- Centro de Estudios de Castilla

Anuncio
m
ESTUDIOS SOBRE
LA ESPAÑA VISIGODA
TOLEDO-1971
DIPUTACION
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
PROVINCIAL
K INVESTIGACIONES Y
<
V
2
>
§r
O
•IC
w»
£
m
tn
-I
C
2
-
*
>&■ “*
*♦*
w
O
rr
o
>
2
Toledo §¡
P R E S E N T A C IO N
El presente v o lu m e n ,
el título general de E s t u ­
recoge el contenido de las con­
ferencias y comunicaciones tetudas en Toledo durante la I S e ­
mana internacional de estudios visigóticos, celebrada del 9 al
13 de octubre de 1967.
La razón de aquella reunión estaba m otivada por la cele­
bración en dicho año del X I I I Centenario de la m u e rte de San
Ildefonso, que aconteció el 23 de enero del 667.
San Ildefonso, por su nom bre y por su actividad estuvo
íntim am ente relacionado con los años m ás granados de la
dominación visigoda en la séptim a centuria. Fue él prestigioso
prelado de Toledo, corte y capital del Reino, la u rb s regia de
la que habla con tanto encomio en sus escritos. Pero además
de ser un preclaro arzobispo, se distinguió tam bién com o in­
signe escritor de su época y alguna de sus obras ha tenido gran
eco en toda la Edad Media.
Su descollante figura, que penetró en todos los estratos
culturales de su siglo y m a ntuvo estrechas relaciones con los
elementos dirigentes del tiempo, no podía pasar desapercibida.
Era una ocasión oportunísim a para estudiar la civilización vi­
sigótica en todas sus manifestaciones.
Por tanto, se pensó que para colaborar en tales estudios,
lo m ejor era convocar una Sem ana Internacional, que reuniese
en Toledo los más prestigiosos investigadores y que ellos, ava­
lados por sus publicaciones anteriores y con las nuevas recien­
tem ente elaboradas, fueran la m ejor garantía de los temas que
sabiamente desarrollaran.
A tal efecto y respaldados por las más altas recom endado-
d io s s o b r e l a
E
t/we / / e v a
s p a ñ a v is ig o d a ,
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
IV
nes y avales, se hizo pública la convocatoria para la Sem ana,
que se había de celebrar en Toledo, en la m agnífica Casa de
la C ultura de la ciudad, generosam ente cedida para las reu­
niones.
Al llegar las fechas prefijadas para su com ienzo se advirtió
que aquellos días coincidirían con el com ienzo de las clases
en las Universidades europeas y que m uchos de los profesores,
que deberían tom ar parte, se sentirían co m p ro m etid o s e im ­
posibilitados de asistir por las obligaciones de su labor docen­
te ordinaria. E n este sentido fueron llegando cartas de una y de
otra parte, en las que sabios profesores nos m anifestaban su
sen tim ien to p o r no poder concurrir a la reunión que consi­
deraban su m a m en te interesante, y pedían que les considerá­
ram os presentes en espíritu, ya que corporalm ente no podían
estar aquellos días con nosotros. L am entam os p ro fu n d a m en te
la coincidencia pero no era fácil cam biar las fechas, cuando
ya otros participantes habían coordinado su actividad para
venir a Toledo en los días señalados. N os contrarió que m u ­
chos de los tem as, que hubieran dado un c o n ju n to com pleto
de la época, no pudieran ser tocados y que en cierto m odo
el tem a general quedase recortado.
Pero nos alentó el entusiasm o de los que-, saltando p o r en­
cima. de las dificultades, nos aseguraron su valiosa asistencia.
Y con tan entusiastas auspicios, la Sem ana se celebró en
los días prefijados.
M uchas de las conferencias entonces pronunciadas se re­
cogen en el p resente volum en, que significan — así es nuestro
deseo— una valiosa aportación al conocim iento de la España
visigoda, tan desconocida y tan im p o rta n te en nuestra culturaLa calidad y la originalidad de las lecciones m erecen la m á x i­
m a estim ación por el bien ganado renom bre de sus autores.
Y al editarlas ahora creem os aportar una inestim able contri­
bución a los estudios históricos, que los investigadores e his­
toriadores nos sabrán agradecer.
Con visitas a los restos visigóticos de Toledo y de su p ro ­
vincia se com pletaron la serie de actos con que se conm em oró
este X I I I Centenario de la m uerte de San Ildefonso.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
V
Nos resta agradecer la colaboración prestada por todas las
autoridades, desde el Jefe del E stado, q u e se dignó p residir la
Junta de H onor del Centenario, com o del E xcm o. Sr. M inistro
de Justicia, que parte tan activa tuvo en la celebración, así
com o la del Sr. Cardenal Prim ado de Toledo, quien en todo
m o m en to prestó alientos a la Asam blea y de cuantos intervi­
nieron en ella■Reciba tam bién nuestros agradecim ientos cuantos intelectualm ente y m aterialm ente aportaron su esfuerzo
para que la reunión tuviera cum plido éxito. A todos, m uchas
gracias.
Con esta finalidad ha sido publicado este volum en, que
creem os nos sepan agradecer todos y en espera de que sirva
para gravar la m em oria del preclaro arzobispo de Toledo San
Ildefonso en el X I I I Centenario de su gloriosa m uerte.
A dem ás de este volum en quedarán com o recuerdo de la
fecha, la m edalla conm em orativa, acuñada p o r el E xcelentísi­
m o A yu n ta m ien to de Toledo, en la que se asocian los dos
nom bres: Ildefonso y Toledo y la edición de las obras de los
Padres Toledanos que, editados p o r el exim io Cardenal Lorenzana en el s ■X V I I I , son reeditados anastáticam ente en edición
facsím il en nuestros días, reproduciendo la edición pulcra y
nítida de M adrid, salida de la tipografía de Joaquín Ibarra,
'el 1782.
.
Toledo 23 de enero de 1968
L a J u n t a O r g a n iz a d o r a
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
Anverso (a rriba) y reverso (abajo) <ie la Medalla de Itronte
conmemorativa del XIII Centenario de San Ildefonso.
I
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
LA VIE RELIGIEUSE POPULAIRE EN SEPTIMANIE
PENDANT L 'EPO Q U E WISIGOTHIQUE 1
Por E. DELARUELLE
Chanoíne, prof. á l ’ Instítut catholíque de Toulouse
Nous voulons dans cette com m unication é tu d ie r le sentim ent religieux populaire, á l’exclusion done de ce que p ensent
et sentent les cleros e t les m oines; il fa u t m ém e sans doute
s’in terd ire de tro p souvent faire appel aux tém oignages qui
¡ Nous avons em ployé constam m ent le m ol S ep tim an ie sans ja ­
máis penser A le déñnir; M. André Lo y e n , recteu r h on oraire de
I’Undversité de Toulouse, veut bien nous écrire á ce su jet — et nous le
rem ercions de nous au toriser á reprod u ire sa lettre— : 1. L e sens que
vous donnez (au m ot Septim anie) — les sept évéchés dont vous rappelez
la liste dans vo tre n ote 3— est encore conservé p a r m aints érudits
dons Jean H ubert, Jean P orcheret V olbaoh dans t'Europe des invasions,
París, 1967, pág. 388.
2. Sirm ond, N otae ad Sidcmium, Epist. III. 1) avait d é já v u q u ;
le mot dérive non de septem m ais de septim us et s ’applique au pays de
Béziers, oú était cantonnée la VII.° legión, les septim ani, com m e les
appelle Tacite, H Ist. II I, 25.
Le m ot n ’est pas un term e officiel; il est prob ab lem en t im possible
de donner á la Septim anie des lim ites precises; m ais je pense que
vous pouvez l'em ployer avec l ’acception q u e vous lu i donnez: la région
qui s'étend des P yrénées au R hóne (M om m sen, M, G. H., A uclores
antiquissim i, t. V III, pág. 446).
Précisons des le début que notre enquéte a été lim itée: nous
n ’avons pas dépouillé les chroniqueurs; p a r con tre nous avons retenu
beaucoup d’índications fournies p ar Ies conciles pou r lesqu els nous
avons utilisé C oncilios visigóticos e hispano-rom anos ...p or José V i v e s
con la colaboración de Tom ás M a r í n e G onzalo M a r t í n e z (España
cristiana, Textos, vol. I, In stitu to E nriqu e Florez), B arcelona-M adrid,
1963. Nous me connaissons p a s d ’ouvrage traitanit d 'ensem ble de
m aniere directe et satisfaisan te ces problém es; il nous fa u t po u rtan t
signaler d’em blée I' H istoire religieuse des anciens pays de VAude
des origines chrétiennes á la fin de Vépoque carolingienne, p a r E lle
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
4
LA VIH RELIGIEUSE P0PULA1RB
ém anent des m ilieux proches de la cour, é ta n t donné le h a u t
niveau de c u ltu re religieuse a tle in t p a r les la'ícs des classes
s u p é rie u re s 2.
E n p rin cip e nous n e n v isa g e ro n s que la S eptim anie; m ais
il est évident que ce cas oblige á s’in te rro g e r s u r le reste de
l’Espagne. Les conciles, com m e le concile de N arb o n n e de 589,
ne fo n t souvent que rep re n d re les décisions des conciles de
T o lé d e 3, On est d'aiilleurs, s u rto u t évidcm m ent si l'o n consi­
dere la pério d e la plus reculóe que nous ayons á étudier, en un
tem p s oü les élém ents com m uns de civilisation ch rétienne
l’e m p o rten t encore sur les p a rtic u la rité s locales, e t oü done la
situ a tio n de la Septim anie s'éclaire p o u r qui c o n sid ere les
régions voisines e t d ’a b o rd l’E spagne, m ais aussi la Provence,
longtem ps placée elle aussi sous la m ém e d o m ination, la G aule
ou l’Italie.
Pañis, 1933, m ais qui, com m e son titre 1'indique ne cou vre pas
toute la Septim anie; la carte hors-texte de cet ou vrage rendra les plus
grands Services, quoiqu’elle s o it étab lie p o u r le X.” siéd e. L a m onum entale H istoria de España de R am ón M e n e n d e z P id al, T. III, España
visigoda p o r M anuel T o ¡r r e s e t divers, con tien t en tre autres un
précieux ch ap itre sur l'E glise w isigothique, m ais qui ne tou che q u ’occasionnellem ent á la Septim anie et qu i, p a r ailleurs, s ’in sp ire d e la
problém atiqu e ancienne e t laisse de có té les q u estion s relatives á
la religión populaire, On sign alera en fin le répertoine dressé p a r P u i g
I C a d a f a l c h , L ’art w isigothique et ses survivances, R ech erches sur les
origines de l ’art en Frunce et en Espagne du 1V.° au X II.” siécle,
París, 1961.
2 P ierre R i c h e , E ducation et culture dans VOccident barbare, VI.°V III ° siéctes, (Patrística Sorbonensia, 4), París, 1962, pág. 308, a
m is en relief la cu ltu re des la ics en m ilieu w isigoth; c f aussi dans
ce volu m e sa com m unication La educación en la época visigoda.
3 V o ici la liste com plete, croyons nous, d es con ciles d e T oléde
qui ont été sou scrits p ar les évéques d e Septim anie (totius Spaniae
vel Gatliae): III.° en 589 (Concilios, pág-s. 107, 124, 125, avec les
signatures des évéqu es de N arbonne, B éziers, E lne, C arcassonn e,
Agde, M aguelonne, N ím es; on sait que c e con cile eu t sa «répétition»
(ibid., pág, 186 et les sign atu res pág. 222);— V I.”, 638 (págs. 233 et
la m ém e année á N arbonne aú les évéques de S ep tim an ie pu bliérent
et com plétérent les canons de T oléde (ibid., pág. 146 ss.);— IV .” en 633
246);— V III.°, 653, pág. 287;— XII.®, 681, pág. 406;— XIII.®, 683,
pág. 432;— X IV .”, 684, canon 5 (pág. 444-448);— X V ”, 688 (págs. 44^
471);— X V II.”, 694 (pág. 522 et can on s 2, 3, 6).
G r if f e ,
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
8 . DBLABUELLE
5
On v o u d rait savoir ce q u 'il y e u t d ’original dans le sentim ent religieux popúlam e chez les Ariens; il nous se ra m alheureusem ent á p eu p íe s im possible d e ré p o n d re á ce tte
question. A vant m ém e que la m assc des fidéles arien s ne se
résorbe, sans plus laisser aucune tra c e de le u rs anciennes
originalités, dans la m asse cath o liq u e, il y avait, sem ble-t-il,
peu de différences im p o rta n tes e n tre les deux com m unautés
q u an t á ce q u i nous intéresse. C’é ta it sans do u te que les
Ariens avaient puisé, des J'o rganisation de le u r E glise d'E spagne, dans le m ém e fonds com m un qui n o u rrissa it á la m ém e
époque I'Eglise orthodoxe, c'est á d iré dans l’A ntiquité chrctienne. E n to u t cas il fau t c o n sta te r que, q u a n d il s'ag it p a r
exem ple des sarcophages dont le tém oignage est si riehe et
significatif, il e st im possible de d istin g u er ceux q u i s o n t
d ’origine arienne; ils p o rte n t aussi b ien que les a u tre s l’a et
l ’a>, alors que l'in sc rip tio n de R usticus n ’u tilise p a s ces
sig n e s!4.
L ’étude que nous allons p o u rsu iv re a u ra ce g ra n d in té ré t
de nous m o n tre r la fo rm a tio n d 'u n se n tim e n t religieux nouveau. Il nous fa u t en effet ren o n c e r á cette illu sio n que la
vie religieuse d u peuple, a u ra it été, dé c e tte plus h a u t e
époque, déja conform e aux norm es qui la rég iro n t a u cours
du Moyen-áge; c'est seulem ent bien plus ta rd , on le sait, que
certaines obligations de p ra tiq u e sacram entelle sero n t im posées p a r le concile de L atran , ou que s'é p an o u ira u n e "religiosité” d' u n ce rtain style. N ous allons done voir en ces
quelques siécles des in stitu tio n s p re n d re figure, des usages
se répandrei, des dévotions se faire jo u r. Au déb u t de l’époque
w isigothique, les saints sont encore p eu nom breux, et p a rm i
eux il n ' y a p resq u e que des m arty rs; M arie n ’est p a s vénérée
4 Edm ond Lb B l a n t , Inscriptions chrétiennes de la G aule antérieures au V III ° siécle, 2 vol., París, 1856; les deux voluntes ont une
n um érotation continué; c ’est su rtou t au deuxiém e qu e nous aurons
recours, car il e st con sacré aux «sept provinces» et done au M idi.
Un supplém ent a été pu blié en 1892 sous le titre N ouveau R ecueil,
etc... dans la C ollection des docum ents inédits sur V histoire de France,
avec une num érotation qui reprend á 0; il ajo u te au total fort peu au
précédent.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
6
LA V1E RELIGIEUSE POPULAIRE
com m e alie le sera p a r la suite. La liturgie n ’est pas organisée
de la fagon com plete et m éthodique que l'on c o n n a it p o u r le
reste d u M oyen-áge: c ’est ainsi que des dim anches n 'o n t pas
encora de textes p ro p re s. On m anque d'hym nes e t l'o n n 'e st
p as d'accord s u r le rem ede á cette situ atio n , certain s souh a ita n t q u 'o n se contente définitivem ent des " c a n tiq u e s” bibliques, qui éta ien t de tre s bo n n e heure passés dans l’usage
c h ré tie n 5. N otre époque est de m ém e celle oü l'on voit se
c o n stitu e r une iconographie chrétienne,: il n ' y a que p eu de
tem ps que sain t P aulin, conscient de son originalité, déclarait
son p ro p o s de s u b stitu e r, dans les basiliques, des scénes
religieuses aux scenes profanes ju s q u ’á m a in te n a n t re g u e s 6.
Au vrai cette époque e st celle qui fa it p a sse r du tem ps
des Peres au M oyen-áge. Elle com m ence en effet avec des
références perpétuelles aux serm ons de sa in t A ugustin, qui
sero n t souvent réédités dans l'H om éliaire de. Toléde; avec
les déclarations des conciles d e Toléde qui n ’am b itionnent
que de se co n fo rm er á la T radition. Mais su r divers p o in ts on
v e rra p a r la suite se p ro d u ire les ru p tu re s, p a r exem ple qu an d
les invasions d é tru ise n t: on a p u écrire que les G oths n'avaient, en Gaule du m oins, rien m is á la place de ce qu'ils
avaient d é tru it et que, la gén ératio n de sain t C ésaire n ’ eut pas
de su c c e sse u rs7; ainsi p a r la forcé des choses s'élabore une
société nouvelle.
5 II s'a g it ici des Cantiques d'Anne, d’ Ezéohias, d e M arie (le
M agníficat), de Z acharie (le B enedictus), e tc ..., q u e Ton trou ve cons­
tam m ent associós aux traductions des Psaum es en fr a n já is , com m e
l ’a m on tré S am u el B e r g e r . On sait l ’h ypothése que les carmina
m aiorum dont p a rle sain t Isidore auraien t été d es ch an ts épiques
chrétien s, h ypothése exclue p a r R. M e n e n d e z P i d a l , L o s G odos y el
origen de la epopeya española, Los «Carmina m aiorum » de los Godos,
dans Settim ane di studio del Centro ital. di studi su ll’A lto M edioevo,
III, I G oti in O ccidente, Problem i, Spoleto, 1956, notam m ent pág. 297.
On ne peut que rap peler á cette occasion le De A ctib u s Apostolorum
d ’A rator, q u i eut une incroyable fortun e au H aut-M oyen-áge et a vait
été declam é dans une église.
6 Ce texte est cité p a r Louis B r e h i e r , L' art chrétien, son développem ent iconographique des origines á nos jours, París, 1918,
pág. 63; aussi B réh ier déciare-t-il que l’a rt chrétien date du début
du V .“ siécle.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
E, DELARUBUE
I.
7
LE CULTE PALEO-CHRETIEN
DANS LA SEPTIM A NIE W ISIG OTH IQ UE.
II e st facile de trá ile r c e tte q u estio n car on posséde u n
rép e rto ire exhaustif dans le cas de la S e p tim a n ie 8. De cette
période so n t conse.rvées: 6 dalles sépulcrales, d o n t 5 á N im es,
qui so n t des V II.0 e t V III.° símeles; 34 piéces de c a ractére
m onum ental, chapiteaux, e tc ,.., qui vont d u IV,° a u IX.°
siécle; enfin 30 piéces litu rg iq u es d o n t 3 tables est 4 devants
d’a u te l 9. On sera d ’a b o rd fra p p é de la m édiocrité q u a n tita tiv e
de ce m atériel; sans doute beaucoup de piéces n'ont-elles pas
résisté á l'u su re d u tem ps, aux diverses invasions, aux changem ents de goüt; on ne p eu t m algré to u t se défendre co n tre
lim p re ssio n d ’une vie religieuse m ediocre; o n évitera absolum ent done d e v o q u e r un sem is d'églises c o u v ran t to u t le
pays; ce se ra it confondre A ntiquité et M oyen-áge.
A cette p rem iére im p ressio n il fa u t a jo u te r dans le m ém e
sens un jug em en t sévére s u r la q u alité a rtistiq u e e t s p id tu e lle
de c ette p ro duction. D 'une p a r í ces oeuvres, qui re p ro d u ise n t
avec la plus grande fidélité les form es trad itio n n elles e t done
nous m aintiennent dans u n olim at d ’A ntiquíté, ou p lu tó t rep résen ten t á m erveille le S p a tan tik , sont d'une e x tra o rd in a ire
grossiéreté, p a r exem ple les scu lp tu res de N arbonne qui m ontre n t de,s oiseaux b ecq u etan t des raisin s e t une colom be
buvant a u n c a n th a r e 10.
7 André I . oyhn , Sidoine Apollinaire et les d em iers éclats de la
culture classique dans la Gaule occu p ée par les G oths, dans S ettim ane
citée supra, pág. 283.
8 A. S a s s i e r , Apergti de la scu lp iu re paléochrétienne et prérom ane
de Septim anie de la fin du 111." s. á la fin d u IX.", dans Fédération
historiq. du Languedoc, X X X .° Congrés, Séte, 1956; du m ém e auteur,
E volution de la scu lp tu re paléochrétienne et prérom ane du Languedoc
m éditerranéen et du R oussillon (IIl.°-IX .r‘ s.), D. E . S., In stitu í d 'art
et d ’archéologie de Toulouse, 1956, exem plaire dactylogr.
9 II fau t signaler ici — m ais c ’est une piéce u n iqu e e t qui ne perm et
done pas les conclu sion s q u ’au torisen t les (relativem en t) «grands n om ­
bres» indiqués p a r ailleurs— le reüquaire — m artyriu m de N arbonne sur
lequel nous reviendrons.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
8
LA VIB RELIGIEUSE P0PULA1RB
Mais c e tte g rossiéreté n 'est p as seulem ent m alad resse
technique, elle est aussi, pensons nous, im puissance spirituelle.
L 'a rtiste ne dom ine p as son travail; il puise á to rt e t á trav ers
dans des rép e rto ire s d ’ornem ents, sans co m p re n d re la p o rté e
religieuse de ce q u ’til p ro d u it. A S a in t-R e stitu t on se g a rd e ra
bien, pensons nous, de ch erch er u n sens aux figures qui se
succédent; d e m ém e que les p ein tu res ro m an es des nefs du
X II.0 siécle d o n n en t parfois le se n tim e n t d 'u n fa tra s p lu tó t
qu'elles ne révélent une sp iritu a lité, de m ém e a-t-o n affaire
ici á des m o tifs incom pris p a r celui m ém e qui les p r é s e n te 11.
II est vrai que toutes les oeuvres ne so n t pas de la m ém e
veine: á Saint-M ichel d e T a rra ssa une p e in tu re exprim e la
piété trad itio n n elle avec u n c e rtain b o n h e u r n. A ces diverses
piéces on a jo u te ra le reliq u aire de Salles d'Aude, d o n t on
trouve, p a ra it-il, des analogues en Espagne B.
II fa u t m e ttre á p a rt les b a p tisté res en raison, on le sait,
de ce que, a ce tte époque, les d ifférentes fonctio n s litu rg iq u es
n ’éta ien t p as rassem blées dans le m ém e ódifice, m ais d istribuées dans des "espaces'' différents. On co n n ait le t e x t e
célebre de P rim uliac qui p e rm e t de se f a i r e u n e idée des
sen tim en ts des ch rétien s du V.° siécle devant ce s a c re m e n t14.
Une e n q u é te récente, consaorée. au recensem ent de to u s les
b ap tistéres paléochrétiens, e st assez décevante dans la m esure
w M a r c e l D u r l ia t , Un groupe de sculptures wisigothtqu.es á Narbonne, d a n s E tu d es Mérovingiennes, A ctes des lo u m é e s de Poitiers, 1952,
P a r í s , 1953, p á g s . 9 7 s . e t p l . I V .
u Congres archéol. de France, L X X V I° Session, Avdgnon, 1909 (Pa­
rís, 1910), t. II, págs. 251-274.
12 II est vrai q u e la date hau te prop osée p o u r ces p ein tu res p a r
Püig y Cadai a lc j i — le V I o siécle— a été abandonnée p a r A n dré G rabar,
Le H aut M oyen Age d u 1V° au X l° siécle, M osaiques et p eintu res m u­
rales, dans Les grands siéctes de la peinture, S kira, 1957, pág. 62 et
pl. pág. 63.
13 L e B la n t , op. cit., n.° 445; oe reliq u a ire ab rite des reliques des
saints m artyrs africains, Saturnin et autres; on voit ici l'in fluence de
l ’A frique, du fa it n otam m ent que la G aule n ’avait eu que peu de m a r­
tyrs pendant les persécutions.
14 E. G r i f f e , La Gaule chrétienne á Vépoque romaine, t. 3 , París,
1965, pág. 275.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
8 . DBLARUBLLE
9
oü elle ne c o n n a it p o u r l ’E spagne que. deux b a p tisté re s certains, ceux de M alaga (Voga del M are), avec deux cuves distinctes, comlme s’il y en avait u n e p o u r les adufres, u n e p o u r
les en fants (VI.° s.), et celui de T arragone, q u i se ra it d u d e b u t
du V.° s ié c le 1S, auxquels on a jo u te ra les deux b a p tisté re s de
M ajorque e t celui de B urguillos. E n Septiimanie aucun baptistére n 'e st connu p o u r cette époque; p a r co n tre e n Provence
il en est cinq d u m ém e type, ceux d e V énasque, Aix, M arseille,
F réju s, e t R ie z 16.
II nous reste enfin, p o u r cette époque des origines, á nous
dem ander s ’il y e u t une iconographie p ro p re m e n t arienne,
com m o on 1’ a récem m ent so u ten u 17. Dans so n riche a rticle
E m ilienne D em ougeot, c o n sta ta n t que l’évolution bien connue
qui co n d u it du sarcophage de type arlésien au sarcophage
de type aqu itain , coincide avec l'o cc u p a tio n de c e tte région
p a r les W isigoths a r i e n s, suggére q u ’il fa u d ra it cherchei;
d erriére cette évolution d es form es e t des th ém es, u n e évolution du sen tim en t religieux. II e s t de fa it que les sarcophages
a q uitains fo n t m oins de place á la figure hum aine, rep résen ten t m oins souverut les scénes hibliques, e t du m ém e coup
reco u ren t davantage aux ornem ents e t aux sym boles. N e faud rait-il pas se rappoler que l’arianism e, en n ia n t la divinité
du Christ, d ép réciait p a r lá m ém e ses activités te rre s tre s . M ais
15 A. K h a t c h a t r i a n , L es baptistéres paléochrétiens, Plans, notices
et bibliogra.phie, dans E co le pratique des H autes E lu d es, S ectio n des
se. relig., Cotí, chrét. et byzantine, París, 1962, págs. 40 s. L ’au teu r síg­
nale en outre m ais com m e douteux, les b ap tistéres de G renade, M érida,
Elche, et Tarrassa.
16 Ibidem ; on y ajo u tera V illes épiscopales de Provence, Aix, Arles,
Fréjus, M arseille et R iez de Vépoque gallo — rom aine au M oyen— age
par F. B e n o it et d ivers, dans V o Congres internat, d’archéol, chrét-,
París 1954.
17 Em ilienne D e m o u g e o t , Y eut-il une fortne arienne de l'art paléochrétien dans A tti del VI- Congresso intem . di archeol. crist., Ravenna,
1962; c f A. S a s s i e r , D. E . S, pág, 19 sur I’iconographie géom étrique des
m otifs releves en Septim anie. S u r l'a rt arlen le s ¡travaux essentiels
sont ceux de C ario C e c c h e l l i , M otivi orientali e occidentali n ell’arte
del período dei G oti in Italia, dans Settim ane, págs. 43-56; L ’arianesim o
e le chiese ariane di Italia, ibid., t. V II, Le chiese nei regni d ell’ Europa
accidéntale..., 1959, Spoleto, 1960, págs. 743-774.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
LA VIE RELIGIEUSE POPULAIRB
10
aussi q u e les ariens fu re n t p arfo is accusés, á Arles p a r exemple sous Césaire, de collusions avcc Ies Juifs. O r ceux-ci o nt
de to u t tem ps favorisé un a r t aniconique, o n t été adversaires
de la fig u re h um aine, p réfé ra n t m u ltip lie r les sym boles, que
I'on ren c o n tre en e ffet en g ran d n o m b re su r les sarcophages
aquitains, que rep ré sen tc r des scénes de rE c ritu re .
De p areilles théses m érite n t u n exam en ap p ro fo n d i. On
p e u t cependant des m a in te n a n t re m a rq u e r que la g ram m aire
o rnem entale des sarcophages aq u itain s s ’explique p a rfo is p a r
le reco u rs á des thém es puisés dans u n p ro fo n d te rro ir, celui
de la p ro to h isto ire en domaine, m é d ite rra n é e n ; des o rn em en ts
com m e la rouelle, il n ’ est pas besoin p o u r 'les e x p liq u er de
c o n sta ter une collusion, d 'ailleurs in co n testab le e n tre Juifs
et B arbares, il suffit de rec o u rir aux folklores de l’époque.
II.
USAGES FUNERAIRES.
lis nous so n t assez bien connus en raison, répétons le, du
g ra n d nom bre de sarcophages qui nous so n t parv en u s: en
Septim anie, A. S assier en a relevé 38 d e l’école d'A quitaine
e t 36 de l'école d ’Arles. lis so n t souvent des tém oins éloquents
de la vie religieuse á l’époque w isigothique p u isq u e p lu sieu rs
font référence aux rois rég n an ts 18.
Le fa it est in co n testab le — F ern an d B enoit e n e st d’acord
aussi bien q u ’Aymeric S assier e t q u'E m ilienne D em ougeot—
que cette époque w isigothique est caractérisée p a r la p rédom inance du sym bole s u r la fig u ratio n hum aine. Quels so n t
done ces sym boles? Le B lan t en a dressé une liste qui ne p réíen d p as é tre exhaustive, essayant de suivre une évolution,
depuis l'ancre, qui est p e u t-é tre l'em blém e c h ré tie n le plus
ancien su r les sarcophages, e t le. chrism e, qui a p p a ra it sous
sa fo rm e élém entaire a p a rtir de 347, ju sq u ’á la colom be,
a la croix, au c a n th a re et a u poisson. Si l ’on s e n tie n t aux
sarcophages d ’Arles p o u r Iesquels on dispose d 'u n catalogue
18 On trouvera référen ce aux rois w isigoth s dans L e B la n t, op. cit.,
n.n 611, 612, 616, 616 B, 620, 620 A, etc..., C i A. S a s sie r, Apergu, pág. 8.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
S. DELARUBLLB
11
excellent w, on relévera les m otifs su ivants: la colom be; le
canthare; le lierre; le C hrist su r son tró n e ou dans u n e gloire;
le Bon P a ste u r avec ses b rebis; la croix; le C hrist s u r la m ontagne, r i c h e thém e q u ’o rch e stre n t les cerfs, les fleuves de
paradis, les douze ap o tres a u to u r du M aitre, la Loi rem ise au
Pére, la M ain de Dieu c o u ro n n a n t le Fils; des génies ailés;
le chrism e en tre des dauphins; les noces de Cana, la m u ltip licatión des pains, la grappe de C anaan; des étoiles; des cerfs
au pied de la croix d u Res suscité, des b reb is e t des cerfs m archant vers le chrism e; baleine e t dauphins.
Mais il ne suffit pas de dresser de p areilles listes; encore
faut-il se d em andar quel é ta it le contenu do ctrin al des inscriptions fu n éraires qui les accom pagnaient. II e st au to ta l, il fa u t
l’avouer, tre s som m aire. Le fidéle qui venait m é d ite r s u r ces
tom beaux n ’en ra p p o rta it, avec des sentim ents généreux et
des ém otions poétiques, que peu de vérités dogm atiques. II
lui était enseigné la vie é te rn e lle 20: v iv it in aetern u m (597, 586)
qui c o n s i s t e d a n s la paix (101, 242, 491, 600, 466, 491;
cf p. XIX); une in scrip tio n de T oulouse enseignait q u e c ette
vie ne se tro u v a que dans le C hrist (607, 621 B); quelques inscriptions précisaien t la doctrine de la résu rre c tio n des corps, á
19 Sarcophages paléochrétiens d’A rles et de M arseille, Suppl. á
Gallia, V, París, 1954. N ous jugeons inutile, p o u r n e pas su rch arger
notre texte, de donner chaqué fots les renvois précis aux pages de ce
catalogue, d’autant plus que nous énum érons les diffénents thém es
dans l’ordre m ém e oú ils se présentent dans ce répertoire.
2” A pa rtir d'ici nous faisons suivre chaqué thém e d octrin al signalé
dans le texte des num éros em pruntés au corpus d e Le B la n t, dans ;lequel bien entendu nous n ’avons retenu q u e c e qui c o n c em e les territoires sous dom ination w isigothique,
II est d ifficile dans ces enquétes de savoir á quelle date s'arréter:
alors m ém e que ces inscrip tions ou ces sym boles étaien t du V° siécle,
et done antérieurs a la période q u e nous voulons surtout étudier, ils
continuaient á agir sur 1'im agination et l’esp rit d e ceu x qu i venaient
dans ces cim etiéres.C 'est un des points de m éthode les plu s d élicats
pour qui étudie la religión populaire: com bien de tem ps une fo rm e
religieuse agit-elle sur le sp ectateu r avant q u ’il n ’ y ait saturarían ?
II n' y aura pas lieu de pa rler du m ob ilier fu n éra ire c a r on n ’en a
pas trouvé dans ces tom beaux á l ’exception d ’une b agu e po rtan t le
poisson (608).
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
LA VIS RELIGIEUSE POPULAIRE
12
condition d u m oins que ce co rp s eu t été rég u liérem en t enseveli (LX X X V II) ap rés u n Jugem ent de Dieu (ib id ), e t rep résen taien t ce m o rt en o ra n t: ainsi s e ta i t tra n sfo rm ée l'ancienne intago (122). II fa u t enfin a jo u te r la foi en la com m union
des saints o u plu s exactem ent en la p riére p o u r les m o rts:
tu qui legis ora pro eo (317) cf 621 B).
III.
LES GRANDES DEVOTIONS.
1.
La dévotion au C hrist.— Elle tie n t inco n testab lem en t la
prem iére place. E t d 'a b o rd p arce que nous som m es encoré
to u t p rés du V.° siécle, en lequel le Cihríst e st a u cen tre de la
religión, de la religión des Peres. M ais aussi p a rc e q u e les
lu ttes contre les A riens o n t aiguisé le sens du role te n u d a n s le
christian ism e p a r le C hrist; des p rié res o n t été aiors com posées qui ont p ris dans c e tte liturgie m ozárabe en fo rm a tio n u n
ca ra c té re a n tia rie n 21.
M ais il resu lte aussi de ces circo n stan ces h isto riq u e s que
le C hrist qui a ttire ainsi l ’a tte n tio n n 'est pas le Fils de l ’hom m e,
m ais le Fils de Dieu; il est le C hrist av an t to u t de la théologie
et de la liturgie, non celui d 'u n a rt c o n cret et réaliste; c ’est
d ire que cette dévotion a u C hrist s ’e x p rim era souvent d an s un
style a b stra it, e t done p eu p o p ulaire. On ne voit pas le C hrist,
on n e l ’im agine p as dans la ré a lite des scénes évangéliques,
m ais on le signifie p a r des sym boles.
N ous l ’avons d éjá rem arq u é, ces scénes évangéliques tienn e n t de m oins en m oins de place dans l'a r t w isigothique; on
sa it d'ailleu rs que, représentées s u r les sarcophages, elles y
avaient u n e a llu re singuliérem ent conventionneile, conform ém en t á des canons hérités de la p lastiq u e tra d itio n n elle p lu tó t
q u ’inspirés p a r la m éd itatio n du m ystére de l'in c a m a tio n . Peu
á peu ces scénes elles-m ém es o n t laissé la place a des sohém es
chargés de sym bolism e, dont il est difficile d e sav o ir s'il é ta it
to u jo u rs accessible au peuple.
21 K laus G a m b e r , Ordo antiquus gallicanus, D er gatlikanische M essritus des 6. I. ( T extu s patristici et liturgici ...In stitu tu m Hturgicum
Ratisbonense, 3) R egnesburg, 1965, pág. 8,
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
E. DEIARUELLE
13
Avant to u t le chrism e, qui est c o n sta n t s u r les sa rc o p h a g e s:
il arrive q u ’il y a it quatre. chrism es su r le m é m e 22! II est associé
á quelques élém ents décoratifs variables d o n t on percevait
p e u t-é tre encore la signification théologale: couronne de laur i e r 23 o u p a m p re s 24.
Du chrism e on rap p ro c h e ra la croix geimmée, fréq u en te
elle aussi: o n la trouve su r une scu lp tu re w isigothique de
N arbonne dans la deuxiém e m oitié du V IIIo sié c le 25, s u r u n
su p p o rt d 'au tel d ’O u p ia 26, dans le tré s o r de G u a rra z a r27; une
stau ro th éq u e rep ré sen te sa in t C ésaire avec deux a n g e s 2B.
Moins im p o rta n t le C h rist de m a je s té 29, m ais q ui rep ré ­
sente d ’une certain e m aniere 1'avenir. Le cas le p lu s célebre
est celui du sarcophage de. B raga, s u r lequel les évangélistes
ont des tetes d ’anim aux w; on y a jo u te ra le C hrist de C ordoue
íui aussi accosté des évangélistes, preuve q u ’u n e iconographie
est en tra in de se fixer. Si l’on n 'o u b lie p as que P o itiers fu t
quelque tem ps sous la d om ination w isigothique, o n n e m a n ­
q u era pas de signaler le couvercle d e sarcophage de l'H ypogée
22 Le B l a n t , 414. E n l'ocu rrence on peut se dem ander si ces chrism es
n'ont pas une destination apotropaique, le clien t qui com m an d ait la
sculpture d u sarcophage ayanl vou lu se m énager toutes Ies chances en
faisant gra ver tou s les ch rism es possibles.
23 A. S a s s i e r , ibid., p á g . 9.
24 E . D e m o i j g e o t , op. cit. p á g . 294.
25 M . D u r l i a t , op. cit., p l . I V .
26 Ibid., p l. V.
27 A. F r o l o w , Les reliquaires de la Vraie Croix (Arch. de l ’Orient
chrétien, 8 ), In stitu í fr. d'études byzant., P a r ís , 1965, p á g . 192, n.° 3;
c f . p á g . 193, n .° 5.
2® I b i d ., p á g . 52, n.° 4.
25 C arm elo C a p i z z i , P a n t o k r a t o r Saggio d'esegesi letterario-icono­
gráfica (Orientalia christ. analecta, 170 ),P ontif. ln stit. Orient. Studiorum ,
Rome, 1964, ne sígnale aucun P an tocrator en E spagne, m ais cet ouvrage
par ailleurs im portant, sem ble peu fam ilier avec c e pays.
30 René C r o z e t , Les prem ieres représentations anthropozoom orphíques des évangélistes (V rj IX (¡ s.) d ans E tu d es Méroving., op. cit.,
pág. 58, oú l'on Irouvera aussi des indications sur le C hrist d e Cordoue.
Avant de quitter l ’E spagne signalons le C hrist-Soleil de Q uintanilla de
las Viñas, dans une gloire tenue par deux anges: on le trou vera p artou t
reproduit et notam m ent dans M * E. G ó m e z M o r e n o , B reve historia
de la escultura española, 2." éd., M adrid, 1951, fig. 34.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
14
LA VIE RELIGIEUSE POPULAIRE
des Dunes 31, in té ressa n t p a r l’iconographie des anges e t des
évangélistes: á la place de M arc e t Luc so n t rep résen tés Rafael
e t Raguel; avouons que ces confusions ne d o n nent p as une
h a u te idée de la théologie p o p u laire de 1'époque.
T out aussi rév élateu r est le m o tif d u C hrist D octeur e n tre
des A potres et des disciples: on v oit la le sc u lp te u r p a rtir
d ’une scéne réa liste e t p o p ulaire, celle de la p réd ic atio n de
l'évangile, m ais la tra n sfig u rer, dégager le " ty p e ”, p ro clam er
la m a g istra tu ra éternelle du Fils p lu tó t que de m o n tre r la
fam iliarité bonhom m e du com pagnon charp en tier. On en d irá
a u ta n t du m o tif d u Bon P asteu r: le p itto re sq u e e t le concret,
qui a u ra ie n t p u n o u rrir u n e "relig io sité” p o p u laire y so n t sacrifiés á la noblesse de la m ission et á la signification théologique du geste.
A cet a rt sym bolique se ra tta c h e évidem m ent le saint-sépulere de N a rb o n n e 32, p e tit édifice en p ierre avec ábside e t portiqua, au su je t duquel on a beaucoup discuté; le m ieux est
sans doute, avec M gr G riffe, d ’y v oir u n e m em oria sancti sepulchri qui rem o n tera it p e u t-é tre á sa in t R ustique.
Avec to u tes ces piéces nous som m es to u jo u rs dans l'a rt
p aléochrétien e t dans u n e sp iritu a lité que I’on p o u rra it dire
p a tristiq u e , ou en to u t cas trad itio n n elie. C’est un changem ent
com plet de '‘relig io sité’’ que rep résen te le C hrist de N arbonne,
et qui n o u s révéle le passage d ’u n áge á l'a u tre , de l ’áge p a ­
tristiq u e au Moyen áge, d 'u n a rt théologique a u n a rt p o p u lai­
re, du sym bole á l'im age concréte. G régoire de T o u r s 33 a ra-
31
L e B l a n t , 254.
32 A. F r o l o w , op. cit., p á g . 39, E. G r i f f e , op. cit., p á g s . 4 6 -4 7 .
33 D e gloria martyrum, 22 (Patrol. lat. de M i g n e , t. 71, col. 724; o n
replacera cette peinture signalée p ar G régoire d e T ours dans le con­
teste h istoriq u e et artistiqu e á l ’aide de D octeu r P aul T h o b y , Le crucifix des origines au concite de Trente, N antes, 1959, págs. 24-25 et pl. V ,
n * 11. C roix sans cru c ifix du V I I o s. á Saint-B onnet-A valouze (Corréze):
L es trésors des églises de France, M usée des arts décoraiifs, París,
1965, n.” 403 et pl. 11.
L ’H om éliaire de T oléde qui sera présenté á la fin d e cet article,
pág. 229, perm et de con stater qu'á sa date et en sa région, il, n ' y avait
pas d'cglise sans la croix; m ais cette croix com po rtait-elle un cru cifix?
N ous en doutons.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
H.
delarubllb
15
conté I'histoire de oe crucifix a p p o rté d ’O rient p a r u n Syrien
qui l'o ffrit á son église, m ais s a n s le v o uloir pro v o q u a le
scandale de ses fréres e t du clergé, indignés de v o ir le C hrist
représenté dans sa n u d ité e t dans l'h o rre u r de son supplice.
On sent tre s bien ici que s'opposent deux conceptions de l'incarnation, celle q ui in siste s u r la divinité d u Fils p a r n a tu re ,
du Seigneur de Niicée e t de Toléde, ju s q u 'a u m onophysism e,
serait-on tenté de diré, d 'u n c e rtain a r t trio m p h a l, e t celle qui
voit su rto u t dans le C hrist 'le Fils de l’hom m e, au risq u e p a rfois de to m b er dans le nestorianism e. T o ujours est-il que ces
réclam ations obligérent á d issim uler d e rrié re un voile le crucifix en question. Un siécle aprés, le concile in Trullo (692),
dont la décision nous éclaire singuliérem ent s u r ces débats
et ces enjeux, se prononcait en faveur du crucifix dans les
églises e t dóconseillait d'y représen te r le C hrist en agneau;
c'était p o u r longtem ps la fin d 'u n c ertain sym bolism e e t I'annonce du M oyen-áge p ath étiq u e.
Nous ne pouvnons, dans cette situation, que d ire n o tre em ­
b arras devant le Crucifix de G érone, nous dem an d an t s ’il fa u t
le d a te r du V I I e siécle, com m e celui de M oncam et, ou du
X Io 31. En faveur d'une date h a u te est l’in sc rip tio n en grec qui
accom pagne une des faces; m ais dans la région de S an P edro
de Roda, de laquelle e s t orig in aire ce crucifix, il est com préhensible que la connaissance de. quelques form ules stéréotypóes en c ette langue se soit m ain te n u e longtem ps.
Parce qu'elle est encore to u t proche du tem p s des Péres,
la spiritualité w isigothique, du m oins á ses debuts, n ’isole p a s
le Christ du reste de son Eglise; elle est encore capable. au
contraire de percevoir les connexioms essentielles, p a r exem ple
entre le C hrist et les m arty rs. C’est ainsi que le IVo concile
de Toléde nous p arle des fidéles qui co n stru ise n t des basiliques p a r am o u r du C hrist et des m a rty rs 3S; la dédicace de la
34 On trouvera une reproduction d'une des faces, m alheureusem ent
la m oins intéressante pou r nous dans L am berto F o n t , Gerona, La ca­
tedral y el M useo diocesano, Gerona, 1952, fig. 147 e t pág. X X X IV .
II s’agit d'une croix-reliquaire portée sur la poitrine, S u r la face que
nous citons on voit M arie (?) entre les évangélistes. On la rapprochera
de deux croix des VII.° et V I I I e s. publiées p a r P. T h o b y , op. cit., pl, V II.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
LA VIE RELIGIEUSE POPULAIRE
16
cath éd rale de Cadix en 652 n 'e s t p as m oins significative, qui
associe le C h r i s e t les réliques des saints, san ctu aires du
C h ris t36. On co m p ren d des Iors que dans cette Eglise les m artyrs p a sse n t av an t la Vierge elle-m ém e, ce q ui révéle q u e le
M oyen-áge ne s’annonce pas encoré.
2.
Le cuite des sa in ts.— Un fa it d 'u n e im p o rtan ce considérable est d 'a b o rd á noteir, c ’est I’im m ig ratio n des sain ts
espagnols en S eptim anie. C ette im m igration s ’explique sans
doute, nous l'avons dé ja suggéré, p a r le fait que la G aule
avait eu peu de m a rty rs d u ran t Ies siécles de p ersécution; á
une époque ou les m a rty rs éta ien t les seuls sain ts reconnus
com m e tels, on m ianquait done de p ro te c te u rs e t de reliques
á d ép o ser d a n s les autels nouveaux q u ’il fallait ériger á une
époque de m ú ltip les créatio n s de paroisses. Le relevé de ces
saints a déjá été fait, a n m oins p o u r 1'essentiel: Ju st, Félix,
Vincemt, E ulalie so n t les p rin c ip a u x 37. Dans ce rtain s cas on
peut d a te r c e tte irru p tio n : sa in t Félix fu t in tro d u it p a r Rusticus, done au d é b u t d u VIo siécle.
Cette invasión de saints nouveaux eut une conséquence
d ’im p o rtan ce p o u r l'h ag io g rap h ie : ce fu t la m ise e n veilleuse
des sain ts locaux concurrencés p a r des rivaux d a n s le g o ü t du
jour. S ignificatif est le cas de sa in t Paul de N arb o n n e: il avait
ju sq u 'a lo rs bénéficié de son association á sa in t S a tu rn in , co m ­
m e á sain t Denis e t aux a u tre s évéques de la m ission q u e raco n te G régoire de T ours; á le p o q u e oü la fav eu r des foules,
sous l’influence san s doute de la V ita M artini, allait aux évé­
ques fo n d ateu rs des églises, il m é rita it I’attentdon que lui donna la peuple de N arbonne; o r p a r la su ite il f u t q u asim en t
oublié; on ne v olt aucun pélerinage se m e ttre e n ro u te vers
son tom beau; c ’est seulem ent á l'ép o q u e carolingienne q u'il
sera tiré de cet o u b li38.
35 Canon 33.
36
A . F r o l o w , o p . c i t., p á g . 122.
37 E. G r i f f e , pág. 87. C e tte d iffu sion fu t assez large: Just en
e f f e t ne se trouve pas seulem ent á N arbonne, m ais á V alcab rére
(S ai n t-Be r ir a n d-de-C omm in ge s ). Le m ouvem ent continu era longtem ps
ou plutót con n aitra un deux iem e tem ps lors de la reconquéte carolin ­
gienne et un troisiém e avec les croisad es en E spagne: les reliques
de saint A ciscle furent alors déposées á Sain t-Sernin d e Touluse.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
B. DELARUELLE
17
II ne nous a p p a rtie n t pas de d resse r la liste des sain ts wisigothiques Ies p lu s honorés; on en tro u v e ra le catalogue soram aire dans G a m b e r39; on c o n state le c a ractére archa'íque de
pareille liste puisque les saints qui l'em p o rte n t so n t de beaucoup ceux du N ouveau T estam ent; seul sa in t M artin révéle des
préoccupations nouvelles. A ce catalogue on p o u rra c o m p a rer
Ies patronym es des églises: celles de T a rra ssa d ’a u ta n t plus
intéressantes q u ’olles sont a u nom bre, de trois, so n t consacrées
á Pierre, Michel e t M arie.
A tra v e rs les tex tes nous entrevoyons p arfo is les ra p p o rts
que les fidéles e n tre tie n n en t avec les sa in ts: u n e in scrip tio n
w isigothique de M érida en 469 nous fait c o n n aítre la consécration d ’une m aison á sainte E ulalie: H anc d o m u (sic) ju ris
tui placata posside m c rty r E ulalia... u t d o m u s hec cu m habitatoribus, te propitiante, florescant, A m e n *. Les reliquets de
.Tean-Baptiste enferm ées dans u n e stau ro th éq u e, que G régoi­
re I envoie á R écaréde, doivent aid er le ro í dans ses e n tre p r is e s 41.
3.
La dévotion á M arie.— Le Pére M eerssem an dans u n
ouvrage désorm ais c la s s iq u e 42 a constaté I’indigence de poésie m ariale á la fin de 1'époque p a tristiq u e , a u m om ent oü
com m ence n o tre en q u éte: Ies p rem iers a com poser e n l'honn e u r de M arie sont E nnodius d 'a b o rd puis F o rtu n a t. II serait
done vain de, c h e rc h e r dans la p re n d e re litté ra tu re w isigothi­
que des tém oignages tres aneiens de la dévotion á M arie. Nous
n’avons p as á é tu d ie r ici les sources de sa in t Ildefonso.
38 S u r le cu ite d e saint Paul de N arbonne, V ita et com m en taires
des Acta Sanctorum , mars, t. III, pág. 372; c f B ib liot. París, ds B ibfíoth.
hagiogr., t. I, pág. 212 éditant la V ita d u Ms. 2838.— S u r les pélerinages
á cette époque dans cette région, A bbé L. S i g a l , L ’autel chrétien de
Minerve, Toulouse, 1930, pág. 51.
39 op. cit., pág. 44.
40 C ’est le n.° 489 du M usée Archéol. de M érida, cité dans Mérida
m onum ental y artística p a r M axim iliano M a c i a s L i a n e z , 2 ° éd., 1929,
pág. 166.
11 A. F r o l o w , op. cit., pág. 123, qui parle á cette ocasión d'une sorte
de Deisis.
42 D er Hym nos Akathistos im Abendland, t. I (Spicilegium Friburgense, 2), F ribourg, 1958, pág. 68.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
18
LA VIB RELIGIEUSE POPULAIRE
Serons nous plu s heureux q u an d il s'ag ira des églises consacrées á la sainte Vierge? Dans un livre tro p p eu connu, Cario
Cecchelli a dressé une p rem iére liste de ces c o n sé c ra tio n s: la
voici p o u r les régions qui nous c o n c e rn e n t43: la crypte de
Saint-V ictor de Marseille, (?), les Saintes M aries de la M er
(VIo s.); en 556, une église dans la province de B adajoz; en 587
une in scrip tio n á Toléde; 660, C abra; vers 660, G u arrazar; vers
le V IIo s. Palm a, d ’a u ta n t plus in té ressa n te q u ’on y voit Adam
et Eve, preuve que des cette date M arie se ra it conque c la ire ­
m en t com m e la nouvelle Eve. Ce catalogue devrait é tre évid e m m e n t critiq u é et sans do u te com plété; il nous aid era seulem ent á ne p as p ro je te r tro p vite dans le passé des conceptions plus récentes s u r la place que M arie a occupée dans la
dévotion des sim ples fidéles.
A ce catalogue ajo u to n s p o u r la región de T oulouse deux
exem ples: la chapelle de la nécropole de M artres-T olosane M
(aprés 431) a u ra it été consacrée des cette h a u te époque á la
Vierge; la chose est possible m ais d em an d erait á étre prouvée.
In co n testab le p a r co n tre est le cas de la D aurade, tro p connu
p o u r que nous nous y étendions 45. II fa u t c ep en d an t ra p p e le r un
débat, essentied p o u r n o tre p ro p o s : á quelle date fu t c o n stru it
ce m a rtyriu m ? á quelle, date fu re n t placees les m osaiques,
d o n t on a u n souvenir tres précis, et qui g lo rifiaient les mystére s de M arie? Peut-on les a ttrib u e r á des rois w isigoths et
supposer p a r la une dévotion á Marie, chez des ariens?
43 M ater Christi, t. I, Rom e, 1946, págs. 271 s. N ous n ’abordons pas
le problém e de dater le cuite m arial á M ontserrat et á Saragosse.
44 Jean B o u b e , La nécropole paléochrétíenne de M artres Tolosane
(H te-Garonne), dans Pallas, A nnales... F a cu lté d. Lettres de Toulouse,
t. III, 1955, pág. 110-114.
45 Je m e perm ets de renvoyer sim plem ent á m on article d u Dictionn,
d'hist. et de géogr. e c c l, ad verbum . L ’article de Jacqueline C a i l l e ,
dans Catholicism e, ad v., n ’ajou te ríen pou r ce q u i nous concerne; les
fouilles récem m ent m enées dans le sous-sol de la basiliqu e avec l'esp o ir de retrou ver le m artyriu m antique n'ont ríen donné. On <sait que
selon l ’hypothese la plus récente la D aurade au rait été la chapelle
palatine des rois w isigoths.
S u r la chapelle de M artres Jean B o u b f . , La nécropole paléochrétíenne
de M artres Tolosane ( H te-G aronne), dans Pallas, Annales... Faculté d,
L ettres de Toulouse, t. III, 1955, págs. 110-114.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
E. DELARUBLIE
19
A trav ers ces di verses données nous entrevoyons b ien m al
la dévotion á M arie: la féte du 18 décem bre semble, tre s an-cienne, p u isq u 'u n concile de Toléde Tim pose en 656. Une
in s c rip tio n 46 glorifie Je an se rv ite u r de la Vierge, M a i s le
personnage de M arie n ’é ta it p as connu seulem ent p a r les évangiles canoniques; á Saint-M axim in, une dalle des V°-VI° siécíes la rep résen te au Tem ple d 'a p ré s les A pocryphes, avec
T inscription: M aria virgo m in ester de tem p u lo Gerosale® . On
voit com m e au to ta l on a peu de choses.
IV.
LES M ANIFESTATIONS EX T E R IE U R E S
DE LA DEVOTION POPULAIRE.
Ici encore nous avons l'im pression que l’on a a ffa ire á une
Eglise q u i en e st á ses débuts; c 'e st le sen tim en t que donne le
concile de G érone en 517 faute de textes relatifs d irectem ent
a la Septim anie nous citons de préférence des textes de la Tarraco n n aise q u a d il p a rle de Y in stitu tio m issarum , de Yordo
m issa e 4a. Mais l'o rg an isatio n de ce cuite, encore in fo rm e á
certain s égards, se fera vite, en raiso n de la volonté de centra lisa tio n de la m o n arch ie w isigothique: le concile IV de
Toléde, e n 633 (canon 2) est á cet égard p lein d’in té ré t p a r
sa volonté d'unification, sans en excepten la S e p tim a n ie 49.
Ces conciles p o u rta n t sont p eu d iserts q u a n d il s’agit des
com m andem ents de l'E glise et done des obligations d u peuple
C. Ce c c h e l l i , op, cit., p á g , 272.
47 M gr M. B e s s o n , J.a S ainie Vierge, 2 * éd., Genéve, 1942, reproduction pág. 24; référen ces pág. 173, n. 5.
48 Canon I.
45 Ce can on 2 du concile d e T oléde est caractéristiq u e p ar son
souci de Tunité litu rgiqu e qui alla it évidenm ent á réd u ire les d ifférences en tre les peuples divers du royaum e w isigo th : nicil ultra
diversum aut dissonum in ecclesia sticis sacram entis agam us ...U nus
igitur ordo orandi atque sallendi a nobis per om nem Spaniam atque
Galliam, la Sep tim an ie est done form ellem en t com prise; il y avait
d ’ailleurs á ce concile l ’évéque de N arbonne et plusieurs de ses suffragants, conserventur,.. in nobis ...q u i una fid e continem ur et regno;
la cen tralisation d u royaum e rejoin t done ]'im ité d e la foi; le principe
de territo ria lité l ’em p orte done.
49
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
20
LA VIE RELIGIEUSE POPULAIRE
chrétien; ici encore on se sent dans une époque archaique, oü
J’on n 'a encore q u ’une conscience in certain e des rite s qui
cim entent la com m unauté, et des devoirs de présence au corps
de son Eglise qui incom bent au fidéle. Le concile de N arbonne
p o u rta n t est précis su r la san ctificatio n du dim anche, qui s ’im pose non seulem ent aux G oths e t aux R om ains, m ais aux Syriens, c'est á d ire aux O rientaux, aux Grecs e,t aux Juifs. On a
la un texte d 'a u ta n t plus précieux q u'il est, m e s c m b le t-il, plu s
ra re , p o u r nous révéler que la loi ecclésiastique, en im itatio n
de la loi b a rb a re , faillit é tre personnelle e t n o n territo ria le .
S anctification du dim anche; qu'est-ce á d iré ? le ch rétien,
est-il décilaré expressém ent, se reco n n ait au fait q u ’il va á
l’église: ici le ch ristian ism e p re n d u n e d e ses g randes orientatio n s; il se d éfin ira de plus en plu s com m e u n cuite, célébré
non p as á dom icile, m ais dans u n Iieu public, dans u n local
am énagé p o u r ce sean-ice. L'écho de ce p o in t de vue se fait
en ten d re dans cette in scrip tio n du cim etiére S aint-P aul de
N a rb o n n e : om nes qui ad ecclesiam venietis 50.
Le p rem ier devoir du chrétien se ra done de c o n trib u e r á
la co n stru ctio n de ces églises. On a des exem pies in n o m b ra ­
bles d ’églises élevées ainsi á l'in itiativ e de fidéles, sans q u ’aucun co m p te soit ten u des besoins réels du peuple, en so rte
q u ’ aussi il a rriv ait souvent que ces églises s ’écroulassent bientó t ap rés fau te d 'en tretien . II p e u t done a rriv e r au ssi q u ’il y
a it p lu sieu rs "basiliques" — l’em ploi de ce term e e st co n stan t—
su r la m ém e p a ro is s e 51. C ontentons nous d ’un seul exem ple en
S eptim anie: á V illeséque (D urban) u n c h rétien e t sa fem m e
fo n d en t u n e église p o u r se ra c h e te r de leurs péchés
On d ira it que le plus im p o rta n t, s ’il s'agit de l'am énagem en t de ces églises, c'est le lum inaire, ta n t nos textes y reviennent souvent; e t l’on sait b ien q u ’il y a u ra ici désorm ais
una des co n stan tes de la piété ju sq u ’á u n m o m en t avancé du
Moyen-áge. C'est ainsi q u 'á Salles d'Aude, u n e fo n d atio n con50 Cet'te inscription serait du VII." s.: Dict. d’arch. chrét. et de
liturg. t. X II, col. 840.
51 C on ciles de Lérida, c. 3 (546); IV . Toléde, c. 33; IX . Toléde
édition citée, págs. 484-485).
52 L e B lant, 307.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
INSTITUTO PROVINCIAL hi
»
o
o
a
o
E, D E LA R U E IX E
rs
O
m
21
siste en le don d'une m aison p o u r l'e n tre tie n du lu m in aire dans
l’é g lise S3. Ce lu m in aire ne. doit p as é tre sép aré du cuite des
reliques, p u isque le concile de Toléde de 597 (c. 2) les spécifie.
Quelles éta ien t les fonctions assurées dans ces églises? Il
n ’est pas question de la m esse aussi souvent que nous l’im aginerions 54; l'office divin n 'e st pas réservé aux seuls clercs ou
aux m oines; e t il nous est d it que dans les p aroisses se disaient m atines et vépres; on sait d ’ailleurs q u 'il n' en é ta it pas
a u trem en t en G aule á l’époque de sainte Geneviéve. Ici se posait le p ro b lém e des chants d’église d o n t nous avons déjá
entrevu l'in té r é t55. Il est perm is aussi de p e n ser que les exigences de cette liturgie, si fru ste q u ’elle so it encore, s'étendaient a u soin p ris des vases sacrés, com m e il en é ta it e n Gaule
á l ’époque de sa in t D idier
Si tous les fidéles étaien t invités á ces dévotions, d ’a u tre s
p ratiq u es ne s'o ffraien t q u 'a quelques uns. L aissons de cóté
la pénitence tres bien connue dans le cas de l'E s p a g n e 57; il
est p erm is de, p e n ser que la Septim anie se c o n fo rm ait s u r ce
53 ibid., 445. C f concile de T arragon e d e 516, c. 7.
5í Cependant le concile IV de Toléde, c. 25, m entionne le sacrificium Christi. De la m esse on rap p roch era le viatique: con cile I I de
B raga, c. 82.
55 Le concile I de B ra ga est catégoriq u e sur c e point: c. 12: íte m
placuit ut extra psalm os vel canonicarum scribturarum novi et veteris
testam enti nicil p oetice conpositum in eclesia psallatur sicu t et sancti
praecipiunt cánones. L a m ém e p rescrip tlon e st r e p ó s e p a r le II.
B raga, c. 67: N on oportet psalm os conpositos et vulgares in eclesia
dicere
56 L e B l a n t , 243 d’apres la Vita D esiderii; D idier com p o sait des
inscriptions pou r ces vases, m ais il s ’agit la d'une c u ltu re de clerc; Ies
fidéles n 'avaient p as accés á ces ob jets du cuite; auraient-ils d ’ailleu rs
com p ris ces form u les?
57 C f S ister P a tric k Jerom e M u l l i n s , T he spiritual Ufe according
to saint Isidore of S eville (T he cath olic University of Am erica, Stu d ies
naissance latin language..., X III), W ashington, 1940, págs. 89 s., Justo
Fernández A l o n s o , La cura pastoral en la España romanovisigoda,
Rome, 1955; José O r l a n d i s , «Traditio corporis et anim ae » (Anuario
historia del derecho español), M adrid 1954, págs. 17-22. N ous n'étudierons pas non plus les con fréries, qui d 'ailleurs se rattach en t p o u r une
p a rt á la pénitence publique, com m e l ’a m ontré José O r l a n d i s que l ’on
vient de citer,
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
LA VIS RELIGIEUSE POPULAtRB
22
p o in t aux usages re^us dans le reste de l'E spagne. Q uant aux
pélerinages, nous avons rem a rq u é q u ’il n ’ en e st p as q u estion
p o u r S ain t-P au l de Narbonne, á c e tte époque; m ais nous avons
l'exem ple saisissan t de l’autel de M inerve avec ses graffiti.
Cet autel a donné lieu á des con tro verses dans lesquelles nous
ne saurions e n tre r m algré l’in té rét du su jet: Le B lant, qui a
relevé ces graffiti e t les a publiés 5S, p e n sait que ces nom s
étaien t p lu tó t de l’époque carolingienne que m érovingienne;
ils n ’a u ra ien t done p as de ra p p o rt direot avec n o tre enquéte;
p o u r i ’abbé S ig a l59 il s'ag it b ien du VIo siécle, e t le fa it que
90 % des nom s sont des nom s d ’hornm es s ’explique p a r ceci
que ces p élerin s so n t des p ré tre s venus v én érer T autel dressé
p a r Ieur sa in t évéque.
Dans to u te cette religión en to u t cas il n' y a p as de doute
qu'il y avait encore á cette date beaucoup de su p e rstitio n : les
conciles fo n t allusion aux o ffrandes aux m o rts ensevelis dans
les cham ps (II. B raga. 68), aux ch an ts et danses p rofanes p o u r
les fétes des sain ts (III. Toléde,, 23), au cuite des a rb re s e t des
fontaines (XVI, Toléde, 2). Mais ceci n ’est p as spécial á l'E spagne ni aux tem ps w isigothiques; il vaut m ieux nous d e m a n ­
dar com m ent T Eglise a lu tté c o n tre ces su p e rstitio n s et a
poursuivi sa tache d’évangélisation.
V.
LES MOYENS D’ EVANGELISATION
ET DE PASTORATION.
II fau t d’a b o rd p o ser la q u estio n préjudicielle, si h ard ie
qu'elle p a ra isse : l’Eglise w isigothique s'est-elle posé ces p ro blém es? II est facile de c o n sta te r en effet, si on lit les conciles
franes de la m ém e époque, qu'ils fo n t une g ran d e place á
l’org an isatio n des églises e t á la discipline du clergé, m ais ne
p a rle n t pas de l’évangélisation. De fait, on ne s a u ra it tro u v e r
en Espagne, p as plus q u ’en Gaule, de “p la n ” co m p arab le á
ceux qui sont élaborés a u jo u rd 'h u i; il n ’en reste p as m oins
qu 'il est question dans nos textes de feinm es enceintes qui
58 L e B la n t , 609.
59 A bbé L, S ig a l,
op. cit.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
E. D ELA RU EU B
23
se font b a p tise r ou de. conversions qui suivent la p ré d ic a tio n w.
II y e u t done b ien conciencie des m oyens auxquels l’Eglise
devait avoir recours p o u r faire de ce peuple u n peuple ch rétien.
I.
La liturgie.—Au Vo siécle. la liturgie e s t n o rm alem en t la
m ém e en Espagne e t dans les p arties gauloises du royaum e
w isigoth, com m e nous le révéle une m esse e n I’h o n n e u r de
sain t S a tu rn io de Toulouse; plu s ta rd s'e st p ro d u ite u n e différenciation lisée aux créations réalisées au su d des P y ré n ée s61.
E n to u t cas lo rsq u e commence. n o tre enquéte la liturgie
m ozárabe a u c o n tra ire d e ce que Ton croyait jad is, e st d éjá
form ée: c 'est d u Vo siécle que d a te n t le Liber m ozarabicus e t
le L iber ordinum , des V°-VI°, les O rationes et m issae de P ierre
de L é rid a 62. II n ' en reste pas m oins q u e n o tre époque assiste
á to u t u n travaiil car il fa u t co m p é ter des collections encore
insuffisantes. C’est ici que se situé l’e ffo rt des Peres espagnols;
les m ém es qui se fo n t théologiens p o u r c o m b a ttre l'arian ism e
ou le priscillinanism e, et p réd ic ate u rs p o u r évangéliser le u r
peuple, com posent, dans le style tra d itio n n el et d é já selon u n
gónie natio n al, les textes qui dem ain fero n t fig u re de textes
sacrés e t se d éro b ero n t dans u n an o n y m at glorieux. II fallu t
60 II B raga, c, 54; V alen ce (549), c. 1.
61 L ’étude la plu s récente sur cette m esse est celle .de E. G r i f f e ,
Une m esse du V.° s. en l'honneur de saint Saturnin de Touluse, Rev. du
M oyen Age latín, t. V i l, págs. 5 s., oú l'o n trou vera des indications
b ibliographiques sur cette m esse. De la m esse on p eu t rap p roch er le
cas d e l ’hym ne D e sancto Saturnino, com m u n á l ’hym n aire w isigothique et á la liturgie de M oissac: c f E. D e la r u e ll e , L ’idée de croisade
dans la littérature clunisienne du X I a s. et Vabbaye de M oissac, dans
Moissac et l'occident au X l° siécle, A ctes du C olloque intern. de M oissac,
Toulouse, 1964, pág. 114: nous avons n oté dans c e t artícle que Thym naire
w isigothique con tien t des piéces favorables á l ’idée d e gu erre sai n te,
que l ’on n e retrouve pas au nord des Pyrénées, p reu ve q u e la com position de textes litu rgiqu es dans le royaum e de T oléde s'est fa ite dans
un esp rit qui n ’était plu s celu i du V o siécle.
62 Au D ict. d ’ archéol. chr. et de liturg., t. X II, c. 393, il fa u t préférer C, V ogel , Introduction aux sources de Vhistoire du cu ite chrétien
au moyen áge, dans Stu d i medievali, 3° S., t. III, 1962, págs. 26-27;
t. IV, págs. 561-562. Je n'ai pu en tem ps voulu u tiliser les E stu d ios sobre
la liturgia m ozárabe publiés, sous la direction de Juan Fran cisco R iv e r a
R e c io , p a r T In stitu to provincial de investigaciones y estudios toleda­
nos, 111° S., vol. I, Toléde, 1965.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
24
LA VIS RELIGIEUSE POPULAIRE
m ém e parfo is m ettre u n term e á ces a rd e u rs: le concile de
Toléde de 633 freina cette p ro d u ctio n litté raire, de c ra in te
qu'elle n e fav o risá t le priscillianism e.
Un texte du concile de Toléde IV, c. 13 est sig n ific a tif:
co m p o n u n tu r ergo h y m n i sic u t co m p o n u n tu r m issce e t preces;
Ies Peres a ssiste n t done á ce travail de création; ils voient
com nie sous leurs yeux n a itre de nouvelles m esses, absolum ent
nécessaires du p o in t de vue p a sto ra l, puisque les sacram entaires d’a b o rd en usage ne co m p o rtaien t p as de m esse p o u r
tous les dim anches de l ’aninée litu rg iq u e. N ous avons cité le
concile de Toléde; m ais il est, a u canon suivant, q u estion
expressém ent d e la S eptim aine o ü se p o u rsu iv it done sans
doute u n travail analogue.
On a p u estim er á 50 les hytim es com posés a in sia u V IIo
sié c le 63; p resq u e to u tes m alheureusem en so n t anoym es; en
to u t cas ces hym nes résolvaient la question q u ’on s 'é ta it u n
in sta n t posée: fallait-il s ’en teñ ir á une liturgie délibérém ent
et uniq u em en t biblique, e n se c o n te n ta n t d éfinitivem ent des
"can tiq u es" de I'E critu re? L’Eglise w isigothique a opté p o u r
la création.
Une a u tre c ré a tio n de cette époque, d u V IIIo siécle sans
doute, est le sa cra m e n taire m artyrologe de la province de Narbonne, connu p a r 10 Ms. e t qui a done eu une large diffusion.
Ce texte, qui a cet in té ré t d 'é tre u n iq u e au m onde, c a r l'expérience ten tée e n Septim aine ne fu t p as rep rise , essay ait de
faire d u m artyrologe, co m pilation d ’in fo rm a tio n qui p a r ellem ém e n 'av ait aucune. valeu r édifiante, u n livre de p ríé re : la
notice hagiographique s ’achevait en o r a is o n M.
On a souvent rem a rq u é le génie th é á tra l d e la litu rg ie w i­
sigothique: elle sait d ra m a tise r e t p a r la p ro v o q u er Tém otion,
d onner au sp e cta te u r le sens d ' u n e destinée qui se jo u e et
63 M anuel C. D í a z y D ía z , La cultura de la España visigótica del
siglo V II, dans Caratteri del sec. V I I in O ccid ente (S ettim ... sull'alto
m edioevo, V ) Spoléíe, 195S, t. II págs. 838-839.
64 Alexandre O l iv a r i A nscari M u n d o , Fragm ents d'un curios sacra­
m en ta n m artirologi, dans G esam m elte A ufsdtze zur K u ltu rg eschichte
Spaniens, 21 (Spanische Forschungen der G orresgesellschaft), herausgegeben von Joh. V in c k e , M ünster, 1963, p á g s . 12 s.; su r l'origine
p r é s u m é e narbonnaise de ce docum ent, pág, 16; c f pág. 49.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
B. DBLARUBLLB
25
d 'u n en jeu éternel. Nul m om ent sans doute n 'e st plus caractéristiq u e á cet égard que la Sem aine-sainte; et l'on p e u t pense r que de ce p o in t de vue l'E spagne se m an ifiesta aussi créatrice que 1’avait été l'église de J é ru s a le m 65: le je u d i-sa in t e st le
N atalis calicis, oü a lieu la tra n sla tio n solennelle de I’h o stie
le vendredi on e n te n d a it le ch an t du B on L arron, M o m en to m ei
D om ine, cep en d an t q u ’éta ien t distrib u ées des indulgenoes qui
p ren a ien t évidem anent ce jo u r la to u te le u r significad on; le
sam edi avait u n c a ra c té re p e u t-é tre encore p lu s em phatique
avec la cérém onie d u cierge pascal, d o n t nous savons q u ’elle
fu t aussi tó t in tro d u ite en S e p tim a n ie 67; le dim anche enfin
c’é ta it le trio m p h e d u Lion d e Ju d a : vicit leo; et le concile X de
Toléde, c. I, sem blait p e n ser que p a r ce r i t e : pascal s ’a ssu ra it
!'u n íté du peuple, q ui devenait u n peuple de "renés" en lequel
éta ien t abolies to u tes les vieilles differences.
Si l'on essaie m ain tc n a n t de dégager quelques tra its p a rticuliers d e cette liturgie p o u r en saisir le génie e t sav o ir quelle
em prise elle exergait s u r ce peuple e t quelle religión elle luí
insinuait, on consLatera q u e lle va d u la m e n tu m a u Sanctus. II
y a ainsi com m e u n e ten sió n qui tam tót p o rte le fidéle v ers la
com ponction e t ta n tó t l'exalte dans u n e p a rtic ip a tio n joyeuse
aux trio m p h es de son Eglise. D’u n e p a r t on a n o t é 66 le c a ra c ­
tére pessim iste de ce rtain s textes chez E ugéne de Toléde; nous
avons e n te n d u to u t á Theure le la m e n tu m d u B on L arron;
m ais il y avait aussi un L a m e n tu m p o e n ite n tia e : av an t d ’ep ro u v er sa délivrance, la m e sont d 'a b o rd le po id s d e son
péché. Ainsi s ’annonce, a rem a rq u é Jacques F ontaine, une
certadne p riere d u M oyen-age d o n t Isid o re de Séville a do n n é
le style. D ans c e rtain e s des oraisons qui nous so n t parvenúes
de ce tem ps, il y a place, p o u r l'effusion, p o u r l’épanchem ent
que ne ce n su re n t aucune théologie ni a u cu n e rh é to riq u e ; e t
65 P récisions dans 1'artiole d u D ict. d'circh., c. 40 2 , 4 2 0 , 4 3 7 , 4 4 3 , etc...
66 On n otera avec in térét q u e S olan ge C o r b i n , La d éposition
liturgique du C hrist au Vendredi saint, ColL portug., Paris-Lisbonne
1960, dans un livre consacré cependant á analyser des docum ents
por tugáis, ne sígnale aucun exem ple de ces rites en Espagne.
67 Dict, d'arch., c. 4 2 2 -4 2 3 ; o n peut penser q u e ce ¡fut vers 58 9 que
ce rite fu t introd u it en Septim anie.
M. C, D í a z y D ía z , op. cit., p á g . 832.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
26
LA VIE RELIGIEUSE POPULAIRE
il est curieux de re m a rq u a r que Texclam ation Jhesus m eus, que
l’o n p re n d ra it d ’a b o rd p o u r co n tem poraine de 1* Im ita tio n se
trouve d ans 1' H om éliaire de Toléde, preuve aussi que les
p réd ic ate u r n'avaiemt pas p o u r seul idéal u n e p a ro le m esurée,
m ais se laissaient aller á leu r feirveur69.
D 'autre p a rt on est fra p p é de voir to u t ce que ce tte liturgie
a gardé de la liturgie paléo-chrétienne et, si l ’on veut, des li­
turgias o rientales: la louange y tie n t une grande place, córam e
dans l'a rt le c h rism e trio m p h al ou la croix gem m ée. C 'est
ainsi que sans cesse il est fait appel aux anges p o u r so u te n ir
1’ acclam ation des hom m es. Le Cantique de Daniel sem ble te ­
ñ ir u n rang im p o rta n t dans cet eucologe, to u t com m e le Saneta s... qui sedes super C herubim ™.
2.
La prédication.— E lle te n a it c ertain em en t, peu de place
dans l'éd u catio n religieuse populaire; il ne fa u t pas en effet
nous rep ré sen te r la paroisse telle q u ’on la c o n n a itra á la fin
du M oyen-áge, com m e si le c u ré wisigóLhique p ré c h a it á son
peuple to u s les dim anchs c a r á cette d ate, et d u m oins en
Espagne, n o rm alem ent Tévéque seul preche, le c u ré ne fait
que lire.
Cette époque e st en effet encore, celle des "réserves" de la
prim itive Eglise a u bénéfice de l’évéque qui seul célebre l’eucharistie, donne l’ab so lu tio n aux p é n ite n ts et confére le baptém e solennel. Sans doute Ies exceptions sont-elles en tra in de
s ’organiser: le II o concile de Séville (c. 7) in te rd it aux p ré tre s
de préch er q u an d Tévéque e s t la, preuve que, dans l'in té ré t du
troupeau, le p a s te u r a com m encé á se d essaisir de, ses m onopoles. II n 'e n reste pas m oins que ces m ém es conches ne laissent p as p resc rire cette obligation ‘ grave de la p réd ic atio n de
Tévéque e n p e rs o n n e 7!; il a u ra, a jo u te n t les Peres, le soin de
69 B dit. G r e g o i r e , citée infra, pág. 2 0 3 , A utres exem ples dans
Dict. d'arch. c, 441, 487; S ister P atriek, op. cit., pág. 105 p o u r saint
Isidore e t surtout Jacques F o n t a i n e , Isid ore de S éville auteur «ascétique»: les énigm es des «Synonyma», dans Stu d i mediev., t. V I, 1965,
págs. 165-195.
"7(J G a m b e r , op. cit., p á g . 4 4.
71 Le concite de V alen ce de 549. c. 1; 17/ evangelium post A postolum
legatur, m entionne c e serm onem sacerdotis en un texte d ’au tant plus
intéressant q u ’il fait en trevoir ¡’inorganisation, encore á cette date,
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
B . DELARUELLB
27
l'a d a p te r aux différents au d ito ires, catéchum énes, pén iten ts,
fidéles ordinaires. Mais com bien de fois p a r an chacun de ces
“o rd re s" recevait-il la visite d u chef d u diocése e t en ten d ait-il
de lui la p a ro le de Dieu?
Que les clercs in férieu rs aient óté souvent de sim ples "lecte u r s ”, la ohose e st bien connue q u an d il s ’agit de ceux qui
p o rta ie n t oa titre , et de m ém e des so u s-d iacres, p o u r lesquels
le II o concile de B rag a (c. 44) stipule les co n d itio n s p o u r lire
"1'A pótre". M ais c 'e st dit aussi expressém ent p o u r les p ré tre s
p a r le IV. concile de Toléde (c. 25): ils o n t docendi o fficiu m
in populis, id est legere. Texte essentiel, o n le voit, p a r ce
q u'il nous révéle de la m éd io crité intellectuelle de I’époque
et de l'idée que l’on se faisait alors de l’enseignem ent catéchétique. E tu d ie r ce n 'e st done pas assim iler u n e doctrine, m ais
re te ñ ir des form ules 72.
Aussi la p rem iére obligation des clercs est-elle d ’a p p re n d re
á lire il n ’e st p as d it: a p p re n d re a p a rle r. La chose nous est
díte form ellem ent au canon 11 du concile de N arbonne,: le d ia ­
cre d oit a p p re n d re a lire, c a r non p o test nisi legendo aedificare
p o p u lu m 73. Il en résu lte que le souci des évéques fu t de fourn ir á leurs p ré tre s, com m e á ces diacres, des h o m éliaires qui
étaien t non des canevas de p réd icatio n , e n laissan t á chaqué
curé le soin de les com m enter ou a d a p te r, m ais des textes
to u t faits q u 'il n'y avait plu s q u ’a lire tels quels. Ainsi en
était-il de l'hom éliaire de T o lé d e 74.
de la liturgie eu charistiqu e. II n' y a pas de doute que sacerdos
désigne le seul évéq u e e t non le sim ple p rétre, com m e le m on trent
de n om breux textes con ciliaires e t com m e il était d’u sage en G aule
a ce m om ent.
72 L a chose est d ’im portance, croyon s nous, p o u r Tintelligence
des structu res m entales du haut m oyen age et p o u r c e lle d e la foi
a cette époque: le C redo n ’ e s t pas l ’expression de m ystéres a contem pler, m ais e st une collection can on ique qui fa it loi et dont ch aqué
m ot a sa fo rcé ju rid iqu e. III Toléde, c. 2 sur la n écessité de récitsr
le sym bole á la messe.
73 Concile de N arbonne d e 589, c. 11.
74 C et h o m é l i a i r e est présente p a r R égin ald G r e g o i r e , Les hom é­
liaires du M oyen age, Inventaire et analyse des m anuscrits (Rerum
eccl. docum enta... Pontif. Ath. s. Anselm i, Series m ajor, Fontes, V I)
Rome, 1966, págs. 161-185; les serm on s inédits q u ’il contient ont été
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
28
LA VIE RELIGIEUSE POPULAM E
C ette collection d'une im p o rtan ce exceptionnelle se préoccupe, com m e les a u tre s hom éliaires q u ’o n étudie actuellem ent,
de fo u rn ir aux p réd ic ate u rs p o u r tous Ies jo u rs ouvrables de
l'année liturgique, des serm ons to u t p réts. Ces serm ons sont
puisés dans sa in t A ugustin ou dans sain t C ésaire plus souvent
encore; il n y a pas p o u r nous le besoin de p rése n ter ces docum ents, non seulem ent p a rc e q u 'ils sont b ien connus p a r
ailleurs, m ais p arce que, en s 'in sp ira n t de ces deux illu stres
Peres, l'E spagne ne se d istinguait p as de la Gaule; nous nous
in téresserons done seulem ent aux 19 serm ons inédits de la
collection, d o n t il e st a p e n ser qu'ils sont de bons tém oins
de la "religiosité" espagnole á l'époque w isigothique d a n s a
deuxiém e m oitié du V II.0 siécle, c 'e st la date á laquelle l'édite u r assigne ces serm ons.
La collection est com posée essentiellem ent s u r u n p lan
liturgique, ré p o n d a n t aux besoins d 'u n c u ré to u t au long de
l'année. Mais elle co m p o rte en o u tre quelques u n s d e ces
serm ons q u 'á la fin du M oyen-áge o n ap p ellera de sanctis.
II s'y a jo u te u n ce rtain n om bre de serm ons p o u r des circonstances p a rticu lié re s, e t av en t to u t la peste, p o u r laquelle
so n t prévus six serm ons d i f f é r e n t s ; ces serm ons sont
p a rticu lié re m e n t in té re ssa n ts de n o tre p o in t de vue c a r ils
révélent u n e eschatologie p o p u laire d ont nous n'avons pas
beaucoup de tém oignages p o u r l ’Espagne de cette époque
et il v a u d ra it la peine de les co m p arer aux Dialogues de sain t
G régoire.
H ab itu ellem en t ces serm ons so n t tres brefs; ce rtain s
n 'a u ra ie n t duré que deux m in u tes e t dem i ou trois; fau t-il
se dem an d er s ’ils nous sont p arvenus in ta e ts ou si cette
briéveté qui étonne, co m p arativ em en t á la p réd ic atio n de
sain t Césaire, de F au ste de Riez ou de sain t G régoire, se ra it
u ne m arq u e de c a ra c té re local?
Si on les exam ine du p o in t de vue théologique e t spirituel,
l’l im pression d’ensem ble e st favorable á c e tte p réd ic atio n :
publiés ibid., págs. 196-230. II est dit form ellem en t qu e ces serm ons
sont destinés á étre lus: serrrto legendas (pág. 214, cf. págs, 216, 224);
intendite divinis lectionibus q ue... recitantur (pág. 207), C et u sage
était déjá celui de la Provence á l'époque de s, C ésaire: ibid., pág. 2.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
E. DELARUEIXE
29
les m ys teres es sen ti el s du ch ristian ism e sont rap p elés e t m is
á leur place, n o tam e n t la résu rrectio n ; on ne s a u ra it accuser
le com pilateur d ’avoir fa it tro p de cas des saints; e t ceci
rejo in t ce que nous avons c ru c o n sta ter plu s h a u t de la m éd iocrité du cuite des saints á cette h a u te époque. II a rriv e que
certain s serm ons aient m ém e u n e densité sp irituelle, ra re á
cette époque, ou une h a u te u r de vue q u i risq u a it d'ailleu rs de
les ren d re difficiles: ‘l oin de s'en te ñ ir á la m orale, com m e
faisait le plus souvent Césaire, ils évoquent parfo is le paulinism e le plus elevé, p a r exem ple en in v itan t Ies a u d ite u rs á
g ran d ir á la m esure de la p lén itu d e du C hrist, ou en faisa n t
de Paques un m y stére de la c ré a tio n ,s; il e st vrai que ces
serm ons fu re n t parfo is prévus p o u r des citad in s, sans doute
plus évolués au p o in t da vue s p ir itu e l76.
Au p o in t de vue de la piété, on re m a rq u e ra l'o n ctio n fam iliére de p lu sieu rs de ces textes :Jhesus meus; Domine Jhesus;
Veni ad nos, sánete Spiritus Patris et Filii. Ou b ien des réflexions qui vont á in té rio rise r u n e religión qui nous avait d ’
a b o rd sem blé tre s e x térieu re: ce n ’est pas la so u ffran ce qui
fa it le m a rty r, m ais la p i e t a s o u cette fo rm u le: non amat
ille Christum qui alium plus amat quam Christum7’. Qn
rem a rq u e ra enfin qualques germ es de dévotions á v enir:
Christus rex noster, Christus imperator; la croix tribunal
Christi ™.
3.
Connaissance de la Bible.—La connaissance de la B ible
affleure souvent dans tous les d ocum ents que nous avons
passés en revue; on se féra it p o u rta n t u n e idée fausse de cette
époque en s’im aginant que to u s les livres de l'E c ritu re étaien t
égalem ent á la disposition des oleres, voire des évéques, e,t
que leurs citatio n s dépendaient d 'u n e préférence délibérée,
alors que m anifestem ent telle ou telle référence dépend to u t
75 ibid., págs. 198, 203.
76 págs. 218, 219.
77 pág. 223.
78 págs. 221, 214, etc... C f ce qui a été d it plu s haut su r la dévotion
á la croix. N ous n’a bordons pas ici la question de Ja «lettre tom bée
du ciel» á N ím es, nous proposant de l'étu d ier au congrés des S ociétés
savantes des F édérations «Languedoc-iPyrénées-Gascogne» et «Languedoc-Roussillon» en m ai 1968.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
30
LA VIE RELIGIEUSE POPULAIRE
sim plem ent d ’u n cliché regu, ou d 'u n e lectu re occasionnelle.
P ar ailleurs o n se ra p p e lle ra que VApocalypse n ’é ta it pas
tenue p o u r canonique, com m e il fu t d it á u n concile de Toléde;
c’est dire q u ’il n'y a p as de B eatus possible en E spagne á
cette date, e t que l’eschatologie de la p réd ic atio n se ra relativem ent p au v re c o n tra ire m e n t á ce que l’on c o n sta tera en
France á la fin du M oyen-áge; nous l’avons d é já en trev u
avec ¡l’H om éliaire de Toléde dans lcquel le Jugem ent tie n t peu
de place.
S'il s'ag it de TAncien T estam ent, on c o n sta te que to u t u n
rép e rto ire e s t déjá co n stitu é, gráce sans doute aux Peres et
á la liturgie. Les Peres ? Prenons le seul exem ple de Sidoine
A p o llin a ire 19, chez lequiel les rém iniscenees b ih liques so n t
fréq u en tes: la M er rouge, Ju d ith , les tro is H ébreux, Joñas,
La liturgie? Il e st perm is de p e n ser que des survivances, que
l’on c o n state á trav ers to u t le M oyen-áge, q u an d on passe e<n
revue les ohansons de g e s te 80, s'expliquen! p a r une source
com m une, la liturgie des m orts.
T o ujours est-il q u e l’on p eu t te n te r u n p re m ie r recensem en t: Adam e t E v e 81, A b ra h a m 82, J o ñ a s 83; le plus curieux
e t p eu t-étre c a ra c té ristiq u e est la place tenue p a r Daniel; il
se p e u t que cela s'explique p a r le ca ra c té re a p o tro p aiq u e
d ’u n e dévotion qui rec o u rt aux am uletes, m ais ce n 'e s t pas
la seule explication, puisque la liturgie m ozárabe fait appel
á Daniel p o u r louer le Seigneur, sans do u te p a rc e qu'elle a
été im pressionnée p a r la ferv e u r e t le Iyrism e d u C antique
79 A. L o y e n , Sidoine Apollinaire et tes d em iers éclats de la culture
ctassique dans la Gaule occupée par les G oths, d ans i Goti, pág. 272.
8“ E . R. L a b a n d e , L e «Credo ép iqu e» á propos des priéres dans tes
chansons de geste, dans R ecu eil de travaux o ffert á M. C. Brunel,
París, 1955, pág. 62.
81 Adam et E ve se trouvaient á S ain t-R estitut: c f notre n. 11; et
sur des sarcop h ag es: A. S a s s i e r , op. cit., pág. 9.
82 A braham est représente sur un ohapiteau w isigo th iqu e de San
Pedro de la Nave, que l'on trou vera reproduit dans M .a E . G ó m e z M o ­
r e n o , op. cit., fig. 33, et sur un sarcophage du V I o s. a l'église Sain te
C roix de Séville, oü il voisine avec Daniel dans la fos.se au x lions: vo ir
Civilisations, peuples et m ondes, Le M oyen Age, sous la d irection de
Miohel F r a n c o i s , París, 1966, pág. 16.
83 Cf. F. B e n o i t , op. cit., pág. 69, n.° 101.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
H. DELARUELLE
31
des trois Jeunes H ébreux. Q uoi q u ’il e n soit de cette pcdyvalence, il se p e u t que 1'origine du th ém e ro m á n de Daniel soit
á chercher du cóté des sarcophages du Midi M.
N ous n'avons p as á nous é te n d re s u r les scénes du Nouveau T estam ent puisque nous en avons d é já p a rlé á p ro p o s
de la décoration des sarcophages; m ais nous voudrions p lu tó t
dire quelques m ots de la d istin ctio n des aperta et des p r o fu n ­
da te lie q u ’on la trouve déjá á l’époque chez G régoire I. N ous
pensons q u an t á nous que M. Loyen e st tro p sévére p o u r
Sidoine A pollinaire q u an d il l'accuse de n ’avoir vu dans la
Bible que l’aspect a n e c d o tiq u e S5; Sidoine a eu sim plem ent
conscience q u ’il y avait deux iconographies différentes, celle
p o u r le peuple et celle p o u r les clercs, e t p areillem en t deux
sortes de com m entaires bibliques et done deux séries p a ra lléles de livres de l’E criture.
C 'est b ien des aperta q u ’il s’agit q u an d G régoire de T ours
nous m o n tr e 86 une fem m e, dans c e tte vieille Ierre w isigothi-
84 F . B e n o it , ibid., A . S a s s i e r , pág. 9 , M.a E . G ó m e z M o r e n o , op. cit.,
pág. 21; E . D e m o u g e o t , op. cit., pl. 2 9 9 . C e thém e a é t é étudié p a r Ch.
G r o s s e t , L ‘origine du thém e román de Daniel, dans E tudes mérov.,
pág, 150, q u i le fa it com m en cer avec Ies sarcophages du M idi de la
G aule et qui, ponr ison com pte, a recensé une douzaine de scu lptu res
et trente boucles de ceinturon, sans co m p te r d ’autres oeuvres encore.
II se peut que le succés extraord in aire de ce thém e so it dú á ce que
cette im age de Daniel était une am ulette qui p rotégeait con tre Jes
m onstres.
85 Op. cit., p á g . 272.
86 H ist. Franc., II. 17, com m enté p a r Paul D e s c h a m p s et M arc
T h i b o u t , La peinture m úrale en France, Le H aut M oyen age et l'épo­
que romane, París, 1951, págs. 4-6; c f E m ile M ale, La fin du paganisme
en Gaule, París, 1959, pág. 195.
D 'im portants com plém ents seront fournis á n otre a rticle lorsque
paraitron t les A cies du V IIIo C ongrés d ’archéologie chrétienne, des
m aintenant on peut en prendre une idee en consultan t V III Congreso
internacional de arqueología cristiana, Barcelona, 5-11 o ctubre 1969,
notam m ent p. 42-48. Parm i les découvertes les plu s im pressionnantes
sígnalées pour l'E spagn e au cours de ce congrés, on n otera celle de
l’ancien b ap tistére de la cathédrale paléo-chrétienne de B arcelone.
N ous n'avons pu utiliser pou r notre travail l'ou vrage, p a ra en 1966,
de Carm en G a rcía R o d r í g u e z , E t cu lto de tos santos en la España ro-
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
32
LA VIE RELIGIEUSE POPULAIRE
que q u ’é ta it l’Auvergne, d irigeant les p e in tres d'églises p o u r
leur faire ra c o n te r Ies historias actionum ; il est q u estio n ici
des hystorie, com m e d irá plu s ta rd le M oyen-áge; ou, com m e
s'exprim e G régoire I dans la fam euse le ttre á Serenus, de
p ein tu res "serv an t á l'éd ific a tio n religieuse d u p e u p le ”.
S ’il en é ta it ainsi, il y e u t done une religión p o p u laire qui
n ’é ta it pas seulem ent une réd uction, u n résum é ou u n ap p au vrissem ent de la religión des eleres, m ais, qui, a y a n t ses
sources p ro p res, avait aussi ses stru c tu re s e t son génie. A-t-elle
été, avec le tem ps, s’a p p ro fo n d issa n t (profunda), s’enrichissan t et rejo ig n an t p eu á p eu la religión d'élites p lu s in stru ite s
de leu r foi, ou est-elle restée dans son p a rticu larism o ? II ne
nous a p p a rtie n t pas de le rechercher.
mana y visigoda, Monografías de hist. eclesiast., vol. I, In stit. E nrique
F lorez, M adrid, 1966; dont les relevés sont plu s com pleta q u e les nótres.
R evenant su r la question du cru cifix de G érone il ne nous p araít
plus douteux q u ’ il s'agisse d ’une oeuvre d es en viron s du V IIo siécle,
encotpion analogue á nom bre de ceu x qui ont été découverts pou r cette
époque; m ais nous insisterions au jo u rd ’hui plus que n ous en l'avons
fait dans notre article, sur le fa it que ces encolpia ne représentent en
aucune m aniere le sentim ent religieux populaire, m ais sont au contraire des tém oins d'un art aristocratique.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
ASPECTOS DE LA CULTURA LITERARIA
EN LA ESPAÑA VISIGOTICA
Por el Prof. M. C. DIAZ Y DIAZ
Catedrático de la Universidad de Santiago de Compostela
Me propongo solam ente en estas n o tas an alizar d e m an e ra
sucinta la c u ltu ra lite ra ria de la E spaña visigótica *, venero
singular de ciencia y sab er en el a trib u la d o occidente europeo.
* Son num erosos los trab ajo s q u e atacan en co n ju n to la p rob le­
m ática m ás trad icion al de la cu ltu ra dé 'la E spaña visigótica; en tre
ellos m e parecen m uy im portantes los siguientes, a tod os los cu ales
este tra b a jo y o tro s m uchos del a u to r d ete n valiosa in form ación y
puntos d e vista, aunque en b astan tes ocasiones m is conclusiones e
interpretaciones difieran d e las presentad as p o r ellos: H istoria de
España, dirigida por R. M e n e n d e z P i d a l , t. III: E spaña visigod a, M adrid,
1940; J. S c u d i e r i R u g g i e r i , «Alie fo n ti della c u ltu ra ispanovisigotica»,
en S tudi M edievali 16, 1943-1950, 1-47; M. R u ífin i, L e origini letterarie
in Spagna. I : L ’epoca visigótica, Turín, [1951]; Z. G a r c í a V il l a d a ,
H istoria eclesiástica de España, II, M adrid, 1933; T. A y u s o M a r a z u e l a ,
La V etus Latina Híspanla, I: Prolegóm enos, M adrid, 1953; D í a z y D í a z ,
«La cu ltu ra d e la E spaña visigótica del sig lo V II» en S ettim an e di studio del C entro italiano di Stu d i s u ll’alto M edioevo, V : Caratteri del
secolo V I I o in O ccidente, Spoleto, 1958; J. F o n t a i n e , Isid ore de Sévilte
et la culture classique dans VEspagne w isigothique, P arís, 1959; J.
M a d o z , E pistolario de San B raulio de Zaragoza, M adrid, Í941; id, «Ecos
del sa b e r antigu o en las letras d e la E spaña visigoda», en Razón y Fe
122, 1941, 228-240; id, «Tajón de Zaragoza y su v ia je a Rom a», en
M élanges Joseph D e G hellin ck 1, Louvain, 1951, 345-360; id , «San Julián
de Toledo», en E stu d ios eclesiásticos 26, 1952, 39-69; id , «San Ild efon so
de Toledo», ibid, 467-505; id, «Citas y rem iniscencias clá sica s en los
P adres españoles», en Sacris erudiri 5, 1953, 105-132; id , San Isid oro
de Sevilla. Sem blanza de su personalidad literaria, León, 1960; J. F e r ­
n a n d e z A l o n s o , La cura pastoral en la España romano-visigoda, Rom a,
1955; P. R i c h e , E ducation et culture dans l ’O ccident barbare. V le - V I IIe
siécles, París, 1962; G . M a r t í n e z D i e z , La C olección Canónica Hispana,
M adrid-B arcelona, 1966.
0)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
34
CU LTU RA
EN
LA
ESPAÑ A
V IS IG O T IC A
S ería necia p rete n sió n p o r m i p a rte el sim ple in te n to de h a c er
no u n a investigación d etallada del an churoso cam po c u ltu ra l
visigótico, p ero ni siquiera, en el reducido m arco de unas
páginas, de tra z a r u n resu m en suficiente y claro del p a n o ra m a
de n u e stra c u ltu ra que llam am os p o r an to n o m asia isidoriana.
P retendo, p o r el co n trario , b u sc ar un nuevo cam ino que nos
dé u n a idea ín tim a, cogida a lo vivo — aunque resu lte incom ple­
ta — de lo q u e era realm ente la vida cu ltu ral en el siglo V II.
A nalizaré, pues, las fuentes m ism as de la c u ltu ra personal,
los m an u scrito s, p a ra que ellos nos o rien ten ya sobre las p re ­
ferencias en lectu ras y tem as de estudio; y luego to caré ta m ­
bién u n in te resa n te m ecanism o: el de la breve com posición
p o ética de tip o escolar p a ra co m p ren d er el valor de la activi­
dad cre a d o ra de n u estro s estudiosos y ho m b res de c u ltu ra.
* * *
Son, p o r desgracia, m uy co n tad as las piezas que nos han
llegado desde las p ro p ia s cen tu rias visigóticas, y a u n estos
ejem plares re su lta n poco expresivos desde un p u n to d e vista
literario.
Es sabido que P ijoán y N euss 1 desde el p u n to de v ista de
las ilustraciones, y B erger y A yuso2 p o r razón de ciertos d e­
talles del texto bíblico, creyeron de origen español el celebé­
rrim o Pentateuco A shburnham que a h o ra p a ra en la B iblioteca
N acional de P arís después de h a b e r estado d u ra n te siglos en
T ours. La procedencia h isp an a del m an u sc rito no se im pone
al o b servador que desea ser im parcial, y de hecho se b asa
m ás que en razones positivas en co n je tu ra s m ás o m enos
aventuradas; au nque no puede darse p o r zan jad o el pleito en
to rn o a su origen, parece que poco a poco va to m an d o cuerpo
la adscripción a la Recia o al Ilírico, lo que explicaría ta n bien
com o E spaña m ism a num erosos detalles de su d ecoración y
1 W . N e u s s , Die Katalanische B ibeliüu stration um die W ende des
ersten Jáhrtausends und die Altspanische Buchm alerei, B o n n - L e ip z i g
1922, 59-6 2 .
2 T, A ytjso , La V etus Latina Hispana, I, 347, q u e n o a v a n z a n in g ú n
a r g u m e n to .
(2)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
M . C. D IA Z
Y D IA Z
35
texto. P o r eso, dejo de lado ah o ra este códice com o m u estra
de lo que eran los m an u scrito s hispánicos en la época visi­
gótica 3.
Con textos bíblicos todavía p o dríam os c ita r, y en este caso
con m ayor interés, el m an u scrito frag m en tad o que se guarda
re p a rtid o e n tre la S ta atsb ib lio th e k de M unich (CLM 6436),
la B iblioteca U niversitaria de aquella ciudad (4 ° 928) y la
A badía de G ó ttw e ig 4: se tra ta de u n códice u n cial del siglo V I,
que p o d ría ser originario de Africa, p ero tam b ié n m ás p ro b a ­
blem ente de E spaña, con u n a p a rte de los com ienzos del si­
glo V II de la que difícilm ente puede d u d arse que sea española.
