José Miguel Romero de Solís Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI Segunda edición Colima 2005 Registros del Tomo I 1. 1535. Marzo, 25. Pero González es nombrado tutor y cuidador de Mateo, menor, hijo de Juan de Porta. dor de la persona y bienes de Mateo, menor, hijo de su actual esposa y del difunto Juan de Porta.4 El alcalde hizo entrega a Pero González de una yegua overa, preñada con un potro, propiedad del dicho menor. Testigos: Jorge Carrillo5 y Sancho de Frías, 6 quien firmó a nombre y a petición de Pero González, que no sabía hacerlo. Caja A–1, exp. 1, f. 1 fte. “En la Villa de Coliman desta Nueva España”, el alcalde Juan Pérez,1 ante el escribano Juan Fernández El Viejo,2 constituye a Pero González,3 pregonero de la Villa, como tutor y cuida1 Natural de Higuera de Vargas, hijo de Álvaro Pérez e Isabel Verjana, llegó con Pánfilo de Narváez, participó en la toma de la Ciudad de México y en las campañas de Coatzacoalcos, Zacatula y Motín, avecindándose en la Villa de Colima, donde recibió pueblos: VP 41. Tuvo tres hijos varones y una hija, y “su casa poblada con sus armas e caballos y familia”, aunque se quejaba de no tener indios sino sólo un corregimiento, y por ello “á padeçido y padesçe neçesidad estrema, por no tener otra hazienda ni grangerías”: Icaza (1969), I, nº 96. Su mujer fue Mari González ó María Gómez; le sobrevivió: infra, regº 6. 2 Este sevillano, hijo de Diego y Catalina Hernández, vino con Narváez y, según su hoja de méritos y servicios, en la conquista de México–Tenochtitlan, “fue a prender a Guatemuça [Cuauhtémoc], y el primero que le echó mano en vna canoa”. Estuvo en las campañas de Michoacán, Zacatula, Yopelcingos y Colima, donde avecindó, y desde ahí “ha hecho algunas entradas”, con seguridad para combatir a indios alzados: Icaza (1969), I, nº 72; además: VP 14. Recibió de Cortés el 11 de diciembre de 1523 y, luego, de Marcos de Aguilar el 8 de octubre de 1527, pueblos en las comarcas de Colimotl y Tepetitango a tenor de las cédulas transcritas en la Relación sumaria (1554): Lebrón (1979), 47-48. En 1525, Francisco de Orduña dióle otros pueblos que habían pertenecido a los conquistadores Antón López y Juan de Valdivieso. Casó con Francisca de Saldaña, hija de Gregorio de Saldaña y María de Ocampo, vecinos de Pánuco, con la que hubo dos varones y tres hijas: cf. Sevilla del Río (1977), 122-125. 3 De acuerdo a su testamento (1548), era natural de “San Vicente de la Barquera que es en la Provincia de las Montañas de Santillana”: infra, IV, regº 760. Casó con Ana o Catalina González, viuda de Villacorta: Icaza (1969), I, nº 342, a quien señala por su heredera. 4 Única referencia a los Porta que hemos localizado. Carrillo era toledano, hijo de García de Toledo y de Isabel Pacheco. No estuvo en la toma de México pero sí en las conquistas de Michoacán, Colima, Yopelcingos, Purificación y costa de Motín. Varios pueblos recibidos en encomienda, “después se los quitaron sin causa alguna”; le quedaron Tecocitlan en Colima y Tecomatlán, en Motín y, a su decir, poco rentaban aunque el Padrón de 1532 informa que había “sido aprovechado”: VP 36. Casó con una hija de Antonio de Nava, que le dio seis hijos. Después de un tiempo de vecindad en Colima, sentó sus reales en la Ciudad de México: Icaza (1969), I, nº 378. 6 De Sancho de Frías, mencionado en los regº 1 y 3, tenemos noticias: criado que fue de Hernán Cortés, pronto comenzó a hacer pequeños negocios y prestaba dineros mientras estuvo avecindado en México; también, en cierta ocasión, vendió indios a un vecino de Zacatula. En lo que se refiere a Colima, el 17 de octubre de 1528, el genovés Bartolomé Chavarín, conquistador y vecino fundador de Colima: VP 29; Icaza (1969), I, nº 480, otorgó poder en México ante el escribano Juan Hernández del Castillo en favor de Frías para “residir y administrar los pueblos de indios que como conquistador de la Nueva España le estaban encomendados, situados en el término de la citada villa”: AN 1697. Según la escritura, Chavarín y Frías eran en 1528 vecinos de Colima. Sin embargo, en este regº, Frías aparece como “mercader estante”, lo cual sugiere que, concluido su negocio con Chavarín, se avecindó en otra población; en efecto, por un poder general dado el 9 de diciembre de 1536 ante Martín de Castro, es registrado de nuevo como vecino de México: AN 2102. 5 3 José Miguel Romero de Solís cino de la Villa, para que le represente en todos sus pleitos. Testigos fueron Hernán García10 y Gómez de Segovia,11 estantes en esta Villa. Pasó ante Juan Fernández El Viejo, escribano. Caja A–1, exp. 1, f. 2. 2. 1535. Marzo, 31. Remate de un potro en Alonso de Arévalo. En 31 pesos de oro de minas se remató un potro castaño que andaba perdido, por mandado del alcalde Manuel de Cáceres,7 en Alonso de Arévalo.8 Pero González lo pregonó durante muchos días, sin que apareciera su dueño. Pasó ante Juan Fernández El Viejo, escribano. Caja A–1, exp. 1, f. 1 vta. 4. 1535. Octubre, 10. Gómez Gutiérrez vende a Bartolomé del Bosque unas casas y una yegua con su potranca. Carta de venta que otorga Gómez Gutiérrez,12 vecino de Colima, en favor de Bartolomé del Bosque,13 estante en la Villa, de “unas casas en 3. 1535. Junio, 14. Poder que otorga el mercader Sancho de Frías en favor de Martín de Monjaraz. rango, hijo de Martín de Zamallúa —pariente cercano de fray Juan de Zumárraga— y María Ruiz de Monjaraz. Pasó con Cortés a la Nueva España, hallándose en la conquista del Grijalva y Cempoal y después en las de la Ciudad de México, Michoacán, Yopelcingos, Zacatula, Colima y Jalisco: Icaza (1969), I, nº 25. 10 Hernán García, nacido en el barrio de Triana en Sevilla, hijo de Diego y Catalina Hernández —era hermano de Juan Fernández El Viejo—, se avecindó en Colima y estuvo casado con una “hija de Juan Montañés, conquistador que mataron los yndios en Mechoacán; y tiene tres hijos y padesçe neçesidad, y tiene su casa poblada”: Icaza (1969), I, nº 341. Pasó a las Indias en 1526 y a México hacia 1530: Boyd–Bowman (1968), nº 10392. Himmerich (1991), 161, lo registra como “poblador” y encomendero de Guazaltepec, sucediéndole un hijo homónimo hacia 1564: cf. además: Relación de las encomiendas (1564), 50. 11 Se trata del escribano Juan Gómez de Segovia o simplemente Juan de Segovia del que hay numerosas referencias en el antiguo Archivo de la Villa. Casó con María de Arévalo, hija de Francisco Preciado y Elvira de Arévalo, procreando durante el matrimonio a Juan de Segovia El Mozo y Marcos de Arévalo: infra, regº 69, 222; III, regº 701 y IV, regº 1087. 12 “Uno de los primeros conquistadores desta Nueua Spaña”, al decir de su viuda Mari Gutiérrez de Villacorta: Icaza (1969), II, nº 1171. A él encomendó Hernán Cortés, por cédula fechada el 11 de diciembre de 1523, el “pueblo de Cicatipan [Tizatipan], que es en la provincia del Colimotl”, pueblo conocido a mediados del siglo XVI como Chapula Pomayagua y seguía en manos de la viuda de Gutiérrez, casada entretanto con Juan de Buriezo o Guriezo: Lebrón (1979), 57; cf. SV 464: también, infra, regº 47, 68 y 90. 13 Natural de Llerena, era hijo de Bartolomé del Bosque y María Zapata; pasó a la Española en 1521 y residió en ella catorce años; vino a Nueva España “con su casa, muger e hijos”, sirviendo en pacificar a Nueva Galicia, “donde gastó mucho y fué bien herido”: Icaza (1969), II, nº 1138. Se Sancho de Frías, mercader estante en la Villa de Coliman desta Nueva España, otorga poder cumplido y bastante a Martín de Monjaraz,9 ve7 Cáceres vino con Garay y participó en las conquistas de Pánuco y Colima, donde avecindó, recibió un par de pueblos “buenos, porque están para las minas”, y tuvo cargos de justicia: VP 43. Casó con Isabel Ruiz de Monjaraz, hija de Martín de Monjaraz El Viejo, con la que tuvo dos hijos: Gonzalo y María. Al parecer, “fue el primero que en la dicha provincia [de Colima] plantó cacao, y otros árboles de Castilla, de que ha redundado mucho provecho”: Icaza (1969), I, nº 294. 8 Hijo del licenciado Pedro de Arévalo y María Temiño, naturales de Berlanga; pasó a Cuba siendo su gobernador Diego Velázquez, y allí tuvo indios en repartimiento; luego acompañó a Grijalva en su exploración por Nueva España, a donde pasó con Cortés o con Narváez, trayendo consigo yeguas, y “hallóse en la conquista de la ciudad [de México] y de otras provincias de toda esta tierra”, a saber, Pánuco, Michoacán, Zacatula, Motín, Milpa y Jalisco. Se avecindó en Colima, donde tuvo cargos de justicia, luchó en la pacificación de indios alzados de la región y recibió en encomienda varios pueblos, siendo “aprovechado por los indios que están cerca de las minas, que ha mandado esclavos en las minas con ellos”: VP 12; Icaza (1969), I, nº 193. Antes de casar, tuvo hijos con mujeres de la tierra — Juan, Inés y Elvira— que siempre usaron el apellido Arévalo. En su matrimonio con Beatriz López de Ayala, procreó a Pedro de Arévalo y Gonzalo López de Ayala. 9 Martín de Monjaraz El Viejo, conquistador y vecino fundador de Colima, según el Padrón de 1532, fue “aprovechado de sus indios”: VP 7, poseía varios pueblos: Nahualapa y Tecocitlan, encomendados por Marcos de Aguilar, y Mispan, por el rumbo de Tecoman y Las Salinas: SV 411 y Lebrón (1979), 53. El vasco Monjaraz era natural de Du- 4 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI que yo al presente vivo con sus solares, que yo compré de Francisco Preciado,14 e una yegua mansa, castaña, con una potranca hija suya de la misma color; lo cual vos vendo por precio e contra de noventa pesos de oro de minas, fundidos e marcados de a razón de quatrocientos e cincuenta maravedíes cada un peso”. Testigos: Alonso López,15 Gil de Torres16 y Hernán García. Pasó ante Juan Fernández El Viejo, escribano. Caja A–1, exp. 1, f. 3. 5. 1536. Febrero, 1º. Testamentaría de Juan de Benavides, minero. Jerónimo de Vergara,17 estante en las minas de Aquila, de la Provincia de Motín de esta Nueva España, presentó ante el alcalde ordinario de la Villa de Colima, el muy noble señor Alonso de Arévalo, presente Diego Hurtado, escribano de cámara de Su Majestad, 18 un escrito del tenor siguiente: “Juan de Benavides,19 difunto que en gloria sea, al tiempo que quiso morir, delante de Ginés Pinzón20 y de Francisco Sánchez21 y de mí”, ma- avecindó en Colima. 14 Esta noticia resulta interesante por cuanto sugiere que Preciado fue vecino de Colima desde antes de 1535 y que quizá vendió su casa para enrolarse en alguna de las expediciones marineras de Cortés, antes incluso de incorporarse a las fuerzas de Ulloa, de cuyo viaje dejó magnífica Relación, editada en italiano por Ramusio (1556), 341-353 (traducción en español de Ramón Miranda Camou, en: Montané Martí (1995), 259-355. 15 López, por años enfermo de los ojos, era natural de Córdoba, hijo legítimo de Gonzalo López y Mari Gutiérrez. De La Española pasó a Nueva España con Díaz de Aux, uniéndose a las fuerzas cortesianas para la conquista de México. Luego participó en otras campañas: “Mestitán y Tututepec y Mechoacán y Colima y Çacatula y Yopelçingos e Jalisco”, donde volvió con el virrey Mendoza “en la húltima pacificación desta mesma prouinçia; y que en rremuneración de los dichos seruicios, le fueron encomendados los pueblos de Iztapa y Moyutla, que son en la dicha provinçia de Colima, y Aguatlán, ques en Jalisco, de los quales se sirue al presente; que todos son de poco prouecho; y que á veynte y çinco años que es vezino de Colima, donde siempre á thenido guerra con los indios”. El Padrón de 1532 lo registra por vecino de Colima y dice de él que “no ha sido aprovechado”: VP 32, donde vivía casado con Isabel de Jaramillo y al menos con cinco hijos: Icaza (1969), I, nº 144, 543, 753 y en la introducción: p. XLVIII; Porras Muñoz (1982), 324-330; Información de méritos y servicios de Alonso López ante el alcalde ordinario Pero Gómez y el escribano Diego Hurtado: cit. por Amaya Topete, Ameca... (1951), 80. En 1538, aún residía en Colima: Romero de Solís, Protocolos... (1999), regº 72. Entre sus hijos se cuenta su homónimo Alonso López El Mozo, casado quizá con Elvira de Tapia: Gerhard (1996), 83, ambos sucesores en las encomiendas que tuviera Alonso López. Una hija de Alonso López casó con Hernando de Palencia, vecino de Guadalajara: Icaza (1969), II, nº 1129. Alonso López gestionó ante el Consejo de Indias la recuperación de las tierras usurpadas por Nuño de Guzmán: Galindo (1923), I, 218-219. 16 Es la única referencia localizada acerca de Gil de Torres. 17 Jerónimo de Vergara, vecino de Zacatula, era nacido en la isla de la Española, hijo de Jerónimo de Vergara y Juana Hernández de Niño; después de venir a Nueva España, participó en la conquista de Motín a las órdenes de Pedro Sánchez Farfán: Icaza (1969), II, nº 1056. 18 Tal vez familiar cercano del vecino Gaspar Hurtado. Además de estas diligencias relacionadas con Benavides, aparece en las hechas a la muerte del cura Morales: infra, regº 6. En otro lugar hemos publicado noticias de un cuaderno cosido con hilo en cuya portadilla se lee: “Nº 1. Año de 1536. Protocolo por el Escribano Público Diego Hurtado” y que contiene registros de escrituras otorgadas ante él en Compostela, Colima, Aguacatlan, Tetitla y Sayula: Romero de Solís, Protocolos... (1999), regº 1-15; también: Ibid., regº 16-25, 27-30, que son escrituras de 1537. Además, Francisco Preciado compró “un pedazo de tierra de don Diego, cacique del pueblo de Apatlan”, y “me hizo una carta de venta el dicho don Diego ante Alonso Carrillo, alcalde que a la sazón era, e de Diego Hurtado, escribano de Su Majestad”: infra, regº 34. Fue tutor de una hija de Elvira de Arévalo, después de morir el minero Diego Garrido: infra, regº 8. Volvió a Colima en 1557 e hizo gestiones por encargo del teniente de alcalde mayor Fernández El Viejo: infra, regº 64-65. 19 Ünica referencia localizada hasta el momento en torno a este minero. Quizá, corregidor de Motines en 1532, cuando los naturales se rebelaron: Galindo (1923), I, 211. 20 Ginés era “natural de la villa de Palos, e hijo legítimo de Françisco Hernández y de Catalina Martyn, la Pinçona”, quien, de soltero y en compañía de su hermano Juan Pinzón El Viejo, vino a Nueva España con Cortés, tomando parte en la conquista de la Ciudad de México y otras provincias, entre ellas Colima, de la que fue de los primeros conquistadores y vecinos: Icaza (1969), II, nº 1085; VP 5. Según los informes que ofrece Lebrón de Quiñones, casó con María de Valenzuela, la cual, al enviudar, se unió en segundas nupcias con Hernando de Gamboa, heredando el pueblo de Petatlan, encomienda de su primer marido: Lebrón (1979), 55; Sevilla del Río (1973), 68. 5 José Miguel Romero de Solís guas y el dicho caballo. Iten digo que yo tengo un poco de oro en un cofre, que pueden ser veinte pesos poco más o menos; mando que se digan media docena de misas a las Ánimas del Purgatorio. Iten más mando que se digan otras seis misas a Nuestra Señora por mi alma. Iten tengo una petaca de ropa, de naguas y camisas y masteles y mantas de México; mando que se venda todo y de lo que se vendiere, que se dé y a cada un esclavo de los que tengo, una carga de ropa, y de lo demás que quedare, se lo den a mis hijos. Iten digo que todos los esclavos que tengo, que los dejo horros por el buen servicio que me han hecho. Iten mando que lo demás de los dichos veinte pesos, que los distribuyan en hacer bien por mi alma. Iten debo un peso de oro al Maestro Cabeza25 [por enseñar] a leer a mi hijo; mando que se le pague de mis bienes. Iten dexo por albaceas y que cumpla mi ánimo a Gerónimo de Vergara y Álvaro Gallego. Testigos fueron a todo esto Ginés Pinzón y Francisco Sánchez. Iten tengo cierta ropa de mi vestir en México”.26 El alcalde ordenó a Vergara dar información. Ginés Pinzón, vecino de Colima y estante al presente en las minas de Aquila, confirmó la declaración de Jerónimo de Vergara. El alcalde, entonces, mandó inventariar los bienes, antes de proceder a su venta. Entre los bienes inventariados, en poder de Vergara, figuran: primeramente, un potro castaño colorado con hierro en forma de flor de lis, una silla estradiota vieja con su freno, una frazada vieja, una almohada vieja, una capa de paño negro raída, calzas de la tierra viejas, dos jubones: uno, de camino, y el otro, de la tierra, viejos. También, un puñal, dos conocimientos: uno, contra Hernán Quintero,27 y el otro, contra Gaspar de Torres,28 unas horas de rezar en ro- nifestó que por cuanto estaba a punto de morir, no pudiendo hacer testamento, lo designaba a él como a su testamentario y albacea, según “lo que dejaba escrito y firmado de su nombre, en un papel de la tierra”. Agrega Vergara que al ver que dicho documento no mencionaba su nombre como albacea, “delante de los dichos testigos, yo, el dicho Jerónimo de Vergara, escribí en otro papel ciertas mandas y deudas que tenía el dicho Juan de Benavides”, proponiéndole además que designara también a Álvaro Gallego,22 que “tenía a cargo sus yeguas”, como albacea juntamente con él. Benavides aceptó la propuesta ante testigos. “Y lo que yo escribí,23 lo señaló de su firma”, aunque no pudo poner su nombre. En consecuencia, Vergara solicitaba al alcalde recibir juramento en forma de Ginés Pinzón, que estuvo presente en aquella sazón, al mismo tiempo que presentó las escrituras en cuestión. Vergara explicaba que, desde el fallecimiento de Benavides, “no ha habido juez ante quien pudiese manifestar si hacer lo que el dicho Juan de Benavides me mandó”, y por tanto, pedía al alcalde mandase inventariar los bienes que estaban en su poder, cumpliendo así “por su ánima lo que manda, y a mí no me pare perjuicio por no lo haber manifestado”. El escrito firmado por Juan de Benavides se inicia así: “Tengo seis yeguas en casa de Álvaro Gallego y un caballo; mando que se den a mis hijos hermanablemente. Iten digo que en casa de Pedro de Ocampo24 tengo un muchacho; mando, que parece ser mío, que como arriba digo, se parta con los otros dos mis hijos las dichas ye21 No hemos hallado noticia ulterior de éste que también podría ser minero en la comarca de Motines. 22 Quizá, sastre, “vno de los primeros conquistadores desta Nueua Spaña”, venido con Cortés o Narváez: Orozco y Berra, Conquistadores de México, en: Dorantes (1987), 308 y 322. Una hija suya casó con Juan Ortiz, vecino de Mechoacán, que residió “en los pueblos que dexó Jorge Çerón, tenyéndolos a cargo ello, y otras haziendas del susodicho”: Icaza (1969), I, nº 330. Otra hija casó, al parecer, con Íñigo Ortiz de Zúñiga, vecino de Guadalajara: Ibid., II, nº 1179. 23 A la letra: hescrebí. 24 No hallamos más referencias a este Ocampo, tal vez minero. 25 Una noticia muy temprana de las actividades docentes; sin embargo, no podemos identificar al Maestro Cabeza. 26 Una foja de este expediente con la trágica rúbrica de Juan de Benavides, “el desdichado” —que, lamentablemente, ya no aparece en él—, se conoce por una reproducción fotográfica: Sevilla del Río (1974), 63. 27 Sin más noticias de este Quintero. 28 ¿Acaso Gaspar de Torres de Lagunas, hijo de Juan de Torres de Lagunas y de su segunda esposa Ana Cerezo, ca- 6 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI Dios haya, cura que fue desta dicha Villa, y siendo este día de su fallecimiento, e yo, Gaspar de Villadiego,31 escribano nombrado en esta dicha Villa, hizo de mí, el dicho escribano, que pusiese por inventario todas las cosas e bienes que se hallasen en la dicha su posada”. “Primeramente, un manto de paño negro, un sayo viejo negro, otro sayo y un cosetillo todo viejo, unas calzas viejas e un cosetillo colorado, un jubón e un cosete, dos pares de borceguís viejos, una escobilla vieja, unos manteles de Castilla raídos, una camisa de Castilla raída e un paño de tocar, un par de cuchillos, un peso de pesar oro con ciertas pesas, un paño de manos, un candelero con sus tijeras de despabilar, una espada. Un Misal e un libro manual, un Bribario32 e unas Horas, un libro que se dice de Cicerón, otro Manualis de oratore,33 y otro de Sermones, otro libro de Flos Sacramentorum. Un mance, dos almohadas viejas, camisas de Castilla viejas, un paño de manos, otro de tocar y otro de narices, viejos, unos borceguíes bayos, viejos, un peso de pesar oro con una pesa de marcos, dos panes de jabón, tijeras de barbas, una escobilla y un látigo, zapatos viejos, un peine, un machete, camisas de hombre de la tierra, diecinueve camisas de Indias de la tierra, y veinte naguas, ocho masteles de Indias, una espada vieja, ventidós ropezuelos de Indias, dos libros y un Repertorio, pantufos, martillo y tenazas, un freno, dieciséis herraduras nuevas, unos borceguís viejos, una caja de cuchillos, una cincha de caballo de la tierra, diez pesos y dos tomines de oro, un peso de ventiún quilates, dos tejuelos de oro, siete pesos de oro de minas marcados, otras tijeras de barbas, diez sartas de diamantes, un colchón y un sombrero viejo. Dio fe de estas diligencias Diego Hurtado, escribano. Caja A–1, exp. 2, 8 ff.29 6. 1536. Diciembre, 17. Inventario de bienes a la muerte del Padre Francisco de Morales, cura que fue de la Villa de Colima. calcularse hacia 1533: Vázquez Lara (1997), 68. Quizá compartió el ministerio en Colima con el Padre Juan Lucas, aunque, por cierta cláusula del testamento que aludía a 140 pesos de misas por Antón de Escárcena, podría conjeturarse que no había a la sazón otro clérigo en la Villa de Colima; en efecto, decía la cláusula: “mando que se digan por el ánima del dicho difunto, e que se paguen de sus bienes según él lo manda por su memoria; y mando que se las diga el que fuere cura de esta Villa”: cit. por Sevilla del Río (1973), 210. 31 “Natural de Melgar de Herramental [Fernamental], que es en el Obispado de Burgos”, hijo legítimo del hijodalgo Lope de Villadiego; “pasó a esta Nueua Spaña quando Luys Ponce de León, gouervador que vino a ella”, participando “en la húltima paçificaçión de la Nueua Galizia, desde el prinçipio della hasta que todo quedó paçífico” y fue “vno de los primeros pobladores e vezinos de la dicha cibdad de Mechoacán; e que es casado con hija de Pedro Moreno, conquistador, y tiene en ella dos hijos y tres hijas, e que padesçe necesidad”: Icaza (1969), I, nº 306. Al menos residió en Colima desde 1535 a 1538: Sevilla del Río (1973), 205-206 y Romero de Solís, Protocolos... (1999), regº 69. Véase también: Pedro de Villadiego, clérigo presbítero de la Nueva España, expone sus servicios, los de su padre Gaspar de Villadiego en la conquista y población de la Nueva Galicia, y los de su abuelo Pedro Moreno, para solicitar la merced de una canonjía en México (México, 17 octubre, 1581): AGI, Patronato, nº 1, ramo 3. 32 Breviario romano, es decir, las horas canónicas que los clérigos han de rezar cotidianamente. 33 Se lee Manicalos doratorem; probablemente, Manualis de oratore —como lo registramos en el texto— o, quizá, de modo más rebuscado, Manicula de oratore. “En la Villa de Colima de San Sebastián de la Provincia de Colima desta Nueva España”, el alcalde ordinario Jorge Carrillo, “estando en casa del Padre Francisco de Morales,30 difunto que sado con nieta del conquistador Andrés de Rosas?: Dorantes (1987), 144, 253-254. 29 En la foja 2 vta, se lee: “En cumplimiento de lo que V.m. me mandó y conforme a la Real Provisión de Su Majestad, hice en razón de la causa de fuga de Francisco Martín, indio, todo lo posible, y va la causa cerrada y sellada, que la lleva Juan de Monroy, vecino desta Villa. En cuanto al prender al dicho y a los demás que con él fueron, no cesaré de hacer diligencias y, pudiendo ser habido, daré noticias a V.m., a quien deseo servir en todo lo que me quisiere mandar”. Fecha: Colima, 23 de febrero de 1617, el alcalde mayor Cristóbal de Irureta. Y más abajo: “Entregóseme este preso que refiere esta carta, en México, 15 de noviembre, 1617”. Firma: Cristóbal Rodríguez de Ovalle. 30 Bachiller, presbítero, cura y vicario de Colima, natural de Sevilla, hijo del servillero Pedro Fernández y Ana de Morales; su residencia en la Villa de Colima queda tan sólo registrada por el inventario levantado a la hora de su muerte, en diciembre de 1536 pero su arribo a Colima puede 7 José Miguel Romero de Solís cho defunto sesenta pesos de oro [de] minas, los cuales le han de pagar para Pascua de Flores.40 Hallóse más una cuchara de plata; más se halló un portacartas que estaba cerrado con su llave, el cual abrió el señor Jorge Carrillo, alcalde, e hallaron en él cincuenta e ocho pesos de oro en tejuelos e hojuelas [de] oro bajo; más se halló en oro de minas marcado catorce pesos e siete tomines; más se hallaron en oro en polvo ciento e noventa pesos e cuatro tomines; más se halló en unos tejuelos de plata, que pesaron seis pesos y ducado. Todo este dicho oro se halló en el dicho portacartas”. Alonso de Arévalo confesó deber al Padre Morales tres pesos de oro de minas; peso y medio de lo mismo, reconoció deberlo Diego Garrido;41 Gómez de Segovia, un peso; la viuda jarro de plata, un hacha marrilla e un sombrero viejo, un cáliz de estaño con su patena, una ara con sus corporales, una casulla con su alba y estola y manípolo y amito, todo de lienzo, dos sobrepellices: una, de Castilla, e otra, de la tierra. Unos manteles alemaniscos, dos camisas de Castilla, una beca negra de paño enforrada en raso viejo, un bonete e un bequié [sic]34 negro, cuatro pañezuelos de narices, dos paños de tocar e un paño de manos, otro bonete viejo en unas tablas, una caja con dos peines, cuatro herraduras nuevas. Un conocimiento de cuantía de ciento e ochenta pesos de minas contra Juan de Aguilar,35 el cual confesó que los debía; más otro conocimiento de senta [sic]36 e cinco pesos de oro de minas contra Pero Gómez,37 vecino desta dicha Villa; más pareció una memoria en una caja del dicho defunto, en que dice que Alonso de Arévalo tiene doscientos e ochenta pesos de oro de minas, los cuales son de Martín López,38 vecino de México, y el dicho Alonso de Arévalo confiesa debellos. Confesó Juan Pinzón,39 vecino desta dicha Villa, que debe al di- México, en: Dorantes (1987), 346. Su hijo Juan Pinzón declaró “quel dicho su padre fué uno de los primeros descubridores e conquistadores desta Nueua Spaña y Ciudad de México, y de las prouinçias de Mechoacán y Çacatula y los Opelçingos, y costa del sur e Jalisco”: Icaza (1969), I, nº 478. Casó con Ginesa López, quien le sobrevivió: Lebrón (1979), 51, 52; ésta declaró que “la dejó [en Palos] de cinco semanas casado con ella por venyir a seruir a Su Magestad; e que á çinco años que pasó a esta Nueua Spaña”: Icaza (1969), I, nº 351. Puede observarse que ni la viuda ni el hijo mencionan de modo explícito la provincia de Colima; ello hace pensar que Pinzón El Viejo no fue de los primeros vecinos y fundadores de la Villa en 1523, y que su llegada tal vez haya acontecido con Francisco Cortés, en el curso de 1524. 40 Pascua Florida, a saber, Pascua de Resurrección de 1537. 41 Como su hermano Bartolomé —infra, regº 8— fue “natural de la villa de Moguer, e hijo legítimo de Martyn Gonçález, natural de Portillo, y de Catalina Garçía”: IC 1083. “Diego Garrido pasó a esta tierra con el Marqués y volvió luego a España con la relación de la tierra, por mandado del Capitán General; y volvió después de ganada la ciudad [de México], e ayudaron a conquistar la provincia de Michoacan e la de Coliman [...]. Ha sido aprovechado por granjerías, e cogiendo oro con esclavos”: VP 2. Sin embargo, según otras fuentes, pasó con Pánfilo de Narváez: Orozco y Berra, Conquistadores de México, en: Dorantes (1987), 322. Según Lebrón, trocó Xicotlan, Xonacatlan y Cuautecomatlan con Juan de Aguilar: Lebrón (1979), 50 mas, en otro lugar, Lebrón asegura que Xicotlan lo tuvo Aguilar “por trueque con Manuel de Cáceres”: Ibid., 37. Garrido casó con Elvira de Arévalo, hija natural de Alonso de Arévalo, en 1537: Sevilla del Río (1974), 119; Romero de Solís, Protocolos... (1999), regº 126 y 139, con quien 34 Así parece decir pero podría ser “berbíe” o “berví”, conocido paño de Riofrío o Segovia: Boyd–Bowman (1971), 120. 35 Varios homónimos vivían a la sazón en la Villa de Colima aunque, posiblemente, se trate del conquistador y vecino de Colima Juan de Aguilar Solórzano. 36 Sesenta o setenta. 37 Ya registrado en el Padrón de 1532, donde se afirma que era “persona honrada” y que había llegado con Narváez, hallándose “en la ciudad [de México] e conquista de ella, y en la de toda la tierra. Tiene la mitad del pueblo de Tenamastlan, que terná doscientos indios, y tiene otro pueblo que se dice Chimical, que terná ocho indios. No ha sido aprovechado y mantiene caballo”: VP 22; Orozco y Berra, Conquistadores de México, en: Dorantes (1987), 323. A su muerte, “quedó a la dicha su muger, Leonor de la Torre, la cual se casó con Gaspar Hurtado, el qual al presente tiene e posee el dicho pueblo”: Icaza (1969), II, nº 727. 38 Acaso aquel sevillano “carpintero de ribera” que construyó bergantines en Texcoco cuando la conquista de México–Tenochtitlan: Porras Muñoz (1948); véase, entre otras referencias, Boyd–Bowman (1985), nº 6669. 39 Según el Padrón de 1532, “pasó a esta tierra con el Marqués e había venido antes a descubrir. Es persona muy honrada. Es casado y tiene mujer en Castilla. No ha sido aprovechado [...]. Ayudó a conquistar la ciudad [de México] y la tierra”: VP 1. Es registrado asimismo entre quienes firmaron la carta de 1520: Orozco y Berra, Conquistadores de 8 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI Leonor de Aguilar,42 medio peso; Hernando del Pozo,43 un peso; Juan Pinzón, dos pesos, y Juan Bautista,44 un tomín. Fueron encontradas además otras cosas, que también se inventariaron: dos sábanas de Castilla, dos colchones, un toldillo, dos almohadas y una frazada. El alcalde Carrillo entregó estos bienes a Alonso de Arévalo, a quien hizo depositario de ellos. Testigos: Juan de Aguilar, Juan Bautista y Martín Ortiz.45 Dio fe el escribano Gaspar de Villadiego. El 26 de julio de 1538, Martín López, vecino de México, presentó carta poder de Ana de Morales, mujer de Pero Fernández, servillero, difunto, madre y heredera legítima de los bienes de su hijo el clérigo presbítero Francisco de Morales; el poder está fechado en Sevilla, a 22 de noviembre de 1537, y pasó ante Pedro de Castellanos, escribano público. A su vez, Martín López sustituyó este poder en favor de Alonso de Arévalo y Juan Fernández,46 vecinos de Colima, con fecha de 26 de julio de 1538, en la Ciudad de México, “para que por mí y en nombre de la susodicha Ana de Morales, podáis demandar e recabdar, recibir e cobrar” los bienes legados por Francisco de Morales. Da fe el escribano Juan Fernández del Castillo,47 siendo testigos de lo mismo Melchor de Valdés, Antón de Medel y Luis de Mansilla.48 Se anexa la probanza de Ana de Morales, fechada en Sevilla a 24 de noviembre de 1537. El expediente se cierra con la “razón de los maravedíes e pesos de oro que Diego Garrido e Mari González,49 heredera del dicho Juan Pérez, albacea del dicho Francisco de Morales, han gastado e pagado por el dicho difunto”. tuvo tan sólo una hija: Catalina Garrida ó de Arévalo: IC 356, que casó con Pedro de Vivanco. 42 No tenemos más noticias de doña Leonor, vecina de Colima. 43 El 11 de marzo de 1538, ante el escribano Juan de la Torre, “Fernando del Pozo, estante que soy en esta Villa de Colima desta Nueva España”, se obligó a pagar al “Reverendo Padre Juan Lucas, clérigo, cura desta dicha Villa que sois presente” la cantidad de 65 pesos de buen oro de minas, “los cuales son por razón de una yegua de color castaño y una silla jineta, e de 3 pesos de minas que me prestastes por me hacer placer e buena obra”. Se comprometió a pagar en agosto venidero. Testigos fueron el alcalde ordinario Pedro Gómez y los vecinos Juan de Aguilar, Alonso López y Antonio del Castillo: Romero de Solís, Protocolos... (1999), regº 116. 44 Era “natural de la cibdad de Berazy, que es de la Señoría de Génoua, e hijo legítimo de Bartolomé Grifo e de Ana Blanca”. Tras estar en Cuba, “pasó a esta Nueva Spaña en descubrimiento della, con Grijalua, y después boluió a ella con Pánfilo de Naruaez, y se halló en la conquista y toma desta çiudad e Nueua Spaña, y en la de Pánuco e Mechoacán e Çacatula e Yopelçingos e costa del sur e Colima y Jalisco; e ques casado y tiene seys hijos e hijas, los quatro legítimos, y dos bastardos, y su casa poblada con sus armas y caballos, con mucha costa; y padesce neçesidad, por que no tiene sino vna estançia de veynte y çinco yndios”: Icaza (1969), I, nº 86. Según el Padrón de 1532, tuvo por encomienda tres pueblos de poco provecho: VP 19; entre ellos, Totolmaloya, a 13 leguas de la Villa de Colima, con “buenas tierras de regadío”: SV 683 que, a su muerte, recayó en la Corona: Lebrón (1979), 36. 45 Vecino de Colima, probablemente, entre 1536-1548: AN 1927 y Romero de Solís, Protocolos... (1999), regº 39; luego se avecindó en Villa de la Purificación. Era “natural de Talauera de la rreyna, e hijo legítimo de Miguel Hernández Azeytuno y de Isabel Ortiz, e que ha deziseys años que pasó a esta Nueua Spaña, y que fué en seruiçio de Su Magestad en una armada, que el Marqués ynbió por la mar del sur a çierto descubrimiento donde fué por capitán Diego Hurtado; y después de benydo, fué en paçificar los pueblos de Avilan [Autlan] y Mylpa, que estauan rreuelados, y después siruió a Su Magestad en la húltima paçificaçión de la Nueua Galicia”: Icaza (1969), II, nº 1137. 46 Seguramente se refiere al también sevillano Juan Fernández El Viejo. 47 Los protocolos conservados de este escribano fueron publicados por Millares–Mantecón (1945), tomo I. 48 Posiblemente, los tres vecinos de México; de Valdés, da alguna noticia Porras Muñoz (1986), 451. 49 Mari González o Gómez fue “mujer y heredera” del difunto Juan Pérez: supra, regº 1. El 18 de enero de 1539, ante el alcalde Juan Pinzón y el escribano Diego Hurtado, dijo que su marido Juan Pérez “fue albacea de Juan Diniesta [Iniesta], difunto, e porque ella se quiere descargar e dar cuenta, que pide a su merced tome la dicha cuenta e que, si algo restare, lo mande depositar e hacer dello lo que la pareciere [...]. Iten por descargo que pagó a la Casa de Ntra. Señora de Guadalupe veinte e cinco pesos de minas; dio carta de pago dellos [...]. Iten que pagó a Juan Fernández, escribano público, veinte e dos pesos de minas; dio carta de pago. Iten que pagó al Padre Morales seis pesos e cuatro tomines; dio carta de pago [...]. Iten que pagó a la Casa de Ntra. Señora de Guadalupe e a su Procurador [...] ciento e un pesos de minas; dio carta de pago dello”: Rodríguez Castellanos (1912), 496; cf. Dávila Garibi (1957), I, 558. 9 José Miguel Romero de Solís Caja A–1, exp. 3, 22 ff. Entre estos gastos, aparecen los siguientes: “Primeramente dijeron que daban por descargo que pagaron a Juan Gómez,50 sacristán” 19 pesos de oro de minas; a Jorge Carrillo, alcalde, 8 pesos; al pregonero Pero González, 3 pesos; al Monasterio de Zapotlan,51 a los frailes de él, 20 pesos; a los mayordomos del Hospital de la Ciudad de México, por la bula, 5 pesos; en limosna a la Casa de San Francisco de Zapotlan, 7 pesos; 8 pesos se dieron de limosna para decir misas al mismo Monasterio; al Padre Juan Lucas,52 cura de la Villa de Colima, 22 pesos y 4 tomines, de misas; a Blas de Morales,53 diezmero de esta Villa de Colima, 12 pesos, “que el dicho difunto había cobrado de diezmos por el dicho Blas de Morales, su primo”; al Padre Juan Lucas también se le pagaron otros 6 pesos de misas y 42 pesos más también de misas; al escribano Gaspar de Villadiego, por sus derechos de testamento y almoneda, 10 pesos, más otro peso “de ciertas cosillas que le debía el dicho difunto”. El único recibo que aparece, dice así: “Aplicáronse cinco tomines de las cinco mandas forzosas. Aplicólas el Reverendo Padre Juan Lucas, Comisario de la Santa Inquisición. Fecho en Colima,54 a dos de agosto de 1538 años”. Firma Juan Lucas. Da fe el escribano Diego Hurtado. 7. 1536. Testamento de Alonso Lorenzo de Meltoro ante el escribano Gaspar de Villadiego. 50 “Natural de la villa de Oliua, en el Maeztradgo de Santiago [Badajoz], e hijo legítimo de Esteuan Martyn y de Catalina Sánchez; e que ha diez é ocho años que pasó a esta Nueba Spaña, con el Adelantado Montejo, e siruió a Su Magestad en Yucatán, en la conquista della, y que ha dose años que es casado con hija de conquistador; no declara quién; y tiene dos hijos y dos hijas, legítimos, y su casa poblada con sus armas e cauallos”: Icaza (1969), II, 725. Se avecindó en Colima en la década de 1530; fue regidor en 1546: Sevilla del Río (1973), 88, y alcalde ordinario en 1550: infra, regº 18. Tras enviudar, casó con Leonor de Almesto, viuda a su vez de Bartolomé Sánchez. 51 Este convento franciscano fue fundado por Juan de Padilla, en 1532, al decir de Tello (1945), 23-24. 52 Presbítero; cura de la Villa de Colima en 1536-1538: véase también: infra, regº 7; Romero de Solís, Protocolos... (1999), regº 116. 53 Probablemente, como su primo el clérigo, natural de Sevilla y estante en la Villa de Colima desde 1537: Romero de Solís, Protocolos... (1999), regº 16-19 y 27. En 1553, fungió de notario apostólico: infra, regº 41. 54 Nótese que el recibo de pago firmado por el P. Juan Lucas viene fechado en Colima, sin anteponer el acostumbra- 10 “Alonso Lorenzo de Meltoro,55 hijo legítimo de Juan Lorenzo y de Mari González de Meltoro, mis padre e madre, vecinos que son de la Villa del Puerto de Santa María que es en los Reinos de España, estante que estoy al presente en esta Villa de Colima desta Nueva España de las Indias del Mar Océano”. Después de encomendarse a Nuestra Señora Santa María y a los Apóstoles Pedro y Pablo, ordena su voluntad de la siguiente manera: “Primeramente mando mi ánima a Dios mi Señor, que la hizo e redimió por su Preciosa Sangre, y el cuerpo a la tierra donde fue formado, y que sea sepultado en la iglesia mayor desta dicha Villa, dentro del coro, y se pague de mis bienes lo que es costumbre. Iten mando que el día de mi fallescimiento, me acompañen el cuerpo los cofrades desta dicha Villa de Nuestra Señora e me hagan los posos que es costumbre con sus responsos. Iten mando que el día de mi enterramiento, al cuerpo presente, me digan una misa cantada con su vigilia, de nueve lecciones, e ofrendada de pan e vino e cera, y se pague lo que es costumbre de mis bienes”. Deja legados varios para un novenario de misas rezadas para “las misas de la Luz”, un treintanario cerrado y otro abierto, “nueve misas a honor e reverencia de los nueve meses que Nuestra Señora Santa María tuvo en su vientre do Villa de Colima. Quiere decir que, desde muy pronto, incluso cuando se la nombraba Villa de Colima de San Sebastián, se hizo común abreviar el nombre y denominar esta población tal como hoy en día se hace. 55 Quizá quien ahora otorga testamento es el conquistador y fundador de la Villa de Colima, casado en Castilla, que “vino después de ganada la ciudad” [de México], participando luego “en la conquista de Mechoacán e Colimán e otras provincias”, registrado en el Padrón de 1532, y a quien se encomendaron los pueblos de Chametla y Chimistlan: VP 39. Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI el su Hijo”, tres misas a la Santa Trinidad, y otras tantas a la Pasión. Deja 20 pesos para la Cofradía de Nuestra Señora, en Colima, y otros 20 “a la iglesia mayor desta dicha Villa, para las cosas que más necesidad tenga”. Además, 40 misas por sus padres, “las cuales mando que diga el Cura que fuere desta dicha Villa al tiempo que yo muriera”. Asimismo, 10 misas por su hermana Mari Vázquez, 10 más por sus abuelos y otras 10 por su hermano Hernando González de Meltoro. “Iten mando que si alguna persona viniere jurando que le debo pagar en cuantía de cinco pesos de minas, que se lo paguen de mis bienes. Iten mando que paguen a Pedro, un muchacho que estuvo conmigo, seis pesos de oro de minas, e se le paguen de mis bienes. Iten mando a un mozo que tuve, que se decía Antón Picardo, cuatro pesos de oro”. Indica que se paguen algunas deudas en ducados, si no hubieren sido ya saldadas en Castilla. “Iten mando que una esclava mía, india natural de Milpa, que de nombre Beatriz, que después que yo falleciere, sea libre”, que no sea vendida sino sirva para siempre a sus hijos, y lo mismo suceda con otra esclava llamada Juana. “Iten mando que una india que yo tengo al presente en mi casa, que es libre, que ha por nombre Francisca, natural de Aguatlan, hija del Señor de Aguatlan, le den quince castellanos de oro de minas en ropa, para lo que ella quisiere”, por los servicios de ella recibidos. “Iten mando que de los bienes que yo tengo en esta Nueva España, le sean dados a Catalina Ramírez, mi mujer, que vive en el Puerto de Santa María, hija de Querencia Ramírez e de Francisco Hernández Roldán, que Dios haya, cuarenta pesos de oro de minas”. Dispone que los bienes y herencia que le pueden pertenecer de la legítima herencia de sus padres, los hereden su madre Marigonzález de Meltoro y Rosa González, su hermana, por partes iguales. De los bienes en poder de su esposa Catalina Ramírez, quiere que sean por partes iguales para ella y Marina, su hija. “Iten digo que puede haber doce (digo: catorce) años poco más o menos, que yo pasé en 11 esta Nueva España, e después acá yo no he sabido de la dicha mi mujer Catalina Ramírez que, al tiempo que yo partí del Puerto de Santa María”, tal vez “puede ser que quedase preñada; en tal caso, mando que la dicha mi mujer jurare que al tiempo que della me partí, quedó preñada, e lo que parió es vivo, que así los bienes que me pertenecen de mi patrimonio, como los que la dicha mi mujer posee míos, los haya y herede el hijo o hija que la dicha mi mujer parió, e que hubiere partes juntamente con la dicha Marina Ramírez, por ser como son herederos forzosos, e los hayan e partan igualmente no llevando el uno más que el otro, con la bendición de Dios e con la mía”. Manda que María, niña esclava de ocho años que está en su poder, “no se venda, sino que sirva a los dichos mis hijos, por cuanto no tiene el yerro del Rey sino que es esclava, hija de mis esclavos”. “Iten mando que una potranca que yo compré de los bienes de Juan de Iniesta, que Dios haya, de mis dineros e de veinte pesos que me dejó Melchor Romero56 para un niño, su hijo, que está en mi casa, mando que la dicha potranca e lo que todo lo que con ella se multiplicare, se lo partan mi hija Elvira Lorenzo,57 que yo tengo en una india natural desta tierra, y el dicho niño, hijo del dicho Melchor Romero. Iten mando que se dé a una niña que se dice Catalina, hija de Francisca La Ciguateca, una potranca e lo que les pareciere al mis albaceas, para descargo de mi conciencia”. Del remanente de sus bienes, una vez cumplidos todos los legados, manda “lo hayan y hereden los dichos mis padres, Juan Lorenzo e Marigonzález de Meltoro, si fueren vivos, e si no lo fueren, mando que lo hayan y hereden mis hijas María de Meltoro e Elvira Lorenzo, las 56 No hemos localizado màs noticias acerca de él. Casó con el vecino Lázaro del Valle quien, en un testamento (S/f), declaraba por hijos legítimos suyos de su matrimonio con Elvira Lorenzo a Lázaro y Catalina: Romero de Solís, Protocolos... (1999), regº 44. Pero, seguramente, más tarde tuvo otros hijos, a saber, Elvira Lorenzo, que en 1577, declaraba tener 40 años de edad: infra, regº 225; y Alonso Lorenzo El Guay: Ibid., regº 106. 57 José Miguel Romero de Solís cas, cura de esta Villa, 13 pesos a un tal Segovia por cierto paño que le compró para un verdugado. Caja A–1, exp. 4, 4 ff. cuales yo he habido en mujeres naturales desta tierra,58 e que lo partan por iguales partes, porque esta es mi voluntad, y mando que se hagan de todos mis bienes de los remanentes cuatro partes: e la una, haya y herede Nuestra Señora y su piadoso Hijo, de la iglesia mayor del Puerto de Santa María”. Sobre sus casas morada en Colima, las deja a sus hijas María y Elvira, para que las vivan. Para pagar los legados contenidos en este testamento, señala “dos yeguas paridas con dos potrancas, e otra potranca de más de un año, e un potro de cinco meses, e más nueve esclavos y esclavas, y ciento e sesenta cabezas de ovejas, chicas e grandes, e ciertos esclavos”, que habrán de ser vendidos, y “una casa e una huerta que yo vivo en esta dicha Villa”. Como albaceas y testamentarios designa a Alonso de Arévalo y a Juan Pinzón El Viejo, apareciendo tachados los nombres de Diego Morán59 y de María de Meltoro. Se agregan nuevas cláusulas: una deuda que tiene de 29 pesos de oro de minas a la Cofradía de Nuestra Señora, 16 pesos al Padre Juan Lu- 8. 1539. Septiembre, 25. Diego Alcalde contra los bienes de Diego Garrido, difunto, por pesos. Ante el alcalde ordinario Alonso López, siendo escribano Juan de la Torre, el vecino de Colima Diego Alcalde60 presenta demanda contra los bienes de Diego Garrido, difunto, por 80 pesos, 5 tomines y 6 granos de oro de minas de ley perfecta, de unas mercaderías que Garrido le compró para sus haciendas y granjerías y para sustentamiento de él y de su mujer, y aparatos de su casa, como consta en su libro de cuentas y por una memoria firmada por el difunto. Diego Alcalde pide a la justicia que ordene a Alonso de Arévalo, albacea y testamentario de los bienes de Garrido, que reconozca su firma sobre los dichos conocimientos, que como asegura en otra petición, han sido “presentados conforme a la plemática [sic] de Segovia”.61 El demandante acompaña su demanda con una obligación firmada por el difunto Diego Garrido, siendo testigos de ella Juan Gómez, Juan Pinzón y Gómez 58 María Lorenzo de Meltoro —hija que Alonso hubiera de una india de la tierra que, por cierto, no nombra pero que bien pudo ser la mencionada Francisca La Ciguateca—, casó con el vecino Diego Morán. De este matrimonio, nacería Estebanía de Cervera: infra, regº 59. Quizá la relación existente con su yerno no era buena cuando Alonso Lorenzo testó, ya que teniéndole señalado por albacea, lo descartó a la hora de morir. Elvira Lorenzo, su otra hija aquí reconocida, casó con Domingo López, vecino también de Colima: infra, regº 103. 59 Diego Morán, nacido en Trujillo, era hijo de Gonzalo Morán y Leonor Benítez, naturales de Lora del Río y residentes en Sevilla. Durante seis años y desde la isla de la Española, sirvió al Rey “en la guerra de Barruco”, y murió entonces su padre en la conquista de San Juan de Puerto Rico. Pasó luego a Nueva España con su primera mujer, de la que tuvo tres hijos: Icaza (1969), II, nº 1094. Al parecer, también pasó a Nueva España Juan de Cervera, su hermano, que falleció en noviembre de 1549: infra, regº 60. Avecindado en la Villa de Colima, Diego Morán, ya viudo, volvió a casar en segundas nupcias con María de Meltoro, que murió quizá a fines de la década de los treinta o apenas iniciada la década de los cuarenta, ya que en 1556 declaraba Morán que no se acordaba de los gastos hechos en los funerales de su mujer “por haber [pasado] veinte años”. Diego Morán casó por tercera ocasión con Ana de la Zarza, con quien asegura que también tuvo prole: infra, regº 61. 60 Diego Alcalde era vallisoletano, hijo de Diego Alcalde y Marina Rueda; después de haber estado cuatro años en Cuba, pasó a la Nueva España con Garay y participó en la pacificación de Pánuco, los valles de Suchimilco [Espuchimilco], Autlán, Milpa, Jalisco, Motín y Chapala, así como en alzamientos localizados de Michoacán, Colima y la Nueva Galicia. Tuvo “casa poblada con famylia, armas y cauallo”: Icaza (1969), II, nº 1062. En el Padrón de 1532, consta su vecindad en Colima “de cuatro años a esta parte” [1528], y no había recibido encomienda alguna aunque participó “en una entrada que se halló en esta villa”, sin duda, para reprimir indios alzados, por lo cual se le consideraba “hombre provechoso para la villa”: VP 51. De su primer matrimonio con una india de la tierra tuvo por hijos a una muchacha y al pendenciero “mestizo” Juan Alcalde; luego casó en segundas nupcias con Francisca Álvarez, a quien su hijastro acusaría de ser “una bellaca puerca”, por supuestos antecedentes judíos: infra, regº 23. A Diego de Alcalde le volveremos a encontrar en el siguiente regº, protagonizando un acto de solemne independencia: infra, regº 9. 61 Por “pragmática”. 12 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI que Bartolomé Garrido ha traido, en el cual oro y en una esclava que se dice Beatriz está hecha ejecución y depósito en Alonso de Arévalo e Bartolomé Garrido por el dicho mandamiento, y a esta sazón, estando hecha la dicha ejecución, V.m. dio mandamiento para la dote63 de Elvira de Arévalo, mujer que fue del dicho Diego Garrido, estorbando que no se acabe de hacer la dicha ejecución, y no ha lugar el tal mandamiento por cuanto ella está pagada de su docte que trujo a poder de su marido, que fueron ciertas yeguas y vestidos, e ciertas piezas de plata”. Terminaba diciendo Diego Alcalde que si no se declaraba nulo el mandamiento dado, “protesto de me quejar de V.m. ante quien e con derecho deba e cobrar de su persona e bienes los dichos ochenta pesos e tantos tomines que son debidos, con todas las costas e daños e menoscabos”. Caja A–1, exp. 5, 10 ff. de Segovia, por valor de 30 pesos de oro de minas, fechada el 2 de noviembre de 1538, “por razón de un esclavo y unas puertas que vos compré, el cual esclavo se llama Francisquito y es natural de Aguatlan”. Obligación y memoria, afirma el demandante, las firmó Garrido “al tiempo que se quiso ir desta Villa para México, a se curar”. En otro escrito, Diego Alcalde dice que Alonso de Arévalo había reconocido las firmas, y pide que se examine a los testigos para que conste más claramente. “Otrosí pido a V.m. mande tomar juramento a Antón Caballero, porque él fue el que hizo la memoria que Diego Garrido hizo de lo que debía”. El alcalde tomó declaración a los vecinos de la Villa de Colima Ginés Pinzón, Juan Gómez, Gómez de Segovia y Bartolomé Garrido, testigos presentados por el demandante. También hizo lo mismo con Alonso de Arévalo y Diego Hurtado, escribano real, tutor de una hija de Elvira de Arévalo. El 29 de noviembre de 1539, en nueva petición presentada ante el alcalde mayor don Rodrigo Maldonado,62 el demandante dice que “llegado el pleito a efectuada ejecución del mandamiento del dicho alcalde en los dichos bienes, y habiendo ya señalado por bienes del difunto ocho o diez esclavos que están en las minas cogiendo oro, y los tributos e rentas del pueblo que dejó el dicho difunto, y en cierto oro 9. 1539. Septiembre, 15. Don Rodrigo Maldonado, visitador y alcalde mayor, contra Diego Alcalde por haber contravenido un pregón del Virrey. El alcalde mayor y visitador en esta Villa de Colima y su provincia por don Antonio de Mendoza, virrey y gobernador de la Nueva España, ante el escribano real Juan de Torquemada, procede contra Diego Alcalde, vecino de Colima, porque “con poco temor de la Justicia Real de Su Majestad” contravino “un pregón que en el nombre del dicho Señor Visorrey mandó dar en esta dicha Villa, en que se contenía que ninguna persona trujese sino ropa negra, por causa de la muerte de la Emperatriz y Reina nuestra señora”. Diego Alcalde, contra el dicho pregón, “traía vestido un capote pardo”, riéndose de la pena contenida en el pregón. El alcalde mayor mandó recibir y tomar información. 62 Rodrigo Maldonado fue alcalde mayor de Colima, por lo menos, desde 1537 a 1539, ya que en la matrícula de la hueste capitaneada por Francisco Vázquez Coronado, al pasar revista en Compostela el 22 de febrero de 1540, aparece con el cargo de capitán llevando consigo cinco caballos. También sabemos que don Rodrigo, en ese mismo año, fungía de tesorero en la expedición de Fernando de Alarcón: Romero de Solís, Colima marinera en el siglo XVI (1994), 30-31. De regreso, se avecindó en México donde casó con Luisa de Aux, viuda de Diego Dávila Salazar e hija de Miguel Díaz de Aux, quien también estuviera en la conquista de Colima: Icaza (1969), I, nº 127. Por cierto que doña Luisa topó con la Inquisición y, más tarde, juzgada y sentenciada a ser decapitada por la crueldad con que trataba a sirvientes y esclavos. Entre 1550 y 1553, fue alcalde mayor de Michoacán: Paredes Martínez (1994), n° 1 y 193. Más datos biográficos suyos, en: Porras Muñoz (1982), 344-347. 63 A la letra: el docte; por cierto, variante que no registra el Léxico hispanoamericano del siglo XVI de Boyd–Bowman (1971). 13 José Miguel Romero de Solís nán García por quince vacas chicas y grandes, tasadas en 70 pesos, según consta por su firma de haber recibido de Manuel de Cáceres, vecino de Colima. El menor exige, además, el censo que hubiera podido ganar en cinco años, a razón de 10 pesos anuales, por cuanto su tutor había descuidado la venta del ganado, y tener las vacas monteses. Por su parte, en descargo, Hernán García pide primeramente que no se admita a juicio a Juan López, porque es menor de veinte años; asegura estar dispuesto a rendir cuentas, y dice que Manuel de Cáceres no le hizo entrega de las cabezas de ganado en cuestión. Aclara que firmó en efecto de recibido el ganado, “porque el dicho Manuel de Cáceres me dijo que firmase, porque quedaba de me las entregar, y nunca tal me entregó, como parece por la cuenta que dí ante Alonso Carrillo”. Al cargo de tener monteses las vacas, Hernán García responde: “como V.m. sabe, y es público y notorio que todas las vacas de los vecinos desta Villa andan alzadas y montesas, con tener sus dueños negros y indios y buen recaudo en sus estancias, y a mí no me dieron con ellas ninguna guarda ni recaudo, ni yo era obligado a ser su vaquero, ni andar de contino66 sobre ellas, porque aunque fueran mías, no lo hiciera”.67 Alonso de Herrera dijo que había oído el pregón cuatro días atrás, y que hoy, día de la averiguación, había visto a Diego Alcalde con un capote pardillo. Francisco Gómez, segundo testigo, declaró haber visto al acusado con su capote de paño pardillo.64 El alcalde mayor mandó entonces prender a Diego Alcalde, siendo interrogado si había vestido un capote pardillo y calzas blancas, a lo que respondió afirmativamente. “Atento que el dicho Diego Alcalde, al tiempo que contra él se procedió, estaba vendiendo ciertos tributos de Su Majestad en la plaza”, el alcalde mayor le condenó a dar y pagar 6 pesos de oro fino de minas de ley perfecta, la mitad para la Cámara y Fisco de Su Majestad; una tercera parte para el denunciante y el resto para gastos de justicia. “Otrosí le condeno en el capote e calzas blancas”, todo lo cual habrá de pagar antes de salir de la prisión. También fue condenado a las costas del proceso. Caja A–1, exp. 6, 2 ff. 10. 1545. Septiembre, 1º. El menor Juan López contra su tutor Hernán García, por mala administración de sus bienes. Juan López, menor, hijo de Bartolomé López, difunto,65 promueve pleito contra su tutor Her64 Quizá natural de Valladolid y arribado a México en 1530 que acudió a la conquista de la Nueva Galicia con don Luis de Castilla, y marchó luego con Diego Hurtado de Mendoza al descubrimiento de la Mar del Sur; también participó en la pacificación de Guatemala: Icaza (1969), nº 1376; Boyd–Bowman (1968), nº 12126. De regreso, bien pudo avecindarse en Colima y más tarde pasó a Pátzcuaro; de hecho, un Francisco Gómez es registrado en esta ciudad michoacana cuando el mozo Juan de Cervera, hermano del vecino de Colima Diego Morán, expresó su última voluntad mientras agonizaba: infra, regº 60. En 1567 figura entre los testigos presentes cuando el mercader Juan de Arrúe pidió mandamiento de ejecución contra los bienes de Miguel Rodríguez, escribano difunto: infra, IV, regº 789. No debe confundirse con otro homónimo, también vecino de Colima, hijo del portugués y vecino Garci Rodríguez: infra, I, regº 251. 65 Bartolomé López, conquistador y vecino fundador de 14 Colima, recibió por encomienda los pueblos de Comala y Chapulcal: VP 34. Había casado con Francisca de Figueroa, la que al enviudar casó con Alonso Carrillo: Icaza (1969), I, nº 412, que siguió aprovechando aquellos pueblos, como lo informa la Relación sumaria (1554): Lebrón (1979), 55. 66 De contino: continuamente. 67 El alegato de Hernán García anticipa lo que tres años después se convertiría en un grave problema: infra, regº 17. Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI Dan información Diego de Almodóvar68 y Diego Morán, vecinos de Colima. El primero dice conocer a Juan López y a Hernán García, desde hace unos diez años, y él es de treinta y cinco, poco más o menos. Diego Morán, por su parte, dice ser de treinta años. Ambos coinciden en afirmar que, en su opinión, Hernán García ha tenido poco cuidado de la hacienda del menor. El alcalde mandó que Hernán García diera cuenta, en el plazo de un día, cosa que protestó por ser breve. Juan López, en nuevo escrito, dice que el término probatorio ha pasado y pide que el alcalde “mande poner en el proceso las tutelas y cargos que se le hicieron al dicho Hernán García, mi tutor, por los señores alcaldes Jorge Carrillo y Alonso Carrillo”. Visto el proceso, Hernán García fue condenado a pagar “sesenta pesos de oro de minas, en que fueron compradas las dichas vacas, y más en veinte pesos de oro de minas”, por los réditos. Diego Morán, Juan Gómez, Bartolomé Garrido, el Padre Oliveros, Juan Pinzón, Alonso Carrillo, Francisco de Ayllón y Juan Fernández El Viejo, aparecen como testigos de las sucesivas diligencias y autos. Caja A–1, exp. 7, 14 ff. 11. 1545. Junio, 23. Carta de dote de María de Cáceres. 68 Vecino de Colima, al menos desde 1541: Romero de Solís, Protocolos... (1999), regº 135. Al parecer llegó a México, en 1530: B2, regº 3600. “Diego de Almodóuar, dize que es vezino de Colima y natural de Almodóuar del Campo [Ciudad Real], e hijo legítimo de Pedro de Almodóuar y de Inés Díaz, y que ha dezisiete años que pasó a esta Nueua Spaña y fué con el Marqués a la ysla [Baja California], y que es casado con hija de Antón López, conquistador; y tiene vna hija y su casa poblada, y padesçe neçesidad; y siruió a Su Magestad en la paçificaçión de Nochistlán”: Icaza (1969), II, nº 690. Con su esposa Catalina López, procreó a Pedro, Tomás, Isabel y María de Almodóvar, nombradas éstas Isabel de Vargas y María de Saldívar: infra, II, regº 399 y IV, regº 977; también fue hija de ellos Inés Díaz de Ocampo. Es preciso agregar al número de sus hijos a Diego López de Almodóvar, a quien tal vez se refiera una noticia de la Lista de los conquistadores e hijos de ellos que había en México y en las demás ciudades y villas de Nueva España, formada por los conquistadores Gonzalo Cerezo y Andrés de Tapia (S/f.), donde se dice “Diego de Almodóvar por su padre”: ENE, XIV, 150. Entre sus propiedades, Lebrón de Quiñones le asigna tres huertas de cacao pero sólo explicita dos: “la una, a tiro de arcabuz de Ticavacan, y la otra, media legua de Colima”, calculándole a ambas 18,000 casas de cacao”: Lebrón (1979), 63. Su viuda, al otorgar testamento, declaraba “una güerta de cacao que está a una legua desta Villa, que se dice Acuistlan”: infra, II, 399. Según este mismo visitador, el encomendero Almodóvar “ha tenido un poblezuelo [...] y a él no ha mostrado título ni alegado derecho alguno por donde le pertenezca; nómbrase el dicho poblezuelo Aquixtlan”: Ibid., 57. 15 Traslado de escritura de la dote que Manuel de Cáceres e Isabel de Monjaraz, su mujer, vecinos de Colima, otorgan ante Diego Veedor, escribano, en favor de María de Cáceres, su hija legítima.69 Los otorgantes dan “para vuestro casamiento, la mitad de una heredad de cacao que nosotros tenemos en el Camino Real que va desta Villa de Colima a la Villa de Zacatula, en término que se dice Amatica,70 que la atraviesa el dicho Camino Real, en que podrán ser plantados hasta ocho mil pies de cacao, la qual dicha mitad de heredad, con todo lo que en ella está plantado y edificado y se plantare y edificare de aquí adelante hasta que con la voluntad de Dios os caséis y os veléis, vos damos en la dicha donación”. 69 María de Cáceres no casó a pesar de esta carta de dote con Juan de Arana, sino con Diego de Aguilar del Castillo, posiblemente una vez fallecido su padre, Manuel de Cáceres: infra, regº 36. Damos algunos datos sobre Diego Aguilar: infra, regº 19. 70 Solamente en los regº 11 y 12 es mencionado este pueblo de Amatica, del cual no hayamos referencia en Lebrón de Quiñones, pero que es preciso localizar en los límites de las provincias de Colima y Motines. Es posible que a Amatique, Amatica o Matiqui, se refiera la Suma cuando, al registrar a Çaliguacan, encomienda de Manuel de Cáceres, menciona Amaquiles (¿acaso Maquilí), del que informa: “Está catorze leguas de Colima, tiene çiento y sesenta y quatro cassados tributarios: dan en vn año setenta y dos mantas, las quales les soltó por seys años Manuel de Cáceres, encomendero: danle para beneficio de la huerta de cacao por esta suelta quinze yndios de seruicio hordinarios: están poblados en vn llano; tiene de término dos leguas, es áspera y fragossa la tierra, parte términos con Aquila y Epatlan”: SV 178. José Miguel Romero de Solís ya, vecino que fue de la Villa de Castañares, de la provincia de Rioja que [es] en los Reinos de Castilla la Vieja, y de Juana de Baroja, su legítima mujer, questades presente, e decimos que por cuanto es tratado desposorio entre doña María de Cáceres, mi hija legítima, con vos, el dicho Juan de Arana, el cual si la voluntad de Dios Nuestro Señor fuere, está efectuado para se hacer, y haciéndose y habiendo efecto por palabras de presente, según orden de [la] Santa Madre Iglesia, prometemos e nos obligamos nos ante vos [...], de vos dar [...] en dote y casamiento [...] cuatro mil pesos de oro de minas de ley perfecta, fundidos y marcados, de a cuatrocientos y cincuenta tomines cada un peso de buena moneda, en dineros contados, e más, la mitad de una heredad de cacao que nos, los dichos Manuel de Cáceres e Isabel de Monjaraz, habemos y tenemos plantada de cacao, que terná ocho mil pies, questá en el Camino Real que va desta Villa de Colima a la Villa de Zacatula por el término que se dice Amatica,74 con todo lo que en la dicha mitad de heredad está plantado y edificado y se plantare y edificare de aquí adelante hasta el día que realmente y con efecto os casardes y belaredes [sic] con la dicha doña María de Cáceres, nuestra hija; e otrosí nos obligamos que dendel día que con la dicha doña María de Cáceres, nuestra hija, vos, el dicho Juan de Arana, hasta el día que realmente y con efecto os diéremos y pagáremos los dicho cuatro mil pesos deste dicho oro de minas deste dicho vuestro dote, os daremos a vos e a la dicha nuestra hija, de comer e beber, y vestir y calzar, y casa y cama, conforme a la calidad de vuestras personas”. Dieron fe como testigos, Martín de Monjaraz, Bartolomé Sanchez y Francisco Díaz, vecinos y estantes en la Villa de Colima, y los alcaldes ordinarios Juan de Aguilar y Juan Bautista. Testigos: Martín de Monjaraz, Bartolomé Sánchez71 y Francisco Díaz, vecinos y estantes de esta Villa, así como Juan de Aguilar72 y Juan Bautista, alcaldes ordinarios. “Manuel de Cáceres lo firmó de su nombre”. “Isabel de Monjaraz no sabía escribir, firmó por ella y a su ruego el dicho Martín de Monjaraz”. Caja A–1, exp. 8, ff. 1-3. 12. 1545. Junio, 23. Carta de dote en favor de Juan de Arana. Traslado de escritura de la dote que Manuel de Cáceres e Isabel de Monjaraz, su mujer, vecinos de Colima, otorgan ante el escribano Diego Veedor en favor de Juan de Arana, por su futuro casamiento con María de Cáceres, su hija legítima. Los otorgantes dicen “a vos, Juan de Arana, hijo de Martín Sánchez de Arana,73 que Dios ha71 “Natural de Segovia, e hijo legítimo de Joan Martyn e de Catalina Hernández; e que á treynta años que pasó a la ysla Spañola, de donde fué en çierta armada a Tierra Firme; y de allí pasó a esta Nueua Spaña, e a la sazón que llegó a ella, estaua casi toda la tierra alçada; y estouo en Medellín dos años; en guarniçión de los pueblos comarcanos, siendo alcalde mayor rrengel y Saavedra; e ques casado con hija de Joan de Alunsto [Almesto], conquistador desta Nueua Spaña; y que es pobre y padesçe neçesidad, y no tiene otra cosa de que sé sustentar sino de la merced que Vuestra Señoría [...] le ha hecho de dos años a esta parte”: Icaza (1969), I, nº 345. En otro lugar, se dice que una hija suya casó con Juan Ruiz, vecino de Guadalajara: Icaza (1969), II, nº 1213. Ya desde el 2 de noviembre de 1525, aparece como vecino de Colima, cuando da poder general a Rodrigo Romero: AN 176; sin embargo, el 1º de diciembre de ese año de 1525, es registrado como vecino de México, cuando da poder general a Sancho de Molina: AN 281. 72 Se refiere al conquistador Juan de Aguilar Solórzano. 73 “Dize que es [...] hijo legítimo de Joan Sanz de Arana e de Joana de Baroja, e que ha nueue años que pasó a esta Nueua Spaña, y siruió a Su Magestad en la húltima paçificaçión de la Nueua Galizia, e que es casado y no tiene otra cosa de qué se sustentar, sino es de la merçed que Vuestra Señoría Illustrísima le aze de un corregimiento, y que tiene casa poblada”: Icaza (1969), II, nº 577. El matrimonio al que alude no es con doña María como la dote preveía, sino que casó con quien iba a ser su suegra, doña Isabel Ruiz de Monjaraz, al enviudar ésta de Manuel de Cáceres. Juan de Arana y doña Isabel tuvieron por hijos a Juan de Arana El Mozo e Isabel de Rojas que casó con Cristóbal Preciado: infra, III, regº 436. 74 Véase supra regº 11. La Relación sumaria (1554) del oidor Lorenzo Lebrón de Quiñones registrará en manos de Juan de Arana y los menores de Manuel de Cáceres —María y Gonzalo, hijos de Isabel Ruiz de Monjaraz—, “tres huertas de cacao a media legua y menos de Tlapistlan”, con 45,000 casas de cacao: Lebrón (1979), 62-63. 16 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI Caja A–1, exp. 8, ff. 4-6. 13. 1545. Enero, 4. Inventario de los bienes de Pedro de Soto, difunto. El escribano Juan de la Torre, por orden del alcalde ordinario Manuel de Cáceres, albacea nombrado por testamento juntamente con Alonso de Arévalo, levanta inventario de los bienes de Pedro de Soto, difunto,75 que estaban en poder de Alonso López, vecino de la Villa de Colima. Entre otras cosas, se registraron unas calzas negras, un sayo negro de paño de Segovia y una capa negra de lo mismo, raídos; un capote con ribete de raso, otra capa de paño pardillo, un jubón de tafetán viejo, una gorra de terciopelo vieja, un sombrero, borceguíes raídos y viejos, varios pares de calzas blancas y negras de la tierra, un cosete de paño viejo, tres piernas de manteles, dos pares de espuelas, herramientas, martillos, tenazas, una ballesta con sus gafas, dos talabartes de cueros, un paño de manos, un papel con unas pocas de especias, herraduras, clavos, una silla jineta, dos lanzas, una espada, un poder de don Rodrigo76 para que se cobren 16 pesos de minas del Señor Visorrey, un freno nuevo, un conocimiento contra Alonso López de 4 pesos, una yegua castaña parida, dos yeguas más, un potro castaño de un año. Alonso López tiene, además, 43 pesos de minas, que cobró. Caja A–1, exp. 9, 2 ff. 14. 1557. Octubre, 1º. 75 Gran silencio en las fuentes documentales acerca de Pedro de Soto, viejo soldado que, entre sus pocas pertenencias, deja dos lanzas, una espada y una ballesta. En nuestro Archivo, ésta es la única mención que de él se hace. López Portillo y Weber, en La rebelión de la Nueva Galicia (1975), 64, 65 y 68, alude a un Pedro de Soto que bien pudo ser de quien aquí se trata. 76 Se refiere a don Rodrigo Maldonado, alcalde mayor que fue de Colima entre 1537 y 1539: cf. supra, regº 8. 17 Diego de Almodóvar, tutor de los menores hijos de Francisco Preciado, contra Francisco de Cepeda y Alonso Sánchez de Toledo, por dos huertas de cacao en términos de los pueblos de Epatlan y Alimancin. Según Diego de Almodóvar, tutor de los menores Ana, Isabel, María, Catalina y Francisco, hijos legítimos de Francisco Preciado y de su segunda esposa, Elvira de Arévalo, hace dos años y medio, poco más o menos, que el difunto Preciado77 “vendió dos güertas de cacao, que son en esta Provincia de Colima en términos de Apatlan y Alimancín,78 pueblos y sujetos del dicho Francisco Preciado que hubo por razón de se haber casado con la dicha Elvira de Arévalo, por precio y contra de nueve mil pesos de oro de minas, según que en la dicha carta de venta se contiene”; venta que “no pudo hacer ni otorgar a los dichos Francisco de Cepeda y Alonso Sánchez”, por cuanto, en ese tiempo, Alonso Sánchez de Toledo era alcalde mayor, y además porque este alcalde, en aquella sazón, “tenía preso al dicho Francisco Preciado en la cárcel pública desta Villa”. De esto resulta que “las es77 El ríspido vecino de Colima Francisco Preciado que tantos pleitos sostuvo por razones económicas y por su difícil carácter, dejó a su muerte una larga e interminable cadena de dificultades para sus hijos. Nuestro Archivo conserva buen número de expedientes al respecto. El regº en cuestión muestra con toda claridad las dificultades inherentes al ejercicio de la justicia cuando se cruzaban los linderos de las correspondientes jurisdicciones y, sobre todo, si uno de los requeridos —Alonso Sánchez de Toledo, quien fuera la máxima autoridad de la provincia de Colima años atrás— fungía ahora ni más ni menos que como alcalde mayor en los Pueblos de Ávalos. 78 La SV 48, al registrar Apatlan “en Francisco Preciado”, informa que estaba este pueblo a 15 leguas de Colima. El pueblo tenía dos estancias —Ocultepeque, donde se levantaba la Huerta de Zapotlan, en las márgenes del río que nombra “de Ciguatan”, y Alimancin o Alimancingo, en los linderos con Motín—. El 7 de abril de 1551, el virrey Luis de Velasco concedió merced de un sitio de estancia para ganado mayor y menor a Antonio de Ortega, vecino de Colima, “entre Oquila [Aquila] y Xiquitlan, junto con Apatlan, cabe un río”: Paredes Martínez (1994), n° 16. De cómo hubo Preciado estos pueblos y puso en ellas sus huertas de cacao, véase infra el regº 39, con la provança que hizo Juan de Vivanco en enero de 1553. José Miguel Romero de Solís crituras de venta fueron y son en sí ningunas”. Por otra parte, a sus hijos, Francisco Preciado “no les pudo perjudicar en sus legítimas dotes y herencias, que habían adquirido y habido por fin y muerte de la dicha Elvira de Arévalo, madre legítima de mis menores”, y “enajenar y vender el dote de su madre de mis menores, ni su legítima, y así las dichas güertas de cacao, pues pertenecían la mitad dellas a mis menores por el dote de la dicha Elvira de Arévalo, su madre, y por sus bienes gananciales y multiplicados y habidos durante el matrimonio”. Y es notorio que “los pueblos de los dichos indios y tierras donde se plantaron las dichas güertas de cacao, todo era de la dicha Elvira de Arévalo”, y que Preciado, cuando se casó, “no tenía bienes ningunos capitales”, por lo que todos sus bienes “son después acá adquiridos y habidos durante el matrimonio”, y “todo procedió con el trabajo de los indios de encomienda del pueblo de Apatlan”. Lo más que pudo vender Preciado de las huertas, fue solamente “la mitad dellas, porque la otra mitad pertenecen y son de mis menores”, como legítima herencia de su madre, fallecida tres años atrás. Almodóvar pide que se reciba información y luego se considere “de por ninguno y de ningún valor y efecto la escritura de venta que hizo y otorgó el dicho Francisco Preciado”; y como la mitad de las huertas es propiedad de los menores, “den y entreguen, vuelvan y restituyan a los dichos menores y a mí, en su nombre”, dicha mitad, “con todos los frutos y rentas y aprovechamiento que hubieren rentado y habido”. Deponen como testigos Juan Fernández El Mozo, Alonso Miguel, Diego de Velasco, Francisco Lepuzcuano y Juan Preciado. Los demandados vivían en los Pueblos de Ávalos, de donde era alcalde mayor Alonso Sánchez de Toledo.79 Para hacer las notificacio79 Alonso Sánchez, “hijo legítimo de Alonso Sánchez de Toledo y de Inés Nuñez”: Icaza (1969), II, nº 1258, pasó a Indias hacia 1534, y muy pronto comenzó a ejercer de escribano público en la Ciudad de México, donde se avecindó y estaba casado. Diego Fernández Sotelo (1994), 48-51. Fue alcalde mayor de Colima (1555-1557): Rodríguez Castellanos (1977), 8, nº 16; y de ahí pasó a la vecina comarca 18 nes y abrir la información, fue nombrado escribano Francisco de Hoyos,80 el 16 de octubre, por Diego de Mendoza,81 teniente de alcalde mayor, de los Pueblos de Ávalos con el mismo oficio. En ambos oficios se enriqueció como es el hecho de la compra de las huertas Santa Ana y Santa Isabel, en términos de Apatlan y Alimancín, que hiciera junto con su sobrino Francisco de Cepeda: Romero de Solís, Protocolos... (1999), regº 55, 138, 146. En 1569, ya fungía de “secretario y escribano mayor de esta Real Audiencia e provincia por Su Magestad”: Diego Fernández Sotelo (1994), 37, oficio en el que continuó por años: Parry (1993), 238. El oidor Contreras el 16 de marzo de 1570 decía de él: “Alonso Sánchez de Toledo, secretario desta Real Audiencia, ha tomado mucha parte deste travajo, es viejo y cansado y tiene muchos hijos e hijas”: Diego Fernández Sotelo (1994), 347. 80 Registrado como vecino de Colima, en 1566, cuando aparece de testigo de ciertos pregones gritados el 29 de julio, el 7 y 16 de agosto de ese año: infra, regº 125. 81 La primera aparición en los expedientes de nuestro del Archivo de Diego de Mendoza, vecino prominente de la Villa de Colima, data de 1556, haciendo el papel de testigo de las actuaciones del alguacil Pedro de Figueroa cuando éste acudió al cementerio de la Villa, anexo a su iglesia mayor, para notificar a Francisco Preciado de ciertas sentencias fulminadas contra él por el visitador Lorenzo Lebrón de Quiñones: infra, regº 70. Ya en ese año estaba casado con la rica viuda de Alonso de Arévalo, doña Beatriz López: regº 86. Un año después funge de teniente de alcalde mayor: regº 14 y 62, protagonizando dos interesantes episodios: uno, cuando embarga en Zalaguacan cacao de Juan de Arana; el otro, al vender y volver a comprar un negro esclavo a Francisco Preciado: regº 62 y 86. En 1558, era alcalde ordinario de la Villa; en 1559 y 1561, de nuevo, ejerce de teniente de alcalde mayor: regº 69 y 118. Alrededor de 1562-1563, fue acusado del asesinato de Luis Martínez: regº 95 y 124. En 1564, hospedaba en su casa a don Alonso Carrillo, alcalde mayor de los Pueblos de Ávalos, quien enfermó y falleció: regº 237. En 1565, el alcalde mayor Pedro Dávila Quiñones se hizo acompañar de Mendoza en sus pleitos con los procuradores Juan de Iniesta y Melchor Pérez, diciéndose entonces de él que era “vecino desta Villa, persona de calidad y buen cristiano, y de ciencia y conciencia”: regº 114. Repitió de alcalde ordinario en 1567: regº 126 y 156, y un año después era alcalde de la Santa Hermandad: regº 176. En enero de 1570, enviudó de doña Beatriz: regº 231 y usufructuó, al menos durante algún tiempo, la Huerta de Zinacamitlan que había sido encomienda de Alonso de Arévalo: regº 86 y 226. A partir de entonces, empezó a frecuentar a su vecina Isabel Ruiz de Monjaraz que moraba en la Huerta de Zalaguacan, actitud que molestó a Gonzalo de Cáceres, hijo del primer matrimonio de doña Isabel, y a Martín Ruiz de Monjaraz, su hermano, quienes hirieron a Diego de Mendoza en un agitado suceso ocurrido en 1571: regº 226-228. Ya en 1572 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI a quien se instruye del siguiente modo: “Váis a las partes y lugares donde los dichos Alonso Sánchez de Toledo e Francisco de Cepeda estuvieren e residieren, e les notifiquéis e citéis [para] que parezcan a responder a la dicha demanda en sus personas, si pudieren ser habidos, e si no, a sus vecinos más cercanos para que se lo digan e hagan saber, de manera que venga a sus noticias e dello no puedan pretender ignorancia”. Hoyos, “en el pueblo de Atoyaque82 desta Nueva España”, el 23 de octubre, levantó un acta en la que decía: “Requerí a Diego de Carranza, escribano de Su Majestad, fuese conmigo al pueblo de Amacueca a hacer esta notificación a Alonso Sánchez de Toledo e a Francisco de Cepeda, y los citase”, por cuanto, “él era escribano de Su Majestad y a quien competía hacerla, y no negar a nadie su oficio, y yo ser escribano nombrado, y que estaba presto y aparejado de le pagar su justo y debido salario. El cual dijo que la dicha citatoria parece ser de la Justicia de la Villa de Colima, la cual no tiene jurisdicción en estos pueblos, y que demás desto él de presente está ocupado por mandado de Su Majestad en cosas tocantes a su Real Servicio y a costa de los pueblos de Tuquitlatlan, y que mandándolo Su Majestad que haga esta notificación, la hará, y no de otra manera”. Tornó a requerir Francisco de Hoyos al escribano Carranza a que hiciera la notificación, “atento a que no había deste dicho pueblo de Atoyaque al de Amacueca más de una legua, y que podía ir y venir en dos horas, y atento a que el dicho Alonso Sánchez de Toledo era alcalde mayor de su Provincia y estaba en su jurisdicción y haciéndole yo la dicha notificación me podría molestar o prenderme, diciendo que no la podía hacer en su jurisdicción”. A pesar de sus ruegos, el escribano Carranza respondió a Hoyos que viera lo que le conviniere. Hoyos así lo puso por escrito, levantando el acta correspondiente, que el propio Diego de Carranza firmó, estaba casado con doña Isabel: regº 240 que, por cierto, le sobrevivió. 82 Tanto Atoyaque como Amacueca y Tuquitlatlan, citados más adelante, pertenecían a la comarca nombrada Pueblos de Ávalos. 19 siendo testigos de ello Juan Magdaleno y Hernando de Carranza. Posteriormente, Diego de Almodóvar explicó ante el teniente de alcalde mayor de Colima, Diego de Mendoza, que cuando Francisco de Hoyos fue a los Pueblos de Ávalos para hacer la notificación, Sánchez de Toledo le quiso prender, “de manera que la dicha notificación no hubo efecto”. Sin embargo, agrega Almodóvar, tanto Sánchez de Toledo como Cepeda, leyeron la citatoria, por lo que no pueden pretender ignorancia. Pide que, habida información, el teniente de alcalde “declare seguirse la causa con los poyos del audiencia de V.m., pues no han querido venir a responder”. Para esta información, el demandante presentó por testigos a Cristóbal Gutiérrez, Francisco de Hoyos y a Pedro Sánchez. Gutiérrez declaró que estaba en Amacueca cuando Hoyos llegó para su comisión. Hoyos, por su parte, dijo que “yendo por el camino, avisaron a este testigo que no hiciese la dicha notificación, porque decía el dicho Alonso Sánchez que, si hacía la dicha notificación, le había de prender”; por este motivo, fue a Atoyaque a requerir los servicios del escribano Carranza, quien no quiso ejercer su oficio; entonces, se trasladó a Amacueca, donde se hallaban los demandados, y Francisco de Cepeda le dijo que no hiciera lo notificación, porque le castigaría Sánchez de Toledo. Hoyos informó que el propio alcalde mayor fue quien le amenazó, diciéndole: “que si no fuera él, que lo echara de cabeza en un cepo”. Por todo ello, no hizo la notificación, pero sí le consta que los susodichos leyeron la carta citatoria. El teniente de alcalde mayor, entonces, “señaló los poyos de su audiencia a donde se hagan los autos desta causa”. Pasado el término en que debían responder, Almodóvar pidió que los declarase “por confiesos en la demanda y, declarándolo, se me dé mandamiento y posesión de la dicha huerta de cacao”. El 24 de noviembre, el alcalde mayor Lope de Arellano decidió que como “este negocio es de calidad”, era conveniente consultar con un letrado, para lo que mandó a Diego de Almodóvar, “que dé dineros de la hacienda de los dichos José Miguel Romero de Solís cieron almoneda de los bienes que dejara a su fallecimiento, los cuales se vendieron por voz de Juan, negro, pregonero. Se indican los bienes, la persona que compró y su precio de remate. Entre otras cosas: en Francisco Preciado se remató un jarro, una taza y un salero; el mismo se adjudicó una capa negra en 6 pesos de minas; un birrete negro en Gonzalo García; un capote y un sayo fue adjudicado a Antonio Corralero en 6 pesos y ducado de minas; Juan de Reina se adjudicó una cuera de cordobán; Juan de Aguilar, un sayo viejo negro en un peso; Corralero se quedó con la capa azul en un peso; Pedro Figueroa quiso unas calzas blancas por un peso y 2 tomines; Gonzalo Moreno, las calzas negras por un peso; por peso y medio el escribano Diego Veedor se adjudicó unos borceguíes; Bartolomé Sánchez quiso dos gorras, una nueva y otra vieja, en un peso y ducado; una espada y un puñal fueron rematados en 2 pesos; tres pares de zapatos de cordobán, dos pares de pantuflas; 3 pesos le costó a Francisco Preciado la ballesta; dos pañizuelos de narices labrados costaron a Gonzalo Moreno 3 tomines; por un peso Juan Pinzón se adjudicó una correa de caballo; dos espuelas costaron a Diego de Velasco 2 tomines; en peso y medio se remataron unos manteles en Hernán García; dos camisas viejas, por 5 tomines, se remataron en Diego Veedor y por 6 tomines Antonio Corralero obtuvo una camisa nueva; Gonzalo Moreno compró el plumaje por un tomín; 40 pesos costó el caballo castaño; un caballo rucio, 7 pesos y medio; trece yeguas, chicas y grandes, fueron adjudicadas a Gonzalo Moreno en 3 pesos y medio cada una; el mismo Gonzalo Moreno se adjudicó la mitad de una huerta de cacao en 400 pesos de minas, y en 30 la mitad de la casa. Caja A–1, exp. 11, 4 ff. menores para enviarlo a un letrado que lo vea, y sobre ello dé su parecer”. El alcalde mayor designó como letrado al licenciado Antonio de Monroy. Caja A–1, exp. 10, 23 ff. 15. 1547. Diciembre, 26. Inventario y almoneda de los bienes de Rodrigo de Evia. Una mochila vieja de seda, un martillo, un jubón de Castilla viejo, 250 clavos nuevos, tres paños de cabeza de Castilla, tres paños de narices labrados, dos sábanas de lienzo, unos manteles alemaniscos, tres camisas viejas, un candelero, un sayo forrado, una mesa, una capa azul de Castilla, una cama de madera, un sobrecama viejo, un caballo castaño, una manta, una espada vieja, dos paños de manos, una almohada, un paño blanco de manos nuevo, azeruelos, un plumaje blanco, 27 cabezas de yeguas chicas y grandes, machos y hembras. Ante el escribano Diego Veedor, los albaceas testamentarios de Rodrigo de Evia, difunto,83 hi83 Rodrigo de Evia, asturiano, hijo de Sancho de la Huelga y Elvira Gutiérrez de Evia, había pasado a la Nueva España con Hernán Cortés, “vino muchacho, con amo, hasta ganada la ciudad” [de México], participando luego en diversas campañas (Coatzacoalcos, Yopelcingos, Zacatula y costa de la Mar del Sur, Colima, Motín y Milpa), siendo de los fundadores de la Villa de Colima; fue encomendero por merced de Hernán Cortés del pueblo de Atepancal, en la provincia de Cihuatlan y “ha sido aprovechado por granjerías de esclavos y puercos”: VP 8; Icaza (1969), I, nº 85. Según la cédula transcrita por Galindo (1923), I, 148, la merced fue concedida el 11 de diciembre de 1523, lo cual confirma Lorenzo Lebrón de Quiñones, en su Relación sumaria (1554), cuando escribe: “se le dieron en encomienda unos pueblos en la provincia de Ciguatlan, al tiempo que sirvió en ir a descubrir aquella provincia, de los cuales indios ya no hay memoria porque todos se acabaron y consumieron, según soy informado, por malos tratamientos”: Lebrón (1979), 46. Además, en la provincia de Motín, se aprovechaba del pueblo de Ostutla, con dos estancias: la una, nombrada Coxumatlan, de 151 tributarios casados, y “la mitad de otra estancia que tiene treinta y un casados”, de la que no se dice nombre, que compartía con el heredero de Martín Rifarache: SV 428. Al decir del oidor Lebrón de Quiñones, esta encomienda en Motín le fue dada a Rodrigo de Evia por el alcalde Alonso de Arévalo, quizá en premio 16. 1547. por los servicios prestados en una de tantas pacificaciones que de la región tuvieron que hacer los vecinos de Colima. La viuda de Rodrigo Evia, Mari López, casó en segundas nupcias con Juan Alcalde, del que hemos hecho antes alusión: supra, regº 8. 20 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI Juan Ponce y su hijo Francisco, indios principales, venden un pedazo de tierra a Alonso de Ávalos. Escritura de venta otorgada ante el escribano Juan de la Torre por don Juan Ponce, Señor del pueblo de Teuquitatlan, y su hijo Francisco Ponce, indios principales, a favor de Alonso Dávalos,84 estando presente el corregidor del pueblo de Zapotlan, García Ramírez, que es el corregimiento más cercano a la mitad de los Pueblos de Ávalos.85 84 Alonso de Ávalos El Viejo, natural de Medellín, provincia de Badajoz, hijo legítimo de Pero López de Saavedra y de doña Isabel Álvarez Rengel, pasó a México en 1523, sirviendo “a Su Magestad en todo lo que en este tiempo se ha ofrescido, espeçialmente en la conquista de Jalisco, y en hacer seruir a los yndios de Colima, que andaban alterados”: Icaza (1969), I, regº 505; Dorantes 227 (1), 232 (10). Vino en compañía de su hermano Fernando de Saavedra y “demás gente que salió de México, a conquistar los indios tarascos, pueblos de Ávalos, y Colima y parte de este Nuevo Reino [de Galicia]”: Probanza de Fernando López de Ávalos (1581): Hillerkuss (1994), 208. Era hermano de Juan de Ávalos y Francisco de Saavedra. Acompañó a Francisco Cortés en la expedición de 1524-1525. Casó primero con Inés de Rivera, sobrina del conde de Medellín; luego lo hizo con Francisca de Estrada y Gutiérrez Flores de la Caballería, hija del tesorero Alonso de Estrada, y nieta del rey Fernando el Católico; del matrimonio tuvo por hijos a Isabel, casada con Juan Infante Samaniego, y Hernando López de Ávalos, casado con Mariana Infante, hermana de su cuñado: Álvarez (1975), 46-48, n° 91. En términos de la alcaldía mayor de Colima, fue dueño de la estancia de ganado mayor nombrada Miaguatlan, que le mandó despoblar el virrey Luis de Velasco: infra, regº 66; Hillerkuss (1994), 210. 85 Los Pueblos de Ávalos, a la sazón, estaban por mitad en Alonso de Ávalos Saavedra y en Su Majestad, concretamente, los pueblos de Sayula, Amacueca, Zacoalco y su partido, cuyo corregidor y alcalde mayor en 1549-1550 había sido Diego de Ribera, con un salario de 300 pesos al año, al que siguió Garci Ramírez, quien aparece en nuestro registro fungiendo además como corregidor de Zapotlan: cf. también Paredes Martínez (1994), nº 52. El sucesor nombrado al corregidor Garci Ramírez fue Andrés de Urdaneta, en 1552, quien al parecer no asumió el oficio, porque se designó de inmediato a Juan de Villagómez: Gerhard (1992), reg° 2559-2560, 2582 y 2585. Sin embargo, el ilustre marino años atrás ocupó el cargo del 6 de febrero de 1543 hasta por lo menos el 4 de febrero de 1547, con salario de 300 pesos: Ruiz Medrano (1991), 353; Cuevas 21 Interrogados si es su voluntad el vender, dijeron que sí y que estaban prestos a dar carta de venta, pero piden que Alonso de Ávalos “les dé un pedazo de tierra della, para sus granjerías, que está cerca de su pueblo, e que toda la demás contenida en la dicha carta de venta, él está presto e aparejado de le hacer carta de venta della, juntamente con su hijo”. Señalaron, entonces, un pedazo de tierra, desde un cerro en derecho de Cacalutla86 hacia una sierra, vía derecha de un mezquital que está en medio del llano, del que les hizo gracia Alonso de Ávalos. Luego amojonaron la tierra que vendían don Juan Ponce y su hijo Francisco Ponce Acat, “desde un cerro redondo que está en el camino que traen de Teocuitatlan87 a Atoyaque”, a mano derecha, y desde allí hacia las sierras”. El precio es moderado “por buenas obras que de vos hemos recibido en los tiempos pasados, en no molestarnos en los tributos que vos éramos obligados a dar”. Alonso de Ávalos presentó ante el corregidor de Zapotlan “un traslado de una cédula de la Emperatriz e Reina nuestra señora, por la cual da licencia que pueda comprar tierras de los naturales desta tierra”, traslado que estaba extendido por el escribano Miguel López de la Ciudad de México. El corregidor interpuso su autoridad y mandó a Juan de Acosta, intérprete, que declarase la carta de venta a don Juan Ponce y a su hijo, lo que así se hizo. Testigos: Diego de Sanabria, Mateo Sánchez y Juan de Acosta, estantes en el pueblo de Teocuitatlan. Como los vendedores no sabían firmar, a su ruego, firmó por ellos Diego de Sanabria. Después, en presencia del corregidor, vendedores y los testigos susodichos, Alonso de Ávalos tomó posesión de la tierra. Caja A–1, exp. 12, 4 ff. (1943), 132; 364-365; Romero de Solís, Papeles varios... (2000), regº 42 y 43. 86 Cacalutla o Cacalotla era un barrio sujeto a Teuquitlatlan: Gerhard (1992), n° 2589. 87 Antes fue nombrado Tuquitlatlan: supra, regº 14. José Miguel Romero de Solís tá ausente desta Villa, e en esta Villa no hay hacienda suya de que echar mano ni persona que dé por ellla cuenta”, el alcalde ha rogado y mandado a muchas personas “que las tomen en tutoría, e no ha hallado a nadie quien bien quisiera tomar cargo, porque son ganados y es menester dalles estancia e guarda para ellas, e porque el dicho ganado no se pierda e la hacienda de los dichos menores no venga a menos, el dicho señor alcalde no halla ningún remedio que les poner, si no es mandallas vender y echar a censo el dinero porque se vendieren”. Por todo eso, “quería hacer sobre ello cierta información e tomar el parecer de algunas personas honradas desta Villa”. Fernández El Viejo tomó declaración a Diego de Almodóvar, Juan Ruiz, Juan Pinzón, Juan de Aguilar y Juan Gómez, vecinos de Colima. Almodóvar declaró que “ha visto en esta Villa muchas yeguas de menores que han estado en poder de tutores, e visto las traían en ella sin la guarda, e se pierden muchas yeguas”. Agregó haber observado las yeguas de los vecinos “andar hechas monteses, e que ha oído decir que las comen alimañas, e que viendo este testigo el poco recaudo que los menores tienen”, piensa de más provecho vender sus ganados y echar a censo el dinero que se obtuviere de la venta. Juan Ruiz dijo haber tenido yeguas en esta Villa, “e por no podellas guardar, que se andaban derramadas, este testigo las vendió”. También ha escuchado a sus vecinos quejarse porque “no podían guardar sus yeguas, e que muchas andaban hechas monteses, e otras comidas de tigres y leones; e ha visto que los menores desta Villa tienen munchas yeguas e no tienen guarda ni estancia, ni persona que se quiera encargar dellas, no obstante que el señor alcalde lo ha rogado e mandado a muchos vecinos”. Por lo cual considera de “más utilidad y provecho”, vender el ganado y echar el dinero a censo. Juan Pinzón dijo que “tenía muchas yeguas”, tanto propias como de menores, y que las tiene en una estancia con guarda; y que “no embargante que la tiene, no las puede recoger ni remediar, e que se le pierden por año de las suyas e de las de los menores muchas dellas”. Juzga más 17. 1548. Mayo, 19. Información sobre los bienes que tenía Mateo Sánchez, tutor de unos menores. Ante el escribano real Juan de la Torre, el alcalde ordinario Juan Fernández El Viejo abre información sobre los bienes que tenía Mateo Sánchez, difunto,88 vecino de Colima, tutor de varios menores, hijos de Bartolomé López y Alonso de Villandando, de una hija de Diego Garrido y de Teresa, hija de Mateo Ventemilla.89 “Tenía a su cargo las yeguas de los dichos menores e algunos pesos de oro; e porque el dicho Mateo Sánchez tenía las dichas yeguas en una estancia suya, que tenía en el pueblo de Milpa, e por su muerte las dichas yeguas se han disminuido, e agora ciertas yeguas ha traído un español que se dice Martín Páez por mandado de la mujer del dicho Mateo Sánchez, e porque el dicho Mateo Sánchez murió sin testamento en el dicho su pueblo de Milpa e la dicha su mujer es88 El vecino Mateo Sánchez, testigo en el regº anterior y que, ahora, pocos meses después, fallecía, había nacido en Salamanca, hijo de Antón Merino y María Sánchez, quien después de venir a la Nueva España, sirvió en la pacificación del valle de Milpa; cuando se alzó la Nueva Galicia, estuvo en el pueblo de Milpa con quince hombres a su costa, y luego ayudó a pacificar a los naturales de la Purificación y Tenamaxtlan. Tuvo dos hijos: Icaza (1969), II, nº 695. 89 A propósito de los menores al cuidado de Mateo Sánchez, digamos al menos una palabra respecto a sus padres. Bartolomé López —del que ya hicimos mención: supra, regº 10— se había aprovechado de los pueblos de Comala y Cecamachantla (Chapulcal) y de Anascapala, éste último habíasele quitado a Pedro de Simancas, conquistador y vecino fundador de Colima, por causa de los malos tratos que daba a los naturales, según informa Lebrón de Quiñones: VP 30 y Lebrón (1979), 55-56. Mateo (ó Sebastián) de Veintemilla, genovés, también conquistador y vecino fundador, tuvo por encomienda un pueblo nombrado Xuncatlan, del que poco pudo aprovechar: VP 33. Sus últimos días los pasó “tollido en el pueblo de Acatlán”: Icaza (1969), I, nº 174. Diego Garrido se hablará en otro lugar (infra, regº 39) y no hemos podido identificar a Alonso de Villandando. Por otra parte, hacemos hincapié en dos puntos: el extraordinario desarrollo que para 1548 había adquirido ya la ganadería en Colima, de las que dará cifras Lebrón de Quiñones en su Relación sumaria (1554), y las dificultades que hallaba la autoridad por proporcionar tutores a los huérfanos, problema que ya había aparecido antes en el regº 10. 22 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI oportuno venderlas y echar los pesos de oro a censo. Juan de Aguilar, por su parte, declaró tener yeguas con guarda y estancia, y que cada año “le falta mucho ganado dello, comido de tigres e leones”. Opina que es mejor vender y poner el dinero a censo. Repite que tiene mucho ganado, “y muchas yeguas hechas monteses, y no podellas recoger aunque tiene muchos negros que las recojan”. Juan Gómez también reconoció tener yeguas con “persona que las guarde, e no las puede tener recogidas, e se le pierden e mueren por año muchas, e otras sele han hecho monteses”. Agrega que a otros vecinos lo mismo les sucede, y les cuesta mucho trabajo recogerlas cuando se les hacen monteses, “e otras que les comen tigres e leones”. En su opinión sería de mayor utilidad venderlas y poner el dinero a censo. Juan Fernández dijo al alcalde mayor Cristóbal de Espíndola que “pues Su Merced tiene también de mirar por el provecho de los dichos menores, que pide a Su Merced le dé su parecer, para que conforme a él, él haga juntamente con la dicha información lo que fuere justo”. El alcalde mayor contestó que “según el poco recaudo que en este pueblo se tiene ni se puede tener de guarda por las yeguas de los dichos menores e las que tienen sus mesmos dueños”, a quienes incluso se les pierden, le parecía útil y provechoso vender las yeguas y echar a censo el dinero. El alcalde Juan Fernández mandó entonces vender las yeguas de Alonso, hijo menor de Villandando, y de Teresa, hija de Mateo de Ventemilla. El 31 de mayo anduvieron en pública almoneda 28 yeguas, machos y hembras, a 6 pesos de oro de minas cada una. Fueron rematadas en Francisco Osorio. Otras 15 cabezas más se adjudicaron a Juan Pérez en el mismo precio. Caja A–1, exp. 13, 4 ff. Ante el alcalde mayor Alonso de Torres, el cura y vicario de la Villa de Colima, Padre Alonso Sánchez de Miranda,90 presentó una querella, en la que decía: “siendo Sumo Pontífice Julio Tercero y reinando el Emperador don Carlos, el dicho Francisco Preciado ha deshonrado mi persona, porque yo siendo obediente a los mandamientos de mi superior he hecho una información contra él, como me fue mandado, a causa de lo cual ha dicho que es mejor cristiano que yo, y que él no conoce otro superior sino a Dios y al Rey, denostando mi persona y oficio”. Agrega que Preciado iba diciendo de él, “este vicariuelo y cleriguillo y beatillo, y otros muchos y ignominiosos nombres”, gritándolo a grandes voces, con muy gran desacato “de las llaves y nervio de la disciplina eclesiástica, diciendo que por rasarme la corona lo ternía en tres blancas, y diciéndome que mentía, y otras muchas cosas y vituperios”. De todo ello, dice Sánchez de Miranda, “ha resultado mucho escándalo, así entre españoles como indios, que por su mal ejemplo menospreciarán los eclesiásticos ministros y no ternán en nada su doctrina, y decaerá en gran abatimiento la doctrina e predicación cristiana, e redundan otros muchos males y daños”. Pide al alcalde mayor que “lo mande aprisionar y poner a muy buen recaudo, por ser la injuria tan calificada, contra juez y ministro de la Iglesia”. Pide también que, por ser causa criminal, señale por cárcel a Preciado, no su casa ni otra alguna, sino la que es pública, hasta tanto se le tome su confesión y se le notifiquen autos de la jurisdicción episcopal, “en lo cual entiendo contra él invocar el auxilio del 90 Alonso Sánchez de Miranda, quien llegaría a ocupar el puesto de chantre y deán en lel cabildo catedralicio de Guadalajara, supo ganarse el afecto de los vecinos ya que se conservan referencias de su importante papel de mediador en algunos conflictos surgidos entre aquellos (infra, regº 106, 124, 204 y 243). En este regº, empero, él es protagonista de un curioso incidente con el conflictivo Francisco Preciado que muestra, por otro lado, facetas del carácter de aquellos pobladores en la marginada Villa de Colima. No quiero dejar de señalar la “conciencia de sí” que manifiestan tanto el cura de Colima como Preciado, quien no dejaba de mostrar una vena anticlerical aguda. 18. 1550. Octubre, 7. Alonso Sánchez de Miranda, cura y vicario de la Villa de Colima, se querella contra Francisco Preciado, por ofensas. 23 José Miguel Romero de Solís brazo seglar”. Sánchez de Miranda concluía: “Iten digo que, porque yo soy sacerdote, pido y requiero a V.m. no se le dé al dicho Francisco Preciado pena corporal ni de sangre”. El alcalde mandó al clérigo dar información y ordenó a Preciado que tuviera las Casas de Su Majestad por cárcel y que no saliera de ellas so pena de 50 pesos de oro. Sánchez de Miranda presentó por testigos a Juan de Aguilar, Juan Fernández El Viejo, Diego Cansino, Diego Morán, Alonso Miguel y al mercader Juan de Urrea. Cansino declaró que, estando a la puerta de la iglesia de la Villa, vio cómo Diego Veedor, vecino de Colima, habló a Francisco Preciado de parte del vicario, pero que no supo lo que le dijo, y que Preciado se volvió a donde estaba este testigo y los demás, y gritó a voces que era muy mejor cristiano que no él, y yendo hacia el alcalde mayor, que le había llamado, fue también hacia él el vicario, que pidió al alcalde mayor que le prendiera porque le había injuriado; entonces Preciado se allegó [sic]91 al mercader Juan de Urrea para tomarle la espada que tenía a la cintura, lo que no le permitió el mercader. Cansino agregó que al fin se fue Preciado, y que por el camino iba diciendo que el vicario “era un borrico, e que por rasarle la corona no lo ternía en dos maravedís”. Diego Morán, que había estado presente y repitió las mismas circunstancias, relata que oyó decir a Preciado del Padre Alonso Sánchez de Miranda, “que si le tomaba, le rasaría la corona, e que mentía, e que era un vicarillo e un beatillo e cleriguillo”; que también dijo que “era un puerco y que era mejor cristiano que no él”. Alonso Miguel declaró que Preciado decía del vicario que “revolvía todo el pueblo”. Según el testimonio de Juan Fernández El Viejo, Preciado comentó a voces que el vicario “mentía e que tenía el pueblo despoblado, e que se iban de pueblo”. Vio también cuando Preciado “arremetió a Juan de Urrea, mercader, a le tomar la espada”, queriendo dar con ella al vicario. 91 Esta variante de “llegar” no es registrada por Boyd– Bowman (1971). 24 Urrea, por su parte, contó que Preciado decía no conocer otro juez sino a Dios y al Rey, y que era tan buen cristiano como el vicario, justo cuando éste salió de la iglesia “dando voces, diciendo: «¡La Justicia de Dios e del Rey, prendedme este hombre!», e que entonces, este testigo vido venir al dicho Francisco Preciado hacia el dicho vicario, e que este testigo lo detuvo e que el dicho Francisco Preciado arremetió a este testigo e le echó mano de la guarnición de una espada, que este testigo traía en la cintura”, y que no se lo consintió. Vista la información, el alcalde mayor mandó que Preciado tu viera las Casas del Cabildo por cárcel, ya que era a la sazón regidor de la Villa, y ordenó que le pusieran cadenas en los pies, y le impuso 50 pesos de minas para la Cámara de Su Majestad. Luego, el alcalde acudió a las Casas del Cabildo para interrogar al acusado. El confesante reconoció que había dicho que era mejor cristiano que el vicario, pero que éste primero había dicho de él que era un mal cristiano; aceptó haber afirmado que no conocía otro superior sino Dios y al Rey; sin embargo, dijo no recordar de las palabras injuriosas que había lanzado contra el vicario, sino sólo “beatillo”. En escrito de descargo presentado por Preciado, éste alega que Sánchez de Miranda le ofendió antes, y que le envió al escribano de la Villa para ordenarle que no saliese de Colima hasta que se le mandase otra cosa, porque tenía cierta información contra él. Fue cuando él dijo que era tan buen cristiano como el clérigo, y que vivía tan bien como él, no pensando que el dicho vicario le oía. En eso salió de la iglesia muy acelerado y dando voces Preciado añadía que la causa era liviana y que el alcalde le diese por fiado, o al menos la Villa por cárcel, que de otro modo protestaba que se habría de quejar, y cobrar de su persona y bienes “dos mil pesos de oro de minas que se me pierden de mi hacienda por tenerme a mí preso”. El 10 de noviembre, el Padre Alonso Sánchez de Miranda, en respuesta del descargo hecho por Preciado, decía que no merecía el acusado ser oído, y que en esto ser verá y cono- Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI cerá más a la clara su crimen. Niega haber injuriado a Preciado, ni haberle dado ocasión para que se desatase y hablase lo que habló. Lo que sucede es que cuando le notificó ciertos autos tocantes a la administración de la justicia eclesiástica y bien de su ánima, a voces y con gran escándalo, “en menosprecio de las llaves de la Iglesia y lesión del nervio de la disciplina eclesiástica, y en gran vilipendio de la jurisdicción episcopal”, dijo que “habían aquí estos cleriquillos con sus penillas y sus nadas”, y echó mano de una espada “para violentamente cometer sacrilegio y poner manos en juez y persona eclesiástica, menospreciando las penas del cánon Si quis suadente, y de los demás que en este caso hablan”. Pide que se le tenga a buen recaudo, poniéndole mayores penas que las ya impuestas, no obstante no merezca pena de sangre, y que no sea sentenciado por cuanto “yo tengo consultado el caso con mi superior”, ya que “no soy letrado y no sería razón que quedasen por mi negligencia damnificadas las llaves y censuras de la Iglesia Católica”. Añade que no se debe dictar sentencia hasta tanto que el alcalde no se auxilie de un asesor calificado y letrado, puesto que el negocio es arduo y, además, “porque pienso y entiendo acumular contra el dicho Francisco Preciado otros procesos y causas, y otros desacatos que contra otros ministros de la Iglesia el dicho Francisco Preciado ha tenido”. Contestó Preciado negando su intención de lesionar el nervio de la disciplina eclesiástica; y con respecto a que echó mano de la espada, explica que “yo ví venir al dicho vicario para mí, tan airado, y como le ví venir hacia mí, pensé que venía a poner las manos a mí, me fui hacia un hombre que tenía un espada en la cintura”, para tomarla y defenderse, pero el susodicho no le dejó tomarla. Dice que quien en verdad ha provocado todo, fue el vicario, que había estado “haciendo informaciones secretas contra mí, en perjuicio de mi honra y fama, como si yo fuese algún mal cristiano, siendo yo como soy católico, cristiano viejo, y hijo de Juan Preciado, que fue cinco años alguacil mayor de la Santa Inquisición en todo el Reino de Castilla, con el doctor Culbete, Inquisidor Mayor del dicho Reino”. En 25 consecuencia, y por otras razones que alega, él es el agraviado y no el vicario, y por tanto “mande desechar de su juicio al dicho vicario Alonso Sánchez de Miranda, y me dé por libre y quito”. Niega haber ofendido a ningún clérigo de los que han estado en esta Villa, antes bien, siempre ha sido obediente a los mandamientos de la Iglesia, como es público y notorio. El 15 de noviembre, el alcalde mayor declaraba que por cuanto Francisco Preciado estaba preso con una cadena desde hacía nueve o diez días en las Casas del Cabildo, y él quería visitar los pueblos de Tenamaztlan,92 y que no había en la Villa carcelero, si Preciado daba fianzas llanas y abonadas, él le otorgaría tener su posada por cárcel. Preciado aceptó obligando su persona y bienes, y designando por fiadores a Juan Fernández El Viejo y a Alonso Miguel, vecinos de Colima. Dos días después, Sanchez de Miranda retiró sus cargos y querella contra Preciado. El 19 de noviembre, el alcalde mayor decía que “por cuanto por estar de camino había remitido esta causa al señor alcalde Juan Gómez, e que agora, por cosas que le movían a la ejecución de la justicia había dejado la ida, que tomaba e tomó esta dicha causa en sí para hacer justicia”. Testigos de la declaración fueron el Padre Juan Oliveros93 y Francisco Ayllón. 92 De una u otra manera, dependían de la jurisdicción del alcalde mayor de Colima algunas provincias como las que en su momento señalará Lebrón de Quiñones en su Relación sumaria (1554). Aquí vemos el caso concreto del alcalde mayor Alonso de Torres en vísperas de salir a visitar Tenamaxtlan. En ocasiones sucedía que el virrey daba comisiones específicas, como la que diera el 10 de junio de 1550 a Alonso de Torres para averiguar y hacer justicia a los naturales del valle de Autlán contra Hernán Ruiz de la Peña, quien al decir de los indios, les exigía tributos y servicios en demasía, les quitaba sus tierras e incluso los metía presos en su cárcel privada: Gerhard (1992), n° 2506. 93 Un ejemplo de cuentas pendientes entre un vicario y el encomendero, infra, regº 259. Según Lebrón de Quiñones, “había tres clérigos que residían en la dicha villa a costa de vuestra majestad y de encomenderos, cada cual con doscientos pesos de minas de salario; el uno tenía cargo de la dicha villa por vicario en ella y los otros dos para que visitasen la provincia”, y cometían muchos abusos, que el oidor describe al detalle: Lebrón (1979), 70-71. Sin duda, a comienzos de aquella década, la vida religiosa en la Villa José Miguel Romero de Solís El 20 de noviembre continuaba la causa de oficio, y se dictó sentencia. Preciado fue condenado al tiempo que había estado en la cárcel, más 6 pesos de tepuzque, más tres meses de destierro de la Villa y su término, y en las costas del proceso. El 22 de enero de 1551, el alcalde mayor Alonso de Torres, al tener noticia que Francisco Preciado había quebrantado el destierro, para su castigo, abrió nueva información. Bartolomé Garrido, vecino de Colima, declaró haber visto a Preciado “en el pueblo de Almolonya, e le habló, e sabe que estuvo dos días en el dicho pueblo”, que está en los ejidos de esta Villa. Otro vecino, Pero Sánchez, dijo haber visto también a Preciado en Almolonya, “e estuvo con él más de medio día”. Vista la información, y que el pueblo de Almolonya está en los ejidos de la Villa, “por no estar media legua della”, mandaba que pagase Preciado “los dichos diez pesos de minas” señalados en la sentencia anterior para el caso de quebrantar el destierro; que debía tornar a cumplir el destierro y que, si volvía a quebrantarlo, habría de pagar 20 pesos de minas. El escribano Diego Veedor notificó el auto a Juan Preciado, hijo de Francisco Preciado, siendo testigos el alcalde ordinario Juan de Arana y Francisco Hernández, vecino. El 16 de marzo, viendo que Preciado había guardado el destierro obligado de dos meses, el alcalde mayor le alzó el destierro voluntario, para que pudiera “venir a oír los Oficios Divinos de Semana Santa” y cumplir con la Pascua. Caja A–1, exp. 14, 17 ff. 19. 1554. Agosto, 19. Carta de pago de Diego de Aguilar en favor de Martín de Monjaraz, tutor de Gonzalo de Cáceres, por la venta de unas yeguas. Diego de Aguilar,94 vecino de la Villa de Colima, extiende carta de pago por valor de 100 pesos de tepuzque a favor de Martín de Monjaraz, tutor de Gonzalo de Cáceres, menor, por razón de la parte de yeguas que le vendió y que tenía en compañía del dicho menor. Aguilar fue pagado con tres cargas y diez almudes de cacao ante los testigos Diego de Almodóvar y Bartolomé Sánchez. Caja A–1, exp. 15, 1 f. 20. 1551. Marzo, 23. Información sobre el alcalde ordinario Juan de Arana, los regidores Bartolomé Garrido y Francisco Hernández, y otros vecinos, por hacer ligas y monipodios contra su alcalde mayor. El alcalde mayor Alonso de Torres abre información sobre los regidores Bartolomé Garrido y Francisco Hernández, el alcalde ordinario Juan de Arana, y otros vecinos, porque “han intentado hacer ligas y monipodios y cabildos por los poyos y calles desta Villa y casas, invocando a los otros regidores y vecinos”, y porque han es94 de Colima alcanzó niveles muy bajos. Una pista para ello, además de la información proporcionada por el visitador Lebrón de Quiñones, la tenemos en un mandamiento del virrey Velasco de 26 de mayo de 1551 a los corregidores de Zapotlan y Amula, para que los naturales de aquellos pueblos acudieran a Colima para edificar su templo, por cuanto sus vecinos le habían hecho relación que “en la dicha villa no hay iglesia de piedra, a cuya causa no tienen en ella sacramento, lo cual es en gran peligro de los vecinos [...], y por razón de ello dizque algunos se han muerto y mueren sin recibir los sacramentos”: Paredes Martínez (1994), n° 35. 26 Aguilar del Castillo casó con María de Cáceres, hija de Manuel de Cáceres e Isabel Ruiz de Monjaraz: infra, regº 36, con quien procreó a Isabel de Aguilar (ó del Castillo), casada con Juan de Valencia: infra, III, regº 447; IV, regº 856; Mariana de Cáceres o del Castillo, casada con Diego Arias de Arellano: AGI, México, 262: Inventarios, n° 816; y Esteban de Aguilar: Romero de Solís, Papeles varios... (2000), regº 13. Su vecindad en Colima se remonta, al menos, a 1552. Ocupó cargos públicos tanto en Colima como en provincias comarcanas: en 1573, fue alcalde ordinario y teniente de alcalde mayor: infra, regº 196, 217, 242–243; asimismo, corregidor de Maquilí, Tlatlica, Gualoxa, Tlapistlan e Tototlan entre 1564-1569: infra, II, regº 270 y 316. En 1590, siendo teniente de alcalde mayor en Maquilí, se mandó quitarle la vara de justicia “por los muchos agravios y vejaciones” hechos a los naturales: Chávez Orozco (1951), I, 300; cf. Acuña (1987), 150, nota 54. Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI Si los testigos saben que antes de ocurrir estos hechos, Juan de Arana,97 Bartolomé Garrido y Francisco Hernández,98 con otros muchos vecinos, “iban a la posada del dicho señor alcalde mayor, e le acompañaban, e acataban como son obligados; e si saben que el dicho Juan de Arana y el dicho Bartolomé Garrido son yernos del dicho Martín de Monjaraz”. Si saben cómo después de los incidentes con Martin de Monjaraz, los acusados y otros vecinos dejaron de hablarle al alcalde mayor, “a manera de bando”, haciéndose desacatos indebidos, monipodios y cabildos, “invocando e persuadiendo a otros regidores desta Villa y vecinos”. Si saben que Monjaraz “escribió una carta a Francisco Hernández, diciendo que se juntasen con los demás regidores e otros vecinos, y escribiesen los agravios que el dicho señor alcalde mayor les hace”, y también, que Hernández habló con Bartolomé Garrido, Alonso Carrillo y Juan Pinzón, regidores, y otros vecinos, “en las calles, juntándose a los dichos cabildos, e los dichos Alonso Carrillo e Juan Pinzón condijeron al dicho Francisco Hernández que ellos no sabían ningún agravio que el dicho señor alcalde crito al Virrey “falsas relaciones contra el dicho señor alcalde”. El alcalde mayor amenaza con pena de 500 pesos de oro a los supuestos alborotadores.95 Bartolomé Garrido,96 uno de los acusados, niega los cargos, declarando que de “treinta años a esta parte” ha sido leal vasallo, “con armas y caballos” sirviendo “en la conquista desta Nueva España”, y que ha ocupado “muchos cargos honrosos”; agrega que “si alguna vez me he juntado con vecinos y regidores” de la Villa, “para escrebir al Illmo. señor don Luys de Velasco, visorrey y gobernador desta Nueva España”, ello ha sido de “cosas que convienen al bien de la república desta dicha Villa”. Sobre la pena que el alcalde mayor ha impuesto, “apelo della [...] ante los señores presidente e oidores desta Nueva España”. El alcalde concedió la apelación; luego, mediante el siguiente interrogatorio, examinó a los testigos. Interrogatorio Si saben que en los días pasados, Martín de Monjaraz se desacató por dos veces con el alcalde mayor, diciéndole palabras injuriosas; por ello y por otros delitos, el alcalde mayor “le prendió en la cárcel pública de donde se soltó, e no ha podido ser habido para ser castigado”. 97 95 Esta “información” presenta con viveza la situación por la que atravesaba la Villa de Colima, en vísperas de la visita que haría el oidor Lorenzo Lebrón de Quiñones, quien dará sus apreciaciones sobre las relaciones entre autoridad y vecinos, y acerca de la anarquía bajo la que se conducía la vida cotidiana en la apartada provincia novohispana. En torno a los principales actores de la “información”, daremos información más adelante. 96 Bartolomé Garrido, hermano del difunto minero Diego Garrido, era de Moguer (Huelva), hijo de Martín González y Catalina García; llegó a la Nueva España en 1521 y con Hernán Cortés fue a la conquista de Pánuco y luego a su pacificación cuando se rebeló; fue también a Guatemala y a Cíbola, “con sus armas y caballos”; después de 1532 —por cuanto no figura en el Padrón de aquel año—, se avecindó en Colima, donde estaba casado y tenía hijos: Icaza (1969), II, nº 1083; explotaba en compañía del escribano Diego Veedor una promisoria huerta de cacao cerca del pueblo de Escayamoca, con unas 8,000 casas de cacao, según informará Lebrón (1979), 63. 27 Juan de Arana, casado con Isabel Ruiz de Monjaraz, ya lo hemos mencionado con anterioridad: supra, regº 11 y 12, era natural de Castañares, en la Rioja, hijo de Juan Sanz de Arana y Juana de Baroja; había participado en la última pacificación de la Nueva Galicia: Icaza (1969), I, nº 577, y era a la sazón corregidor de Amula: Gerhard (1992), n° 2580; Paredes Martínez (1994), n° 64. 98 Francisco Hernández era originario de Taraveruela, aldea de Badajoz, hijo de Hernán Yáñez y Catalina González y había llegado a la Nueva España en compañía de Luis Ponce de León, participando en varias campañas en Cuzcatán y los Chontales, a las órdenes respectivamente del capitán Moscoso y de Cristóbal de la Cueva, y luego en la última pacificación de la Nueva Galicia, en compañía del virrey don Antonio de Mendoza, con sus armas y caballos. Después de esta campaña, se avecindó en la Villa de Colima, donde estaba casado y tenía una hija: Icaza (1969), II, nº 711 y 1084. Quizá se trate del también llamado Francisco Hernández de Almendral, quien en compañía de Alonso Carrillo y Juan Yáñez —tal vez un pariente suyo—, obtuvo licencia el 16 de junio de 1551, es decir, casi por los mismos días del conflicto que registra nuestro expediente, para ir en un navío que tenían en el puerto de la Navidad “en descubrimiento y demanda de perlas por las costas de la dicha provincia de Colima hasta el río del Tizón, Isla de la Cardona, y hasta Culiacan”: Gerhard (1992), n° 2532. José Miguel Romero de Solís mayor había hecho”, y que ellos no pensaban secundarlos. Si saben que el domingo de ramos, en la iglesia de la Villa, los acusados “se asentaron juntos, fuera del coro, a donde se asienta el dicho señor alcalde mayor e los demás alcaldes ordinarios e regidores, e hombres honrados, e lo susodicho por mostrar públicamente el odio e mala voluntad que tienen al dicho señor alcalde mayor por haber preso su suegro; dándolo a entender a forasteros e a todo el pueblo, se apartaron a sentar en el dicho poyo donde no se solían sentar, por no hablar ni hacer acatamiento al dicho señor alcalde mayor, e lo mismo hicieron a las vísperas, juntamente con otros vecinos a quien ha castigado por justicia, a manera de bando e alboroto”. Si saben que cuatro días después, “saliendo de misa de la dicha iglesia, pasando el dicho señor alcalde mayor por junto con el dicho Francisco Hernández, regidor, le dijo: «¿No miráis que paso cabe vos con la vara de Su Majestad, y no [vos] quitáis la gorra?», y entonces, el dicho señor alcalde mayor, con la vara, se la quitó y echó en el suelo”. Si saben los testigos que, después de esto, “aquel día por evitar pasiones, mandó el dicho mandamiento para castigar a los dichos”. Si saben que el lunes de la Semana Santa, el alcalde mayor pidió al regidor Alonso Carrillo y a Alonso Sánchez de Miranda, cura y vicario de la Villa, que hablaran con el alcalde ordinario Juan de Arana, para que “se enmendase en lo pasado, e que hablase al dicho señor alcalde mayor, e no mostrase e diese tan mal ejemplo a todo el pueblo e forasteros”, pero que Arana les contestó que no podía hacer lo que pedían “por amor de Monjaraz, su suegro, porque el dicho señor alcalde mayor le castigaba sus delitos, e que por eso no le hablaba”. Si saben que por ser Semana Santa, no quiso el alcalde mayor llevar más adelante el conflicto, pensando que los acusados se enmendarían, lo cual no sucedió, sino que “en manera de bando e enemistad, el dicho Juan de Arana e Bartolomé Garrido e Francisco Hernández no hablan 28 a la Justicia, e se van por otras calles e pasos, apartándose”. Si saben los testigos que, el año anterior de 1550, Juan de Arana y Francisco Hernández, como regidores en aquel año, “fuera del Cabildo desta Villa, en sus casas, hicieron ciertos capítulos que no fueron acordados por Justicia e regidores en su Cabildo acostumbrado, y los enviaron con Francisco Preciado al señor Visorrey don Antonio de Mendoza, de su propia voluntad, e sin consentimiento de la Justicia e regidores, e sin ir firmados del escribano del Concejo ni de la Justicia, como Su Majestad lo manda”.99 Fueron examinados como testigos Diego de Almodóvar, Juan Pinzón, Juan Ruiz y Francisco Ayllón, vecinos de la Villa de Colima. Caja A–1, exp. 16, 9 ff. 21. 1551. Febrero, 12. Gonzalo Moreno, en nombre de su mujer Leonor Sánchez, contra los herederos de Juan de Ibiza y Gonzalo Canelo, por unas casas y plantas de cacao. Ante el alcalde mayor Alonso de Torres y siendo escribano Diego Veedor, Leonor Sánchez declara que su esposo, sin su licencia, vendió tres años atrás poco más o menos, “unas casas mías que teníamos junto a la ribera del río, con ciertos pies e casas de cacao en ella plantados, por precio de veinte pesos, de lo cual el dicho mi marido no hizo carta de venta”, y cuyo valor en aquel tiempo era mayor que el precio que se pagó. Pide que se le restituyan casas y cacao por ser suyos. Diego Veedor da público testimonio que Gonzalo Moreno100 tiene poder de su esposa pa99 Eco de estas ligas y monipodios, es el mandamiento fechado el 13 de septiembre de 1550 y dirigido al alcalde mayor Alonso de Torres, sobre que no compela a los miembros del Ayuntamiento a ir a su posada para hacer cabildo, sino que los deje ir a la casa diputada a ese fin: Gerhard (1992), n° 2514. 100 Gonzalo Moreno era originario de Lora, en el priorazgo de San Juan, e hijo de Francisco Moreno y Leonor Benítez. Pasó con su mujer, Leonor Sánchez, a la Nueva España con Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI po valían mucho menos, “por estar todas las dichas casas caídas, y no había persona que llegase a dar lo que dio la dicha mi parte, que fueron veinte pesos de oro de minas”. Gonzalo Moreno presentó un interrogatorio según el cual debían ser examinados sus testigos. Si conocieron que las casas “estaban sanas y bien reparadas”, y que fue durante el matrimonio cuando se compraron, siendo por consiguiente bienes gananciales. Moreno llamó por testigos a Francisco Ayllón, Pedro de Figueroa, Juan Ruiz, Juan Pinzón y Marilópez, mujer de Juan Alcalde,102 vecinos de Colima. El defensor de los menores, por su parte, decía que no había podido reunir sus testigos por encontrarse éstos fuera de la Villa: “Diego Morán está en La Purificación, e Francisco de Cifontes está en Guachinango, e Juan Fernández e Juan de Aguilar están en sus cacaos”.103 Pide, pues, plazo de ochenta días. El alcalde Alonso de Torres concedió como término treinta días. ra todos sus pleitos y causas, otorgado ante él, siendo alcaldes ordinarios de la Villa Juan y Alonso Carrillo y de lo que también fue testigo el Padre Juan Oliveros. El testimonio está fechado el 1° de abril de 1551. Francisco Hernández, tutor y curador de las personas y bienes de los menores de Gonzalo Canelo, difunto, y su albacea, dice que ha sido notificado del pleito que pone Gonzalo Moreno, por la mitad de las casas que compró Camelo; agrega que nadie puede responder por sus menores, ya que “Juan Bautista, que los tiene a cargo, está malo, y yo no sé de pleitos”. Pide al alcalde mayor que designe un defensor y que se le pagará su justo salario de los bienes de los dichos menores. El alcalde nombró para el efecto a Juan Ruiz, vecino de la Villa. Juan Ruiz, como defensor de los hijos de Juan de Ibiza y Gonzalo Camelo,101 dice que la casa ya está pagada a Gonzalo Moreno. Este responde que su mujer no fue consentidora en aquella venta. Ruiz alega que Leonor Sánchez “anduvo rogando a muchas personas desta Villa para que le comprasen la dicha casa, porque quería ir a México, y no tenía dinero que gastar por el camino, lo cual es público en esta Villa”. Además, que no hay necesidad de carta de venta porque puede dar información de cómo la compró Juan de Ibiza a Moreno y a su mujer, y éstos se hallaban contentos por haberla vendido, “y la dicha mi parte la tiene y posee cinco años como cosa suya”. Ruiz agrega que en lo referente al poco dinero que por aquellas casas, a la sazón, se pagó, podría afirmarse lo contrario de lo dicho por los demandantes, ya que en aquel tiem- 102 Juan Alcalde, hijo de Diego Alcalde —de los primeros vecinos de la Villa de Colima (1528): VP 51— y de una india de la tierra, fue tocador de vihuela y lector de La Celestina. Tuvo fuertes altercados con su madrasta Francisca Álvarez, a quien acusó de ser “una bellaca puerca”, es decirm tener antecedentes judíos: infra, regº 23. Con los años, Juan Alcalde de Rueda —como luego se hizo llamar—, por su matrimonio con María López de Robles, viuda de Rodrigo de Evia, recibió las encomiendas de Ostula y Coxumatlan, en los Motines, según los informes dados por Lebrón (1979), 46. Juan Alcalde, de su afición a la lectura, sacó luces para redactar una parte de la importante Relación de la Provincia de Motines, en 1580, cuando moraba en su cacaguatal conocido como “de Señor San Joseph, que está en términos del pueblo de Cuxumatlan, que es en esta provincia de los Motines, del obispado de Mechuacan”: Acuña (1987), 156. 103 En septiembre de 1550, el virrey mandó que los encomenderos residentes fuera de la provincia regresaran a Colima o, al menos, mantuviesen en ella un hombre con armas y caballos, so pena de perder sus indios. Francisco Preciado, a la sazón procurador de la Villa de Colima, había informado que Alonso y Jorge Carrillo, Hernán Ruiz de la Peña, Martín Ximénez, Antonio de Ortega, Martín Monje, Francisco de Cifontes y Antonio de Castilla [del Castillo], todos ellos encomenderos, no habitaban en Colima: Gerhard (1992), n° 2513. Lebrón de Quiñones, en su Relación sumaria (1554), denunciará cuatro años después el mismo fenómeno. la que tuvo al menos tres hijos, avecindándose en Colima: Icaza (1969), II, nº 1061. 101 Juan de Ibiza, natural de la isla del mismo nombre, hijo de Jaime Costa y Catalina Palerma, acompañó a Pedro de Alvarado en su campaña por Guatemala y, después, participó en la pacificación de los valles de Milpa y Autlán, así como en la de la Nueva Galicia, con el virrey Antonio de Mendoza. Fue vecino de Colima, donde estaba casado y tuvo dos hijos: Icaza (1969), II, nº 722. Por su parte, Gonzalo Canelo o Camelo, vecino también de Colima, era originario de la villa de Tomar, “que es en Portogal”, hijo de Enrique Camelo y Mari Hernández: Icaza (1969), II, nº 1250. 29 José Miguel Romero de Solís Las preguntas presentadas por Ruiz para el exámen de sus testigos, decían: si cuando vendieron Gonzalo Moreno y su mujer las casas, andaban rogando que se las compraran, pues querían ir a México, “porque no pensaban volver a esta Villa más”; que al parecer, Leonor Sánchez tenía concertada la venta de las mismas a Martín de Monjaraz, quien quería pagar con prendas de plata, como eran un salero y unas cucharas, pero que Leonor Sánchez no quiso; que el cacao plantado en las casas, eran veinte plantas recién puestas, que poco después se perdieron, y que “Gonzalo Camelo mercó a Corralero un almácigo de cacao para tornallo a poner”; que las casas de cacao no estaban bardeadas en aquel tiempo como ahora lo están, y que Camelo compró un esclavo indio que no se ocupaba en otra cosa sino en beneficiar este cacao, y que Ibiza puso a otro indio con el mismo fin. Presentó por testigos a Juan Pinzón, Bartolomé Sánchez, Martín de Monjaraz, Francisco de Cifontes, Diego Morán, Jorge Carrillo y a Juan de Aguilar, vecinos de Colima. El 2 de abril, Juan Ruiz pidió un nuevo término, porque “ha sido Semana Santa y no [es] tiempo convenible para pleitos”, y porque algunos testigos están en la Ciudad de México, como son Jorge Carrillo y Martín de Monjaraz. El alcalde no concedió el plazo. El 6 de abril, Diego Veedor daba testimonio público de cómo Gonzalo Moreno sustituía el poder recibido de su mujer en favor de Juan de Reina, vecino de Colima, siendo testigos de la sustitución Alonso Carrillo, Francisco Ayllón y Juan Carrillo. Por otra parte, Juan Bautista, restablecido de su enfermedad, recuperaba el tutelaje de los menores de Juan de Ibiza y presentaba una cláusula del testamento del difunto, otorgado en la Ciudad de México ante Pero Sánchez de Palenzuela, escribano de Sus Majestades, del que da fe Diego Veedor, en Colima el 8 de junio de 1551, por la que era constituido tutor. Caja A–1, exp. 17, 28 ff. El arriero Juan Domínguez reclama el pago de unos fletes. Juan Domínguez, vecino de la Villa de Colima, dice que “podrá haber diez meses poco más o menos, que yo me concerté con Juan de Azteguieta, mercader ya difunto e compañero de Alonso de la Puerta, mercader, en que yo le fleté veinte y seis caballos de harria míos, para que le llevase cierto cacao e otras cosas a la Ciudad de México a su compañero Alonso de la Puerta, y así mismo, el dicho su compañero era obligado a me dar cargas para la vuelta, todo lo cual consta por esta escritura y concierto que así hicimos, de la cual hago presentación ante V.m.; y porque llevé yo las dichas cargas y asi mismo truje los dichos mis caballos cargados a la vuelta con cargas y mercadurías del dicho Alonso de la Puerta”, pide al alcalde “me mande pagar los dichos fletes conforme a la dicha escritura, de la hacienda que quedó de [la] compañía entre el dicho Juan de Azteguieta y Alonso de la Puerta, pues yo serví a la dicha hacienda”.104 Caja A–1, exp. 18, 1 f. 23. 1551. Agosto, 17. Querella de Francisca Álvarez contra Juan Alcalde, por injurias. Ante el alcalde ordinario Juan de Arana, Francisca Álvarez, mujer de Pero Sánchez, se querella criminalmente contra Juan Alcalde, vecinos todos de la Villa de Colima. Contando el caso, la demandante dice que la noche anterior Juan Alcalde entró en su casa, estando ausente su esposo, y la injurió a ella y a su marido, a quien llamó bellaco, y ella le contestó que se fuere de la casa, mestizo bellaco. Pide su castigo. 104 Por su escrito, Juan Domínguez abre una ventana acerca del comercio entre la Villa y Provincia de Colima con la Ciudad de México. Los arrieros, locales como foráneos, necesitaban garantizar cargas y mercaderías para los viajes de regreso a sus poblaciones de base. Con frecuencia, eran constituidas compañías entre mercaderes y arrieros, quienes también en ocasiones fungían como cobradores de aquéllos. Véase a este propósito: infra regº 92. 22. 1566. Mayo, 7. 30 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI El alcalde ordenó que diera información, para lo cual presentó por testigos a Juan, a María su criada, y a Inés, indios naturales, para quienes nombró el alcalde por intérprete al escribano Diego Veedor. El primer testigo declaró entre otras cosas que Juan Alcalde había entrado en la casa, riñó con Francisca Álvarez, a quien quiso golpear con un palo, ofendiéndola y insultando a su esposo Pero Sánchez; y que ella les rogó que llamaran al alcalde. María, por su parte, dijo que Juan Alcalde reclamó a Francisca Álvarez, que riñó e insultó a su ama y a su esposo, que la quiso golpear, y que cuando su ama mandó llamar al alcalde, el acusado dijo: “Cagajones para Juan Arana”, y luego se salió de la casa. Inés, la tercera testigo, declaró lo mismo. Juan de Arana dio mandamiento para prender a Juan Alcalde. Al querer tomarle juramento para su declaración, el detenido se negó, por lo que el alcalde ordinario le impuso de multa 50 pesos de minas. Luego, Juan Alcalde apeló ante el alcalde mayor. El alcalde mayor, en la cárcel pública, interrogó al detenido. Dijo tener 23 años de edad. Sobre los hechos, confesó que a la hora de cenar entró en casa de Francisca Álvarez para hablarle de cierta muchacha, hermana suya, que vivía con él, a reclamar que Pero Sánchez, esposo de Francisca Álvarez, le había dicho que se fuera a quejar ante la Justicia de los malos tratos que él le daba. El 25 de agosto, desde la cárcel Juan Alcalde pedía se aclarara su situación, porque llevaba preso ocho días desde que el alguacil Juan de Reina le había notificado el auto de prisión. Días después repetía la súplica, pidiendo además que fuera designado por su curador ad litem Juan de Carrión,105 vecino de la Villa. 