por los
conflictos de alcoba entre el poeta y su mujer Isabel Álva-
222
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
El cura de Colima mandó llamar por testigo a
Diego Jacobo, indio, alcalde del pueblo de
Chiapa, a quien se le recibió juramento. Dijo
que conocía a los susodichos de dos años y medio a esta parte, “y que deste tiempo los ha visto
a los dichos Agustín y Catalina, indios, estar
amancebados públicamente, y comer e dormir
juntos en una cama”, y que este testigo como alcalde que es les dijo “que se casasen e no estuviesen amancebados por el mal ejemplo que dello daban, y que no habían querido hacello, y
que es todo lo que sabe”. Así lo declaró y ratificó dándolo a entender “por lengua de Mateo de
Berlanga, intérprete”. Dijo tener 30 años de
edad y que no le tocaban las generales. No firmó
“porque dijo no sabía escribir”.
Luego, prestó declaración don Juan Cortés,
indio, gobernador del pueblo de Chiapa, siendo
intérprete el mismo Mateo de Berlanga. Dijo
que conocía a los acusados de año y medio a esta parte, y durante todo este tiempo, “sabe este
testigo que los susodichos están e han estado
amancebados públicamente porque los ha visto
en una casa juntos, e comer e dormir juntos como marido e mujer, y que este testigo como gobernador que es del dicho pueblo, los prendió
una vez para castigallo, por el mal ejemplo que
daban, y le confesaron ser ansí que estaban
amancebados, y mandó que dentro de seis días
se casasen o la dejase el dicho Martín.545 Y que
por no hacello, se fueron del dicho pueblo de
Chiapa546 al pueblo de Nahualapa,547 donde han
rez Corona cuando, apoyada ésta por familiares y vecinos,
acusó no sólo de malos tratos a su marido sino también de
blasfemo. Acerca de este proceso y de los que a continuación padeció el extremeño en Michoacán y México, hasta
la sentencia final y su partida sirviendo “en las galeras de
Su Majestad [...] por soldado sobresaliente y sin sueldo alguno, tiempo y espacio de cuatro años, y que no los quebrante so pena que los cumpla al remo por galeote”, con
gusto remitimos a López Mena (1981), 14-18.
545
Así se lee; debe decir “Agustín”.
546
Según Lebrón de Quiñones, el pueblo de Chiapa era encomienda de Jorge Carrillo al tiempo de su visita a la provincia de Colima: Lebrón (1979), 36 y 42. Al parecer, “Tecocitlan el Nuevo y el pueblo de Chiapa son y se han hecho
estos pueblos de algunos indios que se han salido a vivir de
Tecocitlan el Viejo a las partes donde ahora están e que antiguamente, antes que los cristianos viniesen, con mucho
estado hasta agora públicamente amancebados
sin haberse querido casar, y que es todo lo que
sabe”. El testigo declaró tener 60 años de edad y
que no le tocaba ninguna de las generales. No
firmó porque no sabía escribir.
Como tercer testigo declaró Sebastián mediante Mateo de Berlanga. “Dijo que sabe e ha
visto que de dos años a esta parte están públicamente amancebados los dichos Agustín e Catalina”, viéndoles varias “veces en casa de una
vieja india”, comer y beber y dormir juntos,
dando mal ejemplo; todo esto “es público y notorio en esta Villa y en el dicho pueblo de Chiapa; e que oyó decir los quiso castigar el gobernador del dicho pueblo de Chiapa por el dicho
amancebamiento e se huyeron al pueblo de Nahualapa, y que esto es lo que sabe y es la verdad
so cargo del juramento que fecho tiene”. El testigo no supo decir la edad que tenía, pero parecía “por su aspecto de treinta años”. No le tocaba ninguna de las generales.
Vista la culpa que resultaba, el vicario Manuel de Nava “mandó dar su mandamiento de
prisión contra el dicho Agustín e que la dicha
Catalina esté depositada en casa de Alonso Carrillo de Guzmán, vecino desta Villa, hasta tanto
que se provea lo que de justicia deba ser fecho”.
El 18 de febrero dispuso el vicario traer ante
sí al acusado, quien estaba preso en la cárcel pública de la Villa de Colima, “para le tomar su
confesión”. Agustín prestó juramento de decir la
tiempo solían ser aquellas tierras de Tecocitlán el Viejo”:
Ibid., 47. Poco antes de la visita de Lebrón, los naturales de
Chiapa, Tecocitlan, Comala y Çacamachantla, acudieron
ante el virrey pidiendo su intervención, por cuanto sus tierras eran invadidas con frecuencia por los ganados de las
estancias vecinas y destruían sus cosechas; el virrey Luis
de Velasco comisionó entonces al alcalde mayor Alonso de
Torres el 12 de mayo de 1550 para hacer justicia. Ante la
negligencia del alcalde y la continuación de los daños,
aquellos volvieron a suplicar, por lo que el virrey expidió
nuevo mandamiento amenazando al funcionario que de no
ser pronto y efectivo, mandaría luego a otra persona a costa
del alcalde mayor: Gerhard (1992), n° 2504 y 2525.
547
Nahualapa, a “quatro leguas de la Villa de Colima” y
situado en la provincia de Tepetitango, había sido
encomienda de Martín Ruiz de Monjaraz: VP 7; SV 411;
también de él la Relación sumaria (1554): Lebrón (1979),
37, 43, 53-54.
223
José Miguel Romero de Solís
verdad. A las preguntas que se le hicieron, respondió diciendo su nombre y que era natural del
pueblo de Tuspa, “y que es criado de Niculás
Bote, de que le sirve en domalle potros y otras
cosas, y que es de edad de veinte y cuatro años”.
Confesó que “conoce a la dicha Catalina, porque
de un año a esta parte es verdad que la ha tenido
por su manceba y ha estado abarraganado con
ella deste el dicho tiempo estando juntos en una
casa y comiendo y durmiendo juntos, de la suerte y manera que los vecinos lo dicen, y que ésta
es la verdad por el juramento que fecho tiene”.
No firmó porque no sabía escribir.
El vicario Manuel de Nava ordenó luego que
trajeran ante su presencia a la india Catalina para tomarle su confesión. Después de hacer su juramento de decir verdad, contestó a las preguntas que se le hicieron. Dijo que conocía a Agustín de “muncho tiempo ha, e que de un año a esta parte ha estado amancebada con él y han estado juntos comiendo e bebiendo e durmiendo
en una casa y cama, y ésta es la verdad so cargo
del juramento que fecho tiene, y no lo firmó
porque dijo que no sabía, e firmólo el Sr. Vicario e intérprete”.
El mismo día, vista la culpa que resulta en
este proceso y haciendo justicia breve y sumaria
en el caso, el vicario Manuel de Nava “dijo que
mandaba e mandó al dicho Agustín que de hoy
más no se junte con la dicha Catalina en poblado
ni fuera de él, si no se casa con ella, so pena de
cien azotes, e que sea desterrado desta Villa e su
provincia por dos años precisos, de más que se
procederá contra él conforme a justicia, y otrosí
le condenó en las costas deste proceso; y a la dicha Catalina india condenaba e condenó en que
sirva un año en casa de Luis de Grijalba, alcalde
ordinario desta Villa, en esta manera: los sesis
meses precisamente, y si dentro dellos no se casare, sirva los otros seis a cumplimiento del dicho año, y que el dicho Luis de Grijalba le dé e
pague cada mes por su trabajo e servicio un peso
de oro común, y dé de comer y le dé vida”.
Por Baltasar de Alcalá, notario nombrado,548
fueron notificados Agustín y Catalina de la sentencia del juez, dándoseles a entender mediante
Mateo de Berlanga, intérprete. Testigos fueron
Alonso Carrillo de Guzmán y Tomás Herades,
vecinos de Colima.
Caja A–6, exp. 3, 3 ff.
182. S/f. 1568 [?].549
Carta de compañía de Cristóbal de Silva y Lázaro del Valle, para beneficio y venta de ganado.
“En el nombre de Dios Nuestro Señor. Amén.
“Sepan cuantos esta carta de compañía vieren, cómo nos Cristóbal de Silva de la una parte,
y Lázaro del Valle de la otra, vecinos que somos
desta Villa de Colima desta Nueva España,
otorgamos e conoscemos por esta presente carta
que somos concertados e convenidos e igualados
y hacemos compañía el uno con el otro y el otro
con el otro, por tiempo y espacio de cuatro años
cumplidos primeros siguientes, su comienzo de
los cuales desde hoy día de la fecha desta carta,
la cual dicha compañía hacemos e celebramos
con las condiciones siguientes”:
“Primeramente metemos en la dicha compañía nos los dichos Cristóbal de Silva y Lázaro
del Valle todas las yeguas e potros, vacas, marcado e alzado e cimarrón, que yo el dicho Cristóbal de Silva hube e compré y saqué del [...] de
Andrés de Segura, el cual dicho ganado vendí la
mitad a vos el dicho Lázaro del Valle.
“Iten es condición que yo el dicho Lázaro del
Valle me obligo de andar personalmente mi persona en el beneficio del dicho ganado recogiendo todo aquello que hallare perteneciente a la
548
Al iniciarse un proceso eclesiástico, donde no existía el
oficio, el juez nombraba por escribano a un vecino que
asumía el título de notario apostólico; esto lo vemos aquí
como supra, regº 179.
549
La carta de compañía no trae firma ni fecha; sobrescrita
por un amanuense aparece la fecha 1598 que, teniendo en
cuenta los vecinos en cuestión, quizá deba interpretarse
mejor por 1568, año en el que tentativamente datamos este
regº.
224
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
dicha compañía, herrando lo que estuviere sin
hierro y trasquilándolo y amansándolo”.
“Otro sí es condición que si adoleciere durante la dicha compañía o tuviere otro algún impedimento de que sea causa a que no pueda andar personalmente en el beneficio e recogida del
dicho ganado que vos, el dicho Cristóbal de Silva, a costa [de] entrambos, podáis tomar un mozo para que sobre él ande recogiendo y herrándolo, por cuanto estoy obligado personalmente
como tengo dicho a el beneficio del dicho ganado, demás de que vos el dicho Cristóbal de Silva
pagastes de contado el dicho ganado todo él, ansí por lo que a vos os cupo como por mi parte
también, y por esta demasía hicistes la dicha
compañía conmigo debajo de que yo personalmente he de andar en el dicho beneficio de él”.
“Y ansí mesmo es condición que todos los
mozos que fueren menester para recoger el dicho ganado y herrallo los puedáis el dicho Lázaro del Valle coger y asalariar por poco o por
muncho”, de modo que “los salarios de los dichos mozos” se habrán de pagar a medias entre
ambos.
“Es condición que todo el dicho ganado que
se recoge, seáis obligado el dicho Lázaro del
Valle a sacallo desta Villa para lo vender a donde me paresciere y hallare venta de él, siendo la
costa de por medio”.550
Caja A–6, exp. 4, 1 f.
183. 1568. Noviembre, 16.
Juan Ramírez de Alarcón, a nombre del mercader y vecino de México Pedro de Avila, contra
Pero López de Herrera y Andrés Martel, por pesos.
Ante el alcalde mayor licenciado Juan de Hoyos,
por defecto de los alcaldes ordinarios “que no
están en esta Villa”, compareció Juan Ramírez
de Alarcón con poder de Pedro de Ávila y en su
nombre reclamó de Pero López de Herrera y
Andrés Martel el pago de 201 pesos y un tomín
550
Se agrega otra condición, que viene tachada, y al margen se lee: “no pasó esta condición”.
que deben según consta por escritura, de la que
hace presentación y que es una carta de pago
otorgada por Andrés Martel, “vecino que soy de
la Villa de Colima y estante al presente en esta
Ciudad de México de Nueva España, en nombre
y en voz de Pero López de Herrera, vecino de la
dicha Villa de Colima, e por virtud del poder
que de él tengo, que me dio e otorgó ante Juan
de la Torre, escribano de Su Majestad, que su
tenor es el siguiente”.
Se transcribe este poder otorgado en Colima
el 22 de agosto de 1565, siendo testigos del
mismo Hernando de Gamboa, alcalde ordinario,
Andrés de Madrid, Pero Ruiz, y el alguacil Juan
Muñoz. El poder era “especialmente para que
por mí y en mi nombre e como yo mismo”, entre
otras cosas, pudiera obligarse hasta por 1 000
pesos de oro común; “otrosí vos doy este dicho
poder” para vender “cualesquier partidas de cobre, cacao e caballos de harria” por la misma
cantidad, al contado o a plazos; “otrosí vos doy
el dicho poder” para despedir a cualesquier mozos y señalar salarios a los mismos.
Usando de tal poder, Andrés Martel otorgó
carta de obligación de pago “a vos Pedro Dávila,
mercader, vecino desta dicha Ciudad de México
que estáis presente”, 201 pesos y un tomín de
oro común de ocho reales de plata de buena moneda cada peso, “los cuales son por razón de las
cosas siguientes:
“Por siete docenas [...] e botines de cordobán,
en sesenta e un peso e siete tomines; por doce
pares de botas de cordobán blancas e negras en
cuarenta e seis pesos; por diez y ocho pares de
botas de badana en veintisiete pesos; por doce
pares de pantufos en catorce pesos; por cinco
pares de botas de vaqueta en doce pesos e cuatro
tomines; por dos docenas de zapatos de vaqueta
en once pesos; por una docena de badanas e dos
cordobanes en doce pesos e dos tomines; por
doce onzas de hilo primo un peso e cuatro tomines; por seis pares de chapines en quince pesos.
“Todas las cuales dichas cosas de suso contenidas e deslindadas compré e rescebí yo el dicho Andrés Martel de vos el dicho Pedro Dávila
en los dichos precios, e montó la dicha cantidad
de los dichos duzientos e un peso e un tomín de
225
José Miguel Romero de Solís
oro común, e de todas ellas me otorgo e tengo
de vos por contento y entregado a mi voluntad,
porque las pasé de vuestro poder al mío realmente e con efecto”.
La forma de pago concertada fue que se pagarían los dichos 201 pesos y un tomín “en esta
Ciudad de México o en otra cualquier parte o
lugar que nos fueren pedidos en reales de plata
de hoy día de la fecha desta carta en tres meses
corridos primeros siguientes, so pena que os los
daremos con el doblo e costas”.
