el puente romana de salamanca. desde su construcción hasta la

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Á N G E L VA C A L O R E N Z O
EL PUENTE ROMANO
DE SALAMANCA
DESDE SU CONSTRUCCIÓN
HASTA LA RIADA DE SAN POLICARPO DE 1626
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
Desde
su construcción
San Policarpo
1626
hasta la riada de
de
ÁNGEL VACA LORENZO
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
Desde
su construcción
San Policarpo
1626
hasta la riada de
de
•
SALAMANCA 2011
SERIE DOCUMENTACIÓN, n.° 13
© Diputación de Salamanca y el autor
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Salamanca
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Índice
PRESENTACIÓN................................................................................................9
INTRODUCCIÓN...............................................................................................15
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA: UN EDIFICIO Y DOS FÁBRICAS...................27
1. La puente vieja o fábrica romana: sus elementos formales. El toro....31
2. La puente nueva o fábrica hispana: la heterogeneidad de sus elementos formales.....................................................................................55
EDIFICACIÓN, FINANCIACIÓN, AUTORÍA Y CRONOLOGÍA DEL PUENTE ROMANO
DE SALAMANCA...............................................................................................69
1. Munera y locatio operis, vectigalia y evergetismo: los diversos expedientes de construcción y financiación de las obras públicas romanas...........................................................................................................69
2. Las diversas teorías sobre la autoría y cronología del puente.............82
3. Nuestras propuestas de datación y autoría del puente........................92
PRIMERAS RUPTURAS DEL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA EN LA EDAD MEDIA:
CON LOS ANDILUVIOS GRANDES NI QUEDAN VADOS NI PUENTES.............................103
1. Las más antiguas referencias testimoniales del puente........................104
2. Los tienpos de las avenidas e de los aguaduchos..................................118
a) La riada de los Difuntos de 1256....................................................119
b) La riada de Santa Bárbara de 1498.................................................127
EJECUCIÓN Y FINANCIACIÓN DE LAS REPARACIONES DEL PUENTE ROMANO DE
SALAMANCA EN LA EDAD MEDIA......................................................................137
1. La financiación: rentas de bienes de propios, legados testamentarios,
derramas especiales y sisas sobre el vino, carne y pescado...............142
2. Las reparaciones de los derribos de las riadas de los Difuntos y Santa
Bárbara....................................................................................................158
7
ÁNGEL VACA LORENZO
REPARTIMIENTOS Y NUEVAS INTERVENCIONES EN EL PUENTE ROMANO DE
SALAMANCA EN LOS PRIMEROS TIEMPOS MODERNOS..........................................175
1. La transformación del puente en un baluarte por obra de Gómez
Herrador: el castillete y las almenas.....................................................178
2. El enlosado del puente y Machín de Sarasola: las ordenanzas sobre
el tráfico rodado.....................................................................................185
3. Los repartimientos de Felipe III y el maestro de cantería Pedro de la
Puente Montecillo..................................................................................201
CATÁLOGO DOCUMENTAL................................................................................221
FUENTES DOCUMENTALES.................................................................................243
A) Fuentes documentales manuscritas.......................................................243
1. Archivo de la Catedral de Salamanca (ACSa.)................................243
2. Archivo Diocesano de Salamanca (ADSa.).....................................243
3. Archivo General de Simancas (AGS)..............................................243
4. Archivo Histórico Nacional –Madrid– (AHN).................................244
5. Archivo Histórico Provincial de Cantabria (AHPC)........................244
6. Archivo Histórico Provincial de Salamanca (AHPSa).....................244
7. Archivo Municipal de Ledesma (AML)............................................244
8. Archivo Municipal de Salamanca (AMSa).......................................245
9. Archivo de la Real Chancillería de Valladolid (ARCHV)................245
10. Archivo de la Universidad de Salamanca (AUS)............................245
B) Fuentes documentales impresas............................................................245
BIBLIOGRAFÍA.................................................................................................247
8
Presentación
E
l programa de Publicaciones del Departamento de Cultura de la Diputación
de Salamanca, contempla como uno de sus ejes editoriales, la
divulgación de temas salmantinos y el acercamiento a los ciudadanos de
los aspectos históricos que dan sentido a un espacio común. De ahí que
el catálogo de Ediciones de la Diputación de Salamanca indague en una
variedad de temas sobre distintos aspectos de investigación, haciendo que
su conocimiento sea del interés general. El puente romano de Salamanca es,
sin duda, uno de los monumentos arquitectónicos, más importantes que dan
imagen no solo a la ciudad sino que extiende la misma a la provincia a través
del río Tormes.
Este libro del profesor Ángel Vaca Lorenzo, historiador y solvente
investigador de muchos aspectos arquitectónicos de nuestra provincia, nos
muestra el valor añadido que tiene el puente romano, su importancia histórica
y la función que ha desempeñado a lo largo de sus casi dos mil años de vida.
Si en el programa editorial de la Diputación de Salamanca contemplamos en
dos títulos diferentes, la catalogación de los puentes de la provincia, bien
merece detallar en un libro monográfico la esencia de la historia de este icono
emblemático del escudo de la ciudad de Salamanca.
Por otra parte, el libro viene a llenar un vacío sobre su exigua investigación
histórica y por ello a reponer su antigua valoración perdida. Al editar «El puente
romano de Salamanca» el Departamento de Cultura de la Diputación quiere
acercar a los lectores una parte sustancial de nuestra historia reflejada a través
de una arquitectura de vital importancia para la vida diaria de los salmantinos,
para el desarrollo urbanístico de la ciudad y ahondar, indudablemente, en una
seña de identidad de nuestra provincia.
Manuel TOSTADO GONZÁLEZ
Diputado de Cultura
DIPUTACIÓN DE SALAMANCA
9
La puente mayor desta dicha çibdad
es vna de las más nescesarias cosas della,
en que conviene rrecabdo y tenerse conserbada
porque es notable hedifiçio e muy grande
e syn ella esta çibdad no podría tener provisión ni sustentarse
e si cayese o peresçiese ni abría fuerça
ni posibilidad para la tornar a hedificar,
en espeçial por la obra tan prençipal que tiene.
A Rodrigo e Inés
Introducción
A
unque constituye un tópico iniciar cualquier trabajo de investigación incidiendo sobre la importancia del tema y la escasez de estudios sobre
el mismo, lamentablemente en este caso es más que obligado. Pues resulta
ciertamente extraño que siendo el puente romano de Salamanca uno de los
edificios más emblemáticos de la ciudad, declarado Monumento HistóricoArtístico el 3 de junio de 19311 y en la actualidad catalogado como Bien de
Interés Cultural2, sea uno de los monumentos menos valorados tanto desde
el punto de vista artístico y patrimonial como, sobre todo, desde el punto de
vista del interés histórico, al menos hasta los últimos años del siglo pasado.
Hasta entonces, salvo el sucinto “articulejo” –así es calificado por el propio
autor– de González Iglesias3, las dos escasas referencias incluidas en los correspondientes estudios de Gómez-Moreno4 y de Roldán Hervás5 y otras obras
menos relevantes6, el puente únicamente y de manera muy limitada había
requerido la atención de los reputados cronistas e historiadores locales de
Gaceta de Madrid, de 4 de junio de 1931, núm. 155, p. 1.184.
Decreto 67/1998, de 26 de marzo, por el que se delimita el entorno de protección de Bien de
Interés Cultural declarado, puente romano sobre el río Tormes, en Salamanca (B.O.C. y L. de 1 de
abril de 1998, núm. 62).
3
GONZÁLEZ IGLESIAS, L., “El Río, el Toro y la Puente”, en El Museo. Crónica Salmantina, I (1957),
principalmente pp. 44-50.
4
GÓMEZ-MORENO, M., Catálogo Monumental de España. Provincia de Salamanca. Texto. Valencia:
Dirección General de Bellas Artes, 1967, pp. 45-46.
5
ROLDÁN HERVÁS, J. M., Iter ab Emerita Astvricam. El Camino de la Plata. Salamanca: Universidad
de Salamanca, 1971, pp. 121-122.
6
La relevancia viene determinada, en este caso, por su relación con el puente romano de Salamanca,
por cuanto recogen una simple referencia o, a lo máximo, una mínima descripción del mismo. Entre
otras, se pueden citar: CAGNAT, R. y CHAPOT, V., Manuel d’archéologie romaine. Paris: Auguste
Piscard, 1916, t. 1, p. 50 (incluye medidas erróneas de longitud –143 m– y de anchura –8 m–); TARACENA, B., Ars Hispaniae. Historia Universal del Arte Hispánico. Madrid: Plus Ultra, 1947, vol. II, p.
17 (incluye fotografía); DAREMBERG, Ch. y SAGLIO, Edm., Diccionnaire des antiguités grecques et
romaines. Graz: Akademische Druck, 1963, t. 4-1, p. 564; GAZZOLA, P., Ponti Romani. Contributo ad
un indice sistematico con Studio critico bibliografico. Firenze: Leo S. Olschki Editore, 1963, vol. II, pp.
134-135; ALZOLA Y MINONDO, P., Historia de las obras públicas en España. Madrid: Ediciones Turner,
1979 [reed. de la obra de 1899], quien afirma que posee 27 arcos de medio punto, p. 62.
1
2
15
ÁNGEL VACA LORENZO
los siglos XVII, XVIII y XIX, González Dávila7, Bernardo Dorado8, Modesto
Falcón9, González de la Llana10, José María Quadrado11, Celestino Espinosa12,
Fernando Araujo13 y Villar y Macías14, quienes en sus respectivas monografías
sobre la ciudad apenas habían dedicado a este monumento un breve espacio,
una somera descripción del mismo (número de arcos, longitud y anchura,
no en todos coincidentes) que, en algunos casos, también incluía la de sus
componentes estructurales y ornamentales (almenas, castillete central, pilas,
tajamares, sillares, calzada, toro, etc.), y, principalmente, explicaciones, más
o menos míticas y especulativas, sobre su posible origen y construcción por
obra de Hércules, Trajano u otro emperador o autoridad romana.
Fue a partir de los años ochenta del siglo pasado cuando se retoma el
interés por este puente, al incluirlo en obras genéricas y de síntesis sobre
dicha temática15, o al dedicarle estudios monográficos y específicos sobre
7
GONZÁLEZ DÁVILA, G., Historia de las antigüedades de la ciudad de Salamanca. Salamanca: Ediciones de la Diputación y Universidad de Salamanca, 1994 [reimp. de la obra de 1606], pp. 13-17.
8
DORADO, B., Compendio histórico de la ciudad de Salamanca. Salamanca: Europa Artes Gráficas,
1985 [reimp. de la obra de 1776], pp. 17-18.
9
FALCÓN, M., Salamanca artística y monumental ó descripción de sus principales monumentos.
Salamanca: Caja Duero, 2000 [reimp. de la obra de 1867], pp. 63-66; y Guía de Salamanca. Salamanca,
1868, principalmente el capítulo II: “La Calzada de la Plata. El Puente Romano. La Primera Muralla.
Extensión de la primitiva ciudad de Salamanca”, pp. 7-18.
10
GONZÁLEZ DE LA LLANA, M., Crónica de la provincia de Salamanca. Salamanca: Hespérides,
1993 [ed. fac. de la obra de 1869], pp. 7 y 44.
11
QUADRADO, J. M., España: sus monumentos y artes, su naturaleza e historia: Salamanca, Ávila y
Segovia. Salamanca: Ediciones Diputación de Salamanca, 2001 [reimp. de la obra de 1874], p. 8.
12
CELESTINO ESPINOSA, P., “Reseña de varios puentes construidos en España desde la Antigüedad
hasta principios del siglo XIX”, en Revista de Obras Públicas, 26 (1878), p. 250.
13
ARAUJO, F., La reina del Tormes. Guía histórico-descriptiva de la ciudad de Salamanca. Salamanca: Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Salamanca, 1984 [reimp. de la obra de 1884], pp. 17
y 358-359.
14
VILLAR Y MACÍAS, M., Historia de Salamanca. Salamanca: Graficesa, 1973 [reimp. de la obra de
1887], lib. I, pp. 31-34.
15
Entre otras cabe citar por orden cronológico: FERNÁNDEZ CASADO, C., Historia del puente en
España. Puentes Romanos. Madrid: Instituto Eduardo Torroja, s/p y 2ª edic., 2088, pp. 207-214; ARAMBURU-ZABALA HIGUERA, M. Á., La arquitectura de puentes en Castilla y León. 1575-1650. Valladolid:
Junta de Castilla y León, 1992, pp. 165-167; RUPÉREZ ALMAJANO, M. N., Urbanismo de Salamanca en
el siglo XVIII. Salamanca: Colegio Oficial de Arquitectos de León, 1992, pp. 46-53; CHÍAS NAVARRO, P.
y ABAD BALBOA, T., Puentes de España. Madrid: Fomento de Construcciones y Contratas, S.A., 1994,
pp. 28-31; DÍEZ ELCUAZ, J. I., “Los puentes de Salamanca”, en Salamanca, Revista de Estudios, 42
(1999), pp. 127-133; NÚÑEZ PAZ, P., REDERO GÓMEZ, P. y VICENTE GARCÍA, J., Salamanca. Guía
de Arquitectura. Salamanca: Colegio Oficial de Arquitectos de León. Delegación de Salamanca, 2002,
pp. 74-75; BUENO HERNÁNDEZ, F., Historia de las Obras Públicas en la provincia de Salamanca.
Salamanca: Diputación de Salamanca, 2002, pp. 284-288 y 345-346; VACA LORENZO, Á., “La Vía de la
Plata a su paso por Salamanca”, en Salamanca, Revista de Estudios, 48 (2002), pp. 17-27; ARENAS, J.
J., Caminos en el aire. Los puentes. Madrid: Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, 2002,
vol. 1, pp. 168-172; MARTÍN SÁNCHEZ, L., GUTIÉRREZ HERNÁNDEZ, F. y JIMÉNEZ GARCÍA, J. Á.,
Inventario de Bienes de Interés Cultural de la Provincia de Salamanca. Bienes Inmuebles. Salamanca:
Ediciones de la Diputación de Salamanca, 2003, pp. 238-239.
16
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
Fig. 1: El puente romano de Salamanca aguas arriba,
en el estío de los primeros años del siglo XX
algún aspecto parcial o etapa cronológica del mismo16. Si bien, este reciente
interés por él despertado es todavía manifiestamente insuficiente, aún no ha
llegado a producir ningún estudio monográfico equiparable a los que, con
Aquí también por orden cronológico cabe citar, entre otros: HERRÁEZ HERNÁNDEZ, J. M., “El
Puente Romano de Salamanca y la riada de 1499 según el manuscrito de José Iglesias de la Casa”, en
Actas del I Congreso de Historia de Salamanca. Salamanca: 1992, tomo II, pp. 355-361; JIMÉNEZ FUENTES, E. y MARTÍN DE JESÚS, S., “Sobre el material empleado en la construcción del Puente Romano
de Salamanca, durante el siglo XVII”, en Actas del I Congreso de Historia de Salamanca. Salamanca:
1992, tomo II, pp. 363-365; JIMÉNEZ, M. C., MENÉNDEZ, L. R. y PRIETO, M., “El puente romano de
Salamanca en las crónicas, las fuentes históricas y la historiografía”, en Salamanca, Revista de Estudios,
44 (2000), pp. 193-220; ÁVILA JALVO, J. M., “Análisis constructivo del Puente Mayor de Salamanca”, en
Salamanca, Revista de Estudios, 48 (2002), pp. 51-79; VACA LORENZO, Á., “Aventuras y desventuras
del Toro y Puente Romano de Salamanca”, en Papeles del Novelty, 7 (2002), pp. 59-82; MENÉNDEZ
BUEYES, L. R., “Acercamiento histórico al Puente Romano sobre el río Tormes (Salamanca). Apuntes
para una interpretación arqueológica”, en B.R.A.H., CC (2003), pp. 373-416; VACA LORENZO, Á., “La
reparación del Puente Romano de Salamanca a principios del siglo XVII: la contribución zamorana”,
en Papeles del Novelty, 10 (2004), pp. 35-56; VACA LORENZO, Á., GUADALUPE SALAS, I. y GARCÍA
MALDONADO, J., “El Puente Romano. La Puente Mayor de Salamanca: sus orígenes”, en Puentes
singulares de la provincia de Salamanca. Salamanca: Diputación de Salamanca, 2005, pp. 25-55;
MENÉNDEZ BUEYES, L. R., “El Puente Romano de Salamanca y su contexto histórico. (A propósito
de CIL II 4685)”, en Memorias de Historia Antigua, 21-22 (2005), pp. 149-183; VACA LORENZO, Á.,
“El Puente Romano de Salamanca en la Edad Media”, en Cuadernos de Historia de España, LXXXI
(2007), pp. 7-38; MENÉNDEZ BUEYES, L. R. y JIMÉNEZ GONZÁLEZ, M. C., “El puente romano de
Salamanca sobre el Tormes en el Iter ab Emerita Asturicam”, en Arqueología de la Vía de la Plata
(Salamanca), G. Gillani y M. Santonja (eds.). Béjar: Premysa, 2007, pp. 183-212; ÍDEM, “El Puente
Mayor de Salamanca: Historia y arqueología de un monumento bimilenario a través de la evolución
de sus calzadas”, en El Miliario Extravagante, 7 (2008), pp. 18-29; VACA LORENZO, Á, “Primeras
roturas del puente romano de Salamanca. Las riadas de los Difuntos de 126 y de Santa Bárbara de
1498”, en Puentes singulares de la provincia de Salamanca. II. Salamanca: Diputación de Salamanca,
pp. 25-57; e ÍDEM, “Edilicia y fiscalidad. La financiación de las obras públicas en la Edad Media: el
Puente Romano de Salamanca” (en imprenta).
16
17
ÁNGEL VACA LORENZO
todo merecimiento, poseen monumentos tan emblemáticos de la ciudad como
la Plaza Mayor17, la Universidad18, las dos Catedrales19, la Clerecía20, la Casa de
las Conchas21, etc.
En definitiva, la historia del puente romano de Salamanca todavía no ha
sido trazada con la profundidad, extensión y sistemática requeridas. He aquí
el objetivo a conseguir, que, en esta ocasión, se limita cronológicamente al
amplio periodo, el menos conocido, que transcurre desde su edificación, en
la segunda mitad del siglo I, hasta su gran derribo parcial ocasionado por la
avenida de San Policarpo, la tarde y noche del 26 de enero de 1626. Se trata,
sin duda, de un sujeto de estudio típicamente interdisciplinar que requiere el
concurso de ciencias como la Arqueología, la Historia del Arte, la Arquitectura,
la Ingeniería e, indiscutiblemente, la Historia. Y desde esta óptica multidisciplinar, en su desarrollo se abordará el análisis descriptivo de la estructura
formal y constructiva de sus dos fábricas, la romana y la hispana, también el
relato de la por ahora irresoluta problemática que presentan sus respectivas
autoría y cronología, y, sobre todo, el conocimiento de las múltiples reparaciones, arreglos e, incluso, reconstrucciones parciales y totales que de su fábrica
se han realizado a lo largo de este periodo, así como de las modificaciones
de sus otros elementos adicionales y ornamentales (toro, castillete central,
almenas, etc.) y de los distintos expedientes y sistemas de financiación y
ejecución de las mismas, sin olvidar los maestros canteros y arquitectos que
intervinieron en las reparaciones de esta obra arquitectónica de evidente utilidad pública. Además, se ha tratado de superar, de acuerdo con la sugerencia
del profesor Durán Fuentes, los estrechos límites que suelen presentar los
estudios históricos sobre puentes, en los que sólo se suele incluir su descripción y la publicación de algún dato o documento histórico, incorporando el
“estudio constructivo y tipológico, el análisis de los paramentos para recabar
información sobre sus diferentes fábricas, el estudio dimensional de la obra”,
sin obviar el aporte de precisos planos, fotografías y demás reproducciones
Vid. por ejem., RODRÍGUEZ G. DE CEBALLOS, A., La Plaza Mayor de Salamanca. Salamanca:
Centro de Estudios Salmantinos, 1977 o ESTELLA GOYTRE, A. (ed.), La Plaza Mayor de Salamanca.
Salamanca: Caja Duero, 2005, 3 vols.
18
ÁLVAREZ VILLAR, J., La Universidad de Salamanca. Arte y tradiciones. Salamanca: Universidad de
Salamanca, 1972; FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, M., ROBLES CARCEDO, L. y RODRÍGUEZ SAN PEDRO, L. E.
(eds.), ), La Universidad de Salamanca. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 1989, 3 vols.;
PEREDA, F., La arquitectura elocuente. El edifico de la Universidad de Salamanca bajo el reinado de
Carlos V. Madrid: Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V,
2000; RODRÍGUEZ-SAN PEDRO BEZARES, L. E. (coord.), Historia de la Universidad de Salamanca.
Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 2002-2009, IV vols.
19
CHUECA GOITIA, F., La Catedral Nueva de Salamanca. Historia documental de su construcción.
Salamanca: Universidad de Salamanca, 1951; SÁNCHEZ Y SÁNCHEZ, D., La catedral Vieja de Salamanca. Salamanca: Ilmo. Cabildo de la catedral de Salamanca, 1991 e ÍDEM, La catedral Nueva de
Salamanca. Salamanca: Ilmo. Cabildo de la catedral de Salamanca, 1993.
20
RODRÍGUEZ G. DE CEBALLOS, A., Estudios del Barroco salmantino. El Colegio Real de la Compañía de Jesús (1617-1779). Salamanca: Centro de Estudios Salmantinos, 1985.
21
ÁLVAREZ VILLAR, J., La Casa de las Conchas de Salamanca. Salamanca: Caja Duero, 2002.
17
18
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
gráficas del puente22; pero, sin por ello renunciar a las informaciones suministradas por una masa documental suficientemente amplia y en su mayor parte
inédita, existente en diversos archivos locales, regionales y nacionales, como
el Catedralicio, Diocesano, Universitario, Histórico Provincial y Municipal de
Salamanca, el de la Chancillería de Valladolid, el General de Simancas, el
Histórico Nacional de Madrid, etc., y, en parte, recogida y extractada en el
Catálogo Documental que acompaña a este estudio. Siendo conscientes de
que al enfocar el análisis básicamente en el puente, como obra arquitectónica singular y con dimensión propia, aquél pierde la perspectiva que podría
alcanzar de haber considerado este sujeto como parte destacada de una vía e
integrante de una red viaria; sin embargo, el protagonismo de los puentes es
tal que, como expone Iranzo Muñío, “merecen ser estudiados en sí mismos,
como trabajos resultantes de una elevada técnica y de un alto coste, que movilizan esfuerzos sociales de primer orden”23. Por otra parte, si los caminos
son importantes, los puntos clave que dan la medida de la eficacia de toda
la red de un territorio son los puentes, pasos especialmente difíciles en los
que su existencia o no hacía posible o imposible continuar el camino, según
sostenía Díaz Martín, quien, además, añadía que la “existencia de puentes
determinaba en la mayoría de los casos la elección de itinerarios, que podían
en definitiva potenciar económicamente una determinada zona o dejarla completamente marginada. Aquellos que favorecían la circulación de mercancías
eran, lógicamente abastecidos en mejores condiciones, y no olvidemos que
el abastecimiento, sobre todo de alimentos, fue una de las preocupaciones
primordiales de las comunidades medievales”24. Preocupación que se daba de
manera más acuciante en la ciudad de Salamanca a fines de la Edad Media,
donde su censo se veía incrementado, cuanto menos, en una cuarta parte, por
los estudiantes que de otras tierras acudían a su Universidad y a los que también había que proporcionar alimentos, como se recoge en el título primero
del libro cuarto de las Ordenanzas de Salamanca, relativo al abasto de vaca y
carnero25. Además y en este mismo sentido, no es lo mismo estudiar el puente
y su relación con el camino en los tiempos pretéritos que en los actuales. En
aquéllos, como señala Fernández Troyano, “las dificultades que planteaba la
construcción de los puentes eran muy grandes, y en cambio, las exigencias
DURÁN FUENTES, M., “La obra del puente: fuente primaria para su conocimiento e identificación”,
en Actas del Cuarto Congreso Nacional de Historia de la construcción. Cádiz: 2005, vol I, p. 363.
23
IRANZO MUÑÍO, M. T., “Obras públicas medievales: los puentes aragoneses”, en Studium. Revista
de Humanidades, 3 (1997), p. 232.
24
DÍAZ MARTÍN, L. V., “La reparación de puentes a mediados del siglo XIV”, en Castillos de España,
92 (1986), p. 57.
25
“Atento que la vaca y carnero es tan nesçesario y forçoso manthenimiento, para las gentes de
aquellos días que por la santa madre Yglesia de Rroma no está proivida, y en esta çiudad de ordinario rreside mucho número de gente, así de los veçinos como de los estudiantes que vienen a oír en
las cáthedras y achademias de la Universidad y Estudio della, y otras gentes que a ella vienen”, en
MARTÍN, J. L., Ordenanzas de Salamanca. Libro cuarto: abasto de la ciudad. Salamanca: Mercasalamanca, 1997, p. 65.
22
19
ÁNGEL VACA LORENZO
funcionales del camino eran mínimas; en estas condiciones puede decirse que
el puente definía el camino”; mientras que en los tiempos contemporáneos,
“este planteamiento se ha ido invirtiendo: las técnicas de construcción de
puentes han ido dominándose y las exigencias funcionales del camino han ido
creciendo. Actualmente nos encontramos en el polo opuesto del origen, pues
el puente se realiza a partir de las condiciones geométricas que define a priori
el trazado”. De todas formas, aunque es indudable que el puente antiguo es
una parte del camino, no es menos cierto, concluye dicho autor, que es “una
parte muy singular, con personalidad propia pues su morfología y su técnica
transcienden de este planteamiento”26.
Pero, como decía, no es únicamente el puente romano de Salamanca el
que ha carecido de la debida atención historiográfica, sino que, hasta hace
poco, esta temática histórica ha sido insuficientemente tratada, como en más
de una ocasión han puesto de manifiesto diversos autores, tanto para el ámbito
genérico de las obras públicas, como para el más particular de los puentes:
En 1979, en el estudio preliminar realizado por Antonio Bonet Correa a la
reedición del libro de Pablo Alzola y Minondo, Historia de las Obras Públicas,
publicado en 189927, exponía a propósito, que se trataba de un libro pionero
que forzosamente tiene errores de datos ya superados en los detalles, pero
que sigue siendo esencial y único en lo general. Y que resulta obvio resaltar el
mérito de este libro, por ser todavía la única monografía que trata, en toda su
evolución, del tema de las obras públicas, a no ser por los trabajos de Carlos
Fernández Casado acerca de la historia de los puentes romanos y el de Gonzalo Menéndez Pidal acerca de los caminos y carreteras y algún que otro artículo
suelto acerca de presas y obras hidráulicas. Así como que la bibliografía sobre
las obras públicas en España es, por así decirlo, inexistente.
En 1995 tuvo lugar en Estella la celebración de la XXII Semana de Estudios Medievales, bajo el título “Tecnología y Sociedad: las grandes obras
públicas en la Europa Medieval”; en ella Miguel Larrambebere Zabala realizó
una aproximación bibliográfica y presentó un elenco de más de un millar de
referencias concernientes al tema tratado, limitado a los años 1970-1995, y
llegó a la siguiente conclusión: “Conviene señalar que el grueso del repertorio
está formado por los capítulos relativos a catedrales, fortificaciones y ciudades
–en torno a 250 referencias cada uno–, en tanto que es mucho menor el espacio reservado a presas, puentes y puertos –en torno al centenar de referencias
cada uno–. Este tratamiento diverso pretende reflejar con cierta proporcionalidad el lugar que las citadas áreas de interés ocupan en la historiografía”28.
Más recientemente, en el programa de los VI Encuentros Internacionales del
FERNÁNDEZ TROYANO, L., “Esquema histórico de los puentes españoles”, en La Obra Pública,
Patrimonio Cultural. Madrid: Cehopu, 1986, p. 28.
27
ALZOLA Y MINONDO, P., Ob. cit., pp. 7-18.
28
LARRAMBEBERE ZABALA, M., “Tecnología y sociedad: las grandes obras públicas en la Europa
medieval. Aproximación bibliográfica”, en Tecnología y sociedad: las grandes obras públicas en la
Europa medieval. XXII Semana de Estudios Medievales. Pamplona: 1996, p. 435.
26
20
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
Medievo, celebrados en Nájera del 28 al 31 de julio de 2009, se abordó el estudio sobre la temática histórica que aquí nos ocupa, bajo el sugerente título
“Construir la ciudad en la Edad Media”, y, sin embargo, ninguna de las ponencias previstas trató la construcción o reparación de puentes medievales.
Por otra parte, en 1996, Durán Fuentes ratificó la afirmación del profesor
Manuel Martín Bueno, manifestada en la celebración del Primer Seminario
Internacional Puente de Alcántara a finales de 1986, de que el estudio de
los puentes no “ha ido mucho más lejos de una simple reflexión superficial
y casi epidérmica”, salvo la gran labor pionera de D. Carlos Fernández Casado29. Poco después, incidía en el mismo sentido al señalar que “este antiguo y
notorio interés (por los puentes) no se ha visto reflejado en la abundancia de
tratados específicos y más modernamente en estudios dedicados a los puentes históricos”30, para concluir, en el 2002, poniendo de manifiesto que los
puentes, a pesar de haber gozado siempre de un gran reconocimiento social,
sin embargo, no habían disfrutado del mismo nivel de estudios, que habían
permanecido en una parcela relativamente olvidada de la historiografía, al
menos hasta que en la segunda mitad del siglo XX en Europa se definieron
nuevas políticas de conservación y valorización y el concepto de patrimonio
se extendió más allá de los monumentos arquitectónicos, comenzándose a
reconocer el valor histórico y patrimonial de muchas construcciones técnicas
y utilitarias como, en general, las obras públicas históricas y, en particular, los
puentes antiguos31.
La razón de esta escasez de estudios sobre puentes históricos se debe,
en opinión del mismo autor, a que, “hasta hace poco tiempo, los puentes no
tuvieron interés para los historiadores por ellos mismos, sino sólo porque eran
puntos de obligado paso de la red viaria antigua”, así como a que los puentes “son obras en las que no se pueden emplear los métodos habituales de
trabajo arqueológico, pues al ser por un lado estructuras de ingeniería –que
serían objeto de tratamiento por estos técnicos– y por otro formar parte del
Patrimonio Histórico, mayoritariamente dentro del ámbito de los historiadores,
arqueólogos, especialistas del arte, etc., ha alejado su estudio del ámbito de
los historiadores y provocado su inclusión en una parcela de la historiografía
de la que nadie se siente responsable”, apuntando incluso otra serie de causas
motivadoras de este abandono, como “la falta de aprecio que las tradicionales
Bellas Artes han sentido históricamente por las obras utilitarias”, al considerarlas
muy uniformes y faltas de creatividad32. En este sentido, es evidente que los
DURÁN FUENTES, M., “Puentes Romanos Peninsulares: Tipología y Construcción”, en Actas del
I Congreso Nacional de Historia de la Construcción. Madrid: Instituto Juan de Herrera, 1996 (edic.
electrónica: Traianvs, 2001), p. 1
30
ÍDEM, “Identificación de puentes romanos en Hispania”, en Revista Obra Pública. Ingeniería y
Territorio, 57 (2001) (edición electr.: Traianvs, 2002), p. 1.
31
ÍDEM, “Análisis constructivo de los puentes romanos”, en I Congreso sobre las Obras Públicas
Romanas en Hispania. Mérida: 2002, p. 23.
32
ÍDEM, Identificación de puentes romanos en Hispania, p. 1.
29
21
ÁNGEL VACA LORENZO
puentes, como cualquier otra obra de ingeniería civil, no poseen, al menos
en el mismo grado, lo específico y exclusivo que tiene la obra de arte única,
pues, como afirma Fernández Ordóñez, aquélla “siempre pertenece a una
gran familia constructiva que evoluciona muy lentamente desde los tiempos
remotos, con muy pocas mutaciones que sean traumáticas y rompan el hilo
de la tradición”33.
Afortunadamente, en los últimos años parece que esta situación empieza
a cambiar de manera significativa y “los estudios sobre puentes antiguos están
tomando un creciente interés dentro de diversos ámbitos profesionales, tanto
de historiadores y arqueólogos, como de ingenieros y arquitectos. En parte
se debe al establecimiento de nuevas políticas de conservación y valorización
del Patrimonio Construido, que han extendido su concepción más allá de los
ejemplos arquitectónicos, y al reconocimiento del valor histórico y patrimonial de las obras públicas en general y los puentes en particular”34. Y porque,
como, además, señala Vittorio Galliazzo, “ninguna estructura arquitectónica ha
tenido en la historia humana la importancia del puente, al unir y poner en comunicación pueblos y civilizaciones diversas: sin puentes, las naciones permanecerían separadas, las ciudades divididas, las aldeas dispersas; mientras que,
por el contrario, con los puentes la unión está garantizada, los contactos humanos se desarrollan, se facilita el tráfico comercial. Pues es el propio puente
el que ha creado las condiciones por las que simples aldeas de pastores o
de pescadores han llegado a convertirse en ciudades o capitales de grandes
naciones: Roma, París, Venecia, Verona, Florencia, Mérida, Maguncia, Colonia,
Londres y tantas otras ciudades de Europa y del mundo habitado son centros
urbanos ‘nacidos del puente’ (o de una estructura que atraviesa un curso de
agua) y su historia encuentra sustancial alimento en la propia peripecia de su
mismo puente”35.
Y lo referido por Vittorio Galliazo perfectamente puede aplicarse a la ciudad de Salamanca. Porque, por encima de cualquier otro monumento urbano,
fue tal la importancia que para los salmantinos llegó a adquirir el edificio del
puente romano, durante mucho tiempo conocido como la puente mayor y
como la puente prinçipal, por ser el más útil y vital de la ciudad al franquear el
paso del río Tormes hacia el sur, que pronto (sin duda, desde la Edad Media)
se convirtió, junto con el toro-verraco ubicado a su entrada, en el monumento
e icono más representativo, como atributo simbólico de su preciado pasado
y de permanente funcionalidad36, y en una emblemática divisa que desde su
FERNÁNDEZ ORDÓÑEZ, J. A., “Obras públicas y monumentos. 1. El puente, ¿monumento u obra
funcional? 2. Rehabilitación de puentes históricos”, en Revista de Obras Públicas, 3.347 (1995), p. 9.
34
DURÁN FUENTES, M., La obra del puente, p. 363.
35
GALLIAZO, V., “I ponti romani”, en Elementos de Ingeniería Romana. Congreso Europeo “Las Obras
Públicas Romanas”, celebrado en Tarragona del 3 al 6 de noviembre de 2004. Barcelona: Colegio de
Ingenieros Técnicos de Obras Públicas, 2004, p. 9.
36
Este potencial simbólico del puente no sólo se debe a sus valores puramente funcionales, también
existen otros elementos dotados de rasgos mágicos, pues, “en la medida que crean un nuevo espacio
donde antes no había posibilidades de paso y desafían la gravedad con sus tableros tendidos sobre
33
22
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
primitivo origen incorporó al primer cuartel del
escudo de armas de la ciudad. En 1606, Gil González Dávila, primer cronista de Salamanca, ya
puso de manifiesto este hecho cuando expresó
que “por ser esta puente la cosa más insigne que
tiene esta Ciudad, la tiene por armas, juntamente con vn Toro de piedra, que està al principio
della”37. Si bien, es en el siglo XIII cuando por
primera vez se documenta gráficamente el icono
del puente y del toro en varios sellos de cera del
concejo y de la clerecía salmantinos, como más
adelante se verá.
Efectivamente, la función que el puente romano de Salamanca desempeñó fue fundamental
para el desarrollo de la ciudad hasta principios del
Fig. 2: Escudo actual
siglo XX, cuando este puente de piedra pierde la
de la ciudad de Salamanca
condición de paso único sobre el río Tormes y de
acceso a la ciudad por la parte meridional, al erigirse el puente de Enrique Estevan el 22 de octubre de 1913, con distinto material, el hierro, manifestación
evidente de los primeros pasos de la Revolución Industrial en esta localidad.
Hasta entonces, el puente romano era el lugar obligado de tránsito para todos
los que querían penetrar o salir de Salamanca, el nexo de relación entre la
ciudad y el territorio circundante. Todo el movimiento hacia la ciudad quedaba condicionado, pues, a este único paso del arrabal de aquende la puente al
arrabal de allende la puente. De esta forma, el puente, que permitió el cruce
de la calzada de la Plata sobre el río, se convirtió, como señala Martín Hernández, “en protagonista de la historia de la ciudad, y su conservación y defensa
fue tarea esencial de los sucesivos ocupantes. La calzada podía ser sustituida
en caso necesario por rutas o caminos menos firmes, pero el puente, el más
importante de los construidos sobre el Tormes, era el paso obligado y casi
insustituible para la paz y para la guerra. Su conservación fue vital para estos
fines, pero también lo fue de modo permanente para la vida y la actividad pacífica de los salmantinos y para su fructífera relación comercial y cultural con
las aguas, los puentes integraron un profundo simbolismo en el hecho de cruzar ríos”, según IRANZO
MUÑÍO, M. T., La peripecia del Puente de Piedra de Zaragoza durante la Edad Media. Zaragoza: Universidad de Zaragoza, 2005, pp. 14-15, quien, además, afirma que “este potencial simbólico contenido
en el gesto de caminar sobre las aguas, de atravesar y salvar un peligro cierto, se mostró muy fecundo
durante la época medieval puesto que se asimila muy bien con las ideas de salvación, de transición y
evitación de riesgos acechantes que encajan a la perfección en la mentalidad cristiana”. Por otra parte,
Durán Fuentes asegura que la ciudadanía romana veía a los puentes como “un símbolo del Imperio
y una exaltación de la maiestas imperii y la publica magnificentia del pueblo romano”, en DURÁN
FUENTES, M., “Técnica y construcción de puentes romanos”, en Elementos de ingeniaría romana.
Congreso Europeo “Las Obras Públicas Romanas”, celebrado el 3-6 de noviembre en Tarragona. Barcelona: Colegio de Ingenieros Técnicos de Obras Públicas, 2004, p. 135.
37
GONZÁLEZ DÁVILA, G., Ob. cit., p. 14.
23
ÁNGEL VACA LORENZO
las tierras y comarcas de ‘allende la puente’”38. En este sentido, las relaciones
económicas más importantes de Salamanca siempre fueron con el sur. A fines
del siglo XIX, la revista La Liga de Contribuyentes de Salamanca realizaba el
siguiente cálculo sobre el tráfico que diariamente soportaba el puente romano: por término medio “en cada uno de los meses de verano, entran por el
puente mil carros de corteza de árbol, y otros tantos de cereales, que salen en
el mismo día; los carros que vienen y regresan á Extremadura alcanzan una
cifra considerable; las cabezas de ganado trashumante, así como las que de
otro género concurren á las renombradas férias de Andalucía y Extremadura,
llegan á un número que se sustrae á todo cálculo”39. Por otro lado, a esta primera consideración habría que agregar “la del movimiento ordinario de los
coches y carruajes de la ciudad, el paso de gentes, la circulación que implican
las relaciones comerciales y particulares entre el Arrabal del Puente y el casco
de la ciudad, los correos de los puntos antes citados (Ávila, Béjar, Peñaranda,
Ciudad Rodrigo, Vitigudino, Alba de Tormes, etc.), la comunicación oficial
entre este centro y la mayoría de los pueblos de la provincia que además
concurren á los mercados de la capital á vender sus productos y diariamente
á proveerse de artículos” del comercio salmantino40.
No es de extrañar, pues, que, teniendo en cuenta la importancia vital
que para la ciudad de Salamanca poseía el puente romano, cuando éste sufría
cualquier tipo de desperfecto por la acción de las avenidas del Tormes41, muy
frecuentes hasta la construcción, aguas arriba, del embalse de Santa Teresa en
1960, que impedía el tránsito por él, rápidamente se movilizaran todos los ciudadanos para poner remedio. Así sucedió, por ejemplo, cuando la avenida de
San Policarpo derrocó buena parte del puente y el consistorio salmantino se
reunió al día siguiente y una de sus principales preocupaciones fue “procurar
dar paso por la puente”, puesto que con su rotura “zesan las correspondencias
y comercios por aquella parte que son los más considerables”, en especial,
“por aquella parte que es de donde viene la leña y carbón y aves y ganados y
42
otras cosas tan necesarias y útiles para esta ciudad” .
Desde su construcción, el puente romano de Salamanca desempeñó,
pues, un cometido funcional enormemente activo e importante: posibilitar la
circulación transversal de la vía de la Plata sobre el río Tormes. Un cometido
muy alejado del que le han deparado los tiempos actuales: ser un hermoso y
emblemático monumento, icono de la ciudad. Es más, en términos ciertamen MARTÍN HERNÁNDEZ, V., Fragmentos de una historia sociourbanística de la ciudad de Salamanca.
Salamanca: Centro de Estudios Salmantinos, 1992, p. 21.
39
Publ. en la revista La Liga de Contribuyentes de Salamanca, núm. 155, de 18 de julio de 1886.
40
IBÍDEM.
41
Según FERNÁNDEZ TROYANO, L., Tierra sobre el agua. Visión Histórica Universal de los Puentes.
Madrid: Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, 2004, vol. I, p. 82, “la acción natural
más destructiva del puente es el propio río sobre el que está situado…, porque es el más dinámico
y variable… Pero esta vitalidad lo hace agresivo, acentuándose esta agresividad en las avenidas, que
es cuando el río desarrolla su máxima capacidad destructiva”.
42
AMSa. Fondo Municipal: Sección de Gobierno. Actas Municipales, caja 1.966 (libro 12), fols. 13r y 14.
38
24
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
te ponderados, se puede afirmar que a lo largo de la historia el puente romano
ha sido uno de los elementos básicos, cuando no factor decisivo e impulsor de
la génesis de la morfología urbana de Salamanca, que, nacida como un pequeño castro defensivo, de algo más de hectárea y media de superficie, originariamente ubicado desde la Primera Edad del Hierro en el cerro de San Vicente
y posteriormente, siglo IV a.C., trasladado a su emplazamiento definitivo, la
Peña Celestina o de las Catedrales, logró adquirir su condición de civitas, una
vez que, bajo el poder del Imperio romano, se vio grandemente potenciado
al convertirse en una mansio de la calzada de la Plata que atravesaba el río
Tormes por el puente recientemente construido, como elemento integrante de
dicha calzada, ya que el puente es, según definición de Fernández Troyano,
camino sobre el río43, o como diría Pablo Neruda, poeta de los puentes, cantor
de construcciones, a propósito del Puente Curvo de la Barra Maldonado en
Uruguay,
Lo canto,
porque no una pirámide
de obsidiana sangrienta
ni una vacía cúpula sin dioses,
ni un monumento inútil de guerreros
se acumuló sobre la luz del río,
sino este puente que hace honor al agua
ya que la ondulación de su grandeza
une dos soledades separadas
y no pretende ser sino un camino.
Sin embargo, el desempeño de esta importante función de conexión
exigía una permanente y pesada carga, su conservación y mantenimiento, en
ocasiones difícil de sostener con el esfuerzo exclusivo de los vecinos de la ciudad, por lo que, desde fines de los tiempos medievales, no es extraño la cooperación coactiva de los habitantes de las aldeas de su tierra e, incluso, de los
de otros núcleos de población de regiones próximas, supuestos beneficiarios
y posibles usuarios del puente. Así sucedió en el primer tercio del siglo XVI,
cuando el rey Carlos I, al exponerle los miembros del concejo salmantino que
la puente mayor desta dicha çibdad es vna de las más nesçesarias cosas della,
en que conviene rrecabdo y tenerse conseruada porque es notable hedifiçio e
muy grande, e syn ella esta çibdad no podrá tener prouisión ni sustentarse;
e sy cayese o pereçiese, no avría fuerça ni posibilidad para la tornar a edificar, en espeçial por la obra tan prinçipal que tiene, mandó que se rreparase
e dio liçençia para ello se hechasen en sisa e rrepartimiento syeteçientas mill
maravedís entre los vecinos de la ciudad y tierra de Salamanca44; o cuando un
FERNÁNDEZ TROYANO, L., Tierra sobre el agua, vol. I, p. 23.
Con ellos, más otros doscientos mil maravedís, que con mucha fatiga del pueblo e tierra se gastaron,
únicamente se pudo reparar la mitad de la calzada del puente, la más próxima a la ciudad, la ques
43
44
25
ÁNGEL VACA LORENZO
siglo más tarde el rey Felipe III, haciendo caso a la relación hecha por Jerónimo Deniso, en nombre de Pedro de la Puente Montecillo, en quien estaba
rematada la obra del puente, mandó al corregidor de esta ciudad ejecutar el
reparto de los dos quentos noventa y quatro mil y quatrocientos maravedís
a que ascendía el implemento de dicho reparo entre más de mil trescientos
lugares de un extenso territorio en torno a Salamanca, que alcanzaba, por el
norte, los lugares de Benavente y Mayorga, por el sur, Galisteo y Plasencia,
por el este, Cuéllar y Villacastín y, por el oeste, Hinojosa y Alcañices, y que
incluía las tierras y jurisdicciones de Salamanca, Hinojosa, San Felices de los
Gallegos, Fermoselle, Ciudad Rodrigo, Galisteo, Plasencia, Montemayor, Granadilla, Miranda del Castañar, Béjar, Salvatierra, Alba de Tormes y sus cuartos
(Cantalberque, Allende el Río y Rialmar), Villatoro, Piedrahíta, El Barco, Arévalo y sus sexmos (Aceral, Sinlavajos, Aldeas, Orbita, Aregar y Rágama), Ávila
y sus sexmos (Serreruela, San Vicente, San Juan, Covaleda, San Pedro, Santo
Tomé y Santiago), Segovia (Villacastín), Coca, Valladolid, Medina del Campo,
Olmedo, Cuéllar, Mayorga, Íscar, Toro, Tordesillas, Torrelobatón, Benavente,
Tábara, Alcañices, Carbajales, Cerezal, San Vicente, San Cebrián, Zamora y sus
partidos (Sayago y Tierra del Vino), Gema y Ledesma45.
***
En la realización de un estudio histórico de estas características son muchas las deudas que se contraen: con mis compañeros de Departamento y Facultad, en especial con Javier Lorenzo Pinar, Profesor Titular de Historia Moderna, quien me ayudó a despejar numerosas dudas en la lectura de documentos
de los siglos XVI y XVII; con los Directores y demás personal de los archivos
visitados; con los miembros de la Comisión de Selección (los catedráticos de
Universidad, doctores José María Mínguez Fernández, José María Monsalvo Antón, María Asenjo González, Santiago Aguadé Nieto y Alfonso Franco Silva)
nombrados para resolver el concurso de acceso a la plaza de Catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Salamanca (G026/D02609), celebrado el 17
de septiembre de 2010, que valoraron positivamente el trabajo de investigación
“Ejecución y financiación de las obras públicas. El puente romano de Salamanca
(desde su construcción hasta la riada de San Policarpo de 1626)”, base de este
estudio, que presenté a la segunda prueba de dicho concurso; y, en fin, con el
Departamento de Cultura de la Diputación Provincial de Salamanca, porque en
una época tan poco propicia a empresas culturales acogió con entusiasmo su
publicación. A todos ellos, gracias.
desde el arco questá en medio de la puente fasta la çibdad, quedando la otra mitad por se rreparar e
hedificar por no fatigar a la gente con más sysas e rrepartimientos. E queda hasta que aya más posybilidad para ello, en Catálogo Documental 39.
45
En Catálogo Documental 60.
26
El puente romano de Salamanca:
un edificio y dos fábricas
A
poco de cumplir, si no los ha cumplido ya, los dos mil años de historia, el
puente romano de Salamanca, la puente mayor (o prinçipal) desa dicha
çibdad, se yergue victorioso de mil batallas libradas contra las, en ocasiones,
voraces e impetuosas aguas de su inseparable compañero, el Tormes. Parcialmente liberado, no hace mucho, de su primigenia función de permitir el
tránsito rodado de mercancías, animales y personas, enlazando, de manera
perdurable y como destacada obra de ingeniería de la vía de la Plata, las dos
orillas del río, la de aquende la puente con la de allende la puente, resta sólo
en la actualidad de uso peatonal y de andadura.
Vittorio Galliazo, destacado especialista de las estructuras de fábrica romanas, afirma que el puente romano de Salamanca es uno de los más monumentales y sólidos de España y, sin duda, uno de los más equilibrados y simétricos del mundo romano por su forma y estructura1, al tiempo que Fernández
Casado, pionero de la Historia de la Ingeniería Civil en España, atestigua “que
es uno de los ejemplares más hermosos en la serie de puentes, como corresponde a un momento de perfección en este tipo de obra”, así como que “está
en el fiel de la balanza de los puentes romanos”2.
Se halla sobre el río Tormes, peinando sus aguas y con el toro-verraco,
en expresión del profesor Cortés, aupado a sus ijares3, en medio de los puentes Enrique Estevan, aguas arriba, y Sánchez Fabrés, aguas abajo, a unos 400 m
de distancia aproximada de cada uno de ellos. Sirve de entrada a la ciudad de
Salamanca por la parte meridional, la más celebrada por fotógrafos, pintores,
poetas y escritores, pues el encuentro del río con el hercúleo puente y el
conjunto monumental de la ciudad dorada, ubicada 22 m más alta, a modo
GALLIAZZO, V., I ponti romani. Treviso: Canova, 1994-1995, vol. II, p. 336, quien, en otras partes
(Tav. 9 y p. 580), añade que se trata de uno de los puentes más equilibrados y perfectos de todo
el mundo romano; o del grandioso y monumental puente sobre el Tormes (p. 580). Más tarde, se
refirió al él como “il ritmico Ponte di Salamanca”, ÍDEM, “I ponti romani”, en Elementos de Ingeniería
Romana, p. 14.
2
FERNÁNDEZ CASADO, C., Ob. cit., pp. 213 y 214.
3
CORTÉS VÁZQUEZ, L., Salamanca en la literatura. Salamanca: Librería Cervantes, 1973, p. 29.
1
27
ÁNGEL VACA LORENZO
Fig. 3: El puente romano, entrada meridional a Salamanca
28
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
de retablo, y cuyo perfil quebrado por torres, cúpulas y cimborrios4 queda
reflejado en sus aguas, conforman un maravilloso cuadro digno de pausada
contemplación y admiración, como expresan los versos de un celebrado soneto de Miguel de Unamuno:
De Salamanca cristalino espejo
retratas luego sus doradas torres,
pasas solemne bajo el puente viejo
de los romanos, y el hortal recorres
que Meléndez cantara. Tu consejo
no de mi pecho, Tormes mío, borres5.
La feliz elección de su emplazamiento en el trazado de la calzada de la
Plata6, posiblemente exigido por la ubicación de la propia mansión Salmantica en la orilla derecha del río Tormes y, en menor medida, por la morfología
de su cauce, la existencia de un vado y las características geotécnicas del lugar,
junto a la idoneidad y eficacia del diseño estructural7, a la calidad constructiva
y de su material granítico8 y, en fin, a la benéfica función desarrollada a lo largo de sus dos milenios de vida, han contribuido a la pervivencia de una parte
considerable de su primitiva fábrica en un excelente estado general, no sin antes haber tenido que superar la acción destructiva de las frecuentes avenidas
“Sorprendido debía quedar el viajero que se acercara a Salamanca en el siglo XVIII por la parte de
la orilla izquierda del Tormes. A sus ojos se presentaba una extensa galería de grandes y majestuosas
construcciones, tales como San Vicente, San Cayetano, el Rey, Cuenca, Oviedo, la Merced, Santo
Domingo, el Carmen, los Huérfanos, Guadalupe, San Jerónimo, el Puente con su torreón y su mitad
almenada; y, por encima de todas, la Catedral Vieja y la inmensa mole de la Nueva, y de vez en vez,
alternando con las edificaciones mencionadas y formando bello contraste de color, torreones y trozos
de lienzos almenados del antiguo recinto murado de la ciudad”, en VARGAS Y AGUIRRE, J. de, Antiguas fortificaciones y castillos de Salamanca. Salamanca: Plaza Universitaria Ediciones, 1995, p. 54.
5
Versos del soneto XXXII “Al Tormes” de UNAMUNO, M. de, Obras Completas. Madrid: Afrodisio
Aguado, 1958, tomo XIII: Poesía I, p. 539.
6
“La necesidad del puente surge por la existencia previa del camino y del obstáculo a superar” afirma
DURÁN FUENTES, M., Técnica y construcción de puentes romanos, p. 135.
7
Es de suponer que “el número de arcos y sus luces estuvieron determinados por las características
del terreno (…), que la rasante de la plataforma la fijaron por la forma topográfica de las orillas y que
la capacidad de desagüe fue lo que realmente concretó el modelo. Es razonable pensar que el nivel
alcanzado por la mayor avenida que se tenía recuerdo –dato que sin duda conocían los constructores
romanos– era lo que determinaba la altura y el número de arcos del puente. Determinada la rasante
del puente sólo restaba fijar la anchura que normalmente fue similar a la de la vía que normalmente
variaba entre los 5 y 7 m”, en ÍDEM, Análisis constructivo de los puentes romanos, p. 27.
8
Según Ávila Jalvo, la resistencia del puente romano de Salamanca “a las riadas ha resultado suficiente gracias no tanto al diseño general, cuyos defectos termodinámicos se han mencionado, sino a
que el material granítico es de primera calidad, la esbeltez es muy segura, el tamaño de las dovelas es
grande (lo que las hace más estables) y las juntas son finas y bien labradas”, en ÁVILA JALVO, J. M.,
Ob. cit., p. 58. Sobre los defectos termodinámicos expone que los “romanos no se preocuparon o no
dieron con la solución a los arrastres de terreno que producen tales remolinos que forman las pilas
que ocupan el cauce, y que socavan las fundaciones; …Conocían la necesidad del tajamar delantero
pero ignoraban la importancia del trasero –para cuya aparición faltaban aún diez siglos– para mitigar
los remolinos de popa”, IBÍDEM, pp. 54-55.
4
29
ÁNGEL VACA LORENZO
del río9 y de las actuaciones humanas, con múltiples, reiteradas y no siempre
felices reformas y reparaciones (por otra parte, imprescindibles para mantenerlo
en servicio durante tantos siglos), que, afortunadamente, no han podido doblegarlo en su totalidad, aunque sí han afectado de forma importante a la situada
junto a la orilla izquierda, hacia el Arrabal. De ahí que hoy el puente romano
de Salamanca esté constituido por dos tramos claramente diferentes desde un
punto de vista histórico, arquitectónico y constructivo, pues, como a principios
del siglo XVI (1506-1512) relató el bachiller Juan Ramón de Trasmiera, el puente
ya entonces poseía dos partes distintas: la romana, también conocida como la
puente vieja, y la hispana, asimismo denominada la puente nueva.
La puente fué edificada
Por artificio romano,
Lo otro medio es hispano;
Una figuera ha plantada
Del toro siempre velada,
Y son insignias primeras,
Y ha muy nobles sus banderas
Con bastas de oro cruzadas10.
En la actualidad el conjunto del edificio del puente se conforma sobre la
base de una estructura rítmica de veintiséis vanos abovedados, que generan la
plataforma donde se asienta la calzada y sus pretiles. Se apoya sobre los estribos de las márgenes y sobre otro central que, a la vez que reduce la longitud
ante los empujes de las avenidas del río, sirve de elemento articulador entre
los dos diferenciados tramos, el romano y el hispano. Tiene una longitud total
de 358,70 m, medidos sobre la línea de pretil, al tener que salvar un cauce
relativamente ancho y una amplia zona de inundación, y sigue la dirección
noreste-suroeste. La anchura libre de calzada oscila entre 5,50 y 5,95 m, y en la
zona central se ensancha en una gran pila, o mejor, un torreón, llamado también castillete, apartadero o balconcillo por avanzar sobre ambos alzados, de
13,90 x 4,16 m de dimensiones medias. Los pretiles que delimitan la calzada
oscilan entre 0,80 y 1,10 m de altura, y 0,60 m de espesor. La altura máxima
desde el pretil hasta la lámina de agua es de 10 m en la zona central. El perfil
longitudinal de la calzada ofrece una mínima pendiente entre el acceso norte y
el torreón central, mientras que es algo más acusada entre éste y el acceso sur,
con un desnivel de 2 m; su cota absoluta alcanza 778,60 m en la zona central.
Todo el puente ocupa una superficie de algo más de 2.500 m2.
Los repetidos destrozos ocasionados en este puente por las avenidas del río Tormes y sus correspondientes reparaciones han llevado a firmar a J. J. Arenas, coautor del proyecto del puente Príncipe
de Asturias de Salamanca, el último de los construidos en esta ciudad, que dicho puente “es probablemente el monumento salmantino que más reformas ha sufrido a lo largo de los siglos”, en ARENAS,
J. J., Ob. cit., vol. I, p. 168.
10
Cuarta estrofa del “Triunfo Raimundino”, publ. en VILLAR Y MACÍAS, M., Ob. cit., libro V, p. 166.
9
30
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
Fig. 4: El puente romano de Salamanca, aguas abajo. V. Gombau
1. LA PUENTE VIEJA O FÁBRICA ROMANA: SUS ELEMENTOS FORMALES.
EL TORO
De la fábrica original quedan los catorce arcos más inmediatos a la ciudad
y gran parte del decimoquinto; presenta todas y cada una de las características
que, según Durán Fuentes, permiten asegurar la “romanidad” de un puente:
anchura de las bóvedas superior a 5 m, disposición simétrica o armoniosa de
la arquería, rasante de la plataforma horizontal o con un perfil de muy ligero
lomo de asno y con rampas de poca pendiente, cornisas con remate recto o
moldurado, sillería almohadillada, alternancia de hiladas a soga y a tizón, sobre todo en los cuerpos inferiores de pilas y estribos, presencia de grapas de
cola de milano para trabar piezas entre sí, uniformidad de altura y espesor de
dovelas en las boquillas que también se extiende a toda la bóveda, labra fina,
cuidada y esmerada en aparejo y juntas, abundante presencia de agujeros en
la sillería para el uso de ferrei forcipes (‘pinzas de izado’), así como de muescas en el borde superior para la palanca, además de otras características, como
arcos de medio punto y pilas con tajamares de planta triangular en su frente
y sin espolones aguas abajo11.
DURÁN FUENTES, M., Identificación de puentes romanos en Hispania, p. 2 y, sobre todo, La obra
del puente: fuente primaria para su conocimiento e identificación, pp. 367-373.
11
31
ÁNGEL VACA LORENZO
Esta parte romana del puente se desarrolla entre el estribo de la margen
derecha y el torreón central; su longitud es de 201,20 m12 y el ancho medio
libre de la calzada es de 5,80 m entre las caras interiores de los pretiles y de
7 m entre las exteriores. Anchura y longitud, así como demás características
formales y funcionales del puente (de no gran altura, aunque suficiente para
la evacuación de aguas en las máximas crecidas), constituyen una respuesta
adecuada y proporcionada tanto a las exigencias de la importancia de la calzada de la Plata13, de la que el puente romano de Salamanca es su principal
vestigio, como a las condiciones topográficas del cauce y valle de inundación,
relativamente amplios, y a la extrema irregularidad del caudal del río a cruzar,
sin olvidar que la fábrica del puente se inserta en el contexto arquitectónico
de su época.
La estructura de este tramo romano, obra de fábrica de sillería de granito,
se define sobre una arcada de quince vanos resueltos con bóvedas de medio
cañón14, generadas por arcos de medio punto con boquillas acusadas, que
apoyan sobre pilas de planta rectangular, con tajamar o parteaguas triangular
No parece necesario intentar modular las medidas de los distintos elementos de la fábrica romana
del puente en pies, como ordinariamente suele ocurrir para tratar de probar la “romanidad” del puente, porque, como bien expone Durán Fuentes, tal actitud “resulta un tanto forzada por tres motivos
básicamente: el primero es el desconocimiento del valor exacto del pie o de cualquier otra medida
empleada en su construcción; el desconocimiento de los puntos concretos entre los que se realizaban
las medidas (…) y el tercero es que las dimensiones actuales del puente probablemente no coincidan
con las medidas originales –desconocemos en qué medida– debido a las deformaciones experimentadas a lo largo de tantos siglos”, por lo que concluye que “nos parece un mero ejercicio teórico nada
concluyente, base de estudios especulativos sobre la obra original, pero nunca la prueba definitiva
del origen romano de un puente”, IBÍDEM, p. 373.
13
Según mediciones realizadas por Morán Bardón, aquélla poseía una anchura de 5,50 m cerca de
la mansión Caecilio Vico y de 7,60 m al pie de la Colonia de San Francisco, vid. MORÁN, C., Reseña
histórico-artística de la provincia de Salamanca. Salamanca: Diputación Provincial de Salamanca [reimp. de la obra de 1946], pp. 75 y 78. Por su parte, GIL MONTES, J., “Via Delapidata. Identificación
de una carretera romana por la procedencia de los materiales”, en Elementos de Ingeniería Romana.
Congreso Europeo “Las Obras Públicas Romanas”, celebrado en Tarragona del 3 al 6 de noviembre de
2004. Barcelona: Colegio de Ingenieros Técnicos de Obras Públicas, 2004, p. 89 afirma que la calzada
de la Plata “fue construida con una anchura de unos 6 m, equivalentes a veinte pies, suficientes para
que se cruzaran dos vehículos sin dificultades”. Y finalmente, en la excavación arqueológica efectuada entre finales del año 1994 y principios del siguiente en el prado de El Zurguén, muy próximo
al puente romano en su parte meridional, les permitió a sus autores “obtener la anchura total de la
calzada, ascendiendo ésta a 6,40 m”, en SALVADOR VELASCO, M. y VIÑÉ ESCARPÍN, A. I., “Excavación
arqueológica de la calzada de la Plata en su avance por el prado del Zurguén”, en Arqueología de la
Vía de la Plata (Salamanca), G. Gillani y M. Santonja (eds.). Béjar: Premysa, 2007, p. 75.
14
Según ARENAS DE PABLO, J. J., “Los puentes en la Baja Edad Media”, en Tecnología y Sociedad:
las grandes obras públicas en la Europa Medieval. XXII Semana de Estudios Medievales. Estella, 1995.
Pamplona: 1996, p. 113, “la bóveda de medio punto forma parte de la familia de las bóvedas verdaderas, denominación que permite distinguirlas de las falsas bóvedas, y que alude a la buena orientación
de las piedras que las componen, buscando que sus juntas queden lo más perpendiculares posible a la
dirección de los esfuerzos de comprensión internos que comprimen a un sillar contra otro y que son
los que garantizan la estabilidad de la construcción”. Afirmando, asimismo, que, aunque el paso de la
falsa a la verdadera bóveda se hunde en la noche de los tiempos, “quizás no resulte exagerado decir
que ese instante, que da origen a la verdadera capacidad de construir y salvar huecos importantes, es
uno de los momentos estelares de la humanidad”.
12
32
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
Fig. 5: Alzado y planta de la parte romana del puente de Salamanca. Jefatura de O.P.
Fig. 6: Detalle de un tramo del alzado del puente romano de Salamanca. Arsenio J. Barbero
en su frente y lado recto aguas abajo.
Los alzados rematan mediante línea
de imposta o cornisa achaflanada
que delimita esta fábrica romana de
tímpanos lisos aguas abajo y pilastras
adosadas aguas arriba que, como rasgo típico del puente, enmarcan los
arcos y dan movimiento al lateral
oriental, al tiempo que producen un
gran efecto plástico y contribuyen a
aumentar la presión vertical sobre los
cimientos. Los pretiles asientan sobre
la imposta, son de piedra arenisca y
cierre continuo, están coronados por
albardilla enrasada y exhiben desagües en gárgola; y entre los pretiles,
Fig. 7: Sección transversal de la parte romana
del puente. Arsenio J. Barbero
33
ÁNGEL VACA LORENZO
la plataforma, donde se desarrolla la calzada pavimentada con adoquines de
granito.
Fig. 8: Alzado de la parte romana del puente, aguas arriba
El resultado no ha podido ser más afortunado. Simetría, proporción, ligereza y sencillez son los valores que transmite el diseño de una obra que, por
sus características de utilidad y practicidad, no hace concesiones a la decoración y en la que la belleza se limita a la elegante sobriedad de sus formas;
tal vez, porque sus constructores tenían la firme convicción de que la belleza
de una obra de ingeniería civil como ésta sólo dependía de la adecuación a
sus propósitos de funcionalidad y durabilidad. Los únicos elementos decorativos son, por una parte, las impostas o cornisas que delimitan las pilas y el
arranque de las arquerías y las que, situadas a ambos lados, bajo los pretiles y
a ras de la calzada, rematan tímpanos y pilastras, y, por otra parte, estas mismas pilastras colocadas sobre los tajamares y adosadas a los tímpanos, aguas
arriba, y, sin duda, también el almohadillado de los sillares. Carece, por tanto,
de otros detalles ornamentales, como hornacinas, inscripciones, marcas o relieves. Mientras que estabilidad, seguridad, robustez y firmeza son los valores
que proporciona la construcción de su fábrica, realizada toda con un mismo
material, el granito, verdadero elemento generador de la estructura que da solidez al conjunto. La edificación se adapta ergonómicamente al soporte físico,
consigue una belleza eurítmica mediante una arquitectura sencilla, armónica
y muy proporcionada en todos sus elementos formales, y, sobre todos los aspectos, ha cumplido con creces su cometido de funcionalidad y durabilidad.
De los cuatro modelos de puentes hispanos romanos propuestos por
Durán Fuentes, el de Salamanca corresponde al primer tipo, cuyos integrantes
se caracterizan por ser de rasante baja, “de plataforma horizontal sobre una
arquería compuesta de varias bóvedas de medio punto de luces muy pareci34
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
Fig. 9: Alzado de la parte romana del puente, aguas abajo
das o iguales, lo mismo que los espesores de las pilas, con accesos también
horizontales o en rampa”, edificados “para cruzar ríos que discurren por valles
llanos y amplios y que en las grandes avenidas pueden ser rebasados sin mucho problema”15. En total son diez (el 27,8% de los 36 ejemplares analizados)
los puentes incluidos en esta tipología; además del de Salamanca, pertenecen
a ella el Ponte de Pedra, el Ponte de Trajano de Chaves, el Romano de Lugo,
el Ponte de Lima, el tramo III de Mérida, el de Albarregas, el Ponte Velha de
Vila Formosa y los dos últimos, con sólo dos bóvedas, el de Alcantarillas de
Sevilla y el de Caparra.
Aunque no se han llevado a cabo estudios específicos sobre el terreno
en que el puente se cimenta, las dos excavaciones arqueológicas realizadas
por Menéndez Bueyes y Jiménez González en el verano del 200016 (sondeo 1,
trazado en el arco nº 4, desde el sur, en el tramo hispano; y sondeo 2 sobre el
tramo romano, trazado sobre el pilar que soporta los arcos 2 y 3, aguas abajo,
desde la orilla norte), en gran medida infructuosas17, así como las perforacio DURÁN FUENTES, M., Técnica y construcción de puentes romanos, p. 145 y La obra del puente:
fuente primaria para su conocimiento e identificación, p. 366.
16
“La actividad estuvo encaminada, básicamente, a la investigación de los sistemas de sustentación
y cimentación del puente”, en MENÉNDEZ BUEYES, L. R. y JIMÉNEZ GONZÁLEZ, M. C., El puente
romano de Salamanca sobre el Tormes, p. 201.
17
Desafortunadamente, “como en el caso del sondeo 1, tampoco pudo ser documentado en modo
satisfactorio el sistema de cimentación del pilar, al aflorar el nivel freático del río a escasa cota desde
el nivel del suelo actual”, y, en lo que se refiere “a la secuencia estratigráfica, el interés arqueológico
15
35
ÁNGEL VACA LORENZO
nes de pequeño diámetro practicadas para cosidos en los tajamares, descubrieron que el terreno sobre el que se asienta la cimentación está compuesto
por gravas y arenas bajo el lecho del río, a una profundidad aproximada de
1,50-2 m18. Asimismo, en un sondeo realizado en octubre de 1991, junto a la
primera pila y primer arco del puente, cegado parcialmente por los escombros del derribo del barrio de las Tenerías, en la unidad estratigráfica 7, con
cotas de 428 cm, la superior, y no determinada la inferior, se pudo comprobar
que la cimentación del puente romano “está formada por bloques de tamaño indeterminable de granito y arenisca, trabados entre sí muy sólidamente
con una argamasa, formando una especie de conglomerado de extraordinaria
compacidad”19, una solución sencilla y eficaz. De todas formas, es posible que,
al no existir estratos rocosos a la vista y tratarse de terreno blando (gravas y
arenas) y fácil de socavar, se recurriera, sobre todo para las pilas centrales, a
un cimentado profundo, por debajo del fondo del cauce, usando pilotes verticales de madera que, hincados con mazas, llegaran a contactar con un estrato
más resistente y de mayor compacidad, como los bancos de areniscas; de hecho, se sabe que en 1726 se reconstruyó uno de estos encepados de pilotes20.
En cuanto a la profundidad de la cimentación, es probable que, al igual que
en otros puentes romanos, mantenga cierta relación, un cuarto, con la altura
de las pilas, “añadiendo o no la altura del tablero”21.
Las pilas o cepas22, mediante las cuales se hace efectiva la cimentación,
probablemente sobre un lecho asentado y ligeramente horizontal, y posible
es, también, prácticamente nulo, al deparar la excavación un nivel superficial atribuible a ocupaciones
esporádicas de esta margen del río, ya en época contemporánea, cubriendo dos niveles de sedimentos
fluviales que hay que poner en relación con las avenidas recientes del Tormes. En toda la secuencia
solamente se constatan materiales cerámicos y de construcción de los siglos XIX y XX… Ninguna
información relevante, por tanto, aportó la realización de este sondeo”, en IBÍDEM, p. 201.
18
No obstante, resulta más precisa la composición del fondo del lecho del río en la descripción
del cercano puente de hierro Enrique Estevan, aguas arriba, cuando su autor, Saturnino Zufiaurre,
expone que “se practicaron cinco sondeos en todo el ancho del rio, resultando de ellos que el lecho
se compone de capas de arena y grava hasta llegar al terreno firme, que en uno de los agujeros de
sonda resultó estar á 6,00 metros bajo el estiaje. Este terreno se compone de bancos de arenisca, que
son continuación de los que aparecen al exterior en la margen izquierda y que reunen excelentes
condiciones para cimentar la obra”, en ZUFIAURRE GOICOECHEA, S., “Puente sobre el río Tormes
en Salamanca”, en Revista de Obras Públicas, 51 (1903), p. 80.
19
“No se pudo precisar más sobre su estructura y disposición al llegar al nivel freático e inundarse
la unidad de excavación”, en EXCAR, Gabinete Arqueológico, Seguimiento de las obras del proyecto
de urbanización zona entre puentes en margen derecha del río Tormes (Salamanca). Sondeos arqueológicos en el Puente Romano y en la iglesia de Santiago. Salamanca: Delegación Territorial de Cultura.
Junta de Castilla y León, 1992, p. 32.
20
ARENAS, J. J., Caminos en el aire. Los puentes, vol. I, p. 171.
21
NARDIZ ORTIZ, C., “Los puentes romanos de Galicia”, en Revista de Obras Públicas, 138 (1991),
p. 40.
22
Como las “denominan los tratados antiguos de arquitectura, tienen la función de transmitir al terreno las cargas muertas o permanentes y las sobrecargas del puente, a través de las bóvedas que sobre
ellas se apoyan”, en DURÁN FUENTES, M., Análisis constructivo de los puentes romanos, p. 33.
36
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
zócalo o zarpa en la fábrica23, forman paralepípedos de planta rectangular,
con dimensiones medias de 3,40 m de ancho24 y 6,50 m de espesor, incorporando aguas arriba un tajamar triangular plano, más apuntado que en ángulo
recto, que avanza 1,90 m25 y mantiene recta la cara aguas abajo, dado que los
romanos no pensaron en el espolón o tajamar de popa. Rematan en la línea
de arranque de las bóvedas, situada a 1-1,20 m sobre la lámina de agua, y delimitan su entorno perimetral por medio de una cornisa de talón o moldura de
gola sencilla, que lo define netamente, al tiempo que forma parte de los sillares de la última hilada, avanzando en un vuelo de 29 cm sobre la pila, lo que
aumenta su planta. La función de esta cornisa, además de estética, pudo ser la
de servir de apoyo a las cimbras durante la construcción de la obra, merced a
la parte volada. Bajo ella y a ambos laterales se aprecian cinco huecos de unos
40 x 30 cm, que ocupan dos hiladas y, en algunos casos, se hallan rellenos con
distinto material, espaciados y situados con cierto orden. Sin duda se trata de
auténticos mechinales.
Las bóvedas apean en la nivelada línea de arranque, aunque el apoyo
se retranquea 30 cm sobre la planta de cada pila. Las luces de los vanos entre dichos arranques oscilan, la mayoría, entre 9,50 y 9,80 m, con lo que la
relación vano/macizo es de 2,80 de valor medio, guarismos ambos que se
sitúan dentro de las medias de los puentes romanos hispanos (9,62 y 2,6)26. La
anchura de las bóvedas varía entre 6,50 y 6,70 m y la altura, como en todas
las de este tipo, “ha de ser rigurosamente igual a la mitad de su abertura o luz
horizontal”27.
Las boquillas, de una sola rosca y con trazado en arco de medio punto a
juzgar por la correcta medida de la flecha, se hallan construidas con 31-33 pie-
En los puentes romanos, según Juan José Arenas, para “la transmisión de la carga de la pila a los
pilotes, se organizaba en la base de ésta y sobre los mismos un encepado de maderos horizontales
formando un emparrillado en 2 ó 3 niveles sucesivos, cuyos huecos se rellenaban con mortero de cal
hidráulica y dentro de los cuales quedaban amarradas las cabezas de los pilotes verticales. El esquema
resultante es un entramado bien preparado para soportar cargas verticales pero mucho más débil para
resistir fuerzas horizontales. De ahí la necesidad de que esos encepados quedaran empotrados en el
terreno del fondo del cauce”, en ARENAS, J. J., Caminos en el aire. Los puentes, vol. I, p. 100.
24
Salvo las pilas de los arcos 7-8 y 8-9 que poseen una anchura algo mayor, 3,80 m, debido, quizás,
a la mayor profundidad del lecho del río o a las reparaciones posteriores en ellas efectuadas.
25
Los tajamares o parteaguas son un complemento importante para reducir el fallo de pilas por
socavación del suelo; ellos son los responsables de “encauzar la corriente que pasa bajo una bóveda,
disminuyendo los remolinos que los gruesos cuerpos de pilas producen en ella”, según ARENAS, J.
J., Caminos en el aire. Los puentes, vol. I, p. 137.
26
DURÁN FUENTES, M., Análisis constructivo de los puentes romanos, pp. 36 y 35. Es decir, que
el ancho que ofrecen las pilas de los puentes romanos oscila entre la mitad y la tercera parte de la
luz de los arcos, de lo que “se deriva un fuerte consumo de piedra para materializar esas pilas y, en
paralelo, un problema hidráulico considerable al reducirse de modo importante la vena líquida que el
río puede desaguar. Lo que, de paso, acelera los procesos de socavación de las cimentaciones de las
pilas”, en ARENAS DE PABLO, J. J., Los puentes en la Baja Edad Media, p. 136.
27
IBÍDEM, p. 127.
23
37
ÁNGEL VACA LORENZO
Fig. 10: Pila con tajamar, aguas arriba, línea de arranque de la bóveda, cornisa y mechinales
zas28 de grandes dovelas que se cierran con clave central y dan lugar a arcos
de gran estabilidad29, al reducir mucho su desarrollo; en concreto, “de los 180º
del intradós sólo quedan fuera de los apoyos 113º, ya que las dovelas inferiores están físicamente dentro de las pilas” y esa parte ya no trabaja como arco30.
Sus planos coinciden con los de los tímpanos.
Los alzados producen un efecto armónico y rítmico y no acusan pesantez:
en el de aguas abajo no existe más que una pared vertical carente por completo de forma hidrodinámica, los tímpanos resultan lisos y enrasados entre las
boquillas de los arcos y los paramentos de las pilas son, por tanto, de plano
“Aunque sólo he contado las dovelas de algún que otro arco, y razonablemente habrá variaciones, a
mí me salen 32. Sin embargo, la necesidad de simetría –que nunca le quitó el sueño a los constructores
romanos–, la creencia de que la clave debe quedar centrada –cosa mecánicamente irrelevante en una
bóveda como ésta– o el empeño en que todas las dovelas sean iguales –cuando sólo son parecidas–,
lleva a decir, en todos los textos estudiados, que son 33. Supongo que para que la perfección no se
vea afectada (y que sólo las contó, no bien del todo, el primero)”. Así se expresa en su estudio del
puente ÁVILA JALVO, J. M., Ob. cit., p. 57, nota 16.
29
El arco es, en definición de Durán Fuentes, “un artificio constructivo compuesto por dovelas que
al colocarlas de una determinada forma se consigue la estabilidad del conjunto por la simple fuerza de
la gravedad que las hace trabajar sólo a comprensión y superar el vacío bajo ellas desprendiéndose de
su materialidad. Es uno de los grandes logros constructivos del hombre”, y que “gracias a la singular
colocación de las dovelas y a la comprensión mutua entre ellas traslada, a través de su masa, las cargas
hacia la cimentación”, en DURÁN FUENTES, M., “Estudio sobre las bóvedas de los puentes romanos”,
en Nuevos Elementos de Ingeniería Romana. III Congreso de Obras Públicas Romanas, celebrado en
octubre de 2006 en Astorga. Salamanca: Junta de Castilla y León, 2006, p. 131.
30
ÁVILA JALVO, J. M., Ob. cit., p. 56.
28
38
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
vertical, no interrumpidos
hasta la imposta de chaflán; mientras que el de
aguas arriba se interrumpe
con pilastras adosadas, de
1,20 x 0,90 m de saliente,
que apoyan sobre la repisa triangular del tajamar
y rematan en altar bajo la
hilada de la imposta, por
medio de dos sillares sin
chaflán, en una forzada
trabazón donde es difícil
predecir si la pilastra es
una obra posterior o si se
trata de una posible recolocación tardía de la imposta31. La función de estas
pilastras tampoco resulta
Fig. 11: Arco y bóveda de la parte romana del puente,
clara, bien puede tratarse
aguas abajo
de un contrafuerte, efecto de su comportamiento
ante las avenidas del río, aunque no está cumpliendo totalmente dicha función32, o bien de un claro motivo estético que articula la fábrica, produciendo
un cierto ritmo a la construcción con su juego de luces y sombras33. La altura
de los alzados está entre los 5,80 y los 6 m, que corresponde normalmente a
13 hiladas, aunque se dan casos de únicamente 12, especialmente en el alzado
de poniente, donde son más nítidas.