105 Juan Pablo de Carrión es un vecino que aparece y desaparece de la vida cotidiana de Colima, por estas fechas, para volver a regresar a primer plano décadas después. Hijo de Micer Agustín Cauchela y natural de Valladolid, siendo aún muy joven, se embarcó a las órdenes de Álvaro de Saavedra Cerón y navegó con él desde Zihuatanejo al puerto de Santiago, para seguir hacia las islas del Poniente (1527). En la década de los cuarenta, fue por timonel con 31 De nuevo, Juan Alcalde suplicaba ahora ante el alcalde mayor y se quejaba de Juan de Arana. En otra petición, el detenido alegaba ser menor de edad, que necesitaba un defensor y pedía fuese nombrado como tal Diego de Velasco, vecino de la Villa, lo que le fue concedido. Diego de Velasco dice que la querella de Francisca Álvarez carece de relación verdadera y que no debía aceptársele por las razones siguientes: primero, porque la susodicha siendo casada no puede aparecer en juicio teniendo su marido, y como ella no tiene licencia de su esposo, éste podría eventualmente contradecirla; segundo, porque la causa de la supuesta querella no amerita prisión de su menor; tercero, porque Francisca Álvarez es madrastra de Juan Alcalde, y le tiene odio y mala voluntad por ser su entenado, pero que en el tiempo en que vivía Diego Alcalde, su padre, entonces sí era bien querido Juan Alcalde de ella, ahora en cambio, busca la manera de hacerle mal y perjudicarle. La querellante alegó diciendo que está en su justicia presentar demanda, puesto que su esposo está ausente. Pide que se tenga a Juan Alcalde preso y a buen recaudo, hasta tanto regrese su marido, porque ella no entiende de pleitos. El 22 de septiembre, de regreso de la Ciudad de México, Pero Sánchez interviene en el caso, diciendo que supo que “Juan de Alcalde, mestizo, con poco temor de Dios y en gran menospreRuy López de Villalobos, quedándose por algún tiempo en España, sirviendo de tesorero con el arzobispo Silíceo, donde casó con María de Salcedo y Sotomayor. A finales de aquella década o principios de los cincuenta, dejando atrás a su esposa, retornó a la Nueva España y se avecindó en Colima. El virrey don Luis de Velasco le apoyó dándole comisión en el puerto de la Navidad, donde se construían y armaban algunas naos para ir a las Filipinas. Cuando la gran expedición de Legazpi y Urdaneta se echó a la mar, por los graves incidentes surgidos entre Juan Pablo de Carrión y el ilustre agustino, aquél quedó en tierra. Hacia 1566, viva todavía su esposa en España, osó casarse con la viuda de Juan de Almesto, doña Leonor Juárez de Figueroa, por cuyo motivo se le abrió proceso en la Inquisición. En algunos expedientes de nuestro Archivo, figura en 1577 como vecino y “general del Armada que al presente va a las Islas del Poniente al servicio de Su Majestad”, aunque en otros dice ser vecino de Zapotlan: Sevilla del Río (1977), 126-128. José Miguel Romero de Solís Alonso Ladrillero relató haber oído decir a Juan Alcalde que Francisca Álvarez “era una perra confesa y asímismo su padre, y todos sus antepasados, e que habían quemado a su abuelo de la dicha Francisca Álvarez, e que se lo probará todo con uno que estaba en la Ciudad de Ángeles”, y que otro tanto era su esposo Pero Sánchez. Diego de Almodóvar contó que estando en casa, oyó las voces que daban en casa de Pero Sánchez, y que se asomó a una ventana y escuchó que Juan Alcalde decía a Francisca que era una confesa. Juan de Reina, por su parte, aclaró que entre las cosas que aquella noche se dijeron, fue que en la Puebla de los Ángeles había no sé qué información al respecto de que Francisca Álvarez era una confesa. Pero Sánchez, por su parte, el 28 de septiembre, decía que el acusado había cometido otros delitos aparte de los que él había denunciado, y que estaba dispuesto a probar que “parte de sus bienes pertenecen a Su Majestad”, por lo que solicitaba su embargo y depósito en persona lega, llana y abonada. Al día siguiente, Juan de Arana dispuso incautar un cubilete de plata, un paño de cama, una vihuela, dos candeleros, un libro de [...] de canto, otro de Marco Aurelio, otro de Celestina, una caja de peines”. Siendo testigos Diego Veedor y Juan Gómez, fueron depositados en Juan Pinzón. El 7 de noviembre, sin embargo, Pero Sánchez y su mujer, a ruego de buenos vecinos, retiraron sus querellas ante el alcalde ordinario Juan de Arana y el escribano Diego Veedor. Juan de Arana, entonces, siguió de oficio el caso, nombrando al alguacil Juan de Reina, promotor fiscal. Después declaró que por una provisión real manada de la Audiencia que reside en la Ciudad de México, se ordenaba enviar la causa al pueblo de Amacueca; por ello, para evitar agravios al acusado, remitía la causa al alcalde Juan Fernández El Viejo y que éste hiciera justicia. Caja A–1, exp. 19, 28 ff. cio de la Justicia Real, estando yo fuera de la dicha mi casa, entró en ella, y a Francisca Álvarez, mi mujer, e a mí, dijo muchas y muy feas palabras”. Exige su castigo. En otro escrito, Pero Sánchez contaba cómo habían sucedido los hechos: en su ausencia y estando las puertas cerradas de la casa, entró el acusado insultando feamente a su esposa y amenazándola de dar palos y coces, mientras que esgrimía un palo en la mano; y cuando su mujer huyó y se refugió en un aposento cerrando la puerta, Juan Alcalde la reempujó queriéndola abrir, y gracias a la presencia de otros vecinos, no pasó a más la afrenta. Pide que se le entregue traslado de los autos anteriormente hechos por la acusación presentada por su mujer y que la información dada se integre a la actual querella que él en persona presenta. Solicita, además, que por cuanto “la cárcel que está en esta Villa es fácil de quebrantar, le mande echar graves prisiones, y poner hombres de guarda a su costa”, para evitar su fuga. El alcalde Juan de Arana dispuso que el propio Pero Sánchez buscara dos o tres personas que guarden al detenido, pagándoles su salario; además, que ampliara la información dada, para lo cual Sánchez presentó por testigos a Juan Ruiz, Diego de Almodóvar, al alguacil Juan de Reina, vecinos de Colima, y a Alonso Ladrillero, estante. Juan Ruiz declaró que estando en su casa con su mujer Mari López, oyeron gritos en casa de Pero Sánchez, reconociendo las voces de Juan Alcalde y Francisca Álvarez, a la que encontraron llorando y quejándose al señor alcalde. Ruiz dice que el acusado decía a su madrastra que era una bellaca, y que era confesa, y que eso lo podría probar porque alguien que había tenido pendencia con Juan Guerrero, padre de Francisca Álvarez, había ido a Castilla y había traído constancia que era confeso, pero que por ruegos había disimulado, y que él, Juan Alcalde, pensaba buscar dicho testimonio; que era pues una bellaca puerca, y que su esposo Pero Sánchez era un bellaco revolvedor, que había cometido algunos hurtos en Culiacan, y que a Gonzalo Moreno, vecino de Colima, le había herrado un caballo yendo a México, en Guayangareo. 32 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI tamos en Semana Santa, en la cual no podré hacer mi probanza”. Solicita plazo de cuarenta días, lo que le concede el alcalde. Vargas presentó el interrogatorio según el cual habrían de ser examinados los testigos. Si habían visto u oído que Elvira Montañesa le huAnte el alcalde mayor Alonso de Torres y su es- biere enviado para su casamiento 100 pesos del cribano Diego Veedor, Juan de Vargas, estante oro que corre, un manto y una saya negra de paen la Villa de Colima, demanda a su cuñada El- ño refino, un verdugado de palmilla de buen pavira Montañesa, porque “al tiempo que me casé ño, una cama blanca y ropa para su vestir. Si sacon Catalina de Vosmediana, mi mujer, me ben que cuando Elvira casó con Juan de Orduña, mandó Elvira Montañesa, hermana de la dicha “me dio un manto de luto viejo que ella traía, mi mujer, porque me casase con la dicha su para una capa, y dijo dármela por mi trabajo, y hermana, cien pesos de oro de tepuzque, y vesti- por entender en su hacienda, y si saben que el da de manto y saya y verdugado, y una cama de dicho manto podía valer hasta cuatro o cinco peropa blanca de lienzo, lo cual muchas veces se sos de tipuzque”. Si saben que “me dio una yelo he pedido y no me lo quiere dar. Por tanto pi- gua castaña que yo, el dicho Juan de Vargas, do a V.m. me lo mande pagar, pues fue de su vendí a Francisco Hernández, vecino desta Vivoluntad y no por fuerza”. Dice estar presto a lla, la cual dicha yegua me dio por cuatro pesos de minas, y me dijo que cogiese las yeguas que dar amplia información sobre el particular. Juan de Orduña, vecino de esta Villa, a nom- traía por estos ejidos”, y conforme las recogiera, bre de su esposa Elvira Montañesa, responde “se fuese descontando de los dichos cuatro peque su mujer ya le dio a Vargas muchas cosas, sos, y si saben que se las recogí y mucho más como son: “un manto e una basquiña, un verdu- que podía valer dicha yegua”. Si saben que “me gado, dos camisas, una cofia de oro, una gorgue- dio un potro castaño de un año, porque fui a cora de seda, una cama de madera, un colchón, dos rrelle un caballo hovero con su manada del Alsábanas, una frazada, una sobrecama bordada de barrada y si saben que lo truje”. la tierra, dos almohadas labradas, y pagó por el Caja A–1, exp. 20, 8 ff. dicho la dicha mi mujer quince pesos de tipuzque a Téllez, diez a Antón de Nava, dióle más una yegua, que vendió en catorce pesos de mi- 25. 1552. Mayo, 2. nas, que tenía un potro blanco, otra yegua casta- Poder que otorga Beatriz López en favor de ña y ciertos potros, y otras cosas que no se Gonzalo López y Diego de Baeza. acuerda”. Juan de Vargas alega que sí es cierto que al- Carta poder que Beatriz López,106 vecina de Cogo le dio su cuñada, pero ello “ha sido por mis lima, viuda de Alonso Castillo Maldonado, dineros y por mi trabajo”, recogiéndole como lo otorga ante el escribano Diego Veedor, en su ha hecho, “mucha parte de yeguas y vacas y nombre y en el de sus hijos Pedro de Arévalo107 otros servicios, que en su hacienda he trabajado 106 Acerca de doña Beatriz, dimos datos: supra, regº 2; como es público y notorio”, y de lo que está además: infra, regº 41. aparejado de dar información bastante. 107 Hijo legítimo del conquistador y vecino de Colima El alcalde mayor Alonso de Torres recibió a Alonso de Arévalo y Beatriz López de Ayala. Nació en prueba la causa con término de nueve días, a lo 1538: Sevilla del Río (1974), 119. Fue regidor, en 1564: inque Juan de Vargas pidió ampliación de plazo, fra, regº 91; y alcalde ordinario, en 1570: infra, regº 195, por no estar presentes en la Villa los testigos que 231-235; II, regº 339; y IV, regº 793. Al fallecer su madre 1570, heredó los bienes de la familia y sus encomiendas: quería aprovechar, como eran Juan Fernández en los llamados Pueblos de Arévalo, pero también sus cuanLadrillero y Juan Pinzón; por otra parte, “ya es- tiosas deudas y algunas de su hermano Diego López de 24. 1551. Febrero, 25. Juan de Vargas reclama de su cuñada Elvira Montañesa el pago de cien pesos de oro de tepuzque y otras cosas. 33 José Miguel Romero de Solís Caja A–1, exp. 21, f. 3 vta.110 y Gonzalo López, en favor de Gonzalo López y Diego de Baeza, entre otras cosas, para tomar cuentas a las personas que están a cargo de las minas y esclavos “que tengo en las minas de los Zacatecas en compañía de Diego López”. Testigos: Francisco Preciado, Juan de Arévalo108 y Francisco Lepuzcano. Caja A–1, exp. 21, ff. 1-3 vta. 27. 1551. Junio, 11. Venta de un solar en la Villa de Colima que hace Marigutiérrez a Juan Fernández Ladrillero. Escritura de venta que otorga Mari Gutiérrez, moradora que es de la Villa de Colima, a Juan Fernández Ladrillero, vecino de Colima, por razón de “un solar que yo he e tengo en esta Villa, que ha por linderos de la una parte casas de Bartolomé Garrido, e por la otra parte casas de Martín de Monjaraz, vecinos de dicha Villa, y por delante la Calle Real, por precio y contra de veinte pesos de oro de tepuzque, que valga cada un peso ocho reales de plata”.111 26. S/f. Poder que otorga Francisco Preciado en favor de Garci Garcés para comprar esclavos negros. Carta poder de Francisco Preciado, vecino de Colima, a Garci Garcés de Mansilla, para que “vos podáis obligar y obliguéis hasta en contra de seiscientos pesos de minas de ley perfecta, de valor cada un peso de a cuatrocientos cincuenta maravedís de buena moneda”, por razón de dos esclavas negras y dos esclavos negros que para él habrá de comprar.109 110 Esta escritura está trunca. Mari Gutiérrez de Villacorta, nacida en la Nueva España, era hija del conquistador Juan de Villacorta y Ana González. Villacorta había pasado con Narváez a la Nueva España y “hallóse en la conquista de la ciudad y de otras provincias de esta tierra”. Cuando se levantó el Padrón de 1532, Villacorta era vecino de Colima y tenía “un pueblo que se dice Tenecal; terná diez indios”. Al parecer, no le favoreció mucho la fortuna: VP 25; Icaza (1969), II, nº 1171. Casó Mari Gutiérrez primeramente con Gómez Gutiérrez, a quien sobrevivió y del cual heredó la encomienda de los pueblos de Chapula (o Chapoli) y Pomayagua, “en unos llanos junto a unas sierras a dos leguas y media de la Villa de Colima”, cuyos naturales cosechaban maíz y algodón: SV 464. La cédula otorgada por Hernán Cortés el 11 de diciembre de 1523 y presentada ante Lebrón de Quiñones —la cual aún conservaba “un sello de cera verde”—, depositaba en Gómez Gutiérrez “el señor y naturales del pueblo de Cicatipan, que es en la provincia de Colimotl”; sin embargo, con el tiempo, aquella comunidad dio origen a los dos pueblos arriba mencionados: Lebrón (1979), 57. La Suma registra aquella encomienda simplemente como Pomayagua, “en Colima” y en “Juan Guriezo”, con 46 tributarios casados, que pagaban por tributo cada año 24 mantas, 50 hanegas de maíz, 10 cargas de frisoles, algunas gallinas y “dos yndios de seruicio en Colima” (véase la tasación que les hizo Lebrón, en el regº 89). Lindaba con Tecocitlan, encomienda de Jorge Carrillo, y en ocasiones estallaban conflictos entre los naturales de aquellas comunidades limítrofes, como en junio de 1550, cuando fue comisionado el alcalde mayor de Colima don Alonso de Torres para averiguar y hacer justicia entre ellos, puesto que Don Juan, gobernador de Tecocitlan, alegaba que les invadían sus tierras: Gerhard (1992), n° 2505. Mari Gutierrez casó en se111 Ayala, muerto años antes: infra, regº 251. Pedro de Arévalo murió en 1573, siendo sus albaceas Juan Ramírez Alarcón y Juan de Arévalo, su medio hermano, al que también designó por heredero, pero quien apenas pudo gozar de la herencia, porque, debido a las muchas deudas dejadas por su hermano, la mayor parte de sus bienes tuvieron que rematarse en Alonso Carrillo: infra, regº 242, 251, 259; IV, regº 803. Al parecer, Pedro de Arévalo no fue casado. 108 Mestizo, hijo natural de Alonso de Arévalo habido con Leonor, india de la tierra; hermano de Pedro de Arévalo: infra, regº 240, aunque, en otro lugar, se decía que era hijo de Pedro de Arévalo, difunto, e “ido fuera deste Reino de la Nueva España, a partes remotas y apartadas”: infra, IV, regº 807. Casó con Juana de Angulo y vivía en una huerta que había pertenecido a su suegro en las cercanías de Tizahuacan; de este matrimonio, hubo dos hijas: Leonor y María: III, regº 666. 109 Esta escritura no deja de ser elocuente, porque Preciado otorga su poder para comprar cuatro esclavos a un vecino que le mataría entradas las aguas en el verano de 1557, como informa el vecino Bartolomé Sánchez por carta a su compadre Juan de Arana: cf. infra, regº 62. Garci Garcés de Mansilla ó Mancilla fue “un tipo incoloro, sin relieves, que ocasionalmente ejercía oficio de escribano y que fuera el segundo esposo de Ana Martel, viuda del conquistador Juan de Aguilar Solórzano, y, al parecer, la primera española que se avecindó fundando hogar en la villa de Colima”: Sevilla del Río (1974), 182. 34 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI hacer descuento alguno del dicho rédito por motivo alguno, ni casos fortuitos que del cielo a la tierra vengan, pensados e no pensados sobre la huerta. Escribano: Diego Veedor. Caja A–1, exp. 21, ff. 5-6.114 Testigos: Pedro de Figueroa y Gonzalo Garijo, vecinos y estantes. Caja A–1, exp. 21, f. 4. 28. 1551. Junio, 18. Censo sobre una huerta de cacao, propiedad de Juan Fernández El Viejo y Francisca de Saldaña, su mujer. Carta de censo que otorgan Juan Fernández El Viejo y Francisca de Saldaña, su mujer, a favor de los hijos menores de Maese Jácome, difunto,112 y de Juan de Aguilar, su tutor y cuidador, por valor de 34 pesos y 3 tomines de oro de minas de ley perfecta, fundidos y marcados, de valor cada un peso de 450 maravedíes, cada año, sobre una huerta de cacao que Juan Fernández y su mujer tienen en los términos del pueblo de Iztapan,113 los cuales venden sin estar obligada ni hipotecada por precio de 343 pesos de oro de minas, bajo las siguientes condiciones: que cada y cuando paguen Juan Fernández y su mujer 100 pesos o menos cantidad, se rebajarán del capital, y por tanto, estarán obligados de recibirlos y de hacer nueva escritura; Juan Fernández y su esposa se comprometen a tener la huerta bien reparada y labrada, de modo que estén bien parados los dichos pesos de oro del censo; que la huerta no se podrá vender ni trocar a persona alguna; que si ellos o sus herederos pagan los 343 pesos del censo, estarán obligados a recibirlos dando por libre y quita de dicho censo a la huerta; que Juan Fernández y su mujer no podrán gundas nupcias con Juan de Buriezo o Guriezo, de cuyo matrimonio nació, al menos, un varón llamado como su padre, Juan Guriezo, quien casaría con una hija de Alonso Martín de Trejo (infra, regº 90). Seguramente a la venta del solar del que trata nuestro expediente 27, remite el pleito que Juan Fernández El Mozo promoverá años después: infra, regº 47. 112 Acerca de Maese Jácome y sus hijos, cf. infra, regº 93 y 184. 113 Iztapan, colindante a Caxitlan, era un pequeño pueblo que perteneció en vida a Rodrigo de Villasinda, conquistador llegado a la Nueva España con Pánfilo de Narváez y que fungió de regidor en la Villa de Colima en 1532: VP 16. A su muerte, se juntó con Tequepa que estaba en la Corona: SV 679. 29. 1555. Juan Alcalde hace presentación de una provisión real. Juan Alcalde, vecino de Colima, dice que presenta carta receptoría, Provisión Real y un interrogatorio según el cual habrán de ser examinados los testigos en la causa que sigue. Caja A–1, exp. 21, f. 8.115 30. 1552. Febrero. Catalina Martín, abandonada por su esposo Juan Gómez de Cáceres, solicita licencia para designar alguien que entienda en sus pleitos. Catalina Martín, vecina de Colima, mujer que es de Juan Gómez de Cáceres, dice que por estar ausente su esposo y ella necesita comparecer en juicio, pide licencia al alcalde ordinario Juan de Aguilar para otorgar poder a persona idónea que entienda en sus pleitos. El alcalde lo concedió. Juan Pinzón, en nombre de su hermana Catalina Martín, dice que cuando ella casó con Juan Gómez de Cáceres, llevó en dote y casamiento 500 pesos de oro de minas en dineros, yeguas, ropas y cama de ropa, todo lo cual recibió su esposo, como consta por la carta de dote que otorgara Juan Gómez y de la que hace presentación. “Y ahora, el dicho Juan Gómez se ha huido y ausentado dejando la dicha Catalina Martín, su mujer, probe y necesitada”, porque de los bienes 114 Al frente de la foja 7, se halla una solicitud presentada por Bernardo Marcos, vecino de Colima, ante el alcalde mayor capitán Cristóbal Gutiérrez Flores (1618-1619); dice que tiene 150 pesos de ropa para vender en su tienda, de lo que compró a Juan Gaviño y pide licencia para vender, cosa que le fue concedida. 115 Escritura trunca. 35 José Miguel Romero de Solís un mes, y el resto en un plazo de tres meses y medio, en reales de plata. Como consta, Pedro de Figueroa reclamó ante la Justicia su cobro, y Juan Fernández El Viejo, alcalde ordinario a la sazón, había dado mandamiento al alguacil Juan de Reina para hiciera ejecución en los bienes de Juan Gómez por 625 pesos, el día 29 de diciembre de 1551. Como éste declarara que no tenía bienes, el alguacil lo tomó preso, siendo testigos Francisco Palomino, Juan Pinzón y Juan García, vecinos de Colima. El 4 de febrero de 1552, Pedro de Figueroa decía que estaba pagado de los pesos que le adeudaba Gómez de Cáceres. El 17 de septiembre de 1552, ante el alcalde ordinario Juan de Aguilar, Catalina Martín presentó por testigo para la información a Juan Fernández El Mozo, quien declaró que Juan Gómez de Cáceres estaba fuera de la Villa de Colima desde hacía muchos días y que creía que no habría de regresar, porque cuando partió, “mostró llevar propósito de no volver en mucho tiempo a ella”. Pedro Sánchez, vecino de Colima, también atestiguó que Gómez se marchó de la Villa, huyendo por deudas, y que por eso pensaba que no habría de volver. Juan de Orduña, vecino de la Villa, dijo que tampoco creía que Gómez regresara a Colima, y que no había noticias suyas. El alcalde Aguilar dio licencia, entonces, a Catalina Martín para que designase a alguien que viera por ella. Catalina dio todo su poder a Francisco Navarro, ante Diego Veedor, el 22 de octubre de 1552, siendo testigos de ello Alonso Carrillo, Pedro Díez de Mengíbar y Juan Carreño. Caja A–1, exp. 22, 14 ff. recibidos, entre ellos una esclava negra llamada María, el susodicho todo lo ha enajenado y malgastado. Pinzón solicita de la Justicia que la esclava y otros bienes que están en poder de Pedro de Figueroa, vecino de la Villa, los mande dar a Catalina Martín. Se presenta la carta de dote otorgada por Juan Gómez de Cáceres ante el escribano Diego Veedor, y fechada en Colima a 29 de julio de 1551, siendo testigos Juan Fernández El Viejo y Juan Bautista, e interponiendo su autoridad el alcalde mayor Alonso de Torres y el alcalde ordinario Juan de Arana. Sabiendo Pinzón que Pedro de Figueroa pretendía ausentarse de la Villa y trasladarse a la Ciudad de México, solicitó que se le impidiera el viaje. El alcalde mandó a Figueroa que se constituyera en depositario de la esclava negra y que no dispusiera de ella hasta tanto la causa fuese determinada. Pedro de Figueroa se obligó a ello ante Diego Veedor, alegando sin embargo que la dicha esclava le pertenecía. Para prueba de ello hizo presentación de un traslado de una carta poder otorgada por el mercader Juan Alonso a su favor ante el escribano Baltasar Díaz, el 2 de octubre de 1551, para cobrar de Juan Gómez de Cáceres, vecino de Colima, 625 pesos de oro de tepuzque de a ocho reales cada peso, por una obligación anterior, fechada el 23 de marzo de 1551. También presentó Figueroa una obligación de Juan Gómez de Cáceres a favor de Juan Alonso, otorgada ante el escribano Baltasar Díaz y fechada en México el 23 de marzo de 1551, por valor de 625 pesos de oro de tepuzque, por razón de un esclavo negro, llamado Juan, bozal,116 natural de Cazonga,117 de veinte años de edad, vendido en 216 pesos de oro de minas, y además por tres pipas de vino blanco de ventidós arrobas y media cada pipa, comprometiéndose a pagar de la siguiente manera: 280 pesos a 31. 1552. Abril, 5. Diego Téllez y Pero Sánchez reclaman de Catalina Martín, mujer de Juan Gómez de Cáceres, el pago de una fianza. 116 Por bozal se entiende el negro sacado de su país de origen. 117 De la región del río Cazamancia procedieron los esclavos llegados a Nueva España y que eran nombrados Cazanga o Cazonga: Aguirre Beltrán (1989), 101, 116; infra, II, regº 407. 36 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI Diego Téllez118 y Pero Sánchez, vecinos de Colima, habían prestado cierta fianza a Juan Gómez de Cáceres y a su esposa Catalina Martín, por cuantía de 72 pesos de tepuzque, para pagar a Juan Bautista, según consta por una escritura que les hicieron, y además, dejaron en poder de los querellantes “un sayo e una capa e un manto e una saya, lo cual nos lo tenemos para vendello e hacernos pago de la dicha fianza”, y para lo que falta, Juan Gómez y su mujer se obligaron a pagarles. Piden que Su Merced esté presente en la venta y remate de dichas ropas, para que si no se alcanzare a cubrir la deuda, dé mandamiento ejecutorio contra Catalina Martín, a fin que ella pague todo. Se hace presentación de la escritura otorgada por Juan Gómez de Cáceres y Catalina Martín, ante el escribano Diego Veedor, con fecha de 5 de enero de 1552, en favor de los demandantes. Testigos fueron Diego Rodríguez y el alguacil Juan de Reina. Juan Pinzón, representante de Catalina Martín, fue notificado. Por el albacea de Juan Bautista, difunto, se presentó una obligación de pago otorgada por valor de 68 pesos y 3 tomines de oro que corre, que habían suscrito el 7 de enero de 1552 Pero Sánchez y Diego Téllez por Juan Gómez de Cáceres, que seguía debiendo un resto de un conocimiento de 105 pesos en favor de Juan Bautista, alcalde ordinario de la Villa de Colima. El alcalde mandó a Téllez y Sánchez que reconocie- ran dicho conocimiento, y así lo hicieron; luego, les dio plazo de tres días para su pago. El 27 de abril, el alcalde dio mandamiento de ejecución en los bienes y personas de los susodichos, quienes al declarar que no tenían bienes, fueron conducidos presos a la cárcel pública de la Villa. El 29 de abril, los demandantes volvían a insistir en su petición, y el alcalde Juan de Aguilar dispuso que las prendas salieran a remate. El día 1° de mayo anduvieron en almoneda pública las prendas que estaban en poder de Téllez y Sánchez, por voz de Pantigosa, pregonero nombrado, tanto en la mañana como en la tarde de ese día, siendo adjudicadas en Guillermo de Plancarte, vecino de la Villa de Colima,119 en 66 pesos de tepuzque. Caja A–1, exp. 23, 8 ff. 32. 1578. Marzo, 27. Mandamiento para prender a dos esclavos negros huidos. Cristóbal de Solórzano,120 alcalde ordinario de la Villa de Colima, da mandamiento al alguacil mayor Alonso de Huete, para que prenda los cuerpos a Antón, negro esclavo de Juan Fernández de Ocampo, y a Madalenilla, negra esclava de Juan de Salinas, y presos los ponga en la cárcel pública de la Villa, porque llevan más de tres años huidos. Caja A–1, exp. 24, 1 f. 118 Diego Téllez, primero vecino de Colima y luego de Villa de la Purificación, era natural del pueblo de Garcíez, tierra de Trujillo, hijo de Pedro Tello y Mari Díaz, y llegado a la Nueva España, participó en las conquistas y pacificaciones de la Nueva Galicia, bajo las órdenes de Francisco Cortés y Nuño de Guzmán, recibiendo el pueblo de Pampuchin y tres estancias —Piloto, Maloto y Maito, junto a la mar— por mitad con Martín de Páez y que por largo tiempo estuvieron de guerra. Téllez casó con una hija de Antonio del Castillo, vecino de Colima, quien pasó con Narváez y se halló en la conquista de la Ciudad de México y otras provincias novohispanas y en la pacificación de la Nueva Galicia: VP 15; Icaza (1969), II, nº 693 y 1184; SV 467. En tiempos de la visita del oidor Lebrón de Quiñones, Diego Tellez tenía una estancia de ganado mayor a cuatro leguas de Colima, con unas 100 yeguas y 500 vacas: Lebrón (1979), 65. 37 119 Guillermo de Plancarte, “natural de la çiudad de Courtray, que es en el condado de Flandes, e hijo legítimo de Arnot Plauçar e de Jaquemyna Bosquere [...], y es casado y tiene vna hija, y su casa poblada con sus armas y cauallos”: Icaza (1969), II, nº 702. 120 Cristóbal de Solórzano era el primogénito del conquistador Juan de Aguilar y Ana Martel. Con fecha 11 de mayo de 1560, el virrey don Luis de Velasco le encomendó “los naturales del dicho pueblo de Xicotlan con sus sujetos, según e como los tuvo en encomienda el dicho vuestro padre e, como a tal, hayais y lleveis los tributos en que están tasados”: Reyes G. (1981), 39-40. Casó con María de Grijalba con la que procreó a Luis y Juan de Solórzano: AHMC/Reyes 244. Tuvo cargos de justicia en la Villa: alcalde ordinario, en 1571, 1575, 1584; y teniente de alcalde mayor en 1588. José Miguel Romero de Solís xico que parescía ser del señor Visorrey para el dicho señor visitador, la cual dicha carta tomó el dicho señor visitador en las manos y antes que la abriese, este testigo vido como a su parescer había sido la carta abierta, otra vez y tornada a cerrar porque los agujeros que traía, amostraba, como dicho tiene, haber sido abierta la dicha carta, y ansimismo otras personas que presentes estaban lo dijeron por ser los dichos agujeros abiertos dos veces, en que parescía haber sido abierta muy claramente. Y luego el dicho señor visitador estando hablando en lo susodicho, mandó llevar a la cárcel hasta averiguar lo susodicho al dicho Diego indio, e al tiempo que lo querían llevar a la cárcel, vido este testigo que se alborotaron los indios que estaban presentes a manera de querer defender al dicho indio, e luego el dicho señor visitador mandó traer ante sí los caudillos que comenzaron a hacer el dicho alboroto, los cuales eran cuatro o cinco, que este testigo no los conoce más que habellos visto señalar, e ansimismo ha oído decir este testigo que estos dichos indios que fueron caudillos del dicho alboroto traen y han traído este pueblo alborotado e que ha oído decir por cosa pública en el dicho pueblo a muchos indios del dicho pueblo cómo, a instancia e mandado de los frailes, lo traen desasosegado, porque sigan sus opiniones e que no haya clérigo sino que ellos tengan mando en el dicho pueblo, que tienen espías los dichos frailes, para ver lo que se hace e para ir e venir con concejas e mensajes, e que ansimismo este testigo oyó decir en presencia del dicho señor visitador cómo el dicho Diego, indio que traía la carta del señor Visorrey, estuvo con ella tres días en el dicho pueblo de Amacueca y que ansimismo vido cómo el dicho indio dijo que venía derecho de México e que había estado ocho días en el camino, e por la [fecha] de la carta de Su Señoría paresció haber estado [más], por lo cual tiene e cree que la dicha carta se abrió por haberse tenido tantos días en Amacueca, e que le paresció a este testigo el dicho monipodio, escándalo y alboroto que los dichos indios hicieron en presencia del dicho señor visitador, muy grande desacato siendo en presencia, como dicho tiene, del dicho señor visitador, 33. 1552. Febrero, 22. Información tomada en el pueblo de Sayula por el oidor Miguel de Contreras y Guevara, visitador de la Nueva España, para averiguar quién abrió una carta que el virrey Luis de Velasco le había escrito. En el pueblo de Sayula, “el muy magnífico señor el licenciado Miguel de Contreras y Guevara,121 oidor e alcalde mayor del Nuevo Reino de Galicia e visitador de la Nueva España, por Su Majestad, y ante mi Jhoan de la Torre, escribano”,122 dijo que “por cuanto hoy dicho día, le trajo una carta del ilustrísimo señor Visorrey desta Nueva España don Luis de Velasco un indio que se dice Diego Chimani, la cual dicha carta parescía haber sido abierta, y así paresció a dos o tres españoles que estaban presentes; e para saber quién la había abierto, porque el dicho Diego no lo quiso confesar, lo mandó echar en la cárcel; e al tiempo que lo fueron a llevar, estaban munchos indios dando voces e alborotando el pueblo, diciendo que a todos él echase en la cárcel, y el dicho señor visitador les llamó y los dichos indios no quisieron venir sino diciendo que fuese él allá, de lo cual hubo grande alboroto en el pueblo. E porque lo susodicho es digno de punición e castigo, tomó la información siguiente”. El visitador mandó llamar por testigos a Pedro de Vivanco, a Luis de la Cueva, al escribano Juan de la Torre y a Juan López, españoles. Vivanco declaró que “hoy dicho día lunes, estando este testigo con el dicho señor visitador en su posada, llegó un indio alto de cuerpo, que se dice Diego Chomani, e traía una carta de Mé121 Al tiempo Lebrón visitaba Colima, el oidor Miguel de Contreras y Guevara visitó los Pueblos de Ávalos e Izatlan entre enero y junio de 1552. Entre las providencias dictadas por Contreras, destaca la disminución tributaria, medida a la que se opuso el encomendero Alonso de Ávalos El Viejo, por lo que la Audiencia de México anuló prácticamente los resultados del visitador. Más tarde se le tomó residencia, aunque salió libre de cargos: Sarabia Viejo (1978), 359-360. 122 De este escribano daremos datos en nota al regº 41. 38 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI porque escandalizaron el pueblo e hubo muy grandes alaridos e alborotos, dando de manos todos los dichos indios, llamándose unos a otros, y el dicho señor visitador fue tras dellos llamándolos muchas veces e no acudían a su llamado, antes los dichos indios le llamaban al dicho señor visitador con las manos y con voces a que se llegase él a ellos, porque este testigo lo oyó decir a algunos naguatatos123 deste dicho pueblo, que le decían ansí124 en las voces que daban los dichos indios hasta que este testigo vido que el dicho señor visitador envió delante corriendo todos los alguaciles desde dicho pueblo para que los atajase y trujese con él; y no embargante esto, no vinieron hasta que el dicho señor visitador fue por ellos, y mandó prender los dichos caudillos. Y este testigo vido cómo dijeron los dichos caudillos al dicho señor visitador que si echaba preso al dicho Diego indio, que a todos los prendiese y los ahorcase, y esto con mucha soberbia, que al parescer deste testigo y de otros muchos que estaban presentes, les paresció muy gran atrevimiento y desacato, y que esta es la verdad, y lo que sabe y vido”. Luis de la Cueva declaró por su parte que estando en la posada con el visitador, “vido entrar un indio con dos cartas, que decían que es deste pueblo, la una dellas era del señor Visorrey para el dicho señor visitador, e la otra para García Ramírez”.125 La carta del visitador parecía haber sido abierta. El visitador tomó juramento del indio y le preguntó quién había abierto la carta, a lo que éste respondió que nadie, “porque había venido en ocho días desde México e había venido derecho con ella”. Algunos naturales que estaban presentes dijeron entonces al visitador que “había tres días que el dicho Diego había estado con la carta en Amacueca”. El visitador abrió la cartta y la fecha de ella era del día 6 de febrero, 123 Naguatato o nahuatlato, “persona versada en el idioma. Antiguamente se llamaba así a los intérpretes del nahoa al español o viceversa”: Cabrera (1984), 98. 124 “Ansí, ansín, así” son tres variables que también registra Boyd–Bowman (1971), 64. 125 García Ramírez era corregidor de la mitad de los pueblos de Ávalos, a quien en alguna ocasión se le menciona también como corregidor de Zapotlan. 39 por lo que resultaba que había estado en camino durante dieceséis días. Fue cuando el visitador mandó que llevasen preso a la cárcel a Diego. “Y llavándolo preso, salieron de través cuatro o cinco indios que al parecer deste testigo debían ser principales, y comenzaron a dar voces e apellidar el pueblo e a llamar con las manos a los maceguales,126 diciendo que pues llevaban a aquél preso, que los llevasen a ellos e que los ahorcasen”. A tanto alboroto, salió el visitador y llamó a los indios, quienes respondieron que no irían a su llamado, que fuese él a ellos, mientras que seguían dando voces y llamando a la gente. Entonces el visitador fue hacia ellos, “e salió un indio de entre los otros, que este testigo no sabe cómo se llama, e le dijo al dicho señor visitador que si llevaban preso al dicho Diego, que los llevase todos presos y los ahorcase”. Opina el testigo que, de no haber estado tantos españoles con el visitador, “que no le consintieran llevar el dicho indio preso”. Asegura saber que el pueblo está alborotado y desasosegado, “y que los unos con los otros han tenido e tienen pasiones, e dicen ser la causa los frailes de Amacueca, porque los unos quieren que esté clérigo en el pueblo, y los otros no, e que este testigo ha oído decir a los mesmos indios del pueblo cómo los frailes tienen en el dicho pueblo sus espías para saber lo que pasa en el dicho pueblo, e que sabe e vido que los dichos indios se desacataban contra el dicho señor visitador hablándole muy soberbios e teniendo en poco lo que les mandaba”.127 126 De macehualli, vasallo, villano: Cabrera (1984), 87. Los Pueblos de Ávalos y las provincias de Amula y Tuxpan–Tamazula–Zapotlan vivían a la sazón un período de incertidumbre que facilitaba la anarquía, de lo que da buena cuenta este expediente. Por una parte, los tiras y aflojas entre los obispados de Michoacán y la Nueva Galicia, con las exigencias de sus respectivos diezmos; las arbitrariedades cometidas por los escasos vecinos españoles y del encomendero Alonso de Ávalos; la inquietud vivida entre los religiosos franciscanos ante la amenaza de la progresiva introducción del clero secular en su feudo; los tributos a pagar y los indios de servicio que los pueblos debían aportar tanto para la construcción y habilitamiento de las naos en los puertos del litoral que habían de zarpar al Perú, como para la edificación de la iglesia mayor de Colima y, luego, del monasterio franciscano, y socorrer con bastimentos a sus vecinos: cf. 127 José Miguel Romero de Solís daban grandes voces, “les dijo que cuáles eran las personas que habían alborotado este dicho pueblo y porqué, y los dichos indios señalaron cinco tequitatos128 que eran caudillos del dicho alboroto”, y éstos dijeron que si llevaban preso a Diego, que llevase a ellos también y ahorcase. Añade Juan López: “Y le paresció a este testigo y a otros oyó decir este testigo que si el señor visitador estuviera solo en el dicho pueblo, que no llevara preso a ninguno de los indios, según les vido a todos alborotados; y luego in continente mandó el dicho señor visitador prender a los que halló alzados”. Dice López que escuchó decir a muchos naturales de Sayula que “los dichos tequitatos indios que hicieron el dicho alboroto y escándalo, que han traído y traen este dicho pueblo revuelto por mandado de los frailes, porque tienen en este dicho pueblo un clérigo”. Después el visitador Contreras tomó declaración a los naturales Martín de Guzmán y a Juan Quautemo, siendo intérprete Miguel Vallejo. Martín de Guzmán dijo haber estado presente en la posada del visitador cuando Diego llegó procedente de México con dos cartas, atadas con un hilo, una para Miguel de Contreras, y que decía ser del Virrey, y otra para García Ramírez. El visitador, al ver que la carta parecía haber sido abierta, preguntó a Diego sobre ello; éste contestó que nadie la había abierto, porque él vino directamente desde México. “Entonces Juan Castro, indio del dicho pueblo, y otros dijeron cómo el dicho Diego había estado en Amacueca dos días con los frailes, que porqué lo negaba, y el dicho Diego dijo que no había estado, sino que en Toluquilla129 había dormido”. Castro lo negó, insistiendo que había parado en Amacueca. El visitador preguntó a Diego “que por cuyo mandado había ido a México e que el di- El escribano Juan de la Torre declaró haber visto llegar un indio llamado Diego “con dos cartas atadas, una que venía sobrescrita para el señor visitador y decía en el sobrescrito Visorrey, y este testigo la miró e le paresció que había sido abierta”. El indio Diego se la entregó al visitador y éste le preguntó que de dónde venía, a lo que le contestó que venía de México. Este testigo le dijo al visitador que la carta parecía haber sido abierta y vuelta a cerrar, “porque vienen grandes los agujeros”. El visitador preguntó entonces a Diego quién había abierto la carta, y éste respondió que nadie, que él la había traído directamente de México hasta habérsela entregado a Su Merced, haciendo el camino en ocho días. Algunos indios presentes comentaron que Diego había estado tres días en el pueblo de Amacueca. El visitador, viendo que por la fecha de la carta, parecía que Diego había tardado dieciséis días en el camino y que la carta parecía también haber sido abierta, mandó que lo pusieran preso. Fue cuando surgieron los alborotos. “El dicho señor visitador se iba a la iglesia, e desque oyó las voces, volvió a ver qué era, y preguntó porqué daban voces los dichos indios”. Le replicaron que aquéllos decían que los llevasen a ellos también presos junto con Diego, y que los ahorcasen. El visitador, pues, mandó a los alguaciles que los tomaran presos y los indios a voces decían que fuera el visitador a donde estaban. “Este testigo vido que los dichos indios tan soberbiamente hablaban con el dicho señor visitador, que si estuviera solo, que no dejaran llevar preso al dicho indio Diego”. El escribano Juan de la Torre agregó que había oído decir a muchos en el pueblo que la causa que el pueblo estuviera revuelto, yendo y viniendo los indios con mensajes para los frailes de Amacueca, era porque “los frailes no querían que tuviese clérigo el dicho pueblo”. Juan López repitió los mismos hechos que los anteriores testigos, agregando que, cuando el visitador fue hacia los naturales que alborotados 128 Tequitato o tequitlato, dícese de quien “lleva la cuenta del trabajo hecho y se entiende con los trabajadores”: Cabrera (1984), 135. 129 Toluquilla o Tuluquila era estancia sujeta a Teoquitatlan y antes lo había sido de Amacueca: Gerhard (1992), n° 2580; véase también el mandamiento del virrey Velasco de 26 de septiembre, 1551, ordenando al corregidor de Amula Juan de Arana averiguar a quién debían pagar sus tributos: Paredes Martínez (1994), n° 64. Paredes Martínez (1994), n° 35-36 y 63. En este ambiente tenso, los naturales hicieron llegar al virrey y a la Audiencia sus quejas y súplicas. 40 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI el dicho don Diego ante Alonso Carrillo, alcalde que a la sazón era, e de Diego Hurtado, escribano de Su Majestad; e ansimismo me dio título de la dicha tierra el señor Visorrey don Antonio de Mendoza, la cual dicha carta de venta y título se me han perdido o me lo han hurtado, por lo cual tengo necesidad de hacer una provança”. Presenta un interrogatorio para el examen de los testigos, en el que, entre otras cosas, se pregunta si saben que compró ese pedazo de tierra, donde tiene hecha una heredad de cacao que se dice la Huerta de Señora Santa Ana, y que el dicho indio don Diego se la vendió, y él se la pagó en lo que concertaron, y que el cacique quedó contento con el pago; que se hizo escritura siendo alcalde ordinario Alonso Carrillo ante el escribano Diego Hurtado y actuando como intérprete Diego Morán. Ese pedazo de tierra, que había heredado de sus padres, don Diego se lo vendió hará catorce años. Si saben los testigos que luego don Antonio de Mendoza, Virrey de la Nueva España, le dió título de dicha tierra. Si saben que, desde entonces, él ha poseído pacíficamente esa heredad, de la que ha perdido o le han hurtado las escrituras que solicita. Para la información presentó por testigos a Alonso Carrillo, Diego Morán, Juan Fernández El Mozo y Alonso Miguel. El alcalde Juan de Aguilar les tomó juramento. Diego Morán dijo conocer a las partes desde hace doce años y Juan Fernández El Mozo declaró que los conoce de catorce años a la fecha. Agregó que había visto al cacique don Diego en un caballo castaño oscuro con el que Francisco Preciado le había pagado en parte el pedazo de tierra. Caja A–2, exp. 2, 6 ff. cho Diego respondió que por mandado de todos los maceguales había ido, e que entonces los alcaldes e regidores respondieron que no había ido por su mandado”. El testigo siguió relatando los hechos: cuando Miguel de Contreras se iba a la iglesia, los naturales “se comenzaron a levantar e dar voces”. Al oírlo, “el señor visitador volvió la cabeza e vido que todos daban voces e decían que los llevasen a todos a la cárcel, y que entonces los alguaciles querían prender los dichos indios, e no se dejaban prender”. El visitador llamó a los naturales y ellos no quisieron ir; fue hacia ellos el visitador y los mandó prender y así se hizo. Agrega Martín de Guzmán: la causa de todos los alborotos son los frailes de Amacueca, que no quieren que haya clérigo en Sayula. Juan Quatemo, indio alcalde del pueblo de Sayula, declaró que yendo hacia la casa del visitador, vio a éste caminar hacia la iglesia, “e paróse en la calle, e dijo a un indio que venía de México que se decía Diego, que quién había abierto aquella carta, y que el dicho indio dijo que nadie, y que entonces el dicho señor visitador mandó llevar a la cárcel al dicho Diego”. Fue cuando se levantaron los naturales que estaban presentes, dando grandes voces, y diciendo que los llevasen también, “y que no tenían miedo de Su Merced”. Repite los mismos detalles de los testimonios anteriores, y coincide al asegurar que los causantes de los alborotos son los frailes de Amacueca, “porque hay clérigo en el dicho pueblo, que los frailes de Amacueca no quieren que lo haya por mandallos como de antes”. Caja A–2, exp. 1, 5 ff. 34. 1551. Diciembre, 13. Provança que hace Francisco Preciado por habérsele perdido el título y la carta de venta que amparan su propiedad sobre un pedazo de tierra. 35. 1552. Diciembre, 21. Información sobre la fuga de un esclavo negro de casa del alcalde mayor Luis Ramírez de Vargas. Francisco Preciado había comprado “un pedazo de tierra de don Diego, cacique del pueblo de Apatlan”, y en ella había hecho una heredad de cacao; de esta tierra, “me hizo una carta de venta 41 José Miguel Romero de Solís Luis Ramírez de Vargas, alcalde mayor de Colima,130 manda hacer información porque ha desaparecido su esclavo negro Antón. Dice que Rodrigo, negro de Juan de Aguilar, y Catalina, negra de Juan Fernández El Viejo, quebrantaron las casas de su morada perforando las paredes y sacaron al dicho Antón; Rodrigo se lo echó a cuestas y le llevó de la otra parte del río de esta Villa, escondiéndolo durante la noche, y al día siguiente a caballo lo condujo a otro lugar. Interrogada, Catalina declaró que el domingo pasado, ella y Antón, negro de Juan de la Torre, se concertaron en huírse, pero como Antón a la sazón estaba en la casa del alcalde mayor “y tenía una toba a los pies”, Rodrigo, negro de Juan de Aguilar,131 le había hablado el jueves 130 Luis Ramírez de Vargas era madrileño, hijo de Juan Ramírez y de Ana de Vargas: Icaza (1969), II, nº 1355. El 23 de octubre de 1551 se ordenaba a los oficiales reales el pago de 300 pesos anuales de ayuda de costa, además de su salario, a Luis Ramírez de Vargas, proveído por corregidor de Tecoman y alcalde mayor de Colima: Gerhard (1992), n° 2535. Al menos, desde mediados de 1550, rondaba por el rumbo, con el cargo de corregidor y alcalde mayor en las minas de Izatlan y recibía una merced de caballería y media de tierra para sembrar en términos de Ameca, en un valle entre este pueblo y Ayamitla: Ibid., n° 2555-2556 y 2563. 131 Juan de Aguilar Solórzano, natural de Aguilar de Campo (Palencia) e hijo de Pedro de Solórzano y Mari Díaz de Saldaña, vino a la Nueva España en el navío que trajo por capitán a Miguel Díaz de Aux; se halló en la conquista de México–Tenochtitlan, y después en las de Michoacán, Yopelcingos, Zacatula, costa de la Mar del Sur, Motín y Colima, donde avecindó y recibió por encomienda Xicotlan, con la estancia de Tecomatlan, nombrada también Cuatescomatlan, donde con el tiempo hizo una huerta de cacao, junto al río, y Xonacatlan (Juanacatlan): Icaza (1969), I, nº 131; VP 27; SV 819. Al decir de Lebrón, tales pueblos fueron primero de Diego Garrido, y luego “hicieron cierto trueque con licencia de Nuño de Guzmán”: Lebrón (1979), 50. En su huerta, cuando la visita del oidor, tenía plantadas “quince o veinte mil casas de cacao”: Ibid., 64. En su estancia de ganado, “a tres cuartos de legua de la Villa de Colima”, Aguilar guardaba “pocas más o menos mil vacas y trescientas yeguas”: Ibid., 64-65. La estancia estaba entre Colima y Comala, hacia el norte, ya que con frecuencia el ganado irrumpía en las sementeras de los naturales de Comala, Cecamachantla y Chiapa: Gerhard (1992), n° 2504 y 2525. Un rasgo de su carácter —¿racismo o fanatismo?— en cuestiones de amor lo destaca con viveza, quien por otra parte informa de su matrimonio con Ana Martel y su des- 42 que le ayudaría a huir. El domingo, pues, por la noche, que sería ya medianoche, Rodrigo y esta testigo se hablaron en el río, y se vinieron, y por la pared de la casa de doña Beatriz132 lo sacaron, y de allí se fueron hacia el río. Rodrigo se echó a cuestas a Antón y cruzó el río, escondiéndose luego en un arcabuco.133 Al día siguiente, lo llevaron a un monte junto a la estancia de su amo Juan de Aguilar, dejándolo allí. Esta testigo se regresó a la Villa. Cuando fue a buscar luego a Antón al monte, ya no lo halló ni sabe más de él. El 22 de diciembre, el alcalde mayor se trasladó a la cárcel pública de la Villa para interrogar a Rodriguillo, negro esclavo de Juan de Aguilar. El esclavo dijo conocer tanto a Catalina como a Antón, esclavo negro de Juan de la Torre, que primero lo fue de Francisco Palomino, quien lo trajo a Colima. Sobre el caso declaró que en efecto el domingo a la medianoche fue a él Catalina y le dijo que le ayudase a sacar de casa del alcalde mayor a Antón, quien tenía una toba de hierro a los pies, y que era su esposo. Este confesante le dijo que mejor él los esperaría en el río donde lavan la ropa, y que es frente a las casas donde mora Diego Veedor. Catalina se marchó. Al rato vio llegar a Catalina, trayendo a cuestas a Antón, que traía una toba de hierro a los pies. Este confesante, entonces, tomó al dicho Antón a cuestas y cruzó el río, y con Catalina lo llevó hasta una huerta que es de Juan de Aguilar, su amo, que está del cabo del río que pasa por esta Villa, y allí los dejó; pero al tiempo que se iba a venir, el negro Antón le suplicó por amor de Dios que regresara con él y lo llevase a la Estancia de Juan de Aguilar. Así lo hizo. Dice que Antón se encuentra escondido en un monte que está junto a la estancia de su amo, donde este confesante reside, y que el miércoles por la mañana, viniéndose este confesante, pasó cendencia: Sevilla del Río (1973), 70; más datos: infra, regº 71. 132 Se refiere a Beatriz López, viuda de Alonso de Arévalo y Alonso Castillo Maldonado: sobre ella entre otras referencias: supra, regº 2 e infra, regº 41. 133 Monte muy espeso y lleno de maleza, expresión que también recoge Boyd–Bowman (1971), 78. Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI ten a cuentas conmigo y me hagan entero pago de todo aquéllo”, a lo que tiene derecho su esposa. Así lo mandó el alcalde. El mismo día se pusieron de acuerdo las partes y firmaron un escrito, donde se explica que Martín de Monjaraz y Juan de Arana fueron alcanzados por un total de 512 pesos del oro que corre, del que Diego de Aguilar se declara pagado de conformidad. Ante el escribano Diego Veedor, Diego de Aguilar hizo escritura pública, diciéndose bien pagado por 250 pesos de tepuzque. Caja A–2, exp. 4, 6 ff. a ver al dicho Antón y le dejó cierta cantidad de maíz, y allí le dejó con los hierros y toba a los pies. Alonso Miguel y Diego Maldonado condujeron entonces a Rodrigo a donde había escondido al negro Antón, sin hallarlo a pesar que lo buscaron, y que Rodrigo preguntó a varios indios, quienes respondieron que estaba a la puerta del corral, donde le hallaron escondido en una mata. Alonso Miguel lo llamó y salió el dicho Antón con una toba de hierro a los pies. Entonces Maldonado y Alonso Miguel le tomaron y trajeron a la Villa a casa del alcalde mayor. Se le tomó declaración al huido. Dijo que Catalina le ayudó a saltar las paredes y luego le tomó a cuestas hasta el río, donde les aguardaba su compadre Rodrigo, quien pasó a este confesante a la otra orilla, hasta una huerta de Aguilar. Catalina le llevó algo para comer y él suplicó a Rodrigo que volviese luego y le llevara hasta la estancia, y que le quitase los hierros que traía en los pies. Hasta el día siguiente, ya anochecido, llegó Rodrigo con un caballo y le condujo hasta la estancia; que cuando quiso quebrantarle los hierros con unas piedras, no pudo. Declaró también que unos negros le habían dicho que su amo Juan de Aguilar se había holgado mucho porque se había huido de casa del alcalde mayor. Caja A–2, exp. 3, 8 ff. 37. 1552. Abril, 19. Pedro de Vivanco pide que le sea entregada Catalina de Arévalo, su legítima esposa, a quien retiene en su casa Beatriz López. Pedro de Vivanco, quien se había casado con Catalina de Arévalo sin consentimiento de Francisco Preciado, padre de la novia, pide al alcalde mayor Luis Ramírez de Vargas,134 “como justicia mayor que es de esta Provincia, mande que se me dé y entregue a Catalina de Arévalo, mi legítima mujer, la cual me tiene tomada y en su casa doña Beatriz [López], por fuerza y en contra de mi voluntad [...], como mujer poderosa y que no teme a la justicia”.135 En otro escrito, el demandante decía: “a mí, el señor Provisor136 por fuerza y contra mi voluntad, hoy martes”, tomó a Catalina de Arévalo, depositándola en casa de Juan de Aguilar, alcalde ordinario de esta Villa. Suplica al alcalde 36. 1552. Octubre, 3. Diego de Aguilar pide que Martín de Monjaraz y Juan de Arana le den cuenta y razón de los bienes de María de Cáceres, su esposa. Ante el alcalde ordinario Juan de Aguilar, en nombre de su esposa María de Cáceres, hija legítima y heredera de la mitad de los bienes de Manuel de Cáceres, difunto, se presentó Diego de Aguilar diciendo que Martín de Monjaraz, abuelo de su mujer, de quien es tutor y curador, y Juan de Arana, su padrastro, quien tiene poder del dicho Monjaraz, no le han dado cuenta ni razón de dichos bienes. Pide que el alcalde dé su mandamiento para que los susodichos “se sien- 134 Datos acerca del alcalde mayor Ramírez de Vargas, supra, regº 35. 135 Sobre la poderosa y dominante sevillana Beatriz López, infra, regº 41. 136 En ausencia de don Vasco de Quiroga que había viajado a España, quedó al frente del obispado de Michoacán, su provisor, el bachiller Juan García Zurnero, quien, a juicio del oidor Lebrón de Quiñones, era “la principal causa de tanta desorden por ser el principal que lo ha usado en aquel obispado y así, no sólo disimula los delitos de los clérigos, pero los sustenta y provée de nuevo en el dicho obispado”: Lebrón (1979), 70. 43 José Miguel Romero de Solís mayor que mande se la entreguen libremente porque está casado con ella. Pedro de Vivanco presentó por testigos a Diego de Almodóvar, a Juan Ruiz y a Pero Sánchez, vecinos de Colima. Se presenta una carta del Provisor de Michoacán, fechada en Mechuacan a 22 de enero de 1552 y dirigida a Alonso Sánchez de Miranda, en la que se lee: “Esta será sólo para hacer saber a V.m., cómo me han hecho relación que, porque Pedro de Vivanco se casó con Catalina de Arévalo sin consentimiento de Francisco Preciado, y estando ya averiguado el matrimonio entre ellos todavía no le quiere dar al dicho Pedro de Vivanco a la dicha su esposa, antes dicen que la tienen en casa de doña Beatriz López. Si es así que el dicho matrimonio entre ellos está averiguado, V.m. provea con justicia cómo al dicho Pedro de Vivanco se le dé y entregue la dicha su esposa; y, para ello, si necesario fuere, proceda con penas y censuras de excomunión mayor, hasta poner entredicho y invocar el auxilio secular, contra cualesquiera personas que resistieren y fueren rebeldes e contumaces, para todo lo cual y por todo lo a ello necesario y concerniente, le doy a V.m. poder y facultad cumplido según que de derecho se requiere y le cometo mis veces”. Pedro de Vivanco pide al escribano Diego Veedor que le dé testimonio público, lo cual hizo el susodicho, quien dice cómo ante él y otros muchos vecinos de esta Villa, “vide desposar a los dichos Pedro de Vivanco e Catalina de Arévalo, a los cuales desposó el vicario Alonso de Miranda”. Agrega, entre otras cosas, que en la boda estuvieron presentes Francisco Preciado y Elvira de Arévalo, y que en el día en el que da este testimonio, hallándose doña Catalina junto a doña Beatriz López en la iglesia, se presentó Pedro de Vivanco a pedir que le entregasen a su esposa, a lo cual respondió doña Beatriz tomando a la susodicha y saliéndose de la la iglesia, y que el Provisor pronunció cierto auto mandando depositar a doña Catalina en casa del alcalde Juan de Aguilar. Dieron su testimonio también otros vecinos. Juan Ruiz dice que estuvo presente cuando se 44 casaron Pedro de Vivanco y Catalina de Arévalo en casa de Beatriz López, “y este testigo comió de la fruta que en el dicho desposorio se dio”, y que fue el vicario Alonso Sánchez de Miranda quien los casó, estando presentes muchos vecinos de la Villa de Colima, entre ellos el propio Francisco Preciado y Elvira de Arévalo, madre de doña Catalina. Que ahora, Pedro de Vivanco reclamó su mujer a doña Beatriz, quien no quiso dársela, sino que se salió con ella fuera de la iglesia, y que cuando Vivanco la quiso tomar, el Provisor de Michoacán no se lo consintió, mandándola depositar en casa de doña Beatriz, a lo que protestó Vivanco diciendo que mejor la depositase en casa de Juan de Aguilar. Pero Sánchez, otro de los testigos, confirmó los hechos. Pedro de Vivanco pidió entonces al alcalde mayor que, como Su Merced no era letrado, remitiese la causa al licenciado Lebrón de Quiñones, cosa que concedió el alcalde mayor. Caja A–2, exp. 5, 7 ff. 38. 1553. Abril, 12. Juan de Aguilar pide trance y remate de los bienes de Francisco Preciado, para pagarse. Juan de Aguilar había puesto pleito a Francisco Preciado, habiendo entendido en la causa el alcalde ordinario de la Villa Hernán Ruiz de la Peña.137 Pero como éste se había ausentado de la 137 Hernán Ruiz de la Peña o Fernando de la Peña, “persona muy honrada” al decir del Padrón de 1532, llegó a la Nueva España después de la toma de la Ciudad de México, y participó en las conquistas de Michoacán y Colima, sirviendo a pie y a caballo y contándose entre los vecinos fundadores de la Villa, en donde tuvo cargos de justicia: en 1532 era regidor y, en nuestro regº, alcalde ordinario. Tenía por encomienda, dada por Marcos de Aguilar el 8 de octubre de 1526, la mitad de cuatro pueblos, entre ellos, Autlan: VP 35; SV 43 y 367; Lebrón (1979), 56 y 62. En junio de 1550, el alcalde mayor de Colima Alonso de Torres salió en comisión hacia el Valle de Autlán por órdenes del virrey para abrir información y hacer justicia acerca de las quejas de los naturales contra su encomendero: supra, regº 18. Ruiz de la Peña poco aparecía por Colima, pasando largas temporadas en Autlan o en Villa de la Purificación, donde por fin se avecindó. El visitador Lebrón denunciaba que llevaba “quince años” sin residir en la Villa de Colima, no Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI padre Diego Garrido “al tiempo que se quiso morir y estando gravado de la dicha enfermedad de que murió, dio su poder cumplido bastante y en forma a Alonso de Arévalo, su suegro, padre de la dicha Elvira de Arévalo, para que testase por él y nombró por su heredera legítima y universal a la dicha Catalina de Arévalo”. Si saben que al morir Garrido dejó por bienes propios caudal y bienes hereditarios, tales como “muchos esclavos que fueron doce machos y hembras, los nueve dellos que están en el inventario que hizo el dicho Alonso de Arévalo, y los tres que paresce por el proceso viejo por confisión del dicho Francisco Preciado, por manera que fueron doce, con una india esclava que tenía en su casa llamada Beatricilla, y todos los demás bienes muebles y raíces e semovientes”. Si saben que después Elvira de Arévalo casó por segunda vez con Francisco Preciado, quien “se entró en todos los bienes y hacienda que el dicho Diego Garrido dejó por su fallecimiento, sin hacer división ni partición”. Si saben que Garrido “ansimismo dejó los indios de los pueblos de Apatlan y Ziguatlan y Zapotlan con sus sujetos, de los cuales no embargante que se dio la posesión a la dicha Catalina de Arévalo para que los tuviese y poseyese, según y como el dicho su padre los tenía e poseía, y se aprovechase dellos y llevase los tributos y aprovechamientos dellos, como parece por el dicho don Rodrigo Maldonado, alcalde mayor que era a la sazón en el dicho pueblo de Colima”. Si saben que Preciado con todos esos bienes e indios “ha hecho y adquirido muchos bienes, como son de huertas de cacao, las cuales guardan y benefician los esclavos del dicho Diego Garrido, que renta rentada139 como cinco mil pesos de oro común”. Si saben que de esas rentas y granjerías que ha tenido con los bienes de Diego Garrido, “ha habido e adquerido más de trescientas y cincuenta yeguas, y más cinco negros y negras, e ha hecho vajilla de plata que vale más de mil y Provincia, pide ante el alcalde Martín de Monjaraz que asuma la causa, y por cuanto el término de ley ha concluido, dá su mandamiento ejecutorio de trance y remate de los bienes y rentas del susodicho. El alcalde Martín de Monjaraz tomó la causa y el escribano Diego Veedor notificó el auto respectivo a Preciado, siendo testigos de ellos Juan Vázquez de Mella y Juan Ruiz. Al día siguiente, el alcalde ordinario Martín de Monjaraz dictó sentencia, mandando rematar los bienes de Preciado, hasta hacer entero y cumplido pago de Juan de Aguilar. Caja A–2, exp. 6, 4 ff.138 39. 1553. Enero, 28. Provança que a petición de Juan de Vivanco hace el alcalde mayor de Colima Luis Ramírez de Vargas, en nombre de Catalina de Arévalo, mujer que al presente es de Pedro de Vivanco, en el pleito que trata con Francisco Preciado y Elvira de Arévalo, su mujer y madre de la dicha Catalina de Arévalo, sobre las causas y razones del dicho pleito. Juan de Vivanco presentó un interrogatorio para examinar a sus testigos. Interrogatorio Si saben que Elvira de Arévalo fue casada y velada según orden de la Santa Madre Iglesia con Diego Garrido, puede haber diez y seis años poco más o menos, y se casó en la Villa de Colima, en cuyo matrimonio procrearon como su legítima hija a Catalina de Arévalo, a la que su obstante que en sus términos poseía “tres estancias de ganados mayores y menores, en las cuales tendrá dos mil ovejas y trescientas yeguas y algunas vacas”: Lebrón (1979), 62 y 66. 138 En la portadilla, fechada en Colima en 1912, que guarda en la actualidad este expediente, se lee: “Año de 1553. Seguido contra Juan de Aguilar, Juan Pinzón, Francisco Preciado y Juan Fernández El Viejo, por deuda de resto de salario al padre Juan Oliveros como cura y vicario de los pueblos de la jurisdicción de Colima. Con 13 fojas”. Sobre este asunto, véase lo ya comentado: supra, regº 18. 139 45 Debería leerse rentan rentadas. José Miguel Romero de Solís quinientos pesos de oro de minas, e otros muchos bienes y dineros”. Si saben que cuando Preciado casó con Elvira de Arévalo, era “pobre y con necesidad, sin conoscelle bienes algunos, y al presente y después que se casó con la dicha Elvira de Arévalo, está rico y próspero, y vale su hacienda veinte mil pesos de oro de minas poco más o menos”; y que no han dado él ni ella, a su hija Catalina “por vía de dote ni por otra causa alguna, la parte de la legítima del dicho Diego Garrido”. Si saben que por la Real Audiencia “se determinó y dio por ninguno todo lo hecho e actuado” por Pedro de Santa Cruz140 y Alonso Carrillo,141 alcaldes ordinarios de la Villa de Colima, como consta por la Provisión que se dio el 25 de febrero de 1547”. 140 O Santacruz, era natural de Villadiego, “ques en la Montaña”, era hijo de Andrés de Santa Cruz y Mari García; pasó a la Nueva España “dos meses después de ganada esta ciudad” [de México], sirviendo en la conquista de Michoacán, Yopelcingos, Zacatula, Costa del Sur, Colima y ciertas provincias de Jalisco. “Tiene su casa poblada con sus armas e caballos” y, al parecer, tuvo pocos indios y de poco provecho: Icaza (1969), I, nº 479. Entre los pueblos que tuvo encomendados, compartió con Rodrigo Lepuzcuano la mitad de Milpa, de ricas y fértiles tierras: SV 339, y Contlan, en Colima, cuyos indios trabajaban en una huerta de cacao que tenía el encomendero junto al caserío: Icaza (1969), I, nº 179. 141 Alonso Carrlllo, natural de Toledo, hijo de Pedro Cuello Carrillo y Jerónima de la Dueña, madrileña, llegó a la Nueva España en compañía de Hernán Cortés, cuando éste volvió de su dramático viaje a luchar por sus derechos. Carrillo casó con Francisca de Figueroa, viuda de Bartolomé López, encomendero de Comala, con la que tuvo cuatro hijos: Icaza (1969), I, nº 412. En 1551 era corregidor de Tamazula: Paredes Martínez (1994), n° 39; Gerhard (1992), n° 2517. Antes lo había sido de Zapotlan, en donde por las quejas de los naturales de los pueblos de Ávalos, parece que los extorsionaba con comida y dineros: Ibid., n° 2543 y 2590. En junio de 1551, junto con otros vecinos de Colima, obtuvo licencia para ir en un navío surto en el puerto de la Navidad “en descubrimiento y demanda de perlas” a lo largo de la costa de Colima hasta la isla del Tizón: Ibid., n° 2532. Cuando Lebrón hizo su visita, asegura que Carrillo vivía “en la ciudad de México de ocho años a esta parte” —lo cual es una evidente inexactitud llena de malicia—; también informaba que tenía “una huerta junto a las casas de Comala, el río en medio”, con 12,000 casas de cacao: Lebrón (1979), 62 y 64. Otros datos: infra, regº 237. 46 Si saben que, cuando Elvira de Arévalo casó con Diego Garrido, no llevó dote ninguno a poder de Diego Garrido, y por ello lo que guardó tras su fallecimiento, fue por simulación y fingimiento de testigos y personas que sabían que no había llevado dote alguno. Este interrogatorio, que era parte de una Real Provisión, fue acatado por el alcalde mayor, y luego, trasladándose a las casas de la morada de Preciado que están en la plaza de la Villa de Colima, tomó juramento de Elvira de Arévalo. Entre otras cosas aseguró que al casarse con Francisco Preciado, éste llevó al matrimonio “un caballo e una jaca, e dos pares de ropas de su persona, e un esclavo indio que se dice Francisco, e un esclavo negro”, y que al presente está rico por las huertas de cacao que tiene. Alonso Miguel, testigo presentado por Vivanco, dijo conocer a Catalina de Arévalo desde que nació, que hará de eso unos catorce años, y a Francisco Preciado desde hace unos trece años. Declara que Elvira de Arévalo quedó preñada de su primer marido poco antes que éste falleciera. Agrega que Garrido, a su muerte, dejó ciertos esclavos y esclavas indios e indias, “en un nacimiento de oro en el pueblo de Apatlan, que tenía a cargo Esteban Quintero, que no se acuerda este testigo cuántos, mas de que a su parecer serían hasta diez o doce esclavos”. A propósito de los pueblos encomendados, dice que al fallecimiento de Garrido pasaron a poder de Alonso de Arévalo, “el cual tenía puesto un español que se decía Esteban Quintero, para que cobrase los tributos de los dichos pueblos; y este testigo oyó decir a Juan de Aguilar e a Jorge Carrillo e a Diego de Almodóvar e a Diego Morán, vecinos desta Villa, e a otras personas, cómo don Rodrigo Maldonado había metido en la posesión de los pueblos de Apatlan a la dicha Catalina de Arévalo, siendo alcalde mayor desta Villa”. Juan Ruiz, vecino de Colima, prestó testimonio. Dijo conocer a las partes de varios años a la fecha, pero que no conoció a Diego Garrido; que estuvo presente cuando Elvira de Arévalo casó con Preciado, y que cuando esto sucedió, Preciado “estaba pobre”, y “en las tiendas no le Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI huertas de cacao. Que todo ello, al parecer de este testigo, puede valer más de 20,000 pesos de minas. Por último comenta haber escuchado de labios de Preciado que no piensa darle a Catalina “una rama de cacao si no lo sea por pleito”. Vivanco, por cuanto quería presentar por testigos a algunos naturales, esclavos y naborías, que fueron de Diego Garrido, y que en su mayoría están en poder de Preciado, y además, “para entendellos es menester un naguatato142 de lengua mexicana”, pedía que el alcalde nombrase alguien para ser su intérprete. Testigos de esta petición fueron don Pedro de Tovar, el alcalde Martín de Monjaraz y el Padre Francisco Ruiz. El alcalde mayor designó por intérprete al español Álvaro de Villagrán, vecino de Colima, que se hallaba presente, y que “es persona de confianza e que entiende bien la lengua mexicana”, quien prestó el juramento de transmitir fielmente las preguntas y respuestas. Juan Amio, indio naboría natural del pueblo de Apatlan, de más de quince años de edad, quien había sido criado de Diego Garrido, sirviéndole en su casa, y que después había pasado al servicio de Preciado, contó que estuvo presente en la boda de Garrido con Elvira de Arévalo, y que ésta quedó preñada. Fallecido Garrido, su viuda parió a Catalina, y que este testigo, como criado que era, “trajo en brazos ciertas veces” a la niña. Que vio en poder de Garrido “ciertos esclavos, que no se acuerda este testigo cuántos”, y que después de su matrimonio con la viuda, Preciado “se entró en los dichos esclavos que de él quedaron, y este testigo vido que el dicho Francisco Preciado, en presencia deste testigo, llamó a los dichos esclavos que estaban sacando oro; y los que se acuerda este testigo, que eran siete esclavos e una india que tenía en su casa el dicho Francisco Preciado; los nombres de los cuales se decían Cristóbal, capitán de los dichos esclavos, el cual era esclavo, e Juan, e Maldonado, e otro que se dice Alonso, e Martín, e otro muchacho, e otra india que se dice Juana, e asimismo se acuerda de otra esclava india que se dice Isabel, que por todos son nueve piezas de querían fiar una ristra de ajos por estar pobre”, y eso lo escuchó a muchas personas y al propio Preciado, quien ahora está rico. Diego Veedor declaró haberse hallado presente cuando Garrido en su testamento señaló por albacea a Alonso de Arévalo. Recordando otras cosas, dijo haber escuchado de varios vecinos de la Villa y al propio Esteban Quintero, que los pueblos en encomienda que Diego Garrido tenía en Epatlan, eran de Catalina de Arévalo su hija, y que don Rodrigo Maldonado le dio posesión de ellos, y que eran de ella “por dos causas” la una, por la merced que Su Majestad tiene hecha a los hijos de los conquistadores, y la otra por la dicha posesión”. Agregó que Preciado, una vez casado con Elvira de Arévalo, se entró en todos los bienes que fueron de Garrido y que se ha servido de los esclavos, y que “con los indios que dejó el dicho Diego Garrido ha hecho dos huertas de cacao, que este testigo ha oído decir al dicho Francisco Preciado que tiene cincuenta mil casas de cacao, que son cien mil árboles, y que le renta al presente más de tres mil pesos”, y que en el futuro próximo confía el propio Preciado que le habrán de rentar 4,000. Recuerda que cuando Preciado llegó a esta Villa de Colima y casóse con Elvira de Arévalo, sólo traía consigo un caballo castaño y ciertos vestidos de su persona, y un esclavo indio llamado Francisco, y que no le conoció otros bienes. Dice que Preciado ha comentado que “no le dará una hoja de un árbol de cacao ni otra cosa a la dicha Catalina de Arévalo, si no fuere por Justicia, porque no le debe nada, antes le deben a él cuatrocientos pesos”. Juan Fernández El Mozo asegura que Preciado se sirvió de los indios de los pueblos de Garrido para hacer sus huertas de cacao, pero que también oyó decir al propio Preciado que “le habían ayudado a hacer las dichas huertas de cacao indios de otros pueblos”, y que de rentas saca cada año de las dichas huertas “cuatro o cinco mil pesos de tepuzque”. Martín Ruiz de Monjaraz asegura que, después del matrimonio, Francisco Preciado se ha hecho rico; ha comprado cuatro o cinco esclavos negros y piezas de plata, además de las dos 142 47 Naguatlato: supra, regº 33. José Miguel Romero de Solís esclavos machos e hembras; e asimismo se acuerda este testigo de otro esclavo que se decía Rodrigo, que por todos ellos son diez esclavos, machos y hembras”. Y que Preciado “les dijo que dejasen de sacar el oro que sacaban, e que él iba por cacao a Zacatula para que ellos pusiesen e que así lo han puesto”. Alonso Cozavitl, indio natural del pueblo de Tecolutlan, Rodrigo Uzelotl, del pueblo de Tlacutla, Martín, del pueblo de Culuacan, Beatriz Petlaetl, natural de Guaxutla, todos ellos esclavos que fueron de Garrido y ahora de Preciado, y Sancho Acatl, indio natural del pueblo de Cornabaca, naboría y criado que fue de Garrido, fueron también presentados por testigos. Cozavitl dijo que en vida de su amo, de quien era su esclavo y criado, “este testigo estaba en las minas sacando oro”. Durante el matrimonio, Elvira de Arévalo quedó preñada, y fue cuando Garrido “cayó malo e se fue a curar a Mechuacan, donde murió, e después de cierto tiempo, parió la dicha Elvira de Arévalo a la dicha Catalina de Arévalo, su hija”. Este testigo la vio criar “e tener a los españoles de la Villa de Colima” por tal hija legítima. Cuando murió Garrido, dejó por suyos ocho esclavos, cuatro hombres y cuatro mujeres. Ya falleció Cristóbal; Fernando Maldonado, otro que se llamaba Juan; las esclavas se nombraban Angelina, Juanica y Juana, que ya murieron en poder de Preciado. Viven aún este testigo, Rodrigo, Martín y Beatricilla. También dejó Garrido por suyos doce naborías, que algunos ya fallecieron en poder de Preciado. Cozavitl agregó que él estaba en las minas de Apatlan sacando oro, y que Preciado, cuando fue allá, les dijo a todos ellos: “No quiero que saquéis oro, sino que sembréis cacao”. Dice que Preciado ha comprado cuatro o cinco negros con las rentas de las dos huertas de cacao que los esclavos y naborías de Garrido, más los indios de los pueblos que tenía encomendados, le han hecho. Por último comentó que no sabía más, “porque este testigo está en las dichas huertas e no viene a la Villa”. La india Beatricilla dijo que fue comprada por Diego Garrido a Manuel de Guzmán, su amo, y que poco tiempo después se casó Garrido 48 con Elvira de Arévalo, quedando ésta preñada; y cuando Garrido fue a Mechuacan a curarse, “y en el camino murió, e dende a ciertos días este testigo vido cómo parió la dicha Elvira de Arévalo”. Agrega que al tiempo que Garrido la compró, adquirió también cinco esclavos a Manuel de Guzmán, y mientras que a ella la mantuvo en su casa, a los demás los envió a las minas. Rodrigo Uzelotl dice que él estaba en las minas y no vino a la Villa de Colima cuando Diego y Elvira se casaron; que después del fallecimiento de su amo, Preciado se casó y posesionó de todos los bienes, y con los esclavos del defunto y los naturales de sus pueblos, se hizo dos huertas de cacao “en lo de Apatlan”, y que se las guardan y benefician los que quedaron y no han muerto. El último testigo presentado por Vivanco fue Diego de Almodóvar, vecino de la Villa. Dijo que conocía a las partes, excepto a Juan de Vivanco; que en vida de Garrido, quedó preñada de él Elvira de Arévalo, y que a los pocos meses falleció el marido, dando a luz luego a Catalina, que para todos es hija legítima de aquel matrimonio. Cuando Garrido se iba a curar, dio poder a Alonso de Arévalo para que ordenara su testamento y le encomendó su ánima. No recuerda Almodóvar el número de esclavos que tenía el difunto, pero sí que compró tres o cuatro a Manuel de Guzmán. Declaró hallarse presente cuando Elvira se casó en segundas nupcias con Francisco Preciado, quien entró en todos los bienes de Garrido, “sin hacer partición ni división con ninguna persona, aunque Bartolomé Garrido, hermano del dicho Diego Garrido, traía pleito con el dicho Francisco Preciado sobre la legítima de la dicha Catalina”, y que Preciado no le dio cosa alguna. Cuenta que a la muerte de Garrido sus pueblos de Apatlan pasaron a la viuda, y oyó decir a Diego Alcalde, Gonzalo Camelo y a Juan de Aguilar, vecinos de Colima, que pedían ciertas deudas que les debía el difunto Garrido, cómo “don Rodrigo Maldonado, alcalde mayor que fue desta Villa, había dado un mandamiento para que de los tributos de los dichos pueblos” pagaran a Elvira de Arévalo, y que don Rodrigo había metido en posesión de Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI esos pueblos a Catalina de Arévalo, y que además dio un mandamiento de amparo para que nadie pudiera hacer ejecución en los tributos, hasta tanto se pagase la dote a Elvira de Arévalo. Dice que ha oído decir al propio Preciado que de las dos huertas de cacao que se ha hecho, saca 5,000 pesos de renta, y en su opinión, la hacienda de Preciado puede valer 15,000 pesos de minas. También oyó decir que Garrido, al tiempo de su matrimonio, recibió en dote y casamiento con su mujer ciertas cabezas de yeguas, un jarro, una taza, un salero, un sayo, una capa frisada y una chamarra de raso. A petición de Vivanco, el alcalde mayor mandó al escribano Juan de la Torre que extendiera al susodicho un traslado fiel de esta información y que él interponía e interpuso su autoridad firmándolo de su mano. Así lo hizo el escribano en la Villa de Colima, siendo testigos el Padre Juan Oliveros, Juan de Herrera y Antonio Méndez. Caja A–2, exp. 7, 28 ff. 40. 1553. Noviembre, 28. Antonio de Amaya solicita que sea nombrado un tutor y cuidador de las personas y bienes de los hijos de Juan Bautista, difunto. Ante el teniente de alcalde mayor Juan de Aguilar, Antonio de Amaya,143 marido de Juana Gu143 Antonio de Maya o Amaya, natural de Cuéllar, era hijo de Antonio de Maya, difunto, uno de los primeros descubridores de esta Nueva España, que vino con Grijalva. Volvió luego a Cuba de donde tornó con Narváez, hallándose en la toma de México–Tenochtitlan. Sirvió con armas y caballos en otras conquistas, muriendo en campaña. Nuestro personaje siguió los pasos de su padre, viniendo en compañía de Pedro de Alvarado, y así llegó a tierras de Colima. “Estando en el puerto de Santiago, fue con otros españoles a socorrer al pueblo de la Pascua, en cuya paçificación se halló dos veces que se rrebeló, y siruió con sus armas y cauallos, y fué mal herido en vna mano”: Icaza (1969), I, nº 273 y 234. Sin duda, en lugar de correr la suerte de marino, prefirió acogerse al padrinazgo de Juan Bautista, compañero de viajes y de guerra de su difunto padre. Al fallecimiento de Juan Bautista, casó con Juana Gutiérrez, su viuda. Lebrón informa que Maya tenía “una huerta junto a Suchitlan”, de unas 5,000 casas de cacao, que “está 49 tiérrez,144 viuda de Juan Bautista,145 vecino que fue de Colima, solicita que sea nombrado un tutor y curador de las personas y bienes de dos hijas y un hijo que el difunto dejó a su mujer. El mismo día, Juan de Aguilar nombró a Amaya para ocupar estas funciones. El 6 de diciembre, Amaya pedía licencia para vender algunos bienes de los dichos menores, como eran vacas, yeguas, burras y asnos, unas casas de paja y otros. El teniente de alcalde mandó que diera información. Amaya presentó un interrogatorio para examinar a los testigos. Interrogatorio Si conocen a los menores Bartolomé, Catalina y Francisca, que están fuera de la Villa, y residen al presente en Guayangareo, en la Provincia de Mechuacan. Si saben que los bienes que les dejara su padre difunto, consistieron en yeguas, vacas, cierto pedazo de cacao, burras y asnos. “Si saben que a causa de los muchos leones y animales dañosos que en esta Provincia hay, muy pocos multiplicados se crían de los dichos ganados”, y que el mismo Juan Bautista se quejaba de ello, y que en esta Provincia dichos ganados son de muy poco provecho y que no hay nadie quien los beneficie, y que el pedazo de cacao desde hace un año no se beneficia por falta de indios; que sería de más provecho vender esos bienes y echarlos en censos o comprar otros ganados donde se puedan aprovechar mejor los menores, y que sacar esos ganados para llevarlos a otra parte, será mayor el gasto que el beneficio. El tutor presentó por testigos a Diego Morán, Juan Fernández El Mozo, Antonio de Bonilla y legua y media de Tlapistlan”, donde antes “solía haber un pueblo que se decía Chilteca, el cual está despoblado”, y “una estancia a cuatro leguas de la villa, de ganados mayores”, donde tenía “él y unos menores —los hijos de Juan Bautista—, mil vacas y cien yeguas”: Lebrón (1979), 64-65. 144 En otro lugar es nombrada Juana Fernández: infra, II, regº 402. 145 Véanse los datos biográficos proporcionados en nota: supra, regº 6. José Miguel Romero de Solís Alonso Miguel, vecinos de Colima. Entre otras cosas, Morán, quien aseguró tener 40 años, declaró que a él le hacen mucho daño en su ganado los lobos y leones que hay en esta Provincia. Bonilla, mayor de 25 años, sabía que Juan Bautista dejó entre otros bienes a sus hijos unos negros. Alonso Miguel, de la misma edad, dijo que conocía los bienes del difunto “porque este testigo tiene una estancia a la linde”146 de la que dejara Juan Bautista. En esta Provincia —agregó— hay mucha cantidad de animales dañinos, y que de ello se quejaba mucho el difunto. En su opinión sería mejor vender porque de otro modo perderán los menores su hacienda, principalmente el cacao. Juan Fernández El Mozo, mayor de 35 años, insiste en los muchos animales dañinos, leones y lobos que hay en la Provincia, que diezman las crías de los ganados. Opina, sin embargo, que sería mejor sacar esos ganados fuera de la Provincia que venderlos en la plaza, “porque hay pocos compradores”. El propio Antonio de Amaya, bajo juramento, expresó también su opinión. El teniente de alcalde mayor, oídas las razones, concedió la licencia solicitada. Así, el 8 de diciembre, por voz de Jerónimo,147 negro pregonero, se pusieron en venta los bienes dejados por Juan Bautista ante las puertas de la iglesia de esta Villa. Juan Fernández El Mozo pujó a 3 pesos y medio cada yegua, las vacas a medio peso la cabeza, los asnos y burras a 20 pesos la cabeza, y nadie ofreció más. Luego salieron a remate diez potros herrados, y Pedro de Ribera puso por precio 80 pesos, y nadie ofreció más. Seis caballos domados, el mismo Pedro de Ribera los puso en 6 pesos cada uno. El pedazo de cacao lo pujó Hernando de Gamboa en 15 pesos, sin encontrarse mejor ponedor. Las casas de paja que están en esta Villa, nadie las pujó. El 16 de diciembre se trajo en venta y pública almoneda los dichos bienes. En segunda pos146 En 1554, se informaba que “Alonso Miguel tiene una estancia de ganados mayores a tres leguas y media de la villa, tendrá en ella mil vacas y cincuenta yeguas”: Lebrón (1979), 65. 147 Textualmente, Gerónimo. 50 tura, Hernando de Gamboa ofreció por el pedazo de cacao 51 pesos. Luego Juan Fernández El Viejo ofreció 60 pesos de minas sobre las yeguas y el ganado vacuno. El mismo Fernández El Viejo mejoró la postura sobre las burras y asnos en 25 pesos de minas. Nadie pujó más por los caballos y potros. Pedro de Ribera puso a precio las casas de paja. El 25 de diciembre se pusieron en almoneda. El pedazo de cacao fue adjudicado a Gonzalo Moreno en 200 pesos de minas, fiado y a un año. Las yeguas a 3 pesos y medio se las quedó Juan Fernández El Mozo. Los caballos y potros se remataron en Pedro de Ribera; a 7 pesos cabeza los caballos y a 6 los potros. Las casas de paja las puso Juan Fernández El Mozo a 6 tomines de minas y fue suspendido el remate. Lo mismo sucedió con las burras y asnos, por los que ofrecían nada más que 25 pesos. Caja A–2, exp. 8, 13 ff. 41. 1553. Marzo, 19. Juan de la Torre, en nombre del licenciado Morones, fiscal de la Real Audiencia de México, pide que Beatriz López se ratifique en un testimonio dado con anterioridad. Juan de la Torre,148 en nombre del licenciado Morones, fiscal de Su Majestad, hace presenta148 El escribano Juan de la Torre, natural de Palma, hijo de Rodrigo Alonso y Francisca de la Torre; vino a la Nueva España con dos hermanas que aquí casaron y, avecindado en la Villa de Colima, “sienpre ha sustentado sus armas y cauallos”. Una de aquellas hermanas, Leonor de la Torre, casó con Pero Gómez, conquistador y vecino fundador; al fallecer éste, su encomienda de la mitad de Tenamaxtlan pasó a la viuda, que casó en segundas nupcias con Gaspar Hurtado: Icaza (1969), II, nº 720 y 727. Juan de la Torre, durante un tiempo, fungió de escribano en los pueblos de Ávalos: véase, supra, regº 33. Lebrón, al tiempo de su visita, informó que Juan de la Torre poseía “en compañía de Juan Jiménez, una huerta de cacao en Mazatlan, a una legua de Xicotlan”, donde podía haber “cinco mil casas” de cacao: Lebrón (1979), 64. Gaspar Hurtado, a su vez, era natural de Lepe, hijo de Francisco Hurtado y Leonor Alemán, y vecino de Colima; acompañó a Cortés en su triste expedición de las Hibueras y luego a la Baja California: Icaza (1969), I, nº 484. Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI ción de una carta receptoría y de un interrogatorio para que doña Beatriz López149 se ratifique en un testimonio dado el 1° de agosto de 1550. Pide a Alonso Sánchez de Miranda, vicario en esta Villa de Colima, que ejecute dicho mandato y esté presente a la declaración solicitada. La carta receptoría, dada en México el 27 de febrero de 1553 por don Álvaro Temiño, maestrescuela en la Santa Iglesia desta Ciudad de México, juez provisor y vicario general, está dirigida “a vos, el venerable vicario de la Villa de Colima”, pidiéndole cite e interrogue a doña Beatriz López, mujer que fue de Alonso Castillo Maldonado, y testigo que presenta el licenciado Morones, fiscal de la Real Audiencia de México, en el pleito que sigue con doña Magdalena de Nava sobre el matrimonio que dice contrajo con Juan Tirado El Mozo, hijo de Juan Tirado El Viejo, ambos ya difuntos.150 Con la misma fecha y ante Blas de Morales, notario apostólico, el licenciado Morones otorgó poder cumplido y bastante a Juan de Aguilar, al escribano Juan de la Torre y a Francisco Preciado para hacer presentación de esta Carta al vicario de la Villa. En la declaración del 1° de agosto de 1550, Beatriz López, testigo presentado por el licenciado Benavente, fiscal de la Real Audiencia, había dicho entre otras cosas que era madrina de bautizo de Magdalena de Nava, y que tenía a Juan Tirado El Mozo por hijo legítimo de Juan 149 Beatriz López, a la que hemos encontrado ya en varios expedientes, dos años después de su arribo a la Nueva España en la “conserva” que trajo en 1535 al virrey Mendoza, casó con Alonso de Arévalo, uno de los más prósperos vecinos de la primera generación de Colima, de quien tuvo por hijos a Pedro de Arévalo y Gonzalo López de Ayala. Muerto su esposo, marchó a la capital de la Nueva España, donde casó con Alonso Castillo Maldonado, sobreviviente de la expedición a Florida de Cabeza de Vaca. Al enviudar de éste, regresó a Colima para administrar los muchos bienes de sus hijos (cf. infra, regº 251). Su tercer matrimonio fue con el también vecino de Colima, Diego de Mendoza. 150 Juan Tirado El Viejo participó en la conquista de México–Tenochtitlan y casó con Andrea o Andresa Ramírez, hija de Francisco Ramírez, también conquistador notorio. Hernán Cortés le encomendó Cuycatlan en Oaxaca: Gerhard (1986), 315; también recibió la merced del pueblo de Huicicilapa. 51 Tirado El Viejo y Andrea Ramírez, su mujer. Dijo haber oído decir a la mujer de Antonio de Nava151 que Juan Tirado El Mozo estaba desposado con Magdalena de Nava, y que los había visto tratarse como esposos en casa de Antonio de Nava y en presencia de la madre de Magdalena de Nava. Dice que Magdalena tendrá unos 11 años de edad poco más o menos, y que personas de la casa de Antonio de Nava le habían platicado cómo dormían en una misma cama Juan Tirado y Magdalena. De esta declaración se sacó fiel traslado el 27 de febrero de 1553 por el escribano Antonio de Turcios. Se anexa el interrogatorio para examinar a los testigos, donde se pregunta si conocieron a las partes, si saben que por muerte de su padre, a Juan Tirado El Mozo le fueron encomendados los pueblos de Vezizilapa y Cuycatlan,152 pero como éste era a la sazón menor de 12 años, tenía por tutor a Bejarano,153 vecino de México, el cual lo tuvo en tutoría hasta que el menor falleció a primeros de enero de 1548. Si saben que “estando enfermo de la enfermedad que murió y en la cama, tres o cuatro días antes que muriese, le hicieron desposar con la dicha Magdalena de Nava. Digan los testigos cómo se desposó y si estaba malo en la cama, y quién los desposó y cuántos días después desto murió”. Si saben que don Antonio de Mendoza, 151 Antonio de Nava, natural de Escalona e hijo de Francisco de Nava, casó en Nueva España con una hija del licenciado Gregorio López, teniendo con ella once hijos; participó en la guerra de Jalisco, y al parecer ocupó por un tiempo la alcaldía mayor de Texcoco: Icaza (1969), II, nº 527; Gerhard (1992), n° 455. 152 Hernán Cortés encomendó luego el 2 de julio de 1526 “el señor y naturales [...] de Cuycatlan [...], que solían ser de Juan Tirado” a Juan de Jaso El Viejo: González–Leal (1975), 33. Sin embargo, la primera Audiencia reasignó la encomienda a su primer posesor, heredándola su hijo Juan Tirado El Mozo, como aquí se indica. Cuycatlan pasó a la Corona entre 1545 y 1548: Gerhard (1986), 315, en tanto que Huicicilapa permaneció en poder de sus hermanos Pedro y Francisco: Icaza (1969), II, nº 1110 y Gerhard (1992), n° 739. 153 Se refiere a Serván de Bejarano quien, por cierto, fue criado de Gonzalo de Sandoval y también anduvo en la conquista de Colima y Motín: Icaza (1969), I, nº 128; AN 1038 y 1433. José Miguel Romero de Solís Virrey de la Nueva España, vino con tal oficio en 1535 por el mes de septiembre u octubre, y el dicho Juan Tirado El Mozo “nasció después adelante por el mes de noviembre o diciembre del dicho año, que pudo haber cuando murió doce años y medio”. Si saben que Magdalena de Nava, cuando hizo el mencionado desposorio, “no había al dicho tiempo diez años cumplidos, y al dicho tiempo era niña doncella, y por tal era habida y tenida, y por su aspecto parescía al tiempo que murió el dicho Juan Tirado ser niña de la dicha edad y ser doncella”. Si saben que Alonso de Bazán154 y su mujer “vinieron a esta Nueva España y a esta Ciudad [de México] por el año de treinta y cinco [1535], y entraron en esta dicha Ciudad víspera de Nuestra Señora de septiembre del dicho año, después de haber venido el señor don Antonio de Mendoza”. Y que después de llegados a México, Alonso de Bazán y su mujer fueron padrinos de pila de Juan Tirado El Mozo, siendo niño recién nacido, de ocho o quince días, y fueron padrinos dos o tres meses después de su llegada, por cuanto Alonso de Bazán, de recién llegado, pasó dos meses en la cama enfermo y sólo después que se levantó de aquella enfermedad, “fueron compadres y le sacaron de pila al dicho Juan Tirado El Mozo”. Si saben que éste era muy delicado, “que aunque hubiera catorce años y más, no era hábil y suficiente para tener cópula carnal con mujer, y ansí en su aspecto no parescía y era niño de muy poco juicio”. Si saben que tampoco Magdalena de Nava “era hábil y suficiente para tener cópula carnal con ningún hombre, cuanto más con el dicho Juan Tirado”, y porque a la sazón “era al dicho tiempo niño y de muy pocas carnes y miembros”. Alonso Sánchez de Miranda, oída la presentación de Juan de la Torre, mandó que Beatriz López prestase declaración, la cual recibió Juan 154 Alonso de Bazán, natural de Cuéllar, hijo de Andrés de Bazán y María de Herrera, casó con Francisca Verdugo, hija única y heredera del conquistador Francisco Verdugo y sobrina del adelantado Diego Velázquez: Icaza (1969), I, nº 380. 52 de la Torre en presencia del vicario y de su notario Diego Veedor. Beatriz López se ratificó en los dichos, y precisó que Juan Tirado El Mozo “era travieso en el caso de mujeres”. Caja A–2, exp. 9, 8 ff. 42. 1554. Noviembre, 9. La Justicia Real contra Francisco López porque quiso matar al alcalde ordinario Francisco Preciado. El teniente de alcalde mayor Juan de Aguilar y por el escribano Juan de la Torre abre información por cuanto ese día, en la plaza de la Villa, Francisco López echó mano a la espada cuando el alcalde ordinario Francisco Preciado le quería prender, y después echó mano a una daga dándole una puñalada en el pecho de la que salió sangre, diciéndole feas palabras, siendo como es alcalde, lo que es digno de pena de muerte. Atestiguan Francisco Navarro, Diego Morán, Juan Fernández El Viejo y Diego de Velasco, vecinos de Colima. También dio testimonio Alonso de Arteaga, estante. Navarro dijo que Preciado estaba junto al tiánguez cuando López se le acercó pidiéndole ciertos dineros, a lo que el alcalde ordinario respondió que se los pagaría. López tornó a decir que se los pagase, pues quería irse, que si no le haría ejecución en sus bienes. Preciado, entonces, le dijo que hiciera lo que quisiese. López le aseguró que así lo haría, a lo que Preciado respondió “que lo besase en el culo”. Acto seguido se fue hacia López para prenderlo, y éste se defendió echando mano a la espada. Preciado pidió favor a los españoles que estaban presentes. Este testigo se acercó para favorecer la Justicia, mientras que López se defendió de todos a reempujones, y como se defendía, el alcalde Preciado le dio de puñadas en la cabeza y en la cara, pero López se desasió de todos los que le tenían, echó mano a una daga que tenía a las espaldas, y dio con ella a Preciado una puñalada en el pecho, en el lado izquierdo, que le salió sangre, y si no hubiera sido por Juan Fernández Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI El Viejo, más lo hubiera lastimado. Preciado consiguió prender a López, cuando en eso llegó el teniente de alcalde mayor, quien mandó que lo condujeran a la cárcel. Alonso de Arteaga155 comentó que estando parado junto a una ventana de la casa de Diego de Velasco, vio salir de dicha casa a Francisco López, quien topó en el camino con el alcalde Francisco Preciado. Este testigo oyó decir a López: “Señor Francisco Preciado, mándeme Vuesa Merced pagar, porque no estoy aquí detenido por otra cosa”. Preciado le respondió que ya le daba la plata y no se la quiso recibir López, quien dijo: “en la escritura rezaban reales, e que no tomaría otra moneda; e que si no le pagaba, que le ejecutaría antes de una hora”. El alcalde contestó entonces “que le besase en el culo, y que si la vara del Rey no hubiera, que le diera docientas coces”. Preciado fue hacia López quien “reculó hacia atrás ocho o diez pasos atrás, diciendo que era la Justicia e que no se había de tomar con él, y no embargante esto, este testigo vido queel dicho alcalde Francisco Preciado llamando al dicho Francisco López de «puto traidor», le echó mano de las barbas e le dio ciertos puñetes en la cara, e el dicho Francisco López echó mano a la espada por defenderse de él”. Como empezó a juntarse la gente y el alcalde seguía dándole de puñadas, López “echó mano a una daga, e le tiró con ella, e en esto llegó el dicho señor alcalde mayor e tomó al dicho Francisco López e lo sacó del poder del dicho Francisco Preciado que lo estaba maltratando e lo llevó a la cárcel, e mandó al dicho alcalde Francisco Preciado que, so pena de cien pesos de minas para la Cámara de Su Majestad, que se fuese a su casa e la tuviese por cárcel, e no la quebrantase so la dicha pena, e el dicho Francisco Preciado dijo que no quería”. 155 Arteaga, vecino de la Ciudad de México, era canario de origen, siendo hijo legítimo del vasco Alonso de Arteaga, natural de Bilbao, y de Ana de Guzmán. Pasó a la Nueva España con su mujer y, según declaró, tenía “vn hijo y quatro hijas, la mayor por casar, y tiene su casa poblada, y padesçe necesidad”: Icaza (1969), II, nº 832. 53 Diego de Velasco156 dijo que, cuando sucedieron los hechos, él estaba con Alonso de Arteaga a la ventana de su casa, que está en la plaza de la Villa, parados, mirando a la plaza, cuando de su casa salió Francisco López, caminando hacia las Casas del Rey, y Francisco Preciado caminando hacia el tiánguez. Este testigo escuchó a López decirle al alcalde que le pagase unos dineros, que no esperaba otra cosa, a lo que Preciado dijo que le había querido pagar en plata y él no había aceptado. López le respondió que en la escritura decía que pagaría en tomines y que así le debía pagar, y que no podía aguardar más, y que si no le pagaba, le ejecutaría. Preciado, “como hombre apasionado”, le contestó: “Bésame en el culo”, y López “le respondió que fuese bien criado”. Preciado le amenazó con doscientas coces yendo hacia López. Este dijo: “Señor, desviáos allá que sois alcalde”. No obstante esto, Preciado se llegó hasta él, diciendo a los presentes: “Prendedme a éste, y otras palabras”. López quiso echar mano a la espada, pero se le cayó sin poder aprovecharse de ella. Preciado le agarró de las barbas, le dio seis o siete puñetes en la cara, mientras decía a todos: “Prendedme aquí este puto traidor, y otras palabras feas”. En esto llegaron Bartolomé Garrido y 156 El vecino Diego de Velasco era natural de Sevilla e hijo legítimo de Llorente del Río e Isabel de Velasco; estaba casado con Juana de Medina, viuda de Benito Gallego, conquistador y fundador de Colima, encomendero de Ayabulco con ciertas estancias: VP 10. Juana Medina sucedió a su primer esposo y “le quedaron vnos indios que él [Velasco] al presente tiene, [pero] no declara quáles ny dónde son”: Icaza (1969), I, nº 485. Los mencionados pueblos, como los registra Lebrón de Quiñones, eran Avalaut o Atlachaque y Cicatipan, “pueblo muy grande” que “estaba en la cumbre de una sierra y por cierta pestilencia que hubo en el pueblo, los indios que quedaron, se salieron dél y vinieron a poblarse al sitio en que al presente están poblados, que se nombra Aguacatitlan”: Lebrón (1979), 49-50. Dicho pueblo que, por sus muchos aguacates, “los españoles le pusieron de nombre Aguacatitlan” (Ibid.), estaba “en la ribera del Río de Colima” y en él se cosechaba algodón: SV 50 (Aguatitlan). Lebrón también informa que Diego de Velasco, “junto a su pueblo”, tenía una huerta de cacao en plena producción con 15,000 o 20,000 casas de cacao: Lebrón (1979), 63. Como lo dice nuestro regº, el importante vecino Diego Velasco, quien fungió repetidas veces cargos públicos en Colima, tenía su casa “en la plaza de la Villa”. José Miguel Romero de Solís Juan Fernández El Viejo a favor de la Justicia. López tomó una daga. “Y al tiempo que fue a dar con ella un golpe al dicho alcalde Francisco Preciado, le detuvo el brazo Juan Fernández y Bartolomé Garrido, y en esto llegó el dicho señor teniente de alcalde”. Este le tomó preso mandándolo encarcelar. A Preciado le mandó que se fuera a su casa y la tuviera por prisión, sin atreverse a quebrantarla so cierta pena para la Cámara de Su Majestad, pero éste dijo que no quería. “Y este testigo lo ve estar fuera de su casa”. Diego Morán dijo que estaba en la iglesia de la Villa rezando cuando “oyó cierto alboroto que había en la plaza, y este testigo salió”. Vio a Preciado que tenía asido a López por los cabezones y a éste asiendo a Preciado de la mejilla. Oyó que el alcalde decía a Francisco Navarro, a Juan Fernández y a Bartolomé Garrido que tomaran a López, y le llevasen a la cárcel. López, en cambio, decía que le dejasen, que él se iría, y esto lo dijo dos o tres veces. “Y a la postrera vez, el dicho alcalde Francisco Preciado dijo al dicho Francisco López: «Hi[jo] de puta, puto, no os queréis ir a la cárcel»; e, diciendo esto, le dio siete u ocho puñadas en la cara y en los pechos, e entonces el dicho Francisco López volvió la mano a las espaldas y echó mano a una daga, y le tiró una o dos puñaladas. Y este testigo oyó decir que le había herido en el pecho un poquito e le había salido sangre al dicho Francisco Preciado, y en esto llegó el dicho señor teniente”. Juan Fernández El Viejo, “conquistador e vecino de la Villa”, prestó declaración. Dijo que estaba a la puerta de la iglesia cuando vio a Preciado en la plaza junto al tiánguez, mientras que López salía de casa de Diego de Velasco y se iba tras el alcalde. Al poco rato, estaban los dos juntos platicando, pero que desde donde él se hallaba, no alcanzaba a oír lo que se decían. Algo, sin embargo, pudo escuchar. Fue cuando Preciado arremetió contra López para prenderlo, y éste “se desvió e echó mano a su espada, e la sacó de la vaina”. Preciado se echó sobre López, “se abrazó con él, e en esto cayó de la mano la espada; e dijo: «¡Aquí del Rey!”». Bartolomé Garrido y este testigo se acercaron para ponerlos 54 en paz. El alcalde les dijo a ellos dos que “so cierta pena, echasen mano al dicho Francisco López e lo llevasen a la cárcel”. Garrido y él dijeron a López que se dejara conducir preso, porque él no quería ir. Preciado, entretando, tiraba de él y lo mantenía aún asido de las barbas con una mano, pero López tenía al alcalde también asido de las barbas con una mano y con la otra del jubón. De repente, López tomó una daga que tenía en las espalda y, cuando quiso apuñalar a Preciado, este testigo le detuvo el brazo, aunque en opinión de este testigo le daba una buena puñalada. En eso llegó el teniente de alcalde. Ante el teniente de alcalde mayor compareció Preciado, quien pidió que se tuviera a López preso y a buen recaudo con prisiones y hombres que le guarden, y que se le embarguen sus bienes, tanto “los que tiene en esta Villa, como los que tiene en la mar, o donde quiera que se hallaren”, que si no era así, él se cobraría del propio teniente de alcalde dos pesos de oro. El teniente fue a las casas de Diego de Velasco y bajo juramento exigió a Alonso de Arteaga que aclarase los bienes que tenía Francisco López, a lo que éste respondió que tenía unas calzas de Perpiñán viejas, una silla jineta vieja, y un caballo, pero que éste era propiedad de Juan Vázquez que está en la mar,157 y que no le conocía más bienes. El teniente los depositó en Diego de Velasco. Al día siguiente, Juan de Aguilar fue a las casas del alguacil Juan de Reina,158 donde tenían preso al acusado, para tomarle confesión. Preguntado de dónde era y qué oficio tenía, respondió que era de Almodóvar del Campo, y que es afinador de plata, y al presente está en la nao de Juan Vázquez de Ávila. Sobre el motivo de su venida a la Villa de Colima, contestó que “a cobrar de Francisco Preciado, alcalde, ochenta pe157 Se refiere a Juan Vázquez de Ávila, marino, del que más adelante se hace mención. 158 Nacido en Aracena (Huelva), Juan de Reina era hijo de Juan Alonso y Leonor Gómez de Reina. Tempranamente pasó a Nueva España y acompañó a Olid a las Hibueras; de regreso, participó a la pacificación de Coatlan y Purificación, y con Cortés fue a las exploraciones de California. Avecindado en Colima, casó con una india natural, de la cual tuvo un hijo: Icaza (1969), II, nº 1082. Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI rio Calderón. El promotor solicitó que López fuera sentenciado “en las mayores e más graves penas”. El mismo día, el teniente de alcalde dictó sentencia: condenaba a Francisco López en 18 pesos de oro de tepuzque, una tercera parte para la Cámara de Su Majestad, y las otras dos partes, “para un par de grillos e dos candados con sus chavetas, e para traer de la Ciudad de México una cadena que llevó desta Villa Juan Zarza de la Magdalena con Antonio de Aguayo”,160 y además le condenaba a seis años de destierro de esta Villa, y que no entre en ella ni en seis leguas a la redonda, so pena que si lo quebrantase por la primera vez le sea cortada la mano, y por la segunda vez, pena de muerte. Aparte le condenaba en la espada y en la daga. Caja A–2, exp. 10, 9 ff. sos de tepuzque que le debe de una obligación”. Preguntado si era cierto que ayer viernes, en la plaza, “yendo Francisco Preciado, alcalde ordinario desta Villa, sano e seguro, lo salió a matar con una espada desenvainada en la mano”, respondió que fue a pedirle el pago de lo que le debía, que era lo único que le detenía en la Villa, y que Preciado le contestó que esperara, que luego le pagaría. El insistió que le despachase presto, porque de lo contrario le haría ejecución en sus bienes, a lo cual el alcalde dijo que le besara el culo, y él entonces le reconvino diciéndole que era alcalde y porque fuera mejor criado no perdiera nada, y Preciado aún le dijo: de no ser alcalde la daría de bofetones, y se vino hacia él. Este confesante puso la mano en la espada para evitar que aquél se acercara, pero Preciado llegó a él y le asió de las barbas con una mano y con la otra le daba de puñadas. A él se le cayó la espada del talabarte, porque se le quebró. Por otra parte, parece que López también había insultado no sólo al alcalde Preciado, sino también a Bartolomé Garrido, llamándole “decomunero”,159 de lo cual dijo no acordarse, pero acepta que pudo suceder así porque sintió mucho enojo. El teniente de alcalde ordenó notificar a Preciado si quería presentar querella contra López, porque de otra manera él seguiría la causa de oficio. Preciado respondió que no presentaría querella alguna. El teniente mandó notificar lo mismo a López, quien tampoco quiso poner queja contra el alcalde ordinario, siendo testigos de su respuesta Juan de Reina, el alcalde Martín de Monjaraz y Juan de Iniesta, vecinos de Colima. El 12 de noviembre, Juan de Aguilar nombró promotor fiscal de esta causa al alguacil Juan de Reina. Testigos de la designación fueron Juan Preciado, vecino de la Villa, y el estante Grego- 43. 1555. Febrero, 20. Juan de Aguilar reclama de Francisco Preciado el pago de cincuenta pesos que le quedó debiendo su difunta madre. Visto el testamento de Elvira de Arévalo, mujer que fue de Francisco Preciado, el alcalde ordinario Bartolomé Garrido ordenó a éste que pagase. Juan de Aguilar, además, pidió que se le pagaran 2 pesos y 2 tomines que dio al escribano Diego Veedor por los derechos del testamento. El alcalde mandó a Preciado que también los pagara. 160 Antonio de Aguayo natural de la villa de Portillo e hijo de Martín de Aguayo y Catalina de Ledesma, “hijosdalgo de solar conocido”, fue con Narváez a la conquista de la Florida desde Cuba, y luego pasó a la Nueva España; acompañó a Nuño de Guzmán a la conquista de la Nueva Galicia, con armas y caballos y participó en su pacificación donde “le rrobaron quantos ganados tenya para su sustentamyento”. Fue encomendero de Tetitlan, a 13 leguas de la Purificación, de donde era vecino, con las estancias de Carrión y Arao (Harabo). Tuvo dos hermanos más de los mismos apellidos: Lorenzo, muerto en la conquista de México–Tenochtitlan, y Diego, fallecido en “la conquista de las Higueras, con Xriptóbal Dolíd”: Icaza (1969), I, nº 476; SV 701. Lebrón le acusa de haber quemado un pueblo en tres ocasiones, dar de palos a un corregidor “y otras muertes y crueldades”: Lebrón (1979), 75. 159 Dícese comunero al partidario de las comunidades de Castilla, revuelta iniciada en 1520 contra las medidas de Carlos I para recabarse fondos y el gobierno despótico de sus consejeros flamencos. El movimiento que fue tomando carácter cada día más popular y antiseñorial, fue aplastado en la batalla de Villalar (1521), siendo aprehendidos sus principales dirigentes y ejecutados después; entre ellos: Juan de Padilla, Juan Bravo y Pedro Maldonado, representantes de Toledo, Segovia y Salamanca. 55 José Miguel Romero de Solís los naturales del dicho pueblo dijeron que había tanto. Pérez dice que, cuando fue a Quacoman por el trigo, “no hallé más de quince hanegas, y en una sementera que está por coger, declararon los indios que podrá haber otras quince hanegas que son treinta; de las cuales, quitado el diezmo, quedan veinte y siete”. Agrega Pérez que entonces pidió a los oficiales “me volviesen la falta que había habido en el dicho trigo, los cuales me dieron veinte y cuatro pesos, y la resta a cumplimiento a la falta del dicho trigo, se libraron al dicho corregidor por razón de su salario, y el dicho corregidor no puede llevar más salario que aquéllo que valieren los tributos del dicho corregimiento”. Pedía por tanto Francisco Pérez que se mandara al corregidor Pero Sánchez, “me vuelva la demasía que así le dieron e libraron los dichos oficiales”. Diego Veedor, teniente de contador, ante el alcalde mayor Alonso Sánchez de Toledo, dijo que al hacerse la pública almoneda de esos tributos, se remataron en Francisco Pérez “sesenta hanegas de trigo y diez hanegas de maíz, y que los indios del dicho corregimiento le escribieron cómo habían dado al dicho Francisco Pérez quince hanegas de trigo y diez de maíz, y que quedaban en espiga otras quince hanegas, que el dicho remate pasa así, y ansí se lo escribieron los dichos caciques del dicho pueblo”. Declaró también ante el Visitador el teniente de contador Juan Fernández El Viejo, quien se remitió a la almoneda que se hizo. Visto lo cual, el alcalde mayor mandó a los tenientes de contador que devolvieran a Francisco Pérez el valor de las 33 hanegas de trigo faltantes en el término de tres días. Como pasó el término y el demandante no había sido pagado, pidió al alcalde mayor que diera mandamiento ejecutorio, lo que hizo Alonso Sánchez de Toledo. Caja A–2, exp. 12, ff. 1-3. Francisco Preciado, el mismo día, decía que Juan de Aguilar bajo juramento declarase de qué se le debían los dichos 50 pesos y qué cosas había dado por ellos, y a quién las dio, que de otro modo él no pagaría nada, y que si el alcalde le apremiaba, “apelo de su mandamiento para ante el señor alcalde mayor desta Villa”. Garrido respondió que no embargante la apelación, Preciado debía dar y pagar lo que se le mandó. Preciado apeló, entonces, al alcalde mayor Sánchez de Toledo, quien dispuso que se le entregara un traslado de la cláusula del testamento, cosa que hizo el escribano Juan de la Torre. El testamento otorgado por Elvira de Arévalo en Colima, a 18 de enero de 1555, había pasado ante García Garcés, escribano nombrado, y la clásula rezaba así: “Iten mando que se den e paguen cincuenta pesos del oro que corre a Juan de Aguilar, vecino desta dicha Villa, los cuales me prestó para comprar cierta cosa”. Sánchez de Toledo confirmó el auto del alcalde ordinario Bartolomé Garrido. Caja A–2, exp. 11, 5 ff. 44. 1555. Junio, 2. Francisco Pérez reclama a Pero Sánchez, corregidor de Quacoman, le devuelva el valor de ciertas hanegas de trigo faltantes de los tributos de dicho pueblo. Francisco Pérez, vecino de Colima, compró en pública almoneda sesenta hanegas de trigo de los tributos del pueblo de Quacoman, pagando por ellos a los oficiales de Su Majestad, hallándose presente en el remate Pero Sánchez, corregidor del dicho pueblo,161 el cual juntamente con 161 El 8 de octubre de 1528, ante el escribano Juan Hernández del Castillo, Martín Jiménez reconoció ser deudor de Antón de Carmona, entre otras cosas, “por el diezmo del pueblo de Pedro Sánchez que se llama Gilotlan [Xilotlan], con sus estançias”: AN 1646. Quizá se trata del mismo Pedro Sánchez que en este expediente funge de corregidor en Quacoman, o tal vez Pedro Sánchez Farfán que fue encomendero de la mitad del vecino Tepalcatepec: Gerhard (1986), 257. De hecho, cuando circa 1548 se registró el pueblo de Xilotlan bajo jurisdicción de Colima, ya estaba en la Corona: SV 797. 45. 1555. Mayo, 17. Juan de Arana pide que Diego de Aguilar le entregue una cadena de oro y una cruz que tiene suyas. 56 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI Juan de Arana, ante el alcalde ordinario Bartolomé Garrido, reitera una petición que había hecho para que Diego de Aguilar declare con juramento “si la cadenilla de oro y cruz que tiene Pedro de Vivanco mía, que le emprestó Isabel de Monjaraz, si era mía, el cual declaró ante V.m. que sí. Pido y suplico a V.m. recibir juramento a Martín Ruiz de Monjaraz para que asimismo declare si es mía”, y mande por tanto a Diego de Aguilar, “luego me dé y entregue la dicha cadena de oro y cruz que está en poder de Pedro de Vivanco”. Martín Ruiz de Monjaraz declaró que la cadenilla y la cruz son de Isabel de Monjaraz y de su marido Juan de Arana. Diego de Aguilar explicó que la cadenilla se la dio Isabel de Monjaraz, suegra de este confesante, y le dijo que se la regalaba pero que la cruz era de Juan de Arana, su esposo, y si éste la pedía, que se la dieran, pero que Juan de Arana quería cruz y cadena. El alcalde Garrido dio mandamiento a Diego de Aguilar para que hiciera entrega de lo que se le pedía. Este apeló ante el alcalde mayor. Caja A–2, exp. 12, ff. 4-6. 46. 1555. Febrero, 16. Pedro de Vivanco pide que Francisco Preciado haga cuentas con él y le dé posesión de los bienes que le corresponden a Catalina de Arévalo, su mujer, por fallecimiento de su madre. Ante el alcalde ordinario Juan Fernández El Viejo, Pedro de Vivanco, en nombre de su esposa Catalina de Arévalo, hija de Diego Garrido y Elvira de Arévalo, difuntos, por cuanto ha fallecido su suegra y su esposa es una de ocho herederos, y le corresponde por tanto una ochava parte de los bienes que quedaron de su madre, pide que Francisco Preciado, en cuyo poder están esos bienes, se asiente a cuentas con él en lo que toca a los bienes muebles, y en lo que respecta a los raíces, como son las casas donde Preciado mora, y dos huertas de cacao que están en los términos de Epatlan, dé el alcalde su 57 mandamiento “para tomar la posesión de la parte que de las dichas heredades pertenesce a la dicha Catalina de Arévalo, su mujer”. Pedro de Vivanco presentó el poder que su esposa le había otorgado ante el escribano Juan de la Torre, fechado en Colima a 14 de febrero del mismo año, siendo testigos García Garcés, Pero Sánchez y Juan Aguado. El alcalde dio mandamiento a Francisco Preciado para que en el término de nueve días hiciera cuentas con Vivanco. El 25 de febrero, Preciado respondió: “Digo que ya es notorio como en esta Provincia no hay letrado, y por no haber los términos del derecho”, podría ser afectado, en consecuencia pedía “me mande dar término de abogado para que yo pueda alegar lo que me conviene”. El alcalde denegó esta petición, “porque en cosas de herencia no se sufre tanta dilación”. Notificado Preciado, apeló ante la Real Audiencia. Sin embargo, con una petición acudió ante el alcalde mayor, quien después de recibirla y ver que la causa estaba apelada ante la Real Audiencia, se desistió de ella. Por este motivo y porque estaba preso, Preciado decía que no podría seguir su apelación y, por tanto, él también se desistía de su apelación y pedía justicia ante el alcalde mayor. Una vez aceptada ésta, Preciado negó el derecho de Vivanco para solicitar cosa alguna, porque en vida todavía de Elvira de Arévalo, ya le habían dado lo que les correspondía, cosa que niega terminántemente Pedro de Vivanco. Acepta que su suegra dio algunas cosas a su hija, pero no como anticipo de la herencia sino de buena voluntad de madre a hija, y sobre lo que dice Preciado que le dieron la ochava parte de las huertas de cacao, no hay tal sino que aquéllo se le dio para que se retirara de cierto pleito que contra él trataba, y también porque Catalina era la única y legítima heredera de Diego Garrido, y que los pueblos que él tenía encomendados pasaron a ella como hija de conquistador, y eso consta por las escrituras que entre él y Preciado se hicieron en su momento. El 6 de marzo, por ausencia del escribano Juan de la Torre, el alcalde mayor nombró para José Miguel Romero de Solís tal oficio a Francisco de Cepeda. Por otra parte, Preciado recusó al alcalde Bartolomé Garrido y tuvo que tomar el caso el alcalde Juan Fernández El Viejo. Caja A–2, exp. 13, 17 ff. 47. 1555. Noviembre, 26. Juan Fernández El Mozo reclama sesenta pesos que le quedó debiendo Juan de Guriezo. Ante el alcalde ordinario Bartolomé Garrido, Juan Fernández El Mozo dice que Juan de Guriezo le quedó debiendo 60 pesos de oro común, “por razón de un concierto e averiguación que hicimos yo e vos, de una casa en que yo al presente moro”, como dice la obligación que Guriezo firmó en Colima el 19 de abril de ese año. Los dichos pesos los iba a pagar en dos plazos: “los veinte pesos de hoy en quince o veinte días, e desde el día de la fecha desta los otros cuarenta pesos en seis meses”. El alcalde Juan Fernández El Viejo dio mandamiento ejecutorio al alguacil de la Villa de Colima contra la persona y bienes de Juan de Guriezo, vecino de la Villa. El alguacil Antonio de Espinosa requirió a Guriezo162 quien, bajo juramento, dijo no tener bienes muebles sino raíces, por lo que se le ejecutó en las casas de su morada. Juan de Guriezo designó por fiador a Diego Morán. El 24 de diciembre, el demandado protestó de la ejecución, y decía que ésta debía ser anulada por varias razones: porque primeramente nada debe a Juan Fernández El Mozo, porque aunque esté dicha obligación de por medio, él no le dio a cambio nada; en segundo lugar, porque las casas en cuestión las vendió su mujer sin su consentimiento, y las ordenanzas del Reino no lo permiten. Bajo juramento, Juan Fernández El Mozo declaró que Juan de Guriezo recibió unas casas donde solía vivir Catalina, mujer de Juan Fernández Ladrillero, y las cuales la susodicha y su 162 Guriezo o Buriezo son las dos formas en que es designado este vecino aquí y en otros expedientes. 58 marido hicieron en un solar que solía ser de Guriezo; y su mujer Marigutiérrez le había vendido a la esposa de Fernández Ladrillero. Para quitarse de pleitos, Guriezo se concertó con Fernández El Mozo por los dichos pesos de oro que, ahora, él con justicia reclama, pesos que corresponden a las mejoras y beneficios que en la casa hizo Catalina, mujer de Fernández Ladrillero. Iniciado el año de 1556, el alcalde ordinario Martín de Monjaraz tomó el caso, pero como el 3 de enero tuvo que ausentarse de la Villa, remitió el caso al alcalde Francisco Navarro, a quien Guriezo recusó. Navarro aceptó la recusación y dijo que se acompañaría, cosa que Guriezo dijo que no era legal, “por no ser el primer juez de la causa”, que lo era el alcalde ausente Martín Ruiz de Monjaraz, a quien deberá remitir la causa. No hizo aprecio el alcalde ordinario Navarro y nombró por su acompañado a Juan Fernández,163 alcalde de la Hermandad y regidor de esta Villa de Colima. Guriezo, entonces, apeló ante el alcalde mayor Alonso Sánchez de Toledo, cosa que le fue otorgada. 163 Obsérvese que tres personas distintas llamadas Juan Fernández son las que aparecen en este proceso. Dos de ellas, resultan fácilmente identificables, a saber, Juan Fernández El Viejo, que fungía a la sazón de alcalde de la Hermandad, del que ofrecimos ya datos biográficos; y Juan Fernández Ladrillero, natural de Cartaya, en el ducado de Béjar, e hijo de Pero Alonso Ladrillero y Antona García; fue piloto mayor en la armada de Alvarado y compañero del capitán Bolaños en el descubrimiento de las islas del Poniente; además, sabemos que fue y vino del Perú y tuvo una merced de pesquería de perlas por la costa colimense: Icaza (1969), II, nº 723; Gerhard (1992), n° 2523. El tercero es Juan Fernández El Mozo que bien pudiera ser un vecino de Colima que se decía hijo de Alonso Hernández y de María Miguel, naturales de la Nava de Mérida, y que, llegado a la Nueva España, participó en la pacificación de Jalisco; casado y avecindado en Colima, tenía dos hijas: Icaza (1969), II, nº 721. Lebrón informa que Fernández El Mozo tenía “una estancia a tres leguas de la villa de Colima, es de ganados mayores, tendrá ciento y cincuenta yeguas y ochocientas vacas”: Lebrón (1979), 65. Si es éste del que informa Icaza, sabemos que casó —¿en segundas nupcias?— con Ginesa López La Moza, hija mestiza de Juan Pinzón El Mozo, de la que al parecer no tuvo descendencia: Sevilla del Río (1973), 68. Sin embargo, conjeturamos que “El Mozo” de quien se hace referencia, pudiera ser un cuarto homónimo: Juan Fernández de Ocampo, hijo de Juan Fernández El Viejo y Francisca de Saldaña. Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI hacer placer e buena obra”, y por plazo para pagar el 1° de febrero venidero de este presente año. La carta fue otorgada el 7 de enero de 1556 ante Baltasar Díaz, escribano de Su Majestad y notario público. Testigos: Gabriel Tapia, mercader, y Juan Sánchez, vecinos de México, y Antonio de Aguayo, vecino de la Purificación y estante en México. El alcalde Navarro dio mandamiento al alguacil Antonio de Nápoles contra los bienes de Francisco Rodríguez Lepuzcuano, quien dijo no tener bienes, y fue tomado preso, entregándolo a Gonzalo Moreno, alcaide de la cárcel de la Villa. El 28 de marzo, el detenido señaló por bienes suyos en que se haga la ejecución las casas de Juan Ruiz, vecino de Colima, su tutor y curador, y nombró al mismo por su fiador, quien así lo aceptó. Testigos: Juan Fernández El Viejo, Gonzalo Moreno y Salvador Travieso, vecinos de Colima. Caja A–2, exp. 15, 5 ff. El alcalde mayor, vistos los autos, confirmó el mandamiento de Navarro en que se vio recusado y se acompañaba del alcalde de la Hermandad. Navarro, entonces, tomó a éste juramento para cumplir con su oficio. El 11 de enero, Navarro y Juan Fernández firmaban el fallo mandando avivar la voz de la almoneda. Caja A–2, exp. 14, 16 ff. 48. 1556. Marzo, 20. Francisco Preciado pide a Francisco Lepuzcuano le pague setenta pesos que le prestó. Ante el alcalde ordinario Francisco Navarro, Francisco Preciado, vecino de Colima, dice que él tiene presentada una demanda por una obligación que le hizo en Ciudad de México Francisco Lepuzcuano, por 70 pesos de oro de tepuzque que él le prestó. Pide que Juan Ruiz, tutor de Lepuzcuano, le devuelva la obligación ya que dice que no tiene bienas para pagar. Así lo mandó el alcalde. Según la escritura otorgada por el damandado “Francisco Rodríguez Lipuzcuano, fijo de Rodrigo Lipuzcuano, difunto, vecino de la Villa de Colima”,164 reconoce que es deudor por 70 pesos de Francisco Preciado, por razón de habérselos prestado y dado de la manera siguiente: 18 pesos para paño frisado para su vestir, de sayo y capa, y una jaca castaña en 16 pesos y medio de tipuzque, y todo el resto a cumplimiento de los dichos 70 pesos, “me distes prestados en reales de plata por me 49. 1556. Enero, 3. Información sobre las circunstancias que rodearon la muerte de don Francisco Mozque, cacique del pueblo de Tapistlan. El alcalde mayor Alonso Sánchez de Toledo procede contra Antonio de Contreras, porque “yendo hacia los Motines con cierta comisión del muy magnífico señor licenciado Lebrón de Quiñones, oidor alcalde mayor del Nuevo Reino de Galicia e visitador desta Nueva España por Su Majestad, a fazer ciertos negocios por mandado del dicho señor visitador”, obligó al cacique don Francisco Mozque, principal del pueblo de Tapistlan, quien estaba enfermo de paperas, a acompañarlo al pueblo de Alimancín, donde murió. Para la información, atestiguaron Garci Garcés de Mansilla, Alonso Miguel, Hernando de Gamboa, Pedro de Vivanco y Sebastián, negro esclavo del licenciado Lebrón de Quiñones. Garci Garcés relata cómo estando en el pueblo de Alimancín, un martes o miércoles del pa- 164 Rodrigo Lepuzcuano o Guipuzcoano, conquistador y fundador de la Villa de Colima, nació en Medina del Campo que es en la Mancha de Aragón, hijo de Osursula Guipuzcoano, natural de San Sebastián, en Vizcaya, y de Catalina González; sirvió en Italia y Cuba antes de pasar a la Nueva España en compañía de Hernán Cortés, hallándose presente en la conquista de la Ciudad de México y en otras provincias, como Coatzacoalcos, Colima y Jalisco, recibiendo por encomienda el pueblo de Pazcoatlan: VP 9; Icaza (1969), I, nº 481. Nochaquilco, en Cihuatlan, y la mitad de Milpa, con las estancias de Xilosuchitlan, Manatlan y Tlacopantla, merced dada por Alonso de Estrada el 17 de abril de 1528, los tuvo antes Diego Martín de Mérida, según informa Lebrón (1979), 57. 59 José Miguel Romero de Solís sado mes de diciembre de 1555, por la mañana, todavía en la cama, que no se había levantado, vio a un indio con vara de justicia. Este testigo estaba con Pedro de Vivanco y un mestizo llamado Domingo, criado suyo, y éste comentó: “Este es Mozque, el de Tapistlan”, y media hora después llegó al pueblo Antonio de Contreras con vara de justicia, y se sentó en una silla. Ya no volvió a ver más este testigo a aquel indio. Al día siguiente por la noche, Garci Garcés partió para la Villa de Colima y después de caminar legua y media, antes de amanecer, topó en un arroyo a unos indios y un caballo, y les preguntó que a dónde iban, y uno de ellos le respondió que a Tapistlan. Garci Garcés los invitó a seguir juntos, porque él también iba para Tapistlan. Entonces le dijeron que uno de ellos iba enfermo. Este testigo siguió su camino y una hora después de haber llegado a Tapistlan, le dijeron que también había llegado Juan de Arana, y fue a verlo. Juan de Arana “estaba sangrando a un indio que decían que era el principal del dicho pueblo de Tapistlan, e que este testigo le dijo: «Ayer le ví de bueno en Alimancí», e que el dicho Juan de Arana respondió que lo había sangrado de la lengua y del brazo, porque le parecía que tenía necesidad el indio, porque había ciertos días que [ha] estado malo de una papera o llaga que tenía en el pezcuezo, e que este testigo ha oído decir que el dicho indio murió”. Hernando de Gamboa, vecino de Colima, declaró que cuando Antonio de Contreras fue hacia los Motines con cierta comisión del visitador Lebrón de Quiñones, él le acompañó. Contreras llevaba vara de justicia. Al llegar a Tapistlan, “dende a un rato vino al dicho pueblo don Francisco Mozque, cacique del dicho pueblo, con una llaga en la mano, que venía del monte. este testigo le preguntó cómo estaba; el dicho Francisco respondió que estaba bueno e venía andando; y entonces, el dicho Antonio de Contreras le dijo: «Francisco, conmigo has de ir», y el dicho don Francisco respondió que le placía, y esto era media hora antes que se pusiese el sol o una; e después que se echaron a dormir e sería medianoche poco más o menos, salieron del dicho pueblo de Tapistlan el dicho Contreras y es60 te testigo y el dicho don Francisco, y otro español que se decía Pedro de Hoces, que iba con ellos, y como era de noche este testigo no vido si el dicho Contreras le dio vara de justicia al dicho don Francisco porque fuese con él, mas de que cuando fue de día que llegaron al pueblo de Alimancín, este testigo vido al dicho don Francisco con una vara de justicia en la mano”. Preguntado al respecto, Gamboa dijo que Contreras le mandó tomar a don Francisco la vara de justicia para que le ayudase; y cuando estaban en Alimancín y le vio con su vara, a este testigo le pareció que estaba bueno e sano, pero al mediodía don Francisco vino donde estaba Contreras “quejándose, diciendo que estaba malo y que le dolía la garganta; y el dicho Contreras y este testigo y el dicho Hoces le miraron e les pareció que le debían de sangrar, y le sangraron, y se echó en una barbacoa, y este testigo no le vido más”, hasta días después, de regreso él y Contreras, pues al llegar a Tapistlan, le encontraron muy malo, “e decían que le habían sangrado ciertas veces”, y don Francisco murió. “Al día siguiente, en la puerta de la iglesia, le dijeron a este testigo cómo ya era muerto”. Alonso Miguel dijo que yendo de Colima a los Motines, al pasar por Tapistlan, preguntó por el cacique Mozque, y algunos naturales le respondieron que estaba malo, y “este testigo fue a vello, y lo vido que estaba malo, echado, e que no podía comer”. Alonso le preguntó qué tenía, y el cacique le respondió que “estaba muy malo”, y al insistirle, Mozque dijo “que estaba ya mal dispuesto e lo había llevado Contreras al pueblo de Alimancí de noche e que como anduvo de noche, se le debió de entrar algún frío en la garganta, e que como llegó con el dicho Contreras al pueblo de Alimancí, le dio una calentura, y un español que iba con el dicho Contreras, que se decía Hoces, le había sangrado. Y este testigo lo sangró de la lengua, e que después dende a ocho o diez días que este testigo volvió por el dicho pueblo de Tapistlan, preguntó por el dicho don Francisco, e su mujer del dicho Francisco e su yerno le dijeron que murió de la dicha enfermedad, e que murió la noche que tornó a pasar por allí el dicho Contreras de vuelta para Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI esta Villa”. Le preguntaron a Alonso Miguel si sabía que Contreras, contra la voluntad de Mozque quien aseguraba sentirse enfermo, le llevó por fuerza. El testigo contestó que lo único que sabía sobre el particular era que Contreras lo llevó consigo y que le dio vara de justicia. Pedro de Vivanco dice que estando en Alimancí llegaron una mañana de diciembre pasado, muy temprano, Antonio de Contreras y el cacique Mozque, ambos con vara de justicia. Contreras, entonces, le dijo al cacique: “Haz traer de comer”, y don Francisco “fue a los caciques del dicho pueblo a hacer traer de comer, y este testigo no lo vido más”. Al día siguiente, al preguntar por Mozque, le dijeron que se había regresado a su casa. Seis o siete días después, de paso por Tapistlan hacia Colima, le dijeron que don Francisco estaba malo, y fue a visitarle. Le preguntó qué tenía, a lo que le contestó el cacique: “de un dolor que tenía en un costado y en los pechos”. Cuenta Pedro de Vivanco haber observado “que tenía la barriga muy dura e alzada, e allí este testigo le hizo poner paños calientes, y este testigo se fue a acostar, e a la mañana le vido muerto”. El negro Sebastián, criado que dijo ser del licenciado Lebrón de Quiñones, recordó que en diciembre él fue sirviendo a Antonio de Contreras a una comisión, y que al llegar a Tapistlan una tarde, “vino don Francisco Mozque, cacique del dicho pueblo, con una hacha en el hombro e una manta revuelta a la cabeza, que venía andando; y le preguntó por el dicho Antonio de Contreras, y este testigo le dijo a donde estaba”. Mozque fue con Contreras que estaba mirando los caballos, “e lo abrazó, e de allí se fue a su casa e mandó matar unas gallinas para que cenase”; y luego, después de cenar, volvió don Francisco donde estaba Contreras, y éste, “delante deste testigo, e de Hernando de Gamboa e de Pedro de Hoces, otro español que iba con ellos, que si podía ir con él para ayudalle, porque sabía la lengua, hacia los Motines, que le daría una vara de justicia, e el dicho don Francisco dijo que le placía. E después de medianoche, se partieron”. Cuando llegaron al pueblo de Alimancín, Contreras le hizo entrega de la vara. “E a 61 todo lo susodicho, el dicho don Francisco iba bueno; e después de llegados al pueblo de Alimancín, al poco tiempo, “vido este testigo al dicho don Francisco que tenía la mano en la garganta, e unos algodones, y este testigo le dijo que qué tenía, e el dicho don Francisco le respondió que le dolía la garganta, que no podía tragar, y este testigo le dijo que fuese al dicho Contreras para que le viese lo que había, y el indio don Francisco no fue; e después que hubieron almorzado, el dicho don Francisco entró en el aposento donde estaba el dicho Contreras y otros españoles, y el dicho don Francisco dijo cómo estaba malo, y el dicho Pedro de Hoces le metió la mano en la boca e le quebró unos flemones que tenía en la garganta, y lo sangró, y el dicho don Francisco se fue a casa de unos parientes suyos a ver si se hallaba mejor, e después se vino a su pueblo el dicho don Francisco en un caballo que le dio Alonso de Angulo.165 E que después dende a ocho o diez días que volvió el dicho Contreras y este testigo con él por el dicho pueblo de Tapistlan, le hallaron malo, que se quejaba del costado, e le preguntaron cómo estaba, e dijo que le habían sangrado de los brazos e da la lengua nueve veces”. Contreras visitó a Mozque, “e le dio un poco de conserva”. Después llegaron a Tapistlan Pedro de Vivanco y Andrés de Segura, que también fueron a ver a don Francisco, “e dijeron que estaba ya peleando con la muerte; e ya que amaneció, murió, y este testigo vido muerto al dicho don Francisco por la mañana”. El alcalde mayor Alonso Sánchez de Toledo continuó la averiguación el 23 de enero en el pueblo de Tapistlan, y para ello designó por intérprete al mestizo Luis de Villegas para la len165 Este vecino de Colima casó con Inés de Soto, quien le sobrevivió; en el matrimonio tuvieron por hijas a Juana y María de Angulo. Quizá falleció en 1558 o, poco antes, según se desprende del testamento de su viuda Inés de Soto: infra, regº 72. El oidor y visitador Lebrón de Quiñones en 1554 informó que Angulo tenía “una huerta de cacao a tiro de ballesta de Ticavacan”, en Motín, con unas 6,000 casas: Lebrón (1979), 63; esta huerta de 400 brazas de tierra en largo y 300 en ancho fue comprada por Angulo al gobernador de Alima don Martín Tequitlate, a mediados de 1552: Sevilla del Río (1973), 91. José Miguel Romero de Solís Isabel Quaxquin, india, mujer que dijo ser de don Francisco Mozque, con la que vinieron una hija llamada Beatriz Cuisontl y Gonzalo Calotl, hermano del difunto, comparecieron ante el alcalde mayor. Este les preguntó si tenían algo contra Antonio de Contreras y si querían querellarse contra él por la muerte de don Francisco, que lo dijeran y declarasen, que él estaba presto de hacerles justicia. Ellos presentaron su demanda: Contreras había llevado a don Francisco en contra de su voluntad, porque se quería ir, y por temor de la vara de justicia que llevaba Contreras, fue con él. De ahí regresó enfermo, luego perdió el habla y finalmente falleció siete días después. El alcalde les dijo que si tenían información al respecto, que la diesen. La viuda dijo que no tenía más información de lo que propio esposo le había dicho la noche en que partió con Contreras. Cuando ella le preguntó que para qué iba, don Francisco le había contestado que por temor a Contreras, que traía vara de justicia, y él no osaba hacer otra cosa. El alcalde mayor mandó, entonces, comparecer a Juan Apo, indio mayordomo de Tapistlan, y Juan de Chávez, indio natural de Tuxpan, quienes confirmaron los testimonios anteriores. El 3 de febrero, Isabel Quaxquin, Beatriz Cuisontl y Gonzalo Colotl,167 ante el alcalde mayor, se desistieron de la querella que tenían contra Antonio de Contreras, ni pedían de él cosa alguna, “porque paresce no tener culpa dello, sino que murió de mal que Nuestro Señor le dio”. Caja A–2, exp. 16, 9 ff. gua mexicana y a Juan Pizotl, indio natural de Tapistlan, para la lengua xunicuiteca, “que es la lengua de los naturales del dicho pueblo, los cuales, algunos dellos, se entienden bien la lengua mexicana”.166 Francisco Atl, indio natural que dijo ser de la Ciudad de México y naguatato de lengua mexicana, dijo que conocía a Contreras por escribano del licenciado Lebrón, de hacía tres años, y que hará mes y medio que pasó por este pueblo, que decían que iba a Maquilí, a Aquila y a otros pueblos. Un día, estando Contreras “echado en un aposento del dicho pueblo, antes que se pusiese el sol, una hora o dos, vino don Francisco Mozque, cacique deste pueblo, que venía del monte con una hacha en el hombro, e vino a ver al dicho Contreras”. Este dijo al cacique: “Mira, que has de venir conmigo mañana e llevarás una vara de justicia para que me ayudes”, y el cacique respondió que le placía. Y así fue que marchó con Contreras. Pero al día siguiente ya estuvo de regreso en Tapistlan. Este testigo fue a visitarle y don Francisco le dijo que Contreras le había llevado y que allá había caído malo, “e con los dedos señalaba que le dolía la garganta”. Después, “se le quitó el habla, e hablaba por señas”, muriendo al cabo de siete días. Antes de fallecer dijo a los naturales de Tapistlan “cómo un español que iba con el dicho Contreras, que llevaba unas calzas coloradas, le había metido los dedos en la garganta e que le había salido sangre, e que desde entonces se había hallado peor”. 