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PRIMER INFORME
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Cremería
Menores agresores
Primer informe
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1) La legislación juvenil
La legislación juvenil italiana no prevé medidas legales ni tratamientos especiales para delitos
cometidos por menores de edad contra sus padres. La reglamentación se aplica según los casos, ya
sea contra los padres o en otros campos, a menudo de acuerdo con los servicios sociales que han
tomado a cargo al menor.
Parece útil proponer una breve síntesis de la reglamentación en general.
En Italia, el proceso de diferenciación de la reglamentación sobre la libertad personal entre adultos
y menores, maduró en 10 años, ha comenzado a fines de los años 70.
Anteriormente, el sistema juvenil era muy estricto con los castigos y repartía a los menores a través
institutos y prisiones. Al fin de los años 60, la ideología de re-educación fue duramente criticada;
denunció que el sistema había sido siempre punitivo, refiriéndose a los menores en instituciones
separadas de la comunidad.
Se pone en evidencia que, bajo la apariencia de un objetivo re-educativo, había una estigmatización
contra los jóvenes, a menudo de bajo nivel social. En este contexto cultural de críticas a la manera
en la cual se había tratado la cuestión juvenil por un lado y la renovación de la sensibilidad hacia los
problemas sociales por el otro, ha tenido lugar el D.P.R. del 24 de julio de 1977, n616, que
transfiere del Estado a las Regiones y a las instituciones locales las funciones de intervención con
menores sujetos a medidas judiciales, en el campo administrativo y civil.
La descentralización expresa, entre otros, la reanudación de la posesión de la comunidad de sus
problemas, es decir de su gestión. Se piensa en general que el grupo social de pertenencia y sus
modos de vida ejercen una fuerte influencia sobre el proceso de adaptación social y sobre la readaptación del menor, tanto como sobre el carácter y los disturbios de comportamiento de la
persona.
Tenemos la primera intervención de la legislación que separa de una manera substancial la
disciplina de la libertad personal entre el derecho ordinario y el derecho juvenil con las leyes n.397
y 398 de 1984. Estas dos leyes afirmaban el carácter no obligatorio del fallo y la preferencia, a la
detención domiciliaria en lugar de la cárcel.
La elección de la tarea de prevención del Estado en lugar de la represión nace de la toma de
consciencia de las causas que son la base de la delincuencia juvenil y de la diferencia entre
menores y adultos. Esta elección deriva de la observación empírica de la realidad: es necesario
actuar de una manera preventiva y el estado debe reemplazar la familia cuando no sea adecuada
para el seguimiento y educación de los menores.
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Una aportación importante a la evolución de la justicia penal juvenil fue hecha por la Corte
Constitucional. La característica fundamental de las intervenciones de la Corte es la concepción del
sistema penal juvenil como profundamente diferente del de los adultos a causa de su finalidad
principal: la re-inserción del menor en la sociedad. Con este propósito un ulterior principio
enunciado por la Corte Constitucional es la utilización de la detención como última posibilidad,
reemplazándolo, si es posible, con el perdón judicial, sanciones substitutivas, posibilidad de gozar
de la suspensión del proceso, exclusión del recurso a la negociación de la pena.
Seguidamente se hace una lista de instrumentos que la legislación prevé para afrontar los casos
donde los menores cometen un delito.
2) Las medidas conservadoras
Este tema se presenta muy complejo y muy delicado porque en el proceso juvenil es necesario
considerar la particularidad del sujeto, caracterizado por una debilidad de carácter típica de la edad
evolutiva, pero también por la exigencia de no provocar suspensiones perjudiciales en los procesos
de evolución y de formación de la personalidad. De hecho, el proceso penal en sí mismo representa
un fuerte traumatismo para el menor y es entonces evidente que la aplicación de las medidas
conservadoras influyen en la personalidad del menor, en su percepción de la sociedad, el estado del
sistema judicial, y en sus relaciones con los adultos.