De todas formas, el adosado y no trabado de las pilastras pudo obedecer a que la trabazón,
aunque hubiera resultado sencilla en la parte superior de los tímpanos, no lo hubiera sido tanto en
la inferior, en la zona de arranque de las arquerías, ya que, como bien señaló Fernández Ordóñez
para el puente de Alcántara, esto hubiera supuesto una compleja, al tiempo que costosa, “labor de
estereotomía para resolver correctamente el encaje de las dovelas de arranque de ambas roscas (en
este caso sólo una) de las boquillas de las bóvedas” con las pilastras, en LIZ GUIRAL, J., El puente de
Alcántara: Arqueología e Historia. Madrid: Ministerio de Obras Públicas y Fundación San Benito de
Alcántara, 1988, p. 239.
32
Según Ávila Jalvo, a estas pilastras no se les puede atribuir el calificativo de “contrafuertes”, puesto
que un “contrafuerte trabaja a comprensión por lo que debería situarse aguas abajo, y además tiene que
estar unido a la fábrica a la que ayuda, ya que su colaboración se basa en que no haya deslizamiento
entre ambos. Esta unión se consigue con una traba que aquí no existe porque en la parte baja las
dovelas de los arcos impiden la entrada de los sillares del contrafuerte en la pila y en la alta no hay
coordinación entre las hiladas de ambos”, en ÁVILA JALVO, J. M., Ob. cit., p. 55, nota 11.
33
Este sistema de pilastras o contrafuertes adosado a los tímpanos también sería desarrollado, aunque
a ambos lados (tanto aguas arriba como aguas abajo), en el puente de Alcántara, vid. LIZ GUIRAL,
J., Ob. cit., pp. 73 y ss.
31
39
ÁNGEL VACA LORENZO
Fig. 12: Tajamares y pilastras del puente romano,
aguas arriba
Remata los alzados
una línea de imposta o
cornisa de perfil achaflanado, conseguida mediante saledizo trapecial en
una hilada, no uniforme,
de 0,44 m; corre tangente
a las bóvedas, señalando
la cota de la calzada34. Y
sobre ella, de manera desigual, existe una hilada de
granito, que puede ser original, aunque se supone
cierta recolocación, que no
llega al estribo derecho, se
interrumpe para alojar los
desagües de la calzada y
hacia el “interior se manifiesta claramente como un
rodapié asociado al posi-
ble enlosado original del puente”35.
Los pretiles se asientan sobre la hilada anterior y se forman de manera
desorganizada con mampuestos y piezas diversas reutilizadas de distintos materiales, con predominio de la arenisca. Tienen un espesor de 0,60 m y una altura media de 1,00 m, siendo su datación de época contemporánea, mediados
del XIX, pues los originales, como elementos que ofrecen mucha superficie a
la corriente, debieron arruinarse en algún momento anterior por rebosamiento
de avenidas extraordinarias.
Los desagües son de tipo gárgola y evacuación en caída libre, con 37 unidades en el alzado aguas arriba y 38 en el de aguas abajo, de un total de 114,
y se sitúan sin orden alguno a una distancia media de 5 m, aunque buscan las
claves y los tímpanos. Se forman con dos piezas de granito: la de embocadura,
un sillar al que se horada un hueco en derrame hacia el exterior, de 0,60 m de
anchura media, y la de evacuación o gárgola36, sobre la línea de imposta, que
se inclina y vuela sobre la misma. Menéndez Bueyes y Jiménez González no
encontraron, en su última actuación arqueológica sobre el puente (1999-2000),
“Este elemento estructural apenas parece haber perdido su fisonomía original, aunque se conserva
en peor estado en el trazado próximo a la ciudad que en el cercano al Castillete”, según MENÉNDEZ
BUEYES, L. R. y JIMÉNEZ GONZÁLEZ, M. C., El puente romano de Salamanca sobre el Tormes, p. 201
y El Puente Mayor de Salamanca, p. 27.
35
ÍDEM, El puente romano de Salamanca sobre el Tormes, p. 187.
36
En estas gárgolas de granito, al igual que en algunos sillares del interior del estribo central o castillete, existen numerosas marcas de cantero, “repitiéndose en contadas ocasiones, si bien su forma es
muy sencilla, por lo que la información que pueden proporcionar es mínima”, en IBÍDEM, p. 188.
34
40
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
Fig. 13: Alzado del puente romano, aguas arriba.
Arcos, pilastras, línea de imposta, desagües y pretil
“indicio alguno para poder suponer que se trate de fábricas antiguas o que, de
alguna manera, puedan ponerse en relación con la propia estructura original
del puente”, entre otras razones, por encontrarse por encima de la cota de
lo que ellos consideraron el posible pavimento primitivo, lo que les impedía
cumplir su cometido de desaguar; es más, opinan que el puente “debió de
carecer de desagües en sentido estricto, es decir, concebidos como un elemento pétreo definido e independiente empotrado en el pretil” y piensan que
“simplemente los vanos producidos por la discontinuidad entre los sillares del
zócalo, a intervalos regulares, debieron de servir para la evacuación del agua
de lluvia, que escurría directamente hacia el río”, y que cabe “la posibilidad
de que estos vanos en el zócalo fueran, posteriormente, reconvertidos en desagües, colocando al efecto una caja tallada y su correspondiente gárgola”37.
La calzada, como sucede en todos los demás puentes romanos hispanos,
no conserva los pavimentos originales, pues “es una parte del puente que es
fácilmente arrancada y arrastrada por las aguas crecidas o saqueada para reutilizarla en otras obras”38. Está pavimentada en la actualidad con adoquines de
granito39 y se apoya sobre la plataforma de la estructura. Tiene un ancho medio de 5,80 m, con rasante de ligera pendiente hacia el torreón central, apenas
Reconversión que ponen en relación con un pavimento de tierra batida asentado en una capa
de cal y pizarra de época contemporánea, al mostrar una razonable correspondencia las cotas de las
gárgolas y del pavimento, en IBÍDEM, pp. 200-201 y El Puente Mayor de Salamanca, p. 27.
38
DURÁN FUENTES, M., Técnica y construcción de puentes romanos, p. 149.
39
Este adoquinado es el que existía bajo el firme funcional, un pavimento enrollado de canto rodado,
hasta la última reparación del puente, efectuada en 1999-2001 por los arquitectos Arsenio J. Barbero
y Arsenio Barbero Franco, que entonces fue rehabilitado como pavimentación del puente y, seguramente, correspondía al realizado en los años 1920 que, a su vez, sustituyó a otro de tierra, según
MENÉNDEZ BUEYES, L. R. y JIMÉNEZ GONZÁLEZ, M. C., Intervención Arqueológica Realizada en el
Marco de los Trabajos de “Restauración y Acondicionamiento del Puente Romano Sobre el Río Tormes
de Salamanca (Primera Fase)”. Salamanca, Junio-Julio 1999. Salamanca: Delegación Territorial de la
37
41
ÁNGEL VACA LORENZO
perceptible, pudiéndose considerar como
de rasante horizontal, y presenta una sección transversal plana, con abombamiento
hacia los desagües. El acceso desde la margen derecha se produce a través de una
pequeña rampa de bajada. En 1999-2000,
los citados arqueólogos Menéndez Bueyes
y Jiménez González realizaron varios sondeos sobre la calzada del puente:
El primero, delante del acceso desde
el Arrabal y en sentido transversal a la calzada, no aportó resto alguno de pavimento
de la primitiva calzada romana que era el
Fig. 14: Calzada actual del puente, con
objetivo perseguido, por lo que concluyen
pavimento de adoquín de granito
que “poco podemos especular con respecto a la existencia de la primitiva calzada, al
no haberse exhumado resto alguno ni del firme ni de las capas de preparación… Quizá sería razonable pensar que la vía romana, en este tramo inmediato al puente, pudo reducirse a un manteado de tierra del tipo documentado
en el puente burgalés de Tordomar, o por buscar un ejemplo más cercano,
del exhumado en las proximidades de este acceso Sur, concretamente en el
lugar denominado El Zurguén”40. La secuencia estratigráfica de los pavimentos hallados en este primer sondeo es la siguiente: una capa de asfalto que
ocultaba el actual suelo adoquinado moderno, presente en todo el trazado
del puente, asentado sobre una capa de cimentación de cemento y arena y
firme de hormigón en masa, con una potencia total de 30-35 cm; restos de una
antigua pavimentación de tierra batida y muy compactada, de matriz arenosa,
gravas y fragmentos de teja, con una potencia variable entre 20 y 40 cm, ya
constatada en distintos registros fotográficos de principios del siglo XX; y
pavimento de encintados laterales a base de lajas de arenisca y cuarcita que
delimitan un empedrado de cantos rodados y guijos de cuarzo y cuarcita, de
una anchura de 9,20 m, ubicado a una cota media de, aproximadamente, un
metro de profundidad con respecto al firme actual de acceso al puente. Además, estos autores, “pudieron documentar algunos restos de empedrado hacia
el exterior de los encintados, por lo que hemos de deducir que toda la zona
de acceso al puente se encontraba pavimentada”; por otro lado, relacionan
este pavimento del puente con otro hallado en el tercer sondeo, en la parte
central del puente, en el castillete, “que presenta una fábrica similar, superponiéndose apenas sin solución de continuidad a un enlosado de areniscas”,
lo que les lleva a relacionarlo con alguna de las reconstrucciones de que el
Consejería de Educación y Cultura de la Junta de Castilla y León, 1999, fols. 95-97 y El puente romano
de Salamanca sobre el Tormes, pp. 184 y 192.
40
IBÍDEM, pp. 195-196.
42
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
puente fue objeto en época moderna, pues esta fábrica “es muy característica
de los siglos XVI-XVII, si bien pudiera ser algo posterior”41.
El segundo, en la zona intermedia del tramo hispano, adosado al pretil
occidental y realizado entre los arcos 20 y 21, según la memoria42. En este
caso, el objetivo era documentar la fábrica estructural y pavimentos de este
tramo de la Edad Moderna; sin embargo, el hecho más significativo y sorprendente, además de la aparición de una tubería de fundición que discurre sobre
el zampeado de mampostería que sirve de apoyo al pretil, fue la inexistencia
de restos de pavimentos atribuibles a dicha época moderna y, en concreto,
del pavimento del tipo enrollado, a base de cantos rodados en tierra, cuya
desaparición parece lógico a dichos autores atribuir a la avenida de San Policarpo del 26 de enero de 1626 que derribó gran parte de la fábrica hispana.
En la secuencia estratigráfica de este segundo sondeo sólo se documenta
el pavimento de adoquín de granito que quedó como pavimento actual del
puente en toda su extensión, difusos indicios de un firme de cal y fragmentos
de pizarra, preparados para asentar un pavimento de tierra batida, y dos potentes rellenos de origen fluvial, formados por matriz arenosa y grava, de una
potencia media de 40 y 50 cm respectivamente43.
El tercero, en la unión del tramo romano con el hispano, concretamente
en el arco 15 y el propio torreón central, en forma de L y adosado al pretil
aguas abajo. La excavación de este tercer sondeo deparó, además de la ya
referida tubería de hierro fundido, una secuencia estratigráfica muy compleja,
al englobar dos zonas bien diferenciadas, de distintos momentos, pero estructuralmente relacionadas, que han sido objeto de muchas reconstrucciones,
refuerzos y reparaciones, apareciendo pavimentos modernos, casi inexistentes en los sondeos anteriores, y también refuerzos estructurales. En el tramo
correspondiente al torreón central o castillete, la secuencia estratigráfica se
inicia con pavimentos del siglo XX, incluyendo una capa de hormigón, bajo
la cual aparece un pavimento de cantos rodados trabados en tierra, de factura
pobre, pero bien conservado, continúa con dos refuerzos estructurales, a base
de sendas bandas de cantos formadas por dos y tres hiladas, respectivamente,
que discurren paralelas. Inmediatamente debajo aparece la ya documentada
en el sondeo segundo capa de cal con fragmentos de pizarra, que servía de
asiento a un pavimento de tierra batida y que de forma más rotunda se verá
en el sondeo cuarto, sobre un relleno muy compacto formado con hormigón
de mortero de cal y bloques de arenisca de tono blanquecino que se extiende
ÍDEM, El Puente Mayor de Salamanca, p. 20. Es posible, como luego se verá, que los restos de
empedrado hacia el exterior de los encintados pertenezcan a la calzada que iba del puente Mayor al
del Zurguén y que fue construida en 1622, durante las reparaciones que del primero efectuó Pedro de
la Puente Montecillo y del segundo Juan de Rioseco, siendo corregidor don Diego de Pareja Velarde, tal
como consta en varios documentos (Catálogo Documental 63 y 64) y en la inscripción de las pilastras
de entrada al puente por el Arrabal. El contenido de esta inscripción se recoge en la descripción de
la parte hispana del puente.
42
Aunque en los planos se sitúa entre los arcos 21 y 22.
43
IBÍDEM, pp. 20-21.
41
43
ÁNGEL VACA LORENZO
también por la zona norte del sondeo, ya en la calzada de la parte romana del
puente, y con una función aparentemente estructural marcada tanto por tratarse
de la zona del puente que sufre las mayores presiones, como por el hecho de
que carece de sentido la existencia de este compacto relleno para una capa de
cal y pizarra. Prosigue con un pavimento parcial de buena factura de encintados
central y lateral de losas escuadradas de arenisca, con relleno de cantos rodados
y guijarros de cuarzo y cuarcitas, aislado del pavimento anterior por un relleno
de tierra de escasa potencia; la fábrica y materiales de este pavimento son similares al existente a la entrada del puente por el lado meridional, según el sondeo
primero, y, por tanto, se presume su contemporaneidad. El último pavimento
del torreón central está formado por restos de un enrollado de canto rodado
y guijarro sobre tierra, de elaboración muy pobre, conservado en una pequeñísima extensión, y cuya principal particularidad es su pendiente muy acusada
hacia poniente y que posiblemente, como se verá, haya que relacionar con el
primer pavimento del puente documentalmente conocido. Cierra la secuencia
de pavimentos de este tercer sondeo los restos de otro, que sólo aparece en el
trazado de la parte romana del puente, constituido por losas de una arenisca de
grano grueso, de gran dureza y compacidad, de tonos blanquecinos y rojizos,
de tamaño medio, levemente rectangulares y de cierta regularidad en su trabajo
y labra, reparado con piezas planas, planchas sin escuadrar y toscas de cuarcita;
sirve de asiento a la tubería de fundición y su cota coincide con la del enlosado
detectado en el cuarto sondeo, por lo que no cabe duda de que se trata del
mismo pavimento. Bajo él se documenta una hilada de sillares de arenisca, apoyada sobre la estructura de la bóveda 15 y colocada en dirección transversal a la
calzada del puente, que puede tratarse de una cimentación de un muro alzado
correspondiente “al pabellón levantado en la segunda mitad del siglo XVII, muy
probablemente hacia 1681”44.
Y el cuarto, hacia la mitad del tramo romano, sobre la pila que soporta
los arcos 5 y 6, aguas abajo45. Las capas y pavimentos de la secuencia estratigráfica documentados en este cuarto y último sondeo fueron similares a los
hallados por Nicolás Benet, recogidos en el informe que redactó en julio de
1986, cuando el Ayuntamiento, en una decisión muy discutida, instaló una
conducción de agua de fibrocemento bajo la calzada del puente para abastecer a los barrios transtormesinos46; además de dos conducciones de aguas
IBÍDEM, pp. 22-24.
ÍDEM, Intervención Arqueológica, fols. 75-114. “Inicialmente planteamos un sondeo de morfología
rectangular, longitudinal al puente, sobre el pilar aludido y el extremo de ambos arcos. Posteriormente,
fue ampliado transversalmente, hasta adquirir una morfología parecida a la del Sondeo 3, en forma de
‘L’, contando, de esta forma, con una estratigrafía en extensión tanto longitudinal como transversal. Sin
embargo, la presencia de una tubería de fibrocemento que discurre paralela al pretil oriental instalada
en 1986 aconsejó no extenderse demasiado en esa dirección, ya que un golpe desafortunado podría
causar un incidente de notables dimensiones, dada la enorme presión por la que discurría el agua de
la tubería”, en ÍDEM, El Puente Mayor de Salamanca, p. 25.
46
“DESTROZO en el puente romano de Salamanca”, en Koiné. Revista de Patrimonio Histórico, 7
(1986), pp. 12-13.
44
45
44
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
previas47, de un cable de
plomo48 y de las capas de
pavimentos superiores (pavimento enrollado de cantos rodados; pavimento de
adoquines de granito, con
sus correspondientes capas de nivelado y cimentación; pavimento de tierra
batida que cubre la capa
de preparación a base de
cal con fragmentos de pizarra49; relleno de origen
Fig. 15: Sondeo 4. Pretil, zócalo, tubería y enlosados
fluvial formado por matriz
arenosa, con grava y cantos rodados; y plancha de hormigón pobre, localizada en la mitad meridional
del sondeo50), sin duda, los dos elementos más destacados de este sondeo, ya
detectados en el anterior, aunque aquí perfectamente colocados y conservados,
son el zócalo o rodapié de granito y el pavimento de losas de arenisca.
Fig. 16: Las distintas capas estratigráficas del pavimento del puente romano. Arsenio J. Barbero
“La primera de ellas es una tubería de hierro instalada en fecha no determinada, de sección circular de 15 cm de diámetro, y corre junto y paralela al pretil occidental. La segunda, cuya cara externa
ha quedado al aire en el perfil oriental de la zanja (abierta para la instalación de la tubería de 1986),
corre junto al pretil oriental, es de fábrica de ladrillo macizo trabado con cemento, de sección rectangular, y posee cubierta de pizarra”, en BENET, N., Informe sobre el puente romano de Salamanca.
Salamanca, 1986, fols. 4-5.
48
Soterrado y sin que aparentemente exista zanja alguna,”discurre un cable de plomo de pequeño
diámetro que contiene filamentos de cobre forrados de tela, característicos, igualmente, de principios
de siglo, y que parece hemos de poner en relación con un antiguo alumbrado público del puente”, en
MENÉNDEZ BUEYES, L. R. y JIMÉNEZ GONZÁLEZ, M. C., El Puente Mayor de Salamanca, p. 25.
49
Esta capa “es el único elemento de cierto interés arqueológico que se documenta invariablemente
a lo largo de todo el trazado del puente, bien de forma totalmente nítida, como en este caso, bien
en forma parcial –caso del Sondeo 3–, o bien en forma de indicios, como ocurre con el Sondeo 2.
En el acceso por el Arrabal no se detecta, aunque el pavimento de tierra batida sí está presente. Este
hecho se debe a que su función es servir, aparte de asiento, de protección a la estructura del puente
actuando como drenaje del agua de lluvia”, en IBÍDEM, p. 25.
50
“Da la impresión, más que de un resto de pavimento, de que está rellenando un socavón para
asiento y nivelación, a su vez, de un nuevo pavimento, que no puede ser otro que el de adoquines.
La capa de preparación del pavimento de tierra batida ha desaparecido en el espacio que ocupa esta
placa de hormigón, –apareciendo cortada por ella–, por lo que esta obra de reparación es, lógicamente
posterior”, en IBÍDEM, pp. 25-26.
47
45
ÁNGEL VACA LORENZO
El zócalo o rodapié aparece de manera nítida en todo el sondeo; está formado con grandes piezas prismáticas de granito, de 1 a 1,05 m de longitud y
sección ligeramente rectangular, colocadas transversalmente al eje del puente,
a tizón y en seco se apoyan sobre la cornisa general de los alzados y sirven
de apoyo al pretil; están talladas en una sola pieza, soportando toda la anchura del arranque del pretil y sobresalen unos 40-45 cm hacia el interior, hacia
la calzada. Trabadas en todas sus caras, la superior presenta una marcada
concavidad que, en opinión de los citados arqueólogos, se debe al profundo
desgaste que han ido sufriendo a lo largo del tiempo por el desempeño de
una función de acera que serviría de protección al tránsito peatonal51. De ser
cierta esta opinión, se estaría ante la primera prueba sólida de la existencia de
aceras en un puente peninsular romano, pues hasta ahora sólo se conocían
“las aceras de algunos puentes como el de Alcántara y Albarregas por dibujos
del viajero Laborde, pero no sabemos si son las originales o reconstrucciones
posteriores”52. Es evidente que este zócalo o rodapié es un elemento de origen
romano, pero también es posible que haya sido reutilizado y modificado
en su función, sobre todo, al saber que el ingeniero Alfredo Mateos en
la reparación de los arcos 7 y 8 llevada a cabo en 1885-1887 utilizó estas
losas o maestras adosadas, al tiempo que sustentadoras del pretil, con una
función de canaleta de recogida de aguas y su vertido en los mechinales,
por encima de la imposta, lo que justificaría el desgaste y concavidad de la
cara superior de sus piezas53. Los propios arquitectos de la última restauración
del puente (1999-2001) lo consideran un “canal de piedra de granito adosado
al pretil con canal para desagües”.
Y por lo que respecta al enlosado, consiste en un pavimento de grandes losas de arenisca, de extraordinaria dureza, granulosa, de tonos predominantemente rojizos y, en menor medida, blanquecinos, labradas en formato
rectangular, sección troncocónica y espesor variable de 30-45 cm, colocadas
transversalmente al eje del puente y rejuntadas con mortero de tono grisáceo
de gran dureza, en el que se constatan briznas de carbón y tégula molida,
y asentadas sobre mortero de nivelación y de drenaje, con pequeñas pizarras horizontales calzándolas, situado por debajo de las hiladas superiores
romanas del paramento externo; dicho mortero “cubre, a su vez, una capa
de preparación, de potencia media de 15 centímetros, compuesta por cantos
rodados de cuarzo de diámetro medio entre > 8 y < 6 centímetros, insertos
en una matriz arenosa, de origen fluvial, que debió de cumplir una función
de amortiguación de la pesada estructura del pavimento, de cara al tránsito
rodado en el puente”54. Se trata del mismo tipo de suelo que el exhumado en
ÍDEM, El puente romano de Salamanca sobre el Tormes, p. 199 y El Puente Mayor de Salamanca,
p. 26.
52
DURÁN FUENTES, M., Análisis constructivo de los puentes romanos, p. 39.
53
En AHPSa. Sección Obras Públicas, Archivo de la Jefatura, leg. 323.
54
MENÉNDEZ BUEYES, L. R. y JIMÉNEZ GONZÁLEZ, M. C., El puente romano de Salamanca sobre
el Tormes, p. 200 y El Puente Mayor de Salamanca, pp. 26-27.
51
46
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
el tercer sondeo y del enlosado más antiguo conservado en la fábrica romana y, aunque de difícil fechación, los citados arqueólogos Menéndez Bueyes
y Jiménez González y el propio Benet le asignan una cronología anterior a
la riada de San Policarpo (1626), por el hecho demostrado en los registros
arqueológicos de que este pavimento no se encuentra en la parte hispana
del puente, e, incluso, los primeros se atreven a atribuirle, en un primer momento y con ciertas dudas, una probable datación romana original55, si bien
en su último estudio sobre las calzadas del puente la respuesta parece menos
contundente, al referir que, sobre la adscripción cronológica del enlosado del
puente, “pudiera tratarse de un pavimento de época romana, si bien tal vez
no fuera el original (que pudiera haber sido un manteado de tierra, del tipo
hallado en los ya referidos casos de El Zurguén o en el puente burgalés de
Tordómar)”56. Hipótesis, esta última, coincidente con la mantenida por Durán
Fuentes de que “las calzadas de los puentes hispánicos pudieron estar enlosadas, aunque tampoco sería extraño que fuesen de arena y guijo con bombeo
hacia los lados, ya que era un pavimento muy cómodo para los viajeros y las
caballerías”57. Por otra parte, éste era el pavimento habitual de las vías romanas, como, en concreto, sucede con la calzada de la Plata, que, “como ocurre
en la Vía de Italia a Hispania, efectivamente está empedrada (delapidata),
pero no con losas sino con cantos rodados menudos, con zahorra, gravas y
arenas”, y cuando se encuentran restos de tramos enlosados o empedrados
con lastras, “hay que decir que la totalidad de ellos son medievales, o de edad
moderna, algunos incluso contemporáneos, mientras que en otros casos se
trata de las capas de relleno inferiores a la de rodadura, que se quedaron al
descubierto cuando ésta ha terminado desapareciendo por la erosión o por
otras circunstancias”58.
En concreto, a la pregunta de si se trata del pavimento romano original de la fábrica antigua del
puente, responden que “todo parece indicar que sí. A favor de su posible atribución a época romana
tenemos varios hechos. En primer lugar, el que sus características coinciden con las calzadas romanas
destinadas a lugares en los que el acarreo podía desfondar el suelo, y que se cubrían mediante losas
de piedra extremadamente gruesas (30 a 50 cm) y sólidamente hundidas en el subsuelo de una o dos
capas de cascajos, gravilla y arena. En segundo lugar, el uso de tegulae machacadas en la matriz del
mortero, que se suele considerar un buen indicio de atribución cronológica. Un último argumento en
su favor es la inexistencia del mismo en el tramo reconstruido en el siglo XVII”. Si bien, matizan que
“desde un punto de vista tipológico, el enlosado pudiera haber sustituido en algún momento al original
romano (o de alguno de los periodos romanos) a lo largo de la Edad Media, época en la que fue muy
habitual la pavimentación con losas o bloques de piedra más o menos concertadas para el tránsito de
caballerías y ganados”, en ÍDEM, El puente romano de Salamanca sobre el Tormes, p. 200.
56
ÍDEM, El Puente Mayor de Salamanca, p. 27. Sobre la excavación arqueológica de la calzada de
la Plata a su paso por el prado de El Zurguén, vid. BENET, N., “Salamanca. Intervenciones Arqueológicas”, en Nvmantia. Arqueología en Castilla y León, 6 (1996), p. 338 y SALVADOR VELASCO, M.
y VIÑÉ ESCARPÍN, A. I., Ob. cit., pp. 73-80; y sobre el pavimento original de la calzada y puente de
Tordómar, vid. MONZÓN MOYA, F., “Intervención en el Puente y Calzada de Tordómar (Burgos)”,
en Nvmantia. Arqueología en Castilla y León, 6 (1996), pp. 134 y 136-137.
57
DURÁN FUENTES, M., Técnica y construcción de puentes romanos, p. 149.
58
GIL MONTES, J., Via Delapidata. Identificación de una carretera romana, pp. 89, nota 3, y 91.
55
47
ÁNGEL VACA LORENZO
A priori y como más adelante se tendrá ocasión de demostrar de manera
más explícita y en base a registros documentales de principios del XVI, las
características de este enlosado más antiguo de la fábrica romana del puente
parecen corresponder, más bien, al enlosado realizado poco antes de 1532 y
con el que únicamente se pudo adobar e adereçar la mitad de la calzada del
puente, la que es desdel arco que está en medio de la puente fasta la çibdad,
quedando la otra mitad, correspondiente a la parte hispana, sin enlosar, a la
espera de tener más posibilidades para ello, lo que sucedió en 1622, con la
reparación, ya aludida, de Pedro de la Puente Montecillo. Sin embargo, hay
un escollo difícil de resolver, que el enlosado de 1532 parece que se hizo con
material granítico, con losas de buena piedra de Martínamor. De todas formas, este enlosado tampoco es el más antiguo conocido, documentalmente se
registra la existencia de otro anterior descrito por Alonso Osado, cuando en
1548 testificó lo siguiente: vio y se acuerda que antes y al tienpo que la dicha
media puente se enlosase de la enlosadura que agora está enlosada, estava
enlosada de piedra tosca de la que ay en la angostura, ques piedra rreçia, e
que aquello no hera enlosadura, syno como enpedradura de piedras grandes
y chicas59, y cuyos restos tal vez sean ese pavimento de cantos rodados, detectado por Menéndez Bueyes y Jiménez González en el tercer sondeo, en el
castillete.
Como dato peculiar,
es de reseñar que, cuando el caudal del río baja
acusadamente en las épocas de estiaje, se observa
un refuerzo de hormigón
entre las pilas. Es probablemente un encadenado, zampeado o solera de
hormigón, que, sin duda,
trata de proteger las pilas, carentes de espolones, contra la socavación
debido a la acción de las
corrientes y de los remoliFig. 17: Refuerzo de hormigón entre las pilas del puente.
nos de popa. Un elemento
añadido en época reciente, como defensa antisocavación de las pilas, que
pretende corregir uno de los puntos débiles de todos los puentes de piedra en
general y de los romanos en particular, sobre todo cuando el terreno de cimentación es susceptible de socavar durante las avenidas: la reducción de la capacidad de desagüe libre del cauce del río a su mitad o, en el mejor de los casos, a
sus 2/3 partes, por causa de sus anchas pilas, lo que ocasiona duplicar con faci59
En Catálogo Documental 47.
48
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
lidad la velocidad del agua en sus entornos, la creación de fuertes remolinos y
resaltos, el ataque tremendo al suelo del cauce, para terminar descalzando los
cimientos y provocando el vuelco de la pila y la ruina del puente60.
En la margen derecha, el puente se apoya sobre un sencillo estribo formado por la simple prolongación de la línea de los alzados, en un tramo
macizo de 16 m, que proporciona continuidad a la plataforma. Por el exterior,
absorbe la pendiente del terreno hasta el primer arco y luego se suaviza hasta
llegar a la orilla del río, que regularmente se sitúa en el arco sexto. En los dos
alzados del estribo, y de manera coincidente, se observa una extraña discontinuidad de las fábricas, en forma de V, que se rellena con piedra distinta.
Fig. 18: Levantamiento fotogramétrico del estribo de la margen derecha del puente.
Latorre y Cámara
Al inicio de este estribo, aunque propiamente no forma parte de la estructura del puente, si bien desde siempre se ha vinculado con él, se halla erróneamente próximo al pretil oriental61 un segundo elemento del icono
emblemático de la ciudad de Salamanca: una escultura zoomorfa de granito
orientada hacia el sur, que parece representar la efigie de un toro o cerdo
acéfalo, de pie y en posición estática, sobre un plinto que forma parte del
mismo monolito y, todo ello, sobre un pedestal o peana de hormigón visto,
escasamente acorde con el entorno y con la propia escultura. La extraviada
cabeza se hallaba individualizada del resto del cuerpo a través del cuello,
mientras que las patas forman un solo bloque, aunque de dos en dos. No
se aprecian signos de haber poseído rabo ni órganos sexuales. Su tamaño,
aunque de grandes proporciones (2,10 m de largo, 1,57 de altura y 0,70 de
Vid. ARENAS, J. J., Caminos en el aire. Los puentes, vol. I, p. 134.
Primitivamente, al menos a comienzos del siglo XVI, se hallaba, como se verá, situado al otro
lado, al inicio del pretil occidental.
60
61
49
ÁNGEL VACA LORENZO
Fig. 19: Ubicación actual del toro al inicio del puente romano sobre un pedestal
espesor), es más pequeño que el real, si lo que trata de representar es un
toro como comúnmente se afirma. Aunque se caracteriza por su tosquedad
y esquematismo, al tiempo que por su simplicidad en las formas y por cierto
grado de abstracción, es indudable su canon naturalista y que, como bien
indica el profesor Martín Vals “el escultor trató de plasmar la idea de un toro
o un cerdo, con toda su potencia y todo lo que significaba como fuente de
vida, sin importarle demasiado la perfección, pero dotando a su obra …de
indudable fuerza expresiva”62. No es un prototipo único, sino que su factura es
análoga a un conjunto de tres centenares y medio de ejemplares, sin contar los
desaparecidos (otro medio centenar), genéricamente denominados “verracos”
por ser los cerdos y jabalíes las representaciones más singulares, repartidos
por las tierras centro-occidentales de la Península (Castilla-León, Extremadura,
Trás-os-Montes y Beira Alta), antiguo territorio asignado por las fuentes a los
vettones.
MARTÍN VALS, R., “La Edad del Hierro”, en Historia de Salamanca. I Prehistoria y Edad Antigua
(coord. M. Salinas). Salamanca: Centro de Estudios Salmantinos, 1997, p. 162.
62
50
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
Torito de la puente
déjame pasar,
que tengo mis amores
en el arrabal.
Para Gil González
Dávila no cabe duda de
que se trata de un ídolo pagano cuyo culto se
habría iniciado en Egipto
e introducido en España
por Hércules, fundador de
Fig. 20: Escultura zoomorfa de granito que representa
la ciudad de Salamanca63.
un toro acéfalo
Y, sin embargo, su significado, al igual que su exacta cronología, son temas que aún presentan serias
dudas. Parece relativamente firme la data post quem en la cuarta centuria antes
de nuestra era para el inicio de estas esculturas64; pero el límite ad quem resulta más difícil de establecer, ya que los castros indígenas romanizados con que
se vinculan, tuvieron una vida muy larga, sin embargo, sobre las esculturas
que Álvarez Sanchís cataloga en el tipo 1, al que pertenece el toro del puente,
y que fueron las primeras en tallarse, cree “que ese estilo pudo mantenerse
durante gran parte de la ocupación de los castros en la Segunda Edad del
Hierro”65. Y, en cuanto a su significado y función, se apuntan varias posibilidades: esculturas funerarias o relacionadas con la importancia de la ganadería,
bien como hitos66 o delimitadores de pastos reservados por las gentilidades
vettonas, bien como representaciones mágicas para la protección, reproducción e incremento del ganado. En el caso concreto del toro de Salamanca,
aunque el profesor Martín Vals se inclina por la finalidad de señalar un enterramiento de incineración de época altoimperial por su indudable relación
con el antiguo núcleo urbano, un castro indígena intensamente romanizado,
“De todo lo dicho nos consta este Osiris en Egipto auer sido venerado, como mayor de los Dioses,
debaxo de la figura y sombra de toro”, en GONZÁLEZ DÁVILA, G., Declaración de la Antiguedad
del Toro de piedra de la puente de Salamanca y de otros que se hallan en otras ciudades y lugares de
Castilla. Salamanca: 1596, p. 12.
64
“Una fecha en torno al 400 ó 350 a.C. podría darnos un término postquem para el momento inicial
de la plástica en piedra de la Meseta”, según ÁLVAREZ SANCHÍS, J. R., Los vettones. Madrid: Real
Academia de la Historia, 1999, p. 264.
65
IBÍDEM, p. 268.
66
Desde luego, esta función de hito delimitador es la que se le señala en el siglo XIII, en el primer
registro documental del toro, cuando en el epígrafe 96 del fuero salmantino se expresa: Quando las
justicias de Salamanca ovieren ladrón o traydor a enforcar o quando lidiar cavallero o peón, ningún
omne non passe del toro de la puente adela(n)tre e de la oriella del río commo tien desta parte si non
fuer alcalde o escribano o andadores o saiones, en MARTÍN, J. L. y COCA, J., Fuero de Salamanca. Salamanca: Ediciones de la Diputación de Salamanca, 1987, p. 73 (en adelante, Fuero de Salamanca).
63
51
ÁNGEL VACA LORENZO
por su ubicación, a la entrada del puente por el lado de la ciudad, “probablemente no lejos de su posición originaria y coincidiendo en cierta manera con
áreas verosímilmente cementeriales”67, tampoco habría que descartar, a priori,
la opción de haber servido como ídolo protector del ganado guardado en el
cercano encerradero natural de la vaguada de la Palma68, o, incluso, con una
función apotropaica como defensora del castro, al hallarse emplazado en el
camino más importante de entrada por el lado meridional69.
Hacia el lado izquierdo de esta fábrica romana, el arco decimoquinto y
último se estriba en un torreón o castillete central, verdadero cubo de fábrica,
claramente vinculado al tramo hispano, donde se produce un apoyo desigual.
En el alzado aguas arriba conserva trece dovelas de origen romano, y en el de
aguas abajo veintiocho, siendo las restantes, hasta el estribo, de construcción
y material totalmente distintos70. Mantiene, sin embargo, la línea de cornisa de
la pila frontal a la bóveda. Respecto a la imposta superior, sigue el mismo patrón que las dovelas, aunque se advierte cierto reaprovechamiento en el tramo
posterior. Esta clara fractura en dicho arco tiene difícil explicación, pues lleva
una dirección contraria a la posible rotura por avenidas del río.
El puente, en cuanto a su construcción, es una estructura autoportante
que a su vez proporciona un acabado estético. Para ello se utilizó un sistema
constructivo basado en el opus caementicium, donde los elementos vistos, alzados y bóvedas, se construyeron con fábricas, a modo de encofrado perdido,
y el núcleo interior se rellenó con emplectum de mortero de cal y piedra71, tal
y como lo describe Marco L. Vitruvio:
Otra manera (de edificar) tienen llamada emplecton, de que tambien usan nuestros aldeanos. Para ella se trabajan los paramentos exter MARTÍN VALS, R., Ob. cit., p. 170. Hipótesis que, en su día, había rechazado GONZÁLEZ, G.,
Declaración de la Antiguedad del Toro de piedra, pp. 22 y ss.
68
Vid. MALUQUER DE MOTES NICOLAU, J., Carta arqueológica de España. Salamanca. Salamanca:
Diputación Provincial de Salamanca, 1956, p. 97.
69
“Concluyendo, el fenómeno para una parte de esta plástica zoomorfa ofrece un panorama que
permite entablar un debate sobre su función apotropaica como defensoras del poblado y el ganado,
flanqueando los accesos a los recintos, tal vez como la simbología escatológica de guardianes benefactores que se documenta en todo el Mediterráneo”, en ÁLVAREZ SANCHÍS, J. R., Ob. cit., p. 279.
70
No obstante, Menéndez Bueyes y Jiménez González, a propósito de este arco, afirman que “durante
nuestra intervención hemos podido comprobar que si bien 1/3 de las dovelas aguas arriba son romanas, siendo el resto una reconstrucción posterior efectuada en sillares de granito sin almohadillado,
similares a los de las dovelas de la parte moderna del puente, tanto la bóveda como todas las dovelas
aguas abajo son originales, extendiéndose la reparación exclusivamente a una fila o dos de sillares en
el intradós del citado arco aguas arriba”, en MENÉNDEZ BUEYES, L. R. y JIMÉNEZ GONZÁLEZ, M.
C., Intervención Arqueológica, fol. 7.
71
“Con respecto a la estructura interna del puente hemos podido corroborar que se trata de un relleno
de bloques de tamaño medio de arenisca”, según MENÉNDEZ BUEYES, L. R., El Puente Romano de
Salamanca y su contexto histórico, p. 151. Añadiendo, posteriormente, que “en la parte romana este
relleno se encuentra conformado a base de bloques de arenisca de tamaño medio (al menos los que
pudieron ser puestos al descubierto) trabados con mortero de cal de no demasiada consistencia”, en
MENÉNDEZ BUEYES, L. R. y JIMÉNEZ GONZÁLEZ, M. C., El puente romano de Salamanca sobre el
Tormes, p. 187.
67
52
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
nos de las piedras, dexando lo demas como salió de la cantera; y colocandolas alternativamente sobre las juntas, las van travando y uniendo
con el mortero.
Pero los nuestros deseando la brevedad levantan á plomo las dos
caras del muro, cuidando solo de lo exterior, y en el hueco del medio
meten toda suerte de ripio y fragmentos con mortero sin orden alguno, ni
travazon con las caras: de lo que vienen á
resultar en estas obras tres cuerpos ó hojas
de pared, dos en las frentes, y otra en el
relleno del medio72.
Se trata de fábricas pseudoisodómicas73, de
hiladas bastante uniformes, en torno a 42 cm,
dispuestas de forma alternativa con aparejo a
soga y a tizón74, que resuelven la discontinuidad de las juntas. Y con una clara intención de
reforzar la fábrica se pueden observar restos
de grapas de hierro horizontales en zonas especialmente débiles, concretamente en la cara
superior de algunos sillares y, más en particular, en los remates de algunos tajamares, cuya
originalidad no se puede asegurar75.
Fig. 21: Grapa metálica en la
unión de dos sillares del tajamar
VITRUVIO, M. L., Los Diez Libros de Arquitectura. Traducidos del latín y comentados por Don Joseph
Ortiz y Sanz. Madrid: Akal, 1987 [reimp. de la obra de 1787], lib. II, capít. VIII, pp. 44-45.
73
“Esta estructura es en dos maneras: la una se llama isódomum, y la otra preudo-isódomum. Llámase
isódomum quando todas las filas de las piedras fueren de igual crasicie: pseudo-isódomum quando
fueren desiguales”, en IBÍDEM, p. 44.
74
Esta alternancia de hiladas colocadas a soga y a tizón no se da en las dovelas de las bóvedas del
puente de Salamanca, como tampoco en ningún otro puente romano hispano, siendo muy pocos los
ejemplos que se conservan con esta disposición apreciable en las boquillas, según DURÁN FUENTES,
M., Estudio sobre las bóvedas de los puentes romanos, p. 141. Dicha alternancia de hiladas de soga y
tizones viene a reproducir “en piedra la habitual disposición cruzada de los troncos de las construcciones de madera, frecuentes en los campamentos militares y en dispositivos de asedios a ciudades,
con objeto de darles trabazón”, en ÍDEM, La obra del puente: fuente primaria para su conocimiento
e identificación, p. 369.
75
En la unidad estratigráfica 5, entre las cotas 323 cm (superior) y 414 cm (inferior) del sondeo
realizado en el primer pilar del puente, al nivel del tajamar, “los tres grandes sillares del vértice se
encontraban trabados entre sí por dos gruesas grapas de hierro. Desconocemos si en origen estas
grapas pudieron ser romanas o si, por el contrario, se trata de un refuerzo posterior, aunque nos
inclinamos por lo último”, en EXCAR, Gabinete Arqueológico, Ob. cit., p. 32. En este mismo sentido,
Menéndez Bueyes y Jiménez González creen que “la existencia de grapas de hierro en los tajamares
debe corresponder a las diversas reparaciones del puente”, si bien, han “podido detectar la impronta
de lo que parecen dos grapas en ‘cola de milano’ sobre la cornisa de la pila en el decimoquinto arco
aguas abajo”, en MENÉNDEZ BUEYES, L. R., El Puente Romano de Salamanca y su contexto histórico,
p. 150 y MENÉNDEZ BUEYES, L. R. y JIMÉNEZ GONZÁLEZ, M. C., El puente romano de Salamanca
sobre el Tormes, p. 185. De todas formas, “la grapa de cola de milano es una singularidad de los
puentes romanos, muy apreciable para su identificación ya que no la hemos detectado ni sabemos
que se haya empleado en puentes de época posteriores”, según DURÁN FUENTES, M., La obra del
puente: fuente primaria para su conocimiento e identificación, p. 370.
72
53
ÁNGEL VACA LORENZO
Los sillares son de
granito y tienden a ser de
grandes dimensiones, el
módulo general está entre
0,60-1,00 m de longitud y
entre 0,60-0,80 m de espesor, con la clara intención
de evitar juntas y así garantizar una mejor trabazón y
seguridad de la fábrica. Las
dovelas de las boquillas tienen 1 m de altura, respondiendo al décimo de la luz
Fig. 22: Detalle de dovelas y sillares en boquilla
del vano (9,80 m). Se colode bóveda, pilastra y alzado del puente romano
can a hueso76 mediante una
labra esmerada que permite
su asiento y, de manera general, excepto en las dovelas del intradós de las
bóvedas, tienen unos pequeños agujeros situados aproximadamente en el
tercio superior de la pieza para el izado con el ferrei forcipes o forpices, así
como pequeñas muescas en el borde superior, realizadas en las piezas para
su manejo y colocación durante la construcción. El acabado es de dos tipos,
liso en el intradós de las bóvedas y almohadillado en el resto, destacando en
las dovelas de las boquillas la manera sutil en que se adapta a la curvatura.
La función de este almohadillado es, como ya se ha indicado, meramente estética, romper la sensación de pesantez de los paramentos planos gracias al
efecto de claroscuro que produce77. El paso del tiempo y la acción antrópica
han producido desgastes acusados en los sillares y en su almohadillado, de
labra opere quadrato rustico78, así como diversos rejuntados de morteros, algunos de cierta modernidad. En general, la estereotomía presenta una notable
perfección.
Ya se sabía que para esta obra los ingenieros romanos habían usado
“grandes bloques de rocas granitoides: granitos de dos micas y biotíticos, sie-
“El rozamiento entre las piezas aparejadas en seco es lo que permite resistir los esfuerzos horizontales procedentes de los empujes de los arcos, de los rellenos de tierra o de los terremotos; vencido
éste las fábricas se dañarían”, según ÍDEM, Estudio sobre las bóvedas de los puentes romanos, p. 141.
El ripiado y rejuntado que actualmente puede observarse entre los sillares de los paramentos de esta
fábrica romana del puente no son originales, responden a reparaciones o labores de mantenimiento
modernas.
77
Aunque también es posible que los romanos tomaran “de los griegos el gusto por la sillería almohadillado, por su sentido práctico, pues abarata la labra de los sillares reduciéndola a las caras de
las juntas”, según ÍDEM, La obra del puente: fuente primaria para su conocimiento e identificación,
pp. 368-369.
78
O sea “sillares que no tienen labrados de su haz sino los contornos, y con muescas para suspenderlos”, en GÓMEZ MORENO, M., Ob. cit., p. 46. En general el almohadillado de los sillares consiste
simplemente en desbastar la cara vista y biselar ligeramente los bordes.
76
54
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
nitas y granodioritas”, traídos de un foco que “abarca una amplia distribución
a distancias relativamente largas, desde el Oeste (área de Ledesma) al Sur y
Sureste” de la provincia, mientras que “para las rocas intersticiales emplearon
material inmediato de Los Pizarrales, Montalvos y, en el caso de las areniscas
sílico-ferruginosas, de la misma ciudad de Salamanca”79. Pero los últimos estudios realizados por López Plaza y su equipo han demostrado que “el granito
de Los Santos es la piedra mayoritaria de los bloques de los 15 arcos originales
en todos sus elementos constructivos, incluyendo las pilas rectangulares, dovelas, tajamares y molduras. Se trata de un granito porfídico biotítico con cordierita como material accesorio, con mesostasis de gran grueso, conteniendo
enclaves dispersos de tamaño decimétrico y de carácter máfico microgranudo.
De manera esporádica se encuentran también bloques de granito equigranular
de grano grueso, deformado, con dos micas. No se puede precisar la procedencia de este último granito, pero es muy probable que se trate de una de
las facies leucograníticas que forman parte de la banda del antiforme de Martinamor que se extiende hacia el N, hasta Zafrón”80.
2. LA PUENTE NUEVA O FÁBRICA HISPANA: LA HETEROGENEIDAD
DE SUS ELEMENTOS FORMALES
El tramo hispano, de 157,50 m de largo, se desarrolla entre el torreón
Fig. 23: Alzado y planta del tramo hispano del puente de Salamanca. Jefatura de O.P.
central o castillete y la margen izquierda, mediante una estructura de obra de
fábrica en sillería de piedra, que se define sobre arcada de once vanos resueltos con bóvedas de medio cañón, generadas por arcos de boquillas acusadas,
en medio punto y algo rebajados, y apoyos sobre pilas con tajamar y espolón
de diversa planta y factura, lo que refleja un mejor conocimiento del efecto
Según JIMÉNEZ FUENTES, E. y MARTÍN DE JESÚS, S., Ob. cit., p. 364.
LÓPEZ PLAZA, M. et alii, “La utilización del granito de Los Santos en la ciudad de Salamanca”, en
Stvdia Geologica Salmanticensia, 45 (2009), p. 26.
79
80
55
ÁNGEL VACA LORENZO
de las aguas sobre las pilas. Los alzados rematan, salvo los de los dos últimos
arcos, mediante tímida línea de imposta que delimita la fábrica de tímpanos
lisos en ambos lados. Sobre ella asientan los pretiles de piedra diversa, coronados por albardilla enrasada, y la plataforma donde se desarrolla la calzada,
pavimentada con adoquines de granito.
Al contrario de lo que sucedía en la parte romana, en ésta no cabe hablar
de uniformidad en sus elementos. Los arcos no fueron construidos de una sola
vez, las pilas no presentan la misma planta y los tajamares no tienen idéntico
perfil hidrodinámico, además, se utilizan dos tipos de material: piedra con
textura vaugnerítica, popularmente llamada “piedra pajarilla”, también “berroqueña, cárdena o de puerto”81, para, esencialmente, las dovelas y algunas
piezas del intradós de las bóvedas, según la numeración al uso, 16 a 24 y las
dos pilastras de entrada al puente por el Arrabal; y piedra arenisca opalina,
más local, de edad pre-eocénica, bautizada como “areniscas celestinas”82 (vulgar “piedra caleña”), para toda la fábrica de los dos últimos arcos, 25 y 26, y
para el resto de los elementos de la puente nueva. Tampoco cabe hablar de
mayor audacia constructiva: las luces de los arcos, menos uniformes, son similares a las de la parte romana, sólo se agrandan de 20 a 40 cm y únicamente
los tajamares suponen formas mayores, más sofisticadas e hidrodinámicas. En
definitiva, el resultado, como señala Ávila Jalvo, “es un puente con elevadas
mejoras hidrodinámicas, por un lado, y una calidad constructiva muy inferior
Fig. 24: Parte hispana del puente desde la orilla izquierda y aguas arriba
LÓPEZ PLAZA, M. et alii, “La utilización de rocas vaugneríticas en los monumentos de Salamanca”,
en Stvdia Geologica Salmanticensia, 43 (2007), pp. 117 y 124, quienes, en una afirmación no del todo
exacta, indican el empleo de esta “piedra vaugnerítica en los tajamares y dovelas de los 10 arcos de
la parte S.”, p. 133.
82
JIMÉNEZ FUENTES, E. y MARTÍN DE JESÚS, S., Ob. cit., p. 363.
81
56
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
a la romana, por otro”83.
Es ésta, pues, una fábrica
netamente diferente a la
romana, de la que, según
Aramburu-Zabala, no recibe ninguna influencia ya
que sus concepciones son
diversas: el carácter masivo romano contrasta con
el perfil hidrodinámico de
la obra hispana; se trata,
concluye dicho autor, de
la sustitución de la masa
por la técnica84. Además, Fig. 25: Parte hispana del puente desde la orilla izquierda
y aguas abajo
este nuevo tramo, como
bien ha manifestado Díez
Elcuaz, no sólo no busca la simetría de los costados, que también rechaza el
romano, sino que asimismo prescinde de la regularidad en cada uno de ellos,
algo totalmente opuesto a los presupuestos clásicos85. No obstante, el resultado es bellamente sencillo y racional, escueto y funcional. La precariedad
económica impone sus criterios de diseño y este tramo del puente se funde
miméticamente en la estructura general. En planta avanza desde el torreón
central o castillete, sigue con la calzada uniforme y se ensancha antes de las
pilastras del acceso por el Arrabal, conectando seguidamente con los viales.
En este tramo hispano cabe distinguir tres elementos estructurales, claramente diferenciados: el torreón central, la parte de los nueve arcos siguientes
(16 a 24) y los dos arcos finales (25 y 26), que parecen conformar un auténtico
puzzle de rastros de múltiples reparaciones realizadas en distintas épocas de
la accidentada historia del puente.
a) El torreón, estribo central o castillete es el verdadero elemento articulador del puente; es el punto fuerte de una estructura general relativamente
esbelta, que se debilita en su zona central, y, a la vez, es nexo de unión entre
las fábricas romana e hispana, destacando del resto de la obra de manera
apreciable. Ocupa 5,40 m sobre la longitud de la calzada y se ensancha en un
apartadero de 3,25 m aguas arriba y 4,85 m aguas abajo. Al frente incorpora un
gran tajamar de planta semicircular apuntada, sobre pila zarpeada, y remate
igualmente apuntado, en un ejercicio impecable de despiece de cantería, donde la fábrica claramente se enjarja al cuerpo prismático que preexiste, y éste,
con mayor dificultad, al alzado del puente; carece de imposta. Aguas abajo, se
advierten dos cuerpos prismáticos adosados, sin espolón: el inicial, de 1,75 m
ÁVILA JALVO, J., Ob. cit., p. 60.
ARAMBURU-ZABALA HIGUERA, M. Á., Ob. cit., p. 167.
85
DÍEZ ELCUAZ, J. I., Ob. cit., p. 132.
83
84
57
ÁNGEL VACA LORENZO
Fig. 26: Torreón con tajamar aguas arriba, desde el tramo romano, izquierda,
e hispano, derecha
de saliente, no parece enjarjar debidamente sobre el alzado, con la sensación
de ser anterior, pues la bóveda se introduce en su fábrica; el siguiente, de
3,10 m y remetido de ambos lados, arranca con zócalo en talud por medio de
hiladas escalonadas y remata en imposta de perfil en pico y goterón marcado,
ya posterior, pero que se relaciona probablemente, en su construcción, con
el tajamar opuesto.
Fig. 27: Torreón aguas abajo, visto desde el tramo romano, izquierda, e hispano, derecha
58
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
Difícil dar un significado válido a este elemento estructural del puente.
A priori, al tratarse de un elemento típicamente medieval, podría pensarse en
uno de los apartaderos que suelen prodigarse en los puentes medievales con
estrechas calzadas para su descongestión. Sin embargo, no parece este el caso,
más bien cabe suponer que esta ampliación de la calzada del puente sobre un
desarrollo vertical del tajamar y del espolón, más que de un simple apartadero
que permitía el cruce de vehículos, animales y peatones sobre el tablero del
Fig. 28: Enjarjes del castillete en el puente, desde el tramo hispano
puente, tuviese relación con el desaparecido castillete, de indudable carácter defensivo y/o de control de paso de personas, animales y mercancías. Y
también cabe suponer que este elemento central fuera concebido para dar
estabilidad a todo el edificio del puente, en el punto en que se concentraban
los más fuertes empujes de las grandes avenidas del río.
b) El tramo de los nueve arcos siguientes se halla construido con gran
uniformidad morfológica, salvo en las pilas, por lo que conviene distinguir
dos conjuntos:
b.1) Las cuatro más próximas al torreón (arcos 16 a 19), por donde transcurre normalmente el curso del río, presentan planta rectangular de 3,40-3,60 m
frente a las aguas y 6,70 m de espesor, sobre la que se incorporan el tajamar
aguas arriba y el espolón aguas abajo, ambos simétricos y de planta semicircular apuntada, con hiladas zarpeadas 30 y 20 cm sobre la fábrica. Además,
estas pilas rematan en la línea de arranque de las bóvedas, situada a 1-1,20 m
sobre la lámina de agua, mediante cornisa achaflanada que vuela 20 cm sobre
los lados rectangulares y acaba lisa en tajamar y espolón.
Las bóvedas apean en la nivelada línea de arranque, que coincide sensiblemente con la del tramo romano, y el apoyo se retranquea 10 cm sobre la
planta de la pila. Las luces de los vanos entre dichos arranques oscilan entre
59
ÁNGEL VACA LORENZO
Fig. 29: Arco 17 del tramo hispano del puente, aguas arriba
9,80 y 10,40 m, con lo que la relación vano/macizo es ligeramente mayor que
en el tramo romano, entre 3,30-3,50.
Las boquillas, con trazado en arco de medio punto, arrancan desapercibidas sobre la imposta, puesto que pertenecen por igual al arco y al tajamar,
en un continuo y limpio enjarje. Siguen las hiladas tres, cuatro y cinco en el
mismo material que el tajamar, areniscas celestinas, y a partir de aquí, con un
dovelaje de piezas de piedra pajarilla, de alta consistencia y dureza, que destacan por su bicromía, pero que fundamentalmente tienen la misión de soportar
la erosión del agua, en una acertada adecuación racional del uso de los materiales, y que, a juzgar por el buen estado que presenta su perfil, ha cumplido
Fig. 30: Arco 19 del tramo hispano del puente, aguas abajo. Arsenio J. Barbero
60
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
fielmente el cometido. El número de piezas de cada boquilla no es uniforme,
oscila entre 45 y 48 dovelas, y su tamaño general es de dimensiones medianas
y algunas pequeñas, más adecuadas para moverlas manualmente. Cierran,
indistintamente, con clave única o junta. Y el trasdós de la bóveda que sigue
al emboquillado, se realiza en areniscas celestinas, aunque se incorporan piezas de piedra pajarilla de manera desordenada, si bien con predominio en las
hiladas superiores.
Fig. 31: Tímpano entre arcos 19 y 20, aguas abajo. Sección transversal. Arsenio J. Barbero
Los alzados, iguales en ambos lados, presentan una cierta pesantez respecto al tramo romano, debido a la ocupación de los tímpanos por los tajamares y espolones; apoyan sobre su pila mediante un pequeño resalte, se
elevan en vertical hasta el arranque del emboquillado y escalonan su planta
hasta una simple hilada de piedra única, bajo la línea de la imposta. Su altura
es de 5,80-6 m, igual que los romanos, y se corresponde con 18 hiladas en el
arco próximo al torreón y 15 en el último. Rematan con línea de imposta de
sencillo perfil rectangular que ocupa una hilada uniforme de 30 cm, trazada
justamente sobre la línea de las claves para no dar opción a soluciones comprometidas.
b.2) Las siguientes cuatro pilas (arcos 20-24) se diferencian únicamente
de las anteriores en que no tienen espolón y el tímpano, por tanto, es liso y
deja ver el emboquillado desde el arranque, con todo el dovelaje de piedra
pajarilla. La altura hasta la cornisa disminuye desde 5,80 a 4,80 m, donde se
distribuyen 15 hiladas desiguales de sillería.
La ausencia del espolón hay que motivarla en un contexto estructural. Es
claro que las avenidas del río producen su mayor presión sobre el tramo central del puente, por lo que tuvo que parecer evidente a los constructores de
este tramo hispano reforzar los primeros cuatro arcos, asentados en el curso
fluvial normal, con el espolón; con su construcción tratarían de solventar una
61
ÁNGEL VACA LORENZO
Fig. 32: Arcos 20-23 del tramo hispano del puente, aguas abajo
seria deficiencia de cimentación que presentan los puentes romanos, que “tenían el gravísimo defecto de no encauzar bien los remolinos de la corriente, al
86
no disponer espolones en la popa de los pilares” . Mientras que los restantes
cinco arcos, como van disminuyendo en altura y, por tanto, en esbeltez, debido a que están invadidos por la margen izquierda que progresivamente va
cegando la línea de cornisa de las pilas, y debido también al descenso de la
rasante de la calzada, consideraron que no era necesario construir el espolón
que tampoco poseen los arcos de la fábrica romana. De todas formas, a priori
también cabe otra posible explicación: la construcción o reparación de estas
distintas partes del puente romano en momentos diferentes y, por consiguiente, por arquitectos diversos y con criterios dispares.
Fig. 33: Arcos 25 y 26 del tramo hispano del puente, aguas arriba
86
ARAMBURU-ZABALA HIGUERA, M. Á., Ob. cit., p. 49.
62
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
c) Los dos últimos
arcos (25 y 26) se diferencian totalmente de los
anteriores: su directriz es
muy rebajada, afectada
por la rasante y la margen
del cauce; en parte aterrados, no dejan ver la línea
de cornisa de las pilas;
presentan tajamar y espolón triangular que se eleva
escalonadamente hasta la
línea de las claves, ambos
Fig. 34: Sección transversal del arco 25. Arsenio J. Barbero
simétricos; toda la fábrica
es de areniscas celestinas,
deja ver claramente su enjarje con la anterior y no
tiene línea de imposta.
El frente de las pilas
tiene igual dimensión que
las anteriores, mientras que
la luz de los arcos es de
8,40 y 6 m, respectivamente, y la altura hasta el terreno actual de 3,60 a 2,60 m.
A continuación del
arco 26, se materializa el
estribo sobre la margen izquierda, formado medianFig. 35: Estribo de la margen izquierda del puente,
aguas arriba
te la simple prolongación
de la línea de los alzados,
en un tramo macizo de unos 13,60 m que proporciona continuidad a la plataforma. A partir de los 2 m del arco, la fábrica pierde su compostura y se produce otra clara discontinuidad, con un aparejo de piezas irregulares, claramente
posterior. El conjunto sirve de contención al terreno, que con ligera pendiente
llega a la orilla del río, normalmente situada en el arco número 19.
De manera general para los once arcos de este tramo hispano, los pretiles
se asientan sobre la línea de imposta, salvo en los dos últimos arcos y el estribo que carecen de ella, y, al contrario del tramo romano, se aprecia una cierta
organización en tres hiladas de sillarejos y mampuestos de areniscas celestinas
y una cuarta para la albardilla de piedra arenisca de Villamayor acabada en
lomo redondeado. Tienen un espesor uniforme de 60 cm y la altura sobre la
calzada es variable, dependiendo de la rasante.
La calzada posee el adoquinado del tramo romano, apoyándose sobre la
plataforma de la estructura. A partir del torreón, tiene un ancho uniforme de
63
ÁNGEL VACA LORENZO
5,80 m entre caras interiores de pretiles y 7 entre las exteriores, en una longitud de 142,45 metros hacia el Arrabal, donde el ancho pasa a 5,50 m. A partir
de aquí, se produce un ensanche trapecial de 9,65 m de longitud y 7,60 m de
ancho entre pilastras, donde se acaba físicamente el puente, aunque sigue una
zona de transición hasta la carretera, separada 12,60 m e interpuesta una
fila de seis pequeños monolitos cilíndricos de granito natural del país, de
79 cm de altura, colocados en la última restauración del puente, que, a modo
de bolardos y unidos entre sí por una cadena, impiden el acceso al tráfico
rodado. El ensanche no se corresponde con la discontinuidad de la fábrica ni
con otro elemento definitorio, probablemente se trata de una obra posterior,
con el fin de agrandar y favorecer el acceso.
Fig. 36: Entraba el Puente Romano por el Arrabal
Los desagües son del tipo gárgola, similares a los del tramo romano, aunque con variadas soluciones en las piezas de embocadura. Las 19 unidades en
el alzado aguas arriba y las 20 aguas abajo evacuan en caída libre y se sitúan
sin orden alguno a una distancia media de 6 m, si bien también buscan las
claves y tímpanos.
El acceso desde el Arrabal se flanquea con dos pilastras conmemorativas
que ponen fin a los pretiles, a los que están adosadas. Son de planta romboidal de 84 x 84 cm y alzado de canon clásico con remate en pequeño pedestal;
su altura total alcanza los cinco metros (3,65 m sin el remate superior). El
extraño esviaje obedece, probablemente, a que tenía que dar frente a la dirección de la calzada de acceso y no era suficiente con un pequeño giro.
La pilastra de la izquierda lleva esculpido el escudo de armas de España y la
64
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
de la derecha el de Salamanca; y bajo ellos aparecen gravadas sendas inscripciones que expresan:
reinando philip
corregidor don
pe qvarto deste
diego de pareia
nombre se reedi
belarde cava
fico esta puente
llero del abito
y se enloso y hici
de montessa
eron las cal
acabose el año
cadas siendo
del señor de
162287
87
Estas dos columnas sustituyeron a
otras anteriores allí existentes por decisión del consistorio salmantino tomada
el 15 de marzo de 1622, a propuesta de
Diego de Pareja Velarde, caballero de la
Orden de Montesa y corregidor de Salamanca, como colofón al reparo del puente romano realizado por el maestro de
cantería, Pedro de la Puente Montecillo88.
Y las retiradas de este puente fueron colocadas a la entrada del próximo puente
del Zurguén, con sus pilares, cuya reparación también concluía por aquellos días
el maestro Juan de Rioseco89.
En el pilar izquierdo, según se entra,
Fig. 37: Inscripciones y escudos de
en su lateral interior, hay una cartela cearmas de España y Salamanca en las
rámica deteriorada, escrita en azul, donde
columnas del puente
se lee: “PUENTE MAYOR DEL TORMES”.
Mientras que en el pilar derecho, en su lado de poniente y parte superior,
hay otra inscripción, actualmente difícil de leer, que dice: “Acabóse esta fábrica del puente siendo caballero corregidor, D. Pedro de Prado, caballero
de la orden de Santiago, señor de la villa de Adanero, alguacil mayor de la
Real Chancillería de Valladolid. Año 1681”90.
Villar y Macías introdujo algunos términos inexistentes y otros modificados en la lectura de esta
inscripción: “Reinando Felipe IV d(e) este nombre, se reedificó esta puente y se enlosó, y (se) hicieron
las (dos) calzadas, siendo corregidor D. Diego de Pareja Velarde, caballero del (h)ábito de Montes(s)
a. Acabóse el año del Señor de 1677”, en VILLAR Y MACÍAS, M., Ob. cit., libro I, pp. 33-34. Además,
leyó erróneamente su data (1677 en lugar de 1622), tal vez inducido por las también lecturas erróneas
de FALCÓN, M. Ob. cit., p. 66 y de ARAUJO, F., Ob. cit., p. 359; y este error fue repetido de manera
sucesiva por otros muchos estudiosos de Salamanca.
88
En Catálogo Documental 63.
89
Según consta en un acuerdo del 26 de octubre de 1622 que ante el escribano Antonio García formalizaron Pedro de la Puente Montecillo y el citado Antonio García. En Catálogo Documental 64.
90
En VILLAR Y MACÍAS, M., Ob. cit., libro I, p. 34.
87
65
ÁNGEL VACA LORENZO
La construcción del
tramo hispano es similar al
romano. Los elementos vistos, alzados y bóvedas, se
construyeron con fábricas, a
modo de encofrado perdido,
y el núcleo interior se rellenó
con hormigón de cal, piedras
y también tierra. En general,
se trata de fábricas de hiladas desiguales, que tienden Fig. 38: Sillares de arenisca opalina y dovelas de pajarilla
a uniformarse en torno a los
del tramo hispano del puente
30-35 cm, destacando la que
se encuentra bajo la imposta, que se va acuñando para adaptarse a la rasante.
El aparejo es de soga y tizón que resuelve adecuadamente la discontinuidad
de las juntas.
Los sillares son de arenisca opalina o celestina, salvo el dovelaje de los
arcos 16 a 24 y algunas piezas de sus bóvedas que son de piedra vaugnerítica o pajarilla, en unidades que generalmente no son muy grandes, carecen,
por tanto, de la robustez de la fábrica romana; las dovelas de las boquillas
miden 80-90 cm, con lo que no responden al décimo de la luz del vano.
Se asientan sobre lecho de mortero de cal, acompañado de un rajado de
pizarra, excepto en las dovelas de los arcos, que asegura el asiento de los
sillares y sella la junta entre ellos. Además existen diversos rejuntados con
morteros de cal y mixto con cemento hidráulico, propio de fines del siglo
XIX, ya sean rehundidos o enrasados, incluso se han sobrepuesto lajas de
pizarra, simulando las originales. La textura del acabado es genéricamente
de tipo apiconado tosco.
Finalmente, los estudios petrológicos realizados en la última reparación
del puente también han aportado interesantes informaciones sobre los materiales de este tramo: la arenisca opalina o celestina (vulgar “piedra caleña”)
se define como roca sedimentaria detrítica y conglomerados subarcósicos silíceos, subdivididas en diversos tipos según el color: blancas, rojizas y ocres. Es
una roca muy abundante en la ciudad de Salamanca y sus alrededores91, por lo
que resultaba más accesible, económica y de fácil extracción, además de más
dura que la arenisca de Villamayor; y, aunque no es una roca ornamental, ha
“Al Sur del río Tormes afloran las “Areniscas Celestinas” –debajo del Cuaternario– en el amplio
triángulo que forman Salamanca-Huerta-Alba de Tormes, con otros núcleos sobre el zócalo Paleozoico
en el que se apoya, por ejemplo en los Arapiles… Además de las canteras situadas entre las fallas
de Santibáñez y Los Pizarrales, otras fuentes fueron aprovechadas incluso más exhaustivamente. Hay
canteras de estas rocas en Arapiles, Carbajosa de la Sagrada, Calvarrasa de Arriba, Carpio Bernardo
y en la actual periferia de Salamanca (Barrios de las Alambres y Chamberí). Ya más alejadas, en Forfoleda, Almenara de Tormes y Zarapicos-Carrascal”, en JIMÉNEZ FUENTES, E. y MARTÍN DE JESÚS,
S., Ob. cit., pp. 364 y 365.
91
66
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
sido utilizada en la construcción de elementos que no necesitaban un acabado
visto, como cercas y muros, y en aquellas partes de los edificios especialmente
expuestas a medios agresivos, como columnas, pilares, jambas y dinteles de
portadas, basamentos y zócalos de fachadas.
En cuanto a la piedra pajarilla o berroqueña, se trata de un granitoide con
textura vaugnerítica, donde los contenidos en sílice son menores y aumentan
los de mica y feldespato, por lo que su aspecto es de color negruzco. Se trata
“de rocas dioritas micáceas de tamaño de grano grueso, con una asociación
mineralógica de anfíbol, biotita, plagioclasa, con cuarzo y feldespato potásico
intersticial, así como abundantes cristales de apatio. Su característica más relevante es, sin embargo, su textura vaugnerítica, consistente en grandes cristales
entrecruzados de biotita y anfíbol, que le confieren una fábrica isótropa. Esta
isotropía se refleja también a escala mesoscópica con formación de bolos métricos redondeados”92. Procede de Calzadilla del Campo, a unos 5 km al SO
de Ledesma.
LÓPEZ PLAZA, M. et alii, La utilización de rocas vaugneríticas en los monumentos de Salamanca,
p. 125.
92
67
Edificación, financiación, autoría
y cronología del puente romano
de Salamanca
A
l no disponer de ningún registro epigráfico y por supuesto menos documental sobre la construcción del puente romano de Salamanca y al ser
tan escasamente pródigos en información los arqueológicos, poco es lo que
se puede aportar sobre ella con ciertos visos de seguridad, salvo lo genéricamente conocido de las obras públicas romanas, o lo directamente relacionado
con la propia obra del edificio, o con la calzada de la Plata, a la que el puente
se hallaba directamente vinculado, o, en fin, con el contexto histórico general
de Hispania y, más en concreto, de la provincia de Lusitania y del conventus
emeritense, en los que se ubicaba. Todo cuanto se refiere a la edificación,
ejecución, financiación, datación, autoría y demás aspectos de la fábrica del
puente romano de Salamanca se trata, sin duda, de un terreno abonado a las
más diversas hipótesis.
1. MUNERA Y LOCATIO OPERIS, VECTIGALIA Y EVERGETISMO: LOS
DIVERSOS EXPEDIENTES DE CONSTRUCCIÓN Y FINANCIACIÓN DE
LAS OBRAS PÚBLICAS ROMANAS
Uno de los primeros expedientes de ejecución de las obras públicas
romanas fue el recurso a las prestaciones personales obligatorias y gratuitas
de carácter coactivo impuestas a la población; en concreto, fueron “los ciudadanos y el ejército los que, de forma obligatoria y no lucrativa, acometían las
labores físicas, tanto de construcción como de mantenimiento precisas para la
dotación de las construcciones públicas, aportando tanto su trabajo personal
como los materiales necesarios para ello”1. Así, desde los tiempos más remotos
VALCÁRCEL FERNÁNDEZ, P., Ejecución y financiación de obras públicas. Estudio de la obra pública
como institución jurídico-administrativa. Madrid: Civitas, 2006, p. 47.
1
69
ÁNGEL VACA LORENZO
se impone esta especie de prestación o carga personal (moenia o munia2) a
la que estaban obligados todos los romanos, así los ciudadanos como sus esclavos, para la provisión de los trabajos de las obras públicas, en especial en
la construcción de muros y fortificaciones, durante un número determinado
de días, para generalizarse y alcanzar una mayor frecuencia durante el Bajo
Imperio, con el propósito de garantizar una adecuada defensa a los territorios
afectados por la amenaza de invasiones externas3.
Estas prestaciones coactivas, así como las obligaciones extraordinarias
de los contribuyentes, ya fuesen en dinero, especie o ambas a la vez, relativas a la construcción y conservación de las obras públicas, recibían el
calificativo de munera y podían ser de varios tipos: a) municipalia, cargas
coactivas exigidas a los habitantes de los municipios para cubrir gastos locales, de los que se encontraban exentos los senadores; b) publica, cargas que
recaían en el tutor por el ejercicio de la tutela, así como, durante el periodo
imperial, en las clases superiores para responder de las deudas municipales
y en las inferiores para efectuar determinados trabajos laborales; y c) sordida, gravámenes de carácter extraordinario impuestos a los propietarios en la
época del Bajo Imperio, tales como la obligación de abrir y conservar calles,
edificios públicos y puentes, o de contribuir al mantenimiento y vestido de
las tropas, así como a las cargas y cargos municipales, distinguiéndose, en
este caso, las cargas patrimoniales y las personales. Si se trataba de una obra
pública, previamente se requería la realización de una estimación de los
gastos que comportaba la obra a realizar, ya se tratara de una construcción
ex novo, ya de una restauración, con el propósito de no solicitar más que lo
estrictamente necesario y congruente con tal valoración4.
Sin embargo, la forma más usual y recurrente en orden a ejecutar las obras
públicas romanas (construcción, reparación y mantenimiento de templos, teatros, puentes, acueductos, murallas, vías, alcantarillado, etc.) fue la contratación
con particulares (locatio operis), cuyo coste pecuniario era asumido por las arcas públicas. En tal caso, “la adjudicación de los contratos se realizaba al mejor
oferente mediante subasta pública en el Foro y las cláusulas que contenían las
condiciones de ejecución se establecían en unos documentos denominados
leges censoriae”5. El magistrado contrataba en nombre del pueblo romano con
un adjudicatario de obras y suministros públicos, al que se le daban distintas de Así se llamó “a esta especie de carga personal, derivada de la obligación que tenían en la construcción de las murallas y fortificaciones de la ciudad”, según PONTE ARREBOLA, V., “Los agentes
constructores de las vías romanas de carácter público. El recurso a la locatio-conductio para adjudicar
los trabajos de alzamiento”, en Revista General de Derecho Romano, 2 (2004), p. 5, nota 6 (edic.
electr.).
3
Vid. MALAVÉ OSUNA, B., “Las contribuciones forzosas de los particulares a las obras públicas”, en
Revista General de Derecho Romano, 4 (2005), pp. 29 y ss. (edic. electr.) y Régimen Jurídico Financiero
de las obras públicas en el Derecho Romano tardío: los modelos privado y público de financiación.
Madrid: Dykinson, 2007, pp. 116 y ss.
4
ÍDEM, Las contribuciones forzosas de los particulares, p. 31.
5
VALCÁRCEL FERNÁNDEZ, P., Ob. cit., p. 49.
2
70
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
nominaciones: primero la de publicanus6, luego la de redemptor7 y más tarde la
de conductor8. Éste podía ser una persona física o jurídica, en cuyo caso, existía
un manceps9 a modo de jefe o cabeza de los conductores.
Al contratista, independientemente de que se tratara de una persona
física o jurídica, se le exigía la prestación de una garantía que podía tener
carácter real o personal y que “perseguía velar por la seriedad de los contratistas en el cumplimiento de las obligaciones que asumían”10. Se podían
alterar las condiciones originales del contrato, así como fijar la retribución del
contratista a través de pagos anuales, cuando la ejecución de una obra requería un tiempo prolongado, superior al anual. En todo caso, el poder público
siempre se reservó la función de control y seguimiento sobre la ejecución
de las obras que se materializaba por medio de un representante de la administración, aunque también los censores en la república y los curatores en
el imperio tenían capacidades supervisoras. Estos inspectores o supervisores,
miembros de los ordines superiores al servicio de la administración, eran, por
delegación imperial, titulares de una especie de jurisdicción que podían ejercer sobre los constructores de las obras públicas, llegando, incluso, en caso
de incumplimiento, negligencia o fraude a dictar sentencias condenatorias
que, en ocasiones, suponían el embargo de sus bienes y su venta en pública
subasta11. Al finalizar la obra y una vez que la administración daba el visto
bueno, el censor o el curator expedía la certificación final de la obra (opus
probare o in acceptum referre), que indicaba que aquélla se había realizado
de acuerdo con el contrato, por lo que se podía proceder al correspondiente
pago que expedía el cuestor, con previa autorización expresa del Senado o
de los consules, que eran los únicos que tenían firma para autorizar pagos a
cuenta del erario público12.
Literalmente, aquél que disfruta de lo público. El término se refiere a la actividad profesional en
su conjunto y se extiende, sin embargo, a “todos los que toman en arriendo algo del fisco –afirma
Ulpiano–, son propiamente denominados publicanos”, en BLANCH NOUGUÉS, J. M., “La concesión
de obras públicas y su financiación en el Derecho Romano”, en Revista General de Derecho Romano,
8 (2007), p. 4 (edic. electr.).
7
Aunque en El Digesto de Justiniano, según DURÁN FUENTES, M., Técnica y construcción de puentes romanos, p. 137, está descrito con funciones subordinadas al curator, en opinión de BLANCH
NOUGUÉS, J. M., Ob. cit., pp. 4 y 5 parece que hace alusión a un contrato con el Estado romano, un
contrato determinado de obra o suministro.
8
VALCÁRCEL FERNÁNDEZ, P., Ob. cit., p. 49.
9
“Según una explicación etimológica errónea pero elocuente a este respecto,’manceps’ es aquel que
compra o toma en arriendo algo del pueblo indicándolo por el hecho de levantar la mano (aunque más
que ‘levantar la mano’, manu capere alude a un ‘agarrar con la mano’). La terminología es la propia
de las subastas (término este que procede del latín y que alude a las adjudicaciones hechas por los
censores sub hasta –bajo una lanza clavada en el lugar donde se produce la licitación y que simboliza
la presencia e intervención del poder público-)”, en BLANCH NOUGUÉS, J. M., Ob. cit., p. 5.
10
VALCÁRCEL FERNÁNDEZ, P., Ob. cit., p. 49.
11
Vid. MALAVÉ OSUNA, B., Las contribuciones forzosas de los particulares, p. 17, nota 45.
12
Vid. PEÑA OLIVAS, J. M. de la, “Alcance y organización de las obras públicas en el Imperio Romano”, en Nuevos Elementos de Ingeniería Romana. Actas del III Congreso de las Obras Públicas Romanas.
S. l.: Colegio de Ingenieros Técnicos de Obras Públicas, 2006, p. 355.
6
71
ÁNGEL VACA LORENZO
Sin duda, el arquitecto fue uno de los técnicos más relacionados con
las obras públicas. Activo ya en Grecia, donde no sólo no sufrió el desprecio
que la sociedad esclavista solía manifestar por los trabajos manuales, sino
que llegó a ser considerado y apreciado como un profesional cualificado, al
contrario de lo sucedido en Roma, donde Cicerón y Plutarco mostraron claramente su desprecio hacia esta profesión por tratarse de un trabajo manual,
aunque Marco Lucio Vitruvio Polión, que seguramente desempeñó este oficio
en tiempos de Augusto, la llegó a defender, al quejarse del intrusismo que
padecía13. Responsabilidades suyas eran la proporción y armonía de la obra,
no así la elección de los materiales ni la calidad de la ejecución; asimismo, a él
incumbía la elaboración del proyecto de la obra (la forma), en el que seguramente se incluían planos pintados con anotaciones (picta et adnotata), el presupuesto y las instrucciones específicas para la ejecución de la obra; al mismo
tiempo, también tenía ciertas responsabilidades en la contratación de la obra,
en su replanteo y durante su ejecución, debía vigilar por el cuidado de los
obreros, por la recepción de los materiales, por la verificación, conformidad y
aceptación de los trabajos realizados por los maestros constructores y demás
especialistas conforme al proyecto diseñado, así como por el libramiento de
las autorizaciones de pago14.