Contiene u n a versión p reje ro n im ia n a de las E p ístolas; y d a ­
dos los contactos textuales p o d ría a c e p ta rse el rem o to origen
africano y un inm ediato origen bético, quizá sevillano (?) del
códice.
N o p o d ría d e ja r de c ita r a q u í el im p o rta n te códice en
uncial que se conserva en la C atedral de V ercelli {CLA 468)
con las R ecognitiones C lem entis y Acta Petri, quizá del si­
glo V I 5. Lleva num erosas notas m arginales en le tra visigoda
del siglo V III, quizá de región fran cesa aunque no p o d ría
asegurarlo de m an era p o r hoy definitiva; lo que sí puede
a firm a rse es que el a n o ta d o r prin cip al, de e n tre las v arias
m anos que pueden d istinguirse, e ra p e rso n a de form ación li­
te ra ria no com ún. Quizá h u b iera que explicar la llegada a V er­
celli del códice g racias a p erso n ajes relacionados con C laudio
de T urín. Los an o ta d o res p arecen im pulsivos y preocupados
con la o rtodoxia d o c trin a l6.
O tro grupo de m an u scrito s de origen español quizá, o al
m enos con innegables conexiones hispánicas, es la v a ria d a
serie de códices ju ríd ico s que se h an conservado d ispersos
3 Cf. aún tím id am ente CLA 693a.
4 CLA 128óa-128ób.
5 Ha sido sucintam ente d escrito p o r A. M. B i z z a r r i , R icerche sul
centro scrittorio di VercelH dal IV al X secolo, G énova 1960, T esis
m ecan., 291-294, que pude con su ltar, afortunadam ente, en la p rop ia
B ib lioteca C ap itu lar de V ercelli, gracias a la b enevolencia del Canónigo
B ibliotecario,
* Así en f. 75 v. una nota: «m entiris filius perddctionis», con un a
varian te en f. 89 r, «nenias pred icat filiu s perdictionis».
(3)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
36
CU LTU RA
EN
LA
ESPAÑ A
V IS IG O T IC A
p ero con u n a indudable relación en tre sí. De fines del siglo VI,
copiado en Lyon, pro b ab lem en te p o r alguien ya con ciertos
h áb ito s "v isig ó tic o s"7 es el m an u scrito de la L ex R o m a n a V isig o th o ru m que, ah o ra en Tubinga, perten ece a la B iblioteca
N acional d e B erlín, m s. P hillipps 1761; del S u r de F ran cia se
dice q u e p arece p ro ce d e r el conocido Código de E u rico que
en e s c ritu ra un cial d e fines del s. VI se conserva re sc rip to en
París, Bibl. N at. latín 121618; de m om ento no es posible, en
esp era de las precisiones que p u ed a a p o rta r la fu n d am en tal
o b ra de Lowe, decir de dónde proviene el fam oso Palim psesto
de León, en uncial del siglo V I I 9 con la Lex R o m a n a Visigotho ru m ; algo así tenem os que e scrib ir del códice del V aticano
L a tin u s 1024, cuyo origen hispánico e s tá fu e ra de d u d a 10.
A estos códices, de los que hoy cabe e stu d ia r los caracteres,
aunque sea con la dificultad anexa a todo p alim p sesto , hay
que a ñ a d ir el códice en un cial que a ú n conoció en la iglesia
de Oviedo A m brosio de M orales, tal com o se deduce de la
o p o rtu n a noticia que da en ocasión de su conocido V iaje 11,
A hora bien, a p e sa r de su conservación frag m en taria, este g ru ­
po resu lta significativo, si no a efectos literario s, al m enos
desde un p u n to de vista cu ltu ral. P o r sus ín tim as sem ejanzas
y p o r determ inados rasgos paleográficos podem os a c e p ta r con
B. B ischoff 12 q u e sean en p a rte resto s de u n a la b o r de rec o ­
pilació n e inform ación que b ien pudo te n e r lu g ar en el p ro p io
Toledo en o rd en a la p rep a ra ció n de m ateriales p a ra el gigan­
tesco p lan de Recesvinto de codificación y actualización de la
legislación hisp an a, y en todo caso, en d istin tas regiones del
reino v isig ó tic o 13. Si esto es así, hem os de re te n e r com o d ato
7 La form u lación es m ía; L o w e , CLA 1064, lo consid era escrito
probablem ente en Lyon con influencias visigóticas.
8 CLA 626. E xcelen te edición y estudio, aunque breve, po r A. D ’o r s ,
E studios V isigóticos II. E l Código de E urico, R om a-M adrid 1960.
9 Z . G a r c ía V il l a d a , Catálogo de los C ódices y D ocum entos de la
Catedral de León, M adrid 1919, 43 ss. F alta un buen estu d io p aleográfico
de este p recioso códice, del que se necesita una ed ición fotográfica.
CLA 111.
11 A. d e M o r a l e s , V ia je, 93 s.
12 B . B i s c h o f f , M ittelalterliche Studien II, S tu ttg a rt 1967, 315.
13 A l m en os los cód ices León 15, V atican o 1024 y los F ragm entos
(4)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
M . C. D IA Z
Y
D IA Z
37
im p o rta n te p a ra n u e s tra reco n stru cció n de la c u ltu ra visigó­
tica esta actividad e scrip to ria que nos atestigua, adem ás, el
m éto d o de tra b a jo del equipo que, según las 'directrices del
rey, se ocupó de e la b o ra r la Lex visigotkorum . Bien copiados
e n Toledo, bien .sim plem ente allegados de o tro s p u n to s, estos
m an u scrito s son fehaciente testim onio de u n a capacidad y
técnica bibliográfica m uy dignas de s e r tenidas en c u e n ta y
p o sitiv am en te valoradas.
O tros m an u scrito s curiosos son los que co n tienen textos
m édicos. Así com o en el caso de los códices ju ríd ic o s la con­
je tu ra de B ischoff tiene la v irtu d de v in cu lar su origen con
u n m om ento legislativo m uy conocido, ya no podem os expli­
carnos la ocasión que provoca este in terés p o r la m edicina, si
es que obedecen los dos códices a u n a m ism a y p o sitiva razón,
cosa difícil de p re c isa r p o r el m om ento. E l m an u sc rito P arís
BN lat. 10233, u n m iem bro disyecto del cual se g u a rd a e n B e r­
na, S tad tb ib lio th ek , con la sig n a tu ra F. 219,3 es u n códice en
uncial y sem iuncial de fines del siglo V II, que tod av ía e n pleno
siglo V III esta b a en te rrito rio hispano, q u izá e n zona c o n tro ­
lad a p o r los árab es a ju zg ar p o r u n a n o ta en e sta e scritu ra,
p ero que parece h a b e r em igrado p o ste rio rm en te a Ita lia pues
se e n c u en tra n en él u n a s probaíiones peiinae en e sc ritu ra ben e v e n ta n a 14. Contiene e ste códice las S yn o p sis de O ribasio, el
tra ta d o de podagra de R ufo y u n a p equeña serie de o tro s t r a ­
tad o s m édicos m enores. O tro códice m édico nos sale al p aso
en P arís BN nouv. acq. lat. 203 en m in ú scu la y uncial de los
siglos V I I I- IX 15: contiene este m an u sc rito d iferentes textos
de H ipócrates en versión latina, y a ju zg ar p o r solos criterio s
paleográficos p ien sa Lowe que p u ed a h a b e r sido co p iad o en
el S u r de F ran cia o N o rte de Ita lia en u n c e n tro con conexio­
nes visigóticas. Analizando, em pero, los rasgos de visigotism o
que aparecen e n él, pienso si no sería m e jo r p e n sa r que se
tra ta de "sín to m as" visigóticos, originados sim plem ente p o r
ser copia de u n códice de origen v isig ó tic o 16: ello n o s llevaría,
V aticanos del siglo V , un códice d e T eodosio (s. V I) y la L ex B urgundionum (s. V I); cf, CLA 44, 45, 46 y 47,
* CLA 592.
C LA 676.
(5)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
38
CU LTU RA
EN
LA
ESPAÑA
V IS IG O T IC A
pues, a com probar, de e sta m anera, la existencia de u n códice
hip o crático español.
E n tre los autores eclesiásticos en co n tram o s a Orígenes, un
m an u sc rito de cuyos C om entarios al Génesis, E xodo y L evítico
se conserva en Lyon Bibl. M unie. 443 (372) + París Bibl. N at.
nouv. acq. la-t. 1591, en sem iuncial y u n cial del siglo V II. Al
decir de Lowe debió h a b e r sido este códice copiado en Lyon,
donde fue a n o ta d o y añadido con ap o stillas en p rec a ro lin a y
visigótica, sobre el año 800; p e ro el em inente paleógrafo a d ­
m ite ya q u e debe h ab er sido tra n sc rito de un e je m p la r es­
pañol 17.
Dos son al m enos los testim onios su p érstites de A gustín 18.
Del genial e scrito r african o nos queda del siglo V II el exce­
lente códice del E scorial, que se e n c u en tra en el C am arín de
las R eliquias, y contiene el tra ta d o de baptism o paruulorum .
La presen cia en este m an u sc rito de la B enedictio Cerei, que
p o d ría a trib u irse a Isidoro de Sevilla, y unos frag m en to s de
T ertuliano p arecen aco n sejar que se piense en u n posible o r i­
gen sevillano p a ra e s te códice, a p e sa r de sus p o sterio res pe­
regrinaciones p o r E uropa. E n A utun se g u a rd a (Bibl. M unic.
107) u n códice del siglo V II en sem iuncial que contiene una
p a rte de las E narrationes in psalm os 141-149. D espués del es-
16 S ubrayo co n L ow e que la o rto g ra fía es m u y m ala, lo cual no
perm ite suponer un a influencia visig ótica m uy directa.
17 S ob re O rígenes y su poderosa in flu en cia en Isid oro cf. J. C h a t il l o n , M élanges bibliques André R obert, París 1957, 536, L os Com en­
tarios al E xodo han sido abundantem ente u tilizad os p o r el S evillano
en sus Q uaestiones in V etus Test., c f. U. D o m ín g u e z del V al , en Isid o riana, León 1961, 215. P or si esto fu era poco, A. de M orales al d escrib ir
los libros de O viedo (V iaje, 94) m enciona en tre los lib ros de antigua
letra visigótica de aquella b ib lioteca «H om iliae O rigenis in Leuiticum ,
N úm eros e t alios saoros libros, R u ffin o interprete», m u estra incon ­
fundible de que eran conocidos y leíd os en H ispania; no es d e olvid ar
que M orales, el escrupuloso cron ista de F elipe II, piensa de casi todos
estos cód ices que habían llegado a O viedo desde Toledo. E n cuan to
al pun to de proceden cia es lícito d u d ar entre T oledo o cu alq u ier otra
ciudad de Spania, esto es Al-Andalus o territorio m ozárabe, com o
C órdoba o Sevilla, pero esto nada im porta a nuestros efectos.
18 S ob re otro im portante códice agustiniano y a perdido, véase
ab ajo a propósito del M isceláneo de R ipoll, pág. 42.
(6)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
M . C. D IA Z
Y D IA Z
39
lu d io que le ha dedicado R obinson podem os a d m itir com o
indiscutible que se tra ta de u n m an u sc rito p irenaico, quizá
escrito en la N arbonense o e n la p ro p ia C erdaña, donde a co­
m ienzos del siglo V III p arece h ab er sido p ro p ie d a d del obispo
N am bado, que fue quem ado p o r o rd en de M uza en 7 3 4 19.
Es p ro b ab le que provenga asim ism o de E spaña, com o q u ie­
re Lowe, el excelente m an u scrito en letra sem iuncial q u e g u a r­
da la B iblioteca N acional de P arís b a jo la sig n a tu ra latín 9533 20,
copiado en el siglo VI, que ofrece tam b ién la s E narraíiones a
los salm os 29-36; sus lecciones son a m enudo excelentes 21, a u n ­
que el texto adolece de u n cierto descuido general al a b u n d a r
las p érd id as p o r hom oioteleuta; lam entablem ente h a s t a el
m om ento actu al no puede señalarse el p u n to donde h a y a sido
copiado e ste valioso m an u scrito . P o r el c o n trario , es m uy d u ­
doso que sea originario de la P enínsula el fragm ento de códice
semiuncdal del siglo VI que tra sm itía el S p ecu lu m ag u stin ian o
y se conserva ah o ra en la B iblioteca regional de K arlsru h e
(Fragm. Aug. 100) p rocedente de R e ic h e n a u 22; en efecto, sus
rasgos paleográficos no s o n suficientem ente característico s
p a ra a trib u irlo a la Península.
El m an u sc rito en e sc ritu ra sem iuncial que se g u a rd a en
St. Gallen 194, que, adem ás de los L ibros de S alom ón contie­
ne el L aterculus N otarum , fue quizá copiado en la P enínsula o
zona de influencia visigótica del S u r de F ra n cia según Lowe,23,
región a la que quizá h a b ría tam b ién que a d scrib ir el frag ­
m ento de P aterio que se conserva a h o ra en París Bibl. N at.,
nouv. acq. lat. 6 4 1 24,
N o d eja d e ser im p o rta n te que en el m an u sc rito señalado
p o r Lowe com o CLA 44 nos quede u n testigo del p restig io y
extensión de que d isfru tó en E sp a ñ a la o b ra de Casiano; su
uncial es en todo sem ejante, p o r n o decir idéntica, según Bis15 R, P. R o b in s o n , M anuscripts 27 (S. 29) and 107 (S. 129) o f the
M unicipal Library of Autun, Am erican A cad em y o f Rom e, 1939.
“ CLA 587.
« Cf. la ed. D e k k e r s - F r a ip o n t , CC, X X X V III, donde h a sido co la ­
cionado por vez prim era.
“ CLA 1121.
23 CLA 918.
2* CLA 678.
(7)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
40
CU LTU RA
EN
LA
ESPAÑA
V IS IG O T IC A
choff, a la del códice p alim p sesto de León, con lo q u e no p u e ­
den cab er dudas sobre su origen hispano, e incluso to le d a n o 25.
P odríam os quizá in cluir tam bién aquí el m an u sc rito uncial
de las H om ilías de G regorio que se g u ard a e n la C atedral de
B arcelona y q u e puede ser a trib u id o a sobre 700 o poco des­
pués M. Los sistem as gráficos no obligan a p e n sa r n e cesaria­
m ente e n u n origen visigótico, sino que m ás b ien p arece
o rie n ta r a región m erovingia, au nque h ay m uchos indicios y
síntom as visigotizantes en las a b re v iatu ras. Si la existencia de
este m an u sc rito rep re sen ta poco, es al m enos vivo testim onio
codicológico de la im p o rtan cia alcan zad a p o r G regorio M agno
en el pensam iento y en la form ación eclesiásicos en E spaña,
im p o rtan cia que los estu d io s sobre fuentes de n u estro s escri­
to res h a n p o n d erad o siem pre largam ente.
T odavía tenem os que re c o rd a r otros m an u scrito s. Así el
estupendo E scurialense R. I I 1 8 n, que llegó al m o n asterio
filipino a trav és d e Oviedo donde ya e stab a en el siglo XV I,
de u n a iglesia del S u r que bien p o d ría h a b e r sido C ó rd o b a 28 o
Sevilla. La p a rte uncial de este m an u scrito , hecho a fines del
25
B i s c h o f f , op. cit. [ n o t a 1 2 ], 315.
C h . U p s o n C la r k , Collectanea Hispánica, P a r ís 1920, 124; t e n g o
noticias de un estudio s o b r e este cód ice e n Scrinium q u e no h e po­
d ido ver.
27 D escrito p o r G. A n t o l i n , Catálogo de los C ódices Latinos de la
Reat B iblioteca del Escorial, III, 481 ss.
23 L ocalización asegurada si el E u logio m encionado en el f. 6 v.
(E ulogii m em entote p ecca tori) fu era el con ocid o p erso n aje cordobés
que m u rió a m anos del poder m usulm án en 859. M i l l a r e s , C V pág. 23,
núm ero 29, piensa que yo no h e tenido en cu en ta sus peren to rias d e ­
m ostraciones del origen cord o bés del cód ice, exp u estas y a en su ob ra
Los códices visigóticos de la Catedral Toledana, M adrid, 1935, 52 ss.,
toda vez que parezco desconocerlas al suponer q u e q u izá el elenco
b ib liográfico d el f. 95 pudiera referirse a Toledo. T engo que d ecir que
da m ención entre los libros de este Inventarium d e la o b ra de E lip an d o
hace ¡algo m ás que p rob lem ática la ad scripción a C órd o b a en el ú ltim o
c u arto del siglo IX ; m ejor, desde luego, se exp licaría o en T oledo o en
Sevilla; y m ientras n o tengam os m ás detalles d ifícilm en te puede sos­
tenerse a u ltran za la im posib ilid ad de que el có d ice haya salid o de
otro cen tro que Córdoba. De todos m odos, entiéndase q u e en m is
notas sobre este cód ice no planteo ah ora la cu estión del origen paleográfico del m ism o, sino de la proceden cia de su contenido.
26
(8)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
INSTITUTO F E O V . - x c i A l m
O
c5
M. C. DIAZ Y DIAZ
41
- ~ -<
siglo V II, contiene u n tra ta d o d e Isidoro, p o ste rio rm en te co m ­
p letad o p a ra co m p en sar la p é rd id a d e unos folios; p ero in te ­
resa su b ra y a r a n u estro s efectos q u e lleva y a u n texto toledano,
la E p ísto la del rey S isebuto, lo que nos p ro p o rc io n a u n d ato
que habrem os d e reten er; en efecto, si com o m o stró F o n ta in e 29
h a habido ya u n deseo de co m p letar la o b ra del H ispalense en
su p rim e ra recensión con el nuevo cap ítu lo , q u e de m an e ra
verosím il cree F ontaine adición p ro p ia d e Isid o ro al tiem po
de re u n ir m ateriales p a ra los Orígenes, tenem os que co n clu ir
que e l a u to r del m an u sc rito pudo, en p rim e r lugar, d isp o n e r
de u n e je m p la r en que Isid o ro llevara ya com o apéndice la
E p ísto la astro n ó m ica del rey Sisebuto, y p o r ta n to la que
F ontaine denom ina edición to ledana y, después, c o n ta r con
o tro original d iferente del que p u d o to m a r la adición que dió
lugar a la llam ada segunda edición del tra ta d o de natura
rerum . Si, com o p o r o tro s indicios algunos estudiosos creen,
el códice p u d ie ra ser o riginario de C órdoba o su zona, h a b ría ­
m os de ten er e n c u e n ta estas consideraciones p a ra c o n ta r con
ellas al an alizar n u e stra vida cu ltu ral en el siglo V II. C iertos
detalles críticos, que a h o ra no se p u eden ex p licitar aq u í, hacen
p e n sar asim ism o que en la p a rte m ás reciente —m ita d diga­
m os del siglo IX — de e ste m ism o códice h a sido tra s c rito en
m inúscula u n códice m ucho m ás antiguo que contenía el B re­
v iario de Festo, el breve Itin e ra rio de A ntonino y u n fra g ­
m en to del C ronicón d e Jerónim o, adem ás d e o tro s pequeños
textos de m en o r significación.
Que existieron o tro s códices de época visigoda, q u e a h o ra
n o so tro s lam entam os perdidos, pu ed e deducirse de diversas
noticias que d e ellos se nos h an conservado. Así M orales, en
su Viage, al tra ta r de la lib re ría de la Iglesia de Oviedo, m e n ­
ciona, e n tre los m an u scrito s en sem iuncial allí g u a rd a d o s 30,
u n códice de Concilios con los diecisiete concilios toledanos
"bien e n te ro s”, lo cual im plica que no era a n te rio r a so b re 700
29 Isidore de Séville, Traite de la nature, B ord e aux 1960, 38-45.
30 A. de M o r a l e s , V iaje, 93 s .; «De letra .Gothica m ayúscula» los
c a lific a M orales, y com p ara con el actu al E sco rial R. II. 18 con lo
que queda cla ra la iden tificación; cf. R. B e e r , H andschriftenschátze
Spaniens, 380.
(9)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
42
CU LTU RA
EN
LA
ESPAÑA
V IS IG O T IC A
pues el Concilio X V II de Toledo se reu n ió en 694 31; tam bién,
en la m ism a nóm ina lib ra ría ovetense, rec u e rd a M orales, a si­
m ism o en sem iuncial, u n códice que contenía u n com en tario al
C antar de los C antares, cuyo a u to r no podía decir, u n as vidas
de Santos y el tra ta d o de reparatione lapsi del C risóstom o
v ertido al latín n. M ucho m ás lam entable es la pérd id a, quizá
o c u rrid a a m ediados del siglo pasado, del m isceláneo d e R ipoll
que acertó a ver y d escrib ir con b a sta n te extensión Jaim e V i­
llanueva: copiado p ro b ab lem en te h acia 730, m uy verosím il­
m ente, a m i enten d er, en Toledo, ofrecía en cu rsiva dos o b ras
de Agustín, el liber quaestionum y el contra, V haereses, ju n to
con la expositio in M a tth eu m de Jerónim o, las Allegoriae de,
Isidoro, unos tra ta d o s de cóm puto, variedades gram aticales,
el de correctione ru sticorum de M artín de B rag a y o tro s t r a ­
tados m enores ’3. El c o n ju n to parece m o stra r u n in te rés o rie n ­
tado a la teología con ciertos aspectos exegéticos y p asto rales,
y h u b iera resu lta d o de la m ayor im p o rta n c ia p a ra el análisis
de c u ltu ra y form ación eclesiástica de su tiem po.
Í! * *
O tro im p o rta n te cam ino p a ra com pletar n u e stra s noticias
sobre códices de época visigótica, ta n escasam ente conservados
que no nos llevarían m uy lejos a decir v erd ad com o acabam os
de ver, es el testim onio de los m an u sc rito s de d a ta p o ste rio r
p a ra los que d eterm in ad as circunstancias h istó ric a s nos fu e r­
zan a suponer u n m odelo proveniente, p recisam ente, de tiem ­
pos visigóticos. M uchos de estos m an u scrito s, conservados o
no, son originarios en m uy buena p a rte d e las regiones m e­
rid io n ales de H ispania, adonde, p o r lo m enos a lo largo de
31 V éase G. M a r t í n e z D i e z , La C olección Canónica Hispana, I,
M adrid, 1966, 157h160, En realidad pod ría ¡haberse añadido este concilio
al códice ya form ado; p ero el m od o de ¡las varias descripciones de
M orales parecen exclu ir esta posibilidad. A com ienzos del siglo V III
lo reduce, por consiguiente, M a r t ín e z D i e z , op. cit.
32 Cf. adelante sobre otro m au scrito d e e sta m ism a obra; M o r a l e s ,
Viaje, 93 citad o tam bién p o r B e e r , op. laúd., 380.
33 V il l a n u e v a , V ia je literario, V I I I , 45 [ R . B e e r , Die H andschrijten
des K iosters Santa María de Ripoll, I, Viena, 1907, 25 s.].
(10)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
M . C. D IA Z
Y D IA Z
43
todo el siglo V III y alguna p a rte del s. IX, no es verosím il
sup o n er que llegaran con facilidad de o tra s regiones. La u tili­
zación d e los d ato s q u e se deducen de estos m an u scrito s h e ­
m os de h a c erla oon e x trem a discreción y v ariad a cautela, pues,
c o n tra la im agen trad icio n al de las com unidades m ozárabes
aisladas del exterior e im perm eables a to d a influencia ex trañ a,
vam os poco a poco h allan d o testim onios, no p o r im precisos
m enos elocuentes, de u n a vida c u ltu ral relativ am en te activa,
aunque con notables a ltib ajo s y flu ctu acio n es; y a m enudo,
un co n ta c to ocasional con alg u n a p e rso n a c u lta o influyente en
o tra co m unidad o región, provoca u n in te rés p o r sa b e r que
difícilm ente p e rm itiría n , sin m ás, so sp ech ar las triste s c irc u n s­
tancias de los grupos m ozárabes.
Con e sta s salvedades, considerem os el resu lta d o del a n á li­
sis de n u estro s m ás antiguos m an u scrito s en la equívocam ente
llam ada e sc ritu ra visigótica. De sin g u lar in te rés, p o r com enzar
con un códice que p ro b ab lem en te re m o n ta a fines del siglo V III,
es el m an u sc rito que ah o ra se conserva en El E scorial b a jo
la sig n atu ra & /. 14 34. E n su fo rm a actu al podem os e s ti­
m a r que proviene de C órdoba, pues sobre varias ap o stillas á ra ­
bes conserva diversas anotaciones, que se ha p odido d e m o s tra r
que son de la p lu m a de A lbaro de C ó rd o b a 33, el cual, p o r con­
siguiente, lo m anejó. Su rico contenido ab a rc a las Etim ologías
de Isidoro , ah o ra incom pletas (f. 1-112), la E p ísto la a trib u id a
al diácono R edem pto sobre la m u erte de Isid o ro , dos tra ta d o s
escritu rístico s de Jerónim o, así com o el opúsculo de ecclesic-sticis dogm atibus de G ennadio de M a rse lla 36, y u n co rp u s
de epístolas jero n im ian as, con las de los corresponsales de
éste, del m ás alto interés. Sin em bargo, lo q u e d a m ay o r realce
al contenido a b ig arrad o de e ste m an u sc rito es el c o n ju n to de
ca rtas que lo c ie r r a 37: las de Liciniano d e C artagena, la de
M
en
A n to lin ,
Catálogo, II, 331-336; M i ll a r e s CV 2 3 . U n a r e p r o d u c c i ó n
E xem pla scripturae w isigothicae, H e i d e l b e r g , 1883,
E w a ld -L o e w e ,
lá m . X III.
35 .Cf. G . A n t o l i n , e n BRAH 86, 1925, 612 s s . y I . Z a r c o C u e v a s , e n
B R AH 1 0 6 , 1935, 390-392; l a a u t e n t i c i d a d l a d e f e n d i ó c o n b u e n o s a r g u ­
m e n t o s J. M a d o z , e n E stu d ios eclesiásticos 19, 1945, 519 s s .
34 A tribu ido aquí, com o en otros códices, a Jerónim o ( f . 124-1 2 6 ).
37
f f. 164-168.
(11)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
44
CU LTU RA
EN
LA
ESPAÑA
V IS IG O T IC A
F ructuoso a l rey R ecesv in d o 3S, la del arcediano E vancio que
quizá sea el arcediano de Toledo m encionado p o r la C rónica
m ozárabe del 754 39, y el “d o ssie r” de G undem aro y S isebuto
conocido b a jo el no m b re de E pistulae visigothicae. A nalizando
incluso superficialm ente este c o n ju n to p ro n to se d e ja v er que
nos hallam os a n te u n a com pilación, hecha no sabem os aún
con qué c riterio s, de m ateriales procedentes de Toledo y, m uy
probablem ente, del p ro p io archivo real. Pocas veces p o d ría
ponernos el contenido de un códice visigótico m ás e n co n tacto
con el p u n to de a rra n q u e de la tra d ició n m an u sc rita. H em os,
pues, de suponer con to d o fu n d am en to que la p resen cia de la
noticia de R edem pto, an eja a las E tim ologías, d eb e h acem o s
p en sar en u n origen sevillano p a ra el texto de Isidoro, m ie n ­
tra s el dossier ep isto la r n o s lleva de la m ano a Toledo, e n u n
códice que, con m ucha pro b ab ilid ad , fue copiado e n e s ta m is­
m a ciudad, de la que llegaría, quizá en el m ism o siglo IX a las
m anos de A lbaro de C órdoba e n la cap ital del m undo m u su l­
m án. A ñadam os a e ste códice de A lbaro el d e la Real A cadem ia
de la H isto ria de M adrid, m s. 8 0 40, que p rese n ta idénticam ente
apostillas de A lbaro a textos que h a n sido copiados lo m ás
ta rd e h acia 820, e n tre los cuales los tra ta d o s de uiris illu strib u s
en la recensión to led an a d e Félix, el indiculum de haeresibus
de Jerónim o, pequeños opúsculos de éste y de, A gustín, el co­
m en tario de Ju sto de Urgel al C an tar de los C antares y la
versión de Pascasio de los Dichos de los Ancianos. De zona
m ozárabe asim ism o, quizá del p ropio Toledo a p e sa r d e que
su suscripción es poco significativa, debe p ro v en ir él códice T o ­
ledo Bibl. C apitular 14-23, c o n innegables síntom as arcaizan ­
tes típicos del am biente m ozárabe: la d a ta ta rd ía —la fecha
qu e p rese n ta es el 18 de feb re ro de 1070—, la fa lta de cons­
38 Cf. D íaz, Index, núm ero 217. H a d e atrib u irse a l año 652 m ás o
menos. L a auten ticidad, aunque n o d em ostrada tod avía, pu ed e ser
aceptada.
39 Cf. A. C. V e g a , en La Ciudad de Dios, 153, 1941, 89-92, L a id en ti­
ficación es altam ente probable; h a sido ad scrita a un su p u esto abad
Troclarense, p e ro esto no p asa de una afirm ación gratuita.
w Cf. Z a r c o C u e v a s , en BR AH 106, 1935, 389 ss.; J , G a r c ía S o r i a n o ,
ibid. 481.
(12)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
M . C. D IA Z
Y D IA Z
45
tan cia en los rasgos m ás típ icam en te tard ío s, com o el signo tj
p a ra la fo rm a asibilada, y los caracteres paleográficos m e p a ­
recen a p u n ta r co n seguridad a zona toledana. T am bién el c o n ­
tenido p arece co n firm ar este m odo de ver, pues a p arecen en
sus folios las ep ísto las de E lipando, textos que difícilm en te se
h a b ría n copiado en o tra región que la to ledana o com o m ucho
en la urgelense; a h o ra bien, la zona p iren aica q u ed a excluida
tra s la rep re sió n carolingia, sin c o n ta r con que sería im posible
la copia en el siglo XI de u n códice en le tra visigótica. Por
análogas razones, en las zonas c ristia n as del N o rte la copia
de E lipando no pu ed e ju stificarse, y estim o m uy difícil que,
tra s los ataq u es de la com unidad in tra n sig e n te de C órdoba y
Sevilla tal com o los conocem os a través de A lbaro de Córdoba,
p u d ie ra ser tra s c rita la colección e p isto la r de E lipando, in ­
cluidas sus feroces d ia trib a s c o n tra Alcuino, en nin g u n a de
estas regiones del N o rte o S ur. Pues bien, contiene e ste códice
en excelente tra d ició n el com en tario al C a n ta r de los C antares
de Ju sto de Urgel, bien conocido y estim ado en el siglo V II, así
com o varios poem as de Sedulio, e n tre los cuales el Carm en
paschale, con un texto que todavía debe se r e stu d ia d o con
atención. Me parece, p o r tan to , lícito co n clu ir que ta n to el
texto de Ju sto de Urgel com o los de Sedulio provengan de
época visigótica y p recisam en te de u n a trad ició n local to le ­
dana 41.
41 S ob re este m anu scrito cfr. A. M i l l a r e s C a r l o , L o s C ódices V isi­
góticos de la Catedral Toledana, M adrid, 1935, que se m u estra inseguro
en cuan to al origen. Pero me parece a m í qu e con d ificu lta d puede
pensarse en otro que en el toledano, después d e que tanto T eodula
com o B asilisco, citad o s com o adversarios de E lipando u n o de S evilla
según parece y otro q u izá de C órdoba po r A lb aro d e C órdoba epist, 4
Í M a d o z , 139), habían escrito violentam ente con tra e l arzobispo de
Toledo; tam poco A lbaro reduce la violencia de los térm inos con que
m enciona a E lipando. Y aunque las notas m argin ales a los códices
de M onte Cassino que m enciono a continu ación parecen obra de
enem igos de Alcuino y defensores de la po stu ra cristo ló gica de E 'ipando (cf. D. d e B r u y n e , en Revue d'histoire ecclésiastiqne 27, 1931,
307 ss.) q u e pudieran dar la im presión de que sobre 800 las postu ras
de éste eran m ejo r vistas de lo que se pod ria esperar, nada nos a se­
gura, p o r el m om ento, que estas apostillas provengan n ecesariam ente
de Córdoba.
(13)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
46
CU LTU RA
EN
LA
ESPAÑA
V IS IG O T IC A
A la región andaluza hay que re fe rir asim ism o los dos
m an u scrito s que a ú n a h o ra se conservan en la B iblioteca de
M onte-Cassino (n.° 4 y 19), de los cuales el p rim e ro contiene
el tra ta d o C ontra Arianos de A m brosio, y el segundo los libros
de trinitate de A gustín. Am bos m an u scrito s no m e p arecen
an terio res al 800 ni m uy p o sterio res a e sta d a ta y proceden,
con casi ab so lu ta seguridad, del m ism o e scrip to rio , que no
p o dríam os sin m ás s itu a r en C órdoba. Com o el m ás im p o r­
ta n te de los dos h a sido m uy recientem ente descrito u n a vez
m ás p o r m í n , p erm ítasem e no in sistir en estos códices que
son, p o r su p a rte , b u en a g a ra n tía del conocim iento, esperado,
de am bos Padres de la Iglesia en la E spaña visigótica.
S obre 800, en C órdoba m ism a debió ser escrito el célebre
códice 22 de la C atedral de León que contiene u n a serie co m ­
pleta de textos de origen toledano, p u esto que a u n a n u trid a
colección d e textos zaragozanos del siglo V II (c a rta s de B ra u ­
lio, recensión b ra u lia n a de los tra ta d o s de uiris illustribus,
quizá llegada a Toledo vía E ugenio) se unen ciertos elem entos
que p arecen p ro v en ir del Toledo de fines del siglo V II com o,
en tre otros, el llam ad o epitaphion A ntoninae. El co n ju n to , a u ­
m en tad o con no pocos m ateriales de c a rá c te r escolar, debió
ser copiado en C órdoba, com o digo, e n to rn o a 830; fue luego
el códice p ro p ied ad de R ecafredo, al que ya com o obispo ve­
m os p o sterio rm en te signando las Actas au tén ticas del concilio
cordobés de 839, que se e n c u en tra n tra sc rita s en un tern ió n
inicial del códice leonés 43.
De origen toledano pro b ab lem en te tam b ién h ab ríam o s de
co n sid erar el jra-gm. 8 de la C atedral de León que contiene
p a rte de los poem as de E ugenio d e Toledo en u n a edición
antigua, cuyos caracteres externos hacen p e n s a r en u n a es­
pecie de edición bibliófila de la colección p o ética eugeniana M.
42 Augustinus, 1968 [Stren as A ugustinianas V . Capánaga II].
43 N oticias resum idas de un tra b a jo que aparecerá sin ta rd a r m u­
cho en Archivos Leoneses.
44 He hablado de este fragm ento, considerándolo el m od elo en que
se inspiró el adaptador del ep itafio del obispo O rdoño de As torga
(+ 10 8 0 ), en m is Anécdota W isigothica I, Salam an ca, 1958, 121 s. Ha
d iscutid o esta sugerencia, suficientem en te apoyada p o r d etalles del
texto, sin a p ortar ningún elem ento que anule su interés, J. V ives.
(14)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
M . C, D I A Z
Y D IA Z
47
Y au nque n o podam os señ alar el p u n to preciso de donde
provenga el actual códice L ondres B. M. E gerton 1934 + Ma­
d rid B A H 81, de antes de 800, que contiene la C rónica
M ozárabe del 754, sí tenem os que decir que e sta o b ra h istoriográfica rep re sen ta un com plejo, que analicé en o tra o c a ­
sión 45 e n que e n tra n textos histó rico s com o el de P róspero,
V íctor de Túnez y Ju a n de Biclaro, adem ás de Isidoro de
Sevilla. Al valor del co n ju n to textual hay que a ñ a d ir el interés
que p rese n ta el hecho de las recensiones y v ariad as ediciones
de este corpus h istoriográfico d u ra n te el siglo V II y la p rim e­
ra m itad del siglo V III, que trascien d e la sim ple copia de un
m an u sc rito im p o rtan te. Todavía hem os de m en cio n ar aquí
com o testim onio codicológico de u n a o b ra m uy apreciad a en
los am bientes m onásticos del siglo V II las in stitu ta de C asiano
que, m uy estro p ead as, se conservan, en u n m a n u sc rito m eri­
dional copiado en to rn o a 900, en P arís Bibl. N at. nouv. acq.
lat. 260 46.
.
V engam os ah o ra a la región pirenaica. A unque aq u í no
podem os e s ta r tan seguros, com o en el caso d e la H ispania
m ozárabe, de que u n m an u scrito rep re sen ta u n a pervivencia
inm ed iata de época visigótica, sí tenem os indicios m ás que
suficientes p a ra a trib u ir algunos a m odelos de aquellos tiem ­
pos: así, p robablem ente, el m an u sc rito de las E tim ologías de
San Isid o ro que proviene de la iglesia de M agalona, com o d e ­
m o stró M undo 47, y ah o ra se g u ard a en El E scorial con la sig-
45 «La trad ición m anuscrita del Biclárense» Analecta Sacra Tarraconensia 35, 1963, 57 ss.
46 CLA 677. L ow e lo supone origin ario del N orte de España, pero
yo m e a tre vo a disen tir totalm en te de mi venerado am igo y situ arlo
■solamente en zona m ozárabe. Por otro lado aunque he estudiado el
cód ice directam en te (verano de 1963) no he podido llegar a p recisar
la época del cód ice en cu yo folio 1 una m ano del X V I, después de
haber usado sin resu ltad o positivo un reactivo, le supone la d ata de
927, La escritu ra es m u y arcaica p ara esta fecha, pero es el ú n ico dato
de que disponem os. Me sorprende, po r ello, que L ow e lo h aya incluido
en sus CLA. M u n d o , art. cit. (en la n eta siguiente), 174, lo supone de la
p rim era m itad del siglo IX y escrito q u izá en C ataluña, lo que, en
todo caso, parece aproxim arse m ás a la realidad que el punto de vista
de Lowe,
(15)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
1
48
CU LTU RA
EN
LA
ESPAÑA
V IS IG O T IC A
n a tu ra P. I. 6 de] siglo IX
a u n q u e poca cosa es te n e r que
p e n sar en este caso respecto a u n a o b ra isid o ria n a en u n
apógrafo de época visigótica.
Más im p o rtan cia e n cierra el m s. 107 de la B iblioteca M u­
nicipal de A utun, con las E narrationes in P salm os agustinianas procedente de la C erdaña en la que p arece se conservaba
h acia m ediado el siglo V I I I 49; y a ju zg a r p o r ciertos caracteres
externos m e p a re c e p ro b ab le a trib u ir asim ism o a e s ta región
piren aica el m an u sc rito 10092 de la B iblioteca N acional de
M adrid, copiado quizá en el A m purdán o C ataluña h acia 800 y
que contiene el tra ta d o de reparatione lapsi del C risóstom o
y las Sentencias de Evagrio ju n to con la hom ilía de m oncchis
perfectis, lo que nos lleva a sospechar que se tra te de u n a
com pilación típicam ente m onástica “ . N o p o dríam os tam poco
olvidar el célebre códice 29 de la B ibliothéque R ochegude de
Albi que, copiado allí m ism o, o en sus cercanías, en el s i­
glo V III p resen ta síntom as innegables de ascendencia tex tu al
visigótica en un ab ig arrad o co n ju n to en que se entrem ezcla
Isidoro con gloriosos, hom ilías atrib u id a s a A gustín y textos
geográficos 51.
De p ro b ab le origen septim anio, lo que no excluye u n a n te ­
cedente visigótico pen in su lar, hay asim ism o q u e se ñ ala r el
m an u sc rito de las H om ilías al Evangelio de G regorio M agno
que se conserva desde hace tiem po en la B iblioteca N acional
de P arís b a jo la sig n a tu ra latin 12254 54; en él se m ezclan ele­
47 «El com m icus palinsest P arís lat. 2669...» en Litúrgica I, M ont­
serrat, 1956, 173-176.
48 D escribe A n t o l i n , Catálogo, I I I , 255-257, Su d escrip ción codicológica es fran cam en te insuficente.
* R o b in s o n , cit. e n n o t a 19.
50 Of. m is Anécdota W isigothica I, 71.
51 D escripción in su ficien te d el contenido en Catalogue general des
m anuscrits des B ib lio th éq u es P u bliq u es des D épartem ents, I, Paris,
1849, 486; b ib lio gra fía en CLA 705. E l c ó d ic e .e s ob ra de tres m anos
com o m ínim o, y quizá puedan llegar a ob ten erse datos en torn o a la
época de los cód ices en que se basó analizando de cerca ciertas refe­
rencias cronológicas com o los que se encuentran en folio 32 al fin ali­
zar la C ró n ica de Isid oro abreviada.
52 CLA 640; q u izá e sc rito en torn o a 800. V éase a rrib a a propósito
de otros códices d e G regorio M agno, pág. 40.
(16)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
M . C. D IA Z
Y
49
D IA Z
m entos gráficos continentales con u n a e sc ritu ra visigótica m uy
notable, p o r lo que p lan te a el p ro b lem a de si conserva "sín to ­
m a s ” no visigóticos p ro ced en tes deJ m an u sc rito de que se
copió, o, al revés, éste e ra de am biente visigótico y los ele­
m entos continentales p o r el c o n tra rio son síntom as del m edio
en que se m ovía el copista.
E s p ro b ab le q u e p u d iéram o s todavía señ alar o tro s códices
de clara ascendencia visigótica: en o tra ocasión m e propongo
e stu d ia r m ás de cerca algunos de ellos e n o rd en a p rec isar
las circu n stan cias reales en que estos m an u scrito s c ircu laro n
p o r la E spañ a visigótica 53, sin olvidar, claro es, com o te s ti­
m onio de p rim e ra clase p a ra conocer esto s m ovim ientos de
m an u scrito s, las huellas paleográficas o codicológicas que d e ­
nom inam os "sín to m as visigóticos" y que, con m ú ltiples difi­
cultades p o r su su tilid ad , se van poco a poco descubriendo e
identificando en num erosos códices, con tin en tales e in sulares,
de los siglos V III al X, y q u e a c red itan la fu erte v italid ad de
los e scrito res españoles que lanzaban fu era de los lím ites visi­
góticos m an u scrito s de b u e n a calidad que eran p o sterio rm en te
copiados en los centros europeos. M ás lam entablem ente, p o r el
m om ento, este e stu d io y análisis no h a hecho m ás que em p e ­
zar, y em pezar de m an era fra g m en ta ria y escasam ente siste ­
m ática.
* * *
Mas en este análisis de supuestos cu ltu rales de la vida p e ­
n in su lar en to rn o al siglo V II, debem os de c o n ta r con los datos
precisos y valiosos que nos su m in istra la afición a la poesía
que fue notab le en la H ispania de aquel tiem po.
C om encem os con la llam ada A nthologia H isp a n a : e sta fo r­
m idable com pilación p o ética se conserva en él códice de la
B iblioteca N acional de P arís, latín 8093, y ta l com o se encuen­
tra a h o ra, el códice tiene un in teresan tísim o m iem bro disyecto
53 Q ue se m e perm ita m encionar una m u estra m u y sign ificativa
que habrem os de ponderar p o r extenso en m i lib ro en prep aración
La Cultura de la España cristiana en la Alta Edad Media: la com pila­
ción hagiográfioa de V alerio del B ierzo analizada p o r m í en Hispania
Sacra 4, 1951, 5 ss., sobre la cu al m ás ab a jo , pág, 56.
4
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
(17)
50
CU LTU RA
EN
LA
ESPAÑA
V IS IG O T IC A
en Leiden (B iblioteca U niversitaria, V ossianus L a tin u s F. 111)**.
Su contenido m uy in te resa n te a b a rc a u n a p a rte visigótica a la
que se h a n co n g lutinado p o ste rio rm en te o tro s tex to s de di­
verso origen p e ro m ás o m enos d e la m ism a época y de no
m enos im p o rta n c ia : contiene Sedulio, o b ras de E ugenio de
Toledo, u n a serie de textos poéticos de origen español, Catón,
D raconcio, V ersos de M artín de B raga, de Ju lián d e Toledo y
la Vite, Vergilii del gram ático Focas. C ontiene, adem ás, en la
p a rte Leidense cu atro poem as de P etronio 55; los argum entos
de V irgilio, falsam ente a trib u id o s a Ovidio
etc. El interés
de e ste m an u sc rito sin g u lar reside en el hecho de que algunos
de sus textos h a n sido recogidos en E spaña, quizá com o m u es­
tra de actividad p o ética: los epitafios de Sergio, Ju an , de
L eandro e Isid o ro , los V ersus in T ribunal y los textos m encio­
nados de E ugenio y Ju lián nos llevan a p e n sar que tenem os
aq u í u n a antología poética, de rem oto origen africano, co m ­
p leta d a en Toledo y enriquecida aún m ás ta rd e con elem en­
tos p o sterio res, c o m o algunos poem as de T eodulfo de Orléans (f8 1 4 ) recogidos e n el p u n to donde quizá se co p ió y se
conservó el m ism o m an u scrito , a sa b er las cercanías de Lyon
y no m ucho después de 800.
Análogo contenido nos h a conservado el códice de Azagra
(M adrid, Bibl. N acional 10029) q u e contiene D raconcio, Coripo,
Sedulio y Eugenio de Toledo, así com o el poem a dedicatorio
de la iglesia de San Ju a n de B años, m u e stra d e la m ás reciente
poesía com pilada p o r el p oseedor del anteceso r de n u e stro
códice. Que este p e rso n a je se h ay a m ovido en Toledo y auizá
en la escuela de E ugenio nos lo c o n firm a ría el q u e nos haya
gu ard ad o esa colección cu rio sa de poem as de escuela q u e es
la A ppendix Eugeniana so b re la que, b a jo o tro p u n to de vista,
54 H ay que rem itir para su descripción a F. V o l l m e r en M GI1
auct. ant. X IV , B erlín, 1905, X I X - X X I y a B i s c h o f f , M ittelalterliche
Studien I, S tu ttgart, 1966, 291 s. N ecesitaría, sin em bargo, un buen
estudio paleográfico y literario que sería del m ás alto interés.
55 Reproducidos po r G a s e l e e a l final de su edición del Códice
T raguriense de Petronio (C am bridge, 1915); el texto y a en R i e s e ,
op. cit. (en nota siguiente), núm eros 650-651.
56 Cf. A. R i e s e , Anthologia Latina I , 2, Leipzig, Teubner, 1870,
carm . 639 ss.
(18)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
M . C. D IA Z
Y D IA Z
51
volveré luego. El hecho, adem ás, de que no haya recogido el
poem a de Ju lián de Toledo q u e nos conservó la Anthología
H ispana de P arís p arece señ alar que el co m p ilad o r actu ó e n ­
tre 675, fecha del epígrafe de B años, y 681, m ás o m enos, fecha
de ascensión al episcopado de Ju lián que se p re se n ta en el
poem a del código P arisino, e d itad o p o r Bischoff, ya com o
obispo.
Si a estos dos códices añadim os lo que debió se r p a rte de
o tro m an u sc rito poético corno es la se rie co ntenida en el
fol. 21 y siguientes del m an u sc rito del E scorial M. III. 3, del
siglo X, que aún h a gu ard ad o p a ra n o so tro s los titu li a trib u i­
dos a Isidoro y los poem as de M artín de B raga, no podem os
m enos de concluir que la im p o rta n c ia a trib u id a a la poesía
era m uy gran d e: se tra ta , a m i en tender, del cam po m ás lite ­
rario, m enos u tilita rio , aquel en que m ejo r se deja ver la den­
sid ad cu ltu ral, la capacidad de lectura, aprecio y observación
de que e ra n capaces las gentes in stru id a s del siglo V II.
Es m uy curioso o bservar cóm o se p ro d u ce u n fenóm eno
in te resa n te : se recogen en Toledo m u estra s de poesía no sólo
de autores o escuela toledana, sino de o tra s regiones, lo que
a p u n ta a señ alar u n a c ie rta descentralización de la c u ltu ra.
P o r ello quisiera detenerm e, siem pre d e n tro de este cam po,
e n p u n to s concretos y —podem os añ a d ir— poco significativos.
Pienso en la C órdoba de so b re 615,
Un p e rso n a je que norm alm en te viene llam ándose u n n o ta ­
rio p o r el hecho de h a b e r com puesto fórm ulas n o tariale s ■
— dos
cosas que no se correlacionan con necesidad evidente— p ero
que ah o ra vam os a e stim a r com o co m p o sito r m étrico, escribe
un poem a m uy in te resa n te que c o m en tarem o s b rev em en te:
se tra ta de un fo rm u lario de donación d e sarro llad o en h ex á­
m etro s 57. El tem a, pese a los loables esfuerzos del a u to r p o r
d o tarlo d e calidades literarias, no p o d ría se r m ás prosaico,
pero he aquí el re su lta d o : en sus casi noventa versos, el a u to r
57 E dición y com en tario literario, aún no publicados, d e m i alum no
C. C arbayo (La fórm ula m étrica visigoda); m e rem ito a este tra b a jo
m inucioso p ara los datos que aduzco a continuación. La ed ición m ás
accesible y cuidada hasta el m om ento es la d e K . Z e u m e r , M onum ento
Germaniae, Histórica, form ulae, H annover 1886, 575 ss.
(19)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
52
CU LTU RA
EN
LA
ESPAÑA
V IS IG O T IC A
nos descubre u n cierto conocim iento, superficial si se quiere,
p ero indiscutible, de técnicas ligeram ente arcaicas, nueva­
m ente p u estas de m oda desde el siglo V, com o es el caso de
la elisión a efectos de m edida de la -s final tra s b r e v e 5S; así
com o el que no se m ida larga p o r posición la breve que a n te ­
cede al g ru p o de -s líquida (sí- o se ), lo cual im plica b a sta n tes
conocim ientos ya que tales técnicas n o son frecuentes y se
ponen de m oda, lim itadam ente, a p a rtir del siglo V. Pues
bien, en tre las fu en tes aparece, n a d a m enos q u e C laudiano,
Juvenco, la A ppendíx Vergiliana y u n a serie de centones virgilianos de origen africano, com o el célebre poem a De ecclesia
a trib u id o a M avortio. T anto p o r las posibilidades de sus lec­
tu ra s com o p o r la m ism a técnica, u n poco p esad a y reitera tiv a ,
pero m uy aceptable, nos da u n a im agen de lo que po d ía lo ­
g rarse en la ciudad andaluza al com ienzo del rein ad o de S i­
sebuto.
Y ya que estam os en tiem pos de Sisebuto, ju sto es que d e ­
diquem os u n m om ento de aten ció n al poem a astronóm ico del
propio rey, recientem ente analizado y e d itad o p o r F ontaine 59.
Como ha dem ostrado e ste agudo estudioso, S isebuto da u n a
im presión "relativam ente hom ogénea". E n tre sus fuentes se­
guras aparece p rin cip alm en te Plinio, M arciano Capella y a u to ­
res m ás recientes com o D raconcio y C laudiano. S u m étric a es
aceptablem ente co rre c ta h a s ta el p u n to d e q u e puede servir
de c riterio p a ra correcciones textuales. Incluso el rey se p e r­
m ite pequeños desarrollos retó rico s com o el de los cinco p r i­
m eros versos en que de u n a m an e ra alam bicada, p ero m uy al
uso de la época, con trap o n e las po sibilidades de reflexión y
estudio, litera rio y científico, del obisp o Isid o ro a las d u ras
58 Aún necesitam os un análisis porm en orizado de estas corrien tes
literarias ta n eru d itas en los siglos V I y V II; record em os que m uchas
de estas técn ica s se dan en tre los autores de la A frica ván dala y,
n aturalm ente, n o en los de m ediana cu ltura. En E sp añ a h ay que rela­
cionar, sin duda, esta técn ica con creta que ahora com en tam os con la
im itación ex p lícita de Lucilio por parte de Eugenio de T oledo com o
señaló m ás abajo.
59 J. F o n t a i n e , Isidore de Séville, Traité d e la n a tu re , B urdeos 1960,
151 ss.; véase tam bién las notas c rític a s a la edición del poem a
pág, 362 ss.
(2 0 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
M . C. D IA Z
Y D IA Z
53
exigencias d e su m isión real y a las antiguas de su c au d illaje
bélico.
No q u e rría d e ja r de considerar, siq u iera de p asad a, esa
estu p en d a colección de poem as q u e fo rm a n la A p p en d ix E ugeniana. Es sabido que V ollm er estableció p o r criteirios m é­
trico s casi indiscutibles, la no p a te rn id a d eugeniana de u n a
serie d e poem as didácticos que yo he supuesto a m i vez p ro ­
d u cto de la escuela toledana, con innegables influencias de
los am bientes da sentencias ta n característico s del ú l t i m o
c u a rto del siglo V II
Pienso q u e se tra ta de clérigos, de una
cierta alcurnia, pues se p e rm ite n e n tre o tro s v ariad o s tem as
versificar las obligaciones de los reyes, de los jueces, de los
nobles, etc. Es m uy n o tab le p o d e r c o m p ro b a r q u e se tra ta de
un ejercicio de escuela —a l m enos esto dicho en se n tid o a m ­
plio— to d a vez que los au to res h an utilizado com o fu en te p r in ­
cipal de in spiración un m an u sc rito de poetas que, p o r suerte,
se nos h a conservado casi com pleto en el m ism o códice que
nos ha tra sm itid o la A ppendix a Eugenio de T oledo: el códice
de Azagra, de M adrid, a que ya a rrib a hice alusión. Ya V ollm er
h ab ía señalado e n tre las fuentes c ristia n a s m ás im p o rta n tes
a D raconcio, Juvenco, C oripo, F o rtu n a to , P rudencio y e n tre
los clásicos so b re todo a Virgilio y ya m enos a Ovidio cono­
cidos p o r ejem plos o selecta; de los contem poráneos im itan
a Eugenio; añadam os, todavía con buenos p o rcen tajes, los
D isticha Catonis. Hoy e stá claro, después del an álisis a que
han sido som etidos estos versos, que casi todos estos au to res
se en c u en tra n precisam en te en el p ro p io M atriten sis 61, e n el
que aparece adem ás Sedulio del que, cosa curiosa, no queda
un solo rec u e rd o e n los diversos poem as didácticos d e la
A ppendix. E sto nos da, p o r consiguiente, u n a visión m uy
precisa de u n aspecto de la técnica lite ra ria e n p rá c tic a hacia
675: obtenidos los conocim ientos precisos, las lectu ras se
60 Index, núm ero 236 (poem as del A péndice qu e según V ollm er
[ob ra citad a en nota 661 son o b ra de un solo autor); 237 (poem as 26-47,
quizá ob ra de varias m anos); 312 (poem as 21-24); 313 (poem a 25, que
parece haberse de d istin gu ir de todos los anteriores).
61 En un t r a b a j o inédito de A. M,“ R e g u e i r a C a s t r o , F u en tes L ite­
rarias de tos poem as visigóticos del «Appendix Eugeniana» (1963).
(21)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
54
CU LTU RA
EN
LA
ESPAÑ A
V IS IG O T IC A
hacen a la vez con u n a base lim itad a, a u n q u e n o estrech a, es
decir, varios au to res, diversos y ab u n d an tes, p ero conocidos
prácticam ente e n exclusiva a través de unos pocos códices,
si n o u n o sólo.
H a sta ta l p u n to esto es cierto, y puede re s u lta r significa­
tivo que e n el poem a de Ju lián de Toledo, hace pocos años
editado p o r B isc h o ff62, que se conserva fu n d am en talm en te en
el m an u sc rito laíin 8093 de París, ya m encionado a rrib a , se
cita e n tre los antiguos autores paganos en los que hay que
b u scar m odelo p a ra u n a com posición poética a Focas, cuya
V ita Vergilii se conserva precisam ente en este m ism o m an u s­
crito, y p o r cierto , com o testigo único de su tra d ició n textual.
La c a lid ad y co m plejidad de las lectu ras q u e sirven de
base a escritores del siglo V II puede o b se rv a rse asim ism o en
el precioso poem a, ed itad o nuevam ente p o r m i hace unos
años 63, que es el anónim o E p ita p h io n A ntoninae, cuyos d ísti­
cos elegiacos e stá n b ien m edidos salvo pequeñas lib ertad es
que no e x tra ñ a n n a d a en el siglo V II p o r h a b e rse venido des­
a rro llan d o desde la época clásica, tales com o el alargam iento
ante cen su ra o en razón del desplazam iento d e a c en to y la
escansión breve de vocal ante m u ta cum liquida; incluso es
posible, c o n tra u n a corrección m ía en la edición, que se c o n ­
serve allí un ejem plo de elisión de s tra s breve con sinalefa
u lte rio r M. El recu rso q u e evoca p rocedim ientos preclásicos, no
resu lta excesivam ente so rp re n d e n te en u n m om ento e n que
E ugenio de Toledo u tilizaba la técnica de p a r tir p a la b ras
encadenándolas a los p rim e ro s y ú ltim o s pies del verso r e s ­
pectivo, y eso m ediante la ju stificació n de ta n so rp ren d en te
técnica con u n a alusión al ejem plo rem oto de L u c ilio 65.
Más allá todavía, re s u lta e je m p la r el an alizar de c erca el
c o m portam iento de u n buen poeta, E ugenio de Toledo, re s­
pecto a algunas de sus fuentes. El índice de éstas y de las
« E n H erm es 87, 1959, 251-2 según este m anu scrito de P arís y otro
p osterior de M unich. Lo había aducido yo com o inédito en Index,
núm ero 274. El trab a jo de B isch o ff ahora nuevam ente en sus M ittelalterliche Studien I, S tu ttg a rt 1966, 291 s.
M A nécdota w isigothica /, 37 ss.
« Ibid. 41,
65 Eug. Tol. carm , 70: instar L u cili cogor d ism m pere uersus.
(22)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
'
M . C. D IA Z
Y D IA Z
SS
im itaciones h a sido hecho ya de m an era m uy com pleta p o r
V ollm er en su edición clásica
A hora bien, si u n o se tom a
la paciencia de com partir p u n to p o r p u n to estas im itaciones
y dependencias, se e n c u en tra con que d e n tro de los n u m ero so s
paralelism os que se p u eden e stab lecer d e m an e ra segura es
p equeñísim a la ca n tid ad de aquellos q u e no e stá n som etidos
a ningún p roceso de variación. A m enudo, p a ra E ugenio m e­
jo r d e m o stra r s u c ap acid ad a n te el m etro , no vacila u n a y o tra
vez e n c a m b ia r de pie p a la b ra s que ya se e n c o n trab a n e n u n a
secuencia m étricam en te irre p ro c h a b le en F o rtu n a to . P o r o tra
p a rte , a m en u d o a l m odificar ligeram ente u n a ad jetiv ació n o
u n régim en, E ugenio lo gra d ar a su expresión u n c a rá c te r m ás
concreto, m enos general, que el q u e tiene en V enancio; p o r
supuesto, que co n ello la expresión, al g a n a r en c o n to rn o s,
pierde en fuerza evocadora, y p o r en d e en p o ten c ia poética,
p ero tam b ién es c ie rto que la capacidad de E ugenio p a ra a ju s ­
ta r los m ateriales a su p ro p ia técnica re su lta s o b re s a lie n te 67.
N o se tra ta , c o n todo, de u n p rocedim iento exclusivo de este
a u to r o de la p oesía: e n T ajón de Zaragoza descubrim os u n a
técnica análoga, y ello ta n to e n sus c a rta s perso n ales com o
en los m ateriales que en h e b ra en su célebre colección d e n o ­
m inadas las S entencias. Tenem os, pongo p o r caso, la c a rta
a Eugenio de Toledo. Sus fuentes m ás im p o rta n tes son G re­
gorio M agno — el m ae stro venerado, el ídolo lite ra rio e ideo­
lógico— así com o Jerónim o (c a rta 112 y prólogo a l C om ento
a Jerem ías), m ás A gustín y la D ecretal de H orm isdas 68. Pues
bien, so rp re n d e p ro n to la lib e rta d co n que T ajó n m an e ja sus
fuentes, a las que m odifica y varía con fin alid ad lite ra ria y
66 F. V o l l m e r , M onum enta Germ aniae H istórica, auctores antiq.
X IV , B erlín 1905, 231-270 p a ra los poem as auténticos.
67 P or ejem p lo, Eug. Tolet. carm . 33,14: m urm ure nam que tuo
dulcía m ella flu u n t, q u e deriva de V en. Fort. carm . 1, 15, 102: cuius
ab eloquio dulcía m ella flu u n t. O tros paralelos, estu d iad os con su s
peculiarid ad es p o r F. R o d r í g u e z R i n c ó n , E ugenio de Toledo y Venancio
Fortunato (1965), m u estran q u e la can tid ad de los que su fren varian tes
es exiguo.
68 T om o estos d atos del breve estudio inédito de M. C. A l v a r e z
P e l l i t e r o , E stu d io de las fuentes y léxico de la Carta de Tajón a E u ge­
nio de Toledo (1966).
(23)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
56
CU LTU RA
EN
LA
ESPAÑA
V IS IG O T IC A
expresiva, llegando en su m alabairism o a c o n serv a r en alguna
ocasión expresiones a las que hace d e c ir algo m uy d istin to , si
no c o n trario , a lo que significaban en su fu en te. E ste p ro c e ­
dim iento se descubre tam b ién en las Sentencias, donde las
m odificaciones, u n as veces leves p o r sim ple reto q u e en las
p artícu las, o tra s d e m ás en ju n d ia p o r su stitu ció n de vocablos o
d eterm in ad as supresiones o am plificaciones, se descubren
cuando se estudia de cerca el texto tajo n ia n o en función de
las fuentes isidorianas, gregorianas o ag u stinianas que con f re ­
cuencia, p o r lo dem ás, él m ism o nos c i t a 69. Tal m ecanism o, p o r
o tro lado, no fue ajen o al p ropio Isid o ro q u e se aprovechó de
él p a ra m od ificar d e acu erd o con sus p eculiares p u n to s de
vista o sus necesidades p asto rales las fuentes, a m enudo p a g a ­
nas o doxográficas, que em pleaba p a ra la confección de sus
tratad o s. E ste m étodo fue e stu d iad o am pliam ente p o r Fontaine que pudo a sí d escu b rir p a rte de la técnica is id o r ia n a 70.
* * *
Como c riterio in d ire cto p a ra conocer los textos literario s
en uso en él m undo visigótico del siglo V II todavía te n d ría ­
m os que ver sucintam ente, en am biente, eclesiástico im p reg n a­
do con fuerza de ascetism o, actividades bibliográficas com o la
que realiza en G alicia ese e x tra o rd in a rio p e rso n a je que fue
Valerio del Bierzo. Quizá h acia 675, ela b o ró u n a com pilación
hagiográfica que conservam os casi ín teg ram en te en varios
m anuscritos, a p a rtir de los cuales pude f ija r sus elem entos
hace cerca de veinte a ñ o s 71. Allí ap ren d em o s que en pleno
Bierzo, y en m edio de sus ejercicios penitenciales, V alerio
pudo d isp o n er de u n buen códice, e n e scritu ra sem iuncial,
com o b ase p a ra su trasc rip ció n de las V idas de Pablo e H ila­
rió n p o r J e ró n im o 12; copió la H istoria m onachorum de Rufino;
69 Aprovecho alguna de las conclusion es de un trab a jo inédito de
A. de Dios Serrano.
70 F o n t a i n e , Isidore de Seville..., 792 ss.; el m ism o en R evue des
E tu d es Latines, 31, 1953, 271 ss.
71 D í a z y D í a z , en Hispania Sacra 4, 1951, 3 ss.
72 O l d f a t h e r <ed.), S tu d ies in the T ext Tradítion of St. Jerom e’s
Vitae Pairum , U rbana, 1943, 273. Es aquí donde se supone que ciertas
(24)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
M . C. D IA Z
57
Y D IA Z
la versión latin a del tra ta d illo de reparatione lapsi del C risóstom o, del que a rrib a m encionam os un m an u sc rito de época
visigótica, vidas d e S. G erm án, d e S. A m brosio, y quizá la de
S. M artín p o r Sulpicio Severo, ju n to con fragm entos aislados
de Casiano. Al m ism o tiem po que V alerio com ponía e sta colec­
ción, e la b o rab a u n a serie de poem as p ro v isto s de la m ayor
c a n tid a d im aginable de recursos e fe c tis ta s 73: a p a re c en acrotelésticos, acrósticos, abecedarios, y tira d a s de versos todos
cuyos vocablos com ienzan siem pre con la m ism a l e t r a 74.
Aunque aquí los procedim ientos m étricos so n e stric tam e n te
rítm icos, cediendo a la tendencia que v itu p e rab a Ju liá n de
Toledo p o r aquellos días, lo que llam a la atención es la v a rie ­
d ad y reb u scam ien to d e léxico que convierte e sta s co m p o si­
ciones en un a u tén tico ejercicio de h ab ilid ad y destreza en el
conocim iento y m anejo del vocabulario, así com o la d u ctilid ad
o b ten id a en las series de p ro sa ritm a d a , en que se evitan cada
vez m ás los tipos con syllabicatio que p arecen q u e d a r lim ita ­
dos 75 a los p rim ero s de los poem as escritos p o r V alerio.
* * *
El estudio de la poesía nos p e rm itiría e n tra r de lleno' en
las e ta p a s y fo rm as de la enseñanza y del gusto litera rio .
Pero 'hem os ya de te rm in a r estas notas. E n las escuelas
u n a lec tu ra de autores antiguos, no m uy extensa, p erm itía,
gracias a la p ro fu n d id a d e in ten sid ad con q u e se hacía, a l­
canzar u n conocim iento y u n a perfección no tab les en el si­
glo V II. P o r su p u esto que esta visión no es m ás que parcial,
pero la consideración de los m an u scrito s que c o rría n y los
varian tes específicas de la fa m ilia valerian a «suggest the sem iuncial
as the origin al script» del arq u etip o u sad o p o r V alerio,
73 E ditados po r prim era vez po r m í en Anécdota w isigothica I,
Salam anca, 1958, 103-116.
72 Por ej. p. 113: V niuersis uersorum uius extrem i u o lu isj uariis
uocabulis utendo u ociíatos,,., o. p. 114: Precor pietatem uestram ego
punlendus peccator (V alerios)/ potentissim i principes atque pastores
p op u lo ru m f... dice en una oración versificad a a los Apóstoles Pedro
y Pablo.
73 Cf. ibiúem , 101.
(25)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
58
CU LTU RA
EN
LA
ESPAÑA
V IS IG O T IC A
au to res que en ellos circ u la b a n nos p e rm ite te n e r u n a visión
diferente y h a s ta cierto p u n to m ás apasio n an te del tra sfo n d o
c u ltu ra l de n u e stra época visigótica. Si a estos d ato s a ñ a d i­
m os los m ás conocidos que se deducen del análisis de las
fu e n te s u tilizadas p o r n u estro s e scrito res, irem o s poco a
poco a d e n trán d o n o s en él com plejo y rico p a n o ra m a c u ltu ra l
de la H ispania visigoda.
(26)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
EL D E U IR IS I L L U S T R IB U S DE SAN ILDEFONSO
DE TOLEDO: TRADICION Y ORIGINALIDAD
Por J. FONTAINE
Profesor de La Sorbonne. P arís.
A quien em prende la lectu ra del opúsculo de S an Ildefonso
De uiris illustribus, todo le p arece claro y conform e a la
trad ició n del género en la lite ra tu ra cristian a. No el títu lo
ta n sólo; sino tam b ién las declaraciones explícitas con que
em pieza el prefacio. Pues el a u to r apela a sus doctos p red e ­
cesores que, desde el siglo c u a rto , d e ja ro n o b ras sucesivas de
igual títu lo : S an Jerónim o, G enadio de M arsella, S an Isid o ro
de Sevilla. La intención de c o m p le ta r e sta serie co n nuevo
apéndice parece, pues, el único p ro p ó sito de San Ildefonso.
S in em bargo, p a ra quien prosigue leyendo, la situación lite ­
ra ria de la o b ra no se delinea ya con ta n ta evidencia. A u n
encom io de Toledo sucede la descripción de cu a tro m ilagros
tem ibles (tre s de ellos atestig u an u n as venganzas divinas que
saben m ucho a n arracio n es p roféticas del A ntiguo T estam ento);
y después de u n a pro fesió n de h u m ild ad en que se reconoce
el locus h u m ilita tis propriae de e tiq u e ta e n m uchos prefacios
de au to res c ristia n o s antiguos, henos a n te la ju stificació n de
un p rim e r c a p ítu lo dedicado a G regorio M agno, a q u ien I s i­
doro hab ía dedicado ya u n largo y ferv o ro so capítulo.
El sentim iento de m ale sta r a n te estas p rim e ra s discrep an ­
cias p a ra con las reglas fundam entales de un género dedicado
a la h isto ria lite ra ria de los escritores cristian o s, re su lta m a ­
yor después de leídos estos c a to rce capítulos chicos. N o d ejan
de p lan te arse varias in terrogaciones a la m en te del lector.
¿P or qué tan to s Toledanos? ¿P o r qué h a b e r reg istra d o a unos
(1 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
60
DE
U IR IS
IL L U S T R IB U S
prelados que no d e ja ro n escrito alguno? ¿P o r qué h a b e r
subrayado, con u n a especie de m ala conciencia, ta l defecto
de estos varones ilu stres? ¿P o r qué dedicar a Isid o ro de Sevi­
lla u n a noticia, no d ije ra "incom pleta y a ú n fría" con el
P. M adoz sino m ás bien a p u ra d a y h e sita n te e n tre los enco­
m ios hiperbólicos y la reserva de u n tono árid o ? ¿P o r qué
esta insistencia en la liturgia, las calidades de a u to rid a d en
el oficio de edad o de obispo, la vida m o nástica, los poderes
taum atúrgicos antes o después de la m u erte? E stos rasgos
peculiares, cuyo c o n ju n to ta n to nos aleja de la p u ra h isto ria
lite ra ria a que se a te n ían los tres predecesores de Ildefonso,
han sido n o tados ya p o r cuantos se h an in te resa d o en el
opúsculo ild e fo n sia n o 2. Pero tod av ía no se h a in te n ta d o d ar
una contestación a la vez u n ita ria y d e ta lla d a a to d as estas
cuestiones. El enfoque p u ram e n te h istó ric o de Von Dzialowski,
en su estu d io clásico de las De uiris illu strib u s de Isid o ro e
Ildefonso, se c o n te n ta con red u c ir el p ro p ó sito de Ildefonso
al de u n m anifiesto de p ro p ag a n d a en favor de la p rim acía
to le d a n a 3. C on se r digna de consideración, tal conclusión
1 E n su artícu lo fundam ental p ara cu alq u ier estu d io sobre Ild e­
fonso: J . M a d o z , San Ild efo n so de Toledo, en E stu d ios E clesiásticos,
t. 26, 1952, págs. 467-505; sobre el De u, i-, págs. 476-480; ju icio aludido
pág. 477. D esde entonces, la o b ra ha sido p o co estudiada. V u elve a
serlo ahora por su fu tu ra ed ito ra, S rta. C. Codoñer M erino, de la
U niversidad de Oviedo, que acab a de dar un avance de sus in vestiga­
ciones soíife la com posición y la trad ició n m an u scrita en la reciente
21.a Sem ana Española de Teología dedicada a La patrología toletanovtsigoda (septiem bre 1967).
2 V éa se en p articu lar la d isertación de S ister A. B r a e g e l m a n n ,
The life and w ritings of Saint Ild efon su s o f Toledo (T h e C atholic
U m versity of Am erica, Stu d ies in M ediaeval H istory, N ew Series,
vol. IV), W ashington, 1942. E l cap ítu lo segundo, págs. 32-59, dedicado
al D e u. i., pone de relieve los rasgos esenciales qu e llam an la atención
a p rim era lectu ra, y plantea ciertas in terrogacion es; p e ro la s deja
sin resolver y no se ad en tra suficientem ente en la te xtu ra literaria y
form al de la ob ra, a fortiori en los problem as delicados d e sus ascen­
dencias y afinidades.
3 N os referirem os al texto ed itad o po r Arévalo, ta l com o le repro­
duce G u stav von D z i a z o w s k i , Isid o r und Ild efo n s ais Literarhistoriker,
E ine quellenkritische Vntersuchim g der S ch riften «De uiris Illu strib u s»
(2 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
i n a i l i u i u r K U V I N U A l ttl
e
t
o
(D
Ru
^
*
*|
* ^
Eq
►
cí
£
o
JE
J. FONTAINE
so n v cjIo í
61
j c i a n i c a ■<
parece a la vez poco m atizad a y n o tablem ente insuficiente
cuando se tra ta de u n a o b ra lite ra ria explícitam ente situ ad a
p o r su p ro p io a u to r d e n tro del m arco de la evolución de un
género litera rio preciso. Parece que el m ism o Von Dzialow ski
se olvidó algo del títu lo que h ab ía im puesto a su estu d io :
Isidoro e Ild efo n so com o historiadores de la literatura.
V olviendo a este enfoque literario , quisiéram os b u sc a r re s ­
puesta a los problem as p lan tead o s, a p a rtir de las n o rm as
vigentes en los ejem plares a n te rio re s del género. E n e sta tare a
de análisis litera rio , tendrem os en cu en ta la fo rm a y, m ás
precisam ente, el fo rm u lario de las noticias ild e fo n sia n a s: p a ­
lab ras y grupos rec u rrre n te s que vienen a e x p resar com o unos
tem as fundam entales del p ensam iento Aldefonsiano, y d e ja n
asom ar sus intenciones cardinales. T am bién nos quedarem os
a tentos a las lectu ras seguras o p ro b ab les de Ildefonso, y a
las form as recientes tom adas en su tiem po p o r los géneros
(conexos con el del De uiris illustribus) de la b iografía c ristia ­
na. E sto nos llevará a conceder m ás im p o rta n c ia to d av ía al
papel d esarrollado p o r G regorio M agno, cuya noticia, según
ya recordam os, encabeza con énfasis los cato rce capítulos.
Podrem os así esb o zar lo q u e nos g u sta ría lla m a r la "deriva"
de la com posición ildefonsiana a p a rtir de su intención p r i­
m era de p ro seg u ir la o b ra de Jerónim o, G enadio e Isidoro.
Así m edirem os la necesidad de m atiz a r m ucho el paso de los
escritores ilustres a los obispos toledanos. De unos a o tros,
des Isidor von Sevilla und des lld e fo n s von Toledo (K irch en gesch tlich e
Studien, IV , 2), M ünster i. w., 1898. Sus anotaciones ú tiles so b re cada
personaje no han d e h a cer olvid ar las preciosas notas prosopográfieas del P. M. Fr. H. Flórez en su España sagrada, peculiarm ente, para
los obispos toledanos, el tom o V , M adrid, 1750, pág. 240 sq. p a ra los
Toledanos reseñados en Ildefonso. Las n oticias de Von D ziazow ski son
estrecham ente h istóricas y sus pocas anotaciones literarias de gran
pobreza. En fin, su conclusión se lim ita a la persp ectiva m eram ente
política: sólo \'e en el De u. i. un libelo d iestro en la m a rch a de Toiedo
hacia la prim acía. No nos parece la única, rai quizás la m ejo r persp ec­
tiva p ara entender la significación de la ob ra en la h isto ria p a rticu la r
de los géneros literarios, si bien sigue siendo una p ersp ectiva de grande
im portancia para el historiador. Pero este «docum ento histórico» se
nos presenta prim ero com o una obra literaria, em peñada en el des­
arrollo de unos géneros literarios com plejos.
(3)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
62
DE
U IR IS
IL L U S T R IB U S
verem os de c u á n ta m o n ta fu ero n p a ra Ildefonso dos tipos
acabados de la perfección cristia n a; dos tipos definidos con
precisión p o r sendas o b ra s litera ria s conocidas de San Ild e­
fonso: la del asceta tau m a tu rg o y, m ás q u e todo, la del
p asto r.
* * *
E x trañ aríam o s con razón que el a u to r del De cognitione
baptism i, del De itinere deserti, y sobre todo del De uirginitate
heatae M arice, el que co n ta n to b río m an e ja el estilo sinoní­
m ico y la p ro sa rim ada, h u b ie ra em pezado su prefacio con
una p rofesión de fidelidad a la trad ició n del género p a ra olvi­
d arse luego p o r com pleto de co n cen trar su atención sobre los
escritores cristian o s y la valoración de sus obras. De hecho,
tan sólo lo s cap ítu lo s p rim ero , nono y últim o, que valoran
i espectivam ente las o b ras lite ra ria s de G regorio, Isid o ro y
Eugenio II, corresp o n d en al tipo de n o ticias aco stu m ­
b rad o en los opúsculos a n te rio re s aludidos en dicho prefacio.
Pero eso no im pide que, en cuantos varones se lo perm iten ,
Ildefonso se interese p o r sus o b ras lite ra ria s o a rtístic a s y, de
paso, form ule sobre ellas unos juicios que nos cum ple ah o ra
analizar.
Cuando se com para el vocabulario de estos juicios m era­
m ente estéticos, se llega p rim e ro a dos constataciones. La p r i­
m era es que, refiriéndose a la relativ a riqueza que se e n c u en tra
todavía en los ad jetivos y adverbios usados p o r S an Jerónim o,
resu lta m uy escueta la cosecha que podem os h a c er en Ild e ­
f o n s o 4. Pero, a la inversa, el em pobrecim iento de los m edios
de expresión, en m iateria de juicios estéticos, es m u ch o m ás
4 Nos apoyarem os aquí sobre las ú tilísim as tablas sin ópticas p re­
sentadas po r n uestro alum no Jean T a s s i n , en s u m em oria L e D e uiris
illustribus, critique et théorie du style, de saint Jéróm e á la littérature
w isigothique, París (Sorbonne), 1967, págs. 49-55. C on tan d o p o r uno
cada fo rm a de p a lab ra (es decir, uno p o r elegans, eleganter, elegantia,
y cu alq u ier qu e sea el núm ero de veces en que están em pleados),
llegam os a 49 p ara Jerónim o, 38 para G enadio, 29 p ara Isid oro, 20 para
Ildefonso.
(4)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
63
J . F O N T A IN E
considerable de Jeró n im o y G enadio a Isid o ro q u e n o de Is i­
d o ro a Ild e fo n so 5,
Dejem os a p a rte el títu lo de "d o ctísim o ": aplicado a J e ró ­
nim o en el prefacio, no p a sa de m era fó rm u la de co n tenido
afectivo \ M ás in te resa n te ya es el em pleo del adverbio decen­
ter p a ra c a ra c te riz a r la o b ra exegética de C o n an d o de P alencia
sobre las Salm os. A través del ciceronianism o de S an A gustín,
no se puede a firm a r que Ildefonso haya percib id o todavía las
im plicaciones a la p a r estéticas y m o rales que enlazaban la
p a la b ra latin a con la d o c trin a aristo télica del p r é p o n 7. Dos
em pleos p aralelos nos in v itan a elegir p ru d en te m e n te u n a via
5 S in em bargo, se notan d iferen cias de frecuencia que tienen
significación cu alitativa. C item os rápidam ente las m ás interesantes.
D esaparecen las series de breuis (la obsesión de «abreviar» tan carac­
terística d e la cu ltu ra isidoriana, es ajen a a lid.); com positus, com ptus
(lid . s e interesa u n a vez p o r la prosecutio: c f. inf); dulcís, nobilis,
suauis, uehem ens, tod avía presentes en el Sevillano, n o existen para
Ildefonso, es decir que los m a tices de la sensibilidad estética se van
perdiendo, o bien que Ildefonso se n iega a concederles alguna im por­
tancia (p o r asceticism o m on ástico ?); n ad a de ornatus ni ornamenta
en lid ., es d ecir en el virtu oso del estilo sinoním ico; en cam b io la
serie utilis se m antiene. O tros tan tos rasgos que d eja n p resen tir las
observaciones que harem os sobre el vo cab u lario «restante».
6
el
E xp resa c o n
m a tiz ,
é n fa s is
ta m b ié n
c lá s ic o ,
la n o c i o c i c e r o n i a n a
de
le tr a d o
y
del
«udr d o c t u s »
«conocedor»
(p .
ej.
en
con
el
B ru tu s 185 o 198). E n s e n t i d o d e h o m e n a j e a l a c i e n c i a , s e c o m p a r a r á
c o n Q v i n t . inst. or. 1, 2, 11: « d o c t i s s i m u m e t i n c o m p a r a b i l e m m a g i s t r u m » . A lg o h a y
t a m b ié n
de
lo s
m a tic e s
in c lu id o s
en
la
n o c ió n
de
doctor, a p l i c a d a a v a r o n e s e c l e s i á s t i c o s , y s o b r e 'to d o d e l g u s t o d e la
a n t i g ü e d a d t a r d í a p o r l o s t í t u l o s p o m p o s o s e n s u p e r l a t iv o .
7 De u. i. 11: «Oratíonum quoque libellum de om nium decenter
conscripsit p rop ietate psalm orum ». C aracterística la asociación en tre
decenter y propietas, aunque el p rim ero se refiera aquí a la expresión,
el segundo al fondo de la obra. E stam os en el va lo r que eq u ipara
decenter con los adverbios griegos prepóntos y euprepos. A parece en
SE N . contr. 2, 4, 7: «decenter hoc dicit» y prosigue su carre ra en
periodo tardío; cf. p. ej. V ícto r de V ita 2, 55: «libellum de fide satis
d ecenter suff ici enterque conscriptum ». P odría Ild efon so h a b er cono­
cido y recordado este texto: en efecto se verá inf. un em pleo parecido
de sufficien s. E l m uy cercano decorus se encuentra en De u. i. 3 y 8,
pero aplicado en am bos caso s a una persona, tiene m atiz claram en te
ótico.
(5 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
64
DE
U IR IS
IL L U S T R IB U S
m edia p a ra e n ju ic ia r el alcance de tal em pleo. C uando leem os
en la n o ticia dedicada a Eugenio II que "cultivó conveniente­
m ente (d ecenter) los estudios de la sa b id u ría y el p ro p ó sito
m onástico", no podem os m enos de p e n sar que, p a ra Ildefonso,
la p a la b ra, com o m uy a m enudo e n sus em pleos latin o s a n te ­
riores, rec u b ría a n te todo un contenido ético B. Pero la diferen­
cia de contextos nos sugiere la im p o rtan cia de u n paso m ucho
m ás cercano del juicio sobre Conancio, cu ando V íctor de Vita
nos h ab la de " u n lib rito De fide escrito de m an era m uy c o n ­
veniente y sa tisfa c ie n te ”<>. No pretendem os con eso d e sc a rta r
el cará c te r in d u d ab lem en te global de juicio positivo e im p re­
ciso que nos p arece en am bos textos el sentido de la p alab ra.
Pero no se puede red u cirlo ni al sentido clásico del decus, ni
tam poco a u n a m era notación de color ético y sin contenido
estético.
S em ejante análisis puede realizarse en sendos em pleos de
clegans y eleganter. Sin p ro p o rció n con los em pleos num erosos
de Jeró n im o y G enadio, e sta p a la b ra técn ica y clásica de la
estética latin a aparece curiosam ente m ás em pleada p o r Ild e­
Fonso que p o r Isid o ro en su opúsculo — si b ien el Sevillano
tuvo seguram ente u n concepto m ás refin ad o y m ás precisEm ente " an tig u o ” de la elegancia. Los tres em pleos de Ildefonso
atañen con precisión a tres form as d istin ta s de la creación
litera ria y a rtístic a : negativam ente a su p ro p ia redacción del
De uiris, positivam ente a la creación litú rg ica y m usical de
8 D e m. i. 14: «studia sapientiae e t prop ositu m m onachi decenter
incoluit». S o b re el contexto, y la significación del prim er gru po de
substantivos, c f. infra. Com o decorus en los em pleos aludidos
al fin de la nota precedente, decenter hereda aqui de su em p leo en
el versícu lo de San Pablo, tal com o lo tran sm ite una V etu s latina:
Rom. 13, 13, «tam quam in die d ecenter am bulem us» {Septuaginta: euschem únos; V ulgata: «honeste»). Sin exclu ir la connotación m oral latin a
antigua de la serie decens, d ecu s, decor, com o en trasfondo. N inguna
pa lab ra de esta fa m ilia se n ota en los De u. i. precedentes.
9 Cf. en p articu lar, dentro de n u estro estu d io sob re T h éorie et
pratique du style chez Isidore de Séville, en Vigiliae christianae,
■
t. 14, 2, 1960, págs. 65-101, el conservatism o ciceron ian o d e Isid oro en
m ateria de preceptos (pág. 67 sq.), y de c rític a lite ra ria (pág. 69 sq.),
y su «neo-aticism o cristiano» en el estilo de la Regula m onachorum
(pág. 95). Elegans aparece dos veces en su De u. i. (cap. 28 y 36).
(6 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
J. FO N T A INE
65
Juan de Zaragoza, y a la creación poética de E ugenio II w. Los
tres expresan la añ oranza del e stilista ante el alto nivel a lc a n ­
zado p o r el estilo de sus predecesores, y su a d m irac ió n de
"aficio n ad o ” a m úsica sacra y poesía p a ra con dos em inentes
contem poráneos. La m ism a añ oranza de u n a perfección to ­
davía clásica en la adecuación de u n estilo a la vez evidente y
lleno lleva a Ildefonso a u s a r am bos adjetivos p a ra caracteri
zar la expresión jero n im ian a, tal y com o se lo p ro p o n ía él
m ism o en el opúsculo De u i r i s 11. Tales conceptos, de rancio
abolengo ciceroniano, nos confiesan in d irectam en te la in sa tis­
facción posible del T oledano ante su propio m an ejo de u n estilo
sinoním ico llevado h a sta los extrem os m ás desrazonables. Se
m anifiesta in d irectam en te en la ad m iració n de Ildefonso ante
el estilo "lim ado y tra n s p a re n te ” del R eg istrn m g re g o ria n o 12.
10 D e u. i., praef.: «conatus sum , etsi non elegans studium , ue]
obsequelam uolurttatis bonae iillorum m iscere memordae...»; ib. 6,
Juan de Zaragoza: «in ecclesiasticis o fficiis quaedam elegan ter et sono
et oratione com posuit»; ib. 14: «quae i-Ili u isa sunt elegan ter d icta
subiunxit». P alabras de esta fam ilia atestiguadas en los prim eros
autores de De u. i.: 17 en Jerónim o, 5 Genadio.
11 D e u. i. praef.: «H ieronym us p resb y ter plene d icitu r adnotasse,
q ui... stilo euidenti conscribens...» La evidencia, en el sentido de cla ­
ridad de estilo y len gu aje, había sido encom endada p o r Q uin tiliano y
Cicerón (cf. p. ej. acad. 2, 6, 17 o inst. or. 6, 2, 32). L a plenitu d del estilo
está encom endada p o r Cicerón en su p refa cio al D e o fficiis 1, 1, 2:
«orationem autem latinam efficies p ro fe cto Iegendis n ostris pleniorem »,
y Jerónim o la había alab ad o en un a obra exegética: D e u, i. 52, «ludas
de septuaginta apud Daniel hebdom adibus plenissim e disputauit». Co­
rresponde al Juicio sobre Jerónim o la resolución exp resad a d e escrib ir
su tratad o «stylo pleniore». T al declaración , d esp u és de dich o ju icio ,
m arca la intención de referirse a la norm a clá sica a través de una
im itación de Jerónim o.
12 De u. i. 1, s. f.: «epistolae plurim ae, lim ato quidem et cla ro stilo
digestae». Antes del elogio horaciano del «lim ae labor» (A. P. 291), ya
Cicerón había encom iado, en el B rutus, 24. el «lim atius dicendi genus»;
el a d je tivo aparece en los De u. i. de Jerónim o (130) y G en adio (80),
pero no está en el de Isidoro. E l segundo ad jetivo nos p arece designar
la clarid ad y exactitu d tran sparen te conseguida p o r el «lim ae labor»
en el estilo de la can cillería papal p o r la plum a de lo s n otarios. En
efecto, se puede dudar p rim ero del va lo r exacto de claras, en tre «bri­
llante, ilustre», y sencillam ente «transparente». E l segundo nos p a rece
convenir m ejo r aquí: cf. Q vjn t. inst. or. 2, 6, 10, «quoties pu lch ritu d in em
5
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
(7 )
66
DE
V IR IS
IL L U S T R IB U S
Con todo, no faltan o tro s vestigios de su afición p o r la
copia y el b rillo de un g ran estilo p ro p io de la o rato ria . N itidez,
lucidez, facu n d ia: tales son los tres conceptos que expresan
este aspecto del gusto litera rio de Ildefonso, b a jo el em pleo
de las tres p a la b ras nitidus, lucutenier, facundus. Aun p re ­
caviéndose del coeficiente de in ce rtid u m b re con que debem os
considerar estos em pleos de térm inos h eredados de los p re ­
cedentes au to res de De uiris, y de significación algo b o rra d a
p o r la im p ro p ied ad creciente del vocabulario tard ío , debem os
c o n sta ta r que tre s de los c u a tro em pleos se refieren a dos
autores detenidam ente conocidos y p ecu liarm en te ad m irad o s
de Ildefonso: el Papa G regorio, y su p ropio p red eceso r en la
sede toledana Eugenio II B.
Aquellos elogios no im piden que Ildefonso se sienta a tra id o
quizás m ás p o r la elocuencia, y en ésta p o r la eficacia m ás
que p o r la delectación estética. E sto aparece ya en la a d m i­
rerum cla ritas orationis illum inat» (y tam bién, en el m ism o sentido,
8, 3, 70). E ste sentido de «claro y m an ifiesto p ara la inteligencia» acer­
ca aquí el sentido del de euidens. Adem ás, nos p arece com prob ad o po r
el con texto inm ediatam ente siguiente: «quas qui perlegerit, liquido
aduertet...»; prosigue la m ism a m etáfora de transparencia. Así, el con ­
ju n to de este ju icio aprecia un aticism o en el estilo o fic ia l (y a con­
secuencia la efica cia inm ediata de estas ca rta s perfectam en te cla ras
para el lector), m ás bien que su «brillo». P ara entender m ejo r la año­
ranza de Ildefonso, nótense los extrem os jero g lífico s del estilo de la
can cillería real de Toledo (cf. m i estu d io en V. Chr. ref.: sup. n. 9-, p.
77. Igual adm iración por la trasparen cia ;se expresa en fin p o r el ad­
jetivo perspicuus en su cap. 14,
13 De u. i. 1: las hom ilías de G regorio M agno en E zechiel han sido
escritas «luculenter necnon facu n d o sermone»; ib. 14: el librito de E u­
genio II sobre la T rin idad es «eloquio n itidum et rei u eritate perspicuum». En fin, ib. 11 (em pleo distinto, aplicado a un orador), C onancia
era «facundos et grauis». M uy clásica es la calid ad de nitibus (cf. Cíe.
de orat, 1, 18, y Q v i n t . inst. or. 10, 1), y la iunctura del «nitidum eloquium» se en cuentra y a en S e n . nat. 6, 13, 1 (sob re el e sfilo d e Teofrasto), y H ie r. ep. 58, 8, 1 (sobre el pan egírico de Teodosio p o r Paulino
de Ñ ola). Tam bién facundus y luculen tus tienen y a em pleos abundan­
tes en la lengua clá sica, y no cabe duda que ya se va borrand o su sen­
tido hacia un va lo r general m eliorativo en la lengua de la estética
tardía. Y a luculente sirve a Isid oro p ara alab ar la m anera de escrib ir
de E uquerio y D raconcio (cap. 15 y 24).
(8).
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
J. F O N T A I N E
67
ración que dedica, en cabeza del cap ítu lo dedicado a Isidoro,
a la elocuencia sacra del H ispalense. E n ésta, a d m ira sobre
todo con estu p o r la facilidad e x tra o rd in a ria de la p a la b ra , y su
po d er em belesador en los au d ito res 14. La a m e n id ad de esta
elocuencia, su iucundiías, no tiene m ás im p o rtan cia p a ra Ilde­
fonso que com o m edio y causa de este em beleso. E s decir,
que descubrim os en este juicio u n a p a rtic u la rid a d so b re la que
p ro n to volverem os a reflexionar: la estética tiene so b re todo,
p a ra Ildefonso, papel su b o rd in ad o y funcional. N o vale de p o r
sí, sino que constituye u n m edio adecuado en el servicio de
una p alab ra eficaz. Ya son aquellos m ism os valores p ra g m á ­
ticos los que se nos asom an en tre s ú ltim as calificaciones que
analizaré ah ora. La "o p o rtu n id a d " de la elocuencia de M on­
tan o h a de referirse al ideal sc rip tu ra rio , sapiencial, p rác tic o
del que sabe h a b la r tem pore opportuno, m ás bien que a u n a
expresión p a rtic u la r del sentido clásico del decus aplicado a
la categoría del tie m p o 15. La noción de "com posición adecua­
d a ”, apreciad a en u n a c a rta de Ju sto de Toledo al a b a d R ichila,
caracteriza u n a expresión escueta, conform e al género de es­
tilo sencillo. Así lo sugiere el em pleo ta m b ié n estético del
m ism o ad jetiv o sufficien s en el tra ta d o De doctrina cristiana
de S an Agustín, quien p ro p u g n a el rec u rso a " p ala b ra s a d e ­
14 De u. i. 9: «tantae iucunditatis afflu entem copiam in clo qu ead o
p rom eruit u t u b ertas adm iranda dicendí ex eo in stuporem u erteret
auditores, ex quo audita b is qui audisset non nisi rep etita saepius
com m endaret». E sta frase rebuscada viene a exp resar la idea siguiente:
los auditores de Isid oro se en contraban tan estu pefactos q u e estaban
incapaces de a la b ar su palab ra h a sta q u e la hu bieran oid o o tra vez
varias veces. E locuencia «m aravillosa» en el sentido m ás fu erte d e la
palabra.
15 De u. i. 3: M ontanus «et u irtu te sp iritu s nitens et eloquii opportu n itate decorus». La agrupación d em u estra que lo s earism as de M onta­
no preceden y, en c ierto sentido, determ in an su 'decisión de h a b la r en tal
o cual m om ento «con oportunidad»; actitu d co n fo rm e a la sabid u ría de
Israel: of. p. ej. V v l g . prou. 15, 23, «serm o opportunus e st optim us», o
psalm. 31, 6, «orabit ad te... in tem pore opportuno» y 9, 10, «Dominus...
ad iutor in opportunitatibus». E sta tradición ju d eo-cristian a continúa
en las S ententiae Sexti: cf. los precep tos sim étricos 160 y 163 a, p. 31
C hadw ick, «ante om nia tem pus uerbis tuis requirito», y «serm o ex tra
tem pus indicium m alitiosae mentís».
(9)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
68
DE
V IR IS
IL I. U S T R IB U S
cuadas" (uerba su fficie n tia ) en el "estilo sencillo” (genus subm issu m ) 16. E n fin, es de n o ta r la alianza expresiva de p a la b ras
con que Ildefonso describe e] talento de o ra d o r de Conancio
de Palencia, "elocuente y grave en un lenguaje c o m ú n ” 11. Sería
una equivocación, d en tro de este encom io, se n tir u n m atiz
peyorativo de "expresión vulgar" en tal juicio. E ste eloquium
com m une no se h a de e q u ip a ra r con el ta n discutido "latín
v u lg ar”. Se tra ta del uso del lenguaje co rriente, del recurso
al serm o co m m unis, tal y com o podem os seguir su h isto ria
de Séneca a Q uintiliano, y luego en u n a página p a ra n o so tro s
esencial de Isidoro 1S. Definido p o r oposición a los ad o rn o s
16 Ave. doctr. christ. 4, 28, 61: «Quid este ergo non sol uní eloquenter, uerum etiam sapienter dicere, nisi u erba in su b m isso genere suffid en tia ... adhibere». T am bién n otar el p aralelo con el ju icio de V ícto r
de V ita citad o sup. n. 7. E sta norm a d e «m ínim o vital» d e la expresión
se refiere en Justo, de u. i. 8, «uir ingenio acer et eloquio sufficiens»,
a una adaptación estricta de los m edios al fin, de la expresión a la
transm isión de las ideas. N o hace m ás que lleva r a su ex trem o prag­
m ático el ideal d e adecuación p erfecta que fu e el del clasicism o. Pién­
sese en el ju icio fam oso de Q uintiliano en D em óstenes y Cicerón,
inst. or. 10, 1, 107: «ille con clu d it astrictiu s, hic Iatius... illi nihil
detrahi potest, huic nihil adjici». Si Ild efon so h a con ocid o tal ju icio,
c la ro es que ha preferid o p o r m ás «dem osteniana» la m anera de ex­
presarse de Justo. D esgraciadam ente, su c a rta al abad R ich ila no se ha
conservado p ara p e rm itim o s un ju icio circu n stan ciad o en la ap recia ­
ción de Ildefonso.
17 De u. i. 11: «Conantius, com m uni eloquio facundus e t grauis..,»
La gravedad — en otros tiem pos tan apreciad a entre los valores del
estilo de vid a senatorial— hace m ás im presión en Ild efon so que la
elocuencia de Conancio; em plea en efe cto dos veces a co rta distancia
la m ism a palab ra grauis para ca lifica r sucesivam ente el carácter, el
porte y la palab ra del ob ispo de Palencia.
18 S e n . suas. 2, 13, d e f i e n d e e n u n v e r s o e l r e c u r s o a u n a e x p r e s i ó n
*
c o r r i e n t e q u e r in d e e l e g a n t e d ic h o v e r s o , « in q u o h o c e s t d e c e n t is s á m u n
quod ex com m uni serm one trahitur». Q v i n t . inst. or. 2, 10, 13 y 2, 21, 20
se refiere al uso com ún b a jo el nom bre de «serm o com m unis». Igual
hace un com en tador de D onato en los GL de K eil, t. 5, pág. 327, 2.
Pero m ás que todo nos interesa la definición isidoriana, etym. 9, 1, 4,
d e la lengua «m ixta siue com m unis quam om nes utuntur», cu yo con ­
cepto es precisado por el H ispalense en 9, 1, 7: «Mixta quae post
im perium latiu s prom otum sim ul cu m m oribus et hom inibus in Ro­
m anara ciuitatem inrupit, integritatem uerbi p er soloecism os et barba(10)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
69
J. F O N T A I N E
de la poesía y la retó rica, vino a re p re se n ta r p a ra los c ris tia ­
nos, e n reacción c o n tra los rebuscam ientos sofísticos y "co lo ­
retes" (fu c u s ) de la elocuencia m undana, el ideal de u n a p ro sa
tra n sp a re n te y sin p rete n sió n : p ro sa conform e a la sencillez de
los escritores sagrados, quienes, según Lactancio, "h ab la ro n
al pueblo en un lenguaje com ún y s e n c illo " 19. D icha ausencia
de a rte aseguraba, según Ildefonso, la "grav ed ad ", es decir
el peso, la eficacia de la p a la b ra de Conancio. O p o rtu n id ad
y adecuación de un lenguaje corriente, ord en ad o al efecto p r o ­
ducido en los au d ito res; esta concepción ildefonsiana de la
elocuencia p arece h a b e r sido p a ra él de m ay o r im p o rta n c ia
que no los refinam ientos de la fo rm a en las o b ra s escritas.
Dicha co n statació n se com prueba de m an e ra negativa cuando
se observa la to rp eza del vocabulario indeciso con que a lab a
la poesía de E ugenio II. No sabe m ás que re p e tir e n fo rm as
d istin tas el co ncepto de "belleza”, y ta n sólo a d m ira r la "ele­
g a n c ia ” de los versos añadidos p o r E ugenio a la o b ra de
D ra c o n cio 2C. Se conoce que a d m ira en técnico u n a técnica p a r ­
ticular, p e ro lo hace de paso, y m ás p o r el a m o r y veneración
rism os corrum pens». S e trata pues de lo q u e pod ríam os lla m a r «latín
visigótico» de tipo usual, el de la ciu dad y de las clases altas m ás bien.
N o volvem os <sobre elo quitan en sentido de elocutio = m anera de ex­
presarse, sea p o r escrito sea oralm ente; viene a igu a lar el sentido de
dicendi genos, o estilo; y a tenem os num erosos em p leos en el De u. i.
isidorian o co n este 'sentido.
