1 Exp: 02-000086-0004-CI Res: 000005-F-2003 SALA

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Exp: 02-000086-0004-CI
Res: 000005-F-2003
SALA PRIMERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las
quince horas diez minutos del quince de enero del año dos mil tres.Proceso arbitral establecido en el Centro de Conciliación y Arbitral de la Camara de Comercio de
Costa Rica, por “VISTAMARINA, VIMASA SOCIEDAD ANONIMA”, antes denominada
“Lomas de Cocotal, S. A.”, representada por su presidente Armando Alberto Guardia Sasso, “
BANCO BCT PANAMÁ S.A.”, antes denominado “ Commerce Overseas Bank S.A.”,
representado por Alvaro Saborío Rocafort, banquero, vecino de Escazú, y el “BANCO DE SAN
JOSE, S.A.”, representado por su apoderado generalísimo señor Guillermo Hernández Briceño,
banquero. Intervienen, además, como apoderados especiales judiciales de VISTA MARINA
VIMASA S.A. la licenciada Anna Lía Volio Elbrecht, del Banco BCT (Panamá) S.A. los
licenciados Roberto León Gómez, vecino de Escazú, Roberto Bolaños Fonseca, Randall Barquero
León, vecino de La Unión, Marco Vinicio Tristán, vecino de Heredia, y del Banco de San José S.A.
los licenciados Franklin Matamoros Calderón, Sergio Artavia Barrantes y Jonatan Picado León.
Todos son mayores, casados y con las salvedades dichas abogados y vecinos de San
José.
RESULTANDO:
1º.Que mediante el compromiso arbitral suscrito entre los personeros legales de “VistaMarina Vimasa
Sociedad Anónima” antes denominada “Lomas de Cocotal S. A.” (Fideicomitente deudora) y
“Commerce Overseas Bank S. A.” ahora “Banco BCT (Panamá), Sociedad Anónima,
(Fideicomisario Principal) y el “Banco de San José S. A.” (fiduciaria), y con fundamento en los
hechos en que se mostraron acuerdo y desacuerdo, respectivamente, con fundamento en los
artículos 41 y 43 de la Constitución Política; 417, 420 del Código de Comercio, acuden dichas
partes ante ésta Sala Primera, estimando el proceso en la suma de dos millones doscientos ochenta y
tres mil nueve dólares con dieciocho centavos moneda de curso legal de los Estados Unidos de
América, a fin de que en sentencia se declare: Pretensión de VISTAMARINA, VIMASA
SOCIEDAD ANONIMA: "1-) Que el Banco demandado estando obligado por disposición expresa,
según las cláusulas 1.06, 2.05, 4.02 y página tercera del contrato de cuestión, se negó a formalizar
las compra-ventas que había gestionado mi representada con la señora Sophie Santana Sasso, Gloría
Elena Bonilla Olaso y Michael Tell, por la suma total de CIENTO SETENTA Y CINCO MIL
DOLARES, por lo que incumplió sus obligaciones contractuales. 2-) Que como consecuencia de lo
anterior, expresamente solicito que en el LAUDO SE DECLARE RESUELTO EL CONTRATO
DE FEDEICOMISO NUMERO F-001/97 y su addendum y todos y cada uno de los documentos de
crédito que el banco acreedor hizo firmar a mi representado por los desembolsos realizados, por ser
los mismos accesorios al principal y correr la misma suerte de éste último. 3-) Que el banco
demandado con su conducta antijurídica y dolosa no solo incumplió el acto constitutivo del
fideicomiso F-001/97 y su addendum sino que infringió un daño a la imagen, el buen nombre y
reputación de mi representada y del proyecto mismo y que como consecuencia de lo anterior ES
RESPONSABLE DEL DAÑO MORAL CAUSADO, el cual se estima en la suma de
OCHOCIENTOS MIL DOLARES, moneda de curso legal de los Estado Unidos de América junto
con sus intereses al mismo tipo que los fijados por el banco a mi representada, sea el 11.5% anual
sobre saldos o en su defecto al tipo legal a partir de la presentación de la demanda y hasta el
efectivo pago del mismo. 4-) Que el banco demandado con su proceder y negativa a formalizar la
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ventas aludidas impidió la generación de ingresos y por ende la posibilidad de pago de las
obligaciones adquiridas por mi representada con él mismo, siendo por ello responsable del pago de
los daños causados, que estimo en una suma igual a las ventas pactadas, sea la suma de CIENTO
SETENTA Y CINCO MIL DOLARES moneda de curso legal de los Estado Unidos de América
más sus intereses al mismo tipo que el banco acreedor ha fijado para mi representada sea el 11.5%