Junto al arquitecto muchos otros profesionales intervenían en las obras
públicas romanas, como el ergolabus o maestro constructor, el opifex u operario que la ejecutaba, además de numerosos fabri (canteros, albañiles, escultores, carpinteros, etc.) que materializaban la obra bajo las órdenes directas del
praefectus fabrum. Y, por supuesto, había que contar con los conocimientos
más especializados de artifices, mensores, aquileges, calculatores, lapidarii,
etc. para la ejecución y mantenimiento de cualquier obra pública romana.
El utillaje empleado en la construcción por estos obreros manuales en
poco difería del utilizado en albañilería hasta hace pocas décadas. El equipo
comprendería una regla regulada (regula), escuadras de bronce, plomadas
(perpendiculum) fijadas con hilo, compases (circinus), etc. Además, harían
uso de complejos sistemas de elevación como poleas múltiples (orbiculus) o
trípodes de carga (rechamum) y de torno (sucula). Por otra parte, los canteros
emplearían cuñas de madera (cuneus), mazas (clava) y punteros o punzones
para provocar la rotura a lo largo de líneas y extraer bloques cúbicos de piedra
que, una vez extraídos, serían moldeados con picos, cinceles (scalprum), escafiladores, martillos (martiolus), macetas o mazos, martillos de madera (malleus), etc.15.
En las obras públicas realizadas en las provincias no siempre intervenía
un arquitecto procedente de la metrópoli o de la unidad militar más cercana,
sino que, a veces, había que recurrir a profesionales civiles locales o de otros
Vid. DURÁN FUENTES, M., Técnica y construcción de puentes romanos, pp. 137-138.
IBÍDEM, p. 138
15
Vid. PONTE ARREBOLA, V., Ob. cit., p. 10, nota 24.
13
14
72
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
territorios, que, por la respuesta dada por el emperador Trajano a Plinio el
Joven, gobernador de Bithynia, no sólo abundaban, sino que, además, eran
expertos e ingeniosos: Architecti tibi deesse non possunt. Nulla provincia est,
quae non peritos et ingeniosos homines habeat16. En concreto, se sabe que dos
importantes obras de Hispania, el faro de Hércules levantado en la Coruña
y el puente de Alcántara, fueron realizadas por dos arquitectos nativos de la
provincia de Lusitania: Gaius Sevius Lupus y Gaius Iulius Lacer.
Como bien ha señalado Durán Fuentes, siguiendo a otros estudiosos del
tema (Galliazo, Février), “buena parte de los técnicos y, en ocasiones la propia
mano de obra que intervenía en las obras públicas formaban parte del ejército,
pues era la única institución oficial que podía darles una buena formación,
una eficaz organización y la provisión de los medios materiales. Este personal
técnico era enviado, de modo individual o colectivo, desde Roma o desde las
unidades militares acantonadas en un lugar más o menos próximo a la obra,
atendiendo la demanda de sus servicios solicitados por instituciones, cargos
imperiales o ciudades influyentes”17. La actividad constructiva de los soldados era muy variada, pues tanto transportaban los materiales de construcción
como los fabricaban, excavaban y terraplenaban el terreno, labraban sillares
de piedra, etc.; actividad que, además de un trabajo de nulo o bajo coste que
abarataba la construcción, era una buena manera de mantener ocupada la
tropa, de combatir el sedentarismo y el ocio de las legiones de campamentos
y guarniciones en tiempos de paz. De hecho, parece ser que “además en la
instrucción militar los mandos incluían la ejecución de obras públicas, ya que
opinaban que el manejo de las piedras y otros trabajos propios de la actividad,
fortalecía el cuerpo del legionario”18. Generalmente intervinieron en la construcción de vías, fortificaciones y acueductos. En tal sentido, las inscripciones
halladas en el puente del Diablo de Martorell, en cuya obra intervinieron las
legiones IIII Macedonica, la VI Victrix y la X Gemina, y que están formadas
por la letra L seguida de un numeral, se han interpretado como prueba fehaciente de la participación de una legio en la obra y, por consiguiente, dichos
testimonios delatan la participación de unidades del ejército en la construcción, conservación y reparación de obras públicas sobre todo legiones y vexillarii, y, en concreto, los diversos trabajos y tareas que realizaban los soldados. En otros casos su presencia es más manifiesta al estar indicada en textos
grabados en lápidas colocadas en la fábrica de la propia obra, tal como ocurre
en el puente acueducto de Cesárea Marítima en Israel, en cuya construcción
Aunque, tal vez, haya que interpretar esta respuesta de Trajano, forzado por las circunstancias,
como una frase hecha que se contradice inmediatamente cuando a renglón seguido se admite que
en Roma es tal la carestía de arquitectos que estos suelen venir de Grecia (modo ne existemes brevius
esse ab urbe mitti, cum ex Graecie etiam ad nos venire soliti sunt), según opina LIZ GUIRAL, J., El
puente de Alcántara: Arqueología e Historia. Madrid: Ministerio de Obras Públicas y Fundación San
Benito de Alcántara, 1988, p. 116.
17
DURÁN FUENTES, M., La obra del puente: fuente primaria para su conocimiento, p. 364.
18
IBÍDEM, p. 364.
16
73
ÁNGEL VACA LORENZO
intervinieron vexillatonis de las legiones II Trajana Fortis y de la X Fretensis19.
Si bien, esta participación del ejército en las obras públicas romanas “ni evitaba ni reducía la actuación de personal civil en su construcción, presentes ya
desde épocas republicanas”20.
Otro personaje a tener en cuenta en la ejecución de las obras públicas
romanas y de no menor importancia que el arquitecto, fue el promotor, quien,
por lo general, fue considerado como el verdadero autor de la obra, pues era
quien la impulsaba, la financiaba e imponía en ella su gusto e ideología. Durante la República, la iniciativa para la realización de una obra pública corrió
a cargo de la aristocracia o del Senado, mientras que en tiempos del Imperio
era el propio emperador quien promovía las obras a realizar. Augusto fue el
primer emperador que inició este proceso de promoción de obras públicas
y lo “continuaron otros emperadores de amplio historial constructivo como
Claudio, Nerón, Trajano y sobre todo Adriano, a los cuales se les han supuesto
amplios conocimientos de arquitectura por el gran interés hacia ella y su tremendo afán constructivo”21. De todas formas, en la mayoría de las ocasiones
la promoción y construcción de las obras públicas dependía directamente de
los poderes locales, aunque es probable que para ello necesitasen la autorización previa del emperador22, que casi nunca incluía la ayuda financiera, pues
el gobierno imperial se limitaba a garantizar la seguridad y legalidad en el
territorio provincial. Es más, en el campo de las obras públicas y en concreto
en la construcción de puentes, vías y calzadas, las ciudades provinciales eran
prácticamente autónomas, ya que eran ellas mismas las que “debían sufragarlas a sus propias expensas, con los recursos disponibles, ante la ausencia de
créditos regulares concedidos a los gobernadores provinciales desde el tesoro
romano”23, tal como consta, por ejemplo, en tres textos epigráficos hispánicos
de los puentes de Aquae Flaviae de Chaves, Alcántara24 y Oreto (Granátula
de Calatrava). Desde luego, el gasto público del Estado romano era muy limitado, se reducía al aprovisionamiento de las legiones y de la armada y a la
administración de las provincias imperiales, a cuyo gobernador, sin embargo,
“no se le asignaba ninguna partida para gastos de interés local”25. Incluso, las
ÍDEM, Técnica y construcción de puentes romanos, p. 139.
ÍDEM, La obra del puente: fuente primaria para su conocimiento, p. 365.
21
IBÍDEM, p. 140.
22
“Desconocemos si todas las obras públicas financiadas por los municipios o por particulares necesitaban de la autorización imperial”… En un principio, “tal medida excepcional no debía estar generalizada en todo el Imperio, aunque un creciente intervencionismo estatal en los asuntos municipales
comienza a manifestarse con los Antoninos”, según MELCHOR GIL, E., “La construcción pública en
Hispania romana: iniciativa imperial, municipal y privada”, en Memorias de Historia Antigua, XIII-XIV
(1992-93), pp. 136-137.
23
MALAVÉ OSUNA, B., Las contribuciones forzosas de los particulares, p. 17.
24
En este caso fue un grupo de varios municipios los que aunaron sus recursos para proceder a su
construcción. Vid. LIZ GUIRAL, J., Ob. cit., pp. 114 y 130-131.
25
Si bien, “las ciudades necesitaban de la autorización del gobernador para la realización de obras
nuevas. En efecto, con su aprobación podían imponer un tributo a los municipios, si no contaban con
suficientes recursos para acometerlas. En otro caso, se abastecían del tesoro local o de los rendimientos
19
20
74
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
obras consideradas de especial interés por el propio Estado romano, como
las relativas a la defensa y a la red viaria, también su coste fue endosado a
las ciudades provinciales. Así pues, en opinión de Melchor Gil, en Hispania
fueron muy escasas las obras públicas financiadas con seguridad por los emperadores: de los trece proyectos edilicios que contaron con tal financiación,
“diez fueron ejecutados en las tres capitales de provincias hispanas, lo que
demuestra la preocupación existente por cuidar la urbanística de los centros
de la administración imperial, que deberían ser espejos de Roma y reflejar la
prosperidad del Imperio. De los tres restantes, dos se desarrollaron en colonias y uno en un importante municipio como fue Castulo”26. Y en cuanto a su
cronología, el mismo autor afirma que “tres proyectos imperiales se fechan en
el último cuarto del siglo I a. de C.; dos en el I d. de C.; cuatro en el II, uno
en el III y tres en el IV”27.
Toda decisión sobre construcción, mantenimiento o demolición de una
obra pública en el ámbito municipal debía corresponder al ordo decuriorum,
pues era éste “el organismo encargado de aprobar las obras públicas a realizar
en el municipio o colonia, de establecer las cantidades a gastar en su construcción y reparación, de nombrar a las personas encargadas de dirigirlas, de
autorizar a los magistrados a construir o reformar caminos, cauces, canales y
cloacas, de decidir sobre la expropiación de terrenos privados para construir
acueductos, e incluso de permitir o prohibir la demolición de cualquier edificio de la ciudad”28.
Por último, no hay que olvidar un nuevo instrumento a la hora de la ejecución de las obras públicas romanas, la expropiación forzosa. En concreto,
se conoce, por lo que se refiere a los materiales, que “las magníficas obras
públicas de Roma que exigían un mantenimiento continuo fueron reparadas
gracias a las requisas de cal practicadas en las comarcas productoras vecinas
de Roma”29.
Por lo que respecta a la financiación de las obras públicas romanas,
además de lo expresado con anterioridad, hay que reseñar que los recursos
dedicados a su ejecución provinieron, como señala Valcárcel Fernández, de
dos tipos de ingresos: uno, de las ganancias obtenidas con los éxitos bélicos
a los que el ejército romano era tan asiduo, y que se traducían en ingentes
botines de guerra; y el otro, de la recaudación de los impuestos y tributos,
que les proporcionaban la explotación bajo concesión de los terrenos comunales (el ager vectigalis),
precedente de los censos enfitéuticos posteriores o la recaudación de ciertos impuestos indirectos tales
como la utilización de los baños comunales o la derivación de acueductos”, en BLANCH NOUGUÉS,
J. M., Ob. cit., pp. 9-10.
26
MELCHOR GIL, E., Ob. cit., p. 134.
27
Con lo que “el análisis de los datos muestra que los emperadores no se preocuparon por los programas edilicios de la mayoría de las entidades administrativas municipales. Estas debieron financiar
sus programas constructivos con recursos propios y con la ayuda del evergetismo privado”, IBÍDEM,
p. 135.
28
IBÍDEM, p. 136.
29
MALAVÉ OSUNA, B., Las contribuciones forzosas de los particulares, p. 11.
75
ÁNGEL VACA LORENZO
tanto ordinarios, como muy especialmente los derivados del cobro de los
vectigalia, es decir, de impuestos indirectos que se exigían por la realización,
ya eventual ya accidental, de un hecho por parte de una persona30. Una parte
nada desdeñable de estos vectigalia, recursos financieros, en todo caso, públicos y pertenecientes al fiscus caesaris, se destinaban a la financiación de las
obras del mismo carácter. Y al mismo fin aplicaban los ediles las multas que
imponían a los ciudadanos por la infracción de cualquier precepto, multas que
podían llegar a ser muy gravosas.
En Roma y demás ciudades provinciales existió otra vía para impulsar la
realización y financiación de las obras públicas, que dará origen al fenómeno
conocido como evergetismo o munificencia. Se trataba de las subvenciones
gratuitas y apoyo decidido que ofrecieron algunos ciudadanos pertenecientes
a la alta aristocracia y a las elites locales para la realización de obras públicas; si bien este acto de generosidad no se limitaba sólo a la construcción y
ornamentación públicas (opera publica), sino que también podía extenderse
al reparto de alimentos, presentes y dinero (epula y sportulae), auxilios al
abastecimiento de grano (annonae), o a la organización de fiestas públicas
(ludi)31. Muchas podían ser las razones de este comportamiento de los evergetas locales: unas podían obedecer a su espíritu de liberalidad, a su orgullo
cívico, a su patriotismo o a su gratitud hacia la comunidad de origen; otras
podían ser muestra de la piedad religiosa que albergaba; otras, en fin, no
cabe duda que venían motivadas por la ambición personal de ampliar su
fama y popularidad y conseguir mayor gloria y honor, pues, como exponen
Rodríguez Neila y Melchor Gil, “al desarrollar un urbanismo monumental en
sus comunidades, las elites locales contribuían a ennoblecer su origo personal
y a acrecentar el prestigio de su ciudad, ante Roma y ante las comunidades
“Presentaban varias modalidades, muchas de las cuales tenían que ver con la financiación de
las obras públicas, como los que se exigían para poder pasar por las puertas o caminos públicos, a
modo de lo que hoy denominaríamos peaje”, en VALCÁRCEL FERNÁNDEZ, P., Ob. cit., p. 50, nota
49. De todas formas, aunque de una época a otra el término vectigalia cambió sustancialmente de
significado, fue a comienzos del Principado, momento en que Augusto realizó una gran reforma fiscal,
con la creación de nuevos impuestos de tipo indirecto, “cuando el término iniciará el camino hacia
su especialización en el sentido de impuestos indirectos. Esta tendencia se irá afianzando con el paso
de los años especialmente en época imperial, en detrimento de otros significados arrastrados de las
épocas anteriores”, en CAMACHO DE LOS RÍOS, M., “Vectigal incertum”, en Revista General de Derecho
Romano, 8 (2007), p. 11 (edic. electr.).
31
Vid. ANDREU PINTADO, J., “Munificencia pública en la provincia Lvsitania: una síntesis de su
desarrollo entre los siglos I y IV d.C.”, en Conimbriga, XXXVIII (1999), pp. 41-51. Así, este autor define el evergetismo en los siguientes términos: “el acto por el cual los miembros de las elites locales,
poseedores de grandes fortunas, entregaban parte de ellas a la comunidad en forma de construcciones
públicas que mejoraban el ornato urbano (opera publica); de repartos de alimentos y dinero (epula
y sportulae); de auxilios al abastecimiento de grano (annonae); de organización de fiestas públicas
(ludi), a cambio de la obtención de fama y prestigio, esencial en su promoción política”, en ÍDEM,
“La participación de las elites en la mejora urbanística y el equipamiento ornamental de sus ciudades
entre Tiberio y Trajano: el ejemplo de la provincia Lvsitania”, en CASTILLO, C., NAVARRO, F. J. y
MARTÍNEZ, R. (eds.), De Augusto a Trajano. Un siglo en la historia de Hispania. Pamplona: Eunsa,
2001, p. 240.
30
76
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
vecinas, puesto que la construcción de importantes edificios públicos o de
infraestructuras urbanas permitía aumentar la dignitas civitatis”, y, además,
el origo fue uno de los principales factores que los emperadores tenían en
32
cuenta para promocionar a los curiales municipales al orden ecuestre . Tal
comportamiento evergético de las elites locales era desconocido en Hispania
antes de su conquista por los romanos y su mayor o menor desarrollo puede
ser un claro índice del grado de romanización, de municipalización y de la integración de dichas elites en la estructura social romana, puesto que para que
el evergetismo “comenzase a darse se necesitaba la presencia de elites romanizadas deseosas de promocionarse y de recibir honores; el establecimiento
de gobiernos locales, que canalizasen las aspiraciones de promoción de los
notables, que ‘premiasen’ su munificencia y que tuviesen poder y responsabilidad para aceptar donaciones y administrarlas; así como, la introducción
de un sistema de valores y de conductas sociales típicamente romanas que
estimulase la conducta evergética”33.
Aunque se cree que esta forma privada de financiar las obras públicas
en Hispania no fue relevante, no opina lo mismo Melchor Gil, quien afirma
que “el papel desempeñado por la financiación pública en materia edilicia
fue bastante modesto si comparamos los testimonios existentes con los que
hacen referencia a una financiación privada”, por cuanto hay que “rechazar el
hábito de atribuir a la financiación pública los edificios y obras de los que no
disponemos inscripciones, pues cuando la epigrafía existe se aprecia que los
notables municipales financiaron buena parte de las obras de las ciudades”;
en definitiva, concluye que “la iniciativa privada cubrió buena parte de los
costos de urbanización de las ciudades hispanas”; de hecho, ha conseguido
documentar ciento treinta y dos obras públicas financiadas por evergetas en
los municipios y colonias hispanos, de las que veintiuna (el 15,9%) se concentran en la provincia de Lusitania, cincuenta y ocho (el 43,9%) en la Bética y
cincuenta y tres (el 40,2%) en la Hispania Citerior, que se distribuyen cronológicamente de manera desigual, si bien “el auge del evergetismo en materia
de construcciones públicas se alcanza con la dinastía Flavia y continúa durante los reinados de los Antoninos”, por lo que “todo parece indicar que las
ciudades hispanas lograron dotarse de los edificios y construcciones públicas
necesarias en los siglos I y II, siendo importante destacar que en el siglo I la
actividad constructiva desarrollada por munificentes ciudadanos fue mayor o,
en el peor de los casos, igual que la desarrollada en el siglo II”; para acabar
resumiendo que la financiación pública y la privada en Hispania pudieron
RODRÍGUEZ NEILA, J. F. y MELCHOR GIL, E., “Evergetismo y cursus honorum de los magistrados
municipales en las provincias de Bética y Lusitania”, en CASTILLO, C., NAVARRO, F. J. y MARTÍNEZ,
R. (eds.), De Augusto a Trajano. Un siglo en la historia de Hispania. Pamplona: Eunsa, 2001, p. 157.
33
MELCHOR GIL, E., “Consideraciones acerca del origen, motivaciones y evolución de las conductas
evergéticas en Hispania romana”, en Stvdia Historica. Historia Antigua, XII (1994) , pp. 61-62.
32
77
ÁNGEL VACA LORENZO
alcanzar en la construcción de edificios públicos una proporción similar, en
torno al 50% cada una34.
Ahora bien, “el que fuesen particulares los que apoyasen la ejecución de
obras que tras concluirse iban a estar destinadas al uso público, y asumiesen
su coste, no debe llevarnos a pensar que se trataba de obras de titularidad
privada que engrosaban el patrimonio propio de su promotor, quedando por
consiguiente sujetas a un régimen común de propiedad privada. Por el contrario, la doctrina más autorizada en la materia sostiene…, que, pese a que el
impulso de estos trabajos los asumían ciudadanos particulares, las obras así
realizadas se integraban en el conjunto de bienes extra commercium considerados del pueblo romano”35. Tal pudo ser el caso de un puente, cuya existencia y forma de construcción deduce el profesor Mangas a partir de la difícil
lectura de una doble inscripción, grabada por los dos lados de un gran bloque
rectangular de piedra caliza hallada en la muralla de León a fines del siglo XIX
y conservada en el Museo Arqueológico Provincial de dicha ciudad. En ella se
narra la construcción, posiblemente en dos fases distintas (fecit –anverso– y
effecit –reverso–), de un puente de uso público y costeado por un particular,
en concreto por una mujer de nombre Domitia Pressilla, probable esposa de
un alto cargo de la administración, en un lugar público (Loco Publico Facto),
sin duda para salvar uno de los dos ríos (Bernesga y Torío) que bordeaban el
campamento de la Legio VII Gemina; asimismo se indica que la realización de
dicha obra fue dirigida por los curatores operum Domitio Áttico, liberto de la
referida benefactora, y Aelio, también liberto imperial y empleado del fiscus
para la Provincia Hispania Citerior. La fecha que atribuye a dicha inscripción
como más probable es la de mediados del siglo II36.
Conviene hacer notar que el pago por el paso de los puentes no figura
como medio de financiación de estas obras públicas romanas, su utilización
era totalmente gratuita y libre la circulación sobre ellos. Situación que en gran
medida cambiará en los primeros siglos medievales, cuando se imponga el
cobro de determinadas tasas (peajes y pontazgos) por su uso, como uno de
los primeros medios de financiación.
A priori cabe suponer que no fue especialmente compleja la construcción del puente romano de Salamanca. Su privilegiado emplazamiento, además de poner en contacto dos zonas litológica y económicamente diferentes37
a través del eje natural de la vía de la Plata, marcado, primero, por los mamí ÍDEM, La construcción pública en Hispania romana, pp. 140, 141, 146 y 148, respectivamente.
Tal vez haya que poner en cuestión la paridad entre la financiación pública y privada de las obras
públicas hispanas, por el tipo de fuentes en que basa su estadística, las epigráficas.
35
VALCÁRCEL FERNÁNDEZ, P., Ob. cit., p. 51.
36
MANGAS, J., “Puente romano de Legio VII Gemina (CIL, II, 5690)”, en Stvdia Historica. Hª Antigua,
IV-V (1986-87), pp. 245-250.
37
El zócalo de la penillanura de la Meseta, con sus afloramientos de pizarras, cuarcitas y granito y
su dedicación forestal y ganadera, territorio vettón, al sur y oeste, y la cuenca colmatada por finos
sedimentos terciarios y cuaternarios de areniscas, arcillas, calizas y margas de preferente explotación
vitícola-cerealista, territorio vacceo, al norte y este.
34
78
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
feros herbívoros en estado salvaje38 y consolidado, después, por los tartessos
y romanos, reunía unas condiciones muy favorables: existencia de un vado en
un valle amplio y llano y de un río con escaso caudal, sobre todo en el estiaje,
que no dificultaba en gran manera la cimentación de las cepas, uno de los
principales problemas de este tipo de obras. Sin embargo, todo parece indicar
que el puente romano de Salamanca no fue construido de una sola vez, sino
que su ejecución se realizó, como luego se verá, por fases. La obra lógicamente comenzaría por la cimentación: bastaría aprovechar el momento de mayor
estiaje, el final del verano, desviando el curso del río de manera alternativa, sin
desechar, aunque es poco probable, la utilización de ataguías para desecar el
terreno y trabajar en mejores condiciones. Seguiría la edificación con el alzado de las pilas y tal vez de los tajamares, que habrían de aportar el necesario
equilibrio hidráulico, ambos en un único cuerpo sobre el que posiblemente
se apoyó en un principio una superestructura de madera, más o menos compleja. Posteriormente, esta superestructura de madera apoyada en pilares de
piedra fue sustituida por un alzado pétreo, con la ejecución de los arcos sobre
las pilas, el macizado del interior y la realización de los paramentos de los
tímpanos corridos de un arco a otro, así como de los pretiles y de la calzada.
Terminada la obra de sustitución de la madera por la piedra, a los pocos años
y tal vez por algún tipo de problema que aconsejara reforzar la estructura, se
adosaron a los tímpanos las pilastras apoyadas sobre los tajamares enfrentados
a la corriente, tal y como hoy aparecen.
Las condiciones topográficas llanas y amplias del vado permitieron construir un puente de trazado sencillo, con vanos de no gran luz y alzado de
mediana altura, cuya fábrica tampoco requirió cimbras extremadamente complejas, construidas con la madera que abundaba en los bosques próximos. Al
haberse constatado que el granito utilizado procedió de las canteras de Los
Santos, situadas al sur, a unos 50 km de distancia, pero en las cercanías de la
calzada de la Plata, hay que suponer que la obra se inició por el estribo de
la margen izquierda, cercana al Arrabal, en el que se instalarían los talleres
de cantería, donde se tallaría el almohadillado y se perfeccionarían los sillares
y dovelas toscamente cortados en las canteras, hasta llegar a la margen derecha, la más próxima a la ciudad.
Cual fuera la longitud del diseño originario del puente romano de Salamanca y, por tanto, cuantos arcos conformaban su estructura pétrea primitiva
es un asunto que aún está lejos de poder ser resuelto satisfactoriamente. Sin
duda, el argumento de más peso hasta ahora utilizado se debe a Durán Fuentes, quien realizó el cálculo de la capacidad de desagüe para las avenidas
del río Tormes del tramo romano (1.022,00 m3/seg.) y, llegó a la conclusión,
teniendo en cuenta el nivel alcanzado por la riada máxima dada por la Jefatura de Obras Públicas (2.004,00 m3/seg. el año 1940-41), que el puente inicial
CABO ALONSO, Á., Salamanca: personalidad geográfica de una ciudad. Salamanca: Ediciones
Universidad de Salamanca, 1981, p. 11.
38
79
ÁNGEL VACA LORENZO
Fig. 39: Niveles alcanzados por las riadas en el puente romano de Salamanca,
según la Jefatura de O.P.
debió tener una longitud mayor de la que hoy día posee la parte romana
del puente, que se debió aproximar a la longitud total actual para poder
desaguar las máximas avenidas, con un número de arcos similar al hoy existente, veintiséis, “pues uno más corto no tendría suficiente capacidad y se
vería rebasado, con los consiguientes problemas, en más de una ocasión”39.
Así pues, la longitud del puente romano de Salamanca, al igual que las de
los demás puentes, vendría condicionada por la capacidad de desagüe necesaria para las máximas avenidas que debía pasar bajo él. Sin embargo, hay
quienes, por el contrario, opinan que “parece desechable la afirmación de la
existencia de un puente romano de longitud superior a la actual, siendo más
razonable que fuera inferior en todo caso”40, o que, sobre las discrepancias
acerca del número de arcos expresadas por diversos autores, “no se corresponden con un criterio cronológico referido a la fecha en que se visitó el
puente, sino a errores de cálculo o, más bien, a recoger la noticia de fuentes
anteriores, que parten todas de González Dávila, el cual es en definitiva el
único autor realmente a tener en consideración, si bien, por otro lado, pudo
equivocarse en su cuenta”41.
DURÁN FUENTES, M., Puentes Romanos Peninsulares, p. 4.
NÚÑEZ PAZ, P., REDERO GÓMEZ, P. y VICENTE GARCÍA, J., Ob. cit., p. 75.
41
JIMÉNEZ, M. C., MENÉNDEZ, L. R. y PRIETO, M., Ob. cit., p. 206 y MENÉNDEZ BUEYES, L. R.,
Acercamiento histórico al Puente Romano, pp. 404-405. Tal vez no errara González Dávila y los errados fueran aquellos autores que, con posterioridad e impulsados por su prestigio, aceptaron, sin más,
las medidas y número de arcos del puente dados por este primer cronista de la ciudad salmantina
en un momento determinado; de lo que no cabe duda es que resulta imprescindible tener en cuenta
la cronología en el recuento de los arcos del puente, ya que su número, como se verá, varió en el
transcurso del tiempo.
39
40
80
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
Desde luego, hay un hecho evidentemente cierto: la fábrica más moderna del puente, que va desde el estribo o torreón central hasta la orilla
izquierda, la del Arrabal, y que corresponde a los once arcos meridionales
más el propio torreón, nada tiene que ver, como ya se ha expuesto, con la
solución constructiva ni con los usos de los materiales de la parte romana,
que se desarrolla desde el citado estribo o torreón central hasta la orilla
derecha, la de la ciudad, sobre un total de quince arcos. El tramo romano
presenta uniformidad en todos sus elementos, mientras el otro carece de tal:
sus arcos corresponden a épocas distintas, sus pilas no presentan la misma
planta y sus tajamares no tienen idéntico perfil hidrodinámico. Tal diferenciación resulta lógica, si se tiene en cuenta que la parte moderna ha sufrido
varias rupturas y reparaciones en épocas distintas. Lo que resulta de explicación más incierta es la total disparidad de los materiales de construcción,
pues mientras en la parte romana se utilizó, como ya se ha indicado, piedra
granítica procedente de la zona meridional de la provincia de Salamanca y,
más en particular, de la zona de Los Santos, en la parte hispana se emplearon otros tipos de materiales: piedra arenisca opalina (“areniscas celestinas”
o vulgar piedra caleña), procedente de los alrededores de la ciudad, para
toda la fábrica de este tramo moderno del puente, salvo para las dovelas de
los arcos 16 al 24, algunos sillares de sus bóvedas y las dos pilastras finales
que fueron construidos en granito con textura vaugnerítica (piedra pajarilla
o berroqueña), procedente de Ledesma.
Ante esta disparidad de materiales de ambas partes, la hipótesis aparentemente más obvia es negar la tesis de Durán Fuentes de un puente romano
que originariamente contara con un número de arcos y una longitud similar a
la que hoy posee el puente en su conjunto y afirmar, por consiguiente, que el
edificio del puente romano tuvo en origen una longitud y un número de arcos
análogo al que posee el actual tramo romano, quince. De lo contrario, no se
comprende por qué los materiales de los arcos romanos supuestamente existentes antes en el tramo hispano, por muchas veces que estos arcos y pilares
hubiesen sido derrocados, no se reutilizaron en las posteriores reparaciones,
sobre todo, si se tiene en cuenta que la riada que ocasionaba el derribo del
puente no solía arrastrar muy lejos el material, por lo que resultaba más fácil
su nueva utilización y, evidentemente, menos costosa que extraerlo y aportarlo de canteras alejadas o más próximas. De todas formas, siempre cabe la
posibilidad que el hipotético material romano de la parte meridional del puente, una vez producido su derribo, hubiera desaparecido y utilizado en otras
obras distintas de la ciudad o, incluso, relacionadas con el propio río (aceñas,
presas, pesqueras), al permanecer abandonado durante largo tiempo, por lo
que obligatoriamente hubiera sido necesario el aporte de nuevo material para
su posterior reparación. Esto explicaría la falta de sintonía entre los materiales
de ambas partes del puente, la romana y la hispana.
81
ÁNGEL VACA LORENZO
2. LAS DIVERSAS TEORÍAS SOBRE LA AUTORÍA Y CRONOLOGÍA DEL
PUENTE
Uno de los aspectos más difíciles, inciertos y complejos del estudio de los
puentes romanos es, en opinión de Vittorio Galliazo, su segura datación; sólo
en muy pocos casos y en presencia de toda una serie de circunstancias favorables resulta posible lograr la cronología exacta de un determinado puente42.
Incluso, la datación precisa es mucho más difícil y problemática que la identificación, ya no sólo por la falta de estudios históricos, estilísticos, constructivos,
arqueológicos, geográficos, geológicos, etc., que permitan dicha datación, sino
también porque, como sostiene Durán Fuentes, la uniformidad constructiva de
este tipo de obras, tanto en sus formas como en sus técnicas, a lo largo de muchos siglos añade una dificultad más e invalida la posible ayuda que pudiera
proporcionar el estudio tipológico43. Los puentes de piedra suelen ser obras
sobrias de ingeniería, cuyas formas han variado poco o nada con el tiempo,
por lo que difícilmente se podrán datar con cierta precisión por su morfología
o estilo; para su datación habrá que recurrir a otros conocimientos. Y, aunque
la pertenencia del puente Mayor de Salamanca a la ingeniería romana no ha
suscitado duda alguna, ciertamente se ignora quién ordenó su construcción y
su origen aún es motivo de discusión, al no contar con criterios fiables ni con
documentación fehaciente, así como con elementos arqueológicos, epigráficos o numismáticos, ni con análisis científicos de orden arqueométrico y propios de la mineralogía, metalurgia, botánica, física, química, etc., concluyentes
como para otorgar una cronología y autoría precisas.
Resultaría enormemente prolijo, al tiempo que banal, exponer aquí por
extenso todas las opiniones, en algunos casos muy diversas y divergentes, de
los múltiples autores que se han pronunciado sobre esta problemática. En un
afán de síntesis, se ha tratado de resumir y englobar las principales teorías en
tres líneas argumentativas: las que atribuyen la construcción del puente romano a dioses y, en concreto, a Hércules; aquellas que la imputan al emperador
Trajano; y, finalmente, otras que la asignan a una autoridad y a una cronología
anterior a la época trajanea.
Una antigua y popular tradición mítica atribuye la construcción del puente romano de Salamanca a tiempos inmemoriales y a obra de dioses, en especial a Hércules, tal como se recoge en 1496 en el libro de Lucio Marineo
Sículo De Hispaniae laudalibus44, o en 1498 en el poema latino de Antonio
GALLIAZZO, V., I ponti romani, vol. I, pp. 575-576.
DURÁN FUENTES, M., Puentes Romanos Peninsulares, p. 1 e Identificación de puentes romanos
en Hispania, p. 1, quien, además, piensa que “es una cuestión de futuro, pues habrá que esperar a
que se elaboren estos imprescindibles trabajos de sistematización constructiva de las obras públicas
romanas”, en ÍDEM, La obra del puente: fuente primaria para su conocimiento, p. 364.
44
Pontis vero ipsius atque veteris civitatis auctor incertum. Sunt tamen qui Herculem fuisse puten, a
quorum opinionibus non dissentio, cum praesertim ipsius Herculis quaedam adhuc signa cernantur.
In ponte namque conspicitur animal qui, sive taurus sive sit aper, certe enim dinosci non potest, uterque ipsi convenit, atque etiam magis si leo fuerit. Et supra pontem in moenibus urbis ipsius quoque
42
43
82
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
Jiménez De Tormis inundatione45, de la que también se
hace eco en 1606 Gil González Dávila46, o, en último
caso, “que se hace verosímil,
que los antiguos Salmantinos
le fundasen, y dedicasen à
Hercules, y que despues los
Romanos le compusiesen, y
renovasen al tiempo, que por
Fig. 40: Dibujo realizado por Bernardo Dorado
su mandado se construyò el
de la medalla encontrada en el puente en 1767
famoso camino de la Plata”,
como refiere Bernardo Dorado, apoyándose en el grabado de una medalla
encontrada, dentro de una caja y bajo una de las losas del puente, en la reparación que del mismo se efectuó en 176747. A estos siguió los pasos, a finales
del siglo XVIII, Eugenio Larruga, quien copiaba, casi literalmente, lo dicho
por González Dávila, no sólo sobre su fundador, sino también sobre las principales características del puente48. Y aún, en la segunda mitad del siglo XIX,
Herculis sedem visam esse nobis affirmarunt cum litteris nomen ejus indicantibus, publ. en BELTRÁN
DE HEREDIA, V., Cartulario de la Universidad de Salamanca (1218-1600). Salamanca: Universidad de
Salamanca, 1971, vol. III, doc. 850, pp. 141-142, cuya traducción literal es la siguiente: “No se conoce
con seguridad el promotor del puente mismo ni el fundador de la ciudad. Pero hay quienes piensan
que haya sido Hércules, de cuyo parecer no discrepo, teniendo en cuenta sobre todo que aún hoy se
pueden contemplar algunas señas de identidad del propio Hércules. Pues es el caso que en el puente
está a la vista un animal, que ciertamente no se puede dejar de reconocer como tal, tanto si es un toro
como si es un jabalí, y ambas representaciones le convienen, e incluso mejor le vendría que haya sido
la de un león. Y nos aseguraron que por sobre el puente, en las murallas de la urbe, también se veía
antes el domicilio de Hércules junto con una inscripción que mostraba su nombre”, en FERNÁNDEZ
VALLINA, E. y VACA LORENZO, Á., “La Plaza Mayor de Salamanca según Lucio Marineo Sículo”, en
Papeles del Novelty, 12 (2005), p. 35.
45
“Quebró la puente, de la que partió con su empuje tan solo /Un arco y le dañó únicamente en
aquella parte /Que se sabe muy bien que no hizo Alcides el fuerte, /Más poderoso que el cual jamás
otro alguno ha existido, /Pues hay quien dice que el puente en medio de la muralla /Fue en Salamanca
otrora por Hércules edificado, /Cuando llegó el Grande acá a nuestras costas de Hesperia”, public. por
SANZ HERMIDA, J., La Avenida de Santa Bárbara (1498) y otras famosas crecidas del Tormes. Historia
y Literatura. Salamanca: Europa. Artes Gráficas, 1997, p. 122, versos 596-602.
46
“Quien aya sido el fundador deste edificio, lo cierto, mas por tradición, que por escriptura, es,
que Hercules fuesse su auctor”, en GONZÁLEZ DÁVILA, G., Historia de las antigüedades de la ciudad
de Salamanca, p. 14.
47
“Quien fundase este primoroso Puente, no se sabe con certeza: unos le defieren à Hercules, pero
carecemos de razones, que nos obliguen al asenso: otros à los Romanos: pero estos, sin embargo
de que el edificio parece ser obra suya, tienen contra sì su mismo genio, que era el de perpetuar su
nombre y memoria, mediante alguna inscripción en qualquiera obra, que de su mandado se hiciese,
aun de menor entidad que este celebrado Puente: aqui carecemos de instrumento alguno, en que se
nos informe de su Fundador, luego es fuerza recurrir à mas remoto origen”, en DORADO, B., Ob.
cit., pp. 17-18.
48
“Una de las mayores grandezas que tiene Salamanca es el famoso puente sobre el Tormes, de los
mas insignes que se hallan en España. Descansa sobre veinte y siete arcos, y tiene quinientos pasos
de largo y doce de ancho. Es fábrica Romana, todo de cantería, y se asemeja mucho al aqüeducto de
83
ÁNGEL VACA LORENZO
Manuel González de la Llana, aseverando que el puente “es de los mejores y
acaso el más hermoso de España, y la más importante de las antigüedades de
Salamanca”, equiparaba su obra “á la del famoso ‘Puente del Diablo’ de Segovia, y á los puentes de Mérida y Alcántara” y sostenía la autoría de Hércules,
al afirmar que “es opinión bastante admitida que el puente de Salamanca lo
construyó Hércules”, aunque lo reedificara después el emperador Trajano,
cuando terminó la calzada de la Plata; sustentaba esta afirmación en la misma
prueba que Bernardo Dorado, en la aparición debajo de una piedra de la
primera arcada del puente de “una caja de platina y una medalla del mismo
metal representando á Hércules con la clava en la mano izquierda y la derecha
apoyada en un pilar”49.
Esta mítica atribución de la construcción del puente romano de Salamanca a Hércules carece de toda lógica y fundamento, y fue debida, según
Richard L. Kagan, a “los fabulistas etnogénicos del Renacimiento”, quienes
también atribuían a este semidiós la fundación de la propia ciudad de Salamanca50, máxime si se tiene en cuenta que, como ya señaló Roldán Hervás,
la efigie de la moneda hallada en la reparación que del puente se hizo en
1767 y que Bernardo Dorado dibujó, no corresponde, como hasta ahora se
venía atribuyendo, a Hércules, sino al emperador Antonino Pío (138-162)51.
Además, es frecuente el hallazgo de monedas en puentes, por lo que este
hecho no puede constituir hipótesis segura de construcción o reconstrucción
de aquellos; de hecho, Modesto Falcón refiere el hallazgo en 1853 de una
segunda moneda romana de cobre, “entre las argamasas que servían de lecho
al enlosado del Puente”, correspondiente al emperador Honorio (395-423),
si bien opina que “la existencia de la moneda en aquel sitio lo que probaria
en su caso seria alguna reparacion ejecutada en tiempo de Honorio, tal vez
el mismo enlosado; pero nunca su fundacion, porque no es costumbre usual
depositar en paraje tan superficial los objetos que han de perpetuar una fundacion, ni menos fiarla solamente á monedas sueltas. En nuestro juicio, pues,
este hallazgo es de tan poca importancia, que no está llamado á alterar por sí
solo las opiniones recibidas”52. Desde luego, reputados especialistas en el estudio de los puentes romanos mantienen que “los hallazgos de restos datables
Segovia, tambien edificio antiguo. Lo mas alto de este puente está adornado de almenas de cantería
tosca, que ofrecen á lo lejos una agradable vista. Por ser la cosa mas magnífica de la ciudad, lo tiene
ésta por armas, juntamente con un toro de piedra que está al principio de él. Es tradición que fué
Hércules el autor de este puente, y que lo reedificó el Emperador Trajano, quando mandó restituir
el camino de la plata que va de Salamanca á Mérida, del que se conservan todavía algunas ruinas”,
en LARRUGA, E., Memorias políticas y económicas sobre los frutos, comercio, fábricas y minas de
España. Salamanca: Diputación de Salamanca, 1994 [reimp. facs. de la obra de 1795, tomo XXXIV],
pp. 153-154.
49
GONZÁLEZ DE LA LLANA, M., Ob. cit., p. 44.
50
KAGAN, R. L. (dir.), Ciudades del Siglo de Oro. Las vistas españolas de Antón Van den Wyngaerde.
Madrid: Ediciones El Viso, 1996, p. 363.
51
ROLDÁN HERVÁS, J. M., Ob. cit., p. 122.
52
FALCÓN, M., Salamanca artística y monumental, p. 65.
84
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
en el interior del puente en general no proporcionan la datación exacta de la
obra ni tan siquiera pueden facilitarla y en algunos casos incluso tampoco la
simple identificación”53.
Por su parte, Joaquín de Vargas y Aguirre, a principios del siglo pasado,
siguiendo lo apuntado por Lucio Marineo Sículo, opinaba que la atribución
de la autoría del puente romano de Salamanca a Hércules, aunque carente de
toda razón, se podía deber a que cerca de la antigua Puerta del Río se levantó
un templo dedicado a este semidiós, en el lugar llamado Corral de Hércules54.
De ser cierta esta afirmación, nos encontraríamos con la asociación puentetemplo, similar, por ejemplo, a la que se produce en el caso del puente de
Alcántara, aún cuando aquí existe un tercer elemento, el arco honorífico, que
posteriormente también tuvo el puente salmantino; asimismo, desde un punto de vista semántico habría que tratar de buscar el sentido y significado de
indudable carácter religioso incrementado por la adición de dicha asociación.
Sin embargo, no hay suficientes pruebas para afirmar la existencia de un templo dedicado a Hércules en el corral denominado con su nombre, cuando en
realidad, éste no era sino una de las muchas unidades (Argamasa, Abolfaçen,
Capellanías, Moral, Franquera, etc.), conocidas a fines de la Edad Media con
el término de corral, de una estructura de hábitat compleja (conjunto de casas de reducido tamaño en círculo y volcadas hacia espacios cerrados), que
existían en la zona de la actual calle de la Veracruz, sobre todo en su parte
meridional, como sello de sus antiguos moradores judíos; de hecho, aún permanece, como vestigio de ese hábitat, la actual Fonda de la Veracruz, antigua
posada de estudiantes, y que desde 1993, completamente restaurada, alberga
la Escuela Oficial de Hostelería. En este Corral de Ércoles poseía numerosas
casas el cabildo salmantino a principios del siglo XVI, según consta en el Libro de las posesiones del cabildo y de los capellanes del coro del Archivo de la
Catedral de Salamanca55.
De todas formas, esta atribución legendaria de la construcción del puente
romano de Salamanca a Hércules también puede tener una explicación en la
ideología mental de sociedades primitivas, pues, como bien señala Iranzo Muñío, “una de las consideraciones más interesantes que suscitan los puentes es
su imbricación en la mentalidad popular como instrumentos que manifiestan
poderes religiosos o mágicos. Desde sus orígenes, la obra del puente parece
que concita fuerzas propicias para su erección y conservación. Por tratarse
de construcciones que a menudo perviven siglos y que resultan de utilidad
primordial para la comunidad, los puentes se vinculan a viejas leyendas, muchas de las cuales son conocidas desde el siglo XII, o se rodean de edificios
religiosos, que apoyan ese carácter sacral”56.
55
en
56
53
54
DURÁN FUENTES, M., Identificación de puentes romanos en Hispania, p. 3.
VARGAS Y AGUIRE, J. de, Ob. cit., p. 56.
“SANT MILLÁN. Unas casas en la plaça de Sant Millán, entre los corrales de Ércoles e de Argamasa”,
ACSa. Libro de las posesiones del cabildo y de los capellanes del coro, fols. CXI y ss.
IRANZO MUÑÍO, M.ª T., Obras públicas medievales, p. 235.
85
ÁNGEL VACA LORENZO
Sin embargo, la teoría más generalizada y dominante hoy en día es que el
puente romano de Salamanca fue erigido por el emperador Trajano (98-117),
si bien no hay inscripción epigráfica, ni prueba numismática, sigilográfica o
diplomática que lo confirme. Así lo aseguran, entre otros:
González Dávila, aunque en realidad sólo atribuye a este emperador
la tarea de reconstrucción, reservando a Hércules la de construcción57. Las
opiniones de este primer cronista salmantino, que se convertirá en la principal fuente de referencia histórica de la ciudad hasta casi principios del siglo
XX, serán distorsionadas y repetidas una y otra vez hasta crear “un estado de
opinión sobre la cronología del puente que se basa únicamente en asociar su
construcción, de forma automática, con las reparaciones antoninas”58.
Antonio Ponz, que, en 1786 se expresaba de esta manera a propósito de
su posible autor: “Quién fuese el primero a construir esta importante obra es
imposible de averiguar; pero que lo mandase edificar el emperador Trajano
en la forma que hoy lo vemos, es muy probable”59.
Ceán-Bermúdez también menciona “el magnífico puente de piedra labrada construido en el imperio de Trajano”, aunque sitúa erróneamente en el
puente sobre el Tormes una inscripción que atribuye a Trajano la restauración
de dos mil pasos de la Vía de la Plata (IMP. CAESAR. D. NERVAE. FILIVS /
NERVA. TRAIANVS. AVG / GERM. P. M. TRIB. POT / COS. II. RESTITVIT / M.
P. II), cuando, como expuso González Dávila, se hallaba en un miliario traído
de fuera60.
Pascual Madoz, más que la autoría, lo que en realidad asigna a Trajano
es su reedificación, al señalar que el “portentoso puente de Salamanca, que
pasa por el mas antiguo de los monumentos de su naturaleza en España, era
parte de esta célebre calzada atribuida con grave error por algunos al codicioso Crasso. En tiempo de Trajano amenazaba ruina ya este puente, y debió su
reedificacion á aquel insigne español que tanto enriqueció y hermoseó à su
patria con obras colosales”61.
El barón de Davillier, quien en su Viaje por España, realizado a mediados
del siglo XIX en compañía del dibujante y grabador Paul-Gustave Doré, autor
de un grabado del puente, dejó escrito a propósito de la ciudad de Salamanca
que “el único monumento antiguo que posee es un hermoso puente de dieci “Quien aya sido el fundador deste edificio, lo cierto, mas por tradición, que por escriptura, es,
que Hercules fuesse su auctor, y que como cosa sujeta à las destemplanças del tiempo, viniendo por
su antigüedad de mas a menos, la reedificasse el Emperador Trajano, en la sazon que mandò restituir
el camino de la Plata, que va desde Salamanca a Merida”, en GONZÁLEZ DÁVILA, G., Historia de las
antigüedades de la ciudad de Salamanca, p. 14.
58
MENÉNDEZ BUEYES, L. R., El Puente Romano de Salamanca y su contexto histórico, pp. 152-153.
59
PONZ, A., Viaje de España, en que se da noticia de las cosas mas apreciables y dignas de saberse
que hay en ella. Madrid: Aguilar, 1988 [reed. de la obra de 1786], vol. 3, p. 683.
60
CEÁN-BERMÚDEZ, J. A., Sumario de las antigüedades romanas que hay en España. Madrid: 1832,
p. 419.
61
MADOZ, P., Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de Castilla y León. Vol. 5 Salamanca.
Valladolid: Ámbito, 1984 [edic. facs. de la obra de 1845-1850], p. 239.
57
86
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
Fig. 41: El puente romano en la xilografía de Paul-Gustave Doré (1861)
siete arcos alzado sobre el Tormes y que se remonta a la época de Trajano”62,
con evidente error en el recuento del número de arcos.
José María Quadrado no cabe duda que quedó prendado del cuadro
observado al entrar en la ciudad, aunque también errara en la atribución del
número de arcos al puente, cuando después dejó escrito que “contemplando
su más vistosa perspectiva desde la opuesta orilla del Tormes que la baña por
el lado de mediodía, en el grandioso puente de veintisiete arcos y quinientos
pasos de longitud hallaremos un testimonio de su existencia bajo los dominadores del mundo. La mitad de él contigua à la ciudad es de construcción
romana y de almohadilladas dobelas como las del acueducto de Segovia;
y probablemente nació como éste en el imperio del gran Trajano, cuyas
obras y las de Adriano su sucesor en el camino de Mérida à Salamanca consignan dos notables inscripciones”63.
Emilio Bobadilla, quien, a principios del pasado siglo, por seguir sin
comprobar lo escrito por González Dávila cuatro siglos antes, también yerra en el número de arcos del puente, al describirlo en su visita a la ciudad
de la forma siguiente: “Me interno en la calle de San Juan de Sahagún –de
estrechez inverosímil– y salgo al puente romano que cabalga majestuoso
sobre el Tormes. Tiene veintisiete arcos y quinientos pasos de longitud. La
parte contigua á la ciudad puede que sea contemporánea del emperador
Trajano”64.
García Boiza, aunque de manera menos firme, también atribuye a Trajano la autoría de esta obra pública, al afirmar que la “mitad del puente sobre
el Tormes, en la parte más próxima a la ciudad, es evidentemente romana y
parece que se construyó en tiempos del Emperador Trajano”65.
DORÉ, G. y DAVILLIER, Ch., Viaje por España. Madrid: Ediciones Grech, 1988, p. 300.
QUADRADO, J. Mª., Ob. cit., p. 8.
64
BOBADILLA, E., Viajando por España (evocaciones y paisajes). Madrid: 1912, p. 250.
65
GARCÍA BOIZA, A., Inventario de los Castillos, Murallas, Puentes, Monasterios, Ermitas, Lugares
pintorescos o de recuerdo histórico, así como de la riqueza mobiliaria, artística o histórica de las Corpo62
63
87
ÁNGEL VACA LORENZO
El padre Morán, por su parte, señala que el puente romano de Salamanca, “de veintiséis arcos, es el monumento más notable que de la Calzada
subsiste. Es ancho, alto, recto y firme como edificio para siempre; con su
presencia está proclamando la grandeza del Imperio que lo fundó. Mucho ha
sufrido con las crecidas del Tormes”, por lo que “la primera mitad conforme
se entra en Salamanca es moderna, del siglo XVII; la otra mitad es herencia
de la civilización romana, obra probable de Trajano, quien, como se ha visto
por las piedras miliarias, es el emperador que más se distingue en restaurar el
camino por estas tierras”66.
Gómez-Moreno, quien, al comparar el puente romano de Salamanca con
el grande de Mérida, escribe que aquel es “mucho más gallardo, aunque las
arenas cubren casi del todo sus pilas, la forma de elegimiento de los arcos, sus
tajamares y espolones, que más bien recuerdan los acueductos de la propia
Mérida y el famoso puente de Alcántara, quizá justifiquen bien la atribución
vulgar que de él se hace a Trajano, gran restaurador de esta vía en el año 98
de nuestra Era”67.
Roldán Hervás, en su estudio doctoral sobre la Vía de la Plata, al enfrentarse con el problema de la fecha de la construcción del puente romano de
Salamanca, observa que “popularmente se atribuye, como la mayoría de las
obras de la vía, a Trajano. A primera vista podría pensarse en un puente típico
del siglo I, de la época augustea como el del Albarregas. Pero al estudiarlo con
detenimiento este pensamiento se desvanece, por la mayor esbeltez del puente de Salamanca, por el modo de resolución de la fuerza de las aguas, con
tajamares triangulares bajo pilastras que recuerdan más otros puentes como el
de Alcántara u otros de la época de Trajano, incluso la obra del acueducto de
Segovia con la que tiene evidentes paralelos”68.
Fernández Troyano, por su parte, al estudiar el puente salmantino sobre el Tormes, observa que “las pilas se reducen considerablemente, desapareciendo el arquillo de aligeramiento”, por lo que afirma que “su construcción, aunque no existen datos, debe ser de un época próxima a la del
puente de Alcántara”, del que expresa que, “construido durante el Imperio
de Trajano es un puente muy documentado conociéndose hasta el nombre
del autor”69.
Manuel Salinas, al referir que la vía de la Plata va a recibir con Trajano y
Adriano, emperadores de origen hispano, la forma en que hoy la conocemos,
afirma que “es en esta época, en torno al año 100, cuando se construyen los
puentes, espléndidos, de Alconétar –que puede verse hoy, trasladado desde
su emplazamiento original al lado de la N-630–, de Cáparra y de Salamanca; y
raciones o de los particulares de que se pueda tener noticia en la provincia de Salamanca. Salamanca:
Ediciones de la Diputación de Salamanca, 1993 [edic. facs. de la obra de 1937], p. 48.
66
MORÁN, C., Ob. cit., p. 86.
67
GÓMEZ-MORENO, M., Ob. cit., pp. 45-46.
68
ROLDÁN HERVÁS, J. M., Ob. cit., p. 122.
69
FERNÁNDEZ TROYANO, L., Esquema histórico de los puentes españoles, p. 29.
88
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
los numerosos miliarios pertenecientes a estos dos césares testimonian claramente la magnitud de su actividad constructora”70.
Y, por último, Bueno Hernández, quien, en su estudio sobre las obras
públicas de la provincia de Salamanca, poco es lo que aporta sobre la autoría
y datación del puente romano, al limitarse a expresar en términos similares a
los de Roldán Hervás: “La época de construcción no se conoce con exactitud.
Aunque a primera vista pueda parecer un puente de la República por su aparente poca esbeltez, un estudio algo más detallado hace inclinar la balanza
a favor de que se construyese en la época del Imperio. Los detalles de los
tajamares y su forma de construcción hacen pensar que date de la época de
Trajano que por otra parte es la hipótesis más plausible para la mayoría de la
Vía de la Plata”71.
La autoría trajanea se basa, pues, en una larga tradición poco argumentada que, sin duda, parte del buen trato dispensado por la literatura historiográfica a este emperador, por el hecho de que, al disponer de grandes riquezas,
obtenidas de sus campañas militares en la Dacia, le permitieron llevar a cabo
una amplia política de construcción de obras públicas, sobre todo en Hispania, país que le vio nacer, como la restauración de grandes tramos de la calzada de la Plata, a la que el puente romano de Salamanca se halla plenamente
vinculado. Ahora bien, la relación vía romana-puente, según afirmación de
Durán Fuentes, “tampoco es garantía de que sean coetáneas, ya que a pesar
de conocerse la época de construcción de una vía…, los puentes de piedra
conservados pueden ser una construcción posterior a fundamentis en el mismo lugar donde hubo otro anterior”72.
Finalmente, hay un grupo diverso de escritores que atribuyen la autoría
del puente romano de Salamanca a un período y/o a una autoridad anterior al
emperador Trajano. Tales son los casos de:
Elio Antonio de Nebrija, quien lo imputa a Publio Licinio Craso, procónsul de la Hispania Ulterior, aunque lo que en realidad le imputa es más bien
la construcción de la calzada de la Plata a la que el puente, como ya se ha
expuesto, se halla indisolublemente unido73.
SALINAS, M. (coord.), Historia de Salamanca. I. Prehistoria y Edad Antigua. Salamanca: Centro
de Estudios Salmantinos, 1997, p. 308.
71
BUENO HERNÁNDEZ, F., Ob. cit., p. 287.
72
DURÁN FUENTES, M., Identificación de puentes romanos en Hispania, p. 3.
73
Est uia nominatissima lusitaniae quam ab Emerita Augusta urbe clarísima P. lucinius ad Salmanticam quod mihi constet: usque perduxit deinde traianus refecit: aelius pertinax postea restaurauit.
Argenteam uulgus incertum appellat. In ea lapides sunt in columnas teretes excisi: quibus singula
passum milia designantur, en NEBRIJA, E. A., In Cosmographiae Libros Introductorium. 1498, cap.
VI “De mensuris quibus cosmographi utuntur”. Cuya traducción es: “También pertenece a la misma
Lusitania una vía famosísima, llamada vulgarmente ‘de la plata’. El pontífice Licinio fue el primero
que la construyó, después la rehizo el César Trajano y a continuación la restauraron Elio Pertinax y
otros emperadores, como se deduce por los mojones, a los que separan mil pasos. Fue trazada desde
Mérida, pasando por Cáceres, hasta Salamanca, donde comienza a desaparecer en la parte extrema
del puente y ya no se ve más allá rastro alguno de aquella vía”, en ÍDEM, Repetición Sexta sobre las
70
89
ÁNGEL VACA LORENZO
Modesto Falcón, quien, aunque también lo considera “un venerable monumento romano, que ha sabido resistir la accion de veinte siglos y llegar
hasta nuestros dias en estado de buena conservacion”, afirma, después de
rechazar la cronología y autoría trajaneas de González Dávila, que tanto el
camino de la Plata como el propio puente “son en nuestro juicio mas antiguos que Trajano, mas aun que Vespasiano, mas que Claudio tambien; y por
consiguiente si no son del tiempo de la Republica, se construyeron en los primeros años del Imperio”; para terminar exponiendo que al “Puente debemos
asignarle la misma antigüedad que al camino. Para discurrir de otra manera,
seria preciso creer en la existencia de caminos sin puentes ó en el capricho
de que aquellos Emperadores que gastaban sumas fabulosas en el camino de
Salamanca, sin cuidarse de salvar el paso de los rios: absurdos que la critica
no puede menos de rechazar. Aun mas, para conceder á Trajano la gloria de
haber edificado el Puente de Salamanca, seria preciso suponer que si existió
otro puente, este puente no subsistió cincuenta años, pues no medió tanto
tiempo desde él hasta Vespasiano”74.
Pedro Antonio de Alarcón, quien, de su viaje de dos días a Salamanca
(10 y 11 de octubre de 1877), explícitamente escribe: “En cuanto al Puente,
construido, dicen, por Domiciano, restaurado por Trajano y recompuesto más
tarde por nuestro Felipe IV de Austria, mide 176 metros de longitud y cerca
de cuatro de anchura. Por él pasaba la calzada romana de la Plata, que iba de
Mérida a Zaragoza”75.
Fernando Araujo, para quien Salamanca fue bajo la dominación romana
una ciudad importante, pues, entre otras cosas, contaba con el “soberbio
puente de veintisiete arcos sobre el Tormes, una de las maravillas del género y el más antiguo de que en España haya noticia, anterior al imperio
de Trajano, y que formaba parte de la famosísima ‘Vía lata’ o ‘Calzada de la
Plata’, el más largo camino que cruzaba la Península de los tres que enlazaban por diversas vías la ciudad de Mérida con la de Zaragoza, ejecutado,
según cumplidamente muestran las inscripciones recogidas, en tiempo de la
república romana”76.
Vázquez de Parga y Mansilla, quien sobre el puente romano de Salamanca afirma que “no se sabe á punto fijo en qué época fué construido, aunque
lo más probable es, que lo fuera por los tiempos en que Roma era República
y según inscripciones fué reparado por los Emperadores Domiciano, Vespasiano, Claudio y Trajano, de lo cual nació la idea tan estendida de ser construccion de este último Emperador”77.
Medidas. Introducción, traducción y notas de Jenaro Costas Rodríguez. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 1981, p. 4.
74
FALCÓN, M., Salamanca artística y monumental, pp. 63 y 65.
75
ALARCÓN, P. A. de, Dos días en Salamanca. Salamanca: Librería Cervantes, 1977, p. 119.
76
ARAUJO, F., Ob. cit., p. 17.
77
VÁZQUEZ DE PARGA Y MANSILLA, J., Reseña geográfica-histórica de Salamanca y su provincia.
Salamanca: Librería Cervantes, 1994 [reimp. facs. de la obra de 1885], pp. 40-41.
90
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
Por su parte, Alzola y Minondo, en realidad no se decanta por un autor
determinado, exponiendo simplemente que hay “dudas acerca de la época
de su erección que algunos suponen del tiempo de la República y otros del
Imperio”78.
José Camón Aznar, para quien, aunque “no se sabe la fecha exacta
de su construcción, si bien puede suponerse su existencia en tiempos de
Vespasiano”79.
Con criterios más actuales e integradores, Luzón y Sureda, siguiendo la
propuesta de Vittorio Galliazzo80, consideran el puente salmantino de época
augustea (27 a.C.-14 d.C.)81.
Y, finalmente, el último autor en abordar esta problemática ha sido Menéndez Bueyes, para quien “el problema de la cronología de nuestro puente
no puede ser precisado con argumentos definitivos”82, si bien, después de
parecerle poco probable la autoría tradicionalmente otorgada al emperador
Trajano, lo mismo que la augustea propuesta por otros autores, y de comprobar la poca fiabilidad de los estudios comparativos y tipológicos, así como la
ausencia de hallazgos materiales significativamente contextualizados y posibilitadores de un acercamiento arqueológico, realiza un compendio del tema en
función de un documentado estudio de la contextualización histórica; y es la
conclusión del largo proceso de implantación romana en esta región (romanización) y, en especial, el proceso municipalizador a partir de la concesión
del derecho latino por el emperador Vespasiano con que considera que hay
que relacionar la realización de una serie de obras de prestigio y, en concreto,
del puente de Salamanca; por lo que concluye que es “muy posible que el
Puente Romano de Salamanca fuera construido en un momento impreciso de
finales del periodo flavio, entre el 81 y el 98 d.C., es decir, bajo los mandatos
de Domiciano o Nerva”83.
También alude a sus características: “puente de piedra con 27 arcos de medio punto, de 23 metros
de luz y 34 de altura”, en ALZOLA Y MINONDO, P. de, Ob. cit., p. 62.
79
CAMÓN AZNAR, J., Guía de Salamanca. Madrid: Patronato Nacional de Turismo, 1932, p. 97.
80
“En realidad, este puente, por la calidad del material, técnica de construcción, uso del almohadillado
en los sillares, control de los valores simétricos y la elegante solidez del conjunto, se asemeja no tanto
a los puentes de la época de Trajano, a los que con frecuencia se coteja, sino más bien con ciertos
puentes españoles de la época de Augusto: ya sea el puente sobre el Guadiana o sobre el Albarregas,
ambos en Mérida, o bien, el puente de Martorell, de indudable época augustea su parte antigua”, en
GALLIAZZO, V., I ponti romani, vol. II, p. 337.
81
“El puente que cruza el río Tormes se caracteriza por la misma solidez que define a los que conocemos de época augustea, motivo que ha llevado a algunos autores a fecharlo en este período”,
en LUZÓN, J. M. y SUREDA, J., Imperio y Religión. Del Mundo romano al Prerrománico. Vol. II de
Historia del arte español dirigida por J. Sureda. Barcelona: Planeta, 1997, p. 24.
82
MENÉNDEZ BUEYES, L. R., El Puente Romano de Salamanca y su contexto histórico, p. 155.
83
IBÍDEM, p. 164 y MENÉNDEZ BUEYES, L. R. y JIMÉNEZ GONZÁLEZ, M. C., El puente romano de
Salamanca sobre el Tormes, p. 204.
78
91
ÁNGEL VACA LORENZO
3.
NUESTRAS PROPUESTAS DE DATACIÓN Y AUTORÍA DEL PUENTE
Resulta arriesgado pronunciarse por una cronología y autoría precisas
sobre la construcción del puente romano de Salamanca, pues, como ya se ha
expuesto, se carece de toda documentación histórica y de análisis arqueométricos que resuelvan de forma nítida este problema; de hecho, uno de los
especialistas españoles más destacado en el estudio de los puentes romanos,
Fernández Casado, desiste de fijar una fecha y de establecer un autor concreto, concluyendo la descripción de este puente con el siguiente aserto:
Abandonando el intento de datar el puente, nos retiramos a nuestras
posiciones de ingeniero para atestiguar que es uno de los ejemplares más
hermosos en la serie de puentes, como corresponde a un momento de
perfección de este tipo de obra84.
En cualquier caso, es evidente que el puente y la calzada de la Plata, de
la que formaba parte indisoluble, son dos obras públicas romanas que constituyeron significativas infraestructuras del largo y complejo proceso de romanización de la Península Ibérica y, en particular, de este territorio lusitano. La
presencia romana en Hispania se inició con el desembarco de Publio Escipión
en Ampurias en el otoño del año 218 a.C. Posteriormente, Roma, después de
haber vencido y expulsado a los cartagineses de sus posesiones hispánicas
(206 a.C.) y de haber divido el territorio conquistado en las provincias de
Hispania Ulterior e Hispania Citerior (197 a.C.), en su avance desde el sur
y levante hacia el noroeste peninsular, fue dominando las tierras del interior y
sometiendo a sus pobladores.
La primera penetración militar romana en estos territorios, de que se tiene conocimiento, se remonta a los años 180-178 a.C. y fue llevada a cabo por
L. Postumio Albino y Tiberio Sempronio Graco, pretores de las provincias hispanas Ulterior y Citerior, respectivamente. En concreto, se sabe que “partiendo del alto Guadalquivir, Albino marchó hacia el oeste, por territorio lusitano,
hacia la región vaccea, donde, de acuerdo con Livio (XL, 17), debió efectuar
alguna operación de castigo para permitir a Graco conducir sus ejércitos hacia
el norte, a través del camino más oriental, por la Oretania y Carpetania, para
alcanzar desde allí su objetivo, la Celtiberia. La campaña de Albino debió tener
como escenario la región suroccidental del Duero, en territorio vacceo, en las
tierras de Salamanca y Zamora, en la que es de suponer utilizara el camino
natural que constituía el eje norte-sur de Lusitania oriental y que luego daría
origen a la vía de Mérida a Astorga, el Camino de la Plata”, que unos años
antes, 220 a.C., ya habría recorrido Aníbal en la conquista de Salamanca y Toro85.
FERNÁNDEZ CASADO, C., Ob. cit., p. 213.
ROLDÁN HERVÁS, J. M., “III. La conquista romana”, en SALINAS, M. (coord.), Prehistoria y Edad
Antigua, vol. I de Historia de Salamanca. Salamanca: Centro de Estudios Salmantinos, 1997, p. 205.
En el 151 a.C. Lúculo realizaría otra expedición militar.
84
85
92
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
Aunque, en realidad, el comienzo de la conquista de estos territorios se sitúa
años después, en la derrota de los lusitanos (asesinato de Viriato en 139 a.C.
por fieles traidores, sobornados por el cónsul Q. Servilio Cepión) y de los
celtíberos (destrucción de Numancia en 133 a.C. por Cornelio Escipión Emiliano). Así pues, existe un gran desajuste temporal entre esta presencia romana
tan remonta y la cronología y autoría generalmente asignadas al puente de
Salamanca, cuya tipología técnico-estilística claramente pertenece al prototipo
de época imperial86, por lo que se considera preciso ahondar en la hipótesis
de que la construcción del puente pudiera tener un origen anterior a la época
trajanea, tal vez, porque, como ya fue señalado por Maluquer de Motes, el
conservado es sucesor de otro puente romano más primitivo87, que bien pudo
ser de madera, como apunta Ávila Jalvo88, apoyándose en una hipótesis de
Gómez Moreno89.
Efectivamente, resulta difícil de admitir la ausencia de cualquier tipo de
puente que salvara el cauce del Tormes durante los primeros doscientos treinta años de la presencia romana en esta región y que hubiera que esperar hasta
el mandato del emperador Trajano, entre los años 98 y 117, para la construcción del primer puente que vadeara el río. Las necesidades creadas a partir de
la conquista de este territorio en la segunda mitad del siglo II a.C. requerían la ineludible existencia de un puente sobre el Tormes, máxime cuando la
vía de la Plata, de indudable origen prerromano y de dirección meridiana, se
consolidó rápidamente como la arteria básica de relación y penetración en el
occidente peninsular, imprescindible para el movimiento de grandes contingentes de tropas con su correspondiente impedimenta. De hecho, ya en esa
época se fundaron nuevos núcleos de población, como Castra Servilia (Casar
de Cáceres?), en 141 a.C., Castra Liciniana y Castra Caecilia (Cáceres el Viejo)
y Vicus Caecilius (Finca de la Vega, entre Puerto de Béjar y Peñacaballera)
en 79 a.C. Todos ellos, junto a la colonia Metellinum (Medellín), fundada en
El prototipo de puente de época imperial en Hispania es, sin duda, el de Alcántara, construido
en el año 106 por Cayo Julio Lácer, mientras que el de Mérida corresponde al de época republicana,
cuya construcción se remonta al año 25 a.C. El edificio de éste está marcado por la robustez y la
opacidad de sus estructuras, por lo que necesita incorporar los arquillos de aligeramiento y emplea
tajamares semicilíndricos; mientras que aquél es más esbelto y audaz, con pilas que adelgazan y
arcos que se amplían, por lo que se hace más diáfano, ofrece menos resistencia al paso del agua y
los aligeramientos no son necesarios. Además, el de Alcántara presenta una solución idéntica a la del
puente de Salamanca: tajamares triangulares, aguas arriba, que llegan hasta el arranque de los arcos
y, sobre ellos, un contrafuerte que termina sobre la base del pretil
87
“Frente a la ciudad se construyó el puente de la Calzada, que en su primera mitad conserva intacta
su fábrica primitiva, que data, probablemente, de fines del siglo I y que sin duda sucedió a otro puente
romano más primitivo”, en MALUQUER DE MOTES NICOLAU, J., Ob. cit., p. 101.
88
“Durante la conquista militar, el puente empezaría seguramente siendo de madera, y la importancia
comercial del principal camino vertical del interior de la Península llevaría a reconstruirlo en piedra,
posiblemente, tras alguna riada”, en ÁVILA JALVO, J. M., Ob. cit., p. 52.
89
Además “vense las ranuras donde se apoyó la cimbra –si no es que primitivamente tuvo maderaje
en vez de arcos– dispuestas con regularidad de cinco en cinco a cada lado de las pilas, en su penúltima
hilada”, en GÓMEZ-MORENO, M., Ob. cit., p. 46.
86
93
ÁNGEL VACA LORENZO
el 80-79 a.C., constituyeron otros tantos hitos de la vía militar fundada por el
procónsul Q. Caecilio Metello en la guerra sertoriana (80-72 a.C.), que recorría
más de 200 km desde el Guadiana, donde se hallaba Metellinum, hasta Vicus
Caecilius, en la sierra que limita las actuales provincias de Cáceres y Salamanca. Será sobre esta vía sobre la que se desarrolle más tarde hacia el noroeste
peninsular la calzada de la Plata.
Si bien, fue con las campañas militares realizadas por P. Licinio Craso
(96-93 a.C.) y por C. Valerio Flaco (93-92 a.C.) cuando se materializó de manera efectiva el dominio romano sobre este territorio, en realidad hay que esperar hasta la llegada de Augusto y la instauración del Imperio para la definitiva
consolidación del proceso de romanización: en el año 27/25 a.C. se creó la
nueva provincia de Lusitania con capital en
Emérita Augusta (Mérida), la caput viae de la
Plata y de posible fundación cesariana, en el
19 a.C. se apagó el último foco de resistencia
indígena de cántabros, astures y galaicos y en
el 15 a.C. se fundó Asturica Augusta (Astorga),
el terminus viae de la Plata, con la consiguiente
fijación del trazado definitivo y posible construcción de la ruta que unía ambas ciudades,
la calzada de la Plata90, e, incluso, la creación
o transformación de núcleos poblacionales en
mansiones a lo largo de ella. De todas formas,
a la luz de los datos epigráficos hoy disponibles, parece que el tramo salmantino de la calzada debió terminarse en fechas algo posteriores, probablemente bajo el mandato de Nerón
(54-68)91, durante cuyo principado comienzan
a aparecer documentos epigráficos también en
este sector de la vía de la Plata92. PosteriorFig. 42: Miliario de Membribe,
mente, bajo los mandatos de los emperadores
hoy en el Museo de Salamanca,
perteneciente a Nerón
Trajano (98-117) y Adriano (117-138), esta ruta
“En resumidas cuentas, aunque los datos miliarios referentes a la época de Augusto en la Vía de la
Plata son dudosos, una visión de conjunto con otros ejes de comunicación entre fundaciones augusteas
peninsulares podría plantear para nuestra vía una situación análoga. No se puede afirmar, por tanto, de
forma categórica que no hubo intervención augustea en Salamanca y menos aún se puede asegurar que
en ese periodo no existiera una vía en el tramo salmantino, porque un nuevo hallazgo, perfectamente
verosímil, podría cambiar las cosas, como ha ocurrido en la vía 27”, en GILLANI, G., SANTONJA, M.
y MACARRO, C., “Los miliarios de la Vía de la Plata en la provincia de Salamanca”, en Arqueología de
la Vía de la Plata (Salamanca), G. Gillani y M. Santonja (eds.). Béjar: Premysa, 2007, p. 170.
91
MENÉNDEZ BUEYES, L. R., El Puente Romano de Salamanca y su contexto histórico, p. 152 y
MENÉNDEZ BUEYES, L. R. y JIMÉNEZ GONZÁLEZ, M. C., El puente romano de Salamanca sobre el
Tormes, p. 202.
92
El total de miliarios aparecidos a lo largo de todo el trazado en esta etapa ascienden a “siete en
el tramo extremeño, tres en el salmantino y uno en el zamorano”, en GILLANI, G., SANTONJA, M. y
MACARRO, C., Ob. cit., p. 171.
90
94
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
recibió numerosas reparaciones en todo su trayecto de las que dan testimonio
las inscripciones epigráficas de bastantes miliarios93.
Por lo que se refiere a la ciudad de Salamanca, la reciente excavación arqueológica del solar del antiguo Colegio Trilingüe, codirigida por Cristina Alario, Pedro Luis Pérez y Carlos Macarro en 199894, ha permitido complementar
en buena medida
la reconstrucción
histórica del periodo que se extiende
desde el siglo III
a.C. hasta el final
del Bajo Imperio
Romano. De la interpretación histórica que hacen de
la secuencia estratigráfica del suelo
del referido Colegio, cabe distinguir
cuatro etapas, de
las que, en relación con el intenFig. 43: Vista aérea del solar del Colegio Trilingüe
y sus restos arqueológicos. Alario y Macarro
to de establecer la
datación y autoría
de la construcción del puente romano de Salamanca, interesa abordar el análisis de las tres primeras:
Una inicial, la de la conquista o intrusión romana, que se desarrolló a
lo largo de los tres últimos siglos antes del cambio de era. En esta etapa, “el
registro arqueológico de la ciudad confirma la precariedad del proceso de
romanización sobre un castro sometido que mantenía sus caracteres sociourbanísticos heredados de su época de mayor esplendor fijada en el siglo
III a.C., en el momento de su conquista por las tropas de Aníbal (220 a.C.),
a partir del cual se iniciará su declive y transformación por los avatares po “El conjunto de epígrafes de este emperador (Trajano), que alcanza un total de 23 ejemplares,
constituye el más nutrido de toda la Vía. En la actualidad solo en Salamanca conocemos 11 miliarios
seguros y 4 dudosos de Trajano, un total de 15 ejemplares, y creemos que pertenecen al mismo emperador también los 4 miliarios que, si bien partidos transversalmente, presentan la fórmula RESTITVIT
dado que, por lo menos en Salamanca, es el único que utiliza dicha fórmula verbal”. Y por lo que
respecta a Adriano, “se han contabilizado para toda la calzada doce ejemplares, de los cuales cuatro
caen en el tramo salmantino. En realidad esa cifra debe modificarse, puesto que quizás en la provincia de Salamanca son cinco, a los que habría que agregar quizás el de El Carnero, cuya atribución a
Adriano es posible”, IBÍDEM, pp. 172 y 173, respectivamente.
94
ALARIO GARCÍA, C. y MACARRO ALCALDE, C., “La ciudad hispano romana de Salmantica a partir
de la secuencia estratigráfica del solar del Trilingüe”, en Arqueología de la Vía de la Plata (Salamanca),
G. Gillani y M. Santonja (eds.). Béjar: Premysa, 2007, pp. 213-242.
93
95
ÁNGEL VACA LORENZO
lítico foráneos indígenas (problemas tribales de la frontera vaccea-vettona)
y extranjeros (consecuencias indirectas de la segunda guerra púnica librada
en territorio peninsular y posterior conquista romana)”95. Al mismo tiempo,
el plano urbanístico experimentó profundos cambios, que, cronológicamente, se pueden sintetizar en: abandono del poblamiento del cerro de San
Vicente, núcleo germinal de la Salmantica céltica desde el siglo VII a.C.;
agrupamiento de las viviendas en el cerro de las Catedrales y peña Celestina, espacio defendido por una sólida muralla circundante, desde el siglo
IV a.C.; recuperación demográfica con la correspondiente compactación y
hacinamiento del caserío intramuros, a partir del siglo I a.C.; y, finalmente,
progresiva pérdida de la función defensiva de la muralla, que, en el cambio
de Era, aparece en desuso96.
Una segunda etapa, que se extendió a lo largo de todo el siglo I d.C. y,
en concreto, desde los primeros años de la era hasta el periodo Flavio, caracterizada por una fase constructiva a base de materiales tanto indígenas tardocélticos como romanos (tegula, terra sigillata, etc.) de importación itálica,
gálica y de producción hispana que fueron progresivamente desbancando a los
demás, síntoma claro del grado de integración de la ciudad en el nuevo entramado provincial romano (romanización) y que se corresponde espacialmente
con la determinación en el año 6 d.C. de los términos augustales de, al menos,
Bletisa, Mirobriga y Salmantica, que a partir de entonces funcionarían como
cabeceras administrativas de un territorio circundante bien delimitado. Por su
parte, las estructuras habitacionales del solar salmantino, aunque condicionadas
por la trama urbana de la etapa anterior, “manifiestan el inicio de un proceso
de transformación socio-urbanística en el que se desarrollarán las bases para
la romanización efectiva de la población que culminaría en la siguiente fase”,
así como su adaptación al nuevo eje vial que marcó el camino oficial de la vía
de la Plata y su conversión en una de sus muchas mansiones97.
Es evidente que la mansión Salmantica, situada a medio camino entre
Mérida y Astorga, tuvo que adquirir cierta relevancia como nudo de comunicación y punto obligado de tránsito para el intenso tráfico que a partir de
entonces se desarrollaría entre la romanizada Bética y las recién ganadas
tierras del noroeste, ricas en posibilidades de explotación aurífera, con una
clara posición estratégica, al menos como defensa del necesario paso del río
de esta arteria básica de comunicación de todo el oeste peninsular. Por estas
fechas, es de suponer que ya debía existir algún puente sobre el Tormes,
que permitiera el paso de las tropas y mercaderías, y no es descabellado
pensar que bien pudo haber sido originariamente de madera, pues de los
dos tipos de puentes de época romana, madera y piedra, los primeros, más
rápidos de construir y económicos, se utilizaron de manera circunstancial en
IBÍDEM, p. 226.
IBÍDEM, pp. 226-227.
97
IBÍDEM, pp. 227-229.
