HISTORIA_DE_LA_FARMACOLOGIA

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HISTORIA DE LA FARMACOLOGIA
La búsqueda de remedios para aliviar dolor o sentirse
físicamente mejor está presente en el hombre desde
sus orígenes, junto con el instinto de alimentarse y de
sobrevivir. Puede decirse entonces que la
farmacología es tan vieja como el ser humano, ya que
éste, mediante la observación a los animales, y gracias
a la casualidad muchas veces, sabía de plantas o
sustancias de origen animal e incluso mineral que
aliviaban su malestar.
No resulta sencillo diferenciar la historia de la
farmacología de la de muchas otras ramas de la
medicina de hecho están indisolublemente ligadas y
pese a la división moderna de esta ciencia debemos
obligarnos a recordar siempre que, durante milenios,
el arte de curar no ha sido más que una sola y
admirable entidad.
El estudio de la farmacología, así como el de la
medicina, lleva el planteamiento de varias cuestiones
que se encuentran entre las más arduas y complejas
que rigen la existencia humana: el dolor, el
sufrimiento, la curación, el misterio de la vida y la
muerte. Estos problemas universales han sido
enfrentados de maneras muy diversas por los
hombres de todas las razas y regiones del planeta y
sin embargo nos hablan de la unidad del género al
cual pertenecemos.
En todas las culturas diversas sustancias han sido
empleadas para curar y dañar, como “filtros de amor”
o para devolver la salud, como antídotos contra la
brujería y con el fin de privar al enemigo de la fuerza o
hasta de la vida.
Antiguamente la preparación de todo tipo de pócimas
y venenos está bien documentada, así como de
sustancias con virtudes curativas. En el pensamiento
primitivo las sustancias poseían vida propia
atribuyéndole todas las propiedades que se les
atribuye a los seres vivos.
En los albores de la historia el hombre no consideraba
la muerte y la enfermedad como fenómenos
naturales. Los miasmas desconocidos que los
privaban de la salud y la vida debían provenir de los
dioses, que eran los únicos con la capacidad de
suprimir los sufrimientos. Por lo tanto, las curaciones
debían ser obra de la magia y había muy poco lugar
para los tratamientos racionales.
Esos pequeños y primitivos conocimientos básicos
pasaban de generación en generación. Así, se tienen
pruebas de que hace 35.000 años el hombre ya
cultivaba plantas como la manzanilla y la valeriana
con fines curativos.
Gracias a la escritura existen registros de las
principales técnicas elementales de farmacología de
culturas como las del
- Cercano Oriente (Egipcios -Símbolo de Esculapio-,
Sumerios, Babilónicos, Asirios)
- Sociedad Hindú
- Sociedad China
- Culturas pre-colombinas (Mayas, Incas, Aztecas
- Los Griegos (Inconfundible por la agudeza y
equilibrio de sus juicios y aún constituye el
modelo ético y supremo sin influencias míticas y
religiosas que dieron paso a un razonamiento
claro preciso con bases científicas, originado
desde la etapa lejana de las cavernas y de los
metales.
- Cultura Occidental (Hipócrates, Empédocles).
Y de sus avances durante épocas importantes como
la del Imperio Romano, La Edad Media, La
expansión de la compleja cultura Islámica, La
revolución renacentista, su acelerado progreso en
los siglos XVII y XVIII, Etapa decimonónica (siglo XIX)
y la aparición de las más nobles y atrevidas hazañas
farmacológicas del siglo XX.
Algunos puntos a resaltar serían:
La civilización china es la primera en constatar
determinados tratamientos. En el 5.000 A.C. se
conocían las propiedades beneficiosas del té y el
ruibarbo, y en la actualidad se ha confirmado que la
presencia de la soja en la alimentación china no es en
vano: hace milenios que utilizan un extracto de soja
fermentada que puede considerarse como precursor
del antibiótico.
Es bien conocido el hecho de que los egipcios
lograron grandes avances en áreas como la fisiología,
la patología y la cirugía, fundamentalmente por el
arte de embalsamar a sus muertos. Obviamente, su
saber también se extendía para favorecer el bienestar
de los vivos. Muchas de sus drogas de origen vegetal
o animal siguen vigentes en la actualidad.
