m ESTUDIOS SOBRE LA ESPAÑA VISIGODA TOLEDO-1971 DIPUTACION Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. PROVINCIAL K INVESTIGACIONES Y < V 2 > §r O •IC w» £ m tn -I C 2 - * >&■ “* *♦* w O rr o > 2 Toledo §¡ P R E S E N T A C IO N El presente v o lu m e n , el título general de E s t u ­ recoge el contenido de las con­ ferencias y comunicaciones tetudas en Toledo durante la I S e ­ mana internacional de estudios visigóticos, celebrada del 9 al 13 de octubre de 1967. La razón de aquella reunión estaba m otivada por la cele­ bración en dicho año del X I I I Centenario de la m u e rte de San Ildefonso, que aconteció el 23 de enero del 667. San Ildefonso, por su nom bre y por su actividad estuvo íntim am ente relacionado con los años m ás granados de la dominación visigoda en la séptim a centuria. Fue él prestigioso prelado de Toledo, corte y capital del Reino, la u rb s regia de la que habla con tanto encomio en sus escritos. Pero además de ser un preclaro arzobispo, se distinguió tam bién com o in­ signe escritor de su época y alguna de sus obras ha tenido gran eco en toda la Edad Media. Su descollante figura, que penetró en todos los estratos culturales de su siglo y m a ntuvo estrechas relaciones con los elementos dirigentes del tiempo, no podía pasar desapercibida. Era una ocasión oportunísim a para estudiar la civilización vi­ sigótica en todas sus manifestaciones. Por tanto, se pensó que para colaborar en tales estudios, lo m ejor era convocar una Sem ana Internacional, que reuniese en Toledo los más prestigiosos investigadores y que ellos, ava­ lados por sus publicaciones anteriores y con las nuevas recien­ tem ente elaboradas, fueran la m ejor garantía de los temas que sabiamente desarrollaran. A tal efecto y respaldados por las más altas recom endado- d io s s o b r e l a E t/we / / e v a s p a ñ a v is ig o d a , Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. IV nes y avales, se hizo pública la convocatoria para la Sem ana, que se había de celebrar en Toledo, en la m agnífica Casa de la C ultura de la ciudad, generosam ente cedida para las reu­ niones. Al llegar las fechas prefijadas para su com ienzo se advirtió que aquellos días coincidirían con el com ienzo de las clases en las Universidades europeas y que m uchos de los profesores, que deberían tom ar parte, se sentirían co m p ro m etid o s e im ­ posibilitados de asistir por las obligaciones de su labor docen­ te ordinaria. E n este sentido fueron llegando cartas de una y de otra parte, en las que sabios profesores nos m anifestaban su sen tim ien to p o r no poder concurrir a la reunión que consi­ deraban su m a m en te interesante, y pedían que les considerá­ ram os presentes en espíritu, ya que corporalm ente no podían estar aquellos días con nosotros. L am entam os p ro fu n d a m en te la coincidencia pero no era fácil cam biar las fechas, cuando ya otros participantes habían coordinado su actividad para venir a Toledo en los días señalados. N os contrarió que m u ­ chos de los tem as, que hubieran dado un c o n ju n to com pleto de la época, no pudieran ser tocados y que en cierto m odo el tem a general quedase recortado. Pero nos alentó el entusiasm o de los que-, saltando p o r en­ cima. de las dificultades, nos aseguraron su valiosa asistencia. Y con tan entusiastas auspicios, la Sem ana se celebró en los días prefijados. M uchas de las conferencias entonces pronunciadas se re­ cogen en el p resente volum en, que significan — así es nuestro deseo— una valiosa aportación al conocim iento de la España visigoda, tan desconocida y tan im p o rta n te en nuestra culturaLa calidad y la originalidad de las lecciones m erecen la m á x i­ m a estim ación por el bien ganado renom bre de sus autores. Y al editarlas ahora creem os aportar una inestim able contri­ bución a los estudios históricos, que los investigadores e his­ toriadores nos sabrán agradecer. Con visitas a los restos visigóticos de Toledo y de su p ro ­ vincia se com pletaron la serie de actos con que se conm em oró este X I I I Centenario de la m uerte de San Ildefonso. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. V Nos resta agradecer la colaboración prestada por todas las autoridades, desde el Jefe del E stado, q u e se dignó p residir la Junta de H onor del Centenario, com o del E xcm o. Sr. M inistro de Justicia, que parte tan activa tuvo en la celebración, así com o la del Sr. Cardenal Prim ado de Toledo, quien en todo m o m en to prestó alientos a la Asam blea y de cuantos intervi­ nieron en ella■Reciba tam bién nuestros agradecim ientos cuantos intelectualm ente y m aterialm ente aportaron su esfuerzo para que la reunión tuviera cum plido éxito. A todos, m uchas gracias. Con esta finalidad ha sido publicado este volum en, que creem os nos sepan agradecer todos y en espera de que sirva para gravar la m em oria del preclaro arzobispo de Toledo San Ildefonso en el X I I I Centenario de su gloriosa m uerte. A dem ás de este volum en quedarán com o recuerdo de la fecha, la m edalla conm em orativa, acuñada p o r el E xcelentísi­ m o A yu n ta m ien to de Toledo, en la que se asocian los dos nom bres: Ildefonso y Toledo y la edición de las obras de los Padres Toledanos que, editados p o r el exim io Cardenal Lorenzana en el s ■X V I I I , son reeditados anastáticam ente en edición facsím il en nuestros días, reproduciendo la edición pulcra y nítida de M adrid, salida de la tipografía de Joaquín Ibarra, 'el 1782. . Toledo 23 de enero de 1968 L a J u n t a O r g a n iz a d o r a Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. Anverso (a rriba) y reverso (abajo) <ie la Medalla de Itronte conmemorativa del XIII Centenario de San Ildefonso. I Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. LA VIE RELIGIEUSE POPULAIRE EN SEPTIMANIE PENDANT L 'EPO Q U E WISIGOTHIQUE 1 Por E. DELARUELLE Chanoíne, prof. á l ’ Instítut catholíque de Toulouse Nous voulons dans cette com m unication é tu d ie r le sentim ent religieux populaire, á l’exclusion done de ce que p ensent et sentent les cleros e t les m oines; il fa u t m ém e sans doute s’in terd ire de tro p souvent faire appel aux tém oignages qui ¡ Nous avons em ployé constam m ent le m ol S ep tim an ie sans ja ­ máis penser A le déñnir; M. André Lo y e n , recteu r h on oraire de I’Undversité de Toulouse, veut bien nous écrire á ce su jet — et nous le rem ercions de nous au toriser á reprod u ire sa lettre— : 1. L e sens que vous donnez (au m ot Septim anie) — les sept évéchés dont vous rappelez la liste dans vo tre n ote 3— est encore conservé p a r m aints érudits dons Jean H ubert, Jean P orcheret V olbaoh dans t'Europe des invasions, París, 1967, pág. 388. 2. Sirm ond, N otae ad Sidcmium, Epist. III. 1) avait d é já v u q u ; le mot dérive non de septem m ais de septim us et s ’applique au pays de Béziers, oú était cantonnée la VII.° legión, les septim ani, com m e les appelle Tacite, H Ist. II I, 25. Le m ot n ’est pas un term e officiel; il est prob ab lem en t im possible de donner á la Septim anie des lim ites precises; m ais je pense que vous pouvez l'em ployer avec l ’acception q u e vous lu i donnez: la région qui s'étend des P yrénées au R hóne (M om m sen, M, G. H., A uclores antiquissim i, t. V III, pág. 446). Précisons des le début que notre enquéte a été lim itée: nous n ’avons pas dépouillé les chroniqueurs; p a r con tre nous avons retenu beaucoup d’índications fournies p ar Ies conciles pou r lesqu els nous avons utilisé C oncilios visigóticos e hispano-rom anos ...p or José V i v e s con la colaboración de Tom ás M a r í n e G onzalo M a r t í n e z (España cristiana, Textos, vol. I, In stitu to E nriqu e Florez), B arcelona-M adrid, 1963. Nous me connaissons p a s d ’ouvrage traitanit d 'ensem ble de m aniere directe et satisfaisan te ces problém es; il nous fa u t po u rtan t signaler d’em blée I' H istoire religieuse des anciens pays de VAude des origines chrétiennes á la fin de Vépoque carolingienne, p a r E lle Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 4 LA VIH RELIGIEUSE P0PULA1RB ém anent des m ilieux proches de la cour, é ta n t donné le h a u t niveau de c u ltu re religieuse a tle in t p a r les la'ícs des classes s u p é rie u re s 2. E n p rin cip e nous n e n v isa g e ro n s que la S eptim anie; m ais il est évident que ce cas oblige á s’in te rro g e r s u r le reste de l’Espagne. Les conciles, com m e le concile de N arb o n n e de 589, ne fo n t souvent que rep re n d re les décisions des conciles de T o lé d e 3, On est d'aiilleurs, s u rto u t évidcm m ent si l'o n consi­ dere la pério d e la plus reculóe que nous ayons á étudier, en un tem p s oü les élém ents com m uns de civilisation ch rétienne l’e m p o rten t encore sur les p a rtic u la rité s locales, e t oü done la situ a tio n de la Septim anie s'éclaire p o u r qui c o n sid ere les régions voisines e t d ’a b o rd l’E spagne, m ais aussi la Provence, longtem ps placée elle aussi sous la m ém e d o m ination, la G aule ou l’Italie. Pañis, 1933, m ais qui, com m e son titre 1'indique ne cou vre pas toute la Septim anie; la carte hors-texte de cet ou vrage rendra les plus grands Services, quoiqu’elle s o it étab lie p o u r le X.” siéd e. L a m onum entale H istoria de España de R am ón M e n e n d e z P id al, T. III, España visigoda p o r M anuel T o ¡r r e s e t divers, con tien t en tre autres un précieux ch ap itre sur l'E glise w isigothique, m ais qui ne tou che q u ’occasionnellem ent á la Septim anie et qu i, p a r ailleurs, s ’in sp ire d e la problém atiqu e ancienne e t laisse de có té les q u estion s relatives á la religión populaire, On sign alera en fin le répertoine dressé p a r P u i g I C a d a f a l c h , L ’art w isigothique et ses survivances, R ech erches sur les origines de l ’art en Frunce et en Espagne du 1V.° au X II.” siécle, París, 1961. 2 P ierre R i c h e , E ducation et culture dans VOccident barbare, VI.°V III ° siéctes, (Patrística Sorbonensia, 4), París, 1962, pág. 308, a m is en relief la cu ltu re des la ics en m ilieu w isigoth; c f aussi dans ce volu m e sa com m unication La educación en la época visigoda. 3 V o ici la liste com plete, croyons nous, d es con ciles d e T oléde qui ont été sou scrits p ar les évéques d e Septim anie (totius Spaniae vel Gatliae): III.° en 589 (Concilios, pág-s. 107, 124, 125, avec les signatures des évéqu es de N arbonne, B éziers, E lne, C arcassonn e, Agde, M aguelonne, N ím es; on sait que c e con cile eu t sa «répétition» (ibid., pág, 186 et les sign atu res pág. 222);— V I.”, 638 (págs. 233 et la m ém e année á N arbonne aú les évéques de S ep tim an ie pu bliérent et com plétérent les canons de T oléde (ibid., pág. 146 ss.);— IV .” en 633 246);— V III.°, 653, pág. 287;— XII.®, 681, pág. 406;— XIII.®, 683, pág. 432;— X IV .”, 684, canon 5 (pág. 444-448);— X V ”, 688 (págs. 44^ 471);— X V II.”, 694 (pág. 522 et can on s 2, 3, 6). G r if f e , Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 8 . DBLABUELLE 5 On v o u d rait savoir ce q u 'il y e u t d ’original dans le sentim ent religieux popúlam e chez les Ariens; il nous se ra m alheureusem ent á p eu p íe s im possible d e ré p o n d re á ce tte question. A vant m ém e que la m assc des fidéles arien s ne se résorbe, sans plus laisser aucune tra c e de le u rs anciennes originalités, dans la m asse cath o liq u e, il y avait, sem ble-t-il, peu de différences im p o rta n tes e n tre les deux com m unautés q u an t á ce q u i nous intéresse. C’é ta it sans do u te que les Ariens avaient puisé, des J'o rganisation de le u r E glise d'E spagne, dans le m ém e fonds com m un qui n o u rrissa it á la m ém e époque I'Eglise orthodoxe, c'est á d iré dans l’A ntiquité chrctienne. E n to u t cas il fau t c o n sta te r que, q u a n d il s'ag it p a r exem ple des sarcophages dont le tém oignage est si riehe et significatif, il e st im possible de d istin g u er ceux q u i s o n t d ’origine arienne; ils p o rte n t aussi b ien que les a u tre s l’a et l ’a>, alors que l'in sc rip tio n de R usticus n ’u tilise p a s ces sig n e s!4. L ’étude que nous allons p o u rsu iv re a u ra ce g ra n d in té ré t de nous m o n tre r la fo rm a tio n d 'u n se n tim e n t religieux nouveau. Il nous fa u t en effet ren o n c e r á cette illu sio n que la vie religieuse d u peuple, a u ra it été, dé c e tte plus h a u t e époque, déja conform e aux norm es qui la rég iro n t a u cours du Moyen-áge; c'est seulem ent bien plus ta rd , on le sait, que certaines obligations de p ra tiq u e sacram entelle sero n t im posées p a r le concile de L atran , ou que s'é p an o u ira u n e "religiosité” d' u n ce rtain style. N ous allons done voir en ces quelques siécles des in stitu tio n s p re n d re figure, des usages se répandrei, des dévotions se faire jo u r. Au déb u t de l’époque w isigothique, les saints sont encore p eu nom breux, et p a rm i eux il n ' y a p resq u e que des m arty rs; M arie n ’est p a s vénérée 4 Edm ond Lb B l a n t , Inscriptions chrétiennes de la G aule antérieures au V III ° siécle, 2 vol., París, 1856; les deux voluntes ont une n um érotation continué; c ’est su rtou t au deuxiém e qu e nous aurons recours, car il e st con sacré aux «sept provinces» et done au M idi. Un supplém ent a été pu blié en 1892 sous le titre N ouveau R ecueil, etc... dans la C ollection des docum ents inédits sur V histoire de France, avec une num érotation qui reprend á 0; il ajo u te au total fort peu au précédent. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 6 LA V1E RELIGIEUSE POPULAIRE com m e alie le sera p a r la suite. La liturgie n ’est pas organisée de la fagon com plete et m éthodique que l'on c o n n a it p o u r le reste d u M oyen-áge: c ’est ainsi que des dim anches n 'o n t pas encora de textes p ro p re s. On m anque d'hym nes e t l'o n n 'e st p as d'accord s u r le rem ede á cette situ atio n , certain s souh a ita n t q u 'o n se contente définitivem ent des " c a n tiq u e s” bibliques, qui éta ien t de tre s bo n n e heure passés dans l’usage c h ré tie n 5. N otre époque est de m ém e celle oü l'on voit se c o n stitu e r une iconographie chrétienne,: il n ' y a que p eu de tem ps que sain t P aulin, conscient de son originalité, déclarait son p ro p o s de s u b stitu e r, dans les basiliques, des scénes religieuses aux scenes profanes ju s q u ’á m a in te n a n t re g u e s 6. Au vrai cette époque e st celle qui fa it p a sse r du tem ps des Peres au M oyen-áge. Elle com m ence en effet avec des références perpétuelles aux serm ons de sa in t A ugustin, qui sero n t souvent réédités dans l'H om éliaire de. Toléde; avec les déclarations des conciles d e Toléde qui n ’am b itionnent que de se co n fo rm er á la T radition. Mais su r divers p o in ts on v e rra p a r la suite se p ro d u ire les ru p tu re s, p a r exem ple qu an d les invasions d é tru ise n t: on a p u écrire que les G oths n'avaient, en Gaule du m oins, rien m is á la place de ce qu'ils avaient d é tru it et que, la gén ératio n de sain t C ésaire n ’ eut pas de su c c e sse u rs7; ainsi p a r la forcé des choses s'élabore une société nouvelle. 5 II s'a g it ici des Cantiques d'Anne, d’ Ezéohias, d e M arie (le M agníficat), de Z acharie (le B enedictus), e tc ..., q u e Ton trou ve cons­ tam m ent associós aux traductions des Psaum es en fr a n já is , com m e l ’a m on tré S am u el B e r g e r . On sait l ’h ypothése que les carmina m aiorum dont p a rle sain t Isidore auraien t été d es ch an ts épiques chrétien s, h ypothése exclue p a r R. M e n e n d e z P i d a l , L o s G odos y el origen de la epopeya española, Los «Carmina m aiorum » de los Godos, dans Settim ane di studio del Centro ital. di studi su ll’A lto M edioevo, III, I G oti in O ccidente, Problem i, Spoleto, 1956, notam m ent pág. 297. On ne peut que rap peler á cette occasion le De A ctib u s Apostolorum d ’A rator, q u i eut une incroyable fortun e au H aut-M oyen-áge et a vait été declam é dans une église. 6 Ce texte est cité p a r Louis B r e h i e r , L' art chrétien, son développem ent iconographique des origines á nos jours, París, 1918, pág. 63; aussi B réh ier déciare-t-il que l’a rt chrétien date du début du V .“ siécle. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. E, DELARUBUE I. 7 LE CULTE PALEO-CHRETIEN DANS LA SEPTIM A NIE W ISIG OTH IQ UE. II e st facile de trá ile r c e tte q u estio n car on posséde u n rép e rto ire exhaustif dans le cas de la S e p tim a n ie 8. De cette période so n t conse.rvées: 6 dalles sépulcrales, d o n t 5 á N im es, qui so n t des V II.0 e t V III.° símeles; 34 piéces de c a ractére m onum ental, chapiteaux, e tc ,.., qui vont d u IV,° a u IX.° siécle; enfin 30 piéces litu rg iq u es d o n t 3 tables est 4 devants d’a u te l 9. On sera d ’a b o rd fra p p é de la m édiocrité q u a n tita tiv e de ce m atériel; sans doute beaucoup de piéces n'ont-elles pas résisté á l'u su re d u tem ps, aux diverses invasions, aux changem ents de goüt; on ne p eu t m algré to u t se défendre co n tre lim p re ssio n d ’une vie religieuse m ediocre; o n évitera absolum ent done d e v o q u e r un sem is d'églises c o u v ran t to u t le pays; ce se ra it confondre A ntiquité et M oyen-áge. A cette p rem iére im p ressio n il fa u t a jo u te r dans le m ém e sens un jug em en t sévére s u r la q u alité a rtistiq u e e t s p id tu e lle de c ette p ro duction. D 'une p a r í ces oeuvres, qui re p ro d u ise n t avec la plus grande fidélité les form es trad itio n n elles e t done nous m aintiennent dans u n olim at d ’A ntiquíté, ou p lu tó t rep résen ten t á m erveille le S p a tan tik , sont d'une e x tra o rd in a ire grossiéreté, p a r exem ple les scu lp tu res de N arbonne qui m ontre n t de,s oiseaux b ecq u etan t des raisin s e t une colom be buvant a u n c a n th a r e 10. 7 André I . oyhn , Sidoine Apollinaire et les d em iers éclats de la culture classique dans la Gaule occu p ée par les G oths, dans S ettim ane citée supra, pág. 283. 8 A. S a s s i e r , Apergti de la scu lp iu re paléochrétienne et prérom ane de Septim anie de la fin du 111." s. á la fin d u IX.", dans Fédération historiq. du Languedoc, X X X .° Congrés, Séte, 1956; du m ém e auteur, E volution de la scu lp tu re paléochrétienne et prérom ane du Languedoc m éditerranéen et du R oussillon (IIl.°-IX .r‘ s.), D. E . S., In stitu í d 'art et d ’archéologie de Toulouse, 1956, exem plaire dactylogr. 9 II fau t signaler ici — m ais c ’est une piéce u n iqu e e t qui ne perm et done pas les conclu sion s q u ’au torisen t les (relativem en t) «grands n om ­ bres» indiqués p a r ailleurs— le reüquaire — m artyriu m de N arbonne sur lequel nous reviendrons. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 8 LA VIB RELIGIEUSE P0PULA1RB Mais c e tte g rossiéreté n 'est p as seulem ent m alad resse technique, elle est aussi, pensons nous, im puissance spirituelle. L 'a rtiste ne dom ine p as son travail; il puise á to rt e t á trav ers dans des rép e rto ire s d ’ornem ents, sans co m p re n d re la p o rté e religieuse de ce q u ’til p ro d u it. A S a in t-R e stitu t on se g a rd e ra bien, pensons nous, de ch erch er u n sens aux figures qui se succédent; d e m ém e que les p ein tu res ro m an es des nefs du X II.0 siécle d o n n en t parfois le se n tim e n t d 'u n fa tra s p lu tó t qu'elles ne révélent une sp iritu a lité, de m ém e a-t-o n affaire ici á des m o tifs incom pris p a r celui m ém e qui les p r é s e n te 11. II est vrai que toutes les oeuvres ne so n t pas de la m ém e veine: á Saint-M ichel d e T a rra ssa une p e in tu re exprim e la piété trad itio n n elle avec u n c e rtain b o n h e u r n. A ces diverses piéces on a jo u te ra le reliq u aire de Salles d'Aude, d o n t on trouve, p a ra it-il, des analogues en Espagne B. II fa u t m e ttre á p a rt les b a p tisté res en raison, on le sait, de ce que, a ce tte époque, les d ifférentes fonctio n s litu rg iq u es n ’éta ien t p as rassem blées dans le m ém e ódifice, m ais d istribuées dans des "espaces'' différents. On co n n ait le t e x t e célebre de P rim uliac qui p e rm e t de se f a i r e u n e idée des sen tim en ts des ch rétien s du V.° siécle devant ce s a c re m e n t14. Une e n q u é te récente, consaorée. au recensem ent de to u s les b ap tistéres paléochrétiens, e st assez décevante dans la m esure w M a r c e l D u r l ia t , Un groupe de sculptures wisigothtqu.es á Narbonne, d a n s E tu d es Mérovingiennes, A ctes des lo u m é e s de Poitiers, 1952, P a r í s , 1953, p á g s . 9 7 s . e t p l . I V . u Congres archéol. de France, L X X V I° Session, Avdgnon, 1909 (Pa­ rís, 1910), t. II, págs. 251-274. 12 II est vrai q u e la date hau te prop osée p o u r ces p ein tu res p a r Püig y Cadai a lc j i — le V I o siécle— a été abandonnée p a r A n dré G rabar, Le H aut M oyen Age d u 1V° au X l° siécle, M osaiques et p eintu res m u­ rales, dans Les grands siéctes de la peinture, S kira, 1957, pág. 62 et pl. pág. 63. 13 L e B la n t , op. cit., n.° 445; oe reliq u a ire ab rite des reliques des saints m artyrs africains, Saturnin et autres; on voit ici l'in fluence de l ’A frique, du fa it n otam m ent que la G aule n ’avait eu que peu de m a r­ tyrs pendant les persécutions. 14 E. G r i f f e , La Gaule chrétienne á Vépoque romaine, t. 3 , París, 1965, pág. 275. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 8 . DBLARUBLLE 9 oü elle ne c o n n a it p o u r l ’E spagne que. deux b a p tisté re s certains, ceux de M alaga (Voga del M are), avec deux cuves distinctes, comlme s’il y en avait u n e p o u r les adufres, u n e p o u r les en fants (VI.° s.), et celui de T arragone, q u i se ra it d u d e b u t du V.° s ié c le 1S, auxquels on a jo u te ra les deux b a p tisté re s de M ajorque e t celui de B urguillos. E n Septiimanie aucun baptistére n 'e st connu p o u r cette époque; p a r co n tre e n Provence il en est cinq d u m ém e type, ceux d e V énasque, Aix, M arseille, F réju s, e t R ie z 16. II nous reste enfin, p o u r cette époque des origines, á nous dem ander s ’il y e u t une iconographie p ro p re m e n t arienne, com m o on 1’ a récem m ent so u ten u 17. Dans so n riche a rticle E m ilienne D em ougeot, c o n sta ta n t que l’évolution bien connue qui co n d u it du sarcophage de type arlésien au sarcophage de type aqu itain , coincide avec l'o cc u p a tio n de c e tte région p a r les W isigoths a r i e n s, suggére q u ’il fa u d ra it cherchei; d erriére cette évolution d es form es e t des th ém es, u n e évolution du sen tim en t religieux. II e s t de fa it que les sarcophages a q uitains fo n t m oins de place á la figure hum aine, rep résen ten t m oins souverut les scénes hibliques, e t du m ém e coup reco u ren t davantage aux ornem ents e t aux sym boles. N e faud rait-il pas se rappoler que l’arianism e, en n ia n t la divinité du Christ, d ép réciait p a r lá m ém e ses activités te rre s tre s . M ais 15 A. K h a t c h a t r i a n , L es baptistéres paléochrétiens, Plans, notices et bibliogra.phie, dans E co le pratique des H autes E lu d es, S ectio n des se. relig., Cotí, chrét. et byzantine, París, 1962, págs. 40 s. L ’au teu r síg­ nale en outre m ais com m e douteux, les b ap tistéres de G renade, M érida, Elche, et Tarrassa. 16 Ibidem ; on y ajo u tera V illes épiscopales de Provence, Aix, Arles, Fréjus, M arseille et R iez de Vépoque gallo — rom aine au M oyen— age par F. B e n o it et d ivers, dans V o Congres internat, d’archéol, chrét-, París 1954. 17 Em ilienne D e m o u g e o t , Y eut-il une fortne arienne de l'art paléochrétien dans A tti del VI- Congresso intem . di archeol. crist., Ravenna, 1962; c f A. S a s s i e r , D. E . S, pág, 19 sur I’iconographie géom étrique des m otifs releves en Septim anie. S u r l'a rt arlen le s ¡travaux essentiels sont ceux de C ario C e c c h e l l i , M otivi orientali e occidentali n ell’arte del período dei G oti in Italia, dans Settim ane, págs. 43-56; L ’arianesim o e le chiese ariane di Italia, ibid., t. V II, Le chiese nei regni d ell’ Europa accidéntale..., 1959, Spoleto, 1960, págs. 743-774. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. LA VIE RELIGIEUSE POPULAIRB 10 aussi q u e les ariens fu re n t p arfo is accusés, á Arles p a r exemple sous Césaire, de collusions avcc Ies Juifs. O r ceux-ci o nt de to u t tem ps favorisé un a r t aniconique, o n t été adversaires de la fig u re h um aine, p réfé ra n t m u ltip lie r les sym boles, que I'on ren c o n tre en e ffet en g ran d n o m b re su r les sarcophages aquitains, que rep ré sen tc r des scénes de rE c ritu re . De p areilles théses m érite n t u n exam en ap p ro fo n d i. On p e u t cependant des m a in te n a n t re m a rq u e r que la g ram m aire o rnem entale des sarcophages aq u itain s s ’explique p a rfo is p a r le reco u rs á des thém es puisés dans u n p ro fo n d te rro ir, celui de la p ro to h isto ire en domaine, m é d ite rra n é e n ; des o rn em en ts com m e la rouelle, il n ’ est pas besoin p o u r 'les e x p liq u er de c o n sta ter une collusion, d 'ailleurs in co n testab le e n tre Juifs et B arbares, il suffit de rec o u rir aux folklores de l’époque. II. USAGES FUNERAIRES. lis nous so n t assez bien connus en raison, répétons le, du g ra n d nom bre de sarcophages qui nous so n t parv en u s: en Septim anie, A. S assier en a relevé 38 d e l’école d'A quitaine e t 36 de l'école d ’Arles. lis so n t souvent des tém oins éloquents de la vie religieuse á l’époque w isigothique p u isq u e p lu sieu rs font référence aux rois rég n an ts 18. Le fa it est in co n testab le — F ern an d B enoit e n e st d’acord aussi bien q u ’Aymeric S assier e t q u'E m ilienne D em ougeot— que cette époque w isigothique est caractérisée p a r la p rédom inance du sym bole s u r la fig u ratio n hum aine. Quels so n t done ces sym boles? Le B lan t en a dressé une liste qui ne p réíen d p as é tre exhaustive, essayant de suivre une évolution, depuis l'ancre, qui est p e u t-é tre l'em blém e c h ré tie n le plus ancien su r les sarcophages, e t le. chrism e, qui a p p a ra it sous sa fo rm e élém entaire a p a rtir de 347, ju sq u ’á la colom be, a la croix, au c a n th a re et a u poisson. Si l ’on s e n tie n t aux sarcophages d ’Arles p o u r Iesquels on dispose d 'u n catalogue 18 On trouvera référen ce aux rois w isigoth s dans L e B la n t, op. cit., n.n 611, 612, 616, 616 B, 620, 620 A, etc..., C i A. S a s sie r, Apergu, pág. 8. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. S. DELARUBLLB 11 excellent w, on relévera les m otifs su ivants: la colom be; le canthare; le lierre; le C hrist su r son tró n e ou dans u n e gloire; le Bon P a ste u r avec ses b rebis; la croix; le C hrist s u r la m ontagne, r i c h e thém e q u ’o rch e stre n t les cerfs, les fleuves de paradis, les douze ap o tres a u to u r du M aitre, la Loi rem ise au Pére, la M ain de Dieu c o u ro n n a n t le Fils; des génies ailés; le chrism e en tre des dauphins; les noces de Cana, la m u ltip licatión des pains, la grappe de C anaan; des étoiles; des cerfs au pied de la croix d u Res suscité, des b reb is e t des cerfs m archant vers le chrism e; baleine e t dauphins. Mais il ne suffit pas de dresser de p areilles listes; encore faut-il se d em andar quel é ta it le contenu do ctrin al des inscriptions fu n éraires qui les accom pagnaient. II e st au to ta l, il fa u t l’avouer, tre s som m aire. Le fidéle qui venait m é d ite r s u r ces tom beaux n ’en ra p p o rta it, avec des sentim ents généreux et des ém otions poétiques, que peu de vérités dogm atiques. II lui était enseigné la vie é te rn e lle 20: v iv it in aetern u m (597, 586) qui c o n s i s t e d a n s la paix (101, 242, 491, 600, 466, 491; cf p. XIX); une in scrip tio n de T oulouse enseignait q u e c ette vie ne se tro u v a que dans le C hrist (607, 621 B); quelques inscriptions précisaien t la doctrine de la résu rre c tio n des corps, á 19 Sarcophages paléochrétiens d’A rles et de M arseille, Suppl. á Gallia, V, París, 1954. N ous jugeons inutile, p o u r n e pas su rch arger notre texte, de donner chaqué fots les renvois précis aux pages de ce catalogue, d’autant plus que nous énum érons les diffénents thém es dans l’ordre m ém e oú ils se présentent dans ce répertoire. 2” A pa rtir d'ici nous faisons suivre chaqué thém e d octrin al signalé dans le texte des num éros em pruntés au corpus d e Le B la n t, dans ;lequel bien entendu nous n ’avons retenu q u e c e qui c o n c em e les territoires sous dom ination w isigothique, II est d ifficile dans ces enquétes de savoir á quelle date s'arréter: alors m ém e que ces inscrip tions ou ces sym boles étaien t du V° siécle, et done antérieurs a la période q u e nous voulons surtout étudier, ils continuaient á agir sur 1'im agination et l’esp rit d e ceu x qu i venaient dans ces cim etiéres.C 'est un des points de m éthode les plu s d élicats pour qui étudie la religión populaire: com bien de tem ps une fo rm e religieuse agit-elle sur le sp ectateu r avant q u ’il n ’ y ait saturarían ? II n' y aura pas lieu de pa rler du m ob ilier fu n éra ire c a r on n ’en a pas trouvé dans ces tom beaux á l ’exception d ’une b agu e po rtan t le poisson (608). Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. LA VIS RELIGIEUSE POPULAIRE 12 condition d u m oins que ce co rp s eu t été rég u liérem en t enseveli (LX X X V II) ap rés u n Jugem ent de Dieu (ib id ), e t rep résen taien t ce m o rt en o ra n t: ainsi s e ta i t tra n sfo rm ée l'ancienne intago (122). II fa u t enfin a jo u te r la foi en la com m union des saints o u plu s exactem ent en la p riére p o u r les m o rts: tu qui legis ora pro eo (317) cf 621 B). III. LES GRANDES DEVOTIONS. 1. La dévotion au C hrist.— Elle tie n t inco n testab lem en t la prem iére place. E t d 'a b o rd p arce que nous som m es encoré to u t p rés du V.° siécle, en lequel le Cihríst e st a u cen tre de la religión, de la religión des Peres. M ais aussi p a rc e q u e les lu ttes contre les A riens o n t aiguisé le sens du role te n u d a n s le christian ism e p a r le C hrist; des p rié res o n t été aiors com posées qui ont p ris dans c e tte liturgie m ozárabe en fo rm a tio n u n ca ra c té re a n tia rie n 21. M ais il resu lte aussi de ces circo n stan ces h isto riq u e s que le C hrist qui a ttire ainsi l ’a tte n tio n n 'est pas le Fils de l ’hom m e, m ais le Fils de Dieu; il est le C hrist av an t to u t de la théologie et de la liturgie, non celui d 'u n a rt c o n cret et réaliste; c ’est d ire que cette dévotion a u C hrist s ’e x p rim era souvent d an s un style a b stra it, e t done p eu p o p ulaire. On ne voit pas le C hrist, on n e l ’im agine p as dans la ré a lite des scénes évangéliques, m ais on le signifie p a r des sym boles. N ous l ’avons d éjá rem arq u é, ces scénes évangéliques tienn e n t de m oins en m oins de place dans l'a r t w isigothique; on sa it d'ailleu rs que, représentées s u r les sarcophages, elles y avaient u n e a llu re singuliérem ent conventionneile, conform ém en t á des canons hérités de la p lastiq u e tra d itio n n elle p lu tó t q u ’inspirés p a r la m éd itatio n du m ystére de l'in c a m a tio n . Peu á peu ces scénes elles-m ém es o n t laissé la place a des sohém es chargés de sym bolism e, dont il est difficile d e sav o ir s'il é ta it to u jo u rs accessible au peuple. 21 K laus G a m b e r , Ordo antiquus gallicanus, D er gatlikanische M essritus des 6. I. ( T extu s patristici et liturgici ...In stitu tu m Hturgicum Ratisbonense, 3) R egnesburg, 1965, pág. 8, Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. E. DEIARUELLE 13 Avant to u t le chrism e, qui est c o n sta n t s u r les sa rc o p h a g e s: il arrive q u ’il y a it quatre. chrism es su r le m é m e 22! II est associé á quelques élém ents décoratifs variables d o n t on percevait p e u t-é tre encore la signification théologale: couronne de laur i e r 23 o u p a m p re s 24. Du chrism e on rap p ro c h e ra la croix geimmée, fréq u en te elle aussi: o n la trouve su r une scu lp tu re w isigothique de N arbonne dans la deuxiém e m oitié du V IIIo sié c le 25, s u r u n su p p o rt d 'au tel d ’O u p ia 26, dans le tré s o r de G u a rra z a r27; une stau ro th éq u e rep ré sen te sa in t C ésaire avec deux a n g e s 2B. Moins im p o rta n t le C h rist de m a je s té 29, m ais q ui rep ré ­ sente d ’une certain e m aniere 1'avenir. Le cas le p lu s célebre est celui du sarcophage de. B raga, s u r lequel les évangélistes ont des tetes d ’anim aux w; on y a jo u te ra le C hrist de C ordoue íui aussi accosté des évangélistes, preuve q u ’u n e iconographie est en tra in de se fixer. Si l’on n 'o u b lie p as que P o itiers fu t quelque tem ps sous la d om ination w isigothique, o n n e m a n ­ q u era pas de signaler le couvercle d e sarcophage de l'H ypogée 22 Le B l a n t , 414. E n l'ocu rrence on peut se dem ander si ces chrism es n'ont pas une destination apotropaique, le clien t qui com m an d ait la sculpture d u sarcophage ayanl vou lu se m énager toutes Ies chances en faisant gra ver tou s les ch rism es possibles. 23 A. S a s s i e r , ibid., p á g . 9. 24 E . D e m o i j g e o t , op. cit. p á g . 294. 25 M . D u r l i a t , op. cit., p l . I V . 26 Ibid., p l. V. 27 A. F r o l o w , Les reliquaires de la Vraie Croix (Arch. de l ’Orient chrétien, 8 ), In stitu í fr. d'études byzant., P a r ís , 1965, p á g . 192, n.° 3; c f . p á g . 193, n .° 5. 2® I b i d ., p á g . 52, n.° 4. 25 C arm elo C a p i z z i , P a n t o k r a t o r Saggio d'esegesi letterario-icono­ gráfica (Orientalia christ. analecta, 170 ),P ontif. ln stit. Orient. Studiorum , Rome, 1964, ne sígnale aucun P an tocrator en E spagne, m ais cet ouvrage par ailleurs im portant, sem ble peu fam ilier avec c e pays. 30 René C r o z e t , Les prem ieres représentations anthropozoom orphíques des évangélistes (V rj IX (¡ s.) d ans E tu d es Méroving., op. cit., pág. 58, oú l'on Irouvera aussi des indications sur le C hrist d e Cordoue. Avant de quitter l ’E spagne signalons le C hrist-Soleil de Q uintanilla de las Viñas, dans une gloire tenue par deux anges: on le trou vera p artou t reproduit et notam m ent dans M * E. G ó m e z M o r e n o , B reve historia de la escultura española, 2." éd., M adrid, 1951, fig. 34. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 14 LA VIE RELIGIEUSE POPULAIRE des Dunes 31, in té ressa n t p a r l’iconographie des anges e t des évangélistes: á la place de M arc e t Luc so n t rep résen tés Rafael e t Raguel; avouons que ces confusions ne d o n nent p as une h a u te idée de la théologie p o p u laire de 1'époque. T out aussi rév élateu r est le m o tif d u C hrist D octeur e n tre des A potres et des disciples: on v oit la le sc u lp te u r p a rtir d ’une scéne réa liste e t p o p ulaire, celle de la p réd ic atio n de l'évangile, m ais la tra n sfig u rer, dégager le " ty p e ”, p ro clam er la m a g istra tu ra éternelle du Fils p lu tó t que de m o n tre r la fam iliarité bonhom m e du com pagnon charp en tier. On en d irá a u ta n t du m o tif d u Bon P asteu r: le p itto re sq u e e t le concret, qui a u ra ie n t p u n o u rrir u n e "relig io sité” p o p u laire y so n t sacrifiés á la noblesse de la m ission et á la signification théologique du geste. A cet a rt sym bolique se ra tta c h e évidem m ent le saint-sépulere de N a rb o n n e 32, p e tit édifice en p ierre avec ábside e t portiqua, au su je t duquel on a beaucoup discuté; le m ieux est sans doute, avec M gr G riffe, d ’y v oir u n e m em oria sancti sepulchri qui rem o n tera it p e u t-é tre á sa in t R ustique. Avec to u tes ces piéces nous som m es to u jo u rs dans l'a rt p aléochrétien e t dans u n e sp iritu a lité que I’on p o u rra it dire p a tristiq u e , ou en to u t cas trad itio n n elie. C’est un changem ent com plet de '‘relig io sité’’ que rep résen te le C hrist de N arbonne, et qui n o u s révéle le passage d ’u n áge á l'a u tre , de l ’áge p a ­ tristiq u e au Moyen áge, d 'u n a rt théologique a u n a rt p o p u lai­ re, du sym bole á l'im age concréte. G régoire de T o u r s 33 a ra- 31 L e B l a n t , 254. 32 A. F r o l o w , op. cit., p á g . 39, E. G r i f f e , op. cit., p á g s . 4 6 -4 7 . 33 D e gloria martyrum, 22 (Patrol. lat. de M i g n e , t. 71, col. 724; o n replacera cette peinture signalée p ar G régoire d e T ours dans le con­ teste h istoriq u e et artistiqu e á l ’aide de D octeu r P aul T h o b y , Le crucifix des origines au concite de Trente, N antes, 1959, págs. 24-25 et pl. V , n * 11. C roix sans cru c ifix du V I I o s. á Saint-B onnet-A valouze (Corréze): L es trésors des églises de France, M usée des arts décoraiifs, París, 1965, n.” 403 et pl. 11. L ’H om éliaire de T oléde qui sera présenté á la fin d e cet article, pág. 229, perm et de con stater qu'á sa date et en sa région, il, n ' y avait pas d'cglise sans la croix; m ais cette croix com po rtait-elle un cru cifix? N ous en doutons. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. H. delarubllb 15 conté I'histoire de oe crucifix a p p o rté d ’O rient p a r u n Syrien qui l'o ffrit á son église, m ais s a n s le v o uloir pro v o q u a le scandale de ses fréres e t du clergé, indignés de v o ir le C hrist représenté dans sa n u d ité e t dans l'h o rre u r de son supplice. On sent tre s bien ici que s'opposent deux conceptions de l'incarnation, celle q ui in siste s u r la divinité d u Fils p a r n a tu re , du Seigneur de Niicée e t de Toléde, ju s q u 'a u m onophysism e, serait-on tenté de diré, d 'u n c e rtain a r t trio m p h a l, e t celle qui voit su rto u t dans le C hrist 'le Fils de l’hom m e, au risq u e p a rfois de to m b er dans le nestorianism e. T o ujours est-il que ces réclam ations obligérent á d issim uler d e rrié re un voile le crucifix en question. Un siécle aprés, le concile in Trullo (692), dont la décision nous éclaire singuliérem ent s u r ces débats et ces enjeux, se prononcait en faveur du crucifix dans les églises e t dóconseillait d'y représen te r le C hrist en agneau; c'était p o u r longtem ps la fin d 'u n c ertain sym bolism e e t I'annonce du M oyen-áge p ath étiq u e. Nous ne pouvnons, dans cette situation, que d ire n o tre em ­ b arras devant le Crucifix de G érone, nous dem an d an t s ’il fa u t le d a te r du V I I e siécle, com m e celui de M oncam et, ou du X Io 31. En faveur d'une date h a u te est l’in sc rip tio n en grec qui accom pagne une des faces; m ais dans la région de S an P edro de Roda, de laquelle e s t orig in aire ce crucifix, il est com préhensible que la connaissance de. quelques form ules stéréotypóes en c ette langue se soit m ain te n u e longtem ps. Parce qu'elle est encore to u t proche du tem p s des Péres, la spiritualité w isigothique, du m oins á ses debuts, n ’isole p a s le Christ du reste de son Eglise; elle est encore capable. au contraire de percevoir les connexioms essentielles, p a r exem ple entre le C hrist et les m arty rs. C’est ainsi que le IVo concile de Toléde nous p arle des fidéles qui co n stru ise n t des basiliques p a r am o u r du C hrist et des m a rty rs 3S; la dédicace de la 34 On trouvera une reproduction d'une des faces, m alheureusem ent la m oins intéressante pou r nous dans L am berto F o n t , Gerona, La ca­ tedral y el M useo diocesano, Gerona, 1952, fig. 147 e t pág. X X X IV . II s’agit d'une croix-reliquaire portée sur la poitrine, S u r la face que nous citons on voit M arie (?) entre les évangélistes. On la rapprochera de deux croix des VII.° et V I I I e s. publiées p a r P. T h o b y , op. cit., pl, V II. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. LA VIE RELIGIEUSE POPULAIRE 16 cath éd rale de Cadix en 652 n 'e s t p as m oins significative, qui associe le C h r i s e t les réliques des saints, san ctu aires du C h ris t36. On co m p ren d des Iors que dans cette Eglise les m artyrs p a sse n t av an t la Vierge elle-m ém e, ce q ui révéle q u e le M oyen-áge ne s’annonce pas encoré. 2. Le cuite des sa in ts.— Un fa it d 'u n e im p o rtan ce considérable est d 'a b o rd á noteir, c ’est I’im m ig ratio n des sain ts espagnols en S eptim anie. C ette im m igration s ’explique sans doute, nous l'avons dé ja suggéré, p a r le fait que la G aule avait eu peu de m a rty rs d u ran t Ies siécles de p ersécution; á une époque ou les m a rty rs éta ien t les seuls sain ts reconnus com m e tels, on m ianquait done de p ro te c te u rs e t de reliques á d ép o ser d a n s les autels nouveaux q u ’il fallait ériger á une époque de m ú ltip les créatio n s de paroisses. Le relevé de ces saints a déjá été fait, a n m oins p o u r 1'essentiel: Ju st, Félix, Vincemt, E ulalie so n t les p rin c ip a u x 37. Dans ce rtain s cas on peut d a te r c e tte irru p tio n : sa in t Félix fu t in tro d u it p a r Rusticus, done au d é b u t d u VIo siécle. Cette invasión de saints nouveaux eut une conséquence d ’im p o rtan ce p o u r l'h ag io g rap h ie : ce fu t la m ise e n veilleuse des sain ts locaux concurrencés p a r des rivaux d a n s le g o ü t du jour. S ignificatif est le cas de sa in t Paul de N arb o n n e: il avait ju sq u 'a lo rs bénéficié de son association á sa in t S a tu rn in , co m ­ m e á sain t Denis e t aux a u tre s évéques de la m ission q u e raco n te G régoire de T ours; á le p o q u e oü la fav eu r des foules, sous l’influence san s doute de la V ita M artini, allait aux évé­ ques fo n d ateu rs des églises, il m é rita it I’attentdon que lui donna la peuple de N arbonne; o r p a r la su ite il f u t q u asim en t oublié; on ne v olt aucun pélerinage se m e ttre e n ro u te vers son tom beau; c ’est seulem ent á l'ép o q u e carolingienne q u'il sera tiré de cet o u b li38. 35 Canon 33. 36 A . F r o l o w , o p . c i t., p á g . 122. 37 E. G r i f f e , pág. 87. C e tte d iffu sion fu t assez large: Just en e f f e t ne se trouve pas seulem ent á N arbonne, m ais á V alcab rére (S ai n t-Be r ir a n d-de-C omm in ge s ). Le m ouvem ent continu era longtem ps ou plutót con n aitra un deux iem e tem ps lors de la reconquéte carolin ­ gienne et un troisiém e avec les croisad es en E spagne: les reliques de saint A ciscle furent alors déposées á Sain t-Sernin d e Touluse. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. B. DELARUELLE 17 II ne nous a p p a rtie n t pas de d resse r la liste des sain ts wisigothiques Ies p lu s honorés; on en tro u v e ra le catalogue soram aire dans G a m b e r39; on c o n state le c a ractére archa'íque de pareille liste puisque les saints qui l'em p o rte n t so n t de beaucoup ceux du N ouveau T estam ent; seul sa in t M artin révéle des préoccupations nouvelles. A ce catalogue on p o u rra c o m p a rer Ies patronym es des églises: celles de T a rra ssa d ’a u ta n t plus intéressantes q u ’olles sont a u nom bre, de trois, so n t consacrées á Pierre, Michel e t M arie. A tra v e rs les tex tes nous entrevoyons p arfo is les ra p p o rts que les fidéles e n tre tie n n en t avec les sa in ts: u n e in scrip tio n w isigothique de M érida en 469 nous fait c o n n aítre la consécration d ’une m aison á sainte E ulalie: H anc d o m u (sic) ju ris tui placata posside m c rty r E ulalia... u t d o m u s hec cu m habitatoribus, te propitiante, florescant, A m e n *. Les reliquets de .Tean-Baptiste enferm ées dans u n e stau ro th éq u e, que G régoi­ re I envoie á R écaréde, doivent aid er le ro í dans ses e n tre p r is e s 41. 3. La dévotion á M arie.— Le Pére M eerssem an dans u n ouvrage désorm ais c la s s iq u e 42 a constaté I’indigence de poésie m ariale á la fin de 1'époque p a tristiq u e , a u m om ent oü com m ence n o tre en q u éte: Ies p rem iers a com poser e n l'honn e u r de M arie sont E nnodius d 'a b o rd puis F o rtu n a t. II serait done vain de, c h e rc h e r dans la p re n d e re litté ra tu re w isigothi­ que des tém oignages tres aneiens de la dévotion á M arie. Nous n’avons p as á é tu d ie r ici les sources de sa in t Ildefonso. 38 S u r le cu ite d e saint Paul de N arbonne, V ita et com m en taires des Acta Sanctorum , mars, t. III, pág. 372; c f B ib liot. París, ds B ibfíoth. hagiogr., t. I, pág. 212 éditant la V ita d u Ms. 2838.— S u r les pélerinages á cette époque dans cette région, A bbé L. S i g a l , L ’autel chrétien de Minerve, Toulouse, 1930, pág. 51. 39 op. cit., pág. 44. 40 C ’est le n.° 489 du M usée Archéol. de M érida, cité dans Mérida m onum ental y artística p a r M axim iliano M a c i a s L i a n e z , 2 ° éd., 1929, pág. 166. 11 A. F r o l o w , op. cit., pág. 123, qui parle á cette ocasión d'une sorte de Deisis. 42 D er Hym nos Akathistos im Abendland, t. I (Spicilegium Friburgense, 2), F ribourg, 1958, pág. 68. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 18 LA VIB RELIGIEUSE POPULAIRE Serons nous plu s heureux q u an d il s'ag ira des églises consacrées á la sainte Vierge? Dans un livre tro p p eu connu, Cario Cecchelli a dressé une p rem iére liste de ces c o n sé c ra tio n s: la voici p o u r les régions qui nous c o n c e rn e n t43: la crypte de Saint-V ictor de Marseille, (?), les Saintes M aries de la M er (VIo s.); en 556, une église dans la province de B adajoz; en 587 une in scrip tio n á Toléde; 660, C abra; vers 660, G u arrazar; vers le V IIo s. Palm a, d ’a u ta n t plus in té ressa n te q u ’on y voit Adam et Eve, preuve que des cette date M arie se ra it conque c la ire ­ m en t com m e la nouvelle Eve. Ce catalogue devrait é tre évid e m m e n t critiq u é et sans do u te com plété; il nous aid era seulem ent á ne p as p ro je te r tro p vite dans le passé des conceptions plus récentes s u r la place que M arie a occupée dans la dévotion des sim ples fidéles. A ce catalogue ajo u to n s p o u r la región de T oulouse deux exem ples: la chapelle de la nécropole de M artres-T olosane M (aprés 431) a u ra it été consacrée des cette h a u te époque á la Vierge; la chose est possible m ais d em an d erait á étre prouvée. In co n testab le p a r co n tre est le cas de la D aurade, tro p connu p o u r que nous nous y étendions 45. II fa u t c ep en d an t ra p p e le r un débat, essentied p o u r n o tre p ro p o s : á quelle date fu t c o n stru it ce m a rtyriu m ? á quelle, date fu re n t placees les m osaiques, d o n t on a u n souvenir tres précis, et qui g lo rifiaient les mystére s de M arie? Peut-on les a ttrib u e r á des rois w isigoths et supposer p a r la une dévotion á Marie, chez des ariens? 43 M ater Christi, t. I, Rom e, 1946, págs. 271 s. N ous n ’abordons pas le problém e de dater le cuite m arial á M ontserrat et á Saragosse. 44 Jean B o u b e , La nécropole paléochrétíenne de M artres Tolosane (H te-Garonne), dans Pallas, A nnales... F a cu lté d. Lettres de Toulouse, t. III, 1955, pág. 110-114. 45 Je m e perm ets de renvoyer sim plem ent á m on article d u Dictionn, d'hist. et de géogr. e c c l, ad verbum . L ’article de Jacqueline C a i l l e , dans Catholicism e, ad v., n ’ajou te ríen pou r ce q u i nous concerne; les fouilles récem m ent m enées dans le sous-sol de la basiliqu e avec l'esp o ir de retrou ver le m artyriu m antique n'ont ríen donné. On <sait que selon l ’hypothese la plus récente la D aurade au rait été la chapelle palatine des rois w isigoths. S u r la chapelle de M artres Jean B o u b f . , La nécropole paléochrétíenne de M artres Tolosane ( H te-G aronne), dans Pallas, Annales... Faculté d, L ettres de Toulouse, t. III, 1955, págs. 110-114. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. E. DELARUBLIE 19 A trav ers ces di verses données nous entrevoyons b ien m al la dévotion á M arie: la féte du 18 décem bre semble, tre s an-cienne, p u isq u 'u n concile de Toléde Tim pose en 656. Une in s c rip tio n 46 glorifie Je an se rv ite u r de la Vierge, M a i s le personnage de M arie n ’é ta it p as connu seulem ent p a r les évangiles canoniques; á Saint-M axim in, une dalle des V°-VI° siécíes la rep résen te au Tem ple d 'a p ré s les A pocryphes, avec T inscription: M aria virgo m in ester de tem p u lo Gerosale® . On voit com m e au to ta l on a peu de choses. IV. LES M ANIFESTATIONS EX T E R IE U R E S DE LA DEVOTION POPULAIRE. Ici encore nous avons l'im pression que l’on a a ffa ire á une Eglise q u i en e st á ses débuts; c 'e st le sen tim en t que donne le concile de G érone en 517 faute de textes relatifs d irectem ent a la Septim anie nous citons de préférence des textes de la Tarraco n n aise q u a d il p a rle de Y in stitu tio m issarum , de Yordo m issa e 4a. Mais l'o rg an isatio n de ce cuite, encore in fo rm e á certain s égards, se fera vite, en raiso n de la volonté de centra lisa tio n de la m o n arch ie w isigothique: le concile IV de Toléde, e n 633 (canon 2) est á cet égard p lein d’in té ré t p a r sa volonté d'unification, sans en excepten la S e p tim a n ie 49. Ces conciles p o u rta n t sont p eu d iserts q u a n d il s’agit des com m andem ents de l'E glise et done des obligations d u peuple C. Ce c c h e l l i , op, cit., p á g , 272. 47 M gr M. B e s s o n , J.a S ainie Vierge, 2 * éd., Genéve, 1942, reproduction pág. 24; référen ces pág. 173, n. 5. 48 Canon I. 45 Ce can on 2 du concile d e T oléde est caractéristiq u e p ar son souci de Tunité litu rgiqu e qui alla it évidenm ent á réd u ire les d ifférences en tre les peuples divers du royaum e w isigo th : nicil ultra diversum aut dissonum in ecclesia sticis sacram entis agam us ...U nus igitur ordo orandi atque sallendi a nobis per om nem Spaniam atque Galliam, la Sep tim an ie est done form ellem en t com prise; il y avait d ’ailleurs á ce concile l ’évéque de N arbonne et plusieurs de ses suffragants, conserventur,.. in nobis ...q u i una fid e continem ur et regno; la cen tralisation d u royaum e rejoin t done ]'im ité d e la foi; le principe de territo ria lité l ’em p orte done. 49 Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 20 LA VIE RELIGIEUSE POPULAIRE chrétien; ici encore on se sent dans une époque archaique, oü J’on n 'a encore q u ’une conscience in certain e des rite s qui cim entent la com m unauté, et des devoirs de présence au corps de son Eglise qui incom bent au fidéle. Le concile de N arbonne p o u rta n t est précis su r la san ctificatio n du dim anche, qui s ’im pose non seulem ent aux G oths e t aux R om ains, m ais aux Syriens, c'est á d ire aux O rientaux, aux Grecs e,t aux Juifs. On a la un texte d 'a u ta n t plus précieux q u'il est, m e s c m b le t-il, plu s ra re , p o u r nous révéler que la loi ecclésiastique, en im itatio n de la loi b a rb a re , faillit é tre personnelle e t n o n territo ria le . S anctification du dim anche; qu'est-ce á d iré ? le ch rétien, est-il décilaré expressém ent, se reco n n ait au fait q u ’il va á l’église: ici le ch ristian ism e p re n d u n e d e ses g randes orientatio n s; il se d éfin ira de plus en plu s com m e u n cuite, célébré non p as á dom icile, m ais dans u n Iieu public, dans u n local am énagé p o u r ce sean-ice. L'écho de ce p o in t de vue se fait en ten d re dans cette in scrip tio n du cim etiére S aint-P aul de N a rb o n n e : om nes qui ad ecclesiam venietis 50. Le p rem ier devoir du chrétien se ra done de c o n trib u e r á la co n stru ctio n de ces églises. On a des exem pies in n o m b ra ­ bles d ’églises élevées ainsi á l'in itiativ e de fidéles, sans q u ’aucun co m p te soit ten u des besoins réels du peuple, en so rte q u ’ aussi il a rriv ait souvent que ces églises s ’écroulassent bientó t ap rés fau te d 'en tretien . II p e u t done a rriv e r au ssi q u ’il y a it p lu sieu rs "basiliques" — l’em ploi de ce term e e st co n stan t— su r la m ém e p a ro is s e 51. C ontentons nous d ’un seul exem ple en S eptim anie: á V illeséque (D urban) u n c h rétien e t sa fem m e fo n d en t u n e église p o u r se ra c h e te r de leurs péchés On d ira it que le plus im p o rta n t, s ’il s'agit de l'am énagem en t de ces églises, c'est le lum inaire, ta n t nos textes y reviennent souvent; e t l’on sait b ien q u ’il y a u ra ici désorm ais una des co n stan tes de la piété ju sq u ’á u n m o m en t avancé du Moyen-áge. C'est ainsi q u 'á Salles d'Aude, u n e fo n d atio n con50 Cet'te inscription serait du VII." s.: Dict. d’arch. chrét. et de liturg. t. X II, col. 840. 51 C on ciles de Lérida, c. 3 (546); IV . Toléde, c. 33; IX . Toléde édition citée, págs. 484-485). 52 L e B lant, 307. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. INSTITUTO PROVINCIAL hi » o o a o E, D E LA R U E IX E rs O m 21 siste en le don d'une m aison p o u r l'e n tre tie n du lu m in aire dans l’é g lise S3. Ce lu m in aire ne. doit p as é tre sép aré du cuite des reliques, p u isque le concile de Toléde de 597 (c. 2) les spécifie. Quelles éta ien t les fonctions assurées dans ces églises? Il n ’est pas question de la m esse aussi souvent que nous l’im aginerions 54; l'office divin n 'e st pas réservé aux seuls clercs ou aux m oines; e t il nous est d it que dans les p aroisses se disaient m atines et vépres; on sait d ’ailleurs q u 'il n' en é ta it pas a u trem en t en G aule á l’époque de sainte Geneviéve. Ici se posait le p ro b lém e des chants d’église d o n t nous avons déjá entrevu l'in té r é t55. Il est perm is aussi de p e n ser que les exigences de cette liturgie, si fru ste q u ’elle so it encore, s'étendaient a u soin p ris des vases sacrés, com m e il en é ta it e n Gaule á l ’époque de sa in t D idier Si tous les fidéles étaien t invités á ces dévotions, d ’a u tre s p ratiq u es ne s'o ffraien t q u 'a quelques uns. L aissons de cóté la pénitence tres bien connue dans le cas de l'E s p a g n e 57; il est p erm is de, p e n ser que la Septim anie se c o n fo rm ait s u r ce 53 ibid., 445. C f concile de T arragon e d e 516, c. 7. 5í Cependant le concile IV de Toléde, c. 25, m entionne le sacrificium Christi. De la m esse on rap p roch era le viatique: con cile I I de B raga, c. 82. 55 Le concile I de B ra ga est catégoriq u e sur c e point: c. 12: íte m placuit ut extra psalm os vel canonicarum scribturarum novi et veteris testam enti nicil p oetice conpositum in eclesia psallatur sicu t et sancti praecipiunt cánones. L a m ém e p rescrip tlon e st r e p ó s e p a r le II. B raga, c. 67: N on oportet psalm os conpositos et vulgares in eclesia dicere 56 L e B l a n t , 243 d’apres la Vita D esiderii; D idier com p o sait des inscriptions pou r ces vases, m ais il s ’agit la d'une c u ltu re de clerc; Ies fidéles n 'avaient p as accés á ces ob jets du cuite; auraient-ils d ’ailleu rs com p ris ces form u les? 57 C f S ister P a tric k Jerom e M u l l i n s , T he spiritual Ufe according to saint Isidore of S eville (T he cath olic University of Am erica, Stu d ies naissance latin language..., X III), W ashington, 1940, págs. 89 s., Justo Fernández A l o n s o , La cura pastoral en la España romanovisigoda, Rome, 1955; José O r l a n d i s , «Traditio corporis et anim ae » (Anuario historia del derecho español), M adrid 1954, págs. 17-22. N ous n'étudierons pas non plus les con fréries, qui d 'ailleurs se rattach en t p o u r une p a rt á la pénitence publique, com m e l ’a m ontré José O r l a n d i s que l ’on vient de citer, Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. LA VIS RELIGIEUSE POPULAtRB 22 p o in t aux usages re^us dans le reste de l'E spagne. Q uant aux pélerinages, nous avons rem a rq u é q u ’il n ’ en e st p as q u estion p o u r S ain t-P au l de Narbonne, á c e tte époque; m ais nous avons l'exem ple saisissan t de l’autel de M inerve avec ses graffiti. Cet autel a donné lieu á des con tro verses dans lesquelles nous ne saurions e n tre r m algré l’in té rét du su jet: Le B lant, qui a relevé ces graffiti e t les a publiés 5S, p e n sait que ces nom s étaien t p lu tó t de l’époque carolingienne que m érovingienne; ils n ’a u ra ien t done p as de ra p p o rt direot avec n o tre enquéte; p o u r i ’abbé S ig a l59 il s'ag it b ien du VIo siécle, e t le fa it que 90 % des nom s sont des nom s d ’hornm es s ’explique p a r ceci que ces p élerin s so n t des p ré tre s venus v én érer T autel dressé p a r Ieur sa in t évéque. Dans to u te cette religión en to u t cas il n' y a p as de doute qu'il y avait encore á cette date beaucoup de su p e rstitio n : les conciles fo n t allusion aux o ffrandes aux m o rts ensevelis dans les cham ps (II. B raga. 68), aux ch an ts et danses p rofanes p o u r les fétes des sain ts (III. Toléde,, 23), au cuite des a rb re s e t des fontaines (XVI, Toléde, 2). Mais ceci n ’est p as spécial á l'E spagne ni aux tem ps w isigothiques; il vaut m ieux nous d e m a n ­ dar com m ent T Eglise a lu tté c o n tre ces su p e rstitio n s et a poursuivi sa tache d’évangélisation. V. LES MOYENS D’ EVANGELISATION ET DE PASTORATION. II fau t d’a b o rd p o ser la q u estio n préjudicielle, si h ard ie qu'elle p a ra isse : l’Eglise w isigothique s'est-elle posé ces p ro blém es? II est facile de c o n sta te r en effet, si on lit les conciles franes de la m ém e époque, qu'ils fo n t une g ran d e place á l’org an isatio n des églises e t á la discipline du clergé, m ais ne p a rle n t pas de l’évangélisation. De fait, on ne s a u ra it tro u v e r en Espagne, p as plus q u ’en Gaule, de “p la n ” co m p arab le á ceux qui sont élaborés a u jo u rd 'h u i; il n ’en reste p as m oins qu 'il est question dans nos textes de feinm es enceintes qui 58 L e B la n t , 609. 59 A bbé L, S ig a l, op. cit. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. E. D ELA RU EU B 23 se font b a p tise r ou de. conversions qui suivent la p ré d ic a tio n w. II y e u t done b ien conciencie des m oyens auxquels l’Eglise devait avoir recours p o u r faire de ce peuple u n peuple ch rétien. I. La liturgie.—Au Vo siécle. la liturgie e s t n o rm alem en t la m ém e en Espagne e t dans les p arties gauloises du royaum e w isigoth, com m e nous le révéle une m esse e n I’h o n n e u r de sain t S a tu rn io de Toulouse; plu s ta rd s'e st p ro d u ite u n e différenciation lisée aux créations réalisées au su d des P y ré n ée s61. E n to u t cas lo rsq u e commence. n o tre enquéte la liturgie m ozárabe a u c o n tra ire d e ce que Ton croyait jad is, e st d éjá form ée: c 'est d u Vo siécle que d a te n t le Liber m ozarabicus e t le L iber ordinum , des V°-VI°, les O rationes et m issae de P ierre de L é rid a 62. II n ' en reste pas m oins q u e n o tre époque assiste á to u t u n travaiil car il fa u t co m p é ter des collections encore insuffisantes. C’est ici que se situé l’e ffo rt des Peres espagnols; les m ém es qui se fo n t théologiens p o u r c o m b a ttre l'arian ism e ou le priscillinanism e, et p réd ic ate u rs p o u r évangéliser le u r peuple, com posent, dans le style tra d itio n n el et d é já selon u n gónie natio n al, les textes qui dem ain fero n t fig u re de textes sacrés e t se d éro b ero n t dans u n an o n y m at glorieux. II fallu t 60 II B raga, c, 54; V alen ce (549), c. 1. 61 L ’étude la plu s récente sur cette m esse est celle .de E. G r i f f e , Une m esse du V.° s. en l'honneur de saint Saturnin de Touluse, Rev. du M oyen Age latín, t. V i l, págs. 5 s., oú l'o n trou vera des indications b ibliographiques sur cette m esse. De la m esse on p eu t rap p roch er le cas d e l ’hym ne D e sancto Saturnino, com m u n á l ’hym n aire w isigothique et á la liturgie de M oissac: c f E. D e la r u e ll e , L ’idée de croisade dans la littérature clunisienne du X I a s. et Vabbaye de M oissac, dans Moissac et l'occident au X l° siécle, A ctes du C olloque intern. de M oissac, Toulouse, 1964, pág. 114: nous avons n oté dans c e t artícle que Thym naire w isigothique con tien t des piéces favorables á l ’idée d e gu erre sai n te, que l ’on n e retrouve pas au nord des Pyrénées, p reu ve q u e la com position de textes litu rgiqu es dans le royaum e de T oléde s'est fa ite dans un esp rit qui n ’était plu s celu i du V o siécle. 62 Au D ict. d ’ archéol. chr. et de liturg., t. X II, c. 393, il fa u t préférer C, V ogel , Introduction aux sources de Vhistoire du cu ite chrétien au moyen áge, dans Stu d i medievali, 3° S., t. III, 1962, págs. 26-27; t. IV, págs. 561-562. Je n'ai pu en tem ps voulu u tiliser les E stu d ios sobre la liturgia m ozárabe publiés, sous la direction de Juan Fran cisco R iv e r a R e c io , p a r T In stitu to provincial de investigaciones y estudios toleda­ nos, 111° S., vol. I, Toléde, 1965. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 24 LA VIS RELIGIEUSE POPULAIRE m ém e parfo is m ettre u n term e á ces a rd e u rs: le concile de Toléde de 633 freina cette p ro d u ctio n litté raire, de c ra in te qu'elle n e fav o risá t le priscillianism e. Un texte du concile de Toléde IV, c. 13 est sig n ific a tif: co m p o n u n tu r ergo h y m n i sic u t co m p o n u n tu r m issce e t preces; Ies Peres a ssiste n t done á ce travail de création; ils voient com nie sous leurs yeux n a itre de nouvelles m esses, absolum ent nécessaires du p o in t de vue p a sto ra l, puisque les sacram entaires d’a b o rd en usage ne co m p o rtaien t p as de m esse p o u r tous les dim anches de l ’aninée litu rg iq u e. N ous avons cité le concile de Toléde; m ais il est, a u canon suivant, q u estion expressém ent d e la S eptim aine o ü se p o u rsu iv it done sans doute u n travail analogue. On a p u estim er á 50 les hytim es com posés a in sia u V IIo sié c le 63; p resq u e to u tes m alheureusem en so n t anoym es; en to u t cas ces hym nes résolvaient la question q u ’on s 'é ta it u n in sta n t posée: fallait-il s ’en teñ ir á une liturgie délibérém ent et uniq u em en t biblique, e n se c o n te n ta n t d éfinitivem ent des "can tiq u es" de I'E critu re? L’Eglise w isigothique a opté p o u r la création. Une a u tre c ré a tio n de cette époque, d u V IIIo siécle sans doute, est le sa cra m e n taire m artyrologe de la province de Narbonne, connu p a r 10 Ms. e t qui a done eu une large diffusion. Ce texte, qui a cet in té ré t d 'é tre u n iq u e au m onde, c a r l'expérience ten tée e n Septim aine ne fu t p as rep rise , essay ait de faire d u m artyrologe, co m pilation d ’in fo rm a tio n qui p a r ellem ém e n 'av ait aucune. valeu r édifiante, u n livre de p ríé re : la notice hagiographique s ’achevait en o r a is o n M. On a souvent rem a rq u é le génie th é á tra l d e la litu rg ie w i­ sigothique: elle sait d ra m a tise r e t p a r la p ro v o q u er Tém otion, d onner au sp e cta te u r le sens d ' u n e destinée qui se jo u e et 63 M anuel C. D í a z y D ía z , La cultura de la España visigótica del siglo V II, dans Caratteri del sec. V I I in O ccid ente (S ettim ... sull'alto m edioevo, V ) Spoléíe, 195S, t. II págs. 838-839. 64 Alexandre O l iv a r i A nscari M u n d o , Fragm ents d'un curios sacra­ m en ta n m artirologi, dans G esam m elte A ufsdtze zur K u ltu rg eschichte Spaniens, 21 (Spanische Forschungen der G orresgesellschaft), herausgegeben von Joh. V in c k e , M ünster, 1963, p á g s . 12 s.; su r l'origine p r é s u m é e narbonnaise de ce docum ent, pág, 16; c f pág. 49. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. B. DBLARUBLLB 25 d 'u n en jeu éternel. Nul m om ent sans doute n 'e st plus caractéristiq u e á cet égard que la Sem aine-sainte; et l'on p e u t pense r que de ce p o in t de vue l'E spagne se m an ifiesta aussi créatrice que 1’avait été l'église de J é ru s a le m 65: le je u d i-sa in t e st le N atalis calicis, oü a lieu la tra n sla tio n solennelle de I’h o stie le vendredi on e n te n d a it le ch an t du B on L arron, M o m en to m ei D om ine, cep en d an t q u ’éta ien t distrib u ées des indulgenoes qui p ren a ien t évidem anent ce jo u r la to u te le u r significad on; le sam edi avait u n c a ra c té re p e u t-é tre encore p lu s em phatique avec la cérém onie d u cierge pascal, d o n t nous savons q u ’elle fu t aussi tó t in tro d u ite en S e p tim a n ie 67; le dim anche enfin c’é ta it le trio m p h e d u Lion d e Ju d a : vicit leo; et le concile X de Toléde, c. I, sem blait p e n ser que p a r ce r i t e : pascal s ’a ssu ra it !'u n íté du peuple, q ui devenait u n peuple de "renés" en lequel éta ien t abolies to u tes les vieilles differences. Si l'on essaie m ain tc n a n t de dégager quelques tra its p a rticuliers d e cette liturgie p o u r en saisir le génie e t sav o ir quelle em prise elle exergait s u r ce peuple e t quelle religión elle luí insinuait, on consLatera q u e lle va d u la m e n tu m a u Sanctus. II y a ainsi com m e u n e ten sió n qui tam tót p o rte le fidéle v ers la com ponction e t ta n tó t l'exalte dans u n e p a rtic ip a tio n joyeuse aux trio m p h es de son Eglise. D’u n e p a r t on a n o t é 66 le c a ra c ­ tére pessim iste de ce rtain s textes chez E ugéne de Toléde; nous avons e n te n d u to u t á Theure le la m e n tu m d u B on L arron; m ais il y avait aussi un L a m e n tu m p o e n ite n tia e : av an t d ’ep ro u v er sa délivrance, la m e sont d 'a b o rd le po id s d e son péché. Ainsi s ’annonce, a rem a rq u é Jacques F ontaine, une certadne p riere d u M oyen-age d o n t Isid o re de Séville a do n n é le style. D ans c e rtain e s des oraisons qui nous so n t parvenúes de ce tem ps, il y a place, p o u r l'effusion, p o u r l’épanchem ent que ne ce n su re n t aucune théologie ni a u cu n e rh é to riq u e ; e t 65 P récisions dans 1'artiole d u D ict. d'circh., c. 40 2 , 4 2 0 , 4 3 7 , 4 4 3 , etc... 66 On n otera avec in térét q u e S olan ge C o r b i n , La d éposition liturgique du C hrist au Vendredi saint, ColL portug., Paris-Lisbonne 1960, dans un livre consacré cependant á analyser des docum ents por tugáis, ne sígnale aucun exem ple de ces rites en Espagne. 67 Dict, d'arch., c. 4 2 2 -4 2 3 ; o n peut penser q u e ce ¡fut vers 58 9 que ce rite fu t introd u it en Septim anie. M. C, D í a z y D ía z , op. cit., p á g . 832. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 26 LA VIE RELIGIEUSE POPULAIRE il est curieux de re m a rq u a r que Texclam ation Jhesus m eus, que l’o n p re n d ra it d ’a b o rd p o u r co n tem poraine de 1* Im ita tio n se trouve d ans 1' H om éliaire de Toléde, preuve aussi que les p réd ic ate u r n'avaiemt pas p o u r seul idéal u n e p a ro le m esurée, m ais se laissaient aller á leu r feirveur69. D 'autre p a rt on est fra p p é de voir to u t ce que ce tte liturgie a gardé de la liturgie paléo-chrétienne et, si l ’on veut, des li­ turgias o rientales: la louange y tie n t une grande place, córam e dans l'a rt le c h rism e trio m p h al ou la croix gem m ée. C 'est ainsi que sans cesse il est fait appel aux anges p o u r so u te n ir 1’ acclam ation des hom m es. Le Cantique de Daniel sem ble te ­ ñ ir u n rang im p o rta n t dans cet eucologe, to u t com m e le Saneta s... qui sedes super C herubim ™. 2. La prédication.— E lle te n a it c ertain em en t, peu de place dans l'éd u catio n religieuse populaire; il ne fa u t pas en effet nous rep ré sen te r la paroisse telle q u ’on la c o n n a itra á la fin du M oyen-áge, com m e si le c u ré wisigóLhique p ré c h a it á son peuple to u s les dim anchs c a r á cette d ate, et d u m oins en Espagne, n o rm alem ent Tévéque seul preche, le c u ré ne fait que lire. Cette époque e st en effet encore, celle des "réserves" de la prim itive Eglise a u bénéfice de l’évéque qui seul célebre l’eucharistie, donne l’ab so lu tio n aux p é n ite n ts et confére le baptém e solennel. Sans doute Ies exceptions sont-elles en tra in de s ’organiser: le II o concile de Séville (c. 7) in te rd it aux p ré tre s de préch er q u an d Tévéque e s t la, preuve que, dans l'in té ré t du troupeau, le p a s te u r a com m encé á se d essaisir de, ses m onopoles. II n 'e n reste pas m oins que ces m ém es conches ne laissent p as p resc rire cette obligation ‘ grave de la p réd ic atio n de Tévéque e n p e rs o n n e 7!; il a u ra, a jo u te n t les Peres, le soin de 69 B dit. G r e g o i r e , citée infra, pág. 2 0 3 , A utres exem ples dans Dict. d'arch. c, 441, 487; S ister P atriek, op. cit., pág. 105 p o u r saint Isidore e t surtout Jacques F o n t a i n e , Isid ore de S éville auteur «ascétique»: les énigm es des «Synonyma», dans Stu d i mediev., t. V I, 1965, págs. 165-195. "7(J G a m b e r , op. cit., p á g . 4 4. 71 Le concite de V alen ce de 549. c. 1; 17/ evangelium post A postolum legatur, m entionne c e serm onem sacerdotis en un texte d ’au tant plus intéressant q u ’il fait en trevoir ¡’inorganisation, encore á cette date, Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. B . DELARUELLB 27 l'a d a p te r aux différents au d ito ires, catéchum énes, pén iten ts, fidéles ordinaires. Mais com bien de fois p a r an chacun de ces “o rd re s" recevait-il la visite d u chef d u diocése e t en ten d ait-il de lui la p a ro le de Dieu? Que les clercs in férieu rs aient óté souvent de sim ples "lecte u r s ”, la ohose e st bien connue q u an d il s ’agit de ceux qui p o rta ie n t oa titre , et de m ém e des so u s-d iacres, p o u r lesquels le II o concile de B rag a (c. 44) stipule les co n d itio n s p o u r lire "1'A pótre". M ais c 'e st dit aussi expressém ent p o u r les p ré tre s p a r le IV. concile de Toléde (c. 25): ils o n t docendi o fficiu m in populis, id est legere. Texte essentiel, o n le voit, p a r ce q u'il nous révéle de la m éd io crité intellectuelle de I’époque et de l'idée que l’on se faisait alors de l’enseignem ent catéchétique. E tu d ie r ce n 'e st done pas assim iler u n e doctrine, m ais re te ñ ir des form ules 72. Aussi la p rem iére obligation des clercs est-elle d ’a p p re n d re á lire il n ’e st p as d it: a p p re n d re a p a rle r. La chose nous est díte form ellem ent au canon 11 du concile de N arbonne,: le d ia ­ cre d oit a p p re n d re a lire, c a r non p o test nisi legendo aedificare p o p u lu m 73. Il en résu lte que le souci des évéques fu t de fourn ir á leurs p ré tre s, com m e á ces diacres, des h o m éliaires qui étaien t non des canevas de p réd icatio n , e n laissan t á chaqué curé le soin de les com m enter ou a d a p te r, m ais des textes to u t faits q u 'il n'y avait plu s q u ’a lire tels quels. Ainsi en était-il de l'hom éliaire de T o lé d e 74. de la liturgie eu charistiqu e. II n' y a pas de doute que sacerdos désigne le seul évéq u e e t non le sim ple p rétre, com m e le m on trent de n om breux textes con ciliaires e t com m e il était d’u sage en G aule a ce m om ent. 72 L a chose est d ’im portance, croyon s nous, p o u r Tintelligence des structu res m entales du haut m oyen age et p o u r c e lle d e la foi a cette époque: le C redo n ’ e s t pas l ’expression de m ystéres a contem pler, m ais e st une collection can on ique qui fa it loi et dont ch aqué m ot a sa fo rcé ju rid iqu e. III Toléde, c. 2 sur la n écessité de récitsr le sym bole á la messe. 73 Concile de N arbonne d e 589, c. 11. 74 C et h o m é l i a i r e est présente p a r R égin ald G r e g o i r e , Les hom é­ liaires du M oyen age, Inventaire et analyse des m anuscrits (Rerum eccl. docum enta... Pontif. Ath. s. Anselm i, Series m ajor, Fontes, V I) Rome, 1966, págs. 161-185; les serm on s inédits q u ’il contient ont été Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 28 LA VIE RELIGIEUSE POPULAM E C ette collection d'une im p o rtan ce exceptionnelle se préoccupe, com m e les a u tre s hom éliaires q u ’o n étudie actuellem ent, de fo u rn ir aux p réd ic ate u rs p o u r tous Ies jo u rs ouvrables de l'année liturgique, des serm ons to u t p réts. Ces serm ons sont puisés dans sa in t A ugustin ou dans sain t C ésaire plus souvent encore; il n y a pas p o u r nous le besoin de p rése n ter ces docum ents, non seulem ent p a rc e q u 'ils sont b ien connus p a r ailleurs, m ais p arce que, en s 'in sp ira n t de ces deux illu stres Peres, l'E spagne ne se d istinguait p as de la Gaule; nous nous in téresserons done seulem ent aux 19 serm ons inédits de la collection, d o n t il e st a p e n ser qu'ils sont de bons tém oins de la "religiosité" espagnole á l'époque w isigothique d a n s a deuxiém e m oitié du V II.0 siécle, c 'e st la date á laquelle l'édite u r assigne ces serm ons. La collection est com posée essentiellem ent s u r u n p lan liturgique, ré p o n d a n t aux besoins d 'u n c u ré to u t au long de l'année. Mais elle co m p o rte en o u tre quelques u n s d e ces serm ons q u 'á la fin du M oyen-áge o n ap p ellera de sanctis. II s'y a jo u te u n ce rtain n om bre de serm ons p o u r des circonstances p a rticu lié re s, e t av en t to u t la peste, p o u r laquelle so n t prévus six serm ons d i f f é r e n t s ; ces serm ons sont p a rticu lié re m e n t in té re ssa n ts de n o tre p o in t de vue c a r ils révélent u n e eschatologie p o p u laire d ont nous n'avons pas beaucoup de tém oignages p o u r l ’Espagne de cette époque et il v a u d ra it la peine de les co m p arer aux Dialogues de sain t G régoire. H ab itu ellem en t ces serm ons so n t tres brefs; ce rtain s n 'a u ra ie n t duré que deux m in u tes e t dem i ou trois; fau t-il se dem an d er s ’ils nous sont p arvenus in ta e ts ou si cette briéveté qui étonne, co m p arativ em en t á la p réd ic atio n de sain t Césaire, de F au ste de Riez ou de sain t G régoire, se ra it u ne m arq u e de c a ra c té re local? Si on les exam ine du p o in t de vue théologique e t spirituel, l’l im pression d’ensem ble e st favorable á c e tte p réd ic atio n : publiés ibid., págs. 196-230. II est dit form ellem en t qu e ces serm ons sont destinés á étre lus: serrrto legendas (pág. 214, cf. págs, 216, 224); intendite divinis lectionibus q ue... recitantur (pág. 207), C et u sage était déjá celui de la Provence á l'époque de s, C ésaire: ibid., pág. 2. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. E. DELARUEIXE 29 les m ys teres es sen ti el s du ch ristian ism e sont rap p elés e t m is á leur place, n o tam e n t la résu rrectio n ; on ne s a u ra it accuser le com pilateur d ’avoir fa it tro p de cas des saints; e t ceci rejo in t ce que nous avons c ru c o n sta ter plu s h a u t de la m éd iocrité du cuite des saints á cette h a u te époque. II a rriv e que certain s serm ons aient m ém e u n e densité sp irituelle, ra re á cette époque, ou une h a u te u r de vue q u i risq u a it d'ailleu rs de les ren d re difficiles: ‘l oin de s'en te ñ ir á la m orale, com m e faisait le plus souvent Césaire, ils évoquent parfo is le paulinism e le plus elevé, p a r exem ple en in v itan t Ies a u d ite u rs á g ran d ir á la m esure de la p lén itu d e du C hrist, ou en faisa n t de Paques un m y stére de la c ré a tio n ,s; il e st vrai que ces serm ons fu re n t parfo is prévus p o u r des citad in s, sans doute plus évolués au p o in t da vue s p ir itu e l76. Au p o in t de vue de la piété, on re m a rq u e ra l'o n ctio n fam iliére de p lu sieu rs de ces textes :Jhesus meus; Domine Jhesus; Veni ad nos, sánete Spiritus Patris et Filii. Ou b ien des réflexions qui vont á in té rio rise r u n e religión qui nous avait d ’ a b o rd sem blé tre s e x térieu re: ce n ’est pas la so u ffran ce qui fa it le m a rty r, m ais la p i e t a s o u cette fo rm u le: non amat ille Christum qui alium plus amat quam Christum7’. Qn rem a rq u e ra enfin qualques germ es de dévotions á v enir: Christus rex noster, Christus imperator; la croix tribunal Christi ™. 3. Connaissance de la Bible.—La connaissance de la B ible affleure souvent dans tous les d ocum ents que nous avons passés en revue; on se féra it p o u rta n t u n e idée fausse de cette époque en s’im aginant que to u s les livres de l'E c ritu re étaien t égalem ent á la disposition des oleres, voire des évéques, e,t que leurs citatio n s dépendaient d 'u n e préférence délibérée, alors que m anifestem ent telle ou telle référence dépend to u t 75 ibid., págs. 198, 203. 76 págs. 218, 219. 77 pág. 223. 78 págs. 221, 214, etc... C f ce qui a été d it plu s haut su r la dévotion á la croix. N ous n’a bordons pas ici la question de Ja «lettre tom bée du ciel» á N ím es, nous proposant de l'étu d ier au congrés des S ociétés savantes des F édérations «Languedoc-iPyrénées-Gascogne» et «Languedoc-Roussillon» en m ai 1968. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 30 LA VIE RELIGIEUSE POPULAIRE sim plem ent d ’u n cliché regu, ou d 'u n e lectu re occasionnelle. P ar ailleurs o n se ra p p e lle ra que VApocalypse n ’é ta it pas tenue p o u r canonique, com m e il fu t d it á u n concile de Toléde; c’est dire q u ’il n'y a p as de B eatus possible en E spagne á cette date, e t que l’eschatologie de la p réd ic atio n se ra relativem ent p au v re c o n tra ire m e n t á ce que l’on c o n sta tera en France á la fin du M oyen-áge; nous l’avons d é já en trev u avec ¡l’H om éliaire de Toléde dans lcquel le Jugem ent tie n t peu de place. S'il s'ag it de TAncien T estam ent, on c o n sta te que to u t u n rép e rto ire e s t déjá co n stitu é, gráce sans doute aux Peres et á la liturgie. Les Peres ? Prenons le seul exem ple de Sidoine A p o llin a ire 19, chez lequiel les rém iniscenees b ih liques so n t fréq u en tes: la M er rouge, Ju d ith , les tro is H ébreux, Joñas, La liturgie? Il e st perm is de p e n ser que des survivances, que l’on c o n state á trav ers to u t le M oyen-áge, q u an d on passe e<n revue les ohansons de g e s te 80, s'expliquen! p a r une source com m une, la liturgie des m orts. T o ujours est-il q u e l’on p eu t te n te r u n p re m ie r recensem en t: Adam e t E v e 81, A b ra h a m 82, J o ñ a s 83; le plus curieux e t p eu t-étre c a ra c té ristiq u e est la place tenue p a r Daniel; il se p e u t que cela s'explique p a r le ca ra c té re a p o tro p aiq u e d ’u n e dévotion qui rec o u rt aux am uletes, m ais ce n 'e s t pas la seule explication, puisque la liturgie m ozárabe fait appel á Daniel p o u r louer le Seigneur, sans do u te p a rc e qu'elle a été im pressionnée p a r la ferv e u r e t le Iyrism e d u C antique 79 A. L o y e n , Sidoine Apollinaire et tes d em iers éclats de la culture ctassique dans la Gaule occupée par les G oths, d ans i Goti, pág. 272. 8“ E . R. L a b a n d e , L e «Credo ép iqu e» á propos des priéres dans tes chansons de geste, dans R ecu eil de travaux o ffert á M. C. Brunel, París, 1955, pág. 62. 81 Adam et E ve se trouvaient á S ain t-R estitut: c f notre n. 11; et sur des sarcop h ag es: A. S a s s i e r , op. cit., pág. 9. 82 A braham est représente sur un ohapiteau w isigo th iqu e de San Pedro de la Nave, que l'on trou vera reproduit dans M .a E . G ó m e z M o ­ r e n o , op. cit., fig. 33, et sur un sarcophage du V I o s. a l'église Sain te C roix de Séville, oü il voisine avec Daniel dans la fos.se au x lions: vo ir Civilisations, peuples et m ondes, Le M oyen Age, sous la d irection de Miohel F r a n c o i s , París, 1966, pág. 16. 83 Cf. F. B e n o i t , op. cit., pág. 69, n.° 101. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. H. DELARUELLE 31 des trois Jeunes H ébreux. Q uoi q u ’il e n soit de cette pcdyvalence, il se p e u t que 1'origine du th ém e ro m á n de Daniel soit á chercher du cóté des sarcophages du Midi M. N ous n'avons p as á nous é te n d re s u r les scénes du Nouveau T estam ent puisque nous en avons d é já p a rlé á p ro p o s de la décoration des sarcophages; m ais nous voudrions p lu tó t dire quelques m ots de la d istin ctio n des aperta et des p r o fu n ­ da te lie q u ’on la trouve déjá á l’époque chez G régoire I. N ous pensons q u an t á nous que M. Loyen e st tro p sévére p o u r Sidoine A pollinaire q u an d il l'accuse de n ’avoir vu dans la Bible que l’aspect a n e c d o tiq u e S5; Sidoine a eu sim plem ent conscience q u ’il y avait deux iconographies différentes, celle p o u r le peuple et celle p o u r les clercs, e t p areillem en t deux sortes de com m entaires bibliques et done deux séries p a ra lléles de livres de l’E criture. C 'est b ien des aperta q u ’il s’agit q u an d G régoire de T ours nous m o n tr e 86 une fem m e, dans c e tte vieille Ierre w isigothi- 84 F . B e n o it , ibid., A . S a s s i e r , pág. 9 , M.a E . G ó m e z M o r e n o , op. cit., pág. 21; E . D e m o u g e o t , op. cit., pl. 2 9 9 . C e thém e a é t é étudié p a r Ch. G r o s s e t , L ‘origine du thém e román de Daniel, dans E tudes mérov., pág, 150, q u i le fa it com m en cer avec Ies sarcophages du M idi de la G aule et qui, ponr ison com pte, a recensé une douzaine de scu lptu res et trente boucles de ceinturon, sans co m p te r d ’autres oeuvres encore. II se peut que le succés extraord in aire de ce thém e so it dú á ce que cette im age de Daniel était une am ulette qui p rotégeait con tre Jes m onstres. 85 Op. cit., p á g . 272. 86 H ist. Franc., II. 17, com m enté p a r Paul D e s c h a m p s et M arc T h i b o u t , La peinture m úrale en France, Le H aut M oyen age et l'épo­ que romane, París, 1951, págs. 4-6; c f E m ile M ale, La fin du paganisme en Gaule, París, 1959, pág. 195. D 'im portants com plém ents seront fournis á n otre a rticle lorsque paraitron t les A cies du V IIIo C ongrés d ’archéologie chrétienne, des m aintenant on peut en prendre une idee en consultan t V III Congreso internacional de arqueología cristiana, Barcelona, 5-11 o ctubre 1969, notam m ent p. 42-48. Parm i les découvertes les plu s im pressionnantes sígnalées pour l'E spagn e au cours de ce congrés, on n otera celle de l’ancien b ap tistére de la cathédrale paléo-chrétienne de B arcelone. N ous n'avons pu utiliser pou r notre travail l'ou vrage, p a ra en 1966, de Carm en G a rcía R o d r í g u e z , E t cu lto de tos santos en la España ro- Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 32 LA VIE RELIGIEUSE POPULAIRE que q u ’é ta it l’Auvergne, d irigeant les p e in tres d'églises p o u r leur faire ra c o n te r Ies historias actionum ; il est q u estio n ici des hystorie, com m e d irá plu s ta rd le M oyen-áge; ou, com m e s'exprim e G régoire I dans la fam euse le ttre á Serenus, de p ein tu res "serv an t á l'éd ific a tio n religieuse d u p e u p le ”. S ’il en é ta it ainsi, il y e u t done une religión p o p u laire qui n ’é ta it pas seulem ent une réd uction, u n résum é ou u n ap p au vrissem ent de la religión des eleres, m ais, qui, a y a n t ses sources p ro p res, avait aussi ses stru c tu re s e t son génie. A-t-elle été, avec le tem ps, s’a p p ro fo n d issa n t (profunda), s’enrichissan t et rejo ig n an t p eu á p eu la religión d'élites p lu s in stru ite s de leu r foi, ou est-elle restée dans son p a rticu larism o ? II ne nous a p p a rtie n t pas de le rechercher. mana y visigoda, Monografías de hist. eclesiast., vol. I, In stit. E nrique F lorez, M adrid, 1966; dont les relevés sont plu s com pleta q u e les nótres. R evenant su r la question du cru cifix de G érone il ne nous p araít plus douteux q u ’ il s'agisse d ’une oeuvre d es en viron s du V IIo siécle, encotpion analogue á nom bre de ceu x qui ont été découverts pou r cette époque; m ais nous insisterions au jo u rd ’hui plus que n ous en l'avons fait dans notre article, sur le fa it que ces encolpia ne représentent en aucune m aniere le sentim ent religieux populaire, m ais sont au contraire des tém oins d'un art aristocratique. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. ASPECTOS DE LA CULTURA LITERARIA EN LA ESPAÑA VISIGOTICA Por el Prof. M. C. DIAZ Y DIAZ Catedrático de la Universidad de Santiago de Compostela Me propongo solam ente en estas n o tas an alizar d e m an e ra sucinta la c u ltu ra lite ra ria de la E spaña visigótica *, venero singular de ciencia y sab er en el a trib u la d o occidente europeo. * Son num erosos los trab ajo s q u e atacan en co n ju n to la p rob le­ m ática m ás trad icion al de la cu ltu ra dé 'la E spaña visigótica; en tre ellos m e parecen m uy im portantes los siguientes, a tod os los cu ales este tra b a jo y o tro s m uchos del a u to r d ete n valiosa in form ación y puntos d e vista, aunque en b astan tes ocasiones m is conclusiones e interpretaciones difieran d e las presentad as p o r ellos: H istoria de España, dirigida por R. M e n e n d e z P i d a l , t. III: E spaña visigod a, M adrid, 1940; J. S c u d i e r i R u g g i e r i , «Alie fo n ti della c u ltu ra ispanovisigotica», en S tudi M edievali 16, 1943-1950, 1-47; M. R u ífin i, L e origini letterarie in Spagna. I : L ’epoca visigótica, Turín, [1951]; Z. G a r c í a V il l a d a , H istoria eclesiástica de España, II, M adrid, 1933; T. A y u s o M a r a z u e l a , La V etus Latina Híspanla, I: Prolegóm enos, M adrid, 1953; D í a z y D í a z , «La cu ltu ra d e la E spaña visigótica del sig lo V II» en S ettim an e di studio del C entro italiano di Stu d i s u ll’alto M edioevo, V : Caratteri del secolo V I I o in O ccidente, Spoleto, 1958; J. F o n t a i n e , Isid ore de Sévilte et la culture classique dans VEspagne w isigothique, P arís, 1959; J. M a d o z , E pistolario de San B raulio de Zaragoza, M adrid, Í941; id, «Ecos del sa b e r antigu o en las letras d e la E spaña visigoda», en Razón y Fe 122, 1941, 228-240; id, «Tajón de Zaragoza y su v ia je a Rom a», en M élanges Joseph D e G hellin ck 1, Louvain, 1951, 345-360; id , «San Julián de Toledo», en E stu d ios eclesiásticos 26, 1952, 39-69; id , «San Ild efon so de Toledo», ibid, 467-505; id, «Citas y rem iniscencias clá sica s en los P adres españoles», en Sacris erudiri 5, 1953, 105-132; id , San Isid oro de Sevilla. Sem blanza de su personalidad literaria, León, 1960; J. F e r ­ n a n d e z A l o n s o , La cura pastoral en la España romano-visigoda, Rom a, 1955; P. R i c h e , E ducation et culture dans l ’O ccident barbare. V le - V I IIe siécles, París, 1962; G . M a r t í n e z D i e z , La C olección Canónica Hispana, M adrid-B arcelona, 1966. 0) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 34 CU LTU RA EN LA ESPAÑ A V IS IG O T IC A S ería necia p rete n sió n p o r m i p a rte el sim ple in te n to de h a c er no u n a investigación d etallada del an churoso cam po c u ltu ra l visigótico, p ero ni siquiera, en el reducido m arco de unas páginas, de tra z a r u n resu m en suficiente y claro del p a n o ra m a de n u e stra c u ltu ra que llam am os p o r an to n o m asia isidoriana. P retendo, p o r el co n trario , b u sc ar un nuevo cam ino que nos dé u n a idea ín tim a, cogida a lo vivo — aunque resu lte incom ple­ ta — de lo q u e era realm ente la vida cu ltu ral en el siglo V II. A nalizaré, pues, las fuentes m ism as de la c u ltu ra personal, los m an u scrito s, p a ra que ellos nos o rien ten ya sobre las p re ­ ferencias en lectu ras y tem as de estudio; y luego to caré ta m ­ bién u n in te resa n te m ecanism o: el de la breve com posición p o ética de tip o escolar p a ra co m p ren d er el valor de la activi­ dad cre a d o ra de n u estro s estudiosos y ho m b res de c u ltu ra. * * * Son, p o r desgracia, m uy co n tad as las piezas que nos han llegado desde las p ro p ia s cen tu rias visigóticas, y a u n estos ejem plares re su lta n poco expresivos desde un p u n to d e vista literario. Es sabido que P ijoán y N euss 1 desde el p u n to de v ista de las ilustraciones, y B erger y A yuso2 p o r razón de ciertos d e­ talles del texto bíblico, creyeron de origen español el celebé­ rrim o Pentateuco A shburnham que a h o ra p a ra en la B iblioteca N acional de P arís después de h a b e r estado d u ra n te siglos en T ours. La procedencia h isp an a del m an u sc rito no se im pone al o b servador que desea ser im parcial, y de hecho se b asa m ás que en razones positivas en co n je tu ra s m ás o m enos aventuradas; au nque no puede darse p o r zan jad o el pleito en to rn o a su origen, parece que poco a poco va to m an d o cuerpo la adscripción a la Recia o al Ilírico, lo que explicaría ta n bien com o E spaña m ism a num erosos detalles de su d ecoración y 1 W . N e u s s , Die Katalanische B ibeliüu stration um die W ende des ersten Jáhrtausends und die Altspanische Buchm alerei, B o n n - L e ip z i g 1922, 59-6 2 . 