95
96
96
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
Fig. 44: Mechinales bajo la cornisa de talón de una pila del puente romano
de Salamanca
zonas alejadas y marginales, o de manera provisional mientras se esperaba la
construcción de otro pétreo. Es, por tanto, probable que la construcción del
puente romano sobre el río Tormes se ejecutase por fases, de acuerdo con
una estudiada planificación o, más bien, derivada de sucesos y circunstancias
imprevistas, y que el primer edificio, del que no queda registro documental ni
tampoco arqueológico, tuviera una simple estructura de madera. Los que aún
permanecen, como restos tangibles de una situación intermedia entre aquélla
y la definitiva construcción firme y perdurable, con un alzado exclusivamente
pétreo del puente, son los cinco ‘mechinales’, situados ordenadamente bajo la
cornisa de talón de las pilas del tramo romano. Algunos estudiosos del puente
afirman que sobre ellos se apoyaron las cimbras de madera para edificar las
bóvedas de los vanos; sin embargo, los mechinales se abren entre dos hiladas
y claramente con posterioridad a las mismas, algo ilógico y poco coherente
con el sistema constructivo romano. Si los mechinales eran la línea de apoyo
premeditada, lo razonable hubiera sido hacerlo sobre el lecho de la hilada, dejando un hueco para el madero de la cimbra. Más lógico parece suponer que
las cimbras se apoyaron sobre la cornisa de talón que remata las pilas, porque
esa era su función principal, además de la altura más apropiada para colocarlas, sin olvidar la función puramente estética por la solución de discontinuidad
entre pila y bóveda. Los mechinales sirvieron, con toda probabilidad, para el
apoyo de maderos inclinados, tipo tornapuntas, que auxiliaban algún tipo de
estructura, pero diferente a la de la cimbra; se trataría de los lugares de apoyo
de cinco grandes vigas de directriz recta o incluso curva, que formaban la estructura de un puente de madera, anterior al actual y más o menos complejo:
desde un sencillo tablero horizontal, formado por un entablado de maderos,
97
ÁNGEL VACA LORENZO
hasta estructuras más complicadas, como la del puente sobre el río Rin en
Maguncia (Alemania), construido entre los años 71 y 92, o la del puente sobre
el río Danubio, atribuida a Apolodoro de Damasco y grabada en la columna
de Trajano; puentes mixtos de cimentación pétrea y estructura de madera que
parecen indicar una fase previa a su conclusión en piedra, debido, quizás, a
cierta provisionalidad o inseguridad en la conquista de esos territorios.
La última fase en la construcción firme y perdurable del puente romano
de Salamanca consistiría, pues, en la sustitución de la estructura de madera
por un alzado pétreo, que se aprovechó de aquélla para facilitar la ejecución.
Esta última fase coincidiría con los inicios de la tercera etapa de ocupación
del solar del Colegio Trilingüe, que se desarrolló desde la segunda mitad
del siglo I d.C., dinastía Flavia, y a lo largo de los siglos II y III, “hasta un
momento impreciso en torno a comienzos del IV, en el que se advierte una
nueva y profunda transformación urbana manifestada en la estratigrafía del
yacimiento”98.
Desde los primeros años de esta tercera etapa ya aparecen una serie de
cambios que van a dotar a la ciudad de una nueva fisonomía, síntoma del
alto grado de urbanización y romanización alcanzado: una trama ortogonal y
reticular adaptada a la topografía, pero con una orientación preferentemente
noreste-suroeste, marcada por la calzada de la Plata y el puente romano, y
calles transversales de dirección noroeste-sureste; un poblamiento que ya no
se ciñe al núcleo urbano principal, enmarcado por el perímetro elíptico de
la antigua muralla prerromana, en desuso desde la
segunda etapa, sino que
lo desborda, dando origen a un barrio de ocupación pleno-imperial en
el entorno del puente;
una nueva organización
urbana que origina un
nuevo trazado, al transformar el uso de algunos
espacios para adaptarse
a las necesidades de la
nueva ciudad basada en
los esquemas urbanísticos clásicos romanos (espacios públicos para las
infraestructuras básicas,
Fig. 45: Situación de la antigua civitas de Salmantica.
como calles pavimentadas
Alario y Macarro
y conducciones de agua, y
98
IBÍDEM, p. 231.
98
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
espacios privados para las manzanas de viviendas alineadas a lo largo de los
viales); y una clara mejoría en la calidad de los sistemas y materiales constructivos de las viviendas de algunas zonas que manifiestan su pertenencia a una
oligarquía forjada en la ciudad a lo largo del siglo I d.C., que adquiere formas
y usos romanos que mantendrá hasta el Bajo Imperio99.
Esta última etapa coincidiría, pues, con la propia consolidación y conversión del antiguo oppidum castreño celtibérico de Salamanca, primero, a
principios del Imperio, en un vicus, una aldea organizada a semejanza de una
civitas romana, para, finalmente, durante el mandato del primer emperador
de la dinastía Flavia, Vespasiano (69-79), adquirir la condición de municipio.
Efectivamente, aunque los primeros testimonios de concesión de la ciudadanía romana a distintos colectivos hispanos se remontan a la época de las guerras civiles, primero, de Sertorio y, después, de César contra los pompeyanos,
siendo éste último particularmente generoso en difundir el Latium en las dos
provincias hispanas, en realidad fue el emperador Vespasiano el que concedió
el ius latii a las tres provincias hispánicas, ya sea entendido como derecho
comunitario o personal, lo que conllevaba la mejora del estatuto jurídico de
las comunidades y la aparición de municipia Latina. Por lo tanto, “la latinidad
otorgada por Vespasiano hizo que la población dejase su condición de peregrina para comenzar a disfrutar del ius commercii o el ius conubii –derechos
inherentes al civis romano, aunque sin gozar del ius sufragio”; es decir que
aunque “los habitantes de estos municipios no se hicieron sin más ciudadanos romanos, sino que su condición era la de Latini colonarii, cuyo acceso
a la ciudadanía se realizaba mediante el desempeño de una magistratura (per
honorem). Sin embargo, como el beneficio no era estrictamente personal,
sino que se extendía a los ascendientes, mujer, hijos y descendientes por vía
masculina, por más que en cada año sólo los seis o pocos más magistrados
recibieron aquel beneficio, la extensión del número de los cives Romani alcanzó en pocos años unas proporciones suficientes para que se pudiera decir
que Vespasiano había hecho cives a todos los españoles”, tal como opina
Bravo Bosch100. Que Salamanca consiguió la condición de municipio no cabe
la menor duda, como testimonia la inscripción del Museo Provincial, grabada
en un pedestal de caliza fina de color blanco grisáceo, hallado en el antiguo
Colegio menor de San Millán, en la que el senado municipal salmantino, el ordo
salmanticensis, hace una dedicación conmemorativa al emperador Caracalla
(198-217):
IBÍDEM, p. 231.
BRAVO BOSCH, Mª. J., “El largo camino de los Hispani hacia la condición de cives”, en Revista General de Derecho Romano, 9 (2007), pp. 33-42. Aunque otros muchos autores mantienen una
posición mucho más selectiva en cuanto a la aplicación de la municipalización flavia a los núcleos
poblacionales de la Meseta Superior, como el profesor MANGAS, J., “Derecho latino y municipalización en la Meseta Superior”, en ORTIZ DE URBINA, E. y SANTOS, J. (eds.), Revisiones de Historia
Antigua. II: Teoría y práctica del ordenamiento municipal en Hispania. Vitoria: Universidad del País
Vasco, 1996, pp. 223-238.
99
100
99
ÁNGEL VACA LORENZO
IMP(erator) CAES(ari)
M(arco) AVR(elio) ANTO
NINO AVG(usto)
F(ilio) L(ucii) SEP(timii) SEVE
RI. ORDO
SALMANTIC(ensis)101
Esta coincidencia entre el proceso
de municipalización y un gran desarrollo del urbanismo no fue exclusivo de
Salamanca, en términos generales se dio
en todos los núcleos de población hispana promocionados a municipios, ya que
“los cambios de estatuto jurídico-administrativo de las ciudades suelen corresponderse con un desarrollo del grado
de urbanización, pues éstas intentaban
dotarse de un urbanismo acorde con su
nueva posición”102. Además, en algunas
de ellas se constata la colaboración activa de las elites municipales; desde luego, “en estos primeros programas monuFig. 46: Ara conmemorativa del pueblo
mentalizadores aparecen especialmente
salmantino al emperador Caracalla
interesadas las elites municipales, y en
concreto aquellas familias que contaban
con miembros que habían desempeñado magistraturas, como lo probaría el
que las treinta y tres donaciones de obras públicas financiadas por magistrados (en las provincias de Bética y Lusitania), veintiuna se fechen con toda
seguridad entre mediados del siglo I a.C. y finales del I d.C.”103, es decir, en los
momentos inmediatamente anteriores y posteriores a la recepción del estatuto
municipal.
Así pues, es en esta tercera cuando debieron surgir en la ciudad del Tormes unas elites municipales capaces de emprender una obra de la envergadura y prestigio del pétreo puente romano y, sin duda, correspondió a los propios ciudadanos de Salamanca la financiación de su edificación con recursos
propios, ya que, como se ha expuesto, los emperadores no se preocuparon
ni costearon, salvo casos muy aislados104, la construcción de edificios públicos
“El Ordo Salmanticense (dedicó) este monumento al Emperador Marco Aurelio Augusto, hijo de
Lucio Septimio Severo”, en HERNÁNDEZ GUERRA, L., “Pedestal dedicado a Marco Aurelio Antonino
‘Caracalla’”, en Memorias de Historia Antigua, XXI-XXII (2000-2001), p. 212.
102
MELCHOR GIL, E., La construcción pública en Hispania romana, p. 129.
103
RODRÍGUEZ NEILA, J. F. y MELCHOR GIL, E., Ob. cit., p. 155.
104
Durante los inicios del principado tan sólo se sabe “que M. Agripa, yerno de Augusto, financió
la construcción del teatro de la colonia (Mérida), que fue inaugurado en el 16 a. de C., mientras que
101
100
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
provinciales. En principio, tampoco cabe esperar financiación privada (evergetismo) ni participación de mano de obra legionaria en la construcción del
puente, al menos no han quedado testimonios epigráficos de su presencia,
como sucede en otras obras públicas con inscripciones en sillares, miliarios o
ladrillos, formadas por la letra L seguida de un numeral, o con lápidas colocadas en la fábrica de la obra. Se trata de una obra civil de utilidad pública que,
muy posiblemente, fue financiada con fondos exclusivamente municipales,
bien mediante la exacción de tributos especiales, bien mediante la utilización
de recursos locales preexistentes; obra, pues, costeada, en definitiva, por los
propios usufructuarios105.
Hay, finalmente, otros tres hechos a considerar que, en menor o mayor
medida, se pueden vincular con la fecha y autor de la construcción del puente
romano de Salamanca. El primero es el incremento de la circulación monetaria
en torno al tramo salmantino de la calzada de la Plata que, según los hallazgos
numismáticos, se aprecia desde el gobierno del emperador Vespasiano106. El
segundo es el vasto programa de impulso de obras públicas que acometió el
emperador Vespasiano y que tendrá su reflejo en la mitad septentrional de
Hispania107. Y el tercero, de ámbito estrictamente local, se refiere a la ocupación poblacional de la margen derecha del río Tormes y el nacimiento de
Augusto asumió los costes de edificación del anfiteatro” de esta ciudad, así como la muralla, torres y
puertas de Pax Iulia, que fueron terminadas en el III o II a. de C., en MELCHOR GIL, E., La construcción pública en Hispania romana, pp. 131-132.
105
Es verdad que por el hecho de que una obra pública carezca de inscripciones con dedicatorias
a evergetas y de vestigios epigráficos relativos a intervenciones de las legiones no se puede concluir
que tuvieron una financiación y ejecución públicas, al menos resulta arriesgado; ahora bien, parece
lo más lógico, pues “las ciudades debieron tener menos interés en hacer constar que la obra había
sido realizada con fondos públicos, mientras que los evergetas, movidos por el afán de gloria y de
perpetuar su memoria, se preocuparían de que sus nombres quedasen inmortalizados en una inscripción”, en IBÍDEM, p. 148.
106
“En el área de la calzada, se observa, desde Vespasiano, un aprovisionamiento regular (de monedas) por parte de Roma y los valores predominantes son ases y sestercios… Con Domiciano aumenta
nuevamente el aporte de la ceca de Roma concentrándose los hallazgos en las provincias de León y
Salamanca. Sin embargo, en líneas generales la distribución de los hallazgos muestra una circulación
más abundante en torno al iter ab Emerita Asturicam, sin que ahora se constate el vacuum de etapas
anteriores en el tramo central de la calzada (provincia de Salamanca)”, en BLÁZQUEZ CERRATO,
C., “Aproximación a la circulación monetaria en torno al iter ab Emerita Asturicam”, en Zephyrus,
51 (1998), p. 209, quien, además, aporta que en total, las monedas procedentes de los hallazgos
pertenecientes al periodo flavio ascienden a 118 piezas y corresponden el 44,92% al gobierno de
Vespasiano, el 8,47 al de Tito y el 46,61% al de Domiciano, destacando, a su vez, otro rasgo de
este periodo flavio: “la concentración de los hallazgos entre el Tajo y el Duero, especialmente en
la provincia de Salamanca, y que hay que relacionar con la importante labor desarrollada por los
flavios en la romanización de Lusitania”, en ÍDEM, Circulación monetaria en el área occidental de
la península ibérica. La moneda en torno al “Camino de la Plata”. Montagnac: Éditions Monique
Mergoil, 2002, pp. 287 y 290.
107
“Sirvan de ejemplo Uxama, cuyo segundo foro se construye en esta época, Asturica Augusta, cuya
estratigrafía ha deparado dos momentos de apogeo que dejaron su impronta en el desarrollo urbano
de la ciudad, el primero en época de Tiberio y el segundo en época flavia, en el que se produce una
ampliación del área habitada y una remodelación del espacio urbano, o Tiermes”, en ALARIO GARCÍA,
C. y MACARRO ALCALDE, C., Ob. cit., p. 238, nota 19.
101
ÁNGEL VACA LORENZO
un barrio aguas arriba del puente, en los alrededores de la actual iglesia de
Santiago, durante “la primera mitad del siglo I d. de C., basándonos en el rico
material cerámico aportado”108, que bien pudiera estar directamente relacionado con la edificación del puente, al igual que ocurre con otros yacimientos
próximos a puentes, como el de Alcántara.
Así pues, la cronología de la construcción del actual puente romano de
Salamanca habría que adelantarla con relación a la genéricamente otorgada
(época trajanea), diseccionándola en varias fases sucesivas y distintos materiales constructivos, y situarla entre los mandatos de Augusto y Vespasiano,
después de la edificación de los puentes de Mérida, Albarregas y Caparra, con
los que guarda una estrecha rlación, pues el avance tecnológico que suponen los tajamares triangulares, la supresión de los arquillos de aligeramiento
y la mayor apertura de los arcos, con una relación más esbelta respecto del
macizo de las pilas, no es tan acusado ni precisa sistemas constructivos más
complejos.
En conclusión, la construcción de un puente romano, como expone Durán Fuentes, no era una obra simple, sino una obra singular con alto coste económico y exigencia técnica que hacía inevitable la participación de
numerosos especialistas con amplios conocimientos constructivos y también
estructurales. Al cumplir estos requisitos básicos, la ingeniería romana pudo
construirlos de manera sólida y estable, sin concesiones a la ligereza y con
una clara intención de que durasen eternamente y que el paso del tiempo ha
convertido en paradigmas de buena construcción y en símbolos de la maiestas
imperii y de la publica magnificentia del pueblo romano109.
108
109
EXCAR, Gabinete Arqueológico, Ob. cit., p. 71.
DURÁN FUENTES, M., Estudio sobre las bóvedas de los puentes romanos, p. 131.
102
Primeras rupturas del Puente Romano
de Salamanca en la Edad Media:
con los andiluvios grandes
ni quedan vados ni puentes
U
na de las características más destacadas de los puentes romanos de época
imperial es, según Fernández Casado, su relación de vano a macizo, que
aumenta de modo notable con respecto a los republicanos, con la consiguiente reducción de la anchura de las pilas y el aumento de la luz de los vanos, lo
que los expone en mayor medida al efecto del empuje de las aguas y que éstas
terminaran, en muchas ocasiones, con su ruina total o parcial1. Efectivamente,
hasta la construcción, aguas arriba, del embalse de Santa Teresa en 1960 y,
en menor medida, del azud de Villagonzalo en 1965, las avenidas del río Tormes fueron siempre una seria amenaza para el puente romano de Salamanca
y las más violentas rompieron en más de una ocasión su sólida estructura,
destruyendo pilas, tajamares, arcos y pretiles. Además de la socavación de las
pilas, problema del que, como ya se ha señalado, suelen adolecer los puentes
romanos cimentados en suelos no rocosos, las grandes avenidas representan
otro serio peligro y, en ocasiones, causa de la ruina de sus bóvedas y pilas: las
aguas crecidas “arrastran troncos y ramas que crean con facilidad tapones en
los puentes, que surgen cuando uno de esos troncos queda apoyado en dos
pilas sucesivas y contribuye él también a que otras maderas y arrastres queden
así retenidos. Al final, si las aberturas de vanos son pequeñas, es fácil que el
puente haga el papel de una presa y se vea sometido a una enorme fuerza de
empuje para la que normalmente no está preparado”2. Tal sucedió, por ejemplo, con el puente de San Román de Bembibre (León), por donde pasa el río
Noceda, “que en el siglo XVI se llamaba viñales. Sobre el río había un puente
de piedra de un arco. Un testigo cuenta que hace bastantes años oyó decir que
se había caído al chocar con él un nogal, al que una avenida del río arrastraba.
Le rehicieron de madera, pero no soportaba las crecidas del invierno, y en
FERNÁNDEZ CASADO, C., Ob. cit., pp. 187-188.
En ARENAS, J. J., Caminos en el aire. Los puentes, p. 134.
1
2
103
ÁNGEL VACA LORENZO
el año 1514 el lugar plantea el reconstruirle de piedra”3. Además, como bien
expone Monzón Moya, el hecho de que el puente sea un elemento estructural
activo provoca que desde su construcción, tanto el paso de las aguas como
el uso para el tránsito, vayan deteriorándolo necesitando de reparaciones y
remodelaciones constantes4. De hecho, rara fue la etapa histórica en que la
conservación del puente romano de Salamanca no requirió algún pequeño
o gran reparo por los destrozos ocasionados por las frecuentes e impetuosas
avenidas del río Tormes.
1. LAS MÁS ANTIGUAS REFERENCIAS TESTIMONIALES DEL PUENTE
De la Edad Antigua es muy escasa y poco fiable la información de que
se dispone sobre la fisonomía y estructura de este monumento arquitectónico bimilenario, así como de las posibles intervenciones en él efectuadas
para reparar los desperfectos ocasionados por las periódicas avenidas del río
Tormes. Lo que con mayores dosis de probabilidad puede aventurarse de la
época antigua son las dos posibles reparaciones efectuadas durante los mandatos de los emperadores Antonino Pío (138-161) y Honorio (393-423), por
haberse hallado, como ya se ha señalado, sendas monedas atribuidas a ambos
emperadores en las intervenciones llevadas a cabo en los años 1767 y 1853.
La primera, efectuada por Juan de Sagarvinaga, consistió “en el embaldosado
de medio Puente Mayor y el reparo de su estribo y, en la otra mitad, en el
aumento de 60 pies por 18 todo de nueva fábrica, y la construcción de otro
tramo de calzada en la parte del embarcadero, de 40 pies por 36 de ancho.
Se repararon además 15 ojos y otros detalles accesorios, pero no se varió para
5
nada su estructura” . Durante los trabajos de reparación fue hallada bajo una
losa una caja que contenía una medalla que quedó en poder del canónigo don
Miguel Salgado y en la que aparecía grabada “por una parte la figura entera
de Hercules con la clava en la mano izquierda, teniendo la derecha sobre un
pilar de el mismo Puente, y en su reverso se halla la cabeza de un Emperador
con Laurea, pero no se conocen las letras, que tenia en el circuito de las figuras, que acaso nos diria el nombre de el Emperador; pero los Canteros poco
inteligentes, y cautos las refregaron de modo, que no se conocen”6. Y en la
reparación de 1853 también se encontró, “entre las argamasas que servian de
GONZÁLEZ VEGA, A., “La reparación de caminos y puentes en la provincia de León actual, desde
el reinado de los Reyes Católicos a fines del siglo XVI”, en Cuadernos de Investigación Histórica, 11
(1987), p. 14.
4
MONZÓN MOYA, F., Ob. cit., p. 134.
5
RUPÉREZ ALMAJANO, Mª. N., Ob. cit., p. 50.
6
DORADO, B., Ob. cit., p. 18. Como ya se indicó, para ROLDÁN HERVÁS, J. M., Iter ab Emerita
Astvricam, p. 122, está claro que “se trata de la efigie de Antonino Pío”, por lo que deduce que
“esta moneda sea sólo el testimonio de una reparación realizada en tiempos del emperador que está
figurado en ella”.
3
104
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
lecho al enlosado del Puente, una moneda antigua de cobre”, perteneciente
a la época del emperador Honorio, cuyo hallazgo “en aquel sitio lo que probaria en su caso seria alguna reparación ejecutada en tiempo de Honorio, tal
vez el mismo enlosado”7.
Con posterioridad discurre un gran período de vacío informativo sobre
el puente romano de Salamanca. El retroceso, cuando no la casi total desaparición de la actividad comercial y de relación, unido a la decadencia urbana y
a la ruralización más absoluta de este territorio, justifica la falta de cualquier
mención sobre el puente, cuya existencia parece que quedó únicamente supeditada al desempeño de una función estrictamente militar: el paso de ejércitos en uno y otro sentido a lo largo de la calzada de la Plata. Además, es
presumible que la propia calzada cayese en desuso, aunque Gillani, Santonja
y Macarro afirman que, “como apunta Puerta Torres y a la luz de la nueva
información que hemos reunido, durante gran parte del siglo IV la Vía de la
Plata se siguió utilizando y reparando, por lo menos amojonándose. Algunos
textos de Isidoro de Sevilla indican que su uso se mantuvo también durante
el siglo V. Tiene indudable interés el pasaje en el cual se hace referencia a la
batalla entre Reciario, rey de los Suevos, y Teuderico, rey de los Godos, en las
proximidades de Astorga. Con ánimo de ser preciso, Isidoro indica el punto
miliario donde se enfrentaron los dos ejércitos (duodecimo Asturicensis urbis
miliario), a doce millas de Astorga”, por lo que cabe deducir que la calzada
y, en concreto, sus miliarios aún conservaban su valor de referencia8. Por otra
parte y en el mismo sentido, se sabe que “el puente de Mérida fue reparado
durante el reinado de Ervigio por el duque Sala a instancias de Zenón, obispo de la ciudad, manteniéndose en buen estado hasta que fue dañado en las
luchas civiles que se dieron durante el gobierno de Muhammad I”9. De todas
formas, del puente romano de Salamanca nada cierto se conoce durante las
invasiones de suevos, vándalos y alanos, ni durante el dilatado reino visigodo
de Toledo ni durante la efímera y episódica presencia de los musulmanes
en estas tierras, ni, en fin, durante los primeros siglos del largo proceso de
la Reconquista. No existe constancia alguna de que un poder estatal, local o
privado, tanto laico como eclesiástico, se ocupara de su mantenimiento10. En
realidad, hasta el siglo XII no comienzan las fuentes documentales a proporcionar algún tipo de información sobre el mismo. Es a partir de entonces, de
la integración política de este territorio extremadurano al dominio castellanoleonés mediante su repoblación, cuando se produce la revalorización del
FALCÓN, M., Salamanca artística y monumental, p. 65.
GILLANI, G., SANTONJA, M. y MACARRO, C., Ob. cit., p. 177.
9
CALDERÓN, C., “Los puentes en la Castilla Bajomedieval”, en Cuadernos de Historia de España,
LXXI (1989), p. 43.
10
Para el ámbito geohistórico de los estados hispanocristianos, ARENAS DE PABLO, J. J., Los puentes
en la Baja Edad Media, p. 115, afirma que “en los primeros quinientos años de la Edad Media, dejan
prácticamente de construirse puentes, o, al menos, puentes de piedra. Sólo a partir del siglo XI, con
la aparición de burgos y ciudades y con el movimiento de las peregrinaciones, resurgen los maestros
canteros, las catedrales románicas y góticas y los puentes verdaderamente medievales”.
7
8
105
ÁNGEL VACA LORENZO
puente romano, que aún se conservaba en un estado de plena utilización.
Revalorización que se fue incrementando a lo largo de los siglos medievales,
a medida que se desarrollaban las actividades económicas, fundamentalmente
las comerciales y la trashumancia del ganado lanar, así como la propia organización social, política e, incluso, religiosa de los reinos de Castilla y León, y a
medida que el proceso reconquistador empujaba la frontera cristiano/musulmana hacia el sur e integraba nuevos territorios meridionales, con los que se
establecía una estrecha interrelación a través de la reactivación de la antigua
vía de la Plata, de la que el puente romano de Salamanca era un importante
hito, un elemento clave en las comunicaciones meridianas del reino leonés.
Es en este nuevo contexto histórico en el que emergen las primeras
representaciones gráficas y las primeras referencias documentales sobre el
puente romano de Salamanca. En 1085 el rey castellanoleonés, Alfonso VI,
conquistó Toledo, importante ciudad no sólo por su valor en sí (antigua capital del “perdido” reino visigodo, cuyo dominio territorial aspiraba recuperar,
y primer gran núcleo urbano que caía en poder de Castilla y León), sino porque, al controlar los pasos del Sistema Central, protegía las tierras norteñas
y, en concreto, las situadas entre dicho Sistema y el río Duero, las históricas
Extremaduras. Su control efectivo requirió la rápida repoblación, empresa
que Alfonso VI encargó directamente a su yerno, el conde francés Raimundo
de Borgoña, quien, personalmente, llevó a cabo las de los tres importantes
núcleos extremaduranos de Segovia, Ávila y Salamanca. De entonces datan
las referencias escritas más antiguas, hasta ahora conocidas, sobre el puente
romano de Salamanca:
La primera resulta extremadamente escueta, pero lo suficientemente expresiva como para saber que el puente seguía enhiesto, en pie y, sin duda,
transitable y útil, al menos para poder cultivar la huerta (la almunia), ubicada
al otro lado del río Tormes, junto al arroyo del Zurguén. Su fecha, 22 de junio
de 1102. Se trata de la donación realizada por el referido conde don Raimundo de Borgoña y su esposa e hija del propio rey Alfonso VI, doña Urraca, al
obispo don Jerónimo de una serie de bienes en Salamanca con la finalidad de
proceder a la restauración de la iglesia-catedral de Santa María, entre ellos, medietatem de illas azenias et de illas piscarias que nos aprendiuimus apud nos
pro facere in illo fluuio, et medietate de illos campos que accepimus pro arare
et pro seminare, cum ipsa al­munia, que est extra illum pontem, tota integra11.
Referencia puntual al puente romano que vuelve a evidenciarse de forma algo
más precisa y por partida doble cuando, cinco años después (30 de diciembre
de 1107), el rey Alfonso VI y su esposa Isabel confirmaron explícitamente la
donación anterior, al entregar al citado obispo don Jerónimo, in eadem utique urbe barrium extra ciuitatem erga portam respicientem contra meridiem,
iuxta riuum, in sinistra parte ipsius pontis ut popularetur et hedificaret, in
honore beate Marie idem comes eidem episcopo contulit; /…/ Et ultra pontem,
11
En Catálogo Documental 1.
106
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
Fig. 47: Primer registro documental del puente romano de Salamanca.
iuxta riuum Ozergam, almuniam supradicte ecclesie integram commemorato
episcopo concessit12. El 1 de marzo de 1148, el emperador Alfonso VII, gran
benefactor de la catedral salmantina, junto con su mujer, la emperatriz doña
Berenguela, y sus hijos, Sancho y Fernando, después de haber confirmado
en dos ocasiones (13 abril 1126 y 11 abril 1136) la donación realizada por su
padre, Raimundo de Borgoña, y por su abuelo materno, Alfonso VI, al obispo
don Jerónimo13, hizo una nueva donación a la sede salmantina y a su obispo
Berenguer; en esta ocasión se trataba de la cercana villa de Tejares, que sitúa
in ripa Torme, citra Montem Nigrum et non multum longe a capite pontis ipsius ciuitatis Salamantice14. En octubre de 1167, el rey leonés, Fernando II, al
Conservado en el ADSa, Pergaminos, nº 1 y trascrito y publicado por MARTÍN MARTÍN, J. L.,
VILLAR GARCÍA, L. M., MARCOS RODRÍGUEZ, F. y SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, M., Documentos de los
archivos catedralicio y diocesano de Salamanca (Siglos XII-XIII). Salamanca: Universidad de Salamanca,
1977, doc. 4 y por GUADALUPE BERAZA, M. L., MARTÍN MARTÍN, J. L., VACA LORENZO, Á. y VILLAR GARCÍA, L. M., Colección documental de la catedral de Salamanca I (1098-1300). León: Centro
de Estudios e Investigación “San Isidoro”, Caja España de Inversiones, Archivo Histórico Diocesano,
2010, doc. 5.
13
En MARTÍN MARTÍN, J. L. et alii, Ob. cit., docs. 6, 9 y 10 y en GUADALUPE BERAZA, M. L. et alii,
Ob. cit., docs. 7, 10 y 11.
14
En MARTÍN MARTÍN, J. L. et alii, Ob. cit., doc. 14 y en GUADALUPE BERAZA, M. L. et alii, Ob.
cit., doc. 16.
12
107
ÁNGEL VACA LORENZO
confirmar a don Pedro, obispo de Salamanca, y a su cabildo las donaciones
que a sus antecesores habían realizado don Raimundo de Borgoña y los reyes
Alfonso VI y Alfonso VII de la tercera parte de la moneda de la ciudad, de la
aceña de Baños, de las aldeas de Tejares, Cantalapiedra, Topas, San Cristóbal y
San Pelayo, del castillo de Almenara y de la exención de los veinticinco obreros de la catedral, añadió, Preter hec mediam partem regiarum aceniarum et
sernarum cum almunia que ultra pontem in littore Tormes, citra Azurguen15.
Y, finalmente, entre 1176 y 1181, don Vidal, obispo de Salamanca, confirma el
acuerdo suscrito entre el cabildo y el arcediano don Guillermo ante el arzobispo de Compostela sobre los rediezmos de los prestimonios de los canónigos,
preter Teliares et ecclesiam Ortolanorum iuxta pontem de Tormes16.
A partir del siglo XIII aumenta de manera significativa la documentación
conservada y es frecuente encontrar más referencias sobre el puente en las
cartas de traspaso de propiedad (compraventas, donaciones, trueques, testamentos) de determinados bienes inmuebles, tanto urbanos como rústicos, ubicados en la parte meridional de la ciudad o proximidades, en las que consta
ya no sólo como medio fundamental de comunicación terrestre, sino como un
elemento singular del urbanismo, un destacado hito urbano y claro punto de
referencia espacial al que confluían determinadas calles y carreras. Así sucede
en mayo de 1235, cuando Gonzalo Pascual y su mujer, doña Toda, vendieron
al racionero Pedro Muñiz unas casas en la rúa de San Gil, que delimitaban de
la forma siguiente: de las dos partes Garci Pedriz; et ex alia, la cal de conceyo
que ua para la Ponte17; o el 17 de enero de 1268, cuando don Nicolás donó
al cabildo salmantino un orto que yo, don Nicholao, he alende de ponte, cerca
Azorguén, et deste orto son determinadores: de la vna parte, el orto que es de
Sancta María e ela heremyda que dizen Sancta Trenydade; e de la otra parte,
el arroyo que dizen Azorguén; e de la otra parte, la carrera que ua de la ponte
pora Sancta Marina18; o el 30 de septiembre de 1278, cuando el judío Albolkacem Calvo y su mujer, Oro Sol, vendieron al canónigo don Pascual unas casas
que lindaban con el castiello e el postigo que ua pora la puente e la calle que
ua pora la sinoga uieia, e Çague de Medina e Juçefe el Coxo19; o, en fin, el 14
de octubre de 1317, cuando el cabildo arrendó a Domingo Pascual, herrador,
En MARTÍN MARTÍN, J. L. et alii, Ob. cit., doc. 33 y en GUADALUPE BERAZA, M. L. et alii, Ob.
cit., doc. 40.
16
En MARTÍN MARTÍN, J. L. et alii, Ob. cit., doc. 67 y en GUADALUPE BERAZA, M. L. et alii, Ob.
cit., doc. 82.
17
En MARTÍN MARTÍN, J. L. et alii, Ob. cit., doc. 190 y en GUADALUPE BERAZA, M. L. et alii, Ob.
cit., doc. 190. En esa misma calle de San Gil se hallaba la bodega, con çinco cubas, que el 2 de julio
de 1272 vendieron don Ramón Monedero y su mujer, María Juan, al canónigo Pedro Yuáñez y cuyas
delimitaciones eran: la calle que ua de San Gil para la puente e la calle que diçe para el rrío e las casas
de don Rramiro e las casas de doña Bertolomea, en MARTÍN MARTÍN, J. L. et alii, Ob. cit., doc. 331 y
en GUADALUPE BERAZA, M. L. et alii, Ob. cit., doc. 337.
18
En MARTÍN MARTÍN, J. L. et alii, Ob. cit., doc. 318 y en GUADALUPE BERAZA, M. L. et alii, Ob.
cit., doc. 324.
19
En MARTÍN MARTÍN, J. L. et alii, Ob. cit., doc. 362 y en GUADALUPE BERAZA, M. L. et alii, Ob.
cit., doc. 367.
15
108
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
el huerto cabe la tenería, allende la puente, por dos maravedís a pagar por la
feria de Salamanca20.
El puente, asimismo, servía de referencia espacial para la ubicación de
la desaparecida iglesia de San Esteban ultra pontem, tal como consta en la
donación que el 16 de agosto de 1257 realizó el obispo don Pedro a favor
del cabildo de unas casas, junto al cementerio de la catedral, o de allende la
puente, tal como aparece en el testamento de Juan Domínguez el 1 de abril
de 128521. Y, asimismo, en este sentido, el puente separaba al tiempo que
unía los dos arrabales más importantes de la ciudad de Salamanca en la Edad
Media: el arrabal de allende la puente22 y el arrabal de aquende la puente
o cabe del puente23. Sin olvidar que el puente también se ofrecía como el
punto más adecuado para el control del tránsito de personas, animales y
mercancías, pues hacia él convergía todo el tráfico comercial y de relación
de un amplio espacio circundante, y que fue a su entrada, por la parte de la
ciudad, donde los porteros se encargaban de efectuar el cobro del impuesto
del portazgo.
La mayor parte de la escasa y poco locuaz documentación que alude a
este cobro del portazgo a la entrada del puente salmantino procede del ámbito eclesiástico y, más en concreto, catedralicio, ya que desde 1102 en que
Raimundo de Borgoña donó al obispo Jerónimo, junto a otros tipos de rentas,
el tercio de este impuesto sobre el tráfico comercial24, el cabildo disfrutó de
su renta a lo largo de toda la Edad Media, pues consta documentalmente que
ACSa. Actas Capitulares, libro 1, f. 35. Cit. VICENTE BAZ, R., Los libros de Actas Capitulares de la
catedral de Salamanca (1298-1489). Salamanca: Publicaciones del Archivo Catedral de Salamanca,
2008, p. 125, reg. 75.
21
En MARTÍN MARTÍN, J. L. et alii, Ob. cit., docs. 266 y 397 y en GUADALUPE BERAZA, M. L. et alii,
Ob. cit., docs. 272 y 403. Iglesia que habría sido construida a principios del siglo XII para pasar a ser
morada de las monjas Benitas en 1256, después de haber sido derribado por una riada su primitivo
convento del prado de la Serna; morada que conservaron hasta 1422, en que una nueva avenida del
Tormes destruyó esta iglesia, pasando entonces a residir en la ciudad, donde recibieron la ermita de
Santa Ana, en la calle Génova, cerca de San Vicente, en GONZÁLEZ GARCÍA, M., Salamanca: la
repoblación y la ciudad en la Baja Edad Media. Salamanca: Centro de Estudios Salmantinos, 1988,
p. 111.
22
Este arrabal siempre estuvo habitado por una población predominante de agricultores, en especial
de hortelanos, además de radicar en él algunos mesones, como el de Gonzalo Flores, el de la iglesia
de la Trinidad, el de Rocamador o el de la Portuguesa, así como el hospital de leprosos de San Lázaro
o, en fin, la casa de la mancebía para muxeres públicas que el Concejo había arrendado a finales de
1498 al regidor Juan Arias Maldonado por diez mil maravedís anuales, en VACA LORENZO, Á., La Vía
de la Plata a su paso por Salamanca, pp. 28-30.
23
Al contrario que el anterior, éste era el arrabal más industrial de Salamanca, al ubicarse en él una
importante industria harinera (aceña del Muradal), posiblemente otra textil y, desde luego, una destaca
industria de curtiduría, IBÍDEM, pp. 35-40.
24
Et adhuc damus uobis ex omni tertia parte Salamantine ciuitatis census, que in nostra parte euenerit, ut tertia inde pars sit uestra in quo­cunque loco uel quolibet modo eam reperire poteritis, tam
de portatico quam etiam de montatico, uel de calumniis aut de facinore uel de aliquo reatu, qui in
predicta urbe aliquo modo contigerit, aut de aliqua causa unde nos abuerimus aliqua gannantia,
tertia parte inde sit uestra, pro re­medium anime nostre et pro restaurationem supradicte ęcclesię Sanctę
Marię, en Catálogo Documental 1.
20
109
ÁNGEL VACA LORENZO
en diversas reuniones ordinarias remató la concesión de su explotación a distintos arrendatarios por cantidades cada vez notablemente más acrecentadas:
el 30 de diciembre de 1299, arrendó el portalgo que ha la eglesia, saluo lo de
Ffernán Pérez, de Johan Pérez de Frías, por vn año, en renta: mill e trezientos
e çinquenta maravedís25; el 19 de diciembre de 1317, lo otorgó en renta al
racionero Domingo Pérez por 1.820 mrs., quien lo sacó para Benito Pérez,
que mora a la puente, e para Nicolás Pérez, criado del arçediano de Ledesma.
E ellos anbos rrecebiéronlo en el cabillo, XIII días de jenero, era de mill e CCC
e LVI años26; el 11 de marzo de 1379, Pero Gómez, rracionero, sacó en rrenta
por este año el portalgo de Salamanca et de su término, que es la terçia parte,
que pertenesçe al cabillo, segúnt se suele husar, por dos mill maravedís27; en el
año 1414, de nuevo hay constancia documental de que el cabildo remató el
arrendamiento del portazgo en favor del portazguero Domingo Fernández por
4.650 mrs.28; y, finalmente, el 6 de febrero de 1467 los señores deán e cabildo
dixieron que otorgauan e prometían, dauan e dieron en rrenta a Gonçalo Pérez, rraçionero en la dicha yglesia, que presente estaua, el portalgo que pertenesçe al dicho cabildo, segund suele andar, e más vna casa al pie de la puente
de la dicha çibdad, que solía tener en rrenta Fernand García de Plasençia,
desde primero día del mes de jullio primero que verná fasta en todos los días de
su vida del dicho Gonçalo Pérez. E a de dar e pagar en rrenta en cada vn año
de la dicha su vida ocho mill maravedís de la moneda corriente o de la moneda que corriere al tiempo de las pagas e çinquenta pares de buenas gallinas
biuas en pie, tales que sean de dar e de tomar. E quel dicho Gonçalo Pérez sea
obligado de fasta aquí a tres años primeros siguientes de gastar en hedifiçios
en la dicha casa diez mill maravedís de la moneda que corriere a vista de dos
benefiçiados de la dicha yglesia29.
Incluso, esta tercera parte del portazgo de Salamanca, de la que desde la
repoblación de la ciudad por Raimundo de Borgoña disfrutó el cabildo, parece
ser que en algún momento se vio incrementada por donaciones adicionales,
como sucedió el 26 de noviembre de 1369, cuando la reina doña Juana, por
fazer bien e merçed e alimosina al deán e al cabildo de la eglesia catedral de la
çibdad de Salamanca e al abad e a la clerecía de la dicha çiudat, porque sean
tenudos de rrogar a Dios por la vida e salud del rrey mío señor, e mía, e del
infante don Johan, e de la infanta doña Leonor, mis fijos, e porque los dichos
deán e cabildo sean tenudos por esto de fazer cada día vn aniuersario e los
dichos deán e cabildo e abad e clerezía fagan dos aniuersarios solepnes por
las ánimas de mi padre e de mi madre, vno el día de Santa María de agosto e el
otro el día de la fiesta de Corpus Christi de cada año, doles que ayan e tengan
de mí de cada año por juro de heredat para agora e para siempre jamás por
27
28
29
25
26
ACSa.
ACSa.
ACSa.
ACSa.
ACSa.
110
Actas
Actas
Actas
Actas
Actas
Capitulares,
Capitulares,
Capitulares,
Capitulares,
Capitulares,
libro
libro
libro
libro
libro
1,
1,
1,
2,
3,
fol.
fol.
fol.
fol.
fol.
12, Cit. por VICENTE BAZ, R., Ob. cit., núm. 44, p. 117.
37. Cit. por VICENTE BAZ, R., Ob. cit., núm. 86, p. 128.
75v. Cit. por VICENTE BAZ, R., Ob. cit., núm. 193, p. 159.
28v. Cit. por VICENTE BAZ, R., Ob. cit., núm. 378, p. 214.
20v. Cit. por VICENTE BAZ, R., Ob. cit., núm. 1.018, p. 364.
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
alimosina tres mill maravedís en la mi parte que yo he de auer del portadgo de
Salamanca, de cada año, e que destos tres mill maravedís que los dichos deán
e cabildo, que den a los dichos abad e clerezía de la dicha çibdat cada año
trezientos maravedís, e los otros dos mill e seteçientos maravedís, que los ayan
el dicho deán e cabildo30. De todas formas y a pesar de que el rey Fernando
el Católico mandó a la clerecía salmantina contribuir en 1499 en la reparación
de los destrozos ocasionados en el puente por la riada de Santa Bárbara, argumentando, entre otras razones, mayormente vosotros por la parte del portazgo
que lleváys en la dicha puente31, sin embargo este impuesto no tenía como
finalidad el mantenimiento del buen estado del puente.
A parte de los indicios implícitos de ciertos registros documentales que
contienen arrendamientos del portazgo a adjudicatarios que moran a la puente, como el antes citado Benito Pérez o Martín González32, o de casas próximas
al puente y al portazgo, como las del ya referido González Pérez, racionero,
o las de Antón de la Torre33 y Diego Fernández34, los resgistros documentales más explícitos sobre la ubicación del cobro del portazgo salmantino a la
entrada del puente romano, por la parte de la ciudad, son una cesión que el
cabildo catedralicio realizó el 23 de agosto de 1378 a favor de los pregoneros
concejiles, Juan Domínguez y Diego Fernández, de vn corral que está con la
cassa, que es a la puente, en que cogen el portadgo35, y en los pregones de tres
ordenanzas de Salamanca contenidas en el título sexto del libro cuarto del
abasto de la ciudad de Salamanca, que trata de los señores de vinos y vinateros, taverneros y bodegones de esta Çiudad y su Tierra y arravales y lugar de
Azurguén, y lo a ello tocante. La primera se pregonó el 22 de noviembre de
ACSa, caj. 16, leg. 3, núm. 15.
En Catálogo Documental 10. Sobre el portazgo de Salamanca, vid. GONZÁLEZ GARCÍA, M.,
“El portazgo de Salamanca en la Baja Edad Media”, en Archivos Leoneses, 26 (1972), pp. 125-143 y
GONZÁLEZ MÍNGUEZ, C., El portazgo en la Edad Media. Aproximación a su estudio en la Corona de
Castilla. Bilbao: Universidad del País Vasco, 1989, pp. 181-183.
32
Quien, el 7 de marzo de 1460 era morador a la puente de la dicha çibdad e arrendador del portadgo de la dicha çibdad e su tierra, en ACSa, caj. 16, leg. 3, núm. 3-1.
33
CABO DE LA VILLA. PORTAZGO: Al portazgo tienen el cabildo la terçia parte, con dos partes de
casas a la puente, las postrimeras fazya el río, que tiene en renta por su vida Antón de la Torre por
presçio cada anno de syete mil e doscientos maravedís viejos e ochenta e seys pares e medio de gallinas.
Tomólas por bien reparadas. Otorgárongelas en cabildo a tres días del mes de agosto, anno de mil e
quinientos e seys annos, en ACSa, caj. 67: “Libro de las posesiones del cabildo y de los capellanes del
coro” (s. XVI), fol. CLXXXIXv.
34
CABO DE VILLA. AL PORTAZGO: Unas casas al dicho portazgo. Tiénelas en renta por su vida
Diego Fernández por presçio cada un anno de quinientos e sesenta maravedís viejos e çinco pares de
gallinas, que se parten a un aniversario que se haze quinze idus jannuarii por Domenga Bartolomé,
que yaze en la claostra ante Santo Tomé apóstol. Tomólas por bien reparadas. Otorgárongelas en
cabildo a seys de otubre, anno de setenta e syete annos. Fiador Antón, pregonero. Pasó por Gonzalo
Rodríguez, notario. Ovo graçia de ciento e treynta e çinco maravedís viejos por mejorías que en ellas
fizo a çinco de noviembre, anno de noventa e quatro, por ante Alonso Cornejo; ansý que fincan para
el dicho aniversario quatroçientos e veynte e çinco maravedís viejos e los dichos çinco pares de gallinas,
IBÍDEM, fol CXC.
35
En Catálogo Documental 6.
30
31
111
ÁNGEL VACA LORENZO
1498, al arraval de allende la
puente una bez, e otra desta
parte de la puente al portazgo36; la segunda, el 12 de julio de 1500, en el arrabal de
allende e aquende la puente
y en el portazgo, cave las dichas tavernas37; y la tercera y
última, el 10 de julio de 1512,
estando al portazgo de la dicha ciudad Miguel Martínez,
pregonero, pregonó la dicha
ordenanca38.
La importancia que para
Fig. 48: Dinero de vellón con la efigie de Fernando II
los
habitantes
de Salamanca
encima del puente romano
poseía el edificio del puente
romano, por ser el más útil y vital de la ciudad para franquear el paso del río
Tormes hacia el sur, justifica que fuera el monumento representado, como
atributo simbólico de su preciado pasado y de permanente funcionalidad, en
los sellos de distintas instituciones salmantinas de la Edad Media: la primera
y más antigua representación gráfica del puente romano está contenida en el
anverso de una moneda, un dinero de vellón de 0,7 gramos, acuñada en Salamanca, que contiene la figura del rey leonés Fernando II (1157-1188) sobre
el puente romano39. La segunda representación se halla en un sello pendiente
de cera, almendrado a lo ancho, de 65 mm en largo y una sola impronta, que
porta las armas de la ciudad (puente, con arcos apuntados, y encima un toro
y un lobo o perro, enfrentados) y en la orla el siguiente texto: S[igillvm] VNIVERSITATIS CLERICOR[vm] SALAMAN[tinae] CIVITATIS. Valida y autentifica un
acuerdo, en un diploma en pergamino, suscrito entre el obispo salmantino,
don Pedro, y el cabildo catedralicio con la clerecía de San Marcos, sobre los límites de una serie de lugares, algunos despoblados, (Ribas, Pelayorrodríguez,
San Cristóbal de la Cuesta, Monterrubio, Carrascalejo, Santa Marta, Naharros,
Ordenanza diez, que trata que ningund veçino de los arravales no benda vino más caro que se
venda en la ciudad. Publ. en MARTÍN, J. L., Ordenanzas de Salamanca, p. 113.
37
Ordenanza once, que trata que en las tabernas de los arravales no jueguen dinero, ni cosa de comer,
ni bendan salvo bino e fruta. Publ. IBÍDEM, pp. 115-116.
38
Ordenanza trece, que trata que los taverneros de los arravales no bendan sino bino solamente, ni
den de comer. Publ. IBÍDEM, p. 117.
39
“En este sentido es de gran interés la moneda de vellón de Fernando II acuñada en Salamanca en
el siglo XII que presenta en su anverso la imagen del puente sin almenas; esta moneda fue presentada
por Jaime Paz en la IV Feria Numismática de Salamanca en Enero de 2000”, en MENÉNDEZ BUEYES,
L. R., Acercamiento histórico al Puente Romano, p. 377, nota 20. Agradezco a este compañero de
Facultad la fotocopia que de esta moneda apareció publicada en el periódico local La Gaceta, el 14
de enero de 2000, p. 14, donde se informa que dicha moneda fue adquirida por un coleccionista
madrileño en una subasta.
36
112
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
Fig. 49: Segunda representación gráfica del puente romano de Salamanca
Carbajosa de la Sagrada, Valdepedreana, Valderramiro, Tejares, Valdelacoba y
San Juan de Perales), próximos a Salamanca, a efectos de la división y reparto
de los diezmos; su fecha: 26 de abril de 125940.
Fig. 50: Carta partida por ABC de la que pende el sello de cera con la representación del puente
El original, una carta partida por ABC, se conserva en el ACSa., caj. 13, nº 4 y ha sido trascrito y
editado por MARTÍN MARTÍN, J. L. et alii, Ob. cit., docs. 276 y 277 y por GUADALUPE BERAZA, M.
L. et alii, Ob. cit., doc. 282. La descripción y foto del sello en GÓMEZ-MORENO, M., “Sellos céreos
salmantinos”, en Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, X (1904), pp. 51-52 y GONZÁLEZ GARCÍA, M., Salamanca en la Baja Edad Media. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 1982,
Apéndice gráfico 11.
40
113
ÁNGEL VACA LORENZO
Fig. 52: Primer sello del concejo salmantino,
hoy desaparecido
Por su parte, el sello concejil más antiguo
de Salamanca que representa gráficamente al
puente romano se hallaba pendiente, al menos
hasta el año 196241, de un diploma en pergamino existente en el mismo archivo de la catedral
de Salamanca, fechado el 9 de abril de 1299 y
que contiene un cambio de ciertas propiedades urbanas (tres calles y un casar) llevado a
cabo entre el cabildo y el concejo42. El sello era
redondo, asimismo de cera, como todos los
usados por los concejos, de color natural y de
Fig. 51: Pergamino del que pendía
gran módulo, unos 92 mm de diámetro, y doble
el primer sello del concejo
salmantino
impronta: en el anverso llevaba gravadas las
armas de Salamanca (toro sobre puente, con
arcos de medio punto) y en la orla el texto siguiente: SIGILVM CONCILII SALAMANTINI DV.; si bien, la leyenda de la orla del reverso (ANFOSVS DEI GRACIA
REX DE LEONE) y los caracteres epigráficos acreditan que se hizo bajo el mandato de Alfonso IX de León (1187-1230), el rey que, sin duda, más protegió
al concejo salmantino y acaso el que le concedió derecho a sello; además, en
el campo de esta última impronta aparecía una cruz potenzada, dentro de un
círculo y en torno seis cabezas de león enfrentadas a pares, más un cogollo
de hojarasca43. En el mismo archivo, además de éste, existen partes de otros
dos sellos concejiles idénticos al perdido: uno (dos trozos sumamente peque En que publicó MARCOS RODRÍGUEZ, F., Catálogo de Documentos del Archivo Catedralicio de
Salamanca (Siglos XII-XV). Salamanca: Universidad Pontificia de Salamanca, 1962, p. 89, doc. 457.
Desde entonces, este sello, separado del diploma, al igual que los otros dos que originariamente de
él pendían, ha desaparecido.
42
ACSa, caj. 16, leg. 2, nº 54. Publ. en MARTÍN MARTÍN, J. L. et alii, Ob. cit., doc. 457 y en GUADALUPE BERAZA, M. L. et alii, Ob. cit., doc. 469.
43
Vid. GÓMEZ-MORENO, M., Sellos céreos salmantinos, p. 51 y GONZÁLEZ, J., “Los sellos concejiles
de España en la Edad Media”, en Hispania, 20 (1945), p. 347.
41
114
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
ños), pendiente de un pergamino,
fechado el 25 de marzo de 1313,
en que el concejo de Salamanca
mandaba al caballero del castillo
del Carpio que rindiera homenaje al cabildo, en reconocimiento
por la ayuda prestada en la adquisición de dicho castillo; y el otro
(un trozo algo mayor), pendiente
de un cuaderno de 10 hojas en
pergamino, fechado el 21 de noviembre de 1423, conteniendo la
permuta que el concejo y el cabildo realizaron del abadengo de la
Armuña por 20.000 mrs. de la moneda corriente y otros 10.000 mrs.
de la moneda vieja de las rentas
del peso y cuchares44. Asimismo,
existen otros dos sellos, también
idénticos al perdido y ambos de
cera: uno, conservado en el Archivo Municipal de Ledesma, se halla pendiente de una carta que el
concejo de Salamanca, con fecha
Fig. 53: Otro sello de cera del concejo
1 de febrero de 1319, envió al de
salmantino, de época posterior
Ledesma para impedir que gentes
de malvivir cometieran tropelías,
violaciones y otros desmanes en sus respectivos términos. Y el otro, en el
Archivo de la Universidad de Salamanca, valida una concordia entre el concejo y el Estudio de Salamanca, sobre la entrada de vino para consumo de los
miembros universitarios; su fecha 23 de septiembre de 142145.
De las imágenes de estas primeras representaciones incompletas no puede afirmarse su plena fidelidad y realismo, ni mucho menos su contemporaneidad, pues es lógico suponer que las matrices, sobre todo, de ambos sellos
habrían sido elaboradas con anterioridad. De todas formas, de manera genérica cabe deducir la existencia de un puente de una única fábrica, con arcos de
medio punto en la moneda y sello concejil y apuntados u ojivales en el sello
de la clerecía, pero en todos del mismo tamaño, con rasantes, en los primeros
casos recta y en el segundo ligeramente alomada, con pretiles no almenados
y sin torreón ni castillete central, al tiempo que el más que supuesto empla-
En ACSa, caj. 43, leg. 2, nº 39 y caj. 16, leg. 3, nº 14, respectivamente.
AUS. 2.868/24. Vid. reproducciones de ambos en LLOPIS, S., El escudo de armas de Salamanca y
color de su bandera. Salamanca: 1974, láms. 1-2 y 3-4.
44
45
115
ÁNGEL VACA LORENZO
zamiento del toro a su entrada, según se sale de la ciudad, como confirma el
propio fuero salmantino en el siguiente epígrafe:
96. Del prazo quando ovieren a iusticiar el omne:
Quando las iusticias de Salamanca ovieren ladrón o traydor a enforcar o quando lidiar cavallero o peón, ningún omne non passe del toro de
la puente adela(n)tre e de la oriella del río commo tien desta parte si non
fuer alcalde o escrivano de conceio o andadores o saiones46.
Presencia del toro
o verraco en el puente
romano de Salamanca
que se documenta en
un acuerdo del cabildo catedralicio, quien,
en su reunión ordinaria
del 12 de noviembre
de 1378, decidió dar en
renta un corral que está
en el puente, que llaman
del toro, al tesorero Fernando Sánchez por diez
maravedís anuales47. Ahí
mismo también lo sitúa
Fig. 54: El toro o verraco del puente romano de Salamanca
a fines de la Edad Media
el humanista y profesor
de la Universidad salmantina Lucio Marineo Sículo, cuando escribió en su De
Hispaniae laudibus libri VII (c. 1496):
Pues es el caso que en el puente está a la vista un animal que ciertamente no se puede dejar de reconocer como tal, tanto si es un toro como
si es un jabalí, y ambas representaciones le convienen, e incluso mejor le
vendría que haya sido la de un león48.
Otra curiosa referencia que del puente se halla en el mismo fuero es la siguiente: 87. El que
lidiar que se non meta so la puente. Todo vezino de Sa(la)manca, peón o cavallero que lidiar en el
arenal no se ampare entre los cantos nin en la puente nin so la puente; e se ý entrar las iusticias le
dixeren: “ixe ende fuera” e si non quesier salir por ý sea caydo, en Fuero de Salamanca, pp. 73 y 71,
respectivamente.
47
Arrendamiento de un corral situado cerca del puente, que llaman del toro, al que renunció el citado
tesorero, además de Juan Diéguez, pregonero del concejo, porque existían diferencias entre ambos;
sacado de nuevo a renta, fue conseguido por Mossé Leal, hijo de Salomón Leal, judío (18 de marzo
de 1379), en ACSa. Actas Capitulares, libro 1, fs. 64 y 77 v., respectivamente, cit. por VICENTE BAZ,
R., Ob. cit., p. 150, núm. 165 y p. 159, núm. 194.
48
FERNÁNDEZ VALLINA, E. y VACA LORENZO, Á., Ob. cit., p. 35.
46
116
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
Ubicación del toro o cabrón de piedra a la entrada del puente por la parte
de la ciudad, a su derecha y con la cabeza mirando hacia el mediodía, según
el bachiller Pedro de Torres, Catedrático de Física de la Universidad de Salamanca, dejó escrito en su Cronicón de los primeros años del siglo XVI:
Año 1508 …Esta un toro o cabrón de piedra en el principio de la
puente ad dexteram. Habet capuz ad meridiem49.
Situación del toro al principio del puente, por la parte de la ciudad,
posteriormente corroborada a
lo largo de toda la Edad Moderna por numerosas fuentes,
como las literarias, una de
las cuales contiene el conocido episodio del Lazarillo del
Tormes al inicio de su errante
vida de pícaro:
Salimos de Salamanca
y, llegando a la puente, está a
la entrada della vn animal de
piedra que casi tiene forma de
toro, y el ciego mandome que
llegasse cerca del animal e, alli
puesto, me dixo:
“Lázaro, llega el oydo a
este toro e oyrás gran ruydo
dentro dél”.
Yo simplemente llegué,
creyendo ser ansi. Y, como sintió que tenía la cabeça par de
la piedra, afirmó rezio la mano
y diome vna gran calabaçada
en el diablo del toro, que mas
de tres dias me duró el dolor
de la cornada y dixome:
“Necio, aprende: que el moço
del ciego vn punto ha de saber
mas que el diablo”.
Y rió mucho la burla50.
Fig. 55: El ciego guiado por el Lazarillo del Tormes.
Agustín Casillas
Publ. en BELTRÁN DE HEREDIA, V., Ob. cit., vol. III, doc. 802, p. 85.
Episodio narrado en el tratado primero de LAZARILLO, La vida de Lazarillo de Tormes y de sus
fortunas y adversidades. Madrid: Espasa-Calpe, 1966 [reimp. de la obra de 1554], pp. 76-77.
49
50
117
ÁNGEL VACA LORENZO
2. LOS TIENPOS DE LAS AVENIDAS E DE LOS AGUADUCHOS
Las condiciones climáticas de Salamanca y su territorio meridional
provocaban que el caudal del río Tormes, antes de su regulación con la
construcción del embalse de Santa Teresa, presentara una acusada irregularidad entre el prolongado estiaje y las épocas de lluvia y/o de deshielo,
que le llevaban desde la interrupción de su cauce en los meses de verano, con la correspondiente limitación del aprovechamiento hidráulico,
ante la escasez o, incluso, total ausencia de precipitaciones y la fuerte
evaporación a la que se veía sometido 51, hasta las devastadoras crecidas
otoñales e invernales. Y, aunque la general pobreza del caudal del río ha
ocasionado más frecuentes y agobiantes situaciones de escasez de agua,
asimismo las irregularidades climáticas, no sólo estacionales sino también
interanuales, y, principalmente, las precipitaciones, en forma de prolongadas e intensas lluvias y de copiosas nevadas, muchas veces dieron lugar al desbordamiento de su exiguo lecho, al anegamiento e inundación
de la vega, a las temidas avenidas y al furor destructivo de sus aguas,
con los consiguientes daños ocasionados al puente, cuyas reparaciones
concitaron un gran esfuerzo concejil para las posibilidades de la época.
Se trata de las grandes avenidas que acontecen quando las lluvias son
continuas ó de las sierras vecinas derriten porciones considerables de nieve52. De hecho, a principios del siglo XVI el Tormes era considerado, al
igual que el Tajo, como uno de los más peligrosos ríos del país, debido a
sus grandes avenidas: Tajo y Tormes, ríos son de Castilla, muy poderosos
de grandes crecidas53.
Las avenidas más importantes del río Tormes en la Edad Media suelen
estar registradas por los historiadores locales de los siglos XVII, XVIII y XIX,
sin que en muchos casos informen de sus fuentes. Tan sólo dos avenidas se
datan en el siglo XIII, ninguna en el XII y muchas más en los siguientes, de las
que nada menos que cinco se concentran en el último siglo medieval, lo que
Como cuando a cuatro de julio año de 1506 fue tan grande la seca que en todo el invierno ni
verano nunca los campos se pusieron verdes sino que lo que estaba sembrado. Yo nunca vi abril ni
mayo ni junio sin flores e sin verdura sino este año de 1506. Perdióse Campos por falta de agua y toda
la Andalucía y Extremadura y el reino de Toledo… En este año no vi cigüeña alguna en todo el verano
ni estío. Había muy pocas ranas porque no había agua en las lagunas por el campo donde se criasen.
Hubo muy pocas moscas porque no había yerba ni rocío para criarse./ A.D. 1506 día 9 de julio llevaba
muy poco agua Tormes. Non podían moler las haceñas porque no llevaba agua Tormes…/ A.D. 1506.
In mense augusti, después de cogido todo el pan no podían moler las haceñas por falta de agua, según
narración de Pedro de Torres, vid. BELTRÁN DE HEREDIA, V., Ob. cit., vol. III, doc. 802, p. 87.
52
Según se recoge en el escrito enviado por el Ayuntamiento de Salamanca al Rey Carlos IV, el 26
de abril de 1793, en AML, signat. 38.7.
53
Ladillo con que resumía el contenido de sus versos Juan de Luzón, al tratar sobre el tema de la
virtud, en su Cancionero (Zaragoza, 1508). Cit. por SANZ HERMIDA, J., Ob. cit., p. 18 y nota 8. Tal
vez esta irregularidad del caudal del río Tormes explique que hasta los últimos años Salamanca no
haya intentado integrarlo en su desarrollo urbano y, más bien al contrario, haya vivido claramente
de espaldas a él.
51
118
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
Fig. 56: Avenida del río Tormes, antes de la construcción del pantano de Santa Teresa
parece corroborar la tesis de algunos estudiosos de la climatología histórica,
de que en este siglo se produjo una oscilación climática caracterizada por un
descenso térmico, acompañado de un aumento de la pluviosidad, conocida
como fase de enfriamiento o pequeña edad glaciar54.
a)
La
riada de los
Difuntos
de
1256
La primera riada conocida corresponde al año 1229 (sin indicación de
mes ni día); la documenta Bernardo Dorado, cuando informa de la llegada de
los dominicos a Salamanca, a quienes les dieron “nuestro Prelado, y Cabildo
para su habitacion y morada la antigua Catedral Iglesia de San Juan el Blanco
con todas sus pertenencias /…/ hasta que en el año de 1229 creciò tanto el
Tormes que con sus furiosas corrientes anegò las tapias, que caen à la banda
de sus Riveras, dexando maltratadas sus principales Oficinas, y no bastando à
su reparo las limosnas de los Fieles, recurrieron al Papa Gregorio IX”, que les
VACA LORENZO, Á., “La Tierra de Campos y sus bases ecológicas en el siglo XIV”, en Stvdia
Historica. Historia Medieval, X (1992), p. 170.
54
119
ÁNGEL VACA LORENZO
concedió un breve, cuya trascripción inserta, otorgando gracias a los que diesen
limosnas para su reparo55. Nada indica sobre si el puente sufrió algún daño.
Diecisiete años después tiene lugar la segunda avenida del siglo XIII, de
una gran trascendencia, por lo que se refiere a nuestro objeto de estudio. La
he denominado de los Difuntos por haber sucedido en la noche del 2 y la
mañana del 3 de noviembre de 1256. En esta ocasión, su desarrollo y consecuencias están descritas en las obras de prácticamente todos los historiadores
locales. Inicia el relato González Dávila, quien indica que el agua llegó hasta
las puertas de la iglesia de San Andrés y anegó el convento de los dominicos
que hacía poco lo habían reparado de la avenida anterior, por lo que el obispo don Pedro de Salamanca les concedió la parroquia de San Esteban para
que edificasen en ella su convento56. Lo continúa en términos similares Dorado, que limita los daños de la avenida al referido convento57, mientras que
Araujo y Villar y Macías los extienden también al monasterio de Santa María
de la Serna de las monjas benitas, al señalar el primero que la gran crecida del
Tormes causó “terribles estragos, motivando la conversión de las dos iglesias
parroquiales de San Esteban de los Godínez y ultra pontem en conventos de
dominicos y benitas¨58, y al escribir el segundo que fue memorable “el 3
de Noviembre de 1256 por los estragos que causó el Tórmes; viéronse en la
precision de abandonar sus conventos los religiosos dominicos y las monjas
de Santa María de la Serna¨, que habían tenido su primer convento “á orillas
del Tórmes, en el prado de la Serna, cerca del lugar de Santa Marta, por eso
durante algun tiempo llamaron á estas religiosas las Dueñas de Santa Marta”59.
En efecto, también el convento de las benitas fue destruido, por lo que el
obispo salmantino, don Pedro, entregó a dichas monjas para su residencia la
iglesia de San Esteban ultra pontem, junto a otras casas y posesiones, tal como
consta en el cambio que dicho obispo realizó el 16 de agosto de 1257 con el
cabildo catedralicio de unas domos quas emimus (en blanco) de Tauro, que
DORADO, B., Ob. cit., pp. 201-202. También la recoge escuetamente ARAUJO, F., Ob. cit., pp.
52 y 118.
56
En “el año 1256. en 3. de Nouiembre, muy de mañana, crecio el Tormes de suerte, que salio de
madre, allegando hasta la puerta de la Iglesia de s. Andres que està pegada à los muros. Esta auenida
anegó la mayor parte del Conuento, lo qual visto por el Obispo de Salamanca, llamado don Pedro,
con el Cabildo de su Iglesia, lleuaron los frayles à la parroquia de S. Esteuan, dandosela para que
edificassen en ella Conuento”, en GONZÁLEZ DÁVILA, G., Historia de las antigüedades de la ciudad
de Salamanca, p. 206
57
“El dia tres de Noviembre de 1256, fue tan sobervia la crecida que sobrevino al furioso Tormes, que
anegò con sus impetuosas corrientes al Convento de dichos Padres, dexandole parte sumergido, y lo
restante inhabitable, siendoles preciso desampararle, y tomar puerto en la Ciudad, la que conmovida
à lastima, y compasion de tan inopinado, y triste suceso, les brindaron à porfia con sus casas, pero
nuestro zeloso Prelado con los Prebendados de su Iglesia tomaron à su cargo llevarles à sus casas à
modo de alojamiento, interim se proveìa de remedio. Esto, que al juicio humano pareciò desgracia,
cediò en aumento, y gloria de este Seminario de santidad y letras, pues juntos Prelado y Cabildo determinaron darles para su habitacion y morada la Parroquial Iglesia de San Estevan Proto-Martyr, con
su cementerio, adherencias y pertenencias”, en DORADO, B., Ob. cit., pp. 218-219.
58
ARAUJO, F., Ob. cit., pp. 58 y 119.
59
VILLAR Y MACÍAS, M., Ob. cit., libro I, pp. 33, libro II, pp. 149-150 y libro III, p. 10.
55
120
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
sunt iuxta cimiterium ecclesie cathedralis et ex una parte sunt domus episcopales, et ex alia parte sunt domus que fuerunt domni Velasci et domne Matris, pro anniuersario nostro et pro domibus et possessionibus Sancti Sthephani
ultra pontem cum cetera que spectabant ad capitulum Salamantinum, quas
possessiones et domos cum ecclesia Sancti Stephani predicti dedimus monialibus Sancte Marthe60. Es más, en este derribo del monasterio de Santa María
se perdieron los documentos que las monjas guardaban en su archivo, entre
ellos, sendos privilegios de los reyes Alfonso IX de León y Fernando III, en los
que les concedían la facultad de disponer de doce apaniaguados, excusados
de todo pecho, por lo que, dos años después, solicitaron al rey Alfonso X la
ratificación de la validez de tales privilegios perdidos por la inundación61.
Aunque, sin duda, el relato más amplio de esta riada de los Difuntos y a
la que atribuye efectos más dañinos, incluso para el propio puente romano,
es el de Román Girón y Manuel Barco López, que textualmente escriben: “En
3 de Noviembre de 1256 fué tan impetuosa la corriente, que destruyó un convento de monjas que había en la Serna, llamado Santa María de Leon; rompió
aquella pradera y abrió el cauce que ahora llamamos el cañon de Santa María,
y arrancó la aceña y pesquera que llamaban del Arco, situada al principio de
la Aldehuela; ademas causó daños de consideración en el arrabal del puente;
arruinó el convento que tenian allí los Dominicos y dejó resentido el puente
por aquella parte”62. Por otra parte, Fontana Tarrats incluye en su colección de
noticias paleoclimáticas, con datación en el mismo año de 1256, una más que
sorprendente “gran riada del Tormes en Salamanca el 13 de agosto, que dañó
puente romano”, lo mismo que otra, se supone que de idéntica y sorprendente época, que “produce el derribo del puente de Talavera (Tajo)”63; ¿no se
trataría de la riada de los Difuntos, mal datada en cuanto al día y mes?
Salvo que la parte más afectada del puente fue la cercana al Arrabal, resulta difícil conocer la entidad exacta de los daños sufridos por su fábrica con
la expresión de Barco y Girón “dejar resentido el puente”. A priori, cabría pensar que las aguas, aunque dejaron maltrecha su parte meridional, no tuvieron,
sin embargo, el suficiente ímpetu como para derrocar alguno de sus arcos. No
obstante, las informaciones posteriores parecen indicar todo lo contrario, que
los destrozos causados en dicha parte del puente por la riada de los Difuntos
fueron de mucha mayor importancia, tanta como para poder afirmar que hay
que atribuir a ésta y no a la de San Policarpo de 1626, como tradicionalmente
se viene haciendo, ni a la avenida de Santa Bárbara de 1498, la primera gran
MARTÍN MARTÍN, J. L. et alii, Ob. cit., doc. 266 y en GUADALUPE BERAZA, M. L. et alii, Ob. cit.,
doc. 272.
61
En Catálogo Documental 2.
62
BARCO LÓPEZ, M. y GIRÓN, R., Historia de la ciudad de Salamanca que escribió D. Bernardo
Dorado, corregida en algunos puntos, aumentada y continuada hasta nuestros días por varios autores
naturales de esta ciudad. Salamanca: 1863, pp. 15-16 y previamente editado en BARCO LÓPEZ, M.,
“El Río Tormes”, en Adelante, 14 de julio de 1861, p. 3.
63
FONTANA TARRATS, J. Mª., “El clima del pasado”, en Publicaciones del Centro Pirenaico de Biología Experimental, 7 (1976), p. 111.
60
121
ÁNGEL VACA LORENZO
ruptura de la fábrica del puente romano de Salamanca y el derribo de toda su
parte meridional.
Esta riada de los Difuntos no sólo inundó el barrio del Arrabal, al otro
lado del puente, destruyendo muchas de sus casas, sino también las de los
barrios ribereños del lado próximo a la ciudad, San Nicolás, Santiago, Tenerías y San Lorenzo. De lo contrario, no tiene fácil explicación por qué, antes
de cumplirse los dos años de este desbordamiento del Tormes, el rey Alfonso
X trató de incrementar la población de los mencionados barrios mediante la
concesión, el 9 de junio de 1258 en Medina del Campo, de un privilegio “eximiendo de pecho por 6 años á los que vinieran a poblar al pié del puente de
Salamanca“, según una cédula real, hoy perdida, que se hallaba en el Archivo
de esta ciudad (13.ª, leg. 1.ª, envol 1.º)64. Asimismo, años después, se documentan dos hechos que también parecen tener relación directa con la riada de
los Difuntos y sus efectos inmediatos:
El 25 de septiembre de 1272, el juez real de Salamanca, Giral Estévanez, dicta sentencia en el pleito que mantenían los procuradores del concejo
y aquellos que an parte enas aceñas del Arenal, con los procuradores del
cabildo, sobre la denuncia presentada por los primeros de una presa que el
cabildo de la eglesia de Salamanca fazía e mandaua fazer allý, al uado de
Santeruás, aquella pesquera fornazina que sal contra el fonssario de los judíos,
que dezían que aquel lauor que fazían que lo non deuían fazer, que era lauor
que fazía gran daño al conceyo de Salamanca e a las acenias del Arenal, e
que esta presa fornazina que ý estaua era lauor antigo e non deuían a laurar
sobrela, mays que deuía estar así commo sienpre estaua. Los procuradores
del cabildo alegaban todo lo contrario, que aquello que auían fecho que lo
non deuían desfazer e que deuían laurar por aquella presa adelantre, porque
esta presa era senal de pesquera e, si la non laurasen, que se tornaría en gran
daño de las acenas del Muradal que son del cabildo e de otros herederos que
an hy parte65. En la exposición de los hechos denunciados queda claro que el
cabildo estaba reforzando una presa o pesquera que atravesaba el río de una
parte a otra, aguas arriba del puente, comunicando la aceña del Muradal, de
su pertenencia y situada en la orilla derecha, con la aceña del Arenal, en la
orilla izquierda. Es probable que también esa presa hubiera sufrido las consecuencias de la riada de los Difuntos de 1256; pero, además, parece oportuna
la pregunta sobre la procedencia de los materiales utilizados en la obra, no
siendo que se tratara de los sillares y dovelas de granito de la parte meridional
del puente derruida por dicha riada y que permanecían desde entonces abandonados en medio del río al no disponer el concejo de medios suficientes con
que afrontar su reparación, lo que permitiría resolver una de las incógnitas
Extractada por SÁNCHEZ RUANO, J., Fuero de Salamanca, publicado por primera vez con notas,
apéndices y un discurso preliminar. Salamanca: S. Cerezo, 1870, p. XXI y cit. por ARAUJO, F., Ob. cit.,
pp. 56 y 119, y VILLAR y MACÍAS, M., Ob. cit., libro II, p. 17.
65
En Catálogo Documental 3.
64
122
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
que aún encierra el edificio actual del puente: la total discordancia de materiales pétreos de sus dos fábricas, la romana y la hispana.
El juez, aunque luego admitió la apelación del cabildo, pronunció sentencia contraria a sus intereses, mandando derribar lo construido porque,
si esta presa quesiessen laurar agora de nueuo, que faría muy gran daño
a la uilla de Salamanca, e porque quando el rrío enchiesse que entraría
por la uilla muy gran partida. Otrosí, que faría muy gran daño a los herederos de las aceñas del Arenal, no sin antes haber acudido al lugar con
hombres buenos y haber observado in situ la obra, advirtiendo un segundo
hecho de no fácil explicación, si no se admite que el puente se hallaba intransitable desde hacía tiempo, al menos para los carros: que esta presa que
fuera fecha de tienpo antigo, e que solían por allý pasar carros para meter
dentro ena uilla66. Pues, de estar en buen estado el puente, ¿por qué iban a
pasar los carros por esta presa?
Fig. 57: Presa y aceñas del Arenal y Muradal. Antón Van der Wyngaerde
En Catálogo Documental 3.
66
123
ÁNGEL VACA LORENZO
Tres años después, 1275, parece que el concejo, como más adelante
se verá, trató de reparar los daños causados en el puente por la riada de los
Difuntos de 1256. Pero la importancia de los desperfectos debían ser de tal
entidad como para que, no pudiendo hacer frente a su financiación con los
ingresos ordinarios, tuviera que recurrir al expediente de imponer un impuesto extraordinario, en el que pretendió que también pecharan los clérigos y sus
vasallos, a lo que éstos se negaron recurriendo al infante don Fernando de la
Cerda, hijo primogénito del rey Alfonso X, quien les dio la razón, avalando su
negativa a que pechen con el concejo enna lauor de la ponte 67.
Finalmente, no habiendo habido ninguna otra riada, entre la de los Difuntos de 1256 y la de Santa Bárbara de 1498, que dañara el puente romano
hasta el punto de provocar en él, como en estas dos, la ruptura de alguna de
sus bóvedas, hay que atribuir a la reparación de los daños ocasionados por
la de los Difuntos la descripción que de la fábrica del puente romano hacen
las fuentes relativas a la riada de Santa Bárbara. Y estas ponen de manifiesto
una y otra vez que, antes de producirse la riada, la fábrica del puente no era
unitaria; que ya entonces poseía dos partes diferenciadas: una romana y otra
Que se sabe muy que no hizo Alcides el fuerte68. Correspondía ésta a la parte
meridional del puente, la situada al lado del Arrabal; estaba conformada, según el poema De Tormis inundatione, por una estructura de siete arcos de
tamaño inferior a los demás; y va a ser de nuevo esta parte la que derribe la
riada de Santa Bárbara, según recoge dicho poema:
Pronto de sima tamaña el puente largo se llena,
Que en veintiocho por junto grandes arcos se apoya.
Que no pudiendo acoger por sus bocas el río y sus olas
Ni absorber tantas lluvias dañinas que iban corriendo,
Ni aunque mil fuesen, sobrepasan en la parte izquierda
Las corrientes mezcladas y en vasta vorágine rompen,
Donde el puente en declive siete ojos tiene menores
Que los demás69.
Incluso, años más tarde, se documenta la expresión la puente nueva, referida sólo a esta parte meridional del puente (la media puente questava hazia
el Arrabal), de la que se destaca la endeblez de sus arcos viejos (estava más
flaca e de arcos viejos), al tiempo que se señala que la dicha puente hera baxa
e tenía los arcos baxos e el Arraval estava baxo70.
De la enumeración de los hechos e informaciones consignados parece
que toma cuerpo que la riada del día de los Difuntos de 1256 bien pudo tener mucha más importancia de la hasta ahora reseñada por la historiografía
69
70
67
68
En Catálogo Documental 4.
Verso 598 de De Tormis inundatione, en SANZ HERMIDA, J., Ob. cit., p. 122.
IBÍDEM, versos 341-347.
En Catálogo Documental 20.
124
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
local, pues afectó a toda la parte meridional del puente hasta el punto de
hacerlo intransitable durante un largo periodo de tiempo; además, su nueva
puesta en servicio al tránsito fue costosa y de prolongada dilación. El concejo
salmantino no pudo afrontar solo el coste de su reparación y se vio obligado
a recurrir a la clerecía, además, ya habían transcurrido veinte años y aún no
habían concluido las obras. Y éstas consistieron en la reparación de, cuando
menos, siete arcos de menor tamaño, aunque en realidad, como se demostrará, fueron bastantes más, doce o trece. Así pues, la riada de los Difuntos bien
pudo ocasionar el derribo de la parte meridional del puente, cuyos sillares
originales de granito no fueron reutilizados en su reconstrucción, sino otros de
distinto material (areniscas celestinas o vulgar piedra caleña) traídos de zonas
más próximas a la ciudad. Si bien, también cabe pensar en otra posibilidad,
aunque muy poco probable por la longitud de la fábrica hispana, 157,50 m.:
que la riada provocase por erosión un desplazamiento de la orilla izquierda y,
por consiguiente, un estimable ensanchamiento del cauce fluvial en esta parte
izquierda, no lejos, aguas arriba, de la desembocadura del Zurguén, como
para que fuera imprescindible el añadido de una serie de arcos al primitivo
puente romano con el fin de poder enlazar con la desplazada orilla izquierda.