La escritura de pago fue otorgada el 5 de noviembre de 1565, ante los testigos Juan Hernández y Diego Hernández, vecinos de Colima,551 y
Alonso de la Puerta, vecino de México. Escribano: Juan de Palencia.
Al calce de la escritura viene firmada de la
mano de Pedro Dávila una carta de pago de 4 de
enero de 1567 por 80 pesos de tipuzque, “los
cuales son de lo procedido de cuatro cargas de
cacao que me dio Andrés Martel de las cuales le
dí una cédula”. Explica que “aquella cédula y
esta carta de pago es toda una y, por verdad, lo
firmé en México a cuatro de enero año 1567.
Pedro Dávila” [rúbrica].
Caja A–6, exp. 5, 4 ff.
184. 1568. Mayo, 14.
Demanda de Pero López de Herrera a Alonso
Sánchez de Figueroa, sobre diez pesos de minas
que dio de hallazgo de un mulato. Escribano,
Francisco Baeza; juez, licenciado Hoyos.
En su petición, Pero López de Herrera, vecino
de esta Villa de Colima, dice “que el año pasado, por el mes de mayo, vino a mi casa un mulato llamado Antón, esclavo de Gaspar Rodríguez,
vecino de las Minas de Tasco, como a casa de
hombre que sabía que yo era tutor y curador de
los hijos y herederos de Maese Jácome Ginovés,
el cual dicho mulato decía ser uno de los herederos del dicho Maese Jácome. Y venido a mi no551
Los testigos parecen ser los hermanos Juan Fernández
de Ocampo y Diego Fernández de Saldaña, hijos de Juan
Fernández El Viejo.
ticia el dicho mulato ser esclavo del dicho Gaspar Rodríguez, fui a dar noticia del dicho mulato
a Diego de Velasco, alcalde ordinario que a la
sazón era, según y como parecerá por mi petición y autos y depósito de que hago presentación. Y teniendo depositado el dicho mulato por
el sobredicho alcalde. y en mi poder más había
de siete días, y estando quieto e pacífico, Alonso
Sánchez de Figueroa, alcalde mayor que fue
desta Villa, y sin pedimiento de parte ni de otra
persona ninguna, envió a mi posada a su alguacil y me llevó el dicho mulato y lo mandó poner
en la cárcel desta Villa”.
Agrega el demandante que como persona que
tenía en depósito al mulato, pidió al alcalde mayor “que me mandase dar el dicho mulato por
cuanto yo estaba obligado a dar cuenta de él”.
Respondió Sánchez de Figueroa “lo que por los
autos y proceso a vuestra merced constará”. Y al
ver que no le quería devolver el mulato, al día
siguiente se lo volvió a pedir. El alcalde mayor
le mandó decir “que le diese diez pesos de oro
de minas e que le llevase el dicho mulato, pagándolos ante todas cosas con más las costas,
como más largamente le constará a V.m. por el
dicho proceso, llevándolos como los llevó mal
llevados”. Pide que de los bienes de Sánchez de
Figueroa se le paguen los diez pesos de minas y
las costas.
Por nuevo escrito, López de Herrera dice que
Maese Jácome Ginovés “tenía un hijo suyo que
se llama Antón, el cual hubo en una esclava de
Gaspar Rodríguez, vecino de Tasco, y que el dicho Antón, teniendo noticia que su padre dejó
bienes y hacienda en esta Villa y que con ellos
se libertaría, vino a esta Villa y se llegó a mi casa como curador que soy de su hermano; y porque el susodicho —soy informado— es esclavo y
sobre el caso tengo escrito a su amo y para que
el dicho esclavo esté manifestado y de él se haga
lo que de justicia debe ser fecho, a V.m. suplico
le haya por manifestado y lo ponga en poder de
una persona de confianza hasta que su dueño
envíe por él o se haga aquéllo que fuera justo”.
El alcalde mayor licenciado Hoyos mandó
depositar a Antón en el propio López de Herrera.
226
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
Viene anexado un escrito fechado el 27 de
mayo de 1567, por el cual Pero López de Herrera dice al alcalde mayor Alonso Sánchez de Figueroa, que “Maestre Jácome Ginovés, difunto,
digo que en el testamento que otorgó el dicho
Maestre Jácome” dejó declarados por sus hijos y
herederos de sus bienes a Andrés y Antón, esclavo de Gaspar Rodríguez, quien se vino a la
Villa de Colima al tener noticia de que su padre
le había dejado por heredero, “y se entró en mi
casa como persona que tengo los bienes y
hacienda del dicho su padre, pretendiendo libertad”. Pero al saber que era esclavo, agrega López de Herrera, lo manifesté ante la justicia ordinaria de esta Villa, “por la cual me fue depositado y otorgué el depósito en forma”.
Dice además: “yo tengo escrito a su amo para
dar orden cómo sea libertado el dicho mulato o
para que envíe por él o haga aquéllo que más le
convenga”. A pesar de todo ello, “a mi noticia
es venido que V.m. le tiene preso al dicho Antón, mulato, diciendo anda ausente de su amo y,
porque soy obligado de dar cuenta de él conforme al dicho depósito, a V.m. pido y suplico
mande se me dé y entregue al dicho Antón, mulato”.
El 5 de junio, el alcalde mayor Sánchez de
Figueroa, por cuanto Antón es un esclavo que
está huido de su amo desde hace cuatro años
como es público y notorio, y que la cárcel pública de la Villa no está en condiciones para su
guarda y custodia y de nuevo podría huirse en
daño de su amo Gaspar Rodríguez, y como Pero
López de Herrera tiene pedido ser su depositario, mandaba que López de Herrera diera 10 pesos de oro de minas, cosa que hizo seguidamente el depositario pagándolos en cacao. El mismo
día, se constituyó como tal depositario, siendo
testigos de ello Pedro de Arévalo, Alonso Carrillo, Baltasar de Alcalá, Bernaldino de Guzmán y
Juan Muñoz, vecinos de Colima. Escribano, Miguel Rodríguez.
El 17 de mayo de 1568, Melchor Pérez como
fiador de Sánchez de Figueroa, “ya difunto”, alcalde mayor que fue de Colima, responde a la
demanda puesta por López de Herrera. Pide que
se dé por libre de la demanda a Sánchez de Fi-
gueroa porque aquellos pesos de minas que llevó por el hallazgo del esclavo huido, “los pudo
llevar lícitamente”.
El 28 de marzo de 1569 todavía perduraba el
pleito, según consta por auto de notificación que
el escribano Francisco de Frías hace a Melchor
Pérez, ante Francisco de Acuña y Hernando Bonifaz.
Se anexa un “traslado bien y fielmente sacado de una fianza que hizo Melchor Pérez a
Alonso Sánchez de Figueroa, que está escrita en
el Libro del Cabildo desta Villa de Colima,552
cuyo tenor es el que le sigue:
Fianza
“E después de lo susodicho en la Villa de Colima en tres días del mes de diciembre de mil e
quinientos y sesenta y cinco años [1565], ante
los dichos señores Justicia y Regimiento y ante
mí el dicho Pero Ruiz, escribano del Cabildo
desta Villa, e ante los testigos de yuso escriptos,
paresció presente el dicho señor Alonso Sánchez
de Figueroa e dijo que por cuanto en esta Villa
se tiene de costumbre que cuando se rescibe por
el dicho Cabildo a los alcaldes mayores que Su
Majestad envía a esta Villa e Provincia den más
de las fianzas que se dan en México, den otra de
lo que toca a la alcaldía mayor desta dicha Villa
e Provincia, e los dichos señores Justicia y Regimiento se las piden y él las quiere dar luego in
continente, daba por su fiador en la dicha razón
a Melchor Pérez, vecino desta Villa que está
presente, el cual dijo que estaba presto e aparejado de hacer la dicha fianza, la cual hizo en esta
manera al dicho señor Alonso Sánchez de Figueroa”. Testigos fueron el alguacil Juan Muñoz, Pero López de Herrera y Pedro de la Puerta, vecinos de Colima. Da fe pública del traslado
Francisco de Frías, “escribano del Juzgado desta
Villa y Provincia de Colima. Interpone su autoridad el alcalde mayor licenciado Hoyos y firman por testigos, Francisco de Acuña y Hernando Bonifaz. Fecha del traslado, 26 de marzo de
1569.
552
Lamentablemente el acta de cabildo más antigua que se
conserva es de 1611.
227
José Miguel Romero de Solís
El 12 de abril de 1569, Melchor Pérez presentó un nuevo escrito donde decía que, por el
escribano del juzgado de Colima Francisco de
Frías, “me fue notificado y dado traslado de
cierta demanda o pedimento que Pero López de
Herrera puso a los bienes de Alonso Sánchez de
Figueroa, alcalde mayor que fue desta Villa, e a
mí como a su fiador, respondiendo a lo por el
dicho Pero López pedido”, tutor y curador que
era “de Antonio Domínguez, esclavo que huido
andaba”, asegurando que “estar el dicho esclavo
depositado por la Justicia ordinaria, que niego
porque tal depósito no se hallará en efecto si no
fuere alguna cautela hecha entre compadres y
amigos, porque si lo tal fuera y pasara, así le
constara al dicho Alonso Sánchez de Figueroa, y
por[que] no le constara, como justicia mayor
llevó los dichos pesos, como es uso y costumbre
en toda esta Nueva España, como a V.m. le
consta”.
Finalmente, el 15 de abril de 1569, el licenciado Hoyos falló en este pleito entre partes Pero López de Herrera y los bienes de Alonso
Sánchez de Figueroa. La sentencia decía que
López de Herrera “probó su demanda y lo que
probar le convino”, mientras que el heredero y
fiador de Sánchez de Figueroa “no ha probado
cosa alguna”; por tanto, condenaba a que en el
plazo “de tercero día después que esta mi sentencia les fuere notificada a cualquiera dellos,
vuelvan e restituyan al dicho Pero López de
Herrera los diez pesos del oro de minas”.
Pérez retrasó el pago, por lo que el demandante tuvo que pedir su mandamiento a Luis de
Grijalba, teniente de alcalde mayor, con fecha
de 7 de julio. Luis de Grijalba así lo dispuso, ordenando se notificara su auto a Melchor Pérez y
a Suero Vázquez o a cualquiera de los dos para
que pagaran de inmediato, condenándolos a pagar las costas, que fueron tasadas.
Caja A–6, exp. 6, 12 ff.
185. 1560. Enero, 10.
Pedro de Granada presenta cuentas de la tutela
de las personas y bienes de los menores hijos de
Francisco Preciado.
Cargos
“Iten se le hace [a Pedro de Granada] de cincuenta e ocho pesos de oro común que debe doña Beatriz López de resto de un conocimiento.
Iten se le hace cargo de veinte pesos que debe
Pedro de Figueroa por un conocimiento. Iten se
le hace cargo de cinco pesos de oro que debe
Francisco de Castañeda por un conocimiento.
Iten se le hace cargo de cuarenta pesos de oro
que debe Alonso de Herrera por un conocimiento”.
“Iten se le hace cargo de veinte e nueve pesos y dos tomines que debe Juan Fernández El
Viejo por un conocimiento. Iten se le hace cargo
de cincuenta pesos de oro que debe Juan de
Arévalo por un conocimiento reconocido. Iten
se le hace cargo de ocho pesos de oro que debe
por un conocimiento Juan Redondo. Iten se le
hace cargo de ducientos e ochenta pesos de oro
común que debe Francisco de Montalvo por un
conocimiento. Iten se le hace cargo de cincuenta
e ocho pesos de oro que debe Diego de Aguilar
por un conocimiento”.
“Iten se le hace cargo de ochenta y dos pesos
de oro que debe doña Beatriz López sobre una
cadenilla e un joyel de oro. Iten se le hace cargo
de quinientos e setenta e nueve pesos e tres tomines que debe Diego de Mendoza por una
obligación. Iten se le hace cargo de quinientos e
sesenta e tres pesos e un tomín e diez granos que
debe Lope Fernández por una obligación. Iten se
le hace cargo de treinta e nueve pesos e cinco
tomines que debe Francisco de Bolonia por conocimiento. Iten se le hace cargo de cincuenta e
seis pesos e dos tomines que debe Pero Martín
por dos conocimientos. Iten se le hace cargo de
ochenta e dos pesos de oro e cinco tomines e
nueve granos que debe Antón Ximénez y Martín
Ximénez por dos conocimientos. Iten se le hace
cargo de una carta de censo contra Hernando de
Gamboa e Pedro de Arévalo e Diego Morán de
cuantía de mil e setenta e cinco pesos e dos tomines e once granos”.
“Iten se le hace cargo de una escriptura y carta de censo de cuantía de trescientos e veinte pe-
228
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
sos contra Diego de Aguilar e su mujer. Iten se
le hace cargo de una carta de censo contra Alonso de Angulo de trescientos pesos de oro. Iten se
le hace cargo de ciento e veinte e un pesos de
oro que debe Juan Preciado de una obligación”.
Además “se le hace cargo de cuatrocientos e noventa e tres pesos e un tomín e ocho granos que
parece deber en el almoneda al dicho defunto”.
“Iten se le hace cargo de tres mil e ochocientos e noventa pesos e dos tomines que sumó e
montó el alcance que le hizo a Diego de Almodóvar”.
Se le hace cargo, además, de 30 pesos de oro
común por una carta de censo que tienen los herederos de Alonso de Angulo que corridos de 15
de septiembre de 1558. Se le hace cargo de 32
pesos de oro común que han corrido de censo
contra Hernando de Gamboa desde el 15 de septiembre de 1558 a la misma fecha de 1563. Más
130 pesos de oro de minas de censo de Pedro de
Arévalo, Diego Morán y Hernando de Gamboa,
de dos años de censos corridos, que corren desde el 3 de marzo de 1558 y se cumplieron en
1560.
La suma de los cargos que se le hacen a Pedro de Granada ascienden a 13,240 pesos y 6
tomines.553
Descargos
Pedro de Granada da por descargo 39 pesos de
oro común que debe Martín Páez de resto de un
conocimiento; más 85 pesos de oro común que
debe Francisco Lepuzcano por dos conocimientos firmados de su mano; entregó las escrituras.
1,000 pesos de oro común de una escritura de
censo de Juan de San Pedro. 1,720 pesos y 2
tomines de oro común que restan por cobrar de
Francisco de Cepeda. 12 pesos que debe Juan de
Acuña por un conocimiento, etcétera.
