Segunda sesión solemne, 9 de abril de 2003

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ACTA DE LA QUINTA REUNIÓN DEL CONSEJO UNIVERSITARIO
(II SESIÓN SOLEMNE), DE FECHA NUEVE DE ABRIL DEL AÑO
DOS MIL TRES. - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - ------------------------------------------------------
En la Heroica Puebla de Zaragoza, siendo las doce horas del día nueve de
abril del año dos mil tres, se reunió el Consejo Universitario en el Salón
Barroco del Edificio Carolino, para llevar a cabo su segunda sesión solemne
bajo la presidencia del Dr. Enrique Doger Guerrero, Rector de la Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla y fungiendo como Secretario el Mtro.
Guillermo Nares Rodríguez, Secretario General de la Institución.
Acto seguido y en uso de la palabra el Mtro. Guillermo Nares Rodríguez, en
su carácter de Secretario del Consejo Universitario, manifiesta: “Conforme lo
establecido en los artículos: 14, fracción XII de la Ley de la Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla; 38, fracción I; 48 inciso c; 50, fracción III
del Estatuto Orgánico; así como en los artículos: 9, inciso c) y 12, fracción III
del Reglamento del Honorable Consejo Universitario y artículos: 2, fracción I;
5 y 9 del Reglamento de Otorgamiento de Distinciones y Grados Honoríficos
y conforme al acuerdo de este máximo órgano de gobierno tomado en sesión
extraordinaria el día 21 de febrero del año en curso, damos inicio a la segunda
sesión solemne del Consejo Universitario, teniendo como único punto al orden
del día: La entrega del Doctorado Honoris Causa al Juez Baltasar Garzón
Real”.
Correspondiendo hacer la presentación de la semblanza del homenajeado, al
Dr. Rafael Sánchez Vázquez, Secretario de Investigación y Estudios de
Posgrado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, quien en uso de la
palabra manifiesta: “Licenciado Melquíades Morales Flores, Gobernador
Constitucional del Estado Libre y Soberano de Puebla; Doctor Enrique Doger
Guerrero, Presidente del Honorable Consejo Universitario de la Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla; Licenciado Pablo Salazar Mendiguchía,
Gobernador Constitucional del Estado Libre y Soberano de Chiapas;
distinguidas personalidades que integran el Honorable Consejo Universitario
de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla; Magistrado Juez Baltasar-
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Garzón Real de la Audiencia Nacional de España; Maestro Guillermo Pacheco
Pulido, Magistrado Presidente del Honorable Tribunal Superior de Justicia del
Estado de Puebla; Maestro Guillermo Nares Rodríguez, Secretario General de
la Institución; señoras y señores: Nuestra Alma Mater, la Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla es una Institución con un arraigo de
cuatrocientos veinticinco años, de ser fuente generadora de actividad
científica, tecnológica y humanística. Además, tiene como propósitos
fundamentales difundir la pluralidad del conocimiento, la cultura universal y
jurídica.
Consecuentemente formamos parte de una gran cultura y civilización, que se
ha distinguido a través de los años por su profundo respeto a los derechos
fundamentales, entre otros, cabe hacer mención de los siguientes: el respeto a
la vida, a la dignidad humana, a la libertad e igualdad, a la certeza y seguridad
jurídica; con el fin de alcanzar y hacer realidad la justicia en todas sus
expresiones. Todo ello con la firme convicción de construir un mejor mañana
para todos. Comprometidos en respetar, conservar y fortalecer las
instituciones jurídicas que dan vida y desarrollo al estado de derecho
democrático, en pro y beneficio de la paz social.
Es por ello que como universitarios nos obligamos a respetar la legalidad
vigente, a fin de lograr y fortalecer los espacios que nos permiten la
generación del conocimiento y su divulgación, en un ambiente de respeto y
tolerancia que nos conlleva a construir y desarrollar un mejor mañana para
todos; razón por la cual el lema de nuestra Universidad expresa: ‘PENSAR
BIEN, PARA VIVIR MEJOR’.
De ahí que como universitarios comprometidos con la generación del
conocimiento plural y democrático, así como del quehacer científico,
tecnológico y humanístico, todo esto para hacer realidad la tan anhelada paz
social. Incuestionablemente alcanzaremos tales metas con el respeto irrestricto
de la libertad, la justicia e igualdad jurídica, mediante la observancia de la
certeza y seguridad jurídica.
Razón por la cual en días pasados la comunidad universitaria, encabezada
por el Doctor Enrique Doger Guerrero, Rector de nuestra Alma Máter, nos
manifestamos a través de una marcha en pro de la paz mundial, expresando----
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nuestra convicción por el respeto a los derechos humanos, a la dignidad
humana, fomentar la solidaridad internacional en la independencia y en la
justicia. Consecuentemente la labor realizada por el jurista hispano, Baltasar
Garzón Real es digna de ser considerada por nuestra Institución, por su
encomiable trabajo de luchar en contra del terrorismo internacional, el
genocidio y la corrupción.
La comunidad de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Máxima
Casa de Estudios del Estado de Puebla, festeja con gran beneplácito la
presencia del señor Magistrado Juez del Juzgado Central de Instrucción
número cinco de la Audiencia Nacional de España, Baltasar Garzón Real.
Toda vez que nos unen los conocimientos de las instituciones jurídicas
provenientes de nuestro proceso de aculturación, así como de la divulgación
de la cultura jurídica milenaria. De esta manera compartimos valores y fines
sustentados en las instituciones jurídicas, políticas y sociales que crecen y se
orientan a través de los cánones de la legalidad.
De ahí nuestra constante y permanente búsqueda por descubrir las
alternativas racionales que nos proporciona la ciencia jurídica, para el efecto
de hacer realidad la libertad e igualdad como principios generales del derecho,
y dentro de este contexto diseñar la construcción de un mundo más
humanitario que nos permita la coexistencia y convivencia pacífica entre todos
los seres humanos, sin distinción de raza ni clases sociales.
Es por ello que nos identificamos con la egregia personalidad del
Magistrado Baltasar Garzón Real, quien actualmente es un baluarte
inquebrantable en la lucha por el respeto al derecho internacional humanitario,
en las normas de derechos humanos; ya que día a día, nuestro homenajeado se
fortalece y engrandece allende fronteras por su firmeza de carácter y la
congruencia tanto en sus pensamientos como en sus discursos y hechos que
realiza para combatir la corrupción, la injusticia, el autoritarismo y el
fascismo.
El Juez Baltasar Garzón Real, desde el año de 1980 a la fecha, se ha
desempeñado en la Judicatura con plena imparcialidad e integridad moral e
intelectual, con sobrada y reconocida competencia en su conocimiento
jurídico, tanto sustantivo como adjetivos; dicha formación le ha permitido-----
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vivir honestamente, llevar a cabo con plena convicción sus más altos valores
humanitarios en forma firme y decidida. Respetar y hacer respetar con vigor y
paciencia la legalidad del estado de derecho democrático, a fin de combatir el
terrorismo internacional. Ya que ante todas las cosas, centra su atención en el
respeto al estado de derecho y, en consecuencia, a la legalidad y legitimidad,
toda vez que éstas son valores fundamentales de los sistemas democráticos.
El Jurista Baltasar Garzón Real, a lo largo de dos décadas se ha
desempeñado tanto en la judicatura como en la docencia jurídica. De ahí que
no deba extrañarnos como estudioso de la ciencia jurídica, comparte con sus
discípulos en sus diferentes cursos, que ha tenido a bien impartir, las
asignaturas de Derecho Penal, parte especial y general; Derecho Procesal
Civil; Derecho Procesal Penal; Derecho Romano y Derecho Civil.