19 L act , inst. 5, 1, 14: «prophetae com m uni ac sim p lici serm one
u t ad popufum sunt locuti». Ju sto es apu n tar en el concepto de L ac­
tancio — «Cicerón cristiano»— la relación con el em p leo ciceron ian o
en Orator 34: «Ennio delector, a it q u ispiam , q u od non d isced it a co m ­
m uni m o re uerborum ». Pero en ép oca tard ía, esta vu elta al n atu ral
d e la expresión sencilla se op era en relación con la in flu en cia de la
B ib lia, y en reacción contra los refinam ien tos absu sivos del «stilus
scholasticus».
20 De u. i. 14: «libellos... u itiatos... in pulchritudin is fo rm am coegit,
u t pulchriores de a rtificio corrigen tis... processisse uideantur». S e sabe
que Ildefonso, de fiarse en su Vida escrita p o r Julián, h a b ía com pu esto
un «liber cuartus» en p rosa y versos, que con ten ía «epitaphia» y «epigram m ata»; cf. A. B r a e g e l m a n n , op, íaud., pág. 163 sq. S ob re las aña­
did uras «elegantes» de E ugenio a la ob ra de D raconcio, cf. sup. n ota 10.
M ucho dista e sta doble apreciación d e la pulchritudo poética, de los
m atices de! vocab u lario jeronim iano (cf. sup. nota 5).
(111
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
\
70
DE
V IR IS
IL L U S T R IB U S
p a ra con su predecesor que p a ra e x p resar de m an e ra u n ta n to
m atizada u n gusto estético.
Aquel ideal de u n a p a la b ra funcional, a te n ta al efecto p ro ­
ducido m ás que a la belleza de la expresión, e s tá a rra ig a d a
desde hace tiem po en la trad ició n ro m an a y cristian a. "E n su
d isc u rso ”, decía S an Agustín del o rad o r cristiano, "que p re ­
fiera g u sta r p o r las cosas m ás que p o r las p a la b r a s " 21. T ra ­
dición a n tig u a tam bién. Pues cu ando se lee la descripción
ildefonsiana de los efectos m aravillosos de la o ra to ria isidoria n a e n los au d ito rio s suspendidos de sus labios, no puede
uno m enos de reco rd ar u n a página fam osa del joven C icerón
heredada de sus estudios griegos: en el prólogo del p rim e r
libro del De inuentione, describe en efecto de m an e ra co m p a­
rable el p o d e r civilizador de los m ás rem otos o rad o res o rd en a n ­
do y am ansando a las p rim e ra s com unidades h u m an as p o r el
p o d er de u n a p a la b ra c re a d o r a 22. C artas y serm ones de los
varones hispanos se encom iendan a la ad m iració n de Ild e fo n ­
so p o r la energía pecu liar de u n a p a la b ra que es in stru m e n to
directo de su acción p a sto ra l. T anto el enfoque estético de
las o b ras litera ria s com o la estim ación del saber teorético
retroceden, d e n tro de u n a visión am plia del "h o m b re ilu s tre ”,
an te la urgencia de las ta re a s prácticas. De e sta ordenación
21 Ave. doctr. christ. 4, 28, 61: «In ipso etiam serm one m a lit rebus
placeré quam uerbis». R aíz ciceron ian a en C íe. Tuse. 5, 11, 39: «Rem
opinor sp ectari oportere, non uerba»; cristian ización b a jo la plu m a
d e Cipriano, ad Don. 2 (p rim era págin a de c rític a lite ra ria y estética
en la litera tu ra latin a cristian a): «uocis p u ra sin ceritas n on eloquentiae uirib u s n ititu r ad fidei argum enta, sed rebus». E l tem a e stá en el
p refa cio de la V ita Martini de Sutpicio Severo, b a jo la fo rm a de una
deprecado ueniae d irigida a los lectores: «id a lectoribu s postu labis
ut res p otius q u am u erb a perpendant»: cf. estudio d el tem a, a p ro ­
p ó sito de este texto, en n u estro com en tario de la V ita Martini, P arís,
1968, t. 2, pág. 380 s.
22 Cíe. inu. 1, 2, 2, en p articu lar: «qui d ispersos hom ines... unum
in locum congregauit... deinde p ro p ter rationem et orationem studiosius audientes ex feris et im m anibus m ites red d idit et m ansuetos». H ay
cierta «recurrencia» de los p restigios casi m ágicos y m íticos d el o rad o r
en la descripción ildefonsiana. Se piensa en la cadena de oro del Ion
de Platón, o m ejo r en la del H ércules O gm ios de los G alos, reuniendo
los auditores vinculados a la b oca del que les habla.
(1 2 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
J. F O N T A I N E
71
d istin ta de los valores, ya hem os podido darnos cuenta anali­
zando los pocos juicios estéticos incluidos en el opúsculo
isidoriano. E m pobrecim iento del enfoque estético, p rim a cía
d a d a a u n a elocuencia funcional, tensión c o n tra d ic to ria e n tre
la m era estética y la reducción de la p a la b ra al p ap el de in s­
tru m e n to eficaz: henos aquí ante u n a evolución ya decisiva,
lim itándonos aú n al m arco estrecho de la h isto ria y c rític a
litera ria s p o r las que se define la tra d ició n del De uiris illustribus fu n d ad a p o r San Jerónim o. P ero tam b ién la concepción
general de la vida intelectual se e n c u en tra afe c ta d a p o r esta
tran sfo rm ació n . Tenem os de ésta dos ejem plos n otables en
los dos últim os capítulos del tra tad o . Los conocim ientos a s tro ­
nóm icos de Eugenio I se resuelven p a ra Ildefonso en u n a
" p e ric ia " 2J. Es decir que, m ás que en los cálculos de la ciencia
griega, hay que b u sc ar u n p u n to de co m paración en u n tra ta d ito p ráctico com o el De cursu stella ru m de G regorio de
T ours en el siglo precedente. No se n o ta con m enos c u rio sid a d
que, p a ra d ar idea de este saber, Ildefonso se refiere, con la
m ism a expresión que p a ra d escrib ir los efectos de la elocuen­
cia isidoriana, al stu p o r causado en los au d ito res p o r la ense­
ñanza de E u g e n io 24. E n cu an to al "estu d io de la sa b id u ría "
ad m irad o p o r Ildefonso en la p erso n a de E ugenio II, ni hay
que p e n sar en estudios de índole intelectual, ta n to m enos de
c ará c te r filosófico. 0 bien se h a de en te n d e r e sta "filosofía" en
el sentido co rrien te e n tre los cristian o s desde el desarrollo del
asceticism o m onástico: el de vida m onástica. De hecho, se
tra ta aq u í del re tiro anacorético de E ugenio II cerca de las
tum bas de. los m á rtire s zaragozanos, y stu d ia sapientae se en­
23 De u. i. 13: «Nam núm eros, statum , increm en ta decrem entaque,
cursus recu rsu squ e 1-unarum tanta p eritia nouit, u t considerationes
disputationis eiu s auditorem et in stuporem uerteren t et in desiderabilem doctrinara inducerent». Pericia es ante todo exp erien cia y h a b i­
lidad probada. Sentido p rá ctico y p rim ero es el del ad jetivo en el
consabido «peritus rei m ilitaris». Bien corresp on d e aquí a la lectu ra
p rá ctica d e las horas y días del com puto eclesiástico, m ás qu e a una
investigación astronóm ica desinteresada.
24 Igual clisé «in stuporem uertere»; los ignorantes se m aravillan
tanto de la elocuencia de Isid oro com o del saber astron óm ico de
Eugenio 1.
(1 3 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
72
DE
V IR IS
IL L U S T R IB U S
cu e n tra en coordinación inm ed iata con p ro p o situ m m onachi:
la vida de E ugenio en Zaragoza no fue m ás que apren d izaje de
la vida m o n á s tic a 2S. Y si hem os de conceder que h a debido
a d q u irir en alguna p a rte los conocim ientos litera rio s que h a ­
rá n de él u n escrito r en p ro sa y en versos, m ás bien hem os de
s itu a r dichos estudios en las escuelas del m o n asterio de Agali
o del obispado de Toledo.
R eseñando los aspectos trad icionalm ente litera rio s del t r a ­
tad o ildefonsiano, llegam os a la doble convicción de que la
pro fesió n inicial del prefacio, el saludo a los m aestro s del gé­
nero, de Jeró n im o a Isidoro, no es p u ro alard e y concesión
form al; p ero tam b ién de que este enfoque ocupa un sitio r e ­
ducido en las preocupaciones del a u to r, y revela c ie rto m al­
e sta r a n te el estetism o crítico h ered ad o de la an tig ü ed ad . El
"v aró n ilu s tre ” según Ildefonso ya no es únicam ente el escri­
to r c ristia n o capaz de com petir con los e scrito res paganos.
Dicha p roblem ática, h e re d a d a de la intención básica del p re ­
facio jero n im ian o , resu lta p a r a Ildefonso a n tic u ad a en g ran
p arte. Jeró n im o se in te resa b a p o r los que " tra n sm itie ro n al
recuerdo algún escrito sobre las E sc ritu ra s S agradas", m ie n ­
tra s que Ildefonso a firm a que Jeró n im o quiso rese ñ a r "a los
varones cuyos edictos y d o ctrinas ilu stra n y defienden la sa n ta
iglesia” 26. Tal cam bio supone u n a m utación, q u e nos incum be
e stu d ia r ah ora, en el m ism o concepto de uir illustris.
25 De u. i. 14: «Qui sagaci fuga urben C aesaraugustan am petens,
illic m artyru m sepulcris inhaesit ibique studia sapien tiae e t prop ositum
m onachi decenter incoluit». E ste v a lo r nuevo de la p a la b ra «filosofía»
p rim ero aparece en los padres griegos de C apadocia: of. A. M. M a u n g r e y , Phüosophia, E tu d e
d'un groupe de m ots dans la liítérature
grecque..., París, 1961, pág. 259. De allí, p asa tam bién con el m onasticism o en el O ccidente esta m utación de sentido. E l «estudio de la
sabiduría» viene así a d esign ar aquí el «noviciado» de E ugenio cerca
de las tum bas de los m ártires.
26 H i e r . praef.: «H ortaris, Dexter, u t... om nes qu i de scrip tu ris
sanctjs m em oriae aliquid prodiderunt tibi b reu iter exponam ...» Y ex­
p lica más allá que su tarea se parece a la de Cicerón en el Brutus\ «id
ego in ecclesiae eius scriptoribus enum erandis... inpleam». P recisa
Ildefonso en su prefacio : «V irorum adnotationem illoru m , quorum
edictis atque doctrinis sancta ecclesia toto terraru m orb e d iffu sa
illu stratu r in bonis atque defenditur ex adversis... H ieron ym us... plene
(1 4 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
73
J . F O N T A IN E
Tal m utación, sea dicho prim ero , no es n a d a u n a genera­
ción espontánea. Todo lo co n tra rio : es volver al concepto
m ucho m ás am plio de "varón ilu stre " que h a b ía sido el de
C ornelio N epos y de P lu tarco : c u a ja b a en las figuras ideales
del héroe y del sabio desde la Grecia, del general ilu stre, del
h o m b re político y del o rad o r en Rom a, m ás tam b ién d e las
d istin tas encarnaciones de la sa n tid a d cristian a. Aquí es donde,
p a ra a te n d e r la génesis h istó ric a del concepto ildefonsiano de
uir illustris, tenem os p rim e ro que ech ar u n a m ira d a al des:
arro llo de la b iografía c ristia n a latin a en los tre s siglos que
h an precedido, deteniéndonos sobre las o b ras m ás recientes
que h a n podido e je rce r u n a influencia m ás d ire c ta sobre el
ideario del e scrito r toledano.
Tres tipos ideales de la perfección cristia n a se h a b ía n
im puesto sucesivam ente a la im itació n de las com unidades
cristian as an tig u as: los del m á rtir, del san to obispo, del as­
ceta. De donde o tro s ta n to s tipos de biografías ejem plares, cu­
yos p ro to tip o s h a n sido la Passto P erpetuae et Felicitatis, la
Vida de Cipriano, la Vida de A ntonio, P o r u n fenóm eno de
esp iritu a lid a d cum u lativ a q u e se refleja en u n a b iografía que
p o dríam os lla m a r sintética, los tres ideales h a n venido a con­
fundirse en la fig u ra co m pleja del obispo m onje, realizando
aú n el p rim e r ideal p o r el "m a rtirio c o tid ia n o ” de la ascesis.
E ste e n cu en tra su p ro to tip o e sp iritu al y lite ra rio e n la figura
ejem p lar del m onje y obispo San M artín T uronense, estilizada
con m ano m a e stra p o r Suplicio Severo en su Vida de San
M artín h acia el año 397. E n esta o b ra ca p ital en que acab a la
biografía a n tig u a y nace ya la hagiografía de tipo m edieval,
tenem os el a rq u e tip o a p a rtir del cual tenem os que en te n d e r
el proyecto lite ra rio de Ildefonso de Toledo. El m o n je obispo
T uronense, p a rtid o e n tre su pro fesió n m o n ástica en M arm outier y su oficio p a sto ra l en T ours, tiene com o su "duplicado"
hispano en la fig u ra de H eladio, m o n je obispo toledano, ab a d
de Agali y luego obispo de Toledo. Ju n ta n d o a las dos figuras,
d ic itu r a d n o ta s s e » . N o h a y d u d a p o s ib le
so b r e el s e n tid o
de
en
e d i c t u m = p r o c la m a c ió n
u ordenanza
B la is e , D ic tio n n a ir e la tin -fr a n g a is
e l la tín
im p e r a t i v o
c r is tia n o :
c f . A.
d e s a u t e u r s c h r é t i e n s , s. v .
(151
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
74
DE
V IR IS
T L L U S T R IB U S
sólo p reten d íam o s p o n er de relieve la co n tin u id ad de u n tipo
preciso de varón eclesiástico que ya tenía dos siglos y m edio
de existencia lite ra ria en el m om ento en que escribía Ildefon­
so, Luego hem os venido a p re g u n ta m o s sí, esbozando la vida
de H eladio, Ildefonso no tenía en la m em oria la c a rre ra e je m ­
p la r del obispo de Tours. En efecto, así com o M artín, H eladio
ha b ía em pezado p o r u n a c a rre ra po lítica en la corte de Toledo,
lo m ism o que M artín p o r u n a c a rre ra m ilita r en las legiones
rom anas. Hay m ás: u n a frase de Ildefonso nos llam a p ecu ­
liarm en te la atención. H eladio, dice, "b ajo el h á b ito seglar
cum plía igualm ente la p rofesión y el o b ra r de u n m o n je ” 27.
Dicha afirm ación es sim étrica del elogio que Sulpicio hace de
la vida de M artín en la m ilicia, "vida ta n fru g al que ya en
aquel tiem po se creyera que fu e ra no u n soldado, sino un
m o n je ” 28. Las circu n stan cias son distin tas, p ero la id ea es la
m ism a. Es la que po n ía furioso a San Jeró n im o cuando, a p u n ­
tan d o p ro b ab lem en te la V ida de San M artín, iro n izab a co n tra
el p a n e g irista de un soldado "tray en d o an te los poderosos del
siglo u n a c a ra p á lid a de ayunos, y, b a jo el u niform e de uno,
m ilitando p a ra o tr o ” . . . 29
E n to d as fo rm as, cu alq u ier in te rp re ta c ió n que se quiera
11 D e u. i. 7: «Hic, cum regiae aulae illu strissim u s publicarum que
rector existeret rerum , sub saecu lari habitu m onachi uotu m p a riter
explebat et opus». Y el a u tor cu en ta prob ab lem en te un recu erd o p erso­
nal, cuando evoca, por decirlo así, los «ejercicios espirituales» qu e el
poderoso funcionario de la co rte ven ía a b a e e r retirán dose del m undo
algunos días en Agali, llevando la vid a de lo s m onjes.
28 S v l p . S e v . V i t a M a r t i n i , 2, 5: «Nam fru galitatem in e o laudari
non e st necesse, q u a ita usus est u t iam illo tem pore non m iles, sed
m onachus putaretur». C p. tam bién Ild efon so (n. p rec.) «m onachi u o t u m
e x p l e b a t et opus» con V i t a M a r t i n i , 2, 4, «erem um con cu p iu it f e c i s s e tq u e u o tis satis».
29 H ie r. e p i s t . 60, 9: « R efeiret, inquam , alius q u od in p a latii m ilitia
sub chlam yde et can d en tí lino corp u s eius cilicio tritu m sit, quod stans
ante saeculi potestates lu rid a ienuniis o ra portau erit, e t ad hoc habuerit cingulum ut uiduis, pupillis, oppresisis, m iseris subueniret». Y añade
con m al hum or: «mihi non placent dilationes istae inp erfectae seruitutis Dei». E s verdad que no conocía todavía en aquel siglo la institu­
ción de los legos «conversos», a la que parece suponer la fra s e ildefonsiana sobre la vid a de H eladio antes de su entrada al m onasterio
de Agali: «converso» y «oblato» a la vez.
(1 6 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
J . F O N T A IN E
75
d ar de este curioso encuentro en tre Sulpicio e Ildefonso, te ­
nem os que c o n ta r con el hecho q u e el e sc rito r toledano cono­
ció la figura del obispo m o n je y tau m a tu rg o p o r dos o bras
m ucho m ás cercanas de. él en el tiem p o : las V idas de los pa­
dres de M érida del diácono Paulo E m eritense, y so b re todo
—pues los cita expresam ente en su c ap ítu lo p rim e ro — los
Diálogos de G regorio M a g n o 30. A m bas celebraban tipos de sa n ­
tid ad parecidos a los que p ro p o n en los cap ítu lo s ildefonsianos
— sobre todo toledanos— ; am bas se referían a u n concepto
de "p ad res" ind u d ab lem en te sacado de las fam osas Vidas de
los padres del desierto tra d u c id a s p o r R ufino; am b as debieron
su concepción al e sp íritu de em ulación que h a b ía em p u jad o
a Sulpicio a m o stra r en M artín T uronense el “A ntonio de
O ccidente”. ¿Cóm o no se h u b iera sentido Ildefonso m ovido
tam b ién p o r el deseo de m o stra r que los "p ad res de Toledo"
po d ían a su vez com petir con los "p ad res de M érida", y sobre
todo co n los paires Italici ta n p in to rescam en te reseñados en
los anecdóticos Diálogos de G regorio M agno?
H abiendo delineado a grandes rasgos las tradiciones bio­
gráficas cristian as que Ildefonso p u d o conocer, —y conoció a
lo m enos p o r los Diálogos gregorianos—, podem os en te n d e r
m ejo r las causas de tra n sfo rm ac ió n del “v aró n ilu s tre ” b ajo
la plum a del T oledano.
Nos falta a h o ra volver al texto p a ra d e se n tra ñ a r m e jo r este
nuevo concepto. Ya se p recisa su p e rfil en los p rin cip io s de
la o b ra. La p rim e ra definición de estos varones que " ilu stra n
y defienden... la iglesia p o r sus edictos y d o c trin a s ” p rec isa
30 S ería raro qu e Ild efon so no con o ciera a las V idas patrum em etetensium , precisam ente n acidas del deseo de com p etir co n los D iálo­
gos d e G regorio M agno, co m o lo dice ex p lícitam en te el p refa cio de la
ob ra em eritense: cf. p. 136-137 G arvin. H an sido e scrita s antes de la
m itad d el siglo V II: cf. p. 5 G arvin. E n cu an to a lo s Diálogos, cf. I l d e f . De u. i. I: «De uitis patru m p e r Italiam com m oran tiu m ed id it
etiam libros q u attu or... In qu ibu s hbris q u an ta d iu in itatis latean t sa­
cram en ta et in am ore caelestis p atriae m ira docum enta, stu d iosu s potest fa c ile cognoscere lector». B a jo el pretexto de co m p leta r a Isidoro,
Genadio y Jerónim o, puede c o n je tu ra rse que su De u. i. intenta tam bién
com petir a la vez con las dos obras dedicadas a unas peculiares V itae
patrum.
(17)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
76
DE V IR IS
IL L U S T R IB U S
varios rasgos ausentes del concepto jero n im ian o : los "edictos"
p asan antes de la "d o ctrin a " com o la acción a n te el saber, el
"varón" será h o m b re de acción antes que de plum a; la defensa
e ilu stració n de la iglesia sustituye la ciencia exegética a lab ad a
p o r Jerónim o en sus “uiri i l l u s t r e s el c riterio eclesial su sti­
tuye el c riterio bíblico (o, m e jo r dicho, bib lista); en fin, la
p reocupación apologética y aú n polém ica reem plaza la m ira
m ás serena del h isto ria d o r y crítico de la lite ra tu ra c ristia n a :
o tro acento p u esto e n un concepto funcional de la lite ra tu ra .
El v aró n ilu stre tam bién es un "h o m b re excelente” 11. Tal equi­
valencia nos reenvía al concepto ro m an o de uir bonus, llevado
al extrem o del uir o p tim u s en Ildefonso. A dquirim os u n a p re ­
cisión m ayor en las a ñ a d id u ras de Ildefonso al c ap ítu lo de
Isid o ro sobre G regorio M agno, E ste es p a ra Ild efo n so el de­
chado acabado: "E sclarecido y sublim e p o r la perfección de
todos los m éritos, excluye cu alq u ier com paración con varones
ilu stre s... Venció en efecto a A ntonio p o r su san tid ad , a Ci­
p ria n o p o r su elocuencia, a A gustín p o r su sa p ien cia” 32. E ste
herm oso trico lo n no se ha de e n ju ic ia r com o m e ra hipérbole
y retó rica g ratu ita . D eterm ina en efecto u n o rd en de valores
q ue m erece reflexión. Ante todo la sa n tid a d , y la san tid ad
ascética: ta n to vale eso p a ra el antiguo m onje de Agali com o
p a ra el antiguo m onje del M onte Celio. De los siete toledanos
reseñados p o r Ildefonso, los c u a tro ú ltim o s h a n sido m onjes
de Agali com o los dos E ugenios, sino abades com o H eladio y
Justo; el p rim e ro citado, A sturio, term in ó de a n a co re ta cerca
de los m á rtire s de C om pluto com o Paolino de Ñ ola cerca de
San Félix; y el segundo, M ontano, ha dado p ru eb a s de taum aturgia.
31 D efinición inicial de «aquellos varones»: cf. texto sup. n. 26. E l
concepto d e hom bre excelen te sirve a Ild efon so p ara resu m ir a su
m anera el De u. i. isidoriano: «Quosque u iros Optimos inuenit (Isid oru s)
in adnotationem subiunxit».
32 Adiciones originales en De u. i. 1: «Ita en im cu n ctoru m m eritorum cla ru it p erfectio n e su b lim is ut, exclusis óm n ibus illu striu m uirorum com parationibus, nihil illi sim ile dem onstret antiquitas. V icit
enim sa n ctita te Antonium , eloquentia Cyprianum , sapientia Augustinum». Tal afirm ación sería «exagerada en dem asía» («viel zu überschwenglich») según Von D zialow ski, p. 132, que ju zga sin explicar.
(18)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
J . F O N T A IN E
TI
Después de la sa n tid a d viene la elocuencia: ya se p erfila
o tra vez esa preferen cia p o r el género litera rio de la o ra to ria ,
y p o r la p a la b ra h a b la d a a expensas de la p a la b ra escrita
Al m ism o tiem po, la evocación de C ipriano yuxtapone el ideal
de la sa n tid a d episcopal al de la sa n tid a d ascética, precedien­
do am bas a la perfección de la d o ctrin a, de la teoría, p u d ié ra ­
m os decir aú n del pensam iento teológico filosófico: es decii
cu an to a b a rc a el concepto de "sa p ie n cia ” y sim boliza la figura
de San A gustín. Claro es que se ría in ju sto p re te n d e r sacar de
esta trilogía la idea de u n m enosprecio cu alquiera de Ild e fo n ­
so p a ra con el obispo de H ipona.
Tenem os que re p re se n ta rn o s la apreciación de Ildefonso
en este p u n to com o conform e al bello dístico de la b ib lioteca
de Isid o ro que e q u ip a rab a G regorio a A gustín en estos té rm i­
n o s: "C uanto estás esclarecida, H ipona, p o r tu m a e stro Agus­
tín, ta n to R om a p o r su p a s to r G regorio” 33. N ótese de paso,
adem ás, cóm o la oposición del p a s to r a l m a e stro m a rc a b a con
tino el acento d istin to de am bos ingenios, b a jo u n a fo rm a que
la trip la fó rm u la de Ildefonso no desm iente.
La ta re a del a u to r será, pues, si ju n ta m o s dos expresiones
varias veces rep etid as p o r él en el tra n sc u rso del tra tad o ,
"en co m en d ar a la m e m o ria ” los "ejem plos de v irtu d e s ” deja­
dos p o r los v arones ilu s tre s 34. E n estos giros enfáticos, nos
33 I s i d . uers. in bibl., poem a 12: «Quantum Augustino clares tu,
Hippone, m agistro, T an tu m R om a suo praesu le Gregorio». S ob re la
influencia gregorian a en L eandro y Isidoro, cf. n u estro Isidora de Sévil} e et la cu ltu re classique dans l'Espagne w isigothique, París, 1959,
sobre todo t. 2, p. 842 sq. La veneración en tu siasta de Ild efon so po r
G regorio procede prim ero del ejem p lo d eja d o p o r Isid oro, com o su
cap. 1° se apoya literalm en te, aunque en parte, sobre el cap ítu lo isidoriano dedicado al papa.
34 «M em oriam com m endare» aparece y a b a jo tres form as ligera­
m ente d istin tas en el prefacio: «H ieronym us... d iu ersitates opusculorum ... m laudabilem ... m em oriam ... com m endauit», y, al fin, «Quare
illos hum anae m em oriae, ex qua labi poteran t, ten aciter com m endaui»,
después de «offerentium com m endem fid eli obsequela m em oriam ».
La vid a de San M illán p o r B ra u lio (cap .12) «m em oriam h u iu s... com m endat p a riter et illustrat»; en fin las o b ra s de p ro sa y verso de E u­
genio I (cap. 14) «eius... tenaciter sanctam ualu eru n t com m endare m e­
moriam». El grupo «uirtutum exem pla» aparece en las n oticias de
(1 9 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
78
DE V IR IS
IL L U S T R IB U S
encaram os o tra vez con la superposición com pleja de varios
estra to s sem ánticos que conviene d istin g u ir con cuidado. E l
m ás p ro fu n d o es el deseo antiguo y pagano de in m o rta liz a rse
inm o rtalizan d o a los hom bres ilustres. E stas son las dos
m etas que se p ro p o n ía el h isto ria d o r pagano; su expresión
m ás clásica en latin se en cu en tra en los prefacios de Salu-stio.
Ildefonso h e re d a este p rim e r tem a, el de la inm ortalización
del e scrito r p o r su obra, a través de la versión cristianizada
que p u d o leer en el prefacio de la V ita M artini de S ulpicio: el
v aró n san to que ce le b ra el escrito r le salvará p o r su in terce­
sión p oderosa y le llevará a gozar en Dios de la b ienaventu
ranza e te r n a 35. Ildefonso expresa tal idea en su p refa c io : h a
escrito " p a ra se r u n id o con la b u e n a m em o ria d e aquellos,
de quienes se e n c u en tra sep arad o p o r sus m alas o b ra s"; no
cabe duda, a la vista del c a rá c te r trad icio n alm en te fu n erario
de la fó rm u la bonae m em oriae, que Ildefonso p ien sa aq u í en
su e te rn id a d . Y la idea se p recisa con la ’ m etá fo ra de la in tro
ducción el tem plo divino p o r los oferentes: a todos ruega "que
le intro d u zcan en la b o n d a d divina" 16. P o r o tra p a rte , ta n to
D onato (4), H eladio (7), y el vecino «uirtutum m eritis» en la de E uge­
nio II {'14). L a ejem p laridad de la vid a y virtu d es es tem a recu rren te y
constante en las Vidas de los Padres de M érida tanto co m o en los
Diálogos.
35 S v l p . S e v . V ita Marftni, 1, 6: «aetem um a D eo praem iu m
exspectem us, quia, etsi ipsi non ita uixim us u t exem p lo aliis esse
possim us, dedim us tam en op eram ne is lateret qui esset im itandus».
Cf. n uestro com en tario en Sources chrétiennes, t. 134, 1968, pág. 394 sq.
36 D e u. i., prefacio : « orsu Iinguae quo potu i subnotaui, u t illorum
bonae m em oriae iu ngar a quibus praua op eratio n e disiungor. E t qui
cum illis in tem plo Dei non in fero doctrinae copiam , offerentiu m
com m endem fid eli obsequela m em oriam , ob secran s om n es u t m e
diuinae ingerant pietati». P ara el va lo r form u lario y fu n erario de
«bonae m em oriae», c f. Thesaurus Linguae Latinae, s. v. m em oria, t. 8,
5, pág. 673, 76; en España, cf. 72 y 225 en la recopilación ep igráfica de
Vives. La idea fundam ental es la de la intercesión de los santos, com o
aparece y a en P rudencio, Peristefanon, p o r ej. 2, 577 sq.: «indignus...
p er patron os m artyres potest m edellam consequi». La im agen de la
págin a de Ild efon so es la de la presentación al tem plo d e las ofren das
por la m ediación sacerd otal de los san tos d ifuntos. A sí se tran sform a
en una p ersp ectiva cristian a el «m em oriam n ostri qu am m axum e longam efficere» de Salustio.
(20)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
J. f o n t a in e
79
el giro "encom endar la m e m o ria ” com o el grupo "los ejem
píos de las v irtu d e s ” a rra ig a n en u n a tra d ició n antigua, la r ­
gam ente atestig u ad a h a sta la an tigüedad t a r d í a 37. Todo aquí
sería de c o m en tar p a la b ra p o r p a la b ra. Pero esos m ism os
valores antiguos h a n de ser enjuiciados. S obre todo, a trav és
de sus form as m ás tard ías y cristian izad as: es decir las que
conoció m ás directam en te Ildefonso y, com o tales, las que nos
d ejan a tisb a r m ejo r lo que so b reen ten d ía a este vocabulario
tradicional.
G regorio M agno es el que, en su Regla pastoral, encom ien­
da "m e d ita r de m an era in ite rru m p id a en la vida de los a n ­
tig u o s” y "co n sid erar sin tregua los ejem plos de los p a d re s"
Los Diálogos de G regorio corresp o n d en a la aplicación de tal
p recep to : dice el prefacio de tal obra que q u iere c o n ta r la vida
de aquellos quienes, en Italia, " b rilla ro n p o r sus v irtu d e s ”,
pues, prosigue G regorio, "no poca edificación nace de la m e ­
m o ria de las v irtu d e s ” 39. ¿De qué " v irtu d e s” se tra ta ? E m ­
pezando p o r el sentido latin antiguo, no se puede d e sc a rta r
37 La alianza «memoriaim com m endare» se en cu en tra en P l i n .
epist. 3 , 5 , 4; S v e t . O tho, 10, 2; A m m . 20, 8, 17; c la ra es la d eclaración
d e Avieno, fab. prooem .: «quonam littera ru m titulo nostri nom inis
m em oriam m andarem us». ¡Ejem plos m ás num erosos de «uirtutum
exem pla» (p. ej, V e l l . 2 , 116, 2 , o el epicedio d e D ruso, 3 5 5 ), cristianos
en C y p R. epist. 3 9, 3 («uirtutis ex.») y 4 {«uirtutum p a riter et m orum ...
exem pla») a prop ósito del heroísm o ejem p la r d e los m ártires; por este
m edio se transm iten valores y vocablos del h eroísm o rom ano. E sta
trad ición rom ana antigua persiste en boca de Ausonio 4 1 9 , 75: «abun­
dan! in te ea b on itatis et u irtu tu m exempla».
38 G reg . M. reg. past. 2, 2: «antiquorum u itam sine interm issione
cogitare... N am sacerdos irrep reh en sibiliter grad itu r, cu m exem pla
patrum praeceden tium indesinenter intuetur, cum sanctorum uestigia
sine cessatione considerat». La intención gregorian a llam a nuestra
atención en otra faceta del tratado ildefonsiano: su función pedagógica
y m oralizante de «historia santa» al uso de la form ación del clero. Cf.
ib. 3, 5: «Illos plerum que ratiocin ation is argum enta, istos nonnum quam m elius exem pla conuincunt»; com p arar con a u tor d e la E pistula
a los H ebreos, «cum solis exem plis qu osd am trahendos cerneret».
M G reg . M . dial. 1, praef., PL. t. 77, c. 153": «non dispar aed ificatio
o ritu r ex m em oria uirtutum » y prosigue Pedro, el in terlo cu to r de
Gregorio: «Et sunt nonnuili quos ad am orem p a triae caelestis plus
exem pla quam praedicam enta succendunt»,
(21)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
80
DE V IR IS
IL L U S T R IB U S
p rim e ro u n sentíHo ético de la p a la b ra. E ste concepto rom ano
ya aparece cristianizado en las o b ras de C ipriano, e Ildefonso
está dem asiado a ten to a las calidades de h o m b res de acción
que desplegaron sus varones, p a ra olvidarse de a la b a r a la
m o ralid ad su p e rio r de dichos varones. M aterialm ente, adem ás,
ta n to la im p o rta n c ia q u e concede a la noción y p a la b ra de
"eje m p lo ” com o la expresión, p o r él tam b ién em pleada, de
"m érito s de su vida", nos aseguran de ello. E stas vidas son
" e je m p la re s” y co nstituyen u n enseñam iento (d o c u m e n tu m ) 40.
E n esto, Ildefonso perm anenece fiel a la tra d ició n filosófica
que in fu ndía u n contenido m oral en el género lite ra rio de la
biografía: la vida es reseñada p a ra ser m odelo de vida al uso
de la p o sterid ad .
Sin em bargo, desde el desarro llo de los tem as ta u m a tú rg i­
cos en las biografías ascéticas (y p rim e ro en los Actos ap ó cri­
fos de los A póstoles), no se concebía sa n tid a d que no se acom ­
p a ñ a ra y m an ifestara p o r los poderes so b re n a tu ra le s de hacer
m ilagros. Aquí tropezam os con u n terc er e s tra to sem ántico:
el de las d unám eis del N uevo T estam ento, precisam en te t r a ­
ducidas al latín p o r la p a la b ra " v irtu d e s”. E ste v alor am biguo
de la p a la b ra nos aparece en el prefacio de los Diálogos grego
rianos, en la expresión de "signos y v irtu d e s " 41, Y consta que
la gesta de los padres Ita lici nos cu en ta p recisam en te a m e
40 A la frase que acabam os de cita r en la nota preced ente parece
corresp on d er efectivam ente el ju icio de Ild efo n so sobre el interés
de los Diálogos (en su D e u. i., cap, 1): «in am ore caelestis p atriae
m ira docum enta». E nseñanza de un tipo superior, esp iritu al, qu e abar­
ca tanto la sim ple ética co m o las razones que em p u jan a la fe: recor­
dem os en efecto q u e ya T ertulian o, adu. Marc. 3, 3, p o r «docum enta
uirtutum » alude a las p ru eb as d e la divinidad de C risto que constituyen
sus m ilagros. C on esta precaución, el paralelo que acab am os de señalar
parece orien tar hacia la idea m ás p recisa del v a lo r ético d e los ejem ­
plos, sin que el m atiz de «pruebas de la fe» se pu ed a descartar.
41 En sentido inequívoco de: m ilagros y poderes taum atúrgicos;
cf, dial. ib. c, 152lt: «Nam u alde in Italia aliquorum u itam u irtu tibu s
fulsisse cognoui... E t quidem bonos u iros in hac térra fuisse non
dubito, signa tam en atque u irtu tes... ita sunt hactenus silentio suppressa». La oposición enre la a lta m oralid ad («bonos uiros») y las
«virtudes taum atúrgicas» («signa atqu e uirtutes») no d e ja lu ga r a
duda. Ni tam poco el carácter b íb lico de esta exp resión (cf. Hebr. 2, 4).
(22)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
In s t i t u t o p r o v i n c i a i o
m
J. F0NTA1NE
81
nudo su "vida y m ilagros", sus v irtu d e s m oi,ale<?y sus poderes
de tau m atu rg o s. Igual p a sa con la tra m a de las V idas de los
Padres de M érida. E s ta veta m ilag ro sa no e s tá au sen te del
tra ta d o de Ildefonso. E s la que el a u to r se a p re s u ra a e x p lo ta r
a fav o r de los obispos de T oledo: de los siete que reseña, cinco
h an sido favorecidos de estos poderes. A sturio realiza en
C om pluto u n a invención de cuerpos de m á rtire s que se com ­
p a re ja con la de G ervasio y P ro tasio p o r A m brosio de M i­
lán 42. M ontano se p u rg a de u n a calu m n ia p o rta n d o en el plie­
gue de su vestido unos carbones a rd ie n te s q u e n o le hacen
d a ñ o '13. E n fin, pierd en el sentido cuantos se atrev en a insul­
ta r a H eladio, Ju sto , E ugenio I, d em o stran d o p o r el castigo di­
vino que sufren el p o d e r divino y tem ible de dichos obispos.
H ay en estas tre s anécdotas del diácono Ju sto , del sacerd o te
G eroncio, del diácono Lucidio un ro m an ticism o sin iestro y
b ru ta l, m ás conform e al concepto v e te ro te sta m e n ta rio d e u n
Dios ju sto y vindicativo que no a la b o n d a d y m iserico rd ia de
Cristo, tal y com o se m anifiesta en los m ilagros de los "p ad res
itálicos" de G re g o rio 44. D onato y N onito siguen operan d o mi42 D e u. i., cap. 2: el p aralelo ha sido hecho p o r D om L am bert er>
su artícu lo del D H G E d ed icad o a A sturio; y a lo h a b ía n o ta d o el P.
F l o r e z , España sagrada, M adrid, 1750, t. 5, pág. 240a: «fue igu al en
esto a A m brosio y otros santos».
43 N o es n u estra inten ción estu d iar aquí a fon d o la tip ología y
el sentido h istó rico de estos m ilagros. L a ord alia de M ontano se rela ­
ciona directam en te con el recu erd o d e V vlg. prou. 6, 27 y 29: «N um quid
potest hom o abscon d ere ignem in sinu suo ut u estim en ta illius non
ardeant ? (...) S ic qui in gred itu r ad m uiierem p ro x im i sui, non erit
m undus cum tetigerit eam». ¿O rdalia real o leyen da b o rd a d a en el
recuerd o de una calum n ia d isip ad a p o r el sa n to h om b re? E n todas
form as la relación entre el «milagro» y el texto b íb lico p arece inne­
gable. P ara estos m ilag ro s relativos a un fuego, el P. d e G a iffie r tiene
la bondad de señalarm e los estudios de P. B r o w e , D e ordaliis, R om a,
1932 y 1933; E. C. B r e w e r , Dictionary of m iracles, s. v. fire (London,
1884); enfin C . G r a n t L o o m i s , W hite Magic, 1948.
44 L a Regía pastoral encom ienda p recisam en te m ezclar firm eza
y m iserico rd ia (c f. 2, 6s. f.). P o r o tra parte, n o se puede en co n tra r en
los Diálogos ningún ejem p lo donde, a la d iferen cia diel te xto ildefonsiano, la venganza d ivin a n o h a ya ced id o a cu alq u ier d ep recació n m iseri­
cordiosa d e p a rte del santo ven gad o p o r Dios. E l P. d e G a iffie r, consul­
tad o sobre este particu lar, tiene la bondad d e reco rd a rm e el h ech o que,
6
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
(23)
82
DE V IR IS
IL L U S T R IB U S
lagros después de su m u erte: aq u í se tra ta de m ilagros o p era­
dos p o r sus reliq u ias, com parables a cu an to s nos cu en ta
G regorio T uronense en la Galia del siglo p re c e d e n te +5.
E sta preocupación p o r las form as contem poráneas del con­
cepto de sa n tid a d ilu stre no im pide que Ildefonso se quede
sensible a unos cuantos aspectos m ás h u m an o s de la gloria,
y siga Bel a u n concepto m ás antiguo que bíblico de u n a gloria
m undana. C urioso es, p o r ejem plo, u n tem a h ered ad o de la
tó p ica del "h o m b re d iv in o ”, del théios a n é r ” antiguo, a través
de su co rresp o n d ien te h a g io g rá fic o : el tem a de la p resta n cia
(sino de la belleza) física del "varón ilu stre " vuelve cinco
veces en su corto c a tá lo g o 46. Así, percibim os en este De uiris
cuantos m ás tard ías son las Pasiones de m ártires, tanto m ás vin d ica­
tivos se m uestran las víctim a s perseguidas en c o n tra d e sus p e rse g u i­
dores. E s un hecho cu riosam en te análogo en su esp íritu al d ram atism o
sin carid ad de estos tres casos de «venganzas» sin esp eran za ni m er­
ced.
45 D onato, cap. 4: «Hic et in praesen ti lu ce subsistens et in crypta
sepulcri quiescens signis quibusdam p rod itu r ©ffulgere salustis...» E
Ild efon so registra la im portancia de u n cu lto lo c a l de sus restos. Fór­
m ula m u y vecin a p a ra N on ito de G erona, cap. 10: «Hic et in corp ore
degens et in sepulcro quiescens fertu r salvation is op erari uirtutes».
E stos d os casos tienen que ser situados dentro d el m a rco general del
cu lto de los santos en la a lta E dad M edia occidental. O tro aspecto
de la com petición con los «Patres Italici» d e G regorio M agno; recuerda
en otros tiem pos la em ulación en tre «pasiones» italianas y españolas en
el Peristephanon d e Prudencio. A qu í sólo n os in teresa el h ech o de que
el «varón ilustre» tam bién es p ara Ild efon so el que h ace m ilagro s
en vid a y después de su m uerte; m etam orfosis del «théios aner» que
p asa p rim ero po r los m ilagros de los m onjes de E gipto: nótese que
Donato y N onito son am bos m onjes, com o Ild efon so nos lo cuenta
explícitam ente.
46 C uatro veces en el sentido antiguo tradicional: la personalidad
transcendente del «hom bre divino» tran sparen te aun en su aspecto
exterior, y la p restan cia de su porte, y su fison om ía (p a ra el tem a, cf.
el recientem ente reed itad o libro d e L. B i e l e r , T héios anér). E ste es
el caso de Justo (cap. 8), «uir habitu dine corporis ingenioque m entís
d ecorus atque subtilis», de Isid oro (cap. 9), «uir decore sím ul ac inge­
nio pollens», de Conancio (cap. II), «uir ¡tam pondere m entís quam
habitudine speciei grauis», de Eugenio 1° (cap. 13), «m oribus incessuque
grauis, ingenio callens». A p esar de su s variaciones, la id en tid ad del
tópico se im pone en su form a antitética. Por cierto, este tópico está
(24)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
J. F O N T A IN E
83
ilu strib u s u nas afinidades precisas con la rica y larga trad ició n
de los géneros litera rio s biográficos, destacándose con p rec i­
sión la influencia de las biografías cristian as, y so b re todo
las de santos obispos, ascetas y tau m atu rg o s, de la V ida de
San M artín a los Diálogos de G regorio M agno, C om prendem os
así m e jo r que m uchas p articu la rid a d es del De uiris illu strib u s
resu ltan de que Ildefonso h a ensanchado su tem a. V olviendo
al concepto m ás clásico, en que la noción de uir illustris r e ­
b a sab a am pliam ente el estrecho m arco de las noticias críticas
sobre determ inados y contados escrito res, no se ale ja p o r
ta n to del ideario vivo de su tiem po. Ya n otam os lo m ucho
que este renuevo debía en efecto a las ideas gregorianas. Sólo
ros falta ah o ra in te rn arn o s m ás adelan te en esta p ista p a ra
p ercib ir la u n id ad p ro fu n d a que enlaza en la o b ra ta n dis­
tin to s tem as.
reducido aquí a sen cillísim a expresión. N ada com ún con la enum era­
ción sinoním ica del retrato de R enovato de M érida en V itas patr, emer.
5, 14, 4: «procerus corpore, form a prespicuus, stritura d ecoras, ob tu tu
gratus, etc...». N i aún con la sem blanza conven cional de San M artín
en su Vida, 27, I: « caelestem q uodam m odo laetítia m u u ltu praeferen s,
extra n aturam hom inis uidebatur». M ás com parab le, p o r su ca rá cte r
a la vez sin tético y antitético, es el triple retrato d e M ason a en las Vitas
patr. emer. 5, 2, 2, «m oribus sanctis ornatus habitu qu e m agn i decoris
pulchrificatus»; ib. 5, 6, 8: «tranquilla m ente, constan ti anim o, h ilari
uultu u t erat sem per solitus»; ib. 5, 3, 7 (sin la aco stu m brad a antítesis):
«ut erat sem per ob tu tu gratus, iocundo uoltu». M ás c erca n a a estas
descripciones es en n u estro texto un q u in to ejem plo, el d e Juan de
Zaragoza (cap. 6): «tam largu s et h ilaris dato q uam h ilaris et uultu».
E sa hilaritas es la alegría d ivin a que, com o lo su brayó B ie ler en el
susodicho estudio, y a c aracte riza b a el sem blante d el «hom bre divino»
en la aretalogía antigua. S e n otará en fin una ú ltim a excepción a estos
elogios positivos en n u estro tratad o. E n efe cto el tem a se en cu en tra
en revesado, en una p ersp ectiva ascética, en el retrato d e E ugenio II
(cap, 14), obispo a p e sa r suyo y de aparien cia física m ezquina: «Fuit
nam que conpare tenuis, pu ru u s robore, sed u a lid e feruescen s spiritus
uirtute», E sta nueva antítesis en tre el ex te rio r m iserab le del hom b re
d e Dios y su «virtud» in terio r se sitú a y a no en la trad ición antigua
del «hom bre divino», sino en la del d esprecio ascético al cuerpo. Com ­
parar, en la escena de la elección episcopal d e Tours, los reproches
dirigidos a M artín, en su Vida, 9, 3, «contem ptibilem esse personam ,
indignum esse episcopatu hom inem uultu despicabilem , u este sordidum ,
crine deformem ». En el m ism o 'sentido: G r e g . M. dial. 1, 5.
(2 5 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
84
DE V IR IS
IL L U S T R IB U S
Con razón se h a observado que Ildefonso declarab a su in­
tención de co m p letar la noticia gregoriana del De uiris isidoriano. R epetía e sta intención, ya declarad a a prin cip io s de
su prefacio, en m edio de e sta m ism a n o ticia q u e constituye
su p rim e r capítulo, con la cláu su la "om itidos los opúsculos de
los que hace m ención Isidoro de b e a ta m e m o ria ” 47. Pero no se
h a n o tad o b a s ta n te que esta d eclaració n seguía precisam en te
la rep ro d u cció n in teg ral de la c o rta n o ticia d edicada p o r Isi­
doro a la Regula pastoralis de G regorio. E s ta repetición exacta
constituye, a n u e stro juicio, la llave de to d a la o b rita de
Ildefonso. Los trece varones que siguen a G regorio e n el t r a ­
tad o ildefonsiano h a n sido enfocados p o r el a u to r com o o tro s
ta n to s ejem plares valiosos del dechado vivo que glorifica el
cap itu lo p rim ero . Más p recisam ente, la tesis fu n d am en tal que
constituye com o el e je en que descansa to d a la o b ra, aseguran­
do su unid ad , nos p arece se r la sig u ie n te : estos abades y o b is­
pos h a n sido las encarnaciones diversas y diversam ente perfec­
tas, del ideal del pastor p ro p u esto p o r G regorio M agno en su
Regla pastoral. La fidelidad p a rc ial de Ildefonso a las no rm as
del género, la m odificación debida a las influencias d é los
géneros biográficos, las m iras de p o lític a eclesiástica: estos
aspectos diversos, a m enudo c o n trad icto rio s, de la o b ra no
nos pueden p ro p o rc io n a r u n a solución ta n p len am en te satis­
facto ria com o la co n stan te referencia al " p a s to r" gregoriano.
E sta es, p rim ero , la m e jo r justificació n , p o rq u e la m ás
p ro fu n d a, de cu an tas lanzas rom pe Ildefonso a fav o r de los
varones que no dejaro n ningún escrito. E ste a p a re n te escán­
47 De u. i. 1: «exceptis opusoulis, de quibus Isidorus b ea tae mem oriae m entionem fácil». E l tono de veneración de la cla ú su la «beatae
m em oriae» es notable, pero d ifícil de ap reciar en su conten id o exacto.
Com párese con la variación sinoním ica de los epítetos en el célebre
ep itafio d e los obispos sevillanos y su herm ana (272 V ives): «felicis
m em orie Leander... sánete m em orie Isid oru s... pie m em orie F lorem
tina...» F órm u la pues, y p o r decirlo así, de «cortesía funeraria». Y el
em pleo fo rm u lario de beatus y beatissim us com o m eros títu los de
cortesía, y a en los encabezam ientos de las carta s en tre «varones
eclesiásticos» del siglo IV, no perm ite sacar aquí con clu sión alguna
en fa vo r de los principios d e un cu lto de San Isid oro, q u e el Conc.
Tol. X V (a. 688), pág. 462 V ives, se lim ita a lla m a r «doctor egregius».
(2 6 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
.T. F O N T A I N E
85
dalo — cuando uno no se refiere m ás que a las trad icio n es
e stric ta s del género e n su fo rm a jero n im ian a — , ya se m atiza
cuando se p iensa e n la destreza co n que, e n tiem pos m ucho
m ás letrados, Sulpicio Severo h a b ía salvado ya tal d ificu ltad
con el asceta M artín T uronense,43. P ero se e n tien d e m ucho m e­
jo r tal ac titu d cuando nos referim os a la oposición estableci­
da p o r G regorio M agno e n tre actos y p a la b ras del p a sto r, d á n ­
dose la su p e rio rid a d a las o b ras sobre las p a la b ra s: "S ea el
p a sto r distinguido p o r su o b ra r y enseñe p o r su vivir la vía de
la vida, p a ra que el reb a ñ o ... avance m e jo r p o r los ejem plos
que p o r las p a la b ra s ” 49. Tal p rec e p to del te rc e r lib ro de la
Regla pastoral p erm ite en fo c a r en su v e rd a d e ra luz la e x tra ñ a
fra se de Ildefonso so b re H eladio, que p arece p rim e ro lanzada
en tono de desafío: "Se negó a escrib ir p o rq u e cu a n to h u b ie ra
tenido que escribir, la página de su o b ra r cotidiano lo ense­
ñó" 50. No se tra ta de p rag m atism o rom ano, con u n a pizca de
48 Insistiendo, en la Vida, 25, 6, en la riqueza, graved ad y dignidad
de sus «col lat iones» personales con el au tor, en su d estreza y tino
en la resolución d e la s d ificu ltad es exegéticas, en su cien cia e ingenio,
y aún en «la p u reza de su elocución»...
49 G r e g . M. reg. past. 2, 3: «Sit recto r operatione praecipuus, ut
uitae uiam uiuen do denuntiet, et grex qu i pasto ris uocem m oresqu e
sequitur p e r exem pla m elius q u am p e r u erb a gra d ia tu r... u t non solum
sit o p eratio utilis, sed singularis»; y dial. 1, 12 (co n an títesis en tre ética
y taumatuirgia, inclinand o en fa v o r d e la prim era): «V itae nam que
u era aestim atio in u irtu te est operum , non in osten sion e signorum »
(el griego trad u ce aqu í ju sta m en te p o r la oposición en tre érgon dynámei
y sem éion epidéixei).
50 D e u. i. 7; «Scribere renuxt, quia q u od scriben d u m fu it, quotid ian ae operationis pagina dem onstrauit». L la m a en p rim er lu g a r la
atención en esta frase , la p a lab ra típ icam ente gregorian a operatio:
adem ás de los d os em pleos en la citación de la Regla en la n ota
precedente, cf, p. ej. m o ra l 18, 5, 9-10 y 19, 30, 56; tam bién el va lo r
d e opus en los Diálogos (ej. en n. precedente) o en moral. 21, 21, 33; o
el de operari en m o ra l 22, 19, 45. L as referen cias a los Moralia m e han
sido com unicadas p o r Cl. D agens, q u e p rep ara un estu d io sobre
Grégoire le Grand docteur de l'experience interiecure. L a m etáfora
de la «página de la vida» tiene que ser relacion ad a con la grande
n ebulosa im agin ativa del sim bolism o del lib ro a l que E. R. C u r t i u s ,
La littérature européem e et le M oyen Age latin (trad . fr.), P arís
1956, dedicó su cap. X V I, sobre todo, pág. 380 qu e nos refiere
(2 7 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
86
D E V IR IS
IL L U S T R IB U S
cinism o, tam poco de perversión del género lite ra rio De uirts
illustribus, ni de p érd id a del sentido lite ra rio o de o b scu ran ­
tism o cerrado. Se tra ta de p re fe rir la acción p a sto ra l y el tes­
tim onio d irecto de la vida a unos p recep to s ab stra cto s. Se
tra ta de volver a u n a revisión rad ical de la actividad lite ra ria
en u n tiem po en que tal actividad parece a m enudo "juego de
p rín c ip e s” y diversión de los problem as m ás urgentes.
De donde la concepción u tilita rista , m e jo r dicho funcional,
del acto de escribir, que le hace ap re c ia r so b re to d o a Ild e­
fonso los escritos d irectam en te em peñados en la vida de la
iglesia: así, p o r ejem plo, las ca rtas de M ontano, "com puestas
p a ra provecho de la disciplina eclesiástica” 51. E ste tem a de
la utilitas ecclesiae resu rg irá, de m an era significativa, en la
Vida de Ild efo n so p o r Julián, que celebra los lib ro s del Tole­
dano com o unos dones publicados p o r Dios " p a ra la u tilid a d
de su ig lesia” 52. Así se prolonga, b a jo u nas form as nuevas, la
al m á rtir de P r v d . perist. 10, 11, 19, «inscripta C h risto pagina»-«página
escrita p a ra Cristo», según l a m ejo r in terp retación d e Hl. T h r a e d e ,
S tudien zur Sprache und S til des Prudentius, G ottingen, 1965, pág. 136.
C on la frase de H eladio hacen p a reja en n u estro tratad o las d os sobre
A sturius (cap. 2), «uir egregiu s assignans op era u irtu tu m p lu s exem p io uiuendi q u am calam o ■scribentis», y N onnitus (cap. 10), q u e «rexit
ecclesiam Dei m eritoru m exem plis am plius q uam u erb oru m edictis»:
com parar G r e g . M . reg, past. 3, 40: «praedicator quisque p lu s actibus
quam uocibus insonet e t bene uiuendo u estigia sequacibus im p rim at
potius q u am loquendo quo grad ian tu r ostendat».
31 D e ti. i. 3: «Scripsit epistolas duas ecclesiastica e u tiiita tis d is­
cip lin a consertas». M i trad u cción supone la corrección del texto re­
prod ucid o en V on D zialow ski en « ecclesiasticae u tiiita tis disciplinae» o
«ecclesiasticae u tilita ti disciplinae» (gen itivo salustian o d e fin , o da­
tivo de interés). En todas form as, la id ea de «hacerse ú til a la iglesia»
parece fu era de duda: estas carta s han sido in stru m ento d e acción
p astoral, ordenado al p rovech o de la disciplina eclesiástica, y adm irado
com o ta l p o r Ildefonso.
52 Félix, Vita Ildefonsi, 6: «sum m am libroru m eius, quos p er eum
Deus ad u tilitatem ecclesiae suae d ep rom p sit, istin c le c to r addisce...»
N o se o lvid ará que en el D e u. i. d e Isid oro la idea d e u tilid ad no es
ausente, p ero no se relaciona precisam ente con la Iglesia, y se presenta
dos veces b a jo la fórm u la «ualde útiiem » respectivam ente ap licad a a
la crón ica de Juan B iclaren se y a una c a rta (tam bién!) de E u tro p io de
V alen cia, en los dos últim os cap ítu los de la ob ra (31 y 32). La «ecclesiae utilitas», según Genadio (cap. 17), en la ju stificació n op u esta po r
(2 8 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
J . F O N T A IN E
87
vieja reivindicación de las filosofías helenísticas p o r la su p e­
rio rid a d del vivir sobre el saber, y la desconfianza a n te u n a
cu ltu ra g ra tu ita a le jad a de la vida. Pero no se olvidará tam ­
poco la m atización ya an tig u a del utile p o r el honestum .
E ste ideal gregoriano del p a s to r es quizás lo que puede
m e jo r explicar la p o s tu ra cu riosa de Ildefonso p a ra con Isid o ­
ro, hecha de adm iració n y de reserva a la p a r. A dm ira la o b ra,
p ero sobre todo la elocuencia del o rad o r sagrado. M ucho d ista
de e n u m e rar to d as sus obras, y a u n p arece c o n sid e ra r con
recelo las E tim ologías: o b ra ú ltim a, h echa a petición de u n
discípulo, d e ja d a sin te r m in a r ...5Í. Ildefonso da la im p resió n
de h a b la r con reticencia de la o b ra m agna del H ispalense,
com o si h u b iera querido excusarle de h a b e r hecho ta n m o n u ­
m ental concesión a los saberes p ro fan o s, y a u n a s p reo c u p a ­
ciones de p u ro conocim iento que ya no deben se r las del
p a sto r gregoriano. H ay quizá algo com parable, e n el tono
m olestado y reservado de esta n o ticia dedicada a Isid o ro , con
el desasosiego de G regorio M agno ante el tiem po dedicado
p o r el obispo D esiderio de V iena a la enseñanza de la gra­
m ática 54. Pero tam b ién Isid o ro h ab ía sido u n "g re g o ria n ista ’'
R ufin o a su «obtrectator» (Jerónim o) p ara defender sus ob ras. Jeró­
nim o elogia sólo a H egesipo (cap. 22) p o r su o b ra h istó rica escrita «ad
u tilitatem legentium », p ero em plea p o r o tra parte siete veces el ad je­
tivo «utilis». S ería, pues, in ju sto d escon ocer e sta tradición continua
en el género De uiris illustribus. L o que q u isiéram os va lo ra r es el
sentido renovado que c o b ra la notación en Ild efon so co n referen cia
al ideal del varón eclesiástico concedido ante tod o com o pasto r, p re­
d icad or y recto r (cf. inf.).
53 Y a hem os su b rayad o el sitio del elogio qu e Ildefonso h ace de
la elocuen cia isidoriana, ante toda alusión a su ob ra escrita. L a m ención
del D e ecclesiasticis o fficiis, «que él (Ild efonso), tanto aprovech a en
su D e cognitione b aptism i» (d ixit con m u cho acierto J. M a d o z en
E st. E cl., t. 26, 1952, pág. 477), quizás sea sign ificativa p o r su m ención
en cab eza de las o b ra s escritas. E n fin, tod o aparece agenciado, en
la céleb re frase sobre las E tim ologías, p ara excu sar a Isid oro y, por
d ecirlo así, a ten u ar su responsabilidad en la em presa: cf. De u. i. 9
(subrayam os las p alab ras que nos parecen tra d u c ir esta m olestia):
«Scripsit quoque in ultim o ad petition em B raulionis C aesarau gu stan i
episcopi librum E tym ologiaru m , quem cum m ultis annis conaretur
perficere, in eius opere diem extrem um uisus est conclusisse».
54 S ob re la actitud m atizada de G regorio en su fam osa adverten cia
(29)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
88
DE V IR IS
IL L U S T R IB U S
fervoroso, e Ildefonso d em u estra q u e lo sabe m uy bien, c u a n ­
do le rinde a Isid o ro el hom enaje de re p ro d u c ir literalm ente,
e n su c ap ítu lo prim ero , gran p a rte de Ja noticia co rresp o n ­
diente dedicada a G regorio p o r el H ispalense. Con todo, con
to d a su sincera adm iració n p a ra el ingenio de Isid o ro , Ildefon­
so p e n saría p a ra sus ad en tro s que un a d m ira d o r ta n en tu sia s­
ta de G regorio no m editó b a sta n te la Regla pastoral. P o r con­
vicción, celos o com plejo de in ferio rid ad , Ildefonso to m a an te
Isid o ro el ceño de u n "u ltra -g re g o ria n ista ”. Se p ien sa en el
juicio de Tácito so b re A grícola y su p a sió n p o r la filosofía
ultra quam concessum Romanó ac senatori. Así creem os p o ­
der sospechar que Ildefonso no se sen tía a sus anchas con
ta n to tiem po dedicado p o r el obispo de Sevilla a las a rtes
liberales y a la erudición, digam os ultra quam concessum
Hispano ac pastori. Tal juicio se e n c o n tra b a ju stifica d o cu an ­
do Ildefonso leía la vida de Sánctulo, sacerd o te de la p ro v in ­
cia de N ursia, en los Diálogos, y veía a G regorio alab an d o a
la "docta ig n o ra n c ia ” y despreciando, fre n te a ella, "n u e stra
ind o cta c ie n c ia " 55.
P o r fin, el ideal del p a s to r nos explica lo q u e estam os en
ten tació n de c o n sid erar p rim e ro com o un rasgo de a u to rita ­
rism o y de v o lu n tad de p o d er b a jo la p lu m a del Toledano. La
m áxim a g loria de estos abades y obispos, en efecto, p arece a
Ildefonso la de los " re c to re s” que rigieron con m an o firm e y
a u to rid a d sea su m o n asterio , sea su oficio episcopal, sea la
sa n ta liturgia. El ejem plo m ás sugestivo es el de H eladio:
a D esiderio de V ien a (epist. 11, 5 4 ), c f . n u e s t r o Isid ore de S éville...,
i c h e , E ducation et cu ltu re dans
l ’O ccident barbare, 2 e m e é d ., P arís 1967, p á g . 196.
55 C ap ítu lo esencia], el d e dial. 3 , 4 7, «De S an ctu lo presb ytero
prouineiae Nursiae», p a ra la com pren sión p ro fu n d a de la a ctitu d de
G regorio M agno fren te a la cu ltu ra y a su sitio en un a vid a ordenada
a la santidad cristiana: acab a de d em ostrarlo Cl. D a g e n s , en s u
com unicación a la qu in ta C onferencia sobre estu d ios patrísticos de
O xford (Sept. 1967), sobre Grégoire le Grand et la culture: de la sapientia huius rnundi» a la «docta ignorantia», ahora p u b lica d a en la R evue
des E tudes Augustiniennes, t. 14, 1968, págs. 17-26. La frase cap ital, d e la
que hem os trad u cid o la p rim era parte, es la siguiente: «Com parem us,
si p la ce l, cum liac nostra indocta scientia illius d o cta m ignorantiam .
V bi liaec n ostra iacet, ibi illius disciplina eminet».
t . 1, 1 9 5 9 , p á g . 3 6 ( y n , 3 ) , y F ie r r e R
(30)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
J . F O N T A IN E
89
rector publicarían rerum en el m undo, "rige c o n discreción el
estado m u n d an o ", p a sa al m o n asterio donde, hecho abad,
‘‘rigió d ebidam ente la vida de los m onjes", antes de te rm in a r
obispo de Toledo y d u ra n te dieciocho años “m an te n er la sa n ta
regiduría"56. No todos los cap ítu lo s p re se n ta n así to d as las
p a la b ras de e sta fam ilia: rector, regere, régimen. P ero u n a
m ayoría de ellos p re se n ta n varios em pleos del v erbo regere,
que viene a se r com o u n a p a la b ra tem ática de la g loria de
abades y obispos 57. E l enfoque exacto de este fenóm eno, lo
encontram os en la Regla pastoral, en q u e m enudea e ste v o ­
cabulario, p ecu liarm en te en el cap ítu lo décim o de la p rim e ra
p a rte , y ya en el prólogo de donde Isid o ro h a b ía sacado
(reproducido en este p u n to p o r Ildefonso) el prin cip io de su
resum en p erso n al de la o b ra : "cual h a de v en ir cada u n o al
oficio de regir" —qualis quisque ad officium regiminis ueniat— M. Si Ildefonso concede ta n ta im p o rta n c ia a la excelen­
56 De u. i. 7 (citam os según el orden de la n oticia): «regiae aulae
illustrissim us pu b licaru m qu e recto r... reru m (...) u itam m on achorum
d eb ite rex it (...) statum m undi... m agn a perh ib etu r rexisse d iscretion e (...) decem et octo annis sacru m régim en tenuit». E sta repetición
«temática» de las cu a tro p alab ras de la m ism a fam ilia ( rector, rexit,
rexisse, régim en) denuncia varios m atices d e la id ea que Ild efon so se
h ace del gobierno episcopal: en p a rticu la r c ie rta inflexión q u e pod ría­
m os llam ar «política» en sentido antiguo, ap arece en la trayecto ria
ejem p lar de H eladio, con su continu id ad del «régim en p u b licaru m
rerum» al «régim en anim arum » gregorian o, llam ado «sacrum regim en»
por Ildefonso, en antítesis a la expresión «statum m undi... rexisse».
57 M ontano (cap . 3), «regim en honoris reten tau it ac disposuit
condigno eaelestiqu e iure sim ul et ordine» (se n ota la acu m u lación de
p alab ras ca si ju ríd icas, exp resan d o la activid ad «gobernadora» d el
obispo); y prosigue: «m agna perh ib etu r p roh ib ere a u cto rita te ... am a­
tares... P riscillianae sectae... abd icat e t e x p ro b ra t... c o m m ittit ei
sacerdotalis au etoritatem u igoris, p e r q uam ...episcopos ...m agn a com pescat inuectione». N on nito (cap. 10) «rexit eoclesiam D ei m eritoru m
cxem plis am plius qu am u erboru m edictis»; B ra u lio (cap . 12) «durauit
in regimine». En fin, d ejam os a p a rte el elogio de aquellos que e je r­
cieron su autoridad poniéndo orden en la santa litu rgia: a sí Conancio
(cap. 11) «ecclesiasticorum officio ru m ord in ib u s intentus et prouidus»,
y E ugenio II (cap. 14) «cantus pessim is usibu s u itiatos m elodiae cog­
nitione correxit, o fficio ru m om issos ordines cu ram qu e discreuit». Tal
activid ad de reform ad or y o rd en ad or litú rgico será encom iada en
Juliano de Toledo por su b ió grafo Félix ( Vita Iuliani, 6).
(31)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
90
DE V IR IS
IL L U S T R IB U S
cia del gobierno de los m onasterios y las diócesis, es que h a
a p ren d id o en la Regla que "el a rte de las a rte s es el gobierno
de las a lm a s” 59. Así se tra sla d a al p la n p a sto ra l la in m o rta lid a d
que an ta ñ o C icerón tuvo p ro m e tid a a los "recto res y conser­
v a d o re s” de las com unidades hum anas, y la m ism a p a la b ra
de " re c to r” le sirve tod av ía a Ildefonso p a ra designar y a no
los h o m b res políticos, sino los obispos y sin g u larm en te los
de Toledo.
Que ta l sublim ación llevara consigo algún riesgo, sobre
todo en la corte, en que p o d er real y p o d er e sp iritu a l se en­
lazaban y a fre n ta b a n a la vez, no se puede d u d a r de ello, a ú n
lim itándose al estrecho m arco de n u e stro t r a t a d o w. Atestí58 Ild ef. D e u. i. 1 = Isid. De u. i. 27, pág. 148, 6 C od oñ er.
«librum regulae p a sto ralis... in q u o docet q u alis q u isqu e ad o fñ ciu m
regim inis ueniat, u el q u aliter, dum uenerit, u id ere uel d ocere subiectos
studeat». E s cu rio so n otar que el De u. i. iSidoriano ign ora la palab ra
régimen fu era de esta págin a, y no desconoce m enos cu alq u ier em pleo
de rector o regere. E l cam b io de p ersp ectiva se a firm a así de m anera
contundente,
59 G reg. M, reg. past. libro I, cap. 1: «Ars est a rtiu m régim en
anim arum ». La fórm u la es im plícitam ente tur d esa fío a la cu ltu ra
m undana trad icional, pu esto qu e es sim étrica de un a de las definiciones
m ás célebres de la filo so fía antigua, tod avía presen te en Isid. etym, 2,
24, 9: «Philosophia e st ars artium e t d iscip lin a disciplinarum » (Fuentes
y afinidades en n u estro Isid ore de S év iü e..., t. 2, 1959, pág. 605 y n ota
1). G regorio no con serva m ás q u e la p rim era p a rte de la definición,
com o p ara su gerir que, p ara él, los aspectos intelectu ales d el «arte del
gobierno pastoral» constituyen , con todo, un elem ento segundario
con referen cia a la im portancia p rim ord ia l del acu erd o en tre palabras
y actos, y del o b ra r (o p era d o ). E l resum en de Isid oro reprod u cido po r
Ildefonso se pu d o inspirar, adem ás del oap. 10, sobre to d o en esta
frase d el prefacio : «pensandum e st u alde ad culm en q u isqu e regim inis
q u aliter ueniat, e t bene uiuens q u aliter doceat...»
60 Y a lo hem os sugerido reflexionan do en la presentación de la
ca rre ra «modelo» de H eladio (sup. n. 56). C la ro es — aunque la ono­
m ástica de los firm an tes de los concilios de T oled o n o fa cilita base
segura p ara d iscern ir los obispos d e origen hispano-rom ano y godo— ,
que la evolución del reclu tam ien to de la iglesia esp añ ola se caracte­
riza en el siglo V II p o r una invasión p ro g re siva de sus jera rq u ía s po r
unos clérigos venidos de la n obleza goda. A unque resu lta im posible
dem ostrarlo, «it seem s p rob ab le... that Ildefonsus w as o f n oble G othic
origin», conclu ye (quizá con cierto atrevim ien to en la p a lab ra «pro­
(32)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
.T. F O N T A I N E
91
gualo la curiosa página del prefacio en que Ildefonso enco­
m ia a la ciudad de Toledo com o "gloriosa se d e ” de los obispos
que se p re p a ra a reseñar. E ncim a de la gloria que le confieren
su n u m ero sa población y, com o dice, "la presen cia de los
gloriosos p rín c ip e s”, Ildefonso la exalta com o ciu d ad sa n ta
y lugar sagrado, acum ulando los recu erd o s bíblicos del A nti­
guo T estam ento. D esigna a los fieles p o r la p e rífra sis típ ica ­
m ente bíblica de " los que tem en a D ios”. E sos la tien en p o r
u n "lu g ar tem ib le ”; la m ism a expresión con q u e Jacob, al
d esp ertarse del fam oso Sueño que h a ilu s tra d o el pincel de
R ibera, designa el lu g ar donde h a b ía tenido e sta revelación
divina. E n c u a n to a la "sede g lo rio sa ”, la en co n tram o s dos
veces en el E c le siá stic o 61. Así, Ildefonso h a tejid o con pacien­
cia u n a decoración bíblica y divina e n to rn o de la sede episco­
pal de Toledo. E n este fondo, b o sq u e ja d o en u n a c o rta digre­
sión de su prefacio, d estaca con innegable triu n falism o la c o ­
m itiva gloriosa de los abades de Agali y obispos de Toledo,
bable») Sr. Ath. B r a e g e l m a n n , T he Ufe and w ritings..., pág. 6. De ser
com probado, este hecho p e rm itiría u n a lectu ra todavía m ás sugestiva
del cap ítu lo sobre H eladio, com o apología de la cap acid ad d e los rec­
tores m undanos p ara ejercer el o ficio de recto r esp iritu al, ta n to en
la carga de abad com o en p o n tificad o seglar. De cierta m anera, vend ría
a ser un m anifiesto aristo crá tico y una ju stifica ció n h istó rica de la
vocación de la n obleza (hispano-rom ana o goda) a e je rc e r funciones
jerárq u ica s en la iglesia. C on stitu iría así un d ocum en to im portante
p ara la evolución de la iglesia visigótica, tanto en sus estru ctu ras
sociológicas com o en su «ideario».
61 De n. i., prefacio: «in illa sede glo riosa T oletan ae u rbis, quam ..
gloriosam dico... ex hoc qu od co ra m tim en tibus D om inum iniquis atque
iustis h abetur locus terribilis om nique u eneratione ■sublimis». C om parar
V vlg . gen, 2 8 , 17, en q u e Jacob se d esp ierta y dice: «quam terribilis
est locus iste ! non est hic aliud nisi dom us Dei e t p o rta caeli»; p a ra
la «sede gloriosa», c f. ib. eccli. 4 0 , 3: «super sedem gloriosam usque
ad hum ilitatem », y tam bién 4 7 , 13: «Dominus dedit illis sedem glo riae
in Israel». Sublim is, con sentido a m enudo a la vez m aterial y m eta­
fórico (elevado y sublim e) es un ep íteto frecu ente de lugares en la
B ib lia, aplicada por ejem plo a m ontes y ciudades: am bos convienen,
y con am bos sentidos, a la califica ció n de Toledo, ideada com o el
«lugar santo» y la «santa montaña». E sta estilización veterotestam en taria de Toledo hecha «lugar sagrado» concuerda bien con el m ism o
tipo de estilización de la venganza divina que protege a sus obispos,
según e! m ism o prefacio.
(33)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
92
DE
V IR IS
IL L U S T R IB U S
acom pañados de algún que o tro fo ra ste ro ad m itid o en su
ilu stre com pañía. ¿T riunfalism o y am biciones d e p rim a cía ? o
bien ¿necesidad ín tim a d e tra n q u iliza rse en u n tiem po incier­
to? P a ra c o n te star, h ace falta co n sid erar la percep ció n del
tiem po e,n la o b ra. T res veces en el prefacio se p la n te a la opo­
sición e n tre " a n tig u o ” y "n u ev o ” 62. Allí m ism o, no p arece m ero
tópico la confesión de la negligencia y el olvido q u e siguieron
los in te n to s histó rico s de las o b ras is id o ria n a s 63. Y es signifi­
cativo el en tu siasm o con que Ildefonso te rm in a el tra ta d o
p o r un elogio enfático del tra b a jo de resta u ra c ió n y com ple­
m ento realizado p o r su predecesor Eugenio II en la o b ra
62 Ib.-, «quaedam u etu sta,.. q u am plu rim a noua (...) F ertu r nam que ex an tiq u itate u eteri q u od p o tu isse fieri c e m itu r exem plo tem poris
noui (...) quaeque u etera antiquorum rcla tu re p p e ii quaeque noua
exhibitione tem poris d id ici...» L a segunda antítesis e s sim étrica, (no
decim os idéntica) de la que en contram os en el p refa cio de las Vitas
patr. emer., praef., 2 -3 , pág. 136 G arvin: «Ne ...q u ispiam aestu et anim o
quod priscis iam tem poribus gesta esse u id eantu r... (...), en h od iem is
tem poribus in E m ereten si u rbe fu isse narram os», id ea vecin a de
G reg , M . d ia l 3 , 16: «Facta haec placen t q u ia m ira et m u ltu m quia
recentia». Algo im plícita, pero no p o r eso m enos p resen te y activa en
las intenciones expresadas p o r Ild efon so en su p refacio , es 'la idea
d e que, p ara q u ien sa b e m irar, la «H istoria Santa» prosigu e su cu rso
po r la acción del esp íritu : esta idea, claram en te presentad a en el
prefacio del E m eritense (praef. 2: «dum lu ce cla riu s euan gelicae
a u cto rita tis u oce cu n ctis m a n ifestetu r íDominum sem per operaisse
et b acten u s operari») es una de las ideas m ayores que han d eterm in ado
a escrib ir al prim er b ió grafo cristian o de lengua latin a: el a u to r — o
ed ito r— de la Passio Perpetuae et F elid ta tis. C f. p o r ejem p lo esta
declaración inicial: «Si u etera fid ei exem p la... in litteris s-unt digesta,
ut lectione eorum e t D eus h on oretu r e t hom o con fo rtetu r, c u r nom
e t noua d ocum en ta... digorantur?» y su afirm ación : «unam u irtutem
Spiritus unius S an cti p ro a etatib u s... tem porum ».
65 De u. i., p refacio : «Post fum e ( = Isidorum ) in n ostris partibu s
incuria cunctos inuasit, ita u t quaedam u etu sta antiq u itas op eriret
et q uam plu rim a noua neglectus obliu ionis absconderet». E s el senti­
m iento — en el d ob le sentido d e la p alab ra— de una lam en tab le caren ­
cia h isto riográfica en la iglesia esp añola desde Isidoro. O tro indicio de
la influencia de los D iálogos pregorianos, en c u yo prin cip io Pedro
expresa precisam ente un sentim iento análogo (praef., c. 152d): «signa. .
atq u e uintutes (patru m Italicoru m ) aut ab eis nequáquam fa cta
existim o aut ita sunt hactenus silentio suppressa u t u tru m ne sint fa cta
ncsciam us».
(3 4 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
93
J. FONTAINE
poética do D raconcio. Se atreve a ú n a a firm a r que h a salido
m ás h erm o sa de su corrección a rtístic a que no de la m a n o de
su p ropio a u t o r 64. E ste a fá n d e " re s ta u ra c ió n ”, q u e hem os
n o tad o com o u n rasgo p e c u liar de la c u ltu ra isid o rian a, sigue
así siendo u n a preocupación m ay o r de Ildefonso. Si se n o ta
alguna estrechez y com o u n literalism o d esagradable en lo
que hem os llam ado el "gregorianism o" de Ildefonso, hay que
reconocer, pues, la p ro fu n d id a d de e sta in spiración, y no a te ­
n erse a las ap arien cias apologéticas y triu n fa lista s de cierto s
de sus acentos. E s de la o b ra de G regorio de donde Ildefonso
saca la fuerza de estilizar con o riginalidad a los v arones ilus­
tres de su De uiris illustribus, realizando gracias a e sta m ira
p a sto ra l la síntesis de las tradiciones ta n diversas que hem os
ido descubriendo en su tra ta d ito .
* * *
La creciente influencia de las o b ras de G regorio M agno en
el ideario de la iglesia visigótica m an ifiesta así su p o d e r re ­
n ovador h a s ta en u n género litera rio m en o r cuyas tradiciones
y n o rm as no se h a b ía n m o d ificad o su b stan cialm en te desde
Jeró n im o h a sta Isidoro. Las im presiones e x tra ñ as que produce
el De uiris illustribus en u n lecto r a c o stu m b ra d o a las obras
latinas cristia n as que llevan este m ism o títu lo no en cu en tran
ju stificación satisfacien te d e n tro de la h isto ria c ristia n a del
género. Pero el concepto ildefonsiano de uir illustris refleja
to d a la co m plejidad de los valores de vida h ered ad o s de la
an tig ü ed ad ro m an a p o r la b iografía c ristia n a latina, y e n ri­
quecidos p o r ésta.
Pues tal es la p a ra d o ja del g regorianism o en Ildefonso.
P o r u n a p a rte , Regla pastoral y Diálogos le p ro p u sie ro n la teo­
ría y la p rá c tic a de u n estilo de vida del v aró n eclesiástico,
estilo a la vez ascético y p a sto ra l, que se ap re su ró a reconocer
en los ejem plos dejad o s p o r los obispos españoles, y sobre
todo toledanos, de las ú ltim a s generaciones. Pero, poniendo de
relieve los m érito s de aquellos p a sto re s insignes, se encam inó,
guiado p o r G regorio M agno y quizás tam b ién p o r unos b ió ­
64 T exto citad o arriba, n. 20.
(35)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
94
DE
V IR IS
IL L U S T R IB U S
grafos cristian o s m ás antiguos, hacia u n a nueva valoración
de actitu d es típicam ente rom anas. N o es tra ic io n a r su voca­
b u lario ni sus intenciones reconocer com o en tra n sp a re n c ia
cierta rem anencia de la ro m an id ad an tig u a b a jo p a la b ras y
fórm ulas que a ú n conservaban el reflejo lejan o de los sucesi­
vos ideales del uir illustris. Así ensanchado h a sta los h orizon­
tes extrem os de los géneros biográficos, el género arriesg a b a
e sta lla r en juicios estéticos y éticos sin coherencia m u tu a.
Pero a b rien d o la m arch a al com pás de su ideal a la p a r m o­
n ástico y p a sto ra l, G regorio M agno aseg u rab a la u n id a d de la
o b ra p o r la coherencia de su p ro p io ideal de vida.
P rim os h erm anos de los "p ad res itá lic o s” y del p a s to r ideal­
m ente re tra ta d o en la Regla, p ero tam b ién de A ntonio E g ip ­
cio y M artín T uronense, los obispos p resen tad o s p o r Ildefonso
h an sufrido, p o r cierto, u n a estilización cuya a m p litu d nos es
difícil m ed ir a h o ra con exactitud. No se puede ya, sin em ­
bargo, despreciarlos com o escritores m ediocres o m enguados,
ni com o m eros exponentes de u n a po lítica eclesiástica. Ni si­
qu iera la im itación del p a s to r gregoriano se puede co n sid erar
en ellos com o u n disfraz lite ra rio : fa lta ría olvidar, p a ra ello,
la enorm e influencia que ejerce ya la o b ra greg o rian a e n la
edad de Isidoro de Sevilla y sus contem poráneos, m edio siglo
antes.
El análisis lite ra rio de estos re tra to s no re su lta m enos su­
gestivo p a ra n u estro conocim iento del re tra tis ta . E n este p u n to
se averigua u n a vez m ás cóm o u n a b iografía re su lta , en cierto
sentido, tam b ién au tobiografía. La fig u ra de S an Ildefonso
que se desprende de n u e stro exam en es in q u ie ta y apasionada.
C lam a en voz dem asiado alta la su p erio rid ad y la em inencia
de los varones toledanos p a ra convencernos plenam ente. La
versión m ilagrosa q u e nos da de las rencillas in te rn as al clero
toledano b a jo sus predecesores d e ja e n tre v er com o u n revés
poco h a la g a d o r de la b rilla n te p resen tació n que sigue.. Su
p ro p io estilo refleja las in certid u m b res que nos h a n aparecido
en sus pocos juicios estéticos. A lternan los períodos pesados
con la sencillez de u n a expresión fo rm u la ria , cuya única ven­
ta ja es que nos deja en trev er m ejo r las ideas m a e stra s del
a u to r. E stos desequilibrios del p ensam iento y de la expresión
p o d rían re fle ja r las am bigüedades de u n a fase difícil en las
<36)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
J. F O N T A IN E
95
relaciones e n tre el p o d e r real y el p o d er eclesiástico en To­
ledo M.
Pero cual que sea el indescifrable am biente h istó rico en
que ha sido concebido y escrito el tra ta d o de Ildefonso, las
afinidades p ro p iam en te litera ria s de la o b ra re su lta n m ucho
m ás ricas y com plejas de lo que h a sta a h o ra se h a b ía pensado.
Proseguir en la m ed id a todavía posible el esfuerzo realizado
desde Je ró n im o h a sta Isidoro; d o ta r a Toledo de u n a réplica
eje m p la r y original de los Diálogos gregorianos, au nque no sea
m ás que en el tam añ o reducido de u n a m in iatu ra; p ro p ag a r
con acento m ás a u to rita rio , fre n te a u n a realeza dem asiado
a te n ta a los problem as del gobierno de la iglesia, el ideal mo>
nástico y p a sto ra l de G regorio M agno: ta l nos p arece h a b e r
sido la trip le intención de Ildefonso y com o el triple, hilo con
Se sabe que el p on tificad o toledano, de Ild efon so se caracte riza
curiosam ente con el h ech o que ningún con cilio n acional se reunió
entre 657 y 667 (el C o n c . Tol. X es d e 656, e l X I de 675). O b je to de
con jetu ras diversas — po r falta n otable de docum entación— , el p rob le­
m a de las relaciones en tre R ecesvisto y el o b isp o de la co rte sigue
sin solución (cf. útil v ista de c o n ju n to de las hipótesis avanzadas en
Sr. Ath. B r a e g e l m a n n , T he lije and w riíings..., pág. 17 sq.) ¿Qué h abrá
que entender b a jo la «m iseriarum pressura» y la «necessitas tem porum »
de que habla, con excesiva d iscreción a nuestro gu sto, la c a rta de
Ildefonso a Q uirico de B arcelon a? En todas form as, no hay ningún
rasgo ni vestigio de h ostilidad o recelo p ara co n los poderes tem porales
en el tratad o de Ildefonso. N ada de estos choques feroces que ponen
precisam ente, en los D iálogos gregorian os, a los «patres Italici» en
co n flicto esp ectacu lar con los b árbaros — O strogodos o sob re todo
Lom bardos— , Todo al revés, se alaba a H eladio de su buen gobierno
tem poral, .se elogia a la g lo ria real que redunda en p ro de T oledo
(«eum hanc et gloriosam illu stret praesen tia principum »), se fech a
únicam ente p o r los reinos visigóticos (con ún ica excepción de G regorio:
datación im perial heredada de Isidoro, y aún sim plificad a con respeto
a éste), ¿E xpresión de una lealtad sin cera o lison jas diplom áticas?
N ótese — ¿indicio negativo, pero significativo?— el indudable afán de
exaltar a los obispos toledanos com o a unos «hom bres divinos» que
es peligroso to ca r de cu alq u ier form a, a riesgos de su frir una trem enda
venganza divina. La única «indirecta» de toda la obra se encuentra
precisam ente en estos m ilagros extraños contados en el prefacio: la
pérdida de «Gerontius presbyter, principis oblectam ine fo lu s ...Iu slo
contem ptum deferret». ¿Será de leer com o el «Mane Thecel Phares» de
Recesvinto?
(37)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
96
DE
V IR IS
IL L U S T R IB U S
que podem os asirnos de la u n id ad original de la o b ra. Así lo­
gró Ildefonso re s p e ta r h a sta cierto p u n to las leyes del género
literario , y lib e rarse de ellas a la vez. M anteniendo e sta doble
exigencia, a firm a b a en este "género c h ic o ” el m ism o a fá n de
orig in alid ad c re a d o ra que Ju liá n de T oledo iba a m an ifestar
luego con b río en la h isto rio g ra fía p ro fan a.
(3 8 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
LAS FUENTES DE SAN JULIAN DE TOLEDO *
Por el Prof. J. N . HILLGARTH
Harvard Unlversíty Departament of H ístory Cambridge, M ass.
E n esta com unicación a la Sem ana In te rn ac io n al de E stu ­
dios T oledanos V isigóticos m e pro p o n g o e s tu d ia r brevem ente
las fuentes y el m étodo de com posición del ú ltim o de los
g randes escrito res toledanos de la E sp a ñ a visigoda, S an J u ­
lián de Toledo. T am bién d iré algo so b re Ildefonso, au nque
las fuentes de sus o b ras m erecen u n estudio m ás detenido que
el q u e yo he podido realizar. No h a b la ré de S an E ugenio II.
De sus poem as tenem os u n a edición c rític a , con buenos ín d i­
ces (lo que no existe todavía ni p a ra S an Ju liá n n i p a ra S an
Ildefonso). Adem ás el p ro fe so r Fontaine m e in fo rm a que uno
de sus discípulos p iensa realizar u n estu d io m ás com pleto.
H aré u n uso especial del P rognosticum de S an Ju liá n , la o b ra
de él q u e conozco m ejo r.
Unas p a la b ras p relim in are s, antes de e n tr a r en el tem a.
E s evidente que los grandes a u to re s del O ccidente la tin o en
los siglos V I y V II fueron p rin cip alm en te com piladores y en­
* N o m e parece p recisa una b ib lio g ra fía extensa. V eá se J. N.
H illgarth, E l Prognosticum fu tu ri saeculi de San Julián de Toledo,
«Analecta sacra Tarraconensia», 30 (1957), 14 ss. y m is a rtícu lo s sobre
Ja influencia d e S an Ju lián en la E d ad M edia, en «Journal o f the
W arburg and C ou rtau ld lu stitu tes» , 21 (1958), 7-26 y 26 (1963), 192-96.
P ara la lista de o b ras au tén ticas d e Julián y de algunas q u e le han
sid o atrib u id as c f. E. D ekkers, Clavis patrum latinorum , Steenbrugge,
1961, núm s. 1258-66, y M, C. D íaz y D íaz, In d ex scriptorum latinorum
m edii aevi hispanorum , M adrid, 1959, nútns. 264-77. N o cre o q u e sean
o b ra s autén ticas ni el o p ú scu lo id en tificad o p o r d om M orin con el
D e rem ediis blasphem iae (Clavis, 1263) ni el Com m entarius in N ahum .
7
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
(D
98
F U E N T E S D E SA N JU L IA N
ciclopedistas m ás que creadores de o b ras nuevas y originales.
Al decir esto no estoy pensando sólo en S an Isid o ro y sus
sucesores en E spaña, sino tam bién en C asiodoro, S an Grego­
rio el G rande y Boecio. Al m ism o tiem po, este aspecto de los
a utores de esta época no excluye originalidad de m éto d o ni
tam poco interés 'a c tu a l' (o sea p a sto ra l) en los problem as
de su tiem po. D espués del libro del p ro fe so r F ontaine esto
queda b ien claro p a ra San Isidoro. Q uiero d e sta c ar aquí e.l
doble aspecto, de e d ito r y a u to r, que ten ía S an Julián.
Antes de co n sid erar las fuentes y los m étodos em pleados
po r San Ju liá n en sus obras teológicas (objeto p rin c ip al de
este estudio) debo decir u nas p a la b ras de las pocas o bras
de él que podem os lla m a r "p ro fan as".
No tenem os ninguna edición c rítica o asequible de la Ars
gram m atica, obra que procede de la escuela de S an Julián,
m ie n tra s no podam os c o m p ro b a r que fue e scrita p o r él. La
Ars se basa en la G ram m atica de D onatus y el a u to r h a to m a­
do gran p a rte de su erudición de e sta fu en te p e ro m ás que. 150
citaciones son nuevas. Los versos e stá n sacados, en general,
de p oetas cristian o s tales com o San Eugenio de Toledo, P ru ­
dencio, Sedulio y San A m brosio. La fo rm a de diálogo seguido
p o r el a u to r de la Ars re su lta p ro b ab lem en te u n a im itación
de V ictorino y Audax y la o b ra fue im ita d a después de pocos
años p o r Aldhelm o y B eda en In g la te rra *. A parte de la Ars,
en la H istoria W am bae en co n tram o s rem iniscencias de Virgilio,
S allustio y L iv io 2. La H istoria tam b ién utiliza las H istoriae
de O rosio \ El poem a de Julián, enviado al obispo M odoenus
y pu b licad o recientem ente p o r el p ro fe so r B ischoff, c ita u n a
serie im p resio n an te de au to re s clásicos: S ócrates, E nnio,
H om ero, V arro, C aesar, Sym acho y o tro s, p ero , com o a p u n ta
el editor, casi todos estos n om bres e stá n sacados de los
Origines de San Isidoro y sólo d e m u e stra n el m ism o deseo
1 C. H. B eeson, The ’Ars Gram m atica’ of Julián of Toledo, «Miscellanea Fr. Ehrle», 1 (Studi e Testi, 37), Rom a, 1924, 54 ss.
2 W. Levison, en «M onum enta G erm an iae H istórica, S crip to res
rerum M erovingicarum », 5, 492 nn. 5 y 6; M. M anitius, G eschich te der
lateinischen Literatur im M ittelálter, 1, M unich, 1911, 131.
3 Cf. «Monumenta», loe, cit., 506.
(2)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
J. N. HILLGARTH
99
de a cu m u lar nom bres fam osos que aparece en tan to s au to re s
del “S p a tá n tik e ” *. E s evidente que San Ju liá n tenía u n cono­
cim iento de los clásicos y de poesía latin a c ristia n a n a d a
despreciable, que debía p ro b ab lem en te a su m aestro , San
Eugenio I I 5. Al m ism o tiem po fue capaz de c re a r u n a o b ra
com o la H istoria W am bae que supera fácilm ente las o b ras
h istó ric a s d e S an Isid o ro , y la Ars gram m atica, p ro d u cto de
la escuela toledana, que h a sido llam ad a “ein M ark stein am
Wega zur c h ristia n isierten G ram m atik des M itte la lte rs" 6.
E n sus o b ras teológicas sabem os que San Ju liá n utilizó
o b ras de San A m brosio, S an A gustín, Casiano, San C ipriano,
San E ugenio de Toledo, San Fulgencio de R uspe, S an H ilario,
San Jerónim o, Ju lián Pom erio, San Isidoro, el X II lib ro del
De T rinitate, que solía ser a trib u id o a Vigilius T hapsensis,
Abdias y el B reviarium A p o sto lo ru m . A lgunas citas (especial­
m en te del E nchiridion de S an A gustín) en el P rognosticum de
San Ju lián se en cu en tran tam b ién en el De cognitione ba p tism i
de San Ildefonso. O tras citas de San G regorio el G rande,
utilizadas p o r Ju lián , figuran tam b ién en las S en ten tia e de
T ajón d e Zaragoza. Parece que Ju lián utilizó los tex to s origi­
nales au nque es seguro que conocía la o b ra de S an Ildefonso
y m uy p ro b ab lem en te la de T ajón ta m b ié n 7. Las c ita s de
u n a o b ra desconocida de San E ugenio, po sib lem en te su De
T rinitate, y del tra ta d o perd id o De anim ae natura dialogas
de Ju liá n Pom erio son especialm ente v a lio s a s 8.
E n S an Ildefonso no aparece ninguna rem in iscen cia clá­
4 B. B isch o ff, E in B rief Julians von Toled o über R hythm en, m etrische D ichtung und Prosa, «JTermes», 87 (1959), 247-56 (y en su
M ittelalterliche Studien, 1, S tu ttga rt, Í966, 288-98).
5 V eánse las referen cias en «M onum enta G en n an iae H istórica,
A uctores antiquissim i», 14, y en J. Pérez de Urbe!, L o s M on jes españoles
en la E dad Media, 1, M adrid, 1933, 328 ss.
6 B isch o ff, M ittcralterliche Studien, 1, 291.
1 H ay varios capítulos del E nchirid ion (v. g. 54-55, 69, 84) utilizados
por Julián en el Prognosticum que no aparecen en Ild efonso, Adem ás
Julián c ita los cap ítu los q u e u tiliza en un ord en com pletam ente d istin ­
to del original, m ien tras que Ild efon so sigue el ord en original.
8 Cf. M, C. Díaz y Díaz, en «Revista española de teología», 17 (1957),
14.
(3)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
100
F U E N T E S D E SA N JU L IA N
sica. C ita m enos a u to re s teológicos que S an Ju liá n p e ro añade
a la lista de fuentes utilizadas p o r Ju lián la E p istu la C X X X
ad Probam de San Agustín, la Serm o C C L X X II y la S erm o V I II
in octavis Paschae de las e d ita d as p o r dom M orin, la E p istu la
I, 41 de S an G regorio el G rande, u n a c a rta de S an Eugenio,
la E p istu la X X V ad D ecentium del p a p a Inocencio I, el De
ecclesiasticis officiis, u n frag m en to de u n serm ó n y el De uiris
in lu strib u s de San Isidoro, el A dversas H elvid iu m y A dversas
Io vin ia n u m de San Jerónim o y las E pistulae de M ontano de
Toledo 9.
A estos Padres latin o s debem os a ñ a d ir u n pequeño n ú ­
m ero de P adres griegos citados p o r San Ju liá n : San A tanasio,
S an Cirilo de A lejandría, S an E pifanio, posiblem ente E usebio
de C aesarea, S an J u a n C risóstom o y Orígenes 10. N o m e p arece
posible d e te rm in a r en fo rm a term in a n te si to d o s estos au to res
están citados a trav és de u n a versión, latin a o si Ju lián , en
algunos casos, e ra capaz de tra d u c ir u n p a sa je que le in te re ­
sab a del original.
P arece verd ad que el papado, en el siglo V II, p e n sab a que
los obispos españoles no p o d ían leer griego. Cuando el p a p a
León II, en 683, m andó recoger las firm a s de los obispos de
E sp a ñ a a los Actos del VI C oncilio E cum énico, les envió sólo
u n a p a rte de los Actos p o rq u e lo dem ás no e sta b a a ú n t r a ­
ducido !1. P ero no es c ie rto q u e el p a p a d o e sta b a siem pre bien
in form ado en el siglo V II de la situación en E spaña; en rea­
lidad el A pologeticum de San Ju liá n m ás bien d e m u e stra la
falta de com unicación esp iritu al e n tre R om a y Toledo, en esta
época. Se pu ed e p e rc ib ir m u ch a influencia b iza n tin a en el
Toledo del siglo V II, no sólo en el a rte y las leyes, sino tam ­
b ién en la p e rso n a del rey Ervigio, p ro b ab le m e n te de ascen-
9 Cf. el Apéndice, infra.
!0 De San A tan asio sólo c ita u n fragm en to que n o h a p od id o ser
identificado. La D enionstratio evangélica y el Chronicort de E u sehio de
C aesarea son citados, o de segunda m ano a través de S an Jerónim o
(Jerónim o, Comm . in Danielem IX , 24 = E u seb io Dem . evan., V III. 2)
o d e la traducción del Chronicon heoho p o r e l m ism o. De la m ism a
form a Julián c ita a T ertu lian o a través d e Jerónim o, In Dan., ibid.
n E pistula ad episcopos H ispaniae (P L . 84, 144).
<«>
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
-
INSTITUTO P R O V IN C IA m
L
—I
o
2
o.
§
tt":#
11
J. N. HILLGARTH
j
. i.-
•
£
^
£
fn
s O N v c m o i so jan x saJ S
101
T
dencia bizantina, p e rso n a je estrech am en te asociado con J u ­
lián n.
E s cierto que el hecho que Ju lián diera títu lo s griegos
a algunas de sus o b ras no tien e im p o rta n c ia p o rq u e estos
títu lo s (P rognosticum , A ntikeim qna) p ro b ab le m e n te e stá n sa­
cados de los Orígenes de S an Isid o ro 13. E s tam b ién evidente
que S an Ju liá n utiliza traducciones la tin a s de O rigines y se­
gu ram en te tam b ién de San Cirilo de A le ja n d ría 14. H ay dos
casos en los que p arece posible que Ju liá n tra d u je ra él m ism o
p a saje s de a u to re s griegos. E n el P rognosticum c ita u n a H o m i­
lía de S an Ju a n C risóstom o. La versión es m uy libre; a veces
Ju liá n om ite, in te rca la frases o
utiliza la V ulgata e n vez de
tra d u c ir el texto g rie g o 15. E n el
De sextae aetatis com probatione Ju liá n utiliza E pifanio, De m ensuris e t ponder.ibus. T am ­
bién aq u í la trad u cció n es m uy libre. No conocem os ninguna
versión latin a de estas dos o b ras a n te rio re s a San Ju lián ,
au nque es p ro b ab le q u e e x istiera u n a tra d u c ció n de E p ifa n io 16.
Creo que dado el am biente bizantino del Toledo de la segunda
m itad del siglo V II, no podem os ex clu ir la p o sib ilid ad de
que Ju lián conociera suficiente griego p a ra tra d u c ir (b a sta n te
librem ente) p a saje s que le in te re s a b a n 17.
E n el apéndice a e sta com unicación he tra ta d o de re d a c ta r
un catálogo provisorio de las fuentes citadas e n las o b ras
12 H. Sch lun k, R elaciones entre
la
península ibérica y Bizancio,
«Archivo esp añol d e Arqueología», 18 (1945), 177-204; C. E . D ubler,
Sobre la crónica arábigo-bizantina de 741 y la influencia bizantina en
la península ibérica, «Al-Andalus», 11 (1946), 283-349; A. B au m stark,
Orientalisches in altspanischer Liturgie, «Oriens C hristianus», 10 (1935),
1-37; A. K . Ziegler, Church and S ta te in V isigothic Spain, W ashington,
D. C „ 1930, 75 y n. 67, 144.
13 J. M adoz, F uentes teológico-literarias de San Julián de Toledo,
«Gregorianum», 33 (1952), 400 ,ss.
14 Las citacion es de S an C irilo en el A pologeticum de Julián son
m ás am plias que las d e F acundus H erm ianensis {PL. 67, 818).
15 M adoz, loe. cit., 405,
,fi C asio d oro nos d ice q u e h izo trad u cir varias ob ras de E pifan io
(In stit. divin. litt., 5, ed. R. A. B. M ynors, O xford, 1937, 24). L a ob ra de
E pifan io e stá prob ab lem en te u tilizad a p o r Isid oro en su De ecclesias!icis o fficiis (cf. A. C. Law son, «Revue bénédictm e», 50 (1938), 29).