En cualquiera de los supuestos fue necesaria, pues, la reconstrucción de un
buen número de arcos.
En definitiva, la riada de los Difuntos, si no fue la causante de la primera
ruptura del puente romano de Salamanca (que no sólo no se descarta, sino
que a priori es la hipótesis más probable), al menos sí fue la responsable de la
aparición en su estructura, después de efectuadas las correspondientes obras
de reparación, de dos tramos y fábricas diferentes: el existente con anterioridad, el viejo, es decir el romano, y el nuevo, es decir el reparado, del que posiblemente aún perduran, como vestigios de aquella fábrica medieval del siglo
XIII, los dos últimos arcos (25 y 26), en su integridad, y parte de los sillares de
otros nueve (16-24), como se tendrá ocasión de explicitar más adelante.
Después de esta riada de los Difuntos de 1256, transcurrió un largo periodo de más de siglo y medio sin que se tenga información de nuevas avenidas
del Tormes71. Sin embargo, el siglo XV, y en especial su último cuarto, fue el
periodo medieval en que tuvieron lugar más inundaciones del río, o cuando
menos del que hay más documentadas:
La primera aconteció por los años 1422, pues, según Dorado, “haviendo
crecido el rio furiosamente maltrató al Monasterio (de las monjas de Santa
Ana) de tal suerte, que amedrentadas las Monjas le desampararon: en cuya
vista el piadoso Prelado (don Sancho de Castilla) temeroso de mayor daño
De todas formas, cabe la remota posibilidad de otra poco antes del 4 de octubre 1344, fecha de una
zédula real de la señora reina doña María para que esta çiudad pudiese repartir en ella y su término
1.000 maravedís para reparos de las casas de dicha çiudad y del puente, según consta en Catálogo
Documental 5. Aunque dicho año no está probada ninguna avenida del Tormes por otra fuente, cabe
esa interpretación al motivo de este reparto, además, FONTANA TARRATS, J. Mª., Ob. cit., p. 112,
afirma que del 1 al 14 de febrero de este año hubo muchas lluvias.
71
125
ÁNGEL VACA LORENZO
en lo sucesivo las hizo mudar à la Ciudad, dándolas para su habitación la
Hermita de Santa Ana sita en la calle de Genova, con algunas mas casas que
se compraron contiguas à dicha Hermita, trocando el nombre que tenìan de
Santa Maria de la Serna por el que adquirieron de Santa Ana, como tambien
la Calle”72. Tan sólo González Iglesias señala escuetamente y sin que aporte prueba documental alguna de apoyo informativo, el “destrozo importante
(que) sufre la Puente”73.
Hasta más de medio siglo después, 1479, no se vuelve a registrar otra
avenida del río. De nuevo su conocimiento se debe a Dorado: en diciembre
de dicho año, a los padres carmelitas calzados “se les arruinó el Convento
por las imperiosas corrientes de el Tormes, por lo que compadecidos nuestro
Prelado Don Gonzalo, y su Ilustre Cabildo les concedieron la antigua Parroquial Iglesia de San Andres con todas adherencias, y pertenencias con algunas
condiciones, que constan de la Escritura otorgada en el año 1480, mejorando
de planta y sitio”74.
Tres años más tarde el Tormes conoció una nueva riada, según delatan
Girón y Barco López, los continuadores de la historia de Bernardo Dorado: “En
1482 hubo otra avenida de consideración, pero no causó tantos daños como la
anterior (la de 1256), porque varias corporaciones y particulares habían huido
del arrabal y sitios bajos; sin embargo, perjudicó la parte del puente que se
hallaba resentida, y fue preciso hacerle una grande compostura el año 1499,
en la qual gastó el Ayuntamiento dos mil Doblas de oro”75. Y, aunque Araujo,
siguiendo a los anteriores, también confirma que esta “gran avenida del Tórmes… dejó mal parado el puente”76, yerran los tres al achacar a ésta los daños
causados al puente por la de Santa Bárbara de 1498, como bien precisa Villar
y Macías, aunque equivocándose en el año77.
Y antes de afrontar la última riada del siglo XV, la de Santa Bárbara, es de
nuevo Dorado quien informa que en 1490 aconteció otra “furiosa y repentina
avenida de el Tormes”, por la que los trinitarios, que ochenta años antes se
habían instalado en la iglesia de San Juan el Blanco, “se vieron quasi anegados, pudiendo salir de dicho sitio, como dicen, à milagro”, estableciéndose
DORADO, B., Ob. cit., pp. 302-303. Estas monjas de Santa Ana, que ya habían sufrido en 1256
los efectos del desbordamiento del río Tormes, volvieron a padecerlos, pero en esta ocasión en el
convento-iglesia de San Esteban de allende la puente, en el Arrabal, a donde se habían trasladado,
según VILLAR Y MACÍAS, M., Ob. cit., libro II, pp. 149-150. También recoge esta “gran inundación del
Tormes” ARAUJO, F., Ob. cit., pp. 77 y 124.
73
GONZÁLEZ IGLESIAS, L., Ob. cit., p. 40.
74
DORADO, B., Ob. cit., p. 326. Aunque, apenas siglo y medio más tarde, los carmelitas de nuevo
debieron enfrentarse con otra avenida más destructiva que acabaría para siempre con este ilustre
convento salmantino.
75
BARCO LÓPEZ, M. y GIRÓN, R., Ob. cit., p. 16 y BARCO LÓPEZ, M., Ob. cit., p. 3.
76
ARAUJO, F., Ob. cit., p. 125.
77
“En 1482 hubo otra avenida. Y dos mil doblas de oro costó al Municipio el reparar los daños
causados por la de 1499, que en un poema latino narró el estudiante Antonio Giménez”, en VILLAR
Y MACÍAS, M., Ob. cit., libro I, p. 33.
72
126
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
en los palacios cedidos por el deán, don Álvaro de Paz, en la calle Concejo
de Abajo78.
Fig. 58: El Arrabal padecía frecuentes inundaciones por las avenidas del Tormes
No parece que estas últimas avenidas medievales ocasionaran daños de
consideración en la estructura del puente romano de Salamanca, todo lo contrario que la siguiente y última del siglo XV, que de nuevo derrocó algunos
arcos de la fábrica medieval surgida de la reparación de los destrozos ocasionados por la riada de los Difuntos de 1256, fábrica que será la que más sufra,
con posterioridad, las consecuencias de las embestidas de las avenidas del
Tormes, con una reincidencia de derrocamientos que no se explican si no es
por la falta de una buena y profunda cimentación de sus pilas y por su construcción claramente más deficiente que la de la fábrica romana.
b)
La
riada de
Santa Bárbara
de
1498
La última avenida del río Tormes en el siglo XV fue la denominada
de Santa Bárbara. Aunque Herráez Hernández fue el primero que dedicó su
atención a este acontecimiento79, es, sin duda, Sanz Hermida, quien mejor ha
DORADO, B., Ob. cit., p. 333.
HERRÁEZ HERNÁNDEZ, J. M., Ob. cit., pp. 355-365.
78
79
127
ÁNGEL VACA LORENZO
estudiado este suceso, basándose en fuentes documentales, tanto de archivo
(una real cédula del rey Fernando el Católico) como literarias (la Égloga de las
grandes lluvias de Juan del Enzina y el poema de Antonio Jiménez, De Tormis
inundatione)80, a pesar de que no tuvo en cuenta el extenso documento original, existente en el Archivo Universitario de Salamanca, extractado81 primero
y, luego, íntegramente trascrito y publicado por el autor de este trabajo82, sobre la contienda suscitada entre la clerecía y los miembros del concejo salmantino, acerca del pago de la imposición de una sisa sobre la compraventa del
vino, pescado y carne para obtener recursos con que proceder a la reparación
de los daños causados en el puente por esta riada.
En el tercer día del mes de diciembre de 149883, tras dos meses de lluvias
constantes, acompañadas de nevadas y fuertes vientos84, una tormentosa noche85, paradójicamente previa a la festividad de Santa Bárbara86, el río Tormes
acrecentó hasta tal extremo su caudal que se desbordó impetuosamente por
toda la vega cercana a la ciudad87, originándose así una de las riadas más
importantes de cuantas ha sufrido Salamanca, como con extrema crudeza se
expresa en el poema De Tormis inundatione:
Luego, cuando torció la noche su curso mojado,
Y en la carrera media se deslizan las aureas estrellas,
Cuando a los animales tiene el sueño en la tierra
Y las cuitas alivia y los pechos de pena olvidados,
Cuando los campos callan y la raza de reses y de aves,
Tormes empieza a crecer sin medida por todos los campos
Sale del lecho y rebasa riberas y cauce ordinario.
SANZ HERMIDA, J., Ob. cit.
VACA LORENZO, Á., “Regesta de los documentos medievales de carácter privado existentes en
el Archivo de la Universidad de Salamanca”, en Stvdia Historica. Historia Medieval, 13 (1995), pp.
178-179, doc. 155.
82
ÍDEM, Diplomatario del Archivo de la Universidad de Salamanca. La documentación privada de
época medieval. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 1996, doc. 155.
83
“Lustros trescientos Titán por las casas del éter había /Hecho rodar, menos dos años, tras Cristo
nacido. /Ya era de diciembre rígido tercera luz triste”, versos 7-9 de De Tormis inundatione, en SANZ
HERMIDA, J., Ob. cit., p. 104.
84
“Agua y nieve /y vientos bravos corrutos, /¡reniego de tiempos putos! /¡Ya dos meses a que llueve!”,
dice Rodrigacho en los versos 85-88 de la Égogla de las grandes lluvias, en IBÍDEM, p. 88.
85
“He aquí que el día décimo, memorable por años y años /. . ./Se hace un estruendo, densas nubes
del éter se vierten /. . ./ Después que Febo bajó ya a las ondas de occidente”, versos 58, 61 y 63 de
De Tormis inundatione, en IBÍDEM, p. 105.
86
“Había que celebrar a Bárbara Santa al siguiente /Día”, versos 16-17 , en IBÍDEM, p. 104.
87
Hecho que recoge Juan del Enzina en el siguiente diálogo de los pastores de la referida Égloga de
las grandes lluvisas: “(Rodrigacho) Di tú, que vienes de villa, /¿ovo gran tormenta allá? /(Juan ) Dos
mill vezes más que acá. /Tanto que no sé dehesilla, /de manzilla. /(Antón) ¿Iva el río muy perhundo?
/(Juan) Nunca tal se vio en el mundo. /(Rodrigacho) ¡O, qué huerte maravilla! /(Antón) Por tu salud,
que lo cuentes. /(Juan) Tú contar no me lo mandes. /Con los andiluvios grandes /ni quedan vados ni
puentes, /ya las gentes /reclaman a boz en grito, /andan como los de Egito”, versos 57-71, en IBÍDEM,
pp. 86-87. O el poema De Tormis inundatione, al decir “que el Tormes se hinchara /Tanto, como ¡ay!
Nunca en cien siglos había sucedido”, versos 185 y 186, en IBÍDEM, p. 109.
80
81
128
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
No aguanta el suelo las lluvias del éter caídas,
Ni tan grande humedad, que de fuentes corrientes procede.
Mas, derretida la nieve, en los bosques más altos caída,
Mil arroyos bebe raudos y crece en los montes,
Mil por campos, do nunca los hubo, se forman caudales.
Cuando aurora empezó a disipar las tinieblas nocturnas,
Cuando suelen los hombres romper sus dulcísimos sueños,
Es el río mayor y se acrece con olas de espuma,
De no otro modo que el mar por las playas esparce sus olas
Arrebatado, al juntarse los cuernos de la luna llena.
Los bosques arrasa vecinos y campos, a fondo,
Y la muy lamentada esperanza de muchos colonos.
Todo lo que se le opone trata de llevar por delante,
Descomunal, ni al árbol perdona ni a roca siquiera
Ni a las casas, donde el molar trituraba los trigos.
Sus remolinos devastan las cercas y los verdes huertos.
Templos de los santos arranca en su sima profunda.
Con sus olas gigantescas dos arrabales rodea,
Junto a la muralla construidos; anega las casas.
Pone en fuga a los labriegos que dejan sus techos con miedo,
Y hay madres que tiemblan y niños y niñas medrosos
Y pequeña prole, a sus padres queridos robaba88.
Los momentos más álgidos de esta “tan gran inundación de aguas, cuanta, como pienso, nunca vieron los siglos pasados ni, si se me permite afirmarlo, verán los venideros”89, y las graves consecuencias materiales y humanas,
sobre todo en la Vega y en los dos arrabales extramuros, están recogidos en
la citada pieza poética del valenciano y estudiante de la Universidad de Salamanca Antonio Jiménez, especialmente en los siguientes versos:
Casas sesenta del arrabal la odiosa avenida
Rotas, y otras tantas derribó de las huertas cuidadas
Y otras tantas también rompió en un súbito ataque
Entre la torreada muralla y ribera del río.
Tres monasterios fueron derribados por un mar tan grande
Lleno de espuma, cuyos nombres son muy conocidos:
El de la Madre de Dios alma, de la Vega llamado;
Versos 81-106 y 185-186, en IBÍDEM, pp. 106 y 109.
De tal forma calificaba esta riada del Tormes Antonio Jiménez, quien, además, añadía: “La cual, por
cierto, tan grande ha parecido, que con razón se nos antoja digna ya, en cierta medida, de recordación
y para que los hombres que no vieron este diluvio tan inmenso, como el que Salamanca soportó, lo
conozcan por versos que cuenten la enormidad de este admirable portento, por eso justamente hemos
determinado hacerlo memorable; pues, como dicen, pienso que en ninguna parte afluyó entonces
tan gran avenida, como la que hemos visto con nuestros propios ojos”, en Introducción de De Tormis
inundatione, en IBÍDEM, p. 101.
88
89
129
ÁNGEL VACA LORENZO
El templo, cuya torre se levantó siempre alta
Sin derribar por milagro, por cierto, el de San Esteban,
Morada que con santa piedad habitaban las monjas;
Y al que dan nombre los tres, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Además arrebató lo que los labriegos tenían
En sus casas, mieses y barricas llenas de vino,
Y todos los víveres y las arcas repletas de trajes,
Y las acémilas, perros, gatos y pájaros varios,
Y muchos cerdos; reses y ganados llevóse90.
Además de los inmuebles señalados, la riada de Santa Bárbara también
derrocó la aceña del Arenal, en la parte del Arrabal, cuya propiedad ya entonces había conseguido el cabildo catedralicio, tal como en el proceso de
concesión de la oportuna licencia de restauración dada por los alcaldes y
jueces de los Morales expuso Diego de Medrano, en nonbre de los señores
deán e cabildo, e dixo que por quanto la aceña del Arenal, que es de los dichos
señores, la avía levado el rrío e estaua todo desfecho91; dicho cabildo pronto,
exactamente el 8 de mayo de 1499, inició los trámites para su reparación, lo
que al fin conseguiría, no sin la oposición del concejo salmantino, presentada,
primero, ante los Reyes Católicos92 y, finalmente, dilucidada ante los auditores
de la Real Audiencia de Valladolid93.
Entre las huertas que sufrieron los efectos de esta inundación se encontraba la que el cabildo poseía en la ribera del río Tormes e en lo realengo de
Tejares, que [ha] por linderos: de la una parte, huertas de los dichos señores e,
de la otra parte, huerta de Pero Nieto e, por delante, el camino real e, por la trasera, el dicho río de Tormes, que oy día [27 de febrero de 1501] dellos tenían en
renta por su vida Diego Rodríguez de Santesydro, canónigo de la dicha yglesia,
en la creçiente e traiendo lluvia que, en el ynvierno pasado de año de noventa
e ocho años, quando salió el dicho río de Tormes de madre, avía derrocado y
levado todos los hedifiçios que estavan en la dicha huerta, con toda la çerca
que tenía de madera, que avía reçibido mucho daño94.
Asimismo, es casi seguro que también fue destruida por esta avenida de
Santa Bárbara la casa que Diego de Ciudad, platero, poseía en el Arraual de
Allende de la Puente de la dicha çibdad; de que son linderos: de la vna parte,
casas de Sant Lázaro e, de la otra parte, casa de Juan de Palençia e, de la otra
parte, casa de la Yglesia Mayor, y que el 17 de noviembre de 1494 vendió a
Antón de Urueña, ciego, y a su mujer, Juana García, por 6.000 mrs. y con el car Versos 576-591, en IBÍDEM, pp. 121-122.
En Catálogo Documental 12.
92
En Catálogo Documental 16.
93
El 16 de junio de 1503 está datada la carta ejecutoria de los Reyes Católicos de la sentencia dictada
a favor del cabildo de Salamanca en el pleito que siguió el concejo de la ciudad, quien se oponía a
que aquél cambiara el sitio de la aceña del Arenal a restaurar después de su derrocamiento por la
crecida de Santa Bárbara, en Catálogo Documental 20.
94
En Catálogo Documental 18.
90
91
130
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
go del çenso e tributo que la dicha çibdad tiene en la dicha casa, que son doze
mrs. cada vn año para sienpre jamás95, ya que antes del 12 de abril de 1499 esa
casa se había convertido en vn suelo que nos hemos e tenemos en el Arrabal de
Allende la Puente de la dicha çibdad, segund que lo ovimos de Diego de Çibdad;
que ha por linderos: de la vna parte, casas de la Yglesia mayor e, de la otra parte, casas de los herederos de Pedro Escriuano, y deciden venderlo por sólo mil
maravedís y con la piedra que tiene e con dos maderos e con todo lo otro que le
pertenesçe e con doze mrs. de çenso que en él tiene la çibdad en cada vn año, a
Luis Amarillo96, quien lo había comprado para el sastre Gonzalo García, a quien
traspasó la propiedad y la posesión el 23 de abril de 149997.
Esta devastadora riada del Tormes también afectó al puente romano de
Salamanca, provocando la fractura en su parte meridional, en la parte izquierda, según descripción del citado Antonio Jiménez:
Pronto de sima tamaña el puente largo se llena,
Que en veintiocho por junto grandes arcos se apoya.
Que, no pudiendo acoger por sus bocas el río y sus olas
Ni absorber tantas lluvias dañinas que iban corriendo,
Ni aunque mil fuesen, sobrepasan en la parte izquierda
Las corrientes mezcladas y en vasta vorágine rompen,
Donde el puente en declive siete ojos tiene menores
Que los demás98.
Este derribo parcial de la fábrica del puente romano de Salamanca es
confirmado, además, por otras informaciones documentales:
No habían transcurrido dos meses del derribo del puente por la riada de
Santa Bárbara, cuando los Reyes Católicos, el 28 de enero de 1499 otorgaron
licencia para llevar a cabo un repartimiento de 400.000 mrs. entre los vecinos
de la ciudad y su tierra, previa petición de los regidores y sexmeros de Salamanca, diziendo que las avenidas pasadas fizieron grand daño en esa dicha
çibdad, espeçialmente que derrivaron un arco de la puente desa dicha çibdat e
çiertas calçadas, de que la dicha çibdat rresçibe mucho daño porquel prinçipal
proveymiento que viene a la dicha çibdat es por la dicha puente, e que para el
rreparo della son neçesarios (?) grandes contías de maravedís99.
El 5 de marzo de 1499, Pedro González, joyero y procurador del corregidor Juan Gutiérrez Tello y demás miembros del consistorio salmantino, refirió
en el pleito que a propósito de la financiación de su reparo surgió entre éste
ACSa., caj. 3, leg. 2, nº 57-2º.
IBÍDEM, nº 57-1º.
97
IBÍDEM.
98
En SANZ HERMIDA, J., Ob. cit., p. 114, versos 340-347.
99
En Catálogo Documental 7.
95
96
131
ÁNGEL VACA LORENZO
y la clerecía, que la puente desta dicha çibdad, la qual, con las muchas aguas
deste invierno, se quebró e par­tió por muchos logares100.
Fig. 58: Gran crecida del río Tormes sobre el puente romano de Salamanca
Días más tarde, el 20 del mismo mes y año, otro procurador de la ciudad,
Juan Bravo, indicaba que a cabsa de las grandes avenidas que vinieron por el
río de Tormes este ynvierno, se siguieron grandes daños e pérdidas a esta dicha
cibdad, entre las quales derrocó dos arcos de la puente, e ciertas calçadas, en
una real cédula del rey Fernando el Católico101.
El 11 de octubre de 1499, el concejo de Salamanca exponía a los Reyes
Católicos, ante la reconstrucción de la aceña del Arenal que había iniciado
el cabildo, que por la fazer adonde la faze viene mucho daño al arrabal de
la dicha çibdad e a la puente della porque está muy quebrada e peligrosa,
porque colgará toda el agua al dicho arrabal e echará toda el agua por la
dicha puente102.
En Catálogo Documental 8.
En Catálogo Documental 10.
102
En Catálogo Documental 16.
100
101
132
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
Asimismo, en el alegato pronunciado por Sempronio, en el tercer acto
de La Celestina103, cuya primera edición apareció en Burgos en 1499, sobre
el desgaste que el paso del tiempo produce hasta en los acontecimientos que
más nos impresionan, “hay motivos para pensar que, dentro de esta espléndida prosa, el puente en que pensaba Fernando de Rojas (quien como estudiante de Derecho vivió en Salamanca entre 1494 y 1502) era precisamente el
romano de esta ciudad, cuya ruina parcial acababa de presenciar”, en opinión
de Jiménez, Menéndez y Prieto104, así como de Arenas105.
Por su parte, Antonio Jiménez, al año siguiente, minimizaba esos daños
del puente, al expresar que la riada:
Quebró la puente, de la que partió con su empuje tan solo
Un arco y le dañó únicamente en aquella parte
Que se sabe muy bien que no hizo Alcides el fuerte,
Más poderoso que el cual jamás otro alguno ha existido106.
Y, finalmente, en el pleito mantenido entre el concejo y el cabildo salmantino a propósito de la reconstrucción de la aceña del Arenal, que dilucidaron ante la Real Audiencia de Valladolid y cuya real carta ejecutoria tiene
fecha de 16 de junio de 1503, una de las razones del procurador del concejo
para oponerse a dicha reconstrucción era porque, sy la dicha açeña se hiziese,
haría el agua tan grand curso que commo el agua yva hazia la çibdad por la
puente e arcos altos, commo la media puente questava hazia el Arraval estava
más flaca e de arcos viejos, en tienpo de avenidas, aviendo curso el agua, derrocaría la media puente, segund que avía derrocado çierta parte della el año
pasado, e aún llevaría todo el Arraval107.
Difícil determinar, con estas disonantes referencias documentales, la
ruptura real producida en la fábrica del puente romano de Salamanca por
la avenida de Santa Bárbara de 1498. A priori, ante la existencia de fuentes
discrepantes, parece evidente que hay que dar preferencia en su grado
de credibilidad testimonial a las documentales o documentos de archivo
por su propia naturaleza de fuentes preterintencionales, que les confiere
“El mal é el bien, la prosperidad é adversidad, la gloria é pena, todo pierde con el tiempo la
fuerça de su acelerado principio. Pues los casos de admiración é venidos con gran deseo, tan presto
como passados, oluidados. Cada día vemos novedades é las oímos é las passamos e dexamos atrás.
Disminúyelas el tiempo, házelas contingibles. ¿Qué tanto te marauillarías, si dixesen: la tierra tembló ó
otra semejante cosa, que no oluidases luego? Assí como: elado está el río, el ciego vee ya, muerto es
tu padre, vn rayo cayó, ganada es Granada, el Rey entra oy, el turco es vencido, eclipse ay mañana,
la puente es lleuada, aquél es ya obispo, á Pedro robaron, Ynés se ahorcó. ¿Qué me dirás, sino que á
tres días passados ó a la segunda vista, no ay quien dello se marauille? Todo es assí, todo passa desta
manera, todo se oluida, todo queda atrás”, en ROJAS, F. de, La Celestina. Tragicomedia de Calisto y
Melibea. Madrid: Espasa-Calpe, 1968, vol. I, pp. 129-132.
104
JIMÉNEZ, M. C., MENÉNDEZ, L. R. y PRIETO, M., Ob. cit., p. 200.
105
ARENAS, J. J., Caminos en el aire. Los puentes, vol. 1, pp. 171.
106
En SANZ HERMIDA, J., Ob. cit., versos 596-599, p. 122.
107
En Catálogo Documental 20.
103
133
ÁNGEL VACA LORENZO
una certeza mayor que la que ofrecen las informaciones brindadas por textos
literarios e, incluso, por fuentes narrativas, porque no tienen intención de presentar una particular reconstrucción e interpretación de los sucesos a los contemporáneos ni a la posteridad. Mayor resulta el grado de indecisión cuando
la coincidencia no es total entre dos fuentes de la misma naturaleza tipológica.
¿Qué información es la verídica: la que afirma que las aguas sólo derrivaron
un arco de la puente desa dicha çibdat e çiertas calçadas, o la que señala que
a lo sumo la avenida derrocó dos arcos de la puente e ciertas calçadas, o la
que dice que avía derrocado çierta parte della, o, en fin, la que asegura que
el puente se quebró e partió por muchos logares? Arriesgada disyuntiva. Posiblemente el puente sólo sufrió el derrocamiento de uno o dos arcos, aunque,
por informaciones posteriores, bien pudo ser de mayor entidad su rotura; en
concreto, el 25 de marzo de 1507 la reina doña Juana mandó al vizconde Alonso Vivero, corregidor de Salamanca, se informara de la necesidad de reparar
el puente de dicha ciudad y del dinero necesario, ante la petición hecha por
el concejo salmantino de que agora á seys o syete años, en los tienpos de las
avenidas e aguaduchos, el río de Tormes llevó un pedaço de la puente prinçipal
desa dicha çibdad, para cuyo reparo los Reyes Católicos les dieron licencia
para hacer repartimiento, pero que parte de dicho dinero (42.000 mrs.) se
había gastado en pagar al cabildo de la catedral la ejecución de una sentencia
a que les había condenado la Chancillería de Valladolid sobre los frutos de
ciertas tiendas, por lo que pedían nuevamente licencia para repartir el dinero
necesario para efectuar el reparo del puente romano108.
A la espera de que el feliz hallazgo de alguna otra fuente pueda permitir
precisar con mayor exactitud el alcance real de la ruptura ocasionada por la
riada de Santa Bárbara al puente romano de Salamanca, hay que destacar, no
obstante, lo que parece de más evidente certeza: que la parte del puente que
cedió fue la más alejada de la ciudad y más próxima al Arrabal, es decir, la
reconstruida después de la riada de los Difuntos de 1256, y que su ruptura fue
limitada. Informaciones ofrecidas por Antonio Jiménez en varios pasajes de su
De Tormis inundatione: las aguas de la riada rebasaron la parte meridional del
puente, al contar con siete ojos de inferior tamaño y carecer, por consiguiente,
de la necesaria capacidad de desagüe109, y algunos frailes de la ciudad, intentando ayudar a treinta hombres que se habían subido a los tejados de las casas
del Arrabal, no pudieron pasar más allá de la mitad del puente110. Informaciones, por otra parte, coincidentes con la referida por el procurador de la ciudad
en el pleito que mantuvo contra el cabildo a propósito de la reparación de la
aceña del Arenal, contenida en la real carta ejecutoria de los Reyes Católicos
de 1503, sobre su temor de que, commo la media puente questava hazia el
En Catálogo Documental 21. Agradezco las referencias que de éste y otros documentos del Registro
General del Sello del Archivo de Simancas me proporcionó Manuel Santos Burgaleta.
109
SANZ HERMIDA, J., Ob. cit., versos 340-347, p. 114 y versos 596-599, p. 122.
110
“Mientras algunos frailes al medio del puente procuran /Llegar (pues más adelante seguir ya no
pueden)”, versos 418-419, en IBÍDEM, p. 116.
108
134
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
Arraval estava más flaca e de arcos viejos, en tienpo de avenidas, aviendo curso el agua, derrocaría la media puente, segund que avía derrocado çierta parte
della el año pasado, e aún llevaría todo el Arraval111.
En definitiva, la avenida de Santa Bárbara de 1498 derribó al menos uno
o dos de los arcos de la parte meridional del puente, aquélla que ya había
sido reparada después de la riada de los Difuntos de 1256. Y parece ser que
el arco o los arcos derrocados fueron los centrales, no los más próximos a la
orilla, pues son los centrales los que siempre soportan la mayor acometida de
las aguas desbocadas.
En Catálogo Documental 20.
111
135
Ejecución y financiación
de las reparaciones del puente romano
de Salamanca en la Edad Media
E
n la alta Edad Media, al tiempo que se produjo la fragmentación y parcelación de la soberanía política, se diluyó el derecho romano y con él el
concepto de obra pública1. En su lugar adquirió un gran desarrollo el derecho
consuetudinario germánico, unido a prácticas de un derecho hispánico prerromano o de tradiciones locales y a reglas del derecho romano vulgar. Y muchos
de los bienes considerados públicos e inalienables en la etapa romana, como
los puentes, se privatizaron y patrimonializaron, al integrarse y formar parte
de los dominios de los señores, tanto laicos como instituciones eclesiásticas,
eludiendo la intervención del poder público. Fueron ellos los que se hicieron
cargo de los costes de construcción y conservación, a cambio de beneficiarse
de la recaudación de las exacciones, tasas y demás derechos de paso (peajes
y pontazgos). Pero, a partir de la plena y sobre todo de la baja Edad Media,
comenzó a producirse, como bien señala Carlos Calderón, “una activa tarea
constructiva que tiene un inicio de esplendor bajo el reinado de Alfonso el
Sabio y que responde a evidentes necesidades de orden social y económico”2,
una actividad constructora, continúa señalando dicho autor, “que persiste a
lo largo del siglo XIV y, en especial, en su segunda mitad. Ello se debe a la
intensificación de los intercambios comerciales que irá en aumento sobre todo
luego de 1348 y que culminarán a fines del siglo siguiente”3. Fue entonces
cuando los poderes emergentes, concejos y monarquías corporativas4, toma “Prácticamente, durante toda la Edad Media hasta la llegada de los Reyes Católicos, el concepto de
‘obra pública’ deja de tener significado”, según MERINO, Mª del M., “Puentes Medievales. Castillos en
el agua”, en Revista MOPU, 347 (1987), p. 54.
2
CALDERÓN, C., Ob. cit., p. 56.
3
IBÍDEM, p. 57.
4
“Los monarcas en general, apoyaron estas actividades aunque en ciertos momentos vieron limitadas
sus posibilidades por falta de poder político o por falta de recursos. De cualquier manera, los verdaderos realizadores, los que más se destacaron en el quehacer fueron los concejos, pues, ¿quién mejor
que ellos estaban compenetrados de las necesidades de sus vecinos y términos; además contaban con
la infraestructura necesaria como para realizarlos”, IBÍDEM, p. 67.
1
137
ÁNGEL VACA LORENZO
ron de forma cada vez más activa y progresiva el control sobre estas obras,
al considerarlas infraestructuras imprescindibles, en principio por motivos de
índole religiosa (camino de Santiago) y posteriormente por el desarrollo económico en general y del tráfico de hombres, animales y mercancías, en
particular. Este control incluía no sólo la construcción sino también la conservación de estas obras; ahora bien, como la construcción de una infraestructura
de este tipo, como un puente de piedra, comportaba un coste tan elevado
que, muchas veces, escapaba a las posibilidades de una persona, institución
laica o religiosa o, incluso, del propio monarca, en la mayoría de los casos,
obligaba a construcciones frágiles y endebles de madera, que eran fácilmente derribadas con las grandes avenidas, y, sobre todo, a “que la política de
monarcas e instituciones fuera principalmente encaminada al mantenimiento
y consolidación de las obras ya existentes, proveyendo lo necesario para su
reconstrucción en caso de algún desastre y antes de que se deteriorase más,
y desde luego teniendo siempre presente la necesidad de conservar y mantener las construcciones de que disponían”5. Esta política de construcción y,
sobre todo, de mantenimiento de las obras públicas tuvo lugar al compás del
desarrollo de los nuevos fundamentos doctrinales de la autoridad política que
conllevó la recepción y renacimiento del derecho romano.
En efecto, si bien es cierto que en los albores de la Edad Media la influencia del derecho romano nunca dejó de sentirse a pie de tierra, no fue hasta el
siglo XI cuando su conocimiento y afianzamiento se intensificó, sobre todo,
con la labor de estudio y divulgación del Digesto que, impulsada desde la Universidad de Bolonia, se extendió con posterioridad a todo el continente europeo hasta fructificar en el siglo XIII y, por lo que respecta al ámbito concreto
de Castilla, en la publicación de la gran obra jurídica de Las Siete Partidas del
rey Alfonso X el Sabio6, cuyo contenido, junto con el del Ordenamiento de
Alcalá de 1348 del rey Alfonso XI, constituyeron el Derecho que va a estar vigente en España hasta finales del siglo XIX7, si bien de forma supletoria al Fuero Real y a los fueros municipales, pues en el capítulo LXIIIJ, título XXVIII, ley
1 del Ordenamiento de Alcalá, el rey Alfonso XI, al establecer el orden general
de prelación de fuentes, sancionó en primer lugar la aplicación del propio
Ordenamiento de Alcalá, y en su defecto de los fueros municipales, dejando
la posibilidad de que el monarca los mejorase o enmendase y siempre que
no fueran contra Dios, la razón y las leyes, y en tercer lugar, si las leyes y los
DÍAZ MARTÍN, L. V., Ob. cit., p. 58.
Las Siete Partidas constituyen “el código más importante de la historia del derecho español, y
representan el apogeo de la recepción en Castilla del derecho común. Su ambición temática, solidez
científica, desarrollo técnico y pulcritud de prosa, convierten a esos siete libros en un verdadero modelo
de obra jurídica”, en opinión del profesor ESCUDERO, J. A., Curso de Historia del Derecho. Fuentes e
Instituciones Político-administrativas. Madrid: 1995, 2ª ed., p. 448.
7
“Lo dispuesto en Alcalá tuvo enorme transcendencia”, entre otras razones, “por su dilatadísima
vigencia, habida cuenta que el orden fijado en esa ley, recogida luego por las recopilaciones de la
Edad Moderna, se mantuvo vigente hasta la promulgación del Código Civil en las postrimerías del
siglo XIX”, en IBÍDEM, p. 453.
5
6
138
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
fueros no contasen con la norma adecuada se recurriría a las Partidas8. Ahora
bien, este tercer lugar en el orden de prelación no suponía su marginación
real, al contrario, además del prestigio y de la autoritas que tuvieron las Partidas, ni el Ordenamiento de Alcalá ni cualquier fuero municipal fueron textos
tan amplios, ni previsores del rigor técnico de ellas, por lo que no es difícil
predecir la vigencia efectiva de las mismas, máxime cuando en los tribunales
concurrían juristas formados en el mismo derecho que ellas contenían.
Este hecho supuso un importante hito en la conformación del concepto
de obra pública, ya que, aunque ni en las Partidas ni en los demás textos
jurídicos medievales se encuentra una definición explícita de lo que debiera
entenderse por tal, no obstante, de algunos bienes se declara su titularidad comunal, de cuyo uso podían disfrutar todos los hombres sin excepción alguna,
como el caso de los ríos, puertos y caminos públicos, que pertenecen a todos
los omes comunalmente, en tal manera que tambien pueden vsar dellos los
que son de otra tierra estraña, como los que moran, e biuen en aquella tierra,
do son9, o bien sólo los moradores de la villa o ciudad en que aquellos se
localizaban, como el caso de las fuentes, plazas, arenales, ejidos, montes y dehesas10. Bienes inmuebles comunales estos últimos que no han de confundirse
con los “bienes de propios” de las villas y ciudades, pues, aunque fueran de
todos sus moradores, no eran de uso colectivo y aprovechamiento comunal y
se caracterizaban por ser susceptibles de proporcionar renta al concejo11, que
por ende queriendo poner rremedio conuenible aesto, establesçemos e mandamos quelos dichos
fueros sean guardados en aquellas cosas que se vsaron, saluo en aquello que nos fallaremos que deue
meiorar e enmendar e enlo que son contra Dios e contra rrazon ocontra las leyes que en este nuestro
libro se contienen. Et los pleitos e contiendas que se non podieren librar por las leyes deste libro e por
los dichos fueros, mandamos que se libren por las leyes contenidas enlos libros delas siete Partidas que
el Rey don Alfonso nuestro visauuelo mandó ordenar, en REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA (ed.),
Cortes de los antiguos reinos de León y Castilla. Madrid: 1861, tom. I, p. 544 (en adelante, Cortes de
Alcalá de 1348 –o las que correspondan–).
9
PARTIDAS, Las Siete Partidas del Sabio Rey don Alonso el nono, nueuamente glosadas por el Licenciado Gregorio Lopez del Consejo Real de Indias de su Magestad. Salamanca: Andrea de Portonaris,
1555, Partida III, Título XXVIII, Ley VI, vol. 2, p. 156.
10
Apartadamente son del comun de cada vna cibdad o villa, las fuentes e las plaças o fazen las
ferias e los mercados e los lugares o se ayuntan a concejo e los arenales que son en las riberas de los
rios, e los otros exidos e las carreras o corren los cauallos: e los montes e las dehesas, e todos los otros
lugares semejantes destos que son establecidos e otorgados para pro comunal de cada cibdad o villa o
castillo o otro lugar. Ca todo ome que fuere y morador puede vsar de todas estas cosas sobredichas e
son comunales a todos tambien a los pobres como a los ricos. Mas los que fuessen moradores en otro
lugar non pueden vsar dellas contra voluntad o defendimiento de los que morassen y, IBÍDEM, Partida
III, Título XXVIII, Ley IX, vol. 2, pp. 156v.-157.
11
Si bien, el término tiene una acepción más amplia, pues también “con la palabra propios se aludirá al conjunto de pertenencias concejiles, ya sean muebles o inmuebles, sobre las que el concejo
detenta un derecho pleno, es decir, son de su exclusiva propiedad. Por lo tanto, en dicha acepción,
propios designa un todo patrimonial en el que se engloban tanto las rentas que al concejo proporcionan ciertos derechos impositivos a él pertenecientes o expresamente cedidos, como sus heredades
rústicas, urbanas, etc.”, según BERMÚDEZ AZNAR, A., “Bienes concejiles de propios en la Castilla
bajomedieval”, en Actas del III Symposium Historia de la Administración. Madrid: Instituto de Estudios
Administrativos, 1974, p. 836.
8
139
ÁNGEL VACA LORENZO
debía ser destinada a cubrir el coste de bienes de aprovechamiento común,
como en lauor de los muros, e de las puentes, o de las fortalezas, o en tenencia
de los castillos o en pagar los aportellados o en las otras cosas semejantes destas
que perteneciessen al pro comunal de toda la cibdad o villa12.
En el caso concreto de los puentes, no sólo las Partidas, sino también los
fueros locales los catalogan como bienes de aprovechamiento comunal, aunque presentan, según han señalado Martínez Gijón, García Ulecia y Clavero
Salvador, unos perfiles de dominio público, en el sentido moderno de la calificación, pues parece lógico que los beneficiarios de tal medio de tránsito no
fueran exclusivamente los vecinos de los lugares en que aquellos se hallaban;
ahora bien, “dado que los fueros hablan del puente como una obra pública de
la villa, a cuyo mantenimiento se aplican determinados ingresos del concejo, y
teniendo en cuenta el carácter eminentemente localista del Derecho medieval,
hay que suponer que la utilización del puente por alguien fuera de la villa y
del término sería un hecho permitido tácitamente por el concejo, y no un derecho de todas las personas”13. En definitiva, la naturaleza jurídica del puente,
concluyen dichos autores, viene determinada por el carácter de servicio que
presta a la colectividad; se trata de un servicio a disposición de la población;
y ese carácter comunal queda claramente en evidencia cuando en su mantenimiento se invierten ingresos de procedencia pública14.
La atribución de la competencia de las labores sobre estos bienes de titularidad comunal, y en concreto el mantenimiento y reparación de puentes,
recaía sobre el rey, como claramente se desprende del tenor de la Partida III,
Título XXXII, Ley XX, al disponer que Apostura, e nobleza del Reyno es mantener los castillos e los muros de las villas, e las otras fortalezas, e las calçadas,
e las puentes e los caños de las villas de manera que non se derriben, nin se
desfagan, e comoquier que el pro desto pertenezca a todos, pero señaladamente
la guarda e la femencia destas lauores, pertenesce al Rey. E por ende deue y
poner omes señalados, e entendidos en estas cosas, e acuciosos que fagan lealmente el reparamiento que fuere menester, a las cosas que de suso diximos15.
Y en la misma línea, confirma esta conclusión la Partida II, Título XI, Ley I,
cuando al explicar cómo han de amar los reyes a sus tierras, entre otras cosas,
se indica: Tenudo es el rey non tan solamente de amar, e honrrar e guardar a
su pueblo…, mas aun a la tierra misma, de que es Señor. Ca pues que el e su
Campos, e viñas, e huertas, e oliuares e otras heredades e ganados e sieruos e otras cosas semejantes
que dan fruto de si o renta, pueden auer las cibdadeso villas e comoquier que sean comunalmente
de todos los moradores, de la cibdad o de la villa cuyos fueren, con todo esso no puede cada vno por
si apartadamente vsar de tales cosas como estas: mas los frutos elas rentas que salieren dellas: deuen
ser metidas en pro comunal de toda la cibdad, o villa, cuyas fueren las cosas onde salen assi como en
lauor…, en PARTIDAS, Ob. cit., Partida III, Título XXVIII, Ley X, vol. 2, pp. 157-157v.
13
MARTÍNEZ GIJÓN, J., GARCÍA ULECIA, A. y CLAVERO SALVADOR, B., “Bienes urbanos de aprovechamiento comunal en los derechos locales de Castilla y León”, en Actas del III Symposium. Historia
de la Administración. Madrid: Instituto de Estudios Administrativos, 1974, pp. 220-221.
14
IBÍDEM, p. 221.
15
PARTIDAS, Ob. cit., Partida III, Título XXXII, Ley XX, vol. 2, pp. 185-185v.
12
140
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
gente, biuen de las cosas, que en ella son …Otrosi deuen mandar labrar las
puentes, e las calçadas, e allanar los passos, por que los omes puedan andar,
e lleuar sus bestias, e sus cosas, desembargadamente, de vn lugar a otro, de
manera que las non pierdan en los passajes delos rios, ni en los otros lugares
peligrosos, por do fueren16.
Así pues, en los reinos de Castilla y León el rey, en tanto que su cabeza,
asumía la guarda e la femencia (‘fomento’) de las labores de mantenimiento
y de reparación a realizar sobre ciertos bienes de pertenencia comunal o públicos, entre ellos las de los puentes. Pero, en un espacio político fraccionado,
propio de un sistema feudal, los poderes locales, tanto señoriales como concejiles, también asumían su parte de responsabilidad. Se trataba, pues, de una
responsabilidad real en alto grado compartida con los concejos, ya que sus
moradores, debido al restringido ámbito de circulación de personas y bienes,
eran los que más se aprovechaban de su uso y disfrute (comoquier que el pro
desto pertenezca a todos); y de ello se derivó la determinación de quién había
de asumir los costes de las obras de conservación y reparación de tales bienes.
Y, en este sentido, lo que parece claro por la evidencia de los hechos es que
el mantenimiento y reparación de los puentes y de los otros bienes públicos
fue a recaer, en un primer momento, sobre los vecinos de la localidad en que
se hallaban ubicados, pues eran los que en mayor medida se beneficiaban de
ellos, para más tarde ampliarse a los de las localidades cercanas. Circunstancia
de la que dan constancia los fueros locales, en los que se manifiesta la constante preocupación de los concejos por mantener en buen estado la obras
públicas de uso y aprovechamiento común, como las murallas y castillos, los
caminos y los puentes, las fuentes y los pozos, recurriendo para ello a múltiples y diversos expedientes de financiación, como la prestación de trabajos
personales, expropiaciones forzosas, impuestos específicos como el fonsado
y la castillería, rentas de los bienes de propios, cotos, multas y caloñas de las
acciones delictivas, legados testamentarios, mañería, mortuorio, etc. De todas
formas, el rey siempre detentó un control de vigilancia sobre las obras públicas en general y sobre los puentes en particular que se fue incrementando en
la baja Edad Media hasta llegar a exigir su ineludible y expresa autorización,
a través de un organismo consultor, el Consejo Real de Castilla, no sólo para
cualquier modificación o reparación de dicha obra, sino también para la aplicación del correspondiente expediente de financiación, generalmente la afectación de impuestos (repartimientos) o de tasas especiales (sisas).
A todos estos bienes, sin duda por influencia romana, se les dotó del
mismo régimen de las res extra commercium y se predicó, pues, su carácter
inalienable17. Y, si bien su disfrute y aprovechamiento era libre y gratuito,
IBÍDEM, Partida II, Título XI, Ley I, vol. 1, p. 31v.
Tal como explícitamente se refiere en IBÍDEM, Partida V, Título V, Ley XV, vol. 3, p. 18v.: Ome
libre, e la cosa sagrada, o religiosa, o santa, o lugar publico: asi como las plaças, e las carreras, e los
exidos, e los rios: e las fuentes que son del Rey, o del comun de algun concejo, non se puede vender,
nin enajenar.
16
17
141
ÁNGEL VACA LORENZO
para algunos ya se previó la posibilidad de imponer un pago por su uso,
cuando se preconiza que el poderio que el emperador ha, es en dos maneras.
La vna, de derecho. E la otra de fecho. e aquel que ha segund derecho es este,
que puede fazer, ley e fuero nueuo, e mudar el antiguo, si entendiere, que es
pro comunal, de su gente…E otrosi, ha poderio de poner portadgos, e otorgar
ferias, nueuamente en los lugares que entendiere, que lo deue fazer, e non
otro ome ninguno18. Los más conocidos eran los peajes, pontazgos, portazgos,
montazgos y barcajes, según gravasen el paso de caminos, puentes, puertas
de las ciudades, montes o ríos. Pero el cobro de estos derechos por el uso de
bienes públicos era una regalía y sus ingresos, en principio, no se destinaron a
resarcir el coste de la construcción o conservación de los bienes por cuyo uso
se exigían, sino que se concibieron como auténticos derechos de paso que
recaían ya sobre las personas ya sobre las mercancías, en cuantías variables;
más bien estaban destinadas al sostenimiento de la casa real, al estipularse que
las rentas de los puertos e de los portadgos que dan los mercadores por razon
delas cosas que sacan, o meten en la tierra, e las rentas delas salinas o delas
pesqueras e delas ferrerias e delos otros metales e los pechos e los tributos que
dan los omes son delos Emperadores e delos Reyes. e fueron les otorgadas todas
estas cosas porque ouiessen con que se mantouiessen onrradamente en sus
despensas, e con que pudiessen amparar sus tierras, e sus reynados, e guerrear
contra los enemigos dela fe, e por que pudiessen escusar sus pueblos de echar
les muchos pechos o de fazelles otros agrauiamientos19; aunque, en muchas
ocasiones estas rentas fueron objeto de enajenación, total o parcial, a personas
privadas y, más frecuentemente, a instituciones eclesiásticas.
1. LA FINANCIACIÓN: RENTAS DE BIENES DE PROPIOS, LEGADOS
TESTAMENTARIOS, DERRAMAS ESPECIALES Y SISAS SOBRE EL VINO,
CARNE Y PESCADO
A pesar de que en los primeros siglos de la Edad Media muchos puentes
se convirtieron en bienes particulares, propiedad de personas jurídicas privadas, el romano de Salamanca ni fue privatizado ni entró a formar parte del
patrimonio ni bajo el poder de ningún señor laico ni de institución religiosa.
Sin duda, el hecho de tratarse de un territorio fronterizo, así como la forma de
producirse la colonización campesina, espontánea y sin participación alguna
de la nobleza ni de institución monástica, y, sobre todo, la repoblación oficial,
bajo el modelo concejil, dotaron al órgano rector de la ciudad, el concejo,
de la preeminencia suficiente como para adquirir un estrecho control sobre
todo el territorio circundante a él asignado, el alfoz, y sobre los bienes en él
18
19
IBÍDEM, Partida II, Título I, Ley II, vol. 1, pp. 3-3v.
IBÍDEM, Partida III, Título CCVIII, Ley XI, vol. 2, p. 157v.
142
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
ubicados20. El puente, como bien de utilidad común, enseguida quedó bajo su
competencia directa, pues su conservación y mantenimiento no sólo interesaba a todos los vecinos de la villa, sino, en particular, a la elite de caballeros
villanos, pronto monopolizadora de las magistraturas concejiles, por su especial interés en el desarrollo de la ganadería trashumante, soporte fundamental,
junto a la actividad bélica a caballo, de su poder económico, al constituir el
puente romano de Salamanca lugar obligado de paso de una de las rutas más
importantes de la trashumancia, la cañada leonesa, que recorría el ganado
lanar en sus dos anuales desplazamientos desde las tierras altas de la Meseta,
agostaderos, hasta los pastos suaves del Mediodía, invernaderos, y viceversa.
De todas formas, en toda Castilla y León “no se vislumbra en los fueros ninguna tendencia a patrimonializar estos bienes ni estos servicios en manos de
particulares. Son bienes que existen con anterioridad a la promulgación del
fuero, y las normas de éste vienen a sancionar y a regular el uso comunal de
estos bienes y la imprescriptibilidad de tal destino”21.
Sin embargo, el mantenimiento del puente en permanente buen estado
de tránsito exigía al concejo salmantino gravosas cargas económicas, difíciles
de proveer con los ingresos ordinarios, sobre todo cuando tenía que aderezar
los desperfectos ocasionados por riadas extraordinarias, como la de los Difuntos de 1256 o la de Santa Bárbara de 1498. El entretenimiento de las obras
públicas y, en especial, de murallas y puentes, las obras de mayor entidad de
las ciudades, se convirtió en la carga más onerosa de los concejos urbanos,
“puesto que, desde el siglo XIII, los gastos de las mismas fueron incrementándose de tal forma que comenzaron a ser superiores a los ingresos”22.
En general, el concejo salmantino, como los demás concejos de Castilla
y León, contaba con las rentas procedentes de los bienes de propios de la
ciudad (campos, e viñas, e huertas, e oliuares e otras heredades e ganados e
sieruos e otras cosas semejantes que dan fruto de si o renta), cuyo destino,
como ya se ha señalado, quedaba definido por la Partida III, Título XXVIII,
Ley X: deuen ser metidas en pro comunal de toda la cibdad, o villa, cuyas
fueren las cosas onde salen assi como en lauor de los muros, e delas puentes,
o delas fortalezas, o entenencia de los castillos o en pagar los aportellados o en
las otras cosas semejantes destas que pertenesciessen al pro comunal de toda
Sobre la colonización y repoblación del territorio extremadurano en general y del salmantino en
particular véase MÍNGUEZ FERNÁNDEZ, J. M.ª, Las sociedades feudales, 1. Antecedentes, formación y
expansión (siglos VI al XIII), vol. II de Historia. Madrid: Nerea, 1994, pp. 231-245 y “La repoblación de
los territorios salmantinos”, en Historia de Salamanca. II. Edad Media. Salamanca: Centro de Estudios
Salmantinos, 1997, pp. 13-74.
21
MARTÍNEZ GIJÓN, J., GARCÍA ULECIA, A. y CLAVERO SALVADOR, B., Ob. cit., p. 221.
22
GONZÁLEZ GALLEGO, I., “Las murallas y los puentes de León en el siglo XIV. (Un “modelo” de
financiación de obras públicas)”, en León y su historia. Miscelánea histórica. IV. León: Centro de Estudios e Investigación “San Isidoro”, 1977, p. 369. Según este autor, no será hasta finales del siglo XV
y principios del XVI cuando los concejos se preocuparon de nuevos tipos de obras públicas, como
de la reparación de calzadas o del empedrado de calles.
20
143
ÁNGEL VACA LORENZO
la cibdad o villa23. En tal sentido, los reyes se preocuparon por mantener estas rentas en manos de los concejos, prohibiendo además que pudiesen ser
arrendadas a personas ajenas al concejo. Pero estos recursos resultaron, en
general, muy inferiores en comparación al coste de las obras a desarrollar para
el mantenimiento de los puentes24.
Por ello, algunos concejos tenían regulado en sus fueros que las caloñas,
multas y sanciones punitivas a los infractores de algún precepto municipal,
fuesen destinadas al entretenimiento de sus puentes. Así sucedía, por ejemplo,
en el cercano concejo de Ledesma, donde estaba prohibido que el andador
o el sayón repartieran dinero para conseguir el cargo y, en caso de incumplimiento, además de caer en perjurio, la cantidad entregada se aplicaba a las
obras de la muralla y del puente25. A esta finalidad de la conservación del
puente destinaba este mismo concejo el importe de la multa en que incurría
la viuda que contraía matrimonio antes de cumplido el año del fallecimiento
del marido26, mientras que en Salamanca el destino de esta multa, en idéntica
cuantía, sólo se aplicaba a la conservación de la muralla27. En ciertas ocasiones, las ordenanzas municipales de esta ciudad mandaban asignar las sanciones punitivas de los infractores “para las obras públicas de la dicha çiudad”;
así sucedía en las ordenanzas séptima (de 21 octubre 1534, que trata de “que
los fieles executen estas hordenanças”) y novena (de 11 febrero 1535, que
regula “para que ningún veçino benda ni sea corredor; que conforma la ordenanza nueve”) del título quinto del libro cuarto de las ordenanzas de Salamanca, así como en la ordenanza décimo segunda (de 12 julio 1500, que sanciona
“que en qualquier tiempo que se allare que los taverneros de los arravales an
metido bino o lo an rresçivido en sus casas, cayan en pena de dos myll maravedís”) del título sexto del libro cuarto de dichas ordenanzas28.
En otras ocasiones, el puente, como singular objeto de devoción popular
y edificio benefactor del conjunto de la sociedad, era destinatario de legados
testamentarios, incluso en días feriados, tal como se recoge en el fuero de
Salamanca:
PARTIDAS, Ob. cit., Partida III, Título XXVIII, Ley X, vol. 2, pp. 157-157v.
CALDERÓN, C., Ob. cit., p. 75.
25
Andadores que pidieren quesos o algun pedido, pechen I moraui; e quienllo dier, peche I moraui;
e andadores non den moraui por andaduria, nen el sayon. E se iurados nonllo uedaren, cayalles en
periuro. E si conceyo sobier uerdat que andadores o sayon moraui dier alguno por andadurja, cayales en periuro; e quanto dieren, en prol de muro e dela puente, en CASTRO, F. y ONÍS, F. de (eds.),
Fueros leoneses de Zamora, Salamanca, Ledesma y Alba de Tormes. Madrid: 1916, p, 244, art. 157 (en
adelante, Fuero de Ledesma).
26
Toda mugier que ante del anno presier marido, peche II morauis, e metanllos enlauor dela puente,
IBÍDEM, p. 241, art. 139.
27
La vilda que ante de anno presier marido peche II moravedís e métanlos en la voz del muro, en
Fuero de Salamanca, p. 96, art. 227.
28
En MARTÍN J. L., Ordenanzas de Salamanca, pp. 93, 95 y 115, respectivamente.
23
24
144
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
Todo omne que aver quesier dar en eglesia o en puente o en muro
non aya ferias ningunas quien lo ovier a dar; e quien dixier: “esta aver aquí
lo quiero dar”, los alcaldes e las iusticias fagan dar lo que sacar29.
Donación piadosa y caritativa al puente que se consideraba del mismo
grado que la donación a la iglesia y a la reparación de las murallas, lo que ilustra sobre la consideración que el mantenimiento de esta obra pública merecía
a los salmantinos del siglo XIII y que, sin duda, deriva del carácter pío y sacral
que desde época romana se atribuía a este tipo de edificaciones, como explícitamente indica Alfonso X en la Partida I, Título VI, Ley LIIII: son obras buenas,
e de piedad. Y, aunque parece ser que esta clase de legados testamentarios en
favor de los puentes, como ha constatado J. Mesqui30 y C. Calderón31, fueron
muy frecuentes en el sur de Francia y Galicia durante toda la Edad Media, sin
embargo no se ha documentado hasta ahora ningún testamento concreto con
mandas en favor del puente de Salamanca.
Al margen de esta vía espontánea de los legados testamentarios, los puentes, al menos algunos de la provincia de Huesca, según señala Iranzo Muñío,
fueron destinatarios de otras donaciones que, asimismo, revisten un carácter
piadoso. Por lo general eran las instancias de poder quienes concitaron este
género de aportaciones, como el nombramiento de limosneros, normalmente
una pareja de frailes que tenían por misión salir a recorrer los alrededores y
pedir limosna por los caminos para la construcción o reparo de puentes, la
concesión de indulgencias a los que aportaran ayuda económica o la entrega
de una parte de diezmos y oblaciones por los párrocos de las iglesias32. Acciones que no se tienen documentadas para el puente de Salamanca, como
tampoco el recurso a prestaciones de trabajos personales que sí pudieron
darse en la construcción de la primera ampliación de la muralla de la ciudad
en 1147, cuando el fuero salmantino expresa lo siguiente:
Esta salude vieron los alcalles que eran en Salamanca quando el
emperador fue a Almería: que fagan el muro et quando fuer fecho el muro
Fuero de Salamanca, p. 97, art. 234. Parecida norma existe en el Fuero de Ledesma, p. 242, art.
144: Todo omme que quesier dar auer a yglisias o enpuente o en muro, e se reboluier quesier con elle,
allcalldes fagan gelo dar olo mandar.
30
“Il est bien sûr difficile de faire une statistique; mais il suffit de constater que, sur 123 testaments
écrits entre 1305 et 1316 dans le Forez, 24 comportent des dispositions testamentaires en faveur de
ponts, soit près de 20%; c’est dire la popularité de cette coutume”, en MESQUI, J., “Grands chantiers
de ponts et financements charitables au Moyen Âge en France”, en Tecnología y Sociedad: las grandes obras públicas en la Europa Medieval. XXII Semana de Estudios Medievales de Estella. Pamplona:
1996, pp. 157-158.
31
“Dentro de esta concepción fue usual dejar mandas testamentarias para la reparación de puentes,
sobre todo en Galicia; al mismo fin se aplicaron bienes dejados por los fallecidos sin familiar y los dejados por los peregrinos muertos en el transcurso de la romería”, en CALDERÓN, C., Ob. cit., p. 83.
32
IRANZO MUÑÍO, Mª. T., “Puentes medievales en la provincia de Huesca: aspectos económicos y
sociales”, en Aragón en la Edad Media. V. Estudios de Economía y Sociedad. 1983, p. 53.
29
145
ÁNGEL VACA LORENZO
de la ciudat fagamos otro muro en la arravalde per ú vieren por bien los
alcaldes e los iurados de conceio.
E los de la çiudat affíen a los de la arravalde que quando fecho
fuer el muro de la cidat que los aiuden a feçer el muro de la ravalde; e
los omnes que los alcaldes vieren por bien pora en estos servicios seer
e non quisieren peche C moravedís cada uno delos e entren en aquel
servicio33.
Estos ingresos podían ser suficientes para sufragar el normal entretenimiento del puente romano de Salamanca, pero no, como se ha expuesto,
ante sucesos extraordinarios, como los desperfectos causados por las grandes
avenidas del río Tormes. Tales sucesos requerían soluciones también extraordinarias. En estos casos el expediente recurrente consistía en imponer una
derrama contributiva, bien por capitación o en proporción a los haberes de
todos los vecinos, sin ninguna excepción, ya fuera por estatuto nobiliario,
eclesiástico o de pobreza (viudas y huérfanos). Tal recurso ya estaba previsto
en las Partidas:
Pero si en las ciudades, o en las villas han menester de fazer algunas
destas lauores si han rentas apartadas de comun, deuen y ser primeramente despendidas. E si non complieren, o non fuesse y alguna cosa comunal:
estonce deuen los moradores de aquel lugar pechar comunalmente cada
vno por lo que ouiere fasta que ayunten tanta quantia de que se pueda
cumplir la lauor, e desto non se pueden escusar caualleros, nin clerigos,
nin biudas, nin huerfanos, ni ninguno otro qualquier, por preuillejo que
tenga. Ca pues que la pro destas lauores pertenesce comunalmente a
todos, guisado e derecho es, que cada vno faga y aquella ayuda que
pudiere34.
Y el concejo de Salamanca, viendo que trascurría el tiempo y que con
los ingresos ordinarios no era capaz de reparar los desperfectos del puente
causados por la riada de los Difuntos de 1256, tuvo que enfrentarse a esta
circunstancia haciendo uso de su facultad impositiva y decretar, posiblemente
de “motu propio” y sin autorización expresa del rey, una derrama entre todos
los habitantes de la ciudad y, sin duda, también de las aldeas del alfoz. Se
desconoce la fecha, cantidades exigidas y demás detalles de esta imposición
fiscal extraordinaria. Lo único que está documentado es la reacción de los clérigos y, en concreto del cabildo salmantino, quien, sintiéndose agraviado por
la decisión concejil, presentó una querella ante el infante don Fernando de la
Cerda, hijo primogénito del rey Alfonso X, en la que acusaba a los miembros
del concejo salmantino, entre otras cosas, que agrauiades a los clérigos e a los
sus vassallos de la eglesia e les demandades que pechen con el concejo enna
33
34
Fuero de Salamanca, p. 86, art. 172.
PARTIDAS, Ob. cit., Partida III, Título XXXII, Ley XX, vol. 2, p. 185v.
146
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
lauor de la ponte e de la feria, et non les queredes dar parte a la eglesia de
la rrenta que levades de la feria, nin les queredes dar cuenta de aquello que
metedes enna ponte. Et eso que lo fazedes agrauiadamente, sin razón e sin
derecho, e ellos que reciben grant daño; al tiempo que le pedían por merced
que yo mandase ý lo que touiese por bien35. Por ello, el 2 de abril de 1275, el
infante don Fernando, reconociendo el agravio de que eran objeto los clérigos
y sus vasallos, envió desde Peñafiel una carta a los alcaldes de Salamanca en
la que les ordenaba que les non agrauiedes sus clérigos e sus vassallos demandándoles que pechen ennas lauores sobredichas, e que les dedes su parte de la
rrenta de la feria, segund que la deuen auer, nin cuenta (?) de quanto montar
la lauor de la ponte, assí commo lo sienpre ouiestes vsado e acostumbrado fata
aquí; e a más, non les passedes. Et non fagades ende al36.
Este mandato que eximía a los clérigos salmantinos y a sus vasallos de
contribuir en la reparación de los desperfectos causados en el puente romano
por la riada de los Difuntos de 1256 parece claramente opuesto a la política
decretada por su padre, Alfonso X, en las Siete Partidas. Sin embargo, hay que
recordar que el rey Sabio, ante la enconada resistencia y total rechazo que en
1272 suscitó entre los magnates y municipios la implantación del contenido de
este código jurídico, de signo unificador y romanista, se vio obligado a capitular y a rectificar su política legislativa en las Cortes de Zamora de 127437, por lo
que la entrada en vigor de las Partidas se retrasó hasta las Cortes de Alcalá de
1348, en cuyo ordenamiento se señala tal circunstancia, al indicar que commo
quier que fasta aqui non se fabla que fuesen publicadas por mandado del Rey
nin fueron auidas nin rresçibidas por leyes; pero nos mandamos las rrequerir e
conçertar e emendar en algunas cosas que cunplia. Et asy conçertadas e emendadas, por que fueron sacadas e tomadas delos dichos delos sanctos Padres e
delos derechos e dichos de muchos sabios antiguos e de fueros e de costunbres
antigos de Espanna, damos las por nuestras leyes38.
Se desconoce si al final los clérigos salmantinos contribuyeron en la financiación de los gastos que supuso la reparación de los daños ocasionados
en el puente romano por la riada de los Difuntos de 1256; desde luego, el
En Catálogo Documental 4.
IBÍDEM.
37
Sobre el consejo quel Rey demandó alos perlados e alos religiosos e alos ricos omes e alos alcaldes,
tanbien de Castilla como de Leon, que eran conel en Zamora enel mes de junio, que fue enla era de
mill e trezientos e doze annos, en razon delas cosas porque se enbargavan los pleitos porque se non
libravan ayna, ni como devian. E dioles el Rey a cada uno dellos su escrito, e quales eran las cosas
porque se enbargavan los pleitos, e que oviesen sobrello su consejo en qual manerase podrian mas ayna
e mejor enderesçar; e ellos sobre esto ovieron su consejo e dieron cada uno dellos al rey su respuesta
por escrito delo que entendieron. Otrosi los escrivanos e los abogados dieron demas sus escritos sobrello,
maguer el Rey non gelo demandó. E el Rey vistos todos los escritos de los consejos que le davan sobresto,
porque ellos le rogaron que diexe y lo que toviese por bien e dixo asi: /Primeramente en razon delos
bozeros e abogados./ 1. Que en los pleitos de Castilla e de Estremadura, si non a y abogados segund
su fuero, quelos non ayan; mas que libren sus pleitos segund quelo usaron. . ., en Cortes de Zamora
de 1274, p. 87.
38
En Cortes de Alcalá de Henares de 1348, capít. LXIIIJ, pp. 541-542.
35
36
147
ÁNGEL VACA LORENZO
mandato de Fernando de la Cerda avalaba su negativa. Posiblemente en esta
ocasión los recursos para tal reparación únicamente salieron de los pecheros
salmantinos.
Una situación similar, pero con resultados bien distintos, volvió a repetirse unos doscientos veinticinco años después cuando el concejo salmantino
tuvo que buscar los medios económicos extraordinarios con que financiar los
destrozos ocasionados en el puente por la avenida de Santa Bárbara de 1498.
Aquél y su corregidor, a la sazón don Juan Gutiérrez Tello, constatando la
urgente necesidad de subsanar los desperfectos del puente, puesto que si non
se adereçase al presente non podría por ella pasar gente nin provisión nin otra
cosa alguna; antes adelante se perdería o destruiría toda o la mayor parte della, que sería (?) adelante non se podrá fazer nin reparar con lo posible a esta
çibdad, lo qual agora reparándose no con mucho, segund e commo está hordenado, todo çesa39, acordaron proceder de manera inmediata en tal sentido.
Seguramente, aún no había acabado el año 1498, cuando los miembros
del concejo de Salamanca se dirigieron a los Reyes Católicos exponiéndoles
la ruptura del puente y el destrozo causado por la riada de Santa Bárbara en
ciertas calzadas, a consecuencia de lo cual la dicha çibdat rresçibe mucho
daño porquel prinçipal proveymiento que viene a la dicha çibdat es por la
dicha puente, e que para el rreparo della son neçesarios grandes contías de
maravedís, por lo que les solicitaban liçençia e facultad para que pudiesen
echar por sisa o rrepartymiento por esa dicha çibdat e su tierra todo lo que
fuese menester para el rreparo de la dicha puente e calçadas, e que en ellos
contribuyesen e pagasen todos los vecinos e logares de señoríos comarcanos a
la dicha çibdat que se aprovechan de la dicha puente e calçadas40, es decir,
según un criterio de aprovechamiento y utilidad. Y la respuesta favorable de
los Reyes Católicos no se hizo esperar: fue enviada desde Ocaña el 28 de
enero de 1499 a Juan Gutiérrez Tello, como corregidor de la ciudad de Salamanca. En ella se contenía el acuerdo al que previamente habían llegado los
miembros del Consejo Real junto a los regidores, sexmeros y procuradores de
Salamanca y de los lugares de su tierra que se hallaban en la corte, sobre el
coste previsto para el arreglo del puente y de las calzadas, así como sobre la
forma de su financiación.
El presupuesto total ascendía a 400.000 mrs., de los que una parte debía
ser satisfecha por la ciudad y las otras dos por la dicha tierra desa dicha çibdat e los logares de Tejares e Rollán e Mayllo e Vecinos e Olmedilla e Villaua
e San Muñoz e Tamames e Texeda e Villoria e Bauilafuente e San Martín del
Castañar e Azerón e San Pedro de Azerón, porque algunos de los dichos loga Según señaló el 5 de marzo de 1499 Pedro González, procurador de dicho corregidor y de los
demás miembros del concejo salmantino, en la recusación que hizo del juez, el provisor Luis González de Medina, ante quien se habían querellado el deán y demás miembros del cabildo catedralicio
por la imputación de tener que contribuir económicamente en el coste del arreglo del puente, en
Catálogo Documental 8.
40
En Catálogo Documental 7.
39
148
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
res fueron del señorío e jurediçión desa dicha çibdad e otros se aprouechan de
la dicha puente e calçadas41. Si bien, el sistema para su recaudación difería en
ambos casos. Los dos tercios a pagar por los lugares de la tierra se recolectaría mediante un sistema de imposición fiscal directa: por rrepartymiento que,
como más adelante se verá, fue uno de los procedimientos extraordinarios
al que con más frecuencia recurrió el concejo salmantino para la reparación
y mantenimiento del puente, sobre todo en la baja Edad Media y primeros
tiempos modernos. Mientras que el tercio correspondiente a la ciudad debía
ser recaudado a través de un sistema de imposición indirecta sobre diversos
géneros comestibles: una sysa en la carne e pesca e vino que en esa dicha çibdad se vendieren; en concreto, se procedería a la imposición de un maravedí
en cada libra de pescado, e en cada cuba diez e seys maravedís, que es medio
cántaro de vino42; nada se indica sobre el incremento del precio en la compra
de la carne, que pudo ser del mismo porentaje que el del pescado, casi un
14,50% más43, aunque, según Pérez Bustamante, en realidad, más que de un
incremento del precio de estos productos, se trataría de una reducción en los
pesos y medidas de los mismos44. De todas formas, llama la atención este recargo fiscal tan alto en dicha sisa, cuando lo normal, desde su propia creación,
eran “dos meajas al maravedí”45; así consta en la Crónica de Pedro I, donde
además se presenta como antecedente de la alcabala:
IBÍDEM. No indican de dónde obtuvieron la información para asegurar que, a consecuencia de la
riada de Santa Bárbara, al puente “fue preciso hacerle una grande compostura el año 1499, en la cual
gastó el Ayuntamiento dos mil Doblas de oro”, BARCO LÓPEZ, M. y GIRÓN, R., Ob. cit., p. 16 y BARCO
LÓPEZ, M., Ob. cit., p. 3. Aseveración que también corrobora VILLAR Y MACÍAS, M., Ob. cit., libro I,
p. 33, así como BUENO HERNÁNDEZ, F., Ob. cit., p. 345, quien, además, escribe que “fue costeada
mediante sisas en la carne, pescado y vino, así como con una aportación directa de los reyes”.
42
En Catálogo Documental 7 y 8.
43
Según Juan Bello el Viejo, clérigo beneficiado de San Martín y testigo presentado por el procurador
del Cabildo en el pleito que surgió con el concejo, el pescado valía a syete maravedís la libra e agora
vale a ocho maravedís, en Catálogo Documental 8.
44
PÉREZ BUSTAMANTE, R., “El marco jurídico para la construcción y reparación de caminos. Castilla,
siglos XIV y XV”, en Les communications dans la Péninsule Ibérique au Moyen-Age. Actes du colloque
de Pau, 28-29 mars 1980. Paris: Éditions du Centre National de la Recherche Scientifique, 1981, p. 166.
Por otra parte, sabemos que en Murcia, “la fiscalidad descansaba sobre los comunes, sisas y libras, que
constituían una serie de arbitrios percibidos sobre los productos de consumo, cuya recaudación fue
autorizada en 1308 por Fernando IV. Su predominio se acentuó cada vez más en el curso del tiempo
hasta representar la casi totalidad de los ingresos, desde 1426-27. Los regidores tenían preferencia
por esta fiscalidad anestesiante que, si bien elevaba el costo de la vida, no les gravaba conforme a
sus ingresos, sino, como a todos los murcianos, conforme a sus necesidades, no dudaron, por otra
parte, en establecer frecuentemente grandes recargos sobre los impuestos que gravaban los productos
básicos de la alimentación medieval, el pescado y la carne”, en MENJOT, D., “Administración de las
haciendas locales urbanas: el ejemplo de la ciudad de Murcia desde el año 1266 hasta mediados del
siglo XV”, en Historia de la Hacienda Española (épocas antigua y medieval). Homenaje al Profesor
García de Valdeavellano. Madrid: Instituto de Estudios Fiscales, 1982, pp. 470-471.
45
Esa era la cuantía (“del maravedís dos meajas, de todas las cosas que se ende conprasen e vendiesen de que pagauan alcauala, saluo de pan e de vino”) que pechaban en León por la alcabalina,
según BENITO RUANO, E., “La Alcabalina”, en Archivos Leoneses, XXIII (1969), p. 286. E idéntica (“dos
meajas al maravedís de todo el vino que se vendiese en esta çibdad e rravales e varrios”) que la de
41
149
ÁNGEL VACA LORENZO
É en el tiempo del Rey Don Alfonso que venció la batalla de Tarifa,
que dicen de Benamarin, de quien este libro fizo mención al comienzo,
quando él echó en el Regno un pecho que dicen sisa, que eran dos meajas
del maravedí, el qual pecho non ovo en el Regno fasta en su tiempo, que
hoy le dicen Alcavala, ovo grand porfia sobre ello: porque decian los de
Toledo que non debian pagar; é el Rey decia que este era un pecho tal,
que non le echaba á las personas, mas a ciertas viandas é mercadurias, é
que él mesmo que era Rey, é la Reyna su muger, é los Perlados, é Ricos
omes, é todos los libertados del su Regno así pechaban: é aún que si el
Papa, ó Rey extraño viniese en el su Regno, asi le pecharian. É con esta
razon se puso el dicho pecho de sisa46.
Y por último, a propósito de esta sisa a pagar por la ciudad para el reparo
del puente y de las calzadas, en el acuerdo alcanzado entre los miembros del
Consejo Real y los regidores, sexmeros y procuradores de Salamanca y de los
lugares de su tierra que se hallaban en la corte, se concretó que la pagasen
todos los vecinos desa dicha çibdad, esentos e non esentos, así como que fuese
arrendada en pública almoneda a la persona o personas que por ella más dieren o al que por menos tyenpo la tomare47.
Aunque esta sisa suponía una gravosa carga fiscal, que se unía a la ya
de por sí pesada que ordinariamente tenían que soportar los pecheros del
común de la ciudad, aquí no consta que su aplicación provocara, como había
sucedido en Ciudad Rodrigo unos años antes, en 1494, algunos escándalos
e alborotos entre el pueblo pechero48. Al contrario, fueron el deán y demás
miembros del cabildo catedralicio los que, desde un principio, se opusieron
a su imposición generalizada y, en particular, a sus clérigos y dependientes, a
pesar de que su obligación a pagar aparecía perfectamente explicitada en la
legislación aprobada por el rey Alfonso X y recopilada en las Siete Partidas,
entonces ya plenamente en vigor:
Que cosas son tenudos los clerigos de fazer: de que non se pueden
escusar: por razon de las franquezas que han. Mostradas son complidamente en las leyes ante desta las franquezas que han los clerigos por
razon de la clerezia. Pero algunas cosas ya en que touo por bien santa
eglesia, que se non pudiessen escusar de ayudar los clerigos a los legos.
Assi como en las puentes que fazen nueuamente en los logares, do son
menester, para pro comunal de todos. E otrosi en guardar las que son
fechas, como se mantengan, e se non pierdan. Ca en estas cosas tenudos
la sisa que autorizó el rey Juan II en 1432 y por un periodo de tres años para el arreglo del puente
de Malatos en Burgos, según PÉREZ BUSTAMANTE, R., Ob. cit., p. 166
46
LÓPEZ DE AYALA, P., Crónicas de los Reyes de Castilla, Don Pedro, Don Enrique II, Don Juan I
y Don Enrique III. Madrid: Biblioteca de Avtores Españoles. Tomo LXVI: Crónicas de los Reyes de
Castilla, I, 1953, p. 422.
47
En Catálogo Documental 7.
48
AGS. Registro General del Sello, 149407,137. Cit. por PÉREZ-BUSTAMANTE, R., Ob. cit., p. 167.
150
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
son de ayudar a los legos, e de pagar cada vno dellos, assi como los otros
vezinos legos, que y ouiere. Esso mismo deuen fazer en las calçadas de
los grandes caminos, o de las otras carreras, que son comunales, e para
esto fazer, non les deuen apremiar los legos, mas dezirles que lo fagan, e
si ellos non lo quiseren fazer, han de mostrarlo a los perlados, que gelo
fagan fazer, e ellos son tenudos en todas maneras de gelo mandar complir,
porque son obras buenas, e de piedad49.
Esta obligación de la clerecía a contribuir fiscalmente en los impuestos
extraordinarios destinados a las puentes que fazen nueuamente en los logares,
do son menester, para pro comunal de todos. E otrosi en guardar las que son
fechas, como se mantengan, e se non pierda…, así como en las calçadas de
los grandes caminos, o de las otras carreras, que son comunales, había sido
reiteradamente recordada su vigencia por el mismo rey, Alfonso X el Sabio,
como por sus sucesores, en numerosas ocasiones y diversos instrumentos
dispositivos:
Tomando como ejemplo el monasterio femenino de Sancti Spíritus de
Salamanca, el 2 de junio de 1279, el propio rey castellano, Alfonso X, concedió a este monasterio, a ruego de su fundadora María Menéndez, que la
puebla sobredicha de Sant Espiritus que sea assí como oy día la tiene donna
María Menéndez e que aquellos que en ella moraren sean quitos por siempre
iamás de todo pecho e de todo serviçio e de todo pedido e de toda promessa que
el conçeio de Salamanca prometa a rey o a reyna o a otro quienquiera, salvo
ende moneda forera e la lavor de la puente e de la çerca de la villa, que es
comunalmientre pro de todos, e las otras cosas que el conçeio echaren entre si,
assí como siempre usaron a fazer con ellos50.
En las Cortes de Guadalajara de 1390, el rey Juan I aprobó la ley de su
padre, Enrique II, en los siguientes términos: Ante los nuestros oydores dela
nuesta audiençia fue contienda en juyzio, entre algunos conçejos e clerigos
delos nuestros rregnos, sobre rrazon delos pechos en quelos clerigos son tenudos
de pagar; e los dichos nuestros oydores declararon lo en esta manera: que en
quanto enlos pedidos que nos demandamos o demandaremos al conçejo, de
que fue o fuere nuestra merçed de nos seruir dellos, e otrosy enlos pedidos de
qual quier otro sennor, quelos clerigos non sean tenudos de derecho a pechar
con el dicho conçejo; et quanto en rrazon delos pechos communales, asi com PARTIDAS, Ob. cit., Partida I, Título VI, Ley LIIII, vol. I, p. 67 v.
