PAU Filosofía septiembre 2009 Ceuta y Melilla

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Historia de la Filosofía
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CEUTA Y MELILLA
CONVOCATORIA SEPTIEMBRE 2008
SOLUCIÓN DE LA PRUEBA DE ACCESO
AUTOR:
Qurtuba editores S. L.
Opción A
Términos o expresiones subrayados.
En este fragmento del Discurso del método se establece la
primera regla del método cartesiano. Algo resulta evidente
cuando se presenta de forma «clara y distintamente». Por
claridad, entendemos la presencia inmediata de una idea
ante la mente que la considera. Por distinción, entendemos
la imposibilidad de confundir una idea con otra. La distinción sería, por tanto, la separación de las ideas, de modo
que una no contenga nada de las otras. Mientras que toda
idea distinta es clara, no por ser clara es distinta.
Descartes propone un método riguroso que asegure el
acierto del uso de la razón, puesto que considera que esta
es naturalmente apta para aprehender la verdad.
Temática y posición filosófica.
Para acercarnos al tema de este texto, primero hay que
comprender la definición de método que hace Descartes:
«El conjunto de reglas ciertas y fáciles que hacen imposible,
para quien las observa exactamente, tomar lo falso por
verdadero, y, sin ningún esfuerzo mental inútil, sino aumentando siempre, gradualmente, la ciencia, le conducirán
al conocimiento verdadero de todo lo que es capaz de
conocer».
En la segunda parte del Discurso del método, este conjunto
de reglas se sintetiza en cuatro:
쐌 Regla de la evidencia. Descartes opone la evidencia a la
conjetura; mientras que en la evidencia la verdad se
manifiesta de manera inmediata, no sucede así con la
conjetura. Dicha regla consiste, en palabras de Descartes,
en «no aceptar nunca ninguna cosa por verdadera, si no
se la reconoce verdaderamente como tal; para ello es
preciso evitar diligentemente la precipitación y la prevención, y no comprender en mis juicios más que lo
que se presente tan clara y distintamente a mi espíritu,
que yo no tenga ninguna ocasión de ponerlo en duda».
쐌 Regla del análisis. Consiste en «dividir cada una de las
dificultades que se han de examinar, en el mayor número
de partes posibles y necesarias para resolverlas mejor».
Mediante el análisis se pretende llegar a lo que Descartes
denomina naturalezas simples, aquellas que no pueden
dividirse más, y, por tanto, son claras y distintas. Estos
serían los primeros elementos de toda deducción.
쐌 Regla de la síntesis. En palabras de Descartes: «conducir
mis pensamientos por orden, empezando por los objetos
más simples y fáciles de conocer, para ascender poco a
poco, como por grados, hasta los conocimientos más
complejos, suponiendo que haya un orden, incluso entre
los objetos que no se precedan naturalmente los unos de
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los otros». Podríamos decir que el orden es para la
deducción, lo que la evidencia es para la intuición.
쐌 Regla de la enumeración o revisión. Consiste en «hacer
en todo enumeraciones tan complejas y revisiones tan
generales que estemos seguros de no omitir nada».
Mientras la enumeración sirve para comprobar el análisis, la
revisión garantiza la síntesis. El análisis o división tiene un
límite, que son los objetos más simples y fáciles de conocer,
los elementos indivisibles a los que denomina naturalezas
simples, los cuales representan el último término del análisis y el primero de la síntesis, y pueden ser captados por
intuición.
Cuantas más veces se recorran los tres últimos pasos, que
son deductivos, más se asemeja la deducción a la intuición.
Si Descartes establece con detalle un método que incluye
unos pasos a seguir, es precisamente porque busca llegar a
verdades absolutamente indudables, a una filosofía segura
y definitiva; un objetivo que tiene relación con la desilusión
que le provoca la falta de seguridad en ciertas creencias,
especialmente en la filosofía, y su fe en la capacidad humana
de conocer y la necesidad de recurrir a un método riguroso.
