Nº 59 | Lunes, 27 de febrero de Nacional Sociedad Internacional Cultura Madrid Sociedad Religión Economía Deportes La anorexia también es cosa de hombres Caballo Ver Literatura, A Narrativa. Suplementos - Las unidades de Psiquiatría Infantil de los hospitales públicos detectan un súbito incremento de casos de trastornos alimentarios entre jóvenes de sexo masculino - De cada diez afectados menores de doce años afectados, cuatro son ya niños Marta Borcha Espectáculos Gente Toros Televisión A la contra Autonomías Necrológicas Editoriales La primera Tribuna libre En alza, en baja Columnistas Gente Viñetas Punto de mira Cartas al director El submarino El tiempo La red La bolsa Cartelera Televisión y radio Lotería Horóscopo Nuestros enlaces Parte de nieve CompraVenta Madrid- El miedo exacerbado a ganar peso por una percepción de la imagen corporal no es patrimonio del universo femenino. Los hombres también terminan atrapados bajo la dictadura de la báscula, la anorexia, un fenómeno que, como constatan los expertos y las distintas asociaciones consultadas por este periódico, aumenta cada día. Luis Alfonso tiene 25 años y es víctima de esta enfermedad. Está en manos de un psicólogo clínico con el que sigue terapia para poder superar el trastorno alimentario. Su estatura alcanza casi los dos metros, 1,87, y pesa 70 kilos. «Siempre fui un niño gordito desde pequeño y en el colegio se reían de mí. En el recreo me robaban el bocadillo y me hacían burlas por mi físico. Entonces, poco a poco, empecé a dejar de comer. Me metía la comida en la boca y me iba al baño a tirarla. Mi madre se dio cuenta y me puso en manos de un especialista». Luis Alfonso pasó su adolescencia bajo el control férreo de su familia, que le obligaba a hacer todas las comidas en casa sin levantarse de la mesa en ningún momento y a seguir un horario estricto. «Creía que lo había superado, pero hace un año empecé de nuevo a preocuparme por mi peso y volví a caer en el infierno. Comía sólo verduras y ensaladas, bebía tres litros de agua en infusiones, tomaba laxantes y salía a correr todos los días dos horas y a hacer ejercicio». Esa pérdida deliberada de peso fue la que volvió a poner a su madre en alerta. Luis Alfonso está de nuevo bajo tratamiento. El caso de este joven no es aislado. La Asociación contra la Anorexia y la Bulimia de Barcelona (ACAB) asesora y presta ayuda cada año a más de 6.000 personas. En 2005, asegura su gerente, Marta Voltas, la cifra de afectados varones se ha duplicado respecto a 1999, pues ha pasado del cuatro al diez por ciento. «Cada vez tenemos más usuarios masculinos y todo apunta a que habrá muchos más. Sufren anorexia y variaciones del mismo trastorno. Son chicos de todas las edades, aunque vienen más adultos porque en el caso de los menores es fácil que lo detecte un pediatra». Irritables y faltos de autoestima. A esta asociación acuden hombres con una percepción alterada de su imagen corporal, personas con una delgadez extrema que, sin embargo, se ven y se sienten gordos: «Son casos muy dramáticos, adultos que no pueden trabajar o estudiar porque la enfermedad les ha llevado al aislamiento. Llegan con su vida rota, apenas hacen actividades sociales, se muestran irritables y con problemas graves de autoestima, y todo ello crea conflictos familiares y personales muy fuertes. Cuando uno deja de comer, se te apagan las neuronas y se empieza a mentir». La misma situación se vive en la Asociación Valenciana para la Lucha contra la Anorexia y la Bulimia (Avalcab). Su presidente, Juan Luis Rodríguez, asegura que cada vez hay más hombres: «Se está disparando el número de casos masculinos, chicos de 16 a 28 años que vienen con problemas serios de no aceptación de su cuerpo, algo que se desarrolla en la infancia con un aprendizaje erróneo como el que muestran, por ejemplo, los tebeos, en los que el malo de la historia siempre es gordo y feo frente a los delgados que aparecen como exitosos». Mayor aumento en niños. Niños y adultos sufren este desorden, pero, según los expertos, la etapa de mayor riesgo sigue siendo la infancia y la adolescencia. El doctor Gonzalo Morandé, jefe de la Unidad de Trastornos de Alimentación del Hospital del Niño Jesús de Madrid, desvela que entre las anorexias nerviosas de la infancia ha crecido el número chicos afectados respecto a las chicas: «A partir de los doce años la prevalencia de la enfermedad afecta en su mayoría a las chicas. Sin embargo, de seis a doce años se ha disparado el porcentaje de chicos, que ya se sitúa en el 40 por ciento frente al 60 de las niñas». La unidad que dirige Morandé trata a más de 250 menores varones anualmente, niños Especial Encíclica de Benedicto XV que pueden estar en tratamiento hasta cuatro años, en función de la evolución que presenten. «Hemos tenido de todo, cuadros muy críticos, chavales completamente enloquecidos por la obsesión de perder peso que se ponían sondas para sacarse gases gástricos o que se escapaban