2 T, A ytjso , La V etus Latina Hispana, I, 347, q u e n o a v a n z a n in g ú n a r g u m e n to . (2) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. M . C. D IA Z Y D IA Z 35 texto. P o r eso, dejo de lado ah o ra este códice com o m u estra de lo que eran los m an u scrito s hispánicos en la época visi­ gótica 3. Con textos bíblicos todavía p o dríam os c ita r, y en este caso con m ayor interés, el m an u scrito frag m en tad o que se guarda re p a rtid o e n tre la S ta atsb ib lio th e k de M unich (CLM 6436), la B iblioteca U niversitaria de aquella ciudad (4 ° 928) y la A badía de G ó ttw e ig 4: se tra ta de u n códice u n cial del siglo V I, que p o d ría ser originario de Africa, p ero tam b ié n m ás p ro b a ­ blem ente de E spaña, con u n a p a rte de los com ienzos del si­ glo V II de la que difícilm ente puede d u d arse que sea española. Contiene u n a versión p reje ro n im ia n a de las E p ístolas; y d a ­ dos los contactos textuales p o d ría a c e p ta rse el rem o to origen africano y un inm ediato origen bético, quizá sevillano (?) del códice. N o p o d ría d e ja r de c ita r a q u í el im p o rta n te códice en uncial que se conserva en la C atedral de V ercelli {CLA 468) con las R ecognitiones C lem entis y Acta Petri, quizá del si­ glo V I 5. Lleva num erosas notas m arginales en le tra visigoda del siglo V III, quizá de región fran cesa aunque no p o d ría asegurarlo de m an era p o r hoy definitiva; lo que sí puede a firm a rse es que el a n o ta d o r prin cip al, de e n tre las v arias m anos que pueden d istinguirse, e ra p e rso n a de form ación li­ te ra ria no com ún. Quizá h u b iera que explicar la llegada a V er­ celli del códice g racias a p erso n ajes relacionados con C laudio de T urín. Los an o ta d o res p arecen im pulsivos y preocupados con la o rtodoxia d o c trin a l6. O tro grupo de m an u scrito s de origen español quizá, o al m enos con innegables conexiones hispánicas, es la v a ria d a serie de códices ju ríd ico s que se h an conservado d ispersos 3 Cf. aún tím id am ente CLA 693a. 4 CLA 128óa-128ób. 5 Ha sido sucintam ente d escrito p o r A. M. B i z z a r r i , R icerche sul centro scrittorio di VercelH dal IV al X secolo, G énova 1960, T esis m ecan., 291-294, que pude con su ltar, afortunadam ente, en la p rop ia B ib lioteca C ap itu lar de V ercelli, gracias a la b enevolencia del Canónigo B ibliotecario, * Así en f. 75 v. una nota: «m entiris filius perddctionis», con un a varian te en f. 89 r, «nenias pred icat filiu s perdictionis». (3) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 36 CU LTU RA EN LA ESPAÑ A V IS IG O T IC A p ero con u n a indudable relación en tre sí. De fines del siglo VI, copiado en Lyon, pro b ab lem en te p o r alguien ya con ciertos h áb ito s "v isig ó tic o s"7 es el m an u scrito de la L ex R o m a n a V isig o th o ru m que, ah o ra en Tubinga, perten ece a la B iblioteca N acional d e B erlín, m s. P hillipps 1761; del S u r de F ran cia se dice q u e p arece p ro ce d e r el conocido Código de E u rico que en e s c ritu ra un cial d e fines del s. VI se conserva re sc rip to en París, Bibl. N at. latín 121618; de m om ento no es posible, en esp era de las precisiones que p u ed a a p o rta r la fu n d am en tal o b ra de Lowe, decir de dónde proviene el fam oso Palim psesto de León, en uncial del siglo V I I 9 con la Lex R o m a n a Visigotho ru m ; algo así tenem os que e scrib ir del códice del V aticano L a tin u s 1024, cuyo origen hispánico e s tá fu e ra de d u d a 10. A estos códices, de los que hoy cabe e stu d ia r los caracteres, aunque sea con la dificultad anexa a todo p alim p sesto , hay que a ñ a d ir el códice en un cial que a ú n conoció en la iglesia de Oviedo A m brosio de M orales, tal com o se deduce de la o p o rtu n a noticia que da en ocasión de su conocido V iaje 11, A hora bien, a p e sa r de su conservación frag m en taria, este g ru ­ po resu lta significativo, si no a efectos literario s, al m enos desde un p u n to de vista cu ltu ral. P o r sus ín tim as sem ejanzas y p o r determ inados rasgos paleográficos podem os a c e p ta r con B. B ischoff 12 q u e sean en p a rte resto s de u n a la b o r de rec o ­ pilació n e inform ación que b ien pudo te n e r lu g ar en el p ro p io Toledo en o rd en a la p rep a ra ció n de m ateriales p a ra el gigan­ tesco p lan de Recesvinto de codificación y actualización de la legislación hisp an a, y en todo caso, en d istin tas regiones del reino v isig ó tic o 13. Si esto es así, hem os de re te n e r com o d ato 7 La form u lación es m ía; L o w e , CLA 1064, lo consid era escrito probablem ente en Lyon con influencias visigóticas. 8 CLA 626. E xcelen te edición y estudio, aunque breve, po r A. D ’o r s , E studios V isigóticos II. E l Código de E urico, R om a-M adrid 1960. 9 Z . G a r c ía V il l a d a , Catálogo de los C ódices y D ocum entos de la Catedral de León, M adrid 1919, 43 ss. F alta un buen estu d io p aleográfico de este p recioso códice, del que se necesita una ed ición fotográfica. CLA 111. 11 A. d e M o r a l e s , V ia je, 93 s. 12 B . B i s c h o f f , M ittelalterliche Studien II, S tu ttg a rt 1967, 315. 13 A l m en os los cód ices León 15, V atican o 1024 y los F ragm entos (4) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. M . C. D IA Z Y D IA Z 37 im p o rta n te p a ra n u e s tra reco n stru cció n de la c u ltu ra visigó­ tica esta actividad e scrip to ria que nos atestigua, adem ás, el m éto d o de tra b a jo del equipo que, según las 'directrices del rey, se ocupó de e la b o ra r la Lex visigotkorum . Bien copiados e n Toledo, bien .sim plem ente allegados de o tro s p u n to s, estos m an u scrito s son fehaciente testim onio de u n a capacidad y técnica bibliográfica m uy dignas de s e r tenidas en c u e n ta y p o sitiv am en te valoradas. O tros m an u scrito s curiosos son los que co n tienen textos m édicos. Así com o en el caso de los códices ju ríd ic o s la con­ je tu ra de B ischoff tiene la v irtu d de v in cu lar su origen con u n m om ento legislativo m uy conocido, ya no podem os expli­ carnos la ocasión que provoca este in terés p o r la m edicina, si es que obedecen los dos códices a u n a m ism a y p o sitiva razón, cosa difícil de p re c isa r p o r el m om ento. E l m an u sc rito P arís BN lat. 10233, u n m iem bro disyecto del cual se g u a rd a e n B e r­ na, S tad tb ib lio th ek , con la sig n a tu ra F. 219,3 es u n códice en uncial y sem iuncial de fines del siglo V II, que tod av ía e n pleno siglo V III esta b a en te rrito rio hispano, q u izá e n zona c o n tro ­ lad a p o r los árab es a ju zg ar p o r u n a n o ta en e sta e scritu ra, p ero que parece h a b e r em igrado p o ste rio rm en te a Ita lia pues se e n c u en tra n en él u n a s probaíiones peiinae en e sc ritu ra ben e v e n ta n a 14. Contiene e ste códice las S yn o p sis de O ribasio, el tra ta d o de podagra de R ufo y u n a p equeña serie de o tro s t r a ­ tad o s m édicos m enores. O tro códice m édico nos sale al p aso en P arís BN nouv. acq. lat. 203 en m in ú scu la y uncial de los siglos V I I I- IX 15: contiene este m an u sc rito d iferentes textos de H ipócrates en versión latina, y a ju zg ar p o r solos criterio s paleográficos p ien sa Lowe que p u ed a h a b e r sido co p iad o en el S u r de F ran cia o N o rte de Ita lia en u n c e n tro con conexio­ nes visigóticas. Analizando, em pero, los rasgos de visigotism o que aparecen e n él, pienso si no sería m e jo r p e n sa r que se tra ta de "sín to m as" visigóticos, originados sim plem ente p o r ser copia de u n códice de origen v isig ó tic o 16: ello n o s llevaría, V aticanos del siglo V , un códice d e T eodosio (s. V I) y la L ex B urgundionum (s. V I); cf, CLA 44, 45, 46 y 47, * CLA 592. C LA 676. (5) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 38 CU LTU RA EN LA ESPAÑA V IS IG O T IC A pues, a com probar, de e sta m anera, la existencia de u n códice hip o crático español. E n tre los autores eclesiásticos en co n tram o s a Orígenes, un m an u sc rito de cuyos C om entarios al Génesis, E xodo y L evítico se conserva en Lyon Bibl. M unie. 443 (372) + París Bibl. N at. nouv. acq. la-t. 1591, en sem iuncial y u n cial del siglo V II. Al decir de Lowe debió h a b e r sido este códice copiado en Lyon, donde fue a n o ta d o y añadido con ap o stillas en p rec a ro lin a y visigótica, sobre el año 800; p e ro el em inente paleógrafo a d ­ m ite ya q u e debe h ab er sido tra n sc rito de un e je m p la r es­ pañol 17. Dos son al m enos los testim onios su p érstites de A gustín 18. Del genial e scrito r african o nos queda del siglo V II el exce­ lente códice del E scorial, que se e n c u en tra en el C am arín de las R eliquias, y contiene el tra ta d o de baptism o paruulorum . La presen cia en este m an u sc rito de la B enedictio Cerei, que p o d ría a trib u irse a Isidoro de Sevilla, y unos frag m en to s de T ertuliano p arecen aco n sejar que se piense en u n posible o r i­ gen sevillano p a ra e s te códice, a p e sa r de sus p o sterio res pe­ regrinaciones p o r E uropa. E n A utun se g u a rd a (Bibl. M unic. 107) u n códice del siglo V II en sem iuncial que contiene una p a rte de las E narrationes in psalm os 141-149. D espués del es- 16 S ubrayo co n L ow e que la o rto g ra fía es m u y m ala, lo cual no perm ite suponer un a influencia visig ótica m uy directa. 17 S ob re O rígenes y su poderosa in flu en cia en Isid oro cf. J. C h a t il l o n , M élanges bibliques André R obert, París 1957, 536, L os Com en­ tarios al E xodo han sido abundantem ente u tilizad os p o r el S evillano en sus Q uaestiones in V etus Test., c f. U. D o m ín g u e z del V al , en Isid o riana, León 1961, 215. P or si esto fu era poco, A. de M orales al d escrib ir los libros de O viedo (V iaje, 94) m enciona en tre los lib ros de antigua letra visigótica de aquella b ib lioteca «H om iliae O rigenis in Leuiticum , N úm eros e t alios saoros libros, R u ffin o interprete», m u estra incon ­ fundible de que eran conocidos y leíd os en H ispania; no es d e olvid ar que M orales, el escrupuloso cron ista de F elipe II, piensa de casi todos estos cód ices que habían llegado a O viedo desde Toledo. E n cuan to al pun to de proceden cia es lícito d u d ar entre T oledo o cu alq u ier otra ciudad de Spania, esto es Al-Andalus o territorio m ozárabe, com o C órdoba o Sevilla, pero esto nada im porta a nuestros efectos. 18 S ob re otro im portante códice agustiniano y a perdido, véase ab ajo a propósito del M isceláneo de R ipoll, pág. 42. (6) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. M . C. D IA Z Y D IA Z 39 lu d io que le ha dedicado R obinson podem os a d m itir com o indiscutible que se tra ta de u n m an u sc rito p irenaico, quizá escrito en la N arbonense o e n la p ro p ia C erdaña, donde a co­ m ienzos del siglo V III p arece h ab er sido p ro p ie d a d del obispo N am bado, que fue quem ado p o r o rd en de M uza en 7 3 4 19. Es p ro b ab le que provenga asim ism o de E spaña, com o q u ie­ re Lowe, el excelente m an u scrito en letra sem iuncial q u e g u a r­ da la B iblioteca N acional de P arís b a jo la sig n a tu ra latín 9533 20, copiado en el siglo VI, que ofrece tam b ién la s E narraíiones a los salm os 29-36; sus lecciones son a m enudo excelentes 21, a u n ­ que el texto adolece de u n cierto descuido general al a b u n d a r las p érd id as p o r hom oioteleuta; lam entablem ente h a s t a el m om ento actu al no puede señalarse el p u n to donde h a y a sido copiado e ste valioso m an u scrito . P o r el c o n trario , es m uy d u ­ doso que sea originario de la P enínsula el fragm ento de códice semiuncdal del siglo VI que tra sm itía el S p ecu lu m ag u stin ian o y se conserva ah o ra en la B iblioteca regional de K arlsru h e (Fragm. Aug. 100) p rocedente de R e ic h e n a u 22; en efecto, sus rasgos paleográficos no s o n suficientem ente característico s p a ra a trib u irlo a la Península. El m an u sc rito en e sc ritu ra sem iuncial que se g u a rd a en St. Gallen 194, que, adem ás de los L ibros de S alom ón contie­ ne el L aterculus N otarum , fue quizá copiado en la P enínsula o zona de influencia visigótica del S u r de F ra n cia según Lowe,23, región a la que quizá h a b ría tam b ién que a d scrib ir el frag ­ m ento de P aterio que se conserva a h o ra en París Bibl. N at., nouv. acq. lat. 6 4 1 24, N o d eja d e ser im p o rta n te que en el m an u sc rito señalado p o r Lowe com o CLA 44 nos quede u n testigo del p restig io y extensión de que d isfru tó en E sp a ñ a la o b ra de Casiano; su uncial es en todo sem ejante, p o r n o decir idéntica, según Bis15 R, P. R o b in s o n , M anuscripts 27 (S. 29) and 107 (S. 129) o f the M unicipal Library of Autun, Am erican A cad em y o f Rom e, 1939. “ CLA 587. « Cf. la ed. D e k k e r s - F r a ip o n t , CC, X X X V III, donde h a sido co la ­ cionado por vez prim era. “ CLA 1121. 23 CLA 918. 2* CLA 678. (7) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 40 CU LTU RA EN LA ESPAÑA V IS IG O T IC A choff, a la del códice p alim p sesto de León, con lo q u e no p u e ­ den cab er dudas sobre su origen hispano, e incluso to le d a n o 25. P odríam os quizá in cluir tam bién aquí el m an u sc rito uncial de las H om ilías de G regorio que se g u ard a e n la C atedral de B arcelona y q u e puede ser a trib u id o a sobre 700 o poco des­ pués M. Los sistem as gráficos no obligan a p e n sa r n e cesaria­ m ente e n u n origen visigótico, sino que m ás b ien p arece o rie n ta r a región m erovingia, au nque h ay m uchos indicios y síntom as visigotizantes en las a b re v iatu ras. Si la existencia de este m an u sc rito rep re sen ta poco, es al m enos vivo testim onio codicológico de la im p o rtan cia alcan zad a p o r G regorio M agno en el pensam iento y en la form ación eclesiásicos en E spaña, im p o rtan cia que los estu d io s sobre fuentes de n u estro s escri­ to res h a n p o n d erad o siem pre largam ente. T odavía tenem os que re c o rd a r otros m an u scrito s. Así el estupendo E scurialense R. I I 1 8 n, que llegó al m o n asterio filipino a trav és d e Oviedo donde ya e stab a en el siglo XV I, de u n a iglesia del S u r que bien p o d ría h a b e r sido C ó rd o b a 28 o Sevilla. La p a rte uncial de este m an u scrito , hecho a fines del 25 B i s c h o f f , op. cit. [ n o t a 1 2 ], 315. C h . U p s o n C la r k , Collectanea Hispánica, P a r ís 1920, 124; t e n g o noticias de un estudio s o b r e este cód ice e n Scrinium q u e no h e po­ d ido ver. 27 D escrito p o r G. A n t o l i n , Catálogo de los C ódices Latinos de la Reat B iblioteca del Escorial, III, 481 ss. 23 L ocalización asegurada si el E u logio m encionado en el f. 6 v. (E ulogii m em entote p ecca tori) fu era el con ocid o p erso n aje cordobés que m u rió a m anos del poder m usulm án en 859. M i l l a r e s , C V pág. 23, núm ero 29, piensa que yo no h e tenido en cu en ta sus peren to rias d e ­ m ostraciones del origen cord o bés del cód ice, exp u estas y a en su ob ra Los códices visigóticos de la Catedral Toledana, M adrid, 1935, 52 ss., toda vez que parezco desconocerlas al suponer q u e q u izá el elenco b ib liográfico d el f. 95 pudiera referirse a Toledo. T engo que d ecir que da m ención entre los libros de este Inventarium d e la o b ra de E lip an d o hace ¡algo m ás que p rob lem ática la ad scripción a C órd o b a en el ú ltim o c u arto del siglo IX ; m ejor, desde luego, se exp licaría o en T oledo o en Sevilla; y m ientras n o tengam os m ás detalles d ifícilm en te puede sos­ tenerse a u ltran za la im posib ilid ad de que el có d ice haya salid o de otro cen tro que Córdoba. De todos m odos, entiéndase q u e en m is notas sobre este cód ice no planteo ah ora la cu estión del origen paleográfico del m ism o, sino de la proceden cia de su contenido. 26 (8) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. INSTITUTO F E O V . - x c i A l m O c5 M. C. DIAZ Y DIAZ 41 - ~ -< siglo V II, contiene u n tra ta d o d e Isidoro, p o ste rio rm en te co m ­ p letad o p a ra co m p en sar la p é rd id a d e unos folios; p ero in te ­ resa su b ra y a r a n u estro s efectos q u e lleva y a u n texto toledano, la E p ísto la del rey S isebuto, lo que nos p ro p o rc io n a u n d ato que habrem os d e reten er; en efecto, si com o m o stró F o n ta in e 29 h a habido ya u n deseo de co m p letar la o b ra del H ispalense en su p rim e ra recensión con el nuevo cap ítu lo , q u e de m an e ra verosím il cree F ontaine adición p ro p ia d e Isid o ro al tiem po de re u n ir m ateriales p a ra los Orígenes, tenem os que co n clu ir que e l a u to r del m an u sc rito pudo, en p rim e r lugar, d isp o n e r de u n e je m p la r en que Isid o ro llevara ya com o apéndice la E p ísto la astro n ó m ica del rey Sisebuto, y p o r ta n to la que F ontaine denom ina edición to ledana y, después, c o n ta r con o tro original d iferente del que p u d o to m a r la adición que dió lugar a la llam ada segunda edición del tra ta d o de natura rerum . Si, com o p o r o tro s indicios algunos estudiosos creen, el códice p u d ie ra ser o riginario de C órdoba o su zona, h a b ría ­ m os de ten er e n c u e n ta estas consideraciones p a ra c o n ta r con ellas al an alizar n u e stra vida cu ltu ral en el siglo V II. C iertos detalles críticos, que a h o ra no se p u eden ex p licitar aq u í, hacen p e n sar asim ism o que en la p a rte m ás reciente —m ita d diga­ m os del siglo IX — de e ste m ism o códice h a sido tra s c rito en m inúscula u n códice m ucho m ás antiguo que contenía el B re­ v iario de Festo, el breve Itin e ra rio de A ntonino y u n fra g ­ m en to del C ronicón d e Jerónim o, adem ás d e o tro s pequeños textos de m en o r significación. Que existieron o tro s códices de época visigoda, q u e a h o ra n o so tro s lam entam os perdidos, pu ed e deducirse de diversas noticias que d e ellos se nos h an conservado. Así M orales, en su Viage, al tra ta r de la lib re ría de la Iglesia de Oviedo, m e n ­ ciona, e n tre los m an u scrito s en sem iuncial allí g u a rd a d o s 30, u n códice de Concilios con los diecisiete concilios toledanos "bien e n te ro s”, lo cual im plica que no era a n te rio r a so b re 700 29 Isidore de Séville, Traite de la nature, B ord e aux 1960, 38-45. 30 A. de M o r a l e s , V iaje, 93 s .; «De letra .Gothica m ayúscula» los c a lific a M orales, y com p ara con el actu al E sco rial R. II. 18 con lo que queda cla ra la iden tificación; cf. R. B e e r , H andschriftenschátze Spaniens, 380. (9) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 42 CU LTU RA EN LA ESPAÑA V IS IG O T IC A pues el Concilio X V II de Toledo se reu n ió en 694 31; tam bién, en la m ism a nóm ina lib ra ría ovetense, rec u e rd a M orales, a si­ m ism o en sem iuncial, u n códice que contenía u n com en tario al C antar de los C antares, cuyo a u to r no podía decir, u n as vidas de Santos y el tra ta d o de reparatione lapsi del C risóstom o v ertido al latín n. M ucho m ás lam entable es la pérd id a, quizá o c u rrid a a m ediados del siglo pasado, del m isceláneo d e R ipoll que acertó a ver y d escrib ir con b a sta n te extensión Jaim e V i­ llanueva: copiado p ro b ab lem en te h acia 730, m uy verosím il­ m ente, a m i enten d er, en Toledo, ofrecía en cu rsiva dos o b ras de Agustín, el liber quaestionum y el contra, V haereses, ju n to con la expositio in M a tth eu m de Jerónim o, las Allegoriae de, Isidoro, unos tra ta d o s de cóm puto, variedades gram aticales, el de correctione ru sticorum de M artín de B rag a y o tro s t r a ­ tados m enores ’3. El c o n ju n to parece m o stra r u n in te rés o rie n ­ tado a la teología con ciertos aspectos exegéticos y p asto rales, y h u b iera resu lta d o de la m ayor im p o rta n c ia p a ra el análisis de c u ltu ra y form ación eclesiástica de su tiem po. Í! * * O tro im p o rta n te cam ino p a ra com pletar n u e stra s noticias sobre códices de época visigótica, ta n escasam ente conservados que no nos llevarían m uy lejos a decir v erd ad com o acabam os de ver, es el testim onio de los m an u sc rito s de d a ta p o ste rio r p a ra los que d eterm in ad as circunstancias h istó ric a s nos fu e r­ zan a suponer u n m odelo proveniente, p recisam ente, de tiem ­ pos visigóticos. M uchos de estos m an u scrito s, conservados o no, son originarios en m uy buena p a rte d e las regiones m e­ rid io n ales de H ispania, adonde, p o r lo m enos a lo largo de 31 V éase G. M a r t í n e z D i e z , La C olección Canónica Hispana, I, M adrid, 1966, 157h160, En realidad pod ría ¡haberse añadido este concilio al códice ya form ado; p ero el m od o de ¡las varias descripciones de M orales parecen exclu ir esta posibilidad. A com ienzos del siglo V III lo reduce, por consiguiente, M a r t ín e z D i e z , op. cit. 32 Cf. adelante sobre otro m au scrito d e e sta m ism a obra; M o r a l e s , Viaje, 93 citad o tam bién p o r B e e r , op. laúd., 380. 33 V il l a n u e v a , V ia je literario, V I I I , 45 [ R . B e e r , Die H andschrijten des K iosters Santa María de Ripoll, I, Viena, 1907, 25 s.]. (10) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. M . C. D IA Z Y D IA Z 43 todo el siglo V III y alguna p a rte del s. IX, no es verosím il sup o n er que llegaran con facilidad de o tra s regiones. La u tili­ zación d e los d ato s q u e se deducen de estos m an u scrito s h e ­ m os de h a c erla oon e x trem a discreción y v ariad a cautela, pues, c o n tra la im agen trad icio n al de las com unidades m ozárabes aisladas del exterior e im perm eables a to d a influencia ex trañ a, vam os poco a poco h allan d o testim onios, no p o r im precisos m enos elocuentes, de u n a vida c u ltu ral relativ am en te activa, aunque con notables a ltib ajo s y flu ctu acio n es; y a m enudo, un co n ta c to ocasional con alg u n a p e rso n a c u lta o influyente en o tra co m unidad o región, provoca u n in te rés p o r sa b e r que difícilm ente p e rm itiría n , sin m ás, so sp ech ar las triste s c irc u n s­ tancias de los grupos m ozárabes. Con e sta s salvedades, considerem os el resu lta d o del a n á li­ sis de n u estro s m ás antiguos m an u scrito s en la equívocam ente llam ada e sc ritu ra visigótica. De sin g u lar in te rés, p o r com enzar con un códice que p ro b ab lem en te re m o n ta a fines del siglo V III, es el m an u sc rito que ah o ra se conserva en El E scorial b a jo la sig n atu ra & /. 14 34. E n su fo rm a actu al podem os e s ti­ m a r que proviene de C órdoba, pues sobre varias ap o stillas á ra ­ bes conserva diversas anotaciones, que se ha p odido d e m o s tra r que son de la p lu m a de A lbaro de C ó rd o b a 33, el cual, p o r con­ siguiente, lo m anejó. Su rico contenido ab a rc a las Etim ologías de Isidoro , ah o ra incom pletas (f. 1-112), la E p ísto la a trib u id a al diácono R edem pto sobre la m u erte de Isid o ro , dos tra ta d o s escritu rístico s de Jerónim o, así com o el opúsculo de ecclesic-sticis dogm atibus de G ennadio de M a rse lla 36, y u n co rp u s de epístolas jero n im ian as, con las de los corresponsales de éste, del m ás alto interés. Sin em bargo, lo q u e d a m ay o r realce al contenido a b ig arrad o de e ste m an u sc rito es el c o n ju n to de ca rtas que lo c ie r r a 37: las de Liciniano d e C artagena, la de M en A n to lin , Catálogo, II, 331-336; M i ll a r e s CV 2 3 . U n a r e p r o d u c c i ó n E xem pla scripturae w isigothicae, H e i d e l b e r g , 1883, E w a ld -L o e w e , lá m . X III. 35 .Cf. G . A n t o l i n , e n BRAH 86, 1925, 612 s s . y I . Z a r c o C u e v a s , e n B R AH 1 0 6 , 1935, 390-392; l a a u t e n t i c i d a d l a d e f e n d i ó c o n b u e n o s a r g u ­ m e n t o s J. M a d o z , e n E stu d ios eclesiásticos 19, 1945, 519 s s . 34 A tribu ido aquí, com o en otros códices, a Jerónim o ( f . 124-1 2 6 ). 37 f f. 164-168. (11) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 44 CU LTU RA EN LA ESPAÑA V IS IG O T IC A F ructuoso a l rey R ecesv in d o 3S, la del arcediano E vancio que quizá sea el arcediano de Toledo m encionado p o r la C rónica m ozárabe del 754 39, y el “d o ssie r” de G undem aro y S isebuto conocido b a jo el no m b re de E pistulae visigothicae. A nalizando incluso superficialm ente este c o n ju n to p ro n to se d e ja v er que nos hallam os a n te u n a com pilación, hecha no sabem os aún con qué c riterio s, de m ateriales procedentes de Toledo y, m uy probablem ente, del p ro p io archivo real. Pocas veces p o d ría ponernos el contenido de un códice visigótico m ás e n co n tacto con el p u n to de a rra n q u e de la tra d ició n m an u sc rita. H em os, pues, de suponer con to d o fu n d am en to que la p resen cia de la noticia de R edem pto, an eja a las E tim ologías, d eb e h acem o s p en sar en u n origen sevillano p a ra el texto de Isidoro, m ie n ­ tra s el dossier ep isto la r n o s lleva de la m ano a Toledo, e n u n códice que, con m ucha pro b ab ilid ad , fue copiado e n e s ta m is­ m a ciudad, de la que llegaría, quizá en el m ism o siglo IX a las m anos de A lbaro de C órdoba e n la cap ital del m undo m u su l­ m án. A ñadam os a e ste códice de A lbaro el d e la Real A cadem ia de la H isto ria de M adrid, m s. 8 0 40, que p rese n ta idénticam ente apostillas de A lbaro a textos que h a n sido copiados lo m ás ta rd e h acia 820, e n tre los cuales los tra ta d o s de uiris illu strib u s en la recensión to led an a d e Félix, el indiculum de haeresibus de Jerónim o, pequeños opúsculos de éste y de, A gustín, el co­ m en tario de Ju sto de Urgel al C an tar de los C antares y la versión de Pascasio de los Dichos de los Ancianos. De zona m ozárabe asim ism o, quizá del p ropio Toledo a p e sa r d e que su suscripción es poco significativa, debe p ro v en ir él códice T o ­ ledo Bibl. C apitular 14-23, c o n innegables síntom as arcaizan ­ tes típicos del am biente m ozárabe: la d a ta ta rd ía —la fecha qu e p rese n ta es el 18 de feb re ro de 1070—, la fa lta de cons­ 38 Cf. D íaz, Index, núm ero 217. H a d e atrib u irse a l año 652 m ás o menos. L a auten ticidad, aunque n o d em ostrada tod avía, pu ed e ser aceptada. 39 Cf. A. C. V e g a , en La Ciudad de Dios, 153, 1941, 89-92, L a id en ti­ ficación es altam ente probable; h a sido ad scrita a un su p u esto abad Troclarense, p e ro esto no p asa de una afirm ación gratuita. w Cf. Z a r c o C u e v a s , en BR AH 106, 1935, 389 ss.; J , G a r c ía S o r i a n o , ibid. 481. (12) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. M . C. D IA Z Y D IA Z 45 tan cia en los rasgos m ás típ icam en te tard ío s, com o el signo tj p a ra la fo rm a asibilada, y los caracteres paleográficos m e p a ­ recen a p u n ta r co n seguridad a zona toledana. T am bién el c o n ­ tenido p arece co n firm ar este m odo de ver, pues a p arecen en sus folios las ep ísto las de E lipando, textos que difícilm en te se h a b ría n copiado en o tra región que la to ledana o com o m ucho en la urgelense; a h o ra bien, la zona p iren aica q u ed a excluida tra s la rep re sió n carolingia, sin c o n ta r con que sería im posible la copia en el siglo XI de u n códice en le tra visigótica. Por análogas razones, en las zonas c ristia n as del N o rte la copia de E lipando no pu ed e ju stificarse, y estim o m uy difícil que, tra s los ataq u es de la com unidad in tra n sig e n te de C órdoba y Sevilla tal com o los conocem os a través de A lbaro de Córdoba, p u d ie ra ser tra s c rita la colección e p isto la r de E lipando, in ­ cluidas sus feroces d ia trib a s c o n tra Alcuino, en nin g u n a de estas regiones del N o rte o S ur. Pues bien, contiene e ste códice en excelente tra d ició n el com en tario al C a n ta r de los C antares de Ju sto de Urgel, bien conocido y estim ado en el siglo V II, así com o varios poem as de Sedulio, e n tre los cuales el Carm en paschale, con un texto que todavía debe se r e stu d ia d o con atención. Me parece, p o r tan to , lícito co n clu ir que ta n to el texto de Ju sto de Urgel com o los de Sedulio provengan de época visigótica y p recisam en te de u n a trad ició n local to le ­ dana 41. 41 S ob re este m anu scrito cfr. A. M i l l a r e s C a r l o , L o s C ódices V isi­ góticos de la Catedral Toledana, M adrid, 1935, que se m u estra inseguro en cuan to al origen. Pero me parece a m í qu e con d ificu lta d puede pensarse en otro que en el toledano, después d e que tanto T eodula com o B asilisco, citad o s com o adversarios de E lipando u n o de S evilla según parece y otro q u izá de C órdoba po r A lb aro d e C órdoba epist, 4 Í M a d o z , 139), habían escrito violentam ente con tra e l arzobispo de Toledo; tam poco A lbaro reduce la violencia de los térm inos con que m enciona a E lipando. Y aunque las notas m argin ales a los códices de M onte Cassino que m enciono a continu ación parecen obra de enem igos de Alcuino y defensores de la po stu ra cristo ló gica de E 'ipando (cf. D. d e B r u y n e , en Revue d'histoire ecclésiastiqne 27, 1931, 307 ss.) q u e pudieran dar la im presión de que sobre 800 las postu ras de éste eran m ejo r vistas de lo que se pod ria esperar, nada nos a se­ gura, p o r el m om ento, que estas apostillas provengan n ecesariam ente de Córdoba. (13) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 46 CU LTU RA EN LA ESPAÑA V IS IG O T IC A A la región andaluza hay que re fe rir asim ism o los dos m an u scrito s que a ú n a h o ra se conservan en la B iblioteca de M onte-Cassino (n.° 4 y 19), de los cuales el p rim e ro contiene el tra ta d o C ontra Arianos de A m brosio, y el segundo los libros de trinitate de A gustín. Am bos m an u scrito s no m e p arecen an terio res al 800 ni m uy p o sterio res a e sta d a ta y proceden, con casi ab so lu ta seguridad, del m ism o e scrip to rio , que no p o dríam os sin m ás s itu a r en C órdoba. Com o el m ás im p o r­ ta n te de los dos h a sido m uy recientem ente descrito u n a vez m ás p o r m í n , p erm ítasem e no in sistir en estos códices que son, p o r su p a rte , b u en a g a ra n tía del conocim iento, esperado, de am bos Padres de la Iglesia en la E spaña visigótica. S obre 800, en C órdoba m ism a debió ser escrito el célebre códice 22 de la C atedral de León que contiene u n a serie co m ­ pleta de textos de origen toledano, p u esto que a u n a n u trid a colección d e textos zaragozanos del siglo V II (c a rta s de B ra u ­ lio, recensión b ra u lia n a de los tra ta d o s de uiris illustribus, quizá llegada a Toledo vía E ugenio) se unen ciertos elem entos que p arecen p ro v en ir del Toledo de fines del siglo V II com o, en tre otros, el llam ad o epitaphion A ntoninae. El co n ju n to , a u ­ m en tad o con no pocos m ateriales de c a rá c te r escolar, debió ser copiado en C órdoba, com o digo, e n to rn o a 830; fue luego el códice p ro p ied ad de R ecafredo, al que ya com o obispo ve­ m os p o sterio rm en te signando las Actas au tén ticas del concilio cordobés de 839, que se e n c u en tra n tra sc rita s en un tern ió n inicial del códice leonés 43. De origen toledano pro b ab lem en te tam b ién h ab ríam o s de co n sid erar el jra-gm. 8 de la C atedral de León que contiene p a rte de los poem as de E ugenio d e Toledo en u n a edición antigua, cuyos caracteres externos hacen p e n s a r en u n a es­ pecie de edición bibliófila de la colección p o ética eugeniana M. 42 Augustinus, 1968 [Stren as A ugustinianas V . Capánaga II]. 43 N oticias resum idas de un tra b a jo que aparecerá sin ta rd a r m u­ cho en Archivos Leoneses. 44 He hablado de este fragm ento, considerándolo el m od elo en que se inspiró el adaptador del ep itafio del obispo O rdoño de As torga (+ 10 8 0 ), en m is Anécdota W isigothica I, Salam an ca, 1958, 121 s. Ha d iscutid o esta sugerencia, suficientem en te apoyada p o r d etalles del texto, sin a p ortar ningún elem ento que anule su interés, J. V ives. (14) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. M . C, D I A Z Y D IA Z 47 Y au nque n o podam os señ alar el p u n to preciso de donde provenga el actual códice L ondres B. M. E gerton 1934 + Ma­ d rid B A H 81, de antes de 800, que contiene la C rónica M ozárabe del 754, sí tenem os que decir que e sta o b ra h istoriográfica rep re sen ta un com plejo, que analicé en o tra o c a ­ sión 45 e n que e n tra n textos histó rico s com o el de P róspero, V íctor de Túnez y Ju a n de Biclaro, adem ás de Isidoro de Sevilla. Al valor del co n ju n to textual hay que a ñ a d ir el interés que p rese n ta el hecho de las recensiones y v ariad as ediciones de este corpus h istoriográfico d u ra n te el siglo V II y la p rim e­ ra m itad del siglo V III, que trascien d e la sim ple copia de un m an u sc rito im p o rtan te. Todavía hem os de m en cio n ar aquí com o testim onio codicológico de u n a o b ra m uy apreciad a en los am bientes m onásticos del siglo V II las in stitu ta de C asiano que, m uy estro p ead as, se conservan, en u n m a n u sc rito m eri­ dional copiado en to rn o a 900, en P arís Bibl. N at. nouv. acq. lat. 260 46. . V engam os ah o ra a la región pirenaica. A unque aq u í no podem os e s ta r tan seguros, com o en el caso d e la H ispania m ozárabe, de que u n m an u scrito rep re sen ta u n a pervivencia inm ed iata de época visigótica, sí tenem os indicios m ás que suficientes p a ra a trib u ir algunos a m odelos de aquellos tiem ­ pos: así, p robablem ente, el m an u sc rito de las E tim ologías de San Isid o ro que proviene de la iglesia de M agalona, com o d e ­ m o stró M undo 47, y ah o ra se g u ard a en El E scorial con la sig- 45 «La trad ición m anuscrita del Biclárense» Analecta Sacra Tarraconensia 35, 1963, 57 ss. 46 CLA 677. L ow e lo supone origin ario del N orte de España, pero yo m e a tre vo a disen tir totalm en te de mi venerado am igo y situ arlo ■solamente en zona m ozárabe. Por otro lado aunque he estudiado el cód ice directam en te (verano de 1963) no he podido llegar a p recisar la época del cód ice en cu yo folio 1 una m ano del X V I, después de haber usado sin resu ltad o positivo un reactivo, le supone la d ata de 927, La escritu ra es m u y arcaica p ara esta fecha, pero es el ú n ico dato de que disponem os. Me sorprende, po r ello, que L ow e lo h aya incluido en sus CLA. M u n d o , art. cit. (en la n eta siguiente), 174, lo supone de la p rim era m itad del siglo IX y escrito q u izá en C ataluña, lo que, en todo caso, parece aproxim arse m ás a la realidad que el punto de vista de Lowe, (15) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 1 48 CU LTU RA EN LA ESPAÑA V IS IG O T IC A n a tu ra P. I. 6 de] siglo IX a u n q u e poca cosa es te n e r que p e n sar en este caso respecto a u n a o b ra isid o ria n a en u n apógrafo de época visigótica. Más im p o rtan cia e n cierra el m s. 107 de la B iblioteca M u­ nicipal de A utun, con las E narrationes in P salm os agustinianas procedente de la C erdaña en la que p arece se conservaba h acia m ediado el siglo V I I I 49; y a ju zg a r p o r ciertos caracteres externos m e p a re c e p ro b ab le a trib u ir asim ism o a e s ta región piren aica el m an u sc rito 10092 de la B iblioteca N acional de M adrid, copiado quizá en el A m purdán o C ataluña h acia 800 y que contiene el tra ta d o de reparatione lapsi del C risóstom o y las Sentencias de Evagrio ju n to con la hom ilía de m oncchis perfectis, lo que nos lleva a sospechar que se tra te de u n a com pilación típicam ente m onástica “ . N o p o dríam os tam poco olvidar el célebre códice 29 de la B ibliothéque R ochegude de Albi que, copiado allí m ism o, o en sus cercanías, en el s i­ glo V III p resen ta síntom as innegables de ascendencia tex tu al visigótica en un ab ig arrad o co n ju n to en que se entrem ezcla Isidoro con gloriosos, hom ilías atrib u id a s a A gustín y textos geográficos 51. De p ro b ab le origen septim anio, lo que no excluye u n a n te ­ cedente visigótico pen in su lar, hay asim ism o q u e se ñ ala r el m an u sc rito de las H om ilías al Evangelio de G regorio M agno que se conserva desde hace tiem po en la B iblioteca N acional de P arís b a jo la sig n a tu ra latin 12254 54; en él se m ezclan ele­ 47 «El com m icus palinsest P arís lat. 2669...» en Litúrgica I, M ont­ serrat, 1956, 173-176. 48 D escribe A n t o l i n , Catálogo, I I I , 255-257, Su d escrip ción codicológica es fran cam en te insuficente. * R o b in s o n , cit. e n n o t a 19. 50 Of. m is Anécdota W isigothica I, 71. 51 D escripción in su ficien te d el contenido en Catalogue general des m anuscrits des B ib lio th éq u es P u bliq u es des D épartem ents, I, Paris, 1849, 486; b ib lio gra fía en CLA 705. E l c ó d ic e .e s ob ra de tres m anos com o m ínim o, y quizá puedan llegar a ob ten erse datos en torn o a la época de los cód ices en que se basó analizando de cerca ciertas refe­ rencias cronológicas com o los que se encuentran en folio 32 al fin ali­ zar la C ró n ica de Isid oro abreviada. 52 CLA 640; q u izá e sc rito en torn o a 800. V éase a rrib a a propósito de otros códices d e G regorio M agno, pág. 40. (16) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. M . C. D IA Z Y 49 D IA Z m entos gráficos continentales con u n a e sc ritu ra visigótica m uy notable, p o r lo que p lan te a el p ro b lem a de si conserva "sín to ­ m a s ” no visigóticos p ro ced en tes deJ m an u sc rito de que se copió, o, al revés, éste e ra de am biente visigótico y los ele­ m entos continentales p o r el c o n tra rio son síntom as del m edio en que se m ovía el copista. E s p ro b ab le q u e p u d iéram o s todavía señ alar o tro s códices de clara ascendencia visigótica: en o tra ocasión m e propongo e stu d ia r m ás de cerca algunos de ellos e n o rd en a p rec isar las circu n stan cias reales en que estos m an u scrito s c ircu laro n p o r la E spañ a visigótica 53, sin olvidar, claro es, com o te s ti­ m onio de p rim e ra clase p a ra conocer esto s m ovim ientos de m an u scrito s, las huellas paleográficas o codicológicas que d e ­ nom inam os "sín to m as visigóticos" y que, con m ú ltiples difi­ cultades p o r su su tilid ad , se van poco a poco descubriendo e identificando en num erosos códices, con tin en tales e in sulares, de los siglos V III al X, y q u e a c red itan la fu erte v italid ad de los e scrito res españoles que lanzaban fu era de los lím ites visi­ góticos m an u scrito s de b u e n a calidad que eran p o sterio rm en te copiados en los centros europeos. M ás lam entablem ente, p o r el m om ento, este e stu d io y análisis no h a hecho m ás que em p e ­ zar, y em pezar de m an era fra g m en ta ria y escasam ente siste ­ m ática. * * * Mas en este análisis de supuestos cu ltu rales de la vida p e ­ n in su lar en to rn o al siglo V II, debem os de c o n ta r con los datos precisos y valiosos que nos su m in istra la afición a la poesía que fue notab le en la H ispania de aquel tiem po. C om encem os con la llam ada A nthologia H isp a n a : e sta fo r­ m idable com pilación p o ética se conserva en él códice de la B iblioteca N acional de P arís, latín 8093, y ta l com o se encuen­ tra a h o ra, el códice tiene un in teresan tísim o m iem bro disyecto 53 Q ue se m e perm ita m encionar una m u estra m u y sign ificativa que habrem os de ponderar p o r extenso en m i lib ro en prep aración La Cultura de la España cristiana en la Alta Edad Media: la com pila­ ción hagiográfioa de V alerio del B ierzo analizada p o r m í en Hispania Sacra 4, 1951, 5 ss., sobre la cu al m ás ab a jo , pág, 56. 4 Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. (17) 50 CU LTU RA EN LA ESPAÑA V IS IG O T IC A en Leiden (B iblioteca U niversitaria, V ossianus L a tin u s F. 111)**. Su contenido m uy in te resa n te a b a rc a u n a p a rte visigótica a la que se h a n co n g lutinado p o ste rio rm en te o tro s tex to s de di­ verso origen p e ro m ás o m enos d e la m ism a época y de no m enos im p o rta n c ia : contiene Sedulio, o b ras de E ugenio de Toledo, u n a serie de textos poéticos de origen español, Catón, D raconcio, V ersos de M artín de B raga, de Ju lián d e Toledo y la Vite, Vergilii del gram ático Focas. C ontiene, adem ás, en la p a rte Leidense cu atro poem as de P etronio 55; los argum entos de V irgilio, falsam ente a trib u id o s a Ovidio etc. El interés de e ste m an u sc rito sin g u lar reside en el hecho de que algunos de sus textos h a n sido recogidos en E spaña, quizá com o m u es­ tra de actividad p o ética: los epitafios de Sergio, Ju an , de L eandro e Isid o ro , los V ersus in T ribunal y los textos m encio­ nados de E ugenio y Ju lián nos llevan a p e n sar que tenem os aq u í u n a antología poética, de rem oto origen africano, co m ­ p leta d a en Toledo y enriquecida aún m ás ta rd e con elem en­ tos p o sterio res, c o m o algunos poem as de T eodulfo de Orléans (f8 1 4 ) recogidos e n el p u n to donde quizá se co p ió y se conservó el m ism o m an u scrito , a sa b er las cercanías de Lyon y no m ucho después de 800. Análogo contenido nos h a conservado el códice de Azagra (M adrid, Bibl. N acional 10029) q u e contiene D raconcio, Coripo, Sedulio y Eugenio de Toledo, así com o el poem a dedicatorio de la iglesia de San Ju a n de B años, m u e stra d e la m ás reciente poesía com pilada p o r el p oseedor del anteceso r de n u e stro códice. Que este p e rso n a je se h ay a m ovido en Toledo y auizá en la escuela de E ugenio nos lo c o n firm a ría el q u e nos haya gu ard ad o esa colección cu rio sa de poem as de escuela q u e es la A ppendix Eugeniana so b re la que, b a jo o tro p u n to de vista, 54 H ay que rem itir para su descripción a F. V o l l m e r en M GI1 auct. ant. X IV , B erlín, 1905, X I X - X X I y a B i s c h o f f , M ittelalterliche Studien I, S tu ttgart, 1966, 291 s. N ecesitaría, sin em bargo, un buen estudio paleográfico y literario que sería del m ás alto interés. 55 Reproducidos po r G a s e l e e a l final de su edición del Códice T raguriense de Petronio (C am bridge, 1915); el texto y a en R i e s e , op. cit. (en nota siguiente), núm eros 650-651. 56 Cf. A. R i e s e , Anthologia Latina I , 2, Leipzig, Teubner, 1870, carm . 639 ss. (18) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. M . C. D IA Z Y D IA Z 51 volveré luego. El hecho, adem ás, de que no haya recogido el poem a de Ju lián de Toledo q u e nos conservó la Anthología H ispana de P arís p arece señ alar que el co m p ilad o r actu ó e n ­ tre 675, fecha del epígrafe de B años, y 681, m ás o m enos, fecha de ascensión al episcopado de Ju lián que se p re se n ta en el poem a del código P arisino, e d itad o p o r Bischoff, ya com o obispo. Si a estos dos códices añadim os lo que debió se r p a rte de o tro m an u sc rito poético corno es la se rie co ntenida en el fol. 21 y siguientes del m an u sc rito del E scorial M. III. 3, del siglo X, que aún h a gu ard ad o p a ra n o so tro s los titu li a trib u i­ dos a Isidoro y los poem as de M artín de B raga, no podem os m enos de concluir que la im p o rta n c ia a trib u id a a la poesía era m uy gran d e: se tra ta , a m i en tender, del cam po m ás lite ­ rario, m enos u tilita rio , aquel en que m ejo r se deja ver la den­ sid ad cu ltu ral, la capacidad de lectura, aprecio y observación de que e ra n capaces las gentes in stru id a s del siglo V II. Es m uy curioso o bservar cóm o se p ro d u ce u n fenóm eno in te resa n te : se recogen en Toledo m u estra s de poesía no sólo de autores o escuela toledana, sino de o tra s regiones, lo que a p u n ta a señ alar u n a c ie rta descentralización de la c u ltu ra. P o r ello quisiera detenerm e, siem pre d e n tro de este cam po, e n p u n to s concretos y —podem os añ a d ir— poco significativos. Pienso en la C órdoba de so b re 615, Un p e rso n a je que norm alm en te viene llam ándose u n n o ta ­ rio p o r el hecho de h a b e r com puesto fórm ulas n o tariale s ■ — dos cosas que no se correlacionan con necesidad evidente— p ero que ah o ra vam os a e stim a r com o co m p o sito r m étrico, escribe un poem a m uy in te resa n te que c o m en tarem o s b rev em en te: se tra ta de un fo rm u lario de donación d e sarro llad o en h ex á­ m etro s 57. El tem a, pese a los loables esfuerzos del a u to r p o r d o tarlo d e calidades literarias, no p o d ría se r m ás prosaico, pero he aquí el re su lta d o : en sus casi noventa versos, el a u to r 57 E dición y com en tario literario, aún no publicados, d e m i alum no C. C arbayo (La fórm ula m étrica visigoda); m e rem ito a este tra b a jo m inucioso p ara los datos que aduzco a continuación. La ed ición m ás accesible y cuidada hasta el m om ento es la d e K . Z e u m e r , M onum ento Germaniae, Histórica, form ulae, H annover 1886, 575 ss. (19) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 52 CU LTU RA EN LA ESPAÑA V IS IG O T IC A nos descubre u n cierto conocim iento, superficial si se quiere, p ero indiscutible, de técnicas ligeram ente arcaicas, nueva­ m ente p u estas de m oda desde el siglo V, com o es el caso de la elisión a efectos de m edida de la -s final tra s b r e v e 5S; así com o el que no se m ida larga p o r posición la breve que a n te ­ cede al g ru p o de -s líquida (sí- o se ), lo cual im plica b a sta n tes conocim ientos ya que tales técnicas n o son frecuentes y se ponen de m oda, lim itadam ente, a p a rtir del siglo V. Pues bien, en tre las fu en tes aparece, n a d a m enos q u e C laudiano, Juvenco, la A ppendíx Vergiliana y u n a serie de centones virgilianos de origen africano, com o el célebre poem a De ecclesia a trib u id o a M avortio. T anto p o r las posibilidades de sus lec­ tu ra s com o p o r la m ism a técnica, u n poco p esad a y reitera tiv a , pero m uy aceptable, nos da u n a im agen de lo que po d ía lo ­ g rarse en la ciudad andaluza al com ienzo del rein ad o de S i­ sebuto. Y ya que estam os en tiem pos de Sisebuto, ju sto es que d e ­ diquem os u n m om ento de aten ció n al poem a astronóm ico del propio rey, recientem ente analizado y e d itad o p o r F ontaine 59. Como ha dem ostrado e ste agudo estudioso, S isebuto da u n a im presión "relativam ente hom ogénea". E n tre sus fuentes se­ guras aparece p rin cip alm en te Plinio, M arciano Capella y a u to ­ res m ás recientes com o D raconcio y C laudiano. S u m étric a es aceptablem ente co rre c ta h a s ta el p u n to d e q u e puede servir de c riterio p a ra correcciones textuales. Incluso el rey se p e r­ m ite pequeños desarrollos retó rico s com o el de los cinco p r i­ m eros versos en que de u n a m an e ra alam bicada, p ero m uy al uso de la época, con trap o n e las po sibilidades de reflexión y estudio, litera rio y científico, del obisp o Isid o ro a las d u ras 58 Aún necesitam os un análisis porm en orizado de estas corrien tes literarias ta n eru d itas en los siglos V I y V II; record em os que m uchas de estas técn ica s se dan en tre los autores de la A frica ván dala y, n aturalm ente, n o en los de m ediana cu ltura. En E sp añ a h ay que rela­ cionar, sin duda, esta técn ica con creta que ahora com en tam os con la im itación ex p lícita de Lucilio por parte de Eugenio de T oledo com o señaló m ás abajo. 59 J. F o n t a i n e , Isidore de Séville, Traité d e la n a tu re , B urdeos 1960, 151 ss.; véase tam bién las notas c rític a s a la edición del poem a pág, 362 ss. (2 0 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. M . C. D IA Z Y D IA Z 53 exigencias d e su m isión real y a las antiguas de su c au d illaje bélico. No q u e rría d e ja r de considerar, siq u iera de p asad a, esa estu p en d a colección de poem as q u e fo rm a n la A p p en d ix E ugeniana. Es sabido que V ollm er estableció p o r criteirios m é­ trico s casi indiscutibles, la no p a te rn id a d eugeniana de u n a serie d e poem as didácticos que yo he supuesto a m i vez p ro ­ d u cto de la escuela toledana, con innegables influencias de los am bientes da sentencias ta n característico s del ú l t i m o c u a rto del siglo V II Pienso q u e se tra ta de clérigos, de una cierta alcurnia, pues se p e rm ite n e n tre o tro s v ariad o s tem as versificar las obligaciones de los reyes, de los jueces, de los nobles, etc. Es m uy n o tab le p o d e r c o m p ro b a r q u e se tra ta de un ejercicio de escuela —a l m enos esto dicho en se n tid o a m ­ plio— to d a vez que los au to res h an utilizado com o fu en te p r in ­ cipal de in spiración un m an u sc rito de poetas que, p o r suerte, se nos h a conservado casi com pleto en el m ism o códice que nos ha tra sm itid o la A ppendix a Eugenio de T oledo: el códice de Azagra, de M adrid, a que ya a rrib a hice alusión. Ya V ollm er h ab ía señalado e n tre las fuentes c ristia n a s m ás im p o rta n tes a D raconcio, Juvenco, C oripo, F o rtu n a to , P rudencio y e n tre los clásicos so b re todo a Virgilio y ya m enos a Ovidio cono­ cidos p o r ejem plos o selecta; de los contem poráneos im itan a Eugenio; añadam os, todavía con buenos p o rcen tajes, los D isticha Catonis. Hoy e stá claro, después del an álisis a que han sido som etidos estos versos, que casi todos estos au to res se en c u en tra n precisam en te en el p ro p io M atriten sis 61, e n el que aparece adem ás Sedulio del que, cosa curiosa, no queda un solo rec u e rd o e n los diversos poem as didácticos d e la A ppendix. E sto nos da, p o r consiguiente, u n a visión m uy precisa de u n aspecto de la técnica lite ra ria e n p rá c tic a hacia 675: obtenidos los conocim ientos precisos, las lectu ras se 60 Index, núm ero 236 (poem as del A péndice qu e según V ollm er [ob ra citad a en nota 661 son o b ra de un solo autor); 237 (poem as 26-47, quizá ob ra de varias m anos); 312 (poem as 21-24); 313 (poem a 25, que parece haberse de d istin gu ir de todos los anteriores). 61 En un t r a b a j o inédito de A. M,“ R e g u e i r a C a s t r o , F u en tes L ite­ rarias de tos poem as visigóticos del «Appendix Eugeniana» (1963). (21) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 54 CU LTU RA EN LA ESPAÑ A V IS IG O T IC A hacen a la vez con u n a base lim itad a, a u n q u e n o estrech a, es decir, varios au to res, diversos y ab u n d an tes, p ero conocidos prácticam ente e n exclusiva a través de unos pocos códices, si n o u n o sólo. H a sta ta l p u n to esto es cierto, y puede re s u lta r significa­ tivo que e n el poem a de Ju lián de Toledo, hace pocos años editado p o r B isc h o ff62, que se conserva fu n d am en talm en te en el m an u sc rito laíin 8093 de París, ya m encionado a rrib a , se cita e n tre los antiguos autores paganos en los que hay que b u scar m odelo p a ra u n a com posición poética a Focas, cuya V ita Vergilii se conserva precisam ente en este m ism o m an u s­ crito, y p o r cierto , com o testigo único de su tra d ició n textual. La c a lid ad y co m plejidad de las lectu ras q u e sirven de base a escritores del siglo V II puede o b se rv a rse asim ism o en el precioso poem a, ed itad o nuevam ente p o r m i hace unos años 63, que es el anónim o E p ita p h io n A ntoninae, cuyos d ísti­ cos elegiacos e stá n b ien m edidos salvo pequeñas lib ertad es que no e x tra ñ a n n a d a en el siglo V II p o r h a b e rse venido des­ a rro llan d o desde la época clásica, tales com o el alargam iento ante cen su ra o en razón del desplazam iento d e a c en to y la escansión breve de vocal ante m u ta cum liquida; incluso es posible, c o n tra u n a corrección m ía en la edición, que se c o n ­ serve allí un ejem plo de elisión de s tra s breve con sinalefa u lte rio r M. El recu rso q u e evoca p rocedim ientos preclásicos, no resu lta excesivam ente so rp re n d e n te en u n m om ento e n que E ugenio de Toledo u tilizaba la técnica de p a r tir p a la b ras encadenándolas a los p rim e ro s y ú ltim o s pies del verso r e s ­ pectivo, y eso m ediante la ju stificació n de ta n so rp ren d en te técnica con u n a alusión al ejem plo rem oto de L u c ilio 65. Más allá todavía, re s u lta e je m p la r el an alizar de c erca el c o m portam iento de u n buen poeta, E ugenio de Toledo, re s­ pecto a algunas de sus fuentes. El índice de éstas y de las « E n H erm es 87, 1959, 251-2 según este m anu scrito de P arís y otro p osterior de M unich. Lo había aducido yo com o inédito en Index, núm ero 274. El trab a jo de B isch o ff ahora nuevam ente en sus M ittelalterliche Studien I, S tu ttg a rt 1966, 291 s. M A nécdota w isigothica /, 37 ss. « Ibid. 41, 65 Eug. Tol. carm , 70: instar L u cili cogor d ism m pere uersus. (22) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. ' M . C. D IA Z Y D IA Z SS im itaciones h a sido hecho ya de m an era m uy com pleta p o r V ollm er en su edición clásica A hora bien, si u n o se tom a la paciencia de com partir p u n to p o r p u n to estas im itaciones y dependencias, se e n c u en tra con que d e n tro de los n u m ero so s paralelism os que se p u eden e stab lecer d e m an e ra segura es p equeñísim a la ca n tid ad de aquellos q u e no e stá n som etidos a ningún p roceso de variación. A m enudo, p a ra E ugenio m e­ jo r d e m o stra r s u c ap acid ad a n te el m etro , no vacila u n a y o tra vez e n c a m b ia r de pie p a la b ra s que ya se e n c o n trab a n e n u n a secuencia m étricam en te irre p ro c h a b le en F o rtu n a to . P o r o tra p a rte , a m en u d o a l m odificar ligeram ente u n a ad jetiv ació n o u n régim en, E ugenio lo gra d ar a su expresión u n c a rá c te r m ás concreto, m enos general, que el q u e tiene en V enancio; p o r supuesto, que co n ello la expresión, al g a n a r en c o n to rn o s, pierde en fuerza evocadora, y p o r en d e en p o ten c ia poética, p ero tam b ién es c ie rto que la capacidad de E ugenio p a ra a ju s ­ ta r los m ateriales a su p ro p ia técnica re su lta s o b re s a lie n te 67. N o se tra ta , c o n todo, de u n p rocedim iento exclusivo de este a u to r o de la p oesía: e n T ajón de Zaragoza descubrim os u n a técnica análoga, y ello ta n to e n sus c a rta s perso n ales com o en los m ateriales que en h e b ra en su célebre colección d e n o ­ m inadas las S entencias. Tenem os, pongo p o r caso, la c a rta a Eugenio de Toledo. Sus fuentes m ás im p o rta n tes son G re­ gorio M agno — el m ae stro venerado, el ídolo lite ra rio e ideo­ lógico— así com o Jerónim o (c a rta 112 y prólogo a l C om ento a Jerem ías), m ás A gustín y la D ecretal de H orm isdas 68. Pues bien, so rp re n d e p ro n to la lib e rta d co n que T ajó n m an e ja sus fuentes, a las que m odifica y varía con fin alid ad lite ra ria y 66 F. V o l l m e r , M onum enta Germ aniae H istórica, auctores antiq. X IV , B erlín 1905, 231-270 p a ra los poem as auténticos. 67 P or ejem p lo, Eug. Tolet. carm . 33,14: m urm ure nam que tuo dulcía m ella flu u n t, q u e deriva de V en. Fort. carm . 1, 15, 102: cuius ab eloquio dulcía m ella flu u n t. O tros paralelos, estu d iad os con su s peculiarid ad es p o r F. R o d r í g u e z R i n c ó n , E ugenio de Toledo y Venancio Fortunato (1965), m u estran q u e la can tid ad de los que su fren varian tes es exiguo. 68 T om o estos d atos del breve estudio inédito de M. C. A l v a r e z P e l l i t e r o , E stu d io de las fuentes y léxico de la Carta de Tajón a E u ge­ nio de Toledo (1966). (23) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 56 CU LTU RA EN LA ESPAÑA V IS IG O T IC A expresiva, llegando en su m alabairism o a c o n serv a r en alguna ocasión expresiones a las que hace d e c ir algo m uy d istin to , si no c o n trario , a lo que significaban en su fu en te. E ste p ro c e ­ dim iento se descubre tam b ién en las Sentencias, donde las m odificaciones, u n as veces leves p o r sim ple reto q u e en las p artícu las, o tra s d e m ás en ju n d ia p o r su stitu ció n de vocablos o d eterm in ad as supresiones o am plificaciones, se descubren cuando se estudia de cerca el texto tajo n ia n o en función de las fuentes isidorianas, gregorianas o ag u stinianas que con f re ­ cuencia, p o r lo dem ás, él m ism o nos c i t a 69. Tal m ecanism o, p o r o tro lado, no fue ajen o al p ropio Isid o ro q u e se aprovechó de él p a ra m od ificar d e acu erd o con sus p eculiares p u n to s de vista o sus necesidades p asto rales las fuentes, a m enudo p a g a ­ nas o doxográficas, que em pleaba p a ra la confección de sus tratad o s. E ste m étodo fue e stu d iad o am pliam ente p o r Fontaine que pudo a sí d escu b rir p a rte de la técnica is id o r ia n a 70. * * * Como c riterio in d ire cto p a ra conocer los textos literario s en uso en él m undo visigótico del siglo V II todavía te n d ría ­ m os que ver sucintam ente, en am biente, eclesiástico im p reg n a­ do con fuerza de ascetism o, actividades bibliográficas com o la que realiza en G alicia ese e x tra o rd in a rio p e rso n a je que fue Valerio del Bierzo. Quizá h acia 675, ela b o ró u n a com pilación hagiográfica que conservam os casi ín teg ram en te en varios m anuscritos, a p a rtir de los cuales pude f ija r sus elem entos hace cerca de veinte a ñ o s 71. Allí ap ren d em o s que en pleno Bierzo, y en m edio de sus ejercicios penitenciales, V alerio pudo d isp o n er de u n buen códice, e n e scritu ra sem iuncial, com o b ase p a ra su trasc rip ció n de las V idas de Pablo e H ila­ rió n p o r J e ró n im o 12; copió la H istoria m onachorum de Rufino; 69 Aprovecho alguna de las conclusion es de un trab a jo inédito de A. de Dios Serrano. 70 F o n t a i n e , Isidore de Seville..., 792 ss.; el m ism o en R evue des E tu d es Latines, 31, 1953, 271 ss. 71 D í a z y D í a z , en Hispania Sacra 4, 1951, 3 ss. 72 O l d f a t h e r <ed.), S tu d ies in the T ext Tradítion of St. Jerom e’s Vitae Pairum , U rbana, 1943, 273. Es aquí donde se supone que ciertas (24) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. M . C. D IA Z 57 Y D IA Z la versión latin a del tra ta d illo de reparatione lapsi del C risóstom o, del que a rrib a m encionam os un m an u sc rito de época visigótica, vidas d e S. G erm án, d e S. A m brosio, y quizá la de S. M artín p o r Sulpicio Severo, ju n to con fragm entos aislados de Casiano. Al m ism o tiem po que V alerio com ponía e sta colec­ ción, e la b o rab a u n a serie de poem as p ro v isto s de la m ayor c a n tid a d im aginable de recursos e fe c tis ta s 73: a p a re c en acrotelésticos, acrósticos, abecedarios, y tira d a s de versos todos cuyos vocablos com ienzan siem pre con la m ism a l e t r a 74. Aunque aquí los procedim ientos m étricos so n e stric tam e n te rítm icos, cediendo a la tendencia que v itu p e rab a Ju liá n de Toledo p o r aquellos días, lo que llam a la atención es la v a rie ­ d ad y reb u scam ien to d e léxico que convierte e sta s co m p o si­ ciones en un a u tén tico ejercicio de h ab ilid ad y destreza en el conocim iento y m anejo del vocabulario, así com o la d u ctilid ad o b ten id a en las series de p ro sa ritm a d a , en que se evitan cada vez m ás los tipos con syllabicatio que p arecen q u e d a r lim ita ­ dos 75 a los p rim ero s de los poem as escritos p o r V alerio. * * * El estudio de la poesía nos p e rm itiría e n tra r de lleno' en las e ta p a s y fo rm as de la enseñanza y del gusto litera rio . Pero 'hem os ya de te rm in a r estas notas. E n las escuelas u n a lec tu ra de autores antiguos, no m uy extensa, p erm itía, gracias a la p ro fu n d id a d e in ten sid ad con q u e se hacía, a l­ canzar u n conocim iento y u n a perfección no tab les en el si­ glo V II. P o r su p u esto que esta visión no es m ás que parcial, pero la consideración de los m an u scrito s que c o rría n y los varian tes específicas de la fa m ilia valerian a «suggest the sem iuncial as the origin al script» del arq u etip o u sad o p o r V alerio, 73 E ditados po r prim era vez po r m í en Anécdota w isigothica I, Salam anca, 1958, 103-116. 72 Por ej. p. 113: V niuersis uersorum uius extrem i u o lu isj uariis uocabulis utendo u ociíatos,,., o. p. 114: Precor pietatem uestram ego punlendus peccator (V alerios)/ potentissim i principes atque pastores p op u lo ru m f... dice en una oración versificad a a los Apóstoles Pedro y Pablo. 73 Cf. ibiúem , 101. (25) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 58 CU LTU RA EN LA ESPAÑA V IS IG O T IC A au to res que en ellos circ u la b a n nos p e rm ite te n e r u n a visión diferente y h a s ta cierto p u n to m ás apasio n an te del tra sfo n d o c u ltu ra l de n u e stra época visigótica. Si a estos d ato s a ñ a d i­ m os los m ás conocidos que se deducen del análisis de las fu e n te s u tilizadas p o r n u estro s e scrito res, irem o s poco a poco a d e n trán d o n o s en él com plejo y rico p a n o ra m a c u ltu ra l de la H ispania visigoda. (26) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. EL D E U IR IS I L L U S T R IB U S DE SAN ILDEFONSO DE TOLEDO: TRADICION Y ORIGINALIDAD Por J. FONTAINE Profesor de La Sorbonne. P arís. A quien em prende la lectu ra del opúsculo de S an Ildefonso De uiris illustribus, todo le p arece claro y conform e a la trad ició n del género en la lite ra tu ra cristian a. No el títu lo ta n sólo; sino tam b ién las declaraciones explícitas con que em pieza el prefacio. Pues el a u to r apela a sus doctos p red e ­ cesores que, desde el siglo c u a rto , d e ja ro n o b ras sucesivas de igual títu lo : S an Jerónim o, G enadio de M arsella, S an Isid o ro de Sevilla. La intención de c o m p le ta r e sta serie co n nuevo apéndice parece, pues, el único p ro p ó sito de San Ildefonso. S in em bargo, p a ra quien prosigue leyendo, la situación lite ­ ra ria de la o b ra no se delinea ya con ta n ta evidencia. A u n encom io de Toledo sucede la descripción de cu a tro m ilagros tem ibles (tre s de ellos atestig u an u n as venganzas divinas que saben m ucho a n arracio n es p roféticas del A ntiguo T estam ento); y después de u n a pro fesió n de h u m ild ad en que se reconoce el locus h u m ilita tis propriae de e tiq u e ta e n m uchos prefacios de au to res c ristia n o s antiguos, henos a n te la ju stificació n de un p rim e r c a p ítu lo dedicado a G regorio M agno, a q u ien I s i­ doro hab ía dedicado ya u n largo y ferv o ro so capítulo. El sentim iento de m ale sta r a n te estas p rim e ra s discrep an ­ cias p a ra con las reglas fundam entales de un género dedicado a la h isto ria lite ra ria de los escritores cristian o s, re su lta m a ­ yor después de leídos estos c a to rce capítulos chicos. N o d ejan de p lan te arse varias in terrogaciones a la m en te del lector. ¿P or qué tan to s Toledanos? ¿P o r qué h a b e r reg istra d o a unos (1 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 60 DE U IR IS IL L U S T R IB U S prelados que no d e ja ro n escrito alguno? ¿P o r qué h a b e r subrayado, con u n a especie de m ala conciencia, ta l defecto de estos varones ilu stres? ¿P o r qué dedicar a Isid o ro de Sevi­ lla u n a noticia, no d ije ra "incom pleta y a ú n fría" con el P. M adoz sino m ás bien a p u ra d a y h e sita n te e n tre los enco­ m ios hiperbólicos y la reserva de u n tono árid o ? ¿P o r qué esta insistencia en la liturgia, las calidades de a u to rid a d en el oficio de edad o de obispo, la vida m o nástica, los poderes taum atúrgicos antes o después de la m u erte? E stos rasgos peculiares, cuyo c o n ju n to ta n to nos aleja de la p u ra h isto ria lite ra ria a que se a te n ían los tres predecesores de Ildefonso, han sido n o tados ya p o r cuantos se h an in te resa d o en el opúsculo ild e fo n sia n o 2. Pero tod av ía no se h a in te n ta d o d ar una contestación a la vez u n ita ria y d e ta lla d a a to d as estas cuestiones. El enfoque p u ram e n te h istó ric o de Von Dzialowski, en su estu d io clásico de las De uiris illu strib u s de Isid o ro e Ildefonso, se c o n te n ta con red u c ir el p ro p ó sito de Ildefonso al de u n m anifiesto de p ro p ag a n d a en favor de la p rim acía to le d a n a 3. C on se r digna de consideración, tal conclusión 1 E n su artícu lo fundam ental p ara cu alq u ier estu d io sobre Ild e­ fonso: J . M a d o z , San Ild efo n so de Toledo, en E stu d ios E clesiásticos, t. 26, 1952, págs. 467-505; sobre el De u, i-, págs. 476-480; ju icio aludido pág. 477. D esde entonces, la o b ra ha sido p o co estudiada. V u elve a serlo ahora por su fu tu ra ed ito ra, S rta. C. Codoñer M erino, de la U niversidad de Oviedo, que acab a de dar un avance de sus in vestiga­ ciones soíife la com posición y la trad ició n m an u scrita en la reciente 21.a Sem ana Española de Teología dedicada a La patrología toletanovtsigoda (septiem bre 1967). 2 V éa se en p articu lar la d isertación de S ister A. B r a e g e l m a n n , The life and w ritings of Saint Ild efon su s o f Toledo (T h e C atholic U m versity of Am erica, Stu d ies in M ediaeval H istory, N ew Series, vol. IV), W ashington, 1942. E l cap ítu lo segundo, págs. 32-59, dedicado al D e u. i., pone de relieve los rasgos esenciales qu e llam an la atención a p rim era lectu ra, y plantea ciertas in terrogacion es; p e ro la s deja sin resolver y no se ad en tra suficientem ente en la te xtu ra literaria y form al de la ob ra, a fortiori en los problem as delicados d e sus ascen­ dencias y afinidades. 3 N os referirem os al texto ed itad o po r Arévalo, ta l com o le repro­ duce G u stav von D z i a z o w s k i , Isid o r und Ild efo n s ais Literarhistoriker, E ine quellenkritische Vntersuchim g der S ch riften «De uiris Illu strib u s» (2 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. i n a i l i u i u r K U V I N U A l ttl e t o (D Ru ^ * *| * ^ Eq ► cí £ o JE J. FONTAINE so n v cjIo í 61 j c i a n i c a ■< parece a la vez poco m atizad a y n o tablem ente insuficiente cuando se tra ta de u n a o b ra lite ra ria explícitam ente situ ad a p o r su p ro p io a u to r d e n tro del m arco de la evolución de un género litera rio preciso. Parece que el m ism o Von Dzialow ski se olvidó algo del títu lo que h ab ía im puesto a su estu d io : Isidoro e Ild efo n so com o historiadores de la literatura. V olviendo a este enfoque literario , quisiéram os b u sc a r re s ­ puesta a los problem as p lan tead o s, a p a rtir de las n o rm as vigentes en los ejem plares a n te rio re s del género. E n e sta tare a de análisis litera rio , tendrem os en cu en ta la fo rm a y, m ás precisam ente, el fo rm u lario de las noticias ild e fo n sia n a s: p a ­ lab ras y grupos rec u rrre n te s que vienen a e x p resar com o unos tem as fundam entales del p ensam iento Aldefonsiano, y d e ja n asom ar sus intenciones cardinales. T am bién nos quedarem os a tentos a las lectu ras seguras o p ro b ab les de Ildefonso, y a las form as recientes tom adas en su tiem po p o r los géneros (conexos con el del De uiris illustribus) de la b iografía c ristia ­ na. E sto nos llevará a conceder m ás im p o rta n c ia to d av ía al papel d esarrollado p o r G regorio M agno, cuya noticia, según ya recordam os, encabeza con énfasis los cato rce capítulos. Podrem os así esb o zar lo q u e nos g u sta ría lla m a r la "deriva" de la com posición ildefonsiana a p a rtir de su intención p r i­ m era de p ro seg u ir la o b ra de Jerónim o, G enadio e Isidoro. Así m edirem os la necesidad de m atiz a r m ucho el paso de los escritores ilustres a los obispos toledanos. De unos a o tros, des Isidor von Sevilla und des lld e fo n s von Toledo (K irch en gesch tlich e Studien, IV , 2), M ünster i. w., 1898. Sus anotaciones ú tiles so b re cada personaje no han d e h a cer olvid ar las preciosas notas prosopográfieas del P. M. Fr. H. Flórez en su España sagrada, peculiarm ente, para los obispos toledanos, el tom o V , M adrid, 1750, pág. 240 sq. p a ra los Toledanos reseñados en Ildefonso. Las n oticias de Von D ziazow ski son estrecham ente h istóricas y sus pocas anotaciones literarias de gran pobreza. En fin, su conclusión se lim ita a la persp ectiva m eram ente política: sólo \'e en el De u. i. un libelo d iestro en la m a rch a de Toiedo hacia la prim acía. No nos parece la única, rai quizás la m ejo r persp ec­ tiva p ara entender la significación de la ob ra en la h isto ria p a rticu la r de los géneros literarios, si bien sigue siendo una p ersp ectiva de grande im portancia para el historiador. Pero este «docum ento histórico» se nos presenta prim ero com o una obra literaria, em peñada en el des­ arrollo de unos géneros literarios com plejos. (3) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 62 DE U IR IS IL L U S T R IB U S verem os de c u á n ta m o n ta fu ero n p a ra Ildefonso dos tipos acabados de la perfección cristia n a; dos tipos definidos con precisión p o r sendas o b ra s litera ria s conocidas de San Ild e­ fonso: la del asceta tau m a tu rg o y, m ás q u e todo, la del p asto r. * * * E x trañ aríam o s con razón que el a u to r del De cognitione baptism i, del De itinere deserti, y sobre todo del De uirginitate heatae M arice, el que co n ta n to b río m an e ja el estilo sinoní­ m ico y la p ro sa rim ada, h u b ie ra em pezado su prefacio con una p rofesión de fidelidad a la trad ició n del género p a ra olvi­ d arse luego p o r com pleto de co n cen trar su atención sobre los escritores cristian o s y la valoración de sus obras. De hecho, tan sólo lo s cap ítu lo s p rim ero , nono y últim o, que valoran i espectivam ente las o b ras lite ra ria s de G regorio, Isid o ro y Eugenio II, corresp o n d en al tipo de n o ticias aco stu m ­ b rad o en los opúsculos a n te rio re s aludidos en dicho prefacio. Pero eso no im pide que, en cuantos varones se lo perm iten , Ildefonso se interese p o r sus o b ras lite ra ria s o a rtístic a s y, de paso, form ule sobre ellas unos juicios que nos cum ple ah o ra analizar. Cuando se com para el vocabulario de estos juicios m era­ m ente estéticos, se llega p rim e ro a dos constataciones. La p r i­ m era es que, refiriéndose a la relativ a riqueza que se e n c u en tra todavía en los ad jetivos y adverbios usados p o r S an Jerónim o, resu lta m uy escueta la cosecha que podem os h a c er en Ild e ­ f o n s o 4. Pero, a la inversa, el em pobrecim iento de los m edios de expresión, en m iateria de juicios estéticos, es m u ch o m ás 4 Nos apoyarem os aquí sobre las ú tilísim as tablas sin ópticas p re­ sentadas po r n uestro alum no Jean T a s s i n , en s u m em oria L e D e uiris illustribus, critique et théorie du style, de saint Jéróm e á la littérature w isigothique, París (Sorbonne), 1967, págs. 49-55. C on tan d o p o r uno cada fo rm a de p a lab ra (es decir, uno p o r elegans, eleganter, elegantia, y cu alq u ier qu e sea el núm ero de veces en que están em pleados), llegam os a 49 p ara Jerónim o, 38 para G enadio, 29 p ara Isid oro, 20 para Ildefonso. (4) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 63 J . F O N T A IN E considerable de Jeró n im o y G enadio a Isid o ro q u e n o de Is i­ d o ro a Ild e fo n so 5, Dejem os a p a rte el títu lo de "d o ctísim o ": aplicado a J e ró ­ nim o en el prefacio, no p a sa de m era fó rm u la de co n tenido afectivo \ M ás in te resa n te ya es el em pleo del adverbio decen­ ter p a ra c a ra c te riz a r la o b ra exegética de C o n an d o de P alencia sobre las Salm os. A través del ciceronianism o de S an A gustín, no se puede a firm a r que Ildefonso haya percib id o todavía las im plicaciones a la p a r estéticas y m o rales que enlazaban la p a la b ra latin a con la d o c trin a aristo télica del p r é p o n 7. Dos em pleos p aralelos nos in v itan a elegir p ru d en te m e n te u n a via 5 S in em bargo, se notan d iferen cias de frecuencia que tienen significación cu alitativa. C item os rápidam ente las m ás interesantes. D esaparecen las series de breuis (la obsesión de «abreviar» tan carac­ terística d e la cu ltu ra isidoriana, es ajen a a lid.); com positus, com ptus (lid . s e interesa u n a vez p o r la prosecutio: c f. inf); dulcís, nobilis, suauis, uehem ens, tod avía presentes en el Sevillano, n o existen para Ildefonso, es decir que los m a tices de la sensibilidad estética se van perdiendo, o bien que Ildefonso se n iega a concederles alguna im por­ tancia (p o r asceticism o m on ástico ?); n ad a de ornatus ni ornamenta en lid ., es d ecir en el virtu oso del estilo sinoním ico; en cam b io la serie utilis se m antiene. O tros tan tos rasgos que d eja n p resen tir las observaciones que harem os sobre el vo cab u lario «restante». 6 el E xp resa c o n m a tiz , é n fa s is ta m b ié n c lá s ic o , la n o c i o c i c e r o n i a n a de le tr a d o y del «udr d o c t u s » «conocedor» (p . ej. en con el B ru tu s 185 o 198). E n s e n t i d o d e h o m e n a j e a l a c i e n c i a , s e c o m p a r a r á c o n Q v i n t . inst. or. 1, 2, 11: « d o c t i s s i m u m e t i n c o m p a r a b i l e m m a g i s t r u m » . A lg o h a y t a m b ié n de lo s m a tic e s in c lu id o s en la n o c ió n de doctor, a p l i c a d a a v a r o n e s e c l e s i á s t i c o s , y s o b r e 'to d o d e l g u s t o d e la a n t i g ü e d a d t a r d í a p o r l o s t í t u l o s p o m p o s o s e n s u p e r l a t iv o . 7 De u. i. 11: «Oratíonum quoque libellum de om nium decenter conscripsit p rop ietate psalm orum ». C aracterística la asociación en tre decenter y propietas, aunque el p rim ero se refiera aquí a la expresión, el segundo al fondo de la obra. E stam os en el va lo r que eq u ipara decenter con los adverbios griegos prepóntos y euprepos. A parece en SE N . contr. 2, 4, 7: «decenter hoc dicit» y prosigue su carre ra en periodo tardío; cf. p. ej. V ícto r de V ita 2, 55: «libellum de fide satis d ecenter suff ici enterque conscriptum ». P odría Ild efon so h a b er cono­ cido y recordado este texto: en efecto se verá inf. un em pleo parecido de sufficien s. E l m uy cercano decorus se encuentra en De u. i. 3 y 8, pero aplicado en am bos caso s a una persona, tiene m atiz claram en te ótico. (5 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 64 DE U IR IS IL L U S T R IB U S m edia p a ra e n ju ic ia r el alcance de tal em pleo. C uando leem os en la n o ticia dedicada a Eugenio II que "cultivó conveniente­ m ente (d ecenter) los estudios de la sa b id u ría y el p ro p ó sito m onástico", no podem os m enos de p e n sar que, p a ra Ildefonso, la p a la b ra, com o m uy a m enudo e n sus em pleos latin o s a n te ­ riores, rec u b ría a n te todo un contenido ético B. Pero la diferen­ cia de contextos nos sugiere la im p o rtan cia de u n paso m ucho m ás cercano del juicio sobre Conancio, cu ando V íctor de Vita nos h ab la de " u n lib rito De fide escrito de m an era m uy c o n ­ veniente y sa tisfa c ie n te ”<>. No pretendem os con eso d e sc a rta r el cará c te r in d u d ab lem en te global de juicio positivo e im p re­ ciso que nos p arece en am bos textos el sentido de la p alab ra. Pero no se puede red u cirlo ni al sentido clásico del decus, ni tam poco a u n a m era notación de color ético y sin contenido estético. S em ejante análisis puede realizarse en sendos em pleos de clegans y eleganter. Sin p ro p o rció n con los em pleos num erosos de Jeró n im o y G enadio, e sta p a la b ra técn ica y clásica de la estética latin a aparece curiosam ente m ás em pleada p o r Ild e­ Fonso que p o r Isid o ro en su opúsculo — si b ien el Sevillano tuvo seguram ente u n concepto m ás refin ad o y m ás precisEm ente " an tig u o ” de la elegancia. Los tres em pleos de Ildefonso atañen con precisión a tres form as d istin ta s de la creación litera ria y a rtístic a : negativam ente a su p ro p ia redacción del De uiris, positivam ente a la creación litú rg ica y m usical de 8 D e m. i. 14: «studia sapientiae e t prop ositu m m onachi decenter incoluit». S o b re el contexto, y la significación del prim er gru po de substantivos, c f. infra. Com o decorus en los em pleos aludidos al fin de la nota precedente, decenter hereda aqui de su em p leo en el versícu lo de San Pablo, tal com o lo tran sm ite una V etu s latina: Rom. 13, 13, «tam quam in die d ecenter am bulem us» {Septuaginta: euschem únos; V ulgata: «honeste»). Sin exclu ir la connotación m oral latin a antigua de la serie decens, d ecu s, decor, com o en trasfondo. N inguna pa lab ra de esta fa m ilia se n ota en los De u. i. precedentes. 9 Cf. en p articu lar, dentro de n u estro estu d io sob re T h éorie et pratique du style chez Isidore de Séville, en Vigiliae christianae, ■ t. 14, 2, 1960, págs. 65-101, el conservatism o ciceron ian o d e Isid oro en m ateria de preceptos (pág. 67 sq.), y de c rític a lite ra ria (pág. 69 sq.), y su «neo-aticism o cristiano» en el estilo de la Regula m onachorum (pág. 95). Elegans aparece dos veces en su De u. i. (cap. 28 y 36). (6 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. J. FO N T A INE 65 Juan de Zaragoza, y a la creación poética de E ugenio II w. Los tres expresan la añ oranza del e stilista ante el alto nivel a lc a n ­ zado p o r el estilo de sus predecesores, y su a d m irac ió n de "aficio n ad o ” a m úsica sacra y poesía p a ra con dos em inentes contem poráneos. La m ism a añ oranza de u n a perfección to ­ davía clásica en la adecuación de u n estilo a la vez evidente y lleno lleva a Ildefonso a u s a r am bos adjetivos p a ra caracteri zar la expresión jero n im ian a, tal y com o se lo p ro p o n ía él m ism o en el opúsculo De u i r i s 11. Tales conceptos, de rancio abolengo ciceroniano, nos confiesan in d irectam en te la in sa tis­ facción posible del T oledano ante su propio m an ejo de u n estilo sinoním ico llevado h a sta los extrem os m ás desrazonables. Se m anifiesta in d irectam en te en la ad m iració n de Ildefonso ante el estilo "lim ado y tra n s p a re n te ” del R eg istrn m g re g o ria n o 12. 10 D e u. i., praef.: «conatus sum , etsi non elegans studium , ue] obsequelam uolurttatis bonae iillorum m iscere memordae...»; ib. 6, Juan de Zaragoza: «in ecclesiasticis o fficiis quaedam elegan ter et sono et oratione com posuit»; ib. 14: «quae i-Ili u isa sunt elegan ter d icta subiunxit». P alabras de esta fam ilia atestiguadas en los prim eros autores de De u. i.: 17 en Jerónim o, 5 Genadio. 11 D e u. i. praef.: «H ieronym us p resb y ter plene d icitu r adnotasse, q ui... stilo euidenti conscribens...» La evidencia, en el sentido de cla ­ ridad de estilo y len gu aje, había sido encom endada p o r Q uin tiliano y Cicerón (cf. p. ej. acad. 2, 6, 17 o inst. or. 6, 2, 32). L a plenitu d del estilo está encom endada p o r Cicerón en su p refa cio al D e o fficiis 1, 1, 2: «orationem autem latinam efficies p ro fe cto Iegendis n ostris pleniorem », y Jerónim o la había alab ad o en un a obra exegética: D e u, i. 52, «ludas de septuaginta apud Daniel hebdom adibus plenissim e disputauit». Co­ rresponde al Juicio sobre Jerónim o la resolución exp resad a d e escrib ir su tratad o «stylo pleniore». T al declaración , d esp u és de dich o ju icio , m arca la intención de referirse a la norm a clá sica a través de una im itación de Jerónim o. 12 De u. i. 1, s. f.: «epistolae plurim ae, lim ato quidem et cla ro stilo digestae». Antes del elogio horaciano del «lim ae labor» (A. P. 291), ya Cicerón había encom iado, en el B rutus, 24. el «lim atius dicendi genus»; el a d je tivo aparece en los De u. i. de Jerónim o (130) y G en adio (80), pero no está en el de Isidoro. E l segundo ad jetivo nos p arece designar la clarid ad y exactitu d tran sparen te conseguida p o r el «lim ae labor» en el estilo de la can cillería papal p o r la plum a de lo s n otarios. En efecto, se puede dudar p rim ero del va lo r exacto de claras, en tre «bri­ llante, ilustre», y sencillam ente «transparente». E l segundo nos p a rece convenir m ejo r aquí: cf. Q vjn t. inst. or. 2, 6, 10, «quoties pu lch ritu d in em 5 Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. (7 ) 66 DE V IR IS IL L U S T R IB U S Con todo, no faltan o tro s vestigios de su afición p o r la copia y el b rillo de un g ran estilo p ro p io de la o rato ria . N itidez, lucidez, facu n d ia: tales son los tres conceptos que expresan este aspecto del gusto litera rio de Ildefonso, b a jo el em pleo de las tres p a la b ras nitidus, lucutenier, facundus. Aun p re ­ caviéndose del coeficiente de in ce rtid u m b re con que debem os considerar estos em pleos de térm inos h eredados de los p re ­ cedentes au to res de De uiris, y de significación algo b o rra d a p o r la im p ro p ied ad creciente del vocabulario tard ío , debem os c o n sta ta r que tre s de los c u a tro em pleos se refieren a dos autores detenidam ente conocidos y p ecu liarm en te ad m irad o s de Ildefonso: el Papa G regorio, y su p ropio p red eceso r en la sede toledana Eugenio II B. Aquellos elogios no im piden que Ildefonso se sienta a tra id o quizás m ás p o r la elocuencia, y en ésta p o r la eficacia m ás que p o r la delectación estética. E sto aparece ya en la a d m i­ rerum cla ritas orationis illum inat» (y tam bién, en el m ism o sentido, 8, 3, 70). E ste sentido de «claro y m an ifiesto p ara la inteligencia» acer­ ca aquí el sentido del de euidens. Adem ás, nos p arece com prob ad o po r el con texto inm ediatam ente siguiente: «quas qui perlegerit, liquido aduertet...»; prosigue la m ism a m etáfora de transparencia. Así, el con ­ ju n to de este ju icio aprecia un aticism o en el estilo o fic ia l (y a con­ secuencia la efica cia inm ediata de estas ca rta s perfectam en te cla ras para el lector), m ás bien que su «brillo». P ara entender m ejo r la año­ ranza de Ildefonso, nótense los extrem os jero g lífico s del estilo de la can cillería real de Toledo (cf. m i estu d io en V. Chr. ref.: sup. n. 9-, p. 77. Igual adm iración por la trasparen cia ;se expresa en fin p o r el ad­ jetivo perspicuus en su cap. 14, 13 De u. i. 1: las hom ilías de G regorio M agno en E zechiel han sido escritas «luculenter necnon facu n d o sermone»; ib. 14: el librito de E u­ genio II sobre la T rin idad es «eloquio n itidum et rei u eritate perspicuum». En fin, ib. 11 (em pleo distinto, aplicado a un orador), C onancia era «facundos et grauis». M uy clásica es la calid ad de nitibus (cf. Cíe. de orat, 1, 18, y Q v i n t . inst. or. 10, 1), y la iunctura del «nitidum eloquium» se en cuentra y a en S e n . nat. 6, 13, 1 (sob re el e sfilo d e Teofrasto), y H ie r. ep. 58, 8, 1 (sobre el pan egírico de Teodosio p o r Paulino de Ñ ola). Tam bién facundus y luculen tus tienen y a em pleos abundan­ tes en la lengua clá sica, y no cabe duda que ya se va borrand o su sen­ tido hacia un va lo r general m eliorativo en la lengua de la estética tardía. Y a luculente sirve a Isid oro p ara alab ar la m anera de escrib ir de E uquerio y D raconcio (cap. 15 y 24). (8). Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. J. F O N T A I N E 67 ración que dedica, en cabeza del cap ítu lo dedicado a Isidoro, a la elocuencia sacra del H ispalense. E n ésta, a d m ira sobre todo con estu p o r la facilidad e x tra o rd in a ria de la p a la b ra , y su po d er em belesador en los au d ito res 14. La a m e n id ad de esta elocuencia, su iucundiías, no tiene m ás im p o rtan cia p a ra Ilde­ fonso que com o m edio y causa de este em beleso. E s decir, que descubrim os en este juicio u n a p a rtic u la rid a d so b re la que p ro n to volverem os a reflexionar: la estética tiene so b re todo, p a ra Ildefonso, papel su b o rd in ad o y funcional. N o vale de p o r sí, sino que constituye u n m edio adecuado en el servicio de una p alab ra eficaz. Ya son aquellos m ism os valores p ra g m á ­ ticos los que se nos asom an en tre s ú ltim as calificaciones que analizaré ah ora. La "o p o rtu n id a d " de la elocuencia de M on­ tan o h a de referirse al ideal sc rip tu ra rio , sapiencial, p rác tic o del que sabe h a b la r tem pore opportuno, m ás bien que a u n a expresión p a rtic u la r del sentido clásico del decus aplicado a la categoría del tie m p o 15. La noción de "com posición adecua­ d a ”, apreciad a en u n a c a rta de Ju sto de Toledo al a b a d R ichila, caracteriza u n a expresión escueta, conform e al género de es­ tilo sencillo. Así lo sugiere el em pleo ta m b ié n estético del m ism o ad jetiv o sufficien s en el tra ta d o De doctrina cristiana de S an Agustín, quien p ro p u g n a el rec u rso a " p ala b ra s a d e ­ 14 De u. i. 9: «tantae iucunditatis afflu entem copiam in clo qu ead o p rom eruit u t u b ertas adm iranda dicendí ex eo in stuporem u erteret auditores, ex quo audita b is qui audisset non nisi rep etita saepius com m endaret». E sta frase rebuscada viene a exp resar la idea siguiente: los auditores de Isid oro se en contraban tan estu pefactos q u e estaban incapaces de a la b ar su palab ra h a sta q u e la hu bieran oid o o tra vez varias veces. E locuencia «m aravillosa» en el sentido m ás fu erte d e la palabra. 15 De u. i. 3: M ontanus «et u irtu te sp iritu s nitens et eloquii opportu n itate decorus». La agrupación d em u estra que lo s earism as de M onta­ no preceden y, en c ierto sentido, determ in an su 'decisión de h a b la r en tal o cual m om ento «con oportunidad»; actitu d co n fo rm e a la sabid u ría de Israel: of. p. ej. V v l g . prou. 15, 23, «serm o opportunus e st optim us», o psalm. 31, 6, «orabit ad te... in tem pore opportuno» y 9, 10, «Dominus... ad iutor in opportunitatibus». E sta tradición ju d eo-cristian a continúa en las S ententiae Sexti: cf. los precep tos sim étricos 160 y 163 a, p. 31 C hadw ick, «ante om nia tem pus uerbis tuis requirito», y «serm o ex tra tem pus indicium m alitiosae mentís». (9) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 68 DE V IR IS IL I. U S T R IB U S cuadas" (uerba su fficie n tia ) en el "estilo sencillo” (genus subm issu m ) 16. E n fin, es de n o ta r la alianza expresiva de p a la b ras con que Ildefonso describe e] talento de o ra d o r de Conancio de Palencia, "elocuente y grave en un lenguaje c o m ú n ” 11. Sería una equivocación, d en tro de este encom io, se n tir u n m atiz peyorativo de "expresión vulgar" en tal juicio. E ste eloquium com m une no se h a de e q u ip a ra r con el ta n discutido "latín v u lg ar”. Se tra ta del uso del lenguaje co rriente, del recurso al serm o co m m unis, tal y com o podem os seguir su h isto ria de Séneca a Q uintiliano, y luego en u n a página p a ra n o so tro s esencial de Isidoro 1S. Definido p o r oposición a los ad o rn o s 16 Ave. doctr. christ. 4, 28, 61: «Quid este ergo non sol uní eloquenter, uerum etiam sapienter dicere, nisi u erba in su b m isso genere suffid en tia ... adhibere». T am bién n otar el p aralelo con el ju icio de V ícto r de V ita citad o sup. n. 7. E sta norm a d e «m ínim o vital» d e la expresión se refiere en Justo, de u. i. 8, «uir ingenio acer et eloquio sufficiens», a una adaptación estricta de los m edios al fin, de la expresión a la transm isión de las ideas. N o hace m ás que lleva r a su ex trem o prag­ m ático el ideal d e adecuación p erfecta que fu e el del clasicism o. Pién­ sese en el ju icio fam oso de Q uintiliano en D em óstenes y Cicerón, inst. or. 10, 1, 107: «ille con clu d it astrictiu s, hic Iatius... illi nihil detrahi potest, huic nihil adjici». Si Ild efon so h a con ocid o tal ju icio, c la ro es que ha preferid o p o r m ás «dem osteniana» la m anera de ex­ presarse de Justo. D esgraciadam ente, su c a rta al abad R ich ila no se ha conservado p ara p e rm itim o s un ju icio circu n stan ciad o en la ap recia ­ ción de Ildefonso. 17 De u. i. 11: «Conantius, com m uni eloquio facundus e t grauis..,» La gravedad — en otros tiem pos tan apreciad a entre los valores del estilo de vid a senatorial— hace m ás im presión en Ild efon so que la elocuencia de Conancio; em plea en efe cto dos veces a co rta distancia la m ism a palab ra grauis para ca lifica r sucesivam ente el carácter, el porte y la palab ra del ob ispo de Palencia. 