El afán del filósofo es el de fundamentar un cuerpo de verdades filosóficas, un sistema sobre cimientos sólidos y construir una nueva filosofía, caracterizada por la seguridad de
su conocimiento.
Pero antes de construir, le parece necesario rechazar como
absolutamente falso todo aquello en lo que podría imaginar
un motivo de duda. Es así que aplica la duda sistematizada.
Una certeza es absoluta cuando sobre ella no influye duda
alguna. Por lo tanto, la duda tiene como principal misión
obtener certezas evidentes. Una vez que Descartes duda de
todo y no asume ningún conocimiento como válido, propone la intuición como el primer paso de las reglas bien
definidas de su método para adquirir un conocimiento cierto
y firme, pues esta le permite una captación inmediata, intelectual y sin esfuerzo de lo evidente. A partir de allí, y
como se ha descrito, la mente puede deducir otras verdades
filosóficas.
Contexto histórico-cultural y filosófico.
Descartes (1596-1650) fue un filósofo del siglo XVII. Políticamente, en ese período Francia, al igual que el resto de las
grandes naciones europeas de la época, se organiza como
una monarquía absoluta, que llegará a su apogeo con
Luis XIV y la identificación entre el monarca y el Estado.
El siglo XVII fue también un período de crisis en Europa. Parte
de la vida de Descartes coincide con la Guerra de los Treinta
Años entre los estados católicos y protestantes del imperio
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alemán, una guerra que se produce en el seno de una sociedad con un fuerte desarrollo de la burguesía, vinculada al
capitalismo mercantilista, favorecido a su vez por la expansión del comercio marítimo y colonial.
Desde el punto de vista cultural, en el siglo XVII impera el arte
barroco. El rasgo probablemente más importante de esta
época es la extensión de la cultura escrita, no solo en latín,
gracias a la invención y desarrollo de la imprenta. De hecho,
la obra del Discurso del método fue una de las primeras
escritas en francés.
En esa época, un conjunto de pensadores que se autoproclamaban renacentistas y que tomaban al ser humano como
el centro de sus investigaciones, comenzó a surgir fuera
del ámbito universitario —el ámbito escolástico por excelencia—. Este giro antropológico influyó sobre Descartes,
que hizo al ser humano el objeto central de su pensamiento
y la base que le permitió construir su doctrina.
Sin embargo, el filósofo francés no perteneció realmente a
ese grupo, ya que su educación había sido plenamente escolástica en el colegio de La Flèche. De forma paradójica, fue
la propia escolástica —una doctrina que el propio Descartes
contribuyó a destruir— la influencia fundamental en los
esquemas mentales y modos de razonar del filósofo francés.
Su pasión por la lógica matemática y su búsqueda de una
verdad clara, a partir de la cual construir toda su filosofía,
son rasgos claramente escolásticos. Si Descartes necesitaba
de una verdad de la que no se pudiera dudar en ningún
caso para crear, a través de las demostraciones lógicas, su
sistema de pensamiento, fue porque una verdad lógica no
puede partir de premisas falsas, tal y como enseñaba la
escolástica. No obstante, esta última partía de una verdad
revelada —la palabra de Dios— que no era posible poner
en duda, algo completamente contrario al planteamiento
cartesiano de análisis de la realidad.
Al igual que en el caso de Aristóteles y Platón, la influencia
fundamental de Descartes fue la doctrina que él mismo
combatió. La escolástica le proporcionó las herramientas
necesarias para crear una nueva filosofía y dejar atrás para
siempre un sistema de pensamiento inadecuado para el
mundo que estaba apareciendo en la Edad Moderna.