Dicha actividad académica la ha realizado de manera permanente y continua
desde el año de 1984 a la fecha. Cabe resaltar que es profesor distinguido de
las siguientes universidades: La Universidad Complutense de Madrid; la
Sorbona de París, así del Centro de Estudios Superiores de Europa y de la
Universidad Nacional de Almería. Asimismo, ha recibido más de veintisiete
distinciones y premios que han sido otorgados por diferentes instituciones y
asociaciones de varias partes del mundo.
Considerando que en el siglo pasado y en este siglo XXI, millones de niños,
mujeres y hombres han sido víctimas de atrocidades que desafían la
imaginación y conmueven profundamente la conciencia de la humanidad.
Además, cabe resaltar que esos graves crímenes de genocidio, de lesa
humanidad, de guerra, etcétera, constituyen una amenaza para la paz, la
seguridad y el bienestar de la humanidad. Consecuentemente afirmamos que
los crímenes más graves de trascendencia para la comunidad internacional en
su conjunto no deben quedar sin castigo y que a tal fin hay que adoptar
medidas en el plano nacional e intensificar la cooperación internacional para
asegurar que sean efectivamente sometidos a la acción de la justicia.
Decididos a poner fin a la impunidad de los autores de esos crímenes y a
contribuir así a la prevención de nuevos crímenes, recordando que es deber de
todo Estado, ejercer su jurisdicción penal contra los responsables de crímenes
internacionales, en este contexto podemos convenir que la corte penal ----------
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internacional es una realidad gracias al consenso racional y humanitario que
existe de parte de los estados de la comunidad internacional, que han signado
el Estatuto de Roma, aprobado el 17 de julio de 1998; y el 11 de abril del año
2002, se reunió el número mínimo de ratificaciones necesarias para su entrada
en vigor.
Así pues, el prestigio moral e intelectual de Baltasar Garzón Real como
defensor de los derechos humanos y perseguidor de genocidas como Massera
o Pinochet, como parte de esta gran tarea que realiza día a día nuestro
distinguido homenajeado, a través de su lucha por la globalización de la
justicia y de la Corte Internacional de Justicia Penal, para actuar en casos de
genocidio, crímenes de lesa humanidad, terrorismo, narcotráfico y lavado de
dinero. Verbigracia el proceso penal en contra de Augusto Pinochet por el que
cometió genocidio en contra del pueblo progresista de Chile, ya que trataron
de defender por la vía pacífica, el gobierno de Salvador Allende. Forman parte
de sus actividades en contra de la injusticia y de la violación de los derechos
humanos. En su carrera judicial, el Jurista Baltasar Garzón Real, día a día da
muestras de su convicción por el respeto y estricto apego a la legalidad,
dignificando, cada vez más, a la delicada tarea de impartir y administrar
justicia sobre todas las cosas; razón por la cual está convencido de que los
servidores públicos defiendan la cosa pública de los ciudadanos como parte
integrante del poder judicial.
Encontrar y reencontrar en el Poder Judicial, la última defensa del ciudadano
frente a las arbitrariedades de ese mismo Poder, para lograr esto ha expresado
su compromiso por luchar por la paz y la libertad duradera, que se encuentran
reguladas por la legalidad, orientada en la búsqueda de la justicia y la
tolerancia, a través del respeto a la diversidad de los derechos humanos
mediante una respuesta racional justa y eficaz.
El Jurista Baltasar Garzón Real, con su actuación diaria en la judicatura y su
firme convicción de hacer respetar la legalidad que regula las relaciones
sociales, políticas y económicas del estado de derecho, además de su abierta
participación de luchar por los derechos humanos lato sensu y erga omnes por
lo tanto, es prudente que lo identificamos como un humanista de talla
universal, ejemplo a seguir por todos, sobre todo por creer racionalmente en---
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que es un compromiso universal el que se haga frente en contra de la
corrupción de la injusticia del terrorismo internacional, así como luchar en
contra de las prácticas genocidas y fascistas.
Por todas las razones anteriormente expresadas, los integrantes de la
comunidad universitaria y en especial de la Facultad de Derecho y Ciencias
Sociales de la Máxima Casa de Estudios del Estado de Puebla, consideramos
que el Magistrado Juez Baltasar Garzón Real, sobresale por su firme
convicción de respetar y luchar por la conservación y fortalecimiento de las
instituciones que conforman el estado de derecho democrático, como una de
las alternativas más racionales y objetivas para construir un mejor mañana
para bien del progreso y bienestar de la humanidad. Muchas gracias”.
Acto seguido y en uso de la palabra el Presidente del Consejo Universitario,
Doctor Enrique Doger Guerrero, se dirige a los presentes con el siguiente
discurso: “Señor Licenciado Melquíades Morales Flores, Gobernador
Constitucional del Estado de Puebla; Licenciado Pablo Salazar Mendiguchía,
Gobernador Constitucional del Estado de Chiapas; estimado amigo Juez
Baltasar Garzón Real, Doctor Honoris Causa de nuestra Universidad;
Magistrado y Licenciado Guillermo Pacheco Pulido, Presidente del Honorable
Tribunal Superior de Justicia de nuestro Estado; señor Secretario General de
nuestra Universidad; Doña Beatriz Pagés Rebollar, Directora de la Revista
Siempre; Diputado Javier López Zavala, representante del Congreso del
Estado de Puebla; señor Embajador de la República de Chile en México,
Embajador Luis Mayra; señoras y señores Magistrados, compañeras y
compañeros universitarios; señoras y señores: Víctor Hugo el gran escritor
francés señaló ‘el derecho está por encima del poder’. Es altamente honroso
tener la oportunidad de rendir homenaje a una personalidad distinguida, de
liderazgo internacional como el Jurista Baltasar Garzón Real, a quien no solo
reconocemos sus esfuerzos por empuñar la justicia formal como el mejor
instrumento para alcanzar una sociedad humana y justa, sino por la convicción
de hacer del derecho el mejor vehículo para la construcción de una sociedad
que vive en paz y que vive en armonía social.
Baltasar Garzón Real, estudioso del derecho, ha demostrado que una de las--
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armas con que cuenta el hombre para enfrentar la violencia que desatan los
fundamentalismos, el terrorismo, el narcotráfico, la corrupción y los actos de
genocidio, la mejor arma es el derecho. Y nos ha demostrado también que el
mejor estado garante del ejercicio de las libertades y de la justicia formal, es
aquél que se rige por leyes. Aquel estado donde los ciudadanos no tienen más
límite que el que les impone la norma jurídica. Aquel estado donde las
autoridades no tienen más atribuciones que las que les concede la ley. Que no
es otro más que el estado democrático moderno, el estado de derecho.
Nos ha tocado vivir una etapa única en la historia del mundo. Somos parte
de generaciones que han conocido de cerca inimaginables avances científicos
y tecnológicos. La historia de la humanidad de los últimos cincuenta años es
de tal trascendencia que se equipara a todo lo acontecido en siglos anteriores.
Las telecomunicaciones abatieron fronteras y se han encontrado remedios para
múltiples enfermedades. Sin embargo, no hemos sido capaces de avanzar en la
convivencia humana, plural y respetuosa y dejamos de lado lo mejor que
tenemos para dirimir diferencias, que es el derecho.
La guerra iniciada por Estados Unidos y Gran Bretaña en Irak, es prueba de
lo anterior, además que demuestra un desproporcionado uso de la fuerza y un
profundo desprecio por la razón y por la opinión de millones en todo el
mundo. Quienes atacan, invaden, en nombre de supuestos deseos de justicia
para otros, incurren, sin embargo, en los mismos abusos que dicen querer
evitar. Es momento, como permanentemente invita el Juez Baltasar Garzón,
de que el mundo haga una clara y contundente apuesta por la ley y la razón. Es
tiempo de consolidan sociedades en que impera la democracia, la pluralidad,
la equidad, la tolerancia y la justicia; de lo contrario seguiremos a merced de
los intereses y del poderío económico y político e incluso de fanatismos, de
visiones sesgadas, de la necesidad y lo más lamentable, de caprichos y
obsesiones personales.