anual o en su defecto al tipo legal, a partir de3 la presentación de la demanda y hasta el efectivo
pago de los mismos. 5-) Que el banco demandado con su proceder y negativa a formalizar la (sic)
ventas aludidas impidió la generación de ingresos y por ende dificultó e imposibilitó el pago de las
obligaciones adquiridas por mi representada con él mismo, siendo por ello responsable del pago de
los perjuicios causados, que estimo en una cantidad igual a los intereses adeudados al banco
acreedor, sea la suma de DOSCIENTOS TREINTA MIL DOLARES moneda de curso legal de los
Estados Unidos de América más sus intereses al tipo legal a partir de la presentación de la demanda
y hasta su efectivo pago de los mismos. 6-) Que el banco demandado es en deberle a mi
representada la suma de TREINTA Y CINCO MIL DOLARES como perjuicios causados con la
devolución de las señales de trato recibidas por ella y que tuvo que devolver a sus potenciales
compradores, moneda de curso legal de los Estados Unidos de América más sus intereses al tipo
legal a partir de la presentación de la demanda y hasta su efectivo pago de los mismos. 7-) Que el
banco demandado es en deberle a mi representada la suma de CIENTO SETENTA Y CINCO MIL
DOLARES producto de el compromiso contractual de instalar el agua potable y que mi
representada adquirió con el señor Michael Tell para que este comprara el lote número 20, venta
que el banco acreedor se negó a formalizar. 8-) Para que se declare la nulidad absoluta de las
cláusulas 2.01, 2.04, 2.10, 3.03, 3.04 y 4.06 del contrato de fideicomiso número F001/97 y su
addendum. 9-) Para que se declare la nulidad absoluta de las disposiciones contractuales 3.03 y 3.04
que hacen referencia al proceso de remate y en especial a la forma del mismo en cuanto a la
valoración de los bienes. 10-) Para que se declare que en el caso de un eventual remate la base de
todos y cada unos (sic) de los inmuebles fideicometidos en garantía sería monto fijado en el avalúo
realizado por VALORITEC para el banco acreedor el día 11 de Noviembre de 1996 por la suma de
DIEZ MILLONES NOVECIENTOS SESENTA Y NUEVE MIL TRES DOLARES CON
CUARENTA Y NUEVE CENTAVOS, menos las propiedades ya vendidas a terceros. 11-) Que se
condene al banco demandado al pago de las costas procesales y personales de esta demanda.".
Pretensión del Banco BCT (Panamá) S.A.: "PRIMERO: Que es válido y eficaz el contrato de
fideicomiso de garantía número F001/97, tal y como resulta del addendum de las 17 horas del 24 de
diciembre de 1998. SEGUNDO: Que la realización de un último avalúo por parte del Fideicomiso
Principal, mediante el cual se determine el precio para la venta de los bienes fideicometidos,
constituye el ejercicio legítimo del derecho y provisiones contractuales de la cláusula 3.03 del
fideicomiso. TERCERO: Que los procedimientos establecidos en la cláusula 3.03 del Fideicomiso,
en cuanto establecen el requerimiento o intimación al deudor, el procedimiento de valoración y la
debida publicidad para la concurrencia de terceros interesados, constituyen en la especie, el debido
proceso aplicable y es conforme a derecho y en modo alguno se viola la prohibición de pacto
comisorio expreso que establece la ley. CUARTO: Que las costas personales y procesales y
cualquier otro gasto causado por este proceso serán a cargo de la demandada, VISTAMARINA,
VIMASA S.A.. QUINTO: Que es válida y eficaz la estipulación contenida en la Cláusula 2.05 del
contrato de fideicomiso, y que VISTAMARINA, VIMASA S.A., está obligada a desocupar las
fincas fideicometidas a más tardar dentro de los diez días naturales posteriores a la fecha en que se
les comunique formalmente y por escrito de parte del Fiduciario y del Fideicomisario Principal, el
inicio del remate por incumplimiento de pago por parte de la Deudora, sin derecho a indemnización
por concepto de derecho de llave, arrendamientos, notificaciones o procedimientos."
. Pretensión del Banco de San José: “1.Con lugar las excepciones opuestas. 2.Sin lugar en todos sus extremos esta demanda. 3.-
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Se condene al actor a pagar ambas costas, gastos y honorarios del Tribunal Arbitral de este
proceso.”.