Este mismo privilegio de exención, con las excepciones señaladas (pago en la moneda forera y
en las reparaciones del puente y de la cerca), fue confirmado sucesivamente por Sancho IV (24 de
octubre de 1283 y 15 de febrero de 1288), por Fernando IV (11 de noviembre de 1295, 5 de junio de
1297 y 24 de mayo de 1305), por la reina Constanza, mujer de Fernando IV y señora de Salamanca
(7 de septiembre de 1311), por Alfonso XI (6 de agosto de 1316 y 12 de marzo de 1330), por la reina
María, mujer de Alfonso XI (15 de junio de 1346), por Pedro I (15 de septiembre de 1351) y por Enrique III (15 de diciembre de 1393), en ECHÁNIZ SANS, M., El monasterio femenino de Sancti Spíritus
de Salamanca. Colección diplomática (1268-1400). Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca,
1993, docs. 30, 32, 33, 38, 39, 40, 42, 44, 59, 62, 65, 66 y 81.
49
50
151
ÁNGEL VACA LORENZO
mo es pecho que se rrepartiese para rreparamiento del muro o de calçada o
de carreras, o en conpra de termino, o rreparamiento de puente o de fuente,
o en costa que se faga para velar e guardar la villa e su termino en tiempo de
mester, que en estas cosas atales a fallesçimiento del propio del conçejo para lo
rreparar, que deuen contribuir e ayuda los dichos clerigos, por quanto esto es
pro communal de todos e obra de piedat51. Aunque de nuevo, en las Cortes de
de Madrigal de 1438, los procuradores de las ciudades protestaron al rey Juan
II de que los clérigos, cuando acaesçe quelos dichos comunes ayan menester
algunas quantias de mrs. para pagar el salario dela justiçia e para rreparar
las puentes e çercas, e asi mesmo para conprar e defender los dichos terminos
e montes, delo qual todo ellos vsan e se aprouechan, e les es asi comun commo alos otros legos, los quales mrs. para las dichas cosas se han de rrepartyr
e rreparten por todo el pueblo, por que es interese e prouecho de todos en esto
tal, ellos non quieren pagar ni avn consienten nin quieren que paguen los sus
familiares legos, diziendo que son esentos ellos e los dichos sus familiares e que
no deuen pagar en ninguna cosa delas sobre dichas; a lo que el rey respondió:
que es mi merçed, e mando que se guarden los derechos que sobresto fablan52.
Y, en fin, en la misma provisión real de los Reyes Católicos en que autorizaban esa imposición53, se determinaba que en este tipo de sisas sobre la
compra del vino, carne y pescado pagasen todos los vecinos desa dicha çibdad, esentos e non esentos, porque su finalidad, el reparo del puente, tenía un
sentido eminentemente social, pues los trabajos eran pro communal de todos,
además de ser obras buenas e de piedad.
Sin embargo, la clerecía salmantina una vez más se negó a ello, lo que
originó un agrio pleito, ya que aquélla alegaba, entre otras razones, además
de defecto de forma en el requerimiento, que los dichos señores justicia e
regidores non tienen poder nin facultad para inponer la llamada sysa nin
inposición otra alguna en las personas de la dicha iglesia nin en otras personas algunas eclesiásticas, porque, asý segund derecho divino commo positivo,
commo segund leyes e premáticas destos reynos e leyes sinodales e provinciales, totalmente son esentos, e libres e ynmunes de toda e qualquier jurediçión
seglar, insistiendo el bachiller Diego de Medrano, síndico y procurador del
deán y demás miembros del cabildo, que syendo, commo son, los dichos mis
partes e toda la dicha clerezía esentos, libres e ynmunes, segund derecho divino e umano e los sacros cánones, de contribuir en ninguna sysa, derrama o
repartimiento o contri­buçión e otra qualquier que sea, aunque sea de puente,
segund que es notorio54.
Al persistir el corregidor y demás miembros del concejo salmantino en
imponer este gravamen a la compraventa del vino, carne y pescado realizada
En
En
53
En
54
En
51
52
152
Cortes de Guadalajara de 1390, tomo II, p. 451.
Cortes de Madrigal de 1438, tomo III, pp. 352-353.
Catálogo Documental 7.
Catálogo Documental 8, fols. 2 y 18.
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
tanto por legos como por clérigos de la ciudad, sin atender a los requerimientos del deán, Álvaro de Paz, y demás venerables señores del cabildo catedralicio55, que les conminaban a que lo non fiziesen, pues con esa decisión caerían
en gran quebrantamiento e violación de la libertad e inmunidad eclesyástica
e peligro de sus ánimas e conciencias, todos ellos, el 12 de marzo de 1499 y
por sentencia de Luis González de Medina, canónigo salmantino, y de Sancho Díez de la Mata, abad de Santiago de Peñalba y canónigo de Palencia,
provisores y vicarios generales en todo el obispado por don Juan de Castilla,
obispo de Salamanca, fueron declarados aver caýdo e incurrido en sentençia
descomunión mayor en ellos e en cada uno dellos inpuesta por derecho común
e por aver echado e inpuesto la dicha sysa sobre el dicho clero. En concreto,
excomulgaron a Juan Gutiérrez Tello, corregidor, e bachiller Diego de Mesa,
alcalde, e alguaziles e a Rodrigo Álvarez Maldonado e a Rodrigo Maldonado
de Monleón e Luys de Azevedo e Juan de Villafuerte e Juan de Texeda e el dotor
Rodrigo Maldonado e Diego de Anaya e Christóval de Villafranca, regidores de
la dicha çibdad, e a otros qualesquier regidores, e a Diego de Segovia, colchero,
e a Juan Bravo, sesmeros, e a Pero Sánchez, joyero, e a (espacio en blanco),
procuradores de la dicha çibdad, e a todos los otros sesmeros de la dicha çibdad e tierra e otros qualesquier ofiçiales del dicho Consistorio e Conçejo56. El
único regidor del concejo que fue rápidamente absuelto a petición personal
fue Luis de Azevedo, quien juró en forma en cómmo avía más de seys meses
que non avía ydo al Consystorio de la dicha çibdad, commo es notorio a todos,
por su enfermedad. E que él no dio voto nin consentió en las dichas sysas nin
menos las consyente. E por ser obidiente a los mandamientos de la Santa Madre Yglesia, él dize que se aparta de entender en la dicha negoçiaçión de las
dichas sysas57.
Ante esta complicada situación, Juan Bravo, procurador de la ciudad de
Salamanca, acudió al rey Fernando el Católico y le hizo la siguiente relación:
que bien sabía cómo a cabsa de las grandes avenidas que vinieron por
el río de Tormes este ynvierno, se siguieron grandes daños e pérdidas a
esta dicha cibdad, entre las quales derrocó dos arcos de la puente e ciertas
calçadas. E que yo, a suplicaçión de la dicha çibdad, di licençia e facultad
que para el reparo de la dicha puente e calçada, se repartiesen en la dicha
Entre los que se encontraban: don Martín Anes, arçediano de Medina, e don Álvaro de Sabzeda,
arçediano de Ledesma, e don Francisco de Palençuela, ar­cediano de Alva en la yglesia de Salamanca,
e Alonso Gómez de Paradinas e el dotor Luis Gonçález de Medina e Pero Ferrández de Toro e don
Bernardino López de Logroño, arcediano de Camazes, e Pedro Inperial e Francisco Palomeque e el
arçediano don Françisco Flores e el bachiller Pero Rodríguez de Madrigal e Álvaro Gómez de Jaén e
Alonso Gómez de Paradinas el Moço e Diego Álvarez de Anaya, canónigos de la dicha yglesia, e Pero
Sánchez de Soria e Diego de Dueñas e Antón Gómez e Françisco Rodríguez de Ledesma, raçioneros en
la dicha yglesia, e Francisco de Salamanca e Alfonso Gonçález de Cantalapiedra e Françisco Agustín,
medios raçioneros en la dicha yglesia, que son casy todos o más de las dos partes dellos benefiçiados
de la dicha yglesia, en IBÍDEM, fol. 13.
56
IBÍDEM, fols. 31v.-32.
57
En Catálogo Documental 9.
55
153
ÁNGEL VACA LORENZO
çibdad e su tierra quatroçientos mill maravedís; e que las dos terçeras partes dellos pagase la tierra e çiertos lugares de señorío, e que lo que cupiese
a pagar a la dicha çibdad se echase por sysa en la carne e pescado e vino
que en ella se vendiese, e que en ello pagasen e contribuyesen esentos e
non esentos, segund que más largamente en la dicha carta se contiene, e
que por ser como es el caso de tal calidad, en que segund derecho e leyes
de mis reynos los clérigos deven e suelen contribuyr, commo otras vezes,
en semejantes casos, diz que han contribuydo. Diz que la dicha çibdad
vos requirió que pudiésedes e nonbrásedes personas que se fallasen al
repartimiento de dicha sysa, diz que non lo quisistes fazer, antes diz que
avéys procedido contra el corregidor e regidores de la dicha çibdad e los
avéys descolmulgado, e diz que cree que avéis puesto entredicho; en lo
qual la dicha çibdad diz que reçibe agravio, mayormente que vosotros
diz que tenéis sytuados en el paso de la dicha puente çiertos maravedís
por nuestra carta de privilleio, lo qual es mayor cabsa para que ayáys de
contribuir en los gastos que se fizieren en el reparo della58.
Y el rey, a pesar de todo, pudo solventar el problema y llegar a un acuerdo amistoso al dirigir, el 20 de marzo de 1499, una real cédula a los venerables
Deán e Cabildo de la Iglesia de Salamanca, en la que, atendiendo a la relación
del procurador Juan Bravo, les encargaba que, pues estos maravedís son para
reparo de la dicha puente e calçadas, en lo qual todos son obligados de contribuyr, mayormente vosotros por la parte del portazgo que lleváys en la dicha
puente, e por aquella manera que mejor vos paresçiere, dando de lo vuestro o
contribuyendo en la dicha sysa, ayáys por bien, por esta vez, sin perjuyzio de
vuestro derecho, de ayudar a dicha la çibdad para esta neçesidad, que yo les
enviaré a mandar que, con una persona, qual por vosotros fuere nonbrada, e
otra nonbrada por Estudio, vean lo que es menester para el reparo de lo susodicho, fasta en las dichas quatroçientos mill maravedís, e non más, para que
tyenen liçençia e que aquello echen e non más59. Al tiempo que les pedía que,
si personas por esto están algunas descomulgadas o entredicho tenéis puesto,
vos rogamos que lo alcéys e quitéys e absolvéys los descomulgados. En lo qual
allende que farés lo que devés, yo vos lo resçibiré en serviçio60.
IBÍDEM.
IBÍDEM. Sin embargo, el último aspecto de lo ordenado por el rey Fernando el Católico, en concreto que al tomar de las cuentas de lo que gastase en el adobo de la puente e calçadas desa dicha
çibdad para ver cómmo e en qué manera se gastavan e estoviesen presentes las personas quel cabildo
de la yglesia desa dicha çibdad diputase para ello, no fue cumplido por el corregidor, por lo que,
ante la apelación de los miembros del cabildo salmantino, los Reyes Católicos tuvieron que ordenar
de nuevo su cumplimiento al citado corregidor de Salamanca, Juan Gutiérrez Tello, el 3 de octubre
de 1499, en Catálogo Documental 16.
60
IBÍDEM. Un suceso similar tuvo lugar, tres años más tarde, en León donde, en este caso los dos
grandes monasterios de San Isidoro y San Marcos se negaron a pagar la sisa impuesta para el arreglo
de los puentes de la ciudad, por lo que la reina Isabel tuvo que mandar el 30 de agosto de 1502,
desde Toledo, una cédula en la que les ordenaba el pago en dicha sisa, según señala GONZÁLEZ
GALLEGO, I., Ob. cit., pp. 368 y 408.
58
59
154
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
Fig. 60: Real cédula del rey Fernando el Católico de 20 de marzo de 1499
155
ÁNGEL VACA LORENZO
La respuesta de los miembros del cabildo salmantino fue rápida y favorable; y ocho días después, el 28 de marzo de 1499, Sancho Díez de Mata,
provisor del obispado salmantino, y los canónigos Juan Cubillas, Diego de
Anaya y Pedro Imperial, en su nombre y en el de los señores deán, cabildo y
clerecía de la ciudad, se presentaron ante el corregidor, Juan Gutiérrez Tello,
diciendo que estavan prestos de cunplir la carta de sus altezas e pagar por repartymiento lo que les copiese para anderesçar la puente de la dicha çibdad,
pero, que le pedían e pidieron mandase alçar la dicha sysa e apregonar que
ellos non la pagasen la dicha sysa, e que nonbre e aseñale qué días quiere
para que se asienten al repartymiento. A lo que asintió el corregidor y dixo
que le plazía de todo ello e que estava presto de cunplir la carta de sus altezas
e que nonbrava e asinalava e nonbró e asinaló para el dicho repartimiento el
martes e el miércoles e jueves, primeros que vernán, e que mandava e mandó
a Paradinas, pregonero que presente es­tava, que pregone públicamente que
los clérigos e personas eclesiásticas non paguen sysa alguna en carne, nin en
vino nin en pescado, al tiempo que, junto a los regidores Puertocarrero y Ruy
González, pidió, en contrapartida, al provisor que los mandase absolver de las
sentençias e çensuras en que avían in­currido sobre la dicha sysa, e a los otros
regidores, sesmeros e procuradores de la dicha çibdad, que estavan excomulgados sobre la dicha sysa, con respuesta afirmativa61.
De todas formas, la sisa no llegó a aplicarse, al menos en toda su integridad. Es posible que se hubiese llegado a arrendar su cobro, pues algunos
de los testigos presentados por el procurador del cabildo en el juicio contra
los miembros del concejo, testificaron que ay arrendadores della. Además,
el arrendamiento anticipado era una práctica habitual en este tipo de imposiciones, lo que “daban lugar a negociaciones y regateos que hicieron de
ellos verdaderos empréstitos forzosos garantizados con los productos de estos
arbitrios. Este procedimiento fue preferido, sin entusiasmo, por algunos profesionales que encontraban en él la ventaja sobre el préstamo con interés de
proporcionar una garantía sólida y una devolución del capital a fecha conocida, devolución a la que se añadían los beneficios aleatorios, de una renta
municipal adjudicada a bajo precio. En efecto, como se forzaba a los arrendadores obligándoles al anticipo, el concejo tenía que concederles el arriendo de
la renta en cantidades más bajas… El procedimiento era muy perjudicial para
los habitantes de la ciudad, puesto que el recargo elevaba sensiblemente el
precio de los alimentos de consumo corriente. Se resolvían las dificultades de
tesorería de momento a cambio de dificultades crecientes más tarde, porque si
bien se obtenía la ventaja inmediata de aliviar las cargas de los contribuyentes
(ya que frecuentemente se utilizaba para evitar un impuesto directo), hacía
necesario, en el futuro, recuperar esta pérdida de ingresos”62.
61
62
En Colección Documental 11.
En MENJOT, D., Ob. cit., p. 473.
156
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
Sin embargo, lo que también está repetidamente documentado es que el
cobro de esta sisa no se llevó a cabo o, al menos, en la cantidad prevista, la
tercera parte de los 400.000 mrs., ni en el tiempo en que se recaudó la parte
correspondiente a la tierra de Salamanca, según denuncia presentada por los
procuradores y sexmeros de la tierra ante los Reyes Católicos63, quienes el 6 de
junio de 1500 ordenaron al corregidor Juan Gutiérrez Tello, que los maravedís
que cupieron a pagar a esa dicha çibdad de dicho repartimiento, syn estar
cobrados, los fagades cobrar e cobredes64. Pero este mandato tampoco surtió
el efecto deseado, por cuanto, tres años después, nuevamente es reiterada la
queja, en esta ocasión, por Pedro Alonso, sexmero del cuarto de Villoria, en
nombre y como procurador de la tierra de Salamanca:
Sepades que Pero Alonso, sesmero del quarto de Villoria, en nonbre e commo procurador de la tierra desa dicha çibdad, nos fizo relaçión
por su petiçión, diziendo que para el reparo de la puente de la dicha
çibdad e para las puentes de los ríos e arroyos e para adereçar calçadas
e caminos nos ovimos mandado repartyr quatroçientas mill maravedís e
que la çibdad pagase la terçia parte e la tierra las dos partes. De lo qual la
dicha tierra diz que pagó todos los maravedís que le cupo a pagar e esta
dicha çibdad diz que no pagó, salvo muy poca cantydad, para adereçar la
dicha puente. De lo qual diz que quedó la dicha çibdad a dever más de
çinquenta mill maravedís65.
Y aún en 1518 Juan López de Esparza denunciaba, esta vez, ante la reina doña
Juana y su hijo, el rey Carlos I, que no sólo fue la ciudad la que no contribuyó
en el repartimiento de los 400.000 mrs. para el reparo de los destrozos causados por la riada de Santa Bárbara de 1498, sino que tampoco colaboraron los
lugares de señorío de la tierra de Salamanca:
Sepades que Juan López de Esparça, en nonbre de la tierra desa
dicha çibdad, nos fizo relaçión que para el reparo de la puente desa dicha
çibdad, por nuestro mandado, fueron repartidos çiertos maravedís, de los
quales diz que cupieron a pagar a esa dicha çibdad çient mill maravedís
e a la tierra con todos los lugares de señorío que de la dicha puente se
aprovechan y non pagan portazgo en ella trezyentas mill maravedís. Los
quales diz que solamente la dicha tierra los pagó y dellos diz que reparó
la dicha puente y aún diz que sobraron ciertos maravedís, y a cabsa dello
Sepades que los procuradores e seysmeros desa dicha tierra desa dicha çibdad nos hizieron relaçión
por su petiçión, diziendo quellos pagaron todos los maravedís que les fueron repartidos para el reparo
de la puente e calçadas desa dicha çibdad e, además, no se gastaron más de çiento e ochenta mill
maravedís, e la dicha çibdad non pagó cosa alguna, en Catálogo Documental 17.
64
IBÍDEM.
65
En Catálogo Documental 19.
63
157
ÁNGEL VACA LORENZO
esa dicha çibdad y los dichos lugares de señorío no pagaron cosa ninguna
de lo que ansý les fue repartido y les cunplía pagar66.
De hecho, el 28 de julio de 1499, ante la petición de los hombres buenos del
concejo de Villoria de quellos non son obligados a pagar en el dicho rrepartimiento de la dicha puente e calçadas porquellos diz que non gozan en cosa
alguna de los términos de la dicha çibdad, nin tienen comunidad nin vezindad con ellos nin se aprovechan de cosa alguna de la dicha puente; e que sy
asý pasase, quellos rreçibirían mucho agrauyo e dapño, los Reyes Católicos
mandaron al corregidor Juan Gutiérrez Tello que durante el término de sesenta días primeros siguientes sobreseades de executar e que non executedes en los
vecinos del dicho logar de Villoria por los maravedís del dicho rrepartimiento67,
durante los cuales, una vez alegadas las razones de cada parte, se resolvería
el asunto ante el Consejo Real.
Pero, desde el punto de vista constructivo, ¿cómo se ejecutaron y en qué
consistieron las reparaciones de los desperfectos ocasionados en el puente
por las avenidas de los Difuntos y de Santa Bárbara?
2. LAS REPARACIONES DE LOS DERRIBOS DE LAS RIADAS DE LOS
DIFUNTOS Y SANTA BÁRBARA
Aunque pudiera parecer un contrasentido iniciar esta temática abordando el estudio de la última reparación medieval, la motivada por los destrozos
causados por la riada de Santa Bárbara en 1498, antes que el de la primera,
con la que se trató de remediar los daños de la riada de los Difuntos de 1256,
obrando así, de atrás hacia adelante, el relato puede ganar en claridad.
No resulta muy acertada la afirmación de Sanz Hermida y de Jiménez,
Menéndez y Prieto de que la reparación de los desperfectos del puente romano de Salamanca ocasionados por la avenida de Santa Bárbara “no debió de
tener una solución a corto plazo, pues de nuevo el rey Católico, en este caso
en compañía de su esposa, la reina Isabel, remiten otra carta al Cabildo, esta
vez desde Granada, con fecha 23 de septiembre de 1500, en la que se vuelve
a instar a esta institución a agilizar su ayuda, dada la imperiosa necesidad que
había en la restauración del puente”68, ya que del contenido de dicha carta,
esquemática y concisa al máximo, difícilmente puede extraerse esa información; desde luego, en ella nada se indica sobre la reparación del puente69.
En Catálogo Documental 26.
En Catálogo Documental 13.
68
SANZ HERMIDA, J., Ob. cit., p. 27 y JIMÉNEZ, M. C., MENÉNDEZ, L. R. y PRIETO, M., Ob. cit.,
p. 200.
69
La carta ya publicada por HERRÁEZ HERNÁNDEZ, J. M., Ob. cit., pp. 360-361, nota 34, con pequeñas variaciones, es la siguiente: (Cruz) El Rey e la Reyna: Venerables Deán e Cabildo de la yglesia
de Salamanca. En serviçio vos tenemos la voluntad que mostrases a lo que con Juan Niño, contyno
66
67
158
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
Lo único que esta carta parece poseer en común con la real cédula de Fernando el Católico, fechada el 20 de marzo de 1499 y en la que mandaba a
los clérigos contribuir en el repartimiento para el reparo del puente, es que
ambas se conservan materialmente unidas y cosidas en un cuadernillo, en
cuya cubierta de papel se halla escrito, con letra actual, posiblemente del
siglo XIX o principios del XX, el extracto del segundo diploma: “2 Cartas de
los Reyes Católicos en que a representación de la ciudad que pedía 400 D
mrs. que se repartieron entre la tierra y lugares de señorío para la reparación
de dos arcos del Puente suplican al Cabildo contribuya por su parte a tanta
necesidad. Fechas: una en Madrid en marzo de 1499 y otra en Sevilla (sic)
en 23 de setiembre de 1500”.
Más acertada parece la opinión de Aramburu-Zabala, que presupone que
la reparación del puente se hizo de forma rápida, pues al inicio del siglo XVI
ya había concluido70. Efectivamente, la reparación fue muy rápida, pues en el
mes de septiembre de 1499, los Reyes Católicos, viendo que Fernando de la
Peña, en poder de quien se habían depositado los 400.000 mrs. del repartimiento para el reparo del puente no había hecho nada en tal sentido y temiéndose que tampoco lo haría antes que entrase el ynbierno e cargasen las aguas,
porque después non se podría hazer, mandaron al corregidor de Salamanca,
Juan Gutiérrez Tello, que sin más dilación tomara las dichas quatroçientas mill
maravedís o los que dellos fueron cobrados de poder del dicho Fernando de la
Pena e las deposytéys e pongáys en poder del mayordomo desa dicha çibdad,
qual fue más avonado, e luego con toda diligençia entendéys e deys horden
cómmo se entienda en el rreparo de la dicha puente e calçadas, que ese año se
faga e rrepare todo lo más que ser pudiere, pues que agora es el tyenpo aparejado. Para ello se fagan todos los aparejos e pertrechos que pudieren ser para la
lauor del otro año. E de los dichos maravedís se paguen los maestros e canteros
e otras personas que anduvieren en la dicha obrra (sic)71.
Y, desde luego, la reparación del puente había finalizado antes del 6 de
junio de 1500, según informaron los sexmeros de la tierra salmantina a los
Reyes Católicos:
Sepades que los procuradores e seysmeros desa dicha tierra desa
dicha çibdad nos hizieron relaçión por su petiçión, diziendo que ellos
de nuestra casa, vos escrevimos e él de nuestra parte vos habló. Y porque de aquello tenemos mucha
neçesidad, nos vos encargamos que vos plega conplir con él, todo lo que más posible sea. Que creed
que, demás que la prega será muy çierta, que verná a tiempo de que reçibiremos de vosotros mucho
servicio. De Granada, a XXIII de setyenbre de mill e quinientos años. Yo el Rey (firma autógrafa). Yo la
Reyna (firma autógrafa). Por mandado del Rey e de la Reyna, Fernand de Madrid (rúbrica). /(Vuelta)
(cruz) Por el Rey e la Reyna. A los venerables deán e cabillo de la iglesia de Salamanca”, en ACSa, caj.
39, leg. 1, nº 16-1º.
70
“Debió ser reparado hacia 1499, tras el hundimiento registrado por Fernando de Rojas en la
Celestina”, en ARAMBURU-ZABALA HIGUERA, M. A., Ob. cit., p. 165. En lo que no parece acertado
este autor es en que “se construyeron entonces cuatro arcos, que figuran en el dibujo de la ciudad
realizado por Wyngaerde en 1570”.
71
En Catálogo Documental 14.
159
ÁNGEL VACA LORENZO
pagaron todos los maravedís que les fueron repartidos para el reparo de la
puente e calçadas desa dicha çibdad e, además, non se gastaron más de çiento
e ochenta mill maravedís, e la dicha çibdad non pagó cosa alguna72.
Tan rápida que realmente resulta difícil de admitir cómo, con los medios
entonces disponibles, fueron capaces de reparar el puente en tan corto espacio de tiempo. Quizá la respuesta esté en que la restauración fue muy parcial
y limitada, se circunscribió al reparo del arco o de los dos arcos derribados
por la avenida de Santa Bárbara en la parte meridional, y en lo poco eficiente, cuando no muy deficiente, de dicho arreglo: en él no se gastó más de
180.000 mrs. de los 400.000 presupuestados; la ciudad ni los lugares de señorío contribuyeron con cantidad alguna en el repartimiento de dichos mrs., según denuncia presentada, en nombre de la tierra, por Juan López de Esparza
en 151873, y, además, se desvió gran parte de lo recaudado a los vecinos de la
tierra para reparar las puertas de la dicha çibdad e las puentes e pontones que
están de los muros adentro della, e, incluso, para pagar quarenta e tres mill
maravedís de çierta condenaçión de costas en contra la dicha çibdad, según
denunció a los Reyes Católicos, en 1503, Pedro Alonso, sexmero del cuarto
de Valdevilloria74, y el propio concejo, cuatro años después, ante la reina Juana, por haber sido condenados en la Audiencia en un pleyto que ante ellos se
trataron entre esa dicha çibdad e el deán e cabildo de la yglesia mayor della,
so çiertas tiendas, en quarenta e dos mill maravedís de frutos e rentas de las
dichas tiendas de çiertos años que las avían lleuado75.
Se desconoce qué maestro cantero llevó a cabo esta rápida, deficiente y
limitadísima reparación de uno o de los dos arcos de la parte meridional del
puente, la ya restaurada, después de haber sido destruida por la riada de los
Difuntos de 1256. Tal vez las dos personas, una por parte del cabildo y otra
por parte del concejo, que, según el mandato del rey Fernando el Católico del
20 de marzo de 1499, debían ver lo que es menester para el reparo de lo susodicho, y que ante su incumplimiento, los Reyes Católicos volvieron a recordar
el 3 de octubre de 149976, rebajaron la iniciales pretensiones del concejo de reconstruir toda la parte meridional del puente deficientemente rehabilitada después de la riada de los Difuntos y cuyo presupuesto ascendía a 400.000 mrs.,
por lo que la reparación se limitó a restaurar uno o los dos arcos dañados por
la avenida de Santa Bárbara, sin cambiar nada de la estructura ni tampoco me En Catálogo Documental 17. Es posible que el Estatuto sobre la piedra, aprobado por el cabildo
salmantino el 29 de abril de 1499, en el que decidieron de agora para sienpre jamás de non dar licencia nin lugar a ninguna persona para sacar piedras de las canteras blancas de Villamayor (ACSa.
Actas Capitulares, libro 18, fs. 114 v.-115), tenga alguna relación con la reparación del puente romano
en esa época.
73
En Catálogo Documental 26.
74
En Catálogo Documental 19.
75
En Catálogo Documental 21.
76
En Catálogo Documental 15.
72
160
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
jorar la defectuosa obra de rehabilitación realizada en la parte meridional del
puente a fines del siglo XIII, con un coste total de 180.000 mrs.
Así pues, conociendo el alcance limitado de esta ultima reparación medieval del puente romano de Salamanca, se puede llegar a deducir en qué consistió la anterior, la que intentó recomponer los daños causados por la riada de
los Difuntos de 1256. Es evidente que, ante el derribo de la mitad meridional
del puente ocasionado por esta riada, el concejo salmantino, acuciado por la
urgencia, se propuso como objetivo primordial restablecer lo antes posible la
función esencial del puente, permitiendo el paso del río Tormes de una orilla
a otra. En principio, no parece que aquél se planteara restaurar la parte derribada de manera exactamente fiel a su estructura morfológica original, la traza
romana. Los condicionamientos económicos y técnico-constructivos del momento impusieron su ley y, al final, la reparación de los daños de la riada de
los Difuntos consistió en la adición a la parte romana no dañada del puente de
otra de nueva construcción, que, aunque en apariencia similar (mismo ancho
de calzada, arcos de medio punto, material pétreo, etc.), estructuralmente fue
distinta: se reconstruyeron algunos de sus elementos (tajamares y espolones
triangulares y altos, arcos de distinta altura y luz) claramente diferentes a los
romanos y, sobre todo, se utilizó un tipo de material pétreo (piedra caleña en
lugar de granito) también distinto, con el resultado de una fábrica netamente
diferenciada de la romana, incluyendo ciertas mejoras hidrodinámicas, si bien
de peor calidad constructiva. Desde luego, la rotundidad del despiece y talla
de los sillares almohadillados de granito de la fábrica romana contrasta con
la mayor pobreza del tratamiento de los sillares de piedra caleña utilizada en
toda la fábrica hispana, salvo las dovelas y algunas piezas de las bóvedas de
los arcos 16-24 y las dos columnas de entrada, labradas en piedra berroqueña
y cuyo uso no corresponde a ninguna de las dos reparaciones practicadas en
época medieval.
Para aclarar y justificar más detenidamente esta adelantada conclusión,
habrá que acudir y exponer las informaciones que al respecto proporcionan
las fuentes narrativas, documentales y gráficas, así como el propio edificio del
puente.
Como se ha señalado, la riada de los Difuntos de 1256 bien pudo afectar
a toda la parte meridional del puente romano de Salamanca, haciéndolo intransitable al causar, posiblemente por primera vez, el hundimiento y derribo
de algunas o de todas las bóvedas y/o pilas de su tramo meridional. Hubo,
pues, que reedificarlas, pero ¿cuántas?, ¿de qué forma y tamaño? y ¿con qué
materiales? Difícil responder de manera precisa a tales cuestiones, máxime
cuando aún no se ha resuelto el número de arcos que el puente romano
poseía en origen. Ahora bien, puesto que desde 1498 (riada de Santa Bárbara) hasta 1626 (riada de San Policarpo) el puente no volvió a padecer otro
derribo y puesto que el arreglo de los daños causados por la riada de Santa
Bárbara, como se ha visto, fue muy parcial, se limitó a la restauración de uno
o dos arcos de la parte meridional, tal vez puedan ayudar a las respuestas las
161
ÁNGEL VACA LORENZO
descripciones que del puente en general y del lado meridional en particular
realizaron los viajeros, escritores y dibujantes, así como diversas fuentes documentales, fechadas con anterioridad a la avenida de San Policarpo de 1626.
En la segunda mitad del siglo XV, dos ilustres extranjeros, procedentes
de Europa Central, visitaron la ciudad de Salamanca. Se trata del barón
León de Rozmital y del médico Jerónimo Münzer77. El primero, noble y
cuñado del rey de Bohemia, Jorge de Podiebrad (1458-1471), partió de
Praga el 26 de noviembre de 1465 y llegó a Salamanca en la tarde-noche
del 25 de julio (día de Santiago) de 1466; en el relato de este viaje, redactado
por Wenceslao Schaschek de Birkov78, se dice de Salamanca, entre otras cosas,
que “por esta ciudad pasa un río llamado el Tormes, que tiene un puente de
piedra no muy grande”79. Más explícito resulta, en este aspecto, el relato del
viaje del médico de Núremberg, Jerónimo Münzer (Hieronymus Monetarius),
realizado entre el 2 de agosto de 1494 y el 15 de abril de 1495 y cuya redacción corrió a cargo de su amigo Hartmann Schedel, al indicar que Salamanca,
distante “diez leguas de Zamora; está situada junto al Tormes, que nace en las
montañas del mismo nombre, río, aunque pequeño, cruzado por un puente
de 23 grandes arcos”80.
Se conoce, además, que por aquellas mismas fechas tres miembros de la
Universidad de Salamanca escribieron sobre el puente; fueron, por orden cronológico, el catedrático Lucio Marineo Sículo, el estudiante Antonio Jiménez,
y el también catedrático Pedro de Torres.
Lucio Marineo Sículo, natural, como denota su toponímico, de Sicilia,
radicó desde 1484 en la Corona de Castilla, llegando a ser cronista y probablemente capellán del rey Fernando el Católico. Enseñó en la Universidad de
Salamanca durante doce años, dictando dos lecciones diarias, una de Poesía
y otra de Oratoria. Escribió entre 1495 y 1496 la obra De Hispaniae laudibus,
cuya primera edición data de 1497, dedicando a Salamanca doce páginas,
que constituyen uno de los documentos más fidedignos y minuciosos para
el estudio de la ciudad y, sobre todo, de la Universidad. En ellas ofrece una
descripción del puente y, en concreto, señala su ubicación sobre el río Tormes
(super amnem Tormen) y al mediodía (ad meridiem) con relación a la ciudad,
su naturaleza pétrea (saxeo ponte), sus dilatadas (longiori) proporciones: 500
pasos de largo (in longitudine passibus quingentis) y 20 pies de ancho (latitudo verum pedum est bis decem), así como los 26 arcos en los que se sostenía
Sobre estos dos viajes, vid. HERBERS, K., “Aspectos del ‘tiempo libre’ y de ‘fiestas’ en algunos
relatos de viajeros y peregrinos del siglo XV”, en Fiesta, juego y ocio en la Historia. XIV Jornadas de
Estudios Históricos. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 2002, pp. 79-102.
78
Existe un segundo redactado por Gabriel Tetzel, patricio de Nuremberg y antiguo alcalde de la
ciudad.
79
Publ. en MAJADA NEILA, J. y MARTÍN MARTÍN, J., Viajeros extranjeros en Salamanca (1300-1936).
Salamanca: Centro de Estudios Salmantinos, 1988, p. 101.
80
IBÍDEM, p. 104.
77
162
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
(sexque et viginti arcubus fulcitur), sin indicar si éstos diferían en tamaño,
forma y/o materia81.
El estudiante Antonio Jiménez en su “obrita” De Tormis inundatione,
publicada en Salamanca el año 1500, describe la gran avenida del río Tormes
el día de Santa Bárbara de 1498 y los daños por ella causados y refiere que el
puente salmantino se apoyaba en veintiocho grandes arcos (Que en veintiocho por junto grandes arcos se apoya), puntualizando poco más adelante que
poseía, en la parte meridional (aquella parte / Que se sabe muy bien que no
hizo Alcides el fuerte), donde el puente entraba en declive, siete arcos menores que los restantes (Donde el puente en declive siete ojos tiene menores / Que
los demás)82.
Y, finalmente, el colegial de San Bartolomé y catedrático de Filosofía
de la Universidad de Salamanca, Pedro de Torres, de esta manera tan clara,
rotunda y minuciosa describe el puente en su Cronicón, publicado los años
iniciales del siglo XVI:
Año 1508 …La puente de Salamanca tiene hasta el medio 15 arcos. El
mayor tiene 33 piedras de fasta un pie de ancho desde el suelo en el arco
alrededor y desde el medio fasta el arrabal tiene doce arcos, seis grandes
y seis pequeños. Tiene el mayor en arco 42 piedras de a pie83.
De 1570 data el primer documento gráfico de la ciudad de Salamanca,
hasta ahora conocido. Su autor, Antón Van der Wyngaerde, pintó la panorámica meridional de Salamanca en uno de sus viajes por España, por encargo de
Felipe II. Y aunque no cabe pensar que el dibujo, tal que una fotografía, proporcione una imagen exacta de la ciudad, no cabe duda que en buena parte
recoge de forma fiel su perfil y aspecto más general. La imagen del puente se
ofrece en un primer plano, en alzado y aguas arriba. En él se pueden apreciar
los dos tramos: el romano, una plataforma estructurada sobre quince arcos
iguales de medio punto hasta llegar al castillete central, constituido por lo que
más perece un arco triunfal de medio punto sin remate superior que una torre
de defensa; resulta difícil precisar si parte de él o su totalidad se realizó en el
tramo romano o por el contrario pertenece al hispano. El dibujante no aprecia
en la fábrica romana tajamares ni pilastras, aunque destaca el almenado de
ambos pretiles e insinúa los desagües. De la fábrica hispana solamente dibuja
cuatro arcos iguales de medio punto, porque ciertas edificaciones, situadas en
el Arrabal, impiden ver la terminación de esta parte meridional del puente; los
alzados cuentan con tajamares semicilíndricos de remate cónico que llegan
en
82
83
81
Publ. en BELTRÁN DE HEREDIA, V., Ob. cit., vol. III, doc. 850, pp. 139-150 y traducido al español
FERNÁNDEZ VALLINA, E. y VACA LORENZO, Á., Ob. cit., pp. 31-46.
SANZ HERMIDA, J., Ob. cit. p. 141, versos 341, 597-598 y 346-347, respectivamente.
Publ. en BELTRÁN DE HEREDIA, V., Ob. cit., vol. III, doc. 802, p. 85.
163
ÁNGEL VACA LORENZO
Fig. 61: Detalle del puente en la panorámica de Salamanca dibujada
por Antón Van der Wyngaerde
hasta la clave de los arcos, también se insinúan los desagües, pero los pretiles
carecen de almenado84.
Y, por último, el primer cronista de la ciudad, Gil González Dávila,
en su Historia de las Antigüedades de la civdad de Salamanca, editada en
1606, en su capítulo V, al hablar “De la Puente”, lo describe en los siguientes términos:
Vna de las grandezas que tiene Salamanca, y de las mayores la
mayor, es el famoso edificio de la puente, de los mas insignes que tiene
España: fundado sobre veinte y siete arcos por donde passa sus aguas el
rio Tormes. Tiene de largo quinientos passos, y de ancho doze. Es edificio Romano de canteria todo, y en la labor de las piedras tiene mucha
84
El dibujo está publicado y comentado por KAGAN, R. L. (dir.), Ob. cit., pp. 363-368.
164
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
semejança con el aqueducto (tambien edificio antiguo) de Segouia. Està
lo mas alto desta puente adornado de almenas de canteria tosca, que de
lexos offrecen a los ojos vna agradable vista85.
¿Qué pensar ante la evidente disparidad sobre el número de arcos del
puente romano de Salamanca referido por Jerónimo Münzer (23), Lucio Marineo Sículo (26), Antonio Jiménez (28), Pedro de Torres (27), Gil González
Dávila (27) y los dibujados por Antón Van der Wyngaerde (15+4)?
En principio, por las descripciones más detalladas y completas ofrecidas
por Lucio Marineo Sículo, Antonio Jiménez, Pedro de Torres y González Dávila, así como por los años que estos residieron en Salamanca, como profesores,
alumnos e historiador-cronista, frente al único día que en ella permaneció
Münzer, no resulta arriesgado suponer que las versiones de aquéllos son más
ajustadas a la realidad, sin olvidar que la disonancia mayor también se da
con respecto a la descripción de Jerónimo Münzer. Más arriesgado resulta el
pronunciamiento sobre cuál de aquellas otras es la que establece con total
exactitud y precisión el número de arcos que poseía el puente romano de
Salamanca en aquella época. De todas formas, conviene advertir que no es
tanta la disparidad entre el número de arcos dado por Lucio Marineo Sículo
(26), Antonio Jiménez (28) y Pedro de Torres y González Dávila (27), pues se
reduce a uno o dos guarismos. De todas formas, aunque resulta complicado
aclarar estas discrepancias numéricas, cuando además, uno de los errores más
frecuentemente cometidos por los autores a la hora de describir el puente de
Salamanca, incluso en los tiempos actuales, es el relativo al número de sus
arcos, así como a sus medidas, la descripción del catedrático Pedro de Torres
es la que más probabilidades posee de describir la realidad. Y ello por varios
motivos:
Primero, porque el número de arcos manifestado por Pedro de Torres
(27) coincide con los contabilizados por Gil González Dávila en 1606.
Segundo, porque el número de arcos del primer tramo romano ofrecido
por Pedro de Torres (15) es el mismo que el dibujado por Antón Van der
Wyngaerde en 1570 y el mismo que existe en la actualidad.
Tercero, porque tanto la descripción de Pedro de Torres como la de
Antonio Jiménez son coincidentes en cuanto al número de arcos grandes que
tenía el puente (21).
Cuarto, porque la versión de Pedro de Torres sobre el tramo hispano
(desde el medio fasta el arrabal tiene doce arcos, seis grandes y seis pequeños)
en gran manera también coincide con la de Antonio Jiménez, cuando sobre
esta misma parte señala: Donde el puente en declive siete ojos menores /Que los
demás. Incluso todavía hoy son dispares los tamaños de los arcos del puente:
los quince de la fábrica romana son algo menores que los nueve siguientes de
GONZÁLEZ DÁVILA, G., Historia de las antigüedades de la ciudad de Salamanca, pp. 13-14.
85
165
ÁNGEL VACA LORENZO
la fábrica hispana que, a su vez, poseen vanos con luces mucho mayores que
los dos últimos que, a la postre, son los más pequeños.
Y quinto, porque el número de dovelas de los arcos indicado por Pedro
de Torres, tanto en el tramo romano (El mayor tiene 33 piezas de fasta un
pie de ancho desde el suelo en el arco alrededor), como en los mayores del
tramo hispano (Tiene el mayor en arco 42 piedras de a pie), es idéntico, en
el primer caso, y muy aproximado, en el segundo, al número de dovelas que
actualmente poseen los arcos de los tramos romano (33) e hispano (entre
45 y 48).
Así pues, en respuesta a la primera cuestión antes plateada, cabe suponer
que después de la reconstrucción de los desperfectos causados por la riada
de los Difuntos de 1256, el puente de Salamanca pudo contar con un total de
27 arcos. De todas formas, ese número no parece responder al que en origen
pudo poseer el puente romano; es más probable que tuviera alguno menos,
por el dato que ofrece Antonio Jiménez sobre el inferior tamaño de siete arcos
de la parte reparada (Donde el puente en declive siete ojos tiene menores /Que
los demás), que, por otra parte, es coincidente en el tamaño, aunque no en el
número, con lo indicado por Pedro de Torres (desde el medio fasta el arrabal
tiene doce arcos, seis grandes y seis pequeños), cuando nadie duda que todos
los arcos del puente romano eran originariamente de muy similares medidas,
tal como ocurre en el tramo que de su primitiva fábrica se conserva. Asimismo,
la existencia de arcos de diferentes tamaños, de los que los correspondientes
a la parte meridional eran menores, está corroborada por la carta de ejecución
de la sentencia dictada por la Chancillería de Valladolid sobre el contencioso
desarrollado entre el 16 de junio y el 31 de julio de 1503, a propósito de la
reconstrucción de la derruida aceña del Arenal, donde se señala, commo la
media puente questava hazia el Arraval estava más flaca e de arcos viejos, o
que la dicha puente hera baxa e tenía los arcos baxos e el Arraval estava baxo,
al tiempo que, por contra, de la otra parte, la más próxima a la ciudad, se indica que aquella parte hera muy fuerte e más rezya y poseía arcos altos86.
Así pues, la primera conclusión que se puede extraer de las informaciones de las fuentes literarias, gráficas y documentales anteriores es que la reparación de los desperfectos causados en el puente romano de Salamanca por
la riada de los Difuntos de 1256 consistió en la reconstrucción de, al menos,
doce arcos en su parte meridional, junto al Arrabal, pero seis de un tamaño
inferior a los otros seis. Además, esta primera conclusión es en gran parte
corroborada por la persistencia de dos de esos seis arcos menores reconstruidos en la parte meridional durante la segunda mitad del siglo XIII. En este
sentido, Gómez Moreno, a propósito de los, según él, doce arcos (en realidad
son once) de la fábrica hispana, afirma que, “su apariencia no es muy vetusta,
aunque a juzgar por su tejaroz y las marcas de los sillares quizá no bajen del
siglo XIII”, si bien matiza que, como esta parte ha sufrido derribos y repara86
En Catálogo Documental 20.
166
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
ciones posteriores importantes, “de modo que quizá sólo el último es antiguo,
y en él efectivamente abundan más las piedras marcadas”87.
En efecto, en un atento y minucioso examen que en 1999-2001 realizaron
Inmaculada Guadalupe Salas y Jesús García Maldonado, llegaron a observar
un total de veintidós marcas de cantero o signos incisos sobre las piezas del
intradós de las bóvedas de los arcos de la fábrica hispana, que coinciden con
cierta concentración en hiladas inferiores y medias y casi ninguna sobre las
superiores, así como tampoco sobre las fábricas de alzados y tajamares. Aún
hoy día, si bien con mayor dificultad y en número menor, se pueden apreciar
estas marcas, localizadas, sobre todo, en el intradós de las bóvedas de los dos
últimos arcos del puente: unas son simples y presentan su ejecución mediante
un trazo rectilíneo y poco complejo, como un aspa de tres brazos desiguales,
similar a una “Y” tumbada, o de cuatro brazos iguales, similar a una “X” o a
una cruz “+” o, en fin, de sólo dos brazos iguales y unidos en ángulo agudo “<”; en cambio, otras son más evolucionadas y su ejecución se consigue
mediante trazos curvilíneos o mixtos, correspondiendo, en algunos casos, su
imagen con alguna de las letras del abecedario, como la “A”, la “F”, la “H”, la
“I”, la “M” en vertical, la “q” tumbada, la “T” invertida, etc. La finalidad y cronología de estas marcas han sido estudiadas, para el caso del puente medieval
de Hita, por Romera Martínez y Romera Valladares, quienes señalan que “es
sabido que durante la Edad Media, y de forma más significativa en los periodos de tiempo que corresponden plenamente con el Románico y primera etapa del Gótico, los artesanos (en este caso los canteros) que participaban en la
realización de determinados trabajos, bien de forma individual o agrupados en
gremios, marcaron de forma inequívoca las piezas que salían de sus manos, en
unas ocasiones para dejar constancia de la paternidad de las obras y en otras
(como en este caso), para delimitar la ejecución de una determinada tarea” y,
en función de la misma, determinar el salario o percepción a recibir. Afirmando dichos autores que “este sistema de reconocer el trabajo de los operarios
permaneció vigente durante largo tiempo, hasta que las ‘marcas’ fueron sustituyéndose paulatinamente por compromisos escritos, contratos de ejecución
de obra, contratos de trabajo al servicio de un maestro artesano y otra serie
de documentos que en su continua evolución, han sido los precedentes de las
actuales nóminas de los asalariados”88.
Así pues, el uso de estas marcas puede remontarse a los siglos XII-XIII, la
época románica de la ciudad, tal como actualmente se aprecian sobre los muros de la catedral románica o de la iglesia de San Marcos. De ahí que se pueda
deducir que no es solamente el último arco del puente romano de Salamanca,
como sostuvo Gómez Moreno, el que aún permanece en toda su integridad
de la primera reparación realizada en la segunda mitad del siglo XIII, sino
GÓMEZ-MORENO, M., Catálogo Monumental de España. Provincia de Salamanca, p. 46.
ROMERA MARTÍNEZ, Á. y ROMERA VALLADARES, C., “Marcas de cantero en el puente medieval
de Hita”, en Wad-al-Hayara. Revista de Estudios de Guadalajara, 30 (2003), pp. 66 y 67.
87
88
167
ÁNGEL VACA LORENZO
Fig. 62: Los últimos arcos del puente de Salamanca, aguas arriba
también el segundo, y que, por tanto, ambos son los arcos más antiguos de
esta parte hispana del puente, por haber resistido el empuje de las riadas posteriores, lo que no habrían conseguido los otros nueve. Por otra parte, estos
dos últimos arcos del puente son totalmente diferentes en cuanto a la solución
constructiva y presentan, además, características más arcaicas que los otros
nueve de la fábrica hispana, pues, como ya se expuso, su directriz es muy
rebajada, afectada por la rasante y la margen del cauce, en parte aterrados, no
dejan ver la línea de cornisa de las pilas, su luz es sensiblemente más pequeña
que la de los otros, sobre todo la del último, que apenas llega a los 6 m, así
como más baja y en declive la altura hasta el terreno actual, pues el penúltimo
alcanza los 3,60 m y el último apenas llega a los 2,60 m. Pero, sin duda, el elemento que refleja la mayor antigüedad de estos dos últimos arcos se halla en
sus tajamares y espolones triangulares que se elevan escalonadamente hasta
la línea de las claves, aunque sin traducirse en los curiosos apartaderos que
suelen poseer los puentes medievales, con objeto de solucionar la estrechez
de sus tableros; estos elementos arquitectónicos son típicamente medievales
y más arcaicos que los tajamares, y en cuatro casos también espolones, de
planta semicircular y apuntados que poseen los otros arcos de la fábrica hispana. Asimismo, en la construcción de estos dos arcos sólo se empleó areniscas
celestinas o vulgar piedra caleña, sin incorporar dovelas de piedra pajarilla o
berroqueña de Calzadilla, cuyo inicio de empleo en la construcción edilicia de
168
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
Fig. 63: Arco 26 y último del puente de Salamanca, aguas arriba
Fig. 64: Arco 25 del puente de Salamanca, aguas arriba y flanqueado por tajamares triangulares
169
ÁNGEL VACA LORENZO
Salamanca López Plaza y demás coautores sitúan “hacia la segunda mitad del
siglo XVI, representado por el palacio de Orellana cuya construcción debió
de iniciarse hacia 1566”, si bien, “la época de mayor esplendor corresponde
al siglo XVIII culminando con la realización del Ayuntamiento y Colegio de
Calatrava”89. Por otra parte, los alzados de estos dos arcos carecen de la línea
de imposta que, como ocurre en el resto de los arcos del puente, tanto de la
parte romana como de la hispana, marca la línea de la rasante del puente; otro
de los rasgos que, según Arenas, “componen una de las características más
definitorias y separadoras entre puentes romanos y medievales”90.
En definitiva, la reparación de los desperfectos causados por la riada de
los Difuntos de 1256 consistió en la reconstrucción de la parte meridional del
primitivo puente romano, efectuada unos veinte años después de su derribo.
Para ello el concejo salmantino no pudo utilizar el granito, material original de
la parte derruida, porque sus sillares ya habían sido aprovechados para otras
obras distintas, como posiblemente el reforzamiento y elevación de la presa
o pesquera que atravesaba el río de una parte a otra, aguas arriba del puente, y que comunicaba las aceñas del Muradal, en la orilla derecha, con la del
Arenal, en la izquierda. Se vio, pues, obligado a buscar nuevo material pétreo
Fig. 65: Pesquera actual, vista desde el puente romano
LÓPEZ PLAZA, M. et alii, La utilización de rocas vaugneríticas en los monumentos de Salamanca,
p. 135. Por consiguiente, los otros nueve arcos de la fábrica hispana, al llevar en las dovelas piedra
pajarita, tienen que ser posteriores a la segunda mitad del siglo XVI.
90
ARENAS DE PABLO, J. J., Los puentes en la Baja Edad Media, p. 126.
89
170
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
para la reconstrucción de los arcos derribados del puente. Extraer y acarrear el
granito necesario de las canteras de Los Santos o de las comarcas occidentales
de las actuales provincias de Zamora y Salamanca, sin duda y entre otras razones por la lejanía, estaba lejos del alcance de las disponibilidades del concejo
salmantino de la segunda mitad del siglo XIII. Una solución más viable era
recurrir al empleo de los recursos locales, los materiales pétreos que ofrecía el
entorno más inmediato, pues al hallarse próximos a la obra su acarreo siempre
resultaría más fácil y económico. Descartada la piedra de Villamayor, por ser
inadecuada para este tipo de construcciones, permanentemente expuestas a
la humedad, sólo quedaba el recurso a las areniscas celestinas o vulgar piedra caleña, más apta para estas circunstancias. Éste es, sin duda, el contexto
explicativo de la utilización de las areniscas celestinas en lugar del granito en
la recomposición de la parte meridional del puente romano derribada por la
avenida de los Difuntos de 1256.
Por otra parte, no es de extrañar que en esta reconstrucción se utilizara
el arco de medio punto y la bóveda de medio cañón, asociados al periodo románico, en lugar del ojival, por otra parte, de época algo posterior y asociado
al estilo gótico, así como un similar sistema constructivo (opus caementicium,
emplectum, aparejo de soga y tizón, etc.), pues, como es sabido, los puentes
medievales tienden a perpetuar y seguir las trazas de los modelos romanos. Si
bien, en este caso, los arcos reparados, al menos los seis últimos, en versión
de Pedro de Torres, o los siete, en la de Antonio Jiménez, eran más pequeños
que los de la fábrica romana e irían en una secuencia gradual de degradación,
descendiendo desde el centro del puente hacia la margen izquierda del río, lo
que originaría que la rasante de esta parte meridional presentara, como aún
hoy día se aprecia, un perfil más inclinado que el de la otra parte romana que
tendería, como en la actualidad, a la horizontalidad.
En conclusión, la reparación de la parte meridional del puente romano
de Salamanca dañada por la riada de los Difuntos de 1256 consistió en la reedificación de, al menos, doce arcos, de los que seis fueron de menor tamaño
que los de la fábrica primitiva, construidos todos ellos en piedra no granítica,
sino caleña, lo que daría origen a dos fábricas distintas, la romana y la hispana, con las expresiones la puente vieja (referida a la romana) y la puente
nueva (referida a la hispana), como diversas fuentes del finales del siglo XV y
principios del XVI denominan a cada una de esas fábricas:
La puente fué edificada
Por artificio romano,
Lo otro medio es hispano91.
Así expresa Juan Ramón de Trasmiera en el Triunfo Raimundino esta división del puente en dos
partes, arquitectónica, cronológica e históricamente, diferenciadas. Este poema lo fecha entre los años
1506 y 1512 VILLAR Y MACÍAS, M., Ob. cit., libro V, pp. 185-187.
91
171
ÁNGEL VACA LORENZO
Expresiones que en modo alguno cabe deducir que aludan a dos edificios o
puentes diferentes, sino a dos partes del mismo edificio y puente, al aparecer
junto a las anteriores, la expresión media puente como sinónima, si no de
ambas, sí expresa y claramente de una de ellas (media puente questava hazia el Arraval; derrocaría la media puente, segund que avía derrocado çierta
parte della el año pasado; y en la otra media puente media (sic) questava más
flaca).
La expresión puente vieja se halla documentada por primera vez en la
correspondiente acta de la reunión del cabildo catedralicio de Salamanca celebrada el 8 de mayo de 1499, en la que se acordó proceder a la reconstrucción
de la derruida aceña del Arenal, aguas arriba del puente de la ciudad:
Este dicho día, a los dichos Antonio de la Reyna e Pedro de Godino,
riberos nonbrados por los dichos alcaldes de los Molares, visto el sitio de
las dichas aceñas e los dichos testigos aseñalaron e dixeron que se podía
e devía hazer la dicha açeña hazia la parte el Arraval… casy en medio del
sitio e río de la dicha yglesia, poco más o menos, e que ella estaría mejor
para amas las dichas aceñas, asý la del Muradal commo para la que se
ha de hazer e que estaría más a provecho de la dicha çibdad e su tierra e
de los dichos señores deán e cabildo, porque fazyéndose allí, tornaría el
agua más a la puente vieja e que hera más provecho e guarda, asý de la
puente commo del Arraval e de las huertas, e señalaron con dos mojones e
señales: uno en la turra e otro en una peña, e dixeron que declaravan que
allí se devía fazer, por ser en honrra e provecho de la dicha çibdad e tierra
e sin perjuyzio dello. E ansý dixeron que lo declaravan e declararon92.
Y la misma expresión vuelve a aparecer el 16 de junio-31 de julio de 1503, en
la real carta de ejecución de la sentencia dictada por la Chancillería de Valladolid a propósito de la reconstrucción de la citada aceña del Arenal:
Lo otro porquel hedefiçio de las dichas açeñas que agora se hazían
non venían ni hazían ningund perjuyzio nin dapño a la dicha puente de
la dicha çibdad, commo en contrario se dezýa e afirmava, antes la venía
grand provecho e vtilidad que se hiziese la dicha açeña a donde se hazýa e
se mudava del lugar a donde estava, que asý hera toda el agua de la dicha
açeña para la primera puente vieja e porque aquella parte hera muy fuerte
e más rezya e a donde non avía daño ninguno para la puente;…e más le
trahe provecho a la dicha puente e Arraval porque tanto que más çerca
estoviese la dicha açeña a la puente más escudo terná la puente, porquel
agua que diere en la açeña verterá abaxo a la puente vieja, e ansý mismo
el valle e la evía por donde entra el agua al Arraval quedaría más alto e
entra menos agua por él para que faga menos daño al Arraval93.
92
93
En Catálogo Documental 12.
En Catálogo Documental 20.
172
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
En ambos casos, es evidente que con ellas se alude a la parte del puente más
próxima a la ciudad, la correspondiente a la original fábrica romana, de la que
se refiere que aquella parte hera muy fuerte e más rezya y poseía arcos altos.
Mientras que la expresión puente nueva sólo se encuentra documentada
en la citada carta real de ejecución del 16 de junio-31 de julio de 1503, aunque
de manera reiterada:
Juan de Villafuerte, regidor de la dicha çibdad, e Diego de Segovia
e Juan Bravo, sesmeros e vezynos de la dicha çibdad e en nonbre del
conçejo della, e por ante un escrivano denunçiaron de nueva obra en un
hedifiçio de un açeña que se hazía por parte de la dicha yglesia, entre
la puente nueva de la dicha çibdad e una pesquera questá ençima del
Arenal della…
Por ende, que devían mandar e mandaron alçar el enbargo puesto
en la obra e hedefiçio del açeña sobre que hera el pleito e que devían
dar e dieron liçençia e facultad a la dicha yglesia para que pudiese hazer
y hedeficar la dicha açeña en el lugar donde la tenían començado a hazer
a vista de maestros de ribera e maestros de cantería, lo más syn perjuyzio
que ser pudiese de la puente nueva e del Arraval de la dicha çibdad…
y sy començase a hazer curso el agua hazia las açeñas, segúnd
que nesçesario lo avían de hazer, dexarían el curso larguo que yva a las
açeñas derrocadas, donde las solían tener las partes contrarias e otras que
estavan hazya la çibdad, e yría el curso del agua hazia el aceña nueva que
agora querían hazer, de manera que todo el golpe del agua fasta junto
con el Arrabal por la puente nueva… E luego, el dicho señor corregidor
les mandó que dixesen e declarasen cómmo se podía fazer e hedificar
la dicha açeña en el logar donde estava començada a fazer, lo más syn
perjuyzio que ser podiese de la puente nueva e del Arraval de la dicha
çibdad, segund lo mandava la dicha sentençia e carta secutoria…
paresçieron presentes los dichos Pedro Pie de Fierro e Pedro Cachón
e Pedro Maquilón e Antón de Ponte e Pedro de Godino, maestros de ribera, e Juan Dajo e Juan de Artiaga e Juan Portogués, maestros de cantería, e
dixeron quellos avían visto e mirado el logar e sitio donde la dicha açeña
estava començada a fazer e avían mirado, fablado e platicado entre sý de
cómmo se fiziese e hedificase la dicha açeña e hedifiçio della, syn menos
perjuyzio de la puente nueva e del Arraval de la dicha çibdad94.
Al igual que en el anterior, en este caso la referencia a la parte meridional del
puente, la más próxima al Arrabal, tampoco ofrece dudas. Y si de la primera
parte del puente (la fábrica romana) se destacaba su solidez, de ésta otra (la
fábrica hispana) se indica su endeblez: commo la media puente questava hazia el Arraval estava más flaca e de arcos viejos; la otra media puente media
(sic) questava más flaca; al mismo tiempo que se señala que la dicha puente
IBÍDEM, fols.2, 10, 10v y 14v.
94
173
ÁNGEL VACA LORENZO
hera baxa e tenía los arcos baxos e el Arraval estava baxo, e haziéndose la
dicha aceña e pesquera donde la querían hazer las partes contrarias, haría
çierto curso el agua hazia aquella parte que qualquier avenida que veniese batiría en la dicha puente e llevaría al dicho Arraval, porque la mayor parte del
dicho río yría hazia el dicho Arraval, porque la más hondura e agua que avía
en el dicho río, que se llamava el Piélago Castellano, estava hazia donde querían hazer las açeñas las partes contrarias y en derecho dellas; y sy començase
a hazer curso el agua hazia las açeñas, segund que nesçesario lo avían de
hazer, dexarían el curso larguo que yva a las açeñas derrocadas, donde las
solían tener las partes contrarias e otras que estavan hazya la çibdad, e yría el
curso del agua hazia el aceña nueva que agora querían hazer, de manera que
todo el golpe del agua fasta junto con el Arrabal por la puente nueva95.
95
IBÍDEM, fol. 10v.
174
Repartimientos y nuevas intervenciones
en el puente romano de Salamanca
en los primeros tiempos modernos
Q
ue la reparación del puente romano de Salamanca, realizada entre fines
de 1499 y principios de 1500, por los destrozos causados por la riada
de Santa Bárbara de 1498 no fue eficiente, sin duda por el desvío de los fondos recaudados, lo prueba el hecho de que unos años más tarde, en 1507,
el concejo, entendiendo que la dicha puente tiene nesçesydad de se reparar
e aderesçar, solicitó a la reina doña Juana que le diese licencia para repartir
entre la ciudad y su tierra la cantidad desviada (42.000 mrs.), con objeto de
adesreçar (sic) e reparar la dicha puente1. En 1510 y 1515 de nuevo el mismo
concejo volvió a solicitar a la misma reina facultad para que, bien por sysa o
por repartimiento, pudiera proceder a la reparación de çiertas calçadas e camynos que no se pueden andar a pie ny cavalgando ni con carretas, a cabsa
de los grandes ronpimyentos que en los dichos camynos e calçadas las aguas
en tienpos muy rezios que an pasado an fecho2, así como de muchas puentes
quebradas e mal rreparadas e los muros de la dicha çibdad, mucha parte dellos caýdo e destruydo e mal rreparado3, considerando que para remediar lo
susodicho es menester setenta mill maravedís.
Las respuestas sucesivas se limitaron a solicitar información sobre lo pedido. Por lo que la ciudad volvió a demandar una vez más dicha licencia real,
si bien en esta ocasión de manera más explícita: el 15 de enero de 1518 encomendó a los regidores Alonso Rodríguez de Fonseca y Pedro de Anaya, sus
procuradores a las Cortes a celebrar en la ciudad de Burgos, que por quanto
la puente prinçipal de la dicha çibdad çiertos arcos della están en grand pe La cantidad desviada eran los maravedís quel presydente e oydores de la mi Abdiencia que residen
en la villa de Valladolid condenaron a esa dicha çibdad en un pleyto que ante ellos se trataron entre
esa dicha çibdad e el deán e cabildo de la yglesia mayor della, so çiertas tiendas, en quarenta e dos
mill maravedís de frutos e rentas de las dichas tiendas de çiertos años que las avían lleuado. Diz que
porque se les fazýa execuçión por ellos e non tenían dineros de lo que lo pagar, los ovieron de pagar
del repartimiento questaua fecho para la dicha puente, en Catálogo Documental 21.
2
En AGS. Registro General del Sello, marzo 1510.
3
En Catálogo Documental 22.
1
175
ÁNGEL VACA LORENZO
ligro para se caer, e los muros de la dicha çibdad mucha parte dellos caýdo,
destruydo e mal rreparado, e otras puentes de la dicha çibdad e su juresdiçión,
ansymismo, están quebradas e caýdas e mal rreparadas, pidieran la correspondiente autorización para que por sisa o rrepartymiento se puedan luego
rremediar e rreparar las dichas puentes e muros conforme a derecho, porque
ay mucho peligro en la tardança4.
La respuesta fue también, en este caso, más precisa: primero, que declaren la cantydad que será menester. Luego, ante la insistencia de la petición
hecha por Antonio de Linares en nombre de la ciudad de Salamanca, de que
mucha parte de las puentes e muros y çercas desa dicha çibdad están caýdas
y mal rreparadas y que para lo aderesçar son menester muchas quantýas de
maravedís, e porque esa dicha çibdad no tyene propios ni rrentas para ello, nos
suplicó, en el dicho nonbre, mandásemos dar liçencia y facultad a la dicha
çibdad para que pudiesen rrepartyr o echar por sysa los maravedís que para
ello fuesen menester, la reina doña Juana y su hijo, el rey Carlos I, pidieron, el
11 de junio de 1518, al corregidor, juez de residencia o alcalde de Salamanca
información sobre lo solicitado, en los siguientes términos:
Que vos mandásemos luego que …esta nuestra carta fuedes rrequerido ver… las puentes e muros desa dicha çibdad que tiene neçesydad de
se rreparar e toméys con vos maestros e personas que sepan de la dicha
obra e sobre juramento que por sí hagan ante vos, vos ynforméys dellos
qué quantía de maravedís serán menester para adereçar e rreparar lo que
estoviere caýdo e mal rreparado de las dichas puentes e çercas e muros. E
otrosý vos informad sy esa dicha çibdad tiene propios e rrentas para pagar
lo que asý fuere menester e para hazer los dichos rreparos, pagados los
salarios (?) e gastos ordinarios de la dicha çíbdad. E en caso que no los
tengan, sy será bien que lo … que para ello fueren menester se eche por
sysa o por rrepartimiento e quál es lo que más conviene que se haga5.
Y, finalmente, obtenida la información requerida del bachiller Peñarrubia, alcalde de Salamanca, la reina y su hijo accedieron a la petición de la ciudad el 8
de agosto de 1518 y dieron licencia para recaudar el dinero que fuese necesario
para proceder a la reparación de mucha parte de las puentes e muros e çercas
de la dicha çibdad que están caýdas e mal reparadas; en concreto facultaron
para que en los mantenimientos que se vendieren en esa dicha çibdad podáys
echar e echéys por sysa, asta contía de trezientas mill maravedís, que por la
dicha ynformaçión paresçe que hera menester; pero, al no poderlos conseguir
prestamente, como conviene que se fagan las dichas obras, permitieron obtenerlos en préstamo de vecinos y moradores de la ciudad y su tierra, al tiempo
que mandaron al corregidor que, una vez obtenido el préstamo, hagáys poner
En Catálogo Documental 23.
En Catálogo Documental 24.
4
5
176
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
e pongáys en obra la labor e rreparos de las dichas puentes e muros e çercas, e
enbiéys ante nos, al nuestro Consejo, la rrelación de cómo se haze6.
Sin embargo, la obtención del consentimiento real ni mucho menos supuso el fin de los problemas. En estos casos siempre solían aparecer más
obstáculos, algunos de ellos poco previstos. Así sucedió que, ante esta nueva
licencia real de repartir 300.000 mrs. para tornar a reparar y adobar la dicha
puente, Juan López de Esparza presentó el 28 de octubre de 1518 una denuncia, en nombre de la tierra de Salamanca, alegando que en el repartimiento
anterior de los 400.000 mrs. ni el cuerpo de la ciudad ni los lugares de señorío
pagaron cantidad alguna, por lo que pedía que, antes de proceder al cobro de
este nuevo repartimiento, se tratase de reparar el puente con los maravedís no
cobrados de la ciudad ni de los lugares de señorío del anterior repartimiento,
así como con los maravedís que sobraron de los recaudados a los lugares de la
tierra y no empleados en la reparación del puente, y luego, si fuera necesario
más dinero, se procediese a la imposición del nuevo repartimiento.
Sepades que Juan López de Esparça, en nonbre de la tierra desa
dicha çibdad, nos fizo rrelaçión que para el rreparo de la puente desa
dicha çibdad, por nuestro mandado, fueron rrepartidos çiertos maravedís, de los quales diz que cupieron a pagar a esa dicha çibdad çient mill
maravedís e a la tierra con todos los lugares de señorío que de la dicha
puente se aprovechan y non pagan portazgo en ella trezyentas mill maravedís. Los quales diz que solamente la dicha tierra los pagó y dellos diz
que rreparó la dicha puente y aún diz que sobraron ciertos maravedís, y
a cabsa dello esa dicha çibdad y los dichos lugares de señorío no pagaron cosa ninguna de lo que ansý les fue rrepartido y les cunplía pagar. Y
que agora, para tornar a rreparar y adobar la dicha puente, que diz que
con esto que avían mucha neçesidad dellos, a suplicaçión desa dicha çibdad e tierra della les mandamos dar liçençia para que pudiesen rrepartir
trezientas mill maravedís, de los quales diz que caben a pagar a la dicha
tierra, con los dichos lugares de señorío, de quatro partes las tres y a esa
dicha çibdad la vna. E nos suplicó e pidió por merçed mandásemos que
los maravedís que ansý fueron rrepartidos y cupieron a pagar a esa dicha
çibdad e lugares de señorío para el rreparo pasado de la dicha puente y
quedaron deviendo y los maravedís que sobraron de las trezientas mill
maravedís, se cobrasen y se gastasen en el rreparo de la dicha puente
y ansí que aquellos se cobrasen y gastasen en ello non se rrepartiesen
maravedís algunos por virtud de la liçençia que agora diz que mandamos
dar y dimos; y que, ansý gastados los dichos maravedís, se repartiesen por
virtud de la dicha liçençia los maravedís que fuesen menester para acabar
de rreparar la dicha puente7.
En Catálogo Documental 25.
En Catálogo Documental 26.
6
7
177
ÁNGEL VACA LORENZO
Además, el cobro de este nuevo repartimiento para la reparación del
puente romano chocó con la tenaz resistencia de algunos lugares de señorío,
como San Martín del Castañar, a cuyos vecinos el rey Carlos I y su madre,
doña Juana, tuvieron que ordenar, en diciembre de 1519, que contribuyesen
con los maravedís que hos fueren rrepartidos e hos cupieren a pagar para el
adovo e rreparo de la dicha puente, como siempre habían contribuido, goçando como gozavan de la dicha puente, syn pagar portadgo en ella8. Lo mismo
sucedió con Villoria9 y Babilafuente10, que se negaban a contribuir con los
4.772 y los 4.000 maravedís aproximados que, respectivamente, les habían
correspondido en el repartimiento para el arreglo del puente, pues alegaban
que no pertenecían a la jurisdicción de Salamanca, sino a la de don Fernando
de León, comendador mayor de León, el primero, y a la de don Pedro Maldonado Pimentel, el segundo, por lo que la ciudad, en represalia, había apresado
a Martín de Cantalpino, vecino de Villoria, cuando acudía al mercado franco
de Salamanca, y a otros vecinos de Babilafuente. Si bien, en estos dos últimos
casos, en un principio, los reyes citados se limitaron a ordenar al corregidor
de Salamanca la liberación de los vecinos apresados y la devolución de sus
bienes, posteriormente (6 de junio y 7 de julio de 1520), ante la protesta de
Juan López de Estrada, procurador del concejo salmantino, por la negativa de
estos dos lugares, Babilafuente y Villoria, a contribuir en el repartimiento para
la restauración del puente y por la orden real de excarcelación de los vecinos
apresados y devolución de sus bienes, mandaron al corregidor salmantino
que luego veades lo susodicho e llamadas e oýdas las dichas partes breve e
sumariamente, no dando lugar a luengas nin dilaçiones de maliçia, saluo
solamente la verdad sabida, hagades e administredes a las dichas partes entero
conplimiento de justicia11.
1. LA TRANSFORMACIÓN DEL PUENTE EN UN BALUARTE POR OBRA
DE GÓMEZ HERRADOR: EL CASTILLETE Y LAS ALMENAS
Como indica Fernández Troyano, la gran mayoría de los puentes históricos conservados han sufrido diversas transformaciones, muchas de ellas
debido a las variaciones de sus condiciones funcionales a lo largo de la Historia. Esto resulta más evidente en los últimos tiempos, en que las necesidades
En Catálogo Documental 27.
En Catálogo Documental 28.
10
En Catálogo Documental 29.
11
En Catálogo Documental 30 y 31. Los motivos alegados por el procurador de Salamanca, Juan López
de Esparza, eran que, una vez concedida la licencia real para imponer un repartimiento de 300.000
mrs. para la rehabilitación del puente, la dicha çibdad hizo el dicho rrepartimiento, commo se avían
fecho otros semejantes, en que avía pagado e contribuydo la villa de Vavilafuente e Villoria e otros
lugares de señorío que antiguamente diz que fueron de la tierra de la dicha çibdad, porque gozan de
algunas cosas que gozan los lugares de la dicha tierra, asý en no pagar portad[go] en la dicha puente,
commo en meter vino e sacar pan de la dicha çibdad.
8
9
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EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
crecientes del tráfico rodado han provocado el ensanchamiento de las plataformas de estos puentes. Si bien, “no ha sido el tráfico la única causa que ha
motivado transformaciones en los puentes, ni todas ellas se han hecho recientemente. Su valor estratégico dio lugar a que en la Edad Media se construyeran
torres de defensa en la mayoría de los puentes, y no sólo en los de nueva
construcción, sino que también se hicieron sobre algunos puentes romanos
que no las poseían. A finales de la Edad Media, la mayoría de los puentes
tenían torres que servían para su defensa y para el cobro del portazgo. Pero
a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, la mayoría de las torres de
los puentes se derribaron para aumentar la capacidad de paso por ellos”12. Y
el puente romano de Salamanca no fue, en este sentido, ninguna excepción,
aunque quizá sí el momento tardío de su transformación.
Sucedió durante la revuelta de las Comunidades de Castilla, ya que, como
señala Santos Burgaleta, desde los inicios de la propia Junta de la Comunidad
de Salamanca (julio de 1520), uno de sus mayores desvelos fue el orden público y, en particular, la defensa de la ciudad, llegándole a preocupar hasta
tal extremo, que la atención dedicada a estas tareas se convirtió en auténtica
obsesión de los rebeldes, sobre todo, a partir de que las tropas realistas tomaran Tordesillas13. Y el puente sobre el Tormes constituía un objetivo de primer
orden en su estrategia de defender la ciudad ante posibles acometidas de los
ejércitos realistas, por lo que no dudaron en convertirlo en un baluarte fortificado con la construcción de una torre, que impidiese el paso desde el sur, y
de las correspondientes almenas en sus pretiles.
El responsable de la construcción de la torre y, posiblemente también de las almenas, fue Gómez Herrador, según consta en el acuerdo
que el 13 de marzo de 1521 tomaron el corregidor, don Pedro Maldonado
Pimentel, y demás miembros de la Junta de la Comunidad salmantina, máximo órgano municipal durante la rebelión comunera en la ciudad, de mandar
a Françisco Rodríguez de Çorita, seysmero, que de qualesquyer maravedís que
tenga, dé y pague a Gómez Herrador quarenta ducados para la obra de la
puente desta çibdad e torre della, de que él tyene cargo14. Libramiento que se
efectuó el 20 del mes siguiente, tal como se expresa en el acta de la reunión
que dicho día mantuvieron el alcalde, licenciado Pedro Ternero, y los otros
miembros de la Junta de Salamanca: En el dicho ayuntamiento, este día libraron a Gómez Herrador en el dicho Françisco Rodríguez de Çorita, en quales FERNÁNDEZ TROYANO, L., Tierra sobre el agua, I, p. 96.
SANTOS BURGALETA, M., “Poderes urbanos y comunidades de Castilla: la Junta de Salamanca a
través de sus actas de sesiones (agosto de 1520-abril de 1521)”, en Salamanca. Revista de Estudios, 48
(2002), p. 371, quien, además, escribe que esta obsesión se vio incrementada “muy señaladamente,
desde la mañana del 17 de febrero de 1521 en que aparecieron clavados en varias iglesias de la ciudad
carteles firmados originalmente por el cardenal Adriano, y en los que declaraba excomulgado a todo
el que no actuase decididamente en contra de la junta”.
14
En Catálogo Documental 32.
12
13
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ÁNGEL VACA LORENZO
quyer maravedís que tengan o tuvieren, quarenta ducados para la obra de la
puente e torre della15.
La ubicación de esta torre no se situó, como sería de esperar, al inicio
de la entrada del puente por la parte meridional, del lado del Arrabal, sino en
meytad de la puente, en la pila de unión y soldadura de la parte antigua o fábrica romana con la parte nueva o fábrica hispana, según se refiere en la queja
que, el 29 de marzo de 1522, presentó Gómez del Peso ante el rey Carlos I en
relación a las cuentas que de ésta y otras obras hechas en la ciudad (nuevos
edificios e reparos de las çercas) durante la revuelta comunera, sin licencia real
y que habían quedado pendientes de pagar:
Sepades que Gómez del Peso, vecino desa dicha çibdat, por sý y
como uno del pueblo, nos hizo rrelaçión diziendo que en tienpo de las
alteraçiones e comunidades pasadas se hizieron en esa dicha çibdad en
nuestro deserviçios (sic) nuevos hedifiçios e rreparos de çercas e vna
torre en meytad de la puente de la dicha çibdad, syn nuestra liçençia, en
los quales edifiçios muchos canteros e ofiçiales e otras personas diz que
trabajaron e tomaron a destaxo, por contratos e syn ellos, muchas obras,
e agora, después que la dicha çibdad está asosegada, las tales personas
que hazían los tales edifiçios diz que piden a la dicha çibdad y aquellos
que tubieron cargo, en su nonbre, lo que hansý han trabajado ante vos,
la dicha justiçia. E algunos que tienen dineros demasiados que les fueron
dados para las dichas obras y no las hizieron, no les quieren enbolver a
quien se los dio, en nonbre de la dicha çibdad, y pues fueron las dichas
personas en el levantamiento de la dicha çibdad y faboresçer la Junta, diz
que los contratos e conbenençias que entonzes hizieron son de derecho
ningunos e defechos en el dicho tienpo por personas que no tenýan poder
nin facultad para ello e syn nuestra licencia e mandado16.
El escaso o nulo efecto de dicha queja propició que el 7 de junio del mismo
año volviera a presentar otra ante el mismo rey y en términos muy similares,
si bien más personalizada: que en tienpo de las alteraçiones pasadas él fue
apremiado a que toviese cargo de las çercas e puente desa dicha çibdad por
mandado de la justicia e rregimiento della, e que fizo muchos gastos e que
agora, aunque pide cuenta, no se quieren juntar con él a ella, y por cabsa de
estar él rretraýdo por çiertas fianças que diz que fizo, no tiene lugar tuto ni
seguro para dar la dicha cuenta, aunque se ofresçió de dar fianças llanas e
abonadas de pagar el alcançe que le fuese fecho, al tiempo que solicitaba al
rey que vos mandásemos que apremiásedes al rregimiento desa dicha çibdad
que nombrasen personas sin sospecha para que le tomasen la dicha cuenta
15
16
En Catálogo Documental 33.
En Catálogo Documental 34.
180
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
en lugar tuto e seguro, e feziésedes
pagar el alcanze
a qualquier de
las dichas partes
que lo oviesen de
aver17.
De esta torre ya había dado
cuenta, primero
de forma vaga y
genérica, Villar y
Fig. 66: La torre construida en medio del puente,
Macías al escribir
según el dibujo de Antón Van der Wyngaerde
que en el primer
tercio del siglo
XVI el puente “estaba adornado con una torre muy grande, segun un autor
del mismo tiempo”18, para, posteriormente, precisar que se trataba de “media
torre”, en el relato en que describe la entrada a Salamanca por el puente engalanado, el 13 de noviembre de 1543, de la infanta doña María de Portugal
para casarse con el príncipe de Asturias y futuro rey, Felipe II:
y comenzó á entrar en la puente, en medio de la cual estaba media torre;
encima estaban dos encasamientos y en el medio estaban una estátua de
Hércules desnudo, algo mayor que natural, con una faja delgada, con un
nudo dado en ella; tenía, á la mano diestra, otra efigie de la diosa Palas
y en el siniestro una imágen de la divina Juno, con cada seis versos exámetros y pentámetros19.