65 pesos que debe Martín Páez por un conocimiento. 158 pesos de oro común que debe do-
ña Beatriz López de resto de un conocimiento. 5
pesos de oro común que debe Francisco de Cepeda por otro.
“Iten se le descargan cuarentra pesos de oro
común que debe Alonso de Herrera y entregó la
escriptura”. Da por descargo una escritura que
debe Juan de Arévalo de contra de 50 pesos de
oro común. Otra escritura que debe Juan Redondo de contra de 8 pesos. 280 pesos que debe
Francisco de Montalvo. Entregó un mandamiento de Diego de Aguilar de 58 pesos. 82 pesos de
oro común que debía doña Beatriz López. 579
pesos y 3 tomines que debe Diego de Mendoza.
463 pesos, un tomín y 10 granos que debe Lope
Fernández “por una obligación la que envió a
cobrar a Guaxaca, ello es a su cargo”. 39 pesos
de oro común y 4 tomines que debe Francisco
de Bolonia por un conocimiento. 56 pesos de
oro común y 2 tomines que debe Pero Martín,
etcétera.
En total, Pedro de Granada presentó por descargo la cantidad de 13,089 pesos, 4 tomines y 4
granos de oro común, resultando el alcance que
se le hace por 151 pesos, un tomín y 8 granos de
oro, más carga y media de cacao.
Visto lo cual, el alcalde mayor Lope de Arellano mandó que Pedro de Granada pagara el alcance que se le hacía. Granada pagó.
Diego Morán, quien había sido el fiador abonado de Pedro de Granada, tutor de los menores
hijos de Francisco Preciado, dijo que “se quiere
salir de la fianza que tiene hecha al dicho Pedro
de Granada”. Por eso, el tutor presentó por nuevos fiadores a Juan Preciado, a Juan de Segovia
y a Juan Núñez, vecinos de Colima, que por
mandado del alcalde mayor “se obligaron todos
tres de mancomún”, firmando de su mano ante
el escribano Diego Veedor. Luego, Lope de
Arellano “dijo que de nuevo tornaba e tornó” a
dar la tutela de los dichos menores a Pedro de
Granada.
Nuevos cargos
553
Aparece tachada una suma mayor: 13,950 pesos y 6 tomines de oro común, y se agrega otro cargo “de carga y
media de cacao, que debe Francisco de Cepeda por un conocimiento firmado de su mano, la cual es de las dos mil
mazorcas que debía”.
Sin embargo, nuevos cargos hizo el alcalde mayor al tutor:
229
José Miguel Romero de Solís
“Iten se le hace cargo al dicho Pedro de Granada de la cobranza de cincuenta pesos de oro
que debe Pedro de Arévalo por un conocimiento
firmado de su mano de cargta e media de cacao.
Iten se le hace cargo de veinte e ocho pesos de
oro común que debe Juan Fernández El Mozo
por un conocimiento firmado de su mano; entregósele el conocimiento”.
También le hicieron cargo de la cobranza de
20 pesos que debe Pedro de Figueroa, “por un
conocimiento firmado de su mano por virtud de
un poder que Juan Preciado hizo al dicho difunto”; más 10 pesos que debe Diego de Velasco
por un conocimiento; más una escritura de censo
de 300 pesos de oro común que debe Alonso de
Angulo; más 1,570 pesos de oro común que dio
y pagó a Juan de Segovia a cuenta de la legítima
que le viene a María de Arévalo, su mujer, hija
del difunto Francisco Preciado, “los cuales no le
pudo dar ni pagar por estar embargados todos
los dichos bienes a pedimento de Francisco de
Cepeda y Alonso Sánchez de Toledo” por sentencia del licenciado Lebrón y que “Diego de
Mendoza, teniente del dicho señor alcalde no los
desembargó ni pudo desembargar”, y pudo disponer de ellos “solamente para cobrar las deudas
que debía al dicho difunto”.
Se le hizo cargo también de la cobranza de
49 pesos y 4 tomines de oro común por otro conocimiento; más 50 pesos que debe Pedro Niño
de un conocimiento, y otros 4 pesos de minas de
otro conocimiento que adeuda el mismo Pedro
Niño; más 20 pesos de minas de dos conocimientoa que debe Antón Ximénez; más 50 pesos
de minas de un conocimiento de Martín Ximénez.
Se le hace cargo de una escriptura de censo
contra Hernando de Gamboa, Diego Morán y
Pedro de Arévalo de 650 pesos de minas; otra
escritura de censo por cuantía de 320 pesos de
oro común contra Diego de Aguilar. También se
le hace cargo de 30 pesos de oro común de un
año de censos corridos contra Diego de Aguilar,
etcétera.
“Iten se le hace cargo al dicho Pedro de Granada de mil e quinientos y sesenta pesos y tres
tomines e tres granos que el dicho tiene tomados
para en parte y pago de la legítima que le viene
a Ana de Arévalo, su mujer, hija del dicho difunto, porque el desembargo que Diego de
Mendoza hizo fue para cobrar las deudas del dicho difunto y no para disponer los bienes hasta
que haya división y partición dellos; hácensele
cargo hasta que traiga recaudo de la Real Audiencia de México para que le den su legítima”.
También se le hace cargo por la misma cantidad “que dio e pagó a Juan Núñez, marido de
Isabel de Arévalo, hija del dicho difunto, de su
legítima, los cuales no le pudo dar ni pagar por
no estar desembargados ni se haber fecho partición de los bienes; hácensele cargo de nuevo
hasta que traigan recaudo de la Real Audiencia
para que se haga partición de los dichos bienes,
y no trayéndolo los ha de poner en el montún
para dar cuenta dellos conforme al cargo primero que le fue fecho al tiempo que se le encargó
la dicha tutela”. También se le hace cargo de
280 pesos que debe Francisco de Montalvo por
un conocimiento, etcétera.
“Iten se le hace cargo al dicho Pedro de Granada de dos cargas de cacao que ha de cobrar de
Francisco de Cepeda; la carga y media por razón
de las dos mil mazorcas de cacao que debía el
dicho Cepeda al dicho difunto, y la media por la
falta que hubo del cacao que rescibió en la paga
que le hizo de la obligación que debía el dicho
Cepeda. Iten se le hace cargo al dicho Pedro de
Granada de la cobranza de mil y setecientos y
veinte pesos e dos tomines que el dicho Cepeda
resta debiendo de la obligación de la compra de
las huertas del dicho difunto. Iten se le hace cargo al dicho Pedro de Granada de ciento e cincuenta e un pesos y cuatro tomines y ocho granos de oro común en dineros que fueron en ocho
pedazos de plata del quinto y del diezmo, los
cuales son del alcance que se le hizo de la cuenta que dio desta tutela, según consta e paresce
por la partida”.
En total, los segundos cargos suman 12,234
pesos.
El alcalde mayor le ordenó que debía dar
cuenta de ellos ante él o ante juez competente, y
“que tenga los dichos bienes en embargo como
le está mandado por los autos deste proceso sin
230
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
disponer dellos sin licencia y mandado de los
señores Presidente e Oidores de la Real Audiencia de México o del dicho Señor Alcalde Mayor
o de otro juez que de la causa pueda e deba conoscer, so pena que lo pagará por su persona e
bienes, y sus fiadores en su nombre. Y el dicho
Pedro de Granada dijo que así lo cumplirá e
guardará como en este dicho auto se contiene y
lo firmó de su nombre”. Testigos: Diego de Almodóvar, Francisco Lepuzcano y Juan de Iniesta, vecinos de Colima. Escribano: Diego Veedor.
Caja A–6, exp. 7, 14 ff.
186. 1570. Febrero, 22.
Pedro Maldonado, vecino de Zapotlan, en nombre del mercader Juan de Arrúe, contra Juan
Griego por pesos.
“En el pueblo de Tuspa de la Nueva España” y
“ante el muy magnífico señor Joan Fernández,
alcalde mayor desde dicho pueblo y su partido
por Su Majestad, e por ante mí Diego del Castillo, escribano” y testigos, compareció Pedro
Maldonado en nombre de Joanes de Arrúe y
presentó este poder y una obligación contra Juan
Griego, pidiendo mandamiento ejecutorio por
cuantía de 30 pesos y 2 tomines de tipuzque.
“Sepan cuantos esta carta vieren, cómo yo
Juan de Arrúe, residente que soy en esta gran
Ciudad de México desta Nueva España, otorgo e
conozco por esta su carta que doy e otorgo todo
mi poder cumplido, libre e lleno” a Cristóbal de
Silva, vecino de Colima. El poder está dado en
México el 15 de junio de 1569 ante el escribano
Luis de Armenta.
El 16 de octubre del mismo año, ante el alcalde ordinario de la Villa de Colima Bernaldino
Cola y el escribano Baltasar de Alcalá, Cristóbal
de Silva, “residente en esta dicha Villa, dijo que
en su lugar y en nombre de Juanes de Arrúe, vecino de México, sustituía e sustituyó de a esta
otra parte contenido en Pedro Maldonado, vecino del pueblo de Zapotlan”.
El 25 de enero de 1576, “ante mí Francisco
López Avecilla, escribano público desta dicha
Villa [de Colima] e su Provincia por Su Majestad” y de Agustín de la Puerta, Andrés de Segura y Mateo de Berlanga, vecinos de Colima, por
testigos, “paresció presente Cristóbal de Silva,
vecino desta dicha Villa, e dijo que en su lugar y
en nombre de Juanes de Arrúe, vecino de México, sustituía e sustituyó el poder desta otra parte
contenido según y como en él se contiene a
Martín Ruiz, vecino desta Villa, questá presente”.
Caja A–6, exp. 8, ff. 1-2.
187. 1569. Julio, 5.
Obligación de pago que otorga Bartolomé de
Vilches en favor de Juan de Arrúe.
Por una obligación dada el 5 de julio de 1569
ante el escribano Luis de Armenta y los testigos
Bartolomé Mexía, Cristóbal y Alonso Pérez, estantes, “Bartolomé de Vilches, vecino que soy
de la Villa de Colima, estante en esta gran Ciudad de México de la Nueva España, otorgo y
conozco por esta presente carta que debo y me
obligo de dar y pagar e que daré y pagaré a vos,
Juan de Arrúe que sois presente”, 30 pesos de
oro común, de valor cada un peso de ocho reales
de plata de buena moneda, que “vos debo y son
por lo siguiente: diez varas de ruán de fardo a un
peso vara; iten diez varas de paño de la tierra a
dos pesos vara, todas las cuales dichas mercaderías a los dichos precios recebí compradas de
vos el dicho Juan de Arrúe valieron los dichos
treinta pesos e son en mi poder”. Se obliga a pagar los 30 pesos en reales de plata “de hoy día
de la fecha desta carta en veinte días cumplidos
primeros siguientes, todos juntos en una paga,
so pena del doblo y costas”.
Al día siguiente, 6 de julio, y ante el mismo
escribano, porque en la escritura anterior “se olvidaron de poner ocho pesos e cuatro tomines de
dos varas y media de paño de la tierra a dos pesos vara, e tres pesos y medio de cuatro varas de
coleta a siete tomines, que montó lo dicho, por
manera que declara deber al dicho Juan de Arrúe
treinta y ocho pesos y cuatro tomines, e los pa-
231
José Miguel Romero de Solís
gará como está obligado por la dicha obligación”.
Como Bartolomé de Vilches “no supo escrebir lo firmó un testigo”, siendo testigos Bartolomé de Pontus y Cristóbal de Orellana, estantes
en México.
El 12 de julio de 1571, Cristóbal de Silva en
nombre de Juan de Arrúe y con su poder, pidió
mandamiento de ejecución contra Bartolomé de
Vilches. Vista esta escritura de plazo pasado, el
alcalde ordinario Cristóbal de Solórzano dio el
dicho mandamiento al alguacil mayor Andrés
Martel, quien presente el escribano Blas López,
le dio cumplimiento el 7 de agosto. Vilches designó por bienes las casas de su morada que tiene en esta Villa de Colima. Testigos: Melchor
Pérez y Martín Ruiz de Monjaraz, vecinos de
Colima.
El 15 de agosto, Pedro Ruiz de Vilches, vecino de Colima, dio fianzas por su hermano Bartolomé, siendo testigos Diego de Velasco y
Gonzalo Moreno, vecinos de Colima.
El 16 de septiembre de 1574, a petición de
Cristóbal de Silva y por voz de Juan negro se
comenzaron a pregonar en la plaza pública de la
Villa las casas de Bartolomé de Vilches.
El 12 de abril de 1575, a petición de Cristóbal de Silva, fue notificada María de Robles,
viuda de Bartolomé de Vilches, por mandado
del alcalde ordinario Cristóbal de Solórzano, la
ejecución de los bienes del difunto.
Caja A–6, exp. 8, ff. 3-7.
188. 1571. Diciembre, 5.
Obligación de pago de Bartolomé de Vilches en
favor de Juan Ramírez de Alarcón.
Ante el escribano Blas López y fechada en
Colima el 5 de diciembre de 1571, Bartolomé de
Vilches otorgó escritura de obligación de pago a
Juan Ramírez de Alarcón, residente en esta
Villa, por valor de 34 pesos y 6 tomines, “los
cuales vos debo y son por razón de remate e
fenecimiento de todas cuentas que entre mí e
vos haya habido e hayamos tenido hasta hoy día
de la fecha desta carta”, y pagaderos en reales de
plata o en cacao bueno, gordo y parejo a razón
de 23 pesos de oro cada carga, el día último del
mes de marzo de 1572.
Testigos: Diego de Mendoza, Juan Preciado
y Cristóbal Preciado, vecinos de Colima.
El 9 de junio de 1573, Juan Ramírez de Alarcón presentó esta escritura y pidió mandamiento
de ejecución, el cual dio el contador Martín de
Montúfar.
Caja A–6, exp. 8, ff. 8-10.
189. 1571. Enero, 10.
Poder que otorga Juan Muñoz, mercader y estante en la Villa de Colima, a Pero Ruiz de Vilches.
Poder que otorga ante el alcalde mayor de la Villa de Colima Jerónimo Florez y de su escribano
Baltasar de Alcalá, teniendo por testigos a Alonso Carrillo, Gonzalo Moreno y Andrés Martel,
vecinos de Colima, en favor de Pero Ruiz de
Vilches.