2º.El Tribunal Arbitral, integrada por los Jueces Rodrigo Oreamuno B., Luis A. Guillén Downing y
Hernando París, en sentencia dictada a las 17 horas del 14 de junio de 2002, resolvió: "Con base
en lo expuesto anteriormente, normativa, doctrina y jurisprudencia invocadas, se resuelve: En
cuanto a la demanda, se acogen las excepciones de falta de derecho y de falta de causa
interpuestas por las codemandadas Banco BCT (Panamá) S.A. y Banco de San José S.A., y en
consecuencia se declara sin lugar la demanda en todos sus extremos. Se rechazan las demás
excepciones interpuestas por las codemandadas. La contrademanda presentada por Banco BCT
(Panamá) S.A. contra VISTAMARINA, VIMASA S.A. se acoge parcialmente en los siguientes
extremos: (1) Se declara como válido y eficaz el contrato de fideicomiso de garantía número
F001/97 y su addendum de las 17 horas del 24 de diciembre de 1998; (2) Se declara que los
procedimientos establecidos en la cláusula 3.03 del citado Fideicomiso, constituyen el mínimo
debido proceso aplicable y están conformes a derecho; (3) Se ordena a la contrademandada
VISTAMARINA, VIMASA S.A. desocupar las fincas fideicometidas a más tardar dentro de los
diez días naturales posteriores a la fecha en que el fiduciario y el fideicomisario principal, le
comuniquen por escrito el inicio del remate, conforme a la cláusula 2.05 del contrato de fideicomiso
indicado. Se rechaza la contrademanda en los demás aspectos de la petitoria. Costas se fallan la
demanda y la reconvención sin especial condenatoria en costas. Los honorarios del Tribunal
Arbitral serán pagados, en partes igualesw, por la accionante VISTAMARINA VIMASA S.A. y la
reconventora BANCO BCT (Panamá) S. A.."
.
3º.El Tribunal Arbitral denegó la aclaración y adición solicitada por la parte actora y acogió la
aclaración y adición solicitada por el demandado Banco BCT, que en lo conducente dispuso:
“Déjese sin efecto la anotación provisional ordenada por este Tribunal Arbitral mediante resolución
No.002-01 de las 11:00 horas del 18 de diciembre del 2001. Expídase exhorto al Juzgado Primero
Civil de San José a fin que de (sic) ordene al Registro Público el levantamiento de la anotación
provisional que peso sobre las fincas objeto del fideicomiso sub arbitrio, inscritas bajo el sistema de
folio real, Partido de Guanacaste, matrículas números: 112482-000, 112483-000, 112485-000,
112486-000, 112487-000, 112488-000, 112489-000, 112490-000, 112491-000, 112492-000,
112493-000, 112494-000, 112495-000, 112497-000, 112498-000, 112499-000, 112500-000,
112501-000, 112505-000, 112506-000, 112507-000, 112508-000, 1125096-000, 112510-000,
112511-000, 112512-000, 112513-000, 112514-000, 112515-000, 112516-000, 112517-000,
112518-000, 112519-000, 112520-000, 112521-000, 112522-000, 112526-000, 112528-000, a
nombre de Banco de San José S.A., en calidad de fiduciario. Testimóniese al Juzgado Primero
Civil de San José las piezas del presente expediente que contienen el Laudo Arbitral y la presente
resolución.”.
4º.La licenciada Anna Lía Volio Elbrecht, en su expresado carácter, interpuso recurso de nulidad
contra el laudo arbitral, por considerar violación al debido proceso artículo 67 inciso e) y b) de la
Ley Sobre Resolución Alterna de Conflictos y Promoción de la Paz Social y violentado los artículos
7, 39, 67 inciso e) de la Ley Sobre Resolución Alterna de Conflictos y Promoción de la Paz Social;
21 y 27 del Reglamento de Arbitraje de Centro de Conciliación y Arbitraje, 293 inciso 4) del
Código Procesal Civil.
5º.3
En los procedimientos se han observado las prescripciones legales.
Redacta el Magistrado Montenegro Trejos, y;
CONSIDERANDO:
I. Para mejor entender la controversia dirimida en el laudo, conviene hacer una sinopsis
del conflicto: La aquí actora, VISTA MARINA VIMASA S.A. (Antes Lomas de Cocotal S.A.),
suscribió un contrato de fideicomiso de garantía, con el COMMERCE OVERSEAS BANK S.A.,
que más tarde por fusión de sociedades cambiaría su razón social a BANCO BCT (PANAMA)
S.A., y con el El BANCO FINCOMER S.A. Este último a su vez, en virtud de un adendum que
modificó totalmente el contrato, fue reemplazado por el BANCO DE SAN JOSE S.A. En apretado
resumen, el nexo se concertó así: la primera, para garantizar un crédito que le concedió la segunda,
destinado a financiar un proyecto turístico denominado “Vista Marina”, traspasó en propiedad
fiduciaria a la última varios inmuebles, asumiendo ésta la obligación de garantizar la debida
atención del crédito y proceder a la venta de los bienes fideicometidos si la deudora no satisfacía la
deuda en los términos concertados. El monto inicial del fideicomiso fue de un millón seiscientos
cincuenta mil dólares, pero mediante addendum se aumentó a dos millones cuatrocientos cincuenta
y cuatro mil doscientos cincuenta y seis dólares con noventa y tres centavos. . Los bienes objeto del
contrato estuvieron constituidos, al inicio, por las fincas números 37.517-000 y 97.686-000, del
