RECUPERACIÓN DEL EDIFICIO DE LA ACADEMIA EN CÓRDOBA Ar q . J o s é J a v i e r C o r r e a Ac a d e m i a N ac i o n a l d e C ie n c i a s d e C ó r do b a , A r g e n t i n a Durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento la ciencia en Argentina comenzó a ser considerada como parte de la intensa actividad educativa y cultural impulsada por el presidente electo para el período 1868 a 1874. Pero el interés de Sarmiento comenzó mucho antes de ser presidente, a fines de 1840 y entre sus numerosos viajes al extranjero se destaca el que realizó a Chile, que incluyó la visita a la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas. Además de estudiar estas disciplinas se profundizaba en temas como la flora, fauna y suelo, pero también le interesó el estudio que los chilenos realizaban del cielo austral en el observatorio astronómico. Así fue que Sarmiento, ya siendo presidente, ordenó la creación en Córdoba del Observatorio Astronómico Nacional, la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas y la Academia Nacional de Ciencias en 1869. Esta última institución es objeto de nuestro breve análisis, ya que los actuales miembros académicos han decidido iniciar una serie de acciones para poner en valor ante la sociedad esta institución que cuenta con más de 100 años. En el aspecto edilicio se destacan la recuperación y puesta en valor de la fachada, que data del año 1889, algunos halles interiores y la sala magna o salón de grados que fue recuperado y restaurado luego de pertenecer más de cincuenta años a otra dependencia universitaria. Breve Reseña Histórica El edificio de la Academia se terminó en 1889, según fecha inscrita en el balcón labrado en piedra. Su construcción demandó 17 años de penosas idas y vueltas, por cambios de política y falta de fondos. Su costo demandó casi un millón de pesos, diez veces más de lo pactado inicialmente. Esta historia trajo aparejada, modificaciones en el proyecto general, donde en el interior se realizaron numerosas modificaciones. En la fachada en particular, se destaca del proyecto original los cambios en la ornamentación del ingreso principal. El primer proyecto es del ingeniero Montea, pero no se cuenta con planos originales, lo cual no permite compararlos con el proyecto realizado por el arquitecto Henrik Aberg que se hizo finalmente cargo de la ejecución del edificio que hoy observamos. En 1935 el edificio de la Academia Nacional estuvo a punto de ser demolido en su totalidad, cuando se realizó la construcción de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Finalmente, se optó por sólo demoler un sector posterior del edificio y así fue cómo perdura hoy esta imponente fachada de casi 60 metros de longitud. La construcción ubicada dentro la llamada “Manzana Jesuítica” fue declarada Monumento Histórico Nacional en el año 1994 por la Ley Nº 24.414. En esta manzana histórica, también se encuentra el Colegio Nacional de Monserrat, la iglesia y residencia de la Compañía de Jesús, el Rectorado (todos ellos Monumentos históricos Nacionales) y la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (siglo XX) de la Universidad Nacional de Córdoba. Arquitectura de la fachada Su imponente frente, posee un lenguaje arquitectónico con una renovada imagen palladiana, típica del renacimiento italiano. Está dividida en tres partes claramente definidas: basamento, desarrollo y remate. El basamento de un metro de altura está realizado en placas de piedra blanca de Córdoba, con un tratamiento superficial de tipo martelinado, con marco labrado y una moldura superior desde donde arranca el almohadillado del revoque. Recorre toda la longitud de la fachada y sólo se interrumpe para marcar el pórtico principal y el acceso ubicado en el extremo norte. Sobre el desarrollo de la fachada se apoyan ventanas con arco de medio punto en la planta baja, y rectangulares en la planta alta, en una terminación caracterizada por su almohadillado y simetría. Se destaca el tratamiento decorativo sobre las ventanas de la planta alta, con una serie de cabezas aladas de leones, adosadas sobre cada una de las ventanas del piso alto. Un importante friso ,cornisa y balaustrada otorgan a la construcción una clara horizontalidad donde dos pórticos perfectamente definidos y enmarcados denotan la presencia de ingresos. El acceso principal ubicado en el centro del conjunto posee una puerta de entrada flanqueada por una gran cabeza de león flanqueada por palmas, una interesante intervención que apostó a la presencia de un balcón con detalles de mármol labrado, y escudo nacional coronando la puerta-ventana. El detalle distintivo es dos grandes ménsulas que soportan el balcón labrado. Todo el ingreso está trabajado en placas de piedra natural labrado a mano y con formas de sillar, ménsulas y baranda. Este gran portal de ingreso fue realizado también con mármol de carrara en el sector que posee en sobrerelieve dos grandes palmas. Es importante destacar el escudo nacional labrado en mármol de Córdoba que se encuentra sobre el balcón y