En virtud de este poder, Pero Ruiz de Vilches
presentó el 3 de julio de 1574 una cédula
reconocida por Bartolomé de Vilches con fecha
de 3 de junio de 1573, ante Juan Sánchez y
Antonio Morera, vecinos de Colima, por cuantía
de 33 pesos y 4 tomines de oro común “por
razón y de resto de las mercaderías desta otra
parte contenidas que de vos, el dicho Juan
Muñoz, rescibí realmente”; Baltolomé de
Vilches se comprometía a pagarlos “por el día
del Señor Santiago primero que verná deste
presente año”.
La cédula es una
Cuenta con Bartolomé de Vilches
de las cosas que le he dado,
que son las siguientes
“En 8 de noviembre, 4 pesos por 8 madejas de
hilo portugués delgado en 2 pesos e un peso por
un cuchillo de picar y 6 tomines por media onza
de seda negra e dos tomines de unas sortijas de
azabache”.
“En este día, 2 tomines de agujas de coser
que llevó. En 15 del dicho, un peso 7 tomines
232
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
por onza y media de seda parda. En este día, 2
tomines de media docena de cordones de seda”.
“En 30 del dicho, un peso 6 tomines por una
cerradura que llevó. En este día, 2 tomines de
jabón que llevó el dicho. Más debe el dicho 2
pesos de la cuenta vieja. En 10 de enero, 2 pesos
2 tomines por vara y media de ruán crudo a peso
y medio vara que es lo dicho”.
“En este día, 3 pesos por tres varas de brin
que llevó. En este día, un peso 6 tomines por dos
varas de anjeo. En 12 del dicho, un peso 5 tomines por una onza e cuarta de seda negra que llevó, que es lo dicho. En este día, 3 pesos 6 tomines por dos varas y media de ruán crudo que llevó en el dicho precio”.
“En este día, 3 pesos por tres varas de presilla. En este día, medio peso de agujas e 2 tomines de un dedal. En este día, un peso 4 tomines
por 3 docenas de botones canutillos. En 15 del
dicho 10 pesos por dos camisas fechas de ruán.
En 15 de marzo, 4 tomines por una docena de
botones. En 26 del dicho, 4 pesos por 32 madejas de hilo verde de Castilla que llevó el dicho”.554 La suma asciende a 42 pesos, 4 tomines.
El 8 de marzo de 1574, Juan Muñoz firma
haber recibido “en cuenta e parte de pago desta
cédula” 14 pesos y 2 tomines “en dos veces”.
Bartolomé de Vilches, notificado, dijo que
tenía pagada parte de la cuenta.
Caja A–6, exp. 8, ff. 11-12.
190. 1574. Abril, 18.
Diego de Contreras reclama de Bartolomé de
Vilches, difunto, cantidad de pesos por ropa que
compró en su tienda.
Ante el alcalde ordinario Cristóbal de Solórzano, Diego de Contreras presentó esta petición:
“digo que a mí me debe Bartolomé de Vilches,
difunto, sesenta y nueve pesos y cinco tomines
de oro común de ropa”, que le dió de su tienda.
Vilches falleció sin poder testar.
Siendo alcalde ordinario Hernando de Gamboa —agrega Contreras—, “me dio mandamiento
554
Las cifras vienen dadas en números romanos.
ejecutorio para que de sus bienes fuese pagado
de los dichos pesos de oro; e porque a mi noticia
ha venido que Cristóbal de Silva ejecutó en los
bienes que dejó el dicho Bartolomé de Vilches,
que son unas casas que tiene en esta Villa, e no
dejó otros bienes algunos de que poderme hacer
pago”, y como otro tanto “Pero Ruiz de Vilches
en nombre de Juan Ramírez de Alarcón e de
Juan Muñoz se ha opuesto a la dicha ejecución,
diciendo deberles dineros el dicho Bartolomé de
Vilches, e porque mi deuda es primera en
tiempo”, se opone a la dicha ejecución “y hago
presentación del dicho mandamiento e de los
demás autos que están en poder del presente
escribano, y pido y suplico a V.m. mande sea yo
preferido en la dicha ejecución, pues soy como
dicho es primero en tiempo y mejor en
derecho”.
El alcalde ordenó que fuese notificada María
de Robles, mujer de Bartolomé de Vilches, e a
María de Robles, su hija y heredera.555 Fueron
testigos Tomás de Almodóvar y Mateo de Berlanga, vecinos de Colima.
Se anexan el mandamiento dado por el alcalde ordinario Hernando de Gamboa al alguacil,
donde se ordena hacer ejecución pero por valor
de 79 pesos; y la
Cuenta de mercaderías vendidas en la tienda
de Diego de Contreras,556 y que dice así
“Primeramente debe quince pesos de la cuenta
vieja”. Además, debe “por dos yerros de picar
ocho pesos”; 10 tomines por un mazo de hilera y
4 tomines de agujas.
Otras partidas son por hilo, por telas, un
sombrero, calcetas, cordobanes, panes de jabón.
“Debe más el dicho un peso por cuatro cajetas
de carne de membrillo;557 debe más dos tomines
de alhucema; iten debe más por una caja de cuchillos carniceros, un peso; iten debe más por
cuatro panes de jabón que llevó el dicho, 4 to555
El texto repite el nombre de María de Robles, que quizá
también era como se llamaba la hija.
556
Trunca la cuenta: le falta el centro de la foja.
557
La expresión también aparece documentada en Boyd–
Bowman (1971), 147, con un texto fechado en Cuzco en
1581.
233
José Miguel Romero de Solís
mines; debe más cuatro panes de jabón, 4 tomines; debe más el dicho por una hacha, dos pesos
y medio”. Compró otros dos panes de jabón y
media onza de canela y otra media de clavos.
La cuenta, por 79 pesos y 5 tomines, está fechada en el mes de noviembre558 de 1573, “estando presente Pero Gómez”.
Caja A–6, exp. 8, ff. 13-15.559
191. 1575. Mayo, 14.
Poder que otorga María de Robles en favor de
Julián de Frías.
Ante el escribano Baltasar de Alcalá, María de
Robles, viuda, otorga todo su poder cumplido y
bastante a Julián de Frías, vecino de esta Villa,
para que en su nombre pueda en toda instancia
representarla. Testigos: Juan Ruiz y Manuel de
Cáceres. Como no sabía firmar, lo hizo por ella
Juan Ruiz.
Julián de Frías, en virtud del poder, alegó que
Bartolomé de Vilches no tenía bienes y que las
casas donde se pretendía hacer ejecución eran de
la viuda y no de su difunto esposo. Pedía por
tanto que su viuda y la hija fueran dejadas libres.
Caja A–6, exp. 8, ff. 22-23.
192. 1575. Julio, 3.
Pero Ruiz de Vilches, en nombre de Pedro de
Gamboa, vecino de México, contra Julián de
Frías, defensor de los bienes del difunto Bartolomé de Vilches.
Ante el alcalde ordinario Cristóbal de Solórzano, Pero Ruiz de Vilches, en el pleito que trata
en nombre de Pedro de Gamboa, vecino de la
Ciudad de México, contra los bienes de Bartolomé de Vilches, difunto, y Julián de Frías, defensor de los dichos bienes, por el pago de una
obligación de plazo vencido, dice que Julián de
Frías niega dicha obligación de pago, alegando
que en ésta dice “Bartolomé Ruiz” y no “Bartolomé de Vilches”, lo cual no es razón suficiente
para dejar de pagar.
Pero Ruiz de Vilches hizo presentación de
testigos. El primero de ellos a Juan Ramírez de
Alarcón, quien aseguró haber conocido de muchos años a Bartolomé Ruiz de Vilches, y que
éste le había dicho que “en la Ciudad de Guadalaxara y en otras partes donde había vivido e residió antes que viniese a esta Villa, le llamaban
Bartolomé de Vilches”, y no Bartolomé Ruiz,
“que era su propio nombre”. También atestigua
que el difunto le dijo que lo contenido en la escritura en cuestión se lo había comprado a Gamboa obligándose a pagarle.
El segundo testigo presentado fue Gonzalo
de Herrera, residente en esta Villa de Colima,
quien dijo haber conocido de muchos años antes
de morir a Bartolomé Ruiz de Vilches, y que estando este testigo un día en casa del susodicho,
éste le dijo que su nombre propio era Bartolomé
Ruiz y no Bartolomé de Vilches, y que este sobrenombre se lo había puesto después.
Caja A–6, exp. 8, ff. 29-30.560
193. 1575. Julio, 3.
Martín Ruiz, en nombre de Juan de Salinas, reclama de los bienes del difunto Bartolomé de
Vilches, el pago de una carga de cacao.
Ante el alcalde ordinario Cristóbal de Solórzano, el vecino de Colima Martín Ruiz, “en nombre de Juan de Salinas e por virtud del poder que
en mí fue sustituído, parezco ante V.m. y digo
que a mi noticia es venido que Cristóbal de Silva, vecino desta Villa, hizo ejecución en unas
casas que por fin y muerte de Bartolomé Ruiz de
Vilches quedaron; y porque al dicho mi parte se
le debe una carga de cacao que es y procede de
la compra de las dichas casas, como consta y parece por la escritura que della se hizo, a que me
refiero, y porque a V.m. consta de la dicha deuda. Además de la carga de cacao referida, el
558
Pudiera tratarse también del mes de septiembre de ese
año.
559
De las ff. 16-21, sólo se conserva el margen. Al parecer,
entre ellas, figuraba una sentencia judicial.
560
234
De las ff. 24-28 sólo se conserva el margen.
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
demandante dice: “y cuatro pesos y tres tomines
más pido”.
Solicita también que el alcalde “me haya por
opuesto”, y además “me mande pagar primero
que a ningún acreedor, atento que esta deuda
procede y es de las dichas casas que el dicho difunto dejó”.
El alcalde dispuso que esta petición se juntara a las demás.
Al día siguiente, Martín Ruiz pedía que el
escribano hiciera presentación de “el poder que
del susodicho tengo”.
El alcalde ordenó que se le entregara el “poder original, quedando un traslado de él”. Lo
que cumplió el escribano Baltasar de Alcalá, haciendo el traslado en los mismos autos, dando
primero cuenta de que el 13 de junio de 1574, el
alcalde mayor contador Martín de Montúfar dijo
que “por cuanto Luis Vélez Cherinos, escribano
de Su Majestad e público desta Villa de nombramiento de Su Excelencia, está muy ocupado
con pleitos que trata con Juan Fernández de
Ocampo sobre ciertas palabras de que le tiene
puesta acusación e por andar en otros negocios
no puede asistir a las audiencias e demás negocios que hay e se ofrecen en esta dicha Villa e
Provincia, en servicio de Su Majestad y ejecución de Su Real Justicia, conviene nombrar un
escribano ante quien pasen los dichos negocios”.
Para lo cual designaba por tal escribano a Pero
Ruiz, vecino de Colima, y le tomó juramento.
Fueron testigos de ello Juan Ramírez de Alarcón
y Alonso Carrillo.
Luego, se transcribe el poder otorgado por
Juan de Salinas, vecino de Colima, en favor de
Ana de Moscoso, su mujer, “que estáis ausente”,
ante el escribano Pero Ruiz, fechado en marzo
de 1575. Entre los testigos, Juan de Arévalo.
En abril siguiente, fue sustituido este poder
ante el escribano Baltasar de Alcalá y siendo
testigos Alonso Carrillo y Agustín de la Puerta.
Caja A–6, exp. 8, ff. 31-32.561
Cristóbal Preciado, menor, pide dineros para
vestirse y estudiar.
“Cristóbal Preciado, hijo legítimo de Francisco
Preciado que sea en gloria, parezco ante V.m. y
digo que yo tengo necesidad de cien pesos para
me vestir e ir al estudio y para lo necesario de él.
Pido y suplico a V.m. mande a Juan Núñez, mi
tutor, que de los bienes que me sean pertenescientes, me los dé, dando V.m. su mandamiento
para ello”.
Llamado a declarar el tutor dijo “que al presente no tiene dineros que poder dar al dicho
Preciado”, pero que los pudiera dar de su propia
hacienda, con tal que se le tomen en cuenta y
pagárselos luego de sus bienes. Así lo dispuso el
alcalde ordinario Melchor Pérez, siendo testigos
Juan Preciado y Pero Ruiz de Vilches.
Cristóbal Preciado firma carta de pago ante
Andrés Martel, Nicolás Bote y Juan Martín, vecinos de Colima, con fecha de 21 de septiembre
de ese año.
Caja A–6, exp. 9, f. 1.
195. 1570. Diciembre, 7.
Cristóbal Preciado, menor, pide dineros para
pagar a su hermano Juan Preciado lo que le
debe.
Ante el alcalde ordinario Pedro de Arévalo,
Cristóbal Preciado pide que su tutor Juan Núñez
de Alvarado le dé de sus bienes 26 pesos y medio para pagar a su hermano Juan Preciado, que
se los dio para vestirse.
El alcalde Arévalo así lo dispuso y Juan Preciado firma de haberlos recibido.
Caja A–6, exp. 9, f. 2.
196. 1573. Enero, 9.
Mandamiento al tutor Juan Núñez de Alvarado
para que dé al menor Cristóbal Preciado dineros para estudiar y gastos de su persona.
194. 1569. Septiembre, 15.
561
De las ff. 33-36, sólo quedan los márgenes.
El teniente de alcalde mayor Diego de Aguilar
da mandamiento a Juan Núñez de Alvarado, tu235
José Miguel Romero de Solís
tor y curador de las personas y bienes de los
menores hijos de Francisco Preciado, difunto,
para que dé y pague a Cristóbal Preciado 300
pesos de tipuzque, “porque los ha menester para
ir a estudiar e por otros gastos de su persona”.
Cristóbal Preciado firmó de haberlos recibido
de conformidad “en ocho varas de paño negro y
dos jubones y seis camisas y unas calzas y en
doce varas de cañamazo y anjeo para hacer colchón y sábanas, y un sombrero y para dos bonetes, y en dos pares de botas y en cuatro pares de
zapatos y una frezada y una caxa con su llave, y
lo demás que restó en cacao y tomines para
comprar libros y las cosas que me sean necesarias para el estudio, que montó todos los dichos
trescientos pesos de que me doy por contento y
entregado”.
Testigos, Juan Preciado y Francisco Preciado.
Caja A–6, exp. 9, f. 3.
197. 1572. Mayo, 19.