Y que quede claro que no se trata de enarbolar ingenuas posturas pacifistas,
sino de poner límites al poder de la voluntad individual o de reducidos grupos,
y que las acciones sean a favor del bienestar colectivo y del progreso de la
humanidad. Lograrlo sólo será posible bajo el imperio del derecho. En la
década de los 70, cuando las noticias portaban el golpe militar encabezado por
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Augusto Pinochet, en la República de Chile, que había depuesto al Presidente
Constitucional Salvador Allende, vendrían después detenciones arbitrarias,
desapariciones, torturas, asesinatos; la impunidad se institucionalizó y a
nombre de la libertad se violaron derechos humanos y cometieron crímenes
masivos.
Los intentos por establecer un tribunal que juzgara y condenara a los autores
materiales e intelectuales de las atrocidades cometidas contra la población
civil en Chile no tuvieron éxito. En este contexto la personalidad del Juez
Baltasar Garzón, como defensor de los derechos humanos en Europa y el
mundo emerge con una fuerza impetuosa, defendiendo el derecho a la vida y a
la libertad, defendiendo el derecho de vivir con dignidad. Nada más loable que
el ejercicio de la judicatura con sentido humanista, para que a través del orden
jurídico internacional, se pueda juzgar y condenar a quienes cometen crímenes
de lesa humanidad, como los que se hicieron bajo el régimen de Augusto
Pinochet.
En los albores del siglo XXI, la justicia, sustentada en la ley, tal como lo
hace Garzón Real, hace resurgir la esperanza para que la paz y la armonía
social, se impongan en un mundo que cada vez más se ve amenazado por la
intolerancia y la sin razón. Humanista consumado, hombre de valores
excepcionales puestos al servicio de la justicia. Hombre de carácter firme y de
actuar congruente, y de actuar ejemplar. Que tiene como enemigos de la
humanidad a toda doctrina autoritaria y totalitaria que daña y lesiona la
dignidad con que cuenta la persona humana. Con su ejercicio en la función
pública, Baltasar Garzón ha demostrado ser un hombre íntegro.
Nuestro homenajeado en el ejercicio y la judicatura, ha fincado sus
decisiones en la defensa de los derechos humanos, y ha demostrado la
eficacia, la actualización y la modernización del derecho nacional e
internacional. Sus opiniones, decisiones y actuar, marcan rumbos en el futuro
del derecho, tanto como norma jurídica como conocimiento científico. Al
repasar el ejercicio profesional de nuestro galardonado, miramos siempre el
ánimo de aportar, de dar a la ciencia jurídica, a la judicatura y a la sociedad, lo
mejor de sí. El Jurista Baltasar Garzón como legislador, en su calidad de ------
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diputado independiente postulado por el Partido Socialista. Como Magistrado
con competencia en materia de terrorismo, narcotráfico, blanqueo de dinero,
delincuencia económica organizada y extradiciones, ha sido un ejemplo a
seguir. Lo mismo en su desempeño como profesor en diversos ámbitos del
derecho.
El Jurista Garzón Real, ha sido un luchador incansable por la justicia, la
libertad y la dignidad humana. Su ejercicio diario en la judicatura, su
convicción por hacer real el principio de legalidad para garantizar la
convivencia armónica en las relaciones humanas de tipo social, político y
económico. Su participación abierta por la defensa universal de los derechos
humanos. Por su oposición abierta y decidida en contra de la guerra que hoy
vive el pueblo de Irak; permite dimensionar su postura de humanista y de
actor social de talla universal. El talento del Juez Garzón ha enriquecido la
labor de diversas instancias que ha presidido y de las que forma parte. No es
casual que sea considerado como el juez internacionalista más conocido y
reconocido globalmente en el campo del derecho.
No obstante los innumerables obstáculos que ha debido enfrentar incluidas
las amenazas y riesgos para su vida, Baltasar Garzón, no ha claudicado ni en
sus denuncias sobre las atrocidades de los regímenes dictatoriales ni en la
persecución de sus protagonistas.
Señoras y señores, Honorable Consejo Universitario, señores gobernadores,
Juez Baltasar Garzón Real, el Doctorado Honoris Causa de la Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla, tiene como objetivo reconocer a quienes se
distinguen por su labor académica, científica, humanística e intelectual; y por
la trascendencia social que alcanzan sus aportaciones. Es un reconocimiento
que honra el talento, el conocimiento, la búsqueda de la verdad y la dedicación
de los hombres y mujeres que trabajan a favor de una mejor sociedad; una
sociedad más justa, más humana, más solidaria.
A lo largo de 425 años, nuestra Universidad ha logrado generar una sólida
tradición de desempeño académico con un claro compromiso social, a favor de
los mejores valores universales. En esta ocasión nos permitimos honrar al
jurista, al profesor, al juez, al luchador social, pero no sólo eso, también se ----
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rinde homenaje a la gentiliza, a la humildad, a la sencillez, al esfuerzo, al
tesón, al compromiso universal por la vida, por la libertad, por la lucha a favor
de la justicia. Se rinde homenaje a una persona valiosa y de espíritu
internacional. Estamos ante un hombre respetuoso de la ley que aprecia la
libertad y la justicia ante quien ha dado muestra fehaciente de su congruencia
entre su actuar y el mantenerse fiel a sus principios, valores y convicciones.
Como rector de esta centenaria Universidad, la Benemérita Universidad
Autónoma de Puebla, me es altamente satisfactorio y grato, a nombre del
Consejo Universitario, hacer entrega del Doctorado Honoris Causa a Baltasar
Garzón Real; por ser un distinguido jurista internacional, por su reconocido
respeto a los derechos humanos y por sus acciones a favor del derecho
internacional. Sea usted bienvenido, don Baltasar Garzón Real, al claustro
académico de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Muchas
gracias”.
A continuación el presidente del Honorable Consejo Universitario, procede
a hacer la entrega de la Medalla del Grado de Doctor Honoris Causa al Juez
Baltasar Garzón Real.
Acto seguido se concede el uso de la palabra el Licenciado Melquíades
Flores, Gobernador Constitucional del Estado de Puebla, quien se dirige a los
presentes con las palabras siguientes: “Señor Rector de la Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla, Doctor Enrique Doger Guerrero; señor
Gobernador y amigo del Estado de Chiapas, Licenciado Pablo Salazar
Mendiguchía; señor Presidente del Honorable Tribunal Superior de Justicia
del Estado, Magistrado Guillermo Pacheco Pulido; señor Secretario General
de nuestra Universidad Autónoma de Puebla; señores invitados a esta
importante sesión del Consejo Universitario; señora Beatriz Pagés Rebollar,
Directora de la Revista Siempre; señoras y señores: Comparto con ustedes la
emoción de este momento, es un honor participar en este acto que estoy
seguro será inspiración para seguir siendo una universidad orgullosamente
pública, autónoma, que contribuye de manera fundamental en el desarrollo de
nuestro Estado y por supuesto para el desarrollo del país. Muchas gracias” y
procede a hacer entrega del Pergamino correspondiente.
A continuación se concede al Juez Baltasar Garzón Real, el uso de la---------
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palabra, quien se dirige a los presentes con el discurso siguiente:
“Excelentísimo señor Rector de la Benemérita Universidad Autónoma de
Puebla; excelentísimo señor Gobernador del Estado Constitucional de Puebla;
excelentísimo señor Gobernador del Estado Constitucional de Chiapas y
amigo, Pablo Salazar; excelentísimo señor Presidente del Tribunal Superior de
Justicia; excelentísimo señor Secretario General de la Universidad;
autoridades; amigas, amigos: Gracias por permitirme estar el día de hoy aquí
compartiendo con todos vosotros unos momentos que son muy gratos y
emocionantes para mí. Mi respeto y admiración a México y también, habida
cuenta que está el Embajador de Chile, a Chile por su postura en el conflicto
internacional que en los últimos meses estamos sufriendo en el mundo.