(5)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
102
F U E N T E S D E SA N JU L IA N
teológicas de San Ju lián y S an Ildefonso. E n to ta l llegan a
unas 60 obras, escritas p o r unos 24 au to res cristian o s. De
diez de estas o b ras sólo hay p ru eb as de su utilización p o r San
Ildefonso. Es preciso re c o rd a r que el hecho que uno (o am bos)
de estos a u to re s citen u n a ob^a, no d em u estra q u e dicha
o b ra se e n c o n tra ra en la B iblioteca episcopal de Toledo en esa
época. Sabem os que en el siglo V II h a b ía o tra s bibliotecas
en Toledo a p a rte de la episcopal y que el in tercam b io de
códices e ra p erfe c ta m e n te posible 1S. Adem ás, es m uy p ro b ab le
que algunas veces las citas vengan de libros de E xcerpta o
Sententiae (en tre las o b ras de Julián, actualm ente perd id as,
enum eradas p o r su biógrafo, Félix, hay dos lib ro s de este
tipo, antologías de San Agustín), o de o tro a u to r a n te r io r 19.
El L iber o rd in u m y el Liber sacram entorum , ordenados p o r
San Ju lián , revelan, según las investigaciones de M gr. Janini,
un conocim iento p ro fu n d o de textos litúrgicos rom anos, y
adem ás la utilización de m uchas fuentes p a trístic a s, algunas
de las cuales, com o, v. gr., San Cesáreo de Arles, F errando,
V enancio F o rtu n a to y San L eandro, no aparecen citad as en
las o b ras te o ló g ic a sw. Siendo S an Julián, com o com prueba
ú ltim am en te el p ro feso r Gonzalo M artínez Diez, a u to r de la
ú ltim a recensión im p o rta n te de la H ispana, es evidente que
tenía a su disposición el original isidoriano de la colección
y los o tro s concilios y docum entos p o sterio res que él in te r ­
cala en la recensión J u lia n a 21.
Sería m uy in te re sa n te p o d er id en tificar los descendientes
de los m an u scrito s utilizados p o r n u e stro s a u to res. Se puede
17 Sigo el parecer del P. M adoz (pág. 414). E n sen tid o opuesto of.
M. C. Díaz y D íaz, La cultura de la España visigótica del siglo V II,
«Caratteri del socolo V II in Occidente» = Settim an e di S tudio, 5. 2,
Spoleto, 1958, 842.
li! Cf. B raulio, E pist. 25, ed, J. M adoz, 141 ss.
M Vita, 10 (cf. Apéndice, infra).
20. J. Janini, Rom a y Toledo. Nueva problem ática de la liturgia
visigótica, «Estudios sobre la liturgia m ozárabe». (P ublicaciones del
In stituto P rovincial de Investigación y E studios T oledanos, Serie 3, 1),
Toledo, 1965, 33-53.
21 G. M artínez Diez, La Colección canónica Hispana, 1. (M onum enta
H ispaniae S acra, Serie Canónica, I), M adrid, 1966.
(6)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
J . N . H IL L G A R T H
103
p e rc ib ir relaciones e n tre el texto del Prognosticum de Ju lián
y algunos m an u scrito s de S an Jerónim o, S an A gustín y San
G regorio. E n Prognosticum III. 15 Ju liá n cita la Epistula CXIX
de San Jerónim o. El texto p arece e sta r relacionado c o n tre s
de los m an u sc rito s de H ilberg (DCB), p e ro los p a saje s citad o s
p o r Ju liá n son dem asiado breves p a ra p o d e r afirm a rlo con
certeza. E n las m u ch as c itas del De civitate Dei de S an Agus­
tín el texto de Ju liá n se p arece al de 'b ’ e n tre los m an u sc rito s
que H offm ann utiliza en su edición p a ra el Corpus de V iena
(MS. P arís, Bibl. N at., lat. 2051). Me p arece que e n tre los
m an u scrito s de los Diálogos de San G regorio utilizad o s p o r
M oricca 'V I' (Vat., Pal. lat. 260, s. X) es el que m ás veces
concuerda con el texto del Prognosticum. E n general, todo
lo que pu ed o decir es que u n a com paración d e ja a l descu­
b ierto el c u id ad o con que Ju liá n cita sus fuentes, pues las
lecciones de los m ejores m an u scrito s del Prognosticum están
co nfirm adas p o r las ediciones m o d ern as c rític a s de los a u to ­
res q u e cita.
¿Cóm o u tilizab an San Ju liá n y San Ildefonso e sta s fuentes?
A ntes del siglo V los p a d re s de la Iglesia ap o y ab an sus a rg u ­
m entos m ás b ien en citas b íblicas que en o tro s a u to re s a n te rio ­
res Pero ya en la época de Ju stin ia n o la m an e ra n o rm a l de ra ­
zonar e ra a b ase de u n a colección de citas p a tr ís tic a s 23. La p ri­
m era vez que encontram os los P adres designados com o "doc­
to res defensoresque ecclesiae” en u n tex to latin o es e n u n a
c a rta del obispo L ieiniano de C artagena, quien m u rió cerca
del 600. Tal com o V enancio F o rtu n a to en F rancia, u n poco
antes, Lieiniano en u m era “H ilario, A m brosio, A gustín y G re­
g o rio ” [de N a z ia n z o ]24. D u ran te el siglo V II G regorio Nazianzeno fue su b stitu id o p o r G regorio el G rande. E n E spaña
2 C f., p. e., San Agustín, De Trinitate, I, 6-31 (PL. 42, 825^44).
33 Cf. Justiniano, C onfessio rectae fid ei (PL. 69, 225-74). E sta ob ra
influyó m ucho en la redacción d el Florilegium d e Isid oro p a ra el Con­
cilio II de S evilla (619). Cf. J. M adoz, en «M iscellanea Isidoriana»,
Rom a, 1936, 177-220.
M Lieiniano, E pist. I, 2, ed. M adoz, 86. C f. V en an cio Fortunato,
Carmina, V , ad M artinum episcopum Galiciae, «M onum enta Germ.
Hist., Auct., ant.», IV , 102,
(7)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
104
F U E N T E S D E SA N JU L IA N
San Isidoro fue llam ado "d o cto r eg regius” p o r el Concilio
V III de T oledo (653)2S. Los au to res del ú ltim o c u a rto del
siglo V II com o San Ju liá n o el a u to r desconocido del Liber
de variis quaestionibus a trib u id o a S an Isid o ro y a Félix de
Urgel citan c o n stan tem en te los a u to re s del p a sad o com o
"egregius d o c to r " 26.
E ste énfasis puesto en los p a d re s de la Iglesia, los "doc­
tores" (antes de V enancio F o rtu n a to y L iciniano n ingún a u to r
latin o extiende el títu lo "d o cto r" a a u to re s m ás recientes
que los a p ó s to le s)27 ilu stra la m en ta lid a d de los a u to re s del
siglo V II. Casi todos los e scrito res de e ste tiem p o dependen
de autores a n te rio re s. M uchas veces algunos a u to re s com o
Liciniano de C artagena, S an B raulio y San Isid o ro no c ita n
la fuente d irecta de la frase o del p a saje que em p lean : d a la
im p resió n que c ita n d irectam en te a H oracio o Virgilio cuando
en realid ad copian estas citas de San Jeró n im o o S an Agus­
tín 2Í. Las frases y los p ensam ientos d e , Isid o ro y J u liá n q u e
nos p arecen m ás originales derivan de au to res cristia n o s de la
E dad de O ro de la p a trístic a . La a c titu d de S an J u liá n es
com pletam ente c a ra c te rístic a de su época. Dice, v. gr., cuando
h a b la del sitio donde se localiza el in fie rn o : "L a ciencia de
los m odernos (m inores) co m p a rad a a la de los 'm aio res', si no
hablo im p rudentem ente, debe se r llam ad a torpeza. Así, resu lta
m uy peligroso y su p erflu o si n o so tro s nos atrevem os a d efin ir
lo que los 'm aio res' d ijero n que ig n o ra b a n ” 29.
E s claro que e sta a c titu d no excluye u n a o riginalidad de
25 PL. 84, 421. C f, M adoz, D octor E cclesiae, «Estudios eclesiásticos»,
9 (1932), 26-43. V eáse n. 46 infra.
Of. «Isidoriana», León, 1961, 32.
27 Of. G regorio el G rande, Hom . in Evangelio., II, 30, 7 (P L . 76, 1225).
26 M adoz, Liciniano de Cartagena y sus cartas, M adrid, 1948, 133
y 34 ss.; ídem , E pistolario de San B raulio de Zaragoza, M adrid, 1941,
57-62, 114. S o b re S a n Isid oro cf. B. Altan er, en «M iscellanea Isidoriana»,
12-17; «Isidoriana», 32-38,
29 Prognost. III. 43 (cito el texto de m i edición): «M inorum scien tia
m aiorum scientiae com parata, si tem ere non dicam , segnities quaiedam
est appellanda. Unde qu od m aiores et studiosi se ign orasse dixerum t,
periculosum vald e e st e t superfluum , si quidquam inde a nobis d efiniri
ullo m odo praesum atur».
(8)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
J . N . H IL L G A R T H
105
método y efectivam ente h a b ía g ran o rig in a lid ad en la o rd e ­
nación sistem ática de los conocim ientos de la época q u e en­
c ontram os en los Origines de S an Isid o ro , o en e l m étodo
que Isid o ro seguía e n las Sententiae, la p rim e ra o b ra que
tra ta las d o c trin a s de la Iglesia “com o u n a u n id a d ” 30. T ajó n de
Z aragoza en su Sententiae, y San Ju liá n llevaron m ás ad e la n te
el m étodo d e S an Isidoro.
El rasg o m ás d istin tiv o d e e sta s o b ras e r a q u e m u ch a
eru d ició n se p re se n ta b a e n m uy p o c o espacio. El a u to r no
quiso esconder que la o b ra e ra u n a com pilación; n o rm a l­
m ente su b ray ó e ste p u n to e n su prefacio. Isid o ro , p. e., dice
e n el prefacio a las Quaestiones in Vetus Testamentum : “Veluti ex diversis p ra tis flores lectos ad m an u m fecim us, e t
pauca de multis breviter perstringentes, p le ra q u e e tia m a d u ­
cientes, vel aliq u a ex p a rte mutantes... in im am fo rm an com­
pendio brevitatis contraxim us, in quibus lector non nostra
leget, sed veterum releget. Quod enim ego loquor, illi dicunt;
et vox m ea ip so ru m e s t lingua". D espués de d e fin ir e n e sta
fo rm a la lab o r de com pilación y a d a p ta c ió n que h a realizado
sigue diciendo que h a utilizado O rigines, V ictorino, A m brosio,
Jerónim o, A gustín, Fulgencio, C asiano y G regorio el G rande.31.
H ay o tra s declaraciones p are c id a s en los p refacio s a l De natura
rerum y al De ecclesiasticis officiis de Isid o ro y tam b ié n en
la c a rta a S isebuto que p recede a los Origines 32. De la m ism a
fo rm a San Ju lián , en su prefacio al Prognosticum, dice a
Id alio : "no e n c o n trará s ejem plos y d o c trin a m íos sino de los
’m aio res’; si m i voz se oye de vez en cu ando no he hecho
m ás q u e com poner, en m i estilo p ropio, lo que recu erd o h a b e r
leído en sus lib ro s ” 33.
30 D. Stout, A Study o f the Sententiarum lib ri tres o f S t Isiá ore o f
Seville, tesis inédita de la U n iversidad C ató lica d e A m erica, W ashington,
D. C., 1937, q u e he p od id o con su ltar en m icrofilm , pág. 30.
31 Quaest. in V etu s Testam entum , iPraef. (PL. 83, 207-09). C f. F,
O gara, en «M iscellanea Isidoriana», 141.
PL. 83, 963 s., 737 s„ E pist. V I (ed. Lindsay).
33 «Non m ea sed m aiorum exem p la d octrin am qu e raperies; et
tam en si alicubi parum aliquid vox m ea insonuit, non aliu d q u am quod
in corum lib ris legisse me m em ini, prop io stilo consoripsi.»
(9)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
106
F U E N T E S D E SA N JU L IA N
E n el prefacio citado, San Isid o ro su b ray ó el hecho que la
o b ra p rese n tad a al público fu era breve. El m ism o énfasis en la
b revedad se e n c u en tra e n o tro s e scrito res de la época. B raulio,
d escribiendo el De haeresibus de S an Isid o ro en su Renotatio,
dice: "De h aeresibus lib ru m unym , in q u o m aio ru m secutus
exem pla, brevitate q u a p o tu it, diffusa collegit" M. E n el siglo
VI Ju sto de Urgel, en el prólogo a su Explicado in Canüca
canticorum, escribe: "S tu d eo sane q u a n ta valu ero brevitate
p raelatis sen ten tiis expositionis annectere, ne, congesta prolixitas a ffe ra t Iegenti fa s tid iu m ” M. Así, n o so rp ren d e q u e San
Ju lián avance títu lo s parecid o s p a ra el Prognosticum en el
prefacio a e sta obra. H a recogido, dice, en u n pequeño volu­
m en, las opiniones de los P adres sobre las cuestiones que
in te resa b a n a Idalio y a él, “p a ra que, e n la investigación de
tales cuestiones, el n ú m ero de los lib ro s n o sea m olesto al
an h elan te (q u aeren ti) esp íritu , sino q u e e s ta b rev ed ad re ­
u n id a sa tisfa g a la g ran sed del le c to r” M. Idalio, en su contes­
tación, alab a la "stu d io sa b re v ita s ” del lib ro y dice: "E vidente r en im e t du b ia effu g ata et o b sc u ra in lucem p ro d u c ía
sunt, cum e t a n tiq u o ru m p a tru m d ecreta et novae brevitatis
indicia artificii vestri fru ctu o so labore ad m éd iu m su n t de­
ducía. M anat erg o ex illo ru m se n te n tia v e ritas, ex v estro
au tem labore nova et verissim a brevitas " 37. H abla tam bién,
en su c a rta a S u n tfre d o de N arbona, de la "m irab ilis e t nova
brevitas " del Prognosticum 3®.
Ni Isid o ro ni Ju lián e sta b a n contentos sólo con co p iar
textos an terio res. Como hem os visto en el p refacio de Isidoro
a las Quaestiones, su in ten to e ra co m p o n er u n a exposición
breve de ciertas cuestiones e n el A ntiguo T estam ento, esco­
m
15
1933,
3Í
rum
sitim
37
1258.
35
PL. 82, 67.
Z. G a rcía V illa d a ,H istoria eclesiástica de España, II. 2, M adrid,
265 s.
«Ut iam in perquisition e talium questionum num erositas libroquaerenti anim ae lab oriosa non esset, sed ¡mu'ltiplicem lectoris
haec co lle cta b revitas satiaret.»
Idalius, E pist. ad lulianum (c ito m i edición); cf, D ekkers, Clavis,
Epist, ad Suntfredum (ibidem ).
(10)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
J. N . HILLGARTH
107
giendo y recogiendo, a d a p ta n d o y añadiendo, en u n a p a la b ra,
ejerciendo un juicio c rític o so b re los m ateriales q u e em pleaba.
Como observa A. C. Law son en su tesis in éd ita so b re el De
ecclesiasticis officiis, "A Isid o ro le g u sta c o m b in a r ex tracto s
de varios escrito res, llenando los interm edios con e x tra cto s
m ás breves de o tra s fuentes, realizando las alteracio n es, o m i­
siones y a ju ste s que le vinieron b ie n " 39. De to d as las fuentes
que utilizab an Isid o ro y Ju liá n p u d iero n rea liz a r o b ras en
que la fo rm a fin al fue suya. Las fuentes h a b ía n sido realm en ­
te in co rp o rad as en la o b ra n u e v a 40.
El P ad re M adoz h a n o tad o que S an Ju liá n no g u a rd a el
m ism o o rd e n en sus citaciones que S an Isid o ro . E n la colec­
ción de textos p a trístic o s que p re p a ró p a ra el I I Concilio de
Sevilla, Isid o ro conserva no sólo e l o rd e n cronológico de
au to res, sino el o rd en de los fragm entos que utiliza ta l com o
aparecen en sus fu e n te s 41. S an Ju liá n no tie n e escrúpulos
en c a m b ia r el o rden original c u an d o le conviene. E n este
sentido es m ás ind ep en d ien te d e sus fuentes q u e I s id o r o 42.
N ingún a u to r español a n te rio r a S an Ju liá n pone el m ism o
cuidado q u e él e n c ita r a u to re s y a veces o b ra s q u e utiliza.
Isid o ro a veces n o m b ra algunas de sus fuentes en los prefacios
de sus o b ras, p ero ra ra s veces c ita el a u to r d e u n p a sa je d e te r­
m inado, si se tr a ta de u n a fuente d irectam en te tra n s c rita . San
Ildefonso no cita fuentes p a trístic a s en su De virginitaíe (ap a r­
te de u n a referen cia general a dos o b ras de S an Jeró n im o ) y
en el De cognitione b a p tism i sólo m enciona u n a vez a San
G regorio el G rande y u n a vez al p a p a Inocencio I. N o m encio­
na nunca ni a S an A gustín ni a San Isid o ro , a p e sa r de u tiliz a r
39 A. C, Law son, The S o u rces of th e D e ecclesia sticis o fficiis of
Saint Isidore o f S eville (O xford, Bod leían Librairy, M S. Eng. theol.
C, 56), 31 ss. C f. D. Stoint, op. cit., 32, 39 s., 47.
40 Law son, loe. cit. V arios escrito res han citad o la fra se co n que
term ina el Prognosticum (III, 62): «¡Mam quis alias n oster est finís, nisi
perven ire ad regnum , cuius nullus est finisL-*» V ien e m u y bien en su
sitio pero es tom ada de San Agustín (term ina el penúltim o p á rra fo del
De civitate Dei).
41 M adoz, en «M iscellanea Isidoriana», 218 s,
42 En P r o g III, 15, p. e., o en I, 19-21. Cf. n. 7 supra.
(1 1 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
108
F U E N T E S D E SA N JU L IA N
co n stan tem en te sus o b r a s 45. E n cam bio S an J u liá n es m uy
preciso en c ita r sus fuentes, no sólo en el Apologeticum e n ­
viado a Rom a, donde es n a tu ra l q u e ponga u n c u id ad o excep­
cional en d o c u m e n ta r sus a se rto s, sino ta m b ié n e n el Prog­
nosticum y el De comprobatione 44 E n los Antikeimena se n o ta
m enos p recisión en e s te p u n t o 45. E n el Prognosticum Ju liá n
m enciona A m brosio, A gustín, Casiano, C ipriano, E ugenio de
Toledo, G regorio el G rande, Jerónim o, Ju a n C risóstom o, Ju liá n
Pom erio y O rigines. E l único a u to r q u e cita, sin m encionarle,
en el Prognosticum es S an Isidoro. E m plea sus Origines, Differentiae y Sententiae. A veces no n o m b ra al a u to r cu ando le
cita m ás de u n a vez pero*se refiere al "p red ictu s d o c to r”
Adem ás, cuando utiliza u n a serie de p a saje s sacados de la
m ism a obra, a veces in d ica cu an d o em pieza u n nuevo p a sa je
con la p a la b ra “ Item " (v. gr. en I. 15, u n a serie d e p a saje s
sacados de to d as p a rte s del De mortalitate de S an C ipriano).
Cuando utiliza dos o b ra s d istin ta s del m ism o a u to r lo indica
a veces h ab lan d o de "idem d o c to r " 47. Puede tam b ién in d icar
la o b ra p recisa q u e e stá citan d o , v. gr., la Moralia de San
G regorio (II. 31) o e l De civitate Dei (De comprobatione, III,
18), o la c a rta p rec isa de S an Jeró n im o ( Prognost. I II. 15 )48.
E s ta p recisión en n o m b ra r sus fu en te s n o la m antiene
siem pre. H ay m uchos p asajes de e scrito res a n te rio re s utiliza­
dos p o r S an Ju liá n sin ninguna referencia. Los e d ito res de la
edición p a tro c in a d a p o r el cardenal De L orenzana descubrie­
ron diez de estos pasajes e n el Prognosticum; al p r e p a r a r m i
edición c rítica en co n tré casi cin cu en ta m ás, adem ás de c o rre ­
43 Cf. S r. A. B raegelm ann, T h e L ife and W ritings of Saint Ild efonsus o f Toledo, W ashington, D. C., 1942, 63 ss. E n el D e
cognitione baptism i, 127, c ita a S a n G regorio y en el cap . 131 c ita y u tiliza pa rte de
una c a r ta d el p ap a In ocen cio I.
44 Cf. F. X. M urphy, Julián o f T oled o and the Condem nation o f
M onothelitism in Spain, «Mélanges J, de Ghellinck», 1, G em hloux,
1951, 361-73.
45 L, G alm és, Tradición m anuscrita y fu en tes de los A ntikeim enon
lib ri I I de San Julián de Toledo, «Studia P atrística» , 3, B erlín , 1961,
47-56.
46 P. e. Prog. I, 15, 16. M adoz en «Gregorianum », 33 (1952), 407.
« P. e. Prog. I ir , 31.
(1 2 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
J. N . H I L L G A R T H
109
gir u nas referencias de los ed ito res del siglo XV I, a veces
copiadas p o r la ed ició n de De L orenzana. El resu lta d o es que
de los 121 capítulos del P rognosticum solam ente de 13 no se h a
averiguado la fuente precisa y literal. P a ra casi d e to d o s estos
13 cap ítu lo s se pueden, aderriás, e n c o n tra r o tro s p a saje s p a r a ­
lelos en los P a d r e s 49. Del De com probatione y de los A n tikeim ena no puedo h a b la r con la m ism a precisión. D ebido a que
el De c o m p ro b a h o n e tra ta u n a cuestión nueva p a ra sü época
(h asta cierto p u n to ), Ju lián tenía que d epender m enos d irecta­
m ente de fuentes, a u n q u e cita b a sta n tes M. E n el P rognosticum
m uy ra ra m e n te Ju lián in d ica en fo rm a expresa que no em plea
ninguna fuente. A veces no pu ed e re c o rd a r fácilm ente donde
se en cu en tra u n a discusión del p ro b lem a q u e le interesa.
C uando considera, p. e., si u n sitio especial h a sido elegido
p a ra el Juicio Final (II I. 2) dice: "Q uid ex hoc in aliis codicibus legerim , non facile m ihi o c c u rrit”. Cuando h a d iscu tid o la
cuestión de si las alm as de los m u erto s o ra n p o r los vivos,
que les fueron queridos, ob serv a: "H aec ergo m ihi v id e tu r
de hac obiecta qu estiu n cu la ratio , qu am e tsi ipsis verbis,
u t e st a m aio rib u s evoluta, non invenio, ipso tam en sensu
d efin itam a d o ctoribus p u to , q u a m q u a m etsi a liq u id ex hoc
ab eis defin itu m rep p erero , illorum , p o tiu s sen ten tiam as se
q u a r ” Sl. Ju liá n reco rd ab a siem pre que él era u n o de los 'm i­
n o res' en com p aració n con los in fin itam en te " m a io re s” del
pasado.
P ara él la a u to rid a d m ás grande era, n a tu ra lm e n te , Agus­
tín 52. El De civita-te Dei e ra u tiliz a d a m ás a m enudo que n in ­
guna o tra o b ra en el P rognosticum (especialm ente en el lib ro
III). Son citados unos 45 pasajes. El De cura pro m o rtu is cons48 iCf. M adoz, loe. cit., 403,
49 E stos cap ítu los son Prog. I, 1, 3, 18; II, 26, 35; II I, 4, 7, 11, 12, 33,
37, 44, 48.
50 Preparo una edición crítica del De com probatione donde estas
fuen tes quedarán indicadas.
si Prog. II, 26.
52 S an G regorio el G rande no es la fuente prin cip al del Prog, (contra
J. d e G hellinck, L e M ouvem ent T héologique au X I I e siécle, B ru ges,
1948, 34). Galm és, loe. cit., 51, dice que d e lo s A ntikeim ena «Las fuentes
m ás abun d an tes son las agustinianas».
( 13)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
110
FU EN TES DE SAN
J U L IA N
íitu y e o tra fuente im p o rtan te, especialm ente en 1. I. El Enchiridion aparece, sobre todo en 1. I I I y el De genesi ad litteram en 1. II. Ju liá n utiliza tam b ién la E p istu la C L IX ad
E vodium , con la descripción d ram ática de la m an e ra en que
u n m édico de C artago fue inducido a c re e r en la V ida F u tu ra ;
los T ractatus in lo h a n n is E vangelium , las E nnarrationes in
psalm os y (probablem ente) el De peccatorum m eritis et rem issione. E n otrzft o b ras Ju lián cita el De consensu evangelistarum , De doctrina christiana., T ractatus in ep istu la m lo h a n ­
nis, Contra duas epistulas pelagianorum , C ontra F a u stu m Manichacum , De fid e el sym bolo, De genesi contra m anichaeos,
De natura e t origine anim ae, De diversis quaestionibus, De
serm one D om ini in m o n te y De T rinitate, 19 o b ras e n t o t a l 53.
P ara Ju liá n A gustín es no rm alm en te "d o c to r b eatissim u s",
"sanctissim us" o ‘'e g re g iu s”. E s quizá significativo que sólo
llam a " b e a tissim u s” a A gustín y a C ipriano, siem p re muy
venerado en E sp añ a 54.
A Ju lián le g u sta sa ca r pasajes de o b ras d istin ta s o de d is­
tin tas p a rte s de la m ism a o b ra y en c aja rla s b a jo u n epígrafe
com ún. E n Prognost. II. 21 utiliza dos p a saje s de los caps. 13
y 16 del De civitate Dei, X X I, p a ra definir la d o c trin a q u e dice
que el fuego del P u rg ato rio viene antes del Juicio F inal. E n ­
tonces rec a p itu la: "C onfirm ados entonces p o r la sen ten cia de
ta n g ran d e doctor, confesam os q u e este fuego del P u rg ato rio
sería antes del Juicio F in a l” 55. O tras veces utiliza u n p a saje
del E nchiridion, seguido de o tro del De civitate Dei. No se
n o ta ninguna in te rru p c ió n e n tre las dos citas.
T enem os del Sr. Veiga V aliña u n lib ro q u e analiza las doc­
trin a s escatológicas de S an Ju liá n
A unque el a u to r tra ta de
averiguar las fuentes del P rognosticum p ien sa e n c o n tra r en el
53 Cf. Apéndice.
54 Cp, la fra se «doctor cla ras et m a rty r m irificus», co n que Julián
c ita a C ipriano ( Prog. II, 36), con los V ersus lsid o ri (Clavis, 1212), IX ,
«Clairior eloq u io cu nctis, Cypriane, refulges; T u m od o d octor eras,
tu m odo martyr ades».
55 «Tanti ergo doctoris c o n firm a d sen ten tia fatem ur, quod purgatorius hic ignis ante u ltim u m iudicium fia t, e t ignem illum , in quo
om nes im pii, C hristo indicante, m ersu ri sunt, antecedat.»
54 La doctrina escaíolúgica de San Julián de Toledo, Lugo, 1940.
(14)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
J . N . H IL L G A R T H
111
libro de Ju liá n u n a síntesis dogm ática original. Creo que re­
su lta u n ta n to anacrónico e sp e ra r ta n to de u n a u to r del si­
glo V II. El P rognosticum (com o las Sententiae de S an Isid o ro
o el De cognitione b a p tism i de San Ildefonso) es u n m anual
escrito p a ra el clero de E sp a ñ a del siglo V II, que no ten ía la
o p o rtu n id a d de c o n su lta r la excelente biblioteca episcopal de
Toledo. E s m ás que u n a antología (com o las Sen ten tia e de
T ajón). Es u n in te n to sistem ático de averiguar y de exponer en
fo rm a ab rev iad a las opiniones de los P adres de la Iglesia so ­
b re varias cuestiones en discusión. E n el P rognosticum es im ­
posible d e scu b rir la teología de Julián, si separam os su teolo­
gía de sus fuentes. Lo ú n ico que podem os h a c er es d escu b rir
los a u to re s utilizados p o r Ju lián y, posiblem ente, las razones
que tuvo p a ra p re fe rir unos d e otro s. E n el P rognosticum no
hay ninguna evolución de dogm a.
Tom am os, v. gr., la d o c trin a del P urgatorio. Parece que,
ap a rte de San C ipriano y, quizá, S an Jerónim o, los P ad res la­
tinos antes de San A gustín no se p ara ro n el fuego del P urga­
torio y el fuego del Juicio F in a l57. Ya hem os citado la d iscu ­
sión de esta cuestión en Ju lián . No hace m ás q u e co p ia r los
p asajes ap ropiados de S an A g u stín 53. C ita a S an G regorio p a ra
p ro b ar la existencia de un fuego p a ra p u rific a r culpas m en o ­
res 59. Cita a A gustín p a ra d e m o stra r q u e hay diferencias en la
in tensidad y duración de los castigos del P u rg a to rio w. O tro
libro de A gustín enseña que la fo rm a en que m orim os puede
ser p a rte de n u estro P u rg a to rio 6t. Aquí, com o a trav és del
P rognosticum , lo que im p o rta son las fuentes y la m an e ra en
que están utilizadas.
El P rognosticum tuvo su origen en u n a conversación e n tre
Ju lián y el obispo de B arcelona, Idalio, el V iernes S a n to de 688,
c u ando Toledo esta b a a te stad o con los obispos que h a b ía n lle­
57 A. M ichel, Feu du Purgatoire, «Dictionnaire de théoiogie catholique», 5 (1912), 2258.
ss Prog. II, 21 (cf. supra). II, 20 = De civitate Dei, X X I, 26.
59 Prog. II, 19 = G regorio, Dialogi, IV , 4-1,
60 Prog. II, 22 = Agustín, E nchiridion, 69.
61 Prog. II, 23 = De civitate Dei, X X I, 26. Gf.M ichel, Purgatoire,
«Dict. de théol. cath.», 13 (1936), 1226 ss.
(1 5 1
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
112
F U E N T E S I®
SAN
J U L IA N
gado p a ra el Concilio XV. Si querem os co m p ren d er el alcance
de la o b ra n a d a m e jo r que leer la co rresp o n d en cia e n tre Ju liá n
y Idalio. E n su carta-p refacio -a Idalio, J u liá n explica que no
era su in te n to e scrib ir u n lib ro p a ra so rp re n d e r a sus lectores
con cosas incógnitas ("u t quasi incógnita legentibus d e m o stra re m ”), sino ^ n a o b ra que Ies p o d ría llev ar a c o n sid e rar la
m u erte y el juicio final. La o b ra e r a breve y p o d ría s e r fácil­
m ente y ráp id a m e n te leída y digerida. E n el e sp ejo que Ju liá n
les p rese n tab a , sus lectores p o d ría n ver sus a lm a s 62. E n su
resp u e sta al libro, Idalio expresó su alegría. El lib ro p rim e ro
p o d ría in sp ira r un saludable m iedo a la m u erte; los libros
segundo y tercero elevaban los corazones c ristia n o s, co n su
d o c trin a c la ra sobre la R esurrección y el reino de C risto c o r
los santos. Las d udas e ra n disipadas y las cuestiones o b scu ras
clarificadas con la ayuda de la d o c trin a d e los P adres, p resen ­
tad a con m a e s tría p o r el P rim ad o de E sp añ a. Los P adres h a ­
b ían p ro p o rcio n ad o los m ateriales p a ra la obra; sólo Ju liá n
h a b ría p odido h a c e r d e estos m ateriales un edificio significa­
tivo. Aún los c ristia n o s m ás perezosos y m ás estú p id o s se em o ­
cionaban con e sta nueva y c la ra rep resen tació n de la v erd ad
No es m en e ster in sistir a h o ra en el b u e n éxito que e sp era b a
al lib ro de Ju lián . Más que n ingún o tro lib ro de la E sp a ñ a vi­
sigótica, a p a rte de algunos de Isidoro, se e n c u e n tra a través
de to d a la E d a d M edia. Un m an u al de d o c trin a y de con tem p la­
ción, es n a tu ra l que su fam a sobrepase la de los o tro s lib ro s d e
Ju lián — algunos de ellos q u izá m ás in te resa n te s, com o la H is­
toria W am bae y los A n tikeim en a — , la De virginitate de San
Ildefonso y los poem as de San E ugenio. E s quizá m enos " o ri­
g in a l’' que algunos de estos libros, p e ro su contenido y su r e ­
dacción sistem ática le dieron v e n ta jas enorm es. Con su fo r­
tu n a "rá p id a y b rilla n te ”, com o decía el P ad re M adoz, es uno
de los testim onios convincentes del alto nivel de eru d ició n y
de estudio del Toledo de finales del siglo VIL
62 Pratf. ad Idalium .
63 ld aliu s, E pist. ad IuUanutn.
( 16)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
1 13
J. N . H I L L G A R T H
A P E N D IC E
Autores cristianos citados por San Julián y San Ildefonso
U tilizo las siguientes a b re v ia tu ra s: A nt. = A n tik e im e n o n 1.
II. Apol. = A pologeticum de tribus capitulis. DSAC. = De
sextae aetatis com probatione. H W . = H i s t o r i a W am bae.
Prog. = P rognosticum . DCB. = De cognitione baptism i. D IT.
= De itinere deserti. PL. — Patrologio latina, ed. J-P . Migne.
PG. = Patrología graeca, ed. Migne. CSEL. = Corpus Scriptorum E cclesiasticorum L a tinorum . P a ra las fu en tes de S an
Ildefonso h e consultado la o b ra de S r. B raegelm ann (n. 43
supra). T am bién h e aprovechado la o b ra del Sr. Veiga V aliña
(n. 56) y el estudio del P. M adoz (n. 13). No hay d u d a q u e hay
o tra s fuentes que no he descubierto. E n general se d a sólo u n a
referencia a cada o b ra. " E tc .” indica que Ju liá n o Ildefonso
utiliza la o b ra b a sta n tes veces en el lib ro que cito.
(F abricius, Codex Apocr. N. T., 525) Ju lián , DSAC., II,
13. (Cf. D uchesne, "Annales du M id i”, 12, 154.) (PL. 96,
568A).
A b d ia s
C itado p o r Ju liá n en Apol., 18 (PL. 96, 536B). No
se sabe a qué o b ra se refiere.
A m b r o s i o , H exam eron, I, 6 Julián, Ant., I, 99 (ib., 644).
(CSEL. 32. 1, 16 ss.)
Idem , De S p iritu Sancto, I II, Ibid., 36 (ib,, 613).
11 (CSEL. 79, 182).
A t a n a s i o , F ragm entum .
Ju lián , Apol. 1 (PL. 96, 527).
Am b r o s io .
La lis ta de las o b ras p erd id as de Ju liá n incluye
"Ite m lib ru m se n te n tia ru m , ex decade p sa lm o ru m B. Augustini b re v ite r su m m atim q u e collectum . Ite m ex cerp ta
de lib ris S. A ugustini co n tra Iu lian u m h a e re tic u m c o lle c ta ”
(Félix, Vita, 10, PL. 96, 450).
A g u s t ín .
De civitate Dei, XV, 23 (C SE L 40, 2, 113).
citad a p o r su títu lo p o r Ju lián , DSAC., I I I , 18
Ibid., I, 11; 12, 13.
Ju lián , Prog. I,
466, 473).
Lib. X X -X X II.
Ibid., II y I I I
De consensu evangelistarum , II,
73-74 (CSEL. 43, 178 s.).
s
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
La o b ra e stá
(PL. 96, 577).
12; 19 (PL. 96,
(passim ).
Ju lián , A nt., I I , 6 (PL. 96,
668).
( 17)
114
F U E N T E S D E SA N JU L IA N
De cura pro m o rtu is gerenda, Idem , Prog., I, 10 (ib., 46 s),
XV, 18 (C SE L. 41, 651), etc.
etc.
De doctrina christiana, I, 7-8 I l d e f o n s o , DCB, 18 (ib.,
(PL. 34, 22).
118 s.).
Julián, Apol., 5 (ib., 529).
Ibid., III, 35 (ib., 86) cf.
C ontra duas epistulas Pelagia- Ju lián , A nt., II, 54 (ib., 689).
norum , I, 17 {C SE L 60, 439).
E nch irid io n ad L au ren tiu m , 38 Ildefonso, DCB., 40 s. (ib.,
129 s.), etc.
(PL. 40, 251 s.), etc.
Ju lián , A p o l, 10 (ib., 532).
Ibid., 34 (ib., 249).
E p istu la C X X X ad Probam , IX, Ildefonso, DCB., 132-35 (ib.,
20-XII, 23 (CSEL. 44, 62-66).
166).
E p istu la C L IX ad E vo d iu m , 3-4 Julián, Prog., II, 33 (ib., 494).
(CSEL. 44, 500 ss.).
Tract. in E pist. Iohannis, 1, 10 Julián, A nt., II, 79 (ib., 702).
(PL. 35, 1985).
Tract. in E vangelium Iohannis, Ildefonso, DCB., 16 (ib., 118)
5, 8 (PL. 35, 1418), etc.
etc.
Ju lián , Prog., I II, 9 (ib., 501),
19, 16 (ib., 1553), etc.
etc.
Contra F austum M anichaeum , Julián, DSAC., I, 18 (ib., 552).
12, 42 (CSEL. 25. 1, 368 s.).
De fid e et sym bolo, I, 1 (CSEL. Ildefonso, DCB., 35 (ib., 127),
etc.
41, 3 s.), etc.
Ibid., IV, 8; X, 23 (ib., 11 s., Julián, Apol. 13; 14 (ib., 534).
28).
De genesi ad litteram , 12, 32 Idem , Prog., II, 34 (ib., 495),
etc.
'
(CSEL. 28. 1, 427), etc.
De genesi contra m anichaeos, Idem , DS.AC., III, 3 s. (ib.,
571).
I, 33 s. (PL. 34, 189 s.), cf.
De natura et origine animae, Idem , Apol., 14 (ib., 534).
II, 2 (CSEL. 60, 336 s.).
De peccatorum m eritis et re- Idem , Prog., I, 9 (ib., 464),
etc.
m issione, II, 30, 49 ss. cf.
(CSEL. 60, 119-22, 123 s.).
E nnarrationes in p s a l m o s, Julián, Prog., II 19 (ib., 483),
etc.
X X X V II, 3 (PL. 36, 597), etc.
Ibid., CI, vv. 7 - 8 (PL. 37, Ildefonso, DIT., 55 - 57 (ib.,
183).
1298 s.).
De diversis quaestionibus Ixxxiii, Ildefonso, DCB., 11 (ib., 115).
q. 66 (PL. 40, 62 s.).
Julián, Apol., 9 (ib., 531).
q. 80 (ib., 94).
(1 8 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
115
J . N . H IL L G A R T H
S erm o C C L X X II (PL, 39, 124648).
S e rm o V III. I n octavis Paschae
(ed. M orin, Serm . p ost, M aur.
rep., 35 s.).
De serfhone D om ini in m onte,
II, 83 (PL. 34, 1307).
De T rinitate, X III, 17; XV, 20
(PL. 42, 1031; 1087).
B
Ildefonso, DCB., 137 s. (ib.,
169 s.).
Idem , ib., 142 (ib., 171).
Julián, Ant., II, 3 (ib., 665).
Idem , A p o l, 11; 3 (ib., 533;
528).
A p o s t o l o r u m , Ju lián p ro b ab le m e n te u tiliza la ver­
sión la tin a en DSAC., II, 9 (PL. 96, 565). Cf. Zarb, “Miscellanea Isid o ria n a ", 172 s.
r e v ia r iu m
C a s ia n o ,
C o n l a t i o n e s , I, 14
(CSEL. 13, 22).
Julián, Prog., II, 33 (ib., 493),
A d F ortunatum , 13
(CSEL. 3, 2, 347).
De m ortalitate, 2 (ibid., 298) etc
Ibid., II, 36 (ib., 496).
C ip r ia n o ,
Ibid., I, 15 (ib., 467 ss.), etc.
d e A l e j a n d r í a , Scholia de incarnatione unigeniti, 25;
11 (PG. 75, 1396C-1397A; 1379D; 1382A-B). F ue aprovechado
p o r Ju lián , Apol. 8; 11 (PL. 96, 531, 533), pro b ab lem en te
en u n a versión del siglo V.
E p i f a n i o , De m ensuris et p onderibus, 3; 6 (PG. 43, 242, 246)
fue utilizado p o r Ju lián , DSAC., III, 17 (PL, 96, 577).
C ir il o
( i i ) d e T o l e d o ( + 657), Frc-gmenta (ap u d V ollm er,
"M on, G erm . H ist., Auct. A nt.”, XIV, 291), quizá de la o b ra
perdida, De T rinitate (cf. Ildefonso, De viris, 14, PL. 96,
204B). Ju lián , Prog., III, 17, 24, 26 (ib., 504, 507, 508). Uno de
los m ism os frag m en to s e s tá c ita d o tam b ién en el Sím bolo
del Concilio X I de Toledo (675), PL. 84, 457B.
E p istu la ad C hindasvinthum re- Ildefonso, De viris, 14,
gem (V ollm er, 27).
E
u g e n io
E
u s e b io
d e C a e s a r e a , Chronicon (versio H ieronim i) (PG.
19, 370). Cf. n. 10 supra.
Ju liá n , A nt., I, 17 (PL. 96,
602).
d e R u s p e e stá citad o p o r Julián, A p o l, 18 (PL. 96,
536B). Cf. Isidoro, De viris, TI (PL. 83, 1097); D ifferentiae,
II, 30 (ib., 85).
F u l g e n c io
e l G r a n d e , Dialogorum 1. IV, IV, 24, ed. M oricca, 262, etc.
G r e g o r io
Ju lián , Prog., I, 7 (PL. 96,
463), etc.
(19)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
116
FUENTES DE SAN JULIAN
E p istu la I, 41 (M C H ., epist., I,
Ildefonso, DCB., 117 (ib., 160).
57)’
.
H om il. X L in Evangelia, I, 13,
4 (PL. 76, 1125A), etc.
Ibid., I, 20, 13 (ib., 1166C-67C).
*
H om . in E zechielem , II, 7, 7
(PL. 76, 1016 s.).
Ibid., II, 8, 8 (ib., 1032D-1033B).
. ,
.
J u l i á n , Prog., I II, 45 (ib.,
518), etc.
Ildefonso, D IT., 35 - 41 (ib.,
' 180 s.).
Idem , DCB., 127 (ib., 163 s.).
J u l i á n , Prog., III, 29 (ib.,
511).
Ibid., II, 31 (ib., 492), etc.
M oralia in Iob, X II, 21 (PL. 75,
999), etc.
Ibid., X X X III, iii, 7 (PL. 76, Ildefonso, DIT., 44 (ib., 181).
672), cf.
Regula,e pastoralis, I II, 24 (PL. Julián, Ant., I, 105 (ib., 647).
77, 95 s.).
H i l a r i o d e P o i t i e r s , De Trini- J u l i á n , DSAC., II, 15 (ib.,
tate, V III, 10 (PL. 10, 242 s.).
570).
I n o c e n c i o I, E pist. X X V ad De- Ildefonso, DCB., 131 (ib., 165).
centium .
(La c a rta se en cu en tra e n la
H ispana [PL. 84, 639s.] y la
c ita Isidoro, De ecclesiasticis officiis, II, 27, PL 83, 825.)
I s i d o r o , Chronica, c f .
Ju lián , DSAC., I II, 26 (PL. 96,
581).
De d ifferen tiis rerum , II, 8 Ju lián , Apol., 15 (ib., 535).
(PL. 83, 74).
Ibid., I I, 35 (ib., 91 s.).
Ildefonso, D IT., 82 (ib., 189).
E tym olog iarum , V II, x, 9 (ed. Idem , DCB., 45 (ib., 131).
Lindsay).
Ibid., X I, ii, 31, etc.
Julián, Prog., I, 4 (ib., 462),
etc.
De ecclesiasticis officiis, II, 23 Ildefonso, DCB., 32 s. (ib.,
(PL. 83, 815 s.), etc.
126), etc.
S en ten tia ru m , I, 15; II, 5 (ib., Ibid., 125 (ib., 163).
568; 604), cf.
Ibid., I, xxvii, 1 (ib., 595), etc. Julián, Prog., I II, 1 (ib., 497),
etc.
F ragm entum serm onis in diem Ildefonso, DCB., 106 (ib., 154).
R esurrectionis, fo rtasse Isidori.
De viris inlustribus, 40 (PL. 83, Idem , De viris, 1 (ib., 198).
1102).
(20)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
117
J . N . H IL L G A R T H
C om m entarii in Isaiam, I, 2 (PL. 24, 26).
C om m entarii in Danielem , IX,
24 (PL. 25, 569 s„ 574 s.).
C om m . in Ioelem , 3, 1-2 (PL.
25, 9T9 s.).
Com m . in E vangelium M atthaei,
IV, c. 23, 8 (PL. 26, 176).
C om m . in E p ist, ad Galatas,
c. 1, v. 17 (PL. 26, 352 s.).
C om m . in E p. ad E phesios, c. 3,
v. 5-10 (ib., 510 s.).
C om m . in E p . ad T itu m , c. 2,
3 (ib., 616).
E p istu la X X X V I ad D am asum ,
11 (CSEL. 54, 277 s.).
E p istu la C X IX ad M inervium ,
5; 2 (CSEL. 55, 451, etc.).
A dversas H e lv id iu m ; cf. A dver­
sas Io vin ia n u m (PL. 23), cf.
Julián, Ant., II, 82 (ib., 704).
H om ilía p r i­
m a de Cruce e t Latrone, 3 s.
(PG. 49, 404).
Julián, Prog., I II, 15 (PL. 96,
499 s.).
De natura animae vel qualitate eius (opus
dep erd itu m ), F rag m en ta, pro ­
b ablem ente del 1. V III; cf.
Isidoro, De viris, 25 (PL. 83,
1096).
Ibid., I, 9 (ib., 464), etc.
J e r ó n im o ,
J u a n C r is o s to m o ,
J u l i á n P o m e r io ,
Idem , DSAC., I, 20; 24; 26
(ib., 553, 555, 556).
Idem , Prog., III, 2 (ib., 497).
Idem , A nt., II, 11 (ib., 670).
Ibid., 57 (ib., 690).
Ibid., I, 22 (ib., 605).
Ibid., II, 72 (ib., 699).
Ibid., I, 18 (ib., 603).
Idem , Prog., III, 15 (ib., 503).
Ildefonso, De virginitate per­
petu a beate Mariae, 1, 2
(ed. V. B lanco G arcía, M a­
drid, 1937).
E pistulae
Ildefonso, De viris, 3 (ib.,
199).
Or
i g i n e s (versio R ufini), Com­
m entarii in E pist. ad R o m a ­
nos, 6, 8 (PG. 14, 1082).
Ju lián , Ant., II, 41 (ib., 684).
H om ilice in G enesim , 11, 1 (ed.
B aehrens, 101 s.).
Ibid., I, 37 (ib., 614).
H om iliae in L eviticum , 1, 2 (ed.
B aehrens, 377 ss.).
Idem , Prog., II, 28 (ib., 490).
M o n ta n o d e T o le d o ,
ii (PL. 65, 51-58).
(2 1 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
118
H isto ricru m adversum
paganos, V II, 40, 6 (CSEL. 5,
551).
O r o s io ,
T
F U E N T E S D E SA N JU L IA N
H W .,
506),
Id em ,
7
(MGH, SRM, V,
, A d v e rsu s Iudaeos, 8
Idem , DSAC., I. 26 (PL. 96,
(C itado a trav és de Jerónim o, < 556).
C om m . in D anielem , IX, 24.)
e r t u l ia n o
L iber regularum ( e d
I d e m , Apol., 5. (ib., 529).
B u rk itt, 55).
(P robablem ente citado a través de A gustín, De doctrina
christiana, III, 35, o de Isidoro, S ent., I, 19.)
T ic o n io ,
De Trinitate, X II (PL. 62, 324D).
P S -V ig ilio T h a p s e n s is ,
Julián, Ant., II, 15 (ib., 672).
(Según dom W ilm art, “Revue bénédictine , 30 [1913], 271 s.,
e sta o b ra fue p ro b ab lem en te escrita p o r u n a u to r español
del siglo IV.)
(22)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
«
LOS
CO N CILIO S DE T O L ED O
Por el Prof. G. MARTINEZ DIEZ, S. J.
P. U niversidad «Comillas», Madrid.
INTRODUCCION
Al reu n irse este Congreso Ildefonsiano en e sta c a p ita l vi­
sigoda, la C om isión O rganizadora creyó obligado que e n tre
las Ponencias y núcleos coloquiales del m ism o no p o d ría fa lta r
un tem a íntim am en te ligado no sólo a la H isto ria, sino h a sta
al m ism o no m b re de esta Im p erial Ciudad.
Y con razón, pues re u n irse en Toledo especialistas e inves­
tigadores del m undo visigodo y d e sc a rta r de su “ ag e n d a ” a los
Concilios de Toledo h u b ie ra resu lta d o sencillam ente so rp re n ­
dente e incom prensible.
Quizás ningún o tro tem a de la M onarquía visigoda h a he­
cho c o rre r m ás tin ta im p re sa que el asignado a e s ta Ponencia;
de aquí m i te m o r a n te el p eligro de a b u s a r d e v u e stra p a c ie n ­
cia d u ran te u n a h o ra p a ra no p o d e r p re se n ta ro s a la p o stre
nin g u n a ap o rtació n v e rd ad eram en te novedosa en cu estió n ta n
trillad a.
Desde Plórez h a s ta n u estro s d ías p o d ríam o s recoger u n
largo elenco de m onografías consagradas a los Concilios tole­
danos \ o de estu d io s histó rico s m ás am plios q u e h a n dedi! M arco y C uartera, M anuel, L os C oncilios de Toledo, M adrid, 1856
16 pág.; F ort y Pazos, C arlos Ram ón, Concordia entre la Iglesia y el
E stado en la época de la España goda, M adrid, 1857, 59 pág.; M ontalbán,
Juan M anuel, In d ole y naturaleza de la In stitu ción real y de los C on­
cilios d e Toledo durante la m onarquía goda, M adrid, 1858, 62 pág.;
Am ilibia, José V ícto r de, C oncilios de Toledo. C ortes antiguas y m o­
(1 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
120
L O S C O N C IL IO S D E TO LED O
cado m uchas de sus m ejores páginas a esas asam bleas de la
Iglesia v isig o d a 2.
M uchos y v ariados son los aspectos que p u eden conside­
ra rs e en los Concilios toledanos; origen, com posición, n a tu ra ­
leza ju ríd ic a , com petencia, funcionam iento, evolución h istó ­
rica, in flu jo dogm ático, repercusiones políticas —uno—, qui­
zás el q u e m ás h a apasionado a los a u to res, h a sido el d e su
n atu raleza ju ríd ica. Iniciado ya p o r Flórez que sólo veía en
ellos asam bleas p u ram e n te e c le siá stic a s3 p asó este te m a a
c o nvertirse en u n o de los lugares favoritos de la lite ra tu ra
histó rico -p o litica del siglo X IX , q u e calificaba a los Concilios
toledanos com o asam bleas m ixtas poílítico-religiosas, origen
de las co rtes m edievales.
Y con todo ni a ú n este aspecto preferid o , el de la n a tu ra ­
leza ju ríd ic a de los Concilios toledanos, h a sido p u e sto sufi­
cientem ente en claro; u n e rr o r de m étodo, ap licando al p a ­
sado los conceptos dogm áticos contem póráneos y u n clim a de
polém ica p a rtid is ta deform ó la re c ta in te rp re ta c ió n de las
c ircunstancias h istó ric a s que condicionaban y calificaban el
dem as, M adrid, 1866, 47 pág.; López de A y al a y d el H ierro, Jerónim o,
C onde d e C edillo, L os C oncilios de Toledo, B arcelon a, 1888, 76 pág.;
Sim onet, F ran cisco Javier y Z u gasti, Juan Antonio, S. I., E l C oncilio I I I
de Toledo, base de nacionalidad y civilización española, M adrid, 1891,
376 pág.; C alpena y A vila, Luis, Los C oncilios de T oled o en la constitu­
ción de la nacionalidad española, M adrid, 1918, 59 pág.
2 F lórez, E nrique, O. S. A., España Sagrada, V I , M adrid 1859,
pág. 13-49, M artínez M arina, F ran cisco, Teoría de las C ortes, I, M adrid,
1813, pág. 11-15. C o lm eiro M anuel, De la con stitu ción y del G obierno de
los R einos de León y de Castilla, I, M ad rid y San tiago, 1855, pág. 55-70.
Dahn, Julio Félix, Die K ónige der Germ anen, t. V I, W ürzburg, 1871,
pág. 421-492. L a Fuente, V icen te de, Historia eclesiástica d e España, II,
M adrid, 1873, pág. 353-359. P érez P u jo l, E du ardo, H istoria de las In s­
tituciones sociales de la España goda, III, V alen cia, 1896, 297-339.
M agnin, E., L ’E glise w isigothique an V I I siecle, I, P arís, 1912, pág. 47-96.
Sejourné, Paul, Le dernier Pére de l’E glise, Saint Isid ore de Séville,
París, 1929, pág. 117-133. G arcía V illad a, Z acarías, S. I., H istoria ecle­
siástica de España, II, 1.a p arte, M adrid, 1932, pág. 107-130. G arcía
G allo, Alfonso, H istoria del D erecho Español, T om o I, E xposición
histórica, M adrid, 1943, pág. 438-441. L lo rca B ernardino, H istoria de la
Iglesia Católica. II, E dad Antigua, M adrid, 1964, pág, 665-684.
3 E. S., pág. 41-45.
(2 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
INSTITUTO p r o v i n c i a ! »
m
tas regia" visigoda.
P or eso noábtros e n estas m odestas líneas p referim o s acer­
carnos a esas m ism as asam bleas desde u n ángulo m ás h isto riris ta y m enos doctrinal, co n tem plándolas com o lo que son,
instituciones en c o n tin u a evolución, que se a d a p ta n a las n e ­
cesidades y a las concepciones de la sociedad e n que se des­
arro lla n .
.
1
LA SERIE DE CONCILIOS TOLEDANOS
Cuando se h a b la de los Concilios de Toledo se refieren
siem pre los autores a la serie n u m era d a de 17 C oncilios que
encontró acogida y fue divulgada p o r la C olección C anónica
H ispana en su terc era recensión: La V ulgata del 694.
Pero la n u m eración de e sta serie co n ciliar es m ucho m ás
an tig u a que la p ro p ia recensión V ulgata; ya los E x c e rp ta sis­
tem áticos, datab les e n tre el 656 y el 675, q u e recogen h a s ta
el Concilio X de Toledo, d esignarán a las diversas asam bleas
toledanas p o r eil m ism o n ú m e ro de o rd e n co n que luego las
en co n trarem o s en las Recensiones p o sterio res de la H ispania,
tan to Ju lia n a com o V ulgata.
D entro de e s ta se rie de 17 Concilios toledanos an terio res
al año 711, cabe todavía d istin g u ir u n a serie m ás hom ogénea
y co n tin u a q u e sólo com ienza con el IV, del año 633, y que
d e ja ría fu era a los tres p rim ero s C oncilios de la ciu d a d regia,
a sa b e r: el del año 400, previsigótico y co n sag rad o a los p r o ­
blem as del priscilianism o; el del 527 del perío d o a rrian o , m ás
en consonancia con el grupo coetáneo de Concilios ta rra c o ­
nenses y levantinos de los años 516-546; y el I I I d e Toledo,
del 589, m agna asam b lea ju b ilo sa que acoge em ocionada la
conversión del rey, m agnates y pueblo a la fe católica.
A la serie n u m erad a de los 17 Concilios toledanos hay que
añ ad ir e n tre el I I I y el IV al m enos uno m ás, o m itido en la
H ispania y que c o rresp o n d e al año 597; quizás su brevedad,
dos cánones ta n sólo, explique su ausencia de la gran colección
canónica v isig o d a 4. Todavía el m ism o intervalo, e n tre los sí­
(3)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
122
L O S C O N C IL IO S
DE TOLEDO
nodos I I I y IV corresponde el D ecreto del rey G undem aro
(610) acerca del C a rá c te r m e tro p o lita n o de Toledo so b re to d a
la C artaginense, q u e fue con firm ad o p o r los obispos de esta
provincia reu n id o s sinodalm ente ese m ism o año en Toledo;
tam poco este Concilio, p o r su c a rá c te r p e c u liar sin d u d a , en­
contró acogida d e n tro de la serie conciliar de la H isp an ia (127).
A ntes del siglo V II los sínodos toledanos n i p o r el n ú m ero
o calidad de sus asistentes (si exceptuam os la solem ne a sam ­
blea de la conversión de R ecaredo y su p ueblo) ni p o r l a
frecuencia de su celebración, n i p o r los tem as tra ta d o s, ni p o r
el " o rd o ” o m odo de celeb rarse en n a d a se diferencian de
o tro s Concilios hispanos o gálicos de la época.
C uando verd ad eram en te se a b re la nueva e ra h istó ric a que
en la Iglesia visigoda re p re se n ta n los Concilios de T oledo es
con el IV de la serie, el del año 633 que p resid e S an Isid o ro
d u ran te el rein ad o de Sisenando,
M ientras h a s ta este m om ento la frecuencia con que se
reúnen los obispos en Toledo n ad a tie n e de n o ta b le : u n a vez
en el siglo V, tre s en el VI, u n a e n el p rim e r tercio del siglo V II;
a p a rtir del año 633 los Concilios se suceden a u n ritm o ace­
lerado, 14 en 62 años, esto es la m ed id a in u sita d a de u n Concilio
cada c u a tro o cinco años: V (636), VI (638), V II (646), V III
(652), IX (655), X (656), X I (675), X II (681), X III (683), XIV
(684), XV (688), XVI (693) y X V II (694).
Del m ism o m odo en las actas del C oncilio que p resid e San
Isid o ro aparece tam b ién p o r p rim e ra vez el tem a político,
c. 75, to m an d o p a rtid o en fav o r de la legitim idad del nuevo
rey Sisenando.
Igualm ente la “F orm ula secu n d u m quam debeat sancta synod u s in Dei nom ine fieri" q u e va a reg u la r en el fu tu ro la ce­
leb ra ció n de los Concilios en la E sp a ñ a visigoda recibe su re­
dacción en ese m ism o sínodo del año 633, c. 4.
4 Sólo a través d el cód ice E m ilianense nos h a llegad o la n o ticia y
el texto de este Concilio, cfr. f. 222 v-223, pu b licad o p o r G a rcía de
Loaysa, C ollectio C onciliorum H ispaniae, M ad rid 1953, pág. 252. (127).
D ecreto de G undem aro y con firm ación del C on cilio d el año 610 h an lle­
gado a nosotros en fo rm a de suplem entos, al C oncilio X I I de Toledo
en lo s tres códices de la Fam ilia Toledana, Recensión Juliana, a saber:
E sco rial E, I, 12, Albeldense y E m ilianense.
(4)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
G. M A R T IN E Z
123
D IE Z
T am bién el año 633 m arca, si exceptuam os la singular oca­
sión de la in co rp o ració n del rey y pueblo visigodo a la Iglesia
Católica, la p rim e ra de las asam bleas episcopales m asivas de
50, 60 y aú n 70 obispos que van a sucederse h a s ta el 694.
E sta ú ltim a fecha m encionada co rresp o n d e al X V II Con­
cilio T oledano, ú ltim o de la serie que h a llegado h a s ta n o so tro s,
au nque desprovisto de las suscripciones. Pero no p arece ser
que fu era e ste el ú ltim o Concilio celebrado en Toledo an tes
de la invasión m usulm ana; en u n folio de le tra visigótica que
sirvió de índice a u n m s. d e la H isp an a en Celanova aparece
o tro concilio m ás “L X I. S yn o d u s X V I I I Toletani Concilii L ...
[episcoporum ]" 5. A este m ism o Concilio se refiere el arzo ­
b ispo don R odrigo cu ando escribe "H ic [W itizza] in ecclesia
S. P etri, quae e st ex tra T oletum , cum E piscopis e t M agnatibus
su p er ord in atio n e Regni Concilium celebrauit, quod ta m e n in
corpore C anonum non h a b e tu r ” 6.
Com o la m u erte de Egica tiene lu g ar en nov. del 702, y la
"o rd in atio n e R eg n i” de que se ocupó el Concilio p ro b a b le m e n ­
te se refiere al p ro b le m a sucesorio, es m uy posible que el Con­
cilio X V III tuviera lu g ar en el p rim e r sem estre del año 703.
2
LOS CONCILIOS DE TOLEDO Y LA PRIMACIA
A dm itido el IV Concilio T oledano del año 633 com o cabeza
de serie de las asam bleas eclesiásticas visigodas, lo p rim e ro
que re sa lta es que la in stitu ció n c o n ciliar e n la "civitas regia"
no debe su configuración a la actividad del m etro p o lita n o de
Toledo, com o P rim ado de las E spañas, sino que el proceso evo­
lutivo se rá exactam ente in v e rso : Las asam bleas to led an as con­
trib u irá n pod ero sam en te a la gloria y p restig io de la iglesia
huésped y de su m etro p o lita facilitando así el ascenso de éste
h a sta u n a posición sin g u lar y ú n ica d e n tro de la Iglesia del
reino que se c o n fig u rará en fo rm a de dignidad P rim acial.
5 E . S. pág. 235-241.
6 Cp. De rebus Hispániae, lib. 3, cap. 14.
(5)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
124
L O S C O N C IL IO S
D E TOLEDO
El obispo toledano sólo alcanzará su c a rá c te r m etro p o li­
tano so b re to d a la pro v in cia C artaginense a p a rtir del 610 p o r
el D ecreto de G undem aro y el reconocim iento de los obispos
cartaginenses; p o r eso no a p arecerá ni en el 633 ni en las si­
guientes asam bleas episcopales celebradas en su p ro p ia sede
ni dirigiendo p o r derecho p ropio las actividades conciliares ni
encabezando la lista de los firm an tes.
El p rim e r p u e sto le o c u p a rá siem p re el m etro p o lita a quien
co rresp o n d a p o r razó n de su antigüedad.
Así el IV se rá presidido p o r Isid o ro de Sevilla; el V p o r
E ugenio de Toledo, p ero es el único m e tro p o lita q u e suscribe
las actas; en el V II y V III él p rim e r firm a n te se rá O roncio de
M érida, en el IX E ugenio de Toledo se rá tam b ié n el único m e­
tro p o lita p rese n te q u e encabezará tam b ién las suscripciones
episcopales com o m e tro p o lita m ás antiguo. El Concilio X I de
Toledo no c u e n ta a estos efectos p o r tra ta rs e de u n Concilio
provincial; y ya en el X II (681) con S an J u liá n se a firm a la
p rim a cía de la sede regia reconocida a o tro s efectos p o r el p ro ­
pio concilio e n su c. 6, y u n a de cuyas m anifestaciones será
precisam en te la fu n ción re c to ra que desem p eñ arán en el resto
de los Concilios T oledanos.
Si no podem os e n c o n tra r el origen de la in stitu c ió n conci­
liar to led an a en la actividad p rim acial de sus p relad o s todavía
inexistentes h a b rá que b u sc ar las raíces de los Concilios d e To­
ledo p o r o tro s cam inos, quizá en el id eario político-eclesiástico
de San Isidoro, in sp ira d o r en el 633 del p rim e r g ran sínodo
que in au g u ra el «período conciliar toledano, id ea rio que des­
a rro lla rá n los m o n arc as visigodos al alcanzar tra s la u n id ad
religiosa (589) tam b ién la u n id ad te rrito ria l co n la in co ip o ración del reino suevo (586), las victorias so b re vascones y astu res (S isebuto 612-620), y la expulsión de los b izantinos (Suintila 622) y tr a ta r a h o ra tam b ié n de d irig ir u n ita ria m e n te a la
Iglesia y al E stad o visigodo.
Pero en vez d a in sis tir en la b ú sq u ed a de las concepciones
ideológicas que p u d iero n d a r origen a la serie de Concilios
toledanos tra ta re m o s m ás bien de an alizar en ellos aquellos
elem entos concretos político-religiosos que im p rim iero n ca­
rá c te r propio a las asam bleas episcopales de la “u rb e re g ia ” y
h an a tra íd o sobre ellos la atención de los estudiosos.
(6)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
125
G. MARTINEZ DIEZ
3
C O N V O C A T O R IA D E L A A S A M B L E A
PO R
EL
REY
La que a p a r t i í de u n a perspectiva c o n tem p o rán ea llam a­
ríam os “ingerencia del p o d e r civil en la celebración del C onci­
lio ” podem os red u c irla a cinco aspectos fu n d am e n ta les: C on­
vocatoria d e la asam blea p o r el Rey, discurso in au g u ra l del
trono, p a rticip ació n del Aula R egia en las deliberaciones con­
ciliares, determ inación de la “a g e n d a ” conciliar, ley en con­
firm ación del Concilio.
E s un hecho b ien conocido y atestig u ad o en las actas de
todos los Concilios nacionales toledanos, con la única excep­
ción del V y del XV que el sínodo no se h a reu n id o sin el b e­
neplácito y aú n el m an d a to regio:
VI.—
"C onvenientibus n o b is... C hintilani regis salu tarib u s
h o rta m e n tis ...”
V II.— "...studio... C hindasvindi regis noster.., conventus adess e t...”
V III.— "Cum nos om nes... p rin cip is serenissim o iussu... ad sacrum synodi coegisset aggregari c o n u e n tu m ...’’
X.—
“ ...Reccesvintho regi cuius sacratissim o voto... ad sacru m quiuim us a d u n a ri conventum ..."
X II.— "Cum ex glorioso p rae d icti p rin cip is iu ssu in unum
fuissem us aggregati...”
X III.— “E ruigio regi... cuius clem entissim o iussu in u n u m coetu m aggregandi convenim us...”
XIV.— "... suae celsitudinis iussu nos om nes p rae c ip e re t ag­
gregari in unum ..."
XVI.— "...Egicanem prineipem cuius iussu fra te m ita tis nostra e coetus est adunatus..."
X V I I .—“ ...c u iu s iussu atq u e im perio ad hunc pacis conuen­
tum congregati fuisse dignoscim ur...”
Pero este uso, de q u e sea el príncip e secular el que convo­
que y reú n a los Concilios, p o r ex trañ o que p u ed a p a re c e r a u n a
m en ta lid a d del siglo XX, no es u n a novedad toledana, sino
u n a co stu m b re u niversal de la iglesia del B ajo Im p erio y de
los nuevos reinos germ ánicos.
(7)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
126
L O S C O N C IL IO S D E TO LED O
Prescindiendo de la intervención im perial en la convoca­
to ria de los p rim e ro s Concilios E cum énicos celebrados en
O riente, ya con a n te rio rid a d en el m ism o O ccidente, en el Con­
cilio de Arles del 314, los obispos se congregarán allá p o r vo­
lu n ta d del e m p e rad o r “ ...a d A rplatensium civitatem piissim i
Im p e rato ris v o lú n tate adducti..."
E sta p rerro g ativ a im perial, com o ta n ta s o tra s, p a s a rá al
descom ponerse el Im p erio a los nuevos príncipes germ ánicos
y así nos e n c o n trare m o s al rey de, los francos reu n ien d o en
Concilio a sus obispos en:
—-Orleans (511): ” D om no suo catholicae ecclesiae filio Ohlotovecho gloriosissim o regi om nes sacerdotes quas ad conciiiu m venire iussistis...”
—O rleans (533): "Cum e¡x p raecep tio n e gloriosissim orum
regum ... convenim us."
■
—A ruennes (535): “consentiente dom no n o stro gloriosissi­
mo pííssim ove regi T h eudebertho...”
— O rleans (549): "...cum C hildebertus rex congregasset in
u n u m Dom ini sacerd o tes...”
Y así p o d ríam o s c o n tin u a r tra n sc rib ie n d o frases y fórm ulas
que atrib u y en al rey fra n c o la reu n ió n de o tro s m uchos C on­
cilios en las Galias, com o P arís (552), T o u r (567), C abilonense
(579), M atesconense (531-583), P arís (614), C lippiacense (626­
627), C abilonense (647-653) y M odogarnom ense (662-675), to ­
dos ellos an terio res o sim ultáneos a la gran serie toledana.
Lo m ism o o curre en el reino suevo d o n d e tam b ién las actas
p rese n tan al m o n arca llam ando a los obispos a la asam blea
episcopal.
—B rag a I (561): “...ex praecep to p ra e fa ti güoriosissimi Ariam iri regis... convenissent...”
—B raga II (572): "...praeceptione p ra e fa ti regis... convenis­
se n t.’’
N ada tiene pues de p a rtic u la r que los reyes visigodos sigan
el m ism o cam ino que sus colegas fran co s y suevos, incluso
au n antes de su conversión al catolicism o; así los obispos del
Concilio de Agde nos re la ta n que se h a n reu n id o con el visto
bueno de su rey A larico: "E x p erm issu dom ni n o stri glorio<8)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
G. M A R T IN E Z
127
D IE Z
sissim i, m agnificentissim i piissim ique regis in A gatensi ciuita te san cta synodus convenisset...”; y que e s ta intervención
regia en la co n vocatoria del Concilio se haga m ás m an ifiesta
después de su conservación al catolicism o y en aquellos Conci­
lios com o los toledanos que reúnen a los obispos de to d o el
reino en la p ro p ia ciu d ad regia.
E n los Concilios p a rticu la re s tam bién se reg istra a veces la
convocatoria regia com o en
—'Zaragoza (592): “ ...ex p e rm issu gloriosi atq u e sanctissim i
p rin cip is R ecaredi R egis...”
—B raga (675): “W am bani regí cuius deuotio nos ad hoc
decretum salu tiferu m c o n u o c av it.”
— Zaragoza (691); “ ...Egicam principis in h an c C aesaraugu stan am u rb em c o a d u n a n p raecep it...”
au nque no aparece ta n co n stan tem en te com o e n los n acio n a­
les de Toledo; aú n d e n tro de e sta m ism a ciu d ad los dos Con­
cilios provinciales, el IX y el X I, no aluden p a ra n a d a a nin­
guna iniciativa del rey, que sin d u d a n o seguiría ta n de cerca
las reuniones de los sínodos p a rtic u la re s com o las asam bleas
episcopales de to d o el reino.
4
DISCURSO INAUGURAL DEL TRONO
H em os visto que la p rerro g ativ a regia de convocar los Con­
cilios no es p ecu liar de la realeza visigoda; uso antiguo im pe­
rial, p e rd u ra en m anos de los nuevos m o n arcas germ ánicos.
M ás c a ra c te rístic a de los Concilios de Toledo puede a p a re ­
cer la presen cia en los m ism os del Rey y de su A ula Regia;
pero tam poco aq u í innovan apenas n ad a los reyes visigodos
en relación a los Concilios E cum énicos de Nicea, C onstantinop la o Calcedonia.
Ya los em p erad o res C onstantino, Teodosio y M arciano ha­
bían tom ado la p a la b ra delante de los Concilios de Nicea, Constan tin o p la y Calcedonia respectivam ente y orien tad o las deli­
beraciones en u n d eterm inado sentido. P arecida se rá la con­
d u cta de los reyes visigodos; desde el I I I Concilio de Toledo,
(9)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
128
L O S C O N C IL IO S D E TO LED O
las asam bleas generales se a b rirá n con la presencia del rey que
tra s p r e s ta r veneración y acatam ien to a los P adres conciliares,
a b re la sesión c o j un breve discurso in augural. La presencia
del rey y su alocución la recogen expresam ente las actas del
III, IV, V, V III, X II, XV, XV I y X V II Concilio de Toledo.
E n esto no h acen o tra cosa los m o n arc as visigodos que se­
g u ir los p reced en tes de los em p erad o res ro m an o s, que tam ­
poco d e ja rá de im ita r algún rey franco, v. g., C hilderico en el
Concilio L atunense (673-675).
Al discurso inau g u ral seguía la en treg a al Concilio p o r el
m ism o rey del e scrito regio que contenía u n a especie de "agen­
da" o recom endaciones que el m o n arc a p re se n ta b a a los o b is­
pos p a ra su adopción p o r la asam blea. Este, escrito q u e en las
fuentes recibe el no m b re de "to m u s" aparece ya en el I I I Con­
cilio de Toledo y le volverem os a e n c o n trar, a p a rtir del V III
inclusive, en todos los Concilios in au g u rad o s p o r el rey visi­
godo.
La acción p erso n al del m o n arc a no p arece iba m ás allá de
e sta p articip ació n en la cerem onia in augural, pues tra s el dis­
curso de a p e rtu ra y la en treg a del " to m o ” a b a n d o n ab a la sala
conciliar. E sta d isc re ta re tira d a del m o n arc a la re g istra n ex­
p resam en te las actas conciliares a p a rtir del X II Concilio de
Toledo; en los an terio res n a d a se in d ica p ero p arece se r que
se seguiría ya el m ism o cerem onial, p u e sto q u e jam á s aparece
el rey ni interviniendo en las deliberaciones ni suscribiendo
las actas.
La ú n ica excepción es el Concilio I I I de T oledo en que
R ecaredo no se re tira tra s la alocución a los P adres y la en­
trega del " to m o ”, sino que co n tin ú a en la sala y h ace u so de la
p a la b ra reitera d am e n te , p e ro la s circu n stan cias especiales de
e sta asam blea que ib a a rec ib ir la a b ju ra ció n de la h e re jía
a rria n a ofrecida p o r el rey, la reina, los m agnates visigodos y
los obispos a rría n o s explica la p erm anencia en la sala del rey
y de los m agnates.
(1 0 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
129
G. M A R T IN E Z D IE Z
5
PARTICIPACION DEL AULA REGIA EN LAS DELIBERACIONES CONCILIARES
E sta p resencia de los m agnates en el I I I Concilio de T o­
ledo no p rese n ta ninguna p ro b lem ática especial, sus su b scrip ­
ciones en las actas se lim itan a a n a te m a tiz a r o a b ju r a r la he­
rejía a m a n a . Los cánones discip lin ares q u e siguen a estas f i r ­
m as vienen a su vez ú nicam ente su b scrito s p o r los obispos.
E n cam bio las actas de los Concilios toledanos V III, IX , X II,
X III, XV, XVI y X V II reflejan u n a situ ació n m ás com pleja;
en ellas aparecen ya p a rticip a n d o en las deliberaciones o su s­
cribiendo los acuerdos al lad o de los obispos, de los vicarios
de los p relados ausentes y de los abades, tam b ién los m agnates
del Aula Regia.
Y con todo no se tra ta de ninguna novedad revolucionaria;
ya la fó rm u la isid o rian a del IV Concilio de Toledo (633), c. 4,
no lim itab a la asistencia al concilio a sólo los obispos, sino
que convocaba tam b ién a las sesiones a cierto n ú m ero de p re s­
bítero s y diáconos, así com o a algunos "laioi q u i electione
concilii interesse m e ru e rin t”.
Pero al m ism o tiem po e n la m encionada fó rm u la u "o rd o
coelebrandi concilii ” los únicos m iem bros activos son los obis­
pos: "E cce sanctissim i sacerdotes... in a u d ie n tia m sacerdotalem protule,rit... N ullus au tem episcoporum a co etu com m uni secedat... ita u t quaccum que, d eliberationi com m uni finiuntu r episcoporum singulorum m an ib u s s u b s c rib a n tu r: tu n e
enim Deus m orum sacerd o tu m in teresse c red en d u s est..."
La fó rm u la del IV Concilio toledano no h a c ía m ás que rer
coger lo p re sc rito en el III (589) que h a b ía sido el p rim e ro
en legislar y o rd e n a r la asistencia de los laicos a las sesiones
del sínodo, au nque sin asignarles o tra función d e n tro de las
deliberaciones que la de " a p re n d e r" : "iudices vero lo co ru m
vel actores fiscalium p a trim o n io ru m ex decreto güoriosissim i
dom ini n o stri sim ul cum sacerd o tali concilio a u tu m n a li tem ­
p o re die calen d a ru m no u em b riu m in u n u m co nveniant u t discant qu am pie e t ju ste cum pop u lis agere debeant..." 7.
7 G onzález, C ollectio Canonum . coi. 353.
9
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
(« )
130
L O S C O N C IL IO S
D E TO LED O
De acu erd o con e sta prescrip ció n en co n tram o s ya el año 619
en u n Concilio no toledano p resid id o en Sevilla p o r el m ism o
San Isid o ro ^ las dos p rim e ra s a u to rid ad e s de la pro v in cia:
"C onsedentibus ig itu r nobis... cum illu strib u s viris Sisisclo,
recto re re ru m p u b licaru m atq u e (Suanilane, a cto re re ru m fiscalium , sta n te religiosissim o clerico ru m coetu ...” 8.
P o r o tra p a rte el esquem a isidoriano p arece resp o n d e r a la
m ism a p rim itiv a concepción eclesiológica que llam ab a a p a r ­
tic ip a r en la elección de los obispos a los tre s elem entos de la
com u n id ad : obispos, clero y pueblo; así co n sid erad a no refleja
ninguna clase de m ix tu ra político religiosa.
Pero en am bos in stitu to s se p ro d u cirá u n a evolución m uy
sim ilar; el elem ento p o p u lar irá siendo su stitu id o o re p re se n ­
tad o p o r sus m iem bros m ás destacados, esto es: los po ten tes
o los reyes.
N ada tiene pues de extraño en este o rd en de ideas que las
asam bleas toledanas a co jan en su seno a los m agnates de Pa­
lacio; ya las actas del Concilio V de Toledo (636) los p rese n ta ­
rá n acom pañando al m o n arc a d u ra n te el discurso in au g u ral:
"...qui in m édium n o stri coetus ingressus cum o p tim atib u s et
senioribus p a la tii sui..."
Pero su institucionalización p arece ser que tiene lugar en
la época recesv in tian a a p a rtir del Concilio V III de Toledo
(652) en cuyas sesiones to m an p a rte invocando u n a c o stu m b re
ya a n tig u a: "Vos etiam illu stres viros, quos ex officio p alatin o ,
huic sanctae synodo interesse m os prim aevus o b tin u it...” 9 y
estam p an p o r p rim e ra vez sus firm as a co n tinuación de los
obispos y de los p ro cu ra d o re s episcopales.
Lo m ism o o c u rrirá en ell IX (655) a p e sa r de su c a rá c te r
provincial y de que el Rey se m antiene alejad o del m ism o;
m ás ta rd e en los Concilios nacionales ervigianos: X II y X III,
así com o en los egicanos XV, XVI y X V II la asistencia y subs­
cripción de los m agnates será ya co n tin u a e in in terru m p id a .
Dos serán las novedades a p o rta d as p o r esta in stitu cio n a
lización; en p rim e r lugar del m ism o m odo que en el n o m b ra
m iento de los obispos el lugar del pueblo ha sido asum ido ex8 o. c. col. 639.
9 o. c. col. 425.
(12)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
,
G. M A R T IN E Z D IE Z
131
elusivam ente p o r el rey, aquí tam b ién el m o n arc a se h a a tr i­
buido con la m ism a exclusividad la designación d e los m agna­
tes laicos, que van a p a rtic ip a r en el Concilio y que rec a e rá en
los m iem bftjs del Aula Regia.
Así nos lo declaran reitera d am e n te las actas conciliares:
X II (681): "... e t vos illu stres Aulae Regiae viros quos interesse huic sancto concilio delegit n o stra su b lim itas...” ,0.
X III (683): " E t ideo u n iv ersitatem p a te rn ita tis vestrae a t­
que sublim ium viro ru m n o bilitatem , qui ex A u l a e Regalis
officio in hac san cta sínodo vobiscum consessuri praeelecti
sunt..." u.
XVI (693): "... Vos, h onorabiles Dei sacerdotes, cu n cto sq u e
illustres aulae regiae séniores, quos in hoc concilio n o stra e seren itatis praeceptio vel o p p o rtu n a in teresse feci't occasio..." u.
X V II (694): "... seu etiam vos illu stre aulae regiae decus ac
m agnificorum v iro ru m n u m ero so s conven tus, quos hu ic honorabili coetui n o stra interesse celsitudo p rae c e p it...” I3.
La segunda novedad que parece, a p u n ta r e n la in stitu cio n alización recesvindiana es la co p articip ació n activa de los m ag­
n ates laicos en las m ism as decisiones conciliares. E n la fó r­
m ula isid o rian a los p resb ítero s, diáconos y laicos asisten tes a
las sesiones conciliares, no intervienen en las deliberaciones, ni
suscriben las actas: "M ullus au tem episcoporum a co etu comm uni seced at... ita u t q uaecum que deliberationei cam m uni
fin iu n tu r episcoporum singulorum m anibus su scrib an tu r; tu n e
enim Deus su o ru m sacerdotum in te resse credendus est...” M;
el papel que juegan pues en el Concilio ta n to p resb íte ro s y d iá­
conos com o laicos no p arece ir m ás allá del d e m eros "o b se r­
v a d o re s”.
E n cam bio, a p a rtir del V III Concilio (652), m ie n tra s los
p resb ítero s y diáconos son su stitu id o s p o r los abades, los
laicos ganan en pro tag o n ism o p asan d o a p a rtic ip a r activam ente
10
11
n
13
14
o.c. cal. 490.
o.c. ca l. 512.
o.c. col, 561.
o.c. col. 585-586.
o.c. col. 367.
(1 3 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
132
L O S C O N C IL IO S D E TO LED O
al lado de los obispos en la m ism a configuración de los decre­
tos sinodales; y com o a tales elem entos activos se d irig irá n a
ellos ta m b ié n los m onarcas en sus to m o s:
V III (652) *Vos e tia m illu stres viros... e t in eo quod decreto ru m v e stro ru m edicta favoris exhibitione corroboro..." 15.
X II (681): "O m ines tam en in com m une convenio e t vos
p a tre s sanctissim os et vos illu stres aulae regiae viros... quaeque se v estris sensibus au dienda ingesserint sana v erborum
exam inatione discutite, saniori quoque iudicio com p ro b ate...” 16.
Y expresiones sem ejantes se rep iten en Concilios p o sterio res
com o el X III, XV, XVI y X V I I !7.
Los tom os regios al dirigirse a los m agnates p articip a n te s
en el Concilio no distinguen en tre asu n to s p u ra m e n te religio­
sos y o tro s de m atiz político que p o r in d icación regia a b o r­
dan tam b ién las asam bleas toledanas; en todos ellos parece
ser que p a rticip a b an sin discrim inacióii los oficiales del Aula
Regia.
U nicam ente al final de la serie conciliar, en el ú ltim o de
los sínodos cuyas actas conservam os, e n el X V II (694), se re a c ­
ciona c o n tra e sta intervención de los seculares en los asu n to s
estric tam e n te eclesiásticos fija n d o u n a nueva m an e ra de p ro ­
ceder en el orden conciliar: Los tre s p rim ero s días no se tr a ­
ta r á d e o tro s tem as, fu era de la fe y asu n to s e sp iritu ales, y
e sto sin la presencia de ningún laico 1S.
La invasión m u su lm an a al a c a b a r con los Concilios to led a­
nos im pidió tam b ién la aplicación de e sta n o rm a que sepa­
rab a n etam en te los aspectos religiosos reservados exclusiva­
m en te a los obispos de los políticos-religiosos que co rresp o n ­
derían a la asam b lea m ixta de obispos y m agnates.
Pero incluso cuando los m iem bros del Aula Regia to m an
p a rte activa en las asam bleas conciliares éstas no pierd en su
c a rá c te r p red o m in an tem en te religioso y eclesiástico; y los o b is­
pos aparecerán siem pre com o el elem ento n u clear de las m is­
15
16
17
i»
o.
o.
o.
o.
c. col. 425.
c. col. 490.
c. col. 512, 540, 561, 586.
c. col. 590-591.
(1 4 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
,
133
G. M A R T IN E Z D IE Z
m as, q u e im p rim e su c a rá c te r a to d a la asam b lea y a quienes en
m últiples ocasiones se d irig irá en exclusiva el rey con olvido
o p rete ric ió n de los o tro s m iem b ro s laicos 19.
E ste m ism o c a rá c te r secundario de los m iem bros laicos de
la asam blea co n ciliar se refleja en el hecho d e que, a p e s a r
de tra ta rs e de los p rim e ro s m agnates del reino, firm a n las ac­
tas sinodales en ú ltim o lugar, a continuación de los sim ples
abades. Su presencia pues, no a lte ra e n n a d a a n u e stro juicio
el c a rá c te r eclesiástico de la asam blea.
6
DETERMINACION DE LA “ AGENDA" CONCILIAR
Pero no e ra n ni la p resencia inicial del Rey, n i la asistencia
de los m agnates los elem entos laicales que m ás in flu ía n en la
m arc h a del Concilio; lo v e rd ad eram en te tra sc e n d e n ta l y deci­
sivo era el co n ten id o del escrito regio, del " to m u s ” que se
a b ría y se leía a los P adres u n a vez que, el Rey h a b ía a b a n d o ­
nado la sala de reuniones.
E n e ste escrito no sólo se p re se n ta b a el elenco de los tem as
que la asm blea d eb ía a b o rd a r, sino que se llegaba h a s ta p ro ­
p o n er las decisiones con cretas que é sta debía ad o p tar.
La p rác tic a del "to m u s" regio in au g u ra d a en el Concilio I II
de Toledo (589) p e rd u ra rá c o n sta n te h a s ta el final de la época
visigótica y no fa lta rá jam ás en ninguna d e las asam bleas
inauguradas p o r el Rey p e rso n alm en te a p a rtir del Concilio V III
(652) a sab er: X II, X III, XV, XVI y X V II.
E ste p o d e r d irecto del m o n arca so b re las deliberaciones
del Concilio tam poco es u n a novedad, u n a p e c u liarid ad exclu­
siva de las asam bleas toledanas; en e ste p u n to los reyes visi­
godos siguen tam b ién los pasos de los em p erad o res b izantinos
que no se lim ita b an a convocar los Concilios ecum énicos o no
ecum énicos, sino q u e les in d icab an tam b ién el te m a o tem as
en orden a los ouales tenía lu g ar la convocatoria.
19 Cfr. expresiones com o: «Reverentissi p a tres in hac sancta sy nodo
residentibus» (o. c., col. 421-422); «reverentia vestra» (o. c., col. 423);
«sanctissím i patres» (col. 487), etc., etc.
(15)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
134
L O S C O N C IL IO S
D E TOLEDO
La g ra n fig u ra eclesiástica q u e in sp ira al C oncilio toledano
que in au g u ra la serie de "to m u s" s e rá S a n L eandro; conocedor
sin duda, d u ra n te su estan cia en C onstantinopla, de las tra d i­
ciones y usos conciliares del O riente y de la funoión d ire c to ra
del e m p e ra d o r p o r nad ie discu tid á, n a d a te n d ría de inverosím il
que insp irad o en ellas re d a c ta ra incluso p e rso n alm en te el " to ­
m us ” del re y R ecaredo.
El “tom us" del p rim e r m o n arca católico visigodo se lim ita
exclusivam ente a m aterias dogm áticas; sus sucesores inclui­
rá n en el m ism o tam b ién los tem as disciplinares. E s ta am p lia­
ción de contenido y la institucion alización de la p rá c tic a del
“to m u s" c o n stitu irá n las aportaciones p ro p ias de las asam bleas
toledanas, em p u ján d o las a la m áxim a su b o rd in ació n respecto
del p o d er regio.
7
LA LEY CONFIRMATORIA DEL CONCILIO
Muy d istin ta es la calificación q u e nos m erecen los decretos
con que los reyes co n firm an y vienen a d a r fuerza de ley a
las decisiones conciliares, pues lejos de c o n stru ir u n a in tru sió n
del p o d e r civil en la esfera eclesiástica vienen a p o n e r m ás de
relieve el c a rá c te r típ icam en te religioso de los sínodos visi­
godos.
Antes de e sta confirm ación regia los cánones o bligarán
com o no rm as eclesiásticas pe.ro la fu erza de la ley d e n tro de
la sociedad p o lítica sólo les viene del Rey.
Siete al m enos de e sta s “leges in co n firm atio n e concilii" se
nos h a n conservado e n su te n o r literal, las relativ as a los Con­
cilios III, V, X II, X III, XV, XVI y X V IÍ; y tam b ién e s ta “p r a ­
xis ” se rem o n ta a los días m ism os del p rim e r m o n arc a visigodo
católico.
Desde luego no creem os q u e fu era n los siete C oncilios m en­
cionados los únicos que gozaron de la confirm ación regia; no
siem pre las actas tal com o se h an conservado e n la colección
canónica H ispana recogían el decreto regio confirm ativo. Así
p o r ejem plo la relativa al V Concilio toledano no fig u ra en la
H ispana, sólo casualm ente nos la h a tra sm itid o e n tre o tra s
(16)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
G. MARTINEZ DIEZ
135
piezas canónicas diversas el códice E m ilianense; lo m ism o que
esta co nfirm ación pu ed e la H isp an a h a b e r o m itido las de o tro s
Concilios generales.
E n e sta ley c o n firm a to ria de C hintila (638) observam os u n
detalle que no querem os p a s a r p o r alto; de los 9 cánones del
Concilio el decreto regio sólo recoge uno, el ú n ico p recisam en te
que se ocupa de la disciplina eclesiástica. Los o tro s 8 d e m a r­
cado m atiz secular en favor de los in tereses políticos del m o­
n a rc a p arecen ser ignorados en la confirm ación, com o si el Rey
q u isiera a b ten erse an te unas m edidas de las que re s u lta el
p rincipal beneficiario.
Pero e s ta a p a re n te m odestia regia qu ed a lim ita d a a Chintila, p u es en las confirm aciones de Ervigio y E gica desaparece
cu alq u ier discrim inación resp ecto al contenido de los cánones
que son c o rro b o rad o s en su to talid ad , bien sea en blo q u e co­
lectivam ente, bien enum erándolos uno p o r uno, lo m ism o los
religiosos que los políticos.
E n 'la confirm ación del Concilio po d ía e s ta r ta n to m ás in ­
teresado el Rey cuanto los cánones conciliares se a d a p ta b a n
siem pre a las indicaciones contenidas en el “ to m u s”; en todos
los C oncilios toledanos no tropezam os con u n solo caso de
discrepancia en tre el Rey y la asam b lea episcopal.
Y aú n en aquellos Concilios que carecen d e la co nfirm ación
regia no faltan expresiones de que los acuerdos h a n sido to­
m ados con el consen tim ien to del m o n arca, v. g.; IV (633):
"D efinitis itaq u e his quae superius eo m p reh en sa su n t an nuente
religiosissim o p rin c ip e ..." 20.
E n e sta su b o rd in ació n de los m ism os acuerdos conciliares
a la vo lu n tad del m o n arc a reside el p u n to m ás oscu ro de los
Concilios toledanos h a s ta el p u n to de que m ás de u n a vez des­
p iertan la im presión de tra ta rs e de asam bleas que se lim itan
a re fre n d a r con su a u to rid a d m oral las decisiones ya p re e s ta ­
blecidas en el " to m u s ” regio; p ero a u n a e ste resp ecto no cre ­
em os que su dependencia del m onarca sea ni m ayor, ni m en o r
que la que d em u estran lo s Concilios orientales en relación con
los em peradores bizantinos.
»
o. c. col. 391.
(17)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
136
LOS CONCILIOS I ® TOLEDO
6
LA CONSTITUCION POLITICA DEL REINO Y LOS CONCILIOS DE TOLEDO
1
H em os c o n tem p lad o las ingerencias del p o d e r civil en los
Concilios toledanos, m ás estas ingerencias, a u n reconocidas
com o tales, en n a d a a lte ra n el c a rá c te r eclesiástico de las asam ­
bleas episcopales visigóticas.
Pero no e ra sólo el p o d e r civil el invasor del terren o reli­
gioso; tam b ién los obispos p are c e n ocuparse en sus reuniones
de cuestiones seculares, especialm ente políticas a jen as a su
com petencia, a u n q u e éstas n i p o r su núm ero, ni p o r su enfo­
que fu e ra n ta n ta s ni tales com o p a ra d e sv irtu a r el c a rá c te r
religioso de la asam blea.
C iertam ente que e sta s cuestiones no caían d e n tro de la
com petencia del Concilio pero, desde ¿I m om ento que e ra el
Rey el que señalaba los asu n to s que debían ser ab o rd a d o s p o r
los obispos reunidos, y aquél incluía alguno de tipo político,
podem os decir que el m an d a to regio e ra al m ism o tiem po
u n a delegación de poderes del Rey al Concilio resp ecto del
tem a p ropuesto.
Ya el Concilio IV de Toledo cuyas conclusiones h a n sido
red a c ta d a s "an n u en te religiosissim o p rin cip e" (633) dedica,
au nque sólo sea uno de sus 75 cánones “p ro ro b o re n o stru m
regum e t s ta b ilita te gentis G o th o ru m ”, p e ro en e ste can o n
pred o m in an las consideraciones m o rales inculcando a sú b d i­
tos y p ríncipes el cum plim iento de sus deberes y la fiel o b se r­
vancia del o rd e n establecido. U nicam ente la con d en a nom inal
del rey depuesto S u in tila y de su h e rm a n o Geila, a u n q u e se
aduzcan razones m orales, constituye u n acto típ icam en te p o ­
lítico al que no le fa lta rá la ap ro b ació n del m o n arca, si es que
no respondía, com o todo d e ja suponerlo, a u n a in sinuación
del m ism o.
Una vez q u e S isenando buscó y en c o n tró el apoyo político
del IV Concilio de Toledo, no puede, e x tra ñ a r que su sucesor
C hintila siguiera el m ism o cam ino y p re se n ta ra al V Concilio
(636) u n a serie de m edidas políticas solicitando la sanción
conciliar p a ra las m ism as: "C hintila... h an c in stitu tio n e m quam
(18)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
G. MARTINEZ DIEZ
137
ex p raecep to eius et d ecreto n o stro sancim us, divina in sp ira tione p ra a m is it" 21. No es la asam b lea la q u e to m a la iniciativa
en el cam po político; su papel, no dem asiado airo so , no va
m ás allá de a c la m a r las m edidas p ro p u esta s p o r el Rey m uy
de acu erd o n a tu ra lm e n te con' sus intereses políticos del m o­
m ento.
Y este m ism o proceso se rá el seguido c o n ligeras v arian tes
p o r R ecesvinto en el Concilio V III (652) a l d e te rm in a r el m odo
cóm o ha de elegirse en el fu tu ro el Rey visigodo, la cual d e te r­
m inación se p rese n ta reitera d am e n te com o disposición con­
ju n ta del Rey y del Concilio: "lege gloriosi p rin cip is e t decreto
sanctae synodi...” 22, "...cui etiam legi vel d ecreto ep isco p ali...”2i,
“ ...ut quicum que d e tra c to r et non p o tiu s v e n e ra to r decreti
ejusdem atq u e leg is..."24.
Y en el m om ento en que el tro n o visigodo es p re sa d e la
lucha de fracciones e n tre las fam ilias de C hindasvinto y W amba, los m onarcas o casionalm ente triu n fa n te s b u sc a rá n ta m ­
bién en los C oncilios toledanos la cau ció n m o ral ta n to a su
en cu m b ram ien to com o a las m edidas p o líticas q u e juzgan
op o rtu n as. Así lo h a rá E rvigio especialm ente en el X II to le d a ­
no y Egica en el X V : siem pre son los reyes los q u e p ro p o n en
a las asam bleas toledanas los cánones de contenido político,
sin que ni u n a sola vez aparezca la iniciativa b ro ta n d o en el
seno del Concilio
Si las actas conciliares no nos au to rizan a señ alar ninguna
com petencia com o p ro p ia del C oncilio e n m a te ria de D erecho
Público o G obierno del reino, tam poco pues b a jo e ste respecto
re su lta rá ac erta d o el calificar a las reuniones episcopales de
la ciudad regia de asam bleas m ixtas político-religiosas.
21
22
23
24
o,c.
o. c.
o.c.
o,c,
col. 395-396.
col. 438.
col. 438.
col. 438.
<»).
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
138
LOS CONCILIOS DE TOLEDO
CONCLUSIONES
A lejados hoy de las pasiones po líticas con q u e los h isto ria ­
dores del siglo X IX p ro y ectab an sóbre las asam bleas toledanas
las posiciones polém icas de la época creem os p o d e r a firm a r:
1) Que e sta s asam bleas c o n stitu ía n u n a in stitu ció n d e n a ­
turaleza típ icam en te eclesiástica; esto es, v erdaderos y p ro p io s
Concilios.
2) Que la in terv en ció n secular en ellos ta n to del Rey com o
de los m agnates e n c u en tra su fu n d am en to en las trad icio n es
eclesiásticas, especialm ente orientales, y evoluciona y se afian ­
za en las asam bleas toledanas p o r la p ro x im id a d del Rey y la
existencia de u n a m o n arq u ía centralizada.
3) Que si algo disonante con n u e stra s actuales concepcio­
nes eclesiales existe en los Concilios toledanos es p recisam en te
esta su b ordinación de los Concilios al p o d e r regio e n su con­
vocatoria, com posición, o rd e n del día, p ro p u e sta d e acuerdos
y ap robación subsiguiente, p e ro que tiene sus antecedentes y
paralelos e n la iglesia bizantina,
4) Que las decisiones políticas de los Concilios son siem pre
p ro p u esta s y solicitadas p o r los m o n arcas que b u sc an en la
asam blea episcopal la caución m o ral y la ap ro b ació n a sus
planes e intereses políticos sin p e rm itirles u n a v e rd a d e ra de­
liberación ni reconocerles iniciativa ni com petencia p ro p ia.
5) Que e sta caución m oral ta n b u scad a p o r los ú ltim o s
m onarcas visigodos hace a p a re c e r a los Concilios com o á rb i­
tro s de d eterm in ad o s m om entos políticos; p e ro d ejan d o a u n
lado lo m ucho de apariencia que e n cierra ese p rete n d id o a rb i­
tra je , a lo m ás sería la consecuencia lógica d e la frág il situ a ­
ción de d eterm inados m o n arcas y del prestigio y peso social
de los obispos dentro de la sociedad visigoda sin que resp o n d a
a u n a verd ad era y p ro p ia n o rm a co n stitu cio n al de la M onar­
quía toledana.
(20)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
LOS ATRIBUTOS DE LA REALEZA EN LOS
TREMISES GODOS Y LAS CATEGORIAS
DIPLOMATICAS COETANEAS
Por el Prof. FELIPE MATEU Y LLOPIS
De la Universidad de Barcelona.
La necesidad de considerar, sim ultáneam ente, diversas dis­
ciplinas in stru m en tales d e la H isto ria cuando se tra ta de p r e ­
se n ta r el cu ad ro general de u n a c u ltu ra o de u n E stado, sa lta
a la v ista y re s u lta inaplazable. Así, pues, c u a n d o se recu erd a
al E stado godo hay que, c o n ju g a r los m ateriales que a p o rta n
la E pigrafía, la D iplom ática, la Paleografía, la N um ism ática,
la A rqueología, la Liturgia, las C rónicas, los C uerpos legales y
p o r ta n to la H isto ria del D erecho, todo, en fin, cu an to pu ed a
p o n e r de relieve la significación de aq uella d in astía que tan to
hubo de esforzarse, prim ero , en d o m eñ ar u n país de a m p lísi­
m as v ariantes geográficas y an tiq u ísim as c u ltu ra s y luego en
m an ten erse ella m ism a logrando, en m edio de todo, el gran
resu ltad o de la posible u n id ad p o lítica p e n in su la r y de las tie ­
rra s adyacentes, u ltra p iren a ic as y tra n sfre ta n a s, en u n a socie­
d ad de difícil m oralización, lograda p o r la acción conciliar
reiterad am en te.
I.—LAS FU ENTES
Las fuentes de conocim iento so n las inscripciones e n pie­
d ra, los grafitos, las p iza rra s, q u e descifra la P aleografía; las
m onedas; el Derecho; los textos litera rio s de todo o rd en , in­
cluso los en fn ateriales duros cual las c ita d as p iza rra s, q u e en­
cierran in d u d ab le valor p a ra el d ip lo m atista p o r sus fórm ulas.
De todo el caudal conservado surgen unas concordancias iniu
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
%
140
ATRIBUTOS DE LA REALEZA
dudables, com o, p o r ejem plo, en los trem ises, de oro, unos
a trib u to s o sím bolos d e la realeza concom itantes co n aq u e ­
llos textos y obedeciéndoles *.