Es importante señalar que Descartes tenía conocimiento
del libro de ciencia más importante Philosophia naturalis
principia matemática y de la condena de su autor, Galileo,
por el tribunal de la inquisición en Roma. Debido a esa condena, el filósofo tenía miedo de que algunas de sus ideas
pudiesen ser objeto de un juicio parecido y, por ello, decidió
no publicar su Tratado del mundo. Solo unos años más
tarde, en 1637, publicó una parte de su obra científica,
Dióptrica, meteoros y geometría, precedida, como introducción metodológica, por el Discurso del método. Probablemente fuera este miedo el que le hizo publicar esta obra
de forma anónima y le llevó a aclarar insistentemente que
sus intenciones no eran otras que las de reformar su propio
conocimiento, por lo que desaconsejaba a los lectores que
hicieran lo mismo. Probablemente, por el mismo motivo,
destacó asimismo la importancia de Dios como garante de
cualquier conocimiento.
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CONVOCATORIA SEPTIEMBRE 2008
Todas estas «precauciones» le sirvieron de poco. En 1643 el
Consejo de la Universidad de Utrecht condenó a Descartes
por ateísmo, más tarde se le acusó de pelagianismo (perteneciente a la secta de Pelagio), y tras su muerte, algunas de
sus obras principales fueron condenadas por la Iglesia.
En resumen, Descartes fue el principal artífice de la revolución intelectual del siglo XVII, que echó por tierra el escolasticismo medieval y del Renacimiento y estableció los
fundamentos filosóficos de lo que conocemos como edad
científica «moderna».
En esta época, el hombre se convirtió en el objeto principal
de la filosofía, de ahí que los temas relacionados con el conocimiento que la razón humana puede alcanzar se hicieran
tan importantes. Descartes contribuyó a la aparición de la
filosofía moderna con su búsqueda de verdades filosóficas
tan ciertas como las matemáticas, por lo que se le considera
el fundador y principal representante de la corriente racionalista que toma como referencia la ciencia moderna (Galileo,
Bacon, Kepler), como modelo el método matemático y concede a la razón una importancia radical.
Relación con el empirismo.
Racionalismo y empirismo son las dos grandes corrientes
filosóficas de la modernidad.
El empirismo se desarrolla entre los siglos XVII y XVIII, de forma paralela al racionalismo, y sus máximos representantes
(Hobbes, Locke, Berkeley y Hume) son naturales de las Islas
británicas, por lo que a veces también se conoce a esta
corriente con el nombre de empirismo inglés. Los racionalistas, por su parte, procedían todos del continente: Descartes
era francés; Spinoza, holandés; y Leibniz alemán.
Ambas corrientes filosóficas comparten los siguientes planteamientos:
쐌 El ser de las cosas se da en la conciencia. Lo único que el
entendimiento conoce directamente son las ideas. Por
eso, ambas corrientes construirán sus sistemas filosóficos
en la conciencia y desde la conciencia.
쐌 Las ideas constituyen el núcleo del conocimiento.
쐌 Ambas corrientes crean, en primer lugar, una teoría del
conocimiento que permite explicar cómo las ideas sobre
el mundo se alcanzan mediante la razón.
쐌 Ambas esperan que la filosofía avance siguiendo un progreso similar al de la ciencia.
쐌 Ambas coinciden en considerar que uno de los problemas fundamentales sobre los que debe reflexionar el
filósofo es el establecimiento de un correcto método
científico.
Pero también ambas corrientes presentan puntos de discrepancia:
쐌 Para los racionalistas solo es posible tener certeza acerca
de aquello que el entendimiento construye por sí mismo,
al margen de la experiencia, ya que la experiencia produce ideas confusas. Para el empirismo, en cambio, solo tienen validez aquellas ideas que son recibidas de modo
pasivo por el entendimiento y a partir de la experiencia.
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쐌 Los racionalistas creen en las ideas innatas: ciertos conceptos fundamentales que el entendimiento elabora por
sí mismo y a partir de los cuales se pueden deducir otros
conocimientos. Sin embargo, algunos empiristas, como
Locke, sostienen que el entendimiento es, al nacer el individuo, como un papel en blanco (una tábula rasa) en el
que no hay nada escrito. En general, va en contra de los
principios empiristas suponer que el entendimiento
pueda construir por sí mismo conceptos, sin intervención
de la experiencia.