A lo largo de la historia, en especial en los últimos 50 años, se ha procurado
que la legalidad se imponga sobre las vías de hecho y como mecanismo de
seguridad jurídica para los ciudadanos. No siempre se ha hecho realidad. Es
más, me atrevería a decir que casi nunca se ha conseguido.
La historia del siglo XX está plagada de ejemplos. Han sido la represión y la
impunidad como fieles compañeras de dictadores y gobiernos autoritarios las
que imponiéndose sobre la libertad y la justicia han conseguido que la
respuesta penal, esencialmente internacional, se difumine. Incluso
se ha
procurado que no exista. Las respuestas han sido dadas en los ámbitos
políticos, económicos y militares.
No obstante, cuando el crimen ha sido de tal envergadura que no podía
eludirse, las respuestas han sido puntuales y no siempre válidas ni respetuosas
con los derechos individuales. Por ejemplo, los ataques terroristas del 11.09.01
y la respuesta posterior sobre Afganistán y los talibanes. Y en especial la
situación de éstos en Guantánamo, donde la justicia se ha convertido en
venganza, y, en donde definitivamente parece que no existiera conciencia
humana.
En esta lucha de titanes, entre la legalidad y el dominio de la fuerza, al final,
se ha demostrado que el respeto a la legalidad, sin recortes oportunistas, es
decir sin aplicación de la doctrina maquiavélica ‘el fin justifica los medios’ es
el camino más seguro, el más corto.
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Siempre recuerdo el caso del general De la Chiesa con ocasión del secuestro
del Presidente de la República Italiana Aldo Moro: ‘Italia puede permitirse la
pérdida de Aldo Moro, pero no puede consentir la tortura’: La enseñanza de
esta postura es clara, el respeto a la legalidad es la mejor medida cuando
aquella es democrática y respetuosa con los derechos de los ciudadanos.
En una ocasión como ésta, debo hacer mención necesariamente a algunos
temas esenciales que perfilarán el contenido de mi exposición
- La seguridad y la libertad
- La impunidad y la protección de las víctimas y la justicia
internacional.
- Libertad frente a la violencia terrorista
- Universalización de los derechos humanos y su defensa.
- La guerra y la paz.
En una sociedad democrática, fuerte y saludable, el imperio de la ley impone
un equilibrio entre los derechos y las libertades del individuo por un lado y los
intereses de aquella en su conjunto, por otro. Se consagra el principio de una
ley para todos, sin que nadie esté por encima de la misma. Esta es la respuesta
que da confianza al ciudadano y credibilidad al sistema.
Este equilibrio supone que los principios de la democracia van de la mano
de los principios de la justicia y ambas constituyen la base de la seguridad
humana. Por su parte si la libertad es la sustancia a la que la moral da forma
(Emmanuel Kant), la paz no debe quedarse en una idea pura, sino convertirse
en una obligación y una esperanza cimentada sobre la comprensión, la justicia
y la tolerancia.
Las terribles masacres, genocidios y crímenes contra la humanidad, así
como los ataques terroristas, junto con la posibilidad primero de una guerra
preventiva, luego hecha realidad, han sacudido todas nuestras conciencias en
los últimos años, y han hecho despertar a la sociedad del letargo en el que se
hallaba. El brutal choque, primero el 11 de septiembre de 2001 después en
Afganistán, antes y después el terror de ETA en España, y, finalmente, la
guerra en Irak, han hecho que todos nos sintamos víctimas, no una vez ni dos,
sino como una prueba permanente y palpable de que la agresión ha sido
contra la humanidad, contra todos aquellos que tenemos una idea del mundo--
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integrada por una serie de valores humanistas y una ética que nos impide
permanecer insensibles ante estos acontecimientos o ante la destrucción de un
país como también lo ha sido, en otro sentido Argentina. Este dolor ha dado
paso a una rebelión democrática desde la sociedad y a la lucha por la libertad
frente aquella situación de hecho, lucha que se debe erigir en el referente
obligado para cualquier pueblo, y de la que deben aprender aquellos que como
profesión tienen la política.
Como dijera el Presidente Jhon F. Kennedy, cuando visitó el muro de Berlín
en 1962, con referencia a los berlineses: ‘todos nos hemos sentido
neoyorkinos’ (11 de septiembre de 2001), o afganos (7 de octubre de 2001), o
españoles, palestinos e israelíes (día a día), o iraquíes, no una vez, ni durante
un viaje o una crisis, sino como la prueba palpable de que la paz no sólo es
una necesidad vital para la formación y desarrollo de los pueblos, sino que
también es posible entre distintas religiones y etnias entre distintas opciones
políticas y sociales, y, sobre todo que la misma se puede y se debe conseguir
por vías diferentes al ejercicio brutal de la fuerza. Resulta desalentador que el
hombre no sea capaz de hallar vías alternativas al uso de la fuerza para
conseguir la paz y la libertad de los pueblos.
En estos momentos de incertidumbre, quizás sea bueno recordar que
ninguna acción de fuerza queda justificada si se produce fuera de los cauces
de la legalidad internacional representada por todas y cada una de las normas
de carácter multilateral y bilateral y especialmente por las decisiones de la
ONU.
Después de la Segunda Guerra Mundial y hasta hoy nos hemos dotado de
todo un conjunto de normas que constituyen la columna vertebral de la
convivencia pacífica, libre y democrática a la cual pueden ir sumándose otros
países y que permite exigir responsabilidades a quienes la quebrantan. Si se
abandona este principio será el caos internacional el que propiciará la vuelta a
tiempos de triste recuerdo.
La libertad está amenazada, pero no sólo por la acción de las organizaciones
terroristas o mafiosas, o por la de dictadores inmorales o genocidas, muchas
veces sostenidos en el poder por gobiernos democráticos, sino también por la -
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de estos o por el poder económico de algunas corporaciones internacionales,
que olvidan el verdadero interés de los ciudadanos confundiéndolo con el
propio para obtener una mejor cuenta de resultados.
En los discursos que se pronuncian para justificar estas acciones -en el caso
de que así se haga- no faltan las citas y referencias a la libertad, a la
democracia, a la justicia, los derechos humanos y su defensa; como tampoco a
que la finalidad es la lucha contra el terrorismo y para conseguir una paz
segura.
Pero en el planteamiento y desarrollo de esta acción, algunos actúan, no en
forma racional sino mesiánica o fundamentalista; y así confundiendo el interés
general con el particular que ellos mismos representan. Normalmente no
harán mención a la palabra guerra, sino que se referirán al conflicto, o a la
acción militar, y, cuando no haya más remedio que citarla le añadirán
adjetivos tales como preventiva, quirúrgica, selectiva o humanitaria, pero no
hablarán del crimen que supone la guerra en sí misma cuando ésta se produce
al margen de la legalidad internacional.
El ejemplo más palpable y actual ha sido, es, la guerra de Irak cuya invasión
ha llenado de dolor no sólo a los iraquíes sino a norteamericanos o británicos
y también españoles, y de indignación al mundo entero. Mientras tanto,
algunos líderes políticos, hablan en nombre de un pueblo al que se le ha
secuestrado su soberanía y al que se le ha manipulado a través de medios de
comunicación afines, y se le han sustraído decisiones que les correspondían, y,
que debían producirse en el marco legal internacional. Pasará el tiempo y,
cuando miremos hacia atrás, cada uno quedará en su lugar, una vez que el
vértigo de los acontecimientos nos permita analizar la acción y los motivos de
cada cual.