Son los a trib u to s del rex Hispajaiae, en u n m ate ria l arq u eo ­
lógico que h a sido objeto, m odernam ente, de in m u n d as m a­
nipulaciones p o r falsarios, delincuentes de la A rqueología, m e­
recedores de que se les ap licaran las penas q u e p a ra tales fal­
sificaciones estab lecía la p ro p ia legislación goda si la concien­
cia c ristia n a no lo g rara la su p resió n de las q u e p a ra los s ie r ­
vos co n stan en la Ley de C hindasvinto, Tales individuos h a n
echado sobre el n u m ario godo un ludibrio, u n a desconfianza,
un desprestigio, que h a m otivado que los h isto ria d o res d e la
legislación visigoda no lo hayan tenido p rese n te o no se hay an
ilu strad o , debidam ente, las h isto ria s de aquella m o n arq u ía con
tan precioso com o tosco m a te ria l2.
II.— LA CRONOLOGIA
Mas antes de e n tra r en el tem a estricto es o p o rtu n a una
breve cronología:
395: Divisio Im p erii.— 411: H erm enerico, rey suevo. Acu­
ñaciones suevas a nom bre de H onorio.— 412-415: A taúlfo rey.
415: Sigerico rey.—416-419: W alia rey. A sentam iento de los
godos en A quitania y Galia m eridional. F oedus de W alia con
R om a (Zeum er).— 419-451: T eodorico o T eodoredo I, se apo­
d era de Arlés que p erten ecía a V alentiniano I I I ; Arlés, la R om a
gala, cap ital de las siete provincias de la Galia. C o n tra Aecio.—
423: M uere el e m p e ra d o r H onorio.— 429-433: R echila en la
B ética y en la C artaginense.—445: La a rm a d a ván d ala e n Ga­
licia, fren te a T oronio.— 447-755: Los m erovingios.—451: Ba1 L os textos pizarroso s pu b licad os p o r D. M anuel G óm ez-M oreno
lo s u tilicé, en p a rte, en Solidos in aderato p refio ... N otas sob re d ocu ­
m entación goda y condal (Siglos V I-X ), (P orto, S. P. d e N.) 1968, pág. 7.
2 Lo publicado antes de 1959 está recogid o, en su m a yo r parte, en
mi B ibliografía de la H istoria m onetaria de España. Con suplem entos
referentes a los países con ella más relacionados (M adrid, C asa de la
M oneda, 1958). V éase ¡también: La «imago regís» en los trem ises godos.
Nota sobre su evolución. (P orto, S. P. de N., 1960), pág. 10.
(2)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
IN ST IT U T O P R O V I N C I A L &
ni
’H
O
O
S-
"s
*T'.' .
V ►
’ . ,>
L?
«r»
v
é
®
o
g
141
F. MATEU Y LLOPIS
S O N V G 2 1 C I so iq ru sa ^
ta lla de los C am pos M auriacenses o C atalaunicos, ú ltim o d ía
del reinado de T eodoredo o Teodorico, p a d re de E u rico (Zeum er).— 452: T urism undo rey.—453-466: T eodorico II.— 466484: E uricus rex.— 475: Publicación del Codex euricianus (Zeum er).—476: Caída de Rom a. B yzancium , cen tro de O riente.—
476-493: Los hérulos.— 484: M uere E urico. Alaricus rex.— 485507: Alarico II.— 493-555: Los ostrogodos. C asidoro, Variae.—
506: Lex rom ana o B reviarium Alarici regis, de A larico II.—
507-511: Gesaleico.— 511-531: A m alarico.— 516: M uere Gundobaudus rex b u rg o n d io m tm .— 518-527: Ju stin o I, e m p e ra d o r.—
527: Concilio toledano II, b a jo A m alarico.— 527-565: Ju stin ia ­
no I.— 531-548: Teudis rex.— 546: L ex de Teudis.— 548: Teudisclus rex.— 549-554: Agita rex.— 554: Los im periales en el
E ste peninsular.— 554-567: A thanagildus rex.—565-578: Ju sti­
no II.— 567-572: L iuva rex, Liuva I.—568: P rincipatus de Leovigildo, asociado al tro n o en el año II del rein a d o de Liuva:
gobierna la P rovintia H ispania C iteripr, 571.— 568-774: Los
longobardos.— 569: La “Divisio T h eo d o m iri” rep re sen tó el p a­
rro q u ia l del reino suevo. Concilio de Lugo (P. David).— 570:
M irón, en Suevia.—571: Liuva en la N arbonensis.— 572-586:
Leovigildus rex.— 578-582: T iberio II.— 579 585: E rm enegildus
rex.— 582-602: M auricio, em perador.— 585: M uerte de H erm e­
negildo.—585: Con A ndeca term in a el reino suevo, d estru id o
por Leovigildo.—586-601: Recaredus rex.— 601-602: Liuva rex.
Liuva II.— 602-610: Focas.— 603-610: V itericus rex.— 610-612:
G undem arus rex.— 610: G undem aro especifica que la C arpetania es de la Provintia C arthaginensis.— 611-754: C ronicón del
Pacense.—612-621: S iseb u tu s rex, 614: C oncilio en E gara.—
621-631: S u in th ila rex.— 631: Iudila, u su rp a d o r.— 631: Dagob e rto c o n tra Suintila.— 631-636: S isenandus rex.— 633: IV C on­
cilio de Toledo. S erpentinas, episcopus illicitanus.—636: M ue­
re S. Isidoro hispalense.—636-640: C hintila rex.— 636-652: Rotharius vir excelteniissim us, rex gentis langobadorum .—640-642:
Tulga rex.— 649-672: R eccesvinthus rex. Lex visig o th o ru m o
Liber iudiciorum .— 672-680: W am ba rex. S u n iejred u s rex, re ­
belde.—6 8 0 -6 8 7 : E rvigius rex.—6 8 7 -7 0 1 : Egica rex.— 688:
XV Concilio de Toledo.— 693: XVI Concilio de Toledo.— 701711: W ittiza rex.—710: Achila rex, u su rp a d o r.— 711: R adericus rex.—716: D estrucción de E gara.
(3 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
142
A T R IB U T O S D E L A R E A L E Z A
I I I — LOS CONCEPTOS JURIDICO - DIPLOMATICOS
E l previo análisis da u n a term inología ju ríd ico -d ip lo m ática
es necesario p a ra la c o m p ren sió n de la b ase legal de las acuña­
ciones hispanogodas, term inología que se o rd en a aquí alfab é­
ticam ente 3:
Acta\ Sinónim o de gesta. Texto acordado; resolución; en 433.
A uctoritas: E n R om a la su p rem a capacidad reco n o cid a p o r los
súbditos e n el e je rcie n te del p o d e r; fa c u lta d de g o b ern ar,
antes reserv ad a al Senado. E n la H ispania goda docum ento
que co ntenía la disposición real o é sta m ism a. Del docu­
m ento diplom ático o legal se o b ten ían las necesarias co­
p ias: "ex em p lar a u c to rita tis C om m onitorium T him otheo vi­
ro spectabili c o m iti”. La A uctoritas Alarici.
Cautio: C aución; p ren d a .
.
Carta: G enéricam ente docum ento; específicam ente, con el de­
term in an te; cartilla donationis, fir m ita tis , etc.
C onstitutio: G enéricam ente el código; Liber c o n s titu tio n u m ;
el código articulado, así: G undobaldi regis liber co n stitu
tio n u m 4.
C onsulatus: T érm ino que pasó de, la m a g istra tu ra así llam ad a
a los cóm putos.
D ecretum : Los decreta em anados de los em p erad o res o constitu tio n e s im periales, dividíanse en: edicia, legislativos, de
c a rá c te r general y fo rm a im p e rativ a ; m andata, dirigidos a
los fu n c io n a rio s; decreta, decisiones del e m p e ra d o r com o
juez soberano; rescripta, resp u estas im periales a co nsultas
de los m agistrados o p a rtic u la re s. E stas categorías p a saro n
5 Se han tenido en cuenta: S t e i n a c k e r , H arold. — D er Ursprung der
«traditio cartae» und das W estgotische Urkundenwesen, «F estschrift des
A kadem ischen V ereinas D eutsoher H istorisch er in Wien» (1914), pág. 20.
T j a e d e r , Jan. O lof. — E in verhandlungsprotokoll aus dem J. 433 n. Chr.
«Scriptorium » (1958), 1; 1-43.
Z e u m e r .— H istoria de la legislación visigoda (trad. C lavería, B arcelo­
na, 1944).
4
Z e u m e r , 29.
(4 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
F . M A T EU Y L L O P IS
143
a las C ancillerías d e los pueblos germ ánicos, a la Pontificia
y a las de diversos países m edievales.
E dictu m , edicta: Texto, código, o disposición dada p o r el rey;
ed ictu m regis: “sicut in edicto sc rip tu m e s t ; secundum edicti se rie m ”.
In d ex et prescriptio legis: Su contenido.
Iu dicium , in d ic ia : Lo juzgado, sentenciado o resuelto.
Iussio, iussum : El m andato real; iussu regis, p o r o rden de éste.
K, l. C aput legis: Su rú b ric a o cabecera.
Lex; leges: Las leyes p rom ulgadas con las sig n atu ras de los
co n firm an tes: "signum G ussim i viri illu stris, proceris; Tousa vir illu s te r an ath em atizan s su b scrip sit; A frila v ir illu ster
a n ath em s u b s c rip s it; sim iliter om nes séniores g o thorum
s u b s c rip se ru n t” (Zeum er). La lex con su p reám b u lo , relatio
y sententia. El c o n ju n to de las de Alarico, L ex rom ana o
B reviarum Alarici regis.
Liber: El origina] en el Código de A larico y el m ism o código
prom ulgado.
Liber iudiciorum , de R ecesvinto.
O ffic iu m : De am plias a c ep c io n es; el o fficiu m regium , la m i­
sión, com etido, función, oficina, ejercicio de la a u to rid a d
del rey.
O ptim ates: Los jefes del ejército .
Plúcitum , plácita: El significado clásico de decreto, ord en , sen­
tencia, juicio, acuerdo, se expresa en las siglas Q.D.E.R.F.P.
Q uid de ea re fieri placet; el convenio o decisión u lte rio r o
consecuente a u n a petición, com o el de los ju d ío s de Toledo
y R ecesvinto: “In Dei nom ine, Flavius G loriosus R. rex. Pac­
to plácito sub duodécim o K alendas M artias anno feliciter
sexto regni glorie vestre, in Dei nom ine Tolcto, explicit".
La facultas placitandi, goda.
Prim ates: Los p rim ero s p erso n ajes de las ciudades.
R escripttim : La sentencia im perial respondiendo a consultas.
S a n d io : La confirm ación o ratificació n de la lex; tam b ién la
pena o castigo p o r ella im puestos.
Scribae: Los escribanos o n o tarios.
Scriptura: Como docum ento o texto, de c a rá c te r dispositivo o
p ro b ato rio .
S en ten tia : La p ro n u n cia d a p o r el Senado iba preced id a de las
(5 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
144
A T R IB U T O S D E LA R E A L E Z A
siglas D.E.R.I.C. De ea re ita censuerunt. La voz quedó en
todas las legislaciones derivadas.
Tabellio, tabelliones: Los n otarios.
T esta m en tu m : La voluntas. El holographum testa m e n tu m "est
m an u au cto ris totum co n scrip tu m e t s u b sc rip tu m ”, según
San Isidoro, 7 s.
T o m u s : El cu ad ern o de leyes p rese n tad a s al Concilio.
C antos B enítez e n su E scru tin io , tra e glosa de los térm in o s
prim ates, priores, m ayores, optímc-tes, senniores, proceres, rec­
tores y o t r o s 6.
IV.—LOS TITULOS REGIOS
1.—
DOMINUS NOSTER
El d o m inatus fue creación típ ica del B ajo Im perio. A raíz
del asesinato del "tira n o " D om iciano se ten d ió a la m o n arq u ía
electiva, fu n d ad a en la adopción. C on stan tin o M agno luchó p o r
la u n id ad im perial y religiosa; pasóse del d eb er cívico a la de­
voción perso n al d e los súbditos al em p erad o r; en éste, om ni­
p otente, realizóse el dom inatus, u n ió n político-religiosa. El I m ­
p erio de O riente fue nacional y religioso; desaparecido el de
O ccidente las m o n arq u ías germ ánicas que lo h e re d a ro n ten ­
dieron a im itarle en lo nacional.
El d o m in a tu s rigió de 305 a 640; H eraclio estableció u n a
nueva constitutio. D om inus noster, com o D om inus rex, se ve
en la Lex rom ana burgundionum ; iguales títu lo s u sa ro n los vi­
sigodos.
2.— FIJW IU S
No fue solo R ecaredo quien lo u sara. E n las leyes del Foru m iudicum : "Flavius G loriosus C hindasvindus rex". "Flavius
G loriosos Reccesvindus rex", com o su p red eceso r y co rrein an te.
E n el p reám b u lo de las disposiciones de W am ba: "Deus
iu slu s iudex... Ip se ig itu r Deus iu stitia e s t”. “ Deo, ig itur, fra u dem facit qui iu stitiae aliquid s u b tr a h it...” en De coertione
P ontificum , p ro m u lg a d a b a jo "Flavius G loriosus W am ba r e x " 7.
5
Z e u m e r , 79.
6
E sc ru tin io d e m a r a v e d ise s ... ( M a d r i d , 1 7 6 3 ), p á g . 2 7 y s i g .
(6 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
F . M A T EU Y L L O P IS
3.— IU STUS,
145
PIU S
De iustus, plus, ínclitus, invictus, felix, hay a b u n d a n te s do­
cum entos y epígrafes m onetarios, co n stan tes los dos prim ero s.
De ello ya se t r a t ó 8.
4 .— LOS IMPERATQRES
E n el Código Teodosiano se halla la in titu la ció n : Im p p
(era to re s) T heodosius et V alentinianus AA (ugusti) ad Senatum .
El acusativo con ad e ra la fó rm u la p ro p ia de la inscriptio o
dirección: "Im p p . V alentinianus et Vatens A ugusti, ad A u so n iu m : o praefecto p ra e to rio :( P P O ) a d V erin u m vicarium
Africae, seguida de la salutatio, así: Im peratores H onorius
et Theodosius Augusti, consulibus, praetoribus, trib u n is plebis, senatui suo, salutem d ic u n t”9.
V.—LOS CONCEPTOS POLITICOS Y SUS SIMBOLOS
Siendo la m oneda clara expresión de la so b eran ía y re p re ­
sentándose en ella los sím bolos de la realeza, procede una
exposición previa de los conceptos políticos im p eran tes.
1.—
e l "rex”
El rey rige el reino. "Q uid sit rex et u n d e d ic a tu r: Reges
enim a regendo vocati sunt, nam reg n u m a regibus dictum
e s t”.
Dos han dé ser las v irtu d es del rey: ju stitia et veritas. P or
el ejercicio de la p rim e ra se llam a al rey iustus; así en los trem ises.
El rey ha de p erseg u ir la verdad y conociendo ésta, c o rre ­
-> F. I. Lib. V , tit. I, V I.
8 V éase en la Bibliografía citad a en 2.
9 Joh. S t r o u x , «¡mperator», «Die Antike», X III, (1937), pág. 197.
E l Im perator h a b ía sid o en Rom a p rim eram ente el je fe m ilitar; el
concepto p o lítico asign ado al je fe d el E sta d o en O ccid en te perten ece a
lo carolingio; en Oriente, se m antuvo con la significación d e la R om a
im perial.
10
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
(7 )
146
A T R IB U T O S D E L A R E A L E Z A
gir: "N on au tem pié regit qui non m ise ric o rd ite r c o rrig it".
"R egere p ié ” : g o b e rn a r con piedad, p o r d ejercicio de la m ise­
ricordia. Al rey se le titu la pius en los trem ises. Forum iudi-
cum, Primus titulus De electione principum.
Rex, títu lo u sado p o r los dem ás m onarcas de estirp e ger­
m ánica: "V ir glorio si ssim us G undobaudus rex B urgundion um ", en la Lex romana burgundionum. (473-516). R o tario :
"E go in Dei nom ine R h o tariu s v ir excellentissim us e t septim odecim us rex gentis la n g o b a rd o ru m ” (636-652).
La acuñación de m oneda es reg alía; la p ro p ie d a d d e aq u é ­
lla rep re sen ta d a p o r la efigie del rey y expresa en la fó rm u la
genitiva Liuvigildi regis. La so b eran ía en la ab lativ a: Toleto
rege, en las m onedas de este m onarca.
La efigie del rey es la q u e da g a ra n tía a la m oneda, con el
peso y la ley del m etal, S an Isid o ro en Etymologiarum (lib. XVI,
cap. V III): " In nom ism ate tria q u a e ru n tu r: m etallum , fig u ra
e t pondus. Si ex iis aliquid defuerit, nom ism a non e r i t ”.
2 .—
el
"regnum "
El te rrito rio que dom ina el rex y que le e stá som etido es
el regnum: "N ullus p ro rsu s ex óm nibus regni n o s tr i...”. El re i­
no e stá som etido al m andato, al gobierno del rex: "...g en tib u s
n o stre a m p litu d in is im perio, su b iu g a tis”, en textos de Reces­
v into l0. "Q ui sibi regnum b la n d iu n tu r spe rege su p p e rstite ",
son e x c o m u lg ad o s11.
3.— los " reges "
La doble fig u ra real q u e aparece en los trem ises, u n a en
anverso y o tra en reverso, obedece a la idea del consortium
regni, de los em peradores rom anos. Idacio: "T heodosius, p er
G ratian u m in co n so rtiu m Regni ad su m p tu s, cum ipso e t Valentiniano iu n io re ...” ; y "T heodosius A rcadiaum filium suum
A ugustum appellans, Regni facit sibi esse co n so rte m ” 12.
El B iclarense n a rr a que Leovigildo "dúos filios su o s... H er1(*
Z e u m e r , 83.
11 C on cilio toledano V , 4, edic. Concilios V isigóticos e hispano-romanos, d e J. V i v e s , T. M a r í n y G . M a r t í n e z (C. S. I . C., 1963).
u S a n d o v a l. — H istorias, 27.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
F. M ATEU Y L L O P IS t
147
m enegildum e t R eccaredum consortes regni fe c it”. R. G ilbert
h a escrito : "A n u e stro m odo de ver esta expresión tiene u n
v alo r técnico m uy preciso y hay que ten e rla en c u e n ta al ex­
plicar la índole del p o d e r de H erm enegildo so b re la B ética; es
la m ism a participado regni que San Isid o ro describe en c u a n ­
to a Liuva y L eovigildo” 13.
E ste consortium regni se expresó en las m onedas con la d o ­
ble figura real, de anverso y reverso, luego que Leovigildo a b a n ­
donó los tipos bizantinos. Am plia inform ación gráfica en la
b ib liografía n u m ism ática 14.
E n las m onedas visigodas se dió el caso de representación
de sunarquías, com o en las bizan tin as, esto es, el gobierno com ­
p a rtid o de dos príncipes, que en expresión in ten sificativ a de­
cían en sus leyendas: In Dei nomine Egica Rex, en anverso, y
'Witizza.-Rex Reges, en reverso, com o en Bizancio los coem pe­
radores.
El m o n arc a godo se in titu ló pues, Rex; el regnum e ra el de
Toledo, la urbs regia, cuando sólo el soberano de O riente e ra
el Imperator ; trip le títu lo que se u só a veces, com o en la f ó r ­
m ula genitiva: Domini nostri principis Reccesvinti regis, p re ­
cediendo al de rex, y al de princeps el rom an o -b izan tin o Do-
minus noster.
D on R odrigo se titu la b a y e ra rex Toleto, y Egitania.
4.— l a
" r e g ia p o t e s t a s "
Pero el rey e s tá som etido a la ley. Flavius Gloriosus Rechesvinthus rex, siguiendo d o c trin a teológica: "O m nipotens reru m
D om inus e t C o n d ito r...”, o rd en a que la p o te sta d real, com o el
pueblo, esté su je ta a la ley: “Quod ta m regia p o te sta s quam
et pop u lo ru m un iv ersitas legum reverentiae sit su b ie c ta ” (F. I.
lib. II, tit. 5).
Las donaciones del rey son p e rm a n en te s: '‘D o n a d o re s regiae p o te sta tis... in eodem iu re p e rs is ta n t", se dice en d isp o si­
ción recesvindiana (lib, V. tit. I II, II, 64),
13 G i b e r t , R a fa el.— La fundación del R eino V isigótico, una p erspec­
tiva histórico jurídica. (N am ur, 1968, pág. 1-27) y E l reino visigodo y el
particularism o español, 39.
u V éase n ota 2.
(9)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
«
148
A T R IB U T O S D E L A R E A L E Z A
La regia potestas tiene licencia p a ra p e rd o n a r: "De servan*
d a P rincipibus p o testa te p a rc e n d i”, en la ley recesvindiana.
(lib. VI, tit. II, VI, 80).
L ograr la potestas regni es la m áxim a asp iració n , lo que. orí*
gina disenciones y luchas. " In te r F ru m a riu m e t R echim undum
o ritu r de regni p o te sta te dissensio" 15.
5.— e l " r e x
h is p a n ia e ”
E l m o n arc a godo es rex Hispaniae. M ás en rec u e rd o de la
in co rp o ració n a la co ro n a visigoda del reino de los suevos lo
es tam b ién de la an tig u a Gallaecia: "rex H ispaniae et Galleciae”; así Sisenando en el Concilio toledano IV, era DCLXXI,
año 633, De electione principum.
6.— LA "CELSITUDO REGIA"
E n el ápice del p o d e r el rey tiene la m áxim a jera rq u ía ,
elevación, grandeza, alteza; p o r eso se califica su función de
celsitudo regia, clasicism o p u ro que convertido en visigotism o,
p u ro tam bién, co n serv arán n a d a m enos que los m o n arcas de la
C orona de Aragón en los tra ta m ie n to s que recibían, en los si­
glos X IV y XV “
7 .— l a "m a i e s t a s ”
L a maiestas o m ajestad , grandeza o dignidad del pueblo o
del S enado rom ano, o del príncipe, se h a lla en los textos godos
con él m ás rancio a b o le n g o ; la m ism o p a s a rá a la m o n arq u ía
de la C orona de Aragón, p o r ejem plo, titu la d a Sacra Regia Aragonum Maiestas, d el rey d'Aragó, títu lo exacto éste y falso el
d e comte-rei que, tergiversando la H isto ria, se le da en o b ras
actuales, sin que jam ás lo u s a ra n los soberanos.
8 .—
e l " p r in c e p s "
E n tre godos voz sinónim a de rex, pero a n te rio r a este sus­
tantivo, p o rq u e princeps venía de lo rom ano, títu lo aplicado
15
Z e u m e r , 39.
M at eu y L l o p i s , Felipe: Sacra Regia Aragonum Maiestas. N otas
sobre la diplom ática y la sim hología real, «H om enaje a Johannes V incke
p ara el 11 de m ayo de 1962 (C. S. I. C ; G. G. P. W.); 1962-63; pág. 201-220.
(1 0 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
4
F.
m ateu
Y LLOPIS
al em p erad o r en d eterm in ad o s casos, com o Princeps iu ven tu tis.
En la a n tig u a R om a el Princeps civium , el p rim e ro de los c iu ­
dadanos o m ag istrad o , jefe, a la m an e ra del hegem on o rie n ta l
o del p o ste rio r (lux occidental. Im plicó u n a vinculación p e rm a ­
nente del m an d o m ilita r, el im perator; a sí T ib erio fu e P rin ­
ceps, com o antes Augusto, Princeps, fue elevado a la dignidad
de Pater Patriae.
Leovigildo se in titu ló princeps en u n a acuñación m o n eta ria .
C am paner describió así un tríe n te de la colección Sánchez, de
Sevilla: “A nverso: R e x L i w i g i l d v s . B usto a la derecha. R ever­
so: O p t i m v s P i c t n d . Cruz sobre tres g rad as". La le c tu ra rec ta
es P r i n p s , princeps.
E n R o m a el P rincipalus creado p o r Octavio, h ijo adoptivo
de César, p a rtien d o del séquito, luego de o b te n id a la su b o rd i­
nación de los conciudadanos a los principios su ste n tad o s 17.
La idea del P rincipatus p asó a lo g o d o ; es e l m an d o , el go­
bierno del re in o : " E ra DCVI, anno I I I Im p e ra to ris Iu stin i Minoris, Leuvigildus —b a jo Liuva I— , ad ep tu s H isp an iae e t Galliae p rin c ip atu m , a m p lia re R egnum bello e t augere opes statu it ”, dice San Isid o ro I6.
Liuva I reinó en 567-572 y Ju stin o II en 566-578. La e ra 606
corresponde al año 568, que era el año tercero en q u e im p erab a
Ju stin o .
9.— EL "PROLIS REGIS”
El h ijo del rey es incólum e; a los h ijo s del rey se les debe
dilección: "Ut p re b e a tu r filiis eius dilectio ben ig n a", e n el
Concilio to led an o V I 19.
La im ago del prólis regis p a sa tam b ién a los tre m is e s ; e stá
en re v e rs o 20. La inviolabilidad de que goza la regia p o te s tas se
extiende a la serenissim a coniux y al p rolis regis; así e n el Con­
cilio toledano X III, b a jo Ervigio.
17 P r e m e r s t e i n . — V om V erde und W esen des Prinzipats, «Abfaan. d.
B ay. A kad, d. Wss., 1939, c. 15). S e extend ió del 27 a. J. C. al 305.
13 H ist. de reg. gotthorum , 211, (edic. 1778.)
i» F. I, f. ix.
:u V éase nota, 2.
(»)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
«
150
ATRIBUTOS DE LA REALEZA
10.—
LA CORONA
El T esoro de G u arrazar acred ita la riqueza del sím bolo real
p o r excelencia. Los nom bres regios que figuran e n ellas conc u erd an con las in titu lacio n es m o n etales: Suinthila (ñus), Reccesvinthus. La p rim e ra vez q u e aparece sobre, la cabeza real
es en las m onedas de Leovigildo: Dominus Leovigildus Rex,
con su b u sto de fre n te, co ro n ad o : Pius Emérita Víctor, c o n el
b u sto tam bién de fren te, sin corona, del prolis regis 21.
El n u m era rio visigodo de los p rim e ro s reyes q u e p rese n ta
en anverso y reverso la cabeza de fren te, tiene u n a c ie rta u n i­
fo rm id a d tipológica y se advierte en él u n a evidente u n id ad .
Con el tiem po y cuando se a b an d o n a este tipo, se a c en tú a n las
diferencias provinciales. Las dos cecas m ás im p o rta n tes de la
Bética, Córdoba Patricia, e Ispclis o frecen e n tre sí u n a g ran
analogía y en am bas se observa la tra d ic ió n de las m onedas
ro m an as im periales, d u ran te ciertas acuñaciones d e Egica-W itiza. El m on o g ram a de Ispalis aparece d e n tro d e u n a láu rea
que rec u e rd a la de la m o n ed a de b ro n ce de. la Colonia. Romulc<.
E n C órdoba se usó tam b ién el m ism o tem a, q u e se asocia a la
m oneda de Colonia Patricia; en e sta ceca visigoda n o se ab a n ­
donó el títu lo ro m an o de la ciu d ad que aparece así Córdoba
Patricia.
1 1 .— LA CORONA CON INFULAS, DE PE R FIL
La corona, sím bolo de la realeza, se p rese n ta, e n el coronatus, de p erfil, con las ínfulas de los em peradores bizantinos.
Los trem ises godos dan ab u n d a n te tip o lo g ía 22.
12.—
LA DIADEMA
Igu alm en te la diadem a se g rab a en las m onedas; el diade-
matus godo es pervivencia del rom ano-bizantino.
21 V éase m i lib ro Las m onedas visigodas d e l M useo Arqueológico
Nacional. E stas piezas las ex p atrió el M in isterio de In stru cción Pública
en la noche del 4 de noviem bre de 1936 y al d ía siguiente.
2' Un ejem p lar en la R eal Academ ia de la H istoria. V i o tro en poder
del Sr. Llagostera, en B arcelona.
(12)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
*
F. MATEU Y LLOPIS
13.—
151
EL MANTO REAL
E l rex viste u n m an to de p ú r p u r a ; la biblatea tegmina reg­
ni, de tiem pos de C hindasvinto se ve ya e n los trem ises d e Leovigildo, el p rim e r m o n arc a que se p re se n ta c o n g ra n a p a ra to
real, según S an Isid o ro , p ero tam b ién según las m onedas.
1 4 .— EL "PALUDAMENTUM" CON FIBULA
E ra el paludamentum la clám ide o ro p a de u n jefe de e jé r­
cito, c ap a e n c a m a d a q u e se p o n ía sobre la a rm a d u ra . E n los
trem ises godos de la T arraconense se ve clarísim a e sta re p re ­
sentación, de p u ra ro m a n id ad am biente.
15.— EL
CETRO CRUCIFORME
El sceptrum o oetro lleva u n a cruz e n su extrem o, a la m a ­
n e ra b izantina, copiándola, bien que a veces no es ta n largo
com o aquél.
D u ran te el perío d o de los reyes asociados, Egica-W ittiza,
to d as las cecas u san en an verso el tip o de b u sto s a fro n ta d o s y
e n tre ellos u n a cruz y en reverso el n o m b re de la ciu d a d en
m onogram a. Las diferencias provinciales y locales rad ican , en
este período, m ás en el e stilo a rtístic o q u e en los tipos, con
excepción de lo que se, dice a co n tinuación so b re las cecas de
Córdoba Patricia e Ispali.
1 6 .— LA LORICA
La lórica o coraza e ra de c o ta de m alla o de m etal, con sus
corresp o n d ien tes piezas q u e la su je ta b a n al loricatus o caba­
llero arm ad o . Se ve en los trem ises de W am ba especialm ente.
1 7 .— EL YELMO
Es tam b ién en éstos donde aparece el m o n a rc a co n casco o
yelm o, de p e rfil, lo que p e rm ite c o m p ro b a r las especiales ca­
rac terística s de aquél.
( 13)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
l s -£
A T R IB U T O S D E L A R E A L E Z A
VI.— CONCEPTOS M ONETARIOS
1 .— EL SOLIDUS
El sólidus o suelo es la u n id ad raonetal goda; ellos im ita ­
ro n los b izantinos. Pero p ro p iam en te la m oneda nacional vi­
sigoda, la creación o a d ap tació n singular, fue el trem issis o
terc io ; el sueldo quedó com o u n id ad d e cu en ta. S an Isid o ro :
"H unc, u t dixim us, vulgus aureu m solidum voeat, cu iu s tertiam p a rte m ideó dix eru n t trem issem , eo quod solidum faciat
te rm is s u s " 23.
Doce solidi valía el Codex revisus, su p rec io (Zeum er). E ra
u n a c an tid ad considerable, contando con el peso del solidus,
4,5 gr. de oro, p o r ta n to 54 gr.
2.—PENALIZACIOíf
DE LAS ADULTERACIONES
C hindasvinto penaliza la a d u lteració n de la m o n ed a: “Qui
solidos a d u lterav erit, circu m cid erit sive ra se rit, u b i p rim u m
hoc iudex agnoverit, sta tim eum co m p reh en d at; e t si servus
fu e rit ei d e x tra m m an u m abscindat".
La p e n a se intensifica si se reincide, o rd enando la p resen ­
tación an te el rey. Al ingenuo le in c a u ta b a el fisco la m ita d
de sus bienes.
Las falsificaciones se h acían de diversos m o d o s; acu ñ an d o
con nuevo y espúreo cuño o rep ro d u cien d o p o r fusión u o tro s
m edios; lo dice la ley: "Qui a u tem falsam m o n eta m sculpserit,
sive form averit, quaecum que p e rso n a sit, sim ili p oenae e t senten tiae su b iaceb it"; así C h in d a sv in to 24.
3.— LAS
CLAUSULAS PENALES PECUNIARIAS EN LOS DOCUMENTOS
Se fija ro n e n sólidos. Y el sólido o sueldo inform ó to d a la
econom ía p o ste rio r, desde la carolingia a la bajom edicval, sin
ex c ep c ió n 25.
23 Etym ologiarum , lib. X V I, cap. X X V .
» Lib. V III, tit. V I, pág. 102.
S ob re la cu estión véase L l u i s y N a v a s , Jaime'. La España visigoda ante
la falsificación de moneda. (Un problem a ju rídico m onetal), «Numisma»
(1952) pág. 87-96,
25 V éase m i B ibliografía... nota 2.
(14)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
F . M A TEU Y L L O P IS
4.— LA
153
ACUÑACION, REGALIA
Ya se dijo. La acuñación de m oneda sóio es p ro p ia del rey.
O tra cuestión era la p a rticip ació n de iglesias o m o n asterio s, de
fundaciones, en los beneficios, lo que p arece indudable, en a l­
gunos casos concesionales.
Pero que e ra regalía es cierto y sólo la efigie del rey la
perm itid a. Luego de Leovigildo hubo v ariedades tipológicas
provinciales, p ero siem pre con la imago regis. M as R ecesvinto,
legislador y u n ifo rm a d o r to ta l, las re d u jo tam b ién a u n ifo rm i­
dad, reco rd an d o los prim itiv o s tipos leovigildianos.
5.— LA
TERRITORIALIDAD MONETARIA
Los trem ises godos circ u la b a n p o r to d a H ispania, am én de
su expansión e x tra p e n in s u la r; p ero cada ceca dejó e n su p ro p ia
zona la m ayor p a rte de sus libranzas. La lista de las cecas es
conocida y ha sido p u b lic a d a diferentes veces.
La ley X II, 2, 13, de Sisebuto, de 612, m enciona las siguien­
tes localidades cuya correspondencia es:
Barbi...
Urgí. . .
Iliturgi •
Sturgi..
Viatia..
Tuia . . ■
Tutugi..
Egabro.
Epagro.
B arbi
Barba, fue ceca; cerca de Antequera.
Urci, cerca de Almería.
Ilitu rg i. . . Cuevas de Lituergo, cerca de Andújar.
¿Identificable con la anterior?
Biatia . . . Baeza, fue ceca.
Toya, entre Q uesada y Cazorla.
De la Bélica.
E g ab ro .. Cabra, fue ceca.
¿Identificable con la anterior?
V II.—CONCEPTOS ADMINISTRATIVOS
1 .— LA "U RBS REGIA”
La Urbs regia es Toledo, cen tro político, sede de la m o n a r­
q u ía luego que ésta pasó del Reino de Tolosa a la ciu d ad h is­
pana. Fue la ceca de Leovigildo, la p rim e ra .
P ersistía la p erso n alid ad de las antiguas provincias ro m a ­
nas, m an ten id as en la geografía eclesiástica, adem ás.
(15;
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
154
ATRIBUTOS DE LA REALEZA
2 .—
E L R E G IM E N P R O V I N C I A L
Las acuñaciones de los trem ises, h a sta que C hindasvinto
unificó los tipos m onetales, tuvo u n a c ie rta b a se a d m in istra ­
tiva provincial, a ú n siendo regalía y sólo dependientes del rey.
Aquella diversidad tipológica, obedeció a las an tig u as p ro ­
vincias hispano-rom anas. El tem a fue expuesto am pliam ente
en el Catálogo del M useo A rqueológico N acional, e n 1936, sa li­
do en 20 de ju n io de aquel tristísim o año; fa ta l noche la del
4 de noviem bre, p o r el expolio.
Pero los m odernos h isto ria d o res del E s ta d o godo no h an
tenido en c u en ta suficientem ente el hecho m o n etario , su p rem a
expresión de la a u to rid a d real.
R ecaredo se dirigía a las provincias: "Flavius R eccaredus
rex: U niversis p ro v in ciis... a d regni n o stri dicionem pertin en tib u s " 26. G ilbert establece las distinciones e n tre regnum, populi
y provinciae.
E n la e p ísto la de G undem aro de 610 se especifica q u e la
región de C arpetania e ra “p a rte m C arthaginensis p ro v in c iae ”,
m encionándose, adem ás, la Bética, la L u sitan ia y la T a rra c o ­
nense.
Que h a b ía u n a organización fin an ciera te rrito ria l es eviden­
te, S an Isid o ro : "T rib u ta vero, eo quod an teá p e r trib u s singulas exigebantur, sicut nunc p e r singula te r r ito ria ”11. Los
tipos m onetales acusan la div ersid ad provincial.
V III.— EL R E IN O DE LOS SUEVOS
1.— PIN DE SU EXISTENCIA
La H ispania del año 27 {a. J. C.) com p ren d ía P. H. Ulterior
Bética; la P. H. Ulterior Lusitana y la P. H. Citerior.
Lamecum , Lam ego, fue ceca, sueva y visigoda. Veseu, de
lusitanos, sueva y visigoda y en la R econquista foco de m oz a ra b is m o 28. Conim briga, oppidum, Condeixa a V elha, luso-
iú Lex Vis. IX , 2, 8.
27 Etym ologiarum (lib. X V I, cap. X IX ).
(1 6 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
F. MATEU Y LLOPIS
155
rro m a n a, en la Vía Olisipo-Por tócale; los suevos la destru y ero n
e,n 468; coexiste con Iminio, del siglo IV.
Eminio, v isig o d o ; el obispado conim biicense. E n C oim bra,
en el M useo, inscripción Eminio, cu a l las m onedas visigodas.
C oim bra fue foco de m ozarabism o. Egitania, Id a n h a a vella, fue
ceca de D. R odrigo.
Elvora, co n m onum entos en todos estilos, la L iberálitas
Iulia, tem plo de D iana del siglo III. E lb o ra, E vora, fue ceca
visigoda.
Los suevos se asen taro n , desde H erm enerico h a s ta Andeca,
409-585, sobre la G allaecia ro m an a, en el p a ís d el D uero. Lo
gallegano les e ra nacional; su m o n ed a se llam ó gállica, llegan­
do h a s ta el S ur, Pax, Beja. P ertenecía a la G allaecia la Legho
rom ana, so lar de la Legión V IIa G em ina; to d av ía en 874 se de­
cía Legio in territorio Gallaecie y en 955 se n o m b ra b a n los só­
lidos gallicenses, tem a m uy tra ta d o .
E l rex suevorum Rechiarius (448l456) h a b ía p rete n d id o o c u ­
p a r el p aís del E bro. Idaoio: “R echiarius, m ense iulio, a d Theod oredum socerum p rofectus, C aesaraugustanam regionem , cum Basilio, in re d itu , d e p re d a tu r. I rr u p ta p e r dolum E lerd en si
u rb e, fa c ta e st n o n p a rv a c a p tiv ita s " 29.
Fue la o b ra de Leovigildo in co m p atib le con ellos. Los in ­
tentos de expansión de los suevos a c o sta de los o tro s, fallidos.
E l p aso de la cuenca del D uero a la del E b ro fracasó ; L érida
su frió la in ten to n a.
2.— LAS ACUÑACIONES SUEVAS
Las acuñaciones suevas com enzaron co n E rm en erico o H e r­
m enerico (409-438), en 411 a n o m b re de H on o rio . H ay abun­
d an te in fo rm a c ió n 30. Cantos B enítez ya escribió e n 1763: " El
uso de e sta m oneda — trem ises— e n tre los suevos se ve antes
28 V éase C o e lh o , José: V iseu , cen tro im p ortan te na época rom ana.
«Associacao portu gu esa p ara o p rogreso das ciencias» (1943),
29 E dic. Sandoval, pág. 34 Urbs ilerdensis, m ención goda de Lérida.
30 La recogí en mi Bibliografía de la H istoria m onetaria de España
citada. L. V a z o u e z d e P a r c a en «Archivo E spañol de Arqueología» (1942),
núm. 48 recuerda al reino galliciensium , al que se refieren las m onedas
coa la inscripción M w iita Gallica Pax.
(17)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
156
A T R IB U T O S D E L A R E A L E Z A
de R ecaredo, e n el Concilio segundo de B raga (can. 4) do n d e
m an d a ro n los P adres q u e n o se recibiese el trem esis q u e solían
d a r en el B autism o p o r el olio o o h r is m a ..." 3I,
Pero todavía h ay que a c la ra r u nas acuñaciones coetáneas
de Leovigildo, co n sus m ism os tipos, m as con o tro n o m b re :
son las que p rese n tan las leyendas CVRRV, CVRRIV, CVRRVI,
CVRIA y o tras v a ria n te s e n d irecto e inverso, esto es, de d ere­
cha a izq u ierd a y, p o r sim etría, d e izq u ierd a a derecha.
Ya J. L. V elázquez11 las atrib u y ó a C a m a ric o o C arrarico
(550-559), cuyo n o m b re se h a sup u esto d eb er leerse Curriarico,
p o r la confusión d e la a visigótica co n la u; tam b ié n p u d o ser
inversión del punzón d e la le tra A al tiem po de g ra b a r en la m a ­
triz del cuño. Velázquez leyó, com o B u rriel, CVRRIV, adm i­
tiendo que G regorio T uronense tu v iera g rafía a lte ra d a ; lo que
re su lta in co n tro v ertib le es que é sta s piezas so n del tip o Leovigildo-H erm enegildo. T am bién B. S. C astellanos lo ad m itió ,
Carraricus y así e s tá e n los papeles de la B iblioteca N acional,
con dib u jo s de F ló re z 33.
C a m a ric o reinó de 550 a 559; le sucedió T eodorico 559-568;
a éste, M irón, 569-582; siguió E borico, 582 y Audeca, 583, ú lti­
m o rey de los suevos.
De a d m itir la a trib u ció n al p rim e ro de aquéllos, se ría él
quien im ita ra los tipos bizantinos de Ju stin ia n o I (527-561) y
Ju stin o II (561-573), co rrespondiendo a Leovigildo la a p ro p ia ­
ción del m odelo que tan estabilizado q u e d a ría en las acuñacio­
nes toledanas, caído el reino suevo veinticinco años después de
m u erto C a m a ric o , esto es, en 585. La ex acta a trib u c ió n qu ed a
pendiente, después del m agnífico lib ro de W allace J. T om asini:
The barbarie tremissis in Spain and Southern France Anastasius 1o Leovigild 54.
31
32
33
■
m
E scru tinio de m aravedises, pág. 12.
Congelaras (108-120).
Núm s. 7.231 y 7.699.
A. N. S. 1964.
(18)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
F . M A T E U Y L L O P IS
3.— LA
157
DOBLE CORONA
Pero el recu erd o del reino suevo no se extinguió, pues u n
siglo después aú n se m encionaba com o p a ís in co rp o rad o a la
m o n arq u ía goda.
El C ronicón de S eb astián n a rra que Egica (687-696) “filium
su u m W itizanem in Regno sibi socium fe c it” Las m onedas lo
confirm an, pues que los dos p erso n ajes fig u ra n en ellas y el
m ism o C ronicón a ñ ad e: "eum que in civitate tudensi, provin
35 Alguna 'bibliografía d e gran interés es la q u e sigue, sin c ita r m ás
porque pudiendo verse en el In dice H istórico E spañol n o d ebe alargar­
se este escrito:
G o n z a l o G allego , Isidoro.— Apuntes para un estu d io económ ico de
la España visigoda. (Las «E tim olog ía s» y el «Fuero Juzgo» 'fuentes de
historia económ ica), «Archivos Leoneses. R evista de estudios y D ocu­
m entación de los Reinos H ispano-O ccidentaies», año X X I (1967), nú­
m ero 41, pág. 89-109; en pág. 17-18 el dinero.
G o u b e r t , P au l.— Byzance et l'Espagne w isigotique (554-711), «Etudes
Byzantines», II, (1944).
L ’adm instratión de l’Espagne byzantine (1945).
Les gouvernem ents... Les provinces. Influences... (1946).
O r s , A lvaro d ’: Epigrafía jurídica de la España romana; y E l Código
de Eurico. E d ición Palingenesia, Indices. La territorialidad del derecho
de los visigodos « E s t u d i o s v i s i g ó t i c o s » I, p . 9 1 -1 2 4 .
«Cuadernos del In stitu to Jurídico Español».— 12. C. S. I. C. D elega­
ción de R om a (1960). 318 p.
P a l o l , Pedro de: Arte hispánico de la época visigoda (B arcelona,
Edic. P olígrafa).
S ob re Problem as Canónicos en tom o a la conversión al Catolicism o,
J. O r l e a n d is , e n «Anuario de H istoria d e l D e r e c h o Español» (1 9 6 2 ).
T o r r e s , M a n u e l y R am ón P r ie t o B a n c e s .— In stitu ciones económ icas,
sociales y político-adm inistrativas de la península hispánica durante los
siglos V, V I y V II, e n H istoria de España, d e M e n e n d e z P idal , t. I I I .
K o r n e m a n n , E .— R om anische G eschichte. (S tu ttg a rt, A lfr. K roner,
1939), t. II. D ie Kaiserzeit. Una síntesis b a jo el títu lo Principado y do­
minado, las form as estatales de la época im perial romana, en «Inves­
tigación y Progreso», año X III , núm. 9-10, pág. 278-283).
Lo que trae F élix D a h n sobre m onedas en la traducción de Los pue­
blos germ ánicos y romanos, en la H istoria Universal, de O n c k e n , (B onn,
1934, t. X I), pág. 108, n o es adm isible totalm ente, pues allí se dice que
son apócrifas las m onedas de R odrigo y se da una lista de cecas ine(19)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
158
ATRIBUTOS DE LA REALEZA
ciae Gallaeciae, h a b ita re praecepit, u t p a te r ten e ret regnum
G othorum e t filius S u ev o ru m ”, supervivencia de aquel reino
cuando ya e stab a p róxim o a ex ting uirse el visigodo.
xacta. E s exacto lo de que son apócrifas las atrib u id as a W alia y Teo­
d orico I, p ero no todas las de D. R odrigo son falsas.
Barcelona. In stitu ción Mitá y Fontanats. S ección de H istoria M one­
taria 1969.
(20)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
SAN JULIAN, CRONISTA DE GUERRA
Por el Com. José M IRANDA CALVO
Prof. de la Academia de Infantería, Toledo.
D entro de la serie de tra b a jo s q u e a lo largo de e sta S em ana
de E studios V isigóticos h an de d e sarro llarse con m otivo de la
conm em oración del C entenario de S an Ildefonso, no po d ía fa l­
ta r la co n trib u ció n que el E jé rc ito a través de m i m o d esta p e r ­
sona realiza, y que, p o r el doble m otivo, de se r to le d a n o y
re p re se n ta n te de n u e s tra A cadem ia de In fa n tería , arm a básica
en el contexto castrense, e n tra ñ a doble resp o n sab ilid ad .
H a resu lta d o fácil, en extrem o, la b ú sq u e d a del m otivo que
p u d iera c o n stitu ir tal a p o rtació n , ya que, p o r encim a de cualesquier aspecto castren se de la época, resalta, p o r lo original y
exacta y aguda visión de los hechos relatad o s, la o b ra que
San Ju liá n escrib ió acerca de la H isto ria de la reb elió n de
Paulo, porm enorizando, d e n tro del c o n ju n to de su la b o r de
biógrafo del rey W am ba, la cam p añ a q u e éste llevó a cabo
p a ra sofocar la rebelión de la S eptim ania, a ra íz del in icio de
su reinado, y que la tra ic ió n de su general P aulo estuvo en
tra n c e de o rig in a r u n a v e rd a d e ra c a tá stro fe en cu a n to a la
u n id ad del reino visigodo y n o rm alid ad de su rein a d o se refiere.
P a ra nosotros, m ilitares profesionales, re su lta so rp re n d e n te
V ad m irab le com prender, cóm o el re la to de un eclesiástico p o r
m uy versado y form ado que fuere y así lo e ra S an Ju lián , pue­
da llegar a co nvertirse en u n a agudísim a c ró n ica de g u e rra
que hoy día p o d ría firm a r cu alq u iera de los expertos re p u ta ­
dos com o tales.
Vaya, pues, de antem ano, n u e stra adm iració n y co m p lacen ­
cia p o r m o stra r la serie de detalles que encierra, e.n ocasión
tan m agnífica com o la que conm em oram os.
San Ju lián , com o sabem os, toledano p u ro , bau tizad o en la
(1 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
160
SA N J U L IA N , C R O N IS T A D E G U E R R A
p ro p ia iglesia basilicaí de S a n ta M aría, n acid o allá e n tre los
años 620 al 630, p ues en ello no h ay u n an im id ad p a ra precisar,
cabe decir q u e su vid a quedó desde n iñ o e n m arcad a so b re la
p ro p ia iglesia de S a n ta M aría, origen com o sabem os de n u e stro
tem plo catedralicio actual y que en su p e re g rin a r e sp iritu a l
fue, desde basílica visigoda, m ezquita y luego tem plo prim ad o .
F orm ado en la escuela episcopal que e n ella funcionaba,
contigua al actu al edificio, p ro n to se o rie n tó h acia la vida ecle­
siástica.
Ni sus antecedentes judaicos fam iliares d e b ilita ro n en cual­
quier in stan te, ta n to su inclinación, com o el agrado de sus
p adres p a ra ello.
B ajo el obispo E ladio ad en tró se en el estudio de leyes, h u ­
m anidades, h isto ria y d o ctrin a isid o rian a, que vinieron a cons­
titu ir el b asam en to de su personalidad.
B iógrafo de San Ildefonso, del que nos re la ta su pontifi
cado, co b ra relieve p a rtic u la r en cuanto concierne com o h is­
to riad o r y biógrafo del reinado de W am ba, p o r m ás que pu ed a
habérsele calificado p o r algunos de excederse en sus laudes o
in te rp re ta c ió n de los hechos.
Dado el o b jeto concreto del tra b a jo que nos ocupa, dichas
apreciaciones no e n tra n ni cu en tan p a ra n o so tro s, p u e sto que
se a ju s ta n fielm ente al c o m e n tario profesional.
Con el fin de re s a lta r el v alo r trad icional, se n tim e n tal y
estratégico que p a ra todo rey visigodo c o n stitu ía el te rrito rio
de la S eptim ania, escenario de los hechos relatad o s, séam e
perm itid a, a títu lo de antecedente lejano, u n a p eq u eñ a disgresión al o b jeto de m e jo r p o n d e ra r y v a lo ra r la cam paña d escrita.
Como se sabe, los visigodos acam p ab an o rig in ariam en te en
los te rrito rio s circu n d an tes al M ar N egro. E n sus luchas y pe
regrinaciones, ta n to en c o n tra com o a favor de] Im p erio ro ­
m ano, fueron subiendo progresivam ente, a través de las tie ­
rra s da T racia y valle del D anubio, h a s ta desem bocar y asen ­
tarse en la p ro p ia Italia, y, d entro de la m ism a, en su corazón:
Roma.
Bien convencidos de la im posibilidad de su perm anencia,
bien p o r convenio de sus jefes con los em peradores rom anos,
lo cierto es que siguieron su m arc h a h acia el N orte, tra s p a sa ­
ro n los Alpes y p e n e tra ro n en la Galia.
(2 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
i n s u i U l U P R O V I N C I A L oW
H
o
®
gT. MIRANDA CALVO
^
***/&
S
iL i^
o *
g
|
5
161
íONvaaioi soianisa ■<
Y ya, desde tiem pos de su rey A taúlfo, tra s la tom a de M ar­
sella, prosiguieron lito ral adelante, apod erán d o se de N arb o n a
y torcien d o hacia el E ste llegaron a Tolosa y B urdeos, ex ten ­
diendo sus dom inios desde el R ódano al G arona.
A m edida que los rom anos arre c ia b a n en sus in te n to s de
im pedir su dom inio y asen tam ien to en estas tie rra s recien te­
m ente conquistadas, m ás in ten sa fue su p e n e trac ió n h acia E s­
paña, po r lo que vem os la to m a de B arcelona po r el propio
Ataúlfo y la de Cádiz
p o r W alia, en el so rp ren d en te escaso
tiem po de dos años, h ab id a cuenta de los m edios de la época.
Como R om a esgrim ía el pretex to de, que su paso y conquis­
ta era a títu lo de auxiliares de la acción im perial p a ra a rro ja r
de la p enínsula a los dem ás pueblos b á rb a ro s, alanos y v án d a­
los, especialm ente a los que se consiguió a rro ja r al lito ra l a fri­
cano, los visigodos recibieron form alm ente de R om a la p rovin­
cia de S eptim ania p a ra a se n ta r su dom inio y vida.
C onstituyó, pues, la S eptim ania, el inicio de la vida form al
del reino visigodo. Por aquella época, la S eptim ania c o m p ren ­
día los territo rio s en m arcad o s en el á re a ub icad a e n tre M ar­
sella, Tolón y Niza, en su p u n to m ás p rofundo y u n a fa ja co s­
tera que, llegando a la p ro p ia fro n te ra pirenaica, se am pliaba
hacia el E ste, a través de las ciudades de Tolosa, Béziers, Arlés,
N im es y C arcasonne, p o r c ita r las m ás c a ra c te rístic a s y que
p o r su p erm anencia actual nos dan cabal idea de la configura­
ción de la provincia asignada al pueblo visigodo, cuya capital
quedó fija d a e n Tolosa. (Fig. 1.)
P artien d o de estos territo rio s, la expansión visigoda tendió
siem pre hacia el E ste, al o b jeto de asom arse al A tlántico, en­
sanchando así lo que de p o r sí c o n stitu ía débil fra n ja te r r i­
torial.
E n e sta expansión por el in te rio r de las Galias, e n c o n traro n
el freno de los francos, acaudillados p o r su rey Clodoveo, ya
católico, y el que en em p u je irre sistib le a rre b a tó la casi to ta ­
lidad de sus conquistas a los visigodos, que q u e d a ro n re d u ­
cidos al te rrito rio secular, y eso m erced a la ay u d a que p u d o
p ro p o rcio n arles el rey Teodoredo de los ostrogodos, aunque
viéndose precisados a a b a n d o n a r Tolosa y fijan d o la c a p itali­
d ad en N arbona.
De e sta m anera, an te la presió n y peligro de los francos,
it
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
(3 )
162
SA N JU L IA N , C R O N IS T A D E G U E R R A
viéronse precisados a iniciar form alm ente la pen etració n hacia
el Sur, es decir sobre E spaña, alcanzando, p au latin am en te, las
líneas del E b ro y Tajo, tra sla d a n d o , en consecuencia, la capiN
talid a d a Toledo, a la que Leovigildo hizo su capital favorita
refren d an d o oficialm ente su designación.
Bien p o r la lejan ía del poder central, bien p o r la p resió n e
in tro m isió n de los franco-borgoñones lim ítrofes, lo cierto es
que la región secular de la S eptim ania, se h a lla b a p re sta a
sublevaciones y revueltas de gravedad varia, pero que ocasio­
n ab an sim ilar p reocupación que las tradicionales de la región
cán t abro-vascona.
(4)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
.1.
m ir a n d a
calvo
163
Como el p ro ceso de descom posición social se agravaba a
m edida que las co n ju ras p a la tin a s y la división de la nobleza
debilitaban el p o d e r real, éstas sublevaciones en los te rrito ­
rios citados su ponían au tén tico s peligros, pese a reacciones es­
porádicas de reyes que com o C hindasvinto y W am ba intuyeron
su transcendencia.
P o r ello, no tuvo, en principio, n a d a de ex trañ o que al adve
nim iento de W am ba al tro n o , se sublevaran, u n a vez m ás, p a ra
ta n te a r el grado de firm eza real, las regiones n o rteñ as y de la
S eptim ania.
D ejando a u n lado el aspecto lite ra rio de la o b ra de San
Julián, con sus b rillan tes descripciones, ta n to de los hechos de
arm as com o del am biente de la época, p o r lógicas co n sid e ra ­
ciones de! tiem po de que disponem os, nos lim itarem o s a la
traducción real de los hechos, bien entendido que son la tra n s ­
cripción que realiza.
E stos hechos, de los que los cro n istas p o sterio res h an dado
versiones a ju sta d as a la realidad, incluso el Tudense, se encie­
rra n en los dos códices v erdaderos que se conservan, uno en
n u e stra C atedral y el o tro en la bib lio teca de la C atedral de
N arbona, p o r lo que se le conoce b a jo el sob ren o m b re de Có­
dice N arbonense y que es el que reproduce el P. Flores en su
H isto ria Sagrada, tom o VI \
Si a ellos sum am os la com pleta b iografía que sobre San
Ju lián realizó n u estro qu erid o am igo el hoy canónigo archiverob ibliotecario de n u e stra C atedral, don Ju a n Francisco R ivera,
resu lta en extrem o facilitad a n u e stra la b o r 2.
1 A p arte de la edición de esta o b ra q u e fue p u b licad a p o r el Card.
en el t. II de Patrum toletanorum quatquot exstant opera,
pág. 330-384, reed itad a p o r M i g n e , Patrología ¡atina, vol. 96, col. 761-808,
ha sido con posteriorid ad incluida p o r su nuevo ed itor, W. L e v i s o n , en
M onum enta Germ aniae histórica, S criptores rerum m erovingicarum ,
1919, pág. 501-529, u tilizan d o el cód ice m atriten se de G -l de la Acade­
m ia de la H istoria, así com o A-189 de la m ism a b ib lio teca corresp on ­
dientes a los s. X I I I y X V y G -l de la B ib lioteca c a p itu la r de Segorbe,
de quienes dependen la copia de Toledo, BC. 27-26 y Ja de M adrid,
BN . 1376.
2 R i v e r a R e c i o , J. F., San Julián, arzobispo de T oled o (5 . V II), E po­
ca y personalidad, B arcelona, 1944.
L orenzana.
(5)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
164
SA N J U L IA N , C R O N IS T A
DE
GUERRA
El c a rá c te r enérgico de W am ba, ta n p ro n to com o se hizo
cargo del trono, a raíz de su elección en G érticos y su unción
en Toledo en el año 672 (19 de octubre) de m anos del arzobispo
Q uirico, determ inó que se a p re sta ra a a p la sta r la sublevación
trad icio n al de c á n ta b ro s y vascones.
R ebelión que co m p re n d ía los te rrito rio s sitos desde la zona
de Reinosa, en S an tan d er, al curso alto del E bro, incluida Ca­
lah o rra.
San Julián, cuya ascensión en el co n ju n to eclesiástico y p a ­
latin o le h ab ía d eparado el h o n ro so encargo de ser p o rta d o r
de la Cruz que con reliq u ia del Santo M adero p rec e d ía el paso
del rey, se constituye e n testigo excepcional de los hechos y
c ro n ista de la obra m ae stra de la h isto rio g ra fía visigoda.
Y así nos cuenta los hechos.
E stan d o el rey W am ba, tal vez en la ciudad de V ictoriaco,
in te n ta n d o so m eter a los vascones, cuando llegan nuevas de
S eptim ania, provincia que no h a b ía tom ado p a rte en la elec­
ción de W am ba debido a la rapidez con q u e su elección se des­
arro lló , y que a firm a n se h a rebelado a raíz del alzam iento
acaudillado p o r H ilderico, conde de N im es, cuyo p rim e r acto
fue o rd en a r la deposición del obispo de la ciudad, ponien d o en
su lugar a R anim iro, adicto a su p e rso n a y que dada la ascen­
dencia que sobre el pueblo poseían las figuras eclesiásticas,
im plicaban m ay o r gravedad que la de o rd in ario .
W am ba intuyó desde u n p rincipio la gravedad de e s ta nueva
rebelión, p uesto que legalm ente dicha provincia no h a b ía in ­
tervenido en su elección y con ello p o d í a ocasionar, bien
u n a g u e rra civil, bien u n a secesión de provincia tan c a ra a la
m o n arq u ía visigoda que los francoborgoñones aprovecharían,
sin duda.
Sin p érd id a de tiem po envía a su general Paulo con la m a­
yor y m ejo r p a rte de sus tro p as, con órdenes ta ja n te s p a ra
re p rim ir la revuelta. Pero Paulo, am bicioso de p o r sí y cono­
cedor de la débil situación en que el rey W am ba q u ed ab a, con
poco ejército fre n te a los vascones, decide, sobre la m archa,
sacar p a rtid o de las circunstancias poniéndose de acuerdo con
los sublevados.
Así pues, llegado a T arragona, e n tra en co n tacto y convence
a los gobernadores de la m ism a, R anosindo e H ildigiso, que
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
J.
M IR A N D A C A LV O
165
se d eclaran a su favor, decidiendo todos ju n to s m a rc h a r sobre
N arbona, cap ital de la provincia, apod erán d o se de la m ism a,
pese a la defensa que el obispo adicto al rey W am ba, realizó.
T ras la to m a de N arb o n a, convocan, en cam po ab ierto , al
ejército , a u to rid ad e s y pueblo, y en u n acto bien preparado,
achacando la senectud y su p u e sta d eb ilid ad del rey W am ba
com o indicios de degeneración nacional, su rje el no m b re, p o r
voces disp u estas de antem ano, de que el general Paulo d e b ía
p ro cla m a rse rey.
Y allí m ism o, con la euforia de la tra m o y a p re p a ra d a , se
p roclam a, Paulo, rey, ciñéndole la corona que en tiem pos de
R ecaredo h a b ía o fren d ad o a San Félix, p a tró n de la ciudad.
T ras de este acto, to d a la S eptim ania, con la n a tu ra l com ­
placencia de sus vecinos, los borgoñones, se declaró indepen­
diente.
Cabe im aginarse la so rp resa que el rey W am ba ten d ría.
Y la deducción in m e d ia ta que obtuvo de tale s hechos.
Convoca u rg en tem en te su Consejo de G uerra, al que con­
cu rre n todos sus capitanes y consejeros, y les expone la si­
tuación, solicitando el p a re c e r de todos y cada uno. D entro de
las n a tu ra le s diferencias de criterio , la o p inión generalizada es
la de re tira rse sobre Toledo, lev an tar u n a leva, org an izar n u e­
vos contingentes y m a rc h a r sobre los rebeldes.
W am ba, tra s escuchar a todos, dicta e im pone su criterio .
No cabe re tira d a so b re Toledo y organización de nuevo
ejército, pues ello su p o n d ría la consolidación de los rebeldes,
dada la vecindad de los franco-borgoñones, e incluso su exten­
sión a la línea del E bro, con especial am enaza al re sto del reino.
P or tan to , hay que a c tu a r con to d a p ro n titu d y energía.
Pero antes de así hacerse, debe ahogarse la sublevación de
los vascones, pues no cabe d e ja r a re ta g u a rd ia peligro sem e­
jan te.
Es incuestionable que su razonam iento es co rrecto a todas
luces.
P ara ello hay que im p rim ir vigor in u sitad o a la represión,
aun a costa de crueldad. Y se realiza de tal m anera, con tal
energía y rigor, que en poco m ás de ocho días los vascones,
a terro rizad o s p o r la represión, piden la paz y sum isión a costa
de todos los renunciam ientos.
(7)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
166
SA N JU L IA N , C R O N IS T A D E G U E R R A
Así conseguido y pacificada la región, con m ínim os d esta­
cam entos de seguridad que en ella quedan, m arc h a W am ba,
río E b ro ab ajo , p asan d o p o r C alah o rra y H uesca, levantando
nuevas levas a su paso. (Fig. 2.)
Llegado a B arcelona, sigue avanzando hacia la fro n te ra pi­
renaica, deteniéndose en sus estribaciones, ordenando tres días
de descanso to ta l, al ob jeto de p ro ced er a la reorganización de
jos efectivos.
E stos los divide en tres colum nas, las que p o r d istin ta s
direcciones van a converger so b re idénticos objetivos. U na co­
lum na m a rc h a ría p o r la costa, flan q u ead a p o r u n a fuerza naval
q ue previam ente alistó desde B arcelona. O tra colum na, la de
la izquierda, llevaría com o objetivo, la fortaleza de Llibia en
la C itirrania, y o tra terc era , la cen tral, a reta g u ard ia con el rey,
a m odo de reserva, p re sta p a ra acudir a cualesquiera de los
flancos de las citadas. (Fig, 3.)
E n los p rim ero s en cu en tro s caen p risio n ero s los tra id o re s
(8)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
J.
M IR A N D A
C A LV O
167
R anosindo e H ildigiso, p e ro no así W iterico, que llega h a s ta
N arbona p a ra d a r cuenta a Paulo. H acia allí se dirigen, co n ­
ju n tam en te, las fuerzas de W am ba, en u n m ovim iento co n v er­
gente, cual hoy día quepa realizar. Las acciones te rre s tre s se
com binan con dem ostraciones de desem barco navales, a cargo
de las fuerzas em barcadas en la flota, que van sem b ran d o el
desconcierto a lo largo del litoral.
Paulo, entonces, deja la defensa de N arb o n a a cargo de
W iterico, retirá n d o se hacia Nim es, ciudad en la que se conside-
F t& . 3
— //V r/s/e/o**
-----.-------- COSrS&A
_______
F O 'ií/ F Z A
M A Y A i.
( 9)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
168
SAN J U L I A N , C R O N IS T A D E G U E R R A
ra b a a bu en recaudo, en ta n to a g u a rd a la llegada de los re fu e r­
zos de los franco-borgoñones a quienes, dado el c a iiz de, la
cam paña, solicitó ayuda con urgencia.
E n em p u je irre sistib le y con el ejem plo co n stan te d e su rey,
las tro p a s de W am ba to m an N arbona, y el p ro p io W iterico, que
con un grupo de sus incondicionales se h a b ía refugiado en el
tem plo p a ra p ro lo n g a r la lucha, es hecho p risio n ero , después
de h a b e r caído al suelo como consecuencia del golpe q u e con
u n ta b ló n le p ro p in ó u n soldado.
T ras la to m a de N arbona, prosigue el avance de W am ba,
cayendo sucesivam ente las ciudades de Béziers, Agde y Maguelonne.
Y así las cosas, W am ba dispone el a ta q u e final so b re Nim es.
M archando, incluso de noche p a ra no d a r tiem po a perfec­
cionar las defensas de la plaza, se p rese n ta a n te sus m u rallas
con sólo p a rte de sus efectivos, al objeto de e n g a ñ ar respecto
a la c u a n tía de los m ism os.
E n ta b la d o el com bate, con igualdad p o r p a rte de los o p o ­
nentes, Paulo, tra ta de e n ard ecer a los suyos diciéndoles que
tienen e n fre n te a la to ta lid a d del ejé rcito real y p o r ta n to es
em presa fácil la victoria, sufriendo u n a considerable decepción
al ver que, a los dos días siguientes, se p re se n ta b a n a n te la
plaza nuevas fuerzas de refresco y u n a fracción m ás al te rc e r
día, con lo que se consum ó el d erru m b am ien to de los rebeldes.
Paulo, to talm en te perd id o , se desp o ja de sus v estid u ras
reales y tra ta de escap ar inadvertido, pero, obligado p o r los
principales, m an d a al obispo de N arbona, A rgebaldo, co n la
m isión de p ed ir la paz y ofrecer su rendición.
W am ba así acepta, o rd en an d o ac ab a r la m atan za y dan d o
lib e rta d a los francos que ay u d ab an a los rebeldes, y encadena
a los tra id o re s con Paulo a la cabeza.
E n lugar de em briagarse en el triu n fo , p ien sa en el p a rtid o
que los franco-borgoñones p u eden o b ten e r de la d estru cció n
de la ciudad, m anteniéndose en la m ism a h a s ta ta n to no q u e ­
den rehechas sus defensas y enhiestas las m u rallas.
Asim ism o m antiene u n servicio activo de vigilancia p a ra
ah u y en tar a las p a rtid a s de borgoñones que p u d ie ra n p u lu la r
p o r la zona circu n d an te, a la vez que procedía a lib e rta r y en­
viar a sus p a ra jes a cuantos francos caían en su po d er, e n tre ­
(10)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
J . M IR A N D A
C A LV O
169
m ezclando así, g enerosidad de co n d u cta c o n firm eza sin p a ­
liativos.
C oncluidas las operaciones d e p u e sta a p u n to de la defensa,
procedió a g ra tific a r a los auxiliares del ejército y se dispuso
a re g re sar a Toledo, tra s seis m eses de ausencia.
A Paulo y sus secuaces les hizo r a p a r el cabello, m a rc h a r
con los pies descalzos y v estir con vestidos de pellejos, p o rta n ­
do Paulo so b re su cabeza u n a diadem a de cu ero, com o sím bolo
sarcástico de su p reten sió n .
Así e n tra ro n en Toledo, sin o rd e n a r com o castigo fin al su
m uerte, que no aparece p ro b ad a , en ta n to sí el cautiverio, p r e ­
via nueva decalvación, que c o n stitu ía la infam ia m áx im a e n tre
los perso n ajes visigodos.
A lo largo del relato , pues, se m u e stra la visión estratégica,
previsión y acierto en las m edidas d ictad as p o r W am ba, quien,
tra s e sta cam paña, procedió, com o se sabe, a la reorganización
m ilita r existente y a la p u e sta a p u n to y am pliación de las m u ­
rallas de la ciudad de Toledo, con el fin de d a r m u estra s p a ­
tentes en la cap ital del reino, de la fo rtaleza que e sta b a dis­
puesto a im poner y regir.
E n el relato de los hechos que hem os expuesto, observam os
la síntesis nerviosa que San Ju lián nos hace, al igual que en
u n diario de operaciones se realiza.
S orpresa, audacia, reflexión, em pleo juicioso de las rese r­
vas, fraccionam iento de colum nas con objetivos convergentes,
em pleo de la fuerzas navales en ayuda co m binada con colum ­
n as terrestre s, etc., desfilan a n te n o so tro s en visión c la ra y
acom pañadas de u n ferv o r n acio n alista q u e su cariño y res­
p eto p o r W am ba, le hacen exclam ar p á rra fo s com o éste que no
nos resistim os a d e ja r de tra n sc rib ir.
Al fu stig ar a los co n ju rad o s y sus tie rra s, dice así:
“Aquí tienes, Galia, al ejército de los h isp an o s venido p a ra
h a c erte volver en razón después de h a b e rla p e rd id o en u n a c ­
ceso de fiebre traicio n era. Con no venir com pleto sino solo en
p arte, h a podido llegar h a sta ti, dom inarte, h a c erte b a ja r la
cabeza y red u c ir al silencio tu boca procaz. M ejor dem o stró él
con su espada que tú vociferando en lo q u e h an de estim arse
tus jactancias. ¿P or qué te has em peñado en tra e rle s vencedo­
res p a ra caer tú vencida bajo su espada victoriosa? Aquí le
(11)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
170
S A N J U L I A N , C R O N IS T A D E G U E R R A
tienes, es el ejé rcito de los hispanos al que te h a vencido con
g allard ía y, luego de d e sp o ja rte , te h a reducido a la servidum ­
bre. Pero no q u iero que acuses p o r m ás tiem po de cruel a
quien te ha colm ado de beneficios, ya que cuando m erecías ser
esclava te h a red im id o olvidando con clem encia tu p é r fi d o
crim en.
No h ab ías a ú n b o rra d o con el a rre p e n tim ie n to las huellas
de la traició n cuando te asoció nuevam ente a su grandeza.
¡Qué ad m irab le es e sta conducta ta n d istin ta! Tú, c ru e l;
los españoles, com pasivos. E llos te ofrecen la paz, tú les pagas
con tra ic io n e s ; ellos te defienden, tú p rete n d es asesinarles;
ellos h a n venido siem pre a tí con u n p o ten te e jé rcito p a ra li­
b e ra rte , y tú, p a ra expulsarles, incitas a las esp ad as e x tra n je ­
ra s ... Aquí tienes a los españoles; les considerabas dignos de
desprecio y están a tu lado victoriosos y com padeciéndote; y,
sin em bargo, tus h ijo s verdadero engendro de v íboras, e n q u ie ­
nes confiabas, ¿qué te h a n p ro p o rcio n ad o fu era del h a m b re , de
la peste y de la e s p a d a ? ”
Con ello qu ed a p a te n te que, fre n te al re la to escueto y con­
ciso de los hechos, se añade la consideración y reflexión a lta ­
m ente m ad u ra de la en ju n d ia de los m ism os.
Vaya, pues, a S an Ju lián , el h o m en a je que si com o h is to ­
riógrafo m erece, a p a rte su aspecto religioso y de perso n aje
literario , rendim os hoy los m ilitares actu ales a trav és de e sta
m o d esta contrib u ció n que h a in te n ta d o p o n e r de relieve el va­
lo r y agudeza que su o b ra e n cierra en el estudio de u n a cam ­
p a ñ a y hechos de los que deducim os, sin género d e dudas, la
sagacidad y dotes tácticas que el rey W am ba alb erg ab a y que,
aun en el declinar de su vida, m o stró de m an era ta n p aten te.
(12)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
L'EDUCATION A L'EPOQUE WISIGOTHIQUE:
LES «INSTITUTIONUM DISCIPLINAE»
Por el Prof. P1ERRE RICHE
De rUnÍTersidad, de Paria IV
Le thém e de cette co m m unication e s t am bítieux. C om m ent
p a rle r en tre n te m in u tes de l'ed u catio n en E spagne w isigothi­
que? Ne p o u rra it on p as d 'ailleurs p a rle r de différen ts types
d ’education? E n efíet, si selon la .définition classique é d u q u e r
Liii en fa n t c'est "fo rm e r un en fa n t d eterm in é a p p a rte n a n t á u n
m ilieu social donné, á u n m o m en t h isto riq u e d o n n é'' nous
trouvons dans l'E spagne w isigothique devant des difficuités
sérieuses. L 'E spagne est-elle, sous les rois w isigothique, une
n atio n ? c ertain em en t p as au V Ie siécle, un p eu p lu s au V IP
car grace á l’u n ification territo ria le , pu is religieuse, les espagnols c om ine ncant a avoir une certain e ideé de la " p a tria " M ais
les m ilieux sociaux so n t encore tres divers. D 'une p a r t s u rto u t
d an s le sud de la peninsule les h ispano rom ains co n serv en t
longtem ps des h a b itu d e s de vie leguées p a r l'A ntiquité. E ncore
fa u t il d istinguer les m ilieux po p u laires, su r lesquels nous ne
savons p resq u e rien, des m ilieux aristo cratiq u es. De p lus, on
p o u rra it p a rle r de l ’in stru c tio n profes si onnelle donnée dans les
groupes p a rticu lie rs des m édecins, des arch itectes, des ju riste s,
e t c D 'a u t r e p a rt au cen tre et au n o rd de rE sp a g n e les guerriers w isigoths e t leu r fam ille m en én t p e n d a n t longtem ps u n e vie
fo rt differente de celle des hispano-rom ains e t recoivent une
education m orale, sportive et religieuse particu liére. L 'arianis1
Cf. 7 C C o n c i l e d e T o l é d e (646)
«hura fines patrias gothorum». E d i t .
V i v c s - M a r t i n e z , p . 251.
1
Cf. P. R i c h e ,
E ducation et cu ltu re dans l'O ccident barbare, P a ­
rís, 1962, 2^ e d it io n 1967, p. 298-299.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
172
L E S IN S T IT U T IO N U M
D IS C IP L IN A E
m e a longtem ps sep aré les co m m u n au tés et, m ém e a p res la
conversión de Reocared, reste u n obtacle s e rie u x J. Au V IP
siécle d 'a u tre p a r t les laics recoivent u n e ed u catio n p e u com ­
p arab le á celle des clercs groupés a u to u r de l’evéque o u á celle
des m oines. E n fin ne d e v ra it on pas p a rle r de l'ed u c a tio n des
m in o rités presentées h ia r p a r Le P rofesseur B lum enkranz et
s u rto u t des Juifs qui n ’ont pu, m algré les p ressions officielles,
é tre intégrés á la co m m unauté hispanique.
C haqué midieu a done sa íagon de vivre, son type de vie spirituelle e t m orale, b re f sa culture. E n tre éducatiom e t cu ltu re
le.s liens sont é tro its, p u isq u e T educatión e s t “une technique
p o u r 1'acquisition de la c u ltu r e ” e t q u ' in v ersem en t elle dépend de la c u ltu re am blante. D’ailleurs nous oonnaissons m ieux
la culture, e t su rto u t la c u ltu re intellectuelle de l'E sp ag n e au
VIe e t V IIC siécles que les m éthodes ou les p rin cip es d'ed u
catión. E n ce dom aine les sources espagnoles so n t p lu s p auvres
que les sources m éro v in g ien n es:
Les Vies de sain ts si nom breuses p o u r la G aule ap p a ra isse n t
en p e tit no m b re e n Espagne. L'oeuvre si im p o rta n te d 'Isid o re
de Séville ne nous est d 'au cu n secours p o u r ce su jet. Les regles
m onastiques so n t peu explícitos. L 'enfant a p p a ra it ra re m e n t
directem ent dans nos textes.
Il fau t glaner ici e t la sans étre c a rtain de la récolte. C 'est
ce que nous avons fait il y a quelques années. Sans do u te n'avons nous p a s en tie re m en t ob ten u satisfaction, et, p a r exem ple,
n ’avons nous pas pu faire to u te le lum iére s u r l'ed u c a tio n des
b a rb a re s c u des ariens. Sans vouloir re p re n d re 1 etu d e d a n s son
ensem ble, je m e p ro p o se ce so ir de p a rle r de l'ed u c a tio n dans
les m ilieux aristo c ratiq u es e t p u isq u e nous somimes á Toléde,
l ’éd u catio n á la cour. Apres b ien d ’a u tre s je veux soulever une
nouvelle fois le p ro b lém e d 'u n p e tit tra ité pédagogique a ttrib u é
á Isid o re de Seville, et nom m é In stitu tio n u m disciplinae. P o u r
m ieux co m p ren d re ce texte il m e sem ble q u 'il faille rap p e ler
les conditions dans lesquelles les jeunes a risto c rate s o n t p u étre
éduqués.
3 Ibid. p . 300 et 320. J. F o n t a i n e , Conversión et culture chez les
wistgoths á ’Espagne, dans «Settim ane di Studio de Spoleto», 1967, p. 127
est d'un avis contraire.
(2 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
173
P I E R M R IC H Z
L ’Espagne, com m e llta lie , La G aule d u Sud, l ’A frique, reste
encore m arq u é e au V I' e t a u V II' siécles p a r l'e m p re in te de
la c u ltu re antique. On p e u t m ém e d ire q u e p a r su ite des liens
établis e n tre l'E sp ag n e e t l'E m p ire b y zan tin ce tte influence á
p u se m ain te n ir p lu s longtem ps q u'ailleurs. Les a risto c ra te s vivent dans des villes de type rornain, Seville, M érida, T arragone,
Saragosse, Toléde, etc. dont les m o num ents so n t preservés ou
m ém e réparés. Le comme,rcc des Syriens encore a c tif a u VII*
siécle p e rm e t des échanges fra c tu e u x avec les a u tre s villes
de la M éditerranée. La civilisation de l ’écrit se m a in tie n t solidem ent: l’acte é c rit q u 'il soit étab li s u r p ap y ru s, parch em in
ou ardoises, est le p rincipal in te rm e d ia ire des ra p p o rts sociaux.
On ne p e u t s'en p a sse r que se soit p o u r u n e vente, u n achat, un
echange, u n affranchissem ent, un testam en t, eme p rofession
de foi, e t c 4 P o u r des jeunes a risto c rate s l'enseignem ent du
ru d im en t, nous dirions T cnseignem ent p rim a ire, e st une ne*
eessité vitale.
■
M ais les grandes fam ilias d esiren t davantage. H e ritiers des
senatores rom ains ils veulent que la cu ltu re litté ra ire puisse
d istinguer leu rs en fants d u reste de la p o p u latio n . L éandre né
a C arthagéne a voulu que son fré re Isid o re recoive u n e cu ltu re
de type classique. Le duc C laude c o rre sp o n d a n t d e G regoire le
G rand est u n lettré; les a risto c rate s w isigoths, une fois con­
vertís au catholicism e, o nt á le u r to u r cherché a s’in tro d u ire
dans la classe sen ato riale en devenant eux aussi des lettrés.
Que l'on pense á Jean Biclar, á M asona de M erida, á R enovatus
"goth de bo n n e fam ille in stru it dans Ies nom b reu ses disci­
plines des a r t s ” (a rtiu m disciplinae), retenons T expression
A Toléde a u m ilieu du V IF siécle T eudisclus se distingue p a r
son savoir, les co rresp o n d an ts laics de B raulio de Saragosse
ont une cu ltu re digne de leur ami. Ces homm.es e t ces fem m es
lettrés vont chercher á tra n s m e ttre leurs connaissances á leurs
enfants. Com m ent peuvent ils le faire?
II n ’y a plus de longue date d ’écoles m unicipales en Espagne.
On p e u t m ém e dire q u ' elles ont d isp a ra avant celles de Gaule
4 P. R íe h e , op. cit., pág. 125.
5 V itae sa n cio n a n pairum E m eritensium ,
I,
1-4
( G a r v ín
ec li.),
p á g . 254.
(3)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
174
LES INSTITUTIONUM D ISC IP L IN A !
qui existaient encore a la fin du V e siécle A ucun a rticle de la
Lex W isigothorum ne m entionne de telles écoles. Seules existen t en E spagne les écoles presb y térales e t les écoles episco­
pales, sans p a rle r des ocoles m onastiques. Les jeunes la'fcs pouvaient a p p re n d re leu r psau tier, c ’est á dire a p p re n d re á lire et
á écrire á 1’ecole presbytérale, le tém oignage de V alere de B ier­
zo est su r ce p o in t explicite 6. M ais nous n'avons aucun texte
p ro u v an t que des jeunes gens destines á re ste r Iaiques soient
passés p a r U’ecole m onastique. Q uant aux écoles episcopales
elles pouvaient recevoir des adolescents qui, a dix h u it ans, optaien t p o u r le m ariage et resta ie n t dans les o rd re s m ineurs,
m ais nous le dirons plus loin, elles n 'o ffra ie n t aucunem ent un
program m e d'etudes classiques Nous devons done supposer
que c'est dans le m ilieu fam ilia] que cet enseignem ent s'est
donné.
Nous en avons une preuve precise p a r la vie d 'Isid o re de
Seville qui recut de son frére L éandre une p a rtie de son instru c tio n litté ra ire e t dans celle de B raulio de Saragosse, lui
aussi disciplíne de son frére. Les bibliothéques fam iliales ont
certain em en t été utilisées p a r les jeunes laics avant d’étre in
corporées aux fonds episcopal ou m onastique ou d isp e rsé e s:
nous savons que le com te L aurent, in stallé a Toléde au V II e
siécle posséd ait personnel tem en t u n e bel le bib lio th éq u e m ais
q u ’elle av ait d is p a r u 1■
P uisque nous som m es á Toléde, restons y, et jetto n s un
regard su r Je foyer d ’ed u cation q u ’é.st la c o u r royale. Comme en
Gaule les jeunes gens sont a ttiré s p a r la cour e t viennent dans
leur adolescence servir le roi. Selon un c h ro n iq u e au r astu rie n
les rois Goths avaient coutum e d 'é d u q u e r á la c o u r les jeunes
gens et m ém e les jeunes filies des a risto c rate s s. D’ailleu rs F o r­
tuna! nc nous dépeint-il pas les com pagnes de G alsw inthe ento u ra n t la princesse w isigothique á son dópart p our la Gaule
*
V a i x r e , o r d o q u a e r i m o n i a e , P L . L X X X V I I , c o l . 448.
7
B r a u l i o , e p . 26 ( E d . M a d o z ), p á g . 145.
* R o d r i g o X i v ie n e /. de R ada,
A lb o r n o z , E l a u la R e g ia d a n s
De
r e b u s H is p a n ia e , c ité p a r S a n c H e z « C u a d e r n o s d e H isto r ia d e E sp a ñ a » ,
V, PJ46, p. 71.
”
F o r t c n a t , C a n n , V I-5 , d a n s M G H . A A . I V , p . 136.
(4 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
P IE R R E R IC H E
175
e t sous la legende de F lo rin d a filie du co m te Ju lien au debut
du V I I I ' siécle on p e u t egalem ent retro u v er le tém oignage
historique. Que faisaient les jeunes filies, en quoi co n sistait leu r
éducation, nous l'ignorons. II se p e u t d ’ailleurs com m e cela
s ’est trouvé á bien des époques que le roi obligea les gran d s á
envoyer leurs en fan ts afin d e tr e ce rtain de leu r fidélité. II avait
ainsi sous la m ain des otages de m arque.
Les jeunes gens devaient recevoir u n enseignem nt p rac tiq u e
de fonctionnaires. La cour é ta it com m e en G aule m érovingienne une "école de c a d re s”. On y a p p re n a it á étre n o taire ou adm in istra te u r 1J. M ais il y a plus, e t c’est ce qui fa it l'o rig in alité
de la cour de Toléde. Les jeunes gens po u v aien l égalem ent re­
cevoir un enseignem ent litté raire, puisque les ro is a p a r tir de
S isebut étáien t des m écénes et m ém e des lettrés. Q u’il suffise
de dire que q u 'Isid o re de Seville ecrivit son De N atura R eru m
et p o u r S isenand u n e H istoire des Goths; que nous avons gardé
quelques oeuvres du roi Sisebut, C hintila, C hindasw inthe et
R eccesw inthe 11.
C’est en rap p e lan t e t la survivance de la c u ltu re a n tiq u e en
E spagne et l’accueil de la cour aux le ttre s classiques que Ton
p eu t com prendre le tra ité pcdagogique In stitu tio n u m discipli­
nae. Ce p e tit texte est conservé p a r deux m anuscrits. L’u n le
Parisianas latinas 2994 A, de la fin du V IIF , p ro v ien t sans
doute d'E spagne ou de Septim anie et garde dans son o rth o g ra
phe les m arq u es de son origine w isigothique. II se présen te
dans u n corpus isidorien c o n te n a n t le liber D ifferen tia ru m et
des ex traits des Origines. C’est done á Isid o re egalem ent que
fut a ttrib u é n o tre traité i:. L ’a u tre m an u sc rit du XL' siécle est
conserve á M unich (kit. 6384): c ’est sous le nom de sa in t Augustin et sous le titre de de in stitu tio n e in fa n tu m que le tra ite
nous e st parv en ú n. Les éd iíeu rs de ce texte, E. A. A nspach puis
P. Pascal o nt acceptc T au th en ticitc isidorienne, m ais J. Fontailn P. R lc íie , op. cit. págs. 302-303.
11 Idem ., págs. 304-305.
12 I ! fut edité p o r A n s p a c h , dans «Rheinisches Museum tur Philologíe», L X V It, 1912, p. 556-56S. S u r la date du m anu scrit et sa provenance
w isigothique c f . A. M i l l a r e s C a r l o , Tratado de paleografía española,
2 edit. M adrid, 1932, p. 466 et App, II. núm. 196.
IS E dité p ar P. P a s c a l , dans «Traditio», X III, p. 426-427,
(5 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
17*
L E S IN S T IT U T IO N U M
D IS C IP L IN A S
ne la refuse sans h é site r e t pense q u'il s ’ag it d 'u n m iro ir de
p rin c e précaro lin g n en ou insulairc. Son p rin c ip a l arg u m en t
e st que l'a u te u r u tilise la Panégyrique de T ra ja n e t q u ’Isid o re
ignore l’oeuvre de Pline le J e u n e 14.
Certes l'a u te u r d u In s titu tin u m disciplinae cite sans les
n om m er Pline et bien d 'a u tre s sources: L actance (D ivinas In s titu tio n es II, 2 et 25) A m broise (De o fficiis m in istro ru m I, 10,
32; 18, 72 e t 74) e t Isidore lui m ém e. N ous ne reviendrons pas
s u r ces em p ru n ts qui ont eté bien étudiés p a r le d e m ie r édile u r ,5. R em arquons to u tefo is que l’u tilisa tio n du Panégyrique
de T ra ja n en Espagne w isigothique n ’a rien d’invraisem blable.
T ra ja n est u n des em pereurs les plus p o p u laires dans les rovaum es b arb ares. Theodoric é ta it appelé p a r ses contem porains
le "nouveau T rajan ", G regoire le G rand ven erait la m ém oire
de cet em p ereu r 16, u n m an u sc rit du V ICsiécle, utilisé á nouveau
p a r Ies m oines de B obbio au V IP co n serv a d le P anégyrique i7.
E nfin n ’oublions pas que T ra ja n é ta it pé en Espagne.
Ce qui rend p lu s difficile d 'a ttrib u tio n du tra ité a Isidore
est m oins la présence de ces sources litté ra ire s que les ex traits
de l'oeuvre isidorienne eux m ém es. Il est difficile de p en ser
que l’a u te u r se soit recopié lui m ém e et á u n c e rtain passage
tre sq u e textuellem ent... If N o tre tcxte se ra it done p o s te rie u r á
isidore. Si nous analysons le tra ité nous retro u v o n s des préoccupations pédagogiques qui c o rre sp o n d en t b ien á l’époque
w isigothique. L’e n fan t d o it d’a b o rd a p p re n d re Ies com m unes
litteras c ’est á d ire le ru d im en t, avant d 'é tre instru.it des a rts
1 i b é r a u x P Ces d e m ie rs so n t cités dans l'o rd re c la s s iq u e 20
14 J. F on tain e, Isidore de Sévilíe... I, pág. 14.
!i; P. P a s c a l , art. cit. e t avant lui CH. H. B e e s o n , The Institutionum
disciplinae and Pliny the Younger, «Classical Philology», V III , 1913,
p. 93-98.
16 Anonym e sales, 60, MGH. AA. IX , p. 322 et Vita Gregorii (edit.
G aso u e t . p . 3 8 ).
n V í í í . Lat. 3750 e t A m b r o s . E . 147 c f . L o e w e , C ódices latini antiquiores I, 29-3:1.
Le passage des Origines, II, 16, 2 est reproduit prcsqu e textuallement.
19 Ce passage s'inspire de Lactance, Inst. 3-25 et d ’Isidore, Origi­
nes, I, 3, 2.
w
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
PT E R R E R ÍC H E
177
m ais sont augm entes de la r a é d e c i n e , du droft e t de la
philosophie. Cela ne doit pas su rp re n d re lorsque l'on sait que
les lettres du V IIc siécle avaient un gout tres vif p o u r le
savoir encyclopcdique. L’a u te u r insiste égalem ent s u r la p u re té
du langage, vou lan t p e u t étre réag ir co n tre les exces du m aniérism e hab itu éis aux a risto c rate s laics lo rsq u 'ils p ren a ien t la
plum e 21. Une place im p o rta n te est donné á l’ed u catio n m orale
et aux dangers que l’irum o ral i té des poésies érotiques, des danses lascives, des spectacles du cirque faisait c o u rir aux jeunes
gens. Rien d ’éto n n a n t á ceja lorsq u e l’on sait les résistan ces du
paganism e dans to u tes les classes de la s o c ié té 22. D eja C esaire
d ’Arles blam aien t ses diocesains qui se souvenaient p lu s des
am atoriae cam iones que des p s a u m e s 23. E n Espagne a u V IIe
siécle 1’ "Anthologie la tin e ” o ffrait aux lecteurs de quoi troub ler leu r e sp rit et leurs sens e t Isidore les m e tta it en g a rd e 24.
Les th ea tre s co n tinuaient á a ttire r des sp e cta te u rs e t p a rm i
cux m ém e des evéques 25.
1
L 'au teu r de n o tre tra ité recom m ande au jeu n e h o m m e la
p ratiq u e du sp o rt ce qui n ’a rien de su rp re n a n t s’il s'agit, com rae je le suppose, d ’un a risto c ra te w isigoth. Il e m p ru n te au
Panégvrique de T ra ja n un dcveloppem ent su r la cbasse e t les
p íaisirs de la navigation qui pouvait in té re sse r1les d escendants
des b a rb a re s ou les rom ains b a rb a risé s. Isid o re a v a it d e ja
dans sa C hronique et dans son "K isto ire des G oths" fait allusion au gout sp o rtif des rois w isigoths K.
Le jeune hom m e devra aussi a p p re n d re Ies poésies p a rla n t
des ancétres qui exciten! á la glorie ceux qui Ies e n te n d e n t27.
20 Sans citer rarith m étiq u e, com m e le faisait égalem ent L actan ce
21 P. R i c h e , E ducation et culture, pág. 305.
22 Idem , pág. 342.
23 Cf. aussi la Regula Tam atensis, 8, PL. L X V f, c. 9 8 0 «haec sunt
vestra carm ina, haec ut vulgo akm t am atoriae cantiones»; le Concile
de Toléde de 589 (canon 2 3 ) dénonee Ies «saltationes et turpes cantici'»
(edit. V i v e s , ¡p. 133). Cf. P. R i c h e , E ducation et culture..., p . 544, note 301.
24 I s i d o r o , Sent. III, pág. 13. PL. L X X X III, 685.
23 Cf. la ¡ettre de S iséb u t á l'evéque de T arragone, MGH. Ep. III,
p . 668.
26 I s i d o r o , Chron. 54; H istor, G oth. R ecapitu lad o, MGH, CH. 2. AA.
X I, págs. 290 y 294.
12
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
(7 )
178
LES
IN S T IT U T IO N U M
D IS C IP L IN A E
Ici il est b ien te n ta n t com m e l’a fait M enendez Pida'l d'evoquer
l’épopée n atio n ale des Germ ains. Nous savons p a r T acite puis
p a r Jo rd an es et F o rtu n a t que des chants celebraient les h a u ts
faits des h éro s germ ains 2S. M alheureusem ent nous n'avons ríen
conservé de ces chants. II se peu t égalem ent que l'a u te u r ait
pensé á ces poém es heroiques qui selon Isid o re “ rac o n ten t la
geste des hom m es courageux" R em arquons d 'ailleurs que dans
ce passage des E tym ologies Isidore a ttrib u e a l’heros les qualités de courage et de sagesse, com m e le fa isa it Pline dans le
Panégyrique, et com m e le fait im plicitem ent n o tre texte 29. Enfin et cela nous ram éne encore á l'E spagne, le jeune hom m e doit
p ro teg er sa p a trie (patriam luentem ). L'idée d'une terre n a tio ­
nale o b jet de l ’a m o u r des p o p ulations a p p a ra it p o u r la prem iére fois dans la laus Spaniae d 'Isid o re et dans les conciles
w isigothiques 30. E lle tém oigne d ’une p rise de conscience peu
fréq u en te dans les au tres royaum es b arb ares.
E n fin le jeune hom m e recoit tout un ensem ble de conseils
m oraux: é tre sobre, chaste, bon conseiller, p ru d en t, hum ble,
p a tie n t, religieux... Mais nous rem arq u o n s q u ’il n ’est aucunem en fait m ention d 'in stru ctio n religieuse auprés des clercs. Le
seul passage rela tif á l’E c ritu re se. lit á propos de la dialectique
qui ne doit pas seulem ent tire r ses argum ents de 'T o fficin e des
rh e te u rs ”, m ais des cbam ps des saintes E c r itu r e s ’1. Or il est
rem arq u ab le que S isebut dans sa lettre au jeune prince lomb a rd Adailoald em ployait la m ém e expression et, de fait, utilisait de nom breux passages des E c ritu re s p o u r d é m o n trer áu
son c o rre sp o n d an t la vanitc de 1’ arianism e M.
Le b u t poursuivi p a r le jeu n e hom m e d oit étre l’acquisi27
« M a g is p r a e c i p e r e c a r m in a m a i o r u m
q u ib u s a u d ito r e s p r o v o c a ti
a d g -lo r ia m y a d g l o r ia m e x c i t e n t u r » . E d it . P ascai .,
28
M enendez
P id a l ,
c.
9.
Los godos y el origen de la epopeya española,
d a n s « S e t t i m a n e di S t u d i o di S p o le to » I I I , p. 29. Raippelons q u e J o r d a ­
n e s p a r la de los « p m e a c a r m i n a » (G e t ic a , IV, 28); F o r t u n a t d e s « c a r ­
m in a b a r b a r a » (C a r m . V I I , 7, 63) et T r a j a n ,
29
ISIDORO, O r i g . I , 39, 9.
30
C o nf.
supra, n o t a I.
31
«Nec
solum
de
decla mat.oris
Paneg. 16.
o fñ c in is
rhetorum
s ar tetaru m s c r i p t u r a r u m ca m p is » . E d :t. P a s c a l , 1. 35,
32
Ep. visig. 9, MGH. E p i s t . I I I , p. 674.
(8 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
sed
e t ia m
de
179
P T H R R E R IC H E
fion des q u a tre v ertu s qui conduisent á la philosophie: pru dence, justice, courage, m aitrise de s o i 33. Le pedagogue rep re n d
le program m e de la philosophie stoicienne que d eja bien avant
lui A m broise ou Ju lien Pom ére avait presen te 34. M ais il se rapproche aussi de M artin de B raga qui déd ian t ses Form ules de
Vie honneíe au roi suéve M ir écrivait que les q u a tre v ertu s
p e rm e tta ie n t aux laics d'acceder á une vie h o n n éte sans avoir
reco u rs aux preceptos de la sainte E c ritu re m ais en su ivant la
seule loi n a tu re lle de l'hum aine in te llig en c e 3S- C ette o p p ostion
entre u n program m e d ’éd u cation p o u r laic et ceflui que seuls
les serviteurs de Dleu peuvent suivre m o n tre suffisem m ent la
tenace survie des concepts ¡de la m orale antique. Dans les Institu tio n u m disciplinae nous retro u v o n s la m ém e in sp iratio n
et cela perm et á m on sens de d a te r le texte, e t de lui donner
une p atrie.
E n effet si nous comiparons n o tre texte á la le ttre q u ’ u n
évéque m érovingien écrivit a u n fils de D agobert nous som m es
su rp ris de tro u v e r une to u te a u tre in s p ir a tio n 36. D ans cette
Gaule m erovingienne qui se b a rb a ris a it beaucoup p lu s ranidem ent que l’Espagne, dans laquelle la c u ltu re des clercs était
la seule á subsister, le p ro g ram m e d ’education é ta it to u t autre.
Le prince devait o beir aux evoques, tro u v er dans l'E c ritu re S a­
in te des m odeles á suivre,. Tous les thém es des "m iro irs de
laic s” earolingiens sont déja en place dans ce te x te 37. Dans
les In stitu tio n u m disciplinae rien de tel, c a r elles o n t été red igees dans un pays et á une époque oü la cu ltu re a n tiq u e é ta it
encore vivante et oü les laics po u v aien t encore s ’en n otirrir.
On co m p ren d alors que l'a u te u r de n o tre m anuél puisse re p re n ­
der en term in a n t le thém e p latonicien d u roi p h ilosophe que
33
« C u m q u a d r if i d o f o n t e v ir t u t u m :
p r u d e n tia v id a lic e t a tq u e j u s -
t i t i a f o r ü t u d i n e e t t e m p e r a n t ia » .
34
Cf. H. H
agendahl,
Latin Fathers and the classics, G oteborg, 1958,
p . 3 47 e t s s .
73
rum
M a r tin
de
B r a g a , Forniulae, e d i c . B a r l o w , p á g . 2 3 7 « s i n e d iv in a -
s e r ip tu r a r u m p r a e c e p t is n a tu r a lis ta n tu m
le g e e tia m
h u m a n a e in t e llig e n t ia e
a l a i c i s r e c t i h o n e s t i q u e v ir t u t i b u s v a l e a n t a d i m p le r i» .
36 Ep. aevi merov. 15 MGH. I I I , p . 458.
37 S u r c e m i r o i s , c f. W a t e n b a c h -L e v i s o n , Die R echtsquellen, p, 59-59.
(9)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
ISO
LES 1NSTITUTIONUM DISCIPLINAE
Boecé avait deja evoqué en lta iie ostro g o th iq u e e t qui refleurira p en d an t la R enaissance c a ro lin g ie n n e 3S.
Ainsi nous som m es am ené á d a te r ce tra ité pédagogique de
la fin de la période w isigothique e n tre la m o rt d 'Isid o re de
Seville ct le début du V IIIe siécle, en su p p o san t qu'il a été
écrit p o u r quelque a risto c ra t ou quelque prince, et pourquoi pas á Toléde. Cela confirm e le fait que nous avons d e ja
rem arqué, T opposition du program nie éducatif des laics et
celui des clercs. Alors que les laics peuvent encore avoir accés
aux a rts libéraux Ies clercs élevés dans les écoles p resb y térales et episcopales ne recoivent, com m e en Gaule, q u ’une edücation religieuse 39. Pas un texte ne m entionne le tu d e des dis­
ciplines profanes. Comme le d it l'a u te u r de la Vie des Peres
de M érida, l'évéque Paul in stru isa it celui qui devait devenir son
successeur de "l'office ecclesiastique et des livres de T E scritu re
s a in te ” 40 .Si l'E spagne w isigothique a connu les évéques lettre s
L éandre, Isidore, B raulio, etc., c'est que ces dern iers sont passés p a r l'ócole m onastique et que cette école m onastique, form ée su r le m odele vivarien ou africain, é ta it bien plus largem en t ouverte á la culture profane. Grace á ces m ilieux privilégiés l'E glise w isigothique a pu g a rd e r le co ntact avec les lettre s
classiques, m ém e apres 711, et p ré p a re r ainsi le renouveau carolingien. Q uant aux laics ils se sont peu a peu confondu au
V H P siécle dans une grande m asse b atailleuse et ignare. Exceptionnellem ent, quelques a risto c rate s influencés p a r l e s
clercs cherchent á s o rtir de cet obscu ran tism e et, aussi bien
dans le royaum e astu rien , que dans Tem pire carolingien, donnent á leurs en fants une in stru ctio n plus littéraire. Mais ja m á ­
is dans les m iro irs de laics qui nous o n t été conservés nous ne
retrouvons cet accent an tiq u e qui caracterise les In stiíu tio n u n t
disciplinae.