쐌 Empiristas y racionalistas consideran que la intuición es
el modo adecuado de acceso al conocimiento, negando
validez al conocimiento abstractivo de los escolásticos.
Ahora bien, a diferencia de los segundos, los empiristas
parten de intuiciones empíricas y no intelectuales. Es
decir no de los conceptos puros, sino de las imágenes o
las huellas que deja la sensación en el entendimiento.
쐌 Los empiristas sitúan a las denominadas ciencias experimentales (que adquirieron en manos de Newton gran
desarrollo) como modelo de saber. Los racionalistas, por
su parte, proponen las matemáticas como modelo.
쐌 Los racionalistas confían en la capacidad de la razón
humana para alcanzar un conocimiento pleno de la realidad, sin embargo, los empiristas no confían en ello y
niegan totalmente que sea posible alcanzar un verdadero
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conocimiento sobre aquello de lo que no se posee experiencia sensible.
Valoración personal y actualidad.
Se considera a Descartes padre de la filosofía moderna
(independientemente de sus aportaciones a las matemáticas y la física), principalmente por su decisión de rechazar
las verdades recibidas —por ejemplo de la escolástica—
y de combatir activamente los prejuicios. La filosofía cartesiana continúa siendo vital para el análisis del mundo, de
ahí que se considere a Descartes el padre de la filosofía
moderna y uno de los padres de la ciencia, pues sentó las
bases del método científico, sus pasos y alcance. Este filósofo es el primero en plantear un método estructurado,
con reglas claras, que permite al hombre alcanzar el conocimiento científico, un problema del que se han ocupado
otros filósofos posteriores.
Hace siglos, Descartes tuvo la genialidad de priorizar y profundizar en problemas epistemológicos. Y la cuestión de los
principios del método científico y las cuestiones sobre la
posibilidad del hombre de alcanzar el conocimiento sobre
el mundo siguen preocupando a los filósofos de hoy en día
y constituyen las principales interrogantes tanto de la filosofía como de las disciplinas científicas, aquellas que, dejando
a un lado los temas metafísicos, invierten cada vez más
esfuerzos en el conocimiento del mundo.
Opción B
Términos o expresiones subrayados.
El imperativo categórico expresa un mandato objetivamente
necesario; es decir, que debe cumplirse aunque no haya por
medio ninguna condición (buena en sí). Este es el imperativo
propio de la moralidad, ya que toda ley moral representa una
acción buena y, por tanto, necesaria para un individuo que
se conduce según su racionalidad práctica o moral.
Por otra parte, este imperativo categórico, base de la moral,
debe ser tal que pueda convertirse en una ley práctica y
universal, es decir una regla para la actuación de todos los
hombres. Kant resume este precepto con estas palabras
claves: «actúa de forma que la máxima de tu conducta
pueda ser siempre un principio de ley natural y universal».
Temática y posición filosófica.
Este texto pertenece a Kant, principal exponente de la Ilustración alemana y padre del idealismo trascendental, concretamente a su obra Fundamentación metafísica de las
costumbres, que forma parte de su período crítico, el más
importante, ya que refleja la madurez de su pensamiento. A
este período crítico también pertenece la Crítica de la razón
pura, su obra cumbre.
La ética kantiana no busca la felicidad humana sino la consecución del deber. Su ética es formal, puesto que prescinde
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de las condiciones del mundo para fundamentar la ética
correspondiente a un Estado ideal.
Kant comienza esta Fundamentación de la metafísica de las
costumbres con una célebre aseveración: «Ni en el mundo,
ni en general, tampoco fuera del mundo, es posible pensar
nada que pueda considerarse como bueno sin restricción,
a no ser tan solo una buena voluntad»; el bien se define no
por lo que se realiza, es decir, por las consecuencias de la
acción, sino por el sometimiento de la misma a la forma de
la acción moral: la universalidad. Según Kant, toda ley moral
tiene una materia y una forma: la materia de la ley es lo que
manda la ley; la forma de la ley es la universalidad, entendiendo por universalidad aquello que es válido para todas las
acciones del mismo tipo, en todo tiempo y espacio y para
todos los sujetos y todos los casos. Con esta tesis, este autor
se aleja de las éticas materiales, es decir, de aquellas que
pretenden derivar sus principios y leyes a partir de la
observación de los hechos y se basan en la experiencia.