En este contexto, la escenificación de una mini cumbre en las Azores el 16
de marzo de 2003 entre EEUU, Gran Bretaña y España, con Portugal de
anfitrión,
constituyó el golpe definitivo
desde el interior al Consejo de
Seguridad de Naciones Unidas, en el que por primera vez se había suscitadoun auténtico debate diplomático y político como exigía la delicada situación
internacional. Para aportar una respuesta pacífica a una política que violaba----
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los derechos humanos, -desgraciadamente como tantas otras, antes y ahora-,
pero que no constituía una amenaza inminente para la paz.
Finalmente ha supuesto la derrota de la diplomacia, de la lógica y de la ética,
así como el riesgo de destrucción del edificio internacional construido con
esfuerzo desde hace más de 50 años, y el triunfo del unilateralismo ilegal.
En esta grave situación que vivimos hay valores esenciales que están
sufriendo un grave desconocimiento en aras de una mal entendida seguridad,
sólo se habla de una paz segura; pero se olvida que ésta debe ser justa y
sustentada desde la libertad. Se impone y paradójicamente se acepta la
restricción de derechos fundamentales a favor de aquella seguridad,
renunciando a cotas de libertad que hace unos años era imposible
que
pudieran restringirse, pero las causas se ocultan. Es posible que ello sea
debido a una especie de inercia del miedo institucional.
Pero también en este contexto ha surgido una nueva fuerza en la sociedad,
en la opinión pública. Ésta, como dice Saramago, se ha convertido en una
potencia con la cual el poder tiene que contar. Esta opinión pública mundial
es la que comienza a dar forma a la que yo denomino Revolución por la paz.
La revolución por la paz o de la paz, es el estallido que se ha producido en el
mundo entero por la acción de los ciudadanos sin distinción de raza, sexo o
religión, gracias a la comunicación y a los canales invisibles de la misma.
Aquella revolución ha sido acompañada por ésta y ambas convergen en un
movimiento sin precedentes con una fuerza expansiva y una sinergia
encadenadas que han convertido el sentimiento íntimo y personal de la paz, en
un movimiento colectivo que se ha plantado frente a la cara oficial del poder.
La información y el conocimiento nos han hecho más valientes, o al menos,
más decididos y más libres para decirles a los que nos gobiernan, que frente a
temas esenciales, no pueden utilizar el aval electoral, como un cheque en
blanco, porque ello constituye una verdadera
violación de las reglas
democráticas.
La gran diferencia entre esta actitud nueva y revolucionaria de otras
anteriores, en las que también se protestó en contra de la guerra y se gritó a
favor de la paz, es que estas manifestaciones siempre se hicieron a posteriori,
luego de que la confrontación se hubiera iniciado. Sin embargo, ahora el-------
16
clamor por la paz se ha producido antes, en forma preventiva, frente a la
amenaza de un ataque, asimismo preventivo. La guerra en estas condiciones
nació moralmente derrotada y los que la han defendido y la defienden, aún
habiendo ganando la partida, han perdido la credibilidad y el respeto de los
ciudadanos y la legitimidad que obtuvieron en las urnas.
Entre todos, hemos demostrado, estamos demostrando que la sociedad está
viva, y, que exige un cambio en el modelo político de participación, con
mayor presencia en las decisiones que tomen las instituciones; con una visión
mucho más completa de la paz como valor integral que la de algunos
responsables políticos; y, con la decisión de ponerla en marcha, primero en
forma espontánea y ahora organizada.
Ha saltado a la calle, a los periódicos, a Internet, es decir, se ha aliado en
íntima complicidad con el lado positivo de la globalización, para combatir el
lado oscuro de la misma.
En esta nueva sociedad, la tolerancia juega un papel fundamental como un
elemento integrado de la convivencia pacífica, que impide la producción de
zonas de impunidad y la indiferencia por las víctimas que tantos daños
produjo en otros momentos históricos de la humanidad.
Este compromiso exige como valor básico el de la libertad, como hija
legítima de la tolerancia. ‘La libertad, como decía D. Manuel Azaña, no hace
felices a los hombres, los hace sencillamente hombres’, y, esta libertad se
abrocha irrefutablemente con la paz democrática engarzada con el derecho y la
justicia.
De alguna forma esta revolución de la paz surge de la injusticia y la infamia,
de la utilización y manipulación de las víctimas, frente a las cuales sólo cabe
la pedagógica de la ‘indignación activa’ cimentada en la libertad.
Por ello, frente al curso fatal que algunos quieren imponer a los
acontecimientos sólo cabe una rebeldía firme que ponga a prueba, desde la
libertad, nuestra capacidad para cambiar el ritmo de la historia. Frente a la
‘trinchera’ de la intolerancia y la seguridad, debemos enarbolar la bandera de
la libertad que, desde el coraje y la convicción ética, interpele y desafíe la
‘gloria’ de los intolerantes y cubra de garantías a quienes ninguno respetan,
dentro del marco del Estado de Derecho.
17
La revolución de la paz es la defensa de la legalidad internacional. No hay
paz sin justicia ni protección para las víctimas.
Esta es la seguridad jurídica o la que todos aspiramos y la que todos
debemos defender; no la impuesta por las armas, que dispara contra
manifestantes indefensos o masacra un país, sino la derivada de la aplicación
del derecho.
La paz debe cimentarse alrededor de esta idea que no es ejemplo de
pacifismo, sino de cordura política y la más valiente y comprometida con el
pueblo.
La guerra de Irak no sólo ha sido una guerra ilegal -una invasión- sino que
además ha sido una guerra injusta, inmoral y desproporcionada y, desde luego,
que no era el último recurso del que se disponía.
Los requisitos que desde la antigüedad hasta ahora, deben adornar a la
guerra para que tenga la base necesaria sobre la que se construya después la
paz son: que sea justa, legal, moral, proporcionada y último recurso.
Como jurista no debo afirmar, sino procurar demostrar, y, así, aunque sea
brevemente deseo poner sobre la mesa algunos argumentos:
1.- La guerra no ha sido declarada por autoridad competente, según la
legislación internacional, esto es por el Consejo de Seguridad de Naciones
Unidas, de acuerdo con el capítulo VII de la Carta de Naciones Unidas.
En efecto, será el Consejo de Seguridad el que deberá autorizar una
intervención bélica o validar posteriormente la misma, si su declaración previa
hubiera obedecido –a modo de legítima defensa- a una agresión comprobada,
según la definición que de la misma da la resolución 3314 del 14 de diciembre
de 1973 adoptada por Consenso de la Asamblea General de la ONU
La resolución 1441 del 8 de noviembre de 2002 no autorizaba el uso
automático de la fuerza ya que no incluía el uso de ‘todos los medios’ para
hacer cumplir el mandato del Consejo como ocurrió en la primera guerra del
Golfo (1991) o Afganistán (en 2001).
Tampoco puede encadenarse la resolución 1441 a la 687 de 1991 que aludía
a la sanción por la ruptura del alto al fuego impuesto ese año, porque olvida
que explícitamente la 1441 impone la obligación de reexaminar los
incumplimientos del régimen del dictador Sadam Husseim.
18
En efecto, la resolución 687 de 1991, aplicada al conflicto actual ha sido
absorbida en sus consecuencias por la posterior citada 1441 adoptada por
unanimidad en el CS, (8 de noviembre de 2002), y, en la que se establecen las
condiciones precisas en las que los Inspectores de la ONU deberían
desarrollar su trabajo y como Irak debía cumplir y cooperar en el desarme de
las armas de destrucción masiva, químicas y biológicas so pena de afrontar
‘graves consecuencias’: es decir, un desarme por la fuerza de la guerra (que en
todo caso tendría que ser el Consejo el que la adoptara). El trabajo de los
inspectores se desarrolló hasta el mismo día 19 de marzo de 2003 (informe
de H. Blix al CS), previo a la declaración de guerra (bombardeo el siguiente
día, a las 3:30 horas de Bagdad).