Partido de Guanacaste, que se dividieron en varios lotes precisamente en función del proyecto. Sin
embargo, el patrimonio del fideicomiso, en razón de readquisiciones que hizo el fideicomitente,
quedó luego limitado a los que se segregaron de la primera de esas fincas. Conforme a las
instrucciones del fideicomitente (deudor), el fiduciario realizaría las segregaciones y formalizaría
las ventas, siempre y cuando mediara autorización del acreedor (fideicomisario principal). El
producto de ellas se depositaría en lo que se denominó “Comisión de Confianza”, a disposición del
acreedor y se aplicaría bajo estos términos: 20% para el fideicomitente, de los cuales un 10% se
utilizaría para cubrir gastos de venta y promoción y hasta un 10% para pagar comisión de venta. El
remanente de este último rubro y el 80% restante se destinaría a la amortización del préstamo. En
una de las cláusulas introducidas al contrato por el adendum (Cláusula 3.03), se estipuló que ante
cualquier atraso en el pago del capital , intereses, comisiones y reembolso, como también ante el
incumplimiento de cualquiera de las obligaciones establecidas en el contrato, el fideicomisario
principal quedaba facultado para tener por vencida y exigible la totalidad de las obligaciones y
prevenir a la deudora para que en un plazo de diez días naturales, “arregle satisfactoriamente la
situación planteada” (sic) y de no hacerlo podía solicitar al fiduciario disponer la subasta de las
fincas fideicometidas por medio de un notario público seleccionado por el mismo fiduciario. En la
propia cláusula se reguló el procedimiento y se dispuso que la base del remate para la primera
subasta sería fijada “de acuerdo a un último avalúo que efectuara el fideicomisario principal”.
Invocando la morosidad del deudor, el Banco acreedor denegó autorizar la venta de tres lotes, lo
que según el actor fue injustificado, le puso en una difícil situación económica y le impidió cumplir
con sus obligaciones. El 7 de setiembre del 2001, el Banco acreedor le remitió al actor una carta
donde le confería el plazo de diez días arriba indicado para que pagara lo adeudado, sus intereses y
gastos, bajo apercibimiento de instruir al fiduciario a disponer la subasta de las fincas
fideicometidas.
II. Con sustento en la cláusula 5.04 del contrato, según la cual en caso de diferencias,
conflictos o disputas relacionadas con su ejecución, las parte someterían el diferendo a arbitraje, y
aduciendo que había cláusulas abusivas en ese contrato de fideicomiso y que la conducta del
acreedor en ejecución del mismo había sido injustificada, la actora formula la demanda origen de
este proceso, pretendiendo se declare lo siguiente: a) Que el banco acreedor incumplió sus
obligaciones contractuales al negarse a formalizar las compras-ventas de los tres lotes que ella había
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negociado con Sophie Santana Sasso, Gloria Elena Bonilla Olaso y Michael Tell, que implicaban
una venta por un total de ciento setenta y cinco mil dólares; b) Que en consecuencia ese contrato
debe declararse resuelto y con él cada uno de los documentos de crédito que en relación al mismo
ella firmó; c) Que el citado Banco con su conducta, no solo incumplió el contrato, sino que dañó el
buen nombre y reputación de la sociedad actora, por lo que debe indemnizarle el daño moral, que
estima en ochocientos mil dólares y sus intereses a partir de la presentación de la demanda; d) Que
con su negativa a formalizar las ventas, le impidió la generación de ingresos y el poder satisfacer las
obligaciones adquiridas, causándole así daños que estima en una suma igual a las ventas frustradas,
o sea en ciento setenta y cinco mil dólares: e) Que con esa misma conducta le impidió generar otros
ingresos , por lo que el Banco es responsable de los perjuicios irrogados que estima en doscientos
treinta mil dólares; f) Que el Banco demandado debe resarcirle la suma de treinta y cinco mil
dólares , como perjuicio por la devolución de la sumas que había recibido en señal de trato, más
intereses: g) Que debe también pagarle ciento setenta y cinco mil dólares, producto del
compromiso contractual que la actora adquirió con el señor Michael Tell para instalar agua potable
en el lote número 20; h) Que son nulas las cláusulas 2.01, 2.04, 2.10, 3.03, 3.04 y 4.06 del contrato
y su addendum, y en especial las 3.03 y 3.04 en cuanto hacen referencia al remate y a la valoración
de los bienes para ese propósito; i) Que en caso de un eventual remate la base con que han de salir
a subasta los inmuebles debe ser el avalúo realizado por valoritec, para el banco acreedor, el 11 de
noviembre de 1996, y finalmente pide condenar en costas al banco demandado. En consideración a
una excepción previa de litis consorcio pasivo necesaria, opuesta por la demandada, el Tribunal
Arbitral ordenó a la actora ampliar la demanda contra el fiduciario Banco de San José, lo cual
cumplió, instando los mismos pronunciamientos antes esbozados.