18 S e n . suas. 2, 13, d e f i e n d e e n u n v e r s o e l r e c u r s o a u n a e x p r e s i ó n * c o r r i e n t e q u e r in d e e l e g a n t e d ic h o v e r s o , « in q u o h o c e s t d e c e n t is s á m u n quod ex com m uni serm one trahitur». Q v i n t . inst. or. 2, 10, 13 y 2, 21, 20 se refiere al uso com ún b a jo el nom bre de «serm o com m unis». Igual hace un com en tador de D onato en los GL de K eil, t. 5, pág. 327, 2. Pero m ás que todo nos interesa la definición isidoriana, etym. 9, 1, 4, d e la lengua «m ixta siue com m unis quam om nes utuntur», cu yo con ­ cepto es precisado por el H ispalense en 9, 1, 7: «Mixta quae post im perium latiu s prom otum sim ul cu m m oribus et hom inibus in Ro­ m anara ciuitatem inrupit, integritatem uerbi p er soloecism os et barba(10) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 69 J. F O N T A I N E de la poesía y la retó rica, vino a re p re se n ta r p a ra los c ris tia ­ nos, e n reacción c o n tra los rebuscam ientos sofísticos y "co lo ­ retes" (fu c u s ) de la elocuencia m undana, el ideal de u n a p ro sa tra n sp a re n te y sin p rete n sió n : p ro sa conform e a la sencillez de los escritores sagrados, quienes, según Lactancio, "h ab la ro n al pueblo en un lenguaje com ún y s e n c illo " 19. D icha ausencia de a rte aseguraba, según Ildefonso, la "grav ed ad ", es decir el peso, la eficacia de la p a la b ra de Conancio. O p o rtu n id ad y adecuación de un lenguaje corriente, ord en ad o al efecto p r o ­ ducido en los au d ito res; esta concepción ildefonsiana de la elocuencia p arece h a b e r sido p a ra él de m ay o r im p o rta n c ia que no los refinam ientos de la fo rm a en las o b ra s escritas. Dicha co n statació n se com prueba de m an e ra negativa cuando se observa la to rp eza del vocabulario indeciso con que a lab a la poesía de E ugenio II. No sabe m ás que re p e tir e n fo rm as d istin tas el co ncepto de "belleza”, y ta n sólo a d m ira r la "ele­ g a n c ia ” de los versos añadidos p o r E ugenio a la o b ra de D ra c o n cio 2C. Se conoce que a d m ira en técnico u n a técnica p a r ­ ticular, p e ro lo hace de paso, y m ás p o r el a m o r y veneración rism os corrum pens». S e trata pues de lo q u e pod ríam os lla m a r «latín visigótico» de tipo usual, el de la ciu dad y de las clases altas m ás bien. N o volvem os <sobre elo quitan en sentido de elocutio = m anera de ex­ presarse, sea p o r escrito sea oralm ente; viene a igu a lar el sentido de dicendi genos, o estilo; y a tenem os num erosos em p leos en el De u. i. isidorian o co n este 'sentido. 19 L act , inst. 5, 1, 14: «prophetae com m uni ac sim p lici serm one u t ad popufum sunt locuti». Ju sto es apu n tar en el concepto de L ac­ tancio — «Cicerón cristiano»— la relación con el em p leo ciceron ian o en Orator 34: «Ennio delector, a it q u ispiam , q u od non d isced it a co m ­ m uni m o re uerborum ». Pero en ép oca tard ía, esta vu elta al n atu ral d e la expresión sencilla se op era en relación con la in flu en cia de la B ib lia, y en reacción contra los refinam ien tos absu sivos del «stilus scholasticus». 20 De u. i. 14: «libellos... u itiatos... in pulchritudin is fo rm am coegit, u t pulchriores de a rtificio corrigen tis... processisse uideantur». S e sabe que Ildefonso, de fiarse en su Vida escrita p o r Julián, h a b ía com pu esto un «liber cuartus» en p rosa y versos, que con ten ía «epitaphia» y «epigram m ata»; cf. A. B r a e g e l m a n n , op, íaud., pág. 163 sq. S ob re las aña­ did uras «elegantes» de E ugenio a la ob ra de D raconcio, cf. sup. n ota 10. M ucho dista e sta doble apreciación d e la pulchritudo poética, de los m atices de! vocab u lario jeronim iano (cf. sup. nota 5). (111 Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. \ 70 DE V IR IS IL L U S T R IB U S p a ra con su predecesor que p a ra e x p resar de m an e ra u n ta n to m atizada u n gusto estético. Aquel ideal de u n a p a la b ra funcional, a te n ta al efecto p ro ­ ducido m ás que a la belleza de la expresión, e s tá a rra ig a d a desde hace tiem po en la trad ició n ro m an a y cristian a. "E n su d isc u rso ”, decía S an Agustín del o rad o r cristiano, "que p re ­ fiera g u sta r p o r las cosas m ás que p o r las p a la b r a s " 21. T ra ­ dición a n tig u a tam bién. Pues cu ando se lee la descripción ildefonsiana de los efectos m aravillosos de la o ra to ria isidoria n a e n los au d ito rio s suspendidos de sus labios, no puede uno m enos de reco rd ar u n a página fam osa del joven C icerón heredada de sus estudios griegos: en el prólogo del p rim e r libro del De inuentione, describe en efecto de m an e ra co m p a­ rable el p o d e r civilizador de los m ás rem otos o rad o res o rd en a n ­ do y am ansando a las p rim e ra s com unidades h u m an as p o r el p o d er de u n a p a la b ra c re a d o r a 22. C artas y serm ones de los varones hispanos se encom iendan a la ad m iració n de Ild e fo n ­ so p o r la energía pecu liar de u n a p a la b ra que es in stru m e n to directo de su acción p a sto ra l. T anto el enfoque estético de las o b ras litera ria s com o la estim ación del saber teorético retroceden, d e n tro de u n a visión am plia del "h o m b re ilu s tre ”, an te la urgencia de las ta re a s prácticas. De e sta ordenación 21 Ave. doctr. christ. 4, 28, 61: «In ipso etiam serm one m a lit rebus placeré quam uerbis». R aíz ciceron ian a en C íe. Tuse. 5, 11, 39: «Rem opinor sp ectari oportere, non uerba»; cristian ización b a jo la plu m a d e Cipriano, ad Don. 2 (p rim era págin a de c rític a lite ra ria y estética en la litera tu ra latin a cristian a): «uocis p u ra sin ceritas n on eloquentiae uirib u s n ititu r ad fidei argum enta, sed rebus». E l tem a e stá en el p refa cio de la V ita Martini de Sutpicio Severo, b a jo la fo rm a de una deprecado ueniae d irigida a los lectores: «id a lectoribu s postu labis ut res p otius q u am u erb a perpendant»: cf. estudio d el tem a, a p ro ­ p ó sito de este texto, en n u estro com en tario de la V ita Martini, P arís, 1968, t. 2, pág. 380 s. 22 Cíe. inu. 1, 2, 2, en p articu lar: «qui d ispersos hom ines... unum in locum congregauit... deinde p ro p ter rationem et orationem studiosius audientes ex feris et im m anibus m ites red d idit et m ansuetos». H ay cierta «recurrencia» de los p restigios casi m ágicos y m íticos d el o rad o r en la descripción ildefonsiana. Se piensa en la cadena de oro del Ion de Platón, o m ejo r en la del H ércules O gm ios de los G alos, reuniendo los auditores vinculados a la b oca del que les habla. (1 2 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. J. F O N T A I N E 71 d istin ta de los valores, ya hem os podido darnos cuenta anali­ zando los pocos juicios estéticos incluidos en el opúsculo isidoriano. E m pobrecim iento del enfoque estético, p rim a cía d a d a a u n a elocuencia funcional, tensión c o n tra d ic to ria e n tre la m era estética y la reducción de la p a la b ra al p ap el de in s­ tru m e n to eficaz: henos aquí ante u n a evolución ya decisiva, lim itándonos aú n al m arco estrecho de la h isto ria y c rític a litera ria s p o r las que se define la tra d ició n del De uiris illustribus fu n d ad a p o r San Jerónim o. P ero tam b ién la concepción general de la vida intelectual se e n c u en tra afe c ta d a p o r esta tran sfo rm ació n . Tenem os de ésta dos ejem plos n otables en los dos últim os capítulos del tra tad o . Los conocim ientos a s tro ­ nóm icos de Eugenio I se resuelven p a ra Ildefonso en u n a " p e ric ia " 2J. Es decir que, m ás que en los cálculos de la ciencia griega, hay que b u sc ar u n p u n to de co m paración en u n tra ta d ito p ráctico com o el De cursu stella ru m de G regorio de T ours en el siglo precedente. No se n o ta con m enos c u rio sid a d que, p a ra d ar idea de este saber, Ildefonso se refiere, con la m ism a expresión que p a ra d escrib ir los efectos de la elocuen­ cia isidoriana, al stu p o r causado en los au d ito res p o r la ense­ ñanza de E u g e n io 24. E n cu an to al "estu d io de la sa b id u ría " ad m irad o p o r Ildefonso en la p erso n a de E ugenio II, ni hay que p e n sar en estudios de índole intelectual, ta n to m enos de c ará c te r filosófico. 0 bien se h a de en te n d e r e sta "filosofía" en el sentido co rrien te e n tre los cristian o s desde el desarrollo del asceticism o m onástico: el de vida m onástica. De hecho, se tra ta aq u í del re tiro anacorético de E ugenio II cerca de las tum bas de. los m á rtire s zaragozanos, y stu d ia sapientae se en­ 23 De u. i. 13: «Nam núm eros, statum , increm en ta decrem entaque, cursus recu rsu squ e 1-unarum tanta p eritia nouit, u t considerationes disputationis eiu s auditorem et in stuporem uerteren t et in desiderabilem doctrinara inducerent». Pericia es ante todo exp erien cia y h a b i­ lidad probada. Sentido p rá ctico y p rim ero es el del ad jetivo en el consabido «peritus rei m ilitaris». Bien corresp on d e aquí a la lectu ra p rá ctica d e las horas y días del com puto eclesiástico, m ás qu e a una investigación astronóm ica desinteresada. 24 Igual clisé «in stuporem uertere»; los ignorantes se m aravillan tanto de la elocuencia de Isid oro com o del saber astron óm ico de Eugenio 1. (1 3 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 72 DE V IR IS IL L U S T R IB U S cu e n tra en coordinación inm ed iata con p ro p o situ m m onachi: la vida de E ugenio en Zaragoza no fue m ás que apren d izaje de la vida m o n á s tic a 2S. Y si hem os de conceder que h a debido a d q u irir en alguna p a rte los conocim ientos litera rio s que h a ­ rá n de él u n escrito r en p ro sa y en versos, m ás bien hem os de s itu a r dichos estudios en las escuelas del m o n asterio de Agali o del obispado de Toledo. R eseñando los aspectos trad icionalm ente litera rio s del t r a ­ tad o ildefonsiano, llegam os a la doble convicción de que la pro fesió n inicial del prefacio, el saludo a los m aestro s del gé­ nero, de Jeró n im o a Isidoro, no es p u ro alard e y concesión form al; p ero tam b ién de que este enfoque ocupa un sitio r e ­ ducido en las preocupaciones del a u to r, y revela c ie rto m al­ e sta r a n te el estetism o crítico h ered ad o de la an tig ü ed ad . El "v aró n ilu s tre ” según Ildefonso ya no es únicam ente el escri­ to r c ristia n o capaz de com petir con los e scrito res paganos. Dicha p roblem ática, h e re d a d a de la intención básica del p re ­ facio jero n im ian o , resu lta p a r a Ildefonso a n tic u ad a en g ran p arte. Jeró n im o se in te resa b a p o r los que " tra n sm itie ro n al recuerdo algún escrito sobre las E sc ritu ra s S agradas", m ie n ­ tra s que Ildefonso a firm a que Jeró n im o quiso rese ñ a r "a los varones cuyos edictos y d o ctrinas ilu stra n y defienden la sa n ta iglesia” 26. Tal cam bio supone u n a m utación, q u e nos incum be e stu d ia r ah ora, en el m ism o concepto de uir illustris. 25 De u. i. 14: «Qui sagaci fuga urben C aesaraugustan am petens, illic m artyru m sepulcris inhaesit ibique studia sapien tiae e t prop ositum m onachi decenter incoluit». E ste v a lo r nuevo de la p a la b ra «filosofía» p rim ero aparece en los padres griegos de C apadocia: of. A. M. M a u n g r e y , Phüosophia, E tu d e d'un groupe de m ots dans la liítérature grecque..., París, 1961, pág. 259. De allí, p asa tam bién con el m onasticism o en el O ccidente esta m utación de sentido. E l «estudio de la sabiduría» viene así a d esign ar aquí el «noviciado» de E ugenio cerca de las tum bas de los m ártires. 26 H i e r . praef.: «H ortaris, Dexter, u t... om nes qu i de scrip tu ris sanctjs m em oriae aliquid prodiderunt tibi b reu iter exponam ...» Y ex­ p lica más allá que su tarea se parece a la de Cicerón en el Brutus\ «id ego in ecclesiae eius scriptoribus enum erandis... inpleam». P recisa Ildefonso en su prefacio : «V irorum adnotationem illoru m , quorum edictis atque doctrinis sancta ecclesia toto terraru m orb e d iffu sa illu stratu r in bonis atque defenditur ex adversis... H ieron ym us... plene (1 4 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 73 J . F O N T A IN E Tal m utación, sea dicho prim ero , no es n a d a u n a genera­ ción espontánea. Todo lo co n tra rio : es volver al concepto m ucho m ás am plio de "varón ilu stre " que h a b ía sido el de C ornelio N epos y de P lu tarco : c u a ja b a en las figuras ideales del héroe y del sabio desde la Grecia, del general ilu stre, del h o m b re político y del o rad o r en Rom a, m ás tam b ién d e las d istin tas encarnaciones de la sa n tid a d cristian a. Aquí es donde, p a ra a te n d e r la génesis h istó ric a del concepto ildefonsiano de uir illustris, tenem os p rim e ro que ech ar u n a m ira d a al des: arro llo de la b iografía c ristia n a latin a en los tre s siglos que h an precedido, deteniéndonos sobre las o b ras m ás recientes que h a n podido e je rce r u n a influencia m ás d ire c ta sobre el ideario del e scrito r toledano. Tres tipos ideales de la perfección cristia n a se h a b ía n im puesto sucesivam ente a la im itació n de las com unidades cristian as an tig u as: los del m á rtir, del san to obispo, del as­ ceta. De donde o tro s ta n to s tipos de biografías ejem plares, cu­ yos p ro to tip o s h a n sido la Passto P erpetuae et Felicitatis, la Vida de Cipriano, la Vida de A ntonio, P o r u n fenóm eno de esp iritu a lid a d cum u lativ a q u e se refleja en u n a b iografía que p o dríam os lla m a r sintética, los tres ideales h a n venido a con­ fundirse en la fig u ra co m pleja del obispo m onje, realizando aú n el p rim e r ideal p o r el "m a rtirio c o tid ia n o ” de la ascesis. E ste e n cu en tra su p ro to tip o e sp iritu al y lite ra rio e n la figura ejem p lar del m onje y obispo San M artín T uronense, estilizada con m ano m a e stra p o r Suplicio Severo en su Vida de San M artín h acia el año 397. E n esta o b ra ca p ital en que acab a la biografía a n tig u a y nace ya la hagiografía de tipo m edieval, tenem os el a rq u e tip o a p a rtir del cual tenem os que en te n d e r el proyecto lite ra rio de Ildefonso de Toledo. El m o n je obispo T uronense, p a rtid o e n tre su pro fesió n m o n ástica en M arm outier y su oficio p a sto ra l en T ours, tiene com o su "duplicado" hispano en la fig u ra de H eladio, m o n je obispo toledano, ab a d de Agali y luego obispo de Toledo. Ju n ta n d o a las dos figuras, d ic itu r a d n o ta s s e » . N o h a y d u d a p o s ib le so b r e el s e n tid o de en e d i c t u m = p r o c la m a c ió n u ordenanza B la is e , D ic tio n n a ir e la tin -fr a n g a is e l la tín im p e r a t i v o c r is tia n o : c f . A. d e s a u t e u r s c h r é t i e n s , s. v . (151 Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 74 DE V IR IS T L L U S T R IB U S sólo p reten d íam o s p o n er de relieve la co n tin u id ad de u n tipo preciso de varón eclesiástico que ya tenía dos siglos y m edio de existencia lite ra ria en el m om ento en que escribía Ildefon­ so, Luego hem os venido a p re g u n ta m o s sí, esbozando la vida de H eladio, Ildefonso no tenía en la m em oria la c a rre ra e je m ­ p la r del obispo de Tours. En efecto, así com o M artín, H eladio ha b ía em pezado p o r u n a c a rre ra po lítica en la corte de Toledo, lo m ism o que M artín p o r u n a c a rre ra m ilita r en las legiones rom anas. Hay m ás: u n a frase de Ildefonso nos llam a p ecu ­ liarm en te la atención. H eladio, dice, "b ajo el h á b ito seglar cum plía igualm ente la p rofesión y el o b ra r de u n m o n je ” 27. Dicha afirm ación es sim étrica del elogio que Sulpicio hace de la vida de M artín en la m ilicia, "vida ta n fru g al que ya en aquel tiem po se creyera que fu e ra no u n soldado, sino un m o n je ” 28. Las circu n stan cias son distin tas, p ero la id ea es la m ism a. Es la que po n ía furioso a San Jeró n im o cuando, a p u n ­ tan d o p ro b ab lem en te la V ida de San M artín, iro n izab a co n tra el p a n e g irista de un soldado "tray en d o an te los poderosos del siglo u n a c a ra p á lid a de ayunos, y, b a jo el u niform e de uno, m ilitando p a ra o tr o ” . . . 29 E n to d as fo rm as, cu alq u ier in te rp re ta c ió n que se quiera 11 D e u. i. 7: «Hic, cum regiae aulae illu strissim u s publicarum que rector existeret rerum , sub saecu lari habitu m onachi uotu m p a riter explebat et opus». Y el a u tor cu en ta prob ab lem en te un recu erd o p erso­ nal, cuando evoca, por decirlo así, los «ejercicios espirituales» qu e el poderoso funcionario de la co rte ven ía a b a e e r retirán dose del m undo algunos días en Agali, llevando la vid a de lo s m onjes. 28 S v l p . S e v . V i t a M a r t i n i , 2, 5: «Nam fru galitatem in e o laudari non e st necesse, q u a ita usus est u t iam illo tem pore non m iles, sed m onachus putaretur». C p. tam bién Ild efon so (n. p rec.) «m onachi u o t u m e x p l e b a t et opus» con V i t a M a r t i n i , 2, 4, «erem um con cu p iu it f e c i s s e tq u e u o tis satis». 29 H ie r. e p i s t . 60, 9: « R efeiret, inquam , alius q u od in p a latii m ilitia sub chlam yde et can d en tí lino corp u s eius cilicio tritu m sit, quod stans ante saeculi potestates lu rid a ienuniis o ra portau erit, e t ad hoc habuerit cingulum ut uiduis, pupillis, oppresisis, m iseris subueniret». Y añade con m al hum or: «mihi non placent dilationes istae inp erfectae seruitutis Dei». E s verdad que no conocía todavía en aquel siglo la institu­ ción de los legos «conversos», a la que parece suponer la fra s e ildefonsiana sobre la vid a de H eladio antes de su entrada al m onasterio de Agali: «converso» y «oblato» a la vez. (1 6 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. J . F O N T A IN E 75 d ar de este curioso encuentro en tre Sulpicio e Ildefonso, te ­ nem os que c o n ta r con el hecho q u e el e sc rito r toledano cono­ ció la figura del obispo m o n je y tau m a tu rg o p o r dos o bras m ucho m ás cercanas de. él en el tiem p o : las V idas de los pa­ dres de M érida del diácono Paulo E m eritense, y so b re todo —pues los cita expresam ente en su c ap ítu lo p rim e ro — los Diálogos de G regorio M a g n o 30. A m bas celebraban tipos de sa n ­ tid ad parecidos a los que p ro p o n en los cap ítu lo s ildefonsianos — sobre todo toledanos— ; am bas se referían a u n concepto de "p ad res" ind u d ab lem en te sacado de las fam osas Vidas de los padres del desierto tra d u c id a s p o r R ufino; am b as debieron su concepción al e sp íritu de em ulación que h a b ía em p u jad o a Sulpicio a m o stra r en M artín T uronense el “A ntonio de O ccidente”. ¿Cóm o no se h u b iera sentido Ildefonso m ovido tam b ién p o r el deseo de m o stra r que los "p ad res de Toledo" po d ían a su vez com petir con los "p ad res de M érida", y sobre todo co n los paires Italici ta n p in to rescam en te reseñados en los anecdóticos Diálogos de G regorio M agno? H abiendo delineado a grandes rasgos las tradiciones bio­ gráficas cristian as que Ildefonso p u d o conocer, —y conoció a lo m enos p o r los Diálogos gregorianos—, podem os en te n d e r m ejo r las causas de tra n sfo rm ac ió n del “v aró n ilu s tre ” b ajo la plum a del T oledano. Nos falta a h o ra volver al texto p a ra d e se n tra ñ a r m e jo r este nuevo concepto. Ya se p recisa su p e rfil en los p rin cip io s de la o b ra. La p rim e ra definición de estos varones que " ilu stra n y defienden... la iglesia p o r sus edictos y d o c trin a s ” p rec isa 30 S ería raro qu e Ild efon so no con o ciera a las V idas patrum em etetensium , precisam ente n acidas del deseo de com p etir co n los D iálo­ gos d e G regorio M agno, co m o lo dice ex p lícitam en te el p refa cio de la ob ra em eritense: cf. p. 136-137 G arvin. H an sido e scrita s antes de la m itad d el siglo V II: cf. p. 5 G arvin. E n cu an to a lo s Diálogos, cf. I l d e f . De u. i. I: «De uitis patru m p e r Italiam com m oran tiu m ed id it etiam libros q u attu or... In qu ibu s hbris q u an ta d iu in itatis latean t sa­ cram en ta et in am ore caelestis p atriae m ira docum enta, stu d iosu s potest fa c ile cognoscere lector». B a jo el pretexto de co m p leta r a Isidoro, Genadio y Jerónim o, puede c o n je tu ra rse que su De u. i. intenta tam bién com petir a la vez con las dos obras dedicadas a unas peculiares V itae patrum. (17) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 76 DE V IR IS IL L U S T R IB U S varios rasgos ausentes del concepto jero n im ian o : los "edictos" p asan antes de la "d o ctrin a " com o la acción a n te el saber, el "varón" será h o m b re de acción antes que de plum a; la defensa e ilu stració n de la iglesia sustituye la ciencia exegética a lab ad a p o r Jerónim o en sus “uiri i l l u s t r e s el c riterio eclesial su sti­ tuye el c riterio bíblico (o, m e jo r dicho, bib lista); en fin, la p reocupación apologética y aú n polém ica reem plaza la m ira m ás serena del h isto ria d o r y crítico de la lite ra tu ra c ristia n a : o tro acento p u esto e n un concepto funcional de la lite ra tu ra . El v aró n ilu stre tam bién es un "h o m b re excelente” 11. Tal equi­ valencia nos reenvía al concepto ro m an o de uir bonus, llevado al extrem o del uir o p tim u s en Ildefonso. A dquirim os u n a p re ­ cisión m ayor en las a ñ a d id u ras de Ildefonso al c ap ítu lo de Isid o ro sobre G regorio M agno, E ste es p a ra Ild efo n so el de­ chado acabado: "E sclarecido y sublim e p o r la perfección de todos los m éritos, excluye cu alq u ier com paración con varones ilu stre s... Venció en efecto a A ntonio p o r su san tid ad , a Ci­ p ria n o p o r su elocuencia, a A gustín p o r su sa p ien cia” 32. E ste herm oso trico lo n no se ha de e n ju ic ia r com o m e ra hipérbole y retó rica g ratu ita . D eterm ina en efecto u n o rd en de valores q ue m erece reflexión. Ante todo la sa n tid a d , y la san tid ad ascética: ta n to vale eso p a ra el antiguo m onje de Agali com o p a ra el antiguo m onje del M onte Celio. De los siete toledanos reseñados p o r Ildefonso, los c u a tro ú ltim o s h a n sido m onjes de Agali com o los dos E ugenios, sino abades com o H eladio y Justo; el p rim e ro citado, A sturio, term in ó de a n a co re ta cerca de los m á rtire s de C om pluto com o Paolino de Ñ ola cerca de San Félix; y el segundo, M ontano, ha dado p ru eb a s de taum aturgia. 31 D efinición inicial de «aquellos varones»: cf. texto sup. n. 26. E l concepto d e hom bre excelen te sirve a Ild efon so p ara resu m ir a su m anera el De u. i. isidoriano: «Quosque u iros Optimos inuenit (Isid oru s) in adnotationem subiunxit». 32 Adiciones originales en De u. i. 1: «Ita en im cu n ctoru m m eritorum cla ru it p erfectio n e su b lim is ut, exclusis óm n ibus illu striu m uirorum com parationibus, nihil illi sim ile dem onstret antiquitas. V icit enim sa n ctita te Antonium , eloquentia Cyprianum , sapientia Augustinum». Tal afirm ación sería «exagerada en dem asía» («viel zu überschwenglich») según Von D zialow ski, p. 132, que ju zga sin explicar. (18) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. J . F O N T A IN E TI Después de la sa n tid a d viene la elocuencia: ya se p erfila o tra vez esa preferen cia p o r el género litera rio de la o ra to ria , y p o r la p a la b ra h a b la d a a expensas de la p a la b ra escrita Al m ism o tiem po, la evocación de C ipriano yuxtapone el ideal de la sa n tid a d episcopal al de la sa n tid a d ascética, precedien­ do am bas a la perfección de la d o ctrin a, de la teoría, p u d ié ra ­ m os decir aú n del pensam iento teológico filosófico: es decii cu an to a b a rc a el concepto de "sa p ie n cia ” y sim boliza la figura de San A gustín. Claro es que se ría in ju sto p re te n d e r sacar de esta trilogía la idea de u n m enosprecio cu alquiera de Ild e fo n ­ so p a ra con el obispo de H ipona. Tenem os que re p re se n ta rn o s la apreciación de Ildefonso en este p u n to com o conform e al bello dístico de la b ib lioteca de Isid o ro que e q u ip a rab a G regorio a A gustín en estos té rm i­ n o s: "C uanto estás esclarecida, H ipona, p o r tu m a e stro Agus­ tín, ta n to R om a p o r su p a s to r G regorio” 33. N ótese de paso, adem ás, cóm o la oposición del p a s to r a l m a e stro m a rc a b a con tino el acento d istin to de am bos ingenios, b a jo u n a fo rm a que la trip la fó rm u la de Ildefonso no desm iente. La ta re a del a u to r será, pues, si ju n ta m o s dos expresiones varias veces rep etid as p o r él en el tra n sc u rso del tra tad o , "en co m en d ar a la m e m o ria ” los "ejem plos de v irtu d e s ” deja­ dos p o r los v arones ilu s tre s 34. E n estos giros enfáticos, nos 33 I s i d . uers. in bibl., poem a 12: «Quantum Augustino clares tu, Hippone, m agistro, T an tu m R om a suo praesu le Gregorio». S ob re la influencia gregorian a en L eandro y Isidoro, cf. n u estro Isidora de Sévil} e et la cu ltu re classique dans l'Espagne w isigothique, París, 1959, sobre todo t. 2, p. 842 sq. La veneración en tu siasta de Ild efon so po r G regorio procede prim ero del ejem p lo d eja d o p o r Isid oro, com o su cap. 1° se apoya literalm en te, aunque en parte, sobre el cap ítu lo isidoriano dedicado al papa. 34 «M em oriam com m endare» aparece y a b a jo tres form as ligera­ m ente d istin tas en el prefacio: «H ieronym us... d iu ersitates opusculorum ... m laudabilem ... m em oriam ... com m endauit», y, al fin, «Quare illos hum anae m em oriae, ex qua labi poteran t, ten aciter com m endaui», después de «offerentium com m endem fid eli obsequela m em oriam ». La vid a de San M illán p o r B ra u lio (cap .12) «m em oriam h u iu s... com m endat p a riter et illustrat»; en fin las o b ra s de p ro sa y verso de E u­ genio I (cap. 14) «eius... tenaciter sanctam ualu eru n t com m endare m e­ moriam». El grupo «uirtutum exem pla» aparece en las n oticias de (1 9 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 78 DE V IR IS IL L U S T R IB U S encaram os o tra vez con la superposición com pleja de varios estra to s sem ánticos que conviene d istin g u ir con cuidado. E l m ás p ro fu n d o es el deseo antiguo y pagano de in m o rta liz a rse inm o rtalizan d o a los hom bres ilustres. E stas son las dos m etas que se p ro p o n ía el h isto ria d o r pagano; su expresión m ás clásica en latin se en cu en tra en los prefacios de Salu-stio. Ildefonso h e re d a este p rim e r tem a, el de la inm ortalización del e scrito r p o r su obra, a través de la versión cristianizada que p u d o leer en el prefacio de la V ita M artini de S ulpicio: el v aró n san to que ce le b ra el escrito r le salvará p o r su in terce­ sión p oderosa y le llevará a gozar en Dios de la b ienaventu ranza e te r n a 35. Ildefonso expresa tal idea en su p refa c io : h a escrito " p a ra se r u n id o con la b u e n a m em o ria d e aquellos, de quienes se e n c u en tra sep arad o p o r sus m alas o b ra s"; no cabe duda, a la vista del c a rá c te r trad icio n alm en te fu n erario de la fó rm u la bonae m em oriae, que Ildefonso p ien sa aq u í en su e te rn id a d . Y la idea se p recisa con la ’ m etá fo ra de la in tro ducción el tem plo divino p o r los oferentes: a todos ruega "que le intro d u zcan en la b o n d a d divina" 16. P o r o tra p a rte , ta n to D onato (4), H eladio (7), y el vecino «uirtutum m eritis» en la de E uge­ nio II {'14). L a ejem p laridad de la vid a y virtu d es es tem a recu rren te y constante en las Vidas de los Padres de M érida tanto co m o en los Diálogos. 35 S v l p . S e v . V ita Marftni, 1, 6: «aetem um a D eo praem iu m exspectem us, quia, etsi ipsi non ita uixim us u t exem p lo aliis esse possim us, dedim us tam en op eram ne is lateret qui esset im itandus». Cf. n uestro com en tario en Sources chrétiennes, t. 134, 1968, pág. 394 sq. 36 D e u. i., prefacio : « orsu Iinguae quo potu i subnotaui, u t illorum bonae m em oriae iu ngar a quibus praua op eratio n e disiungor. E t qui cum illis in tem plo Dei non in fero doctrinae copiam , offerentiu m com m endem fid eli obsequela m em oriam , ob secran s om n es u t m e diuinae ingerant pietati». P ara el va lo r form u lario y fu n erario de «bonae m em oriae», c f. Thesaurus Linguae Latinae, s. v. m em oria, t. 8, 5, pág. 673, 76; en España, cf. 72 y 225 en la recopilación ep igráfica de Vives. La idea fundam ental es la de la intercesión de los santos, com o aparece y a en P rudencio, Peristefanon, p o r ej. 2, 577 sq.: «indignus... p er patron os m artyres potest m edellam consequi». La im agen de la págin a de Ild efon so es la de la presentación al tem plo d e las ofren das por la m ediación sacerd otal de los san tos d ifuntos. A sí se tran sform a en una p ersp ectiva cristian a el «m em oriam n ostri qu am m axum e longam efficere» de Salustio. (20) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. J. f o n t a in e 79 el giro "encom endar la m e m o ria ” com o el grupo "los ejem píos de las v irtu d e s ” a rra ig a n en u n a tra d ició n antigua, la r ­ gam ente atestig u ad a h a sta la an tigüedad t a r d í a 37. Todo aquí sería de c o m en tar p a la b ra p o r p a la b ra. Pero esos m ism os valores antiguos h a n de ser enjuiciados. S obre todo, a trav és de sus form as m ás tard ías y cristian izad as: es decir las que conoció m ás directam en te Ildefonso y, com o tales, las que nos d ejan a tisb a r m ejo r lo que so b reen ten d ía a este vocabulario tradicional. G regorio M agno es el que, en su Regla pastoral, encom ien­ da "m e d ita r de m an era in ite rru m p id a en la vida de los a n ­ tig u o s” y "co n sid erar sin tregua los ejem plos de los p a d re s" Los Diálogos de G regorio corresp o n d en a la aplicación de tal p recep to : dice el prefacio de tal obra que q u iere c o n ta r la vida de aquellos quienes, en Italia, " b rilla ro n p o r sus v irtu d e s ”, pues, prosigue G regorio, "no poca edificación nace de la m e ­ m o ria de las v irtu d e s ” 39. ¿De qué " v irtu d e s” se tra ta ? E m ­ pezando p o r el sentido latin antiguo, no se puede d e sc a rta r 37 La alianza «memoriaim com m endare» se en cu en tra en P l i n . epist. 3 , 5 , 4; S v e t . O tho, 10, 2; A m m . 20, 8, 17; c la ra es la d eclaración d e Avieno, fab. prooem .: «quonam littera ru m titulo nostri nom inis m em oriam m andarem us». ¡Ejem plos m ás num erosos de «uirtutum exem pla» (p. ej, V e l l . 2 , 116, 2 , o el epicedio d e D ruso, 3 5 5 ), cristianos en C y p R. epist. 3 9, 3 («uirtutis ex.») y 4 {«uirtutum p a riter et m orum ... exem pla») a prop ósito del heroísm o ejem p la r d e los m ártires; por este m edio se transm iten valores y vocablos del h eroísm o rom ano. E sta trad ición rom ana antigua persiste en boca de Ausonio 4 1 9 , 75: «abun­ dan! in te ea b on itatis et u irtu tu m exempla». 38 G reg . M. reg. past. 2, 2: «antiquorum u itam sine interm issione cogitare... N am sacerdos irrep reh en sibiliter grad itu r, cu m exem pla patrum praeceden tium indesinenter intuetur, cum sanctorum uestigia sine cessatione considerat». La intención gregorian a llam a nuestra atención en otra faceta del tratado ildefonsiano: su función pedagógica y m oralizante de «historia santa» al uso de la form ación del clero. Cf. ib. 3, 5: «Illos plerum que ratiocin ation is argum enta, istos nonnum quam m elius exem pla conuincunt»; com p arar con a u tor d e la E pistula a los H ebreos, «cum solis exem plis qu osd am trahendos cerneret». M G reg . M . dial. 1, praef., PL. t. 77, c. 153": «non dispar aed ificatio o ritu r ex m em oria uirtutum » y prosigue Pedro, el in terlo cu to r de Gregorio: «Et sunt nonnuili quos ad am orem p a triae caelestis plus exem pla quam praedicam enta succendunt», (21) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 80 DE V IR IS IL L U S T R IB U S p rim e ro u n sentíHo ético de la p a la b ra. E ste concepto rom ano ya aparece cristianizado en las o b ras de C ipriano, e Ildefonso está dem asiado a ten to a las calidades de h o m b res de acción que desplegaron sus varones, p a ra olvidarse de a la b a r a la m o ralid ad su p e rio r de dichos varones. M aterialm ente, adem ás, ta n to la im p o rta n c ia q u e concede a la noción y p a la b ra de "eje m p lo ” com o la expresión, p o r él tam b ién em pleada, de "m érito s de su vida", nos aseguran de ello. E stas vidas son " e je m p la re s” y co nstituyen u n enseñam iento (d o c u m e n tu m ) 40. E n esto, Ildefonso perm anenece fiel a la tra d ició n filosófica que in fu ndía u n contenido m oral en el género lite ra rio de la biografía: la vida es reseñada p a ra ser m odelo de vida al uso de la p o sterid ad . Sin em bargo, desde el desarro llo de los tem as ta u m a tú rg i­ cos en las biografías ascéticas (y p rim e ro en los Actos ap ó cri­ fos de los A póstoles), no se concebía sa n tid a d que no se acom ­ p a ñ a ra y m an ifestara p o r los poderes so b re n a tu ra le s de hacer m ilagros. Aquí tropezam os con u n terc er e s tra to sem ántico: el de las d unám eis del N uevo T estam ento, precisam en te t r a ­ ducidas al latín p o r la p a la b ra " v irtu d e s”. E ste v alor am biguo de la p a la b ra nos aparece en el prefacio de los Diálogos grego rianos, en la expresión de "signos y v irtu d e s " 41, Y consta que la gesta de los padres Ita lici nos cu en ta p recisam en te a m e 40 A la frase que acabam os de cita r en la nota preced ente parece corresp on d er efectivam ente el ju icio de Ild efo n so sobre el interés de los Diálogos (en su D e u. i., cap, 1): «in am ore caelestis p atriae m ira docum enta». E nseñanza de un tipo superior, esp iritu al, qu e abar­ ca tanto la sim ple ética co m o las razones que em p u jan a la fe: recor­ dem os en efecto q u e ya T ertulian o, adu. Marc. 3, 3, p o r «docum enta uirtutum » alude a las p ru eb as d e la divinidad de C risto que constituyen sus m ilagros. C on esta precaución, el paralelo que acab am os de señalar parece orien tar hacia la idea m ás p recisa del v a lo r ético d e los ejem ­ plos, sin que el m atiz de «pruebas de la fe» se pu ed a descartar. 41 En sentido inequívoco de: m ilagros y poderes taum atúrgicos; cf, dial. ib. c, 152lt: «Nam u alde in Italia aliquorum u itam u irtu tibu s fulsisse cognoui... E t quidem bonos u iros in hac térra fuisse non dubito, signa tam en atque u irtu tes... ita sunt hactenus silentio suppressa». La oposición enre la a lta m oralid ad («bonos uiros») y las «virtudes taum atúrgicas» («signa atqu e uirtutes») no d e ja lu ga r a duda. Ni tam poco el carácter b íb lico de esta exp resión (cf. Hebr. 2, 4). (22) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. In s t i t u t o p r o v i n c i a i o m J. F0NTA1NE 81 nudo su "vida y m ilagros", sus v irtu d e s m oi,ale<?y sus poderes de tau m atu rg o s. Igual p a sa con la tra m a de las V idas de los Padres de M érida. E s ta veta m ilag ro sa no e s tá au sen te del tra ta d o de Ildefonso. E s la que el a u to r se a p re s u ra a e x p lo ta r a fav o r de los obispos de T oledo: de los siete que reseña, cinco h an sido favorecidos de estos poderes. A sturio realiza en C om pluto u n a invención de cuerpos de m á rtire s que se com ­ p a re ja con la de G ervasio y P ro tasio p o r A m brosio de M i­ lán 42. M ontano se p u rg a de u n a calu m n ia p o rta n d o en el plie­ gue de su vestido unos carbones a rd ie n te s q u e n o le hacen d a ñ o '13. E n fin, pierd en el sentido cuantos se atrev en a insul­ ta r a H eladio, Ju sto , E ugenio I, d em o stran d o p o r el castigo di­ vino que sufren el p o d e r divino y tem ible de dichos obispos. H ay en estas tre s anécdotas del diácono Ju sto , del sacerd o te G eroncio, del diácono Lucidio un ro m an ticism o sin iestro y b ru ta l, m ás conform e al concepto v e te ro te sta m e n ta rio d e u n Dios ju sto y vindicativo que no a la b o n d a d y m iserico rd ia de Cristo, tal y com o se m anifiesta en los m ilagros de los "p ad res itálicos" de G re g o rio 44. D onato y N onito siguen operan d o mi42 D e u. i., cap. 2: el p aralelo ha sido hecho p o r D om L am bert er> su artícu lo del D H G E d ed icad o a A sturio; y a lo h a b ía n o ta d o el P. F l o r e z , España sagrada, M adrid, 1750, t. 5, pág. 240a: «fue igu al en esto a A m brosio y otros santos». 43 N o es n u estra inten ción estu d iar aquí a fon d o la tip ología y el sentido h istó rico de estos m ilagros. L a ord alia de M ontano se rela ­ ciona directam en te con el recu erd o d e V vlg. prou. 6, 27 y 29: «N um quid potest hom o abscon d ere ignem in sinu suo ut u estim en ta illius non ardeant ? (...) S ic qui in gred itu r ad m uiierem p ro x im i sui, non erit m undus cum tetigerit eam». ¿O rdalia real o leyen da b o rd a d a en el recuerd o de una calum n ia d isip ad a p o r el sa n to h om b re? E n todas form as la relación entre el «milagro» y el texto b íb lico p arece inne­ gable. P ara estos m ilag ro s relativos a un fuego, el P. d e G a iffie r tiene la bondad de señalarm e los estudios de P. B r o w e , D e ordaliis, R om a, 1932 y 1933; E. C. B r e w e r , Dictionary of m iracles, s. v. fire (London, 1884); enfin C . G r a n t L o o m i s , W hite Magic, 1948. 44 L a Regía pastoral encom ienda p recisam en te m ezclar firm eza y m iserico rd ia (c f. 2, 6s. f.). P o r o tra parte, n o se puede en co n tra r en los Diálogos ningún ejem p lo donde, a la d iferen cia diel te xto ildefonsiano, la venganza d ivin a n o h a ya ced id o a cu alq u ier d ep recació n m iseri­ cordiosa d e p a rte del santo ven gad o p o r Dios. E l P. d e G a iffie r, consul­ tad o sobre este particu lar, tiene la bondad d e reco rd a rm e el h ech o que, 6 Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. (23) 82 DE V IR IS IL L U S T R IB U S lagros después de su m u erte: aq u í se tra ta de m ilagros o p era­ dos p o r sus reliq u ias, com parables a cu an to s nos cu en ta G regorio T uronense en la Galia del siglo p re c e d e n te +5. E sta preocupación p o r las form as contem poráneas del con­ cepto de sa n tid a d ilu stre no im pide que Ildefonso se quede sensible a unos cuantos aspectos m ás h u m an o s de la gloria, y siga Bel a u n concepto m ás antiguo que bíblico de u n a gloria m undana. C urioso es, p o r ejem plo, u n tem a h ered ad o de la tó p ica del "h o m b re d iv in o ”, del théios a n é r ” antiguo, a través de su co rresp o n d ien te h a g io g rá fic o : el tem a de la p resta n cia (sino de la belleza) física del "varón ilu stre " vuelve cinco veces en su corto c a tá lo g o 46. Así, percibim os en este De uiris cuantos m ás tard ías son las Pasiones de m ártires, tanto m ás vin d ica­ tivos se m uestran las víctim a s perseguidas en c o n tra d e sus p e rse g u i­ dores. E s un hecho cu riosam en te análogo en su esp íritu al d ram atism o sin carid ad de estos tres casos de «venganzas» sin esp eran za ni m er­ ced. 45 D onato, cap. 4: «Hic et in praesen ti lu ce subsistens et in crypta sepulcri quiescens signis quibusdam p rod itu r ©ffulgere salustis...» E Ild efon so registra la im portancia de u n cu lto lo c a l de sus restos. Fór­ m ula m u y vecin a p a ra N on ito de G erona, cap. 10: «Hic et in corp ore degens et in sepulcro quiescens fertu r salvation is op erari uirtutes». E stos d os casos tienen que ser situados dentro d el m a rco general del cu lto de los santos en la a lta E dad M edia occidental. O tro aspecto de la com petición con los «Patres Italici» d e G regorio M agno; recuerda en otros tiem pos la em ulación en tre «pasiones» italianas y españolas en el Peristephanon d e Prudencio. A qu í sólo n os in teresa el h ech o de que el «varón ilustre» tam bién es p ara Ild efon so el que h ace m ilagro s en vid a y después de su m uerte; m etam orfosis del «théios aner» que p asa p rim ero po r los m ilagros de los m onjes de E gipto: nótese que Donato y N onito son am bos m onjes, com o Ild efon so nos lo cuenta explícitam ente. 46 C uatro veces en el sentido antiguo tradicional: la personalidad transcendente del «hom bre divino» tran sparen te aun en su aspecto exterior, y la p restan cia de su porte, y su fison om ía (p a ra el tem a, cf. el recientem ente reed itad o libro d e L. B i e l e r , T héios anér). E ste es el caso de Justo (cap. 8), «uir habitu dine corporis ingenioque m entís d ecorus atque subtilis», de Isid oro (cap. 9), «uir decore sím ul ac inge­ nio pollens», de Conancio (cap. II), «uir ¡tam pondere m entís quam habitudine speciei grauis», de Eugenio 1° (cap. 13), «m oribus incessuque grauis, ingenio callens». A p esar de su s variaciones, la id en tid ad del tópico se im pone en su form a antitética. Por cierto, este tópico está (24) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. J. F O N T A IN E 83 ilu strib u s u nas afinidades precisas con la rica y larga trad ició n de los géneros litera rio s biográficos, destacándose con p rec i­ sión la influencia de las biografías cristian as, y so b re todo las de santos obispos, ascetas y tau m atu rg o s, de la V ida de San M artín a los Diálogos de G regorio M agno, C om prendem os así m e jo r que m uchas p articu la rid a d es del De uiris illu strib u s resu ltan de que Ildefonso h a ensanchado su tem a. V olviendo al concepto m ás clásico, en que la noción de uir illustris r e ­ b a sab a am pliam ente el estrecho m arco de las noticias críticas sobre determ inados y contados escrito res, no se ale ja p o r ta n to del ideario vivo de su tiem po. Ya n otam os lo m ucho que este renuevo debía en efecto a las ideas gregorianas. Sólo ros falta ah o ra in te rn arn o s m ás adelan te en esta p ista p a ra p ercib ir la u n id ad p ro fu n d a que enlaza en la o b ra ta n dis­ tin to s tem as. reducido aquí a sen cillísim a expresión. N ada com ún con la enum era­ ción sinoním ica del retrato de R enovato de M érida en V itas patr, emer. 5, 14, 4: «procerus corpore, form a prespicuus, stritura d ecoras, ob tu tu gratus, etc...». N i aún con la sem blanza conven cional de San M artín en su Vida, 27, I: « caelestem q uodam m odo laetítia m u u ltu praeferen s, extra n aturam hom inis uidebatur». M ás com parab le, p o r su ca rá cte r a la vez sin tético y antitético, es el triple retrato d e M ason a en las Vitas patr. emer. 5, 2, 2, «m oribus sanctis ornatus habitu qu e m agn i decoris pulchrificatus»; ib. 5, 6, 8: «tranquilla m ente, constan ti anim o, h ilari uultu u t erat sem per solitus»; ib. 5, 3, 7 (sin la aco stu m brad a antítesis): «ut erat sem per ob tu tu gratus, iocundo uoltu». M ás c erca n a a estas descripciones es en n u estro texto un q u in to ejem plo, el d e Juan de Zaragoza (cap. 6): «tam largu s et h ilaris dato q uam h ilaris et uultu». E sa hilaritas es la alegría d ivin a que, com o lo su brayó B ie ler en el susodicho estudio, y a c aracte riza b a el sem blante d el «hom bre divino» en la aretalogía antigua. S e n otará en fin una ú ltim a excepción a estos elogios positivos en n u estro tratad o. E n efe cto el tem a se en cu en tra en revesado, en una p ersp ectiva ascética, en el retrato d e E ugenio II (cap, 14), obispo a p e sa r suyo y de aparien cia física m ezquina: «Fuit nam que conpare tenuis, pu ru u s robore, sed u a lid e feruescen s spiritus uirtute», E sta nueva antítesis en tre el ex te rio r m iserab le del hom b re d e Dios y su «virtud» in terio r se sitú a y a no en la trad ición antigua del «hom bre divino», sino en la del d esprecio ascético al cuerpo. Com ­ parar, en la escena de la elección episcopal d e Tours, los reproches dirigidos a M artín, en su Vida, 9, 3, «contem ptibilem esse personam , indignum esse episcopatu hom inem uultu despicabilem , u este sordidum , crine deformem ». En el m ism o 'sentido: G r e g . M. dial. 1, 5. (2 5 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 84 DE V IR IS IL L U S T R IB U S Con razón se h a observado que Ildefonso declarab a su in­ tención de co m p letar la noticia gregoriana del De uiris isidoriano. R epetía e sta intención, ya declarad a a prin cip io s de su prefacio, en m edio de e sta m ism a n o ticia q u e constituye su p rim e r capítulo, con la cláu su la "om itidos los opúsculos de los que hace m ención Isidoro de b e a ta m e m o ria ” 47. Pero no se h a n o tad o b a s ta n te que esta d eclaració n seguía precisam en te la rep ro d u cció n in teg ral de la c o rta n o ticia d edicada p o r Isi­ doro a la Regula pastoralis de G regorio. E s ta repetición exacta constituye, a n u e stro juicio, la llave de to d a la o b rita de Ildefonso. Los trece varones que siguen a G regorio e n el t r a ­ tad o ildefonsiano h a n sido enfocados p o r el a u to r com o o tro s ta n to s ejem plares valiosos del dechado vivo que glorifica el cap itu lo p rim ero . Más p recisam ente, la tesis fu n d am en tal que constituye com o el e je en que descansa to d a la o b ra, aseguran­ do su unid ad , nos p arece se r la sig u ie n te : estos abades y o b is­ pos h a n sido las encarnaciones diversas y diversam ente perfec­ tas, del ideal del pastor p ro p u esto p o r G regorio M agno en su Regla pastoral. La fidelidad p a rc ial de Ildefonso a las no rm as del género, la m odificación debida a las influencias d é los géneros biográficos, las m iras de p o lític a eclesiástica: estos aspectos diversos, a m enudo c o n trad icto rio s, de la o b ra no nos pueden p ro p o rc io n a r u n a solución ta n p len am en te satis­ facto ria com o la co n stan te referencia al " p a s to r" gregoriano. E sta es, p rim ero , la m e jo r justificació n , p o rq u e la m ás p ro fu n d a, de cu an tas lanzas rom pe Ildefonso a fav o r de los varones que no dejaro n ningún escrito. E ste a p a re n te escán­ 47 De u. i. 1: «exceptis opusoulis, de quibus Isidorus b ea tae mem oriae m entionem fácil». E l tono de veneración de la cla ú su la «beatae m em oriae» es notable, pero d ifícil de ap reciar en su conten id o exacto. Com párese con la variación sinoním ica de los epítetos en el célebre ep itafio d e los obispos sevillanos y su herm ana (272 V ives): «felicis m em orie Leander... sánete m em orie Isid oru s... pie m em orie F lorem tina...» F órm u la pues, y p o r decirlo así, de «cortesía funeraria». Y el em pleo fo rm u lario de beatus y beatissim us com o m eros títu los de cortesía, y a en los encabezam ientos de las carta s en tre «varones eclesiásticos» del siglo IV, no perm ite sacar aquí con clu sión alguna en fa vo r de los principios d e un cu lto de San Isid oro, q u e el Conc. Tol. X V (a. 688), pág. 462 V ives, se lim ita a lla m a r «doctor egregius». (2 6 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. .T. F O N T A I N E 85 dalo — cuando uno no se refiere m ás que a las trad icio n es e stric ta s del género e n su fo rm a jero n im ian a — , ya se m atiza cuando se p iensa e n la destreza co n que, e n tiem pos m ucho m ás letrados, Sulpicio Severo h a b ía salvado ya tal d ificu ltad con el asceta M artín T uronense,43. P ero se e n tien d e m ucho m e­ jo r tal ac titu d cuando nos referim os a la oposición estableci­ da p o r G regorio M agno e n tre actos y p a la b ras del p a sto r, d á n ­ dose la su p e rio rid a d a las o b ras sobre las p a la b ra s: "S ea el p a sto r distinguido p o r su o b ra r y enseñe p o r su vivir la vía de la vida, p a ra que el reb a ñ o ... avance m e jo r p o r los ejem plos que p o r las p a la b ra s ” 49. Tal p rec e p to del te rc e r lib ro de la Regla pastoral p erm ite en fo c a r en su v e rd a d e ra luz la e x tra ñ a fra se de Ildefonso so b re H eladio, que p arece p rim e ro lanzada en tono de desafío: "Se negó a escrib ir p o rq u e cu a n to h u b ie ra tenido que escribir, la página de su o b ra r cotidiano lo ense­ ñó" 50. No se tra ta de p rag m atism o rom ano, con u n a pizca de 48 Insistiendo, en la Vida, 25, 6, en la riqueza, graved ad y dignidad de sus «col lat iones» personales con el au tor, en su d estreza y tino en la resolución d e la s d ificu ltad es exegéticas, en su cien cia e ingenio, y aún en «la p u reza de su elocución»... 49 G r e g . M. reg. past. 2, 3: «Sit recto r operatione praecipuus, ut uitae uiam uiuen do denuntiet, et grex qu i pasto ris uocem m oresqu e sequitur p e r exem pla m elius q u am p e r u erb a gra d ia tu r... u t non solum sit o p eratio utilis, sed singularis»; y dial. 1, 12 (co n an títesis en tre ética y taumatuirgia, inclinand o en fa v o r d e la prim era): «V itae nam que u era aestim atio in u irtu te est operum , non in osten sion e signorum » (el griego trad u ce aqu í ju sta m en te p o r la oposición en tre érgon dynámei y sem éion epidéixei). 50 D e u. i. 7; «Scribere renuxt, quia q u od scriben d u m fu it, quotid ian ae operationis pagina dem onstrauit». L la m a en p rim er lu g a r la atención en esta frase , la p a lab ra típ icam ente gregorian a operatio: adem ás de los d os em pleos en la citación de la Regla en la n ota precedente, cf, p. ej. m o ra l 18, 5, 9-10 y 19, 30, 56; tam bién el va lo r d e opus en los Diálogos (ej. en n. precedente) o en moral. 21, 21, 33; o el de operari en m o ra l 22, 19, 45. L as referen cias a los Moralia m e han sido com unicadas p o r Cl. D agens, q u e p rep ara un estu d io sobre Grégoire le Grand docteur de l'experience interiecure. L a m etáfora de la «página de la vida» tiene que ser relacion ad a con la grande n ebulosa im agin ativa del sim bolism o del lib ro a l que E. R. C u r t i u s , La littérature européem e et le M oyen Age latin (trad . fr.), P arís 1956, dedicó su cap. X V I, sobre todo, pág. 380 qu e nos refiere (2 7 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 86 D E V IR IS IL L U S T R IB U S cinism o, tam poco de perversión del género lite ra rio De uirts illustribus, ni de p érd id a del sentido lite ra rio o de o b scu ran ­ tism o cerrado. Se tra ta de p re fe rir la acción p a sto ra l y el tes­ tim onio d irecto de la vida a unos p recep to s ab stra cto s. Se tra ta de volver a u n a revisión rad ical de la actividad lite ra ria en u n tiem po en que tal actividad parece a m enudo "juego de p rín c ip e s” y diversión de los problem as m ás urgentes. De donde la concepción u tilita rista , m e jo r dicho funcional, del acto de escribir, que le hace ap re c ia r so b re to d o a Ild e­ fonso los escritos d irectam en te em peñados en la vida de la iglesia: así, p o r ejem plo, las ca rtas de M ontano, "com puestas p a ra provecho de la disciplina eclesiástica” 51. E ste tem a de la utilitas ecclesiae resu rg irá, de m an era significativa, en la Vida de Ild efo n so p o r Julián, que celebra los lib ro s del Tole­ dano com o unos dones publicados p o r Dios " p a ra la u tilid a d de su ig lesia” 52. Así se prolonga, b a jo u nas form as nuevas, la al m á rtir de P r v d . perist. 10, 11, 19, «inscripta C h risto pagina»-«página escrita p a ra Cristo», según l a m ejo r in terp retación d e Hl. T h r a e d e , S tudien zur Sprache und S til des Prudentius, G ottingen, 1965, pág. 136. C on la frase de H eladio hacen p a reja en n u estro tratad o las d os sobre A sturius (cap. 2), «uir egregiu s assignans op era u irtu tu m p lu s exem p io uiuendi q u am calam o ■scribentis», y N onnitus (cap. 10), q u e «rexit ecclesiam Dei m eritoru m exem plis am plius q uam u erb oru m edictis»: com parar G r e g . M . reg, past. 3, 40: «praedicator quisque p lu s actibus quam uocibus insonet e t bene uiuendo u estigia sequacibus im p rim at potius q u am loquendo quo grad ian tu r ostendat». 31 D e ti. i. 3: «Scripsit epistolas duas ecclesiastica e u tiiita tis d is­ cip lin a consertas». M i trad u cción supone la corrección del texto re­ prod ucid o en V on D zialow ski en « ecclesiasticae u tiiita tis disciplinae» o «ecclesiasticae u tilita ti disciplinae» (gen itivo salustian o d e fin , o da­ tivo de interés). En todas form as, la id ea de «hacerse ú til a la iglesia» parece fu era de duda: estas carta s han sido in stru m ento d e acción p astoral, ordenado al p rovech o de la disciplina eclesiástica, y adm irado com o ta l p o r Ildefonso. 52 Félix, Vita Ildefonsi, 6: «sum m am libroru m eius, quos p er eum Deus ad u tilitatem ecclesiae suae d ep rom p sit, istin c le c to r addisce...» N o se o lvid ará que en el D e u. i. d e Isid oro la idea d e u tilid ad no es ausente, p ero no se relaciona precisam ente con la Iglesia, y se presenta dos veces b a jo la fórm u la «ualde útiiem » respectivam ente ap licad a a la crón ica de Juan B iclaren se y a una c a rta (tam bién!) de E u tro p io de V alen cia, en los dos últim os cap ítu los de la ob ra (31 y 32). La «ecclesiae utilitas», según Genadio (cap. 17), en la ju stificació n op u esta po r (2 8 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. J . F O N T A IN E 87 vieja reivindicación de las filosofías helenísticas p o r la su p e­ rio rid a d del vivir sobre el saber, y la desconfianza a n te u n a cu ltu ra g ra tu ita a le jad a de la vida. Pero no se olvidará tam ­ poco la m atización ya an tig u a del utile p o r el honestum . E ste ideal gregoriano del p a s to r es quizás lo que puede m e jo r explicar la p o s tu ra cu riosa de Ildefonso p a ra con Isid o ­ ro, hecha de adm iració n y de reserva a la p a r. A dm ira la o b ra, p ero sobre todo la elocuencia del o rad o r sagrado. M ucho d ista de e n u m e rar to d as sus obras, y a u n p arece c o n sid e ra r con recelo las E tim ologías: o b ra ú ltim a, h echa a petición de u n discípulo, d e ja d a sin te r m in a r ...5Í. Ildefonso da la im p resió n de h a b la r con reticencia de la o b ra m agna del H ispalense, com o si h u b iera querido excusarle de h a b e r hecho ta n m o n u ­ m ental concesión a los saberes p ro fan o s, y a u n a s p reo c u p a ­ ciones de p u ro conocim iento que ya no deben se r las del p a sto r gregoriano. H ay quizá algo com parable, e n el tono m olestado y reservado de esta n o ticia dedicada a Isid o ro , con el desasosiego de G regorio M agno ante el tiem po dedicado p o r el obispo D esiderio de V iena a la enseñanza de la gra­ m ática 54. Pero tam b ién Isid o ro h ab ía sido u n "g re g o ria n ista ’' R ufin o a su «obtrectator» (Jerónim o) p ara defender sus ob ras. Jeró­ nim o elogia sólo a H egesipo (cap. 22) p o r su o b ra h istó rica escrita «ad u tilitatem legentium », p ero em plea p o r o tra parte siete veces el ad je­ tivo «utilis». S ería, pues, in ju sto d escon ocer e sta tradición continua en el género De uiris illustribus. L o que q u isiéram os va lo ra r es el sentido renovado que c o b ra la notación en Ild efon so co n referen cia al ideal del varón eclesiástico concedido ante tod o com o pasto r, p re­ d icad or y recto r (cf. inf.). 53 Y a hem os su b rayad o el sitio del elogio qu e Ildefonso h ace de la elocuen cia isidoriana, ante toda alusión a su ob ra escrita. L a m ención del D e ecclesiasticis o fficiis, «que él (Ild efonso), tanto aprovech a en su D e cognitione b aptism i» (d ixit con m u cho acierto J. M a d o z en E st. E cl., t. 26, 1952, pág. 477), quizás sea sign ificativa p o r su m ención en cab eza de las o b ra s escritas. E n fin, tod o aparece agenciado, en la céleb re frase sobre las E tim ologías, p ara excu sar a Isid oro y, por d ecirlo así, a ten u ar su responsabilidad en la em presa: cf. De u. i. 9 (subrayam os las p alab ras que nos parecen tra d u c ir esta m olestia): «Scripsit quoque in ultim o ad petition em B raulionis C aesarau gu stan i episcopi librum E tym ologiaru m , quem cum m ultis annis conaretur perficere, in eius opere diem extrem um uisus est conclusisse». 54 S ob re la actitud m atizada de G regorio en su fam osa adverten cia (29) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 88 DE V IR IS IL L U S T R IB U S fervoroso, e Ildefonso d em u estra q u e lo sabe m uy bien, c u a n ­ do le rinde a Isid o ro el hom enaje de re p ro d u c ir literalm ente, e n su c ap ítu lo prim ero , gran p a rte de Ja noticia co rresp o n ­ diente dedicada a G regorio p o r el H ispalense. Con todo, con to d a su sincera adm iració n p a ra el ingenio de Isid o ro , Ildefon­ so p e n saría p a ra sus ad en tro s que un a d m ira d o r ta n en tu sia s­ ta de G regorio no m editó b a sta n te la Regla pastoral. P o r con­ vicción, celos o com plejo de in ferio rid ad , Ildefonso to m a an te Isid o ro el ceño de u n "u ltra -g re g o ria n ista ”. Se p ien sa en el juicio de Tácito so b re A grícola y su p a sió n p o r la filosofía ultra quam concessum Romanó ac senatori. Así creem os p o ­ der sospechar que Ildefonso no se sen tía a sus anchas con ta n to tiem po dedicado p o r el obispo de Sevilla a las a rtes liberales y a la erudición, digam os ultra quam concessum Hispano ac pastori. Tal juicio se e n c o n tra b a ju stifica d o cu an ­ do Ildefonso leía la vida de Sánctulo, sacerd o te de la p ro v in ­ cia de N ursia, en los Diálogos, y veía a G regorio alab an d o a la "docta ig n o ra n c ia ” y despreciando, fre n te a ella, "n u e stra ind o cta c ie n c ia " 55. P o r fin, el ideal del p a s to r nos explica lo q u e estam os en ten tació n de c o n sid erar p rim e ro com o un rasgo de a u to rita ­ rism o y de v o lu n tad de p o d er b a jo la p lu m a del Toledano. La m áxim a g loria de estos abades y obispos, en efecto, p arece a Ildefonso la de los " re c to re s” que rigieron con m an o firm e y a u to rid a d sea su m o n asterio , sea su oficio episcopal, sea la sa n ta liturgia. El ejem plo m ás sugestivo es el de H eladio: a D esiderio de V ien a (epist. 11, 5 4 ), c f . n u e s t r o Isid ore de S éville..., i c h e , E ducation et cu ltu re dans l ’O ccident barbare, 2 e m e é d ., P arís 1967, p á g . 196. 55 C ap ítu lo esencia], el d e dial. 3 , 4 7, «De S an ctu lo presb ytero prouineiae Nursiae», p a ra la com pren sión p ro fu n d a de la a ctitu d de G regorio M agno fren te a la cu ltu ra y a su sitio en un a vid a ordenada a la santidad cristiana: acab a de d em ostrarlo Cl. D a g e n s , en s u com unicación a la qu in ta C onferencia sobre estu d ios patrísticos de O xford (Sept. 1967), sobre Grégoire le Grand et la culture: de la sapientia huius rnundi» a la «docta ignorantia», ahora p u b lica d a en la R evue des E tudes Augustiniennes, t. 14, 1968, págs. 17-26. La frase cap ital, d e la que hem os trad u cid o la p rim era parte, es la siguiente: «Com parem us, si p la ce l, cum liac nostra indocta scientia illius d o cta m ignorantiam . V bi liaec n ostra iacet, ibi illius disciplina eminet». t . 1, 1 9 5 9 , p á g . 3 6 ( y n , 3 ) , y F ie r r e R (30) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. J . F O N T A IN E 89 rector publicarían rerum en el m undo, "rige c o n discreción el estado m u n d an o ", p a sa al m o n asterio donde, hecho abad, ‘‘rigió d ebidam ente la vida de los m onjes", antes de te rm in a r obispo de Toledo y d u ra n te dieciocho años “m an te n er la sa n ta regiduría"56. No todos los cap ítu lo s p re se n ta n así to d as las p a la b ras de e sta fam ilia: rector, regere, régimen. P ero u n a m ayoría de ellos p re se n ta n varios em pleos del v erbo regere, que viene a se r com o u n a p a la b ra tem ática de la g loria de abades y obispos 57. E l enfoque exacto de este fenóm eno, lo encontram os en la Regla pastoral, en q u e m enudea e ste v o ­ cabulario, p ecu liarm en te en el cap ítu lo décim o de la p rim e ra p a rte , y ya en el prólogo de donde Isid o ro h a b ía sacado (reproducido en este p u n to p o r Ildefonso) el prin cip io de su resum en p erso n al de la o b ra : "cual h a de v en ir cada u n o al oficio de regir" —qualis quisque ad officium regiminis ueniat— M. Si Ildefonso concede ta n ta im p o rta n c ia a la excelen­ 56 De u. i. 7 (citam os según el orden de la n oticia): «regiae aulae illustrissim us pu b licaru m qu e recto r... reru m (...) u itam m on achorum d eb ite rex it (...) statum m undi... m agn a perh ib etu r rexisse d iscretion e (...) decem et octo annis sacru m régim en tenuit». E sta repetición «temática» de las cu a tro p alab ras de la m ism a fam ilia ( rector, rexit, rexisse, régim en) denuncia varios m atices d e la id ea que Ild efon so se h ace del gobierno episcopal: en p a rticu la r c ie rta inflexión q u e pod ría­ m os llam ar «política» en sentido antiguo, ap arece en la trayecto ria ejem p lar de H eladio, con su continu id ad del «régim en p u b licaru m rerum» al «régim en anim arum » gregorian o, llam ado «sacrum regim en» por Ildefonso, en antítesis a la expresión «statum m undi... rexisse». 57 M ontano (cap . 3), «regim en honoris reten tau it ac disposuit condigno eaelestiqu e iure sim ul et ordine» (se n ota la acu m u lación de p alab ras ca si ju ríd icas, exp resan d o la activid ad «gobernadora» d el obispo); y prosigue: «m agna perh ib etu r p roh ib ere a u cto rita te ... am a­ tares... P riscillianae sectae... abd icat e t e x p ro b ra t... c o m m ittit ei sacerdotalis au etoritatem u igoris, p e r q uam ...episcopos ...m agn a com pescat inuectione». N on nito (cap. 10) «rexit eoclesiam D ei m eritoru m cxem plis am plius qu am u erboru m edictis»; B ra u lio (cap . 12) «durauit in regimine». En fin, d ejam os a p a rte el elogio de aquellos que e je r­ cieron su autoridad poniéndo orden en la santa litu rgia: a sí Conancio (cap. 11) «ecclesiasticorum officio ru m ord in ib u s intentus et prouidus», y E ugenio II (cap. 14) «cantus pessim is usibu s u itiatos m elodiae cog­ nitione correxit, o fficio ru m om issos ordines cu ram qu e discreuit». Tal activid ad de reform ad or y o rd en ad or litú rgico será encom iada en Juliano de Toledo por su b ió grafo Félix ( Vita Iuliani, 6). (31) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 90 DE V IR IS IL L U S T R IB U S cia del gobierno de los m onasterios y las diócesis, es que h a a p ren d id o en la Regla que "el a rte de las a rte s es el gobierno de las a lm a s” 59. Así se tra sla d a al p la n p a sto ra l la in m o rta lid a d que an ta ñ o C icerón tuvo p ro m e tid a a los "recto res y conser­ v a d o re s” de las com unidades hum anas, y la m ism a p a la b ra de " re c to r” le sirve tod av ía a Ildefonso p a ra designar y a no los h o m b res políticos, sino los obispos y sin g u larm en te los de Toledo. Que ta l sublim ación llevara consigo algún riesgo, sobre todo en la corte, en que p o d er real y p o d er e sp iritu a l se en­ lazaban y a fre n ta b a n a la vez, no se puede d u d a r de ello, a ú n lim itándose al estrecho m arco de n u e stro t r a t a d o w. Atestí58 Ild ef. D e u. i. 1 = Isid. De u. i. 27, pág. 148, 6 C od oñ er. «librum regulae p a sto ralis... in q u o docet q u alis q u isqu e ad o fñ ciu m regim inis ueniat, u el q u aliter, dum uenerit, u id ere uel d ocere subiectos studeat». E s cu rio so n otar que el De u. i. iSidoriano ign ora la palab ra régimen fu era de esta págin a, y no desconoce m enos cu alq u ier em pleo de rector o regere. E l cam b io de p ersp ectiva se a firm a así de m anera contundente, 59 G reg. M, reg. past. libro I, cap. 1: «Ars est a rtiu m régim en anim arum ». La fórm u la es im plícitam ente tur d esa fío a la cu ltu ra m undana trad icional, pu esto qu e es sim étrica de un a de las definiciones m ás célebres de la filo so fía antigua, tod avía presen te en Isid. etym, 2, 24, 9: «Philosophia e st ars artium e t d iscip lin a disciplinarum » (Fuentes y afinidades en n u estro Isid ore de S év iü e..., t. 2, 1959, pág. 605 y n ota 1). G regorio no con serva m ás q u e la p rim era p a rte de la definición, com o p ara su gerir que, p ara él, los aspectos intelectu ales d el «arte del gobierno pastoral» constituyen , con todo, un elem ento segundario con referen cia a la im portancia p rim ord ia l del acu erd o en tre palabras y actos, y del o b ra r (o p era d o ). E l resum en de Isid oro reprod u cido po r Ildefonso se pu d o inspirar, adem ás del oap. 10, sobre to d o en esta frase d el prefacio : «pensandum e st u alde ad culm en q u isqu e regim inis q u aliter ueniat, e t bene uiuens q u aliter doceat...» 60 Y a lo hem os sugerido reflexionan do en la presentación de la ca rre ra «modelo» de H eladio (sup. n. 56). C la ro es — aunque la ono­ m ástica de los firm an tes de los concilios de T oled o n o fa cilita base segura p ara d iscern ir los obispos d e origen hispano-rom ano y godo— , que la evolución del reclu tam ien to de la iglesia esp añ ola se caracte­ riza en el siglo V II p o r una invasión p ro g re siva de sus jera rq u ía s po r unos clérigos venidos de la n obleza goda. A unque resu lta im posible dem ostrarlo, «it seem s p rob ab le... that Ildefonsus w as o f n oble G othic origin», conclu ye (quizá con cierto atrevim ien to en la p a lab ra «pro­ (32) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. .T. F O N T A I N E 91 gualo la curiosa página del prefacio en que Ildefonso enco­ m ia a la ciudad de Toledo com o "gloriosa se d e ” de los obispos que se p re p a ra a reseñar. E ncim a de la gloria que le confieren su n u m ero sa población y, com o dice, "la presen cia de los gloriosos p rín c ip e s”, Ildefonso la exalta com o ciu d ad sa n ta y lugar sagrado, acum ulando los recu erd o s bíblicos del A nti­ guo T estam ento. D esigna a los fieles p o r la p e rífra sis típ ica ­ m ente bíblica de " los que tem en a D ios”. E sos la tien en p o r u n "lu g ar tem ib le ”; la m ism a expresión con q u e Jacob, al d esp ertarse del fam oso Sueño que h a ilu s tra d o el pincel de R ibera, designa el lu g ar donde h a b ía tenido e sta revelación divina. E n c u a n to a la "sede g lo rio sa ”, la en co n tram o s dos veces en el E c le siá stic o 61. Así, Ildefonso h a tejid o con pacien­ cia u n a decoración bíblica y divina e n to rn o de la sede episco­ pal de Toledo. E n este fondo, b o sq u e ja d o en u n a c o rta digre­ sión de su prefacio, d estaca con innegable triu n falism o la c o ­ m itiva gloriosa de los abades de Agali y obispos de Toledo, bable») Sr. Ath. B r a e g e l m a n n , T he Ufe and w ritings..., pág. 6. De ser com probado, este hecho p e rm itiría u n a lectu ra todavía m ás sugestiva del cap ítu lo sobre H eladio, com o apología de la cap acid ad d e los rec­ tores m undanos p ara ejercer el o ficio de recto r esp iritu al, ta n to en la carga de abad com o en p o n tificad o seglar. De cierta m anera, vend ría a ser un m anifiesto aristo crá tico y una ju stifica ció n h istó rica de la vocación de la n obleza (hispano-rom ana o goda) a e je rc e r funciones jerárq u ica s en la iglesia. C on stitu iría así un d ocum en to im portante p ara la evolución de la iglesia visigótica, tanto en sus estru ctu ras sociológicas com o en su «ideario». 61 De n. i., prefacio: «in illa sede glo riosa T oletan ae u rbis, quam .. gloriosam dico... ex hoc qu od co ra m tim en tibus D om inum iniquis atque iustis h abetur locus terribilis om nique u eneratione ■sublimis». C om parar V vlg . gen, 2 8 , 17, en q u e Jacob se d esp ierta y dice: «quam terribilis est locus iste ! non est hic aliud nisi dom us Dei e t p o rta caeli»; p a ra la «sede gloriosa», c f. ib. eccli. 4 0 , 3: «super sedem gloriosam usque ad hum ilitatem », y tam bién 4 7 , 13: «Dominus dedit illis sedem glo riae in Israel». Sublim is, con sentido a m enudo a la vez m aterial y m eta­ fórico (elevado y sublim e) es un ep íteto frecu ente de lugares en la B ib lia, aplicada por ejem plo a m ontes y ciudades: am bos convienen, y con am bos sentidos, a la califica ció n de Toledo, ideada com o el «lugar santo» y la «santa montaña». E sta estilización veterotestam en taria de Toledo hecha «lugar sagrado» concuerda bien con el m ism o tipo de estilización de la venganza divina que protege a sus obispos, según e! m ism o prefacio. (33) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 92 DE V IR IS IL L U S T R IB U S acom pañados de algún que o tro fo ra ste ro ad m itid o en su ilu stre com pañía. ¿T riunfalism o y am biciones d e p rim a cía ? o bien ¿necesidad ín tim a d e tra n q u iliza rse en u n tiem po incier­ to? P a ra c o n te star, h ace falta co n sid erar la percep ció n del tiem po e,n la o b ra. T res veces en el prefacio se p la n te a la opo­ sición e n tre " a n tig u o ” y "n u ev o ” 62. Allí m ism o, no p arece m ero tópico la confesión de la negligencia y el olvido q u e siguieron los in te n to s histó rico s de las o b ras is id o ria n a s 63. Y es signifi­ cativo el en tu siasm o con que Ildefonso te rm in a el tra ta d o p o r un elogio enfático del tra b a jo de resta u ra c ió n y com ple­ m ento realizado p o r su predecesor Eugenio II en la o b ra 62 Ib.-, «quaedam u etu sta,.. q u am plu rim a noua (...) F ertu r nam que ex an tiq u itate u eteri q u od p o tu isse fieri c e m itu r exem plo tem poris noui (...) quaeque u etera antiquorum rcla tu re p p e ii quaeque noua exhibitione tem poris d id ici...» L a segunda antítesis e s sim étrica, (no decim os idéntica) de la que en contram os en el p refa cio de las Vitas patr. emer., praef., 2 -3 , pág. 136 G arvin: «Ne ...q u ispiam aestu et anim o quod priscis iam tem poribus gesta esse u id eantu r... (...), en h od iem is tem poribus in E m ereten si u rbe fu isse narram os», id ea vecin a de G reg , M . d ia l 3 , 16: «Facta haec placen t q u ia m ira et m u ltu m quia recentia». Algo im plícita, pero no p o r eso m enos p resen te y activa en las intenciones expresadas p o r Ild efon so en su p refacio , es 'la idea d e que, p ara q u ien sa b e m irar, la «H istoria Santa» prosigu e su cu rso po r la acción del esp íritu : esta idea, claram en te presentad a en el prefacio del E m eritense (praef. 2: «dum lu ce cla riu s euan gelicae a u cto rita tis u oce cu n ctis m a n ifestetu r íDominum sem per operaisse et b acten u s operari») es una de las ideas m ayores que han d eterm in ado a escrib ir al prim er b ió grafo cristian o de lengua latin a: el a u to r — o ed ito r— de la Passio Perpetuae et F elid ta tis. C f. p o r ejem p lo esta declaración inicial: «Si u etera fid ei exem p la... in litteris s-unt digesta, ut lectione eorum e t D eus h on oretu r e t hom o con fo rtetu r, c u r nom e t noua d ocum en ta... digorantur?» y su afirm ación : «unam u irtutem Spiritus unius S an cti p ro a etatib u s... tem porum ». 65 De u. i., p refacio : «Post fum e ( = Isidorum ) in n ostris partibu s incuria cunctos inuasit, ita u t quaedam u etu sta antiq u itas op eriret et q uam plu rim a noua neglectus obliu ionis absconderet». E s el senti­ m iento — en el d ob le sentido d e la p alab ra— de una lam en tab le caren ­ cia h isto riográfica en la iglesia esp añola desde Isidoro. O tro indicio de la influencia de los D iálogos pregorianos, en c u yo prin cip io Pedro expresa precisam ente un sentim iento análogo (praef., c. 152d): «signa. . atq u e uintutes (patru m Italicoru m ) aut ab eis nequáquam fa cta existim o aut ita sunt hactenus silentio suppressa u t u tru m ne sint fa cta ncsciam us». (3 4 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 93 J. FONTAINE poética do D raconcio. Se atreve a ú n a a firm a r que h a salido m ás h erm o sa de su corrección a rtístic a que no de la m a n o de su p ropio a u t o r 64. E ste a fá n d e " re s ta u ra c ió n ”, q u e hem os n o tad o com o u n rasgo p e c u liar de la c u ltu ra isid o rian a, sigue así siendo u n a preocupación m ay o r de Ildefonso. Si se n o ta alguna estrechez y com o u n literalism o d esagradable en lo que hem os llam ado el "gregorianism o" de Ildefonso, hay que reconocer, pues, la p ro fu n d id a d de e sta in spiración, y no a te ­ n erse a las ap arien cias apologéticas y triu n fa lista s de cierto s de sus acentos. E s de la o b ra de G regorio de donde Ildefonso saca la fuerza de estilizar con o riginalidad a los v arones ilus­ tres de su De uiris illustribus, realizando gracias a e sta m ira p a sto ra l la síntesis de las tradiciones ta n diversas que hem os ido descubriendo en su tra ta d ito . * * * La creciente influencia de las o b ras de G regorio M agno en el ideario de la iglesia visigótica m an ifiesta así su p o d e r re ­ n ovador h a s ta en u n género litera rio m en o r cuyas tradiciones y n o rm as no se h a b ía n m o d ificad o su b stan cialm en te desde Jeró n im o h a sta Isidoro. Las im presiones e x tra ñ as que produce el De uiris illustribus en u n lecto r a c o stu m b ra d o a las obras latinas cristia n as que llevan este m ism o títu lo no en cu en tran ju stificación satisfacien te d e n tro de la h isto ria c ristia n a del género. Pero el concepto ildefonsiano de uir illustris refleja to d a la co m plejidad de los valores de vida h ered ad o s de la an tig ü ed ad ro m an a p o r la b iografía c ristia n a latina, y e n ri­ quecidos p o r ésta. Pues tal es la p a ra d o ja del g regorianism o en Ildefonso. P o r u n a p a rte , Regla pastoral y Diálogos le p ro p u sie ro n la teo­ ría y la p rá c tic a de u n estilo de vida del v aró n eclesiástico, estilo a la vez ascético y p a sto ra l, que se ap re su ró a reconocer en los ejem plos dejad o s p o r los obispos españoles, y sobre todo toledanos, de las ú ltim a s generaciones. Pero, poniendo de relieve los m érito s de aquellos p a sto re s insignes, se encam inó, guiado p o r G regorio M agno y quizás tam b ién p o r unos b ió ­ 64 T exto citad o arriba, n. 20. (35) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 94 DE V IR IS IL L U S T R IB U S grafos cristian o s m ás antiguos, hacia u n a nueva valoración de actitu d es típicam ente rom anas. N o es tra ic io n a r su voca­ b u lario ni sus intenciones reconocer com o en tra n sp a re n c ia cierta rem anencia de la ro m an id ad an tig u a b a jo p a la b ras y fórm ulas que a ú n conservaban el reflejo lejan o de los sucesi­ vos ideales del uir illustris. Así ensanchado h a sta los h orizon­ tes extrem os de los géneros biográficos, el género arriesg a b a e sta lla r en juicios estéticos y éticos sin coherencia m u tu a. Pero a b rien d o la m arch a al com pás de su ideal a la p a r m o­ n ástico y p a sto ra l, G regorio M agno aseg u rab a la u n id a d de la o b ra p o r la coherencia de su p ro p io ideal de vida. P rim os h erm anos de los "p ad res itá lic o s” y del p a s to r ideal­ m ente re tra ta d o en la Regla, p ero tam b ién de A ntonio E g ip ­ cio y M artín T uronense, los obispos p resen tad o s p o r Ildefonso h an sufrido, p o r cierto, u n a estilización cuya a m p litu d nos es difícil m ed ir a h o ra con exactitud. No se puede ya, sin em ­ bargo, despreciarlos com o escritores m ediocres o m enguados, ni com o m eros exponentes de u n a po lítica eclesiástica. Ni si­ qu iera la im itación del p a s to r gregoriano se puede co n sid erar en ellos com o u n disfraz lite ra rio : fa lta ría olvidar, p a ra ello, la enorm e influencia que ejerce ya la o b ra greg o rian a e n la edad de Isidoro de Sevilla y sus contem poráneos, m edio siglo antes. El análisis lite ra rio de estos re tra to s no re su lta m enos su­ gestivo p a ra n u estro conocim iento del re tra tis ta . E n este p u n to se averigua u n a vez m ás cóm o u n a b iografía re su lta , en cierto sentido, tam b ién au tobiografía. La fig u ra de S an Ildefonso que se desprende de n u e stro exam en es in q u ie ta y apasionada. C lam a en voz dem asiado alta la su p erio rid ad y la em inencia de los varones toledanos p a ra convencernos plenam ente. La versión m ilagrosa q u e nos da de las rencillas in te rn as al clero toledano b a jo sus predecesores d e ja e n tre v er com o u n revés poco h a la g a d o r de la b rilla n te p resen tació n que sigue.. Su p ro p io estilo refleja las in certid u m b res que nos h a n aparecido en sus pocos juicios estéticos. A lternan los períodos pesados con la sencillez de u n a expresión fo rm u la ria , cuya única ven­ ta ja es que nos deja en trev er m ejo r las ideas m a e stra s del a u to r. E stos desequilibrios del p ensam iento y de la expresión p o d rían re fle ja r las am bigüedades de u n a fase difícil en las <36) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. J. F O N T A IN E 95 relaciones e n tre el p o d e r real y el p o d er eclesiástico en To­ ledo M. Pero cual que sea el indescifrable am biente h istó rico en que ha sido concebido y escrito el tra ta d o de Ildefonso, las afinidades p ro p iam en te litera ria s de la o b ra re su lta n m ucho m ás ricas y com plejas de lo que h a sta a h o ra se h a b ía pensado. Proseguir en la m ed id a todavía posible el esfuerzo realizado desde Je ró n im o h a sta Isidoro; d o ta r a Toledo de u n a réplica eje m p la r y original de los Diálogos gregorianos, au nque no sea m ás que en el tam añ o reducido de u n a m in iatu ra; p ro p ag a r con acento m ás a u to rita rio , fre n te a u n a realeza dem asiado a te n ta a los problem as del gobierno de la iglesia, el ideal mo> nástico y p a sto ra l de G regorio M agno: ta l nos p arece h a b e r sido la trip le intención de Ildefonso y com o el triple, hilo con Se sabe que el p on tificad o toledano, de Ild efon so se caracte riza curiosam ente con el h ech o que ningún con cilio n acional se reunió entre 657 y 667 (el C o n c . Tol. X es d e 656, e l X I de 675). O b je to de con jetu ras diversas — po r falta n otable de docum entación— , el p rob le­ m a de las relaciones en tre R ecesvisto y el o b isp o de la co rte sigue sin solución (cf. útil v ista de c o n ju n to de las hipótesis avanzadas en Sr. Ath. B r a e g e l m a n n , T he lije and w riíings..., pág. 17 sq.) ¿Qué h abrá que entender b a jo la «m iseriarum pressura» y la «necessitas tem porum » de que habla, con excesiva d iscreción a nuestro gu sto, la c a rta de Ildefonso a Q uirico de B arcelon a? En todas form as, no hay ningún rasgo ni vestigio de h ostilidad o recelo p ara co n los poderes tem porales en el tratad o de Ildefonso. N ada de estos choques feroces que ponen precisam ente, en los D iálogos gregorian os, a los «patres Italici» en co n flicto esp ectacu lar con los b árbaros — O strogodos o sob re todo Lom bardos— , Todo al revés, se alaba a H eladio de su buen gobierno tem poral, .se elogia a la g lo ria real que redunda en p ro de T oledo («eum hanc et gloriosam illu stret praesen tia principum »), se fech a únicam ente p o r los reinos visigóticos (con ún ica excepción de G regorio: datación im perial heredada de Isidoro, y aún sim plificad a con respeto a éste), ¿E xpresión de una lealtad sin cera o lison jas diplom áticas? N ótese — ¿indicio negativo, pero significativo?— el indudable afán de exaltar a los obispos toledanos com o a unos «hom bres divinos» que es peligroso to ca r de cu alq u ier form a, a riesgos de su frir una trem enda venganza divina. La única «indirecta» de toda la obra se encuentra precisam ente en estos m ilagros extraños contados en el prefacio: la pérdida de «Gerontius presbyter, principis oblectam ine fo lu s ...Iu slo contem ptum deferret». ¿Será de leer com o el «Mane Thecel Phares» de Recesvinto? (37) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 96 DE V IR IS IL L U S T R IB U S que podem os asirnos de la u n id ad original de la o b ra. Así lo­ gró Ildefonso re s p e ta r h a sta cierto p u n to las leyes del género literario , y lib e rarse de ellas a la vez. M anteniendo e sta doble exigencia, a firm a b a en este "género c h ic o ” el m ism o a fá n de orig in alid ad c re a d o ra que Ju liá n de T oledo iba a m an ifestar luego con b río en la h isto rio g ra fía p ro fan a. (3 8 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. LAS FUENTES DE SAN JULIAN DE TOLEDO * Por el Prof. J. N . HILLGARTH Harvard Unlversíty Departament of H ístory Cambridge, M ass. E n esta com unicación a la Sem ana In te rn ac io n al de E stu ­ dios T oledanos V isigóticos m e pro p o n g o e s tu d ia r brevem ente las fuentes y el m étodo de com posición del ú ltim o de los g randes escrito res toledanos de la E sp a ñ a visigoda, S an J u ­ lián de Toledo. T am bién d iré algo so b re Ildefonso, au nque las fuentes de sus o b ras m erecen u n estudio m ás detenido que el q u e yo he podido realizar. No h a b la ré de S an E ugenio II. De sus poem as tenem os u n a edición c rític a , con buenos ín d i­ ces (lo que no existe todavía ni p a ra S an Ju liá n n i p a ra S an Ildefonso). Adem ás el p ro fe so r Fontaine m e in fo rm a que uno de sus discípulos p iensa realizar u n estu d io m ás com pleto. H aré u n uso especial del P rognosticum de S an Ju liá n , la o b ra de él q u e conozco m ejo r. Unas p a la b ras p relim in are s, antes de e n tr a r en el tem a. E s evidente que los grandes a u to re s del O ccidente la tin o en los siglos V I y V II fueron p rin cip alm en te com piladores y en­ * N o m e parece p recisa una b ib lio g ra fía extensa. V eá se J. N. H illgarth, E l Prognosticum fu tu ri saeculi de San Julián de Toledo, «Analecta sacra Tarraconensia», 30 (1957), 14 ss. y m is a rtícu lo s sobre Ja influencia d e S an Ju lián en la E d ad M edia, en «Journal o f the W arburg and C ou rtau ld lu stitu tes» , 21 (1958), 7-26 y 26 (1963), 192-96. P ara la lista de o b ras au tén ticas d e Julián y de algunas q u e le han sid o atrib u id as c f. E. D ekkers, Clavis patrum latinorum , Steenbrugge, 1961, núm s. 1258-66, y M, C. D íaz y D íaz, In d ex scriptorum latinorum m edii aevi hispanorum , M adrid, 1959, nútns. 264-77. N o cre o q u e sean o b ra s autén ticas ni el o p ú scu lo id en tificad o p o r d om M orin con el D e rem ediis blasphem iae (Clavis, 1263) ni el Com m entarius in N ahum . 7 Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. (D 98 F U E N T E S D E SA N JU L IA N ciclopedistas m ás que creadores de o b ras nuevas y originales. Al decir esto no estoy pensando sólo en S an Isid o ro y sus sucesores en E spaña, sino tam bién en C asiodoro, S an Grego­ rio el G rande y Boecio. Al m ism o tiem po, este aspecto de los a utores de esta época no excluye originalidad de m éto d o ni tam poco interés 'a c tu a l' (o sea p a sto ra l) en los problem as de su tiem po. D espués del libro del p ro fe so r F ontaine esto queda b ien claro p a ra San Isidoro. Q uiero d e sta c ar aquí e.l doble aspecto, de e d ito r y a u to r, que ten ía S an Julián. Antes de co n sid erar las fuentes y los m étodos em pleados po r San Ju liá n en sus obras teológicas (objeto p rin c ip al de este estudio) debo decir u nas p a la b ras de las pocas o bras de él que podem os lla m a r "p ro fan as". No tenem os ninguna edición c rítica o asequible de la Ars gram m atica, obra que procede de la escuela de S an Julián, m ie n tra s no podam os c o m p ro b a r que fue e scrita p o r él. La Ars se basa en la G ram m atica de D onatus y el a u to r h a to m a­ do gran p a rte de su erudición de e sta fu en te p e ro m ás que. 150 citaciones son nuevas. Los versos e stá n sacados, en general, de p oetas cristian o s tales com o San Eugenio de Toledo, P ru ­ dencio, Sedulio y San A m brosio. La fo rm a de diálogo seguido p o r el a u to r de la Ars re su lta p ro b ab lem en te u n a im itación de V ictorino y Audax y la o b ra fue im ita d a después de pocos años p o r Aldhelm o y B eda en In g la te rra *. A parte de la Ars, en la H istoria W am bae en co n tram o s rem iniscencias de Virgilio, S allustio y L iv io 2. La H istoria tam b ién utiliza las H istoriae de O rosio \ El poem a de Julián, enviado al obispo M odoenus y pu b licad o recientem ente p o r el p ro fe so r B ischoff, c ita u n a serie im p resio n an te de au to re s clásicos: S ócrates, E nnio, H om ero, V arro, C aesar, Sym acho y o tro s, p ero , com o a p u n ta el editor, casi todos estos n om bres e stá n sacados de los Origines de San Isidoro y sólo d e m u e stra n el m ism o deseo 1 C. H. B eeson, The ’Ars Gram m atica’ of Julián of Toledo, «Miscellanea Fr. Ehrle», 1 (Studi e Testi, 37), Rom a, 1924, 54 ss. 2 W. Levison, en «M onum enta G erm an iae H istórica, S crip to res rerum M erovingicarum », 5, 492 nn. 5 y 6; M. M anitius, G eschich te der lateinischen Literatur im M ittelálter, 1, M unich, 1911, 131. 3 Cf. «Monumenta», loe, cit., 506. (2) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. J. N. HILLGARTH 99 de a cu m u lar nom bres fam osos que aparece en tan to s au to re s del “S p a tá n tik e ” *. E s evidente que San Ju liá n tenía u n cono­ cim iento de los clásicos y de poesía latin a c ristia n a n a d a despreciable, que debía p ro b ab lem en te a su m aestro , San Eugenio I I 5. Al m ism o tiem po fue capaz de c re a r u n a o b ra com o la H istoria W am bae que supera fácilm ente las o b ras h istó ric a s d e S an Isid o ro , y la Ars gram m atica, p ro d u cto de la escuela toledana, que h a sido llam ad a “ein M ark stein am Wega zur c h ristia n isierten G ram m atik des M itte la lte rs" 6. E n sus o b ras teológicas sabem os que San Ju liá n utilizó o b ras de San A m brosio, S an A gustín, Casiano, San C ipriano, San E ugenio de Toledo, San Fulgencio de R uspe, S an H ilario, San Jerónim o, Ju lián Pom erio, San Isidoro, el X II lib ro del De T rinitate, que solía ser a trib u id o a Vigilius T hapsensis, Abdias y el B reviarium A p o sto lo ru m . A lgunas citas (especial­ m en te del E nchiridion de S an A gustín) en el P rognosticum de San Ju lián se en cu en tran tam b ién en el De cognitione ba p tism i de San Ildefonso. O tras citas de San G regorio el G rande, utilizadas p o r Ju lián , figuran tam b ién en las S en ten tia e de T ajón d e Zaragoza. Parece que Ju lián utilizó los tex to s origi­ nales au nque es seguro que conocía la o b ra de S an Ildefonso y m uy p ro b ab lem en te la de T ajón ta m b ié n 7. Las c ita s de u n a o b ra desconocida de San E ugenio, po sib lem en te su De T rinitate, y del tra ta d o perd id o De anim ae natura dialogas de Ju liá n Pom erio son especialm ente v a lio s a s 8. E n S an Ildefonso no aparece ninguna rem in iscen cia clá­ 4 B. B isch o ff, E in B rief Julians von Toled o über R hythm en, m etrische D ichtung und Prosa, «JTermes», 87 (1959), 247-56 (y en su M ittelalterliche Studien, 1, S tu ttga rt, Í966, 288-98). 5 V eánse las referen cias en «M onum enta G en n an iae H istórica, A uctores antiquissim i», 14, y en J. Pérez de Urbe!, L o s M on jes españoles en la E dad Media, 1, M adrid, 1933, 328 ss. 6 B isch o ff, M ittcralterliche Studien, 1, 291. 1 H ay varios capítulos del E nchirid ion (v. g. 54-55, 69, 84) utilizados por Julián en el Prognosticum que no aparecen en Ild efonso, Adem ás Julián c ita los cap ítu los q u e u tiliza en un ord en com pletam ente d istin ­ to del original, m ien tras que Ild efon so sigue el ord en original. 8 Cf. M, C. Díaz y Díaz, en «Revista española de teología», 17 (1957), 14. (3) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 100 F U E N T E S D E SA N JU L IA N sica. C ita m enos a u to re s teológicos que S an Ju liá n p e ro añade a la lista de fuentes utilizadas p o r Ju lián la E p istu la C X X X ad Probam de San Agustín, la Serm o C C L X X II y la S erm o V I II in octavis Paschae de las e d ita d as p o r dom M orin, la E p istu la I, 41 de S an G regorio el G rande, u n a c a rta de S an Eugenio, la E p istu la X X V ad D ecentium del p a p a Inocencio I, el De ecclesiasticis officiis, u n frag m en to de u n serm ó n y el De uiris in lu strib u s de San Isidoro, el A dversas H elvid iu m y A dversas Io vin ia n u m de San Jerónim o y las E pistulae de M ontano de Toledo 9. A estos Padres latin o s debem os a ñ a d ir u n pequeño n ú ­ m ero de P adres griegos citados p o r San Ju liá n : San A tanasio, S an Cirilo de A lejandría, S an E pifanio, posiblem ente E usebio de C aesarea, S an J u a n C risóstom o y Orígenes 10. N o m e p arece posible d e te rm in a r en fo rm a term in a n te si to d o s estos au to res están citados a trav és de u n a versión, latin a o si Ju lián , en algunos casos, e ra capaz de tra d u c ir u n p a sa je que le in te re ­ sab a del original. P arece verd ad que el papado, en el siglo V II, p e n sab a que los obispos españoles no p o d ían leer griego. Cuando el p a p a León II, en 683, m andó recoger las firm a s de los obispos de E sp a ñ a a los Actos del VI C oncilio E cum énico, les envió sólo u n a p a rte de los Actos p o rq u e lo dem ás no e sta b a a ú n t r a ­ ducido !1. P ero no es c ie rto q u e el p a p a d o e sta b a siem pre bien in form ado en el siglo V II de la situación en E spaña; en rea­ lidad el A pologeticum de San Ju liá n m ás bien d e m u e stra la falta de com unicación esp iritu al e n tre R om a y Toledo, en esta época. Se pu ed e p e rc ib ir m u ch a influencia b iza n tin a en el Toledo del siglo V II, no sólo en el a rte y las leyes, sino tam ­ b ién en la p e rso n a del rey Ervigio, p ro b ab le m e n te de ascen- 9 Cf. el Apéndice, infra. !0 De San A tan asio sólo c ita u n fragm en to que n o h a p od id o ser identificado. La D enionstratio evangélica y el Chronicort de E u sehio de C aesarea son citados, o de segunda m ano a través de S an Jerónim o (Jerónim o, Comm . in Danielem IX , 24 = E u seb io Dem . evan., V III. 2) o d e la traducción del Chronicon heoho p o r e l m ism o. De la m ism a form a Julián c ita a T ertu lian o a través d e Jerónim o, In Dan., ibid. n E pistula ad episcopos H ispaniae (P L . 