Esta resolución no puede interpretarse como la que, sin más trámites da
vía libre a la guerra (invasión) (interpretación de EE.UU, Reino Unido y
España), porque si así fuera carecería de sentido el mandato conferido a los
inspectores, a los que se ordenaba un trabajo de campo en un futuro próximo y
la rendición de cuentas al Consejo de Seguridad, para que, éste, a su vista,
tomara la decisión que correspondiera.
En este mismo sentido, la propia propuesta por los tres países citados,
de una nueva resolución estableciendo un ‘ultimátum’ para Sadam hasta el 17
de marzo de 2003, luego retirada, evidenció que aún se estaba cumpliendo la
1441 a la cual se la quería poner un día final.
La rebeldía total frente al Consejo, escenificada por el grupo de los tres, el
16 de marzo d3 2003, en las Azores, dio vía libre a la guerra, la cual no pierde
su carácter unilateral porque se afirme que 60 países la han apoyado o se han
adherido, por que ello se ha hecho al margen del Consejo de Seguridad y por
tanto en la ilegalidad, luego de que el día 20 de marzo de 2003, comenzaron
las hostilidades
2.- Ha sido una guerra injusta.- Un ataque preventivo difuso y con el fondo
último de sustituir o derrocar un régimen sin que haya mediado agresión, es de
hecho una guerra de conquista, (como lo demuestra la colocación,
rápidamente eliminada de las enseñas norteamericanas en las zonas
sometidas), y no puede invocar la justicia de su parte. (La tenencia de armas
prohibidas no sólo debe ser afirmada, sino demostrada, cuando los inspectores
19
reconocen la cooperación de Irak, aunque con reticencias).
3.- Ha sido una guerra inmoral.- En este contexto no se atisba que la guerra
está guiada por buenas intenciones. Al contrario de lo que sucedió en Kosovo:
* Éxodos forzosos
* Violencias físicas y psíquicas comprendidas en el catálogo de
crímenes contra la humanidad.
* Genocidio demostrado
* Precedente de Bosnia Herzegovina: ahora no se atisba esa situación en
Sadam, quien por cierto cuando lo hizo (1988) no fue importunado
ni
juzgado.
4.- No ha sido una guerra proporcionada ni constituía el último recurso. La
desproporción entre las partes en conflicto ha sido clamorosa. Ni siquiera las
armas de defensa iraquíes, son comparables a las de los ataques de la
coalición.
Esto, junto a otros aspectos, hace que esta guerra se haya convertido en una
caza al iraquí con escaso o nulo coste para el cazador. El último ejemplo lo
tenemos en los naipes de poker con las caras de los buscados vivos o muertos.
¿Qué ocurrirá si, -como es más que previsible- no se encuentran armas
químicas o bacteriológicas en Irak? ¿Quién será el responsable de
esta
masacre? Es posible que nadie asuma esa responsabilidad, pero no lo
olvidarán las miles de víctimas que dejará esta confrontación que de nuevo no
hallarán ante quien vindicar justicia. Una vez más se cumplirá la máxima de
que una guerra conlleva una paz conveniente y una impunidad necesaria para
estabilizar la protesta y evitar que se ‘altere’ la reconstrucción del país, que
eso sí, habrá sido repartida en función del tanto de participación que a cada
aliado ha aportado.
Es decir los viejos principios creados por sátrapas y dictadores venidos a
menos, si volvieron a adueñar de la situación.
Frente a ello, las Naciones Unidas han permanecido silentes ante la decisión
de EE. UU. ¿Para cuando la exigencia de que sea esta organización la que
controle íntegramente la reconstrucción de Irak? Sólo el control absoluto por
parte de Naciones Unidas de la reconstrucción de este país habría dado --------
20
credibilidad al proceso. Me temo que no será así, y, probablemente una vez
más, habrá categorías de víctimas, y, nuevamente el silencio y el olvido para
muchos de ellos, se instaurará como una especie de bálsamo para las
conciencias de aquellos que propiciaron esta barbarie y en las diferentes
esferas judiciales.
Finalmente, esta guerra no va a aportar soluciones a medio plazo, sino todo
lo contrario, al problema del terrorismo fundamentalista islámico que ha
encontrado una justificación objetiva, de la que hasta ahora carecía. De
momento ha conseguido reactivar la respuesta de grupos de guerrilla o de
terror que agravan la situación interna de Irak.
La actuación de esta forma implica el desconocimiento de la génesis real del
fenómeno terrorista y
de las causas que lo motivan, y, deja sin resolver ni
abordar la investigación de la financiación de dicha actividad que hunde sus
raíces no sólo en Irak precisamente, sino en otros países de la zona que,
incluso apoyan la acción actual. Nuevamente se reeditará la historia ya vieja
de que los actuales aliados, luego han tratado de acabar con un fenómeno que
ellos crearon y que se volverá a reproducir en su contra.
Sin embargo, no se le ha prestado toda la atención que merece a la acción
civil (no militar) a través de la cooperación entre Estados, y especialmente de
carácter: policial y judicial; únicos o al menos las más importantes acciones
que pueden producir frutos en la lucha contra el terrorismo integrista.
Ejemplo: Al Qaeda.
Ahora se anuncia con grandes titulares mediáticos la detención de Abu
Abbas. Desde hace 17 años sabíamos que estaba en Bagdad. Italia lo puso en
libertad. En definitiva, se ha prescindido de ellos e incluso se ha optado
claramente por política contraria a la misma
<<Desde el punto de vista del Derecho Penal, los atentados contra las Torres
Gemelas han puesto sobre la mesa un buen número de preguntas sobre los
conceptos de terrorismo y terroristas y sobre la extensión de uno y otro; y que
deberían haber estado resueltas desde hace tiempo. Ahora el problema nos ha
estallado en pleno rostro y la mayoría no estábamos preparados para tal
situación, de modo que la inercia de los acontecimientos va marcando la ---------
21
agenda>>. (Terrorismo y terroristas B. Garzón y Gómez-Benítez. El País. 28 de
enero de 2001).
<<No es frecuente en nuestros días reivindicar límites al poder de la
voluntad. Sin embargo, la voluntad sin límites conduce a la ausencia de
sentimiento de culpabilidad y, en consecuencia, a la justificación interna de la
violencia>>. Es entonces, muy poco relevante la cuestión de su legitimación
externa: vista desde fuera -especialmente desde cada uno de los bandos- una
persona puede ser, en efecto, un terrorista o un líder que lucha por la libertad
y/o la seguridad de su pueblo.
Sin límites éticos o morales al ejercicio de la voluntad y, por tanto, sin
sentimiento de culpabilidad, puede llegar a justificarse, incluso, la selección o
el ataque -sea directo o colateral- contra víctimas indefensas y, más aún
inocentes, es decir, que no solo no están integradas conscientemente en ningún
bando, sino que, además sufren el dolor, el hambre y la injusticia por el mero
hecho de existir.
Tan frecuente es la indiferencia que quienes no se sienten culpables ante esta
clase de víctimas, que debemos sospechar que forman parte esencial de la
estrategia; se trata no sólo de imponerse al precio que sea, sino también de
mantener la sensación colectiva de inseguridad para conseguir un objetivo
político, sea la independencia de un territorio, el triunfo de una ideología o
el incremento desmedido del gasto militar.
No solo por razones jurídicas, sino sobre todo, porque en cualquier
situación, incluso en la guerra, existen límites éticos y morales y, por tanto,
jurídicos al poder de la voluntad de imponerse al contrario, va ganando terreno
la aproximación al concepto de terrorismo desde la perspectiva de los
crímenes de guerra, aunque cometidos en tiempo de paz; o incluso como
crimen contra la humanidad.