III. El Banco acreedor BCT (Panamá) S.A., contestó negativamente la demanda,
rechazando todas sus pretensiones. A su vez contrademandó a la actora, instando declarar lo
siguiente: a) Que es válido y eficaz el contrato de fideicomiso de garantía; b) Que la realización de
un último avalúo por parte del fideicomisario principal para la subasta de los bienes, constituye el
ejercicio legítimo del derecho y previsiones contractuales estipulados en la cláusula 3.03; c) Que los
procedimientos normados en esa cláusula, constituyen el debido proceso aplicable en la especie y
no violan la prohibición de pacto comisiorio expreso que establece la ley; d) Que es válida y eficaz
la cláusula 2.05 del contrato y por lo mismo la actora esta obligada a desocupar las fincas
fideicometidas a más tardar dentro de los diez días naturales posteriores a la fecha en que se le
comunique formalmente y por escrito el inicio del remate, sin derecho a indemnización por derecho
de llave y otros, y finalmente, que se condene a pagar las costas del proceso. La actora
reconvenida contestó negativamente tales pretensiones. Por su parte el Banco de San José opuso a la
demanda las excepciones de falta de derecho, falta de legitimación, contrato no cumplido, falta de
pago, litis consorcio pasivo indebido, y pidió desestimarla en todos sus extremos.
IV. El Tribunal Arbitral, en laudo pronunciado a las diecisiete horas del catorce de junio
del dos mil dos, declaró sin lugar la demanda en todos sus extremos, acogiendo las excepciones de
falta de derecho y falta de causa opuestas por los codemandados Banco BCT (Panamá)S.A. y Banco
de San José S.A.. Acogió parcialmente la contrademanda, declarando válido y eficaz el contrato de
fideicomiso de garantía y su addendum; dispuso que los procedimientos establecidos en la cláusula
3.03 del mismo constituían el mínimo proceso aplicable y por lo mismo eran conformes a derecho.
Ordenó a la actora desocupar las fincas fideicometidas a más tardar dentro de los diez días naturales
posteriores a la fecha en que el fiduciario y el fideicomisario principal, le comuniquen por escrito el
inicio del remate, conforme a la cláusula 2.05. Falló el negocio sin especial condenatoria en costas;
pero dispuso que los honorarios de los árbitros serían pagados por iguales partes por la actora y la
demandada reconventora Banco BCT (Panamá) S.A.. El actor y el Banco BCT (Panamá) S.A.
solicitaron adición y aclaración del fallo. El Tribunal denegó la petición de la actora, pero accedió a
la adición instada por el mencionado Banco, en el sentido de suplir lo proveído dejando sin efecto la
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anotación provisional que el mismo Tribunal había dispuesto sobre las fincas objeto del
fideicomiso.
V. Contra esos pronunciamientos recurre ante esta Sala la sociedad actora, instando la
nulidad de ellos por los siguientes motivos: a) Por violación del debido proceso. Refiere al respecto
que el Banco BCT, pendiente este proceso, presentó en él varios documentos, entre ellos un nuevo
avalúo de las fincas fideicometidas, realizado por el Ing. Fernando Peñaranda, con el que se
pretende sacar a remate esos bienes, sin cumplir con la disposiciones del art. 293 in fine del CPC.,
pues no se le dio traslado sobre el mismo, negándose, por consiguiente, la posibilidad de
contradecirlo; B) Que habiéndose rechazado un incidente de suspensión de remate y su nulidad ,
con la advertencia de que esa denegación era sin perjuicio de lo que se dispusiera en el laudo, en
este a la postre nada se dijo al respecto, omitiéndose así un pronunciamiento necesario; c) Que el
Tribunal acogió una contrademanda inexistente, pues la formulada por el Banco BCT no llenaba los
requisitos mínimos para darle curso, al no contener hechos ni pruebas, lo que determinó que no
pudiera referirse a la causa y a la demostración de ella; d) Que el Tribunal adicionó el laudo,
disponiendo el levantamiento de una anotación que pesaba sobre los inmuebles fideicometidos,
quebrantando con ese conducta el equilibrio procesal, pues permitió al fiduciario continuar con su
proceder irregular y disponer la subasta de los inmuebles; e)Que la declaración del Tribunal
disponiendo que el procedimiento establecido en la cláusula 3.03 cumple el debido proceso, es
omisa en cuanto no explica por qué llena tal recaudo; f) Que el Laudo no se refirió concretamente a
las nulidades rogadas por la actora de las cláusulas 2.02, 2.10, 4.06 y 3.03 y sobre todo a su petición
de que había en ellas un pacto comisorio expreso; y g) Que el laudo resolvió contra normas
imperativos o de orden público, al actuar las cláusulas indicadas.