En este contexto, el papel del juez de menores tiene una gran importancia, pues debe hacer
elecciones que deriven, por una parte del equilibro de las exigencias de protección de la
colectividad y del material probatorio, y por otra parte del derecho del menor a un desarrollo
equilibrado, que le conduzca a sobrepasar las causas que le han empujado a cometer el delito,
incluso en el momento de limitación de la libertad personal.
La protección de los procesos evolutivos no esta confiada solamente al juez de menores y a su
sensibilidad personal: los servicios sociales tienen un papel de gran importancia, en acuerdo con los
instituciones locales y, si es posible, con los padres y la familia del menor.
Los tiempos (normalmente bastante largos) de la puesta en práctica de la jurisdicción penal corre el
riesgo de comprometer la posibilidad de alcanzar los objetivos relacionados con las medidas
jurisdiccionales finales.
Para evitar este riesgo, el Código de Procedimiento Penal toma medidas conservadoras tanto
personales como reales. Las primeras tienen como objetivo imponer la limitación a la libertad
personal establecida en el artículo 13 de la Constitución Italiana; los otros tienen como objetivo
imponer limitaciones a la libertad patrimonial.
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Las medidas conservadoras se pueden definir como disposiciones adoptadas por la Autoridad
Judicial, tanto en las investigaciones preliminares como en las fases siguientes del proceso. Deben
estar siempre conectadas a la existencia de graves indicios de delito y deben también responder a
tres exigencias muy precisas establecidas por la ley.
La primera está ligada a exigencias de investigación relativas al peligro de adquisición de las
pruebas y a la protección de su autenticidad; la segunda esta ligada a la huida o a un concreto riesgo
de huida del imputado, y la última está ligada a las exigencias de protección de la colectividad.
El sistema procesal juvenil del D.P.R n.448/1988 prevé que en la aplicación de las medidas
conservadoras, se debe equilibrar el interés de la colectividad por la reinserción del menor y las
exigencias de la defensa social, y entonces el privilegio de la primera.
Las medidas conservadoras están entonces combinadas como un medio con la finalidad de proteger
al menor de las suspensiones perjudiciales para su evolución psico-física y para dirigir sus
relaciones con su entorno de origen, dándole un apoyo apropiado, tanto en la formación de su
personalidad como en una correcta percepción del sistema jurídico y social, y en el fortalecimiento
de los valores comunes compartidos por la comunidad.
El riesgo ligado a este acercamiento, que utiliza las medidas conservadoras para la inserción del
menor en el contexto social es, de ser confuso con las medidas educativas, con la finalidad del
tratamiento de la reeducación del menor.
Sin embargo son muchos aquellos que piensan que la reinserción del menor debe seguirse con más
eficacia a través de intervenciones diferentes de aquellas que están ligadas a la aplicación de las
medidas conservadoras, como el apoyo a los servicios sociales y a la participación de la familia y
que de todas maneras las medidas conservadoras tengan un valor educativo.
Sin embargo, si analizamos las medidas conservadoras y las educativas, comprendemos que la
diferencia está dada por muchos elementos.
-
la presunción de no culpabilidad estableada por el artículo 17 de la Constitución Italiana
permite adoptar medidas de restricción a la libertad personal solamente con fines
estrictamente conservadores en los limites fijadas por la ley y nunca con finalidad educativa.
-
Si habría habido la intención de dar un valor educativo a las medidas conservadoras,
habríamos previsto plazos de duración más prolongados. De hecho el plazo de duración de
las medidas es actualmente insuficiente para la realización de un programa de re-educación
y de re-socialización completo.
-
Nuestro sistema judicial establece que las intervenciones estrictamente educativas deben ser
adoptadas en el campo de la competencia civil o administrativa del tribunal.
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Después de lo dicho, se ve claramente como a las medidas conservadoras no podemos ni debemos
atribuirles una naturaleza educativa, pues están previstas y entendidas como instrumentos para
proteger al menor, acompañándole con intervenciones de apoyo apropiadas para el desarrollo de su
personalidad en un sentido positivo, para interiorizarlo de los valores positivos compartidos por el
contexto social, y ayudarle a sobrepasar las causas que lo han empujado a cometer un delito.