166 No hay más información acerca de esta lengua xunicuiteca. En la provincia de Colima, a mediados del siglo XVI, había “muy gran diferencia de lenguas, que ha acontecido día [que] para darles a entender lo que vuestra alteza manda hacer [de] juntar alguna cantidad de pueblos, y en diez leguas de comarca haber treinta y tres lenguas diferentes que unas o otras no se entienden y en muchos pueblos pequeños hay tres o cuatro diferencias de modos de hablar...”: Lebrón (1979), 32 (subrayado nuestro). En toda la región, empero, el “mexicano” servía de lingua franca. Cf. los comentarios a este propósito de Acuña (1987), 129-132. Con gusto remitimos a lo que hemos escrito sobre este expediente, en: Romero de Solís, Cirujano, hechicero y sangrador... (1992), 23-31. 50. 1556. Julio, 6. Bernardo de Balbuena pide ejecución contra la persona y bienes de Jorge Carrillo, en virtud de las sentencias pronunciadas por el visitador licenciado Lebrón de Quiñones. Ante el visitador licenciado Lorenzo Lebrón de Quiñones, Bernardo de Balbuena, promotor fiscal, dijo: “que en las sentencias por V.m. dadas 167 62 Anteriormente se le ha nombrado Calotl. Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI e pronunciadas en los procesos de visita contra Jorge Carrillo de los pueblos de Tecocitlan el Nuevo, e Chiapa, e Tecocitlan el Viejo, e Amatlan, e Notinpacoya, el susodicho fue condenado de más de las restituciones de excesos e pagas que a los naturales de los dichos pueblos se le debían, en ciento e diez pesos de minas para salarios de oficiales desta visita en cuatro servicios que de las visitas de los dichos pueblos se dieron, e más cincuenta e un pesos de minas para las iglesias de los dichos pueblos, y el término que se le dio para que los pagase, es pasado e no lo ha pagado, e yo los he de haber lo que toca a los dichos salarios como receptor de las dichas condenaciones. Pido y suplico a V.m., mande dar mandamiento ejecutorio en forma contra su persona e bienes, e pido justicia”. Así lo dio el visitador. Los bienes en que fue ejecutado Jorge Carrillo fueron un negro y diez mulas, que se depositaron en Pedro de Figueroa, siendo testigos Hernando de Gamboa y Juan Fernández El Mozo. El 10 de julio, el alguacil mayor hizo dar el primer pregón de la almoneda por voz de Sebastián, negro. Testigos: Diego de Velasco y Francisco Lepuzcano. El día 13, Pedro, negro pregonero, dio el segundo pregón ante Rodrigo Mexía y Pedro Ladrón de Guevara. El 16 del mismo mes, el negro Sebastián cantó el último pregón. Pedro Ladrón de Guevara lo puso en 150 pesos de oro de minas, siendo los testigos Rodrigo Mexía y Pedro de Vivanco. El 30 de julio, Bernardo de Balbuena pedía trance y remate porque el término de los pregones había corrido. Así lo mandó el visitador. El escribano Juan de la Torre lo notificó a Diego Veedor, quien tenía poder de Jorge Carrillo, ante los testigos Pero Sánchez y Martín Monje,168 vecinos de Colima. 168 Escasas son las ocasiones en que aparece residiendo en Colima, el poderoso encomendero Martín Monje, quien fuera uno de los primeros vecinos de Colima y al que Hernán Cortés encomendó en 1523 el pueblo de Queyatlan (Coyutlan): VP 23. Natural de Palos e hijo legítimo de Alonso Gutiérrez de León e Inés Alonso Monja, pasó a la Nueva España con Narváez y se halló en la conquista de la Ciudad de México y otras provincias: “Mestitan y Tutute- 63 Caja A–2, exp. 17, 4 ff. 51. 1556. Mayo, 22. Poder que otorga Alonso Portillo a Francisco Preciado. El zapatero Alonso Portillo, estante en la Villa de Colima, da poder a Francisco Preciado, vecino, para cobrar del alcalde mayor Alonso Sánchez de Toledo 200 pesos de oro de tepuzque por una escritura y depósito que le debía Francisco de Cepeda, su sobrino. Sánchez de Toledo los depositó en Francisco Vázquez. Testigos: Rodrigo Mexía, Juan de Guriezo y Francisco Lepuzcano. Escribano, Juan de la Torre. Caja A–2, exp. 18, 1 f. pec e Mechoacan y Çacatula e Yopelçingos y Colima y Jalisco”, acompañando en esta expedición a la búsqueda de las Amazonas a Francisco Cortés, quien le encomendó Tenamaztlan con 16 estancias. También participó activamente en la pacificación de la Nueva Galicia junto con el virrey Antonio de Mendoza y se cuenta entre los fundadores de Guayangareo. La amplia región que compartió con Pero Gómez y que tomó el nombre de Pueblos de Martín Monje, según lo informa el oidor Lebrón de Quiñones, le hacía residir el mayor tiempo en ellos, por lo cual el visitador acotaba: “y [de] diez años a esta parte no vive en la Villa” de Colima: Lebrón (1979), 41, 52-53 y 62; Gerhard (1992), n° 2513. No obstante esto y a pesar de tener aún muchos intereses en Colima —entre otros, beneficiaba en compañía de Juan de la Torre una huerta en Popoyutla con 8,000 casas de cacao y otra a solas, a media legua de la Villa, con unas 7,000 casas, más “ciertas estancias que no se sabe el ganado que tendrán”: Lebrón (1979), 64 y 66—, Martín Monje se quejaba de padecer necesidad y que estaba “siempre enfermo en Colima”. Con cinismo y seguridad en lo que hacía, pedía al virrey “que la merced que se le oviere de hazer”, fuera “en tierra frya”: Icaza (1969), I, nº 84. Del matrimonio de Martín Monje con Isabel Álvarez de Corona, hubo una tras otra cinco hijas, una de las cuales — llamada como la madre— casó con el poeta Pedro de Trejo: Sevilla del Río (1974), 22 y López Mena (1981), 14. Por fín le nació un hijo varón: Martín Monje de León, que sucedió en las encomiendas a su padre y que asistió a la redacción de la Relación de la Provincia de Tenamaztlan (1579). José Miguel Romero de Solís 54. 1557. Marzo, 31. Juan Fernández El Mozo pide que Francisco Navarro le devuelva una taza de plata que le prestó. 52. 1556. Julio, 30. Nombramiento de Juan de Guriezo como curador de Francisco, indio natural. El alcalde ordinario de la Villa de Colima Francisco Navarro designa a Juan de Guriezo como curador ad litem de un indio natural llamado Francisco. Testigos: Alonso Sánchez de Toledo, alcalde mayor, y Diego de Almodóvar, vecinos de Colima. Escribano Diego Veedor. Caja A–2, exp. 19, 1 f. Ante Hernando Botello,171 juez de residencia de esta Villa de Colima y su Provincia, Juan Fernández El Mozo denunció que “Francisco Navarro, siendo alcalde ordinario desta Villa, me pidió una taza de plata emprestada, bien habrá un año, y no me la ha querido dar aunque muchas veces se la [he] enviado a pedir”. Pide que se la devuelva luego delante del mismo juez. Botello mandó que Navarro, bajo juramento, declarase. Ante el escribano Pero Sánchez, el acusado dijo que era verdad que Juan Fernández le prestó la taza, pero que está en poder de Juan Fernández El Viejo, teniente de tesorero, empeñada por 6 pesos, porque para ese efecto se la prestó el susodicho. Testigos: Juan Ruiz y Jerónimo de Sosa. Botello mandó a Navarro dar fianzas hasta tanto regresara Juan Fernández El Viejo, quien se hallaba ausente de la Villa. Navarro nombró por su fiador a Andrés de Segura. Testigos de ello fueron Garci Rodríguez172 y Juan Montaño. Caja A–2, exp. 21, 2 ff. 53. 1557. Junio, 9. Almoneda y remate de los bienes de Bartolomé Garrido, difunto. Los albaceas, Bartolomé Sánchez y Diego de Almodóvar, albaceas de Bartolomé Garrido, difunto, vecinos los tres de Colima, “trajeron un negro que se llama Antón al almoneda pública, el cual anduvo en la dicha almoneda por voz de Juan, negro pregonero, a luego pagar e luego rematar”.169 Fue adjudicado a Hernando de Gamboa que pagó por el negro Antón 240 pesos de minas. Caja A–2, exp. 20, 1 f.170 171 169 Garrido, hermano del también vecino de Colima Diego Garrido, falleció en 1557. Aunque en otro lugar se dice que sus albaceas fueron Martín de Monjaraz y el bachiller Pedro Sánchez: infra, regº 56, el 29 de diciembre de 1557 y ante Francisco de Nava, alcalde ordinario de la Villa de Colima, “parescieron [Bartolomé] Sánchez e Diego de Almodóvar e dijeron que [...] Garrido [...] hizo e ordenó su testamento, en el cual los dejó por albaceas e a Mari Ruiz de Monjaraz, su mujer”: Romero de Solís, Papeles varios... (2000), regº 31 y 32. Entre los bienes que quedaron a su muerte y se inventariaron, se cuenta: “la mitad de una huerta de cacao en términos de Escayamoca en compañía de Diego Veedor. Iten, un negro que se dize Antón — mencionado en el presente registro—. La mitad de un negro que se dize Jorge, que tiene en compañía con Diego Veedor”; además de “unas casas de bajo, cubiertas de paja”, donde moraba: Romero de Solís, Papeles varios... (2000), regº 31-32. 170 Escritura trunca. 64 Hernando Botello era de Alcántara, hijo de Gutierre de Raodona y Mari Gómez de Buiza, y tuvo en Nueva España un hermano que participó “en muchas conquistas, desde Mechuacan hasta Culiacán, el qual es fallecido”, quien vivió con estrechez dejando deudas “quél a pagado algunas dellas”: Icaza (1969), II, nº 1301. Aunque en forma expresa no se dice, Botello llegó a la Villa de Colima a tomar residencia al alcalde mayor Alonso Sánchez de Toledo. 172 Quizá este García Rodríguez sea el registrado como vecino de México y natural de Alcázar, hijo de Alonso de Almodóvar y Catalina Sánchez, de quien se dice que, una vez en la Nueva España, “fue a la Tierra Nueua, donde fue por capitán Francisco Vázquez Coronado, con sus armas y dos cauallos; e que a tenydo mynas y esclauos”: Icaza (1969), II, nº 1312. Peter Gerhard (1992), n° 2486, empero, relaciona al registrado por Icaza con un homónimo que era cura beneficiado en las minas de Tasco entre 1560 y 1600, quien en 1553 recibiera una comisión del virrey Velasco para averiguar sobre las quejas surgidas entre los naturales de Cuiseo, en la provincia de Zacatula: Ibid., n° 2487 y 2490. Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI El alcalde dio su mandamiento para que se le pagara al demandante de los bienes del difunto. Caja A–2, exp. 23, 2 ff. 55. 1557. Mayo, 8. Poder que otorga Pedro de Vivanco a los mercaderes Francisco Rodríguez y Diego Téllez. Pedro de Vivanco, escribano de Sus Majestades, vecino de Colima y estante al presente en la Ciudad de México, otorga poder a los mercaderes Francisco Rodríguez, vecino de México, y Diego Téllez, vecino de Colima, especialmente para cobrar de Alonso Sánchez de Toledo y Francisco de Cepeda, “toda la cantidad de cacao que yo he de haber e me pertenecen de las huertas de cacao que yo el dicho Pedro de Vivanco, tengo en compañía de los dichos Alonso Sánchez de Toledo e Francisco de Cepeda, que son en los términos del pueblo de Apatlan”, llamadas Señora Santa Ana y Santa Isabel, en las que tiene en compañía de ellos “la ochava parte dellas de todas las cosechas”. Caja A–2, exp. 22, 2 ff. 57. 1555. Agosto, 16. Juicio de residencia contra Juan de Arana, alcalde ordinario que fue de la Villa de Colima. Cargos que resultan de la pesquisa secreta contra Juan de Arana, alcalde ordinario que fue de la Villa de Colima el año pasado de 1554 Primero se le hace cargo que procedió de oficio contra Diego de Almodóvar “por desacato que tuvo contra Francisco Preciado, alcalde ordinario que a la sazón era, e prendió al dicho Diego de Almodóvar, e no hizo justicia como era obligado”. También porque en un proceso contra Pedro de Ribera por querella presentada por Juan Fernández El Mozo, quien luego se apartó de ella, Arana procedió de oficio, y en la sentencia que pronunció contra Ribera, “no aplicó la mitad para la Cámara e Fisco de Su Majestad como era obligado”. Un tercer cargo es por el proceso hecho contra Francisco Pérez, Pedro de Ribera, Andrés de Segura, Antonio de Maya,174 y otros, “sobre que se acuchillaron e dieron una herida en el rostro al dicho Antonio de Maya, e no prendió ni castigó a los dichos Pedro de Ribera e Andrés de Segura, ni contra los demás, sino contra el dicho Francisco Pérez”; y en la sentencia pronunciada, “no condenó a éste en la pena que mereció conforme a la calidad del negocio, ni menos le condenó en las armas, las cuales y las de los demás delincuentes susodichos son e pertenescen a la Cámara de Su Majestad”. Suscribe los cargos Alonso Sánchez de Toledo, alcalde mayor y juez de residencia. El escribano Juan de la Torre notificó a Juan de Arana que respondiera en el plazo de tres días. Juan de Arana quiso justificar sus actos. 56. 1557. Junio, 18. Juan Fernández Ladrillero reclama el pago de un dinero que le quedó debiendo Bartolomé Garrido, difunto. Juan Fernández Ladrillero reclama el pago de “ciertos pesos de oro que Bartolomé Garrido, difunto, le debía de ciertas cosas que había tomado de su tienda, de lo que el dicho Juan Fernández Ladrillero exhibió e presentó la cuenta de lo que había dado al dicho Bartolomé Garrido, e pidió al dicho señor alcalde se lo mande pagar e pidió justicia”. El alcalde ordinario Juan Fernández El Viejo ordenó notificar a los albaceas de Garrido, Martín de Monjaraz y el bachiller Pero Sánchez,173 si tenían que alegar algo en contrario. Estos pidieron que Fernández Ladrillero, bajo juramento, declarase si era cierta y verdadera la cuenta. Así lo declaró éste. 173 En el regº 53, aparecieron como albaceas de Garrido, Bartolomé Sánchez y Diego de Almodóvar. El bachiller Pero Sánchez —aquí aludido— es el escribano a quien se pedirá entregar bajo inventario las escrituras bajo su guarda a Diego Veedor, su sustituto en el Cabildo: infra, regº 58. 174 En otros lugares, es nombrado Antonio de Amaya; véase lo que anotamos: supra, regº 40. 65 José Miguel Romero de Solís Descargos Sobre el primer cargo decía que, cuando hacía la correspondiente información, tuvo “cierta pasión con Juan Ruiz, vecino desta Villa, y me fue forzado ir a la Ciudad de México do estuve todo el demás tiempo que me quedaba del año, y a esta causa le dí en fiado”, lo que es costumbre en los jueces, tanto en esta Villa como de la Ciudad de México. Del segundo cargo dice que sentenció a Pedro de Ribera, destinando una tercera parte para la Cámara Real, porque “así lo tenía entendido; y como no soy letrado, sentencié aquello que me pareció”. Y agrega: “y la razón me guía porque a sabello y entendello, como hice lo uno, hiciera lo otro, especialmente que dello no llevé ningunos derechos”. Acerca del tercer cargo comenta que “in fragante delito se halló Juan de Aguilar que a la sazón decía ser teniente de alcalde mayor, y procedió contra ellos e hizo información como consta por el proceso, y les tomó las armas Juan de Reyna, alguacil que a la sazón era”. Esto aconteció al final del año de 1553; y empezando 1554, siendo Arana alcalde ordinario de la Villa, supo que el asunto estaba por sentenciar. Entonces pidió al escribano que le llevase el proceso. Para esa fecha se habían apartado de la querella Antonio de Maya y Andrés de Segura; por eso, procedió contra los dos restantes y no los condenó en las armas, porque ya Aguilar y el alguacil Reina se las habían quitado. El 18 de septiembre, Alonso Sánchez de Toledo dictó sentencia: le condenaba en 12 pesos de oro común aplicados la mitad para la Cámara y Fisco de Su Majestad, y la otra mitad para gastos de la Justicia y obras pías de esta Villa, más las costas del proceso. Juan de Arana pagó su condena. Dan cartas de pago Juan Fernández y Francisco Navarro, como tesorero y receptor de gastos de Justicia, respectivamente. Caja A–2, exp. 24, 6 ff. 58. 1557. Agosto, 3. 66 Se manda al escribano Pero Sánchez entregar bajo inventario todos los registros y escrituras a su cuidado a Diego Veedor. El alcalde mayor Lope de Arellano175 ordena al escribano Pero Sánchez que entregue a Diego Veedor,176 “escribano desta Villa nombrado por el dicho Cabildo e Justicia della, todos los registros y escrituras, y procesos así civiles y criminales”, más tutelas, almonedas y demás escrituras que ante él habían pasado durante el tiempo que fungió el oficio de escribano; las dará a Diego Veedor por inventario, y éste dará carta de pago correspondiente extendida al pie del dicho inventario. Todo ello bajo pena de 100 pesos de oro, la mitad para la Cámara Real y la otra mitad para gastos de Justicia. 175 Entre las medidas inmediatas de gobierno que puso en práctica el nuevo alcalde mayor Lope de Arellano, estuvo la de corregir la administración de la justicia y el cuidado de la fe pública, logramdo que el Cabildo de la Villa nombrase por escribano a Diego Veedor, del que proporcionamos algunos datos más adelante. Avecindado en la Ciudad de México, Lope de Arellano dijo ser originario de la villa de Amedo y que era hijo de Alonso de Arellano y María de Velasco. Al parecer siempre tuvo, desde que pasó a Nueva España, “sus armas, negros y cauallos en serviçio de Su Majestad, y fue a descubrir por la mar del sur en el armada que mataron a Becerra, y después fue con el Marqués a la isla, y ques casado con hija de Juan Millán, y tiene vn hijo legítimo y su muger para parir”: Icaza (1969), II, nº 555. En 1551, aparece registrado como corregidor de Molango y Malina: Gerhard (1992), nº 1748. 176 Diego Veedor era natural de Sanlúcar de Barrameda e hijo de Juan Veedor y Elvira Alemaña; habiendo pasado a la Nueva España, participó en la pacificación de la Nueva Galicia y en la de los Yopes, con Vasco Porcallo, y luego en la conquista de la Mar del Sur, “todo a su costa”; había casado con una hija de Francisco Guillén, uno de los primeros conquistadores, avecindándose luego en la Villa de Colima: Icaza (1969), II, nº 724. Lebrón de Quiñones, en su Relación sumaria (1554), informa que Diego Veedor en compañía de Bartolomé Garrido poseía “una huerta de cacao a un tiro de piedra de Escayamoca”, con unas 8,000 casas de cacao; también, Veedor tenía “otra huerta de cacao en compañía de Martín Páez junto a la Villa de la Purificación de mil casas de cacao”: Lebrón (1979), 63. En 1553 fungía en la Villa de Colima como teniente de contador, puesto por el contador general de la Nueva España Antonio de Ribero Espinosa, quien acababa de sustituir en el cargo a Antonio de la Cadena: Gerhard (1992), n° 2552. Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI Fue notificado Pero Sánchez por el propio Diego Veedor, estando en el Cabildo de esta Villa presentes Justicia y Regidores. Sánchez escuchó el auto diciendo que estaba presto de entregar todas las escrituras y papeles, pero apelaba de la pena que el alcalde mayor le imponía. Caja A–3, exp. 1, 2 ff. 59. 1556. Abril, 7. Diego de Ávila, a nombre de su esposa Estebanía de Cervera, pide que Diego Morán, su suegro, se asiente a cuentas como albacea de los bienes de Juan de Cervera y María de Lorenzo. Diego de Ávila, nombrado curador ad litem de Estebanía de Cervera, su esposa, dice que Juan de Cervera, tío de Estebanía, falleció y le heredó ciertos bienes, cuyo albacea es Diego Morán, padre de Estebanía, quien es también albacea de los bienes dejados por María de Lorenzo, su primera mujer, madre de Estebanía de Cervera.177 Ávila quiere averiguar qué bienes de los que están en poder de Morán pertenecen a su esposa. Por ello ruega al alcalde ordinario Hernando de Gamboa que mande comparecer ante sí a Morán y que éste exhiba los testamentos, almonedas, inventarios y demás recaudos que tuviere, tocantes a ambos difuntos, y le dé cuenta a él, Diego de Ávila, de lo perteneciente a su mujer. En posteriores peticiones, Ávila dice Diego Morán echó a censo 100 pesos de minas sobre haciendas de Cifontes,178 y después en Juan de la 177 Para los nombres aquí barajados: supra, regº 7. Francisco Cifontes (Sifontes, Zifontes, Cifuentes), conquistador y vecino fundador de la Villa de Colima, vino a la Nueva España en compañía de Pánfilo de Narváez, y tomó parte en la conquista de México–Tenochtitlan, de donde escapó en la noche triste con una pierna atravesada “de una varada”, para regresar más tarde a la conquista definitiva. En compañía de Gonzalo de Sandoval, hizo varias campañas, “y fué siempre cabo desquadra”. Acompañó luego a Hernán Cortés en la conquista de Pánuco y, más tarde, participó en las entradas a los Yopes, Colima, Zacatula y Motín. “Ha sido algo provechado e tenido cargos en esta tierra, mantiene armas y caballo”: VP 11; Icaza (1969), 178 67 Torre; por otra parte, pide cuentas a Morán de 240 pesos de minas que cobró de Juan de Arana, vecino de Colima; también de otros 150 pesos de minas que largó a Juan de Arana y que no pudo hacerlo por ser bienes de menores; igualmente quiere que le pague el censo y los réditos de 410 pesos de minas que Morán no cobró por descuido y negligencia. Ávila dice que las casas de la morada de Diego Morán en esta Villa no son suyas, sino de Estebanía de Cervera una tercera parte, por ser la mitad de las dichas casas de María Lorenzo, así como también la tercera parte de una estancia, y la tercera parte del ganado mayor y menor, yeguas, vacas, potros, puercos, que la madre de Estebanía de Cervera tenía en su poder. Debe de darle y entregarle por la misma razón la tercera parte de la huerta de cacao que tiene en el Valle de Caxitlan, “que se puso en vida de mi suegra”. Morán respondió diciendo que hacía presentación del testamento de su hermano Juan de Cervera, pero que María Lorenzo no hizo testamento alguno, “porque al tiempo que ella murió, ella y yo estábamos muy pobres, y si no era de ciertas yegüezuelas que teníamos, de que nos manteníamos y sustentábamos, otra cosa no teníamos”; pero para evitar que Diego de Ávila piense que le quiere llevar lo que de justicia per- I, nº 91. Alonso de Estrada le hizo merced el 16 de diciem- bre de 1527 de tres pueblos: Tecuxuacan, Mazatlan y Tepetatipa, beneficiándose además de otros dos nombrados Mazatlanejo y Los Gualatacas, al parecer, sin título alguno, según informa el visitador Lebrón de Quiñones, quien agregaba que Cifuentes, “de siete años a esta parte”, no residía en la Villa de Colima sino en las minas de Guachinango del Nuevo Reino de Galicia, aunque mantenía “una huerta junto a Caxitlan ya perdida de seis mil casas de cacao”: Lebrón (1979), 54-55, 62 y 64. Quizá para las fechas cuando informaba Lebrón, había venido a menos el proyecto de Cifuentes de instalar un molino harinero para surtir la Villa de Colima; en efecto, el 2 de octubre de 1542, el virrey don Antonio de Mendoza le había dado merced de una caballería más de tierra, junto a la que ya tenía en compañía de Juan Fernández El Viejo, y en donde tenía “hecho y edificado [...] un molino en el río que pasa por la dicha Villa”: Reyes G. (1981), 48-49. ¿Acaso de aquí tomó nombre la llamada en ese tiempo Huerta del Molino?: ver infra, regº 107. José Miguel Romero de Solís tenece a su hija, dice que hace presentación de una “memoria de los bienes que con ella recibí”. “Declaración hecha por Diego Morán de lo que recibió en dote con María de Meltoro, hija de Alonso Lorenzo”: dos yeguas de vientre, la una parida con una potranca; por fin y muerte de mi suegro Alonso Lorenzo, me cupieron en herencia otras tres yeguas, todas paridas, y un potro overo, el cual dejé por garañón de las yeguas, el cual vendí después con las yeguas a peso de tepuzque. Más me dieron con ella una saya de Perpiñán con tres ribetes de terciopelo, más medio verdugado de paño de color de pasa. Recibí un manto de estameña y seis camisas de la tierra, y cofias. Más me cupo por fin y muerte de Alonso Lorenzo, mi suegro, treinta pesos de tepuzque, dos esclavos indios: el uno destos me cupo la mitad, más medio solar, veinte ovejas, más otro medio solar, más media estancia”. Agrega luego: “Iten una estancia de ganado que en ella habré cien yeguas”. Y dice: “para esto que tengo declarado, pagué de mi bolsa cuando murió María Lorenzo, mi mujer, la misa y vigilia y novenario y la sepultura, ofrendadas de pan y vino y cera que se gastó, y más, cuando vine de México, hice el cabo de año como es uso y costumbre, y por haber veinte años, no tengo memoria de lo que costó esto y montó éstos. Más siete varas de ruán, que saqué de la tienda de García Rodríguez, de las cuales le hicieron dos camisas que le envié al Puerto,179 la una que hizo Ana de la Zarza, mi mujer, y la otra Elvira Lorenzo”. El 22 de mayo, Diego Morán solicitaba un término de 100 días, “para enviar a la Ciudad de México, a donde tengo mis letrados”. El 10 de septiembre, Diego de Ávila, por cuanto Morán “no ha querido ni quiere hacer ningún conchavo, ni buena aveniencia, ni dar cuenta”, pedía que el alcalde le mandara bajo penas graves que se asentara con él a cuentas. Caja A–3, exp. 2, ff. 1-9. 60. 1552. Marzo, 23. Testamentaría de Juan de Cervera. Ante el bachiller Juan García,180 provisor y vicario general del Obispado de Mechuacan, y de su notario Diego de Mata, presente el vicario de la Villa de Colima Alonso Sánchez de Miranda, compareció Juan Pinzón181 e hizo presentación del testamento de Juan de Cervera. “En la Ciudad de Pázcuaro, que es en esta Provincia de Michuacan, domingo en la noche, diez y siete días del mes de noviembre del año del Nascimiento de Nuestro Salvador Jesucristo de mil e quinientos e cuarenta e nueve años [1549], estando en el hospital de Nuestra Señora de la Concepción de la dicha ciudad, malo de enfermedad grave, un mancebo venido de la Villa de Colima que había [por] nombre Juan de Cervera, en presencia de mí Nicolás de Aguilar, escribano de Sus Majestades, e de otras muchas personas que ende estaban, dijo por su boca que daba su poder cumplido, según que en tal caso se requiere, a Alonso Zabicos que presente estaba”, para que hiciera bien por su alma, y que todo lo demás lo dejaba como heredera suya a su sobrina Estebanía Cervera, quien vivía en la Villa de Colima. Al día siguiente, Alonso Zabicos, a nombre del Juan de Cervera, dispuso así las mandas: por el ánima del difunto, primeramente, misa de cuerpo presente cantada el día de su fallecimiento; que en la iglesia de esta ciudad, donde Cervera está sepultado, le digan los curas de la 180 Del bachiller Juan García Zurnero hicimos alusión: supra, regº 37. 181 Debe tratarse de Juan Pinzón El Mozo, hijo de Juan Pinzón El Viejo y Ginesa López La Vieja; como sus padres era natural de Palos: VP 1; Icaza (1969), I, nº 478, de donde vino a México hacia 1530: Boyd–Bowman (1968), II, regº 5319. Fue casado con Elvira Prieto que no quiso acompañarlo a México: Sevilla del Río (1973), 68-69. A la muerte de Pinzón El Viejo, pasaron a él los pueblos encomendados: Tecociapan, Tecolapan, Temacatepan, Aguacatitlan, Atliacapan y Xaltepozotlan. Cuando Lebrón de Quiñones hizo su visita a la Villa de Colima (1554), éstos estaban en posesión de Ginesa López La Vieja: Lebrón (1979), 51-52. 179 Se refiere al Puerto de Santa María (Cádiz, España): al respecto, el testamento de Alonso Lorenzo de Meltoro: supra, regº 7. Ana de la Zarza, aquí aludida, era esposa de Diego Morán, y Elvira Lorenzo, su cuñada, esposa de Lázaro del Valle. 68 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI misma un novenario de misas rezadas “y salgan con su responso sobre su sepultura”, y que los mismos celebren por su ánima, y las de sus padres y parientes, 20 misas rezadas, y que se digan también “las treinta y tres misas de Santo Amador”; y por las Ánimas del Purgatorio otras 20 misas rezadas. Manda 10 pesos de limosna para la lámpara del Santísimo y otros 10 pesos para el hospital de Nuestra Señora de la Concepción donde falleció Cervera. Por las ánimas de las personas a cargo de Cervera, 10 misas rezadas más. Dispuso Zabicos también que en la iglesia de la Villa de Colima, los curas de ella celebren un trentanario de misas por su ánima, por las de sus padres y parientes, y por las personas que estaban a su cargo. Para su cumplimiento, nombraba por albaceas y testamentarios al Padre Alonso Sánchez de Miranda, cura y vicario de Colima, y a Juan Pinzón, vecino de Colima. Cumplidas las mandas, todo lo que quedase de sus bienes, lo destinaba para Estebanía de Cervera, su sobrina. El testamento pasó ante el escribano Nicolás de Aguilar, y fueron sus testigos Francisco Gómez, Pedro Díaz de Villalba,182 Francisco Díaz, diácono de Evangelio, Antonio de Mala, diácono, y Cristóbal de Barrios, vecinos y estantes en Pátzcuaro. El 27 de mayo de 1554, ante el notario Juan de Iniesta,183 el Padre Alonso Sánchez de Miranda recibió juramento de Diego Morán, quien declaró que este testamento estaba cumplido y, por ello, le dio por libre. Caja A–3, exp. 2, ff. 10-13. Tutela de la persona y bienes de Estebanía de Cervera en Diego Morán, su padre, y licencia para vender sus yeguas. Diego Morán, ante el alcalde ordinario de la Villa de Colima Juan Fernández El Viejo, solicita la tutela y administración de su hija Estebanía de Cervera, a quien Juan de Cervera había dejado como heredera de “ciertas yeguas y ciertos pesos de oro que tenía”. Además, como no tiene quién vele por ese ganado, pide licencia para vender sus yeguas. El alcalde ordenó que Morán hiciera presentación del testamento de Juan de Cervera y el remanente de los bienes legados por el difunto. Morán así lo hizo. Dijo que eran 80 yeguas, chicas y grandes, machos y hembras, y 130 pesos de minas, puestos a censo en Francisco de Cifontes, Pero Gómez y en el propio Diego Morán. También aclaró que como él tenía otros hijos de su primera esposa María de Meltoro y de la segunda, Ana de la Zarza, para evitar pleitos con su hija, pedía que se le diera la tutela, lo cual hizo el alcalde tomándole juramento y dándole poder para ello. El 26 de agosto, Morán pedía de nuevo licencia para vender el ganado, por cuanto se lo comen “leones e lobos, como es público y notorio”, lo que ratificó bajo juramento. Juan Fernández El Viejo ordenó que salieran en pública almoneda, rematándose en Juan de Arana, a 10 pesos de minas cada cabeza. Testigos fueron Juan Bautista, Diego Téllez y Martín de Monjaraz, vecinos de la Villa. El 6 de septiembre de 1551, ante el escribano Juan de la Torre, Juan de Arana se obligaba en favor de Diego Morán, tutor de Estebanía de Cervera y se comprometía a pagar, a partir de la fecha de la escritura “en seis años cumplidos primeros siguientes so pena del doblo e costas”, la cantidad de 800 pesos de buen oro de minas por razón de 80 yeguas. Fueron testigos de la escritura el alcalde Juan Fernández El Viejo, Pedro de Figueroa y Alonso de Trejo, vecinos de Colima. 61. 1551. Agosto, 25. 182 Díaz de Villalba, quien pronto recibió una merced de estancia mayor en Puruándiro que vendió en 1546, con los años vendría a ser poseedor de varias estancias de ganado mayor en la provincia de Michoacán: Paredes Martínez et al. (1984), 123; Gerhard (1992), n° 1564. 183 Con Juan de Iniesta ha habido múltiples confusiones, por cuanto se le ha identificado con el Juan de Añesta (o Niestra) que llegó desnudo y en forma insólita ante los naturales del pueblo de Ameca: cf. Amaya Topete, Ameca... (1951). 69 José Miguel Romero de Solís Juan de Arana pagó un primer abono de 390 pesos de oro de minas, firmando de recibido Diego Morán. Caja A–3, exp. 2, ff. 14-19. 62. 1557. Septiembre, 7. Diego Morán reclama de Juan de Arana el pago de resto de una obligación, oponiéndose a ello Bartolomé Sánchez. El 7 de septiembre de 1557, ante el alcalde mayor Lope de Arellano, Diego Morán reclamaba el pago del resto de esta obligación que había suscrito Juan de Arana seis años atrás184 y pedía mandamiento de ejecución contra su persona y bienes. El mismo día, el alcalde mayor así lo dispuso, ejecutándolo el alguacil Pedro de Figueroa,185 en once cargas de cacao que estaban en la casa de Bartolomé Sánchez, a quien el alguacil hizo depositario de las mismas. Bartolomé Sánchez, vecino de Colima, el 18 de septiembre protestaba ante el alcalde mayor, alegando que las cargas de cacao embargadas como bienes de Juan de Arana, no eran de éste, sino de Jerónimo García Aceves, mercader de la Ciudad de México; por ello decía: “entre mí y Jerónimo García hay extensa amistad, y ansí me ha escrito muchas cartas, entre las cuales me escribió ésta de que hago presentación”, según la cual, “Juan de Arana, vecino desta Villa, me envió a mi posada once cargas de cacao, pidiéndome [que] su voluntad era, por virtud de la dicha carta, de las pagar al dicho Jerónimo García, como en efecto se las dio y pagó, y lo pudo hacer muy bien conforme derecho porque él es libre y en libre albedrío de pagar a cualquiera de sus acreedores y ansí tenía muchos días que yo tenía en mi poder y casa las dichas once cargas de cacao, pagadas por el dicho Juan de Arana al dicho Jerónimo García. Y agora, Diego Morán 184 La obligación a la que se hace referencia, es la que aparece suscrita por Juan de Arana en el regº 61. 185 Por este tiempo, el vecino de Colima Pedro de Figueroa poseía una buena estancia de ganado mayor, “a tres leguas de la villa de Colima”, con 500 vacas y 300 yeguas, al decir de Lebrón (1979), 65. 70 tiene ejecutado en las dichas cargas de cacao por lícita deuda que dicen que le deben, según que en la dicha ejecución se ve, a la cual oponiéndome y por razón de esta dicha carta el dicho Jerónimo García tiene derecho y son suyas las dichas once cargas de cacao, y yo no tengo de ser despojado dellas”. Pide, en consecuencia, que se las devuelvan. Sánchez hizo presentación de varias cartas misivas. Una, de Jerónimo García Aceves a Bartolomé Sánchez, fechada en México a 4 de julio de 1557, en donde le dice que es portador de ella Alonso de Jerez, quien va a Colima “con algunas mercadurías para ganar la vida”, y le recomienda que, llegando, le favorezca y ayude. Agrega García Aceves en su carta: “Aquí ha venido muchas veces Espinosa; e la primera vez le rogué que, pues me prometió en Toluca, cuando de esa Villa vine, me pagaría, fuese así”. Pero el tal Espinosa, mentiroso como siempre, “se descabuyó y se fue”. A este propósito comenta: “cuando aquí estuvo Monjaraz, le supliqué que, pues éste era tan gran tramposo, me diese la gracia e me sustituyese el poder de V.m., que sólo cobraría, y no quiso, aunque de mí fue muy rogado”. En otra parte de la carta, escribe: “Juan de Arana me escribió con el señor Gamboa, cuando a esta ciudad vino, trabajase con una señora a quien él debe MXX [1,020] pesos de minas, le esperase hasta este San Juan pasado, que era la cosecha del cacao, y que para entonces él pagaría, y al tiempo que él compró la negra, a intercesión del señor Arana, fui intérprete, de manera que hubo negra. Y como esta señora se quejase de que por mi respeto la había dado, díle yo otra negra mía, que me había costado mil pesos de minas, que no hallo en las Indias a otra tal, y así le pagué lo que le debía Juan de Arana, y se me debe a mí. Escribíle cómo yo seré allá de aquí a tres meses, y antes no porque tengo que hacer en Zacatecas, y será mi ida: que para entonces sea la paga cierta y no sea yo detenido”. Quiere el mercader que de preferencia le pague en cacao, tomándoselo “a muy buen precio, de manera que no se dé a más de veinte y cinco pesos, porque de presente vale en esta ciudad a treinta pesos de tipuzque, y se espera Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI valdrá a menos, porque ha de venir de Guatemala y Soconusco mucho, y de necesidad abajará”.186 El 9 de julio de 1557, Jerónimo García Aceves escribía a Juan de Arana y le decía que la señora Gregoria de Guevara se había quejado con él de haber vendido su negra, por eso, “le dí la mía, que juro por Dios en la Nueva España dudo hay otra tal, porque me costó del doctor Santillán, cuando se quiso ir a España, mil pesos de oro de minas”. Dice que todo ha sido por prestarle un servicio y, por eso, quiere ser pagado puntualmente cuando venga al cabo de tres meses a esta Villa. García Aceves añade que el portador de la carta “es un mancebo que se llama Alonso de Jerez, de mi tierra, y va a esa Villa e lleva algunas mercadurías para ganar la vida”. Le pide que le favorezca si algo se le ofreciera. Desea también que entregue el cacao a Bartolomé Sánchez, a quien escribe sobre el particular. A espaldas de esta carta misiva, Bartolomé Sánchez firmó por recibidas 11 cargas de cacao que recibiera de Jerónimo de Sosa, “persona que está con el señor Juan de Arana”, en razón de “cada carga de a treinta pesos de tipuzque, que se montan trescientos y treinta pesos del dicho oro de tipuzque, las cuales recibo en nombre de Jerónimo García de Aceves, y para él, para en cuenta de pago de trescientos y veinte pesos de minas que el dicho señor Juan de Arana debe a Gregoria de Guevara, vecina de México, de una negra que le compró en el dicho precio, que se llama Ana, y el dicho Jerónimo García los ha de 186 Esta carta del mercader Jerónimo García Aceves permite avizorar la progresiva complejidad que iba adquiriendo el comercio entre Colima y la Ciudad de México y, por otra parte, las noticias, referencias y compromisos mutuos que se daban entre los socios. Baste señalar algunos puntos: todavía, uno de los principales productos que animaban la vida económica de Colima y su provincia, era el cacao y, por estas fechas, comenzaba a ser amenazante el hecho que, desde Soconusco y Guatemala, se venía introduciendo en los mercados de la Ciudad de México y, por su efecto, el precio se desplomaba. Ahora bien, si esto ocurría por una parte, por otra —como se ve en la carta que sigue, escrita por Arana a su compadre Sánchez—, la apertura del mercado de Zacatecas era promisorio, porque “dobla la moneda, que vale allá a sesenta pesos la carga”. 71 haber porque los pagó por el dicho señor Juan de Arana”. El 23 de agosto de 1557, Bartolomé Sánchez escribió otra carta misiva a Juan de Arana, quien se encontraba en su Huerta de Zalaguacan. Decía así: “Señor compadre: recibí la de V.m., y nos holgamos con ella en saber están muy buenos: loado sea Cristo por ello. A lo que dice V.m. que tiene once cargas de cacao guardadas para el efecto de lo de la negra, él me escribió en su carta que el cacao que hubiese de recibir de V.m. que no le diese de veinte y cinco pesos arriba, y yo digo que por ser la deuda que es de V.m., yo me atreveré a tomallo a los treinta pesos como dice V.m., con condición que V.m. me las haga traer a mi posada y que venga a su riesgo; ya que V.m. lo haya de enviar, lo envíe bien contado porque se ha de tornar a contar acá, porque acá no falte, porque si fuera mío no había necesidad de estar alargaciones, porque contentemos a la parte”. Dice que Jerónimo García Aceves llegará a Colima de aquí a dos meses, “y no viene a esta Villa a otra cosa sino a cobrar de V.m.”. Y agrega: “Bien tengo entendido que sabrá las nuevas de acá, cómo mató Garcés a Francisco Preciado, y Garcés está preso y a buen recaudo.187 Yo y Leonor de Almesto188 besamos las manos de Vuesas Mercedes; y por sí, Leonor de Almesto besa a su comadre más de mil veces. Y porque le envíe un poco de cacao patlachtle,189 Nuestro Señor acreciente la de V.m. por largos tiempos con mucho descanso, como sus servidores deseamos. De Colima, a veinte y tres de agosto, y quedo a servicio de V.m. Bartolomé Sánchez” [rúbrica]. El 13 de septiembre, Juan de Arana escribía a Bartolomé Sánchez, fechando la carta en la Estancia Zalahuacan: 187 Ya hicimos un comentario a propósito de la noticia que aquí se da sobre el asesinato de Francisco Preciado: supra, regº 26. 188 Leonor de Almesto, primero casada con Bartolomé Sánchez y luego con Juan Gómez: infra, regº 251, era hija mestiza del conquistador Juan de Almesto. 189 De patlachtic, variedad de cacao corriente o pataxte: Cabrera (1984), 106. José Miguel Romero de Solís Arana el domingo próximo pasado, que se contaron veinte y seis del presente, en casa del dicho Bartolomé Sánchez, las cuales alego ser falsas y no hacer fundamento alguno”. Bartolomé Sánchez, por su parte, dijo que él ya tenía hecha posesión en nombre de Jerónimo García sobre el cacao enviado por Juan de Arana desde su heredad de Zalaguacan, cacao que se había cogido “por el dicho mi parte y en su nombre y a su riesgo vino desde la dicha heredad acá, y pues vino al riesgo del dicho mi parte, no es bien que el dicho Diego Morán venga con sus manos lavadas a ejecutar en bienes ajenos”. Agrega Sánchez: “se debe mirar por personas doctas y de letras, en si yo tengo adquirido derecho contra el dicho Morán por la posesión y carta misiva del dicho Jerónimo García, y entre caballeros y hijosdalgo hace el poder bastante para recibir y cobrar cartas misivas, y pues el dicho mi parte y Juan de Arana lo son, para entre semejantes personas no era menester poder, y por tan poca cantidad”. Pide, por cuanto Arana es persona abonada, en todo caso se haga ejecución en otros bienes y no en las once cargas de cacao que pertenecen a García Aceves. “Otrosí pido a V.m. mande darme licencia para poder disponer del dicho cacao, atento al riesgo que puede venir por comerlo como lo comen gorgojos y otras sabandijas que hay, que yo me prefiero de me hacer depositario del valor del dicho cacao, y de la cantidad de pesos de oro que dello se hiciere que es el común precio a veinte y cinco pesos”. El 9 de octubre, Diego de Mendoza, teniente de alcalde mayor decidió que las razones alegadas por Bartolomé Sánchez no eran suficientes, y mandó que se prosiguiera la ejecución pedida por Diego Morán contra Juan de Arana. “Señor compadre: “Allá va Jerónimo de Sosa, el cual lleva once cargas de cacao; contado va, pero V.m. lo haga allá contar como me escribe, porque no es justo que haya en ello falta, y V.m. mande firmar esta carga de pago que va hecha a las espaldas de la carta de Jerónimo García, y cuando venga el propio haga otra carta de pago a las espaldas de la obligación y la firme, y V.m. la mande guardar. En placiendo a la Voluntad de Dios Nuestro Señor, de lo primero que se coja, será pagado de todo lo que yo le resto debiendo, y porque la señora mi comadre de mejor tinta ruegue a Jerónimo García que espere, la señora su comadre le envía de los cuapapachtle190 que pide, y muchas veces le besa las manos, e yo con ella y las de V.m. juntamente. Con la cual vida, Nuestro Señor por largos tiempos guarde la de V.m., como Vuesas Mercedes desean”. Y agrega: “Acá me escribió mi compadre Diego de Almodóvar, que si le quería dar a Diego Díaz el cacao a veinte y nueve pesos, puesto en esa Villa, que luego los pagaría, y aún a treinta, pero más vale que se aproveche Jerónimo García, que al llevarlo a los Zacatecas dobla la moneda, que vale allá a sesenta pesos la carga, cincuenta almendras al tomín. Cuanto más que para cuando él venga, en Tuspa y Tzapotlan lo venderá a más de treinta y tres, que según escribe, será su venida para Todos Santos”.191 Diego Morán, entonces, acerca de la oposición que hacía Bartolomé Sánchez, pidió que se siguiera la ejecución contra Juan de Arana, porque la deuda de Arana con él era anterior a la contraída con García de Aceves; además, porque Bartolomé Sánchez si bien exhibe una carta misiva del mercader Jerónimo García Aceves, no presenta poder alguno del mismo para pedir y cobrar, y “porque las cartas misivas que el dicho Bartolomé Sánchez presenta, son frívolas y maliciosamente hechas, como por ellas V.m. verá, y a todos consta ser hechas por el dicho Juan de Memoria de lo que tengo de hacer “Primeramente, señalar frutos y rentas de la parte que pertenesce de la Hacienda de Zalaguacan y Tlapistlan a Juan de Arana, la mitad de lo multiplicado después que se casó, y dos negras que están en Zalaguacan, y la casa de su morada que está en esta Villa, y las yeguas de doma”. 190 Así, aunque debería ser cuapachtle, planta parásita de color amarillo que cuelga de los árboles: Cabrera (1984), 55-56. 191 La fiesta de Todos los Santos (Omnium Sanctorum) se celebra cada año el 1º de noviembre. 72 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI 64. 1557. Febrero, 19. Provança que hizo Juan Fernández El Viejo de cómo le prendió Sancho de Caniego. Bartolomé Sánchez protestó de la decisión del alcalde mayor y apeló a la Real Audiencia de México ante el teniente de alcalde mayor Diego de Mendoza, siendo testigos Juan Fernández El Mozo y Alonso Miguel, vecinos de Colima. Diego de Mendoza, por su parte, opinó que era de malicia la protesta de Bartolomé Sánchez con el objeto de dilatar la ejecución y que, no embargante la dicha apelación, mandaba proseguir con la ejecución solicitada por Diego Morán. El mismo día 9 de octubre de 1557, “después de vísperas”, ante Diego de Mendoza y en la plaza pública de la Villa, “anduvieron en venta e pública almoneda once cargas de cacao, y los frutos de las huertas de cacao de Juan de Arana de las huertas de cacao de Zalaguacan y Tapistlan, e la mitad de todos los bienes multiplicados, y las casas de la morada del dicho Juan de Arana que son en esta Villa, y todas las yeguas de doma”, además de todas sus yeguas. Todo lo cual anduvo en pregones por voz de Bartolomé, negro, en altas voces. Caja A–3, exp. 2, ff. 20-35. Juan Fernández El Viejo, teniente de alcalde mayor de la Villa de Colima, de oficio, abre la información siguiente: “Ayer jueves que se contaron diez y ocho días deste presente mes de febrero, fue a las casas donde posaban Sancho de Caniego192 e Francisco de Sosa, su acompañado, 192 En el texto, a veces, aparece el apellido transcrito como Caniego, y en otras, Canego; algunos autores lo registran como Cañego. Acerca del trasfondo de este regº y del que sigue, es oportuno comentar que, concluida la visita de Lebrón de Quiñones a Colima (septiembre de 1554) y mientras algunos vecinos afectados promovían quejas ante la Audiencia de México e, incluso, ante el Emperador, el Visitador recibió nueva comisión del virrey Velasco para extender su inspección a Michoacán. Casi dos años después, en febrero de 1556, el Consejo de Indias comisionó al Dr. Pedro Morones —“aguerrido y malhablado, provocador de los indios y conquistador fallido”, al decir de John H. Parry—, sustituto en Compostela del oidor Hernando Martínez de la Marcha, para tomar residencia a su antecesor y realizar en el plazo de 90 días la pesquisa secreta en torno al desempeño de los otros oidores, a saber, Miguel de Contreras y Lorenzo Lebrón de Quiñones. Estas averiguaciones tropezaron de inmediato con un grave estorbo: Morones había designado al vecino de Guadalajara Sancho de Caniego para investigar la labor de Lebrón en Colima y éste protestó alegando que el susodicho era su enemigo personal. Cuando Morones pretendió sustituir a Caniego por algún miembro del Cabildo compostelano, también Lebrón se negó, sabiendo que contaba con pocas simpatías en los Cabildos tanto de Compostela como de Guadalajara, y que por cierto habían criticado su visita. No obstante tales estorbos, Sancho de Caniego se puso en camino y llegó a través de Tuxpan hasta la Villa de Colima, donde suscitó el conflicto del que tratan nuestros regº 64 y 65, en los que se manifiesta la prepotencia del juez y de sus acompañantes. De hecho, inmediatamente después de estos incidentes, Caniego fue apresado por orden del virrey Velasco bajo la acusación de jurisdicción ilegal y uso indebido de vara de justicia. Alcanzó Caniego, a reunir algunas pruebas y denuncias que hizo llegar al urgido Morones, quien pudo, antes del perentorio plazo de los 90 días, presentar los resultados de la pesquisa y, tras apresarlos, sentenciar a ambos oidores a perder sus cargos y pagar altas multas. Contreras, de inmediato, pagó fuerte multa, y a Lebrón, de quien se dice que colocaba periódicamente sus ahorros bajo la guarda de los conventos franciscanos de la región, le embargaron y vendieron sus efectos personales y “su pequeña pero atesorada biblioteca”, como escribe Parry. Ambas sentencias pasaron a la Audiencia de México mientras que los dos 63. 1562. Septiembre, 14. Diego de Ávila, en nombre de su esposa Estebanía de Cervera, sigue pidiendo que Diego Morán le pague. Ante el alcalde ordinario Hernando de Gamboa, Diego de Ávila seguía pidiendo a nombre de su esposa Estebanía de Cervera que se mandara a Diego Morán, “me dé e pague los dichos pesos de oro que ansí le fueron alcanzados, pues son bienes de menores”. Cargos por 1,737 pesos, 5 tomines y 6 granos de oro. Descargos por 1,087 pesos y un tomín de oro de minas. El 23 de septiembre, Diego de Ávila presentaba nuevos cargos y Morán sus descargos. Caja A–3, exp. 2, ff. 36-40. 73 José Miguel Romero de Solís juez que se decía ser por el muy magnífico señor el doctor Morones, juez de residencia del Nuevo Reino de Galicia, salvo y seguro a presentar un escrito de requerimiento ante Diego Hurtado, escribano de Su Majestad, para que lo notificase a los dichos Sancho de Caniego e Francisco de Sosa, su acompañado, en respuesta de ciertos autos y mandos que me habían sido notificados por el dicho Diego Hurtado a pedimento e por mandado de los dichos”. “E habiéndolo presentado, el dicho Diego Hurtado no lo quiso leer porque Sancho de Caniego le mandó que no lo leyese, y lo llamó a una cámara al dicho Diego Hurtado, e dijo al dicho señor teniente de alcalde mayor que esperase un poco, que luego saldría e lo leería. Y estando en esto, se armaron con sus espadas, que no las tenían cuando el dicho señor teniente entró, e se pusieron a la puerta Martín de Gamón e Juan de Viera, y el dicho Sancho de Caniego e Francisco de Sosa, su acompañado, se ciñeron sus espadas a manera de alboroto poniéndose en armas. E luego salió el dicho Diego Hurtado con un mandamiento del dicho Sancho de Caniego e de Francisco de Sosa, su acompañado, en que en el dicho mandamiento en efecto mandaban al dicho señor teniente que no saliese de aquella posada en su pies ni [en] ajenos, so pena de dos mil pesos de oro, la mitad para Cámara e Fisco de Su Majestad, e la otra mitad para gastos de oficiales, según que más largamente en el dicho mandamiento se contenía, e hasta tanto que diese fianzas legas, llanas y abonadas, que se presentaría por preso en la Ciudad de Compostela ante el dicho señor doctor Morones, donde no, que harían en el caso su justicia. Y el dicho seafectados apelaban al Consejo de Indias. Pudo escapar Lebrón de Quiñones y hallar refugio en la Ciudad de México bajo la protección de los franciscanos y del virrey Velasco quien, por cierto, meses después y antes de que se diera el fallo del Consejo de Indias, comisionó a Lebrón para hacer otra visita a la provincia de Oaxaca y a la Mixteca. Terminada ésta, Lebrón viajó a España para agilizar el proceso ante el Consejo de Indias que, al fin, en noviembre de 1561, dictó sentencia absolutoria y, por una cédula, mandó devolverle su puesto y atribuciones de oidor, librándole de todos los cargos (10 de enero, 1562): Sarabia Viejo (1978), 363-365; Parry (1993), 123-129. 74 ñor teniente de alcalde mayor les respondió que él era aquí teniente de alcalde mayor en esta Villa e Provincia de Colima por Su Majestad, e que ellos no eran partes para mandarle lo que le mandaban, porque no los conocía ni tenía por sus jueces, ni los conocía ni tenía por tales, y otras cosas que quedaron asentadas en las espaldas del dicho mandamiento según que más largamente en la dicha su respuesta se contiene”. Agrega Juan Fernández que, entre las respuestas y requerimientos que surgieron a la sazón, “queriéndose el dicho señor teniente de alcalde mayor salir por la puerta para irse a su posada, se le pusieron delante los dichos Sancho de Caniego e Francisco de Sosa, e Martín de Gamón e Juan de Luera, e un Riveros, su naguatato, e le dijeron que no se saliese sino que se entrase preso en una cámara, y el dicho señor teniente le respondió que no se había de dejar prender porque ellos no eran sus jueces, que le requería que le dejase ir libremente, donde no que le protestaba que si hubiese algún escándalo e alboroto, que fuese a su culpa y cargo”. Entonces, “le echaron mano llevándolo a reempujones hacia un aposento, y el dicho señor teniente requiriéndole que lo dejasen, y poniéndoles penas y requiriendo a los vecinos desta Villa que estaban presentes, y mandándoles con pena de cada quinientos pesos que no lo consintiesen ni dejasen prender, pues era su alcalde mayor. Y les preguntó si le conocían por teniente de alcalde mayor, y todos le respondieron que sí, y entonces les pidió favor e ayuda, diciendo: «¡Aquí del Rey!», y diciendo esto, le llevaron a reempujones e metieron en la dicha cámara, dándole muchos empellones, e le derribaron la capa en el suelo. E aunque pidió favor e ayuda a los dichos vecinos, diciendo: «¡Aquí del Rey!», ninguno llegó a favorecelle y a resistir que no le prendiesen, y ansí le metieron preso desde la mañana e hasta buen rato de la noche, que sería las diez de la noche, que le pidieron que si quería que le soltasen, que diese fianzas de dos mil pesos de oro y depositase otros quinientos pesos en moneda o en plata para que lo llevasen a Compostela el dicho depósito, para que dentro de veinte e cinco días se presentase por preso en la Ciudad Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI de Compostela ante el dicho señor doctor Morones, donde no, que los dichos fiadores se obligasen de pagar los dichos dos mil pesos, sometiéndose a la jurisdicción de la Nueva Galicia. E más, que perdiese los dichos quinientos pesos del dicho depósito”. Juan Fernández continúa con su relato: “Y el dicho señor teniente por verse preso como estaba y metido en una cámara, e que le querían llevar preso con prisiones a la Nueva Galicia, e lo habían apercibido que se aparejase porque aquella noche, antes que amaneciese, se querían ir y llevallo aprisionado, e por salir de la dicha prisión e porque no le llevasen como querían, e porque vido que no tenía favor ni ayuda de los vecinos desta Villa, dijo que él quería dar las dichas fianzas que le pedían, e así dio a cuatro vecinos desta Villa por fiadores e depositarios de los dichos dos mil pesos, e para ello hicieron una obligación”. Los fiadores fueron Diego de Velasco, Diego de Almodóvar, Andrés de Segura y Francisco de Cepeda, vecinos de Colima. Por otra parte, Juan Fernández El Viejo mandó, entonces, traer “doce piezas de plata labrada, que pesaron veinte y ocho marcos, las cuales depositó realmente” ante Caniego y Sosa, con un valor de 250 pesos, “las cuales dichas piezas se llevaron en su poder”. Para cubrir el resto hasta 500 pesos, como se le mandaba, “hizo una obligación Diego de Velasco, vecino desta dicha Villa, de otros doscientos e cincuenta pesos”. Así le mandaron soltar con la condición de presentarse en el término fijado de 25 días en Compostela. “E para informar a Su Majestad o hacer en el caso justicia, e para que Su Majestad sepa cómo le trataron no siendo sus jueces ni superiores, ni teniendo comisión ni facultad para ello, y de la fuerza que le hicieron y del poco favor e ayuda que los dichos vecinos desta Villa le dieron, dijo que quería hacer e hizo la provança e información siguiente”. Juan Fernández El Viejo hizo comparecer al alcalde ordinario Juan de la Torre, a los regido- 75 res Juan Ruiz y Diego de Almodóvar, y a Gonzalo Moreno, vecinos de Colima.193 El regidor Juan Ruiz declaró que “ayer por la mañana”, acabando de salir de misa, el teniente de alcalde mayor llamó a este testigo, a Diego de Almodóvar y a Francisco de Cepeda, regidores de la Villa, porque estaban todos juntos, y les rogó que le acompañaran a la posada de Sancho de Caniego, pues iba a presentar un requerimiento por el que respondía a un mandamiento que le habían hecho. Cuando llegaron, Caniego se estaba vistiendo. Cuando Juan Fernández le iba a entregar el escrito, Caniego ordenó a Diego Hurtado que no lo leyese, que se entrase con él a un aposento, del que poco después salieron con un papel en la mano. En esto, dice Ruiz, él se retiró y al regresar nuevamente, halló con sus espadas a la puerta a Martín de Gamón, Juan de Luera y al naguatato Riveros, y a Caniego y Francisco de Sosa, su acompañado, “con su vara en la mano e sus espadas ceñidas y de mal arte alborotados. E vido este testigo que el dicho Sancho de Caniego hacía del ojo a los que estaban en la puerta, que no se quitasen de allí”. Después de esto, Caniego mandó al teniente de alcalde mayor que “se entrase en el aposento por preso, e vido cómo el Cabildo desta Villa hizo ciertos requerimientos al dicho Sancho de Caniego e a Francisco de Sosa, su acompañado, para que libremente dejasen al dicho señor teniente de alcalde mayor, e no lo prendiesen”. Fue cuando Caniego y Sosa, a empujones, encerraron en un aposento a Juan Fernández y cerraron las puertas. Antes de acontecer esto, el teniente había pedido el favor y ayuda de los muchos vecinos que presentes estaban “e así mismo a la 193 La información que toma Juan Fernández El Viejo manifiesta la división existente entre los vecinos de Colima, tanto con respecto al trasfondo —el papel desempeñado por el oidor Lorenzo Lebrón de Quiñones—, como al conflicto de autoridades que se hacía presente: la que supuestamente presentaba Sancho de Caniego, la del teniente de alcalde mayor y la del propio Cabildo de la Villa, cuyos regidores se alinearon con claridad a favor del juez pesquisidor. A uno de éstos, Diego de Almodóvar, el alcalde mayor Alonso Sánchez de Toledo lo procesó más tarde por “haberse excedido de lo que era obligado” y por no haber dado ayuda cuando su teniente la solicitó: infra, regº 65. José Miguel Romero de Solís Acerca de lo sucedido cuando Juan Fernández pidió al escribano Diego Hurtado por testimonio los requerimientos que había hecho, el regidor declaró: el teniente preguntó al escribano porqué no le daba los dichos requerimientos, “que si lo hacía por dineros, que he aquí dos pesos, los cuales el dicho señor teniente se los puso delante encima de una mesa, e le dijo al dicho Diego Hurtado que si quería más, que se los daría, e que ansí vido este testigo que se quedaron los dos pesos en la mesa, sin dar los requerimientos”, como le instruyó Caniego. Dice el testigo que el escribano respondió al teniente que se los habría de dar en Compostela. Sobre las generales, el regidor Juan Ruiz dijo ser cuñado del teniente de alcalde mayor, y que era de más de 40 años de edad. El 20 de febrero, el Cabildo de la Villa compareció ante Juan Fernández El Viejo, y le dijeron: “La Justicia e Regimiento desta Villa parecemos ante V.m. y decimos que a nuestra noticias es venido que V.m. hace cierta provanza contra el pueblo e en favor de V.m., lo cual es contra todo derecho, por ser en su causa propia, por lo cual en el caso tenemos a V.m. por odioso e sospechoso, e como tal lo recusamos y juramos a Dios y esta + [cruz], que esta recusación no la hacemos de malicia, sino porque ansí conviene a la pro e utilidad del pueblo”. Firmaban la recusación Juan de la Torre, Diego de Almodóvar, Francisco de Cepeda y Juan Ruiz. El teniente se consideró recusado, y por ello tomó por compañado al alcalde ordinario Juan de la Torre, siendo testigos Antonio de Carvajal, Gonzalo Moreno y Juan de Orduña, “e lo firmó, no embargante que esta causa no la tiene por suya propia, sino por negocio que toca a Su Majestad”. El Cabildo, en respuesta a esta decisión de Juan Fernández El iejo de acompañarse del alcalde ordinario, volvió a pronunciarse: “Hemos recusado a el señor Juan Fernández por ser su causa propia, en la cual es contra todo derecho por ser en perjuicio del pueblo”. Por ello, pedían “a Vuesas Mercedes [que] no manden tomar la dicha información hasta tanto que el señor Alonso Sánchez [de Toledo], alcalde mayor, Justicia e Regimiento que son Juan de la Torre, alcalde ordinario, e Diego de Almodóvar, e Francisco de Cepeda, y este testigo también es regidor juntamente con los dichos”. El propio teniente y el Cabildo hicieron requerimientos a Caniego y Sosa, diciéndoles que ninguno había llevado armas, que sólo el teniente portaba su vara de justicia, y no obstante los requerimientos, llevaron siempre preso al teniente a empujones. Dice que éste amenazó so pena de 500 pesos de oro a muchos vecinos si no le prestaban ayuda y favor, impidiendo que le prendieran, pero fue en vano, porque anticipándose Caniego y Sosa le encerraron y se pusieron muchos de ellos con sus espadas y dagas frente a la puerta, “porque no llegase gente a favorecelle, e no dieron lugar a que el dicho alcalde ordinario llegase ni los demás vecinos”. En opinión de este testigo si el alcalde ordinario se hubiera decidido a abrir la puerta y querer sacar al teniente de alcalde de la prisión en que estaba, no hubiera podido por estar sin armas y pacíficos los vecinos, y hubiera surgido un gran escándalo. Se le preguntó al regidor Juan Ruiz si estaba presente cuando Caniego fue a prender a Diego Veedor, a lo que contestó que “no estaba en la Villa en aquella sazón”. Se le preguntó también sobre lo sucedido cuando el teniente de alcalde pidió favor y ayuda de los vecinos y del Cabildo. Respondió el testigo: “Entonces dijo el dicho Diego de Almodóvar: «Yo recibí a Sancho de Caniego e a su acompañado, y no tengo de ir contra él en todo lo que quisiere hacer y mandar», y el dicho señor teniente de alcalde mayor dijo entonces al dicho Almodóvar: «Yo también estoy aquí por Justicia en esta Villa, soy del Rey pues que estoy en su nombre». Y el dicho Almodóvar dijo entonces que estaba muy bien hecho lo que Sancho de Caniego hacía en prender al dicho señor teniente de alcalde mayor”, y eso lo ha seguido afirmando Almodóvar, quien también sostenía que “un pesquesidor del Rey a un oidor podía prender, e que el dicho Diego de Almodóvar tenía por juez pesquisidor al dicho Sancho de Caniego”. 76 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI la posada de Sancho de Caniego y este testigo se fue con ellos a ver dónde iban”. Al llegar a la casa, encontraron a Caniego que se estaba vistiendo. Juan Fernández y los otros le hablaron y el teniente “sacó unos papeles” y dióselos al escribano Diego Hurtado, para que los leyera a Caniego, pero éste le dijo al escribano “que no los leyese, que esperase un poco”. Al insistir el teniente ante el escribano, Caniego volvió a decir: “que esperase un poco, que después se leerían, que tiempo había”. Luego, Caniego llamó al escribano “e se metieron ambos en un aposento, y dende a un poco salieron, y como salieron, el dicho Sancho de Caniego salió vestido con su vara en la mano e su espada ceñida, y Francisco de Sosa, su acompañado, juntamente con él, con su espada ceñida, e luego vino Martín de Gamón e Juan de Luera, e se pusieron a la puerta con sus espadas juntamente con Riveros, su naguatato, y de mal arte a manera de alborotados”. Caniego y Sosa “se pusieron delante, tapando la puerta para que nadie no pudiese salir, y en esto el dicho Diego Hurtado empezó a leer un papel que tenía en la mano, que sacó del aposento cuando le llamó el dicho Caniego”, diciendo que el teniente debía de pagar fianzas por 2,000 pesos de oro antes de salir de aquel aposento, y que debía presentarse en Compostela ante el señor doctor Morones, “donde no, que se metiese en un aposento e no saliese de él”. Visto esto, sigue declarando el testigo, Juan Fernández protestó, diciendo de Caniego “no era su juez y él conocía por tal, porque él era en esta Villa teniente de alcalde mayor, y no tenía otro superior sino a los señores presidente e oidores de la Real Audiencia de México, e que no le podía mandar lo que le mandaba”, y sobre ello, el teniente “le hizo requerimientos e protestaciones y respuestas que pasaron ante Diego Hurtado”. Quiso entonces salir el teniente e irse a su casa, pero Caniego le empezó a reempujar diciéndole que no podía irse, “sino que se entrase en una cámara”. Dijo el teniente: “¿Qué es esto? ¿Queréisme prender?”, e hizo “ciertos requerimientos al Cabildo e vecinos desta Villa, que algunos estaban presentes, porque el dicho señor teniente había enviado a venga”. Almodóvar, Cepeda y Ruiz suscribían la petición “en nombre del dicho pueblo”. Respondió el teniente de alcalde que no consideraba como ropia la causa, sino del Rey, porque “si alguna afrenta Sancho de Caniego e su acompañado hicieron, que no la hicieron a él, sino a Su Majestad, por estar como estaba en su Real Nombre por teniente de alcalde mayor. E que si él tomó por acompañado al dicho Juan de la Torre, fue para se hallase presente al hacer de a dicha provanza y retomar de los testigos, e no para más. E firmólo”. Juan de la Torre, por su parte, dijo que él se hallaría presente en la información y que la petición del Cabildo de que se esperase la llegada del alcalde mayor no procedía, porque Juan Fernández, su teniente, era juez y la podía hacer, “especialmente aciéndola ante mí como su acompañado”. El 22 de febrero, Juan Fernández hizo comparecer ante sí y nte su acompañado a Diego de Velasco, quien a las preguntas que le fueron hechas, respondió que en la noche, estando preso Juan Fernández, éste le mandó llamar y él acudió para ver lo que quería el teniente. Juan Fernández entonces le rogó que le fiase, “y este testigo e otros tres vecinos desta Villa lo fiaron en dos mil pesos de oro; y demás de la dicha fianza, este testigo se hizo depositario de doscientos e cincuenta pesos, de lo cual hizo obligación en forma”, ante el escribano Diego Hurtado. Velasco agregó que vio cuando el teniente hizo entrega a Caniego y a su acompañado “en depósito, doce piezas de plata en jarros y tazas, e cubiletes e otras piezas”, que el propio teniente había mandado “buscar prestadas entre los vecinos desta Villa, y este testigo dio prestadas algunas dellas”. Diego de Velasco dijo que Caniego se las llevó y que había asegurado que de no llevarlas, “había de llevar al dicho señor teniente de alcalde mayor en una angarilla preso a Compostela; e por este temor, porque no lo llevasen preso al dicho señor teniente hizo el dicho depósito, e los vecinos dieron la dicha plata prestada, e hicieron las dichas fianzas”. El siguiente testigo a declarar fue Gonzalo Moreno. “Acabando de salir de misa” vio cómo Juan Fernández y ciertos regidores “iban hacia 77 José Miguel Romero de Solís llamar algunos vecinos” y que habían acudido a su llamado, y que llegaron “pacíficos, venían sin armas e salvos de la pasión que había”. Gonzalo Moreno precisa que también el teniente de alcalde mayor “iba sin armas, sólo con su vara de justicia en la mano, e ansimismo la Justicia ordinaria desta Villa e Regimiento iban sin armas”. El teniente requirió al Regimiento y a los vecinos para que impidieran que fuese tomado preso su alcalde mayor, pero Caniego y Sosa, a empujones, metieron al teniente a un aposento, “y la Justicia e Regimiento desta Villa lo detuvieron diciendo al dicho Sancho de Caniego que no lo tratasen tan mal, sino que si algún delito hubiese hecho el dicho señor teniente del alcalde mayor, que lo citase con penas para que pareciese en Compostela ante el señor doctor Morones, e que para mayor abundamiento le darían los vecinos todas las fianzas que quisiese. Y entonces el señor teniente se asentó en un poyo de la dicha casa y comenzó a hacer ciertos mandos o requerimientos a los vecinos, con pena de cada quinientos pesos, que no lo consintiesen ni dejasen prender, e que le diesen favor e ayuda. Y entonces el Cabildo desta Villa hizo ciertos requerimientos al dicho Caniego e su acompañado, y estando en esto, el dicho alcalde ordinario e Francisco de Cepeda se apartaron a hablar ciertas cosas. Y en esto iban llegando ciertos vecinos. E como el dicho Caniego e su acompañado vieron que se llegaba gente, echaron mano al dicho señor teniente e le metieron en una cámara a reempujones abrazándose con él, y entonces el dicho señor teniente comenzó a dar voces, diciendo que favoreciesen [a] su alcalde mayor e no consintiesen que lo prendiese Sancho de Caniego. En esto llegó el alcalde ordinario diciendo e dando voces con Sancho de Caniego y haciendo requerimientos que no prendiesen al dicho señor teniente, porque no eran sus jueces e, que si algún delito había hecho, que lo citasen con penas, que todos los vecinos le fiarían si fuese menester. Y en esto el dicho Sancho de Caniego e su acompañado se pusieron delante del dicho alcalde e Regimiento e de otros vecinos que allí estaban y, entonces, el dicho Canie78 go cerró las puertas de la cámara y echó el cerrojo, e dejó dentro al dicho señor teniente de alcalde mayor”. Agrega Gonzalo Moreno en su declaración: “Cuando esto pasó, algunos vecinos desta Villa se estuvieron sentados en un poyo, aunque vieron llevar al dicho señor teniente como lo llevaban”. Opina el testigo que tal como estaban Caniego y su acompañado, “que si pusieran los vecinos en quitar el dicho señor alcalde mayor, que hubiera ningún escándalo e muertes,194 porque ellos eran siete u ocho, e todos estaban armados, e los más de los vecinos e casi todos, sin armas, porque como dicho tiene, los vecinos fueron sin armas, sin pensamiento de que hubiera lo que sucedió, e que ansimismo vido este testigo que si el dicho alcalde ordinario quisiera defender al dicho señor teniente, no pudiera salir con ello, por lo que dicho tiene”. Se le preguntó a Moreno si Diego de Almodóvar, cuando el teniente de alcalde mayor pidió favor y ayuda de los vecinos, respondió “que no había de ir contra el Rey, que él le había recibido en Cabildo, e no había de ir contra él, e que pues que Sancho de Caniego lo hacía, que lo podía hacer y prender al dicho señor teniente”. El testigo contestó que, en efecto, así había sucedido y que Juan Fernández entonces dijo que “él también está por justicia mayor en nombre del Rey”. Comenta Moreno que incluso él mismo, este testigo, le dijo al regidor Almodóvar que el teniente “también trae vara del Rey”, a lo cual respondió el regidor que “estaba muy bien hecho lo que Sancho de Caniego hacía en prender al dicho señor teniente, e que también podía prender a un oidor del rey, y que era el dicho Caniego superior del dicho señor teniente de alcalde mayor”. A otras preguntas, Gonzalo Moreno confirmó que Juan Fernández estuvo preso desde la mañana a la noche de aquel día, hasta que pagó fianzas e hizo un depósito, que vio cuando pesaron las piezas de plata y que las guardaron en 194 Por el contexto, parece que el adjetivo ningún está fuera de lugar. El sentido es justamente el contrario: si los vecinos desarmados procuraban impedir la detención de su teniente de alcalde, sin duda, se originaría un alboroto y podría sobrevenir alguna muerte. Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI una caja para llevarlas a Compostela, y que es público y notorio que, después de ello, como media hora más tarde, se fueron Caniego y los suyos de viaje. El 23 de febrero, prestó declaración Alonso de Trejo, vecino de Colima. “Dende un poco después de haber salido de misa, estando este testigo en una tienda, llegó Antonio de Carvajal a llamalle, e mandó a este testigo so cierta pena que les puso, a este testigo e a Garci Rodríguez, que fuesen a favorecer al dicho señor teniente de alcalde mayor, que estaba en la posada de Sancho de Canego”. Acudieron ambos al lugar de los hechos, “y como empezaron a subir por la escalera del aposento donde estaba el dicho Sancho de Canego e Francisco de Sosa, su acompañado, con sus espadas en las cintas,195 alborotados”. Justo cuando llegaban Garci Rodríguez y él, Caniego “reempujó a Andrés de Segura que iba a entrar juntamente con este testigo, e les mandó so pena de quinientos pesos, se fuesen a sus casas, que no diesen lugar que hubiese algún alboroto. Y entonces, este testigo con el dicho Rodríguez se salieron un poco afuera, hacia la puerta de la calle y en esto llegó Diego de Velasco, y este testigo le contó lo que pasaba, y el dicho Velasco dijo: «Pues andad acá, vamos allá». E ansí entraron en el aposento donde estaba el dicho Sancho de Canego e su acompañado y el dicho señor teniente de alcalde mayor, quien hacía requerimientos a Caniego. Viendo Caniego a los vecinos presentes y a quienes estaban llegando, a empujones, encerró al teniente en una cámara y echaron un cerrojo por de fuera. Alonso de Trejo agregó que Juan Fernández pidió favor y ayuda a los vecinos, pero que ninguno lo hizo, “sino que se estuvieron algunos sentados en el poyo, que no se levantaron”. El único que algo hizo fue el alcalde ordinario, “que estaba haciendo requerimientos al dicho Sancho de Canego”. Interrogado sobre quiénes eran los vecinos que permanecieron sentados, respondió el testigo que fueron Diego de Aguilar, el alguacil An195 Por cinturas. 79 tonio de Carvajal y otros más que dice no recordar. Pero, en su opinión, de haber intentado favorecer al teniente, “hubiera mucho escándalo e muertes”, pues mientras las gentes de Caniego tenían sus armas, estaban “los vecinos desapercibidos e todos los más sin espadas”. El 25 de febrero, compareció Alonso Miguel, vecino de Colima. Recordando los incidentes del jueves 18 de febrero, comentó que “estando este testigo en su posada, le llamó un muchacho del dicho señor teniente de alcalde mayor”, quien le mandaba hablar desde la casa de Caniego. “Este testigo fue y llegó a la puerta del escalera donde estaba el dicho señor teniente de alcalde mayor, e salió Sancho de Canego e Diego Hurtado, escribano de Su Majestad; salieron a la puerta e dijeron a este testigo que se volviese, que no podía entrar allá, y este testigo se volvió e desde a un poco, llegó Antonio de Carvajal, alguacil, e lo llamó a él y a otros españoles que con él estaban, diciéndoles so cierta pena, que fuesen a la posada del dicho Sancho de Canego, que los llamaba el señor teniente de alcalde mayor. Y este testigo con Hernán González e otros fueron a ver qué quería el dicho señor alcalde mayor”. Al llegar, Juan Fernández y Caniego hablaban de ciertas fianzas que el teniente debía dar, pero como Juan Fernández no cedía, “algunos vecinos se ofrecieron de fiarlo”. Caniego exigía que le pagasan “en dineros”, que no quería regresar para cobrarlos. Fue cuando el teniente y el Cabildo hicieron requerimientos a Caniego. Este, con Sosa y demás acompañantes impedían el acceso a donde estaba el teniente, a quien poco después a reempujones encerraron en una cámara, sin que ninguno de los vecinos presentes pudiera hacer algo en su favor y ayuda, pues iban desapercibidos y sin armas. Agrega Alonso Miguel que, en su opinión, de procurar la defensa del teniente, como “unos estaban armados e muy alborotados”, y los vecinos desarmados, “hubiera mucho escándalo e muertes”. El alcalde ordinario Juan de la Torre dio su testimonio. Dijo que salía de misa cuando el teniente le pidió a él, a Francisco de Cepeda, Diego de Almodóvar, Juan Ruiz, vecinos y regidores, y al escribano Pero Sánchez, que le acom- José Miguel Romero de Solís pañaran a la posada de Sancho de Caniego a leerle ciertos requerimientos, y pacíficamente le acompañaron como les pedía. Al llegar, Caniego estaba vistiéndose, y todos le hablaron. Juan Fernández, entonces, sacó un requerimiento y lo entregó al escribano Diego Hurtado a fin que se lo leyese a Caniego, pero éste le dijo a su escribano que “lo dejase, que luego lo leería, e apartó al dicho Diego Hurtado e lo metió en una cámara y se estuvieron un poco. Y en esto, este testigo vido que se habían puesto a la puerta un Martín de Gamón y un Loera,196 con sus espadas e parecía que estaban alborotados”. A poco, salió Caniego, vestido, con la espada ceñida y vara de justicia en la mano; tras él aparecieron Sosa y el escribano Diego Hurtado, quien “leyó un papel que traía en la mano”, donde se mandaba al teniente so pena de 2,000 pesos diese de inmediato fianzas para presentarse en Compostela ante el doctor Morones, y en el caso de no hacerlo, que se entrara por preso en un aposento. Dice el alcalde Juan de la Torre que el teniente respondió a la sazón que ellos no eran jueces suyos, que él era alcalde mayor de la Villa y que no le podían prender. Entonces, tanto Juan Fernández como el Cabildo de la Villa hicieron requerimientos a Caniego. El propio Cabildo “ofreció a dar las dichas fianzas”. Fue cuando Sancho de Caniego puso las manos sobre el teniente, y le dijo: “Téngase allá V.m., éntrese allí”, indicando la cámara. El teniente comenzó a poner penas a los vecinos para que le favoreciesen. El testigo, como alcalde ordinario que era, llamó aparte al regidor Francisco de Cepeda para comentar al respecto y para que salieran de fiadores del teniente. En eso, llegaron otros vecinos, y al verlos, Caniego y sus acompañantes, encerraron a Juan Fernández en un aposento, contra la voluntad de éste. Juan de la Torre agrega que entonces él se acercó a la puerta, pero Caniego y los demás le impidieron que se acercase. Fue cuando, como alcalde ordinario, requirió a Caniego “que dejase libre al dicho señor teniente para que se fuese a su casa, e que no era su juez, e que si alguna cosa resultase contra él que lo citasen para 196 Loera también es nombrado Luera. 80 Compostela, que se presentase dentro de cierto término; y así no lo quisieron soltar”. Juan de la Torre observó que los vecinos estaban desarmados, mientras que Caniego y los suyos estaban alborotados, y de haber resistido, habría habido gran escándalo. Dice también que Caniego le habló del siguiente modo: “Señor Juan de la Torre, hombre honrado es V.m., mire lo que hace, porque yo tengo de defender el preso con esta vara e sin ella”. Por ello, razona el testigo, “como vido el dicho alboroto, se salió e dejó preso al dicho señor teniente”. Por la tarde, como alcalde ordinario, mandó so cierta pena a Caniego que dejara libre al teniente, y se lo notificó. Caniego contestó que de soltarlo, habría de regresar una noche, después de ocho días, para prenderlo, “porque no lo tuviesen por hombre de mal recaudo”. Aparte de ello, declaró el alcalde, que los vecinos dieron ciertas piezas de plata, “y este testigo dio un jarro suyo”, y que oyó decir que Caniego “se había llevado la dicha plata”. Se le preguntó a Juan de la Torre si estuvo presente cuando Juan Fernández pidió al escribano Diego Hurtado que le diese por testimonio los requerimientos y mandamientos, “e que le estaba presto de pagalle sus derechos, y el dicho señor teniente le echó dos pesos de tepuzque en la mesa, e le dijo que estaban aquellos dineros, que si más quisiese, se lo pagaría; y el dicho Diego Hurtado tomó los dichos pesos de oro e no le dio los dichos requerimientos”. El alcalde ordinario confirmó los hechos, pero dijo que no vio quién tomó los pesos que estaban encima de la mesa. Le preguntaron también acerca de los comentarios que hiciera Diego de Almodóvar cuando Juan Fernández pidió favor y ayuda a los vecinos. Al parecer, Almodóvar había replicado: “Señor, el Cabildo recibió al señor Sancho de Caniego, e yo como regidor también, e no tengo de ir contra lo que él mandare, pues que él es juez del Rey”. Entonces, el teniente habría dicho: “Pues yo no soy juez por el Rey, soy por el diablo”. A todo lo cual, Juan de la Torre comentó que, cuando Juan Fernández pidió a los vecinos que no permitieran que Caniego le tomase preso, Almodóvar había dicho que él no podía ir Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI contra lo acordado por el Cabildo, que había recibido como juez del Rey a Caniego; que éste era pesquisidor del Rey y que, como tal, podría incluso prender a un oidor. El 27 de febrero dio su declaración el alguacil Antonio de Carvajal. Dice que el jueves 18 de febrero acompañó al teniente y a otros vecinos de la Villa hasta la posada de Caniego, quien estaba vistiéndose cuando llegaron ellos. El teniente sacó un papel y se lo dio al escribano Hurtado para que éste lo leyera a Caniego. Luego se entraron ambos en un aposento y al rato volvieron a salir con las espadas ceñidas y alborotados. Juan Fernández entonces dijo a Caniego: “Señor, mande V.m. leer esos escritos. No nos detenga”, y el interpelado respondió que no tuviese pena y que esperase un poco. En eso salió Hurtado con un papel en la mano, que era un mandamiento de Sancho de Caniego, quien so pena de 2,000 pesos ordenaba al teniente a pagar fianzas y acudir a Compostela. El teniente contestó que Caniego no era su juez ni superior, que si no sabía que él era alcalde mayor. “Canego tornó a responder que por tal alcalde mayor le tenía”. Entonces, Juan Fernández “sobre esto hizo ciertos requerimientos y protestaciones ante Diego Hurtado, escribano, que se lo diese todo por testimonio, y sacó dineros el dicho señor teniente, porque dijo el acompañado del escribano que estaban cansados, e no veían dineros; y entonces el dicho señor teniente sacó de un paño ciertos tostones e dijo que por dineros no lo dejase, que he aquí la paga, e lo echó sobre la la mesa”, añadiendo que si el escribano quería más, más le daría, y fue cuando el teniente se quiso salir sin los testimonios porque no se los querían dar ni pagándolos. Caniego a reempujones pretendía meter al teniente en una cámara, mientras que éste y su Cabildo hacían requerimientos. El teniente mandó al alguacil que fuese a llamar a los vecinos para que le favoreciesen, pero Caniego “puso pena a este testigo de cien pesos, que no saliese del dicho aposento, porque no fuese a llamar [a] los vecinos. Y este testigo, desde que los vido revueltos e dando voces, se salió e llamó algunos vecinos que halló, los cua81 les iban sin armas, aunque este testigo les mandó que las llevasen para favorecer al dicho señor teniente”. El alguacil también declaró que cuando Caniego vio que llegaban los vecinos, con ayuda de su acompañado y sus gentes, echó mano del teniente y lo encerró. Mientras lo encerraban, Juan Fernández daba voces y pedía favor y ayuda a los vecinos presentes. El alcalde Juan de la Torre, que llegaba en esos momentos, dijo a Caniego “que era muy mal hecho lo que hacían, e que se extendían más de lo que en la comisión traían”. Caniego le respondió que “si él accedía, que mal haría, que más hacienda tenía que el dicho señor teniente para pagallo”. El alguacil aprovechó esos instantes para bajar y llamar a otros vecinos que estaban a la puerta. Regresando, halló que Juan Fernández ya estaba encerrado y que Caniego decía al alcalde ordinario: “Yo os prometo que habéis de quedar vos dentro también”. Luego anota el testigo: “Entonces el dicho señor teniente llamó por un agujero de la puerta al dicho alcalde ordinario, y el dicho Caniego respondió que ninguna persona llegase a donde él estaba ni lo hablase”. Este testigo oyó también decir a Caniego que aunque entonces no pudieran tomar preso a Fernández, que de otra manera tenía que prenderle, y añade el alguacil: “Este testigo le había prestado unos grillos para echar a un negro, y entonces dijo el dicho Sancho de Canego que se los habría de quitar al negro y echárselos al dicho señor teniente”. En opinión del alguacil Antonio de Carvajal, de haberse opuesto los vecinos a la detención de su teniente de alcalde mayor, “hubiera mucho escándalo e muertes, porque los vecinos estaban desarmados, e los que estaban con el dicho Sancho de Canego y el dicho Canego todos armados y alborotados”. Añade: “cuando el dicho señor teniente fue a casa del dicho Sancho de Canego, fue con su vara en la mano e sin armas, pacífico e seguro, como hombre que iba a presentar un escrito, que presentó”. Hecha la información, el teniente de alcalde mayor Juan Fernández El Viejo mandó al escribano Pero Sánchez que diese “un traslado della José Miguel Romero de Solís de la Justicia Real, para proceder contra el dicho Sancho de Canego y todos los demás culpados, quería hacer información en el caso, y sobre ello mandó poner por cabeza juntamente con ésta, la información original que el dicho Juan Fernández, su teniente, tiene hecha en este caso”. Para la averiguación, el alcalde mayor Sánchez de Toledo convocó al escribano Pero Sánchez, para tomarle declaración. Se le preguntó “si vido entrar en esta Villa a Sancho de Canego con vara de justicia en su mano, alta, e qué tanto tiempo”. Respondió bajo juramento el escribano: “es verdad que puede haber cuatro meses poco más o menos, que fue por el mes de febrero deste presente año, que era la mitad de la siesta, entró en esta dicha Villa el dicho Sancho de Caniego, con vara de justicia en la mano, alta, y este testigo le vido entrar, e se fue a posar a casa de Andrés de Segura, vecino desta Villa, y que este testigo no sabe si tenía o no la vara de justicia que metió en la dicha Villa”. El alcalde volvió a preguntarle si Caniego “hizo autos de justicia con vara en esta dicha Villa con algunos vecinos della tomando testigos, o de otra cualquier manera”, y el escribano Pero Sánchez repuso: “este testigo vido que el dicho Sancho de Canego tomó juramento a muchos vecinos desta dicha Villa con vara de justicia, pero que no sabe si era con la que metió en la dicha Villa, y que esto sabe”. El alcalde mayor también preguntó al escribano Pero Sánchez “si al tiempo que entró el dicho Sancho de Canego en esta Villa, si la vara que metió, si era delgada como vara de justicia, y si supo que cuando entró el dicho Sancho de Canego en esta Villa, si venía por juez de comisión por el señor doctor Morones”. El escribano contestó: “a este testigo le pareció la vara como de justicia, y que este testigo tuvo noticia de pasajeros que venían a esta Villa cómo Sancho de Canego hacía ciertas pesquisas en el pueblo de Tuspa, e que había de venir a esta Villa a hacer lo mismo por comisión del dicho señor doctor Morones”. El 5 de junio, Sánchez de Toledo mandó comparecer a Juan Ruiz, vecino de la Villa de Colima. Preguntado sobre la venida de Sancho en pública forma para la presentar donde viera que le convenga”, lo cual hizo el escribano el mismo día 27 de febrero. Caja A–3, exp. 3, ff. 1-18. 65. 1557. Junio, 4. Información de oficio que hace el alcalde mayor Alonso Sánchez de Toledo sobre la conducta de Sancho de Caniego en la Villa de Colima y su provincia. El alcalde mayor Alonso Sánchez de Toledo “por cuanto a su noticia ha venido que Sancho de Canego, por comisión que dizque trujo del señor doctor Morones, oidor del Audiencia Real de la Nueva Galicia y juez de residencia, entró en esta Villa y en algunos pueblos de la jurisdicción della con vara de justicia alta a hacer pesquisa contra el licenciado Lebrón y sus oficiales, acerca de la residencia que el dicho señor doctor Morones le tomó al dicho licenciado Lebrón e a los demás oidores de Xalisco, y demás de haber entrado el dicho Sancho de Canego con vara alta sin comisión que para ello tuviese de Su Majestad por ser esta Villa y su Provincia gobernación por sí fuera de la del Nuevo Reino de Galicia, el dicho Sancho de Canego y los que con él vinieron, hicieron otros excesos e delitos en prender a Juan Fernández El Viejo,197 vecino desta dicha Villa, teniente que a la sazón era del dicho señor alcalde mayor, y no embargante que el dicho Juan Fernández, teniente susodicho, hizo información cerca de cómo el dicho Sancho de Canego le prendió y de los excesos que el dicho Sancho de Canego y sus consortes hicieron en le prender, y otras cosas que se averiguan en la información que tiene hecha el dicho Juan Fernández, de oficio e porque en toda la dicha información no consta ni se averigua cómo el dicho Sancho de Canego, al tiempo que entró en esta Villa, entró con vara de justicia alta y anduvo por ella todo el tiempo que estuvo en esta dicha Villa, por tanto cual de su oficio en nombre 197 La información que recaba el alcalde Sánchez de Toledo, alude a los incidentes narrados en el regº 64. 82 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI mandaba e mandó dar sus cartas de Justicia requisitorias para que, donde quiera que el dicho Sancho de Caniego e sus consortes pudieren ser habidos, sean presos e traídos a esta Villa”, para ser castigados conforme justicia. Y asimismo dio su mandamiento “para prender a Diego de Almodóvar, regidor desta Villa, para que sea castigado por el delito que ha cometido en haberse excedido de lo que era obligado”, y por no haber prestado ayuda y favor a su alcalde mayor, como era justo que lo hiciera, cuando su teniente lo pidió. Caja A–3, exp. 3, ff. 19-22. de Caniego, “por comisión del señor doctor Morones, oidor de Compostela e juez de residencia”, y su entrada en Colima, Juan Ruiz contestó: “Este testigo estaba en casa de Juan Fernández, su cuñado, teniente de alcalde mayor que a la sazón era en esta Villa, un día, a hora de mediodía poco más o menos, puede haber cuatro meses poco más o menos, que fue por el mes de febrero deste presente año. Estando este testigo en casa del dicho Juan Fernández, como dicho tiene, se dijo allí cómo entraba el dicho Sancho de Canego; y este testigo se asomó a la ventana con otros, e vido entrar al dicho Sancho de Canego con una vara alta que parecía ser vara de justicia, y la tenía en la mano, al hombro, como las suelen traer los jueces, y con él entraban un Fulano de Sosa, su acompañado, y Diego Hurtado, escribano, y otros que no sabe sus nombres”. El alcalde mayor le preguntó qué “otros vieron entrar al dicho Sancho de Canego con vara de justicia alta”, a lo cual espondió Juan Ruiz: “cuando este testigo se asomó a la ventana, estaba allí el dicho Juan Fernández e Gonzalo Moreno, vecinos desta Villa, y otros que no se acuerda, y mujeres: la mujer del dicho Juan Fernández, e otras, y que ésta es la verdad”. Preguntado por las generales, dijo que era de más de 40 años de edad y que era cuñado de Juan Fernández El Viejo. El mismo día, el alcalde mayor interrogó a Diego de Almodóvar, vecino de Colima, sobre las mismas preguntas. El testigo dijo que “estaba a la puerta de Diego de Velasco, vecino desta Villa”, el día de la llegada de Caniego, y que había otras personas presentes, pero que no recuerda quiénes fueron. Diego Fernández de Saldaña prestó declaración. “Este testigo se iba a su posada, cuando entró el dicho Sancho de Canego en esta Villa, e le topó junto a la puerta de las casas de Diego Veedor”, y vio que traía vara de justicia. Preguntado por las generales, respondió que tenía 25 años y que era hijo de Juan Fernández El Viejo. Hecha la averiguación, el alcalde mayor Alonso Sánchez de Toledo, vista también la información levantada por su teniente, “dijo que 66. 1557. Abril, 29. Provança de Alonso de Ávalos en el pleito que tratan con él los indios de Tuxpan, por los daños y perjuicios que reciben del ganado de su Estancia Miahuatlan. Pero López de Herrera, en nombre de Alonso Dávalos,198 vecino de la Ciudad de México, ante el alcalde mayor Alonso Sánchez de Toledo, hace presentación de una Real Provisión de la Audiencia de México y de un interrogatorio para el examen de los testigos en el pleito, de una parte, el licenciado Maldonado, fiscal de la Real Audiencia, por los indios de Tuspa, y por la otra Alonso Dávalos, sobre una Estancia Miahuatlan, en los términos de Xilotlan. Traslado de la carta poder otorgada por Alonso Dávalos en México el 21 de marzo de 1557, en favor de Pero López de Herrera, Cristóbal Díaz, Martín Fernández y Diego Veedor, ante el escribano Cristóbal Rodríguez Bilbao y los testigos Juan de Acuña, Juan de Ávalos199 y Francisco González, vecinos de México. 198 El encomendero de la mitad de los Pueblos de Ávalos, Alonso de Ávalos El Viejo, tenía empero por vecindad la Ciudad de México, donde ocupó incluso cargos y oficios públicos: regidor de México, en 1526: Boyd–Bowman (1968), II, regº 1467; AN 940, 1049, 1056, 1199, 1247; alcalde de sastres y calceteros en México, etcétera. 199 Poco después Juan de Ávalos o Dávalos, como también lo registramos en otras ocasiones, cambió su residencia y vino a los Pueblos de Ávalos: infra, regº 76. Según Hiller- 83 José Miguel Romero de Solís estaba todo el término della y mucha más cantidad, yerma y despoblada, y llena de arcabucos201 espesos y cerrados que se criaban muy gran copia e número de tigres, lobos y leones, que a los indios naturales de los dichos pueblos y de otros comarcanos que allí pasaban caminando, hacían muchos daños, hiriéndolos y matándolos, y no osaban ir sin juntarse para caminar muchos en cuadrillas”. Si saben los testigos que “en el tiempo que ansí la dicha estancia se pobló, no se tenía ni tuvo por costumbre para poblar y fundar estancias de ganados, de pedirse título ni licencia alguna, salvo los pobladores advertir e mirar que las tomasen y poblasen en partes sin perjuicio”. Si saben que “antes que la dicha estancia del dicho Alonso Dávalos se poblase, a una legua poco más o menos della, en los mismos términos, se pobló otra estancia de ganado mayor por Alonso de Arévalo, vecino de Colima, que la tuvo poblada dos años poco más o menos, a cabo de los cuales la despobló por no poder sufrir los daños que las dichas animalias [sic]202 en ellos hacían y hicieron, y sacó las dos tercias partes del ganado que metió”.203 Si saben que después que pobló Dávalos la Estancia Miahuatlan, “ha procurado y procura con muy gran recado de gente, perros y otros aparejos, allanar mucha parte de los dicho arcabucos y matar y consumir las dichas bestias fieras, e hasta agora le ha costado y cuesta allí en de otros muchos gastos, más de dos mil cabezas de ganado204 que le han comido e muerto los dichos animales”. Sobre estas mismas fieras, se pregunta a los testigos si saben que “se han mantenido y mantienen y sustentan de los dichos ganados y se ceban en ellos sin hacer daño a los naturales de Traslado de la Real Provisión de la Audiencia de México, fechada el 18 de marzo de 1557, emanada a solicitud de Alonso Dávalos, para el examen de los testigos que moran fuera de la Corte. Sigue el interrogatorio con las preguntas a hacer a los testigos de parte de Alonso Dávalos “en el pleito que con él se ha tratado y trata por parte de los indios de Tuspa, sobre la estancia de ganado que tiene poblada en los términos de Xilotlan, llamada Miauatlan [sic], que pende en esta Real Audiencia en grado de apelación, nulidad e agravio de la sentencia que contra el dicho Alonso Dávalos, Alonso Dávila, corregidor del dicho pueblo de Tuspa, dio e pronunció”. Interrogatorio “Primeramente, si conocen a las partes y a Francisco de Sayavedra, hermano del dicho Alonso Dávalos,200 y si tiene noticia de la dicha estancia de ganados llamada Miauatlan, y de los dichos pueblos de Tuspa y Xilotlan”. Si saben los testigos que “podrá haber veinte años, poco más o menos, que el dicho Alonso Dávalos, por el dicho Francisco de Sayavedra, su hermano, e por su gente e criados, pobló la dicha Estancia Miauatlan [sic] con ganado mayor e hizo en ella casas y corrales, estando como kuss (1997), 118, era hermano de Alonso de Ávalos El Mozo y Francisco de Saavedra Sandoval y estaba casado con Petronila de Ayala, viuda del conquistador Juan de Samaniego. 200 No debemos prestarnos a confusión con los aquí mencionados. A inicios de la colonización en el occidente, figuras sobresalientes fueron dos hermanos: Hernando de Saavedra y Alonso de Ávalos o Dávalos, familiares muy cercanos de Hernán Cortés. Al primero, comisionó don Hernando para cuidar sus intereses en las minas de Tamazula hasta que le acompañó a las Hibueras, donde le nombró por lugarteniente. El segundo —Alonso de Ávalos El Viejo— cuidó de los intereses de Cortés y de su hermano consolidando aquella región que, desde entonces, tomó el nombre de Pueblos de Ávalos. A partir de la muerte de Hernán Cortés, le ayudó en esta tarea su sobrino Alonso de Ávalos El Mozo quien casara con María Delgadillo, compartiendo propiedad y beneficios con su hermano Francisco de Saavedra: Fernández, “Ambito regional, haciendas y grupos de intereses”, en: Ávila Palafox–Martínez Assad–Meyer (Coords.) (1992), 35-40. 201 Arcabuco: monte espeso y lleno de maleza. Aunque exista la palabra animalias como equivalente a “exequias”, aquí, el sentido obvio es de alimañas, acepción que también registra Boyd–Bowman (1971), 63. 203 Durante algún tiempo, Miahuatlan y el resto de las encomiendas que Alonso de Arévalo poseía por el rumbo, tomaron el nombre de Pueblos de Arévalo. 204 Lebrón aseguraba que Alonso de Ávalos, en su Estancia de Miaguatlan, “tierras de Tuspa”, tenía “dos mil cabezas de novillos”: Lebrón (1979), 66. 202 84 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI puestos en las isletas del dicho río”. También, “la dicha estancia ha tenido y tiene sóla una entrada para meter y sacar el ganado della, y es tan estrecha que con un palo de una braza se cierra y tapa, y cerrada como todas las demás partes están cercadas del dicho río y sus barrancas de a doscientas y a trescientas brazas, y cordilleras de sierras, es imposible que, aunque no hubiese guarda alguna que anduviese con el dicho ganado, pudiese ni pueda salir ni ha salido a hacer daño a los naturales del dicho pueblo de Tuspa, ni a sus sementeras ni granjerías”. Por estos motivos, “cuando de la dicha estancia por mandado del dicho Alonso Dávalos se ha sacado o saca algunas reses, se ha hecho y hace con mucho trabajo y dificultad, y con mucha gente de pie y de caballo, y lo mismo se hacía y se hizo al tiempo de poblalla”. De ello resulta que “en toda esta Nueva España, ni en alguna otra parte de lo descubierto, no ha habido ni hay estancia de ganados que tan sin perjuicio, ni tan apartada de hacer daño, ni tan cerrada y guardada para no lo poder causar éste”. Por otro lado, “los indios del dicho pueblo de Tuspa, antes de llegar al dicho río, barrancas y cordilleras de sierras, hacia la dicha estancia, tienen muy gran copia y cantidad de tierras que podrían labrar y regar, y no las labran ni han labrado por tener otras muchas de las que se han aprovechado y aprovechan”. En cambio, “los indios del dicho pueblo de Miauatlan están más cerca e la dicha estancia que los del dicho pueblo de Tuspa, y no se han quejado ni quejan ni pedido cosa alguna, por no recibir ni han recibido daño alguno; y si los prencipales del dicho pueblo de Tuspa se han puesto en quejarse de la dicha estancia, diciendo estar en su perjuicio, ha sido y es por haber sido inducidos y ersuadidos de personas que han querido y quieren mal al dicho lonso Dávalos, sin causa justa. Los testigos digan lo que saben quién impuso e indució o indujo a los dichos indios”. El alcalde mayor Alonso Sánchez de Toledo, vista la Provisión, dispuso que López de Herrera presentara sus testigos, lo que hizo el demandante en nombre de Alonso Dávalos, llamando a declarar a Alonso Carrillo, Juan Fernández El los dichos pueblos y a los demás que por ellos pasan y caminan sin el miedo y riesgo que antes tenían y corrían”. Por este motivo, a causa de tener poblada la estancia, “los indios y naturales de los dichos pueblos, y todos los demás que por allí caminan, pasan muy más seguros y sin aventurar las vidas según las aventuraban y perdían” antes, y también, “ansimismo se han aprovechado y aprovechan de los dichos ganados”. Por consecuencia, “si la dicha estancia de ganados se despoblase y quitase del dicho término y lugar, necesariamente los dichos tigres, leones y lobos se multiplicarían y aumentarían, y los dichos naturales recibirían los daños que solían recibir antes que se fundase ni poblase”. De la estancia, se dice, que “cae y está puesta en los términos del dicho pueblo de Xilotlan, y estará della desviado el dicho pueblo de Tuspa y las sementeras que los indios de él hacen, cuatro leguas y más trecho y distancia, y por la parte del dicho pueblo de Tuspa la cerca un río grande que, por partes, no se le halla fondo ni se puede vadear y se pasa con balsas”.205 Además, “dende el dicho río van por otro lado y parte, cercando toda la dicha estancia, un puerto y cordilleras de sierras muy agrias y ásperas y de gran altura, que los dichos ganados por ninguna vía las pueden pasar ni pasan, ni después que en ellas se poblaron y metieron, las han pasado, las cuales llegan hasta tornar a dar en el dicho río, por manera que aunque junto a las dichas sierras los dichos indios e otros cualesquier estuvieran poblados con sus sementeras, ningún perjuicio les hicieran ni podrían recibir ellas, como no lo han recibido en algunos platanales que de siete u ocho años a esta parte están 205 A pesar del silencio de Lebrón de Quiñones que no lo tiene en cuenta, Xilotlan pocos años antes de su visita quedaba “en Colima”, estando ya para entonces bajo la Corona, como lo asienta la SV 797 que, cuando lo describe, dice entre otras cosas: “el asiento de este pueblo está entre sierras de poca agua, y essa es ruyn, es tierra seca y caliente: coxese oro en ella en las quebradas de las sierras [...] no es tierra para estançias ni para grangerías de cosas de Castilla [...] Es tierra muy áspera y que no se puede andar a cauallo; no es tierra de minas de plata: ay oro y por ser agra no se labran”. Sus términos colindaban con Tepalcatepec y Apapatlan. 85 José Miguel Romero de Solís de Arévalo, e llamó a este testigo, e le dijo que tenía unos indios presos de Juan Ruiz, los cuales dijo que tenía presos porque los había hallado con once mazorcas de cacao verdes, que habían hurtado de la Huerta de Jorge Carrillo”. Agrega Figueroa ue acompañó a Juan de Arévalo hasta donde estaban los naturales, que se llamaban Hernando y Hernán, y preguntóles si era verdad que habían robado mazorcas de cacao. Hernando contestó que sí, que las habían robado en la Huerta de Carrillo, y “otros tres pesos de la huerta del dicho Juan de Arévalo”. Dice el testigo ue preguntó a los naturales si habían cometido otros robos similares, y le respondieron que habían tomado “cuatro o cinco o seis mazorcas de cacao”. Hernando le relató que cuando iba con el cacao, topó con dos negros de doña Beatriz López, “que como los vieron e les dijeros que cómo habían hurtado el dicho cacao, los dichos Hernando e su hijo dieron a los dichos negros ocho pesos e medio en dos veces en tomines, e más tres pesos en cacao, orque callasen, porque se querían ir de allí”. El esclavo Baltasar declaró que estando en las casas que tiene uan Ruiz en su huerta de cacao, donde están y residen los indios Hernando y su hijo, un esclavo negro de Pedro de Granada, llamado Pedro, le dijo que había visto a Hernando robando de la Huerta de Jorge Carrillo once mazorcas de cacao, “e que había ido a llamar a un negro que está en la dicha huerta, que se llama Vicente”. Juntos fueron a ver en las casas donde moran los naturales, y”quiso atar al dicho Hernando, indio, porque había tomado las dichas once mazorcas de cacao”. El testigo dice que les recomendó que no atasen a los indios, sino que fueran con su amo y se lo dijeran. Vicente, entonces, le dijo que iría con las mazorcas ante su amo. “E que luego, el dicho indio Hernando, delante deste estigo e de los demás negros, sacó dos pesos e medio en tomines e los Viejo y a Diego Veedor, vecinos de la Villa de Colima, quienes prestaron juramento dando fe del mismo Diego de Mendoza, Garci Garcés y Francisco de Cepeda, vecinos también de Colima, ante el escribano Pero ánchez. Al día siguiente, López de Herrera firmaba de hacer recibido de manos del escribano Pero Sánchez los originales de la carta poder otorgada por Alonso Dávalos, la Real Provisión y el interrogatorio de los testigos. Caja A–3, exp. 4, 10 ff. 67. 1558. Septiembre, 3. Juan de Arévalo contra Hernando Cocozi y su hijo, indios de Zapotitlan, por robar en una huerta de cacao que tiene en el Valle de Caxitlan. Ante el alcalde mayor Lope de Arellano, Juan de Arévalo pone querella criminal contra Hernando Cocozi y de su hijo Hernando, indios naturales del pueblo de Zapotitlan, que es en la Provincia de Amula, porque el jueves pasado fueron a la huerta de cacao que el demandante tiene en el Valle de Caxitlan, junto a una Huerta de Juan Ruiz, donde fueron sorprendidos robando. Pide su castigo. Para la información, Arévalo presentó por testigos a Pedro de Figueroa, vecino de Colima, a Baltasar, negro esclavo de Diego de Mendoza, y a Pedro, esclavo negro de Pedro de Granada. Figueroa dijo que, estando en su casa que tiene en una huerta e cacao en el Valle de Ystapan,206 “a las horas del Ave María, fue allá Juan 206 Es curioso que el visitador Lorenzo Lebrón de Quiñones no registre esta huerta de Figueroa que aquí dice tener en el Valle de Ystapa o “Estapa”, como es nombrada por la Suma de Visitas, que la describe así: “es estançia sugeta a Tequepa, está quatro leguas de Colima: tiene doze yndios casados. Dan cada año treinta hanegas de maíz, tiene de termino vn quarto de legua, confina con Axitlan”, es decir, Caxitlan: SV 679. Quizá junto a esta huerta, Pedro de Figueroa tenía la estancia de ganado mayor que registra a su nombre Lebrón de Quiñones “a tres leguas de la villa de Colima”, con unas 500 vacas y 300 yeguas: Lebrón (1979), 65, dato que ya señalamos: supra, regº 62. Una pista para aclarar el silencio del visitador puede ser el testimonio de un esclavo negro de Pedro de Granada que aparece más adelante; éste dice que Pedro de Figueroa estaba “a cargo de la huerta de Jorge Carrillo”. En efecto, Lebrón informa que Carrillo, vecino que no residía en Colima, tenía dos huertas: una “junto a Colima” y la otra, de 10,000 casas de cacao, “en Caxitlan”: Lebrón (1979), 63. 86 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI dio al dicho Vicente, negro que está en la dicha Huerta de Jorge Carrillo, e le dijo que los tomase por amor de Dios, e callase, e no diese a su amo nada, que era verdad que había hurtado las dichas mazorcas de cacao de la dicha huerta, e más tres pesos de cacao mojado en la Huerta de Juan de Arévalo”. Pedro le dijo a Vicente que para qué llevaba el cacao mojado, que no era suyo, y entonces Hernando sacó 6 pesos y se los dio a Pedro para que también callase y no dijera nada. Luego se fueron él y los dos negros. Llegando a su posada, este testigo llamó a Juan de Arévalo, “que tiene cargo de la dicha huerta, e se lo dijo como pasaba, e que luego el dicho Juan de Arévalo fue a casa de Pedro de Figueroa e le llamó”, quienes fueron a buscar a Juan Ruiz y de allí sacaron a los naturales, los ataron y trujeron a esta Villa. Pedro, negro esclavo de Pedro de Granada, vecino de Colima, relató cómo “viniendo de casa de Pedro de Figueroa, que está a cargo de la Huerta de Jorge Carrillo”, por el camino vio a Hernando dentro de la huerta cogiendo mazorcas de cacao. Tan pronto le vio, se arrimó a un palo, fuera de la huerta, en el Camino Real, “e que luego el dicho Hernando viejo, padre del dicho Hernando, se fue a su casa, e que este testigo lo dejó ir, e se fue a casa del dicho Pedro de Figueroa, e llamó a un negro que sirve en casa del dicho Pedro de Figueroa, que se llama Vicente, e le dijo: «Anda, vamos a atar a un indio de Juan Ruiz que se llama Hernando, porque ha hurtado cacao en la Huerta de Jorge Carrillo»“. Fueron a casa de Juan Ruiz donde moraban los naturales y cuando quisieron atarlos, Baltasar, negro de Diego de Mendoza, les pidió que no los atasen, sino que los entregasen a Figueroa. Hernando, entonces, “sacó tres pesos e los dio a Baltasar, negro, e después, dende a dos días, dio a este testigo e al dicho Vicente seis pesos e tres pesos en cacao, e les rogó que no dijesen nada a ninguna persona”. Luego, todos se fueron. Agrega el testigo que Hernando les comentó que las mazorcas de cacao las había tomado de la Huerta de Pedro de Figueroa, y los 3 pesos de cacao de la Huerta de Juan de Arévalo. Después, el negro Baltasar contó a Arévalo lo que 87 había sucedido, y éste avisó a Figueroa, y juntos fueron a prender a Hernando y a su hijo, y que era verdad que hurtaban en las huertas y tomaban “unas veces diez y ocho o veinte mazorcas de cacao” y se las llevaban. El 5 de septiembre, Juan de Arévalo dijo que se apartaba de la querella puesta contra “Hernando y Hernán chico, su hijo, indios, porque los tomé hurtando en mi güerta de cacao”, por habérselo rogado personas honradas y por amor de Dios. El alcalde mayor, entonces, tomó el caso de oficio. Al día siguiente, el alcalde mayor tomó confesión de Hernando Cocozi, mediante el intérprete Bartolomé León. Cocozi dijo ser natural del pueblo de Zapotlan,207 de la Provincia de Amula, y tenía 50 años de edad. Dijo conocer a los negros Pedro, Baltasar y Vicente, esclavos residentes en las huertas de Arévalo y Figueroa. Negó haber sido visto por Pedro robando mazorcas de cacao en la Huerta de Jorge Carrillo. Dijo que “este confesante fue a un pedazo de huerta que tiene Juan Ruiz, su amo, cabe la Huerta de Juan Martel, e cogió las dichas once mazorcas de cacao, e se vino con ellas, e que pasó por el camino cabe la huerta de cacao del dicho Jorge Carrillo, e se vino a su casa, y puso las dichas mazorcas de cacao delante de una imagen en su casa, e que a la tarde fue a su casa el dicho Pedro, negro, e le dijo a este confesante que porqué había tomado las dichas mazorcas de cacao, e que este confesante le dijo que a dónde lo había visto, e que el dicho negro le dijo que lo había visto, e que tomó las dichas mazorcas de cacao e se las llevó a su casa el dicho negro”. También Cocozi negó haber entrado a la Huerta de Juan de Arévalo y robado 3 pesos de cacao. Explicó que “los dichos negros le dijeron para amedrentarlo a este confesante, que confesase e dijese lo susodicho, porque si no que lo habían de llevar ante la Justicia”. Añadió Cocozi que entonces “de miedo que tenía de los dichos negros, sacó ocho pesos de oro en tomines que tenía del dicho Juan Ruiz, su amo, e tres pesos de cacao, e lo dio a los dichos negros del miedo 207 Debe leerse Zapotitlan. José Miguel Romero de Solís albacea y testamentario de Juan de Guriezo,208 difunto, vecino que fue de la Villa, pide que se haga inventario de los bienes del finado. Lo cual hicieron el alcalde y Diego Veedor, escribano, yendo a las casas que fueron de su morada. Un mes después, el 20 de febrero, se hizo la almoneda. Fueron adjudicados los bienes en “fiado, para Pascua florida”.209 “Primeramente, se remató un pabellón de mantas de la tierra en Andrés de Segura, en trece pesos y un tomín de oro común. Iten se remató una capa vieja negra en Andrés de Madrid, en tres pesos y cinco tomines del dicho oro”. Un capote azul viejo, en Francisco Lepuzcano, en 4 pesos y 5 tomines. Otro capote pardo viejo, en Francisco de Hoyos, en 2 tomines. Un cuero de sol de badana de la tierra, en Álvaro de Grijalba: 3 pesos y 6 tomines. Un tecomate210 de cacao, pintado, en Juan Preciado: 6 tomines. Unas botas viejas, en Francisco de Hoyos: 3 tomines. Un sombrero de paja nuevo, en Juan de Azoca: 2 pesos y medio. Dos mantas de algodón en Francisco de Cervantes:211 9 pesos y 2 tomines. Dos cueros de venado adobados, en Juan de Arana: 6 tomines. Dos cinchas jinetas nuevas, en Francisco de Hoyos: 2 pesos y un tomín. Unas cinchas estradiotas, en Alonso Martín El Cojo, en 10 tomines. Una gurupera y un pretal y unos aciones de la estradiota, en Francisco de Hoyos: 2 pesos y 7 tomines.212 Cuatro pares de riendas, que traía dellos e temores que le habían puesto”. Negó haber robado cacao alguno, y que tampoco sabía quién pudiera haberlo hecho. Hernando Cozozi, hijo, también fue interrogado. Dijo tener unos 20 años de edad, y que era entenado de Hernando Cocozi, viejo. Negó haber entrado en la Huerta de Jorge Carrillo para robar mazorcas de cacao. El y su padrastro fueron al cacao que tiene Juan Ruiz, su amo, junto al Cacao de Juan Martel, y que allí “cortaron las dichas once mazorcas de cacao, e las trajeron a su casa y las pusieron delante de una imagen”. Preguntado si era cierto que cuando quería, entraba para robar en la Huerta de Juan de Arévalo y “tomaba diez, e otra vez quince mazorcas de cacao”, respondió que “unos negros que se llaman Baltasar, e Pedro, e Vicente, fueron a casa deste confesante e que como vieron las dichas once mazorcas de cacao que había traído del dicho su amo, les decían a este confesante e al dicho su padrastro, que porqué habían hurtado el cacao de las dichas huertas, e este confesante les dijo que no habían hurtado nada, e que los dichos negros les amedrentaron”, asegurándoles que habrían de llevarlos ante la Justicia. Por eso, “su tío, al tiempo que los dichos negros les amedrentaron, les dio ocho pesos en tomines e tres pesos de cacao, por los miedos que les pusieron, e no porque ellos hubiesen hecho ninguna cosa de lo que se les pregunta”. El mismo día, el alcalde mayor dictó sentencia. Los dos naturales fueron condenados a “que le sean dados a cada uno dellos cien azotes en el tiánguez de la plaza desta dicha Villa de Colima, que sea públicamente, con voz de pregonero”. Además se disponía que los negros implicados devolvieran a su dueño los pesos que habían recibido de los naturales. Caja A–3, exp. 5, 7 ff. 208 El vecino Juan de Buriezo, también nombrado Burieço y Gurizo, había casado con la criolla María Gutiérrez de Villacorta, la cual era viuda de Gómez Gutiérrez, de quien heredó “vna estançia que tenía hasta veynte yndios”: Icaza (1969), II, nº 1171; además: supra, regº 27. En el expediente aparece primero el inventario (ff. 1-5). Al coincidir prácticamente, preferimos destacar la almoneda porque, además de los bienes inventariados, se detallan los precios de adjudicación y los nombres de los compradores. 209 Es decir, Pascua de Resurrección, fiesta litúrgica que culmina las celebraciones de la Semana Santa. 210 Tecomate, “vaso formado por el epicarpo de algunos frutos, como los bules, guajes, cocos, calabazas, y especialmente los del árbol llamado cuauhtecomate”: Cabrera (1984), 125. 211 Podría tratarse del licenciado Francisco Cervantes de Salazar que, cuatro años después, estuvo en Colima: infra, IV, regº 1086. 212 Al margen: Esto ha de pagar Garci Rodríguez. 68. 1558. Enero, 20. Inventario, almoneda y remate de los bienes que quedaron por fin y muerte de Juan de Guriezo. Ante el alcalde ordinario Diego de Mendoza, el vecino de Colima Diego de Almodóvar, como 88 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI Una almohada vieja, en el mismo: un peso y medio. Catorce colleras de hierro, viejas, en Andrés de Madrid: un peso. Albadilla y dos pares de charnelas, en Juan de Iniesta: 9 tomines. Diez tornillos, en el mismo: 6 tomines. Un plato grande y otro chico y un salero, en Álvaro de Grijalba: un peso y medio. Dos cinchas y un poco de henequén, en Juan de Iniesta: 5 tomines. Una espada con dos vainas viejas y un talabarte, en Andrés de Segura: 6 pesos y 6 tomines. Otra espada, en Antonio de Carvajal: 17 pesos y medio. Una bigornia,214 un pujabante, tres martillos y unas tenazas, en Francisco Corralero: 7 pesos y 2 tomines. Un cuchillo de caballo, de cortar uñas, en Francisco Corralero: un peso. “Iten se remató un hierro de sacar habas a caballo, en Juan Ruiz, en nueve tomines”. Una ballestilla de sangrar caballos, en Alonso de Trejo: 2 tomines. Tenazas viejas, grandes, en Rodrigo de Meneses: 2 tomines. Dos herraduras viejas de caballo, en Francisco de Hoyos: 10 tomines. Al mismo, una reata de cuero, vieja: un tomín y medio. Siete herraduras de caballo, nuevas, en Diego Pérez: un peso y ducado. Una hoz vieja en Francisco de Hoyos: 2 tomines y medio. Un verdugado azul, en Alonso Martel: 9 pesos y medio. Un colchón de lana, viejo, en el sastre Francisco Caballero: 7 pesos y medio. El 23 de febrero continuó el remate. “Primeramente se remató una turca de hamelote de grana guarnecida de terciopelo carmesí, traída, en Juan de Azoca, en veinte e un pesos”. Un tocino, en Antonio de Carvajal: 2 pesos. Una alesna, en Juan de Velasco: 3 tomines. Un hierro de lanza, viejo, en Francisco Corralero: 3 tomines. Unas espuelas de pico de gorrión, en Juan de Iniesta: un peso. Dos hierros de labrar caballos, en Francisco Caballero: un peso. Un jubón de raso pardo, viejo, en Francisco Mateos: un peso y 6 tomines. Unas calzas blancas, viejas, en Francisco de Hoyos: 4 pesos. Una jaqueta de grana, traída, en Francisco Corralero: 9 pesos y medio. Una capa negra, en Antonio de Carvajal: 8 pesos. Un talabarte viejo y un ceñidor viejo, tres de ellas jinetas, y las otras estradiotas, en Juan Muñoz: 2 pesos y un tomín. Dos pares de espuelas estradiotas, en Garci Rodríguez: 3 pesos y 3 tomines. Unas espuelas de la jineta, viejas, en Francisco Corrallero: 10 tomines. Un cerrojo y un candado con sus llaves, en Álvaro de Grijalba: 2 pesos y 2 tomines. Una colcha de manta y algodón, en Francisco Caballero, sastre: 4 tomines. Una azuela y martillo en el señor Diego de Velasco: un peso y medio. Un poco de caña fístole, en Francisco de Cervantes: medio peso, y unas escribanías que se dieron a su hijo. “Iten se remató una cincha y un cincho y dos ataharres de la harria, en Álvaro de Grijalba, en once tomines”. Una silla estradiota vieja, con sus aderezos viejos, en Francisco de Hoyos: 8 pesos y medio. Una silla jineta de la tierra, con su cincha vieja, en Antonio de Carvajal: 13 pesos. Una copa de vidrio, con su vasera, en Alonso Martel: 10 tomines. Un rosario, en Francisco de Cervantes: 3 tomines. Cuatro panes de sal, en el señor Diego de Velasco: un peso y medio. “Iten se remató un cañon, medio cañón de arcabuz, digo, una rodela pintada, en Antonio de Carvajal, en dos pesos y medio”. Una docena de pasas y pasadores de ballesta, en Pedro de Arévalo: 10 tomines. Tres panes de tequixquytle,213 en Francisco de Hoyos: 5 tomines. Una mesa con sus bancos, en Francisco Corralero: 3 pesos y medio. El 21 de febrero continuó el remate de los bienes de Guriezo. “Primeramente, se remató un lanzón, en Juan Preciado, en cinco pesos”. Una adarga vieja, en Andrés García: 2 pesos. Un sombrero de fieltro, viejo, en Andrés Garcia: 5 tomines. Una celada de cuero, en Juan de Arana: 2 tomines. Unas espuelas de la jineta, viejas, en Rodrigo de Meneses: 7 tomines. Dos pares de aciones viejos de la jineta, en Juan de Iniesta: 6 tomines. Una barrena grande, en Andrés de Segura: 5 tomines y medio. Tres barrenas, en Juan de Iniesta: 5 tomines. Un escoplo, en Juan de Iniesta: un peso. Una escobilla de limpiar ropa, zapatos viejos y un calzador, en Diego de Velasco: 7 tomines. 214 213 Yunque con dos puntas opuestas (Casares); la palabra la documenta asimismo Boyd–Bowman (1971), 123. Tequesquite, pan de sal: Cabrera (1984), 134. 89 José Miguel Romero de Solís en Pero Ruiz: un peso. Dos almohadas blancas, deshiladas, en Garci Rodríguez: 6 pesos y 5 tomines. Una delantera de cama de ruán labrado de blanco, en el mismo: 12 pesos y medio. Un paño labrado de grana, deshilado, en Alonso de Trejo: 2 pesos y 2 tomines. Dos cofias, una blanca y otra labrada de azul, en Francisco Pérez: 10 tomines. Una pañizuelo de narices, en Francisco Pérez: 6 tomines. Otro pañizuelo, labrado de negro, en el mismo: 4 tomines. Los manteles alemaniscos y dos pañizuelos, en Juan de Iniesta: 5 pesos y 6 tomines. Una toca de camino, en Juan de Arévalo: un peso y 5 tomines. Un bonete y una gorra de paño negra, en Francisco de Hoyos: un peso. Dos pedazuelos de lienzo, en el mismo: 2 tomines. “Iten se remató una lima pequeña de acero, en Diego Morán, en un peso”. Una caja de peines, con un peines, en Francisco Lepuzcano: 4 pesos y un tomín. Unos muslos de cuero, en Juan Preciado: 4 pesos y un tomín. “Una taza e una cuchara de plata, que pesó un marco y una onza e tres granos, a once pesos e dos tomines el marco que valió, en Alonso de la Puerta”: 10 pesos y 3 tomines. Unos zapatos de cordobán, nuevos, en Diego de Aguilar: 6 tomines. Una camisa de mujer de ruán labrada en negro, en Francisco de Hoyos: 5 pesos y 2 tomines. Unas tijeras, en Diego Morán: 6 tomines. Una mantilla delgada, en Diego de Aguilar: un peso y medio. Dos pares de guantes, en Juan Ruiz: un peso y medio. Un brazalete de oro bajo, en Andrés de Segura: 2 pesos y 6 tomines. Una bolsa de terciopelo azul, vieja, en Tomás Herades: un peso. Una vaina de daga, con una cadenilla de plata, en Juan Preciado: un peso. Una medalla de oro bajo, en Juan de Arévalo: 2 pesos de tepuzque. El 24 de febrero siguieron rematándose los bienes del difunto Guriezo ante el albacea Diego de Almodóvar y el alcalde Diego de Mendoza, levantando el escribano Diego Veedor el acta correspondiente. “Primeramente se remataron cinco sillas de caderas, tres nuevas e dos viejas, en Bartolomé Sánchez, en cinco pesos”. Un anillo de oro, en Alonso de Jerez: 2 pesos y medio. Otro anillo de oro, en Diego Veedor: 2 pesos y medio. Otro 90 anillo de oro, en Rodrigo de Meneses: 10 tomines. Otro anillo de oro, en Garci Rodríguez: 6 tomines. Dos rosarios de cuentas y una piedra jade, en Andrés García: 10 tomines. Un manijuelo de trenzas de seda parda y un cíngulo de seda, en Alonso de Jerez: un peso y medio. Un rosario, en Francisco de Hoyos: un peso y medio. Dos cajetes de tecomachaca,215 en Juan de Arévalo: 2 tomines. Dos huipiles,216 en Andrés de Segura: 4 pesos. Una rodezuela y una pintadera de pintar paño, de hueso, en Juan Ruiz: medio peso. Una petaquilla de indios, de henequén, en Francisco de Cervantes: 2 tomines y medio. Ocho lentejuelas, una hojuela y un poco de oro, en Andrés de Segura: un peso y medio. Los granos de aljófar, en Francisco Lepuzcano: 10 tomines. Diez cordones de seda negra, en Juan de Velasco: 6 tomines. “Iten se remató un coral grande e otros pocos corales, en Diego Morán, en cinco tomines”. Una cajita de palo, en Francisco de Hoyos: 7 tomines. Un rosario de cuentas, de rezar, en Antonio de Carvajal: medio peso. Una pierna listada, de manta, en Francisco de Cervantes: 6 tomines. Un paño de escarlatín colorado, en Antonio de Carvajal: 9 pesos. Dos truzas, la hechura de ellas, la una de la Vega, guarnecidas de oro, en Francisco Mateos: 2 pesos. Unas calzas de raso negro, en Francisco Lepuzcano: 11 pesos y medio. Un calabazo217 con un poco de bálsamo en Alonso de Padilla: 6 tomines. Cuatro docenas de botones verdes y pardos, en el sastre Francisco Caballero: 5 tomines. Un llavero de seda morada, en Álvaro de Grijalba: 5 tomines y medio. Dos manijuelos de cintas negras, en Tomás Herades: un peso y 6 tomines. Dos beletas de seda con sus cordones, en Francisco de Cervantes: un peso. Dos sandales [sic]218 amarillos, en Francisco de Cervantes: 3 tomines. Una cofia de 215 Así se lee; quizás mejor, dos cajetes de Tecamachalco. Huipil: vestido de algodón sin mangas, que “usan las indias embrocado, a manera de camisa”, cuya etimología es huipilli, camisa de india: Cabrera (1984), 82. 217 La expresión está bien documentada en Boyd–Bowman (1971), 148. 218 Por zendallejos; en efecto, el inventario dice zendallejas amarillas. Ninguna de estas palabras las registra Boyd– Bowman (1971). 216 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI Un hacha vieja, en Juan de Arévalo: un peso. Una jaqueta de cuero de Teguitexeq,222 vieja, en Francisco Lepuzcano: un peso y medio. Un pan de jabón en 2 tomines. “Iten a un indio de Guanacastle,223 dos tomines”. Un traspuntero y unos hierros viejos, en el albacea.224 Una petaquilla con un poco de hierro viejo, en Francisco Pérez: 3 tomines. Otra petaquilla, de henequén, en Juan Sánchez: 5 tomines. “Iten se remató la hechura de una imagen de Nuestra Señora, en Francisco Moltava,225 en un peso”. Una colilla de hierro de echar a negros, en Bartolomé, negro: un tomín. Una petaquilla con ciertas menudencias, en Juan de Iniesta: un peso. Una caja de palo pequeña, en Juan de Iniesta: 3 pesos y 3 tomines.226 Tres huipiles de indios, en Baltasar, negro:227 3 tomines. Un guante, una candela y una piedra pómez, en Juan Ruiz: medio peso. Una caja pequeña de madera, en Juan de Iniesta: 3 pesos. Hasta aquí el remate. Sin embargo, algunos de los bienes inventariados no salieron a remate, entre éstos, un caballo castaño, un esclavo negro llamado Domingo, unas casas bajas de paja, unas fajas de camisa de india, una bota grande de vino. Caja A–3, exp. 6, 14 ff. mujer labrada, en Pedro de Arévalo: un peso y 6 tomines. Un cordón negro, con una borla de seda negra, en Francisco de Cervantes: un tomín y medio. Dos pares de zapatos, unos de ellos de terciopelo, en Garci Rodríguez: 9 tomines. Cuatro cucharas de palo, en Rodrigo de Meneses: 2 tomines. Una escobilla, en Antonio de Carvajal: 3 tomines. Un cordón de seda negra, en Rodrigo de Meneses: medio peso. Un sello de palo fue adjudicado en el tutor: un tomín. Un jubón de raso, nuevo, en Antonio de Carvajal: 15 pesos. Una reata de algodón y una borla de caballo, de seda, en el tutor: 2 tomines. Unas cabezadas y un petral de caballo, de la jineta, en Rodrigo de Meneses: un peso y 6 tomines. Unos borceguíes, en Rodrigo de Meneses: 3 pesos. Alpargatas, en Alonso de la Puerta: 2 tomines. Un cuero de venado, en Francisco Mateos: 4 tomines. Unas espuelas de la estradiota, en Diego de Aguilar: un peso. Otras espuelas iguales, en Francisco de Cervantes: un peso y 4 tomines y medio. Unas riendas de la jineta, de caballo, en Álvaro de Grijalba: 4 tomines. Un chapeo viejo de seda parda en Alonso Miguel: un peso. Un paño de manos, labrado de grana, en Diego de Aguilar: 3 pesos. Dos pañizuelos de narices, uno labrado de negro, y el otro, blanco, guarnecido de oro, en Alonso Miguel: 2 pesos. “Iten se remató la hechura de una imagen de Nuestra Señora, digo de Señor San Juan, en trece tomines, en Álvaro de Grijalba”. Un jarrito de Talavera,219 en Rodrigo de Meneses: 11 tomines y medio. “Una taleguilla de pimienta del Perú”, en Pero Sánchez: 2 pesos y un tomín. Una alezna, en Rodrigo de Meneses: 2 tomines y medio. Un escaupil de algodón,220 viejo, en Tomás Herades El Mozo: 10 tomines. Una barrenita, en Juan de Arévalo: medio peso. “Iten se remataron ciertos cabestros e una xáquima e unas sobrecargas, en Andrés de Madrid, en un peso”.221 69. 1559. Julio, 28. Provança de Francisco de Cepeda en el pleito de ejecución que le tienen puesto los hijos y herederos de Francisco Preciado y Elvira de Arévalo, por la mitad de unas huertas de cacao en términos de Epatlan y Alimancin. 222 Posiblemente, Tequecistepec, pueblo bajo la jurisdicción de la alcaldía mayor de Yanhuitlan: Gerhard (1986), 295; aunque también pudiera ser un pueblo homónimo y cercano al anterior perteneciente a la alcaldía mayor de Guaxuapa: Ibid., 133. 223 Por Juanacaxtle: quizá se trate de Xonacatlan o Juanacatlan, barrio de Atemaxac, en los Pueblos de Ávalos: Gerhard (1986), 248. 224 Al margen está escrito: Débelo su cuñado. 225 Lectura confusa: ¿Montalbán? ¿Montalvo?; véase infra, regº 185. 226 Al margen está escrito: A [sic, por ha] la de pagar Baltazar, negro. 227 No hay más datos para identificar a este negro. 219 En el inventario se especifica que el jarrito era azul. Escaupil, de ichcahuipilli: “especie de camisa de algodón, usada a modo de coraza por los guerreros mexicanos”: Cabrera (1984), 79. 221 Al margen está escrito: Ojo, que de aquí abaxo no ay ynventº. 