Esta “media torre”, a modo de arco triunfal20, de medio punto y sin remate superior, aparece gráficamente dibujada en la panorámica de la ciudad realizada por Antón Van der Wyngaerde hacia 157021, así como en el escudo de
armas que ornamenta la portada de las ya citadas Ordenanzas de Salamanca
de Antonio Vergas de Carvajal publicadas en 1619, en las que sólo aparece la
mitad de dicha torre, en parte tapada por media corona de laurel. Su construcción no requirió el ensanchamiento de la calzada del puente; desde luego, en
el dibujo de Wyngaerde no se aprecian los dos actuales apartaderos, así como
tampoco el gran tajamar de planta semicircular apuntada que corona hasta el
En Colección Documental 36.
VILLAR Y MACÍAS, M., Ob. cit., libro I, p. 32.
19
IBÍDEM, libro VI, p. 49.
20
De hecho, más que torre fue rápidamente denominado como arco. Así consta, por ejemplo, en
el contrato suscrito entre la ciudad y los canteros Juan Negrete y Machín de Sarasola en 1534: que es
desdel arco que está en medio de la puente fasta la çibdad, en Catálogo Documental 41.
21
Publ. en KAGAN, R. L. (dir.), Ob. cit., pp. 364-367.
17
18
181
ÁNGEL VACA LORENZO
arranque del pretil, aguas arriba, ni es
de suponer, pues el dibujo no muestra el lado occidental del puente, los
dos cuerpos prismáticos que, a modo
de gran contrafuerte, se sitúan aguas
abajo.
La construcción de esta torre,
además de cumplir una función defensiva, es posible que también tuviera una influencia benéfica, en cuanto
a la estabilidad del edificio del puente, al ubicarse en el punto más débil
del mismo ante los empujes de las
grandes avenidas, en la unión de la
parte romana con la hispana, pues,
como ya señaló Arenas para el puente
de Orthez y genéricamente para todos los puentes medievales, el peso
originado por este elemento accesorio
añadido desempeñaría un papel simiFig. 67: Escudo de la portada de las Ordelar al de los contrafuertes verticales de
nanzas de Antonio Vergas de Carvajal
las catedrales góticas, cuyos respectivos constructores consideraban imprescindibles para asegurar la estabilidad de los arbotantes22.
El puente romano de Salamanca adquirió, pues, a partir de la revuelta de
las Comunidades una nueva función ya que, además de unir y ser elemento
de comunicación de las dos orillas, “también ha de obstaculizar y saber hacer
frente al peligro cuando sea preciso”23. Y esta nueva concepción del puente
como elemento de defensa, puente-fortaleza, llevó aparejado un cambio en
su fisonomía, en la que, sin duda, el elemento más característico y vistoso fue
la torre defensiva, aunque también formó parte importante de ella las almenas
que se construyeron a modo de parapetos defensivos en ambos pretiles de la
fábrica romana.
Así pues, como segundo elemento defensivo del puente romano de Salamanca, es casi seguro que también de la misma época de las Comunidades
y del mismo constructor que la torre, fueron colocadas en los pretiles de la
parte romana almenas de cantería tosca, de piedra de Villamayor, que, al decir
de González Dávila, “de lexos ofrecen a los ojos vna agradable vista”24. Desde
luego, su fecha de construcción es anterior a 1570, al aparecer en la citada
ARENAS DE PABLO, J. J., Los puentes en la Baja Edad Media, p. 130.
MERINO, Mª del M., Ob. cit., p. 54.
24
“Esta lo mas alto desta puente adornado de almenas de canteria tosca, que de lexos ofrecen a los
ojos vna agradable vista”, en GONZÁLEZ DÁVILA, G., Historia de las antigüedades de la ciudad de
Salamanca, pp. 13-14.
22
23
182
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
panorámica urbana de Wyngaerde, así
como, unos años más tarde, en los escudos del Theatro Eclesiástico de las
Ciudades e Iglesias Catedrales de España (1618) de González Dávila y de las
ya referidas Ordenanzas de Salamanca (1619) de Antonio Vergas de Carvajal. Estaban situadas a una distancia
de 6,25 pies unas de otras. Y una vez
perdida su función defensiva, estas
almenas, tal vez como síntoma de su
triste final, en más de una ocasión fueron objeto de actos vandálicos cometidos por los estudiantes universitarios y
arrojadas al agua, como el 17 de marzo
de 1615 expusieron don Gonzalo de
Monroy y don Diego Gaitán, regidores
de Salamanca, en el claustro pleno de
la Universidad, celebrado dicho día, al
expresar:
Fig. 68: Escudo de la portada del
Theatro Eclesiastico de González Dávila
el deseo grande que tiene de poner remedio en los desórdenes que ay
en la república y lo que sucede de noche y de día, en que pone culpa
a la justicia por el poco castigo, de que ha tratado y trata de pedir a su
magestad lo remedie, pidiendo justicia nueva; y la yglesia cathedral ha
mostrado en esto dar su ayuda. Y ansimismo está el daño en la justicia de
la Universidad de no se administrar ni castigar los delictos de los estudiantes; y cada día se veen derribadas las almenas de la puente y los excesos
grandes que se hacen en los acompañamientos de los señores rectores.
Y de ninguna cosa ay castigo y el capitán dexa de castigar a sus soldados
por se los quitar los estudiantes25.
Estos desperfectos motivaban las correspondientes reparaciones, como
la acontecida en 1622, según sendos contratos suscritos el 2 de enero y el 10
de marzo de dicho año. Por el primero, Francisco González, labrador de Los
Villares, y su mujer, Catalina Torivia, se comprometían a transportar con sus
bueyes y carretas, antes del día de Pasqua despiritusanto que vendrá deste
dicho año, ocho días más o menos, cien almenas y otras tantas soleras o albardillas desde las canteras de Panaderos, de donde las sacare Gerónimo González y sus conpañeros gallegos, hasta esta ciudad a la puente mayor della, a la
parte donde se asentaren, para que Pedro de la Puente Montecillo, maestro de
cantería encargado de la reparación del puente, vaya aciendo y acabando la
En AUS. Libro de Claustros, 84, fol. 23. Cit. en RODRÍGUEZ SAN PEDRO, L. E., La Universidad salmantina del Barroco, período 1598-1625. Salamanca: Ediciones Universidad, 1986, vol. III, p. 442.
25
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ÁNGEL VACA LORENZO
dicha obra de la dicha puente que está por su quenta; las almenas habrían de
medir quatro pies de largo y dos y medio de ancho y dos de grueso, poco más o
menos, y las soleras de seis pies y medio de largo cada una y de ancho dos pies
y medio y de grueso pie y quarto. A cambio de este transporte, los referidos
Francisco González y Catalina Torivia recibirían de Pedro de la Puente Montecillo por cada pieca a quatro rreales y quartillo, que se entiende almena, y
solera por ocho rreales y medio26.
Gerónimo González y sus compañeros gallegos debieron incumplir el
posible contrato suscrito con Pedro de la Puente Montecillo, pues tres meses
más tarde, éste suscribió un nuevo contrato, esta vez con Pedro de Peralta y
Diego Sánchez el Mozo, vecinos de Aldearrubia, por el que éstos se comprometieron a sacar y cortar toda la piedra que fuere necesaria para las almenas
y soleras que se an de poner en la dicha puente de las canteras de Panaderos;
las piezas habrían de tener casi las mismas medidas que las acordadas en el
contrato suscrito con Francisco González y su mujer, Catalina Torivia27; y se
les a de dar por el dicho Pedro de la Puente por cada una pieca a seis rreales
y quartillo, de modo que solera y almena biene a ser por todo doce rreales y
medio. Y esto a de ser de solo sacarlas y cortarlas y ayudarlas a cargar28.
Los gastos originados por estas y otras obras defensivas, así como por
diversas acciones llevadas a cabo por los Comuneros salmantinos durante su
revuelta, motivaron que, con posterioridad a su derrota, Gonzalo Fernández,
en nombre y como procurador de la ciudad, demandara a los responsables29
de los casi nueve millones de maravedís de dispendios30, ante el licenciado
Galdo, juez real de las cuentas de Salamanca, alegando que los sobredichos,
En Catálogo Documental 61.
La única diferencia estaba en las soleras que, según este segundo contrato, habrían de medir de
largo seis pies y quarto de pie y dos pies y medio de ancho y de alto pie y quarto, en Catálogo Documental 62.
28
IBÍDEM.
29
Exactamente, los demandados fueron: el comendador Francisco de Griçia y el licenciado Lorenço
Maldonado e Hernando Alonso e Sabastián de Huerta e Pero Martín e Juan Syerra e Christóval de
Rueda e Juan Bueno y Blas de Vergara e Juan de la Ribera e Pero Herrández e Gerónimo Leonés e
Martín Roblán e Juan Pinto e Christóval de Salas e Benito Frenero e Martín Porras e Benito Frayre y
los herederos de Pero de Pascua e Juan Escudero e Gonçalo Ferrández, vecinos de la dicha çibdad e
su tierra. Si bien únicamente se conservan seis provisiones reales de Carlos I a su favor: del librero
Blas de Vergara, miembro de los Veinte de la Junta de Salamanca por la parroquia de San Isidro del
bando de San Benito; del curtidor Pedro Martín, también miembro de los Veinte, por la parroquia de
Sancti Spiritus del bando de Santo Tomé; de Juan Bueno, miembro de los Veinte por la parroquia
de San Martín y del bando de Santo Tomé; de Fernando Alonso, sexmero de la ciudad; de Cristóbal
Rueda, diputado del “pueblo de la Comunidad”; y de Juan Sierra, sexmero de la ciudad. En Catálogo
Documental 38.
30
Que, según el juez de primera instancia, alcanzaron: de los propios y rrentas de la dicha çibdad
que an e libraron e malgastaron fueron vn quento y quatroçientas y veynte y tres mill e dozientos e
ochenta e quatro maravedís, y de sysas e derramas e rrepartimientos fueron vn quento y quatroçientas
e tres mill e seteçientos e çincuenta maravedís y esto syn lo que se gastó de las rrentas e serviçios e cruzada de su megestad e de otras personas de que aquí no se hazen minçión, que en más, en cantidad
de seys quentos, IBÍDEM.
26
27
184
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
en tienpo de las alteraçiones pasadas, hizieron muchas libranças e ayudas de
costa e otros gastos contra toda rrazón e justiçia, ansý en los mayordomos e
propios de la dicha çibdad, como en los rresçebtores e cogedores que eran de
las sisas, derramas e rrepartymientos que en el dicho tienpo, juntamente con
otros, hecharon. El juez declaró a los sobredichos por ynjustos ocupadores e
malgastadores de los dichos propios e rrentas, sisas e derramas, tomas e rrepartymientos que en esta dicha çibdad hizieron, y, en consecuencia, los condenó
a distintas penas pecuniarias, salvo en el gasto de vn quento y quatroçientas
mill y seteçientos y çinquenta maravedís en reparar los muros, cerca y puente
de la ciudad, pues, en opinión del propio juez, se pudo gastar en los dichos
rreparos hasta la quantýa quecharon de sisas e de rrepartymientos, ya que la
dicha çerca e puente tenían mucha nesçesydad de rreparos. Sin embargo, la
sentencia fue finalmente revocada por el Consejo Real, ante quien apelaron
los demandantes, y ratificada por el rey Carlos I el 13 de mayo de 1529.
2. EL ENLOSADO DEL PUENTE Y MACHÍN DE SARASOLA: LAS
ORDENANZAS SOBRE EL TRÁFICO RODADO
Terminada la revuelta de las Comunidades, las obras inmediatas del
puente romano de Salamanca se centraron principalmente en el mantenimiento y conservación del pavimento de la calzada, al entender que la soladura …
es la llave para el sustentar el hedifiçio viejo de la dicha puente, porque no se
rremanese agua, que era la cosa que lo ponía en peligro de pereçer31. Además,
desde fines de la Edad Media y, sobre todo, desde los inicios del siglo XVI,
el puente tuvo que soportar el intenso tráfico diario de una gran cantidad de
carros y carretas que transportaban los pesados materiales con que abastecían
el gran desarrollo constructivo que por esos tiempos experimentaba la ciudad. Desde luego, cuesta trabajo imaginar, como expuso el profesor Álvarez
Villar, el enorme “esfuerzo que se hizo en una ciudad de 17.000 habitantes
construyendo al mismo tiempo la Catedral Nueva, San Esteban, las Dueñas,
las Bernardas, Sancti Spíritus, el Corpus, los palacios de Monterrey, Figueroa, Garcigrande, de la Diputación, Orellana, Maldonado, Solís, Casa de las
Muertes, los colegios de Fonseca, Solís (Huérfanos) y San Pelayo, las Escuelas
Menores y otros, sin contar los muchos que ya no existen”32 y, sin olvidar, la
emblemática fachada plateresca de la Universidad. No es extraño, pues, que
el pavimento del puente romano sufriese las consecuencias de este intenso y
pesado tráfico con un acelerado deterioro.
El enlosado que entonces poseía el puente, el más antiguo de los que,
hasta ahora, documentalmente se tiene noticia a través de una declaración,
hecha el 19 de enero de 1548, por Alonso Osado, de sesenta y ocho años de
En Catálogo Documental 39.
ÁLVAREZ VILLAR, J., Salamanca Monumental. Salamanca: Grupo Promotor Salmantino, 1996, p. 72.
31
32
185
ÁNGEL VACA LORENZO
edad y vecino de Salamanca, como testigo presentado por el concejo de esta
ciudad en la probanza realizada por dicho concejo con objeto de ser enviada
a la Chancillería de Valladolid y unida al expediente del pleito que, en grado
de apelación, mantenía con el cantero Machín de Sarasola, es el que, en su
declaración, referida a un momento anterior a 1532, describe este testigo:
Mas que este testigo vio y se acuerda que antes y al tienpo que la
dicha media puente se enlosase de la enlosadura que agora está enlosada, estava enlosada de piedra tosca de la que ay en la angostura, ques
piedra rreçia, e que aquello no hera enlosadura, syno como enpedradura
de piedras grandes y chicas; e que por estar entonzes mala y arroyada y
hundidas, la dieron a enlosar de la enlosadura de que agora está enlosada
y fue enlosada de las losas que agora tiene33.
Es posible que esta enpedradura de piedras grandes y chicas sea la misma que la exhumada por Menéndez Bueyes y Jiménez González en el tercer
sondeo realizado en la calzada del puente, en la zona del castillete, donde
encontraron un empedrado de cantos rodados, “restos de un pavimento de
elaboración muy pobre, a base de guijarros trabados en tierra, conservado solamente en una pequeñísima extensión, con la particularidad de presentar una
pendiente muy acusada, descendiendo de Este a Oeste”34. De ser esto cierto
y tratarse del más antiguo pavimento del puente hasta ahora documentado,
tanto en registro documental como arqueológico, y cuyo origen, sin duda,
se remontaría a la Edad Media, sería menos sorprendente el hallazgo de dos
pequeños fragmentos de T.S. altomedieval y un fragmento cerámico con pasta
celtibérica en el relleno que cubría este pavimento.
A principios del siglo XVI, este empedrado estaba ya muy deteriorado. El
propio testigo, Alonso Osado, así lo señaló, al expresar que estaba entonzes
mala y arroyada y hundidas sus piedras. De hecho, unos años antes, exactamente el 12 de febrero de 1526, Luis Alonso, en nombre de la ciudad de
Salamanca, informó al rey Carlos I diziendo que en la dicha çibdad avía muy
grand neçesidad de adobar la puente mayor e la puente de Azurgué[n] e Moçodiel e otras puentes; e que para las adobar e adereçar hera menester quinientas
mill maravedís, e que, si agora se dexasen de adobar, no se harían después con
vn quento de maravedís, por lo que le solicitaba la correspondiente autorización para proceder a su imposición, bien por sisa o por repartimiento, en el
que también contribuyesen la iglesia y los estudiantes universitarios35.
En Catálogo Documental 47.
“Cabe la posibilidad de que inicialmente no presentara esta pendiente, habiendo cedido su firme
como consecuencia del peso del aludido relleno. En cualquier caso, la interpretación no es fácil, dada
la pequeña superficie que pudo ser puesta al descubierto (menos de medio metro cuadrado)”, en
MENÉNDEZ BUEYES, L. R. y JIMÉNEZ GONZÁLEZ, M., El Puente Mayor de Salamanca, pp. 23-24.
35
En Catálogo Documental 37.
33
34
186
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
Aunque la petición concejil no fue atendida de forma inmediata, al ordenar el rey al corregidor de Salamanca que, primero, examinara las rentas
del cuerpo de la ciudad, lo que no se producía desde hacía cuatro años, y,
después, informara de ello al Consejo Real, la petición tampoco cayó en el
olvido. Al contrario, un poco más tarde, en una fecha no determinada, pero
anterior a 1532, el citado rey mandó que se rreparase e dio liçençia que para
ello se hechasen en sisa e rrepartimiento syeteçientas mill maravedís36. Con
ellos, más otros doscientos mil maravedís, que con mucha fatiga del pueblo
e tierra se gastaron, únicamente se pudo reparar la mitad de la calzada del
puente, la más próxima a la ciudad, la ques desde el arco questá en medio de la
puente fasta la çibdad, quedando la otra mitad, es decir, la correspondiente a
la fábrica hispana, por se rreparar e hedificar por no fatigar a la gente con más
sysas e rrepartimientos. E queda hasta que aya más posybilidad para ello37.
¿En qué consistió y cuándo se realizó esta reparación de la calzada del
puente?
Las fuentes documentales refieren una y otra vez, en primer lugar, que
su acción se limitó exclusivamente a una sola parte de la calzada del puente,
la correspondiente a la fábrica romana, la más próxima a la ciudad, a la dicha
media puente, primera que está yendo de la dicha çibdad para la dicha puente38. En consecuencia, la inexistencia de restos arqueológicos de este enlosado
en la otra mitad del puente, en la correspondiente a la fábrica hispana, la
más próxima al Arrabal, no se debe a su desaparición como consecuencia del
derrumbe de esta parte por la acción de una gran avenida, como la de San
Policarpo, o a su sustitución por otro enlosado posterior; simplemente, esta
mitad del puente nunca se adobó con este enlosado.
En segundo lugar y en cuanto a la cronología de su realización, aunque
los muchos testigos presentados por ambas partes (Francisco de Palencia,
curtidor, Francisco de Pereña, curtidor, Juan de Hurtado, albañil, Alonso Osado, Juan de Orduña, curtidor, Juan de Hornillos, Pedro de Paz, Fernando de
Alonso, Pedro Díez, curtidor, Juan de Palencia, curtidor, Juan García, zurrador,
y Diego de la Fuente por parte del concejo salmantino; Cristóbal Calderón,
Miguel de Aguirre, Martín Navarro, Miguel de Asturizaga, Pedro de Hinestrosa,
Juan de Sarasola y Domingo de Lasarte, canteros, y Alonso el Bueno, Alonso
Piedeyerro, Andrés Martín y Gaspar Sánchez, carreteros, por parte de Machín
de Sarasola), en sus respectivas probanzas del pleito que mantenían a propósito de la conservación de este pavimento, ofrecieron testimonios algo dispares
sobre los años en que se terminó de enlosar (doce, trece, diecisiete o dieciocho años antes), el único que aportó fechas más precisas fue Pedro de Paz, de
sesenta años de edad, al testificar que lo que della sabe, es que la dicha media
puente, que la pregunta dize, fue enlosada e acabada de la enlosadura que
En Catálogo Documental 39.
IBÍDEM.
38
En Catálogo Documental 47.
36
37
187
ÁNGEL VACA LORENZO
agora tiene y lo que se le acuerda se acabó en el año de treynta e dos o treynta
e tres39. En efecto, en el mes de enero de 1532 estaba recién acabado dicho
enlosado, pues en ese año y mes el concejo salmantino aprobó una ordenanza
prohibiendo el paso de carretas herradas, entre otras cosas, como se expresa
en la confirmación del rey Carlos I tres meses después, porque, como la dicha
puente estaua tierna hazían en ella mucho daño las dichas carretas40.
Y en tercer lugar, los registros documentales también indican que la reparación de la calzada de la fábrica romana del puente consistió básicamente
en la sustitución de la enpedradura de piedras grandes y chicas, de origen
medieval y antes señalada, por un enlosado de buena piedra de Martinamor,
asentado sobre una capa de cascaxo. Además, todos los testigos, tanto los de
una como de la otra parte, señalaron de manera reiterada y unánime que estaba toda la dicha media puente enlosada de muy buenas losas y sanas y juntas y muy bien adrezada, y ansý lo estubo vn año e aún dos e aún tres años,
después que fue acabada de enlosar; y en estos dichos tienpos, este testigo vio
que no tenía ninguna losa quebrada ni hundida ni arroyada de carretas ni
desbiada vna de otra, syno juntas; mas antes, de toda la dicha media puente
estaba la enlosadura della muy buena e syn falta ninguna, porqueste testigo lo
bió; e sy otra cosa fuera, este testigo lo supiera e viera e no pudiera ser menos,
por andar asaz vezes por la dicha puente…; y ansí oyó dezir este testigo entonzes a forasteros e otras personas que pasavan por la dicha puente, quando se
acabó de enlosar, que estava muy buena.
La forma de las losas debía ser rectangular, si bien se hallaban colocadas en hiladas y longitudinalmente al eje del puente, lo que, en opinión del
maestro de cantería, Pedro de la Ynestrosa, testigo presentado por Machín de
Sarasola, no era muy correcto, pues lo suyo sería tornar e poner las dichas
losas de través que rrozen vnas con otras con muy buenas ligaçiones, para que
las carretas no se pudiesen meter en las juntas de las losas.
El tipo de piedra utilizada para este enlosado parece ser que fue el leucogranito turmalinífero procedente de las canteras de Martinamor, tal como
consta en el contrato suscrito por los canteros Juan Negrete y Machín de Sarasola, en el que se comprometían a mantener en buen estado este enlosado del
puente durante un periodo de veinte años y, más en concreto, a que si alguna
piedra o piedras de la dicha enlosadura se quebrare e gastare o vndiere o arroyare, que luego lo aderesçarán la tal piedra o piedras de la dicha enlosadura
que ansí se quebrare o gastare o vndiere o arroyare, e pondrán otras piedras en
su lugar, de buena piedra de Martinamor, como la dicha piedra, por manera
que en fin del dicho tienpo de los dichos veynte años dexaran la dicha enlosadura tal e tan buena como agora está, e ansí la ternán en todos los dichos
veynte años41. La decisión de emplear esta piedra granítica de Martinamor fue
IBÍDEM.
En Catálogo Documental 39.
41
En Catálogo Documental 41.
39
40
188
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
ciertamente acertada, pues, como señalan López Plaza y colaboradores, sus
propiedades de dureza, consistencia y escasa alterabilidad, derivadas de su
composición y textura, justifican su adecuada utilización en enlosados, escalinatas e hiladas inferiores de los basamentos de muchos edificios de Salamanca
y Alba de Tormes desde principios del siglo XVI42.
Como en su momento se indicó, a priori hay motivos para sospechar que
este enlosado pudiera ser el mismo que el exhumado por Menéndez Bueyes
y Jiménez González en los sondeos tres y cuatro de su prospección arqueológica en la calzada del puente, sin embargo hay al menos un hecho que invalidaría esta hipótesis: la total discordancia en el tipo de materiales, ya que el
registro documental habla de granito, de buena piedra de Martinamor, mientras que en el registro arqueológico este enlosado está “construido a base de
grandes losas de arenisca de extraordinaria dureza, granulosa, de tonos rojizos
–predominantemente– y blanquecinos”, y que “como consecuencia de un uso
tan dilatado en el tiempo la matriz que los une ha ido desgastándose, desapareciendo en la superficie y aflorando las gravas que contiene en su seno,
de mayor dureza”43. El otro elemento discordante, aunque menos importante,
es que, según Menéndez Bueyes y Jiménez González, las piezas, en formas
cuadrangulares o rectangulares, con secciones más o menos troncocónicas
estarían colocadas, no longitudinal, sino transversalmente al eje del puente,
aunque con cierta matización por el escaso espacio investigado44.
Por último, este pavimento se hallaba asentado sobre una capa de cascajo, tal como refirió el testigo Juan García, zurrador y morador en la Ribera del
puente, cuando al testificar sobre su estado de conservación, el 19 de enero
de 1548 expresó lo siguiente:
que sabe e vee este testigo que en la dicha media puente enlosada ay
muchas piedras y losas della medio hundidas e arroyadas e desportilladas
e gastadas y algunas llegan al cascaxo, sobre questán asentadas, y de tal
manera que hazen mucho falta y perjuyzio en la dicha media puente y
de cada día se haze más, porque van e vienen por ella espeçialmente las
carretas, e que a visto que ay mayor rrodera que cabe vn pie atrabesado
en ella, entre losa y losa45.
Aunque el granito turmalinífero fue utilizado ya en época prerromana y romana, sin duda el introductor en Salamanca de este material pétreo procedente de Martinamor fue el arquitecto Juan de
Álava, a partir del año 1515. Vid. LÓPEZ PLAZA, M., GONZÁLEZ SÁNCHEZ, M. y CARLOS ÍÑIGO, A.,
“La utilización del leucogranito turmalinífero de Martinamor en los monumentos de Salamanca y Alba
de Tormes”, en Stvdia Geologica Salmanticensia, 43 (2008), pp. 247-280.
43
MENÉNDEZ BUEYES, L. R. y JIMÉNEZ GONZÁLEZ, M. C., El Puente Mayor de Salamanca, p. 26.
Parece poco práctico que para un enlosado utilizaran piedra arenisca que, de todas formas, no es
un material de “extraordinaria dureza”. Desde luego, las fotografías no aclaran mucho sobre el tipo
de piedra exhumada en los sondeos tres y cuatro; por ellas se puede suponer, pero de manera poco
precisa, que se trataba de un conglomerado, descartando, pues, la piedra granítica de Martinamor,
tanto de su facies fina como, mucho menos, de su facies gruesa.
44
IBÍDEM.
45
En Catálogo Documental 47.
42
189
ÁNGEL VACA LORENZO
Se trata, pues, de la misma capa que detecta el registro arqueológico debajo
de las losas, y que, según Menéndez Bueyes y Jiménez González, tenía una
“potencia media de 15 cm, compuesta por cantos rodados de cuarzo de diámetro medio >8 cm y <6 cm, insertos en una matriz arenosa, ambos de origen
fluvial”, que piensan podía cumplir una función de nivelado, al tiempo que de
estabilización de la estructura del pavimento46.
Pero, a pesar de que esta reparación de la calzada de la fábrica romana
del puente había sido realizada, salvo la orientación de las losas, bastante
correctamente, el concejo salmantino, conocida la opinión de maestros e personas sabias, entendió que por el puente, tal como se hallaba en 1532, asý por
la media puente que se adobó e se rrehedificó, …como la otra media puente
que no se rreparó, por estar peligroso, no convenía ni se sufre pasar carretas
herradas en ninguna manera, e que pasando, lo uno e lo otro se perderá en
breve tiempo. Y así, en un primer momento, se limitó a prohibir el paso de las
citadas carretas herradas, pero, aunque la prohibición fue divulgada por pregones, al tiempo que se ordenó poner guardas en el puente y tomar otras diligencias, tales carretas siguieron pasando, sin atender la prohibición, y se vio
claro el mucho perjuyzio que con el yerro de las dichas carretas se haze e que
se comen e gastan las piedras, lo qual con carretas blancas no se haría, por lo
que, el 31 de enero de 1532, los miembros del concejo, justicias, regidores y
sexmeros de la ciudad y tierra47, reunidos en consistorio ordinario, acordaron
promulgar una ordenanza, en la que
hordenavan e mandavan e hordenaron e mandaron que de aquí adelante
ninguna per[s]ona de ningún estado, condiçión ni calidad no pase ni traya
ni lleve por la dicha puente mayor carreta ni carretón ni chirrión alguno
herrado, so pena que aya perdido e pierda la tal carreta o carretón o chirrión que, asý herrado, pasase por la dicha puente, e el herraje e todo el
edifiçio e madera della, e sea aplicado para las obras de la dicha çibdad e
acusador e guarda o persona que la tomare e acusare e juez que lo sentençiare, por yguales partes. E más, que el carretón o persona que con la
carreta fuere, que esté quinze días preso en la cárçel, tras la rred della48.
Esta ordenanza municipal de Salamanca fue confirmada y ratificada por
el rey Carlos I el 6 de abril de 1532, con dos condiciones: que primeramente
se pregone tres jueves públicamente en la plaça y arrabales desa dicha çibdad.
MENÉNDEZ BUEYES, L. R. y JIMÉNEZ GONZÁLEZ, M. C., El Puente Mayor de Salamanca, pp.
26-27.
47
En concreto, las personas reunidas en concejo fueron: don Juan Manrrique de Luna, corregidor de
la dicha çibdad e su tierra por sus magestades, e Alonso Rodríguez de Fonseca e Hernando Rodríguez
de Aravzo y el doctor Montemayor e Diego Bonal e Antón Enrríquez e Antonio Osorio e Gonçalo Flórez
e Francisco de Sotomayor, rregidores de la dicha çibdad, e Juan de Cantalapiedra e Martín de Çamora,
sesmeros della, e Juan de Mera de los Billares, sesmeros (sic) del cuarto de Armuña, e Alonso Escudero de
Velascomuñoz, sesmero del quarto de Baños, tierra de la dicha çibdad, en Catálogo Documental 39.
48
IBÍDEM.
46
190
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
Y que la primera vez que qualquier persona cayere en la pena de la dicha hordenança, jurando que no sabría della, no le sea executada49.
No era ésta la primera vez que el concejo salmantino promulgaba una
ordenanza prohibiendo el paso de carretas herradas por las calles empedradas
y puente de la ciudad. Ya, en el año 1522, dichas carretas están probeybidas
(sic) e bedadas por çierta hordenança nueva que esa dicha çibdad a fecho
para que non anden por la dicha çibdad por el daño que hazen a las calzadas della50. Con esta medida, el concejo trataba de preservar el empedrado
de las principales calles que con tanto esfuerzo y escasa fortuna el malogrado
hijo de los Reyes Católicos, el príncipe don Juan, había intentado conseguir
años antes, en 1497, del mismo modo que la limpieza de lodos y barros de
la ciudad51.
Ahora bien, la medida de prohibir el tránsito de carretas herradas por las
calles y puente de Salamanca en nada favorecía el desarrollo urbanístico de
la ciudad que por entonces, principios del siglo XVI, experimentaba, como
se ha dicho, un auge constructivo sin precedentes de edificios conventuales,
eclesiásticos y nobiliares, superior incluso en muchos aspectos al que se ha
producido en los últimos tiempos. Así pues, es evidente que la ordenanza
municipal prohibiendo el tránsito rodado de carretas herradas por el casco
urbano lesionaba intereses de importantes y poderosos sectores sociales de la
ciudad, que no tardaron en reaccionar de manera manifiesta.
El primero fue el deán y el cabildo catedralicio, pues en aquella época es
cuando la catedral nueva se faze y edefica y entienden fazer y edificar fasta ser
acabada. E que para la dicha obra y edefiçio es menester traer mucha piedra e
madera e otros materiales e pertrechos, los quales diz que non se pueden traer,
salvo en carretas herradas. . ., porque, sy las dichas carretas non son herradas
diz que no podrían sufrir ny traer la dicha piedra e madera e otros materiales52. No dudaron en recurrir directamente al rey e inmediatamente lograron
sus propósitos, ya que Carlos I, con acuerdo del Consejo Real y mediante provisión real, expedida en Palencia el 3 de abril de 1522, ordenó al conçejo, justiçia e rregidores de la çibdad de Salamanca …que dexéys e consyntáys entrar
en la dicha çibdad a todos los carreteros e carretas que traxeren piedra y ma IBÍDEM.
En Catálogo Documental 35.
51
Quien, porque soy informado que esa dicha çibdad no es asý bien provehída de mantenimientos
commo es menester a cabsa de los muchos e grandes lodos que en ella ay de contino, especialmente en
los inviernos, porque (no) solamente los vecinos de la dicha çibdad, mas aun las gentes que vienen con
los dichos mantenimientos e las bestias e carretas en que los trahen non pueden andar por las calles
nin por las plaças de la dicha çibdad, syn mucha fatiga e trabajo e aun peligro de las dichas bestias
e bueyes que trahen las dichas carretas, mandó al concejo, mediante una real provisión expedida en
Burgos, el 15 de febrero de 1497, que todas las calles e barrios que son más necesarios e provechosos
para el trato de la dicha çibdad sea enpredrada en piedra menuda, en ACSa, caj. 17, leg. 1, núm. 12.
Sobre el tema, vid. VACA LORENZO, Á. y RUPÉREZ ALMAJANO, Mª. N. (coords. y coauts.), “Antecedentes Medievales y Modernos de la Plaza”. Vol. I. en ESTELLA GOYTRE, A. (dir.), La Plaza Mayor
de Salamanca. Salamanca: Caja Duero, 2005, pp. 237-239.
52
En Catálogo Documental 35.
49
50
191
ÁNGEL VACA LORENZO
dera e otros materiales
para la obra de la dicha yglesia, aunque lo
trayan en carretas herradas o como quysyeren y por bien tovieren,
syn enbargo de qualquier hordenança que
en la dicha çibdad aya
en contrario dello53.
Diferente fue la
táctica seguida por los
señores de carretas herradas e carreteros de
Fig. 69: Acarreo de piedra con carreta. Escena del friso interior
esta çibdad e del dicho
de la catedral nueva de Salamanca
logar de Los Villares, así
como por los de la villa de Tejares y el Arrabal, entre los que se incluían ansí
eclesiásticos como seglares e yglesia e monesterios; ante la ordenanza municipal
aprobada en 1532; éstos intentaron y lograron, dos años después, llegar a un
acuerdo con el concejo salmantino para suspender dicha ordenanza y permitir el paso de carretas herradas por el puente romano durante un período de
veinte años, de 1534 a 1554, siempre y cuando aquellos diesen personas que
se obligasen a conservar e tener conservado lo enlosado de la dicha puente
por el dicho tienpo54. Las personas elegidas para mantener en buen estado el
enlosado del puente romano fueron los canteros Juan Negrete, como principal, y Machín de Sarasola, como su fiador55, quienes se comprometieron a lo
siguiente:
desde oy, día de la fecha desta carta, fasta veynte años cunplidos, primeros
siguientes, ternán la enlosadura de la dicha puente, que agora está enlosada, que es desdel arco que está en medio de la puente fasta la çibdad,
conserbada, según e de la manera que agora está; e que si alguna piedra o
piedras de la dicha enlosadura se quebrare e gastare o vndiere o arroyare,
que luego lo aderesçarán la tal piedra o piedras de la dicha enlosadura que
ansí se quebrare o gastare o vndiere o arroyare, e pondrán otras piedras
en su lugar, de buena piedra de Martinamor, como la dicha piedra, por
manera que en fin del dicho tienpo de los dichos veynte años dexarán
la dicha enlosadura tal e tan buena como agora está, e ansí la ternán en
todos los dichos veynte años, so pena que cada e quando que algunas de
IBÍDEM.
En Catálogo Documental 40.
55
Ambos colaboraron en diversas reparaciones de puentes salmantinos, como la realizada en 1547
en los dos arcos extremos del puente medieval de Ledesma, en BUENO HERNÁNDEZ, F., Ob. cit., pp.
346-47, así como en la construcción del puente de Yecla de Yeltes entre 1540 y 1547, en ARAMBURUZABALA HIGUERA, M. A., Ob. cit., pp. 164-65 y 167, respectivamente.
53
54
192
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
las dichas piedras se quebrare o vndiere o arroyare e dentro de quinze
días no la huviere aderesçado o puesto otra, que la çibdad pueda tomar
maestros que lo aderesçen e pongan a su costa dellos, e se les puedan
sacar luego prendas e venderlas e rrematarlas por lo que ansí costaren
aderesçar; e que lo mismo se faga en fin de los dichos veynte años, si algo
estuviere por aderesçar de la dicha enlosadura56.
A cambio de este compromiso percibirían de Alonso de Castellanos, carretero,
y de Juan de Nieva, también carretero del Arrabal, en nombre de todos los
demás carreteros salmantinos, 60 reales de plata anuales, equivalentes a 2.040
mrs., por Santa María de septiembre.
El acuerdo suscrito a tres bandas entre el concejo, los dueños de las
carretas herradas y los canteros, Juan Negrete y Machín de Sarasola, parece
que funcionó de manera bastante satisfactoria durante los primeros años de
su vigencia, al menos no existe prueba en contra. Los problemas surgieron a
partir de la muerte de Juan Negrete. En efecto, en 1543 murió Juan Negrete,
dejando viuda y dos hijos, Juan y María, menores de edad, con doce y catorce
años respectivamente. El vínculo que unía al difunto Juan Negrete con Machín
de Sarasola no debía limitarse a un plano exclusivamente profesional, ya que
la viuda, María de Mata, solicitó al corregidor de Salamanca la concesión de la
tutela de sus hijos y bienes en favor del maestro de cantería, Machín de Sarasola, que la aceptó57. En consecuencia, a partir de agosto de 1543, este cantero
quedó como único responsable del acuerdo suscrito con los carreteros y el
concejo salmantino sobre el mantenimiento del enlosado del puente romano,
en su doble faceta: como fiador principal del difunto Juan Negrete y como
tutor de sus huérfanos.
Machín de Sarasola enseguida constató la importante cantidad de dinero
adeudada por los carreteros en el compromiso del pago por el tránsito de carretas herradas por el puente romano. De hecho, según reconoció el responsable de ejecutar estos pagos, Alonso el Bueno, únicamente habían satisfecho
a Juan Negrete los dos primeros años del contrato suscrito en 1534. Para tratar
de conseguir el resto de la deuda, Machín de Sarasola otorgó el 4 de febrero
de 1544 una carta de poder al carretero Juan de Mera, vecino del Arrabal, para
que en su nombre y de sus menores tutelados pudiera cobrar, de la manera
que mejor le pareciera, en juyzio e fuera dél todos e qualesquier maravedís que
al dicho Juan Negrete, defunto, se le debían e deben del pasaje de las carretas
herradas, que an pasado e pasan por la puente del rrío de Tormes desta dicha
çibdad58.
Sin duda, el buen hacer de Juan de Mera pronto dio sus frutos, pues el
14 de agosto del mismo año, el alcalde de la ciudad, el licenciado Aranda,
En Catálogo Documental 41.
En Catálogo Documental 42.
58
En Catálogo Documental 43.
56
57
193
ÁNGEL VACA LORENZO
nombró, mediante remate, un responsable de repartir y cobrar los dineros de
los distintos dueños de las carretas herradas59 para entregarlos a Machín de
Sarasola y a sus menores tutelados. El encargo recayó en el carretero Alonso el
Bueno, hijo del también carretero Andrés Pérez, entonces ya difunto, que parece ser que ya había tenido dicho encargo, según consta en las declaraciones
de varios carreteros (Andrés Martín, Gaspar Sánchez, Alonso de Piedeyerro
o el propio Alonso el Bueno), presentados como testigos en el pleito que el
concejo de Salamanca sostuvo contra Machín de Sarasola60, así como en una
carta de obligación por él suscrita el 14 de agosto de 1544, en la que se comprometió a dar e pagar e que daré e pagaré rrealmente e con efeto a vos, los
hijos e herederos de Juan Negrete, cantero defunto, que sea en gloria, vecino
que fue de la dicha çibdad, e a vos, Machín de Sarasola, maheso de cantería,
vezino de la dicha çibdad e curador que soys, en su nonbre, o al que vuestro
poder obiere, o por los dichos menores lo obiere de aver, trezientos e sesenta
rreales, que suman doze mill e duzientos e quarenta maravedís…Lo qual es de
seys años, que se cunplen el día de nuestra Senora de setienbre, primera que
verná deste ano, a rrazón de sesenta rreales cada ano, porque otros dos años
antes están pagados al dicho Negrete, como paresça por el proceso que sobrello
a pasado61. Además, existe constancia documental por una carta de pago otorgada por Machín de Sarasola el 16 de agosto de 1545 de haber recibido una
nueva anualidad de Alonso el Bueno:
Sepan quantos esta carta de pago vieren, cómo yo Machín de Sarasola, cantero, vecino de [la] noble çibdad de Salamanca, tutor que soy de
los hijos de Juan Negrete e de María de Mata, según que la tutela pasó ante
el escrivano desta, e digo que porque yo pedí hexecución en la persona
e bienes de Alonso el Bueno, como hijo y heredero de Andrés Pérez, por
sesenta rreales, por virtud de vna obligación e agora me los a dado e pagado rrealmente, por tanto otorgo e conozco por esta carta que me doy e
otorgo por bien contento e pagado de vos, el dicho Alonso el Bueno, de
los dichos sesenta rreales, por quanto los rreçibí de vos e pasaron a mi
poder rrealmente e con hefeto, por quanto los rreçibí62.
Como ya se ha indicado, la carretas herradas pertenecían tanto a los monasterios e iglesia, como
a los caballeros y otras personas de la ciudad y su tierra, así como del Arrabal y de las villas de Los
Villares y Tejares. Uno de los personajes más activo en conseguir el acuerdo entre los citados canteros
y los dueños de las carretas herradas fue el procurador del monasterio de San Esteban, fray Esteban,
como en su testificación señaló Juan de Sarasola, maestro de cantería y primo del propio Machín de
Sarasola, en Catálogo Documental 46.
60
Por ejemplo, Alonso Piedeyerro, en su declaración, dijo que, como carretero, en los años pasados
sienpre a pagado e pagava lo que le cavía por rrepartimiento a Alonso el Bueno, carretero, vecino
desta çibdad, que es el que rrecoxe todo el dinero de los carreteros para lo pagar al dicho Machín de
Sarasola. IBÍDEM.
61
En Catálogo Documental 44.
62
En Catálogo Documental 45.
59
194
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
Por aquel entonces, 1544-45, el nuevo enlosado de la fábrica romana
del puente, a causa del intenso tráfico de las carretas herradas, ya comenzaba
a manifestar un deterioro más que considerable y a simple vista apreciable,
como, por ejemplo, señaló el testigo Alonso Osado en su declaración:
dixo que sabe e a visto que en la dicha media puente, en la enlosadura
della, ay algunas piedras hundidas de las rroderas de las carretas y en
las juntas, pero que no sabe declarar quántas son nin qué faltas tienen,
e que están arroyadas de las dichas carretas que pasan por las juntas. E
que ansimismo sabe que ay algunas piedras gastadas e que por ello sabe
que las dichas piedras fazen mucho daño e prejuyçio a la dicha media
puente. Preguntado cómo lo sabe, dixo que porque a visto la dicha puente e piedras que en ella están hundidas por vista de ojos muchas vezes
pasando por ella63.
Machín de Sarasola intentó poner remedio a esta situación; y para ello,
según las declaraciones de varios testigos, todos ellos canteros, presentados
por el propio Machín de Sarasola en el pleito que seguidamente emprendería
contra el concejo salmantino a propósito del mantenimiento de este enlosado, procedió de la manera siguiente: primero, según Pedro de la Ynestrosa,
hizo traher piedra para aderesçar la dicha puente, cuya procedencia, al decir
de Miguel de Asturizaga, no fue de las canteras de Martinamor, como estaba
obligado por el contrato suscrito en 1534, sino que se trató de çiertas losas
de los Santos; y posteriormente, según información de Miguel de Aguirre, a lo
largo de un año o año y medio, él en persona, junto con otros oficiales, estuvo tratando de reparar los desperfectos sufridos por el enlosado de la fábrica
romana del puente64. Sin embargo, Machín de Sarasola pronto desistió de su
empeño al comprobar que el desembolso económico que anualmente tenía
que realizar para el mantenimiento del enlosado del puente en buen estado,
conforme al acuerdo suscrito, era muy superior a los 2.040 mrs. que los carreteros, por medio de Alonso el Bueno, se habían comprometido a pagarle
cada año, según todos los canteros reconocían, como, por ejemplo, Martín
Navarro, Cristóbal Calderón o Juan de Sarasola, al declarar respectivamente
lo siguiente:
– (Martín Navarro) que si se enpieça a aderesçar la dicha puente para
quitar las arroyaduras e ygualar las losas, que queden yguales vnas con
otras, abrá muy mucha cantidad de losas que, hechándoles la palanca para
las lebantar, se quebrarán e abrán menester otras de nuevo; e si las que
están arroyadas se an de fazer juntas, para juntarlas y ponerlas derechas
En Catálogo Documental 46.
Que a visto que de vn año acá an andado el dicho Machín de Sarasola e otros ofiçiales, más a de
vn año o año e medio, poco más o menos, aderesçando la dicha puente. IBÍDEM.
63
64
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ÁNGEL VACA LORENZO
será muy gran costa e gasto lo que para ello será neszesario, porque este
testigo lo alcança por arte de su ofiçio.
– (Cristóbal Calderón) que sabe e alcança este testigo, como maeso
de cantería e ofiçial asperto en el ofiçio, quel daño que al presente vehee por vista de ojos que está fecho en la dicha enlosadura de la dicha
media puente, de la manera que se pide por parte de la çibdad se adobe
e adereszee, ques de la manera e forma que la pregunta dizee, no se
rremediara ni adreszara con quatroçientos ducados, porque si quitan vna
losa quebraran tres, e avnque agora se aderesçase muy bien, al cabo del
tienpo questá por correr de los veynte años de la dicha obligaçión, terná
neszesidad la dicha media puente de la tornar a rremediar e gastar en ella
hartos dineros.
– (Juan de Sarasola) que sabee e alcança, como maestro de cantería
e ofiçial della, ques mucho daño e que para se aderesçar de la manera
questá obligado el dicho Machín de Sarasola e se pide, ques como la pregunta dize, sabe este testigo e alcança que a menester e terná neszesidad
de se gastar e se gastarán en lo que al presente se adobare e en lo que
será neszesario en el tienpo e años que están por correr de los veynte años
los çiento e çinquenta mill maravedís que dize la pregunta65.
Además, los propios carreteros pronto dejaron de pagar a Machín de Sarasola
los maravedís acordados por el pasaje de las carretas herradas por el puente
romano, porque alegaban que se lo impedía el concejo, como testificaron
en sus respectivas declaraciones el cantero Juan de Sarasola66 y el carretero
Gaspar Sánchez67 y así lo corroboró el propio Alonso el Bueno, encargado de
cobrar el dinero a los carreteros para entregarlo a Machín de Sarasola:
que save este testigo e behee por vista de ojos que puede aver ocho meses,
poco más o menos, que no dexan pasar carretas herradas por la dicha
IBÍDEM.
Que sabe e vehee e es notorio que de más de seys meses a esta parte no dexan pasar por la puente
de esta çibdad carreta herrada, porque dizen que lo an proyvido la justiçia y rregidores desta çibdad
que no pasen. E vehee que algunos llegan a la puente con rruedas herradas e las quitan e ponen otras
para pasar sin yerros; e que es notorio que, pues no les desan pasar con carretas herradas, no pagaran
al dicho Machín de Sarasola los dos mill e quarenta maravedís que le están obligados a pagar en cada
vn año, pues no se cunple con ellos; e que al dicho Machín de Sarasola le a oýdo deçir que a vn año
que no le pagan los carreteros, IBÍDEM.
67
Dixo que sabe este testigo e a visto e vehee por vista de ojos que puede aver siete o ocho meses, poco
más o menos, que no dexan ni consienten pasar carretas herradas ninguna por el puente, e les prendan e les cortan los rrayos de las carretas, si pasan. E esto es público, que se faze e guarda ansí por
mandado de la justiçia desta çibdad, e que ansí lo a visto guardar e yr a entender en ello al teniente
desta çibdad. E este testigo, como tiene dicho, es carretero y tiene carreta herrada, e abía diez o honze
años que sienpre a pagado lo que le cavía a pagar de los dichos dos mill e quarenta maravedís, como
vno; e los daba lo que cabía a Alonso el Bueno, carretero, que lo rrecoxía en sí fata agora, que podía
aver un año, poco más o menos, que este testigo no a pagado blanca, porque no le dexan pasar con
carreta herrada, ni lo pagará fasta que le dexen pasar con ella, e lo mismo crehee que an hecho los
otros carreteros que tienen las carretas herradas, IBÍDEM.
65
66
196
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
puente e les prenda a los que pasan, porqueste testigo es carretero e no
le dexan pasar, porque dizen que mandan la justicia e rregidores desta
çibdad que no les dexen pasar; e ansí a visto e vehee que se guarda del
dicho tienpo acá que declarado tiene. E queste testigo, como carretero e
hijo de Andrés Pérez, carretero defunto, questá obligado en el contrato
al dicho Machín de Sarasola e Juan Negrete a pagar los dichos dos mill e
quarenta maravedís en cada vn año, como pareszee por la escritura que se
rrefiere, a tenido cargo, después acá que murió su padre deste testigo, de
coxer en sí los dichos dineros de los carreteros desta çibdad, que tienen
carretas herradas, para pagar en cada vn año al dicho Machín e que puede
aver siete meses, poco más o menos, que este testigo no a cobrado ni
pagado al dicho Machín de Sarasola los dichos maravedís, porque no le
quisieron pagar los carreteros porque dizen que no an de pagar pues no
les dexan pasar por la puente con las dichas carretas herradas68.
El abandono por parte de Machín de Sarasola de su compromiso supuso
que la calzada del puente experimentase un rápido e importante deterioro.
Así lo expresaron varios testigos, como, entre otros muchos, Pedro de Paz
o el curtidor Pedro Díez, al testificar, respectivamente, que sabe y es verdad
que, sy no se adreçase y adobase la dicha media puente de la falta y daño que
agora tiene la dicha enlosadura de la dicha media puente, vendría muy gran
daño y perjuyzio a la dicha çibdad de Salamanca e a su tierra e a los vecinos
e pasajeros della, porque, poco a poco, se podía desenlosar y estar peor lo que
agora está, y ansý no se podría pasar a pie ni cavalgando; y demás desto, se
Fig. 70: Tránsito por el puente romano de Salamanca, según Daniel de Zuloaga
IBÍDEM.
68
197
ÁNGEL VACA LORENZO
podía entrar el agua por las quebraduras y vnduras e arroyaduras e gastaduras que tienen las dichas losas e pasar el agua a los arcos e a la obra de abaxo
e hazelle daño e perjuyzio; mientras que el segundo, que vivía junto al mismo
puente, afirmó que sabe e behe que en la dicha media puente enlosada ay muchas piedras abiertas de más de palmo vna de otra de las de la enlosadura, y
otras ay arroñadas y desbocadas y medio vndidas y de tal manera que hazen
falta y perjuyzio a los pasajeros e carreteros y a la dicha media puente; y tiene
neçesydad mucha de se adobar e rremediar, porque de otra manera, cada día
se hará más daño e perjuyzio; por lo que consideraba que sy no se aderezase
y adobase la dicha media puente y su enlosadura, vendría muy gran daño y
perjuyzio a la dicha media puente e a esta çibdad e a los carreteros que por
allí an de pasar con sus carretas, porque se podría quebrar a vn desbán (?)
que hubiese o desvío de piedras, e pasaría con muy gran trabajo; y demás desto, podría pasar el agua avaxo a los arcos e dañarse la puente e venille otros
perjuyzios69.
Ante tal situación, no es de extrañar que el concejo salmantino tomase
cartas en el asunto, prohibiendo, primero, el paso de carretas herradas por
el puente, mediante una resolución pregonada el 4 de septiembre de 1546, y
solicitando, después (6 de octubre de 1546), a través de su procurador, Juan
Sánchez, al corregidor de la ciudad, García Tello que, pues agora pareszee que
la puente prençipal desta çibdad está e tiene muchas faltas en la enlosadura,
ansí de piedras quebradas como de arroyadas como de otras faltas, en lo qual
resçibe mucho daño e perjuiçio la çibdad de Salamanca y su tierra, mandase
notificar al cantero Machín de Sarasola el cumplimiento del compromiso contraído en el plazo de los quince días establecidos y, de no hacerlo, mandase
que se troven maestros que lo adereszen e reparen a costa del dicho Machín
de Sarasola.
El 5 de octubre de 1547, el demandante, habiendo respondido negativamente al requerimiento concejil y una vez propuestas las pruebas, así como
la relación de testigos e interrogatorios, fue condenado por el licenciado Juan
Dorta, teniente de corregidor de Salamanca, a reparar los desperfectos del
puente en el plazo de nueve días y, en el caso de no proceder a su reparación
y transcurridos quince días, lo pudiera realizar el propio concejo con cargo al
demandado70.
Machín de Sarasola no sólo no acató esta sentencia dictada en primera
instancia, sino que, además de haber recusado por odiosos y sospechosos al
señor corregidor, Garçi Tello, e al licenciado Juan Dorta, su teniente, y al
señor dotor Quirós, alcalde, y a las demás justiçias y a todos los bachilleres y
lizençiados desta Huniversidad y çibdad de Salamanca, y al dotor Grado e al
dotor Aguilera y al dotor Antonio Gómez e al dotor Suárez e al dotor Muñoz y
al dotor Castro y al dotor Espinosa y al dotor Ruyz y al dotor Orozco, recurrió
69
70
En Catálogo Documental 47.
En Catálogo Documental 46.
198
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
en apelación a la justicia de la Chancillería de Valladolid, quien, no obstante,
el 8 de abril de 1552, falló que el liçenciado Juan Dorta, teniente de corregidor
en la dicha çiudad de Salamanca, y el dotor Juan de Çiudad, su aconpanado,
que deste pleito conosçieron, que en la sentencia difinitiua que en él dieron
e pronunçiaron, de que por parte del dicho Machín de Sarasola fue apelado,
que juzgaron e pronunciaron bien e los susodichos apelaron mal; por lo que
confirmaba la primera sentencia y condenaba a la parte apelante al pago de
las costas71.
A pesar de la nueva prohibición del paso de carretas herradas por el
puente romano de Salamanca, el carretero de la catedral intentó en varias ocasiones quebrantar tal prohibición, con el resultado, según el testigo Domingo
de Lasarte, de que la carreta de la ylgesia mayor de esta çibdad la an prendado algunas vezes. Pero el cabildo no podía consentir que se le impidiese
transportar por el puente la ingente cantidad de materiales que, traídos en carretas herradas, precisaba el colosal y desmedido edificio de la nueva y nunca
acabada moderna catedral. Y rápidamente volvió a utilizar la misma táctica
que tan buenos resultados le había proporcionado años antes: recurrir al rey.
Así, a través de su procurador, Juan de Paredes, expusieron al rey Carlos I que
para bastecer la obra de la dicha yglesya y de las casas de la mesa capitular
della e de su fábrica thenía necesydad de materiales y para ello enbiauan sus
carretas herradas, ansý de sus partes como de las personas particulares, que
entendían en la dicha obra, hera ansý que vosotros les proyvíades e poníades
estanco, que no pudiesen enbiar carretas herradas ni pasarlas por la puente y
calles desa dicha çibdad. En lo qual les hazíades agrauio, porque no enbiauan
carretas que hiziesen daño, syno carretas de tres mulas e cherriones, al tiempo
que le pedían que ordenara al concejo, justicia y regimiento de la ciudad de
Salamanca que dexásedes pasar las dichas carretas, asý las de sus partes como
a lo que entendían en la dicha obra, por la dicha puente y calles, syn que por
ello les hiziésedes molestias ni vexaçión alguna72.
Y el rey de nuevo accedió a la demanda del cabildo de Salamanca y,
después de consultar a los miembros de su Consejo Real, el 4 de septiembre
de 1551, expidió desde Valladolid su carta de provisión al concejo salmantino, ordenándole que de aquí adelante dexéis y consyntáys pasar a los dichos
deán y cabildo de la dicha yglesia y a las otras personas que entienden en la
obra della, por la dicha puente y otras partes desa dicha çibdad las dichas
carretas herradas de tres mulas, o dentro de nueve días primeros syguientes
enbiad ante los del nuestro Consejo la causa y rrazón que tenéys para que no
lo deváys cunplir, para que visto por los del nuestro Consejo, se provea lo que
sea justiçia73.
En Catálogo Documental 50.
En Catálogo Documental 48.
73
IBÍDEM.
71
72
199
ÁNGEL VACA LORENZO
La respuesta del concejo salmantino fue bastante precisa: que la dicha
provisyón avía sydo ganada con falsa rrelaçión y callando la verdad, porque
esta dicha çibdad thenía hordenança confirmada por nos para que no pasasen por la puente de la dicha çibdad carretas ni chirriones herradas. La qual
se avía apregonada públicamente74.
Pero, una vez más, el cabildo insistió en su demanda, informando al rey
por medio del mismo procurador, que habiendo requerido al concejo con la
carta de la provisión real, no la quisieron obedesçer ni cumplir, dando a ella
rrespuestas ynpertinentes, al tiempo que le pedía la expedicción de una sobrecarta con mayores penas, teniendo en cuenta que cuando se avía hecho la
dicha hordenança, no se avía comunicado con los letrados desa dicha çibdad
y porque sus partes y todos los estados contribuýan para los rreparos de la dicha puente y por otras rrazones que dixo e alegó.
Finalmente, el rey, a pesar de nuevas alegaciones contrarias del concejo,
accedió parcialmente a la demanda del cabildo catedralicio, ordenándole que
dexéys y consintáys pasar a los dichos deán y cabildo de la dicha yglesia mayor
desa dicha çibdad por la dicha puente con las dichas carretas herradas con
tres mulas, cargadas con el nogal que tienen conprado para la obra della, pero
limitando dicho permiso a un único año, a contar desde la data de la sobrecarta, 30 de septiembre de 155175. Sin embargo, el 20 de octubre del año referido,
Pedro Garavito, escribano público del número de Salamanca, fue notificando
y requiriendo sucesivamente el cumplimiento de dicho mandato real a Agustín de Sigüenza, teniente de corregidor de Salamanca, al licenciado Lovón,
alcalde de la misma, a Juan Martínez, Diego de Paz y Cristóbal de Agüero,
fieles, y a Juan Vázquez, alguacil mayor. Y en todos la respuesta fue idéntica:
obedecían la provisión real con la reverencia y el acatamiento debido, pero
no la cumplían, con excusas dilatorias76.
La prohibición del paso de carretas herradas por el puente romano de Salamanca debió, pues, de continuar vigente, ya que a principios del siglo XVII,
en las ordenanzas recopiladas y publicadas por Antonio Vergas de Carvajal en
1619, aún consta expresamente que por las calles empedradas desta ciudad
no anden carretas herradas y que por la puente no passe carreta herrada, al
tiempo que se había procedido al nombramiento de una persona para que
pusiese una cadena por la noche a la entrada del puente y no permitiese passar por ella carreta herrada sin licencia del Consistorio, pena de quinientos
maravedís77.
En Catálogo Documental 49.
IBÍDEM.
76
Por ejemplo, los fieles Juan Martínez, Diego de Paz y Cristóbal Agüero respondieron lo siguiente:
quellos ouedesçan la dicha prouisión rreal de su magestad con la rreverencia y acatamiento deuido.
Y quanto al complimiento della que se notifique al conçejo, justicia e rregidores, quellos no son parte.
IBÍDEM.
77
Titulo XVII. De la cadena de la puente. Por la puente no passe carreta herrada, y haya persona
que la heche la cadena de noche, y dessele el salario acostumbrado, y no dexe passar por ella carreta
herrada sin licencia del Consistorio, pena de quinientos marauedis, en VERGAS DE CARVAJAL, A.,
74
75
200
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
3. LOS REPARTIMIENTOS DE FELIPE III Y EL MAESTRO DE CANTERÍA
PEDRO DE LA PUENTE MONTECILLO
En la segunda mitad del siglo XVI y primeros años del XVII se produce
en toda la Corona de Castilla, aunque especialmente en la Meseta septentrional, un notable incremento de las precipitaciones que con bastante frecuencia
provocaron destrozos de gran consideración en los puentes, por las incontrolables crecidas de las aguas de los ríos. Con posterioridad, según AramburuZabala, “la evolución climatológica presenta una alternancia de períodos de
sequía con períodos, más cortos, de fuertes precipitaciones con resultado de
riadas catastróficas. Los períodos más críticos se produjeron en 1626 y 1636,
llevando la peor parte Castilla y León”78. Para el caso de Salamanca y antes
del llamado ‘Año del Diluvio’ de 1626, fueron años lluviosos: 1555, en que se
dio una crecida del Tormes que “ocasionó cuantiosos daños”79, 155780 y 1606,
en que “las continuas lluvias destruyeron los sembrados y una avenida del
Tórmes varias casas en la Vega, ocasionando muchos perjuicios en aceñas y
pesqueras”81. Sin duda, estas crecidas del río también dañaron la estructura
del puente y, en concreto, su parte meridional ya reedificada, pues a partir de
entonces se inició un complicado y complejo proceso de reparación de ese
lado del puente romano que duró hasta prácticamente el 26 de enero de 1626,
en que aconteció la riada de San Policarpo.
Conviene recordar que ya desde antes, aunque sobre todo desde los
Reyes Católicos, en la Corona de Castilla había caído en desuso la práctica
habitual de que el coste de la construcción o reparación de puentes recayera
de forma preferente sobre una persona particular y, en menor medida, sobre
alguna institución, como un concejo, que, posteriormente, se resarcía de los
gastos que tales obras ocasionaban, mediante los expedientes del cobro de
pontazgos, peajes o cualquier otro gravamen a los viandantes y mercancías
que por ellos transitaban. A fines de la Edad Media y, más aún, en los primeros
tiempos modernos la construcción y reparación de puentes y pontones adquirieron la condición de “obras públicas” y requirieron la autorización previa del
Consejo Real82. Evidentemente, no se trataba de la programación de un plan
Ordenanças desta civdad de Salamanca qve por sv mandado recopiló Don Antonio Vergas de Caravajal, regidor perpetvo della, siendo corregidor el Sr. D. Diego de Pareja, caballero del ávito de Montessa,
enconmendado en la mesa maestral de Valencia. Salamanca: 1619, pp. 9 y 22, respectivamente.
78
ARAMBURU-ZABALA HIGUERA, M. Á., Ob. cit., p. 77.
79
Según CABO ALONSO, Á., Remotas y recientes huellas humanas en el solar salmantino. Salamanca:
Centro de Estudios Salmantinos, 1995, p. 45.
80
FONTANA TARRATS, J. Mª., Ob. cit., p. 114.
81
En VILLAR Y MACÍAS, M., Ob. cit., libro VII, p. 8.
82
“En la esfera central, al final de la época medieval es el Consejo Real el órgano competente en
esta materia, que otorga las licencias para la construcción y reparación, para la realización de inspecciones particulares o generales, locales o territoriales, las licencias definitivas, el establecimiento de
los correspondientes medios de financiación, el control de la obra realizada, la fiscalización de las
recaudaciones obtenidas y la exigencia de responsabilidad por la buena realización de las obras”, en
PÉREZ BUSTAMANTE, R., Ob cit., p. 164. Sobre el tema del Consejo Real y, en concreto, sobre sus
201
ÁNGEL VACA LORENZO
general “estatal” de obras públicas; al contrario, el poder central sólo actuaba
ante los problemas que se le iban presentando, como controlador del proceso
constructivo o reparador y sin intervenir para nada en su financiación; ésta
recaía, a través de los concejos encargados de su derrama y recaudación, no
sólo sobre los habitantes de los lugares donde aquéllas radicaban, sino también sobre los habitantes de los lugares de un entorno más o menos cercano,
posibles beneficiarios de la obra construida o reparada. Surgió así el repartimiento.
El repartimiento era un recurso impositivo extraordinario, utilizado por
los concejos para hacer frente a gastos imprevistos y derivados de la construcción o reparación de determinadas obras públicas (murallas, calzadas, puentes, etc.) que no podían saldar con los insuficientes recursos ordinarios de
los propios. Si la cantidad a repartir excedía de los 3.000 mrs., se requería la
preceptiva autorización real, según orden del rey Juan II dictada el año 143383
y confirmada por los Reyes Católicos el 9 de julio de 150084. Los reyes, a través
del Consejo Real y previa investigación ordenada a los corregidores sobre la
utilidad de la obra proyectada, sobre los recursos propios o sobre la suma
requerida, solían conceder dicha autorización; si bien esta autorización suponía la incompatibilidad absoluta de cualquier otra imposición (portazgos y
pontazgos, barcages y peages), nueva o acrecentada, señorial o concejil, pues,
como señala Molénat, “l’opposition est absolute entre repartimiento ou sisa,
licites lorsqu’autorisés, et impusiçion”85. El repartimiento suponía, pues, una
forma de recaudación impositiva que permitía, como indica Calderón para los
relacionados con la construcción o reparación de puentes, “una fiscalización
más directa –pero también más injusta–, ya que no distinguía grado de importancia en la utilización del puente y todavía menos distinguía entre personas
o niveles de riqueza, estando todos los habitantes obligados a contribuir, los
nobles se hallaban exceptuados aunque en ciertas oportunidades también
debieron aportar”86.
atribuciones, vid. DIOS, S. de, El Consejo Real de Castilla (1385-1522). Madrid: Centro de Estudios
Constitucionales, 1982, principalmente, pp. 335-421.
83
“Ordenamos y mandamos, que sin nuestra expresa licencia y mandado no se pueda repartir ni
reparta por ninguna ciudad, villa o lugar de nuestros Reynos para sus necesidades de mas ni allende
de tres mil maravedís”, en NOVISIMA RECOPILACION DE LAS LEYES DE ESPAÑA mandada formar por
el señor don Carlos IV . Madrid: 1807, Ley IX, Título XXII, Libro VI, p. 263.
84
“Mandamos (á los Asistentes y Corregidores), que no consientan hacer, ni hagan derramas sobre
los pueblos sino como quieren las Leyes, que disponen que de tres mil maravedís arriba no se hagan
sin nuestra licencia y mandado, aunque digan que estan en costumbre de repartir algunos maravedís
para sus gastos, ó para otra qualquier cosa”, IBÍDEM, Ley X.
85
MOLÉNAT, J.-P., “Chemins et ponts du nord de la Castille au temps des Rois Catholiques”, en
Melanges de la Casa de Velázquez, VII (1971), p. 118.
86
CALDERÓN, C., Ob. cit., p. 76.
202
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
Cuadro 1. Repartimientos
realizados para el reparo del puente romano de
Salamanca
Catálogo
Fecha
Autoridad otorgante
Maravedís
Contribuyentes
5
1344-X-04
María de Portugal,
esposa de
Alfonso XI
1.000
Salamanca:
ciudad y término
7
1499-I-28
Reyes Católicos
400.000
Salamanca: ciudad y tierra
25
1518-VIII-08
Reina Juana y su
hijo, Carlos I
300.000
Salamanca: ciudad y tierra
39
-1532-I-31
Carlos I
700.000
Salamanca: ciudad y tierra
55
-1616-I-11
Felipe III
3.553.000
Amplio territorio en torno a
Salamanca
60
1621-III-30
Felipe III
2.094.400
Amplio territorio
en torno a Salamanca
En total son seis o cinco, si el de 1621 se considera una simple implementación del de antes de 1616, los repartimientos de los que se tiene conocimiento que se efectuaron con el objeto de conseguir los recursos necesarios para
realizar reparaciones en el puente romano de Salamanca (Vid. Cuadro 1), si
bien únicamente de tres de ellos, los de 1499, 1518 y 1621, se dispone de sus
textos respectivos, siendo éste último el más completo por cuanto incluye una
amplísima nómina de lugares con la cantidad que a cada uno le correspondió
pagar en dicho repartimiento. El más antiguo se remonta al reinado de Alfonso
XI; en concreto fue su esposa, la reina María de Portugal, la que en 1344 autorizó repartir mil maravedís entre la ciudad y su término con objeto de realizar
reparos de las casas de dicha çiudad y del puente87. Examinados los cuatro primeros, es el momento de fijar la atención en los dos últimos, autorizados por
el rey Felipe III en 1616 y 1621, aunque, como ya se ha señalado, el segundo
es en realidad una implementación del primero, del que desafortunadamente
se carece del texto original.
Aunque sin haber podido reconstruir de forma completa el siempre largo
proceso administrativo que, como cualquier obra pública que por dichas fechas se realizaba en la Corona de Castilla, siguió el expediente administrativo
para la reparación de los desperfectos del puente romano de Salamanca en el
siglo XVII, el procedimiento pudo tener el siguiente desarrollo:
La apertura del expediente, si bien podía realizarse de oficio, debió de
surgir a instancia de parte, en este caso, a iniciativa del propio concejo salmantino, directamente afectado, mediante la presentación de una petición
o memorial al rey Felipe III con la correspondiente solicitud de realizar un
repartimiento para proceder a la restauración del puente romano. En ella se
En Catálogo Documental 5.
87
203
ÁNGEL VACA LORENZO
indicarían las causas que la motivaban y que no serían otras muy distintas
de las aducidas con anterioridad por el corregidor, don Juan Gutiérrez Tello,
ante los desperfectos causados por la riada de Santa Bárbara de 1498, o por el
procurador Luis Alonso en 1526, en los siguientes términos:
– (Juan Gutiérrez), diziendo que las avenidas pasadas fizieron grand
daño en esa dicha çibdad, espeçialmente que derrivaron un arco de la
puente desa dicha çibdat e çiertas calçadas, de que la dicha çibdat rresçibe
mucho daño porquel prinçipal proveymiento que viene a la dicha çibdat es
por la dicha puente, e que para el rreparo della son neçesarios (?) grandes
contías de maravedís. Por ende que nos suplicavan e pedían por merçed
que les diésemos liçençia e facultad para que pudiesen echar por sisa o
rrepartymiento por esa dicha çibdat e su tierra todo lo que fuese menester
para el rreparo de la dicha puente e calçadas, e que en ellos contribuyesen
e pagasen todos los vecinos e logares de señoríos comarcanos a la dicha
çibdat que se aprovechan de la dicha puente e calçadas, o que son…, e
le proueyésemos con justicia commo la nuestra merçed fuese88.
– (Luis Alonso): en nombre del concejo e justicia e rregidores de la
dicha çibdad de Salamanca, nos fizo rrelaçión por su petyçión, diziendo
que en la dicha çibdad avía muy grand neçesidad de adobar la puente
mayor e la puente de Azurgué[n] e Moçodiel e otras puentes, e que para las
adobar e adereçar hera menester quinientas mill maravedís, e que si agora
se dexasen de adobar, no se harían después con vn quento de maravedís.
Por ende, que nos suplicava e pedía por merçed mandásemos dar nuestra
carta para que las dichas quinientas mill maravedís se rrepartiesen por
sysa o por rrepartimiento, e que tanbién contribuyesen en lo susodicho
la yglesia e estudiantes de la dicha çibdad; e para que nos constase de la
neçesidad que tenían de hazer e repartir (sic) las dichas puentes, hazía
presentaçión ante nos de vn testimonio e ynformaçión que sobrello se
avía tomado ante vos, o que sobre todo proveyésemos como la nuestra
merçed fuese89.
Esta petición o memorial, dirigido al rey, se presentaba ante el propio Consejo
Real, como ya en las Cortes de Valladolid de 1537 había quedado establecido:
Otrosy, por quanto los caminantes y otras personas que andan en estos rreynos rreçiben grand daño por la falta de puentes y por mal adereço
que ay en los caminos y calçadas y por el gran daño que hazen los rrios y
arroyos que salen de madre que destruyen mucha parte de las heredades,
de que se rreçibe muy gran daño y pereçen muchas gentes, espeçialmente
en los ynviernos, y se dexan a esta causa de labrar y sembrar muchas
tierras, de que se rreçibe daño, suplicamos a Vuestra Magestad mande
que los corregidores o alcaldes de adelantamientos y otros juezes donde
88
89
En Catálogo Documental 7.
En Catálogo Documental 37.
204
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
tal necesidad oviere, vean los dichos dapnos con ofiçiales expertos en el
arte, y rrepartan a los lugares y partes donde les pareçiere que rreciben
notorio provecho o dapno lo que asy declaren los tales ofiçiales ques
menester para los dichos rreparamientos y obras susodichas, y que lo que
ansy rrepartieren lo puedan executar sin embargo de qualquier apelaçion
que se interpusiere, porque si se admintiese la tal apelacion no podrian
efectuar el rremedio de lo susodicho.
A esto vos rrespondemos, que quando se ofreçiere tal necesidad,
occurriendo al nuestro Consejo se proveerá lo que convenga90.
Casi nunca el Consejo resolvía de manera inmediata a la sola vista de
los motivos alegados por la parte en la petición. Lo más frecuente era que el
Consejo, en su fase deliberativa y antes de tomar una resolución al respecto,
reclamara mayor información por medio de una pesquisa encargada al corregidor, juez de residencia, alcalde u otra autoridad local. Eran estas autoridades
ciudadanas y, en concreto, los corregidores y justicias, los encargados de velar
por el buen estado de caminos y puentes, según respuesta dada por el rey
Carlos I a una petición de los procuradores en las Cortes de Madrid de 153491
y tal como ya había sucedido con anterioridad, en 1518 y en 1526, ante las
respectivas peticiones presentadas por el propio concejo salmantino y por
Luis Alonso, su procurador, al rey Carlos I:
– (1518): mandamos al corregidor desa dicha çibdad e a su alcalde
en el dicho oficio que oviese ynformaçión de la nesçesydad que avía de
rreparar los dichos muros e puentes e otras cosas e qué contías de maravedís serían menester para ello e de dónde se podrían aver, que fuese con
menos daño e perjuyzio de los vecinos e moradores desa dicha çibdad, e
juntamente con su paresçer la enbiase ante nos, al nuestro Consejo para
que en él se viese e hiziese lo que fuese justicia, segúnd más largamente
en la dicha nuestra carta se contiene92.
– (1526): Porque vos mandamos que …ayáys ynformación e sepáys
qué neçesidad ay de hazer las dichas puentes e toméys con vos maestros canteros e otras personas que dello sepan, e os ynforméys e sepáys
quántos maravedís costarán hazer; y en caso que se oviese de echar por
rrepartimiento, qué personas devrían contribuyr en ella y en qué cantydad
e todo lo otro que conviene ynformaros para mejor saber la verdad çerca
de lo susodicho. E la dicha ynformación avida e la verdad sabida, escripta
en linpio e firmada de vuestro nonbre e signada del escrivano ante quien
Cortes de Valladolid de 1537, p. 654.
Otrosi, suplicamos a Vuestra Magestad se dé órden como se hagan las puentes y se aderecen los
caminos y calçadas de que hay gran falta en estos reynos; y que en las cabeças de las prouincias ó
Obispados se dipute una persona que tenga especial cuydado dello, el qual pueda repartir lo que fuere
necesario, y que dé cuenta y razon dello.
A esto vos respondemos que mandarémos, que los nuestros corregidores y justicias, cada uno en su
jurisdiccion, prouean lo que para el remedio dello conuenga, en Cortes de Madrid de 1534, p. 613.
92
En Catálogo Documental 25.
90
91
205
ÁNGEL VACA LORENZO
pasare, çerrada e sellada en pública forma, en manera que haga fee,
juntamente con la rrelaçión de las dichas quentas, con vuestro pareçer,
firmada de vuestro nonbre, de lo que en ello se debe hazer e proveer,
la enbiad ante nos al nuestro Consejo para que nos la mandemos ver e
proveer sobrello lo que fuere justicia93.
Una vez tomado el acuerdo de aprobar la petición formulada por la parte, el Consejo Real solía ordenar la elaboración de los informes, condiciones
y trazas de la obra, así como la contratación de la misma a través de posturas
y remates (subasta y pujas).
Llegados a este momento del procedimiento administrativo para la rehabilitación del puente romano de Salamanca a principios del siglo XVII, su
desarrollo posterior ya se puede seguir sobre bases y registros documentales
específicos. Así, se sabe que, mediante edito que sse pregonó en esta dicha çiudad, el 10 de mayo de 1613, el corregidor rremató de último rremate la obra
y edefizio de la puente prinzipal desta çibdad de Salamanca, por do passa el
rrío de Tormes, y lo a ella dependiente, conforme a la traza e condiziones que
se posieron para el rremate dellos, en la cantidad de 9.500 ducados que pujó el
maestro de cantería, Juan de Alvarado, vecino de Toro, quien se comprometió
a dar las fianzas preceptivas en las ciudades de Valladolid, Toro y Zamora
para la seguridad della y de que aría la dicha obra en el tienpo y conforme a
la dicha traza y condiziones94. En este remate también quiso participar Pedro
de Llánez, maestro architeto de León95, si bien no personalmente, sino a través de persona interpuesta, otorgando para ello, cuatro días antes de la puja
de la obra de reparación del puente romano, una carta de apoderamiento a
favor del asimismo maestro architeto Pedro de la Peña, vecino de Sos, villa de
la merindad de Trasmiera, aunque residente en la ciudad de León; en ella le
otorgaba, entre otros, los siguientes poderes:
espeçial y espressamente para que por mí y en mi nombre o en el suyo,
repressentando mi propia persona, pueda parezer y paresca ante los señores corregidor o tiniente de la çiudad de Salamanca y ottras qualesquiera
justtiçias, ante quien passa o aya de pasar el rremate de la puente de la
dicha çiudad de Salamanca y más obras que en ella se an de rrematar en
diez de este pressente mes de mayo de mill y seisçientos y ttreze, conforme
al edito que sse pregonó en esta dicha çiudad y allarsse a los pregones y
rremates que della se hiçieren y en las dichas obras de puente y más que
al dicho tienpo se rremataren, conforme a las condiçiones con que estubieren pregonadas, pueda en mi nonbre o en el suyo haçer qualesquiera
En Catálogo Documental 37.
En Catálogo Documental 52. Unas breves pinceladas de la vida profesional de este maestro de
cantería cántabro, Juan de Alvarado, en GONZÁLEZ ECHEGARAY, M. del C. et alii, Artistas cántabros
de la Edad Moderna. Su aportación al arte hispánico (Diccionario biográfico-artístico). Santander:
Universidad de Cantabria, 1991, p. 35.
95
Sobre este maestro de cantería vid. IBÍDEM, p. 373.
93
94
206
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
posturas y bajas con los prometidos que sse dieren, que le paresçiere y
por bien tubiere. Y si en ellas se le rremataren, me pueda obligar, como
prinçipal o su fiador, mi persona y bienes, muebles y rraízes, auidos y
por hauer, de que abré por buenas, firmes y balederas qualquiera postura
o posturas y baxas que en mi nonbre o suyo hiçiere con qualesquiera
prometidos que en él las ganare y a que daré echas o las dará y acabada
la dicha obra o obras, conforme a las condiçiones con que se pregonaren
y rremataren, por el preçio o preçios en que se le rremataren y en el término que señalaren y fianças de lo cumplir o que cumplirá tan bastantes
como se pidan y en término que por las dichas condiçiones se pidieren,
pena de pagar la quiebra que de ansín lo façer la dicha obra o obras se
siguieren y daños que se rrecreçieren96.