84, 144). <«> Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. - INSTITUTO P R O V IN C IA m L —I o 2 o. § tt":# 11 J. N. HILLGARTH j . i.- • £ ^ £ fn s O N v c m o i so jan x saJ S 101 T dencia bizantina, p e rso n a je estrech am en te asociado con J u ­ lián n. E s cierto que el hecho que Ju lián diera títu lo s griegos a algunas de sus o b ras no tien e im p o rta n c ia p o rq u e estos títu lo s (P rognosticum , A ntikeim qna) p ro b ab le m e n te e stá n sa­ cados de los Orígenes de S an Isid o ro 13. E s tam b ién evidente que S an Ju liá n utiliza traducciones la tin a s de O rigines y se­ gu ram en te tam b ién de San Cirilo de A le ja n d ría 14. H ay dos casos en los que p arece posible que Ju liá n tra d u je ra él m ism o p a saje s de a u to re s griegos. E n el P rognosticum c ita u n a H o m i­ lía de S an Ju a n C risóstom o. La versión es m uy libre; a veces Ju liá n om ite, in te rca la frases o utiliza la V ulgata e n vez de tra d u c ir el texto g rie g o 15. E n el De sextae aetatis com probatione Ju liá n utiliza E pifanio, De m ensuris e t ponder.ibus. T am ­ bién aq u í la trad u cció n es m uy libre. No conocem os ninguna versión latin a de estas dos o b ras a n te rio re s a San Ju lián , au nque es p ro b ab le q u e e x istiera u n a tra d u c ció n de E p ifa n io 16. Creo que dado el am biente bizantino del Toledo de la segunda m itad del siglo V II, no podem os ex clu ir la p o sib ilid ad de que Ju lián conociera suficiente griego p a ra tra d u c ir (b a sta n te librem ente) p a saje s que le in te re s a b a n 17. E n el apéndice a e sta com unicación he tra ta d o de re d a c ta r un catálogo provisorio de las fuentes citadas e n las o b ras 12 H. Sch lun k, R elaciones entre la península ibérica y Bizancio, «Archivo esp añol d e Arqueología», 18 (1945), 177-204; C. E . D ubler, Sobre la crónica arábigo-bizantina de 741 y la influencia bizantina en la península ibérica, «Al-Andalus», 11 (1946), 283-349; A. B au m stark, Orientalisches in altspanischer Liturgie, «Oriens C hristianus», 10 (1935), 1-37; A. K . Ziegler, Church and S ta te in V isigothic Spain, W ashington, D. C „ 1930, 75 y n. 67, 144. 13 J. M adoz, F uentes teológico-literarias de San Julián de Toledo, «Gregorianum», 33 (1952), 400 ,ss. 14 Las citacion es de S an C irilo en el A pologeticum de Julián son m ás am plias que las d e F acundus H erm ianensis {PL. 67, 818). 15 M adoz, loe. cit., 405, ,fi C asio d oro nos d ice q u e h izo trad u cir varias ob ras de E pifan io (In stit. divin. litt., 5, ed. R. A. B. M ynors, O xford, 1937, 24). L a ob ra de E pifan io e stá prob ab lem en te u tilizad a p o r Isid oro en su De ecclesias!icis o fficiis (cf. A. C. Law son, «Revue bénédictm e», 50 (1938), 29). (5) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 102 F U E N T E S D E SA N JU L IA N teológicas de San Ju lián y S an Ildefonso. E n to ta l llegan a unas 60 obras, escritas p o r unos 24 au to res cristian o s. De diez de estas o b ras sólo hay p ru eb as de su utilización p o r San Ildefonso. Es preciso re c o rd a r que el hecho que uno (o am bos) de estos a u to re s citen u n a ob^a, no d em u estra q u e dicha o b ra se e n c o n tra ra en la B iblioteca episcopal de Toledo en esa época. Sabem os que en el siglo V II h a b ía o tra s bibliotecas en Toledo a p a rte de la episcopal y que el in tercam b io de códices e ra p erfe c ta m e n te posible 1S. Adem ás, es m uy p ro b ab le que algunas veces las citas vengan de libros de E xcerpta o Sententiae (en tre las o b ras de Julián, actualm ente perd id as, enum eradas p o r su biógrafo, Félix, hay dos lib ro s de este tipo, antologías de San Agustín), o de o tro a u to r a n te r io r 19. El L iber o rd in u m y el Liber sacram entorum , ordenados p o r San Ju lián , revelan, según las investigaciones de M gr. Janini, un conocim iento p ro fu n d o de textos litúrgicos rom anos, y adem ás la utilización de m uchas fuentes p a trístic a s, algunas de las cuales, com o, v. gr., San Cesáreo de Arles, F errando, V enancio F o rtu n a to y San L eandro, no aparecen citad as en las o b ras te o ló g ic a sw. Siendo S an Julián, com o com prueba ú ltim am en te el p ro feso r Gonzalo M artínez Diez, a u to r de la ú ltim a recensión im p o rta n te de la H ispana, es evidente que tenía a su disposición el original isidoriano de la colección y los o tro s concilios y docum entos p o sterio res que él in te r ­ cala en la recensión J u lia n a 21. Sería m uy in te re sa n te p o d er id en tificar los descendientes de los m an u scrito s utilizados p o r n u e stro s a u to res. Se puede 17 Sigo el parecer del P. M adoz (pág. 414). E n sen tid o opuesto of. M. C. Díaz y D íaz, La cultura de la España visigótica del siglo V II, «Caratteri del socolo V II in Occidente» = Settim an e di S tudio, 5. 2, Spoleto, 1958, 842. li! Cf. B raulio, E pist. 25, ed, J. M adoz, 141 ss. M Vita, 10 (cf. Apéndice, infra). 20. J. Janini, Rom a y Toledo. Nueva problem ática de la liturgia visigótica, «Estudios sobre la liturgia m ozárabe». (P ublicaciones del In stituto P rovincial de Investigación y E studios T oledanos, Serie 3, 1), Toledo, 1965, 33-53. 21 G. M artínez Diez, La Colección canónica Hispana, 1. (M onum enta H ispaniae S acra, Serie Canónica, I), M adrid, 1966. (6) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. J . N . H IL L G A R T H 103 p e rc ib ir relaciones e n tre el texto del Prognosticum de Ju lián y algunos m an u scrito s de S an Jerónim o, S an A gustín y San G regorio. E n Prognosticum III. 15 Ju liá n cita la Epistula CXIX de San Jerónim o. El texto p arece e sta r relacionado c o n tre s de los m an u sc rito s de H ilberg (DCB), p e ro los p a saje s citad o s p o r Ju liá n son dem asiado breves p a ra p o d e r afirm a rlo con certeza. E n las m u ch as c itas del De civitate Dei de S an Agus­ tín el texto de Ju liá n se p arece al de 'b ’ e n tre los m an u sc rito s que H offm ann utiliza en su edición p a ra el Corpus de V iena (MS. P arís, Bibl. N at., lat. 2051). Me p arece que e n tre los m an u scrito s de los Diálogos de San G regorio utilizad o s p o r M oricca 'V I' (Vat., Pal. lat. 260, s. X) es el que m ás veces concuerda con el texto del Prognosticum. E n general, todo lo que pu ed o decir es que u n a com paración d e ja a l descu­ b ierto el c u id ad o con que Ju liá n cita sus fuentes, pues las lecciones de los m ejores m an u scrito s del Prognosticum están co nfirm adas p o r las ediciones m o d ern as c rític a s de los a u to ­ res q u e cita. ¿Cóm o u tilizab an San Ju liá n y San Ildefonso e sta s fuentes? A ntes del siglo V los p a d re s de la Iglesia ap o y ab an sus a rg u ­ m entos m ás b ien en citas b íblicas que en o tro s a u to re s a n te rio ­ res Pero ya en la época de Ju stin ia n o la m an e ra n o rm a l de ra ­ zonar e ra a b ase de u n a colección de citas p a tr ís tic a s 23. La p ri­ m era vez que encontram os los P adres designados com o "doc­ to res defensoresque ecclesiae” en u n tex to latin o es e n u n a c a rta del obispo L ieiniano de C artagena, quien m u rió cerca del 600. Tal com o V enancio F o rtu n a to en F rancia, u n poco antes, Lieiniano en u m era “H ilario, A m brosio, A gustín y G re­ g o rio ” [de N a z ia n z o ]24. D u ran te el siglo V II G regorio Nazianzeno fue su b stitu id o p o r G regorio el G rande. E n E spaña 2 C f., p. e., San Agustín, De Trinitate, I, 6-31 (PL. 42, 825^44). 33 Cf. Justiniano, C onfessio rectae fid ei (PL. 69, 225-74). E sta ob ra influyó m ucho en la redacción d el Florilegium d e Isid oro p a ra el Con­ cilio II de S evilla (619). Cf. J. M adoz, en «M iscellanea Isidoriana», Rom a, 1936, 177-220. M Lieiniano, E pist. I, 2, ed. M adoz, 86. C f. V en an cio Fortunato, Carmina, V , ad M artinum episcopum Galiciae, «M onum enta Germ. Hist., Auct., ant.», IV , 102, (7) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 104 F U E N T E S D E SA N JU L IA N San Isidoro fue llam ado "d o cto r eg regius” p o r el Concilio V III de T oledo (653)2S. Los au to res del ú ltim o c u a rto del siglo V II com o San Ju liá n o el a u to r desconocido del Liber de variis quaestionibus a trib u id o a S an Isid o ro y a Félix de Urgel citan c o n stan tem en te los a u to re s del p a sad o com o "egregius d o c to r " 26. E ste énfasis puesto en los p a d re s de la Iglesia, los "doc­ tores" (antes de V enancio F o rtu n a to y L iciniano n ingún a u to r latin o extiende el títu lo "d o cto r" a a u to re s m ás recientes que los a p ó s to le s)27 ilu stra la m en ta lid a d de los a u to re s del siglo V II. Casi todos los e scrito res de e ste tiem p o dependen de autores a n te rio re s. M uchas veces algunos a u to re s com o Liciniano de C artagena, S an B raulio y San Isid o ro no c ita n la fuente d irecta de la frase o del p a saje que em p lean : d a la im p resió n que c ita n d irectam en te a H oracio o Virgilio cuando en realid ad copian estas citas de San Jeró n im o o S an Agus­ tín 2Í. Las frases y los p ensam ientos d e , Isid o ro y J u liá n q u e nos p arecen m ás originales derivan de au to res cristia n o s de la E dad de O ro de la p a trístic a . La a c titu d de S an J u liá n es com pletam ente c a ra c te rístic a de su época. Dice, v. gr., cuando h a b la del sitio donde se localiza el in fie rn o : "L a ciencia de los m odernos (m inores) co m p a rad a a la de los 'm aio res', si no hablo im p rudentem ente, debe se r llam ad a torpeza. Así, resu lta m uy peligroso y su p erflu o si n o so tro s nos atrevem os a d efin ir lo que los 'm aio res' d ijero n que ig n o ra b a n ” 29. E s claro que e sta a c titu d no excluye u n a o riginalidad de 25 PL. 84, 421. C f, M adoz, D octor E cclesiae, «Estudios eclesiásticos», 9 (1932), 26-43. V eáse n. 46 infra. Of. «Isidoriana», León, 1961, 32. 27 Of. G regorio el G rande, Hom . in Evangelio., II, 30, 7 (P L . 76, 1225). 26 M adoz, Liciniano de Cartagena y sus cartas, M adrid, 1948, 133 y 34 ss.; ídem , E pistolario de San B raulio de Zaragoza, M adrid, 1941, 57-62, 114. S o b re S a n Isid oro cf. B. Altan er, en «M iscellanea Isidoriana», 12-17; «Isidoriana», 32-38, 29 Prognost. III. 43 (cito el texto de m i edición): «M inorum scien tia m aiorum scientiae com parata, si tem ere non dicam , segnities quaiedam est appellanda. Unde qu od m aiores et studiosi se ign orasse dixerum t, periculosum vald e e st e t superfluum , si quidquam inde a nobis d efiniri ullo m odo praesum atur». (8) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. J . N . H IL L G A R T H 105 método y efectivam ente h a b ía g ran o rig in a lid ad en la o rd e ­ nación sistem ática de los conocim ientos de la época q u e en­ c ontram os en los Origines de S an Isid o ro , o en e l m étodo que Isid o ro seguía e n las Sententiae, la p rim e ra o b ra que tra ta las d o c trin a s de la Iglesia “com o u n a u n id a d ” 30. T ajó n de Z aragoza en su Sententiae, y San Ju liá n llevaron m ás ad e la n te el m étodo d e S an Isidoro. El rasg o m ás d istin tiv o d e e sta s o b ras e r a q u e m u ch a eru d ició n se p re se n ta b a e n m uy p o c o espacio. El a u to r no quiso esconder que la o b ra e ra u n a com pilación; n o rm a l­ m ente su b ray ó e ste p u n to e n su prefacio. Isid o ro , p. e., dice e n el prefacio a las Quaestiones in Vetus Testamentum : “Veluti ex diversis p ra tis flores lectos ad m an u m fecim us, e t pauca de multis breviter perstringentes, p le ra q u e e tia m a d u ­ cientes, vel aliq u a ex p a rte mutantes... in im am fo rm an com­ pendio brevitatis contraxim us, in quibus lector non nostra leget, sed veterum releget. Quod enim ego loquor, illi dicunt; et vox m ea ip so ru m e s t lingua". D espués de d e fin ir e n e sta fo rm a la lab o r de com pilación y a d a p ta c ió n que h a realizado sigue diciendo que h a utilizado O rigines, V ictorino, A m brosio, Jerónim o, A gustín, Fulgencio, C asiano y G regorio el G rande.31. H ay o tra s declaraciones p are c id a s en los p refacio s a l De natura rerum y al De ecclesiasticis officiis de Isid o ro y tam b ié n en la c a rta a S isebuto que p recede a los Origines 32. De la m ism a fo rm a San Ju lián , en su prefacio al Prognosticum, dice a Id alio : "no e n c o n trará s ejem plos y d o c trin a m íos sino de los ’m aio res’; si m i voz se oye de vez en cu ando no he hecho m ás q u e com poner, en m i estilo p ropio, lo que recu erd o h a b e r leído en sus lib ro s ” 33. 30 D. Stout, A Study o f the Sententiarum lib ri tres o f S t Isiá ore o f Seville, tesis inédita de la U n iversidad C ató lica d e A m erica, W ashington, D. C., 1937, q u e he p od id o con su ltar en m icrofilm , pág. 30. 31 Quaest. in V etu s Testam entum , iPraef. (PL. 83, 207-09). C f. F, O gara, en «M iscellanea Isidoriana», 141. PL. 83, 963 s., 737 s„ E pist. V I (ed. Lindsay). 33 «Non m ea sed m aiorum exem p la d octrin am qu e raperies; et tam en si alicubi parum aliquid vox m ea insonuit, non aliu d q u am quod in corum lib ris legisse me m em ini, prop io stilo consoripsi.» (9) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 106 F U E N T E S D E SA N JU L IA N E n el prefacio citado, San Isid o ro su b ray ó el hecho que la o b ra p rese n tad a al público fu era breve. El m ism o énfasis en la b revedad se e n c u en tra e n o tro s e scrito res de la época. B raulio, d escribiendo el De haeresibus de S an Isid o ro en su Renotatio, dice: "De h aeresibus lib ru m unym , in q u o m aio ru m secutus exem pla, brevitate q u a p o tu it, diffusa collegit" M. E n el siglo VI Ju sto de Urgel, en el prólogo a su Explicado in Canüca canticorum, escribe: "S tu d eo sane q u a n ta valu ero brevitate p raelatis sen ten tiis expositionis annectere, ne, congesta prolixitas a ffe ra t Iegenti fa s tid iu m ” M. Así, n o so rp ren d e q u e San Ju lián avance títu lo s parecid o s p a ra el Prognosticum en el prefacio a e sta obra. H a recogido, dice, en u n pequeño volu­ m en, las opiniones de los P adres sobre las cuestiones que in te resa b a n a Idalio y a él, “p a ra que, e n la investigación de tales cuestiones, el n ú m ero de los lib ro s n o sea m olesto al an h elan te (q u aeren ti) esp íritu , sino q u e e s ta b rev ed ad re ­ u n id a sa tisfa g a la g ran sed del le c to r” M. Idalio, en su contes­ tación, alab a la "stu d io sa b re v ita s ” del lib ro y dice: "E vidente r en im e t du b ia effu g ata et o b sc u ra in lucem p ro d u c ía sunt, cum e t a n tiq u o ru m p a tru m d ecreta et novae brevitatis indicia artificii vestri fru ctu o so labore ad m éd iu m su n t de­ ducía. M anat erg o ex illo ru m se n te n tia v e ritas, ex v estro au tem labore nova et verissim a brevitas " 37. H abla tam bién, en su c a rta a S u n tfre d o de N arbona, de la "m irab ilis e t nova brevitas " del Prognosticum 3®. Ni Isid o ro ni Ju lián e sta b a n contentos sólo con co p iar textos an terio res. Como hem os visto en el p refacio de Isidoro a las Quaestiones, su in ten to e ra co m p o n er u n a exposición breve de ciertas cuestiones e n el A ntiguo T estam ento, esco­ m 15 1933, 3Í rum sitim 37 1258. 35 PL. 82, 67. Z. G a rcía V illa d a ,H istoria eclesiástica de España, II. 2, M adrid, 265 s. «Ut iam in perquisition e talium questionum num erositas libroquaerenti anim ae lab oriosa non esset, sed ¡mu'ltiplicem lectoris haec co lle cta b revitas satiaret.» Idalius, E pist. ad lulianum (c ito m i edición); cf, D ekkers, Clavis, Epist, ad Suntfredum (ibidem ). (10) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. J. N . HILLGARTH 107 giendo y recogiendo, a d a p ta n d o y añadiendo, en u n a p a la b ra, ejerciendo un juicio c rític o so b re los m ateriales q u e em pleaba. Como observa A. C. Law son en su tesis in éd ita so b re el De ecclesiasticis officiis, "A Isid o ro le g u sta c o m b in a r ex tracto s de varios escrito res, llenando los interm edios con e x tra cto s m ás breves de o tra s fuentes, realizando las alteracio n es, o m i­ siones y a ju ste s que le vinieron b ie n " 39. De to d as las fuentes que utilizab an Isid o ro y Ju liá n p u d iero n rea liz a r o b ras en que la fo rm a fin al fue suya. Las fuentes h a b ía n sido realm en ­ te in co rp o rad as en la o b ra n u e v a 40. El P ad re M adoz h a n o tad o que S an Ju liá n no g u a rd a el m ism o o rd e n en sus citaciones que S an Isid o ro . E n la colec­ ción de textos p a trístic o s que p re p a ró p a ra el I I Concilio de Sevilla, Isid o ro conserva no sólo e l o rd e n cronológico de au to res, sino el o rd en de los fragm entos que utiliza ta l com o aparecen en sus fu e n te s 41. S an Ju liá n no tie n e escrúpulos en c a m b ia r el o rden original c u an d o le conviene. E n este sentido es m ás ind ep en d ien te d e sus fuentes q u e I s id o r o 42. N ingún a u to r español a n te rio r a S an Ju liá n pone el m ism o cuidado q u e él e n c ita r a u to re s y a veces o b ra s q u e utiliza. Isid o ro a veces n o m b ra algunas de sus fuentes en los prefacios de sus o b ras, p ero ra ra s veces c ita el a u to r d e u n p a sa je d e te r­ m inado, si se tr a ta de u n a fuente d irectam en te tra n s c rita . San Ildefonso no cita fuentes p a trístic a s en su De virginitaíe (ap a r­ te de u n a referen cia general a dos o b ras de S an Jeró n im o ) y en el De cognitione b a p tism i sólo m enciona u n a vez a San G regorio el G rande y u n a vez al p a p a Inocencio I. N o m encio­ na nunca ni a S an A gustín ni a San Isid o ro , a p e sa r de u tiliz a r 39 A. C, Law son, The S o u rces of th e D e ecclesia sticis o fficiis of Saint Isidore o f S eville (O xford, Bod leían Librairy, M S. Eng. theol. C, 56), 31 ss. C f. D. Stoint, op. cit., 32, 39 s., 47. 40 Law son, loe. cit. V arios escrito res han citad o la fra se co n que term ina el Prognosticum (III, 62): «¡Mam quis alias n oster est finís, nisi perven ire ad regnum , cuius nullus est finisL-*» V ien e m u y bien en su sitio pero es tom ada de San Agustín (term ina el penúltim o p á rra fo del De civitate Dei). 41 M adoz, en «M iscellanea Isidoriana», 218 s, 42 En P r o g III, 15, p. e., o en I, 19-21. Cf. n. 7 supra. (1 1 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 108 F U E N T E S D E SA N JU L IA N co n stan tem en te sus o b r a s 45. E n cam bio S an J u liá n es m uy preciso en c ita r sus fuentes, no sólo en el Apologeticum e n ­ viado a Rom a, donde es n a tu ra l q u e ponga u n c u id ad o excep­ cional en d o c u m e n ta r sus a se rto s, sino ta m b ié n e n el Prog­ nosticum y el De comprobatione 44 E n los Antikeimena se n o ta m enos p recisión en e s te p u n t o 45. E n el Prognosticum Ju liá n m enciona A m brosio, A gustín, Casiano, C ipriano, E ugenio de Toledo, G regorio el G rande, Jerónim o, Ju a n C risóstom o, Ju liá n Pom erio y O rigines. E l único a u to r q u e cita, sin m encionarle, en el Prognosticum es S an Isidoro. E m plea sus Origines, Differentiae y Sententiae. A veces no n o m b ra al a u to r cu ando le cita m ás de u n a vez pero*se refiere al "p red ictu s d o c to r” Adem ás, cuando utiliza u n a serie de p a saje s sacados de la m ism a obra, a veces in d ica cu an d o em pieza u n nuevo p a sa je con la p a la b ra “ Item " (v. gr. en I. 15, u n a serie d e p a saje s sacados de to d as p a rte s del De mortalitate de S an C ipriano). Cuando utiliza dos o b ra s d istin ta s del m ism o a u to r lo indica a veces h ab lan d o de "idem d o c to r " 47. Puede tam b ién in d icar la o b ra p recisa q u e e stá citan d o , v. gr., la Moralia de San G regorio (II. 31) o e l De civitate Dei (De comprobatione, III, 18), o la c a rta p rec isa de S an Jeró n im o ( Prognost. I II. 15 )48. E s ta p recisión en n o m b ra r sus fu en te s n o la m antiene siem pre. H ay m uchos p asajes de e scrito res a n te rio re s utiliza­ dos p o r S an Ju liá n sin ninguna referencia. Los e d ito res de la edición p a tro c in a d a p o r el cardenal De L orenzana descubrie­ ron diez de estos pasajes e n el Prognosticum; al p r e p a r a r m i edición c rítica en co n tré casi cin cu en ta m ás, adem ás de c o rre ­ 43 Cf. S r. A. B raegelm ann, T h e L ife and W ritings of Saint Ild efonsus o f Toledo, W ashington, D. C., 1942, 63 ss. E n el D e cognitione baptism i, 127, c ita a S a n G regorio y en el cap . 131 c ita y u tiliza pa rte de una c a r ta d el p ap a In ocen cio I. 44 Cf. F. X. M urphy, Julián o f T oled o and the Condem nation o f M onothelitism in Spain, «Mélanges J, de Ghellinck», 1, G em hloux, 1951, 361-73. 45 L, G alm és, Tradición m anuscrita y fu en tes de los A ntikeim enon lib ri I I de San Julián de Toledo, «Studia P atrística» , 3, B erlín , 1961, 47-56. 46 P. e. Prog. I, 15, 16. M adoz en «Gregorianum », 33 (1952), 407. « P. e. Prog. I ir , 31. (1 2 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. J. N . H I L L G A R T H 109 gir u nas referencias de los ed ito res del siglo XV I, a veces copiadas p o r la ed ició n de De L orenzana. El resu lta d o es que de los 121 capítulos del P rognosticum solam ente de 13 no se h a averiguado la fuente precisa y literal. P a ra casi d e to d o s estos 13 cap ítu lo s se pueden, aderriás, e n c o n tra r o tro s p a saje s p a r a ­ lelos en los P a d r e s 49. Del De com probatione y de los A n tikeim ena no puedo h a b la r con la m ism a precisión. D ebido a que el De c o m p ro b a h o n e tra ta u n a cuestión nueva p a ra sü época (h asta cierto p u n to ), Ju lián tenía que d epender m enos d irecta­ m ente de fuentes, a u n q u e cita b a sta n tes M. E n el P rognosticum m uy ra ra m e n te Ju lián in d ica en fo rm a expresa que no em plea ninguna fuente. A veces no pu ed e re c o rd a r fácilm ente donde se en cu en tra u n a discusión del p ro b lem a q u e le interesa. C uando considera, p. e., si u n sitio especial h a sido elegido p a ra el Juicio Final (II I. 2) dice: "Q uid ex hoc in aliis codicibus legerim , non facile m ihi o c c u rrit”. Cuando h a d iscu tid o la cuestión de si las alm as de los m u erto s o ra n p o r los vivos, que les fueron queridos, ob serv a: "H aec ergo m ihi v id e tu r de hac obiecta qu estiu n cu la ratio , qu am e tsi ipsis verbis, u t e st a m aio rib u s evoluta, non invenio, ipso tam en sensu d efin itam a d o ctoribus p u to , q u a m q u a m etsi a liq u id ex hoc ab eis defin itu m rep p erero , illorum , p o tiu s sen ten tiam as se q u a r ” Sl. Ju liá n reco rd ab a siem pre que él era u n o de los 'm i­ n o res' en com p aració n con los in fin itam en te " m a io re s” del pasado. P ara él la a u to rid a d m ás grande era, n a tu ra lm e n te , Agus­ tín 52. El De civita-te Dei e ra u tiliz a d a m ás a m enudo que n in ­ guna o tra o b ra en el P rognosticum (especialm ente en el lib ro III). Son citados unos 45 pasajes. El De cura pro m o rtu is cons48 iCf. M adoz, loe. cit., 403, 49 E stos cap ítu los son Prog. I, 1, 3, 18; II, 26, 35; II I, 4, 7, 11, 12, 33, 37, 44, 48. 50 Preparo una edición crítica del De com probatione donde estas fuen tes quedarán indicadas. si Prog. II, 26. 52 S an G regorio el G rande no es la fuente prin cip al del Prog, (contra J. d e G hellinck, L e M ouvem ent T héologique au X I I e siécle, B ru ges, 1948, 34). Galm és, loe. cit., 51, dice que d e lo s A ntikeim ena «Las fuentes m ás abun d an tes son las agustinianas». ( 13) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 110 FU EN TES DE SAN J U L IA N íitu y e o tra fuente im p o rtan te, especialm ente en 1. I. El Enchiridion aparece, sobre todo en 1. I I I y el De genesi ad litteram en 1. II. Ju liá n utiliza tam b ién la E p istu la C L IX ad E vodium , con la descripción d ram ática de la m an e ra en que u n m édico de C artago fue inducido a c re e r en la V ida F u tu ra ; los T ractatus in lo h a n n is E vangelium , las E nnarrationes in psalm os y (probablem ente) el De peccatorum m eritis et rem issione. E n otrzft o b ras Ju lián cita el De consensu evangelistarum , De doctrina christiana., T ractatus in ep istu la m lo h a n ­ nis, Contra duas epistulas pelagianorum , C ontra F a u stu m Manichacum , De fid e el sym bolo, De genesi contra m anichaeos, De natura e t origine anim ae, De diversis quaestionibus, De serm one D om ini in m o n te y De T rinitate, 19 o b ras e n t o t a l 53. P ara Ju liá n A gustín es no rm alm en te "d o c to r b eatissim u s", "sanctissim us" o ‘'e g re g iu s”. E s quizá significativo que sólo llam a " b e a tissim u s” a A gustín y a C ipriano, siem p re muy venerado en E sp añ a 54. A Ju lián le g u sta sa ca r pasajes de o b ras d istin ta s o de d is­ tin tas p a rte s de la m ism a o b ra y en c aja rla s b a jo u n epígrafe com ún. E n Prognost. II. 21 utiliza dos p a saje s de los caps. 13 y 16 del De civitate Dei, X X I, p a ra definir la d o c trin a q u e dice que el fuego del P u rg ato rio viene antes del Juicio F inal. E n ­ tonces rec a p itu la: "C onfirm ados entonces p o r la sen ten cia de ta n g ran d e doctor, confesam os q u e este fuego del P u rg ato rio sería antes del Juicio F in a l” 55. O tras veces utiliza u n p a saje del E nchiridion, seguido de o tro del De civitate Dei. No se n o ta ninguna in te rru p c ió n e n tre las dos citas. T enem os del Sr. Veiga V aliña u n lib ro q u e analiza las doc­ trin a s escatológicas de S an Ju liá n A unque el a u to r tra ta de averiguar las fuentes del P rognosticum p ien sa e n c o n tra r en el 53 Cf. Apéndice. 54 Cp, la fra se «doctor cla ras et m a rty r m irificus», co n que Julián c ita a C ipriano ( Prog. II, 36), con los V ersus lsid o ri (Clavis, 1212), IX , «Clairior eloq u io cu nctis, Cypriane, refulges; T u m od o d octor eras, tu m odo martyr ades». 55 «Tanti ergo doctoris c o n firm a d sen ten tia fatem ur, quod purgatorius hic ignis ante u ltim u m iudicium fia t, e t ignem illum , in quo om nes im pii, C hristo indicante, m ersu ri sunt, antecedat.» 54 La doctrina escaíolúgica de San Julián de Toledo, Lugo, 1940. (14) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. J . N . H IL L G A R T H 111 libro de Ju liá n u n a síntesis dogm ática original. Creo que re­ su lta u n ta n to anacrónico e sp e ra r ta n to de u n a u to r del si­ glo V II. El P rognosticum (com o las Sententiae de S an Isid o ro o el De cognitione b a p tism i de San Ildefonso) es u n m anual escrito p a ra el clero de E sp a ñ a del siglo V II, que no ten ía la o p o rtu n id a d de c o n su lta r la excelente biblioteca episcopal de Toledo. E s m ás que u n a antología (com o las Sen ten tia e de T ajón). Es u n in te n to sistem ático de averiguar y de exponer en fo rm a ab rev iad a las opiniones de los P adres de la Iglesia so ­ b re varias cuestiones en discusión. E n el P rognosticum es im ­ posible d e scu b rir la teología de Julián, si separam os su teolo­ gía de sus fuentes. Lo ú n ico que podem os h a c er es d escu b rir los a u to re s utilizados p o r Ju lián y, posiblem ente, las razones que tuvo p a ra p re fe rir unos d e otro s. E n el P rognosticum no hay ninguna evolución de dogm a. Tom am os, v. gr., la d o c trin a del P urgatorio. Parece que, ap a rte de San C ipriano y, quizá, S an Jerónim o, los P ad res la­ tinos antes de San A gustín no se p ara ro n el fuego del P urga­ torio y el fuego del Juicio F in a l57. Ya hem os citado la d iscu ­ sión de esta cuestión en Ju lián . No hace m ás q u e co p ia r los p asajes ap ropiados de S an A g u stín 53. C ita a S an G regorio p a ra p ro b ar la existencia de un fuego p a ra p u rific a r culpas m en o ­ res 59. Cita a A gustín p a ra d e m o stra r q u e hay diferencias en la in tensidad y duración de los castigos del P u rg a to rio w. O tro libro de A gustín enseña que la fo rm a en que m orim os puede ser p a rte de n u estro P u rg a to rio 6t. Aquí, com o a trav és del P rognosticum , lo que im p o rta son las fuentes y la m an e ra en que están utilizadas. El P rognosticum tuvo su origen en u n a conversación e n tre Ju lián y el obispo de B arcelona, Idalio, el V iernes S a n to de 688, c u ando Toledo esta b a a te stad o con los obispos que h a b ía n lle­ 57 A. M ichel, Feu du Purgatoire, «Dictionnaire de théoiogie catholique», 5 (1912), 2258. ss Prog. II, 21 (cf. supra). II, 20 = De civitate Dei, X X I, 26. 59 Prog. II, 19 = G regorio, Dialogi, IV , 4-1, 60 Prog. II, 22 = Agustín, E nchiridion, 69. 61 Prog. II, 23 = De civitate Dei, X X I, 26. Gf.M ichel, Purgatoire, «Dict. de théol. cath.», 13 (1936), 1226 ss. (1 5 1 Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 112 F U E N T E S I® SAN J U L IA N gado p a ra el Concilio XV. Si querem os co m p ren d er el alcance de la o b ra n a d a m e jo r que leer la co rresp o n d en cia e n tre Ju liá n y Idalio. E n su carta-p refacio -a Idalio, J u liá n explica que no era su in te n to e scrib ir u n lib ro p a ra so rp re n d e r a sus lectores con cosas incógnitas ("u t quasi incógnita legentibus d e m o stra re m ”), sino ^ n a o b ra que Ies p o d ría llev ar a c o n sid e rar la m u erte y el juicio final. La o b ra e r a breve y p o d ría s e r fácil­ m ente y ráp id a m e n te leída y digerida. E n el e sp ejo que Ju liá n les p rese n tab a , sus lectores p o d ría n ver sus a lm a s 62. E n su resp u e sta al libro, Idalio expresó su alegría. El lib ro p rim e ro p o d ría in sp ira r un saludable m iedo a la m u erte; los libros segundo y tercero elevaban los corazones c ristia n o s, co n su d o c trin a c la ra sobre la R esurrección y el reino de C risto c o r los santos. Las d udas e ra n disipadas y las cuestiones o b scu ras clarificadas con la ayuda de la d o c trin a d e los P adres, p resen ­ tad a con m a e s tría p o r el P rim ad o de E sp añ a. Los P adres h a ­ b ían p ro p o rcio n ad o los m ateriales p a ra la obra; sólo Ju liá n h a b ría p odido h a c e r d e estos m ateriales un edificio significa­ tivo. Aún los c ristia n o s m ás perezosos y m ás estú p id o s se em o ­ cionaban con e sta nueva y c la ra rep resen tació n de la v erd ad No es m en e ster in sistir a h o ra en el b u e n éxito que e sp era b a al lib ro de Ju lián . Más que n ingún o tro lib ro de la E sp a ñ a vi­ sigótica, a p a rte de algunos de Isidoro, se e n c u e n tra a través de to d a la E d a d M edia. Un m an u al de d o c trin a y de con tem p la­ ción, es n a tu ra l que su fam a sobrepase la de los o tro s lib ro s d e Ju lián — algunos de ellos q u izá m ás in te resa n te s, com o la H is­ toria W am bae y los A n tikeim en a — , la De virginitate de San Ildefonso y los poem as de San E ugenio. E s quizá m enos " o ri­ g in a l’' que algunos de estos libros, p e ro su contenido y su r e ­ dacción sistem ática le dieron v e n ta jas enorm es. Con su fo r­ tu n a "rá p id a y b rilla n te ”, com o decía el P ad re M adoz, es uno de los testim onios convincentes del alto nivel de eru d ició n y de estudio del Toledo de finales del siglo VIL 62 Pratf. ad Idalium . 63 ld aliu s, E pist. ad IuUanutn. ( 16) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 1 13 J. N . H I L L G A R T H A P E N D IC E Autores cristianos citados por San Julián y San Ildefonso U tilizo las siguientes a b re v ia tu ra s: A nt. = A n tik e im e n o n 1. II. Apol. = A pologeticum de tribus capitulis. DSAC. = De sextae aetatis com probatione. H W . = H i s t o r i a W am bae. Prog. = P rognosticum . DCB. = De cognitione baptism i. D IT. = De itinere deserti. PL. — Patrologio latina, ed. J-P . Migne. PG. = Patrología graeca, ed. Migne. CSEL. = Corpus Scriptorum E cclesiasticorum L a tinorum . P a ra las fu en tes de S an Ildefonso h e consultado la o b ra de S r. B raegelm ann (n. 43 supra). T am bién h e aprovechado la o b ra del Sr. Veiga V aliña (n. 56) y el estudio del P. M adoz (n. 13). No hay d u d a q u e hay o tra s fuentes que no he descubierto. E n general se d a sólo u n a referencia a cada o b ra. " E tc .” indica que Ju liá n o Ildefonso utiliza la o b ra b a sta n tes veces en el lib ro que cito. (F abricius, Codex Apocr. N. T., 525) Ju lián , DSAC., II, 13. (Cf. D uchesne, "Annales du M id i”, 12, 154.) (PL. 96, 568A). A b d ia s C itado p o r Ju liá n en Apol., 18 (PL. 96, 536B). No se sabe a qué o b ra se refiere. A m b r o s i o , H exam eron, I, 6 Julián, Ant., I, 99 (ib., 644). (CSEL. 32. 1, 16 ss.) Idem , De S p iritu Sancto, I II, Ibid., 36 (ib,, 613). 11 (CSEL. 79, 182). A t a n a s i o , F ragm entum . Ju lián , Apol. 1 (PL. 96, 527). Am b r o s io . La lis ta de las o b ras p erd id as de Ju liá n incluye "Ite m lib ru m se n te n tia ru m , ex decade p sa lm o ru m B. Augustini b re v ite r su m m atim q u e collectum . Ite m ex cerp ta de lib ris S. A ugustini co n tra Iu lian u m h a e re tic u m c o lle c ta ” (Félix, Vita, 10, PL. 96, 450). A g u s t ín . De civitate Dei, XV, 23 (C SE L 40, 2, 113). citad a p o r su títu lo p o r Ju lián , DSAC., I I I , 18 Ibid., I, 11; 12, 13. Ju lián , Prog. I, 466, 473). Lib. X X -X X II. Ibid., II y I I I De consensu evangelistarum , II, 73-74 (CSEL. 43, 178 s.). s Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. La o b ra e stá (PL. 96, 577). 12; 19 (PL. 96, (passim ). Ju lián , A nt., I I , 6 (PL. 96, 668). ( 17) 114 F U E N T E S D E SA N JU L IA N De cura pro m o rtu is gerenda, Idem , Prog., I, 10 (ib., 46 s), XV, 18 (C SE L. 41, 651), etc. etc. De doctrina christiana, I, 7-8 I l d e f o n s o , DCB, 18 (ib., (PL. 34, 22). 118 s.). Julián, Apol., 5 (ib., 529). Ibid., III, 35 (ib., 86) cf. C ontra duas epistulas Pelagia- Ju lián , A nt., II, 54 (ib., 689). norum , I, 17 {C SE L 60, 439). E nch irid io n ad L au ren tiu m , 38 Ildefonso, DCB., 40 s. (ib., 129 s.), etc. (PL. 40, 251 s.), etc. Ju lián , A p o l, 10 (ib., 532). Ibid., 34 (ib., 249). E p istu la C X X X ad Probam , IX, Ildefonso, DCB., 132-35 (ib., 20-XII, 23 (CSEL. 44, 62-66). 166). E p istu la C L IX ad E vo d iu m , 3-4 Julián, Prog., II, 33 (ib., 494). (CSEL. 44, 500 ss.). Tract. in E pist. Iohannis, 1, 10 Julián, A nt., II, 79 (ib., 702). (PL. 35, 1985). Tract. in E vangelium Iohannis, Ildefonso, DCB., 16 (ib., 118) 5, 8 (PL. 35, 1418), etc. etc. Ju lián , Prog., I II, 9 (ib., 501), 19, 16 (ib., 1553), etc. etc. Contra F austum M anichaeum , Julián, DSAC., I, 18 (ib., 552). 12, 42 (CSEL. 25. 1, 368 s.). De fid e et sym bolo, I, 1 (CSEL. Ildefonso, DCB., 35 (ib., 127), etc. 41, 3 s.), etc. Ibid., IV, 8; X, 23 (ib., 11 s., Julián, Apol. 13; 14 (ib., 534). 28). De genesi ad litteram , 12, 32 Idem , Prog., II, 34 (ib., 495), etc. ' (CSEL. 28. 1, 427), etc. De genesi contra m anichaeos, Idem , DS.AC., III, 3 s. (ib., 571). I, 33 s. (PL. 34, 189 s.), cf. De natura et origine animae, Idem , Apol., 14 (ib., 534). II, 2 (CSEL. 60, 336 s.). De peccatorum m eritis et re- Idem , Prog., I, 9 (ib., 464), etc. m issione, II, 30, 49 ss. cf. (CSEL. 60, 119-22, 123 s.). E nnarrationes in p s a l m o s, Julián, Prog., II 19 (ib., 483), etc. X X X V II, 3 (PL. 36, 597), etc. Ibid., CI, vv. 7 - 8 (PL. 37, Ildefonso, DIT., 55 - 57 (ib., 183). 1298 s.). De diversis quaestionibus Ixxxiii, Ildefonso, DCB., 11 (ib., 115). q. 66 (PL. 40, 62 s.). Julián, Apol., 9 (ib., 531). q. 80 (ib., 94). (1 8 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 115 J . N . H IL L G A R T H S erm o C C L X X II (PL, 39, 124648). S e rm o V III. I n octavis Paschae (ed. M orin, Serm . p ost, M aur. rep., 35 s.). De serfhone D om ini in m onte, II, 83 (PL. 34, 1307). De T rinitate, X III, 17; XV, 20 (PL. 42, 1031; 1087). B Ildefonso, DCB., 137 s. (ib., 169 s.). Idem , ib., 142 (ib., 171). Julián, Ant., II, 3 (ib., 665). Idem , A p o l, 11; 3 (ib., 533; 528). A p o s t o l o r u m , Ju lián p ro b ab le m e n te u tiliza la ver­ sión la tin a en DSAC., II, 9 (PL. 96, 565). Cf. Zarb, “Miscellanea Isid o ria n a ", 172 s. r e v ia r iu m C a s ia n o , C o n l a t i o n e s , I, 14 (CSEL. 13, 22). Julián, Prog., II, 33 (ib., 493), A d F ortunatum , 13 (CSEL. 3, 2, 347). De m ortalitate, 2 (ibid., 298) etc Ibid., II, 36 (ib., 496). C ip r ia n o , Ibid., I, 15 (ib., 467 ss.), etc. d e A l e j a n d r í a , Scholia de incarnatione unigeniti, 25; 11 (PG. 75, 1396C-1397A; 1379D; 1382A-B). F ue aprovechado p o r Ju lián , Apol. 8; 11 (PL. 96, 531, 533), pro b ab lem en te en u n a versión del siglo V. E p i f a n i o , De m ensuris et p onderibus, 3; 6 (PG. 43, 242, 246) fue utilizado p o r Ju lián , DSAC., III, 17 (PL, 96, 577). C ir il o ( i i ) d e T o l e d o ( + 657), Frc-gmenta (ap u d V ollm er, "M on, G erm . H ist., Auct. A nt.”, XIV, 291), quizá de la o b ra perdida, De T rinitate (cf. Ildefonso, De viris, 14, PL. 96, 204B). Ju lián , Prog., III, 17, 24, 26 (ib., 504, 507, 508). Uno de los m ism os frag m en to s e s tá c ita d o tam b ién en el Sím bolo del Concilio X I de Toledo (675), PL. 84, 457B. E p istu la ad C hindasvinthum re- Ildefonso, De viris, 14, gem (V ollm er, 27). E u g e n io E u s e b io d e C a e s a r e a , Chronicon (versio H ieronim i) (PG. 19, 370). Cf. n. 10 supra. Ju liá n , A nt., I, 17 (PL. 96, 602). d e R u s p e e stá citad o p o r Julián, A p o l, 18 (PL. 96, 536B). Cf. Isidoro, De viris, TI (PL. 83, 1097); D ifferentiae, II, 30 (ib., 85). F u l g e n c io e l G r a n d e , Dialogorum 1. IV, IV, 24, ed. M oricca, 262, etc. G r e g o r io Ju lián , Prog., I, 7 (PL. 96, 463), etc. (19) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 116 FUENTES DE SAN JULIAN E p istu la I, 41 (M C H ., epist., I, Ildefonso, DCB., 117 (ib., 160). 57)’ . H om il. X L in Evangelia, I, 13, 4 (PL. 76, 1125A), etc. Ibid., I, 20, 13 (ib., 1166C-67C). * H om . in E zechielem , II, 7, 7 (PL. 76, 1016 s.). Ibid., II, 8, 8 (ib., 1032D-1033B). . , . J u l i á n , Prog., I II, 45 (ib., 518), etc. Ildefonso, D IT., 35 - 41 (ib., ' 180 s.). Idem , DCB., 127 (ib., 163 s.). J u l i á n , Prog., III, 29 (ib., 511). Ibid., II, 31 (ib., 492), etc. M oralia in Iob, X II, 21 (PL. 75, 999), etc. Ibid., X X X III, iii, 7 (PL. 76, Ildefonso, DIT., 44 (ib., 181). 672), cf. Regula,e pastoralis, I II, 24 (PL. Julián, Ant., I, 105 (ib., 647). 77, 95 s.). H i l a r i o d e P o i t i e r s , De Trini- J u l i á n , DSAC., II, 15 (ib., tate, V III, 10 (PL. 10, 242 s.). 570). I n o c e n c i o I, E pist. X X V ad De- Ildefonso, DCB., 131 (ib., 165). centium . (La c a rta se en cu en tra e n la H ispana [PL. 84, 639s.] y la c ita Isidoro, De ecclesiasticis officiis, II, 27, PL 83, 825.) I s i d o r o , Chronica, c f . Ju lián , DSAC., I II, 26 (PL. 96, 581). De d ifferen tiis rerum , II, 8 Ju lián , Apol., 15 (ib., 535). (PL. 83, 74). Ibid., I I, 35 (ib., 91 s.). Ildefonso, D IT., 82 (ib., 189). E tym olog iarum , V II, x, 9 (ed. Idem , DCB., 45 (ib., 131). Lindsay). Ibid., X I, ii, 31, etc. Julián, Prog., I, 4 (ib., 462), etc. De ecclesiasticis officiis, II, 23 Ildefonso, DCB., 32 s. (ib., (PL. 83, 815 s.), etc. 126), etc. S en ten tia ru m , I, 15; II, 5 (ib., Ibid., 125 (ib., 163). 568; 604), cf. Ibid., I, xxvii, 1 (ib., 595), etc. Julián, Prog., I II, 1 (ib., 497), etc. F ragm entum serm onis in diem Ildefonso, DCB., 106 (ib., 154). R esurrectionis, fo rtasse Isidori. De viris inlustribus, 40 (PL. 83, Idem , De viris, 1 (ib., 198). 1102). (20) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 117 J . N . H IL L G A R T H C om m entarii in Isaiam, I, 2 (PL. 24, 26). C om m entarii in Danielem , IX, 24 (PL. 25, 569 s„ 574 s.). C om m . in Ioelem , 3, 1-2 (PL. 25, 9T9 s.). Com m . in E vangelium M atthaei, IV, c. 23, 8 (PL. 26, 176). C om m . in E p ist, ad Galatas, c. 1, v. 17 (PL. 26, 352 s.). C om m . in E p. ad E phesios, c. 3, v. 5-10 (ib., 510 s.). C om m . in E p . ad T itu m , c. 2, 3 (ib., 616). E p istu la X X X V I ad D am asum , 11 (CSEL. 54, 277 s.). E p istu la C X IX ad M inervium , 5; 2 (CSEL. 55, 451, etc.). A dversas H e lv id iu m ; cf. A dver­ sas Io vin ia n u m (PL. 23), cf. Julián, Ant., II, 82 (ib., 704). H om ilía p r i­ m a de Cruce e t Latrone, 3 s. (PG. 49, 404). Julián, Prog., I II, 15 (PL. 96, 499 s.). De natura animae vel qualitate eius (opus dep erd itu m ), F rag m en ta, pro ­ b ablem ente del 1. V III; cf. Isidoro, De viris, 25 (PL. 83, 1096). Ibid., I, 9 (ib., 464), etc. J e r ó n im o , J u a n C r is o s to m o , J u l i á n P o m e r io , Idem , DSAC., I, 20; 24; 26 (ib., 553, 555, 556). Idem , Prog., III, 2 (ib., 497). Idem , A nt., II, 11 (ib., 670). Ibid., 57 (ib., 690). Ibid., I, 22 (ib., 605). Ibid., II, 72 (ib., 699). Ibid., I, 18 (ib., 603). Idem , Prog., III, 15 (ib., 503). Ildefonso, De virginitate per­ petu a beate Mariae, 1, 2 (ed. V. B lanco G arcía, M a­ drid, 1937). E pistulae Ildefonso, De viris, 3 (ib., 199). Or i g i n e s (versio R ufini), Com­ m entarii in E pist. ad R o m a ­ nos, 6, 8 (PG. 14, 1082). Ju lián , Ant., II, 41 (ib., 684). H om ilice in G enesim , 11, 1 (ed. B aehrens, 101 s.). Ibid., I, 37 (ib., 614). H om iliae in L eviticum , 1, 2 (ed. B aehrens, 377 ss.). Idem , Prog., II, 28 (ib., 490). M o n ta n o d e T o le d o , ii (PL. 65, 51-58). (2 1 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 118 H isto ricru m adversum paganos, V II, 40, 6 (CSEL. 5, 551). O r o s io , T F U E N T E S D E SA N JU L IA N H W ., 506), Id em , 7 (MGH, SRM, V, , A d v e rsu s Iudaeos, 8 Idem , DSAC., I. 26 (PL. 96, (C itado a trav és de Jerónim o, < 556). C om m . in D anielem , IX, 24.) e r t u l ia n o L iber regularum ( e d I d e m , Apol., 5. (ib., 529). B u rk itt, 55). (P robablem ente citado a través de A gustín, De doctrina christiana, III, 35, o de Isidoro, S ent., I, 19.) T ic o n io , De Trinitate, X II (PL. 62, 324D). P S -V ig ilio T h a p s e n s is , Julián, Ant., II, 15 (ib., 672). (Según dom W ilm art, “Revue bénédictine , 30 [1913], 271 s., e sta o b ra fue p ro b ab lem en te escrita p o r u n a u to r español del siglo IV.) (22) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. « LOS CO N CILIO S DE T O L ED O Por el Prof. G. MARTINEZ DIEZ, S. J. P. U niversidad «Comillas», Madrid. INTRODUCCION Al reu n irse este Congreso Ildefonsiano en e sta c a p ita l vi­ sigoda, la C om isión O rganizadora creyó obligado que e n tre las Ponencias y núcleos coloquiales del m ism o no p o d ría fa lta r un tem a íntim am en te ligado no sólo a la H isto ria, sino h a sta al m ism o no m b re de esta Im p erial Ciudad. Y con razón, pues re u n irse en Toledo especialistas e inves­ tigadores del m undo visigodo y d e sc a rta r de su “ ag e n d a ” a los Concilios de Toledo h u b ie ra resu lta d o sencillam ente so rp re n ­ dente e incom prensible. Quizás ningún o tro tem a de la M onarquía visigoda h a he­ cho c o rre r m ás tin ta im p re sa que el asignado a e s ta Ponencia; de aquí m i te m o r a n te el p eligro de a b u s a r d e v u e stra p a c ie n ­ cia d u ran te u n a h o ra p a ra no p o d e r p re se n ta ro s a la p o stre nin g u n a ap o rtació n v e rd ad eram en te novedosa en cu estió n ta n trillad a. Desde Plórez h a s ta n u estro s d ías p o d ríam o s recoger u n largo elenco de m onografías consagradas a los Concilios tole­ danos \ o de estu d io s histó rico s m ás am plios q u e h a n dedi! M arco y C uartera, M anuel, L os C oncilios de Toledo, M adrid, 1856 16 pág.; F ort y Pazos, C arlos Ram ón, Concordia entre la Iglesia y el E stado en la época de la España goda, M adrid, 1857, 59 pág.; M ontalbán, Juan M anuel, In d ole y naturaleza de la In stitu ción real y de los C on­ cilios d e Toledo durante la m onarquía goda, M adrid, 1858, 62 pág.; Am ilibia, José V ícto r de, C oncilios de Toledo. C ortes antiguas y m o­ (1 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 120 L O S C O N C IL IO S D E TO LED O cado m uchas de sus m ejores páginas a esas asam bleas de la Iglesia v isig o d a 2. M uchos y v ariados son los aspectos que p u eden conside­ ra rs e en los Concilios toledanos; origen, com posición, n a tu ra ­ leza ju ríd ic a , com petencia, funcionam iento, evolución h istó ­ rica, in flu jo dogm ático, repercusiones políticas —uno—, qui­ zás el q u e m ás h a apasionado a los a u to res, h a sido el d e su n atu raleza ju ríd ica. Iniciado ya p o r Flórez que sólo veía en ellos asam bleas p u ram e n te e c le siá stic a s3 p asó este te m a a c o nvertirse en u n o de los lugares favoritos de la lite ra tu ra histó rico -p o litica del siglo X IX , q u e calificaba a los Concilios toledanos com o asam bleas m ixtas poílítico-religiosas, origen de las co rtes m edievales. Y con todo ni a ú n este aspecto preferid o , el de la n a tu ra ­ leza ju ríd ic a de los Concilios toledanos, h a sido p u e sto sufi­ cientem ente en claro; u n e rr o r de m étodo, ap licando al p a ­ sado los conceptos dogm áticos contem póráneos y u n clim a de polém ica p a rtid is ta deform ó la re c ta in te rp re ta c ió n de las c ircunstancias h istó ric a s que condicionaban y calificaban el dem as, M adrid, 1866, 47 pág.; López de A y al a y d el H ierro, Jerónim o, C onde d e C edillo, L os C oncilios de Toledo, B arcelon a, 1888, 76 pág.; Sim onet, F ran cisco Javier y Z u gasti, Juan Antonio, S. I., E l C oncilio I I I de Toledo, base de nacionalidad y civilización española, M adrid, 1891, 376 pág.; C alpena y A vila, Luis, Los C oncilios de T oled o en la constitu­ ción de la nacionalidad española, M adrid, 1918, 59 pág. 2 F lórez, E nrique, O. S. A., España Sagrada, V I , M adrid 1859, pág. 13-49, M artínez M arina, F ran cisco, Teoría de las C ortes, I, M adrid, 1813, pág. 11-15. C o lm eiro M anuel, De la con stitu ción y del G obierno de los R einos de León y de Castilla, I, M ad rid y San tiago, 1855, pág. 55-70. Dahn, Julio Félix, Die K ónige der Germ anen, t. V I, W ürzburg, 1871, pág. 421-492. L a Fuente, V icen te de, Historia eclesiástica d e España, II, M adrid, 1873, pág. 353-359. P érez P u jo l, E du ardo, H istoria de las In s­ tituciones sociales de la España goda, III, V alen cia, 1896, 297-339. M agnin, E., L ’E glise w isigothique an V I I siecle, I, P arís, 1912, pág. 47-96. Sejourné, Paul, Le dernier Pére de l’E glise, Saint Isid ore de Séville, París, 1929, pág. 117-133. G arcía V illad a, Z acarías, S. I., H istoria ecle­ siástica de España, II, 1.a p arte, M adrid, 1932, pág. 107-130. G arcía G allo, Alfonso, H istoria del D erecho Español, T om o I, E xposición histórica, M adrid, 1943, pág. 438-441. L lo rca B ernardino, H istoria de la Iglesia Católica. II, E dad Antigua, M adrid, 1964, pág, 665-684. 3 E. S., pág. 41-45. (2 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. INSTITUTO p r o v i n c i a ! » m tas regia" visigoda. P or eso noábtros e n estas m odestas líneas p referim o s acer­ carnos a esas m ism as asam bleas desde u n ángulo m ás h isto riris ta y m enos doctrinal, co n tem plándolas com o lo que son, instituciones en c o n tin u a evolución, que se a d a p ta n a las n e ­ cesidades y a las concepciones de la sociedad e n que se des­ arro lla n . . 1 LA SERIE DE CONCILIOS TOLEDANOS Cuando se h a b la de los Concilios de Toledo se refieren siem pre los autores a la serie n u m era d a de 17 C oncilios que encontró acogida y fue divulgada p o r la C olección C anónica H ispana en su terc era recensión: La V ulgata del 694. Pero la n u m eración de e sta serie co n ciliar es m ucho m ás an tig u a que la p ro p ia recensión V ulgata; ya los E x c e rp ta sis­ tem áticos, datab les e n tre el 656 y el 675, q u e recogen h a s ta el Concilio X de Toledo, d esignarán a las diversas asam bleas toledanas p o r eil m ism o n ú m e ro de o rd e n co n que luego las en co n trarem o s en las Recensiones p o sterio res de la H ispania, tan to Ju lia n a com o V ulgata. D entro de e s ta se rie de 17 Concilios toledanos an terio res al año 711, cabe todavía d istin g u ir u n a serie m ás hom ogénea y co n tin u a q u e sólo com ienza con el IV, del año 633, y que d e ja ría fu era a los tres p rim ero s C oncilios de la ciu d a d regia, a sa b e r: el del año 400, previsigótico y co n sag rad o a los p r o ­ blem as del priscilianism o; el del 527 del perío d o a rrian o , m ás en consonancia con el grupo coetáneo de Concilios ta rra c o ­ nenses y levantinos de los años 516-546; y el I I I d e Toledo, del 589, m agna asam b lea ju b ilo sa que acoge em ocionada la conversión del rey, m agnates y pueblo a la fe católica. A la serie n u m erad a de los 17 Concilios toledanos hay que añ ad ir e n tre el I I I y el IV al m enos uno m ás, o m itido en la H ispania y que c o rresp o n d e al año 597; quizás su brevedad, dos cánones ta n sólo, explique su ausencia de la gran colección canónica v isig o d a 4. Todavía el m ism o intervalo, e n tre los sí­ (3) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 122 L O S C O N C IL IO S DE TOLEDO nodos I I I y IV corresponde el D ecreto del rey G undem aro (610) acerca del C a rá c te r m e tro p o lita n o de Toledo so b re to d a la C artaginense, q u e fue con firm ad o p o r los obispos de esta provincia reu n id o s sinodalm ente ese m ism o año en Toledo; tam poco este Concilio, p o r su c a rá c te r p e c u liar sin d u d a , en­ contró acogida d e n tro de la serie conciliar de la H isp an ia (127). A ntes del siglo V II los sínodos toledanos n i p o r el n ú m ero o calidad de sus asistentes (si exceptuam os la solem ne a sam ­ blea de la conversión de R ecaredo y su p ueblo) ni p o r l a frecuencia de su celebración, n i p o r los tem as tra ta d o s, ni p o r el " o rd o ” o m odo de celeb rarse en n a d a se diferencian de o tro s Concilios hispanos o gálicos de la época. C uando verd ad eram en te se a b re la nueva e ra h istó ric a que en la Iglesia visigoda re p re se n ta n los Concilios de T oledo es con el IV de la serie, el del año 633 que p resid e S an Isid o ro d u ran te el rein ad o de Sisenando, M ientras h a s ta este m om ento la frecuencia con que se reúnen los obispos en Toledo n ad a tie n e de n o ta b le : u n a vez en el siglo V, tre s en el VI, u n a e n el p rim e r tercio del siglo V II; a p a rtir del año 633 los Concilios se suceden a u n ritm o ace­ lerado, 14 en 62 años, esto es la m ed id a in u sita d a de u n Concilio cada c u a tro o cinco años: V (636), VI (638), V II (646), V III (652), IX (655), X (656), X I (675), X II (681), X III (683), XIV (684), XV (688), XVI (693) y X V II (694). Del m ism o m odo en las actas del C oncilio que p resid e San Isid o ro aparece tam b ién p o r p rim e ra vez el tem a político, c. 75, to m an d o p a rtid o en fav o r de la legitim idad del nuevo rey Sisenando. Igualm ente la “F orm ula secu n d u m quam debeat sancta synod u s in Dei nom ine fieri" q u e va a reg u la r en el fu tu ro la ce­ leb ra ció n de los Concilios en la E sp a ñ a visigoda recibe su re­ dacción en ese m ism o sínodo del año 633, c. 4. 4 Sólo a través d el cód ice E m ilianense nos h a llegad o la n o ticia y el texto de este Concilio, cfr. f. 222 v-223, pu b licad o p o r G a rcía de Loaysa, C ollectio C onciliorum H ispaniae, M ad rid 1953, pág. 252. (127). D ecreto de G undem aro y con firm ación del C on cilio d el año 610 h an lle­ gado a nosotros en fo rm a de suplem entos, al C oncilio X I I de Toledo en lo s tres códices de la Fam ilia Toledana, Recensión Juliana, a saber: E sco rial E, I, 12, Albeldense y E m ilianense. (4) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. G. M A R T IN E Z 123 D IE Z T am bién el año 633 m arca, si exceptuam os la singular oca­ sión de la in co rp o ració n del rey y pueblo visigodo a la Iglesia Católica, la p rim e ra de las asam bleas episcopales m asivas de 50, 60 y aú n 70 obispos que van a sucederse h a s ta el 694. E sta ú ltim a fecha m encionada co rresp o n d e al X V II Con­ cilio T oledano, ú ltim o de la serie que h a llegado h a s ta n o so tro s, au nque desprovisto de las suscripciones. Pero no p arece ser que fu era e ste el ú ltim o Concilio celebrado en Toledo an tes de la invasión m usulm ana; en u n folio de le tra visigótica que sirvió de índice a u n m s. d e la H isp an a en Celanova aparece o tro concilio m ás “L X I. S yn o d u s X V I I I Toletani Concilii L ... [episcoporum ]" 5. A este m ism o Concilio se refiere el arzo ­ b ispo don R odrigo cu ando escribe "H ic [W itizza] in ecclesia S. P etri, quae e st ex tra T oletum , cum E piscopis e t M agnatibus su p er ord in atio n e Regni Concilium celebrauit, quod ta m e n in corpore C anonum non h a b e tu r ” 6. Com o la m u erte de Egica tiene lu g ar en nov. del 702, y la "o rd in atio n e R eg n i” de que se ocupó el Concilio p ro b a b le m e n ­ te se refiere al p ro b le m a sucesorio, es m uy posible que el Con­ cilio X V III tuviera lu g ar en el p rim e r sem estre del año 703. 2 LOS CONCILIOS DE TOLEDO Y LA PRIMACIA A dm itido el IV Concilio T oledano del año 633 com o cabeza de serie de las asam bleas eclesiásticas visigodas, lo p rim e ro que re sa lta es que la in stitu ció n c o n ciliar e n la "civitas regia" no debe su configuración a la actividad del m etro p o lita n o de Toledo, com o P rim ado de las E spañas, sino que el proceso evo­ lutivo se rá exactam ente in v e rso : Las asam bleas to led an as con­ trib u irá n pod ero sam en te a la gloria y p restig io de la iglesia huésped y de su m etro p o lita facilitando así el ascenso de éste h a sta u n a posición sin g u lar y ú n ica d e n tro de la Iglesia del reino que se c o n fig u rará en fo rm a de dignidad P rim acial. 5 E . S. pág. 235-241. 6 Cp. De rebus Hispániae, lib. 3, cap. 14. (5) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 124 L O S C O N C IL IO S D E TOLEDO El obispo toledano sólo alcanzará su c a rá c te r m etro p o li­ tano so b re to d a la pro v in cia C artaginense a p a rtir del 610 p o r el D ecreto de G undem aro y el reconocim iento de los obispos cartaginenses; p o r eso no a p arecerá ni en el 633 ni en las si­ guientes asam bleas episcopales celebradas en su p ro p ia sede ni dirigiendo p o r derecho p ropio las actividades conciliares ni encabezando la lista de los firm an tes. El p rim e r p u e sto le o c u p a rá siem p re el m etro p o lita a quien co rresp o n d a p o r razó n de su antigüedad. Así el IV se rá presidido p o r Isid o ro de Sevilla; el V p o r E ugenio de Toledo, p ero es el único m e tro p o lita q u e suscribe las actas; en el V II y V III él p rim e r firm a n te se rá O roncio de M érida, en el IX E ugenio de Toledo se rá tam b ié n el único m e­ tro p o lita p rese n te q u e encabezará tam b ién las suscripciones episcopales com o m e tro p o lita m ás antiguo. El Concilio X I de Toledo no c u e n ta a estos efectos p o r tra ta rs e de u n Concilio provincial; y ya en el X II (681) con S an J u liá n se a firm a la p rim a cía de la sede regia reconocida a o tro s efectos p o r el p ro ­ pio concilio e n su c. 6, y u n a de cuyas m anifestaciones será precisam en te la fu n ción re c to ra que desem p eñ arán en el resto de los Concilios T oledanos. Si no podem os e n c o n tra r el origen de la in stitu c ió n conci­ liar to led an a en la actividad p rim acial de sus p relad o s todavía inexistentes h a b rá que b u sc ar las raíces de los Concilios d e To­ ledo p o r o tro s cam inos, quizá en el id eario político-eclesiástico de San Isidoro, in sp ira d o r en el 633 del p rim e r g ran sínodo que in au g u ra el «período conciliar toledano, id ea rio que des­ a rro lla rá n los m o n arc as visigodos al alcanzar tra s la u n id ad religiosa (589) tam b ién la u n id ad te rrito ria l co n la in co ip o ración del reino suevo (586), las victorias so b re vascones y astu res (S isebuto 612-620), y la expulsión de los b izantinos (Suintila 622) y tr a ta r a h o ra tam b ié n de d irig ir u n ita ria m e n te a la Iglesia y al E stad o visigodo. Pero en vez d a in sis tir en la b ú sq u ed a de las concepciones ideológicas que p u d iero n d a r origen a la serie de Concilios toledanos tra ta re m o s m ás bien de an alizar en ellos aquellos elem entos concretos político-religiosos que im p rim iero n ca­ rá c te r propio a las asam bleas episcopales de la “u rb e re g ia ” y h an a tra íd o sobre ellos la atención de los estudiosos. (6) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 125 G. MARTINEZ DIEZ 3 C O N V O C A T O R IA D E L A A S A M B L E A PO R EL REY La que a p a r t i í de u n a perspectiva c o n tem p o rán ea llam a­ ríam os “ingerencia del p o d e r civil en la celebración del C onci­ lio ” podem os red u c irla a cinco aspectos fu n d am e n ta les: C on­ vocatoria d e la asam blea p o r el Rey, discurso in au g u ra l del trono, p a rticip ació n del Aula R egia en las deliberaciones con­ ciliares, determ inación de la “a g e n d a ” conciliar, ley en con­ firm ación del Concilio. E s un hecho b ien conocido y atestig u ad o en las actas de todos los Concilios nacionales toledanos, con la única excep­ ción del V y del XV que el sínodo no se h a reu n id o sin el b e­ neplácito y aú n el m an d a to regio: VI.— "C onvenientibus n o b is... C hintilani regis salu tarib u s h o rta m e n tis ...” V II.— "...studio... C hindasvindi regis noster.., conventus adess e t...” V III.— "Cum nos om nes... p rin cip is serenissim o iussu... ad sacrum synodi coegisset aggregari c o n u e n tu m ...’’ X.— “ ...Reccesvintho regi cuius sacratissim o voto... ad sacru m quiuim us a d u n a ri conventum ..." X II.— "Cum ex glorioso p rae d icti p rin cip is iu ssu in unum fuissem us aggregati...” X III.— “E ruigio regi... cuius clem entissim o iussu in u n u m coetu m aggregandi convenim us...” XIV.— "... suae celsitudinis iussu nos om nes p rae c ip e re t ag­ gregari in unum ..." XVI.— "...Egicanem prineipem cuius iussu fra te m ita tis nostra e coetus est adunatus..." X V I I .—“ ...c u iu s iussu atq u e im perio ad hunc pacis conuen­ tum congregati fuisse dignoscim ur...” Pero este uso, de q u e sea el príncip e secular el que convo­ que y reú n a los Concilios, p o r ex trañ o que p u ed a p a re c e r a u n a m en ta lid a d del siglo XX, no es u n a novedad toledana, sino u n a co stu m b re u niversal de la iglesia del B ajo Im p erio y de los nuevos reinos germ ánicos. (7) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 126 L O S C O N C IL IO S D E TO LED O Prescindiendo de la intervención im perial en la convoca­ to ria de los p rim e ro s Concilios E cum énicos celebrados en O riente, ya con a n te rio rid a d en el m ism o O ccidente, en el Con­ cilio de Arles del 314, los obispos se congregarán allá p o r vo­ lu n ta d del e m p e rad o r “ ...a d A rplatensium civitatem piissim i Im p e rato ris v o lú n tate adducti..." E sta p rerro g ativ a im perial, com o ta n ta s o tra s, p a s a rá al descom ponerse el Im p erio a los nuevos príncipes germ ánicos y así nos e n c o n trare m o s al rey de, los francos reu n ien d o en Concilio a sus obispos en: —-Orleans (511): ” D om no suo catholicae ecclesiae filio Ohlotovecho gloriosissim o regi om nes sacerdotes quas ad conciiiu m venire iussistis...” —O rleans (533): "Cum e¡x p raecep tio n e gloriosissim orum regum ... convenim us." ■ —A ruennes (535): “consentiente dom no n o stro gloriosissi­ mo pííssim ove regi T h eudebertho...” — O rleans (549): "...cum C hildebertus rex congregasset in u n u m Dom ini sacerd o tes...” Y así p o d ríam o s c o n tin u a r tra n sc rib ie n d o frases y fórm ulas que atrib u y en al rey fra n c o la reu n ió n de o tro s m uchos C on­ cilios en las Galias, com o P arís (552), T o u r (567), C abilonense (579), M atesconense (531-583), P arís (614), C lippiacense (626­ 627), C abilonense (647-653) y M odogarnom ense (662-675), to ­ dos ellos an terio res o sim ultáneos a la gran serie toledana. Lo m ism o o curre en el reino suevo d o n d e tam b ién las actas p rese n tan al m o n arca llam ando a los obispos a la asam blea episcopal. —B rag a I (561): “...ex praecep to p ra e fa ti güoriosissimi Ariam iri regis... convenissent...” —B raga II (572): "...praeceptione p ra e fa ti regis... convenis­ se n t.’’ N ada tiene pues de p a rtic u la r que los reyes visigodos sigan el m ism o cam ino que sus colegas fran co s y suevos, incluso au n antes de su conversión al catolicism o; así los obispos del Concilio de Agde nos re la ta n que se h a n reu n id o con el visto bueno de su rey A larico: "E x p erm issu dom ni n o stri glorio<8) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. G. M A R T IN E Z 127 D IE Z sissim i, m agnificentissim i piissim ique regis in A gatensi ciuita te san cta synodus convenisset...”; y que e s ta intervención regia en la co n vocatoria del Concilio se haga m ás m an ifiesta después de su conservación al catolicism o y en aquellos Conci­ lios com o los toledanos que reúnen a los obispos de to d o el reino en la p ro p ia ciu d ad regia. E n los Concilios p a rticu la re s tam bién se reg istra a veces la convocatoria regia com o en —'Zaragoza (592): “ ...ex p e rm issu gloriosi atq u e sanctissim i p rin cip is R ecaredi R egis...” —B raga (675): “W am bani regí cuius deuotio nos ad hoc decretum salu tiferu m c o n u o c av it.” — Zaragoza (691); “ ...Egicam principis in h an c C aesaraugu stan am u rb em c o a d u n a n p raecep it...” au nque no aparece ta n co n stan tem en te com o e n los n acio n a­ les de Toledo; aú n d e n tro de e sta m ism a ciu d ad los dos Con­ cilios provinciales, el IX y el X I, no aluden p a ra n a d a a nin­ guna iniciativa del rey, que sin d u d a n o seguiría ta n de cerca las reuniones de los sínodos p a rtic u la re s com o las asam bleas episcopales de to d o el reino. 4 DISCURSO INAUGURAL DEL TRONO H em os visto que la p rerro g ativ a regia de convocar los Con­ cilios no es p ecu liar de la realeza visigoda; uso antiguo im pe­ rial, p e rd u ra en m anos de los nuevos m o n arcas germ ánicos. M ás c a ra c te rístic a de los Concilios de Toledo puede a p a re ­ cer la presen cia en los m ism os del Rey y de su A ula Regia; pero tam poco aq u í innovan apenas n ad a los reyes visigodos en relación a los Concilios E cum énicos de Nicea, C onstantinop la o Calcedonia. Ya los em p erad o res C onstantino, Teodosio y M arciano ha­ bían tom ado la p a la b ra delante de los Concilios de Nicea, Constan tin o p la y Calcedonia respectivam ente y orien tad o las deli­ beraciones en u n d eterm inado sentido. P arecida se rá la con­ d u cta de los reyes visigodos; desde el I I I Concilio de Toledo, (9) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 128 L O S C O N C IL IO S D E TO LED O las asam bleas generales se a b rirá n con la presencia del rey que tra s p r e s ta r veneración y acatam ien to a los P adres conciliares, a b re la sesión c o j un breve discurso in augural. La presencia del rey y su alocución la recogen expresam ente las actas del III, IV, V, V III, X II, XV, XV I y X V II Concilio de Toledo. E n esto no h acen o tra cosa los m o n arc as visigodos que se­ g u ir los p reced en tes de los em p erad o res ro m an o s, que tam ­ poco d e ja rá de im ita r algún rey franco, v. g., C hilderico en el Concilio L atunense (673-675). Al discurso inau g u ral seguía la en treg a al Concilio p o r el m ism o rey del e scrito regio que contenía u n a especie de "agen­ da" o recom endaciones que el m o n arc a p re se n ta b a a los o b is­ pos p a ra su adopción p o r la asam blea. Este, escrito q u e en las fuentes recibe el no m b re de "to m u s" aparece ya en el I I I Con­ cilio de Toledo y le volverem os a e n c o n trar, a p a rtir del V III inclusive, en todos los Concilios in au g u rad o s p o r el rey visi­ godo. La acción p erso n al del m o n arc a no p arece iba m ás allá de e sta p articip ació n en la cerem onia in augural, pues tra s el dis­ curso de a p e rtu ra y la en treg a del " to m o ” a b a n d o n ab a la sala conciliar. E sta d isc re ta re tira d a del m o n arc a la re g istra n ex­ p resam en te las actas conciliares a p a rtir del X II Concilio de Toledo; en los an terio res n a d a se in d ica p ero p arece se r que se seguiría ya el m ism o cerem onial, p u e sto q u e jam á s aparece el rey ni interviniendo en las deliberaciones ni suscribiendo las actas. La ú n ica excepción es el Concilio I I I de T oledo en que R ecaredo no se re tira tra s la alocución a los P adres y la en­ trega del " to m o ”, sino que co n tin ú a en la sala y h ace u so de la p a la b ra reitera d am e n te , p e ro la s circu n stan cias especiales de e sta asam blea que ib a a rec ib ir la a b ju ra ció n de la h e re jía a rria n a ofrecida p o r el rey, la reina, los m agnates visigodos y los obispos a rría n o s explica la p erm anencia en la sala del rey y de los m agnates. (1 0 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 129 G. M A R T IN E Z D IE Z 5 PARTICIPACION DEL AULA REGIA EN LAS DELIBERACIONES CONCILIARES E sta p resencia de los m agnates en el I I I Concilio de T o­ ledo no p rese n ta ninguna p ro b lem ática especial, sus su b scrip ­ ciones en las actas se lim itan a a n a te m a tiz a r o a b ju r a r la he­ rejía a m a n a . Los cánones discip lin ares q u e siguen a estas f i r ­ m as vienen a su vez ú nicam ente su b scrito s p o r los obispos. E n cam bio las actas de los Concilios toledanos V III, IX , X II, X III, XV, XVI y X V II reflejan u n a situ ació n m ás com pleja; en ellas aparecen ya p a rticip a n d o en las deliberaciones o su s­ cribiendo los acuerdos al lad o de los obispos, de los vicarios de los p relados ausentes y de los abades, tam b ién los m agnates del Aula Regia. Y con todo no se tra ta de ninguna novedad revolucionaria; ya la fó rm u la isid o rian a del IV Concilio de Toledo (633), c. 4, no lim itab a la asistencia al concilio a sólo los obispos, sino que convocaba tam b ién a las sesiones a cierto n ú m ero de p re s­ bítero s y diáconos, así com o a algunos "laioi q u i electione concilii interesse m e ru e rin t”. Pero al m ism o tiem po e n la m encionada fó rm u la u "o rd o coelebrandi concilii ” los únicos m iem bros activos son los obis­ pos: "E cce sanctissim i sacerdotes... in a u d ie n tia m sacerdotalem protule,rit... N ullus au tem episcoporum a co etu com m uni secedat... ita u t quaccum que, d eliberationi com m uni finiuntu r episcoporum singulorum m an ib u s s u b s c rib a n tu r: tu n e enim Deus m orum sacerd o tu m in teresse c red en d u s est..." La fó rm u la del IV Concilio toledano no h a c ía m ás que rer coger lo p re sc rito en el III (589) que h a b ía sido el p rim e ro en legislar y o rd e n a r la asistencia de los laicos a las sesiones del sínodo, au nque sin asignarles o tra función d e n tro de las deliberaciones que la de " a p re n d e r" : "iudices vero lo co ru m vel actores fiscalium p a trim o n io ru m ex decreto güoriosissim i dom ini n o stri sim ul cum sacerd o tali concilio a u tu m n a li tem ­ p o re die calen d a ru m no u em b riu m in u n u m co nveniant u t discant qu am pie e t ju ste cum pop u lis agere debeant..." 7. 7 G onzález, C ollectio Canonum . coi. 353. 9 Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. (« ) 130 L O S C O N C IL IO S D E TO LED O De acu erd o con e sta prescrip ció n en co n tram o s ya el año 619 en u n Concilio no toledano p resid id o en Sevilla p o r el m ism o San Isid o ro ^ las dos p rim e ra s a u to rid ad e s de la pro v in cia: "C onsedentibus ig itu r nobis... cum illu strib u s viris Sisisclo, recto re re ru m p u b licaru m atq u e (Suanilane, a cto re re ru m fiscalium , sta n te religiosissim o clerico ru m coetu ...” 8. P o r o tra p a rte el esquem a isidoriano p arece resp o n d e r a la m ism a p rim itiv a concepción eclesiológica que llam ab a a p a r ­ tic ip a r en la elección de los obispos a los tre s elem entos de la com u n id ad : obispos, clero y pueblo; así co n sid erad a no refleja ninguna clase de m ix tu ra político religiosa. Pero en am bos in stitu to s se p ro d u cirá u n a evolución m uy sim ilar; el elem ento p o p u lar irá siendo su stitu id o o re p re se n ­ tad o p o r sus m iem bros m ás destacados, esto es: los po ten tes o los reyes. N ada tiene pues de extraño en este o rd en de ideas que las asam bleas toledanas a co jan en su seno a los m agnates de Pa­ lacio; ya las actas del Concilio V de Toledo (636) los p rese n ta ­ rá n acom pañando al m o n arc a d u ra n te el discurso in au g u ral: "...qui in m édium n o stri coetus ingressus cum o p tim atib u s et senioribus p a la tii sui..." Pero su institucionalización p arece ser que tiene lugar en la época recesv in tian a a p a rtir del Concilio V III de Toledo (652) en cuyas sesiones to m an p a rte invocando u n a c o stu m b re ya a n tig u a: "Vos etiam illu stres viros, quos ex officio p alatin o , huic sanctae synodo interesse m os prim aevus o b tin u it...” 9 y estam p an p o r p rim e ra vez sus firm as a co n tinuación de los obispos y de los p ro cu ra d o re s episcopales. Lo m ism o o c u rrirá en ell IX (655) a p e sa r de su c a rá c te r provincial y de que el Rey se m antiene alejad o del m ism o; m ás ta rd e en los Concilios nacionales ervigianos: X II y X III, así com o en los egicanos XV, XVI y X V II la asistencia y subs­ cripción de los m agnates será ya co n tin u a e in in terru m p id a . Dos serán las novedades a p o rta d as p o r esta in stitu cio n a lización; en p rim e r lugar del m ism o m odo que en el n o m b ra m iento de los obispos el lugar del pueblo ha sido asum ido ex8 o. c. col. 639. 9 o. c. col. 425. (12) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. , G. M A R T IN E Z D IE Z 131 elusivam ente p o r el rey, aquí tam b ién el m o n arc a se h a a tr i­ buido con la m ism a exclusividad la designación d e los m agna­ tes laicos, que van a p a rtic ip a r en el Concilio y que rec a e rá en los m iem bftjs del Aula Regia. Así nos lo declaran reitera d am e n te las actas conciliares: X II (681): "... e t vos illu stres Aulae Regiae viros quos interesse huic sancto concilio delegit n o stra su b lim itas...” ,0. X III (683): " E t ideo u n iv ersitatem p a te rn ita tis vestrae a t­ que sublim ium viro ru m n o bilitatem , qui ex A u l a e Regalis officio in hac san cta sínodo vobiscum consessuri praeelecti sunt..." u. XVI (693): "... Vos, h onorabiles Dei sacerdotes, cu n cto sq u e illustres aulae regiae séniores, quos in hoc concilio n o stra e seren itatis praeceptio vel o p p o rtu n a in teresse feci't occasio..." u. X V II (694): "... seu etiam vos illu stre aulae regiae decus ac m agnificorum v iro ru m n u m ero so s conven tus, quos hu ic honorabili coetui n o stra interesse celsitudo p rae c e p it...” I3. La segunda novedad que parece, a p u n ta r e n la in stitu cio n alización recesvindiana es la co p articip ació n activa de los m ag­ n ates laicos en las m ism as decisiones conciliares. E n la fó r­ m ula isid o rian a los p resb ítero s, diáconos y laicos asisten tes a las sesiones conciliares, no intervienen en las deliberaciones, ni suscriben las actas: "M ullus au tem episcoporum a co etu comm uni seced at... ita u t q uaecum que deliberationei cam m uni fin iu n tu r episcoporum singulorum m anibus su scrib an tu r; tu n e enim Deus su o ru m sacerdotum in te resse credendus est...” M; el papel que juegan pues en el Concilio ta n to p resb íte ro s y d iá­ conos com o laicos no p arece ir m ás allá del d e m eros "o b se r­ v a d o re s”. E n cam bio, a p a rtir del V III Concilio (652), m ie n tra s los p resb ítero s y diáconos son su stitu id o s p o r los abades, los laicos ganan en pro tag o n ism o p asan d o a p a rtic ip a r activam ente 10 11 n 13 14 o.c. cal. 490. o.c. ca l. 512. o.c. col, 561. o.c. col. 585-586. o.c. col. 367. (1 3 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 132 L O S C O N C IL IO S D E TO LED O al lado de los obispos en la m ism a configuración de los decre­ tos sinodales; y com o a tales elem entos activos se d irig irá n a ellos ta m b ié n los m onarcas en sus to m o s: V III (652) *Vos e tia m illu stres viros... e t in eo quod decreto ru m v e stro ru m edicta favoris exhibitione corroboro..." 15. X II (681): "O m ines tam en in com m une convenio e t vos p a tre s sanctissim os et vos illu stres aulae regiae viros... quaeque se v estris sensibus au dienda ingesserint sana v erborum exam inatione discutite, saniori quoque iudicio com p ro b ate...” 16. Y expresiones sem ejantes se rep iten en Concilios p o sterio res com o el X III, XV, XVI y X V I I !7. Los tom os regios al dirigirse a los m agnates p articip a n te s en el Concilio no distinguen en tre asu n to s p u ra m e n te religio­ sos y o tro s de m atiz político que p o r in d icación regia a b o r­ dan tam b ién las asam bleas toledanas; en todos ellos parece ser que p a rticip a b an sin discrim inacióii los oficiales del Aula Regia. U nicam ente al final de la serie conciliar, en el ú ltim o de los sínodos cuyas actas conservam os, e n el X V II (694), se re a c ­ ciona c o n tra e sta intervención de los seculares en los asu n to s estric tam e n te eclesiásticos fija n d o u n a nueva m an e ra de p ro ­ ceder en el orden conciliar: Los tre s p rim ero s días no se tr a ­ ta r á d e o tro s tem as, fu era de la fe y asu n to s e sp iritu ales, y e sto sin la presencia de ningún laico 1S. La invasión m u su lm an a al a c a b a r con los Concilios to led a­ nos im pidió tam b ién la aplicación de e sta n o rm a que sepa­ rab a n etam en te los aspectos religiosos reservados exclusiva­ m en te a los obispos de los políticos-religiosos que co rresp o n ­ derían a la asam b lea m ixta de obispos y m agnates. Pero incluso cuando los m iem bros del Aula Regia to m an p a rte activa en las asam bleas conciliares éstas no pierd en su c a rá c te r p red o m in an tem en te religioso y eclesiástico; y los o b is­ pos aparecerán siem pre com o el elem ento n u clear de las m is­ 15 16 17 i» o. o. o. o. c. col. 425. c. col. 490. c. col. 512, 540, 561, 586. c. col. 590-591. (1 4 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. , 133 G. M A R T IN E Z D IE Z m as, q u e im p rim e su c a rá c te r a to d a la asam b lea y a quienes en m últiples ocasiones se d irig irá en exclusiva el rey con olvido o p rete ric ió n de los o tro s m iem b ro s laicos 19. E ste m ism o c a rá c te r secundario de los m iem bros laicos de la asam blea co n ciliar se refleja en el hecho d e que, a p e s a r de tra ta rs e de los p rim e ro s m agnates del reino, firm a n las ac­ tas sinodales en ú ltim o lugar, a continuación de los sim ples abades. Su presencia pues, no a lte ra e n n a d a a n u e stro juicio el c a rá c te r eclesiástico de la asam blea. 6 DETERMINACION DE LA “ AGENDA" CONCILIAR Pero no e ra n ni la p resencia inicial del Rey, n i la asistencia de los m agnates los elem entos laicales que m ás in flu ía n en la m arc h a del Concilio; lo v e rd ad eram en te tra sc e n d e n ta l y deci­ sivo era el co n ten id o del escrito regio, del " to m u s ” que se a b ría y se leía a los P adres u n a vez que, el Rey h a b ía a b a n d o ­ nado la sala de reuniones. E n e ste escrito no sólo se p re se n ta b a el elenco de los tem as que la asm blea d eb ía a b o rd a r, sino que se llegaba h a s ta p ro ­ p o n er las decisiones con cretas que é sta debía ad o p tar. La p rác tic a del "to m u s" regio in au g u ra d a en el Concilio I II de Toledo (589) p e rd u ra rá c o n sta n te h a s ta el final de la época visigótica y no fa lta rá jam ás en ninguna d e las asam bleas inauguradas p o r el Rey p e rso n alm en te a p a rtir del Concilio V III (652) a sab er: X II, X III, XV, XVI y X V II. E ste p o d e r d irecto del m o n arca so b re las deliberaciones del Concilio tam poco es u n a novedad, u n a p e c u liarid ad exclu­ siva de las asam bleas toledanas; en e ste p u n to los reyes visi­ godos siguen tam b ién los pasos de los em p erad o res b izantinos que no se lim ita b an a convocar los Concilios ecum énicos o no ecum énicos, sino q u e les in d icab an tam b ién el te m a o tem as en orden a los ouales tenía lu g ar la convocatoria. 19 Cfr. expresiones com o: «Reverentissi p a tres in hac sancta sy nodo residentibus» (o. c., col. 421-422); «reverentia vestra» (o. c., col. 423); «sanctissím i patres» (col. 487), etc., etc. (15) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 134 L O S C O N C IL IO S D E TOLEDO La g ra n fig u ra eclesiástica q u e in sp ira al C oncilio toledano que in au g u ra la serie de "to m u s" s e rá S a n L eandro; conocedor sin duda, d u ra n te su estan cia en C onstantinopla, de las tra d i­ ciones y usos conciliares del O riente y de la funoión d ire c to ra del e m p e ra d o r p o r nad ie discu tid á, n a d a te n d ría de inverosím il que insp irad o en ellas re d a c ta ra incluso p e rso n alm en te el " to ­ m us ” del re y R ecaredo. El “tom us" del p rim e r m o n arca católico visigodo se lim ita exclusivam ente a m aterias dogm áticas; sus sucesores inclui­ rá n en el m ism o tam b ién los tem as disciplinares. E s ta am p lia­ ción de contenido y la institucion alización de la p rá c tic a del “to m u s" c o n stitu irá n las aportaciones p ro p ias de las asam bleas toledanas, em p u ján d o las a la m áxim a su b o rd in ació n respecto del p o d er regio. 7 LA LEY CONFIRMATORIA DEL CONCILIO Muy d istin ta es la calificación q u e nos m erecen los decretos con que los reyes co n firm an y vienen a d a r fuerza de ley a las decisiones conciliares, pues lejos de c o n stru ir u n a in tru sió n del p o d e r civil en la esfera eclesiástica vienen a p o n e r m ás de relieve el c a rá c te r típ icam en te religioso de los sínodos visi­ godos. Antes de e sta confirm ación regia los cánones o bligarán com o no rm as eclesiásticas pe.ro la fu erza de la ley d e n tro de la sociedad p o lítica sólo les viene del Rey. Siete al m enos de e sta s “leges in co n firm atio n e concilii" se nos h a n conservado e n su te n o r literal, las relativ as a los Con­ cilios III, V, X II, X III, XV, XVI y X V IÍ; y tam b ién e s ta “p r a ­ xis ” se rem o n ta a los días m ism os del p rim e r m o n arc a visigodo católico. Desde luego no creem os q u e fu era n los siete C oncilios m en­ cionados los únicos que gozaron de la confirm ación regia; no siem pre las actas tal com o se h an conservado e n la colección canónica H ispana recogían el decreto regio confirm ativo. Así p o r ejem plo la relativa al V Concilio toledano no fig u ra en la H ispana, sólo casualm ente nos la h a tra sm itid o e n tre o tra s (16) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. G. MARTINEZ DIEZ 135 piezas canónicas diversas el códice E m ilianense; lo m ism o que esta co nfirm ación pu ed e la H isp an a h a b e r o m itido las de o tro s Concilios generales. E n e sta ley c o n firm a to ria de C hintila (638) observam os u n detalle que no querem os p a s a r p o r alto; de los 9 cánones del Concilio el decreto regio sólo recoge uno, el ú n ico p recisam en te que se ocupa de la disciplina eclesiástica. Los o tro s 8 d e m a r­ cado m atiz secular en favor de los in tereses políticos del m o­ n a rc a p arecen ser ignorados en la confirm ación, com o si el Rey q u isiera a b ten erse an te unas m edidas de las que re s u lta el p rincipal beneficiario. Pero e s ta a p a re n te m odestia regia qu ed a lim ita d a a Chintila, p u es en las confirm aciones de Ervigio y E gica desaparece cu alq u ier discrim inación resp ecto al contenido de los cánones que son c o rro b o rad o s en su to talid ad , bien sea en blo q u e co­ lectivam ente, bien enum erándolos uno p o r uno, lo m ism o los religiosos que los políticos. E n 'la confirm ación del Concilio po d ía e s ta r ta n to m ás in ­ teresado el Rey cuanto los cánones conciliares se a d a p ta b a n siem pre a las indicaciones contenidas en el “ to m u s”; en todos los C oncilios toledanos no tropezam os con u n solo caso de discrepancia en tre el Rey y la asam b lea episcopal. Y aú n en aquellos Concilios que carecen d e la co nfirm ación regia no faltan expresiones de que los acuerdos h a n sido to­ m ados con el consen tim ien to del m o n arca, v. g.; IV (633): "D efinitis itaq u e his quae superius eo m p reh en sa su n t an nuente religiosissim o p rin c ip e ..." 20. E n e sta su b o rd in ació n de los m ism os acuerdos conciliares a la vo lu n tad del m o n arc a reside el p u n to m ás oscu ro de los Concilios toledanos h a s ta el p u n to de que m ás de u n a vez des­ p iertan la im presión de tra ta rs e de asam bleas que se lim itan a re fre n d a r con su a u to rid a d m oral las decisiones ya p re e s ta ­ blecidas en el " to m u s ” regio; p ero a u n a e ste resp ecto no cre ­ em os que su dependencia del m onarca sea ni m ayor, ni m en o r que la que d em u estran lo s Concilios orientales en relación con los em peradores bizantinos. » o. c. col. 391. (17) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 136 LOS CONCILIOS I ® TOLEDO 6 LA CONSTITUCION POLITICA DEL REINO Y LOS CONCILIOS DE TOLEDO 1 H em os c o n tem p lad o las ingerencias del p o d e r civil en los Concilios toledanos, m ás estas ingerencias, a u n reconocidas com o tales, en n a d a a lte ra n el c a rá c te r eclesiástico de las asam ­ bleas episcopales visigóticas. Pero no e ra sólo el p o d e r civil el invasor del terren o reli­ gioso; tam b ién los obispos p are c e n ocuparse en sus reuniones de cuestiones seculares, especialm ente políticas a jen as a su com petencia, a u n q u e éstas n i p o r su núm ero, ni p o r su enfo­ que fu e ra n ta n ta s ni tales com o p a ra d e sv irtu a r el c a rá c te r religioso de la asam blea. C iertam ente que e sta s cuestiones no caían d e n tro de la com petencia del Concilio pero, desde ¿I m om ento que e ra el Rey el que señalaba los asu n to s que debían ser ab o rd a d o s p o r los obispos reunidos, y aquél incluía alguno de tipo político, podem os decir que el m an d a to regio e ra al m ism o tiem po u n a delegación de poderes del Rey al Concilio resp ecto del tem a p ropuesto. Ya el Concilio IV de Toledo cuyas conclusiones h a n sido red a c ta d a s "an n u en te religiosissim o p rin cip e" (633) dedica, au nque sólo sea uno de sus 75 cánones “p ro ro b o re n o stru m regum e t s ta b ilita te gentis G o th o ru m ”, p e ro en e ste can o n pred o m in an las consideraciones m o rales inculcando a sú b d i­ tos y p ríncipes el cum plim iento de sus deberes y la fiel o b se r­ vancia del o rd e n establecido. U nicam ente la con d en a nom inal del rey depuesto S u in tila y de su h e rm a n o Geila, a u n q u e se aduzcan razones m orales, constituye u n acto típ icam en te p o ­ lítico al que no le fa lta rá la ap ro b ació n del m o n arca, si es que no respondía, com o todo d e ja suponerlo, a u n a in sinuación del m ism o. Una vez q u e S isenando buscó y en c o n tró el apoyo político del IV Concilio de Toledo, no puede, e x tra ñ a r que su sucesor C hintila siguiera el m ism o cam ino y p re se n ta ra al V Concilio (636) u n a serie de m edidas políticas solicitando la sanción conciliar p a ra las m ism as: "C hintila... h an c in stitu tio n e m quam (18) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. G. MARTINEZ DIEZ 137 ex p raecep to eius et d ecreto n o stro sancim us, divina in sp ira tione p ra a m is it" 21. No es la asam b lea la q u e to m a la iniciativa en el cam po político; su papel, no dem asiado airo so , no va m ás allá de a c la m a r las m edidas p ro p u esta s p o r el Rey m uy de acu erd o n a tu ra lm e n te con' sus intereses políticos del m o­ m ento. Y este m ism o proceso se rá el seguido c o n ligeras v arian tes p o r R ecesvinto en el Concilio V III (652) a l d e te rm in a r el m odo cóm o ha de elegirse en el fu tu ro el Rey visigodo, la cual d e te r­ m inación se p rese n ta reitera d am e n te com o disposición con­ ju n ta del Rey y del Concilio: "lege gloriosi p rin cip is e t decreto sanctae synodi...” 22, "...cui etiam legi vel d ecreto ep isco p ali...”2i, “ ...ut quicum que d e tra c to r et non p o tiu s v e n e ra to r decreti ejusdem atq u e leg is..."24. Y en el m om ento en que el tro n o visigodo es p re sa d e la lucha de fracciones e n tre las fam ilias de C hindasvinto y W amba, los m onarcas o casionalm ente triu n fa n te s b u sc a rá n ta m ­ bién en los C oncilios toledanos la cau ció n m o ral ta n to a su en cu m b ram ien to com o a las m edidas p o líticas q u e juzgan op o rtu n as. Así lo h a rá E rvigio especialm ente en el X II to le d a ­ no y Egica en el X V : siem pre son los reyes los q u e p ro p o n en a las asam bleas toledanas los cánones de contenido político, sin que ni u n a sola vez aparezca la iniciativa b ro ta n d o en el seno del Concilio Si las actas conciliares no nos au to rizan a señ alar ninguna com petencia com o p ro p ia del C oncilio e n m a te ria de D erecho Público o G obierno del reino, tam poco pues b a jo e ste respecto re su lta rá ac erta d o el calificar a las reuniones episcopales de la ciudad regia de asam bleas m ixtas político-religiosas. 21 22 23 24 o,c. o. c. o.c. o,c, col. 395-396. col. 438. col. 438. col. 438. <»). Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 138 LOS CONCILIOS DE TOLEDO CONCLUSIONES A lejados hoy de las pasiones po líticas con q u e los h isto ria ­ dores del siglo X IX p ro y ectab an sóbre las asam bleas toledanas las posiciones polém icas de la época creem os p o d e r a firm a r: 1) Que e sta s asam bleas c o n stitu ía n u n a in stitu ció n d e n a ­ turaleza típ icam en te eclesiástica; esto es, v erdaderos y p ro p io s Concilios. 2) Que la in terv en ció n secular en ellos ta n to del Rey com o de los m agnates e n c u en tra su fu n d am en to en las trad icio n es eclesiásticas, especialm ente orientales, y evoluciona y se afian ­ za en las asam bleas toledanas p o r la p ro x im id a d del Rey y la existencia de u n a m o n arq u ía centralizada. 3) Que si algo disonante con n u e stra s actuales concepcio­ nes eclesiales existe en los Concilios toledanos es p recisam en te esta su b ordinación de los Concilios al p o d e r regio e n su con­ vocatoria, com posición, o rd e n del día, p ro p u e sta d e acuerdos y ap robación subsiguiente, p e ro que tiene sus antecedentes y paralelos e n la iglesia bizantina, 4) Que las decisiones políticas de los Concilios son siem pre p ro p u esta s y solicitadas p o r los m o n arcas que b u sc an en la asam blea episcopal la caución m o ral y la ap ro b ació n a sus planes e intereses políticos sin p e rm itirles u n a v e rd a d e ra de­ liberación ni reconocerles iniciativa ni com petencia p ro p ia. 5) Que e sta caución m oral ta n b u scad a p o r los ú ltim o s m onarcas visigodos hace a p a re c e r a los Concilios com o á rb i­ tro s de d eterm in ad o s m om entos políticos; p e ro d ejan d o a u n lado lo m ucho de apariencia que e n cierra ese p rete n d id o a rb i­ tra je , a lo m ás sería la consecuencia lógica d e la frág il situ a ­ ción de d eterm inados m o n arcas y del prestigio y peso social de los obispos dentro de la sociedad visigoda sin que resp o n d a a u n a verd ad era y p ro p ia n o rm a co n stitu cio n al de la M onar­ quía toledana. (20) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. LOS ATRIBUTOS DE LA REALEZA EN LOS TREMISES GODOS Y LAS CATEGORIAS DIPLOMATICAS COETANEAS Por el Prof. FELIPE MATEU Y LLOPIS De la Universidad de Barcelona. La necesidad de considerar, sim ultáneam ente, diversas dis­ ciplinas in stru m en tales d e la H isto ria cuando se tra ta de p r e ­ se n ta r el cu ad ro general de u n a c u ltu ra o de u n E stado, sa lta a la v ista y re s u lta inaplazable. Así, pues, c u a n d o se recu erd a al E stado godo hay que, c o n ju g a r los m ateriales que a p o rta n la E pigrafía, la D iplom ática, la Paleografía, la N um ism ática, la A rqueología, la Liturgia, las C rónicas, los C uerpos legales y p o r ta n to la H isto ria del D erecho, todo, en fin, cu an to pu ed a p o n e r de relieve la significación de aq uella d in astía que tan to hubo de esforzarse, prim ero , en d o m eñ ar u n país de a m p lísi­ m as v ariantes geográficas y an tiq u ísim as c u ltu ra s y luego en m an ten erse ella m ism a logrando, en m edio de todo, el gran resu ltad o de la posible u n id ad p o lítica p e n in su la r y de las tie ­ rra s adyacentes, u ltra p iren a ic as y tra n sfre ta n a s, en u n a socie­ d ad de difícil m oralización, lograda p o r la acción conciliar reiterad am en te. I.