Cristóbal Preciado solicita dineros para ir a estudiar a Guadalajara.
Ante el alcalde mayor Jerónimo Flores,
Cristóbal Preciado presentó un escrito donde
decía: “yo debo ir al estudio de la Ciudad de
Guadalaxara a estudiar para lo que más me
convenga y para ello tengo necesidad de que de
mi hacienda, V.m. me mande dar ducientos
pesos para vestirme en el dicho estudio y para
pagar la entrada que se paga del estudio”. Pide
que su tutor Juan Núñez de Alvarado le dé los
200 pesos “o las cosas necesarias”.
El alcalde dio su mandamiento para este
efecto. Cristóbal Preciado firmó haber recibido
“noventa y un pesos y seis tomines, los cuales
recibí en plata y reales por virtud deste mandamiento” y además recibió otros nueve pesos,
sumando todo lo cual “cien pesos y seis tomines”. Fueron testigos Pedro Maldonado, Francisco de Monroy y Hernán López, “estantes en
este pueblo de Zapotlán”. Fecha: primero de
septiembre de 1572.
Cristóbal Preciado firma otros dos recibos:
uno, por cinco pesos en reales el mismo día y
ante los mismo testigos, y otro por “un talabarte” y “una vara de tafetán pardo”.
Caja A–6, exp. 9, f. 4.
198. 1572. Enero, 12.
Juan de Velasco recibe cantidad de pesos de
Juan Núñez de Alvarado, tutor de Cristóbal
Preciado.
Juan de Velasco dice haber recibido de Juan
Núñez de Alvarado 9 pesos de tipuzque, “los
cuales me dio y pagó por Cristóbal Preciado.
Testigos: Cristóbal de Solórzano y Bartolomé de Vilches.
Caja A–6, exp. 9, f. 5.
199. [1572]. Diciembre, 9.562
Cristóbal Preciado recibe cantidad de pesos de
su tutor.
Cristóbal Preciado recibe de su tutor Juan Núñez
de Alvarado 50 pesos en reales para comprar cosas que hubo menester para su persona y “en
cuenta de un mandamiento de ducientos pesos”.
Firma de su mano “en Zapotiltic”. Testigo:
Pedro de Solórzano.
Caja A–6, exp. 9, f. 6.
200. 1571. Junio, 18.
Catalina de Arévalo tiene necesidad de dinero
para vestirse.
Ante el alcalde ordinario Cristóbal de Solórzano, Juan Preciado presentó una petición de su
hermana Catalina de Arévalo, hija legítima de
Francisco Preciado, quien dice: “yo tengo necesidad de 150 pesos de oro común para me vestir.
Por tanto a V.m. pido y suplico mande a Juan
562
Este recibo no menciona el año; deducimos el mismo
por la referencia que se hace al mandamiento dado por el
alcalde mayor Jerónimo Flores: supra regº 197.
236
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
Núñez de Alvarado, mi tutor, que de mis bienes
me los dé, atento que estoy desnuda y con necesidad de me vestir”.
Así lo dio por mandamiento el alcalde.
“Digo yo, Catalina de Arévalo, que es verdad
que he recibido de Juan Núñez de Alvarado, mi
tutor y curador, noventa y tres pesos y medio de
las cosas que parecen por una memoria hecha y
firmada de Juan Ramírez de Alarcón, para en
cuenta deste mandamiento desta otra parte contenido, porque aunque reza la memoria ciento y
veinte y ocho pesos y cinco tomines, fue por
hierro,563 y todo esto fue y pasó delante de mi
hermano Juan Preciado, y le rogué lo firmase
por mí a mi ruego”.
“Más, pagué a los escribanos por estos mandamientos peso y medio”.
Caja A–6, exp. 9, f. 7.
201. 1572. Octubre, 25.
Mandamiento del alcalde Melchor Pérez a Juan
Núñez de Alvarado, para que dé a la menor Catalina de Arévalo cantidad de pesos y memoria
de las mercaderías recibidas.
El alcalde ordinario de la Villa de Colima Melchor Pérez da mandamiento a Juan Núñez para
que de los bienes que tiene a su cargo, dé y pague a Catalina de Arévalo 120 pesos de los réditos, “porque dixo que los ha menester para su
vestir e porque a mí me consta que tiene la dicha
necesidad”.
Catalina de Arévalo, hija de Francisco Preciado, dijo haberlos recibido “en las cosas desta
otra parte contenidas, delante de mi hermano
Juan Preciado”, que firmó por ella a su ruego.
Memoria
Dos varas y media de paño verde a 3 pesos y
medio vara; más, dos jubones de mujer de
holanda a 6 pesos jubón; una pieza de sinabafa
para turcas: 18 pesos y medio; once varas de to-
cas de mibigala [sic]:564 15 pesos y medio; nueve
varas de anjeo: 7 pesos, 7 tomines; una vara de
holanda, 2 pesos.
“Seis madejas de solera, digo, diez madejas:
un peso un tomín”; dos onzas de hilo portugués:
2 pesos; dos docenas de botones de borlilla: 6
tomines; un sombrero de tafetán negro: 3 pesos;
un papel de alfileres: 5 tomines; media onza de
seda verde: 6 tomines; dos onzas de seda azul de
Granada: 5 pesos; una camisa de mujer: 5 pesos
y medio; unos guantes: un peso, un tomín; dos
onzas de hilito portugués: 2 pesos; media libra
de hilo de colchones: medio peso; una frezada: 2
pesos, 2 tomines; un peso de jabón; una petaca:
un peso; cuatro arrobas de lana, a peso y medio:
6 pesos; 7 pesos de hechuras de una turca y de
una basquiña y de un jubón; 2 pesos y 2 tomines
de onza y media de seda; un peso y un tomín de
tres cuartas de seda; un peso y 4 tomines de dos
docenas de cordones.
Un peso de dos docenas de botones; 2 pesos
y 2 tomines de vara y media de ruán para un jubón; peso y medio de hilo morenico; “más un
peso y medio de agujas y de media vara de anjeo
y de un tomín de hilera, digo, cuatro tomines de
hilera”. Más 4 pesos, 5 tomines de tres varas y
media de ruán”.
Caja A–6, exp. 9, f. 8.
202. 1569. Agosto, 8.
Catalina de Arévalo pide dineros para vestirse y
otros aderezos, y memoria de las mercaderías
vendidas por Juan de Salinas.
Ante el alcalde ordinario Bernaldino Cola, Juan
Preciado por su hermana Catalina de Arévalo
dice que ella “tiene necesidad de sacar de vestir
y de otras cosas de aderezos de su persona. Por
tanto, a V.m. pido y suplico en el dicho nombre
mande a Juan Núñez de Alvarado, su tutor, que
de sus bienes le mande dar dozientos pesos”.
Así lo mandó el alcalde.
564
563
“Por hierro”, así se lee; quiere decir, “por yerro”.
Quizá, por “albengala”: tejido muy delgado. Ni albengala ni mibigala son palabras registradas por el Léxico hispanoamericano del siglo XVI de Boyd–Bowman (1971.
237
José Miguel Romero de Solís
Memoria
“Digo yo Juan de Salinas que es verdad que dí a
Juan Núñez de Alvarado dos varas y tres cuartas
de paño de para su menor Catalina de Arévalo, y
fue cada vara a cuatro pesos, que montó once
pesos el paño; y más dí yo, Juan de Salinas, por
la hechura de la basquiña que se hizo de este paño susodicho, a Manrique, sastre, dos pesos y
dos tomines, que fue todo para dicha menor.
Más dí yo, Juan de Salinas, cuatro tomines de
botones para la dicha menor, y lo firmé de mi
nombre. Juan de Salinas”.
Además, un jubón de holanda picado: 5 pesos; 4 pesos y medio por una camisa; un espejo:
3 pesos; un paño de manos: 3 pesos; una cofia:
un peso; “más cinco pesos de la entrada en la
cofradía del Santísimo Sacramento. Más le dí
una caja ensayalada que compré de Juan Preciado en tres pesos. Más cuarenta pesos de un manto de burato de seda”. De dos varas y media de
palmilla verde: 10 pesos; quince varas y media
de cotonia de Valencia: 23 pesos y 2 tomines;
por la hechura de una turca y un jubón: 12 pesos
pagó al sastre Manrique; cuatro onzas de franjas
de seda para guarnecer una basquiña: 10 pesos;
dos varas y cuarta de palmilla azul: 9 pesos, 3
tomines; tres varas de telilla de seda: 9 pesos; 3
varas de tocas de París: 4 pesos y ducado;565 de
la hechura de un fustán turco, 5 pesos pagados al
sastre Vilches;566 dos varas de ruán: 3 pesos; de
hechura de la basquiña, al sastre Manrique, 6
pesos; media vara de holanda: 2 pesos; una vara
de tafetán blanco: 2 pesos, 6 tomines; once varas
de tafetán negro para una turca: 30 pesos y 3
tomines.
“Digo yo Catalina de Arévalo que es verdad
que recibí de mi tutor y curador Juan Núñez de
Alvarado ducientos pesos contenidos en este
mandamiento desta otra parte contenido en las
cosas que aquí van declaradas, siendo testigo
Juan Preciado, mi hermano, y porque es verdad
que las recibí, rogué a mi hermano Juan Preciado que lo firmase por mí”.
Caja A–6, exp. 9, ff. 9-10.
203. 1572. Agosto, 9.
Carta de pago por los gastos que hiciera Juan
Núñez de Alvarado, tutor de las personas y bienes de los menores hijos de Francisco Preciado,
en las minas de los Zacatecas.
“Digo yo Diego Rodríguez, alguacil de las
Minas de los Zacatecas, que es verdad que
rescibí de Juan Núñez de Alvarado seis pesos,
los cuales me distes e pagastes por mis derechos
de la ejecución que hice a vuestro pedimento a
Juan de San Pedro Ortiz, porque no tuvo de qué
pagármelos, la cual se hizo por mil y cincuenta y
seis pesos” en nombre de los hijos de Francisco
Preciado.
El escribano Luis Vélez Cherino anota el 1°
de julio de 1573, que hubo además otros gastos:
un peso, “de un poder que dio a Angulo”567 en
Zacatecas; otro peso “de dos manos de papel para el negocio de Juan de San Pedro y dos pesos
de dos escrituras a Juan de Segovia, escribano
que era de la hacienda de los dichos menores”.
Otra carta de pago por 12 pesos “que se me
mandó dar por la Justicia destas Minas, por la
asesoría de un proceso executivo que Juan Núñez ha seguido en nombre de los hijos y herederos de Francisco Preciado contra Juan de San
Pedro Ortiz,568 y por verdad lo firmé de mi nombre. Fecho en Zacatecas a 25 de julio de 1572
años. Bachiller Valadés”.
Caja A–6, exp. 9, ff. 11-12.
204. 1571. Agosto, 12.
Diversas cartas de pago que presenta Juan Núñez de Alvarado, tutor de los menores hijos de
Francisco Preciado.
565
Por los guarismos al margen de la Memoria, el ducado
equivale a 6 tomines.
566
Posiblemente se alude a uno de los hermanos —Pero o
Bartolomé— Ruiz de Vilches.
567
Se trata de Baltasar de Angulo: infra, regº 209.
Registrado con más frecuencia como San Pedro ó Sampedro y Ortiz de San Pedro.
568
238
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
Carta de pago fechada en Guadalajara y firmada
por Jerónimo de Losada,569 por 3 pesos de tepuzque que le diera Juan Núñez de Alvarado por
pleito contra Juan de San Pedro.
En esta misma foja, fechada en Guadalajara,
otra carta de pago por peso y 2 tomines; la firma
Alonso Sánchez.570
Caja A–6, exp. 9, f. 13.
205. 1569. Julio, 17.
Mandamiento de Luis de Grijalba para que
Juan Núñez de Alvarado pague derechos al escribano Baltasar de Alcalá.
Mandamiento del alcalde Luis de Grijalba a
Juan Núñez de Alvarado para que pague al escribano Baltasar de Alcalá 7 pesos de oro común
“de los derechos del juez y escribano, del tiempo que se ocuparon en las cuentas de tutela e
cargo que se vos hizo”.
Al reverso, Baltasar de Alcalá firma de haberlos recibido el 22 del mismo mes.
Otra carta de pago del mismo escribano por
valor de 6 tomines de un poder dado a Juan Preciado para que, en nombre de los menores hijos
de Francisco Preciado, cobrase “sus réditos de
los censos, cuando fue a Zacatecas”. Fechada en
Colima el 1° de mayo de 1570.
Caja A–6, exp. 9, ff. 14-15.
206. 1567. Noviembre, 9.
Carta de pago otorgada por el escribano Blas
López por la saca de un traslado de la curaduría de Juan Preciado.
Con fecha de 9 de noviembre de 1567, el escribano Blas López firma haber recibido de Juan
569
En cierto nombramiento extendido por “el deán y cabildo” catedralicio de Guadalajara, fechado el 2 de mayo de
1571, aparece fungiendo de secretario Jerónimo de Lozada
o Losada: Enciso Contreras (1998), 302-303, doc. 184.
Véase infra, regº 208.
570
Debe tratarse de Alonso Sánchez de Miranda, cura y vicario que fuera de la Villa de Colima y, a la sazón, deán de
la Nueva Galicia.
Núñez de Alvarado la cantidad de un peso “por
la saca del traslado de la curaduría discernida en
Juan Preciado por la Justicia de Colima de los
menores hijos de Francisco Preciado”.
Caja A–6, exp. 9, f. 16.
207. 1572. Agosto, 8.
Carta de pago por gastos hechos en Zacatecas
por Juan Núñez de Alvarado, tutor de los hijos
de Francisco Preciado.
El escribano Antonio Rodríguez, del juzgado de
Su Majestad de las minas de los Zacatecas, recibe veinte pesos de oro común por gastos en el
pleito que sigue Juan Núñez de Alvarado, tutor
y curador de los hijos de Francisco Preciado,
contra Juan de San Pedro Ortiz sobre un censo.
Un peso dio Juan Núñez a un mozo
El alguacil de las Minas de los Zacatecas,
Baltasar Carrillo, recibe el 9 de agosto “un peso
por una prisión que hizo Juan Núñez de Alvarado”.
Caja A–6, exp. 9, f. 17.
208. 1569. Diciembre, 5.
Juan Núñez de Alvarado, tutor y curador de los
menores hijos de Francisco Preciado, pide que
se señale persona y salario para ir a Zacatecas
a cobrar réditos de un censo.