adosado al muro, es de un gran valor artístico que poco se puede apreciar en estos tiempos de tanta polución ambiental. Por otra parte, el desarrollo de la fachada con su almohadillado se ve interrumpido para destacar la base de las ventanas superiores y marcar el límite de los dos niveles del edificio. Sobre la orientación sur llama la atención la pérdida de la fachada a causa de la construcción de la Facultad de Ciencias Exactas, este sector quedó oculto en un espacio de apenas un metro de ancho que no es posible ser observado. El remate de esta imponente fachada neoclásica posee una cornisa de más de un metro de vuelo, una balaustrada con una interesante transparencia en la parte superior donde se destaca el frontis sobre la línea del ingreso principal y el balcón.Con reminiscencia del barroco dos copones flanquean el frontis y se repiten en ambos extremos del balustre. El friso, bajo la cornisa superior, son coronas con motivos florales que se repiten cada dos metros aproximadamente. Un elemento para destacar está ubicado en el extremo norte de la fachada. Originalmente este sector era de una sola planta. La línea del edificio se retira para marcar la diferencia de este ingreso respecto al lenguaje utilizado en la fachada. Aquí aparecen dos grandes pilastras en la planta baja y dos columnas en la planta superior, que además se complementa con un balcón con balaustrada y una gran abertura con arco de medio punto. El ingreso en este sector fue modificado en la década del setenta por el arquitecto Sánchez Sarmiento. Este proyecto incluyó un salón auditorio con terminaciones de acuerdo al estilo del edificio. El ingreso se diseñó con un pórtico despegado de la mampostería, con la colocación de ladrillos de vidrio, que despegan el pórtico de ingreso y agregan un elemento más propio de la modernidad. Diagnóstico y mapeo La construcción del edificio de la Academia se realizó en ladrillo común, asentado sobre mortero a la cal; el ladrillo también se lo utilizó en la conformación de las molduras y cornisas mediante distintos tipos de trabas. Los revoques utilizados son los propios de la época, fines del siglo XIX, donde abundan las terminación de finos sobre grueso con la utilización del cemento portland para garantizar una mayor resistencia y durabilidad. En las observaciones oculares de los revoques exteriores de la fachada de este edificio se observó una mezcla fina de cemento, y arena extra fina del río Paraná muy utilizada en aquella época. Esta solución era la única en esos tiempos que ofrecía protección por muchos años, ya que, la única pintura conocida era de base cal y agua y su durabilidad era muy escasa. El revoque, en algunos sectores cumplió su vida útil y en estos momentos se encuentra totalmente deteriorado producto del paso del tiempo y muy especialmente también por la constante polución ambiental producida por el smog y la contaminación vehicular que aumenta año a año. La circulación vehicular, desde las carretas presentes a fines del siglo XIX a los vehículos modernos, el cambio es sustancial y las construcciones antiguas así lo testimonian. Sumado a esto, la fachada en estudio posee varias capas de pinturas aplicadas a lo largo de la historia, la calidad de las pinturas están de acuerdo a los recursos disponibles en cada uno de los momentos en el que fue intervenido el edificio. Los desprendimientos son puntuales y están presentes en el revoque mismo, con la pérdida total del mismo en sectores muy puntuales, y además el muy avanzado deterioro de las sucesivas capas de pintura. En el primer nivel, la degradación es muy importante: en su basamento, en las líneas de fachada que marcan la horizontalidad del conjunto (sillar) han sido en su mayoría tratadas por distintas intervenciones. En el segundo nivel, el deterioro es consecuencia del paso del tiempo, su falta de mantenimiento y polución ambiental. Donde existen desprendimientos totales de revoque se aprecian los ladrillos desgastados por la erosión de los distintos agentes climáticos. La imponente cornisa fue importante a la hora de la conservación de la parte superior de la fachada. Este voladizo impidió que el agua de lluvia deteriorara los ornamentos y el propio revoque. Las ventanas, de marco de pinotea y hojas de cedro, poseen gran cantidad de manos de pintura de muy distinta composición química, las más reciente son al aceite y han dañado la mayoría de los herrajes antiguos. Poseen como protección celosías de madera con las mismas capas de pintura y con modificaciones, especialmente las ubicadas en la planta baja. Las rejas colocadas en tiempos más recientes están ubicadas sólo en las aberturas de la planta bajas, son de caño macizo cuadrado pintado de negro con los escudos de la Academia Nacional de Ciencias y en otros casos de la Universidad Nacional de Córdoba. La intervención 120 años después de su construcción, y luego de infructuosas gestiones a nivel nacional, las autoridades de la Academia deciden emprender las obras de recuperación de la fachada. Los trabajos se