VI. Previamente a considerar los agravios, conviene tener presente que el proceso
arbitral es una alternativa a la justicia ordinaria y que su justificación más relevante es la de permitir
una vía mas expedita, menos formal y más certera para la solución del conflicto. Supone, por
consiguiente, un proceso al que las partes acuden, voluntariamente, mediante el acuerdo arbitral,
no solo por razones de tiempo, sino también por ser más consecuente con la naturaleza de la
controversia. De allí que normalmente se designa como juzgadores a personas con experiencia
específica en la materia del debate, seleccionados, directa o indirectamente, por los propios
contendientes. Al ser, por definición, un proceso alternativo, es consustancial a su naturaleza que las
autoridades del orden judicial tengan en él la menor injerencia posible. Nuestra legislación,
gradualmente, ha ido reconociendo y enfatizando esta autonomía. Por eso, actualmente no es el
arbitraje, como lo fue hasta un pasado reciente, un procedimiento especial mas dentro del proceso
civil, con reiteradas participaciones de los tribunales ordinarios en sus diferentes estadios. En la
Ley Sobre Resolución Alterna de Conflictos y Promoción de la Paz Social, No. 7727 de 9 de
diciembre de 1997, aquella injerencia fue reducida a su mínima expresión. Hoy, en ejercicio de la
autonomía de la voluntad se permite a las partes hasta determinar el contenido del procedimiento,
sin otra restricción que la de respetar los principios del debido proceso, el derecho de defensa y el
de contradicción. (Art. 39 de esa ley). La desvinculación con la justicia ordinaria, se ha llevado
hasta prohibir que las autoridades judiciales puedan siquiera ser investidas como árbitros (Art. 25 in
fine). De este modo la intervención judicial se reduce en la legislación vigente a las siguientes
conductas: designación de árbitros frente a inercia de las partes; elección, en órganos colegiados,
del tercer miembro cuando los otros dos no llegaren a un acuerdo; resolución, en ultima instancia,
de problemas de competencia y, la más importante de todas, examen del laudo por vicios de
nulidad. Jurisprudencialmente, frente a omisiones manifiestas de la ley, se ha ampliado esa
intervención a la recusación del órgano unipersonal, y también del colegiado, pero esto último solo
cuando la causal alcanza, simultáneamente, a todos sus miembros. Por otra parte, frente al examen
del laudo, la competencia judicial, vale decir la de esta Sala, se constriñe a las hipótesis descritas
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en el artículo 67 de aquella ley, que por tratarse de una lista taxativa, no pueden ampliarse ni por
analogía ni por mayoría de razón.
VII. Siguiendo el orden de la exposición del recurso, el primer agravio endilgado al
laudo es el genérico de “violación al debido proceso”. Con todo, al explicarlo el recurrente lo
concreta señalando que el vicio sobrevino al admitir el tribunal, extemporáneamente, un nuevo
avalúo de las propiedades fiduciarias, sin cumplir con el trámite preceptuado en el artículo 293 del
Código Procesal Civil. Conviene recordar, para el examen de este cargo, que una de las cláusulas
del contrato de fideicomiso (3.03), permite al fideicomisario principal, vale decir el acreedor,
autorizar la subasta de los bienes por el último avalúo que el mismo disponga. Esta cláusula está
siendo impugnada en otro de los cargos, al que se hará luego mención. Fue precisamente en
ejercicio de ella que el acreedor gestionó el avalúo realizado por el perito Fernando Peñaranda.
Ahora bien, la presencia de ese dictamen en el proceso arbitral no suma a éste ningún dato nuevo
trascendente para la decisión, pues es simple ejecución de aquella cláusula y por lo mismo ese
informe, como es obvio, está estrechamente vinculado a la suerte de ella. Por consiguiente, aun
admitiendo la irregularidad, no sería ésta relevante en función del tema a decidir. Se impone, pues,
desestimar también este cargo.
VIII. El segundo agravio es por una supuesta incongruencia negativa del laudo. Este
sería omiso en tanto no hizo pronunciamiento sobre el incidente de suspensión de remate y nulidad
que la actora había incoado y que según ella se habría diferido para la decisión final. El problema
tiene que ver con la inteligencia del pronunciamiento interlocutorio del Tribunal. Contrario a lo que
asevera el recurrente, no es cierto que la solución del artículo se haya pospuesto para el laudo; lo
que el Tribunal dijo es que la validez del remate dependía de la suerte de las pretensiones
respectivas, porque, como es obvio, de anularse el procedimiento normado en la cláusula 3.03, el
remate quedaría insubsistente. Sin embargo, puesto que la decisión fue la contraria, la suspensión y
la nulidad mal podían declararse. En suma, el laudo no es omiso en este particular y el presente
cargo, de consiguiente, tampoco se puede admitir.