Juan Núñez de Alvarado, tutor y curador de las
personas y bienes de Cristóbal, Francisco y Catalina Preciado,571 sus menores, presentó ante el
alcalde mayor de Colima Jerónimo Flores una
petición en la que decía:
“Mis menores tienen una carta de censo contra Juan de San Pedro, estante en las Minas de
los Zacatecas, de contra de mil pesos de oro común de principal; del cual dicho censo no se ha
podido cobrar del susodicho los réditos de él; e
ha que los tomó e los tiene en sí trece años poco
más o menos. E aunque sobre ello se han fecho
las diligencias necesarias para la cobranza de los
571
239
Por lo general es nombrada Catalina de Arévalo.
José Miguel Romero de Solís
dichos réditos e se han enviado personas con
poder a lo susodicho, e no se ha podido haber el
dicho Juan de San Pedro572 para cobrar de él los
dichos réditos; e habrá diez meses poco más o
menos que fui a cobrar los dichos réditos e otros
bienes pertenescientes a los dichos mis menores
con poder de Juan Preciado, tutor e curador que
a la sazón era de los dichos menores”.
Agrega Juan Núñez de Alvarado: “en la Ciudad de Guadalajara tuve noticia de ciertas personas que de las dichas Minas venían, cómo el
dicho Juan de San Pedro era ido a la entrada de
las nuevas Minas del Mazapí”.573
Entonces, sigue diciendo Núñez de Alvarado,
“sustituí el dicho poder que yo así llevaba del
dicho tutor, en Gerónimo de Losada, procurador
de la dicha Ciudad de Guadalajara,574 para que
de la dicha Real Audiencia sacase recaudos e
provisión contra el dicho Juan de San Pedro, y
agora el dicho Gerónimo de Losada me escribe
tiene sacado mandamiento de la dicha Real Audiencia para que si el dicho Juan de San Pedro
no diere e pagare los réditos corridos del dicho
censo e bienes desembargados para en que se
haga execución con fianzas bastantes, le traigan
preso y a buen recaudo a la dicha Ciudad de
Guadalajara, como V.m. verá por la dicha carta
de que hago demostración”.
La petición de Juan Núñez de Alvarado concluye: “E porque conviene que se cobren los dichos réditos y el dicho Gerónimo de Losada no
halla persona de confianza para que vaya a la
dicha cobranza a las Minas de Zacatecas, V.m.
me mande dar licencia para que a costa de los
dichos mis menores busque una persona que
convenga que vaya a las dichas Minas a cobrar
los dichos réditos del dicho Juan de San Pedro, e
572
Como se anotó supra, regº 203, es registrado asimismo
como Sampedro, Ortiz de San Pedro y San Pedro Ortiz.
573
Minas de Mazapil, descubiertas en 1568.
574
Supra, regº 204, donde damos noticias a su propósito y
puede agregarse que, según declaración prestada el 10 de
noviembre de 1569 por el alcalde ordinario de Guadalajara
Gaspar de Tapia, Losada había sido procurador del conquistador Juan Fernández de Híjar y, en su nombre, solicitó
la merced de una estancia, recibiendo a cambio la desairada
respuesta del oidor Contreras y Guevara: Diego Fernández
Sotelo (1994), 67.
V.m. le señale el salario competente que para lo
susodicho meresciere, atento que ha de ir por
tierra de guerra, porque sin salario no quiere ir
ni hallo ninguna persona que a lo susodicho vaya”.
El alcalde mayor respondió que le constaba
el tiempo corrido sin poder cobrar de Juan de
San Pedro y que estaba en Zacatecas, “y ser
muncha la distancia de tierra desta Villa allá,
mandó que a la persona que el dicho Juan Núñez
señalare para la dicha cobranza” se le dé el 15
por ciento de la misma con cargo a los bienes de
los menores, y si el propio Núñez de Alvarado
“fuere a la dicha cobranza, lleve el dicho salario
e intereses”.
Caja A–6, exp. 9, f. 18.
209. 1572. Agosto, 8.
Juan Núñez de Alvarado paga cincuenta pesos a
Baltasar de Angulo, su procurador en Zacatecas.
“Digo yo Baltasar de Angulo,575 procurador en
estas Minas de los Zacatecas y en el juzgado dellas, que recibí y soy pagado del señor Juan Núñez de Alvarado de cincuenta pesos de tepuzque, los cuales son y me los pagó por los hijos y
herederos de Francisco Preciado, como su curador que es de los dichos sus menores”, porque
por esa cantidad fue contratado para seguir pleito ejecutivo “hasta lo acabar”, en nombre de los
menores, “contra Juan de San Pedro y sus bienes
y contra los bienes de Bernaldo Pérez, en razón
del censo que el dicho Juan de San Pedro echó
sobre la hacienda de minas que tenía en compañía de Bernaldo Pérez, ya difunto, la cual causa
seguí y en ella se dió sentencia de remate” por el
principal y corridos.
Angulo dice que, además, que pagó a Francisco Muñiz de Moya, sin embargo, “que es toda
una, siendo testigos dello Sebastián Núñez, Be-
575
Al parecer, vecino de Zacatecas, a donde llegó en 1559
“y fue su procurador desde 1564 hasta por lo menos 1587”:
Hillerkuss (1997), 87.
240
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
nito Beltrán y Pedro de Alcaraz”. Da fe Antonio
Rodríguez, escribano de Su Majestad.
Caja A–6, exp. 9, f. 19.
210. 1572. Julio, 15.
Martín Alonso, escribano de Zacatecas, da cartas de pago a Juan Núñez de Alvarado, tutor de
los menores de Francisco Preciado.
Martín Alonso, escribano de Su Majestad en las
Minas de los Zacatecas, otorga tres cartas de pago fechadas respectivamente el 15, el 20 y el 30
de julio, por sus derechos en la causa de ejecución seguida contra los bienes de Juan de San
Pedro.
Caja A–6, exp. 9, f. 20.
211. 1573. Julio, 30.
Apelación que hace Juan Núñez de Alvarado de
las cuentas de la tutela que le ha tomado el alcalde Pero López de Herrera y penas que impone el alcalde mayor Martín de Montúfar al escribano Luis Vélez Cherino por este motivo.
“Juan Núñez de Alvarado, preso en esta cárcel
en razón de dos mil doscientos y tantos pesos”
que parece deber por las cuentas de la tutela y
curaduría de los bienes de los menores hijos de
Francisco Preciado, alega entre otras cosas que
constan los muchos trabajos que tuvo para rescatar los réditos del censo de mil pesos que Juan
de San Pedro había echado, y que después de
largos años pudo lograr lo que estaba perdido y
que para tener esos dineros, tuvo que abonar
fianzas que luego se perdieron. Por último hizo
apelación.
El alcalde Pero López de Herrera, visto el
escrito de apelación, declaró que lo vería y haría
justicia, siendo testigos de ello Diego de Aguilar
y Diego Morán.
El 1° de agosto siguiente, Pero López de Herrera concedió la apelación. Un día antes, Juan
Núñez había presentado otro escrito al contador
Martín de Montúfar, alcalde mayor de Colima,
donde decía que estaba preso en la cárcel de la
villa por mandado del alcalde ordinario Pero
López de Herrera, de quien apelaba por los
agravios que sin justicia le había infligido a consecuencia de las cuentas que le ha hecho de los
bienes de los menores hijos de Francisco Preciado, vecino que fue de la Villa de Colima.
El alcalde mayor mandó al escribano Luis
Vélez Cherino que le trajera el proceso de esta
causa para hacer relación. El mismo día insistió
en su apelación Juan Núñez, y entonces Martín
de Montúfar dijo que “ayer mandó a mí el presente escribano que truxese el proceso de cuentas e acusaciones como se contiene en la presentación que hizo Juan Núñez de Alvarado de la
apelación que hizo de Pero López de Herrera,
alcalde ordinario, de las cuentas que le mandaba, e visto que no las ha traído, que mandaba e
mandó por segundo apercibimiento a mí el presente escribano que luego in continente las traiga e no trayéndolas que tenga por cárcel y esté
preso en las casas del Cabildo hasta tanto que
las de e traiga ante mí, e más incurra en pena de
doscientos pesos de oro común, la mitad para la
Cámara de Su Majestad e la otra mitad para obra
de la cárcel, que se comienza agora e desde luego no trayendo las dichas cuentas ante mí”. El
mandamiento ponía como término para hacer
entrega del proceso de dos horas.
El escribano de inmediato fue por el proceso
que estaba en poder del alcalde ordinario Pero
López de Herrera, quien se negó a entregárselo.
Vélez Cherino decía al alcalde mayor que no
podía cumplir su mandamiento, hasta tanto Pero
López de Herrera no se lo diera, y que por ello,
apelaba ante Su Majestad de las penas que le
imponía su alcalde mayor. Y agregaba Vélez
Cherino: “E luego yo, el dicho escribano, leí este auto de respuesta al dicho señor alcalde mayor e a ello fueron testigos Juan de Velasco, e
Antonio Carrillo, e Melchor Pérez e Pedro de
Almodóvar”.576
El alcalde mayor contestó que “daba e dio licencia a mí el dicho Luis Vélez Cherino para
576
Se trata de Pedro de Almodóvar o López de Almodóvar
El Mozo, hijo de Diego de Almodóvar y Catalina López:
infra, III, regº 399.
241
José Miguel Romero de Solís
que vaya a comer a mi posada y a cenar y dormir contando que el otro resto del día me venga
a la prisión e no salga de la prisión” impuesta “si
no fuere a lo susodicho hasta tanto que por Su
Merced sea mandado otra cosa so pena de otros
cien persos de oro común aplicados según está
dicho”.
Al día siguiente de estos autos, el 1° de agosto, el alcalde mayor tomó juramento al escribano
Vélez Cherino “para que diga e declare las preguntas que por Su Merced me fueren fechas por
lo tocante a tener el proceso de cuentas de los
menores hijos de Francisco Preciado y de Juan
Núñez su tutor e curador”. Preguntado sobre el
particular, el escribano se remite a los autos y
asegura que el proceso de cuentas lo tiene en su
poder Pero López de Herrera negándose a entregarlo.
Luis Vélez Cherino, quien seguía preso, presentó luego el siguiente requerimiento: “Los que
presente están serán testigos [de] como pido e
requiero al ilustre señor contador don Martín de
Montúfar de Lagunas, alcalde mayor desta Villa
de Colima e su Provincia por Su Majestad, e le
hago saber e bien sabe Su Merced cómo desde
ayer a las once horas de medio día me tiene preso diciendo que dé el proceso e autos de las
cuentas que se han tomado a Juan Núñez de Alvarado”. Agrega el escribano que tiene pedido el
dicho proceso pero que el alcalde ordinario López de Herrera no se lo ha querido entregar, por
tanto también ha pedido al propio alcalde mayor
“que lo saque de poder” de Pero López de Herrera, ya que tiene jurisdicción para ello. Sin
embargo, el alcalde mayor se lo ha tornado a
mandar, manteniéndole en la prisión en que se
halla, aumentando incluso la multa.
Dice Luis Vélez Cherino que se ve obligado
a apelar de estos mandamientos y penas; más,
“que cobraré de la persona y bienes de Su Merced las costas e gastos que se me siguieren”.
Además, pide “que Su Merced me mande soltar
libremente de la carcelería en que estoy tan injustamente, pues el alcalde ordinario es justicia
en esta Villa para me poder quitar el proceso y
Su Merced es supremo para lo mandar dar”.577
El escribano Luis Vélez Cherino leyó y notificó este requerimiento al alcalde mayor en su
persona, siendo testigos Diego de Mendoza,
Bartolomé de Lences y Tomás de Almodóvar.
Anota luego el escribano: “E así mismo hice
presentación de la declaración de Pero López de
Herrera”.
“En postrero de julio [...], a hora de las once
de medio día poco más o menos, declaró el muy
magnífico señor Pero López de Herrera, alcalde
ordinario desta Villa, que un proceso de pleito y
cuentas que Su Merced le tomó a Juan Núñez de
Alvarado, tutor e curador de las personas y bienes de los menores hijos de Francisco Preciado,
difunto”; agrega que “desde ayer” se dio mandamiento a Vélez Cherino para que lo diese al
alcalde mayor, pero que “tenía y tiene Su Merced el proceso”, y no el dicho escribano, y que
él está haciendo las cuentas, “y que en acabando” de hacerlas, “lo dará”.
Caja A–6, exp. 9, ff. 21-28.
212. 1573. Agosto, 1º.
Causa que sigue el alcalde mayor Martín de
Montúfar a Juan Núñez de Alvarado por haber
éste apelado de las cuentas de su tutela tomadas
por la Justicia ordinaria, y designación de Juan
Preciado como nuevo curador y tutor de los
menores de Francisco Preciado.
En largo alegato que presenta, Juan Núñez dice
que Jerónimo Flores, al tiempo que fue alcalde
mayor de Colima, señaló por salario para ir a
Zacatecas a cobrar el censo a Juan de San Pedro
el 15 por ciento, dándole licencia a él, como curador, para ir en persona a hacer esta cobranza.
Al momento de hacer el pleito en las Minas de
los Zacatecas, “fue declarado que unos asientos
viejos se vendiesen, que no valían la mitad de lo
corrido, y las personas que tenían los dichos
asientos me salieron a la paga ansí de principal
577
La respuesta del alcalde mayor a este requerimiento: infra, regº 212.
242
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
como de lo corrido, con que esperase dos años y
diese fianzas”.
Dice luego: “yo dí las dichas fianzas y debajo
dellas yo alcé en ganado y la mayor cantidad está por cobrar, el cual dicho censo y corrido estoy
presto de cobrar y dar y entregar a los dichos
menores, cada y cuando los dichos mis fiadores
e yo fuéremos dados por libres”. A todo lo cual,
parece, que por su mandamiento, el alcalde ordinario dispuso que diese mil pesos de los del
principal más lo correspondiente a los réditos, y
por ello “me tiene preso”.
“Otrosí digo que el dicho Pero López de Herrera me agravió en que habiendo ya dado su
mandamiento un alcalde ordinario que me mandaba que de cualesquier bienes que Francisco
Preciado menor tuviese, le diese ciento y cuarenta pesos y Cristóbal de Solórzano tenía una
escritura de censo de ciento y cuarenta pesos,
los cuales para dar al dicho menor se cobraron y
yo se los dí, y el dicho menor dio a las espaldas
del dicho mandamiento mi carta de pago”.