basaron en la limpieza a fondo, la restitución de revoques, y la nivelación de la superficie. Por las condiciones ambientales se priorizó la necesidad de un adecuado mantenimiento, donde cada un cierto período de años, se deberá volver a aplicar una protección superficial a la fachada, y más aún por la ubicación que tiene, sobre la avenida de mayor tránsito de la ciudad de Córdoba, con una increíble contaminación ambiental. El tratamiento se basó en una primera instancia en la construcción de un complejo sistema de andamiaje que garantizó la perfecta seguridad de los operarios, luego se realizó las tareas de relevamiento al centímetro de todas las líneas y ornamentos para llevarlos a los planos que posibilitaron la conformación de un detallado mapeo e informe técnico con el seguimiento de las obras. La limpieza superficial consistió en un hidrolavado a baja presión, y cepillado de todas las partes , para luego realizar la restitución del material faltante con similar composición al existente, lijado a fondo de toda la superficie, estucatura de grietas y fisuras, reposición de piezas faltantes. Efectuados estas tareas se obtuvo una superficie con terminación muy irregular que obligó a la aplicación de una capa de terminación fina a la cual se le aplico una mano de base de fijación y dos manos de pintura al látex de una tonalidad similar a las primeras capas de pintura realizadas a comienzos del siglo XX, según arrojaron los cateos efectuado en gabinete. Merece destacar en las tareas de puesta en valor el trabajo realizado sobre la piedra natural. El basamento se encontraba con incontables capas de pintura de todo tipo que conformaban un espesor de casi un centímetro, al llegar a la superficie de la piedra nos encontramos con pinturas de tipo graffiti que debieron ser removidas con un trabajo minucioso para no dañar la piedra natural. Algunas piezas debieron ser reemplazadas por otras similares. Como aspecto final se logró recuperar el significado del zócalo de piedra y la belleza natural de la piedra de Córdoba. La labor sobre el pórtico labrado demandó horas de limpieza superficial, ya que se presume que en los últimos 40 años jamás había sido limpiado y mantenido este fantástico trabajo de labranza en la piedra. Una vez removida la suciedad, se aplicó un producto que invierte el ángulo de mojado a base de agua y evita la adherencia del smog ambiental. En las carpinterías de madera se trabajó con el criterio de devolverle al material su belleza natural y ponerla en valor. De esta manera se removieron las numerosas capas de pintura hasta llegar a la madera virgen para luego aplicarle dos capas de pinturas, tipo barniz, de protección. Así mismo se realizó una prolija tarea de reparación de las carpinterías dañadas y la sustitución de herrajes en mal estado. Sobre las barandas de hierro el trabajo fue menor y solo se procedió a la limpieza y aplicación de pinturas esmaltes sintéticas color negro. La Sala Magna Sobre la Av. Vélez Sarsfield e ingresando por el hall central del edificio se accede a una gran sala de casi 150 metros cuadrados. Sus 21 metros de largo, 7 de ancho y 5 de altura conforman un salón concebido originalmente como un sitio de lujo para los académicos. Se presume que fue construido a fines del siglo XIX y el único antecedente que se dispone es una fotografía en blanco y negro donde se observan detalles de relevancia para la intervención. En la década del setenta la Facultad de Ingeniería, Física y Ciencias Exactas recibe esta sala como parte de concesiones otorgadas por la Academia de Ciencias. Es así como la facultad decide remodelar este salón para allí alojar el Museo de Mineralogía. Pero, y gracias a arduas negociaciones de la actual Comisión Directiva, la Academia de Ciencias logra en el año 2009 la restitución de la Sala Magna, y de inmediato comienzan las tareas de recuperación y restauración. Una lamentable refuncionalización Este gran salón desde hace más de 40 años era utilizado como Museo, por ello en la intervención realizada décadas atrás se realizaron tareas de adecuación a tal fin. Se demolió el piso de madera de pinotea entablonada y suspendida sobre tirantes, se lo reemplazó por una contrapiso de hormigón pobre y como terminación final se colocaron baldosas plásticas de 2 mm. de espesor y de dos tonalidades. Las paredes se encontraban estucadas en su totalidad con dos tipos de terminación, por un lado las pilastras, ubicadas de a pares, poseen un tratamiento a semejanza del mármol de carrara. En cambio, los muros lisos tienen estuques en los tonos de ocre conformando un revestimiento de un alto valor artístico. A esta verdadera obra de arte en la intervención se las revistió con un entelado símil madera pegado con cemento de contacto, y a las pilastras se las pintó con látex color gris. Entre los pares de pilastras se colocaron nicho, a modo de vitrinas, para exhibir rocas, de este modo se demolió parte del estuque, estas vitrinas poseían iluminación propia por lo cual debió realizarse canaletas para los conductos