IX. El siguiente agravio en forma general vuelve sobre un supuesto irrespeto al debido
proceso, pero esta vez lo que acusa es una incorrección en el trámite de la contrademanda incoada
por el Banco BCT. Señala que no obstante la informalidad de esa petición, pues ni contenía hechos
ni ofrecía prueba, se le dio el trámite y a la postre se acogió en parte, sin que la actora, por obra de
esa incorrección, tuviere la oportunidad de contradecir debidamente la causa y ofrecer la
contraprueba. En punto a esta censura cabe anotar que la contrademandante, según se ve a folios
547 a 548, del Tomo II del proceso, si adujo hechos, tal vez no muy ortodoxamente, al decir que
sustentaba su pretensión “en la relación de hechos expuesta”, refiriéndose obviamente a los
resumidos bajo los numerales 1 a 11. También ofreció prueba, igualmente en forma un poco
irregular, como consta al folio 546. La actora, por su parte, al contestar esa reconvención (Folios
683 y siguientes del mismo Tomo), no objetó las deficiencias aquí invocadas. Por el contrario se
refirió a los hechos, a pesar de su irregularidad, y ofreció contra prueba, amen de replicar
negativamente las pretensiones. No es cierto entonces que las pretendidas incorrecciones le hayan
vedado la oportunidad de ejercitar sus derechos. No hay razón para admitir la presencia de este
vicio, por lo que esta censura debe correr la misma suerte de las anteriores.
X. Otra irregularidad aducida por el recurrente, que no está claro si es por
incongruencia o por violación al debido proceso, concierne a la conducta del Tribunal al disponer,
por vía de adición del laudo, el levantamiento de la anotación de la demanda sobre las fincas
fideicometidas. Esa disposición, si bien se observa, era consecuencia necesaria de lo decidido, pero
además respondía a solicitud de parte y no atina la Sala a entender que importe ninguna
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irregularidad y menos una que encaje dentro de las previsiones del artículo 67 de la Ley RAC. Por
eso, sin mayores consideraciones, procede también denegar este agravio.
XI. Los cargos que en el resumen de las censuras la Sala ha recogido bajo las letras e),
f) y g) bien mirado se refieren a lo mismo, esto es al supuesto vicio del pronunciamiento por admitir
sin reservas y con plena eficacia las cláusulas 2.02, 2.10,, 3.03, 3.04 y 4.06, del contrato, las que, a
juicio del recurrente, no solo autorizan un procedimiento irregular, sino además un pacto
comisionario expreso, de donde, en tesis del objetante, al actuarlas el Tribunal resolvió contra
normas imperativas o de orden público. Para llevar un orden en el examen, cabe en primer término
ocuparse del procedimiento que resulta de esa normativa y particularmente de la cláusula 3.03. La
crítica se dirige a que el Tribunal haya admitido que ese procedimiento satisfaga el debido proceso
y sea, por lo mismo, conforme a derecho. Esta cláusula, en lo conducente dispone que cualquier
atraso en el pago del capital, intereses, comisiones y reembolso, en los créditos garantizados por el
contrato de fideicomiso, así como el incumplimiento de las obligaciones impuestas en él al
fideicomitente, faculta al fideicomisario principal para tener por vencida y exigible la totalidad de
las obligaciones, en cuyo caso dará al deudor un plazo máximo de diez días para que arregle la
situación y si no lo hiciera solicitará al Fiduciario la venta de los bienes, la cual se hará por medio
de un notario publico, quien dispondrá como máximo tres subastas, teniéndose como base para la
primera de ellas el “fijado de acuerdo a un último avalúo que efectuará el Fidecomisario principal”.
Dice además que las subastas se anunciarán en un diario de circulación nacional, con no menos de
ocho días naturales de anticipación al día correspondiente y que entre subasta y subasta deberá
mediar un plazo no menor de quince días naturales. Dispone también que si en la primera no
existieran postores, en cada una de las siguientes la base se reducirá en un veinte por ciento sobre la
base inmediata anterior; y que si en ninguna hubiere postores el Fiduciario podrá realizar la venta
directa; y si esto último no fuere posible el Fideicomisario principal podrá adjudicarse los bienes
por la base de la última subasta. Como se advierte, la norma sí garantiza un proceso similar al
judicial, proceso que, además, resulta de un contrato autorizado por la Ley (Art. 648 del Código de
Comercio) y en cuya génesis no medió ninguna circunstancia extraña por la cual pudiera siquiera
inferirse que la actora fue sorprendida con sus términos y antes por el contrario, como lo resalta el
laudo, sus representantes eran personas familiarizadas con este tipo de negocios y en el caso
concreto discutieron y consintieron expresamente el clausulado. De hecho el procedimiento
convenido, salvo por la facultad del acreedor de solicitar la subasta con el último avalúo que
discrecionalmente él ordene, no se diferencia mucho del proceso ejecutivo con renuncia de trámites
propio de la ejecución hipotecaria. Si ese avalúo fue o no acertado es tema aparte, ajeno además a
los puntos sometidos a examen de los árbitros. Se excluye, pues, que con la aplicación de la
expresada norma se hayan irrespetado los derechos de defensa y contradicción propios del debido
proceso.