Pese a que siempre hay y habrá quienes compartan con sus líderes su
voluntad ilimitada y, por tanto, los justifiquen y apoyen por su mera ideología,
la aureola del terrorista-combatiente por la libertad y/o seguridad de su pueblo
disminuye drásticamente cuando se le mira como un simple criminal de
guerra, tanto en tiempo de guerra como de paz. No sólo desde fuera, sino ------
22
también desde el punto de vista interno, la justificación de la violencia se
esfuma ante la violación de la más elemental ética propia del combatiente;
matar, torturar o secuestrar al enemigo desarmado o al que se ha rendido, al
que está enfermo, herido o ha sido hecho prisionero, o a civiles, o ejecutarlos,
secuestrarlos o condenarlos a largos años de prisión sin un juicio justo, sitúa
al ‘combatiente’ ante su propia degradación ética y moral. Por encima de la
capa protectora de su ideología, el criminal de guerra -en tiempo de guerra y
de paz- debería sentir la culpabilidad que corresponde a las acciones más viles
de las que es capaz el ser humano.
Conviene, por eso, volver a recordar algunas bases muy elementales de la
convivencia ordenada conforme al Derecho:
Los guerrilleros, paramilitares o soldados y sus superiores -incluidos los
políticos- que, en un conflicto armado internacional o interno, matan o
torturan al enemigo herido o prisionero, o a civiles, o destruyen o se apropian
de sus bienes sin justificación militar, o no les proporcionan un juicio justo, o
no respetan, en general, las normas básicas del Derecho Internacional
Humanitario, no son terroristas, sino criminales de guerra y como tales deben
ser juzgados y condenados.
Quienes, sin embargo, con independencia de su denominación, matan,
torturan, secuestran o realizan hechos similares para sembrar el terror en un
sector de la población en tiempo de paz -valga decir, cuando no existe un
conflicto armado internacional o interno- actuando, generalmente, al servicio
de una organización o de sus fines políticos, son, simplemente, terroristas, y
como tales deben ser juzgados y condenados.
Se convierten, entonces, en responsables de crímenes contra la humanidad y
como criminales contra la humanidad y no de guerra o terroristas deben,
entonces, ser juzgados y condenados.
Lamentablemente, no parece que los vientos soplen en esta dirección, no
digamos ya en Estados Unidos, en donde la coartada del "eje del mal" parece
justificarlo todo, sino ni siquiera en la civilizada Europa. El impacto de los
aviones contra las Torres Gemelas sigue tan presente que no parece existir
duda en los foros internacionales sobre la diferencia entre lo que hacen ellos
y lo que se hace y puede hacer contra ellos: ellos y solo ellos pueden realizar,-
23
al parecer, actos terroristas, crímenes de guerra y contra la humanidad. En el
otro lado, por el contrario, se trata de defender la paz, sin prestar demasiada
atención a las violaciones de derechos humanos: ¡al fin y al cabo, los nuestros
-se dice- son, simplemente, halcones, que vuelan en defensa de la paz. Esta
diferente percepción es nuevamente peligrosísima.
En el lenguaje característico del Derecho perverso -en sentido hegeliano,
naturalmente-, ésta es la esencia de la denominada Posición Común del
Consejo de Europa sobre la aplicación de medidas específicas de lucha contra
el terrorismo, adoptada el 27 de diciembre de 2001. Según ésta sólo son actos
terroristas los que pueden perjudicar gravemente a un país o a una
organización internacional. Dando por supuesto que las organizaciones
clasificadas como terroristas no están consideradas a estos efectos como
organizaciones internacionales la conclusión es obvia: no es un acto terrorista
la realización de los graves delitos descritos en este acuerdo, -atentados contra
la vida o la integridad de las personas, secuestros o tomas de rehenes,
destrucción de infraestructuras, fabricación o suministro de armas -incluso
nucleares- o explosivos, liberación de sustancias peligrosas o provocación de
incendios, inundaciones o explosiones cuyo efecto sea poner en peligro vidas
humanas, interrupción del suministro de agua, electricidad u otro recurso
natural con el mismo efecto anterior, entre otras similares- si se realizan desde
el otro bando, esto es, no para perjudicar a un país u organización
internacional, sino desde el país, gobierno u organización internacional que se
pretenden defender.
Parece que esta posición ha olvidado tener en cuenta actos como los
asesinatos selectivos de dirigentes palestinos, o de supuestos terroristas de AlQaeda, o la destrucción de las casas de familiares y "amistades" de los
terroristas-suicidas
palestinos, o la política de "tierra quemada" de las
autoridades rusas en Chechenia. Nada de esto es terrorismo, según el Consejo
de Europa: ¿Es, acaso, Hamás, por ejemplo, una organización internacional a
la que se pretenda destruir al asesinar a sus integrantes o al destruir las casas
de los familiares de los terroristas-suicidas? ¿Son, tal vez, un país al que se
pretenda destruir el conjunto de territorios dispersos en Cisjordania y Gaza y
parte de Jerusalén, en donde viven millones de palestinos? ¿Son, en este
24
sentido, organizaciones internacionales a las que haya que proteger Al Fatah y
la Autoridad Palestina? ¿Es, tal vez, a estos efectos Chechenia un país? ¿Qué
son los Kurdos para Turquía o Irak: indígenas? Si las conductas delictivas
perpetradas en estos conflictos no son terroristas, entonces: ¿serán
perseguidas, tal vez, como crímenes de guerra o contra la humanidad?. En las
situaciones límites es en las que se echan de menos los principios.
Antes del 11 de septiembre ya se sabía que la ausencia de límites al poder de
su voluntad no era ajena a muchos de nuestros dirigentes (implicación de las
grandes potencias en la creación, financiación, entrenamiento y dotación de
armas, -incluso bacteriológicas y de destrucción masiva-, a organizaciones
guerrilleras armadas o gobiernos terroristas, la práctica del terrorismo de
Estado, la guerra sucia), ahora lo único que se han añadido es la publicidad a
esa ausencia de límites.
Ahora no hay problema en reconocer públicamente que el ejército de Israel
cuenta con una unidad de elite para ejecutar atentados mortales contra
dirigentes de organizaciones terroristas; o que existen comandos especiales de
EE.UU operando en diferentes países en misiones especiales de caza de
terroristas; o el incumplimiento de las convenciones de Ginebra con los
detenidos de Guantánamo; a la ausencia de imputaciones; o la expulsión del
país sin garantías; o al acuerdo de la ONU de que la ejecución de más de 40
personas en junio en Yenin no es crimen de guerra o masacre (crimen de lesa
humanidad); o la ocupación sistemática de territorios; o la destrucción de
edificios civiles en una especie de socialización del terror1; o el desprecio a la
Corte Penal Internacional, por parte de EE.UU; o la modificación de facto del
Estatuto de Roma para proteger los intereses de EE.UU. por la Unión
Europea.
En suma, ‘asistimos’ como ya decía en un artículo publicado el día 5 de
marzo de 2002, <<a la consolidación pública de los ‘espacios sin derecho’ y a
la consiguiente marginación de los Tribunales de justicia ordinarios en
cuestiones de terrorismo y crímenes de guerra>>. La investigación desde el
Estado de Derecho de estos crímenes se ha convertido en un juicio
trasnochado; el terrorismo de Estado anterior al 11 de septiembre parece un---
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macabro juego de niños que, al parecer, ahora, no-solo no habría que ocultar
sino que habría que amparar y fortalecer. El riesgo, cada vez más hecha
realidad, de esta tendencia es peligrosísima para la pervivencia de aquel
Estado y sus garantías.