220 91 José Miguel Romero de Solís Pedro de Granada, en nombre de los herederos de Francisco Preciado, había pedido ante el teniente de alcalde mayor de la Villa de Colima, Diego de Mendoza, que Francisco de Cepeda luego diera y pagara 3,369 pesos y 8 granos de oro de tepuzque, que debía a los dichos menores, “de resto de un contrato público”. El teniente de alcalde mayor ordenó que las partes dieran fianzas de saneamiento, lo que no quiso dar Cepeda, apelando de este mandamiento y recusando como juez a Diego de Mendoza y pidiendo que se acompañara. Diego de Mendoza dijo entonces que Cepeda depositara 50 pesos de oro para pagar los salarios del acompañado. Sabiéndose que Cepeda pretendía ausentarse de la Villa, el teniente de alcalde mayor dispuso, que de no pagar las fianzas y nombrar bienes en donde hacer la ejecución, éste fuese puesto en la cárcel pública. Protestó de nuevo Francisco de Cepeda porque este auto le fue comunicado en día domingo, y ello no procedía. Por otra parte, nombró por sus fiadores a Pero Sánchez y Diego Veedor, que aceptaron, siendo testigos de ello Mateo Collado y Antón Morera, estantes en la Villa. Ante los testigos Pero Sánchez y Antonio de Maya, Francisco de Cepeda, preso en la cárcel de la Villa, presentó ante el teniente de alcalde mayor Diego de Mendoza un escrito donde dice, entre otras cosas: que sin apartarse de las apelaciones y recusaciones que tiene hechas, había pedido que el teniente, como juez, se acompañara y, sin embargo, había dado mandamiento ejecutorio; que había apelado de dicho mandamiento, y empero había sido echado a la cárcel, no obstante haber presentado una Real Provisión. Recibida la petición, el teniente de alcalde mayor dijo que obedecía y acataba la Real Provisión, según la cual debía otorgar las apelaciones que de derecho hubiere y que así lo hacía, pero “por ser negocio ejecutivo ha mandado y manda que se vaya por él adelante”, y como “en este caso no ha lugar de cesar la vía ejecutiva”, mandaba al escribano Juan de Iniesta que diera al solicitante “testimonio de todo”, y sobre las demás cosas que pide, “en lo que toca a la recu92 sación que a su merced hizo, el teniente mandó haga [Cepeda] depósito para que se pague el salario al acompañado, y no lo ha hecho, por cuya causa su merced procede en la causa”. Es más: había otorgado que sólo depositara “la mitad de los pesos de oro que le está mandando, para empezar a pagar al acompañado”. Entretanto, “no se da por recusado y procederá en la causa adelante no consistiendo en sus quejas y protestaciones”. Juan de Iniesta, escribano nombrado, notificó este auto a Cepeda, siendo testigos de ello Luis de Grijalba, Diego Morán y Tomás Herades, vecinos de la Villa. Francisco de Cepeda contestó que “no es obligado a depositar ningunos pesos de oro, sino que pide a su merced que se acompañe, como pedido tiene”. En otro escrito, fechado el mismo 28 de julio, dice Cepeda: “a mi noticia ha venido que V.m. contra todo derecho ha mandado que vayan a las güertas de Apatlan y traigan los negros y cacao que en el beneficio dellas están, lo cual es en gran perjuicio mío”. Pide que no se traigan los negros, porque es “tiempo de aguas y hay ríos caudalosos en el camino”. El teniente de alcalde mayor, vista la petición, la denegó por cuanto Cepeda, habiéndosele pedido que nombrase bienes libres e desembargados para que se hiciese ejecución en ellos”, no lo hizo en su momento; porque se le pidió que “diese fiadores de saneamiento a ellos, e no lo ha querido hacer, antes se ha resistido con recusaciones e formas de alargar este pleito”. Por otro lado, la parte de los menores de Francisco Preciado, el 26 de julio, le había dado a conocer que Cepeda y su tío Alonso Sánchez de Toledo tenían en las huertas de Apatlan, “algunos bienes, así cacao como negros e negras”, y pedía, como así lo hace constar el teniente, “que se trujesen a esta Villa para que en ellos se hiciese ejecución, atento que en esta Villa no hay prisiones ni cárcel donde estuviese seguro el dicho Francisco de Cepeda y demás de eso, no ha dado las fianzas que le están mandado dar”. Por todo ello, mandaba que se hiciera ejecución “en los bienes que se hallaren, ansí del dicho Cepeda como de Alonso Sánchez de Toledo”, y ordenó Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI Su Majestad y Juan Núñez, como maridos de Ana,228 María229 e Isabel de Arévalo,230 por escritura pública, “prestamos voz e caución, todos tres” en forma mancomunada y “otorgamos e conocemos a vos, Francisco de Cepeda, e Alonso Sánchez de Toledo, como vuestro fiador, y decimos que por cuanto por nos fuistes ejecutado por dos mil pesos de oro de minas que nos debíades de resto de las huertas de cacao que ovistes e comprastes vos, el dicho Francisco de Cepeda, del dicho Francisco Preciado, padre de las dichas nuestras mujeres, y hemos venido a concierto en que nos déis e paguéis luego los mil pesos de oro de minas, de los cuales obemos dado carta de pago en la obligación y os hemos de aguardar e os aguardaremos, y esperamos a que nos los déis e paguéis de hoy día de la fecha en un año”. Tal concierto lo han hecho, dicen, “por quitarnos de pleitos y diferencias e venir en ello pro e utilidad ansí a nos como a los dichos menores”. La escritura fue firmada en presencia del teniente de alcalde mayor, Diego de Mendoza, y siendo testigos Juan Fernández El Mozo, Alonso Miguel, Diego Díaz y Juan Preciado, vecinos de Colima. El 12 de marzo de 1561, el escribano Diego Veedor sacó un fiel traslado de una carta de obligación,231 firmada por Alonso Sánchez de Toledo y Francisco Cepeda, el 27 de marzo de 1555, en favor de Francisco Preciado, donde se lee: “obligamos e hipotecamos las dichas dos huertas de cacao de suso contenidas y el dicho al alguacil Diego López a que “vaya a las huertas de Apatlan, a donde dicen que los susodichos tienen sus bienes, e todos los que se hallaren, se traigan por inventario a esta Villa”. Por razón que el escribano Juan de Iniesta “está ocupado en este negocio” en la Villa, nombraba a Antón Martín, vecino de Colima, por escribano, para que fuera a Apatlan con el alguacil. Días antes, el 23 de julio, “en domingo, a las cinco de la tarde”, Pedro de Granada, tutor y curador de los menores hijos de Francisco Preciado, siendo testigos Juan de Segovia y el alguacil Diego López, había presentado un escrito en el cual decía haber tenido noticia que Francisco de Cepeda “se quiere ir e ausentar desta Villa”. Diego de Mendoza dispuso, entonces, que diera fianzas bastantes y de no hacerlo, “lo pongan en la cárcel pública desta Villa”. El 29 de julio de 1559, en largo escrito, Cepeda alegaba sus razones en el pleito: primero, recusaba por juez a Diego de Mendoza porque la causa estaba pendiente de sentencia en la Real Audiencia, en virtud que Diego de Almodóvar, tutor y curador que fue de los dichos menores, había apelado de lo proveído anteriormente por Lope de Arellano, alcalde mayor que fue de Colima, tal y como se expresaba en la Real Provisión que en su momento, Cepeda había presentado ante el teniente de alcalde mayor, en la que el presidente y oidores de la Real Audiencia mandaban que los herederos de Preciado, en la demanda que le tienen puesta sobre la mitad de las huertas de cacao que el difunto Preciado le vendió en vida, diesen fianzas legas y abonadas por razón “de las condenaciones en que sentenció y condenó el licenciado Lebrón, visitador que fue en esta Provincia, que montaron las dichas condenaciones más de tres mil pesos, como parecerá por las dichas sentencias que el dicho visitador dio e pronunció”, y que “resultaron de restituciones de indios en la dicha visita a que me refiero”. El 16 de agosto de 1559 y ante el escribano Juan de Iniesta, Pedro de Granada, como tutor y curador de las personas y bienes de los hijos y herederos de Francisco Preciado y Elvira de Arévalo, difuntos, Juan de Segovia, escribano de 228 Casó con Pedro de Granada, a quien sobrevivió. Otorgó testamento ante Toribio de Casso el 23 de mayo de 1598: infra, regº 222; III, regº 493; y IV, regº 1021. 229 Casó con Juan de Segovia, teniendo entre sus hijos a Juan de Segovia El Mozo y Marcos de Arévalo: infra, III, regº 701; IV, regº 1087. En 1574, ya era difunta: infra, regº 222. 230 Casó con Juan Núñez de Alvarado: infra, regº 222; III, regº 677. Entre sus hijos: Hernando de Alvarado, Juan Núñez y Francisco Núñez —también apellidado Preciado—, alias Pillo: infra, III, regº 680, 686; y Beatriz Núñez, casada con Diego de Monroy. Ya era viuda en 1575: infra, II, regº 264; y luego casó con Alonso Carrillo. Al quedar viuda de Carrillo, en 1580, tenía de él un hijo —Alonso— y estaba preñada de otro: infra, III, regº 677 y 705; IV, regº 850, 861, 868, AHMC/Reyes 207. 231 El traslado aparece trunco. 93 José Miguel Romero de Solís negro, en tal manera, que no lo podamos vender ni empeñar ni trocar ni cambiar ni enajenar hasta tanto que primeramente seais contento y pagado de lo en esta carta contenido”. Testigos: Juan de Aguilar, Francisco Navarro, el alcalde Juan Fernández y Pedro de Vivanco, vecinos de la Villa de Colima. Pasó ante el escribano Juan de la Torre. “A las espaldas de la dicha obligación y en el margen estaban escritas las cartas de pago siguientes”. La primera de 17 de septiembre de 1556, por la que Francisco Preciado dice haber recibido del alcalde mayor Alonso Sánchez de Toledo 2,270 pesos de oro común, “los cuales son para en cuenta y parte de pago de la primera paga desta obligación, los cuales me distes los dozientos y ochenta pesos de minas que os pagué por Pedro de Vivanco, que os debía de un negro que le vendistes, y trezientos y veinte y cuatro pesos de oro común en doze cargas de cacao que distes por mi mandado al Sr. Visitador y a Bernardo de Balbuena por su mandado para en lo que me condenó el dicho Visitador para salarios, y el resto me distes hoy día de la fecha desta en planchas de plata y en tostones, los cuales recibí en cuenta desta dicha paga primera”. Testigos: Pedro de Vivanco y Pedro Sánchez. La segunda, de 23 de julio de 1557, en la que Preciado dice haber recibido de Alonso Sánchez de Toledo y Francisco de Cepeda 1,200 pesos de tipuzque, “los cuales me pagastes en esta manera: los setecientos pesos dellos que por vos me dio Juan de Sampedro e yo se los dí a él a censo, y los quinientes pesos restantes me distes en tostones de contado”. Testigos: Pedro Sánchez, escribano de esta Villa y Garci Garcés de Mansilla, vecinos de Colima. Otra, fechada al día siguiente, donde Preciado dice haber recibido de Alonso Sánchez de Toledo, alcalde mayor, 600 pesos de oro común, “en tostones contados”, siendo testigos los vecinos Garci Garcés de Mansilla y Juan de Iniesta. Una cuarta, firmada por Pedro de Granada el 17 de agosto de 1559 siendo testigo Juan de Iniesta, donde dice haber recibido de Francisco 94 de Cepeda 1,000 pesos de oro de minas de ley perfecta. Otra, donde Pedro de Granada dice haber recibido de Alonso Sánchez de Toledo 1,720 pesos y dos tomines de oro común, “con los cuales acabastes de pagar todos los pesos de oro que debíades por esta obligación a Francisco Preciado, difunto, los cuales recibí en esta manera: cuatrocientos y setenta pesos que me dio Juan Preciado por vos de unas casas y solar que le vendistes por Pero Sánchez, y los seiscientos y cuarenta y cuatro pesos de oro común que distes en Diego de Velasco y Juana de Medina, su mujer, que tomaron a censo para los dichos menores y los debían al dicho Pero Sánchez y vos el dicho Alonso Sánchez en nombre del dicho Pero Sánchez los traspasastes a los dichos herederos de Preciado, y el resto que me distes en plata y reales, de que me doy por pagado como tal tutor; y por virtud de la tutela doy por ninguna esta obligación y por rota y chancelada”. Está fechada en la Villa de Colima, el 10 de marzo de 1561, ante el escribano Juan de la Torre y los testigos Juan de Velasco y Gonzalo Moreno. El 26 de julio de 1559, Juan de Segovia, en nombre de Pedro de Granada, decía que Cepeda estaba preso en la cárcel pública de la Villa “por defecto de no nombrar bienes” en la ejecución que se le hacía. Segovia agregaba: “a mi noticia es venido que los dichos Francisco de Cepeda e Alonso Sánchez, su tío, tienen algunos bienes así cacao como negros e negras” en las huertas de Apatlan. “Por tanto, a V.m. pido y suplico, mande que a costa de los susodichos vaya un alguacil” a las huertas para traer los mencionados bienes. Notificado Cepeda negó tener bienes algunos. A nueva insistencia de Juan de Segovia, el teniente de alcalde mayor Diego de Mendoza mandó que se notificara por segunda vez a Cepeda, lo cual hizo el escribano Juan de Iniesta, ante los testigos Pero Sánchez, Luis de Grijalba y Tomás Herades, vecinos de Colima. Contestó Cepeda que “Su Merced no es juez desta causa hasta tanto que se acompañe conforme a derecho porque, si necesario es, agora de nuevo le Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI recusa”, además que tiene apelada la causa ante la Real Audiencia de México. Diego de Mendoza mandó sin embargo que la causa siguiera adelante, y “dio mandamiento ejecutivo en forma por un contrato público de plazo pasado que presentó ante su Su Merced el tutor de los dichos menores”. En largo alegato fechado el 29 de julio, Cepeda se afirmaba en la apelación hecha contra los autos del teniente de alcalde mayor y asegurando estar dispuesto a ampliar su información. Y da nuevamente algunas razones: primero, dice que Mendoza no puede ser juez de esta causa, porque Diego de Almodóvar, tutor que fue de los dichos menores, apeló de lo mandado por Lope de Arellano, alcalde mayor de Colima, en cumplimiento de la Provisión de la Real Audiencia por donde se disponía que los dichos menores y herederos y su tutor diesen fianzas legas, llanas y abonadas. Todo lo cual aún está pendiente. Segundo: que la Real Audiencia también proveyó que los dichos herederos debían dar también fianzas abonadas “en razón de las condenaciones en que sentenció y condenó el licenciado Lebrón, visitador que fue en esta provincia, que montaron las dichas condenaciones más de tres mil pesos, como parecerá por las dichas sentencias que el dicho visitador dio e pronunció contra el dicho Francisco Preciado, que resultaron de restituciones de indios en la dicha visita”.232 Por último, Cepeda decía que, como “este pleyto es de calidad e ymportancia” [sic], el teniente de alcalde mayor “no lo determine sin letrado de ciencia y conciencia, que yo estoy presto de pagar”. Diego de Mendoza, vista la petición, se mantuvo firme en lo ya mandado, “y en lo que toca al pedir que no sentencie esta cabsa sin parecer de letrado, dijo que quando esté concluso para la difinytiba, proveerá justicia y que en lo demás contenido en la dicha petición, no ha lugar lo que pide”. A propósito de que Cepeda lo tiene recusado, dijo que ya había dispuesto que éste 232 Véase lo dispuesto por el visitador Lorenzo Lebrón de Quiñones contra Preciado y los comentarios que externa sobre él en su Relación sumaria (1554): infra, regº 70 y Lebrón (1979), 89. 95 depositara 50 pesos de oro para el acompañado, y que Cepeda “no los ha depositado ni Su Merced se ha habido por recusado”. Y que en tanto no se depositen los dichos pesos, no se sentirá por recusado y prosiguirá en el caso haciendo justicia. Entretanto, Segovia el 29 de julio en escrito presentado ante el teniente de alcalde mayor, decía que como Cepeda no había querido dar las fianzas, se pidió que “le echaran en el cepo”, y “se resistió al alguacil de V.m. y lo trato muy mal de obra e de palabra”, de lo que el alguacil puso queja criminal ante la autoridad, “y V.m. lo mandó echar grillos y en grande desacato y menospreciando la justicia y los mandamientos de V.m., se ha quitado los grillos y públicamente se anda suelto por las casas del Rey; e porque yo me temo que el dicho Francisco de Cepeda se yrá e absentará de la dicha casa”, por tanto, pedía que Cepeda “esté preso e a buen recaudo echándolo en el cepo e con las demás prisyones que se requieran”. Así lo mandó Diego de Mendoza al alguacil Diego Pinzón, en ausencia de Diego López, a cuyo cargo está el preso. Mandaba el teniente de alcalde mayor que tuviera Pinzón preso y a buen recaudo a Cepeda “y con unos grillos cerrando la puerta de la dicha cárcel, con su llave, so pena que su así no lo hiziere, pague de pena diez pesos de minas, la mytad para la Cámara de Su Majestad e la otra mitad para la persona que le denunciare”. El 9 de agosto, Cepeda se apartó de la recusación contra Diego de Mendoza y de las apelaciones que tenía hechas ante la Real Audiencia, Por su parte, Juan de Segovia también se hizo presente ante el teniente de alcalde mayor y dijo que Cepeda y él “agora están conbenydos e concertados en cierta forma, que quiere e consiente e ha por bien que sea suelto de la prisión en que está, e así lo pidió al dicho Sr. alcalde mayor”. Mendoza dispuso entonces que fuera suelto de la cárcel Cepeda “si no está por otra cosa”. El 16 de agosto, ante Diego de Mendoza, comparecieron Cepeda y Pedro de Granada, diciendo que estaban convenidos y concertados en José Miguel Romero de Solís la ejecución hecha a Cepeda “por tres mil233 y tantos pesos; que pedían e pidieron al dicho alcalde mayor mande desembargar quarenta cargas de cacao y la recua,234 y todos los demás bienes que estaban embargados por parte de los dichos menores, porque entre ellos están convenidos e concertados en cierta forma”. Mendoza ordenó levantar el embargo y que todos aquellos en quienes estuvieren depositados los bienes, tanto muebles como raices, los devuelvan libremente. Luego mandó “que se le paguen a Antón Martín, escribano que fue al dicho embargo, nueve pesos de tipuzque, que hubo de haber del salario de nueve días que se ocupó en el dicho negocio, los cuales le pague el dicho Francisco de Cepeda”. Carta poder otorgada por Alonso Sánchez de Toledo, “vecino que soy de la Ciudad de México e alcalde mayor por Su Majestad destos Pueblos de Ávalos, estante al presente en este pueblo de Tachilutla,235 ante el escribano Gaspar de Herrera, a favor de Pero Sánchez, vecino y alcalde ordinario de la Villa de Colima, fechada el 2 de febrero de 1560. Pero Sánchez a nombre de Alonso Sánchez de Toledo pidió copia del proceso y de los autos habidos en el pleito, lo cual concedió el alcalde mayor. El 7 de agosto de 1560, Francisco Cepeda presentó una real provisión de la Audiencia de México, donde se mandaba que los herederos de Francisco Preciado dieran mayores fianzas, lo mismo que el tutor Pedro de Granada y los demás fiadores, entre ellos, Andrés de Segura y Pedro de Bobadilla se obliguen de nuevo y hagan obligar a sus mujeres.236 Notificado Pedro de Granada, en nombre de ellos, respondió que sus esposas “todas están prestas de se obligar juntamente con nosotros”, pero que a propósito de dar mayores fianzas, debe darse mayor término, “porque en esta Villa no las hay”. Por otra parte, Pedro de Bobadilla, en nombre de Francisco de Cepeda, decía ante el alcalde mayor Diego Núñez de Guzmán, el 23 de julio de 1563, que el pleito “está rescibido a prueba de tachas y abonos, y para hacer el interrogatorio es menester enviar a México al Carrión, letrado del dicho mi parte, que lo haga” y por ello, pide cien días de término “atento que es tiempo de aguas”. Juan Núñez, por su parte, protestaba diciendo que Bobadilla lo único que pretende es dar largas al pleito y lo hace de malicia, “y porque los menores dejen el pleito y no lo sigan como claramente consta, pues ha ya más de dos años que le fue dado por V.m. el término de los sesenta días que agora pide, y no ha presentado ynterrogatorio ni provanza ninguna”. El alcalde mayor denegó la petición a Bobadilla, quien apeló del auto de Núñez de Guzmán. El 23 de septiembre de 1563, el alcalde mayor Núñez de Guzmán dictó finalmente sentencia, cuyo tenor fue el siguiente: “En el pleito y causa que ante mí pende entre partes, de una los hijos herederos de Francisco Preciado y de Elvira de Arévalo, su mujer, actores, y de la otra, Francisco de Cepeda y Alonso Sánchez de Toledo, reos, sobre la mitad de las huertas de cacao que están en términos de Epatlan y Alimancin, que el dicho Francisco Preciado vendió al dicho Francisco de Cepeda, que pertenescían a la dicha Elvira de Arévalo, como bienes multiplicados durante su matrimonio, en que sucedieron los dichos actores como bienes suyos propios, habiendo visto los actos y méritos de la causa, y como los dichos actores aceptaron la herencia del dicho Preciado, su padre, atento a que ellos con él representan [...], conformándome con la disposición del derecho, teniendo a Dios Nuestro Señor delante, fallo que el dicho Francisco de Cepeda y su fiador en su nombre probó sus excepciones y lo que probarse convino, y que los dichos actores ni alegaron ni probaron lo que alegar y probar les convino; en consecuencia de lo cual absuelvo y doy por libres a los dichos reos en la infamia deste juicio, 233 Está escrito mill. Se lee: requa. 235 Taxelutla o Techaluta, en los Pueblos de Ávalos: Gerhard (1986), 248. 236 Los matrimonios de los hijos y herederos de Francisco Preciado fueron los siguientes: Ana , Isabel y María de Arévalo casaron respectivamente con Pedro de Granada. Juan Nuñez y Juan de Segovia; Juan Preciado lo hizo con María de Solórzano. 234 96 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI y por causas que a ello me mueven, no hago condenación de costas más que cada una de las partes pague las que oviere hecho, y ansí lo pronuncio y mando por esta mi sentencia”. Caja A–3, exp. 7, 52 ff. 70. 1556. Septiembre, 3. Testimonio de las sentencias pronunciadas por el licenciado Lorenzo Lebrón de Quiñones contra Francisco Preciado. “Yo Juan de la Torre,237 escribano de Sus Majestades e desta Villa de Colima e que fue de la visita quel muy magnífico señor licenciado Lebrón de Quiñones, oidor alcalde mayor en el Nuevo Reyno de Galicia y visitador por Su Majestad en esta Nueva España, que hizo en esta dicha Villa e su Provincia, doy fe y verdadero testimonio a todos los que la presente vieren”, que Lebrón de Quiñones, al tiempo de su visita, dictó ciertas sentencias contra el vecino de Colima Francisco Preciado,238 dando su mandamiento para que éste pagase las condenaciones en la dicha sentencia contenidas, firmadas de su mano, juntamente con los autos de ejecución que se le hizo y cierto embargo y secresto en una deuda que Francisco de Cepeda e el señor Alonso Sánchez de Toledo, alcalde mayor, como su fiador, deben al dicho Francisco Preciado, en que se les mandó que no acudiesen al dicho Preciado con la dicha deuda, sino que pagaran por su persona y bienes el uno en pos del otro. “Yo, el licenciado Lorenzo Lebrón de Quiñones, oidor alcalde mayor del Nuevo Reyno de Galicia y visitador por su Majestad en esta Nueva España, mando a vos Pedro de Figueroa, alguacil desta Villa de Colima, yo vos mando que requiráis a Francisco Preciado, vecino desta Villa de Colima, que luego vos dé e pague trecientos y diez pesos de oro de minas, y dozientos y sesenta pesos de tipuzque que en que por mi fue condenado en las visitas que contra él por man237 Sobre Juan de la Torre, algunos datos: supra, regº 41. Más datos acerca de Francisco Preciado: supra, regº 14; también, Sevilla del Río (1974), 178-182. 238 97 dado de Su Majestad hice de los pueblos de Motín y Pómaro, e Quyri239 e Cachán, e Maroata e Giroma, e Gualoxa e Uiztlan, y Epatlan e Alimanzín, e Ocuyltepeque e Zapotlanejo,240 los cuales por mí fueron aplicados en esta manera: los ciento e ochenta pesos de minas para la Cámara de Su Majestad e los ciento e treinta pesos de minas para las iglesias de Epatlan e Alimanzin e los demás pueblos que tenía el dicho Francisco Preciado y cien pesos de tipuzque para la obra de la iglesia desta Villa,241 y otros ciento para el hospital que se ha de hacer junto al monasterio desta Villa,242 y cinquenta pesos para misas por los difuntos que trabajaron en las huertas del dicho Francisco Preciado e otros. Requerid al dicho Francisco Preciado que luego dé fianzas legas, llanas e abonadas a los tenientes de oficiales desta Villa y a su contento, que dará e pagará la cantidad y valor de los tributos de tres años de los pueblos de Motín y Pómaro y Maroata, contenidos en la dicha sentenzia, y del pueblo de Giroma, que todos ellos contados a como yo mando por la dicha sentencia montan mil e ciento y noventa y un pesos y seis tomines con once pesos para los indios de Gualoxa, que 239 Coire o Cuyle, como es registrada, era una estancia sujeta a Pómaro (o Maquilí) junto con otras cuatro, a saber, Cuxumatlan, Cochan (o Cachan), Maroato (Maroata) y Motín, tierra toda ésta “muy fragosa y doblada y de muchos montes y arcabucos y sin provecho”: SV 462. 240 Pueblos todos de la región de Motines: véanse a este propósito las interesantes Relaciones de Motines, en: Acuña (1987), 121-180 y Ochoa–Sánchez (1985), 88-96. Para complementar la información: Gerhard (1986), 198-200. Apatlan (o Epatlan, como se nombra en este expediente), era pueblo encomendado a Francisco Preciado. La SV 48 lo registra “en Colima” y le asigna dos estancias pareadas: por una parte, Ocultepeque, “ribera de vn río de Ciguatan” —al que luego nombra río Zapotlan— y Zapotlan; por otra, Apatlan y Alimancingo [sic]. La Estancia de Zapotlan, que conocemos por otros expedientes —por ejemplo, regº 39, 82, 122 228, 229, 230, 232 y 234—, bien puede ser la llamada en esta ocasión Zapotlanejo. 241 Para estas fechas, por consiguiente, la obra de la iglesia mayor de Colima aún continuaba en marcha: véase lo anotado a este propósito: supra, regº 18 y 33 242 Como ya se dijo, Lebrón de Quiñones promovió la erección del convento de Almoloyan con su correspondiente hospital, del que aquí se anuncia su próxima construcción: al respecto, infra, regº 122. José Miguel Romero de Solís todo ello monta mil e cuatrocientos e cinquenta e un pesos y seis tomines de tepuzque y trecientos y diez pesos de minas, y si luego no vos los diere o diere las dichas fianzas del valor de los dichos tributos, haced entrega e execución en su persona e bienes y sean muebles y tales que valgan la dicha cuantía”. Si Preciado “no vos diere, prendedle el cuerpo e preso e a buen recabdo lo poned en la cárcel pública desta Villa y apercibid al principal e fiador de los términos del derecho y que señale casa e procurador conoscido con quien se hagan los autos hasta la sentencia del trance e remate e requisitorio con apercibimiento que le señalo los poyos de mi audiencia”. Concluye la sentencia: “Fecho en Colima,243 a tres días del mes de setiembre de mil e quinientos e cinquenta e seys [1556] años”. Con la misma fecha, el alguacil Pedro de Figueroa, “estando en el cementerio desta Villa requirió a Francisco Preciado, vecino desta Villa, que estaba retraído en la iglesia e se andaba por el dicho cementerio, que le dé fianzas o pague los pesos de oro contenidos en el mandamiento destotra parte contenido, el cual dijo que no los tiene, y el dicho alguacil pidió le nombre bienes en que haga ejecución por la cuantía e costas”. Preciado repitió que “no tiene bienes ningunos sino una deuda de tres mil pesos que Francisco de Cepeda y el alcalde mayor como su fiador le deben para en fin de marzo, que no perjudicando a su derecho ni a la apelación que del señor Visitador tiene interpuesta, sino arrimándose a ella nombraba la dicha deuda para en que el dicho alguacil haga la dicha ejecución por la cuantía en el dicho mandamiento contenida. Testigos: Pedro Ladrón e Diego de Mendoza e Andrés de Segura e Sancho de Bullón, vecinos y estantes en esta Villa”. 243 Obsérvese que Lebrón data el documento en Colima, sin anteponer el acostumbrado Villa de Colima. Véase lo que ya se comentó: supra, regº 6. Por la fecha de la sentencia y autos, los sucesos narrados acontecieron durante una segunda visita de Lebrón a Colima, por cuanto la primera concluyó el 10 septiembre de 1554, día en que firmó en Taximaroa su importante Relación sumaria. 98 “E luego, el dicho Francisco Preciado dijo quel estaba retraído en la dicha iglesia por cuya causa no puede dar las fianzas contenidas en el dicho mandamiento, que él protesta de las dar”. Sabiendo Lebrón que Cepeda y Sánchez de Toledo debían dinero a Preciado, mandó al alcalde mayor que con juramento declarase “qué cantidad de pesos de oro e término y plazo pasado debe al dicho Francisco Preciado, e declarado mandó que el dicho alguacil haga ejecución en ellos por la cuantía e costas en el dicho mandamiento, e ansí lo mandó e firmolo. Lebrón”. “En Colima, en tres días del mes de setiembre del dicho año” [1556] el escribano de la Torre notificó este auto del visitador Lebrón al alcalde mayor Sánchez de Toledo; el alcalde dijo que “es verdad que le debe de plazo pasado al dicho Francisco Preciado como fiador que es de Francisco de Cepeda, su sobrino, más de dos mil pesos de tipuzque, e que viendo la cuenta está presto de declarar claramente lo que le debe líquido así de plazo pasado como por venir e así lo juró a Dios e a la señal de la cruz que hizo con los dedos de sus manos en forma de derecho e firmolo”. A continuación, el alguacil Pedro de Figueroa hizo ejecución en los dos mil pesos declarados por el alcalde mayor, y requirió a Sánchez de Toledo para que “no acuda con los dichos dos mil pesos al dicho Francisco Preciado ni a otra persona, so pena que los pagará otra vez por su persona e bienes, siendo testigos Francisco Navarro, alcalde, e Bartolomé Sánchez, e Bartolomé Garrido, vecinos desta Villa”. El escribano de la Torre fue con Preciado para que éste señalara casa y persona conocida “con quien se hagan los autos, do a de no, que le señalaba los poyos del audiencia del dicho señor visitador”. Preciado respondió que “todo lo que el dicho señor visitador manda, recibe por grande agravio e sin justicia, porque él se ha retraído a la iglesia por miedo de los agravios que del dicho señor visitador ha rescebido y espera de rescebir, porque lo tiene por enemigo mortal como lo tiene dicho en la Audiencia Real de México”. Es más, que pensaba que hasta tanto no fuese condenado por la Real Audiencia, no se debía de Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI cobrar nada, por lo que el visitador “paresce claro querelle mal y hazelle todo mal e daño, de lo qual lo rescibe por agravio y como tal agraviado, hablando con el acatamiento que debe, dijo que apelaba e apeló de todo lo susodicho y de todo lo que más mandare contra él el dicho señor visitador”. Testigos fueron de lo mismo, Diego de Mendoza, Francisco Corralero y Martín de Monjaraz, vecinos de esta Villa. Caja A–3, exp. 7, ff. 25-27. Descargo que da el dicho Pero Sánchez. “Primeramente da por descargo una escritura contra Melchor Pérez245 de que se le hizo cargo”; dio la escritura con todos los censos por cobrar.246 “Iten da por descargo un conocimiento contra Diego de Velasco, que de resto de él debe noventa pesos; tomáselos en cuenta; e negósele el dicho conocimiento al dicho Juan Preciado”. “Iten da por descargo un conocimiento firmado de Diego de Velasco, alcalde que fue en esta Villa, de cincuenta pesos que le dieron para 71. 1559. Julio, 7. Cargos que hace Hernando de Gamboa, alcalde ordinario, a Pero Sánchez y Juan Preciado, curadores de los menores hijos y herederos de Juan de Aguilar. Descargos de Pero Sánchez. [...] “De dos potros que vendió en Francisco Co- rralero en diez pesos de oro común. Iten se le hace más de cargo al dicho Pero Sánchez de diez pesos e cuatro tomines, de dos potros que le vendieron a Rodrigo de Meneses”. Se le hace cargo de 8 pesos de un remate de dos potros que se vendieron a Cristóbal de Solórzano a 4 pesos cada uno. “Por manera que suma e monta de cargo que se le hace al dicho Pero Sánchez del tiempo que ha sido curador de los dichos menores por seiscientos e dos pesos e cinco tomines de tepuzque, que de los cuales el dicho Pero Sánchez se hizo cargo”.244 244 Sobre el vecino de Colima Juan de Aguilar, dimos amplia información en el regº 35; según el Padrón de 1532, había a la sazón en Colima dos vecinos con el mismo nombre; uno era “casado” y “tiene aquí su mujer, y es vecino de esta villa de un año a esta parte, [que] no tiene indios, [y] mantiene caballo”: VP 49. El otro —Juan de Aguilar Solórzano— fungía como alcalde ordinario de la Villa de Colima junto con Juan Pinzón y era encomendero de dos pueblos: Xicotlan y Juanacatlan, de quien se dice que había sido “algo aprovechado”: VP 27. Para 1532, aún no había casado con Ana Martel, de la que tuvo seis hijos y una hija. En su tiempo fueron muy importantes la huerta de cacao y estancia que tenía junto a Xicotlan: SV 819, donde, según los cálculos de Lebrón, tendría plantadas unas 20,000 casas de cacao y pastaban 1,000 vacas y 300 yeguas: Lebrón (1979), 65. Al morir Juan de Aguilar, su viuda Ana Martel casó con Garci Garcés y, una vez que éste murió ajusticiado, lo 99 hizo con Melchor Pérez: infra, regº 91. Su nuevo esposo y Juan Fernández Ladrillero, en compañía, adquirieron la mayor parte de la Huerta de Xicotlan. Sobre esto y el número de casas de cacao existentes en 1562: infra, regº 74. ron la mayor parte de la Huerta de Xicotlan. Sobre esto y el número de casas de cacao existentes en 1562: infra, regº 74. 245 Melchor Pérez, antes de avecindarse en Colima a mediados del siglo XVI, fue vecino de Guadalajara entre 15361556. Durante estos años, alternó dos rentables ocupaciones: fue prestamista y negrero, particularmente vendiendo cuadrillas de esclavos en las minas de Guaxacatlan y Xocotlan. “Natural de la villa de Torres, ques en el condado de Feria, e hijo legítimo del liçençiado de la Torre, juez de rresidencia que fué en la Nueua Galizia, y de Catalina Mexía, y que á deziocho años que pasó a esta Nueua Spaña y quinze que se casó; y tiene tres hijas legítimas, la una para casar, y que fué a la tierra Nueua de Çíbola, donde gastó más de dos myll castellanos y que tien su casa poblada, con sus armas y cauallos, y padesçe extrema neçesidad”: Icaza (1969), II, nº 1059 y 1144; AHMC/Reyes De su primer matrimonio con María Álvarez, tuvo tres hijas: Catalina Mexía de la Torre, Isabel Mexía y María Álvarez o de la Torre. Catalina casó con Pedro de Ledesma: Icaza (1969), II, nº 1166, alcalde mayor en Zacatecas y regidor perpetuo en Guadalajara; Isabel con Alonso de la Vera, soldado de la compañía de Pedro de Alvarado, También es registrada por hija “legítima” suya y de Francisca Xerez, Catalina Mexía, encomendera de Coyupustlan, depositado por Vázquez Coronado: Icaza (1969), I, nº 460. Ya en Colima, casó en segundas nupcias con Ana Martel, viuda a su vez de Juan de Aguilar y Garci Garcés, de cuyo matrimonio nació su único hijo varón: Diego Mexía de la Torre. En Colima y su provincia, ocupó oficios públicos: alcalde ordinario, en 1564, 1569 y 1572: infra, regº 91, 194, 201, 243, 251; procurador de la Villa: infra, regº 114, 115, 116, 120; regidor en 1566: infra, regº 120; además se le nombró corregidor de Tecpa y Petlazoneca (1566-1568): infra, regº 144, 155, 163, 1 6246 No se acepta el descargo a Juan Preciado. José Miguel Romero de Solís vestir a los menores, con cartas de pago a las espaldas del mandamiento firmadas de Melchor Pérez e de Ana Martel, su mujer; recíbesele en cuenta”. “Iten da por descargo un conocimiento de Juan de Arana de veinte e un pesos, que parece se pagaron a Diego de Almodóvar por ciertas misas que Juan de Aguilar mandó que se dijesen en su testamento. Recíbensele en cuenta porque ovo carta de pago de Diego de Almodóvar, su albacea. Iten da por descargo un mandamiento del señor Hernando de Gamboa, alcalde ordinario, de cincuenta e dos pesos de oro común que parece se pagaron a García Rodríguez por Pedro de Solórzano, menor. Tománseles en cuenta. Iten da por descargo un mandamiento del señor Hernando de Gamboa de la parte de la negra de los menores, que dio a Juan Preciado e Pedro de Solórzano, de cuenta de noventa e cuatro pesos de tepuzque; dio el mandamiento e cartas de pago a las espaldas. Recíbesele en cuenta”. “Iten da por descargo un conocimiento de Diego de Velasco, alcalde que fue desta Villa, de cincuenta e seis pesos de tepuzque, que se pagaron a Juan Díaz del tiempo que sirvió en la huerta de cacao. Recíbesele en cuentas, que dio carta de pago a las espaldas. Iten da por descargo un mandamiento del dicho señor Hernando de Gamboa de trece pesos e cinco tomines, que se pagaron de las cuentas que se tomaron a Melchor Pérez e Ana Martel, de la parte que les cupo; dio mandamiento e carta de pago. Recíbesele en cuenta. Iten da por descargo otro mandamiento de Juan de Arana, alcalde, de trece pesos e medio de oro común que se pagaron a Martín Vázquez, mozo que estuvo en la hacienda del cacao; dio mandamiento e carta de pago. Recíbesele en cuenta. Iten da por descargo un conocimiento de Diego de Velasco, de diez pesos de tepuzque, que parece ha pagado a Diego Veedor de las cuentas que le tomaron a Juan Preciado por las costas e tutela e tiempo que le cupo; dio conocimiento e carta de pago. Recíbesele en cuenta”. “Iten da por descargo un mandamiento de Diego de Velasco de dos pesos e dos tomines que se pagaron a Diego Veedor de ciertas cuen- tas que tenía; dio mandamiento e carta de pago. Recíbesele en cuenta. Iten da por descargo un mandamiento de Diego de Velasco de cuatro pesos e seis tomines que se pagaron a Trejo, indio que sirve en la huerta del cacao; dio mandamiento e carta de pago. Recíbesele en cuenta. Iten da por descargo un mandamiento de Diego de Velasco de siete pesos que le pagaron a Alonso de Trejo, por cierto tiempo que enseñó a leer e escrebir a Gonzalo e Hernando, menores; dio mandamiento e carta de pago. Recíbesele en cuenta”. “Iten da por descargo una escritura de servicio de Juan Rodríguez, de tres meses que parece ha servido en la estancia e saca de yeguas: pagáronsele doce pesos; dio la escritura e cartas de pago con fe247 de escribano de Su Majestad. Recíbesele en cuenta. Iten da por descargo una carta de pago de peso y medio de un freno que se compró para el servicio de las yeguas. Recibiósele en cuenta. Iten da por descargo una carta de pago de peso y seis tomines de tepuzque, de una cincha. Recibiósele en cuenta. Iten da por descargo dos pesos que dio Francisco Corralero por ciertos días que ocupó en ayudar a recoger las yeguas; dio carta de pago. Iten da por descargo un peso de tepuzque de dineros de los remates del cacao. Recíbesele en cuenta. Iten da por descargo una carta de pago de siete pesos e seis tomines que pagó a Esteban Ximénez, mozo que estuvo en la hacienda. Recíbesele en cuenta. Iten da por descargo una carta de pago de Hernán Gil de tres pesos e un tomín. Recíbesele en cuenta. El mozo que al presente está en en la hacienda”. “Iten da por descargo diez pesos que paresció haber gastado para los dos menores en cosas de por menudo”. “Iten da por descargo un conocimiento contra Cristóbal de Solórzano de doce potros a cinco pesos como parece por el remate que en él se hizo”. Se le recibió en cuenta, pero negósele a Juan Preciado, para que a su tiempo lo cobre. “Iten da por descargo seis tomines que tres veces se dio al pregonero de los remates. Iten se 247 A la letra, fée. La expresión la registra por igual Boyd– Bowman (1971), 400; en adelante, se sustituye por fe. 100 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI le reciben en cuenta cincuenta e seis pesos de tepuzque que recibió de haber de su décima de cuatrocientos e sesenta e tantos pesos que parece haber cobrado por los menores”. “Iten da por descargo el dicho Pero Sánchez de veinte e cinco pesos de tepuzque que dice le pertenescen de la décima de ducientos e cincuenta pesos e cuatro tomines que dice alcanzó a Melchor Pérez e Ana Martel, en las costas que les tomó del tiempo que fue a cargo de la dicha Martel la administración de la hacienda de los dichos menores”. Vistos los cargos y descargos, el alcalde Hernando de Gamboa dijo que “se le alcanza al dicho Pero Sánchez por ochenta e siete pesos e tres tomines de tepuzque”, que deberá pagar a Juan Preciado, curador nuevo de los dichos menores. “Primeramente se le hace cargo [a Juan Preciado] de una escritura contra Melchor Pérez e Ana Martel, su mujer, de trescientos e setenta pesos de oro común, que tienen de censo que se hizo ante Diego Veedor, escribano, en diecinueve de junio de cincuenta y ocho años [1558]. Hácesele cargo della e de la cobranza del censo que corriere. Iten más se le hace cargo al dicho Juan Preciado de una escritura contra Ana Martel e Melchor Pérez de cuantía de docientos e cincuenta pesos de oro común”. “Iten se le hace cargo al dicho Juan Preciado de un conocimiento contra Melchor Pérez de cuantía de diez y ocho pesos”. Le fue entregado el conocimiento. Caja A–3, exp. 8, 4 ff. 72. 1559. Enero, 4. Testamentaría de Inés de Soto, mujer que fue de Alonso de Angulo. Ante Juan de Arana, alcalde ordinario de la Villa de Colima, “Joan Alcalde,248 vecino desta Villa de Colima, digo que habrá siete días que Inés de Soto, mujer que fue de Alonso de Angulo, di248 Acerca de Juan Alcalde y Juan de Arana, dimos información: supra, regº 8 y 20. funto, falleció y, al tiempo que estaba en el tránsito y su fin, a mí ordenó una escritura o memorial por el cual señaló y mandó ciertas mandas y capítulos que se han de cumplir por el descargo de su conciencia, como por la dicha escritura parecerá, de que hago presentación, por donde se verá que asimesmo deja y constituye por testamentarios y albacea, al venerable Padre Juan Hernández Vallejo,249 cura y vicario de los Motines, y a mí, para que juntamente ordenemos su testamento, dando para ello poder cumplido”. Juan de Arana mandó que diese información. El 9 de enero presentóse Juan Alcalde y presentó por testigos al Padre Juan Hernández Vallejo, al escribano Diego Veedor y a Diego de Aguilar, vecinos de Colima. El clérigo, cura y vicario de los pueblos de los Motines, declaró que “estando este testigo en la estancia e cacaguatal de Alonso de Angulo, difunto, vido este testigo que la dicha Inés de Soto quedó muerta de enfermedad”,250 y que antes de fallecer delante de este testigo hizo esta memoria. Diego de Aguilar dijo por su parte que las firmas que aparecen en la memoria son de Jerónimo de Sosa y de Juan Hernández Vallejo. 249 En otras ocasiones es nombrado Hervallejo. Fue cura de Motín (1558-1559) y después lo fue de Xilotlan (15591561): Schwaller (1981), 539. Es posible que sea el Juan Vallejo registrado como colegial de San Nicolás, en 1558: Miranda Godínez (1972), 186 y 194. Al fallecer en 1569, era canónigo de la Iglesia de Michoacán: AGI, México, 374; Mazín (1996), 88, nota 20. 250 En 1554, Angulo tenía “una huerta de cacao a tiro de ballesta de Ticavacan”, en la provincia de Motín, con unas 6,000 casas: Lebrón (1979), 63, lugar sin duda en el que falleció Inés de Soto, según el testimonio del padre Juan Hernández Vallejo, que aparece en este mismo lugar. Esta huerta era “de cuatrocientas brazas de tierra en largo e trescientas en ancho” y fue comprada por Angulo a don Martín Tequitlate, gobernador de Alima, a mediados de 1552: Sevilla del Río (1973), 91; en ella, quizá, nacieron los hijos del matrimonio y, también, los bastardos que se mencionan con cariño en el testamento. Con la doncella Juana de Angulo casaría el bastardo y mestizo Juan de Arévalo. En aquel “cacaguatal”, sin duda, quedaron sudores y afectos; por ello Inés de Soto, al disponer su última voluntad, pide que no se venda nunca, sino que de sus frutos se provea lo necesario. 101 José Miguel Romero de Solís Lo mismo atestiguó el escribano Veedor, agregando que también reconoce la de Hernán Gil.251 Hecha la información, el alcalde Arana dispuso que Juan Alcalde y el Padre Hernández Vallejo ordenasen el testamento de Inés de Soto según la memoria presentada. Memorial de lo que Inés de Soto, mujer que fue de Alonso de Angulo, difunto, dejó y mandó al tiempo que estaba para fallecer “Manda que se paguen las deudas que debieren así mías como de Alonso de Angulo, mi marido. Iten que mejora a su hija Juana en tercio y quinto de toda su hacienda, así bienes o bien de lo que de derecho le viniere. “Manda a la niña Isabelica, hija de María, india que servía a ella y a Alonso de Angulo, difunto, ciento y cincuenta pesos de tepuzque por ayuda a su casamiento.252 “Manda a Juanico,253 hijo bastardo de Alonso de Angulo, difunto, cincuenta pesos de tepuzque. Iten manda a Luisa, india, y Juana, a cada una, de dar por el servicio que le hizo, a cada una, seis pesos. Manda que a Catalina, india, y a María, por los bienes que dellas rescibió, a cada una dellas, quince pesos de tepuzque. “Más manda a otra india que se dice Madalena, diez pesos. Iten manda a Perico, indio, porque le sirvió, veinte pesos de tepuzque. Más manda que a Pedro, indio, se pague su servicio conforme al tiempo que paresciere haber servido. “Iten manda a Miguel, indio, quince pesos de tepuzque. “Iten ordena y manda que a Juana, su hija legítima, y María, después de ella fallecida, fuere Nuestro Señor servido llevar a las niñas desta presente vida, que en tal caso es su voluntad que la hacienda e bienes que de las dichas niñas paresciere, se vendan en pública almoneda y lo 251 Parece leerse Siles ó Giles (¿Gilles?), o quizá simplemente Hernán Gil —lectura que preferimos— ya aparecido supra, regº 71, de quien se decía que era “el mozo que al presente está en la hacienda” de los menores de Juan de Aguilar Solórzano; cf. también infra, regº 86. 252 Más adelante, cuando los albaceas ordenan el testamento, se dice que Isabelica era hija de Angulo. 253 Al disponer el testamento, llamásele hijo natural. que dello se hiciere, se constituya y ordene una capellanía perpetua como mejor los albaceas que Juan Alcalde señalare y vieren e les paresciera, para que se digan misas por las ánimas de su marido Alonso de Angulo y por ella, y por las de las personas a que fueren a cargo. “Iten da poder y licencia a Juan Alcalde, su compadre, para que ordene su ánima y testamento como yo mesma podría hacer, quedando por testado todo esto aquí susodicho. Digo y mando en presencia del señor vicario Juan Hernández Vallejo a quien pide por merced y suplica, juntamente con Juan Alcalde, [que] ordenen su testamento, estando presentes Jerónimo de Sosa, y Hernán Gil, y Antón Vázquez, los cuales firmaron aquí en esta memoria y vieren a la dicha otorgante Inés de Soto, mujer que fue de Alonso de Angulo, difunto, mandar que se cumpliese lo que aquí va escrito y se contiene juntamente lo que más les pareciere al Sr. Juan Hernández Vallejo e Juan Alcalde, y los dichos testigos firmaron de sus nombres, que fue fecho a veinte y nueve días del mes de diciembre de 1558”. Testamento de Inés Soto “En el nombre de Dios Nuestro Señor e de su bendita Madre. Amén Sepan cuantos esta carta de testamento e postrema voluntad vieres, cómo nos Juan de Vallejo, cura e vicario en la provincia de Motín, e Juan Alcalde, vecino desta Villa de Colima desta Nueva España, en nombre y en voz de Inés de Soto, difunta, que Dios haya, mujer que fue de Alonso de Angulo, difunto, que Dios haya, vecinos que fueron desta Villa, por virtud del poder que de la dicha Inés de Soto habemos e tenemos, con autoridad del señor Juan de Arana, alcalde ordinario en esta dicha Villa, el cual dicho autoridad pasó ante el presente escribano en el dicho día e mes e año susodicho [...], hacemos e ordenamos el dicho su testamento e postrema voluntad, en la forma e manera siguiente: “Primeramente, mandamos el ánima de la dicha difunta a Dios Nuestro Señor [...] y el cuerpo a la tierra de que fue formado”. Mandan que se celebre una misa cantada con su vigilia, ofren- 102 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI dada de pan y vino y cera, y la digan los curas de la Villa de Colima, “no embargante que la dicha difunta fallesció fuera desta dicha Villa”. También disponen que se diga un novenario de misas rezadas en la iglesia mayor de Colima, y las nueve misas de la Luz que se celebrarán donde ordenen los albaceas, y las misas de la Señora Santa Ana. Se celebrará también por las ánimas de Alonso de Angulo e Inés de Soto un trentanario abierto, así como diez misas a las Ánimas del Purgatorio, otras diez a honra y reverencia de Nuestra Señora la Madre de Dios, otras diez “a honor y reverencia de todos los santos apóstoles”.254 “Iten mandamos que por cuanto el dicho Alonso de Angulo murió sin hacer testamento y la dicha Inés de Soto, su mujer, mandó hacer un novenario cantado por el ánima de Alonso de Angulo, la cual mandó lo dijese el Padre Juan Hernández Vallejo”, más otras muchas misas, que se le paguen de sus bienes, como es costumbre. También se ordena la celebración de diez misas en el Colegio de los Niños, de la Ciudad de México. “Iten mandamos que se den cinco ducados de Castilla en limosna al Hospital de Nuestra Señora de la [...] de la Ciudad de México” y dos pesos de oro a la iglesia mayor de Colima en limosna por honra de los Santos Sacramentos, y medio peso de oro a cada una de las ermitas de esta Villa: a la de San Andrés, Santa Cruz y de Nuestra Señora. A Isabelica, hija de Alonso de Angulo, se darán 150 pesos de oro común, designándose a persona de conciencia para que bajo tutela tenga tanto a ella como a los dichos pesos. A Juanico, hijo natural de Angulo, 50 pesos de oro, y que tanto él como los dineros se pongan bajo la tutela de persona de conciencia. También se pagarán todas las deudas pendientes: figuran entre los acreedores el Padre Hernández Vallejo, Juan de Arana, Diego de 254 De acuerdo a estas mandas, podemos darnos una idea sobre algunas de las devociones privilegiadas por los vecinos de Colima. Véase también nuestro comentario en la nota siguiente. Almodóvar, Andrés de Segura, Juan Fernández El Mozo, Alonso Miguel, Alonso López, Diego de Almodóvar y el vicario Alonso de Miranda. A los indios naturales Juana, Luisa, Catalina, María, Magdalena, Perico, Pedro y Miguel, se les darán los pesos señalados en la memoria. “Iten mandamos que por cuanto del descargo de la conciencia” de ambos difuntos, “conviene que se haga una memoria en la iglesia mayor desta Villa de Colima, en que se digan cada un año diez pesos de oro común de misas perpetuas por siempre jamás”; para ello se tomará de los bienes mejor parados, cien pesos de oro de buena moneda y se echarán a censo y tributo en persona abonada y sobre bienes raíces, y de las rentas se celebrarán anualmente diez misas rezadas: de ellas, cinco en el altar de San Cristóbal y otras cinco en el altar de San Isidro255 AQU (véase ilustración 1), en honor de San Cristóbal, del Señor San Juan Bautista, de San Alfonso, de San Juan Evangelista, de Señor San Miguel, y de Nuestra Señora de la Concepción, de Señor Santiago Apóstol, de Señor San Isidro, de Señor San Francisco, y de las Ánimas del Purgatorio, respectivamente. Por haber fallecido su hijo Alonso anteriormente, se nombran por herederas universales a Juana y María de Angulo, hijas legítimas de 255 Además de nuestra llamada de atención en la nota anterior acerca de las devociones de los vecinos de Colima, en este punto las mandas de Inés de Soto sirven de referencia para conocer mejor la disposición interna de la Iglesia mayor de Colima: en efecto, el altar principal estaba dedicado al apóstol Santiago y, en ambos muros laterales, había otros altares: “el más cercano a el altar mayor”, según un testimonio de Luis de Grijalba fechado en 1569, estaba consagrado a los Santos Sebastián y Fabián: Sevilla del Río (1973), 34, nota 1; según nuestro regº, al menos, había dos altares más, donde eran venerados San Cristóbal y San Isidro Labrador. Una eventual hipótesis para explicar la presencia de la devoción en Colima a San Isidro sea el paso del madrileño Luis Ramírez de Vargas por el cargo de alcalde mayor entre 1551-1554., sin embargo, sorprende la existencia de un altar dedicado al patrón de la villa y corte de Madrid por cuanto fueron posteriores los procesos de su beatificación (14 de junio, 1619) y canonización (12 de marzo, 1622), cuando Gregorio XV lo elevó a los altares junto con Ignacio de Loyola, Francisco Javier y Teresa de Ávila: M. Ramos, art. “Isidro Labrador”, en: Aldea Vaquero et al. (1972), II, 1214. 103 José Miguel Romero de Solís Alonso de Angulo e Inés de Soto; se mejora en tercio y quinto de todos los bienes muebles y raíces a Juana de Angulo, su hija mayor, para ayuda de su casamiento, y “por el amor que tenemos entendido que los dichos sus padres le tenían e por los servicios que les hacía en su vida”. En el caso de que sus hijas muriesen sin dejar herederos, los albaceas vendan todos los bienes y se haga y constituya una capellanía. Son designados albaceas Diego de Almodóvar, Juan Fernández El Mozo, Alonso Miguel y Juan Alcalde. Y por tutor y curador de Juana y María de Angulo, hijas legítimas, y de Juanico e Isabelica, hijos naturales del dicho Alonso de Angulo, a Juan Fernández El Mozo, vecino de esta Villa. Si para cumplir este testamento, fuere necesario vender algunos bienes, es voluntad de la difunta que no sea enajenada la huerta de cacao que tienen los dichos menores, sino que de sus frutos se vaya pagando. Fecho en Colima a 9 de enero de 1559, siendo testigos Juan de Iniesta, Alonso de Trejo, Diego de Saldaña y Cristóbal de Solórzano. Pasó ante el escribano Diego Veedor. Caja A–3, exp. 9, 11 ff. 73. 1562. Febrero, 16. Querella de Luis Mexicatl, Magdalena Memacatl y Ana, su hija, naturales del pueblo de Cuechapa, sujeto a Teutlalco, contra don Pedro de Sandoval, su gobernador. “En el pueblo de Cuechapa, sujeto a Teutlalco, en diez y seis días del mes de febrero de mil e quinientos e sesenta e dos años [1562], ante el muy magnífico señor Juan del Hierro, alcalde mayor de la provincia de Xalapa y Gualapa e su partido,256 por Su Majestad, e juez por de Su 256 Esta provincia seguramente es la de la Costa del Sur, hoy conocida como Costa Chica de Guerrero. En 1550, entre otros nombres, se acusaba a Juan del Hierro, quizá el mismo que años después aparece como “alcalde mayor de la provincia de Xalapa y Gualapa”, de vender vino a los indios de Coyuca, Acapulco y demás pueblos de la enco- Majestad en esta dicha provincia y en presencia de mi Baltasar de Alcalá,257 escribano de su juzgado, parecieron Luis Mexicatl y Madalena Ememacatl, y Ana su hija, naturales del dicho pueblo, e mediante Juan de Sanabria, intérprete de su juzgado, dijeron que se querellaban e querellaron de don Pedro de Sandoval, gobernador desta dicha provincia de Teutlalco. El motivo alegado es que “habrá tres días poco más o menos que estando borracho el dicho gobernador fue a sus casas de los susodichos e les dio munchas coces e los arrastró de los cabellos diciéndoles palabras afrentosas, e que las dichas Madalena e Ana están preñadas e de las dichas coces están para morir”. Piden justicia. Para la información los demandantes presentaron a Elías, Pedro Peñalosa y Pedro Tochitl, naturales del pueblo de Teutlalco, de quienes tomó y recibió el alcalde mayor su juramento. Elías dijo que el viernes 13 del presente mes vio que el gobernador “estaba muy borracho de vino de la tierra, e que sería después de la oración, ya casi noche, e andaba haciendo munchas bravezas, e este testigo oyó dar gritos a dos mujeres y acudió allá e vido que eran las dichas querellanmienda de Juana de Zúñiga, viuda de Juan Rodríguez de Villafuerte, quien con su hueste hizo la primera incursión militar sobre territorio de Colima: Gerhard (1992), n° 2432. Sin embargo, también puede tratarse de la provincia nombrada Teutlalco y que reseña el propio Gerhard (1986), 319-320. Obsérvese que se trata del mismo alcalde mayor que volverá a aparecer más adelante en el regº 87. 257 Con seguridad, Baltasar de Alcalá estuvo a su servicio y trajo consigo a Colima las escrituras aquí registradas. A este propósito recordamos el comentario lebroniano acerca de los escribanos de Colima: “En la guarda de los procesos y escrituras y testamentos no había el recaudo necesario. Cada escribano nombrado, ante quien pasaban, se llevaban fuera de la villa los tales procesos y escrituras y testamentos sin dejar registro ni memoria para cuando hubiese necesidad dellos, y de algunas visitas que hizieron dos o tres alcaldes mayores de aquella villa no se halló registro ni memoria alguna de lo que hubiesen proveído y los procesos que entonces se hicieron no los pude haber”: Lebrón (1979), 75; infra, regº 87. Baltasar de Alcalá, como escribano real, ya ejercía su oficio en Colima desde 1566: infra, regº 122; II, regº 261, hasta su fallecimiento en 1594. Casó con Francisca de Saldaña, hija del conquistador Juan Fernández El Viejo y Francisca de Saldaña, naciendo del matrimonio María, Bernaldino y Agustín de Alcalá, y Francisca de Saldaña: III, regº 705 y IV, regº 939, 963. 104 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI tes, que les estaba dando de coces el dicho don Pedro, e que no sabía la causa, e que las susodichas estaban preñadas e que están enfermas, e les ha oído decir que va sangre dellas e que están para morir”. El testigo dijo también que el gobernador “asi mismo le dio de coces a su mujer propia e a otras munchas personas estando, como dicho tiene, fuera de su juicio”. Pedro Peñalosa, por su parte, repitió los mismos hechos, diciendo que el gobernador, borracho y “fuera de sentido” además de dar de coces y arrastrar de los cabellos a las dichas naturales, “asi mismo maltrató a otros indios e indias de su casa e fuera della”. Pedro Tochitl dijo que la noche de los hechos estaba en su posada cuando oyó ruido, y salió para ver de qué se trataba, y “vido al dicho gobernador que salía de su casa borracho y fuera de sentido y haciendo munchas bravezas, y que arremetió contra las dichas Madalena e su hija, e les dio de coces, las cuales están preñadas y que de las dichas coces que les dio, va muncha sangre dellas y están para morir las criaturas”, y porque Luis Mexicatl quiso quitárselas, “también le dio de coces”. El alcalde mayor, recibida la información, mandó prender a don Pedro de Sandoval, “e preso fue puesto en la cárcel deste pueblo de Cuechapa”. Más tarde fue examinado por Juan del Hierro, mediante intérprete. Sobre los hechos denunciados, confesó que “él en aquel dicho día, a la oración, bebió seis jícaras258 de vino de la tierra e que se emborrachó con ellas, de manera que estaba fuera de su sentido, e que después de anochecido fue a buscar a su mujer para que le diese de cenar, e que no la halló, e que entró en casas de Juan Tepanal, su vecino, a buscar a la dicha su mujer, e que en entrando, el dicho Juan le echó manos de los brazos e asímismo las dichas Madalena su mujer e Ana su hija, e que le maltrataron e rompieron una manta, e que este confesante echó manos de los cabellos al dicho Juan e dieron voces, e acudió el dicho Luis Mexicatl”; éste le sujetó de las manos y se las torció para que soltara a Juan. Asegura “que no hizo 258 85. Del náhuatl, xicalli, vaso de calabazo: Cabrera (1984), mal tratamiento ninguno a las dichas indias ni les dio de coces, ni arrastró”, sino que ellas habían hecho mucha fuerza estando como están preñadas. Oída la declaración del gobernador Sandoval, el alcalde mayor dictó sentencia, condenándolo a pagar dos pesos a Magdalena y Ana para que se curen y en la prisión que ha tenido; “e que le manda dar mandamiento que de hoy en adelante no se emborrache más, so pena de privación del cargo que tiene por un año preciso de destierro de la dicha provincia”. Le avisa que no haga a los querellantes “ningún maltratamiento de obras ni palabras”. Por último le condenó a las costas de este proceso. Caja A–3, exp. 10, 4 ff. 74. 1562. Octubre, 28. Posesión dada a Juan Fernández Ladrillero sobre una huerta de cacao en el pueblo de Xicotlan. Ante el alcalde mayor Diego Núñez de Guzmán,259 “Melchor Pérez y Juan Fernández Ladrillero, vecinos desta Villa, ante V.m. parecemos y decimos que nosotros tenemos en compañía una huerta de cacao y término del pueblo de Xicotlan, en la cual yo, el dicho Melchor Pérez tengo las once partes y yo, el dicho Juan Fernández las nueve; y porque ha tiempo que yo el dicho Juan Fernández Ladrillero las compré las dichas nueve partes al dicho Melchor Pérez, fuimos convenidos y concertados que las partiésemos y dividiésemos cada y cuando, que por lo cual quierdemos [sic]260 fuese recibido según consta y parece por esta escritura de concierto, firmada de nuestros nombres, de que hacemos 259 Con toda seguridad estuvo agregado a este expediente el documento fechado “en la Villa de Sant Sebastián de la Provincia de Colima, de esta Nueva España”, el 26 de octubre de 1562, que reproduce y transcribe Sevilla del Río (1973), 161 y 214. Obsérvese que existen algunas diferencias redaccionales entre uno y otro. Por otra parte, sorprende la designación de Colima como Villa de San Sebastián que, a partir de fines de la década de los treinta, había caído en desuso. 260 A saber, queremos. 105 José Miguel Romero de Solís presentación. Y porque agora pasado el día de Todos Santos, de común consentimiento de ambos a dos, la queremos partir y devidir para que cada uno de nos conozca lo que es suyo. Por tanto, pedimos y suplicamos a V.m. se halle presente a la dicha partición, nombrando una persona”. Y de este modo, “nos meta a cada uno de nos en la posesión de lo que a cada uno cupiere”, que “estamos prestos de pagar los salarios que V.m. nombrare a las personas que fueren al sitio”. Con fecha de 1° de julio de 1562, Melchor Pérez, vecino de Colima, da carta de venta a favor de Juan Fernández Ladrillero por “las nueve partes de cacao que yo hube de los menores hijos de Juan de Aguilar, difunto, según e como yo la hube e compré, e por el dicho precio”. Dice también el vendedor “que estaré e residiré en la dicha guerta hasta la Navidad que viene de sesenta y tres años” [1563]. Testigos: Pero Ruiz, Pedro de Figueroa, Antonio Díaz y Simón Arias.261 Fechada el 27 de octubre de 1562 y ante Diego Veedor, escribano, se firma escritura de concierto entre Melchor Pérez y Ana Martel, por una parte, y por la otra Juan Fernández Ladrillero, vecinos de la Villa de Colima. Dice Melchor Pérez que compró la dicha huerta de cacao en pública almoneda de los menores hijos de Juan de Aguilar, difunto, marido que fue de Ana Martel. El 11 de noviembre de 1562, estando en la Huerta de Xicotlan, el alcalde mayor Diego Núñez de Guzmán dio posesión a Diego de Velasco y Álvaro de Grijalba, personas nombradas por los dichos Melchor Pérez y Juan Fernández Ladrillero, de las partes de la huerta contenidas en la petición. Se levantó la memoria de las casas de cacao existentes en la Huerta de Xicotlan: 3,032 casas de cacao tuvo el cuarto de Amatitlan; el cuarto 261 Pocas menciones a este vecino al que le conocemos dos esposas: Inés Arias, con quien procreó a Diego y María Arias; y María Lorenzo, de la que tuvo a Simón Arias El Mozo: AHMC/Reyes 58; AHMC/B, caja 20, exp. 7, pos. 1. Residía en Popoyutla: infra, IV, regº 816. En 1589, ya había fallecido: AHMC/Reyes 58. de Abajo —de Amatitlan al monte—, tuvo 3,455 casas; el cuarto de Abajo —del rancho a la sierra—, que todos tres se riegan con una acequia, 3,130 casas; el cuarto de los Naranjos, 3914 casas; el cuarto del Pedregal, 3,600 casas; el cuarto de la Ciénaga, 3,124 casas; el cuarto de Xicotlan, 843 casas; el cuarto del Algodón, 843.262 El 15 de noviembre, Juan Fernández Ladrillero tomó posesión de las nueve partes de la huerta. Caja A–3, exp. 11, 9 ff. 75. 1562. Junio, 29. Diligencias acerca de la muerte de Pedro Simón, natural del pueblo de Xicotlan. “Información hecha en el pueblo de Xicotlan por mí, Pero Ruiz, juez de comisión del muy magnífico señor Diego Núñez de Guzmán, alcalde mayor de la Villa y Provincia de Colima. Va cerrada y sellada”. Mandamiento del alcalde mayor Núñez de Guzmán “Por cuanto soy informado que Catalina, india, y Pedro, indio, naturales del pueblo de Jicotlan, e otros indios del dicho pueblo han muerto a un indio del dicho pueblo, marido de la dicha Catalina [...], conviene en ello poner remedio y castigar el delito conforme a derecho; por ende [...] 262 Este párrafo, empero, resulta de gran interés para conocer cómo se nombraban las diversas partes de la huerta, su situación y características generales, y el número de casas de cacao en ellas existente. Llamamos la atención sobre el Cuarto de los Naranjos, bien porque en él hubiera plantados estos cítricos —apenas mencionados en la documentación conservada del siglo XVI en Colima— o porque anteriormente allí los hubo del tiempo que los trajo Francisco Cortés, quien introdujo asimismo el plátano y la caña dulce: Romero de Solís, Relaciones de la Provincia de Amula, 21. Noticias también sobre frutales, la proporciona una escritura protocolizada ante el escribano Juan de la Torre el 2 de abril de 1542, por la cual Manuel de Cáceres “se desistía y se desistió de una estancia e sitio que tiene en esta Villa, dentro del término della, poblada tal cual está sacando unos naranjos que tiene, e piñas; [...] e la cede e traspasa a Alonso Lorenzo, vecino desta Villa, que estaba presente, para que sea suya propia”: Sevilla del Río (1973), 92 (subrayados nuestros). 106 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI en nombre de Su Majestad, mando a vos, Melchor Pérez, vecino desta Villa de Colima, que vayáis al dicho pueblo de Jicotlan [sic] e por todos los días que fueren posibles e hagáis información cómo e de qué manera ha pasado lo susodicho sobre la muerte del dicho indio, e [...] prenderéis los que en ello halléredes culpados, y presos y a buen recaudo con losalguaciles del dicho pueblo y con el mismo cacique y con la información que sobre ello tomáredes, firmada de vuestro nombre, la enviad todo ante mí” para proveer y dictar sentencia”. Fechado en Colima,263 a 29 de junio de 1562. Fechado también en Colima el 5 de julio del mismo año extendía el alcalde mayor nombramiento como juez de comisión al vecino Pedro Ruiz, donde le decía: “por mí fueron dadas ciertas comisiones a Melchor Pérez, vecino desta Villa, para entender y averiguar de la muerte de un indio que se llama Pedro, natural del pueblo de Xicotlan, y para hacer cierta información que el gobernador del dicho pueblo, el cual, por ciertas causas que a esto puso diciendo no poder entender en ellas; y porque al servicio de Su Majestad y ejecución de su real justicia conviene averiguar todo lo susodicho, por no poder ir yo a ello por estar malo de enfermedad que no da lugar a ir fuera desta Villa, por ende por la presente carta mando que vistas las dichas comisiones las pidáis al dicho Melchor Pérez y entendáis en el negocio en ellas contenido también como si a vos fuese dirigido, y con vara de su justicia iréis a dicho pueblo de Xicotlan y averiguaréis y haréis las dichas informaciones que conviene, y hechas, y presos los culpados, todo a buen recaudo me lo enviad a esta Villa de Colima”. Una vez llegado a Xicotlan, Pedro Ruiz mandó comparecer al alguacil Pedro Mixip.264 El interrogatorio fue “en lengua mexicana, que yo entiendo”, dice Ruiz. Fuéle preguntado si conoció a Pedro Ximón, indio marido de Catalina, y a la dicha Catalina, su mujer, y de qué tanto tiempo a esta parte”. El alguacil dijo que los co263 Una vez más la datación se hace en Colima, sin el consabido Villa por delante; véanse nuestras notas: supra, regº 6 y 70. 264 Mixip ó Nixip. nocía “de veinte años a esta parte poco más o menos”. Acerca de la manera como ocurrió la muerte de Pedro Ximón, respondió el alguacil “que no lo sabe, más de que se espantaron e admiraron todos los de este dicho pueblo y este testigo de la muerte del dicho Pedro de cómo murió sin tener enfermedad ninguna y estando bueno e sano, e que presumieron que de algún bebedizo murió”. El juez de comisión le preguntó “si la dicha Catalina siempre y al tiempo que vivió casada con el dicho Pedro, su marido, andaba a malas con él y no hacía vida maridable como era obligada”. El testigo contestó que como alguacil “prendió una vez al dicho Pedro porque se quejó la dicha Catalina a don Alonso, gobernador deste dicho pueblo, que la dejaba e no hacía vida con la susodicha, e que lo susodicho habrá que pasó tres meses poco más o menos, y a cabo de tres o cuatro días que el dicho Pedro estuvo preso, los hicieron amigos y estuvieron juntos”. El juez preguntó si Catalina a su esposo “procuró de matallo con bebedizos y ansí se los dio, de manera que el dicho Pedro, su marido, llegó muy malo”. El alguacil respondió que no lo sabe. Ruiz insistió preguntando si sabía que Catalina “dio ciertos bebedizos en una jícara265 de cacao al dicho Pedro su marido, estando en su sementera”, y a consecuencia de ello, regresando a su casa, se murió, y “quiénes fueron en darle consejo e ayuda a la dicha Catalina para que diese los dichos bebedizos al dicho su marido”. Contestó el alguacil “que no sabe cosa de lo que en la pregunta se contiene ni tampoco lo ha oído decir en este dicho pueblo”. Por último, el juez preguntó si Catalina, “durante el dicho tiempo que estuvo casada con el dicho su marido, teniéndole aborrecido, estuvo y ha estado amancebada con Hernando Pontes, su padrastro, y si sabe que como mujer disoluta, vivía amancebada con el dicho su padrastro”. Respondió el alguacil “que no lo sabe, porque si lo supiera lo declarara para que fuera castigada”. Preguntado por su edad dijo ser de 25 años poco más o menos y no firmó porque no sabe escribir. 265 107 Supra, regº 73. José Miguel Romero de Solís El 11 de julio, el juez de comisión mandó comparecer a Santiago Ecatl, indio cantor natural de Xicotlan. Fue interrogado “en lengua mexicana que yo entiendo, por defecto de no haber intérprete en este dicho pueblo”. A la primera pregunta, Ecatl contestó que los conocía desde hacía veinte años. Sobre cómo murió Pedro Ximón, declaró que no lo sabía, pero que lo había visto bueno y sano cinco o seis días antes, cuando fue a buscarlo para ir a un pueblo que se llama Asuchitlan,266 y que al llegar con él “para lo enterar como sacristán que es”, se excusó diciendo que “podía ser que le hobiesen dado algo, pero que no dijo esto para que él supiese ninguna cosa ni sabe si otra persona haya sido”, ni lo ha oído decir. El juez de comisión le preguntó sobre las relaciones que tenían Catalina y Pedro Ximón. Santiago Ecatl respondió: “una vez se quejó el dicho Pedro a este testigo diciéndole que había reñido con la dicha Catalina, su mujer, e que el dicho Pedro se había ido a casa de sus parientes hasta que la dicha su mujer se desenfadase, e que después vido este testigo estar juntos en su casa quietos e sin enojo ninguno”. Agregó no saber cosa alguna acerca de si le dieron bebedizos. Porque, como dicho tiene, “no estaba al tiempo que pasó lo susodicho en el dicho pueblo”. Tampoco sabe si Catalina estaba amancebada con su padrastro Hernando Pontes, ni lo ha oído decir a ninguna persona. Dijo tener 35 años de edad, y firmó con su mano. Fue llamado a dar testimonio Pedro Ximón, indio fiscal y natural de Xicotlan, y fue interrogado en lengua mexicana. Dijo que conocía al difunto y a Catalina “de veinte años a esta parte poco más o menos”. Agregó que “el día que falleció el dicho Pedro se decía que estaban maravillados de su muerte y no podría ser que le hubiesen dado algo para matallo, e que un pariente del dicho Pedro Ximón que se dice Francisco, dijo a este testigo cómo antes que el dicho Pedro Ximón muriese, dijo a este Francisco su 266 En el corregimiento de Tepetitango, había un pueblo nombrado Suchitlan: “está seis leguas de Colima, tiene diez y seis tributarios, hazen vna sementera de frisoles y no otra cossa; tiene vna legua de término, es tierra llana ribera de un rio, confina con Maçatlan y Popoyutla”: SV 680. pariente: «Hermano, quizá me han dado algo conque muriese», e que luego el dicho Pedro lo dijo a este testigo, y que no sabe si es así ni si la dicha Catalina le ha dado cosa”. Por otra parte, el testigo declaró que, antes de fallecer, Pedro Ximón se había quejado con él: “Hermano, sabe que ha reñido mi mujer conmigo y yo me quiero ir dispuesto para otro pueblo hasta que se desenoje, e que este testigo le preguntó porqué habían reñido, e que el dicho Pedro no lo había querido decir, y que esto pasaron dos o tres veces, habrá cinco años o menos, e que esto sabe desta pregunta”. Dijo no saber nada acerca de si Catalina le dio algún bebedizo y que a consecuencia de ello llegó enfermo a su casa, tampoco si alguna persona aconsejó o ayudó a Catalina en ello. Tampoco sabe ni ha oído decir que ésta estuviera amancebada con Pontes, su padrastro. Dijo tener 25 años y no firmó porque no sabe escribir. El juez de comisión llamó a Pedro Zacapaltecatl, indio natural de Xicotlan, quien declaró en lengua mexicana. Dijo que conocía a Pedro Ximón y a Catalina, su esposa, desde hacía ocho o nueve años. No sabe de qué murió, pero que “entre ellos se decía que si le habían dado alguna cosa con que muriese”. Agregó: “antes que el dicho Pedro muriese había ido el susodicho a casa deste testigo y que le dijo: «Hermano, no sé qué me tengo, que hoy comí de un tamal de elote, y no lo podía pasar»; e que aquel día estaba el dicho Pedro en casa deste testigo maldispuesto, e otro día después estuvo bueno, e que como dicho tiene dende a cinco días adelante fue el dicho Pedro a su sementera a cogella, e que de allá vino muy malo, de que murió, pero que no sabe de qué murió ni lo ha oído decir”. Dice Pedro Zacapaltecalt que “oyó decir munchas veces este testigo al dicho Pedro cómo su mujer no le daba de comer, sino que se andaba en casas de sus parientes, e que cuando la dicha Catalina venía que era noche e que no le daba de cenar [sino un poco] de maíz tostado, e que por esto presume este testigo que andaban a malas, e que no sabe otra cosa acerca desto”. Si Catalina le dio bebedizos y alguna persona le aconsejó o ayudó, declara que no lo sabe; sólo que “este 108 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI testigo oyó decir al dicho Pedro: «Hermano, yo estoy malo, si me han dado algo», pero que no sabe si se lo dieron”. Añade que vio a Pedro en la sementera, y una vez muerto, fue con Catalina “y le preguntó si le había dado alguna cosa al dicho su marido en el cacao o en otra cosa, pues aquel día había estado muy bueno el dicho Pedro, e que respondió la dicha Catalina que no le había dado cosa ninguna porque el dicho Pedro no había querido comer aquel día en su casa sino con la gente que comían en casa de don Alonso, e que de allí se fue a su sementera, e que no le vido hasta que vino a su casa, e que siempre andaba el dicho Pedro maldispuesto, que no sería nada, e que no sabe que otra persona empusiese a la dicha Catalina a que matase a su marido”. Por último, declaró que “oyó decir públicamente que un mercader, que se dice Lucas, tuvo a la dicha Catalina habrá cinco años poco más o menos, e que de otra persona no sabe ni ha oído decir, más de lo que dicho tiene, e que después acá que el dicho Lucas se fue deste dicho pueblo, estuvieron quietos y pacíficos en su casa, si no era alguna vez que entre ellos había algún enojo, pero queluego se hablaron, e que esto es la verdad por el juramento que tiene hecho”. Dijo tener 20 años y no firmó por no saber escribir. “Y así tomada por mí el dicho juez la dicha información y diligencias necesarias, la envié al dicho señor alcalde mayor para que en el caso haga y provea justicia, y lo firmé de mi nombre. Fecho en el dicho día, mes e año susodichos. Pero Ruiz” [rúbrica]. Caja A–3, exp. 12, 7 ff. 76. 1562. Abril, 4. Andrés de Segura, tutor y curador de la persona y bienes de Gonzalo de Cáceres, contra Diego de Aguilar, por haber sacado cantidad de ganado de una estancia que tenía en compañía del dicho menor. Ante el alcalde ordinario Diego de Almodóvar, Andrés de Segura como tutor y curador de la persona y bienes de Gonzalo de Cáceres, dice que “mi menor tiene una estancia de vacas en compañía de Diego de Aguilar, su cuñado, y el dicho Diego de Aguilar sacó cierta cantidad de ganado y la despobló y llevó todo el ganado manso, y en esta Villa ha vendido muncho ganado, por donde está la estancia ya perdida”. Segura presenta una memoria del ganado que ha vendido el demandado: 20 cabezas a Antonio de Maya, 8 a Guillermo Plancarte; otras 7 a Antonio de Maya; 17 al propio Segura, y 5 novillos a Maya. Diego Veedor, el 26 de mayo del mismo año, daba testimonio público de cómo Diego de Aguilar, vecino de la Villa de Colima, tenía poder bastante de doña María de Cáceres, su mujer, para pleitos, cobros, compras y ventas. El 22 de mayo de 1562, ante el escribano Diego Veedor y en presencia de los testigos Bartolomé Sánchez y Alonso Miguel, hicieron escritura de concierto Diego de Aguilar y Andrés de Segura en la que se dice que Segura, habiendo puesto demanda contra Diego de Aguilar “en razón e diciendo que vos el dicho Diego de Aguilar habíades sacado cierto ganado de vacas de la estancia que tenéis en compañía del dicho menor, e lo llevásteis a vender a la Ciudad de México, e de otros ganados que habéis dado e vendido a otras personas particulares e otras cosas según se contiene en el escrito de demanda que dello vos puse, a que me refiero, e por cuanto por nos quitar de pleitos e ofensas [...], somos convenidos e concertados que el dicho pleito de las dichas vacas lo dejamos”, poniendo en manos de Juan Ramírez de Alarcón267 y Álvaro de 267 Juan Ramírez tenía en la práctica una doble vecindad: en la Ciudad de México y en la Villa de Colima, donde fue miembro de su Justicia y Regimiento. “Probablemente hermano de García Ramírez”: Rodríguez Castellanos (1912), 500. Casó con Catalina de Santa Cruz con la que tuvo serias dificultades: infra, III, regº 427; Chávez Orozco (1951-1953), I, 78. Entre sus hijos se cuentan: Agustina, Juana, García, Gaspar, Gregorio y Baltasar Ramírez, quien fuera bachiller y presbítero: AHMC/B, caja 2, exp. 21; cf. Vázquez Lara (1996), 3. Casó a su hija Agustina Ramírez Alarcón con Pedro de Atahún: AHMC/Reyes 220. También figura como suegro de el vecino de Guadalajara Pedro López de Salazar, en 1600, de Esteban Martín y Diego González: infra, III, regº 580; IV, regº 907; AHMC/B, caja 21, exp. 9, pos. 9 y caja 24, exp. 7, pos. 1. 109 José Miguel Romero de Solís Grijalba, vecinos de la Villa de Colima, como jueces, a quienes se otorga entero poder cumplido, libre y lleno, para que ambos a dos juntamente en el plazo de los siguientes quince días, determinen y sentencien en este pleito. El 23 de mayo, Andrés de Segura presentó para la información por testigos a Juan de Arévalo, Juan Dávalos,268 Pedro de Arévalo y Tomás de Almodóvar.269 Juan de Arévalo, vecino de Colima, dijo que “se halló presente al tiempo que sacó el dicho Diego de Aguilar el dicho ganado de la estancia”, y que a su parecer sacó “hasta cuarenta cabezas de ganado”; sabe además que “después se les huyó mucha parte del dicho ganado”. Luego, “venido al pueblo de Zapotlan, se halló que había sacado del dicho ganado hasta doscientas e sesenta cabezas” y “otras cincuenta que iban juntas con ello eran deste testigo e de Francisco Herrera e de Antonio de Maya e de Alonso Dávalos”.270 Este testigo escuchó a Francisco Ruiz que “estando en el pueblo de Tuxpan, que había ido desta Villa, que habían topado muncho ganado de que había sacado el dicho Diego de Aguilar, en las barrancas, que se volvía a la dicha estancia”. Juan Dávalos declaró “que había tomado por mandado de Diego de Aguilar cinco novillos e dos vacas de ganado que se había quedado perdido en la Estancia de Miaguatlan, los cuales le vendió el dicho Diego de Aguilar como parecerá por una cédula que tiene firmada de nombre del dicho Diego de Aguilar. Pedro de Arévalo dijo “que había tomado de ganado de la dicha estancia cinco novillos e doce vacas e tres terneras por su mandado”, para pagar una deuda que debía a un Francisco Muñoz. 268 Ya dimos información a su propósito: supra, regº 66. Hijo de Diego de Almodóvar y Catalina López; hermano de Inés Díaz de Ocampo, y de Pedro, Isabel y María de Almodóvar, también nombradas Isabel de Vargas y María de Saldívar. Padre de Mariana de Grijalba: supra, II, regº 263 y 399; e infra, IV, regº 977. 270 Es difícil distinguir si se refiere el dicho a Alonso de Ávalos El Viejo o al Mozo quien velaba por los intereses de la familia en la comarca. 269 Tomás de Almodóvar declaró haberse hallado presente cuando Diego de Aguilar “sacó el ganado de la dicha estancia, porque se lo ayudó a sacar, e que sabe este testigo que se sacó de la dicha estancia”, llevándose al pueblo de Zapotlan, e iba también ganado ajeno. También asegura que vio mucho ganado huido en las barrancas. Caja A–3, exp. 13, 5 ff. 77. 1562. Mayo, 30. Gonzalo López de Ayala pide ser emancipado de la tutela de su madre, Beatriz López. “Gonzalo López de Ayala, hijo legítimo de Alonso de Arévalo, difunto, que sea en gloria, y de doña Beatriz López, su legítima mujer, ante V.m. parezco [...] y digo que al tiempo que el dicho mi padre murió, dejó muchos bienes de los cuales me pertenescen a mí parte dellos como uno de sus legítimos herederos, y hasta agora, como menor, los ha tenido y tiene la dicha doña Beatriz, mi madre; y porque yo soy hábil y suficiente para poder regir y gobernar” y tener la edad de 25 años que el derecho dispone para comparecer en juicio sin curador de persona y bienes, “tengo necesidad de me emancipar”. El alcalde mayor Diego Núñez de Guzmán dispuso que fuese notificada Beatriz López. El escribano Diego Veedor así lo hizo en la persona de Diego de Mendoza, como marido de doña Beatriz, siendo testigos Luis de Grijalba y Melchor Pérez, vecinos de Colima. El mismo día, Diego de Mendoza y Beatriz López firmaban un escrito donde decían haber recibido del alcalde mayor “traslado de una petición que Gonzalo López, nuestro hijo, ante V.m. presentó pidiendo V.m. le emancipase”; agregan en su escrito: “V.m. lo debe proveer como lo pide, pues el susodicho Gonzalo López es hábil y suficiente para ello, y mozo de buena vida y fama, y quitado de todo vicio, y ansí lo pedimos y suplicamos”. El alcalde mandó que el menor hiciera información. Gonzalo López presentó por testigos a Juan Preciado, Alonso Miguel, Andrés de Ma- 110 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI drid y Diego de Velasco, vecinos de la Villa de Colima. Preciado dice conocer a Gonzalo “de tiempo de quince años a esta parte”, que quizá no tenga 25 años, sino 22 poco más o menos pero tiene habilidad “como si fuese de treinta y que lo tiene por mancebo muy honrado e de buena crianza, e que después que le conoce no le ha visto hacer cosa que no deba”. En su opinión se le puede emancipar. Juan Preciado dice tener más de 25 años. Alonso Miguel, quien dijo tener más de 30 años, declaró conocer a Gonzalo desde hace 22 años, y opina que es hábil y suficiente para que se le entregue su hacienda y sea emancipado. Andrés de Madrid dice conocerlo desde hace 13 o 14 años. Agrega: “porque aunque no sea de veinte e cinco años sino de veinte e dos, tiene prudencia de hombre viejo”. En su opinión se le puede emancipar y entregar su hacienda, ya que “no tiene vicio de juego ni de otra cosa”. Dice el testigo tener más de 25 años. Diego de Velasco, quien declara tener más de 30 años de edad, dice que Gonzalo “es mancebo muy honrado” a quien el alcalde mayor puede emancipar pues tiene “seso y juicio de más edad”. El alcalde mayor, recibida la información, mandó que por cuanto Gonzalo López de Ayala no ha cumplido aún los 25 años, que para ser emancipado y recibir su hacienda, deberá dar fianzas. El mismo día, Gonzalo López compareció y en presencia de Diego de Velasco, Tomás Herades y Melchor Pérez, vecinos de la Villa, puso por fiador a su hermano Pedro de Arévalo, quien dijo que fiaba y fió. Finalmente, el alcalde firmó la emancipación. Caja A–3, exp. 14, 6 ff. 78. 1563. Octubre, 28. Andrés de Segura otorga poder a Antonio Pérez para cobrar un esclavo negro. “Sepan cuantos esta carta vieren, cómo yo Andrés de Segura, vecino desta Villa de Colima desta Nueva España, otorgo e conozco que doy e otorgo todo mi poder [...] a vos, Antonio Pérez, estante en esta dicha Villa”, especialmente para cobrar de la persona en cuyo poder estuviere “un mi esclavo negro, que se dice Fernando, el cual tiene barbas y es ladino, e de tierra de Biafara,271 que ha más de un año que me anda huido e se me fue e ausentó de mi casa e poder”. Pasó ante el escribano Juan de la Torre. Testigos: Pero Ruiz, Pedro de Vivanco y Juan de Segura, vecinos y estantes en Colima. Caja A–3, exp. 15, ff. 1-2. 79. 1564. Enero, 15. Andrés de Segura contra Juan López, por cantidad de pesos. Ante el alcalde ordinario Juan de la Torre, el 15 de enero de 1564,272 Andrés de Segura presentó un conocimiento por el que Juan López, vecino de la Villa de Colima, con fecha de 12 de diciembre de 1563, firmando de su nombre ante testigos, decía “que es verdad y me obligo de dar y pagar al señor Andrés de Segura, ansimismo vecino desta dicha Villa, conviene a saber, treinta pesos de oro común, los cuales son por razón de otros tantos que vos, el dicho Andrés de Segura, pagastes por mí a Pero López de Herrera, vecino y mercader desta Villa, los cuales dichos treinta pesos os los daré y pagaré de la fecha desta en un mes”. El alcalde mandó que Juan López reconociera dicho conocimiento. Notificado por el escribano Diego Veedor, Juan López reconoció su firma, agregando que no había pagado. Fueron testigos de ello, Antonio de Carvajal y Juan de Aztiguieta. El 3 de febrero de 1564, el alcalde ordinario Pedro de Bobadilla mandaba a Antonio de Carvajal, alguacil de la Villa de Colima, hacer eje271 Los negros de Biafara, genéricamente nombrados de Cabo Verde, procedían de los ríos de Guinea, entre el Senegal y el río Geba: Aguirre Beltrán (1989), 136 y 241. 272 El nombre del mes está sobrescrito, haciéndose ilegible. En razón de las fechas de los demás autos, suponemos que debe ser enero. 111 José Miguel Romero de Solís cución en los bienes de Juan López. El 22 de marzo, después de varias peticiones de Andrés de Segura, el alcalde Diego de Velasco mandaba avivar la voz de almoneda y de hacer trance y remate de los bienes de Juan López. Caja A–3, exp. 15, ff. 3-6. 80. 1576. Mayo, 15. Tutela de Hernando, hijo de Martín Cortés, indio natural del pueblo de Tapixtlan. “En el pueblo de Tapistlan, jurisdicción de la Villa de Colima de la Nueva España”, Cristóbal de Silva, teniente de alcalde mayor en la dicha Villa y Provincia, dijo que “por cuanto él es informado que en este dicho pueblo murió un indio llamado Martín Cortés, el cual por su fin e muerte dejó un hijo suyo llamado Hernando, de edad de seis o siete años poco más o menos, e le dejó el dicho su padre una güerta y heredad de cacao en este dicho pueblo, que está a las espaldas de la iglesia del que le llaman San Miguel, que terná dozientas casas de cacao, poco más o menos; y el dicho Hernando por ser muchacho e no tener discreción ni capacidad”, ni haber tutor que cuide de su persona y bienes, la huerta de cacao ha venido “en mucha disminución y se le va perdiendo siendo como es buena güerta, e para que en el caso se ponga el remedio cual convenga [...], no embargante que don Alonso de Guzmán, gobernador deste dicho pueblo es persona que conviene para el dicho efecto e, que desde que el dicho Martín Cortés murió, ha tenido cuidado de la dicha güerta e procurado recoger al dicho Hernando, atento a lo cual dijo que, como padre de menores y en nombre de la Real Justicia y en aquella vía e forma que haya lugar de derecho, nombraba e nombó por tutor e curador del dicho Hernando al dicho don Alonso de Guzmán”. Mediante Mateo de Berlanga, intérprete de esta Provincia, don Alonso de Guzmán dijo que aceptaba el oficio y cargo de tutor y curador, haciendo juramento. También el gobernador puso por su fiador a Francisco Hernández, indio natural de Tapistlan. Don Alonso firmó de su nombre, y Francisco Hernández, por no saber escribir, rogó a Pero Ruiz de Vilches, quien estaba presente, que firmase por él. Testigos fueron Pero Ruiz de Vilches y Juan de Berlanga, vecinos de la Villa de Colima, Domingo Hernández, indio ladino de la lengua mexicana y Francisco Hernández.273 Pasó ante el escribano de Su Majestad Baltasar de Alcalá. Caja A–3, exp. 15, ff. 7-8. 81. 1563. Octubre, 7. Andrés de Segura da cuentas de la tutela de los bienes del menor Gonzalo de Cáceres. El alcalde ordinario Juan de la Torre manda a Andrés de Segura como tutor y curador de la persona y bienes de Gonzalo de Cáceres, hijo de Manuel de Cáceres, difunto, le dé cuenta. El escribano Diego Veedor así se lo notificó, siendo testigos de ambos autos, Juan de Aztiguieta y Diego Morán, vecinos de Colima. “Parece que en veinte e dos días del mes de diciembre del año pasado de mil e quinientos e sesenta y un años” [1561], el alcalde Diego de Velasco le tomó cuentas de la dicha tutela. Ahora, y en presencia del escribano Diego Veedor, se le hacen los siguientes Cargos Primeramente, una obligación de Juan de Segovia, escribano, de 77 pesos de oro común; un conocimiento reconocido de Diego de Angulo por 210 pesos de oro común que debía éste a Gonzalo de Cáceres de tributos de indios; una carta de censo del mismo Diego de Angulo por 200 pesos de oro que están a censo que corre desde el 8 de junio de 1559; otra carta de censo contra Juan de Arana de 1,601 pesos de principal; un negro que se llamó Alonso274 y todas las yeguas y vacas que el menor tiene en su estan273 Posiblemente, naturales ambos de Tlapistlan. Al margen está escrito: No se le tomó cuenta del negro: dijo haber dado cuenta de él ante Hernando de Gamboa, alcalde. 274 112 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI cia; una carta de censo de Luis de Monjaraz275 por 700 pesos de oro común que gana cada año setenta pesos, hecha el 27 de septiembre de 1561; 100 pesos de oro común de 20 potros vendidos en pública almoneda a Tomás Herades El Mozo, a 5 pesos cada uno; 5 pesos de la venta de un potro a Pero Ruiz; 2 pesos de una vaca vendida a Juan de Arévalo; otros 2 pesos de otra vaca vendida a Luis de Grijalba; 1,502 pesos de oro común de la venta de una estancia de ganado vacuno del dicho menor, los cuales echó a censo; 320 pesos, un tomín y 8 granos de oro común de un censo por cobrar a Juan de Arana, de dos años corridos, echado el 2 de enero de 1561; 83 pesos de oro común que son por razón de 4 años de censos corridos; 89 pesos, 6 tomines y un grano de oro común de un censo de Martín de Monjaraz; 150 pesos de oro común de una carta de censo contra Diego de Mendoza, Pedro de Arévalo y Gonzalo López. Todo lo cual suma 4,952 pesos de oro común. Descargos Entre los descargos, diversos gastos hechos por razón de compras varias en las tiendas de la Villa de Colima y a particulares: al sastre Diego López, por la hechura de unas calzas, 7 pesos; al cirujano se le dieron 30 pesos de oro por curarle a Gonzalo de Cáceres una herida que tenía en la cabeza; al sastre Diego Pinzón se le pagaron 4 pesos por la hechura de unos jubones; 40 pesos fueron por razón de unas calzas de tafetán negro; 15 pesos y 4 tomines se dieron al escribano Diego Veedor “de los negocios que hizo para el dicho menor”; un colchón que compró a Juan Ramírez de Alarcón, costó 7 pesos; al sastre Luis Martínez, por la hechura de un capote, se le pagaron 6 pesos y medio; etcétera. Los descargos presentados por Andrés de Segura suman 4,555 pesos de oro común. Queda debiendo, por consiguiente, 397 pesos. Juan de la Torre mandó que “dentro de treinta días siguientes exhiba ante el dicho señor 275 alcalde los dichos trescientos noventa y siete pesos”. Caja A–3, exp. 16, ff. 1-6. 82. 1565. Octubre, 9. Andrés de Segura presenta cuentas de la tutela del menor Gonzalo de Cáceres. Ante Hernando de Gamboa, alcalde ordinario de la Villa de Colima, Andrés de Segura, tutor y cuidador de la persona y bienes de Gonzalo de Cáceres, hijo de Manuel de Cáceres, difunto, pidió que se le tome cuenta de lo que es a su cargo, “atento que ha dos años que no se le toma, sobre lo que pidió justicia. Testigos: Juan Muñoz e Pedro de la Puerta, vecino y estante”. Cargos “Primeramente, una escritura de censo de doscientos pesos, contra Diego de Aguilar, sobre sus huertas, la cual corre de diez y ocho de julio del año pasado de mil e quinientos e cincuenta y nueve años [1559]; hácesele cargo della”; otra escritura contra Juan de Arana por 1,601 pesos de principal, que tiene sobre su huerta, y que está corriendo desde el 2 de enero de 1561; otra escritura de censo contra Martín Ruiz de Monjaraz, por 702 pesos de oro, que corre desde el 7 de enero de 1563. “E desde allí adelante se ha de hacer cargo el dicho censo por el cual paresce que el dicho Martín de Monjaraz quitó del dicho censo docientos pesos de oro común, los cuales el dicho Andrés de Segura dio a censo a Diego Morán, vecino desta Villa; hácesele cargo al dicho Andrés de Segura de quinientos pesos del dicho censo contra los bienes y herederos del dicho Martín de Monjaraz”. Otra escritura de censo contra Diego Morán por los susodichos 200 pesos. Otra carta de censo contra Diego de Mendoza y doña Beatriz López, su mujer, e Pedro de Arévalo e Gonzalo López, por 1,500 pesos, “los cuales proceden de la venta de las vacas y estancias y de otros dineros” y corre desde el 29 de mayo de 1562. Se le hace cargo también de 145 pesos de oro común que cobró a No hemos identificado a este Luis de Monjaraz. 113 José Miguel Romero de Solís Juan de Arana del censo corrido de un año; más de 27 pesos cobrados a Diego de Aguilar; más 96 pesos y 2 tomines de oro común de cobró de censo corrido a Martín Ruiz de Monjaraz, de dos años; más 38 pesos y 4 tomines y 6 granos cobrados a Diego Morán “de censo corrido de dos años, que corrió desde siete de enero de quinientos e sesenta y tres años [1563], y se cumplieron; a siete de enero deste presente año de sesenta e cinco [1565], quitósele lo que falta conforme a la premática [sic]276 de Su Majestad”. También se le hace cargo de 271 pesos y 2 tomines de oro común, cobrados a Diego de Mendoza y doña Beatriz López, a Pedro de Arévalo y Gonzalo López, “de dos años de censo corridos que se cumplieron a veinte y nueve días del mes de mayo deste presente año de sesenta y cinco” [1565]; más 397 pesos del alcance que se le hizo por las cuentas que le tomó el alcalde Juan de la Torre. Más 110 pesos de oro común, “que dijo haber vendido veinte potros en pública almoneda a Pedro de Solórzano a cinco pesos y medio cada uno en el campo a costa del dicho Solórzano”. También se le hace cargo de 250 pesos por la venta de “todas las yeguas del dicho menor en pública almoneda a Alonso de las Casas”. “Por manera que suma y monta el cargo que se le hace al dicho Andrés de Segura, tutor e curador del dicho Gonzalo de Cáceres”, 5,336 pesos y 6 tomines y 6 granos de oro común. Testigos: Pero López de Herrera, Juan Muñoz y Pedro de la Puerta, vecinos y estantes desta dicha Villa. Pasó ante el escribano Pero Ruiz. Descargos El 10 de octubre, Andrés de Segura presentó su descargo. “Primeramente da por descargo cuatro mil e un peso de oro común en cuatro escripturas de censo”, y son: una contra Diego de Aguilar por 200 pesos; otra contra Juan de Arana de 1,601 276 Por “pragmática”. Premática es una acepción que registra Boyd–Bowman (1971), 734. En los viejos expedientes del Archivo de la Villa de Colima aparece en repetidas ocasiones. pesos; la tercera contra Martín de Monjaraz por 500 pesos; la cuarta contra Diego Morán de 200 pesos y otra contra Diego de Mendoza, Beatriz López, Pedro de Arévalo y Gonzalo López de 1500, “que por todas son cinco escripturas de censo”. Presentó además una carta de censo contra Alonso de las Casas, vecino de México, de 250 pesos de tipuzque; “dióselos el dicho Andrés de Segura a censo sobre la huerta de cacao del dicho Andrés de Segura, que se dice Zapotlan, y él lo consintió”. Da por descargo dos escrituras de censo contra Juan Fernández Ladrillero de 250 pesos sobre la Huerta de Xicotlan; además dice haber pagado 70 pesos a Diego de Aguilar por el dicho menor, según mandamiento del alcalde ordinario Luis de Grijalba; otros 70 pesos pagados a Juan de Arana “de cierta ropa que dieron al dicho menor en México Alonso de la Puerta, mercader”, según mandamiento del alcalde Luis de Grijalba; 40 pesos de tipuzque, de ellos 20 a Juan de Aztiguieta, mercader, a quien el dicho menor los debía, y los 20 restantes “de un caballo que vendió el dicho menor”, según mandamiento de Melchor Pérez, alcalde ordinario que fue de esta Villa; a Diego Veedor, escribano, de los derechos de la cuenta que se le tomó, pagó 3 pesos de tipuzque y un peso de minas, por mandamiento del juez; 19 pesos dió el tutor a Gonzalo de Cáceres, “en menudencias” de zapatos, botas y otras cosas, por órden del alcalde mayor Pedro Dávila. También da por descargo 4 pesos y 2 tomines de oro común de ciertas costas que pagó a Miguel Rodríguez; a Pero López de Herrera pagó 100 pesos “de ciertas cosas que le dió al dicho menor de su tienda”, dando carta de pago con mandamiento de Diego de Velasco, alcalde que a la sazón era”; 411 pesos y 2 tomines de oro común pagó a Pero López de Herrera, de ciertas cosas que llevó de su tienda conforme a unas memorias que presentó: entre ellas, 70 pesos que se pagaron al sastre Sandoval, de unas calzas; 21 pesos de ciertas hechuras de ropas que hizo para el dicho menor el dicho Sandoval, y 28 pesos que pagó a Alonso de las Casas por una capa para Gonzalo, etcétera. 114 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI “Por manera que suma y monta el descargo que el dicho Andrés de Segura da, como paresce por trece partidas destas cuentas”, 5,291 pesos e un tomín de oro común. Nuevos cargos Seguidamente, el alcalde hizo nuevos cargos a Andrés de Segura: de las escrituras originales de censo, 4,001 pesos de oro común; más otras tres escrituras de censo que dio Segura en descargo, y que son: una por 200 pesos de principal contra Diego de Aguilar sobre sus huertas, fechada el 5 de diciembre de 1564; otra por 1,600 pesos de principal contra Juan de Arana sobre sus huertas, y que corre desde el 2 de enero de 1565; otra contra Martín Ruiz de Monjaraz por 500 pesos de principal sobre su huerta, y que corre desde el 7 de enero de 1565. Otra contra Diego Morán sobre su huerta de 200 pesos de principal, que corre desde el 7 de enero de 1565; otra contra Diego de Mendoza, Beatriz López, Pedro de Arévalo y Gonzalo López, por 1,500 pesos de censo de principal; otra contra Juan Fernández Ladrillero sobre su Huerta de Xicotlan, de 150 pesos de censo principal y que corre desde postrero de agosto de 1565. Otra contra el mismo por 100 pesos que corre desde el 18 de febrero de 1565; otra escritura de censo contra Alonso de las Casas, vecino de México, de 250 pesos de principal sobre la Huerta de Zapotlan. Caja A–3, exp. 16, ff. 7-11. 83. 1567. Enero, 4. Gonzalo de Cáceres pide que Andrés de Segura dé cuentas de su tutela. El menor Gonzalo de Cáceres dice ante Diego de Velasco, que su tutor Andrés de Segura “ha año y medio que el susodicho dio cuenta ante Hernando de Gamboa, alcalde ordinario que fue desta Villa”. Pide que ahora se le mande dar cuentas, porque tiene necesidad. El 30 de enero se tomaron las cuentas. Cargos Primeramente se le hizo cargo de 52 pesos, 2 tomines y 6 granos de oro del último alcance de la cuenta que le tomó Hernando de Gamboa; 200 pesos de una escritura de censo contra Diego de Aguilar; 28 pesos y medio que recibió de la escritura precedente de dos años que comenzaron a correr desde el 5 de diciembre de 1564 y se cumplieron el año pasado de 1566; 1,601 pesos contra Juan de Arana y su mujer, de una escritura de censo; 228 pesos y 2 tomines de los censos corridos de dos años de la escritura precedente, que comenzaron a correr el 2 de enero de 1565 y se cumplieron el 2 de enero de 1567; otra escritura de censo por 500 pesos de principal contra Martín Ruiz de Monjaraz; 71 pesos y 2 tomines de censo corrido de la escritura precedente, que comenzó a correr el 7 de enero de 1565 y se cumplió el 7 de enero de 1567; etcétera. “Por manera que monta y suma el cargo que se le hace” por la cantidad de 5,052 pesos, 5 tomines y 6 granos de oro común. Descargos El 31 de enero, Andrés de Segura presentó su descargo. Además de la presentación de las escrituras de censo, dio por descargo diversas cantidades dadas por varios conceptos: a Pero Martínez de Quevedo, mercader, 4 pesos y 6 tomines de una frezada; 6 pesos y 2 tomines pagó al presente escribano de tres escrituras de censo y del remate y pregones de las yeguas y de dos mandamientos y un poder y un testimonio de la tutela, de todo lo cual mostró carta de pago; 20 pesos dio al menor Gonzalo de Cáceres, según mandamiento de la justicia; pagó también 200 pesos al dicho menor “para su vestir e aderezo de su persona”, según mandamiento de la justicia; “pagó diez pesos a Juan de Alcalá, provisor de causas en la Ciudad de México, para que diese al bachiller Francisco Carriazo porque hiciese una demanda contra Juan de Reina. 50 pesos dio a Pero Ruiz “porque fue a México y trujo tres demandas que pone el dicho menor contra Juan de Arana y su mujer, y Diego de Aguilar; “asi- 115 José Miguel Romero de Solís mesmo se le rescibe en descargo cuarenta y nueve pesos y ducado, que ha de haber el dicho Andrés de Segura de su décima” por 499 pesos y 3 tomines que envió de censos corridos. “Por manera que suma y monta el descargo”, 4,848 pesos y 2 tomines de oro común”. Restándolos del total del cargo que se le hizo, resulta un alcance por 204 pesos, 3 tomines y 6 granos de oro común. Nuevos cargos se le hicieron el 1° de febrero. Caja A–3, exp. 16, ff. 12-19.277 84. 1568. Enero, 7. Andrés de Segura presenta cuentas de la tutela del menor Gonzalo de Cáceres. Ante el alcalde ordinario Luis de Grijalba, Andrés de Segura dijo que quería dar cuentas de la tutela de los bienes del menor Gonzalo de Cáceres. El alcalde le hizo cargo de diversas escrituras de censo, por la cantidad de 5,025 pesos, 6 tomines y 6 granos de oro. El 8 de enero, Andrés de Segura presentó sus descargos. Además de los censos, dijo haber pagado 100 pesos a su menor, según mandamiento del alcalde Diego de Velasco, “para vestirse”; 24 pesos al escribano Juan Vázquez en concepto de derechos por notificaciones a Juan de Arana y a su esposa, María de Cáceres, ocupando en ello seis días; 8 pesos dio a Miguel Rodríguez, escribano de Su Majestad, por dos días que se ocupó en tomar las cuentas al dicho Andrés de Segura, etcétera. Andrés de Segura fue alcanzado por 386 pesos, 7 tomines y 6 granos de oro. Caja A–3, exp. 16, ff. 20-23.278 85. 1563. Marzo, 24. Alonso Carvajal, con poder de Alonso de Ochoa, mercader de Pátzcuaro, presenta una obligación de Juan de Salcedo, vecino que fue de la Ciudad de los Ángeles. 277 278 Las fojas están deterioradas. Las fojas de este registro están deterioradas. Don Alonso Carvajal, vecino de la villa de Colima, con poder de Alonso Ochoa,279 mercader de la provincia de Pátzcuaro y vecino de la Ciudad de Mechuacan, otorgado en esta ciudad, el 15 de febrero de 1563 ante el escribano Francisco Troche,280 y los testigos Diego Martín Infante y Andrés de Velasco, presenta una obligación de Juan de Salzedo, vecino de la Ciudad de los Ángeles,281 por 80 pesos de tipuzque a favor del dicho Ochoa, por razón “de mercaderías que de vuestra tienda me dystes e yo compré”, fechada en Mechuacan el 30 de junio de 1558, ante el mismo escribano y Juan Fernández Madaleno y Juan de Carvajal. Esta carta de obligación de pago, dice el peticionario, Ochoa se la “pasó en causa propia como parece por este poder, de que hago presentación”. Pide, por cuanto Juan de Salzedo es ya finado, “que de los bienes que el susodicho difunto dejó y de lo más bien parado, se me haga entero pago”. El alcalde ordinario Juan de la Torre, como no hay quien defienda los bienes mortuorios de Salzedo, nombra para el caso a Antonio de Carvajal, vecino de Colima. Antonio de Carvajal pide que Alonso, bajo juramento, explique “cómo y en qué y de qué manera hubo la dicha obligación”; a lo que respondió Alonso de Carvajal “haber dado ocho mantas”. Sin embargo, el defensor de los bienes del finado Salzedo dice que Alonso de Carvajal “no declaró a cómo a él le costaron las dichas mantas, porque, como a V.m. consta, no valen en esta Villa a más de a cinco pesos”. El 22 de abril, Alonso de Carvajal pedía a Juan de Arana que tomase la causa en sí, lo que hizo el alcalde ordinario por estar ausente de la 279 Todavía vivía en 1583, cuando concluyó un contrato de arrendamiento de su Estancia de Miraflores, situada en la Ciudad de Michoacan: Martínez Baracs–Espinosa Morales (1999), nº 299. 280 De Francisco Troche, vecino y escribano de la Ciudad de Michoacán, se conservan escrituras de 1542 a 1569: Martínez Baracs–Espinosa Morales (1999), nº 1 y 184. 281 Puebla de los Ángeles. 116 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI Villa el alcalde Juan de la Torre, dictando sentencia. Alonso de Carvajal apeló de ella ante el alcalde mayor Diego Núñez de Guzmán. Caja A–4, exp. 1, 10 ff. 86. 1558. Octubre, 21. Diego de Mendoza pide que Pedro de Granada, tutor y curador de las personas y bienes de los herederos de Francisco Preciado, le descuente cien pesos de la compra de un negro. Diego de Mendoza, ante el alcalde mayor Lope de Arellano, dice que “puede haber año y medio, poco más o menos, que yo vendí a Francisco Preciado, que haya gloria, un negro que ha nombre Baltasar, en dozientos pesos de minas, y dentro de ocho días me lo tornó a vender el susodicho Francisco Preciado en trezientos pesos de minas, y me lo fió por once meses como parecerá por la obligación a que me refiero; y porque conforme a derecho yo no soy obligado a pagalle más de los dichos dozientos pesos que es el precio en que yo se lo dí, porque lo de demás es según derecho es logro e sería mal llevado; e si yo lo pagase, el dicho Francisco Preciado podría ser penarlo en el otro mundo. Y aunque munchas veces yo he dicho a Pedro de Granada, tutor de los menores hijos y herederos del dicho Francisco Preciado que me descuente los dichos cien pesos, y que la resta le pagase, no lo ha querido hacer. Por tanto, a V.m. pido y suplico que, habida información de lo contenido en mi pedimiento, la cual estoy presto de dar, mande al dicho Pedro de Granada me descuente los dichos cien pesos, porque lo demás yo estoy presto y aparejado de se lo pagar”. El 24 de octubre Pedro de Granada respondía diciendo: “V.m. no debe mandar hacer cosa ninguna de lo que pide, antes le debe apremiar a que pague todo lo que así debe por lo siguiente: lo primero, porque el dicho Diego de Mendoza no es parte para pedir lo que pide, y lo que debe es justo y por pagar; lo otro no obsta decir el dicho Diego de Mendoza que él vendió el negro Baltasar al padre de los dichos mis menores en dozientos pesos y que se le tornó a vender dentro de ocho días por trezientos pesos, y que es visto ser logro porque los hombres tienen libertad para comprar y vender como quisieren, y siendo esto así, el padre de los dichos mis menores pudo comprar y vender el dicho negro como en efecto lo hizo, sin que por ello se le pueda culpar pena ni decir que fue lo otro, porque lo otro no es”. Y agrega: “si el dicho Diego de Mendoza se halla defraudado en la venta, como lo dice, yo estoy presto y aparejado de recibir el dicho negro por lo que así se le vendió y de le perdonar el servicio que así le ha hecho”. El mismo día, Diego de Mendoza contestó al escrito de Pedro de Granada. Y se presentaban dos escrituras: una, fechada el 16 de febrero de 1557 y otorgada ante el escribano Pero Sánchez de la Fuente, y siendo testigos Antonio de Palma, Hernán Siles282 y Bartolomé Tinoco, vecinos y estantes de la Ciudad de México. Por ella, Diego de Mendoza, en su nombre y en el de su esposa Beatriz López, “en virtud del poder que della tengo, que pasó ante Joan de la Torre, escribano de Su Majestad en la dicha Villa de Colima en veinte e tres días del mes de octubre de mil e quinientos e cincuenta e seis años” [1556], y que fielmente se transcribe, se obligaba a pagar a Francisco Preciado 350 pesos de oro de minas “por razón de un esclavo negro que ha nombre Baltasar, ladino, natural berbesí,283 e de un caballo de color rojo hobero” [sic],284 a 300 pesos el negro y a 50 pesos el caballo. La otra escritura, fechada también en la Ciudad de México, a 26 de enero de 1557, y otorgada ante el escribano Diego López y siendo testigos Diego de Mexía, Miguel de Zárraga285 y Diego de Frías, vecinos y estantes, por la que Diego de Mendoza vende a Francisco Preciado al negro Baltasar, natural de Zelofre,286 de 25 282 Véase supra, regº 72. También ha aparecido un Hernán Gil, en el regº 71. Pensamos que se trata de la misma persona. 283 De Cabo Verde: Aguirre Beltrán (1989), 100 y 116. 284 Por “overo”. De ambas maneras, lo registra Boyd– Bowman (1971), 471 y 654. 285 Lectura confusa. 286 No podemos identificar el origen. 117 José Miguel Romero de Solís años de edad, “el cual os vendo por de buena guerra e no de paz, e por libre de hipoteca”, por 330 pesos de oro común. El 5 de noviembre, el alcalde mayor recibió ambas partes a la prueba con término de nueve días. Para la prueba, Diego de Mendoza presentó un interrogatorio según el cual se examinaron a los testigos Andrés de Madrid, vecino de Colima, Juan de San Pedro, vecino de la Ciudad de México, Diego del Castillo y Diego López, estantes en la Villa de Colima. El primero de ellos dijo conocer los hechos; y con respecto “a la cuarta pregunta, digo que en cuanto a ser la dicha contratación ilícita y que no se puede contratar, que no la sabe”. Diego López por su parte declaró que conocía a Francisco Preciado desde hacía diez años, y a Mendoza y al negro Baltasar de tres años a esta parte, poco más o menos; dijo que “oyó decir este testigo lo contenido al dicho Francisco Preciado e a Juan de San Pedro, vecino de México” sobre los términos de la compraventa; que todo ello lo escuchó “en casa de Juan de San Pedro,287 a donde posaba el dicho Diego de Mendoza, y este testigo se halló presente en los conciertos”, cuando Preciado tornó a vender el negro Baltasar a Diego de Mendoza. Dijo “que le parece a este testigo que el dicho contrato es ilícito”.288 Juan de San Pedro comentó que conocía a Preciado y Mendoza desde hacía seis años; sobre su edad dijo tener 40 años. También opina que no era legal la ganancia. Diego del Castillo, de 22 años, dijo haberse hallado presente cuando Preciado tornó a vender el negro Baltasar a Mendoza. Agrega que a la sazón, este testigo y los demás que estaban presentes “dijeron que era mal hecho”, que no se podía vender a más pesos de como Preciado previamente lo había adquirido. Cuatro años después, el 26 de abril de 1563, Juan Núñez, tutor y curador de los hijos de Preciado, pide al alcalde mayor Diego Núñez de 287 288 Sanpedro o, también, Ortiz de San Pedro. Lectura confusa. Guzmán que “conozca del dicho pleito y tome la causa en sí y determine lo que fuere justicia”. El alcalde mayor ordenó al escribano Diego Veedor que le llevase el proceso. Nuevas peticiones del curador ante el alcalde mayor para que Diego de Mendoza responda, pero éste “no ha querido ni quiere responder cosa alguna”, como decía a finales del mes de mayo. En largo alegato, fechado el 5 de junio, Juan Núñez hacía historia del proceso: “Lope de Arellano, alcalde mayor antecesor de V.m., que fue desta Villa de Colima, mandó a Pedro de Granada, tutor que en aquel tiempo era de los dichos menores, que a pedimento de Diego de Mendoza exhibiese una escritura que el dicho Diego de Mendoza debía al dicho Francisco Preciado, padre de los dichos mis menores de contra de trescientos y cincuenta pesos de oro de minas; y como el dicho Pedro de Granada no sabía de pleitos ni lo que convenía al derecho de los dichos mis menores, la exhibió ante el dicho señor alcalde mayor Lope de Arellano y no pidió por virtud dello mandamiento contra la persona y bienes del dicho Diego de Mendoza y de doña Beatriz López, su mujer, y era dejado hasta hoy día que en mi se decirnió la tutela de los dichos menores. A V.m. pido y suplico, me mande dar mandamiento ejecutorio por virtud de la dicha escritura contra la persona y bienes de los dichos Diego de Mendoza y de doña Beatriz López, su mujer, que si ellos tienen qué decir y alegar contra la dicha escritura pública, [lo hagan] en los diez días de la oposición que el derecho le da, para que pruebe la paga o quita o buena razón”. Agrega que si fuese necesario hacer presentación de la mencionada escritura, “está en poder de Diego Veedor, escribano del juzgado de V.m.” El 6 de junio, el alcalde mayor Núñez de Guzmán, habiendo visto esta petición, dijo que antes de responder convenía tomar consejo de Alonso Martín, deán de la Nueva Galicia. Y mandó que el tutor de los menores diera siete pesos de oro “para los mensajeros que llevarán [el proceso] y para pagar el asesor que determine”. Además mandaba que Juan Núñez, ante to- 118 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI das cosas, exhiba la tutela y curaduría que tiene de los dichos menores. A Juan Núñez, el 17 de abril de 1563, el alcalde ordinario Juan de Arana le había nombrado por tutor, siendo testigos Julián de Frías, Domingo López y Juan de Aztiguieta, ante el escribano Diego Veedor. El 17 de junio del mismo año, Juan Núñez otorgó poder cumplido y bastante a favor de Joan de Salazar, vecino de la Ciudad de México, ante el escribano Diego Veedor y siendo testigos Julián de Frías, Hernando de Grijalba y Luis de Grijalba, vecinos de Colima, interponiendo su autoridad y firma el alcalde ordinario Juan de Arana. El alcalde mayor, el 25 de junio, mandaba al alguacil Antonio de Carvajal requerir a Diego de Mendoza y Beatriz López para que “luego vos dé y pague trezientos y cincuenta pesos de oro de minas”, que adeudan a los herederos de Francisco Preciado, en virtud de una obligación de plazo pasado. Así lo hizo el alguacil. Diego de Mendoza nombró por bienes la Huerta de Zinagamitlan, que tiene en los términos del pueblo de Zinagamitlan.289 El 23 de julio, por voz de Juan de Silva, negro esclavo de Juan Vázquez, salió en pública almoneda. El 21 de agosto Juan Núñez pedía que, por cuanto “el término de los pregones son pasados y días más”, el alcalde mayor mandara avivar la voz de la almoneda y hacer trance y remate de los bienes ejecutados. Sin embargo, el 23 de agosto, Diego de Mendoza pedía al alcalde “dar por ninguna y de ningún valor y efecto la dicha ejecución, mandando volver el caso al primer estado en que antes estaba por las razones y causas siguientes”: por no haberse respetado los términos del derecho; “porque yo no debía ni debo al dicho Francisco Preciado toda la cantidad en que fui ejecu289 Çinacamitlan, Zinacamitlan, Sinacamitlan son diversos modos de nombrar este pueblo, cercano a la cabecera de Ixtlahuacan, y que había sido encomendado junto con otros pueblos a Alonso de Arévalo: VP 12. Lebrón informó cuando visitó la Villa de Colima, que este pueblo, entre otros, lo tenía Beatriz López “como tutriz y administradora” de Pedro de Arévalo, hijo del encomendero, del cual no presentó “título”: Lebrón (1979), 54. tado, sino tan solamente duzientos pesos”, según y como se presentó en un principio el caso; “antes bien, V.m. debía condenar los bienes del dicho Francisco Preciado en lo que la ley manda sean condenadas las personas que semejantes logros y usuras acostumbran a hacer”; por otra parte, “estando el pleito pendiente y por determinar, V.m. no debía mandar dar contra mi el dicho mandamiento ejecutorio, hasta tanto que en el caso se hubiera determinado”. El alcalde mayor concedió a Mendoza diez días para que probara su oposición. En otro escrito, Mendoza decía que por ser tan corto dicho plazo, “yo no he podido probar ni presentar los demás testigos en el caso, que me conviene, por estar fuera desta Villa y Provincia, en la Ciudad de Méjico y otras partes”. Pedía por ello “un cuarto plazo de ciento y veinte días”, tanto para convocar a nuevos testigos como para que se rectifiquen en sus testimonios los que ya dieron previamente información, habida cuenta que “están fuera desta Villa y Provincia, según que dicho tengo, en la Ciudad de Méjico y en los Zacatecas, y otras partes”. El 10 de julio de 1574, sin embargo, la causa seguía pendiente. Juan Preciado, vecino de Colima, como tutor y curador de las personas y bienes de sus hermanos, hijos de Francisco Preciado, por designación del alcalde mayor Martín de Montúfar, decía ante éste: “los tutores, mis antecesores, que fueron Pedro de Granada y Juan Núñez de Alvarado, trataron cierto pleito de ejecución con Diego de Mendoza, vecino desta Villa, en nombre de los dichos mis menores, y habiendo dado los pregones que en el caso se requería y pasado el tiempo de la oposición y hecho trance y remate en los bienes ejecutados, que fue en una huerta de cacao que dicen de Zinacamitlan, que como marido y conjunta persona de doña Beatriz López, que a la sazón era, tenían y poseían por suya los susodichos, y por ausencia de los dichos mis antecesores, los susodichos Diego de Mendoza y doña Beatriz López dispusieron y enajenaron la dicha huerta en que estaba hecha la dicha ejecución. Y pues ello es ansí, como parece y consta por el proceso que ante el escribano está, por lo cual a V.m. pido y 119 José Miguel Romero de Solís suplico, mande ver el dicho proceso de ejecución” y ordene “prender el cuerpo al dicho Diego de Mendoza hasta que dé y pague a mí, en nombre de los dichos mis menores, los dichos cien pesos de minas,290 en que ansí fue ejecutado”. El alcalde mayor Martín de Montúfar ordenó que Juan Preciado exhibiese su título de tutor y curador. Después, el 15 de julio vio los autos del proceso, juzgando que Francisco Preciado, al vender por más pesos de como había comprado al negro Baltasar en tan corto tiempo, había incurrido con este “logro e usura” en delito.291 Caja A–4, exp. 2, 39 ff. 87. 1563. Diciembre, 14. Barrios y estancias del pueblo de Xuchcoatlan. “En el pueblo de Xuchcoatlan, provincia desta Nueva España, que está encomendado a Su Majestad”,292 y ante el muy magnífico señor Juan del Hierro, alcalde mayor del dicho pueblo y provincia, y en presencia del Baltasar de Alcalá, escribano de su juzgado, comparecieron “don Pedro de Mendoza, su gobernador, y Juan de los Ángeles y Pablo de Cuellar, alcaldes, y otros munchos principales; y mediante Alonso Rodríguez Bejarano, intérprete, presentaron un mandamiento de Su Señoría Ilustrísima, pidiendo cumplimiento de él”. El alcalde nombró seguidamente por escribano “para entender en esta visita, a mí el dicho Baltasar de Alcalá, que presente estaba, y para 290 Es claro el error; la ejecución fue por 350 pesos de minas, tal y como se estipulaba en la obligación firmada por Diego de Mendoza, y por esa cantidad se dio mandamiento al alguacil Antonio de Carvajal para requerir a Mendoza y a Beatriz López, su mujer. 291 El expediente —de gran interés para conocer las entretelas mercantiles de la época y sus repercusiones morales— está trunco y no aparece el fallo final. 292 Sochicoatlan: véase Gerhard (1986), 249-251. Se trata del mismo alcalde mayor Juan del Hierro que figuró en el regº 73. La única explicación que hallamos para que en el acervo de nuestro Archivo se conserve este documento, es que el escribano Baltasar de Alcalá estuvo al servicio de este alcalde mayor y, cuando se vino a avecindar a Colima, se la trajo consigo. A este propósito: supra, regº 73. ello tomó e rescibió de mí juramento en forma debida”. Luego Juan del Hierro designó por intérprete para esta visita a Alonso Rodríguez Bejarano. Más tarde, el alcalde mayor “mandó a los dichos señores alcaldes e mayordomos desta dicha provincia, que presentes estaban, exhiban la tasación que tienen de los tributos que dan a Su Majestad, para que, vista, provéa en el caso, en lo que toca al repartimiento de sus tributos, lo que convenga; e los susodichos, mediante el dicho intérprete, dijeron que la tasación en que fueron tasados por Diego Ramírez es: que den a Su Majestad, cada año, veinte y una cargas de mantas y así lo han tenido y tienen de costumbre hacer, e que no les había dado testimonio de la dicha tasación el dicho Diego Ramírez”. Mandó el alcalde mayor a don Pedro de Mendoza, gobernador, y a Juan de los Ángeles y a Pablo de Cuellar, alcaldes, y a los demás principales y chinantlatos293 “desta provincia de Xuchcoatlan, que presentes estaban, que dentro de cinco días primeros siguientes hagan venir ante él todos los principales e chinantlatos, e traigan todos los papeles e pinturas que tienen de la gente e tributos della sin quedar ninguno, para que, visto, proceda en el caso haciendo justicia”. A esto respondieron los susodichos que estaban prestos de así lo hacer. Al día siguiente se presentaron alcaldes, principales y chinantlatos ante don Juan del Hierro. Por el intérprete dijeron que “ellos han venido en cumplimiento de lo que les fue mandado por el dicho señor alcalde mayor; que se les mande lo que deban hacer, que están prestos de lo cumplir”. Viendo Juan del Hierro que estaban presentes todos los principales, “mandó a todos y a cada uno dellos por sí digan e declaren, bien e fielmente, los barrios y estancias que tiene esta dicha provincia de Xuchcoatlan, sin que en ello haya fraude ni engaño alguno, y que exhiban los papeles y pinturas que tienen, so pena de priva293 Tal vez se refiera a quienes hablaban la lengua zapoteca propia de Chinantla, pueblo de Acatlan, Puebla: Cabrera (1984), 73. 120 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI ción de sus cargos y de destierro desta dicha provincia por dos años precisos, y de perder y que pierdan las estancias y barrios que a su cargo tienen”. Contestaron todos que estaban prestos de así lo hacer so la dicha pena. “Declaración de las estancias e barrios que tiene esta dicha provincia de Xuchcoatlan”, con los nombres de sus principales. Xuchcoatlan, de que es chinantlato Martín Quiahuitl. La estancia de Xalamelco, de que es chinantlato Miguel Atonal. La estancia de Tenexco, de que es chinantlato Juan Xicaque. Canauhtlan, de que es chinantlato Alonso Hastecatl. La estancia de Coatitlan, de que es chinantlato Tomás Atli. La estancia de Acomulco, de que es chinantlato Martín... [?]. Xaltlan, estancia de que es chinantlato Agustín Xahuatexte. La estancia de Michatlan, de que es chinantlato Juan Autla; tiene a sí sujetas las estancias siguientes: la estancia de Tozancoac, de que es chinantlato Marcos Sochil; la estancia de Cuahtlamayan, de que es chinantlato Nentequi. La estancia de Molancochin, de que es chinantlato Domingo Tomás; tiene a sí sujeta una estancia que se llama Mixtlan, de que es chinantlato Alonso Yenotl. Papachtlan, de que es chinantlato Martín Coachin; tiene una estancia que se llama Apaxaco, de que es chinantlato Agustín Xicoatl. Cuyametlan, de que es chinantlato Francisco Moquihuix. La estancia de Colhuacan, de que es chinantlato Diego Xoxuya. La estancia de Xalteco, de que es chinantlato Domingo Cuamín; tiene una estancia que se llama Mecapala, de que es chinantlato Francisco Achol. La estancia de Tlachco, de que es chinantlato Martín Tecocoa; tiene tres estancias que son las siguientes: Ahuacatlan, de que es chinantlato Mixihuic; Pahuizchola, de que es chinantlato Martín Paya; Culteucalco, de que es chinantlato Juan Apa. La estancia de Chichichayotla, de que es chinantlato Gaspar Paxol; tiene a sí sujetas seis estancias que están repartidas en tres barrios que es lo siguiente: el barrio de Nexpan, de que es chinantlato Gonzalo Xuchitl; Toncotlan, barrio de ques chinantlato Francisco Tonco; la estancia de Colyola, de que es chinantlato Domingo Coatl; la estancia de Cotonco, de que es chinantlato Domingo Tochin; la estancia de Tecpaco, de que es chinantlato Francisco Mama; la estancia de Atliceca, de que es chinantlato Alonso Xicotlan; la estancia de Chalco, de que es chinantlato Baltasar Quatlican; la estancia de Acochichictlan, de que es chinantlato Mateo Xite... [?]. La estancia de Xesmatlan, de que es chinantlato Diego Huichilhua. La estancia Cuauhmitlan, de que es chinantlato Agustín Xitl. Camotlan, de que es chinantlato Alonso Coatl. Caxizoquizo, de que es chinantlato Martín Timal. Nexpan, de que es chinantlato Martín Tecochitl”. El alcalde mayor, vista la cuenta de los barrios y estancias, ordenó que declararan bajo juramento y so la dicha pena “si tienen más barrios y estancias”. Respondieron que habían declarado bien y fielmente y que no tenían más. Luego el alcalde mandó a los mismos que dijeran “clara e abiertamente la gente que tienen en los dichos barrios y estancias, casados, viudos, viudas, solteros e solteras, recién casados e recién venidos, sin quedar ninguno, so pena de privación de los cargos que tienen y de destierro por dos años precisos de toda esta provincia”. Todos los presentes respondieron que estaban prestos de hacer y cumplir lo que se les mandaba. Caja A–4, exp. 3, 5 ff. 88. 1560. Julio, 10. Pedro de Granada, tutor y curador de los menores hijos de Francisco Preciado, contra Fran- 121 José Miguel Romero de Solís cisco de Cepeda por unas huertas de cacao que éste y Alonso Sánchez de Toledo compraron a Preciado a menos del justo precio. Con esta fecha, Francisco de Cepeda ante el alcalde mayor Lope de Arellano dice que “en el pleito que tratan contra mí los hijos y herederos de Francisco Preciado, difunto, digo que yo presenté ante V.m. un testimonio” por el que consta que la causa está apelada ante la Real Audiencia de México, por lo que se solicitó que “V.m. no procediese en la causa y diese por ninguna la publicación de lo que en el proceso se hizo, hasta que por la Real Audiencia fuese determinado”. Agrega Cepeda que ha pedido ochenta días de término. El 17 de septiembre, Cepeda decía que sin apartarse de las apelaciones que tenía presentadas ante el alcalde mayor, “antes afirmándome en ellas”, decía que él ya había dado pruebas suficientes, mientras “la otra parte no haber probado cosa que le convenga a su demanda, a lo menos que me perjudique”. En consecuencia, pide al alcalde mayor que disponga “darme por libre e quito por lo siguiente: lo primero, ya le consta a V.m. yo haber comprado las dichas güertas del dicho Francisco Preciado que las poseía e poseyó hasta que me las vendió y me dio las posesiones dellas”. Dice que Preciado “las edificó con su persona; y dado caso que los dichos menores aleguen pertenescerle la mitad de las dichas güertas por la legítima de su madre, de derecho no se les puede adjudicar porque el dicho Francisco Preciado, su padre, las vendió y ellos han aceptado la herencia del dicho su padre, y siendo herederos del dicho su padre como lo han aceptado, están obligados a estar y pagar por lo que su padre hizo”. En segundo lugar, “porque ya es visto que los dichos herederos han pagado por la dicha venta por haber cobrado de mí y ejecutádome por la resta”. Pide, en consecuencia, que el alcalde ordene “al escribano de esta causa que ponga un testimonio en este proceso de la ejecución que me hicieron y de los pesos de oro que les he pagado, que yo estoy presto de pagalle sus derechos porque así conviene a mi derecho, y hasta tanto que no se ponga, pido a V.m. no se dé términe en la causa”. Añadía Cepeda a continuación: “Lo tercero que hallará V.m. por el proceso y mi probanza, haber yo dicho munchas veces al dicho Francisco Preciado que si estaba arrepentido, que tornase a tomar sus huertas, y me diese mis dineros, y contino294 respondió que él tenía bien vendido como era la verdad, y que no quería las dichas güertas, y esto respondía el dicho Francisco Preciado295 porque veía que yo era el engañado; y así hallará V.m. esto en el proceso bastantemente probado para convencer a la parte contraria de lo que tiene dicho que por estar preso el dicho Francisco Preciado, vendió las dichas güertas, lo cual niego ser ansí, porque si él estuviera arrepentido, munchas veces le acometí de volvelle sus huertas y que me diese mis dineros”. Dice también que el alcalde por el proceso podrá ver “lo que dicen las lenguas”, a saber, que Alonso Sánchez de Toledo había dicho que se compraron las huertas para él. Cepeda insiste que eso no es cierto; que yo las merqué para mí, y hasta hoy día las tengo y poseo y tendré y poseeré hasta que disponga dellas”. Lo dijo Sánchez de Toledo, “porque como tío, podría decir lo que le pareciese”, y todo ello, dice, no siente que le pueda perjudicar, y tampoco “me perjudica el dicho de Pedro de Arévalo, por ser como es tío de los dichos menores, hijos de su misma hermana” o el testimonio de Diego de Almodóvar, “por haber sido él el tutor de los dichos menores”; tampoco le perjudica los dichos de Diego de Velasco, de Espinosa, o el de Francisco Pérez, “porque antes y al tiempo que dijeron sus dichos en esta causa, eran y son mis enemigos capitales y del dicho Alonso Sánchez, mi tío, ni menos me perjudica el dicho de Antonio Morera,296 mulato, ni de Barahona,297 mesti294 Continuamente. Preciado sufrió prisión en varias circunstancias. Quizá se trate de cuando Lebrón de Quiñones lo enjuició: supra, regº 70. Sobre el personaje y sus pleitos con el visitador: Sevilla del Río (1974), 178-182. 296 El mulato Antonio Morera o Moreira figurará como testigo en 1570, con ocasión de la querella presentada por Gaspar de la Plaza contra Gonzalo de Cáceres y Andrés Manrique porque aquél le hirió de gravedad con un cuchillo carnicero: infra, regº 229. 295 122 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI zo, por haber sido criados en casa del dicho Francisco Preciado”. El 19 de noviembre, Pedro de Granada hizo presentación de una provisión real, fechada en México el 31 de julio de 1560, “sobre que se guarden y cumplan los autos que en esta carta van inserto [sic] sobre el término que se concedió a Francisco Cepeda en el pleito que entre éstos se trata sobre ciertas huertas de cacao”. Y escribía el tutor: “Pido a V.m. la mande poner en el proceso”. Así lo dispuso el alcalde mayor Lope de Arellano. Se anexa el original de la provisión, donde se dice que el pleito es “sobre y en razón que pide se les vuelva ciertas huertas de cacao y fierro,298 que el dicho Francisco Preciado les vendió, diciendo habérseles vendido por la mitad menos del justo precio y sobre las otras causas e razones en el proceso contenidas”. Más adelante se dice que “habiendo las partes alegado de su justicia, fueron rescibidos a prueba con cierto término y por parte del dicho Francisco Cepeda fue pedido se le concediese término de ciento e veinte días para hacer su provanza en esta Nueva España, e ultramarino de año y medio para los nuestros reinos de Castilla, lo cual fue contradicho por parte de los dichos herederos del dicho Francisco Preciado”. Sin embargo, la justicia de Colima concedió “los términos que por él fueron pedidos”. Habiendo apelado a la Real Audiencia de México, por ésta se dio auto con fecha de 16 de noviembre de 1559, revocando el auto pronunciado por el alcalde mayor de la Villa de Colima de 26 de noviembre de 1558, “e haciendo en esta causa lo que de justicia debe ser fecho, concedían e concedieron a la parte del dicho Francisco Cepeda término de ochenta días para hacer su provanza en estas partes”, pero declarando al mismo tiempo “no haber lugar de se le conceder al dicho Francisco Cepeda el término ultramarino por él pedido, el cual le dene297 Este Luis de Barahora puede ser el mismo que aparece de testigo de Diego Morán en el plaito que contra él siguió Alonso Lorenzo El Guay: infra, regº 243; cf. Sevilla del Río (1973), 92. 