Entre los documentos de historia farmacológica más
importantes se encuentra el Papiro de Ebers, donde
dejaron
reflejados
en
jeroglíficos
estos
conocimientos.
Pero fueron los griegos los que realmente aportaron
grandes avances a una ciencia que aún no estaba
disociada de la medicina. Hipócrates fue quien asentó
la base ética de la medicina, y fue un gran conocedor
tanto de la teoría médica como de su práctica, a
través de sus estudios sobre las plantas medicinales.
De todos modos, la cultura griega se caracterizó por
no concederle importancia a la práctica, y un exceso
de atención a la teoría pura, la filosofía. Es por eso
que no se realizaran mayores avances en esta
dirección.
En el imperio romano destaca el médico Pedacio
Dioscórides y fundamentalmente su obra De Materia
Medica, donde estudia sustancias tanto de origen
vegetal como animal y mineral. Es un tratado en el
que se recogen 600 plantas medicinales, con
descripción de sus virtudes y su forma de administrar
con fines curativos. Lo malo fue que se le concedió
tanta importancia que supuso un freno para
posteriores investigaciones.
Durante la Edad Media todo el saber recopilado hasta
entonces se estancó en un oscurantismo
generalizado, y sólo cónclaves concretos como las
instituciones religiosas se encargaban de mantener y
transcribir los conocimientos de épocas pasadas, a
veces bajo rigurosa censura.
Los árabes, en cambio, sí se preocuparon no sólo por
hacer recopilación de todo lo conquistado por el
estudio del hombre en el pasado, sino que además
siguieron aportando y desarrollando conocimientos
en las varias ciencias en las que por entonces se
clasificaba el saber. Crearon las boticas e incluso una
escuela de farmacia. Entre los médicos más famosos
del mundo islámico están Avicena o el cordobés
Averroes. Otro árabe hispano, Ibn Al Baitar, escribió
un tratado en el que se describían aproximadamente
1500 sustancias bajo criterios médicos: empleo, usos,
dosis e incluso reacciones adversas.
Ya en el siglo XVI otro gran hombre vino a enriquecer
la ciencia de la farmacología, el filósofo suizo
Paracelso. Era un excelente químico, (es más
conocido incluso como alquimista), y basándose en su
experiencia e investigación descubrió las propiedades
de numerosas sustancias, aplicándolas a la terapia de
varias enfermedades. El buscaba lo que denominó “la
quinta esencia”, y que bien podría entenderse en
términos farmacológicos como el “principio activo” de
un medicamento.
Durante los siglos XVIII y XIX el mundo sufrió
numerosos y revolucionarios cambios sociales,
políticos e ideológicos.
En los avances farmacológicos del siglo XIX se pueden
distinguir tres grandes áreas: El descubrimiento y
perfeccionamiento de agentes anestésicos, el
desarrollo de agentes antimicrobianos, y la aparición
de técnicas para sintetizar sustancias varias a partir de
determinados vegetales o minerales o directamente
de ciertos productos químicos.
El farmacéutico alemán Sertürner, en 1803, es el
primero en aislar un principio activo, la morfina, de
una planta medicinal, el opio. Este hallazgo fue el
catalizador para posteriores descubrimientos de lo
que ya sería la Farmacología Moderna. Después de él
constan los investigadores Pelletier y Caventou, que
aislaron lo que se denominan “alcaloides”; Runge, que
aisló la cafeína del café; y Meissner, Hesse y otros,
que aportan al grupo de los alcaloides una importante
lista de principios activos.
En 1830, Leroux aísla lo que él llamó la salicina,
Robiquet la amigdalina y Nativelle la digitalina
cristalizada: con esto comienza a formarse la lista de
los llamados heterósidos o glicósidos.
En 1838 Schleiden incorpora el microscopio a la
investigación farmacológica. De este modo el
conocimiento de las drogas adquirió una consistencia
más exacta.
Puede decirse que el siglo XIX es el siglo de oro de la
Farmacognosia. A los avances mencionados
anteriormente es importante añadir los resultados del
investigador francés Claude Bernard, que introdujo el
método experimental en el estudio de la acción y los
efectos de los fármacos.
Desde entonces, cada nuevo aporte ha originado la
potencialización de esta ciencia, abriendo nuevos
caminos para la investigación pudiendo escribir el
desarrollo de la farmacología contemporánea y sus
perspectivas.
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