Quizá por ello, y, afortunadamente la Justicia Británica
declaró nulas
algunas medidas de las aprobadas por Tony Blair en solidaridad con Bush.
El apoyo a la ‘guerra sucia’ que se percibe en EE.UU. Reino Unido (ahora
amortiguado) Israel y otros países, hace cada vez más imperceptible la
diferencia ética y moral entre los dos bandos, en ninguno de los cuales parece
existir límites al poder de la voluntad, ni sentimiento de culpabilidad, ni por
tanto, derecho que respetar.
También asistimos a un fenómeno curioso y preocupante, cual es el
esparcimiento del miedo en países como EE.UU. ¿Cuántas veces se han
despertado las amenazas de atentados? ¿Cuántos ha habido?: ninguno. Luego,
se construye sobre esta amenaza todo el edificio que es tan falso como la
primera, pero justifica todas las acciones posteriores.
¿Y ahora qué? En el día 16 de abril de 2003 parece que ha llegado el final
de la guerra y comenzará la reconstrucción aunque, como se ha demostrado
los ‘incidentes armados’ continúan. ¿Es el momento de olvidarse de los
hechos anteriores y mirar pragmáticamente hacia el futuro como se nos pide?
Ahora se habla de vencedores y vencidos sin la menor impudicia como si la
cosa fuera cuestión de que unos países o personas por no haber aceptado la
guerra y otros por manifestarnos en contra de esta masacre -que lo sigue
siendo y lo será para la vergüenza en años venideros-, hubiéramos sido
vencidos por los agresores y por el agredido Sadam. Ni siquiera en la victoria
ominosa del poder militar se tiene la dignidad de guardar silencio por los
muertos, sin importar el color de su uniforme. Las escenas del júbilo oficial se
contraponen con el natural de los ciudadanos sometidos, primero a un régimen
tirano y después a unos bombardeos atroces. ¿Cómo no van a estar contentos
los ciudadanos y ciudadanas iraquíes?, hasta el diablo que viniera a salvarlos
de esa locura sería bienvenido.
La humildad hace grandes a los hombres. No pierde ni un ápice de crueldad
la guerra por el hecho de que se haya acabado.
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No desaparecen las responsabilidades -si las hubiera- porque aquella haya
concluido. Me parece muy poco ético que ahora los líderes que se ubicaron en
contra de la guerra no sean coherentes y mantengan la visión
crítica
precedente y no exijan la legitimación derivada del hallazgo de las armas de
destrucción masiva, biológicas o químicas y de la constatación de las
conexiones del régimen de Sadam con el terrorismo de Al Qaeda. Sólo esto, y
haciéndolo a través de los inspectores de la ONU daría sentido y legalidad a
una actuación fuera de la misma. Si así no sucediera la exigencia de
responsabilidades sería ineludible.
¿No merecen las víctimas esta postura? ¿Es que debemos quedarnos en la
simpleza de aquellos argumentos y que terminare la discusión diciendo que
‘todo es culpa de Sadam’?.
Por favor, más respecto a la inteligencia de los ciudadanos.
La movilización masiva de la sociedad no puede ni debe dejar de producir
frutos, porque es la única forma que se ha desvelado decisiva para variar en
gran medida el curso macabro de los acontecimientos.
No señores, no, la sociedad y su revolución por la paz, han ganado pero no
se puede dilapidar esa victoria, porque de ello dependerá que esta deriva
unilateral que, prescinde de la legalidad internacional y que busca, pura y
simplemente sustituir y hacer desaparecer a la ONU salvo para cuestiones
humanitarias, no triunfe en ocasiones posteriores (Siria, Irán, Corea del
Norte…) Mientras tanto la intervención en otros lugares del mundo (Congo,
Liberia, etc.) se vuelve cicatera o inexistente.
Es el momento de la recapitulación y ver que está sucediendo:
1.- No se ha aclarado cual va a ser el papel de la ONU en la reconstrucción
de Irak.
2.- No se dice si la ocupación de Irak se va a mantener en el tiempo y hasta
cuando.
3.- Nada se ofrece con claridad sobre la constitución de un Tribunal Penal
Internacional o la decisión de que la Corte Penal Internacional abra
procedimiento a Sadam y sus jefes y los responsables de crímenes de guerra.
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4.- La baraja de poker de la muerte, ejemplifica de nuevo la teoría de los
cazadores de recompensas del Medio Oeste y consuma la de los ‘espacios sin
derecho’.
5.- El control sobre el petróleo comenzó siendo un enigma, aunque se hayan
adoptado decisiones que suavizan las primeras intenciones, pero son todavía
insuficientes.
6.- La distribución de responsabilidades es algo que debe resolverse en el
ámbito que corresponda.
Así se echa de menos
un debate en los Parlamentos sobre este tema
específico. Para escribir nueva página a partir de ahí. Con posterioridad al
momento en el que se escribieron estas notas, la exigencia de
responsabilidades, ante las mentiras y omisiones para justificar la intervención
militar y la ausencia de armas de destrucción masiva, han comenzado los
debates y comisiones para determinar los que eventualmente se hayan
producido
7.- Cual va a ser el papel de cada país en la reconstrucción.
8.- Se ha puesto sobre la mesa la necesidad de repensar algunos ámbitos y
aspectos del modelo político de participación y la necesidad de una
participación más directa en el ámbito de decisiones (Referéndum -listas
abiertas- y en este sentido tenemos que dar forma a la revolución de la paz.
En esta tesitura, no debe olvidarse que la CPI aunque no es la panacea para
acabar definitivamente con la impunidad y para dar protección a las víctimas
de los gravísimos delitos de su competencia, supone la preexistencia de los
sistemas estatales que, principalmente otorgan aquella protección o deben
otorgarla y con los que actuará en forma complementaria, pero lo hará en
forma decisiva dando coherencia al sistema de protección internacional a las
víctimas y sanción a los victimarios.
Por ello la lucha contra la impunidad y el reconocimiento de las víctimas
deben ser metas que ennoblezcan al ser humano, a través de un Derecho
Común compartido, plasmado en el principio de Justicia Universal que deberá
aplicarse como instrumento idóneo contra los llamados ‘espacios sin derecho’,
ya citados.
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La libertad es el valor más preciado de la democracia por eso debe estar
presente la afirmación de Karl Poper: ‘sólo la libertad parece hacer segura a la
seguridad’. La prevalencia de ésta sobre aquella, secuestra a la democracia.
Como bien dijo el Presidente Jefferson. ‘si tuviera que salvar el alma de
América o la democracia, siempre salvaría la democracia’.
El camino hacia una Justicia Penal Universal iniciada por la CPI y
coadyuvado por cada uno de los Estados, es más lento que la velocidad de los
mísiles y las bombas, pero más seguro, más justo y más democrático, y hará
más libres a los hombres.
La herida abierta es de tal gravedad que será difícil restañarla, pero nos
queda la esperanza de que, como decía Antonio Machado ‘hoy es siempre
todavía’. Y esa esperanza, sigue fuerte en nuestros corazones así como el
coraje y las ganas de luchar por la paz y la justicia y la igualdad en solidaridad
con los hombres y mujeres, los ancianos y los niños que sufren; y nada ni
nadie me apartará -nos apartará- de esta defensa de la libertad. De esta
revolución de la paz, contra la guerra y contra la impunidad. Ese es nuestro
compromiso. Muchas gracias”.
Acto seguido y en uso de la palabra, el Mtro. Guillermo Nares Rodríguez, en
su carácter de secretario del Consejo Universitario, da por concluida la
presente sesión solemne, agradeciendo la presencia de los invitados especiales
y personalidades que el día de hoy asisten a este acto. Se cierra esta acta,
siendo las trece horas con cincuenta minutos del día nueve de abril del año dos
mil tres. Para constancia. DOY FE. - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
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