Finalmente, si atribuimos un valor solamente educativo a las medidas conservadoras, volveríamos a
la antiguan concepción según que la cual el instrumento conservador penal era el medio más
apropiado para realizar una socialización forzada.
3) Las medidas de seguridad
Las medidas de seguridad son aplicables a los menores no imputables (por edad inferior a los 14
años o por incapacidad de “entender y de querer”, en otras palabras “inmadurez”), autores de delitos
y a los menores condenados.
Con la sentencia de « no hay lugar a proceder » el juez pude aplicar, bajo la solicitud del Ministerio
Público, una medida de seguridad provisionalmente; la demanda del Ministerio Público de aplicar
una mesura de seguridad, aceptada o rechazada por el juez, debe siempre ser enviada al Tribunal de
Menores.
La medida de seguridad aplicada provisionalmente, cesa su efecto 30 días después de la
pronunciación del juez sin que la diligencia penal ante el Tribunal de Menores haya comenzado.
El Tribunal de menores realiza el juicio sobre la amenaza para la sociedad y decide la sentencia,
después de haber escuchado el menor, a la persona que ejerce la autoridad parental, a los eventuales
padres de acogida, a los Servicios juveniles de justicia y las instituciones locales.
El Magistrado de Vigilancia de los menores en el lugar donde la medida debe ser aplicada cuida y
hace disposiciones sobre la ejecución de la medida de seguridad, incluso a través de contactos
directos con el menor, la persona que ejerce la autoridad parental, los eventuales padres de acogida,
y los Servicios juveniles de justicia. Este magistrado también puede revocar la medida.
Cuando se toma una medida de seguridad, el menor queda a cargo de los Servicios de Justicia
Juvenil y de las Instituciones locales, a fin de que se realicen intervenciones de apoyo y de control
para comenzar un proceso de hacer responsable al menor.
4) La libertad vigilada
La libertad vigilada se aplica a menores no imputables como autores de delitos y en las formas
previstas en los artículos 20 y 21 del D,P.R. 448/88: “Prescripciones” y “Permanencia en el hogar”.
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La autoridad de seguridad pública controla la aplicación de la libertad vigilada, cuya duración no
puede ser inferior a un año.
Está previsto que el juez pueda prescribir actividades de estudias o de trabajo u otras actividades
útiles para la educación del menor a fin de no interrumpir los procesos educativos corrientes.
5) La casa de corrección
La casa de corrección está destinada a los menores no imputables como autores de delitos y se
aplica en las formas previstas en el artículo 22 del D,P.R. 448/88: “colocación en comunidad”. Esta
previsto que el juez pueda prescribir actividades de estudios o de trabajo u otras actividades útiles
para la educación del menor a fin de no interrumpir los procesos educativos corrientes.
6) La suspensión del proceso y la puesta a prueba
El juez puede decidir la suspensión del proceso y la puesta a prueba cuando piense que debe evaluar
la personalidad del menor según el resultado de la prueba misma.
El proceso se suspende por un periodo no superior a 3 años, cuando se procede por delitos por los
que está prevista una pena de por vida o la reclusión no inferior a 12 años. En otros casos, se
suspende por un periodo no superior a 1 año.
El juez prevé, sobre la base de un proyecto elaborado por los Servicios Juveniles de Justicia y las
Instituciones locales, en las que los menores deben dar su consentimiento y que normalmente
cuentan con la colaboración de la familia del menor y del contexto social.
Con la ordenanza de suspensión el juez confía al menor a los Servicios Juveniles de Justicia para
intervenciones de observación, tratamiento y apoyo, incluso en colaboración con los Servicios de
las Instituciones Locales.
Además, el juez puede hacer prescripciones directas para reparar las consecuencias del delito y para
promover la conciliación del menor con la persona ofendida por el delito.