La buena voluntad es la que actúa por deber, y el deber no
viene definido por ningún contenido material sino que es el
cumplimiento de la ley.
Las éticas materiales se basan en imperativos hipotéticos (la
acción es buena solo como medio para otra cosa). La ética
formal, en cambio, se basa en el imperativo categórico (la
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acción es buena en sí), un tipo de norma que no proviene
de la experiencia sino que debe ser definido a priori.
Las tres formulaciones del imperativo categórico son:
쐌 Fórmula de la ley universal. «Obra solo según una máxima
tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne en
ley universal».
쐌 Fórmula del fin en sí mismo. «Obra de tal manera que uses
a la humanidad, tanto en tu persona como en la persona
de cualquier otro siempre como un fin y nunca solamente
como un medio».
쐌 Fórmula de la autonomía. «Que la voluntad, por su máxima, pueda considerarse a sí misma al mismo tiempo como
universalmente legisladora».
Contexto histórico-cultural y filosófico.
El contexto histórico del pensamiento de Kant corresponde
al siglo XVIII, período conocido con el nombre de Ilustración.
Esta abarca, fundamentalmente, todo el siglo XVIII, en concreto desde 1688 —momento en el que triunfa la Revolución
liberal inglesa—, hasta 1789 —año de la Revolución francesa—; aunque en cada país se desarrolla en un tiempo
distinto y adquiere unas características peculiares.
En el continente europeo, durante este siglo, la forma más
común de gobierno es el «despotismo ilustrado», cuyo lema
será «todo para el pueblo pero sin el pueblo». A pesar de
ello, las nuevas ideas políticas, nacidas en la Ilustración
inglesa —parlamentarismo y división de poderes—, irán
prendiendo por todo Occidente, dando lugar a las revoluciones americana (1776) y francesa (1789). El absolutismo y
la sociedad feudal serán progresivamente abolidos por este
espíritu revolucionario. El movimiento culminará en Francia
con el imperio napoleónico y se extenderá progresivamente
por toda Europa durante el siglo XIX, desembocando en el
triunfo de las democracias parlamentarias de signo burgués.
En el ámbito de la cultura, el Siglo de las Luces se caracteriza
por el imperio de la razón, el famoso lema sapere aude
(atrévete a saber) nos da fe de un momento histórico —la
segunda mitad del siglo XVIII— que supone una ruptura con
la tradición, la autoridad y el dogmatismo de etapas anteriores. El criticismo kantiano, que asume la necesidad de
poner en tela de juicio cualquier idea antes de aceptarla
acríticamente, insta a la razón a valerse por sí misma. Frente
al oscurantismo y el dogmatismo precedentes, el siglo XVIII
abre un nuevo camino para la razón.
Los ilustrados defienden la idea de una razón autónoma
y crítica, de ahí su interés por la ciencia, por la secularización
del pensamiento, por el conocimiento universal (plasmado
en la Enciclopedia), su confianza en el progreso y en el
desarrollo del ser humano, gracias a la educación, su pretensión de una religión natural desprovista de normas y su
defensa de las libertades políticas.
Este espíritu ilustrado llegará a todas las manifestaciones del
saber:
쐌 En el plano científico, destaca la «física de Newton». Por
otra parte, los descubrimientos científicos se difunden y
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popularizan gracias a publicaciones periódicas y a las
«Academias».
쐌 En la esfera del arte, domina el neoclasicismo, caracterizado por su sobriedad frente a los excesos del barroco.
쐌 La música alcanza cotas de gran belleza gracias a autores
como Händel, Mozart, Haydn.