298 Así parece decir, Tal vez se trate de una marca de ganado también vendida po Preciado. gaban e denegaron”. Tal auto les fue notificado a las partes: en nombre de Cepeda, fue suplicado por Álvaro Ruiz; cuando los herederos de Preciado supieron que la parte de Cepeda pedía su revocación, dijeron que fuera confirmado. Entonces, se demandó traer el proceso y visto, la Real Audiencia pronunció nuevo auto fechado el 30 de julio de 1560, donde se decía “que sin embargo la suplicación interpuesta por parte de los dichos Francisco de Cepeda e Alonso Sánchez de Toledo,299 confirmaban e confirmaron en grado de revista el auto en esta causa pronunciado en diez y seis de noviembre del año pasado de quinientos y cincuenta y nueve [1559], el cual se guarde e cumpla como en él se contiene”. El 6 de diciembre de 1560, ante el nuevo alcalde mayor Diego Núñez de Guzmán, Pedro de Granada hablando de este pleito contra Cepeda y su tío Sánchez de Toledo “sobre las huertas de Apatlan y Alimancín, respondiendo a cierto escrito por su parte [de Cepeda] presentado”, dice que la pretensión de éste es “querer alargar este pleito”. Alega que cuando Cepeda afirma que Preciado le vendió las huertas y le dio posesión de ellas, eso no pudo acontecer “porque demás de no poderlo hacer por estar preso al tiempo que las vendió y ser a la sazón el dicho Alonso Sánchez de Toledo alcalde mayor en esta Villa, de derecho no pudo perjudicar el padre a sus hijos de la legítima de su madre, no pudiendo vender como está claro”. Precisa: fue “con cautelas y mañas que tuvieron con el dicho Francisco Preciado para ser las comprar”. Pide también, además de la mitad de las huertas, sus frutos y rentas desde que Cepeda y Sánchez de Toledo tienen la posesión de las mismas, porque suman “más de doce mil pesos”. Pedro de Granada contradice a Cepeda sobre los testigos. Afirma que Pedro de Arévalo es persona muy honesta y que no dejaría de decir la verdad aunque tuviese parentesco con sus menores, “antes es buen cristiano e temeroso de su conciencia, e por tal persona en esta Villa se le 299 Líneas atrás, en la misma provisión, es nombrado por error “Alonso Sánchez de Cisneros”. 123 José Miguel Romero de Solís encargan cosas que tocan a conciencia por tener como tiene crédito de tal cristiano e que por cosa ninguna dejaría de decir verdad”. De igual modo hay que dar crédito a los testimonios de Almodóvar, Velasco, Espinosa y Francisco Pérez. Éstos y Antonio de Morera y Luis de Barahona, “son personas honradas e que por interés alguno no dejarían de decir verdad”. Pedro de Granada termina su escrito diciendo que Cepeda todavía resta de pagar “más de mil pesos de minas”. El 30 de diciembre de 1560, el alcalde mayor viendo que el pleito “por ambas partes está concluso, dijo que fallaría e falló que debía recebir y recibió a ambas las dichas partes a prueba de tachas y abonos con la mitad de todo el término probatorio deste pleito”, y se examinen sus testigos, y en lo demás que las partes habían pedido, que “por agora no ha lugar, y así lo mandó y firmó de su mano”. Al día siguiente, Pedro de Granada en otra petición decía que “Pero Sánchez, vecino desta Villa, es procurador de los susodichos y con él se hacen los autos; y al presente se quiere ir a los Pueblos de Ávalos, donde reside; y los dichos Cepeda y Alonso Sánchez no residen en esta Villa, y ansí no se ha de acabar dicho pleito”. Ruega al alcalde que mande a Pero Sánchez”que sustituya el dicho poder en una persona conocida que resida en esta Villa para que se le notifiquen los autos e le pare perjuicio al dicho Cepeda y Alonso Sánchez, con apercibimiento que V.m. le haga de señalar y le señale los estrados de su audiencia a donde se notificarán y se darán por notificados. Y pido justicia”. Así lo dispuso el alcalde mayor. Sin embargo, el 7 de marzo de 1561, Pedro de Granada decía que Pero Sánchez ya no residía “en esta Villa ni provincia y se ha desnaturado della y vendido sus casas, como a V.m. consta”. Vuelve a solicitar que se mande a Cepeda y Sánchez de Toledo que nombren casa y procurador en esta Villa; en caso contrario, “se hagan los autos en los poyos de la audiencia de V.m.”. El 10 de marzo, Cepeda decía que para hacer interrogatorio de tachas de los testigos, tenía ne- cesidad de un licenciado, y “como V.m. sabe en esta Villa no hay licenciado y yo le tengo en México, que ha hecho los demás interrogatorios que he presentado en esta misma causa. A V.m. pido y suplico me mande dar término de abogado”. Pedro de Granada se opuso a esta petición, alegando que el término ya había pasado y que Cepeda había tenido tiempo suficiente para ello. Sin embargo, el alcalde mayor Núñez de Guzmán, el 14 de abril, concedió “sesenta días de término para que vaya o envíe a donde están sus letrados para hacer el interrogatorio que dice, dentro de los cuales lo traiga e presente”. Tres años después, el 26 de junio de 1563, el vecino de Colima Juan Núñez, como tutor y curador de los menores de Preciado, presentaba un escrito donde decía que Cepeda “no está en la Villa” y en consecuencia el pleito no se ha de concluir. Pide que se le mande a Cepeda a que “parezca personalmente en esta Villa”, que nombre casa y procurador, y que vaya un propio a notificarle todo ello, “que yo estoy presto de le pagar al que fuere su trabajo”. El alcalde Diego Núñez de Guzmán, vista la petición, así lo dispuso, nombrando por su escribano a Diego López de Ayala, quien el 2 de julio, yendo a las huertas de Apatlan, notificó a Cepeda del auto del alcalde, siendo testigos de lo mismo don Alonso de Carvajal, Pedro de Granada y Cristóbal de Vergara. Sin embargo, el 14 de julio, “en el pueblo de Tuspa”, se presentó Francisco de Cepeda y otorgó poder cumplido a Pedro de Bobadilla, vecino de Colima, “para que por él y en su nombre, pueda parecer ante el señor alcalde mayor Diego Núñez de Guzmán”. Pasó ante Baltasar Rueda de Herrera, escribano de Su Majestad, siendo testigos Juan Dávalos, Mateo Collado y Alonso Jurado, estantes en dicho pueblo. Por otra parte, y con fecha de 6 de julio de ese año de 1563, “yo, Guillermo de Aquisgrana, escribano nombrado por el muy magnífico señor Alonso de Espínola, doy fe y verdadero testimonio a todos los señores que la presente vieren, cómo el dicho señor Alonso de Espínola es corregidor en el pueblo de Quacoman y alcalde mayor de la Provincia de los Motines, hasta el 124 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI puerto que dicen de Apatlan, dentro de su jurisdicción están las huertas que dicen de Apatlan, que por otro nombre tienen Santa Ana y Santa Isabel, que tiene y posee Francisco de Cepeda y los otros sus compañeros, y para que conste lo susodicho del pedimiento del dicho Francisco de Cepeda, dí la presente que es fecha en el pueblo de Quacoman”. El procurador Bobadilla, el 15 de julio, presentó en la Villa de Colima un escrito firmado de Cepeda, donde decía: “estando yo en las güertas que han por nombre de Apatlan, que son en los Motines, llegó a mí un Diego López y me dijo que V.m. mandaba notificarme cierto mandamiento” sobre el pleito con los herederos de Preciado. Dice Cepeda que todo ello le resultó extraño, sin saber con qué fin fue Diego López, si éste era o no “escribano del Rey o nombrado, o qué fe haría su dicho, lo cual yo creo fue por me hacer mala obra y no por mandado de V.m., porque V.m. no mandaría ni de derecho puede mandar citar a nadie de territorio ajeno”,300 como es el caso, “estando yo en términos y territorio” que no están bajo la jurisdicción de la alcaldía mayor de Colima, “como consta por este testimonio”, del que se hace presentación. Según esto, el alcalde mayor de Colima debía ante todo requerir del juez en cuyo territorio “fui hallado, que me lo mandase, por donde la dicha notificación es en sí misma ninguna y como a tal no debo responder”. Recibido el escrito, el alcalde mayor de Colima declaró que las huertas de Apatlan, no embargante lo que decía Alonso de Espínola, pertenecían a la jurisdicción de Colima, además que Cepeda seguía siendo vecino de Colima y no se había desnaturado como era el caso de Pedro Sánchez y Antonio de Maya, quienes habían sido sus anteriores procuradores. Y por tanto, volvía a mandar su anterior mandamiento, señalando a Cepeda los poyos de su audiencia. En Tuspa, a 14 de julio de 1563, ante el escribano Baltasar Rueda de Herrera y siendo testigos Juan Dávalos, Mateo Collado y Alonso Jurado, estantes, Francisco de Cepeda como “vecino de la Ciudad de Mechuacan, estante a el presente en este pueblo de Tuspa, en la Nueva España”, otorgó todo su poder a Pedro de Bobadilla, “vecino de la Ciudad de Colima”,301 para que en su nombre se hiciera cargo de todos sus pleitos. Caja A–4, exp. 4, 21 ff. 89. 1563. Junio, 8. Tasación del pueblo de Pomayagua. 300 Cepeda se ampara en la confusión existente sobre los límites territoriales. “El área de Motines fue compartida por los alcaldes mayores de Colima y Zacatula hasta c. 1560, cuando se proveyó un alcalde mayor separado para los Motines de Colima, al oeste y al norte del río Cachán. Cuatro corregimientos hasta entonces sufragáneos de Colima (Aquila, Cuacomán, Maquilí y Tlatictla, Motín y Maruata [Pómaro]) fueron transferidos a la nueva jurisdicción. El alcalde mayor era también corregidor de Cuacomán, donde vivió hasta que la capital fue trasladada a Maquilí en algún momento entre 1604 y 1639”: Gerhard (1986), 199. La respuesta dada por el alcalde mayor de Colima a la queja de Francisco de Cepeda muestra la confusión existente acerca de los límites jurisdiccionales, sobre todo, si es cierta la fecha aproximada que da Peter Gerhard (circa 1560), año al que pertenece nuestro regº. Problemas de esta naturaleza volverían a repetirse con frecuencia, como cuando falleció Isabel Ruiz de Monjaraz, quien tenía vecindad en la Villa de Colima pero que pasaba grandes temporadas en su huerta de cacao en términos de Alima. En este caso, surgieron conflictos de jurisdicción entre ambas alcaldías mayores. 301 Resulta interesante observar que Cepeda para mayor confusión de la justicia de la Villa de Colima, no sólo hace intervenir al alcalde mayor de los Motines, que reclama las huertas de Apatlan como pertenecientes a su jurisdicción, sino que afirma ser ahora “vecino de la ciudad de Mechuacan”. Por otra parte no deja de sorprender que aquí la Villa de Colima sea designada con el título de ciudad. 125 José Miguel Romero de Solís “En el pueblo de Pomayagua302 desta Provincia de Colima desta Nueva España”, ante el magnífico señor Luis de Grijalba, juez de comisión de la visita del pueblo de Pomayagua y de Diego Veedor, escribano, “parecieron don Gonzalo Pérez, gobernador del dicho pueblo, e Francisco Ale, tequitlato303 del dicho pueblo, e Juan Pahama, mayordomo del dicho pueblo, e presentaron una provisión real de Su Majestad emanada de la Real Audiencia de Su Majestad desta Nueva España, refrendada de Antonio de Turcios, escribano mayor del Audiencia Real de Su Majestad e firmada de otros oficiales e firmada de los señores oydores”. Acatóla el Juez de Comisión. Luego nombró por intérprete de la lengua mexicana a Juan de Ulloa. Luis de Grijalba mandó al gobernador don Gonzalo Pérez, a los principales y mayordomo del pueblo “que traigan y exhiban ante su merced la tasación que al presente tienen”. Mostró el gobernador una tasación fechada en 14 de diciembre de 1552, cuando “visitó el dicho pueblo el licenciado Lebrón de Quiñones, oidor, alcalde mayor en el Nuevo Reino de Galicia”. Vista la tasación, el Juez de Comisión ordenó al escribano que sacara de ella un traslado. Según ésta, cuando Lebrón hizo su visita, “halló en dicho pueblo veinte e tres indios casados e tres viudos, sin otros mozos e mozas, e los tasó en lo siguiente: primeramente, que den a Su Majestad e a quien en nombre de Su Majestad lo 302 Acerca de Pomayagua: supra, regº 27. En tanto la Suma de Visitas calcula su población en 46 hombres casados, la cuenta registrada por Lebrón en su tasación aquí insertada, habla de “veinte e tres casados e tres viudos, sin otros mozos e mozas”; y, de acuerdo, a la declaración del gobernador y otros principales ante el juez de comisión Luis de Grijalba, Pomayagua no tenía más estancias ni pueblos sujetos y que “en él estaban todos los naturales que había y habitaban”. Los testigos sin excepción reconocen “no haber tanta gente en el pueblo como había al tiempo que los tasaron”, es decir, había disminuido el número de pobladores desde que el oidor Lebrón los visitara. Pomayagua, pues, es un caso documentado para estudiar el proceso de despoblación sufrido por la provincia de Colima en las prímeras décadas después de la conquista. 303 Tequitlato (de tequitl, trabajo, y tlacatl, hombre): “quien lleva la cuenta del trabajo hecho y se entiende con los trabajadores”: Cabrera (1984), 135. deba de haber por su mandado, en cada un año, seis mantas de algodón de a tres piernas, que cada pierna tenga de largo dos brazas, y cada braza tenga dos varas de medir, y de ancho cada pierna de a tres cuartos antes más que menos, e dos mantas cada cuatro meses. “Iten, que hagan una sementera de trigo de una hanega de sembradura, la cual siembren y cojan y beneficien e de lo procedido della den al dicho encomendero e a quien en nombre de Su Majestad lo hubiere de haber en cada un año ocho hanegas de trigo limpio y lo que sobrare y más se cigiere, lo pongan en su comunidad, porque han de ser obligados a lo cumplir. “Iten, que den cada cuatro meses diez e ocho gallinas de Castilla. “Iten, que den cada un año treinta hanegas de maíz limpio e bien medido”. “Los cuales dichos tributos los han de poner en el dicho pueblo sin ser obligados a los llevar a otra parte alguna”. Ordenó Lebrón que tal tasación la guarden “por tiempo y espacio de ocho años”. Firmaba Lebrón de Quiñones. Pasó ante Antonio de Contreras. Después Luis de Grijalba preguntó al gobernador, a los principales y al mayordomo, “si este dicho pueblo tenía algunos pueblos y estancias sujetos de él, que lo dijesen e declarasen porque, si los había, los quería ir a ver e visitar”. Contestaron que su pueblo no tenía otras estancias y pueblos sujetos, y que “en él estaban todos los naturales que había y habitaban”. A continuación, el juez dijo que “ninguno de los naturales se vaya ni ausente del dicho pueblo, ellos y sus mujeres ni hijos, viudos e viudas, a parte alguna”, porque mañana “los quiere ver y contar, e que se estén en sus casas”. Además, “si sabe que alguno se esconde e se va, que lo castigará conforme a derecho”. Respondieron el gobernador y los principales que así se haría. Luis de Grijalba, para recabar esta información, mandó llamar ante sí a Juan Bautista, indio natural del pueblo de Tecocitlan, quien mediante el intérprete Juan de Ulloa, dijo que “ha estado en el dicho pueblo de Pomayagua e tiene noticia de la tasación que al presente tienen los dichos 126 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI naturales”; por cierto “la cual no la pueden cumplir”, entre otras cosas, por “no haber tanta gente en el pueblo como había al tiempo que los tasaron, tienen grande trabajo en la guarda de las sementeras del maíz e trigo a causa de los ganados de vacas e yeguas cimarrones que están en su comarca”. El testigo opina que “lo que buenamente podrán dar de tributo de aquí en adelante en cada un año es tres mantas de las que dan al presente de tributo e valen entre ellos cinco pesos, e más diez hanegas de maíz, que valen a medio peso cada hanega, e que sabe este testigo que están pobres e alcanzados”, por no tener el pueblo “ninguna granjería si no es de su labor de que se sustentan”. Para concluir comentó que el lugar donde el pueblo está asentado y poblado, “es enfermo e malsano, por ser tierracaliente”. Preguntado por su edad, dijo tener más de setenta años. El siguiente testigo fue Juan Ximénez, indio natural del pueblo de Tecocitlan, “pueblo comarcano al dicho pueblo dos leguas”. Dijo haber estado en Pomayagua “muchas veces e que tiene noticia de la tasación que al presente tienen los dichos naturales, la cual dijo que no la pueden cumplir, porque el maíz e trigo que dan de tributo lo dan con grand vejación”, porque se los comen los ganados cimarrones que están en su comarca. Por otra parte, que sólo pueden dar de tributo cada año tres mantas de algodón. Opina igualmente que “el sitio e asiento donde están poblados los dichos naturales del dicho pueblo de Pomayagua, es enfermo e malsano por ser tierra caliente”. Declaró tener más de sesenta años. El tercer testigo fue Juan Cocomel, gobernador del pueblo de Tecocitlan,304 comarcano a 304 Este gobernador y varios testigos que prestan declaración, se dicen naturales de Tecocitlan. Hubo en la provincia de Colima dos pueblos llamados Tecocitlan, ambos encomendados al conquistador y fundador de Colima Jorge Carrillo: VP 36. Uno nombrado El Viejo, en Tepetitango, a unas “cinco leguas de Colima” y “en vna halda de vna sierra”, y el otro, El Nuevo, que es registrado también bajo el nombre de Teçitlan, “a dos leguas de la Villa”, más poblado, “en vn llano, çerca de vna sierra”: SV 687. Según informaba Lebrón, quien transcribe la cédula correspondiente fechada el 13 de agosto de 1524 por Hernán Cortés, Teco- Pomayagua. Repite las mismas circunstancias que los anteriores testigos habían declarado, agregando tan sólo, que además del trigo y del maíz, siembran algodón y frísoles; que sabe que entre ellos las mantas de algodón valen cuatro o cinco pesos y la hanega de maíz medio peso. Afirma que el sitio donde está el asiento del pueblo es enfermo y malsano, y que sus tierras no se labran por razón de los perjuicios que ocasionan los ganados. Declaró tener poco más o menos cincuenta años. Pedro Elías, indio mayordomo de Tecocitlan, pueblo comarcano que estará a una legua de distancia de Pomayagua, fue el siguiente testigo para la información. Dijo haber estado muchas veces en el pueblo de Pomayagua y tiene noticia de su tasación, que hoy en día “están agraviados e no la pueden cumplir por causa que se han muerto muchos de los naturales después que fueron tasados, entre los cuales conosció algunos”; que recuerda a uno llamado Gonzalo, y a otro que era cuñado suyo, y otros más, “que no se acuerda de los nombres”. Piensa que podrán dar de tributo al presente, serán tres mantas de algodón y quince hanegas de maíz “y no otra cosa alguna”. Las mantas entre los naturales cuestan cuatro pesos y medio o cinco, la hanega a cuatro tomines. Añade que es gente pobre, que el tributo al que están obligados es mucho para ellos, y que las granjerías que tienen, son de maíz y frísoles “e no de otra cosa”. Sabe también que “entre tres indios casados hacen cada un año una manta del tributo, lo cual es mucho como tiene dicho para ellos”. citlan El Nuevo se pobló con “algunos indios que se han salido a vivir de Tecocitlan El Viejo a las partes donde ahora están”. Según el visitador tal explicación parece un engaño y “un engaño muy notorio”, y da la razón siguiente: “muchas veces por malos tratamientos se salen ocho y diez indios de un pueblo a vivir a otras partes y andando el tiempo de otras muchas se vienen a poblar allí y se hace pueblo formado y pretende el encomendero o poseedor por diez indios y muchas veces por dos y tres indios que haya que solían vivir en el pueblo que él tenía en encomienda pretender que el tal pueblo sea suyo y le sirva”: Lebrón (1979), 47; El Libro de las Tasaciones de pueblos de la Nueva España (1952), 168-170. 127 José Miguel Romero de Solís Fue llamado para atestiguar Juan Corso, indio natural de Tecocitlan. Dice haber estado muchas veces en Pomayagua, por ser pueblo comarcano al suyo, y que tiene noticias de los tributos que deben pagar cada año, por cuya tasación “están muy agraviados e es mucho para ellos”. Caja A–4, exp. 5, 6 ff. 90. 1564. Abril, 8. Proceso criminal contra Tomás Herades y Antonio Pérez, por haber herido con la espada a Juan de Guriezo. Don Juan de Avellaneda, juez de residencia en esta Villa de Colima por Su Majestad, de oficio, abre información porque Tomás Herades y Antonio Pérez hirieron de cuchilladas a Juan de Guriezo, haciéndole sangrar abundantemente.305 Llamado a prestar declaración, Juan de Guriezo dijo que este confesante tomó un potro rucio sin yerro que estaba entre unas yeguas, diciendo que era de su suegro Alonso de Trejo;306 y que le dijeron que no lo tomase, pero este confesante les dijo que mejor era. Fue cuando To305 En ocasiones y donde así lo hacemos, se le llama en lugar de Guriezo, Juan de Buriezo: supra, regº 47 y 68. 306 Alonso Martín de Trejo, casado con Catalina Gómez, de cuyo matrimonio nacieron varios hijos: infra, regº 176, aparece registrado por vecino de Colima en el Padrón de 1532, y conquistador de México–Tenochtitlan y otras provincias, además de haber tenido la encomienda de Coatlan: VP 6, pueblo que estaba a siete leguas de la Villa de Colima y partía términos con Tlacoçintla, Ecatlan y Chiametla. Cuando Coatlan fue visitado hacia 1548, ya estaba “en cabeça de Su Magestad” y contaba con 58 casados que debían tributar “cada mes dos mantas y no las cumplen porque no tienen tierras, que dos leguas que alcançan es todo dre sierras; hazen vna sementera de maíz de la qual por ser la tierra ruin cogen poco. Dan cada día quatro cargas de yerua”: SV 177. Quiere ello decir que, a fines de la década de los cuarenta, Trejo había fallecido o, por algún motivo, se le había despojado de su encomienda y buscó mejor fortuna fuera de la provincia de Colima. En esta segunda hipótesis, quizá se avecindó en Zacatula: Icaza (1969), I, nº 469, o en Guadalajara, como lo sugiere O’Gorman (1939), 20 remitiendo a Icaza (1969), II, nº 1168. Sea cual fuese la respuesta, su viuda aparece en nuestros registros años más tarde, viviendo en la Villa de Colima con sus hijos y criados. más Herades sacó una daga que traía. Y esto pasó ayer. Pero, hoy, “viniendo este confesante de San Francisco, e llegando junto a las casas de Diego Veedor, vecino desta Villa, salióle el dicho Tomás Herades, e se vino a este confesante, la espada desnuda en la mano, e que este confesante se apeó de un caballo en que venía, y echó mano a su espada, e se dio de cuchilladas ambos a dos”. En esto, Antonio Pérez, criado de Gonzalo López de Herrera, “y en son de meter paz, le empezó a dar de cuchilladas e que el dicho Tomás Herades le echó a este confesante una cuchillada en la cabeza de que le salió mucha sangre de la cual herida”. Guriezo dijo tener más de veinte años de edad y no firmó por no saber escribir. El juez mandó al alguacil Antonio de Carvajal que le quitase la espada. A continuación, atestiguó Isabel Ximénez, mujer de Diego Veedor. Dijo que ella estaba “en su casa, después de las Avemarías, e oyó dar voces”. Asomóse “a la ventana de su casa que cae hacia las casas de Juan Fernández El Viejo e vido echar mano a las espadas a tres hombres, e que como los vido, vino corriendo a la otra ventana que cae hacia la plaza, a dar voces que viniesen a metellos en paz, e que oída, volvió; no vido más de que vido al dicho Juan de Guriezo venir herido en la cabeza e lleno de sangre e que los demás no los conosció, porque fue de repente”, y “no tuvo término de conocellos”. No firmó por no sabe escribir y dijo tener más de 25 años de edad. Pedro de Solórzano también declaró que estando en las casas de Cristóbal de Solórzano, en la caballeriza, oyó voces después de las Avemarías, y salió a ver qué sucedía; “y que llegando a las casas de Diego Veedor”, vio venir a Guriezo con la espada sacada, y vio también a Antonio Pérez con la espada desnuda y otro hombre que se iba con la espada también desnuda “la calle abajo hacia el río”. Guriezo venía herido en la cabeza. “Oyó decir que el que iba huyendo era Tomás Herades, lo cual oyó decir al dicho Guriezo e que este testigo oyó decir a Salvador Muñoz que el dicho Juan decía que el dicho Antonio Pérez en lugar de meterle [en paz], había herido porque la cuestión había sido con los di- 128 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI chos Tomás Herades e Antonio Pérez”. Dijo tener 23 años y firmó de su mano. El siguiente testigo fue Cristóbal de Solórzano. Dijo que después de las Avemarías, estando en su casa, oyó ruido de cuchilladas, “e salió a ver lo que era, con su capa y espada, e que cuando llegó, vido este testigo a Juan de Guriezo con su espada desnuda y herido con una herida en la cabeza, diciendo que le había herido Tomás Herades; e junto a él a Antonio Pérez con el espada desnuda”. Añade Cristóbal de Solórzano: “Juan de Guriezo decía que el dicho Antonio Pérez, en lugar de meter paz, le tiraba de cuchilladas”, por lo que Herades pudo herirlo. Dijo tener 25 años de edad, y firmó con su mano. Recibida la información, Juan de Avellaneda mandó prender a Guriezo, Herades y Pérez. Juan de Guriezo, por estar herido, pidió al juez que le diera en fiado. Aceptó el juez, siendo fiador Juan de Iniesta. Fueron testigos Juan de Segovia y Alonso de Trejo. El 20 de abril, Tomás Herades El Mozo escribía una petición: “digo que dicen en esta Villa haber habido cierta pendencia con Juan de Buriezo, y porque yo estoy sin culpa y debo ser dado por libre, me presento ante V.m. y pido se me tome la confesión”. Así lo dispuso Juan de Avellaneda. El mismo día, Herades atestiguó. Dijo que “habrá diez o doce días” que Guriezo y él tuvieron “ciertas palabras” sobre un potro, y “quedaron enojados”. Al día siguiente, “en la calle de Diego Veedor”, después de las Avemarías y de anochecido, se encontraron. Este confesante desnudó su espada y fuése contra Buriezo, quien, apeándose del caballo en que venía, “echó mano a este testigo, y se dieron de cuchilladas, e que el dicho Juan Buriezo salió herido en la cabeza”. Agrega que Antonio Pérez los puso en paz. El 26 de abril se presentaron ante el juez de residencia, Tomás Herades y Juan de Buriezo, “e dijeron que ellos son amigos e como tales se tratan”. Pedían a Avellaneda que mande sentenciar y determinar esta causa, “pues son amigos e son pobres”. Fueron testigos de la petición Juan de la Torre y Antonio de Carvajal. Ese mismo día 26, don Juan de Avellaneda dictó sentencia, condenando a Tomás Herades en dos pesos de oro común, la mitad para la Cámara de Su Majestad y la otra mitad para gastos de justicia; también “en las armas que delinquió”; y además, “le condeno en cuatro meses de destierro voluntarios, los cuales mando que salga a cumplir cuando por mí le fuere mandado”. Finalmente le condenaba a las costas de este proceso. Después, el juez de residencia procedió contra Guriezo, y después de correr los autos correspondientes, dictó sentencia: le condenaba “en la prisión que ha tenido por pena, e otrosí le condenó en la espada en que delinquió” y en las costas del proceso. El 28 de abril, por voz del negro Juan, esclavo de Pedro de Arévalo, salió a pública almoneda la espada de Herades. Caja A–4, exp. 6, 8 ff. 91. 1564. Enero, 3. Melchor Pérez protesta por malos manejos en la elección del Cabildo. “Melchor Pérez,307 alcalde ordinario desta Villa de Colima, según consta por la elección que el Cabildo desta dicha Villa anteayer sábado, día de Año Nuevo deste presente año, se hizo ante Vuesa Merced, parezco en aquella vía e forma que más a mi derecho convenga, y digo que V.m. de hecho y contra todo derecho y leyes y ordenanzas y mandamientos de Su Majestad y de su Ilustrísimo señor Visorrey en su Real Nombre, V.m. me quitó la vara de alcalde ordinario no permitiendo se me diese, teniendo tres votos como tenía, porque de cinco regidores que se juntaron a hacer la dicha elección, tuve los tres como dicho tengo, y Diego de Velasco, persona a quien V.m. dio la vara, no tuvo más de dos votos”.308 307 Ya proporcionamos noticias acerca de Melchor Pérez: supra, regº 71. 308 Justo diez años antes a los hechos aquí denunciados por Melchor Pérez, el visitador Lebrón informaba en su Relación sumaria (1554) que “no había facultad para elegir re- 129 José Miguel Romero de Solís Agrega: para dar la vara de alcalde a Diego de Velasco, anuló “V.m. el voto del dicho Juan Preciado, diciendo no podérmelo dar por ser mi yerno, lo cual niego no ser mi yerno el dicho Juan Preciado, ni tener ningún parentesco conmigo, como a V.m. consta y a todos los vecinos desta Villa, en lo cual me hizo notorio agravio y sin justicia y afrenta a mi persona, por tener como tengo los tres votos y el dicho Diego de Velasco dos; por lo cual pido y suplico a V.m. y, si necesario es, requiero con el acatamiento debido una e dos e tres veces y más las que de derecho me dan lugar, mande revocar y revoque y dar por ninguno lo que toca a dar la vara al dicho Diego de Velasco y luego, in continente, quitársela, y dármela y entregármela a mí, pues de derecho me viene por tener, como dicho tengo los tres votos, y el dicho Diego de Velasco dos”. Y añade: “Otrosí pido al presente escribano me dé por testimonio el mismo día de Año Nuevo que se hizo la dicha elección, fuimos a las casas y morada del dicho señor Alcalde Mayor Pedro de Arávalo, e Bernardino Cola y Juan Preciado e yo, el dicho Melchor Pérez, los cuales dicho Pedro de Arévalo e Bernardino Cola e Juan Preciado, como personas que fueron en darme los dichos votos, a pedir y requerir por un requerimiento firmado de sus nombres, me diese la vara de alcalde ordinario, pues había yo tenido tres votos y el dicho Diego de Velasco dos, y consigo llevaron al presente escribano e yo, el dicho Melchor Pérez, con otro requerimiento pidiendo me diese la dicha vara, y el dicho señor Alcalde Mayor no quiso que se leyesen ni los quiso oir, diciendo ser día feriado; que pidiesen el lunes lo que quisiesen que él haría justicia y estaba presto de la hacer y que por ser día feriado no los quería oir, que para eso estaba allí. Otrosí pido a vos, el dicho escribano, me déis por testimonio como el mismo día de Año Nuevo, estando en la dicha elección, con todos los gidores, ni alcaldes, ni alguaciles, mas de tenerlo por costumbre; y en esto había tan mala orden en la elección de los oficios que el que más podía, elegía a quien quería, eligiéndose unos a otros de un año a otro, por manera que nunca salían los oficios de ciertos particulares”: Lebrón (1979), 74. regidores en el Cabildo juntos, recibió una petición presentada por Pedro de Vivanco e Andrés de Segura, e la oyó y proveyó lo pedido en la dicha petición”. El 5 de enero, el alcalde mayor Diego Núñez de Guzmán habiendo visto esta petición y requerimiento, respondió: él no hizo agravio alguno a Melchor Pérez “porque si a Diego de Velasco, vecino desta Villa, se le dio la vara de alcalde ordinario de Su Majestad, fue porque salió elegido e nombrado por el dicho Cabildo”. “Como parecerá por el dicho libro”,309 agrega el auto del alcalde mayor, “Diego de Velasco e otras personas que fueron elegidas en el dicho Cabildo, salieron con iguales votos; e que el dicho señor alcalde mayor, según a la facultad que tiene del Ilustrísimo señor Visorrey desta Nueva España, viendo la igualla que había de los votos, aceptó al dicho Diego de Velasco e Luis de Grijalba, atento a tener votos igualmente con el dicho Melchor Pérez; que decir el dicho Melchor Pérez tener tres votos, lo niego, porque no los tuvo por estar excluído el voto de Juan Preciado, por ser su yerno”. Notificado por el escribano Diego Veedor, Melchor Pérez se inconformó del auto del alcalde mayor; “e respondió que bien notorio es en esta Villa los agravios que he recibido del dicho señor alcalde mayor, los cuales aquí no replicará porque lo ha de pedir en su tiempo e lugar, y en especial le hizo este de quitarlle contra derecho la vara de alcalde ordinario en esta Villa, teniendo de cinco votos que había en Cabildo los tres”. Melchor Pérez agrega que los tres regidores que le dieron sus votos, requirieron al alcalde mayor inutilmente. Que si no insistieron en su momento, fue “porque no se alborotase esta Villa”. Caja A–4, exp. 7, 3 ff. 92. 1564. Julio, 16. Bernaldino Cola reclama de Juan de Aztiguieta, mercader difunto, cantidad de pesos. 309 Quizá alude al correspondiente libro de actas del Cabildo, hoy perdido. 130 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI Ante el teniente de alcalde mayor de la Villa de Colima, Pedro de Vivanco,310 fue presentada la siguiente petición: “Bernaldino Cola, vecino desta Villa, parezco ante V.m. e digo que habrá cuatro meses poco más o menos que yo dí y presté a Juanes de Aztiagueta311 cien pesos en reales para enviallos a la Ciudad de México a Alonso de la Puerta, su compañero.312 E asimesmo le presté otros veinte pesos de oro en reales que me pidió Diego Pinzón en nombre del dicho Juanes, que él me [pidió] para aviar una recua que enviaba el dicho Juanes cargada de cacao a la dicha Ciudad de México al dicho Alonso de la Puerta, la cual llevó Juan Domínguez; e asimesmo dos cargas de cacao que yo le dí prestadas e asimesmo las dí y entregué al dicho Juan de Aztiagueta. Y para averiguación y declaración de lo susodicho, lo declara en un testamento que dejó fecho, a donde me remito. E, si necesario fuere dar información de lo que así pido, ante V.m. yo estoy presto y aparejado de lo dar”. Pide mandamiento ejecutorio para que de los bienes que dejó el dicho Juan de Aztiagueta, se le pague lo adeudado. Notificado Diego Núñez de Guzmán, defensor de los bienes de Juan de Aztiguieta, contestó que la reclamación hecha por Bernaldino Cola no procede porque, como él mismo afirma, fueron pesos que prestó a Alonso de la Puerta, quien es el verdadero deudor y no el difunto Aztiguieta; lo mismo habrá que decir de los 20 pesos enviados a Diego Pinzón, quien fue el que los pidió. Por tanto, “V.m. debe mandar dar por libres a los dichos bienes”. Por último, de aquello que Bernaldino Cola dice haber dado y entregado a Aztiguieta, “no tiene cédula ninguna, ni jura serle debidos”. 310 Sabemos que por el resumen de la causa que hará don Pedro Dávila Quiñones el 16 de agosto siguiente, cuando da mandamiento ejecutorio al alguacil Juan Merino. 311 A lo largo del proceso se le llama indistintamente Juan o Juanes Aztiguieta o Aztiagueta. 312 Aztiguieta y Alonso de la Puerta tenían suscrita carta de compañía: infra, regº 97-99; además lo que ya comentamos: supra, regº 22. El alcalde mayor Pedro Dávila Quiñones dio entrada a la causa, ordenando que ambas partes probaran sus dichos. El 21 de julio, Bernaldino Cola presentó por testigos a Diego Pinzón, Antonio de Carvajal, al escribano de la Villa Miguel Rodríguez y a Inés Álvarez, mujer de Luis de Grijalba, vecinos todos de la Villa de Colima. Entre otras cosas, Inés Álvarez declaró que Juan de Aztiguieta envió a un mulato llamado Juan de Vargas para recoger una carga de cacao que Bernaldino Cola le prestó; dice también que después de esto, fue a casa de Bernaldino Cola y los halló contando cacao, “e esta testigo les ayudó a contar el dicho cacao”, que fueron dos cargas; luego, vio al mulato que recogía las dos cargas a nombre de Aztiguieta. “E esta testigo retiene por cierto que el dicho Juan de Aztiguieta nunca le pagaba al dicho Cola el dicho cacao ni dineros”. La testigo declaró tener “más de cuarenta años e que esta testigo es suegra del dicho Cola”. El escribano Miguel Rodríguez dijo que conocía a Aztiguieta y a Bernaldino Cola de cinco años a esta parte. Agrega que el 9 de julio pasado fue este testigo a casa de Juan de la Torre, donde estaba enfermo Juan de Aztiguieta, quien le dijo a este testigo “que quería hacer e otorgar su testamento”, encargándole que así lo dispusiera. Dice el escribano que en dicho testamento, Aztiguieta reconoce en una cláusula que debía a Cola 120 pesos, quien se los había prestado en reales de plata, y mandaba que se los pagaran de sus bienes, y asimismo le debía dos cargas de cacao de buen cacao que le había prestado. El 8 de agosto, el alcalde mayor dictó sentencia: “Fallo que el dicho Bernaldino Cola probó bien”, y por tanto, “debo de condenar y condeno a que de los dichos bienes del dicho Juan de Aztiguieta se le den e paguen al dicho Bernaldino Cola los dichos ciento e veinte pesos del dicho oro común e las dos cargas de cacao bueno de dar e tomar”. Testigos que estuvieron presentes Pedro de Vivanco, Pedro de Bobadilla y Diego Velasco, vecinos de la Villa. 131 José Miguel Romero de Solís El 16 de agosto, después de resumir los diversos pasados que la causa había tenido, el alcalde mayor Pedro Dávila Quiñones dio mandamiento al alguacil mayor de la Villa para que requiriese a Diego Núñez de Guzmán a “que luego dé e pague” a Bernaldino Cola los dichos 120 pesos de oro común y las dos cargas de cacao; “e si luego no las diere e pagare, con más cinco pesos e medio de las costas del proceso de escribano e juez, le fazed ejecución por todo ello en los dichos bienes”. El 22 de agosto, Juan Merino, alguacil mayor de la Villa hizo ejecución en los dichos bienes del difunto Aztiguieta, inventariándose los mismos ante Alonso Ruiz y Baltasar de Alcalá, vecinos de la Villa. El 24 de agosto, el negro Melchor, esclavo de Pedro de las Casas, dio el primer pregón de almoneda pública. En 18 de septiembre, Bernaldino Cola otorgó poder a favor de Álvaro de Grijalba “para que pueda seguir y feneser ejecución y pleito en el estado en que está y recebir los pesos de oro y dar cartas de pago dello y lo seguir y feneser en todas instancias”. Pasó ante el escribano Miguel Rodríguez, siendo testigos don Alonso de Carvajal, Andrés de Segura y Baltasar de Alcalá. Días antes, el 11 de septiembre, nuevo defensor de los bienes de Juan de Aztiguieta, Diego de Aguilar se oponía a la ejecución. El alcalde mayor, sin embargo, ratificó su mandamiento ejecutorio y mandaba avivar la voz de trance y remate, con fecha de 23 de septiembre. Álvaro de Grijalba, por su parte, nombraba por fiador a Luis de Grijalba, alcalde ordinario de la Villa. En la plaza pública de la Villa se gritaron los pregones no apareciendo ponedor alguno. Por ello, Álvaro de Grijalba pidió que por cuanto “él tiene dada la fianza de la ley de Toledo”, el alcalde mayor mandase “se le dé una escritura de las ejecutadas en esta causa”. Luego, el alcalde mayor mandó hacer tasación de las costas, que fueron las siguientes: “del principal, ciento y veinte y cinco pesos y medio del oro común; más dos cargas de buen cacao; las costas montan 3 pesos y medio. Las costas del alguacil a razón de cinco pesos. Primer ciento, cinco pesos, y los demás a razón de a dos pesos y medio, que monta seis pesos y siete tomines”. Así lo mandó notificar el alcalde mayor al depositario de los bienes del difunto Aztiguieta, para que diere “una escritura que vale la dicha cuantía al dicho Bernaldino Cola”. Caja A–4, exp. 8, 16 ff. 93. 1564. Julio, 24. Juan de la Torre reclama de los bienes de Juan de Aztiguieta, difunto, cantidad de pesos. “Juan de la Torre,313 vecino desta Villa, parezco ante V.m. e digo que yo, por ruego de Juanes de Aztigueta,314 mercader difunto, eché sobre mi huerta de cacao dozientos pesos de oro de tipuzque a censo, los cuales él rescibió de Diego Veedor, vecino desta Villa; e no obstante que yo me obligué al dicho censo, no rescibí cosa dellos”. Todo ello consta tanto por la cédula firmada por su nombre como por lo que dejó declarado en su testamento. Pide que de los bienes de Juan de Aztiguieta “se quiten e me den por libre e quito dello, pagando el censo que hubiese corrido”. Juan de la Torre hizo presentación de la cédula que le firmara el mercader y fechada el 7 de enero de ese mismo año, cuyo tenor es el siguiente: “Digo yo Juan de Azteguieta, que por cuanto Juan de la Torre, vecino desta Villa de Colima, tomó a censo sobre su Güerta de Diego Veedor, tutor de los menores de Maestre Jáco- 313 Entre Juan de la Torre (supra, regº 41) y Aztiguieta, además de intereses comerciales, hubo sin duda amistad. En el regº 92, el escribano de la Villa Miguel Rodríguez menciona cómo el mercader, sintiéndose enfermo, se acogió al cuidado de Juan de la Torre, quien lo tuvo hospedado en su casa. Lo mismo se atestigua en el presente regº. 314 De diversos modos es nombrado el mercader difunto: Juanes, a secas, que bien podría ser el apelativo familiar; Aztiguieta, Azteguieta y Aztiagueta, como lo designa el escribano Miguel Rodríguez en su declaración que se verá más adelante. 132 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI me, difunto,315 dozientos pesos de oro común, los cuales por me hazer buena obra los tomó para mí e los cuales dichos dozientos pesos por ésta digo de vos pagar los dichos dozientos pesos con más el censo que corre e que corrieren hasta que los quite, y me obligo de lo quitar dentro de seis meses primeros siguientes y obligo mi persona y bienes, y doy poder cumplido a todas las justicias de Su Majestad para que así me lo hagan cumplir. Y lo firmé de mi nombre. Fecho en Colima,316 a siete de enero de mil e quinientos y sesenta y cuatro años [1564]. Testigos: Domingo López y Tomás Herades, vecino y estante en esta Villa de Colima. Jhoan de Azteguieta”. Notificado Diego Núñez de Guzmán, defensor de los bienes de Aztiguieta, respondiendo al escrito de Juan de la Torre donde pide mandamiento ejecutorio contra dichos bienes, dice que ante todo Juan de la Torre debe comprobar que la firma que aparece en la cédula simple, es la del difunto; agrega que debe presentar también la escritura del censo. Contestó de la Torre diciendo que el alcalde debe mandar hacer ejecución en los bienes del difunto, porque dejó declarado en su testamento que le adeudaba los doscientos pesos del censo. El alcalde mayor Pedro de Ávila Quiñones317 pronunció sentencia de prueba el 31 de julio. El mismo día, Juan de la Torre presentó por testigos a Juan de Iniesta y al escribano de Su Majestad Miguel Rodríguez, vecinos de esta Villa, a quienes se mostró la cédula “y la firma donde dize Juan de Azteguieta”. Juan de Iniesta dijo que “le parece e cree e tiene por cierto” que la firma “es fecha por la propia mano del dicho Juan de Azteguieta, porque este testigo la vido escrebir y firmar muchas y diversas veces y tiene otras muchas firmas”. Declaro tener 30 años de edad y que no le tocaba ninguna de las generales. Firmó de su mano. El 4 de agosto, Juan de la Torre presentú nuevos testigos: Pedro de Bobadilla, Pedro Ruiz, Juan de Arana, vecinos de la Villa, a quienes fue mostrada igualmente cédula y firma. Juan de Arana dijo tener en su poder muchas firmas de Aztiguieta, y que cédula y firma que le son mostradas parecen ser hechas de su propia mano. Declaró 40 años de edad. Bobadilla, por su parte, dijo también que firma y letra de la cédula “que es fecha por la propia mano” del difunto, ya que este testigo “le vido escrebir e firmar munchas e diversas veces”. Edad: “más de treinta y dos años”. Pedro Ruiz, de más de 25 años de edad, dijo que reconocía firma y cédula como hechas por Aztiguieta. Por último, atestiguó el escribano Miguel Rodríguez, y dijo: “lo que este testigo sabe que un día antes que el dicho Juan de Aztiagueta muriese, este testigo fue a casa del dicho Juan de la Torre donde el dicho Juan de Aztiagueta estaba enfermo, para hacer su testamento; y el dicho Juanes lo hizo ante este testigo como escribano de Su Majestad hasta la revocación del dicho testamento, y que entre otras cláusulas que en el dicho testamento otorgó el dicho Juan de Aztiagueta declaró ante este testigo que debía al dicho Juan de la Torre dozientos pesos de oro común para el efecto y razón como la cédula lo dice, y que se los debía por una cédula firmada de su nombre; y que mandaba y mandó que le fuesen pagados de sus bienes con más el censo corrido hasta el día que se les pagasen. Y que este testigo tiene la letra y firma de la dicha cédula presentada en esta causa, fecha de la propia mano del dicho Juan de Aztiagueta, porque este testigo le vido escrebir e firmar escrituras que ante este testigo otorgó”.318 El testigo declaró que tenía más de 25 años. El 7 de agosto, Juan de la Torre decía que “los testigos que se hallaron presentes al tiempo que el dicho Juanes hizo la dicha cédula, al pre318 315 Maestre o Maese Jácome: se trata de Andrés Jácome de Mónaco (Demonago), genovés, padre de Andrés Jácome, mudo, y de Antón Domíngurez, mulato: infra, regº 184. 316 Nótese la forma como se data la cédula, diciendo simplemente “Colima”. 317 Generalmente aparece nombrado Dávila Quiñones. Tanto el escribano como otros testigos reconocieron la firma del mercader arriero con facilidad, alegando que le vieron en vida “escrebir y firmar muchas y diversas veces y tiene otras muchas firmas”, como dijera Juan de Iniesta. Tales testimonios indican con claridad la intensa actividad mercantil de Aztiguieta y, por tanto, de Alonso de la Puerta, en la Villa y Provincia de Colima. 133 José Miguel Romero de Solís sente no están en esta Villa para tomarles sus dichos; e pues el dicho difunto lo dejó declarado en su testamento ante el escribano de la causa, e tengo comprobada la firma e letra de la dicha cédula”, renunciaba al término de la prueba. Lo mismo hizo Núñez de Guzmán, defensor de los bienes de Aztiguieta al día siguiente. El alcalde mayor dictó sentencia el 9 de agosto. “Fallo que el dicho Juan de la Torre probó bien”; en consecuencia, mandaba que se le pagaran los doscientos pesos más el censo corrido conforme a la cédula; también las costas del proceso se cargaban a los bienes del difunto. Testigos de la sentencia fueron Melchor Pérez, Baltasar de Alcalá, Diego de Velasco y Pedro de Vivanco. Caja A–4, exp. 9, 11 ff. 94. 1578. Agosto, 25. Polonia de Gamboa reclama de Juan de Iniesta cantidad de pesos. Antonio Carrillo de Guzmán, vecino de Colima, en nombre de Polonia de Gamboa, de quien tiene poder general “para pleitos y causas de que yo el presente escribano doy fe”,319 en presencia del alcalde mayor Fernando Dávalos y de los testigos Diego de Monroy, de Baltasar de Ávila Quiñones320 y Juan de la Rosa, vecinos y estantes, dijo que “lo sustituía y sustituyó el dicho poder para todas todas las cosas e casos en el contenidos y para cada y una dellas en Hernando 319 Expresión también recogida por Boyd–Bowman (1971), 400. En adelante, la sustituimos por “fe”. 320 Aunque hubo varios homónimos en la Nueva España: Porras Muñoz (1982), 275-276 y 332, Baltasar de Ávila o Dávila debía ser hermano de Pedro Dávila Quiñones, encomendero de Taimeo, y quien había sido a mediados de la década de los sesenta alcalde mayor de Colima; ambos fueron hijos de don Gaspar de los mismos apellidos, “uno de los primeros conquistadores de esta Nueva España”: Icaza (1969), I, nº 56; Paredes Martínez (1994), n° 65 y 167. Baltasar Dávila Quiñones fue más tarde alcalde mayor de Motines y, estando en el cargo (1580), se escribió una interesantísima Relación de aquella provincia: cf. Acuña (1987), 121-180. de Gamboa, vecino desta dicha Villa”. Pasó ante el escribano Alonso de Huete. Luego, Hernando de Gamboa en nombre de la susodicha y por virtud del poder que de ella tenía, “hizo presentación de una carta e provisión real ejecutoria emanada de Su Majestad y de su Real Audiencia del Crimen que reside en la Ciudad de México, y sellada con su real sello e refrendada de Nicolás del Coto, secretario de la dicha Real Audiencia, contra Juan de Iniesta, para que dé y pague a la dicha Polonia de Gamboa ciertos pesos de oro de principal y costas, según en la dicha carta ejecutoria se contiene”. “Luego, el dicho señor alcalde mayor tomó la dicha provisión real de Su Majestad carta ejecutoria de suso declarada en sus manos y la besó y puso sobre su cabeza, y dijo que la obedecía e obedeció con el debido acatamiento como a carta de su Rey y Señor natural, a quien Dios Nuestro Señor deje vivir e reinar por muchos e largos tiempos con crecimientos de más reinos e servicios; y en cuanto al cumplimiento, dijo que mandaba e mandó que yo, el presente escribano, a quien daba e dio poder e facultad para lo hacer, vayaa cualesquier partes desta provincia y jurisdicción, y lea y notifique al dicho Juan de Iniesta la dicha Real Provisión carta ejecutoria, e le aperciba que, dentro de seis días primeros siguientes después de la notificación, dé y pague a la dicha Polonia de Gamboa los pesos de oro de principal y costas contenidos en la dicha Real Ejecutoria, con apercibimiento que, pasado el dicho término, se ejecutará por ello. Testigos los dichos e firmólo de su nombre. Fernando Dávalos. Ante mí: Alonso de Huete, escribano nombrado”. “En el Valle de Caxitlan, en una heredad que dicen ser de Juan de Iniesta, jurisdicción de la Villa de Colima”, con fecha de 28 de agosto, el escribano Huete notificó y leyó provisión y auto del alcalde mayor a Juan de Iniesta. El 4 de septiembre, Hernando de Gamboa decía que “el término de los seis días que fueron dados” a Iniesta para pagar la cantidad de pesos indicados en la provisión de principal y costas, “es pasado y no ha dado ni pagado”. Pide se haga ejecución en la persona y bienes de Iniesta. 134 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI El alcalde mayor así lo dispuso dando su mandamiento al alguacil mayor de la Villa para hacer ejecución “por contra de doscientos pesos de oro común y más diez y seis mil y quinientos y setenta y nueve maravedíes”, que es el monto que adeuda Iniesta a Polonia de Gamboa, según la provisión.321 La parte de Polonia de Gamboa nombró por bienes de Iniesta “en que se haga la dicha ejecución, unas casas que el susodicho tiene en esta Villa, que alindan con casas de Trejo,322 y en una huerta de cacao que tiene en el Valle de Caxitlan, y en una estancia que tiene en esta jurisdicción,323 en los cuales pedía se hiciese la dicha ejecución, y en los que más pareciesen ser suyos, y en su persona. Y yo, Alonso de Huete, al- 321 Este auto del alcalde mayor aparece fechado simplemente “en Colima”. 322 No podemos saber exactamente quién era el propietario de las casas colindantes con las de Juan de Iniesta porque, según la ejecución de bienes que se hizo en su contra, tan sólo se dice que era sobre “unas casas que el susodicho tiene en esta Villa, que alindan con casas de Trejo”. Tal vez fueran las casas que, en vida, habitara Alonso Martín de Trejo: supra, regº 90. Pero quizá con probabilidad eran las del poeta Pedro de Trejo, quien tres años antes (en 1575) tuvo que salir de la Nueva España a cumplir una sentencia impuesta por la Inquisición. Trejo era natural del Plascencia, hijo del capitán Diego de Trejo e Isabel de Contreras. Al arribar a la Nueva España, se incorporó a las fuerzas del virrey Mendoza para la pacificación de la Nueva Galicia y casó luego con una hija del licenciado de la Torre, viuda de Francisco Barrón, conquistador neogallego: Icaza (1969), II, nº 543. De tratarse de este personaje, el poeta Trejo era, pues, cuñado de Melchor Pérez: supra, regº 91. Sin embargo, existe otra versión: Pedro de Trejo, hijo de Álvaro Martínez de Velasco y de Beatriz de Trejo, también plascenciano, habría nacido en 1534. Entre 1556 y 1560, habría llegado a Nueva España, estableciéndose en algún lugar de la Nueva Galicia. En 1561 casó en Guayangareo con Isabel Álvarez Corona, hija del conquistador y vecino de Colima Martín Monje: Sevilla del Río (1974), 22-24; y, sobre todo, López Mena (1981) quien aporta datos biográficos interesantes sobre el personaje, nos introduce en su poesía y edita su Cancionero. 323 El 27 de febrero de 1577, año y medio antes de este pleito, el virrey de la Nueva España don Martín Enríquez había hecho merced a Juan de Iniesta “de dos caballerías de tierra en términos del pueblo de Tecoman, junto al cacaguatal de Alonso Miguel en unas higueras grandes”: Reyes G. (1981), 52-53 (subrayado nuestro). guacil mayor desta Villa y Provincia,324 de pedimento de la susodicha y a su riesgo, hago la dicha ejecución”. Testigos: Diego de Monroy, Juan Gutiérrez y Antonio Carrillo, vecinos y estantes. Al día siguiente, “en el Valle de Caxitlan en una heredad de cacao que dicen ser de Juan de Iniesta, estando en una casa junto a ella”, Alonso de Huete “alguacil mayor desta Provincia, como tal alguacil mayor y escribano nombrado por el Ilustre señor Fernando Dávalos”, dice que fue a las casas “a buscar al dicho Juan de Iniesta, donde fui informado que vivía e moraba para cumplir el dicho mandamiento, y en ellas hallé a su mujer del dicho Juan de Iniesta, al cual busqué y no le pude hallar”; y agrega: “la dicha su mujer dijo que era ido a la estancia, y ansí no lo pude hallar de lo que doy fe”. El 11 de septiembre se pidió proceder a la venta de los bienes ejecutados. El alcalde así lo dispuso, ordenando “los haga pregonar”. Pedro de Herrera, negro, dio los primeros pregones el 13 de septiembre, siendo testigos los hermanos Antonio y Alonso Carrillo, vecinos de la Villa. El mulato Bartolomé dio el segundo pregón ante los vecinos Álvaro de Grijalba y Mateo de Berlanga. El 2 de octubre, se gritó el tercer pregón por voz del mismo mulato Bartolomé, siendo testigos Mateo Berlanga y Luis Durán, vecino y estante en la Villa. El 4 de noviembre, Apolonia de Gamboa325 decía haber recibido de Juan de Iniesta y de Alonso Lorenzo, en su nombre, el pago del adeudo. “Ansí no tengo para qué seguir el dicho pleito”. Caja A–4, exp. 10, 6 ff. 95. 1564. Julio, 20. 324 Obsérvese cómo el propio escribano funge además de alguacil mayor, lo que constará con claridad más adelante por las propias palabras de Alonso de Huete. 325 En este escrito presentado el 4 de noviembre la demandante —viuda de Juan de la Torre— se nombra “Apolonia”; sin embargo, a lo largo del expediente, como en otros conservados de nuestro Archivo, es llamada “Polonia”. 135 José Miguel Romero de Solís Edicto del alcalde mayor Pedro Dávila de Quiñones. “Sepan todos los vecinos y moradores, estantes y habitantes en esta Villa de Colima y su Provincia, parientes y amigos de Antón, negro,326 Diego de Mendoza y Hernando Cerón. Notifíquenles y háganles saber como el muy magnífico señor Pedro Dávila Quiñones, alcalde mayor desta dicha Villa por su Majestad y su Provincia les hace un proceso criminal sobre que los susodichos, dándose favor los unos a los otros, mataron a Luis Martínez, difunto, y fueron llamados por primera carta de edicto para que, dentro de nueve días, se presentasen en la cárcel real desta Villa a decir y alegar de su justicia en la dicha causa, los cuales parecen no se presentaron y les fue acusada la rebeldía por Antonio de Carvajal, fiscal desta causa; y agora, por segunda carta de edicto, se citan y emplazan a que dentro de nueve días primeros siguientes, en la dicha real cárcel desta Villa”. Y agrega: “si se presentaren, serán oidos y su justicia guardada; en otra manera, el dicho término pasado que se le da por perentorio y no se presentando en la dicha cárcel, el dicho señor alcalde mayor procederá contra ellos conforme a derecho y en la causa hará justicia sin les más citar ni emplazar que por la presente les cita y emplaza para todos los autos y méritos de la causa hasta la sentencia definitiva”. Concluye el edicto, diciendo: “y para que venga a su noticia y no pretendan ignorancia, mandó sea pregonado públicamente y fijado en las puertas de su audiencia”.327 Caja A–4, exp. 11, f. 1 vta. 96. 1564. Julio, 17. Martín Gómez contra los bienes de Juan de Aztiguieta, difunto, por cantidad de pesos. 326 “Antón, negro” está entre líneas. Para mayores datos en torno a este homicidio: infra, regº 124. 327 En la datación se dice: “Fecho en Colima”. Este edicto, que está escrito al reverso de la primera foja del expediente, fue anulado, por cuanto viene tachado y una nota al pie reza: “no vale nada”. Ante Pedro de Vivanco, teniente de alcalde mayor en esta Villa de Colima y su Provincia, compareció Martín Gómez Vizcaíno y, haciendo presentación de una obligación firmada por Juan de Aztiguieta, mercader difunto, reclamó el pago de 103 pesos y 3 tomines que le quedó debiendo. En la escritura de obligación, otorgada en la Villa de Colima el 12 de octubre de 1563, ante el escribano Juan de la Torre y siendo testigos de ella Juan Núñez y Juan Fernández, vecinos de Colima, se dice que Juan de Aztiguieta, “mercader e estante en esta Villa de Colima desta Nueva España, otorgo e conozco que debo e me obligo de dar e pagar a vos, Martín Gómez e a quien en vuestro poder hubiere ésta que por vos mostrare, ciento e tres pesos e tres tomines de oro de tepuzque que de a ocho reales de plata cada un peso, los cuales son por razón que pagastes por mí a Juan Fernández Ladrillero, a quien yo los debía”. El teniente de alcalde mayor dio el mismo día mandamiento a Antonio Pérez, “alguacil de mi juzgado desta Villa de Colima” para que requiriese a Juan Núñez de Guzmán, defensor de los bienes de Aztiguieta, “a que luego dé y pague de contado a Martín Gómez Vizcaíno, residente en esta Villa, ciento y tres pesos y tres tomines de oro común, que paresce le debe el dicho Juanes de Aztiagueta, difunto, por una escriptura pública de plazo pasado”. Como los bienes estaban inventariados, el alguacil ejecutó el mandamiento en ellos y los depositó en Juan de la Torre, vecino de esta Villa, quien se constituyó en depositario real de ellos según el dicho inventario. El 18 de julio se gritó el primer pregón por voz de Melchor, negro esclavo de Alonso de las Casas. Fueron testigos Juan de Arana, Pedro Ruiz y Gonzalo de Lasarte. El día 21, el mismo esclavo gritó el segundo pregón siendo testigos Francisco Corralero y Pedro Ruiz. El 24 corrió el último pregón de la ejecución en los bienes de Aztiguieta, “e no hubo persona que los pusiese en precio”. Testigos: Juan de Arana y Pero Ruiz, vecinos de Colima. 136 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI El 17 de julio, Martín Gómez, “residente en esta Villa de Colima”, otorgó poder a favor de Juan de la Torre y de Pero Ruiz, vecinos de la Villa, ante el escribano Miguel Rodríguez y siendo testigos el teniente de alcalde Pedro de Vivanco, Diego Núñez de Guzmán, Antonio Pérez y Antonio de Carvajal, vecinos de esta Villa. El poder también era para que “podáis hacer e otorgar mi testamento e última voluntad” del remanente que quedare de todos sus bienes. “Dejo e nombro e señalo por mi legítimo e universal heredero a Hernán Gómez, mi padre, vecino de San Cebrián, de la provincia de Vizcaya, el cual quiero que los haya y herede todos juntamente”. El último día de julio, el defensor de los bienes de Aztiguieta, Juan Núñez de Guzmán, pedía al teniente de alcalde mayor que no diera mandamiento de trance y remate como lo pedía Juan de la Torre a nombre del demandante, porque “sería la pérdida dellos mucha por no haber curador dellos”. Agrega que hay otros bienes del difunto, tanto en su poder como en el de Martín Gómez, “así por escrituras públicas como por cuentas de libros”. El alcalde mayor Pedro Dávila Quiñones, a 12 de agosto, mandó avivar la voz de trance y remate. El 17 de agosto, en escrito presentado ante el alcalde mayor, Martín Gómez alude a haber hecho ejecución en los bienes del difunto Juan de Aztiguieta más de 850 pesos. Al parecer alguien más alega para cobrar de los dichos bienes, a lo que argumenta “yo soy primero en tiempo e mejor derecho que otra persona e tengo de ser pagado de lo que así se me debe ante que otra persona”. Caja A–4, exp. 11, 11 ff. 97. 1562. Abril, 3. Mercaderías compradas por Domingo López a Alonso de la Puerta, vecino de México. En la Ciudad de México y ante el escribano Juan Román, el vecino de la Villa de Colima Domingo López “estante al presente en esta insigne e muy leal Ciudad de México desta Nueva España”, otorga escritura de obligación de pago a favor de Alonso de la Puerta, mercader vecino de México, por 993 pesos, 6 tomines y 9 granos de oro que corre, “por razón de las mercaderías e a los precios siguientes”. Sigue su relación pormenorizada. “Primeramente trece varas e una cuarta de filderretor,328 a cuatro pesos e cuatro tomines la vara; iten, diez y seis varas de paño Zaragoza a cuatro pesos e cuatro tomines la vara; iten, diez y seis pares de zapatos de vaqueta en ocho pesos [el par]; iten, siete varas e dos tercias de telilla colorada a dos pesos e cuatro tomines la vara; iten, otras dos varas e media de telilla a dos pesos cuatro tomines la vara; iten, ocho varas de telilla con oro a cinco pesos vara; iten, cinco varas de tafetán pardo a quince tomines la vara; iten, ocho varas de tafetán negro a quince tomines la vara; iten, seis pares de borceguíes a dos pesos e cuatro tomines el par; iten, cuatro pares de botas de vaqueta a dos pesos e cuatro tomines el par; iten, cuatro varas e media de telilla amarilla a dos pesos e cuatro tomines la vara; iten, seis pares de guantes a siete tomines; iten, tres libras de hilo a doce tomines la libra; iten, cuarenta e una varas de holanda a dos pesos la vara; iten, cuatro varas de parises a peso la vara; iten, cuarenta e cinco varas e media de presilla a cuatro tomines e seis granos de oro la vara; iten, veinte varas de ruán de cofre a un peso e un tomín la vara; iten, ciento e diez varas e media de ruán de pardo a cinco tomines e tres grano vara; iten, ciento e treinta e nueve varas de anjeo a tres tomines e seis granos vara; iten, dos piezas de fuete... en diez e siete pesos; iten, dos onzas de oro de Florencia en ocho pesos; iten, cuatro varas e cuarta de paño azul a siete pesos la vara; iten, dos varas e tercia de paño amarillo a seis pesos la vara; iten dos varas e media de terciopelo naranjado a nueve pesos la vara; iten, una vara de raso blanco en cinco pesos y medio; iten, dos libras de toda especia en quince pesos”. 328 Aunque parece leerse “pelderrata”. Filderretor: tela de lana negra. Ninguna de estas locuciones queda registrada en el Léxico hispanoamericano de Boyd–Bowman (1971). 137 José Miguel Romero de Solís “Iten, diez varas de paño blanco en cincuenta pesos; iten, diez varas de paño presado en cincuenta e cinco pesos; iten cinco varas de tafetán pardo a quince tomines la vara; iten, ocho varas de tafetán blanco a quince tomines la vara; iten, catorce varas de telilla morada a dos pesos e cuatro tomines la vara; iten, media arroba de cera labrada a seis tomines la vara, digo la libra; iten, dos varas de tafetán morado en cinco pesos; iten, vara y media de perpiñán en ocho pesos e dos tomines; iten, dos varas de fustán en un peso; iten, tres varas de veinte e cuatrén a diez pesos vara; iten, ocho varas de tafetán pardo en quince pesos; iten, dos varas e media de terciopelo encarnado a once pesos la vara; iten dos anillos de oro en ocho pesos; iten, treinta e tres varas de telilla apavonada a catorce tomines la vara; iten, cuatro varas de holanda ruda en cinco pesos e cuatro tomines; Iten, un espejo de cristal grande en seis pesos”. “Todas las cuales dichas mercaderías a los dichos precios montaron los dichos pesos de oro e dellas me doy por contento y entregado a toda mi voluntad”. Se obliga a pagar los 993 pesos, 6 tomines y 9 granos de oro “en esta dicha Ciudad de México o en otra cualquier parte que me fueran pedidos o demandados a mi costa llanamente e sin pleito alguno, pagados en reales de plata e no en otra moneda e en plata buena”, de la siguiente forma: 200 pesos “hoy día de la fecha desta carta de contado, y los pesos restantes: la mitad dellos de hoy día de la fecha desta carta en cuatro meses cumplidos primeros siguientes, y la otra mitad de en dicho día de la fecha desta carta en nueve meses cumplidos primeros siguientes, una paga en pos de otra, so pena del doblo e más las costas que hiciéredes en la dicha cobranza”. Testigos de esta obligación fueron Gaspar de Aldanza y Alonso Delepo. Siguen tres notas de recibo firmadas por Juan de Aztiguieta a nombre de Alonso de la Puerta. La primera de ellas, fechada en Colima el 7 de abril de 1563, es por valor de 470 pesos del oro que corre. Otra, a 8 de julio del mismo año, por valor de 500 pesos; y la tercera, que dice así: “En veinte y uno de diciembre recibí de Domin- go López todos los pesos de oro restantes en cumplimiento de todos los pesos de oro contenidos en esta obligación y porque es verdad que recibí en nombre de Alonso de la Puerta todos los dichos pesos en esta escritura contenidos y por ser verdad lo firmé de mi nombre. Fecho en Colima a veinte y uno de diciembre de mil e quinientos y sesenta y tres años [1563]. Johan de Azteguieta”. Caja A–4, exp. 12, ff. 1-4. 98. 1562. Abril, 6. Obligación de Domingo López en favor de Alonso de la Puerta, por mercaderías. “Sepan cuantos esta carta vieren, cómo yo Domingo López, estante que soy en esta insigne e muy leal Ciudad de México desta Nueva España, otorgo e conozco que debo e me obligo de dar e pagar a vos Alonso de la Puerta, mercader que estáis presente o a quien vuestro poder hubiere, conviene a saber, cincuenta e un pesos del oro que corre [...] por razón de dos libras de seda azul e verde de Granada a diez y ocho pesos y medio329 la libra, y cuatro pesos y medio de albengala,330 e dos Horas331 en un peso, e cuatro varas de colonia332 en dos pesos, e una gorra con sus cintas en peso y medio, e seis pesos en reales. De todo lo cual me doy por contento y entregado”. Se compromete a pagar todo ello en reales de plata “de hoy día de la fecha desta carta en cinco meses cumplidos primeros siguientes, so pena del doblo e más las costas que hiciéredes en la dicha cobranza”. La escritura se firmó ante el escribano Juan Román, siendo los testigos Martín Alonso de Herrera, Bernardo Negrete y Diego Felipe, vecinos y estantes de la Ciudad de México. 329 “Y medio” parece que está tachado. Albengala: tela fina que se usaba para adornar los turbantes. 331 Se trata de libros de rezo con las horas canónicas. 332 Colonia: cinta de seda, lisa, de unos dos dedos de ancho. También podría leerse “cotonía”, tela blanca de algodón que forma cordoncillo. También tiene la acepción de lona para el velamen. 330 138 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI Al calce, Juan de Aztiguieta, a nombre de Alonso de la Puerta y con fecha de 14 de abril de 1563, firma de su mano el haber recibido “para en cuenta desta obligación ocho pesos y medio”. El 24 de septiembre, de nuevo, Aztiguieta firmaba de haber recibido el resto. Caja A–4, exp. 12, ff. 5-6. 99. 1563. Noviembre, 10. Obligación de Juan Fernández Ladrillero en favor de Alonso de la Puerta, por mercaderías. Juan Fernández Ladrillero, vecino de Colima y estante en la Ciudad de México, se obliga a dar y pagar al mercader Alonso de la Puerta, vecino de México, 300 pesos de oro común de ocho reales de plata cada peso, “los cuales son por razón de las mercaderías siguientes: un talabarte de terciopelo en seis pesos; una pieza de burato: veinte e dos pesos; cuatro varas y media de veinticuatreno de orilla negra: treinta y seis pesos; seis varas de fustán pardo: tres pesos y seis tomines; una vara e tres cuartas de tafetán: tres pesos e seis granos de oro; una vara de terciopelo de dos pelos a nueve pesos vara; dos tercias de carrisca amarilla: seis pesos; dos varas de tafetán amarillo en cuatro pesos; una pieza de sinabafa en seis pesos; vara y media de sinabafa en un peso e cuatro tomines; tres cuartas de holandilla en seis tomines por vara e tres cuartas de veinticuatren de orilla negra: veintidos pesos; tres varas de raso negro dorado en diez y seis pesos y cuatro tomines; vara e media de bocací en siete tomines e seis granos”. Además, “una vara de anjeo: tres tomines e seis granos; dos varas de fustán: diez tomines; dos cajas de cuchillos grandes de Vergara: dos pesos e cuatro tomines; dos camisas de presilla; cuatro pesos; dos varas de veinticuatren negro: diez y seis pesos”.333 “Dos manos de papel: cua- 333 El siguiente renglón está deteriorado por la polilla, y sólo se alcanza a leer: “doze varas de presilla [...] pesos e cuatro tomines”. tro tomines; un Ovidio:334 cuatro pesos; otra camisa de presilla en dos pesos; treinta e siete varas y media de ruán de cofre en cuarenta e seis pesos e siete tomines; tres varas e media de vellorí: veintiseis pesos e dos tomines; dos varas de carisca en siete pesos; dos varas y media de tafetán negro: cuatro pesos e tres tomines; vara y media de paño azul de la tierra en tres pesos e cuatro tomines e seis granos; dos varas y media de paño naranjado en trece pesos e seis tomines; una vara de terciopelo morado: diez pesos y medio; dos camisas: ocho pesos y medio tomín”. “Todo lo cual compré e rescibí en los dichos precios e dellas me do por bien contento, pagado y entregado a toda mi voluntad por cuanto pasó de vuestro poder al mío realmente e con efecto”. Se compromete a pagar los 300 pesos en reales de plata “de hoy día de la fecha de esta carta en seis meses corridos primeros siguientes, todos juntos en una paga so pena del doblo e costas de la paga”. La escritura fue otorgada ante el escribano de Su Majestad Juan de Palencia, siendo testigos de ello Juan Ordóñez, Pedro Díaz de Aguilar y Pedro Dávila, vecinos de México. Juan de Aztiguieta y en nombre de Alonso de la Puerta, con fecha de 20 de junio de 1564, firmó haber recibido de Juan Fernández Ladrillero 150 pesos de oro común en cuenta de pago de esta obligación. Cristóbal de Silva, el 22 de enero de 1565, cobraba el resto a nombre del mercader Alonso de la Puerta, firmando como testigos Pedro Martínez de Quevedo y Mateo de Berlanga. Caja A–4, exp. 12, ff. 7-10. 100. 1562. Agosto, 7. 334 Sorprende hallar en esta carta cuenta un libro del poeta latino Publio Ovidio Nasón (43 a.C.–17 d.C.; tal vez su admirable Metamoforsis, enciclopedia poética de antiguas leyendas o las tan leídas Epistulae ex Ponto, donde relataba sus penalidades del exilio: cf. Leonard (1979), 162-163 y 216. No sabemos, empero, si se trataba de la obra latina o de una traducción al castellano. 139 José Miguel Romero de Solís Andrés Toscano, con poder de Juan Fernández Ladrillero, compra diversas mercaderías a Alonso de la Puerta, vecino de México. “Sepan cuantos esta carta vieren, cómo yo Andrés Toscano, vecino que soy de la Villa de Colima desta Nueva España, sobrino que soy de Catalina Martín Toscano, mujer de Juan Fernández Ladrillero, vecino de la dicha Villa, por mí y en nombre y en voz del dicho Juan Fernández Ladrillero, por virtud del poder que de él tengo, que me dio e otorgó ante Diego Veedor, escribano público de la dicha Villa, en siete días del mes de agosto deste presente año de la fecha desta carta, que su tenor es este que sigue”. Se transcribe dicho poder que es “especialmente para que podáis obligar y obliguéis mi persona e bienes a todas y cualesquier personas” hasta por cien pesos de valor cada un peso de ocho reales, con el objeto que “podáis emplear en las mercaderías que lleváis por una memoria que lleváis firmada de mi nombre”. El poder fue dado ante el escribano Diego Veedor335 y firmando el alcalde ordinario Diego de Almodóvar; testigos fueron: Alonso Miguel, Diego Simón y Andrés de Madrid, vecinos de Colima. Y continúa Andrés Toscano: “por virtud del cual dicho poder que de suso va encorporado, y usando de él, y de mancomún y a voz de uno con el dicho Juan Fernández Ladrillero, mi cuñado,336 y cada uno de nos por sí e por el todo”, se obliga a “que daremos y pagaremos” a Alonso de la Puerta, mercader, vecino de México, 112 pesos y 3 tomines de oro común “por razón de ciertas mercaderías que de vos el dicho Alonso de la Puerta recibí para el dicho Juan Fernán335 Textualmente dice: “Yo Diego Veedor, escribano público y del Concejo desta dicha Villa de Colima de nombramiento y aprobación del Ilustrísimo señor Visorrey de la Nueva España, que presente fui a lo que dicho es”. 336 Al comienzo de esta carta de obligación, Andrés Toscano se presenta como “sobrino” de Catalina Martín Toscano, esposa de Juan Fernández Ladrillero, y aquí resulta su “cuñado”. Catalina Martín tal vez sea la misma hermana de Juan Pinzón, apodada La Pinzona, que casara con el extremeño Juan Gómez de Cáceres, que hallamos en el regº 30: Sevilla del Río (1973), 68. En este supuesto, debieron llegar noticias del fallecimiento de Juan Gómez. dez conforme al memorial firmado de su nombre”. Sigue la relación de mercancías con sus precios. Memoria de mercaderías “Dos varas y media de veinticuatren negro a doce pesos vara, y por dos varas de raso negro a cinco pesos y cuatro tomines, y por una vara de carisca blanca, digo, tres cuartas: tres pesos; y por dos varas y media de tafetán carmesí a dos pesos vara; y por una vara de tafetán carmesí: dos pesos; y por tres varas de fustán: un peso y siete tomines; y por un cojín de figuras: diez pesos; y por cuatro varas de perpiñán cinco pesos y cuatro tomines; y por una vara de de paño veinticuatren blanco: cinco pesos y cuatro tomines; y por una vara y media de terciopelo negro: quince pesos; y por dos varas y media de tafetán pardo, a dos pesos vara; y por cuatro varas de anjeo a cuatro tomines vara. “Todas las cuales dichas mercaderías recebí de vos el dicho Alonso de la Puerta y montaron la dicha cantidad y dellas soy contento y entregado a mi voluntad”. Se obliga a pagar dicha cantidad en cuatro meses contados a partir de la fecha de la carta.337 Caja A–4, exp. 12, ff. 11-12.338 101. 1565. Noviembre, 14. Juan Fernández Ladrillero acusa a Melchor Pérez de haber asesinado a un negro. “Jhoan Fernández Ladrillero, vecino y regidor desta Villa, ante V.m. parezco en nombre de Su Majestad y digo que a mi noticia ha venido que Melchior Pérez, vecino desta Villa, se ausente y va della por la muerte de un negro que mató dentro en su casa; a V.m. pido y si necesario es requiero una y dos y tres veces y cuantas más de 337 Esta escritura y las que han aparecido en los regº 97-99, formaban parte sin duda de los recaudos hallados en poder de Juan de Aztiguieta al momento de su muerte: supra, notas a regº 92 y 93. 338 Escritura que está trunca. 140 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI derecho debo, le prenda”. Agrega el regidor que “la información que V.m. en el caso tiene hecha, la reponga, porque no está bien hecha; que yo daré información bastante de cómo le mató. Y así lo pido y requiero como dicho tengo, y donde no, protesto de quejarme de V.m. en el Audiencia Real de México ante el señor Presidente y Oidores della”.339 339 Es dramático el cuestionario que presenta el regidor Juan Fernández Ladrillero —de quien ya dimos algunos datos biográficos (supra, regº 47)— para examinar a los testigos del supuesto homicidio cometido por Melchor Pérez en contra de un esclavo negro. Como ya se dijo, éste, durante su vecindad en Guadalajara, se había dedicado al oficio de negrero, negocio que al parecer no pudo coninuar, al menos con la misma envergadura, cuando se vino a vivir a la Villa de Colima. Si bien con cierta frecuencia el trato dado por los españoles a los negros fue injusto, la actitud de Melchor Pérez era en realidad abusiva y criminal, como del cuestionario de Fernández Ladrillero se deduce. Sin duda, Melchor Pérez rayaba en la demencia y con facilidad perdía el equilibrio emocional. Baste recordar a este propósito su conducta cuando acudió al templo donde estaba enterrada su primera mujer, María Álvarez, para acuchillar de rabia la sepultura: supra, regº 91. Para situar con mayor amplitud el trasfondo de la denuncia de Fernández Ladrillero, es conveniente precisar algunos puntos. En primer lugar, denunciante y denunciado habían suscrito en varias ocasiones “cartas de compañía” para unir esfuerzos y recursos económicos. Puede recordarse por ejemplo el caso de sus plantaciones de cacao en la Huerta de Xicotlan, que había pertenecido a Juan de Aguilar Solórzano: supra, regº 35, 71, 74, e infra, regº 113, con sus respectivas notas. En segundo lugar, la respuesta dada a la denuncia de Ladrillero por el alcalde Hernando de Gamboa informa que, de tiempo atrás, ya estaba Melchor Pérez bajo proceso, acusado de homicidio del mencionado negro. Ahora bien, quizá por las influencias de Pérez, aquel juicio estaba estancado aunque, probablemente y de mayores consecuencias para el alcalde mayor Dávila Quiñones, eran las acusaciones que contra él se estaban engendrando en el vecindario ante la Real Audiencia y que gestionaban afanosamente Melchor Pérez y Juan de Iniesta, nombrados “procuradores del Consejo y Universidad” de la Villa de Colima. De hecho, ambos vecinos habían estado presos en la cárcel real de Colima y los dos “quebrantaron las prisiones” y lograron fugarse. Obtuvieron, entonces, una real provisión prohibiendo al alcalde mayor volver a prenderlos so pena de 500 pesos de oro, pero éste hizo caso omiso de la misma y los puso de nuevo en prisión: infra, regº 114-117. En tercer lugar, la amenaza de Juan Fernández Ladrillero de llevar el caso del negro asesinado ante la Real Audiencia de México, tenía una posible doble vertiente con olor de venganza: por un lado, Ladrillero ponía en serias dificultades a Melchor Pérez, con quien El alcalde ordinario Hernando de Gamboa, ante quien se presentó esta petición, respondió: “siendo alcalde mayor desta Villa Pedro Dávila Quiñones hizo de oficio cierta información e proceso contra el dicho Melchior Pérez, y la causa no está sentenciada, por donde el dicho Juan Fernández Ladrillero no es parte para pedir lo que pide contra el dicho Melchior Pérez, pero que si de derecho ha lugar, dé la información que tiene en el caso demás de los que están tomados por el dicho alcalde mayor”. Al día siguiente, Juan Fernández Ladrillero presentó un interrogatorio según el cual deberían ser examinados sus testigos.340 Interrogatorio “Sea preguntado Cristóbal de Solórzano si sabe, oyó, vido en este caso; diga lo que sabe. Iten sea preguntado si oyó decir a su madre u a sus hermanas, u a los negros de su casa u a las negras, había tenido fricciones personales; por otro, servir de instrumento al alcalde mayor para proceder confirmeza en un caso que, de promoverlo directamente la primera autoridad local, podría interpretarse como venganza personal por las acusaciones que el procurador había llevado en contra suya hasta México. Por último, en la elección del Cabildo de 1566, Juan Fernández Ladrillero fue electo alcalde ordinario; de inmediato, Melchor Pérez, designado a su vez regidor y que no podía olvidar la actitud de Ledrillero en contra suya, protestó por ello, alegando que había sido un año antes regidor y no debía repetir en el Cabildo, según lo proveído por la Real Audiencia y, además, porque en su opinión no sabía “leer ni escribir, ni de negocios ningunos”: infra, regº 120. Opacando el drama del negro asesinado, surgían en el seno de la Villa de Colima los dimes y diretes de unos vecinos que, más que justicia, buscaban sus propios privilegios y canongías. 340 El que, entre otros testigos, sean llamados a declarar Cristóbal y María de Solórzano, hijos del conquistador Juan de Aguilar y Ana Martel, da pie para asegurar una buena relación entre madre e hijos, incluso cuando ella casó con Melchor Pérez. También Ladrillero pide que sea examinada “doña María, su hija”, es decir, María de la Torre o Álvarez de la Torre, hija del primer matrimonio de Melchor Pérez con María Álvarez. En 1564, un año antes al asunto del que trata este expediente, después de enviudar de Juan Rodríguez Roldán o Rondán, doña María había casado con Francisco Toscano Gorjón y el nuevo matrimonio compró en septiembre de 1565 a Ladrillero la Huerta de Xicotlan que antes perteneciente a Melchor Pérez y Juan de Aguilar: Sevilla del Río (1977), 141; infra, regº 113. 141 José Miguel Romero de Solís si le mató con un martillo y le sumió los sesos, y si le atenazeaba con unas tenazas; diga lo que sabe. Iten sea preguntado si oyó decir que el dicho Melchior Pérez puso una daga a los pechos a la gente de su casa para que no dijesen la verdad de lo que sabían; diga lo que sabe”. “Iten sea preguntado Tomás Herades si sabe, vido, oyó decir en este caso; diga lo que sabe. Iten sea preguntado si se halló presente cuando Melchior Pérez mató al dicho negro y cómo lo mató y en qué tiempo. Iten sea preguntado si oyó dar gritos al dicho negro diciendo le que no lo matase y que porqué le mataba, y si vido el negro vivo cuando lo ató y si lo vido muerto por la mañana y si le vido alguna herida o señal; diga lo que sabe”. “Iten sea preguntada María de Solórzano si se halló presente cuando el dicho Melchior Pérez mató el dicho negro. Iten sea preguntada la dicha —diga lo que sabe— si vido, oyó decir a sus hermanas o madre, o negras o negros, o indios o indias, o españoles o otras personas, si Melchior Pérez mató al dicho negro y cómo lo mató y en qué tiempo. Iten sea preguntada si sabe, vido, oyó decir que Melchior Pérez suele amenazar la gente de su casa poniéndoles la daga en los pechos porque no digan la verdad y se perjuren; diga lo que sabe. Iten sea preguntada si vido amortajar el dicho negro, [con] daño o con heridas, si tenía la cabeza magullada; diga lo que sabe. Iten sea preguntada si antes que atase el dicho Melchior Pérez al dicho negro, si estaba enfermo; diga lo que sabe”. “Iten sea preguntada doña María, su hija, si sabe, vido, oyó decir que el dicho su padre mató el dicho negro y cómo lo mató, y a dónde y en qué tiempo. Iten sea preguntada que se levantaba el dicho su padre denoche y atormentaba el negro; diga lo que sabe. Iten sea preguntada si vido que cuando amaneció, estaba el negro muerto y atado a un escalera y la cabeza hecha pedazos de martillazos, y si antes que atase al dicho negro, si tenía algún mal o herida; diga lo que sabe”. “Iten sea preguntada Ana Martel si sabe, vido, oyó decir que el dicho Melchior Pérez mató el negro a martillazos que le dio en la cabeza; diga lo que sabe. Iten sea preguntada si lo vido atar en la escalera sano y bueno, y por la mañana amaneció muerto en la dicha escalera. Iten sea preguntada si cuando lo amortajaron, si tenía heridas en la cabeza o en el cuerpo. Iten sea preguntada si se levantaba de noche a dar tormentos al negro y si vido que se quejaba el dicho negro y decía que porqué le mataba; diga lo que sabe. Iten sea preguntada si Melchior Pérez amenazaba la gente de su casa y a la dicha Ana Martel con una daga, que los mataría si no se perjuraban y los hizo perjurar; diga lo que sabe”. “Iten sea preguntado Diego de Velasco si sabe, vido, oyó decir que Melchior Pérez mató el dicho negro; diga lo que sabe. Iten sea preguntado el dicho si sabe, vido, oyó decir de qué manera lo mató y en donde lo tenía atado cuando lo mató; diga lo que sabe. Iten sea preguntado si oyó decir que con un martillo le quebró la cabeza; diga lo que sabe. Iten sea preguntado si sabe, vido, oyó decir que amenazó la gente de su casa y les persuadió con amenazas y los hizo perjurar; diga lo que sabe”. “Iten sea preguntada Juana Vázquez si vido, oyó decir que el dicho Melchior Pérez mató al dicho negro. Iten sea preguntada si vido que mató al dicho negro a martillazos que le dio en la cabeza hasta que se la hizo pedazos; diga lo que sabe. Iten sea preguntada si lo vido muerto y atado en un escalera y si le vido alguna herida; diga lo que sabe. Iten sea preguntada si vido atar el negro sano y después lo vido muerto; diga lo que sabe. Iten sea preguntada si sabe que Melchior Pérez amenazaba la gente de su casa con una daga, que los había de matar si juraban la verdad y los hizo perjurar; diga lo que sabe”. Juan Fernández Ladrillero firmaba de su mano este interrogatorio. El 16 del mismo mes presentó en nombre de Su Majestad otro escrito, donde recordaba al alcalde Hernando de Gamboa el contenido de sus anteriores peticiones: que Melchor Pérez fuese prendido y puesto en la cárcel pública de la Villa, “le fuesen secrestados todos sus bienes y dello fuese dado noticia en la Audiencia Real desta Nueva España, y V.m. luego mande examinar a los testigos por el interrogatorio que ante V.m. 142 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI tengo presentado, y para ello nombre fiscal que sepa cómo es y para ello se nombre a Pedro de Bobadilla u [sic] a Pero López de Herrera, u [sic] a Juan de la Torre, que son hombres que entienden negocios”. El alcalde Hernando de Gamboa, el día 19 de noviembre, dio su respuesta: como el caso está pendiente, “e que en una cosa no puede haber dos pleitos”, que Ladrillero “dé la voz al fiscal para que no presente los cargos que en esta causa tiene, e que su merced los rescibirá e tomará sus dichos en cuanto puede y de derecho debe; e así lo proveyó, e mandó e lo firmó de su nombre”. El 4 de diciembre, el regidor Fernández Ladrillero, como el alcalde Gamboa no había mandado tomar aún la información pedida, solicitaba traslado de las peticiones y del interrogatorio que él había presentado, para hacerlas llegar personalmente “al fiscal de México y la Audiencia Real, quejándome de V.m.”. El alcalde respondió “que ya sobre este caso tiene proveído e mandado, e que si testimonio quisiere, que se le dé con todo lo en este caso proveído e mandado”. Caja A–4, exp. 13, 5 ff. 102. 1565. Julio, 23. Tutela y cuenta de los hijos y herederos de García Ramírez. Siendo testigos Juan Fernández Ladrillero y Diego López, y ante el alcalde ordinario de la Villa de Colima Hernando de Gamboa, Andrés García en nombre de Marta Ramírez, su mujer, hija de García Ramírez,341 difunto, por el poder 341 García Ramírez nació en la ciudad de Mérida, hijo legítimo de Miguel de Morales y Elvira Gutiérrez. Su padre vino a la Nueva España en compañía de Cortés, “y fue vno de los primeros conquistadores della y desta cibdad de México”. Cuando Garci Ramírez llegó tras los pasos de su padre, sirvió al Rey “en las conquistas y paçificaciones en las provincias” de los Zapotecas, Honduras, Guatmala y Nueva Galicia con Nuño de Guzmán, “con sus armas e cauallos, a su costa”: Icaza (1969), I, nº 239. En los años de 15501551, fungía por corregidor de la mitad de los Pueblos de que de ella tiene y del que hace presentación, dice: “los bienes y hacienda que el dicho difunto dejó a la dicha mi parte, están en poder de Hernando de Grijalba, tutor y curador que ha sido de la dicha mi mujer”. Pide que se mande darle cuentas y pago de los bienes”. Así lo dispuso el alcalde. El poder presentado fue otorgado en la Villa de Colima el 21 de julio de 1565, ante el escribano Juan de la Torre y los testigos Pero Ruiz, Gonzalo de Cáceres y el alcalde Hernando de Gamboa, vecinos de Colima: “Sepan cuantos esta carta vieren, cómo yo Marta Ramírez, hija natural que soy de García Ramírez, difunto, que Dios haya, y legítima mujer que soy de vos Andrés García, que estáis presente, e otorgo e conozco por esta presente carta que pido y demando licencias a vos, el dicho Andrés García, mi marido, que estáis presente, para hacer e otorgar lo que de yuso será contenido, en razón de pedir e demandar la legítima y herencia del dicho mi padre; y yo el dicho Andrés García, siendo presente, otorgo e conozco que doy la dicha licencia a vos la dicha Marta Ramírez, mi mujer, y me place y consiento y ho por bien todo cuanto hiciéredes”. Sigue: “por virtud de la dicha licencia a mi dada del dicho mi marido, otorgo e conozco por esta presente carta que doy e otorgo todo mi poder cumplido” a Andrés García, “especialmente para que por mí y en mi nombre e como yo misma podáis pedir e demandar e rescibir e cobrar” a Hernando de Grijalba, su tutor y el de sus hermanos la dicha herencia. Notificado Hernando de Grijalba, dijo que “él quiere dar la dicha cuenta de los bienes que han sido a su cargo”,342 y una vez dada y presentada a Andrés García, “su merced me mande hacer partición de los dichos bienes dando a cada uno su parte”. Ávalos: Gerhard (1992), nº 1481 y 2560; Paredes Martínez (1994), nº 52. 342 Las cuentas presentadas por Hernando de Grijalba y los consiguientes recaudos permiten avizorar sugerentes pistas para reconstruir los intereses económicos del difunto Ramírez, no sólo en Colima y los Pueblos de Ávalos sino también en Michoacán y otras regiones novohispanas. 143 José Miguel Romero de Solís “Paresce que en la Ciudad de México, en cinco del mes de mayo del año pasado” de 1559, ante el escribano Juan de Zaragoza,343 Hernando de Grijalba recibió “y se hizo cargo de las escrituras y cosas siguientes; y paresce que, ante don Rodrigo Maldonado, alcalde ordinario de la dicha ciudad,344 le fue descernida en diez y siete días del dicho mes de abril del dicho año ante el dicho Juan de Zaragoza, escribano, la cual está firmada e signada del susodicho e así mismo el dicho cargo”. Cargos “Primeramente paresce por el dicho cargo que se le dio y entregó al dicho Hernando de Grijalba, una escritura de censo contra Bartolomé de Viana, calcetero, de doscientos e cuarenta pesos de oro común de prencipal sobre las casas de su morada que son en la dicha Ciudad de México, y cada año paga de tributo veinte y cuatro pesos de oro común; hácesele cargo de las dichas escrituras”. Otra escritura de censo contra Gonzalo Gómez,345 vecino de Mechuacan, de 210 pesos de minas de principal sobre una heredad que tiene en la provincia de Mechuacan y sobre unas casas y molino y batán que están en Guayangareo, y sobre otro batán que está en Tezcuco; hácesele cargo: “son de tipusque trezientos y quarenta y siete pesos y tres tomines”. Otra escritura de censo que pasó ante el escribano Francisco Díaz, con fecha de 3 de octubre de 1553, contra Alonso Gutiérrez de 200 pesos de oro común de principal sobre unas casas. 343 Este escribano, entre otras mercedes, recibió en julio de 1550 una estancia para ganados y granjerías en el poblado de la Venta de Cáceres: Gerhard (1992), nº 938. 344 Rodrigo Maldonado fue alcalde mayor de Colima a fines de la década de los treinta, al menos, en 1539 y 1540: supra, regº 8. 345 El sevillano Gonzalo Gómez había sido enviado “por alcalde a Mechoacán y Tamaçula y Cazatula,, en las quales siruió, tenyéndolas paçíficas”: Icaza (1969), I, nº 387; encomendero de Istapa (Etúcuaro), tuvo estancias ganaderas en Guayangareo, Xilotepeque y Querétaro, en tierras chichimecas: Paredes Martínez (1994), nº 137 y 177; Gerhard (1986), 354 y 361; Gerhard (1992), nº 1591; además, Warren–Greenleaf (1991). Se le hace cargo de una provisión real de 300 pesos de tipuzque que Su Majestad mandaba dar cada año a García Ramírez por ser hijo de conquistador. También se le hace cargo de una merced que el Virrey Luis de Velasco dio al dicho difunto de 100 pesos. Una escritura de obligación contra don Luis de Quesada346 por 500 pesos de oro común que pasó ante Pero Sánchez de la Fuente, escribano de Su Majestad. Una escritura de censo contra Luis Ramírez de Vargas347 de 100 pesos de minas de principal a pagar en cada año 10 pesos de minas sobre las casas de su morada y que pasó ante el escribano Juan de Zaragoza el 7 de enero de 1559; son de tipuzque 165 pesos y 3 tomines. También se le hace cargo de un conocimiento que dio Diego de Rojas348 contra García de Amendaño de 100 pesos de minas. Una cédula contra Gonzalo Cano de 5 pesos y otra contra el mismo por 20 hanegas de maíz. Una escritura de censo contra Bartolomé de Valdivieso de 200 pesos de oro común de principal sobre una heredad, a pagar cada año 20 pesos de oro común. Se le hace cargo de 102 pesos de oro común que, ante el escribano Juan de Zaragoza, el 9 de mayo de 1559, le entregó Diego de Rojas, “del alcance que se le hizo de la cuentas que se le tomó”. De 24 pesos de tipuzque de un año de censo corrido dado por Bartolomé de Viana. De 175 pesos y 6 tomines de oro común que recibió de Gonzalo Gómez de cinco años y cuatro meses de censo corrido, que son desde el l5 de marzo de 1559 hasta 15 de julio de 1565. De 131 pesos y 4 tomines que cobró de Alonso Gutiérrez, de seis años y nueve meses de censo corrido hasta el día de hoy 23 de julio de 1565. De 88 pesos y 4 tomines cobrados de Luis Ramírez 346 También en esta amplia región tuvo intereses y encomiendas Luis de Quesada, alias Luis López de Mendoza, quien casó con María Jaramillo, hija de doña Marina La Malinche: Gerhard (1992), nº 1712; Zavala (1982), 218219; Porras Muñoz (1982), 328. 347 Acerca de Ramírez de Vargas, ya dimos alguna noticia: supra, regº 35. 348 Este Diego de Rojas debe ser el labrador y vecino de México que recibiera en marzo de 1551 licencia para regar su heredad de trigo en términos de Tenayuca: Gerhard (1992), nº 331. 144 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI de Vargas, por cinco años y siete meses y medio de censo corrido y que se cumplieron el pasado 18 de julio. Además se le hace cargo de 102 pesos y 2 tomines de oro común cobrados a Valdivieso de cinco años y cinco meses de censo corrido que se cumplieron el pasado primero de agosto. De cinco pesos de tepuzque cobrados a doña Juana, hija de Diego de Ocampo, de cierta restitución. “Iten se le hace cargo de ochocientos e ochenta pesos de tipusque que declaró Alonso de Ávalos al dicho García Ramírez, difunto”; no hay escritura de ello, sólo la dicha declaración; “los cuales el dicho Alonso de Ávalos tomó a censo sobre sus haciendas por no tener de presente dineros para los pagar; hácesele cargo dellos”.349 Se le hace cargo además de 328 pesos de oro común que cobró de Alonso de Ávalos del censo corrido de cuatro años desde el día que los tomó a censo hasta el 16 de septiembre de 1565. Siguen más cargos: 70 pesos de tepuzque cobrados de los menores hijos de Juan de Aguilar, difunto, quien los debía a García Ramírez. 103 pesos de oro común cobrados a Juan de Iniesta, “que los había llevado Juan de la Torre para dar al dicho García Ramírez, y que él debía al difunto, los cuales le había dado Diego de Almodóvar con su poder”. 15 pesos por quince cabezas de yeguas que dijo había vendido del difunto a Alonso de Ávalos. 10 pesos de tepuzque “de los potros que vendió del dicho difunto”. Mas 50 pesos de tepuzque cobrados de Juan Alcalde y que éste había declarado deber a García Ramírez. 100 pesos de tepuzque de la venta de “una cota del dicho difunto, la cual estaba empeñada en los dichos cien pesos y era de Ladrón de Guevara”. 50 pesos de minas cobrados a Martín Ruiz de Monjaraz, Juan de Arana y Diego de 349 Cuando hace su descargo, Grijalba presentó “una escriptura contra Alonso de Ávalos de contía de ochocientos y ochenta pesos de oro común de prencipal, la cual paresce que pasó ante Juan de Segovia, escribano de Su Majestad, en diez y siete días del mes de octubre del año pasado de sesenta y un años [1561]; tomósele en cuenta la cual dicha escritura de censo, conforme al cargo que le fue hecho”. Acerca de este Alonso de Ávalos El Mozo, ya dimos noticias: supra, regº 66. Aguilar, “que debían al dicho difunto de un esclavo indio, que se había libertado, que son de tipusque ochenta y dos pesos y cinco tomines”. “Asimismo se le hace cargo de cincuenta pesos que paresce que debe por una cédula doña Francisca Calderón350 al dicho García Ramírez, reconoscida; hácesele cargo de la dicha cédula la cual dio en especial y tomásele cincuenta porque dijo no habellos podido cobrar. Por manera que suma y monta el dicho cargo que así paresce por las dichas cuentas, que se les hace al dicho Hernando de Grijalba, tres mil y nuevecientos y sesenta y cinco pesos y un tomín de oro común, de los cuales se le hace cargo y lo firmó de su nombre estando presente el dicho Andrés García”. Firman: Hernando de Gamboa, Hernando de Grijalba. “Pasó ante mí, Juan de la Torre, escribano de Su Majestad”. Agréganse otros cargos: “Asimismo paresce que se le hechó [sic] cargo al dicho Hernando de Grijalba por el cargo que le fue fecho en la Ciudad de México del dicho conoscimiento contra García de Amendaño de contra de cient pesos de minas, el cual dicho Hernando de Grijalba juró por Dios e por Santa María en forma de derecho ante el dicho señor alcalde que lo dejó en la Ciudad de México a Juan Rodríguez Zambrano”351 para que fuese a cobrarlos “al pueblo de Chiapa de los herederos del dicho García de Amendaño,352 y hasta agora no sabe que se 350 Francisca Calderón, encomendera de Oquila en el Valle de Matalcingo, era viuda de Serván Bejarano que había participado en la conquista de Colima: Icaza (1969), I, nº 128; supra, regº 41. 351 Entre los descargos, Hernando de Grijalba presentó “una carta cuenta y mandamiento de la Justicia de México”, que se le tomó a cuenta, por 150 pesos y 4 tomines que pagó a Juan Rodríguez Zambrano, “de tres años y dos meses que se ocupó en pleitos de los dichos menores y de costas de escribanos y letrado y pregonero, y de su salario”: ¿Zambrano o Bejarano? Véase, infra, regº 114. 352 No alcanzamos a identificar al difunto García de Avendaño pero, tal vez, fue yerno del conquistador Ruiz de la Mota, encomendero del pueblo de Chiapa —aquí mencionado—, en Xilotepec, a 10 leguas de la Ciudad de México: SV 111. Ruiz de la Mota, en varias ocasiones alcalde ordinario en la capital novohispana, casó con una hija de Francisco de Orduña, alcalde mayor que fue de Colima, en la década de la conquista. Entre sus descendientes se cuenta don 145 José Miguel Romero de Solís hayan cobrado, atento a lo cual el dicho señor alcalde le mandó que dentro de un año primero siguiente que corra y se cuente desde hoy día de la fecha desta, traiga los dichos cient pesos de minas que sí debe el dicho García de Amendaño a la dicha cédula”, y así los puedan haber los herederos; de no traerlos, deberá el tutor reponerlos. Testigos fueron Pero Ruiz y Pero López de Ayala, vecinos de la Villa de Colima. Grijalba “dijo que se obligaba e obligó dentro del dicho año traer los dichos cient pesos de minas”, donde no obligaba su persona y bienes. Además se le hizo cargo “de dos cédulas contra Gonzalo Cano; la una de cinco pesos y la otra de veinte hanegas de maíz, las cuales el dicho Hernando de Grijalba juró por Dios y por Santa María en forma de derecho que, estando en la Ciudad de México, puso ante el alcalde al dicho Gonzalo Cano por lo contenido en los dichos conoscimientos, el cual juró no deber nada, atento a lo cual y por no gastar dos pesos de los dichos menores por ser de poca cosa, no lo tomó por testimonio y, visto por el dicho señor alcalde, le mandó que dentro de seis meses primeros siguientes traiga por testimonio lo susodicho o vuelva las dichas cédulas con apercibimiento que pasado el dicho término y no trayéndolo, mandaba e mandó que pague los dichos cinco pesos y más las dichas veinte hanegas de maíz al precio que parescieren que valía en aquel tiempo el dicho maíz, e así lo mandó e lo firmó de su nombre, presente el dicho Hernando de Grijalba, el cual dijo que así lo cumplía, e lo firmó de su nombre. Testigos los dichos”. Firman el auto Hernando de Gamboa, Hernando de Grijalba y el escribano Juan de la Torre. Descargos El 30 de julio, Hernando de Grijalba presentó su descargo ante el alcalde Gamboa y en presencia de Andrés García. Alonso de la Mota y Escobar, obispo de Guadalajara (1598-1607). Más datos, en: Icaza (1969), I, nº 125 y Porras Muñoz (1982), 410-412. Entre otros descargos, presentó 24 pesos de oro común pagados a Alonso de Alcochola,353 “por las cobranzas que hizo por los dichos menores, que dio carta de pago del susodicho reconoscida ante don Rodrigo Maldonado, alcalde, y Juan de Zaragoza, escribano público; tomósele en cuenta”. También 12 pesos de oro común pagados a Francisco Morales, “relator de la Audiencia Real de México e juez de cuentas”; dio carta de pago. 20 pesos de oro común pagados a Diego de Rojas “por mandado del juez de cuentas por razón de su trabajo del cargo que tuvo de los dichos menores y firmada de Juan de Zaragoza, escribano”. 7 pesos y 3 tomines pagó al escribano Juan de Zaragoza de ciertas costas de escrituras, según carta cuenta que presenta. 5 pesos de oro común pagó a Miguel Ruiz de Ortega, escribano de Su Majestad, “por tres días que se ocupó en las cuentas que se tomaron a Juan de Rojas, tutor que fue de los dichos menores, y de ciertas notificaciones; dio la carta de pago y tomósele en cuenta”. A Rodríguez Zambrano pagó, además, 44 pesos de oro común “por razón de dos años y un mes que le debían, firmada del dicho Hernando de Grijalba, que se ocupó en cobranzas y pleitos de los dichos menores, los cuales le pagó Pero López de Herrera en nombre del dicho Hernando de Grijalba”. A Jerónimo Giménez, sastre, pagó 17 pesos y 6 tomines de oro común que los debía García Ramírez “antes que muriese, de ciertas ropas que le hizo, de que dio mandamiento de la justicia ordinaria de México con carta de pago”. 3 pesos y 3 tomines pagó Pero López de Herrera en nombre de Grijalba en la Ciudad de México para sacar el cargo de Juan de Zaragoza de lo que le fue entregado al dicho Hernando de Grijalba y de ciertas notificaciones y reconoscimientos; y juró el dicho Pero López de Herrera, que estaba presente, habello pagado”. Además 4 pesos y 7 tomines “que pagó de ciertas cartas de descomuniones para descubrir si algunas personas debían algunos pesos de oro al dicho difunto y de una carta de censo que pagó a Juan de Segovia, y de otros autos”. 353 146 No hemos hallado ulteriores noticias de Alcochola. Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI “Asimismo se le toma en cuenta” 118 pesos de oro común, “los cuales se le dan al dicho Hernando de Grijalba por la décima y cobranzas que cobró que fueron dos mil y dozientos y dos pesos y cinco tomines, de los cuales se le dieron a tres pesos y medio por ciento de la dicha cobranza, y de ochocientos y cuarenta y nueve pesos y seis tomines que paresce que cobró de los censos corridos conforme a las dichas escripturas a diez por ciento, que suma y monta lo que así se le da de su derecho y décima, ciento y sesenta y dos pesos, de los cuales se le quitaron cuarenta y cuatro pesos del salario que daba al procurador de México, los cuales no se le pagan en cuenta porque paresce habellos cobrado el dicho Hernando de Grijalba. Por manera que se le descarga ciento y diez y ocho pesos de tepuzque”. “Asimismo, el dicho señor alcalde dijo que por cuanto paresce que el dicho Hernando de Grijalba pagó a Alonso de Alcochola, procurador de México, veinte y cuatro pesos por razón de las cobranzas que hizo de los dichos menores, como paresce por el dicho descargo, y paresce que en la décima y cobranza que al dicho Hernando de Grijalba le da el dicho señor alcalde por su trabajo por las cobranzas de a tres y medio por ciento, e habiéndole quitado otros cuarenta y cuatro pesos que había dado e pagado a Juan Rodríguez Zambrano, por tanto, que de la dicha partida que montó ciento y diez y ocho pesos de la décima y cobranzas, se le quitan los diez y ocho pesos, y no se le da más de cien pesos por su décima y cobranza, y aquellos se le toman en cuenta y no más”. Y concluye: “paresce que suma y monta el descargo” 2,181 pesos y 5 tomines de oro común: de ellos, 1,792 pesos y 6 tomines en escrituras de censo conforme las recibió en el primer cargo que le fue hecho en México, y la escritura de censo contra Alonso de Ávalos por 880 pesos; y de gastos y de sus derechos y décima, 388 pesos y 7 tomines, como parece por dieciséis partidas de esta cuenta. Por manera que sacados estos 2,181 pesos y 5 tomines de los 3,965 pesos y un tomín, “se le alcanzan” con 1,783 pesos y 4 tomines. Testigos: Pero Ruiz y Juan Muñoz, alguacil de esta Villa. Andrés García dijo que estaba satisfecho de las cuentas y pensaba que estaban bien tomadas; pidió sin embargo que bajo juramento, Grijalba dijera “que las dichas cuentas son buenas e verdaderas y que en ellas ni en parte dellas hay fraude ni engaño en ellas”. Grijalba así lo juró. Luego, el alcalde Hernando de Gamboa mandó que se hiciera la partición de los bienes del difunto García Ramírez, resultando “por manera que monta todo lo que pertenesce a los dichos menores, sacado el dicho descargo”, 3,576 pesos y 2 tomines de oro común, “los cuales, repartidos entre cuatro herederos, cabe a cada uno líquido” 894 pesos y 6 granos de oro común. Andrés García, seguidamente, “dijo que por cuanto Juan Ramírez, uno de los cuatro herederos, es muerto, y al tiempo que murió hizo e otorgó su testamento ante Francisco Rodríguez, contador escribano de Su Majestad, de que hizo demostración ante el dicho señor alcalde y ante mí el dicho escribano, por el cual a la dicha Marta Ramírez, su mujer, deja por su universal e legítima heredera, juntamente con María de Grijalba, hija del dicho Hernando de Grijalba, que pide a su merced le mande dar lamitad de lo que pertenesce al dicho Juan Ramírez, difunto, sobre que pidió justicia”.354 Visto por el alcalde y “constándole ser muerto el dicho Juan Ramírez, menor, dijo que mandaba e mandó que se le dé al dicho Andrés García”, como esposo de Marta Ramírez la parte que le cabe de dicha herencia, y que la otra mitad se entregara a María de Grijalba, hija de Hernando de Grijalba. El tutor Hernando de Grijalba dijo entonces que había algunos gastos realizados al fallecimiento de Juan Ramírez: de misas y entierro, más 70 pesos que se debía a Pero López de Herrera y 4 pesos que debía a Julián de Frías, y otras deudas que aparecían en el testamento y cartas de pago; todo ello debía de restarse de la 354 Además de Juan Ramírez, difunto, y de Marta Ramírez, casada con Andrés García, los dos hijos restantes eran García Ramírez, menor, y Elvira Ramírez, mujer de Hernando de Grijalba, de cuyo matrimonio nació María de Grijalba. 147 José Miguel Romero de Solís parte de Juan Ramírez, quedando un total de 770 pesos y 6 granos de oro. Por tanto, a cada una de las hermanas le tocaba 385 pesos y 3 granos. Sigue la partición de los bienes correspondientes a Marta Ramírez y a García Ramírez, menor, dándose a cada uno de ellos las escrituras de censo y cédulas arriba contenidas hasta el monto que les pertenece. Después, Hernando de Grijalba pidió que también se hiciera lo mismo con su esposa Elvira Ramírez, hija natural y legítima cuarta heredera, tal y como se había hecho con Marta Ramírez. Y por consiguiente, como padre y administrador de María de Grijalba, su hija, la parte que le cabía de la herencia de su tío Juan Ramírez, difunto. El alcalde, vista esta petición, mandó que presentara poder de su esposa, y que recibiéndolo, estaba “presto de le dar la parte que le pertenesce de los dichos bienes conforme a la dicha partición”. Elvira Ramírez otorgó poder en favor de su marido ante Juan de la Torre el 31 de julio de 1565, siendo testigos Pero Ruiz, Juan de Iniesta, Alonso Carrillo y el alcalde Hernando de Gamboa, vecinos de Colima. Como Elvira Ramírez dijo que no sabía escribir, a su ruego firmó Pero Ruiz. Presentado el poder, el mismo día 31 de julio, se hizo entrega a Hernando de Grijalba de la parte que le correspondía. El 2 de agosto Hernando de Grijalba se daba por contento y pagado. Sin embargo, quedaron por repartirse una cédula contra García de Amendaño por 100 pesos de minas, otra contra doña Francisca Calderón por 50 pesos de tepuzque, dos cédulas contra Gonzalo Cano, la una de 5 pesos y la otra por 20 hanegas de maíz. Como todo ello estaba sin cobrar, se mandó que Grijalba, una vez que las cobrase en el plazo que se le había fijado, se repartirían entre los herederos. Por último, el alcalde dio por libre y quito a Hernando de Grijalba de las partes dadas y entregadas a Marta y Elvira Ramírez, quedando tan sólo como tutor y curador de la persona y bienes de García Ramírez, menor. Caja A–4, exp. 14, 14 ff. 103. 1565. Diciembre, 11. Ejecución de Andrés de Segura a Elvira Lorenzo, viuda de Domingo López. Ante Hernando de Gamboa, alcalde ordinario de la Villa de Colima, y el escribano Pero Ruiz, Andrés de Segura presentó una obligación de Domingo López y Elvira Lorenzo, su mujer, de plazo pasado, y pidió mandamiento de ejecución contra la susodicha “atento a que el dicho Domingo López es ya difunto”. La carta de obligación otorgada el 4 de enero de 1565, ante el escribano Miguel Rodríguez y siendo testigos de ella Juan de la Torre, Pero Ruiz, Alonso de las Casas y Martín Gómez, era por 158 pesos de oro común que debían por “un conocimiento que contra nos teníades reconocido como sisonario [sic]355 de García Rodríguez, vecino desta Villa”. El mismo día, el alcalde dio mandamiento al alguacil Juan Muñoz para que hiciera ejecución en los bienes de Elvira Lorenzo, nombrándose por bienes “unas casas que son en esta Villa, que son las que en que al presente vive”. Fueron testigos Tomás Herades, Pedro de Ibiza y Bartolomé de Vilches. Al día siguiente, 12 de diciembre, “de pedimiento de Andrés de Segura anduvo en venta y en pública almoneda las casas de la morada de Elvira Lorenzo, viuda, que se venden por bienes ejecutados de la susodicha por voz de Diego, indio, pregonero nombrado para lo susodicho, lo cual se vendió en la plaza pública desta Villa delante de mucha gente e no paresció ponedor a ellas. Testigos: Juan Fernández El Viejo e Cristóbal de Solórzano, e Francisco Toscano e Andrés Toscano, vecinos desta Villa. El 14 de diciembre, Andrés de Segura otorgó poder a favor de Baltasar de Alcalá, estante en la Villa de Colima, ante el escribano Pero Ruiz y los testigos Bartolomé Ruiz de Vilches y Alonso Martín, estantes. El 22 de nuevo se pregonaron las casas de Elvira Lorenzo “por lengua de Juan indio, pregonero para el efecto nombrado”, no 355 Por cesonario o cesionario: persona en cuyo favor se hace alguna cesión. También es posible entender la paslabra como “censatario”, el obligado a pagar los réditos o corridos de un censo. 148 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI apareciendo ponedor alguno. Testigos: Pedro de la Puerta, Cristóbal de Silva y Álvaro de Grijalba. Pasó ante Diego López de Ayala, escribano nombrado.356 El 31 de diciembre por voz de Diego, indio ladino, se gritó el último pregón; Antonio de Paredes puso precio a las casas de Elvira Lorenzo “en ciertos pesos de tipusque”. Fueron testigos Bernaldino Cola, Pedro de Solórzano, Juan Fernández Ladrillero y Juan Martín, vecinos y estantes. El 11 de enero de 1566, ante el alcalde ordinario Juan Fernández, Baltasar de Alcalá pedía que por haber pasado el término de los pregones, se mandara hacer trance y remate. El 12 de enero, el escribano Miguel Rodríguez notificó a Elvira Lorenzo el auto de trance y remate. El día 14, Elvira de Lorenzo otorgó poder ante el escribano Miguel Rodríguez y de Pedro de la Puerta, Juan Fernández y Julián de Frías, vecinos de Colima, en favor de su hijo Lázaro del Valle. El 21, y ante el mismo escribano, Lázaro del Valle sustituyó su poder en Juan de Aguilar,357 vecino de la Villa. El 26 se presentó un escrito por el que la parte demandada, “respondiendo a una notificación de un trance y remate”, decía oponerse al mismo alegando entre otras cosas que “la obligación procede de juego”. Dice que “aguardaron a venir a hacer esta dicha escriptura cuando el dicho Domingo López estaba muriéndose y sin sentido, y él no supo lo que se hizo y a mí no me habían dicho sino que no eran más de cincuenta pesos y que procedían de otra cosa, hasta después que el dicho difunto a cabo de cuatro o cinco días que mejoró un poco, me lo dijo como era de juego y que si él vivía que no los pagaría y que no supo lo que se hacía cuando hizo esta dicha escritura porque 356 Curiosamente este auto se repite en la foja anterior, al reverso, pero dando fe del mismo el escribano Pero Ruiz; sin embargo está tachado. 357 Es la primera referencia que localizamos de Juan de Aguilar Solórzano El Mozo, hijo del conquistador homónimo y Ana Martel. Casó con María de Pantoja, en cuyo matrimonio procrearon entre otros a Francisco, Juan y Pedro de Aguilar, y Esteban de Solórzano: infra, IV, regº 866; AHMC/B, caja 15, exp. 13, pos. 1. Casó en segundas nupcias con Francisca Pérez de Castro, hija de Álvaro de Grijalba, viuda de Juan Ruiz Quintero: AHMC/Reyes 270. con la enfermedad estaba muy fatigado y sin sentido, porque dello murió de a pocos días y en efecto yo fui engañada porque no me dijeron que eran más de cincuenta pesos ni eran de juego, y por ser tan poca cantidad me había obligado con el dicho difunto por dalle contento a su enfermedad que no porque fuese de mi voluntad, y por otras muchas cosas que pienso probar y alegar a su tiempo y lugar”. Pide a la justicia “mande dar la ejecución por ninguna”. El alcalde Juan Fernández ordenó que diera información, para lo cual Lázaro del Valle presentó un interrogatorio para el examen de sus testigos.358 Interrogatorio “Si saben que el dicho Domingo López jugó muchas veces con el dicho Garci Rodríguez y con otras personas, vecinos desta dicha Villa, dineros y caballos y preseas y otras muchas cosas en mucha cantidad; digan lo que saben. “Iten, si saben que la obligación que presentó Andrés de Segura sobre que se hizo ejecución, procede del dicho conocimiento que el dicho mi marido había hecho al dicho Garci Rodríguez, y esto de una deuda. “Iten, si saben que el dicho Domingo López, habiendo jurado con el dicho Garci Rodríguez y habiéndole ganado muchas veces, el dicho Domingo López le hacía cédulas por ello, por no podelle pagar lo que le ganaba en el juego al dicho Garci Rodríguez; digan lo que saben. “Iten, si saben que el dicho Garci Rodríguez, no pudiendo cobrar lo que le debía el dicho Domingo López y no lo pudiendo cobrar de él, estando enfermo y a la muerte el dicho Domingo López, el dicho Garci Rodríguez lo entró a ver a manera de engaño y con cautela le dijo que se acordase que le debía ciertos dineros, los cuales procedían del juego que con él jugó, y que le 358 A través del cuestionario que presenta Lázaro del Valle para examinar a los testigos, tenemos la posibilidad de adentrarnos en una faceta más de la vida cotidiana en la Villa de Colima: el juego y las apuestas que, por lo que se puede ver, alcanzaban en ocasiones niveles que afectaban gravemente la economía familiar. 149 José Miguel Romero de Solís hiciese escritura dellos, y él la hizo como hombre agravado de la enfermedad y su juicio trastornado della, y no supo lo que hizo; digan lo que sepan. “Iten, si saben que es público y notorio en aquesta Villa todo lo susodicho”. El 17 de enero, Lázaro del Valle presentó por testigos a Antonio de Carvajal, Andrés García, Julián de Frías y Tomás de Almodóvar, vecinos de Colima, de quienes se recibió juramento conforme a derecho. Antonio de Carvajal, de más de 30 años de edad, dijo que conocía a las partes desde hacía ocho años. Reconoce haber jugado con Domingo López y García Rodríguez y con otras muchas personas tanto dineros como preseas. Sabe que Domingo López le hizo a Rodríguez un conocimiento “a escondidas de su mujer”, y que Garcí Rodríguez se lo dio a Segura “de ciertos caballos”. Julián de Frías por su parte dijo tener más de 25 años de edad y que vio jugar a Domingo y a García muchas veces “caballos, preseas e joyas”. Dice que García le platicó que Domingo López le había hecho un conocimiento de ciento y tantos pesos, que pasó a Andrés de Segura; y que está cierto que López nunca lo iba a pagar porque procedía de juego. Tomás de Almodóvar, de más de 30 años de edad, dijo haber visto jugar a Domingo López y Rodríguez “muchos pesos de oro, caballos, preseas e otras cosas”. Andrés García, de 24 años, dice haber visto jugar a Garcí Rodríguez y a Domingo López, y que éste “no sabía jugar”. A petición de la parte demandada presentada el 25 de enero, Andrés de Segura reconoció el 8 de febrero haber recibido de Garci Rodríguez un conocimiento firmado por Diego López, y que habiéndole preguntado si procedía la deuda de juego, Rodríguez bajo juramento dijo que,, de ellos, solamente 50 pesos eran del juego. El 2 de marzo, el alcalde Fernández nombró por asesor de la causa al licenciado Monroy. Andrés de Segura protestó esta decisión que le causaba agravio y apeló de la misma ante el alcalde mayor Alonso Sánchez de Figueroa, quien dijo que no había lugar para remitir la causa a un asesor letrado y debía juzgarse sumariamente. Juan Fernández dictó entonces sentencia a favor de Andrés de Segura, mandando avivar la voz de trance y remate, siendo pregonero Juan de Berlanda, indio, que decía: “Cien pesos dan por las casas; si hay quien puje, si hay quién dé más, y andando en el dicho pregón paresció Pedro de Bobadilla e puso las dichas casas en cien y diez pesos”. No habiendo más ponedores, fueron rematadas las casas de Elvira Lorenzo en Bobadilla. Fueron testigos Antonio de Paredes, Suero Vázquez y Baltasar de Alcalá. Caja A–4, exp. 15, ff. 1-18. 104. 1564, Diciembre, 4. Tutela en Álvaro de Grijalba de los menores hijos de Lázaro del Valle. Ante Pedro de Vivanco, teniente de alcalde mayor, Álvaro de Grijalba como tutor y curador de las personas y bienes de los menores hijos de Lázaro del Valle, decía: “en los papeles que tenía Diego Veedor, difunto, está una tutela y cargo que se me hizo y discernió de los dichos mis menores, que pasó ante Juan de Segovia, escribano de Su Majestad, y porque me conviene sacar la dicha tutela y cargo en limpio para guarda de mi derecho, a V.m. pido y suplico mande a Baltasar de Alcalá, escribano del Juzgado, me lo dé y saque en limpio, de manera que haga fe, que yo estoy presto y aparejado de pagarle sus derechos, y pido justicia”. El teniente de alcalde mayor “mandó a mí el dicho escribano que busque los dichos papeles que pide el dicho Álvaro de Grijalba en los registros del dicho Diego Veedor y que, hallados, se le den para en guarda de su derecho un traslado autorizado”. En su cumplimiento, dice Baltasar de Alcalá, “fui a la posada del dicho Diego Veedor e busqué los dichos papeles que el dicho Álvaro de 150 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI Grijalba pide, y fize trasladar.359 Su tenor del cual uno en pos del otro es éste que sigue”: “En la Villa de Colima desta Nueva España, en tres días del mes de abril de mil e quinientos e sesenta e cuatro años [1564], el muy magnífico señor Luis de Grijalba, alcalde ordinario en esta Villa por Su Majestad, dijo que por cuanto Domingo López, vecino desta Villa, hasta agora ha tenido a su cargo la tutela e curaduría de los menores hijo de Lázaro del Valle y entenados suyos, e que porque el dicho Domingo López debe a los dichos menores cierta cantidad de pesos de oro de alcance que le hizo Juan de la Torre, alcalde ordinario en esta Villa, e por cuanto no se los ha pagado e demás de esto, de derecho no lo puede ser por ser su padrastro destos dichos menores, atento a lo cual dijo que le removía e removió el cargo que ha tenido de tutor, e lo daba y encargaba a Álvaro de Grijalba, vecino desta Villa, persona lega, llana e abonada, al cual mandó parescer ante sí”. Grijalba aceptó el oficio e hizo juramento. Luego, designó por fiador a Juan Fernández Ladrillero, vecino de la Villa, y mancomunadamente obligaron sus personas y bienes. Entonces, el alcalde discernió la tutela y curaduría en Álvaro de Grijalba, dándole el correspondiente “poder cumplido, libre e llenero e bastante según que de derecho en tal caso se requiere”, siendo testigos de ello Juan Domínguez y Juan de Villeda, estante. El 3 de junio de 1564, ante el mismo alcalde Luis de Grijalba y de Juan de Segovia, escribano de Su Majestad, Álvaro de Grijalba “dijo que por cuanto a Domingo López, tutor pasado de los dichos menores, no se le ha tomado cuenta, después que se le hizo el alcance pasado, por tanto, que pedía e pidió a su merced mande al dicho Domingo López la dé luego”. Entonces, el alcalde ordinario dispuso que Domingo López diese cuenta con pago, quien contestó que estaba presto de darla. El escribano Baltasar continúa con el traslado de los registros de Diego Veedor. Siguen los cargos y descargos. Cargos “Primeramente se le hace cargo al dicho Domingo López de trezientos e ochenta e cinco pesos e tres tomines de oro común que paresce se le alcanzaron de último alcance que le hizo Juan de la Torre, siendo alcalde ordinario. Iten se le hace cargo de una carga e siete pesos y medio de cacao que paresce confesó deber el dicho Domingo López del cacao que se ha cogido360 en la güerta de cacao que le pertenesce a los dichos menores de su mitad desde veinte e cuatro de setiembre del año pasado de sesenta y tres [1563] hasta veinte días de abril que se encargó de la tutela al dicho Álvaro de Grijalba; hácesele cargo dellos, e confesó otros siete pesos y medio que son carga y media de cacao. Iten se le hace cargo de tres pesos de cacao pazagua,361 que confesó haber cogido de la dicha güerta que pertenesce a los dichos menores. Por manera que se suma e monta el cargo que se hace al dicho Domingo López, como paresce por las partidas de suso e con la dicha carga y media de cacao que el dicho señor alcalde tasa e modera en cuarenta y un pesos de oro común e los tres pesos de cacao pazagua, que se monta todo cuatrocientos e veinte e nueve pesos e tres tomines de oro común; e asímismo el dicho señor alcalde hizo cargo al dicho Domingo López de diez y seis pesos de oro común del censo que se le mandó echar de los tres años, e ochenta e cinco pesos e tres tomines que se le alcanzaron. E paresce que no lo echó e el dicho señor alcalde le condenó en ellos con lo demás que todo se monta cuatrocientos e cuarenta e cinco pesos e tres tomines de oro común. E al dicho Domingo López e al dicho tutor nuevo se les notificó el dicho cargo e lo consintieron. Testigos: Diego Veedor e Pero Ruiz”. 359 El escribano Diego Veedor acababa de fallecer y todavía en su casa se guardaban las muchas escrituras y recaudos que habían estado bajo su custodia. Le sucedió en el cargo Baltasar de Alcalá. 360 361 151 Al margen está escrito: “carga y media”. Supra, regº 62. José Miguel Romero de Solís Descargos “E luego in continente el dicho Domingo López, presente el dicho señor alcalde, dio el descargo siguiente”: Primeramente dio por descargo” 16 pesos que juró haber gastado en la dicha huerta hasta el 15 de abril pasado. 12 pesos por compra de maíz para dicha hacienda. Más 4 pesos que gastó en las casas de la dicha huerta. 3 pesos y 6 tomines que pagó “a los naborías de la dicha güerta”. Un peso y 6 tomines “de petates y chicobites que gastó para los dichos menores”.362 2 pesos y 4 tomines de la compra de un novillo y una ternera, que costaron 5 pesos, para la dicha hacienda, y que le caben a los menores 2 pesos y medio. 70 pesos que dio y pagó a Lázaro del Valle, menor, “por mandado de Melchor Pérez, alcalde ordinario, más otro mandamiento e carta de pago”. 30 pesos que “dio y pagó a Alonso del Valle, menor, para su vestir, e el dicho Álvaro de Grijalba, tutor, le dio carta de pago”. 30 pesos “que se averiguó delante del dicho señor alcalde haber pagado el dicho Domingo López a Juan Fernández Ladrillero, el cual juró habellos gastado en cosas tocantes a Alonso del Valle en México”. Los descargos suman y montan 172 pesos y 6 tomines de oro común, que sacados de los 445 pesos y 3 tomines, “resta que se le alcanza” por 273 pesos de oro común, mandando que López “los pague dentro de treinta días primeros siguientes al dicho Álvaro de Grijalba, tutor nuevo”. Testigos: Diego Veedor y Juan Fernández Ladrillero, vecinos de Colima. El 5 de marzo de 1566, Álvaro de Grijalba como tutor y curador de los menores hijos de Lázaro del Valle, ante el alcalde ordinario Juan Fernández, presentó un escrito donde decía: “a mi noticia es venido que a pedimento de Andrés de Segura, V.m. ha mandado hacer trance y remate, y vender las casas de la morada de Elvira Lorenzo, viuda, las cuales yo tengo en nombre 362 Petates y chicobites: de petatl, estera tejida de tule o de palma; chiquihuites, de chiquihuitl: cesto o canasto de mimbre, bejuco o carrizo: Cabrera (1984), 108 y 76 respectivamente. de los dichos mis menores en ciento y noventa pesos de oro común como consta por esta escritura de que hago presentación.363 A V.m. pido y suplico mande revocar la dicha sentencia del trance y remate y dejar las dichas casas libres”. Caja A–4, exp. 15, ff. 19-25. 105. 1566. Mayo, 12. Sigue el pleito pendiente de ejecución entre Andrés de Segura y Elvira Lorenzo, viuda de Domingo López. El alcalde ordinario Juan Fernández dio el siguiente auto:364 “Hago saber a vos, Pedro Ruiz de Vilches, vecino desta Villa, que pleito pendiente de ejecución se ha tratado ante mí entre partes de la una ante demandante, Andrés de Segura, vecino desta Villa, y de la otra reo defendiente Elvira Lorenzo y Lázaro del Valle en su nombre, sobre los ciento e cincuenta e ocho pesos que el dicho Andrés de Segura le ejecutó. Y siguiéndose la ejecución, conforme a derecho, fue dada sentencia de remate en la dicha causa y le fue notificado en los estrados de mi audiencia”. Agrega el alcalde: “E agora, la parte del dicho Andrés de Segura me hizo relación que la dicha Elvira Lorenzo no estaba en esta Villa sino en una huerta de cacao que tiene fuera della, y que a su derecho conviene le sea notificada la dicha sentencia y me pidió le diese un escribano para el dicho efecto, que él está presto de le pagar sus derechos”. Visto lo cual, “en nombre de Su Majestad os nombro por tal escribano para que podáis ir y vayáis en cualesquier partes desta mi jurisdicción y Provincia de Colima y notifiquéis la dicha sentencia y proceso”. El escribano Pero Ruiz de Vilches fue a “la huerta de cacao que es Elvira Lorenzo, que es en 363 No aparece dicha carta de censo aquí sino fojas más adelante: infra, regº 106. 364 En este año de 1566, se mencionan por alcaldes ordinarios dos Juan Fernández: uno, el apodado El Viejo: infra, regº 110; y el otro, Juan Fernández Ladrillero, de cuya elección había protestado Melchor Pérez: supra, regº 101 e infra, regº 120. 152 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI el Valle de Caxitlan, término y jurisdicción desta Villa de Colima desta Nueva España”, el 17 de mayo, y leyó y notificó la sentencia de remate a Elvira Lorenzo, viuda, en su persona, estando presentes por testigos Diego Dávila, Andrés Toscano y Gonzalo Morán. El día 18, Segura pedía al alcalde que “mande hacer trance e remate y avivar la voz del almoneda en los bienes ejecutados en esta causa, y de su valor se le haga entero e cumplido pago del prencipal e costas”. Sin embargo, el 20 de mayo, Juan de Iniesta, en nombre de Elvira Lorenzo, por virtud del poder que de ella tenía, decía que su parte había sido notificada de la sentencia “que en el caso por V.m. fue dada, por la cual paresce que V.m. la absuelve y da por libre de cincuenta pesos, y la condena en los ciento y ocho restantes, por lo cual V.m. no mandó hacer trance y remate de los bienes ejecutados”. Agrega Iniesta: la absolución de los 50 pesos, “la apruebo”, pero en lo demás, “lo rescibo por notorio agravio”, porque está claro por la información dada,365 que la deuda es “de juego prohibido y vedado”. Concluye su escrito Juan de Iniesta: en el caso que el alcalde no la diera por libre, entonces, “con el acatamiento que debo, apelo de V.m. para ante la justicia mayor desta Villa, ante quien pienso expresar agravios y alegar de mi justicia”. El alcalde respondió que si la parte de Elvira Lorenzo depositaba la cuantía de pesos contenidos en la ejecución y las costas del proceso, que otorgaba y otorgó la apelación ante el alcalde mayor. Baltasar de Alcalá, a nombre de Andrés de Segura, protestaba por este auto en el que el alcalde ordinario otorgaba la apelación “sin que primero pague realmente de contado, conforme a la sentencia de trance y remate que está dada en esta causa”. Por consiguiente, sintiéndose muy agraviado, apelaba también ante el alcalde mayor Alonso Sánchez de Figueroa, lo que fue concedido por el alcalde Juan Fernández. Caja A–4, exp. 15, ff. 26-28. 106. 1565. Enero, 3. Escritura de censo de la casa morada de Domingo López y Elvira Lorenzo en la Villa de Colima y una huerta de cacao en el Valle de Caxitlan. Ante el escribano Miguel Rodríguez y estando presente como testigos Cristóbal de Silva, Julián de Frías y Juan García, vecinos y estante en esta Villa de Colima, Domingo López y Elvira Lorenzo, su mujer, “otorgamos e conoscemos por esta presente carta que vendemos e damos en venta real para agora e para siempre jamás a vos, Álvaro de Grijalba, vecino desta dicha Villa que sois presente, como tutor e curador de Alonso Lorenzo e Lázaro del Valle, vuestros menores hijos y herederos de Lázaro del Valle, defunto, e para los dichos menores e para quien por ellos lo hubiere de haber, conviene a saber, diez y nueve pesos del oro común de valor cada un peso ocho reales de plata” de censo y tributo a pagar anualmente, “durante el tiempo que no se libertare, esto por razón de ciento e noventa pesos del dicho oro común que por compra dello nos distes e pagastes en tostones de contado por los dichos menores, de los cuales nos damos por bien contentos”. Se obligaban a pagar los 19 pesos “por los tercios de en cada un año, de cuatro en cuatro meses”, a contarse desde el día de la firma de esta escritura. El censo se echa “sobre todos nuestros bienes muebles e raíces, y especialmente sobre una güerta de cacao que nos habemos e tenemos en el valle de Caxitlan, que alinda con Güerta de Diego Morán, e por la otra parte el Río Grande de Caxitlan, e por la otra parte tierras del Chantre de Galicia366 e tierras e Güerta de Juan de Iniesta, e las casas de nuestra morada, que alindan con casas de Marco Antonio de Nápoles, e de la otras dos partes las Calles Reales desta Villa”. 366 365 Supra, regº 103. Debe referirse al padre Alonso Sánchez de Miranda, cura y vicario que fue de la Villa de Colima, que años después sería nombrado deán de Nueva Galicia. 153 José Miguel Romero de Solís Este censo “sobre la cual dicha güerta e casas que de suso van declaradas, las cuales confesamos que están libres e desembargadas de otro censo y enajenación alguna”, se regirá bajo las consiguientes condiciones: Domingo López y Elvira Lorenzo se comprometen a tener “enhiestas e bien paradas” casas y huerta; no se podrán vender ni empeñar ni enajenar; “otrosí es condición que si dos años uno en pos del otro” no se pagare el censo y tributo, podrá Álvaro de Grijalba “nos las tomar” para cobrarse. También es condición que si los otorgantes pagan los 190 pesos de principal y los censos corridos, Grijalba estará obligado de recibirlos y darlos a ellos por libres y quitos. Caja A–4, exp. 15, ff. 29-32. 107. 