« Sic d e n iq u e to t t a n l i s q u e .praeclaris a r t ib u s m o r i b u s q u e inst r u c t u s ju r e q u i s q u í s ille a d h o n e s t a t e m i m p e r i u m q u e .poterit p er v e n ir e
ut r e c t e in eo a d s c r i b a t u r p r a e c i p u a platoniis illa s en te n t ia t une b e n e
regi r e r n p u b lic a m q u a n d o i m p e r a n t p h i l o s o p h i et p h i l o s o p h a n t u r im pe rat ores »; cf. B o é ce , Cons. Philosophiae et au s s i C as s io d o r e ,
I X , 24, p. 290 « Q u í d a m p u r p u r a t u s v i d e n t u r e s s e phi loso phus».
39
40
Variae
P. R i c h u , Education et culture , p. 331 et ss.
V itae sanctorurn, IV-1. E d it . G a r v ín , p. 172 O m n e o f f i c i u m e c c i t s
s ia s t ic a r u m o m n e m q u e b i b l io t h e c a m s c r i p t u r a r u m dinvin a ru m ... docuit».
(1 0 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
N INVESTIGACIONES y
m
t/i
a.
O
H
=3
1
±
*f; *C
% ¡¡*
"H
o
o
T o le d o
*
2
LOS ARZOBISPOS DE TOLEDO EN EL SIGLO VII
Por J. F. RIVERA RECIO
Canónico Archivero de Toledo
Bl códice em ilianense d,e El E s c o ria l1 nos h a conservado el
catálogo de los prelados toledanos h a s ta el siglo X, tam b ién
en el citado m an u scrito se en c u en tra n la s lista s episcopales de
Sevilla y de U liberis. P or lo que a Toledo se refiere, que es lo
que especialm ente a h o ra nos in teresa, encontram os en la su ­
cesión m etro p o lita n a u n a ín tim a coincidencia con la sucesión
a p u n ta d a en da obra DE V IR IS ILLUSTRIBUS de S an Ild e ­
fonso de Toledo. La diferencia en tre am bos docum entos existe,
p orque el códice em ilianense se dim ita a d a r u n a sim ple lista
sucesoria sin indicación alguna biográfica o cronológica, m ien­
tra s que en el escrito ildafonsiano se p re se n ta la silueta bio­
gráfica de cada uno d e los p erso n ajes m encionados. C reem os
que la fuente com ún de am bas relaciones debió se r u n a re la ­
ción oficial toledana, hoy p erdida, que el rns. em ilianense de­
bió co p iar y p o n er al día h a s ta su época, y de la que Ildefonso
se sirvió tam bién, com pletando la r di ación con las noticias
que él pudo ob ten er, ya p o r la .tradición ex isten te — quaeque
velera a n tiq u o ru m relalu re p e ri-, ya tam b ién d e lo que él pudo
conocer p o r p ro p ia experiencia— quaeque nova exhibiíione
tem poris didici, — orsu linguae quo p o tu i s u b n o ta v i2.— Aun­
que no son m uy locuaces las fuentes, sin em bargo, en el d e ­
curso de los estudios históricoedlesiásticos alguna o tra noticia
! Cod. d. I. Conf. Catálogo de los cód ices latinos de la Real B ib lio ­
teca del Escorial, Vol. I (1910) fol. 360.
2 I l d e f o x d u s De viris illustribus, ML. 96, col. L98, A.
CU
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
L O S A R Z O B IS P O S
182
D E TO LED O
se puede a d ju n ta r a las referencias ildefonsianas, que son las
m ás com pletas. Y eso es lo que pretendem os realizar eiñ este
artícu lo al m ism o tiem po que som etem os a revisión y c o n tra s­
te las noticias que trad icionalm ente se poseen.
Ya en tre o tro s, hace casi dos siglos el egregio P. Flórez 3 se
tom ó este tra b a jo , que ahora in te n ta m o s renovar, p o r si acaso
alguna pequeña noticia se pu d iera ad icio n ar a lo hecho p o r el
eje m p la r y 'loable escritor, a la vez que se pone de nuevo en
relieve el antiguo episeopologio toledano, tan olvidado.
EL CATALOGO EM ILIA N EN SE Y LA RELACION
ILDEFONSIANA
El m encionado catálogo de, El E scorial p rese n ta Ja lista de
p relados toledanos, con un to tal de c u a re n ta y cinco nom bres.
De ellos diez pertenecen a'l s. VTI, es decir desde el n ú m ero 26
de la lista h a sta el n úm ero 35. De cinco d e estos diez p relados
h a b la San Ildefonso y les dedica unas breves n o ta s biográficas
a cada uno de ellos, indicándonos la inm ed iata sucesión de
cada uno. La coincidencia es p erfecta e n tre am bas relaciones
com o puede verse en él siguiente cotejo.
CATALOG O
A urasius
H elladíus
Ju stu s..............
Eugenius
Eugenius
illdefonsus. , .
Q uiricus..........
Julianus
Sisibertus. . . .
Félix.................
s.
SAN
IL D E F O N S O
A urasius Toletanae ecclesiae pontifex.
Helladius post Aurasium.
Justas, Helladii discipulus, illique successor.
Eugeníus... pontifex post Justum.
Eugenius alter post Eugenium pontifex.
¡idefonsus... praesul post secundum Eugenium...
Julianus, discipulus Eugenií secundi... post beatae
memoriae Quiricam, quarto loco praeceptorem
suum sequens.
Depuesto en el Conc. X V I (a. 693).
Suscribe como m etropolitano de Toledo en el Conc.
de Toledo XVI (a. 693). J
1 H. f l o r e z , España Sagrada t r a t a d e l o s p r e l a d o s t o l e d a n o s d e l
VII e n e l t. V , 238 a 293.
,
(2 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
S. r . R I V E R A R E C I O
183
Como se pu ed e ap re c ia r p o r el a n te rio r cotejo, la c o rre s­
pondencia e n tre el catálogo y lo que Ildefonso y sus c o n tin u a ­
dores indican es e x a c ta 4. La ú n ica diferencia en el catálogo,
que debe co rreg irse com o lo hem os hecho, es que, a l final el
catálogo p rese n ta a S isiberto com o anteceso r d e Félix. Con
to d a certeza sabem os que fue Félix el que sucedió al ser d e­
puesto Sisiberto.
A u r a s i ü s .— E l obispo A urasio es el p rim e r p rela d o toledano
de la séptim a cen tu ria, coinoidente según la in fo rm ació n de
Ildefonso co n los reyes V iterico, G undem aro y S isebuto; p o n ­
tificó p o r espacio de casi doce años. Como se sabe V iterico se
apoderó del reino, regido p o r Liuva II, a fines del 602. In te n tó
re s ta u ra r el a rrian ism o , dei que se h a b ía a b ju ra d o desde el
rein ad o de R ecaredo; persiguió a los católicos y a lo s bizan­
tinos. P or tan to , el po n tificad o de A urasio no h u b o de ser tra n ­
quilo ni pacífico. Ildefonso, en la silueta que de él traza, c a r­
gada de frases de co n ten id o generad, lo p re se n ta com o buen
gobernador, sereno en m edio de las adversidades e íntegro en
los m om entos difíciles. Fue m ás co n sta n te e n la d efensa de
la v erd ad que en el ejercicio de escribir. ,
H ubo de vivir los días bochornosos en que d rey de B or
goña, T eodorico, repudió y devolvió in ta c ta a su esposa H erm inberga, con la que se h a b ía desposado el año a n te rio r, p ero
si rechazó a la m u je r se quedó co n la dote m atrim o n ial. Am­
bas in ju ria s exarcebaron ai m o n arc a visigodo que buscó alian­
zas con el m o n arc a lo m b a rd o Agilulfo y los francos L otario II
y T eodoreto de M e tz ; quizá el tris te fin de V iterico no p erm itió
que la venganza apetecida se llevase a efecto, ya que fue ase­
sinado en u n banquete. Sucedióle G undem aro (610-612), en
cuyo tiem po, en erv ad a gravem ente la p o ten cia d e los b iz a n ti­
nos, se verifica la integ ració n eclesiástica a T oledo de la se­
gregada p a rte del te rrito rio m etro p o lita n o de la cartaginense,
cuya c ap italid ad o ste n ta b a C artagena, ciudad p rin c ip al del
4 E ntre parén tesis hem os inclu id o aquellos prelad os, de los que
Ildefonso no pudo hablar, pues se trata de su p rop ia b io grafía y de las
de sus sucesores. La n oticia fidedigna la hem os indicado por otras
fuentes.
(3 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
184
L O S A R Z O B IS P O S
D E TOLEDO
dom inio bizantino en E spaña, habiendo quedado Toledo com o
m etrópolis sim plem ente de la p a rte occidental de, la provincia,
conocida com o región de la C arpetania. P a ra p o n e r Jas coisas
en orden, y en previsión de los tra sto rn o s q u e p o d ría n venir
después, catorce obispos sufragáneos de Toledo se reunieron
en e s ta ciudad y a c o rd a ro n el 23 de octu b re del 610, que “la
sede de la sa n ta iglesia de Toledo tiene la a u to rid a d d e m e­
tro p o lita n a y que precede a n u e stra s iglesias en p o te sta d y
m érito, y que su p rin cip ad o , ciertam ente, e n m an e ra alguna se
le otorga a h o ra p o r anuencia n u e stra , sino que ya hace m u ­
cho tiem po se le reconoce su existencia p o r decisión conciliar
de los antiguos P adres 4a..."
P osterio rm en te u n decreto del rey ratificó 5 el acu erd o epis­
copal m an ifestan d o “que el h o n o r de p rim a d o Jo tiene, según
la an tig u a a u to rid a d de la asam blea co n ciliar p o r todas las
iglesias de la p rovincia cartaginense, el obispo de la sede de la
iglesia de Toledo, y éste sobresale de 'todos sus coepíscopos,
ta n to p o r la excelencia del ho n o r, com o del nom bre, conform e
a lo que acerca de los m etro p o litan o s en cada u n a de las
provincias sancionó la an tig u a trad ició n d e Jos cánones y la
a n te rio r a u to rid a d perm itió. Ni tam poco consentim os que la
m ism a provincia de C artagena se re p a rta e n tre la jurisd icció n
de dos m etro p o litan o s, en co n tra de los decretos de los P a ­
d re s ...; así com o goza de la an tigüedad de su n o m b re y del
respeto de n u e stro po d er, así sobresalga p o r la dignidad de
su iglesia y aven taje a to d as en p o te sta d ... Y p o rq u e [la región
cartaginense y la c a rp e ta n a ] es u n a e idéntica pro v in cia de­
cretam os que así com o la provincia B ética, L u sitan a o T a rra ­
conense y las resta n te s que p ertenecen a la ju risd ic c ió n de
n u estro rein o ... se sabe que cada u n a tiene su p ro p io m e tro ­
po litan o , así del m ism o m odo la pro v in cia C artaginense vene­
r a r á com o p rim a d o a uno m ism o y único, al que señala la
4-1 Concilios visigóticos e hispano-rotnanos, e d i c . V i v e s , M a r í n y
(M adrid, 1963), p á g s . 407-408.
5 H em os discutido la p rio rid a d cron ológica de am bos docum entos,
intim am ente relacionados en el art. E ncum bram iento de la sede tole­
dana durante la denom inación visigótica, « E s p a ñ a Sagrada» V III
(1955) 13-20.
M artín e z
(4 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
J . F . R I V E R A R E C IO
185
antigua a u to rid a d conciliar, el cual te n d rá el sum o h o n o r e n tre
todos los obispos com provinciales
Con este reconocim iento jerá rq u ic o y real del c a rá c te r m e­
tro p o lita n o de Toledo, que se dice a n te rio rm e n te ex istente,
el p relad o de Toledo, alcanza un in d iscutible relieve en el ep is­
copado hispano.
A los casi doce años de prelacia, rein an d o en sus p rim ero s
tiem pos Sisebuto, falleció el m etro p o lita n o A urasio, es decir,
en el año 615.
— E ladio es el p rela d o - p arad ig m a d e todos los
dem ás. Ildefonso siente p o r él u n a g ran sim p atía y veneración,
según se desprende de, las expresiones q u e utiliza, a l te je r su
silu eta biográfica. P ersonaje p rin c ip al de la corte real, ilustrísim o m iem bro del au la regia y encargado d a la a d m in istra ­
ción de los negocios públicos — regiae aulae illu strissim u s pu~
blicarum que rector existeret r e r u m 6. A p e sa r d e su alto rango
p alatino, en las h o ras de asueto no te n ía em pacho alguno en
llegarse al m o n asterio agaliense y mezclarse, co n los m iem ­
b ro s de aq uella com unidad, interv in ien d o com o u n religioso
seglar en las tareas del m onasterio. Pero lo que co n stitu y ó
un golpe esp ectacu lar fue que un día renunció a sus cargos
civiles, y se re tiró al citado cenobio p a ra com enzar allí de u n a
m an era definitiva su pro fesió n religiosa. P o sterio rm en te fue
elegido ab ad y p o r sus m éritos y ansias de perfección, o rd en ó
la vida m o n ástica y acrecentó el e sta d o económ ico del m onas­
terio. Ya casi anciano, fue elevado al p o n tificad o toledano
co n tra su vo lu n tad — vi coactus— •
La p rim e ra vez que aparece en las fuentes el m o n asterio
agaliense es con ocasión de la p ro fe sió n en él del p ro cer
Eladio. E ste cenobio gozó de im p o rta n te ren o m b re en la h is­
to ria eclesiástica to led an a d u ran te el siglo V II. C arecem os de
toda clase de inform ación sobre la fu n d ac ió n y em plazam iento
de él. La denom inación oficial debió ser la de m o n a steriu m
sanctorum Cosmae et Dam iani, p ero en el len g u aje u su al era
conooido com o agaliense; desde m uy antiguo la ubicación del
citado m o n aste rio constituyó un enigm a p a ra los investigado­
H
“
e l l a d iu s .
ML. 96, col. 201.
(5)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
186
L O S A R Z O B IS P O S
D E TO LED O
res. Se ha pensado en un fan tástico Agali, que sería el fu n d ad o r
de él y del que h u b iera tom ado el n om bre 7. Creem os, sin em ­
bargo, que la denom inación deriva m ás bien del p a ra je de su
localización, es decir, en el cam ino de las Galias — ad galiense
iter— 8 ya que u n proceso sem ejante se. p ro d u jo siglos después
con la designación de los Palacios de G a lia n a 9. E llo, de ser
cierta n u e stra co n jetu ra, id en tificaría amibos lugares en lo que
hoy se denom ina Castillo de G aliana, en la p a rte N o rd o rien tal
de la ciudad.
La rom anización de este p a ra je e stá fu era de duda. E n sus
cercanías se en c o n traro n fragm entos de m osáicos en lo que
fue u n a villa rom ana. La m encionada calzada ro m an a, que
llevaba a las Galias, adem ás la cercanía del río, utilizable p a ra
el riego de aquellos cam pos, hacen de este lu g a r u n sitio suAgali e n D H G E .
7
C o n f. v, g. la v o z
s
L a p is t a p a r a e s t a h ip ó te s is
q u ie n e n s u s a r tíc u lo s p e r io d ís tic o s
nos
la
p r o p o r c io n ó
E lias Tormo,
Palacio de Galiana en T oled o o el
sino de la Em peratriz Eugenia, p u b lic a d o s en el d ia rio «L a E p o c a » de
M a d riü , los d ía s 9, 16, 18 y 23 de ju lio d e 1932, d o n d e in s is te e n la v ía
r o m a n a qu e, p a s a n d o p o r -las c e r c a n ía s d e l c it a d o lu g a r , c o n d u c ía d i­
r e c ta m e n te a ta s G a lia s. S e ría , p u e s, V ía G a lia n a , v e r s ió n r o m a n c e de
g a lie n s e iter.
P o s te r io r m e n te en el c ic lo le g e n d a r io de lo s a m o r e s d e M a in e te y
G a lia n a , q u e
te n ía n
por
s u g e s tió n -los d e
A lfo n s o
VI
(y a
no
jo v e n )
c a s a d o co n Z a id a , h ij a d el r e y de S e v illa c it a a R a m ó n M e n e n d e z P i d a l ,
q u ie n en to s « A n ales d e l a U n iv e r sid a d de M a d rid » , d e m u e s tr a q u e el
M a in e te
fr a n co -e s p a ñ o l
fu e
el
n ú c le o
p r in c ip a l
de
la
m ocedades
de
C a r lo m a g n o . L a b a t a lla e n tre los dos r iv a le s tu v o lu g a r e n V a lm o r ia l
(km . 57 de la c a r r e te r a de M a d r id a T o le d o ) d o n d e d ió m u e r te a B ram a d a n te , r e y m o r o de G u a d a la ja r a , la qu e él y R o ld a n d e sp u é s in m o r ­
ta liza ro n en la s g e s ta s h e ro ic a s d e la C a b a lle r ía , h a b ie n d o c o n q u is ta d o
la e s p a d a D u r a n d a rte .
R e fie r e ta m b ié n q u e el a r zo b is p o Jim é n e z de R a d a h a b la d e l P a la ­
cio de G a lia n a en B u r d e o s (d o n d e la é p ic a h iz o d e s c a n s a r a C a r lo m a g n o
y G a lia n a , p a s a n d o u n a d e lic io s a lu n a de m iel), c r e y é n d o s e q u e la lo c a ­
liza c ió n to le d a n a era r e d a c c ió n ta r d ía .
P o ste r io rm e n te e sta s .po sesio n es to le d a n a s v in ie ro n a fo r m a r p a r te
d el p a tr im o n io de lo s d u q u e s d e ¡Alba, sie n d o p o r c o n s ig u ie n te , d u e ñ a
de ello s la fu tu r a E m p e r a tr iz de lo s fr a n c e s e s E u g e n ia de M o n tijo , e s ­
p o s a de N a p o le ó n I I I .
Se in sin ú a q u e lo o u e fu e le y e n d a m e id e v a l v in o a c o n v e r tirs e a n ­
d a n d o los siglo s en u n a r e a lid a d h is tó r ic a .
(6 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
.T. F . R I V E R A R E C I O
187
m ám ente apetecible p a ra la instalación en él de, un m onasterio,
separado del a je tre o ciudadano y, al m ism o tiem po, cercano a
la ciudad. Si com o pensam os, el lugar debe identificarse con
el que actualm ente ocupa el llam ado C astillo de G aliana no es
extraño que los m onjes visigodos gustasen de h a b ita r u n lu g ar
tan apetecible com o p a ra que tiem pos después los árab es le­
v a n ta ra n allí u n a finca de recreo p a ra descanso de sus g o b e r­
nadores. Allí fue tam b ién donde el botánico árab e Ib n W afid
exornó el p a ra je, com pletam ente llano, con sus m ejo res colec­
ciones de p lan ta s 9.
E ladio ha pasado a la p o ste rid a d com o u n dechado de
m isericordia y caridad, d istribuyendo g ran n ú m ero de lim os­
nas e n tre los necesitados en grado tal que p arecía que de su
m ism o estóm ago p a rtiese la exigencia de a te n d e r a los m iem ­
bros indigentes y esto fu era necesario p a ra re a n im a r sus e n ­
tra ñ a s 10.
E l episcopado de E ladio coincide con los años e n que reinó
S uíntila (621-631). S uíntila, a p e sa r de ser electiva la d esigna­
ción p a ra -la m o n arq u ía visigoda, in te n tó h a c er h e re d ita ria en
su fam ilia la corona real, asociando al tro n o a su h ijo Ricim ero.
La co n ju ració n de Sisenando en el 631 dió al tra s te con Sise­
buto y con su hijo.
Pero sospecham os que estos in ten to s de S u ín tila tuvieron
tam bién su influ jo en el m etropolitano. De hecho sabem os que
E ladio llevó consigo a la residencia episcopal a uno de los
m onjes de su m o n asterio llam ado Ju sto u, dándose con ello
lu g a r a un cism a episcopal, que d u ró varios años, e n tre la can­
d id a tu ra episcopal y la m onacal, com o se verá en los dos a r ­
zobispos siguientes.
M urió m uy viejo, después de dieciocho años de episcopado,
al que h ab ía ascendido no m uy joven, fessis pene senio artubus
s C o n f. J. M .a M i l l a s V a l l i c r o s a , N uevos estudios sobre la historia
de la Ciencia española (B a r c e lo n a , 1960) 131-152. N ó te s e a d e m á s , c o m o
o b s e r v a T o r m o , q u e m u y c e r c a del c a s tillo , e x is tía -por e l c e r c a n o lu g a r
d e A z u c a ie a u n c a m in o q u e to d a v ía se d e n o m in a b a en su tie m p o S e n d a
G a lic a n a .
M L . 96, 201.
C o n f. J, F. R i v e r a R e c to , Cism a episcopal en la iglesia toledanovisigoda, « H is p a n ia S a c r a » I (1948) 261-264.
11
(7 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
188
L O S A R Z O B I S P O S !>E T O L E D O
cid p o n tifica tu s apicem evocatur, nos dice su biógrafo. Coinci­
dió con los reyes S isebuto, S u ín tila y los com ienzos de Sisenando. Su ¡fallecim iento se sitú a en el año 633, m eses después
del destro n am ien to de S uíntila, que se afirm a fue p a ra el m es
de m arzo del 631, ya que E ladio pudo conocer el com ienzo del
reinado del sucesor Sisenando.
J u s tu s .— Fue el sucesor inm ediato de E ladio; desde la in ­
fancia fue a n te rio rm e n te m o n je agaliense y después rector
o abad de este m onasterio, el tercero que siguió a E ladio en el
cargo de abad. E n su b iografía se nos dice que e ra de ingenio
m uy sutil y de b u en a ¡presencia, lo que p e rm itía fu n d a r en él
grandes esperanzas. D urante su pontificado, al que ascendió
en 633, tuvo que su frir ¡la insolencia de u n diácono, llam ado
tam bién Justo, que en los tiem pos de E ladio se h ab ía insolen­
tado co n tra el obispo, y al m o rir éste se consideró con a trib u ­
ciones episcopales — vixit episcopus— , h a sta que tuvo un acceso
de locura — in reprobum sen sm n — , co n sid erad o com o castigo
a su soberbia, y sus servidores eclesiásticos, ¡debido a la intem ­
perancia de las costum bres del in tru so , le e stra n g u la ro n a h o r­
cándole, m ientras dorm ía. Obsérvese que e sta noticia e stá d ad a
p o r Ildefonso, defensor d e San E ladio y ¡los obispos m onjes de
Toledo y que la noticia viene no en el cuerpo de la n a rra c ió n
sino en el proem io, que tiene b a sta n te d e prólogo galeato o
apologético 12.
Sabem os que el obispo Ju s to escribió u¡na ep ístola a Ricilano, sucesor suyo en la dirección abacial del m o n asterio aga­
liense, aconsejándole que no renunciase a la dirección de la
grey que le h ab ía sido encom endada, escrito que debe h aberse
p erdido sin d e ja r el m enor rastro .
El acontecim iento m ás solem ne celebrado d u ra n te este
p ontificado fue la reunión en Toledo en el m es de diciem bre
12
Ibid, p á g s . 264-267. T a m b ié n a p a r e c e a tr ib u id o a J u s to de T o le d o
en los fo l. 76 a 82 del m s. de la B ib lio te c a 'N a cio n al, de M a d r id n, 3.086
d p e q u e ñ o tr a ta d o in é d ito d e e n ig m a tib u s S a lo m o n is , del q u e Ild e fo n s o
Justo de Toledo, De enigm atibus
Salom onis, O púsculo inédito, dado a luz según un m anuscrito de la
Nacional de Madrid. « R e v is ta e s p a ñ o la de E s tu d io s B íb lic o s» . 926, 3-14.
n a d a dice. C o n f. F e lip e H er n á n d e z, E .
(8 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
J . F . R IV E R A R E C IO
189
del 633 del Concilio IV de Toledo. Concilio general del episco­
pado hispano, en que b a jo la prestigiosa fig u ra de Isid o ro de
Sevilla se reunieron sesenta y dos obispos m ás siete rep resen ­
tan tes de otros, q u e n o p u d iero n asistir. El ú ltim o de los m e­
tro p o litan o s que firm a ro n las a c ta s fue Ju sto , sin d u d a p o r
ser el m ás joven de los c u a tro que asistieron, a sab er: Isidoro
de Sevilla, E sclúa de N arbona, E steb an de M érida y Ju sto de
Toledo. El m ism o rey Sisenando con cuya ayuda h a b ía podido
reu n irse la asam blea, se p rese n tó e n la sesión inau g u ral acom ­
pañado de vistoso séquito y exhortó a los obispos reunidos a
que "teniendo m uy p resen tes los decretos de los an tep asad o s"
p resta se n atención a conservar en el reino las no rm as c an ó n i­
cas y a c o rreg ir los abusos que se h a b ía n ido originando. Se­
ten ta y cinco fu ero n los acuerdos tom ados, la m ayoría de índo­
le litú rg ica y canónica; solam ente el ú ltim o se c e n tra en la
lidelidad debida al rey, a quien todos los obispos p re sta ro n
su acatam iento.
P asaron tres años m ás, trien io que fue el de la duración del
episcopado del m etro p o lita n o Ju sto , quien fallecía en el 636,
diecinueve días tan sólo antes de que tam b ién falleciera el rey
Sisenando.
El nuevo sucesor del obispo difunto fue Euge­
nio, tam bién discípulo de San E ladio y m onje agaliense desde
su infancia. E ste fue llevado a su residencia p o r San E ladio
al ser n o m b rad o obispo, a su lado recibió la in stru cc ió n cleri­
cal y quizá el a d iestram ien to en la ad m in istra c ió n de la iglesia
toledana. Eugenio, elevado al episcopado toledano después de
la m u erte de Justo, tuvo que su frir serios disgustos p o r Ja con­
d u cta de u n diácono, llam ado Lucidlo, quien violentam ente
se arrogó los honores del p resb ite rad o y, e n tra n d o a saco en
los bienes de la iglesia, llegó a p e rd e r el sentido — lo que Ild e ­
fonso n a rra com o u n castigo p o r su rebeldía al prelad o — , y
a llevar u n a vida m iserable, m uy sem ejante a la m uerte. Creo
op o rtu n o re s a lta r que este caso debió te n e r rep ercu sió n en el
episcopado siguiente. Pues en la correspondencia que B raulio
de Zaragoza dirigía al m etro p o litan o de Toledo, se hace re­
ferencia a u n clérigo toledano, que fue m uy m olesto al m e tro ­
E
u g e n i o s .—
(9)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
190
L O S A R Z O B IS P O S
D E TOLEDO
po litan o Eugenio y que sin h a b e r recib id o el p resb iterad o , e je r­
cía funciones p resb ite rale s u.
E n v irtu d de los acuerdos tom ados sobre la frecuente cele­
bració n de concilios en el IV de Toledo, a principios del nuevo
m onarca, Chintila, que coincidía tam b ién con los p rim ero s
tiem pos del m etro p o litan o Eugenio se tuvo el V Concilio de
Toledo, tam b ién a h o ra en la basílica de S a n ta Leocadia, con
asistencia de veintidós obispos, en su m ayoría sufragáneos de
Toledo, b a jo la presid en cia del m etro p o litan o de e sta ciudad,
E ugenio; dos años después, el 9 de enero del 638, tuvo lugar,
tam bién en la basílica toledana de S an ta Leocadia, u n a nueva
reu n ió n conciliar, que presidió el m etro p o lita n o E sclúa de
N arbona. A am bos concilios aisistió el obispo de. Zaragoza,
B raulio, quien ya e ra conocido com o cam peón de la d o ctrin a
y a él encom endó la reu n ió n del Concilio VI, y, en efecto B ra u ­
lio red actó u n a c a rta 14 dirigida al R om ano Pontífice, H onorio,
vindicando al episcopado h isp a n o d e deb ilid ad en el tra to con
los judíos.
Eugenio h a pasado a la p o ste rid a d con fam a de p rác tic o
com putista, ducho en los conocim ientos astronóm icos en uso
p a ra la su p u tació n del tiem po, tan valiosos p a ra las c eleb ra­
ciones litúrgicas. D urante los reinados de C hintila, Tulga y
C hindasvinto pontificó en Toledo p o r espacio de casi once
años, falleciendo, según cálculos del P. Flórez, hacia el m es de
septiem bre del 646E u g e n i u s .— T am bién se llam ó Eugenio el nuevo m etro p o ­
litano de Toledo, que sería al segundo de los p relad o s visigodos
toledanos d e este nom bre.
Posiblem ente nacido en Toledo, form ó p a rte de los clérigos
de la iglesia catedral, aunque sintió m uy vehem ente la a tr a c ­
ción de la vida m onacal. Puesto al fre n te de la escuela cate­
dralicia, u n día abandonó la escuela episcopal y la m ism a ciu­
dad de Toledo y m archó a Zaragoza, quizá a tra íd o p o r la fam a
de B raulio, obispo de esta ciudad y ciertam en te p o r el afán de
13
J o s é M a d o z , Epistolario de San Braulio
194 1 ), p á g . 164.
14
Ibid., p á g s, 123-131, c a r ta X X I .
(10)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
de Zaragoza ( M a d r id ,
J . F . R I V E R A R E C IO
191
dedicarse a-1 culto de lo s m á rtire s y de h acer pro fesió n re li­
giosa. En Zaragoza sus revelantes dotes a tra je ro n la confianza
del prelad o B raulio, que le hizo arcediano de la ciudad, tal vez
con el designio de que a su m u erte fu era Eugenio elevado al
episcopado. Pero la situación de Toledo, dividido el clero e n ­
tre las can d id a tu ra s de los clérigos seculares y los m onásticos,
que com o hem os visto a n te rio rm e n te tra ía dividida a la ciudad,
siemipre que se p ro d u cía u n a vacante arzobispal, y la fam a de
que Eugenio se en c o n trab a c ircu n d ad o , hizo que el rey Recesvinto pensase en él p a ra que o cu p ara la sede to ledana vacante,
le hizo venir a Toledo y le nom bró m etro p o lita n o de e sta ciu­
dad. F ueron inútiles los ruegos de B raulio p a ra que el m o n a r­
ca desistiera de sus pro p ó sito s en u n a c a rta rezu m an te de ca­
riñ o 1S, en la que luego de exponer al rey la triste situación en
que se encu en tra, le hace ver que Eugenio e ra p a ra él el "con­
suelo de su v id a ” y "p a rte de su a lm a ”. Pero el rey no se dejó
convencer e insisitió en que E ugenio regresase a Toledo, don­
de sería ungido m etropolitano.
De salud enferm iza, de cuerpo frágil p e ro de un esforzado
espíritu, su fam a ha pasado a la p o ste rid a d com o la del m e jo r
poeta de la época visigoda. E n tre las o b ras que de el m enciona
su biógrafo se alude a u n escrito, hoy desaparecido, que llam a
De sancia T rinitate libellus, que c o n claridad de estilo y p re ­
cisión de expresiones com puso el a u to r p a ra que fu era enviado
a O riente, m ás p o r dificultades del tem p o ral en el m ar, no pudo
ser enviado y se ha perd id o 16. C om puso adem ás o tro s dos es­
c rito s: uno en diversos géneros de verso; otro, en p ro sa, que
15
la m e n
M adoz.
J. E p i s t o l a r i o . . . , p á g . 1 5 1 -1 5 4 , c X X X I E r a t m i h i v i t a e s o -
e ts i in
m u ltis n e c e s s ita tib u s
c o n s titu to
a r c h e d ia c o n i v is io ( ...) L u m in e e o r p o r is
tia d e s titu o r , id e o q u e p r e c e s
1,1
J. P e r e z de U r b e i .,
d irijo
se rv i v e s tri
c a e c u tio , v ir t u te
ut non
se p a re s c u m
E u g e n ii m e i
v a c illo , s c ia n -
a
roe...
H istoria de los m onjes españoles en la Edad
Media o p in a q u e p r o b a b le m e n te se han c o n s e r v a d o cie r to s fr a g m e n to s
d e es ta o b ra en un c ó d ic e de S ilo s. P á g . 380, n o ta T . E s a lta m e n te s u ­
gestiva la s u p o sició n d e l P. A. C. V e g a (Sobre el opúsculo D e S a n c ta
T r in ita te de San Eugenio de Toledo en « B o le tín de l a R e a l A c a d e m ia
d e la H isto ria » t. C L X V I , cu ad . 1, p ág s. 63-73), qu ien
ta n te s
ra zo n es
que
el
ren om brado
s ím b o lo
del
c a lc u la con b a s ­
C o n c.
XI
de
T o le d o
p o d ía ser el d e sa p a r e c id o o p ú s c u lo eugeniamo.
(ID
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
192
L O S A R Z O B IS P O S
D E TO LED O
sirvió de ejem plo y m odelo a sus discípulos, quienes se e s ­
forzaro n p o r ap ren d erlo de m em oria. P o r deseos del rey Kindasvinto, que le encom endó la tare a, revisó la o b ra del poeta
africano Blosio E. D raconcio, Laudes Dei o de Deo, com posición
en tres libros donde se tra ta de la creación del m undo, de aquí
que el p rim e ro de ellos haya sido conocido con el no m b re de
H exam eron, éste es el que Eugenio revisó y co rrig ió p a ra en­
m en d ar las c o rru p tela s in terp o lad as en las copias, y p a ra com ­
p le ta r la o b ra de D raconcio, que, n ad a decía del séptim o día,
añadió de su p ro p ia iniciativa tre in ta y cinco versos propios,
en donde rec a p itu la 'lo a n te rio rm e n te dicho y añ ad ió considera­
ciones sobre el séptim o día y esto lo hizo de tal m an e ra que,
en estim ación del biógrafo, la o b ra quedó m ás p e rfe c ta de lo
que h a b ía salido d'e las m anos del p rim e r a u t o r 17. Adem ás,
preo cu p ad o h o n d am en te p o r el estado e n que se e n c o n trab a la
m úsica litúrgica, revisó las m elodías existentes y corrigió las
que estab an viciadas, los oficios y piezas o m itidas con sum o
cuidado se preocupó de reponerlas. Sólo tre s c a rta s se nos h an
conservado de su actividad epistolar. Una, la ya m encionada
e scrita a B raulio de Zaragoza, p reg u n tán d o le so b re la validez
de la o rd enación de u n diácono, sim uladam ente ord en ad o de
p resb íte ro p o r su antecesor. Las o tra s dos c a rtas, fu ero n u n a
al rey K indasvinto sobre ¡la o b ra de D raconcio y o tra al m e tro ­
p olitano de T arragona, P rotasio.
E n tiem po de Eugenio se celeb raro n en Toledo los conci­
lios séptim o, en el año 646; octavo, e n el 653; noveno, en el 655,
y décim o, en el 656.
E s in te resa n te re s a lta r cóm o el can o n 6 del concilio V II,
quizá p o r u n ho m en aje de los obispos asisten tes a él, y, sin
duda, tam bién p a ra realzar el prestigio de la sede, regia, se
determ ina que "p o r reverencia al Rey y p o r el h o n o r de la
sede real, y p a ra consuelo del m etro p o lita n o de la m ism a c iu ­
d a d ”, los obispos sufragáneos debían re sid ir un m es en Toledo,
con excepción del tiem po de la siega y de la vendim ia.
17
E t q u ia de d ie s é p tim o íd e m D r a c o n tiu s o m n in o retice n d o , sem i-
p le n u m o p u s v is u s e s t reliq u is se , is te et sex d ie r u m ■recaipitulationem
sin g u lis v e r sib u s r e n o ta v it, e t de die s é p tim o , q u a e illi v is a s u n t, eleg a n te r d ic ta s u b ju n x it.
(12)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
J . F . R IV E R A R E C IO
193
E n o tra s ocasiones hem os insinuado que e s ta perm an en cia
de los sufragáneos con el m etro p o litan o , si tiene a p rim e ra
vista el aspecto de p restig ia r s u persona, quizá tam b ién debe­
ría in te rp re ta rse com o u n tra s u n to del "sínodo e n d e m o u sa ”
con stan tin o p o litan o , q u e serv iría p a ra d a r realce a la a c tu a ­
ción m etro p o lita n a e n todas sus funciones, ta n to litúrgicas
com o p rin cip alm en te judiciales.
T am bién en el 649 tuvo lugar la asociación al reino de Kindasvinto ya b astan te anciano, de su h ijo Recesvinto, hecho
realizado a petición de varios obispos, com o nos c o n sta de la
c a rta d e B raulio y 18 que sin duda debió ser conocido p o r
Eugenio.
D espués de u n a a je tre a d a actividad episcopal, d esarro llad a
d u ran te el reinado de K indasvinto y de su h ijo R ecesvinto,
después de casi doce años de episcopado, falleció el año 657,
siendo sepultado en la b asílica to led an a de S an ta Leocadia,
lugar de reposo, que no fue m uy d u rad e ro p a ra él, ya que a
m ediados del s. V III an te la persecución d ecretad a p o r Abd-errah m en c o n tra los venerandos sepulcros h o n rad o s p o r los cris­
tianos, los fervientes m ozárabes toledanos le sacaro n de su
sepulcro y, seguram ente, fue a re c ib ir nueva se p u ltu ra en la
localidad de Deuil, en la s cercanías d'e París, donde su v en era­
ción y su culto ad q u irió la categoría de m á rtir, dan d o lu g a r a
que fuera reconocido com o el p rim e r obispo de Toledo, de
la época ro m an a y discípulo de S anto D ionisio A reopagita, el
que histó ricam en te fue obispo de Toledo, p e ro no del s. I,
sino del s. V II, ciudad de la que no fue el p rim e r obispo, sino
el trigésim o, ni tam poco el p rim e r E ugenio q u e en ella pon­
tificó sino el segundo d e este nom bre.
I l d e f o x s u s .— Si Ildefonso fue el biógrafo de los p relad o s
que le p recedieron en su sede, él ha de ser bio g rafiad o p o r uno
de sus ‘sucesores, el m etro p o litan o Ju liá n !9.
!S J. M a d o z , o . c . C arta 3 7 , p á g s . 169-171.
19 S u sucesor J u l i á n p u b licó la V ita H ild efonsi (M'L. 9 6 . 4 3 4 4 ) que
es la que o frece m ás garan tía d e auten ticidad. A la q u e nos atenem os,
descollando otras que son p o steriores y plagadas de hechos legendarios.
V éase el reciente estudio del P, A. C. V ega, San Ild efon so de Toledo.
13
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
(13)
194
L O S A R Z O B IS P O S D E TO LED O
Su elevación a la m itra de Toledo tuvo 'lugar a la m u erte de
Eugenio, es decir, en el 657. Con Ildefonso, n om bre de raíces
germ ánicas, p e n e tra en la lista arzobispal de Toledo este nom ­
b re de origen godo. ¿Lo fue efectivam ente Ildefonso? A excep­
ción del nom bre, n a d a se pue,de afirm ar. La fam a del Santo
y su p o ste rio r n o to ried ad influyeron p a ra que sobre su fam ilia
la leyenda p o ste rio r p ro cu ra se rellen a r las lagunas de la inm e­
d iata biografía. Le suponem os toledano de nacim iento y que
éste debió o c u rrir hacia com ienzos del s. V II en el seno de
u n a fam ilia con posibilidades económ icas y bienes de fo rtu n a.
Desde la niñez, quizá c o n tra ria n d o los proyectos p atern o s,
se educó en el m o nasterio agaliense, seguram ente b a jo los a b a ­
des Eladio, Ju sto y Eugenio. Allí com enzaron a d espertarse
las buenas cualidades de que estaba dotado, tales com o la
piedad p ro fu n d a, el co n stan te tem o r de Dios, la gravedad en
el p o rte, d estacan d o sobre to d as ellas su facilidad de palabra.
E n su re tra to se resa lla e sta cualidad rep etid am en te y b ajo
diversas expresiones: disserendi ingenio claras, eloquendi fa­
cúltate praeciputis, linguae flu m in e copiosas, tantoque eloquentiae cothurno celeber h c b itu s ut d isp u ta tio n u m eius pro­
fusa oratio, dum porrecte dirigitur, m érito non hom o sed Deus
per h o m in em a ffa tim eloqui crederetur.
La trad ició n p o ste rio r le sitú a educándose en la escuela
isid o rian a de S e v illa ; Jo que no puede asegurarse; sin em bargo
no puede negarse que los escritos de Isidoro, sobre to d o los
Sinónim os, ejerciero n en él un profu n d o influjo, dadas las fa­
cultades o rato ria s en él tan descolladas.
Me atrev o a sospechar que su m ás fam osa o b ra De Virginitate perpetua Sanctae Mariae debió com ponerse d u ran te el
tiem po de su form ación. No es sólo que él lo in sin ú a 20, sino
que m erced al influjo, a n te rio rm e n te anotado, de alguno de los
S u s biografías y sus biógrafos y sus Varones ¡lustres, «Boletín de la
Real Academ ia de la Historia», t. C L X V , cuad. I, págs. 35-107.
20 D ice e! m ism o Ildefonso, tal vez en un arran qu e que no sea
sim plem ente retórico: «non adolescentem senex abnuat...» (ML. 96, 57. A)
lo que se traduce por el arcipreste de T alavera: «E los viejo s non des­
echen m i m ancebía e los m ancebos non m enosprecien la igualdad de
s u hedat» (E dic, J. M a d o z , 105)..
(1 4 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
J . F . R I V E R A R E C IO
195
escritos isidorianos, m uy en consonancia con su índole tem ­
p eram en tal, quizá com o ejercicio de escuela, le in sin u a ro n la
com posición de e sta o b ra, cargada de sinónim os y a rra n q u e s
de elocuencia, com batiendo y re fu ta n d o a los ya viejos denegadores de la virginidad de la M adre de Dios, con argum entos
facilitados p o r los escritos jero n im ian o s A dversus H elvid iu m y
A dversas Jovinianum , au m en tad o s con la polém ica circ u n d an te
de los judíos, que vivían en Toledo y cuyas do ctrin as eran p ro ­
fusam ente conocidas.
O rdenado diácono p o r San E ladio, llegó a ser ab a d del c i­
tado m o nasterio agaliense y con su patrim o n io fa m ilia r fundó
u n m o nasterio de re lig io sa s; d u ran te su perío d o abacial rigió
su m o n asterio con gran discreción y observancia de las norm as
m onacales. En calidad de ab a d asistió a los concilios celeb ra­
dos, c o n cretam en te consta la subscripción de su asistencia al
Concilio V III, IX. Las actas del concilio X carecen de firm as
de los asistentes, sin em bargo tra d icio n a lm e n te se asegura que
tuvo m ucha p a rticip ació n en la redacción del can o n p rim e ro
de esta asam blea, en el que se instituye u n a fiesta en h o n o r
de la M adre de Dios, fijad a en el 18 de noviem bre, ya que, la
fecha del 25 de m arzo, siem pre coincidía o con los días c u a re s­
m ales o los de,I tiem po pascual, que ab so rb ía n plen am en te la
conm em oración m ariana.
Desde el 649 h a s ta el 672 reinó Recesvinto. Según nos dice
el biógrafo p o r im posición del rey fue n o m b ra d o Ildefonso
p a ra la sede de Toledo en 657. Las relaciones e n tre el m o n arca
y el m etro p o litan o no p arece que fueron m uy cordiales. Ante
todo so rp ren d e que d u ran te todo el decenio del po n tificad o de
Ildefonso no se reuniese ni u n solo concilio, cu ando en el de­
cenio a n te rio r se h ab ían reunido cu a tro veces.
La Crónica m ozárabe del 754 resa lta la carencia de, estas
reuniones episcopales en Toledo d u ran te dieciocho años, época
que califica de p e rtu rb a tio n u m et diversarum cladium . Con
frases am biguas se in sinúa tam b ién el e sta d o de cosas exis­
tente, ya que al reu n irse el 675 el concilio XI se dice c la ra ­
m ente en las a c ta s : "V eíam os, pues, cóm o la c a ld e ra encendida
de la confusión babilónica a le jab a la época de los concilios y
com plicaba a los obispos del S eñor en co stu m b res d isolutas;
pues se inclinaban a las invitaciones de la m ere triz v estid a de
(1 5 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
196
L O S A R Z O B IS P O S D E TO LED O
p ú rp u ra , p o rq u e no existía ya la disciplina c o n ciliar ni h ab ía
quien p u d iera c o rreg ir a los que errab an , p u esto que estab a
d e ste rra d a la p a la b ra divina y com o no se m an d ab a que se
reu n ie ra n los obispos, la vida co rro m p id a a u m e n tab a cada
d ía... Pero p o r fin, contem plándonos desde el cielo la m iseri­
cordia divina... p re p a ró en estos años u n rey re lig io so " 21, y
este fue W am ba, que aparece co n tra p u esto a su antecesor, R e­
cesvinto, d e n tro de cuyo reinado se in scrib e la lam entable si­
tuación ta n d u ram en te c ritic a d a en el p á rra fo tra n sc rito . Por
o tra p arte, el m ism o Ildefonso velada-mente alude en dos fra ­
ses de la c a rta dirigida a Q uirico de B arcelona a la tris te si­
tu ació n en que se en cu en tra n . Ju sto es confesarlo, el reinado
de Recesvinto histó ricam en te no aparece com o p eríodo de
confusión, calam idades y luchas c o n tra la Iglesia, au nque se
resa lta que, dadas las frecuentes sublevaciones que tuvo que
sofocar, el reinado de este m o n arca debe c o n sid erarse com o el
del com ienzo de la decadencia del reino' visigodo, au nque a p a ­
rezcan en él señales de piedad del rey y tra to am istoso con
algunos grandes obispos de la é p o c a 23.
Ya hem os in sinuado que el desorden existente debía a tri­
b u irse a que los obispos se som etían a los caprichos d e p u rp u rata m eretrix, quien im p o n ía su voluntad, im pidiendo que se
reu n ie ra n las asam bleas episcopales, único m edio de a c ab a r
con la an a rq u ía im perante. Pero, confesam os que la frase, es
m uy d u ra p a ra aplicarla a u n a p e rso n a concreta, y que m ejo r
rep re sen ta ría u n a expresión sim bólica, relacio n ad a con las
visiones de Apocalipsis (c. 17), donde se h a b la de B abilonia
21 J. V i v e s , T. M a r í n , G. M a r t í n e z , C oncilios visigóticos e hispanoromanos (Barcelona-M adrid, 1963) pág. 344.
22 H i l d e f o n s u s , E pístola ad Q uiricum (ML. 96, 196)... «ita necessitas
tem porum vires a tterit anim orum , ut nec delectet vita pro-pter irtminentia mala».
25 M. T o r r e s en H istoria de España de R, M e n e n d e z P i d a l , vol III,
pág. 121, dice «La influ encia de estos prelados en la vid a p o lítica fu e
siem pre grande aunque no en todo tiem po igual. Tal vez el m om ento
culm inante de esta influencia de los obispos, está representado p o r el
reinado de Recesvinto». V éase sobre esta cuestión A. B r a e g e l m a n n , The
Ufe and w ritings of Saint Ild efo n so s of Toledo (W ashington, 1942) pá
ginas 19-20, donde se presen ta el estad o de la cuestión,
(1 6 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
J . F . R I V E R A R E C IO
197
como de la gran m eretriz ataviada con u n vestido p u rp ú reo ,
etcétera, alusiones q u e rem em o ran las descripciones bíblicas
m ejo r que a u n a p e rso n a p a rtic u la r, que en n u e stro caso, de­
berían señ alar quizá a alguna p erso n a de la casa real, hecho
m eram ente hipotético, a no ser que —y así p arecen a b o n arlo
ciertas reticencias en el caso del obispo Potam io, referid o en
las actas de e ste m ism o concilio X I— , alu d ie ra n a u n a m u je r,
ín tim am en te v inculada con la fam ilia rem a n te , q u e h u b iera
sido con su caprichosa y poco recom endable co n d u cta la cau­
sante de los desórdenes ocurridos en la iglesia del c e n tro del
reino en aquellos años. El eco de tales d esórdenes se recoge
años después en la c ita d a Crónica m o zá ra b e 24, donde se deno­
m ina estos años com o p ertu rb a tio n u m et diversarum cladium .
La actividad de Ildefonso h a llegado h a s ta n o so tro s en sus
escritos, de los cuales enum era varios su biógrafo, a l decirnos
que escribió m uchos — qu a m plurim os— lib ro s co n estilo b r i­
llante, a sab er el lib ro de la P rosopopeya de la propia ignoran­
cia, el de la Perpetua V irginidad de S a n ta M aría contra tres
infieles, el de la Propiedad de las tres divinas personas Padre,
H ijo y E sp íritu Santo, u n cu aderno de A notaciones de cada día,
un libro sobre el C onocim iento del b a u tism o y o tro el Cam i­
nar por el desierto. Todos los citados escritos se en c errab a n
en u n sólo volum en. E n o tro volum en se co n tenían las Cartas
escritas p o r Ildefonso a varios d estin a ta rio s red a c ta d a s con
expresiones enigm áticas y con la resp u e sta de éstos. E n u n
te rc e r volum en se contenía la obra litúrgica, es decir, la colec­
ción de m isas, him nos y serm ones. Y, p o r fin, la serie se ce­
rra b a con un c u a rto tom o de com posiciones en prosa y en
verso; e n tre éstos se co n ten ían varios ep itafio s y epigram as.
A dem ás com puso o tra s m uchas cosas, que no pudo te rm in a r
o que d ejó sim plem ente iniciadas, p o r care c er de tiem po su ­
ficiente, preocupado com o esta b a p o r los asu n to s y ocupacio­
nes, que llenaron su ep isco p ad o ” 25. C iertam ente to d a e s ta o b ra
ildefonsiana no h a llegado h a s ta n u estro s días. Sólo poseem os
el libro de la Perpetua V irginidad de Santa María. E sta o b ra
es la m ás conocida del a u to r, a la que y a a n te rio rm e n te nos
«
“
ML. 96, 1260 B.
ML. 96, 44 B.
(17)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
198
L O S A R Z O B IS P O S
D E TO LED O
hem os referid o y que le consagró com o uno de los m ás a n ti­
guos y principales m ariólogos de la lite ra tu ra cristiana. La tra ­
dición m an u sc rita de e sta obra es b a sta n te copiosa en m an u s­
c rito s, así com o tam b ién fue rep etid am en te e d ita d a 26- E n c u a n ­
to a su contenido, que com o antes se indicó, p arece ser u n
tra b a jo de ju v entud, después de u n a tie rn a invocación a Dios,
se en cara c o n tra el hereje Joviniano, así com o c o n tra H elvidio
y finalm ente c o n tra un judío, rep re sen ta n te de su pueblo, y
a todos ellos les re fu ta con la S agrada E sc ritu ra , p a ra dem os­
tra rle s que Ja M adre de Dios fue p e rp e tu am e n te virgen. Con
u n a nueva invocación a Cristo, que p ro clam a Dios e h ijo de
M aría lo que p ru eb a con testim onios bíblicos la verd ad de la
encarnación en M aría del h ijo de Dios p a ra te rm in a r con u n a
invocación final a la M adre de Dios, llena de frases logradas,
a u nque red actad as en u n estilo farragoso, cargado de rep e ti­
ciones y frases m edidas. N ótese que e ste tra b a jo fue conocido
tam bién con el nom bre m uy significativo de Sinónim os.
T am bién se nos h a conservado el opúsculo sobre el Conocirnienlo del bautism o y el o tro , que fo rm a co m plem ento con
él, C am inar p o r el desierto. Am bos opúsculos tienen u n a fin a ­
lid ad cateq u ética y form ativ a p a ra que los fieles p u e d a n llegar
a co m p ren d er la dignidad del b au tism o y vivan en conso­
n ancia con él. El cam ino por el desierto es una in terp retació n
alegórica del C antar de los C antares. El desierto es el m undo,
donde ¡cada u n a de las c ria tu ra s es explicada con rec u rso a la
Biblia. La fo rm a en que esta o b ra nos h a llegado no nos ayuda
m ucho a co m p ren d er la m ente del au to r, ya que el d iscurso
en que se desarro lla p resen ta varias lagunas, difíciles de su ­
plir. El libro sobre el C onocim iento del B autism o, que recoge
quizás otros tra b a jo s an terio res sobre el m ism o tem a, en p a r ­
tic u la r del p erd id o de Ju stin ia n o de V alencia, es m uy in tere­
sante p a ra conocer los usos de la iglesia visigoda en la adm i­
n istració n de este sacram en to 27.
26 E ditad o ipor e l Cardenal L o r e n z a n a fue reeditado en la Patrología
''atina de M i c m e . La m ejo r de todas es la de V i c e n t e B l a n c o G a r c í a ,
San Ildefonso. D e virginiiate Beatae Mariae (M adrid, 1937), donde se
som eten a análisis crítico veinticu atro m ss, de esta obra, pertenecien­
tes a los s. IX -X IV.
(18)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
I . E . R I V E R A R E C IO
Poseem os tam bién u n a obra, que su biógrafo no cita, es el
libro de V iris illustribus, donde situándose e n la tra d ició n lite­
ra ria de este m ism o títu lo de Jerónim o, Gelasio e Isid o ro , tra ­
za en catorce resum idas biografías la silueta de o tro s ta n to s
personajes, de los que ocho son arzobispos de Toledo y m uchos
de ellos m onjes del m onasterio agaliense, donde el a u to r se
educó. En o tro artícu lo de e sta m ism a p u b licación se hace, u n
detallado estudio de la o b ra, al que rem itim os. E s u n a valiosa
ap o rtació n p a ra la h isto ria eclesiástica de E sp añ a y de Toledo,
y un original Liber pontificalis sobre los orígenes de la iglesia
toledana 2S.
De sus o tras producciones lite ra ria s el c o n ju n to que posee­
m os en m enos p aten te y en el estado actu al de la investigación
algunos escritos d eb en darse p o r perdidos. Su o b ra litú rg ica
y poética, d ad a la índole peculiar de estas com posiciones, si
existe, h a quedado d isp ersa y anónim a M.
F inalm ente, tra s una vida cargada de m érito s y am arg ad a,
27 P ara m ás detalles conf, B r a f g e l m a n , o . c . cap. III y IV , págs. 60-118.
28 Conf. págs. 59-96.
N Con el nom bre de Ildefonso han circu lad o en algunas ediciones
los escritos: D e partu Virginis, Serm ones, libellus de corona Virginis,
Coniinuatio chonicorum B, Isidori, Epigramm ata (ML. 96, 207-330). Pos­
teriores investigaciones han dem ostrado que la atrib u ció n a San Ild e­
fonso carece de fundam ento. Sin em bargo, se sigue investigando en Ja
identificación de algunas p iezas que podrían ser del citad o escritor, p. e.;
D o m M a r i u s F e r o t i n {Le liber m ozarabicus sacram entorum et les mam tscrils m ozárabes) París, 1912, discute la atribu ción de algunas piezas
del L iber Sacram entorum , en p a rticu la r la m isa del 18 de diciem bre.
V éase tam bién sobre este pu n to el a rtícu lo de L. B rou , Las plu s anciennes priéres litúrgiques adressées a la Vierge en O ccident «Hispania
Sacra» (L950, 371-381.— La m oderna investigación h a recabad o para
S. Ildefonso los H im nos a San Juan B au tista, y el de San tos C osm e y
Dam ián.— J. F. R ivera ha pensado que puede ser el au tor del serm ón,
séptim o de los a él atrib u id os (J. F. R i v e r a , San Ild efonso de Toledo,
autor de un serm ón de filiación dudosa, en «R evista esp añ ola de T eo ­
logía» 6 (1946), 573-588. En contra de esta atribución H. B a r r e , Le Ser­
món « E xhortatur» est-il de Saint Ildephonse, an «Revue Benedictina»
1957, 10-33. C onf. tam bién sob re investigación de piezas ildefonsianas,
J. P e r e z d e U r b e l , Origen de los him nos mozárabes, «Bulletin hispanique» 28 (1926), 5-17, 113-139, 209-245, 305-320, así com o tam bién G. G i r o n e s
G u i i .l e m , La Virgen María en la liturgia m ozárabe (V alen cia, 1964).
(1 9 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
200
L O S A R Z O B IS P O S D E TO LED O
com o hem os podido ver, p o r Jos disgustos y los sin sab o res, a
los nueve años y casi dos m eses de pontificado, d u ra n te los
cuales supo defender su a u to rid a d — esto es lo que parece
deducirse de la fra se de su biografía— retentatione regim inis— ;
falleció el m etro p o lita n o Ildefonso el 23 de en ero del año 667.
Muy p ro n to la m em oria de San Ildefonso aparece au reolada
de ciencia y santidad. Ya h acia el 754 la Crónica m ozárabe le
pro clam a án co ra de la fe en su tiem po, p u e sto q u e los libros
p o r él editados y difundidos p o r E sp a ñ a sirven de solaz a los
lectores y los pusilánim es se consuelan con los arroyos de doc­
trin a de ellos m anados 30.
Adem ás de la biografía, utilizada, com puesta p o r su suce­
sor en la sede y casi contem poráneo suyo, existe o tra m o n o g ra­
fía, a trib u id a tam b ién a un prelado toledano del s. V III, Cixil a 31. Posiblem ente no es del a u to r ni del tiem po que se le a tr i­
buye. Ya que el estilo lite ra rio utilizado en dicha com posición
indica m e jo r u n a época m ás ta rd ía , q u e bien p u d iera ser el
s. X y el a u to r, p osiblem ente un obispo en León, donde h u b iera
sido recibido p rocedente de Toledo. O tras d e las razones a d u ­
cidas es la m ención denigrante que se hace de R ecesvinto, a
quien hem os visto que no tuvo m uy e strech as relaciones con
San Ildefonso y cuya m em o ria rechaza el concilio X I de To­
ledo. Se advierte que las razones p a ra re tra s a r la n o ticia son
casi todas de índole in te r n a 52. En este relato se m encionan
dos prodigios so b ren atu rales, con los que fue h o n rad o en vida
Ildefonso.
30 Chronica m ozárabe (ML. 96, 1260) « ...tém pora a b sq u e co n cilii1’
pretereuntia satis deplorat. In iio c vero consolationem cu n tantim odis
viris receptat, qu od praenitente tune sanctissim o H ildefonso, m elliflu e
o re áureo in lib ris diversis eloquente atque de virg in ita te n ostrae dom inae M ariae sem per virgin is n itido politoque eloquio, ord ine synonym e
p erfloren te, ut anohora fidei eius tem pore in om n i sua E cclesia insidente, libellis ab eo editis et p e r Ib eriam discu rsatis u t vere a m agnis
conciliis lectitantiu m recreatae sunt m entes atq u e a rivu lis doctrinaran]
eo in tem pore m agnopere consolati sunt pusillanim es».
31 C IX IL A , Vita S. H ildefonsi M L, 96, 4348.
32 M. C. D í a z y D í a z , In dex Scriptorum Latinorum M edü Aevi Htspanorum I (Salam an ca, 1958) núm. 595/B. d e G a i f f i e r «Analecta Bollandiana», 64 (146) págs. 298-60 (1942) pág. 357. Cf. arriba, nota 19.
(20)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
INSTITUTO PR O VIN CIA! ®
S
2.
a>
a
o
J. F. RIVERA RECIO
S
& ■ >
*
.:?
n
fi
o
§?
201
S O N V C 3 7 0 1 SO LG niSa,'
:go d e m en
la fo
rormacToi
E n este relato, luego
e ncio
c ionnar
a r la
rm a ció n en Sevilla
de Ildefonso, educado p o r San Isidoro, nos refiere que a l r e ­
greso de Sevilla, com puso dos m isas en h o n o r de los santos
patro n o s de su m onasterio, Cosme y D am ián; luego, p a sad o
m ucho tiem po, fue Ildefonso elevado a la sede to led an a y exal­
ta el in flu jo de su d o ctrin a p o r to d a España- E n to n ces fue
cuando el cielo quiso m a n ife sta r la sa n tid a d del obispo, reve­
lándole el lu g a r dónde se e n c o n trab a se p u lta d a la m á r tir tole­
dan a, Leocadia, q u e salió del sepulcro a la vista de u n g ran c o n ­
curso de fieles y clero, b a jo la presid en cia del m o n a rc a y del
arzobispo, rodeados de su respectivo séquito. S a n ta Leocadia
elogió la m an e ra de p ro ce d e r del m etro p o litan o ; después Ild e­
fonso, u tilizan d o un cuchillo que el m o n arc a le ofrecía, cortó
u n trozo del vestido de S an ta Leocadia que g u ardó com o re li­
quia p a ra su ig le s ia 3!.
El o tro prodigio que se nos n a rra fue q u e acercándose la
fiesta del 18 de diciem bre, S an Ildefonso h a b ía u ltim a d o todos
los p rep arativ o s litúrgicos con m áxim o in te r é s ; h a sta com puso
u n a lección que se debería leer en tal solem nidad. Se celebró el
ayuno y las letanías p resc rito s p o r la litu rg ia p a ra aquellas fe­
chas, y cuando llegó el m om ento de com enzar los m aitines de
la fiesta, ta n to el m o n arca com o el m etro p o litan o se dirigieron
a la iglesia basilical p a ra celebrarla; al a b rirse las p u e rta s del
tem plo, se en c o n tró éste inu n d ad o de u n a luz celestial. Ild e fo n ­
so, tra n q u ilo en m edio de la confusión p ro d u cid a en su co­
m itiva, se dirigió al a lta r y a rro d illad o a n te él, al alzar los
ojos, descubrió sen tad a e n su silla episcopal a la M adre de
Dios, ro d ead a de coros de angeles y vírgenes. La M adre de Dios
alabó los tra b a jo s realizados p o r Ildefonso en su defensa, y ‘le
prem ió con u n a v estid u ra celestial, p a ra que con ella se revis­
tiese en los días de sus festividades, com o u n a señal y anticipo
de la gloria e te rn a d e que sería revestido d e s p u é s de la
m u e r te 34.
Tal hecho, de clara intervención so b re n a tu ra l, no fue n a rra d o
en la c ita d a b iografía escrita p o r Julián, quien asim ism o silen­
ció la no celebración de concilios d u ra n te el po n tificad o de IldeML. 96, 45-46.
ML. 96, 46-48.
(21)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
202
LOS ARZOBISPOS DE TOLEDO
fonso, com o tam poco en los pontificados de sus inm ediatos
sucesores, y, sin em bargo, se celebraron varios y de g ran reso­
nancia. Es decir, el hecho de que en la b io g rafía eista interven­
ción del Cielo no se m encione, no niega la h isto ric id a d del
hecho. Las circu n stan cias h istó ricas en él referid as coinciden
c o rrectam en te con los usos litúrgicos u s u a le s 35. Quizá la n o ti­
cia fuera tra sm itid a p o r tradición y e sta trad ició n influyó tam ­
bién en otros rela to s hagiográficos 36.
Me quiero re fe rir p a rticu la rm e n te a aquel episodio referido
en la b iografía de S an B onito (B o n itu s, e n la tín ; B o n et en fra n ­
cés), santo obispo d e C lerm ont, fallecido en el año 709. De él
se refiere que hallándose u n día so litario y escondido el santo
obispo en la iglesia de San Miguel, de su ciudad episcopal, en
u n a función religiosa en m edio de u n a gran m u ch ed u m b re de
fieles. Al finalizar el acto religioso, y sa lir los asisten tes de él,
B onitus se quedó oculto en el tem plo. E n tal m o m en to tuvo
lugar la audición de u n a m úsica celestial y u n a ilum inación del
tem plo; entonces rodeada de ángeles y d e b ien av en tu rad o s hace
su e n tra d a en el tem plo la Madre, de Dios, q u e p resid ía u n a
procesión, que debía te rm in a r con la celebración de la S an ta
M isa; y buscó en aquella circu n stan cia quién h a b ría de cele­
b ra r la S an ta Misa. La V irgen señaló al obispo B onito p a ra
que lo h ic ie ra ; éste quiso escabullirse h a sta que descubierto
fue llevado h a s ta la presencia de la Madre, de Dios. La V irgen
le concedió en aquel m om ento u n a v estid u ra condigna com o
regalo suyo.
C iertam ente los dos relatos no son idénticos, p ero g u ard an
e n tre sí m uchas analogías y conviene cotejarlos.
ILDEFONSO
BONITUS
A spiciensque (H iídefonsus) in
eam (M atrem Dei)... sic eum a l’ocu ta est voce; «Propera in occursum, serve D ei charissim e, accipe
m unusculum de m anu m ea, q u od
de thesauro Filli m ei tibi attuli;
sic enim tibi opus este ut benedictione tegm inis quae tibi délata est in meo tantum die utaris.
Tándem quaesitus et inventus,
B onitus d ed u cías est e t p raese ila tus ilii betae con grega tioni et
m inistrantibus sanctis veste nuptiali onnatus est ac d ivin o altari
appiicatus, E t quatn dedit in celeb ralion e sancti o ffic ii operam
ac d ecenter consum avit, b e a t a
V irgo valefaciens d ilecto suo pri
m uñere caelestem vestem ei de­
dit -’6.
■
(22)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
J. F. RIVERA RECIO
203
No sólo fue ila id en tid a d del celestial regalo en am bos casos,
sino que tam bién en am bas ocasiones, los indignos sucesores de
am bos p rela d as fu ero n castigados p o r q u e re r u tiliz a r los sa­
grados objetos destinados a p re m ia r a tan v irtuosos antece
sores.
El relato de San Ildefonso —repetim os— e s tá atestiguado
p o r m ss. del s. X I; el de San B onitus lo refiere V icente de Beauvais (1264). C reem os que am bos relato s no son en tre sí inde­
pendientes, au nque pensam os que el de San B onitus es de re ­
dacción p o ste rio r al de San Ildefonso, com o p arecen in d icar las
c a racterísticas de amibas redacciones y la tra d ició n m an u scrita.
E sto es lo que puede h istó ric a m e n te afirm a rse de la e n tra ­
ñable creencia to le d a n a en la descensión de la M adre de Dios
p a ra p re m ia r c o n u n a celestial v estid u ra a su fiel devoto el
arzobispo Ildefonso. Creencia avalada con u n a tra d ició n dé
casi ¡mil años.
Q u i r í c u s o Q u i r i a c u s .— Debió ser en el m es de febrero
del 667 cu ando la vacante m e tro p o lita n a de Toledo fue cu b ier­
ta en un nuevo prelado, Quirico.
La rareza ¡del no m b re en la a n tro p o n im ia d e l a épo­
ca y el hecho de que en tre las s u s c r i p c i o n e s del Con­
cilio V III d e Toledo, del 653, se 'lea e n tre la lista de a b a ­
des el nom bre de Q uiriacus, y que el nom bre de Q uiricos,
B arcinonensis episcopus suscriba en el ú ltim o lugar e n tre
los obispos del C oncilio X de Toledo, del 656, así com o ta m ­
bién el hecho de q u e Q uirico sea el único d e stin a ta rio de las
dos ca rtas que se conservan de San Ildefonso, nos hace a b rig a r
la vehem ente sospecha de que Q uirico e ra u n p e rso n a je cono­
35 C on f. J. F. R i v e r a R ecio, S. Ild efo n so de Toledo, autor de un
Serm ón de filiación dudosa «Rev. española de Teología» IV (1946) pá­
ginas 573-588.
36 V i c e n t i u s B e l l o v a c e n s i s , Speculum historíale, L. 7, cap. 97. Edit.
en AS. Junii, II, 1076. Alfonos X el Sabio, en la C antiga 66 recoge de la
m ism a fuente del B ellovacense la h istoria del relato «Como un bon
obispo d’A lverna dizia m issa a on rra de San cta María» (Conf. G u e r r e r o
L o v i l l o , L , Las Cantigas estudio arqueológico de sus m iniaturas (M a­
drid, 1949). lam. 74, com paran do la ilustración de dicha can tiga con las
d edicadas a n arrar el m ilagro y la aparición.
(2 3 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
204
LOS ARZOBISPOS DE TOLEDO
cido en Toledo y elegido p o r el m o n arc a Recesvinto, y nos in­
duce a su p o n er que el q u e fue an tes ab a d de u n m o n asterio y
luego obispo de B arcelona e ra el m ism o que a h o ra ascendía
a o c u p ar la vacante de Toledo.
No hay arg u m en to s m ás positivos que, avalen tal id en tifi­
cación, n i se puede alegar en co n tra la p rax is can ó n ica de la
in stran sfe rib ilid a d de sedes, que sin duda sería la n o rm a o r ­
dinaria, pero la regla adm ite excepciones, y en estos años h e ­
m os de ver cóm o el m etro p o litan o de Sevilla, es tra n sfe rid o
a la m etró p o li de Toledo.
El arzobispo Q uirico p resid ía la iglesia de Toledo cuando
tuvo lugar e n G érticos la m u erte de R ecesvinto y quizás fue
testigo de la d ram á tic a elección y aceptación del nuevo m o n ar­
ca W am ba, lo que sí es c ie rto es que Q uirico el 1 de septiem bre
b en d ijo al nuevo m o n arca y d e rra m ó so b re su cabeza el óleo
de la unción. T am bién hubo de in te rv en ir el p relad o en la b e n ­
dición de la hueste regia que salía de la ciu d a d de Toledo p a ra
d o m in ar la in su rrecció n de los vascones y e n fre n ta rse luego
con la rebelión de P a u lo 37.
Con W am ba com o nuevo m onarca, cam bió la situ ació n po­
lítico-religiosa de la Iglesia toledana. E n el 675, e n el m es de
noviem bre del c u a rto año del reinado e n la basílica to led an a
de S an ta M aría, se congregó u n concilio provincial de los obis­
pos sufragáneos y abades de Toledo. E ste Concilio, que viene a
c o n tin u a r la in te rru m p id a serie de ellos, es saludado con alb o ­
rozo p o r ilos reunidos. “ E n él se nos concedió -d ic e n las actas del
Concilio— a u n m ism o tiem po reflexionar y la m e n ta r cu an tas
lágrim as debíam os al S eñor p o r las cosas p asad as". E s u n a
reu n ió n sinodal de refo rm a y a u to crítica de lia actuación de
los obispos insistiendo en la vigilancia d octrinal y c u ltu a l, en
prom over la paz y e v ita r los excesos que con la co n d u cta a n ­
te rio r p o d ían hab erse producido. Quince acuerdos en to ta l, que
vienen precedidos de, u n a preciosa fó rm u la de fe, cuidadosa­
m ente p re p a ra d a y red a c ta d a con m inucioso in te r é s 38. E sta
37 S ob re éstos acontecim ientos inform a J u l i á n , Historia rebellionis
Pauli (ML. 96, 763-766).
3S Las actas del Concilio X I, en el citad o vol. C oncilios visigóticos
e hispanoromanos, 344-369; la fórm ula de fe en las págs. 346-354.
(2 4 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
J. F. RIVERA RECIO
205
fó rm u la de fe, que es c o n sid e rad a p o r los especialistas com o
el "sum m um del d esarro llo de las fó rm u las de fe españolas"
descuella p o r su extensión, su co rrecto estilo litera rio y su
precisión te o ló g ic a 39.
Tal sím bolo de fe b a s ta ría p a ra d a r gloria y ren o m b re al
m etro p o litan o , b a jo cuyo episcopado se p ro d u jo .
Cinco años después de celebrado el Concilio, fallecía Q ui­
rico quizás a fines del 679 o m uy en los com ienzos del 680.
E n tre la docum entación del P apa León II (681-683) se nos ha
conservado u n a c a rta d irigida al m etro p o litan o Q uirico, a
quien co n sid erab a todavía vivo y arzobispo de Toledo, en ­
viándole las actas del Concilio I I I de C onstantinopla, y rem i­
tiéndole tam b ién com o preciado regalo u n a cruz, co n lim adu­
ras de h ie rro de la cadena del apóstol San Pedro, que no pudo
recib ir el d e s tin a ta rio 40
J u l i a n u s 40i.— Con m arcad o énfasis se com place el biógrafo
en su b ra y a r el nacim iento de Ju liá n en Toledo. H u iu s civitatis
p ropius civis e x titit y añade que fue b au tizado en la iglesia de
S an ta M aría y educado desde su p rim e ra in fan cia en la escuela
catedralicia. La C hrónica m ozárabe del s. V I II asegura que
Ju lián e ra de procedencia ju d ía, aunque "de p a d re s c ris tia n o s ”,
y que su nacim iento vino a se r com o flo r lozana n acid a e n tre
■las espinas de un z a rz a l41.
M El estudio m ás com pleto y crítico sobre este sím bolo de fe, es
dei P. J. M a d o z , Le S im bole du X Ie Concite de Toléde, Louvain, 1938.
Puede verse tam bién S c h e e b e n , H andbuch der katholischen Dogm atic, I
(F ribourg, in B r. 1873), pág. 749 K . K u n s t l e , E ine B ib lio tek der Sym bole
und theologisgischer T m etate... Mainz, 1900, pág. 23.
40 ML. 96. 415-416.
40a L a sem blanza b io gráfica de este m etropolitan o fue escrita po r
su inm ediato su cesor Félix, Juliani toletani episcopi vita s&u elogium
(ML. 96, 445452). Hace ya varios años atraíd os p o r la interesante bio­
gra fía d e este prelado, publicam os la obra San Julián, arzobispo de
Toledo. E poca y personalidad (B arcelona, ed itorial A m altea, 1944). O-bra
pedida y escrita p a ra el «gran público» hubo de escribirse con recu r­
sos literarios y ciertas concesiones p a ra h acerla am ena, detalles que
disim ulan la au tén tica tram a docu m en tal con que el libro está conce­
bido. Me 'he creído en la obligación de hacer esta declaración para
orientación del investigador.
41 ML. 96, 1260, C.
(2 5 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
20(5
LOS ARZOBISPOS DE TOLEDO
Debió n acer en ios p rim ero s años del s. V II y m uy p ro n to
ingresó en la escuela cated ralicia, donde fue discípulo de E u ­
genio, el sucesor de Ildefonso, y allí tra b ó ín tim a a m ista d con
un com pañero, de n o m b r e Gudila. T uvieron in ten to s de
ab ra z a r -la vida m o n ástica
p ero d esistiero n de ello, q u ed án ­
dose en las filas del clero diocesano. G udila, o rd en ad o de d iá ­
cono, llegó a se r arcediano de Toledo, cargo que poseía a l m o­
rir el 8 de septiem bre del 679. Ju liá n posiblem ente desem peñó
el cargo de prim icerio en Ja basílica pre.toriense, destacándose
cada vez m ás e n tre el oler o de la ciudad. Al c u b rirse la v acan ­
te d e ja d a p o r Q uirico, la elección recayó en Julián, siendo con­
sagrado m etro p o lita n o de Toledo en los últim os días de ene­
ro del 680.
E n tre los afanes pasto rales descuella la preocupación de
Ju lián p o r a te n d e r al decoro del culto. "F ue solícito d u ra n te
su gobierno —escribe su biógrafo— en co n serv ar los usos
eclesiásticos bien observados, corrigió los defectuosos y con
extrem ada p ru d en c ia reco n stru y ó lo que estaba viciado, co m ­
poniendo m uchos oficios con arm oniosa d u lz u ra ” 4'.
C orría el año p rim e ro de episcopado, cu ando el 14 de o ctu ­
bre se le notificó con urgencia que el m o n arca se en c o n trab a
gravem ente enferm o y que éste, h ab ía m anifestado con a n te rio ­
rid a d la decidida v o lu n tad de m o rir en h á b ito de p e n ite n c ia ;
aunque W am ba se en c o n trab a inconsciente, el m etro p o lita n o
se dispuso a a d m in istra rle el rito penitencial, lo que. suponía
la to n su ra de los cabellos del enferm o, rito que en caso de
curación, in cap acitaría a W am ba p a ra seguir reinando. Ya el
m o n arca h ab ía previsto esta contingencia — así se decía— ,
designando p a ra sudecerle en el tro n o al co n d e E rvigio.
Todo aquello h a b ía sido u n a superch ería y la consiguiente
consagración real de Ervigio u n a tra id o ra conjuración. Inex­
plicablem ente encontram os a Ju lián cóm plice del d e stro n a ­
m iento de W am ba.
Los ru m o res de la traició n de Ervigio to m a ro n p ro n to
cuerpo. Y al rey le in te resa b a ju stificarse a n te la nación y ob-
«
«
ML. 96 , 445, B.
ML. 96, 448, A.
(2 6 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
J. 1*. RIVERA RECIO
207
tener, avalado p o r la a u to rid a d de la iglesia, el acatam ien to
a su legitim idad discutida. P a ra ello, pensó que el m edio m ás
eficaz sería la convocación de un Concilio, que se celeb raría en
Toledo a principios del año siguiente. S ería el Concilio X II.
La fecha p a ra e sta asam blea episcopal de todos los p relad o s
del reino visigodo se fijó el 9 de e n e ro del 681 en Toledo. Aquí,
en el m arco de, la basílica de los A póstoles, se congregaron
b a jo la presidencia de Ju lián tres m etro p o litan o s m ás y tre in ta
y u n obispos, m ás varios abades, vicarios de los obispos y va­
rones ilustres del oficio palatino. Muy p ro n to el rey Ervigio se
p resen tó en la asam blea p a ra sa lu d a r a Jos reunidos y e n tre g ar
el tom o regio, con el p ro g ra m a de asu n to s a tra ta r. Después,
despidiéndose de la asam blea, salió de ella. Como el asu n to
que allí les h a b ía congregado era juzgar de la legitim idad de
Ervigio. E n tre los docum entos exhibidos se rev isaro n el escrito
de W am ba, solicitando la disciplina penitencial, en caso de
e n c o n trarse gravem ente enferm o, la designación de Ervigio
com o sucesor en el tro n o y la c a rta dirigida al “h o n o rab le y
santísim o h erm an o n u e stro Ju lián , obispo de la sede to le d a n a ”
p a ra que no dem ore el u ngir com o rey al referid o E rv ig io ”.
Según las actas, los docum entos se c o n sid eraro n com o a u té n ­
ticos. A tan to s años de distancia, hoy siéntese la im posibilidad
de p ro n u n ciarse sobre la a u ten ticid ad de e sta docum entación.
E n las prescripciones siguientes se suavizan ciertas norm as
severas a n te rio rm e n te prom ulgadas, se insiste tam b ién en la
conversión de los judíos, y, sobre todo, en el can o n sexto se da
un paso fu n d am en tal y de gran trascen d en cia p a ra la h isto ria
eclesiástica toledana. El epígrafe de este canon h ab la de la
facu ltad concedida al obispo de Toledo, p a ra que los obispos
de o tra provincia con anuencia de los reyes, sean o rd en ad o s
en la ciudad regia. La razón de todo ello debe b uscarse en la
vigente disciplina p a ra el nom b ram ien to de obispos, existentes
en la iglesia hispana, donde la intervención del rey e ra necesa­
ria p a ra la designación de los nuevos obispos. A él debía co­
m unicársele el fallecim iento de los obispos difuntos y de él
e sp era r el n o m b ram ien to del sucesor, rev isar las ap titu d es de
los posibles candidatos y designar el m ás idóneo. Una vez cum ­
plida la m isión real se debía co m u n icar al p ropio m etro p o li­
tano la designación del electo y darle lugar a que el m etro p o ­
(2 7 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
208
LOS ARZOBISPOS DE TOLEDO
litan o le exam inara y luego p a rticip a se al m o n arca la capacidad
canónica del exam inado.
Todos estos trá m ites exigían tiem po, au n cu ando el m o­
n a rc a se en co n trase en Toledo; p e ro d u ran te las ausencias de
éste, los encargados de llevarle la n o ticia te n ía n que dirigirse
desde la ciudad regia al lu g ar donde se en co n trara. P a ra obviar
la longitud de estos trám ites, los obispos, después de d elib erar
detenidam ente, e n c o n traro n el recu rso de fa c u lta r p e rp e tu a ­
m ente al m etro p o litan o de Toledo p a ra que en n om bre de los
dem ás m e tro p o lita n o s p u d ie ra exam inar y a u n c o n sag ra r a los
nuevos electos, au n q u e im poniendo a éstos la obligación de
p rese n tarse a su p ropio m etro p o lita n o en el plazo de tres
m e se s44.
Con e sta facu ltad se acrecienta de m an era no tab le la p o testa d
del m e tro p o lita n o de la sede real, q u e viene a alcan zar u n a
p rim acía in d iscu tib le en el gobierno de la nación. Desde los
ú ltim o s días de enero del 681 todos los p relados electos p o d rán
c o n sid erarse h ech u ra del m e tro p o lita n o de Toledo. Tal acuerdo
del Concilio inicia la p rim a cía eclesiástica en E spaña del m e­
tro p o lita n o de la ciudad r e g ia 45.
44 D ada la extraord in aria im portancia que representa este canon V I
del C on cilio X II de T oledo en una histo ria del ep iscopologio toledano
conviene indicar el texto: «Illud q u oqu e conlation e m u tu a decem endum
nobis oocurrit quod in quibuscam civitatib u s decidentibus episcopis
prop riis d um d iffertu d iu ord in atio succesoris e t o fficio ru m divinorum
ofjfensio et eclesiá sticaram rerum n ocitu ra perditio. N am d um longe lateque difuso tractu terraru m conm eantum im peditu r celeritas nuntiorum quo aut queat regiis auditibus decidentis pracsu lis inn otesci aut
de suocesore m orien tis episcopi libera prin cip is electio p raesto lari, mascitu r saepe et n ostro ordini de relatione taiman d ificu lta s et regiae
potestati dum consultum nostrum p ro subrogandis po n tificibu s sustinet injuriosa necessitas. Unde p lacuit óm nibus p o n iitijicib u s Spaniae
et Galliae ut salvo privilegio un iuscuiusque provinciae licitum aneat deinceps Toletano pon tifici quosquum que regalis potestas elegerit et iamdicti Toleíani episcopi iudicium dignos esse probaverit, inquibuslibet
provinciis in praecedentium sedium p m eficere praesules et desidentibus
episcopis etigere succesores; ita tam en u t qu isqu ís ille fu e rit ordinatus,
poist ordinationis suae tem pus in fra trium m ensium spatium proprii
m etropolitani visu rus accedaí, q u aliter eius a u cto rita te vel disciplin a
ínstructus condigne susceptae sedis gu b em á cu la teneat...» (C oncilios
visigóticos..., n. 394.)
(2 8 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
J. F . R I V E R A
R E C IO
209
D u ran te los años del pontificado de Ju liá n m en u d earo n las
reuniones conciliares. Después del citado Concilio X II, del 681,
a los dos años, es decir, en el 683, de nuevo se reu n ía el ep is­
copado h isp an o en la iglesia de los S antos P edro y Pablo. En
e sta reu n ió n y según los deseos del m o n arc a se concedió un
p erd ó n general a quienes estab an tod av ía b a jo las leyes de
W am ba, dictándose no rm as p a ra p ro te g e r a la fam ilia real, y
se insiste en el can o n IX en ra tific a r el acuerdo to m ad o en el
a n te rio r so b re la confirm ación de las atribuciones, q u e se, h a
bían conferido al m etro p o lita n o de Toledo en el Concilio p rec e ­
dente, suscribiendo p e rso n alm en te las actas todos los m etro ­
po litanos del reino, tres de ellos p ersonalm ente y dos p o r m e­
diación de sus rep resen tan tes, así com o se te n ta y dos obispos
más.
H acía m uy poco tiem po que h a b ía acabado de celebrarse
el Concilio X III, los asistentes a él a c ab ab an de volver a sus
lugares de procedencia y en estas circunstancias se p resen tó
en Toledo, u n enviado del P apa León II, quien h a c ía casi seis
m eses que hab ía fallecido. E ste legado pontificio e ra p o rta d o r
de las actas del V I Concilio ecum énico, que fue el terc ero de
C onstantinopla, celebrado en el 681, en el q u e se h a b ía defen­
dido la existencia en C risto de dos voluntades, a sa b e r; la d i­
vina y la hum ana. Quiso el Papa que Jas actas del c ita d o co n ­
cilio ecum énico fu era n enviadas a H isp an ia y que fu e ra n su s­
c rita s p o r los p relad o s visigodos. Como el tiem po del crudo
invierno en que se e n c o n trab a n no e ra p ro p icio p a ra h acer
u n a nueva co n vocatoria conciliar, el m etro p o lita n o d e Toledo
reu n ió a sus sufragáneos el 14 de noviem bre del 684, quienes
en u n ió n de los rep re sen ta n te s de los resta n te s m e tro p o lita n o s
su crib iero n las actas enviadas de Rom a, a las que se adicionó
u n escrito del m etro p o lita n o Ju lián , insistiendo e n las razones
teológicas, que fo m en tab an la adhesión a do acordado en
C onstantinopla. Con las a c t a s suscritas p o r el episcopado
« p a ra conocer esta cuestión isegún el texto de los docum en tos véase
el canon V I del C on cilio X II y el IX del C on cilio X III en C oncilios
visigóticos e hispano-romanos (Barcelona-M adrid, 1963) págs. 293-294 y
425426. S ob re los orígenes de esta p rim acía eclesiástica d e Toledo, conf.
R i v e r a R e c i o , San Julián..., cap. X II.
14
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
(29),
210
L O S A R Z O B IS P O S D E TO LED O
h isp an o y el escrito del m etro p o lita n o da Toledo, volvió a
R om a el enviado p ap al en com pañía de u n clérigo toledano.
Llegado el em isario a la presen cia del Papa, p arece que en
R om a hubo algunos que se p e rm itiero n h a c er ciertas o b serva­
ciones poco favorables a ciertos térm in o s y expresiones u tili­
zados en el escrito de Julián. C iertam ente el escrito del arzo­
b isp o toledano e ra de gran justeza teológica, au nque expresada
con térm in o s desusados y en la Sede ro m an a se vivía con to d a
suspicacia doctrinal; sin co n d en ar el escrito del arzobispo to ­
ledano 46 se ad v irtió al clérigo que h a b ía sido enviado dos años
antes a Rom a, p a ra a c o m p a ñ a r al legado pontificio, que el a u ­
to r de c ita d o escrito debía a m p lia r su pensam iento sobre los
pun to s en entredicho.
H a sta el 686 n o volvió a Toledo el clérigo enviado a R om a
dos años atrás. Y cum plió en Toledo el encargo que en R om a
se le h a b ía dado. Julián, el a u to r del escrito m al in te rp re ta d o ,
se sintió h e rid o y red actó u n nuevo escrito, donde explicaba
las frases m al sonantes. Pero esto no b a sta b a , era necesario
d e ja r m uy clara la pureza de su doctrina. La ocasión se. p re ­
sentó cuando m u erto E rvigio y elevado al tro n o Egica (687-701),
éste convocó a todos los obispos del reino en el Concilio XV
d e Toledo, celebrado an el m es de m ayo del 688. Ante aquella
solem ne asam blea Ju liá n reiteró su p rofesión de fe, según el
escrito segundo enviado a Rom a, y que ah o ra q u ed ab a incluido
d e n tro de las actas c o n c ilia re s47, o b teniendo lo m ism o que el
p rim e ro la aceptación p len a del episcopado, que es u n a de las
o b ras polém icas del m etro p o lita n o Julián, al que los p relados
44 H ace unos años se identificaron com o fragm en tos de este escrito
irnos p á rra fo s publicados p o r el P. Z acarías G a rcía V tllada, Julián de
Toledo; Fragm entos inéditos del prim er Apologético, «Razón y Fe», 40
(1914) 178-181, y tam bién del m ism o en H istoria E clesiástica de E spaña»,
II, 1520-52.
47 L a docum entación sobre asunto puede verse en ML. 96, 399419,
423-24, a sí co m o en las actas de los C on cilios X I V y X V de Toledo,
C oncilios visigóticos e hispano-romanos, págs. 441474. Así com o tam bién
los trab ajo s; A. C. V e g a , E l Prim ado Rom ano y la Iglesia española en
los siete prim eros siglos, «Ciudad de Dios» 155 (1943) 69-103; E. Magnin,
L ’eglisc w isigothique, 23-31; J. M a d o z , E l Prim ado Rotnano en España
en el ciclo isidoriano, «Revista española de Teología», 2 (1942), 229-55.
(30)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
J. F . R I V E R A
R E C IO
211
adicionaron u n p rosfonético lau d a to rio p a ra el E m p e ra d o r y
todo u nido fue rem itid o a R om a p o r u n a m isión in te g rad a p o r
tres clérigos toledanos, resaltan d o con ello la fam a teológica
de Julián de Toledo, no solam ente en R om a en el p ontificado
del Papa Sergio, sino tam b ién en C o n stantinopla an te los teó­
logos de Ju stin ia n o II. Lo m ism o que su anteceso r Ildefonso,
Ju lián fue u n e scrito r eclesiástico fecundo. De alguna de sus
obras, tales com o los dos A pologéticos ya se h a hecho m en­
ción. Su biógrafo insiste en la prod u cció n lite ra ria de Julián,
llam ando la atención al lector: "Y ah o ra fíjate, lecto r, en el
caudal de lib ro s escritos p o r Julián, que estuvo lleno de la
p len itu d del E sp íritu Santo y brilló enriquecido p o r la aflu en ­
cia de la fu en te vivificadora
“ Com puso un libro sobre los Pronósticos del siglo venidero,
dedicado al obispo Idalio, de feliz m em oria. Va encabezado
con u n a c a rta a éste y una oración. La o b ra se conserva p a rtid a
en tres lib r o s ; el p rim e ro de ellos tra ta del origen d e la m u erte
h u m a n a ; el segundo sobre el estado de las alm as de los difun­
tos antes de la resu rrecció n de sus c u erp o s; el terc ero tr a ta
de la resu rrecció n de los cuerpos 4i).
“ E n defensa de los cánones y de las leyes que p ro h íb e n a
los señores infieles servirse de esclavos cristianos, escribió al
m ism o de antes u n Libro de re sp u e sta s50.
" Ite m u n Apologético de la je, dirigido a B enedicto, p a p a
de la ciudad de Rom a. A sim ism o com puso o tro A pologético
sobre los tres p untos, que sin m otivo p areciero n e n g e n d ra r a l­
guna sospecha al obispo rom ano.
"Ite m u n Tratado acerca de los rem edios de la blasfem ia
con u n a c a rta al a b a d A d riá n 5S.
"Ite m u n lib ro llam ado C om probación de la; sexta edad,
com enzado con u n a oración y una c a rta al rey Ervigio. Com45
F é l i x T o l e t a n u s , Sancti Juliani vita sea elogium , M L. 9 6 , 4 4 8-449.
M L , 96, 453-522. ( C o n f . A . V e i g a V a l i n a , La doctrina escatológica
de San Julián de Toledo), Lugo, 1940.
50 De este escrito no existe en la actual literatu ra conservada el m e­
nor vestigio.
51 S ob re este escrito, conf. el atrícu lo de Dom G. M o rin , Un écrit de
Saint Julien de Toléde consideré a trot com m e perdu, «Revue Bénédic49
t in e » 2 4 (1 9 0 7 ) 407-15.
(3 1 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
212
LOS ARZOBISPOS DE TOLEDO
pren d e este códice tre s 'lib ro s: en el p rim e ro se incluyen nu­
m erosos testim onios del A ntiguo T estam ento, d o n d e se d eclara
term in a n te m e n te y sin c ó m p u to de años que C risto, el H ijo de
Dios, no h a de n a c e r sino que h a nacido ya. La m a te ria del
segundo lib ro se ocupa de d e m o stra r con la d o ctrin a m anifies­
ta de los apóstoles que Cristo nació de M aría V irgen en la pler
n itu d de los tiem pos, no en años c o m p u ta d o s desde el prin cip io
del m undo. El d esarro llo del te rc e r lib ro m an ifie sta sin d e ja r
du d a alguna y con argum entos v erdaderos la p rese n c ia de la
sexta edad, en la que nació C risto. Allí las cinco edades del
m undo se an o ta n no p o r años, sino p o r la d eterm in ad a conca­
tenación de las generaciones 52.
Ite m u n Libro de poemas distinto, donde se h allan him nos,
epitafios y num erosos epigram as sobre tem as diversos.
" Ite m u n Libro compuesto de muchas cartas, o tro libro de
sermones, en los q u e se lee u n opúsculo en Defensa de la Casa
de Dios y de los que c■ella se acogen.
" Ite m u n lib ro acerca de las co ntradicciones, que quiso
titu la r con la p a la b ra griega Antikeimenon; divídese en dos li­
b ro s, ocupándose el p rim e ro de las del Antiguo T estam ento, y
el segundo, de las del N u e v o 53.
" Ite m u n lib ro h istó rico sobre Lo ocurrido en las Galias
durante el reinado de W amba5*.
" Ite m el Libro de las sentencias, b reve y su m a ria colección
de la década de los salm os de San Agustín.
" Ite m reunió u n o s Fragmentos tomados de los libros de
San Agustín contra el hereje Juliano.
" Ite m el Opúsculo sobre los juicios divinos, sacado de los
sagrados libros lleva en el com ienzo u n a c a rta dirigida al n o ­
b le Ervigio, cu ando todavía e ra conde, p rese n tán d o le la obra.
" Ite m el lib ro Respuesta contra los que persiguen a quie­
nes se refugian en la iglesia.
"Ite m u n Libro de Misas p a ra todo el año, dividido en c u a ­
52 E ditad o en ML. 96, 537-586.
53 E ditad o en ML. 96, 587-704.
54 H istoria rebetlionis Pauli adversas Wambatrt, ed itad o en ML. 96,
763-808; m e jo r edición en MGH. SS. R eurm m erovin gicarum (H annoverLeipzig, 1910), 501-526.
(3 2 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
T. F. RIVERA RECIO
213
tro p a rte s; e n tre ellas se en c u en tra n enm endadas algunas que
p o r la an tigüedad y la in cu ria e sta b a n viciadas o incom pletas,
si b ien com puso o tra s ín te g ra m e n te 55.
“ Item u n Libro de oraciones p a ra re c ita r e n las festividades
que d u ran te el añ o suele c e le b ra r la Iglesia toledana. A lgunas
de ellas e stá n co m p u estas p o r él m ism o, y o tra s, defectuosas
p o r su m u ch a antigüedad, fu ero n cuidadosam ente corregidas.
U niólas en u n solo volum en que, p o r su a m o r al cu lto , d e jó al
servicio d e la iglesia d e Dios."
A parte de estas o b ras, reseñadas en la biografía, h ay o tro s
escritos allí no m encionados, editados b a jo su no m b re e n las
o b ras de S an Julián. Tales son el Elogio de San Ildefonso M, el
Arte gramatical57, el Latérculo de los Reyes visigodos M, el Co­
mentario al Profeta Nahum 5'\ Dos poemas dirigidos a R om a y
Cuatro epitafios.
De la a n te rio r relación se puede o b se rv a r q u e el m etro p o ­
litano Ju liá n fue uno de los e scrito res m ás prolíficos d e su
tiem po, de g ran agudeza m en ta l y aten to siem pre a las necesi­
dades del m om ento. Con él se c ie rra el ciclo de los g randes
m etro p o litan o s de la sép tim a cen tu ria, ya que los q u e q u e d a n
de este siglo h a n carecido de u n biógrafo que nos tra n s m ita la
sem blanza de sus respectivas actuaciones.
La m u erte de Ju liá n o c u rrió el dom ingo 6 de m arzo del
año 690- R ecibió se p u ltu ra en la basílica to le d a n a de la m á rtir
S an ta Leocadia, que venía siendo el p a n te ó n de los m etro p o li­
tan o s de Toledo en los últim o s tiem pos. H ab ía p o n tificad o
diez años, u n m es y siete días.
Su o uerpo debió ser tra sla d a d o h acia las tie rra s del N orte
35 S ob re la im portancia de la o b ra litú rg ica d e San Julián, conf.
R om a y Toledo, en «Nuevos estu d ios isobre la litú rg ia m ozá­
rabe», Toledo, 1965,.
M E ditad o en M L. 96, 43-44, Conf. J. M a d o z , San Ild efon so de Toledo
a través de la plum a del arcipreste de Talavera (M ad rid , 1943), 13.
57 Are gra m ática , edición del Card. L o r e n z a n a (R om a, 1 7 9 7 ). Conf.
L i n d s a y , Julián o f Toledo. D e vitiis et figuris, (O xford, 1 9 2 2 ) . C H . H. B e e s o n , The ars gram m ática o f Julián o f Toledo, «M iscellanea Fran cesno
B h r l e » I , 5 0 -6 0 . F u n a i o l i , «Revista de Filología», 3 9 ( 1 9 1 1 ) , 4 2 -7 9 .
53 E sta cró n ica de los reyes visigodos, ed itad a en M L. 96, 809-812.
59 Falsam en te atribuida a Julián la ed itad a en M L, 96, 705-756.
J . J a n in i,
(3 3 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
LOS ARZOBISPOS DE TOLEDO
214
a m ediados del siglo V III. P osiblem ente g u a rd a alguna reíación con las reliq u ias m ortales de Ju liá n la localidad a stu ria n a
de SantollanoS i s b e r t u s .—E ste no m b re no es del todo desconocido en la
a n tro p o n im ia visigoda. Un obispo de este n o m b re era obispo
de C oim bra e n el 653, añ o e n que suscribió e n tre los firm antes
del Concilio V III de Toledo y, debió ser de recien te co n sag ra­
ción en aquel m om ento, ya que su lu g a r e n las suscripciones es
de los últim os. A unque el códice em ilianense coloca a Félix an ­
tes da S isberto, se debe a un e rr o r del copista, y a que p o r
lo que después se indica, se ad v ierte claram en te no se r así,
sino que S isberto fue el inm ediato sucesor de Julián. P o r ta n ­
to debió ser elegido m etro p o lita n o de Toledo en el m es de
m arzo o a b ril del 690.
Desde el 687 g o b ern ab a el reino visigodo Egica. Según se
dice en la Crónica de los reyes v isig o d o s60 estando E rvigio
gravem ente enferm o y poco antes de m o rir designó a E gica
com o sucesor en el reino, del que se posesionó el 24 de noviem ­
b re del 687, siendo ungido com o ta l en la iglesia p reto rie n se
de San P edro y San Pablo, de Toledo. M uy p ro n to e n el reino
aparecen síntom as de descontento. E n m ayo del 693 convocó
a todos los p relados del reino al Concilio XVI de Toledo, en
cuya in auguración el m o n arc a p resen tó su tom o con las cues­
tiones que quería fu era n tra ta d a s en aq uella asam b lea ep is­
copal. El reino atrav esab a u n a m ala época. H ubo m alas cose­
chas, epidem ias, h am b re y tam bién a n a rq u ía in te rio r m an ifes­
ta d a con frecuentes conspiraciones que el rey c astig a con m ano
m uy dura. Tal estado de oosas creo que fue la causa q u e m otivó
la convocatoria del Concilio XVI, ya que el rey q u e ría d a r
explicación de las m edidas to m ad as c o n tra el m etro p o lita n o
de Toledo, S isberto, y o b ten er el apoyo del episcopado, p o rq u e
e n tre los co n ju ra d o s c o n tra el rey se e n c o n tra b a el m etro p o li­
tan o de Toledo, quien se h ab ía declarad o cu lp ab le "de h a b e r
in cu rrid o en tales m aquinaciones, p o rq u e decidió no sólo p riv a r
del tro n o a Egica, sino tam b ién d a rle m u e rte ... y tra m ó p r o ­
vocar el desorden y la ru in a en el pueblo y en la p a tr i a ”. El
“
ML. 96, 812.