—LAS FU ENTES Las fuentes de conocim iento so n las inscripciones e n pie­ d ra, los grafitos, las p iza rra s, q u e descifra la P aleografía; las m onedas; el Derecho; los textos litera rio s de todo o rd en , in­ cluso los en fn ateriales duros cual las c ita d as p iza rra s, q u e en­ cierran in d u d ab le valor p a ra el d ip lo m atista p o r sus fórm ulas. De todo el caudal conservado surgen unas concordancias iniu Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. % 140 ATRIBUTOS DE LA REALEZA dudables, com o, p o r ejem plo, en los trem ises, de oro, unos a trib u to s o sím bolos d e la realeza concom itantes co n aq u e ­ llos textos y obedeciéndoles *. Son los a trib u to s del rex Hispajaiae, en u n m ate ria l arq u eo ­ lógico que h a sido objeto, m odernam ente, de in m u n d as m a­ nipulaciones p o r falsarios, delincuentes de la A rqueología, m e­ recedores de que se les ap licaran las penas q u e p a ra tales fal­ sificaciones estab lecía la p ro p ia legislación goda si la concien­ cia c ristia n a no lo g rara la su p resió n de las q u e p a ra los s ie r ­ vos co n stan en la Ley de C hindasvinto, Tales individuos h a n echado sobre el n u m ario godo un ludibrio, u n a desconfianza, un desprestigio, que h a m otivado que los h isto ria d o res d e la legislación visigoda no lo hayan tenido p rese n te o no se hay an ilu strad o , debidam ente, las h isto ria s de aquella m o n arq u ía con tan precioso com o tosco m a te ria l2. II.— LA CRONOLOGIA Mas antes de e n tra r en el tem a estricto es o p o rtu n a una breve cronología: 395: Divisio Im p erii.— 411: H erm enerico, rey suevo. Acu­ ñaciones suevas a nom bre de H onorio.— 412-415: A taúlfo rey. 415: Sigerico rey.—416-419: W alia rey. A sentam iento de los godos en A quitania y Galia m eridional. F oedus de W alia con R om a (Zeum er).— 419-451: T eodorico o T eodoredo I, se apo­ d era de Arlés que p erten ecía a V alentiniano I I I ; Arlés, la R om a gala, cap ital de las siete provincias de la Galia. C o n tra Aecio.— 423: M uere el e m p e ra d o r H onorio.— 429-433: R echila en la B ética y en la C artaginense.—445: La a rm a d a ván d ala e n Ga­ licia, fren te a T oronio.— 447-755: Los m erovingios.—451: Ba1 L os textos pizarroso s pu b licad os p o r D. M anuel G óm ez-M oreno lo s u tilicé, en p a rte, en Solidos in aderato p refio ... N otas sob re d ocu ­ m entación goda y condal (Siglos V I-X ), (P orto, S. P. d e N.) 1968, pág. 7. 2 Lo publicado antes de 1959 está recogid o, en su m a yo r parte, en mi B ibliografía de la H istoria m onetaria de España. Con suplem entos referentes a los países con ella más relacionados (M adrid, C asa de la M oneda, 1958). V éase ¡también: La «imago regís» en los trem ises godos. Nota sobre su evolución. (P orto, S. P. de N., 1960), pág. 10. (2) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. IN ST IT U T O P R O V I N C I A L & ni ’H O O S- "s *T'.' . V ► ’ . ,> L? «r» v é ® o g 141 F. MATEU Y LLOPIS S O N V G 2 1 C I so iq ru sa ^ ta lla de los C am pos M auriacenses o C atalaunicos, ú ltim o d ía del reinado de T eodoredo o Teodorico, p a d re de E u rico (Zeum er).— 452: T urism undo rey.—453-466: T eodorico II.— 466484: E uricus rex.— 475: Publicación del Codex euricianus (Zeum er).—476: Caída de Rom a. B yzancium , cen tro de O riente.— 476-493: Los hérulos.— 484: M uere E urico. Alaricus rex.— 485507: Alarico II.— 493-555: Los ostrogodos. C asidoro, Variae.— 506: Lex rom ana o B reviarium Alarici regis, de A larico II.— 507-511: Gesaleico.— 511-531: A m alarico.— 516: M uere Gundobaudus rex b u rg o n d io m tm .— 518-527: Ju stin o I, e m p e ra d o r.— 527: Concilio toledano II, b a jo A m alarico.— 527-565: Ju stin ia ­ no I.— 531-548: Teudis rex.— 546: L ex de Teudis.— 548: Teudisclus rex.— 549-554: Agita rex.— 554: Los im periales en el E ste peninsular.— 554-567: A thanagildus rex.—565-578: Ju sti­ no II.— 567-572: L iuva rex, Liuva I.—568: P rincipatus de Leovigildo, asociado al tro n o en el año II del rein a d o de Liuva: gobierna la P rovintia H ispania C iteripr, 571.— 568-774: Los longobardos.— 569: La “Divisio T h eo d o m iri” rep re sen tó el p a­ rro q u ia l del reino suevo. Concilio de Lugo (P. David).— 570: M irón, en Suevia.—571: Liuva en la N arbonensis.— 572-586: Leovigildus rex.— 578-582: T iberio II.— 579 585: E rm enegildus rex.— 582-602: M auricio, em perador.— 585: M uerte de H erm e­ negildo.—585: Con A ndeca term in a el reino suevo, d estru id o por Leovigildo.—586-601: Recaredus rex.— 601-602: Liuva rex. Liuva II.— 602-610: Focas.— 603-610: V itericus rex.— 610-612: G undem arus rex.— 610: G undem aro especifica que la C arpetania es de la Provintia C arthaginensis.— 611-754: C ronicón del Pacense.—612-621: S iseb u tu s rex, 614: C oncilio en E gara.— 621-631: S u in th ila rex.— 631: Iudila, u su rp a d o r.— 631: Dagob e rto c o n tra Suintila.— 631-636: S isenandus rex.— 633: IV C on­ cilio de Toledo. S erpentinas, episcopus illicitanus.—636: M ue­ re S. Isidoro hispalense.—636-640: C hintila rex.— 636-652: Rotharius vir excelteniissim us, rex gentis langobadorum .—640-642: Tulga rex.— 649-672: R eccesvinthus rex. Lex visig o th o ru m o Liber iudiciorum .— 672-680: W am ba rex. S u n iejred u s rex, re ­ belde.—6 8 0 -6 8 7 : E rvigius rex.—6 8 7 -7 0 1 : Egica rex.— 688: XV Concilio de Toledo.— 693: XVI Concilio de Toledo.— 701711: W ittiza rex.—710: Achila rex, u su rp a d o r.— 711: R adericus rex.—716: D estrucción de E gara. (3 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 142 A T R IB U T O S D E L A R E A L E Z A I I I — LOS CONCEPTOS JURIDICO - DIPLOMATICOS E l previo análisis da u n a term inología ju ríd ico -d ip lo m ática es necesario p a ra la c o m p ren sió n de la b ase legal de las acuña­ ciones hispanogodas, term inología que se o rd en a aquí alfab é­ ticam ente 3: Acta\ Sinónim o de gesta. Texto acordado; resolución; en 433. A uctoritas: E n R om a la su p rem a capacidad reco n o cid a p o r los súbditos e n el e je rcie n te del p o d e r; fa c u lta d de g o b ern ar, antes reserv ad a al Senado. E n la H ispania goda docum ento que co ntenía la disposición real o é sta m ism a. Del docu­ m ento diplom ático o legal se o b ten ían las necesarias co­ p ias: "ex em p lar a u c to rita tis C om m onitorium T him otheo vi­ ro spectabili c o m iti”. La A uctoritas Alarici. Cautio: C aución; p ren d a . . Carta: G enéricam ente docum ento; específicam ente, con el de­ term in an te; cartilla donationis, fir m ita tis , etc. C onstitutio: G enéricam ente el código; Liber c o n s titu tio n u m ; el código articulado, así: G undobaldi regis liber co n stitu tio n u m 4. C onsulatus: T érm ino que pasó de, la m a g istra tu ra así llam ad a a los cóm putos. D ecretum : Los decreta em anados de los em p erad o res o constitu tio n e s im periales, dividíanse en: edicia, legislativos, de c a rá c te r general y fo rm a im p e rativ a ; m andata, dirigidos a los fu n c io n a rio s; decreta, decisiones del e m p e ra d o r com o juez soberano; rescripta, resp u estas im periales a co nsultas de los m agistrados o p a rtic u la re s. E stas categorías p a saro n 5 Se han tenido en cuenta: S t e i n a c k e r , H arold. — D er Ursprung der «traditio cartae» und das W estgotische Urkundenwesen, «F estschrift des A kadem ischen V ereinas D eutsoher H istorisch er in Wien» (1914), pág. 20. T j a e d e r , Jan. O lof. — E in verhandlungsprotokoll aus dem J. 433 n. Chr. «Scriptorium » (1958), 1; 1-43. Z e u m e r .— H istoria de la legislación visigoda (trad. C lavería, B arcelo­ na, 1944). 4 Z e u m e r , 29. (4 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. F . M A T EU Y L L O P IS 143 a las C ancillerías d e los pueblos germ ánicos, a la Pontificia y a las de diversos países m edievales. E dictu m , edicta: Texto, código, o disposición dada p o r el rey; ed ictu m regis: “sicut in edicto sc rip tu m e s t ; secundum edicti se rie m ”. In d ex et prescriptio legis: Su contenido. Iu dicium , in d ic ia : Lo juzgado, sentenciado o resuelto. Iussio, iussum : El m andato real; iussu regis, p o r o rden de éste. K, l. C aput legis: Su rú b ric a o cabecera. Lex; leges: Las leyes p rom ulgadas con las sig n atu ras de los co n firm an tes: "signum G ussim i viri illu stris, proceris; Tousa vir illu s te r an ath em atizan s su b scrip sit; A frila v ir illu ster a n ath em s u b s c rip s it; sim iliter om nes séniores g o thorum s u b s c rip se ru n t” (Zeum er). La lex con su p reám b u lo , relatio y sententia. El c o n ju n to de las de Alarico, L ex rom ana o B reviarum Alarici regis. Liber: El origina] en el Código de A larico y el m ism o código prom ulgado. Liber iudiciorum , de R ecesvinto. O ffic iu m : De am plias a c ep c io n es; el o fficiu m regium , la m i­ sión, com etido, función, oficina, ejercicio de la a u to rid a d del rey. O ptim ates: Los jefes del ejército . Plúcitum , plácita: El significado clásico de decreto, ord en , sen­ tencia, juicio, acuerdo, se expresa en las siglas Q.D.E.R.F.P. Q uid de ea re fieri placet; el convenio o decisión u lte rio r o consecuente a u n a petición, com o el de los ju d ío s de Toledo y R ecesvinto: “In Dei nom ine, Flavius G loriosus R. rex. Pac­ to plácito sub duodécim o K alendas M artias anno feliciter sexto regni glorie vestre, in Dei nom ine Tolcto, explicit". La facultas placitandi, goda. Prim ates: Los p rim ero s p erso n ajes de las ciudades. R escripttim : La sentencia im perial respondiendo a consultas. S a n d io : La confirm ación o ratificació n de la lex; tam b ién la pena o castigo p o r ella im puestos. Scribae: Los escribanos o n o tarios. Scriptura: Como docum ento o texto, de c a rá c te r dispositivo o p ro b ato rio . S en ten tia : La p ro n u n cia d a p o r el Senado iba preced id a de las (5 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 144 A T R IB U T O S D E LA R E A L E Z A siglas D.E.R.I.C. De ea re ita censuerunt. La voz quedó en todas las legislaciones derivadas. Tabellio, tabelliones: Los n otarios. T esta m en tu m : La voluntas. El holographum testa m e n tu m "est m an u au cto ris totum co n scrip tu m e t s u b sc rip tu m ”, según San Isidoro, 7 s. T o m u s : El cu ad ern o de leyes p rese n tad a s al Concilio. C antos B enítez e n su E scru tin io , tra e glosa de los térm in o s prim ates, priores, m ayores, optímc-tes, senniores, proceres, rec­ tores y o t r o s 6. IV.—LOS TITULOS REGIOS 1.— DOMINUS NOSTER El d o m inatus fue creación típ ica del B ajo Im perio. A raíz del asesinato del "tira n o " D om iciano se ten d ió a la m o n arq u ía electiva, fu n d ad a en la adopción. C on stan tin o M agno luchó p o r la u n id ad im perial y religiosa; pasóse del d eb er cívico a la de­ voción perso n al d e los súbditos al em p erad o r; en éste, om ni­ p otente, realizóse el dom inatus, u n ió n político-religiosa. El I m ­ p erio de O riente fue nacional y religioso; desaparecido el de O ccidente las m o n arq u ías germ ánicas que lo h e re d a ro n ten ­ dieron a im itarle en lo nacional. El d o m in a tu s rigió de 305 a 640; H eraclio estableció u n a nueva constitutio. D om inus noster, com o D om inus rex, se ve en la Lex rom ana burgundionum ; iguales títu lo s u sa ro n los vi­ sigodos. 2.— FIJW IU S No fue solo R ecaredo quien lo u sara. E n las leyes del Foru m iudicum : "Flavius G loriosus C hindasvindus rex". "Flavius G loriosos Reccesvindus rex", com o su p red eceso r y co rrein an te. E n el p reám b u lo de las disposiciones de W am ba: "Deus iu slu s iudex... Ip se ig itu r Deus iu stitia e s t”. “ Deo, ig itur, fra u dem facit qui iu stitiae aliquid s u b tr a h it...” en De coertione P ontificum , p ro m u lg a d a b a jo "Flavius G loriosus W am ba r e x " 7. 5 Z e u m e r , 79. 6 E sc ru tin io d e m a r a v e d ise s ... ( M a d r i d , 1 7 6 3 ), p á g . 2 7 y s i g . (6 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. F . M A T EU Y L L O P IS 3.— IU STUS, 145 PIU S De iustus, plus, ínclitus, invictus, felix, hay a b u n d a n te s do­ cum entos y epígrafes m onetarios, co n stan tes los dos prim ero s. De ello ya se t r a t ó 8. 4 .— LOS IMPERATQRES E n el Código Teodosiano se halla la in titu la ció n : Im p p (era to re s) T heodosius et V alentinianus AA (ugusti) ad Senatum . El acusativo con ad e ra la fó rm u la p ro p ia de la inscriptio o dirección: "Im p p . V alentinianus et Vatens A ugusti, ad A u so n iu m : o praefecto p ra e to rio :( P P O ) a d V erin u m vicarium Africae, seguida de la salutatio, así: Im peratores H onorius et Theodosius Augusti, consulibus, praetoribus, trib u n is plebis, senatui suo, salutem d ic u n t”9. V.—LOS CONCEPTOS POLITICOS Y SUS SIMBOLOS Siendo la m oneda clara expresión de la so b eran ía y re p re ­ sentándose en ella los sím bolos de la realeza, procede una exposición previa de los conceptos políticos im p eran tes. 1.— e l "rex” El rey rige el reino. "Q uid sit rex et u n d e d ic a tu r: Reges enim a regendo vocati sunt, nam reg n u m a regibus dictum e s t”. Dos han dé ser las v irtu d es del rey: ju stitia et veritas. P or el ejercicio de la p rim e ra se llam a al rey iustus; así en los trem ises. El rey ha de p erseg u ir la verdad y conociendo ésta, c o rre ­ -> F. I. Lib. V , tit. I, V I. 8 V éase en la Bibliografía citad a en 2. 9 Joh. S t r o u x , «¡mperator», «Die Antike», X III, (1937), pág. 197. E l Im perator h a b ía sid o en Rom a p rim eram ente el je fe m ilitar; el concepto p o lítico asign ado al je fe d el E sta d o en O ccid en te perten ece a lo carolingio; en Oriente, se m antuvo con la significación d e la R om a im perial. 10 Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. (7 ) 146 A T R IB U T O S D E L A R E A L E Z A gir: "N on au tem pié regit qui non m ise ric o rd ite r c o rrig it". "R egere p ié ” : g o b e rn a r con piedad, p o r d ejercicio de la m ise­ ricordia. Al rey se le titu la pius en los trem ises. Forum iudi- cum, Primus titulus De electione principum. Rex, títu lo u sado p o r los dem ás m onarcas de estirp e ger­ m ánica: "V ir glorio si ssim us G undobaudus rex B urgundion um ", en la Lex romana burgundionum. (473-516). R o tario : "E go in Dei nom ine R h o tariu s v ir excellentissim us e t septim odecim us rex gentis la n g o b a rd o ru m ” (636-652). La acuñación de m oneda es reg alía; la p ro p ie d a d d e aq u é ­ lla rep re sen ta d a p o r la efigie del rey y expresa en la fó rm u la genitiva Liuvigildi regis. La so b eran ía en la ab lativ a: Toleto rege, en las m onedas de este m onarca. La efigie del rey es la q u e da g a ra n tía a la m oneda, con el peso y la ley del m etal, S an Isid o ro en Etymologiarum (lib. XVI, cap. V III): " In nom ism ate tria q u a e ru n tu r: m etallum , fig u ra e t pondus. Si ex iis aliquid defuerit, nom ism a non e r i t ”. 2 .— el "regnum " El te rrito rio que dom ina el rex y que le e stá som etido es el regnum: "N ullus p ro rsu s ex óm nibus regni n o s tr i...”. El re i­ no e stá som etido al m andato, al gobierno del rex: "...g en tib u s n o stre a m p litu d in is im perio, su b iu g a tis”, en textos de Reces­ v into l0. "Q ui sibi regnum b la n d iu n tu r spe rege su p p e rstite ", son e x c o m u lg ad o s11. 3.— los " reges " La doble fig u ra real q u e aparece en los trem ises, u n a en anverso y o tra en reverso, obedece a la idea del consortium regni, de los em peradores rom anos. Idacio: "T heodosius, p er G ratian u m in co n so rtiu m Regni ad su m p tu s, cum ipso e t Valentiniano iu n io re ...” ; y "T heodosius A rcadiaum filium suum A ugustum appellans, Regni facit sibi esse co n so rte m ” 12. El B iclarense n a rr a que Leovigildo "dúos filios su o s... H er1(* Z e u m e r , 83. 11 C on cilio toledano V , 4, edic. Concilios V isigóticos e hispano-romanos, d e J. V i v e s , T. M a r í n y G . M a r t í n e z (C. S. I . C., 1963). u S a n d o v a l. — H istorias, 27. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. F. M ATEU Y L L O P IS t 147 m enegildum e t R eccaredum consortes regni fe c it”. R. G ilbert h a escrito : "A n u e stro m odo de ver esta expresión tiene u n v alo r técnico m uy preciso y hay que ten e rla en c u e n ta al ex­ plicar la índole del p o d e r de H erm enegildo so b re la B ética; es la m ism a participado regni que San Isid o ro describe en c u a n ­ to a Liuva y L eovigildo” 13. E ste consortium regni se expresó en las m onedas con la d o ­ ble figura real, de anverso y reverso, luego que Leovigildo a b a n ­ donó los tipos bizantinos. Am plia inform ación gráfica en la b ib liografía n u m ism ática 14. E n las m onedas visigodas se dió el caso de representación de sunarquías, com o en las bizan tin as, esto es, el gobierno com ­ p a rtid o de dos príncipes, que en expresión in ten sificativ a de­ cían en sus leyendas: In Dei nomine Egica Rex, en anverso, y 'Witizza.-Rex Reges, en reverso, com o en Bizancio los coem pe­ radores. El m o n arc a godo se in titu ló pues, Rex; el regnum e ra el de Toledo, la urbs regia, cuando sólo el soberano de O riente e ra el Imperator ; trip le títu lo que se u só a veces, com o en la f ó r ­ m ula genitiva: Domini nostri principis Reccesvinti regis, p re ­ cediendo al de rex, y al de princeps el rom an o -b izan tin o Do- minus noster. D on R odrigo se titu la b a y e ra rex Toleto, y Egitania. 4.— l a " r e g ia p o t e s t a s " Pero el rey e s tá som etido a la ley. Flavius Gloriosus Rechesvinthus rex, siguiendo d o c trin a teológica: "O m nipotens reru m D om inus e t C o n d ito r...”, o rd en a que la p o te sta d real, com o el pueblo, esté su je ta a la ley: “Quod ta m regia p o te sta s quam et pop u lo ru m un iv ersitas legum reverentiae sit su b ie c ta ” (F. I. lib. II, tit. 5). Las donaciones del rey son p e rm a n en te s: '‘D o n a d o re s regiae p o te sta tis... in eodem iu re p e rs is ta n t", se dice en d isp o si­ ción recesvindiana (lib, V. tit. I II, II, 64), 13 G i b e r t , R a fa el.— La fundación del R eino V isigótico, una p erspec­ tiva histórico jurídica. (N am ur, 1968, pág. 1-27) y E l reino visigodo y el particularism o español, 39. u V éase n ota 2. (9) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. « 148 A T R IB U T O S D E L A R E A L E Z A La regia potestas tiene licencia p a ra p e rd o n a r: "De servan* d a P rincipibus p o testa te p a rc e n d i”, en la ley recesvindiana. (lib. VI, tit. II, VI, 80). L ograr la potestas regni es la m áxim a asp iració n , lo que. orí* gina disenciones y luchas. " In te r F ru m a riu m e t R echim undum o ritu r de regni p o te sta te dissensio" 15. 5.— e l " r e x h is p a n ia e ” E l m o n arc a godo es rex Hispaniae. M ás en rec u e rd o de la in co rp o ració n a la co ro n a visigoda del reino de los suevos lo es tam b ién de la an tig u a Gallaecia: "rex H ispaniae et Galleciae”; así Sisenando en el Concilio toledano IV, era DCLXXI, año 633, De electione principum. 6.— LA "CELSITUDO REGIA" E n el ápice del p o d e r el rey tiene la m áxim a jera rq u ía , elevación, grandeza, alteza; p o r eso se califica su función de celsitudo regia, clasicism o p u ro que convertido en visigotism o, p u ro tam bién, co n serv arán n a d a m enos que los m o n arcas de la C orona de Aragón en los tra ta m ie n to s que recibían, en los si­ glos X IV y XV “ 7 .— l a "m a i e s t a s ” L a maiestas o m ajestad , grandeza o dignidad del pueblo o del S enado rom ano, o del príncipe, se h a lla en los textos godos con él m ás rancio a b o le n g o ; la m ism o p a s a rá a la m o n arq u ía de la C orona de Aragón, p o r ejem plo, titu la d a Sacra Regia Aragonum Maiestas, d el rey d'Aragó, títu lo exacto éste y falso el d e comte-rei que, tergiversando la H isto ria, se le da en o b ras actuales, sin que jam ás lo u s a ra n los soberanos. 8 .— e l " p r in c e p s " E n tre godos voz sinónim a de rex, pero a n te rio r a este sus­ tantivo, p o rq u e princeps venía de lo rom ano, títu lo aplicado 15 Z e u m e r , 39. M at eu y L l o p i s , Felipe: Sacra Regia Aragonum Maiestas. N otas sobre la diplom ática y la sim hología real, «H om enaje a Johannes V incke p ara el 11 de m ayo de 1962 (C. S. I. C ; G. G. P. W.); 1962-63; pág. 201-220. (1 0 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 4 F. m ateu Y LLOPIS al em p erad o r en d eterm in ad o s casos, com o Princeps iu ven tu tis. En la a n tig u a R om a el Princeps civium , el p rim e ro de los c iu ­ dadanos o m ag istrad o , jefe, a la m an e ra del hegem on o rie n ta l o del p o ste rio r (lux occidental. Im plicó u n a vinculación p e rm a ­ nente del m an d o m ilita r, el im perator; a sí T ib erio fu e P rin ­ ceps, com o antes Augusto, Princeps, fue elevado a la dignidad de Pater Patriae. Leovigildo se in titu ló princeps en u n a acuñación m o n eta ria . C am paner describió así un tríe n te de la colección Sánchez, de Sevilla: “A nverso: R e x L i w i g i l d v s . B usto a la derecha. R ever­ so: O p t i m v s P i c t n d . Cruz sobre tres g rad as". La le c tu ra rec ta es P r i n p s , princeps. E n R o m a el P rincipalus creado p o r Octavio, h ijo adoptivo de César, p a rtien d o del séquito, luego de o b te n id a la su b o rd i­ nación de los conciudadanos a los principios su ste n tad o s 17. La idea del P rincipatus p asó a lo g o d o ; es e l m an d o , el go­ bierno del re in o : " E ra DCVI, anno I I I Im p e ra to ris Iu stin i Minoris, Leuvigildus —b a jo Liuva I— , ad ep tu s H isp an iae e t Galliae p rin c ip atu m , a m p lia re R egnum bello e t augere opes statu it ”, dice San Isid o ro I6. Liuva I reinó en 567-572 y Ju stin o II en 566-578. La e ra 606 corresponde al año 568, que era el año tercero en q u e im p erab a Ju stin o . 9.— EL "PROLIS REGIS” El h ijo del rey es incólum e; a los h ijo s del rey se les debe dilección: "Ut p re b e a tu r filiis eius dilectio ben ig n a", e n el Concilio to led an o V I 19. La im ago del prólis regis p a sa tam b ién a los tre m is e s ; e stá en re v e rs o 20. La inviolabilidad de que goza la regia p o te s tas se extiende a la serenissim a coniux y al p rolis regis; así e n el Con­ cilio toledano X III, b a jo Ervigio. 17 P r e m e r s t e i n . — V om V erde und W esen des Prinzipats, «Abfaan. d. B ay. A kad, d. Wss., 1939, c. 15). S e extend ió del 27 a. J. C. al 305. 13 H ist. de reg. gotthorum , 211, (edic. 1778.) i» F. I, f. ix. :u V éase nota, 2. (») Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. « 150 ATRIBUTOS DE LA REALEZA 10.— LA CORONA El T esoro de G u arrazar acred ita la riqueza del sím bolo real p o r excelencia. Los nom bres regios que figuran e n ellas conc u erd an con las in titu lacio n es m o n etales: Suinthila (ñus), Reccesvinthus. La p rim e ra vez q u e aparece sobre, la cabeza real es en las m onedas de Leovigildo: Dominus Leovigildus Rex, con su b u sto de fre n te, co ro n ad o : Pius Emérita Víctor, c o n el b u sto tam bién de fren te, sin corona, del prolis regis 21. El n u m era rio visigodo de los p rim e ro s reyes q u e p rese n ta en anverso y reverso la cabeza de fren te, tiene u n a c ie rta u n i­ fo rm id a d tipológica y se advierte en él u n a evidente u n id ad . Con el tiem po y cuando se a b an d o n a este tipo, se a c en tú a n las diferencias provinciales. Las dos cecas m ás im p o rta n tes de la Bética, Córdoba Patricia, e Ispclis o frecen e n tre sí u n a g ran analogía y en am bas se observa la tra d ic ió n de las m onedas ro m an as im periales, d u ran te ciertas acuñaciones d e Egica-W itiza. El m on o g ram a de Ispalis aparece d e n tro d e u n a láu rea que rec u e rd a la de la m o n ed a de b ro n ce de. la Colonia. Romulc<. E n C órdoba se usó tam b ién el m ism o tem a, q u e se asocia a la m oneda de Colonia Patricia; en e sta ceca visigoda n o se ab a n ­ donó el títu lo ro m an o de la ciu d ad que aparece así Córdoba Patricia. 1 1 .— LA CORONA CON INFULAS, DE PE R FIL La corona, sím bolo de la realeza, se p rese n ta, e n el coronatus, de p erfil, con las ínfulas de los em peradores bizantinos. Los trem ises godos dan ab u n d a n te tip o lo g ía 22. 12.— LA DIADEMA Igu alm en te la diadem a se g rab a en las m onedas; el diade- matus godo es pervivencia del rom ano-bizantino. 21 V éase m i lib ro Las m onedas visigodas d e l M useo Arqueológico Nacional. E stas piezas las ex p atrió el M in isterio de In stru cción Pública en la noche del 4 de noviem bre de 1936 y al d ía siguiente. 2' Un ejem p lar en la R eal Academ ia de la H istoria. V i o tro en poder del Sr. Llagostera, en B arcelona. (12) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. * F. MATEU Y LLOPIS 13.— 151 EL MANTO REAL E l rex viste u n m an to de p ú r p u r a ; la biblatea tegmina reg­ ni, de tiem pos de C hindasvinto se ve ya e n los trem ises d e Leovigildo, el p rim e r m o n arc a que se p re se n ta c o n g ra n a p a ra to real, según S an Isid o ro , p ero tam b ién según las m onedas. 1 4 .— EL "PALUDAMENTUM" CON FIBULA E ra el paludamentum la clám ide o ro p a de u n jefe de e jé r­ cito, c ap a e n c a m a d a q u e se p o n ía sobre la a rm a d u ra . E n los trem ises godos de la T arraconense se ve clarísim a e sta re p re ­ sentación, de p u ra ro m a n id ad am biente. 15.— EL CETRO CRUCIFORME El sceptrum o oetro lleva u n a cruz e n su extrem o, a la m a ­ n e ra b izantina, copiándola, bien que a veces no es ta n largo com o aquél. D u ran te el perío d o de los reyes asociados, Egica-W ittiza, to d as las cecas u san en an verso el tip o de b u sto s a fro n ta d o s y e n tre ellos u n a cruz y en reverso el n o m b re de la ciu d a d en m onogram a. Las diferencias provinciales y locales rad ican , en este período, m ás en el e stilo a rtístic o q u e en los tipos, con excepción de lo que se, dice a co n tinuación so b re las cecas de Córdoba Patricia e Ispali. 1 6 .— LA LORICA La lórica o coraza e ra de c o ta de m alla o de m etal, con sus corresp o n d ien tes piezas q u e la su je ta b a n al loricatus o caba­ llero arm ad o . Se ve en los trem ises de W am ba especialm ente. 1 7 .— EL YELMO Es tam b ién en éstos donde aparece el m o n a rc a co n casco o yelm o, de p e rfil, lo que p e rm ite c o m p ro b a r las especiales ca­ rac terística s de aquél. ( 13) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. l s -£ A T R IB U T O S D E L A R E A L E Z A VI.— CONCEPTOS M ONETARIOS 1 .— EL SOLIDUS El sólidus o suelo es la u n id ad raonetal goda; ellos im ita ­ ro n los b izantinos. Pero p ro p iam en te la m oneda nacional vi­ sigoda, la creación o a d ap tació n singular, fue el trem issis o terc io ; el sueldo quedó com o u n id ad d e cu en ta. S an Isid o ro : "H unc, u t dixim us, vulgus aureu m solidum voeat, cu iu s tertiam p a rte m ideó dix eru n t trem issem , eo quod solidum faciat te rm is s u s " 23. Doce solidi valía el Codex revisus, su p rec io (Zeum er). E ra u n a c an tid ad considerable, contando con el peso del solidus, 4,5 gr. de oro, p o r ta n to 54 gr. 2.—PENALIZACIOíf DE LAS ADULTERACIONES C hindasvinto penaliza la a d u lteració n de la m o n ed a: “Qui solidos a d u lterav erit, circu m cid erit sive ra se rit, u b i p rim u m hoc iudex agnoverit, sta tim eum co m p reh en d at; e t si servus fu e rit ei d e x tra m m an u m abscindat". La p e n a se intensifica si se reincide, o rd enando la p resen ­ tación an te el rey. Al ingenuo le in c a u ta b a el fisco la m ita d de sus bienes. Las falsificaciones se h acían de diversos m o d o s; acu ñ an d o con nuevo y espúreo cuño o rep ro d u cien d o p o r fusión u o tro s m edios; lo dice la ley: "Qui a u tem falsam m o n eta m sculpserit, sive form averit, quaecum que p e rso n a sit, sim ili p oenae e t senten tiae su b iaceb it"; así C h in d a sv in to 24. 3.— LAS CLAUSULAS PENALES PECUNIARIAS EN LOS DOCUMENTOS Se fija ro n e n sólidos. Y el sólido o sueldo inform ó to d a la econom ía p o ste rio r, desde la carolingia a la bajom edicval, sin ex c ep c ió n 25. 23 Etym ologiarum , lib. X V I, cap. X X V . » Lib. V III, tit. V I, pág. 102. S ob re la cu estión véase L l u i s y N a v a s , Jaime'. La España visigoda ante la falsificación de moneda. (Un problem a ju rídico m onetal), «Numisma» (1952) pág. 87-96, 25 V éase m i B ibliografía... nota 2. (14) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. F . M A TEU Y L L O P IS 4.— LA 153 ACUÑACION, REGALIA Ya se dijo. La acuñación de m oneda sóio es p ro p ia del rey. O tra cuestión era la p a rticip ació n de iglesias o m o n asterio s, de fundaciones, en los beneficios, lo que p arece indudable, en a l­ gunos casos concesionales. Pero que e ra regalía es cierto y sólo la efigie del rey la perm itid a. Luego de Leovigildo hubo v ariedades tipológicas provinciales, p ero siem pre con la imago regis. M as R ecesvinto, legislador y u n ifo rm a d o r to ta l, las re d u jo tam b ién a u n ifo rm i­ dad, reco rd an d o los prim itiv o s tipos leovigildianos. 5.— LA TERRITORIALIDAD MONETARIA Los trem ises godos circ u la b a n p o r to d a H ispania, am én de su expansión e x tra p e n in s u la r; p ero cada ceca dejó e n su p ro p ia zona la m ayor p a rte de sus libranzas. La lista de las cecas es conocida y ha sido p u b lic a d a diferentes veces. La ley X II, 2, 13, de Sisebuto, de 612, m enciona las siguien­ tes localidades cuya correspondencia es: Barbi... Urgí. . . Iliturgi • Sturgi.. Viatia.. Tuia . . ■ Tutugi.. Egabro. Epagro. B arbi Barba, fue ceca; cerca de Antequera. Urci, cerca de Almería. Ilitu rg i. . . Cuevas de Lituergo, cerca de Andújar. ¿Identificable con la anterior? Biatia . . . Baeza, fue ceca. Toya, entre Q uesada y Cazorla. De la Bélica. E g ab ro .. Cabra, fue ceca. ¿Identificable con la anterior? V II.—CONCEPTOS ADMINISTRATIVOS 1 .— LA "U RBS REGIA” La Urbs regia es Toledo, cen tro político, sede de la m o n a r­ q u ía luego que ésta pasó del Reino de Tolosa a la ciu d ad h is­ pana. Fue la ceca de Leovigildo, la p rim e ra . P ersistía la p erso n alid ad de las antiguas provincias ro m a ­ nas, m an ten id as en la geografía eclesiástica, adem ás. (15; Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 154 ATRIBUTOS DE LA REALEZA 2 .— E L R E G IM E N P R O V I N C I A L Las acuñaciones de los trem ises, h a sta que C hindasvinto unificó los tipos m onetales, tuvo u n a c ie rta b a se a d m in istra ­ tiva provincial, a ú n siendo regalía y sólo dependientes del rey. Aquella diversidad tipológica, obedeció a las an tig u as p ro ­ vincias hispano-rom anas. El tem a fue expuesto am pliam ente en el Catálogo del M useo A rqueológico N acional, e n 1936, sa li­ do en 20 de ju n io de aquel tristísim o año; fa ta l noche la del 4 de noviem bre, p o r el expolio. Pero los m odernos h isto ria d o res del E s ta d o godo no h an tenido en c u en ta suficientem ente el hecho m o n etario , su p rem a expresión de la a u to rid a d real. R ecaredo se dirigía a las provincias: "Flavius R eccaredus rex: U niversis p ro v in ciis... a d regni n o stri dicionem pertin en tib u s " 26. G ilbert establece las distinciones e n tre regnum, populi y provinciae. E n la e p ísto la de G undem aro de 610 se especifica q u e la región de C arpetania e ra “p a rte m C arthaginensis p ro v in c iae ”, m encionándose, adem ás, la Bética, la L u sitan ia y la T a rra c o ­ nense. Que h a b ía u n a organización fin an ciera te rrito ria l es eviden­ te, S an Isid o ro : "T rib u ta vero, eo quod an teá p e r trib u s singulas exigebantur, sicut nunc p e r singula te r r ito ria ”11. Los tipos m onetales acusan la div ersid ad provincial. V III.— EL R E IN O DE LOS SUEVOS 1.— PIN DE SU EXISTENCIA La H ispania del año 27 {a. J. C.) com p ren d ía P. H. Ulterior Bética; la P. H. Ulterior Lusitana y la P. H. Citerior. Lamecum , Lam ego, fue ceca, sueva y visigoda. Veseu, de lusitanos, sueva y visigoda y en la R econquista foco de m oz a ra b is m o 28. Conim briga, oppidum, Condeixa a V elha, luso- iú Lex Vis. IX , 2, 8. 27 Etym ologiarum (lib. X V I, cap. X IX ). (1 6 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. F. MATEU Y LLOPIS 155 rro m a n a, en la Vía Olisipo-Por tócale; los suevos la destru y ero n e,n 468; coexiste con Iminio, del siglo IV. Eminio, v isig o d o ; el obispado conim biicense. E n C oim bra, en el M useo, inscripción Eminio, cu a l las m onedas visigodas. C oim bra fue foco de m ozarabism o. Egitania, Id a n h a a vella, fue ceca de D. R odrigo. Elvora, co n m onum entos en todos estilos, la L iberálitas Iulia, tem plo de D iana del siglo III. E lb o ra, E vora, fue ceca visigoda. Los suevos se asen taro n , desde H erm enerico h a s ta Andeca, 409-585, sobre la G allaecia ro m an a, en el p a ís d el D uero. Lo gallegano les e ra nacional; su m o n ed a se llam ó gállica, llegan­ do h a s ta el S ur, Pax, Beja. P ertenecía a la G allaecia la Legho rom ana, so lar de la Legión V IIa G em ina; to d av ía en 874 se de­ cía Legio in territorio Gallaecie y en 955 se n o m b ra b a n los só­ lidos gallicenses, tem a m uy tra ta d o . E l rex suevorum Rechiarius (448l456) h a b ía p rete n d id o o c u ­ p a r el p aís del E bro. Idaoio: “R echiarius, m ense iulio, a d Theod oredum socerum p rofectus, C aesaraugustanam regionem , cum Basilio, in re d itu , d e p re d a tu r. I rr u p ta p e r dolum E lerd en si u rb e, fa c ta e st n o n p a rv a c a p tiv ita s " 29. Fue la o b ra de Leovigildo in co m p atib le con ellos. Los in ­ tentos de expansión de los suevos a c o sta de los o tro s, fallidos. E l p aso de la cuenca del D uero a la del E b ro fracasó ; L érida su frió la in ten to n a. 2.— LAS ACUÑACIONES SUEVAS Las acuñaciones suevas com enzaron co n E rm en erico o H e r­ m enerico (409-438), en 411 a n o m b re de H on o rio . H ay abun­ d an te in fo rm a c ió n 30. Cantos B enítez ya escribió e n 1763: " El uso de e sta m oneda — trem ises— e n tre los suevos se ve antes 28 V éase C o e lh o , José: V iseu , cen tro im p ortan te na época rom ana. «Associacao portu gu esa p ara o p rogreso das ciencias» (1943), 29 E dic. Sandoval, pág. 34 Urbs ilerdensis, m ención goda de Lérida. 30 La recogí en mi Bibliografía de la H istoria m onetaria de España citada. L. V a z o u e z d e P a r c a en «Archivo E spañol de Arqueología» (1942), núm. 48 recuerda al reino galliciensium , al que se refieren las m onedas coa la inscripción M w iita Gallica Pax. (17) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 156 A T R IB U T O S D E L A R E A L E Z A de R ecaredo, e n el Concilio segundo de B raga (can. 4) do n d e m an d a ro n los P adres q u e n o se recibiese el trem esis q u e solían d a r en el B autism o p o r el olio o o h r is m a ..." 3I, Pero todavía h ay que a c la ra r u nas acuñaciones coetáneas de Leovigildo, co n sus m ism os tipos, m as con o tro n o m b re : son las que p rese n tan las leyendas CVRRV, CVRRIV, CVRRVI, CVRIA y o tras v a ria n te s e n d irecto e inverso, esto es, de d ere­ cha a izq u ierd a y, p o r sim etría, d e izq u ierd a a derecha. Ya J. L. V elázquez11 las atrib u y ó a C a m a ric o o C arrarico (550-559), cuyo n o m b re se h a sup u esto d eb er leerse Curriarico, p o r la confusión d e la a visigótica co n la u; tam b ié n p u d o ser inversión del punzón d e la le tra A al tiem po de g ra b a r en la m a ­ triz del cuño. Velázquez leyó, com o B u rriel, CVRRIV, adm i­ tiendo que G regorio T uronense tu v iera g rafía a lte ra d a ; lo que re su lta in co n tro v ertib le es que é sta s piezas so n del tip o Leovigildo-H erm enegildo. T am bién B. S. C astellanos lo ad m itió , Carraricus y así e s tá e n los papeles de la B iblioteca N acional, con dib u jo s de F ló re z 33. C a m a ric o reinó de 550 a 559; le sucedió T eodorico 559-568; a éste, M irón, 569-582; siguió E borico, 582 y Audeca, 583, ú lti­ m o rey de los suevos. De a d m itir la a trib u ció n al p rim e ro de aquéllos, se ría él quien im ita ra los tipos bizantinos de Ju stin ia n o I (527-561) y Ju stin o II (561-573), co rrespondiendo a Leovigildo la a p ro p ia ­ ción del m odelo que tan estabilizado q u e d a ría en las acuñacio­ nes toledanas, caído el reino suevo veinticinco años después de m u erto C a m a ric o , esto es, en 585. La ex acta a trib u c ió n qu ed a pendiente, después del m agnífico lib ro de W allace J. T om asini: The barbarie tremissis in Spain and Southern France Anastasius 1o Leovigild 54. 31 32 33 ■ m E scru tinio de m aravedises, pág. 12. Congelaras (108-120). Núm s. 7.231 y 7.699. A. N. S. 1964. (18) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. F . M A T E U Y L L O P IS 3.— LA 157 DOBLE CORONA Pero el recu erd o del reino suevo no se extinguió, pues u n siglo después aú n se m encionaba com o p a ís in co rp o rad o a la m o n arq u ía goda. El C ronicón de S eb astián n a rra que Egica (687-696) “filium su u m W itizanem in Regno sibi socium fe c it” Las m onedas lo confirm an, pues que los dos p erso n ajes fig u ra n en ellas y el m ism o C ronicón a ñ ad e: "eum que in civitate tudensi, provin 35 Alguna 'bibliografía d e gran interés es la q u e sigue, sin c ita r m ás porque pudiendo verse en el In dice H istórico E spañol n o d ebe alargar­ se este escrito: G o n z a l o G allego , Isidoro.— Apuntes para un estu d io económ ico de la España visigoda. (Las «E tim olog ía s» y el «Fuero Juzgo» 'fuentes de historia económ ica), «Archivos Leoneses. R evista de estudios y D ocu­ m entación de los Reinos H ispano-O ccidentaies», año X X I (1967), nú­ m ero 41, pág. 89-109; en pág. 17-18 el dinero. G o u b e r t , P au l.— Byzance et l'Espagne w isigotique (554-711), «Etudes Byzantines», II, (1944). L ’adm instratión de l’Espagne byzantine (1945). Les gouvernem ents... Les provinces. Influences... (1946). O r s , A lvaro d ’: Epigrafía jurídica de la España romana; y E l Código de Eurico. E d ición Palingenesia, Indices. La territorialidad del derecho de los visigodos « E s t u d i o s v i s i g ó t i c o s » I, p . 9 1 -1 2 4 . «Cuadernos del In stitu to Jurídico Español».— 12. C. S. I. C. D elega­ ción de R om a (1960). 318 p. P a l o l , Pedro de: Arte hispánico de la época visigoda (B arcelona, Edic. P olígrafa). S ob re Problem as Canónicos en tom o a la conversión al Catolicism o, J. O r l e a n d is , e n «Anuario de H istoria d e l D e r e c h o Español» (1 9 6 2 ). T o r r e s , M a n u e l y R am ón P r ie t o B a n c e s .— In stitu ciones económ icas, sociales y político-adm inistrativas de la península hispánica durante los siglos V, V I y V II, e n H istoria de España, d e M e n e n d e z P idal , t. I I I . K o r n e m a n n , E .— R om anische G eschichte. (S tu ttg a rt, A lfr. K roner, 1939), t. II. D ie Kaiserzeit. Una síntesis b a jo el títu lo Principado y do­ minado, las form as estatales de la época im perial romana, en «Inves­ tigación y Progreso», año X III , núm. 9-10, pág. 278-283). Lo que trae F élix D a h n sobre m onedas en la traducción de Los pue­ blos germ ánicos y romanos, en la H istoria Universal, de O n c k e n , (B onn, 1934, t. X I), pág. 108, n o es adm isible totalm ente, pues allí se dice que son apócrifas las m onedas de R odrigo y se da una lista de cecas ine(19) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 158 ATRIBUTOS DE LA REALEZA ciae Gallaeciae, h a b ita re praecepit, u t p a te r ten e ret regnum G othorum e t filius S u ev o ru m ”, supervivencia de aquel reino cuando ya e stab a p róxim o a ex ting uirse el visigodo. xacta. E s exacto lo de que son apócrifas las atrib u id as a W alia y Teo­ d orico I, p ero no todas las de D. R odrigo son falsas. Barcelona. In stitu ción Mitá y Fontanats. S ección de H istoria M one­ taria 1969. (20) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. SAN JULIAN, CRONISTA DE GUERRA Por el Com. José M IRANDA CALVO Prof. de la Academia de Infantería, Toledo. D entro de la serie de tra b a jo s q u e a lo largo de e sta S em ana de E studios V isigóticos h an de d e sarro llarse con m otivo de la conm em oración del C entenario de S an Ildefonso, no po d ía fa l­ ta r la co n trib u ció n que el E jé rc ito a través de m i m o d esta p e r ­ sona realiza, y que, p o r el doble m otivo, de se r to le d a n o y re p re se n ta n te de n u e s tra A cadem ia de In fa n tería , arm a básica en el contexto castrense, e n tra ñ a doble resp o n sab ilid ad . H a resu lta d o fácil, en extrem o, la b ú sq u e d a del m otivo que p u d iera c o n stitu ir tal a p o rtació n , ya que, p o r encim a de cualesquier aspecto castren se de la época, resalta, p o r lo original y exacta y aguda visión de los hechos relatad o s, la o b ra que San Ju liá n escrib ió acerca de la H isto ria de la reb elió n de Paulo, porm enorizando, d e n tro del c o n ju n to de su la b o r de biógrafo del rey W am ba, la cam p añ a q u e éste llevó a cabo p a ra sofocar la rebelión de la S eptim ania, a ra íz del in icio de su reinado, y que la tra ic ió n de su general P aulo estuvo en tra n c e de o rig in a r u n a v e rd a d e ra c a tá stro fe en cu a n to a la u n id ad del reino visigodo y n o rm alid ad de su rein a d o se refiere. P a ra nosotros, m ilitares profesionales, re su lta so rp re n d e n te V ad m irab le com prender, cóm o el re la to de un eclesiástico p o r m uy versado y form ado que fuere y así lo e ra S an Ju lián , pue­ da llegar a co nvertirse en u n a agudísim a c ró n ica de g u e rra que hoy día p o d ría firm a r cu alq u iera de los expertos re p u ta ­ dos com o tales. Vaya, pues, de antem ano, n u e stra adm iració n y co m p lacen ­ cia p o r m o stra r la serie de detalles que encierra, e.n ocasión tan m agnífica com o la que conm em oram os. San Ju lián , com o sabem os, toledano p u ro , bau tizad o en la (1 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 160 SA N J U L IA N , C R O N IS T A D E G U E R R A p ro p ia iglesia basilicaí de S a n ta M aría, n acid o allá e n tre los años 620 al 630, p ues en ello no h ay u n an im id ad p a ra precisar, cabe decir q u e su vid a quedó desde n iñ o e n m arcad a so b re la p ro p ia iglesia de S a n ta M aría, origen com o sabem os de n u e stro tem plo catedralicio actual y que en su p e re g rin a r e sp iritu a l fue, desde basílica visigoda, m ezquita y luego tem plo prim ad o . F orm ado en la escuela episcopal que e n ella funcionaba, contigua al actu al edificio, p ro n to se o rie n tó h acia la vida ecle­ siástica. Ni sus antecedentes judaicos fam iliares d e b ilita ro n en cual­ quier in stan te, ta n to su inclinación, com o el agrado de sus p adres p a ra ello. B ajo el obispo E ladio ad en tró se en el estudio de leyes, h u ­ m anidades, h isto ria y d o ctrin a isid o rian a, que vinieron a cons­ titu ir el b asam en to de su personalidad. B iógrafo de San Ildefonso, del que nos re la ta su pontifi cado, co b ra relieve p a rtic u la r en cuanto concierne com o h is­ to riad o r y biógrafo del reinado de W am ba, p o r m ás que pu ed a habérsele calificado p o r algunos de excederse en sus laudes o in te rp re ta c ió n de los hechos. Dado el o b jeto concreto del tra b a jo que nos ocupa, dichas apreciaciones no e n tra n ni cu en tan p a ra n o so tro s, p u e sto que se a ju s ta n fielm ente al c o m e n tario profesional. Con el fin de re s a lta r el v alo r trad icional, se n tim e n tal y estratégico que p a ra todo rey visigodo c o n stitu ía el te rrito rio de la S eptim ania, escenario de los hechos relatad o s, séam e perm itid a, a títu lo de antecedente lejano, u n a p eq u eñ a disgresión al o b jeto de m e jo r p o n d e ra r y v a lo ra r la cam paña d escrita. Como se sabe, los visigodos acam p ab an o rig in ariam en te en los te rrito rio s circu n d an tes al M ar N egro. E n sus luchas y pe regrinaciones, ta n to en c o n tra com o a favor de] Im p erio ro ­ m ano, fueron subiendo progresivam ente, a través de las tie ­ rra s da T racia y valle del D anubio, h a s ta desem bocar y asen ­ tarse en la p ro p ia Italia, y, d entro de la m ism a, en su corazón: Roma. Bien convencidos de la im posibilidad de su perm anencia, bien p o r convenio de sus jefes con los em peradores rom anos, lo cierto es que siguieron su m arc h a h acia el N orte, tra s p a sa ­ ro n los Alpes y p e n e tra ro n en la Galia. (2 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. i n s u i U l U P R O V I N C I A L oW H o ® gT. MIRANDA CALVO ^ ***/& S iL i^ o * g | 5 161 íONvaaioi soianisa ■< Y ya, desde tiem pos de su rey A taúlfo, tra s la tom a de M ar­ sella, prosiguieron lito ral adelante, apod erán d o se de N arb o n a y torcien d o hacia el E ste llegaron a Tolosa y B urdeos, ex ten ­ diendo sus dom inios desde el R ódano al G arona. A m edida que los rom anos arre c ia b a n en sus in te n to s de im pedir su dom inio y asen tam ien to en estas tie rra s recien te­ m ente conquistadas, m ás in ten sa fue su p e n e trac ió n h acia E s­ paña, po r lo que vem os la to m a de B arcelona po r el propio Ataúlfo y la de Cádiz p o r W alia, en el so rp ren d en te escaso tiem po de dos años, h ab id a cuenta de los m edios de la época. Como R om a esgrim ía el pretex to de, que su paso y conquis­ ta era a títu lo de auxiliares de la acción im perial p a ra a rro ja r de la p enínsula a los dem ás pueblos b á rb a ro s, alanos y v án d a­ los, especialm ente a los que se consiguió a rro ja r al lito ra l a fri­ cano, los visigodos recibieron form alm ente de R om a la p rovin­ cia de S eptim ania p a ra a se n ta r su dom inio y vida. C onstituyó, pues, la S eptim ania, el inicio de la vida form al del reino visigodo. Por aquella época, la S eptim ania c o m p ren ­ día los territo rio s en m arcad o s en el á re a ub icad a e n tre M ar­ sella, Tolón y Niza, en su p u n to m ás p rofundo y u n a fa ja co s­ tera que, llegando a la p ro p ia fro n te ra pirenaica, se am pliaba hacia el E ste, a través de las ciudades de Tolosa, Béziers, Arlés, N im es y C arcasonne, p o r c ita r las m ás c a ra c te rístic a s y que p o r su p erm anencia actual nos dan cabal idea de la configura­ ción de la provincia asignada al pueblo visigodo, cuya capital quedó fija d a e n Tolosa. (Fig. 1.) P artien d o de estos territo rio s, la expansión visigoda tendió siem pre hacia el E ste, al o b jeto de asom arse al A tlántico, en­ sanchando así lo que de p o r sí c o n stitu ía débil fra n ja te r r i­ torial. E n e sta expansión por el in te rio r de las Galias, e n c o n traro n el freno de los francos, acaudillados p o r su rey Clodoveo, ya católico, y el que en em p u je irre sistib le a rre b a tó la casi to ta ­ lidad de sus conquistas a los visigodos, que q u e d a ro n re d u ­ cidos al te rrito rio secular, y eso m erced a la ay u d a que p u d o p ro p o rcio n arles el rey Teodoredo de los ostrogodos, aunque viéndose precisados a a b a n d o n a r Tolosa y fijan d o la c a p itali­ d ad en N arbona. De e sta m anera, an te la presió n y peligro de los francos, it Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. (3 ) 162 SA N JU L IA N , C R O N IS T A D E G U E R R A viéronse precisados a iniciar form alm ente la pen etració n hacia el Sur, es decir sobre E spaña, alcanzando, p au latin am en te, las líneas del E b ro y Tajo, tra sla d a n d o , en consecuencia, la capiN talid a d a Toledo, a la que Leovigildo hizo su capital favorita refren d an d o oficialm ente su designación. Bien p o r la lejan ía del poder central, bien p o r la p resió n e in tro m isió n de los franco-borgoñones lim ítrofes, lo cierto es que la región secular de la S eptim ania, se h a lla b a p re sta a sublevaciones y revueltas de gravedad varia, pero que ocasio­ n ab an sim ilar p reocupación que las tradicionales de la región cán t abro-vascona. (4) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. .1. m ir a n d a calvo 163 Como el p ro ceso de descom posición social se agravaba a m edida que las co n ju ras p a la tin a s y la división de la nobleza debilitaban el p o d e r real, éstas sublevaciones en los te rrito ­ rios citados su ponían au tén tico s peligros, pese a reacciones es­ porádicas de reyes que com o C hindasvinto y W am ba intuyeron su transcendencia. P o r ello, no tuvo, en principio, n a d a de ex trañ o que al adve nim iento de W am ba al tro n o , se sublevaran, u n a vez m ás, p a ra ta n te a r el grado de firm eza real, las regiones n o rteñ as y de la S eptim ania. D ejando a u n lado el aspecto lite ra rio de la o b ra de San Julián, con sus b rillan tes descripciones, ta n to de los hechos de arm as com o del am biente de la época, p o r lógicas co n sid e ra ­ ciones de! tiem po de que disponem os, nos lim itarem o s a la traducción real de los hechos, bien entendido que son la tra n s ­ cripción que realiza. E stos hechos, de los que los cro n istas p o sterio res h an dado versiones a ju sta d as a la realidad, incluso el Tudense, se encie­ rra n en los dos códices v erdaderos que se conservan, uno en n u e stra C atedral y el o tro en la bib lio teca de la C atedral de N arbona, p o r lo que se le conoce b a jo el sob ren o m b re de Có­ dice N arbonense y que es el que reproduce el P. Flores en su H isto ria Sagrada, tom o VI \ Si a ellos sum am os la com pleta b iografía que sobre San Ju lián realizó n u estro qu erid o am igo el hoy canónigo archiverob ibliotecario de n u e stra C atedral, don Ju a n Francisco R ivera, resu lta en extrem o facilitad a n u e stra la b o r 2. 1 A p arte de la edición de esta o b ra q u e fue p u b licad a p o r el Card. en el t. II de Patrum toletanorum quatquot exstant opera, pág. 330-384, reed itad a p o r M i g n e , Patrología ¡atina, vol. 96, col. 761-808, ha sido con posteriorid ad incluida p o r su nuevo ed itor, W. L e v i s o n , en M onum enta Germ aniae histórica, S criptores rerum m erovingicarum , 1919, pág. 501-529, u tilizan d o el cód ice m atriten se de G -l de la Acade­ m ia de la H istoria, así com o A-189 de la m ism a b ib lio teca corresp on ­ dientes a los s. X I I I y X V y G -l de la B ib lioteca c a p itu la r de Segorbe, de quienes dependen la copia de Toledo, BC. 27-26 y Ja de M adrid, BN . 1376. 2 R i v e r a R e c i o , J. F., San Julián, arzobispo de T oled o (5 . V II), E po­ ca y personalidad, B arcelona, 1944. L orenzana. (5) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 164 SA N J U L IA N , C R O N IS T A DE GUERRA El c a rá c te r enérgico de W am ba, ta n p ro n to com o se hizo cargo del trono, a raíz de su elección en G érticos y su unción en Toledo en el año 672 (19 de octubre) de m anos del arzobispo Q uirico, determ inó que se a p re sta ra a a p la sta r la sublevación trad icio n al de c á n ta b ro s y vascones. R ebelión que co m p re n d ía los te rrito rio s sitos desde la zona de Reinosa, en S an tan d er, al curso alto del E bro, incluida Ca­ lah o rra. San Julián, cuya ascensión en el co n ju n to eclesiástico y p a ­ latin o le h ab ía d eparado el h o n ro so encargo de ser p o rta d o r de la Cruz que con reliq u ia del Santo M adero p rec e d ía el paso del rey, se constituye e n testigo excepcional de los hechos y c ro n ista de la obra m ae stra de la h isto rio g ra fía visigoda. Y así nos cuenta los hechos. E stan d o el rey W am ba, tal vez en la ciudad de V ictoriaco, in te n ta n d o so m eter a los vascones, cuando llegan nuevas de S eptim ania, provincia que no h a b ía tom ado p a rte en la elec­ ción de W am ba debido a la rapidez con q u e su elección se des­ arro lló , y que a firm a n se h a rebelado a raíz del alzam iento acaudillado p o r H ilderico, conde de N im es, cuyo p rim e r acto fue o rd en a r la deposición del obispo de la ciudad, ponien d o en su lugar a R anim iro, adicto a su p e rso n a y que dada la ascen­ dencia que sobre el pueblo poseían las figuras eclesiásticas, im plicaban m ay o r gravedad que la de o rd in ario . W am ba intuyó desde u n p rincipio la gravedad de e s ta nueva rebelión, p uesto que legalm ente dicha provincia no h a b ía in ­ tervenido en su elección y con ello p o d í a ocasionar, bien u n a g u e rra civil, bien u n a secesión de provincia tan c a ra a la m o n arq u ía visigoda que los francoborgoñones aprovecharían, sin duda. Sin p érd id a de tiem po envía a su general Paulo con la m a­ yor y m ejo r p a rte de sus tro p as, con órdenes ta ja n te s p a ra re p rim ir la revuelta. Pero Paulo, am bicioso de p o r sí y cono­ cedor de la débil situación en que el rey W am ba q u ed ab a, con poco ejército fre n te a los vascones, decide, sobre la m archa, sacar p a rtid o de las circunstancias poniéndose de acuerdo con los sublevados. Así pues, llegado a T arragona, e n tra en co n tacto y convence a los gobernadores de la m ism a, R anosindo e H ildigiso, que Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. J. M IR A N D A C A LV O 165 se d eclaran a su favor, decidiendo todos ju n to s m a rc h a r sobre N arbona, cap ital de la provincia, apod erán d o se de la m ism a, pese a la defensa que el obispo adicto al rey W am ba, realizó. T ras la to m a de N arb o n a, convocan, en cam po ab ierto , al ejército , a u to rid ad e s y pueblo, y en u n acto bien preparado, achacando la senectud y su p u e sta d eb ilid ad del rey W am ba com o indicios de degeneración nacional, su rje el no m b re, p o r voces disp u estas de antem ano, de que el general Paulo d e b ía p ro cla m a rse rey. Y allí m ism o, con la euforia de la tra m o y a p re p a ra d a , se p roclam a, Paulo, rey, ciñéndole la corona que en tiem pos de R ecaredo h a b ía o fren d ad o a San Félix, p a tró n de la ciudad. T ras de este acto, to d a la S eptim ania, con la n a tu ra l com ­ placencia de sus vecinos, los borgoñones, se declaró indepen­ diente. Cabe im aginarse la so rp resa que el rey W am ba ten d ría. Y la deducción in m e d ia ta que obtuvo de tale s hechos. Convoca u rg en tem en te su Consejo de G uerra, al que con­ cu rre n todos sus capitanes y consejeros, y les expone la si­ tuación, solicitando el p a re c e r de todos y cada uno. D entro de las n a tu ra le s diferencias de criterio , la o p inión generalizada es la de re tira rse sobre Toledo, lev an tar u n a leva, org an izar n u e­ vos contingentes y m a rc h a r sobre los rebeldes. W am ba, tra s escuchar a todos, dicta e im pone su criterio . No cabe re tira d a so b re Toledo y organización de nuevo ejército, pues ello su p o n d ría la consolidación de los rebeldes, dada la vecindad de los franco-borgoñones, e incluso su exten­ sión a la línea del E bro, con especial am enaza al re sto del reino. P or tan to , hay que a c tu a r con to d a p ro n titu d y energía. Pero antes de así hacerse, debe ahogarse la sublevación de los vascones, pues no cabe d e ja r a re ta g u a rd ia peligro sem e­ jan te. Es incuestionable que su razonam iento es co rrecto a todas luces. P ara ello hay que im p rim ir vigor in u sitad o a la represión, aun a costa de crueldad. Y se realiza de tal m anera, con tal energía y rigor, que en poco m ás de ocho días los vascones, a terro rizad o s p o r la represión, piden la paz y sum isión a costa de todos los renunciam ientos. (7) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 166 SA N JU L IA N , C R O N IS T A D E G U E R R A Así conseguido y pacificada la región, con m ínim os d esta­ cam entos de seguridad que en ella quedan, m arc h a W am ba, río E b ro ab ajo , p asan d o p o r C alah o rra y H uesca, levantando nuevas levas a su paso. (Fig. 2.) Llegado a B arcelona, sigue avanzando hacia la fro n te ra pi­ renaica, deteniéndose en sus estribaciones, ordenando tres días de descanso to ta l, al ob jeto de p ro ced er a la reorganización de jos efectivos. E stos los divide en tres colum nas, las que p o r d istin ta s direcciones van a converger so b re idénticos objetivos. U na co­ lum na m a rc h a ría p o r la costa, flan q u ead a p o r u n a fuerza naval q ue previam ente alistó desde B arcelona. O tra colum na, la de la izquierda, llevaría com o objetivo, la fortaleza de Llibia en la C itirrania, y o tra terc era , la cen tral, a reta g u ard ia con el rey, a m odo de reserva, p re sta p a ra acudir a cualesquiera de los flancos de las citadas. (Fig, 3.) E n los p rim ero s en cu en tro s caen p risio n ero s los tra id o re s (8) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. J. M IR A N D A C A LV O 167 R anosindo e H ildigiso, p e ro no así W iterico, que llega h a s ta N arbona p a ra d a r cuenta a Paulo. H acia allí se dirigen, co n ­ ju n tam en te, las fuerzas de W am ba, en u n m ovim iento co n v er­ gente, cual hoy día quepa realizar. Las acciones te rre s tre s se com binan con dem ostraciones de desem barco navales, a cargo de las fuerzas em barcadas en la flota, que van sem b ran d o el desconcierto a lo largo del litoral. Paulo, entonces, deja la defensa de N arb o n a a cargo de W iterico, retirá n d o se hacia Nim es, ciudad en la que se conside- F t& . 3 — //V r/s/e/o** -----.-------- COSrS&A _______ F O 'ií/ F Z A M A Y A i. ( 9) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 168 SAN J U L I A N , C R O N IS T A D E G U E R R A ra b a a bu en recaudo, en ta n to a g u a rd a la llegada de los re fu e r­ zos de los franco-borgoñones a quienes, dado el c a iiz de, la cam paña, solicitó ayuda con urgencia. E n em p u je irre sistib le y con el ejem plo co n stan te d e su rey, las tro p a s de W am ba to m an N arbona, y el p ro p io W iterico, que con un grupo de sus incondicionales se h a b ía refugiado en el tem plo p a ra p ro lo n g a r la lucha, es hecho p risio n ero , después de h a b e r caído al suelo como consecuencia del golpe q u e con u n ta b ló n le p ro p in ó u n soldado. T ras la to m a de N arbona, prosigue el avance de W am ba, cayendo sucesivam ente las ciudades de Béziers, Agde y Maguelonne. Y así las cosas, W am ba dispone el a ta q u e final so b re Nim es. M archando, incluso de noche p a ra no d a r tiem po a perfec­ cionar las defensas de la plaza, se p rese n ta a n te sus m u rallas con sólo p a rte de sus efectivos, al objeto de e n g a ñ ar respecto a la c u a n tía de los m ism os. E n ta b la d o el com bate, con igualdad p o r p a rte de los o p o ­ nentes, Paulo, tra ta de e n ard ecer a los suyos diciéndoles que tienen e n fre n te a la to ta lid a d del ejé rcito real y p o r ta n to es em presa fácil la victoria, sufriendo u n a considerable decepción al ver que, a los dos días siguientes, se p re se n ta b a n a n te la plaza nuevas fuerzas de refresco y u n a fracción m ás al te rc e r día, con lo que se consum ó el d erru m b am ien to de los rebeldes. Paulo, to talm en te perd id o , se desp o ja de sus v estid u ras reales y tra ta de escap ar inadvertido, pero, obligado p o r los principales, m an d a al obispo de N arbona, A rgebaldo, co n la m isión de p ed ir la paz y ofrecer su rendición. W am ba así acepta, o rd en an d o ac ab a r la m atan za y dan d o lib e rta d a los francos que ay u d ab an a los rebeldes, y encadena a los tra id o re s con Paulo a la cabeza. E n lugar de em briagarse en el triu n fo , p ien sa en el p a rtid o que los franco-borgoñones p u eden o b ten e r de la d estru cció n de la ciudad, m anteniéndose en la m ism a h a s ta ta n to no q u e ­ den rehechas sus defensas y enhiestas las m u rallas. Asim ism o m antiene u n servicio activo de vigilancia p a ra ah u y en tar a las p a rtid a s de borgoñones que p u d ie ra n p u lu la r p o r la zona circu n d an te, a la vez que procedía a lib e rta r y en­ viar a sus p a ra jes a cuantos francos caían en su po d er, e n tre ­ (10) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. J . M IR A N D A C A LV O 169 m ezclando así, g enerosidad de co n d u cta c o n firm eza sin p a ­ liativos. C oncluidas las operaciones d e p u e sta a p u n to de la defensa, procedió a g ra tific a r a los auxiliares del ejército y se dispuso a re g re sar a Toledo, tra s seis m eses de ausencia. A Paulo y sus secuaces les hizo r a p a r el cabello, m a rc h a r con los pies descalzos y v estir con vestidos de pellejos, p o rta n ­ do Paulo so b re su cabeza u n a diadem a de cu ero, com o sím bolo sarcástico de su p reten sió n . Así e n tra ro n en Toledo, sin o rd e n a r com o castigo fin al su m uerte, que no aparece p ro b ad a , en ta n to sí el cautiverio, p r e ­ via nueva decalvación, que c o n stitu ía la infam ia m áx im a e n tre los perso n ajes visigodos. A lo largo del relato , pues, se m u e stra la visión estratégica, previsión y acierto en las m edidas d ictad as p o r W am ba, quien, tra s e sta cam paña, procedió, com o se sabe, a la reorganización m ilita r existente y a la p u e sta a p u n to y am pliación de las m u ­ rallas de la ciudad de Toledo, con el fin de d a r m u estra s p a ­ tentes en la cap ital del reino, de la fo rtaleza que e sta b a dis­ puesto a im poner y regir. E n el relato de los hechos que hem os expuesto, observam os la síntesis nerviosa que San Ju lián nos hace, al igual que en u n diario de operaciones se realiza. S orpresa, audacia, reflexión, em pleo juicioso de las rese r­ vas, fraccionam iento de colum nas con objetivos convergentes, em pleo de la fuerzas navales en ayuda co m binada con colum ­ n as terrestre s, etc., desfilan a n te n o so tro s en visión c la ra y acom pañadas de u n ferv o r n acio n alista q u e su cariño y res­ p eto p o r W am ba, le hacen exclam ar p á rra fo s com o éste que no nos resistim os a d e ja r de tra n sc rib ir. Al fu stig ar a los co n ju rad o s y sus tie rra s, dice así: “Aquí tienes, Galia, al ejército de los h isp an o s venido p a ra h a c erte volver en razón después de h a b e rla p e rd id o en u n a c ­ ceso de fiebre traicio n era. Con no venir com pleto sino solo en p arte, h a podido llegar h a sta ti, dom inarte, h a c erte b a ja r la cabeza y red u c ir al silencio tu boca procaz. M ejor dem o stró él con su espada que tú vociferando en lo q u e h an de estim arse tus jactancias. ¿P or qué te has em peñado en tra e rle s vencedo­ res p a ra caer tú vencida bajo su espada victoriosa? Aquí le (11) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 170 S A N J U L I A N , C R O N IS T A D E G U E R R A tienes, es el ejé rcito de los hispanos al que te h a vencido con g allard ía y, luego de d e sp o ja rte , te h a reducido a la servidum ­ bre. Pero no q u iero que acuses p o r m ás tiem po de cruel a quien te ha colm ado de beneficios, ya que cuando m erecías ser esclava te h a red im id o olvidando con clem encia tu p é r fi d o crim en. No h ab ías a ú n b o rra d o con el a rre p e n tim ie n to las huellas de la traició n cuando te asoció nuevam ente a su grandeza. ¡Qué ad m irab le es e sta conducta ta n d istin ta! Tú, c ru e l; los españoles, com pasivos. E llos te ofrecen la paz, tú les pagas con tra ic io n e s ; ellos te defienden, tú p rete n d es asesinarles; ellos h a n venido siem pre a tí con u n p o ten te e jé rcito p a ra li­ b e ra rte , y tú, p a ra expulsarles, incitas a las esp ad as e x tra n je ­ ra s ... Aquí tienes a los españoles; les considerabas dignos de desprecio y están a tu lado victoriosos y com padeciéndote; y, sin em bargo, tus h ijo s verdadero engendro de v íboras, e n q u ie ­ nes confiabas, ¿qué te h a n p ro p o rcio n ad o fu era del h a m b re , de la peste y de la e s p a d a ? ” Con ello qu ed a p a te n te que, fre n te al re la to escueto y con­ ciso de los hechos, se añade la consideración y reflexión a lta ­ m ente m ad u ra de la en ju n d ia de los m ism os. Vaya, pues, a S an Ju lián , el h o m en a je que si com o h is to ­ riógrafo m erece, a p a rte su aspecto religioso y de perso n aje literario , rendim os hoy los m ilitares actu ales a trav és de e sta m o d esta contrib u ció n que h a in te n ta d o p o n e r de relieve el va­ lo r y agudeza que su o b ra e n cierra en el estudio de u n a cam ­ p a ñ a y hechos de los que deducim os, sin género d e dudas, la sagacidad y dotes tácticas que el rey W am ba alb erg ab a y que, aun en el declinar de su vida, m o stró de m an era ta n p aten te. (12) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. L'EDUCATION A L'EPOQUE WISIGOTHIQUE: LES «INSTITUTIONUM DISCIPLINAE» Por el Prof. P1ERRE RICHE De rUnÍTersidad, de Paria IV Le thém e de cette co m m unication e s t am bítieux. C om m ent p a rle r en tre n te m in u tes de l'ed u catio n en E spagne w isigothi­ que? Ne p o u rra it on p as d 'ailleurs p a rle r de différen ts types d ’education? E n efíet, si selon la .définition classique é d u q u e r Liii en fa n t c'est "fo rm e r un en fa n t d eterm in é a p p a rte n a n t á u n m ilieu social donné, á u n m o m en t h isto riq u e d o n n é'' nous trouvons dans l'E spagne w isigothique devant des difficuités sérieuses. L 'E spagne est-elle, sous les rois w isigothique, une n atio n ? c ertain em en t p as au V Ie siécle, un p eu p lu s au V IP car grace á l’u n ification territo ria le , pu is religieuse, les espagnols c om ine ncant a avoir une certain e ideé de la " p a tria " M ais les m ilieux sociaux so n t encore tres divers. D 'une p a r t s u rto u t d an s le sud de la peninsule les h ispano rom ains co n serv en t longtem ps des h a b itu d e s de vie leguées p a r l'A ntiquité. E ncore fa u t il d istinguer les m ilieux po p u laires, su r lesquels nous ne savons p resq u e rien, des m ilieux aristo cratiq u es. De p lus, on p o u rra it p a rle r de l ’in stru c tio n profes si onnelle donnée dans les groupes p a rticu lie rs des m édecins, des arch itectes, des ju riste s, e t c D 'a u t r e p a rt au cen tre et au n o rd de rE sp a g n e les guerriers w isigoths e t leu r fam ille m en én t p e n d a n t longtem ps u n e vie fo rt differente de celle des hispano-rom ains e t recoivent une education m orale, sportive et religieuse particu liére. L 'arianis1 Cf. 7 C C o n c i l e d e T o l é d e (646) «hura fines patrias gothorum». E d i t . V i v c s - M a r t i n e z , p . 251. 1 Cf. P. R i c h e , E ducation et cu ltu re dans l'O ccident barbare, P a ­ rís, 1962, 2^ e d it io n 1967, p. 298-299. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 172 L E S IN S T IT U T IO N U M D IS C IP L IN A E m e a longtem ps sep aré les co m m u n au tés et, m ém e a p res la conversión de Reocared, reste u n obtacle s e rie u x J. Au V IP siécle d 'a u tre p a r t les laics recoivent u n e ed u catio n p e u com ­ p arab le á celle des clercs groupés a u to u r de l’evéque o u á celle des m oines. E n fin ne d e v ra it on pas p a rle r de l'ed u c a tio n des m in o rités presentées h ia r p a r Le P rofesseur B lum enkranz et s u rto u t des Juifs qui n ’ont pu, m algré les p ressions officielles, é tre intégrés á la co m m unauté hispanique. C haqué midieu a done sa íagon de vivre, son type de vie spirituelle e t m orale, b re f sa culture. E n tre éducatiom e t cu ltu re le.s liens sont é tro its, p u isq u e T educatión e s t “une technique p o u r 1'acquisition de la c u ltu r e ” e t q u ' in v ersem en t elle dépend de la c u ltu re am blante. D’ailleurs nous oonnaissons m ieux la culture, e t su rto u t la c u ltu re intellectuelle de l'E sp ag n e au VIe e t V IIC siécles que les m éthodes ou les p rin cip es d'ed u catión. E n ce dom aine les sources espagnoles so n t p lu s p auvres que les sources m éro v in g ien n es: Les Vies de sain ts si nom breuses p o u r la G aule ap p a ra isse n t en p e tit no m b re e n Espagne. L'oeuvre si im p o rta n te d 'Isid o re de Séville ne nous est d 'au cu n secours p o u r ce su jet. Les regles m onastiques so n t peu explícitos. L 'enfant a p p a ra it ra re m e n t directem ent dans nos textes. Il fau t glaner ici e t la sans étre c a rtain de la récolte. C 'est ce que nous avons fait il y a quelques années. Sans do u te n'avons nous p a s en tie re m en t ob ten u satisfaction, et, p a r exem ple, n ’avons nous pas pu faire to u te le lum iére s u r l'ed u c a tio n des b a rb a re s c u des ariens. Sans vouloir re p re n d re 1 etu d e d a n s son ensem ble, je m e p ro p o se ce so ir de p a rle r de l'ed u c a tio n dans les m ilieux aristo c ratiq u es e t p u isq u e nous somimes á Toléde, l ’éd u catio n á la cour. Apres b ien d ’a u tre s je veux soulever une nouvelle fois le p ro b lém e d 'u n p e tit tra ité pédagogique a ttrib u é á Isid o re de Seville, et nom m é In stitu tio n u m disciplinae. P o u r m ieux co m p ren d re ce texte il m e sem ble q u 'il faille rap p e ler les conditions dans lesquelles les jeunes a risto c rate s o n t p u étre éduqués. 3 Ibid. p . 300 et 320. J. F o n t a i n e , Conversión et culture chez les wistgoths á ’Espagne, dans «Settim ane di Studio de Spoleto», 1967, p. 127 est d'un avis contraire. (2 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 173 P I E R M R IC H Z L ’Espagne, com m e llta lie , La G aule d u Sud, l ’A frique, reste encore m arq u é e au V I' e t a u V II' siécles p a r l'e m p re in te de la c u ltu re antique. On p e u t m ém e d ire q u e p a r su ite des liens établis e n tre l'E sp ag n e e t l'E m p ire b y zan tin ce tte influence á p u se m ain te n ir p lu s longtem ps q u'ailleurs. Les a risto c ra te s vivent dans des villes de type rornain, Seville, M érida, T arragone, Saragosse, Toléde, etc. dont les m o num ents so n t preservés ou m ém e réparés. Le comme,rcc des Syriens encore a c tif a u VII* siécle p e rm e t des échanges fra c tu e u x avec les a u tre s villes de la M éditerranée. La civilisation de l ’écrit se m a in tie n t solidem ent: l’acte é c rit q u 'il soit étab li s u r p ap y ru s, parch em in ou ardoises, est le p rincipal in te rm e d ia ire des ra p p o rts sociaux. On ne p e u t s'en p a sse r que se soit p o u r u n e vente, u n achat, un echange, u n affranchissem ent, un testam en t, eme p rofession de foi, e t c 4 P o u r des jeunes a risto c rate s l'enseignem ent du ru d im en t, nous dirions T cnseignem ent p rim a ire, e st une ne* eessité vitale. ■ M ais les grandes fam ilias d esiren t davantage. H e ritiers des senatores rom ains ils veulent que la cu ltu re litté ra ire puisse d istinguer leu rs en fants d u reste de la p o p u latio n . L éandre né a C arthagéne a voulu que son fré re Isid o re recoive u n e cu ltu re de type classique. Le duc C laude c o rre sp o n d a n t d e G regoire le G rand est u n lettré; les a risto c rate s w isigoths, une fois con­ vertís au catholicism e, o nt á le u r to u r cherché a s’in tro d u ire dans la classe sen ato riale en devenant eux aussi des lettrés. Que l'on pense á Jean Biclar, á M asona de M erida, á R enovatus "goth de bo n n e fam ille in stru it dans Ies nom b reu ses disci­ plines des a r t s ” (a rtiu m disciplinae), retenons T expression A Toléde a u m ilieu du V IF siécle T eudisclus se distingue p a r son savoir, les co rresp o n d an ts laics de B raulio de Saragosse ont une cu ltu re digne de leur ami. Ces homm.es e t ces fem m es lettrés vont chercher á tra n s m e ttre leurs connaissances á leurs enfants. Com m ent peuvent ils le faire? II n ’y a plus de longue date d ’écoles m unicipales en Espagne. On p e u t m ém e dire q u ' elles ont d isp a ra avant celles de Gaule 4 P. R íe h e , op. cit., pág. 125. 5 V itae sa n cio n a n pairum E m eritensium , I, 1-4 ( G a r v ín ec li.), p á g . 254. (3) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 174 LES INSTITUTIONUM D ISC IP L IN A ! qui existaient encore a la fin du V e siécle A ucun a rticle de la Lex W isigothorum ne m entionne de telles écoles. Seules existen t en E spagne les écoles presb y térales e t les écoles episco­ pales, sans p a rle r des ocoles m onastiques. Les jeunes la'fcs pouvaient a p p re n d re leu r psau tier, c ’est á dire a p p re n d re á lire et á écrire á 1’ecole presbytérale, le tém oignage de V alere de B ier­ zo est su r ce p o in t explicite 6. M ais nous n'avons aucun texte p ro u v an t que des jeunes gens destines á re ste r Iaiques soient passés p a r U’ecole m onastique. Q uant aux écoles episcopales elles pouvaient recevoir des adolescents qui, a dix h u it ans, optaien t p o u r le m ariage et resta ie n t dans les o rd re s m ineurs, m ais nous le dirons plus loin, elles n 'o ffra ie n t aucunem ent un program m e d'etudes classiques Nous devons done supposer que c'est dans le m ilieu fam ilia] que cet enseignem ent s'est donné. Nous en avons une preuve precise p a r la vie d 'Isid o re de Seville qui recut de son frére L éandre une p a rtie de son instru c tio n litté ra ire e t dans celle de B raulio de Saragosse, lui aussi disciplíne de son frére. Les bibliothéques fam iliales ont certain em en t été utilisées p a r les jeunes laics avant d’étre in corporées aux fonds episcopal ou m onastique ou d isp e rsé e s: nous savons que le com te L aurent, in stallé a Toléde au V II e siécle posséd ait personnel tem en t u n e bel le bib lio th éq u e m ais q u ’elle av ait d is p a r u 1■ P uisque nous som m es á Toléde, restons y, et jetto n s un regard su r Je foyer d ’ed u cation q u ’é.st la c o u r royale. Comme en Gaule les jeunes gens sont a ttiré s p a r la cour e t viennent dans leur adolescence servir le roi. Selon un c h ro n iq u e au r astu rie n les rois Goths avaient coutum e d 'é d u q u e r á la c o u r les jeunes gens et m ém e les jeunes filies des a risto c rate s s. D’ailleu rs F o r­ tuna! nc nous dépeint-il pas les com pagnes de G alsw inthe ento u ra n t la princesse w isigothique á son dópart p our la Gaule * V a i x r e , o r d o q u a e r i m o n i a e , P L . L X X X V I I , c o l . 448. 7 B r a u l i o , e p . 26 ( E d . M a d o z ), p á g . 145. * R o d r i g o X i v ie n e /. de R ada, A lb o r n o z , E l a u la R e g ia d a n s De r e b u s H is p a n ia e , c ité p a r S a n c H e z « C u a d e r n o s d e H isto r ia d e E sp a ñ a » , V, PJ46, p. 71. ” F o r t c n a t , C a n n , V I-5 , d a n s M G H . A A . I V , p . 136. (4 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. P IE R R E R IC H E 175 e t sous la legende de F lo rin d a filie du co m te Ju lien au debut du V I I I ' siécle on p e u t egalem ent retro u v er le tém oignage historique. Que faisaient les jeunes filies, en quoi co n sistait leu r éducation, nous l'ignorons. II se p e u t d ’ailleurs com m e cela s ’est trouvé á bien des époques que le roi obligea les gran d s á envoyer leurs en fan ts afin d e tr e ce rtain de leu r fidélité. II avait ainsi sous la m ain des otages de m arque. Les jeunes gens devaient recevoir u n enseignem nt p rac tiq u e de fonctionnaires. La cour é ta it com m e en G aule m érovingienne une "école de c a d re s”. On y a p p re n a it á étre n o taire ou adm in istra te u r 1J. M ais il y a plus, e t c’est ce qui fa it l'o rig in alité de la cour de Toléde. Les jeunes gens po u v aien l égalem ent re­ cevoir un enseignem ent litté raire, puisque les ro is a p a r tir de S isebut étáien t des m écénes et m ém e des lettrés. Q u’il suffise de dire que q u 'Isid o re de Seville ecrivit son De N atura R eru m et p o u r S isenand u n e H istoire des Goths; que nous avons gardé quelques oeuvres du roi Sisebut, C hintila, C hindasw inthe et R eccesw inthe 11. C’est en rap p e lan t e t la survivance de la c u ltu re a n tiq u e en E spagne et l’accueil de la cour aux le ttre s classiques que Ton p eu t com prendre le tra ité pcdagogique In stitu tio n u m discipli­ nae. Ce p e tit texte est conservé p a r deux m anuscrits. L’u n le Parisianas latinas 2994 A, de la fin du V IIF , p ro v ien t sans doute d'E spagne ou de Septim anie et garde dans son o rth o g ra phe les m arq u es de son origine w isigothique. II se présen te dans u n corpus isidorien c o n te n a n t le liber D ifferen tia ru m et des ex traits des Origines. C’est done á Isid o re egalem ent que fut a ttrib u é n o tre traité i:. L ’a u tre m an u sc rit du XL' siécle est conserve á M unich (kit. 6384): c ’est sous le nom de sa in t Augustin et sous le titre de de in stitu tio n e in fa n tu m que le tra ite nous e st parv en ú n. Les éd iíeu rs de ce texte, E. A. A nspach puis P. Pascal o nt acceptc T au th en ticitc isidorienne, m ais J. Fontailn P. R lc íie , op. cit. págs. 302-303. 11 Idem ., págs. 304-305. 12 I ! fut edité p o r A n s p a c h , dans «Rheinisches Museum tur Philologíe», L X V It, 1912, p. 556-56S. S u r la date du m anu scrit et sa provenance w isigothique c f . A. M i l l a r e s C a r l o , Tratado de paleografía española, 2 edit. M adrid, 1932, p. 466 et App, II. núm. 196. IS E dité p ar P. P a s c a l , dans «Traditio», X III, p. 426-427, (5 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 17* L E S IN S T IT U T IO N U M D IS C IP L IN A S ne la refuse sans h é site r e t pense q u'il s ’ag it d 'u n m iro ir de p rin c e précaro lin g n en ou insulairc. Son p rin c ip a l arg u m en t e st que l'a u te u r u tilise la Panégyrique de T ra ja n e t q u ’Isid o re ignore l’oeuvre de Pline le J e u n e 14. Certes l'a u te u r d u In s titu tin u m disciplinae cite sans les n om m er Pline et bien d 'a u tre s sources: L actance (D ivinas In s titu tio n es II, 2 et 25) A m broise (De o fficiis m in istro ru m I, 10, 32; 18, 72 e t 74) e t Isidore lui m ém e. N ous ne reviendrons pas s u r ces em p ru n ts qui ont eté bien étudiés p a r le d e m ie r édile u r ,5. R em arquons to u tefo is que l’u tilisa tio n du Panégyrique de T ra ja n en Espagne w isigothique n ’a rien d’invraisem blable. T ra ja n est u n des em pereurs les plus p o p u laires dans les rovaum es b arb ares. Theodoric é ta it appelé p a r ses contem porains le "nouveau T rajan ", G regoire le G rand ven erait la m ém oire de cet em p ereu r 16, u n m an u sc rit du V ICsiécle, utilisé á nouveau p a r Ies m oines de B obbio au V IP co n serv a d le P anégyrique i7. E nfin n ’oublions pas que T ra ja n é ta it pé en Espagne. Ce qui rend p lu s difficile d 'a ttrib u tio n du tra ité a Isidore est m oins la présence de ces sources litté ra ire s que les ex traits de l'oeuvre isidorienne eux m ém es. Il est difficile de p en ser que l’a u te u r se soit recopié lui m ém e et á u n c e rtain passage tre sq u e textuellem ent... If N o tre tcxte se ra it done p o s te rie u r á isidore. Si nous analysons le tra ité nous retro u v o n s des préoccupations pédagogiques qui c o rre sp o n d en t b ien á l’époque w isigothique. L’e n fan t d o it d’a b o rd a p p re n d re Ies com m unes litteras c ’est á d ire le ru d im en t, avant d 'é tre instru.it des a rts 1 i b é r a u x P Ces d e m ie rs so n t cités dans l'o rd re c la s s iq u e 20 14 J. F on tain e, Isidore de Sévilíe... I, pág. 14. !i; P. P a s c a l , art. cit. e t avant lui CH. H. B e e s o n , The Institutionum disciplinae and Pliny the Younger, «Classical Philology», V III , 1913, p. 93-98. 16 Anonym e sales, 60, MGH. AA. IX , p. 322 et Vita Gregorii (edit. G aso u e t . p . 3 8 ). n V í í í . Lat. 3750 e t A m b r o s . E . 147 c f . L o e w e , C ódices latini antiquiores I, 29-3:1. Le passage des Origines, II, 16, 2 est reproduit prcsqu e textuallement. 19 Ce passage s'inspire de Lactance, Inst. 3-25 et d ’Isidore, Origi­ nes, I, 3, 2. w Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. PT E R R E R ÍC H E 177 m ais sont augm entes de la r a é d e c i n e , du droft e t de la philosophie. Cela ne doit pas su rp re n d re lorsque l'on sait que les lettres du V IIc siécle avaient un gout tres vif p o u r le savoir encyclopcdique. L’a u te u r insiste égalem ent s u r la p u re té du langage, vou lan t p e u t étre réag ir co n tre les exces du m aniérism e hab itu éis aux a risto c rate s laics lo rsq u 'ils p ren a ien t la plum e 21. Une place im p o rta n te est donné á l’ed u catio n m orale et aux dangers que l’irum o ral i té des poésies érotiques, des danses lascives, des spectacles du cirque faisait c o u rir aux jeunes gens. Rien d ’éto n n a n t á ceja lorsq u e l’on sait les résistan ces du paganism e dans to u tes les classes de la s o c ié té 22. D eja C esaire d ’Arles blam aien t ses diocesains qui se souvenaient p lu s des am atoriae cam iones que des p s a u m e s 23. E n Espagne a u V IIe siécle 1’ "Anthologie la tin e ” o ffrait aux lecteurs de quoi troub ler leu r e sp rit et leurs sens e t Isidore les m e tta it en g a rd e 24. Les th ea tre s co n tinuaient á a ttire r des sp e cta te u rs e t p a rm i cux m ém e des evéques 25. 1 L 'au teu r de n o tre tra ité recom m ande au jeu n e h o m m e la p ratiq u e du sp o rt ce qui n ’a rien de su rp re n a n t s’il s'agit, com rae je le suppose, d ’un a risto c ra te w isigoth. Il e m p ru n te au Panégvrique de T ra ja n un dcveloppem ent su r la cbasse e t les p íaisirs de la navigation qui pouvait in té re sse r1les d escendants des b a rb a re s ou les rom ains b a rb a risé s. Isid o re a v a it d e ja dans sa C hronique et dans son "K isto ire des G oths" fait allusion au gout sp o rtif des rois w isigoths K. Le jeune hom m e devra aussi a p p re n d re Ies poésies p a rla n t des ancétres qui exciten! á la glorie ceux qui Ies e n te n d e n t27. 20 Sans citer rarith m étiq u e, com m e le faisait égalem ent L actan ce 21 P. R i c h e , E ducation et culture, pág. 305. 22 Idem , pág. 342. 23 Cf. aussi la Regula Tam atensis, 8, PL. L X V f, c. 9 8 0 «haec sunt vestra carm ina, haec ut vulgo akm t am atoriae cantiones»; le Concile de Toléde de 589 (canon 2 3 ) dénonee Ies «saltationes et turpes cantici'» (edit. V i v e s , ¡p. 133). Cf. P. R i c h e , E ducation et culture..., p . 544, note 301. 24 I s i d o r o , Sent. III, pág. 13. PL. L X X X III, 685. 23 Cf. la ¡ettre de S iséb u t á l'evéque de T arragone, MGH. Ep. III, p . 668. 26 I s i d o r o , Chron. 54; H istor, G oth. R ecapitu lad o, MGH, CH. 2. AA. X I, págs. 290 y 294. 12 Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. (7 ) 178 LES IN S T IT U T IO N U M D IS C IP L IN A E Ici il est b ien te n ta n t com m e l’a fait M enendez Pida'l d'evoquer l’épopée n atio n ale des Germ ains. Nous savons p a r T acite puis p a r Jo rd an es et F o rtu n a t que des chants celebraient les h a u ts faits des h éro s germ ains 2S. M alheureusem ent nous n'avons ríen conservé de ces chants. II se peu t égalem ent que l'a u te u r ait pensé á ces poém es heroiques qui selon Isid o re “ rac o n ten t la geste des hom m es courageux" R em arquons d 'ailleurs que dans ce passage des E tym ologies Isidore a ttrib u e a l’heros les qualités de courage et de sagesse, com m e le fa isa it Pline dans le Panégyrique, et com m e le fait im plicitem ent n o tre texte 29. Enfin et cela nous ram éne encore á l'E spagne, le jeune hom m e doit p ro teg er sa p a trie (patriam luentem ). L'idée d'une terre n a tio ­ nale o b jet de l ’a m o u r des p o p ulations a p p a ra it p o u r la prem iére fois dans la laus Spaniae d 'Isid o re et dans les conciles w isigothiques 30. E lle tém oigne d ’une p rise de conscience peu fréq u en te dans les au tres royaum es b arb ares. E n fin le jeune hom m e recoit tout un ensem ble de conseils m oraux: é tre sobre, chaste, bon conseiller, p ru d en t, hum ble, p a tie n t, religieux... Mais nous rem arq u o n s q u ’il n ’est aucunem en fait m ention d 'in stru ctio n religieuse auprés des clercs. Le seul passage rela tif á l’E c ritu re se. lit á propos de la dialectique qui ne doit pas seulem ent tire r ses argum ents de 'T o fficin e des rh e te u rs ”, m ais des cbam ps des saintes E c r itu r e s ’1. Or il est rem arq u ab le que S isebut dans sa lettre au jeune prince lomb a rd Adailoald em ployait la m ém e expression et, de fait, utilisait de nom breux passages des E c ritu re s p o u r d é m o n trer áu son c o rre sp o n d an t la vanitc de 1’ arianism e M. Le b u t poursuivi p a r le jeu n e hom m e d oit étre l’acquisi27 « M a g is p r a e c i p e r e c a r m in a m a i o r u m q u ib u s a u d ito r e s p r o v o c a ti a d g -lo r ia m y a d g l o r ia m e x c i t e n t u r » . E d it . P ascai ., 28 M enendez P id a l , c. 9. Los godos y el origen de la epopeya española, d a n s « S e t t i m a n e di S t u d i o di S p o le to » I I I , p. 29. Raippelons q u e J o r d a ­ n e s p a r la de los « p m e a c a r m i n a » (G e t ic a , IV, 28); F o r t u n a t d e s « c a r ­ m in a b a r b a r a » (C a r m . V I I , 7, 63) et T r a j a n , 29 ISIDORO, O r i g . I , 39, 9. 30 C o nf. supra, n o t a I. 31 «Nec solum de decla mat.oris Paneg. 16. o fñ c in is rhetorum s ar tetaru m s c r i p t u r a r u m ca m p is » . E d :t. P a s c a l , 1. 35, 32 Ep. visig. 9, MGH. E p i s t . I I I , p. 674. (8 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. sed e t ia m de 179 P T H R R E R IC H E fion des q u a tre v ertu s qui conduisent á la philosophie: pru dence, justice, courage, m aitrise de s o i 33. Le pedagogue rep re n d le program m e de la philosophie stoicienne que d eja bien avant lui A m broise ou Ju lien Pom ére avait presen te 34. M ais il se rapproche aussi de M artin de B raga qui déd ian t ses Form ules de Vie honneíe au roi suéve M ir écrivait que les q u a tre v ertu s p e rm e tta ie n t aux laics d'acceder á une vie h o n n éte sans avoir reco u rs aux preceptos de la sainte E c ritu re m ais en su ivant la seule loi n a tu re lle de l'hum aine in te llig en c e 3S- C ette o p p ostion entre u n program m e d ’éd u cation p o u r laic et ceflui que seuls les serviteurs de Dleu peuvent suivre m o n tre suffisem m ent la tenace survie des concepts ¡de la m orale antique. Dans les Institu tio n u m disciplinae nous retro u v o n s la m ém e in sp iratio n et cela perm et á m on sens de d a te r le texte, e t de lui donner une p atrie. E n effet si nous comiparons n o tre texte á la le ttre q u ’ u n évéque m érovingien écrivit a u n fils de D agobert nous som m es su rp ris de tro u v e r une to u te a u tre in s p ir a tio n 36. D ans cette Gaule m erovingienne qui se b a rb a ris a it beaucoup p lu s ranidem ent que l’Espagne, dans laquelle la c u ltu re des clercs était la seule á subsister, le p ro g ram m e d ’education é ta it to u t autre. Le prince devait o beir aux evoques, tro u v er dans l'E c ritu re S a­ in te des m odeles á suivre,. Tous les thém es des "m iro irs de laic s” earolingiens sont déja en place dans ce te x te 37. Dans les In stitu tio n u m disciplinae rien de tel, c a r elles o n t été red igees dans un pays et á une époque oü la cu ltu re a n tiq u e é ta it encore vivante et oü les laics po u v aien t encore s ’en n otirrir. On co m p ren d alors que l'a u te u r de n o tre m anuél puisse re p re n ­ der en term in a n t le thém e p latonicien d u roi p h ilosophe que 33 « C u m q u a d r if i d o f o n t e v ir t u t u m : p r u d e n tia v id a lic e t a tq u e j u s - t i t i a f o r ü t u d i n e e t t e m p e r a n t ia » . 34 Cf. H. H agendahl, Latin Fathers and the classics, G oteborg, 1958, p . 3 47 e t s s . 73 rum M a r tin de B r a g a , Forniulae, e d i c . B a r l o w , p á g . 2 3 7 « s i n e d iv in a - s e r ip tu r a r u m p r a e c e p t is n a tu r a lis ta n tu m le g e e tia m h u m a n a e in t e llig e n t ia e a l a i c i s r e c t i h o n e s t i q u e v ir t u t i b u s v a l e a n t a d i m p le r i» . 36 Ep. aevi merov. 15 MGH. I I I , p . 458. 