1566. Mayo, 23. Sigue el pleito de ejecución de Andrés de Segura contra Elvira Lorenzo, viuda de Domingo López. Ante el alcalde Mayor Alonso Sánchez de Figueroa, Juan de Iniesta, a nombre de Elvira Lorenzo, “me presento ante V.m. en grado de apelación en razón de cierta sentencia” pronunciada por el alcalde ordinario Juan Fernández, “pues consta ser de juego, y conforme a derecho e a las leyes y premáticas [sic]367 del Reino, la dicha mi parte no debe nada. Por tanto, a V.m. pido me haya por presentado en el dicho grado debajo del depósito que el señor alcalde manda hacer, a lo cual me ofrezco dar depositado”. Con la misma fecha y en otro escrito, Juan de Iniesta decía que “sobre la ejecución que le hizo e sobre el depósito que la Justicia ordinaria mandó hacer a la dicha mi parte para que pudiese seguir su justicia, de que Andrés de Segura tiene apelado”, el alcalde ordinario “proveyó conforme a justicia y como tal, V.m. lo debe aprobar, y porque en la causa me temo que a la dicha mi parte no se le haga agravio y a V.m. tengo por odioso y sospechoso, por tanto, a V.m. pido que para la determinación dello, V.m. se 367 Por “pragmáticas”. acompañe conforme a derecho, porque si necesario es con el acatamiento que debo, recuso a V.m. en esta causa y determinación della”, y además, “protesto que si la causa se determinara sin se acompañar conforme a derecho, sea en sí ninguna e de ningún valor y efecto”. El alcalde mayor aceptó la recusación y designó por su acompañado a Alonso Miguel, vecino de la Villa; sin embargo la parte de Andrés de Segura dijo tener por sospechoso al acompañado, por lo que el alcalde mayor nombró por nuevo acompañado a Hernando de Gamboa, vecino de Colima, quien aceptó el cargo. Ya en la audiencia, el alcalde mayor y su acompañado, quien a la sazón era “alcalde de la Santa Hermandad”,368 visto el proceso en grado de apelación, dijeron que “debían revocar e revocaron el dicho auto dado e pronunciado por el dicho alcalde, e mandaron que la dicha sentencia de remate dada en esta dicha causa sea cumplida y ejecutada conforme a la ley de Toledo, e que el alcalde Juan Fernández haga en la causa justicia conforme a derecho”. Lázaro del Valle, por su parte, recuerda en escrito presentado ante el alcalde ordinario Juan Fernández, que siendo Álvaro de Grijalba su tutor, “se opuso al trance y remate que V.m. mandó hacer de la casa en que se hizo la dicha ejecución, diciendo que la dicha casa estaba acensuada en cierta cantidad de pesos de oro,369 como consta por la dicha carta de censo que presentó ante V.m., e pidió que como primero opositor”, debía ser preferido en el remate. Y agrega Lázaro del Valle: “porque los dichos pesos de oro que así están a censos sobre la dicha casa, 368 Alonso Miguel y Hernando de Gamboa —como se verá más adelante en este mismo expediente— eran alcaldes de la Santa Hermandad, creada por el virrey Luis de Velasco, en 1553, para seguridad de los caminos, en particular, por el aumento de los delitos a mano de negros cimarrones, mestizos y vagabundos españoles, que robaban el ganado y asaltaban a viajantes y arrieros. A partir de 1564, tras la muerte del virrey, la Santa Hermandad comenzó a decaer hasta que fue instituido el Tribunal de la Acordada en 1603: Sarabia Viejo (1978), 294-295. 369 Bajo censo; véase supra, el final del regº 104, donde Álvaro de Grijalba presentó la carta de censo que se transcribe en el regº 106. 154 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI son míos y de un hermano mío, y por ser como somos menores y nuestro tutor que es Pedro Moreno no está en esta Villa para que pueda seguir esta causa”, pide al alcalde ordinario “mande que la dicha sentencia de remate no se lleve a debida ejecución hasta que el dicho mi tutor sea oído a justicia”; pide también que se les nombre como menores que son “un curador ad litem que pida y alegue de nuestra justicia”. Juan Fernández nombró por curador ad litem de los mencionados menores a Juan de Iniesta, quien el 25 de mayo volvía a suplicar que no se ejecutara la sentencia en las casas de la morada de Elvira Lorenzo por estar “acensuadas”; agrega que Andrés de Segura “estaba obligado buscar bienes desembargados” y que si, después de todo, era preciso ejecutar la sentencia en las dichas casas, “primero y ante todas cosas, se ha de redimir el censo de contado con todo el tributo”, porque “mis menores han de ser preferidos en el remate dellas como primeros opositores”. Baltasar de Alcalá, en nombre de Segura, replicó diciendo que “no ha lugar lo que la parte contraria pide y se debe mandar hacer el trance y remate en los bienes ejecutados, que si necesario es, yo estoy presto a dar fianzas de que la dicha huerta de la dicha Elvira Lorenzo, que está apotecada [sic]370 juntamente con las dichas casas al censo, será valiosa y cuantiosa371 para el dicho censo”. El 10 de junio, el alcalde Juan Fernández habiendo visto las peticiones de ambas partes y la carta de censo presentada, “mandó que se haga el trance y remate en los bienes ejecutados en esta causa conforme a derecho con declaración que sea con cargo del censo que está echado sobre las dichas casas e bienes ejecutados, e que el dicho Andrés de Segura redima e liberte el dicho censo para que se haga el dicho remate”. No estuvo de acuerdo con este auto Baltasar de Alcalá, por eso apeló del mismo ante el alcalde mayor. Visto el proceso por Alonso Sánchez de Figueroa dispuso que se hiciera el rema370 Por “hipotecada”. La acepción apotecada no la registra en su Léxico Boyd–Bowman (1971). 371 La palabra “cuantiosa” aparece escrita entre renglones. te considerando un censo de 60 pesos sobre las dichas casas, y el resto del mismo sobre la huerta de cacao, y que la parte de Andrés de Segura “dé fianzas”. Andrés de Segura, notificado, respondió que estaba presto de darlas, siendo testigos de ello Suero Vázquez y Baltasar de Alcalá. Regresada la causa a la justicia ordinaria el 9 de julio, por ausencia de Juan Fernández, la tomó en sí Hernando de Gamboa, alcalde de la Santa Hermandad y alcalde ordinario de la Villa, mandando que Segura dé la fianza, “y dada, se haga el remate de la dicha casa”. Segura dio la fianza. Luego “en presencia de muncha gente” se pregonó el remate, gritando el pregonero “ciento e diez pesos dan por las casas de Elvira Lorenzo que se venden por ejecución en ellas fecha a pedimento de Andrés de Segura a quien puje y quien dé más, que se han de vender e rematar luego y con cargo de sesenta pesos de censo que hay sobre ellas impuesto”. Presentóse Pero Ruiz, vecino de la Villa, “e puso las dichas casas con el dicho cargo de censo en ciento e once pesos de oro común a luego pagar, y por no haber persona que más por ellas diese de último remate, de mandamiento del señor alcalde, habiendo fecho los apercibimientos necesarios, el dicho pregonero dijo: «Buena pro le haga», y el dicho Pero Ruiz aceptó el dicho remate y se obligó de pagar los dichos pesos de oro e lo firmó de su nombre y el dicho señor alcalde”. Testigos fueron Pero López de Herrera, Francisco de Cepeda y Antonio de Carvajal, vecinos de la Villa. El 10 de julio, Andrés de Segura ante el alcalde Gamboa decía que tanto por Pero Ruiz como por él se ha pedido que se mandase dar “posesión de las dichas casas”, pero que “V.m. no lo ha querido sin que primero se notifique el dicho remate a Juan de Iniesta, curador de los menores de Lázaro del Valle, y a Elvira Lorenzo; y porque los susodichos no están en esta Villa para poder ser citados conforme a lo por V.m. mandado, a V.m. pido y suplico, mande nombrar un escribano para que donde quiera que en la jurisdicción desta Villa estuvieren, les pueda notificar el remate”. Para este efecto, el 155 José Miguel Romero de Solís alcalde Hernando de Gamboa nombró por escribano a Antonio Pérez, estante en esta Villa. “En el cacao de Juan de Iniesta que es en el Valle de Caxitlan de la Provincia de Colima”, en 11 de julio de 1566, el escribano nombrado Antonio Pérez notificó el remate a Juan de Iniesta en su persona, quien respondió “que él iría a la Villa de Colima a alegar de su justicia”. Estaban presentes por testigos Diego Morán y Diego Dávila, “estantes en el cacao”. A continuación, el escribano fue a notificar a Elvira Lorenzo, hallándola en su cacao; contestó la viuda de Lázaro del Valle, que “ella era mujer e que no sabe de pleitos, que ella tiene dado su poder a Juan de Iniesta; que lo que él hiciere, daba por fecho”. Los testigos fueron los mismos. El 19 de julio, Pero Ruiz insistía en su petición: quería que el alcalde diera mandamiento “para que yo sea metido en la posesión de las dichas casas como persona que las tiene pagadas”. El alcalde ordinario así lo dispuso mandando que el alguacil mayor de la Villa lo hiciera. El mismo día, el alguacil Antonio de Carvajal dio posesión a Pero Ruiz de las casas “que solían ser de Elvira Lorenzo, que están en esta Villa, que alindan con un solar e Huerta del Molino, e con casas de Marco Antonio de Nápoles e las Calles Reales, que son las contenidas en este proceso”. El alguacil “tomó por la mano a Pero Ruiz, vecino desta Villa, y le metió en la posesión de las dichas casas, y echó fuera a Catalina Lorenzo, mujer de Pero Moreno e a Estebanía de Cervera, mujer de Diego Dávila, e a otras personas que dentro estaban, y le dio la posesión en las dichas casas; y el dicho Pero Ruiz, estando dentro dellas, cerró puertas y las tornó a abrir, y se paseó por ellas, y tomó dicha posesión quieta y pacíficamente, sin contradicción de persona alguna”. Al terminar, Pero Ruiz a Catalina Lorenzo y a Estebanía de Cervera “las dejó en las dichas casas por inquilinas”. Fueron testigos Pero Martínez de Quevedo, Gonzalo de Cáceres, Andrés de Segura y Bartolomé Ruiz de Vilches, vecinos y estantes en esta Villa. Caja A–4, exp. 15, ff. 33-44. 108. 1564. Diciembre, 29. Poder y traspaso que otorga Garci Rodríguez a Andrés de Segura. “Sepan cuantos esta carta vieren, cómo yo Garci Rodríguez, vecino que soy desta Villa de Colima desta Nueva España, otorgo e conozo que doy e otorgo todo mi poder, cumplido, libre e llenero, bastante, según que lo yo he e tengo e de derecho más puede y debe valer, a vos, Andrés de Segura que estáis presente, especialmente para que por mí y en mi nombre y en el vuestro y como cosa vuestra misma propia, podáis pedir e demanda, rescibir, haber e cobrar, así en juicio como fuera de él, de Alonso Carrillo El Mozo, vecino desta Villa, e de sus bienes, ciento e cuarenta e cinco pesos y seis tomines del oro que corre, que el susodicho me debe de una obligación de plazo pasado, e de Gonzalo López de Ayala sesenta y seis pesos del oro que corre, que el susodicho me debe de resto de una obligación de mayor cuantía, de plazo pasado, e asímismo, de Pedro de Arévalo, vecino desta Villa, ciento y treinta y seis pesos y dos tomines, que el susodicho me debe por una obligación de plazo pasado, e asímismo podáis cobrar de Domingo López ciento e cincuenta e ocho pesos, que el susodicho me debe por un conoscimiento reconoscido de plazo pasado, e asimismo podáis cobrar del licenciado Monroy diez y seis quintales de cobre, que el susodicho me debe por una obligación de mayor cuantía de plazo pasado, e asimismo podáis cobrar de Álvaro de Grijalba e de sus bienes sesenta y nueve pesos y dos tomines del oro que corre, que el susodicho me debe por un conoscimiento firmado de su nombre de plazo pasado”. Todos estos pesos de oro, una vez cobrados, serán del propio Segura, “por otros tantos que yo vos debía por una obligación, e vos cedo e traspaso todo”. Pasó ante el escribano Juan de la Torre y fueron testigos de ello, Hernando de Gamboa, Pero Ruiz, Martín Gómez y Juan Martín, vecinos y estantes en esta Villa de Colima. “Y el dicho 156 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI otorgante lo firmó de su nombre en el registro desta carta”. Andrés de Segura, el 11 de enero de 1565, ante el teniente de alcalde mayor Pedro de Vivanco, dijo que daba y dio todo su poder cumplido a Alonso de las Casas, residente en esta Villa de Colima, para haber y cobrar de las personas en este traspaso contenidas los pesos de oro que están obligadas a pagar. Caja A–4, exp. 15, ff. 45-46. 109. 1567. Enero, 2. Andrés de Segura contra Garci Rodríguez, por cantidad de pesos. Andrés de Segura, ante el alcalde ordinario Diego de Velasco, dice “que yo hice una ejecución contra los bienes de Elvira Lorenzo, mujer que fue de Domingo López, difunto, en la cual dicha ejecución procedía de una deuda que me dio e traspasó García Rodríguez, vecino desta Villa”, por cantidad “de cincuenta pesos de oro común poco más o menos. A V.m. pido e suplico, tome la causa en sí y la vea; y vista, me mande dar su mandamiento de ejecución por la cantidad que ansí paresciere debérseme”. El alcalde dispuso que “se traigan los demás autos”, y cuando los vea, proveerá. Hecho esto, dio mandamiento al alguacil mayor de la Villa para que hiciera “ejecución en bienes de García Rodríguez, vecino desta Villa, por contra de cincuenta de cincuenta e ocho pesos del oro común que parece que debe a Andrés de Segura, vecino desta dicha Villa” por haberle cedido y traspasado 158 pesos de oro común de un conocimiento y escritura pública de Domingo López, difunto, y de su mujer Elvira Lorenzo. Segura ejecutó en sus bienes a Elvira Lorenzo, y siguiéndose la ejecución se dio sentencia de remate “en la que dieron por libre a la dicha Elvira Lorenzo de los dichos cincuenta pesos, como todo ello consta por el proceso”. El 4 de diciembre de 1569 el alcalde mayor Jerónimo Flores dio mandamiento al alguacil Andrés Martel para hacer ejecución en los bienes de Garci Rodríguez; al día siguiente, el al- guacil requirió con este mandamiento a Garci Rodríguez, a que “le dé bienes desembargados.372 Caja A–4, exp. 15, ff. 47-48. 110. 1565. Julio, 31. Julián de Frías contra Alonso Carrillo, por cantidad de pesos. Ante el alcalde ordinario Hernando de Grijalba, el vecino de la Villa de Colima Julián de Frías hizo presentación de una “carta quenta de Alonso Carrillo de mil y quinientos y cincuenta y cuatro años” [1554], del tenor siguiente: “Primeramente, debe el dicho de resto de cuentas doce pesos. Y más debe el dicho ocho pesos y medio por aderezo de una espada sin interés. Y más debe el dicho ocho pesos por dos pares de botas de venado enceradas. Y más debe el dicho dos pesos y medio por unas botas blancas picadas. Y más debe el dicho por unos pantufos un peso y quatro tomines. Y más debe un peso por unos zapatos. Y más debe dos pesos por un fierro. Y más debe un peso y quatro tomines por dos pares de riendas. Y más debe dos pesos por otro fierro que llevó este día”. “Digo yo Alonso Carrillo que es verdad que debo a bos Julián de Frías, becino de Colima, todo lo en esta carta quenta arriba contenido, que se montan treynta y nuebe pesos”; y se obliga a pagar “de hoy día de la fecha desta en quince días”. Julián de Frías pide, siendo testigos Juan de la Torre y Juan de Iniesta, que Alonso Carrillo “reconozca este conoscimiento”. Así lo dispuso el alcalde, y Alonso Carrillo que estaba presente, “dijo que es verdad que el dicho conoscimiento mandó hacer e que debe los dichos treynta e nuebe pesos” y que la firma “es suya e la hizo con su propia mano e débelos”. 372 No se explica porqué se dilató tanto el requerimiento. En el expediente no aparecen los autos habidos después del mandamiento dado por Diego de Velasco al alguacil el 3 de enero de 1567, inmediatamente sigue a éste el que diera Jerónimo Flores, fechado en diciembre de 1569. 157 José Miguel Romero de Solís El 23 de enero de 1566, el alcalde Juan Fernández El Viejo373 dio mandamiento al alguacil mayor de la Villa Antonio de Carvajal para hacer ejecución en los bienes de Alonso Carrillo, vecino de Colima, “por contra de diez e siete pesos e medio del oro común, que parece que debe y es obligado a dar e pagar a Julián de Frías por virtud de una carta cuenta de mayor cuantía reconocida de plazo pasado”. El 28 de enero, el alguacil requirió a Carrillo, que nombró por bienes las casas de su morada en esta Villa de Colima. Fueron testigos Juan Muñoz y Andrés García, vecinos de la Villa. Avivada la almoneda, se gritaron los pregones el 28 de enero, el 7 y 17 de febrero en la plaza pública ante mucha gente, sin aparecer ponedor alguno. Julián de Frías pidió que se diera mandamiento de trance y remate y así lo mandó el alcalde Juan Fernández el 5 de marzo. Caja A–5, exp. 1, 4 ff. 111. 1565. Mayo, 4. Pedro de la Puerta y Alonso de Barahona, mercaderes, contra Garci Rodríguez, por cantidad de pesos, piden se haga ejecución en dos negros. El alcalde mayor Pedro Dávila Quiñones manda al alguacil mayor de la Villa Juan Muñoz a que hiciera ejecución en la persona y bienes de Garci Rodríguez “por contra de quinientos y cincuenta y seis pesos y cinco tomines y seis granos del oro común, que parece que debe y es obligado a dar e pagar a Alonso de Barahona, mercader, e Rodrigo de... [?], vecinos de Sevilla, e a Pedro de la Puerta en su nombre, por virtud de una obligación de plazo pasado de mayor cuantía, que ante mí presentó el dicho Pedro de la Puerta”. Pedro de la Puerta declaró que por cuanto en la escritura que tiene presentada “están hipotecados una negra y un negro, llamados el negro Francisco y la negra Juana”, los cuales 373 Algunos datos: supra, regº 105. “están en poder del licenciado Gonzalo Yáñez, vicario desta Villa”, pide que se haga la ejecución en ellos. El 5 de mayo el alguacil Juan Muñoz hizo ejecución en una negra llamada Guiomar por bienes de Barahona, y la depositó en Andrés de Segura. Días después “por voz de Melchor, negro, fue pregonada una negra que tiene Juan de Arana por bienes de Garci Rodríguez”. A los pregones fueron testigos Juan de Segovia, Baltasar de Alcalá, Alonso Carrillo, Álvaro de Grijalba, Quevedo, Juan de la Torre y Cristóbal de Silva, entre otros muchos. El 1º de junio, compareció Pedro de la Puerta ante el teniente de alcalde mayor Diego de Velasco y declaró que, “en el pleito que trato con Garci Rodríguez sobre la ejecución que le tengo fecha en una negra que tiene Juan de Arana hipotecada por Alonso de Barahona, digo que el término de los pregones son pasados y días más. Por tanto pido y suplico a V.m., mande hacer trance y remate de la dicha negra ejecutada e mándeme hacer entero pago de principal y costas, y pido justicia”. Sin embargo, el 5 de junio el sacerdote Gonzalo Yáñez374 presentó un escrito ante el teniente de alcalde mayor, en el que decía: “El licenciado Gonzalo Yáñez, clérigo presbítero, digo que podrá haber cinco o seis meses, poco más o menos, que Garci Rodríguez, vecino desta Villa, me vendió dos piezas de negros bozales: una negra que se llama Juana e un negro que se llama Francisco, de tierra de Zapé;375 los cuales me vendió por libres de hipoteca e yo se los pagué; e agora parece estar los negros hipotecados por una obligación que el dicho Garci Rodríguez hizo a Alonso de Barahona, mercader, de quien compró los dichos negros, la cual obligación está presentada ante V.m. por Pedro de la Puerta, con poder del dicho Alonso de Barahona, por virtud de la cual se mandó dar man374 Fuera de este conflicto, apenas sabemos algo más del padre Gonzalo Yáñez, tal vez en aquel tiempo, cura y vicario de la Villa de Colima; véase, infra, regº 237. 375 Los negros Zapé son los Kpwesi, oriundos de Sierra Leona: Aguirre Beltrán (1989), 101 y 119. 158 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI damiento ejecutorio y por bienes hipotecados fueron nombrados las dichas dos piezas de negros, que el dicho Garci Rodríguez me vendió. E porque a mi derecho conviene sacar un traslado de la obligación que el dicho Garci Rodríguez hizo al dicho Alonso de Barahona, con el mandamiento ejecutorio, para que yo pueda pedir al dicho Garci Rodríguez me haga ciertos e seguros los dichos negros, por tanto a V.m. pido me mande dar testimonio de todo lo susodicho con la obligación o con el traslado della, e dé el mandamiento ejecutorio con todo lo demás que a mi derecho conviene, que yo estoy presto de pagar al escribano sus derechos”. Al día siguiente, el teniente de alcalde mayor dispuso que el escribano Pero Ruiz sacase los traslados solicitados. El 29 de diciembre de 1565, Pedro de la Puerta firmó haber recibido “de Pero Ruiz, escribano, vecino de Colima, una obligación y un poder de Alonso de Barahona, que yo había presentado ante Pedro Dávila Quiñones, alcalde mayor que fue desta Villa, el cual me mandó dar mandamiento y quedó en poder del dicho Pero Ruiz, escribano, y porque es verdad que los recibí, firmé éste de mi nombre”. Testigos: Antonio Morera y Cristóbal de Silva. Caja A–5, exp. 2, 5 ff. 112. 1563. Enero, 11. Garci Rodríguez reclama del sastre Luis Martínez, difunto, cantidad de pesos que le quedó debiendo. Garci Rodríguez, vecino desta Villa de Colima, parezco ante V.m. en la mejor forma y vía que a mi derecho convenga, y digo que Luis Martínez, difunto, me debe por cuenta de libro veinte y cuatro pesos y cuatro tomines de tipuzque; y porque murió intestato y no declaró la dicha deuda, estoy presto de dar información de cómo el dicho difunto es e letra suya y asentado de su mesma mano en el libro que yo tengo en la dicha tienda”.376 Siendo testigos Juan de Iniesta y Domingo López, el alcalde ordinario Juan de Arana mandó que diera información al respecto. Garci Rodríguez presentó por primer testigo a Juan de Aztiguieta, quien al serle mostrado el libro de cuentas, dijo que esa letra era de Luis Martínez por él conocida, ya que le había visto escribir en otras ocasiones. Aseguró tener 25 años de edad. Diego López de Almodóvar también dio testimonio. Cuando se le enseñó el libro de cuentas, reconoció la letra de Luis Martínez; dijo que le había visto otras veces hacer esa letra con su misma mano. El mismo día Garcí Rodríguez dijo que en poder de Juan Núñez había un caballo castaño, propiedad del difunto Martínez, y pidió que fuese depositado. Así lo concedió el alcalde Arana ordenando a Juan Núñez que lo tuviera en depósito y no acudiera con el caballo a ninguna otra parte hasta tanto que otra cosa sea proveída en esta causa. El 26 de abril insistía de nuevo Garci Rodríguez pidiendo justicia y ser pagado de la deuda que con él tuvo el sastre Luis Martínez, por cuanto la información ya se había dado. Caja A–5, exp. 3, 3 ff. 113. 1565. Diciembre, 29. Juan Fernández Ladrillero pide que Francisco Toscano le dé hipotecas sanas y abonadas de una huerta de cacao que le vendió en términos de Xicotlan. Juan Fernández Ladrillero, ante el alcalde mayor Alonso Sánchez Figueroa, presentó un escrito donde decía: “yo vendí a Francisco Toscano, vecino desta Villa, habrá tres meses poco más o 376 Acerca del sastre Luis Martínez, ver regº 81, 95, 112 y 124. Por otra parte, podemos ver por este regº y los inmediatos, el papel destacado que tuvo en la década de los sesenta el vecino García Rodríguez, quien aparece ahora también como mercader propietario de una tienda en la Villa de Colima. 159 José Miguel Romero de Solís menos, la tercia parte de la güerta que tengo en el término de Jicotlan, que hube e compré de Melchor Pérez en mil e novecientos e cincuenta pesos del oro común, conforme a la venta que dello le otorgué”. Sin embargo —agrega— Toscano “por no los tener para me los pagar de contado, a su ruego e intercesión, hube por bien e o por le hacer buena obra, que los echara a censos al quitar, los cuales echó al dicho censo, y es ansí que en la dicha escritura del dicho censo que está en poder de Pero Ruiz, escribano nombrado desta Villa, no hipotecó a la seguridad y saneamiento del dicho censo de tan solamente la dicha tercia parte de la dicha güerta, que ansí de mí compró e no da hipotecas bastantes conforme a derecho, porque en los censos donde interviene hipotecas, es libre la obligación y la persona, y por lo menos conforme a derecho han de valer las hipotecas que se dieren a los dichos censos”. Ladrillero pide que se ordene a Toscano “dentro de un breve término, dé hipotecas llanas y abonadas, valiosas y cuantiosas, conforme a derecho al dicho mi censo, y en el inter que no me los diese, mande que el escribano no le entregue la dicha venta de la dicha güerta, ni sea metido en la posesión”. La escritura de venta había sido otorgada ante el escribano Pero Ruiz, con fecha de 24 de septiembre de 1565, interponiendo su autoridad y decreto judicial el alcalde ordinario Hernando de Gamboa, y siendo testigos de la misma Álvaro de Grijalba, Juan Pérez, Tomás Herades y Mateo de Berlanga. Viene un traslado fiel sacado del original por el escribano Miguel Rodríguez. En ella, se lee que se procede a la venta de “la tercia parte de huerta de cacao que yo he y tengo en término e tierras del pueblo de Xicotlan, que yo hube e compré de Melchor Pérez, vecino desta Villa, que era de los hijos y herederos de Juan de Aguilar, difunto, que Dios haya, con la mitad de todas las dichas tierras a la dicha huerta anejas e pertenescientes, con la tercia parte de las casas y herramientas que yo he y tengo en la dicha güerta. La cual dicha huerta ha por linderos de la una parte Huerta de Melchor Pé- rez y por la otra, tierras del dicho pueblo de Xicotlan, la cual vos vendo con la tercia parte de todo el almácigo que en la dicha huerta hay, con toda el arboleda vieja de cacao según e de la manera que yo la hube e compré del dicho Melchor Pérez, e que no entra en esta dicha venta un pedazo de cacao nuevo que yo el dicho Juan Fernández he puesto obra de veinte casas de lo viejo, que en todo ello habrá hasta dos mil e quinientas casas de cacao poco más o menos, que es lo que está arriba de Amatlan, como dice el acequia de agua arriba hasta una hortezuela de hortaliza,377 que esto es de mí, el dicho Juan Fernández Ladrillero y no entra en esta dicha venta, la cual dicha tercia parte del dicho cacao y tierras e aguas, a vos vendo vendida, buena, sana, justa, derecha, sin estar obligada ni hipotecada a censo ni a otra deuda alguna, con todas sus entradas e salidas, usos e costumbres e servidumbres cuantas el día de hoy han y tienen”. Precio de venta 1,950 pesos de oro común. El 2 de enero de 1566, Juan Fernández Ladrillero volvía a insistir pidiendo que Toscano le diera hipotecas abonadas e cuantiosas de la huerta, porque a pesar de haberlo ya solicitado, no ha querido responder, por lo que le “acuso la rebeldía”. El 7 de enero de 1566, ante el alcalde mayor Sánchez de Figueroa, Francisco Toscano dice que “en efecto yo compré de Juan Fernández Ladrillero, alcalde que al presente es, la tercia parte de la mitad de huerta que compró de Melchor Pérez, vecino desta Villa”. Agrega que Juan Fernández Ladrillero le hizo “carta de venta real y le tengo hecha la paga conforme a ella, 377 Cuando Melchor Pérez y Juan Fernández Ladrillero hicieron la memoria de las casas de cacao existentes en la Huerta de Xicotlan y describieron los diversos “cuartos” de la misma, se hace alusión al Cuarto de Amatitlan y al Cuarto de Abajo —“de Amatitlan al monte”— (supra, regº 74), en tanto que aquí se habla de Amatlan; además, supra, regº 101, donde se mencionaron otras referencias. Llamamos ahora la atención en dos aspectos: primero, el proceso de renovación de “la arboleda vieja” con plantas nuevas procedentes de “el almácigo”; en segundo lugar, la existencia de “una hortezuela de hortaliza”, única vez que recordemos se habla a este propósito en los regº de nuestro Archivo. 160 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI y de la dicha carta de venta hago presentación”. Pide al alcalde que le meta en posesión de la mencionada huerta, pues es suya y dice estar aparejado para pagar los derechos a quienes fueren a ponerle en posesión de ella. El alcalde Alonso Sánchez Figueroa, vistos los autos, mandó que Toscano “sea metido” en la posesión de la dicha huerta. Luego, Francisco Toscano dijo que tenía “presentada una escritura de venta que Juan Fernández Ladrillero me hizo de la huerta que me vendió, y tengo necesidad della”. Pide al alcalde mande al escribano “que me la dé, quedando un traslado en el proceso”. Alegó todavía Juan Fernández Ladrillero que no se debía meter en posesión de la huerta a Toscano, ni sacar traslado de la carta de venta, hasta tanto pagara lo por él reclamado. Caja A–5, exp. 4, 7 ff. 114. 1565. Marzo, 14. Juan de Iniesta y Melchor Pérez, procuradores del Cabildo de la Villa de Colima, presentan cargos contra el alcalde mayor y su teniente, ante la Real Audiencia de México. Provisión real fechada el 14 de marzo de 1565378 y dirigida “a vos, Diego de Heredia” como receptor nombrado en el negocio y causa del que se hará mención en esta carta. “Sepades que ante nos en la nuestra Audiencia e Chancillería que reside en la Ciudad de México de la Nueva España, parecieron Melchor Pérez e Juan de Iniesta, vecinos de la Villa de Colima, por sí y en nombre de los demás vecinos della, e como procuradores del Consejo y Universidad, y por una petición que presentaron nos hizo relación diciendo que en la dicha Villa y Provincia de Colima estaba proveído por nuestro alcalde mayor Pedro de Ávila Quiñones, el cual después que usaba y ejercía el dicho cargo, había cometido munchos delitos, excesos e co378 Si bien los regº 114-117 forman una unidad, optamos por separar los diversos procedimientos habidos; además, transcribimos los autos del expediente en orden cronológico. Para una mejor comprensión de los sucesos reseñados: supra, regº 101. sas indebidas en deservicio de Dios Nuestro Señor y nuestro, e daño universal de los vecinos e naturales de la dicha Villa y Provincia, y en lo susodicho le había sido favorable y le había dado consejo, favor y ayuda, Pedro de Vivanco que había sido su teniente en el dicho cargo; y él por sí propio había cometido otros delitos”. Como resultado de estos abusos, muchos vecinos habían abandonado sus casas, trocada su vecindad, yéndose a otras partes, no pudiendo soportar las vejaciones del alcalde mayor y de su teniente, y además “de sus alguaciles y escribanos y otros oficiales”, llegándose a cometer “graves y atroces delitos, dignos de punición y castigo”, por lo que los vecinos imploraban que “mandásemos que se les tomase residencia con suspensión de cargos para que se averiguase lo que en el caso pasaba y fuesen castigados los delincuentes, y que en caso que esto lugar no hubiese, se mandase que un juez comarcano e receptor de la dicha nuestra Audiencia fuese a la dicha Villa y Provincia de Colima, y hiciese averiguación sobre lo contenido en los dichos capítulos y prendiesen los culpados que sobre ello proveyésemos”. El texto de la provisión sigue diciendo: visto todo ello, “fue acordado que debíamos mandar dar esta nuestra carta en la dicha razón, y nos tuvímoslo por bien porque vos mandamos que luego que os fuere mostrada, váis a la dicha Villa y Provincia de Colima y a las demás partes y lugares donde viéredes que conviene y toméis vara de la nuestra Justicia, y habiendo visto los capítulos que en la dicha nuestra Audiencia presentaron los dichos Melchor Pérez e Juan de Iniesta”, hacer la correspondiente información y tomar las providencias pertinentes. El 24 de abril de 1565, en la Villa de Colima, el receptor Diego de Heredia notificó la provisión al alcalde mayor Dávila Quiñones, “e le notifiqué por razón de haber ido los dichos Melchor Pérez e Juan de Iniesta” ante la Real Audiencia para pedir su justicia, “no les prendan ni molesten” con vejación alguna directa o indirecta so pena de quinientos pesos de oro, y además que estaba presto de hacer y recibir la información conforme a la dicha provisión. Fueron tes- 161 José Miguel Romero de Solís tigos don Alonso de Carvajal y Juan Rodríguez Bejarano, vecinos de México. El alcalde mayor dio su respuesta a la dicha notificación, diciendo “que los dichos Melchor Pérez e Juan de Iniesta estaban presos en la cárcel pública desta Villa sobre ciertos delitos que habían cometido, los cuales estando presos quebrantaron las prisiones” y habían huido. Añadía que si los susodichos daban fianzas, los dejaría libres para que pidan su justicia; en caso contrario, mandaba que se hagan los procesos por los que estaban presos. El 26 de abril Juan de Iniesta presentó dos escritos al escribano receptor Diego de Heredia, pidiéndole que los leyera y notificara al alcalde mayor Dávila Quiñones; el contenido del primero es el que sigue: “Muy magnífico señor: Juan de Iniesta, vecino desta Villa e corregidor del pueblo de Escayamoca y su partido por Su Majestad,379 parezco ante V.m. con protesta379 Aunque los corregimientos fueron inicialmente establecidos por la Segunda Audiencia, en 1530 la Corona dio diversas instrucciones acerca de ellos. Su objeto era proteger a los indios contra los abusos de los encomenderos y de sus calpisques, y de doctrinarlos en la fe; también, quitar los indios encomendados de forma irregular por la Primera Audiencia, poniéndolos bajo el cuidado de personas hábiles y de buena conciencia, que habrían de ser sometidos a juicio de residencia, una vez concluido su mandato. Con la llegada de don Luis de Velasco y acentuarse la política de la Corona en contra de la perpetuidad de las encomiendas, se trató de establecer un control sobre los pueblos encomendados, sometiéndolos al corregimiento más cercano y extendiendo la jurisdicción de los corregidores en materia civil y criminal a los pleitos entre españoles y de españoles con indios, para evitar los abusos de los encomenderos. El virrey Velasco recibió instrucciones para nombrar por corregidores a los conquistadores y primeros pobladores más necesitados de ayuda, previa consulta a los oidores. Entre sus funciones, estaban las siguientes: 1) eran jueces de primera instancia, con atribuciones de gobierno y justicia a esfera local; 2) duraban en su mandato dos años, que en ocasiones se prolongaban por más tiempo; 3) hacían cumplir bandos y ordenanzas virreinales; 4) oían en grado de apelación las sentencias de los alcaldes ordinarios; 5) perseguían a los malhechores y vigilaban la moralidad pública; 6) protegían y cuidaban a los naturales; 7) inspeccionaban el abastecimiento de su distrito, castigando abusos y evitando especulaciones que encarecían la vida; 8) cuidaban del mantenimiento y desarrollo de las obras públicas: Sarabia Viejo (1978), 64-67. En este contexto, es explica- ción que ante todas cosas hago que por auto e autos que haga, no se ha visto atribuir a V.m. más jurisdicción de la que de derecho le pertenece, y digo que por V.m. y por Pedro de Vivanco, su teniente, han procedido contra mí diciendo haber yo quitado ciertos mojones de cierta parte, favoreciendo a los indios del pueblo de Coatlan, mi corregimiento, y en ello haber perjudicado a los indios del pueblo de Tecocitlan, pueblo encomendado en Alonso Carrillo, lo cual dicen haber hecho sin tener comisión para ello e no lo pudiendo hacer, e asimismo de otra información o informaciones que V.m. ha hecho de agravios que dice haber cometido en el dicho corregimiento y, caso negado que en alguna cosa yo hubiera excedido, que ni agora se me había de pedir al tiempo que diera residencia del dicho cargo, así en ello como en otras cosas cualesquier que sean, que se me imputasen del dicho cargo, y no agora como V.m. y su teniente han hecho molestándome a prisión sin poderlo hacer de derecho, cuantimás que los delitos que ansí se me imputan son tan leves que por ello no mereciese pena, pues lo hice como corregidor y porque yo amparase a los indios del dicho mi corregimiento en sus tierras, que los indios del pueblo de Tecocitlan les tomaban por fuerza, yo hice en ello lo que era obligado y por Su Majestad sentenciado por su Real Provisión acerca del amparar a los naturales y de que no consienta que se les tomen ni entren en sus tierras por fuerza y contra su voluntad, hasta ser oídos y de derecho vengados”. “Y para esto el teniente de V.m. no debía conocer dello hasta que de mí fuese apelado y en segunda instancia desagraviarse a algunos de las partes hubiese agraviado, cuantimás yo no hice más de adjudicar las dichas tierras a los indios del pueblo de Coatlan, mi corregimiento, manble la situación que refleja el escrito de Juan de Iniesta, corregidor de Escayamoca y su partido. Este pueblo que “anda con Coatlan”, estaba a la ribera del Río Grande de Colima, a cuatro leguas de Colima: SV 250. Bajo la jurisdicción del corregimiento estaban las tierras de Tecocitlan, encomienda que había sido de Jorge Carrillo y que ahora poseía su hijo Alonso Carrillo. A Iniesta sucedió en este corregimiento, Andrés de Madrid: infra, regº 152. 162 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI dando mudar una cruz que los indios del pueblo de Tecocitlan habían puesto en las tierras del dicho pueblo de su propia autoridad, y para esto bastaba haber yo dado noticia dello al teniente de V.m., para que pareciendo las partes ante él, los oyese a justicia sin hacer que las partes se querellasen de mí, recibiendo información de los mismos indios que pretendían las dichas tierras contra mí, e diciendo ser mojones la cruz, e que así había mandado mudar no siendo así porque público e notorio es que en toda esta Provincia, por ningunas justicias, nunca han sido amojonadas ningunas tierras, todo lo cual hizo por me molestar y tenerme a prisión muchos días, sin quererme dar la causa de mi prisión aunque se la pedí muchas veces”. “Y en cuanto a lo otro, menos cometí delito porque yo hice entregar una india que estaba descasada de su marido muchos días y que yo castigase al gobernador que la tenía en su poder sin la querer dar a su marido, tampoco se me ha de imputar culpa por ello, pues hice lo que era obligado e sin que V.m. por ello me molestase, no lo pudiendo hacer de derecho”. “Todo lo cual pienso pedir a su tiempo y lugar, y así por lo uno y por lo otro y por otros agravios y por redimir mi vejación, fui a la Ciudad de México e ante los señores presidente e oidores de la Real Audiencia que en ella residen”. “Y me querellé de V.m. y de su teniente de los dichos agravios y de otros muchos, en nombre desta Villa, e como procurador nombrado por la Justicia e Regimiento desta Villa pidiendo justicia y, para que constase de todo ello, fue proveído a Diego de Heredia, escribano e receptor de la dicha Audiencia, que viniese y recibiese la información de todo lo susodicho en esta Villa, como a V.m. le consta”. “E yo vengo en seguimiento de la causa e así por la comisión que trae e provisión real se le manda a V.m. que no me prenda ni moleste ni haga vejación alguna por razón de me haber ido a quejar y así a V.m. le fue notificada la dicha provisión, en respuesta della respondió que, dando fianzas de que pagaré lo que contra mí fuere juzgado y sentenciado, e que terné e guar- daré carcelería en esta Villa, que me dejaría seguir la causa, todo a fin y efecto de todavía querer seguir e conocer de las causas que contra mí tiene, no lo pudiendo hacer de derecho como dicho tengo, e porque mi justicia e la de mis partes perezcan, por lo la poder seguir como convenga, porque pido y requiero a V.m. con el acatamiento que debo, una y dos y tres veces y más cuantas de derecho a lugar puedo y debo, no proceda contra mí en las dichas causas, pues de derecho no lo puede hacer, ni menos me apremie a que dé ningunas fianzas de cosa ninguna, pues no soy obligado a ello, antes V.m. declare no pertenecerle el conocimiento destas causas, reservándolas hasta su tiempo y lugar, con protestación que hago que no lo haciendo así, que todo lo que contra mí V.m. hiciere, no me pare perjuicio en cosa ninguna”. Por el segundo escrito presentado a Diego de Heredia, Juan de Iniesta recusaba al alcalde mayor por juez en sus causas. A la recusación respondió el alcalde diciendo que lo vería y proveería a su momento, estando de testigos Alonso Carrillo y Juan Ramírez, estantes en la Villa. El 28 respondió al primer escrito el alcalde mayor, diciendo que de no dar y pagar las fianzas, Juan de Iniesta “sea puesto en la cárcel desta Villa” y proveyó sobre la recusación que se le había hecho, nombrando por su acompañado a Andrés de Segura, a Juan Fernández Ladrillero y a Pedro de Granada, vecinos y regidores de la Villa, y a Diego de Velasco, Diego de Mendoza y Juan Ramírez Alarcón, vecinos de la Villa, “personas hábiles e suficientes para el dicho efecto, e a cualquier dellos que el dicho Juan de Iniesta aceptare, y el que nombrare de los susodichos, haga la solemnidad del juramento, lo cual mandó atento a que los alcaldes ordinarios desta Villa son deudos e parientes de Luis de Grijalba e Álvaro de Grijalba, su hermano, e Pero López de Herrera, personas que dieron el poder e que son personas que no saben leer ni escribir, e así lo proveyó e firmólo de su nombre”. En el febrero de 1566, ante el juez de residencia Alonso Sánchez de Figueroa, fue presentado el siguiente escrito: 163 José Miguel Romero de Solís “Juan de Iniesta, vecino y procurador desta Villa, parezco ante V.m. en la mejor vía e forma que más a mi derecho convenga, e premisas las solemnidades de derecho, me querello de Pedro Dávila Quiñones, alcalde mayor que fue desta Villa, e contando el caso de mi querella digo que [...], habiendo yo sido nombrado por procurador desta Villa el año próximo pasado de sesenta e cinco [1565] por la Justicia y Regimiento della para que fuese a la Ciudad de México ante los señores presidente e oydores y diese noticia a Su Majestad de muchos agravios, molestias y vejaciones hechas por el dicho alcalde mayor y Pedro de Vivanco, su teniente, a los vecinos desta Villa y a los naturales desta Provincia, ante los cuales yo fui y di entera relación y querellas contra los susodichos; y visto por Su Majestad fue proveído de un receptor de la dicha Audiencia”. Entre otras providencias, se le mandó decir al alcalde mayor que no molestase por ninguna vía al procurador; también “por un auto hecho por el dicho receptor en que le mandaba so cierta pena no excediese de lo que por Su Majestad le era mandado por la real provisión, que le notificó acerca de que no me prendiese, y sobre ello respondió ciertas respuestas sobre lo cual yo repliqué alegando de mi derecho, e de que no debía conocer de ninguna causa mía; y habiéndole recusado en mis negocios e causas como de todo constará por este testimonio y traslado de todos los autos y de la provisión de que hago presentación; y el dicho alcalde mayor continuando su mal propósito y como persona inobediente y siempre tuvo por costumbre no obedecer las provisiones e mandamientos reales, de hecho y contra todo derecho, apelando gente e dos alguaciles e criados y negros suyos, fueron a mi casa donde estaba pacífico con mi mujer y hijos, y me prendieron y llevaron a la cárcel pública desta Villa y me echaron muy gravadas prisiones y en un cepo de palo que tenían para negros por más me molestar, poniéndome carceleros y guardas de negros y españoles, y cerradas las puertas de la dicha cárcel sin consentir que ningún vecino fuese a verme, y quitando que se me diese ningún refrigerio de comida ni otra cosa, sino cuando su voluntad era, donde me tuvo pre- so más de un mes y hasta que se fue desta Villa; y aunque por el Cabildo le fueron hechos muchos requerimientos, no consintió ni quiso que yo fuese en seguimiento de lo que yo contra él había pedido, y como si yo hubiera cometido algún delito de crimen que por él mereciera pena de muerte, diciendo contra mí muchas palabras feas”. A consecuencia de todo ello, agrega Iniesta, perdió “parte de arboleda nueva que tenía plantada, de más de los frutos y menoscabos que se me crecieron por la dicha prisión, que a común estimación, son en más cantidad de dos mil pesos de minas”. Juan de Iniesta pide y suplica que habida cuenta de esta relación, testimonios y cartas de pago que presenta “que es de las costas sin lo que yo gasté en ir y venir a México en seguimiento de la causa, que son más de otros quinientos pesos de oro, pido sea condenado a que me dé y pague todas las costas que así hice con todos los daños [y] menoscabos”. Recibo firmado por Julián de Frías el 1° de mayo de 1565 por 50 pesos de oro común en favor de Juan de Iniesta, “los cuales me distes para que diese en México veinte pesos a Álvaro Ruiz, procurador, y los treinta para gastos de mi persona”; dice que los recibió “de vos como procurador y para que yo fuese a llevar ciertos testimonios y recaudos tocantes a esta Villa y contra Pedro Dávila”. El 14 de mayo de 1565, “estando en lo alto de las casas de la Audiencia de la dicha Villa, donde dijeron personas que en de estaban, que era cárcel adonde estaban presos Juan de Iniesta con un pie en un cepo de palo e el dicho Melchor Pérez con una cadena de hierro a un pie”. Ambos presentaron un requerimiento ante Diego de Heredia, cuyo tenor era el siguiente: “Muy magnífico señor: Juan de Iniesta e Melchor Pérez, vecinos desta Villa e Provincia della, parescemos ante V.m. e decimos que por mandado de Su Majestad, V.m. está tomando cierta información contra Pedro Dávila Quiñones, alcalde mayor desta Villa, e Pedro de Vivanco, su teniente, de los mu- 164 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI chos agravios e molestias que los sobredichos han hecho a nosotros y los vecinos desta Villa”. Y mientras el receptor hace la información, “el dicho Pedro Dávila Quiñones, alcalde mayor, continuando su mal propósito” y queriendo impedir cabal justicia, “nos ha mandado prender e nos tiene presos” en la cárcel pública, poniéndonos “con prisiones sin haber nosotros cometido ningún delito” y estando “debajo del amparo real”, como “V.m. le tiene notificado la provisión de Su Majestad”, y a pesar de que en ella se manda “que no nos prenda ni nos haga molestia ninguna”, contra lo que se le manda “nos tiene molestados como dicho es”. Los detenidos piden que el juez receptor “haga los requerimientos que de derecho debe al dicho alcalde mayor, luego nos suelte de la prisión en que estamos, y no lo haciendo así, V.m. nos lo mande dar por testimonio y ansí mismo de la prisión en que nos tiene, juntamente con el traslado de la provisión que V.m. le notificó, e auto e penas que para ello V.m. le puso, para lo presentar a donde nuestro derecho convenga”. Fueron testigos de esta petición Baltasar de Alcalá y Juan Rodríguez Bejarano, estantes en Colima. El escribano Diego de Heredia, juez receptor, respondió “que estaba presto de guardar e cumplir” la provisión real y que les daría “testimonio de todo aquello que fuere obligado”. Al día siguiente, Heredia notificó por segunda vez al alcalde mayor “que no les tenga presos ni molestados, ni les haga vejación alguna por razón de haberse ido a quejar de él e de su teniente a la Real Audiencia, so las penas contenidas en el primero auto que por mí le fue notificado”. Testigo; el escribano Juan de Segovia. El 17 de mayo respondió a esta segunda notificación el alcalde mayor, diciendo que “las causas por que los dichos Melchor Pérez y Juan de Iniesta están presos, son muchas y criminales como es notorio, y el dicho señor alcalde mayor tiene acompañado e no puede entender en ellas el uno sin el otro, e los susodichos e la persona que en su nombre quisiere pedir justicia puede ocurrir ante entrambos e hacérsela ha muy cum- plidamente sin que se tenga atención a pasión y malicia que ellos tienen”. Dos días antes, “estando en lo alto de la casa de la Audiencia, cárcel de la dicha Villa, donde estaban presos Melchor Pérez e Juan de Iniesta”, ambos presentaron el siguiente requerimiento ante el escribano receptor Diego de Heredia: “Escribano que presente estáis, dadnos por fe y testimonio a mí, Melchor Pérez y Juan de Iniesta, vecinos desta Villa y procuradores della, de cómo estando nosotros en esta Villa en seguimiento de nuestra justicia acerca de las informaciones que por mandado de Su Majestad está V.m. tomando contra Pedro Dávila Quiñones, alcalde mayor desta Villa, y Pedro de Vivanco, su teniente, de los muchos agravios, molestias y vejaciones que ha hecho a los vecinos desta Villa y a nosotros, y a los naturales desta Provincia, y como dicho es, estando nosotros en seguimiento de lo susodicho y presentando los testigos de que nos entendemos aprovechar y habiendo venido debajo del amparo real de Su Majestad y por la provisión y comisión que V.m. trae, se la manda al dicho alcalde mayor no nos prenda ni moleste ni haga vejación alguna, y por V.m. se le ha notificado la dicha provisión, y notificado un auto, y poniéndole cierta pena, el cual respondió que, dando ciertas fianzas en razón de ciertas informaciones que dice tener contra nosotros, que pagaríamos lo que contra nosotros fuese juzgado y sentenciado, nos dejaría seguir nuestra justicia; y así, yo el dicho Melchor Pérez, porque mi justicia no pereciese, me ofrecí a dar las dichas fianzas, y queriéndolas dar, no las quiso recibir, y yo el dicho Juan de Iniesta alegué sobre ello mi justicia como de todo consta por un escrito que ante el dicho alcalde mayor presenté y ante V.m., al cual me refiero, y agora el dicho Pedro Dávila, alcalde mayor, nos ha mandado prender y nos tiene presos en esta cárcel pública con prisiones y en un cepo haciéndonos muchas molestias, yendo contra lo que Su Majestad le manda, todo a fin y con intento de que nuestra justicia perezca y no podamos seguir esta causa y estorbar de que no presentemos los testigos de que nos entendemos aprovechar, y para que viendo los naturales des- 165 José Miguel Romero de Solís ta Provincia que puede molestarnos, no osen venir a decir ni declarar las muchas molestias y agravios que les ha hecho, porque como a V.m. consta, son indios y de poco sustén, y por poca cosa que vean, no osarán decir contra él nada, demás de que ya a V.m. consta que en todo lo que ha podido estorbar sobre este negocio, lo ha hecho, enviando a prender a las personas que V.m. enviaba, y trayendo alguaciles por la Provincia estorbándolos a que no vengan, y otras cosas de que conviene a nuestro derecho”. Los detenidos insisten nuevamente en que “nos ofrecemos a dar las dichas fianzas, aunque no éramos obligados a ello, no tan solamente no las ha querido recibir, pero aún nuestras peticiones no nos las ha querido admitir ni ver, diciendo que claramente nos ha de molestar y otras cosas y él, como dicho es, nos tiene con prisiones y cepo como si nosotros hubiéramos cometido graves y atroces delitos que por ello mereciéramos muerte, poniéndonos guardar y carceleros, todo a fin de que, como dicho es, dejemos de seguir nuestra justicia”. Por tanto, piden al escribano receptor que les dé por testimonio “todo lo susodicho, y en la prisión que nos tiene, y ansimismo inserta la provisión y comisión que V.m. tiene, y el auto que V.m. le notificó, y ansimismo de todas las peticiones que sobre este caso presentamos. Otrosí decimos que como a V.m. consta, nosotros habemos recusado al dicho alcalde mayor y le habemos pedido se acompañe conforme a derecho con un alcalde ordinario desta Villa para en nuestros negocios y por tenerle por odioso y sospechoso en nuestros negocios, para que no pudiese proceder contra nosotros sin acompañado, el cual no lo ha querido hacer como le tenemos pedido y conforme a como es obligado”. Dicen también Melchor Pérez e Iniesta, que por más molestarlos, el alcalde mayor “ha mandado que en la Provincia no nos vendan ningunos bastimentos ni nos vayan a beneficiar nuestras haciendas, de todo lo cual recibimos gran vejación, demás de que las prisiones que nos tienen echadas son tan agravadas que nos tienen a punto de muerte por ser tan apretadas, y para que de todo conste a Su Majestad, pedimos V.m. las vea y de todo se nos dé por testimonio”. Diego de Heredia notificó este requerimiento al alcalde mayor, siendo testigos de ello Pedro de Vivanco y Juan de Huarte, vecino y estante respectivamente. Pedro Dávila Quiñones dijo al escribano receptor que “responderá en el término de la ley, e que no le dé testimonio [a los presos] sin su respuesta”. El 17 de mayo dio su respuesta el alcalde mayor. “Dijo que en el dicho requerimiento como por él parece, dicen los tienen presos el dicho señor alcalde mayor y a efecto de les estorbar no sigan su justicia como procuradores del Cabildo desta Villa, e por les molestar y vejar e otras cosas que se contienen en el dicho requerimiento, lo cual es impertinente y querer decir que en ellos no se ejecute ni se haga justicia so color de procuradores de república, lo cual no son como es público y notorio, ni tienen poder para ello, sino tan solamente de tres regidores que eran e son enemigos mortales del dicho señor alcalde mayor, e ciertamente y en voz de república y ejecutando y queriendo iradamente con su mala intención, dieron el dicho poder e han puesto e pedido los capítulos que ante mí el dicho escribano receptor están presentados, los cuales no hay vecinos en esta Villa que tal puedan querelle, sino es los dichos Melchor Pérez y Juan de Iniesta con voz diciendo tener el dicho poder de los dichos tres regidores apasionados, y porque los delitos y excesos y desvergüenzas, que el dicho Melchor Pérez y Juan de Iniesta han hecho y hacen cada día con el dicho señor alcalde mayor y con las demás justicias que han sido en esta Villa, no sean castigados ni condenados en las penas que merecen”. Dice también el alcalde mayor que, convencidos como estaban los ahora presos de que no se les podía castigar conforme a derecho, “se han juntado e juntan con los dichos regidores que apasionadamente dieron el dicho poder, e ordenan e manejan cómo el dicho alcalde mayor no entienda en sus causas, porque quieren salir con lo que han cometido, e Su Majestad e su Real Audiencia en su nombre no manda ni per- 166 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI mite que deje de seguirse la justicia contra los dichos Melchor Pérez y Juan de Iniesta, especialmente, que en la una causa de las que porque el dicho Melchor Pérez está preso, es porque mató un negro, el valor del cual pertenece a la Real Hacienda, e otra causa es porque, después que está preso, hizo e mandó poner una copla a manera de libelo en las casas e puerta de las Casas Reales desta Villa, donde vive el dicho señor alcalde mayor, por la cual le dan a entender que, aunque hace caudal dellos, que vendrá juez y que entonces lo hará, y por otros procesos y delitos que ansí él como el dicho Juan de Iniesta han cometido están presos e por justificar la causa porque por su malicia no piensen que él tenga alguna pasión, pues en él no la hay, se ha acompañado con Diego de Mendoza, vecino desta Villa, persona de calidad y buen cristiano, y de ciencia y conciencia, y amigo de los susodichos, para que ante él e ante mí sigan sus causas, y les está mandado al dicho Melchor Pérez que dando fianzas, de estar a derecho con el fiscal, tenga esta Villa por cárcel, y al dicho Juan de Iniesta, atento a que está preso porque sin autoridad alguna derribó ciertos mojones que estaban puestos entre ciertos pueblos, y los pasó mucha tierra más adelante, no han querido hacerlo, sino decir que no los pueden tener presos el dicho señor alcalde mayor ni hacer justicia contra ellos por virtud de la comisión que yo, el dicho escribano receptor, traje, la cual solamente manda que por haberse ido lossusodichos a quejar a México e quebrantado la cárcel donde estaban presos, no sean molestados, y por esto el dicho señor alcalde mayor no ha procedido contra ellos por ninguna vía, y para que conste a Su Majestad e a su presidente e oidores que residen en la su Real Audiencia de la Ciudad de México de las culpas que tienen, dijo que pedía y requería a mí, el dicho escribano receptor, saque un traslado autorizado de los dichos procesos que se han hecho contra los susodichos, para que a la vista se provéa lo que más convenga”. “Y en lo que toca a decir que le han pedido al dicho señor alcalde mayor que se acompañe con un alcalde ordinario desta Villa y que no lo ha hecho, y como tiene dicho y es notorio e por los autos parece haberse acompañado con persona en quien concurren las calidades necesarias, e si no se ha acompañado con cualquier de los dos alcaldes ordinarios que hay en esta dicha Villa, la causa es porque Hernando de Grijalba y Hernando de Gamboa, alcaldes ordinarios, son los que favorecen e ayudan y sustentan a los dichos Melchor Pérez y Juan de Iniesta, por haberse ido a México por su mandado a pedir los dichos capítulos, pensando hacer lo que ellos quisieren de que no haya alcalde mayor que les vaya a la mano, los cuales son íntimos amigos de los dichos presos, y enemigos mortales del dicho señor alcalde mayor e su teniente, e ansí lo han dicho e publicado públicamente, que no quieren pedir nada si el dicho alcalde mayor se va desta Villa a efecto de que en ella no haya quien haga justicia y ellos hagan lo que quisieren. Y en lo que toca a decir que el dicho señor alcalde mayor ha mandado que no se les vendan bastimentos ni se les beneficien sus huertas, no se hallará tal sino que los susodichos por parecerles que su relación falsa con la prisión que tienen se ha de creer y que en ellos se ha de ejecutar justicia, e que las prisiones que tienen son honestas y conforme a los delitos que han cometido, porque Melchor Pérez solamente tiene una cadena a un pie, por no haber querido dar las fianzas que les están mandadas dar, y porque tiene de costumbre huirse de la iglesia, y de allí decir coplas y remoquetes380 a las justicias, y después irse a México e a otras partes, e querer que en él no se haga justicia, y el dicho Juan de Iniesta tan solamente tiene un pie en el cepo, las cuales prisiones son moderadas y no injustas, y para que conste como dicho es de sus culpas a Su Majestad, pidió a mí el dicho escribano saque aquí un traslado de los dichos procesos y de la comisión que yo el dicho escribano receptor tengo, para que por ellos se vea no mandar a Su Majestad que en ellos no se deje de hacer justicia por los delitos que han cometido e no vaya lo uno sin lo 380 Remoquete: dicho satírico. Véase el sugestivo artículo titulado “Coplas y copleros”, en: Sevilla del Río (1974), 19-26. 167 José Miguel Romero de Solís otro, e si fuere no me pare perjuicio, e pidiólo por testimonio”. Diego de Heredia respondió que si el alcalde mayor “quisiere presentar algunos procesos de los que dicen su descargo, los presente ante quien e con derecho deba”. Testigos fueron Diego de Mendoza y Baltasar de Alcalá. Caja A–5, exp. 5, ff. 1-14. 115. 1565. Abril, 30. Baltasar de Alcalá, en nombre de Pedro Dávila Quiñones, pide al alcalde Hernando de Gamboa tomar información de cómo Melchor Pérez y Juan de Iniesta no tenían poder del Cabildo para solicitar lo que pidieron ante la Real Audiencia de México. Ante el alcalde ordinario Hernando de Gamboa, Baltasar de Alcalá, en nombre del alcalde mayor Pedro Dávila Quiñones, presentó un escrito cuyo tenor es el que sigue. “A noticia de mi parte es venido que por parte de un Melchor Pérez y un Juan de Iniesta, por una petición que presentaron ante los señores del Cabildo desta Villa, hacen relación diciendo que cierto poder que cuatro regidores, que fueron el año pasado desta Villa, les dieron comisión y una instrucción firmada de los dichos regidores que pidiesen en la Ciudad de México juez de residencia y juez de agravios y otras cosas contenidas en la dicha su petición”.381 Escribe Alcalá que todo lo que “articularon en la Ciudad de México”, fue cosa de ellos ya que el teniente de alcalde mayor Pedro de Vivanco los había puesto presos para castigarlos por diversos delitos cometidos. Ambos entonces huyeron de la cárcel, “y pusieron en la dicha Real Audiencia muchos capítulos contra mi parte, sin tener instrucción del dicho Cabildo, porque el intento de él [el Cabildo] no fue sino que pidiesen lo que conviniese a la libertad de los naturales”, lo que resulta claro ya que “agora los señores del Cabildo lo pronunciaron por un auto”, desautorizando lo hecho por los susodichos procuradores. Pide Baltasar de Alcalá al alcalde ordinario “mande se reciba la información de cómo no llevaron más de la instrucción de la libertad de los naturales y jurisdicción de los alcaldes, y habida, los mande prender y prenda los cuerpos, y presos se proceda contra ellos como contra aquellas personas que usan de los poderes en causas criminales que no son bastantes y hacen siniestras relaciones”. Pide que a Melchor Pérez y Juan de Iniesta se les condene “en las mayores y graves penas”. Se anexa el poder otorgado por Pedro Dávila Quiñones en favor de Baltasar de Alcalá, “residente en esta Villa”, ante el escribano Miguel Rodríguez con fecha de 28 de abril de 1565, siendo sus testigos Diego de Velasco, Diego López de Almodóvar y Gonzalo de Lasarte. Presentados poder y petición, el alcalde Hernando de Gamboa respondió que por la provisión real382 que traía el receptor de la Real Audiencia de México Diego de Heredia, era claro que los señores presidente y oidores de ella habían dado por bueno el poder otorgado por el Cabildo de la Villa a Melchor Pérez y Juan de Iniesta, y que por la misma provisión real parece que la dicha causa pasa ante la Real Audiencia, y que en consecuencia “el dicho señor alcalde no es parte para conocer de la dicha causa”. Caja A–5, exp. 5, ff. 18-19. 116. 1565. Junio, 5. Melchor Pérez y Juan de Iniesta, procuradores de la Villa de Colima, piden ante la Justicia y Regimiento de ella, que se haga información sobre ciertos incidentes surgidos entre ellos y el alcalde mayor Dávila Quiñones. “Ante los muy magníficos señores Justicia e Regidores, conviene a saber, Hernando de Gamboa e Hernando de Grijalba e Juan de la Torre e Andrés de Segura e Bernaldino Cola e Julián de Frías, regidores, yo el escribano yusoescripto leí a los dichos señores Justicia e Regidores esta pe382 381 Supra, regº 114. El contenido de esta real provisión, fechada el 14 de marzo de 1565, en el regº 114. 168 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI tición de pedimento de Melchor Pérez e Juan de Iniesta, procuradores”.383 Pérez e Iniesta, “vecinos desta Villa e procuradores della, decimos que ya a Vuesas mercedes consta cómo nosotros fuimos a la Ciudad de México con poder del Cabildo pasado, e ante los señores presidente e oidores de la Real Audiencia a dar noticia a Su Majestad de los muchos agravios, molestias y vejaciones hechas por Pedro Dávila Quiñones, alcalde mayor desta Villa y Pedro de Vivanco, su teniente, a los vecinos desta Villa y a los naturales desta Provincia, que como a Vuesas mercedes consta son grandes y de grandes vejaciones, de todo lo cual como procuradores nos querellamos dellos pidiendo no fuese prorrogado y se proveyese se dé residencia contra los susodichos, y por los dichos señores presidente e oidores visto fue proveído de un receptor para que recibiese información de los dichos agravios, y estando recibiendo las dichas informaciones el dicho receptor,384 a nuestra noticia ha venido que el dicho alcalde mayor hizo llamar a tres regidores en su casa y en su cámara y teniendo entendido que como alcalde mayor y justicia que es y que no harían más de lo que él quisiese, les hizo hacer cierto cabildo prohibido y vedado, y sin llamar a los demás regidores y alcaldes ordinarios estando como estaban en esta Villa, y ante Juan de Segovia, escribano de Su Majestad, cuñado del dicho Pedro de Vivanco, y dieron e otorgaron cierto poder en contra de los que por Vuesas mercedes están dados y por el Cabildo pasado en pro y utilidad desta Villa para pedir lo que se ha pedido contra el dicho alcalde mayor y su teniente, y en el dicho poder revocaban otros poderes por Vuesas mercedes dados. Por tanto, a Vuesas mercedes pedimos e requerimos tomen información de lo que acerca de lo susodicho pasa y que declaren con juramento los dichos regidores lo que contenía el dicho poder y qué cartas misivas o peticiones firmaron, y qué vecinos firmaron en ellos e para qué efecto, e por cuyo mandado e dónde, 383 Supra, regº 114. El receptor designado fue Diego de Heredia: supra, regº 114. Meses después, fue designado juez de residencia Alonso Sánchez de Figueroa: infra, regº 117. 384 e si para ello fueron llamados o rogados, e todo lo demás que Vuesas mercedes vieren que conviene para saber y averiguar verdad acerca de lo susodicho; y recibido, pedimos se nos mande dar la dicha información con las dichas declaraciones en pública forma para lo presentar a donde al derecho desta Villa conviene, y pedimos justicia”. Justicia y Regidores dijeron “que se comete al señor Hernando de Gamboa para que lo averigüe e haga en el caso justicia, e así lo proveyeron e lo firmaron de sus nombres”. Firman Gamboa, Grijalba, Juan de la Torre, Segura, Cola y Frías, y el escribano Pero Ruiz. Al día siguiente, el alcalde Hernando de Gamboa mandó comparecer a Andrés de Segura, regidor y vecino de Colima, quien después de prestar juramento, dijo que era regidor de la Villa “este presente año”, y que sabe del caso que “munchos vecinos desta Villa y este declarante con ellos firmaron una carta para la Real Audiencia de México, suplicando que prorrogasen a Pedro de Ávila y Quiñones, alcalde mayor por segundo año y que dende a pocos días el dicho Pedro Dávila dijo a este declarante que era menester un poder para presentar la dicha carta y así este declarante y ciertos vecinos de los que firmaron la carta, firmaron el dicho poder en blanco ante Juan de Segovia, escribano de Su Majestad, y este declarante no dio como regidor el dicho poder ni hubo cabildo para ello, ni se juntaron para ello en nombre de cabildo, porque estaban los alcaldes ordinarios e otros regidores en la Villa, mas como dicho tiene otorgó el dicho poder en blanco con ciertos vecinos para Juan de Alcalá,385 para que presentase la dicha carta y no para otro efecto ninguno, ni se dio poder para otro efecto ni revocaron ningún poder a ninguna persona, e que ésta es la verdad e lo que sabe deste caso por el juramento que hizo”. El testigo dijo tener 40 años de edad. Juan de la Torre fue llamado a prestar declaración. Dijo ser “regidor desta Villa este presente año y nunca firmó carta ni dio poder como regidor ni como vecino a pedimento del dicho Pe385 169 Provisor de causas en México: supra, regº 83. José Miguel Romero de Solís dro Dávila, e que ésta es la verdad, e demás de lo susodicho, ha oído decir este declarante que el dicho Pedro Dávila llevó una carta de ciertos vecinos para la Real Audiencia, pidiendo le prorrogasen por segundo año, y que habían llevado cierto poder, y que ésta es la verdad”. Dijo tener 50 años. Bernaldino Cola juró y ésta fue su declaración: dijo ser “regidor este presente año, e que ha oído decir que ciertos vecinos firmaron una carta en favor de Pedro Dávila Quiñones para la Real Audiencia de México, para que le prorrogasen por segundo año, e que este declarante no firmó la dicha carta ni se halló en ella, y que este declarante oyó decir que llevaba un poder Pedro de Vivanco e Juan de Segovia, escribano de Su Majestad, firmada de tres regidores por obra de Cabildo, pero que este declarante no se halló en él ni se halló presente al firmar el dicho poder, ni lo vio, mas de que Cristóbal Cola, clérigo, escribió a este declarante una carta” donde le decía que “Pedro de Vivanco le había dicho o leído un poder que iba firmado de tres regidores y que una carta iba firmada de diez y siete o diez y ocho vecinos en que por ella enviaron a suplicar a los señores oidores de la Audiencia Real de México prorroguen al dicho Pedro Dávila por segundo año, e que todo esto sabe por la dicha carta que le escribieron e no otra cosa, e que esto es la verdad e lo que sabe so cargo del juramento que tiene fecho”. Dijo tener más de 30 años de edad. El 7 de junio fue llamado a comparecer Juan Fernández Ladrillero, “regidor este presente año”. Declaró que “estando este declarante en su casa, le envió a llamar el señor alcalde mayor Pedro Dávila Quiñones, y este declarante fue luego a las casas del dicho alcalde mayor donde halló al dicho alcalde mayor y a Diego de Mendoza y a Diego de Velasco y a Andrés de Segura y a Pedro de Granada, y a otros vecinos de que no se acuerda de sus nombres, y entre ellos a Miguel Rodríguez, escribano de Su Majestad. Y el dicho alcalde mayor rogó a este declarante firmase allí en un papel que le fue mostrado en que enviaban a suplicar a los señores presidente e oidores de la Real Audiencia de México para que el dicho Pedro Dávila le prorrogasen por segundo año, y que este declarante firmó, e que por no saber leer este declarante que no supo lo que fue, porque no se lo leyeron más que de palabra le dijeron que era lo que dicho tiene, e que no le pare perjuicio de lo que así ha firmado por no saber escribir como dicho tiene, e que lo mismos hizo e firmó en una carta quince o veinte días antes poco más o menos, e que le dijeron a este declarante que era este poder para presentar la carta ante Su Majestad para pedir la dicha prorrogación, e que este declarante firmó la dicha carta e poder e que no fue por vía de cabildo sino por ruego, e que el dicho poder no se dio para otra cosa sino para tan solamente presentar la dicha carta que había firmado antes, e que esto es la verdad e lo que sabe so cargo del juramento que tiene fecho”. Dijo ser de 50 años de edad.386 El 9 de junio atestiguó Pedro de Granada, “regidor este presente año”. Dijo que “estando este declarante un día en casa del alcalde mayor Pedro Dávila Quiñones, le rogó firmase una carta para enviar a los señores presidente e oidores de la Real Audiencia de México, suplicando le prorrogasen al dicho Pedro Dávila por segundo año, y este declarante lo firmó con otros vecinos desta Villa, e que luego firmó un poder para presentar en la Audiencia Real de México la dicha carta e acuerdo, y que este poder se dio para tan solamente presentar la dicha carta, el cual no fue por obra de cabildo, porque si fuera Cabildo se hallarían en él los alcaldes ordinarios e los demás regidores que estaban en la Villa al tiempo que este declarante firmó la dicha carta e poder, e que no dio el dicho poder sino como un vecino e que este declarante leyó el dicho poder e que no decía más de para presentar la dicha carta, e que ésta es la verdad de lo que sabe”. Dijo tener más de 40 años de edad. “E así tomadas e rescibidas las dichas informaciones”, el alcalde Gamboa mandó al escri386 El escribano, cuando hace las correcciones a la declaración, escribe: “Demás de lo susodicho, dijo este declarante que lo susodicho no fue por vía de Cabildo ni había alcaldes ordinarios ni los demás regidores [estaban] presentes cuando se dio el dicho poder”. 170 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI bano Pero Ruiz hacer traslado fiel de estas diligencias y darlo en pública forma a los procuradores Pérez e Iniesta, para que lo presenten donde vieren que sea conveniente. Así lo hizo el escribano, ante los testigos Juan de la Torre y Juan de Arrúe,387 estantes en esta Villa, “y el dicho señor alcalde lo firmó de su nombre aquí en el registro”. Caja A–5, exp. 5, ff. 15-17. 117. 1566. Febrero, 20. Alegatos que presentan Miguel Rodríguez, en nombre de Pedro Dávila Quiñones, alcalde mayor que fue de Colima, y Juan de Iniesta, ante el juez de residencia Alonso Sánchez de Figueroa. El 20 de febrero de 1566, ante Alonso Sánchez de Figueroa, juez de residencia, el escribano “Miguel Rodríguez, por parte de Pedro de Ávila, alcalde mayor que fue desta Villa, respondiendo a una querella que por Juan de Iniesta fue presentada contra mi parte, que por ella dice que siendo alcalde mayor le tuvo preso y encarcelado y hizo ciertos agravios [...], digo que la dicha querella no se debe de admitir por causa criminal” y da sus razones.388 El mismo día, Juan de Iniesta decía que la causa contra Pedro Dávila Quiñones “sobre las costas que yo he hecho y agravios que me hizo siendo alcalde mayor desta Villa”, se haya por conclusa, y pedía al juez de residencia determinarla. 387 El estante Juan de Arrúe era a la sazón vecino de México: infra, III, regº 558, sin embargo, un año después, en 1566, estaba avecindado en Colima: infra, regº 125, y de él se decía que era “mercader residente en Colima”: infra, IV, regº 789, y estaba asociado con el vecino y mercader de México Alonso de la Puerta, cuyas cuentas cobraba en esta provincia. Quizá se trate de un entallador que trabajó en la Catedral de Sevilla en 1547 y que dos años más tarde pasó a Indias: Toussaint (1990), 70-71. Es posible que en 1565 procreara de Marta Calzonzi, indígena de los Pueblos de Ávalos, a su homónimo Juan de Arrúe o De la Rúa —como en ocasiones es registrado— que con el tiempo se convirtió en importante pintor en la Nueva España: López Sarrelangue (1965), 201-202. 388 Supra, regº 114. El 23 de febrero, Juan de Iniesta respondía a su vez al alegato de Miguel Rodríguez. Entre otras cosas decía que los delitos que le imputaba el alcalde mayor y los procesos que le hizo, “fueron injustamente hechos” porque “fueron hechos maliciosamente e después de haber yo ido a la Ciudad de México a me quejar del dicho alcalde mayor y de su teniente ante los señores presidente e oidores, e para ello hizo venir a los gobernadores de mi corregimiento y los indució a que se querellasen de mi sin haber causa ni razón para ello; lo otro porque menos delito cometí en amparar a los naturales del dicho mi corregimiento a que no les tomasen sus tierras hasta que fuesen oidos a justicia, pues a ello era yo obligado como tal corregidor y Su Majestad me da facultad no consienta se les haga ningún agravio, y Pedro de Vivanco, siendo teniente del dicho Pedro Dávila, me molestó a prisión por ello e sin haber causa ni razón mas de solamente tener por costumbre hacer procesos de cosas livianas y tener a los vecinos sujetos a que no osasen pedir contra ellos nada”. Por otra parte, en lugar de oír a los naturales de su corregimiento con objeto de impartir justicia, “les tornó a quitar sus tierras y las adjudicó a los indios de Alonso Carrillo, su íntimo amigo, sin lo poder hacer de derecho”. De todo ello, el alcalde mayor y su teniente enviaron a la Real Audiencia de México “los traslados e informando de relaciones falsas y con cartas de justicia para que me prendiesen y enviasen a esta Villa preso, e visto por Su Majestad se cometió al semanero para que los viese, e vista la poca culpa que contra mí resultaba, e antes haber hecho lo que debía como buen corregidor, mandaron dar provisión para que Luis de Grijalba oyese a los indios del dicho mi corregimiento a justicia, y a mí se me dio provisión de amparo” para evitar que se le tomara preso o se le molestara, y más, porque el asunto venía cometido a Luis de Grijalba, “no tenía para qué el dicho alcalde mayor tornar a conocer desta causa”. Agregaba Juan de Iniesta en su escrito que tampoco el alcalde mayor tenía motivo para “inducir a los gobernadores a que diesen querellas 171 José Miguel Romero de Solís de mí enviándolos a llamar, pues yo tenía residencia, y hasta que yo la diese, no tenía para qué inducirlos a cosa ninguna, de todos los cuales dichos procesos e informaciones, visto su malicia e haberlos hecho y fulminados con pasión y enojo que de mí tenían el dicho Pedro Dávila y su teniente”. Caja A–5, exp. 5, ff. 20-24. 118. 1565. Junio, 20. Juan Preciado reclama a Francisco de Cepeda trece pesos que sobraron de un repartimiento de dineros que se hizo para pagar los servicios de un clérigo en los pueblos de los Motines y en Alimancin y Epatlan. Ante Diego de Velasco, teniente de alcalde mayor en la Villa de Colima, fue presentado el siguiente escrito: “Juan Preciado, vecino desta Villa, ante V.m. parezco y digo que habrá cuatro años poco más o menos que, siendo Diego de Mendoza, teniente de alcalde mayor por mandado del señor Visorrey, hizo cierto repartimiento de dineros entre los pueblos de los Motines para pagar un clérigo que los visitaba; y de Alimanzi y Epatlan que yo tengo a cargo, tomaron ciertas mantas y se vendieron y remataron delante de Francisco de Cepeda que a la sazón era teniente de contador. Y de lo procedido de las dichas mantas pagaron lo que cupo a los dichos mis pueblos al dicho clérigo, y sobraron trece pesos, los cuales dichos trece pesos dio y entregó el dicho Diego de Mendoza al dicho Francisco de Cepeda. Pido y suplico a V.m. mande tomar y tome juramento al dicho Diego de Mendoza si es ansí; y si ansí lo jura, V.m. le mande al dicho Francisco de Cepeda me dé y pague los dichos trece pesos que ansí recibió, pues son míos y en todo un año del tributo de él no me vino cosa alguna si no fue estos trece pesos”. Visto por el teniente de alcalde, mandó que Diego de Mendoza respondiera bajo juramento a lo que pedía Juan Preciado. Mendoza declaró que en efecto él había dado y entregado a Cepeda dicha cantidad de pesos. Preciado, entonces, pidió que Francisco de Cepeda le pagara los trece pesos. El teniente de alcalde mayor ordenó a Cepeda, quien presente estaba, que “hoy en todo el día muestre recaudos bastantes de cómo ha pagado al dicho Juan Preciado los dichos trece pesos, con apercibimiento que no mostrándolo dentro en el dicho término, proveerá en el caso”. Fueron testigos del auto Baltasar de Alcalá, Diego Morán y Luis de Grijalba, vecinos de Colima, fungiendo como escribano Pero Ruiz. Caja A–5, exp. 6, f. 1. 119. 1565. Junio, 14. Juan de Arana pide que Elvira Lorenzo, viuda de Domingo López, tutor de los menores del mercader Diego Díaz, pague doscientos pesos de principal y censos corridos. Ante el alcalde ordinario Hernando de Gamboa, Juan de Arana dijo que “al tiempo que Diego Díaz, mercader que fue en esta Villa, murió, dejó dos hijos bastardos y en su testamento mandó se les diese de sus bienes a cada [uno] cien pesos; y por ser Domingo López su hermano, la justicia se los dió a estos niños en tutela y tomó sobre su hacienda los dichos doscientos pesos y para su saneamiento, de los bienes que nombró, salí yo a su ruego por fiador”. “Y ahora es venido a mi noticia que su mujer del dicho Domingo López no quiere pagar los censos ni sanear lo principal, de lo cual yo recibo notorio agravio y daño, y los menores asimesmo. Y porque el dicho Domingo López, al tiempo de su fin y muerte, tenía muchos bienes en ropas, caballos y escripturas de deudas que le debían y otros bienes, como parecerá por el inventario que por V.m. se mandó hacer, a V.m. pido y suplico, como persona que es padre de menores y amparo dellos, mandar parezcan todos y los mandar vender, y de lo que dellos procediere, se paguen los dichos doscientos pesos y censos que hasta hoy han corrido, y desde luego V.m. mandar sean embargados los dichos bienes para el efecto que pedido tengo, y ninguna deuda mandar V.m. sea pagada hasta tanto que los 172 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI dichos menores hayan cobrado lo que así se les debe”. “Otrosí digo que, pues estos dichos dineros que así se le entregaron al dicho Domingo López se convertieron en pro y utilidad de la dicha Elvira Lorenzo, su mujer, e ropas y joyas de su persona, que el dicho Domingo López le trajo de México como en otras cosas para su casa, que si necesario es dar información, estoy presto de la dar, que mandar a la dicha Elvira Lorenzo dé y pague los dichos doscientos pesos con más lo procedido de los censos como dicho tengo, y sobre todo pido justicia según y como al derecho de los dichos menores mejor les convenga”. El alcalde ordenó que Juan de Arana “dé bienes desembargados para lo que así pide en el dicho su pedimento, e que hará justicia”. Pasó ante Pero Ruiz, escribano. Caja A–5, exp. 6, f. 2. 120. 1566. Enero, 1º. Melchor Pérez no acepta ser regidor y pide se anule la elección del alcalde ordinario Juan Fernández Ladrillero. Ante el alcalde mayor Alonso Sánchez Figueroa fue presentado un escrito cuyo tenor es el siguiente: “Melchor Pérez parezco ante V.m. y digo que hoy día, de Año Nuevo, V.m. me ha mandado que asista ser regidor en esta Villa”, lo cual él no quiere hacer y de ello ha apelado. “Y no embargante lo susodicho, V.m. me ha mandado so cierta pena, sin embargo de lo por mí dicho e alegado e yo tengo apelado”, aceptar el oficio de regidor. Por tanto, pide y requiere al alcalde mayor para que le otorgue la apelación que tiene hecha “para me presentar ante Su Majestad; donde no, pido al presente escribano, me lo dé por testimonio en manera que haga fe. Y pido justicia”. El alcalde mayor respondió que “atento a que el dicho Melchor Pérez es hombre noble y de casta y en [él] concurren todas las calidades de que Su Majestad pueda rescibir servicio de tener al susodicho en este Cabildo por bien de la re- pública, sin embargo de lo por él alegado, dijo que mandaba e mandó lo que tiene en este caso mandado, y es que acepte el dicho cargo de regidor so la dicha pena de los dichos cien pesos”. Además ordenó al escribano Pero Ruiz que no diera a Melchor Pérez el testimonio que éste solicitaba. El mismo día el peticionario presentaba otro escrito, donde decía: “Melchor Pérez, procurador desta Villa, ante V.m. parezco y digo que por otro mi pedimento yo tengo requerido a V.m. mandase revocar la elección que hoy día de Año Nuevo se ha hecho, por ser hecha contra derecho e contra lo proveído y mandado por Su Majestad, que ninguna persona que fuere regidor o alcalde no lo pueda ser siguiente año lo uno ni lo otro. El dicho mandamiento y provisiones están en la arca del Cabildo o en poder de Juan de Iniesta, procurador desta Villa”. Además pide y requiere “como tal procurador, V.m. mande revocar la dicha elección en cuanto a lo de Juan Fernández Ladrillero, que yo estoy presto de dar bastante información de lo por mí pedido, e pido e requiero a V.m., hasta tanto que a V.m. conste lo susodicho, no dé al dicho Juan Fernández Ladrillero la dicha vara de alcalde, y no ansí lo hacer, protesto de me quejar de V.m. e de sus bienes todas las demás costas”. También pide que no se dé testimonio alguno a Fernández Ladrillero sin darle a él traslado. El alcalde mayor dispuso que Melchor Pérez diera información de lo que dice y pide. En un tercer escrito, Melchor Pérez decía: “A mi noticia es venido cómo hoy día de Año Nuevo se ha hecho elección de alcaldes y regidores, la cual dicha elección está hecha contra derecho y contra lo proveído y mandado por la Real Audiencia desta Nueva España, que es que ningún regidor pueda quedar por alcalde ni regidor” al siguiente año, “so graves penas”. Tal disposición “está en el arca del Cabildo o en poder de Miguel Rodríguez, escribano. Y porque a mi noticia es venido que Juan Fernández Ladrillero, regidor que ha sido el año pasado, con grandes favores que ha tenido con Julián de Frías e con Bernaldino Cola, regidores, ha hecho que le die- 173 José Miguel Romero de Solís sen sus votos, todo lo cual es en perjuicio de la república desta Villa, habiendo como hay hijosdalgos y caballeros que lo sean, el dicho Juan Fernández Ladrillero demás que es persona que no sabe leer ni escribir,389 ni de negocios ningunos e otras cosas que si necesario fuere declarar, las declararé en su tiempo y lugar, por todo lo cual pido y requiero a V.m. la dicha elección sea en sí ninguna, y V.m. mande a los dichos regidores que tornen a votar conforme a derecho, donde no lo hacer como lo pido, protesto de pedirlo ante quien e con derecho deba y de cobrar de V.m. todos los daños que sobre ello se recibieren, con más las costas. Y pido justicia”. El alcalde mayor ordenó que Melchor Pérez diese información, y que “en el entretanto que la da, dijo que suspendía e suspendió a Juan Fernández Ladrillero la vara de alcalde ordinario desta Villa, e que no use del dicho cargo de alcalde hasta que otra cosa sobre ello se provea”.390 Caja A–5, exp. 6, ff. 3-5. 121. 1566. Febrero, 12. Juan de Iniesta, con poder de Alonso Miguel, reclama de Diego de Velasco, fiador de Pedro Dávila Quiñones, no haber dado un burro por una jaca según concierto firmado entre ellos. Ante Alonso Sánchez de Figueroa, juez de residencia, el vecino Juan de Iniesta en nombre de Alonso Miguel, dice que “siendo alcalde mayor Pedro Dávila Quiñones hizo cierto contrato con el dicho mi parte, en que quedó de dar un burro de año y medio por una jaca hovera que el dicho mi parte le dio y era obligado a dársele en esta 389 Véase supra, regº 116, donde Fernández Ladrillero confesó no saber leer y escribir; sin embargo, Ladrillero firmó su testimonio. La segunda afirmación de Melchor Pérez que Ladrillero tampoco sabía “de negocios ningunos”, no deja de resultar falsa ya que el propio denunciante había tenido repetidos contratos con él, como ya se mencionó en otro lugar. 390 No obstante este auto del alcalde mayor, el 7 de enero de ese año, en escrito presentado por Francisco Toscano, se dice que Ladrillero fungía como alcalde ordinario: véase regº 113. Villa dentro de cierto término, como consta por una cédula firmada de su nombre, de que hago presentación”. Llegado el término del plazo, Alonso Miguel pidió a Dávila Quiñones que cumpliese con el contrato o devolviese la jaca, pero éste no se la quiso dar, antes la envió a su pueblo, que está fuera de esta Provincia, “por lo que parece se quiso alzar con la hacienda del dicho mi parte, y después hizo con Diego de Velasco, su fiador, se obligase por la dicha jaca y darme el dicho burro dentro de cierto término juntamente con él un Alonso de las Casas. Todo lo cual constará por esta cédula de que asimismo hago presentación”. Tampoco en esta ocasión, agrega Iniesta, dieron “el dicho burro como eran obligados dentro del dicho término”. Por tanto, se pide al juez de residencia “mande al dicho Diego de Velasco que luego dé y entregue el dicho burro o quinientos pesos”, porque éste fue el precio por el que se dio la jaca. Juan de Iniesta hizo presentación del poder otorgado por Alonso Miguel ante el escribano Miguel Rodríguez y fechado en la Villa de Colima el 7 de enero de 1566, del cual fueron testigos Francisco Toscano, Juan Griego y Álvaro de Grijalba, vecinos de Colima. Diego de Velasco fue notificado por el escribano Baltasar de Alcalá, siendo testigos Pedro de Bobadilla, Diego Pinzón y Suero Vázquez, estantes en esta Villa. El 17 de febrero, por nuevo escrito, Juan de Iniesta decía que habiendo sido notificado Diego de Velasco de su demanda, no ha respondido en el término obligado, por lo que él le acusa la rebeldía y pide que el juez determine la causa. El día 20 respondió Diego de Velasco: “niego la demanda en todo y por todo como en ella se contiene”, y anunciaba su alegato en el término de la ley. El 27 de febrero, “Diego de Velasco en la causa que contra mí trata Alonso de Miguel sobre el burro que me pide, digo que yo tengo negada la demanda”, por cuanto “esta causa no es caso de residencia y es demanda real y como tal se ha de seguir”. Dice que “por V.m. me fue mandado que para la primera audiencia 174 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI respondiese y concluyese y de derecho tengo veinte días después de la negativa de la demanda para alegar mis defensiones y ofensiones conforme a la ley y conforme a esto, no soy obligado a responder”. El alcalde mayor Alonso Sánchez de Figueroa, el 11 de marzo, dio y pronunció sentencia de prueba, siendo testigos de la misma Pedro de Bobadilla, Juan Fernández Ladrillero y Diego Pinzón, vecinos de Colima. El 24 de marzo, Juan de Iniesta hizo presentación del interrogatorio según el cual quería que fueran examinados los testigos. Interrogatorio Se pregunta “si saben que el dicho mi parte tenía e poseía por suya una jaca hovera, y en el tiempo que la poseyó se la llegaron a comprar muchas personas, y al dicho mi parte le daban por ella más de trecientos pesos y no la quería dar, diciendo que si no le daban un negro o su valor no la daría; digan lo que saben. “Iten si saben que el valor de la dicha jaca era mucho más de lo que así le daban, hasta cantidad de quinientos pesos, por ser buena; digan lo que saben. “Iten si saben que el dicho mi parte vendió la dicha jaca al dicho Pedro Dávila prometiéndole de le dar un muy buen burro y para ello se obligó Diego de Velasco”. Se pregunta también si saben que de haber sido dado el burro dentro del plazo fijado en el concierto, hubiera podido fundar una estancia por cuanto tenía “cincuenta yeguas recogidas” para echárselas al burro, lo que no se pudo, y de haberse cumplido “valiera el dicho ganado con la dicha estancia más de mil pesos; digan lo que saben”. Los testigos presentados para la probanza de Alonso Miguel fueron Juan Preciado, el alguacil Antonio de Carvajal y Álvaro de Grijalba. Juan Preciado, de 30 años de edad, dijo conocer las partes de ocho años atrás. Agregó que vio la mencionada jaca en poder de Alonso Miguel, quien la poseía y se servía de ella como de cosa propia y que sabe que algunas personas se la quisieron comprar pero que Alonso Miguel “no la quería vender, antes decía que no la había de vender sino fuese por un negro, y a este testigo selo dijo muchas veces que si no le daban un negro o su valor no la había de dar porque la dicha jaca era muy buena, y corría y paraba muy bien”. Dice también que “todos a una mano decían que era muy buena y que valía todo dinero, y este testigo lo oía decir públicamente a los vecinos”. Agrega que “a este testigo le parece que para un señor o para un caballero” pudiera valer mucho porque “era una bestia” pequeña y bien hecha.391 Dice además que Alonso Miguel se la entregó a Pedro Dávila, “porque este testigo fue el tercero y lo concertó”. Opina que si Dávila Quiñones hubiera entregado el burro a tiempo, Alonso Miguel pudiera “tener crías de él que valieran dineros, y que el dicho Alonso Miguel tenía yeguas recogidas esperando el dicho asno para echárselas y hacer cría dellas, y fundar una estancia que le hubiera valido muchos dineros, y que este testigo, por no le haber enviado el dicho burro, ha oído decir que se le han huido todas las yeguas que tenía juntas, en lo que ha recibido gran daño y perjuicio”. El alguacil Carvajal en su declaración dice tener más de 30 años y de haber sido una de las personas que quiso comprar la jaca a Alonso Miguel, y “especialmente fue por testigo del bachiller Martínez que le daba por ella trecientos pesos de tipuzque” que pagaría al contado y en reales, pero que Alonso Miguel contestó que no la vendería si no le daban por ella un negro. Sobre la estampa de la jaca comenta que era “hovera y muy linda y valía mucho dinero”. Opina que si Dávila Quiñones le hubiera entregado el burro a su tiempo, Alonso Miguel “hubiera hecho buena hacienda porque este testigo vido que tenía muchas yeguas mansas recogidas para echallas el dicho burro”, y que ahora “se le han huido todas”, perdiendo muchos dineros “porque hubiera poblado una estancia que para ello tenía”. 391 Aquí las fojas están deterioradas, dificultando la lectura completa de la declaración del testigo. 175 José Miguel Romero de Solís Álvaro de Grijalba dijo tener más de 25 años y no ser pariente ni enemigo de ninguna de las partes. Dice que Alonso Miguel tenía por suya aquella jaca, y que “publicaba el dicho Alonso Miguel que si no le daban un negro o su valor por ella, que no la había de vender a ninguna persona”, porque “la dicha jaca era muy buena y valía mucho dinero, pero que este testigo no sabe qué cantidad podía valer”. Caja A–5, exp. 7, 11 ff.392 122. 1566. Agosto, 20. Ejecución de Gaspar Moreno contra Bernaldino Cola y Pedro de Bobadilla, Andrés de Segura y Pero López de Herrera. Andrés de Segura se retrajo entonces en el hospital de la Villa. “El doctor Francisco Ceynos, Presidente del Audiencia Real desta Nueva España e oidor e alcalde de provincia por Su Majestad en ella, hago saber a los muy magníficos señores Alcaldes mayores, corregidores, alcaldes ordinarios e sus lugartenientes, e otros jueces e justicias de Su Majestad de cualquier fuero e jurisdicción que sean de toda esta Nueva España e fuera della a quien Dios Nuestro Señor guarde e prospere en su servicio, cómo ante mí paresció Gaspar Moreno, mercader e vecino desta ciudad, e presentó una escriptura de obligación”, por la que el escribano Juan de la Torre, vecino de Colima “y estante al presente en esta gran Ciudad de México de la Nueva España, en nombre y en voz de Andrés de Segura e Pedro de Bobadilla e Bernaldino Cola, vecinos de la dicha Villa de Colima, e por virtud del poder que dellos tengo, que pasó ante Miguel Rodríguez, escribano de Su Majestad, en once días del mes de febrero próximo pasado deste año de la fecha desta carta”, según el cual “todos tres juntamente e cada uno de nos por sí e por el todo”, mancomunadamente, “por cuanto Pero López de Herrera, vecino desta Villa, fue ejecutado en esta Villa por Baltasar Moreno en nombre de Gaspar Moreno” por 1,488 pesos de oro común, “e por 392 Francisco Hernández en nombre de Alonso Ballesteros, vecinos de México”, por 1,630 pesos y 2 tomines del dicho oro común, “por virtud de dos cartas de justicia de la justicia ordinaria de la dicha Ciudad de México e porque el dicho Pero López, por defecto de no dar bienes con fianza, fue preso en la cárcel desta Villa, e porque él no tiene de qué poder pagar las dichas deudas, e para que el dicho Pero López de Herrera pueda pagar las dichas deudas”. Los susodichos dan su poder cumplido y bastante al escribano de la Torre para que se concierte con Ballesteros y Gaspar Moreno para que aguarden a Pedro López de Herrera “al plazo e plazos e posturas que vos con ellos tratáredes e concertáredes”, y de acuerdo con eso, “podáis obligarnos e obliguéis por escriptura o escripturas públicas, a que daremos e pagaremos las dichas deudas e pesos de oro”. Testigos fueron de este poder, Álvaro de Grijalba, Baltasar de Alcalá y Julián de Frías. Juan de la Torre, en virtud del mismo, se obligó a pagar a Gaspar Moreno 1,575 pesos de oro común de ocho reales el peso y de buena moneda, los cuales corresponden a otros tantos que debe López de Herrera; de ellos, 1,488 son por dos obligaciones de mayor cuantía de plazo pasado, y los 87 pesos restantes son “por las costas que hizo Baltasar Moreno, vuestro hermano”, en la Villa de Colima al intentar cobrarlos. El plazo previsto para el pago de los 1,575 pesos fue determinado del siguiente modo: la primera mitad “para el día de San Juan de Junio primero venidero” del presente año y la otra mitad “para el día de Todos Santos”, so pena del doblo. También Juan de Torre decía que “doy facultad a vos el dicho Gaspar Moreno para que podáis enviar una persona a costa de los susodichos a la dicha Villa de Colima o a otra parte donde estén con dos pesos de oro común de salario de ida, estada e vuelta”. Juan de la Torre firmó esta obligación en la Ciudad de México el 9 de marzo de 1566, ante el escribano Gaspar Huerta, y siendo testigos Diego López, Hernan- El expediente está trunco. 176 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI do de Tineo [?] y Alonso de Alvarado,393 estantes. El presidente Ceynos sigue diciendo que Gaspar Moreno le hizo relación que quienes estaban obligados no habían dado el primer pago de 782 pesos y 4 tomines de oro común. “Y por mí visto lo susodicho e que los susodichos están sometidos a esta Corte e Jurisdicción della”, dio esta carta de justicia para que se haga ejecución en las personas y bienes de los mismos. El 9 de octubre de ese año, “el muy magnífico señor Alonso Sánchez de Figueroa, alcalde mayor por Su Majestad, estando en esta dicha Villa, que era una hora después de anochecido, poco más o menos, estando a las puertas del Hospital de Nuestra Señora de la Concepción de Nuestra Señora,394 que está en esta Villa”, compareció Baltasar Moreno en nombre de su hermano Gaspar e hizo presentación de esta carta de justicia. Una vez vista la carta, el alcalde mandó que se hiciera ejecución en la persona de Andrés de Segura, “que estaba a las puertas del dicho Hospital de Nuestra Señora”, pero éste contestó que estaba “retraído en el dicho Hospital de Nuestra Señora, e asido de las puertas del dicho Hospital porque el señor alcalde mayor tiene fecho cierto proceso contra él por querer decir ha muerto un negro, e que sobre este caso e porque no le prendan, está retraído en el dicho Hospital”. Baltasar Moreno pidió y requirió al alcalde mayor a que mandara sacar del Hospital a Segura. Pero “el señor Juan de Velasco, canónigo vicario desta iglesia desta Villa dijo que por cuanto el dicho Andrés de Segura está retraído en el dicho Hospital e iglesia” y bajo proceso, “no puede ser sacado de la dicha iglesia en manera alguna”; por eso pedía al alcalde mayor “que su 393 Única referencia hallada a Tineo y Alvarado, ambos seguramente de paso en la Ciudad de México; lo mismo cabe decir de Diego López, aunque hubiera varios homónimos en Colima. 394 Textualmente, así aparece el título del hospital, creado por iniciativa del visitador: Lebrón (1979), 72-73 y 85; sobre su próxima construcción, véase lo que anotamos: supra, regº 70. merced no saque de la dicha iglesia” a Andrés de Segura. Insistió en su petición Baltasar Moreno y el alcalde Juan Fernández respondió que como Segura “está abrazado a las puertas del dicho Hospital y que es templo donde se celebran los oficios divinos, y sagrado”, de allí no podría sacarle sin caer bajo excomunión; sin embargo, “estando en parte donde le pueda prender, fuera de sagrado, está presto de hacer justicia como es obligado y esto dio por respuesta”, al constarle que Segura está retraído en la iglesia “por cierta causa criminal según a que lo tiene declarado”. Agregó el alcalde ordinario que “por estar en sagrado, dice lo que dicho tiene e lo pidió por testimonio todos los dichos e que el dicho señor alcalde mayor tiene aquí su alguacil e otras personas”, y de quererlo sacar, “bien puede porque no hay quien se lo resista”. Volvió el señor canónigo Velasco a requerir al alcalde mayor de no intentar sacar a Segura del Hospital, porque procedería contra Su Merced y contra las personas que le prestaren ayuda. Y en el caso de incurrir en censuras y excomunión, “puso de pena al dicho señor alcalde mayor en una lámpara de plata de pena e a todas las personas que en su favor le ayudaren en cuatro botijas de aceite”. Baltasar Moreno, a pesar de ello, también requirió al alcalde mayor para que “mande sacar y despegar de la dicha puerta del dicho Hospital al dicho Andrés de Segura, según que pedido tiene, y ansimesmo requiere al señor Juan Fernández, alcalde ordinario” para que guarde la carta de justicia; y que “en lo que toca a la dicha pena de la dicha lámpara de plata que el dicho señor canónigo pone al dicho señor alcalde mayor, dijo que sacándole de la dicha iglesia al dicho Andrés de Segura, está presto de la pagar so obligación de su persona e bienes”. El alcalde mayor, entonces, dijo: “hablando con el acatamiento que debe, apela de todas las censuras e penas que le tienen puestas por el dicho vicario” ante quien corresponda, y pidiólo por testimonio. El vicario nuevamente amenazó con lanzar la pena de excomunión contra el alcalde mayor si osaba sacar del Hospital a Segu- 177 José Miguel Romero de Solís ra. Entonces el alcalde mayor dijo que viendo por una parte lo pedido por Baltasar Moreno y por otra los requerimientos y censuras hechas por el señor canónigo, por no incurrir en excomunión pero sí hacer lo que el derecho le obliga, “requirió al señor canónigo ponga con prisiones y a buen recaudo al dicho Andrés de Segura en el dicho Hospital con declaración que hizo que no lo haciendo Su Merced, hará lo que de justicia deba hacer y pidió testimonio”. El canónigo Juan de Velasco contestó que “está presto de hacer e cumplir lo que por el dicho alcalde mayor le es pedido, y en su cumplimiento puso preso en el dicho Hospital al dicho Andrés de Segura con una cadena al pie”. A solicitud de Baltasar Moreno, el alcalde mayor pidió entonces al vicario que a Segura “agrave con más prisiones para que esté a recaudo”; y en su cumplimiento, además de la cadena, el vicario “le echó unos grillos en los pies” ante los ojos de Pedro López de Almodóvar,395 Juan Martín y Suero Vázquez de Moscoso, vecinos y estantes en la Villa. El alcalde mayor dispuso luego el embargo de los bienes de Andrés de Segura, nombrando por depositario de ellos a Pedro López de Almodóvar, residente en Colima, para hacer en ellos ejecución a favor de Baltasar Moreno. Los dichos bienes, según inventario levantado por el escribano Miguel Rodríguez, fueron los siguientes: “Primeramente en un bordón con una daga en él”, seis sillas de espaldas, una mesa, una adarga de Castilla, un pretal, dos enjarretaderas, 395 También nombrado Pedro de Almodóvar. Como se observa aquí, todavía en agosto de 1566, era “residente” en la Villa de Colima; sin embargo, ya consta su vecindad cuando el virrey marqués de Falces concede el 31 de diciembre de 1567, “entrante el año de sesenta y ocho” [1568], la “merced a Pero López de Almodóvar, vecino de la Villa de Colima, de un sitio y herido de molino, en términos del pueblo de Tamazula, en un nacimiento de agua que sale al pie de un cerro que va a dar al Río que llaman Curuaro”: Hillerkuss (1994), 197. Posiblemente era hermano de Diego de Almodóvar e hijo, como éste, de Pedro de Almodóvar e Inés Díaz, naturales y vecinos de Almodóvar del Campo: Icaza (1969), II, nº 690. Se le registra ya difunto en 1569, al ser mencionados “los herederos de Pero de Almodóvar”: infra, III, regº 647. tres lanzas, tres rodelas, otra mesa de Mechuacan, un freno jinete, una almártega396 y unas riendas, un pretal de terciopelo viejo, una mesa redonda de Mechuacan, unas esposas de hierro, un hierro sacar habas a caballo, una silla vieja jineta, once hierros de herrar, otro freno jinete, dos estribos, “Iten las casas de la morada del dicho Andrés de Segura que están en esta Villa que alindan con casas de Pedro de Granada”, la huerta de cacao que tiene Segura “en el Valle de Tapistlan, que se dice Zapotlan”. “Iten un negro llamado Antonio que está en la dicha güerta, Iten una negra llamada Madalena”. Además, todas las yeguas y caballos, potros y potrancas, más 130 yeguas y 8 potros mansos “que dicen están en el corral de Andrés de Segura”. En todos estos bienes declarados, “con más tres cajas grandes de madera” que no se habían abierto y que estaban en el interior de las casas de Segura, se hizo la ejecución. El 10 de octubre el alcalde mayor mandó abrir las tres cajas de madera “para averiguar lo que hay dentro” de ellas; para ello, “vino a la casa del dicho Andrés de Segura e parece que en la una caja se hallaron ocho reatas de Castilla e un jáquima”; en la otra, había unas tenazas, dos martillos y un freno jinete, una puntera, una sierra, ocho hierros de herrar yeguas; en la tercera “no hubo otra cosa ninguna en la dicha caja”. La ejecución también se hizo “en unas tierras que compró de los indios de Tecoman e están en el Valle de Caxitlan junto a Tototlan”, y en un cofre “con muchos papeles y escrituras”. Luego, el alcalde mayor depositó los bienes ejecutados en Antonio Pérez, residente en Colima. Posteriormente y a petición de Baltasar Moreno, el alcalde mayor fue a las casas de Pedro de Bobadilla, y le requirió a pagar la deuda compartida que tenía con Gaspar Moreno. Bobadilla contestó diciéndole que no tenía bienes algunos, por lo cual el alcalde mandó fuese tomado preso; pero atento a que estaba Bobadilla enfermo, le mandó tener sus casas de su morada 396 Almártega o almártaga: “especie de cabezada que se ponía a los caballos sobre el freno”: Casares. 178 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI por prisión. Sin embargo, los bienes ejecutados de Bobadilla fueron los siguientes: una huerta de cacao que se llama Mescala, una silla jineta con sus estribos, una caja en la que había “un sayo e capa de paño negro nuevo, Iten una turca de paño” viejo, unas calzas blancas viejas, dos pares de calzas viejas, un paño de grana viejo. En otra caja se hallaron “unos trapos viejos de poco valor y otras dos cajas de madera”. Todo lo cual fue depositado en Antonio de Carvajal, alguacil mayor de esta Villa. Baltasar Moreno insistió ante el alcalde mayor para que sacara de la iglesia a Andrés de Segura y lo metiera preso en la cárcel pública de la Villa, porque quería llevarlo a la cárcel real de la Ciudad de México. El alcalde mayor pidió al vicario Juan de Velasco que le hiciera entrega del preso, “y que no se lo dando, haciendo justicia en la causa, le sacara”. El canónigo contestó “que está presto de dar e entregar al dicho Andrés de Segura, constándole que por derecho no se puede retraer en la dicha iglesia, y en todo se hará lo que de justicia debe hacer y lo pidió por testimonio”. Hízose ejecución también en Pedro López de Herrera, quien por no nombrar bienes, fue tomado preso y puesto en las Casas del Cabildo de la Villa; sin embargo, una semana después pudo escapar y ausentarse de la Villa. En consecuencia, Baltasar Moreno presentó ante el alcalde mayor querella criminal contra el alguacil Carvajal, al que responsabiliza de la fuga de López de Herrera, quien estaba preso al decir de Moreno por una deuda de 4,032 pesos de oro. Moreno hizo presentación de un testimonio público dado por el escribano Miguel Rodríguez, cuyo tenor es el siguiente; “Yo Miguel Rodríguez, escribano de Su Majestad y público en la su corte, reinos y señoríos, doy fe y verdadero testimonio a los señores que la presente vieren, cómo en esta Villa de Colima, en veinte y cuatro días deste presente mes de enero deste presente año de mil y quinientos y sesenta y seis años [1566], Antonio de Carvajal, alguacil desta dicha Villa, por virtud de una carta de justicia presentada ante el muy magnífico señor Alonso Sánchez de Figueroa, alcalde mayor desta Villa, requirió a Pedro López de Herrera, vecino desta Villa, le diese bienes en que hiciese ejecución por mil y cuatrocientos y ochenta y ocho pesos de oro común, que parece resto de viejo de la dicha carta de justicia conforme al pedimento que pidió Baltasar Moreno; y el dicho Pedro López de Herrera declaró no tener bienes que nombrar, y el dicho alguacil por defecto de no le dar bienes, le puso preso y encarcelado en las Casas de Cabildo, como parece por un auto que está a las espaldas de la carta de justicia, que pasó ante Baltasar de Alcalá, escribano nombrado por el señor alcalde mayor, a que me refiero, y el dicho Pedro López de Herrera estuvo en las dichas Casas de Cabildo por preso por la dicha causa hasta veinte y siete días deste presente mes, y hoy día de la fecha deste veinte y ocho días deste dicho mes de enero, el dicho Pedro López de Herrrera no parece estar en las dichas Casas de Cabildo ni tener ni guardar la dicha carcelería conforme al dicho auto del encarcelamiento del dicho alguacil, y dello doy fe de pedimento de Baltasar Moreno, el presente día escrito en esta pública forma, que es fecho en Colima en veinte y ocho días del mes de enero de mil e quinientos y sesenta y seis años” [1566]. Recibida la petición y el testimonio de Baltasar Moreno, el alcalde le mandó dar información, para lo cual el demandante presentó por testigos a Francisco Toscano y Juan Fernández Ladrillero. Caja A–5, exp. 8, 11 ff. 123. 1561. Diciembre, 22. Andrés de Segura, tutor y curador de Gonzalo de Cáceres, pide que Juan de Arana, alcalde mayor de los Motines, dé cuentas de dos mil pesos de oro de minas. Traslado de la tutela del menor Gonzalo de Cáceres a cargo de Andrés de Segura: “En la Villa de Colima desta Nueva España en veinte e dos días del mes de diciembre de mil e quinientos e sesenta e un años [1561], el muy magnífico señor Diego de Velasco, alcalde ordi- 179 José Miguel Romero de Solís nario en esta Villa por Su Majestad, dijo que por cuanto Gonzalo de Cáceres, menor, hijo de Manuel de Cáceres, difunto, al presente no tiene tutor e curador” que mire por su persona y bienes, “e atento que Martín de Monjaraz, su abuelo, se ha desistido de la tutela” que tenía a su cargo, el alcalde mandó que Andrés de Segura, vecino de Colima, se encargue de la dicha tutela, por cuanto Gonzalo de Cáceres “es sobrino de Elvira Ruiz de Monjaraz, su mujer”, dándole para ello “poder cumplido, libre e llenero e bastante en nombre del dicho menor”. Fiador de Andrés de Segura fue designado el vecino Alonso Miguel. Fueron testigos Álvaro de Grijalba, Diego de Almodóvar y Bartolomé Sánchez, vecinos de esta Villa. Pasó ante el escribano Diego Veedor. “E luego el dicho señor alcalde —sigue el traslado— por ante mí el dicho escribano, hizo cargo al dicho Andrés de Segura de una obligación contra Juan de Segovia, que debe al dicho menor, de contra de setenta e siete pesos de oro común; entregósele la escritura. Iten se le hizo cargo de un conocimiento reconocido e mandamiento ejecutivo contra Diego de Aguilar de contra de dozientos e diez pesos de oro común, de los servicios de los indios; entregósele la escritura. Iten se le hizo cargo de una carta de censo contra el dicho Diego de Aguilar de dozientos pesos de oro común sobre sus haciendas, que corre a diez e ocho de julio de mil e quinientos e cincuenta e nueve años [1559]; entregósele la escritura con más los censos que han corrido dende la fecha della. Iten se le hizo cargo de otra carta de censo contra Juan de Arana, la cual ha de sacar de Juan de Segovia, escribano de Su Majestad, de contra de mil e seiscientos e un pesos de oro común, que corre la fecha desde dos del mes de enero de mil e quinientos e sesenta e un años [1561]; corre el censo desde la fecha della. Iten se le hace cargo de otra escritura de censo contra Martín de Monjaraz, de contra de setecientos pesos de oro común, que ganan setenta pesos de censo e tributo; corre dende veinte e siete de setiembre de mil e quinientos e sesenta e un años [1561]; entregósele la escritura. Iten se le hizo cargo de un negro del dicho menor, que se llama Alonso, e más todas las vacas e yeguas que tiene el dicho menor en los llanos desta Villa y Estancia de Tocitlan del dicho menor,397 de todos los cuales dichos bienes se le hizo cargo al dicho Andrés de Segura, e lo firmó de su nombre e testigos los dichos. E lo firmó el dicho señor alcalde Diego de Velasco. Andrés de Segura. Pasó ante mi, Diego Veedor, escribano. E yo Diego Veedor, escribano público e del Cabildo desta Villa de Colima e de nombramiento del Cabildo de Justicia della e aprobación del ilustrísimo señor Visorrey, que presente fuí a lo que dicho es con los testigos, e la escrebí según que ante mí pasó, por ende en testimonio de verdad, lo firmé de mi nombre. Diego Veedor, escribano público”. Traslado de una provisión real fechada en la Ciudad de México a 17 de octubre de 1566, dirigida “a vos cualquier nuestro escribano o escribanos que de nos tuviéredes título de los dichos oficiales e otros cualquier nombrados por autoridad de las nuestras Justicias, a cada uno e cualquier de vos a quien esta nuestra carta fuere mostrada, salud e gracia”. 397 Interesante este expediente porque muestra la situación de los menores huérfanos y los problemas suscitados por tutores y administradores de sus bienes. En el caso de Gonzalo de Cáceres, su madre doña Isabel Ruiz de Monjaraz, tras enviudar, casó con Juan de Arana, al que vemos aquí fungiendo de alcalde mayor de Motines, región compartida por los alcaldes mayores de Colima y Zacatula hasta cerca de 1560, cuando se proveyó un alcalde mayor separado de las anteriores jurisdicciones, siendo transferidos algunos corregimientos hasta entonces sufragáneos de Colima: véase lo apuntado sobre el particular: supra, regº 88; para abundar más en el tema, infra, regº 174. Por otra parte, Lebrón de Quiñones menciona que a Gonzalo por muerte de su padre Manuel de Cáceres, en virtud de un mandamiento de Alonso de Estrada, quedaron encomendados los pueblos de Maquilí, Tlatictla, Tapistlan, Gualoxa, Cuzcacuautla y Tototlan: Lebrón (1979), 44-46 y 59. También ahí se dice que “los menores de Manuel de Cáceres tienen dos estancias, la una de vacas y la otra de yeguas, a cuatro o cinco leguas de la villa en las cuales tendrá dos mil vacas y cuatrocientas yeguas”: Ibid., 65. Quizá, la Estancia de Tocitlan —de la que en el presente regº se hace mención— haya que situarla en Toziutlan, como lo registra Lebrón: Ibid., 39, o Tusistlan —así la nombra la Relación de Tuspa— entre las barrancas de las estribaciones del Volcán de Fuego que servían de linderos entre Colima y la provincia de Tuxpan: Acuña (1987), 385 y 402. 180 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI En ella se dice que Andrés de Segura, “como tutor e curador de la persona e bienes de Gonzalo de Cáceres, menor, e por petición que presentó nos hizo relación diciendo que él tenía que pedir e demandar ciertas cosas a Juan de Arana, que al presente era nuestro alcalde mayor de la Provincia de los Motines, y se temía que vos los dichos nuestros escribanos no le querríades notificar los autos que de su pedimiento se hubiesen de hacer por nuestro mandado, e nos pidió e suplicó le mandásemos dar e diésemos nuestra carta e provisión para que luego que fuésedes requeridos por su parte, notificásedes al dicho Juan de Arana todos los autos, pedimientos, requerimientos que se hubiesen de hacer contra el dicho Juan de Arana, sin ponerle ninguna excusa a lo que sobre ello proveyésemos”. Lo cual visto por el Presidente y Oidores de la Real Audiencia de México, “fue acordado que debíamos mandar dar esta nuestra carta en la dicha razón e nos tuvímoslo por bien”. En consecuencia, “si por parte del dicho Andrés de Segura, por sí y en nombre e como tutor del dicho Gonzalo de Cáceres, fuéredes requeridos con esta nuestra carta, notifiquéis al dicho Juan de Arana cualesquier pedimientos, autos e requerimientos e otras cosas que a su pedimiento se le hubieren de notificar e intimar, ansí en los pleitos que contra él trata como en otras causas, e de las dichas notificaciones les daréis testimonio en pública forma, sin ponerle ninguna excusa ni dilación, lo cual ansí haced e cumplid so las penas en que incurrieren los escribanos que deniegan sus oficios e más so pena de la nuestra merced e docientos pesos de oro para la nuestra Cámara”. Firman Sancho López de Agurto, escribano de Cámara de la Audiencia Real de la Nueva España por Su Majestad. “La hice escrebir por mandado del presidente e oidores, refrendada, Juan Serrano, Chanciller, Andrés de Cabrera, El doctor Ceynos, El doctor Villalobos, El doctor Orozco”. En la Villa de Colima, el 1° de febrero de 1567, ante el alcalde ordinario Diego de Velasco, Andrés de Segura presentó esta provisión real, pidiendo a su merced que la mandara cumplir. “E por el señor alcalde visto, la tomó en sus manos e habiéndola leído y entendido, la besó e puso sobre su cabeza, e dijo que la obedecía e obedeció como provisión y mandado de Su Majestad Real y que cuanto al cumplimiento dello, está presto de hacer lo que Su Majestad manda por la dicha real provisión, cada vez que se ofrezca, e lo firmó de su nombre. Testigos: Baltasar de Alcalá, e Diego Fernández, e Juan Muñoz, vecinos desta. Diego de Velasco. Ante mí, Miguel Rodríguez, escribano de Su Majestad”. Entonces, el alcalde Diego de Velasco dio su mandamiento, cuyo tenor fue el siguiente: “que para que haya escribano que notifique las demandas y los demás autos que por parte de Andrés de Segura sean puestos como tutor e curador de la persona e bienes de Gonzalo de Cáceres, menor, contra Juan de Arana, a quien tocan e atañen los pleitos e causas que se siguieren por el dicho menor, y atento que el dicho Juan de Arana no está en esta dicha Villa ni en su jurisdicción, e atento que no hay escribano de Su Majestad para que se hagan las dichas notificaciones e los demás autos que se hicieren, por ende proveyendo lo que de justicia debe ser hecho en el caso, en nombre de Su Majestad nombraba e nombró por escribano para el dicho efecto a Alonso de Liaño,398 vecino desta Villa”. Alonso de Liaño, acto seguido, aceptó el oficio de escribano nombrado, y de él se tomó y recibió juramento en forma debida. El alcalde, cumplidas las solemnidades, en nombre de la Real Justicia, le dio podercumplido para poder ejercer el dicho oficio de tal escribano “en esta jurisdicción y en las demás partes que estuviere el dicho Juan de Arana e Diego de Aguilar”.399 Luego se le hizo entrega de la real provisión “y habiéndola entendido, la tomó en sus manos e besó e puso sobre su cabeza”, diciendo que la obedecía como mandamiento real de su rey y señor natural. Carta poder otorgada por Juan de Arana, vecino de la Villa de Colima, “a vos, Baltasar de Alcalá e Juan de Arana, mi hijo, que estáis au398 Más adelante se le llama Diego de Liaño. Aquí aparece de improviso el nombre de Diego de Aguilar del Castillo, esposo de María de Cáceres, sin que en el expediente haya sido mencionado. 399 181 José Miguel Romero de Solís sentes”, y fechada “en este pueblo de Cuacoman, en ocho días del mes de febrero, año de nuestra Redención de mil e quinientos e sesenta y siete años” [1567], ante los testigos Alonso de Liaño, Bartolomé de Vilches, Pero López de Almodóvar, “españoles, estantes al presente en este dicho pueblo”. Pasó ante Baltasar Ortiz, “escribano nombrado por el muy magnífico señor Alonso de Espinosa,400 corregidor por Su Majestad del pueblo de Motín y su partido, para las cosas y causas y negocios que se le recrecieren e para la cuenta y visita que por la Real Audiencia le está cometida de los naturales deste dicho pueblo de Cuacoman y su partido por virtud de la cual dicha comisión y provisión real que así le fue dada”, y “ansimesmo lo soy del dicho señor Juan de Arana, alcalde mayor desta dicha Provincia”. El 15 de febrero de 1567 y ante el alcalde Diego de Velasco comparecieron Juan de Arana El Mozo y Baltasar de Alcalá, en nombre de Juan de Arana, y presentaron el siguiente escrito: “Jhoan de Arana, en nombre de mi señor y padre Juan de Arana, ante V.m. parezco en la mejor vía y forma a que de derecho lugar haya, respondiendo a una demanda que Andrés de Segura, como tutor y procurador que dice ser de Gonzalo de Cáceres, sobre razón de ciertos bienes que Manuel de Cáceres, padre del dicho Gonzalo de Cáceres, que Dios haya, dice que tenía dos mil pesos de oro de minas al tiempo que se casó con Isabel de Monjaraz, mi señora y madre, y que en las cuentas que el dicho mi parte hizo y dio al tiempo de la partición de los bienes que el dicho Manuel de Cáceres, que Dios haya, dejó, no se sacaron los dichos dos mil pesos, y se le adjudicaron al dicho Gonzalo de Cáceres y a doña María, su hermana, con los demás bienes que les pertenecían de su legítima, de lo cual fueron en ganados en la dicha partición y que el dicho mi parte con la dicha Isabel de Monjaraz, mi señora y madre, son obligados 400 Quizá sea el mismo Alonso de Espínola que, en 1563, fungía de corregidor de Quacoman y alcalde mayor de la provincia de Motines: supra, regº 88. a le volver la mitad de los dichos dos mil pesos que le pertenescen y habido aquí por resumido lo demás contenido en la dicha demanda o petición por el dicho Andrés de Segura pedido, digo en nombre del dicho mi parte, niego la dicha demanda en todo y por todo según y como en ella se contiene, con protestación de alegar las exenciones e defensiones y las demás cosas que al dicho mi parte convengan sobre que pido justicia y el muy magnífico oficio de V.m. imploro y costas, protesto”. En otro escrito de 7 de marzo, Juan de Arana El Mozo pide término de abogado para poder acudir “al letrado que el dicho mi parte tiene en la Ciudad de México, porque en esta Villa no los hay”, atento “a que el pleito es de calidad”. Al día siguiente, el alcalde Diego de Velasco, “atento a la distancia de tierra que hay de esta Villa a la Ciudad de México”, concedió un plazo de 70 días. Caja A–5, exp. 9, 8 ff. 124. 1568. Abril, 10. Proceso criminal contra Antón, negro esclavo de Diego de Mendoza, sobre que ayudó a su amo a matar a un Fulano Martínez, español. Ante el licenciado Juan de Hoyos, alcalde mayor por Su Majestad, Pero López de Herrera, vecino de la Villa, denunció a Diego de Mendoza, vecino desta dicha Villa, y contando el caso, dijo que puede haber “cinco o seis años o más que el dicho Diego de Mendoza e un esclavo suyo negro llamado Antón, en esta dicha Villa, mataron a un español que se decía Martínez,401 de lo que él hizo información”. Agrega que “los jueces que dello conoscieron, fueron Diego Núñez de Guzmán e Pedro de Ávila”,402 quienes no sentenciaron ni a Mendoza ni a Antón, “porque se 401 Más adelante es identificado como Luis Martínez: ver el testimonio de Isabel de Grijalba, esposa de Bernaldino Cola. Los hechos a los que se hace mención tuvieron que suceder entre 1563 y 1564. 402 Se trata de los alcaldes mayores de Colima Diego Núñez de Guzmán (1560-1564) y Pedro Dávila Quiñones (1564-1565). 182 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI ausentó de la cárcel donde le tenían preso, e que sobre este negocio hay en esta Villa provisión” para llevar a Diego de Mendoza a México. El licenciado Hoyos mandó a López de Herrera que diera información, para lo cual éste presentó por testigos a Antonio de Carvajal y a Juan de Guriezo, vecinos de la Villa. El primero declaró que cuatro o cinco años atrás “estuvieron presos en esta Villa y en la cárcel” Mendoza y su esclavo Antón, “y un fulano Cerón” por haber dado muerte a Martínez, negocio que conocieron el alcalde Núñez de Guzmán y después Pedro de Ávila Quiñones, y sabe este testigo que fue sentenciado Diego de Mendoza, como consta por el proceso que de ello se hizo, pero que el negro Antón “se huyó de la dicha cárcel del alcalde mayor” y nunca ha sido tomado preso ni sentenciado. Dice que “Cerón también se huyó”, y “ha oído decir al dicho Juan Fernández El Mozo” que trajo una provisión real mandando “que se lleve a México el dicho Diego de Mendoza y lo procesado sobre esto”. Dijo tener Antonio de Carvajal más de 35 años de edad. Guriezo, por su parte, dijo que cinco o seis años atrás “una noche, estando este testigo en su casa, oyó ruido en la plaza e fue allí y vio que el dicho Martínez, español, estaba herido de una estocada en la barriga por un lado y una pedrada en la cabeza, de que murió” ocho o diez días después, y que este testigo “oyó decir al dicho Martínez, estando allí mucha gente: «Diego de Mendoza me ha muerto y su negro Antonillo me dio esta pedrada de que caí en el arroyo donde me ha muerto», junto con un Cerón que estuvo preso sobre este negocio y se fue de la cárcel, y sobre ello se hizo proceso”, que conoció el alcalde mayor Núñez de Guzmán. De la cárcel también escapó el esclavo Antón, de cuyo caso conoció el alcalde mayor Pedro de Ávila Quiñones, quien sentenció a Diego de Mendoza, “pero a los demás no sentenció” por haberse ausentado de la cárcel. Agrega Juan de Guriezo que “sabe que fue condenado el dicho Diego de Mendoza en dos años de destierro, uno preciso y uno voluntario, e que al dicho Juan Fernández El Mozo oyó decir este testigo que había traído provisión real para que llevasen a Diego de Mendoza y lo procesado a México”. Guriezo dijo tener 25 años de edad. Recibida la información, el alcalde mayor Juan de Hoyos dio su mandamiento de prisión contra Cerón y el negro Antón. Detenido el negro Antón, el alcalde mayor designó a Diego de Mendoza por defensor, “como amo e señor que es del dicho esclavo”. El alcalde fue entonces a la cárcel donde estaba preso el negro Antón para su confesión. Antón hizo juramento. Preguntado “si conosció a un Martínez, un español que residía en esta Villa agora cinco o seis años”, respondió que no lo conosce”. Sobre los años que hace que está viviendo en Colima, “dijo que ha más de quince años”. Interrogado si era verdad que, cinco o seis años atrás, “este confesante con el dicho su amo e un fulano Cerón, una noche, le dieron una pedrada en la cabeza de que cayó en el suelo donde le dieron una estocada por la barriga, que de las dichas heridas murió; diga lo que sabe”, contestó “que lo niega e que una noche, no sabe cuándo, oyeron en la plaza, estando haciendo candelas, ruido en la calle de gente que reñía, y que cuando salieron a la ventana”, vieron que “había mucha gente en la plaza, y no sabe lo que era”. Por otra parte dijo no saber quiénes habían herido a Martínez “e qué gente iba con él”, tampoco sabe quien le dio la estocada al susodicho. Dice que por este negocio ya fue tomado preso antes, pero no recuerda quién le detuvo. Reconoce haberse escapado de la cárcel en aquella sazón, “porque moría de hambre e que no sabe porqué estaba preso”. Dice que tampoco lo sentenciaron entonces. Le preguntaron qué hizo después que Martínez quedó herido, a lo que respondió que no sabe lo que ocurrió y que no conoció a Martínez, por eso asegura que nadie le mandó herir al susodicho. El 12 de abril, Diego de Mendoza, “como amo y defensor de Antón, negro, mi esclavo, digo que ha munchos días que el dicho mi negro está preso sin causa ni razón alguna porque lo deba estar; a V.m. pido y suplico mande soltar libremente sin costa alguna al dicho mi negro y cuando esto lugar no hubiere, sea en fiado deba- 183 José Miguel Romero de Solís jo de fianzas que estoy presto de dar, o se me dé la causa de su dicha prisión, y pido justicia”. El mismo día,403 “en el pleito que la Real Justicia trata contra Antonio, negro de Diego de Mendoza, por denuncia de Pero López de Herrera, vecino desta Villa, el muy magnífico señor licenciado Hoyos, alcalde mayor desta dicha Villa e su Provincia, dijo que nombraba e nombró en el dicho negocio por promotor fiscal para que acuse al dicho Antón, negro, a Joan de Iniesta, vecino desta dicha Villa, al cual mandó que lo acepte, y éste de presente lo aceptó e juró por Dios Nuestro Señor sobre la señal de la cruz”. Por nuevo escrito fechado el 13 de abril, Diego de Mendoza sobre el caso pedía al alcalde mayor “lo mande ver y determinar, y si el dicho mi negro lo merece, V.m. lo mande ahorcar, y si no, lo mande soltar libremente y sin costa alguna, o me manda dar la causa porque el dicho mi negro está preso, y pido justicia”. Con la misma fecha, “Juan de Iniesta, promotor fiscal por V.m. nombrado en la causa criminal que contra un esclavo negro llamado Antón, de Diego de Mendoza, se trata sobre la muerte de un fulano Martínez, difunto, digo que el dicho Antón, negro, y el dicho Cerón con mano armada e sobre hecho pensado, podrá haber cinco o seis años, poco más o menos, que una noche salieron los sobredichos en compañía de Diego de Mendoza, su amo, a la plaza desta Villa al dicho Martínez, con poco temor de Dios Nuestro Señor y en menosprecio de la Real Justicia, con mano armada, dándose favor a los unos y a los otros, y el dicho negro dio al dicho Martínez una pedrada en la frente, de que le derribó aturdido en el suelo, y el dicho Cerón y Diego de Mendoza llegaron y dieron ciertas heridas y una estocada al dicho Martínez, de que murió, y el dicho Martínez declaró haberle muerto los dichos Diego de Mendoza y un Cerón, y haberle derribado el dicho Antón, negro, de la dicha pedrada; de todo lo cual se recibió información por lo cual el dicho Antón, negro, y el dicho Cerón cometieron un execrable y atroz delito, y su pena de muerte, y así, estando el dicho Antón, negro, y el dicho Cerón presos por la justicia mayor desta Villa para hacer justicia dellos por el dicho delito, se ausentaron de la cárcel desta Villa quebrantando las prisiones della, por lo cual paresce claro hacerse echores [sic] 404 del dicho delito. Por tanto, a V.m. pido mande condenar al dicho Antón, negro, en las mayores e graves penas que por ley e derecho hallare merecen los que semejantes delitos cometen, mandándolas ejecutar en su persona, para que a él sea castigo y a otros ejemplo”. Con respecto a Cerón, el promotor fiscal decía: “V.m. mande dar sus cartas de justicia en forma para que doquiera que sea hallado, sea traído preso a esta Villa y en él inter, V.m. mande llamarle por pregones por sus cartas de edicto y sean fijadas en las puertas del audiencia de V.m. y en todo pido justicia”. El alcalde mayor ordenó dar traslado a la otra parte, estando presentes por testigos los alcaldes ordinarios Juan Fernández405 y Luis de Grijalba. El 21 de abril, Diego de Mendoza respondía de la acusación hecha por el promotor fiscal, diciendo “no se debe hacer cosa de lo por él pedido, antes el dicho mi esclavo ha de ser absuelto y dado por libre, mandándole soltarde la prisión en que está”. Las razones que alega Diego de Mendoza, son: el negro Antón “ni los demás contenidos en la acusación del dicho Juan de Iniesta, no fueron culpantes en la dicha muerte, como más largamente probé y averigüé en la causa que contra mí se siguió sobre ello por el alcalde mayor que a la sazón era en esta dicha Villa, con comisión especial que para ello tuvo de la Real Audiencia para el dicho efecto, y así el dicho Martínez, munchos días antes como bueno y fiel cristiano, temeroso de Dios [...] dijo y declaró no ser culpantes de las heridas que él tenía ninguno de los en esta dicha acusación están contenidos, antes pidió por petición fuesen sueltos de la prisión en que estaban si por ello estaban presos, lo cual dijo que decía y aclaraba 404 403 Sin embargo, la fecha que da el escribano Juan Vázquez está equivocada, porque dice que es de 1566. Por “hechores” o perpetradores del delito. La expresión es recogida por Boyd–Bowman (1971), 463. 405 Se trata de Juan Fernández El Viejo, alcalde ordinario en repetidas ocasiones: véase Sevilla del Río (1977), 124. 