(34)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
J. F. RIVERA RECIO
215
m etro p o lita n o fue priv ad o de su rango y de sus privilegios,
aco rd an d o los o bispos que "S isb erto p o r h a b e r faltad o a su
ju ra m e n to y h a b e r m aq u in ad o un delito ta n grave (...) debe
ser a p a rta d o de la co m unidad de los católicos p o r m edio de
la sentencia de excom unión, a rro ja d o de s u h o n o r y priv ad o
de todos sus bienes, los cuales p a s a rá n a p o d e r del referid o
príncipe, p erm an ecerá en cerrad o en p e rp e tu o exilio, de tal
m odo que conform e a los decretos de los m ism os antiguos
cánones, recib irá la com unión solam ente al fin de su vida, a
no ser que la m iserico rd ia regia creyere deber p e rd o n a rle an ­
te s ” 61. F u era de este relato de las actas conciliares, carecem os
de n in guna o tra noticia que nos inform e sobre el caso de Sis­
berto. Si de este episodio las fuentes coetáneas n a d a m ás dicen,
sí sa e n cu en tra u n a evidente in terp o lació n a la V ita S an cti Hildefonsi, a trib u id a a Cixila, do n d e se dice que se sen tó e n la c á ­
te d ra episcopal, que ocupó la M adre de Dios y q u e n in g ú n arzo ­
bispo quiso u sa r después de tal episodio, a n o ser S isberto,
quien p e rd ió la sede y fue d esterrad o de T o le d o 62, in te rp o la ­
ción que arguye cóm o se h a b ía convertido ya en leyenda la fi­
g u ra de S isberto. N ad a m ás sabem os so b re é l 63, ni conocem os
si su d estierro fue vitalicio ni cu ándo tuvo lu g ar su falleci­
m iento.
F é lix .— Tra s la deposición del m etro p o lita n o S isberto, el
m o n arca h a b ía n o m b rad o al m etro p o litan o de la B ética, Félix,
p a ra que asu m iera co n pleno derecho la ad m in istra c ió n de la
sede toledana, esp eran d o que los p a d re s reu n id o s e n el Con­
cilio ra tific a ra n el n o m b ram ien to , com o así la a co rd aro n , tra s ­
ladando canónicam ente, "al referid o h erm an o n u e stro Félix,
41 Conc. XVI
62 ML, 96, 48.
de Toledo, can.
IX
( C oncilios visigóticos..., 507).
í3 E n la v id a de San Ildefonso, escrita p o r el C erraten se se d a o tra
versión del heoho co n algunas variantes: «Siargius (leg. Sisbertu s) episcopus fa ctu s ait: S icu t ego sum hom o, sic e t hom inem scio predecessorem 'meum; cur non induar eo quo ip se indutus est vestim ento?, cum
eodem fu n gar praesulatus o fficio? Q ui cum vestim en to indutus esset,
con strictu s arctiu s, cecidir m ortuus; p erterritiq u e vestim en tum tulerunt et in thesau ro ecclesiae reposuerunt. (ML, 96, 50).
(3 5 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
216
LOS ARZOBISPOS DE TOLEDO
obispo de la sede de Sevilla a la que h a regido h a s ta a h o ra , a
la sede de Toledo" haciendo u n a com binación episcopal p o r
la que p a sa a Ja m etró p o li sevillana F austino, tra sla d a d o de. la
sede m etro p o lita n a de B raga, que se ocupa con el tra sla d a d o
obispo de G porto, Félix, y confirm an p e rp e tu a m e n te a cada
u no de ellos en las m encionadas sedes. De e s ta fo rm a se veri­
fica u n a novedad en la p rom oción a l episcopado, que, com o
se vé, se realiza p o r traslad o de sedes, m ed id a h a s ta entonces
desaco stu m b rad a, ya que se co n sid era q u e c a d a obispo e stá
desposado con su iglesia, de la que no debe se p a ra rse p a ra
p a s a r a u n nuevo desposorio con u n a iglesia distin ta.
Sospecha F l o r e z 64 con m uy buen c riterio q u e Félix fue
a n te rio rm e n te a rc ip re ste en la iglesia de Toledo, ya que en los
Concilios X III, XIV y XV firm a u n a rc ip re ste de este nom bre.
Después del 688 debió de te n e r lugar la m u e rte del m e tro p o li­
tano de Sevilla, siendo e n e sta sazón n o m b ra d o p a ra ella
Félix, que al se r depuesto S isberto en el 693, debió ascender
p rim e ro de fo rm a provisional y luego canónicam ente a o c u p a r
la sede de Toledo.
E sto s trá m ites de ta n gran im p o rta n c ia solventados, se p r o ­
cedió a la celebración del Concilio, iniciándose c o n u n solem ne
sím bolo da fe, que con los de o tro s Concilios (VI y X I) cons­
tituye u n a de las apo rtacio n es teológicas m á s im p o rta n tes de
los Concilios toledanos. "F órm ulas antiguas, nacidas al con­
tra s te de p a sad a s c o n tro v e rsia s; p ero que a q u í cristalizan en
redacción serena y definitiva, d espojadas de su a tu e n d o c ir­
cu n stan cial de origen y cinceladas en su a ju ste estudiado, p a ra
tra n s m itir en u n co n ju n to , que es u n breve tra ta d o teológico,
el sedim ento do ctrin al de la trad ició n , la h e ren cia de varios
siglos de especulación teológica. E n el sím bolo XVI de Toledo,
últim o de la serie de las célebres fó rm u las de fe, toledanas,
confluye el curso de sus predecesores, acrecentado en su vario
tray ecto con nuevas a p o rta c io n e s” 63. T rá te se a continuación,
según el p ro g ra m a p rese n tad o p o r el rey, de la ten az p e rv e r­
sidad de los judíos, de los sodom itas, de los desesperados, de
M España Sagrada, V , 298-299.
<" J. M a d o z , E l S ím b o lo del C oncilio X V I de Toled o (M adrid, 1946)
.
110
(3 6 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
J. F. RIVERA RECIO
217
la rep aració n de las iglesias, del sacrificio de la M isa, y o tra s
cosas relacionadas c o n el m om ento histórico.
De la actividad lite ra ria de Félix solam ente poseem os la
a n te rio rm e n te com entada V ida de su anteceso r Ju lián
La gestión m etro p o lita n a de Félix debió p ro lo n g arse h a s ta
finales del s. V II, con g ran aplauso de sus gobernados, según
da a en te n d e r la Crónica m o zá ra b e é7, que nos h a b la de su grav erdad y p ru d en c ia, siendo, p o r tan to , el ú ltim o m etro p o lita n o
de Toledo en el siglo séptim o.
« ML. 96, 445452.
« ML. 96, 1262 «Per ídem tem pus Félix, u rbis regiae toletanae sedis
episcopus, gravitatis et pruden tiae excellen tia nim is p o llet et con cib a
satis p raeclara etiam adhuc cum am bobus prin cip ib u s agit».
,
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
(3 7 )
LENGUA E
IDEAS DEL MONACATO VISIGODO
Por JULIO CAMPOS, Sch. P.
El pen sam ien to y vida nueva del C ristianism o tuvo u n a re so ­
n an cia y reflejo efectivos, fecundos e histó rico s e n su lenguaje
y m odos de expresión. Bien sabem os cóm o se h a estu d iad o y
se e stu d ia esa lengua especial de los C ristianos, el L atín de
los C ristianos e n O ccidente, que h a dad o ind u d ab lem en te re ­
sultados valorables y positivos.
Ante un fenóm eno histórico-lingüístico análogo, y en su
g rad o y m ed id a paralelo nos en co n tram o s, c u a n d o pensam os
en el m o nacato y sus m anifestaciones e n relación c o n la so­
ciedad c ris tia n a c irc u n d an te del siglo IV.
El e s p íritu del m onacato procede en esencia del m ism o
Jesu cristo y su Evangelio, nace con la Iglesia- Bien c laram en ­
te consta en los H echos de los A póstoles su p rá c tic a (4, 32-37).
Mas su d esarro llo y organización en sentido colectivo y ceno­
b ítico no se realiza h a sta la p rim e ra m ita d del siglo IV, fo r­
m ando g ru p o social especial y diferenciado co n respecto al
resto de lo s cristianos.
El m o n acato supuso u n a aotitud h ero ica y u n a p u rificació n
del espíritu, convirtiéndose a u n a nueva p rá c tic a de vida; e ra
u n a conuersio y u n a conuersatio, conceptos y térm in o s, que
q u ed arán consagrados an la legislación m onacal de ¡sus Reglas.
B uscaba con ello el m o n je u n a liberación de lo q u e en el siglo
se oponía all Evangelio, ap a rtán d o se de sus costum bres. Se
daba p o r ta n to e n el conuersus u n a tra n sm u ta c ió n de c rite ­
rios y u n a experiencia estable de c o n d u c ta organizada colec­
tivam ente. E ste fa c to r tuvo que c re a r in elu d ib lem en te u n sen­
tim iento de diferenciación con respecto a lo que d ejab an , a la
(1)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
220
JULIO CAMPOS
p a r que de solidaridad, en lia conciencia de los m iem b ro s del
grupo.
Tales sentim ientos debían acusarse forzosa y n etam en te
en d lenguaje oral y escrito d e los c e n o b itas; y h a llegado
hasta n o so tro s a trav és de sus códigos o Regulae, q u e o rd e n a ­
ron su vida com ún. El fondo de esa tra d ició n y h a s ta sus rem i­
niscencias expresivas se h a n conservado e n las Reglas y Cons­
tituciones de las O rdenes o Congregaciones religiosas modém as.
El fenóm eno histó rico -cu ltu ral se repite. E n efecto, así
com o el texto sag rad o de la B iblia se tra n sm itió a ios pueblos
de O ccidente p o r la s versiones latin a s del griego, d e m odo
sim ilar y p aralelo los p rim e ro s textos de los m onum entos
m onacales vienen a lo s m onjes de O ccidente p o r las versiones
latin as de las Reglas griegas o cópticas de O rien te y dé Egipto.
La d e Pacom io es tra n sm itid a p o r la versión de S. Jerónim o,
las de B asilio p o r la agrupación y versión de R ufino d e Aquile y a ; la de J u a n Casiano, que se contiene sobre to d o en los
c u a tro p rim e ro s lib ro s de sus In stitu tio n e s, si b ien e scrita
p rim a riam e n te en latín , tra n s p a re n ta y recoge pensam ientos,
prácticos, giros y p a rtic u la rm e n te vocabulario de las Reglas
orientales, donde se form ó y educó. La tra d ició n m o n ástica
que c re a n o testim o n ian esos In stitu ía m a io ru m in fo rm a el
esp íritu y h a s ta la le tr a d e las Reglas occidentales, la de
S. B enito C asinense, de la Regula M agistri y o tra s , y p a ra
n u e stro o b jeto , de las q u e algo m ás ta rd e se d e sarro llaro n en
la H íspanla visigótica.
Si la h isto ria d e las p a la b ra s es la h isto ria de las ideas y
de la vida, la organización m o n ástica con sus institu cio n es y
p rácticas, con sus ideas y d o c trin a q u e la in sp ira ro n y fu n d a ­
m en taro n , h u b o de q u e d a r refleja d a y m a rc a d a e n lo s térm i­
nos y fo rm a s que la tra n sm itie ro n y en c am a ro n .
Ya es sabido que el m éto d o de estudio de léxico y vocabu­
lario nos lleva a u n conocim iento m ás p reciso y evolutivo de
las realidades e in stitu cio n es del pasado, que se hace p resen te
en la tradición. De hecho las p a la b ra s tien en u n a d u rac ió n
m ás p e rm an en te q u e las m ism as realid ad es p o r ellas recogidas
y rep re sen ta d as; éstas p asan y desaparecen, aquéllas e n cam ­
bio p rolongan su vivencia, o enriquecidas o d ism in u id as o
(2)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
(6
a
o
LENGUA E IDEAS DEL MONACATO VISIGODO
.
221
soNvcsiQjL soianxsa
tra n sfe rid a s a o tro s sentidos y valores, p e ro siem pre m an te ­
niendo u n a dependencia, siq u iera sea rem ota, con su núcleo
sem ántico originario.
A te n o r d e e ste m étodo histórico-lexicográfico podem os
relacio n ar la evolución de u n vocablo co n la d e su idea o re a ­
lidad rep resen tad a, no sólo e n cu an to a su contenido, sino con
respecto a sus lím ites y á re a de u so en d! tiem po y e n la geo­
g rafía lingüística. De ahí, que si u n té rm in o o p a la b ra d e denso
contenido, definido y nocional, se re p ite c o n in sisten cia en u n
a u to r, y reap arece en o tro s a u to re s d e n tro d e u n a concepción
coherente con el tem a del p rim ero , el inv en tario del m ism o,
rev elará u n a c o n sta n te n o sólo lingüístico-sem ántica, s i n o
lógico-cultural, q u e ex p re sa rá y recogerá las c a ra c te rístic a s
de u n a conciencia colectiva so b re la idea o rea lid a d significada
p o r el vocablo. A la vez la tran sm isió n de unos m ism os v o ca­
blos en esas condiciones puede te stim o n ia r la dependencia
no sólo de estilo, sin o de ideas y fuentes do ctrin ales.
La investigación de este tra b a jo resu m id o , d e n tro de esa
dirección y o rd en m etodológicos, recaerá e n da H ispania visi­
goda da la segunda m ita d del siglo VI y del siglo V II. C on el
auge de la fe de los V isigodos recién catolizados p o r u n obispom onje, co b ra un im pulso e x tra o rd in a rio la vida m onástica,
que ya venía p racticán d o se dos siglos antes.
Tal p u jan za y d esarro llo del m o nacato d e ja hu ella bien
m arc ad a en la s Reglas o códigos legislativos de m onjes, que
definen y o rd en an sus principios ascéticos, su fo rm a de vida,
sus p rác tic a s m onásticas. Las de d ich a época visigótica son
las p rim e ra s h ispanas originales que se conservan: La De Institu tio n e V irginum et c o n te m p tu m u n d i de S- L eandro H isp a ­
lense, la Regula m nnachorum de S. Isid o ro H ispalense, la R e ­
gula m onachorum de S. F ru ctu o so \ la Reg. C om m unis 2. T am ­
bién se h a n tenido presen tes com o textos m onásticos, la epís­
tola de E u tro p io de V alencia ad P etru m Papam, de dictrictio1 P ara estas tres R eglas citad as nos hem os servido de un texto
crítico, q u e está a punto de aparecer en la E ditorial B. A. C.
2 E l texto consultado y estudiado ha sido el de la edic. de L . H o l s t e n i u s , C odex Regularum, Augsburg, 1759, reim preso en G ratz, 1957,
1, p. 218.
(3)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
k S3K-3DV9IÍSJAÍÍI 3(J
INSTITUTO F R O V IN C lA t
222
JU L IO CA M PO S
ne m onachorum , y la de octo uitiis, y al pequeño tra ta d o De
genere m onachorum y la hom ilía de m onachis p erfectis, a m ­
bos de V alerio del B ie rz o 3.
Con relación a estos textos los p ro b lem as q u e nos p la n te a ­
m os podem os fo rm u larlo s a sí: ¿Cóm o h a n recogido estos d o ­
cum entos la tra d ició n expresiva de los p rim e ro s m onum entos
m onásticos latinos? ¿Qué peculiaridades h a n añadido a éstos
los h¡ s p a n o-vi s igó ti eos ? ¿ E sta trad ició n lingüística h a influido
o configurado e n algún sentido y m odo las fo rm a s de las len­
guas neolatinas h ispanas?
Como b ase p a ra e ste estudio lexicográfico histó rico nos
apoyam os e n los m onum entos m ás antiguos de la tra d ició n
m o n ástica y de m ás influencia e n Occidente, com o so n la R e ­
gula Pachom ii y su s anejos en la versión de S. Jerónim o, la
llam ad a R egula M acarii, la Regula, B asilii e n el arreglo y tra ­
ducción de R ufino Aquileyense 4, la Regula C assiani5, o sea, los
c u a tro lib ro s p rim e ro s d e sus In stitu tio n e s, la Regula Bened ic ti6, las ep ísto las 99, 105, 108 d e S. Jerónim o, y so b re todo
la 22, que es la de m ás sentido y lenguaje m o n a c a l7. Asim ism o
se h an tañ id o e n consideración p o r su tem a y estilo las versio­
nes latin as d e las V itae P a tr u m 8, especialm ente la V ita Pachom ii, V ita A ntonii, y los lib ro s V, V I, V II.
3 'Para E u tro p io y V alerio h em os seguido la ed ición de M a n u e l
C . D í a z y D ía z . Anécdota W isigothica I , S a l a m a n c a 1958.
4 P ara estas tres R eglas hem os seguido la ed ición cita d a de L. Host. I: Reg. Pachom ii, pp. 25-46; Reg. B asilii, pp. 67-108; Reg. M a­
ca n , pp. 19-21.
5 E dición de J e a n C laude G u i, S. I „ Jeaii Casien, In stitu tion s Cénobitiques, P arís, L es éditions d u C erf. 1965.
6 E dición de D o m G a r c ía M. C o l o m b a s , D o m L e ó n M. S a n s e g u n d o ,
D o m O d il o n M . C u n il l , San B enito, su vida y su Regla, M adrid
B . A. €., 1954.
7 E dición de J e r ó m e L a b o u r t , Saint Jéróm e, Lettres, Paris, «Les
Belles Lettres», tom e V, 1955 p ara las epístolas 99, 105, 108; y tom e I,
1949 p a ra la 22.
3 E dición de H e r ib e r t o R o s w e id , S. I., V itae Patrum , D e uita et
uerbis seniorum... libri X , A ntuerpiae, 1615; Lugduni, 1617; Antuerpiae, 1628. D e ésta deriva la de Mtgne, PL 73.
te n iu s
,
(4)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
LENGUA
E
ID E A S
DEL
MONACATO
V IS IG O D O
223
I
D ejando a p a rte los p réstam o s directos del griego y del
copto, que p o r su m ism o ex otism o y p a rticu la rism o son los
que m enos e n general se h an tra n sm itid o , hem os reg istrad o ,
previo e stu d io de su época de aparició n y tex to s de los citad o s
que lo usan, los vocablos p ro p ia m en te m onásticos, p o r inno­
vación o p o r conservación y frecuencia de uso, relativos a la
In stitu c ió n y organización m onacal, a sus elem entos p erso n a­
les, a lo s elem entos m ateriales- Luego h a n m erecido especial
atención io s su stantivos a b stra cto s en -tas, -ntia, -io, - tu s / -sus,
-do, -ura, donde vienen expresadas las ideas fu n d am en tales
de la In stitu c ió n m onástica, sus votos, sus v irtu d e s y o b ser­
vancias. T am bién se consignan unos cu an to s verbos d e uso
tan re ite ra d o e n las Reglas, que p arecen c a ra c te rístic o s de las
m ism as, y p o r fin se señalan com o pervivientes e n el lenguaje
m onacal algunos giros y fórm ulas idiom áticas, de o rig en vul­
gar, bíblico y ju ríd ico , frecu en tem en te repetidas.
*
*
*
De ese fondo lexicográfico trad icio n al c a ra c te rístic o del
L atín m onástico h a pervivido e n las Reglas y textos visigóticos
el siguiente c u a d ro de f o rm a s :
abba/ abbas (Isid., F ruct., Com m ,, E u tr., Val.)
coenobium (Leandr., Isid., F ruct., Com m .)
coenobialis (Val.)
decanus (Isid., F ruct., Com m .)
decania (Fruct-, Comm.)
m onachus (Isid-, F ruct., Comm., E u tr., Val.)
m o n asterium (Leandr., Isid., Frut-, Comm., E u tr., Val.)
m onastericlis (E u tro p )
praepositus (Isid., Fruct-, Comm., Val.)
celia (Isid., Fruct-, Comm., E u tr.)
cellula (Leandr., Isid., Fruct., Comm.)
cellarius (Isid., Comm.)
cilicium (Isid.)
cilicinus (Com m.)
claustrum (Isid., F ruct.)
(5 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
224
J U L IO
CAMPOS
collatio (Isid-, Comm.)
collecta (Isid., F ruct., Comm.)
conuentus (Isid., F rut., Comm., E u tro p .)
congregado (Isid., F rute., Com m ., Val.)
disciplina (L eandr., Isid., Fruct., E u tr., Val.)
hebdóm ada (Isid., F ruct.)
hebdom adarius (Isid., F ruct., Coman )
hab itu s (Leandr., Isid., F ruct., Val.)
regula (Leandr., Fruct-, Comm., E u tr., Val.)
A bstractos nom inales y verbales:
P a ra u n a apreciación eq u ita tiv a y a p ro x im ad a d e la fre­
cuencia e sta d ístic a e n Jos ab stra cto s, conviene te n e r en c u en ta
la extensión d e dos docum entos visigóticos q u e e stu d ia m o s:
E n la edición de H olstenius 1759, la Reg. Leandri ocupa 11 pp,,
que con los 10 1/2 caps, q u e de faltan , s o n u n as 14-15 pp. La
Reg. Isid o ri ocupa 10 p p . La Reg. M onachorum F ructuosi 7 pp.
La C om m uniss 11 pp. Los dos docum entos d e E u tro p io serían
u n as 6-7 pp. (15 e n ed. Díaz). Los dos de V alerio se ría n u n as
5-6 pp. (12 en ed. Díaz).
E l c u ad ro estad ístico de fo rm as a b stra c ta s nom inales y
verbales en -do, -ia, -ida, -tas, -ntia, -fio / -sio, -tu s / -sus, -ura,
a rro ja dos siguientes re s u lta d o s :
Leand.
Isid.
-ida] FructComm.
Eutr.
Valer.
5
5
5
4
7 (ep. 2-uit. 5)
4 (gen. 2-peri. 2)
i Leand. 60
l Isid.
33
-tas
/ F r u c l-
26
j Comm. 37
/ Eutr. 35 (ep. 1 6-uit. 19)
\ Valer. 18 (gen. 12-peri. 6)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
LENG U A
E
ID E A S
DEL
MONACATO
-tío
-sio
f Eutr.
\ Valer.
16
13
(ep. 6-uif. 10)
(gen. 8-perf. 5)
' Leand.
Isid.
-ura | F ru c t'
I
Comm.
Eutr.
Valer.
225
V IS IG O D O
Leand.
Isid.
Fruct.
Comm.
57
68
66
54
(ep. 21 -uit. 41)
A0(gen.25~perf.\5)
Eutr. 62
Valer.
2
3
3
5
4
(ep. 2-uit. 2)
3 (gen. 1 -perf. 2)
Para lo relativo a la obediencia:
auctoritas (Leand. 1; Isid. 2: Comm. 1).
benedictio (Isid. 4; Fruct. passim ; Comm- 3).
contum acia (Valer. 1).
obedientia (Isid. 1; Fruct. 4; Comm. 2; Valer. 1).
inobedientia (Isid. 1; E u tro p . 1).
reuerentia (Isid. 1; Fruct. 2).
Para la c a stid a d :
castitas (Leand. 8; Comm. 5).
continentia (F ruct. 1; E u trop. 1; Valer, 1).
p uritas (Leand. 2; Fruct. 1).
castim onia (Leand. 1).
uirginitas (Leand. 23; Comm. 1).
Para la pobreza:
nuditas (F ruct. 1; E u trop. 1).
parchas (Valer. 1).
paupertas (Leand. 2; Isid. 3; Comm. 2).
Para la observancia y conducta en general:
consuetudo (Isid. 1; F ruct. 1; Comm. 8; E u tro p . 1).
conuersatio (Isid. 4; Fruct. 1; Comm. 2; E u tro p . 5).
15
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
(7)
J U L IO
CAMPOS
conuersio (F ruct. 1).
obseruantia (Isid- 1)ordo (Isid. 1; Fruct. 2; E utro p . 1).
p a ctu m (Leand. 1; Fruct. 1; Comm. 1).
professio (Leand. 6; Isid. 3; Fruct. 3; E u trop. 4; V aler 4).
p ro p o situ m (Leand. 3; Isid. 3; F ruct. 1; E u tro p . 1; Va­
ler. 1).
stabilitas (Leand. 1).
R especto a virtu d es y v ic io s :
abstinentia (Leand. 3; Isid. 5; F ruct. 2; Comm. 1; Va­
ler. 1).
concupiscentia (Leand. 11; Isid. 1; Comm. 1; E u tro p . 1;
Valer. 1).
diligentia (Leand. 1; E u trop. 1).
elatio (Isid. 2 ; Comim. 2; E u tro p . 1; Valer. 1).
hum ilita s (Leand. 7; Isid. 6; Fruct. 3; Comm. 4; Valer. 2).
in firm ita s (Leand. 12; Isid. 6: F ruct. 3; Comm. 4; Va­
ler. 2).
inlusio (Isid. 2; F ruct. 1).
karitas (Leand. 11; Comm. 8; E u trop. 1; Valer. 8).
iustitia (Leand. 1 ; Fruct. 1; Comm. 1; E u tro p . 2; Va­
ler. 3).
m an su etu d o (Comm. 1).
negligentia (Isid. 2: Fruct. 7; Comm. 2).
paen iten tia (Isid. 7; Fruct. 5; Comm. 18; Valer. 1).
pietas (Leand. 2; F ruct. 2; Comm. 2; E u trop. (inpietas 1).
sanctitas (Leand. 1; Comm. 6; E u trop. 1; Valer. 2).
sollicitudo (Leand. 1 ; Isid. 6; Comm. 4).
tristitia (Isid. 2 ; Comm. 4; E u trop. 9).
uoluntas (Leand. 5; Fruct. 2; Comm. 9; E u tro p . 4; V a­
ler. 1).
m u rm u ra d o (Isid. 2; F ruct. 1; Comm. 10).
perfectio (Isid. 1: F ruct. 1).
tributado (Valer. 1).
Respecto a prácticas y ejercicio s:
cogitado (Leand. 5; Isid. 5: Fruct. 1; Comm. 2; Eutrop. 1; Valer. 1).
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
LENGUA
E
ID E A S
DEL
MONACATO
V IS IG O D O
227
co m p unctio (F ruct. 1; Comm. 1; Valer. 1).
correptio (Comm. 1).
contem platio (Isid. 2; Fruct. 2).
d istrictio (F ruct. 1; E utro p . 3).
discretio (Leand. 1; Isid. 1; Fruct. 2; Comm. 1).
excom unicatio (Isid. 6 : F ruct. 2; Comm. 2).
lectio (Leand. 3; Isid. 8; Fruct. 2).
m ed ita d o (Leand. I; Isid. 1; Fruct. 2; Comm. 1).
orado (Leand. 5; Isid. 6; Fruct. passim ; Comm. 3; E u ­
trop. 1; Valer. 4).
refectio (Isid. 9; F ruct. 5).
rem issio (Leand. 2; Isid. 1; Fruct. 1).
sollem nitas (Isid. 1; F ruct. 4).
operado (Isid. 1: Fruct. 6; Comm. 1).
cura (Leand. 2; Isid. 5; Fruct. 1; Comm. 1; E utrop. 1;
Valer. 1).
m ensura (F ruct. 4; Comm. 2).
E n cuanto a los verbos de m ayor frecuencia, aparecen com o
tales: pergere, ta n repetido com o en o tro s docum entos no
m onásticos; arguere (Fruct., Comm., E u tro p .); distringere
(Isid., C om m .); dirigere (Leand. Isid.); erogare (F ruct. Comm.);
increpare (Comm-, E u tro p .); m editari (Leand., Isid., F r u c t) ;
sedere/residere (Leand., Isid., Fruct.).
Giros y form ulas id io m á d c a s:
in com m une (Leand., Isid-, Fruct.).
in u n u m (Leand., Isid., Fruct. Comm.).
p e r om nia (Isid., E u tro p ).
o b ten ía m ás genitivo (Leand., Valer.).
La fó rm u la ju ríd ic a subiacere m ás dativo (Isid-, F ruct.,
Comm.); N osco m ás infinitivo (Leand., Isid., Fruct.
Comm. Vaíer.).
excepto quod, excepto si, excepto m ás acusat. o u n su s­
tantivo fem enino (Fruct., Comm.).
<¡>)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
228
J U L IO
CAMPOS
II
El elenco que precede es un esbozo de las fo rm as de, la
trad ició n m onástica que perviven e n los m onum entos visigó­
ticos. Nos queda p o r consignar lo que éstos ofrecen de p e c u ­
liar. Desde luego los neologism os e innovaciones son m uy es­
casos, y los señalarem os. Los dem ás se c o n sta n ta n com o de
ra ro uso. A la vez indicarem os los q u e se p rese n tan com o p re ­
cedentes de derivados rom ánicos en vocablos y en giros.
altarium (Isid. 1, Fruct. 1) (Cf. J. Campos, La Regula
m onachorum de S. Isidoro y su lengua, "H elm antica" 31, 1961, p. 83).
bibitiones (F ruct. 1).
causa. ( > “c o s a ”) (Isid. 1, Fruct. 1, Comm. 1) (Cf. J. C a m ­
p o s , art. cit., "H elm antica", 37, 1961, 175).
corticida (> " c o rtijo ”) (F ruct. 1).
faber ferrarius (de S. José) (Leand. 1; Isid. 1).
oratorium (F ruct. 1; Comm. 1).
praelatus (F ruct. 1).
m aior ( = su perior) (F ruct. passim ).
spartea ( > " e s p a rte ñ a ”) (Isid. 1) (Cf. J. C a m p o s , art. cit.,
p. 83).
storia ( > “e ste ra") (Isid. 1) (Cf. J. C a m p o s , art. cit.,
P 79).
u
_
su p p le m en tu m ( = “ayuda") (Isid. 1).
conuersa (Leandr. 1); conuersus Isid. 3 ; (F ruct. passim ).
E n lo referen te a la obediencia, es de n o ta r el uso frecu en ­
tísim o, com o ningún legislador m onacal, que hace F ructuoso
del térm ino “b e n e d ic tio ”, pero con el v alor de "autorización,
licen cia”.
E n lo relativo a la pobreza:
inopia (Leand. 1; Isid. 1); penuria (Leand. 2; Fruct. 2):
parsim onia (Leand. 2: Fruct. 1); pecuiiaritas (F ruct. 1); pecw
liariter (Fruct. 2); peculiare (Leand. 1); su fficientia ( —"p o b re­
z a ”) (Leand. 1).
(10)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
LENGUA
E
ID E A S
DEL
MONACATO
V IS IG O D O
229
Para la c a stid a d :
incorruptio (Leand. 5); integritas (Leand. 13); pu dicitia
(Leand. 1). Como v irtu d adyuvante y a n e ja a la c a stid a d in ­
siste L eandro, com o ningún e sc rito r m onástico en la uerecundiat a la que dedica un capítulo.
Para lo referente a prácticas y virtudes'.
flagelli disciplina (Isid. 1) ( —"castigo de azotes") (Cf.
J. C a m p o s , arte, cit., p p . 67-68); rigor (Leand. 1 = " ro b u ste z ”);
rígidas = " r e c to ” (Leand. 3,3; Isid. 1) (Cf. J. C a m p o s , a rt. cit.,
p. 70.
Verbos de poco uso:
a buti —"no u s a r ” (Isid. 1); com plere
rezar co m p letas"
(Fruct. 1); conuenire — "reconvenir, re p re n d e r” (L eand. 1;
Fruct. 1): im plicare = " em plear" (Isid. 2; Fruct. 1; Comm. 1)
(Cf J. C a m p o s , art. cit., pp. 71-72).
m ergi = " p o s tra rs e 1' (F ruct. 1) ; distrahere (Leand. 1); “ven­
d e r ” prerogare (E u tro p . 1) = “ d istrib u ir de antem ano"; reci
tare, recitario (" re z a r”) (Isid. 3; Fruct. p assim ); uadere = " i r ”
(Isid. passim ).
Giros y fó r m u la s :
ad m o m e n tu m (Isid.) (Cf. J. C a m p o s , a rt. cit., pp. 81-82);
ad p u n c tu m tem poris (F ru c t.): iuncta nocte, = " llegada la
noche" (Isid.) (Cf. J. C a m p o s , art. cit., pp. 80); p o s t deinde
( F r u c t) ; in iu n c tu m habet (Com m.); habent consuetudinem ...
abhorrere (Com m ) ; cogitatio reuerti (Leand.).
N eologism os o form as raras:
coeniculus = “coenulentus, cenagoso" (Leand. 1); paupera
(fem enino) (Leand. 1); in fa m iu m (F ruct. 1); facultaticulce
(Comm. 1); po m p a ticu s = "p o m p o so ” (Leand. 2); senus missarum = "s e ise n a de m is a s ” (F ruct. 1): posse = "bienes, hacien­
d a ” (F ruct. 1); sorbitiuncidae (Comm. 1) = " b e b id a s ”; ligna
= "leña" (F ruct. 1).
(U)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
230
J U L IO
CAMPOS
E n tre las ideas y térm inos expresivos, que aparecen re ite ­
ra d a y conscientem ente en los textos de las Reglas m o n ásticas
visigóticas llam a la a ten ció n el concepto y denom inación que
aplican al hecho de la p ro p ia in stitu ció n m o nástica, a su m odo
estable de vida, a su profesión. P ueden red u cirse a c u a tro ,
que p o r o rd en de frecuencia de uso son, conuersa4io, professio,
in s titu tu m / in stitu tio propositum . No creo q u e se h ay a hecho
la h isto ria de esto s vocablos m onásticos, au nque haya e s tu ­
dios sobre alguno da ellos 3. Nos vam os a fija r b revem ente en
la m enos u sa d a y de c a ra c te rístic a s m ás especiales, e n cu an to
su sentido m onástico p arece m ás alejad o de su origen p o r
u n a r a r a m etasem ia, ©s decir, vam os a estu d iar, p ro positum .
H istó ricam en te el sustantivo p ro p o situ m , aparece p o r p ri­
m era vez en la lite ra tu ra latina, a n u e stro en tender, en Ju lio
César, que lo u sa seis veces (Cf. H. M e u s e l , Lexic. Caesar. s. u.),
y siem pre con el valor originario subjetivo de "intención, reso­
lución''. Cicerón lo em plea m u ch as m enos veces que su verbo
p ro p o n e re : dos veces en los discursos (Cael. 6; Phil. 10,23) con
valor de "d eterm inación", y en las o b ra s filosóficas ocho ejem ­
plos, de los que tres significan "d ete rm in a c ió n ”, "intención",
y los otros cinco to m an el sentido retó rico de “quaestio, p ro ­
blem a, t h e s i s E n la colección e p isto la r se d an c u a tro lugares
de pro p o situ m con el sentido general subjetivo de "intención,
reso lu ció n ” (Cf. W. A. O l d f a t h e r , H. V. C a n t e r , K. M. A b b o t t ,
In d ex verbor. Cic. epist. s. u.).
Da los p o e ta s áureos Virgilio n o lo usa, H oracio lo co n s­
truye con vocablos in ten sam en te volitivos, com o tenacem propositi (C. 3,3,1), y sim ila r es el uso de Ovidio (M et. 2,104),
p ro p o situ m q u e p rem it, pero am bos co n v alo r de "re so lu c ió n ”.
E n P h e d r u s 3, prol. 15, encontram os en cam bio el grupo b in ario
m u ta n d u m tib i p ro p o situ m este aut uitce genus, que tiende h a ­
cia u n valor objetivo de "planes y m étodos de v id a ”. V olviendo
a los p ro sistas, u n ejem plo de Séneca nos ilu stra so b rem an era
la m etasem ia del vocablo: en ep- 65, 5-6 dice: Quarta causa. est
jaciendi p ropositum . Quid est p ro p o situ m quod in u ita u it artificem , quod Ule secutus jecit. Aquí p ro p o situ m es la causa
9
C f. J.
C.AMros, S e n . P., Una fórm ula cle la Regula Scti. B enedicti,
« S a lm a n tice n sis » , 8, 1961, 183-194.
(12)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
LENGUA
E
ID E A S
DEL
MONACATO
V IS IG O D O
231
final de to d a acción, ól m óvil u o b je to extravolitivo que soli­
cita a la v o lu n tad a o b r a r ; p o r ta n to es algo o b jetiv o que en­
laza c o n lo subjetivo de la resolución volitiva. Se p ercib e fácil­
m ente la m etasem ia de aspecto y sentido.
E n ila trad ició n del vocablo juega papel im p o rta n te, com o
definidor de conceptos y térm in o s, Q uintiliano. Desde luego
en n u estro caso le aplica el v alo r re tó ric o de quaestio o thesis
18 veces. Con la o tra acepción de "resolución" lo u sa 15 veces,
p ero con m atices que delata el g ru p o estilístico : Así en 11,1,42
pro p o sito ru m et uitae anteactae d ifferen tia a p u n ta al valor
objetivo de “principios que rigen la vida pasada". Algo análogo
tiene Juvenal en 9,21.
Pasando a o tra zona de la lite ra tu ra latin a, en la V ulgata
bíblica encontram os 13 ejem plos de p ro p o situ m , q u e no es
m ás que la trad u cció n de próthesis, aplicado a los p lanes de
los ho m b res en el A. Test., o a lo s de Dios e n el Nuevo. Los dos
únicos lugares que p u e d e n in sin u a r algo del v a lo r o b jetiv o de
"m odo de vida" son el 2 Mac. 14,38 y 2 Tim . 3,10.
E n tre los Padres y e scrito res cristian o s se re a n u d a la tra ­
dición la tin a con sus varios valores y sentidos: P o r ej. S. Ci­
p ria n o en ep. 55,21 tiene rationem p ropositi sui D om ino redditurus, donde es evidente el significado de "c o n d u c ta ” p a ra p ro ­
positi. S. J e r ó n i m o , que le d a la acepción o rig in aria de "in te n ­
ció n ” e n ep. 22,10 p o r ej., e n ep. 22,14 le ap lica el v alo r o b je ­
tivo de "en la m ism a profesión relig io sa”. E n ¡el m ism o siglo IV
son testigos excepcionales de la tra n sm isió n del vocablo las
versiones latin as de las Reglas orientales y de las Vitae P atrum .
Y así encontram os en la Reg. de S. B asilio ocho p a saje s (I n ­
ter■ 3; Resp. 3 init.; Resp. 4 init.; Resp. 7 fin ; Resp. 10 in it.;
R espons. 11 m ed.; Resp. 11 m ed.; Resp. 143) en los que bien
p o r ól contexto, b ien p o r el g ru p o estilístico en q u e va, a d o p ta
sin duda alguna el valor ob jetiv o de "género de v id a /p ro fe sió n
relig io sa”. E n la V ita Sa n cti A ntonii, de la q u e existen dos ver­
siones latin as del siglo IV (la m ás an tig u a e d ita d a ú ltim a m en ­
te p o r H- H o ppenbrouw ers, 0 . S. B., N ijm egen 1960, y la de
Evagrio de A ntioquía, ed ita d a p o r H. Rosw eid, L ugduni 1617
y A ntuerpiae 1628) encontram os e n tre u n a y o tra versión 12
lugares de p ro positum , que, atendiendo a su contexto, a sus
equivalencias en la o tra versión, com o stu d iu m , instantia, o a
(13)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
232
J U L IO
CAMPOS
los originales del texto griego, próíhesis, proaíresis, áskesis,
spcudé, viene a referirse en casi todos a “pilan de vida reli­
giosa o m onástica, p rá c tic a de la religión, género de v id a ”,
'em presa", aunque recalcando en m uchos “el esfuerzo de la
v o lu n ta d ” p a ra ello.
E n el siglo V recoge en tre o tro s el v alor extrínseco y o b je ­
tivo p a ra p ro p o siíu m S. León Magno en varias d e sus e p ísto ­
las {ep. 12,11 y ep. 167,14, ed. ML 54; ep. 43,22 y ep. 47,45, ed.
T a r o u c a , Texl. et Docum., p . II, R om ae 1935).
E n tra n d o en el siglo VI y dejan d o a un lago la V ita Pachom ii, en su versión latin a de Dionisio el Exiguo, que le asigna
claram ente el valor de conuersatio ( —"género de v id a ”), y las
Variae o epistulae de C asiodoro, en algunos de cuyos p asajes
le aplica el valor de in stitu tu m , regida túuendi, llegam os a
nuestros textos visigóticos: a S. L eandro, que en tres lugares
{Int. 42; 1,3: 1,6) lo v a lo ra com o "vida m onástica de virgini­
d a d ”, "profesión m o n ástic a ”. La m ism a equivalencia y acep­
ción da la Regula Isidori en ilas tres veces que lo tiene (9,7;
12,4 bis). La de F ructuoso ofrece u n a construcción que e m p a ­
reja pro p o siíu m con conuersatio y la une. a stu d ii, y laboris,
lo que no im pide que signifique "u n a co nducta y dedicación
activa en el tra b a jo ”. E n el De dictricl. m onach. de E u tro p io
de V alencia (ed. D í a z y D í a z , Salam anca 1958, p. 21, lin. 37)
el único ejem plo que p resen ta, c o n n o ta cla ram e n te "vida u
observancia m onástica". Y o tro sólo caso ofrece tam b ién Va­
lerio del Bierzo en el De m onach. perfectis (ed. D í a z y D í a z ,
cit., p. 80, lin. 2) con el m ism o sentido y valor.
E n fin, la acepción objetiva y m onástica 'de p ro p o siíu m la
reg istra el G losario Ab A bsens del siglo V III (ed. G. Goetz,
A m sterdan 1965, p. 420,26), cuando die»: P ro p o siíu m : in sth
tu tu m w.
proposiíum es u n e x tr a c to del
La Ciudad de Dios, v o l. C L X X X I , 1968, p p . 535-547.
l® Este e s tu d io h is tó r ic o -filo ló g ic o de
p u b lic a d o en
(1 4 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
LENGUA
E
ID E A S
DEL
MONACATO
V IS IG O D O
233
CONCLUSION
Lo expuesto h a sta aquí no es m ás que un esbozo o diseño
de la lengua m onacal visigótica, p ero que adem ás de señ alar
influencias en 'la evolución fonológica y sem ántica de vocablos
y giros neolatinos, releva ideas, dependencias y sem ejanzas
dignas de atención. P o r eso hacem os n o ta r e n tre o tra s : En
la Regla de S. Leandro, ouyo tem a c e n tral es la virginidad,
au nque tra te las dem ás virtu d es y prácticas m on ásticas, no
aparece la p a la b ra obedientia. E n cam bio en la de S. F ruc­
tuoso, la m ás severa y ordenancista, es m ás em p lead a que en
los dem ás textos de que aquí tratam o s; lo m ism o el vocablo
reucrentia, y sobre todo benedictio, com o ya indicam os. En
las Reglas o textos visigóticos no se e n c u en tra el térm in o sepíim ana, p recedente del rom ánico-hispano "sem an a" y h o m ó ­
fonos neolatinos, m ien tras e n ellos se hace uso de hebdómada-,
y hebdom adarias, fenóm eno idéntico al de la Reg. Pachomii,
que no tiene seplim ana, peiro ofrece g ran frecuencia de heb­
dóm ada: La p a la b ra professio, tan em pleada p o r las Reglas
visigóticas y otras antiguas, no se e n c u en tra en la Regula Benedicti, ni en la Regula M agistri. Es no tab le que en los textos
visigóticos no aparezca ni u n a sola vez el sustantivo religiosas,
equivalente a m onachus, que ya h a b ía sido u sad o p o r el
Concilio 1 de Toledo. T am poco se ve en las visigóticas el vo­
cablo prior, con valor de " S u p e rio r”, que es frecu en te en la
Regula Benedicti. A la inversa el térm in o pro p o situ m p a ra
expresar la “vida m o n ástic a ”, que se halla en to d as las Reglas
v textos visigóticos y e n la Regula M agistri, no existe en la
Regula BenedictiE n co n ju n to , el léxico de estos textos visigóticos, y en m e­
nor escala los giros y fórm ulas, revelan una m ay o r afinidad
e n tre Isidoro y Fructuoso, e n tre éste y la Reg. C om m unis, al­
guna aproxim ación, aunque, de m enor grado que las a n te rio ­
res, e n tre E u tro p io y Valerio. S. L eandro p o r su tem a y estilo
es algo a p a rte de los demás. Por últim o podem os a ñ a d ir que
el estudio de la lengua en detalle y b a jo todos los aspectos,
lexicográfico, sintáctico y estilístico de estos docum entos pue­
de c o n trib u ir no poco a la fijación del m ism o texto.
(151
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
LA PILASTRA DE SAN SALVADOR DE TOLEDO
Por H. SCHLUNK
Director del Instituto Arqueológico Alemán de M adrid
E n la iglesia de S an Salvador, ide Toledo, al e fectu ar h a ­
cia 1949 unos tra b a jo s de re sta u ra c ió n en la nave late ra l quedó
al descubierto, al lev an tar u n revestim iento p o ste rio r, p a rte
de u n a p eq u eñ a m ezquita, en cuya construcción se h a b ía n em ­
pleado num erosos m iem bros arq u itectó n ico s m ás antiguos,
rom anos y "visigodos", sobre todo colum nas, capiteles y pe­
queños p ilares que debieron p erten ecer a u n cancel. E l plano
de e sta edificación, en cu an to pu ed e deducirse de los tra b a jo s
realizados, e stá aú n pen d ien te de su publicación. De los m iem ­
b ros arquitectónicos vueltos a u tiliz a r allí sólo n o s o cu p are­
m os aquí del ejem p lar m ás notable, u n a gran p ila s tra de m á r­
m ol de 2,795 m. de a ltu ra y 0,46 m. ó 0,27 m. de an ch u ra, con
la b a sa y el capitel tallados en el m ism o bloque,. E s ta p ila s tra
fue brevem ente m encionada p o r I ñ í g u e z a l que tengo que
a gradecer que en la época del descubrim iento del m onum ento
llam ase m i atención sobre él- Una p rim e ra p u b licación so b re
esta pieza se debe a P a lo l2, que volvió desp u és a tr a ta r b r e ­
vem ente de e lla J. La encontram os tam b ién m encionada e n el
capítulo sobre nuevos hallazgos arqueológicos, co n el que
M atilde López S e r ra n o 4 contribuyó a la nueva edición de la
1 F. I ñ í g u e z A l m e c h , Algunos problem as de las viejas iglesias es­
pañolas, «Cuadernos de T ra b a jo de la E scu ela E spañola de H istoria y
Arqueología» 7, C. S. I. C. D elegación de R om a, 1953, 79.
1 P . d e P a l o l S a l e l l a s , Esencia del arte hispánico de época visi­
goda. «Settim ane di Studio dell'Á lto Medioevo» 3, Spoleto 1956, 108 sig.,
lám s, 22-23.
3 P . d e P a l o l , Arte hispánico de la época visigoda. B arcelon a 1968,
106, íig s. 3941.
(1)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
236
H.
SCH LU NK
H isto ria d e E spaña, y en el diccionario de iconografía cris­
tian a de A urenham m er \
La p ila stra se a rticu la en las tre s zonas de basa, fuste y
capitel, y debajo de la b asa se ve aú n un m uñón de talla tosca,
que debió serv ir p a ra s u je ta rla all suelo. (Lám s. 1 y 2 ) La
form a degenerada ta rd ía de la b asa se nota en que ta n to el
toro, que en las piezas antiguas sobresale, com o la gola ap a­
recen c o m p letam en te planos y separados únicam ente p o r pe­
queños filetes. H a desaparecido, en cam bio, el to ro superior.
E n su lugar ro d ea a la pieza u n listón, cuya a ltu ra es casi el
doble de la de la gola, y que aparece enm arcado p o r cu atro
filetes p o r debajo y tres p o r encim a y decorado p o r u n a fila
de pequeños rom bos colocados de p u n ta y que se tocan. O tra
p ila stra que apareció tam b ién en la m ism a iglesia en el curso
de la restau ració n m u e stra u n a b a sa análoga. (Lám. 3 a.)
Se reconoce que este listó n no fo rm a p a rte de la decora­
ción original de la b a sa al o b serv ar las p ila stra s, tam b ién
vueltas a u tilizar, que están colocadas en las dos e n tra d a s del
aljib e del C onventual d e M érida. Allí la b a sa se com pone aún,
al estilo antiguo, de u n a gola ancha y p ro fu n d a con u n to ro
estrecho a cada lado, m ien tras que el fuste está rodeado p o r
todos lados p o r u n estrecho filete. E ste filete e stá decorado
en su lado inferior, el contiguo a la basa, con pequeños ro m ­
bos, en tan to q u e el resto es liso. (Fig. 1 b.) E s ta decoración de
rom bos se en cu en tra en tam añ o m ayor en o tra s dos p ila stra s
de M érida, cuyas b asas conservan aproxim adam ente la m ism a
form a. (Fig. 1 c.)
Una b a sa de igual fo rm a y el filete con decoración de ro m ­
bos se en cu en tra tam bién en o tra p ila stra de Toledo, la que
está e m p o tra d a en ej m u ro exterio r de la iglesia de Sta. Justa.
(Lám. 3 b y Fig. 1 l;.) Se pone así cla ram e n te de m an ifiesto ia
estrech a relación que existió en tre los talleres de M érida y de
Toledo. E n esta m ism a línea de desarrollo se e n c u en tra n los
fragm entos an terio res m encionados de San S alvador de Toledo,
e n los que se ha perdido, sin em bargo, el toro superior, sien­
do su stitu id o por el filete plano, decorado de rom bos. (Fig. 1 c).
4
M . L ó p e z S e r r a n o , H i s t . E s p . 32, 1 9 6 3 , 759.
5 Lexikon der Christl. Ikonographie 1, 1967, 518.
(2)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
LA
P IL A S T R A
DE
SAN
237
SALVADO R
Tamíbién ilos tallos d e vid que, en la p ila stra de San Salva­
do r en c u ad ra n el fu ste en sus dos lados estrechos, tienen su
m ás próxim o paralelo en la de Sta. Ju sta. (Lám. 3 b.) Su m o­
delo hay que b uscarlo de nuevo e n M érida, en la gran p ila stra
que se en cu en tra al pie de las escaleras del aljibe, a la que
p o r otros m otivos hem os com parado con ejem plares de Constan tin o p la 6.
E n tre los tallos de vid aparecen círculos con su in te rio r
ocupado p o r cu a d ra d o s o rosetas, y en tre ellos m otivos vege­
tales, u n arbülillo, cuad rifo lio s de h o jas alargadas, etc. Asi­
m ism o, el m otivo que ha sido to m a d o p o r u n c á liz 7, e n el cen­
tro de u n o de los lados estrechos, creem os es o tro cuadrifolio,
con sus cu a tro ho jas ordenadas alre d ed o r de un p u n to central.
E n el anverso ap arecen tres colum nas m uy alargadas, con
basas y capiteles. (Lám. 1 b.) No conocem os ningún m odelo
p a ra esta decoración, aunque en M érida hay num erosos ejem ­
plares de pilastras, uno de cuyos lados estrech o s aparece de­
corado en su cen tro con u n a única colum na con capitel, m uy
destacada p o r debajo de la zona del capitel de la p ila s tra ®.
fLám. 4 ab.) De C onstantinopla sólo conocem os la m edia caña
decorada con m otivos vegetales que se e n c u en tra su p e rp u e sto
en el centro de algunos lados 9. Por el c o n trario , la fotografía
de u n a p ila stra colocada d elante de la jam b a de u n a p u e rta de
G am zigrad, en Y ugoslavia (Lám. 5), que, debe c o rre sp o n d er
al siglo IV aproxim adam ente, m u e stra u n a colum na salom ó­
nica, en posición sem ejante a la a n terio r, con capitel análogo
afl de las antiguas p ilastras de M érida 10. Por ta n to este m otivo
se h a tom ado tam bién en M érida de m odelos rom anos orien­
tales, que no podem os localizar aún con precisión.
Que en la p ila s tra de Toledo se tra ta de form as desviadas,
equívocas, lo m u estra m e jo r que, n ad a el capitel, en el que las
6 M adrider M itteilungcn 5, 1964, 248, Eig. 4, lám . 82 drcha.
7
A s í P a l o l , n o t a 2.
Madrider M ilteihm gen
5, 1964, lám . 82 drcha.
9 Madrider M itleüungen
5, 1964. lám . 83c.
byzantines deConstantinople, 1963, lám s. 26-31, 33.
8
lu
D e b o el
c o n o c im ie n to
d e e s ta
fo to g r a fía
A. G r a b a r , Sculptures
a T h . H a u s c h ild , q u e
d ió ta m b ié n el p e r m is o p a ra su p u b lic a c ió n .
(3)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
238
H . SCHLUNK
ho jas de la fila in fe rio r h a n sido su stitu id as p o r tre s colum nas
salom ónicas e n los lados estrech o s y c u a tro en el lado m ayor,
en las que descansan a su vez dos o tre s arcos respectivam ente.
S obre estos arco s se ven en los ángulos pequeñas h o jas a la r­
gadas, y, adem ás, caulículos, de los q u e sallen hélices y volutas.
No es posible sa b e r con seguridad, p o r a h o ra, cóm o se llegó
a la form ación de esas colum nas y arcadas.
Si buscam os térm in o s de com paración p arece evidente que
la p ila stra de S an Salvador d e Toledo debió ser p o s te rio r a
los ejem p lares ya citados del a ljib e del C onventual de M érida
y al de Sta. J u s ta de Toledo. Si las p ila stra s d e M érida pueden
situ a rse razo n ab lem en te en la segunda m ita d del siglo VI, hay
que p e n sa r p a ra el e je m p la r de S an Salivador en u n a época
p o sterio r, pero sin que, p o r o tra p a rte , p u e d a señalarse u n a
fecha concreta de año, ya que no tenem os u n sólo e je m p la r
que pueda d a ta rse o que se e n c u en tre en u n a relación a rq u ite c ­
tónica segura.
La p ila stra , sin em bargo, es a creed o ra a n u e stro interés,
no ta n to p o r sus form as o rn am en tales, com o p o r la decora­
ción escultórica de su fre n te n. P resen ta, en efecto, en c u a tro
cam pos supuestos del m ism o tam añ o escenas del N uevo Tes­
tam ento. (Lám. 1 a.) E stas son, de a rrib a a ab ajo , las siguientes:
La cu ració n del oiego.
La resu rrecció n de Lázaro.
C risto con la S a m a rita n a ju n to al pozo.
La cu ració n de la hem orroisa.
P o r encim a y p o r debajo de las escenas se h a n d estru id o
las zonas de la b a sa y del capitel, lo que se debe, evidentem en­
te, a que e n el in te rio r de la m ezquita u n m u ro term in ab a d i­
rec tam e n te en dicho lado. O tras destrucciones, desde luego
anteriores, afectan a las cabezas de los perso n ajes que a p a re ­
cen en las escenas cristianas. Em casi todas las escu ltu ras c ris­
tianas conservadas en el S u r arabizado de la Península encon!1
A l a p i l a s t r a s e l e d ió u n g ir o d e 180°, p o r o r d e n d e l a r q u i t e c t o
F . I ñ ig u e z , y a q u e l a s e s c e n a s e r a n d i f í c i l m e n t e v i s i b l e s a c a u s a d e la
p r o x i m id a d d e l m u r o .
(4)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
LA
P IL A S T R A
DE
SAN
SALVADO R
239
tram o s que las facciones de la oara h an sido b o rra d a s de u n
m odo análogo lz.
Las c u a tro escenas están realizadas, -desde el p u n to de vis­
ta iconográfico, con el m ism o sencillísim o esquem a. E n cada
cuadro ap arecen e n fre n ta d a s -dos figuras y la d e C risto e stá
siem pre, significativam ente, en u n a escala m ayor. P o r lo de­
m ás fa lta todo a d ita m e n to innecesario y la rep resen tació n se
co n cen tra en el en fren tam ien to de am bas figuras. V am os a deso rib ir ahora, brevem ente, las escenas d e a rrib a a abajo.
La curación del ciego. (Lám. 6 a.)
E l ciego, vestido con u n a tú n ic a c o rta su je ta p o r u n cin­
tu ró n y llevando u n m anto echado sobre los h o m b ro s, sale
p o r la izq u ierd a p o r u n a p u e rta de candad d e la que sólo se
ve la ja m b a izq u ierd a y el arco, faltan d o la jam b a derecha. E l
oiego se en cu en tra p recisam en te debajo del arco y tan te a,
ligeram ente inclinado h acia delante; con grueso b a stó n que
sostiene -con la m ano izquierda, h acia la derecha. La m ano
derecha e stá d estru id a, p e ro e)l brazo, a ju zg ar p o r u n fra g ­
m ento que sale del bastón, p a re c e h a b e r estad o extendido. E n
representaciones análogas la m an o e stab a exten d id a hacia
C risto en a c titu d de súplica. Al lado de la p u e rta , a la derecha
de la escena, aparece Cristo, cuya fig u ra llega h a s ta el m arco
su p erior, y -mira de fren te al espectador. lle v a u n a v estid u ra
larga que llega h a s ta el suelo, y u n m anto que an udado sobre
el h o m b ro derecho cru za sobre el pecho h acia la izq u ie rd a y
aparece sostenido p o r el b razo d e ese lado, cu y a m ano, m uy
grande, es visible p o r d eb ajo del m anto. La m an o d erecha de
C risto se dirige d irectam en te h acia la cabeza deil ciego, que
aparece de perfil. E stá n m uy dañadas, adem ás de la cabeza,
las m anos y p a rte del b a stó n del ciego, a sí com o su pie dere­
cho y los pies -de Cristo. S obre los nim b o s que fig u ran en las
cu a tro escenas véanse la s observaciones que hacem os m ás
abajo.
La resurrección de Lázaro. (Lám . 6 b.)
C risto e stá rep re sen ta d o a la izquierda y lleva u n a larg a
12 M a d r i d e r M i t t e i l u n g e n 3, 1962, 151, n o ta 104.
(5)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
lffESTIGACIQKÍST
m
«A
J S 4®
^
T o le d o
H. SCHLUNK
O
Q vestidfura y m an to que, sostenido p o r la m ano izquierda, cae
w en pliegues redondeados abultados. La m ano d erecha exten£ jd id a c o rta la p a re d dél edículo sepulcral. Los pies h a n sido
r- destruidos, p ero puede reconocerse, sin em bargo, que cJ deO recho e sta b a dirigido h acia delante y el izquierdo h acia la
^ izquierda. El edificio sepulcral de Lázaro se levanta so b re un
z podio al que conducen desde la izquierda cinco escalones,
m ientras que las líneas horizontales de la d erecha in d ican el
m uro. Las pared es del sepulcro p rese n tan e n su m ita d in ferio r
urna decoración a m odo de espina de pez, o sea dos incisiones
cortas que vienen de am bos lad o s y se e n cu en tran en el cen­
tro; p o r a rrib a las p aredes son lisas y se ju n ta n , tra s u n a ligera
ourva, en ángulo agudo. Contiguo a la p a re d de la derecha,
vem os en el ángulo su p e rio r u n m u ro de sillares que en su
p a rte in fe rio r h a sido d e stru id a intencionadam ente. Del m u ro
izquierdo sale u n olivo que tiene c u a tro larg as h o jas y u n
fru to colgado. Lázaro, que aparece en el edículo en posición
fro n tal, está vendado com o u n a m om ia. Las cabezas de C risto
y de Lázaro se h a n hecho d esap arecer a golpes d e cincel.
Cristo con la Samaritana. ju n to al p o zo ■(Lám. 7 “.)
La escena e stá dividida exactam ente en dos m itades p o r el
pozo que, sobre todo e n su p a rte inferior, e stá m u y d estru id o .
A la izquierda se ve a la S a m arita n a con u n a larga tú n ica que
le llega h a sta los pies, m uy m utilados. La figura ap arece en
posición casi fro n tal, p e ro extiende su m ano d e re c h a h acia el
pozo d o n d e p o r 'las huellas conservadas debe suponerse que
tocaba la cu erd a de la que pend ía el cubo, del que parece
pueden reconocerse aún el asa y u n a p a rte del recipiente A la
derecha del pozo e stá Cristo, sentado en u n pequeño m o n tícu ­
lo, con el c u erp o dirigido hacia .la izquierda, p ero con la cabeza
en posición frontal. Lleva u n a larga tú n ica y un m an to , que
sostiene con la m ano izquierda, de la que sólo se v e el dorso,
pues los dedos se b a n destruido. La m an o d erech a, tam b ién
deshecha, la ten ía C risto ligeram ente lev an tad a, lo que in d i­
caba que e sta b a hab lan d o con la S am aritana. T am bién las
cabezas han desaparecido aquí a golpes de cincel.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
Lámina I.— T oledo.— S. Salvador, Pilastra.
a: Frente.— A; Lado posterior.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
Lá m in a II.— T oledo-— S. S a l v a d o r , Pilastra, l a d o s m e n or es .
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
Lám ina 111, a .— T o led o .— S . S alv ad o r, P ila stra em p o trad a en la pared.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
Lámina III b.—Toledo.—Sta. Justa, Pilastra.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
Lámina IV, b - -M érida.—
Conventual, Pilastra.
Lámina IV, a.-—Mérida, - Museo Arqueológico Provincial, Pilastra.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
Lámina V,—Gamzigrad, Yugoslavia —Pilastra, parte superior.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
Lámina VI, a . — Toledo .—S. Salvador, Curación del ciego.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
Lámina VI, b.— Toledo. —Resurrección de Lázaro.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
Lámina VII, a.— Toledo.— S. Salvador, Cristo y la Samarítana,
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
l,,ámina VII, b .— Toledo.— Curación de la hemorroisa.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
Lámina VIíI. — Toledo.— Museo Arqueológico Provincial.
a: Fragmento de una pila procedente de Escalona (Toledo).
b: Capitel de procedencia desconocida.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
Lámina X.— Par/s.— Bibliothique Nationale, Díptico procedente
de St. Lupicin (jura).
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
Lámina XI. - Cambridge. — Fitzwilliam Museum, Placas de marfil con dos
evangelistas, la curación del paralítico y Cristo con la Samaritana.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
LA P I L A S T R A D E S A N SA L V A D O R
241
La curación de la hem orroisa. (Lám. 7 b.)
A la izquierda de la escena se ve u n a p u e rta de ciudad cons
tra íd a con sillares que, en su p a rte superior, re m a ta con tre s
arq u ito s sem icirculares, cuya significación no e s tá clara. El
arco de la p u e rta , enm arcado p o r dos líneas, e stá e n p a rte
d estru id o p o r su vértice. A ju zg a r p o r el m uro, la p u e rta y el
arco term in ab an e n u n a línea vertical. B ajo este arco, al que
toca con su cabeza, se h a lla la h em orroisa, v estida con un
largo m anto. La figura aparece a rro d illa d a y su p iern a d ere­
cha, que sólo e stá indicada p o r u n a incisión, se dobla p o r la
ro d illa en ángulo agudo. Con la m ano izq u ierd a se coge la ca­
beza com o expresión de dolor, la derecha e stá ex tendida su je ­
tan d o u n a p u n ta de la v estid u ra de Cristo, que aparece a la
dereoha, erguido y en posición fro n tal. C risto, con nim bo,
lleva u n a larga v estid u ra y un m anto, que sostiene con su
m ano izquierda y al que corresp o n d en los pliegues sem icircu­
lares que se ven p o r dolante del cuerpo. El resto del m an to
cuelga form ando a am bos lados u n g ran pliegue. La m ano d e ­
recha de C risto, levantada, se apoya lig eram en te so b re la ca­
beza de la m u jer, pero el an teb razo y la m an o e stá n ta n des­
tru id o s que no se, puede seguir con claridad su recorrido.
P or la s grandes destrucciones que h a sufrido la p ila s tra no
resu lta fácil saber quiénes eran la s p e rso n a s que se h a b ía n que­
rid o destacar p o r m edio de u n nim bo. P a rtie n d o de, las dos
escenas superiores, la curación del ciego y la resu rrecció n de
Lázaro, m enos d estru id as que las o tra s dos, se llega, según
m i opinión, a la conclusión evidente de que la cabeza de C ris­
to estab a en am bas escenas ro d ead a de u n g ran nim bo av ala­
do. Se debe suponer que en las dos escenas inferiores o c u rría
lo m ism o. De las figuras e n fren tad as a C risto, Lázaro es evi­
dente que llevaba, com o es corriente, u n a venda a lre d ed o r de
la cabeza y la S a m arita n a y la h e m o rro isa debían llevar un
pañuelo. S ería ex trañ o que el ciego llevase tam b ién un pañuelo
en la cabeza. Pero no creem os posible que p u d iese tra ta rs e
aquí —'tii tam poco en las otras figuras— d e \u n nim bo.
A p esar de la b a ja calidad del relieve, los que e stu d ia n el
a rte de la Península Ib érica tienen que reconocer su in terés,
ya que, precisam en te en el p rim e r m ilenio —prescin d ien d o de
(7)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
242
H . SCHLUNK
los sarcófagos im p o rtad o s de R om a en el siglo IV— son m uy
escasas las representaciones de escenas cristian as con tem as del
Nuevo T estam ento. E n Centoelles, entre las escenas c ristia n as
allí rep resen tad as, tenem os, ju n to a ocho tom adas del Antiguo
Testam ento, u n a sola del Nuevo — la resu rrecció n de Lázaro—
y aú n é sta sólo pu ed e tra e rse aquí con lim itaciones, ya que
la cúpu la de m osaico debe con to d a seguridad su ejecución a
un ta lla r am bulante y las com posiciones es seguro que no h a n
sido concebidas en la P enínsula 13. E n u n a fo rm a de expresión
to talm en te distin ta, seguram ente o riental, encontram os la m is­
m a escena en el sarcófago de Alcaudete, donde Cristo aparece
acom pañado p o r cinco discípulos, m ientras que la h e rm a n a de
Lázaro e stá p ro ste rn a d a ante él y Lázaro es sacado en u n
fére tro del tem plete rem atad o p o r arcos de m edio p u n t o ,+.
Si prescindim os de la escena de u n sarcófrago de la B ureba,
que resu lta irreconocible p o r e s ta r m uy d e stru id a y a la que
se suele in te rp re ta r com o la A doración de los Reyes l3, lo que
no nos parece seguro, hem os n om brado ya to d as las rep re ­
sentaciones del Nuevo T estam ento h a sta a h o ra conocidas en
ese perío d o en la Península. Aún cuando, pensando en todo lo
que seguram ente se h a destruido, sóilo con gran pru d en cia
pueden hacerse afirm aciones generales basad as en lo q u e p o r
casualidad se h a conservado, no hay que p a s a r p o r alto que,
e n el a rte de la Península, fren te a las escenas del Nuevo T es­
tam en to , se e n c u en tra n en n ú m ero incom parablem ente m ayor
las del A ntiguo Testam ento. E s ta afirm ación es m uy im p o r­
tan te p a ra e n ju ic ia r el arte hispánico del siglo IV al V I I ,6.
13 Madrider M itteilungen 2, 1961, 152.
w M adrider M itteilungen 3, 1962, 134 sigs., lám s. 28-31.
15 P. r e P a l o l , Arqueología cristiana de la España romana, 1967,
313, lám. 91, 2 dice prudentem ente: «Adoración de los Magos».
'<■ Prescindiendo de las escen as de la cúpula de m osaico de Centcelles, a la que nos hem os referid o brevem ente en la n ota 13, se trata
de los siguientes ejem plos:
S arcófagos de .la B u reba, Museo de B urgos, 2.a m. s. IV. (Madrider
M itteilungen 6, 1965, 139 sigs.)
S arcófago de Q uintana-Bureba:
■Moisés recib e las Tablas de la L ey (?).
S acrificio de Abraham (?).
(8 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
LA P I L A S T R A D E S A N SA L V A D O R
243
Ante e sta situación se com prende que de p rim e ra intención
se h ay a tra ta d o de d e riv a r ia s escenas de n u e stra p ila s tra de
sarcófagos im p o rta d o s de R om a a la Península, ya que sus
c u a tro representaciones son relativ am en te frecuentes en aq u é ­
llos ’7. A esto se opone, sin em bargo, el hecho de que h a s ta
ah o ra no hem os podido o b se rv a r u n a repercusión de estos s a r ­
T ap a del sarcófago de Cam eno:
Los tres jóvenes negándose a ad orar la estatu a del Rey.
S arcó fa go s de Tarragona, M useo P aleocristiano, Pr. s. V . (Madrider
M itteilungen 8, 1967, 230 sigs.)
S a rcó fa go de Leocadio:
M oisés recibe las Tablas de la Ley.
S acrificio de Abraham .
Fragm ento:
S acrificio de Abraham .
S arcófagos del S u r de España, s. V . (M adrider M itteilungen 3,
1962, 19 sigs.)
E cija, Iglesia de Sta. Cruz:
S a c rific io de A b rah am .
Daniel en el foso de los leones.
B a rb a Singilia, Propiedad p a rticu la r. Antequera:
Y en ArchEspArq- 42, 1969, 167 y 170,
Daniel en el foso de los leones.
P osiblem ente los tres jóvenes en el h om o .
A lcaudete (M adrid MAN).
D avid y Goliat.
D avid en el fo so de los leones con cu atro leones p o r lo m enos.
Iglesia de S. Pedro de la N ave, Z am ora, 2.* m. s. V II:
S acrificio de Abraham .
D aniel en el foso de los leones.
Piso de m osáico en la iglesia de Sta. M aría de Cam i.
M allorca, m . s. V I:
H istorias de José.
Adán y Eva.
H ay que h acer n otar que las populares y con frecu en cia repetidas
escenas de la recepción de las T ab las de la L ey po r M oisés, el sacri­
ficio de A braham y Daniel en el fo so de los leones no tienen en las
ob ras m encionadas ningún parentesco icon ográfico entre sí, sino que
presuponen cada vez m odelos nuevos, distintos. No p arece h a b e r habido
en la Península durante estos siglos una tradición ico n o gráfica p rop ia­
mente dicha.
17
rrano
A s í P.
de
P alol
(v.
arr. n o ta 2 ), c u y o p a r e c e r r e p ite n
López Se­
( n o t a 4 ) y A ü r e n h a m m e r ( n o t a 5 ),
(9 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
244
H. SCHI.UNK
cófagos rom anos en la Península 18, p o r lio que sería m uy ex­
tra ñ o que esta relación se hubiese reanudado después de m ás
de 200 años. H ablan tam b ién en c o n tra de ella algunas p e c u ­
liaridades iconográficas y estilísticas de las escenas, de las que
no es la m en o r la elección de los tem as q u e no puede dem os­
tra rse que se haya en co n trad o así relacionados en ningún s a r­
cófago H.
P a ra el juicio estilístico de las representaciones es carac­
terístic o que las figuras no e stá n talladas en relieve en el m á r­
m ol, sino que se conserva su silueta en la superficie y se re­
h u n d e el fondo. Conocem os e sta técnica de C onstantinopla, de
G rado en el N o rte de Italia, pero sobre, to d o , ya con ejem plos
de fecha segura, de Ravena, p rim e ro en unos cim acios de
S. V ítale (547), después del a m b ó n del arzobispo Agnello
(556-70) en la ca te d ra l y dél de SS. Giovanni e Paolo, que fue
erigido p o r D eodato b a jo el episcopado d e M ariniano (595606)20. E n estas o b ras se en cu en tran rep resen tad o s de esta
form a, sobre todo, anim ales de d istin tas clases. Ya hem os se­
ñalado con a n te rio rid a d que en la P enínsula Ibérica existen
o b ras d e e sta m ism a técnica, en p a rtic u la r on u n a iglesia de
u Una excepción la constituye el sarcófago, ,muv tosco, de Sta. C la­
ra en Tarragona, sobre el que hem os llam ado la atención en Madridcr
M itteilungen 8, 1967, 256 y que hem os reproducido allí m ism o en la
lám . 56.
19 Una excepción segura nos la ofrece el falso frente de un sarcó­
fago de p ied ra caliza, pu b licad o p o r N. F i r a t l i , en «Cahiers Archéologiques» 16, 1966, 1-4, y encontrado en 1964 cerca de A m barlikoy, en
Tracia, a 30 km . al O. de E stam bul y que fue a p a ra r al M useo de E s­
tam bul. Allí colocadas alternativam en te b a jo frontones y arcos, se en­
cuentran las escenas de Lázaro, de la curación del ciego y de la hem orroisa. C risto no lleva allí atributo alguno, tam poco nim bo, es de
m ayor tam año que la persona que tiene en frente y en todas las escenas
aparecen sólo dos figuras. H asta ahí existen coincidencias con las es­
cenas de la pila stra de Toledo. Com o diferencias m ás notables cabe
señalar la posición de C risto, que se representa siem pre de p erfil, la
po stura y el vestid o del ciego, con los b razos caíd os y una vestid u ra
de m angas larga s que llega casi hasta el suelo, y el ed ícu lo de Lázaro,
colocado directam ente sobre el suelo. La figura aparece invertida en
los «Cahiers Archéologiques», lo que quiero a d v ertir aquí.
a) F. W. D e i c h m a n n , Ravenna. G eschich te und M onam ente, Wiesbaden 1969, 73 sigs. 89-91,
(10)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
L A P I L A S T R A D L S A N SA L V A D O R
245
Saam ases, cerca de Lugo, y tam b ién parecid as en M é rid a 21.
E n un capitel d e procedencia desconocida del M useo d e T ole­
do {Lám. 8 b) se en cu en tra un ciervo, que se rep ite asim ism o
en Ravena. E n el am bón de SS. Giovamni e Paolo y e n o tro
frag m en to del M useo de R avena hay tam b ién figuras h u m a ­
nas cuya silueta se ha reservado del m ism o m odo en la su p er­
ficie, rehundiendo después el fondo. Se tra ta , com o lo indican
las inscripciones del am bón, de 'los apóstoles S an Pablo y San
Juan. (Lám- 9 ab. ) T am bién e sta s figuras tienen la cabeza ro­
deada de u n gran nim bo, com o las de la pilastra- Se d iferen ­
cian, sin em bargo, en que en éstas las líneas e s tá n grab ad as
con m ás fuerza y son m ás rectas, en co n trán d o se con frecuen­
cia en ángulos agudos, m ien tras que e n Toledo las líneas, que
están m arcad as sólo superficialm ente, son m ás finas y e stá n
p o r lo general redondeadas, com o en u n d ib u jo . E sto hace
p e n sa r en m odelos distintos. La m an e ra de e s ta r rep re sen ta d o s
en Toledo, por ejem plo, con u n a línéa o b lic u a y v arias h o ri­
zontales, en el zócalo del edículo del sepulcro de Lázaro, una
escalera que sube lateralm en te y u n frag m en to de m uro, o en la
escena de la hem o rro isa la p iern a d erecha en posición a rro d i­
llada sencillam ente ind icad a p o r u n a raya, señalan c la ram e n te
h acia u n m odelo dibujado. E ste estilo debió extenderse p o r
Toledo y sus alrededores, com o Jo d e m u e stra u n frag m en to
tosco de u n a pila de E scalona {Toledo), e n la que la fig u ra si­
tu ad a a la d erecha concuerda exactam ente c o n el C risto de
n u e stra p ilastra. {Lám. 8 a ) F uera de la Península no podem os
p re se n ta r n in g u n a o b ra en la que ap arezca este estilo com o de
dibujo.
P ara p o d e r e n ju ic ia r la p ila stra sería im p o rta n te sab er en
qué m otivo se h a fundado la elección y íla relació n de las
escenas. Si se estudia respecto a ello el L íber C om m icus, en
al que se conservan las le c tu ra s de, la litu rg ia m ozárabe-visi­
goda, se ve que los textos de la curación del ciego, de la resu ­
rrección de Lázaro y del encuentro de Jesús con la S a m arita n a
están reservados a grandes festividades de la Iglesia. La colo­
cación de las escenas en la p ila stra no corresp o n d e, sin em ­
21 M adrider M itteiltm gen 5, 1964, 245-47. V. sobre esto F. W. D eichm aw , «Byzantuiische Zeitschrift» 59, 1966, 248.
(ID
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
246
H , SCHLUNK
bargo, a lia sucesión establecida p o r la litu rg ia y p a ra la lectu ra
del e n cu en tro de C risto con la h em o rro isa no se h a prev isto
ningún día d eterm inado, sino que la elección se h a dejado
libre a c a d a ig le s ia 22. Si se consulta a este resp ecto el único
gran ciolo cristológico que se h a conservado h a s ta n o so tro s,
el de S. A pellinare N uovo, en R avena, del que los estudiosos
h a n oreído d u ran te m ucho tie m p o que e n sus lecciones seguía
el año eclesiástico — B a u m sta rk le h a b ía su p u e sto relaciones
con leocionarios s iría c o s 25, N ord hagen co n leccionarios del
N o rte de I t a l i a 2*— se co m p ru eb a q u e tam b ién h ay allí c o n tra ­
dicciones e n tre la sucesión litú rg ic a y el o rd en efectivo. P or
ello D eichm ann, a l q u e tenem os que agradecer e l ú ltim o es
tindío extenso sobre esta cuestión, h a llegado a la conclusión
de que tam poco existe aquí dependencia alguna, que la suce­
sión d e las escenas es ind ep en d ien te de los leccionarios y sólo
estuvo d e te rm in a d a p o r p u n to s de vista a rtístic o s e iconográ­
ficos. E n realidad, com o te rm in a D eichm ann resum iendo "la
litu rg ia y e l a rte figurativo tienen fu n d am en to s com unes, el
m ism o contenido, pero sus o b r a s s o n independientes e n ­
tre sí ’’
A hora bien, en el ciclo de S. A pollinare N uovo las c u a tro
escenas que encontram os e n la p ila s tra d e Toledo fig u ra n p re ­
cisam ente u n a al lado de o tra , tío que es difícil se deba a la
casualidad. (Fig. 1 *.) Debem os p reg u n ta rn o s, p o r el c o n tra rio ,
si las escenas de Toledo no h a b rá n sido tom adas tam b ién de
u n ciclo de esc e n a s, del que ten d ríam o s q u e su p o n e r que sería
m ucho m ás corto. P ues au nque h ay q u e p e n s a r que la p ila stra
d e Toledo no e s ta ría sola en la iglesia p a ra la que debió ser
22 J. Perez de Urbel y A. González y R uiz-Z orrilla. Liber Com m icus, 2° vol., M adrid 1950 y 1955, 671 (cu ració n del ciego), 299 (Lázaro),
142 (S am aritan a), 582 (hem orroisa).
25 A. Baumstark, I m osaici di Sant'Apollinare N uovo e l’antico atino
litúrgico ravennate, «Rassegna Gregoriana» 9, 1910, 33 sigs. (citad o isegún N ordhagen).
2t C. O. Nordhagen, Ravennastudien, E stocolm o 1953, 63-79; com o
curiosidad h a y q u e señalar que N. hace n otar «La litu rgia, qu e m ás
coincidencias presen ta con los m osáicos (de S. A p olin ar el N uevo) es
de origen español, a sa b e r el L eccion ario de Toledo».
« F. W. Deichmann, Ravenna, op. cit. 190.
(12)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
247
LA P I L A S T R A D E S A N SA L V A D O R
creada, sino que debió te n e r u n a o varias co m p añ eras en las
que fig u rarían tam bién escenas dél N uevo T estam ento, con
ello sólo se d arían ciclos de cu a tro escenas c a d a uno, m ie n tra s
que en S. A pellinare Nuovo tenía cada u n o trece escenas. Exis­
ten, ain em bargo, otros ciclos, llam ados ciclos abreviados, de
seis o siete e s c e n a s 26, de los que sólo n o m b rarem o s aquí la
AhhK w í'
í
,-S
F i g u r a 1 .a
a: Ravenna, S. Apollinaire Nuovo, Ciclo de mosaicos representando milagros
de Cristo. Pared norte de la iglesia,
b — e: Basas de pilastras.
b: Mérida, Conventual, c: Mérida, Conventual, d: Toledo, Santa Justa,
e: Toledo, San Salvador.
c u b ie rta da libro de m arfil, p ro ce d e n te de S aint Lupicin (Ju ra)
(Lám. 10), de la B iblioteca N acional de París 27 y el m edallón de
oro del M useo de E s ta m b u l2S, ya que en ellos figuran las cua­
tro escenas de n u e stra pilastra. Creem os no equivocarnos al
p e n sar que las escenas de la p ila s tra de Toledo pertenecen
2ñ R eallexikon zitr Byzantinischen K u n st 2, 1968, 450, Evangelienzyklen ( K . W e s s e l ).
27 W . F . V o i.B A C H , E lfenbchiarbeiten der Spcitaníike und des frühen
M ittelalters, M a i n z 1 9 5 2 , 71 n " 1 4 5 , l á m . 4 7 ,
2S D . T a l b o t R i c e , K u n st aus Rym nz, 1 9 5 9 , l á m . 6 6 ,
(13)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
248
H- SCHLUNK
tam bién a u n o de esos ciclos abreviados. E n la segunda p ilas­
tra que dehió e x istir en la m ism a iglesia, p e ro q u e h a d esap a­
recido, hay que sup o n er h a b ría , e n analogía con la ta p a del
lib ro y él m edallón dorado, escenas de da ju v e n tu d de Cristo.
Que las escenas de la p ila s tra m antienen u n a u n id ad , lo que
era de e sp era r a l p e rte n ec e r a u n ciclo, se pone de m an ifiesto
p o r la com posición de las escenas, que ofrecen c a racterísticas
id é n tic a s :
1.
2.
3.
4.
Todas las escenas se lim itan a dos personas, C risto
y la p e rso n a en ¡la que se realiza el m ilagro.
C risto realiza el m ilagro extendiendo, colocando o
im poniendo la m an o derecha, con la que, adem ás,
en la conversión con la S a m arita n a hace el gesto de
h ab lar. Su m ano izq u ie rd a aparece siem pre p o r de­
lan te del cu erp o , siendo d e d e sta c ar que no sostiene
n u n ca u n ro llo ni u n a cruz.
E n todas la s escenas. C risto no sólo e stá re p re se n ­
tad o en tam a ñ o m ay o r que la p e rso n a que tiene en­
fren te, sino que, so b re todo, figura en posición fro n ­
ta l y lleva u n nim bo que le distingue.
Tres de las cu a tro escenas se d estacan p o r e sta r
enriquecidas con representaciones arq u itectó n icas,
e n tre ellas las dos p u e rta s de ciu d a d b a jo las que
aparecen el ciego y la h e m o rro isa y el m u ro que
te rm in a en el sepulcro de Lázaro.
E n el hecho de que aquí Cristo m ira en posición fro n ta l o
casi fro n ta l al esp ectad o r y no lleva n ingún a trib u to , se dife­
ren cian claram en te e sta s escenas de las q u e a p arecen e n las
p in tu ra s de las catacum bas o e n los sarcófagos p aleocristianos
de R om a, donde suele llevar u n rollo en lia m an o izquierda,
m ie n tra s que realiza el m ilagro, p o r ejem p lo la resu rre c c ió n
de Lázaro, con la v ara tau m a tú rg ic a que lleva e n la m an o de­
rech a w. T am poco es corrien te en esas ú ltim a s él nim bo en las
29 E l que C risto no lleve, en la escena de la resu rrección de L ázaro,
ningún atributo, ni la virga thaum aturgica, ni uin c e tr o con bola o un
cetro de cruz o un libro enrollado, parece q u e sólo se en cu en tra en
(1 4 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
LA PILASTRA DK SAN SALVADOR
249
representaciones de ¡las escenas de la ju v en tu d y de los m ila­
gros de Cristo. Una fig u ra de C risto en posición fro n tal, con
nim bo, p e ro sin ningún o tro a trib u to , se en cu en tra, en cam ­
bio, en el ciclo de S. A pollinare Nuovo, p e ro allí p arece con
el nim bo de cruz, m ien tras que en la p ila s tra debió tra ta rs e
dél sencillo nim bo ovalado.
T am bién es característico de la p ila s tra la predilección p o r
la a rq u itec tu ra . E ncontram os ocasionalm ente rep re sen ta cio ­
nes arq u itectó n icas e n los sarcófagos d e la época de Teodosio
y H onorio w, p ero la inclinación que se, m an ifiesta en n u e stra
p ila s tra a en riq u ecer las escenas co n a rq u ite c tu ra no la encon­
tram o s h a sta m ucho m ás tard e, e n lias piezas de m a rfil tr a b a ­
ja d a s en la segunda m ita d del siglo VI com o con tin u ació n de
la c á te d ra de M axim iano, sobre todo e n el ya m encionado díp­
tico de oinco escenas p rocedente de S a in t L upicin y en dos
placas que hoy se conservan en C am bridge 3I. E n ellas aparecan el Sum o Sacerdote y M aría e n la escena de las aguas a m a r­
gas, M aría e Isabel en la V isitación, M aría y José en la h u id a
a E gipto, rep resen tad o s b a jo u n a a rq u ite c tu ra de arcos, m ien­
tra s que en las escenas de, la S a m a n tan a y de Lázaro unos m u ­
ros de sillares se u n en a la fuente o al edículo (Lám. 10), y las
escenas de la curación del p a ra litic o y de la S a m arita n a están,
en Cam bridge, totalm en te rodeadas, en segundo térm in o , p o r
u n m uro. (Lám. 11.) Del m ism o m odo el m odelo de las escenas
de la p ila s tra debió tam b ién ofrecer elem entos arquitectónicos.
Con todas estas observaciones no se h a ganado, desde luego,
m ucho p a ra averiguar el origen ,del m odelo de n u e stro ciclo
ejem plos procedentes de la parte oriental del Im perio. W e s s e l («Reallexikon z.ur Byz. Kunst» 2, 1968, 392 sig.) enum era las representaciones
siguientes: e! plato de Podgoritza, el sarcófago del M useo de R avena,
un fragm en to de cancel de E stam bul, el m osáico de San A polinar el
N uevo, el m edallón de E stam bul, la m iniatura del Codex P urpureu s
R ossanensis y una pin tu ra m u ral en Deir Abu Hennis, en E gipto. A esto
se añadirían el falso frente del sarcófago de A m b arlikó y, el sarcófago
de Alcaudete (v. nota 14) y la pila stra de Toledo.
30 S. M assim iano ( W i i . p e r t , Sarcofagi, lá m . 39,2); Museo Laterano
(W n.PERT, Sarcofagi, lá m . 2 3 0 ,6 ).
31 W. F. V o l b a c h , op. cit. n" 145, lám . 27 (Saint Lupicin) y 152
(Cam bridge).
(1 5 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
250
H . SCHLUNK
de Toledo, ya que el gran ciclo cristo¡lógieo de S. A pollinare
Nuovo contiene al lado de elem entos orientales tam b ié n o tro s
occidentales y las piezas de m arfil a que hem os hecho referen
cía no pueden h a s ta la fecha localizarse con seguridad. T am ­
poco es posible p a s a r p o r aillo que las com posiciones de la pi­
la stra se rem o n tan , en sus características im p o rta n tes, a m o ­
delos occidentales. La escena de la hem o rro isa la en co n tram o s
ya m uy p arecid a en las p in tu ra s de, las c atacu m b as y e n sa r­
cófagos p aleocristianos J2, en la escena d e la resu rrecció n de
Lázaro el edículo levantado sobre u n podio h a s ta el q u e sube
u n a escalera puede c o m p ro b a rse desde la época p a le o c ristia n a
en sarcófagos rom anos y p a ra el arbolillo q u e sale del edículo
existe u n p aralelo e n u n vaso dorado ro m a n o 3S. Y a ú n cuando
C risto en conversación con la S a m arita n a se h a rep resen tad o
siem p re de pie en las m ás antiguas com posiciones de Occi­
dente, hay, sin em bargo, desde principios del siglo V aproxi­
m adam ente, ejem plos ta n to en Ita lia com o en el S u r de F ran ­
cia, en los que, com o en la p ila stra y de acuerdo con la n a ­
rra c ió n bíblica, se h a sentado al lado del pozo p a ra d e s c a n s a r34.
B asándonos en el estilo no podem os a ú n d e te rm in a r con
exactitud de qué país procede el m odelo, que reúne evidenL . d e B r u y n e , L'im position des matns dans l ’art chrétien anclen.
RivArohCrist. 20, 1943, 166-74, fig. 8,14 (de T arragon a) 18.
33 C. R. M o r e y , The Gold-glass co llectio n o f the Vatican Library,
V atican o 1959, n° 31, con lám . en color. Es p rob ab le q u e se trate ya
del árbol de la vida. V. Lexikon der christlichen Ikonographie 1, 1968,
262.
34 San Juan 4,6: «Porque Jesús estaba cansado de cam inar, se sen­
tó, sin m ás, al lado del pozo». Com o ejem p lo tem prano citam o s una
pin tura de las C atacum bas de S a n C a lix to (P. d u B o u r g u e t , L a peinture paléochrétienne, 1965, lám . 4 ) , otra de San P ed ro y M arcelino
( W i l p e r t , Ein Zyklus C hristologischer Gem alde, 1891, lám . 4 ) , el m o­
saico de S. Giovanni in Fonte en Ñ apóles <J. L. M a i e r , Le baptistére
de Ñapóles et ses m osáiques, F ribu rgo 1964, lám . 4), un sa rcófago de
N arbona (W ilpert, Sarcófagi, l á m . 231, 2 . L e B l a n t , Les sarcophages
chrétlens de la Gaule, lám . 47,2. DACL 15,1, Paris 1950, s. v. S am aritain e,
fig. 10774) y la m iniatura de! E vangeliario de R ábula (C. C ecchelli, 1.
F u r t . a n l M . S a l m i , The Rabbula Gospels, Olten 1959, f o l . 6a) y tam bién
la Pixide de la V oulte-Chilhac (DACL 14,2, Paris 1948, 1991 fig. 10578;
W. F. V o l b a c h , op. cit. n° 145).
(1 6 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
LA PILASTRA DE SAN SALVADOR
251
tememle elem entos occidentales y o rien tales, aunque con to d a
seguridad es de origen occidental. Debió tra ta rs e tam b ién de
escenas d ib ujadas, tal vez m in ia tu ra s o tra b a jo s en m árfiJ, que
luego se a g ra n d a ría n y se llevarían a la p ied ra. De acu erd o
con esta suposición direm os con resp ecto a la ord en ació n de
las escenas en espacios rectangulares, que en la a n tig ü ed ad
podem os señ alar algunos relieves de p ied ra p a ra los que en
los siglos V y VI sólo en co n tram o s analogías en tra b a jo s de
m arfil o en m anuscritos. T anto en los grandes dípticos que
debieron su origen a la c á te d ra de M ax im ian o 35 (Lám. 10),
com o en la B iblia de San A gustín que con to d a seguridad tuvo
su origen e.n O ccidente (Ita lia ? ) m , encontram os escenas de
m ilagros v de la vida de Cristo en la m ism a disposición.
(Fig. 2.)
35 En relación con esto puede señ alarse que en el escrito «Vita vel
gesta S. Ildefonsi Toletanae sedis M etropolitani episcopi» (H . F l o r e z ,
España Sagrada V , 1750, 489), que se atrib u ye al obispo C ix ila de T oledo
(770-83), pero en opinión de C, Díaz y D íaz, p arece haber sid o escrito
por un obispo que vivió en el siglo X (R ev. E spañola de T eología 17,
1944, 101) se cuen ta que San Ild efonso al e n trar en la cated ra l v ió a
la V irgen M aría sentada en da cáted ra ebúrnea en la qu e él com o o b is­
po acostum braba a sentarse p ara salu dar al pueblo. (A t ille sibi bene
conscius ante A ltare Sanctae V irgin is reperit in C ath ed ra ebúrnea ipsam
D om inam sedentem , u b i solitus era t E piscopus ¡sedere et populum
salutare [quam cath ed ram nullus E piscopus adire teotavit, nisi postea
dom us Sisibertus, q u i sedem ipsam perdens exilio relegatu s est]). Aun
cuando el texto que n arra el m ilagro es de origen posterior, apenas
podría dudarse de la existen cia de la cáted ra ebúrnea. C om o no sabe­
m os nada de los trab ajo s de m árfil que pudieron hacerse en la Penínsuela d e esos siglos, podem os suponer que se tratab a de una cáted ra
im portada, com o la s que conocem os de R avena y de otro s fragm en tos,
que se han querido atrib u ir a las sedes ep iscopales de Tre veris y G ra­
do. En todo caso debe contarse con la p o sibilid ad de que tam bién en
Toledo pudiese haber habido una cáted ra de m a rfil sem ejante, decorad a
Lon escenas bíblicas.
Por el contrario, la cáted ra de 'la cated ral de San tiago de Compostela, que se m enciona en un docum ento del año 911, estab a hecha de
m adera y hueso. En esa época no puede, desde luego, con tarse con
una im portación. Véase M . G o m h z - M o r e n o , Iglesias M ozárabes, 1919,
332.
y . F . W o r m a l i i , The M iniatures in the G ospel of St. Agustirte,
(17)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
252
H. SCHLUNK
Parece asim ism o evidente que el m odelo no debió ten er
su origen en E spaña. La p e cu liarid ad de la p ila stra , cuya fo r­
m a general p resu p o n e tradiciones de M érida, co n siste en que
fue tra b a ja d a p a ra u n edificio eclesiástico y p ro v ista de u n
pequeño ciclo d e escenas cristülógicas, que no conocem os h a s ­
ta ah o ra de o tra s iglesias de la Península. A unque n o tenem os
la m enor indicación respecto a la colocación de la p ila stra
d e n tro dél edificio de la iglesia — sería sed u cto r p e n sar e n un
gran cancel que separase el espacio reservado a los sacerdotes
del destinado a los la ic o s 36— sigue siendo im p o rta n te poder
C am bridge 1954, 6-7, con referencia a los ejem plos citad o s en el texto
y lám . 2, 7-9.
36 Por las instrucciones del I C on cilio de B ra ga del año 546 (C a­
non 13) (J. V i v e s , C oncilios visigóticos e hispano-romanos, B arcelon a
1963, 73 sigs.) y sobre todo del IV Concilio de T oledo d el año 633 (C a ­
non 1S) ( V i v e s , op. cit. 198) sabem os que en la m isa sólo el sacerd ote
V el levita recibían la Com unión en el m ism o altar, el resto del clero
en una p a rte separada del altar, que se d esignaba com o «coro», m ien­
tras que a lo s m iem bros de la com unidad, o feligreses, se les daba la
Com unión fuera del coro. De la época visigod a se han con servado hasta
n osotros dos iglesias en las que se reconocen aún claram ente, tanto la
separación del a ltar y d el coro, com o la de este ú ltim o con la parte
destinada a los fieles. Son la Iglesia de S. G iáo cerca de N azaré en
Portugal (recién descubierta) y la de Sta. C om b a de Bande (Orense).
M ientras qu e en esta últim a iglesia debió haber habido en am bos sitios
canceles, el coro, a m odo de n ave transversal, de S . G iáo está separado
de! espacio de ios laicos por un verdadero m uro, que ten ía un arco
en el centro, cu yo tam año corresp on d ía al del ábside, p e ro presentaba
a cada lado una abertu ra a m odo de ventan a que com u n icaba el «coro»
con el espacio destinado a los laicos. E sta m ism a disposición puede
observase aún en num erosas iglesias asturian as y m ozárabes; el m o ­
delo de S. G iao lo sigue el ed ificio m ás antiguo, que se h a conesrvado
aún en Asturias, la Iglesia de S. Julián de los Prados; una separación
por m edio de can celes existió en S. S alvad o r de V ald ed ios, Priesca,
Gobiendas y la iglesia ru pestre de B ob a stro de la época m ozárabe. En
Sta. Cristina de Lena y S. M iguel de E scalad a existió una separación
entre el coro y el espacio de los laicos po r m edio de colu m nas qu e de­
bieron sostener arcos o un arq u itrave — conocido en español con e.
nom bre de «iconostasis»— . Una separación análoga debió existir tam ­
bién en las iglesias de Lourosa y B am ba. Si la p ilastra de T oledo
pudo form ar parte de un cancel, debió correspon der al tipo ú ltim am en ­
te m encionado, presentando com o peculiaridad n otable que las pilas(18)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
LA PILASTRA DE SAN SALVADOR
253
F i g u r a 2 .a
Cambridge, Corpus Christi College, M S 286.
El Evangelista San Lucas y escenas cristianas.
m
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
254
H. SCHLUNK
co m p ro b ar que, lo m ás ta rd e desde prin cip io s del siglo V II,
se em pezaron a em plear e n la decoración de las iglesias esce­
nas dól N uevo Testam ento. Con ello la p ila s tra co m pleta del
m odo m ás feliz n u e stro concepto acerca de la decoración de
las iglesias españolas con escenas cristian as que h a s ta ah o ra
se lim itaba a los capiteles y rélieves de S an P edro de la N a v e 37
y Sta. M aría de Q uintanilla de las V iñas 34 y al cap itel con sím ­
bolos de los E vangelistas de C ó rd o b a 39. No puede, p o r tan to ,
h ab larse de u n antagonism o a las im ágenes en la iglesia espa­
ñola d e e sta época.
tras del cancel esUiban decoradas con un ciolo cristológico. Pero m ien­
tras no pu ed a dem ostrarse p o r m edio de excavaciones la existencia de
tales canceles en iglesias del siglo V II, tiene esto que q u ed ar en m era
suposición.
37 H istEsp. 32, .1963 , 598-629; ArsHisp. 2 , 289-299.
38 H istEsp. 3-, 1963, 635-659; ArsH isp. 2, 1947, 299-306.
3» ArchEspA rte 17, 1945, 247-249; ArsHisp. 2, 1947, 267-269; H istEsp. 32,
1963, 759-763.
(20)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
TESTIMONIOS ARQUEOLOGICOS PALEOCRISTIANOS EN TOLEDO Y SUS ALREDEDORES.LOS SARCOFAGOS
Por MANUEL SOTOMAYOR, 5. J.
La región en que, unos siglos m ás tard e, h a b ría de surgir
la cap ital de la E sp a ñ a visigoda, aparece ya a p rin cip io s del
siglo I V com o un cen tro cristian o digno de consideración, a
juzgar p o r Jos restos arqueológicos que h an llegado h a sta
n osotros y, en concreto, p o r los sarcófagos y fragm entos de
sarcófagos del siglo IV.
E n la m ism a ciudad de Toledo existen solam ente dos de
estos testim onios, am bos frag m en tario s y pequeños, y am bos
tam bién m uy poco conocidos: un fragm ento de figura h u m a­
na, hallado recientem ente, y el fragm ento in sc ru stra d o en la
fam osa P u e rta del Sol.
FRAGMENTOS DE TOLEDO
E n los alm acenes del M useo Arqueológico Provincial, en
o c tu b re de 1967, hem os tenido ocasión de ver un fragm ento
de m árm ol en co n trad o en terren o s cercanos a la fáb rica de
arm as de Toledo p o r u n o de los equipos estudiantiles de r e ­
cuperación a rtístic a Se conserva en él ún icam en te el cuerpo
y m utilado de un p erso n aje vestido con túnica y p a lio ; no
tiene cabeza y a p a rtir de la c in tu ra se inicia u n a ro tu ra en
1 D oña M atilde Revuleta, D irectora del M useo A rqueológico P ro­
vincia), tuvo la am abilidad de m ostrárm elo y de perm itirm e h a cer la
fotografía que publicam os. El Prof. D. Pedro de Palol, con el qu e hacía
la visita a los alm acenes del Museo, ad virtió tam bién en seguida que se
trataba de un fragm en to de una fig u ra de C risto.
(1 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
1
M. SOTOMAYOR
bisel que p e rm ite reconocer todavía los pliegues horizontales
del palio cruzado a la a ltu ra de las caderas, p ero n a d a m ás
del m ism o palio y p o r supuesto, n a d a de las p iern a s y p a rte
b a ja del cuerpo, q u e falta totalm ente; tam bién se h a p erdido
el brazo izquierdo; del derecho queda el a n te b raz o ; la r o tu ra
se h a p ro d u cid o a la a ltu ra del codo, y e s ta circu n stan cia p e r ­
m ite ver todavía el extrem o de la m anga c o rta de la túnica,
haciendo su p o n er al m ism o tiemipo que el brazo e sta b a exten­
dido, p o stu ra típica de la figura de Cristo en las diversas es­
cenas de m ilagros en que suelle rep re sen ta rse en los sarcófagos
cristianos del siglo IV (fig. 1). No cabe d u d a de que el frag ­
m ento perteneció a un sarcófago; la p a rte p o ste rio r es to d a
lisa y pu ed e d istin g u irse perfectam en te cóm o la fig u ra del
p erso n aje e stá ad h e rid a a u n fo n d o que es el fren te del s a r­
cófago (fig. 2).
El fragm ento es dem asiado pequeño p a ra p o d e r p u n tu aliz a r
m ucho en cu an to a la datación, d e n tro del siglo IV al que
ciertam en te pertenece. Los pliegues de la tú n ica son angulosos
y en ellos no se h a u sado el tré p a n o ; si se tra ta de u n a escul­
tu ra term in ad a del todo, esta c a ra c te rístic a in d ic a ría m ás bien
una fecha tem p ran a d e n tro del m ism o siglo IV y a esa d a ta ­
ción nos inclinam os, con las reservas expuestas.