Después del periodo de suspensión, tenido en cuenta el comportamiento del menor y la evolución
de su personalidad, el juez puede declarar anulado el delito si piensa que la prueba ha tenido éxito.
(Art. 28 y 29 del D.P.R n :448 del 22 de septiembre 1988; artículo 27 del D.L vo n. 272 del 28 julio
1989)
7) La mediación penal
La mediación penal es un recorrido relacional entre dos o más personas para la resolución de
conflictos caracterizados por su naturaleza social, cultural, penal: en este último, el conflicto es un
crimen.
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En la mediación penal juvenil, la asimetría de los papeles (victima y culpable) es un elemento
especifico que demanda precauciones y protección para los sujetos y una diversificación de los
objetivos de la mediación, que deben ser aclarados por el mediador a los interesados, para permitir
un encuentro y una comunicación eficaz entre las partes.
Para la victima, que en el juicio penal juvenil no puede constituirse como parte civil (art. 10 del
D.P.R n.448/88), la mediación permite expresar en un contexto protegido su vivencia personal en
relación a la ofensa sufrida, salir de un papel pasivo expresando su propia identidad personal.
La mediación permite a los menores autores de delitos responsabilizarse a propósito del daño
creado y las posibilidades de reparación: el carácter confidencial del encuentro y la separación del
proceso penal favorecen la emergencia de la emotividad ligada a los acontecimientos en un contexto
relacional protegido.
El mediador juega un papel neutro, favorece la comunicación y garantiza las reglas de interacción
verbal, que al principio de la mediación son explicadas, compartidas y aceptadas por los sujetos.
El resultado del recorrido de la mediación penal es positivo o negativo y es comunicado al juez por
el mediador, sin añadir motivaciones por el carácter confidencial del encuentro. El resultado
positivo es un acuerdo o sustancial reducción del conflicto. En este caso, se prevé la posibilidad de
definir acuerdos de reparación relativos a las intervenciones directas con la víctima, comprendiendo
los daños y perjuicios, o a través de actividades de utilidad social.
Esta oportunidad permite, dejando de lado el juicio penal, una repartición de las consecuencias del
delito con un valor directo de restitución y de educación para el autor del delito.
8) Artículos del « Código Penal » relativos a menores
He aquí una lista de los artículos contenidos en el Códice Penal que reglan el tratamiento de los
menores en relación con medidas legales frente a los delitos.
Art. 97 Menor de 14 años
Aquellos que tuvieren menos de 14 años en el momento en el que el delito ha sido cometido, no son
imputables.
Art. 98 Menor de 18 años
Aquellos que tuvieren más de 14 años y menos de 18 en el momento en que el delito ha sido
cometido son imputables si tienen la capacidad de entender y de querer, pero la pena es reducida.
Cuando la pena de encarcelamiento es inferior a 5 años, o se trata de una pena pecuniaria, a la
condena no le sigue ninguna pena complementaria. Si se trata de una pena más grave la condena
implica solamente la prohibición de las funciones públicas por una duración no superior a 5 años, o,
en los casos establecidos por la ley, la suspensión del ejercicio de la autoridad parental.
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Art. 163 Suspensión condicional de la pena
En la pronunciación de una sentencia de condena a la detención o al arresto por un periodo no
superior a 2 años, o a una pena pecuniaria que, sola o unida a la peina de encarcelamiento según el
artículo 135, sea equivalente a una pena de privación de la libertad personal con una duración no
superior, a 2 años, el juez pude ordenar que la ejecución de la pena sea suspendida por un plazo de 5
años si la condena es por un delito, y de 2 años si la condena es por una contravención.
Si el delito ha sido cometido por un menor de 18 años, la suspensión puede ser ordenada cuando se
inflige una pena de limitación de la libertad personal no superior a 3 años, o una pena pecuniaria
que, sola o unida a una pena de encarcelamiento según el artículo 135, sea equivalente a una pena
de privación de la libertad personal con una duración no superior a 3 años.