37 S u r c e m i r o i s , c f. W a t e n b a c h -L e v i s o n , Die R echtsquellen, p, 59-59. (9) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. ISO LES 1NSTITUTIONUM DISCIPLINAE Boecé avait deja evoqué en lta iie ostro g o th iq u e e t qui refleurira p en d an t la R enaissance c a ro lin g ie n n e 3S. Ainsi nous som m es am ené á d a te r ce tra ité pédagogique de la fin de la période w isigothique e n tre la m o rt d 'Isid o re de Seville ct le début du V IIIe siécle, en su p p o san t qu'il a été écrit p o u r quelque a risto c ra t ou quelque prince, et pourquoi pas á Toléde. Cela confirm e le fait que nous avons d e ja rem arqué, T opposition du program nie éducatif des laics et celui des clercs. Alors que les laics peuvent encore avoir accés aux a rts libéraux Ies clercs élevés dans les écoles p resb y térales et episcopales ne recoivent, com m e en Gaule, q u ’une edücation religieuse 39. Pas un texte ne m entionne le tu d e des dis­ ciplines profanes. Comme le d it l'a u te u r de la Vie des Peres de M érida, l'évéque Paul in stru isa it celui qui devait devenir son successeur de "l'office ecclesiastique et des livres de T E scritu re s a in te ” 40 .Si l'E spagne w isigothique a connu les évéques lettre s L éandre, Isidore, B raulio, etc., c'est que ces dern iers sont passés p a r l'ócole m onastique et que cette école m onastique, form ée su r le m odele vivarien ou africain, é ta it bien plus largem en t ouverte á la culture profane. Grace á ces m ilieux privilégiés l'E glise w isigothique a pu g a rd e r le co ntact avec les lettre s classiques, m ém e apres 711, et p ré p a re r ainsi le renouveau carolingien. Q uant aux laics ils se sont peu a peu confondu au V H P siécle dans une grande m asse b atailleuse et ignare. Exceptionnellem ent, quelques a risto c rate s influencés p a r l e s clercs cherchent á s o rtir de cet obscu ran tism e et, aussi bien dans le royaum e astu rien , que dans Tem pire carolingien, donnent á leurs en fants une in stru ctio n plus littéraire. Mais ja m á ­ is dans les m iro irs de laics qui nous o n t été conservés nous ne retrouvons cet accent an tiq u e qui caracterise les In stiíu tio n u n t disciplinae. « Sic d e n iq u e to t t a n l i s q u e .praeclaris a r t ib u s m o r i b u s q u e inst r u c t u s ju r e q u i s q u í s ille a d h o n e s t a t e m i m p e r i u m q u e .poterit p er v e n ir e ut r e c t e in eo a d s c r i b a t u r p r a e c i p u a platoniis illa s en te n t ia t une b e n e regi r e r n p u b lic a m q u a n d o i m p e r a n t p h i l o s o p h i et p h i l o s o p h a n t u r im pe rat ores »; cf. B o é ce , Cons. Philosophiae et au s s i C as s io d o r e , I X , 24, p. 290 « Q u í d a m p u r p u r a t u s v i d e n t u r e s s e phi loso phus». 39 40 Variae P. R i c h u , Education et culture , p. 331 et ss. V itae sanctorurn, IV-1. E d it . G a r v ín , p. 172 O m n e o f f i c i u m e c c i t s s ia s t ic a r u m o m n e m q u e b i b l io t h e c a m s c r i p t u r a r u m dinvin a ru m ... docuit». (1 0 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. N INVESTIGACIONES y m t/i a. O H =3 1 ± *f; *C % ¡¡* "H o o T o le d o * 2 LOS ARZOBISPOS DE TOLEDO EN EL SIGLO VII Por J. F. RIVERA RECIO Canónico Archivero de Toledo Bl códice em ilianense d,e El E s c o ria l1 nos h a conservado el catálogo de los prelados toledanos h a s ta el siglo X, tam b ién en el citado m an u scrito se en c u en tra n la s lista s episcopales de Sevilla y de U liberis. P or lo que a Toledo se refiere, que es lo que especialm ente a h o ra nos in teresa, encontram os en la su ­ cesión m etro p o lita n a u n a ín tim a coincidencia con la sucesión a p u n ta d a en da obra DE V IR IS ILLUSTRIBUS de S an Ild e ­ fonso de Toledo. La diferencia en tre am bos docum entos existe, p orque el códice em ilianense se dim ita a d a r u n a sim ple lista sucesoria sin indicación alguna biográfica o cronológica, m ien­ tra s que en el escrito ildafonsiano se p re se n ta la silueta bio­ gráfica de cada uno d e los p erso n ajes m encionados. C reem os que la fuente com ún de am bas relaciones debió se r u n a re la ­ ción oficial toledana, hoy p erdida, que el rns. em ilianense de­ bió co p iar y p o n er al día h a s ta su época, y de la que Ildefonso se sirvió tam bién, com pletando la r di ación con las noticias que él pudo ob ten er, ya p o r la .tradición ex isten te — quaeque velera a n tiq u o ru m relalu re p e ri-, ya tam b ién d e lo que él pudo conocer p o r p ro p ia experiencia— quaeque nova exhibiíione tem poris didici, — orsu linguae quo p o tu i s u b n o ta v i2.— Aun­ que no son m uy locuaces las fuentes, sin em bargo, en el d e ­ curso de los estudios históricoedlesiásticos alguna o tra noticia ! Cod. d. I. Conf. Catálogo de los cód ices latinos de la Real B ib lio ­ teca del Escorial, Vol. I (1910) fol. 360. 2 I l d e f o x d u s De viris illustribus, ML. 96, col. L98, A. CU Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. L O S A R Z O B IS P O S 182 D E TO LED O se puede a d ju n ta r a las referencias ildefonsianas, que son las m ás com pletas. Y eso es lo que pretendem os realizar eiñ este artícu lo al m ism o tiem po que som etem os a revisión y c o n tra s­ te las noticias que trad icionalm ente se poseen. Ya en tre o tro s, hace casi dos siglos el egregio P. Flórez 3 se tom ó este tra b a jo , que ahora in te n ta m o s renovar, p o r si acaso alguna pequeña noticia se pu d iera ad icio n ar a lo hecho p o r el eje m p la r y 'loable escritor, a la vez que se pone de nuevo en relieve el antiguo episeopologio toledano, tan olvidado. EL CATALOGO EM ILIA N EN SE Y LA RELACION ILDEFONSIANA El m encionado catálogo de, El E scorial p rese n ta Ja lista de p relados toledanos, con un to tal de c u a re n ta y cinco nom bres. De ellos diez pertenecen a'l s. VTI, es decir desde el n ú m ero 26 de la lista h a sta el n úm ero 35. De cinco d e estos diez p relados h a b la San Ildefonso y les dedica unas breves n o ta s biográficas a cada uno de ellos, indicándonos la inm ed iata sucesión de cada uno. La coincidencia es p erfecta e n tre am bas relaciones com o puede verse en él siguiente cotejo. CATALOG O A urasius H elladíus Ju stu s.............. Eugenius Eugenius illdefonsus. , . Q uiricus.......... Julianus Sisibertus. . . . Félix................. s. SAN IL D E F O N S O A urasius Toletanae ecclesiae pontifex. Helladius post Aurasium. Justas, Helladii discipulus, illique successor. Eugeníus... pontifex post Justum. Eugenius alter post Eugenium pontifex. ¡idefonsus... praesul post secundum Eugenium... Julianus, discipulus Eugenií secundi... post beatae memoriae Quiricam, quarto loco praeceptorem suum sequens. Depuesto en el Conc. X V I (a. 693). Suscribe como m etropolitano de Toledo en el Conc. de Toledo XVI (a. 693). J 1 H. f l o r e z , España Sagrada t r a t a d e l o s p r e l a d o s t o l e d a n o s d e l VII e n e l t. V , 238 a 293. , (2 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. S. r . R I V E R A R E C I O 183 Como se pu ed e ap re c ia r p o r el a n te rio r cotejo, la c o rre s­ pondencia e n tre el catálogo y lo que Ildefonso y sus c o n tin u a ­ dores indican es e x a c ta 4. La ú n ica diferencia en el catálogo, que debe co rreg irse com o lo hem os hecho, es que, a l final el catálogo p rese n ta a S isiberto com o anteceso r d e Félix. Con to d a certeza sabem os que fue Félix el que sucedió al ser d e­ puesto Sisiberto. A u r a s i ü s .— E l obispo A urasio es el p rim e r p rela d o toledano de la séptim a cen tu ria, coinoidente según la in fo rm ació n de Ildefonso co n los reyes V iterico, G undem aro y S isebuto; p o n ­ tificó p o r espacio de casi doce años. Como se sabe V iterico se apoderó del reino, regido p o r Liuva II, a fines del 602. In te n tó re s ta u ra r el a rrian ism o , dei que se h a b ía a b ju ra d o desde el rein ad o de R ecaredo; persiguió a los católicos y a lo s bizan­ tinos. P or tan to , el po n tificad o de A urasio no h u b o de ser tra n ­ quilo ni pacífico. Ildefonso, en la silueta que de él traza, c a r­ gada de frases de co n ten id o generad, lo p re se n ta com o buen gobernador, sereno en m edio de las adversidades e íntegro en los m om entos difíciles. Fue m ás co n sta n te e n la d efensa de la v erd ad que en el ejercicio de escribir. , H ubo de vivir los días bochornosos en que d rey de B or goña, T eodorico, repudió y devolvió in ta c ta a su esposa H erm inberga, con la que se h a b ía desposado el año a n te rio r, p ero si rechazó a la m u je r se quedó co n la dote m atrim o n ial. Am­ bas in ju ria s exarcebaron ai m o n arc a visigodo que buscó alian­ zas con el m o n arc a lo m b a rd o Agilulfo y los francos L otario II y T eodoreto de M e tz ; quizá el tris te fin de V iterico no p erm itió que la venganza apetecida se llevase a efecto, ya que fue ase­ sinado en u n banquete. Sucedióle G undem aro (610-612), en cuyo tiem po, en erv ad a gravem ente la p o ten cia d e los b iz a n ti­ nos, se verifica la integ ració n eclesiástica a T oledo de la se­ gregada p a rte del te rrito rio m etro p o lita n o de la cartaginense, cuya c ap italid ad o ste n ta b a C artagena, ciudad p rin c ip al del 4 E ntre parén tesis hem os inclu id o aquellos prelad os, de los que Ildefonso no pudo hablar, pues se trata de su p rop ia b io grafía y de las de sus sucesores. La n oticia fidedigna la hem os indicado por otras fuentes. (3 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 184 L O S A R Z O B IS P O S D E TOLEDO dom inio bizantino en E spaña, habiendo quedado Toledo com o m etrópolis sim plem ente de la p a rte occidental de, la provincia, conocida com o región de la C arpetania. P a ra p o n e r Jas coisas en orden, y en previsión de los tra sto rn o s q u e p o d ría n venir después, catorce obispos sufragáneos de Toledo se reunieron en e s ta ciudad y a c o rd a ro n el 23 de octu b re del 610, que “la sede de la sa n ta iglesia de Toledo tiene la a u to rid a d d e m e­ tro p o lita n a y que precede a n u e stra s iglesias en p o te sta d y m érito, y que su p rin cip ad o , ciertam ente, e n m an e ra alguna se le otorga a h o ra p o r anuencia n u e stra , sino que ya hace m u ­ cho tiem po se le reconoce su existencia p o r decisión conciliar de los antiguos P adres 4a..." P osterio rm en te u n decreto del rey ratificó 5 el acu erd o epis­ copal m an ifestan d o “que el h o n o r de p rim a d o Jo tiene, según la an tig u a a u to rid a d de la asam blea co n ciliar p o r todas las iglesias de la p rovincia cartaginense, el obispo de la sede de la iglesia de Toledo, y éste sobresale de 'todos sus coepíscopos, ta n to p o r la excelencia del ho n o r, com o del nom bre, conform e a lo que acerca de los m etro p o litan o s en cada u n a de las provincias sancionó la an tig u a trad ició n d e Jos cánones y la a n te rio r a u to rid a d perm itió. Ni tam poco consentim os que la m ism a provincia de C artagena se re p a rta e n tre la jurisd icció n de dos m etro p o litan o s, en co n tra de los decretos de los P a ­ d re s ...; así com o goza de la an tigüedad de su n o m b re y del respeto de n u e stro po d er, así sobresalga p o r la dignidad de su iglesia y aven taje a to d as en p o te sta d ... Y p o rq u e [la región cartaginense y la c a rp e ta n a ] es u n a e idéntica pro v in cia de­ cretam os que así com o la provincia B ética, L u sitan a o T a rra ­ conense y las resta n te s que p ertenecen a la ju risd ic c ió n de n u estro rein o ... se sabe que cada u n a tiene su p ro p io m e tro ­ po litan o , así del m ism o m odo la pro v in cia C artaginense vene­ r a r á com o p rim a d o a uno m ism o y único, al que señala la 4-1 Concilios visigóticos e hispano-rotnanos, e d i c . V i v e s , M a r í n y (M adrid, 1963), p á g s . 407-408. 5 H em os discutido la p rio rid a d cron ológica de am bos docum entos, intim am ente relacionados en el art. E ncum bram iento de la sede tole­ dana durante la denom inación visigótica, « E s p a ñ a Sagrada» V III (1955) 13-20. M artín e z (4 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. J . F . R I V E R A R E C IO 185 antigua a u to rid a d conciliar, el cual te n d rá el sum o h o n o r e n tre todos los obispos com provinciales Con este reconocim iento jerá rq u ic o y real del c a rá c te r m e­ tro p o lita n o de Toledo, que se dice a n te rio rm e n te ex istente, el p relad o de Toledo, alcanza un in d iscutible relieve en el ep is­ copado hispano. A los casi doce años de prelacia, rein an d o en sus p rim ero s tiem pos Sisebuto, falleció el m etro p o lita n o A urasio, es decir, en el año 615. — E ladio es el p rela d o - p arad ig m a d e todos los dem ás. Ildefonso siente p o r él u n a g ran sim p atía y veneración, según se desprende de, las expresiones q u e utiliza, a l te je r su silu eta biográfica. P ersonaje p rin c ip al de la corte real, ilustrísim o m iem bro del au la regia y encargado d a la a d m in istra ­ ción de los negocios públicos — regiae aulae illu strissim u s pu~ blicarum que rector existeret r e r u m 6. A p e sa r d e su alto rango p alatino, en las h o ras de asueto no te n ía em pacho alguno en llegarse al m o n asterio agaliense y mezclarse, co n los m iem ­ b ro s de aq uella com unidad, interv in ien d o com o u n religioso seglar en las tareas del m onasterio. Pero lo que co n stitu y ó un golpe esp ectacu lar fue que un día renunció a sus cargos civiles, y se re tiró al citado cenobio p a ra com enzar allí de u n a m an era definitiva su pro fesió n religiosa. P o sterio rm en te fue elegido ab ad y p o r sus m éritos y ansias de perfección, o rd en ó la vida m o n ástica y acrecentó el e sta d o económ ico del m onas­ terio. Ya casi anciano, fue elevado al p o n tificad o toledano co n tra su vo lu n tad — vi coactus— • La p rim e ra vez que aparece en las fuentes el m o n asterio agaliense es con ocasión de la p ro fe sió n en él del p ro cer Eladio. E ste cenobio gozó de im p o rta n te ren o m b re en la h is­ to ria eclesiástica to led an a d u ran te el siglo V II. C arecem os de toda clase de inform ación sobre la fu n d ac ió n y em plazam iento de él. La denom inación oficial debió ser la de m o n a steriu m sanctorum Cosmae et Dam iani, p ero en el len g u aje u su al era conooido com o agaliense; desde m uy antiguo la ubicación del citado m o n aste rio constituyó un enigm a p a ra los investigado­ H “ e l l a d iu s . ML. 96, col. 201. (5) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 186 L O S A R Z O B IS P O S D E TO LED O res. Se ha pensado en un fan tástico Agali, que sería el fu n d ad o r de él y del que h u b iera tom ado el n om bre 7. Creem os, sin em ­ bargo, que la denom inación deriva m ás bien del p a ra je de su localización, es decir, en el cam ino de las Galias — ad galiense iter— 8 ya que u n proceso sem ejante se. p ro d u jo siglos después con la designación de los Palacios de G a lia n a 9. E llo, de ser cierta n u e stra co n jetu ra, id en tificaría amibos lugares en lo que hoy se denom ina Castillo de G aliana, en la p a rte N o rd o rien tal de la ciudad. La rom anización de este p a ra je e stá fu era de duda. E n sus cercanías se en c o n traro n fragm entos de m osáicos en lo que fue u n a villa rom ana. La m encionada calzada ro m an a, que llevaba a las Galias, adem ás la cercanía del río, utilizable p a ra el riego de aquellos cam pos, hacen de este lu g a r u n sitio suAgali e n D H G E . 7 C o n f. v, g. la v o z s L a p is t a p a r a e s t a h ip ó te s is q u ie n e n s u s a r tíc u lo s p e r io d ís tic o s nos la p r o p o r c io n ó E lias Tormo, Palacio de Galiana en T oled o o el sino de la Em peratriz Eugenia, p u b lic a d o s en el d ia rio «L a E p o c a » de M a d riü , los d ía s 9, 16, 18 y 23 de ju lio d e 1932, d o n d e in s is te e n la v ía r o m a n a qu e, p a s a n d o p o r -las c e r c a n ía s d e l c it a d o lu g a r , c o n d u c ía d i­ r e c ta m e n te a ta s G a lia s. S e ría , p u e s, V ía G a lia n a , v e r s ió n r o m a n c e de g a lie n s e iter. P o s te r io r m e n te en el c ic lo le g e n d a r io de lo s a m o r e s d e M a in e te y G a lia n a , q u e te n ía n por s u g e s tió n -los d e A lfo n s o VI (y a no jo v e n ) c a s a d o co n Z a id a , h ij a d el r e y de S e v illa c it a a R a m ó n M e n e n d e z P i d a l , q u ie n en to s « A n ales d e l a U n iv e r sid a d de M a d rid » , d e m u e s tr a q u e el M a in e te fr a n co -e s p a ñ o l fu e el n ú c le o p r in c ip a l de la m ocedades de C a r lo m a g n o . L a b a t a lla e n tre los dos r iv a le s tu v o lu g a r e n V a lm o r ia l (km . 57 de la c a r r e te r a de M a d r id a T o le d o ) d o n d e d ió m u e r te a B ram a d a n te , r e y m o r o de G u a d a la ja r a , la qu e él y R o ld a n d e sp u é s in m o r ­ ta liza ro n en la s g e s ta s h e ro ic a s d e la C a b a lle r ía , h a b ie n d o c o n q u is ta d o la e s p a d a D u r a n d a rte . R e fie r e ta m b ié n q u e el a r zo b is p o Jim é n e z de R a d a h a b la d e l P a la ­ cio de G a lia n a en B u r d e o s (d o n d e la é p ic a h iz o d e s c a n s a r a C a r lo m a g n o y G a lia n a , p a s a n d o u n a d e lic io s a lu n a de m iel), c r e y é n d o s e q u e la lo c a ­ liza c ió n to le d a n a era r e d a c c ió n ta r d ía . P o ste r io rm e n te e sta s .po sesio n es to le d a n a s v in ie ro n a fo r m a r p a r te d el p a tr im o n io de lo s d u q u e s d e ¡Alba, sie n d o p o r c o n s ig u ie n te , d u e ñ a de ello s la fu tu r a E m p e r a tr iz de lo s fr a n c e s e s E u g e n ia de M o n tijo , e s ­ p o s a de N a p o le ó n I I I . Se in sin ú a q u e lo o u e fu e le y e n d a m e id e v a l v in o a c o n v e r tirs e a n ­ d a n d o los siglo s en u n a r e a lid a d h is tó r ic a . (6 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. .T. F . R I V E R A R E C I O 187 m ám ente apetecible p a ra la instalación en él de, un m onasterio, separado del a je tre o ciudadano y, al m ism o tiem po, cercano a la ciudad. Si com o pensam os, el lugar debe identificarse con el que actualm ente ocupa el llam ado C astillo de G aliana no es extraño que los m onjes visigodos gustasen de h a b ita r u n lu g ar tan apetecible com o p a ra que tiem pos después los árab es le­ v a n ta ra n allí u n a finca de recreo p a ra descanso de sus g o b e r­ nadores. Allí fue tam b ién donde el botánico árab e Ib n W afid exornó el p a ra je, com pletam ente llano, con sus m ejo res colec­ ciones de p lan ta s 9. E ladio ha pasado a la p o ste rid a d com o u n dechado de m isericordia y caridad, d istribuyendo g ran n ú m ero de lim os­ nas e n tre los necesitados en grado tal que p arecía que de su m ism o estóm ago p a rtiese la exigencia de a te n d e r a los m iem ­ bros indigentes y esto fu era necesario p a ra re a n im a r sus e n ­ tra ñ a s 10. E l episcopado de E ladio coincide con los años e n que reinó S uíntila (621-631). S uíntila, a p e sa r de ser electiva la d esigna­ ción p a ra -la m o n arq u ía visigoda, in te n tó h a c er h e re d ita ria en su fam ilia la corona real, asociando al tro n o a su h ijo Ricim ero. La co n ju ració n de Sisenando en el 631 dió al tra s te con Sise­ buto y con su hijo. Pero sospecham os que estos in ten to s de S u ín tila tuvieron tam bién su influ jo en el m etropolitano. De hecho sabem os que E ladio llevó consigo a la residencia episcopal a uno de los m onjes de su m o n asterio llam ado Ju sto u, dándose con ello lu g a r a un cism a episcopal, que d u ró varios años, e n tre la can­ d id a tu ra episcopal y la m onacal, com o se verá en los dos a r ­ zobispos siguientes. M urió m uy viejo, después de dieciocho años de episcopado, al que h ab ía ascendido no m uy joven, fessis pene senio artubus s C o n f. J. M .a M i l l a s V a l l i c r o s a , N uevos estudios sobre la historia de la Ciencia española (B a r c e lo n a , 1960) 131-152. N ó te s e a d e m á s , c o m o o b s e r v a T o r m o , q u e m u y c e r c a del c a s tillo , e x is tía -por e l c e r c a n o lu g a r d e A z u c a ie a u n c a m in o q u e to d a v ía se d e n o m in a b a en su tie m p o S e n d a G a lic a n a . M L . 96, 201. C o n f. J, F. R i v e r a R e c to , Cism a episcopal en la iglesia toledanovisigoda, « H is p a n ia S a c r a » I (1948) 261-264. 11 (7 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 188 L O S A R Z O B I S P O S !>E T O L E D O cid p o n tifica tu s apicem evocatur, nos dice su biógrafo. Coinci­ dió con los reyes S isebuto, S u ín tila y los com ienzos de Sisenando. Su ¡fallecim iento se sitú a en el año 633, m eses después del destro n am ien to de S uíntila, que se afirm a fue p a ra el m es de m arzo del 631, ya que E ladio pudo conocer el com ienzo del reinado del sucesor Sisenando. J u s tu s .— Fue el sucesor inm ediato de E ladio; desde la in ­ fancia fue a n te rio rm e n te m o n je agaliense y después rector o abad de este m onasterio, el tercero que siguió a E ladio en el cargo de abad. E n su b iografía se nos dice que e ra de ingenio m uy sutil y de b u en a ¡presencia, lo que p e rm itía fu n d a r en él grandes esperanzas. D urante su pontificado, al que ascendió en 633, tuvo que su frir ¡la insolencia de u n diácono, llam ado tam bién Justo, que en los tiem pos de E ladio se h ab ía insolen­ tado co n tra el obispo, y al m o rir éste se consideró con a trib u ­ ciones episcopales — vixit episcopus— , h a sta que tuvo un acceso de locura — in reprobum sen sm n — , co n sid erad o com o castigo a su soberbia, y sus servidores eclesiásticos, ¡debido a la intem ­ perancia de las costum bres del in tru so , le e stra n g u la ro n a h o r­ cándole, m ientras dorm ía. Obsérvese que e sta noticia e stá d ad a p o r Ildefonso, defensor d e San E ladio y ¡los obispos m onjes de Toledo y que la noticia viene no en el cuerpo de la n a rra c ió n sino en el proem io, que tiene b a sta n te d e prólogo galeato o apologético 12. Sabem os que el obispo Ju s to escribió u¡na ep ístola a Ricilano, sucesor suyo en la dirección abacial del m o n asterio aga­ liense, aconsejándole que no renunciase a la dirección de la grey que le h ab ía sido encom endada, escrito que debe h aberse p erdido sin d e ja r el m enor rastro . El acontecim iento m ás solem ne celebrado d u ra n te este p ontificado fue la reunión en Toledo en el m es de diciem bre 12 Ibid, p á g s . 264-267. T a m b ié n a p a r e c e a tr ib u id o a J u s to de T o le d o en los fo l. 76 a 82 del m s. de la B ib lio te c a 'N a cio n al, de M a d r id n, 3.086 d p e q u e ñ o tr a ta d o in é d ito d e e n ig m a tib u s S a lo m o n is , del q u e Ild e fo n s o Justo de Toledo, De enigm atibus Salom onis, O púsculo inédito, dado a luz según un m anuscrito de la Nacional de Madrid. « R e v is ta e s p a ñ o la de E s tu d io s B íb lic o s» . 926, 3-14. n a d a dice. C o n f. F e lip e H er n á n d e z, E . (8 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. J . F . R IV E R A R E C IO 189 del 633 del Concilio IV de Toledo. Concilio general del episco­ pado hispano, en que b a jo la prestigiosa fig u ra de Isid o ro de Sevilla se reunieron sesenta y dos obispos m ás siete rep resen ­ tan tes de otros, q u e n o p u d iero n asistir. El ú ltim o de los m e­ tro p o litan o s que firm a ro n las a c ta s fue Ju sto , sin d u d a p o r ser el m ás joven de los c u a tro que asistieron, a sab er: Isidoro de Sevilla, E sclúa de N arbona, E steb an de M érida y Ju sto de Toledo. El m ism o rey Sisenando con cuya ayuda h a b ía podido reu n irse la asam blea, se p rese n tó e n la sesión inau g u ral acom ­ pañado de vistoso séquito y exhortó a los obispos reunidos a que "teniendo m uy p resen tes los decretos de los an tep asad o s" p resta se n atención a conservar en el reino las no rm as c an ó n i­ cas y a c o rreg ir los abusos que se h a b ía n ido originando. Se­ ten ta y cinco fu ero n los acuerdos tom ados, la m ayoría de índo­ le litú rg ica y canónica; solam ente el ú ltim o se c e n tra en la lidelidad debida al rey, a quien todos los obispos p re sta ro n su acatam iento. P asaron tres años m ás, trien io que fue el de la duración del episcopado del m etro p o lita n o Ju sto , quien fallecía en el 636, diecinueve días tan sólo antes de que tam b ién falleciera el rey Sisenando. El nuevo sucesor del obispo difunto fue Euge­ nio, tam bién discípulo de San E ladio y m onje agaliense desde su infancia. E ste fue llevado a su residencia p o r San E ladio al ser n o m b rad o obispo, a su lado recibió la in stru cc ió n cleri­ cal y quizá el a d iestram ien to en la ad m in istra c ió n de la iglesia toledana. Eugenio, elevado al episcopado toledano después de la m u erte de Justo, tuvo que su frir serios disgustos p o r Ja con­ d u cta de u n diácono, llam ado Lucidlo, quien violentam ente se arrogó los honores del p resb ite rad o y, e n tra n d o a saco en los bienes de la iglesia, llegó a p e rd e r el sentido — lo que Ild e ­ fonso n a rra com o u n castigo p o r su rebeldía al prelad o — , y a llevar u n a vida m iserable, m uy sem ejante a la m uerte. Creo op o rtu n o re s a lta r que este caso debió te n e r rep ercu sió n en el episcopado siguiente. Pues en la correspondencia que B raulio de Zaragoza dirigía al m etro p o litan o de Toledo, se hace re­ ferencia a u n clérigo toledano, que fue m uy m olesto al m e tro ­ E u g e n i o s .— (9) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 190 L O S A R Z O B IS P O S D E TOLEDO po litan o Eugenio y que sin h a b e r recib id o el p resb iterad o , e je r­ cía funciones p resb ite rale s u. E n v irtu d de los acuerdos tom ados sobre la frecuente cele­ bració n de concilios en el IV de Toledo, a principios del nuevo m onarca, Chintila, que coincidía tam b ién con los p rim ero s tiem pos del m etro p o litan o Eugenio se tuvo el V Concilio de Toledo, tam b ién a h o ra en la basílica de S a n ta Leocadia, con asistencia de veintidós obispos, en su m ayoría sufragáneos de Toledo, b a jo la presid en cia del m etro p o litan o de e sta ciudad, E ugenio; dos años después, el 9 de enero del 638, tuvo lugar, tam bién en la basílica toledana de S an ta Leocadia, u n a nueva reu n ió n conciliar, que presidió el m etro p o lita n o E sclúa de N arbona. A am bos concilios aisistió el obispo de. Zaragoza, B raulio, quien ya e ra conocido com o cam peón de la d o ctrin a y a él encom endó la reu n ió n del Concilio VI, y, en efecto B ra u ­ lio red actó u n a c a rta 14 dirigida al R om ano Pontífice, H onorio, vindicando al episcopado h isp a n o d e deb ilid ad en el tra to con los judíos. Eugenio h a pasado a la p o ste rid a d con fam a de p rác tic o com putista, ducho en los conocim ientos astronóm icos en uso p a ra la su p u tació n del tiem po, tan valiosos p a ra las c eleb ra­ ciones litúrgicas. D urante los reinados de C hintila, Tulga y C hindasvinto pontificó en Toledo p o r espacio de casi once años, falleciendo, según cálculos del P. Flórez, hacia el m es de septiem bre del 646E u g e n i u s .— T am bién se llam ó Eugenio el nuevo m etro p o ­ litano de Toledo, que sería al segundo de los p relad o s visigodos toledanos d e este nom bre. Posiblem ente nacido en Toledo, form ó p a rte de los clérigos de la iglesia catedral, aunque sintió m uy vehem ente la a tr a c ­ ción de la vida m onacal. Puesto al fre n te de la escuela cate­ dralicia, u n día abandonó la escuela episcopal y la m ism a ciu­ dad de Toledo y m archó a Zaragoza, quizá a tra íd o p o r la fam a de B raulio, obispo de esta ciudad y ciertam en te p o r el afán de 13 J o s é M a d o z , Epistolario de San Braulio 194 1 ), p á g . 164. 14 Ibid., p á g s, 123-131, c a r ta X X I . (10) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. de Zaragoza ( M a d r id , J . F . R I V E R A R E C IO 191 dedicarse a-1 culto de lo s m á rtire s y de h acer pro fesió n re li­ giosa. En Zaragoza sus revelantes dotes a tra je ro n la confianza del prelad o B raulio, que le hizo arcediano de la ciudad, tal vez con el designio de que a su m u erte fu era Eugenio elevado al episcopado. Pero la situación de Toledo, dividido el clero e n ­ tre las can d id a tu ra s de los clérigos seculares y los m onásticos, que com o hem os visto a n te rio rm e n te tra ía dividida a la ciudad, siemipre que se p ro d u cía u n a vacante arzobispal, y la fam a de que Eugenio se en c o n trab a c ircu n d ad o , hizo que el rey Recesvinto pensase en él p a ra que o cu p ara la sede to ledana vacante, le hizo venir a Toledo y le nom bró m etro p o lita n o de e sta ciu­ dad. F ueron inútiles los ruegos de B raulio p a ra que el m o n a r­ ca desistiera de sus pro p ó sito s en u n a c a rta rezu m an te de ca­ riñ o 1S, en la que luego de exponer al rey la triste situación en que se encu en tra, le hace ver que Eugenio e ra p a ra él el "con­ suelo de su v id a ” y "p a rte de su a lm a ”. Pero el rey no se dejó convencer e insisitió en que E ugenio regresase a Toledo, don­ de sería ungido m etropolitano. De salud enferm iza, de cuerpo frágil p e ro de un esforzado espíritu, su fam a ha pasado a la p o ste rid a d com o la del m e jo r poeta de la época visigoda. E n tre las o b ras que de el m enciona su biógrafo se alude a u n escrito, hoy desaparecido, que llam a De sancia T rinitate libellus, que c o n claridad de estilo y p re ­ cisión de expresiones com puso el a u to r p a ra que fu era enviado a O riente, m ás p o r dificultades del tem p o ral en el m ar, no pudo ser enviado y se ha perd id o 16. C om puso adem ás o tro s dos es­ c rito s: uno en diversos géneros de verso; otro, en p ro sa, que 15 la m e n M adoz. J. E p i s t o l a r i o . . . , p á g . 1 5 1 -1 5 4 , c X X X I E r a t m i h i v i t a e s o - e ts i in m u ltis n e c e s s ita tib u s c o n s titu to a r c h e d ia c o n i v is io ( ...) L u m in e e o r p o r is tia d e s titu o r , id e o q u e p r e c e s 1,1 J. P e r e z de U r b e i ., d irijo se rv i v e s tri c a e c u tio , v ir t u te ut non se p a re s c u m E u g e n ii m e i v a c illo , s c ia n - a roe... H istoria de los m onjes españoles en la Edad Media o p in a q u e p r o b a b le m e n te se han c o n s e r v a d o cie r to s fr a g m e n to s d e es ta o b ra en un c ó d ic e de S ilo s. P á g . 380, n o ta T . E s a lta m e n te s u ­ gestiva la s u p o sició n d e l P. A. C. V e g a (Sobre el opúsculo D e S a n c ta T r in ita te de San Eugenio de Toledo en « B o le tín de l a R e a l A c a d e m ia d e la H isto ria » t. C L X V I , cu ad . 1, p ág s. 63-73), qu ien ta n te s ra zo n es que el ren om brado s ím b o lo del c a lc u la con b a s ­ C o n c. XI de T o le d o p o d ía ser el d e sa p a r e c id o o p ú s c u lo eugeniamo. (ID Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 192 L O S A R Z O B IS P O S D E TO LED O sirvió de ejem plo y m odelo a sus discípulos, quienes se e s ­ forzaro n p o r ap ren d erlo de m em oria. P o r deseos del rey Kindasvinto, que le encom endó la tare a, revisó la o b ra del poeta africano Blosio E. D raconcio, Laudes Dei o de Deo, com posición en tres libros donde se tra ta de la creación del m undo, de aquí que el p rim e ro de ellos haya sido conocido con el no m b re de H exam eron, éste es el que Eugenio revisó y co rrig ió p a ra en­ m en d ar las c o rru p tela s in terp o lad as en las copias, y p a ra com ­ p le ta r la o b ra de D raconcio, que, n ad a decía del séptim o día, añadió de su p ro p ia iniciativa tre in ta y cinco versos propios, en donde rec a p itu la 'lo a n te rio rm e n te dicho y añ ad ió considera­ ciones sobre el séptim o día y esto lo hizo de tal m an e ra que, en estim ación del biógrafo, la o b ra quedó m ás p e rfe c ta de lo que h a b ía salido d'e las m anos del p rim e r a u t o r 17. Adem ás, preo cu p ad o h o n d am en te p o r el estado e n que se e n c o n trab a la m úsica litúrgica, revisó las m elodías existentes y corrigió las que estab an viciadas, los oficios y piezas o m itidas con sum o cuidado se preocupó de reponerlas. Sólo tre s c a rta s se nos h an conservado de su actividad epistolar. Una, la ya m encionada e scrita a B raulio de Zaragoza, p reg u n tán d o le so b re la validez de la o rd enación de u n diácono, sim uladam ente ord en ad o de p resb íte ro p o r su antecesor. Las o tra s dos c a rtas, fu ero n u n a al rey K indasvinto sobre ¡la o b ra de D raconcio y o tra al m e tro ­ p olitano de T arragona, P rotasio. E n tiem po de Eugenio se celeb raro n en Toledo los conci­ lios séptim o, en el año 646; octavo, e n el 653; noveno, en el 655, y décim o, en el 656. E s in te resa n te re s a lta r cóm o el can o n 6 del concilio V II, quizá p o r u n ho m en aje de los obispos asisten tes a él, y, sin duda, tam bién p a ra realzar el prestigio de la sede, regia, se determ ina que "p o r reverencia al Rey y p o r el h o n o r de la sede real, y p a ra consuelo del m etro p o lita n o de la m ism a c iu ­ d a d ”, los obispos sufragáneos debían re sid ir un m es en Toledo, con excepción del tiem po de la siega y de la vendim ia. 17 E t q u ia de d ie s é p tim o íd e m D r a c o n tiu s o m n in o retice n d o , sem i- p le n u m o p u s v is u s e s t reliq u is se , is te et sex d ie r u m ■recaipitulationem sin g u lis v e r sib u s r e n o ta v it, e t de die s é p tim o , q u a e illi v is a s u n t, eleg a n te r d ic ta s u b ju n x it. (12) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. J . F . R IV E R A R E C IO 193 E n o tra s ocasiones hem os insinuado que e s ta perm an en cia de los sufragáneos con el m etro p o litan o , si tiene a p rim e ra vista el aspecto de p restig ia r s u persona, quizá tam b ién debe­ ría in te rp re ta rse com o u n tra s u n to del "sínodo e n d e m o u sa ” con stan tin o p o litan o , q u e serv iría p a ra d a r realce a la a c tu a ­ ción m etro p o lita n a e n todas sus funciones, ta n to litúrgicas com o p rin cip alm en te judiciales. T am bién en el 649 tuvo lugar la asociación al reino de Kindasvinto ya b astan te anciano, de su h ijo Recesvinto, hecho realizado a petición de varios obispos, com o nos c o n sta de la c a rta d e B raulio y 18 que sin duda debió ser conocido p o r Eugenio. D espués de u n a a je tre a d a actividad episcopal, d esarro llad a d u ran te el reinado de K indasvinto y de su h ijo R ecesvinto, después de casi doce años de episcopado, falleció el año 657, siendo sepultado en la b asílica to led an a de S an ta Leocadia, lugar de reposo, que no fue m uy d u rad e ro p a ra él, ya que a m ediados del s. V III an te la persecución d ecretad a p o r Abd-errah m en c o n tra los venerandos sepulcros h o n rad o s p o r los cris­ tianos, los fervientes m ozárabes toledanos le sacaro n de su sepulcro y, seguram ente, fue a re c ib ir nueva se p u ltu ra en la localidad de Deuil, en la s cercanías d'e París, donde su v en era­ ción y su culto ad q u irió la categoría de m á rtir, dan d o lu g a r a que fuera reconocido com o el p rim e r obispo de Toledo, de la época ro m an a y discípulo de S anto D ionisio A reopagita, el que histó ricam en te fue obispo de Toledo, p e ro no del s. I, sino del s. V II, ciudad de la que no fue el p rim e r obispo, sino el trigésim o, ni tam poco el p rim e r E ugenio q u e en ella pon­ tificó sino el segundo d e este nom bre. I l d e f o x s u s .— Si Ildefonso fue el biógrafo de los p relad o s que le p recedieron en su sede, él ha de ser bio g rafiad o p o r uno de sus ‘sucesores, el m etro p o litan o Ju liá n !9. !S J. M a d o z , o . c . C arta 3 7 , p á g s . 169-171. 19 S u sucesor J u l i á n p u b licó la V ita H ild efonsi (M'L. 9 6 . 4 3 4 4 ) que es la que o frece m ás garan tía d e auten ticidad. A la q u e nos atenem os, descollando otras que son p o steriores y plagadas de hechos legendarios. V éase el reciente estudio del P, A. C. V ega, San Ild efon so de Toledo. 13 Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. (13) 194 L O S A R Z O B IS P O S D E TO LED O Su elevación a la m itra de Toledo tuvo 'lugar a la m u erte de Eugenio, es decir, en el 657. Con Ildefonso, n om bre de raíces germ ánicas, p e n e tra en la lista arzobispal de Toledo este nom ­ b re de origen godo. ¿Lo fue efectivam ente Ildefonso? A excep­ ción del nom bre, n a d a se pue,de afirm ar. La fam a del Santo y su p o ste rio r n o to ried ad influyeron p a ra que sobre su fam ilia la leyenda p o ste rio r p ro cu ra se rellen a r las lagunas de la inm e­ d iata biografía. Le suponem os toledano de nacim iento y que éste debió o c u rrir hacia com ienzos del s. V II en el seno de u n a fam ilia con posibilidades económ icas y bienes de fo rtu n a. Desde la niñez, quizá c o n tra ria n d o los proyectos p atern o s, se educó en el m o nasterio agaliense, seguram ente b a jo los a b a ­ des Eladio, Ju sto y Eugenio. Allí com enzaron a d espertarse las buenas cualidades de que estaba dotado, tales com o la piedad p ro fu n d a, el co n stan te tem o r de Dios, la gravedad en el p o rte, d estacan d o sobre to d as ellas su facilidad de palabra. E n su re tra to se resa lla e sta cualidad rep etid am en te y b ajo diversas expresiones: disserendi ingenio claras, eloquendi fa­ cúltate praeciputis, linguae flu m in e copiosas, tantoque eloquentiae cothurno celeber h c b itu s ut d isp u ta tio n u m eius pro­ fusa oratio, dum porrecte dirigitur, m érito non hom o sed Deus per h o m in em a ffa tim eloqui crederetur. La trad ició n p o ste rio r le sitú a educándose en la escuela isid o rian a de S e v illa ; Jo que no puede asegurarse; sin em bargo no puede negarse que los escritos de Isidoro, sobre to d o los Sinónim os, ejerciero n en él un profu n d o influjo, dadas las fa­ cultades o rato ria s en él tan descolladas. Me atrev o a sospechar que su m ás fam osa o b ra De Virginitate perpetua Sanctae Mariae debió com ponerse d u ran te el tiem po de su form ación. No es sólo que él lo in sin ú a 20, sino que m erced al influjo, a n te rio rm e n te anotado, de alguno de los S u s biografías y sus biógrafos y sus Varones ¡lustres, «Boletín de la Real Academ ia de la Historia», t. C L X V , cuad. I, págs. 35-107. 20 D ice e! m ism o Ildefonso, tal vez en un arran qu e que no sea sim plem ente retórico: «non adolescentem senex abnuat...» (ML. 96, 57. A) lo que se traduce por el arcipreste de T alavera: «E los viejo s non des­ echen m i m ancebía e los m ancebos non m enosprecien la igualdad de s u hedat» (E dic, J. M a d o z , 105).. (1 4 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. J . F . R I V E R A R E C IO 195 escritos isidorianos, m uy en consonancia con su índole tem ­ p eram en tal, quizá com o ejercicio de escuela, le in sin u a ro n la com posición de e sta o b ra, cargada de sinónim os y a rra n q u e s de elocuencia, com batiendo y re fu ta n d o a los ya viejos denegadores de la virginidad de la M adre de Dios, con argum entos facilitados p o r los escritos jero n im ian o s A dversus H elvid iu m y A dversas Jovinianum , au m en tad o s con la polém ica circ u n d an te de los judíos, que vivían en Toledo y cuyas do ctrin as eran p ro ­ fusam ente conocidas. O rdenado diácono p o r San E ladio, llegó a ser ab a d del c i­ tado m o nasterio agaliense y con su patrim o n io fa m ilia r fundó u n m o nasterio de re lig io sa s; d u ran te su perío d o abacial rigió su m o n asterio con gran discreción y observancia de las norm as m onacales. En calidad de ab a d asistió a los concilios celeb ra­ dos, c o n cretam en te consta la subscripción de su asistencia al Concilio V III, IX. Las actas del concilio X carecen de firm as de los asistentes, sin em bargo tra d icio n a lm e n te se asegura que tuvo m ucha p a rticip ació n en la redacción del can o n p rim e ro de esta asam blea, en el que se instituye u n a fiesta en h o n o r de la M adre de Dios, fijad a en el 18 de noviem bre, ya que, la fecha del 25 de m arzo, siem pre coincidía o con los días c u a re s­ m ales o los de,I tiem po pascual, que ab so rb ía n plen am en te la conm em oración m ariana. Desde el 649 h a s ta el 672 reinó Recesvinto. Según nos dice el biógrafo p o r im posición del rey fue n o m b ra d o Ildefonso p a ra la sede de Toledo en 657. Las relaciones e n tre el m o n arca y el m etro p o litan o no p arece que fueron m uy cordiales. Ante todo so rp ren d e que d u ran te todo el decenio del po n tificad o de Ildefonso no se reuniese ni u n solo concilio, cu ando en el de­ cenio a n te rio r se h ab ían reunido cu a tro veces. La Crónica m ozárabe del 754 resa lta la carencia de, estas reuniones episcopales en Toledo d u ran te dieciocho años, época que califica de p e rtu rb a tio n u m et diversarum cladium . Con frases am biguas se in sinúa tam b ién el e sta d o de cosas exis­ tente, ya que al reu n irse el 675 el concilio XI se dice c la ra ­ m ente en las a c ta s : "V eíam os, pues, cóm o la c a ld e ra encendida de la confusión babilónica a le jab a la época de los concilios y com plicaba a los obispos del S eñor en co stu m b res d isolutas; pues se inclinaban a las invitaciones de la m ere triz v estid a de (1 5 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 196 L O S A R Z O B IS P O S D E TO LED O p ú rp u ra , p o rq u e no existía ya la disciplina c o n ciliar ni h ab ía quien p u d iera c o rreg ir a los que errab an , p u esto que estab a d e ste rra d a la p a la b ra divina y com o no se m an d ab a que se reu n ie ra n los obispos, la vida co rro m p id a a u m e n tab a cada d ía... Pero p o r fin, contem plándonos desde el cielo la m iseri­ cordia divina... p re p a ró en estos años u n rey re lig io so " 21, y este fue W am ba, que aparece co n tra p u esto a su antecesor, R e­ cesvinto, d e n tro de cuyo reinado se in scrib e la lam entable si­ tuación ta n d u ram en te c ritic a d a en el p á rra fo tra n sc rito . Por o tra p arte, el m ism o Ildefonso velada-mente alude en dos fra ­ ses de la c a rta dirigida a Q uirico de B arcelona a la tris te si­ tu ació n en que se en cu en tra n . Ju sto es confesarlo, el reinado de Recesvinto histó ricam en te no aparece com o p eríodo de confusión, calam idades y luchas c o n tra la Iglesia, au nque se resa lta que, dadas las frecuentes sublevaciones que tuvo que sofocar, el reinado de este m o n arca debe c o n sid erarse com o el del com ienzo de la decadencia del reino' visigodo, au nque a p a ­ rezcan en él señales de piedad del rey y tra to am istoso con algunos grandes obispos de la é p o c a 23. Ya hem os in sinuado que el desorden existente debía a tri­ b u irse a que los obispos se som etían a los caprichos d e p u rp u rata m eretrix, quien im p o n ía su voluntad, im pidiendo que se reu n ie ra n las asam bleas episcopales, único m edio de a c ab a r con la an a rq u ía im perante. Pero, confesam os que la frase, es m uy d u ra p a ra aplicarla a u n a p e rso n a concreta, y que m ejo r rep re sen ta ría u n a expresión sim bólica, relacio n ad a con las visiones de Apocalipsis (c. 17), donde se h a b la de B abilonia 21 J. V i v e s , T. M a r í n , G. M a r t í n e z , C oncilios visigóticos e hispanoromanos (Barcelona-M adrid, 1963) pág. 344. 22 H i l d e f o n s u s , E pístola ad Q uiricum (ML. 96, 196)... «ita necessitas tem porum vires a tterit anim orum , ut nec delectet vita pro-pter irtminentia mala». 25 M. T o r r e s en H istoria de España de R, M e n e n d e z P i d a l , vol III, pág. 121, dice «La influ encia de estos prelados en la vid a p o lítica fu e siem pre grande aunque no en todo tiem po igual. Tal vez el m om ento culm inante de esta influencia de los obispos, está representado p o r el reinado de Recesvinto». V éase sobre esta cuestión A. B r a e g e l m a n n , The Ufe and w ritings of Saint Ild efo n so s of Toledo (W ashington, 1942) pá ginas 19-20, donde se presen ta el estad o de la cuestión, (1 6 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. J . F . R I V E R A R E C IO 197 como de la gran m eretriz ataviada con u n vestido p u rp ú reo , etcétera, alusiones q u e rem em o ran las descripciones bíblicas m ejo r que a u n a p e rso n a p a rtic u la r, que en n u e stro caso, de­ berían señ alar quizá a alguna p erso n a de la casa real, hecho m eram ente hipotético, a no ser que —y así p arecen a b o n arlo ciertas reticencias en el caso del obispo Potam io, referid o en las actas de e ste m ism o concilio X I— , alu d ie ra n a u n a m u je r, ín tim am en te v inculada con la fam ilia rem a n te , q u e h u b iera sido con su caprichosa y poco recom endable co n d u cta la cau­ sante de los desórdenes ocurridos en la iglesia del c e n tro del reino en aquellos años. El eco de tales d esórdenes se recoge años después en la c ita d a Crónica m o zá ra b e 24, donde se deno­ m ina estos años com o p ertu rb a tio n u m et diversarum cladium . La actividad de Ildefonso h a llegado h a s ta n o so tro s en sus escritos, de los cuales enum era varios su biógrafo, a l decirnos que escribió m uchos — qu a m plurim os— lib ro s co n estilo b r i­ llante, a sab er el lib ro de la P rosopopeya de la propia ignoran­ cia, el de la Perpetua V irginidad de S a n ta M aría contra tres infieles, el de la Propiedad de las tres divinas personas Padre, H ijo y E sp íritu Santo, u n cu aderno de A notaciones de cada día, un libro sobre el C onocim iento del b a u tism o y o tro el Cam i­ nar por el desierto. Todos los citados escritos se en c errab a n en u n sólo volum en. E n o tro volum en se co n tenían las Cartas escritas p o r Ildefonso a varios d estin a ta rio s red a c ta d a s con expresiones enigm áticas y con la resp u e sta de éstos. E n u n te rc e r volum en se contenía la obra litúrgica, es decir, la colec­ ción de m isas, him nos y serm ones. Y, p o r fin, la serie se ce­ rra b a con un c u a rto tom o de com posiciones en prosa y en verso; e n tre éstos se co n ten ían varios ep itafio s y epigram as. A dem ás com puso o tra s m uchas cosas, que no pudo te rm in a r o que d ejó sim plem ente iniciadas, p o r care c er de tiem po su ­ ficiente, preocupado com o esta b a p o r los asu n to s y ocupacio­ nes, que llenaron su ep isco p ad o ” 25. C iertam ente to d a e s ta o b ra ildefonsiana no h a llegado h a s ta n u estro s días. Sólo poseem os el libro de la Perpetua V irginidad de Santa María. E sta o b ra es la m ás conocida del a u to r, a la que y a a n te rio rm e n te nos « “ ML. 96, 1260 B. ML. 96, 44 B. (17) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 198 L O S A R Z O B IS P O S D E TO LED O hem os referid o y que le consagró com o uno de los m ás a n ti­ guos y principales m ariólogos de la lite ra tu ra cristiana. La tra ­ dición m an u sc rita de e sta obra es b a sta n te copiosa en m an u s­ c rito s, así com o tam b ién fue rep etid am en te e d ita d a 26- E n c u a n ­ to a su contenido, que com o antes se indicó, p arece ser u n tra b a jo de ju v entud, después de u n a tie rn a invocación a Dios, se en cara c o n tra el hereje Joviniano, así com o c o n tra H elvidio y finalm ente c o n tra un judío, rep re sen ta n te de su pueblo, y a todos ellos les re fu ta con la S agrada E sc ritu ra , p a ra dem os­ tra rle s que Ja M adre de Dios fue p e rp e tu am e n te virgen. Con u n a nueva invocación a Cristo, que p ro clam a Dios e h ijo de M aría lo que p ru eb a con testim onios bíblicos la verd ad de la encarnación en M aría del h ijo de Dios p a ra te rm in a r con u n a invocación final a la M adre de Dios, llena de frases logradas, a u nque red actad as en u n estilo farragoso, cargado de rep e ti­ ciones y frases m edidas. N ótese que e ste tra b a jo fue conocido tam bién con el nom bre m uy significativo de Sinónim os. T am bién se nos h a conservado el opúsculo sobre el Conocirnienlo del bautism o y el o tro , que fo rm a co m plem ento con él, C am inar p o r el desierto. Am bos opúsculos tienen u n a fin a ­ lid ad cateq u ética y form ativ a p a ra que los fieles p u e d a n llegar a co m p ren d er la dignidad del b au tism o y vivan en conso­ n ancia con él. El cam ino por el desierto es una in terp retació n alegórica del C antar de los C antares. El desierto es el m undo, donde ¡cada u n a de las c ria tu ra s es explicada con rec u rso a la Biblia. La fo rm a en que esta o b ra nos h a llegado no nos ayuda m ucho a co m p ren d er la m ente del au to r, ya que el d iscurso en que se desarro lla p resen ta varias lagunas, difíciles de su ­ plir. El libro sobre el C onocim iento del B autism o, que recoge quizás otros tra b a jo s an terio res sobre el m ism o tem a, en p a r ­ tic u la r del p erd id o de Ju stin ia n o de V alencia, es m uy in tere­ sante p a ra conocer los usos de la iglesia visigoda en la adm i­ n istració n de este sacram en to 27. 26 E ditad o ipor e l Cardenal L o r e n z a n a fue reeditado en la Patrología ''atina de M i c m e . La m ejo r de todas es la de V i c e n t e B l a n c o G a r c í a , San Ildefonso. D e virginiiate Beatae Mariae (M adrid, 1937), donde se som eten a análisis crítico veinticu atro m ss, de esta obra, pertenecien­ tes a los s. IX -X IV. (18) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. I . E . R I V E R A R E C IO Poseem os tam bién u n a obra, que su biógrafo no cita, es el libro de V iris illustribus, donde situándose e n la tra d ició n lite­ ra ria de este m ism o títu lo de Jerónim o, Gelasio e Isid o ro , tra ­ za en catorce resum idas biografías la silueta de o tro s ta n to s personajes, de los que ocho son arzobispos de Toledo y m uchos de ellos m onjes del m onasterio agaliense, donde el a u to r se educó. En o tro artícu lo de e sta m ism a p u b licación se hace, u n detallado estudio de la o b ra, al que rem itim os. E s u n a valiosa ap o rtació n p a ra la h isto ria eclesiástica de E sp añ a y de Toledo, y un original Liber pontificalis sobre los orígenes de la iglesia toledana 2S. De sus o tras producciones lite ra ria s el c o n ju n to que posee­ m os en m enos p aten te y en el estado actu al de la investigación algunos escritos d eb en darse p o r perdidos. Su o b ra litú rg ica y poética, d ad a la índole peculiar de estas com posiciones, si existe, h a quedado d isp ersa y anónim a M. F inalm ente, tra s una vida cargada de m érito s y am arg ad a, 27 P ara m ás detalles conf, B r a f g e l m a n , o . c . cap. III y IV , págs. 60-118. 28 Conf. págs. 59-96. N Con el nom bre de Ildefonso han circu lad o en algunas ediciones los escritos: D e partu Virginis, Serm ones, libellus de corona Virginis, Coniinuatio chonicorum B, Isidori, Epigramm ata (ML. 96, 207-330). Pos­ teriores investigaciones han dem ostrado que la atrib u ció n a San Ild e­ fonso carece de fundam ento. Sin em bargo, se sigue investigando en Ja identificación de algunas p iezas que podrían ser del citad o escritor, p. e.; D o m M a r i u s F e r o t i n {Le liber m ozarabicus sacram entorum et les mam tscrils m ozárabes) París, 1912, discute la atribu ción de algunas piezas del L iber Sacram entorum , en p a rticu la r la m isa del 18 de diciem bre. V éase tam bién sobre este pu n to el a rtícu lo de L. B rou , Las plu s anciennes priéres litúrgiques adressées a la Vierge en O ccident «Hispania Sacra» (L950, 371-381.— La m oderna investigación h a recabad o para S. Ildefonso los H im nos a San Juan B au tista, y el de San tos C osm e y Dam ián.— J. F. R ivera ha pensado que puede ser el au tor del serm ón, séptim o de los a él atrib u id os (J. F. R i v e r a , San Ild efonso de Toledo, autor de un serm ón de filiación dudosa, en «R evista esp añ ola de T eo ­ logía» 6 (1946), 573-588. En contra de esta atribución H. B a r r e , Le Ser­ món « E xhortatur» est-il de Saint Ildephonse, an «Revue Benedictina» 1957, 10-33. C onf. tam bién sob re investigación de piezas ildefonsianas, J. P e r e z d e U r b e l , Origen de los him nos mozárabes, «Bulletin hispanique» 28 (1926), 5-17, 113-139, 209-245, 305-320, así com o tam bién G. G i r o n e s G u i i .l e m , La Virgen María en la liturgia m ozárabe (V alen cia, 1964). (1 9 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 200 L O S A R Z O B IS P O S D E TO LED O com o hem os podido ver, p o r Jos disgustos y los sin sab o res, a los nueve años y casi dos m eses de pontificado, d u ra n te los cuales supo defender su a u to rid a d — esto es lo que parece deducirse de la fra se de su biografía— retentatione regim inis— ; falleció el m etro p o lita n o Ildefonso el 23 de en ero del año 667. Muy p ro n to la m em oria de San Ildefonso aparece au reolada de ciencia y santidad. Ya h acia el 754 la Crónica m ozárabe le pro clam a án co ra de la fe en su tiem po, p u e sto q u e los libros p o r él editados y difundidos p o r E sp a ñ a sirven de solaz a los lectores y los pusilánim es se consuelan con los arroyos de doc­ trin a de ellos m anados 30. Adem ás de la biografía, utilizada, com puesta p o r su suce­ sor en la sede y casi contem poráneo suyo, existe o tra m o n o g ra­ fía, a trib u id a tam b ién a un prelado toledano del s. V III, Cixil a 31. Posiblem ente no es del a u to r ni del tiem po que se le a tr i­ buye. Ya que el estilo lite ra rio utilizado en dicha com posición indica m e jo r u n a época m ás ta rd ía , q u e bien p u d iera ser el s. X y el a u to r, p osiblem ente un obispo en León, donde h u b iera sido recibido p rocedente de Toledo. O tras d e las razones a d u ­ cidas es la m ención denigrante que se hace de R ecesvinto, a quien hem os visto que no tuvo m uy e strech as relaciones con San Ildefonso y cuya m em o ria rechaza el concilio X I de To­ ledo. Se advierte que las razones p a ra re tra s a r la n o ticia son casi todas de índole in te r n a 52. En este relato se m encionan dos prodigios so b ren atu rales, con los que fue h o n rad o en vida Ildefonso. 30 Chronica m ozárabe (ML. 96, 1260) « ...tém pora a b sq u e co n cilii1’ pretereuntia satis deplorat. In iio c vero consolationem cu n tantim odis viris receptat, qu od praenitente tune sanctissim o H ildefonso, m elliflu e o re áureo in lib ris diversis eloquente atque de virg in ita te n ostrae dom inae M ariae sem per virgin is n itido politoque eloquio, ord ine synonym e p erfloren te, ut anohora fidei eius tem pore in om n i sua E cclesia insidente, libellis ab eo editis et p e r Ib eriam discu rsatis u t vere a m agnis conciliis lectitantiu m recreatae sunt m entes atq u e a rivu lis doctrinaran] eo in tem pore m agnopere consolati sunt pusillanim es». 31 C IX IL A , Vita S. H ildefonsi M L, 96, 4348. 32 M. C. D í a z y D í a z , In dex Scriptorum Latinorum M edü Aevi Htspanorum I (Salam an ca, 1958) núm. 595/B. d e G a i f f i e r «Analecta Bollandiana», 64 (146) págs. 298-60 (1942) pág. 357. Cf. arriba, nota 19. (20) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. INSTITUTO PR O VIN CIA! ® S 2. a> a o J. F. RIVERA RECIO S & ■ > * .:? n fi o §? 201 S O N V C 3 7 0 1 SO LG niSa,' :go d e m en la fo rormacToi E n este relato, luego e ncio c ionnar a r la rm a ció n en Sevilla de Ildefonso, educado p o r San Isidoro, nos refiere que a l r e ­ greso de Sevilla, com puso dos m isas en h o n o r de los santos patro n o s de su m onasterio, Cosme y D am ián; luego, p a sad o m ucho tiem po, fue Ildefonso elevado a la sede to led an a y exal­ ta el in flu jo de su d o ctrin a p o r to d a España- E n to n ces fue cuando el cielo quiso m a n ife sta r la sa n tid a d del obispo, reve­ lándole el lu g a r dónde se e n c o n trab a se p u lta d a la m á r tir tole­ dan a, Leocadia, q u e salió del sepulcro a la vista de u n g ran c o n ­ curso de fieles y clero, b a jo la presid en cia del m o n a rc a y del arzobispo, rodeados de su respectivo séquito. S a n ta Leocadia elogió la m an e ra de p ro ce d e r del m etro p o litan o ; después Ild e­ fonso, u tilizan d o un cuchillo que el m o n arc a le ofrecía, cortó u n trozo del vestido de S an ta Leocadia que g u ardó com o re li­ quia p a ra su ig le s ia 3!. El o tro prodigio que se nos n a rra fue q u e acercándose la fiesta del 18 de diciem bre, S an Ildefonso h a b ía u ltim a d o todos los p rep arativ o s litúrgicos con m áxim o in te r é s ; h a sta com puso u n a lección que se debería leer en tal solem nidad. Se celebró el ayuno y las letanías p resc rito s p o r la litu rg ia p a ra aquellas fe­ chas, y cuando llegó el m om ento de com enzar los m aitines de la fiesta, ta n to el m o n arca com o el m etro p o litan o se dirigieron a la iglesia basilical p a ra celebrarla; al a b rirse las p u e rta s del tem plo, se en c o n tró éste inu n d ad o de u n a luz celestial. Ild e fo n ­ so, tra n q u ilo en m edio de la confusión p ro d u cid a en su co­ m itiva, se dirigió al a lta r y a rro d illad o a n te él, al alzar los ojos, descubrió sen tad a e n su silla episcopal a la M adre de Dios, ro d ead a de coros de angeles y vírgenes. La M adre de Dios alabó los tra b a jo s realizados p o r Ildefonso en su defensa, y ‘le prem ió con u n a v estid u ra celestial, p a ra que con ella se revis­ tiese en los días de sus festividades, com o u n a señal y anticipo de la gloria e te rn a d e que sería revestido d e s p u é s de la m u e r te 34. Tal hecho, de clara intervención so b re n a tu ra l, no fue n a rra d o en la c ita d a b iografía escrita p o r Julián, quien asim ism o silen­ ció la no celebración de concilios d u ra n te el po n tificad o de IldeML. 96, 45-46. ML. 96, 46-48. (21) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 202 LOS ARZOBISPOS DE TOLEDO fonso, com o tam poco en los pontificados de sus inm ediatos sucesores, y, sin em bargo, se celebraron varios y de g ran reso­ nancia. Es decir, el hecho de que en la b io g rafía eista interven­ ción del Cielo no se m encione, no niega la h isto ric id a d del hecho. Las circu n stan cias h istó ricas en él referid as coinciden c o rrectam en te con los usos litúrgicos u s u a le s 35. Quizá la n o ti­ cia fuera tra sm itid a p o r tradición y e sta trad ició n influyó tam ­ bién en otros rela to s hagiográficos 36. Me quiero re fe rir p a rticu la rm e n te a aquel episodio referido en la b iografía de S an B onito (B o n itu s, e n la tín ; B o n et en fra n ­ cés), santo obispo d e C lerm ont, fallecido en el año 709. De él se refiere que hallándose u n día so litario y escondido el santo obispo en la iglesia de San Miguel, de su ciudad episcopal, en u n a función religiosa en m edio de u n a gran m u ch ed u m b re de fieles. Al finalizar el acto religioso, y sa lir los asisten tes de él, B onitus se quedó oculto en el tem plo. E n tal m o m en to tuvo lugar la audición de u n a m úsica celestial y u n a ilum inación del tem plo; entonces rodeada de ángeles y d e b ien av en tu rad o s hace su e n tra d a en el tem plo la Madre, de Dios, q u e p resid ía u n a procesión, que debía te rm in a r con la celebración de la S an ta M isa; y buscó en aquella circu n stan cia quién h a b ría de cele­ b ra r la S an ta Misa. La V irgen señaló al obispo B onito p a ra que lo h ic ie ra ; éste quiso escabullirse h a sta que descubierto fue llevado h a s ta la presencia de la Madre, de Dios. La V irgen le concedió en aquel m om ento u n a v estid u ra condigna com o regalo suyo. C iertam ente los dos relatos no son idénticos, p ero g u ard an e n tre sí m uchas analogías y conviene cotejarlos. ILDEFONSO BONITUS A spiciensque (H iídefonsus) in eam (M atrem Dei)... sic eum a l’ocu ta est voce; «Propera in occursum, serve D ei charissim e, accipe m unusculum de m anu m ea, q u od de thesauro Filli m ei tibi attuli; sic enim tibi opus este ut benedictione tegm inis quae tibi délata est in meo tantum die utaris. Tándem quaesitus et inventus, B onitus d ed u cías est e t p raese ila tus ilii betae con grega tioni et m inistrantibus sanctis veste nuptiali onnatus est ac d ivin o altari appiicatus, E t quatn dedit in celeb ralion e sancti o ffic ii operam ac d ecenter consum avit, b e a t a V irgo valefaciens d ilecto suo pri m uñere caelestem vestem ei de­ dit -’6. ■ (22) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. J. F. RIVERA RECIO 203 No sólo fue ila id en tid a d del celestial regalo en am bos casos, sino que tam bién en am bas ocasiones, los indignos sucesores de am bos p rela d as fu ero n castigados p o r q u e re r u tiliz a r los sa­ grados objetos destinados a p re m ia r a tan v irtuosos antece sores. El relato de San Ildefonso —repetim os— e s tá atestiguado p o r m ss. del s. X I; el de San B onitus lo refiere V icente de Beauvais (1264). C reem os que am bos relato s no son en tre sí inde­ pendientes, au nque pensam os que el de San B onitus es de re ­ dacción p o ste rio r al de San Ildefonso, com o p arecen in d icar las c a racterísticas de amibas redacciones y la tra d ició n m an u scrita. E sto es lo que puede h istó ric a m e n te afirm a rse de la e n tra ­ ñable creencia to le d a n a en la descensión de la M adre de Dios p a ra p re m ia r c o n u n a celestial v estid u ra a su fiel devoto el arzobispo Ildefonso. Creencia avalada con u n a tra d ició n dé casi ¡mil años. Q u i r í c u s o Q u i r i a c u s .— Debió ser en el m es de febrero del 667 cu ando la vacante m e tro p o lita n a de Toledo fue cu b ier­ ta en un nuevo prelado, Quirico. La rareza ¡del no m b re en la a n tro p o n im ia d e l a épo­ ca y el hecho de que en tre las s u s c r i p c i o n e s del Con­ cilio V III d e Toledo, del 653, se 'lea e n tre la lista de a b a ­ des el nom bre de Q uiriacus, y que el nom bre de Q uiricos, B arcinonensis episcopus suscriba en el ú ltim o lugar e n tre los obispos del C oncilio X de Toledo, del 656, así com o ta m ­ bién el hecho de q u e Q uirico sea el único d e stin a ta rio de las dos ca rtas que se conservan de San Ildefonso, nos hace a b rig a r la vehem ente sospecha de que Q uirico e ra u n p e rso n a je cono­ 35 C on f. J. F. R i v e r a R ecio, S. Ild efo n so de Toledo, autor de un Serm ón de filiación dudosa «Rev. española de Teología» IV (1946) pá­ ginas 573-588. 36 V i c e n t i u s B e l l o v a c e n s i s , Speculum historíale, L. 7, cap. 97. Edit. en AS. Junii, II, 1076. Alfonos X el Sabio, en la C antiga 66 recoge de la m ism a fuente del B ellovacense la h istoria del relato «Como un bon obispo d’A lverna dizia m issa a on rra de San cta María» (Conf. G u e r r e r o L o v i l l o , L , Las Cantigas estudio arqueológico de sus m iniaturas (M a­ drid, 1949). lam. 74, com paran do la ilustración de dicha can tiga con las d edicadas a n arrar el m ilagro y la aparición. (2 3 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 204 LOS ARZOBISPOS DE TOLEDO cido en Toledo y elegido p o r el m o n arc a Recesvinto, y nos in­ duce a su p o n er que el q u e fue an tes ab a d de u n m o n asterio y luego obispo de B arcelona e ra el m ism o que a h o ra ascendía a o c u p ar la vacante de Toledo. No hay arg u m en to s m ás positivos que, avalen tal id en tifi­ cación, n i se puede alegar en co n tra la p rax is can ó n ica de la in stran sfe rib ilid a d de sedes, que sin duda sería la n o rm a o r ­ dinaria, pero la regla adm ite excepciones, y en estos años h e ­ m os de ver cóm o el m etro p o litan o de Sevilla, es tra n sfe rid o a la m etró p o li de Toledo. El arzobispo Q uirico p resid ía la iglesia de Toledo cuando tuvo lugar e n G érticos la m u erte de R ecesvinto y quizás fue testigo de la d ram á tic a elección y aceptación del nuevo m o n ar­ ca W am ba, lo que sí es c ie rto es que Q uirico el 1 de septiem bre b en d ijo al nuevo m o n arca y d e rra m ó so b re su cabeza el óleo de la unción. T am bién hubo de in te rv en ir el p relad o en la b e n ­ dición de la hueste regia que salía de la ciu d a d de Toledo p a ra d o m in ar la in su rrecció n de los vascones y e n fre n ta rse luego con la rebelión de P a u lo 37. Con W am ba com o nuevo m onarca, cam bió la situ ació n po­ lítico-religiosa de la Iglesia toledana. E n el 675, e n el m es de noviem bre del c u a rto año del reinado e n la basílica to led an a de S an ta M aría, se congregó u n concilio provincial de los obis­ pos sufragáneos y abades de Toledo. E ste Concilio, que viene a c o n tin u a r la in te rru m p id a serie de ellos, es saludado con alb o ­ rozo p o r ilos reunidos. “ E n él se nos concedió -d ic e n las actas del Concilio— a u n m ism o tiem po reflexionar y la m e n ta r cu an tas lágrim as debíam os al S eñor p o r las cosas p asad as". E s u n a reu n ió n sinodal de refo rm a y a u to crítica de lia actuación de los obispos insistiendo en la vigilancia d octrinal y c u ltu a l, en prom over la paz y e v ita r los excesos que con la co n d u cta a n ­ te rio r p o d ían hab erse producido. Quince acuerdos en to ta l, que vienen precedidos de, u n a preciosa fó rm u la de fe, cuidadosa­ m ente p re p a ra d a y red a c ta d a con m inucioso in te r é s 38. E sta 37 S ob re éstos acontecim ientos inform a J u l i á n , Historia rebellionis Pauli (ML. 96, 763-766). 3S Las actas del Concilio X I, en el citad o vol. C oncilios visigóticos e hispanoromanos, 344-369; la fórm ula de fe en las págs. 346-354. (2 4 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. J. F. RIVERA RECIO 205 fó rm u la de fe, que es c o n sid e rad a p o r los especialistas com o el "sum m um del d esarro llo de las fó rm u las de fe españolas" descuella p o r su extensión, su co rrecto estilo litera rio y su precisión te o ló g ic a 39. Tal sím bolo de fe b a s ta ría p a ra d a r gloria y ren o m b re al m etro p o litan o , b a jo cuyo episcopado se p ro d u jo . Cinco años después de celebrado el Concilio, fallecía Q ui­ rico quizás a fines del 679 o m uy en los com ienzos del 680. E n tre la docum entación del P apa León II (681-683) se nos ha conservado u n a c a rta d irigida al m etro p o litan o Q uirico, a quien co n sid erab a todavía vivo y arzobispo de Toledo, en ­ viándole las actas del Concilio I I I de C onstantinopla, y rem i­ tiéndole tam b ién com o preciado regalo u n a cruz, co n lim adu­ ras de h ie rro de la cadena del apóstol San Pedro, que no pudo recib ir el d e s tin a ta rio 40 J u l i a n u s 40i.— Con m arcad o énfasis se com place el biógrafo en su b ra y a r el nacim iento de Ju liá n en Toledo. H u iu s civitatis p ropius civis e x titit y añade que fue b au tizado en la iglesia de S an ta M aría y educado desde su p rim e ra in fan cia en la escuela catedralicia. La C hrónica m ozárabe del s. V I II asegura que Ju lián e ra de procedencia ju d ía, aunque "de p a d re s c ris tia n o s ”, y que su nacim iento vino a se r com o flo r lozana n acid a e n tre ■las espinas de un z a rz a l41. M El estudio m ás com pleto y crítico sobre este sím bolo de fe, es dei P. J. M a d o z , Le S im bole du X Ie Concite de Toléde, Louvain, 1938. Puede verse tam bién S c h e e b e n , H andbuch der katholischen Dogm atic, I (F ribourg, in B r. 1873), pág. 749 K . K u n s t l e , E ine B ib lio tek der Sym bole und theologisgischer T m etate... Mainz, 1900, pág. 23. 40 ML. 96. 415-416. 40a L a sem blanza b io gráfica de este m etropolitan o fue escrita po r su inm ediato su cesor Félix, Juliani toletani episcopi vita s&u elogium (ML. 96, 445452). Hace ya varios años atraíd os p o r la interesante bio­ gra fía d e este prelado, publicam os la obra San Julián, arzobispo de Toledo. E poca y personalidad (B arcelona, ed itorial A m altea, 1944). O-bra pedida y escrita p a ra el «gran público» hubo de escribirse con recu r­ sos literarios y ciertas concesiones p a ra h acerla am ena, detalles que disim ulan la au tén tica tram a docu m en tal con que el libro está conce­ bido. Me 'he creído en la obligación de hacer esta declaración para orientación del investigador. 41 ML. 96, 1260, C. (2 5 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 20(5 LOS ARZOBISPOS DE TOLEDO Debió n acer en ios p rim ero s años del s. V II y m uy p ro n to ingresó en la escuela cated ralicia, donde fue discípulo de E u ­ genio, el sucesor de Ildefonso, y allí tra b ó ín tim a a m ista d con un com pañero, de n o m b r e Gudila. T uvieron in ten to s de ab ra z a r -la vida m o n ástica p ero d esistiero n de ello, q u ed án ­ dose en las filas del clero diocesano. G udila, o rd en ad o de d iá ­ cono, llegó a se r arcediano de Toledo, cargo que poseía a l m o­ rir el 8 de septiem bre del 679. Ju liá n posiblem ente desem peñó el cargo de prim icerio en Ja basílica pre.toriense, destacándose cada vez m ás e n tre el oler o de la ciudad. Al c u b rirse la v acan ­ te d e ja d a p o r Q uirico, la elección recayó en Julián, siendo con­ sagrado m etro p o lita n o de Toledo en los últim os días de ene­ ro del 680. E n tre los afanes pasto rales descuella la preocupación de Ju lián p o r a te n d e r al decoro del culto. "F ue solícito d u ra n te su gobierno —escribe su biógrafo— en co n serv ar los usos eclesiásticos bien observados, corrigió los defectuosos y con extrem ada p ru d en c ia reco n stru y ó lo que estaba viciado, co m ­ poniendo m uchos oficios con arm oniosa d u lz u ra ” 4'. C orría el año p rim e ro de episcopado, cu ando el 14 de o ctu ­ bre se le notificó con urgencia que el m o n arca se en c o n trab a gravem ente enferm o y que éste, h ab ía m anifestado con a n te rio ­ rid a d la decidida v o lu n tad de m o rir en h á b ito de p e n ite n c ia ; aunque W am ba se en c o n trab a inconsciente, el m etro p o lita n o se dispuso a a d m in istra rle el rito penitencial, lo que. suponía la to n su ra de los cabellos del enferm o, rito que en caso de curación, in cap acitaría a W am ba p a ra seguir reinando. Ya el m o n arca h ab ía previsto esta contingencia — así se decía— , designando p a ra sudecerle en el tro n o al co n d e E rvigio. Todo aquello h a b ía sido u n a superch ería y la consiguiente consagración real de Ervigio u n a tra id o ra conjuración. Inex­ plicablem ente encontram os a Ju lián cóm plice del d e stro n a ­ m iento de W am ba. Los ru m o res de la traició n de Ervigio to m a ro n p ro n to cuerpo. Y al rey le in te resa b a ju stificarse a n te la nación y ob- « « ML. 96 , 445, B. ML. 96, 448, A. (2 6 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. J. 1*. RIVERA RECIO 207 tener, avalado p o r la a u to rid a d de la iglesia, el acatam ien to a su legitim idad discutida. P a ra ello, pensó que el m edio m ás eficaz sería la convocación de un Concilio, que se celeb raría en Toledo a principios del año siguiente. S ería el Concilio X II. La fecha p a ra e sta asam blea episcopal de todos los p relad o s del reino visigodo se fijó el 9 de e n e ro del 681 en Toledo. Aquí, en el m arco de, la basílica de los A póstoles, se congregaron b a jo la presidencia de Ju lián tres m etro p o litan o s m ás y tre in ta y u n obispos, m ás varios abades, vicarios de los obispos y va­ rones ilustres del oficio palatino. Muy p ro n to el rey Ervigio se p resen tó en la asam blea p a ra sa lu d a r a Jos reunidos y e n tre g ar el tom o regio, con el p ro g ra m a de asu n to s a tra ta r. Después, despidiéndose de la asam blea, salió de ella. Como el asu n to que allí les h a b ía congregado era juzgar de la legitim idad de Ervigio. E n tre los docum entos exhibidos se rev isaro n el escrito de W am ba, solicitando la disciplina penitencial, en caso de e n c o n trarse gravem ente enferm o, la designación de Ervigio com o sucesor en el tro n o y la c a rta dirigida al “h o n o rab le y santísim o h erm an o n u e stro Ju lián , obispo de la sede to le d a n a ” p a ra que no dem ore el u ngir com o rey al referid o E rv ig io ”. Según las actas, los docum entos se c o n sid eraro n com o a u té n ­ ticos. A tan to s años de distancia, hoy siéntese la im posibilidad de p ro n u n ciarse sobre la a u ten ticid ad de e sta docum entación. E n las prescripciones siguientes se suavizan ciertas norm as severas a n te rio rm e n te prom ulgadas, se insiste tam b ién en la conversión de los judíos, y, sobre todo, en el can o n sexto se da un paso fu n d am en tal y de gran trascen d en cia p a ra la h isto ria eclesiástica toledana. El epígrafe de este canon h ab la de la facu ltad concedida al obispo de Toledo, p a ra que los obispos de o tra provincia con anuencia de los reyes, sean o rd en ad o s en la ciudad regia. La razón de todo ello debe b uscarse en la vigente disciplina p a ra el nom b ram ien to de obispos, existentes en la iglesia hispana, donde la intervención del rey e ra necesa­ ria p a ra la designación de los nuevos obispos. A él debía co­ m unicársele el fallecim iento de los obispos difuntos y de él e sp era r el n o m b ram ien to del sucesor, rev isar las ap titu d es de los posibles candidatos y designar el m ás idóneo. Una vez cum ­ plida la m isión real se debía co m u n icar al p ropio m etro p o li­ tano la designación del electo y darle lugar a que el m etro p o ­ (2 7 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 208 LOS ARZOBISPOS DE TOLEDO litan o le exam inara y luego p a rticip a se al m o n arca la capacidad canónica del exam inado. Todos estos trá m ites exigían tiem po, au n cu ando el m o­ n a rc a se en co n trase en Toledo; p e ro d u ran te las ausencias de éste, los encargados de llevarle la n o ticia te n ía n que dirigirse desde la ciudad regia al lu g ar donde se en co n trara. P a ra obviar la longitud de estos trám ites, los obispos, después de d elib erar detenidam ente, e n c o n traro n el recu rso de fa c u lta r p e rp e tu a ­ m ente al m etro p o litan o de Toledo p a ra que en n om bre de los dem ás m e tro p o lita n o s p u d ie ra exam inar y a u n c o n sag ra r a los nuevos electos, au n q u e im poniendo a éstos la obligación de p rese n tarse a su p ropio m etro p o lita n o en el plazo de tres m e se s44. Con e sta facu ltad se acrecienta de m an era no tab le la p o testa d del m e tro p o lita n o de la sede real, q u e viene a alcan zar u n a p rim acía in d iscu tib le en el gobierno de la nación. Desde los ú ltim o s días de enero del 681 todos los p relados electos p o d rán c o n sid erarse h ech u ra del m e tro p o lita n o de Toledo. Tal acuerdo del Concilio inicia la p rim a cía eclesiástica en E spaña del m e­ tro p o lita n o de la ciudad r e g ia 45. 44 D ada la extraord in aria im portancia que representa este canon V I del C on cilio X II de T oledo en una histo ria del ep iscopologio toledano conviene indicar el texto: «Illud q u oqu e conlation e m u tu a decem endum nobis oocurrit quod in quibuscam civitatib u s decidentibus episcopis prop riis d um d iffertu d iu ord in atio succesoris e t o fficio ru m divinorum ofjfensio et eclesiá sticaram rerum n ocitu ra perditio. N am d um longe lateque difuso tractu terraru m conm eantum im peditu r celeritas nuntiorum quo aut queat regiis auditibus decidentis pracsu lis inn otesci aut de suocesore m orien tis episcopi libera prin cip is electio p raesto lari, mascitu r saepe et n ostro ordini de relatione taiman d ificu lta s et regiae potestati dum consultum nostrum p ro subrogandis po n tificibu s sustinet injuriosa necessitas. Unde p lacuit óm nibus p o n iitijicib u s Spaniae et Galliae ut salvo privilegio un iuscuiusque provinciae licitum aneat deinceps Toletano pon tifici quosquum que regalis potestas elegerit et iamdicti Toleíani episcopi iudicium dignos esse probaverit, inquibuslibet provinciis in praecedentium sedium p m eficere praesules et desidentibus episcopis etigere succesores; ita tam en u t qu isqu ís ille fu e rit ordinatus, poist ordinationis suae tem pus in fra trium m ensium spatium proprii m etropolitani visu rus accedaí, q u aliter eius a u cto rita te vel disciplin a ínstructus condigne susceptae sedis gu b em á cu la teneat...» (C oncilios visigóticos..., n. 394.) (2 8 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. J. F . R I V E R A R E C IO 209 D u ran te los años del pontificado de Ju liá n m en u d earo n las reuniones conciliares. Después del citado Concilio X II, del 681, a los dos años, es decir, en el 683, de nuevo se reu n ía el ep is­ copado h isp an o en la iglesia de los S antos P edro y Pablo. En e sta reu n ió n y según los deseos del m o n arc a se concedió un p erd ó n general a quienes estab an tod av ía b a jo las leyes de W am ba, dictándose no rm as p a ra p ro te g e r a la fam ilia real, y se insiste en el can o n IX en ra tific a r el acuerdo to m ad o en el a n te rio r so b re la confirm ación de las atribuciones, q u e se, h a bían conferido al m etro p o lita n o de Toledo en el Concilio p rec e ­ dente, suscribiendo p e rso n alm en te las actas todos los m etro ­ po litanos del reino, tres de ellos p ersonalm ente y dos p o r m e­ diación de sus rep resen tan tes, así com o se te n ta y dos obispos más. H acía m uy poco tiem po que h a b ía acabado de celebrarse el Concilio X III, los asistentes a él a c ab ab an de volver a sus lugares de procedencia y en estas circunstancias se p resen tó en Toledo, u n enviado del P apa León II, quien h a c ía casi seis m eses que hab ía fallecido. E ste legado pontificio e ra p o rta d o r de las actas del V I Concilio ecum énico, que fue el terc ero de C onstantinopla, celebrado en el 681, en el q u e se h a b ía defen­ dido la existencia en C risto de dos voluntades, a sa b e r; la d i­ vina y la hum ana. Quiso el Papa que Jas actas del c ita d o co n ­ cilio ecum énico fu era n enviadas a H isp an ia y que fu e ra n su s­ c rita s p o r los p relad o s visigodos. Como el tiem po del crudo invierno en que se e n c o n trab a n no e ra p ro p icio p a ra h acer u n a nueva co n vocatoria conciliar, el m etro p o lita n o d e Toledo reu n ió a sus sufragáneos el 14 de noviem bre del 684, quienes en u n ió n de los rep re sen ta n te s de los resta n te s m e tro p o lita n o s su crib iero n las actas enviadas de Rom a, a las que se adicionó u n escrito del m etro p o lita n o Ju lián , insistiendo e n las razones teológicas, que fo m en tab an la adhesión a do acordado en C onstantinopla. Con las a c t a s suscritas p o r el episcopado « p a ra conocer esta cuestión isegún el texto de los docum en tos véase el canon V I del C on cilio X II y el IX del C on cilio X III en C oncilios visigóticos e hispano-romanos (Barcelona-M adrid, 1963) págs. 293-294 y 425426. S ob re los orígenes de esta p rim acía eclesiástica d e Toledo, conf. R i v e r a R e c i o , San Julián..., cap. X II. 14 Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. (29), 210 L O S A R Z O B IS P O S D E TO LED O h isp an o y el escrito del m etro p o lita n o da Toledo, volvió a R om a el enviado p ap al en com pañía de u n clérigo toledano. Llegado el em isario a la presen cia del Papa, p arece que en R om a hubo algunos que se p e rm itiero n h a c er ciertas o b serva­ ciones poco favorables a ciertos térm in o s y expresiones u tili­ zados en el escrito de Julián. C iertam ente el escrito del arzo­ b isp o toledano e ra de gran justeza teológica, au nque expresada con térm in o s desusados y en la Sede ro m an a se vivía con to d a suspicacia doctrinal; sin co n d en ar el escrito del arzobispo to ­ ledano 46 se ad v irtió al clérigo que h a b ía sido enviado dos años antes a Rom a, p a ra a c o m p a ñ a r al legado pontificio, que el a u ­ to r de c ita d o escrito debía a m p lia r su pensam iento sobre los pun to s en entredicho. H a sta el 686 n o volvió a Toledo el clérigo enviado a R om a dos años atrás. Y cum plió en Toledo el encargo que en R om a se le h a b ía dado. Julián, el a u to r del escrito m al in te rp re ta d o , se sintió h e rid o y red actó u n nuevo escrito, donde explicaba las frases m al sonantes. Pero esto no b a sta b a , era necesario d e ja r m uy clara la pureza de su doctrina. La ocasión se. p re ­ sentó cuando m u erto E rvigio y elevado al tro n o Egica (687-701), éste convocó a todos los obispos del reino en el Concilio XV d e Toledo, celebrado an el m es de m ayo del 688. Ante aquella solem ne asam blea Ju liá n reiteró su p rofesión de fe, según el escrito segundo enviado a Rom a, y que ah o ra q u ed ab a incluido d e n tro de las actas c o n c ilia re s47, o b teniendo lo m ism o que el p rim e ro la aceptación p len a del episcopado, que es u n a de las o b ras polém icas del m etro p o lita n o Julián, al que los p relados 44 H ace unos años se identificaron com o fragm en tos de este escrito irnos p á rra fo s publicados p o r el P. Z acarías G a rcía V tllada, Julián de Toledo; Fragm entos inéditos del prim er Apologético, «Razón y Fe», 40 (1914) 178-181, y tam bién del m ism o en H istoria E clesiástica de E spaña», II, 1520-52. 47 L a docum entación sobre asunto puede verse en ML. 96, 399419, 423-24, a sí co m o en las actas de los C on cilios X I V y X V de Toledo, C oncilios visigóticos e hispano-romanos, págs. 441474. Así com o tam bién los trab ajo s; A. C. V e g a , E l Prim ado Rom ano y la Iglesia española en los siete prim eros siglos, «Ciudad de Dios» 155 (1943) 69-103; E. Magnin, L ’eglisc w isigothique, 23-31; J. M a d o z , E l Prim ado Rotnano en España en el ciclo isidoriano, «Revista española de Teología», 2 (1942), 229-55. (30) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. J. F . R I V E R A R E C IO 211 adicionaron u n p rosfonético lau d a to rio p a ra el E m p e ra d o r y todo u nido fue rem itid o a R om a p o r u n a m isión in te g rad a p o r tres clérigos toledanos, resaltan d o con ello la fam a teológica de Julián de Toledo, no solam ente en R om a en el p ontificado del Papa Sergio, sino tam b ién en C o n stantinopla an te los teó­ logos de Ju stin ia n o II. Lo m ism o que su anteceso r Ildefonso, Ju lián fue u n e scrito r eclesiástico fecundo. De alguna de sus obras, tales com o los dos A pologéticos ya se h a hecho m en­ ción. Su biógrafo insiste en la prod u cció n lite ra ria de Julián, llam ando la atención al lector: "Y ah o ra fíjate, lecto r, en el caudal de lib ro s escritos p o r Julián, que estuvo lleno de la p len itu d del E sp íritu Santo y brilló enriquecido p o r la aflu en ­ cia de la fu en te vivificadora “ Com puso un libro sobre los Pronósticos del siglo venidero, dedicado al obispo Idalio, de feliz m em oria. Va encabezado con u n a c a rta a éste y una oración. La o b ra se conserva p a rtid a en tres lib r o s ; el p rim e ro de ellos tra ta del origen d e la m u erte h u m a n a ; el segundo sobre el estado de las alm as de los difun­ tos antes de la resu rrecció n de sus c u erp o s; el terc ero tr a ta de la resu rrecció n de los cuerpos 4i). “ E n defensa de los cánones y de las leyes que p ro h íb e n a los señores infieles servirse de esclavos cristianos, escribió al m ism o de antes u n Libro de re sp u e sta s50. " Ite m u n Apologético de la je, dirigido a B enedicto, p a p a de la ciudad de Rom a. A sim ism o com puso o tro A pologético sobre los tres p untos, que sin m otivo p areciero n e n g e n d ra r a l­ guna sospecha al obispo rom ano. "Ite m u n Tratado acerca de los rem edios de la blasfem ia con u n a c a rta al a b a d A d riá n 5S. "Ite m u n lib ro llam ado C om probación de la; sexta edad, com enzado con u n a oración y una c a rta al rey Ervigio. Com45 F é l i x T o l e t a n u s , Sancti Juliani vita sea elogium , M L. 9 6 , 4 4 8-449. M L , 96, 453-522. ( C o n f . A . V e i g a V a l i n a , La doctrina escatológica de San Julián de Toledo), Lugo, 1940. 50 De este escrito no existe en la actual literatu ra conservada el m e­ nor vestigio. 51 S ob re este escrito, conf. el atrícu lo de Dom G. M o rin , Un écrit de Saint Julien de Toléde consideré a trot com m e perdu, «Revue Bénédic49 t in e » 2 4 (1 9 0 7 ) 407-15. (3 1 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 212 LOS ARZOBISPOS DE TOLEDO pren d e este códice tre s 'lib ro s: en el p rim e ro se incluyen nu­ m erosos testim onios del A ntiguo T estam ento, d o n d e se d eclara term in a n te m e n te y sin c ó m p u to de años que C risto, el H ijo de Dios, no h a de n a c e r sino que h a nacido ya. La m a te ria del segundo lib ro se ocupa de d e m o stra r con la d o ctrin a m anifies­ ta de los apóstoles que Cristo nació de M aría V irgen en la pler n itu d de los tiem pos, no en años c o m p u ta d o s desde el prin cip io del m undo. El d esarro llo del te rc e r lib ro m an ifie sta sin d e ja r du d a alguna y con argum entos v erdaderos la p rese n c ia de la sexta edad, en la que nació C risto. Allí las cinco edades del m undo se an o ta n no p o r años, sino p o r la d eterm in ad a conca­ tenación de las generaciones 52. Ite m u n Libro de poemas distinto, donde se h allan him nos, epitafios y num erosos epigram as sobre tem as diversos. " Ite m u n Libro compuesto de muchas cartas, o tro libro de sermones, en los q u e se lee u n opúsculo en Defensa de la Casa de Dios y de los que c■ella se acogen. " Ite m u n lib ro acerca de las co ntradicciones, que quiso titu la r con la p a la b ra griega Antikeimenon; divídese en dos li­ b ro s, ocupándose el p rim e ro de las del Antiguo T estam ento, y el segundo, de las del N u e v o 53. " Ite m u n lib ro h istó rico sobre Lo ocurrido en las Galias durante el reinado de W amba5*. " Ite m el Libro de las sentencias, b reve y su m a ria colección de la década de los salm os de San Agustín. " Ite m reunió u n o s Fragmentos tomados de los libros de San Agustín contra el hereje Juliano. " Ite m el Opúsculo sobre los juicios divinos, sacado de los sagrados libros lleva en el com ienzo u n a c a rta dirigida al n o ­ b le Ervigio, cu ando todavía e ra conde, p rese n tán d o le la obra. " Ite m el lib ro Respuesta contra los que persiguen a quie­ nes se refugian en la iglesia. "Ite m u n Libro de Misas p a ra todo el año, dividido en c u a ­ 52 E ditad o en ML. 96, 537-586. 53 E ditad o en ML. 96, 587-704. 54 H istoria rebetlionis Pauli adversas Wambatrt, ed itad o en ML. 96, 763-808; m e jo r edición en MGH. SS. R eurm m erovin gicarum (H annoverLeipzig, 1910), 501-526. (3 2 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. T. F. RIVERA RECIO 213 tro p a rte s; e n tre ellas se en c u en tra n enm endadas algunas que p o r la an tigüedad y la in cu ria e sta b a n viciadas o incom pletas, si b ien com puso o tra s ín te g ra m e n te 55. “ Item u n Libro de oraciones p a ra re c ita r e n las festividades que d u ran te el añ o suele c e le b ra r la Iglesia toledana. A lgunas de ellas e stá n co m p u estas p o r él m ism o, y o tra s, defectuosas p o r su m u ch a antigüedad, fu ero n cuidadosam ente corregidas. U niólas en u n solo volum en que, p o r su a m o r al cu lto , d e jó al servicio d e la iglesia d e Dios." A parte de estas o b ras, reseñadas en la biografía, h ay o tro s escritos allí no m encionados, editados b a jo su no m b re e n las o b ras de S an Julián. Tales son el Elogio de San Ildefonso M, el Arte gramatical57, el Latérculo de los Reyes visigodos M, el Co­ mentario al Profeta Nahum 5'\ Dos poemas dirigidos a R om a y Cuatro epitafios. De la a n te rio r relación se puede o b se rv a r q u e el m etro p o ­ litano Ju liá n fue uno de los e scrito res m ás prolíficos d e su tiem po, de g ran agudeza m en ta l y aten to siem pre a las necesi­ dades del m om ento. Con él se c ie rra el ciclo de los g randes m etro p o litan o s de la sép tim a cen tu ria, ya que los q u e q u e d a n de este siglo h a n carecido de u n biógrafo que nos tra n s m ita la sem blanza de sus respectivas actuaciones. La m u erte de Ju liá n o c u rrió el dom ingo 6 de m arzo del año 690- R ecibió se p u ltu ra en la basílica to le d a n a de la m á rtir S an ta Leocadia, que venía siendo el p a n te ó n de los m etro p o li­ tan o s de Toledo en los últim o s tiem pos. H ab ía p o n tificad o diez años, u n m es y siete días. Su o uerpo debió ser tra sla d a d o h acia las tie rra s del N orte 35 S ob re la im portancia de la o b ra litú rg ica d e San Julián, conf. R om a y Toledo, en «Nuevos estu d ios isobre la litú rg ia m ozá­ rabe», Toledo, 1965,. M E ditad o en M L. 96, 43-44, Conf. J. M a d o z , San Ild efon so de Toledo a través de la plum a del arcipreste de Talavera (M ad rid , 1943), 13. 57 Are gra m ática , edición del Card. L o r e n z a n a (R om a, 1 7 9 7 ). Conf. L i n d s a y , Julián o f Toledo. D e vitiis et figuris, (O xford, 1 9 2 2 ) . C H . H. B e e s o n , The ars gram m ática o f Julián o f Toledo, «M iscellanea Fran cesno B h r l e » I , 5 0 -6 0 . F u n a i o l i , «Revista de Filología», 3 9 ( 1 9 1 1 ) , 4 2 -7 9 . 53 E sta cró n ica de los reyes visigodos, ed itad a en M L. 96, 809-812. 59 Falsam en te atribuida a Julián la ed itad a en M L, 96, 705-756. J . J a n in i, (3 3 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. LOS ARZOBISPOS DE TOLEDO 214 a m ediados del siglo V III. P osiblem ente g u a rd a alguna reíación con las reliq u ias m ortales de Ju liá n la localidad a stu ria n a de SantollanoS i s b e r t u s .