A p esar d e lo exiguo del fragm ento, su válor com o testi­
m onio arqueológico no es despreciable; nos advierte la exis­
ten cia de un sarcófago m ás, y procede p recisam en te de u n
lugar com o el contiguo a la fáb rica de arm as, lu g a r de tra d i­
ción paleo cristian a conocida, cercano a la an tig u a basílica
visigótica de Sta. Leocadia.
Si este fragm ento, p o r ser m uy reciente su hallazgo, es des­
conocido, matl conocido es tam bién el o tro fragm ento de la
ciudad, que desde no pocos siglos se halla em p o trad o en la
fachada occidental y p rin cip al de la P u e rta del Sol. Precisa­
m ente p o r hallarse en esa posición ta n elevada y ta n poco
accesible a u n a los teleobjetivos fotográficos, e ste fragm ento
ha sido citado m uchas veces pero n u n ca se ha podido e stu d ia r
de cerca y con detención. Tam bién en octu b re de 1967, he te­
nido el privilegio de poderlo co n tem p lar a unos centím etros
de distancia, m edirlo y fotografiarlo. La fig. 3 es la fotografía
obtenida en esa ocasión. Pero antes de ocuparnos de este p u n ­
(2 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
SARCOFAGOS PALEOCRISTIANOS
25?
to, resum am os aquí Jo que h a sta a h o ra se h ab ía dicho del
fragm ento de la P u e rta del Sol.
M ariátegui, en 18642, dice del frag m en to : " E n el c e n tro
de la a rq u e ría inferior, que hem os descrito, se ven dos p e­
queñas figuras que p arecen de m u je r y sostienen sobre sus
cabezas un plato en que se descubre o tra cabeza a is la d a ; todo
el g rupo es de m árm o l blanco, de g ro sera escultura, y se dice
que rep re sen ta a dos doncellas que h a b ía n sido atro p ellad as
p o r F ern an d o González, alguacil m ay o r de Toledo, a quien el
rey S- Fernando, sa b e d o r de la in ju ria, m andó decapitar, o r ­
denando p o n er en el lugar que ocupan las figuras de e n tra m ­
b a s p a ra ejem p lar escarm iento de otros m ag istrad o s". No hay
que decir que el p la to que M ariátegui vió sobre las cabezas
de las dos figuras es el b o rd e su p erio r del sarcófago; sí, en
cam bio, conviene ad v ertir, que sobre el frag m en to paleocrístiano hay em p o trad o o tro fragm ento de, m árm ol y estilo m uy
parecido, p e ro de dim ensiones m uy superiores, de u n a cabeza
en posición frontal.
E n 1900 E. H ü b n e r 3 escribe, m ucho m ás acertad o en la
in te rp re ta c ió n : "E n Toledo, em p o trad o s en la p a re d de la
p u e rta de la ciudad llam ad a dél Sol, dos frag m en to s con figu­
ras, que m u estra n a Cristo con P edro apóstol. Joh. Ficker,
M ittheilungen des rom . archáol- In stitu ís IV 1889 p. 78, no ta
que pertenecen a u n sarcófago quizá dól siglo V."
M uy pocos años después, en 1905, D. R odrigo A m ador de
los Ríos y V illalta da noticia del m ism o frag m en to y al m ism o
tiem po rep ro d u ce en su o b ra u n a fo to g rafía de él que es la
ú n ica útil h a sta el m om ento, aunque no m uy conocida p o r
tra ta rs e de u n a o b ra m o n u m en tal que n o se e n cu en tra en to ­
das las b ib lio te c a s 4: " p erfo ra la fábrica, d e n tro dól arq uillo
central —dice, describiendo la fach ad a occidental de la P u e rta
del Sol— pequeña v entana p e ra lta d a ; y e m p o trad o en la p a rte
in fe rio r de la m ism a, m u éstrase en alto relieve u n trozo del
2
A rte
’
4
pág.
Arquitectura m ilitar de la Edad Media en España. Toledo: «El
en España» 3 (1864) 19-20,
Inscript, Hispa, christ. Stipplem entum , B erlín 1900, pág. ITT.
M onum entos arquitectónicos de España. Totedo. M adrid 1905,
340 y fig u ra de la pág. 341.
17
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
(3 )
258
M. SOTOMAYOR
fren te de un sarcófago ro m ano-cristiano del siglo IV, lab rad o
en m árm ol blanco, con dos figuras varoniles en p rim e r té r ­
m ino, b a rb a d a s — de hecho, la fig u ra de C risto es im berbe— ,
que visten túnica y m anto, y o tra s dos, de que sólo aparece la
cabeza de u n a en el fondo, y entrem edias de las o tra s, las cua­
les tienen al pie un ave corpulenta, de perfil, p resen tan d o
n o to ria sem ejanza estas figuras con las del sarcófago de Layos,
en la sacristía de S anto D om ingo el R e a l; encim a del b o rd e o
m o ld u ra rec tan g u la r de aquel fragm ento, d estaca u n a cabeza
de b u lto y de m ayor tam año, ro m an a acaso, p ero b o rro sa y de
indecisas líneas, allí indu d ab lem en te colocada, con el fragm en­
to susodicho, en la XVIa c e n tu ria ”. De todas las rep ro d u ccio ­
nes p u b licad as de este fragm ento que conozco, la de A m ador
de los Ríos es la única en que se pu ed a a p reciar la existencia
de esos dos p erso n ajes de fondo que adem ás describe, com o
hem os visto. S obre la in te rp re ta c ió n dice: "Los escritores que
h a sta aquí h a b la n de estos singulares relieves — cuya original
p rocedencia es realm ente desconocida, y que h u b iero n de ser
allí colocados al tiem po acaso que el m edallón circular, com o
p arece h u b iero n de ser hallados no lejos de aquel sitio— , han
dado, ya que no origen, p áb u lo p o r ilo m enos a la tradición,
con fa n ta sea r la que h a servido de tem a a n u e stro m uy que­
rid o am igo y p arien te el no tab le h isto ria d o r de B aena y ele­
gante p o e ta D. Francisco V alverde y Perales p a ra la sentida
com posición que titu la Los Niños herm osos (Leyendas y T ra­
diciones relativas a Toledo, C órdoba y G ranada, Toledo 1900)
en di supuesto de que las dos fig u ras del fragm ento del sarcó ­
fago son fem eniles y que sostienen so b re sus cabezas u n a
especie de b an d eja, la cual no es sino el b o rd e del sarcófago
referido, con u n a cabeza aislada, que es la del señor de Yegros,
a quien im puso capital castigo S an Fem ado. O tros creen que
el relieve es alusivo a San Ju a n B au tista, a quien fue dedicada
e sta P u erta, au nque si el ave de que hem os hecho m érito es
com o águila estim ada, parece m ás p ro p io hiciera relación con
el E vangelista. Por la que to ca a la cabeza su p erio r que es
independiente del relieve, todo obliga a p resu m ir sea "la ca­
beza de p ied ra de u n a m o ra ”, la cual cabeza estuvo en la in ­
m ed iata P u e rta de la Cruz, o Bib-Al-M ardón, según consigna
Luis H u rtad o de M endoza de Toledo, en su M em orial a Feli­
(4)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
SARCOFAGOS PALEOCRISTIANOS
259
pe I I : véase al p ro p ó sito las páginas 189 y 190 del t. V II de
"E l A rte en E sp a ñ a ” 5.
Vemos, p o r fin, descrita la escena del fragm ento en cues­
tión de m an e ra c o rrecta y acertada, p o r D. Ju a n de M ata
C a rria z o 6 en 1925: “Toledo: fragm ento de sarcófago, em p o ­
tra d o en la to rre a lb a rra n a llam ad a P u e rta del Sol. Lo publicó
R. A m ador de los Ríos en el volum en Toledo (M adrid 1905), de
la nueva serie de M onum entos A rquitectónicos de E spaña. Se
en cu en tra engastado a g ran altu ra, en la fach ad a de poniente
de la torre, sobre la clave del gran arco ex terio r y d e n tro de la
a rq u e ría decorativa de arcos de h e rra d u ra cruzados. Es p a rte
de u n sarcófago sem ejante al de B erja, con u n a escena que se
rep ite en este m ism o: C r i s t o anunciando la negación de
San Pedro. A m ador de los Ríos tom ó p o r águila el gallo c a ra c ­
terístico, y supuso u n a escena con S an Ju a n E vangelista".
En el corpus de los sarcófagos paleoeristianos de W ilpert,
el fragm ento de Toledo no ha podido e n c o n tra r un lu g ar en
las lám inas; solam ente está rep ro d u cid o en el vol. I de texto,
fig. 68; es u n a fo tografía pequeñísim a, reto cad a y poco clara,
en la que adem ás de no apreciarse las dos figuras de fondo,
apenas se distingue ningún detalle de las figuras principales
ni del gallo. W ilpert dice de este frag m en to : "F in alm en te, en
u n fragm ento e m p o trad o en la P u e rta del Sol, en Toledo, el
gallo h a sido cam biado en p a lo m a ” 7. Al e x am in ar de cerca el
fragm ento hem os podido com probar, com o puede verse p o r
o tra p a rte en n u e stra fotografía, que no hay tal cam bio; el
gallo, aunque m utilado, sigue siendo gallo.
G.
Bovini nos da en su fig. 89 8 u n a fotografía de la p a rte
de a rq u e ría de la P u e rta del Sol, en la que aparece el frag m en ­
to, sin que pueda distinguirse tam poco ningún detalle..
La ocasión de c o n te m p la r p o r fin de cerca este fragm ento,
m edirlo y fotografiarlo, llegó en octubre de 1967, con m otivo
5 Ibid. pág. 340, nota 2.
6 E l sarcófago cristiano de Berja: A rchE psA rA rq. 1 (1925) 197-218;
ver pág. 200.
7 I s a r c o f a g i c r i s t i a n i a n t i c h i I, R om a 1929, pág. 119 y fig. 68.
3 G. B ovini, / sarcofagi paleocristiani della Spagna, C ittá del V a ti­
can o 1954, fig. 89 de la pág, 220.
(5)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
260
M. SOTOMAYOR
del X III C entenario de San Ildefonso de Toledo. G racias al
apoyo p re sta d o p o r D. Ju a n F. R ivera, y a las diligentes ges­
tiones de D. Julio P orres M artín-C leto, ed Excm o. A yuntam ien­
to de Toledo puso a n u e stra disposición u n a escalera de bom ­
beros que nos p erm itió conseguir todas esas ven tajas, en o rd en
al C orpus de sarcófagos p aleocristianos españoles que está
en preparación.
El frag m en to m ide 0,50 m. de alto p o r 0,40 m. de ancho
m áxim o. Como puede verse en n u e stra fig. 3, a la izquierda
aparece u n a fig u ra de fondo, sin pies ni cabeza en la actu ali­
d a d ; sigue, hacia la derecha, la fig u ra de Pedro, en posición
de tres cuartos, vuelto h acia su izquierda, es decir, h acia la
fig u ra que le sigue (sin ten er en cuenta la de fondo que hay
e n tre P edro y C risto), que es Cristo. Todas las figuras e stá n
b asta n tes d e sg a sta d a s; d esgraciadam ente el fragm ento lleva
ya siglos expuesto a la inclem encia del tiem po, que llegará a
deshacerlo totalm ente, si no se tom a algún día la b u en a de­
term inación de su stitu irlo p o r un vaciado y llevar el original
al M u seo : m edida ésta que creo claram ente exigida p o r la n e ­
cesidad de conservar este pequeño pero precioso m onum ento
de la an tigüedad cristiana, único testim onio arqueológico ju n ­
tam en te con el fragm ento antes m encionado, de esa época de
la h isto ria toledana- La cabeza de Pedro es u n a de las p artes
del relieve en donde se n o ta m ás la acción destructiva, de la
intem perie ; p ero puede apreciarse todavía que tenía b a rb a y
ab u n d a n te cabellera. Con la izquierda S. P edro sostiene él
b o rd e plegado dell palio que le cruza a la a ltu ra de la cinturaEl brazo derecho, m uy co rro íd o tam bién, e stab a agudantem ente plegado p o r el codo y lo que queda de la m ano d erecha nos
perm ite asegurar que h acía el gesto típicam ente o ra to rio : ex­
ten d ía los dedos índice y corazón. De la figura de fondo que
hay e n tre P edro y C risto, se ap recia bien la cara, de p erfil, vuel­
to a su derecha, o sea hacia Pedro, barb ad o . Cristo e stá en
posición casi frontal, ligeram ente vuelto hacia su derecha, h a ­
cia. Pedro. La m ano derecha, ro ta, hacía tam b ién el gesto ora­
to rio ; con la izquierda a g a rra el borde del palio que le, cae
verticalm ente desde el horñbro izquierdo. E n tre C risto y Pe­
d ro queda u n a b u en a parte, del g a llo ; se aprecia bien todo el
cuerpo, el ala izquierda, el cuello y p a rte de la cabeza; el cuer(6)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
"«muro PsoviNciAi
©
a
o
SARCOFAGOS PALEOCRISTIANOS
261
SQ/onisa í
po del gallo está dirigido hacia Pedro, y p ro b ab lem en te tam ­
bién la cabeza, aunque en algunos casos lo en co n tram o s con
la cabeza vuelta hacia atrás.
N o cabe duda que el frag m en to de la P u e rta del Sol h a
sido retocado; pro b ab lem en te al ser colocado en su lu g ar a c ­
tual- Se ad v ierten retoques claram en te en los ojos de C risto,
en los ojos, nariz y boca de la fig u ra de fondo. Los h a y ta m ­
b ién en algunos pliegues de las v estiduras, p e ro aquí es m ás
difícil distinguirlos. Los reto q u es no im piden, sin em bargo,
a trib u ir el fragm ento, p o r su estilo, a u n a época m ás bién
tard o -co n stan tin ian a, cercana y a al llam ado "estilo b ello": la
fo rm a alarg ad a de la cabeza de S. Pedro, la c a ra red o n d ead a
y ca rn o sa de Cristo, el c o n ju n to de la cabellera, reto c ad a ta m ­
bién, según creo, p ero que no pertenece ya al peinado llam ado
C risto-E stación y se acerca en cam bio al C risto -N iñ o s; los
pliegues m ás suaves y ad ap tad o s al cuerpo d e las tú n ic a s y
palios. E sta determ inación cronológica p o r el estilo de la
e scu ltu ra se confirm a tam b ién desde el p u n to de vista com po­
sitivo de la iconografía. E n tre los m uchos casos que se nos
h an conservado, de escenas del gallo en sarcófagos paleocristianos, hay un g rupo no m uy a b u n d a n te de ellas en el q u e Per
dro hace este gesto de h a b la r; unos 10 u 11 casos solam ente,
que re p re se n ta n un 15% de las representaciones de este tipo;
generalm ente son todos tard ío s 10. Los p aralelos m ás cercanos
los encontram os en el sarcófago de G lerm ont-F errand (WS 99,
1-3; 330-340), en u n sarcófago de árboles de Arlés (WS 227,2;
hacia 350) y en el Lat. 138 (WS 124,2; 330-340). H acia esas m is­
m as fechas convendría d a ta r n u e stro fra g m en to : 330-345.
E n u n a zona relativam ente red u cid a a lre d ed o r de la c iu ­
dad de Toledo, h an aparecido o tro s resto s m ás im p o rta n tes y
m e jo r conservados de sarcófagos paleocristianos. Com ence­
m os p o r los m ás cercanos.
9 C f. F, G erke, Christus in der spatantiken Plastik, B erlín (2.a ed.),
1941.
19 Cf. M. Sotom ayor, S. Pedro en la iconografía paleocristiana, G ra­
nada, 1962, pág. 44.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
262
M. SOTOMAYOR
LOS SARCOFAGOS DE LAYOS
A unos 10 km. en línea recta al S. O. de Toledo se halla el
pueblo de Layos. Dos sarcófagos proceden de ese lu g ar: uno
se en cu en tra actualm ente en la Real Academ ia de la H istoria,
de M adrid, y el o tro en el M useo M ares de B a rc e lo n a ; de este
ú ltim o se conserva únicam ente el fre n te del sarcófago.
El que hoy se e n cu en tra en M adrid fue el que apareció
p rim ero , y de él tenem os ab u n d an tes datos históricos. Sabe
m os con exactitud que se e n c o n tró en 1627; nos lo cuenta,
27 años después de su descubrim iento, D. P edro de R ojas, con­
de de M ora, señ o r d e la villa de Layos n, que h a b la así de su
villa: "Y si al p rese n te es de co rta vecindad, hay noticia de su
gran antigüedad y de que en tiem pos de los rom anos fue m uy
noble y gran población; y au nque ignoram os su fundación, sa­
bem os se llam ó Cayo. Danos estas noticias el P- G erónim o R o ­
m án de la H iguera (H ist. de Toledo I p. tom o 2, lib. 6, c. I,
fol. 82 ol. 2) y de cóm o la tuvieron los árabes... y así m ism o
a firm a que se h allan e n su térm ino edificios y ru in as del tiem ­
po de los rom anos. Hace cierto lo que e s tá p ro p u esto , el h a ­
b erse descubierto el año de 1627 en e s ta villa u n a pieza... En
este año, deseoso un vecino y sa cristá n de e sta villa, de h a c er
u n a cerca en u n c o rral de su casa, se c o n certó con u n m aestro
albañil, llam ado Gonzalo Ju a , p o rtu g u és de nación, que le
sacasen c an tid ad de p ie d ra él y otros po rtu g u eses oficiales
suyos, de u n a tie rra que tenía en el egido que. e stá al s a lir de
la villa, ju n to al cam ino que va a la sierra, e n tre la esq u in a
de los ja rd in e s de las casas de ilos S eñores d esta villa y casa
del m ism o M arcos de Segovia. F ueron sacando p ied ra, y h a ­
llaro n u n a a rc a de m árm o l blanco, de dos v aras y m edia de
largo, y m edia v a ra y dos dedos de alto, y siete ochavas de
ancho, con su cu b ierta del m ism o m árm ol, en dos pedazos,
que se a p ro v ech aro n en su obra... H ase h allad o en este sitio
donde e sta b a el arca un suelo m uy lucido de arcilla, y otros
cim ientos de argam asa, que denotan alguna o b ra de rom anos
11 H istoria de la imperial, nobilísim a, ínclita y esclarecida ciudad
de Toledo..., M adrid, 1654, págs. 227-229.
(8)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
SARCOFAGOS PALEOCRISTIANOS
263
y es sin du d a que si se cavara p o r aquellas p a rte s, y en o tra s
del térm ino desta villa, se h a lla ra n m ás antiguallas".
E n diciem bre de 1752 este p rim e r sarcófago de Layos se
e n c o n trab a todavía en la casa del conde de R ojas, en el m ism o
L a y o s . Don Luis José Velázquez, m arq u és de V aldeflores,
realizó un viaje de estudios p o r encargo de la A cadem ia de la
H isto ria y en esa fecha estuvo en Layos, vió el sarcófago y
envió d ibujo de. él a la Academia. Se conserva tod av ía el di­
b u jo en el que se leen e sta s palab ras, que A. Fernández-G uerra
dice ser de S antiago P alom ares: "A lo que dice el señ o r Veíázquez añado yo que este sepulcro se h a lla en u n cu a rto b ajo
de la casa que en Layos tiene eil conde de M o ra ”
C ontinuaba allí en 1804, com o nos dice A. Fernández-Guer ra : “Con ocasión de h a b e r rem itid o nueva co p ia de él D. Ni­
colás de V argas a la A cadem ia de la H istoria, sabem os que
perm anecía en la villa a principios del año 1804 y que el eru­
dito D. José Ortiz y Sanz, deán de Já tib a , hubo de e m itir dic­
ta m e n ..." 1’. Pasó después a B urguillos de Toledo, en donde
el m ism o Sr. D. A. F ernández-G uerra consiguió a d q u irirlo p a ra
la Academ ia de la H isto ria: “El Sr. F ernández-G uerra m an i­
festó que, noticioso de existir en la población de B urguillos el
sarcófago c ristia n o h allad o en la villa de Layos en 1627 y de
que sus. dueños lo cederían tal vez a la A cadem ia con ciertas
condiciones p ero ventajosam ente, h a b ía p a sad o a B urguillos
el dom ingo ú ltim o y consiguiendo com pletam ente su objeto.
Pidió se le au to rizase p a ra h a c er la ad quisición y vencer las
dificultades que surgiesen; y la A cadem ia acordó darle u n voto
de confianza p a ra to d o , esperando de su discreción y celo
que arreglase este a su n to del m ejo r m odo apetecible" 14. E n la
sesión celebrada p o r la A cadem ia el viernes siguiente, 24 de
o ctu b re, se dió cuenta deil éxito de la gestión realizada, dán­
12 L. J. V elázquez, Papeles varios de antigüedades, tom o 2.°, fol. 144­
146. Ms. de la Real Academ ia de la H istoria, M adrid, 74. 9/4128.
13 A. Fernández-Guerra, A ntiquísim o sepulcro cristiano de Layos
existente en el convento de Slo. Dom ingo el real de T o led o : «El Arte
en España» 1 (1862) 168-180; cf. págs. 171-172.
11 «Actas de la Real Academ ia de la H istoria», Libro X X IV ; acade­
m ia del viernes 17 de octubre 1862.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
264
M. SOTOMAYOR
dose cuenta tam b ién de los gastos de adquisición y traslación
del sarcófago al p iso b a jo de la Casa P a n a d e ría 1S.
El sarcófago de Layos, de la Real A cadem ia d e la H istoria,
m ide 2,09 m. de longitud, 0,58 m. de a ltu ra , 0,67 m. de a n ­
chura. El esp eso r m edio de sus paredes es de 5,5 cm. e n él
fren te y de 8 cm . ©n los o tro s tres la d o s ; la a ltu ra de las fig u ­
ra s es de unos 49 era. (fig. 4).
Las escenas que decoran su fre n te son frecu en tes on la te­
m ática h a b itu a l de los sarcófagos paleocristianos; de izquier­
da a d erecha: resu rrecció n de Lázaro, cu ra c ió n del ciego, Adán
y Eva, cu ra c ió n del p aralítico , O rante, escenas de la m u ltip li­
cación de los panes y peces y cam bio del agua en vino fu n d i­
das en u n a sola, sacrificio de A brahán y escena a p ó crifa de
S. P edro haciendo b ro ta r el agua de la roca.
T anto desde el p u n to de vista iconográfico com o del e sti­
lístico, el sarcófago de Layos hoy e n M adrid p rese n ta c a ra c ­
terísticas m ás p ro p ia s de u n a época p re o p ro to -co n stan tin ianas que de u n a época m ás tard ía. E n la escena de la curación
ded ciego, p o r ejem plo, el ciego m antiene los b razos caídos
v e rtic a lm e n te ; casi todos los ejem p lares conservados con esta
a c titu d del ciego s o n m uy antiguos, al m enos p ro to co n stan tinianos 16. F. G erke pone este, sarcófago com o ejem plo d e ex­
cepción p ro to c o n sta n tin ia n a en la escena de la cu ració n del
p aralítico , que co n siste en que el ap óstol que, acom paña a
C risto en e sta escena y C risto no se m ira n m utu am en te, sino
que am bos m ira n en la m ism o dirección y las cabezas se r e ­
p rese n tan según el p rin c ip io de la isocefalía, a la m ism a al­
tu ra 11. La O rante o rd in a ria m e n te aparece en los sarcófagos
acom pañada p o r dos figuras m asculinas que p u eden s e r após15 Ibid. academ ia d el viernes 24 de oct. 1862. E n e sta m ism a a ca ­
dem ia, «dióse cu en ta de o tro sarcófago que h a y en H ellín y habiendo
quedado el Sr. Z aragoza en ad qu irir m ás n oticias e inform es acerca de
tal m onum ento, se com isionó ad efe cto a dicho S r. A cadém ico y se puso
con esto fin a la junta». A ctu alm ente se encuentran ju n tos los sarcó­
fagos de Layos y de H ellín en la Rea! A cadem ia de la H istoria, en
M adrid.
16 WS 9,2; 156; 179,2; 184,1; 203,1; 214,8; 215,7.
17 F. G erke, D ie christlichen Sarkophage der vorkonstantinischen
Zeit, B erlín 1940, pág. 217, n ota 2.
(1 0 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
Fig. 1,— T o l e d o , —Museo Arqueológico ProvincialFragmento de escultura de un sarcófago.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
Fig. 2 . — T o l e d o . — Museo Arqueológico Provincial.
Parte posterior de la figura del sarcófago.
«í.a figura del personaje está adherida a un fondo que es frente del sarcófago.»
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
Fig. 3 .— T o l e d o . - Puerta del Sol.
Fragmento de un sarcófago. Figuras de Cristo y San Pedro.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
Fig. 6.— E k u ste s.— (Madrid. Museo Arqueológico Nacional.) F rag m en to de sarcó fag o .
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
SARCOFAGOS PALEOCRXSTIANOS
265
toles y en algunos casos son P edro y P ab lo ; m uy ra ra m e n te
aparece sola, com o en m uestro sarcófago y en o tro s varios
tam bién pre o p ro to co n stan tin ian o s 1S. No es frecu en te y quizá
tam bién sea un signo de antigüedad, el hecho de que A brahán
y S- P edro aparezcan im berbes- Por da que toca al estilo, el
relieve b a jo y sin ninguna concesión al puntillism o y a la téc­
nica del claro-oscuro obtenido p o r el uso del trépano, que.
aquí e s tá to ta lm e n te ausente, son cara c te rístic a s p ro p ias sobre
todo de los tiem pos tard o tetrárq u ic o s w. A época tem p ran a
pertenecen tam bién o tras c a ra c te rístic a s: pliegues angulosos
en los vestidos, cejas negativas en ila O rante, cabezas de C ris­
to pertenecientes a! tip o de C risto-H éroe (cabello e n so rtija d o
V o rejas lib r e s ) 20.
Creem os, p o r tan to , que el sarcófago p rim e ro d e Layos es
de los p rim e ro s tiem pos con stan tin ian o s, procede con toda
p ro b ab ilid a d de Rom a, y de talleres cercanos al Arco de Cons­
tan tin o y puede fecharse entre 310-3202I.
« Cf. W S pág. 335; WS 9,2; 19,1; 19,6; 61,3; 92,1; 98.1; 112,2; 114,3,
119,7; 123,3; 143,1; 203,1; 214,4; 219,2.
19 Cf. F. Gerke, o.c. en la nota 17, .págs. 66-68.
30 Un buen paralelo tenem os en el sa rcófago de B alaán , del que dice
L, De B ruyne: «El tipo de peinado en las figu ras de C risto, de B alaán
y del ángel en la escena de T obías po r otra parte, es todavía el ca ra c ­
terístico del p eríod o preconstantiniano». Cf. L. De Bruryne, Sarcófago
cristiano con m iovi tem í iconografici scoperto a S. Sebastiano sntla vía
A ppm : Riv. Arch. Crist. 16 <1939 ) 269. Creo que el sarcófago de Layos
pertenece al m ism o taller que el de B alaán. Tam bién creo que perte
nece al m ism o taller, aunque sea algo posterior, el sa rcó fa go de Theusebius publicado p o r H. L. Hem pel, T heusebius renatus in Christo:
Rom , Ou. 61 (1966 ) 72-87 y lám s. 6-7.
J> H. K áh ler, Z u r Datierung d es Sarkophages von Manastirine im
archaologischen M useum von Split: M ullas. Festch. Th. K lau ser, Jahrb.
Ant. Christ. Er. B. 1 (1964) 173-180; insiste en el paralelism o de ciertos
relieves del arco de C onstantino con el sarcófago de Spalato; las se­
m ejanzas pueden h acerse extensivas al sarcófago de Layos..
H. Sch lun k, E l sarcófago de Castiliscar y los sarcófagos paleocristtanos españoles de la primera m itad del siglo IV: Prín, V ian a 8 (1947)
págs. 339 y 348, lo d ata entre 320-330. Tam bién advierte cierta diferen ­
cia de estilo y com posición entre am bos lados del fren te de este sar­
cófago (pág. 320).
(ID
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
266
M. SOTOMAYOR
H ay u n segundo sarcófago p rocedente de Layos, q u e hoy
se e n c u en tra en el M useo M arés de B arcelona. Tenem os m uy
pocas noticias sobre, su hallazgo y sucesivas vicisitudes; y lo
que es peor, algunas de las noticias que tenem os son falsas,
porque son la consecuencia de un m alentendido que se h a ido
afianzando y rep itien d o cada vez con m ás seguridad. La ver­
dad es que ignoram os com pletam ente cu ándo apareció. H asta
1654 ciertam en te no h a b ía sido hallado. E n ese año D. Pedro
de R ojas escribe su citad a "H isto ria de T oledo", donde hem os
visto cóm o describe con p o rm e n o res las noticias de resto s ro­
m anos hallados en Layos y en concreto nos n a rra detenida­
m ente el hallazgo del sarcófago que hoy se e n cu en tra en la
Real A cadem ia de la H istoria. T am bién tenem os seguridad de
que el 1 de noviem bre de 1753 se h allaba visible ya "en la casa
del Conde de M ora que llam an el Palacio, en u n a pieza b a ja
del p a tio ”, com o c o n sta en un d ib u jo que se conserva en la
Real Academ ia de la H isto ria y en el cual se lee: "S epulcro de
Layos. E n la casa del Conde de M ora que llam an el Palacio,
en u n a pieza b a ja del patio, tienen gu ard ad o este sepulcro de
m árm ol blanco m uy duro, que se halló debajo de tie rra en el
térm ino de Layos... (se dan las m edidas) tiene asim ism o varios
relieves m edianos en sola la fachada que aquí se d em u estra.
D ibujóle al vivo F rancisco X avier de Santiago y P alom ares, en
el lugar de Layos el 1 de noviem bre de 1753” 22.
"P ro n to h a rá cu atro años — escribe A. Fernández-G uerra
en 1862— que acom pañando a unas m uy discretas dam as, en­
tra b a en la sacristía del convento de Sto. Dom ingo él Real, en
Toledo, al c a er de u n a tarde, cuando de im proviso a rre b a tó
m i vista m agnífico b a jo relieve ro m an o in cru sta d o en la p a
red... Pertenece a la villa de Layos, distan te dos leguas al S. O.
de la ciudad im perial, y u n a casi al M ediodía dél pueblo de
G uadam ur, hoy fam oso p o r el teso ro de las co ronas góticas
que h an ido a en riquecer un M useo extranjero. Layos e stá si­
tu ad o a la b a n d a derecha del río G uajaraz, en terren o llano...
E n su libro hab ía e stam p ad o el conde de M ora que, "si se ca­
vara... se h a lla rá n m ás a n tig u a lla s”. Así hubo de suceder con
e fe c to ; pareciendo después de) año 1654 otro sarcófago, casi
22 L. J. V ázquez, tom o 35 (9/4128).
(
12 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
SARCOFAGOS PALEOCRISTIANOS
267
de las m ism as dim ensiones que el a n te rio r, con análogas re­
p resentaciones c ristia n as y ta l vez esculpido p o r el p ro p io
artífice... E ste p recisam en te es el m ism o que hoy g u a rd a n e.n
la sacristía de su iglesia las D om inicas Reales de Toledo; p ero
cóm o vino a su poder, ni ellas lo saben n i h a sta a h o ra he p o ­
dido averiguarlo. Que am bos se veían depositados en Layos a
1 de noviem bre de 1753 en sendas habitaciones b a ja s del p a tio
de la casa fu erte de los condes de M ora, es cosa que e stá fuera
de d u d a; y tengo a la vista dos eficaces docum entos que lo
com prueban. Ese día y e n aquel lugar, n u e stro laborioso aca­
dém ico D. Francisco J. de Santiago y Palom ares d ib u jó al vivo
el segundo m árm ol, de que son a h o ra dueñas las religiosas to ­
ledanas..." 2S. Supone después A. F ernández-G uerra que debió
tra sla d a rse a la sacristía de Santo D om ingo en tre los años de
1754 y 1770; pero e sta afirm ación está en co n tradicción con la
de D. Elias T orm o: "Lo ad q u irió en pleno siglo X IX el con­
vento, en pago de u n a deuda b ie n 'c r e c id a " 24. T am poco son
exactas las noticias del m ism o A. Fernández-G uerra, cuando
nos dice en o tro lu g a r 22: "H ubo de en co n trarse en el egido de
Layos, a dos leguas sudoeste de Toledo, el año de 1655, y h a s­
ta el de 1754 estuvo en u n a sala b a ja del palacio o casa de los
señores de la villa. E ntonces lo a se rra ro n , conservando sólo el
fren te esculpido, que se llevó a la im p erial ciu d ad del Tajo,
y se em p o tró en una p ared de la sacristía de la iglesia de Santo
Dom ingo el Real, donde hoy perm anece". E n p rim e r lugar, del
único d ato verd ad ero sobre el tiem po de su hallazgo: no antes
de 1654, se h a pasado a u n a fecha dada ya com o c ie rta : 1655;
no hay que decir que no existe ningún motivo, p a ra fija r este
a ñ o ; pero la fecha se rep ite ya en ad elan te con fa c ilid a d 26. No
25 A. Fernández-Guerra, Antiquísim o sarcófago, págs, 169-171.
21 A. Fernández-Guerra, o. c. pág. 172, nota 1: «La escocia ch u rri
gueresca, de yeso, pero no exagerada, con que en la p ared de la sa­
cristía se engalana el b ajo relieve, m anifiesta que éste se puso allí
entre los años 1754 y 1770», E. Torm o, In form e acerca de expediente
sobre la declaración de m onum entos históricos-artísticos: B ol. Acad.
Bel!. Art. S. Fernando 26 (1933) 113. E ste ú ltim o texto me lo ha seña­
lado D. Julio Forres.
25 A. Fernández-Guerra, Tres sarcófagos cristianos de los siglos III,
IV y V: M onum entos A rquitectón icos de E spaña, cuad, 32 y 33, 1867, p. 5.
(1 3 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
268
M. SOTOMAYOR
sabem os tam poco cuándo p asó de Layos a Toledo, com o nos
dice el m ism o F ernández-G uerra e n su p rim e r escrito citado.
Tam poco es verdad que el sarcófago se aserrase p a ra llevarlo
al convento de S an to Dom ingo d e Toledo; el sarcófago se ase­
rró p a ra u s a r p o r d etrás el m ism o frente, lab ra n d o en su p a rte
p o ste rio r tres escudos de a r m a s : verticalm ente se suceden los
escudos de la casa condal de M ora, casa condal de T eba y de
nuevo casa condal de M ora. El de la c a sa condal de M ora es
un escudo español del siglo X V II, de arm as p u ras, de u n solo
cuartel. E n cam po de p lata, seis faja s jaq u e lad a s de gules y
sable, en dos órdenes (Gayoso de R ojas). N o existen tim b res,
solam ente unos ado rn o s a m an era de lam brequines. El de la
casa condal de Teba, es cu artelad o , con los cuarteles 2 ° y 3.°
p a rtid o s e n cruz; cuarteles 1-° y 4.°: en cam po de oro, cinco
h o jas de higuera, de sinople, p u estas en so tu er (F igueroa de
G uzm án); cuarteles 2.u y 3.°: cu artelado 1.° y 4,°, en cam po de
azur, u n ala a rm a d a de u n a espada, al n a tu ra l, p u e sta en pal
(B ied m a ); cu artelad o 2.° y 3.°, e n cam po de p lata , un león cam ­
p ante, de azur, linguado de gules (E n riq u e de G uzm án). Carece
de casco o c im e ra ; tiene los m ism os adornos a m an era de la m ­
brequines sim plificados, q u e el a n te rio r escudo de la casa
condal de M o ra 27. E stos escudos (claro está q u e sin colores)
se pueden ver todavía en la p a rte p o ste rio r del fren te de sa r­
cófago de Layos en su actual situación en el M useo M arés de
B arcelona, donde se le h a instalad o de m an e ra que p u edan
co n tem p larse sus dos c aras, cosa que no pudo h a c er A. F e rn án ­
dez-G uerra, p o r hallarse el m árm ol em p o trad o en la pared.
2A Cf. E. H übner, Suppl. pág. III: «In Lagos, oppido a T oleto ve r­
sus m eridiem et orientem leu gas duas repertus a. 1654 (lo adelanta
un año) usque ad a. 1754 servatu s in palatio dom inorum villae...»
21 Debo agrad ecer aquí la am able colab oración que m e ha prestado
•en este aspecto heráldico el P. Julián M oreno E scriban o, S. J., quien
m e ha fa cilita d o estos datos. P or él tam bién h e sabido que D. F ran ­
cisco de R ojas fu e el prim er conde de M ora, título qu e le otorgó el rey
Felipe III; en segundas nupcias co n tra jo m atrim on io con d oñ a Francis­
ca P ortocarrero y de G uzm án; po r tanto, desde esa ép oca están y a en­
troncadas las casas de M ora y de Teba; la presencia, pues, de am bos
escudos en el frag m en to no es indicio suficiente p ara p recisa r m ás la
fecha en que éstos se esculpieron.
(1 4 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
SARCOFAGOS PALEOCRISTIANOS
269
Lo m ism o en los dibujos antiguos que en las fotografías poste­
riores y en -la m ism a pieza en su estado actual, se a p re c ia que
al a s e rra r el fren te y pro b ab lem en te p o r exigencia de las m e­
didas del lugar en el que debía reem p learse el m árm o l con
los escudos esculpidos, se m u tila ro n las dos escenas de los
extrem os, co rtando p a rte del edícolo d e Lázaro a -la izquierda
y p a rte del tro n o de la V irgen y de su espalda, a la derecha, en
la escena de la ad o ració n de los m agos.
P or com pra, sin duda, p asó el fren te de, sarcófago del con­
vento de S anto D om ingo el Real de Toledo al M useo M ares de
B arcelona; no sabem os cuándo ex actam ente: en u n catálogo
de este m useo fechado en 1955 no figura a ú n ; tiene ya en cam ­
bio el núm ero 9 -en el catálogo del año 1958M ide este sarcófago, m ejor, este fre n te de sarcófago 1,84 m.
de largo (recuérdese que e stá m u tila d o en -los e x tre m o s ; debió
ten e r u n a longitud ap ro x im ad a en tre 2,00 y 2,08 m .) y 0,63 m.
de alto- A esta a ltu ra n otable, no ta n frecuente, co rresp o n d e
tam bién, com o es n a tu ra l, u n a a ltu ra n o tab le m edia de las f i­
g uras: 0,58 m. Es de m árm ol blanco, de g ran o poco fino, y
e stá ro to o fue ya co n stru id o en dos piezas, según puede verse
p o r la línea de ro tu ra que sigue el perfil de la cabeza del após­
tol de la izquierda en la escena de la m ultiplicación de los
panes y desciende en tre los antebrazos de este ap óstol y de
A brahán, p a ra c o n tin u a r p o r to d a la silueta de Isaac (fig. 5).
De izquierda a derecha se suceden las siguientes escenas:
resu rrecció n de Lázaro, sacrificio de A brahán, m ultiplicación
de los panes y peces, O rante, Adán y Eva y adoración de los
m agos. E xiste en R om a un paralelo de este sarcófago, que
ofrece tan estrechas relaciones con él que no-s inclina a p e n sa r
en un m ism o ta lle r: es el Lat. 191 (WS 184,1) que es protoconstantin ian o ; especialm ente la e s tru c tu ra de la escena de A bra­
h án e Isaac es idéntica, y adem ás se tra ta de u n a identidad
que no se repite fácilm ente en otros sa rc ó fag o s: posición del
brazo de A brahán: m ano de Dios que aparece en tre el brazo
y la c a ra de A brahán; m ano izquierda de A brahán p u e sta sobre
la cabeza de Isaac: el carnero a la izquierda, a m edia a ltu ra;
el pequeño a lta r ju n to a Isaac. Pequeños porm en o res que en­
contram os en otros m uchos casos, pero nunca dispuestos todos
ellos de m an era tan ig u a l: con la peculiaridad adem ás de que
(151
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
270
M. SOTOMAYOR
en Layos se repiten exactam ente los detalles del Lat. 191 pero
reduciéndolos a veces a m eros esbozos, com o en el caso del
alta r, de la m ano de Dios y del c o rd e ro ; p arece claro que, p o r
c o n ta r con m enos espacio, se h a copiado el esquem a m ism o
del Lat. 191, pero estrech án d o lo y reduciéndolo. H ay o tro s d a­
tos com unes: los pliegues de la tú n ica exom is de A brahán y
su peinado; algunas p a rticu la rid a d es del palio del apóstol de
la izquierda en la escena de la m ultiplicación de los p a n e s ; en
la escena de Adán y Eva, etc.
La O rante tam bién se en cu en tra sola e.n este sarcófago, co­
m o en el an terio r; signo tam bién de antigüedad, cu ando co n ­
cu erd a adem ás con otros. D ejem os de paso bien claro que se
tra ta de una O rante fem enina, y no de u n h o m bre, com o equi­
vocadam ente se. h a dicho alguna vez.
La escena d e los m agos en p a ra lelo con la de Lázaro se da
únicam ente en dos sarcófagos españoles: en este de Layos y en
el de C a stilisc a r28. El de Layos es citado rep etid am en te p o r
L. De B ruyne en su clasificación de las c a ra c te rístic a s diversas
de la escena de los m a g o s 29: todos sus p o rm en o res son p ro ­
pios de la época c o n s ta n tin ia n a : el m odo vertical de c a e r el
m anto de la Virgen, el hecho de e s ta r sen tad a en sedia y no
sobre la ro ca : los dones de los m agos ofrecidos en platos m uy
p eq u eñ o s: el o rden de ofrecim iento de estos dones: oro, in ­
cienso y m ir r a ; la ausencia de arreo s en los cam ellos q u e apa­
recen al fondo.
Por lo dicho h a sta aquí la datación m ás ap ro p iad a p a ra el
sarcófago d e Lavos que estudiam os p arece ser tam b ién en la
p rim e ra m itad de la época con stan tin ian a. Es curioso que las
cabezas de Cristo no tienen todas el m ism o tipo de p ein ad o :
la del C risto de la resurrección de Lázaro es del tipo m ás a n ­
tiguo eo n sta n tin ian o : el Cristo-H éroe; en las o tra s escenas,
el peinado de Cristo se acerca m ás al C risto -E sta c ió n ; pero
todavía en sus p rim ero s m om entos: ya no existen los in n u m e­
rables rizos p o r to d a la cabeza, el pelo queda m ás disuelto y
28 V éanse las am plias consideraciones a este respecto de H. Schiunk,
sarcófago de Castiliscar: «Prim. Vi ana» 8 (1947) págs. 329-338.
29 L. De Bruyne, Im portante coperchio di sarcófago: Riv. Arch.
Cr. 21 (1944-1945) págs. 249-280.
El
(1 6 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
SARCOFAGOS PALEOCRISTIANOS
271
largo y cubre Jas orejas, pero aún no se organiza sim étrica­
m ente la caída del cabello sobre Ja frente; a ú n vem os las bocas
e n treab iertas, algunas cejas negativas, la O rante pein ad a de
a trá s hacia adelante y con las orejas libres. Las fechas quizá
m ás indicadas sean 315-325 30.
FRAGMENTO DE ERUSTES
E n el M useo A rqueológico N acional, S ala V IILI-A-9, se
e n cu en tra (adquirido en 1913) u n fragm ento de sarcófago paleocristiano procedente de E ru stes (a unos 42 km. en línea
recta, al N. 0 . de Toledo) (fig. 6).
J. López de Ayala-Alvarez de Toledo, conde de Cedillo, es­
crib ía en tre los años 1905-1907 31: "E n casa del vecino D. Ju an
Teullet (en E rustes), em bebido en el m uro ex terio r, ju n to a la
p u e rta de e n tra d a, a m etro y m edio de a ltu ra : frag m en to de
un sarcófago de m árm ol blanco. D ecoran la p a rte lateral que
se conserva del frente, com o d eco rarían la d esaparecida del
lado opuesto, las típicas estrígilas que son c a racterísticas en
varios de estos sarcófagos. E n el centro hay de relieve dos
colum nas p seudo-corintias de fustes e stria d o s oblicuam ente,
una de ellas sólo en p a rte conservada- E n el in tercolum nio
tam bién de relieve, vénse dos figuras m asculinas, vestidas con
luengas túnicas. Una de ellas, im berbe, está de fre n te y parece
19 H. Schlunk, E l sarcófago de Castiliscar, pág. 315: constantiniano.
L. De B ruyne, o. c. en la n ota anterior: entre 320-330. G. B ovini, Sarco­
fagi paleocristiani e paleobizantini della Spagna: C orsi Cult. R av. 1958,
Ravcnna 1958 fase. 1, pág. 9: lo clasifica junto con Jos de Gerona, com o
Jos más antiguos de E spaña. F. G erke, Christus, cap. III, nota 79 por
el tipo de C risto lo coloca en la época de tránsito al estilo blando (en­
tre 330-340), aunque éste y el de B e rja .pertenezcan según éi a la pri­
m era época de este m om ento de transición. Creo que este últim o autor
no tiene en cuenta suficientem ente el Cristo-H éroe de la escen a de
Lázaro, ni lás caras de los M agos, todavía tipos característico s de E s­
taciones con tensión en la expresión, rostro aún no redondeado, cejas
negativas.
31 Catálogo M onuineníal de la Provincia de Toledo, T oledo 1959,
p. 77, núm. 117. Las fechas indicadas: 1905-1907 las debo a noticias ob­
tenidas del m arqués de Lozova, que es adem ás quien se encargó de la
edición de este C atálogo que el conde de Cedillo dejó inédito.
(17)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
272
M. SOTOMAYOR
ten e r un libro en la m a n o ; la o tra está de p erfil y p arece su­
je ta r u n bolso (¿Jesu cristo y Judas?). Largo del fragm ento
0,83 m .; alto 0,40 m . E sc u ltu ra rom an a-cristian a. Siglo IV.
E ste interesante, fragm ento, abso lu tam en te desconocido h a sta
aquí, com o tan to s otros o b jetos y m o n u m en to s arqueológicos
y artístico s incluidos en este Catálogo, apareció h a rá unos 35
años, en el m ism o estado frag m en tario en que se ve, e n el
fondo de u n pozo de la casa en que se conserva. P o r hallarse
enjalbegado se ap recian m al los detalles".
Poco tie m p o después de escritas estas líneas, tuvo ocasión
el docto académ ico de o cuparse de nuevo del frag m en to de
E rustes. E scrib ía así el 10 de m ayo de 191032: “ E n la sesión
o rd in a ria celebrada p o r la A cadem ia en 5 d e noviem bre del
pasado año, el Sr. M arqués de L aurencín dió c u e n ta de haberle
noticiado D. Federico L atorre, vecino de Toledo, que com o en
u n a de sus excursiones viera em b u tid a en la p a re d de una
casa u n a losa esculpida y casi cegada p o r gruesa capa de, cal,
la ad q u irió y lim pió cuidadosam ente juzgando desde luego que
era u n frag m en to del fren te de u n sarcófago m arm ó reo y bisom o del siglo IV. El Sr. M arqués p resentó al m ism o tiem po
una fo tografía del fragm ento escultórico rem itid a tam b ién por
el p ropio Sr. L ato rre y cuya reproducción aparece en el B oletín.
A sistía a la sesión el que esto suscribe, y al ver la fotografía
h u b e de m an ifestar que, aunque to talm en te desconocido p a ra
la A rqueología co n tem poránea, conocía yo el o b jeto rep resen ­
tado, que era, en efecto, un fragm ento de un sarcófago cris­
tiano del siglo IV, p ro ced en te de E ru stes, pueblo de la p ro ­
vincia de Toledo. Añadí que yo ten ía in v en tariad o y descrito
dicho frag m en to en m i inédito C atálogo m o n u m en tal de la
provincia de Toledo. E n la siguiente ju n ta de la Academ ia, el
Sr. M arqués de L aurencín dió lec tu ra de u n a descripción del
relieve, enviada p o r el Sr. L atorre, que dice de e sta m an e ra:
“E n u n a de m is excursiones p o r esta pro v in cia visité u n p u e ­
blo de poco vecindario y al atrav esarlo vi desde lejos algo de­
corado en u n a p ared blanqueada, m e acerqué a ella y observé
que, e m b u tid a e n la m ism a, h a b ía u n a losa en la que se adi­
vinaba u n grupo de dos figuras h u m an as y varios estrígiles,
32 «Bol. R eal Acad. Hist.» 56 (1910) 455-459.
(18)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
SARCOFAGOS PALEOCRISTIANOS
273
cuasi cubiertos del todo p o r cal y m ortero. E n m i p o d e r la
losa, p o r h a b e rla com prado, procedí a q u ita r con grandes p r e ­
cauciones, las p rim e ra s capas que o cu ltaban la lab o r y quedó
al d escubierto u n a losa de m árm ol blanco de 0,88 m. de largo
p o r 0,44 de ancho u 0,08 de grueso. ...Hay esperanzas mluy fu n ­
dadas de d e se n te rra r el resto que se sabe donde e s tá ...”
E sta últim a noticia que. nos da D. Federico L a to rre p u d iera
ser m uy interesante, si pudiese c o n d u cir al hallazgo efectivo
de los dem ás fragm entos del m ism o sarcófago. Podem os co m ­
p le ta r esa alusión con las noticias que él m ism o com u n ica a
D. R odrigo A m ador de los Ríos con fecha 4 de ju lio de 1913 3J,
cuando se tra ta de venderlo al M useo A rqueológico N a c io n a l:
"en la plaza, e m b u tid o en u n a p ared y casi c u b ie rto de cal, vi
el trozo de sa rc ó fa g o ; el dueño m e dijo que al h a c e r u n a o b ra
en aquella casa, en co n tró varias p iedras de la m ism a clase que
la de que se tra ta , la que fijó en la fachada; y las o tra s las
a rro jó a un pozo q u e después de cegado tiene encim a u n m u r o ;
m e añ ad ió que si yo quería ad q u irirlo s com o lo h a b ía hecho
de la conocida, ten d ría yo que su fra g a r los gastos. Volví dis­
p u esto a ello, p e ro desistí en vista de que las seguridades an­
terio res se volvieron dudas. E sto es todo lo q u e sé referen te
al sarcófago ..”. Fue u n a v e rd a d e ra p e n a q u e no se decidiese
a b u sc ar entonces los resta n te s fragm entos, a p e sa r de las du­
das. E n la actualidad, com o he p o d id o c o m p ro b a r en m i visita
a E ru stes del 14 de o ctu b re de 1967, existe to d av ía la m ism a
casa de D- Ju a n Teullet, que p e rte n ec e a h o ra al h ijo de éste,
D T eodoro; e stá la casa a la e n tra d a del pueblo, en u n e n sa n ­
che que oficialm ente se llam a calle Real, de la que la casa en
cuestión es el núm . 2. H ay a la e n tra d a un p a tio , con h a b ita ­
ciones a izquierda y derecha de él y u n a ta p ia al fo n d o que
divide actualm ente el p a tio de la casa de D. T eodoro de la
casa siguiente, que, en tiem pos de D. Ju a n e ra p a rte d e su m is­
m a casa. E ste d ato puede ser in teresan te, p o rq u e D. Teodoro
dice h a b e r oído a su abuela decir que o tro frag m en to que en­
ca ja b a con el vendido, cu b ría u n pozo m edianero y cayó d e n ­
tro de él. Sin duda se tra ta del “pozo cegado que tiene u n
33 M useo Arqueológico N acional, S ecretaría: «Adquis. del M us. 1913»
núm . 51. V éa se allí m ism o, c arta del 4 de ju lio de 1913.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
274
M. SOTOMAYOR
m uro encim a” de que nos h a b la D. Federico L a to rre ; a h o ra
bien: si e ra u n pozo m edianero, el m u ro q u e lo cu b re debe
ser el que dividía la casa de D. Ju a n de la siguiente; y, p o r
tan to , b a jo ese m uro, y no b a jo el que hoy día sirve de fondo
al patio, h a b ría que in te n ta r b u sc ar el pozo donde puede ser
que ap arezcan los fragm entos que faltan , y que ta n in teresan te
sería recuperar.
E n su estado actual, el fragm ento conservado es p a rte del
fren te de u n sarcófago; a la izquierda hay u n cam po de estrígiles, y a la derecha u n a escena en cu ad rad a p o r dos colum nas
adosadas, e stria d a s en espiral, con capiteles de o rd en com ­
puesto, de los que a rra n c a u n arco escarzano m uy reb a jad o 34.
Los capiteles in te rru m p e n la cornisa que e n c u ad ra p o r su p a r­
te su p e rio r el cam po de estrígiles (fig. 6).
Las m edidas del frag m en to hem os visto que v a ría n algo
en el conde de Cadillo y en D. Federico L a to rr e : las que yo he
podido a p re c ia r son las siguientes; longitud m áxim a; 0,86 m.
E sta longitud m áxim a com prende el cam po de estrígiles ín te ­
gro y la escena c e n tral con am bas colum nas; a ltu ra : 0,42 m.
F alta la p a rte in fe rio r del fren te en to d a su lo n g itu d : es decir,
to d a la p a rte b aja, q u e h a b rá quedado ad h e rid a al fondo del
sarcófago y que debió suponer m ás o m enos unos 7 u 8 cm.
m ás; espesor del m árm o l: 0,08 m. La fig u ra de Pedro, desde
la cabeza h a s ta el b o rd e del palio, m ide 0,38 m. (le fa lta n los
pies).
Desde el p u n to de vista iconográfico sería de gran interés
p o d e r d e te rm in a r si el frente constaba de cinco cam pos la b ra ­
dos : dos de estrígiles y tres figurados (u n a escena en el cen tro
y o tra en cada extrem o), o sólo c o n ta b a con tres c a m p o s : es­
cena cen tral y estrígiles a cada lado, con rem a te de colum nas
o p ilastras.
Las m edidas del fragm ento favorecen m ás bien la hipótesis
de los cinco cam pos, aunque no de u n a m an era decisiva: su p o ­
niendo que existiesen dos escenas en los extrem os, adem ás de
la escena c e n tral y ¡los dos cam pos estrígiles, la longitud to tal
34 En W S 109,4, en vez de arco se ve frontón; adem ás, a la izqu ier­
da no se aprecia ningún resto de colum na; todo esto no corresponde
a la realidad.
(20)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
SARCOFAGOS PALEOCRTSTIANOS
275
del fren te sería de 2,06 m. (36 cm. cada escena, con las co lu m ­
nas, m ás 50 cm. en tre colum na y colum na, en los dos cam pos
de e stríg ile s); esta longitud, según las p ro porciones m ás fre­
cuentes en los sarcófagos paleocristianos, e stá de acuerdo con
los 48 o 50 cm. que debió te n e r de alto; p a ra e sta a ltu ra , en
cam bio, no iría bien u n a longitud de 1,50 m., q u e sería la que
le co rresp o n d ería al sarcófago en caso de que sus extrem os
concluyesen en u n a colum na, sin m ás escenas figuradas. Ade­
m ás, en el extrem o izquierdo del frag m en to q u edan todavía
ra stro s de u n a c o lu m n a ; se aprecia b ien u n a de las volutas de
su capitel y, sobre éste, el m ism o reb aje en la c o rn isa que en­
co n tram o s sobre el capitel conservado en la escena c e n tra l y
q u e creo no tiene m ás razón de ser que h a c er posible el relieve
del a rra n q u e del arco. Adem ás, en caso d e e x istir o tra escena
en ese ángulo, se explica m ejo r la línea de ro tu ra actu al, p o r
la p a rte m ás débil del relieve, siguiendo la línea del apoyo del
fuste de la colum na en el fondo p lan o ; si la colum na fuese el
extrem o del fren te del sarcófago, el fuste debería ap o y ar sobre
el a rra n q u e del lado m en o r de é s te ; que así no fue lo dem ues­
tra la p a rte in ferio r izquierda del frag m en to , que p o r d etrás
es liso y continuado, aunque se conserva p o r delante h a s ta la
m itad del ancho del fuste de la colum na.
Una razón no m uy fu erte, p e ro que pu ed e c o n s titu ir en
cam bio u n indicio en c o n tra de la existencia de o tra s escenas
figuradas en este sarcófago, es el hecho de que no fuesen con­
servadas y usadas com o decoración de la casa p o r D. Ju an
Teullet, com o lo fue el frag m en to que hoy tenem os; p ero b ien
pudo suceder que apareciesen ya en estad o fra g m en ta rio y no
m ereciesen p o r eso la atención del dueño de la casa.
La escena conservada en el fragm ento, au nque incom pleta
y no concebida ciertam en te en su fo rm a m ás com ún, difícil­
m ente puede ser o tra que la m ism a escena de C risto con P edro
y el gallo que hem os com entado a p ro p ó sito del fragm ento
de la P u e rta del Sol. S. Pedro está a la izquierda, casi de p e r­
fil, vuelto h acia su izquierda, donde aparece C risto, e n po si­
ción frontal, m uy ligeram ente vuelto h acia P edro a quien h a b la
con el gesto de su m ano derecha. E n la m ano izq u ierd a C risto
tiene un volum en en la posición llam ad a de “ lec tu ra in te rru m ­
p id a ”. C risto es im b erb e; su peinado no pu ed e distinguirse,
(2 1 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
276
M. SOTOMAYOR
dado el m al estado de conservación de la cabeza. El único
brazo visible de P edro es el derecho; lo tiene extendido hacia
abajo, y con la m ano izquierda a g a rra el b o rd e del palio c ru ­
zado horizo n talm en te a u n a a ltu ra algo m ás b a ja de la cintura.
Del gallo no quedan ra stro s, pero sí el espacio suficiente p a ra
que existiese e n tre las dos figuras conservadas, a las que falta
la p a rte b a ja de las p iernas y Jos pies.
De e n tre los in n u m erab les sarcófagos que contienen la es­
cena del gallo, solam ente doce la p rese n tan en posición cen­
tra l ; en el de E ru stes, adem ás de central, hay alguna posib ili­
dad de que sea tam bién única; en ese caso, te n d ría u n solo
caso paralelo en e l sarcófago estrigilado Lat. 154 (WS 120,2),
de h acia el 320. De los doce que la p rese n tan en el c e n tro de
la com posición, tres son españoles: E ru ste s, C órdoba (E rm ita
de los M ártires) y M arios- Hay o tra p e cu liarid ad que lo re la ­
ciona con el citado sarcófago de C órdoba: de e n tre los once
sarcófagos estrigilados que c u e n ta n con, la escena del gallo,
solam ente el de C órdoba y el de E ru ste s la p re se n ta n e n m a r­
cada p o r colum nas y arco.
El m al estad o de conservación del frag m en to no p erm ite
u n análisis d etallado de sus características de estilo y técnica;
sin em bargo, los datos que p u eden observarse., coinciden to­
dos y confluyen hacia u n a época c o n stan tin ian a m ás o m enos
ta rd ía : la cabellera de C risto p arece ser la del tipo de CristoE stació n ; los pliegues de los vestidos e stá n obtenidos sólo
negativam ente p o r m edio del trép an o y sin ad a p ta c ió n n in ­
guna a las form as del cuerpo; las volutas de los capiteles to ­
davía no se h a n convertido en r o s e ta s 35. Con r a z ó n , pues,
H. S chlunk, G. Bovini, E. S tom m el y o tro s, lo h a n considerado
com o c o n stan tin ian o y podríam os asignarle com o fecha de su
elaboración h acia el 330.
35 C f. Alex. C oburn S oper, The latín Style on christian Sarcophagi
o f the fourth century: The Art, BuW, 19 (1937) 146-202.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
IL COMPUTO DELLA PASQUA
NELL'EPISTOLA XXII DI SAN BRAULIO
Por el Prof. M. RUFFINI
L’epistola X X II delI'epistolario di S. Brauilio, ed ito dal p.
José M adoz é un singolare docum ento indirizzato ad u n vescovo, E u tro p io , che gli aveva sc ritto u n a le tte ra non. g iu n ta , e
rim as ta quindi senza risp o sta, p e r chiedergli istru zio n i su lla
d a ta délla Pasqua; l'epistola X X II é la ris p o ta di S. B raulio
a d u n a seconda le tte ra sullo stesso argom ento, com e ap p are
dal su o inizio: "S ollicitudini b ea titu d in is ves trae, q u a te dignaris in m e ritu m requirere-, dum non p o ssu m dignas g ratias
agere, q u a n to m inus responderé? Sed ille qui solus se debitorem fecit p ro inope, e t cui c u ra est resp o n d eré p ro im possibile,
vice m ea tib i, dom no m eo, resp o n d eat, e t b en ig n itatem quam
in m e ostendis, ipse re s titu a t” 2. E S- B raulio p recisa che "de
festo au tem paschali, quod in q u ire re ab h u m ilita te n o stra
iussisti, noverit sa n ctita s v e stra hoc esse rec tu m , u t sexto idus
apriles, luna vicésim a p rim a, Pascha an n o isto c c le b r e tu r " 3.
La te tte ra é fácilm ente d atab ile a ll'a n n o 640; dice in fa tti
ohe deve essere la p a sq u a cP lebrata nel sesto g iom o p rim a
degli id i di aprile, che co rrisp o n d e al ventesim oprim o giom o
della luna; e aggiunge p iü in la u n ’a ltra precisazione, che cioé
la p a sq u a eb raica cadeva in qu ell'an n o il p rim o di aprile, “...in
kalendis ap rilibus hoc anno non c h ristia n o m m , sed P ascha
1 E pistolario de S. Braulio de Zaragoza... p o r José M adoz, S, J.,
M adrid 1941, págs. 132-36,
2 M adoz, o. c., pág. 132.
3 Id., o, c., págs. 132-33.
,
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
tu
278
M. R U F F IN t
o ccu rrit iudaeorum , ex veteri et non ex novo Testam ento...
Q uodcirca in sequenti dom inica celebrandum est a nobis Pascha, quod erit, u t praem isi, sexto idus apriles, luna vicésim a
p rim a ..."A.
La p a sq u a si e ra celébrala nel sesto giorno p rim a degli idi
di ap rile negli anni 619 e 630 e rito rn a v a nello stesso giorno
nel 641; é in u tile cercare negli a ltri an n i della v ita d i S. B ra u ­
lio, n a to tra il 581 e il 600 e rnorto nel 651, poiché la le tte ra di
E u tro p io vescovo deve essere s ta ta indirizzata ad u n a a u to ritá
riconosciuta, q uindi a S. B raulio giá vescovo, e p e ria n to dopo
il 631, d a ta della sua elezione a vescovo di Saragozza, m en tre
la P asqua non sarebbe rito rn a ta nel sesto giorno p rim a degli
idi di aprile che nel 660, dopo la su a m orte. Delle tre date
sunnom inate, 619, 630 e 641, solo in q u e st’u ltim a il sesto gior­
no p rim a degli idi di ap rile corrispondeva al ventesim o p rim o
della luna, sicché é fu o ri di dubbio che questo é l’an n o a cui
si riferisce la p a sq u a in discussione, “P ascha anno isto celeb re tu r ” 5, e "kalendis ap rilib u s hoc a n n o " 6, sicché, poiché
l’anno iniziava allo ra in S pagna con il p rim o giorno di se tie m ­
b re, l’ep istola di B raulio deve essere d a ta ta tr a quel giorno
1 se tte m b re 640 e il m arzo 641, m a piú p ro b ab ilm en te verso
Tinizio dell’anno, p e r la necessitá che E u tro p io aveva d i stabilire p e r la sua chiesa le feste m obili dalla p a sq u a dipendenti.
La d o m anda di E u tro p io evidentem ente e ra segno dei d u b b i
che dovevano serpeggiare in S pagna sulle m o d a litá della datazione delki p asq u a, cosi com e é segno del p restig io che
S. B raulio godeva p resso gli a ltri vescovi. N ella su a risp o sta
risa lta anche la su a u m iltá, poiché egli si appoggia a ll’a u to ritá
di autorevoli p reced en ti fo n ti: "Sic enim a n tiq u i m aiores nostri p rae sc rip se ru n t, id est ad T heudosium ira p e ra to re m Theup h ilu s; sic successor eius Cyrillus; sic D ionysius; sic ad pap a m Leonem P ro teriu s; necnon e t Paschasinus, e t reliq u i quo­
ru m longum est faceré m entionem . Sed e t n o stri tem p o ris vir
insignis H ispalensis I s id o r u s " 7; e saviam ente aggiunge: “Nec
4
5
6
7
Id.,
Id.,
Id.,
Id.,
o.
o.
o.
o.
c.,
c„
c„
c„
págs. 335-36.
pág. 133.
pág. 135.
págs. 133-34.
(2)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
279
IL COMPUTO DELLA PASQUA
credo eos in negotio tam m agno ac necessario p ra e te rm issa
diligentia et labore potuisse d e lin q u e re ” 8; q u e sta frase h a
ta n to piü valore in qu an to la sappiam o ric a lc a ta dalla le tte ra
del p a tria rc a di A lessandria P ro terio a p a p a Leone M agno,
sullo stesso argom ento nella traduzione latin a di Dionigi il
Piccolo: "...in negotio tam m agno ac necessario, p rae term isso
d i l i g e n t i a e labore potuisse d e lin q u e re " 9. E videntem ente
S. B raulio conosceva bene le sue fonti, delle q u a li c ertam en te
possedera copia.
¥ * *
Per conoscere le ragioni dei dubbi di E u tro p io é necessario
rifa re brevem ente la sto ria del p ro b lem a delta stabilizzazione
della d a ta della p asq u a, che ci d im o stre rá q u a n to S. B raulio
fosse bene ad d en tro alia questione. E rifacciam oci al Concilio
di Nicea.
Si sa che giá nel secolo I I o erano so rte divergenze tra i cristiani, u n a p a rte dei quali festeggiavano la p a sq u a nella d a ta
ebraiea del 14 del m ese di nisan, m entre, gli a ltri la facevano
rico rere il venerdi e il sab ato seguenti. I p rim i e ra n o ch iam ati
" q u a rto d e c im a n i” 10 ed erano nem erosi nell'A sia p roconsolare
e avevano dato origine a discussioni tr a i p a p i Aniceto e V ittore da una p a rte e Policarpo di S m irne e P olicrate di Efeso
dall’a ltra, invocando, am bedue le p a rti, tradizioni apostoliche,
a R om a quelle di P ietro e Paolo, in O riente q u ella di S. Giovanni E vangelista. N on e ra facile tu tta v ia m ette rsi d ’accordo
per i m olti d ifetti del calendario giudaico 1], b a sa to su 12 m esi
lu n ari di 29 e 30 giorni, p iü c o rto quindi di 11 giorni dell'anno
solare; bisognava quindi aggiungere ogni due o tre anni u n
m ese in tercalare tra i m esi di a d a r e nisan, ch iam ato v e a d a r 12.
8 Id., o. c., pág. 134.
9 S. Leone M agno, E pistolae, in P. L., L IV , epist. 133, cap. I.
5(1 II 14 nizam si com m em orava la crocefission e e la m o rte del Signore; la resurrezione veniva com m em orata tre o anche due giorni dopo.
11 Al tem po del Signore era in u so un calen d ario stabilito dal Libro
dei Giubüei due secoli prim a d ell’era cristian a.
13 Ne! ciclo di 19 anni il m ese intercalare si aggiungeva negli anni
3, 6, 8, 11, 14, 17, 19.
(3)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
M. RUFFINI
Ma n e p p u re con q uesta correzione l'an n o giudaico po tev a
assicu rare l’esattezza astro n ó m ica né la sta b ilitá della d a ta
pasquale, poiché la sua d u ra ta variava da 353, 354, 355 g io m i
negli anni n orm ali a 383, 384 e 385 negli anni con il m ese in­
tercalato. Le cose, n a tu ra lm e n te , si aggravaron dopo il 70 con
la rovina del tem pio, lo scioglim ento del sinedrio e la d iasp o ra
ebraica.
Nel p rim o Concilio E cum énico di N icea del 325 i p a d ri conciliari decisero di com unicare alie a ltre chiese, ogni anno, la
d a ta p asq u ale fissa ta dalla chiesa alessan d rin a, la quále teneva p e r regola di calcolarla nella p rim a dom enica dopo la
luna p ien a seguente l'equinozio di p rim av era, tenendo p e r
base il calen d ario solare giuliano, m olto p iü preciso e stab ile
di quello ebraico. T u tto ció ap p a re dalla "S to ria e c le siá stic a ”
di T eodoreto di Ciro, che rip o rta l’epistola del concilio alia
chiesa d i A lessandria 13 e dalla "V ita di C o stan tin o ” di E usebio
di Cesárea, che rip o rta 1' " E p ísto la c irc o la re ” d e ll’im p e rato re
ai vescovi della c ristia n itá 14. II bisogno di u n ifo rm a re p e r tu tta
la Chiesa la d a ta pasquale e ra stata, gia p rim a del Concilio di
Nicea, esp ressa dal sínodo di A rélate, in G allia, nel 314, il quale nel suo p rim o canone invitava il p a p a "p rim o loco de observatione Paschae Dom ini, u t uno die e t uno tem p o re p e r
om nem orbem a nobis o b serv en tu r e t ju x ta co n su etu d in em
litte ra s a d om nes tu d irig a s" 15. La chiesa di A lessandria aveva
ricevuto dal Concilio di N icea T incarico di d e te rm in a re la d a ta
déla p a sq u a parché, com o scriv erá p iü ta rd i p a p a Leone M ag­
no il 15 giugno del 453 all, im per a to re M arciano, "san cti p atres
om nem hanc c u ra m A lexandrino episcopo delegantes, q u o n iam
ap u d Aegyptios h u ju s su p p u ta tio n is tra d ita esse v id eb a tu r per itia ” lú.
13 Teodoreto, Istoria ecclesiastica, I, 8.
14 E usebio, V ita Constantini, II I, 18-20; Teodoreto, o. c., I, 9. T es­
tim on ian te si trovano in altri scritti d i E u seb io e in Atanasio, D e Synodis, 5, e n ella E pístola ad Africanos, 2. S e n e trovan o cen ni anche
negli scritti degii storici del V secolo, S ocrate e Sozom eno.
,5 Fr. Lauchert. D ie K anones der w ichtígsten altkirelichen C onci­
llen nebst den A postolischen Kanones, F reiburg im B rei, 1896, pág. 26.
16 S. Leone M agno, E pístola C X )(I, c. 1, del 15 giugno 453, diretta
al 1' im per atore M arciano.
(4)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
IN ST IT U T O P IJ O V IN C / A I
H
2.
o
o.
o
IL COMPUTO DELLA PASQUA
A
^l >
*
28l
S O N V 0 3 7 O I S O ia n iS 3
La decisione del Concilio niceno sem brava ch iara, sem plice,
definitiva, m a in re a ltá non trovó p ien a applicazione e la con­
troversia pasquale continuó so tto a ltra form a. Com e abbiam o
visto la d a ta dipendeva dal calcólo deU'equinozio di p rim av era,
calcolato nel giorno 21 m arzo. R om a seguiva u n a ltro c riterio
e la d a ta deU'equinozio p o tev a v a ria re dal 18 al 25 m a r z o 17;
p e r di p iü la p asq u a non veniva c e le b ra ta se cadeva nella dom enica seguente il sab ato 21 m arzo, alm eno p e r u n c e rto p e ­
ríodo, m a si rim andava alia dom enica successiva, 27 m arzo;
e a n c o ra : i term ini p asq u ali e ra n o p e r A lessandría il 22 m arzo
e il 25 aprile, m en tre p e r R om a era n o il 23 m arzo e il 22 a p ri­
le, pro lu n g ato poi fino al 24 e anche il 25 dello stesso mese.
In o ltra continuavano a seguiré p ra tic h e sim ili a quelle dei
quarto d ecim an i cristia n i orien tali della Siria, della M esopotam ia e di p a rte della Cilicia, ta n to che il Concilio di A ntiochia
del 341 doveva m inacciare l’esclusione d a lla ohiesa p e r coloro
che non si sottom ettevano alia decisione del Concilio niceno
e preve de va la scom unica p e r i sacerdoti che avessero festeggiato la p asq u a p rim a dell’ equinozio, insiem e con gii e b r e i 18.
Alia fine del secolo IV S. Giovanni C risóstom o doveva ac erb a ­
m ente rim p ro v erare alcuni cristian i di A ntiochia che an co ra
festeggiovano la p a sq u a con gli ebrei K, e S. E pifanio doveva
an c h ’egli intervenire co n tro q u e sta p ratica , a ttu a ta dalla setta
oriéntale degli audieni, sia p e r rich iam arli a q u a n to stabilitio
nel Concilio di Nieea, sia p e r fa r lo ro c o n sid e ra re il diverso
significato delle due pasque, la c ris tia n a e l'eb ra ic a . Secondo
T eodoreto e S ocrate a n c o ra nel secolo V esistevano cristia n i
che non osservavano la p a sq u a con gli a ltri loro correligion a ri M.
R ito rn an d o alie divergenze di calcólo deU'equinozio di pri17 H efele L ecleroq, H istoire des C onciles, P arís 1907, I, pág. 453;
G. Fritz, Les controverses pascales, n ell’art. Pagues, in D ictionnaire de
Théologie Catholique, X I, II, col 1958.
is H efele Leclercq, o. c., I, 2, págs. 702-715.
w P. G „ X L V III, 588.
20 H rysostom os Papadopulos, To Z éíem a per't íes heoríés tu Pascha
meta ten próten oikum enikén Synodon, nella revista «Epistem oniké
E p eterís tés Theologikés tu Panepistem íu Athenón», (Atene, 1935-36),
págs. 111-121.
(5)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
282
k . R U FFIN I
m avera tra R om a e A lessandria fino al tem po che ci interessa,
esse fu ro n o dopo il 325 dieci nel secolo IV, o tto nel V, nove
nel VI, cinque nel V II, e i periodi di piü lungo accordo cad d ero
dal 418 al 474 e dal 596 al 644. Nel 349 la divergenza fu addir ittu r a dal 26 m arzo secondo il cálcalo ro m an o al 23 aprile
secondo quello a'lessandrino, m a p a re che ab b ia prevalso il
p r im o 21. E tu ttav ia continuava ad essere preoccupazione delle
anim e piü santae l’u n ifo rm itá della data, com e ci d im o stran o
le preoccupazioni di S. A tanasio nel Concilio di Sandica e, il
com prom esso ohe ne derivó. N el fra tte m p o il p a tria rc a di Ale­
ssan d ria Teófilo (385-412) aveva cal colato u n ciclo pasquale
di 418 anni, in base al quale aveva fo rm u la to u n a tab e lla di
cento anni, dal 380 al 479, dedicata aH’im p e rato re T e o d o sio 22
e che p a rtiv a dal 285 del l e r a di Diocleziano, e o rrisp o n d e n te
all'anno del p rim o consolato di T e o d o sio 23. Q uesta tab ella ebbe
poi il m érito di indebolire col tem po la "su p p o ta tio ro m a n a ”,
rito rn a n d o al risp e tto della raccom andazione del Concilio
n ic e n o ; tu tta v ia le differenze con tin u aro n o , ta n to che nei trein­
ta an n i antecedenti alia m o rte di S. A tanasio ben sei volte vi
furono divergenze nella fissazione della d a ta p asquale, p rec i­
sam ente negli anni 346, 349, 350, 357, 360, 373.
Dopo la m o rte di S. A tanasio nel 373, la divergenza si v eri­
ficó di nuovo nel 387, in cui la lu n a p ien a a w e n n e il 19 m arzo;
Rom a aveva fissa ta la p a sq u a p e r il 21 m arzo, il che non era
esatto poiché la lu n a piena del 19, essendo preequinoziale non
era v a lid a ; A lessandria, in fatti, su q u e sta co n statazione aveva
rite n u to b u o n a la lu n a p ien a successiva del m ese di aprile
che cadeva il 18 del m ese e fissava la d a ta di p a sq u a il 25 successivo Teodosio richiese spiegazioni a Teófilo, il qu ale ris­
póse giustificando il com puto alessandrino, conferm ando la
21 Art. Paques, cit., col, 1545. II m etrop olita Hirysostom os Papadopulos, o. c„ pág. 125, é d'accord o p er le date 333, 346, 349. H. B rinkm ann,
A líe und neue Zeitrechnung. K alenderkunde fü r Jedermann. Datumschlüssel fü r den Sippenforscher, G orlitz 1939, pág. 157, ind ica invece la
data alessandrina p er q u esti anni.
22 II L eclercq, art. Paques, col. 1554, dice 480-520, il ohe é errato.
23 H rysostom os Papadopulos, o. c., pág. 125; J. B ach, Die OsterfestBerechnung in alter und neuer Zeit. E in Beitrag zur christlichen Chronologie, F reibu rg im Bri., pág. 17.
(6 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
IL COMPUTO d e l l a p a s q u a
283
d a ta del 25 aprile. E ’ la le tte ra a oui accenna S. B raulio. An­
che S. Am brogio, c o n su ltato da Rom a, si pro n u n ció p e r il cal­
cólo degli "egiziani”, com e scrisse in u n a le tte ra ai vescovi
dell’E m ilia 24.
Altra grande differenza si verificó nel 417 so tto p a p a Zosim o, che, p u r essendo greco, m antenne la d a ta ro m a n a del 25
m arzo invece di quella alessandrina del 22 a p r ile 25.
Nel 444 si verificava n uevam ente u n a notevole differenza
di date, 26 m arzo p e r R o m a 2Í>, 23 aprile p er A lessandria. P apa
Leone M agno, preoccupato del fa tto , si rivolse a C irillo di
A lesandria, nella speranza uhe il p a tria rc a si p ro n u n ciasse in
favore del com puto rom ano, che, diceva, seguiva “la tradizione
di S. P ie tro ”; Cirillo sostenne la d a ta a lesan d rin a, e il p a p a
allo ra si rivolse al vescovo di Lilibeo, P aschasino, il quale
trovó giuste le ragioni a d d o tte da Cirillo p e r so sten ere la d a ta
del com puto di A lessandria, riuscendo a p e rsu a d e re il papa,
che lo conosceva non solo com e esp erto in cronologia, m a del
quale godeva anche lo fid u c ia 11.
Nel 448 u n a nuova differenza di datazione, dovuta alia
divarsitá dei sistem i ciclici, l'alessan d rin o di 19 anni, e il r o ­
m ano di 84, fu co m p o sta con u n a m odifica f a tta al ciclo ro­
m ano, n o ta com e tab ella pasquale di Zeitz, dal nom e della
localitá tedesca dello A nhalt dove trovata.
Leone Magno doveva tra v a rsi an co ra u n a volta di fro n te
al p ro b lem a nel 455, quando la p a sq u a doveva cadere p er Ro­
m a il 17 aprile e p e r A lessandria il 24 dello stesso m ese. La
differenza non era grande, soltando di u n a settim an a, m a e ra
una questione di prin cip io che andava risolta. II p a p a si era
rivolto fin dal giugno del 453 sia al p a tria rc a alessandrino
Proterio che a ll’im p e rato re M arciano p e r av vertirli che R o m '
2i «Secundum A egyptios prim o m ense celebra turi sum us dom inicum , hoc est séptim o K alend as M aii, q u i e st dies trigesim us Pharmuthi», cioé il 25 aprile; P. L„ X V I, col. 1027, ep. X X III.
25 E. Caspar, G eschichte des Papsttum s von der Anfangen bis z.ur
H óhe der W eltherrschaft, Tübingen, 1930, I, pág. 60.
26 G. Fritz, art. cit., col 1959; E. C aspar, o. c., pág. 459 ind ica erró­
neam ente il 25 m arzo, non avendo tenuto con to che Tanno era bisestile.
27 Pascasino fu nel C on cilio E cum énico IV di Calcedonia del 451
uno dei leg ati papali.
(7)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
284
fci. RTJFFINT
non avrebbe p o tu to celebrare la P asqua il 24 ap rile e chiedeva
un intervento im periale p e r o tte n e re che A lessandria cedesse;
in tá] senso scriveva anche al suo ra p p re se n ta n te p resso l'im p e ra to re , il vescovo G iuliano di C o s 2S. Suggeriva anche di d a ré
il p ro b lem a alio stu d io agli egiziani o a co m p eten ti in calcoli
calendaristici. Poiché la risp o ta tard a v a a venire Leone inviava
a P ro terio un "co m m u n ito riu m ’', u n m em oriale, nel quale tentava di f a r a p p a rire dubbi i calcoli di Teófilo, non in sé, m a a
causa di e rro ri di traserizione dei copisti. Nel gennaio del 454
l'im p e ra to re risponde,va di aver in caricato gli egiziani di u n
preciso esam e della q u estio n e; nel m aggio dello stesso anno
P ro terio rispondeva d ire tta m e n te al p a p a che, in seguí to alia
sua le tte ra e p e r incarico d e llím p e ra to re , aveva esam in ato la
questione e so tto p o sto a precise e coscienziose indagini i d a ti
di Teófilo sul com puto pascuale e che non vi aveva tro v ato
m anchevoleza alcu n a, né che poteva p e n sare che u n simile.
uom o avesse p o tu to sbagliare p e r negligenza in u n a q u estio n e
cosi grande e necessaria
P apa Leone, p u r n o n d im o stran d o si
persuaso, scrisse a ll’im p e rato re ringraziandolo e a ccettan d o la
d a ta del 25 ap rile p e r la p a sq u a del 455, “n o n q u ia ra tio m anifesta do cu erit, sed qu ia u n ita íis, quam m áxim e cu sto d im u s,
cu ra p e rs u a s e rit’'
Q uesto suo desiderio di m an te n ere l’u m tá
della Chiesa ap p are m an ifestó anche nella le tte ra co n la qu ale
annunciava alie chiese la d a ta p asq u ale p e r q u ell'an n o : " S tu ­
dio u n ita tis e t pacis m alui O rientalium definitionem acquiescere, q u am tan ta e festivitatis o b serv an tia d issid e re " 31. E tu tto
questo to rn a a suo onore! N ella "C ro n aca” a ttrib u ita a P ros­
pero d’A quitania é d etto che effettivam ente solo il desiderio
di u n itá e di pace convinsero p a p a Leone a c ed ere e n o n p a re
che n ep p u re luí, P rospero, ne fosse m olto e n tu s ia s ta 32.
Del sacrificio fa tto Leone n o n e ra tu tta v ia contento, e per28 II C aspar ritiene che fosse vescovo d i C hio, che dice c ittá della
B itin ia Pontica; o. c., 481; si tratta invece di una isole delle C icladi, Cos,
vicina a Patm os, d i fren te ad A licam asso.
2V L ’ep istola di P roterio a S. Leone M agno, trad o tta in latino da
D ionígi il P iccolo si trova in P. /,,, L X V II, coll. 507-14.
P. L., LIV, col. 1101.
P. L„ LIV, col. 1101.
32 E. C aspar, o. c., pág. 546.
(8 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
IL COMPUTO DELLA PASQUA
2*5
tan to incaricó I'arcidiacono lla n o , che. gli doveva succedere nel
seggio pápale, di fare u n a nuova correzione al ciclo rom ano
di 84 anni, m a dopo m olti studi su c a le n d a risti latini e greci,
non sentendosi Ila rio in condizione di p o rta re a term in e l'incarico datogli, nel 457 lo affidava a u n b u e n n o to c a len d arista,
il m oñaco V itto rin o A q u ita n o 33, che vedrem o sú b ito e il cui
com puto pare fosse p o i m esso in vigore da p a p a Ila rio nel
465
V ittorino non é n om inato d a S. B raulio, m a é im possibile che non ne avesse notizia, essendo egli tro p p o im p o rta n te
nella sto ria del com puto pasquale; p ro b ab ilm en te non aveva
copia del suo com puto e lo deve aver com preso tra quei "roliqui qu o ru m longum este facere m en tio n e m ”.
V ittorino, com e dice il soprannom e, aq u ita n o com e P ros­
pero, e forse da costui raccom andato a Rom a, fe n o to p e r aver
steso u n ciclo p a sq u ale di 532 a n n i35, del quale G ennadio di
M arsiglia dice che si tra tta v a di un ciclo m olto sicuro, cond otto sullo studio di q u a ttro predecessori, Ippolito, E usebio,
Teófilo e Prospero, su rich iesta di p ap a Ilario, "in v ita tu s a
sánelo H ilario rom ano episcopo"
Forse é da a ttrib u irg li an­
che un a ltro breve ciclo pasquale, che si tro v a in se rito nelíe
opere del V enerabile B eda
I suoi calcoli erano b a sa ti sul
ciclo alessanderino di 19 anni, conservando il p rincipio rom ano
dei lim iti della data di pasq u a tra il 22 m arzo e il 21 a p r ile ;
tu ttav ia era del p a re re che si potesse fissare talvolta la p a s ­
qua nel quindicesim o giorno della luna se il q u atto rd icesim o
cadeva di sabato; cercava l’accordo tra i due com puti rivali in
u n ciclo di 532 anni, che era di origine o rién tale e che aveva
33 G. Fritz, art. cit., coll. 1960-61.
34 L eclercq, art. Paques, col. 1555.
35 O. M. B ardenhew er, G eschichte der altkirchlischen Literatur, Freib u rg im B reisgau, IV , pág. 541, sostiene che la tabella e b asata sui dati
della cron aca di Prospero. II «Cursus pasch alis annorum 532
'. ad Hilarum archidiaconum E cclesiae Rom anae» m anca nella P. L. del Migne,
m a é stato edito dal Momrasen.
M C. A. Bennoulli, H ieronym us und Gennadius, D e viris illustribus,
F reiburg im B reisgau und Leipzig, 1895, p. 91, lo dice «invitatus a Sancto H ilario R om ano episcopo»; il realtá ad ora era soltan to I’arcidiacon o
di S. Leone Magno.
33 P. L „ XC, coil. 677-80.
(9)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
286
M. R U F F IN I
p r e s o dal calendariologo alessandrino A nniano, prendendo
come base cronológica la creazione del m ondo, avvenuta, cosi
si supponeva, il 23 m arzo 5492 a. Cr.
Cosi com o era sta to fatto , il ciclo di V ittorino, p u r aw icinandosi a quello alessandrino, conservava an co ra differenze di
d ate quando non sapeva decidersi sulla scelta di quella ro ­
m an a o della alessandrina, lasciando al p a p a la d e c isio n e ; ció
si verificava, p. es., negli anni 475, 495, 496, 499, 561, 536, 570,
590, 594, 665, ecc.; anche alia decisione papale lasciava il co m ­
p ito di decidero se la p a sq u a poteva essere c e le b ra ta il quindicesim o giorno della lu n a se il quatto rd icesim o e ra di sabat o 38. Sapeva che il suo Iavoro non aveva c a ra tte re ufficiale,
quindi non obbligatorio p e r la Chiesa, p u r avendo l’intenzione
di facilitare l’aecordo co n gli alessandrini.
Q uesta tab e lla p asq u ale fu apprezzata e seguita p e r u n certo
tem p o in Occidente, m a non senza c o n tr a s ti; p rim a ancora
che p a p a V italiano (657-672) la disap p ro v asse in m o d o uffi­
ciale M, e ra rao co m an d ata in Gallia nel sinodo di O rleans del
541 * e vi fu osservata sin verso la fíne del secolo V III e fu
anche u s a ta in S p a g n a 41, qu an d o R om a aveva giá accetato il
com puto di Dionigi il Piccolo. Ma giá con p a p a Sim m aco
(498-514), in lo tta con l'a n tip a p a Lorenzo, la d a ta sta b ilita da
V ittorino era sta ta ca u sa di discussioni: b asan d o si su lla tab e­
lla p asq u ale di Zeitz che com e ab biam o giá d e tto , e ra de
l'epoca di Leone M agno, Simimaco aveva stab ilito di celebrare
la p a s q u a del 501 il 25 m arzo, m en tre i dati alessandrini e di
V ittorino la davano p e r il 22 a p rile; Sim m aco fu accu sato di
aver celebrato la festa p rim a del tem p o stab ilito dal Concilio
Miceno e, su appello dei suoi a w e rs a ri p a rtig ia n i di Lorenzo,
38 Leclerecq, art. Paques, col. 1556.
39 «Victoris regulam sedes apostólica non a pprob avit, ideo nec sequitur dispositionem eiu s p ro pascha»; J. Baoh, o. c., pág. 18, núm . 2.
40 Q uesto canone stabíliva che la P asqua doveva essere osservata
da tutti nello stesso tem po, secando i calcoli di V ittorino, e doveva
essere annunciata a'l popolo dal vescovo nel gio m o dell,E pifan ía. Nel
caso di dubbi sulla data doveva essere in terpeliata R om a e se ne do­
veva seguiré i! responso.
4' J. Baoh., o. c., pág. 18.
(10)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
IL COMPUTO DELLA PASQUA
287
il re Teodorico decise di inviare a R om a il vescovo di Altino,
Pietro, p er celeb rarla nel giorno indicato d a V ittorino e dagli
alessandrini, il 22 di aprile. Nel falso "C o n stitu tu m S ylvestri”,
fab b ricato dai sim m achiani quale rac c o lta di canoni di u n
ipotetico sinodo ten u to so tto p a p a Silvestro, il c o m p u to p a s ­
quale di V ittorino veniva rig e tta to e del suo a u to re si diceva
che "su a fero citate q u id q u id vellet affirm abat... e t cyclos paschae p ro n u n tia b a t fa lle c e s" 42.
Di grande im p o rtan za in m ate ria di calen d aristica e di
com puto p asq u ale fu I’op era di u n m oñaco orién tale, origina­
rio della D obrugia, Dionigi, denom inato il Piccolo (E xiguus),
m o rto verse il 540. O ttim o conoscitore del co m p u to p asq u ale
oriéntale, p e r incarico del vescovo Petronio di B ologna com ­
piló nel 525-526 u n a tavola pasquale b a sa ta sul ciclo alessandrin o di 19 anni e sulla tab ella di Cirillo di A lessandria, che
co n tinua p er un perio d o di 95 anni dal 532 al 6264Í. E ra convinto che la regola alessan d rin a e ra quella b u o n a e, riferendosi a S. A tanasio, a Teófilo e a S. Cirilo, dichiarava che essi
avevano esattam en te seguito la decisione nicena, stabilendo
che la d a ta di p a sq u a era d e te rm in a ta dalla luna nuova apparsa tra 1’8 m arzo e il 5 aprile, ten u to conto del m ese lu n are
di 29 giorni e mezzo- C ontinuando il ciclo di Cirillo (153-247
deil’era di Diocleziano, l’era dei m a rtiri, corrisp o n d en te al
436-531 dell'era c ristia n a) Dionigi fu il p rim o a d a ta re i fatti
storici dalla nascita di Cristo, soddisfacendo a due necessitá:
concordare l’accordo pasquale tra R om a e l'O riente p er il 526
e il fu tu ro e u nificare le date della pasq u a in Occidente, dove
né il ciclo di V ittorino né quello rom ano di 84 anni eran o di
uso generale.
Sappiam o che dopo Dionigi furono faite a ltre tabelle pasquali, com e quella dell,abate Felice G illitano, u n africano del
secolo VI, che p o rtó avanti di a ltri 95 an n i il com puto di Dio­
nigi, dal 627 al 721, e Beda il V cnerabile, che rip rese il com puto
4i
G. Fritz, art. cit., coll. 1961-62.
4J
L e o p er e di Dionigi il P ic c o l o sui c o m p u t o p a s q u a l e s o n o pub bli-
c a te in
P. L. L X V I I ;
la
p iü im p o r t a n t e ,
L iber de Paschate, si t ro v e n e ü c
coll. 483-98.
(11)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
288
M. RUFFINI
di Dionigi dal 532 e lo p o rtó fino al 1063; tu tto questo prova
la bo n tá del calcólo di Dionigi il Piccolo.
T uttavia, n o n o stan te questo, in O ccidente le divergenze pasquali co n tin u aro n o , talv o lta anche con I'asprezza di u n a c o n ­
troversia.
Nel 538 p a p a V irgilio, in te rró g a lo dalla S pagna sulla d a ta
dell'anno seguente, indica il 24 aprile, che fig u ra nella tab ella
di Dionigi e corrispondeva al calcólo alassandrino, m e n tre la
tab ella p asq u ale di Zeitz dava com e d a ta il 17 dello stesso
m ese; il vescovo V ittore di C apua, che godeva di o ttim a fam a
com putistica, fu p e r la d a ta alessan d rin a del 24, e il p a p a la
accettó, m o n o sta n te che R om a, nella p ra tic a an terio re, non
am m ettesse u n a d a ta cosi tarda.
La Gallia e ra rim a sta pressoché tu tta fedele al ciclo di V it­
torino, le cui d a te duplici in alcuni anni p roducevano discussioni incresciose P er esem pio, p e r il 577 il canone pasquale
di V ittorino p o rta v a la d a ta del 18 aprile, quindicesim o della
luna, m en tre in n o ta indicava il 25 aprile, v entunesim o della
luna, p e r gli o rien tali; in S pagna invence fu c e le b ra ta la p a s­
qua il 21 m arzo, m en tre G regorio di T ours ci dice che, p u r
a vendo festeggiata la p a sq u a di queH’anno il 18 aprile, alcuni
m iracolosi riem pim enti di acqua in b a ttis te ri spagnoli nella
n o tte tra il 21 e il 22 m arzo lo inducevano a c red ere ch e quella
fosse la d a ta g iu s ta ; an co ra G regorio di T ours ci in fo rm a di
un dissenso p e r la p a sq u a del 590, il 26 m arzo p e r il greci e
il 2 ap rile p er i l a tin i44In Spagna il c o m p u to p asq u ale alessan d rin o e ra s ta to intro d o tto p rim a di quello di Dionigi il Piccolo, p ro b ab ilm e n te
p e r mezzo della tab ella di 95 anni di S. C irillo, c o n tin ú a la p e r
gli an n i 532-626, in uso nell'epoca di S. Isid o ro di Siviglia, il
quale, com e é b e n noto, com pose u n a tab ella p er gli anni
627-721, che p o tre b b e essere c o n sid é rala com e u n a continuazione di quella di Dionigi. In alcuni canoni dei concili di To­
ledo si fa m enzione della d a ta pasquale; in quello del 633, p resieduto da Isidoro, nel capitolo IV si stabiliva che, essendo
successo in seguito a e rro ri di calcólo nelle tabelle, del com-
44 G. Fritz, art. cit. coll. 1963-64.
( 12)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
IL COMPUTO DELLA PASQUA
289
p u to pasquale che vi fossere divergenze n e ll’ann u n ciare la d a ta
della pasqua, i m etrópoli ti dovevano m ettersi d ’aco rd o tr a di
loro sulla d a ta della pasqua, alm eno tre m esi p rim a dell’Epifania, p e r com unicare ai vescovi tale d ata, che doveva essere
obbligatoria p er t u t t i 45.
Nel concilio del 655 si giunse a fissare la d a ta della p asq u a
dell'anno seguente 656 4S, e in quello dello stesso a n n o 656 fu
stabilito nel prim o canone che le feste della P entecoste e del
N atale dovessero essere festeggiate. in m odo u niform e nella
stessa data, il che fa pensare che si festeggiassero an c o ra in
d a te diverse. Il concilio stabiliva ancora che l’A nnunciazione si
dovesse celebrare il 18 dicem bre, cioe u n a se ttim a n a p rim a di
N atale, perché la q u aresim a e la P asqua ne avrebbero im pedito la celebrazione, che doveva essere solenne com e quella
del N a ta le 47.
Un a ltro concilio di Toledo, quello del 681, pro eb iv a ai cristiani di celebrare la p a sq u a nella ricorrenza g iu d a ic a 4SPapa A driano (772 795) doveva ancora in terv en ire presso
il vescovo di E lvira e altri vescovi spagnoli tra il 780 e il 791
perché unifo rm assero la d a ta pasquale loro con quella rom ana,
che poneva so tto l'a u to ritá del concilio di N icea, " u t-. in eo
m odo quo sancta n o stra ro m an a Ecclesia, cap u t om nium Ecclesu a ru m Dei, paschalem celeb rat solem nitatem et vos procul
dubio celebrari stu d e a m in i” m.
*■ * *
•>
Ecco schizzato in breve il q u a d ro delle d iatrib e pasq u ali
che illum inano la lette ra di S. B raulio al vescovo E u tropio.
M a ora c'é da d o m an d arsi chi fosse costui.
In re a ltá non sappiam o nulla di preciso. Il Ceillier nella
sua "H istoire générale des a u te u rs sacrés e t ecclésiastiques" 50
45 H efele Ugcleroq., o. c„ III, I, pág. 268.
46 Id., ib., pág. 294;
47 Id., Ib., pág. 294;
48 Id., ib., pág. 546.
49 Jeffé, Monumento, carotina, ep. L X X V III, rip ortato dal L eclercq,
art. Páques, col. 1557.
( 13)
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
290
M. RTJFFINI
lo aveva id en tificato con u n E u tro p io vescovo di V alencia
verso il 596, m a la cosa é da escludere p erch é nel 610 questo
vescovo e ra giá m o rto e aveva avuto u n su co esso reS1, com e si
puó rilevare dalla "Series episcoporum ecclesiae cath o licae”
del Gam s 52. Nel 638 nel Concilio VI di Toledo u n Severino diá­
cono sottoscrive p e r il vescovo N usitano di Valencia, che m o rí
p rim a del 646, poiché gli a tti del Concilio V II toledano sono
so tto sc ritti dal vescovo A n ia n o 53 al quale quasi certam ente
sono indirizzate le epistole X X III e XXIV deU’ep isto lario b rau lia n o 54. E 'q u in d i da escludere la p o ssib ilitá che il d e stin a ta rio
dell’ep istola X X II, E u tro p io , possa essere sta to vescovo di
Valencia.
C’é pero l'epistola X X X V II che ci p u ó serviré nel ten tativ o
di identificare la p erso n a di E utropio. Si tra tta di u n a esortazione fa tta dai due vescovi, B raulio ed E u tro p io , e dal conte
Celso nel 648 al re C indasvinto, a nom e di tu tto il clero e del
popolo, perché associ al tro n o il figlio' R ecesvinto, consiglio
che il re accettó il 21 gennaio dell'anno seguente 6 4 9 55; l’intestazione suona cosi: “Suggerendum gloriosissim o dom ino nostro C hindasvinto regi, B raulio et E u tro p iu s episcopi servuli
vestri, cum presbyteris, diaconibus et óm nibus plebibus a Deo
sibi creditis, necnon et Celsus servus vester, cum te rrito riis a
clem entia v estra sibi co m m issis”.
Il conte Celso, che si associava all'esortazione del due ves­
covi certam en te a nom e dei Goti, era il governatore civile del
te rrito rio che com prendeva i due vscovati, sicché la c ittá sede
episcopale di E u tro p io deve essere ce rc a ta non lo n tan o dalla
Ed. II, X I, 730; rilevo l ’indicazione da Ch. Lynch y P. Galindo,
S. Braulio obispo de Zaragoza, M adrid 1940, pág. 79, núm . 78.
s] Lynch-Galindo, o. c., pág, 79.
52 P. Gam s, Series episcoporum ecclesiae catholicae, pág. 87; cito
sem pre da Lynch-Galindo, pág. 79, núm. 79.
53 M ansi, Sacrorum Conciliorum nova et am plissim a collectio, Firenze e V enezia 1759-98, X, pág. 672.
54 J. M adoz, Epistolario, págs. 13941; p er la identificazione dal
nom e de! vescovo, of. Lynch-Galindo, o. c., pág. 80, e M adoz, o. c.,
págs. 50-51.
55 F. Fita, La lápida de Guadix, 13 m ayo 652, in B oletín de la Real
Academ ia de la Historia, X X V III, 1896, pág. 404.
(1 4 )
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
IL COMPUTO DELLA PASQUA
291
sede di B raulio, Saragozza. II p. M adoz p ro p en d e p e r la c ittá
di Tarazona, che p e r la sua im p o rtan za di nodo stra d a le fin
dall'epoca ro m an a p o tav a e sse r sede di un v e sc o v a to 56.
Ma, o ltre q u e sta supposizione non si p u ó andaré, anche
perché negli a tti del Concilio V II di Toledo' del 646 il nom e
di E utro p io non appare, p ro b ab ilm e n te p erch é scarso fu il
n um ero dei vescovi che vi p a rte cip a ro n o , so ltan to v en to tto 57.
56 J. M adoz, o. c., pág. 169.
57 M ansi, o. c., X , 776.
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Anales toledanos. 1971, #3.
Descargar