Martín de Montúfar dispuso, entonces, le
fuera notificado a Juan Núñez lo siguiente:
“porque no se gaste tiempo en balde en ver el
cargo y descargo de las dichas cuentas, sino solamente ver los agravios que aquí expresa por
esta su petición, que lo diga e declare para que
así se haga como lo pidiere”. Núñez de Alvarado “dijo que ante todas cosas Su Merced vea lo
que el alcalde Pero López de Herrera hizo después de la apelación, y visto, provea en ello lo
que sea justicia y en lo de los agravios que pide
solo de lo que se agravia, pide se vea para ser
desagraviado y que todo lo demás del cargo y
descargo está bueno y bien fecho, y por tal lo
aprueba”.
El alcalde mayor dijo: “pues que no hay que
ver cuentas que lo que pide acerca de los agravios, Su Merced lo verá e proveerá justicia”. El
alcalde mayor ordenó a continuación que Núñez
de Alvarado trajera a su presencia a Francisco y
Cristóbal Preciado y a Catalina de Arévalo, sus
menores, “para que ante Su Merced pidan lo que
por Su Merced les fuere dicho o aquello que a
ellos estuviere bien e les pareciere”.
El domingo 2 de agosto dio respuesta Martín
de Montúfar a la apelación presentada por el escribano Vélez Cherino. El alcalde mayor dijo:
“si quisiere testimonio para se presentar ante los
señores Presidente e Oidores, que mando que se
le dé con todo lo actuado acerca de las penas
que le puse e no haber dado el proceso e todo lo
actuado después acá sea fecho acerca dello”.578
El 4 de agosto, los menores hijos de Francisco Preciado presentaron ante el alcalde mayor
un escrito donde, entre otras cosas, se decía que
el alcalde ordinario López de Herrera había notificado a Juan Preciado “nuestro hermano mayor” y a Juan Núñez de Alvarado “marido de
nuestra hermana”,579 que debían dar fianzas “en
cantidad de veinte mil pesos”. Luego mandó notificar a Juan Núñez que esto debía suceder “dentro de tercer día”; “y sin haber pasado el dicho
término y no haberse notificado a Juan Preciado,
nuestro hermano mayor, el dicho alcalde Pero
López de Herrera nombró procurador de los dichos menores a Bernaldino Cola, persona enferma y ocupado en sus haciendas y granjerías,
siendo necesario como lo es que sea persona que
le duela el que ha de ser nuestro curador y por
nos nombrado”. Piden al alcalde mayor que “nos
dé por nuestro curador” a Cristóbal de Solórzano.
Por un auto del alcalde Pero López de Herrera, fechado el postrero día del mes de julio, se
declara que “es necesario que haya persona que
en nombre de los dichos menores e por ellos siga la causa contra el dicho Juan Núñez y sus
fiadores, y le haga pagar el alcance en que ha sido alcanzado el dicho Juan Núñez, y por esta razón no se le puede tornar a encargar de la dicha
guarda de los bienes de los dichos menores ni al
dicho Juan Preciado por ser fiador del dicho
Juan Núñez. Por tanto, que mandaba e mandó a
Bernaldino Cola, vecino de la Villa, que estaba
presente que se encargue de ser curador de las
personas y bienes de Francisco Preciado e Cristóbal Preciado e Catalina de Arévalo, mayores
578
Sobre los antecedentes de esta apelación: supra, regº
211.
579
Casado con Isabel de Arévalo: infra, regº 222.
243
José Miguel Romero de Solís
de diez e seis y de veinte años e menores de
veinte e cinco años”.
Bernaldino Cola dio por su fiador a Cristóbal
de Silva. Fueron testigos de ello Juan Muñoz,
Alonso Lorenzo y Pero López de Herrera El
Mozo, vecinos de Colima.
Martín de Montúfar, visto lo cual, dictó su
mandamiento en el que resumía los hechos siguientes: el alcalde López de Herrera, por auto
de 29 de julio, después de haber tomado las
cuentas de la tutela a Juan Núñez, había mandado notificar a éste y a Juan Preciado “que dentro
de tercero día diesen fianzas llanas e abonadas
en cuantía de veinte mil pesos para le tornar a
encargar al dicho Juan Núñez de la dicha curaduría”, y de no darlas, “las diese el dicho Juan
Preciado para le encargar de la dicha tutela como a deudos más cercanos de los dichos hijos y
herederos de Francisco Preciado”. Sin embargo,
el día 31 de julio, Pero López de Herrera había
encargado la curaduría de dichos menores a
Bernaldino Cola, “antes de pasar los tres días
del dicho término que le dio el dicho alcalde”,
por cuanto no se había hecho la notificación del
auto del 29 de julio “en el dicho día”. Por consiguiente y teniendo en cuenta estos antecedentes,
el alcalde mayor dijo que “mandaba e mandó
que se le notifique agora de nuevo a los dichos
Juan Núñez e Juan Preciado el auto proveído por
el dicho Pero López de Herrera, alcalde ordinario, según e como en él se contiene para que lo
guarden e cumplan según e como en el dicho auto se contiene”.
El escribano Vélez Cherinohizo las notificaciones correspondientes a Juan Núñez y Juan
Preciado, en sus personas, el 10 de agosto, siendo testigos en el primer caso Juan Gómez y
Alonso Lorenzo, y Pero Ruiz de Vilches y Juan
de Salinas, en el segundo, vecinos todos ellos de
la Villa de Colima.
Tanto Juan Núñez como Juan Preciado, por
sendos escritos, fechados el 11 y el 14 de agosto
respectivamente, manifestaron estar prestos y
aparejados de dar las fianzas para poder hacerse
cargo de la dicha tutela. El alcalde mayor respondió a Juan Núñez que proveería justicia y a
Preciado que “traiga ante Su Merced las fianzas”.
Así lo hizo Juan Preciado el 17 de agosto,
poniendo por sus fiadores a Cristóbal de Solórzano, Alonso de Miguel y Juan Núñez, y ese
mismo dio el alcalde mayor le encargó de la tutela y curaduría de las personas y bienes de sus
hermanos, siendo testigos Diego de Mendoza,
Juan Fernández Ladrillero y Juan Muñoz, vecinos y estante en esta Villa de Colima.
El escribano Vélez Cherino, el 25 de agosto,
notificó todo ello a Cristóbal de Solórzano “curador ad litem de los dichos menores en su persona”, y fueron de lo cual testigos Cristóbal de
Silva y Bernardino Cola, vecinos de Colima.580
Caja A–6, exp. 9, ff. 29-40.
213. 1573. Agosto, 18.
El alcalde mayor manda a Pero López de Herrera, alcalde ordinario, que haga entrega de
escrituras y recaudos de los menores hijos y herederos de Francisco Preciado.
Juan Preciado pidió como tutor y curador de sus
hermanos menores ante el alcalde mayor Martín
de Montúfar que mandara al alcalde ordinario
Pero López de Herrera hacer entrega de todas
las escrituras que tuviera en su poder de sus
hermanos, ya que las había recogido cuando le
tomó cuentas a Juan Núñez de Alvarado, tutor
que había sido anteriormente de los dichos, porque él las ocupaba para mejor administrar los
bienes de sus hermanos.
Así lo mandó el alcalde mayor. López de Herrera fue notificado de ello en su persona, siendo
testigo Antonio Carrillo de Guzmán.
El 19 de agosto, respondió el alcalde ordinario diciendo que en lo mandado por el alcalde
mayor, “recibía e recibe notorio agravio”. Las
razones eran las siguientes: él había entendido
en la causa y había encomendado la curaduría a
Bernaldino Cola por los motivos ya conocidos.
580
Los menores habían pedido que Solórzano fuera designado como su curador y tutor, sin embargo, no aparece el
auto de este nombramiento: infra, regº 214.
244
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
Si Su Merced proveía otra cosa, debía ante todo
remitirle de nuevo el asunto, y que estaba presto
a designar por tutor y curador a quien le mandase el alcalde mayor, pero que éste era el procedimiento. De otro modo, y tal como lo había llevado a cabo Martín de Montúfar, él se sentía libre de toda responsabilidad y si algún daño,
pérdida o menoscabo padecían los bienes de los
dichos menores, “sea culpa e cargo del dicho
señor alcalde mayor” y no suya.
El alcalde mayor dispuso que “hoy en todo el
día” López de Herrera cumpla lo que se le ha
mandado, y caso contrario, proveerá en su contra. Cuando se le notificó a López de Herrera
este auto delante de Diego Morán y Diego Mendoza, contestó que lo oía y que respondería más
tarde.
Preciado volvió a insistir en su petición. El
alcalde mayor citó a Juan Núñez para que declarara si en verdad había entregado todas las escrituras de los dichos menores al alcalde López de
Herrera. Bajo juramento, declaró que “las dio y
entregó a Pero López de Herrera, alcalde ordinario, el cual las recibió y metió en una escribanía
de asiento que tenía”.
Montúfar ordenó que tan pronto recibiera la
notificación de su mandamiento, el alcalde ordinario exhibiera escrituras y recaudos de los dichos menores “so pena de cincuenta pesos”, mitad para la Cámara Real y mitad para la obra de
la cárcel, y de no cumplirlo, “que esté preso en
las casas de Hernando de Gamboa, las cuales
tenga por cárcel e no las quebrante so pena de
otros cincuenta pesos más aplicados según está
dicho”. El 21 de agosto fue notificado de este
auto el alcalde López de Herrera, quien contestó
al escribano “que se le dé el proceso de las cuentas e los autos que sobre ello han pasado, para lo
ver e responder a lo mandado por el dicho señor
alcalde mayor, y en el inter que no se le diese,
protesta que no la pare perjuicio la dicha pena y
prisión”.
El alcalde mayor, conocida esta respuesta,
ordenó que se le diera a López de Herrera “el
proceso original de las dichas cuentas por mañana en todo el día para que lo vea e responda a
lo que le es mandado”.
El 25 de agosto, respondió López de Herrera
alegando sus razones de porqué el alcalde mayor
debía anular el mandamiento dado.
Primero, porque había sido dado “a pedimiento de no parte y contra juez que tiene conocimiento” en la causa; segundo, porque previamente él había encomendado la curaduría a Bernaldino Cola, persona abonada y que había dado
fianzas bastantes; que si bien el alcalde mayor
era “juez supremo”, ante todo debía oír las partes y a él no lo había oído, a pesar de haber apelado de sus mandamientos anteriores; que antes
de encomendar a otro la tutela, debiera haberle
dicho a él, como juez competente en la causa,
que procediera, etcétera.
Preciado protestó diciendo que López de
Herrera daba tales razones por malicia para no
devolver los recaudos de los menores, y en ello
estos padecían menoscabo. Pedía al alcalde mayor que condenara a su alcalde ordinario.
Montúfar ordenó a López de Herrera, “que
no embargante la apelación que tiene fecha en
este caso y lo demás que dice e alega por su escrito, que dentro de hoy en todo el día cumpla lo
que por Su Merced le está mandado acerca de
dar y entregar las escrituras y recaudos que tiene
en sí de los hijos y herederos de Francisco Preciado”, debajo de las penas y prisión de las que
está apercibido. López de Herrera, al ser notificado de este auto, volvió a apelar de este nuevo
mandamiento, siendo testigos Juan de Salinas,
Cristóbal de Silva y Melchor Pérez. El alcalde
mayor, por su parte, se ratificó mandando a López de Herrera que tuviera por cárcel las casas
de Hernando de Gamboa. Contestó López de
Herrera diciendo: “Su Merced no ha sido ni es
juez para le encarcelar por estar de este negocio
apelado de Su Merced y que durante la apelación no puede Su Merced innovar y que por ser
obediente a la Real Justicia y por evitar escándalos y con protestación que por irse a la cárcel”,
decidía “se iba desde luego a la dicha carcelería
que Su Merced le mandaba tener”.
Testigos de su respuesta: el bachiller Grijalba
y Pedro Caballero.
Caja A–6, exp. 9, ff. 41-47.
245
José Miguel Romero de Solís
214. 1573. Agosto, 27.
Cristóbal de Solórzano, curador ad litem de los
menores hijos de Francisco Preciado, pide dineros para seguir la causa.
Ante el alcalde mayor Martín de Montúfar,
“Cristóbal de Solórzano, curador de los menores
de Francisco Preciado, digo que por mandado de
V.m. me fue notificado581 el martes que se contaron veinte y siete días del mes de agosto que
respondiese a cierto proceso tocante a los dichos
mis menores; a la primera audiencia dije que yo
pedí al escribano el proceso para alegar la justicia de los dichos mis menores, el cual me respondió no me lo podía dar si no solamente traslado de la sustancia de él, y que para esto era
menester ante todas cosas pagalle sus derechos
para que se me pudiese dar.
Por tanto a V.m. pido mande al tutor de los
dichos menores que de sus bienes se me den
cincuenta pesos para seguir esta causa, que yo
daré cuenta y razón en lo que se hubieren gastado, y pido justicia. Otrosí pido a V.m. que en el
inter que no se me dieren dineros para seguir la
causa, pido no pare perjuicios a mis menores”.
El alcalde mayor ordenó que le dieran 24 pesos de oro común, los cuales le dé Juan Núñez
de Alvarado “del alcance que le fue fecho y el
dicho Cristóbal de Solórzano tenga cuenta y razón”; además dispuso, que si Núñez no los quería pagar, “sea a su cargo e culpa el daño que viniere a los dichos menores”.
Caja A–6, exp. 9, f. 48.
215. 1573. Septiembre, 9.
Juan Preciado acusa a Pero López de Herrera,
de haber abandonado la cárcel.
Gamboa582 ya que no ha querido hacer entrega
de las escrituras y recaudos de los dichos menores que tiene en su poder, “está suelto y ha incurrido en pena y penas”. Pide “sea condenado en
ellas y mandándole de nuevo encarcelar en prisiones de en hora en hora acrecentándole pena y
prisiones”, hasta tanto dé y entregue las dichas
escrituras y papeles.
El alcalde mayor dio su mandamiento: “que
luego dé y exhiba las escrituras e papeles” como
se le ha ordenado “o se vuelve a la carcelería en
que por mandado del dicho señor alcalde mayor
le tenía puesta con la pena que le está puesta y
que se traiga el proceso de la causa para ver la
pena en que ha incurrido para proveer en ello
justicia”.