—E ste no m b re no es del todo desconocido en la a n tro p o n im ia visigoda. Un obispo de este n o m b re era obispo de C oim bra e n el 653, añ o e n que suscribió e n tre los firm antes del Concilio V III de Toledo y, debió ser de recien te co n sag ra­ ción en aquel m om ento, ya que su lu g a r e n las suscripciones es de los últim os. A unque el códice em ilianense coloca a Félix an ­ tes da S isberto, se debe a un e rr o r del copista, y a que p o r lo que después se indica, se ad v ierte claram en te no se r así, sino que S isberto fue el inm ediato sucesor de Julián. P o r ta n ­ to debió ser elegido m etro p o lita n o de Toledo en el m es de m arzo o a b ril del 690. Desde el 687 g o b ern ab a el reino visigodo Egica. Según se dice en la Crónica de los reyes v isig o d o s60 estando E rvigio gravem ente enferm o y poco antes de m o rir designó a E gica com o sucesor en el reino, del que se posesionó el 24 de noviem ­ b re del 687, siendo ungido com o ta l en la iglesia p reto rie n se de San P edro y San Pablo, de Toledo. M uy p ro n to e n el reino aparecen síntom as de descontento. E n m ayo del 693 convocó a todos los p relados del reino al Concilio XVI de Toledo, en cuya in auguración el m o n arc a p resen tó su tom o con las cues­ tiones que quería fu era n tra ta d a s en aq uella asam b lea ep is­ copal. El reino atrav esab a u n a m ala época. H ubo m alas cose­ chas, epidem ias, h am b re y tam bién a n a rq u ía in te rio r m an ifes­ ta d a con frecuentes conspiraciones que el rey c astig a con m ano m uy dura. Tal estado de oosas creo que fue la causa q u e m otivó la convocatoria del Concilio XVI, ya que el rey q u e ría d a r explicación de las m edidas to m ad as c o n tra el m etro p o lita n o de Toledo, S isberto, y o b ten er el apoyo del episcopado, p o rq u e e n tre los co n ju ra d o s c o n tra el rey se e n c o n tra b a el m etro p o li­ tan o de Toledo, quien se h ab ía declarad o cu lp ab le "de h a b e r in cu rrid o en tales m aquinaciones, p o rq u e decidió no sólo p riv a r del tro n o a Egica, sino tam b ién d a rle m u e rte ... y tra m ó p r o ­ vocar el desorden y la ru in a en el pueblo y en la p a tr i a ”. El “ ML. 96, 812. (34) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. J. F. RIVERA RECIO 215 m etro p o lita n o fue priv ad o de su rango y de sus privilegios, aco rd an d o los o bispos que "S isb erto p o r h a b e r faltad o a su ju ra m e n to y h a b e r m aq u in ad o un delito ta n grave (...) debe ser a p a rta d o de la co m unidad de los católicos p o r m edio de la sentencia de excom unión, a rro ja d o de s u h o n o r y priv ad o de todos sus bienes, los cuales p a s a rá n a p o d e r del referid o príncipe, p erm an ecerá en cerrad o en p e rp e tu o exilio, de tal m odo que conform e a los decretos de los m ism os antiguos cánones, recib irá la com unión solam ente al fin de su vida, a no ser que la m iserico rd ia regia creyere deber p e rd o n a rle an ­ te s ” 61. F u era de este relato de las actas conciliares, carecem os de n in guna o tra noticia que nos inform e sobre el caso de Sis­ berto. Si de este episodio las fuentes coetáneas n a d a m ás dicen, sí sa e n cu en tra u n a evidente in terp o lació n a la V ita S an cti Hildefonsi, a trib u id a a Cixila, do n d e se dice que se sen tó e n la c á ­ te d ra episcopal, que ocupó la M adre de Dios y q u e n in g ú n arzo ­ bispo quiso u sa r después de tal episodio, a n o ser S isberto, quien p e rd ió la sede y fue d esterrad o de T o le d o 62, in te rp o la ­ ción que arguye cóm o se h a b ía convertido ya en leyenda la fi­ g u ra de S isberto. N ad a m ás sabem os so b re é l 63, ni conocem os si su d estierro fue vitalicio ni cu ándo tuvo lu g ar su falleci­ m iento. F é lix .— Tra s la deposición del m etro p o lita n o S isberto, el m o n arca h a b ía n o m b rad o al m etro p o litan o de la B ética, Félix, p a ra que asu m iera co n pleno derecho la ad m in istra c ió n de la sede toledana, esp eran d o que los p a d re s reu n id o s e n el Con­ cilio ra tific a ra n el n o m b ram ien to , com o así la a co rd aro n , tra s ­ ladando canónicam ente, "al referid o h erm an o n u e stro Félix, 41 Conc. XVI 62 ML, 96, 48. de Toledo, can. IX ( C oncilios visigóticos..., 507). í3 E n la v id a de San Ildefonso, escrita p o r el C erraten se se d a o tra versión del heoho co n algunas variantes: «Siargius (leg. Sisbertu s) episcopus fa ctu s ait: S icu t ego sum hom o, sic e t hom inem scio predecessorem 'meum; cur non induar eo quo ip se indutus est vestim ento?, cum eodem fu n gar praesulatus o fficio? Q ui cum vestim en to indutus esset, con strictu s arctiu s, cecidir m ortuus; p erterritiq u e vestim en tum tulerunt et in thesau ro ecclesiae reposuerunt. (ML, 96, 50). (3 5 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 216 LOS ARZOBISPOS DE TOLEDO obispo de la sede de Sevilla a la que h a regido h a s ta a h o ra , a la sede de Toledo" haciendo u n a com binación episcopal p o r la que p a sa a Ja m etró p o li sevillana F austino, tra sla d a d o de. la sede m etro p o lita n a de B raga, que se ocupa con el tra sla d a d o obispo de G porto, Félix, y confirm an p e rp e tu a m e n te a cada u no de ellos en las m encionadas sedes. De e s ta fo rm a se veri­ fica u n a novedad en la p rom oción a l episcopado, que, com o se vé, se realiza p o r traslad o de sedes, m ed id a h a s ta entonces desaco stu m b rad a, ya que se co n sid era q u e c a d a obispo e stá desposado con su iglesia, de la que no debe se p a ra rse p a ra p a s a r a u n nuevo desposorio con u n a iglesia distin ta. Sospecha F l o r e z 64 con m uy buen c riterio q u e Félix fue a n te rio rm e n te a rc ip re ste en la iglesia de Toledo, ya que en los Concilios X III, XIV y XV firm a u n a rc ip re ste de este nom bre. Después del 688 debió de te n e r lugar la m u e rte del m e tro p o li­ tano de Sevilla, siendo e n e sta sazón n o m b ra d o p a ra ella Félix, que al se r depuesto S isberto en el 693, debió ascender p rim e ro de fo rm a provisional y luego canónicam ente a o c u p a r la sede de Toledo. E sto s trá m ites de ta n gran im p o rta n c ia solventados, se p r o ­ cedió a la celebración del Concilio, iniciándose c o n u n solem ne sím bolo da fe, que con los de o tro s Concilios (VI y X I) cons­ tituye u n a de las apo rtacio n es teológicas m á s im p o rta n tes de los Concilios toledanos. "F órm ulas antiguas, nacidas al con­ tra s te de p a sad a s c o n tro v e rsia s; p ero que a q u í cristalizan en redacción serena y definitiva, d espojadas de su a tu e n d o c ir­ cu n stan cial de origen y cinceladas en su a ju ste estudiado, p a ra tra n s m itir en u n co n ju n to , que es u n breve tra ta d o teológico, el sedim ento do ctrin al de la trad ició n , la h e ren cia de varios siglos de especulación teológica. E n el sím bolo XVI de Toledo, últim o de la serie de las célebres fó rm u las de fe, toledanas, confluye el curso de sus predecesores, acrecentado en su vario tray ecto con nuevas a p o rta c io n e s” 63. T rá te se a continuación, según el p ro g ra m a p rese n tad o p o r el rey, de la ten az p e rv e r­ sidad de los judíos, de los sodom itas, de los desesperados, de M España Sagrada, V , 298-299. <" J. M a d o z , E l S ím b o lo del C oncilio X V I de Toled o (M adrid, 1946) . 110 (3 6 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. J. F. RIVERA RECIO 217 la rep aració n de las iglesias, del sacrificio de la M isa, y o tra s cosas relacionadas c o n el m om ento histórico. De la actividad lite ra ria de Félix solam ente poseem os la a n te rio rm e n te com entada V ida de su anteceso r Ju lián La gestión m etro p o lita n a de Félix debió p ro lo n g arse h a s ta finales del s. V II, con g ran aplauso de sus gobernados, según da a en te n d e r la Crónica m o zá ra b e é7, que nos h a b la de su grav erdad y p ru d en c ia, siendo, p o r tan to , el ú ltim o m etro p o lita n o de Toledo en el siglo séptim o. « ML. 96, 445452. « ML. 96, 1262 «Per ídem tem pus Félix, u rbis regiae toletanae sedis episcopus, gravitatis et pruden tiae excellen tia nim is p o llet et con cib a satis p raeclara etiam adhuc cum am bobus prin cip ib u s agit». , Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. (3 7 ) LENGUA E IDEAS DEL MONACATO VISIGODO Por JULIO CAMPOS, Sch. P. El pen sam ien to y vida nueva del C ristianism o tuvo u n a re so ­ n an cia y reflejo efectivos, fecundos e histó rico s e n su lenguaje y m odos de expresión. Bien sabem os cóm o se h a estu d iad o y se e stu d ia esa lengua especial de los C ristianos, el L atín de los C ristianos e n O ccidente, que h a dad o ind u d ab lem en te re ­ sultados valorables y positivos. Ante un fenóm eno histórico-lingüístico análogo, y en su g rad o y m ed id a paralelo nos en co n tram o s, c u a n d o pensam os en el m o nacato y sus m anifestaciones e n relación c o n la so­ ciedad c ris tia n a c irc u n d an te del siglo IV. El e s p íritu del m onacato procede en esencia del m ism o Jesu cristo y su Evangelio, nace con la Iglesia- Bien c laram en ­ te consta en los H echos de los A póstoles su p rá c tic a (4, 32-37). Mas su d esarro llo y organización en sentido colectivo y ceno­ b ítico no se realiza h a sta la p rim e ra m ita d del siglo IV, fo r­ m ando g ru p o social especial y diferenciado co n respecto al resto de lo s cristianos. El m o n acato supuso u n a aotitud h ero ica y u n a p u rificació n del espíritu, convirtiéndose a u n a nueva p rá c tic a de vida; e ra u n a conuersio y u n a conuersatio, conceptos y térm in o s, que q u ed arán consagrados an la legislación m onacal de ¡sus Reglas. B uscaba con ello el m o n je u n a liberación de lo q u e en el siglo se oponía all Evangelio, ap a rtán d o se de sus costum bres. Se daba p o r ta n to e n el conuersus u n a tra n sm u ta c ió n de c rite ­ rios y u n a experiencia estable de c o n d u c ta organizada colec­ tivam ente. E ste fa c to r tuvo que c re a r in elu d ib lem en te u n sen­ tim iento de diferenciación con respecto a lo que d ejab an , a la (1) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 220 JULIO CAMPOS p a r que de solidaridad, en lia conciencia de los m iem b ro s del grupo. Tales sentim ientos debían acusarse forzosa y n etam en te en d lenguaje oral y escrito d e los c e n o b itas; y h a llegado hasta n o so tro s a trav és de sus códigos o Regulae, q u e o rd e n a ­ ron su vida com ún. El fondo de esa tra d ició n y h a s ta sus rem i­ niscencias expresivas se h a n conservado e n las Reglas y Cons­ tituciones de las O rdenes o Congregaciones religiosas modém as. El fenóm eno histó rico -cu ltu ral se repite. E n efecto, así com o el texto sag rad o de la B iblia se tra n sm itió a ios pueblos de O ccidente p o r la s versiones latin a s del griego, d e m odo sim ilar y p aralelo los p rim e ro s textos de los m onum entos m onacales vienen a lo s m onjes de O ccidente p o r las versiones latin as de las Reglas griegas o cópticas de O rien te y dé Egipto. La d e Pacom io es tra n sm itid a p o r la versión de S. Jerónim o, las de B asilio p o r la agrupación y versión de R ufino d e Aquile y a ; la de J u a n Casiano, que se contiene sobre to d o en los c u a tro p rim e ro s lib ro s de sus In stitu tio n e s, si b ien e scrita p rim a riam e n te en latín , tra n s p a re n ta y recoge pensam ientos, prácticos, giros y p a rtic u la rm e n te vocabulario de las Reglas orientales, donde se form ó y educó. La tra d ició n m o n ástica que c re a n o testim o n ian esos In stitu ía m a io ru m in fo rm a el esp íritu y h a s ta la le tr a d e las Reglas occidentales, la de S. B enito C asinense, de la Regula M agistri y o tra s , y p a ra n u e stro o b jeto , de las q u e algo m ás ta rd e se d e sarro llaro n en la H íspanla visigótica. Si la h isto ria d e las p a la b ra s es la h isto ria de las ideas y de la vida, la organización m o n ástica con sus institu cio n es y p rácticas, con sus ideas y d o c trin a q u e la in sp ira ro n y fu n d a ­ m en taro n , h u b o de q u e d a r refleja d a y m a rc a d a e n lo s térm i­ nos y fo rm a s que la tra n sm itie ro n y en c am a ro n . Ya es sabido que el m éto d o de estudio de léxico y vocabu­ lario nos lleva a u n conocim iento m ás p reciso y evolutivo de las realidades e in stitu cio n es del pasado, que se hace p resen te en la tradición. De hecho las p a la b ra s tien en u n a d u rac ió n m ás p e rm an en te q u e las m ism as realid ad es p o r ellas recogidas y rep re sen ta d as; éstas p asan y desaparecen, aquéllas e n cam ­ bio p rolongan su vivencia, o enriquecidas o d ism in u id as o (2) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. (6 a o LENGUA E IDEAS DEL MONACATO VISIGODO . 221 soNvcsiQjL soianxsa tra n sfe rid a s a o tro s sentidos y valores, p e ro siem pre m an te ­ niendo u n a dependencia, siq u iera sea rem ota, con su núcleo sem ántico originario. A te n o r d e e ste m étodo histórico-lexicográfico podem os relacio n ar la evolución de u n vocablo co n la d e su idea o re a ­ lidad rep resen tad a, no sólo e n cu an to a su contenido, sino con respecto a sus lím ites y á re a de u so en d! tiem po y e n la geo­ g rafía lingüística. De ahí, que si u n té rm in o o p a la b ra d e denso contenido, definido y nocional, se re p ite c o n in sisten cia en u n a u to r, y reap arece en o tro s a u to re s d e n tro d e u n a concepción coherente con el tem a del p rim ero , el inv en tario del m ism o, rev elará u n a c o n sta n te n o sólo lingüístico-sem ántica, s i n o lógico-cultural, q u e ex p re sa rá y recogerá las c a ra c te rístic a s de u n a conciencia colectiva so b re la idea o rea lid a d significada p o r el vocablo. A la vez la tran sm isió n de unos m ism os v o ca­ blos en esas condiciones puede te stim o n ia r la dependencia no sólo de estilo, sin o de ideas y fuentes do ctrin ales. La investigación de este tra b a jo resu m id o , d e n tro de esa dirección y o rd en m etodológicos, recaerá e n da H ispania visi­ goda da la segunda m ita d del siglo VI y del siglo V II. C on el auge de la fe de los V isigodos recién catolizados p o r u n obispom onje, co b ra un im pulso e x tra o rd in a rio la vida m onástica, que ya venía p racticán d o se dos siglos antes. Tal p u jan za y d esarro llo del m o nacato d e ja hu ella bien m arc ad a en la s Reglas o códigos legislativos de m onjes, que definen y o rd en an sus principios ascéticos, su fo rm a de vida, sus p rác tic a s m onásticas. Las de d ich a época visigótica son las p rim e ra s h ispanas originales que se conservan: La De Institu tio n e V irginum et c o n te m p tu m u n d i de S- L eandro H isp a ­ lense, la Regula m nnachorum de S. Isid o ro H ispalense, la R e ­ gula m onachorum de S. F ru ctu o so \ la Reg. C om m unis 2. T am ­ bién se h a n tenido presen tes com o textos m onásticos, la epís­ tola de E u tro p io de V alencia ad P etru m Papam, de dictrictio1 P ara estas tres R eglas citad as nos hem os servido de un texto crítico, q u e está a punto de aparecer en la E ditorial B. A. C. 2 E l texto consultado y estudiado ha sido el de la edic. de L . H o l s t e n i u s , C odex Regularum, Augsburg, 1759, reim preso en G ratz, 1957, 1, p. 218. (3) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. k S3K-3DV9IÍSJAÍÍI 3(J INSTITUTO F R O V IN C lA t 222 JU L IO CA M PO S ne m onachorum , y la de octo uitiis, y al pequeño tra ta d o De genere m onachorum y la hom ilía de m onachis p erfectis, a m ­ bos de V alerio del B ie rz o 3. Con relación a estos textos los p ro b lem as q u e nos p la n te a ­ m os podem os fo rm u larlo s a sí: ¿Cóm o h a n recogido estos d o ­ cum entos la tra d ició n expresiva de los p rim e ro s m onum entos m onásticos latinos? ¿Qué peculiaridades h a n añadido a éstos los h¡ s p a n o-vi s igó ti eos ? ¿ E sta trad ició n lingüística h a influido o configurado e n algún sentido y m odo las fo rm a s de las len­ guas neolatinas h ispanas? Como b ase p a ra e ste estudio lexicográfico histó rico nos apoyam os e n los m onum entos m ás antiguos de la tra d ició n m o n ástica y de m ás influencia e n Occidente, com o so n la R e ­ gula Pachom ii y su s anejos en la versión de S. Jerónim o, la llam ad a R egula M acarii, la Regula, B asilii e n el arreglo y tra ­ ducción de R ufino Aquileyense 4, la Regula C assiani5, o sea, los c u a tro lib ro s p rim e ro s d e sus In stitu tio n e s, la Regula Bened ic ti6, las ep ísto las 99, 105, 108 d e S. Jerónim o, y so b re todo la 22, que es la de m ás sentido y lenguaje m o n a c a l7. Asim ism o se h an tañ id o e n consideración p o r su tem a y estilo las versio­ nes latin as d e las V itae P a tr u m 8, especialm ente la V ita Pachom ii, V ita A ntonii, y los lib ro s V, V I, V II. 3 'Para E u tro p io y V alerio h em os seguido la ed ición de M a n u e l C . D í a z y D ía z . Anécdota W isigothica I , S a l a m a n c a 1958. 4 P ara estas tres R eglas hem os seguido la ed ición cita d a de L. Host. I: Reg. Pachom ii, pp. 25-46; Reg. B asilii, pp. 67-108; Reg. M a­ ca n , pp. 19-21. 5 E dición de J e a n C laude G u i, S. I „ Jeaii Casien, In stitu tion s Cénobitiques, P arís, L es éditions d u C erf. 1965. 6 E dición de D o m G a r c ía M. C o l o m b a s , D o m L e ó n M. S a n s e g u n d o , D o m O d il o n M . C u n il l , San B enito, su vida y su Regla, M adrid B . A. €., 1954. 7 E dición de J e r ó m e L a b o u r t , Saint Jéróm e, Lettres, Paris, «Les Belles Lettres», tom e V, 1955 p ara las epístolas 99, 105, 108; y tom e I, 1949 p a ra la 22. 3 E dición de H e r ib e r t o R o s w e id , S. I., V itae Patrum , D e uita et uerbis seniorum... libri X , A ntuerpiae, 1615; Lugduni, 1617; Antuerpiae, 1628. D e ésta deriva la de Mtgne, PL 73. te n iu s , (4) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. LENGUA E ID E A S DEL MONACATO V IS IG O D O 223 I D ejando a p a rte los p réstam o s directos del griego y del copto, que p o r su m ism o ex otism o y p a rticu la rism o son los que m enos e n general se h an tra n sm itid o , hem os reg istrad o , previo e stu d io de su época de aparició n y tex to s de los citad o s que lo usan, los vocablos p ro p ia m en te m onásticos, p o r inno­ vación o p o r conservación y frecuencia de uso, relativos a la In stitu c ió n y organización m onacal, a sus elem entos p erso n a­ les, a lo s elem entos m ateriales- Luego h a n m erecido especial atención io s su stantivos a b stra cto s en -tas, -ntia, -io, - tu s / -sus, -do, -ura, donde vienen expresadas las ideas fu n d am en tales de la In stitu c ió n m onástica, sus votos, sus v irtu d e s y o b ser­ vancias. T am bién se consignan unos cu an to s verbos d e uso tan re ite ra d o e n las Reglas, que p arecen c a ra c te rístic o s de las m ism as, y p o r fin se señalan com o pervivientes e n el lenguaje m onacal algunos giros y fórm ulas idiom áticas, de o rig en vul­ gar, bíblico y ju ríd ico , frecu en tem en te repetidas. * * * De ese fondo lexicográfico trad icio n al c a ra c te rístic o del L atín m onástico h a pervivido e n las Reglas y textos visigóticos el siguiente c u a d ro de f o rm a s : abba/ abbas (Isid., F ruct., Com m ,, E u tr., Val.) coenobium (Leandr., Isid., F ruct., Com m .) coenobialis (Val.) decanus (Isid., F ruct., Com m .) decania (Fruct-, Comm.) m onachus (Isid-, F ruct., Comm., E u tr., Val.) m o n asterium (Leandr., Isid., Frut-, Comm., E u tr., Val.) m onastericlis (E u tro p ) praepositus (Isid., Fruct-, Comm., Val.) celia (Isid., Fruct-, Comm., E u tr.) cellula (Leandr., Isid., Fruct., Comm.) cellarius (Isid., Comm.) cilicium (Isid.) cilicinus (Com m.) claustrum (Isid., F ruct.) (5 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 224 J U L IO CAMPOS collatio (Isid-, Comm.) collecta (Isid., F ruct., Comm.) conuentus (Isid., F rut., Comm., E u tro p .) congregado (Isid., F rute., Com m ., Val.) disciplina (L eandr., Isid., Fruct., E u tr., Val.) hebdóm ada (Isid., F ruct.) hebdom adarius (Isid., F ruct., Coman ) hab itu s (Leandr., Isid., F ruct., Val.) regula (Leandr., Fruct-, Comm., E u tr., Val.) A bstractos nom inales y verbales: P a ra u n a apreciación eq u ita tiv a y a p ro x im ad a d e la fre­ cuencia e sta d ístic a e n Jos ab stra cto s, conviene te n e r en c u en ta la extensión d e dos docum entos visigóticos q u e e stu d ia m o s: E n la edición de H olstenius 1759, la Reg. Leandri ocupa 11 pp,, que con los 10 1/2 caps, q u e de faltan , s o n u n as 14-15 pp. La Reg. Isid o ri ocupa 10 p p . La Reg. M onachorum F ructuosi 7 pp. La C om m uniss 11 pp. Los dos docum entos d e E u tro p io serían u n as 6-7 pp. (15 e n ed. Díaz). Los dos de V alerio se ría n u n as 5-6 pp. (12 en ed. Díaz). E l c u ad ro estad ístico de fo rm as a b stra c ta s nom inales y verbales en -do, -ia, -ida, -tas, -ntia, -fio / -sio, -tu s / -sus, -ura, a rro ja dos siguientes re s u lta d o s : Leand. Isid. -ida] FructComm. Eutr. Valer. 5 5 5 4 7 (ep. 2-uit. 5) 4 (gen. 2-peri. 2) i Leand. 60 l Isid. 33 -tas / F r u c l- 26 j Comm. 37 / Eutr. 35 (ep. 1 6-uit. 19) \ Valer. 18 (gen. 12-peri. 6) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. LENG U A E ID E A S DEL MONACATO -tío -sio f Eutr. \ Valer. 16 13 (ep. 6-uif. 10) (gen. 8-perf. 5) ' Leand. Isid. -ura | F ru c t' I Comm. Eutr. Valer. 225 V IS IG O D O Leand. Isid. Fruct. Comm. 57 68 66 54 (ep. 21 -uit. 41) A0(gen.25~perf.\5) Eutr. 62 Valer. 2 3 3 5 4 (ep. 2-uit. 2) 3 (gen. 1 -perf. 2) Para lo relativo a la obediencia: auctoritas (Leand. 1; Isid. 2: Comm. 1). benedictio (Isid. 4; Fruct. passim ; Comm- 3). contum acia (Valer. 1). obedientia (Isid. 1; Fruct. 4; Comm. 2; Valer. 1). inobedientia (Isid. 1; E u tro p . 1). reuerentia (Isid. 1; Fruct. 2). Para la c a stid a d : castitas (Leand. 8; Comm. 5). continentia (F ruct. 1; E u trop. 1; Valer, 1). p uritas (Leand. 2; Fruct. 1). castim onia (Leand. 1). uirginitas (Leand. 23; Comm. 1). Para la pobreza: nuditas (F ruct. 1; E u trop. 1). parchas (Valer. 1). paupertas (Leand. 2; Isid. 3; Comm. 2). Para la observancia y conducta en general: consuetudo (Isid. 1; F ruct. 1; Comm. 8; E u tro p . 1). conuersatio (Isid. 4; Fruct. 1; Comm. 2; E u tro p . 5). 15 Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. (7) J U L IO CAMPOS conuersio (F ruct. 1). obseruantia (Isid- 1)ordo (Isid. 1; Fruct. 2; E utro p . 1). p a ctu m (Leand. 1; Fruct. 1; Comm. 1). professio (Leand. 6; Isid. 3; Fruct. 3; E u trop. 4; V aler 4). p ro p o situ m (Leand. 3; Isid. 3; F ruct. 1; E u tro p . 1; Va­ ler. 1). stabilitas (Leand. 1). R especto a virtu d es y v ic io s : abstinentia (Leand. 3; Isid. 5; F ruct. 2; Comm. 1; Va­ ler. 1). concupiscentia (Leand. 11; Isid. 1; Comm. 1; E u tro p . 1; Valer. 1). diligentia (Leand. 1; E u trop. 1). elatio (Isid. 2 ; Comim. 2; E u tro p . 1; Valer. 1). hum ilita s (Leand. 7; Isid. 6; Fruct. 3; Comm. 4; Valer. 2). in firm ita s (Leand. 12; Isid. 6: F ruct. 3; Comm. 4; Va­ ler. 2). inlusio (Isid. 2; F ruct. 1). karitas (Leand. 11; Comm. 8; E u trop. 1; Valer. 8). iustitia (Leand. 1 ; Fruct. 1; Comm. 1; E u tro p . 2; Va­ ler. 3). m an su etu d o (Comm. 1). negligentia (Isid. 2: Fruct. 7; Comm. 2). paen iten tia (Isid. 7; Fruct. 5; Comm. 18; Valer. 1). pietas (Leand. 2; F ruct. 2; Comm. 2; E u trop. (inpietas 1). sanctitas (Leand. 1; Comm. 6; E u trop. 1; Valer. 2). sollicitudo (Leand. 1 ; Isid. 6; Comm. 4). tristitia (Isid. 2 ; Comm. 4; E u trop. 9). uoluntas (Leand. 5; Fruct. 2; Comm. 9; E u tro p . 4; V a­ ler. 1). m u rm u ra d o (Isid. 2; F ruct. 1; Comm. 10). perfectio (Isid. 1: F ruct. 1). tributado (Valer. 1). Respecto a prácticas y ejercicio s: cogitado (Leand. 5; Isid. 5: Fruct. 1; Comm. 2; Eutrop. 1; Valer. 1). Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. LENGUA E ID E A S DEL MONACATO V IS IG O D O 227 co m p unctio (F ruct. 1; Comm. 1; Valer. 1). correptio (Comm. 1). contem platio (Isid. 2; Fruct. 2). d istrictio (F ruct. 1; E utro p . 3). discretio (Leand. 1; Isid. 1; Fruct. 2; Comm. 1). excom unicatio (Isid. 6 : F ruct. 2; Comm. 2). lectio (Leand. 3; Isid. 8; Fruct. 2). m ed ita d o (Leand. I; Isid. 1; Fruct. 2; Comm. 1). orado (Leand. 5; Isid. 6; Fruct. passim ; Comm. 3; E u ­ trop. 1; Valer. 4). refectio (Isid. 9; F ruct. 5). rem issio (Leand. 2; Isid. 1; Fruct. 1). sollem nitas (Isid. 1; F ruct. 4). operado (Isid. 1: Fruct. 6; Comm. 1). cura (Leand. 2; Isid. 5; Fruct. 1; Comm. 1; E utrop. 1; Valer. 1). m ensura (F ruct. 4; Comm. 2). E n cuanto a los verbos de m ayor frecuencia, aparecen com o tales: pergere, ta n repetido com o en o tro s docum entos no m onásticos; arguere (Fruct., Comm., E u tro p .); distringere (Isid., C om m .); dirigere (Leand. Isid.); erogare (F ruct. Comm.); increpare (Comm-, E u tro p .); m editari (Leand., Isid., F r u c t) ; sedere/residere (Leand., Isid., Fruct.). Giros y form ulas id io m á d c a s: in com m une (Leand., Isid-, Fruct.). in u n u m (Leand., Isid., Fruct. Comm.). p e r om nia (Isid., E u tro p ). o b ten ía m ás genitivo (Leand., Valer.). La fó rm u la ju ríd ic a subiacere m ás dativo (Isid-, F ruct., Comm.); N osco m ás infinitivo (Leand., Isid., Fruct. Comm. Vaíer.). excepto quod, excepto si, excepto m ás acusat. o u n su s­ tantivo fem enino (Fruct., Comm.). <¡>) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 228 J U L IO CAMPOS II El elenco que precede es un esbozo de las fo rm as de, la trad ició n m onástica que perviven e n los m onum entos visigó­ ticos. Nos queda p o r consignar lo que éstos ofrecen de p e c u ­ liar. Desde luego los neologism os e innovaciones son m uy es­ casos, y los señalarem os. Los dem ás se c o n sta n ta n com o de ra ro uso. A la vez indicarem os los q u e se p rese n tan com o p re ­ cedentes de derivados rom ánicos en vocablos y en giros. altarium (Isid. 1, Fruct. 1) (Cf. J. Campos, La Regula m onachorum de S. Isidoro y su lengua, "H elm antica" 31, 1961, p. 83). bibitiones (F ruct. 1). causa. ( > “c o s a ”) (Isid. 1, Fruct. 1, Comm. 1) (Cf. J. C a m ­ p o s , art. cit., "H elm antica", 37, 1961, 175). corticida (> " c o rtijo ”) (F ruct. 1). faber ferrarius (de S. José) (Leand. 1; Isid. 1). oratorium (F ruct. 1; Comm. 1). praelatus (F ruct. 1). m aior ( = su perior) (F ruct. passim ). spartea ( > " e s p a rte ñ a ”) (Isid. 1) (Cf. J. C a m p o s , art. cit., p. 83). storia ( > “e ste ra") (Isid. 1) (Cf. J. C a m p o s , art. cit., P 79). u _ su p p le m en tu m ( = “ayuda") (Isid. 1). conuersa (Leandr. 1); conuersus Isid. 3 ; (F ruct. passim ). E n lo referen te a la obediencia, es de n o ta r el uso frecu en ­ tísim o, com o ningún legislador m onacal, que hace F ructuoso del térm ino “b e n e d ic tio ”, pero con el v alor de "autorización, licen cia”. E n lo relativo a la pobreza: inopia (Leand. 1; Isid. 1); penuria (Leand. 2; Fruct. 2): parsim onia (Leand. 2: Fruct. 1); pecuiiaritas (F ruct. 1); pecw liariter (Fruct. 2); peculiare (Leand. 1); su fficientia ( —"p o b re­ z a ”) (Leand. 1). (10) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. LENGUA E ID E A S DEL MONACATO V IS IG O D O 229 Para la c a stid a d : incorruptio (Leand. 5); integritas (Leand. 13); pu dicitia (Leand. 1). Como v irtu d adyuvante y a n e ja a la c a stid a d in ­ siste L eandro, com o ningún e sc rito r m onástico en la uerecundiat a la que dedica un capítulo. Para lo referente a prácticas y virtudes'. flagelli disciplina (Isid. 1) ( —"castigo de azotes") (Cf. J. C a m p o s , arte, cit., p p . 67-68); rigor (Leand. 1 = " ro b u ste z ”); rígidas = " r e c to ” (Leand. 3,3; Isid. 1) (Cf. J. C a m p o s , a rt. cit., p. 70. Verbos de poco uso: a buti —"no u s a r ” (Isid. 1); com plere rezar co m p letas" (Fruct. 1); conuenire — "reconvenir, re p re n d e r” (L eand. 1; Fruct. 1): im plicare = " em plear" (Isid. 2; Fruct. 1; Comm. 1) (Cf J. C a m p o s , art. cit., pp. 71-72). m ergi = " p o s tra rs e 1' (F ruct. 1) ; distrahere (Leand. 1); “ven­ d e r ” prerogare (E u tro p . 1) = “ d istrib u ir de antem ano"; reci tare, recitario (" re z a r”) (Isid. 3; Fruct. p assim ); uadere = " i r ” (Isid. passim ). Giros y fó r m u la s : ad m o m e n tu m (Isid.) (Cf. J. C a m p o s , a rt. cit., pp. 81-82); ad p u n c tu m tem poris (F ru c t.): iuncta nocte, = " llegada la noche" (Isid.) (Cf. J. C a m p o s , art. cit., pp. 80); p o s t deinde ( F r u c t) ; in iu n c tu m habet (Com m.); habent consuetudinem ... abhorrere (Com m ) ; cogitatio reuerti (Leand.). N eologism os o form as raras: coeniculus = “coenulentus, cenagoso" (Leand. 1); paupera (fem enino) (Leand. 1); in fa m iu m (F ruct. 1); facultaticulce (Comm. 1); po m p a ticu s = "p o m p o so ” (Leand. 2); senus missarum = "s e ise n a de m is a s ” (F ruct. 1): posse = "bienes, hacien­ d a ” (F ruct. 1); sorbitiuncidae (Comm. 1) = " b e b id a s ”; ligna = "leña" (F ruct. 1). (U) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 230 J U L IO CAMPOS E n tre las ideas y térm inos expresivos, que aparecen re ite ­ ra d a y conscientem ente en los textos de las Reglas m o n ásticas visigóticas llam a la a ten ció n el concepto y denom inación que aplican al hecho de la p ro p ia in stitu ció n m o nástica, a su m odo estable de vida, a su profesión. P ueden red u cirse a c u a tro , que p o r o rd en de frecuencia de uso son, conuersa4io, professio, in s titu tu m / in stitu tio propositum . No creo q u e se h ay a hecho la h isto ria de esto s vocablos m onásticos, au nque haya e s tu ­ dios sobre alguno da ellos 3. Nos vam os a fija r b revem ente en la m enos u sa d a y de c a ra c te rístic a s m ás especiales, e n cu an to su sentido m onástico p arece m ás alejad o de su origen p o r u n a r a r a m etasem ia, ©s decir, vam os a estu d iar, p ro positum . H istó ricam en te el sustantivo p ro p o situ m , aparece p o r p ri­ m era vez en la lite ra tu ra latina, a n u e stro en tender, en Ju lio César, que lo u sa seis veces (Cf. H. M e u s e l , Lexic. Caesar. s. u.), y siem pre con el valor originario subjetivo de "intención, reso­ lución''. Cicerón lo em plea m u ch as m enos veces que su verbo p ro p o n e re : dos veces en los discursos (Cael. 6; Phil. 10,23) con valor de "d eterm inación", y en las o b ra s filosóficas ocho ejem ­ plos, de los que tres significan "d ete rm in a c ió n ”, "intención", y los otros cinco to m an el sentido retó rico de “quaestio, p ro ­ blem a, t h e s i s E n la colección e p isto la r se d an c u a tro lugares de pro p o situ m con el sentido general subjetivo de "intención, reso lu ció n ” (Cf. W. A. O l d f a t h e r , H. V. C a n t e r , K. M. A b b o t t , In d ex verbor. Cic. epist. s. u.). Da los p o e ta s áureos Virgilio n o lo usa, H oracio lo co n s­ truye con vocablos in ten sam en te volitivos, com o tenacem propositi (C. 3,3,1), y sim ila r es el uso de Ovidio (M et. 2,104), p ro p o situ m q u e p rem it, pero am bos co n v alo r de "re so lu c ió n ”. E n P h e d r u s 3, prol. 15, encontram os en cam bio el grupo b in ario m u ta n d u m tib i p ro p o situ m este aut uitce genus, que tiende h a ­ cia u n valor objetivo de "planes y m étodos de v id a ”. V olviendo a los p ro sistas, u n ejem plo de Séneca nos ilu stra so b rem an era la m etasem ia del vocablo: en ep- 65, 5-6 dice: Quarta causa. est jaciendi p ropositum . Quid est p ro p o situ m quod in u ita u it artificem , quod Ule secutus jecit. Aquí p ro p o situ m es la causa 9 C f. J. C.AMros, S e n . P., Una fórm ula cle la Regula Scti. B enedicti, « S a lm a n tice n sis » , 8, 1961, 183-194. (12) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. LENGUA E ID E A S DEL MONACATO V IS IG O D O 231 final de to d a acción, ól m óvil u o b je to extravolitivo que soli­ cita a la v o lu n tad a o b r a r ; p o r ta n to es algo o b jetiv o que en­ laza c o n lo subjetivo de la resolución volitiva. Se p ercib e fácil­ m ente la m etasem ia de aspecto y sentido. E n ila trad ició n del vocablo juega papel im p o rta n te, com o definidor de conceptos y térm in o s, Q uintiliano. Desde luego en n u estro caso le aplica el v alo r re tó ric o de quaestio o thesis 18 veces. Con la o tra acepción de "resolución" lo u sa 15 veces, p ero con m atices que delata el g ru p o estilístico : Así en 11,1,42 pro p o sito ru m et uitae anteactae d ifferen tia a p u n ta al valor objetivo de “principios que rigen la vida pasada". Algo análogo tiene Juvenal en 9,21. Pasando a o tra zona de la lite ra tu ra latin a, en la V ulgata bíblica encontram os 13 ejem plos de p ro p o situ m , q u e no es m ás que la trad u cció n de próthesis, aplicado a los p lanes de los ho m b res en el A. Test., o a lo s de Dios e n el Nuevo. Los dos únicos lugares que p u e d e n in sin u a r algo del v a lo r o b jetiv o de "m odo de vida" son el 2 Mac. 14,38 y 2 Tim . 3,10. E n tre los Padres y e scrito res cristian o s se re a n u d a la tra ­ dición la tin a con sus varios valores y sentidos: P o r ej. S. Ci­ p ria n o en ep. 55,21 tiene rationem p ropositi sui D om ino redditurus, donde es evidente el significado de "c o n d u c ta ” p a ra p ro ­ positi. S. J e r ó n i m o , que le d a la acepción o rig in aria de "in te n ­ ció n ” e n ep. 22,10 p o r ej., e n ep. 22,14 le ap lica el v alo r o b je ­ tivo de "en la m ism a profesión relig io sa”. E n ¡el m ism o siglo IV son testigos excepcionales de la tra n sm isió n del vocablo las versiones latin as de las Reglas orientales y de las Vitae P atrum . Y así encontram os en la Reg. de S. B asilio ocho p a saje s (I n ­ ter■ 3; Resp. 3 init.; Resp. 4 init.; Resp. 7 fin ; Resp. 10 in it.; R espons. 11 m ed.; Resp. 11 m ed.; Resp. 143) en los que bien p o r ól contexto, b ien p o r el g ru p o estilístico en q u e va, a d o p ta sin duda alguna el valor ob jetiv o de "género de v id a /p ro fe sió n relig io sa”. E n la V ita Sa n cti A ntonii, de la q u e existen dos ver­ siones latin as del siglo IV (la m ás an tig u a e d ita d a ú ltim a m en ­ te p o r H- H o ppenbrouw ers, 0 . S. B., N ijm egen 1960, y la de Evagrio de A ntioquía, ed ita d a p o r H. Rosw eid, L ugduni 1617 y A ntuerpiae 1628) encontram os e n tre u n a y o tra versión 12 lugares de p ro positum , que, atendiendo a su contexto, a sus equivalencias en la o tra versión, com o stu d iu m , instantia, o a (13) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 232 J U L IO CAMPOS los originales del texto griego, próíhesis, proaíresis, áskesis, spcudé, viene a referirse en casi todos a “pilan de vida reli­ giosa o m onástica, p rá c tic a de la religión, género de v id a ”, 'em presa", aunque recalcando en m uchos “el esfuerzo de la v o lu n ta d ” p a ra ello. E n el siglo V recoge en tre o tro s el v alor extrínseco y o b je ­ tivo p a ra p ro p o siíu m S. León Magno en varias d e sus e p ísto ­ las {ep. 12,11 y ep. 167,14, ed. ML 54; ep. 43,22 y ep. 47,45, ed. T a r o u c a , Texl. et Docum., p . II, R om ae 1935). E n tra n d o en el siglo VI y dejan d o a un lago la V ita Pachom ii, en su versión latin a de Dionisio el Exiguo, que le asigna claram ente el valor de conuersatio ( —"género de v id a ”), y las Variae o epistulae de C asiodoro, en algunos de cuyos p asajes le aplica el valor de in stitu tu m , regida túuendi, llegam os a nuestros textos visigóticos: a S. L eandro, que en tres lugares {Int. 42; 1,3: 1,6) lo v a lo ra com o "vida m onástica de virgini­ d a d ”, "profesión m o n ástic a ”. La m ism a equivalencia y acep­ ción da la Regula Isidori en ilas tres veces que lo tiene (9,7; 12,4 bis). La de F ructuoso ofrece u n a construcción que e m p a ­ reja pro p o siíu m con conuersatio y la une. a stu d ii, y laboris, lo que no im pide que signifique "u n a co nducta y dedicación activa en el tra b a jo ”. E n el De dictricl. m onach. de E u tro p io de V alencia (ed. D í a z y D í a z , Salam anca 1958, p. 21, lin. 37) el único ejem plo que p resen ta, c o n n o ta cla ram e n te "vida u observancia m onástica". Y o tro sólo caso ofrece tam b ién Va­ lerio del Bierzo en el De m onach. perfectis (ed. D í a z y D í a z , cit., p. 80, lin. 2) con el m ism o sentido y valor. E n fin, la acepción objetiva y m onástica 'de p ro p o siíu m la reg istra el G losario Ab A bsens del siglo V III (ed. G. Goetz, A m sterdan 1965, p. 420,26), cuando die»: P ro p o siíu m : in sth tu tu m w. proposiíum es u n e x tr a c to del La Ciudad de Dios, v o l. C L X X X I , 1968, p p . 535-547. l® Este e s tu d io h is tó r ic o -filo ló g ic o de p u b lic a d o en (1 4 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. LENGUA E ID E A S DEL MONACATO V IS IG O D O 233 CONCLUSION Lo expuesto h a sta aquí no es m ás que un esbozo o diseño de la lengua m onacal visigótica, p ero que adem ás de señ alar influencias en 'la evolución fonológica y sem ántica de vocablos y giros neolatinos, releva ideas, dependencias y sem ejanzas dignas de atención. P o r eso hacem os n o ta r e n tre o tra s : En la Regla de S. Leandro, ouyo tem a c e n tral es la virginidad, au nque tra te las dem ás virtu d es y prácticas m on ásticas, no aparece la p a la b ra obedientia. E n cam bio en la de S. F ruc­ tuoso, la m ás severa y ordenancista, es m ás em p lead a que en los dem ás textos de que aquí tratam o s; lo m ism o el vocablo reucrentia, y sobre todo benedictio, com o ya indicam os. En las Reglas o textos visigóticos no se e n c u en tra el térm in o sepíim ana, p recedente del rom ánico-hispano "sem an a" y h o m ó ­ fonos neolatinos, m ien tras e n ellos se hace uso de hebdómada-, y hebdom adarias, fenóm eno idéntico al de la Reg. Pachomii, que no tiene seplim ana, peiro ofrece g ran frecuencia de heb­ dóm ada: La p a la b ra professio, tan em pleada p o r las Reglas visigóticas y otras antiguas, no se e n c u en tra en la Regula Benedicti, ni en la Regula M agistri. Es no tab le que en los textos visigóticos no aparezca ni u n a sola vez el sustantivo religiosas, equivalente a m onachus, que ya h a b ía sido u sad o p o r el Concilio 1 de Toledo. T am poco se ve en las visigóticas el vo­ cablo prior, con valor de " S u p e rio r”, que es frecu en te en la Regula Benedicti. A la inversa el térm in o pro p o situ m p a ra expresar la “vida m o n ástic a ”, que se halla en to d as las Reglas v textos visigóticos y e n la Regula M agistri, no existe en la Regula BenedictiE n co n ju n to , el léxico de estos textos visigóticos, y en m e­ nor escala los giros y fórm ulas, revelan una m ay o r afinidad e n tre Isidoro y Fructuoso, e n tre éste y la Reg. C om m unis, al­ guna aproxim ación, aunque, de m enor grado que las a n te rio ­ res, e n tre E u tro p io y Valerio. S. L eandro p o r su tem a y estilo es algo a p a rte de los demás. Por últim o podem os a ñ a d ir que el estudio de la lengua en detalle y b a jo todos los aspectos, lexicográfico, sintáctico y estilístico de estos docum entos pue­ de c o n trib u ir no poco a la fijación del m ism o texto. (151 Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. LA PILASTRA DE SAN SALVADOR DE TOLEDO Por H. SCHLUNK Director del Instituto Arqueológico Alemán de M adrid E n la iglesia de S an Salvador, ide Toledo, al e fectu ar h a ­ cia 1949 unos tra b a jo s de re sta u ra c ió n en la nave late ra l quedó al descubierto, al lev an tar u n revestim iento p o ste rio r, p a rte de u n a p eq u eñ a m ezquita, en cuya construcción se h a b ía n em ­ pleado num erosos m iem bros arq u itectó n ico s m ás antiguos, rom anos y "visigodos", sobre todo colum nas, capiteles y pe­ queños p ilares que debieron p erten ecer a u n cancel. E l plano de e sta edificación, en cu an to pu ed e deducirse de los tra b a jo s realizados, e stá aú n pen d ien te de su publicación. De los m iem ­ b ros arquitectónicos vueltos a u tiliz a r allí sólo n o s o cu p are­ m os aquí del ejem p lar m ás notable, u n a gran p ila s tra de m á r­ m ol de 2,795 m. de a ltu ra y 0,46 m. ó 0,27 m. de an ch u ra, con la b a sa y el capitel tallados en el m ism o bloque,. E s ta p ila s tra fue brevem ente m encionada p o r I ñ í g u e z a l que tengo que a gradecer que en la época del descubrim iento del m onum ento llam ase m i atención sobre él- Una p rim e ra p u b licación so b re esta pieza se debe a P a lo l2, que volvió desp u és a tr a ta r b r e ­ vem ente de e lla J. La encontram os tam b ién m encionada e n el capítulo sobre nuevos hallazgos arqueológicos, co n el que M atilde López S e r ra n o 4 contribuyó a la nueva edición de la 1 F. I ñ í g u e z A l m e c h , Algunos problem as de las viejas iglesias es­ pañolas, «Cuadernos de T ra b a jo de la E scu ela E spañola de H istoria y Arqueología» 7, C. S. I. C. D elegación de R om a, 1953, 79. 1 P . d e P a l o l S a l e l l a s , Esencia del arte hispánico de época visi­ goda. «Settim ane di Studio dell'Á lto Medioevo» 3, Spoleto 1956, 108 sig., lám s, 22-23. 3 P . d e P a l o l , Arte hispánico de la época visigoda. B arcelon a 1968, 106, íig s. 3941. (1) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 236 H. SCH LU NK H isto ria d e E spaña, y en el diccionario de iconografía cris­ tian a de A urenham m er \ La p ila stra se a rticu la en las tre s zonas de basa, fuste y capitel, y debajo de la b asa se ve aú n un m uñón de talla tosca, que debió serv ir p a ra s u je ta rla all suelo. (Lám s. 1 y 2 ) La form a degenerada ta rd ía de la b asa se nota en que ta n to el toro, que en las piezas antiguas sobresale, com o la gola ap a­ recen c o m p letam en te planos y separados únicam ente p o r pe­ queños filetes. H a desaparecido, en cam bio, el to ro superior. E n su lugar ro d ea a la pieza u n listón, cuya a ltu ra es casi el doble de la de la gola, y que aparece enm arcado p o r cu atro filetes p o r debajo y tres p o r encim a y decorado p o r u n a fila de pequeños rom bos colocados de p u n ta y que se tocan. O tra p ila stra que apareció tam b ién en la m ism a iglesia en el curso de la restau ració n m u e stra u n a b a sa análoga. (Lám. 3 a.) Se reconoce que este listó n no fo rm a p a rte de la decora­ ción original de la b a sa al o b serv ar las p ila stra s, tam b ién vueltas a u tilizar, que están colocadas en las dos e n tra d a s del aljib e del C onventual d e M érida. Allí la b a sa se com pone aún, al estilo antiguo, de u n a gola ancha y p ro fu n d a con u n to ro estrecho a cada lado, m ien tras que el fuste está rodeado p o r todos lados p o r u n estrecho filete. E ste filete e stá decorado en su lado inferior, el contiguo a la basa, con pequeños ro m ­ bos, en tan to q u e el resto es liso. (Fig. 1 b.) E s ta decoración de rom bos se en cu en tra en tam añ o m ayor en o tra s dos p ila stra s de M érida, cuyas b asas conservan aproxim adam ente la m ism a form a. (Fig. 1 c.) Una b a sa de igual fo rm a y el filete con decoración de ro m ­ bos se en cu en tra tam bién en o tra p ila stra de Toledo, la que está e m p o tra d a en ej m u ro exterio r de la iglesia de Sta. Justa. (Lám. 3 b y Fig. 1 l;.) Se pone así cla ram e n te de m an ifiesto ia estrech a relación que existió en tre los talleres de M érida y de Toledo. E n esta m ism a línea de desarrollo se e n c u en tra n los fragm entos an terio res m encionados de San S alvador de Toledo, e n los que se ha perdido, sin em bargo, el toro superior, sien­ do su stitu id o por el filete plano, decorado de rom bos. (Fig. 1 c). 4 M . L ó p e z S e r r a n o , H i s t . E s p . 32, 1 9 6 3 , 759. 5 Lexikon der Christl. Ikonographie 1, 1967, 518. (2) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. LA P IL A S T R A DE SAN 237 SALVADO R Tamíbién ilos tallos d e vid que, en la p ila stra de San Salva­ do r en c u ad ra n el fu ste en sus dos lados estrechos, tienen su m ás próxim o paralelo en la de Sta. Ju sta. (Lám. 3 b.) Su m o­ delo hay que b uscarlo de nuevo e n M érida, en la gran p ila stra que se en cu en tra al pie de las escaleras del aljibe, a la que p o r otros m otivos hem os com parado con ejem plares de Constan tin o p la 6. E n tre los tallos de vid aparecen círculos con su in te rio r ocupado p o r cu a d ra d o s o rosetas, y en tre ellos m otivos vege­ tales, u n arbülillo, cuad rifo lio s de h o jas alargadas, etc. Asi­ m ism o, el m otivo que ha sido to m a d o p o r u n c á liz 7, e n el cen­ tro de u n o de los lados estrechos, creem os es o tro cuadrifolio, con sus cu a tro ho jas ordenadas alre d ed o r de un p u n to central. E n el anverso ap arecen tres colum nas m uy alargadas, con basas y capiteles. (Lám. 1 b.) No conocem os ningún m odelo p a ra esta decoración, aunque en M érida hay num erosos ejem ­ plares de pilastras, uno de cuyos lados estrech o s aparece de­ corado en su cen tro con u n a única colum na con capitel, m uy destacada p o r debajo de la zona del capitel de la p ila s tra ®. fLám. 4 ab.) De C onstantinopla sólo conocem os la m edia caña decorada con m otivos vegetales que se e n c u en tra su p e rp u e sto en el centro de algunos lados 9. Por el c o n trario , la fotografía de u n a p ila stra colocada d elante de la jam b a de u n a p u e rta de G am zigrad, en Y ugoslavia (Lám. 5), que, debe c o rre sp o n d er al siglo IV aproxim adam ente, m u e stra u n a colum na salom ó­ nica, en posición sem ejante a la a n terio r, con capitel análogo afl de las antiguas p ilastras de M érida 10. Por ta n to este m otivo se h a tom ado tam bién en M érida de m odelos rom anos orien­ tales, que no podem os localizar aún con precisión. Que en la p ila s tra de Toledo se tra ta de form as desviadas, equívocas, lo m u estra m e jo r que, n ad a el capitel, en el que las 6 M adrider M itteilungcn 5, 1964, 248, Eig. 4, lám . 82 drcha. 7 A s í P a l o l , n o t a 2. Madrider M ilteihm gen 5, 1964, lám . 82 drcha. 9 Madrider M itleüungen 5, 1964. lám . 83c. byzantines deConstantinople, 1963, lám s. 26-31, 33. 8 lu D e b o el c o n o c im ie n to d e e s ta fo to g r a fía A. G r a b a r , Sculptures a T h . H a u s c h ild , q u e d ió ta m b ié n el p e r m is o p a ra su p u b lic a c ió n . (3) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 238 H . SCHLUNK ho jas de la fila in fe rio r h a n sido su stitu id as p o r tre s colum nas salom ónicas e n los lados estrech o s y c u a tro en el lado m ayor, en las que descansan a su vez dos o tre s arcos respectivam ente. S obre estos arco s se ven en los ángulos pequeñas h o jas a la r­ gadas, y, adem ás, caulículos, de los q u e sallen hélices y volutas. No es posible sa b e r con seguridad, p o r a h o ra, cóm o se llegó a la form ación de esas colum nas y arcadas. Si buscam os térm in o s de com paración p arece evidente que la p ila stra de S an Salvador d e Toledo debió ser p o s te rio r a los ejem p lares ya citados del a ljib e del C onventual de M érida y al de Sta. J u s ta de Toledo. Si las p ila stra s d e M érida pueden situ a rse razo n ab lem en te en la segunda m ita d del siglo VI, hay que p e n sa r p a ra el e je m p la r de S an Salivador en u n a época p o sterio r, pero sin que, p o r o tra p a rte , p u e d a señalarse u n a fecha concreta de año, ya que no tenem os u n sólo e je m p la r que pueda d a ta rse o que se e n c u en tre en u n a relación a rq u ite c ­ tónica segura. La p ila stra , sin em bargo, es a creed o ra a n u e stro interés, no ta n to p o r sus form as o rn am en tales, com o p o r la decora­ ción escultórica de su fre n te n. P resen ta, en efecto, en c u a tro cam pos supuestos del m ism o tam añ o escenas del N uevo Tes­ tam ento. (Lám. 1 a.) E stas son, de a rrib a a ab ajo , las siguientes: La cu ració n del oiego. La resu rrecció n de Lázaro. C risto con la S a m a rita n a ju n to al pozo. La cu ració n de la hem orroisa. P o r encim a y p o r debajo de las escenas se h a n d estru id o las zonas de la b a sa y del capitel, lo que se debe, evidentem en­ te, a que e n el in te rio r de la m ezquita u n m u ro term in ab a d i­ rec tam e n te en dicho lado. O tras destrucciones, desde luego anteriores, afectan a las cabezas de los perso n ajes que a p a re ­ cen en las escenas cristianas. Em casi todas las escu ltu ras c ris­ tianas conservadas en el S u r arabizado de la Península encon!1 A l a p i l a s t r a s e l e d ió u n g ir o d e 180°, p o r o r d e n d e l a r q u i t e c t o F . I ñ ig u e z , y a q u e l a s e s c e n a s e r a n d i f í c i l m e n t e v i s i b l e s a c a u s a d e la p r o x i m id a d d e l m u r o . (4) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. LA P IL A S T R A DE SAN SALVADO R 239 tram o s que las facciones de la oara h an sido b o rra d a s de u n m odo análogo lz. Las c u a tro escenas están realizadas, -desde el p u n to de vis­ ta iconográfico, con el m ism o sencillísim o esquem a. E n cada cuadro ap arecen e n fre n ta d a s -dos figuras y la d e C risto e stá siem pre, significativam ente, en u n a escala m ayor. P o r lo de­ m ás fa lta todo a d ita m e n to innecesario y la rep resen tació n se co n cen tra en el en fren tam ien to de am bas figuras. V am os a deso rib ir ahora, brevem ente, las escenas d e a rrib a a abajo. La curación del ciego. (Lám. 6 a.) E l ciego, vestido con u n a tú n ic a c o rta su je ta p o r u n cin­ tu ró n y llevando u n m anto echado sobre los h o m b ro s, sale p o r la izq u ierd a p o r u n a p u e rta de candad d e la que sólo se ve la ja m b a izq u ierd a y el arco, faltan d o la jam b a derecha. E l oiego se en cu en tra p recisam en te debajo del arco y tan te a, ligeram ente inclinado h acia delante; con grueso b a stó n que sostiene -con la m ano izquierda, h acia la derecha. La m ano derecha e stá d estru id a, p e ro e)l brazo, a ju zg ar p o r u n fra g ­ m ento que sale del bastón, p a re c e h a b e r estad o extendido. E n representaciones análogas la m an o e stab a exten d id a hacia C risto en a c titu d de súplica. Al lado de la p u e rta , a la derecha de la escena, aparece Cristo, cuya fig u ra llega h a s ta el m arco su p erior, y -mira de fren te al espectador. lle v a u n a v estid u ra larga que llega h a s ta el suelo, y u n m anto que an udado sobre el h o m b ro derecho cru za sobre el pecho h acia la izq u ie rd a y aparece sostenido p o r el b razo d e ese lado, cu y a m ano, m uy grande, es visible p o r d eb ajo del m anto. La m an o d erecha de C risto se dirige d irectam en te h acia la cabeza deil ciego, que aparece de perfil. E stá n m uy dañadas, adem ás de la cabeza, las m anos y p a rte del b a stó n del ciego, a sí com o su pie dere­ cho y los pies -de Cristo. S obre los nim b o s que fig u ran en las cu a tro escenas véanse la s observaciones que hacem os m ás abajo. La resurrección de Lázaro. (Lám . 6 b.) C risto e stá rep re sen ta d o a la izquierda y lleva u n a larg a 12 M a d r i d e r M i t t e i l u n g e n 3, 1962, 151, n o ta 104. (5) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. lffESTIGACIQKÍST m «A J S 4® ^ T o le d o H. SCHLUNK O Q vestidfura y m an to que, sostenido p o r la m ano izquierda, cae w en pliegues redondeados abultados. La m ano d erecha exten£ jd id a c o rta la p a re d dél edículo sepulcral. Los pies h a n sido r- destruidos, p ero puede reconocerse, sin em bargo, que cJ deO recho e sta b a dirigido h acia delante y el izquierdo h acia la ^ izquierda. El edificio sepulcral de Lázaro se levanta so b re un z podio al que conducen desde la izquierda cinco escalones, m ientras que las líneas horizontales de la d erecha in d ican el m uro. Las pared es del sepulcro p rese n tan e n su m ita d in ferio r urna decoración a m odo de espina de pez, o sea dos incisiones cortas que vienen de am bos lad o s y se e n cu en tran en el cen­ tro; p o r a rrib a las p aredes son lisas y se ju n ta n , tra s u n a ligera ourva, en ángulo agudo. Contiguo a la p a re d de la derecha, vem os en el ángulo su p e rio r u n m u ro de sillares que en su p a rte in fe rio r h a sido d e stru id a intencionadam ente. Del m u ro izquierdo sale u n olivo que tiene c u a tro larg as h o jas y u n fru to colgado. Lázaro, que aparece en el edículo en posición fro n tal, está vendado com o u n a m om ia. Las cabezas de C risto y de Lázaro se h a n hecho d esap arecer a golpes d e cincel. Cristo con la Samaritana. ju n to al p o zo ■(Lám. 7 “.) La escena e stá dividida exactam ente en dos m itades p o r el pozo que, sobre todo e n su p a rte inferior, e stá m u y d estru id o . A la izquierda se ve a la S a m arita n a con u n a larga tú n ica que le llega h a sta los pies, m uy m utilados. La figura ap arece en posición casi fro n tal, p e ro extiende su m ano d e re c h a h acia el pozo d o n d e p o r 'las huellas conservadas debe suponerse que tocaba la cu erd a de la que pend ía el cubo, del que parece pueden reconocerse aún el asa y u n a p a rte del recipiente A la derecha del pozo e stá Cristo, sentado en u n pequeño m o n tícu ­ lo, con el c u erp o dirigido hacia .la izquierda, p ero con la cabeza en posición frontal. Lleva u n a larga tú n ica y un m an to , que sostiene con la m ano izquierda, de la que sólo se v e el dorso, pues los dedos se b a n destruido. La m an o d erech a, tam b ién deshecha, la ten ía C risto ligeram ente lev an tad a, lo que in d i­ caba que e sta b a hab lan d o con la S am aritana. T am bién las cabezas han desaparecido aquí a golpes de cincel. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. Lámina I.— T oledo.— S. Salvador, Pilastra. a: Frente.— A; Lado posterior. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. Lá m in a II.— T oledo-— S. S a l v a d o r , Pilastra, l a d o s m e n or es . Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. Lám ina 111, a .— T o led o .— S . S alv ad o r, P ila stra em p o trad a en la pared. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. Lámina III b.—Toledo.—Sta. Justa, Pilastra. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. Lámina IV, b - -M érida.— Conventual, Pilastra. Lámina IV, a.-—Mérida, - Museo Arqueológico Provincial, Pilastra. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. Lámina V,—Gamzigrad, Yugoslavia —Pilastra, parte superior. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. Lámina VI, a . — Toledo .—S. Salvador, Curación del ciego. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. Lámina VI, b.— Toledo. —Resurrección de Lázaro. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. Lámina VII, a.— Toledo.— S. Salvador, Cristo y la Samarítana, Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. l,,ámina VII, b .— Toledo.— Curación de la hemorroisa. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. Lámina VIíI. — Toledo.— Museo Arqueológico Provincial. a: Fragmento de una pila procedente de Escalona (Toledo). b: Capitel de procedencia desconocida. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. Lámina X.— Par/s.— Bibliothique Nationale, Díptico procedente de St. Lupicin (jura). Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. Lámina XI. - Cambridge. — Fitzwilliam Museum, Placas de marfil con dos evangelistas, la curación del paralítico y Cristo con la Samaritana. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. LA P I L A S T R A D E S A N SA L V A D O R 241 La curación de la hem orroisa. (Lám. 7 b.) A la izquierda de la escena se ve u n a p u e rta de ciudad cons tra íd a con sillares que, en su p a rte superior, re m a ta con tre s arq u ito s sem icirculares, cuya significación no e s tá clara. El arco de la p u e rta , enm arcado p o r dos líneas, e stá e n p a rte d estru id o p o r su vértice. A ju zg a r p o r el m uro, la p u e rta y el arco term in ab an e n u n a línea vertical. B ajo este arco, al que toca con su cabeza, se h a lla la h em orroisa, v estida con un largo m anto. La figura aparece a rro d illa d a y su p iern a d ere­ cha, que sólo e stá indicada p o r u n a incisión, se dobla p o r la ro d illa en ángulo agudo. Con la m ano izq u ierd a se coge la ca­ beza com o expresión de dolor, la derecha e stá ex tendida su je ­ tan d o u n a p u n ta de la v estid u ra de Cristo, que aparece a la dereoha, erguido y en posición fro n tal. C risto, con nim bo, lleva u n a larga v estid u ra y un m anto, que sostiene con su m ano izquierda y al que corresp o n d en los pliegues sem icircu­ lares que se ven p o r dolante del cuerpo. El resto del m an to cuelga form ando a am bos lados u n g ran pliegue. La m ano d e ­ recha de C risto, levantada, se apoya lig eram en te so b re la ca­ beza de la m u jer, pero el an teb razo y la m an o e stá n ta n des­ tru id o s que no se, puede seguir con claridad su recorrido. P or la s grandes destrucciones que h a sufrido la p ila s tra no resu lta fácil saber quiénes eran la s p e rso n a s que se h a b ía n que­ rid o destacar p o r m edio de u n nim bo. P a rtie n d o de, las dos escenas superiores, la curación del ciego y la resu rrecció n de Lázaro, m enos d estru id as que las o tra s dos, se llega, según m i opinión, a la conclusión evidente de que la cabeza de C ris­ to estab a en am bas escenas ro d ead a de u n g ran nim bo av ala­ do. Se debe suponer que en las dos escenas inferiores o c u rría lo m ism o. De las figuras e n fren tad as a C risto, Lázaro es evi­ dente que llevaba, com o es corriente, u n a venda a lre d ed o r de la cabeza y la S a m arita n a y la h e m o rro isa debían llevar un pañuelo. S ería ex trañ o que el ciego llevase tam b ién un pañuelo en la cabeza. Pero no creem os posible que p u d iese tra ta rs e aquí —'tii tam poco en las otras figuras— d e \u n nim bo. A p esar de la b a ja calidad del relieve, los que e stu d ia n el a rte de la Península Ib érica tienen que reconocer su in terés, ya que, precisam en te en el p rim e r m ilenio —prescin d ien d o de (7) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 242 H . SCHLUNK los sarcófagos im p o rtad o s de R om a en el siglo IV— son m uy escasas las representaciones de escenas cristian as con tem as del Nuevo T estam ento. E n Centoelles, entre las escenas c ristia n as allí rep resen tad as, tenem os, ju n to a ocho tom adas del Antiguo Testam ento, u n a sola del Nuevo — la resu rrecció n de Lázaro— y aú n é sta sólo pu ed e tra e rse aquí con lim itaciones, ya que la cúpu la de m osaico debe con to d a seguridad su ejecución a un ta lla r am bulante y las com posiciones es seguro que no h a n sido concebidas en la P enínsula 13. E n u n a fo rm a de expresión to talm en te distin ta, seguram ente o riental, encontram os la m is­ m a escena en el sarcófago de Alcaudete, donde Cristo aparece acom pañado p o r cinco discípulos, m ientras que la h e rm a n a de Lázaro e stá p ro ste rn a d a ante él y Lázaro es sacado en u n fére tro del tem plete rem atad o p o r arcos de m edio p u n t o ,+. Si prescindim os de la escena de u n sarcófrago de la B ureba, que resu lta irreconocible p o r e s ta r m uy d e stru id a y a la que se suele in te rp re ta r com o la A doración de los Reyes l3, lo que no nos parece seguro, hem os n om brado ya to d as las rep re ­ sentaciones del Nuevo T estam ento h a sta a h o ra conocidas en ese perío d o en la Península. Aún cuando, pensando en todo lo que seguram ente se h a destruido, sóilo con gran pru d en cia pueden hacerse afirm aciones generales basad as en lo q u e p o r casualidad se h a conservado, no hay que p a s a r p o r alto que, e n el a rte de la Península, fren te a las escenas del Nuevo T es­ tam en to , se e n c u en tra n en n ú m ero incom parablem ente m ayor las del A ntiguo Testam ento. E s ta afirm ación es m uy im p o r­ tan te p a ra e n ju ic ia r el arte hispánico del siglo IV al V I I ,6. 13 Madrider M itteilungen 2, 1961, 152. w M adrider M itteilungen 3, 1962, 134 sigs., lám s. 28-31. 15 P. r e P a l o l , Arqueología cristiana de la España romana, 1967, 313, lám. 91, 2 dice prudentem ente: «Adoración de los Magos». '<■ Prescindiendo de las escen as de la cúpula de m osaico de Centcelles, a la que nos hem os referid o brevem ente en la n ota 13, se trata de los siguientes ejem plos: S arcófagos de .la B u reba, Museo de B urgos, 2.a m. s. IV. (Madrider M itteilungen 6, 1965, 139 sigs.) S arcófago de Q uintana-Bureba: ■Moisés recib e las Tablas de la L ey (?). S acrificio de Abraham (?). (8 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. LA P I L A S T R A D E S A N SA L V A D O R 243 Ante e sta situación se com prende que de p rim e ra intención se h ay a tra ta d o de d e riv a r ia s escenas de n u e stra p ila s tra de sarcófagos im p o rta d o s de R om a a la Península, ya que sus c u a tro representaciones son relativ am en te frecuentes en aq u é ­ llos ’7. A esto se opone, sin em bargo, el hecho de que h a s ta ah o ra no hem os podido o b se rv a r u n a repercusión de estos s a r ­ T ap a del sarcófago de Cam eno: Los tres jóvenes negándose a ad orar la estatu a del Rey. S arcó fa go s de Tarragona, M useo P aleocristiano, Pr. s. V . (Madrider M itteilungen 8, 1967, 230 sigs.) S a rcó fa go de Leocadio: M oisés recibe las Tablas de la Ley. S acrificio de Abraham . Fragm ento: S acrificio de Abraham . S arcófagos del S u r de España, s. V . (M adrider M itteilungen 3, 1962, 19 sigs.) E cija, Iglesia de Sta. Cruz: S a c rific io de A b rah am . Daniel en el foso de los leones. B a rb a Singilia, Propiedad p a rticu la r. Antequera: Y en ArchEspArq- 42, 1969, 167 y 170, Daniel en el foso de los leones. P osiblem ente los tres jóvenes en el h om o . A lcaudete (M adrid MAN). D avid y Goliat. D avid en el fo so de los leones con cu atro leones p o r lo m enos. Iglesia de S. Pedro de la N ave, Z am ora, 2.* m. s. V II: S acrificio de Abraham . D aniel en el foso de los leones. Piso de m osáico en la iglesia de Sta. M aría de Cam i. M allorca, m . s. V I: H istorias de José. Adán y Eva. H ay que h acer n otar que las populares y con frecu en cia repetidas escenas de la recepción de las T ab las de la L ey po r M oisés, el sacri­ ficio de A braham y Daniel en el fo so de los leones no tienen en las ob ras m encionadas ningún parentesco icon ográfico entre sí, sino que presuponen cada vez m odelos nuevos, distintos. No p arece h a b e r habido en la Península durante estos siglos una tradición ico n o gráfica p rop ia­ mente dicha. 17 rrano A s í P. de P alol (v. arr. n o ta 2 ), c u y o p a r e c e r r e p ite n López Se­ ( n o t a 4 ) y A ü r e n h a m m e r ( n o t a 5 ), (9 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 244 H. SCHI.UNK cófagos rom anos en la Península 18, p o r lio que sería m uy ex­ tra ñ o que esta relación se hubiese reanudado después de m ás de 200 años. H ablan tam b ién en c o n tra de ella algunas p e c u ­ liaridades iconográficas y estilísticas de las escenas, de las que no es la m en o r la elección de los tem as q u e no puede dem os­ tra rse que se haya en co n trad o así relacionados en ningún s a r­ cófago H. P a ra el juicio estilístico de las representaciones es carac­ terístic o que las figuras no e stá n talladas en relieve en el m á r­ m ol, sino que se conserva su silueta en la superficie y se re­ h u n d e el fondo. Conocem os e sta técnica de C onstantinopla, de G rado en el N o rte de Italia, pero sobre, to d o , ya con ejem plos de fecha segura, de Ravena, p rim e ro en unos cim acios de S. V ítale (547), después del a m b ó n del arzobispo Agnello (556-70) en la ca te d ra l y dél de SS. Giovanni e Paolo, que fue erigido p o r D eodato b a jo el episcopado d e M ariniano (595606)20. E n estas o b ras se en cu en tran rep resen tad o s de esta form a, sobre todo, anim ales de d istin tas clases. Ya hem os se­ ñalado con a n te rio rid a d que en la P enínsula Ibérica existen o b ras d e e sta m ism a técnica, en p a rtic u la r on u n a iglesia de u Una excepción la constituye el sarcófago, ,muv tosco, de Sta. C la­ ra en Tarragona, sobre el que hem os llam ado la atención en Madridcr M itteilungen 8, 1967, 256 y que hem os reproducido allí m ism o en la lám . 56. 19 Una excepción segura nos la ofrece el falso frente de un sarcó­ fago de p ied ra caliza, pu b licad o p o r N. F i r a t l i , en «Cahiers Archéologiques» 16, 1966, 1-4, y encontrado en 1964 cerca de A m barlikoy, en Tracia, a 30 km . al O. de E stam bul y que fue a p a ra r al M useo de E s­ tam bul. Allí colocadas alternativam en te b a jo frontones y arcos, se en­ cuentran las escenas de Lázaro, de la curación del ciego y de la hem orroisa. C risto no lleva allí atributo alguno, tam poco nim bo, es de m ayor tam año que la persona que tiene en frente y en todas las escenas aparecen sólo dos figuras. H asta ahí existen coincidencias con las es­ cenas de la pila stra de Toledo. Com o diferencias m ás notables cabe señalar la posición de C risto, que se representa siem pre de p erfil, la po stura y el vestid o del ciego, con los b razos caíd os y una vestid u ra de m angas larga s que llega casi hasta el suelo, y el ed ícu lo de Lázaro, colocado directam ente sobre el suelo. La figura aparece invertida en los «Cahiers Archéologiques», lo que quiero a d v ertir aquí. a) F. W. D e i c h m a n n , Ravenna. G eschich te und M onam ente, Wiesbaden 1969, 73 sigs. 89-91, (10) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. L A P I L A S T R A D L S A N SA L V A D O R 245 Saam ases, cerca de Lugo, y tam b ién parecid as en M é rid a 21. E n un capitel d e procedencia desconocida del M useo d e T ole­ do {Lám. 8 b) se en cu en tra un ciervo, que se rep ite asim ism o en Ravena. E n el am bón de SS. Giovamni e Paolo y e n o tro frag m en to del M useo de R avena hay tam b ién figuras h u m a ­ nas cuya silueta se ha reservado del m ism o m odo en la su p er­ ficie, rehundiendo después el fondo. Se tra ta , com o lo indican las inscripciones del am bón, de 'los apóstoles S an Pablo y San Juan. (Lám- 9 ab. ) T am bién e sta s figuras tienen la cabeza ro­ deada de u n gran nim bo, com o las de la pilastra- Se d iferen ­ cian, sin em bargo, en que en éstas las líneas e s tá n grab ad as con m ás fuerza y son m ás rectas, en co n trán d o se con frecuen­ cia en ángulos agudos, m ien tras que e n Toledo las líneas, que están m arcad as sólo superficialm ente, son m ás finas y e stá n p o r lo general redondeadas, com o en u n d ib u jo . E sto hace p e n sa r en m odelos distintos. La m an e ra de e s ta r rep re sen ta d o s en Toledo, por ejem plo, con u n a línéa o b lic u a y v arias h o ri­ zontales, en el zócalo del edículo del sepulcro de Lázaro, una escalera que sube lateralm en te y u n frag m en to de m uro, o en la escena de la hem o rro isa la p iern a d erecha en posición a rro d i­ llada sencillam ente ind icad a p o r u n a raya, señalan c la ram e n te h acia u n m odelo dibujado. E ste estilo debió extenderse p o r Toledo y sus alrededores, com o Jo d e m u e stra u n frag m en to tosco de u n a pila de E scalona {Toledo), e n la que la fig u ra si­ tu ad a a la d erecha concuerda exactam ente c o n el C risto de n u e stra p ilastra. {Lám. 8 a ) F uera de la Península no podem os p re se n ta r n in g u n a o b ra en la que ap arezca este estilo com o de dibujo. P ara p o d e r e n ju ic ia r la p ila stra sería im p o rta n te sab er en qué m otivo se h a fundado la elección y íla relació n de las escenas. Si se estudia respecto a ello el L íber C om m icus, en al que se conservan las le c tu ra s de, la litu rg ia m ozárabe-visi­ goda, se ve que los textos de la curación del ciego, de la resu ­ rrección de Lázaro y del encuentro de Jesús con la S a m arita n a están reservados a grandes festividades de la Iglesia. La colo­ cación de las escenas en la p ila stra no corresp o n d e, sin em ­ 21 M adrider M itteiltm gen 5, 1964, 245-47. V. sobre esto F. W. D eichm aw , «Byzantuiische Zeitschrift» 59, 1966, 248. (ID Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 246 H , SCHLUNK bargo, a lia sucesión establecida p o r la litu rg ia y p a ra la lectu ra del e n cu en tro de C risto con la h em o rro isa no se h a prev isto ningún día d eterm inado, sino que la elección se h a dejado libre a c a d a ig le s ia 22. Si se consulta a este resp ecto el único gran ciolo cristológico que se h a conservado h a s ta n o so tro s, el de S. A pellinare N uovo, en R avena, del que los estudiosos h a n oreído d u ran te m ucho tie m p o que e n sus lecciones seguía el año eclesiástico — B a u m sta rk le h a b ía su p u e sto relaciones con leocionarios s iría c o s 25, N ord hagen co n leccionarios del N o rte de I t a l i a 2*— se co m p ru eb a q u e tam b ién h ay allí c o n tra ­ dicciones e n tre la sucesión litú rg ic a y el o rd en efectivo. P or ello D eichm ann, a l q u e tenem os que agradecer e l ú ltim o es tindío extenso sobre esta cuestión, h a llegado a la conclusión de que tam poco existe aquí dependencia alguna, que la suce­ sión d e las escenas es ind ep en d ien te de los leccionarios y sólo estuvo d e te rm in a d a p o r p u n to s de vista a rtístic o s e iconográ­ ficos. E n realidad, com o te rm in a D eichm ann resum iendo "la litu rg ia y e l a rte figurativo tienen fu n d am en to s com unes, el m ism o contenido, pero sus o b r a s s o n independientes e n ­ tre sí ’’ A hora bien, en el ciclo de S. A pollinare N uovo las c u a tro escenas que encontram os e n la p ila s tra d e Toledo fig u ra n p re ­ cisam ente u n a al lado de o tra , tío que es difícil se deba a la casualidad. (Fig. 1 *.) Debem os p reg u n ta rn o s, p o r el c o n tra rio , si las escenas de Toledo no h a b rá n sido tom adas tam b ién de u n ciclo de esc e n a s, del que ten d ríam o s q u e su p o n e r que sería m ucho m ás corto. P ues au nque h ay q u e p e n s a r que la p ila stra d e Toledo no e s ta ría sola en la iglesia p a ra la que debió ser 22 J. Perez de Urbel y A. González y R uiz-Z orrilla. Liber Com m icus, 2° vol., M adrid 1950 y 1955, 671 (cu ració n del ciego), 299 (Lázaro), 142 (S am aritan a), 582 (hem orroisa). 25 A. Baumstark, I m osaici di Sant'Apollinare N uovo e l’antico atino litúrgico ravennate, «Rassegna Gregoriana» 9, 1910, 33 sigs. (citad o isegún N ordhagen). 2t C. O. Nordhagen, Ravennastudien, E stocolm o 1953, 63-79; com o curiosidad h a y q u e señalar que N. hace n otar «La litu rgia, qu e m ás coincidencias presen ta con los m osáicos (de S. A p olin ar el N uevo) es de origen español, a sa b e r el L eccion ario de Toledo». « F. W. Deichmann, Ravenna, op. cit. 190. (12) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 247 LA P I L A S T R A D E S A N SA L V A D O R creada, sino que debió te n e r u n a o varias co m p añ eras en las que fig u rarían tam bién escenas dél N uevo T estam ento, con ello sólo se d arían ciclos de cu a tro escenas c a d a uno, m ie n tra s que en S. A pellinare Nuovo tenía cada u n o trece escenas. Exis­ ten, ain em bargo, otros ciclos, llam ados ciclos abreviados, de seis o siete e s c e n a s 26, de los que sólo n o m b rarem o s aquí la AhhK w í' í ,-S F i g u r a 1 .a a: Ravenna, S. Apollinaire Nuovo, Ciclo de mosaicos representando milagros de Cristo. Pared norte de la iglesia, b — e: Basas de pilastras. b: Mérida, Conventual, c: Mérida, Conventual, d: Toledo, Santa Justa, e: Toledo, San Salvador. c u b ie rta da libro de m arfil, p ro ce d e n te de S aint Lupicin (Ju ra) (Lám. 10), de la B iblioteca N acional de París 27 y el m edallón de oro del M useo de E s ta m b u l2S, ya que en ellos figuran las cua­ tro escenas de n u e stra pilastra. Creem os no equivocarnos al p e n sar que las escenas de la p ila s tra de Toledo pertenecen 2ñ R eallexikon zitr Byzantinischen K u n st 2, 1968, 450, Evangelienzyklen ( K . W e s s e l ). 27 W . F . V o i.B A C H , E lfenbchiarbeiten der Spcitaníike und des frühen M ittelalters, M a i n z 1 9 5 2 , 71 n " 1 4 5 , l á m . 4 7 , 2S D . T a l b o t R i c e , K u n st aus Rym nz, 1 9 5 9 , l á m . 6 6 , (13) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 248 H- SCHLUNK tam bién a u n o de esos ciclos abreviados. E n la segunda p ilas­ tra que dehió e x istir en la m ism a iglesia, p e ro q u e h a d esap a­ recido, hay que sup o n er h a b ría , e n analogía con la ta p a del lib ro y él m edallón dorado, escenas de da ju v e n tu d de Cristo. Que las escenas de la p ila s tra m antienen u n a u n id ad , lo que era de e sp era r a l p e rte n ec e r a u n ciclo, se pone de m an ifiesto p o r la com posición de las escenas, que ofrecen c a racterísticas id é n tic a s : 1. 2. 3. 4. Todas las escenas se lim itan a dos personas, C risto y la p e rso n a en ¡la que se realiza el m ilagro. C risto realiza el m ilagro extendiendo, colocando o im poniendo la m an o derecha, con la que, adem ás, en la conversión con la S a m arita n a hace el gesto de h ab lar. Su m ano izq u ie rd a aparece siem pre p o r de­ lan te del cu erp o , siendo d e d e sta c ar que no sostiene n u n ca u n ro llo ni u n a cruz. E n todas la s escenas. C risto no sólo e stá re p re se n ­ tad o en tam a ñ o m ay o r que la p e rso n a que tiene en­ fren te, sino que, so b re todo, figura en posición fro n ­ ta l y lleva u n nim bo que le distingue. Tres de las cu a tro escenas se d estacan p o r e sta r enriquecidas con representaciones arq u itectó n icas, e n tre ellas las dos p u e rta s de ciu d a d b a jo las que aparecen el ciego y la h e m o rro isa y el m u ro que te rm in a en el sepulcro de Lázaro. E n el hecho de que aquí Cristo m ira en posición fro n ta l o casi fro n ta l al esp ectad o r y no lleva n ingún a trib u to , se dife­ ren cian claram en te e sta s escenas de las q u e a p arecen e n las p in tu ra s de las catacum bas o e n los sarcófagos p aleocristianos de R om a, donde suele llevar u n rollo en lia m an o izquierda, m ie n tra s que realiza el m ilagro, p o r ejem p lo la resu rre c c ió n de Lázaro, con la v ara tau m a tú rg ic a que lleva e n la m an o de­ rech a w. T am poco es corrien te en esas ú ltim a s él nim bo en las 29 E l que C risto no lleve, en la escena de la resu rrección de L ázaro, ningún atributo, ni la virga thaum aturgica, ni uin c e tr o con bola o un cetro de cruz o un libro enrollado, parece q u e sólo se en cu en tra en (1 4 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. LA PILASTRA DK SAN SALVADOR 249 representaciones de ¡las escenas de la ju v en tu d y de los m ila­ gros de Cristo. Una fig u ra de C risto en posición fro n tal, con nim bo, p e ro sin ningún o tro a trib u to , se en cu en tra, en cam ­ bio, en el ciclo de S. A pollinare Nuovo, p e ro allí p arece con el nim bo de cruz, m ien tras que en la p ila s tra debió tra ta rs e dél sencillo nim bo ovalado. T am bién es característico de la p ila s tra la predilección p o r la a rq u itec tu ra . E ncontram os ocasionalm ente rep re sen ta cio ­ nes arq u itectó n icas e n los sarcófagos d e la época de Teodosio y H onorio w, p ero la inclinación que se, m an ifiesta en n u e stra p ila s tra a en riq u ecer las escenas co n a rq u ite c tu ra no la encon­ tram o s h a sta m ucho m ás tard e, e n lias piezas de m a rfil tr a b a ­ ja d a s en la segunda m ita d del siglo VI com o con tin u ació n de la c á te d ra de M axim iano, sobre todo e n el ya m encionado díp­ tico de oinco escenas p rocedente de S a in t L upicin y en dos placas que hoy se conservan en C am bridge 3I. E n ellas aparecan el Sum o Sacerdote y M aría e n la escena de las aguas a m a r­ gas, M aría e Isabel en la V isitación, M aría y José en la h u id a a E gipto, rep resen tad o s b a jo u n a a rq u ite c tu ra de arcos, m ien­ tra s que en las escenas de, la S a m a n tan a y de Lázaro unos m u ­ ros de sillares se u n en a la fuente o al edículo (Lám. 10), y las escenas de la curación del p a ra litic o y de la S a m arita n a están, en Cam bridge, totalm en te rodeadas, en segundo térm in o , p o r u n m uro. (Lám. 11.) Del m ism o m odo el m odelo de las escenas de la p ila s tra debió tam b ién ofrecer elem entos arquitectónicos. Con todas estas observaciones no se h a ganado, desde luego, m ucho p a ra averiguar el origen ,del m odelo de n u e stro ciclo ejem plos procedentes de la parte oriental del Im perio. W e s s e l («Reallexikon z.ur Byz. Kunst» 2, 1968, 392 sig.) enum era las representaciones siguientes: e! plato de Podgoritza, el sarcófago del M useo de R avena, un fragm en to de cancel de E stam bul, el m osáico de San A polinar el N uevo, el m edallón de E stam bul, la m iniatura del Codex P urpureu s R ossanensis y una pin tu ra m u ral en Deir Abu Hennis, en E gipto. A esto se añadirían el falso frente del sarcófago de A m b arlikó y, el sarcófago de Alcaudete (v. nota 14) y la pila stra de Toledo. 30 S. M assim iano ( W i i . p e r t , Sarcofagi, lá m . 39,2); Museo Laterano (W n.PERT, Sarcofagi, lá m . 2 3 0 ,6 ). 31 W. F. V o l b a c h , op. cit. n" 145, lám . 27 (Saint Lupicin) y 152 (Cam bridge). (1 5 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 250 H . SCHLUNK de Toledo, ya que el gran ciclo cristo¡lógieo de S. A pollinare Nuovo contiene al lado de elem entos orientales tam b ié n o tro s occidentales y las piezas de m arfil a que hem os hecho referen cía no pueden h a s ta la fecha localizarse con seguridad. T am ­ poco es posible p a s a r p o r aillo que las com posiciones de la pi­ la stra se rem o n tan , en sus características im p o rta n tes, a m o ­ delos occidentales. La escena de la hem o rro isa la en co n tram o s ya m uy p arecid a en las p in tu ra s de, las c atacu m b as y e n sa r­ cófagos p aleocristianos J2, en la escena d e la resu rrecció n de Lázaro el edículo levantado sobre u n podio h a s ta el q u e sube u n a escalera puede c o m p ro b a rse desde la época p a le o c ristia n a en sarcófagos rom anos y p a ra el arbolillo q u e sale del edículo existe u n p aralelo e n u n vaso dorado ro m a n o 3S. Y a ú n cuando C risto en conversación con la S a m arita n a se h a rep resen tad o siem p re de pie en las m ás antiguas com posiciones de Occi­ dente, hay, sin em bargo, desde principios del siglo V aproxi­ m adam ente, ejem plos ta n to en Ita lia com o en el S u r de F ran ­ cia, en los que, com o en la p ila stra y de acuerdo con la n a ­ rra c ió n bíblica, se h a sentado al lado del pozo p a ra d e s c a n s a r34. B asándonos en el estilo no podem os a ú n d e te rm in a r con exactitud de qué país procede el m odelo, que reúne evidenL . d e B r u y n e , L'im position des matns dans l ’art chrétien anclen. RivArohCrist. 20, 1943, 166-74, fig. 8,14 (de T arragon a) 18. 33 C. R. M o r e y , The Gold-glass co llectio n o f the Vatican Library, V atican o 1959, n° 31, con lám . en color. Es p rob ab le q u e se trate ya del árbol de la vida. V. Lexikon der christlichen Ikonographie 1, 1968, 262. 34 San Juan 4,6: «Porque Jesús estaba cansado de cam inar, se sen­ tó, sin m ás, al lado del pozo». Com o ejem p lo tem prano citam o s una pin tura de las C atacum bas de S a n C a lix to (P. d u B o u r g u e t , L a peinture paléochrétienne, 1965, lám . 4 ) , otra de San P ed ro y M arcelino ( W i l p e r t , Ein Zyklus C hristologischer Gem alde, 1891, lám . 4 ) , el m o­ saico de S. Giovanni in Fonte en Ñ apóles <J. L. M a i e r , Le baptistére de Ñapóles et ses m osáiques, F ribu rgo 1964, lám . 4), un sa rcófago de N arbona (W ilpert, Sarcófagi, l á m . 231, 2 . L e B l a n t , Les sarcophages chrétlens de la Gaule, lám . 47,2. DACL 15,1, Paris 1950, s. v. S am aritain e, fig. 10774) y la m iniatura de! E vangeliario de R ábula (C. C ecchelli, 1. F u r t . a n l M . S a l m i , The Rabbula Gospels, Olten 1959, f o l . 6a) y tam bién la Pixide de la V oulte-Chilhac (DACL 14,2, Paris 1948, 1991 fig. 10578; W. F. V o l b a c h , op. cit. n° 145). (1 6 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. LA PILASTRA DE SAN SALVADOR 251 tememle elem entos occidentales y o rien tales, aunque con to d a seguridad es de origen occidental. Debió tra ta rs e tam b ién de escenas d ib ujadas, tal vez m in ia tu ra s o tra b a jo s en m árfiJ, que luego se a g ra n d a ría n y se llevarían a la p ied ra. De acu erd o con esta suposición direm os con resp ecto a la ord en ació n de las escenas en espacios rectangulares, que en la a n tig ü ed ad podem os señ alar algunos relieves de p ied ra p a ra los que en los siglos V y VI sólo en co n tram o s analogías en tra b a jo s de m arfil o en m anuscritos. T anto en los grandes dípticos que debieron su origen a la c á te d ra de M ax im ian o 35 (Lám. 10), com o en la B iblia de San A gustín que con to d a seguridad tuvo su origen e.n O ccidente (Ita lia ? ) m , encontram os escenas de m ilagros v de la vida de Cristo en la m ism a disposición. (Fig. 2.) 35 En relación con esto puede señ alarse que en el escrito «Vita vel gesta S. Ildefonsi Toletanae sedis M etropolitani episcopi» (H . F l o r e z , España Sagrada V , 1750, 489), que se atrib u ye al obispo C ix ila de T oledo (770-83), pero en opinión de C, Díaz y D íaz, p arece haber sid o escrito por un obispo que vivió en el siglo X (R ev. E spañola de T eología 17, 1944, 101) se cuen ta que San Ild efonso al e n trar en la cated ra l v ió a la V irgen M aría sentada en da cáted ra ebúrnea en la qu e él com o o b is­ po acostum braba a sentarse p ara salu dar al pueblo. (A t ille sibi bene conscius ante A ltare Sanctae V irgin is reperit in C ath ed ra ebúrnea ipsam D om inam sedentem , u b i solitus era t E piscopus ¡sedere et populum salutare [quam cath ed ram nullus E piscopus adire teotavit, nisi postea dom us Sisibertus, q u i sedem ipsam perdens exilio relegatu s est]). Aun cuando el texto que n arra el m ilagro es de origen posterior, apenas podría dudarse de la existen cia de la cáted ra ebúrnea. C om o no sabe­ m os nada de los trab ajo s de m árfil que pudieron hacerse en la Penínsuela d e esos siglos, podem os suponer que se tratab a de una cáted ra im portada, com o la s que conocem os de R avena y de otro s fragm en tos, que se han querido atrib u ir a las sedes ep iscopales de Tre veris y G ra­ do. En todo caso debe contarse con la p o sibilid ad de que tam bién en Toledo pudiese haber habido una cáted ra de m a rfil sem ejante, decorad a Lon escenas bíblicas. Por el contrario, la cáted ra de 'la cated ral de San tiago de Compostela, que se m enciona en un docum ento del año 911, estab a hecha de m adera y hueso. En esa época no puede, desde luego, con tarse con una im portación. Véase M . G o m h z - M o r e n o , Iglesias M ozárabes, 1919, 332. y . F . W o r m a l i i , The M iniatures in the G ospel of St. Agustirte, (17) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 252 H. SCHLUNK Parece asim ism o evidente que el m odelo no debió ten er su origen en E spaña. La p e cu liarid ad de la p ila stra , cuya fo r­ m a general p resu p o n e tradiciones de M érida, co n siste en que fue tra b a ja d a p a ra u n edificio eclesiástico y p ro v ista de u n pequeño ciclo d e escenas cristülógicas, que no conocem os h a s ­ ta ah o ra de o tra s iglesias de la Península. A unque n o tenem os la m enor indicación respecto a la colocación de la p ila stra d e n tro dél edificio de la iglesia — sería sed u cto r p e n sar e n un gran cancel que separase el espacio reservado a los sacerdotes del destinado a los la ic o s 36— sigue siendo im p o rta n te poder C am bridge 1954, 6-7, con referencia a los ejem plos citad o s en el texto y lám . 2, 7-9. 36 Por las instrucciones del I C on cilio de B ra ga del año 546 (C a­ non 13) (J. V i v e s , C oncilios visigóticos e hispano-romanos, B arcelon a 1963, 73 sigs.) y sobre todo del IV Concilio de T oledo d el año 633 (C a ­ non 1S) ( V i v e s , op. cit. 198) sabem os que en la m isa sólo el sacerd ote V el levita recibían la Com unión en el m ism o altar, el resto del clero en una p a rte separada del altar, que se d esignaba com o «coro», m ien­ tras que a lo s m iem bros de la com unidad, o feligreses, se les daba la Com unión fuera del coro. De la época visigod a se han con servado hasta n osotros dos iglesias en las que se reconocen aún claram ente, tanto la separación del a ltar y d el coro, com o la de este ú ltim o con la parte destinada a los fieles. Son la Iglesia de S. G iáo cerca de N azaré en Portugal (recién descubierta) y la de Sta. C om b a de Bande (Orense). M ientras qu e en esta últim a iglesia debió haber habido en am bos sitios canceles, el coro, a m odo de n ave transversal, de S . G iáo está separado de! espacio de ios laicos por un verdadero m uro, que ten ía un arco en el centro, cu yo tam año corresp on d ía al del ábside, p e ro presentaba a cada lado una abertu ra a m odo de ventan a que com u n icaba el «coro» con el espacio destinado a los laicos. E sta m ism a disposición puede observase aún en num erosas iglesias asturian as y m ozárabes; el m o ­ delo de S. G iao lo sigue el ed ificio m ás antiguo, que se h a conesrvado aún en Asturias, la Iglesia de S. Julián de los Prados; una separación por m edio de can celes existió en S. S alvad o r de V ald ed ios, Priesca, Gobiendas y la iglesia ru pestre de B ob a stro de la época m ozárabe. En Sta. Cristina de Lena y S. M iguel de E scalad a existió una separación entre el coro y el espacio de los laicos po r m edio de colu m nas qu e de­ bieron sostener arcos o un arq u itrave — conocido en español con e. nom bre de «iconostasis»— . Una separación análoga debió existir tam ­ bién en las iglesias de Lourosa y B am ba. Si la p ilastra de T oledo pudo form ar parte de un cancel, debió correspon der al tipo ú ltim am en ­ te m encionado, presentando com o peculiaridad n otable que las pilas(18) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. LA PILASTRA DE SAN SALVADOR 253 F i g u r a 2 .a Cambridge, Corpus Christi College, M S 286. El Evangelista San Lucas y escenas cristianas. m Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 254 H. SCHLUNK co m p ro b ar que, lo m ás ta rd e desde prin cip io s del siglo V II, se em pezaron a em plear e n la decoración de las iglesias esce­ nas dól N uevo Testam ento. Con ello la p ila s tra co m pleta del m odo m ás feliz n u e stro concepto acerca de la decoración de las iglesias españolas con escenas cristian as que h a s ta ah o ra se lim itaba a los capiteles y rélieves de S an P edro de la N a v e 37 y Sta. M aría de Q uintanilla de las V iñas 34 y al cap itel con sím ­ bolos de los E vangelistas de C ó rd o b a 39. No puede, p o r tan to , h ab larse de u n antagonism o a las im ágenes en la iglesia espa­ ñola d e e sta época. tras del cancel esUiban decoradas con un ciolo cristológico. Pero m ien­ tras no pu ed a dem ostrarse p o r m edio de excavaciones la existencia de tales canceles en iglesias del siglo V II, tiene esto que q u ed ar en m era suposición. 37 H istEsp. 32, .1963 , 598-629; ArsHisp. 2 , 289-299. 38 H istEsp. 3-, 1963, 635-659; ArsH isp. 2, 1947, 299-306. 3» ArchEspA rte 17, 1945, 247-249; ArsHisp. 2, 1947, 267-269; H istEsp. 