del cableado, allí también se destruyó el estuque. El cielorraso es de yeso aplicado sobre tablillas de madera, técnica muy propia de fines del siglo XIX. Está pintado de blanco y se destacan tres adornos centrales realizados por el artista Mateo Righetti. Además, todo el perímetro posee un friso con adornos alusivos a elementos de la naturaleza. De manera extemporánea poseía un color cobrizo algunas partes de la decoración superior. Se destaca en este magno ambiente el zócalo de un metro de altura revestido en mármol de carrara con detalles de guardas y molduras, combinado con placas de mármol rosado y un zócalo bajo de mármol negro. Este bellísimo zócalo también fue demolido en algunos sectores para colocar puertas u otros mobiliarios. Poseía el museo una gran cantidad de anaqueles, y tres grandes plafones de yeso armados donde originalmente se encontraban tres finísimas arañas con caireles que se desconoce donde se encuentran en este momento. Es importante destacar que entre otras alteraciones que poseía el salón se destaca las molduras en yeso aplicadas sobre los arcos de las aberturas, para ser realizadas se dañó seriamente el estuque y en otros sectores se lo pintó de color gris. Corona este gran salón con aires renacentistas un hogar revestido en mármol de carrara labrado con motivos de la naturaleza y en su parte más alta el escudo nacional argentino. Devolver su autenticidad El proyecto de intervención realizado en el año 2010, se basó en la premisa de devolverle al salón su esplendor original y más auténtico. Para ello el único documento gráfico era una fotografía, pero gracias al estado parcial de muchos de los elementos decorativos del salón se pudo recuperar muchos de los materiales originales. Los trabajos se basaron en la eliminación de todo los elementos incorporados extemporáneos. En primer término, y luego de retirados todos los bienes muebles del ex museo, se realizó la medición y relevamiento al centímetro de todo el espacio y el registro fotográfico. Se confeccionaron los planos donde se plasmaron los detalles de lo existente y la documentación del proyecto de intervención. En el comienzo de las obras se demolió el piso de baldosas plásticas y su contrapiso para allí ejecutar uno nuevo con una carpeta cementicia. Sobre éste se aplicó un piso de parquet de algarrobo en tablillas de 7 x 39 ctms. colocadas a bastón quebrado con una guarda perimetral de palo blanco con terminación en tablas rectas de largo variable. El cielorraso se trató con las técnicas del arte del buen pintar y se realizó una minuciosa limpieza de los frisos y molduras con la remoción de pinturas extemporáneas. Sobre las paredes, luego de retirar el entelado, se realizaron tareas de remoción de pegamentos, limpieza de los estuques originales y reposición de nuevos estuques en los sectores faltantes. En las pilastras debieron retirarse las vitrinas de madera, macizar estos huecos, aplicar revoque grueso y fino y realizar el decapado de la pintura al látex, y al estuque existente se lo trató de manera similar que a los muros. Como terminación se efectuó el encerado y pulido de la toda la superficie, para obtener el brillo que tenía al momento de su ejecución en el año 1890. En los zócalos se retiró una pequeña puerta de 0.70 x 1.00 metros, y se completó en ese y en otros sectores faltantes las piedras naturales con sus molduras. Para la remoción de las innumerables manchas en los mármoles se utilizaron productos importados de Italia para garantizar el máximo poder de limpieza pero sin dañar las piedras. En los sectores con roturas de molduras y otros detalles se recompusieron con productos a base de resinas de color blanco y negro y su posterior pulido de las mismas. Las aberturas de madera compuestas por hojas y postigones de cedro y marcos de pinotea se lavaron hasta llegar a la madera virgen para luego aplicar impregnantes y barnices de protección. La instalación eléctrica se renovó en su totalidad, se debió canalizar la misma por conductos ubicados bajo la moldura superior y se perforaron de manera muy sutil los frisos superiores de las pilastras. Se colocaron ocho tomas bajo piso y el tablero se ubicó en uno de los nichos dejados por las vitrinas removidas. Los artefactos de iluminación responden a un estilo renacentista, en el techo se colgó una fina araña de bronce con 16 luminarias y adosadas a la paredes, 24 artefactos a una altura de 2.50 metros. Al estar finalizando la restauración del hogar se halló en un patio exterior el antiguo brasero de hierro forjado que estaba siendo utilizado como un fino macetero. BIBLIOGRAFIA DE PAULA, La arquitectura oficial en Argentina durante la primera presidencia de Roca, la obra de los arquitectos Aberg y Tamburini, Cuarto Congreso de Historia Argentina, Academia Nacional de Historia, Tomo 3, Buenos Aires. TOGNETTI, Luis; PAGE, Carlos, La Academia Nacional de Ciencias, etapa fundacional – siglo XIX, Córdoba, Argentina. BOIXADÓS, María Cristina, Córdoba fotografiada entre 1870 y 1930, Universidad Nacional de Córdoba.