쐌 También hay que destacar la edición de la Enciclopedia,
obra en la que se intenta recopilar y difundir todos los
conocimientos de la humanidad.
En cuanto a la metafísica, Kant se encuentra con que esta se
diluía en continuos debates sin posibilidad de acuerdo entre
los expertos. Esta situación contrastaba con el desarrollo y el
consenso conquistados por la física y las matemáticas.
Kant hará referencia a esta situación de conflicto en la metafísica, disciplina que sitúa en un «campo de batalla», una
inestabilidad que se debe, precisamente, a la falta de reconciliación entre las propuestas del empirismo y las del racionalismo. Así, mientras el racionalismo —caracterizado por
su confianza absoluta en la razón y su desprecio por la experiencia— caía en el dogmatismo, el empirismo —al hacer
de la experiencia el origen y el límite del conocimiento— se
veía incapacitado para justificar el valor universal y necesario de las leyes científicas, un conflicto cuyo final era el
escepticismo. La solución de Kant consistió en diseñar un
sistema que, concediendo el valor debido a la experiencia,
garantizara la universalidad y necesidad del conocimiento.
Sin embargo, Kant no se limitó al ámbito del conocimiento
racional, ya que también se ocupó del papel que debía
desempeñar la razón en el terreno de la moral. Así, a partir de
la pregunta «¿qué debe hace el hombre?» desarrolló toda
su teoría ética.
Relación con la filosofía idealista y el marxismo.
Kant ha ejercido mayor influencia en el pensamiento contemporáneo que ningún otro filósofo de la era moderna. La
filosofía kantiana, y en especial como la desarrolló el filósofo
alemán Friedrich Hegel, estableció los cimientos sobre los
que se edificó la estructura básica del pensamiento marxista.
En la dualidad sujeto-objeto propuesta por Kant, el sujeto
cognoscente (trascendental) deja de ser un simple receptor
de la realidad y se convierte en un agente que conforma lo
que le llega por los sentidos. Sin embargo, Kant mantiene la
creencia de que la cosa en sí, la realidad, es incognoscible.
La filosofía de Hegel, en cambio, lleva al extremo estas ideas
y supera la escisión entre sujeto y objeto, proponiendo el
denominado idealismo absoluto que elimina la cosa en sí
y concibe al sujeto como realidad absoluta. En ese sentido,
la realidad no es más que pensamiento o idea.
Por otra parte, Kant fue el primero en hablar de antinomias
o contradicciones entre dos principios racionales; y Hegel y
Marx se apoyaron en estas ideas para concebir su método
dialéctico.
Valoración personal y actualidad.
Como se ha desarrollado, las nociones de sujeto de Kant
dieron pie a una reflexión sobre su actividad y responsabiliHistoria de la Filosofía
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dad en la configuración de la realidad. Pero, de acuerdo con
la Escuela de Frankfurt, al establecer un sujeto universal
y abstracto, también dio lugar a la sociedad manipuladora,
abstracta y tecnocrática del siglo XX.
Por otra parte, a lo largo de la obra de Kant, se tratan con
claridad dos temas de mucha importancia en el desarrollo
de la filosofía posterior:
쐌 En primer lugar, el filósofo afirma que el deber es presentado por la razón como una ley objetiva, es decir, como
algo que debemos cumplir porque es lo razonable, independientemente de nuestra voluntad.
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CONVOCATORIA SEPTIEMBRE 2008
쐌 En segundo lugar, aunque la lógica nos indique lo que
debemos hacer, estamos constituidos de tal manera
que quedamos liberados de la obligación que impone esa
lógica, lo que nos permite hacer incluso lo contrario. De ahí
que sea necesario el establecimiento de leyes a cumplir.
El concepto que posee Kant de la libertad irreductible del
ser humano ha sido positivo en el avance de la humanidad;
sin embargo, su empeño en esta imposición de leyes morales
más allá de la obtención de ningún fin concreto y la obligación que establece de obedecer esas leyes, se encuentra en
el germen de los regímenes totalitarios propios del siglo XX.
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