del hospital. Tuvimos uno al que alimentábamos por vena y que llegó incluso a sacarse sangre para ver si adelgazaba». Los más vulnerables. No existen estudios nacionales sobre la anorexia masculina, comenta Morandé, pero existen tres grupos con mayor vulnerabilidad: «Los chicos con obesidad y con un menosprecio por su aspecto; los deportistas prodigio, es decir, niños ciclistas, tenistas o atletas que llevan el deporte al extremo, y los menores con problemas de identidad sexual, que viven su desarrollo corporal con más ambivalencia que el resto de los chicos de su edad». Desde la Unidad de Psiquiatría Infantil y Juvenil del Hospital Clínico de Barcelona se presenta un panorama semejante al de la capital. Su responsable, el psiquiatra Josep Toró, indica que los casos de varones con trastornos de alimentación empiezan a ser más habituales que antes. «La anorexia en los niños ha aumentado en la medida que han aumentado los casos de chicas, lo que pasa es que entre ellas está más extendido que la restricción alimenticia y las dietas son un peligro, y en los varones no se tiene esa conciencia del riesgo que supone esto para la salud física y mental». Los casos más espeluznantes de anorexia masculina a los que se enfrentan en la unidad de psiquiatría son los que afectan a los más pequeños, un «fenómeno nuevo», según Toró: «Entre los pacientes tenemos menores ingresados de apenas ocho años con anorexias nerviosas, niños con trastornos obsesivos, con una preocupación exagerada por el peso y que han sido objeto de burlas entre sus compañeros». Aunque los síntomas de la anorexia se asemejan bastante entre ambos sexos, el psiquiatra destaca que los chicos tienden más a la bulimia, sobreingesta de alimentos y provocación de vómitos, que a la anorexia, y que la mayor parte de los varones con trastornos alimenticios que trata tiene sobrepeso. «El 70 o el 80 por ciento de las chicas adolescentes está insatisfecha con su cuerpo. El 70 por ciento de los varones también está insatisfecho, pero la mitad de éstos es porque se ven delgados y la otra porque se ven gordos». A su juicio, cuando las chicas hacen dieta tratan de modificar su cuerpo por los valores estéticos femeninos establecidos en la sociedad y la publicidad, quieren ser delgadas, pero con los pacientes varones es distinto, lo que ellos quieren es no ser gordos, lo que les puede llevar después a querer desarrollar su masa muscular en exceso y caer en la vigorexia». Según su dilatada experiencia, las chicas que padecen anorexia nerviosa mantienen o aumentan el rendimiento escolar, mientras que en los chicos baja o es muy deficiente. Los jóvenes, muy reticentes. Los casos de varones siguen llegando al Clínico de Barcelona, sin embargo, como apunta el doctor Toró, las familias consideran que la anorexia es un problema femenino, por lo que prestan más atención a las chicas y es más «difícil» la detección entre varones. A eso se une, como asegura María del Carmen González, presidenta de la Asociación de afectados y familiares de enfermos de anorexia nerviosa y bulimia (Adaner), la reticencia de los chicos, en este caso adultos, a solicitar ayuda: «La anorexia masculina no es un fenómeno nuevo, pero hemos notado que han subido mucho los casos aunque se siguen acercando a la asociación más chicas que chicos porque éstos ven la anorexia como una enfermedad femenina y sienten vergüenza y complejo». Su experiencia en este campo le lleva a decir que la anorexia en chicos suele ser «más agresiva» que en las chicas y que se dan más «intentos de suicidio y autoagresión». A la asociación llegan personas de cualquier edad: «Hemos tenido a adolescentes, padres de familia, han llegado de todas las capas sociales incluso conocemos a enfermos que vivían en chabolas». Un trastorno que degenra en vigorexia La anorexia en varones puede terminar en la adicción al ejercicio, en la vigorexia, según María del Carmen González, presidenta de la Asociación de Afectados y Familiares de Enfermos de Anorexia: «Los que han padecido este trastorno y no han salido del todo son carne de cañón de los gimnasios. El mundo del gimnasio es como una secta en donde se venden todo tipo de productos que nadie sabe qué contienen. Los chicos se machacan y se obsesionan entonces en torno al culto del músculo y hacen dietas aberrantes de proteínas y pastillas. Los gimnasios se encargan de alimentar su insatisfacción y su obsesión corporal». Este trastorno, confirma la psicóloga Arancha Rodríguez, de la Universidad del País Vasco, lleva a muchos adolescentes a querer alcanzar un patrón estético de hombre vigoroso, con espada ancha, cintura estrecha y mucho músculo: «Llega un momento en el que alcanzan su objetivo y entran en un círculo vicioso porque se ven delgados. Suele darse mucho en niños que han destacado por ser muy delgados y quieren tener masa muscular». RELACIONADOS nosotros | publicidad Copyright 2005, La Razón C/Josefa Valcárcel 42, 28027 Madrid (España)