Art. 169 Perdón judicial para menores de 18 años
Si por un delito cometido por un menor de 18 años, la ley establece una pena de restricción de la
libertad personal no superior a 2 años como máximo, o una pena pecuniaria no superior a 10.000
liras (equivalentes a 5.16 euros), incluso unido a esta pena, el juez puede abstenerse de pronunciar
el reenvío a juicio, cuando, teniendo en cuenta de las circunstancias del artículo 133, presume que el
culpable no cometerá otros crímenes. Si el juicio tiene lugar, el juez puede, en la sentencia,
abstenerse de pronunciar la condena por las mismas razones (…) el perdón judicial no puede ser
acordado más que una vez.
Art. 223 Acogida de menores en casa vigilada.
La acogida en una casa vigilada es una medida de seguridad especial para los menores y no puede
tener una duración inferior a 1 año.
Esta medida de seguridad debe ser, total o parcialmente, aplicada o ejecutada. Después que el
menor cumpla los 21 años, se reemplaza por la libertad vigilada, excepto si el juez decide ordenar
su ingreso en una colonia agrícola o en otra casa de trabajo.
Art. 224 Menores no imputables
Si el hecho cometido por un menor de 14 años esta previsto en la ley como delito y el menor es
peligroso, el juez, teniendo en cuenta especialmente de la gravedad del caso y de las condiciones
morales de la familia o de donde el menor haya vivido, ordena su acogimiento en una casa vigilada
o que sea sometido a libertad vigilada. Si por el delito cometido la ley establece la prisión de por
vida o non inferior a 3 años, y no se trata de un delito por imprudencia, se ordena el acogimiento en
una casa vigilada con una duración no inferior a 3 años (…)
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Art. 225 Menores imputables
Cuando el menor tiene más de 14 años y menos de 18 años, es imputable. El juez puede ordenar
que, después de la ejecución de la pena, el menor sea acogido en una casa vigilada o sea sometido a
la libertad vigilada, teniendo en cuenta las circunstancias indicadas en la primera parte del artículo
precedente.
Una de las antedichas medidas de seguridad se aplican siempre al menor condenado por delitos
durante la ejecución de una medida de seguridad, aplicada a él anteriormente por la falta de
imputabilidad.
Art. 227 Casas vigiladas especiales
Cuando la ley establece que la acogida en una casa vigilada sea ordenada sin que se necesite
verificar que el menor sea socialmente peligroso, éste se afecta a un establecimiento especial o a
una sección especial de un establecimiento ordinario. El menor que, durante la acogida en un
establecimiento ordinario se muestre particularmente peligroso, puede ser afectado a un
establecimiento especial o a una sección especial de un establecimiento ordinario.
9) Conclusiones
Actualmente, la jurisdicción italiana está orientada hacia una « teoría minimalista de intervención”,
que no propone, naturalmente, una abolición de la sanción penal, pero busca reducir al mínimo la
permanencia en las instituciones penitenciarias del menor y, sobre todo, busca unir la detención a
las intervenciones educativas que prestan atención a la personalidad del menor y su fase evolutiva.
Este acercamiento tiene por finalidad producir un “arrepentimiento activo” para desarrollar el
sentido de responsabilidad de los menores que han cometido un delito.
Hasta ahora, no hay documentos significativos relativos al tratamiento, legal o no, de los casos de
los menores que agreden a sus padres.
Los servicios sociales de Reggio Emilia han visto algunos casos, pero no han realizado ningún
seguimiento metodológico preciso, ni educativo ni terapéutico. En Reggio Emilia, existen grupos
constituidos por varios tipos de servicios (social, sanitario, educativo) que tratan de los casos
sociales como aquellos que son relativos a nuestra investigación, pero hasta ahora, no existe ningún
acercamiento sistemático para tratar o resolver estos casos.
10) Bibliografía y sitios web
S. Larizza, Il diritto penal dei minori, ed. Cedam, 2005.
G. Biscari, Le misure cautelari nel processo penal minorile, ed. EdiArgo, 2006.
www.giustiziaminorile.it
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