32, 1963, 759-763. (20) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. TESTIMONIOS ARQUEOLOGICOS PALEOCRISTIANOS EN TOLEDO Y SUS ALREDEDORES.LOS SARCOFAGOS Por MANUEL SOTOMAYOR, 5. J. La región en que, unos siglos m ás tard e, h a b ría de surgir la cap ital de la E sp a ñ a visigoda, aparece ya a p rin cip io s del siglo I V com o un cen tro cristian o digno de consideración, a juzgar p o r Jos restos arqueológicos que h an llegado h a sta n osotros y, en concreto, p o r los sarcófagos y fragm entos de sarcófagos del siglo IV. E n la m ism a ciudad de Toledo existen solam ente dos de estos testim onios, am bos frag m en tario s y pequeños, y am bos tam bién m uy poco conocidos: un fragm ento de figura h u m a­ na, hallado recientem ente, y el fragm ento in sc ru stra d o en la fam osa P u e rta del Sol. FRAGMENTOS DE TOLEDO E n los alm acenes del M useo Arqueológico Provincial, en o c tu b re de 1967, hem os tenido ocasión de ver un fragm ento de m árm ol en co n trad o en terren o s cercanos a la fáb rica de arm as de Toledo p o r u n o de los equipos estudiantiles de r e ­ cuperación a rtístic a Se conserva en él ún icam en te el cuerpo y m utilado de un p erso n aje vestido con túnica y p a lio ; no tiene cabeza y a p a rtir de la c in tu ra se inicia u n a ro tu ra en 1 D oña M atilde Revuleta, D irectora del M useo A rqueológico P ro­ vincia), tuvo la am abilidad de m ostrárm elo y de perm itirm e h a cer la fotografía que publicam os. El Prof. D. Pedro de Palol, con el qu e hacía la visita a los alm acenes del Museo, ad virtió tam bién en seguida que se trataba de un fragm en to de una fig u ra de C risto. (1 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 1 M. SOTOMAYOR bisel que p e rm ite reconocer todavía los pliegues horizontales del palio cruzado a la a ltu ra de las caderas, p ero n a d a m ás del m ism o palio y p o r supuesto, n a d a de las p iern a s y p a rte b a ja del cuerpo, q u e falta totalm ente; tam bién se h a p erdido el brazo izquierdo; del derecho queda el a n te b raz o ; la r o tu ra se h a p ro d u cid o a la a ltu ra del codo, y e s ta circu n stan cia p e r ­ m ite ver todavía el extrem o de la m anga c o rta de la túnica, haciendo su p o n er al m ism o tiemipo que el brazo e sta b a exten­ dido, p o stu ra típica de la figura de Cristo en las diversas es­ cenas de m ilagros en que suelle rep re sen ta rse en los sarcófagos cristianos del siglo IV (fig. 1). No cabe d u d a de que el frag ­ m ento perteneció a un sarcófago; la p a rte p o ste rio r es to d a lisa y pu ed e d istin g u irse perfectam en te cóm o la fig u ra del p erso n aje e stá ad h e rid a a u n fo n d o que es el fren te del s a r­ cófago (fig. 2). El fragm ento es dem asiado pequeño p a ra p o d e r p u n tu aliz a r m ucho en cu an to a la datación, d e n tro del siglo IV al que ciertam en te pertenece. Los pliegues de la tú n ica son angulosos y en ellos no se h a u sado el tré p a n o ; si se tra ta de u n a escul­ tu ra term in ad a del todo, esta c a ra c te rístic a in d ic a ría m ás bien una fecha tem p ran a d e n tro del m ism o siglo IV y a esa d a ta ­ ción nos inclinam os, con las reservas expuestas. A p esar d e lo exiguo del fragm ento, su válor com o testi­ m onio arqueológico no es despreciable; nos advierte la exis­ ten cia de un sarcófago m ás, y procede p recisam en te de u n lugar com o el contiguo a la fáb rica de arm as, lu g a r de tra d i­ ción paleo cristian a conocida, cercano a la an tig u a basílica visigótica de Sta. Leocadia. Si este fragm ento, p o r ser m uy reciente su hallazgo, es des­ conocido, matl conocido es tam bién el o tro fragm ento de la ciudad, que desde no pocos siglos se halla em p o trad o en la fachada occidental y p rin cip al de la P u e rta del Sol. Precisa­ m ente p o r hallarse en esa posición ta n elevada y ta n poco accesible a u n a los teleobjetivos fotográficos, e ste fragm ento ha sido citado m uchas veces pero n u n ca se ha podido e stu d ia r de cerca y con detención. Tam bién en octu b re de 1967, he te­ nido el privilegio de poderlo co n tem p lar a unos centím etros de distancia, m edirlo y fotografiarlo. La fig. 3 es la fotografía obtenida en esa ocasión. Pero antes de ocuparnos de este p u n ­ (2 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. SARCOFAGOS PALEOCRISTIANOS 25? to, resum am os aquí Jo que h a sta a h o ra se h ab ía dicho del fragm ento de la P u e rta del Sol. M ariátegui, en 18642, dice del frag m en to : " E n el c e n tro de la a rq u e ría inferior, que hem os descrito, se ven dos p e­ queñas figuras que p arecen de m u je r y sostienen sobre sus cabezas un plato en que se descubre o tra cabeza a is la d a ; todo el g rupo es de m árm o l blanco, de g ro sera escultura, y se dice que rep re sen ta a dos doncellas que h a b ía n sido atro p ellad as p o r F ern an d o González, alguacil m ay o r de Toledo, a quien el rey S- Fernando, sa b e d o r de la in ju ria, m andó decapitar, o r ­ denando p o n er en el lugar que ocupan las figuras de e n tra m ­ b a s p a ra ejem p lar escarm iento de otros m ag istrad o s". No hay que decir que el p la to que M ariátegui vió sobre las cabezas de las dos figuras es el b o rd e su p erio r del sarcófago; sí, en cam bio, conviene ad v ertir, que sobre el frag m en to paleocrístiano hay em p o trad o o tro fragm ento de, m árm ol y estilo m uy parecido, p e ro de dim ensiones m uy superiores, de u n a cabeza en posición frontal. E n 1900 E. H ü b n e r 3 escribe, m ucho m ás acertad o en la in te rp re ta c ió n : "E n Toledo, em p o trad o s en la p a re d de la p u e rta de la ciudad llam ad a dél Sol, dos frag m en to s con figu­ ras, que m u estra n a Cristo con P edro apóstol. Joh. Ficker, M ittheilungen des rom . archáol- In stitu ís IV 1889 p. 78, no ta que pertenecen a u n sarcófago quizá dól siglo V." M uy pocos años después, en 1905, D. R odrigo A m ador de los Ríos y V illalta da noticia del m ism o frag m en to y al m ism o tiem po rep ro d u ce en su o b ra u n a fo to g rafía de él que es la ú n ica útil h a sta el m om ento, aunque no m uy conocida p o r tra ta rs e de u n a o b ra m o n u m en tal que n o se e n cu en tra en to ­ das las b ib lio te c a s 4: " p erfo ra la fábrica, d e n tro dól arq uillo central —dice, describiendo la fach ad a occidental de la P u e rta del Sol— pequeña v entana p e ra lta d a ; y e m p o trad o en la p a rte in fe rio r de la m ism a, m u éstrase en alto relieve u n trozo del 2 A rte ’ 4 pág. Arquitectura m ilitar de la Edad Media en España. Toledo: «El en España» 3 (1864) 19-20, Inscript, Hispa, christ. Stipplem entum , B erlín 1900, pág. ITT. M onum entos arquitectónicos de España. Totedo. M adrid 1905, 340 y fig u ra de la pág. 341. 17 Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. (3 ) 258 M. SOTOMAYOR fren te de un sarcófago ro m ano-cristiano del siglo IV, lab rad o en m árm ol blanco, con dos figuras varoniles en p rim e r té r ­ m ino, b a rb a d a s — de hecho, la fig u ra de C risto es im berbe— , que visten túnica y m anto, y o tra s dos, de que sólo aparece la cabeza de u n a en el fondo, y entrem edias de las o tra s, las cua­ les tienen al pie un ave corpulenta, de perfil, p resen tan d o n o to ria sem ejanza estas figuras con las del sarcófago de Layos, en la sacristía de S anto D om ingo el R e a l; encim a del b o rd e o m o ld u ra rec tan g u la r de aquel fragm ento, d estaca u n a cabeza de b u lto y de m ayor tam año, ro m an a acaso, p ero b o rro sa y de indecisas líneas, allí indu d ab lem en te colocada, con el fragm en­ to susodicho, en la XVIa c e n tu ria ”. De todas las rep ro d u ccio ­ nes p u b licad as de este fragm ento que conozco, la de A m ador de los Ríos es la única en que se pu ed a a p reciar la existencia de esos dos p erso n ajes de fondo que adem ás describe, com o hem os visto. S obre la in te rp re ta c ió n dice: "Los escritores que h a sta aquí h a b la n de estos singulares relieves — cuya original p rocedencia es realm ente desconocida, y que h u b iero n de ser allí colocados al tiem po acaso que el m edallón circular, com o p arece h u b iero n de ser hallados no lejos de aquel sitio— , han dado, ya que no origen, p áb u lo p o r ilo m enos a la tradición, con fa n ta sea r la que h a servido de tem a a n u e stro m uy que­ rid o am igo y p arien te el no tab le h isto ria d o r de B aena y ele­ gante p o e ta D. Francisco V alverde y Perales p a ra la sentida com posición que titu la Los Niños herm osos (Leyendas y T ra­ diciones relativas a Toledo, C órdoba y G ranada, Toledo 1900) en di supuesto de que las dos fig u ras del fragm ento del sarcó ­ fago son fem eniles y que sostienen so b re sus cabezas u n a especie de b an d eja, la cual no es sino el b o rd e del sarcófago referido, con u n a cabeza aislada, que es la del señor de Yegros, a quien im puso capital castigo S an Fem ado. O tros creen que el relieve es alusivo a San Ju a n B au tista, a quien fue dedicada e sta P u erta, au nque si el ave de que hem os hecho m érito es com o águila estim ada, parece m ás p ro p io hiciera relación con el E vangelista. Por la que to ca a la cabeza su p erio r que es independiente del relieve, todo obliga a p resu m ir sea "la ca­ beza de p ied ra de u n a m o ra ”, la cual cabeza estuvo en la in ­ m ed iata P u e rta de la Cruz, o Bib-Al-M ardón, según consigna Luis H u rtad o de M endoza de Toledo, en su M em orial a Feli­ (4) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. SARCOFAGOS PALEOCRISTIANOS 259 pe I I : véase al p ro p ó sito las páginas 189 y 190 del t. V II de "E l A rte en E sp a ñ a ” 5. Vemos, p o r fin, descrita la escena del fragm ento en cues­ tión de m an e ra c o rrecta y acertada, p o r D. Ju a n de M ata C a rria z o 6 en 1925: “Toledo: fragm ento de sarcófago, em p o ­ tra d o en la to rre a lb a rra n a llam ad a P u e rta del Sol. Lo publicó R. A m ador de los Ríos en el volum en Toledo (M adrid 1905), de la nueva serie de M onum entos A rquitectónicos de E spaña. Se en cu en tra engastado a g ran altu ra, en la fach ad a de poniente de la torre, sobre la clave del gran arco ex terio r y d e n tro de la a rq u e ría decorativa de arcos de h e rra d u ra cruzados. Es p a rte de u n sarcófago sem ejante al de B erja, con u n a escena que se rep ite en este m ism o: C r i s t o anunciando la negación de San Pedro. A m ador de los Ríos tom ó p o r águila el gallo c a ra c ­ terístico, y supuso u n a escena con S an Ju a n E vangelista". En el corpus de los sarcófagos paleoeristianos de W ilpert, el fragm ento de Toledo no ha podido e n c o n tra r un lu g ar en las lám inas; solam ente está rep ro d u cid o en el vol. I de texto, fig. 68; es u n a fo tografía pequeñísim a, reto cad a y poco clara, en la que adem ás de no apreciarse las dos figuras de fondo, apenas se distingue ningún detalle de las figuras principales ni del gallo. W ilpert dice de este frag m en to : "F in alm en te, en u n fragm ento e m p o trad o en la P u e rta del Sol, en Toledo, el gallo h a sido cam biado en p a lo m a ” 7. Al e x am in ar de cerca el fragm ento hem os podido com probar, com o puede verse p o r o tra p a rte en n u e stra fotografía, que no hay tal cam bio; el gallo, aunque m utilado, sigue siendo gallo. G. Bovini nos da en su fig. 89 8 u n a fotografía de la p a rte de a rq u e ría de la P u e rta del Sol, en la que aparece el frag m en ­ to, sin que pueda distinguirse tam poco ningún detalle.. La ocasión de c o n te m p la r p o r fin de cerca este fragm ento, m edirlo y fotografiarlo, llegó en octubre de 1967, con m otivo 5 Ibid. pág. 340, nota 2. 6 E l sarcófago cristiano de Berja: A rchE psA rA rq. 1 (1925) 197-218; ver pág. 200. 7 I s a r c o f a g i c r i s t i a n i a n t i c h i I, R om a 1929, pág. 119 y fig. 68. 3 G. B ovini, / sarcofagi paleocristiani della Spagna, C ittá del V a ti­ can o 1954, fig. 89 de la pág, 220. (5) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 260 M. SOTOMAYOR del X III C entenario de San Ildefonso de Toledo. G racias al apoyo p re sta d o p o r D. Ju a n F. R ivera, y a las diligentes ges­ tiones de D. Julio P orres M artín-C leto, ed Excm o. A yuntam ien­ to de Toledo puso a n u e stra disposición u n a escalera de bom ­ beros que nos p erm itió conseguir todas esas ven tajas, en o rd en al C orpus de sarcófagos p aleocristianos españoles que está en preparación. El frag m en to m ide 0,50 m. de alto p o r 0,40 m. de ancho m áxim o. Como puede verse en n u e stra fig. 3, a la izquierda aparece u n a fig u ra de fondo, sin pies ni cabeza en la actu ali­ d a d ; sigue, hacia la derecha, la fig u ra de Pedro, en posición de tres cuartos, vuelto h acia su izquierda, es decir, h acia la fig u ra que le sigue (sin ten er en cuenta la de fondo que hay e n tre P edro y C risto), que es Cristo. Todas las figuras e stá n b asta n tes d e sg a sta d a s; d esgraciadam ente el fragm ento lleva ya siglos expuesto a la inclem encia del tiem po, que llegará a deshacerlo totalm ente, si no se tom a algún día la b u en a de­ term inación de su stitu irlo p o r un vaciado y llevar el original al M u seo : m edida ésta que creo claram ente exigida p o r la n e ­ cesidad de conservar este pequeño pero precioso m onum ento de la an tigüedad cristiana, único testim onio arqueológico ju n ­ tam en te con el fragm ento antes m encionado, de esa época de la h isto ria toledana- La cabeza de Pedro es u n a de las p artes del relieve en donde se n o ta m ás la acción destructiva, de la intem perie ; p ero puede apreciarse todavía que tenía b a rb a y ab u n d a n te cabellera. Con la izquierda S. P edro sostiene él b o rd e plegado dell palio que le cruza a la a ltu ra de la cinturaEl brazo derecho, m uy co rro íd o tam bién, e stab a agudantem ente plegado p o r el codo y lo que queda de la m ano d erecha nos perm ite asegurar que h acía el gesto típicam ente o ra to rio : ex­ ten d ía los dedos índice y corazón. De la figura de fondo que hay e n tre P edro y C risto, se ap recia bien la cara, de p erfil, vuel­ to a su derecha, o sea hacia Pedro, barb ad o . Cristo e stá en posición casi frontal, ligeram ente vuelto hacia su derecha, h a ­ cia. Pedro. La m ano derecha, ro ta, hacía tam b ién el gesto ora­ to rio ; con la izquierda a g a rra el borde del palio que le, cae verticalm ente desde el horñbro izquierdo. E n tre C risto y Pe­ d ro queda u n a b u en a parte, del g a llo ; se aprecia bien todo el cuerpo, el ala izquierda, el cuello y p a rte de la cabeza; el cuer(6) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. "«muro PsoviNciAi © a o SARCOFAGOS PALEOCRISTIANOS 261 SQ/onisa í po del gallo está dirigido hacia Pedro, y p ro b ab lem en te tam ­ bién la cabeza, aunque en algunos casos lo en co n tram o s con la cabeza vuelta hacia atrás. N o cabe duda que el frag m en to de la P u e rta del Sol h a sido retocado; pro b ab lem en te al ser colocado en su lu g ar a c ­ tual- Se ad v ierten retoques claram en te en los ojos de C risto, en los ojos, nariz y boca de la fig u ra de fondo. Los h a y ta m ­ b ién en algunos pliegues de las v estiduras, p e ro aquí es m ás difícil distinguirlos. Los reto q u es no im piden, sin em bargo, a trib u ir el fragm ento, p o r su estilo, a u n a época m ás bién tard o -co n stan tin ian a, cercana y a al llam ado "estilo b ello": la fo rm a alarg ad a de la cabeza de S. Pedro, la c a ra red o n d ead a y ca rn o sa de Cristo, el c o n ju n to de la cabellera, reto c ad a ta m ­ bién, según creo, p ero que no pertenece ya al peinado llam ado C risto-E stación y se acerca en cam bio al C risto -N iñ o s; los pliegues m ás suaves y ad ap tad o s al cuerpo d e las tú n ic a s y palios. E sta determ inación cronológica p o r el estilo de la e scu ltu ra se confirm a tam b ién desde el p u n to de vista com po­ sitivo de la iconografía. E n tre los m uchos casos que se nos h an conservado, de escenas del gallo en sarcófagos paleocristianos, hay un g rupo no m uy a b u n d a n te de ellas en el q u e Per dro hace este gesto de h a b la r; unos 10 u 11 casos solam ente, que re p re se n ta n un 15% de las representaciones de este tipo; generalm ente son todos tard ío s 10. Los p aralelos m ás cercanos los encontram os en el sarcófago de G lerm ont-F errand (WS 99, 1-3; 330-340), en u n sarcófago de árboles de Arlés (WS 227,2; hacia 350) y en el Lat. 138 (WS 124,2; 330-340). H acia esas m is­ m as fechas convendría d a ta r n u e stro fra g m en to : 330-345. E n u n a zona relativam ente red u cid a a lre d ed o r de la c iu ­ dad de Toledo, h an aparecido o tro s resto s m ás im p o rta n tes y m e jo r conservados de sarcófagos paleocristianos. Com ence­ m os p o r los m ás cercanos. 9 C f. F, G erke, Christus in der spatantiken Plastik, B erlín (2.a ed.), 1941. 19 Cf. M. Sotom ayor, S. Pedro en la iconografía paleocristiana, G ra­ nada, 1962, pág. 44. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 262 M. SOTOMAYOR LOS SARCOFAGOS DE LAYOS A unos 10 km. en línea recta al S. O. de Toledo se halla el pueblo de Layos. Dos sarcófagos proceden de ese lu g ar: uno se en cu en tra actualm ente en la Real Academ ia de la H istoria, de M adrid, y el o tro en el M useo M ares de B a rc e lo n a ; de este ú ltim o se conserva únicam ente el fre n te del sarcófago. El que hoy se e n cu en tra en M adrid fue el que apareció p rim ero , y de él tenem os ab u n d an tes datos históricos. Sabe m os con exactitud que se e n c o n tró en 1627; nos lo cuenta, 27 años después de su descubrim iento, D. P edro de R ojas, con­ de de M ora, señ o r d e la villa de Layos n, que h a b la así de su villa: "Y si al p rese n te es de co rta vecindad, hay noticia de su gran antigüedad y de que en tiem pos de los rom anos fue m uy noble y gran población; y au nque ignoram os su fundación, sa­ bem os se llam ó Cayo. Danos estas noticias el P- G erónim o R o ­ m án de la H iguera (H ist. de Toledo I p. tom o 2, lib. 6, c. I, fol. 82 ol. 2) y de cóm o la tuvieron los árabes... y así m ism o a firm a que se h allan e n su térm ino edificios y ru in as del tiem ­ po de los rom anos. Hace cierto lo que e s tá p ro p u esto , el h a ­ b erse descubierto el año de 1627 en e s ta villa u n a pieza... En este año, deseoso un vecino y sa cristá n de e sta villa, de h a c er u n a cerca en u n c o rral de su casa, se c o n certó con u n m aestro albañil, llam ado Gonzalo Ju a , p o rtu g u és de nación, que le sacasen c an tid ad de p ie d ra él y otros po rtu g u eses oficiales suyos, de u n a tie rra que tenía en el egido que. e stá al s a lir de la villa, ju n to al cam ino que va a la sierra, e n tre la esq u in a de los ja rd in e s de las casas de ilos S eñores d esta villa y casa del m ism o M arcos de Segovia. F ueron sacando p ied ra, y h a ­ llaro n u n a a rc a de m árm o l blanco, de dos v aras y m edia de largo, y m edia v a ra y dos dedos de alto, y siete ochavas de ancho, con su cu b ierta del m ism o m árm ol, en dos pedazos, que se a p ro v ech aro n en su obra... H ase h allad o en este sitio donde e sta b a el arca un suelo m uy lucido de arcilla, y otros cim ientos de argam asa, que denotan alguna o b ra de rom anos 11 H istoria de la imperial, nobilísim a, ínclita y esclarecida ciudad de Toledo..., M adrid, 1654, págs. 227-229. (8) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. SARCOFAGOS PALEOCRISTIANOS 263 y es sin du d a que si se cavara p o r aquellas p a rte s, y en o tra s del térm ino desta villa, se h a lla ra n m ás antiguallas". E n diciem bre de 1752 este p rim e r sarcófago de Layos se e n c o n trab a todavía en la casa del conde de R ojas, en el m ism o L a y o s . Don Luis José Velázquez, m arq u és de V aldeflores, realizó un viaje de estudios p o r encargo de la A cadem ia de la H isto ria y en esa fecha estuvo en Layos, vió el sarcófago y envió d ibujo de. él a la Academia. Se conserva tod av ía el di­ b u jo en el que se leen e sta s palab ras, que A. Fernández-G uerra dice ser de S antiago P alom ares: "A lo que dice el señ o r Veíázquez añado yo que este sepulcro se h a lla en u n cu a rto b ajo de la casa que en Layos tiene eil conde de M o ra ” C ontinuaba allí en 1804, com o nos dice A. Fernández-Guer ra : “Con ocasión de h a b e r rem itid o nueva co p ia de él D. Ni­ colás de V argas a la A cadem ia de la H istoria, sabem os que perm anecía en la villa a principios del año 1804 y que el eru­ dito D. José Ortiz y Sanz, deán de Já tib a , hubo de e m itir dic­ ta m e n ..." 1’. Pasó después a B urguillos de Toledo, en donde el m ism o Sr. D. A. F ernández-G uerra consiguió a d q u irirlo p a ra la Academ ia de la H isto ria: “El Sr. F ernández-G uerra m an i­ festó que, noticioso de existir en la población de B urguillos el sarcófago c ristia n o h allad o en la villa de Layos en 1627 y de que sus. dueños lo cederían tal vez a la A cadem ia con ciertas condiciones p ero ventajosam ente, h a b ía p a sad o a B urguillos el dom ingo ú ltim o y consiguiendo com pletam ente su objeto. Pidió se le au to rizase p a ra h a c er la ad quisición y vencer las dificultades que surgiesen; y la A cadem ia acordó darle u n voto de confianza p a ra to d o , esperando de su discreción y celo que arreglase este a su n to del m ejo r m odo apetecible" 14. E n la sesión celebrada p o r la A cadem ia el viernes siguiente, 24 de o ctu b re, se dió cuenta deil éxito de la gestión realizada, dán­ 12 L. J. V elázquez, Papeles varios de antigüedades, tom o 2.°, fol. 144­ 146. Ms. de la Real Academ ia de la H istoria, M adrid, 74. 9/4128. 13 A. Fernández-Guerra, A ntiquísim o sepulcro cristiano de Layos existente en el convento de Slo. Dom ingo el real de T o led o : «El Arte en España» 1 (1862) 168-180; cf. págs. 171-172. 11 «Actas de la Real Academ ia de la H istoria», Libro X X IV ; acade­ m ia del viernes 17 de octubre 1862. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 264 M. SOTOMAYOR dose cuenta tam b ién de los gastos de adquisición y traslación del sarcófago al p iso b a jo de la Casa P a n a d e ría 1S. El sarcófago de Layos, de la Real A cadem ia d e la H istoria, m ide 2,09 m. de longitud, 0,58 m. de a ltu ra , 0,67 m. de a n ­ chura. El esp eso r m edio de sus paredes es de 5,5 cm. e n él fren te y de 8 cm . ©n los o tro s tres la d o s ; la a ltu ra de las fig u ­ ra s es de unos 49 era. (fig. 4). Las escenas que decoran su fre n te son frecu en tes on la te­ m ática h a b itu a l de los sarcófagos paleocristianos; de izquier­ da a d erecha: resu rrecció n de Lázaro, cu ra c ió n del ciego, Adán y Eva, cu ra c ió n del p aralítico , O rante, escenas de la m u ltip li­ cación de los panes y peces y cam bio del agua en vino fu n d i­ das en u n a sola, sacrificio de A brahán y escena a p ó crifa de S. P edro haciendo b ro ta r el agua de la roca. T anto desde el p u n to de vista iconográfico com o del e sti­ lístico, el sarcófago de Layos hoy e n M adrid p rese n ta c a ra c ­ terísticas m ás p ro p ia s de u n a época p re o p ro to -co n stan tin ianas que de u n a época m ás tard ía. E n la escena de la curación ded ciego, p o r ejem plo, el ciego m antiene los b razos caídos v e rtic a lm e n te ; casi todos los ejem p lares conservados con esta a c titu d del ciego s o n m uy antiguos, al m enos p ro to co n stan tinianos 16. F. G erke pone este, sarcófago com o ejem plo d e ex­ cepción p ro to c o n sta n tin ia n a en la escena de la cu ració n del p aralítico , que co n siste en que el ap óstol que, acom paña a C risto en e sta escena y C risto no se m ira n m utu am en te, sino que am bos m ira n en la m ism o dirección y las cabezas se r e ­ p rese n tan según el p rin c ip io de la isocefalía, a la m ism a al­ tu ra 11. La O rante o rd in a ria m e n te aparece en los sarcófagos acom pañada p o r dos figuras m asculinas que p u eden s e r após15 Ibid. academ ia d el viernes 24 de oct. 1862. E n e sta m ism a a ca ­ dem ia, «dióse cu en ta de o tro sarcófago que h a y en H ellín y habiendo quedado el Sr. Z aragoza en ad qu irir m ás n oticias e inform es acerca de tal m onum ento, se com isionó ad efe cto a dicho S r. A cadém ico y se puso con esto fin a la junta». A ctu alm ente se encuentran ju n tos los sarcó­ fagos de Layos y de H ellín en la Rea! A cadem ia de la H istoria, en M adrid. 16 WS 9,2; 156; 179,2; 184,1; 203,1; 214,8; 215,7. 17 F. G erke, D ie christlichen Sarkophage der vorkonstantinischen Zeit, B erlín 1940, pág. 217, n ota 2. (1 0 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. Fig. 1,— T o l e d o , —Museo Arqueológico ProvincialFragmento de escultura de un sarcófago. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. Fig. 2 . — T o l e d o . — Museo Arqueológico Provincial. Parte posterior de la figura del sarcófago. «í.a figura del personaje está adherida a un fondo que es frente del sarcófago.» Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. Fig. 3 .— T o l e d o . - Puerta del Sol. Fragmento de un sarcófago. Figuras de Cristo y San Pedro. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. Fig. 6.— E k u ste s.— (Madrid. Museo Arqueológico Nacional.) F rag m en to de sarcó fag o . Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. SARCOFAGOS PALEOCRXSTIANOS 265 toles y en algunos casos son P edro y P ab lo ; m uy ra ra m e n te aparece sola, com o en m uestro sarcófago y en o tro s varios tam bién pre o p ro to co n stan tin ian o s 1S. No es frecu en te y quizá tam bién sea un signo de antigüedad, el hecho de que A brahán y S- P edro aparezcan im berbes- Por da que toca al estilo, el relieve b a jo y sin ninguna concesión al puntillism o y a la téc­ nica del claro-oscuro obtenido p o r el uso del trépano, que. aquí e s tá to ta lm e n te ausente, son cara c te rístic a s p ro p ias sobre todo de los tiem pos tard o tetrárq u ic o s w. A época tem p ran a pertenecen tam bién o tras c a ra c te rístic a s: pliegues angulosos en los vestidos, cejas negativas en ila O rante, cabezas de C ris­ to pertenecientes a! tip o de C risto-H éroe (cabello e n so rtija d o V o rejas lib r e s ) 20. Creem os, p o r tan to , que el sarcófago p rim e ro d e Layos es de los p rim e ro s tiem pos con stan tin ian o s, procede con toda p ro b ab ilid a d de Rom a, y de talleres cercanos al Arco de Cons­ tan tin o y puede fecharse entre 310-3202I. « Cf. W S pág. 335; WS 9,2; 19,1; 19,6; 61,3; 92,1; 98.1; 112,2; 114,3, 119,7; 123,3; 143,1; 203,1; 214,4; 219,2. 19 Cf. F. Gerke, o.c. en la nota 17, .págs. 66-68. 30 Un buen paralelo tenem os en el sa rcófago de B alaán , del que dice L, De B ruyne: «El tipo de peinado en las figu ras de C risto, de B alaán y del ángel en la escena de T obías po r otra parte, es todavía el ca ra c ­ terístico del p eríod o preconstantiniano». Cf. L. De Bruryne, Sarcófago cristiano con m iovi tem í iconografici scoperto a S. Sebastiano sntla vía A ppm : Riv. Arch. Crist. 16 <1939 ) 269. Creo que el sarcófago de Layos pertenece al m ism o taller que el de B alaán. Tam bién creo que perte nece al m ism o taller, aunque sea algo posterior, el sa rcó fa go de Theusebius publicado p o r H. L. Hem pel, T heusebius renatus in Christo: Rom , Ou. 61 (1966 ) 72-87 y lám s. 6-7. J> H. K áh ler, Z u r Datierung d es Sarkophages von Manastirine im archaologischen M useum von Split: M ullas. Festch. Th. K lau ser, Jahrb. Ant. Christ. Er. B. 1 (1964) 173-180; insiste en el paralelism o de ciertos relieves del arco de C onstantino con el sarcófago de Spalato; las se­ m ejanzas pueden h acerse extensivas al sarcófago de Layos.. H. Sch lun k, E l sarcófago de Castiliscar y los sarcófagos paleocristtanos españoles de la primera m itad del siglo IV: Prín, V ian a 8 (1947) págs. 339 y 348, lo d ata entre 320-330. Tam bién advierte cierta diferen ­ cia de estilo y com posición entre am bos lados del fren te de este sar­ cófago (pág. 320). (ID Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 266 M. SOTOMAYOR H ay u n segundo sarcófago p rocedente de Layos, q u e hoy se e n c u en tra en el M useo M arés de B arcelona. Tenem os m uy pocas noticias sobre, su hallazgo y sucesivas vicisitudes; y lo que es peor, algunas de las noticias que tenem os son falsas, porque son la consecuencia de un m alentendido que se h a ido afianzando y rep itien d o cada vez con m ás seguridad. La ver­ dad es que ignoram os com pletam ente cu ándo apareció. H asta 1654 ciertam en te no h a b ía sido hallado. E n ese año D. Pedro de R ojas escribe su citad a "H isto ria de T oledo", donde hem os visto cóm o describe con p o rm e n o res las noticias de resto s ro­ m anos hallados en Layos y en concreto nos n a rra detenida­ m ente el hallazgo del sarcófago que hoy se e n cu en tra en la Real A cadem ia de la H istoria. T am bién tenem os seguridad de que el 1 de noviem bre de 1753 se h allaba visible ya "en la casa del Conde de M ora que llam an el Palacio, en u n a pieza b a ja del p a tio ”, com o c o n sta en un d ib u jo que se conserva en la Real Academ ia de la H isto ria y en el cual se lee: "S epulcro de Layos. E n la casa del Conde de M ora que llam an el Palacio, en u n a pieza b a ja del patio, tienen gu ard ad o este sepulcro de m árm ol blanco m uy duro, que se halló debajo de tie rra en el térm ino de Layos... (se dan las m edidas) tiene asim ism o varios relieves m edianos en sola la fachada que aquí se d em u estra. D ibujóle al vivo F rancisco X avier de Santiago y P alom ares, en el lugar de Layos el 1 de noviem bre de 1753” 22. "P ro n to h a rá cu atro años — escribe A. Fernández-G uerra en 1862— que acom pañando a unas m uy discretas dam as, en­ tra b a en la sacristía del convento de Sto. Dom ingo él Real, en Toledo, al c a er de u n a tarde, cuando de im proviso a rre b a tó m i vista m agnífico b a jo relieve ro m an o in cru sta d o en la p a red... Pertenece a la villa de Layos, distan te dos leguas al S. O. de la ciudad im perial, y u n a casi al M ediodía dél pueblo de G uadam ur, hoy fam oso p o r el teso ro de las co ronas góticas que h an ido a en riquecer un M useo extranjero. Layos e stá si­ tu ad o a la b a n d a derecha del río G uajaraz, en terren o llano... E n su libro hab ía e stam p ad o el conde de M ora que, "si se ca­ vara... se h a lla rá n m ás a n tig u a lla s”. Así hubo de suceder con e fe c to ; pareciendo después de) año 1654 otro sarcófago, casi 22 L. J. V ázquez, tom o 35 (9/4128). ( 12 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. SARCOFAGOS PALEOCRISTIANOS 267 de las m ism as dim ensiones que el a n te rio r, con análogas re­ p resentaciones c ristia n as y ta l vez esculpido p o r el p ro p io artífice... E ste p recisam en te es el m ism o que hoy g u a rd a n e.n la sacristía de su iglesia las D om inicas Reales de Toledo; p ero cóm o vino a su poder, ni ellas lo saben n i h a sta a h o ra he p o ­ dido averiguarlo. Que am bos se veían depositados en Layos a 1 de noviem bre de 1753 en sendas habitaciones b a ja s del p a tio de la casa fu erte de los condes de M ora, es cosa que e stá fuera de d u d a; y tengo a la vista dos eficaces docum entos que lo com prueban. Ese día y e n aquel lugar, n u e stro laborioso aca­ dém ico D. Francisco J. de Santiago y Palom ares d ib u jó al vivo el segundo m árm ol, de que son a h o ra dueñas las religiosas to ­ ledanas..." 2S. Supone después A. F ernández-G uerra que debió tra sla d a rse a la sacristía de Santo D om ingo en tre los años de 1754 y 1770; pero e sta afirm ación está en co n tradicción con la de D. Elias T orm o: "Lo ad q u irió en pleno siglo X IX el con­ vento, en pago de u n a deuda b ie n 'c r e c id a " 24. T am poco son exactas las noticias del m ism o A. Fernández-G uerra, cuando nos dice en o tro lu g a r 22: "H ubo de en co n trarse en el egido de Layos, a dos leguas sudoeste de Toledo, el año de 1655, y h a s­ ta el de 1754 estuvo en u n a sala b a ja del palacio o casa de los señores de la villa. E ntonces lo a se rra ro n , conservando sólo el fren te esculpido, que se llevó a la im p erial ciu d ad del Tajo, y se em p o tró en una p ared de la sacristía de la iglesia de Santo Dom ingo el Real, donde hoy perm anece". E n p rim e r lugar, del único d ato verd ad ero sobre el tiem po de su hallazgo: no antes de 1654, se h a pasado a u n a fecha dada ya com o c ie rta : 1655; no hay que decir que no existe ningún motivo, p a ra fija r este a ñ o ; pero la fecha se rep ite ya en ad elan te con fa c ilid a d 26. No 25 A. Fernández-Guerra, Antiquísim o sarcófago, págs, 169-171. 21 A. Fernández-Guerra, o. c. pág. 172, nota 1: «La escocia ch u rri gueresca, de yeso, pero no exagerada, con que en la p ared de la sa­ cristía se engalana el b ajo relieve, m anifiesta que éste se puso allí entre los años 1754 y 1770», E. Torm o, In form e acerca de expediente sobre la declaración de m onum entos históricos-artísticos: B ol. Acad. Bel!. Art. S. Fernando 26 (1933) 113. E ste ú ltim o texto me lo ha seña­ lado D. Julio Forres. 25 A. Fernández-Guerra, Tres sarcófagos cristianos de los siglos III, IV y V: M onum entos A rquitectón icos de E spaña, cuad, 32 y 33, 1867, p. 5. (1 3 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 268 M. SOTOMAYOR sabem os tam poco cuándo p asó de Layos a Toledo, com o nos dice el m ism o F ernández-G uerra e n su p rim e r escrito citado. Tam poco es verdad que el sarcófago se aserrase p a ra llevarlo al convento de S an to Dom ingo d e Toledo; el sarcófago se ase­ rró p a ra u s a r p o r d etrás el m ism o frente, lab ra n d o en su p a rte p o ste rio r tres escudos de a r m a s : verticalm ente se suceden los escudos de la casa condal de M ora, casa condal de T eba y de nuevo casa condal de M ora. El de la c a sa condal de M ora es un escudo español del siglo X V II, de arm as p u ras, de u n solo cuartel. E n cam po de p lata, seis faja s jaq u e lad a s de gules y sable, en dos órdenes (Gayoso de R ojas). N o existen tim b res, solam ente unos ado rn o s a m an era de lam brequines. El de la casa condal de Teba, es cu artelad o , con los cuarteles 2 ° y 3.° p a rtid o s e n cruz; cuarteles 1-° y 4.°: en cam po de oro, cinco h o jas de higuera, de sinople, p u estas en so tu er (F igueroa de G uzm án); cuarteles 2.u y 3.°: cu artelado 1.° y 4,°, en cam po de azur, u n ala a rm a d a de u n a espada, al n a tu ra l, p u e sta en pal (B ied m a ); cu artelad o 2.° y 3.°, e n cam po de p lata , un león cam ­ p ante, de azur, linguado de gules (E n riq u e de G uzm án). Carece de casco o c im e ra ; tiene los m ism os adornos a m an era de la m ­ brequines sim plificados, q u e el a n te rio r escudo de la casa condal de M o ra 27. E stos escudos (claro está q u e sin colores) se pueden ver todavía en la p a rte p o ste rio r del fren te de sa r­ cófago de Layos en su actual situación en el M useo M arés de B arcelona, donde se le h a instalad o de m an e ra que p u edan co n tem p larse sus dos c aras, cosa que no pudo h a c er A. F e rn án ­ dez-G uerra, p o r hallarse el m árm ol em p o trad o en la pared. 2A Cf. E. H übner, Suppl. pág. III: «In Lagos, oppido a T oleto ve r­ sus m eridiem et orientem leu gas duas repertus a. 1654 (lo adelanta un año) usque ad a. 1754 servatu s in palatio dom inorum villae...» 21 Debo agrad ecer aquí la am able colab oración que m e ha prestado •en este aspecto heráldico el P. Julián M oreno E scriban o, S. J., quien m e ha fa cilita d o estos datos. P or él tam bién h e sabido que D. F ran ­ cisco de R ojas fu e el prim er conde de M ora, título qu e le otorgó el rey Felipe III; en segundas nupcias co n tra jo m atrim on io con d oñ a Francis­ ca P ortocarrero y de G uzm án; po r tanto, desde esa ép oca están y a en­ troncadas las casas de M ora y de Teba; la presencia, pues, de am bos escudos en el frag m en to no es indicio suficiente p ara p recisa r m ás la fecha en que éstos se esculpieron. (1 4 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. SARCOFAGOS PALEOCRISTIANOS 269 Lo m ism o en los dibujos antiguos que en las fotografías poste­ riores y en -la m ism a pieza en su estado actual, se a p re c ia que al a s e rra r el fren te y pro b ab lem en te p o r exigencia de las m e­ didas del lugar en el que debía reem p learse el m árm o l con los escudos esculpidos, se m u tila ro n las dos escenas de los extrem os, co rtando p a rte del edícolo d e Lázaro a -la izquierda y p a rte del tro n o de la V irgen y de su espalda, a la derecha, en la escena de la ad o ració n de los m agos. P or com pra, sin duda, p asó el fren te de, sarcófago del con­ vento de S anto D om ingo el Real de Toledo al M useo M ares de B arcelona; no sabem os cuándo ex actam ente: en u n catálogo de este m useo fechado en 1955 no figura a ú n ; tiene ya en cam ­ bio el núm ero 9 -en el catálogo del año 1958M ide este sarcófago, m ejor, este fre n te de sarcófago 1,84 m. de largo (recuérdese que e stá m u tila d o en -los e x tre m o s ; debió ten e r u n a longitud ap ro x im ad a en tre 2,00 y 2,08 m .) y 0,63 m. de alto- A esta a ltu ra n otable, no ta n frecuente, co rresp o n d e tam bién, com o es n a tu ra l, u n a a ltu ra n o tab le m edia de las f i­ g uras: 0,58 m. Es de m árm ol blanco, de g ran o poco fino, y e stá ro to o fue ya co n stru id o en dos piezas, según puede verse p o r la línea de ro tu ra que sigue el perfil de la cabeza del após­ tol de la izquierda en la escena de la m ultiplicación de los panes y desciende en tre los antebrazos de este ap óstol y de A brahán, p a ra c o n tin u a r p o r to d a la silueta de Isaac (fig. 5). De izquierda a derecha se suceden las siguientes escenas: resu rrecció n de Lázaro, sacrificio de A brahán, m ultiplicación de los panes y peces, O rante, Adán y Eva y adoración de los m agos. E xiste en R om a un paralelo de este sarcófago, que ofrece tan estrechas relaciones con él que no-s inclina a p e n sa r en un m ism o ta lle r: es el Lat. 191 (WS 184,1) que es protoconstantin ian o ; especialm ente la e s tru c tu ra de la escena de A bra­ h án e Isaac es idéntica, y adem ás se tra ta de u n a identidad que no se repite fácilm ente en otros sa rc ó fag o s: posición del brazo de A brahán: m ano de Dios que aparece en tre el brazo y la c a ra de A brahán; m ano izquierda de A brahán p u e sta sobre la cabeza de Isaac: el carnero a la izquierda, a m edia a ltu ra; el pequeño a lta r ju n to a Isaac. Pequeños porm en o res que en­ contram os en otros m uchos casos, pero nunca dispuestos todos ellos de m an era tan ig u a l: con la peculiaridad adem ás de que (151 Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 270 M. SOTOMAYOR en Layos se repiten exactam ente los detalles del Lat. 191 pero reduciéndolos a veces a m eros esbozos, com o en el caso del alta r, de la m ano de Dios y del c o rd e ro ; p arece claro que, p o r c o n ta r con m enos espacio, se h a copiado el esquem a m ism o del Lat. 191, pero estrech án d o lo y reduciéndolo. H ay o tro s d a­ tos com unes: los pliegues de la tú n ica exom is de A brahán y su peinado; algunas p a rticu la rid a d es del palio del apóstol de la izquierda en la escena de la m ultiplicación de los p a n e s ; en la escena de Adán y Eva, etc. La O rante tam bién se en cu en tra sola e.n este sarcófago, co­ m o en el an terio r; signo tam bién de antigüedad, cu ando co n ­ cu erd a adem ás con otros. D ejem os de paso bien claro que se tra ta de una O rante fem enina, y no de u n h o m bre, com o equi­ vocadam ente se. h a dicho alguna vez. La escena d e los m agos en p a ra lelo con la de Lázaro se da únicam ente en dos sarcófagos españoles: en este de Layos y en el de C a stilisc a r28. El de Layos es citado rep etid am en te p o r L. De B ruyne en su clasificación de las c a ra c te rístic a s diversas de la escena de los m a g o s 29: todos sus p o rm en o res son p ro ­ pios de la época c o n s ta n tin ia n a : el m odo vertical de c a e r el m anto de la Virgen, el hecho de e s ta r sen tad a en sedia y no sobre la ro ca : los dones de los m agos ofrecidos en platos m uy p eq u eñ o s: el o rden de ofrecim iento de estos dones: oro, in ­ cienso y m ir r a ; la ausencia de arreo s en los cam ellos q u e apa­ recen al fondo. Por lo dicho h a sta aquí la datación m ás ap ro p iad a p a ra el sarcófago d e Lavos que estudiam os p arece ser tam b ién en la p rim e ra m itad de la época con stan tin ian a. Es curioso que las cabezas de Cristo no tienen todas el m ism o tipo de p ein ad o : la del C risto de la resurrección de Lázaro es del tipo m ás a n ­ tiguo eo n sta n tin ian o : el Cristo-H éroe; en las o tra s escenas, el peinado de Cristo se acerca m ás al C risto -E sta c ió n ; pero todavía en sus p rim ero s m om entos: ya no existen los in n u m e­ rables rizos p o r to d a la cabeza, el pelo queda m ás disuelto y 28 V éanse las am plias consideraciones a este respecto de H. Schiunk, sarcófago de Castiliscar: «Prim. Vi ana» 8 (1947) págs. 329-338. 29 L. De Bruyne, Im portante coperchio di sarcófago: Riv. Arch. Cr. 21 (1944-1945) págs. 249-280. El (1 6 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. SARCOFAGOS PALEOCRISTIANOS 271 largo y cubre Jas orejas, pero aún no se organiza sim étrica­ m ente la caída del cabello sobre Ja frente; a ú n vem os las bocas e n treab iertas, algunas cejas negativas, la O rante pein ad a de a trá s hacia adelante y con las orejas libres. Las fechas quizá m ás indicadas sean 315-325 30. FRAGMENTO DE ERUSTES E n el M useo A rqueológico N acional, S ala V IILI-A-9, se e n cu en tra (adquirido en 1913) u n fragm ento de sarcófago paleocristiano procedente de E ru stes (a unos 42 km. en línea recta, al N. 0 . de Toledo) (fig. 6). J. López de Ayala-Alvarez de Toledo, conde de Cedillo, es­ crib ía en tre los años 1905-1907 31: "E n casa del vecino D. Ju an Teullet (en E rustes), em bebido en el m uro ex terio r, ju n to a la p u e rta de e n tra d a, a m etro y m edio de a ltu ra : frag m en to de un sarcófago de m árm ol blanco. D ecoran la p a rte lateral que se conserva del frente, com o d eco rarían la d esaparecida del lado opuesto, las típicas estrígilas que son c a racterísticas en varios de estos sarcófagos. E n el centro hay de relieve dos colum nas p seudo-corintias de fustes e stria d o s oblicuam ente, una de ellas sólo en p a rte conservada- E n el in tercolum nio tam bién de relieve, vénse dos figuras m asculinas, vestidas con luengas túnicas. Una de ellas, im berbe, está de fre n te y parece 19 H. Schlunk, E l sarcófago de Castiliscar, pág. 315: constantiniano. L. De B ruyne, o. c. en la n ota anterior: entre 320-330. G. B ovini, Sarco­ fagi paleocristiani e paleobizantini della Spagna: C orsi Cult. R av. 1958, Ravcnna 1958 fase. 1, pág. 9: lo clasifica junto con Jos de Gerona, com o Jos más antiguos de E spaña. F. G erke, Christus, cap. III, nota 79 por el tipo de C risto lo coloca en la época de tránsito al estilo blando (en­ tre 330-340), aunque éste y el de B e rja .pertenezcan según éi a la pri­ m era época de este m om ento de transición. Creo que este últim o autor no tiene en cuenta suficientem ente el Cristo-H éroe de la escen a de Lázaro, ni lás caras de los M agos, todavía tipos característico s de E s­ taciones con tensión en la expresión, rostro aún no redondeado, cejas negativas. 31 Catálogo M onuineníal de la Provincia de Toledo, T oledo 1959, p. 77, núm. 117. Las fechas indicadas: 1905-1907 las debo a noticias ob­ tenidas del m arqués de Lozova, que es adem ás quien se encargó de la edición de este C atálogo que el conde de Cedillo dejó inédito. (17) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 272 M. SOTOMAYOR ten e r un libro en la m a n o ; la o tra está de p erfil y p arece su­ je ta r u n bolso (¿Jesu cristo y Judas?). Largo del fragm ento 0,83 m .; alto 0,40 m . E sc u ltu ra rom an a-cristian a. Siglo IV. E ste interesante, fragm ento, abso lu tam en te desconocido h a sta aquí, com o tan to s otros o b jetos y m o n u m en to s arqueológicos y artístico s incluidos en este Catálogo, apareció h a rá unos 35 años, en el m ism o estado frag m en tario en que se ve, e n el fondo de u n pozo de la casa en que se conserva. P o r hallarse enjalbegado se ap recian m al los detalles". Poco tie m p o después de escritas estas líneas, tuvo ocasión el docto académ ico de o cuparse de nuevo del frag m en to de E rustes. E scrib ía así el 10 de m ayo de 191032: “ E n la sesión o rd in a ria celebrada p o r la A cadem ia en 5 d e noviem bre del pasado año, el Sr. M arqués de L aurencín dió c u e n ta de haberle noticiado D. Federico L atorre, vecino de Toledo, que com o en u n a de sus excursiones viera em b u tid a en la p a re d de una casa u n a losa esculpida y casi cegada p o r gruesa capa de, cal, la ad q u irió y lim pió cuidadosam ente juzgando desde luego que era u n frag m en to del fren te de u n sarcófago m arm ó reo y bisom o del siglo IV. El Sr. M arqués p resentó al m ism o tiem po una fo tografía del fragm ento escultórico rem itid a tam b ién por el p ropio Sr. L ato rre y cuya reproducción aparece en el B oletín. A sistía a la sesión el que esto suscribe, y al ver la fotografía h u b e de m an ifestar que, aunque to talm en te desconocido p a ra la A rqueología co n tem poránea, conocía yo el o b jeto rep resen ­ tado, que era, en efecto, un fragm ento de un sarcófago cris­ tiano del siglo IV, p ro ced en te de E ru stes, pueblo de la p ro ­ vincia de Toledo. Añadí que yo ten ía in v en tariad o y descrito dicho frag m en to en m i inédito C atálogo m o n u m en tal de la provincia de Toledo. E n la siguiente ju n ta de la Academ ia, el Sr. M arqués de L aurencín dió lec tu ra de u n a descripción del relieve, enviada p o r el Sr. L atorre, que dice de e sta m an e ra: “E n u n a de m is excursiones p o r esta pro v in cia visité u n p u e ­ blo de poco vecindario y al atrav esarlo vi desde lejos algo de­ corado en u n a p ared blanqueada, m e acerqué a ella y observé que, e m b u tid a e n la m ism a, h a b ía u n a losa en la que se adi­ vinaba u n grupo de dos figuras h u m an as y varios estrígiles, 32 «Bol. R eal Acad. Hist.» 56 (1910) 455-459. (18) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. SARCOFAGOS PALEOCRISTIANOS 273 cuasi cubiertos del todo p o r cal y m ortero. E n m i p o d e r la losa, p o r h a b e rla com prado, procedí a q u ita r con grandes p r e ­ cauciones, las p rim e ra s capas que o cu ltaban la lab o r y quedó al d escubierto u n a losa de m árm ol blanco de 0,88 m. de largo p o r 0,44 de ancho u 0,08 de grueso. ...Hay esperanzas mluy fu n ­ dadas de d e se n te rra r el resto que se sabe donde e s tá ...” E sta últim a noticia que. nos da D. Federico L a to rre p u d iera ser m uy interesante, si pudiese c o n d u cir al hallazgo efectivo de los dem ás fragm entos del m ism o sarcófago. Podem os co m ­ p le ta r esa alusión con las noticias que él m ism o com u n ica a D. R odrigo A m ador de los Ríos con fecha 4 de ju lio de 1913 3J, cuando se tra ta de venderlo al M useo A rqueológico N a c io n a l: "en la plaza, e m b u tid o en u n a p ared y casi c u b ie rto de cal, vi el trozo de sa rc ó fa g o ; el dueño m e dijo que al h a c e r u n a o b ra en aquella casa, en co n tró varias p iedras de la m ism a clase que la de que se tra ta , la que fijó en la fachada; y las o tra s las a rro jó a un pozo q u e después de cegado tiene encim a u n m u r o ; m e añ ad ió que si yo quería ad q u irirlo s com o lo h a b ía hecho de la conocida, ten d ría yo que su fra g a r los gastos. Volví dis­ p u esto a ello, p e ro desistí en vista de que las seguridades an­ terio res se volvieron dudas. E sto es todo lo q u e sé referen te al sarcófago ..”. Fue u n a v e rd a d e ra p e n a q u e no se decidiese a b u sc ar entonces los resta n te s fragm entos, a p e sa r de las du­ das. E n la actualidad, com o he p o d id o c o m p ro b a r en m i visita a E ru stes del 14 de o ctu b re de 1967, existe to d av ía la m ism a casa de D- Ju a n Teullet, que p e rte n ec e a h o ra al h ijo de éste, D T eodoro; e stá la casa a la e n tra d a del pueblo, en u n e n sa n ­ che que oficialm ente se llam a calle Real, de la que la casa en cuestión es el núm . 2. H ay a la e n tra d a un p a tio , con h a b ita ­ ciones a izquierda y derecha de él y u n a ta p ia al fo n d o que divide actualm ente el p a tio de la casa de D. T eodoro de la casa siguiente, que, en tiem pos de D. Ju a n e ra p a rte d e su m is­ m a casa. E ste d ato puede ser in teresan te, p o rq u e D. Teodoro dice h a b e r oído a su abuela decir que o tro frag m en to que en­ ca ja b a con el vendido, cu b ría u n pozo m edianero y cayó d e n ­ tro de él. Sin duda se tra ta del “pozo cegado que tiene u n 33 M useo Arqueológico N acional, S ecretaría: «Adquis. del M us. 1913» núm . 51. V éa se allí m ism o, c arta del 4 de ju lio de 1913. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 274 M. SOTOMAYOR m uro encim a” de que nos h a b la D. Federico L a to rre ; a h o ra bien: si e ra u n pozo m edianero, el m u ro q u e lo cu b re debe ser el que dividía la casa de D. Ju a n de la siguiente; y, p o r tan to , b a jo ese m uro, y no b a jo el que hoy día sirve de fondo al patio, h a b ría que in te n ta r b u sc ar el pozo donde puede ser que ap arezcan los fragm entos que faltan , y que ta n in teresan te sería recuperar. E n su estado actual, el fragm ento conservado es p a rte del fren te de u n sarcófago; a la izquierda hay u n cam po de estrígiles, y a la derecha u n a escena en cu ad rad a p o r dos colum nas adosadas, e stria d a s en espiral, con capiteles de o rd en com ­ puesto, de los que a rra n c a u n arco escarzano m uy reb a jad o 34. Los capiteles in te rru m p e n la cornisa que e n c u ad ra p o r su p a r­ te su p e rio r el cam po de estrígiles (fig. 6). Las m edidas del frag m en to hem os visto que v a ría n algo en el conde de Cadillo y en D. Federico L a to rr e : las que yo he podido a p re c ia r son las siguientes; longitud m áxim a; 0,86 m. E sta longitud m áxim a com prende el cam po de estrígiles ín te ­ gro y la escena c e n tral con am bas colum nas; a ltu ra : 0,42 m. F alta la p a rte in fe rio r del fren te en to d a su lo n g itu d : es decir, to d a la p a rte b aja, q u e h a b rá quedado ad h e rid a al fondo del sarcófago y que debió suponer m ás o m enos unos 7 u 8 cm. m ás; espesor del m árm o l: 0,08 m. La fig u ra de Pedro, desde la cabeza h a s ta el b o rd e del palio, m ide 0,38 m. (le fa lta n los pies). Desde el p u n to de vista iconográfico sería de gran interés p o d e r d e te rm in a r si el frente constaba de cinco cam pos la b ra ­ dos : dos de estrígiles y tres figurados (u n a escena en el cen tro y o tra en cada extrem o), o sólo c o n ta b a con tres c a m p o s : es­ cena cen tral y estrígiles a cada lado, con rem a te de colum nas o p ilastras. Las m edidas del fragm ento favorecen m ás bien la hipótesis de los cinco cam pos, aunque no de u n a m an era decisiva: su p o ­ niendo que existiesen dos escenas en los extrem os, adem ás de la escena c e n tral y ¡los dos cam pos estrígiles, la longitud to tal 34 En W S 109,4, en vez de arco se ve frontón; adem ás, a la izqu ier­ da no se aprecia ningún resto de colum na; todo esto no corresponde a la realidad. (20) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. SARCOFAGOS PALEOCRTSTIANOS 275 del fren te sería de 2,06 m. (36 cm. cada escena, con las co lu m ­ nas, m ás 50 cm. en tre colum na y colum na, en los dos cam pos de e stríg ile s); esta longitud, según las p ro porciones m ás fre­ cuentes en los sarcófagos paleocristianos, e stá de acuerdo con los 48 o 50 cm. que debió te n e r de alto; p a ra e sta a ltu ra , en cam bio, no iría bien u n a longitud de 1,50 m., q u e sería la que le co rresp o n d ería al sarcófago en caso de que sus extrem os concluyesen en u n a colum na, sin m ás escenas figuradas. Ade­ m ás, en el extrem o izquierdo del frag m en to q u edan todavía ra stro s de u n a c o lu m n a ; se aprecia b ien u n a de las volutas de su capitel y, sobre éste, el m ism o reb aje en la c o rn isa que en­ co n tram o s sobre el capitel conservado en la escena c e n tra l y q u e creo no tiene m ás razón de ser que h a c er posible el relieve del a rra n q u e del arco. Adem ás, en caso d e e x istir o tra escena en ese ángulo, se explica m ejo r la línea de ro tu ra actu al, p o r la p a rte m ás débil del relieve, siguiendo la línea del apoyo del fuste de la colum na en el fondo p lan o ; si la colum na fuese el extrem o del fren te del sarcófago, el fuste debería ap o y ar sobre el a rra n q u e del lado m en o r de é s te ; que así no fue lo dem ues­ tra la p a rte in ferio r izquierda del frag m en to , que p o r d etrás es liso y continuado, aunque se conserva p o r delante h a s ta la m itad del ancho del fuste de la colum na. Una razón no m uy fu erte, p e ro que pu ed e c o n s titu ir en cam bio u n indicio en c o n tra de la existencia de o tra s escenas figuradas en este sarcófago, es el hecho de que no fuesen con­ servadas y usadas com o decoración de la casa p o r D. Ju an Teullet, com o lo fue el frag m en to que hoy tenem os; p ero b ien pudo suceder que apareciesen ya en estad o fra g m en ta rio y no m ereciesen p o r eso la atención del dueño de la casa. La escena conservada en el fragm ento, au nque incom pleta y no concebida ciertam en te en su fo rm a m ás com ún, difícil­ m ente puede ser o tra que la m ism a escena de C risto con P edro y el gallo que hem os com entado a p ro p ó sito del fragm ento de la P u e rta del Sol. S. Pedro está a la izquierda, casi de p e r­ fil, vuelto h acia su izquierda, donde aparece C risto, e n po si­ ción frontal, m uy ligeram ente vuelto h acia P edro a quien h a b la con el gesto de su m ano derecha. E n la m ano izq u ierd a C risto tiene un volum en en la posición llam ad a de “ lec tu ra in te rru m ­ p id a ”. C risto es im b erb e; su peinado no pu ed e distinguirse, (2 1 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 276 M. SOTOMAYOR dado el m al estado de conservación de la cabeza. El único brazo visible de P edro es el derecho; lo tiene extendido hacia abajo, y con la m ano izquierda a g a rra el b o rd e del palio c ru ­ zado horizo n talm en te a u n a a ltu ra algo m ás b a ja de la cintura. Del gallo no quedan ra stro s, pero sí el espacio suficiente p a ra que existiese e n tre las dos figuras conservadas, a las que falta la p a rte b a ja de las p iernas y Jos pies. De e n tre los in n u m erab les sarcófagos que contienen la es­ cena del gallo, solam ente doce la p rese n tan en posición cen­ tra l ; en el de E ru stes, adem ás de central, hay alguna posib ili­ dad de que sea tam bién única; en ese caso, te n d ría u n solo caso paralelo en e l sarcófago estrigilado Lat. 154 (WS 120,2), de h acia el 320. De los doce que la p rese n tan en el c e n tro de la com posición, tres son españoles: E ru ste s, C órdoba (E rm ita de los M ártires) y M arios- Hay o tra p e cu liarid ad que lo re la ­ ciona con el citado sarcófago de C órdoba: de e n tre los once sarcófagos estrigilados que c u e n ta n con, la escena del gallo, solam ente el de C órdoba y el de E ru ste s la p re se n ta n e n m a r­ cada p o r colum nas y arco. El m al estad o de conservación del frag m en to no p erm ite u n análisis d etallado de sus características de estilo y técnica; sin em bargo, los datos que p u eden observarse., coinciden to­ dos y confluyen hacia u n a época c o n stan tin ian a m ás o m enos ta rd ía : la cabellera de C risto p arece ser la del tipo de CristoE stació n ; los pliegues de los vestidos e stá n obtenidos sólo negativam ente p o r m edio del trép an o y sin ad a p ta c ió n n in ­ guna a las form as del cuerpo; las volutas de los capiteles to ­ davía no se h a n convertido en r o s e ta s 35. Con r a z ó n , pues, H. S chlunk, G. Bovini, E. S tom m el y o tro s, lo h a n considerado com o c o n stan tin ian o y podríam os asignarle com o fecha de su elaboración h acia el 330. 35 C f. Alex. C oburn S oper, The latín Style on christian Sarcophagi o f the fourth century: The Art, BuW, 19 (1937) 146-202. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. IL COMPUTO DELLA PASQUA NELL'EPISTOLA XXII DI SAN BRAULIO Por el Prof. M. RUFFINI L’epistola X X II delI'epistolario di S. Brauilio, ed ito dal p. José M adoz é un singolare docum ento indirizzato ad u n vescovo, E u tro p io , che gli aveva sc ritto u n a le tte ra non. g iu n ta , e rim as ta quindi senza risp o sta, p e r chiedergli istru zio n i su lla d a ta délla Pasqua; l'epistola X X II é la ris p o ta di S. B raulio a d u n a seconda le tte ra sullo stesso argom ento, com e ap p are dal su o inizio: "S ollicitudini b ea titu d in is ves trae, q u a te dignaris in m e ritu m requirere-, dum non p o ssu m dignas g ratias agere, q u a n to m inus responderé? Sed ille qui solus se debitorem fecit p ro inope, e t cui c u ra est resp o n d eré p ro im possibile, vice m ea tib i, dom no m eo, resp o n d eat, e t b en ig n itatem quam in m e ostendis, ipse re s titu a t” 2. E S- B raulio p recisa che "de festo au tem paschali, quod in q u ire re ab h u m ilita te n o stra iussisti, noverit sa n ctita s v e stra hoc esse rec tu m , u t sexto idus apriles, luna vicésim a p rim a, Pascha an n o isto c c le b r e tu r " 3. La te tte ra é fácilm ente d atab ile a ll'a n n o 640; dice in fa tti ohe deve essere la p a sq u a cP lebrata nel sesto g iom o p rim a degli id i di aprile, che co rrisp o n d e al ventesim oprim o giom o della luna; e aggiunge p iü in la u n ’a ltra precisazione, che cioé la p a sq u a eb raica cadeva in qu ell'an n o il p rim o di aprile, “...in kalendis ap rilibus hoc anno non c h ristia n o m m , sed P ascha 1 E pistolario de S. Braulio de Zaragoza... p o r José M adoz, S, J., M adrid 1941, págs. 132-36, 2 M adoz, o. c., pág. 132. 3 Id., o, c., págs. 132-33. , Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. tu 278 M. R U F F IN t o ccu rrit iudaeorum , ex veteri et non ex novo Testam ento... Q uodcirca in sequenti dom inica celebrandum est a nobis Pascha, quod erit, u t praem isi, sexto idus apriles, luna vicésim a p rim a ..."A. La p a sq u a si e ra celébrala nel sesto giorno p rim a degli idi di ap rile negli anni 619 e 630 e rito rn a v a nello stesso giorno nel 641; é in u tile cercare negli a ltri an n i della v ita d i S. B ra u ­ lio, n a to tra il 581 e il 600 e rnorto nel 651, poiché la le tte ra di E u tro p io vescovo deve essere s ta ta indirizzata ad u n a a u to ritá riconosciuta, q uindi a S. B raulio giá vescovo, e p e ria n to dopo il 631, d a ta della sua elezione a vescovo di Saragozza, m en tre la P asqua non sarebbe rito rn a ta nel sesto giorno p rim a degli idi di aprile che nel 660, dopo la su a m orte. Delle tre date sunnom inate, 619, 630 e 641, solo in q u e st’u ltim a il sesto gior­ no p rim a degli idi di ap rile corrispondeva al ventesim o p rim o della luna, sicché é fu o ri di dubbio che questo é l’an n o a cui si riferisce la p a sq u a in discussione, “P ascha anno isto celeb re tu r ” 5, e "kalendis ap rilib u s hoc a n n o " 6, sicché, poiché l’anno iniziava allo ra in S pagna con il p rim o giorno di se tie m ­ b re, l’ep istola di B raulio deve essere d a ta ta tr a quel giorno 1 se tte m b re 640 e il m arzo 641, m a piú p ro b ab ilm en te verso Tinizio dell’anno, p e r la necessitá che E u tro p io aveva d i stabilire p e r la sua chiesa le feste m obili dalla p a sq u a dipendenti. La d o m anda di E u tro p io evidentem ente e ra segno dei d u b b i che dovevano serpeggiare in S pagna sulle m o d a litá della datazione delki p asq u a, cosi com e é segno del p restig io che S. B raulio godeva p resso gli a ltri vescovi. N ella su a risp o sta risa lta anche la su a u m iltá, poiché egli si appoggia a ll’a u to ritá di autorevoli p reced en ti fo n ti: "Sic enim a n tiq u i m aiores nostri p rae sc rip se ru n t, id est ad T heudosium ira p e ra to re m Theup h ilu s; sic successor eius Cyrillus; sic D ionysius; sic ad pap a m Leonem P ro teriu s; necnon e t Paschasinus, e t reliq u i quo­ ru m longum est faceré m entionem . Sed e t n o stri tem p o ris vir insignis H ispalensis I s id o r u s " 7; e saviam ente aggiunge: “Nec 4 5 6 7 Id., Id., Id., Id., o. o. o. o. c., c„ c„ c„ págs. 335-36. pág. 133. pág. 135. págs. 133-34. (2) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 279 IL COMPUTO DELLA PASQUA credo eos in negotio tam m agno ac necessario p ra e te rm issa diligentia et labore potuisse d e lin q u e re ” 8; q u e sta frase h a ta n to piü valore in qu an to la sappiam o ric a lc a ta dalla le tte ra del p a tria rc a di A lessandria P ro terio a p a p a Leone M agno, sullo stesso argom ento nella traduzione latin a di Dionigi il Piccolo: "...in negotio tam m agno ac necessario, p rae term isso d i l i g e n t i a e labore potuisse d e lin q u e re " 9. E videntem ente S. B raulio conosceva bene le sue fonti, delle q u a li c ertam en te possedera copia. ¥ * * Per conoscere le ragioni dei dubbi di E u tro p io é necessario rifa re brevem ente la sto ria del p ro b lem a delta stabilizzazione della d a ta della p asq u a, che ci d im o stre rá q u a n to S. B raulio fosse bene ad d en tro alia questione. E rifacciam oci al Concilio di Nicea. Si sa che giá nel secolo I I o erano so rte divergenze tra i cristiani, u n a p a rte dei quali festeggiavano la p a sq u a nella d a ta ebraiea del 14 del m ese di nisan, m entre, gli a ltri la facevano rico rere il venerdi e il sab ato seguenti. I p rim i e ra n o ch iam ati " q u a rto d e c im a n i” 10 ed erano nem erosi nell'A sia p roconsolare e avevano dato origine a discussioni tr a i p a p i Aniceto e V ittore da una p a rte e Policarpo di S m irne e P olicrate di Efeso dall’a ltra, invocando, am bedue le p a rti, tradizioni apostoliche, a R om a quelle di P ietro e Paolo, in O riente q u ella di S. Giovanni E vangelista. N on e ra facile tu tta v ia m ette rsi d ’accordo per i m olti d ifetti del calendario giudaico 1], b a sa to su 12 m esi lu n ari di 29 e 30 giorni, p iü c o rto quindi di 11 giorni dell'anno solare; bisognava quindi aggiungere ogni due o tre anni u n m ese in tercalare tra i m esi di a d a r e nisan, ch iam ato v e a d a r 12. 8 Id., o. c., pág. 134. 9 S. Leone M agno, E pistolae, in P. L., L IV , epist. 133, cap. I. 5(1 II 14 nizam si com m em orava la crocefission e e la m o rte del Signore; la resurrezione veniva com m em orata tre o anche due giorni dopo. 11 Al tem po del Signore era in u so un calen d ario stabilito dal Libro dei Giubüei due secoli prim a d ell’era cristian a. 13 Ne! ciclo di 19 anni il m ese intercalare si aggiungeva negli anni 3, 6, 8, 11, 14, 17, 19. (3) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. M. RUFFINI Ma n e p p u re con q uesta correzione l'an n o giudaico po tev a assicu rare l’esattezza astro n ó m ica né la sta b ilitá della d a ta pasquale, poiché la sua d u ra ta variava da 353, 354, 355 g io m i negli anni n orm ali a 383, 384 e 385 negli anni con il m ese in­ tercalato. Le cose, n a tu ra lm e n te , si aggravaron dopo il 70 con la rovina del tem pio, lo scioglim ento del sinedrio e la d iasp o ra ebraica. Nel p rim o Concilio E cum énico di N icea del 325 i p a d ri conciliari decisero di com unicare alie a ltre chiese, ogni anno, la d a ta p asq u ale fissa ta dalla chiesa alessan d rin a, la quále teneva p e r regola di calcolarla nella p rim a dom enica dopo la luna p ien a seguente l'equinozio di p rim av era, tenendo p e r base il calen d ario solare giuliano, m olto p iü preciso e stab ile di quello ebraico. T u tto ció ap p a re dalla "S to ria e c le siá stic a ” di T eodoreto di Ciro, che rip o rta l’epistola del concilio alia chiesa d i A lessandria 13 e dalla "V ita di C o stan tin o ” di E usebio di Cesárea, che rip o rta 1' " E p ísto la c irc o la re ” d e ll’im p e rato re ai vescovi della c ristia n itá 14. II bisogno di u n ifo rm a re p e r tu tta la Chiesa la d a ta pasquale e ra stata, gia p rim a del Concilio di Nicea, esp ressa dal sínodo di A rélate, in G allia, nel 314, il quale nel suo p rim o canone invitava il p a p a "p rim o loco de observatione Paschae Dom ini, u t uno die e t uno tem p o re p e r om nem orbem a nobis o b serv en tu r e t ju x ta co n su etu d in em litte ra s a d om nes tu d irig a s" 15. La chiesa di A lessandria aveva ricevuto dal Concilio di N icea T incarico di d e te rm in a re la d a ta déla p a sq u a parché, com o scriv erá p iü ta rd i p a p a Leone M ag­ no il 15 giugno del 453 all, im per a to re M arciano, "san cti p atres om nem hanc c u ra m A lexandrino episcopo delegantes, q u o n iam ap u d Aegyptios h u ju s su p p u ta tio n is tra d ita esse v id eb a tu r per itia ” lú. 13 Teodoreto, Istoria ecclesiastica, I, 8. 14 E usebio, V ita Constantini, II I, 18-20; Teodoreto, o. c., I, 9. T es­ tim on ian te si trovano in altri scritti d i E u seb io e in Atanasio, D e Synodis, 5, e n ella E pístola ad Africanos, 2. S e n e trovan o cen ni anche negli scritti degii storici del V secolo, S ocrate e Sozom eno. ,5 Fr. Lauchert. D ie K anones der w ichtígsten altkirelichen C onci­ llen nebst den A postolischen Kanones, F reiburg im B rei, 1896, pág. 26. 16 S. Leone M agno, E pístola C X )(I, c. 1, del 15 giugno 453, diretta al 1' im per atore M arciano. (4) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. IN ST IT U T O P IJ O V IN C / A I H 2. o o. o IL COMPUTO DELLA PASQUA A ^l > * 28l S O N V 0 3 7 O I S O ia n iS 3 La decisione del Concilio niceno sem brava ch iara, sem plice, definitiva, m a in re a ltá non trovó p ien a applicazione e la con­ troversia pasquale continuó so tto a ltra form a. Com e abbiam o visto la d a ta dipendeva dal calcólo deU'equinozio di p rim av era, calcolato nel giorno 21 m arzo. R om a seguiva u n a ltro c riterio e la d a ta deU'equinozio p o tev a v a ria re dal 18 al 25 m a r z o 17; p e r di p iü la p asq u a non veniva c e le b ra ta se cadeva nella dom enica seguente il sab ato 21 m arzo, alm eno p e r u n c e rto p e ­ ríodo, m a si rim andava alia dom enica successiva, 27 m arzo; e a n c o ra : i term ini p asq u ali e ra n o p e r A lessandría il 22 m arzo e il 25 aprile, m en tre p e r R om a era n o il 23 m arzo e il 22 a p ri­ le, pro lu n g ato poi fino al 24 e anche il 25 dello stesso mese. In o ltra continuavano a seguiré p ra tic h e sim ili a quelle dei quarto d ecim an i cristia n i orien tali della Siria, della M esopotam ia e di p a rte della Cilicia, ta n to che il Concilio di A ntiochia del 341 doveva m inacciare l’esclusione d a lla ohiesa p e r coloro che non si sottom ettevano alia decisione del Concilio niceno e preve de va la scom unica p e r i sacerdoti che avessero festeggiato la p asq u a p rim a dell’ equinozio, insiem e con gii e b r e i 18. Alia fine del secolo IV S. Giovanni C risóstom o doveva ac erb a ­ m ente rim p ro v erare alcuni cristian i di A ntiochia che an co ra festeggiovano la p a sq u a con gli ebrei K, e S. E pifanio doveva an c h ’egli intervenire co n tro q u e sta p ratica , a ttu a ta dalla setta oriéntale degli audieni, sia p e r rich iam arli a q u a n to stabilitio nel Concilio di Nieea, sia p e r fa r lo ro c o n sid e ra re il diverso significato delle due pasque, la c ris tia n a e l'eb ra ic a . Secondo T eodoreto e S ocrate a n c o ra nel secolo V esistevano cristia n i che non osservavano la p a sq u a con gli a ltri loro correligion a ri M. R ito rn an d o alie divergenze di calcólo deU'equinozio di pri17 H efele L ecleroq, H istoire des C onciles, P arís 1907, I, pág. 453; G. Fritz, Les controverses pascales, n ell’art. Pagues, in D ictionnaire de Théologie Catholique, X I, II, col 1958. is H efele Leclercq, o. c., I, 2, págs. 702-715. w P. G „ X L V III, 588. 20 H rysostom os Papadopulos, To Z éíem a per't íes heoríés tu Pascha meta ten próten oikum enikén Synodon, nella revista «Epistem oniké E p eterís tés Theologikés tu Panepistem íu Athenón», (Atene, 1935-36), págs. 111-121. (5) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 282 k . R U FFIN I m avera tra R om a e A lessandria fino al tem po che ci interessa, esse fu ro n o dopo il 325 dieci nel secolo IV, o tto nel V, nove nel VI, cinque nel V II, e i periodi di piü lungo accordo cad d ero dal 418 al 474 e dal 596 al 644. Nel 349 la divergenza fu addir ittu r a dal 26 m arzo secondo il cálcalo ro m an o al 23 aprile secondo quello a'lessandrino, m a p a re che ab b ia prevalso il p r im o 21. E tu ttav ia continuava ad essere preoccupazione delle anim e piü santae l’u n ifo rm itá della data, com e ci d im o stran o le preoccupazioni di S. A tanasio nel Concilio di Sandica e, il com prom esso ohe ne derivó. N el fra tte m p o il p a tria rc a di Ale­ ssan d ria Teófilo (385-412) aveva cal colato u n ciclo pasquale di 418 anni, in base al quale aveva fo rm u la to u n a tab e lla di cento anni, dal 380 al 479, dedicata aH’im p e rato re T e o d o sio 22 e che p a rtiv a dal 285 del l e r a di Diocleziano, e o rrisp o n d e n te all'anno del p rim o consolato di T e o d o sio 23. Q uesta tab ella ebbe poi il m érito di indebolire col tem po la "su p p o ta tio ro m a n a ”, rito rn a n d o al risp e tto della raccom andazione del Concilio n ic e n o ; tu tta v ia le differenze con tin u aro n o , ta n to che nei trein­ ta an n i antecedenti alia m o rte di S. A tanasio ben sei volte vi furono divergenze nella fissazione della d a ta p asquale, p rec i­ sam ente negli anni 346, 349, 350, 357, 360, 373. Dopo la m o rte di S. A tanasio nel 373, la divergenza si v eri­ ficó di nuovo nel 387, in cui la lu n a p ien a a w e n n e il 19 m arzo; Rom a aveva fissa ta la p a sq u a p e r il 21 m arzo, il che non era esatto poiché la lu n a piena del 19, essendo preequinoziale non era v a lid a ; A lessandria, in fatti, su q u e sta co n statazione aveva rite n u to b u o n a la lu n a p ien a successiva del m ese di aprile che cadeva il 18 del m ese e fissava la d a ta di p a sq u a il 25 successivo Teodosio richiese spiegazioni a Teófilo, il qu ale ris­ póse giustificando il com puto alessandrino, conferm ando la 21 Art. Paques, cit., col, 1545. II m etrop olita Hirysostom os Papadopulos, o. c„ pág. 125, é d'accord o p er le date 333, 346, 349. H. B rinkm ann, A líe und neue Zeitrechnung. K alenderkunde fü r Jedermann. Datumschlüssel fü r den Sippenforscher, G orlitz 1939, pág. 157, ind ica invece la data alessandrina p er q u esti anni. 22 II L eclercq, art. Paques, col. 1554, dice 480-520, il ohe é errato. 23 H rysostom os Papadopulos, o. c., pág. 125; J. B ach, Die OsterfestBerechnung in alter und neuer Zeit. E in Beitrag zur christlichen Chronologie, F reibu rg im Bri., pág. 17. (6 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. IL COMPUTO d e l l a p a s q u a 283 d a ta del 25 aprile. E ’ la le tte ra a oui accenna S. B raulio. An­ che S. Am brogio, c o n su ltato da Rom a, si pro n u n ció p e r il cal­ cólo degli "egiziani”, com e scrisse in u n a le tte ra ai vescovi dell’E m ilia 24. Altra grande differenza si verificó nel 417 so tto p a p a Zosim o, che, p u r essendo greco, m antenne la d a ta ro m a n a del 25 m arzo invece di quella alessandrina del 22 a p r ile 25. Nel 444 si verificava n uevam ente u n a notevole differenza di date, 26 m arzo p e r R o m a 2Í>, 23 aprile p er A lessandria. P apa Leone M agno, preoccupato del fa tto , si rivolse a C irillo di A lesandria, nella speranza uhe il p a tria rc a si p ro n u n ciasse in favore del com puto rom ano, che, diceva, seguiva “la tradizione di S. P ie tro ”; Cirillo sostenne la d a ta a lesan d rin a, e il p a p a allo ra si rivolse al vescovo di Lilibeo, P aschasino, il quale trovó giuste le ragioni a d d o tte da Cirillo p e r so sten ere la d a ta del com puto di A lessandria, riuscendo a p e rsu a d e re il papa, che lo conosceva non solo com e esp erto in cronologia, m a del quale godeva anche lo fid u c ia 11. Nel 448 u n a nuova differenza di datazione, dovuta alia divarsitá dei sistem i ciclici, l'alessan d rin o di 19 anni, e il r o ­ m ano di 84, fu co m p o sta con u n a m odifica f a tta al ciclo ro­ m ano, n o ta com e tab ella pasquale di Zeitz, dal nom e della localitá tedesca dello A nhalt dove trovata. Leone Magno doveva tra v a rsi an co ra u n a volta di fro n te al p ro b lem a nel 455, quando la p a sq u a doveva cadere p er Ro­ m a il 17 aprile e p e r A lessandria il 24 dello stesso m ese. La differenza non era grande, soltando di u n a settim an a, m a e ra una questione di prin cip io che andava risolta. II p a p a si era rivolto fin dal giugno del 453 sia al p a tria rc a alessandrino Proterio che a ll’im p e rato re M arciano p e r av vertirli che R o m ' 2i «Secundum A egyptios prim o m ense celebra turi sum us dom inicum , hoc est séptim o K alend as M aii, q u i e st dies trigesim us Pharmuthi», cioé il 25 aprile; P. L„ X V I, col. 1027, ep. X X III. 25 E. Caspar, G eschichte des Papsttum s von der Anfangen bis z.ur H óhe der W eltherrschaft, Tübingen, 1930, I, pág. 60. 26 G. Fritz, art. cit., col 1959; E. C aspar, o. c., pág. 459 ind ica erró­ neam ente il 25 m arzo, non avendo tenuto con to che Tanno era bisestile. 27 Pascasino fu nel C on cilio E cum énico IV di Calcedonia del 451 uno dei leg ati papali. (7) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 284 fci. RTJFFINT non avrebbe p o tu to celebrare la P asqua il 24 ap rile e chiedeva un intervento im periale p e r o tte n e re che A lessandria cedesse; in tá] senso scriveva anche al suo ra p p re se n ta n te p resso l'im p e ra to re , il vescovo G iuliano di C o s 2S. Suggeriva anche di d a ré il p ro b lem a alio stu d io agli egiziani o a co m p eten ti in calcoli calendaristici. Poiché la risp o ta tard a v a a venire Leone inviava a P ro terio un "co m m u n ito riu m ’', u n m em oriale, nel quale tentava di f a r a p p a rire dubbi i calcoli di Teófilo, non in sé, m a a causa di e rro ri di traserizione dei copisti. Nel gennaio del 454 l'im p e ra to re risponde,va di aver in caricato gli egiziani di u n preciso esam e della q u estio n e; nel m aggio dello stesso anno P ro terio rispondeva d ire tta m e n te al p a p a che, in seguí to alia sua le tte ra e p e r incarico d e llím p e ra to re , aveva esam in ato la questione e so tto p o sto a precise e coscienziose indagini i d a ti di Teófilo sul com puto pascuale e che non vi aveva tro v ato m anchevoleza alcu n a, né che poteva p e n sare che u n simile. uom o avesse p o tu to sbagliare p e r negligenza in u n a q u estio n e cosi grande e necessaria P apa Leone, p u r n o n d im o stran d o si persuaso, scrisse a ll’im p e rato re ringraziandolo e a ccettan d o la d a ta del 25 ap rile p e r la p a sq u a del 455, “n o n q u ia ra tio m anifesta do cu erit, sed qu ia u n ita íis, quam m áxim e cu sto d im u s, cu ra p e rs u a s e rit’' Q uesto suo desiderio di m an te n ere l’u m tá della Chiesa ap p are m an ifestó anche nella le tte ra co n la qu ale annunciava alie chiese la d a ta p asq u ale p e r q u ell'an n o : " S tu ­ dio u n ita tis e t pacis m alui O rientalium definitionem acquiescere, q u am tan ta e festivitatis o b serv an tia d issid e re " 31. E tu tto questo to rn a a suo onore! N ella "C ro n aca” a ttrib u ita a P ros­ pero d’A quitania é d etto che effettivam ente solo il desiderio di u n itá e di pace convinsero p a p a Leone a c ed ere e n o n p a re che n ep p u re luí, P rospero, ne fosse m olto e n tu s ia s ta 32. Del sacrificio fa tto Leone n o n e ra tu tta v ia contento, e per28 II C aspar ritiene che fosse vescovo d i C hio, che dice c ittá della B itin ia Pontica; o. c., 481; si tratta invece di una isole delle C icladi, Cos, vicina a Patm os, d i fren te ad A licam asso. 2V L ’ep istola di P roterio a S. Leone M agno, trad o tta in latino da D ionígi il P iccolo si trova in P. /,,, L X V II, coll. 507-14. P. L., LIV, col. 1101. P. L„ LIV, col. 1101. 32 E. C aspar, o. c., pág. 546. (8 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. IL COMPUTO DELLA PASQUA 2*5 tan to incaricó I'arcidiacono lla n o , che. gli doveva succedere nel seggio pápale, di fare u n a nuova correzione al ciclo rom ano di 84 anni, m a dopo m olti studi su c a le n d a risti latini e greci, non sentendosi Ila rio in condizione di p o rta re a term in e l'incarico datogli, nel 457 lo affidava a u n b u e n n o to c a len d arista, il m oñaco V itto rin o A q u ita n o 33, che vedrem o sú b ito e il cui com puto pare fosse p o i m esso in vigore da p a p a Ila rio nel 465 V ittorino non é n om inato d a S. B raulio, m a é im possibile che non ne avesse notizia, essendo egli tro p p o im p o rta n te nella sto ria del com puto pasquale; p ro b ab ilm en te non aveva copia del suo com puto e lo deve aver com preso tra quei "roliqui qu o ru m longum este facere m en tio n e m ”. V ittorino, com e dice il soprannom e, aq u ita n o com e P ros­ pero, e forse da costui raccom andato a Rom a, fe n o to p e r aver steso u n ciclo p a sq u ale di 532 a n n i35, del quale G ennadio di M arsiglia dice che si tra tta v a di un ciclo m olto sicuro, cond otto sullo studio di q u a ttro predecessori, Ippolito, E usebio, Teófilo e Prospero, su rich iesta di p ap a Ilario, "in v ita tu s a sánelo H ilario rom ano episcopo" Forse é da a ttrib u irg li an­ che un a ltro breve ciclo pasquale, che si tro v a in se rito nelíe opere del V enerabile B eda I suoi calcoli erano b a sa ti sul ciclo alessanderino di 19 anni, conservando il p rincipio rom ano dei lim iti della data di pasq u a tra il 22 m arzo e il 21 a p r ile ; tu ttav ia era del p a re re che si potesse fissare talvolta la p a s ­ qua nel quindicesim o giorno della luna se il q u atto rd icesim o cadeva di sabato; cercava l’accordo tra i due com puti rivali in u n ciclo di 532 anni, che era di origine o rién tale e che aveva 33 G. Fritz, art. cit., coll. 1960-61. 34 L eclercq, art. Paques, col. 1555. 35 O. M. B ardenhew er, G eschichte der altkirchlischen Literatur, Freib u rg im B reisgau, IV , pág. 541, sostiene che la tabella e b asata sui dati della cron aca di Prospero. II «Cursus pasch alis annorum 532 '. ad Hilarum archidiaconum E cclesiae Rom anae» m anca nella P. L. del Migne, m a é stato edito dal Momrasen. M C. A. Bennoulli, H ieronym us und Gennadius, D e viris illustribus, F reiburg im B reisgau und Leipzig, 1895, p. 91, lo dice «invitatus a Sancto H ilario R om ano episcopo»; il realtá ad ora era soltan to I’arcidiacon o di S. Leone Magno. 33 P. L „ XC, coil. 677-80. (9) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 286 M. R U F F IN I p r e s o dal calendariologo alessandrino A nniano, prendendo come base cronológica la creazione del m ondo, avvenuta, cosi si supponeva, il 23 m arzo 5492 a. Cr. Cosi com o era sta to fatto , il ciclo di V ittorino, p u r aw icinandosi a quello alessandrino, conservava an co ra differenze di d ate quando non sapeva decidersi sulla scelta di quella ro ­ m an a o della alessandrina, lasciando al p a p a la d e c isio n e ; ció si verificava, p. es., negli anni 475, 495, 496, 499, 561, 536, 570, 590, 594, 665, ecc.; anche alia decisione papale lasciava il co m ­ p ito di decidero se la p a sq u a poteva essere c e le b ra ta il quindicesim o giorno della lu n a se il quatto rd icesim o e ra di sabat o 38. Sapeva che il suo Iavoro non aveva c a ra tte re ufficiale, quindi non obbligatorio p e r la Chiesa, p u r avendo l’intenzione di facilitare l’aecordo co n gli alessandrini. Q uesta tab e lla p asq u ale fu apprezzata e seguita p e r u n certo tem p o in Occidente, m a non senza c o n tr a s ti; p rim a ancora che p a p a V italiano (657-672) la disap p ro v asse in m o d o uffi­ ciale M, e ra rao co m an d ata in Gallia nel sinodo di O rleans del 541 * e vi fu osservata sin verso la fíne del secolo V III e fu anche u s a ta in S p a g n a 41, qu an d o R om a aveva giá accetato il com puto di Dionigi il Piccolo. Ma giá con p a p a Sim m aco (498-514), in lo tta con l'a n tip a p a Lorenzo, la d a ta sta b ilita da V ittorino era sta ta ca u sa di discussioni: b asan d o si su lla tab e­ lla p asq u ale di Zeitz che com e ab biam o giá d e tto , e ra de l'epoca di Leone M agno, Simimaco aveva stab ilito di celebrare la p a s q u a del 501 il 25 m arzo, m en tre i dati alessandrini e di V ittorino la davano p e r il 22 a p rile; Sim m aco fu accu sato di aver celebrato la festa p rim a del tem p o stab ilito dal Concilio Miceno e, su appello dei suoi a w e rs a ri p a rtig ia n i di Lorenzo, 38 Leclerecq, art. Paques, col. 1556. 39 «Victoris regulam sedes apostólica non a pprob avit, ideo nec sequitur dispositionem eiu s p ro pascha»; J. Baoh, o. c., pág. 18, núm . 2. 40 Q uesto canone stabíliva che la P asqua doveva essere osservata da tutti nello stesso tem po, secando i calcoli di V ittorino, e doveva essere annunciata a'l popolo dal vescovo nel gio m o dell,E pifan ía. Nel caso di dubbi sulla data doveva essere in terpeliata R om a e se ne do­ veva seguiré i! responso. 4' J. Baoh., o. c., pág. 18. (10) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. IL COMPUTO DELLA PASQUA 287 il re Teodorico decise di inviare a R om a il vescovo di Altino, Pietro, p er celeb rarla nel giorno indicato d a V ittorino e dagli alessandrini, il 22 di aprile. Nel falso "C o n stitu tu m S ylvestri”, fab b ricato dai sim m achiani quale rac c o lta di canoni di u n ipotetico sinodo ten u to so tto p a p a Silvestro, il c o m p u to p a s ­ quale di V ittorino veniva rig e tta to e del suo a u to re si diceva che "su a fero citate q u id q u id vellet affirm abat... e t cyclos paschae p ro n u n tia b a t fa lle c e s" 42. Di grande im p o rtan za in m ate ria di calen d aristica e di com puto p asq u ale fu I’op era di u n m oñaco orién tale, origina­ rio della D obrugia, Dionigi, denom inato il Piccolo (E xiguus), m o rto verse il 540. O ttim o conoscitore del co m p u to p asq u ale oriéntale, p e r incarico del vescovo Petronio di B ologna com ­ piló nel 525-526 u n a tavola pasquale b a sa ta sul ciclo alessandrin o di 19 anni e sulla tab ella di Cirillo di A lessandria, che co n tinua p er un perio d o di 95 anni dal 532 al 6264Í. E ra convinto che la regola alessan d rin a e ra quella b u o n a e, riferendosi a S. A tanasio, a Teófilo e a S. Cirilo, dichiarava che essi avevano esattam en te seguito la decisione nicena, stabilendo che la d a ta di p a sq u a era d e te rm in a ta dalla luna nuova apparsa tra 1’8 m arzo e il 5 aprile, ten u to conto del m ese lu n are di 29 giorni e mezzo- C ontinuando il ciclo di Cirillo (153-247 deil’era di Diocleziano, l’era dei m a rtiri, corrisp o n d en te al 436-531 dell'era c ristia n a) Dionigi fu il p rim o a d a ta re i fatti storici dalla nascita di Cristo, soddisfacendo a due necessitá: concordare l’accordo pasquale tra R om a e l'O riente p er il 526 e il fu tu ro e u nificare le date della pasq u a in Occidente, dove né il ciclo di V ittorino né quello rom ano di 84 anni eran o di uso generale. Sappiam o che dopo Dionigi furono faite a ltre tabelle pasquali, com e quella dell,abate Felice G illitano, u n africano del secolo VI, che p o rtó avanti di a ltri 95 an n i il com puto di Dio­ nigi, dal 627 al 721, e Beda il V cnerabile, che rip rese il com puto 4i G. Fritz, art. cit., coll. 1961-62. 4J L e o p er e di Dionigi il P ic c o l o sui c o m p u t o p a s q u a l e s o n o pub bli- c a te in P. L. L X V I I ; la p iü im p o r t a n t e , L iber de Paschate, si t ro v e n e ü c coll. 483-98. (11) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 288 M. RUFFINI di Dionigi dal 532 e lo p o rtó fino al 1063; tu tto questo prova la bo n tá del calcólo di Dionigi il Piccolo. T uttavia, n o n o stan te questo, in O ccidente le divergenze pasquali co n tin u aro n o , talv o lta anche con I'asprezza di u n a c o n ­ troversia. Nel 538 p a p a V irgilio, in te rró g a lo dalla S pagna sulla d a ta dell'anno seguente, indica il 24 aprile, che fig u ra nella tab ella di Dionigi e corrispondeva al calcólo alassandrino, m e n tre la tab ella p asq u ale di Zeitz dava com e d a ta il 17 dello stesso m ese; il vescovo V ittore di C apua, che godeva di o ttim a fam a com putistica, fu p e r la d a ta alessan d rin a del 24, e il p a p a la accettó, m o n o sta n te che R om a, nella p ra tic a an terio re, non am m ettesse u n a d a ta cosi tarda. La Gallia e ra rim a sta pressoché tu tta fedele al ciclo di V it­ torino, le cui d a te duplici in alcuni anni p roducevano discussioni incresciose P er esem pio, p e r il 577 il canone pasquale di V ittorino p o rta v a la d a ta del 18 aprile, quindicesim o della luna, m en tre in n o ta indicava il 25 aprile, v entunesim o della luna, p e r gli o rien tali; in S pagna invence fu c e le b ra ta la p a s­ qua il 21 m arzo, m en tre G regorio di T ours ci dice che, p u r a vendo festeggiata la p a sq u a di queH’anno il 18 aprile, alcuni m iracolosi riem pim enti di acqua in b a ttis te ri spagnoli nella n o tte tra il 21 e il 22 m arzo lo inducevano a c red ere ch e quella fosse la d a ta g iu s ta ; an co ra G regorio di T ours ci in fo rm a di un dissenso p e r la p a sq u a del 590, il 26 m arzo p e r il greci e il 2 ap rile p er i l a tin i44In Spagna il c o m p u to p asq u ale alessan d rin o e ra s ta to intro d o tto p rim a di quello di Dionigi il Piccolo, p ro b ab ilm e n te p e r mezzo della tab ella di 95 anni di S. C irillo, c o n tin ú a la p e r gli an n i 532-626, in uso nell'epoca di S. Isid o ro di Siviglia, il quale, com e é b e n noto, com pose u n a tab ella p er gli anni 627-721, che p o tre b b e essere c o n sid é rala com e u n a continuazione di quella di Dionigi. In alcuni canoni dei concili di To­ ledo si fa m enzione della d a ta pasquale; in quello del 633, p resieduto da Isidoro, nel capitolo IV si stabiliva che, essendo successo in seguito a e rro ri di calcólo nelle tabelle, del com- 44 G. Fritz, art. cit. coll. 1963-64. ( 12) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. IL COMPUTO DELLA PASQUA 289 p u to pasquale che vi fossere divergenze n e ll’ann u n ciare la d a ta della pasqua, i m etrópoli ti dovevano m ettersi d ’aco rd o tr a di loro sulla d a ta della pasqua, alm eno tre m esi p rim a dell’Epifania, p e r com unicare ai vescovi tale d ata, che doveva essere obbligatoria p er t u t t i 45. Nel concilio del 655 si giunse a fissare la d a ta della p asq u a dell'anno seguente 656 4S, e in quello dello stesso a n n o 656 fu stabilito nel prim o canone che le feste della P entecoste e del N atale dovessero essere festeggiate. in m odo u niform e nella stessa data, il che fa pensare che si festeggiassero an c o ra in d a te diverse. Il concilio stabiliva ancora che l’A nnunciazione si dovesse celebrare il 18 dicem bre, cioe u n a se ttim a n a p rim a di N atale, perché la q u aresim a e la P asqua ne avrebbero im pedito la celebrazione, che doveva essere solenne com e quella del N a ta le 47. Un a ltro concilio di Toledo, quello del 681, pro eb iv a ai cristiani di celebrare la p a sq u a nella ricorrenza g iu d a ic a 4SPapa A driano (772 795) doveva ancora in terv en ire presso il vescovo di E lvira e altri vescovi spagnoli tra il 780 e il 791 perché unifo rm assero la d a ta pasquale loro con quella rom ana, che poneva so tto l'a u to ritá del concilio di N icea, " u t-. in eo m odo quo sancta n o stra ro m an a Ecclesia, cap u t om nium Ecclesu a ru m Dei, paschalem celeb rat solem nitatem et vos procul dubio celebrari stu d e a m in i” m. *■ * * •> Ecco schizzato in breve il q u a d ro delle d iatrib e pasq u ali che illum inano la lette ra di S. B raulio al vescovo E u tropio. M a ora c'é da d o m an d arsi chi fosse costui. In re a ltá non sappiam o nulla di preciso. Il Ceillier nella sua "H istoire générale des a u te u rs sacrés e t ecclésiastiques" 50 45 H efele Ugcleroq., o. c„ III, I, pág. 268. 46 Id., ib., pág. 294; 47 Id., Ib., pág. 294; 48 Id., ib., pág. 546. 49 Jeffé, Monumento, carotina, ep. L X X V III, rip ortato dal L eclercq, art. Páques, col. 1557. ( 13) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. 290 M. RTJFFINI lo aveva id en tificato con u n E u tro p io vescovo di V alencia verso il 596, m a la cosa é da escludere p erch é nel 610 questo vescovo e ra giá m o rto e aveva avuto u n su co esso reS1, com e si puó rilevare dalla "Series episcoporum ecclesiae cath o licae” del Gam s 52. Nel 638 nel Concilio VI di Toledo u n Severino diá­ cono sottoscrive p e r il vescovo N usitano di Valencia, che m o rí p rim a del 646, poiché gli a tti del Concilio V II toledano sono so tto sc ritti dal vescovo A n ia n o 53 al quale quasi certam ente sono indirizzate le epistole X X III e XXIV deU’ep isto lario b rau lia n o 54. E 'q u in d i da escludere la p o ssib ilitá che il d e stin a ta rio dell’ep istola X X II, E u tro p io , possa essere sta to vescovo di Valencia. C’é pero l'epistola X X X V II che ci p u ó serviré nel ten tativ o di identificare la p erso n a di E utropio. Si tra tta di u n a esortazione fa tta dai due vescovi, B raulio ed E u tro p io , e dal conte Celso nel 648 al re C indasvinto, a nom e di tu tto il clero e del popolo, perché associ al tro n o il figlio' R ecesvinto, consiglio che il re accettó il 21 gennaio dell'anno seguente 6 4 9 55; l’intestazione suona cosi: “Suggerendum gloriosissim o dom ino nostro C hindasvinto regi, B raulio et E u tro p iu s episcopi servuli vestri, cum presbyteris, diaconibus et óm nibus plebibus a Deo sibi creditis, necnon et Celsus servus vester, cum te rrito riis a clem entia v estra sibi co m m issis”. Il conte Celso, che si associava all'esortazione del due ves­ covi certam en te a nom e dei Goti, era il governatore civile del te rrito rio che com prendeva i due vscovati, sicché la c ittá sede episcopale di E u tro p io deve essere ce rc a ta non lo n tan o dalla Ed. II, X I, 730; rilevo l ’indicazione da Ch. Lynch y P. Galindo, S. Braulio obispo de Zaragoza, M adrid 1940, pág. 79, núm . 78. s] Lynch-Galindo, o. c., pág, 79. 52 P. Gam s, Series episcoporum ecclesiae catholicae, pág. 87; cito sem pre da Lynch-Galindo, pág. 79, núm. 79. 53 M ansi, Sacrorum Conciliorum nova et am plissim a collectio, Firenze e V enezia 1759-98, X, pág. 672. 54 J. M adoz, Epistolario, págs. 13941; p er la identificazione dal nom e de! vescovo, of. Lynch-Galindo, o. c., pág. 80, e M adoz, o. c., págs. 50-51. 55 F. Fita, La lápida de Guadix, 13 m ayo 652, in B oletín de la Real Academ ia de la Historia, X X V III, 1896, pág. 404. (1 4 ) Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3. IL COMPUTO DELLA PASQUA 291 sede di B raulio, Saragozza. II p. M adoz p ro p en d e p e r la c ittá di Tarazona, che p e r la sua im p o rtan za di nodo stra d a le fin dall'epoca ro m an a p o tav a e sse r sede di un v e sc o v a to 56. Ma, o ltre q u e sta supposizione non si p u ó andaré, anche perché negli a tti del Concilio V II di Toledo' del 646 il nom e di E utro p io non appare, p ro b ab ilm e n te p erch é scarso fu il n um ero dei vescovi che vi p a rte cip a ro n o , so ltan to v en to tto 57. 56 J. M adoz, o. c., pág. 169. 57 M ansi, o. c., X , 776. Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.