XII. Las cláusulas supra indicadas, contra lo que arguye el recurrente, no propugnan un
pacto comisorio expreso contrario a derecho. El artículo 648 párrafo in fine del Código de
Comercio, según la reforma que se introdujo a través de la Ley 7732 de 17 de diciembre de 1997
(Ley Reguladora del Mercado de Valores), autoriza el fideicomiso de garantía y con él
negociaciones como las que aquí se convinieron, ninguna de las cuales contraría el contenido o el
espíritu que alentó la promulgación de esa norma. Incluso el tema de la inconstitucionalidad de ella
está fuera de cuestión frente a lo que resolvió la Sala Constitucional en su voto 09392 de 19
setiembre del 2001, voto en el que, además, excluyó la Sala que el artículo 648, párrafos 2 y 3, de
aquél Código implicare la autorización de un pacto comisorio expreso violatorio del artículo 45 de
la Constitución Política, señalando expresamente que eso sólo podía ocurrir si la normativa
contractual constituyere un abuso del derecho o un pacto leonino, que no es precisamente lo que
aquí sucede, según se vio. En suma, sobre este aparte no encuentra la Sala que el laudo contenga
ningún vicio justificante de su nulidad.
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XIII. Al propiciar el laudo la virtualidad del procedimiento y desechar las objeciones
dirigidas a éste por la actora, está afirmando que toda la normativa del convenio se encuentra a
derecho, lo que excluye el vicio de las cláusulas expresamente mencionadas por el censurante y su
consecuente nulidad. Dentro de esta inteligencia, requerir, además, una manifestación literal de
que no se accedía a la nulidad de esas cláusulas, es palmariamente redundante. Como conclusión,
la supuesta omisión en este particular no existe y el cargo que se sustenta en ella se debe, sin
mayor consideración, desestimar.
XIV. El fideicomiso es un contrato privado y la normativa que lo regula por necesaria
inferencia tiene esta misma naturaleza. Los bienes afectados con el presente contrato son asimismo
privados y salvo por la discusión, ya analizada, relativa al debido proceso y al tema sobre el pacto
comisionario expreso, no resulta fácil entender bajo qué criterios podría afirmarse que el laudo fue
resuelto contra normas imperativas o de orden público. En todo caso, no sobra mencionar que esta
Sala, en reiterados pronunciamientos, se ha ocupado de la inteligencia de la causal f) del artículo 67,
de la Ley RAC, en orden a precisar cuando se está frente a un quebranto de normas de este orden.
El fallo más conspicuo al respecto es la sentencia No 766, de las 16 horas y 10 minutos del 26 de
setiembre del 2001. En él, en lo que interesa, se consideró lo siguiente: “El concepto jurídico de
orden público es indeterminado, flexible, dinámico, y de difícil definición. No obstante, puede
entenderse como el conjunto de principios inspirados de un ordenamiento jurídico reflejo de los
valores esenciales de una sociedad en un momento dado. Existen varias clases de orden público. La
clasificación mas importante distingue entre orden publico interno y orden público internacional. El
primero puede dar lugar a la anulación del laudo. Otra clasificación importante sería la relativa al
orden público material, orden público procesal y orden público constitucional. Dentro del proceso
arbitral se prevé la nulidad del laudo infractor del orden publico, y en tal caso, la causal podría ser
alegada por la parte, pudiendo originar una nulidad total del laudo. Esta causal podría interpretarse
de dos maneras: por un lado la violación del orden público sólo se produciría cuando se sometan a
arbitraje materias excluidas, por su propia naturaleza jurídica de derechos indisponibles, pero por
otra parte, también podría interpretarse, admitiendo impugnación de laudos en base a fundamentos
excluidos por el legislador ...”. Es de suyo manifiesto que las razones invocadas no se acomodan en
la previsión de esa causal. Como se apuntó líneas atrás, ni se está frente a materias excluidas, pues
el tema trata de derechos disponibles, manifiestamente, ni se da el caso de que se haya actuado bajo
fundamentos vedados por el legislador. En resumen, la argumentación del recurso no conduce a
demostrar que el laudo padezca estos otros vicios, lo que lleva asimismo a su desestimación.
XV. Como corolario, no encuentra la Sala ninguna irregularidad en el laudo que
justifique su nulidad, por lo que el recurso debe declararse sin lugar.
POR TANTO:
Se declara sin lugar el recurso de nulidad del laudo. Rodrigo Montenegro Trejos
Luis Gmo. Rivas Loáiciga
Anabelle León Feoli
Román Solís Zelaya
Oscar Eduardo González C.
Ns.Es copia fiel del original - Tomado del Sistema Costarricense de Información Jurídica el: 15/12/2011 9:09:33 AM
http://200.91.68.20/scij/busqueda/jurisprudencia/jur_repartidor.asp?param1=XYZ&param2=2&nValor1=1&nValor2=227018&tem1=&strTipM=T&lResultado=12&strTe
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