Respondió el alcalde ordinario López de
Herrera que ya ha dio respuestas a estos mandamientos del alcalde mayor y los tiene apelados; que estaba por otra parte “presto de se volver a la carcelería que le está mandada tener e
que hasta agora él ha tenido esta Villa por cárcel
por avelle mandado tener por cárcel el dicho señor alcalde mayor, e que agora se volverá a la
dicha carcelería”.583
Caja A–6, exp. 9, f. 49.
216. 1573. Septiembre, 16.
Pero López de Herrera manda a Bernaldino Cola, tutor nombrado de los menores hijos de
Francisco Preciado, hacer la cobranza de sus
bienes.
El alcalde ordinario Pero López de Herrera y ante el escribano Luis Vélez Cherino encarga a
Bernaldino Cola, a quien había designado tutor
y curador de los menores hijos de Francisco
Preciado, hacer la cobranza de los bienes siguientes:
Juan Preciado, tutor y curador de sus hermanos,
protesta ante el alcalde mayor Martín de Montúfar porque Pero López de Herrera, condenado a
tener por prisión las casas de Hernando de
Cargos
582
Supra regº 213.
Según lo dispuesto por Montúfar, López de Herrera debía tener por cárcel la casa de Hernando de Gamboa, y no
la Villa de Colima como aquí asegura.
583
581
Otra notificación: supra, al final del regº 212.
246
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
“Primeramente se le hace cargo de una escritura
de censo contra Alonso de Angulo de contra de
trezientos pesos de oro común, que pasó ante
Diego Veedor, escribano nombrado”, fechada el
15 de septiembre de 1558, “y corre la cobranza
de este censo” desde el 16 de mayo de este presente año de 1573.
También le hace cargo de otra escritura de
censo contra Juan de Arévalo, por 90 pesos de
oro común, que pasó ante el mismo escribano el
6 de diciembre de 1561, y corre desde el 6 de julio de 1573. Otra escritura de censo por 1,075
pesos contra Pedro de Arévalo, Hernando de
Gamboa y Diego Morán, que pasó ante Diego
Veedor el 3 de marzo de 1558, que corre desde
el 3 de marzo de este año de 1573. Otra escritura
de censo contra Pedro de Arévalo por 255 pesos
de oro común de principal, que pasó ante Diego
Veedor, el 7 de enero de 1561. Corre desde el 3
de enero de 1573.
Otro censo contra Diego López de Ayala y
Juana Fernández, su mujer, y Alonso Miguel
como su fiador que pasó ante Diego Veedor el
13 de enero de 1561 por cuantía de 250 pesos;
corre desde el 1° de enero de este año de 1573.
Otro censo por 774 pesos de oro común contra
Diego de Velasco y Juana de Medina, su mujer,
que pasó ante Diego Veedor el 16 de abril de
1561; corre la cobranza desde el 24 de febrero
de 1573. Otro censo por cuantía de 130 pesos de
oro común contra Diego de Mendoza y doña
Beatriz López, su mujer, que pasó ante Diego
Veedor, el 10 de abril de 1564; corre desde el 10
de abril de 1573.
Otra escritura de censo contra Melchor Pérez
y Ana Martel, su mujer, de cuantía de 445 pesos
de oro común de principal, que pasó ante Diego
Veedor el 16 de febrero de 1562, y corre su cobranza desde el 6 de abril de 1573. Otro censo
contra Juan de Arévalo y Juana de Angulo,584 su
584
Hija mayor de Alonso de Angulo e Inés de Soto. Su
madre, por testamento, la mejoró en tercio y quinto de todos los bienes muebles y raíces, para ayuda de su casamiento, y “por el amor que tenemos entendido que los dichos sus padres le tenían e por los servicios que les hacía
en su vida”: supra, regº 72. Fue casada como aquí se dice
con el mestizo Juan de Arévalo y tuvo en este matrimonio
mujer, por 268 pesos de principal, que pasó ante
Juan de Segovia, escribano de Su Majestad, el
16 de mayo de 1565; corre desde el 15 de mayo
de 1573. Contra Diego de Mendoza y doña Beatriz López, su mujer, hay otra escritura de censo
por cuantía de 330 pesos de oro común de principal, que pasó ante Diego Veedor el 17 de septiembre de 1563; corre desde el 7 de septiembre
de este año de 1573.
Otra escritura de censo contra Melchor Pérez
y Ana Martel, su mujer, por 110 pesos de oro
común de principal, que pasó ante Diego Veedor, el 29 de abril de 1564; corre su cobranza
desde el 10 de abril de 1573. Una cédula contra
Lope Fernández, portugués, de 30 pesos de oro
común, fechada el 5 de diciembre de 1556. Una
obligación contra el mismo Lope Fernández,
portugués, de 463 pesos y un tomín, cuya escritura pasó ante Diego de Isla, escribano de Su
Majestad, y está fechada el 20 de diciembre de
1557. Otro conocimiento contra Juan Redondo,
de 8 pesos, fechado el 4 de febrero de 1555.
“Otro conocimiento contra Garci Garcés de
Mansilla que dice que los debe Martín Ximénez”, por 70 pesos, y tiene fecha de 28 de mayo
de 1556.
“Iten se le hace cargo de otro conocimiento
contra Martín Páez, que de resto de él paresce
que debe” 39 pesos de oro común, “para que los
cobre con ciertas cartas de pago al pie del dicho
conocimiento de Francisco Preciado, difunto”, y
otro conocimiento del mismo Martín Páez fecho
a Juan Preciado, hijo del dicho Francisco Preciado, que todo parece ser una cosa”. Además se
le hace cargo de 100 pesos de oro de minas “que
son de tipuzque ciento y sesenta e cinco pesos e
tres tomines y seis granos,585 que declaró Juan
Núñez de Alvarado que debía Diego de Mendoza, de resto de un esclavo negro que le vendió el
dicho Francisco Preciado”, y que, según el mismo “dijo haber pleito pendiente ante la justicia
desta Villa, para que busque el dicho proceso” y
los cobre.
dos hijas: Leonor y María. Al enviudar, casó con Juan Bautista de Quirós: infra, II, regº 341; III, regº 666; IV, regº
878; Sevilla del Río (1974), 119.
585
Resulta interesante la equivalencia que se da.
247
José Miguel Romero de Solís
De todas estas escrituras y papeles, fue entregando el alcalde ordinario Pero López de Herrera a Bernaldino Cola los correspondientes
originales.
Se le hace cargo también de 2,238 pesos y 2
tomines de oro común para que los cobre de
Juan Núñez por habérsele hecho alcance de ellos
en las cuentas que le tomaron de los bienes de
los dichos menores y que debe cobrar del modo
siguiente: Primeramente, ha de cobrar 497 pesos
y 4 tomines que Núñez debe pagar con los réditos que corrieren de a fin de junio deste dicho
año de 1573 hasta que los pague o eche a censo
por haber cuatro años y más que se hizo cargo
de haberlos cobrado y no los echó a censo según
estaba obligado y le fue mandado por Luis de
Grijalba, teniente.
Al siguiente día, 17 de septiembre, el alcalde
López de Herrera prosiguió haciendo entrega de
escrituras y conocimientos al curador Bernaldino Cola. “Iten ha de cobrar del dicho Juan Núñez, mil pesos que cobró de principal de un censo que pagaba Juan de San Pedro a los dichos
menores, con más lo que corriere de censos dellos por no haber dado cuenta destos mil pesos y
ha de cobrar el censo desde el día que se feneció
la cuenta que se le tomó”, y que fue el 30 de julio de 1573. También cobrará del mismo Núñez
140 pesos por que los pagaba Cristóbal de Solórzano a los dichos menores y los redimió, y no
dio cuenta de ellos ni los echó a censo como estaba obligado y así debe pagar el censo que haya
corrido hasta que los dé y pague. Cobrará Bernaldino Cola a Núñez también 515 pesos porque
no entregó una escritura de censo de que le fue
hecho cargo, contra Pedro de Granada con más
el censo que corriere desde el día que se le tomó
la cuenta hasta que lo pague. Cobrará también lo
que debe pagar Núñez “para cumplimiento al
dicho alcance que le fue hecho” 85 pesos y 6
tomines.
“Por manera que suman e montan las dichas
partidas que son cinco, dos mil e doscientos e
treinta e ocho pesos e dos tomines que el dicho
Bernaldino Cola ha de cobrar del dicho Juan
Núñez como por ellas se le manda”.
“Iten se le hace cargo que cobre el dicho
Bernardino Cola del dicho Juan Núñez ciertos
recaudos que declaró cuando le tomaron las
cuentas, que tenía en su poder y por donde consta que Juan de Segovia dio poder a Gonzalo
Hernández, mulato, para que tomase de la Estancia de Miaguatlan586 cuarenta reses vacunas,
y otro recaudo que tiene del dicho Gonzalo Hernández por donde tomó otra cierta cantidad de
reses de la dicha estancia por mandado de Pedro
de Granada, por las cuales el dicho Gonzalo
Hernández le dio un caballo al dicho Pedro de
Granada”. Le dice que debe cobrar las dichas reses “de las personas que las deban pagar por ser
la dicha estancia de los dichos menores”.
Cobrará igualmente “las cinco vigas y azuela
gurviada” [sic]587 que declaró doña Beatriz López que debía a los dichos menores, para que se
cobre de sus herederos.
“Iten se le hace cargo de una escritura de
compañía que hicieron Francisco Preciado, defunto, padre de los dichos sus menores, y Lope
Fernández, portugués, sobre cierto descubrimiento de minas para que cobre el interés que le
pertenesciere por la dicha escritura de compañía
de las dichas minas a los dichos menores, la cual
escritura pasó en México a veinte e seis de abril
de mil e quinientos e cincuenta e seis años
[1556], ante Hernando de Cazalla, escribano de
Su Majestad”.588
“Por manera que suma e monta todo lo que
se le hace cargo que ha de cobrar el dicho Bernardino Cola y lo que valen las escrituras y recaudos que se le entregan” 7,040 pesos y 5 tomines”.
586
Acerca de Miaguatlan: supra, regº 176.
La azuela es una herramienta de carpintería compuesta
de una plancha de hierro cortante, con mango corto de madera. La expresión “gurbiada” que registra también Boyd–
Bowman (1971), 105 y 443, a propósito de la azuela, alude
a la curvatura —gurbio o gurbia— de la misma.
588
Sobre este “cierto descubrimiento de minas” y la compañía para su explotación suscrita entre Francisco Preciado
y el portugués Lope Fernández, no hemos hallado otras pistas. De todas maneras es de interés señalar cómo Preciado
dejó de explotar en su momento los placeres de oro de su
suegro Diego Garrido, para dedicar las tierras aledañas a
Apatlan al beneficio del cacao: supra, regº 39.
587
248
Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI
Bernardino Cola, el 18 de septiembre, presentó una petición ante el alcalde mayor Martín
de Montúfar para cobrar de Juan Núñez los
2,238 pesos y 2 tomines de oro común del alcance que le hiciera el alcalde ordinario cuando
le tomó cuentas de su tutela; pide también que
Núñez “me dé y entregue las cédulas y poderes
y otros cualesquier recaudos que declara tener
en su poder contra Juan de Segovia y Pedro de
Granada y Gonzalo Hernández, mulato” de las
reses que retiró; además que declare o dé recaudo “por donde se cobren cien pesos de minas”
que parece deber Diego de Mendoza de resto de
un esclavo negro, y por último que diga lo de las
vigas y azuela que deben los herederos de Beatriz López.
Caja A–6, exp. 9, ff. 50-54.
217. 1573. Septiembre, 23.
Juan Preciado reclama de Pero López de
Herrera, alcalde ordinario, y de Bernaldino Cola, que le entreguen escrituras y recaudos de sus
hermanos, de quienes es tutor y curador.
Ante el teniente de alcalde mayor, Juan Preciado
como tutor y curador de las personas y bienes de
sus hermanos, hijos de Francisco Preciado, recuerda que tiene hecha una petición para que la
justicia mande al alcalde ordinario López de
Herrera le haga entrega de las escrituras y recaudos que tiene en su poder, después que le
tomó cuentas al anterior tutor y curador Juan
Núñez de Alvarado. Dice Preciado que pide dichos recaudos porque como tutor y curador
“administre y beneficie sus bienes”, y como tal
ya le fue así mandado a López de Herrera por el
alcalde mayor “so cierta pena y prisión”, sin que
hasta la fecha haya obedecido el susodicho tal
mandamiento, “antes en menosprecio de lo por
Su Merced proveído y mandado, ha dado y entregado a Bernaldino Cola, vecino desta Villa,
las dichas escrituras”, y el propio Cola “usa de
tutor de los dichos mis menores”, lo cual no de
debe seguir ni tampoco “se me puede quitar la
administración”, cuando es el pariente más cer-
cano de los menores y haber dado fianzas bastantes.
Pide que Bernaldino Cola bajo cierta pena
luego exhiba las dichas escrituras que López de
Herrera le entregó.
El teniente de alcalde mayor589 ordenó que
Bernaldino Cola “so pena de veinte pesos de oro
común” de inmediato hiciera entrega de los recaudos mencionados. Así se lo notificó Pero
Ruiz, escribano nombrado, siendo testigo Francisco de Burgos, Andrés Martel y Alonso del
Río, vecinos y estante en esta Villa.
Bernaldino Cola contestó al auto de la justicia mayor, diciendo que él había sido nombrado
tutor y curador de las personas y bienes de dichos menores por la justicia ordinaria. Da también como razón que uno de estos menores,
Cristóbal Preciado, “habrá cinco o seis días poco
más o menos, que estando en las Casas del Cabildo desta Villa” expresó “que no les convenía
fuese el dicho Juan Preciado tutor de él y de los
dichos sus hermanos”.
A pesar de los motivos expresados, se le ordenó nuevamente que presentara todas las escrituras y recaudos de los menores.
Cola respondió que “Su Merced no es juez
desta causa”, pero de todos modos estaba presto
de exhibir las escrituras que se le mandaba entregar, “dándole recaudo bastante para su descargo”. Así lo declaró en presencia de Pero López de Herrera.
El 12 de octubre siguiente, Bernardino Cola
en cumplimiento de lo que se le había mandado
dio y entregó al alcalde mayor las escritu
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