184 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI por descargo de su conciencia y que si antes había dicho alguna cosa, era por mala querencia que con ellos había tenido y no porque en efecto fuese ni pasase así. Y siendo esto así, no había necesidad agora de nuevo hacer proceso contra el dicho mi negro. Lo otro, si el dicho mi negro se huyó de la cárcel en que estaba en aquella sazón, era y fue porque es muy gran bellaco y que siempre ha tenido por mala manía y costumbre, estando en mi servicio, huirse y andar ausentado de mi poder muncho tiempo y así es público y notorio, y no porque él se hallase culpante en lo que así se le pide”. En tercer lugar, sigue diciendo Diego de Mendoza, en el supuesto caso que Antón hubiera sido causante de las heridas de Martínez, cosa que niega, es sabido que éste “no murió dellas, antes estaba ya bueno y sano y andaba levantado, y si murió fue de una enfermedad de la orina que Dios Nuestro Señor fue servido de le dar, que él antiguamente tenía”. Por último, pide y suplica la absolución de su esclavo, porque de no ser soltado y continuar la causa, él está presto como su defensor “de tachar y calumniar en la persecución de esta causa a los testigos y dichos contra el dicho mi negro dijeron y depusieron, porque por los dichos mismos consta haberse perjurado”. El alcalde mayor falló recibiendo a prueba el caso, mandando notificar esta sentencia a las partes. Fueron testigos, el alcalde Juan Fernández y Álvaro de Grijalba. Luego el escribano Francisco Baeza y Herrera notificó el auto a las partes, de lo que fueron testigos Gómez de Hoyos y Diego López de Ayala. El alcalde mayor decidió que “Pero López de Herrera para que, como delator que fue de la causa, asista si quisiere juntamente con el fiscal a la dicha causa, e a la probanza, e a los demás autos que se hicieren, hasta la sentencia definitiva inclusive”. Testigos de esta notificación fueron Gonzalo Vázquez y Juan de Velasco. López de Herrera declaró que tenía entregada una memoria de los testigos que se debían aprovechar en el caso. El licenciado Hoyos turnó el asunto al fiscal, mandando que se agregara esta petición al proceso. Estuvieron presentes a la notificación el propio López de Herrera, Andrés de Madrid y Bernaldino Cola. El 27 de abril, el promotor Juan de Iniesta decía que “a mi noticia ha venido que Juan Fernández de Ocampo trujo de la Ciudad de México una provisión real de Su Majestad sobre que se conociese desta causa que yo sigo, y conviene al servicio de Su Majestad y a la administración de la justicia, que la dicha provisión parezca para que, conforme a ella, se siga en todas instancias. Por lo tanto, a V.m. pido y suplico mande al dicho Juan Fernández de Ocampo exhiba la dicha provisión, pues consta por público e notorio haberla traído, y si necesario es, V.m. le apremie a ello por todo rigor de justicia y sobre todo pido justicia”. Y añadía: “otrosí hago presentación de una memoria que Pero López de Herrera me dio y entregó de los testigos que se han de presentar en la causa. A V.m. pido que el alguacil los traiga para que yo los presente”. El alcalde Juan de Hoyos dispuso que Juan Fernández de Ocampo “hoy en todo el día exhiba” la mencionada provisión, y que el alguacil trajera a los testigos señalados en la memoria de López de Herrera. Fernández Ocampo contestó “que la provisión que se le manda exhiba, él no la tiene, ni contra negro ninguno él ha sacado tal provisión”. Testigos fueron de esta respuesta fueron Luis de Grijalba, Suero Vázquez y Francisco de Frías, vecinos y estantes. El 27 de abril, Mendoza presentaba las preguntas para el examen de sus testigos; por su parte, Juan de Iniesta pedía cincuenta días de plazo para la presentación de los suyos, por cuanto “están fuera desta Villa y en el dicho término no pueden decir sus dichos”. El licenciado Juan de Hoyos le concedió solamente treinta días. La medida no gustó a Diego de Mendoza, que protestó ante el alcalde mayor, argumentando que Iniesta había pedido mayor plazo “de malicia, y por se ir a su güerta y dejar el negocio indeciso y porque no se concluya tan ahína por me hacer molestia y daño”; agrega también que los testigos a quienes pretende aprovechar “están todos en esta Villa”. El 21 de mayo, “atento que el dicho fiscal no está en esta 185 José Miguel Romero de Solís Villa”, el alcalde mayor prorrogó el plazo a cincuenta días. Juan de Iniesta presentó por testigos a Inés Álvarez Cornejo, mujer de Luis de Grijalba, alcalde ordinario. Interrogada sobre el caso, contestó “que de todo lo en la acusación y denunciación contenido, esta testigo no sabe cosa alguna y que ésta es la verdad de lo que sabe”. Declaró tener más de 40 años de edad y no firmó por no saber escribir. Su segundo testigo fue Isabel de Grijalba, mujer de Bernaldino Cola. Dijo que “la noche que dicen que hirieron al dicho Luis Martínez, esta testigo estaba en casa de Luis Grijalba, su padre, cosiendo con su madre, e que dende al rato que estaban ahí, oyó dar voces en la plaza y que andaba mucho ruido que paresció a esta testigo que reñían, e que oyó decir Ay, que me han muerto!; e que a este ruido e voz, esta testigo se asomó a la ventana e que no vio a nadie en la dicha plaza por estar tan oscuro como estaba, e viendo que no parescía nadie, se entró otra vez; e que otro día supo esta testigo cómo el dicho Luis Martínez estaba herido y era el que dio las voces, e que dende a ciertos días, esta testigo le fue a ver a su posada e que ésta es la verdad de lo que pasa y en este caso sabe”. Dijo ser de 25 años poco más o menos. No firmó por no saber escribir. Alonso Carrillo, vecino de Colima, fue llamado a prestar su declaración. Dice que en el tiempo que señala la denuncia, “oyó decir por público y notorio en esta Villa cómo el dicho Diego de Mendoza e un su esclavo negro”, de nombre Antón, a mano armada hirieron de una estocada a Luis Martínez; también oyó decir que por este motivo estuvieron presos, “e que sabe que estando preso el dicho Cerón se huyó de la cárcel, e que ha oído decir a vecinos deste pueblo cómo Juan Fernández El Mozo tenía provisión de la Real Audiencia para que llevasen a Diego de Mendoza y lo procesado a México”. Esto era todo lo que sabía. Después, el alcalde tomó declaración a Alonso Miguel, vecino de Colima. Relató que “una noche, que serían dos o tres horas de la noche, Diego Núñez de Guzmán que fuera alcalde ma- yor desta Villa, fue a casa de Ginesa López a llamar al Chantre de Guadalajara406 que vivía entonces en su casa, para que fuese a confesar al dicho Martínez, y este testigo fue con él a una de las tiendas de Diego de Velasco, donde estaba el dicho Martínez”. Este se hallaba “con una herida que tenía entre el pecho y la barriga”. Agrega Alonso Miguel que al llegar, el alcalde Núñez de Guzmán le preguntó quién había sido, y Martínez “en presencia deste testigo respondió que un negro de Diego de Mendoza le había dado una pedrada en la cabeza, que le había derribado, la cual mostró, e que luego había llegado el dicho Diego de Mendoza y un fulano Cerón y le habían dado aquella estocada y otras que tenía, de que este testigo no se acuerda, e que sobre ello el dicho Diego Núñez de Guzmán hizo proceso contra ellos y estuvo preso el dicho Diego de Mendoza, e no se acuerda si los demás lo estuvieron”. En el interrogatorio presentado por Diego de Mendoza, entre otras cosas, se preguntaba si los testigos sabían que “Diego Núñez de Guzmán, alcalde mayor que fue en esta dicha Villa, con comisión especial que tuvo de la Real Audiencia que reside en la Ciudad de Méjico; para conocer deste pleito y causa e determinalla, conoció della e después por su ausencia, por mandado de los señores presidente e oidores de la dicha Real Audiencia, la determinó Pedro de Ávila Quiñones, alcalde mayor en esta dicha Villa; digan lo que saben. Iten si saben de que al tiempo e sazón que pasó la cuestión del dicho Luis Martínez, el dicho Antón, negro, ni el dicho Diego de Mendoza, su amo, no se hallaron en ella, no embargante que el dicho Martínez dijo haber sido ellos en la dicha cuestión, y así como bien cristiano, temeroso de Dios y de su conciencia, dijo e declaró haber mentido en ello” y lo que en su primera declaración había dicho, lo había expresado “por odio e enemistad” pero “no porque fuese verdad”. 406 Era el padre Alonso Sánchez de Miranda que había sido cura y vicario de Colima: supra, regº 106; a él acudían los vecinos para consultarle en situaciones delicadas: un buen ejemplo, infra, regº 243. 186 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI Sigue diciendo el interrogatorio si saben los testigos que la última declaración de Martínez, según la cual no habían tenido que ver en el asunto Mendoza y Antón, “se llevó ante los señores presidente y oidores de la Real Audiencia de México”, quienes habiendo visto el caso, “mandaron una su provisión real que dentro de quince días, el dicho alcalde mayor so graves penas determinase la causa, y así la determinó”. Además, se pregunta si saben los testigos que “Martínez no murió de las heridas” que dicen recibió “antes estaba muy bueno y sano, y levantado y si murió fue de una enfermedad vieja de la orina que el susodicho tenía, que Dios Nuestro Señor fue servido de le dar, y los testigos lo saben porque lo vieron ser y pasar ansí como la pregunta dice”. Acerca de Antón se pregunta a los testigos si saben que “ha sido muy avieso y que siempre ha andado sin causa alguna fuera del servicio de su amo, huido; digan lo que saben”. Y que “el dicho Antón se huyó de la cárcel donde estaba al tiempo que los testigos declaran, no fue porque él se hallaba culpante en las dichas heridas”, sino por el afán de huirse. Por último, Mendoza agregaba una “pregunta añadida”, donde se dice que “el dicho Luis Martínez era un hombre malquisto en esta Villa, mozo pendenciero e que tenía muchos émulos, soberbio para ser como era un mozo oficial de baja suerte y mal sufrido; digan lo que saben”. Para su probanza, Diego de Mendoza presentó por testigo a Martín Ruiz de Monjaraz, vecino de Colima, quien aseguró que tenía 26 años de edad, recuerda que el alcalde Núñez de Guzmán tomó presos a Mendoza, a su esclavo Antón y a un fulano Cerón por haber dado muerte a un tal Andrés Martínez.407 Dice que “este testigo, estando el dicho Andrés Martínez herido en la cama, ante un escribano público desta Villa que se decía Diego Veedor, dijo cuando él había querelládose de Diego de Mendoza sobre las heridas que tenía, había sido mentira”, y si lo había 407 A lo largo de todo este testimonio, Martín Ruiz de Monjaraz llama al difunto “Andrés Martínez” y no Luis, como lo nombran los demás testigos. hecho “fue por enemistades que había entre ellos e no porque le hubiese herido”. Declara que “nunca este testigo vio en pie al dicho Andrés Martínez pero que oyó decir a personas de cuyos nombres no se acuerda, que murió de la enfermedad que la pregunta dice”. El siguiente testigo presentado por Diego de Mendoza fue Juan Ramírez de Alarcón, que reconoció tener más de 40 años de edad. Dijo que a él no le consta que por mandado de la Real Audiencia de México, los alcaldes Núñez de Guzmán y Pedro de Ávila conocieran del pleito, pero lo ha escuchado de muchas personas de esta Villa, de cuyos nombres no se acuerda. Recuerda la declaración hecha por Luis Martínez, “porque la vio por testimonio que dio Diego Veedor, escribano que fue desta dicha Villa, a lo que este testigo se sabe acordar”. Por otra parte afirma que “de más que la pregunta dice, tiene entendido que los susodichos no lo hicieron”, porque “este testigo salió a la plaza cuando estaba herido el dicho Luis Martínez, y vido cómo Diego Núñez de Guzmán, alcalde mayor” sacaba a Diego de Mendoza de su casa y le traía preso, a pesar de haber estado quieto y pacífico, porque no había cometido dicho delito, que de haber sido él y su esclavo negro los causantes, en opinión de este testigo, “estuvieran alborotados y se ausentaran”. Recuerda también que vio a Luis Martínez herido, y que al cabo de veinte días, “antes más que menos, este testigo vido al dicho Luis Martínez levantado e vestido, y andar por su posada como hombre que estaba fuera de peligro de las dichas heridas, e que después vio que andaba buscando un Alonso Miguel, vecino desta dicha Villa, remedios para curar al dicho Luis Martínez de la orina, porque decían habérsele cerrado el caño y no poder orinar, y que tiene este testigo entendido que le procedería la muerte de la dicha enfermedad, porque es mal peligroso, y en especial en parte do no hay remedio” [...] ni persona “que supiese curar la dicha enfermedad”. Agrega que unos veinte días después de haber visto a Martínez levantado, le vio morir. Sobre el esclavo Antón opina que “es negro avieso e gran huidor, e tiene por uso e costumbre huirse sin le hacer mal, e que este tes- 187 José Miguel Romero de Solís tigo yendo desta Villa a Guanajuato, llevó criado de doña Beatriz consigo,408 el cual iba en busca de el dicho Antón, negro, que estaba huido, al cual hallaron en las dichas minas en casa de Rodrigo Mexía”.409 Por último, dice que el difunto Luis Martínez “era hombre soberbio e pendenciero y que en esta Villa siempre andaba en pendencias con muchas personas, e que era sastre y hombre pobre”. Diego de Mendoza quiso presentar por testigo a Francisco de Hoyos, estante,410 pero estaba enfermo a la sazón; Mendoza pidió que el escribano Francisco Baeza y Herrera “fuese a la posada del dicho Francisco de Hoyos a tomar e rescebir su declaración”, lo que así dispuso el alcalde mayor. Hoyos dijo tener más de 22 años de edad, que conocía a los implicados en el caso desde hacía seis o siete años y que no le tocaba ninguna de las generales. Dice que cuando sucedieron los hechos de este proceso, “este testigo fue a la Ciudad de México con poder del dicho Diego de Mendoza”, para presentar ante la Real Audiencia una petición con el objeto que el alcalde Núñez de Guzmán soltara a Mendoza y Antón, que estaban presos en la Villa de Colima, lo cual visto por el presidente y los oidores, mandaron dar una provisión para que fuese determinada rápidamente la causa, lo que hizo el alcalde Pedro de Ávila Quiñones, “por virtud de las dichas comisiones”. Afirma que Luis Martínez falleció a consecuencia “de la enfermedad que tenía de la orina” y que “tenía muchos émulos” y era “muy soberbio y pendenciero”. El 2 de junio, como Juan de Iniesta seguía ausentándose de la Villa de Colima, el alcalde mayor decidió designar por promotor de la causa a Francisco de Frías, alguacil mayor. El 4 de 408 Se trata de Beatriz López de Ayala. Es interesante esta conexión entre Colima y Guanajuato. Juan Ramírez de Alarcón, que la pone de relieve, era un próspero mercader de la Villa de Colima. 410 Por la calidad de “estante” que aquí tiene Hoyos, nos hace suponer que no debe tratarse del vecino de Colima homónimo, que hemos registrado antes: supra, regº 14 y 68. Por la edad que declara, tampoco debe identificarse con un vecino de México al que se menciona en otras ocasiones también relacionado con Diego de Mendoza: por ejemplo, infra, II, regº 353. junio, Diego de Mendoza decía que el plazo pedido por el fiscal Iniesta ya se había cumplido con creces, sin presentar en el caso cosa alguna, mientras que su esclavo está preso “sin culpa tantos meses ha y muy malo a la muerte”. Pide a su merced “lo mande soltar libremente y donde no lo mande soltar en fiado”. Además, añade que “no apartándome de la recusación que a V.m. tengo hecha,411 antes le recuso ahora de nuevo si necesario es”. Días después, el nuevo promotor fiscal Francisco de Frías, a propósito del acusado Antón, decía “que visto este proceso y causa se hallará su culpa bien y bastantemente probada con mucho número de testigos fidedignos” y sin tacha, mientras “la parte contraria no haber hecho ni probado en contrario cosa que aprovecharle pueda” ya que los testigos utilizados “se contradicen en sus propios dichos” además de que “son notoriamente amigos y paniaguados de Diego de Mendoza que es el amo del dicho negro. Por tanto, a V.m. pido y suplico mande condenar y condene al dicho Antón, negro, en las mayores y más graves penas en derecho establecidas, ejecutándolas en su persona”. Por otro escrito, pedía la conclusión de la causa. Sin embargo, Diego de Mendoza alegaba que algunos de los testigos que él quería aprovechar, no habían prestado sus declaraciones “por haber V.m. estado mal dispuesto hasta ahora412 y el escribano ocupado, y ahora el escribano no los quiere recebir”. Pide al alcalde mayor mande que el escribano reciba sus dichos, cosa que dispuso el licenciado Hoyos.413 Caja A–5, exp. 10, 34 ff. 125. 1566. Septiembre, 5. Juan de Iniesta reclama el pago de una cuenta de mercaderías a Álvaro de Grijalba. 409 411 Se supone que la recusación a la que alude Diego de Mendoza, debía aparecer en el expediente, cosa que no acontece. 412 La expresión utilizada se presta a confusión: ¿existía mala disposición del licenciado Hoyos contra Mendoza, por lo cual éste se vio obligado a recusarle, o bien el haber “estado mal dispuesto” hace referencia a hallarse enfermo. 413 Aquí termina el expediente sin transcribirse las sucesivas diligencias y formalidades hasta la sentencia final. 188 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI Álvaro de Grijalba, vecino de la Villa de Colima, había llevado de la tienda de Juan de Iniesta varias mercaderías obligándose a pagarlas. La cuenta decía así: Memoria “Llevó el dicho Álvaro de Grijalba un talabarte de terciopelo en cinco pesos; más, llevó la señora Catalina Ruiz ocho varas y tres cuartas de cotonia de Valencia, a peso la vara; más, llevó la dicha cinco varas de presilla a seis tomines vara; más, llevó vara y media de ruán oro, a peso vara; más, llevó la señora mujer del señor Álvaro de Grijalba una vara de holanda, en dos pesos”. “Llevó Álvaro de Grijalba vara y cuarta de paño blanco a seis pesos la vara; más, llevó el dicho Álvaro de Grijalba siete varas de presilla a seis tomines vara; más, llevó el dicho una cuarta de paño blanco; más llevó el dicho una gorra de paño de Toledo, en dos pesos; más, llevó el dicho cuatro varas de presilla a seis tomines vara; más, llevó Álvaro de Grijalba una vara y media de holanda, a dos pesos vara; más, debe la señora Catalina Ruiz, su mujer, de un capillejo, tres pesos y medio; más, llevó una gorguera de hilo portugués, en tres pesos y medio”.414 Al pie de esta cuenta, con fecha de 5 de septiembre de 1566, Álvaro de Grijalba reconoce ser verdad que de esta cuenta debe 37 pesos y 7 tomines y se obliga a pagarlos, estando por testigos Juan Martín y Alonso de Carrillo, quien firmó junto con Grijalba. Como Grijalba no había pagado a tiempo, Juan de Iniesta hizo presentación de esta carta cuenta ante el alcalde ordinario Diego de Velasco. Por mandado del alcalde, Grijalba volvió a reconocer este saldo el 9 de abril de 1567; fueron testigos Pedro de Arévalo, Cristóbal de Silva y Juan de Arrúe, vecinos de la Villa. Luego, Juan de Iniesta pidió al alcalde Velasco su mandamiento de ejecución. El 13 de abril así lo dispuso Velasco: “Alguacil mayor desta Villa u otro cualquier alguacil della, y a vos mando que hagáis entrega e ejecución en la persona e bienes de Álvaro de Grijalba”, por 37 pesos y 7 tomines que está obligado a pagar a Iniesta por virtud de una carta cuenta reconocida de plazo pasado. Sin embargo la tal ejecución parece no haberse hecho como se deduce por un nuevo dado al alguacil mayor por el alcalde Juan Fernández el 8 de julio del mismo año, exigiendo cumplir y guardar el anterior mandamiento. El 24 de ese mes, el alguacil mayor Juan Muñoz requirió a Grijalba, quien nombró por sus bienes “las casas de su morada en las que este alguacil hizo la dicha ejecución”. Álvaro de Grijalba designó por su fiador a Bernaldino Cola. Estaban presentes como testigos Andrés García y Diego Morán, vecinos de Colima. Dio fe el escribano Juan Vázquez. Los pregones se gritaron el 29 de julio, el 7 y 16 de agosto “por voz de Gaspar, indio ladino en la lengua mexicana”. Fueron testigos de los mismos Francisco de Hoyos, Bernaldino de Guzmán, Gerónimo Serrano y Juan de Arrúe, vecinos de Colima. El 31 de julio, ante el escribano Miguel Rodríguez, Juan de Iniesta otorgó todo su poder “a vos, Nicolás Bote, mi cuñado, e Andrés Martel, vecinos desta Villa”. Testigos: Baltasar de Alcalá, Bernaldino de Guzmán y Bernardino Cola, vecinos de la Villa. El 25 de agosto, Nicolás Bote, en nombre de Iniesta, decía que el término de los pregones ya había transcurrido, por lo que pedía hacer trance y remate. El alcalde Diego de Velasco, el 24 de septiembre, dictó su fallo de “avivar la voz del almoneda y hacer trance y remate de los bienes ejecutados, e de su precio e valor hacer entero e cumplido pago de los pesos de oro y costas porque pidió esta ejecución a la parte del dicho Juan de Iniesta”. Dos días después, ante el escribano Juan Vázquez y los testigos Juan Fernández y Juan 414 Al margen: “Recibí de la señora Catalina Ruiz, 3 pesos 4 tomines”. 189 José Miguel Romero de Solís Muñoz, “paresció Juan Griego,415 vecino desta Villa”, haciéndose fiador de Juan de Iniesta. Caja A–5, exp. 11, 7 ff. 126. 1563. Mayo, 7. Baltasar de Alcalá demanda cantidad de pesos que le quedó debiendo Miguel Rodríguez, escribano difunto. “Pagaré yo Miguel Rodríguez, escribano de Su Majestad, al señor Baltasar de Alcalá cuarenta pesos del oro común que por otros tantos que me prestó por me hacer placer e buena obra, los cuales le daré de la fecha de éste en dos meses; porque es verdad dí ésta firmada de mi nombre. Fecho en Colima en siete de mayo de 1563 años. Miguel Rodríguez”. El 30 de diciembre de 1567, ante el alcalde Diego de Velasco, Baltasar de Alcalá presentó este conocimiento y dijo que “Miguel Rodríguez, difunto, me debe por esta cédula que tengo firmada de su nombre y escrita de su letra de que hago presentación ante V.m. cuarenta pesos del oro común como por ella paresce, a que me refiero. A V.m. pido y suplico mande que de los bienes del dicho Miguel Rodríguez que quedaron, los cuales están en poder del señor Diego de Mendoza, alcalde ordinario desta Villa, me den e paguen los dichos cuarenta pesos que ansí pido, atento que ha más de cuatro años que se los presté en reales de plata”. El alcalde Diego de Velasco mandó que Alcalá diera información para lo cual éste presentó por testigos a Bernaldino Cola, Bernaldino de Guzmán y Alonso Carrillo de Guzmán, vecinos de Colima. El primero declaró “que al tiempo que se quiso morir el dicho Miguel Rodríguez, dijo a este testigo que debía al dicho Baltasar de Alcalá por un conocimiento ciertos pesos, e que dellos le debía hasta treinta pesos bien debidos”. Al serle mostrada la cédula, Bernaldino Cola dijo que era “de letra y firma del dicho Miguel Rodríguez, porque este testigo le ha visto escre- bir e firmar muchas veces”. Dijo tener 40 años de edad. Bernaldino de Guzmán, por su parte, dijo que “habrá más de tres meses, poco más o menos, que el dicho Miguel Rodríguez, difunto, dijo a este testigo que debía al dicho Baltasar de Alcalá ciertos pesos de oro”; mostrada la cédula, reconoció en ella la letra y firma del difunto escribano. Alonso Carrillo de Guzmán, “vecino e regidor desta Villa”, declaró que sabía de la deuda de Miguel Rodríguez con Alcalá, porque “antes que muriese se lo dijo a este testigo, mas no en qué cantidad”. Cuando vio el conocimiento, reconoció la letra y firma de Miguel Rodríguez, “porque muchas veces le ha visto escrebir e firmar”. Dijo tener 30 años de edad. Recibida la información y reconocida la cédula, el alcalde Diego de Velasco dictó mandamiento de ejecución, el 30 de diciembre: “Alguacil mayor desta Villa, yo os mando que hagáis entrega y ejecución en los bienes de Miguel Rodríguez, escribano difunto” por 40 pesos de oro común que “debía a Baltasar de Alcalá, residente en esta Villa, el cual juró por Dios e Santa María sobre la señal de la cruz, que le son debidos e por pagar”. Decía también al alguacil: “apercebid e notificad a Pero Ruiz,416 defensor de los dichos bienes, los términos desta ejecución e días de la ley de Toledo, e que señale casa e procurador conocido con quien se sigan los autos”. El 3 de enero de 1568, el alguacil mayor Antonio de Carvajal “señaló por bienes para hacer esta ejecución los pesos de oro que deben de una almoneda que se hizo del dicho Miguel Rodríguez, Pedro de Bobadilla, e Diego Fernández de Saldaña, y Bernaldino de Guzmán y Álvaro de Grijalba, vecinos desta Villa, en los cuales dichos pesos de oro hizo la dicha ejecución por la cuantía e costas en el dicho mandamiento contenidas, e requirió a los susodichos no acudan con ellos a persona alguna, so pena que lo pagarán por sus personas e bienes, siendo presentes por 415 Otras referencias acerca de Juan Griego, en regº 121, 130, 186, 241, 251. 416 190 Se trata de Pero Ruiz de Vilches. Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI testigos Andrés García, e Juan de Iniesta, e Pero López de Herrera, vecinos desta dicha Villa”. El 8 de enero, Baltasar de Alcalá dijo que “mejoraba e mejoró la ejecución que tiene hecha en esta causa en nueve pesos y medio en que se remató un caballo rucio, tordillo, en Juanes de Arrúe, que se vendió por bienes del dicho Miguel Rodríguez”. El 12, por cuanto el término de los pregones ya había pasado, Baltasar de Alcalá pidió al alcalde ordinario Luis de Grijalba hacer trance y remate. Lo que, por auto del alcalde, fue notificado Pero Ruiz de Vilches, defensor en nombre de Su Majestad de los bienes del difunto escribano, de lo que fueron testigos “Antonio de Carvajal y el señor alcalde mayor Juan Fernández”.417 El 19 de enero volvía a insistir en su petición Baltasar de Alcalá, tornándose a notificar a Pero Ruiz, ante Antonio de Carvajal, Juan Adán418 y Gerónimo Serrano, vecinos de la Villa, “que si tiene que decir o alegar, lo venga diciendo dentro de tercero día”. Como no respondía ni alegaba cosa alguna, Alcalá lo acusó de rebeldía el 25 de enero. El alcalde Luis de Grijalba pronunció sentencia el 27 de enero: “atento que los bienes en que esta ejecución se ha hecho, son dineros que tienen su entero e cumplido valor, debo de mandar 417 Este dato que Juan Fernández ocupaba la alcaldía mayor, no debe confundir; según Sevilla del Río (1977), 124, “en los años de 1567-68 fue teniente de alcalde mayor en Colima”. 418 Aunque el primer dato preciso de su vecindad según este expediente se remonta a 15668, hay noticias anteriores de su presencia en Colima: así, en 1561, cuando fue sentenciado por cierta “cuestión” con Pedro de Ibiza; además se dio de cuchilladas con Juan Muñoz por razón de una manceba y se batió con la espada desnuda en 1563, con Garci Rodríguez: infra, IV, regº 776 y 777. Casó con Elvira Ruiz de Monjaraz, viuda de Andrés de Segura: infra: III, regº 498 y IV, regº 1025. Los hijos del primer matrimonio de Elvira Ruiz demandaron el 23 de febrero de 1593 que Juan Adán, como señor absoluto, gastó su hacienda como cosa propia: AHMC/Reyes 116, 118 y 180. Acerca de su descendencia, se menciona por hijo suyo al mestizo Francisco Martín, acusado el 20 de abril de 1582 de estar públicamente amancebado con María, india de Sayula: infra, IV, regº 854. Por otra parte, en enero de 1606, el vecino Juan Espinosa se decía yerno de Juan Adán, a la sazón ya fallecido: AHMC/B, caja 26, exp. 5, pos. 10. y mando hacer entero y cumplido pago al dicho Baltasar de Alcalá”. Baltasar de Alcalá, luego, nombró por su fiador a Bernaldino Cola quien se obligó ante el escribano Juan Vázquez y los testigos Bernaldino de Guzmán, Tomás Herades y Diego López de Ayala, vecinos de Colima. Baltasar de Alcalá, por último, pidió al alcalde que diera “su mandamiento requisitorio e apremio” contra las personas deudoras de la almoneda hecha sobre los bienes del difunto; también el alcalde Grijalba hizo la tasación del principal y costas del proceso, resultando lo siguiente: del principal, 40 pesos; de las costas del proceso, del escribano,419 3 pesos; de las costas del juez, un peso; de las costas del alguacil, 2 pesos. “Parece que montan las costas del principal e todo ello, cuarenta y seis pesos del oro común”. Caja A–5, exp. 12, 8 ff. 127. S/f. Poder que otorga Martín Gómez Vizcaíno en favor de Cristóbal de Silva y Alonso de la Puerta. Martín Gómez Vizcaíno,420 residente en esta Villa de Colima de la Nueva España, otorga todo su poder a Cristóbal de Silva y Alonso de la Puerta para que en su nombre y en el de ellos mismos puedan cobrar 126 pesos y medio de oro común de Juan de la Torre, vecino de Colima, “que el susodicho me debe del tiempo que le he 419 Aparece aquí una nota añadida que dice: “con el alguacil”. 420 Martín Gómez era hijo de Hernán Gómez, vecino de San Cebrián. El 17 de julio de 1564, al mismo tiempo que presentó una obligación que con él había contraído el mercader Aztiguieta, dio poder a favor de Juan de la Torre y Pero Ruiz de Vilches, para que hicieran su testamento, quizá, por sentirse gravemente enfermo: supra, regº 96. Sin embargo, al parecer recuperó de la salud, ya que figura por testigo en un pleito que empezó a verse ante el alcalde Hernando de Gamboa en diciembre del año siguiente: supra, regº 103; y, a mediados de 1567, seguía dando poderes y suscribiendo nuevas obligaciones: infra, regº 129 y 130, las cuales escrituras marcarían un límite para datar la presente carta poder. 191 José Miguel Romero de Solís servido en su güerta de cacao que tiene en este pueblo”.421 Caja A–5, exp. 13, f. 5 vta.422 saber firmar el otorgante lo hizo por él, Antonio de Carvajal y Cristóbal de Solórzano.425 Caja A–5, exp. 13, f. 6 fte. 128. 1567. Agosto, 3. Poder que otorga Diego de Morán a Jerónimo de Velasco. 130. 1567. Julio, 28. Obligación de Álvaro de Grijalba a favor de Martín Gómez Vizcaíno. Diego Morán, vecino de la Villa de Colima, da su poder a Gerónimo de Velasco.423 Fechado en 28 de julio de 1567.424 Caja A–5, exp. 13, f. 5 vta. Ante el escribano Miguel Rodríguez, el vecino de Colima Álvaro de Grijalba se obliga de dar y pagar a Martín Gómez Vizcaíno 127 pesos de oro común “de a ocho reales de Castilla cada un peso,que son por razón de otros tantos que por mí distes e pagastes a Cristóbal de Silva, persona a quien yo los debía, por Juan de Aztiguieta”. Grijalba se compromete a pagarlos para el día de Pascua de Navidad primera venidera. Testigos: Juan Griego, Antonio de Carvajal y Baltasar de Alcalá, vecinos de esta Villa. Caja A–5, exp. 13, ff. 6 vta.-7 fte. 129. 1567. Julio, 28. Poder que otorga Martín Gómez Vizcaíno a Cristóbal de Silva para cobrar cierta cantidad de pesos a Juan de la Torre. Martín Gómez Vizcaíno, “estante que soy al presente en esta Villa de Colima desta Nueva España, otorgo e conozco por esta presente carta que doy mi poder cumplido cual de derecho se requiere a vos Cristóbal de Silva, que sois presente, especialmente” para que pueda cobrar de Juan de la Torre, vecino de Colima, 130 pesos de oro común “que el susodicho me debe por un conocimiento de mayor cuantía que contra él tengo firmado de su nombre”. Pasó ante el escribano Miguel Rodríguez, siendo testigos Baltasar de Alcalá, quien por no 421 Faltan la fecha, los testigos y la firma del escribano. 422 El expediente 13 de la caja 5 de esta sección que ahora comenzamos a registrar, trae una portadilla, donde leemos: Registro de los remates que en esta Villa se rematan de los tributos de Su Majestad. Sin embargo, se agregan otras escrituras y los remates no llevan secuencia temporal. Por ello, abrimos un regº por cada escritura (regº 127-174): primero, inventariamos una serie de poderes y obligaciones, que figuran en este cuadernillo, y luego hacemos lo propio con los remates, a partir del regº 139, ordenándolos cronológicamente. 423 Sobre Jerónimo de Velasco: supra, regº 135. 424 Parece un borrador de poder. Curiosamente, se data al principio y al final, pero con fechas distintas. 131. S/f. Escritura de un censo de Juan Gómez y Leonor de Almesto. [Al margen: Censo]. Juan Gómez y Leonor de Almesto, su mujer,426 “por cuanto en el testamento e última voluntad que Bartolomé Sánchez, mi primer marido de mí, la dicha Leonor de Almesto”.427 Caja A–5, exp. 13, f. 7 fte. y vta.428 132. 1567. Agosto, 19. 425 Confusa la lectura del apellido; quizá diga Sandoval, quien pudiera ser el sastre que hallamos antes en el regº 82. 426 “Leonor de Almesto, hermosa mestiza habida por Juan [de Almesto] en una india principal de la provincia de Colima”: Sevilla del Río (1977), 129. Bartolomé Sánchez fue su primer esposo: supra, regº 62; aquí aparece ya casada con Juan Gómez: infra, regº 251. 427 Al margen, se lee: “mandamos a vos Gerónimo de Herrera, escribano de número de Granada, que es [...] en la Villa de [...] las Monjas, que hagáis [?] a vos Gregorio López de Martos...”. 428 Escritura trunca. 192 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI Beatriz López, mujer de Diego de Mendoza, otorga poder en favor de Gonzalo López de Ayala, su hijo. Doña Beatriz López de Ayala, con el consentimiento de su esposo Diego de Mendoza, da su poder a su hijo Gonzalo López de Ayala, “estante en las minas de los Zacatecas”, especialmente, para cobrar de Juan de Sampedro,429 “vecino de las dichas minas de Zacatecas”, la cantidad de 5,500 pesos de oro de minas “que el susodicho me debe por virtud de una obligación” de plazo pasado. Testigos: Pedro de Arévalo, Antonio de Paredes y Antonio Pérez, vecinos de Colima. Caja A–5, exp. 13, ff. 7 vta.-8 fte. 133. 1567. Agosto, 19. Beatriz López, mujer de Diego de Mendoza, otorga poder en favor de su hijo Gonzalo López de Ayala. Doña Beatriz López de Ayala, con licencia de su esposo Diego de Mendoza, otorga poder a su hijo Gonzalo, “estante en las minas de los Zacatecas, para que cobre de Juan de Sampedro, vecino de las dichas minas, 5,500 pesos de oro de minas, que el susodicho me debe por una escriptura pública que pasó ante Pedro de Vivanco, escribano de Su Majestad”. Y porque “soy informada que el dicho Juan de Sampedro tiene alguna necesidad e no me poder pagar”, dispone lo que debe de hacerse [?]. Testigos: Diego de Ávila, Pedro de Arévalo y Antonio Pérez, vecinos de Colima.430 429 Éste y el poder que sigue (infra, regº 133) son casi idénticos, cambiando sólo el nombre de los testigos. Es preciso subrayar dos elementos: el primero, que Gonzalo López de Ayala se haya trasladado personalmente a Zacatecas; el segundo, la cuantía de la obligación que adeuda Juan de Sanpedro —al que se registra también en otras ocasiones como San Pedro u Ortiz de San Pedro—, indicador muy claro del interés suscitado por las minas en la poderosa doña Beatriz. 430 Se hizo mención que ambos poderes son prácticamente iguales, a excepción del nombre de los testigos y de que, en este último, se hace referencia a la difícil situación económica que padecía el deudor: supra, regº 132. Caja A–5, exp. 13, ff. 8 vta.-9 fte. 134. 1567. Agosto, 17. García Ramírez da poder a Francisco de Hoyos. García Ramírez, vecino de México, estante en la Villa de Colima, e “hijo que soy de García Ramírez,431 difunto”, vecino que fuera de México, otorga todo su poder “a vos Francisco de Hoyos,432 vecino de la Ciudad de México, que sois presente, especialmente para que en mi nombre e para vos mismo como en vuestra causa propia podáis haber e cobrar, recebir e recaudar en juicio e afuera de él de Luis Ramírez de Vargas,433 vecino de la Ciudad de México, y de sus bienes” 100 pesos de minas que el susodicho le debe “por una escritura pública de censo de principal que pasó ante Juan de Zaragoza”434 el 17 de enero de 1560, y que le cupo por herencia de su padre. García Ramírez traspasa a Hoyos dicho censo, por otros 100 pesos que éste le dio y pagó en tostones de contado. Testigos: Bernaldino de Guzmán, Baltasar de Alcalá, Antonio de Carvajal, vecinos de Colima. 431 De ambos García Ramírez —eran homónimos padre e hijo— ya hicimos mención: supra, regº 102. 432 Es el tercer Francisco de Hoyos con el que topamos: el primero, vecino de Colima, en 1566, fungió de escribano: supra, regº 14. El segundo, estante en la Villa de Colima, estaba enfermo cuando lo quiso presentar por testigo Diego de Mendoza: supra, regº 124. El tercero es el que ahora hallamos, vecino de la Ciudad de México: infra, II, regº 353. Ninguno de los tres parece identificarse con el minero registrado por Icaza, y que era “natural de Campo, ques en las Montañas, e hijo de Diego de Hoyos y de Eluira de Castañeda, e que en las comunydades siruió a Su Magestad en Burgos, con Don Hernando de Touar”. Llegado a la Nueva España, “se halló en la guerra de los Çipotecas y la costa del sur, y estando en vnas mynas de oro, á más de veynte [años], myll indios Yopeçingos fueron una noche a él y a otros españoles, y pelearon con ellos toda la noche; y después fué a los pacificar con Vasco Porcallo, donde gastó en adereços y armas más de dos myll pesos, de donde benydo, fué uno de los primeros que descubrieron metal de plata en Çumpango, por donde á venydo a auer lo que al presente ay”: Icaza (1969), II, nº 1247. 433 Acerca de don Luis Ramírez de Vargas: supra, regº 35. 434 Sobre el escribano Juan de Zaragoza, algo apuntamos en nota al regº 102. 193 José Miguel Romero de Solís “E porque el dicho otorgante no supo escribir, rogó a dos testigos” que lo hicieran por él. Pasó ante el escribano Miguel Rodríguez. Caja A–5, exp. 13, ff. 9 vta.-10 fte. 137. 1568. Julio, 1º. Juan de Segovia, corregidor de Milpa, Manatlan y Xictlan, da su poder a Luis de Grijalba y Cristóbal de Solórzano. 135. 1567. Octubre, 16. Obligación de pago de Jerónimo de Velasco. Gerónimo de Velasco,435 residente en esta Villa de Colima, se obliga por esta escritura, otorgada ante el escribano Miguel Rodríguez, a pagar a Francisco de Hoyos y a Juan de ... [?], vecinos de la Ciudad de México, 31 pesos de oro común de a ocho reales cada peso, por razón de un sayo y una capa de paño negro veintecuatrén de Castilla, que les compró. Caja A–5, exp. 13, f. 10 vta. 136. 1568. Julio, 1º. Rodrigo de Balcázar, alcalde mayor de los Pueblos de Ávalos, nombra por escribano a Alejo del Castillo. “En el pueblo de Atoyaque de la Nueva España,436 primero día del mes de julio de mil y quinientos y sesenta e ocho años [1568], el muy magnífico señor Rodrigo de Balcázar, alcalde mayor por Su Majestad en esta Provincia e Pueblos de Ávalos, dijo que por cuanto en esta Provincia al presente no hay escribano de Su Majestad ante quien se puedan hacer algunas escripturas e otros autos que son necesarios hacerse, e al presente está en este pueblo Alejo del Castillo que es persona suficiente para ello”, le encargaba de ese oficio nombrándolo para dicho efecto.437 435 Castillo aceptó e hizo el juramento conforme a derecho. Caja A–5, exp. 13, f. 13 fte. Al calce de la escritura se firma Miguel Gerónimo [sic] de Velasco. Este “estante” en la Villa de Colima ya lo encontramos en el regº 128, recibiendo un poder de Diego Morán, y volverá a aparecer en el regº 179. 436 Pueblo situado en la comarca nombrada Pueblos de Ávalos, es registrado por la SV 5 “en Colima”, la mitad en Su Majestad y la otra en Alonso de Ávalos. 437 En el siguiente regº, Juan de Segovia otorgará poder ante este mismo escribano. “Sepan cuantos esta carta de poder vieren, cómo yo Juan de Segovia, corregidor del pueblo de Millpa y Manatlan438 y Xictlan por Su Majestad, 438 Aquí leemos “Manatlan”. En otro lugar leeremos “Amatlan y Malatlan”: infra, regº 165, donde damos amplia información acerca de estos pueblos. Por estas fechas, estaba plenamente consolidada la institución de los corregimientos que, por motivos desconocidos, pocas huellas documentales han dejado en nuestro Archivo. Una hipótesis podría ser que en nuestra provincia tardaron bastante tiempo en regularizarse. Punto de partida, tal vez, para su consolidación regional fue la llegada del virrey Luis de Velasco y el momento propicio —pudiera ser otra hipótesis razonable— la creación de la alcaldía mayor de los Motines hacia 1560, como se anotó: supra, regº 123. Sin embargo, Peter Gerhard señala que, a partir de 1531, “los pueblos de la Corona que quedaban dentro de la alcaldía mayor [de Colima] fueron agrupados en corregimientos, los cuales fueron asignados a vecinos españoles de la villa de Colima, dando preferencia a los que no tenían encomiendas y podían usar el cargo como medio de subsistencia [...] En la década de 1530 se nombraron corregidores para Alima (Pochotitlan), Escayamoca, Istlaguaca (Malacatlan), Tamala, Tecoman, Tepetitango, Xilotlan y Zalagua y Tlacatipa. A medida que pasaban las encomiendas a la Corona, se crearon más corregimientos: Acautlan y Chapula, Chiametla, Ixtapa, Tecpa, Tepetlazuneca, Quezalapa y Xocotlan (Caxitlan), además de los antes mencionados, aparecen en una lista de 1545. El visitador Lebrón (1551-1553) recomendó eliminar estos cargos, pero siguieron proveyéndose hasta la década de 1580. El corregidor de Tamala se convirtió en corregidor de Ecatlan y Contla, Tecoman y Zalagua fueron unidas con Chiametla, y Xuluapa se puso en corregimiento, todo antes de 1567. Hubo pleitos sobre Miaguatlan y Xilotlan, que fueron anexados a la jurisdicción de Tuspa en la década de 1570. Hacia 1590 o quizá un poco después, los corregimientos sufragáneos dentro de Colima fueron eliminados, y de ahí en adelante la justicia fue administrada por el alcalde mayor en forma directa y a través de varios tenientes nombrados por él”: Gerhard (1986), 80-81. No obstante la calificada opinión de Gerhard, quien toma por base el Padrón de 1532 donde se asegura que 27 pueblos de la provincia de Colima estaban en corregimiento: VP 52-61, el 194 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI otorgo e conozco por esta presente carta que doy e otorgo todo mi poder cumplido, libre e llenero, e bastante, según que lo ho y tengo e de derecho en tal caso se requiere, a vos Luis de Grijalba e Cristóbal de Solórzano, vecinos de la Villa de Colima, que están ausentes”, en especial y expresamente para que puedan parecer ante el licenciado Juan de Hoyos, alcalde mayor de la Villa de Colima y ante el teniente de contador de la dicha Villa, “e pedir que los tributos de maíces e gallinas e mantas e frisoles que los naturales de los pueblos de Milpa y Manatlan e Xictlan son obligados a dar e pagar a Su Majestad” del año de 1567, “se rematen e vendan en pública almoneda e el prescio por que se vendiere, lo podáis recebir en vos e haceros cargo de todo ello, para que yo dé cuenta con pago a Su Majestad e a los señores oficiales de México en su Real nombre”.439 Esta carta poder “está fecha e otorgada en el pueblo de Atoyaque de la Provincia de Ávalos”. Testigos: Antonio Briceño y Juan López del Salto, estantes en este pueblo. “Y yo Alejo del Castillo, escribano nombrado e del Juzgado del muy magnífico señor Rodrigo de Balcázar, alcalde mayor del partido e pueblos Dávalos por Su Majestad, presente fui con el dicho señor alcalde mayor e testigos”.440 Caja A–5, exp. 13, ff. 13 fte.-14 fte. 138. 1566. Octubre, 20. Carta de pago que da Alonso Sánchez de Figueroa a Baltasar de Alcalá por los tributos de Tecoman, Chiametla y Tlacatipa. gran silencio posterior en los regº del antiguo Archivo de la Villa, antes de la década de los sesenta, acerca del papel de los corregidores, y la falta de datos sobre quienes fungieron el cargo, nos hace mantener la hipótesis formulada anteriormente. Una lista de corregimientos y sus salarios en pesos de minas, basándose en una Relación de los corregimientos que se proveen en Nueva España desde el 12 de febrero de 1553 al 11 de febrero de 1569 (México, 10 de mayo, 1569): AGI, Contaduría, 663, en: Sarabia Viejo (1978), 70-77. 439 Infra, regº 136. 440 Infra, regº 136. El alcalde mayor Alonso Sánchez de Figueroa, ante el escribano Miguel Rodríguez, reconoce haber recibido de Baltasar de Alcalá 43 pesos de oro común “que son de los tributos que se vendieron de Su Majestad de los pueblos de Ticoman y Chiametla e Tlacaticpa de las vacaciones de catorce mantas y una pierna, a razón de tres pesos cada manta”.441 Testigos de esta carta de pago fueron Suero Vázquez, Rodrigo de Moscoso y Tomás de Almodóvar, vecinos y estantes de la Villa de Colima. Caja A–5, exp. 13, f. 19 vta. 139. 1566. Marzo, 17. Remate de tributos de Chametla y Tlacatipa. [Al margen: Chametla e Tlacticpa].442 El alcalde mayor Alonso Sánchez de Figueroa, estando en las casas de Su Majestad, que son en la plaza de esta Villa, dijo que “por cuanto en los pueblos de Chametla y Tlacatilpa, pueblos de Su Majestad, tienen veinte e seis mantas e dos piernas e cincuenta fanegas de maíz que es del tributo que los indios son obligados a dar a Su Majestad, e para que el dicho tributo se venda a la persona que más por ello diere, y se en- 441 Infra, regº 149. Cuando estos pueblos fueron registrados por la SV 174 (Chametla) y 176 (Çaligua), ambos estaban en la Corona: cf. Sauer (1976), 56-58, obra fundamental en lo que respecta a los aspectos geográficos de la alcaldía mayor de Colima en ese siglo. Del primero de ellos se dice que “es lo más sierras sin provecho”, colindando con Tlacoloastla, Tecocitlan, Ocotlan y Tlacatipa; del segundo, se indica que “está quatorze leguas de Colima” y a “media legua del puerto de Santiago y la tierra dentro”, también en su mayor parte de “sierras sin prouecho”, aunque donde se asentaba Çaligua, era de “tierra fértil”, partiendo términos con Totolmaloya y Tecuxuacan. A “quatro leguas” de este pueblo, dice la Suma, estaba Tlacatipa, su sujeto, “avnque tributa por sy”, beneficiándose de “vn arroyo con que riegan algunas tierras”, y que colindaba con Totolmaloya, Chametla y Mazcala. Entre los tributos señalados, figuran, además de las tradicionales mantas y gallinas tanto de la tierra como de Castilla, maíz, trigo e hierba, los “calabaços de miel” y las “cargas de pescado”. 442 195 José Miguel Romero de Solís víe a la Real Caja”, mandó que salieran los dichos tributos a almoneda pública. Juan Preciado, vecino de Colima, puso cada manta a 3 pesos de oro y cada fanega a 2 tomines. Le fue adjudicado el remate. Testigos fueron Baltasar de Alcalá, Pedro de Bobadilla y Martín de Zabala, vecinos y estante. Pasó ante el escribano Miguel Rodríguez. Caja A–5, exp. 13, f. 15 fte.443 141. 1566. Marzo, 17. Remate de tributos de los pueblos de Tecpa y Petlazoneca. 140. 1566. Marzo, 17. Remate de los tributos del pueblo de Tecolapa. [Al margen: Tecolapa. Remate de Su Majestad]. Alonso Sánchez de Figueroa, alcalde mayor de la Villa de Colima y su Provincia, dijo que en los pueblos de Tecolapa, Caxitlan y Santiago y su partido, que están en la Real Corona,444 hay de vacación en los dichos pueblos 11 mantas y 87 fanegas de maíz del tributo que estos naturales están obligados a dar y pagar a Su Majestad. Por ello, mandaba que se vendieran y remataran en almoneda pública. Se gritaron los pregones y compareció Juan Preciado poniendo por precio a 443 Véase la observación que hicimos: supra, regº 127. Cuando Tecolapa es registrado por la Suma de Visitas, “en buen asiento en la halda de vna sierra”, partiendo términos con Petlatlan y Tototlan “en el Río grande”: cf. Sauer (1976), 63-64, todavía era encomienda de Juan Martel, por haberse casado éste “con Catalina Martínez, primera mujer que fue de Juan Bautista de Rapalo”, según cédula que a éste concediera Hernán Cortés el 11 de diciembre de 1523, según el informe de Lebrón de Quiñones en 1554: Lebrón (1979), 51. Al pasar a la Corona y ser hecho Tecolapa corregimiento (véase también infra, regº 156), se le agregaron los pueblos de Caxitlan y Santiago, que no debe confundirse este último con Tecoman, corregimiento de por sí (infra, regº 142), aunque Caxitlan, en algún momento por lo menos —hacia 1565—, estuvo ligado al corregimiento de Tototlan (infra, regº 244). Sus naturales tributaban “cada año treinta y seis mantas y treinta y seis naguas y camisas y hazen vna sementera de maíz de que se cogen çiento y treinta hanegas, y quinze hanegas de frisoles y siete yndios de seruiçio y treinta gallinas de la tierra y otras tantas de Castilla, y cada día quatro cargas de yerua”: SV 688. Obsérvese, por último, que en el regº no es mencionado el nombre del corregidor. Lo más probable es que fuera el mismo Juan de la Torre que aparece en otro remate un año después: infra, regº 156. 444 cada manta 3 pesos de oro común y a 2 tomines la hanega. Fuéronle adjudicados los tributos, estando presentes por testigos Baltasar de Alcalá, Pedro de Bobadilla y Martín de Zabala. Pasó ante Miguel Rodríguez, escribano. Caja A–5, exp. 13, f. 18 fte. [Al margen: Tecpa y Petlazoneca]. El alcalde mayor Alonso Sánchez de Figueroa dijo que como en los pueblos de Tecpa y Petlazoneca445 que están en la Real Corona, hay 9 mantas y 30 hanegas de sal de tributo que los naturales son obligados a dar y pagar a Su Majestad, mandaba que se vendieran y remataran en almoneda pública. Tras los pregones, se presentó Juan Preciado, vecino de la Villa de Colima, ofreció 3 pesos por cada manta y a medio peso la hanega de sal. El alcalde le adjudicó el remate, siendo testigos de ello Baltasar de Alcalá, Pedro de Bobadilla y Martín de Zabala. Pasó ante el escribano Miguel Rodríguez. Caja A–5, exp. 13, ff. 18 fte.-18 vta. 142. 1566. Marzo, 17. Remate del tributo del pueblo de Tecoman. [Al margen: Tecoman]. 445 Bajo el nombre de Tequepa, fue registrado este pueblo a “ocho leguas” de la Villa de Colima; aunque Tepaçuneca “es un pueblo por sí, anda con el corregimiento de Tequepa”, que tenía además una estancia sujeta llamada Estapa, a “quatro leguas de Colima”. Los indios de estos pueblos y estancia tributaban mantas de algodón, gallinas de la tierra y de Castilla, cargas de hierba, maíz y sal; en concreto, Tequepa, daba además “doze cargas de pescado” y, cada año, “quarenta hanegas de sal”, en tanto que Petlazoneca, “treinta” de éstas. Ambos pueblos confinaban con Tecomán y Alima: SV 679; cf. Sauer (1976), 63-64. También, infra, regº 146 y 155. 196 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI El alcalde mayor Alonso Sánchez de Figueroa manda que se vendan y rematen en pública almoneda 14 mantas y 68 hanegas446 de maíz de los tributos del pueblo de Tecoman y su partido, pueblo del que es corregidor Su Merced.447 Gritó los pregones Juan, indio ladino en lengua castellana, y se presentó Juan Preciado, quien puso cada manta a 3 pesos de oro común y cada hanega de maíz a 2 tomines. Fuéronle adjudicados los tributos, siendo testigos Baltasar de Alcalá, Pedro de Bobadilla y Martín de Zabala. Caja A–5, exp. 13, f. 18 vta. 143. 1566. Marzo, 30. Remate de los tributos de Ixtlahuacan y su partido. Ante el alcalde mayor Alonso Sánchez de Figueroa, Hernando de Grijalba, vecino de Colima y corregidor del pueblo de Ixtlahuacan y su partido,448 pidió que se vendieran en almoneda pública 80 fanegas de maíz y 28 mantas que son de los tributos de un año de los naturales de su corregimiento. Al parecer se había concedido prórroga para el pago de este tributo, y que corría desde el 8 de noviembre de 1564. 446 Así aparece sobrescrito, y tachado “ochenta”. Sin embargo, en los pregones, se cantan 80 hanegas de maíz. Tecoman “en su magestad”, estaba “en vn llano vn quarto de legua de la mar, es buen asiento, dase algodón [...] Es pueblo enfermo”, y tributaba 90 mantas delgadas, 24 pares de alpargatas y 270 hanegas, sin especificar de qué: SV 681; cf. Sauer (1976), 63-64. 447 Según el Padrón de 1532, desde el fallecimiento de Francisco Cortés, a quien estuvo encomendado, el pueblo de Tecoman se hizo corregimiento: VP 52; desde entonces fungía por corregidor del mismo el alcalde mayor de la Villa y Provincia de Colima. En el caso presente, lo era don Alonso Sánchez de Figueroa: infra, regº 148. 448 Ixtlahuacan —se lee Ystlabacan—. A fines de la década de los cuarenta, fue ya registrado este pueblo —a “cuatro leguas” de Colima— en la Corona; su tierra era “doblada y áspera [...] y sin probecho”; tenía por sujetos dos estancias, a saber, Tlaquahuan y Pautitlan: infra, regº 151. Sus tributos consistían a la sazón en mantas, gallinas de la tierra, hierba y algunas sementeras de maíz y frisoles: SV 315; Sauer (1976), 61-62. El negro Domingo, nombrado para este efecto, gritó los pregones. Luis de Grijalba, vecino de Colima, puso cada manta en 3 pesos de oro común y cada hanega en 2 tomines. Le fue adjudicado el remate. Testigos fueron Baltasar de Alcalá, Baltasar Moreno y Juan Muñoz, vecinos y estantes. Pasó ante Miguel Rodríguez. Caja A–5, exp. 13, f. 15 vta. 144. 1566. Marzo, 30. Remate de tributos del pueblo de Tepetitango. Alonso Sánchez de Figueroa, alcalde mayor, “por cuanto en el pueblo de Tepetitango449 hay de vacación del dicho pueblo diez mantas y veinte y siete hanegas de maíz del tributo que los naturales de él son obligados a dar a Su Majestad”, mandó que salieran a pública almoneda, gritando los pregones Alonso, indio ladino en la lengua castellana. Baltasar de Alcalá, estante en la Villa de Colima, puso a 3 pesos cada manta y a 2 tomines la hanega de maíz. Le fueron adjudicados los dichos tributos. Testigos fueron Diego de Aguilar, Alonso de Velasco y Martín de Monjaraz, vecinos de Colima. Pasó ante el escribano Miguel Rodríguez. El 18 de mayo siguiente, ante el escribano Miguel Rodríguez, el alcalde mayor Sánchez de Figueroa “confesó haber recibido de Baltasar de Alcalá, cuarenta y cinco pesos y medio que son de los tributos que se vendieron de Su Majestad 449 El pueblo Tepetitango, a “çinco leguas de Colima” y situado “en vn llano”, confinaba con Tecocitlan, Tecociapa, Nahualapa y Ocotlan, y dio nombre en su momento a una pequeña comarca: Sauer (1976), 67-69. Un pequeño pueblezuelo de 16 tributarios llamado Suchitlan, en “tierra llana, ribera de vn río”, que confinaba “con Maçatlan y Popoyutla”, andaba con el corregimiento de Tepetitango. Los tributos a los que cada año los naturales estaban obligados a dar consistían en mantas, cargas de hierba, gallinas de Castilla, maíz, trigo, frisoles, “dozientos y quarenta tepuzques que valen veinte pesos de oro común” y “quarenta y ocho calabaços de miel”: SV 680. Tepetitango o Tepequicango, en un principio, fue encomienda de Gonzalo de Talavera, quien fuera regidor de la Villa cuando se hizo el Padrón de 1532, era tenido por “persona muy honrada”, “casado en Castilla” y “algo aprovechado”: VP 38. 197 José Miguel Romero de Solís de los pueblos de Tecpa y Petlazoneca”, así como 36 pesos y 6 tomines “de los remates del corregimiento del pueblo de Tepetitango y su partido”.450 Testigos de esta carta de pago fueron Juan de Velasco, Suero Vázquez y Diego Pinzón, vecinos de Colima. Caja A–5, exp. 13, ff. 16 fte.-16 vta. El negro Domingo, nombrado para el efecto, gritó los pregones de 90 hanegas de maíz. El vecino de la Villa Luis de Grijalba puso a 2 tomines la hanega de maíz. El alcalde se las adjudicó. Los testigos fueron Baltasar de Alcalá, Baltasar Moreno y Juan Muñoz. Pasó ante el escribano Miguel Rodríguez. Caja A–5, exp. 13, f. 17 vta.. 145. 1566. Marzo, 30. Remate de tributos de Juluapan y Zumpalmani. 146. 1566. Abril, 20. Remate de tributos de los pueblos de Tecpa y Petlazoneca. [Al margen: Corregimiento de Juluapan]. Ante el alcalde mayor Alonso Sánchez de Figueroa, Juan Fernández El Viejo, vecino de Colima y corregidor del pueblo de Juluapan y Zumpalmani y su partido,451 se presentó para pedir la venta y remate en almoneda pública de los tributos que están obligados a dar y pagar a Su Majestad los indios del dicho corregimiento. 450 Llama la atención que en nuestro regº se dice que el alcalde mayor Sánchez de Figueroa extendió carta de pago en favor de Baltasar de Alcalá, tanto por los tributos que le fueron adjudicados de este pueblo de Tepetitango, como por los de Tecpan y Petlazoneca, cuando en su oportunidad, éstos últimos —se dijo— fueron para el vecino Juan Preciado (supra, regº 141; véase empero infra, regº 146). Por otra parte, no se dice en el regº quién era a la sazón corregidor de Tepetitango, cuando se hace el remate. Tiempo después fungía por tal Juan Fernández Ladrillero: infra, regº 159. Noticias de otro remate de tributos de este pueblo: infra, regº 178. 451 Cuando la Suma de Visitas registra Çumpamanique “en Colima” y “en cabeça de Su Magestad”, dice expresamente: “Estos son dos pueblos que se dizen Çumpamanique y Xoloapa”. Y agrega: “están a quatro leguas de Colima y del vno al otro está vna legua”, teniendo ambos “de término de largo quatro leguas, todo de tierra áspera” y están “asentados en vn llano de vn vallezillo entre dos sierras, riberas de vn arroyo que riegan”. Partían términos con Amula, Tlacoloastla, Cuyutlan y Quiçilapa. Sus naturales tributaban, según la tasación que incluía el visitador, “cada año nouenta y seys mantas y çiento y quarenta hanegas de maíz y quarebta y ocho gallinas de la tierra y otras tantas de Castilla, y cada día quatro cargas de yerua. El valor de cada manta es [de] seis tomines y la hanega de maíz a real de plata, y todas las gallinas de vn año valen quatro pesos, y el seruicio de los indios y la yerua seis pesos”: SV 173; cf. Sauer (1976), 67-69. Véase además, infra, regº 153. El alcalde mayor Alonso Sánchez de Figueroa dijo que, como en los pueblos de Tecpa y Petlazoneca y su partido,452 hay de “vacación de los dichos pueblos nueve mantas y treinta y siete hanegas de sal del tributo que los naturales de él son obligados a dar a Su Majestad, e para que se vendan e rematen y lo procedido de él, Su Merced lo cobre e lo envía a la Real Caja de Su Majestad, por ende dijo que mandaba e mandó que los dichos tributos se vendan en pública almoneda”. Estos tributos eran de 1565. Alonso, indio ladino, gritó los pregones en la lengua castellana “ante los vecinos desta Villa e otras munchas personas e forasteros”. Baltasar de Alcalá, estante en esta Villa, puso a 3 pesos cada manta y a medio peso la hanega de sal.453 “El dicho señor alcalde mayor dijo: Pues que no hay quien puje ni hay quien diga más, que buena pro le haga”. Testigos fueron Diego de Aguilar, Alonso de Velasco y Martín de Monjaraz, vecinos de Colima. Pasó ante el escribano Miguel Rodríguez. Caja A–5, exp. 13, f. 16 fte. 147. 1566. Agosto, 18. Remate de tributos del pueblo de Aquila. [Al margen: Remate de Aquila]. 452 Supra, regº 141, 144, 155 y 163-164. El monto de lo pagado por Baltasar de Alcalá apareció, a pesar de las fechas indicadas, en el regº 144. 453 198 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI Estando en audiencia pública, el alcalde mayor Alonso Sánchez de Figueroa, dijo “que por cuanto en el pueblo de Aquila y su partido,454 que está en la Corona Real, de que ha sido corregidor Gonzalo Moreno,455 e porque en el dicho pueblo hay doce mantas e cuarenta e cinco hanegas de maíz del tributo que los dichos indios son obligados a dar a Su Majestad”, mandó que se vendieran y remataran en almoneda pública. El mulato Miguel gritó los pregones. Pero Ruiz, vecino de Colima, puso cada manta a tres pesos y cada hanega de maíz a tomín y medio. El alcalde mayor le adjudicó el remate, siendo testigos Bernaldino de Guzmán, Diego Pinzón, Baltasar de Alcalá y el alguacil Antonio de Carvajal. Pasó ante el escribano Miguel Rodríguez. Caja A–5, exp. 13, f. 17 fte. 148. 1566. Octubre, 12. Remate de tributos del pueblo de Tecoman. [Al margen: Ticoman]. El alcalde mayor Alonso Sánchez de Figueroa dijo que por cuanto “los indios del pueblo de Ticoman e su partido,456 donde Su Merced es corregidor por Su Majestad, tienen cinco mantas de los cuatro meses de vacación e para que se 454 Según la relación de corregimientos dada por Sarabia Viejo (1978), 70, Aquila y Maquilí iban juntos. La SV 45 registra Aquila “en las haldas vertientes de las sierras de Motín”, en la provincia de Colima y en la Real Corona, dando por distancia 15 leguas de la Villa de Colima; y agrega: “toda la mayor parte de esta tierra es fragosa; tiene montes, y alcança poco llano”. Tenía este pueblo varias estancias sujetas, a saber: Estopila, Teçuatlan e Iluistlan. Entre los productos de su tributo, se reseñan mantas, gallinas de la tierra, maíz y frisoles. De acuerdo con una Relación escrita en 1580, estos pueblos por ella registrados como Oztopila e Ihuitlan, tenían “buenas tierras, de húmedo y riego, que ningún otro pueblo tiene en esta provincia, sacando a Quacoman, que está hacia tierra adentro”: Acuña (1987), 160; infra, regº 174. 455 De Gonzalo Moreno hemos proporcionado algunos datos: supra, regº 21. Por la redacción, daría la impresión que había dejado de ser por esas fechas corregidor de Aquila. 456 Véase supra, regº 142. vendan en la persona que más por ellos diere”, mandó su remate en almoneda pública. Juan, indio ladino en lengua castellana, gritó los pregones, presentándose Baltasar de Alcalá, quien puso cada manta a 3 pesos de oro común. Fuéle adjudicado el remate ante los testigos Diego de Aguilar, Juan Gómez y Suero Vázquez. Pasó ante el escribano Miguel Rodríguez. Caja A–5, exp. 13, f. 19 fte. 149. 1566. Octubre, 12. Remate de tributos de los pueblos de Chiametla y Tlacticpa. [Al margen: Chiametla, Tlacatlipa]. El alcalde mayor Alonso Sánchez de Figueroa manda que se vendan y rematen en almoneda pública los tributos de “los indios de los pueblos de Chiametla y Tlacticpan,457 de donde Su Merced es corregidor”, y que son 9 mantas y una pierna de cuatro meses de vacación. Después de los pregones, Baltasar de Alcalá ofreció 3 pesos de tipuzque por manta. Fuéle adjudicado, estando por testigos Diego de Aguilar, Juan García, Tomás de Almodóvar y Suero Vázquez, vecinos de esta Villa. Pasó ante el escribano Miguel Rodríguez. Caja A–5, exp. 13, ff. 19 fte.-19 vta. 150. 1567. Mayo, 23. Remate de tributos de los pueblos de Malacatlan y Acautlan. [Al margen: Malacatlan e Acautlan].458 457 Aquí se dice que el alcalde mayor Sánchez de Figueroa era el corregidor de estos pueblos, cuando en el regº 139 no se mencionó el dato. Por otra parte, en la lista de corregimientos proporcionada por Sarabia Viejo (1978), 70-77, no aparecen los nombres de estos pueblos. Ello da pie para pensar que ya estaban entonces agregados al corregimiento de Tecoman, lo cual se confirmará con el regº 169, donde se dice expresamente que el alcalde mayor Juan de Hoyos era también “corregidor de los pueblos de Tecoman, Tlacatipa y Chiametla”. 458 Sólo se alcanza a leer: Acautlan. 199 José Miguel Romero de Solís “En la Villa de Colima desta Nueva España en veinte e tres días del mes de mayo del año de mil e quinientos e sesenta e siete años [1567], ante el muy magnífico señor Alonso Sánchez de Figueroa, alcalde mayor por Su Majestad en esta dicha Villa e Provincia, paresció presente Hernando de Gamboa en nombre de Julián de Frías corregidor de los pueblos de Malacatlan e Acautlan”,459 y pidió que “se vendan e rematen diez e nueve mantas e treinta e dos fanegas de maíz de los tributos de los dichos pueblos”. Por voz de Gaspar se dieron los pregones delante de las puertas de las Casas de Su Majestad. Juan de Arrúe, estante en la Villa, puso las mantas en 3 pesos de oro común cada una, y la fanega de maíz en 2 tomines. Le fueron adjudicados ante Pero López de Herrera, Antonio de Carvajal y Juan Preciado, vecinos de Colima. Pasó ante el escribano Miguel Rodríguez. Caja A–5, exp. 13, ff. 1-2 fte.460 [Al margen: Alima e su partido]. Ante el alcalde mayor Sánchez de Figueroa, se presentó Diego López de Ayala, vecino de Colima, corregidor del pueblo de Alima y Tlacobayan y su partido,461 pidiendo que se vendieran en almoneda pública 15 mantas y 40 fanegas de maíz. Diego de Mendoza, a los pregones dados por Gaspar, indio, puso las mantas a 3 pesos de oro común cada manta y 2 tomines del mismo oro cada fanega de maíz, rematándose en él. Fueron testigos Antonio de Carvajal, Francisco de Castañeda y Hernando de Gamboa. Escribano Miguel Rodríguez. Caja A–5, exp. 13, f. 2 vta. 152. 1567. Mayo, 24. Remate de tributos de Escayamoça y su partido. [Al margen: Escayamoca e su partido]. Ante el alcalde mayor Sánchez de Figueroa, se presentó Andrés de Madrid, “corregidor del pueblo de Escayamoca e Coatlan e su parti- 151. 1567. Mayo, 24. Remate de los tributos de Alima y su partido. 459 Acautlan, en la jurisdicción de Colima, ya estaba en la Corona cuando lo registró la Suma de Visitas que lo sitúa “a quatro leguas de la villa de Colima” y “asentado en vn llano ribera de vn río pequeño”, gracias al cual sus naturales “tienen algunos regadíos”, porque lo demás de su término —que colindaba por un lado “con términos de la Villa” y por otro, con Malacatlan, Xilotiupa e Ixtlahuacan— “es tierra doblada y sin prouecho”. Su tributo consistía en mantas de algodón, gallinas de la tierra y de Castilla, dos sementeras de maíz “en que se coxen çien hanegas”, y “cada día quatro cargas de yerua”: SV 44. Malacatlan, por su parte, también “en Su Magestad”, colindaba con Acautlan y Çinacamitlan. El pueblo, a “quatro leguas y media de Colima”, se hallaba “asentado en la ribera de vn río”, disfrutando de “algunos regadíos”. Mantas, gallinas de la tierra y de Castilla, una sementera de maíz donde cosechaban “sesenta hanegas” y las inevitables cargas de hierba, era su tributación. Tenía por sujeto a Estapa, pueblecillo que “anda con este corregimiento”, situado a unas “tres leguas” de la Villa de Colima, “cerca del Río grande”, a la linde de Contlan. El tributo dado por Estapa, además de mantas, gallinas, hierba y maíz, incluía “doce cargas de pescado”, aunque “casi las más veces no lo cumplen”: SV 370. 460 A propósito de este expediente que aquí propiamente se inicia, tal y como se conserva hoy en día en nuestro Archivo: véase lo que observamos: supra, regº 127. 461 Alima “está diez leguas de Colima y dos leguas de la mar”, según la brevísima descripción que ofrece la SV 46, que lo registra “en Colima” y bajo la Real Corona; de hecho, ya cuando se levantó el Padrón de 1532, se decía que Alima, pueblo que fue encomienda de Sancho de Orna, difunto, estaba ya en corregimiento: VP 53. Alima tenía por término “tres leguas de costa de mar y dos leguas la tierra adentro: tienen tierra llana; cógese aquí mucho algodón”, pero es “tierra enferma”; partía términos con Çaligua y Teçuacan y sus naturales tributaban mantas, gallinas de la tierra, hierba y maíz. Cuando se hace nuestro remate, Diego López de Ayala era corregidor de Alima y Tlacobayan, sin duda, el Tlaquavan mencionado por la Relación sumaria (1554): Lebrón (1979), 36; infra, regº 228. Una estanzuela homónima, registrada como Tlaquahuan, partía términos con Alima y que andaba empero con el pueblo y corregimiento de Ixtlahuacan: SV 315. La cercanía de esta estancia con Alima permite formular la hipótesis de que bien pudiera tratarse de un mismo lugar que, en algún momento, pasó de la jurisdicción de un corregimiento a otro. Lo mismo cabría afirmar de otra estancia sujeta a Ixtlahuacan que la Suma de Visitas nombra Pautitlan y que Lebrón llama Uepantitlan, junto al mencionado Tlaquavan. En 1570, era corregidor Juan Fernández de Ocampo: infra, regº 226 y 227. 200 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI do”,462 y pidió se vendieran en almoneda pública 15 mantas y 54 fanegas de maíz. Antonio de Carvajal ofreció por cada manta 3 pesos y por cada fanega 2 tomines. Se le adjudicaron ante Hernando de Gamboa, Diego de Mendoza y Diego López de Ayala, testigos. Pasó ante el escribano Miguel Rodríguez. Caja A–5, exp. 13, f. 3 fte. 153. 1567. Mayo 26. Remate de tributos de Juluapan, Zumpalmani y su partido. [Al margen: Juluapa, Xumpalmani y su partido]. Ante el alcalde mayor Sánchez de Figueroa, se presentó Juan Fernández El Viejo, vecino de Colima, “corregidor del pueblo de Juluapa”,463 y pidió la venta en almoneda pública de 90 fanegas de maíz. Bernaldino de Guzmán puso cada fanega a 2 tomines, y le fue adjudicado el remate, siendo testigos Diego de Mendoza, Juan Gómez y Juan de Arrúe. Escribano Miguel Rodríguez. Caja A–5, exp. 13, f. 3 vta. 154. 1567. Mayo, 26. Remate de tributos de Acatlan y Contla. [Al margen: Acatlan e Contla]. Ante el alcalde mayor Alonso Sánchez de Figueroa, se presentó Juan Fernández El Viejo, en nombre de Diego Fernández Monroy, su yer- 462 “En Colima” y “en Su Magestad”, Escayamoça —como lo registra la SV 250— “anda con Coatlan”. Quedaba situado este pueblo a “quatro leguas” de la Villa de Colima, y tenía “media legua de regadíos”, por estar en las márgenes del “río grande de Colima”, que le servían de lindero por un lado, en tanto que por otro lo eran los términos del pueblo de Aguatitlan. Los naturales de Escayamoca tributaban mantas, gallinas de la tierra y de Castilla, maíz y cargas de hierba. Al tiempo de este remate, era su corregidor Andrés de Madrid, y antes de él lo fue Juan de Iniesta: supra, regº 114. 463 Supra, regº 145. no,464 corregidor de Acatlan y Contla y su partido,465 pidiendo la venta de 10 mantas, 67 fanegas y media de maíz, 3 fanegas de frisoles. Francisco de Hoyos puso cada manta a 3 pesos, y cada fanega de maíz y frijol a 2 tomines. Le fueron adjudicadas, siendo testigos Antonio de Carvajal, Bernaldino de Guzmán, Diego López de Ayala y Juan Gómez, vecinos de Colima. Pasó ante Miguel Rodríguez, escribano de Su Majestad. Caja A–5, exp. 13, f. 4 fte. 155. 1567. Mayo, 28. Remate de tributos de Tecpan y Petlazoneca. [Al margen: Tecquepa y Petlazoneca]. El alcalde mayor Sánchez de Figueroa mandó vender y rematar 36 fanegas de sal del tributo de los pueblos de Tecquepa y Petlazoneca466 del corregimiento de Melchor Pérez. 464 Diego Hernández de Monroy, conquistador, estaba casado con María de Ocampo, la cual casó en segundas nupcias con Gaspar Román: Sevilla del Río (1977), 123-124. 465 Acatlan es registrado como Ecatlan por la SV 251. Ya para entonces estaba “en Colima” y bajo la Corona. Este pueblo estaba situado a “seis leguas” de la Villa y sus términos corrían “dos leguas por la costa de la mar, y la tierra adentro legua y media”, de “tierra áspera y seca la mayor parte”. Colindaba con Estapa y Coatlan y sus tributos consistían en mantas de algodón, gallinas de Castilla, maíz —de una sementera “en que se coxen çien hanegas”—, “cada día quatro cargas de yerua” y “quatro calabaços de miel”. El pueblo de Estapa aquí mencionado y que colindaba con Acatlan, no es la estancia registrada inmediatamente por la SV 252, que era encomienda de Alonso López y quedaba situada “junto al puerto de la Nauidad”, sino del que hablamos en el regº 150 y al que volveremos infra, regº 155. El otro pueblo que, según nuestro remate de tributos, estaba bajo el corregidor Hernández Monroy y que es nombrado Contla, debe ser sin duda el Coatlan que aparece en la SV 177, a “siete leguas” de la Villa de Colima. De los tributos a pagar por sus naturales, el visitador decía: “dan cada mes dos mantas y no las cumplen porque no tienen tierras, que dos leguas que alcançan, es todo de sierras; hazen vna sementera de maíz, de la qual por ser la tierra ruin, cogen poco”. Los linderos que da la Suma de Visitas a Coatlan, son Tlacoçintla, Ecatlan y Chiametla. 466 Tecpan y Petlazoneca: más abajo se lee: Tepla y Tepeca. Dimos información de estos pueblos: supra, regº 141. 201 José Miguel Romero de Solís Pero López de Herrera puso la fanega de sal a medio peso de oro común. Fuéle adjudicada la sal,467 siendo testigos Tomás de Almodóvar, Diego de Velasco, Diego de Mendoza, Diego de Aguilar y Antonio de Carvajal. Escribano, Miguel Rodríguez. Caja A–5, exp. 13, f. 4 vta. 156. 1567. Junio, 5. Remate de tributos del pueblo de Tecolapa. [Al margen: Tecolapa y su partido]. El alcalde mayor Alonso Sánchez de Figueroa “mandó se vendan e rematen en almoneda pública catorce mantas e dos piernas de algodón de a tres piernas cada una, que son de diez y seis meses, e ochenta e cinco hanegas y media de maíz sacado el diezmo, que es la sementera de un año para tributos de Su Majestad, que es del corregimiento de Tecolapa e Caxitlan e Santiago,468 de que es corregidor Juan de la Torre, vecino desta Villa, y en todo se haga como Su Majestad tiene proveído e mandado en el caso”. “Y en su cumplimiento, estando a las puertas de las Casas de Su Majestad, que son en la plaza desta dicha Villa, ante muncha gente por voz de Gabriel, indio pregonero desta Audiencia, anduvieron en público pregón los dichos tributos, diciendo a altas voces, quién quiere comprar y poner en precio catorce mantas e dos piernas de algodón e ochenta e cinco hanegas y media de maíz, que se venden por tributos de Su Majestad del dicho pueblo de Tecolapa y su partido”. Pero Ruiz, vecino de Colima, “puso cada manta a tres pesos del oro que corre y por cada una hanega de maíz a dos tomines del dicho oro”. Se le adjudicaron los dichos tributos, siendo testigos el alcalde ordinario Diego de Mendoza, Juan Preciado, Diego Hernández Saldaña, el alguacil Juan Muñoz, Diego de Aguilar y Cristóbal de Silva. Escribano: Miguel Rodríguez. 467 El corregidor Melchor Pérez se hizo cargo de los pesos pagados por López de Herrera: infra, regº 164 468 Supra, regº 140. Caja A–5, exp. 13, 5 fte. 157. 1568. Mayo, 10. Remate de tributos de los pueblos de Coquimatlan, Quizalapa e Ixcatlan. Ante el alcalde mayor licenciado Juan de Hoyos, Juan Ramírez de Alarcón, corregidor del dicho pueblo, y Bernaldino Cola, persona nombrada por los dichos jueces e oficiales de la Real Hacienda, se vendieron en pública almoneda 36 mantas y 2 piernas y media de los tributos que son obligados e pagan a Su Majestad los indios de los dichos pueblos de Coquimatlan y Quizalapa469 de un año y dos tercios, hasta el 21 de febrero de este año de 1568. De pedimento de Bernaldino Cola, el señor alcalde mayor mandó que se rematasen y, “estando presente mucha gente en la plaza, por voz de Pedro de Hoyos, negro pregonero, anduvieron en pregón las dichas mantas”. Gómez de Hoyos, estante en esta Villa, puso las dichas mantas a 3 pesos y 2 tomines cada una manta, siéndole adjudicadas. Testigos: Juan Fernández Ladrillero, Hernando de Gamboa y Garci Rodríguez. Pasó ante el escribano Juan Vázquez. A continuación, ante el alcalde mayor licenciado Hoyos, Juan Ramírez de Alarcón, corregidor del pueblo de Quizalapa, y Bernaldino Cola, “se trajeron en pregón por voz del dicho pregonero en la dicha almoneda ciento e treinta y cinco hanegas de maíz que los indios del dicho pueblo son obligados a dar a Su Majestad, e del pueblo de Quezlapan e Iscatlan de dos años”. 469 Quizalapa o Quiçilapa, a “legua y media de Colima”, era la cabecera del corregimiento de Juan Ramírez de Alarcón. Dos pueblos más andaban con este corregimiento: Çoquitlan —es decir, Coquimatlan— e Yscatlan, cuyo poblado estaba “junto a las casas de Tecoçiapa”. Cuando el visitador a fines de la década de los cuarenta registró estos lugares, computó por población tributaria 120 indios casados, 80 y 11 respectivamente, que daban anualmente un total de 50 mantas de algodón, 96 calabazos de miel, 72 gallinas de la tierra, 320 hanegas de maíz, 4 cargas de hierba y 24 pesos de oro (248 tipuzques): SV 483; Sauer (1976), 59-60. 202 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI El propio Gómez de Hoyos pujó poniendo cada hanega a 3 tomines y medio. Le fueron adjudicadas. Testigos: Juan Fernández El Viejo, Juan Fernández Ladrillero, Hernando de Gamboa, Diego López. Pasó ante el escribano Juan Vázquez. Caja A–5, exp. 13, f. 11. 158. 1568. Mayo, 14. Remate de tributos del pueblo de Texuacan, corregimiento de Pedro de las Casas. [Al margen: De Texuacan]. El licenciado Juan de Hoyos, alcalde mayor de Colima, estando presente Bernaldino Cola, persona nombrada por los señores jueces y oficiales de Su Majestad, a petición de Juan Fernández Ladrillero, anduvieron en almoneda 9 mantas y 36 hanegas de maíz que dan a Su Majestad los indios del pueblo de Texuacan470 de tributo en cada un año, donde es corregidor el dicho Juan Fernández Ladrillero, lo cual es del año pasado de sesenta e siete [1567], habiéndose cumplido el 18 de abril de este año de 1568. El negro Juan gritó los pregones y compareció Cristóbal de Silva, residente en esta Villa, y puso las dichas mantas a 3 pesos cada una; fuéle adjudicado el remate, siendo testigos Melchor Pérez, Francisco de Frías y Juan Fernández de Ocampo. Escribano: Juan Vázquez. Luego se remataron las 36 hanegas de maíz. Garci Rodríguez, vecino de Colima, puso cada hanega a 2 tomines y medio, siéndole adjudicado el dicho maíz. Testigos fueron Juan Fernández de Ocampo y Melchor Pérez. Escribano Juan Vázquez. Al día siguiente, 15 de mayo, “por cuanto el remate que se hizo ayer” se erró en pensar que era corregidor de allí Juan Fernández Ladrillero, “siendo su hijo Pedro de las Casas el corregidor”, el alcalde mayor mandó hacer de nuevo el remate, estando presentes Bernaldino Cola y el propio Pedro de las Casas, corregidor del dicho pueblo. Por no comparecer nadie que más diera por el dicho maíz, fue adjudicado en el precio de ayer y a la misma persona, siendo testigos Álvaro de Grijalba y Diego López. Pasó ante Juan Vázquez, escribano. Caja A–5, exp. 13, f. 22. 159. 1568. Mayo, 14. Remate de los tributos del pueblo de Tepetitango. 470 La Suma de visitas registra un pueblo llamado Texuacan, a la sazón encomendado a Francisco de Cifontes. El Padrón de 1532 lo llama Tecauxnacan: VP 11, y el oidor Lebrón de Quiñones, Tecuxuacan: Lebrón (1979), 36 y 5455. Primero había sido encomendado a Francisco Nieto, a cuyo fallecimiento, Alonso de Estrada lo encomendó el 16 de diciembre de 1527 a Francisco de Cifuentes, junto con el pueblo de Mazatlan o Mazatlanejo. A la muerte de Cifuentes —en la década de los sesenta— pasó a la Corona y hecho corregimiento. Cuando se lleva a cabo el remate de 1568 del que aquí se informa, su corregidor era Pedro de las Casas, hijo de Juan Fernández Ladrillero, a su vez, corregidor de Tepetitango (infra, regº 159). Para 1571, el sucesor de Pedro de las Casas en el corregimiento de Texuacan era Andrés de Madrid. Este pueblo estaba a “veinte leguas de Colima”, asentado en una “ribera del río de Çiguatan”, con “dos leguas de término en largo y vna de ancho, lo más de tierra fragosa”, y colindaba con Çiguatan, Cuçalapa, Totolmaloya, “y alcança media legua de mar”. Sus naturales, computados por el visitador en 121 casados, tributaban cada año 48 mantas, 96 gallinas de Castilla, 36 calabazos de miel, 90 hanegas de maíz “y quinze yndios de seruicio en vna huerta de cacao hordinariamente”: SV 684. El corregidor del pueblo de Tepetitango, Juan Fernández Ladrillero, pide ante el alcalde mayor licenciado Juan de Hoyos y de Bernaldino Cola que salieran en almoneda pública 10 mantas y 27 hanegas de maíz, que son obligados a dar a Su Majestad los indios del dicho pueblo.471 Después de los pregones, Cristóbal de Silva puso a 3 pesos y medio cada manta y a 4 reales la hanega de maíz. El remate le fue adjudicado, siendo testigos Juan Fernández de Ocampo, Melchor Pérez y Álvaro de Grijalba. Pasó ante Juan Vázquez. Caja A–5, exp. 13, f. 23 fte. 471 Al margen aparece una nota que dice: “Son [estos tributos] del año pasado de 67 años [1567], que cumplió a 18 de abril deste” [1568]. Ya hemos dado noticias de este pueblo: supra, regº 144. 203 José Miguel Romero de Solís 160. 1568. Mayo, 15. Remate de tributos del pueblo de Coquimatlan. A petición de Juan Ramírez de Alarcón, corregidor del pueblo de Coquimatlan, ante Bernaldino Cola, persona nombrada por los jueces y oficiales de Su Majestad, el alcalde mayor licenciado Juan de Hoyos mandó que se vendieran y rematasen en pública almoneda los tributos a que están obligados a dar los naturales del dicho pueblo.472 Se pregonaron 135 gallinas. Gómez de Hoyos, vecino de Colima, puso todas las dichas gallinas en 6 pesos y 2 tomines, siéndole adjudicadas ante Juan Fernández de Ocampo y Melchor Pérez. Pasó ante el escribano Juan Vázquez. Caja A–5, exp. 13, f. 23 vta. 161. 1568. Mayo, 26. Remate de tributos del pueblo de Tecolapa. [Al margen: Tecolapa y su partido]. Ante el alcalde mayor licenciado Juan de Hoyos, Bernaldino Cola, persona nombrada para el efecto, y Juan de la Torre, corregidor de Tecolapa y su partido, por voz de Juan, negro pregonero, anduvieron en almoneda pública 7 mantas y una pierna y 52 fanegas y media de maíz, que son obligados a dar y pagar a Su Majestad los indios de Tecolapa y su partido, de dos tercios que se cumplieron en 21 de marzo de este presente año.473 Cristóbal de Silva, residente en este Villa, puso cada manta a 3 pesos y 2 tomines. El remate le fue adjudicado ante los testigos Álvaro de Grijalba, Andrés García y Garci Rodríguez, vecinos de Colima. Pasó ante el escribano Juan Vázquez. El corregidor Juan de la Torre firmó de recibido. “E luego el dicho Cristóbal de Silva puso el dicho maíz a dos tomines e medio la hanega”. No hallándose quien pujara más, le fue adjudicado. El corregidor Juan de la Torre se dio por bien pagado; fueron testigos de ello los mismos. Caja A–5, exp. 13, f. 28. 162. 1568. Junio, 10. Remate de tributos del pueblo de Tecoman. [Al margen: LV hanegas de maíz de Tecoman].474 Ante el licenciado Juan de Hoyos, alcalde mayor de la Villa de Colima y presente Bernaldino Cola, persona nombrada por los jueces y oficiales de Su Majestad, se trajeron en almoneda pública por voz de Juan, negro pregonero, 63 hanegas475 de maíz “que de la cosecha del año de sesenta e siete” son obligados a dar los indios de Tecoman a Su Majestad “porque de setenta que dan cada un año, sacadas siete del diezmo, que dan las dichas sesenta y tres e paresció Diego Fernández de Saldaña, vecino desta Villa e puso el dicho maíz a dos tomines e medio fanega, e por no parescer persona que más diese por ello, de consentimiento de los susodichos, se remató en él”. Testigos: Francisco de Frías y Baltasar de Alcalá. Pasó ante el escribano Juan Vázquez. Caja A–5, exp. 13, f. 21 fte. 163. 1568. Junio, 14. Remate de tributos de Tecpa y Petlazoneca. [Al margen: Remate de la sal de Tecpa y Petlazoneca]. “Se trujo en almoneda pública en la plaza pública desta Villa y a la puerta de las Casas Reales por voz de Juan, negro pregonero, treinta e tres fanegas y media de sal, sacado el diezmo 472 Curiosamente, aquí tan sólo es nombrado Coquimatlan, cuando sabemos que este pueblo andaba junto con Quizilapa: véase regº 157. 473 Laguna en el texto. Sobre Tecolapa, dimos noticias en regº 140. 474 Sobre Tecoman, véanse supra, notas al regº 142. “Sesenta y tres” aparece sobrescrito, y tachado “cincuenta e cinco”, como el escribano había apuntado en un principio al margen: “LV hanegas de maíz de Tecoman”. 475 204 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI de treinta e siete fanegas, que pagan a Su Majestad los indios de los pueblos de Tecpa e Petlazoneca,476 en cada un año, e anduvo en la dicha almoneda presente el señor licenciado Juan de Hoyos, alcalde mayor desta Villa e Bernaldino Cola, persona nombrada para se hallar presente a ello por los señores jueces e oficiales y Melchor Pérez, corregidor de los dichos pueblos”. Juan Fernández Ladrillero pujó poniendo la hanega de la dicha sal a siete tomines. Como nadie pujó más, le fue adjudicado el remate.477 Fueron testigos Alonso Miguel, Juan Fernández y Diego Hernández “e otros munchos vecinos desta Villa”. Pasó ante el escribano Juan Vázquez. Caja A–5, exp. 13, f. 25 vta. 164. 1568. Junio, 15. Remate de tributos de Tecpa y Petlazoneca. [Al margen: Las mantas de Tecpa e Petlazoneca]. Ante el licenciado Juan de Hoyos, alcalde mayor de la Villa de Colima y su Provincia, Bernaldino Cola, persona nombrada para ello por los señores jueces y oficiales de Su Majestad y Melchor Pérez, corregidor de los dichos pueblos de Tecpa y Petlazoneca, salieron en pública almoneda “diez e ocho mantas que son de dos años de los dichos pueblos, nueve cada un año”. Suero Vázquez de Moscoso puso cada manta a 3 pesos y 2 tomines de oro común, y le fue adjudicado el remate ante Juan Fernández, Cristóbal de Silva y Francisco de Frías. El corregidor de Tecpa recibió los pesos de las dichas mantas y se hizo cargo de ellos, así como de los pesos que pagara Juan Fernández 476 Acerca de estos pueblos, supra, regº 141. En este caso se hicieron dos remates distintos: uno, éste de la sal; otro, el de las mantas que tributaban los naturales del corregimiento de Melchor Pérez, del que queda constancia en el regº 164, donde se nos dice, además, que el corregidor se hizo cargo de los pesos dados por Juan Fernández El Viejo. 477 Ladrillero por 33 hanegas de sal478 en él rematadas, y de otras tantas que fueron adjudicadas a Pedro López de Herrera el año próximo pasado [1567]. “El remate de Pedro López a medio peso hanega de la sal”.479 Pasó ante el escribano Juan Vázquez. Caja A–5, exp. 13, f. 25 fte. 165. 1568. Julio, 7. Remate de tributos de los pueblos de Milpa, Amatlan y Xictlan. [Al margen: Remate de Milpa]. En presencia del licenciado Juan de Hoyos, alcalde mayor de la Villa de Colima y su Provincia y de Bernaldino Cola, persona nombrada para ello por los señores jueces y oficiales de la Real Hacienda de Su Majestad, y Luis de Grijalba en nombre y con poder de Juan de Segovia,480 corregidor de Milpa e Malatlan, “se trujo en almoneda pública por voz de Juan, negro pregonero, cincuenta e cuatro hanegas de maíz, e tres de frisoles, e dos mantas, e doce gallinas de Castilla, que son obligados a dar de tributo a Su Majestad los indios de los pueblos de Milpa e Malatlan e Xictlan” del año de 1566.481 478 Véase supra, regº 163, por donde sabemos que Juan Fernández El Viejo se adjudicó la sal. 479 El remate de la sal en favor de Pedro López de Herrera, supra, regº 155. 480 El corregidor Juan de Segovia otorgó este poder en el pueblo de Atoyac, de los pueblos de Ávalos: supra, regº 137. 481 Cuando el visitador registró Milpa, “en la Purificación”, una mitad estaba ya en la Corona y la otra aún permanecía en manos del “heredero de Lepuzcuano” (infra). A la sazón, Milpa —a 15 leguas de Colima y a 7 de Villa de la Purificación— tenía “tres estançuelas”: Manatlan, Silosuchitlan y Tlaçopatlan, y su situación parecía ser privilegiada: “está asentado en vn Valle entre vnos çerros, es tierra templada, ay buena dispusiçión para ganados, tiene vn Río y tierras de riego, cogen trigo y muchas frutas de la tierra, darse an bien las de Castilla; en las sierras pareçe tener dispusiçión de aver metales; tiene montes espessos. Cogen dos vezes en el año maíz”. Sin embargo a esta bonanza, sus naturales eran “gente pobre e otomíes y no tienen grangería ninguna mas de lo que toca a sus bastimentos”. Los términos de Milpa abarcaban “de largo más de dos leguas y de ancho más de vna”, y confinaban con Tuxcacuexco, Çaca- 205 José Miguel Romero de Solís Suero Vázquez de Moscoso, vecino de Colima, puso cada hanega de maíz y de frisoles a 2 tomines y medio, la manta a 3 pesos y 2 tomines, y 4 gallinas por un tomín. El remate le fue adjudicado. Testigos fueron: Francisco Corralero, Garci Rodríguez y Cristónal de Silva, vecinos de Colima. Pasó ante el escribano Juan Vázquez. pala y Cuçalapa: SV 368; Sauer (1976), 52-53. El heredero de Lepuzcuano al que la Suma hace mención, era Francisco Lepuzcuano, quien heredó también “el señor y naturales del pueblo de Nochaquilco, que es en el pueblo de Ciguatlan”, como reza la cédula de encomienda dada por Alonso de Estrada y que aparece transcrita en la Relación sumaria (1554): Lebrón (1979), 57. Francisco Lepuzcuano casó con Inés de Arévalo, hija de Alonso de Arévalo y “Catalina, asimesmo natural de esta tierra”: Sevilla del Río (1973), 67. Según otro regº, la así llamada Cabeçera de Milpa quedaba “en la Nueva Galicia” y estaba compartida por mitades por Pedro de Santa Cruz y Rodrigo Guipuzcoano [Lepuzcuano]. “Es de las buenas tierras que ay en la Nueua Spaña y de muy gran fertilidad de bastimentos y regadíos para heredades de árboles de Castilla y otras grangerías y buenos pastos”. Por sujeto se le señalaba sólo Matlan, “en lo alto de la sierra do ay grandes riegos. Es tierra fértil”: SV 339. Antes de haber sido encomendado a Rodrigo Lepuzcuano por Alonso de Estrada el 17 de abril de 1528, este pueblo lo había tenido Diego Martín de Mérida, como lo informa Lebrón de Quiñones: Lebrón (1979), 57. A pesar de ello, el Padrón de 1532 solamente le señala a Rodrigo Lepuzcuano el pueblo de Pascuatlan —o Pazcoatlan, como lo registra Lebrón—: VP 9. Tanto la Cabecera de Milpa como Matlan bien pudieran ser los mismos Milpa y Manatlan antes mencionados. Hay que observar que, a diferencia de Manatlan —como leen Lebrón de Quiñones y la Suma de Visitas—, en nuestro regº de remates se dice Malatlan. El tercer pueblo indicado es Xictlan, sin duda, el también llamado Xiquitlan, “en Colima” y “en Su Magestad”, del que informa la SV 816. Ahí se dice que “este pueblo está en el Valle de Milpa: tiene buenas tierras de riego en que se coge trigo y cáñamo y las demás semillas de la tierra; es tierra caliente, para por él vn río, ay dispusiçión para se poder dar árboles de Castilla; es tierra para ganados, porque tiene buenos pastos”. Sus pobladores —se indica— “son otomíes y gente pobre sin ninguna grangería”. Su término abarcaba una extensión “de largo tres leguas y legua y media de ancho”, confinando con Çacapala y Yauquila, y quedaba a “diez y seis leguas” de la Villa de Colima. Años después, cuando el oidor Lorenzo Lebrón recorrió la comarca, informó que Xiquitlan estaba compartido por la Corona y el encomendero Antón de Ortega: Lebrón (1979), 40, cosa que silencia más tarde cuando revisa los títulos de este encomendero: Ibid., 48. El mismo día y bajo las mismas circunstancias, se pregonaron los tributos de Milpa, Malatlan e Xictlan,482 correspondientes al año de 1567.483 El propio Suero Vázquez de Moscoso puso la fanega de maíz y frisoles a 2 tomines y medio, y las mantas a 3 pesos y 2 tomines cada una, y un tomín por cuatro gallinas. Los tributos le fueron adjudicados, siendo testigos Antonio Corralero, Cristóbal de Silva y Diego López, vecinos de Colima. Caja A–5, exp. 13, f. 12. 166. 1568. Agosto, 12. Remate de tributos de Tlacatipan y Chiametla. Presentes el licenciado Juan de Hoyos, alcalde mayor de la Villa de Colima y su Provincia, y Bernaldino Cola, persona para el efecto nombrada por los jueces y oficiales de la Real Hacienda, por voz de Juan de Hoyos anduvieron en almoneda 8 mantas y 2 piernas de un tercio que son obligados a pagar a Su Majestad los indios del pueblo de Chiametla y Tlacatipan,484 cada uno de ellos 4 mantas y una pierna, “de donde es corregidor el dicho señor alcalde mayor, el cual dicho tercio se cumplió en siete de julio de sesenta y ocho” [1568]. Luis de Grijalba, vecino de Colima, puso cada manta a 3 pesos y 2 tomines, y al no encontrarse quien más diere por ellas, le fueron adjudicadas, siendo testigos de ello Juan Ramírez de Alarcón y Alonso Miguel. Pasó ante Juan Vázquez, escribano. Caja A–5, exp. 13, f. 27 fte. 167. 1568. Agosto, 12. Remate de tributos del pueblo de Tecoman. 482 El escribano Juan Vázquez lo llama quizá por error Xitlan. 483 Los tributos que dieron estos naturales para 1567 fueron los mismos que en el año anterior: 54 fanegas de maíz, 3 de frisoles, 2 mantas y 12 gallinas de Castilla. 484 Noticias acerca de estos pueblos, supra, regº 139. 206 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI [Al margen: Tecoman]. Ante el licenciado Juan de Hoyos, alcalde mayor de Colima, y Bernaldino Cola, persona al efecto nombrada por los jueces y oficiales de la Real Hacienda, por voz de Juan, negro esclavo pregonero, salieron a almoneda pública 5 mantas del tributo de los indios del corregimiento de Tecoman de donde es corregidor el dicho señor alcalde mayor, de un tercio que se cumplió en 26 de julio pasado. Luis de Grijalba, vecino de Colima, puso a precio las mantas, dando por cada una de ellas 3 pesos y 2 tomines, siendole adjudicado el remate. Testigos: Juan Ramírez de Alarcón, Alonso Miguel y Diego Fernández de Saldaña, vecinos de Colima. Pasó ante Juan Vázquez, escribano. Caja A–5, exp. 13, f. 27 vta. 168. 1568. Noviembre, 15. Remate de tributos del pueblo de Coquimatlan y su partido. [Al margen: Coquimatlan e su partido]. Ante el alcalde mayor licenciado Juan de Hoyos y de Bernaldino Cola, persona nombrada por los señores jueces y oficiales de Su Majestad, a petición de Juan Ramírez de Alarcón se hizo el remate de 19 mantas y 45 hanegas de maíz, que son obligados a dar e pagar los naturales del corregimiento de Coquimatlan,485 las dichas mantas son de dos años, y el maíz de este presente año de 1568. El negro Juan, nombrado para este efecto, trajo en pregones los tributos y fue Hernando de Gamboa quien les puso precio: 3 pesos y 2 tomines por manta, y cada hanega de maíz a 2 tomines y 3 cuartillos. “E ochenta gallinas de Castilla que también son obligados a dar los susodichos a Su Majestad, las puso el susodicho en dos pesos”. “Por mandamiento del dicho señor alcalde mayor se quedó este remate”. Testigos fueron 485 Acerca de este corregimiento y su partido: supra, regº 157. Juan Ramírez de Alarcón y Francisco de Frías, vecinos de Colima. El 8 de febrero de 1569, “se volvió a la dicha almoneda las dichas diez y nueve mantas y cuarenta y cinco hanegas de maíz y ochenta gallinas de Castilla, y haciéndose los apercibimientos necesarios, se remató en el dicho Diego de Gamboa486 las dichas mantas a tres pesos y dos tomines manta y a tres tomines la hanega de maíz del último remate y en cuatro pesos las dichas gallinas, y el dicho Juan Ramírez de Alarcón, corregidor del dicho pueblo, se hizo cargo de todos los pesos de oro, que monta todo el dicho remate, y lo firmó. Testigos: Juan Fernández de Ocampo y Diego Morán, vecinos desta Villa”. Pasó ante Francisco de Frías, escribano. Caja A–5, exp. 13, f. 14 vta. 169. 1568. Noviembre, 15. Remate de tributos de Tecoman, Chiametla y Tlacatipa. [Al margen: Tlacatipa, Chiametla]. Ante el licenciado Juan de Hoyos, alcalde mayor de la Villa de Colima y corregidor de los pueblos de Tecoman, Tlacatipa y Chiametla,487 y presente Bernaldino Cola, persona nombrada por los jueces y oficiales de Su Majestad, por mandado del señor alcalde mayor y por voz de Juan, negro pregonero, se trajeron en almoneda pública 40 hanegas de maíz de la cosecha de este presente año, que los indios de Chiametla y Tlacatipa son obligados a dar a Su Majestad. Hernando de Gamboa puso el maíz a 2 tomines la hanega, y le fue adjudicado el remate. Testigos: Martín de Monjaraz y Francisco de Frías. Pasó ante Juan Vázquez, escribano. Caja A–5, exp. 13, f. 21 vta. 486 Aunque con este nombre lo registra el escribano Frías, la firma corresponde a Hernando de Gamboa. Acerca de este corregimiento y su partido: supra, regº 157. 487 Dimos información sobre estos pueblos: supra, regº 139, 142 y 149. 207 José Miguel Romero de Solís 170. 1568. Noviembre, 15. Remate de tributos de Ixtlahuacan. [Al margen: Remate de Estlabacan e su partido]. En presencia del alcalde mayor licenciado Juan de Hoyos y de Bernaldino Cola, persona nombrada por los jueces y oficiales de Su Majestad, se trujeron en almoneda pública 21 mantas y 80 hanegas de maíz que los indios de Ixtlahuacan488 están obligados a dar, a petición de Hernando de Gamboa, corregidor del dicho pueblo. Juan Ramírez de Alarcón, residente en esta Villa de Colima, puso las mantas a 3 pesos y 2 tomines, y la fanega de maíz a 2 tomines y tres cuartillos. El remate le fue adjudicado, siendo testigos Álvaro de Grijalba y Francisco de Frías. Pasó ante Juan Vázquez, escribano. Caja A–5, exp. 13, f. 24 fte. 171. 1568. Noviembre, 15. Remate de los tributos del corregimiento de Acatlan. [Al margen: Acatlan e Tila].489 Ante el licenciado Juan de Hoyos, alcalde mayor de Colima, y en presencia de Bernaldino Cola, persona nombrada por los señores jueces y oficiales de Su Majestad, y a petición Álvaro de Grijalba en nombre de Diego Hernández Monroy, corregidor de Acatlan, se trajeron en almoneda pública 10 mantas y 67 hanegas y media de maíz y 3 hanegas de frisoles y 18 gallinas que los indios del dicho corregimiento son obligados a dar a Su Majestad cada un año. Hernando de Gamboa, vecino de Colima puso cada manta a 3 pesos y un tomín, a 2 tomines y un cuartillo cada hanega de maíz y frisoles, y las gallinas a tres por un real. El remate le fue adjudicado, siendo testigos Martín de Monjaraz y Francisco de Frías. Pasó ante el escribano Juan Vázquez. Caja A–5, exp.13, f. 24 vta. 172. 1568. Noviembre, 17. Remate de los tributos de Chiametla y Tlacatipa. [Al margen: Tlacatipa e Chiametla]. En presencia del licenciado Juan de Hoyos, alcalde mayor de Colima y corregidor de Chiametla e Tlacatipa, presente Bernaldino Cola, persona nombrada por los jueces y oficiales de la Real Hacienda, por mandamiento del señor alcalde mayor y por voz de Juan, negro pregonero, se trujeron en pública almoneda 8 mantas y 2 piernas que son obligados los indios de los dichos pueblos a dar de tributo a Su Majestad, “de un tercio que se cumplió a siete días deste presente mes de noviembre, las cuatro mantas e una pierna de Tlacatipa, e las cuatro e una pierna de Chiametla, corregimiento del dicho señor alcalde mayor”. Pedro de Bobadilla, vecino de Colima, puso cada manta a 3 pesos, rematándose en él. Testigos fueron Pero Ruiz y Francisco de Frías. Pasó ante Juan Vázquez, escribano. Caja A–5, exp. 13, f. 20. 173. 1568. Diciembre, 6. Remate de tributos del pueblo de Tecoman. 488 Se lee Estlahuacan. Sobre este pueblo: supra, regº 143. Pensamos que se refiere a Contla o Coatlan el pueblo Tila aquí nombrado. Dos pueblos, empero, de nombre similar aparecían ya en el Padrón de 1532. El primero es Hila, encomienda de Hernando Ruiz de la Peña, y el otro, Tlila, que lo tuvo Hernán Gómez pero que, a su muerte, fue hecho corregimiento: VP 35 y 57, respectivamente. Por su parte, Lebrón de Quiñones lo registra como Tlala y que, por cierto, al tiempo de su visita, aún lo poseía el mismo encomendero Hernando Ruiz de la Peña: Lebrón (1979), 37 y 56; Sauer (1976), 64-67; además, supra: regº 154. 489 [Al margen: Tecoman]. Ante la presencia del alcalde mayor licenciado Juan de Hoyos, corregidor del pueblo de Tecoman, y de Bernaldino Cola, persona nombrada por los señores jueces y oficiales de Su Majestad para se hallar presente a ello, salieron en pública almoneda por bienes de Su Majestad, por voz de Juan, negro pregonero, 4 mantas y 2 piernas que 208 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI son obligados a dar y pagar a Su Majestad los indios del pueblo de Tecoman “de un tercio que se cumplió a veinte e seis días de noviembre deste año”. Gonzalo Moreno, vecino de Colima, puso cada manta a 3 pesos y un tomín, y por no encontrarse alguien que más diese por el dicho remate, le fue adjudicado. Testigos: Pedro de Bobadilla, Pedro de Trejo y Álvaro de Grijalba, vecinos de esta Villa. Pasó ante Juan Vázquez, escribano. Caja A–5, exp. 13, f. 26. 174. 1569. Septiembre, 29.490 Remate de tributos del pueblo de Maquilí y su partido. [Al margen: Maquilí]. Ante el muy magnífico señor Luis de Grijalba, teniente de alcalde mayor, y de Francisco de Frías, escribano nombrado, pareció presente Francisco Hernández, corregidor de Maquilí y su partido,491 “e trujo a vender” cantidad de 490 Laguna en el texto. La fecha del año no aparece. Probablemente, apenas conquistada la región que pronto habría de conocerse como Motines, entre las encomiendas repartidas, Manuel de Cáceres recibió Epatlan y su sujeto, según lo reseña el Padrón de 1532: VP 43; supra, regº 147. Sin embargo, este encomendero tuvo desde el principio serias dificultades con otro vecino de Colima, Francisco de Madrid, el cual alegó ante Alonso de Estrada y Gonzalo de Sandoval ciertos derechos, que le fueron reconocidos. Entonces Estrada y Sandoval desposeyeron a Cáceres de su encomienda. Apeló éste y ambos justicias mayores de la Nueva España corrigieron su veredicto anterior y fallaron a favor del apelante el 27 de agosto de 1527, prohibiendo además a Francisco de Madrid entrometerse en dichos pueblos. De una u otra forma, Cáceres —cuyos principales datos biográficos proporcionamos en nota al regº 2— fue extendiendo su dominio sobre otros lugares comarcanos hasta abarcar quince pueblos que, con el tiempo y debido a su progresivo despoblamiento, se juntaron en seis, a saber: Maquilí —en donde “se juntaron otros tres pueblos por mandado de un alcalde mayor en la dicha provincia de Colima, para que los tuviese más recogidos para la doctrina”, como informa Lebrón (1979), 45-46—, Tlatictla, Tlapixtlan, Gualoxa, Cuzcacuautla y Tototlan: Ibid., 44. En opinión del oidor: “todos [estos] quince [pueblos] los poseyó y tuvo sin título, y lo mismo los seis que al presente hay, que son los en que se han resumidos todos quince”: Ibid., 46. Aque491 llas arbitrariedades no fueron las únicas. Tal y como asegura Lebrón, ni siquiera dichos pueblos tenían tasación, hasta que entre 1546 y 1550, “un alcalde mayor de Colima los tasó todos en servicios personales en que iban cinco, seis y siete leguas, a servir en sus huertas de cacao, y en esto hubo grande y notorio engaño, y fue que al tiempo que Manuel de Cáceres murió, los sobredichos indios le solían tributar ropa de mantas y todo lo demás que el dicho Manuel de Cáceres les quería llevar, porque no tenían tasación: Ibid., 46. Por este motivo, cuando fueron registrados estos pueblos hacia 1548, se dice expresamente: “el tributo que dan, es trabajar en la huerta del cacao que está junto a ellos”: SV 178. Lebrón de Quiñones explica a su modo los remordimientos de conciencia que acuciaban al encomendero Cáceres en vísperas de su muerte; por eso, informa que, cuando dispuso su testamento y última voluntad, “mandó que por seis años no se les llevase tributo de ropa ninguna a los dichos indios, visto lo cual los herederos [de Cáceres], al tiempo que el alcalde mayor los hubo de tasar, le pidieron los tasase en servicios personales, el cual lo hizo así, y era tanto lo que sumaba y valían los dichos servicios personales, mucho más de lo que buenamente todos podían pagar y valía la ropa que pudieran dar, si en ella fueran tasados”: Lebrón (1979), 46. (El alcalde mayor aludido probablemente sea don Cristóbal de Espíndola o su sucesor, Alonso de Torres). De manera muy escueta, informa de lo mismo SV 178, cuando habla de Amaquiles (Maquilí): “Está catorze leguas de Colima; tiene çiento y sesenta y quatro cassados tributarios: dan en vn año setenta y dos mantas, las quales les soltó por seys años el dicho Manuel de Cáceres, encomendero: danle para beneficio de la dicha huerta de cacao por esta suelta quinze yndios de seruicio hordinarios; están poblados en vn llano; tiene de término dos leguas, es áspera y fragossa la tierra, parte términos con Aquila y Epatlan”. A tenor de la Relación de Alimanzi, Cuzcaquauhtla y Epatlan (1580), las difíciles condiciones por las que atravesaban los naturales de estos pueblos, obligó al visitador Lebrón de Quiñones a intervenir en forma drástica, obligando la congregación de los pueblos, lo cual empero trajo consecuencias muy graves, como sucedió con Cuzcaquauhtla y Epatlan, cuyo asiento “es público y notorio ser enfermo, porque, habiendo sido de muchos indios, como lo fueron y eran, así en el tiempo de su gentilidad como después que fueron conquistados, en los asientos que antes tenían vivían sanos, y en el que hoy están, que es [a] donde los mudó el visitador general Lebrón de Quiñones, han vivido muy enfermos y se han acabado”: Acuña (1987), 149-150. No fue únicamente el oidor Lebrón quien dispuso traslados y congregaciones; antes de él, según leemos en la Relación de Motines (1580), el alcalde mayor de Colima, Hernando de Alvarado (15441547), por instrucciones del virrey Mendoza, sacó a los naturales que vivían “en quebradas y arcabucos y lugares no acomodados”, y los mudó “en partes y sitios de buenos asientos, donde pudiesen ser visitados de sus curas y religiosos, y de las justicias de Su Majestad”. No obstante los 209 José Miguel Romero de Solís mantas de algodón y 105 fanegas y media de maíz del tributo de dos años de los naturales de su corregimiento, “y más dos cargas y ocho mil y ochocientos cacaos”. Estando presente Bernaldino Cola, persona nombrada por los señores oficiales de Su Majestad de esta Nueva España, anduvieron en pública almoneda las dichas mantas, y maíz, y cacao, gritando los pregones Juan, negro. “Pero López de Herrera puso de la primera postura a dos pesos y medio las mantas, cada una, y a tomín y medio la hanega de maíz y a quince pesos la carga de cacao”. No hubo persona que en este día diera más por ello. “Y hoy, dos días del mes de octubre del dicho año, tornó al almoneda lo susodicho por voz del dicho pregonero y pareció ante el dicho señor teniente y oficial Juan Ramírez de Alarcón y puso a tres pesos cada una de las dichas mantas, y a dos tomines la fanega del maíz y a diez y ocho pesos la carga del cacao”. No habiendo quien pujara más, le fue adjudicado a Ramírez de Alarcón “todo ello a los dichos precios”. “El dicho corregidor se hizo cargo de todo ello, que montaron las mantas trecientos y setenta y nueve pesos de tepuzque, y el maíz veinte y empeños del alcalde Alvarado en proveer a los naturales de mejores asientos, aquel “mudamiento de pueblos costó a muchos indios e indias las vidas, por sacarlos, como se sacaron, de sus rincones y naturaleza, a otras aguas y asientos nuevos”: Acuña, (1987), 158. Más datos acerca de Maquilí y su comarca, en Gerhard (1986), 198-200. Quisiéramos llamar la atención, antes de concluir esta larga nota, sobre un punto que no deja de resultar todavía confuso. Peter Gerhard sostiene que hacia 1560 “se proveyó un alcalde mayor separado para los Motines de Colima, al oeste y al norte del río Cachán. Cuatro corregimientos hasta entonces sufragáneos de Colima —Aquila, Cuacoman, Maquilí y Tlatictla, Motín y Maruata [Pómaro]— fueron transferidos a la nueva jurisdicción”: Gerhard (1986), 199. En efecto, sabemos que Alonso de Espínola o Espinosa fungía en 1563 como corregidor de Cuacoman y alcalde mayor de los Motines (supra, regº 88), sin embargo, como vemos en este regº de remates del corregimiento de Maquilí y su partido, el corregidor Francisco Hernández “trujo a vender” mantas, maíz y cacaos del tributo de sus naturales ante el teniente de alcalde mayor de Colima, Luis de Grijalba. La conclusión que se impone es que, para 1569, este corregimiento todavía no era transferido a la nueva jurisdicción de la alcaldía mayor de Motines. seis pesos y dos tomines, y el cacao cuarenta y dos pesos y seis tomines, que montó todo trescientos y setenta y nueve pesos de oro común”. Testigos: Francisco de Hoyos, García de Ávila y Garci Rodríguez. Caja A–5, exp. 13, f. 29. 175. 1577. Septiembre, 30. Mandamiento de ejecución en las personas y bienes de Pedro de Figueroa y Andrés de Madrid, difuntos. “Hernando Dávalos, alcalde mayor por Su Majestad en la Villa de Colima y su Provincia, os mando a vos Alonso de Huete, alguacil mayor de la dicha Villa y su Provincia a que hagáis entrega y ejecución en los bienes de Pedro de Figueroa e Andrés de Madrid, difuntos, por contra de cincuenta y siete pesos de oro común que parece que deben a Domingo Bautista, menor, e a Juan Fernández Ladrillero, en su nombre, como su tutor e curador, que son los cuarenta y nueve pesos y siete tomines por siete años de censos corridos que se cumplieron a deciséis de enero del año de setenta y seis años [1576], y lo restante a los dichos cincuenta y siete pesos que son siete pesos y un tomín, son de otro año corrido que se cumplió a deciséis de enero deste año de setenta y siete años [1577]. Los cuales dichos cincuenta y siete pesos del dicho oro parece deber por una escritura de censo que ante mí presentó la parte del dicho Juan Fernández”. El alguacil acudió a las casas de la morada de Andrés de Madrid, difunto, y buscó bienes donde hacer la ejecución, “e no pudieron ser habidos”, por lo que a petición de Fernández Ladrillero, hizo ejecución en las dichas casas. Fueron 210 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI testigos: el beneficiado Ramírez de Vargas492 y Lorenzo Álvarez de Madrid.493 El 2 de octubre se gritó el primer pregón por voz del negro Francisco. Caja A–5, exp. 14, 1 f. 176. 1568. Enero, 3. Denuncia de los criadores de ganado contra Andrés de Segura y Juan Fernández Ladrillero. Ante Diego de Mendoza, alcalde de la Santa Hermandad, se presentaron Pedro de Arévalo y Juan de Iniesta, por sí y en nombre de Catalina López,494 viuda, y Catalina Gómez,495 y en nombre de sus hijos y menores, y dijeron: “Ya a V.m. consta, cómo nosotros somos criadores de ganado y nosotros y otros muchos vecinos y probes menores tienen por los ejidos desta Villa mucha cantidad de yeguas, lo cual e alzó por andar como andaba, cuando por quererlo sacar por mandado de Lope de Arellano, alcalde mayor que fue desta Villa,496 y dende el dicho tiempo acá se anda alzado y no hemos podido herrarlo ni sacar los dichos ganados de los dichos ejidos, y estando concertado por todos los criadores ninguno pudiese herrar ningún ganado sino fuese aquello que fuese repartido por dos o tres personas, que para ello fuesen nombrados de ciencia y conciencia, y que tuviese juspiriencia [sic]497 de los dichos ganados, y lo 492 Que sepamos es la única noticia que tenemos en nuestros regº del clérigo Ramírez de Vargas, quizá, hermano o familiar muy cercano de quien fuera alcalde mayor de Colima, Luis Ramírez de Vargas, del que dimos algunos datos: supra, regº 35. Tal vez también pudiera tratarse del padre Rodrigo de Vargas, cura y vicario que fue de la Villa de Colima, mencionado en diversas ocasiones. 493 Lorenzo Álvarez de Madrid, hijo de Andrés de Madrid y Catalina Maldonado: infra, regº 251. 494 La viuda Catalina López volverá a aparecer en el regº 238. 495 Catalina Gómez era viuda de Alonso de Trejo, de quien dimos información en regº 90. 496 Lope de Arellano fue alcalde mayor entre 1557 y 1560: supra, regº 58. 497 Por “jurisprudencia”, o simplemente personas con cierta experiencia en derecho. El vocablo de nuestro texto no lo registra Boyd–Bowman (1971). que cada uno podía tener y conforme a ello, se hiciese repartición, y estas personas fuesen juramentadas para que diesen a cada uno su parte, y así lo pudiese tomar y no desta manera. Y así se hizo un año y se dio a todos los vecinos criadores, y teniendo cuenta con los probes menores que tenían ganados y se les dio a cada uno su parte, y después acá en contrade lo que así estaba acordado por los dichos criadores, Andrés de Segura e otras muchas personas, vecinos desta Villa, han herrado mucha cantidad de ganado, de yeguas, fuera de lo que así se les repartió y dio en espacial Andrés de Segura, vecino desta Villa, que ha sacado y vendido fuera desta Provincia más de ochocientas cabezas de yeguas, sin lo que tiene en su huerta, y herrado mucha cantidad de yeguas en los ejidos desta Villa, donde nosotros tenemos los dichos nuestros ganados y las dichas viudas y probes menores, y lo que así tiene sacado y herrado el dicho Andrés de Segura es en mayor número de lo que así compró con partos y pospartos, y si se diese lugar a ello, sería en gran daño nuestro por no haber sacado nuestros ganados y los probes vecinos y menores, que no pueden beneficiar sus ganados y andar todo por herrar y pertenecernos el dicho ganado como cosa nuestra”. “Por tanto, a V.m. pedimos y suplicamos mande al dicho Andrés de Segura no hierre más ganados de los que así ha herrado, pues tiene sacado su ganado y herrado los partos y pospartos dellos, hasta que todos saquemos nuestros ganados y hayamos tomado los multiplicados dellos, y mándesele con graves penas a él que no hierre ni ningún criado suyo, ni recoja, si no fuere aquéllo que tuviere herrado, porque como dicho tenemos, ha sacado el ganado que pudo comprar y además desto tiene mucho herrado en más cantidad de los partos y pospartos de los dichos ganados que así compró”. “Otrosí decimos que Juan Fernández Ladrillero ha herrado uchas yeguas y en más cantidad de lo que podía tener”. Y concluyen su petición: “V.m. le mande lo mismo, pues consta por público e notorio no ser criador”. El alcalde Mendoza dispuso que los denunciantes dieran información, y entre tanto esto 211 José Miguel Romero de Solís suceda, mandaba que no se herrara ganado alguno, “ni potros de dos años arriba sin lo manifestar so pena de cien pesos de oro”. Arévalo e Iniesta presentaron por testigos a Nicolás Bote y a Juan de Guriezo, vecinos de la Villa de Colima. El primero de ellos declaró que “de cuatro años a esta parte, ha visto este testigo que el dicho Andrés de Segura recoge en mangas498 cantidad de yeguas e potros”, y los herraba, y que sacó cantidad de cabezas de yeguas y potros “en más cantidad de lo que le fue repartido, e que puede haber dos mes que este testigo fue a ayudar a recoger a Cristóbal de Solórzano” y que en cierta ocasión “vio que recogió hasta que se hinchó” ganado que estaba sin herrar. Guriezo, por su parte, dijo que “de cuatro o cinco años a esta parte” ha visto que Segura hierra yeguas y potros en muchos corrales en mucha cantidad, y que daba de ellos a quienes le iban a ayudar. Dice, sin embargo, que Segura tiene ganado que “ha comprado de particulares”, que son un hierro de La Culebrilla, y de Bautista, de Alonso Miguel, de Juan de la Torre y de otros hierros,499 “e que sabe este testigo que de registros de los dichos hierros” había muy poca cantidad de yeguas y potros, que no llegarían a 20 cabezas, y que después de los dichos hierros “ha visto en gran cantidad herrado”, lo que quiere decir que ha sacado mucha más cantidad de lo que compró. El 9 de enero, Pedro de Arévalo presentó por testigo a Pedro de Solórzano, vecino de la Villa, quien dijo que sabía que Segura “ha comprado ganados de yeguas e potros y hierros de particulares”, y que “tiene más yeguas e potros en los ejidos desta Villa herrados de sus hierros”, pero que no sabe en qué cantidad “sea lo que ha comprado, ni lo que ha sacado, ni lo que agora 498 Manga: callejón que se forma entre dos estacadas a la entrada de un corral. 499 No tenemos identificado este hierro de La Culebrilla, que bien puede referirse a un apodo como también, y con mayor probabilidad, a una estancia de ganado así nombrada. De los problemas que causaban los ganados, sobre todo, en las tierras de los naturales, ya dimos noticia: supra, regº 27 y 40, en donde aparecen algunos de los ganaderos aquí mencionados. tiene; e que es público en esta Villa que en mangas que ha hecho el dicho Andrés de Segura de tres años o cuatro a esta parte, ha herrado como entra en las mangas, sin dar contento a los demás criadores ni repartir con ellos, por lo cual entiende este testigo que es en perjuicio de los demás criadores herrar el dicho Andrés de Segura con tan poca claridad e que esto sabe”. El 29 de enero, Catalina Gómez, viuda, mujer que fue de Alonso de Trejo, difunto, en su nombre y en el de sus hijos menores, como tutriz y administradora de sus bienes, dice haber recibido notificación bajo cierta pena, “que yo, ni mis hijos ni criados, ni otro por mí, no mate ningún ganado orejano500 si no fuese señalado con mi señal y hierro”, y todo esto a petición de Diego de Mendoza y Pedro de Arévalo, quienes dicen y alegan “ser suyo y yo no tener ningún ganado, si no son hasta sesenta cabezas de vacas y esas las tenía mansas, y otras cosas que dice y alega por su escrito”.501 Catalina niega todo pues dice: “poseo los dichos ganados por míos propios y como tales me aprovecho dellos de más de veinte y tres años a esta parte”. Agrega que contra lo afirmado por los demandantes quienes aseguran que ella sólo tiene 60 vacas mansas, “consta en esta Villa por público y notorio, que soy criadora de ganado mayor, y puede haber veinte años poco más o menos que Diego Morán, vecino desta Villa, entregó a Alonso de Trejo, mi marido que fue, más de seiscientas cabezas de ganado vacuno en un corral, como podré probar a su tiempo y lugar”. Y sigue diciendo la viuda de Trejo que, después que Diego Morán entregó el ganado vacuno a su marido “en una estancia que está junto a Los Matorrales que dicen y en los ejidos desta Villa, el dicho ganado se alzó y anduvo hecho cimarrón y emboscado en los dichos Matorrales502 más tiempo de ocho años sin nos poder 500 Orejano, animal sin marca o mostrenco. La petición que menciona Catalina Gómez, no aparece en el expediente. 502 La expresión Los Matorrales puede aludir tanto a una zona boscosa cercana a la Villa de Colima, lo cual parece sugerir una frase que poco después hallamos —”emboscado 501 212 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI aprovechar dello ni herrarlo, y así se alzó y anda en los dichos matorrales y espinos y ejidos desta Villa, de que proceden los dichos ganados orejanos que hay en los dichos ejidos; y después por industria y ayuda de algunos vecinos, juntaron las vacas que el dicho Diego de Mendoza dice tengo mansas y todo lo demás se anda hoy día alzado, como dicho tengo de que me sustento yo y mis hijos como de cosa mía propia”. Al parecer, se decía por los demandantes, que les pertenecía el dicho ganado, “por haber comprado el ganado vacuno de Cáceres503 y Antonio de Maya, y otros ganados, e que por esta causa, le pertenece, y por estar en términos de las estancias que dice que compró, y el dicho ganado ser en mucha más cantidad de la que yo tengo, lo cual niego porque público y notorio es en esta Villa que el ganado que así dicen compró de Cáceres, era de Bartolomé Garrido, difunto, y al tiempo que era suyo, el dicho Bartolomé Garrido estaba el dicho ganado que así tenía manso, y lo sacó todo y lo llevó a la estancia que dicen de La Albarrada,504 sin dejar ninguna cabeza, y se le mandó sacar por mandado del licenciado Lebrón, visitador que fue desta Provincia por Su Majestad, por estar la estancia en perjuicio de los indios de Tecocitlan, so graves penas”.505 Así que tuvo que sacarlo, “teniéndolo en los dichos Matorrales”—, como a otra estancia de ganado situada en la misma comarca: infra, regº 232. 503 Se trata de Gonzalo de Cáceres, como más adelante se afirma. 504 La Albarrada aparece en tres ocasiones en este primer tomo: regº 24, 176 y 251, siendo el último de ellos el más ilustrativo. Ahí se dice que era propiedad de Pedro de Arévalo y estaba situada “a cuatro leguas de la Villa de Colima junto al Camino Real que va de la dicha Villa al pueblo de Tuspa, aguas vertientes del Volcán de Colima”, donde había un “sitio de molino”. Por la referencia que nuestro regº da, las tierras y labor de La Albarrada estaban en las inmediaciones de Tecocitlan El Nuevo. 505 Hubo dos pueblos nombrados Tecocitlan: “el Viejo”, “a dos leguas de la Villa [...] en vn llano, çerca de vna sierra”, donde se cosechaba principalmente algodón; y otro, “el Nuevo”, en las cercanías de Chiapa, “a cinco leguas de Colima [...] en vna halda de vna sierra”, ambos encomendados a Jorge Carrillo: SV 687, al que sucedió su hijo Alonso Carrillo; éste, por cierto, tuvo algunos problemas con el corregidor de Escayamoca Juan de Iniesta en 1565, por razón en El Albarrada a recaudo por las penas gravísimas que le fue puesta, de donde el dicho Diego de Mendoza y el dicho Pedro de Arévalo lo han sacado y aprovechádose dello sin contradicción ninguna; y caso negado que alguno le quedase en los ejidos desta Villa, lo cual niego, Martín de Monjaraz y Juan de Arana y después Andrés de Segura, como tutores que fueron de Gonzalo de Cáceres, cuyo era el dicho ganado, lo mataron y se aprovecharon dello y en más cantidad de lo que podía ser, por lo cual no tienen ningún derecho”. También es público y notorio en Colima, sigue alegando Catalina Gómez, que “para cien cabezas de vacas que hubo de tener Antonio de Maya, que era de su mujer, que metió Juan Bautista en los ejidos desta Villa, sacó para las minas de Guachinango506 más de trescientas vacas y otras muchas para una estancia que tenía en las minas de Guanajuato y otras partes, y si otro ganado hubieron de él, lo compraron de las estancias de Miaguatlan,507 y no porque tengan ningún derecho, a lo que está en los ejidos desta Villa, ni menos lo tienen al ganado que hubieron de Salvador Travieso508 y Hernando de Grijalba, por ser como era poco, y siempre tuvo guarda y ser el ganado manso, y el dicho Travieso desde que lo hubo e compró, tuvo recaudo y siempre lo herró, y así el dicho Pedro de Arévalo lo sacó y se aprovechó dello, lo cual no he hecho yo ni el dicho mi marido, y así anda el dicho mi ganado en los ejidos desta Villa, donde se han aprovechado otros muchos dellas, matándomelas y de tierras: supra, regº 114. Véase también la Relación sumaria (1554): Lebrón (1979), 47. 506 Las minas de Guachinango se localizaban en la Nueva Galicia. 507 El pueblo de Miaguatlan, encomienda de Alonso de Arévalo y después de su hijo Pedro, se situaba a “siete leguas de Colima”, cuyos alrededores tenían “poco llano” y “todo lo más son sierras y montes”, era el corazón de una amplia comarca cuyos linderos confinaban con Xilotlan, Apapatlan, Tuxpan y la Villa de Colima, según la SV 371. Esta comarca tomó el nombre de Pueblos de Arévalo, donde tanto Alonso y Pedro de Arévalo tuvieron estancias de ganado —estancias de Miaguatlan—, como también Alonso de Ávalos: cf. regº 66, 76, 216 y 258. 508 A Travieso lo hallamos también en los regº 48 y 231. 213 José Miguel Romero de Solís sacándomelas sin pagármelas, todo lo cual pienso pedir a su tiempo y lugar”. Concluye la viuda de Trejo diciendo: “Por las cuales razones y por cada una dellas, V.m. me debe amparar en los dichos mis ganados y declarar pertenecerme a mí y a los dichos mis hijos, pues son míos y de los dichos mis hijos, y yo no tener otros bienes con que alimentarlos si no es con los dichos ganados, y en todo poner perpetuo silencio al dicho Diego de Mendoza y Pedro de Arévalo, pues es pedido lo que piden con malicia y yo ser una probe viuda”.509 Pasó ante el escribano Juan Vázquez. Caja A–5, exp. 15, 6 ff. 177. 1568. Abril, 5. Proceso criminal promovido por Juan Pablo, indio de Malacatlan, contra Domingo Hernández, indio de Sayula, sobre que le hurtó un caballo. Ante el alcalde mayor de la Villa de Colima y su Provincia, licenciado Juan de Hoyos, pareció Juan Pablo, indio de Malacatlan, y mediante Juan Adán, intérprete de este Juzgado, dijo que tres días hacía que un tal Domingo Hernández, indio de Sayula, le hurtó de su casa un caballo. Agrega el denunciante que Domingo “está preso en Macitlan [sic],510 de la Provincia de Amula, y pide al alcalde mayor le reciba información y, vista ésta, mande dar su carta de justicia para que le prendan y sea castigado conforme a justicia. 509 Llama la atención la forma en que está redactado el alegato, ya que es petición dirigida al propio Diego de Mendoza, alcalde de la Santa Hermandad, a quien se acusa empero de abusar de sus bienes y los de sus hijos. Por otra parte, la petición inicial que abría el juicio, era firmada entre otros por Pedro de Arévalo, quien lo hacía en su nombre y en el Catalina Gómez, que ahora por el contrario denuncia a Arévalo y dice, entre otras cosas, que ha recibido un mandamiento a solicitud de éste. Por todo ello, no deja de ser confuso el expediente y nos sugiere que buena parte del mismo se ha extraviado o perdido definitivamente. 510 Mazatlan, en los linderos de las provincias de Amula y Colima: Romero de Solís, Relaciones de la Provincia de Amula (1993), 14. El licenciado Hoyos mandó que diera información y luego proveerá en el caso. El querellante presentó por testigos a Francisco Capón, indio de Malacatlan, a quien se tomó juramento. Declaró que “tres días ha, estando este testigo en su pueblo, vio que estaba junto al río del dicho pueblo un caballo rucio del dicho querellante, y vio que lo tomó y llevó de allí un indio de Sayula llamado Domingo en presencia deste testigo, e que esto sabe y no otra cosa”. El testigo dijo tener 50 años de edad y que no tenía interés alguno en este asunto, pero que sí era pariente de Juan Pablo. Juan Pablo, luego, presentó por testigo a Antón Gaspar, alguacil del pueblo de Malacatlan, de quien el alcalde mayor tomó juramento. El testigo declaró que, hará tres días, tenía en su casa por huésped a Domingo, indio de Sayula, y que aquella noche un muchacho de su casa fue y le dijo que se iba el tal Domingo y “llevaba un caballo rucio, y como faltó por la mañana el dicho caballo, entendieron todos que lo había llevado el dicho Domingo, e que esta es la verdad y lo que sabe”. Antón Gaspar dijo tener 20 años de edad y no le tocaban las generales. El alcalde dio su carta de justicia el 6 de abril: “Muy magníficos señores corregidores y alcaldes mayores e ordinarios y otras cualesquier Justicias de Su Majestad, a quien Dios Nuestro Señor guarde de mal. Yo el licenciado Juan de Hoyos, alcalde mayor por Su Majestad en esta Villa y Provincia de Colima, me encomiendo en vuestras mercedes y les hago saber que ante mí pareció Juan Pablo, indio del pueblo de Malacatlan, e mediante Juan Adán, intérprete de mi Juzgado, se querelló de un Domingo, indio de Sayula, diciendo que le hurtó un caballo, e yo le mandé dar información, que su tenor de la dicha querella e información uno en pos de otro, es lo que sigue”. Sigue el traslado de los autos. Y concluye: “Mandé dar la presente por la cual, de parte de Su Majestad, les requiero y de la mía ruego y pido por mí de que si ante vuesas mercedes pareciere el dicho Juan Pablo, indio, o otra persona con su poder o sin él, manden prender y prendan el cuerpo al dicho Domingo, indio, y preso y a 214 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI buen recaudo con los bienes que tuviere, me lo envíen a esta Villa de Colima, que a las personas que le trujeren yo les mandaré pagar su trabajo”. El 8 de abril ya estaba preso Domingo, y el alcalde mayor le tomó confesión. Dijo apellidarse Hernández, tener 25 años de edad y ser natural de Atoyaque, aunque vive en Sayula. Se le preguntó si conocía a Juan Pablo, indio de Malacatlan, y “si es verdad que el sábado pasado” estando en casa de Juan Pablo en el pueblo de Malacatlan, “se levantó e salió en la noche, y le tomó y hurtó un caballo rucio”. Responde que conoce a Juan Pablo y que es cierto que posó en su casa y se llevó el caballo sabiendo que era de Juan Pablo, porque así se lo habían dicho, y lo llevó hurtado a Comala. Era el mismo caballo que llevaba cuando le prendieron. A petición del acusado,511 el alcalde mayor le nombró por curador a Juan de Guriezo, vecino de Colima, quien hizo el juramento de rigor. Luego se presentó Juan Pablo, y a través del intérprete Juan Adán, ante el alcalde mayor y el escribano Juan Vázquez, otorgó poder a Diego López de Ayala. Fueron testigos de ello, Pedro de Bobadilla y Juan de Guriezo, vecinos de la Villa. Al día siguiente, y en virtud de este poder, Diego López de Ayala pedía al alcalde “mande condenar y condene al dicho Domingo Hernández en las mayores y más graves penas que en derecho, leyes y premáticas [sic]512 destos Reynos contra los tales están constituidas y ordenadas”. El alcalde dispuso se diera traslado de esta petición a Juan de Guriezo, defensor del acusado. El 10 de abril, Guriezo respondía: “atento a su confisión y la información que contra él está dada, digo que atento a que es probe y padece necesidad y no tengo que alegar, atento a que está declarado haberlo hurtado y traído contra la voluntad de su dueño”. Por tanto sólo pedía que el alcalde diera su sentencia. 511 “De pedimiento del dicho Diego Hernández, indio”. A lo largo del proceso se le ha llamado Domingo. 512 Por “pragmáticas”. Así se lo comunicó el escribano a López de Ayala, ante Pedro de Bobadilla y Andrés García, regidores, y testigos del auto. El alcalde mayor, por último, hizo comparecer ante sí a Domingo Hernández, indio preso, y mediante el intérprete le hizo saber que “si quiere pedir otra cosa e hacer en este negocio otra diligencia e pedir su justicia, lo haga e pida, no embargante que sea pobre”. Domingo y Guriezo pidieron sentencia. Caja A–5, exp. 16, 7 ff. 178. S/f. Carta cuenta de lo que debe el alcalde Juan Fernández al alcalde mayor. “Lo que debe el señor Juan Fernández, alcalde, de la obligación del señor alcalde mayor, es lo siguiente: doce varas y cuartilla de manteles adamascados a dos pesos. Dos varas de damasco amarillo a tres pesos. Seis varas de ruán crudo a 4 tomines”. Suma el total de la cuenta 34 pesos y 2 tomines. Firma Baltasar Moreno.513 Caja A–5, exp. 17, 1 f. 179. 1568. Febrero, 19. Manuel de Nava, cura y vicario en esta Villa de Colima y su provincia, contra Pablo Chapoli, 513 Dos observaciones en torno a este regº tan breve. De un lado, la falta de fecha. Según otras referencias, en las que aparece quien firma aquí, a saber, Baltasar Moreno, esta deuda de Juan Fernández El Viejo a un alcalde mayor que contra la ley se dedicaba al comercio —tal vez, don Alonso Sánchez Figueroa—, debe remontarse a los últimos años de la década de los sesenta. De otra parte, al calce, vienen apuntes de una almoneda de tributos de pueblos de indios. Entre otras cosas, se lee: “Rematóse cada manta a tres pesos cada manta e cada fanega de maíz a dos tomines e cada gallina de Castilla a un cuartillo cada una”. Al parecer fue Baltasar de Alcalá quien se lo adjudicó, siendo testigos Juan de Guriezo, Tomás de Almodóvar y Garci Rodríguez. Al reverso de esta cuenta, se refiere a los tributos del pueblo de Tepetitango, y dice: “Diez mantas, 26 hanegas de maíz, a tres pesos manta e a dos tomines hanega de maíz”. 215 José Miguel Romero de Solís porque tiene por oficio hacer muchas hechicerías. “El muy magnífico y muy reverendo señor Manuel de Nava, cura y vicario en esta Villa de Colima e su provincia,514 por el muy ilustre y reverendísimo señor don Antonio Morales de Molina, obispo de la Santa Iglesia de Mechuacan, e por ante mí Baltasar de Alcalá, notario para este efecto nombrado e jurado en forma de derecho, dijo que por cuanto a su noticia es venido que un indio llamado Pablo, del pueblo de Ichcatlan,515 con poco temor de Dios Nuestro Señor y en gran peligro de su ánima, usa y tiene por oficio de munchos años a esta parte de hacer munchas hechicerías, haciendo munchos conjuros, invocando al demonio y haciendo munchas supersticiones”, al mismo tiempo que enseña “a otros munchos indios cómo han de llamar e invocar al demonio, mostrando un libro donde tenía e tiene los dichos conjuros e haciendo otras munchas 514 Este clérigo criollo fue registrado en 1575 como “hijo de Antonio de Naua y de doña Joanna de la Quadra, sobrino del licenciado Gregorio López, de treynta y tres años, a siete que sirue la ración, sin otros dos que auía sido capellan; sabe poca gramática, sirue bien su preuenda, a sido distraido en juego y vestidos, avnque aora está emendado, y dize que quiere estudiar”: Carta–relación del arzobispo de México, D. Pedro de Moya y Contreras, remitiendo al Rey Don Felipe II reservados informes personales del clero de su diócesis (México, 24 de marzo, 1575): Cartas de Indias (1970), I, 200, doc. XXXVII. Era hermano del canónigo Pedro de Nava, éste nacido en Mérida: Ibid., 198; y de doña Francisca de Nava que casó con el v° Jorge Carrillo: Icaza (1969), I, nº 378. 515 La Suma de Visitas lo sitúa en el corregimiento de Quiçilapa y Çoquitlan [sic], con escasos “onze tributarios cassados” que estaban “poblados junto a las casas de Tecoçiapa” y daban “cada año dos mantas y veinte hanegas de maíz”: SV 483. Lebrón, al parecer, registra este pueblo como Yxcatlan, en la Corona, enlistándolo entre Coquimatlan y Almolonga: Lebrón (1979), 36 y 39. Otra fuente contemporánea a Lebrón, lo incluye en un corregimiento en el que entraban los pueblos de “Quesalapa, Coquimatlan, Ixcatlan, Caxitlan y Cuzcatlan”, todos ellos “en la provincia de Colima”: El Libro de las Tasaciones (1952), 299. Todavía en 1568 —un año antes en que sucedieron los sucesos aquí relatados— andaba en corregimiento junto con Coquimatlan y Quizilapa, siendo a la sazón corregidor de estos pueblos el vecino de Colima Juan Ramírez de Alarcón: supra, regº 157. supersticiones, todas en deservicio de Dios Nuestro Señor. E porque su merced quiere saber e informarse de lo que es porque no quede sin castigo, tomó de oficio la información de testigos siguiente por lengua de Mateo de Berlanga, intérprete para este efecto nombrado e jurado en forma de derecho”. Manuel de Nava mandó comparecer a Martín Ximénez, indio natural del pueblo de Mazatlan, que es en la provincia de Amula. Declaró bajo juramento que hacía “tres años poco más o menos, que este testigo tenía un libro de conjuros que le había dado un indio Bartolomé que es ya muerto, e que teniendo noticia del dicho Pablo le fue a hablar y le dijo le mostrase cómo había de hacer aquellos conjuros, e el dicho Pablo le dijo: «Vé cada mañana a bañarte al río de Comala en nombre de Lucifer, y has de ir diciendo estas palabras: Diablo, tú que a nuestros antepasados oías e ayudabas cuando te llamaban; y has de ayunar cuatro días, los tres por tres demonios que se llaman Xuchimatl y Xuchicuahuitl y Xilsutlitecutli,516 y el otro día por el propio río, y que luego se le aparecería el demonio en flor, red, o piedra o niño, y allí se le ofrecería por suyo517 y le daría una señal para que por ella pudiese usar de encantamientos haciendo el mal que quisiese, y curando y sacando de los cuerpos las enfermedades en figura de piedra, huevo, paja». Y que este testigo hizo la yspiriensia [sic]518 de bañarse y no pudo ayunar los cuatro días porque tuvo muncha hambre. Y se fue al dicho Pablo y se lo dijo cómo no había nada de lo que le había dicho, y que el dicho Pablo le respondió que, porque no había podido ayunar los cuatro días, no lo había visto, que tomase en 516 Otra lectura es: “los tres por tus demonios que se llaman Xuchimatlatl, Xuchixuacotl e Piltzintecutli”: Sevilla del Río (1974), 91. Para la identificación de estas divinidades y, en general, sobre todo el proceso: Romero de Solís, Cirujano, hechicero y sangrador... (1992), 15-23. 517 “Se le aparecería el demonio en forma de flor o red o piedra o niño, y allí se le ofreciese por suyo”: Sevilla del Río (1974), 91. 518 Por “experiencia”. 216 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI la boca un poco de piciete519 e lo podría ver. E ansí este testigo lo tomó y se le revolvió el estómago y lo dejó, que no curó más dello, mas de que lo dijo todo lo que había pasado a dos indios del pueblo de Comala que se llaman Dionisio y Jácome, y les contó lo que le había acontecido con el dicho Pablo, los cuales le dijeron que ellos lo habían también hecho e no habían visto nada, y que era un bellaco burlador. Y que después de algunos días, le dijo el dicho Pablo a este testigo que se lo pagase, que él le mostraría los dichos conjuros y encantamientos de veras, y le enseñaría cómo podría alcanzar todas las mujeres que quisiese y todo lo demás que desease por virtud del diablo, porque él usaba del dicho oficio y andaba curando y sacando piedras e palos e pajas de los enfermos y haciendo otras munchas cirimonias e conjuros en nombre del diablo, e que de aqueste oficio vive y se sustenta muncho tiempo ha, porque se lo pagan muy bien y ansí estaba rico. Y que este testigo le mostró el libro que tenía de conjuros al dicho Pablo, el cual le dijo a este testigo que era muy bueno y que no acertaba a lehello [sic]520 e por eso se lo mostró al dicho Pablo,521 y que las palabras que el libro tenía heran las principales, y decían ansí: «Poderoso Lucifer, tú y todos tus consortes principales del infierno, yo tu siervo, por virtud destas sirimonias [sic]522 y cantos que hago en este río, pues soy tuyo e te me ofreciste, ruego me des venganza para contra los que me han ofendido e des salud a este enfermo porque me lo paga, y en esto quiero ver si soy tuyo». Y otras muchas cosas que en el libro había que no se acuerda y que este testigo dio el dicho libro al Canónigo Juan de Velasco, vicario que fue desta Villa cuando le penitenció por este negocio, y que quiriendo [sic]523 el dicho Canónigo proceder contra el dicho Pablo, nunca jamás le pudo hallar, porque se escondía siempre”. 519 Picietl, “nombre vulgar del tabaco ordinario que usa la gente del campo, planta solanácea (Nicotina rustica)”: Cabrera (1984), 109. 520 Por “leerlo”. 521 Tachado en el texto. 522 Por “ceremonias”. 523 Por “queriendo”. “Preguntado diga si sabe que el dicho Pablo por virtud del demonio haya hecho algún mal e daño a alguna persona hombre o mujer, o le haya él visto hacer algún conjuro para hacer alguna cosa, o si sabe que haya mostrado el dicho oficio e cirimonias a algunas otras personas, dijo que podrá haber un año que estaba malo en el pueblo de Comala un Pedro Ximón, cuñado deste testigo, e que vino a vello el dicho Pablo e le dijo que él le quería sanar, y ansí tomó unas yerbas que traía consigo y las mascó en la boca, y con la saliva y las dichas yerbas le untó el vientre e pecho al dicho Pedro. Acabadas de poner se empezó el dicho Pedro a desmayar y luego murió. Y tiene este testigo por cierto que el dicho Pablo le mató porque estaban enojados los dos, sobre que el dicho Pablo quería amancebarse con una hermana del dicho Pedro, y el dicho Pedro no quería, y por esto le quería mal. Y que luego que lo supo don Alonso, gobernador del dicho pueblo, quiso prender al dicho Pablo, y el dicho Pablo se fue huyendo al pueblo de Ichcatlan, donde ha estado hasta agora, y que lo demás no lo sabe, mas de lo que es dicho, y es la verdad so cargo del juramento que fecho tiene, en lo cual se afirmó e ratificó siendo leído e daba a entender por el dicho intérprete y dijo que no le tocan ninguna de las generales y que es de edad de más de veinte e cinco años y firmólo de su nombre, y el dicho vicario e intérprete”. El 20 de febrero, el vicario Manuel de Nava dispuso que compareciera ante sí Dionisio Flores, indio natural del pueblo de Comala, a quien se le tomó juramento en forma de derecho y fue interrogado mediante el mismo intérprete, Mateo de Berlanga. Dionisio Flores declaró que “ha más de quince años que conoce al dicho Pablo contenido en esta causa, y que de todo este dicho tiempo le conoce y ha visto que usa de curar enfermos, y que ha oído decir a algunas personas, indios e indias, de cuyos nombres no se acuerda, que el dicho Pablo, cuando cura los dichos enfermos, los chupa en brazos e piernas e en otras partes del cuerpo, y les hace entender [que] les saca piedras e pajas e palos, y les dice: Véis aquí los hechizos que teníades en el cuerpo. Preguntado 217 José Miguel Romero de Solís diga si sabe que el dicho Pablo use de hechizos y encantamientos, e que por virtud dellos, invocando al demonio, haga las dichas curas e cure a los dichos enfermos, haciendo entender a todos que sabe y entiende las cosas por venir y le ha dicho a este testigo que se lo quiere mostrar, e que después que lo sepa, estará rico y alcanzará todo lo que quisiere, ansí mujeres como dineros, cacao, mantas e otras cosas, dijo que no lo sabe, mas de lo que es dicho y es verdad so cargo del juramento que fecho tiene, en lo cual se afirmó e ratificó”. El testigo declaró tener 20 años de edad, que no le tocaban las generales y firmó de su nombre. Como tercer testigo fue llamado a declarar Jácome, indio natural del pueblo de Comala. “Dijo que conoce al dicho Pablo y que sabe que cura indios enfermos, y que ha oído decir a personas de cuyos los enfermos, les chupa algunas partes de su cuerpo e les hace entender [que] les saca piedras e pajas del cuerpo, diciendo que están enhechizados, y que esto lo sabe e no otra cosa y es verdad so cargo del juramento que fecho tiene”. Jácome dijo tener 20 años de edad y que no le tocaba ninguna de las generales. “No lo firmó porque dijo que no sabe escribir”. El 21 de febrero dio el vicario Nava mandamiento para que se prendiera a Pablo y fuera puesto a buen recaudo. Como ya estaba preso, se ordenó traer de la prisión al detenido “para le tomar su confisión”. Fuele tomado el juramento en forma de derecho, “so cargo del cual prometió decir verdad de lo que le fuere preguntado, e siendo preguntado mediante el dicho intérprete acerca de lo susodicho, le fueron fechas las preguntas siguientes. Fuele preguntado cómo se llama y de donde es natural, e qué oficio e trato tiene, y la edad que ha. Dijo que se llama Pablo Chapoli, y que es natural del pueblo de Comalan, e que tiene por oficio curar los enfermos e soballos, y que es de edad de más de cincuenta años”. “Fuele preguntado diga e declare si conoce a Martín Ximénez, e de qué tiempo a esta parte, e a Dionisio Flores e a Jacobo, indios.524 Dijo que los conoce de trece años y más a esta parte, porque son naturales del dicho pueblo de Comala, [de] donde este confesante es también natural”. “Fuele preguntado diga e declare si es verdad que yéndole a preguntar el dicho Martín Ximénez cómo haría ciertos conjuros en nombre del demonio conforme a un libro que tenía, el cual le mostró, este confesante le dijo y dio la industria e manera como lo había de hacer, diciéndole se bañase en un río y ayunase cuatro días [...]525 por un demonio, que se llamaban Xuchimatlatl, e Xuchicuahuitl, y el otro Xiltzintecotl, y otro día por el dicho río, y que luego vería al dicho demonio en figura de piedra o palo o flor o niño, y allí se le ofreciese; y el dicho demonio haría lo que le rogase y le daría una señal”. A lo cual, respondió Pablo Chapoli: que era verdad lo que se le preguntaba, “porque este confesante se lo mostró todo al dicho Martín Ximénez, porque era su amigo y ansí le dijo se bañase y hiciese las demás sirimonias porque sus antepasados lo hacían de aquella manera cuando querían hablar con el demonio o velle [sic].526 Y este confesante como lo vía hacer, lo deprendió, pero que no se lo dijo al dicho Martín para que lo hiciese”. “Preguntado, diga e declare cuántas veces lo ha hecho y para qué efecto y en qué lugares y si lo ha mostrado a otros indios, dijo que cuanto era muchacho, antes que se tornase cristiano e le bautizasen, lo hizo algunas veces, pero que después que es cristiano y se casó no ha usado ni ha hecho tales serimonias ni conjuros, e que no lo ha dicho a otra persona, mas de al dicho Martín, e que cuando se lo dijo a el dicho Martín, estaban borrachos”. “Fuele preguntado si es verdad que cuando chupa los enfermos les hace entender les saca piedras e pajas del cuerpo, diciéndoles que aque524 Se trata del mismo Jácome, ya mencionado en varias ocasiones. 525 Laguna en el texto. Probablemente la lectura sea: “y ayunase cuatro días, cada uno por un demonio”. 526 Por “verle”. Sevilla del Río (1974), 92-93, agrega algunas palabras que no vienen en el texto; dice así: “este confesante mostró a Martín Ximénez su habilidad para hacer ciertas cirimonias, porque es su amigo”. 218 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI llos son los hechizos que tenían dentro, con lo cual los engaña para que le tengan por buen maestro de curar, dijo que podrá haber quince años que lo hacía, pero que a la sazón que lo hacía vino el Provisor de Mechoacan a visitar esta Provincia e le mandó no lo hiciese, e ansí no lo ha hecho más desde entonces”. “Fuele preguntado diga y declare qué yerbas o patle527 le puso a un indio Pedro Ximón estando enfermo, diciéndole le quería curar y le sanaría, y acabadas de ponérselas en el pecho y estómago, se murió, y este confesante de miedo porque le quería prender el gobernador del pueblo de Comala, se huyó y se fue al pueblo de Iscatlan, donde ha estado hasta agora, lo cual hizo por abarraganarse con una hermana del dicho Pedro Ximón, e porque el Pedro no quería, le puso aquellas yerbas para matallo. Dijo que es verdad que [fue] a ver al dicho Pedro Ximón, porque estaba lleno de lepra todo el cuerpo, y que como le vido, dio las yerbas para que, majadas,528 le untasen con ellas, e que el mismo enfermo se las puso, que él no se las puso, y que era una yerba que se llama chachatle,529 y que no le mató ni tenía con él enemistad ninguna, sino que como le vido tan malo e que tenía ya gusanos en todas las llagas, le dio aquellas yerbas por amor de Dios para que se curase con ellas; e que no murió aquel día que se las puso, sino otro día después. “Fuele preguntado diga qué indios sabe que sepan y usen destas hechicerías y encantamentos e invoquen al demonio. [Dijo] que no lo sabe”. Pablo Chapoli no firmó, porque “no sabía escribir”. El 22 de febrero, el muy reverendo Sr. Manuel de Nava, cura y vicario de la Villa de Colima, vista esta información y confesión y “la culpa que resulta contra el dicho Pablo”, por cuanto “declara haber dicho al dicho Martín y enseñado las dichas cerimonias para hablar con 527 Así leemos con Sevilla del Río (1974), 93. Patle: “medicina o yerba medicinal”: Cabrera (1984), 106; pero bien podría leerse xatle (o xaxtle, “los asientos del pulque, las heces”: Ibid., 153. 528 Sevilla del Río (1974), 93, lee “mascadas”. 529 Ibid., 93, lee “tzatzatle”. el demonio, y haciendo en este caso justicia bien y sumariamente, dijo que condenaba e condenó al dicho Pablo que sirva dos meses en la iglesia deste pueblo e Villa de Colima por penitenciario della, e le mandaba e mandó no cure de hoy más a ningún indio ni le chupe, como ha tenido de costumbre hacer, ni use más del dicho oficio, so pena que por la primera vez le serán dados cien azotes530 e será trasquilado, y sirva un año en la dicha iglesia; e la segunda, desterrado desta Provincia. E otrosí le condenó en las costas deste proceso, e ansí lo mandó e lo firmó”. Luego, el notario Baltasar de Alcalá notificó la sentencia a Pablo Chapoli mediante Mateo de Berlanga, intérprete; el sentenciado respondió que “la consentía, siendo testigos Alonso Carrillo, e Andrés de Segura, e Jirónimo de Velasco, vecinos desta Villa”. Caja A–6, exp. 1, 4 ff. 180. 1568. Mayo, 4. Juan Ramírez de Escobar reclama a Cristóbal de Silva el pago del flete de unas mercancías. Ante el alcalde mayor licenciado Juan de Hoyos, siendo escribano Juan Vázquez, se presentó Juan Ramírez de Escobar y dijo que que él había traído “de México a esta Villa de Colima” todo lo que consta por una memoria de la que hizo presentación, y ello se lo había entregado el mercader Alonso de la Puerta para Cristóbal de Silva, vecino de Colima. Sin embargo, a petición de Alonso de Ballesteros, vecino de México, se había hecho ejecución en esas mercaderías. Pide se le pague el flete a 13 pesos la arroba. El alcalde mayor mandó que Silva prestase declaración. Cristóbal de Silva juró haber recibido “las dichas cartas e memoria de las dichas mercaderías”. La petición de Ramírez de Escobar decía: “Yo truje cierta ropa que me dio Alonso de la Puerta para que la trujese a esta Villa y la entregase a Cristóbal de Silva, persona que tenía su poder y hacía sus negocios y cobraba sus deu530 219 Ibid., 93. lee “doscientos azotes”. José Miguel Romero de Solís das; y a pedimiento de Alonso Ballesteros se hizo ejecución en ellas, y V.m. me la mandó entregar por peso e inventario a Juan Fernández Ladrillero, en presencia de V.m. y el escribano de la causa, como parece por el dicho inventario. Y por la memoria que truje de las dichas mercaderías, que V.m. le mandó entregar al dicho Silva, en la cual declara me han de pagar a trece pesos carga de diez arrobas. Por tanto, a V.m. pido y suplico mande, atento la declaración del dicho Silva, me pagar luego los dichos fletes como parece por memoria”. Y agregaba: “si luego no pagare, se manden vender la parte que dellos bastare”. Por su parte, Cristóbal de Silva, “estante en esta Villa”, respondiendo a la petición de Ramírez de Escobar, en que reclama “cierta cantidad de pesos de oro que dice pertenecelle por cierta ropa que en la Ciudad de México le dio Alonso de la Puerta para que me trujese a esta Villa”, según “una memoria que juntamente con la dicha ropa, y cartas del dicho Alonso de la Puerta, me trujo, la cual dicha ropa el dicho Juan Ramírez no me ha dado ni entregado como es obligado”. Agrega que si le hace entrega de toda la mercancía “libre y desembarazada”, que está “presto de le pagar los fletes que por ella hubiere de haber”, pero en el caso de que “la dicha ropa o parte della se perdiere, que no sea a mi cuenta y cargo, pues como dicho tengo no se me ha entregado, sino que antes protesto de cobrar del dicho Juan Ramírez todos los daños, intereses y menoscabos que en la dicha ropa hubiere por causa de no me dar y entregar la dicha ropa como es obligado”. Cristóbal de Silva, en consecuencia, solicitaba al alcalde mayor que mandara a Juan Ramírez de Escobar a “que me dé y entregue la dicha ropa como mía que es libre y desembarazada, tal y tan buena como en la Ciudad de México se le entregó”, porque dándosela, estaba presto a pagarle los fletes. El 5 de mayo, Juan Ramírez de Escobar, en el pleito de ejecución que llevaba por cuenta de Alonso de Ballesteros, pedía que convenía al derecho de su parte, que “Cristóbal de Silva exhiba los libros en que asienta las mercaderías que recibe de los bienes que Alonso de la Puerta le en- vía de México a el dicho Cristóbal de Silva concinadas y concina [sic],531 como las que trujo el susodicho de México cuando vino a esta Villa, y la carta de compañía que hizo y otorgaron entre él y el dicho Alonso de la Puerta para que más claro conste de los bienes que están en poder del dicho Cristóbal de Silva y la parte que hereda en las ganancias de las dichas mercaderías. Y hasta en tanto que esto exhibe, V.m. no determine en el caso”. Al día siguiente, reclamaba Juan Ramírez de Escobar ante el alcalde mayor que Cristóbal de Silva le devolviera “la memoria que V.m. le entregó de las mercaderías que Alonso de la Puerta me entregó, firmada de su nombre, porque conviene a mi derecho se ponga en el proceso, porque della conste yo haber entregado por la ejecución que en la dicha ropa se hizo, cabal, conforme al depósito que se hizo en Juan Fernández Ladrillero, y no ser a mi cargo cosa ninguna de pagar, porque podría ser hacer otra memoria y añadir más cantidad en ella por me hacer mal”. Pide también al alcalde “sea servido mande me pagar de la ropa que truje”, ya que Cristóbal de Silva dice que no pagará hasta tanto se le haga entrega de toda la mercancía libre y desembarazada, lo que de él no depende por cuanto está en depósito. Mientras tanto, “cada día hago dos pesos de costa con mi recua y criados, y sería hacerme mala obra detenerme en esta Villa tanto tiempo”. El alcalde ordenó, pues, a Cristóbal de Silva que devolviera la memoria y diera fianza como estaba proveído, “donde no, que su merced dará orden que se paguen los dichos fletes sumaria y brevemente”. Se anexa la Memoria de las mercaderías que Alonso de la Puerta envía al señor Cristóbal de Silva, por la compañía que con él tiene, lo cual lleva Julián de Frías e Juan López: “Primeramente dos pipas de vino de Cazalla, que me costó de Diego López El Cojo a 70 pe531 Por “consignadas y consigna”. El verbo “concinar” no se registra en el Léxico hispanoamericano del siglo XVI aunque sí “consinar”: Boyd–Bowman (1971), 216-217. 220 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI sos de minas pipa, que sale a 5 pesos el arroba, que son cuarenta e seis arrobas, y van en trece barriles que hacen a más de tres arrobas e media de vino, e van repartidas todas las dichas 46 arrobas en los dichos trece barriles, que montó 231 pesos, 4 tomines, 10 granos. “Por los trece barriles en que va el vino que son grandes, los pague en reales a 4 pesos, 4 tomines, 4 granos. Por diez docenas de herraje caballar muy bueno e grande con su clavo hechizo a 3 pesos docena. Por cinco arrobas de confitura, las dos arrobas de pepita, e dos arrobas de diacitrón532 e berenjena, e una arroba de almendra, que costó de barata a cinco pesos arroba. No falta un sólo confite de cinco arrobas. Por una caja e una manta en que va, 3 pesos. Iten un paño pardo vellorí de la tierra, bueno, que tiene XXX varas, que costó a 2 pesos vara. Iten un paño color de rey de la tierra, que tiene 20 varas, es muy bueno; costó a 2 pesos vara. Iten VI frazadas cardadas de negro, costó cada una de barata a un peso. Iten seis docenas [?] de cuchillos carniceros muy estremados de buenos” [...]. “Por dos docenas de gorras de Milán muy finas e buenas, van en cuatro papeles; costó cada docena a 12 pesos, que sale cada gorra a un peso. Iten tres libras de hilo portugués en 6 papeles de madejas largas a VI tomines onza.533 “Iten 3 libras e media de hilera de 30 dineros [?], buena, a un peso 4 tomines libra. Iten 3 libras de hilo de Flandes, negro, bueno e delgado a VI tomines libra. Por lo que suma la plana de atrás 530 pesos, 4 tomines. Iten una libra seis onzas e media de hilo almacigado [sic]534 de monjas para guarniciones de camisa, que vale a dos pesos onza e lo pongo a un peso, 2 tomines. Iten nueve papeles de alfileres a 3 tomines. Iten doce paños de rostro con sus franjas blancas, a un peso, 4 tomines cada uno. Por cuatro fruteros de ruán de cofre con sus rosas, costaron a 2 pesos, 2 tomines. Por una resma de pelo de pere532 Acitrón: cidra confitada, chilacayote. “Diacitrón” es registrado por Boyd–Bowman (1971), 313. 533 El total del hilo portugués suma 36 pesos. 534 Como adjetivo no es registrado por Boyd–Bowman (1971), 47. grino, en 3 pesos. Por 4 gazmeles [?]535 de cuero, a 2 pesos. Por 16 docenas de botones de atauxía536 a 4 tomines docena, son 10 pesos. Por 4 bacenillas [sic]537 de azófar a un peso, 4 tomines. Por 4 escobetas doradas, a peso cada una. Por dos libras de estoraque e menjuy,538 a V pesos libra. Por dos camisas de mujer hechizas en 13 pesos. Por una caxetilla de arillos de azabache, [2 pesos]. Por una petaca en que van escobillas, un peso, un tomín. Iten va en la caxa de la confitura un herrero539 e un sayo de color de rey, con sus pasamanos, que costó todo eso 24 pesos, el cual va por mi cuenta para que me envíe lo que se vendiere. Por 20 varas de esguián que va en dos pedazos, que es muy bueno, a 4 tomines, 6 granos vara [11 pesos, 4 tomines]. Por una partesana540 muy buena con su asta e su flocadura de terciopelo e seda, en 14 pesos, que ansí las he vendido de contado”.541 “Monta lo de atrás DCCV pesos, VII tomines. Que dí a Juan Ramírez El Mozo,542 que lleva estas cargas, X pesos para el camino que han de descontar del flete. Esta ropa había de llevar Juan López, e cayó malo de un incordio.543 Llévala el portador que es Juan Ramírez El Mozo. Ha le de pagar a trece pesos carga, y quítele diez 535 Así parece decir, pero no alcanzamos a discernir su significado. 536 Ataujías: obra de taracea de metales y esmaltes. El vocablo es recogido por Boyd–Bowman (1971), 93. 537 Por “bacinillas” de latón. 538 Tanto el estoraque como el benjuí eran bálsamos muy aromáticos. 539 Apócope de “herreruelo” o “ferreruelo”, una especie de capa corta sin esclavina. 540 Era la partesana un arma ofensiva a modo de alabarda. 541 Viene una partida más, de la que al margen se dice “no pasó esta partida, porque lo llevó Juan Ramírez El Mozo”, cuyo tenor es el siguiente: “iten CIIII pesos que pagué a Julián de Frías [y] a Juan López, por ocho caballos en que va esta ropa a 13 pesos cada caballo, que no puede me las llevase, menos los 300 pesos en reales e los 74 pesos en ropa que no me quiso llevar la ropa sino que le pasase los fletes e para V.m. ha sido mejor por no tener que andar a buscar dineros”. 542 Es el mismo Juan Ramírez de Escobar que reclama el pago del flete. 543 Incordio o bubón se nombraba un tumor purulento y voluminoso. El vocablo, empero, no aparece en Boyd– Bowman (1971). 221 José Miguel Romero de Solís pesos que le dí para el camino, que pongo en la cuenta. [Rúbrica] Alonso de la Puerta”. El 8 de mayo, Juan Ramírez de Escobar insistía de nuevo ante el alcalde mayor; decía entre otras cosas que “por dos apercibimientos, V.m. le ha mandado [a Cristóbal de Silva] pague los dichos fletes, y no ha querido; antes responde palabras frívolas y sin fundamento, de donde se colige hazello de malicia. Por tanto, a V.m. pido y suplico, atento que yo truje las dichas cargas y por ejecución en ellas hechas yo no pude entregárselas, mande se vendan de las dichas mercaderías la parte que bastare a me pagar ciento y siete pesos y tomines que se me restan debiendo, como parece por la memoria que está presentada”. El alcalde dispuso notificar a Cristóbal de Silva que pagara los dichos fletes. Sin embargo, el 10 de mayo, aún no pagaba Silva su adeudo, por lo que Ramírez de Escobar insistía nuevamente ante el alcalde mayor, alegando que mientras el susodicho “responde muchas cosas sin fundamento”, él que había entregado “toda la ropa cabal, según y de la manera que la recibí en México del dicho Alonso de la Puerta, y hago munchas costas que ya son más que los fletes”. El licenciado Juan de Hoyos, entonces, mandó proceder a la venta de aquellas mercaderías “que bastaren para pagar al dicho Juan Ramírez de Escobar sus fletes”. El 13 de mayo, por voz de Juan, negro, pregonero, se trajeron en pregón “hasta en cantidad de ciento e diez pesos” los bienes embargados a Alonso de la Puerta por ejecución de Alonso Ballesteros, para el pago “de los fletes del que lo trujo”. Presentóse Gómez de Hoyos, “residente en esta Villa, e puso el dicho vino a siete pesos el arroba, hasta en aquella cantidad”, no apareciendo mejor postor, “e se quedó así, siendo testigos el señor Juan Fernández El Viejo, alcalde, e Jerónimo Serrano, e Francisco de Frías, vecinos de la Villa”. El 17 de mayo, pregonándose por segunda vez, “Juan Ramírez de Alarcón pujó dos veces e puso el dicho vino a siete pesos e dos tomines el arroba hasta la dicha cantidad”, sin comparecer nadie que más diese por ello. El alcalde mayor, entonces, mandó que “el pregonero pregonase que hoy ha de quedar el dicho remate hecho”, en la persona que ofreciere más dinero. Fueron testigos Francisco de Frías y Juan Muñoz. Al día siguiente, “en la tarde, se trujo en la dicha almoneda, presente el dicho señor alcalde mayor, por voz del dicho pregonero”. El vecino Diego de Aguilar del Castillo ofreció el vino hasta la cantidad requerida para pagar los fletes de Ramírez de Escobar, a 8 pesos, “e se le remató por no haber persona que más diese por ello”; luego y en el mismo día, “se remató en Diego López de Ayala una resma de papel en siete pesos e cinco tomines”. También se pregonaron cinco arrobas de confituras; el vecino Garci Rodríguez puso cada arroba a 7 pesos, y al no pujar nadie más, se remataron en él. Juan Ramírez de Escobar solicitó al alcalde mayor que el depositario de los bienes embargados entregara los que habían sido rematados, lo que así dispuso el licenciado Hoyos. Caja A–6, exp. 2, 14 ff. 181. 1568. Febrero, 17. Manuel de Nava, cura y vicario de la Villa y provincia de Colima, de oficio, contra Agustín, indio natural del pueblo de Tuxpan, por estar amancebado. “El muy magnífico e muy reverendo señor Manuel de Nava dijo que a su noticia es venido que un Agustín, indio natural del pueblo de Tuspa, e una Catalina, india, a más de dos años que están amancebados en ofensa de Dios Nuestro Señor y en menosprecio de la justicia eclesiástica, de lo cual han dado muy mal ejemplo, y que aunque les ha sido requeridos por munchas personas se aparten del dicho pecado, no han querido”.544 544 Escasísimas son las noticias conservadas de este cura y vicario de la Villa de Colima, don Manuel de Nava, de cuyo paso por esta provincia tan sólo quedan estos testimonios de su pasión por perseguir las conductas desviadas entre los naturales: supra, regº 179, donde anticipamos algunos datos biográficos. Sin embargo, tenemos también noticia de otro proceso inquisitorial que a él tocó iniciar contra el poeta Pedro de Trejo. Todo parece que comenzó por los conflictos de alcoba entre el poeta y su mujer Isabel Álva- 222 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI El cura de Colima mandó llamar por testigo a Diego Jacobo, indio, alcalde del pueblo de Chiapa, a quien se le recibió juramento. Dijo que conocía a los susodichos de dos años y medio a esta parte, “y que deste tiempo los ha visto a los dichos Agustín y Catalina, indios, estar amancebados públicamente, y comer e dormir juntos en una cama”, y que este testigo como alcalde que es les dijo “que se casasen e no estuviesen amancebados por el mal ejemplo que dello daban, y que no habían querido hacello, y que es todo lo que sabe”. Así lo declaró y ratificó dándolo a entender “por lengua de Mateo de Berlanga, intérprete”. Dijo tener 30 años de edad y que no le tocaban las generales. No firmó “porque dijo no sabía escribir”. Luego, prestó declaración don Juan Cortés, indio, gobernador del pueblo de Chiapa, siendo intérprete el mismo Mateo de Berlanga. Dijo que conocía a los acusados de año y medio a esta parte, y durante todo este tiempo, “sabe este testigo que los susodichos están e han estado amancebados públicamente porque los ha visto en una casa juntos, e comer e dormir juntos como marido e mujer, y que este testigo como gobernador que es del dicho pueblo, los prendió una vez para castigallo, por el mal ejemplo que daban, y le confesaron ser ansí que estaban amancebados, y mandó que dentro de seis días se casasen o la dejase el dicho Martín.545 Y que por no hacello, se fueron del dicho pueblo de Chiapa546 al pueblo de Nahualapa,547 donde han rez Corona cuando, apoyada ésta por familiares y vecinos, acusó no sólo de malos tratos a su marido sino también de blasfemo. Acerca de este proceso y de los que a continuación padeció el extremeño en Michoacán y México, hasta la sentencia final y su partida sirviendo “en las galeras de Su Majestad [...] por soldado sobresaliente y sin sueldo alguno, tiempo y espacio de cuatro años, y que no los quebrante so pena que los cumpla al remo por galeote”, con gusto remitimos a López Mena (1981), 14-18. 545 Así se lee; debe decir “Agustín”. 546 Según Lebrón de Quiñones, el pueblo de Chiapa era encomienda de Jorge Carrillo al tiempo de su visita a la provincia de Colima: Lebrón (1979), 36 y 42. Al parecer, “Tecocitlan el Nuevo y el pueblo de Chiapa son y se han hecho estos pueblos de algunos indios que se han salido a vivir de Tecocitlan el Viejo a las partes donde ahora están e que antiguamente, antes que los cristianos viniesen, con mucho estado hasta agora públicamente amancebados sin haberse querido casar, y que es todo lo que sabe”. El testigo declaró tener 60 años de edad y que no le tocaba ninguna de las generales. No firmó porque no sabía escribir. Como tercer testigo declaró Sebastián mediante Mateo de Berlanga. “Dijo que sabe e ha visto que de dos años a esta parte están públicamente amancebados los dichos Agustín e Catalina”, viéndoles varias “veces en casa de una vieja india”, comer y beber y dormir juntos, dando mal ejemplo; todo esto “es público y notorio en esta Villa y en el dicho pueblo de Chiapa; e que oyó decir los quiso castigar el gobernador del dicho pueblo de Chiapa por el dicho amancebamiento e se huyeron al pueblo de Nahualapa, y que esto es lo que sabe y es la verdad so cargo del juramento que fecho tiene”. El testigo no supo decir la edad que tenía, pero parecía “por su aspecto de treinta años”. No le tocaba ninguna de las generales. Vista la culpa que resultaba, el vicario Manuel de Nava “mandó dar su mandamiento de prisión contra el dicho Agustín e que la dicha Catalina esté depositada en casa de Alonso Carrillo de Guzmán, vecino desta Villa, hasta tanto que se provea lo que de justicia deba ser fecho”. El 18 de febrero dispuso el vicario traer ante sí al acusado, quien estaba preso en la cárcel pública de la Villa de Colima, “para le tomar su confesión”. Agustín prestó juramento de decir la tiempo solían ser aquellas tierras de Tecocitlán el Viejo”: Ibid., 47. Poco antes de la visita de Lebrón, los naturales de Chiapa, Tecocitlan, Comala y Çacamachantla, acudieron ante el virrey pidiendo su intervención, por cuanto sus tierras eran invadidas con frecuencia por los ganados de las estancias vecinas y destruían sus cosechas; el virrey Luis de Velasco comisionó entonces al alcalde mayor Alonso de Torres el 12 de mayo de 1550 para hacer justicia. Ante la negligencia del alcalde y la continuación de los daños, aquellos volvieron a suplicar, por lo que el virrey expidió nuevo mandamiento amenazando al funcionario que de no ser pronto y efectivo, mandaría luego a otra persona a costa del alcalde mayor: Gerhard (1992), n° 2504 y 2525. 547 Nahualapa, a “quatro leguas de la Villa de Colima” y situado en la provincia de Tepetitango, había sido encomienda de Martín Ruiz de Monjaraz: VP 7; SV 411; también de él la Relación sumaria (1554): Lebrón (1979), 37, 43, 53-54. 223 José Miguel Romero de Solís verdad. A las preguntas que se le hicieron, respondió diciendo su nombre y que era natural del pueblo de Tuspa, “y que es criado de Niculás Bote, de que le sirve en domalle potros y otras cosas, y que es de edad de veinte y cuatro años”. Confesó que “conoce a la dicha Catalina, porque de un año a esta parte es verdad que la ha tenido por su manceba y ha estado abarraganado con ella deste el dicho tiempo estando juntos en una casa y comiendo y durmiendo juntos, de la suerte y manera que los vecinos lo dicen, y que ésta es la verdad por el juramento que fecho tiene”. No firmó porque no sabía escribir. El vicario Manuel de Nava ordenó luego que trajeran ante su presencia a la india Catalina para tomarle su confesión. Después de hacer su juramento de decir verdad, contestó a las preguntas que se le hicieron. Dijo que conocía a Agustín de “muncho tiempo ha, e que de un año a esta parte ha estado amancebada con él y han estado juntos comiendo e bebiendo e durmiendo en una casa y cama, y ésta es la verdad so cargo del juramento que fecho tiene, y no lo firmó porque dijo que no sabía, e firmólo el Sr. Vicario e intérprete”. El mismo día, vista la culpa que resulta en este proceso y haciendo justicia breve y sumaria en el caso, el vicario Manuel de Nava “dijo que mandaba e mandó al dicho Agustín que de hoy más no se junte con la dicha Catalina en poblado ni fuera de él, si no se casa con ella, so pena de cien azotes, e que sea desterrado desta Villa e su provincia por dos años precisos, de más que se procederá contra él conforme a justicia, y otrosí le condenó en las costas deste proceso; y a la dicha Catalina india condenaba e condenó en que sirva un año en casa de Luis de Grijalba, alcalde ordinario desta Villa, en esta manera: los sesis meses precisamente, y si dentro dellos no se casare, sirva los otros seis a cumplimiento del dicho año, y que el dicho Luis de Grijalba le dé e pague cada mes por su trabajo e servicio un peso de oro común, y dé de comer y le dé vida”. Por Baltasar de Alcalá, notario nombrado,548 fueron notificados Agustín y Catalina de la sentencia del juez, dándoseles a entender mediante Mateo de Berlanga, intérprete. Testigos fueron Alonso Carrillo de Guzmán y Tomás Herades, vecinos de Colima. Caja A–6, exp. 3, 3 ff. 182. S/f. 1568 [?].549 Carta de compañía de Cristóbal de Silva y Lázaro del Valle, para beneficio y venta de ganado. “En el nombre de Dios Nuestro Señor. Amén. “Sepan cuantos esta carta de compañía vieren, cómo nos Cristóbal de Silva de la una parte, y Lázaro del Valle de la otra, vecinos que somos desta Villa de Colima desta Nueva España, otorgamos e conoscemos por esta presente carta que somos concertados e convenidos e igualados y hacemos compañía el uno con el otro y el otro con el otro, por tiempo y espacio de cuatro años cumplidos primeros siguientes, su comienzo de los cuales desde hoy día de la fecha desta carta, la cual dicha compañía hacemos e celebramos con las condiciones siguientes”: “Primeramente metemos en la dicha compañía nos los dichos Cristóbal de Silva y Lázaro del Valle todas las yeguas e potros, vacas, marcado e alzado e cimarrón, que yo el dicho Cristóbal de Silva hube e compré y saqué del [...] de Andrés de Segura, el cual dicho ganado vendí la mitad a vos el dicho Lázaro del Valle. “Iten es condición que yo el dicho Lázaro del Valle me obligo de andar personalmente mi persona en el beneficio del dicho ganado recogiendo todo aquello que hallare perteneciente a la 548 Al iniciarse un proceso eclesiástico, donde no existía el oficio, el juez nombraba por escribano a un vecino que asumía el título de notario apostólico; esto lo vemos aquí como supra, regº 179. 549 La carta de compañía no trae firma ni fecha; sobrescrita por un amanuense aparece la fecha 1598 que, teniendo en cuenta los vecinos en cuestión, quizá deba interpretarse mejor por 1568, año en el que tentativamente datamos este regº. 224 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI dicha compañía, herrando lo que estuviere sin hierro y trasquilándolo y amansándolo”. “Otro sí es condición que si adoleciere durante la dicha compañía o tuviere otro algún impedimento de que sea causa a que no pueda andar personalmente en el beneficio e recogida del dicho ganado que vos, el dicho Cristóbal de Silva, a costa [de] entrambos, podáis tomar un mozo para que sobre él ande recogiendo y herrándolo, por cuanto estoy obligado personalmente como tengo dicho a el beneficio del dicho ganado, demás de que vos el dicho Cristóbal de Silva pagastes de contado el dicho ganado todo él, ansí por lo que a vos os cupo como por mi parte también, y por esta demasía hicistes la dicha compañía conmigo debajo de que yo personalmente he de andar en el dicho beneficio de él”. “Y ansí mesmo es condición que todos los mozos que fueren menester para recoger el dicho ganado y herrallo los puedáis el dicho Lázaro del Valle coger y asalariar por poco o por muncho”, de modo que “los salarios de los dichos mozos” se habrán de pagar a medias entre ambos. “Es condición que todo el dicho ganado que se recoge, seáis obligado el dicho Lázaro del Valle a sacallo desta Villa para lo vender a donde me paresciere y hallare venta de él, siendo la costa de por medio”.550 Caja A–6, exp. 4, 1 f. 183. 1568. Noviembre, 16. Juan Ramírez de Alarcón, a nombre del mercader y vecino de México Pedro de Avila, contra Pero López de Herrera y Andrés Martel, por pesos. Ante el alcalde mayor licenciado Juan de Hoyos, por defecto de los alcaldes ordinarios “que no están en esta Villa”, compareció Juan Ramírez de Alarcón con poder de Pedro de Ávila y en su nombre reclamó de Pero López de Herrera y Andrés Martel el pago de 201 pesos y un tomín 550 Se agrega otra condición, que viene tachada, y al margen se lee: “no pasó esta condición”. que deben según consta por escritura, de la que hace presentación y que es una carta de pago otorgada por Andrés Martel, “vecino que soy de la Villa de Colima y estante al presente en esta Ciudad de México de Nueva España, en nombre y en voz de Pero López de Herrera, vecino de la dicha Villa de Colima, e por virtud del poder que de él tengo, que me dio e otorgó ante Juan de la Torre, escribano de Su Majestad, que su tenor es el siguiente”. Se transcribe este poder otorgado en Colima el 22 de agosto de 1565, siendo testigos del mismo Hernando de Gamboa, alcalde ordinario, Andrés de Madrid, Pero Ruiz, y el alguacil Juan Muñoz. El poder era “especialmente para que por mí y en mi nombre e como yo mismo”, entre otras cosas, pudiera obligarse hasta por 1 000 pesos de oro común; “otrosí vos doy este dicho poder” para vender “cualesquier partidas de cobre, cacao e caballos de harria” por la misma cantidad, al contado o a plazos; “otrosí vos doy el dicho poder” para despedir a cualesquier mozos y señalar salarios a los mismos. Usando de tal poder, Andrés Martel otorgó carta de obligación de pago “a vos Pedro Dávila, mercader, vecino desta dicha Ciudad de México que estáis presente”, 201 pesos y un tomín de oro común de ocho reales de plata de buena moneda cada peso, “los cuales son por razón de las cosas siguientes: “Por siete docenas [...] e botines de cordobán, en sesenta e un peso e siete tomines; por doce pares de botas de cordobán blancas e negras en cuarenta e seis pesos; por diez y ocho pares de botas de badana en veintisiete pesos; por doce pares de pantufos en catorce pesos; por cinco pares de botas de vaqueta en doce pesos e cuatro tomines; por dos docenas de zapatos de vaqueta en once pesos; por una docena de badanas e dos cordobanes en doce pesos e dos tomines; por doce onzas de hilo primo un peso e cuatro tomines; por seis pares de chapines en quince pesos. “Todas las cuales dichas cosas de suso contenidas e deslindadas compré e rescebí yo el dicho Andrés Martel de vos el dicho Pedro Dávila en los dichos precios, e montó la dicha cantidad de los dichos duzientos e un peso e un tomín de 225 José Miguel Romero de Solís oro común, e de todas ellas me otorgo e tengo de vos por contento y entregado a mi voluntad, porque las pasé de vuestro poder al mío realmente e con efecto”. La forma de pago concertada fue que se pagarían los dichos 201 pesos y un tomín “en esta Ciudad de México o en otra cualquier parte o lugar que nos fueren pedidos en reales de plata de hoy día de la fecha desta carta en tres meses corridos primeros siguientes, so pena que os los daremos con el doblo e costas”. La escritura de pago fue otorgada el 5 de noviembre de 1565, ante los testigos Juan Hernández y Diego Hernández, vecinos de Colima,551 y Alonso de la Puerta, vecino de México. Escribano: Juan de Palencia. Al calce de la escritura viene firmada de la mano de Pedro Dávila una carta de pago de 4 de enero de 1567 por 80 pesos de tipuzque, “los cuales son de lo procedido de cuatro cargas de cacao que me dio Andrés Martel de las cuales le dí una cédula”. Explica que “aquella cédula y esta carta de pago es toda una y, por verdad, lo firmé en México a cuatro de enero año 1567. Pedro Dávila” [rúbrica]. Caja A–6, exp. 5, 4 ff. 184. 1568. Mayo, 14. Demanda de Pero López de Herrera a Alonso Sánchez de Figueroa, sobre diez pesos de minas que dio de hallazgo de un mulato. Escribano, Francisco Baeza; juez, licenciado Hoyos. En su petición, Pero López de Herrera, vecino de esta Villa de Colima, dice “que el año pasado, por el mes de mayo, vino a mi casa un mulato llamado Antón, esclavo de Gaspar Rodríguez, vecino de las Minas de Tasco, como a casa de hombre que sabía que yo era tutor y curador de los hijos y herederos de Maese Jácome Ginovés, el cual dicho mulato decía ser uno de los herederos del dicho Maese Jácome. Y venido a mi no551 Los testigos parecen ser los hermanos Juan Fernández de Ocampo y Diego Fernández de Saldaña, hijos de Juan Fernández El Viejo. ticia el dicho mulato ser esclavo del dicho Gaspar Rodríguez, fui a dar noticia del dicho mulato a Diego de Velasco, alcalde ordinario que a la sazón era, según y como parecerá por mi petición y autos y depósito de que hago presentación. Y teniendo depositado el dicho mulato por el sobredicho alcalde. y en mi poder más había de siete días, y estando quieto e pacífico, Alonso Sánchez de Figueroa, alcalde mayor que fue desta Villa, y sin pedimiento de parte ni de otra persona ninguna, envió a mi posada a su alguacil y me llevó el dicho mulato y lo mandó poner en la cárcel desta Villa”. Agrega el demandante que como persona que tenía en depósito al mulato, pidió al alcalde mayor “que me mandase dar el dicho mulato por cuanto yo estaba obligado a dar cuenta de él”. Respondió Sánchez de Figueroa “lo que por los autos y proceso a vuestra merced constará”. Y al ver que no le quería devolver el mulato, al día siguiente se lo volvió a pedir. El alcalde mayor le mandó decir “que le diese diez pesos de oro de minas e que le llevase el dicho mulato, pagándolos ante todas cosas con más las costas, como más largamente le constará a V.m. por el dicho proceso, llevándolos como los llevó mal llevados”. Pide que de los bienes de Sánchez de Figueroa se le paguen los diez pesos de minas y las costas. Por nuevo escrito, López de Herrera dice que Maese Jácome Ginovés “tenía un hijo suyo que se llama Antón, el cual hubo en una esclava de Gaspar Rodríguez, vecino de Tasco, y que el dicho Antón, teniendo noticia que su padre dejó bienes y hacienda en esta Villa y que con ellos se libertaría, vino a esta Villa y se llegó a mi casa como curador que soy de su hermano; y porque el susodicho —soy informado— es esclavo y sobre el caso tengo escrito a su amo y para que el dicho esclavo esté manifestado y de él se haga lo que de justicia debe ser fecho, a V.m. suplico le haya por manifestado y lo ponga en poder de una persona de confianza hasta que su dueño envíe por él o se haga aquéllo que fuera justo”. El alcalde mayor licenciado Hoyos mandó depositar a Antón en el propio López de Herrera. 226 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI Viene anexado un escrito fechado el 27 de mayo de 1567, por el cual Pero López de Herrera dice al alcalde mayor Alonso Sánchez de Figueroa, que “Maestre Jácome Ginovés, difunto, digo que en el testamento que otorgó el dicho Maestre Jácome” dejó declarados por sus hijos y herederos de sus bienes a Andrés y Antón, esclavo de Gaspar Rodríguez, quien se vino a la Villa de Colima al tener noticia de que su padre le había dejado por heredero, “y se entró en mi casa como persona que tengo los bienes y hacienda del dicho su padre, pretendiendo libertad”. Pero al saber que era esclavo, agrega López de Herrera, lo manifesté ante la justicia ordinaria de esta Villa, “por la cual me fue depositado y otorgué el depósito en forma”. Dice además: “yo tengo escrito a su amo para dar orden cómo sea libertado el dicho mulato o para que envíe por él o haga aquéllo que más le convenga”. A pesar de todo ello, “a mi noticia es venido que V.m. le tiene preso al dicho Antón, mulato, diciendo anda ausente de su amo y, porque soy obligado de dar cuenta de él conforme al dicho depósito, a V.m. pido y suplico mande se me dé y entregue al dicho Antón, mulato”. El 5 de junio, el alcalde mayor Sánchez de Figueroa, por cuanto Antón es un esclavo que está huido de su amo desde hace cuatro años como es público y notorio, y que la cárcel pública de la Villa no está en condiciones para su guarda y custodia y de nuevo podría huirse en daño de su amo Gaspar Rodríguez, y como Pero López de Herrera tiene pedido ser su depositario, mandaba que López de Herrera diera 10 pesos de oro de minas, cosa que hizo seguidamente el depositario pagándolos en cacao. El mismo día, se constituyó como tal depositario, siendo testigos de ello Pedro de Arévalo, Alonso Carrillo, Baltasar de Alcalá, Bernaldino de Guzmán y Juan Muñoz, vecinos de Colima. Escribano, Miguel Rodríguez. El 17 de mayo de 1568, Melchor Pérez como fiador de Sánchez de Figueroa, “ya difunto”, alcalde mayor que fue de Colima, responde a la demanda puesta por López de Herrera. Pide que se dé por libre de la demanda a Sánchez de Fi- gueroa porque aquellos pesos de minas que llevó por el hallazgo del esclavo huido, “los pudo llevar lícitamente”. El 28 de marzo de 1569 todavía perduraba el pleito, según consta por auto de notificación que el escribano Francisco de Frías hace a Melchor Pérez, ante Francisco de Acuña y Hernando Bonifaz. Se anexa un “traslado bien y fielmente sacado de una fianza que hizo Melchor Pérez a Alonso Sánchez de Figueroa, que está escrita en el Libro del Cabildo desta Villa de Colima,552 cuyo tenor es el que le sigue: Fianza “E después de lo susodicho en la Villa de Colima en tres días del mes de diciembre de mil e quinientos y sesenta y cinco años [1565], ante los dichos señores Justicia y Regimiento y ante mí el dicho Pero Ruiz, escribano del Cabildo desta Villa, e ante los testigos de yuso escriptos, paresció presente el dicho señor Alonso Sánchez de Figueroa e dijo que por cuanto en esta Villa se tiene de costumbre que cuando se rescibe por el dicho Cabildo a los alcaldes mayores que Su Majestad envía a esta Villa e Provincia den más de las fianzas que se dan en México, den otra de lo que toca a la alcaldía mayor desta dicha Villa e Provincia, e los dichos señores Justicia y Regimiento se las piden y él las quiere dar luego in continente, daba por su fiador en la dicha razón a Melchor Pérez, vecino desta Villa que está presente, el cual dijo que estaba presto e aparejado de hacer la dicha fianza, la cual hizo en esta manera al dicho señor Alonso Sánchez de Figueroa”. Testigos fueron el alguacil Juan Muñoz, Pero López de Herrera y Pedro de la Puerta, vecinos de Colima. Da fe pública del traslado Francisco de Frías, “escribano del Juzgado desta Villa y Provincia de Colima. Interpone su autoridad el alcalde mayor licenciado Hoyos y firman por testigos, Francisco de Acuña y Hernando Bonifaz. Fecha del traslado, 26 de marzo de 1569. 552 Lamentablemente el acta de cabildo más antigua que se conserva es de 1611. 227 José Miguel Romero de Solís El 12 de abril de 1569, Melchor Pérez presentó un nuevo escrito donde decía que, por el escribano del juzgado de Colima Francisco de Frías, “me fue notificado y dado traslado de cierta demanda o pedimento que Pero López de Herrera puso a los bienes de Alonso Sánchez de Figueroa, alcalde mayor que fue desta Villa, e a mí como a su fiador, respondiendo a lo por el dicho Pero López pedido”, tutor y curador que era “de Antonio Domínguez, esclavo que huido andaba”, asegurando que “estar el dicho esclavo depositado por la Justicia ordinaria, que niego porque tal depósito no se hallará en efecto si no fuere alguna cautela hecha entre compadres y amigos, porque si lo tal fuera y pasara, así le constara al dicho Alonso Sánchez de Figueroa, y por[que] no le constara, como justicia mayor llevó los dichos pesos, como es uso y costumbre en toda esta Nueva España, como a V.m. le consta”. Finalmente, el 15 de abril de 1569, el licenciado Hoyos falló en este pleito entre partes Pero López de Herrera y los bienes de Alonso Sánchez de Figueroa. La sentencia decía que López de Herrera “probó su demanda y lo que probar le convino”, mientras que el heredero y fiador de Sánchez de Figueroa “no ha probado cosa alguna”; por tanto, condenaba a que en el plazo “de tercero día después que esta mi sentencia les fuere notificada a cualquiera dellos, vuelvan e restituyan al dicho Pero López de Herrera los diez pesos del oro de minas”. Pérez retrasó el pago, por lo que el demandante tuvo que pedir su mandamiento a Luis de Grijalba, teniente de alcalde mayor, con fecha de 7 de julio. Luis de Grijalba así lo dispuso, ordenando se notificara su auto a Melchor Pérez y a Suero Vázquez o a cualquiera de los dos para que pagaran de inmediato, condenándolos a pagar las costas, que fueron tasadas. Caja A–6, exp. 6, 12 ff. 185. 1560. Enero, 10. Pedro de Granada presenta cuentas de la tutela de las personas y bienes de los menores hijos de Francisco Preciado. Cargos “Iten se le hace [a Pedro de Granada] de cincuenta e ocho pesos de oro común que debe doña Beatriz López de resto de un conocimiento. Iten se le hace cargo de veinte pesos que debe Pedro de Figueroa por un conocimiento. Iten se le hace cargo de cinco pesos de oro que debe Francisco de Castañeda por un conocimiento. Iten se le hace cargo de cuarenta pesos de oro que debe Alonso de Herrera por un conocimiento”. “Iten se le hace cargo de veinte e nueve pesos y dos tomines que debe Juan Fernández El Viejo por un conocimiento. Iten se le hace cargo de cincuenta pesos de oro que debe Juan de Arévalo por un conocimiento reconocido. Iten se le hace cargo de ocho pesos de oro que debe por un conocimiento Juan Redondo. Iten se le hace cargo de ducientos e ochenta pesos de oro común que debe Francisco de Montalvo por un conocimiento. Iten se le hace cargo de cincuenta e ocho pesos de oro que debe Diego de Aguilar por un conocimiento”. “Iten se le hace cargo de ochenta y dos pesos de oro que debe doña Beatriz López sobre una cadenilla e un joyel de oro. Iten se le hace cargo de quinientos e setenta e nueve pesos e tres tomines que debe Diego de Mendoza por una obligación. Iten se le hace cargo de quinientos e sesenta e tres pesos e un tomín e diez granos que debe Lope Fernández por una obligación. Iten se le hace cargo de treinta e nueve pesos e cinco tomines que debe Francisco de Bolonia por conocimiento. Iten se le hace cargo de cincuenta e seis pesos e dos tomines que debe Pero Martín por dos conocimientos. Iten se le hace cargo de ochenta e dos pesos de oro e cinco tomines e nueve granos que debe Antón Ximénez y Martín Ximénez por dos conocimientos. Iten se le hace cargo de una carta de censo contra Hernando de Gamboa e Pedro de Arévalo e Diego Morán de cuantía de mil e setenta e cinco pesos e dos tomines e once granos”. “Iten se le hace cargo de una escriptura y carta de censo de cuantía de trescientos e veinte pe- 228 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI sos contra Diego de Aguilar e su mujer. Iten se le hace cargo de una carta de censo contra Alonso de Angulo de trescientos pesos de oro. Iten se le hace cargo de ciento e veinte e un pesos de oro que debe Juan Preciado de una obligación”. Además “se le hace cargo de cuatrocientos e noventa e tres pesos e un tomín e ocho granos que parece deber en el almoneda al dicho defunto”. “Iten se le hace cargo de tres mil e ochocientos e noventa pesos e dos tomines que sumó e montó el alcance que le hizo a Diego de Almodóvar”. Se le hace cargo, además, de 30 pesos de oro común por una carta de censo que tienen los herederos de Alonso de Angulo que corridos de 15 de septiembre de 1558. Se le hace cargo de 32 pesos de oro común que han corrido de censo contra Hernando de Gamboa desde el 15 de septiembre de 1558 a la misma fecha de 1563. Más 130 pesos de oro de minas de censo de Pedro de Arévalo, Diego Morán y Hernando de Gamboa, de dos años de censos corridos, que corren desde el 3 de marzo de 1558 y se cumplieron en 1560. La suma de los cargos que se le hacen a Pedro de Granada ascienden a 13,240 pesos y 6 tomines.553 Descargos Pedro de Granada da por descargo 39 pesos de oro común que debe Martín Páez de resto de un conocimiento; más 85 pesos de oro común que debe Francisco Lepuzcano por dos conocimientos firmados de su mano; entregó las escrituras. 1,000 pesos de oro común de una escritura de censo de Juan de San Pedro. 1,720 pesos y 2 tomines de oro común que restan por cobrar de Francisco de Cepeda. 12 pesos que debe Juan de Acuña por un conocimiento, etcétera. 65 pesos que debe Martín Páez por un conocimiento. 158 pesos de oro común que debe do- ña Beatriz López de resto de un conocimiento. 5 pesos de oro común que debe Francisco de Cepeda por otro. “Iten se le descargan cuarentra pesos de oro común que debe Alonso de Herrera y entregó la escriptura”. Da por descargo una escritura que debe Juan de Arévalo de contra de 50 pesos de oro común. Otra escritura que debe Juan Redondo de contra de 8 pesos. 280 pesos que debe Francisco de Montalvo. Entregó un mandamiento de Diego de Aguilar de 58 pesos. 82 pesos de oro común que debía doña Beatriz López. 579 pesos y 3 tomines que debe Diego de Mendoza. 463 pesos, un tomín y 10 granos que debe Lope Fernández “por una obligación la que envió a cobrar a Guaxaca, ello es a su cargo”. 39 pesos de oro común y 4 tomines que debe Francisco de Bolonia por un conocimiento. 56 pesos de oro común y 2 tomines que debe Pero Martín, etcétera. En total, Pedro de Granada presentó por descargo la cantidad de 13,089 pesos, 4 tomines y 4 granos de oro común, resultando el alcance que se le hace por 151 pesos, un tomín y 8 granos de oro, más carga y media de cacao. Visto lo cual, el alcalde mayor Lope de Arellano mandó que Pedro de Granada pagara el alcance que se le hacía. Granada pagó. Diego Morán, quien había sido el fiador abonado de Pedro de Granada, tutor de los menores hijos de Francisco Preciado, dijo que “se quiere salir de la fianza que tiene hecha al dicho Pedro de Granada”. Por eso, el tutor presentó por nuevos fiadores a Juan Preciado, a Juan de Segovia y a Juan Núñez, vecinos de Colima, que por mandado del alcalde mayor “se obligaron todos tres de mancomún”, firmando de su mano ante el escribano Diego Veedor. Luego, Lope de Arellano “dijo que de nuevo tornaba e tornó” a dar la tutela de los dichos menores a Pedro de Granada. Nuevos cargos 553 Aparece tachada una suma mayor: 13,950 pesos y 6 tomines de oro común, y se agrega otro cargo “de carga y media de cacao, que debe Francisco de Cepeda por un conocimiento firmado de su mano, la cual es de las dos mil mazorcas que debía”. Sin embargo, nuevos cargos hizo el alcalde mayor al tutor: 229 José Miguel Romero de Solís “Iten se le hace cargo al dicho Pedro de Granada de la cobranza de cincuenta pesos de oro que debe Pedro de Arévalo por un conocimiento firmado de su mano de cargta e media de cacao. Iten se le hace cargo de veinte e ocho pesos de oro común que debe Juan Fernández El Mozo por un conocimiento firmado de su mano; entregósele el conocimiento”. También le hicieron cargo de la cobranza de 20 pesos que debe Pedro de Figueroa, “por un conocimiento firmado de su mano por virtud de un poder que Juan Preciado hizo al dicho difunto”; más 10 pesos que debe Diego de Velasco por un conocimiento; más una escritura de censo de 300 pesos de oro común que debe Alonso de Angulo; más 1,570 pesos de oro común que dio y pagó a Juan de Segovia a cuenta de la legítima que le viene a María de Arévalo, su mujer, hija del difunto Francisco Preciado, “los cuales no le pudo dar ni pagar por estar embargados todos los dichos bienes a pedimento de Francisco de Cepeda y Alonso Sánchez de Toledo” por sentencia del licenciado Lebrón y que “Diego de Mendoza, teniente del dicho señor alcalde no los desembargó ni pudo desembargar”, y pudo disponer de ellos “solamente para cobrar las deudas que debía al dicho difunto”. Se le hizo cargo también de la cobranza de 49 pesos y 4 tomines de oro común por otro conocimiento; más 50 pesos que debe Pedro Niño de un conocimiento, y otros 4 pesos de minas de otro conocimiento que adeuda el mismo Pedro Niño; más 20 pesos de minas de dos conocimientoa que debe Antón Ximénez; más 50 pesos de minas de un conocimiento de Martín Ximénez. Se le hace cargo de una escriptura de censo contra Hernando de Gamboa, Diego Morán y Pedro de Arévalo de 650 pesos de minas; otra escritura de censo por cuantía de 320 pesos de oro común contra Diego de Aguilar. También se le hace cargo de 30 pesos de oro común de un año de censos corridos contra Diego de Aguilar, etcétera. “Iten se le hace cargo al dicho Pedro de Granada de mil e quinientos y sesenta pesos y tres tomines e tres granos que el dicho tiene tomados para en parte y pago de la legítima que le viene a Ana de Arévalo, su mujer, hija del dicho difunto, porque el desembargo que Diego de Mendoza hizo fue para cobrar las deudas del dicho difunto y no para disponer los bienes hasta que haya división y partición dellos; hácensele cargo hasta que traiga recaudo de la Real Audiencia de México para que le den su legítima”. También se le hace cargo por la misma cantidad “que dio e pagó a Juan Núñez, marido de Isabel de Arévalo, hija del dicho difunto, de su legítima, los cuales no le pudo dar ni pagar por no estar desembargados ni se haber fecho partición de los bienes; hácensele cargo de nuevo hasta que traigan recaudo de la Real Audiencia para que se haga partición de los dichos bienes, y no trayéndolo los ha de poner en el montún para dar cuenta dellos conforme al cargo primero que le fue fecho al tiempo que se le encargó la dicha tutela”. También se le hace cargo de 280 pesos que debe Francisco de Montalvo por un conocimiento, etcétera. “Iten se le hace cargo al dicho Pedro de Granada de dos cargas de cacao que ha de cobrar de Francisco de Cepeda; la carga y media por razón de las dos mil mazorcas de cacao que debía el dicho Cepeda al dicho difunto, y la media por la falta que hubo del cacao que rescibió en la paga que le hizo de la obligación que debía el dicho Cepeda. Iten se le hace cargo al dicho Pedro de Granada de la cobranza de mil y setecientos y veinte pesos e dos tomines que el dicho Cepeda resta debiendo de la obligación de la compra de las huertas del dicho difunto. Iten se le hace cargo al dicho Pedro de Granada de ciento e cincuenta e un pesos y cuatro tomines y ocho granos de oro común en dineros que fueron en ocho pedazos de plata del quinto y del diezmo, los cuales son del alcance que se le hizo de la cuenta que dio desta tutela, según consta e paresce por la partida”. En total, los segundos cargos suman 12,234 pesos. El alcalde mayor le ordenó que debía dar cuenta de ellos ante él o ante juez competente, y “que tenga los dichos bienes en embargo como le está mandado por los autos deste proceso sin 230 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI disponer dellos sin licencia y mandado de los señores Presidente e Oidores de la Real Audiencia de México o del dicho Señor Alcalde Mayor o de otro juez que de la causa pueda e deba conoscer, so pena que lo pagará por su persona e bienes, y sus fiadores en su nombre. Y el dicho Pedro de Granada dijo que así lo cumplirá e guardará como en este dicho auto se contiene y lo firmó de su nombre”. Testigos: Diego de Almodóvar, Francisco Lepuzcano y Juan de Iniesta, vecinos de Colima. Escribano: Diego Veedor. Caja A–6, exp. 7, 14 ff. 186. 1570. Febrero, 22. Pedro Maldonado, vecino de Zapotlan, en nombre del mercader Juan de Arrúe, contra Juan Griego por pesos. “En el pueblo de Tuspa de la Nueva España” y “ante el muy magnífico señor Joan Fernández, alcalde mayor desde dicho pueblo y su partido por Su Majestad, e por ante mí Diego del Castillo, escribano” y testigos, compareció Pedro Maldonado en nombre de Joanes de Arrúe y presentó este poder y una obligación contra Juan Griego, pidiendo mandamiento ejecutorio por cuantía de 30 pesos y 2 tomines de tipuzque. “Sepan cuantos esta carta vieren, cómo yo Juan de Arrúe, residente que soy en esta gran Ciudad de México desta Nueva España, otorgo e conozco por esta su carta que doy e otorgo todo mi poder cumplido, libre e lleno” a Cristóbal de Silva, vecino de Colima. El poder está dado en México el 15 de junio de 1569 ante el escribano Luis de Armenta. El 16 de octubre del mismo año, ante el alcalde ordinario de la Villa de Colima Bernaldino Cola y el escribano Baltasar de Alcalá, Cristóbal de Silva, “residente en esta dicha Villa, dijo que en su lugar y en nombre de Juanes de Arrúe, vecino de México, sustituía e sustituyó de a esta otra parte contenido en Pedro Maldonado, vecino del pueblo de Zapotlan”. El 25 de enero de 1576, “ante mí Francisco López Avecilla, escribano público desta dicha Villa [de Colima] e su Provincia por Su Majestad” y de Agustín de la Puerta, Andrés de Segura y Mateo de Berlanga, vecinos de Colima, por testigos, “paresció presente Cristóbal de Silva, vecino desta dicha Villa, e dijo que en su lugar y en nombre de Juanes de Arrúe, vecino de México, sustituía e sustituyó el poder desta otra parte contenido según y como en él se contiene a Martín Ruiz, vecino desta Villa, questá presente”. Caja A–6, exp. 8, ff. 1-2. 187. 1569. Julio, 5. Obligación de pago que otorga Bartolomé de Vilches en favor de Juan de Arrúe. Por una obligación dada el 5 de julio de 1569 ante el escribano Luis de Armenta y los testigos Bartolomé Mexía, Cristóbal y Alonso Pérez, estantes, “Bartolomé de Vilches, vecino que soy de la Villa de Colima, estante en esta gran Ciudad de México de la Nueva España, otorgo y conozco por esta presente carta que debo y me obligo de dar y pagar e que daré y pagaré a vos, Juan de Arrúe que sois presente”, 30 pesos de oro común, de valor cada un peso de ocho reales de plata de buena moneda, que “vos debo y son por lo siguiente: diez varas de ruán de fardo a un peso vara; iten diez varas de paño de la tierra a dos pesos vara, todas las cuales dichas mercaderías a los dichos precios recebí compradas de vos el dicho Juan de Arrúe valieron los dichos treinta pesos e son en mi poder”. Se obliga a pagar los 30 pesos en reales de plata “de hoy día de la fecha desta carta en veinte días cumplidos primeros siguientes, todos juntos en una paga, so pena del doblo y costas”. Al día siguiente, 6 de julio, y ante el mismo escribano, porque en la escritura anterior “se olvidaron de poner ocho pesos e cuatro tomines de dos varas y media de paño de la tierra a dos pesos vara, e tres pesos y medio de cuatro varas de coleta a siete tomines, que montó lo dicho, por manera que declara deber al dicho Juan de Arrúe treinta y ocho pesos y cuatro tomines, e los pa- 231 José Miguel Romero de Solís gará como está obligado por la dicha obligación”. Como Bartolomé de Vilches “no supo escrebir lo firmó un testigo”, siendo testigos Bartolomé de Pontus y Cristóbal de Orellana, estantes en México. El 12 de julio de 1571, Cristóbal de Silva en nombre de Juan de Arrúe y con su poder, pidió mandamiento de ejecución contra Bartolomé de Vilches. Vista esta escritura de plazo pasado, el alcalde ordinario Cristóbal de Solórzano dio el dicho mandamiento al alguacil mayor Andrés Martel, quien presente el escribano Blas López, le dio cumplimiento el 7 de agosto. Vilches designó por bienes las casas de su morada que tiene en esta Villa de Colima. Testigos: Melchor Pérez y Martín Ruiz de Monjaraz, vecinos de Colima. El 15 de agosto, Pedro Ruiz de Vilches, vecino de Colima, dio fianzas por su hermano Bartolomé, siendo testigos Diego de Velasco y Gonzalo Moreno, vecinos de Colima. El 16 de septiembre de 1574, a petición de Cristóbal de Silva y por voz de Juan negro se comenzaron a pregonar en la plaza pública de la Villa las casas de Bartolomé de Vilches. El 12 de abril de 1575, a petición de Cristóbal de Silva, fue notificada María de Robles, viuda de Bartolomé de Vilches, por mandado del alcalde ordinario Cristóbal de Solórzano, la ejecución de los bienes del difunto. Caja A–6, exp. 8, ff. 3-7. 188. 1571. Diciembre, 5. Obligación de pago de Bartolomé de Vilches en favor de Juan Ramírez de Alarcón. Ante el escribano Blas López y fechada en Colima el 5 de diciembre de 1571, Bartolomé de Vilches otorgó escritura de obligación de pago a Juan Ramírez de Alarcón, residente en esta Villa, por valor de 34 pesos y 6 tomines, “los cuales vos debo y son por razón de remate e fenecimiento de todas cuentas que entre mí e vos haya habido e hayamos tenido hasta hoy día de la fecha desta carta”, y pagaderos en reales de plata o en cacao bueno, gordo y parejo a razón de 23 pesos de oro cada carga, el día último del mes de marzo de 1572. Testigos: Diego de Mendoza, Juan Preciado y Cristóbal Preciado, vecinos de Colima. El 9 de junio de 1573, Juan Ramírez de Alarcón presentó esta escritura y pidió mandamiento de ejecución, el cual dio el contador Martín de Montúfar. Caja A–6, exp. 8, ff. 8-10. 189. 1571. Enero, 10. Poder que otorga Juan Muñoz, mercader y estante en la Villa de Colima, a Pero Ruiz de Vilches. Poder que otorga ante el alcalde mayor de la Villa de Colima Jerónimo Florez y de su escribano Baltasar de Alcalá, teniendo por testigos a Alonso Carrillo, Gonzalo Moreno y Andrés Martel, vecinos de Colima, en favor de Pero Ruiz de Vilches. En virtud de este poder, Pero Ruiz de Vilches presentó el 3 de julio de 1574 una cédula reconocida por Bartolomé de Vilches con fecha de 3 de junio de 1573, ante Juan Sánchez y Antonio Morera, vecinos de Colima, por cuantía de 33 pesos y 4 tomines de oro común “por razón y de resto de las mercaderías desta otra parte contenidas que de vos, el dicho Juan Muñoz, rescibí realmente”; Baltolomé de Vilches se comprometía a pagarlos “por el día del Señor Santiago primero que verná deste presente año”. La cédula es una Cuenta con Bartolomé de Vilches de las cosas que le he dado, que son las siguientes “En 8 de noviembre, 4 pesos por 8 madejas de hilo portugués delgado en 2 pesos e un peso por un cuchillo de picar y 6 tomines por media onza de seda negra e dos tomines de unas sortijas de azabache”. “En este día, 2 tomines de agujas de coser que llevó. En 15 del dicho, un peso 7 tomines 232 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI por onza y media de seda parda. En este día, 2 tomines de media docena de cordones de seda”. “En 30 del dicho, un peso 6 tomines por una cerradura que llevó. En este día, 2 tomines de jabón que llevó el dicho. Más debe el dicho 2 pesos de la cuenta vieja. En 10 de enero, 2 pesos 2 tomines por vara y media de ruán crudo a peso y medio vara que es lo dicho”. “En este día, 3 pesos por tres varas de brin que llevó. En este día, un peso 6 tomines por dos varas de anjeo. En 12 del dicho, un peso 5 tomines por una onza e cuarta de seda negra que llevó, que es lo dicho. En este día, 3 pesos 6 tomines por dos varas y media de ruán crudo que llevó en el dicho precio”. “En este día, 3 pesos por tres varas de presilla. En este día, medio peso de agujas e 2 tomines de un dedal. En este día, un peso 4 tomines por 3 docenas de botones canutillos. En 15 del dicho 10 pesos por dos camisas fechas de ruán. En 15 de marzo, 4 tomines por una docena de botones. En 26 del dicho, 4 pesos por 32 madejas de hilo verde de Castilla que llevó el dicho”.554 La suma asciende a 42 pesos, 4 tomines. El 8 de marzo de 1574, Juan Muñoz firma haber recibido “en cuenta e parte de pago desta cédula” 14 pesos y 2 tomines “en dos veces”. Bartolomé de Vilches, notificado, dijo que tenía pagada parte de la cuenta. Caja A–6, exp. 8, ff. 11-12. 190. 1574. Abril, 18. Diego de Contreras reclama de Bartolomé de Vilches, difunto, cantidad de pesos por ropa que compró en su tienda. Ante el alcalde ordinario Cristóbal de Solórzano, Diego de Contreras presentó esta petición: “digo que a mí me debe Bartolomé de Vilches, difunto, sesenta y nueve pesos y cinco tomines de oro común de ropa”, que le dió de su tienda. Vilches falleció sin poder testar. Siendo alcalde ordinario Hernando de Gamboa —agrega Contreras—, “me dio mandamiento 554 Las cifras vienen dadas en números romanos. ejecutorio para que de sus bienes fuese pagado de los dichos pesos de oro; e porque a mi noticia ha venido que Cristóbal de Silva ejecutó en los bienes que dejó el dicho Bartolomé de Vilches, que son unas casas que tiene en esta Villa, e no dejó otros bienes algunos de que poderme hacer pago”, y como otro tanto “Pero Ruiz de Vilches en nombre de Juan Ramírez de Alarcón e de Juan Muñoz se ha opuesto a la dicha ejecución, diciendo deberles dineros el dicho Bartolomé de Vilches, e porque mi deuda es primera en tiempo”, se opone a la dicha ejecución “y hago presentación del dicho mandamiento e de los demás autos que están en poder del presente escribano, y pido y suplico a V.m. mande sea yo preferido en la dicha ejecución, pues soy como dicho es primero en tiempo y mejor en derecho”. El alcalde ordenó que fuese notificada María de Robles, mujer de Bartolomé de Vilches, e a María de Robles, su hija y heredera.555 Fueron testigos Tomás de Almodóvar y Mateo de Berlanga, vecinos de Colima. Se anexan el mandamiento dado por el alcalde ordinario Hernando de Gamboa al alguacil, donde se ordena hacer ejecución pero por valor de 79 pesos; y la Cuenta de mercaderías vendidas en la tienda de Diego de Contreras,556 y que dice así “Primeramente debe quince pesos de la cuenta vieja”. Además, debe “por dos yerros de picar ocho pesos”; 10 tomines por un mazo de hilera y 4 tomines de agujas. Otras partidas son por hilo, por telas, un sombrero, calcetas, cordobanes, panes de jabón. “Debe más el dicho un peso por cuatro cajetas de carne de membrillo;557 debe más dos tomines de alhucema; iten debe más por una caja de cuchillos carniceros, un peso; iten debe más por cuatro panes de jabón que llevó el dicho, 4 to555 El texto repite el nombre de María de Robles, que quizá también era como se llamaba la hija. 556 Trunca la cuenta: le falta el centro de la foja. 557 La expresión también aparece documentada en Boyd– Bowman (1971), 147, con un texto fechado en Cuzco en 1581. 233 José Miguel Romero de Solís mines; debe más cuatro panes de jabón, 4 tomines; debe más el dicho por una hacha, dos pesos y medio”. Compró otros dos panes de jabón y media onza de canela y otra media de clavos. La cuenta, por 79 pesos y 5 tomines, está fechada en el mes de noviembre558 de 1573, “estando presente Pero Gómez”. Caja A–6, exp. 8, ff. 13-15.559 191. 1575. Mayo, 14. Poder que otorga María de Robles en favor de Julián de Frías. Ante el escribano Baltasar de Alcalá, María de Robles, viuda, otorga todo su poder cumplido y bastante a Julián de Frías, vecino de esta Villa, para que en su nombre pueda en toda instancia representarla. Testigos: Juan Ruiz y Manuel de Cáceres. Como no sabía firmar, lo hizo por ella Juan Ruiz. Julián de Frías, en virtud del poder, alegó que Bartolomé de Vilches no tenía bienes y que las casas donde se pretendía hacer ejecución eran de la viuda y no de su difunto esposo. Pedía por tanto que su viuda y la hija fueran dejadas libres. Caja A–6, exp. 8, ff. 22-23. 192. 1575. Julio, 3. Pero Ruiz de Vilches, en nombre de Pedro de Gamboa, vecino de México, contra Julián de Frías, defensor de los bienes del difunto Bartolomé de Vilches. Ante el alcalde ordinario Cristóbal de Solórzano, Pero Ruiz de Vilches, en el pleito que trata en nombre de Pedro de Gamboa, vecino de la Ciudad de México, contra los bienes de Bartolomé de Vilches, difunto, y Julián de Frías, defensor de los dichos bienes, por el pago de una obligación de plazo vencido, dice que Julián de Frías niega dicha obligación de pago, alegando que en ésta dice “Bartolomé Ruiz” y no “Bartolomé de Vilches”, lo cual no es razón suficiente para dejar de pagar. Pero Ruiz de Vilches hizo presentación de testigos. El primero de ellos a Juan Ramírez de Alarcón, quien aseguró haber conocido de muchos años a Bartolomé Ruiz de Vilches, y que éste le había dicho que “en la Ciudad de Guadalaxara y en otras partes donde había vivido e residió antes que viniese a esta Villa, le llamaban Bartolomé de Vilches”, y no Bartolomé Ruiz, “que era su propio nombre”. También atestigua que el difunto le dijo que lo contenido en la escritura en cuestión se lo había comprado a Gamboa obligándose a pagarle. El segundo testigo presentado fue Gonzalo de Herrera, residente en esta Villa de Colima, quien dijo haber conocido de muchos años antes de morir a Bartolomé Ruiz de Vilches, y que estando este testigo un día en casa del susodicho, éste le dijo que su nombre propio era Bartolomé Ruiz y no Bartolomé de Vilches, y que este sobrenombre se lo había puesto después. Caja A–6, exp. 8, ff. 29-30.560 193. 1575. Julio, 3. Martín Ruiz, en nombre de Juan de Salinas, reclama de los bienes del difunto Bartolomé de Vilches, el pago de una carga de cacao. Ante el alcalde ordinario Cristóbal de Solórzano, el vecino de Colima Martín Ruiz, “en nombre de Juan de Salinas e por virtud del poder que en mí fue sustituído, parezco ante V.m. y digo que a mi noticia es venido que Cristóbal de Silva, vecino desta Villa, hizo ejecución en unas casas que por fin y muerte de Bartolomé Ruiz de Vilches quedaron; y porque al dicho mi parte se le debe una carga de cacao que es y procede de la compra de las dichas casas, como consta y parece por la escritura que della se hizo, a que me refiero, y porque a V.m. consta de la dicha deuda. Además de la carga de cacao referida, el 558 Pudiera tratarse también del mes de septiembre de ese año. 559 De las ff. 16-21, sólo se conserva el margen. Al parecer, entre ellas, figuraba una sentencia judicial. 560 234 De las ff. 24-28 sólo se conserva el margen. Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI demandante dice: “y cuatro pesos y tres tomines más pido”. Solicita también que el alcalde “me haya por opuesto”, y además “me mande pagar primero que a ningún acreedor, atento que esta deuda procede y es de las dichas casas que el dicho difunto dejó”. El alcalde dispuso que esta petición se juntara a las demás. Al día siguiente, Martín Ruiz pedía que el escribano hiciera presentación de “el poder que del susodicho tengo”. El alcalde ordenó que se le entregara el “poder original, quedando un traslado de él”. Lo que cumplió el escribano Baltasar de Alcalá, haciendo el traslado en los mismos autos, dando primero cuenta de que el 13 de junio de 1574, el alcalde mayor contador Martín de Montúfar dijo que “por cuanto Luis Vélez Cherinos, escribano de Su Majestad e público desta Villa de nombramiento de Su Excelencia, está muy ocupado con pleitos que trata con Juan Fernández de Ocampo sobre ciertas palabras de que le tiene puesta acusación e por andar en otros negocios no puede asistir a las audiencias e demás negocios que hay e se ofrecen en esta dicha Villa e Provincia, en servicio de Su Majestad y ejecución de Su Real Justicia, conviene nombrar un escribano ante quien pasen los dichos negocios”. Para lo cual designaba por tal escribano a Pero Ruiz, vecino de Colima, y le tomó juramento. Fueron testigos de ello Juan Ramírez de Alarcón y Alonso Carrillo. Luego, se transcribe el poder otorgado por Juan de Salinas, vecino de Colima, en favor de Ana de Moscoso, su mujer, “que estáis ausente”, ante el escribano Pero Ruiz, fechado en marzo de 1575. Entre los testigos, Juan de Arévalo. En abril siguiente, fue sustituido este poder ante el escribano Baltasar de Alcalá y siendo testigos Alonso Carrillo y Agustín de la Puerta. Caja A–6, exp. 8, ff. 31-32.561 Cristóbal Preciado, menor, pide dineros para vestirse y estudiar. “Cristóbal Preciado, hijo legítimo de Francisco Preciado que sea en gloria, parezco ante V.m. y digo que yo tengo necesidad de cien pesos para me vestir e ir al estudio y para lo necesario de él. Pido y suplico a V.m. mande a Juan Núñez, mi tutor, que de los bienes que me sean pertenescientes, me los dé, dando V.m. su mandamiento para ello”. Llamado a declarar el tutor dijo “que al presente no tiene dineros que poder dar al dicho Preciado”, pero que los pudiera dar de su propia hacienda, con tal que se le tomen en cuenta y pagárselos luego de sus bienes. Así lo dispuso el alcalde ordinario Melchor Pérez, siendo testigos Juan Preciado y Pero Ruiz de Vilches. Cristóbal Preciado firma carta de pago ante Andrés Martel, Nicolás Bote y Juan Martín, vecinos de Colima, con fecha de 21 de septiembre de ese año. Caja A–6, exp. 9, f. 1. 195. 1570. Diciembre, 7. Cristóbal Preciado, menor, pide dineros para pagar a su hermano Juan Preciado lo que le debe. Ante el alcalde ordinario Pedro de Arévalo, Cristóbal Preciado pide que su tutor Juan Núñez de Alvarado le dé de sus bienes 26 pesos y medio para pagar a su hermano Juan Preciado, que se los dio para vestirse. El alcalde Arévalo así lo dispuso y Juan Preciado firma de haberlos recibido. Caja A–6, exp. 9, f. 2. 196. 1573. Enero, 9. Mandamiento al tutor Juan Núñez de Alvarado para que dé al menor Cristóbal Preciado dineros para estudiar y gastos de su persona. 194. 1569. Septiembre, 15. 561 De las ff. 33-36, sólo quedan los márgenes. El teniente de alcalde mayor Diego de Aguilar da mandamiento a Juan Núñez de Alvarado, tu235 José Miguel Romero de Solís tor y curador de las personas y bienes de los menores hijos de Francisco Preciado, difunto, para que dé y pague a Cristóbal Preciado 300 pesos de tipuzque, “porque los ha menester para ir a estudiar e por otros gastos de su persona”. Cristóbal Preciado firmó de haberlos recibido de conformidad “en ocho varas de paño negro y dos jubones y seis camisas y unas calzas y en doce varas de cañamazo y anjeo para hacer colchón y sábanas, y un sombrero y para dos bonetes, y en dos pares de botas y en cuatro pares de zapatos y una frezada y una caxa con su llave, y lo demás que restó en cacao y tomines para comprar libros y las cosas que me sean necesarias para el estudio, que montó todos los dichos trescientos pesos de que me doy por contento y entregado”. Testigos, Juan Preciado y Francisco Preciado. Caja A–6, exp. 9, f. 3. 197. 1572. Mayo, 19. Cristóbal Preciado solicita dineros para ir a estudiar a Guadalajara. Ante el alcalde mayor Jerónimo Flores, Cristóbal Preciado presentó un escrito donde decía: “yo debo ir al estudio de la Ciudad de Guadalaxara a estudiar para lo que más me convenga y para ello tengo necesidad de que de mi hacienda, V.m. me mande dar ducientos pesos para vestirme en el dicho estudio y para pagar la entrada que se paga del estudio”. Pide que su tutor Juan Núñez de Alvarado le dé los 200 pesos “o las cosas necesarias”. El alcalde dio su mandamiento para este efecto. Cristóbal Preciado firmó haber recibido “noventa y un pesos y seis tomines, los cuales recibí en plata y reales por virtud deste mandamiento” y además recibió otros nueve pesos, sumando todo lo cual “cien pesos y seis tomines”. Fueron testigos Pedro Maldonado, Francisco de Monroy y Hernán López, “estantes en este pueblo de Zapotlán”. Fecha: primero de septiembre de 1572. Cristóbal Preciado firma otros dos recibos: uno, por cinco pesos en reales el mismo día y ante los mismo testigos, y otro por “un talabarte” y “una vara de tafetán pardo”. Caja A–6, exp. 9, f. 4. 198. 1572. Enero, 12. Juan de Velasco recibe cantidad de pesos de Juan Núñez de Alvarado, tutor de Cristóbal Preciado. Juan de Velasco dice haber recibido de Juan Núñez de Alvarado 9 pesos de tipuzque, “los cuales me dio y pagó por Cristóbal Preciado. Testigos: Cristóbal de Solórzano y Bartolomé de Vilches. Caja A–6, exp. 9, f. 5. 199. [1572]. Diciembre, 9.562 Cristóbal Preciado recibe cantidad de pesos de su tutor. Cristóbal Preciado recibe de su tutor Juan Núñez de Alvarado 50 pesos en reales para comprar cosas que hubo menester para su persona y “en cuenta de un mandamiento de ducientos pesos”. Firma de su mano “en Zapotiltic”. Testigo: Pedro de Solórzano. Caja A–6, exp. 9, f. 6. 200. 1571. Junio, 18. Catalina de Arévalo tiene necesidad de dinero para vestirse. Ante el alcalde ordinario Cristóbal de Solórzano, Juan Preciado presentó una petición de su hermana Catalina de Arévalo, hija legítima de Francisco Preciado, quien dice: “yo tengo necesidad de 150 pesos de oro común para me vestir. Por tanto a V.m. pido y suplico mande a Juan 562 Este recibo no menciona el año; deducimos el mismo por la referencia que se hace al mandamiento dado por el alcalde mayor Jerónimo Flores: supra regº 197. 236 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI Núñez de Alvarado, mi tutor, que de mis bienes me los dé, atento que estoy desnuda y con necesidad de me vestir”. Así lo dio por mandamiento el alcalde. “Digo yo, Catalina de Arévalo, que es verdad que he recibido de Juan Núñez de Alvarado, mi tutor y curador, noventa y tres pesos y medio de las cosas que parecen por una memoria hecha y firmada de Juan Ramírez de Alarcón, para en cuenta deste mandamiento desta otra parte contenido, porque aunque reza la memoria ciento y veinte y ocho pesos y cinco tomines, fue por hierro,563 y todo esto fue y pasó delante de mi hermano Juan Preciado, y le rogué lo firmase por mí a mi ruego”. “Más, pagué a los escribanos por estos mandamientos peso y medio”. Caja A–6, exp. 9, f. 7. 201. 1572. Octubre, 25. Mandamiento del alcalde Melchor Pérez a Juan Núñez de Alvarado, para que dé a la menor Catalina de Arévalo cantidad de pesos y memoria de las mercaderías recibidas. El alcalde ordinario de la Villa de Colima Melchor Pérez da mandamiento a Juan Núñez para que de los bienes que tiene a su cargo, dé y pague a Catalina de Arévalo 120 pesos de los réditos, “porque dixo que los ha menester para su vestir e porque a mí me consta que tiene la dicha necesidad”. Catalina de Arévalo, hija de Francisco Preciado, dijo haberlos recibido “en las cosas desta otra parte contenidas, delante de mi hermano Juan Preciado”, que firmó por ella a su ruego. Memoria Dos varas y media de paño verde a 3 pesos y medio vara; más, dos jubones de mujer de holanda a 6 pesos jubón; una pieza de sinabafa para turcas: 18 pesos y medio; once varas de to- cas de mibigala [sic]:564 15 pesos y medio; nueve varas de anjeo: 7 pesos, 7 tomines; una vara de holanda, 2 pesos. “Seis madejas de solera, digo, diez madejas: un peso un tomín”; dos onzas de hilo portugués: 2 pesos; dos docenas de botones de borlilla: 6 tomines; un sombrero de tafetán negro: 3 pesos; un papel de alfileres: 5 tomines; media onza de seda verde: 6 tomines; dos onzas de seda azul de Granada: 5 pesos; una camisa de mujer: 5 pesos y medio; unos guantes: un peso, un tomín; dos onzas de hilito portugués: 2 pesos; media libra de hilo de colchones: medio peso; una frezada: 2 pesos, 2 tomines; un peso de jabón; una petaca: un peso; cuatro arrobas de lana, a peso y medio: 6 pesos; 7 pesos de hechuras de una turca y de una basquiña y de un jubón; 2 pesos y 2 tomines de onza y media de seda; un peso y un tomín de tres cuartas de seda; un peso y 4 tomines de dos docenas de cordones. Un peso de dos docenas de botones; 2 pesos y 2 tomines de vara y media de ruán para un jubón; peso y medio de hilo morenico; “más un peso y medio de agujas y de media vara de anjeo y de un tomín de hilera, digo, cuatro tomines de hilera”. Más 4 pesos, 5 tomines de tres varas y media de ruán”. Caja A–6, exp. 9, f. 8. 202. 1569. Agosto, 8. Catalina de Arévalo pide dineros para vestirse y otros aderezos, y memoria de las mercaderías vendidas por Juan de Salinas. Ante el alcalde ordinario Bernaldino Cola, Juan Preciado por su hermana Catalina de Arévalo dice que ella “tiene necesidad de sacar de vestir y de otras cosas de aderezos de su persona. Por tanto, a V.m. pido y suplico en el dicho nombre mande a Juan Núñez de Alvarado, su tutor, que de sus bienes le mande dar dozientos pesos”. Así lo mandó el alcalde. 564 563 “Por hierro”, así se lee; quiere decir, “por yerro”. Quizá, por “albengala”: tejido muy delgado. Ni albengala ni mibigala son palabras registradas por el Léxico hispanoamericano del siglo XVI de Boyd–Bowman (1971. 237 José Miguel Romero de Solís Memoria “Digo yo Juan de Salinas que es verdad que dí a Juan Núñez de Alvarado dos varas y tres cuartas de paño de para su menor Catalina de Arévalo, y fue cada vara a cuatro pesos, que montó once pesos el paño; y más dí yo, Juan de Salinas, por la hechura de la basquiña que se hizo de este paño susodicho, a Manrique, sastre, dos pesos y dos tomines, que fue todo para dicha menor. Más dí yo, Juan de Salinas, cuatro tomines de botones para la dicha menor, y lo firmé de mi nombre. Juan de Salinas”. Además, un jubón de holanda picado: 5 pesos; 4 pesos y medio por una camisa; un espejo: 3 pesos; un paño de manos: 3 pesos; una cofia: un peso; “más cinco pesos de la entrada en la cofradía del Santísimo Sacramento. Más le dí una caja ensayalada que compré de Juan Preciado en tres pesos. Más cuarenta pesos de un manto de burato de seda”. De dos varas y media de palmilla verde: 10 pesos; quince varas y media de cotonia de Valencia: 23 pesos y 2 tomines; por la hechura de una turca y un jubón: 12 pesos pagó al sastre Manrique; cuatro onzas de franjas de seda para guarnecer una basquiña: 10 pesos; dos varas y cuarta de palmilla azul: 9 pesos, 3 tomines; tres varas de telilla de seda: 9 pesos; 3 varas de tocas de París: 4 pesos y ducado;565 de la hechura de un fustán turco, 5 pesos pagados al sastre Vilches;566 dos varas de ruán: 3 pesos; de hechura de la basquiña, al sastre Manrique, 6 pesos; media vara de holanda: 2 pesos; una vara de tafetán blanco: 2 pesos, 6 tomines; once varas de tafetán negro para una turca: 30 pesos y 3 tomines. “Digo yo Catalina de Arévalo que es verdad que recibí de mi tutor y curador Juan Núñez de Alvarado ducientos pesos contenidos en este mandamiento desta otra parte contenido en las cosas que aquí van declaradas, siendo testigo Juan Preciado, mi hermano, y porque es verdad que las recibí, rogué a mi hermano Juan Preciado que lo firmase por mí”. Caja A–6, exp. 9, ff. 9-10. 203. 1572. Agosto, 9. Carta de pago por los gastos que hiciera Juan Núñez de Alvarado, tutor de las personas y bienes de los menores hijos de Francisco Preciado, en las minas de los Zacatecas. “Digo yo Diego Rodríguez, alguacil de las Minas de los Zacatecas, que es verdad que rescibí de Juan Núñez de Alvarado seis pesos, los cuales me distes e pagastes por mis derechos de la ejecución que hice a vuestro pedimento a Juan de San Pedro Ortiz, porque no tuvo de qué pagármelos, la cual se hizo por mil y cincuenta y seis pesos” en nombre de los hijos de Francisco Preciado. El escribano Luis Vélez Cherino anota el 1° de julio de 1573, que hubo además otros gastos: un peso, “de un poder que dio a Angulo”567 en Zacatecas; otro peso “de dos manos de papel para el negocio de Juan de San Pedro y dos pesos de dos escrituras a Juan de Segovia, escribano que era de la hacienda de los dichos menores”. Otra carta de pago por 12 pesos “que se me mandó dar por la Justicia destas Minas, por la asesoría de un proceso executivo que Juan Núñez ha seguido en nombre de los hijos y herederos de Francisco Preciado contra Juan de San Pedro Ortiz,568 y por verdad lo firmé de mi nombre. Fecho en Zacatecas a 25 de julio de 1572 años. Bachiller Valadés”. Caja A–6, exp. 9, ff. 11-12. 204. 1571. Agosto, 12. Diversas cartas de pago que presenta Juan Núñez de Alvarado, tutor de los menores hijos de Francisco Preciado. 565 Por los guarismos al margen de la Memoria, el ducado equivale a 6 tomines. 566 Posiblemente se alude a uno de los hermanos —Pero o Bartolomé— Ruiz de Vilches. 567 Se trata de Baltasar de Angulo: infra, regº 209. Registrado con más frecuencia como San Pedro ó Sampedro y Ortiz de San Pedro. 568 238 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI Carta de pago fechada en Guadalajara y firmada por Jerónimo de Losada,569 por 3 pesos de tepuzque que le diera Juan Núñez de Alvarado por pleito contra Juan de San Pedro. En esta misma foja, fechada en Guadalajara, otra carta de pago por peso y 2 tomines; la firma Alonso Sánchez.570 Caja A–6, exp. 9, f. 13. 205. 1569. Julio, 17. Mandamiento de Luis de Grijalba para que Juan Núñez de Alvarado pague derechos al escribano Baltasar de Alcalá. Mandamiento del alcalde Luis de Grijalba a Juan Núñez de Alvarado para que pague al escribano Baltasar de Alcalá 7 pesos de oro común “de los derechos del juez y escribano, del tiempo que se ocuparon en las cuentas de tutela e cargo que se vos hizo”. Al reverso, Baltasar de Alcalá firma de haberlos recibido el 22 del mismo mes. Otra carta de pago del mismo escribano por valor de 6 tomines de un poder dado a Juan Preciado para que, en nombre de los menores hijos de Francisco Preciado, cobrase “sus réditos de los censos, cuando fue a Zacatecas”. Fechada en Colima el 1° de mayo de 1570. Caja A–6, exp. 9, ff. 14-15. 206. 1567. Noviembre, 9. Carta de pago otorgada por el escribano Blas López por la saca de un traslado de la curaduría de Juan Preciado. Con fecha de 9 de noviembre de 1567, el escribano Blas López firma haber recibido de Juan 569 En cierto nombramiento extendido por “el deán y cabildo” catedralicio de Guadalajara, fechado el 2 de mayo de 1571, aparece fungiendo de secretario Jerónimo de Lozada o Losada: Enciso Contreras (1998), 302-303, doc. 184. Véase infra, regº 208. 570 Debe tratarse de Alonso Sánchez de Miranda, cura y vicario que fuera de la Villa de Colima y, a la sazón, deán de la Nueva Galicia. Núñez de Alvarado la cantidad de un peso “por la saca del traslado de la curaduría discernida en Juan Preciado por la Justicia de Colima de los menores hijos de Francisco Preciado”. Caja A–6, exp. 9, f. 16. 207. 1572. Agosto, 8. Carta de pago por gastos hechos en Zacatecas por Juan Núñez de Alvarado, tutor de los hijos de Francisco Preciado. El escribano Antonio Rodríguez, del juzgado de Su Majestad de las minas de los Zacatecas, recibe veinte pesos de oro común por gastos en el pleito que sigue Juan Núñez de Alvarado, tutor y curador de los hijos de Francisco Preciado, contra Juan de San Pedro Ortiz sobre un censo. Un peso dio Juan Núñez a un mozo El alguacil de las Minas de los Zacatecas, Baltasar Carrillo, recibe el 9 de agosto “un peso por una prisión que hizo Juan Núñez de Alvarado”. Caja A–6, exp. 9, f. 17. 208. 1569. Diciembre, 5. Juan Núñez de Alvarado, tutor y curador de los menores hijos de Francisco Preciado, pide que se señale persona y salario para ir a Zacatecas a cobrar réditos de un censo. Juan Núñez de Alvarado, tutor y curador de las personas y bienes de Cristóbal, Francisco y Catalina Preciado,571 sus menores, presentó ante el alcalde mayor de Colima Jerónimo Flores una petición en la que decía: “Mis menores tienen una carta de censo contra Juan de San Pedro, estante en las Minas de los Zacatecas, de contra de mil pesos de oro común de principal; del cual dicho censo no se ha podido cobrar del susodicho los réditos de él; e ha que los tomó e los tiene en sí trece años poco más o menos. E aunque sobre ello se han fecho las diligencias necesarias para la cobranza de los 571 239 Por lo general es nombrada Catalina de Arévalo. José Miguel Romero de Solís dichos réditos e se han enviado personas con poder a lo susodicho, e no se ha podido haber el dicho Juan de San Pedro572 para cobrar de él los dichos réditos; e habrá diez meses poco más o menos que fui a cobrar los dichos réditos e otros bienes pertenescientes a los dichos mis menores con poder de Juan Preciado, tutor e curador que a la sazón era de los dichos menores”. Agrega Juan Núñez de Alvarado: “en la Ciudad de Guadalajara tuve noticia de ciertas personas que de las dichas Minas venían, cómo el dicho Juan de San Pedro era ido a la entrada de las nuevas Minas del Mazapí”.573 Entonces, sigue diciendo Núñez de Alvarado, “sustituí el dicho poder que yo así llevaba del dicho tutor, en Gerónimo de Losada, procurador de la dicha Ciudad de Guadalajara,574 para que de la dicha Real Audiencia sacase recaudos e provisión contra el dicho Juan de San Pedro, y agora el dicho Gerónimo de Losada me escribe tiene sacado mandamiento de la dicha Real Audiencia para que si el dicho Juan de San Pedro no diere e pagare los réditos corridos del dicho censo e bienes desembargados para en que se haga execución con fianzas bastantes, le traigan preso y a buen recaudo a la dicha Ciudad de Guadalajara, como V.m. verá por la dicha carta de que hago demostración”. La petición de Juan Núñez de Alvarado concluye: “E porque conviene que se cobren los dichos réditos y el dicho Gerónimo de Losada no halla persona de confianza para que vaya a la dicha cobranza a las Minas de Zacatecas, V.m. me mande dar licencia para que a costa de los dichos mis menores busque una persona que convenga que vaya a las dichas Minas a cobrar los dichos réditos del dicho Juan de San Pedro, e 572 Como se anotó supra, regº 203, es registrado asimismo como Sampedro, Ortiz de San Pedro y San Pedro Ortiz. 573 Minas de Mazapil, descubiertas en 1568. 574 Supra, regº 204, donde damos noticias a su propósito y puede agregarse que, según declaración prestada el 10 de noviembre de 1569 por el alcalde ordinario de Guadalajara Gaspar de Tapia, Losada había sido procurador del conquistador Juan Fernández de Híjar y, en su nombre, solicitó la merced de una estancia, recibiendo a cambio la desairada respuesta del oidor Contreras y Guevara: Diego Fernández Sotelo (1994), 67. V.m. le señale el salario competente que para lo susodicho meresciere, atento que ha de ir por tierra de guerra, porque sin salario no quiere ir ni hallo ninguna persona que a lo susodicho vaya”. El alcalde mayor respondió que le constaba el tiempo corrido sin poder cobrar de Juan de San Pedro y que estaba en Zacatecas, “y ser muncha la distancia de tierra desta Villa allá, mandó que a la persona que el dicho Juan Núñez señalare para la dicha cobranza” se le dé el 15 por ciento de la misma con cargo a los bienes de los menores, y si el propio Núñez de Alvarado “fuere a la dicha cobranza, lleve el dicho salario e intereses”. Caja A–6, exp. 9, f. 18. 209. 1572. Agosto, 8. Juan Núñez de Alvarado paga cincuenta pesos a Baltasar de Angulo, su procurador en Zacatecas. “Digo yo Baltasar de Angulo,575 procurador en estas Minas de los Zacatecas y en el juzgado dellas, que recibí y soy pagado del señor Juan Núñez de Alvarado de cincuenta pesos de tepuzque, los cuales son y me los pagó por los hijos y herederos de Francisco Preciado, como su curador que es de los dichos sus menores”, porque por esa cantidad fue contratado para seguir pleito ejecutivo “hasta lo acabar”, en nombre de los menores, “contra Juan de San Pedro y sus bienes y contra los bienes de Bernaldo Pérez, en razón del censo que el dicho Juan de San Pedro echó sobre la hacienda de minas que tenía en compañía de Bernaldo Pérez, ya difunto, la cual causa seguí y en ella se dió sentencia de remate” por el principal y corridos. Angulo dice que, además, que pagó a Francisco Muñiz de Moya, sin embargo, “que es toda una, siendo testigos dello Sebastián Núñez, Be- 575 Al parecer, vecino de Zacatecas, a donde llegó en 1559 “y fue su procurador desde 1564 hasta por lo menos 1587”: Hillerkuss (1997), 87. 240 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI nito Beltrán y Pedro de Alcaraz”. Da fe Antonio Rodríguez, escribano de Su Majestad. Caja A–6, exp. 9, f. 19. 210. 1572. Julio, 15. Martín Alonso, escribano de Zacatecas, da cartas de pago a Juan Núñez de Alvarado, tutor de los menores de Francisco Preciado. Martín Alonso, escribano de Su Majestad en las Minas de los Zacatecas, otorga tres cartas de pago fechadas respectivamente el 15, el 20 y el 30 de julio, por sus derechos en la causa de ejecución seguida contra los bienes de Juan de San Pedro. Caja A–6, exp. 9, f. 20. 211. 1573. Julio, 30. Apelación que hace Juan Núñez de Alvarado de las cuentas de la tutela que le ha tomado el alcalde Pero López de Herrera y penas que impone el alcalde mayor Martín de Montúfar al escribano Luis Vélez Cherino por este motivo. “Juan Núñez de Alvarado, preso en esta cárcel en razón de dos mil doscientos y tantos pesos” que parece deber por las cuentas de la tutela y curaduría de los bienes de los menores hijos de Francisco Preciado, alega entre otras cosas que constan los muchos trabajos que tuvo para rescatar los réditos del censo de mil pesos que Juan de San Pedro había echado, y que después de largos años pudo lograr lo que estaba perdido y que para tener esos dineros, tuvo que abonar fianzas que luego se perdieron. Por último hizo apelación. El alcalde Pero López de Herrera, visto el escrito de apelación, declaró que lo vería y haría justicia, siendo testigos de ello Diego de Aguilar y Diego Morán. El 1° de agosto siguiente, Pero López de Herrera concedió la apelación. Un día antes, Juan Núñez había presentado otro escrito al contador Martín de Montúfar, alcalde mayor de Colima, donde decía que estaba preso en la cárcel de la villa por mandado del alcalde ordinario Pero López de Herrera, de quien apelaba por los agravios que sin justicia le había infligido a consecuencia de las cuentas que le ha hecho de los bienes de los menores hijos de Francisco Preciado, vecino que fue de la Villa de Colima. El alcalde mayor mandó al escribano Luis Vélez Cherino que le trajera el proceso de esta causa para hacer relación. El mismo día insistió en su apelación Juan Núñez, y entonces Martín de Montúfar dijo que “ayer mandó a mí el presente escribano que truxese el proceso de cuentas e acusaciones como se contiene en la presentación que hizo Juan Núñez de Alvarado de la apelación que hizo de Pero López de Herrera, alcalde ordinario, de las cuentas que le mandaba, e visto que no las ha traído, que mandaba e mandó por segundo apercibimiento a mí el presente escribano que luego in continente las traiga e no trayéndolas que tenga por cárcel y esté preso en las casas del Cabildo hasta tanto que las de e traiga ante mí, e más incurra en pena de doscientos pesos de oro común, la mitad para la Cámara de Su Majestad e la otra mitad para obra de la cárcel, que se comienza agora e desde luego no trayendo las dichas cuentas ante mí”. El mandamiento ponía como término para hacer entrega del proceso de dos horas. El escribano de inmediato fue por el proceso que estaba en poder del alcalde ordinario Pero López de Herrera, quien se negó a entregárselo. Vélez Cherino decía al alcalde mayor que no podía cumplir su mandamiento, hasta tanto Pero López de Herrera no se lo diera, y que por ello, apelaba ante Su Majestad de las penas que le imponía su alcalde mayor. Y agregaba Vélez Cherino: “E luego yo, el dicho escribano, leí este auto de respuesta al dicho señor alcalde mayor e a ello fueron testigos Juan de Velasco, e Antonio Carrillo, e Melchor Pérez e Pedro de Almodóvar”.576 El alcalde mayor contestó que “daba e dio licencia a mí el dicho Luis Vélez Cherino para 576 Se trata de Pedro de Almodóvar o López de Almodóvar El Mozo, hijo de Diego de Almodóvar y Catalina López: infra, III, regº 399. 241 José Miguel Romero de Solís que vaya a comer a mi posada y a cenar y dormir contando que el otro resto del día me venga a la prisión e no salga de la prisión” impuesta “si no fuere a lo susodicho hasta tanto que por Su Merced sea mandado otra cosa so pena de otros cien persos de oro común aplicados según está dicho”. Al día siguiente de estos autos, el 1° de agosto, el alcalde mayor tomó juramento al escribano Vélez Cherino “para que diga e declare las preguntas que por Su Merced me fueren fechas por lo tocante a tener el proceso de cuentas de los menores hijos de Francisco Preciado y de Juan Núñez su tutor e curador”. Preguntado sobre el particular, el escribano se remite a los autos y asegura que el proceso de cuentas lo tiene en su poder Pero López de Herrera negándose a entregarlo. Luis Vélez Cherino, quien seguía preso, presentó luego el siguiente requerimiento: “Los que presente están serán testigos [de] como pido e requiero al ilustre señor contador don Martín de Montúfar de Lagunas, alcalde mayor desta Villa de Colima e su Provincia por Su Majestad, e le hago saber e bien sabe Su Merced cómo desde ayer a las once horas de medio día me tiene preso diciendo que dé el proceso e autos de las cuentas que se han tomado a Juan Núñez de Alvarado”. Agrega el escribano que tiene pedido el dicho proceso pero que el alcalde ordinario López de Herrera no se lo ha querido entregar, por tanto también ha pedido al propio alcalde mayor “que lo saque de poder” de Pero López de Herrera, ya que tiene jurisdicción para ello. Sin embargo, el alcalde mayor se lo ha tornado a mandar, manteniéndole en la prisión en que se halla, aumentando incluso la multa. Dice Luis Vélez Cherino que se ve obligado a apelar de estos mandamientos y penas; más, “que cobraré de la persona y bienes de Su Merced las costas e gastos que se me siguieren”. Además, pide “que Su Merced me mande soltar libremente de la carcelería en que estoy tan injustamente, pues el alcalde ordinario es justicia en esta Villa para me poder quitar el proceso y Su Merced es supremo para lo mandar dar”.577 El escribano Luis Vélez Cherino leyó y notificó este requerimiento al alcalde mayor en su persona, siendo testigos Diego de Mendoza, Bartolomé de Lences y Tomás de Almodóvar. Anota luego el escribano: “E así mismo hice presentación de la declaración de Pero López de Herrera”. “En postrero de julio [...], a hora de las once de medio día poco más o menos, declaró el muy magnífico señor Pero López de Herrera, alcalde ordinario desta Villa, que un proceso de pleito y cuentas que Su Merced le tomó a Juan Núñez de Alvarado, tutor e curador de las personas y bienes de los menores hijos de Francisco Preciado, difunto”; agrega que “desde ayer” se dio mandamiento a Vélez Cherino para que lo diese al alcalde mayor, pero que “tenía y tiene Su Merced el proceso”, y no el dicho escribano, y que él está haciendo las cuentas, “y que en acabando” de hacerlas, “lo dará”. Caja A–6, exp. 9, ff. 21-28. 212. 1573. Agosto, 1º. Causa que sigue el alcalde mayor Martín de Montúfar a Juan Núñez de Alvarado por haber éste apelado de las cuentas de su tutela tomadas por la Justicia ordinaria, y designación de Juan Preciado como nuevo curador y tutor de los menores de Francisco Preciado. En largo alegato que presenta, Juan Núñez dice que Jerónimo Flores, al tiempo que fue alcalde mayor de Colima, señaló por salario para ir a Zacatecas a cobrar el censo a Juan de San Pedro el 15 por ciento, dándole licencia a él, como curador, para ir en persona a hacer esta cobranza. Al momento de hacer el pleito en las Minas de los Zacatecas, “fue declarado que unos asientos viejos se vendiesen, que no valían la mitad de lo corrido, y las personas que tenían los dichos asientos me salieron a la paga ansí de principal 577 La respuesta del alcalde mayor a este requerimiento: infra, regº 212. 242 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI como de lo corrido, con que esperase dos años y diese fianzas”. Dice luego: “yo dí las dichas fianzas y debajo dellas yo alcé en ganado y la mayor cantidad está por cobrar, el cual dicho censo y corrido estoy presto de cobrar y dar y entregar a los dichos menores, cada y cuando los dichos mis fiadores e yo fuéremos dados por libres”. A todo lo cual, parece, que por su mandamiento, el alcalde ordinario dispuso que diese mil pesos de los del principal más lo correspondiente a los réditos, y por ello “me tiene preso”. “Otrosí digo que el dicho Pero López de Herrera me agravió en que habiendo ya dado su mandamiento un alcalde ordinario que me mandaba que de cualesquier bienes que Francisco Preciado menor tuviese, le diese ciento y cuarenta pesos y Cristóbal de Solórzano tenía una escritura de censo de ciento y cuarenta pesos, los cuales para dar al dicho menor se cobraron y yo se los dí, y el dicho menor dio a las espaldas del dicho mandamiento mi carta de pago”. Martín de Montúfar dispuso, entonces, le fuera notificado a Juan Núñez lo siguiente: “porque no se gaste tiempo en balde en ver el cargo y descargo de las dichas cuentas, sino solamente ver los agravios que aquí expresa por esta su petición, que lo diga e declare para que así se haga como lo pidiere”. Núñez de Alvarado “dijo que ante todas cosas Su Merced vea lo que el alcalde Pero López de Herrera hizo después de la apelación, y visto, provea en ello lo que sea justicia y en lo de los agravios que pide solo de lo que se agravia, pide se vea para ser desagraviado y que todo lo demás del cargo y descargo está bueno y bien fecho, y por tal lo aprueba”. El alcalde mayor dijo: “pues que no hay que ver cuentas que lo que pide acerca de los agravios, Su Merced lo verá e proveerá justicia”. El alcalde mayor ordenó a continuación que Núñez de Alvarado trajera a su presencia a Francisco y Cristóbal Preciado y a Catalina de Arévalo, sus menores, “para que ante Su Merced pidan lo que por Su Merced les fuere dicho o aquello que a ellos estuviere bien e les pareciere”. El domingo 2 de agosto dio respuesta Martín de Montúfar a la apelación presentada por el escribano Vélez Cherino. El alcalde mayor dijo: “si quisiere testimonio para se presentar ante los señores Presidente e Oidores, que mando que se le dé con todo lo actuado acerca de las penas que le puse e no haber dado el proceso e todo lo actuado después acá sea fecho acerca dello”.578 El 4 de agosto, los menores hijos de Francisco Preciado presentaron ante el alcalde mayor un escrito donde, entre otras cosas, se decía que el alcalde ordinario López de Herrera había notificado a Juan Preciado “nuestro hermano mayor” y a Juan Núñez de Alvarado “marido de nuestra hermana”,579 que debían dar fianzas “en cantidad de veinte mil pesos”. Luego mandó notificar a Juan Núñez que esto debía suceder “dentro de tercer día”; “y sin haber pasado el dicho término y no haberse notificado a Juan Preciado, nuestro hermano mayor, el dicho alcalde Pero López de Herrera nombró procurador de los dichos menores a Bernaldino Cola, persona enferma y ocupado en sus haciendas y granjerías, siendo necesario como lo es que sea persona que le duela el que ha de ser nuestro curador y por nos nombrado”. Piden al alcalde mayor que “nos dé por nuestro curador” a Cristóbal de Solórzano. Por un auto del alcalde Pero López de Herrera, fechado el postrero día del mes de julio, se declara que “es necesario que haya persona que en nombre de los dichos menores e por ellos siga la causa contra el dicho Juan Núñez y sus fiadores, y le haga pagar el alcance en que ha sido alcanzado el dicho Juan Núñez, y por esta razón no se le puede tornar a encargar de la dicha guarda de los bienes de los dichos menores ni al dicho Juan Preciado por ser fiador del dicho Juan Núñez. Por tanto, que mandaba e mandó a Bernaldino Cola, vecino de la Villa, que estaba presente que se encargue de ser curador de las personas y bienes de Francisco Preciado e Cristóbal Preciado e Catalina de Arévalo, mayores 578 Sobre los antecedentes de esta apelación: supra, regº 211. 579 Casado con Isabel de Arévalo: infra, regº 222. 243 José Miguel Romero de Solís de diez e seis y de veinte años e menores de veinte e cinco años”. Bernaldino Cola dio por su fiador a Cristóbal de Silva. Fueron testigos de ello Juan Muñoz, Alonso Lorenzo y Pero López de Herrera El Mozo, vecinos de Colima. Martín de Montúfar, visto lo cual, dictó su mandamiento en el que resumía los hechos siguientes: el alcalde López de Herrera, por auto de 29 de julio, después de haber tomado las cuentas de la tutela a Juan Núñez, había mandado notificar a éste y a Juan Preciado “que dentro de tercero día diesen fianzas llanas e abonadas en cuantía de veinte mil pesos para le tornar a encargar al dicho Juan Núñez de la dicha curaduría”, y de no darlas, “las diese el dicho Juan Preciado para le encargar de la dicha tutela como a deudos más cercanos de los dichos hijos y herederos de Francisco Preciado”. Sin embargo, el día 31 de julio, Pero López de Herrera había encargado la curaduría de dichos menores a Bernaldino Cola, “antes de pasar los tres días del dicho término que le dio el dicho alcalde”, por cuanto no se había hecho la notificación del auto del 29 de julio “en el dicho día”. Por consiguiente y teniendo en cuenta estos antecedentes, el alcalde mayor dijo que “mandaba e mandó que se le notifique agora de nuevo a los dichos Juan Núñez e Juan Preciado el auto proveído por el dicho Pero López de Herrera, alcalde ordinario, según e como en él se contiene para que lo guarden e cumplan según e como en el dicho auto se contiene”. El escribano Vélez Cherinohizo las notificaciones correspondientes a Juan Núñez y Juan Preciado, en sus personas, el 10 de agosto, siendo testigos en el primer caso Juan Gómez y Alonso Lorenzo, y Pero Ruiz de Vilches y Juan de Salinas, en el segundo, vecinos todos ellos de la Villa de Colima. Tanto Juan Núñez como Juan Preciado, por sendos escritos, fechados el 11 y el 14 de agosto respectivamente, manifestaron estar prestos y aparejados de dar las fianzas para poder hacerse cargo de la dicha tutela. El alcalde mayor respondió a Juan Núñez que proveería justicia y a Preciado que “traiga ante Su Merced las fianzas”. Así lo hizo Juan Preciado el 17 de agosto, poniendo por sus fiadores a Cristóbal de Solórzano, Alonso de Miguel y Juan Núñez, y ese mismo dio el alcalde mayor le encargó de la tutela y curaduría de las personas y bienes de sus hermanos, siendo testigos Diego de Mendoza, Juan Fernández Ladrillero y Juan Muñoz, vecinos y estante en esta Villa de Colima. El escribano Vélez Cherino, el 25 de agosto, notificó todo ello a Cristóbal de Solórzano “curador ad litem de los dichos menores en su persona”, y fueron de lo cual testigos Cristóbal de Silva y Bernardino Cola, vecinos de Colima.580 Caja A–6, exp. 9, ff. 29-40. 213. 1573. Agosto, 18. El alcalde mayor manda a Pero López de Herrera, alcalde ordinario, que haga entrega de escrituras y recaudos de los menores hijos y herederos de Francisco Preciado. Juan Preciado pidió como tutor y curador de sus hermanos menores ante el alcalde mayor Martín de Montúfar que mandara al alcalde ordinario Pero López de Herrera hacer entrega de todas las escrituras que tuviera en su poder de sus hermanos, ya que las había recogido cuando le tomó cuentas a Juan Núñez de Alvarado, tutor que había sido anteriormente de los dichos, porque él las ocupaba para mejor administrar los bienes de sus hermanos. Así lo mandó el alcalde mayor. López de Herrera fue notificado de ello en su persona, siendo testigo Antonio Carrillo de Guzmán. El 19 de agosto, respondió el alcalde ordinario diciendo que en lo mandado por el alcalde mayor, “recibía e recibe notorio agravio”. Las razones eran las siguientes: él había entendido en la causa y había encomendado la curaduría a Bernaldino Cola por los motivos ya conocidos. 580 Los menores habían pedido que Solórzano fuera designado como su curador y tutor, sin embargo, no aparece el auto de este nombramiento: infra, regº 214. 244 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI Si Su Merced proveía otra cosa, debía ante todo remitirle de nuevo el asunto, y que estaba presto a designar por tutor y curador a quien le mandase el alcalde mayor, pero que éste era el procedimiento. De otro modo, y tal como lo había llevado a cabo Martín de Montúfar, él se sentía libre de toda responsabilidad y si algún daño, pérdida o menoscabo padecían los bienes de los dichos menores, “sea culpa e cargo del dicho señor alcalde mayor” y no suya. El alcalde mayor dispuso que “hoy en todo el día” López de Herrera cumpla lo que se le ha mandado, y caso contrario, proveerá en su contra. Cuando se le notificó a López de Herrera este auto delante de Diego Morán y Diego Mendoza, contestó que lo oía y que respondería más tarde. Preciado volvió a insistir en su petición. El alcalde mayor citó a Juan Núñez para que declarara si en verdad había entregado todas las escrituras de los dichos menores al alcalde López de Herrera. Bajo juramento, declaró que “las dio y entregó a Pero López de Herrera, alcalde ordinario, el cual las recibió y metió en una escribanía de asiento que tenía”. Montúfar ordenó que tan pronto recibiera la notificación de su mandamiento, el alcalde ordinario exhibiera escrituras y recaudos de los dichos menores “so pena de cincuenta pesos”, mitad para la Cámara Real y mitad para la obra de la cárcel, y de no cumplirlo, “que esté preso en las casas de Hernando de Gamboa, las cuales tenga por cárcel e no las quebrante so pena de otros cincuenta pesos más aplicados según está dicho”. El 21 de agosto fue notificado de este auto el alcalde López de Herrera, quien contestó al escribano “que se le dé el proceso de las cuentas e los autos que sobre ello han pasado, para lo ver e responder a lo mandado por el dicho señor alcalde mayor, y en el inter que no se le diese, protesta que no la pare perjuicio la dicha pena y prisión”. El alcalde mayor, conocida esta respuesta, ordenó que se le diera a López de Herrera “el proceso original de las dichas cuentas por mañana en todo el día para que lo vea e responda a lo que le es mandado”. El 25 de agosto, respondió López de Herrera alegando sus razones de porqué el alcalde mayor debía anular el mandamiento dado. Primero, porque había sido dado “a pedimiento de no parte y contra juez que tiene conocimiento” en la causa; segundo, porque previamente él había encomendado la curaduría a Bernaldino Cola, persona abonada y que había dado fianzas bastantes; que si bien el alcalde mayor era “juez supremo”, ante todo debía oír las partes y a él no lo había oído, a pesar de haber apelado de sus mandamientos anteriores; que antes de encomendar a otro la tutela, debiera haberle dicho a él, como juez competente en la causa, que procediera, etcétera. Preciado protestó diciendo que López de Herrera daba tales razones por malicia para no devolver los recaudos de los menores, y en ello estos padecían menoscabo. Pedía al alcalde mayor que condenara a su alcalde ordinario. Montúfar ordenó a López de Herrera, “que no embargante la apelación que tiene fecha en este caso y lo demás que dice e alega por su escrito, que dentro de hoy en todo el día cumpla lo que por Su Merced le está mandado acerca de dar y entregar las escrituras y recaudos que tiene en sí de los hijos y herederos de Francisco Preciado”, debajo de las penas y prisión de las que está apercibido. López de Herrera, al ser notificado de este auto, volvió a apelar de este nuevo mandamiento, siendo testigos Juan de Salinas, Cristóbal de Silva y Melchor Pérez. El alcalde mayor, por su parte, se ratificó mandando a López de Herrera que tuviera por cárcel las casas de Hernando de Gamboa. Contestó López de Herrera diciendo: “Su Merced no ha sido ni es juez para le encarcelar por estar de este negocio apelado de Su Merced y que durante la apelación no puede Su Merced innovar y que por ser obediente a la Real Justicia y por evitar escándalos y con protestación que por irse a la cárcel”, decidía “se iba desde luego a la dicha carcelería que Su Merced le mandaba tener”. Testigos de su respuesta: el bachiller Grijalba y Pedro Caballero. Caja A–6, exp. 9, ff. 41-47. 245 José Miguel Romero de Solís 214. 1573. Agosto, 27. Cristóbal de Solórzano, curador ad litem de los menores hijos de Francisco Preciado, pide dineros para seguir la causa. Ante el alcalde mayor Martín de Montúfar, “Cristóbal de Solórzano, curador de los menores de Francisco Preciado, digo que por mandado de V.m. me fue notificado581 el martes que se contaron veinte y siete días del mes de agosto que respondiese a cierto proceso tocante a los dichos mis menores; a la primera audiencia dije que yo pedí al escribano el proceso para alegar la justicia de los dichos mis menores, el cual me respondió no me lo podía dar si no solamente traslado de la sustancia de él, y que para esto era menester ante todas cosas pagalle sus derechos para que se me pudiese dar. Por tanto a V.m. pido mande al tutor de los dichos menores que de sus bienes se me den cincuenta pesos para seguir esta causa, que yo daré cuenta y razón en lo que se hubieren gastado, y pido justicia. Otrosí pido a V.m. que en el inter que no se me dieren dineros para seguir la causa, pido no pare perjuicios a mis menores”. El alcalde mayor ordenó que le dieran 24 pesos de oro común, los cuales le dé Juan Núñez de Alvarado “del alcance que le fue fecho y el dicho Cristóbal de Solórzano tenga cuenta y razón”; además dispuso, que si Núñez no los quería pagar, “sea a su cargo e culpa el daño que viniere a los dichos menores”. Caja A–6, exp. 9, f. 48. 215. 1573. Septiembre, 9. Juan Preciado acusa a Pero López de Herrera, de haber abandonado la cárcel. Gamboa582 ya que no ha querido hacer entrega de las escrituras y recaudos de los dichos menores que tiene en su poder, “está suelto y ha incurrido en pena y penas”. Pide “sea condenado en ellas y mandándole de nuevo encarcelar en prisiones de en hora en hora acrecentándole pena y prisiones”, hasta tanto dé y entregue las dichas escrituras y papeles. El alcalde mayor dio su mandamiento: “que luego dé y exhiba las escrituras e papeles” como se le ha ordenado “o se vuelve a la carcelería en que por mandado del dicho señor alcalde mayor le tenía puesta con la pena que le está puesta y que se traiga el proceso de la causa para ver la pena en que ha incurrido para proveer en ello justicia”. Respondió el alcalde ordinario López de Herrera que ya ha dio respuestas a estos mandamientos del alcalde mayor y los tiene apelados; que estaba por otra parte “presto de se volver a la carcelería que le está mandada tener e que hasta agora él ha tenido esta Villa por cárcel por avelle mandado tener por cárcel el dicho señor alcalde mayor, e que agora se volverá a la dicha carcelería”.583 Caja A–6, exp. 9, f. 49. 216. 1573. Septiembre, 16. Pero López de Herrera manda a Bernaldino Cola, tutor nombrado de los menores hijos de Francisco Preciado, hacer la cobranza de sus bienes. El alcalde ordinario Pero López de Herrera y ante el escribano Luis Vélez Cherino encarga a Bernaldino Cola, a quien había designado tutor y curador de los menores hijos de Francisco Preciado, hacer la cobranza de los bienes siguientes: Juan Preciado, tutor y curador de sus hermanos, protesta ante el alcalde mayor Martín de Montúfar porque Pero López de Herrera, condenado a tener por prisión las casas de Hernando de Cargos 582 Supra regº 213. Según lo dispuesto por Montúfar, López de Herrera debía tener por cárcel la casa de Hernando de Gamboa, y no la Villa de Colima como aquí asegura. 583 581 Otra notificación: supra, al final del regº 212. 246 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI “Primeramente se le hace cargo de una escritura de censo contra Alonso de Angulo de contra de trezientos pesos de oro común, que pasó ante Diego Veedor, escribano nombrado”, fechada el 15 de septiembre de 1558, “y corre la cobranza de este censo” desde el 16 de mayo de este presente año de 1573. También le hace cargo de otra escritura de censo contra Juan de Arévalo, por 90 pesos de oro común, que pasó ante el mismo escribano el 6 de diciembre de 1561, y corre desde el 6 de julio de 1573. Otra escritura de censo por 1,075 pesos contra Pedro de Arévalo, Hernando de Gamboa y Diego Morán, que pasó ante Diego Veedor el 3 de marzo de 1558, que corre desde el 3 de marzo de este año de 1573. Otra escritura de censo contra Pedro de Arévalo por 255 pesos de oro común de principal, que pasó ante Diego Veedor, el 7 de enero de 1561. Corre desde el 3 de enero de 1573. Otro censo contra Diego López de Ayala y Juana Fernández, su mujer, y Alonso Miguel como su fiador que pasó ante Diego Veedor el 13 de enero de 1561 por cuantía de 250 pesos; corre desde el 1° de enero de este año de 1573. Otro censo por 774 pesos de oro común contra Diego de Velasco y Juana de Medina, su mujer, que pasó ante Diego Veedor el 16 de abril de 1561; corre la cobranza desde el 24 de febrero de 1573. Otro censo por cuantía de 130 pesos de oro común contra Diego de Mendoza y doña Beatriz López, su mujer, que pasó ante Diego Veedor, el 10 de abril de 1564; corre desde el 10 de abril de 1573. Otra escritura de censo contra Melchor Pérez y Ana Martel, su mujer, de cuantía de 445 pesos de oro común de principal, que pasó ante Diego Veedor el 16 de febrero de 1562, y corre su cobranza desde el 6 de abril de 1573. Otro censo contra Juan de Arévalo y Juana de Angulo,584 su 584 Hija mayor de Alonso de Angulo e Inés de Soto. Su madre, por testamento, la mejoró en tercio y quinto de todos los bienes muebles y raíces, para ayuda de su casamiento, y “por el amor que tenemos entendido que los dichos sus padres le tenían e por los servicios que les hacía en su vida”: supra, regº 72. Fue casada como aquí se dice con el mestizo Juan de Arévalo y tuvo en este matrimonio mujer, por 268 pesos de principal, que pasó ante Juan de Segovia, escribano de Su Majestad, el 16 de mayo de 1565; corre desde el 15 de mayo de 1573. Contra Diego de Mendoza y doña Beatriz López, su mujer, hay otra escritura de censo por cuantía de 330 pesos de oro común de principal, que pasó ante Diego Veedor el 17 de septiembre de 1563; corre desde el 7 de septiembre de este año de 1573. Otra escritura de censo contra Melchor Pérez y Ana Martel, su mujer, por 110 pesos de oro común de principal, que pasó ante Diego Veedor, el 29 de abril de 1564; corre su cobranza desde el 10 de abril de 1573. Una cédula contra Lope Fernández, portugués, de 30 pesos de oro común, fechada el 5 de diciembre de 1556. Una obligación contra el mismo Lope Fernández, portugués, de 463 pesos y un tomín, cuya escritura pasó ante Diego de Isla, escribano de Su Majestad, y está fechada el 20 de diciembre de 1557. Otro conocimiento contra Juan Redondo, de 8 pesos, fechado el 4 de febrero de 1555. “Otro conocimiento contra Garci Garcés de Mansilla que dice que los debe Martín Ximénez”, por 70 pesos, y tiene fecha de 28 de mayo de 1556. “Iten se le hace cargo de otro conocimiento contra Martín Páez, que de resto de él paresce que debe” 39 pesos de oro común, “para que los cobre con ciertas cartas de pago al pie del dicho conocimiento de Francisco Preciado, difunto”, y otro conocimiento del mismo Martín Páez fecho a Juan Preciado, hijo del dicho Francisco Preciado, que todo parece ser una cosa”. Además se le hace cargo de 100 pesos de oro de minas “que son de tipuzque ciento y sesenta e cinco pesos e tres tomines y seis granos,585 que declaró Juan Núñez de Alvarado que debía Diego de Mendoza, de resto de un esclavo negro que le vendió el dicho Francisco Preciado”, y que, según el mismo “dijo haber pleito pendiente ante la justicia desta Villa, para que busque el dicho proceso” y los cobre. dos hijas: Leonor y María. Al enviudar, casó con Juan Bautista de Quirós: infra, II, regº 341; III, regº 666; IV, regº 878; Sevilla del Río (1974), 119. 585 Resulta interesante la equivalencia que se da. 247 José Miguel Romero de Solís De todas estas escrituras y papeles, fue entregando el alcalde ordinario Pero López de Herrera a Bernaldino Cola los correspondientes originales. Se le hace cargo también de 2,238 pesos y 2 tomines de oro común para que los cobre de Juan Núñez por habérsele hecho alcance de ellos en las cuentas que le tomaron de los bienes de los dichos menores y que debe cobrar del modo siguiente: Primeramente, ha de cobrar 497 pesos y 4 tomines que Núñez debe pagar con los réditos que corrieren de a fin de junio deste dicho año de 1573 hasta que los pague o eche a censo por haber cuatro años y más que se hizo cargo de haberlos cobrado y no los echó a censo según estaba obligado y le fue mandado por Luis de Grijalba, teniente. Al siguiente día, 17 de septiembre, el alcalde López de Herrera prosiguió haciendo entrega de escrituras y conocimientos al curador Bernaldino Cola. “Iten ha de cobrar del dicho Juan Núñez, mil pesos que cobró de principal de un censo que pagaba Juan de San Pedro a los dichos menores, con más lo que corriere de censos dellos por no haber dado cuenta destos mil pesos y ha de cobrar el censo desde el día que se feneció la cuenta que se le tomó”, y que fue el 30 de julio de 1573. También cobrará del mismo Núñez 140 pesos por que los pagaba Cristóbal de Solórzano a los dichos menores y los redimió, y no dio cuenta de ellos ni los echó a censo como estaba obligado y así debe pagar el censo que haya corrido hasta que los dé y pague. Cobrará Bernaldino Cola a Núñez también 515 pesos porque no entregó una escritura de censo de que le fue hecho cargo, contra Pedro de Granada con más el censo que corriere desde el día que se le tomó la cuenta hasta que lo pague. Cobrará también lo que debe pagar Núñez “para cumplimiento al dicho alcance que le fue hecho” 85 pesos y 6 tomines. “Por manera que suman e montan las dichas partidas que son cinco, dos mil e doscientos e treinta e ocho pesos e dos tomines que el dicho Bernaldino Cola ha de cobrar del dicho Juan Núñez como por ellas se le manda”. “Iten se le hace cargo que cobre el dicho Bernardino Cola del dicho Juan Núñez ciertos recaudos que declaró cuando le tomaron las cuentas, que tenía en su poder y por donde consta que Juan de Segovia dio poder a Gonzalo Hernández, mulato, para que tomase de la Estancia de Miaguatlan586 cuarenta reses vacunas, y otro recaudo que tiene del dicho Gonzalo Hernández por donde tomó otra cierta cantidad de reses de la dicha estancia por mandado de Pedro de Granada, por las cuales el dicho Gonzalo Hernández le dio un caballo al dicho Pedro de Granada”. Le dice que debe cobrar las dichas reses “de las personas que las deban pagar por ser la dicha estancia de los dichos menores”. Cobrará igualmente “las cinco vigas y azuela gurviada” [sic]587 que declaró doña Beatriz López que debía a los dichos menores, para que se cobre de sus herederos. “Iten se le hace cargo de una escritura de compañía que hicieron Francisco Preciado, defunto, padre de los dichos sus menores, y Lope Fernández, portugués, sobre cierto descubrimiento de minas para que cobre el interés que le pertenesciere por la dicha escritura de compañía de las dichas minas a los dichos menores, la cual escritura pasó en México a veinte e seis de abril de mil e quinientos e cincuenta e seis años [1556], ante Hernando de Cazalla, escribano de Su Majestad”.588 “Por manera que suma e monta todo lo que se le hace cargo que ha de cobrar el dicho Bernardino Cola y lo que valen las escrituras y recaudos que se le entregan” 7,040 pesos y 5 tomines”. 586 Acerca de Miaguatlan: supra, regº 176. La azuela es una herramienta de carpintería compuesta de una plancha de hierro cortante, con mango corto de madera. La expresión “gurbiada” que registra también Boyd– Bowman (1971), 105 y 443, a propósito de la azuela, alude a la curvatura —gurbio o gurbia— de la misma. 588 Sobre este “cierto descubrimiento de minas” y la compañía para su explotación suscrita entre Francisco Preciado y el portugués Lope Fernández, no hemos hallado otras pistas. De todas maneras es de interés señalar cómo Preciado dejó de explotar en su momento los placeres de oro de su suegro Diego Garrido, para dedicar las tierras aledañas a Apatlan al beneficio del cacao: supra, regº 39. 587 248 Archivo de la Villa de Colima de la Nueva España. Siglo XVI Bernardino Cola, el 18 de septiembre, presentó una petición ante el alcalde mayor Martín de Montúfar para cobrar de Juan Núñez los 2,238 pesos y 2 tomines de oro común del alcance que le hiciera el alcalde ordinario cuando le tomó cuentas de su tutela; pide también que Núñez “me dé y entregue las cédulas y poderes y otros cualesquier recaudos que declara tener en su poder contra Juan de Segovia y Pedro de Granada y Gonzalo Hernández, mulato” de las reses que retiró; además que declare o dé recaudo “por donde se cobren cien pesos de minas” que parece deber Diego de Mendoza de resto de un esclavo negro, y por último que diga lo de las vigas y azuela que deben los herederos de Beatriz López. Caja A–6, exp. 9, ff. 50-54. 217. 1573. Septiembre, 23. Juan Preciado reclama de Pero López de Herrera, alcalde ordinario, y de Bernaldino Cola, que le entreguen escrituras y recaudos de sus hermanos, de quienes es tutor y curador. Ante el teniente de alcalde mayor, Juan Preciado como tutor y curador de las personas y bienes de sus hermanos, hijos de Francisco Preciado, recuerda que tiene hecha una petición para que la justicia mande al alcalde ordinario López de Herrera le haga entrega de las escrituras y recaudos que tiene en su poder, después que le tomó cuentas al anterior tutor y curador Juan Núñez de Alvarado. Dice Preciado que pide dichos recaudos porque como tutor y curador “administre y beneficie sus bienes”, y como tal ya le fue así mandado a López de Herrera por el alcalde mayor “so cierta pena y prisión”, sin que hasta la fecha haya obedecido el susodicho tal mandamiento, “antes en menosprecio de lo por Su Merced proveído y mandado, ha dado y entregado a Bernaldino Cola, vecino desta Villa, las dichas escrituras”, y el propio Cola “usa de tutor de los dichos mis menores”, lo cual no de debe seguir ni tampoco “se me puede quitar la administración”, cuando es el pariente más cer- cano de los menores y haber dado fianzas bastantes. Pide que Bernaldino Cola bajo cierta pena luego exhiba las dichas escrituras que López de Herrera le entregó. El teniente de alcalde mayor589 ordenó que Bernaldino Cola “so pena de veinte pesos de oro común” de inmediato hiciera entrega de los recaudos mencionados. Así se lo notificó Pero Ruiz, escribano nombrado, siendo testigo Francisco de Burgos, Andrés Martel y Alonso del Río, vecinos y estante en esta Villa. Bernaldino Cola contestó al auto de la justicia mayor, diciendo que él había sido nombrado tutor y curador de las personas y bienes de dichos menores por la justicia ordinaria. Da también como razón que uno de estos menores, Cristóbal Preciado, “habrá cinco o seis días poco más o menos, que estando en las Casas del Cabildo desta Villa” expresó “que no les convenía fuese el dicho Juan Preciado tutor de él y de los dichos sus hermanos”. A pesar de los motivos expresados, se le ordenó nuevamente que presentara todas las escrituras y recaudos de los menores. Cola respondió que “Su Merced no es juez desta causa”, pero de todos modos estaba presto de exhibir las escrituras que se le mandaba entregar, “dándole recaudo bastante para su descargo”. Así lo declaró en presencia de Pero López de Herrera. El 12 de octubre siguiente, Bernardino Cola en cumplimiento de lo que se le había mandado dio y entregó al alcalde mayor las escritu