Sin embargo, Pedro de la Peña, por ser obra tan grande y de tanta calidad y cantidad, previamente a la subasta, llegó a un acuerdo con Juan de
Alvarado para que únicamente pujase éste para quedarse con la obra del
puente en el precio que le pareciese, pero con la condición de que si en él se
rrematasse de último rremate, abía de dar y ser para el dicho Pedro de Llánez,
mi parte, la terçia parte. Este acuerdo se materializó, el 12 de mayo de 1613,
en una escritura pública, ante Juan Álvarez Maldonado, escribano del número
de Salamanca, que contenía tales términos:
Yo, el dicho Joan de Albarado, por lo que me toca, digo que di
al dicho Pedro de Llánez la terçia parte de la obra de la dicha puente
prençipal de la dicha çibdad de Salamanca y lo a ella dependiente, que
en mí se rremató en los dichos nuebe mill e quinientos ducados, como ba
dicho, para que, en birtud deste conzierto, el susodicho, por su quenta e
rriesgo, baya y afianze de que la ará en el tienpo e conforme a la traza e
condiziones y sobre penas, salarios y sumisiones que dicho es, y obligado
a lo acer y acabar; y por rrazón dello aya e llebe para sí la tercia parte de
los dichos nuebe mill e quinientos ducados del dicho rremate. Y de todo
ello me a de sacar a paz y a salvo yndemne, a mí y a mis cosas e fiadores.
E si en la dicha rrazón alguna cosa por él no lo cunpliese, me pidere y
demandare costas y gastos se me rrecrescieren, me ha de pagar.
E yo, el dicho Pedro de la Peña, en nonbre del dicho Pedro de Llánez
y en birtud del dicho su poder acecto esta escriptura en todo y por todo y
según e como e de la forma e manera que por el dicho Joan de Albarado
ba dicho y declarado. Y obligo al dicho Pedro de Llánez, mi parte, a que
de su parte ará la tercera parte de la dicha obra de la dicha puente y lo
demás a ella dependiente en el dicho y según e como y conforme a la
traza y condiziones del rremate que se fiço en el dicho Joan de Albarado,
y so las penas dellas. Y para su seguridad de que lo ará e cunplirá, dará
En Catálogo Documental 51.
96
207
ÁNGEL VACA LORENZO
de su parte para la dicha tercera parte fianzas abonadas a contento del
dicho Joan de Albarado, dentro de un mes primero siguiente97.
Aún así, las dos terceras partes de la obra de reparación del puente romano que se reservó Juan de Alvarado debían suponer un gran volumen de
trabajo para él, pues unos meses más tarde llegó a un nuevo acuerdo, protocolizado el 3 de agosto de 1613 en escritura pública ante Ambrosio Díez Cornejo, escribano del número de Salamanca, con Juan de Nates Naveda, maestro
de obras y vecino de Salamanca, para cederle la mitad de la dicha obra de la
dicha puente desta ciudad. En realidad la propuesta de cesión consistía exactamente en la formación de una compañía entre ambos, ya que Juan de Alvarado explícitamente le planteó que juntamente conmigo asista a la haçer por
su persona o por quienes nonbrare o su poder obiere. Y entre ambos abemos
de pagar oficiales y peones y los demás materiales que sean necesarios. Y fecha
y acabada la dicha puente, la ganancia que obiere la abemos de partir entre
anbos por yguales partes, syn que uno llebe más que otro; y si ubiere pérdida,
la abremos de pagar en la mesma forma. Y si yo, el dicho Joan de Albarado, no
pudiere allarme presente a la dicha obra, el dicho Juan de Nates pueda haçer
en ella y quitar y poner como yo mismo lo pudiera hacer. Y ansimiesmo pueda
hacer lo mesmo estando yo presente. A lo que el citado Juan de Nates respondió de forma afirmativa, expresando que acepto esta escriptura e tomo por mi
quenta e rriesgo la mitad de la dicha obra de la puente desta ciudad, según y
como en el dicho Joan de Albarado fue rrematada e me obligo con mi persona
y bienes, muebles y rraíces, abidos y por aber, de entrar y que entraré a la parte
de la dicha obra y la aré con el dicho Juan de Albarado de conformidad; y la
pérdida que ubiere, tengo de pagar de mis bienes la mitad, y si ubiere ganancia, se me a de dar la mitad dello por yguales partes98.
Una de las condiciones de este acuerdo, firmado entre Juan de Alvarado
y Juan de Nates Naveda, contemplaba que, si Pedro de Llánez desistiera de
realizarla y quisiera ceder en cualquiera de ellos la tercera parte que poseía
de la obra de reparación del puente romano, que a de ser para anbos a dos
y la abemos de haçer de conformidad entre anbas, según y como la demás
obra, para que la agamos de conformidad y por yguales partes, según aquí ba
declarado, llanamente y sin pleyto alguno. Es evidente que de alguna forma
ya preveían lo que había de suceder no trascurridos dos años; lo que erraron
fue en el beneficiaro.
En efecto, el 12 de mayo de 1615 el arquitecto Pedro de Llánez, por yo
no poder yr a haçer la dicha terçia parte de obra y auersse hallado a el rremate
della Pedro de la Peña, ansimismo arquitecto, vecino de la çiudad de Çiudad
Rodrigo, y en mi nombre y con mi poder auer haceptado la dicha çessión, de En Catálogo Documental 52.
En Catálogo Dopcumental 53. Sobre la carrera profesional de Juan de Nates Naveda, vid. GONZÁLEZ ECHEGARAY, Mª. del C. et alii, Ob. cit., pp. 454-455.
97
98
208
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
cidió renunciar a ella y traspasarla al dicho Pedro de la Peña, con objeto de
que la haga, fenezca y acaue conforme a la traza y condiçiones y rremate y en
el tiempo y por el preçio, según y de la manera que yo estoy obligado, lleuando
para sí mismo el aprouechamiento o daño que dello ubiere. La única satisfacción que Pedro de Llánez exigió a Pedro de la Peña fue la de un escriptorio,
con sus pies, con su herraje dorado y jabonado de dentro y fuera, de los mejores y más curiossos que al pressente se haçen en la dicha çiudad de Salamanca, que el susodicho me a de dar por los gastos y ocupaçiones que yo he tenido
en afianzar la dicha obra. El qual me a de ynuiar a la dicha çiudad de León y
yo pagar el porte que costare de la traída desde oy, día de la fecha desta carta,
hasta el día de San Bartolomé, primero benidero deste pressente año99.
Entre tanto se producían estos cambios en los adjudicatarios de la obra
de reparación del puente romano de Salamanca, se había llevado a cabo la
aprobación y ejecución de un repartimiento para conseguir los 9.500 ducados
en que había sido rematada la obra de restauración del puente, entre las mismas ciudades, villas, cabeceras de partido y lugares en que posteriormente,
1621, se repartiría el incremento de dicha obra en 5.600 ducados100, además
del nombramiento de Juan García, vecino de la dicha ciudad, depositario
de los maravedís tocantes al rrepartimiento de la puente mayor della, según
consta por una carta de pago que éste entregó a la villa de San Felices de
los Gallegos, por haber recibido por mano de Bartolomé Corral, vecino de la
dicha villa, quatro mill y quattroçientos y diez maravedís, que la dicha villa
rrestaba, debiendo de los catorçe mill duçientos e setenta maravedís que le
fueron rrepartidos para el edifiçio de la dicha puente. Con los quales confessó
estar acabado de pagar del dicho rrepartimiento, con más dos rreales de las
costas de la execución del último terçio101.
Aunque, una vez producida la adjudicación de las obras de nueva construcción o de reparación entre los maestros arquitectos adjudicatarios, no eran
nada infrecuentes los cambios y cesiones parciales y/o totales de las mismas,
es posible que en este caso concreto el Consejo Real no los aprobase y, en
consecuencia, suspendiese el primer remate y su primera adjudicación en
favor de Juan de Alvarado y que, pregonada de nuevo la obra de reparo
del puente de Salamanca, fuese rematada en la misma cantidad de los 9.500
ducados, pero esta vez a favor del maestro Pedro de la Puente Montecillo102,
ya que no se vuelve a tener noticia de los anteriores adjudicatarios (Juan de
Alvarado, Pedro de Llánez, Juan de Nates Naveda y Pedro de la Peña) y, en
cambio, en una carta de pago fechada el 21 de agosto de 1617 el que consta
En Catálogo Documental 54.
Así se expresa textualmente en el repartimiento ordenado realizar por el rey Felipe III al corregidor
de Salamanca en 1621: que repartiéssedes entre las çiudades, villas y lugares en quien se hauía echo el
repartimiento prinçipal de la dicha puente los dichos setenta y mill y seiscientos rreales para la dicha
obra y fábrica, en Catálogo Documental 60.
101
En Catálogo Documental 55.
102
Sobre su carrera profesional, vid. GONZÁLEZ ECHEGARAY, Mª. del C. et alii, Ob. cit., p. 544.
99
100
209
ÁNGEL VACA LORENZO
expresamente como persona en quien está rrematada la obra y rreparo de la
puente mayor de la dicha çiudad, es el referido Pedro de la Puente Montecillo,
maestro del arte de cantería103. Además, en dicha carta queda también claro
que el Consejo de Castilla no sólo había aceptado el remate del maestro Pedro
de la Puente Montecillo, sino que había nombrado, como comisarios de la
obra, al corregidor y otros caballeros de la ciudad, al tiempo que, como ya se
ha dicho, también había ordenado la imposición y cobro de un repartimiento
con que obtener los 9.500 ducados en que estaba presupuestada la obra de
reparación del puente, y asignado depositario del mismo a Juan García, cantero de la ciudad, quien, a su vez, había nominado a Domingo Delgado, entre
sus fiadores104. Fue, pues, al maestro de cantería Pedro de la Puente Montecillo
a quien, en definitiva, fue comettida la execución de la obra y rreparo de la
puente de essa dicha ciudad de Salamanca.
El inicio de los trabajos de reparación del puente romano tuvo que producirse en el verano de 1616 o, como muy tarde, en el siguiente, en el que
Pedro de la Puente solicitó a Domingo Delgado, fiador del depositario, Juan
García, y por ausencia de éste, el pago de 400 ducados, a cuenta de los dineros del depósito del repartimiento del puente, para con ellos proseguir en la
dicha obra e rreparo105. Y en los tres o cuatro años siguientes las obras avanzaron a buen ritmo, conforme a la traça y condiçiones del remate de la dicha
puente, aun cuando el pago de lo realizado solía retrasarse más de lo deseado,
por lo que, en varias ocasiones, Pedro de la Puente tuvo que acudir, por medio de su representante Jerónimo Deniso, al propio rey para que obligara al
corregidor de Salamanca a librarle los fondos necesarios para yr prosiguiendo
en la dicha obra. Así sucedió el 7 de septiembre de 1618, según consta en la
provisión que el rey Felipe III envió al corregidor de Salamanca, en la que le
hacía saber que Gerónimo Denisso, en nombre de Pedro de la Puente Monteçillo, en quien estaua rrematada la dicha obra, nos hico rrelación que a su parte
se le deuía mucha cantidad de maravedís de lo que auía hecho y fabricado
en la dicha puente y, aunque yo, su parte, hauía acudido ante uos a que le
mandásedes pagar los mil ducados para yr prosiguiendo en la dicha obra, no
lo hauíades hecho ni hacíades, de que rresultaua muy gran daño a su parte
y a la dicha obra, para cuyo rremedio nos pidió y suplicó le mandásemos dar
nuestra carta y provisión para que le queréssedes pagar y pagásedes a su parte
a quenta de lo que hauía de hauer del dicho rreparo, por agora mill ducados,
También cabe la posibilidad, aunque menos verosímil, que los anteriores adjudicatarios hubiesen
traspasado en éste toda la obra del puente en las mismas condiciones que la poseían, o, en fin, que
aquéllos no hubiesen sido capaces de dar la fianza por la cantidad en que se remató la obra.
104
Según testimonio del propio Pedro de la Puente, por quanto, enttre los fiadores que Juan Garçía,
cantero, vecino que fue desta ciudad, dio para el depósito del rrepartimiento de la puente mayor della,
vno dellos fue Domingo Delgado, vezino de la dicha çiudad, el qual, juntamente con el dicho Juan
García y demás sus fiadores, se obligó a dar quenta con pago de los nueve mil y quinientos ducados
del rrepartimiento de la dicha puente y de lo que dellos entrase en su poder, conforme a la escriptura
que sobrello otorgaron ante el presente escrivano, a quien se rremitió, en Catálogo Documental 56.
105
IBÍDEM.
103
210
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
o ynformásedes la causa que hauía para que no se le diese a su parte, o como
la su merced fuesse106.
Según las condiciones del remante, parece ser que el arreglo al que estaba obligado el maestro Pedro de la Puente Montecillo consistía en la reparación de los cuatro arcos de la fábrica hispana, más próximos a la parte romana
del puente107, así como en la mejora del conducto de desagüe que, bajo la calzada, vertía las aguas del Arrabal hacia el Tormes. Sin embargo, en el verano
de 1620, el referido maestro, Pedro de la Puente, se dio cuenta que no podía
continuar con el dicho rreparo, conforme a la traça y condiciones del rremate
de la dicha puente, al menos que antes se realizasen una serie de modificaciones, no contempladas en el proyecto inicial y que afectaban tanto a la fábrica
del propio puente, como a su acceso desde el Arrabal por la parte meridional.
Por ello, no dudó en solicitar al rey Felipe III implemento del presupuesto
para llevar a cabo, en primer lugar, la cimentación y reforzamiento del pilar
de unión de la parte romana con la hispana, mediante la construcción de
una cepa entre el rreparo de los quatro arcos nuebos y el edeficio viejo de la
dicha puente, por estar tan arruinado que si no se viniesse a sacar de nuevo
la dicha cepa, sería todo lo que se huuiesse de hacer ençima falso y perecedero, de manera que se bendría a caer en los primeros crecientes que huuiesse108,
así como una ylada de tierra quera necesario hecharse de largo a largo en la
dicha puente109. Y, en segundo lugar, el implemento también contemplaba
el arreglo de la parte meridional que, en concreto, implicaba mejoras en la
entrada del puente, en el terraplenado de la orilla izquierda del río y en el
desaguadero del Arrabal, a través de terraplenar el hojo que se haçía entre la
puente vieja y nueba y la calçada prençipal que uenía de la dicha puente al
Arrabal de hessa dicha ciudad, porque si no se hiciesse, no sería de provecho la
obra que de nuebo se hacía porque sentraua el rrío por la puente de la dicha
Arrabal, demás de que abría gran costa, de tal manera que podrían subir a la
dicha puente.
En Catálogo Documental 57.
Tal vez la presencia de espolones de planta semicircular apuntada, aguas abajo, en estos cuatro
arcos y su ausencia en los cinco siguientes de la fábrica hispana tenga mucho que ver con esta reforma
realizada por Pedro de la Puente Montecillo.
108
De todas formas, el propio Pedro de la Puente, aunque no se contemplaba en las condiciones
del primer remate de la reparación del puente, ya había comenzado a reforzar el estribo central o
castillete del puente, mediante la construcción de un pilar que tenía siete yladas desde el cimiento dél
asta donde encajaua el arco en el migaxón y fogas, que tiene veinte y quatro pies de ancho y nuebe de
fondo y veinte y uno de alto y siete baras de sillar en el taxamar de la puente de arriba. En Catálogo
Documental 58.
109
Parece poco probable que esta ylada de tierra corresponda a los restos de la pavimentación de
tierra batida y muy compactada, de matriz arenosa, gravas y fragmentos de teja, exhumada a lo largo de todo el trazado del puente, aunque de forma más nítida en unas partes que en otras, por los
arqueólogos MÉNDEZ BUEYES, L. R. y JIMÉNEZ GONZÁLEZ, M. C., El Puente Mayor de Salamanca,
pp. 20-25, cuando ellos mismos afirman que este pavimento de tierra batida se constata en distintos
registros fotográficos locales de principio del siglo XX.
106
107
211
ÁNGEL VACA LORENZO
Remitida la petición al Consejo Real, éste solicitó al licenciado Gilimón
de la Mota, que en aquellos días se hallaba en Salamanca entendiendo en el
quebrantamiento de la cárcel del maestrescuelas de la dicha ciudad y rreformación de la Universidad della, informe sobre lo pedido por el maestro Pedro
de la Puente. Y aquél, primero, vio lo que se había reformado en el puente y
atendió la propuesta del citado maestro de cómo era necesario hacer el dicho
arco y calçada y que, demás que hera neçesario hacer el dicho conduto desaguadero, que se hacía para hechar las aguas que se rrecogían en el Arrabal,
hacer otro tanto más ancha la puente de madera que su parte estaua obligado
hacer y añadir ý otro pedaço adelante para hacer el rreparo del estribo rreferido en la dicha provisión y en ygualar y terraplenar la puente vieja e ygualarla
con la nueba, y, seguidamente, mandó a la ciudad de Salamanca que nombrase maestros canteros para que, juntamente con los de Pedro de la Puente,
viesen la obra y decidiesen lo que convendría hacer.
Así se hizo, y los veedores, supervisada la obra, acordaron declarar la
necesidad que auía de hacerse luego los rreparos que Pedro de la Puente había propuesto, por no se poder proseguir en la obra que se estaua haciendo,
al tiempo que tasaron el valor de los materiales y del trabajo de las obras a
realizar110, así como de las mejoras ya realizadas111, conforme a la dicha declaración hecha por los susodichos, por manera que montaua çinquenta y
seis mil y novecientos rreales, en los quales entrauan los siete mil rreales que
su parte hauía echo demás de lo que tenía obligación de los dichos rreparos.
Este incremento del presupuesto del proyecto inicial se debía obtener, según
solicitud de Jerónimo Deniso al rey, mediante su distribución entre los mismos
lugares en que se había hecho el repartimiento principal de los 9.500 ducados,
requiriendo cierta prisa, ya que eran tan útiles y necesarios de se hacer con
toda breuedad los dichos rreparos, porque de no hacerse, bendrían a seguirse
luego dos daños: el uno no poder su parte acauar de cumplir y executar las
condiciones de su rremate, conforme está obligado; y la otra, del rriesgo tan
grande que podríase auer, hauiendo creçientes y auenidas en el dicho rrío,
En quanto al valor de la madera que se auía de añadir la dicha puente de madera, solares y
carreras, tornapuntas, puentes, andauías, hilada y postes, antepechos, clavacón y manos, lo auían
tassado en conformidad los dichos maestros nombrados en nouecientos ducados …Y en quanto a las
calçadas y corriente que se auía de hacer, conforme a las condiciones questauan pressentadas, las
auían tassado en quarenta mil rreales, en Catálogo Documental 58.
111
Y ansimismo auían tassado el pedaço que su parte auían añadido para hacer el estriuo del arco
de madera por el balor de la dicha madera y manos en mill y quinientos rreales. Y ansimismo auía
tassado el pilar que tenía siete yladas desde el cimiento dél asta donde encajaua el arco en el migaxón
y fogas, que tiene veinte y quatro pies de ancho y nuebe de fondo y veinte y uno de alto y siete baras
de sillar en el taxamar de la puente de arriba y las cinquenta y seis baras de sillar questavan encima
de los arcos y más los paredones para lebantar encima de los arcos baxos y lo demás dençima de la
puente para que ueniesse de nibel el enlossado y los terraplenos y macizado (?) en la dicha puente,
era la demassía questaua echa en ella, demás de la obligaçión en que sus partes estauan obligados,
conforme a las condiçiones con que se auía rrematado el rreparo que estauan haciendo de la dicha
puente, la auían tassado, ansí el edeficio como las manos de todo lo dicho que se auía echo y añadido
por su parte en cinco mil y quinientos rreales. IBÍDEM.
110
212
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
que sse podrá llebar y derribar todas las cassas del dicho Arrabal, por estar
como estaua en gran peligro, como era notorio112.
El Consejo Real de Castilla, informado por el licenciado Gilimón de la
Mota, que auía uisto la obra que en la dicha puente se haçía y le auía parecido yba muy bien, ansí quanto a firmeza, quanto a la prefeción de la fábrica
y que no auía bisto las condiciones con que se auía rrematado el rreparo
prençipal de la dicha puente y ansí no puede sauer qué cossas eran las que se
acrecentauan, si no era por las declaraciones y condiciones que auían echo
los maestros; pero que vien se entendía que para que la dicha puente quedasse
acauada perfectamente heran necesarias las calçadas y demás rreparos que
los maestros decían, aunque en la tasación de cossas públicas no fiaba mucho
de la que hazían maestros; y la questaua echa podría mexorarse, pidió el parecer del corregidor y ayuntamiento de Salamanca.
La respuesta de éstos fue rápida, al tiempo que coincidente con la expresada por el referido Gilimón de ser útil y conbeniente hacerse los dichos rreparos en la dicha puente y se pagassen a el dicho Pedro de la Puente Montecillo
las mexoras que auía echo en la dicha puente, si bien, previamente, habían
mandado tasar las citadas mejoras y reparos a Gaspar de Morales y Juan Moreno, maestros de cantería113.
Visto todo lo cual, los miembros del Consejo Real, el 29 de agosto de
1620, acordaron enviar al corregidor de Salamanca una carta de provisión, en
la que le requirieron que pregonase públicamente la subasta de las obras del
puente de Salamanca solicitadas, recibiese las pujas y posturas y las rematase en la persona que mejores condiciones y precio más bajo ofreciese, con
excepción de los maestros y oficiales canteros que habían participado en su
tasación114.
El corregidor salmantino cumplió lo ordenado por el Consejo Real y remató las nuevas obras del proyecto de reparación del puente a favor del dicho
Pedro de la Puente Montecillo en la suma de 5.600 ducados. Esta adjudicación
se hizo con una serie de condicionres, como que en el precio del remate estaban incluidos los 22.230 reales de las mejorías ya hechas y no satisfechas, que
el adjudicatario aceptó, al tiempo que daba las fianzas oportunas.
IBÍDEM.
Quienes tassaron las dichas mexoras, como maestros de cantería, en veinte y dos mill ducientos y
treinta rreales. Y los rreparos que se auían de hazer en la dicha puente, demás dellos, los tassó el dicho
Juan Moreno en treinta y siete mill rreales. IBÍDEM.
114
Exactamente las condiciones eran: agáis traer a pregones públicamente por el término del derecho
la obra y rreparo de las dichas calçadas y mejoras que se an echo en la dicha puente, con las posturas y
condiciones que pareciere conbeniente y receueréis todas las posturas que se hicieren durante el término
de los pregones y las condiciones quen ellas se dieren; y asinar día en que se aga el rremate; el qual
aréis en la persona que con mejores condiciones y con más baxo preçio y más ventaja, fortificaçión y
beneficio de la dicha obra y con mexores fianças se encargare della, con que dicho rremate no se pueda
hacer ni agas en ninguno de los maestros y oficiales que huuieren tassado la dicha obra y rreparos
de las dichas calçadas y mejoras; y con que la tal persona en quien así se rrematare, no pueda pedir
ni llebar en manera alguna por rracón de mejorías ni en otra manera en ningún tienpo más de los
maravedís en que se rrematare. IBÍDEM.
112
113
213
ÁNGEL VACA LORENZO
Finalmente, el 24
de diciembre de 1620, el
Consejo Real remitió otra
provisión real al corregidor salmantino para hacer
una propuesta detallada
del reparto de los 61.600
reales, equivalentes a los
5.600 ducados, entre los
mismos lugares en que
se habían distribuido los
9.500 ducados del primer
repartimiento,
teniendo
en cuenta que, frente al
criterio de utilidad y provecho que con anterioridad se había utilizado y
que, como había sucedido
con el repartimiento de
1518, había dado lugar a
numerosas protestas y demandas de los concejos
de San Martín del Castañar, Villoria, Babilafuente
y otros lugares115, con el
Fig. 71: Repartimiento de 1621
consiguiente retraso en el
cobro, en esta ocasión sería determinante el criterio geográfico y el censo de vecindad de cada uno
de los lugares englobados en un amplio espacio en torno a la ciudad de Salamanca y, más en concreto, a lo largo del tramo central de la vía de la Plata.
Así, mandaron al corregidor de Salamanca rrepartáis entre las ciudades e villas
y lugares en quien se hico el rrepartimiento principal de la dicha puente los
sesenta y vn mil y seiscientos rreales para la fábrica y obra della. El qual dicho
rrepartimiento aréis en toda ygualdad, conforme a la vezindad que cada uno
tubiese y sin que nadie rreciba agrabio de que tenga causa y rraçón de se nos
benir ni ymbiar a quexarse ellos116.
El repartimiento propuesto por el corregidor salmantino recayó, efectivamente, sobre una extensa superficie de más de 30.500 km2, pertenecientes a
Vid. Catálogo Documental 27, 28, 29, 30 y 31.
En Catálogo Documental 59. Por otra parte, RODRÍGUEZ DE DIEGO, J. L., “Rutas y puentes de
Burgos a mediados del siglo XVI. El puente de Tardajos”, en La ciudad de Burgos. Actas del Congreso
de Historia de Burgos. Madrid: Junta de Castilla y León, 1985, p. 312, afirma que el criterio de utilidad
era de difícil aplicación, por lo que piensa que “a partir de 1538 se introduce en el sistema de repartimiento el criterio geográfico como medio de eliminación de protestas y agilización de trámites”.
115
116
214
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
las actuales provincias de Salamanca, Cáceres, Ávila, Segovia, Valladolid y Zamora. El territorio afectado formaba una especie de figura romboidal que pivotaba sobre el eje de la vía de la Plata, entre Benavente, al norte, y Plasencia, al
sur, y en la que Cuéllar-Villacastín constituían su ángulo oriental y San Felices
de los Gallegos-Hinojosa el occidental. En ella se ubicaba una larga nómina de
más de 1.300 lugares, sin contar, por no detallarse, los correspondientes de la
tierra de Salamanca117, agrupados en su gran mayoría por jurisdicciones territoriales (tierras, sexmos, cuartos, partidos), como las de Hinojosa, San Felices de
los Gallegos, Fermoselle, Ciudad Rodrigo, Galisteo, Plasencia, Palomero, Montemayor, Granadilla, Miranda del Castañar, Béjar, Salvatierra, Alba de Tormes
y sus cuartos (Cantalberque, Allende el Río y Rialmar), Villatoro, Piedrahita,
El Barco, Arévalo y sus sexmos (Aceral, Sinlavajos, Aldeas, Orbita, La Regar y
Rágama), Ávila y sus sexmos (Serreruela, San Vicente, San Juan, Covaleda, San
Pedro, Santo Tomé y Santiago), Segovia (Villacastín), Coca, Valladolid, Medina
del Campo, Olmedo, Cuéllar, Mayorga, Íscar, Toro, Tordesillas, Torrelobatón,
Benavente, Tábara, Alcañices, Carbajales, San Vicente, San Cebrián, Zamora y
sus partidos (Sayago y Tierra del Vino), Gema y Ledesma.
Aprobado este repartimiento por el Consejo Real, el 30 de marzo de 1621
el rey ordenó al corregidor de Salamanca su inmediata ejecución, notificando
a los concejos, justiçias, rregidores de las çiudades y villas, caueças de partidos
contenidos en el dicho rrepartimiento, que den y paguen cada uno los maravedís que les están rrepartidos para la dicha obra y rreparo de la dicha puentte
en los siguientes plazos: las cantidades inferiores a diez mil maravedís en los
treinta días siguientes a su notificación y los que excediesen de dicha cantidad
en tres partes, la primera a treinta días, la segunda a ciento veinte y la tercera
a doscientos cuarenta días. Y una vez cobrados, entregarlos al depositario
general de la ciudad para que, a medida que se fueran recaudando y con las
preceptivas órdenes de pago del mismo corregidor, convenientemente reseñadas en las entradas y salidas del libro de cuentas, se baya pagando al maesttro
y officiales de la dicha obra por medio de la persona que el depositario en
todo momento debía tener en la obra del puente. De todas formas y con relación a la remuneración de los trabajos de la reparación, el rey especificó al
corregidor que se entreguen a la parte a en quien assí está rematada la obra
de la dicha puente la terçia parte de los maravedís del dicho repartimiento,
conforme al remate que se hubiere hecho. Y antes que le entreguéis lo restante,
os mandamos ymbiéis rrelación al nuestro Consejo de lo que estubiere echo de
la dicha obra y de cómo el dicho maestro, a cuyo cargo está, a cumplido con
su obligación, para que, según el estado que entonze estubiese, se prouea lo
que combenga118.
Que, como lógicamente eran los más favorecidos por el reparo del puente, contribuían con la
cuarta parte del presupuesto total: Primeramente a esta çiudad de Salamanca y lugares de su tierra y
de su tierra se rreparten la quarta parte de los dichos sesenta y un mill y seiscientos reales = quinientos
y veinte y tres mill y seiscientos marauedís, en Catálogo Documental 60.
118
IBÍDEM.
117
215
ÁNGEL VACA LORENZO
Esta última reparación del puente romano de Salamanca, anterior a la
riada de San Policarpo, también incluyó, según ya se expuso, la renovación de
las almenas de los pretiles de la fábrica romana. Y finalizó en 1622, tal como
consta en la inscripción de los pilares de entrada; fue entonces cuando Diego
de Pareja Velarde, caballero de la Orden de Montesa y corregidor de Salamanca, nombrado por el Consejo Real de Castilla juez ejecutor para el reparo de
los puentes Mayor y del Zurguén, así como de sus accesos, juntamente con
los regidores licenciado Carvajal, Antonio Rascón, Antonio Vergas de Carvajal
y Diego de Moreta, elegidos comisarios de dichas obras por la ciudad, propuso, como colofón, al consistorio salmantino, convocado para la mañana del
día siguiente, martes, 15 de marzo de 1622, que acordase que se quiten las
armas rreales y desta ciudad questán a la entrada de la puente mayor della,
a la parte de San Láçaro; e para que la dicha entrada esté con más adorno e
perpetuidad, se pongan otras armas de piedra de Ledesma barroquena, con
sus pilares y coronación de moldura, abajo y arriba, sobre que an de haçer las
dichas armas con sus capiteles alrrededor y se alarguen los paredones de los
dos lados del dicho rremate, conforme lo tiene declarado Juan Moreno, maestro de cantería119. Y que las armas que se quitasen del puente romano, con
sus pilares, se pongan en la (puente) de Açurguén, a la entrada della, como
bienen de Açurguén para la dicha puente.
El arreglo del acceso al puente romano desde el Arrabal originó el aislamiento e inaccesibilidad de la ermita de Nuestra Señora Santa María de
Rocamador120, por lo que su cofradía y en concreto don Álvaro Rodríguez y
Antonio Sendín Calderón, personándose en el consistorio ordinario de Salamanca que se celebraba el miércoles, 17 de noviembre de 1621, después de
manifestar que con la obra que la çiudad hizo de la calzada para la puente
mayor desta çiudad, su hermita quedó ayslada, solicitaron lo que les parecía
justo, que la çiudad satisfaga los daños ocasionados121, acordando el consistorio que los señores comisarios de el edifiçio de la puente se comunique con la
dicha cofradía y con los suyos de la recompensa que se podrá hazer por parte
En Catálogo Documental 63. Por consiguiente, es errónea la lectura de la fecha (1677) que la
mayoría de autores han realizado de la inscripción que aún permanece en los dos pilares de la
entrada del puente; y, desde luego, la instalación de estos dos pilares de entrada nada tiene que
ver con la finalización de la reparación de los destrozos ocasionados por la riada de San Policarpo
de 1626.
120
Una ermita, ubicada en esta parte del Arrabal, cerca de la mancebía salmantina, que disponía de un
hospital de peregrinos y era regentada por una cofradía de su misma denominación, en HERNÁNDEZ
JIMÉNEZ, M., “La cofradía de caballeros de Nuestra Señora, Santa María de Rocamador de Salamanca”,
en Memoria Ecclesiae IX: Parroquia y arciprestazgo en los archivos de la Iglesia (II). Cantoral hispanomozárabe en España. Oviedo/Salamanca, 1996, pp. 527-537 y “El hospital de peregrinos de Nuestra
Señora Santa María de Rocamador de Salamanca y su ermita”, en Memoria Ecclesiae X: Beneficencia y
hospitalidad en los archivos de la Iglesia. Santoral hispano-mozárabe en las diócesis de España. Oviedo,
1997, pp. 327-339. Vid. también LLAMAS MARTÍNEZ, E., Las ermitas de Salamanca. Salamanca: Centro
de Estudios Salmantinos, 1997, pp. 133-136, apénd. II.
121
AMSa. Gobierno. Registro de Actas de Sesiones, caja 1.963 (libro 6), fol. 168, cit. en HERNÁNDEZ
JIMÉNEZ, M., El hospital de peregrinos de Rocamador de Salamanca, p. 337.
119
216
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
de la çiudad a la dicha cofradía y qué es la yntención de la cofradía e qué
podrá hazer en ello la çiudad y de todo den quenta y ynformen a la çiudad
para que tome la soluçión que conbenga122. El acuerdo definitivo al que llegaron, sin necesidad de recurrir a pleitos, tuvo lugar en el consistorio ordinario
del sábado, 12 de marzo de 1622, por el que se decidió que, en satisfaçión
de el daño que le a fecho a la cofradía de Rocamador en la hermita (en el
interlinado: y casas) con el edifiçio de la puente y calzadas, se dé a la dicha
cofradía la capilla (en el interlinado: y yglesia) que está en el Hospital General
desta çiudad, accesoria a la casa de las comedias, para que en ella trasladen
la imagen de Nuestra Señora y que es de los fundadores que están en la dicha
hermita de Rocamador, y se rrepare y blanquee de presente de lo necesario a
costa de la çiudad, por quenta de rrepartimientos de el edifiçio de la puente y
calzadas de que resultó el daño123.
Fig. 72: El puente del Zurguén en un grabado de David Roberts (1837)
Por lo que a la reparación del cercano puente del Zurguén se refiere, el
corregidor Diego de Pareja Velarde y los otros comisarios plantearon la conveniencia de proceder, primero, al alargue de su pretil derecho en 25 varas124,
AMSa. Gobierno. Registro de Actas de Sesiones, caja 1.963 (libro 6), fol. 168v.
IBÍDEM, caja 1.964 (libro 7), fol. 19v. cit. en HERNÁNDEZ JIMÉNEZ, M., El hospital de peregrinos
de Rocamador de Salamanca, pp. 337-338.
124
Quel petril de la dicha puente de Açurguén, como se entra en la dicha puente, yendo de la ciudad
para el lugar de Açurguén, a mano derecha, se baya prosiguiendo en la forma que ba corriente asta
122
123
217
ÁNGEL VACA LORENZO
para que se escuse el peligro y derrumbadero que cae al rrío de Açurguén, porque podría rresultar gran daño, ansí a las cabalgaduras como a las personas
y carretas que pasan por la dicha puente; en segundo lugar, al allanamiento y
empedrado con guijarro de un esconce que se hallaba a su entrada125, porque
no se hagan balsas de agua en el dicho esconçe y rreçiua daños el petril de la
dicha puente e no se ympida el paso para la bajada al dicho rrío y prado de
Açurguén; y, por último, a la rebaja de un tesecillo de tierra junto al último
ojo126, para que se descubra más y tenga mejor corriente el dicho rrío de Açurguén y no lleue el dicho rrío el dicho corriente de la otra parte de la puente e
ynpida el passo.
Parece ser que el maestro de cantería encargado de ejecutar estas obras
del puente del arroyo del Zurguén fue Juan de Rioseco, personario de Felipe de Suesa, quien también debió de participar en la reparación del puente
romano de Salamanca, según consta en un acuerdo que, abandonando la
vía judicial, formalizaron ante el escribano Antonio García, el 26 de octubre
de 1622, Pedro de la Puente Montecillo y el citado Juan de Rioseco, en los
siguientes términos:
En primer lugar, se declararon satisfechos con la liquidación de las cuentas por las obras realizadas en los puentes romano (Mayor) de Salamanca y
del Zurguén, siempre que Juan de Rioseco recibiese los 660 reales en que se
habían tasado las mejoras del último puente, sin quedar pendiente entre ambos ninguna otra deuda
Nos, anbos las dichas partes, avemos echo quenta por cargo y descargo, ansí de lo tocante a la obra de la puente mayor, como a la obra
que se hizo en la puente de Azurguén; y conforme a lo que cada uno a
obrado y rreziuido, allamos que una y otra parte éramos pagados, ansí de
las obras que auemos echo por nuestras personas, como por interpósitas
personas, y pagados de los marauedís que valieron las dichas obras y
de otras qualesquier quantías de marauedís que en qualquier manera el
uno a rrecibido del otro y el otro del otro por zédulas, cartas de pago,
obligaçiones o por otros rrecaudos o sin dellos, que no nos benimos
a deuer el uno al otro ni el otro al otro marauedís ni otra cosa alguna,
declarando, como declaramos que los seiscientos y sesenta rreales en
que se tasó las demasías quel dicho Juan de Rioseco yzo en la puente
de Azurguén, todos ellos fuesen para el dicho Juan de Rioseco y él lo
obiese y cobrase, sin que el dicho Pedro de la Puente, en ningún tien-
veinte y cinco baras. IBÍDEM.
125
Que un esconçe questá a la entrada de la dicha puente de Açurguén, en el mismo sitio, arrimado
al teso, sobre la mano yzquierda como ban desta ciudad para la dicha puente, se allane y empiedre
con guijarro. IBÍDEM.
126
Que la tierra que se sacó junto a la dicha puente de Açurguén para haçer la dicha calçada y
enpedrado, es neçesario que se buelba a tupir por quenta del que la sacó, que se haga con la tierra de
un teseçillo questá junto al postrero ojo de la dicha puente. IBÍDEM.
218
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
po, le pueda pedir dello ni a la ciudad de Salamanca ni a otra persona
alguna marauedís algunos127.
En segundo lugar, decidieron proseguir el pleito que mantenían contra
la ciudad en rrazón de las quiebras del depósito de la obra de la dicha puente,
repartiéndose sus costas a partes iguales
por quanto contratamos pleyto con la dicha ciudad de Salamanca en rrazón de las quiebras del depósito de la obra de la dicha puente, en rrazón
de lebantarse con el dinero y otras cosas, de que está puesta demanda
ante la justicia rreal desta ciudad y Luis Jara, escrivano del número della,
dezimos quel dicho pleyto se a de seguir y costear y por entranbas partes;
y si uno le seguiere, el otro tenga obligaçión a pagarle la mitad de lo que
pagare de costas prozesales de juezes, letrados, procuradores y escrivanos y rrelatores y otros ministros por el memorial jurado que diere. Y
feneçido y acauado el dicho pleyto, de aquello que se nos mandare pagar
de montón, se a de sacar las dichas costas y las costas personales de la
persona que siguiere el dicho pleyto, a rrespeto de quinientos marauedís.
Y sacado, lo demás que sobrare, se a de rrepartir ygualmente entre nos,
las dichas partes128.
Y, finalmente, acordaron que la obra del puente romano, aún sin concluir en su totalidad, debía ser rematada por Pedro de la Puente Montecillo
que la obra que oy está por azer de la puente mayor del rrío de Tormes
beníe él acauarla por quenta del dicho y pérdida de mí, el dicho Pero de
la Puente129.
Y en cuanto a los accesos al puente romano del Tormes, los comisarios
de estas obras juzgaron oportuno y así lo propusieron al consistorio y éste
aprobó, que se reparara la calzada vieja que iba del puente del Zurguén al
Arrabal con guijarro y con las piedras toscas que faltan a la ylada que fortifica la dicha calçada y empedrado della y tenga mejor paso la dicha calça130
da , que se empedrara, así mismo, un espacio de unas treinta y seis varas,
junto a la calzada, entre la iglesia de la Trinidad y la casa en ruina de don
En Catálogo Documental 64.
IBÍDEM.
129
IBÍDEM.
130
En Catálogo Documental 63. Es posible que vestigios de este empedrado sean los “sendos encintados laterales a base de lajas de arenisca y cuarcita delimitando un empedrado de cantos de cuarzo
y cuarcita”, de una anchura de 9,20 metros, exhumados en el primer sondeo de las excavaciones
practicadas en la calzada del puente romano por MENÉNDEZ BUEYES, L. R. y JIMÉNEZ GONZÁLEZ,
M. C., El Puente Mayor de Salamanca, p. 20, y cuya deducción de “que toda la zona de acceso al
puente se encontraba pavimentada” queda así documentalmente corroborada.
127
128
219
ÁNGEL VACA LORENZO
Sancho de Fonseca, dándole vertientes para que no se embalsara el agua131,
y, por último, que una pequeña calleja, sita detrás de las casas de Antonio Rodríguez, por donde entra el corriente de las aguas de la calçada y plaçuela de
la Santísima Trinidad, se çierre porque es de mucho ymcombeniente e perjuicio estar así abierta y es de mucho peligro y pueden suçeder muchas desgraçias
de noche, ansí a los forasteros que entran de camino, como a los vecinos de la
dicha arrabal y otras personas132.
Que, por quanto, desde junto a la puerta de la yglesia de la Santíssima Trinidad hasta la casa
caýda de don Sancho de Fonseca, questá a la entrada del Arrabal, ay un pedaço de sitio por empedrar
arrimado a la calçada, un poco bajo, en que se rrebalsan las aguas y estorban el paso, es neçesario
se enpiedre con guixarro y se le den bertientes a las aguas por detrás de la dicha casa del dicho don
Sancho, que será de largo treinta y seis baras, en Catálogo Documental 63.
132
Por otra parte, abrá personas que tomen la dicha calleja a çenso perpetuo y es demás prouecho a
la ciudad que noten ella ansí abierta y se ebitan los dichos daños. IBÍDEM.
131
220
Catálogo documental
1
1102, junio, 22
El conde Raimundo de Borgoña y su esposa Urraca conceden al obispo Jerónimo las iglesias y clérigos de Zamora y Salamanca con las villas que lleva en
préstamo el obispo, que son propias del conde. Le concede también el tercio de todo
el censo de Salamanca (entre otros del portazgo) y el diezmo de todos los frutos
para la restauración de la iglesia de Santa María, así como el barrio que está junto
a la Puerta del Río para que lo pueble.
A. ACS, caj. 16, leg. 1, nº. 5. Orig. Perg. 365 x 245 mm. Minúscula visigótica. Buen estado de conservación, salvo unas pequeñas roturas por doblez.
Lleva una confirmación de Alfonso VII en minúscula diplomática.
B. Copia del siglo XVIII con la misma signatura.
ED. GONZÁLEZ DÁVILA, G. Historia de las antigüedades de la ciudad
de Salamanca. Salamanca: Ediciones de la Diputación y Universidad de Salamanca, 1994 [reimp. de la obra de 1606], p. 82 (sólo transcribe las tres primeras
líneas).
DORADO, B., Compendio histórico de la ciudad de Salamanca. Salamanca: Europa Artes Gráficas, 1985 [reimp. de la obra de 1776], pp. 93-94
(copia sólo una pequeña parte del documento).
QUADRADO, J. Mª., España: sus monumentos y artes, su naturaleza
e historia: Salamanca, Ávila y Segovia. Salamanca: Ediciones Diputación de
Salamanca, 2001 [reimp. de la obra de 1874], p. 16.
VILLAR Y MACÍAS, M., Historia de Salamanca. Salamanca: Graficesa, 1973 [reimp. de la obra de 1887], libro I, pp. 239-240.
MARTÍN MARTÍN, J. L., VILLAR GARCÍA, L. M., MARCOS RODRÍGUEZ, F. y SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, M., Documentos de los archivos catedralicio y diocesano de Salamanca (Siglos XII-XIII). Salamanca: Universidad de
Salamanca, 1977, doc. 3.
IERONIMUS, 900 años de arte y de historia. 1102-2002. Salamanca:
2002, pp. 228-229.
221
ÁNGEL VACA LORENZO
LACOMBE, C., Jerónimo de Periguex (¿1060?-1120), obispo de Valencia y de Salamanca. Un monje-caballero en la Reconquista. Salamanca: Centro de Estudios Salmantinos, 2000, pp. 129-131.
GUADALUPE BERAZA, M. L., MARTÍN MARTÍN, J. L., VACA LORENZO, Á. y VILLAR GARCÍA, L. M., Colección documental de la catedral de Salamanca I (1098-1300). León: Centro de Estudios e Investigación “San Isidoro”,
Caja España de Inversiones, Archivo Histórico Diocesano, 2010, doc. 3.
REG. MARCOS RODRÍGUEZ, F., Catálogo de Documentos del Archivo Catedralicio de Salamanca (Siglos XII-XV). Salamanca: Universidad Pontificia de Salamanca, 1962, doc. 3.
2
1258, julio 5.-Medina del Campo.
Alfonso X confirma a la priora y dueñas del monasterio de San Esteban, al
otro lado del río, la validez de un privilegio sobre sus doce excusados que poseían
desde los reyes Alfonso IX y Fernando III y que habían perdido por la riada de los
Difuntos de 1256, cuando les derribó el monasterio de Santa María en que antes
moraban.
C. AGS. Registro General del Sello, 148701,2. Carta de confirmación, copia
inserta en una carta de privilegio y confirmación de los Reyes Católicos (1487,
enero 27.-Salamanca), en un cuad. de 10 hojas de pap. en folio foradadas. Cortesana.
3
1272, septiembre 25, lunes.
Sentencia del juez del rey Giral Estévanez en el pleito que sostenía el concejo
con el cabildo de Salamanca a propósito de unas aceñas que éste construía en el
río Tormes, en el vado de Santervás, junto al osario de los judíos.
A. AHN, Clero, Salamanca, Catedral, carp. 1.884, nº. 12. Orig. Perg.,
170 x 240 mm. Gótica cursiva próxima a la de albalaes. Buena conservación.
Dorso: “(Cruz) Ssentençia ssobre la pesquera del Arenal. Era de mill CCC
X años” (s. XIV).
ED. MARTÍN MARTÍN, J. L. et alii, Ob. cit., doc. 333.
GUADALUPE BERZA, M. L. et alii, Ob. cit., doc. 339.
REG. MARCOS RODRÍGUEZ, F., Ob. cit., doc. 333. El tipo de escritura,
según este autor, es el de “albalaes” y el documento una “copia signada”.
CARRETE PARRONDO, C., Fontes Iudaeorum Regni Castellae. I. Provincia de Salamanca. Salamanca: Universidad Pontifica de Salamanca. Universidad de Granada, 1981, doc. 190.
CIT. GONZÁLEZ GARCÍA, M., Salamanca en la Baja Edad Media. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 1982, p. 87 y Salamanca: la
222
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
repoblación y la ciudad en la Baja Edad Media. Salamanca: Centro de Estudios
Salmantinos, 1988, pp. 49, 52 y 113.
MARTÍN MARTÍN, J. L., El cabildo de la catedral de Salamanca (siglos XII-XIII). Salamanca: Centro de Estudios Salmantinos, 1975, p. 85 y El
patrimonio de la catedral de Salamanca. Un estudio de la ciudad y el campo
salmantino en la baja Edad Media. Salamanca: Diputación de Salamanca, 1985,
p. 102.
4
1275, abril 2.-Peñafiel.
Carta del infante don Fernando, primogénito del rey Alfonso X, eximiendo al
cabildo de pagar en la labor del puente y ordenando al concejo que dé al cabildo
su parte en la renta de la feria.
A. ACSa, caj. 39, leg. 1, nº 126-1º. Mandato. Orig. Papel, 140 x 175 mm.
Gótica cursiva. En mal estado. Sello de placa muy deteriorado.
ED. VILLAR Y MACÍAS, M., Ob. cit., libro I, apénd. IV.MARTÍN MARTÍN, J. L. et alii, Ob. cit., doc., 349.
GUADALUPE BERZA, M. L. et alii, Ob. cit., doc. 354.
REG. MARCOS RODRÍGUEZ, F., Ob. cit., doc. 349.
CIT. GONZÁLEZ GARCÍA, M., Salamanca en la Baja Edad Media, pp.
117 y 142 y Salamanca: la repoblación, p. 65.
MARTÍN MARTÍN, J. L., El cabildo de la catedral de Salamanca, pp.
82 y 85; El patrimonio de la catedral de Salamanca, pp. 59 y 60 y “La Iglesia
salmantina”, en MARTÍN, J. L., Historia de Salamanca. II. Edad Media (coord. J.
Mª. Mínguez). Salamanca: Centro de Estudios Salmantinos, 1997, p. 169.
MARTÍNEZ FRÍAS, J. Mª., MARTÍN MARTÍN, J. L. y VACA LORENZO,
Á., “La Plaza de San Martín. La cristalización de la Plaza Mayor de Salamanca:
el tiempo de su génesis y formación”, en ESTELLA GOYTRE, A. (dir.), La Plaza
Mayor de Salamanca. I Antecedentes Medievales y Modernos de la Plaza (coords.: Ángel Vaca Lorenzo y Mª Nieves Rupérez Almajano). Salamanca: Caja
Duero, 2005, p. 203.
5
1344, octubre 4.-Segovia.
“Sobre repartir 1.000 mrs. para reparos de casas y puente.
Una zédula de la señora reina doña María para que esta ciudad pudiese
repartir en ella y su término 1.000 maravedís para reparos de las casas de dicha
çiudad y del puente.
Su datta, en Segovia, a 4 de octubre, era de 1382. Núm. 1º”.
B. AMSa. Fondo Municipal, Sección de Gobierno, caja 3.380 (libro 1.230),
fol. 99.
223
ÁNGEL VACA LORENZO
6
[1378], agosto 23.
Concesión del cabildo catedralicio a Juan Domínguez y a Diego Fernández,
pregoneros del concejo de Salamanca, de un corral que está en la casa junto al
puente donde cogen el portazgo, con la condición de que al final de sus vidas lo
dejaran cercado y bien reparado.
A. ACSa. Actas capitulares, lib. 1, fol. 56v. Arrendamiento. Gótica. Aparece
todo este texto tachado.
CIT. VICENTE BAZ, R., Los libros de Actas Capitulares de la catedral de
Salamanca (1298-1489). Salamanca, Publicaciones del Archivo Catedral de Salamanca, 2008, núm. 149, p. 146.
7
1499, enero 28.-Ocaña.
Los Reyes Católicos, ante la petición de los regidores y sexmeros de Salamanca de obtener licencia para conseguir los recursos necesarios con que reparar un
arco del puente y ciertas calzadas destruidas por las últimas avenidas, acuerdan
repartir 400.000 mrs. entre todos los vecinos de la ciudad y la tierra (un tercio a
la ciudad por sisa en la carne, pescado y vino; y dos terceras partes a la tierra por
repartimiento) y mandan a Juan Gutiérrez Tello, corregidor de Salamanca, que
ejecute lo acordado, arrendando la sisa al mejor postor y obligando a los lugares
de la tierra a que acudan a la persona indicada con los maravedís que les hubieran correspondido en el repartimiento.
B. AGS. Registro General del Sello, 149901,210. Copia en cuad. de 2 hojas
de pap. en folio foradadas. Cortesana. En muy mal estado de conservación,
roto, con manchas de humedad, letra desvaída, etc.
8
1499, marzo 2-17.-Salamanca.
Sentencia de excomunión dictada por los provisores, Sancho Díez de Mata,
abad de Santiago de Peñalba y canónigo de Palencia, y Luis González de Medina,
canónigo de Salamanca, contra el corregidor Juan Gutiérrez Tello y demás miembros del concejo de Salamanca, en el pleito seguido ante la denuncia presentada
por el deán y cabildo de esta ciudad de que el concejo, contra todo derecho, había
impuesto una sisa sobre la compra de pescado (a razón de 1 mr. la libra) y de vino
(a razón de 16 mrs. la cuba) a satisfacer por todos los compradores, así legos como
clérigos, para reparar el puente.
B. A.U.S., leg. 2.998, s.n. Orig. en cuad. de 40 hojas de pap. en cuarto. Las
dos últimas en blanco. Cortesana. La sentencia comprende los fols. 1-35v.
224
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
ED. VACA LORENZO, Á., Diplomatario del Archivo de la Universidad de
Salamanca. La documentación privada de época medieval. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 1996, doc. 155.
REG. VACA LORENZO, Á., “Regesta de los documentos medievales
de carácter privado existentes en el Archivo de la Universidad de Salamanca”,
en Stvdia Historica. Historia Medieval, 13 (1995), pp. 178-179.
9
1499, marzo 20.-Salamanca.
Absolución dada por los provisores al regidor del concejo salmantino, Luis de
Azevedo, de la excomunión en que habían incurrido el resto de los miembros, pues
hacía seis meses que por enfermedad no acudía a sus reuniones y nada tenía que
ver con la imposición de una sisa a la compra de carne, vino y pescado.
A. A.U.S., leg. 2.998, s.n. Orig. en cuad. de 40 hojas de pap. en cuarto. Las
dos últimas en blanco. Cortesana. La absolución comprende los fols. 35v.-36v.
ED. VACA LORENZO, Á., Diplomatario del Archivo de la Universidad de
Salamanca, doc. 155.
REG. VACA LORENZO, Á., Regesta de los documentos medievales, pp.
178-179.
10
1499, marzo 20.-Madrid.
Carta del rey Fernando el Católico al deán y cabildo de Salamanca en la que
les manda, a petición del procurador Juan Bravo, que pechen en la sisa sobre la
carne, pescado y vino por él permitida con objeto de reunir los recursos necesarios
(un tercio de los 400.000 mrs.) para sufragar los gastos de la reparación de los
desperfectos sufridos por el puente (derrocamiento de dos arcos) en la avenida de
1498 y que levanten el entredicho puesto a los miembros del concejo.
A. ACS, caj. 39, leg. 1, nº 16-2º. Orig. Papel, 200 x 310 mm. Cortesana.
ED. VILLAR Y MACÍAS, M., Ob. cit., libro V, pp. 137-138.
SANZ HERMIDA, J., La Avenida de Santa Bárbara (1498) y otras
famosas crecidas del Tormes. Historia y Literatura. Salamanca: Europa. Artes
Gráficas, 1997, pp. 51-53.
REG. MARCOS RODRÍGUEZ, F., Ob. cit., doc. 1.158.
11
1499, marzo 28.-Salamanca.
Juan Gutiérrez Tello, corregidor de Salamanca, y el deán y cabildo de esa
misma ciudad acuerdan poner fin al pleito que mantenían sobre la sisa que el
225
ÁNGEL VACA LORENZO
concejo había impuesto en la compraventa de carne, vino y pescado con el objeto
de reparar el puente, dañado en el invierno por las muchas lluvias habidas, ya que
los clérigos alegaban estar exentos. El acuerdo consistió en que los clérigos pagaran
la parte que les cupiera del presupuesto total en la reparación del puente, no así en
la sisa, al tiempo que levantaban las sentencias de excomunión pronunciadas por
los provisores contra el corregidor, alcalde, alguacil, regidores, sexmeros y demás
oficiales del concejo salmantino.
A. A.U.S., leg. 2.998, s.n. Orig. en cuad. de 40 hojas de pap. en cuarto. Las
dos últimas en blanco. Cortesana. El acuerdo comprende los fols. 36v.-38v.
ED. VACA LORENZO, Á., Diplomatario del Archivo de la Universidad de
Salamanca, doc. 155.
REG. VACA LORENZO, Á., Regesta de los documentos medievales,, pp.
178-179.
12
1499, mayo 8.-Salamanca.
Lorenzo Rodríguez y Diego Fernández, alcaldes y jueces de los Molares, a
petición de Diego de Medrano, procurador del cabildo catedralicio de Salamanca,
que pretendía reconstruir la aceña del Arenal derribada por el desbordamiento del
río Tormes, dan licencia para su reconstrucción, señalando el lugar exacto, una
vez conocida la información de los testigos presentados por el procurador y de los
riberos, Pedro de Godino y Antonio de la Rina, nombrados por los alcaldes.
A. ACSa. Caj. 69. Actas Capitulares, libro 18, fols. 115-118. Cortesana.
13
1499, julio 28.-Valladolid.
Los Reyes Católicos, ante la petición del concejo de Villoria, mandan a Juan
Gutiérrez Tello, corregidor de Salamanca, que no ejecute en el plazo de 60 días
el repartimiento de los 400.000 mrs. para el reparo del puente entre los vecinos de
dicho lugar, pues argumentaban que no tenían obligación.
B. AGS. Registro General del Sello, 149907,362. Copia en cuad. de 2 hojas
de pap. en folio foradadas. Cortesana.
14
1499, septiembre.-Valladolid.
Los Reyes Católicos mandan a Juan Gutiérrez Tello, corregidor de Salamanca, que, entre otras cosas, tome de Fernando de la Peña los 400.000 mrs. del
repartimiento por ellos permitido para le reparación del puente, los entregue al
226
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
mayordomo de la ciudad y, sin más dilación, ordene se proceda a la reparación
del puente.
B. AGS. Registro General del Sello, 149909,203. Copia en cuad. de 2 hojas
de pap. en folio foradadas. Cortesana.
15
1499, octubre 3.-Valladolid.
Los Reyes Católicos, ante la petición del cabildo salmantino, mandan a Juan
Gutiérrez Tello, corregidor de Salamanca, que guarde y cumpla su carta anterior
en la que mandaban que, al hacer las cuentas de lo gastado en el arreglo del puente, permitiera estar presentes a las personas que indicara el cabildo, pues también
ellos contribuían en la sisa.
B. AGS. Registro General del Sello, 149910,173. Copia en cuad. de 2 hojas
de pap. en folio foradadas; la segunda en blanco. Cortesana.
16
1499, octubre 11.-Granada.
Los Reyes Católicos, ante la petición del concejo de Salamanca, mandan al
corregidor de esa ciudad que haga rápidamente justicia al concejo y al deán y
cabildo de ella sobre una aceña que éstos habían comenzado a construir en el
río, cerca del puente, que estaba quebrado y peligroso, y del Arrabal, para que lo
hagan en otro lugar que no perjudique al puente.
B. AGS. Registro General del Sello, 149910,394. Copia en cuad. de 2 hojas
de pap. en folio foradadas; la segunda en blanco. Cortesana.
17
1500, junio 6.-Valladolid.
Los Reyes Católicos mandan al corregidor de Salamanca, Juan Gutiérrez Tello, que ejecute la petición de los procuradores y sexmeros de la tierra de que, habiendo pagado el repartimiento para el reparo del puente, mandase cobrar lo que
le cupo a la ciudad.
B. AGS. Registro General del Sello, junio 1500, fol. 302. Copia en cuad. de
2 hojas de pap. en folio foradadas.
18
1501, febrero 27.-Salamanca
El cabildo salmantino, en su reunión ordinaria y conocidos los daños ocasionados en la huerta que tenían en Tejares, ribera del Tormes, por el desbordamiento
227
ÁNGEL VACA LORENZO
de dicho río en el invierno de 1498, deciden seguir arrendándola, de por vida y
en las mismas condiciones, al canónigo Diego Rodríguez de Santesidro, e implementar la duración del contrato por la vida de su hermano, el bachiller Francisco
Rodríguez, siempre que reparara los daños (construir la casa con la torrecilla y
levantar la cerca) en un plazo no superior a cuatro años y que a su muerte, su
hermano se comprometiese a pagar una renta de 500 mrs. viejos y cinco pares de
gallinas.
A. ACSa. Caj. 69. Actas Capitulares, libro 19, fols. 66-67. Cortesana.
19
1503, febrero 23.-Alcalá de Henares.
Los Reyes Católicos mandan a Francisco de Madrigal, juez de residencia en
Salamanca, se informe sobre la denuncia presentada por Pedro Alonso, sexmero
del cuarto de Villoria, sobre los 400.000 mrs. del repartimiento del puente; en concreto, que la tierra había pagado las dos terceras partes, mienbtras la ciudad no
había pagado su tercera parte, salvo muy poca cantidad, por lo que debía 50.000
mrs.; además, parte de los maravedís recaudados se habían utilizado en otros
menesteres distintos; asimismo, habían sobrado 60.000 mrs. del repartimiento de
1501 para el matrimonio de las infantas.
B. AGS. Registro General del Sello, febrero 1503. Copia en cuad. de 2
hojas de pap. en folio foradadas. Cortesana.
20
1503, junio 16.-Valladolid.
Ejecutoria de los Reyes Católicos a favor del cabildo de Salamanca en el pleito
que siguió el concejo de la ciudad en la Audicencia real, al oponerse a que el cabildo reedificase la aceña del Arenal por encima del puente nuevo, hacia el Arrabal,
que había derribado la avenida del río Tormes.
Contiene:
– Testimonio jurado ante el corregidor Diego Osorio de los maestros de
ribera (Pedro de Piedeyerro, Pedro Chacón, Pedro Maquilón, Antón de Ponte,
Pedro de Godino y Fernando Alonso), así como de los maestros de cantería
(Juan de Ajo, Juan de Artiaga y Juan Portugués) sobre la conveniencia de reedificar la aceña donde la habían comenzado a construir (1503, julio 19-31).
A. ACSa, caj. 11, nº 13. Orig. en cuad. de papel de 15 hojas en folio. Encuadernación en perg. Cortesana.
228
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
21
1507, marzo 25.-Palencia.
La reina Juana I ordena al corregidor de Salamanca, el vizconde Alonso Pérez de Vivero, se informe sobre la necesidad de volver a reparar el puente de la ciudad, su coste y si la ciudad poseía rentas de propios, ante la petición del concejo de
autorizar un repartimiento de 42.000 mrs., a que fueron condenados en un pleito
contra el cabildo, y que habían tomado de los del repartimiento que anteriormente
habían autorizado sus padres, cuando hacía seis o siete años el desbordamiento
del río Tormes se llevó un pedazo del puente.
B. AGS. Registro General del Sello, marzo 1507. Copia en pap. en folio
foradado. Cortesana.
22
1515.
Capítulos dados a los procuradores salmantinos nombrados para las cortes
de Burgos del año de la data, encargándoles, entre otras cosas, que pues en la ciudad y su jurisdicción había muchos puentes caídos y mal reparados y sus muros,
en muchas partes, caídos, soliciten al rey facultad para que, bien por sisa o repartimiento, puedan reparar dichos puentes y muros.
A. AGS. Patronato Real, leg. 69, doc. 53. Orig. en cuad. de 2 hojas de pap.
en folio. Cortesana.
23
1518, enero 15.-[Salamanca].
Capítulos de las cosas que la ciudad de Salamanca encargó a Alonso Rodríguez de Fonseca y Pedro de Anaya, sus procuradores a Cortes; entre ellas que,
porque el puente principal tenía ciertos arcos a punto de caerse, supliquen al rey dé
licencia para que por sisa o repartimiento consigan los medios para su reparo.
A. AGS. Patronato Real, leg. 69, doc. 56. Orig. en cuad. de 2 hojas de pap.
en folio. Cortesana.
24
1518, junio 11.-Madrid.
La reina doña Juana y su hijo, el rey Carlos I, mandan al corregidor de Salamanca que se informe sobre la petición de Antonio de Linares, en nombre de la
ciudad, de dar licencia para repartir por sisa o repartimiento lo que fuese necesario para reparar “mucha parte de las puentes e muros y çercas desa dicha çibdad
[que] están caýdas e mal reparadas”, la necesidad de su reparación, además de la
229
ÁNGEL VACA LORENZO
cantidad necesaria y si la ciudad tenía propios y rentas para hacer frente a dichos
gastos.
B. AGS. Registro General del Sello, junio 1518. Copia de pap. en folio.
Cortesana.
25
1518, agosto 8.-Segovia.
La reina doña Juana y su hijo Carlos I, habida información del bachiller
Peñarrubia, alcalde de Salamanca, acceden a la petición de esa ciudad y dan
licencia para repartir los mrs. que fueren necesarios para la reparación de los
puentes, muros y cercas de dicha ciudad. En concreto les facultan para imponer
una sisa sobre los alimentos que se vendiesen, hasta una cuantía de 300.000 mrs.,
que al no poderlos cobrar prestamente, como convenía para iniciar rápidamente
las obras, permiten obtenerlos en préstamo de los vecinos y moradores de dicha
ciudad.
B. AGS. Registro General del Sello, agosto 1518. Copia en pap. en folio.
Cortesana.
26
[1518], octubre 28.-Ávila.
La reina doña Juana y su hijo, el rey Carlos I, mandan al corregidor o juez de
residencia de Salamanca que, antes de proceder a cobrar el nuevo repartimiento
de 300.000 mrs., cobrase los que la ciudad y lugares de señorío de su tierra debían
del anterior reparto de los 400.000 mrs. para reparación del puente, así como los
que sobraron de dicho reparo, según denuncia presentada por Juan López de Esparza, en nombre de la tierra de Salamanca, y los emplease en la restauración del
puente y los que faltaren, los tomase del nuevo repartimiento.
B. AGS. Registro general del Sello, octubre 1518. Copia en pap. en folio
foradado. Cortesana.
27
1519, diciembre.-Valladolid.
El rey Carlos I y su madre, doña Juana, accediendo a la petición hecha, en
nombre de Salamanca, por Hernando de Valladolid de que algunas villas y lugares de señorío de su tierra y, en concreto, San Martín del Castañar, que siempre
había contribuido a la repación de su puente, pues gozaba de él, sin pagar portazgo, no quería contribuir en el último repartimiento de 300.000 mrs. para su reparo, mandan a dicho concejo contribuir en el repartimiento y pagar la cantidad
asignada.
230
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
B. AGS. Registro General del Sello, diciembre 1519. Copia en cuad. de 2
hojas de pap. en folio foradadas. Cortesana.
28
1520, enero 14.-Valladolid.
El rey Carlos I y su madre, doña Juana, acceden a la denuncia presentada
por el concejo de la villa de Villoria de que, habiéndoles mandado injustamente
pagar 4.772 mrs. en el repartimiento hecho para la reparación del puente de Salamanca, pues no tenían que contribuir en ella ya que eran de la jurisdicción de
don Fernando de León, comendador mayor de León, y sus vecinos no gozaban del
pasto de los términos de la ciudad, habían apresado a su vecino Martín de Cantalpino cuando iba al mercado franco de dicha ciudad hasta que no pagaran lo
que les cupo en el repartimiento, ordenan al corregidor de Salamana que libere al
citado Martín de Cantalpino y le devuelva sus bienes.
B. AGS. Registro General del Sello, enero 1520. Copia en cuad. de 2 hojas
de pap. en folio foradas. Cortesana.
29
1520, febrero 11.-Valladolid
El rey Carlos I y su madre, doña Juana, accediendo en parte a la demanda
de Alonso Rollán, en nombre del concejo de Babilafuente, de que no teniendo
obligación de contribuir al reparo del puente de Salamanca, pues era de jurisdicción de Pedro Maldonado Pimentel, se les había atribuido unos 4.000 mrs. en el
repartimiento impuesto para tal fin y, al no pagarlos, los regidores de Salamanca
habían apresado a varios vecinos de la villa, mandan al corregidor salmantino
que los suelte y les devuelva sus bienes, dejando para resolver con posterioridad si
dicho lugar debía o no contribuir en el repartimiento.
B. AGS. Registro General del Sello, febrero 1520. Copia en pap. en folio
foradado. Cortesana.
30
1520, junio 6.-Valladolid.
El rey Carlos I y su madre, doña Juana, ordenan al corregidor de Salamanca
hacer justicia sobre la queja del concejo salmantino de que, teniendo permiso real
para repartir 300.000 mrs. para la reparación del puente, en lo que debían contribuir todas las personas y lugares de su tierra y de señorío que solían pagar en dichos
repartimientos, como Babilafuente, Villoria y otros lugares, “que antiguamente diz
que fueron de la tierra de Salamanca, porque gozan de algunas cosas que gozan
los lugares de la dicha tierra, asý en no pagar parada en ela dicha puente como en
meter vino e sacar pan de la dicha çibdad”, y como los de Babilafuente no querían
231
ÁNGEL VACA LORENZO
pagar, se habían apresado algunos vecinos de ella hasta que la villa pagase, por lo
que pedían que se revocase la orden real de liberar dichos vecinos.
B. AGS. Registro General del Sello, junio 1520. Copia en cuad. de 2 hojas
de pap. en folio foradadas. Cortesana.
31
1520, julio 6.-Valladolid.
El rey Carlos I y su madre, doña Juana, mandan al corregidor de Salamanca
hacer justicia sobre la queja del concejo salmantino de que, teniendo licencia para
repartir 300.000 mrs. para arreglar el puente y debiendo pagar todas las personas
y lugares de la ciudad y su tierra, también los de señorío, como Babilafuente, Villoria y otros lugares que antes fueron de su tierra y porque gozan, como los lugares
de la dicha tierra, “asý en no pagar portadgo en la dicha puente como en meter
vino e sacar pan en la dicha çibdad”, había correspondido pagar a Villoria 4.762
mrs., pero, al negarse, se había detenido a Martín de Cantalpino.
B. AGS. Registro General del Sello, julio 1520. Copia en cuad. de 2 hojas
de pap. en folio foradadas. Cortesana.
32
1521, marzo 13.-[Salamanca]
Acta de la sesión que celebró la Junta comunera de Salamanca en el consistorio de la ciudad, en la que consta, entre otros acuerdos, que se había acordado
mandar al sexmero Francisco Rodríguez de Zorita el pago de cuarenta ducados
a Gómez Herrador por la obra que estaba realizando en el puente y, en concreto,
por la de su torre.
A. ARCHV. Pleitos Civiles, Pérez Alonso (F) C. 606-1, fols. 116, 148v y
149
ED. SANTOS BURGALETA, M., “Poderes urbanos y comunidades de Castilla: la Junta de Salamanca a través de sus actas de sesiones (agosto de 1520-abril
de 1521)”, en Salamanca. Revista de Estudios, 48 (2002), pp. 424-425.
33
1521, abril 20.-[Salamanca]
Acta de la sesión que celebró la Junta comunera de Salamanca en el consistorio de la ciudad, en la que consta, entre otros acuerdos, que se libraron cuarenta
ducados en favor de Gómez Herrador por la obra del puente y de su torre.
A. ARCHV. Pleitos Civiles, Pérez Alonso (F) C. 606-1, fols. 116, 161v y 162.
ED. SANTOS BURGALETA, M., Ob. cit., pp. 439-440.
232
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
34
1522, marzo 29.-Palencia
El rey Carlos I manda al corregidor de Salamanca que, oídas las partes,
haga justicia respecto a la denuncia presentada por Gómez del Peso de que durante las Comunidades se hicieron en la ciudad, sin licencia real y contra su
servicio, muchas obras (reparo de la cerca, torre del puente, etc.), en las que
intervinieron muchos canteros y oficiales, a los cuales, sosegada la ciudad, no
les quieren pagar las personas que debían ni éstas quieren devolver los dineros
sobrantes.
B. AGS. Registro General del Sello, marzo 1522. Copia en hoja de pap. en
folio foradada. Cortesana.
35
1522, abril 3.-Palencia.
Provisión del rey Carlos I por la que manda al concejo salmantino que, pese
a la prohibición de la nueva ordenanza municipal, no impida el tránsito por las
calles y plazas empedradas de la ciudad a las carretas herradas cargadas con
materiales para la construcción de la nueva catedral.
B. ACSa, caj. 17, leg. 1, núm. 64. Cop. inserta en un traslado (1535, diciembre 18.-Salamanca), en cuad. de 2 hojas de pap. en folio. Cortesana.
36
1522, junio 7.-Palencia.
El rey Carlos I y su madre, doña Juana, mandan al corregidor de Salamanca
que, oídas las partes, haga justicia respecto a lo denunciado por Gómez del Peso, de
que en el tiempo de las Comunidades fue apremiado por la justicia y el regimiento
de la ciudad a que se hiciese cargo de las cercas y puente, lo que le originó muchos
gastos, y ahora, aunque pide se le paguen, no se quieren juntar con él para ello.
B. AGS. Registro General del Sello, junio 1522. Copia en hoja de pap. en
folio foradada. Cortesana.
37
1526, febrero 12.-Toledo.
El rey Carlos I, ante la petición de Luis Alonso, procurador de la ciudad de Salamanca, de licencia para repartir 500.000 mrs., por sisa o repartimiento en que
también contribuyesen la iglesia y los estudiantes, para adobar el puente mayor,
así como el del Zurguén y Mazodiel, ordena al corregidor de Salamanca examinar
las cuentas de propios y rentas de la ciudad, para que, si fueran suficientes, pro-
233
ÁNGEL VACA LORENZO
veer con ellas las necesidades solicitadas y, de lo contrario, averiguar la necesidad
de reparar dichos puentes, su coste y, en caso de otorgar el repartimiento solicitado,
qué personas y en qué cantidad debían contribuir.
B. AGS. Registro General del Sello, febrero 1526. Copia en cuad. de 2
hojas de pap. en folio foradadas. Cortesana.
38
1529, mayo 13.-Toledo.
Provisión del rey Carlos I por la que manda a sus oficiales ejecutar la sentencia dada por el Consejo Real en que revocaba la dada por el licenciado Galdo,
juez de cuentas de Salamanca, contra Blas Vergara, librero, Pedro Martín, Juan
Bueno, Fernando Alonso, Cristóbal de Rueda, Juan Sierra y los restantes miembros de los veinte de la Junta de Comunidad de dicha ciudad, porque durante las
Comunidades hicieron muchas libranzas y gastos contra toda razón y justicia,
así de los propios de dicha ciudad (1.423.284 mrs.), como de las sisas, derramas
y repartimientos (1.403.750 mrs.), en el reparo del puente y de la cerca de la ciudad. Parece ser que el reparo del puente, antes de que comenzase la revuelta de las
Comunidades, ya estaba encargado a Gómez Herrador.
B. AGS. Registro General del Sello, mayo 1529. Copia en cuad. de 10 hojas de pap. en folio foradadas. Cortesana. Hay otros cinco cuadernos más, correspondientes a Pedro Martín, Juan Bueno, Fernando Alonso, Cristóbal Rueda
y Juan Sierra que por ser del mismo tenor no se incluyen en este catálogo.
39
1532, enero 31.-Salamanca.
Ordenanza del concejo de Salamanca en la que a fin de preservar el buen
estado de la calzada del puente, se prohíbe el paso de carretas herradas por él.
B. AGS. Registro General del Sello, abril 1532. Cop. inscrita en una confirmación del rey Carlos I (1532, abril 6.-Medina del Campo), en una hoja de pap.
en folio foradada. Cortesana.
C. ARCHV. Pleitos Civiles, F. Alonso (F), c. 1.197-1, fols. 30-32.
40
1534, marzo 10.-Salamanca
Los carreteros Alonso de Castellanos, vecino de Salamanca, y Juan de Mera,
vecino del Arrabal, en sus nombres y de todos los dueños de carretas herradas de
la ciudad y del lugar de Los Villares, ante el acuerdo suscrito con el concejo de
suspender por veinte años la ordenanza que prohibía el tránsito de carretas herradas por el puente a cambio de obligarse a conservar en buen estado el enlosado
234
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
de dicho puente y reparar los desperfectos ocasionados en él, encargan de tal
cometido al cantero Juan Negrete quien, por ello, recibiría 60 reales anuales de
plata (2.040 mrs.).
B. ARCHV. Pleitos Civiles. F. Alonso (F), c. 1.197-1, fols. 3-4v. Cop. inscrita en un pleito (1546, octubre 6-1547, octubre 8.-Salamanca). Procesal.
41
1534, marzo 12.-Salamanca.
Contrato de los canteros Juan Negrete y Machín de Sarasola por el que se
obligaban, tras el acuerdo del concejo con los señores de la carretas herradas de la
suspensión de la ordenanza municipal de Salamanca que prohibía el paso de dichas carretas por el puente, a mantener durante los próximos veinte años en buen
estado el enlosado de dicho puente y, más en concreto, de su mitad más próxima
a la ciudad, comprometiéndose, al mismo tiempo, a reponer en el plazo de quince
días cualquier piedra quebrada, gastada o hundida con otra de Martinamor.
B. ARCHV. Pleitos Civiles. F. Alonso (F), c. 1.197-1, fols. 2v-3. Cop. inscrita en un pleito (1546, octubre 6-1547, octubre 8.-Salamanca). Procesal.
42
1543, agosto 1-2.-Salamanca.
Luis Ponce de León, corregidor de Salamanca, concede a Machín de Sarasola
la tutela de Juan y María, de doce y catorce años de edad e hijos menores del difunto Juan Negrete y de María de Mata, a petición de esta última.
A. AHPSa. Protocolos Notariales, núm. 3.149, fols. 105-106. Orig. en cuad.
de pap. de 2 hojas en fol. Procesal.
CIT. BARBERO GARCÍA, A. y MIGUEL DIEGO, T. de, Documentos para la
Historia del Arte en la provincia de Salamanca. Siglo XVI. Salamanca: Ediciones
de la Diputación de Salamanca, 1987, p. 57.
43
1544, febrero 4.-Salamanca.
Machín de Sarasola, maestro de cantería de Salamanca, como tutor de Juan
y María, hijos menores de edad del difunto Juan Negrete y de María de Mata, apodera a Juan de Mora, carretero del Arrabal, para que pueda cobrar los dineros
que le debían de los diez últimos años al difunto Juan Negrete los carreteros por el
pasaje de carretas herradas por el puente de Salamanca.
A. AHPSa. Protocolos Notariales, núm. 3.150, fol. 198. Orig. en hoja de
pap. en folio. Procesal.
CIT. BARBERO GARCÍA, A. y MIGUEL DIEGO, T. de, Ob. cit., p. 57.
235
ÁNGEL VACA LORENZO
44
1544, agosto 14.-Salamanca.
Alonso el Bueno, carretero e hijo de Andrés Pérez, carretero difunto, se obliga
a pagar a los hijos de Juan Negrete, cantero difunto, y a Machín de Sarasola, maestro de cantería y tutor de dichos hijos, 360 reales (12.240 mrs.) por razón del paso
durante los seis últimos años por el puente de las carretas herradas pertenecientes
a los monasterios, señores de la iglesia, caballeros y otras personas de la ciudad y
su tierra, así como de la villa de Tejares y del Arrabal.
A. AHPSa. Protocolos Notariales, núm. 3.151, fol. 230. Orig. en cuad. de
pap. de 1 hoja en fol. Procesal.
45
1545, octubre 16.-Salamanca.
Machín de Sarasola, cantero y tutor de los hijos menores de Juan Negrete,
difunto, reconoce haber recibido del carretero Alonso el Bueno sesenta reales, correspondientes a la paga de un año y por razón de cierta obligación.
A. AHPSa. Protocolos Notariales, núm. 3.153, fol. 288. Orig. en pap. en
fol. Procesal.
CIT. BARBERO GARCÍA, A. y MIGUEL DIEGO, T. de, Ob. cit., p. 57.
46
1546, octubre 6-1547, octubre 8.-Salamanca.
Sentencia dictada por el licenciado Juan Dorta, teniente de corregidor de
Salamanca, en el pleito que a lo largo de un año mantuvieron el concejo de la
ciudad y Machín de Sarasola, cantero, que se había obligado, junto al también
cantero, Juan Negrete, difunto, a tener bien reparado el enlosado del puente mayor de los destrozos que ocasionaba el paso de las carretas herradas, a cambio de
recibir 2.040 mrs. anuales de los carreteros. En ella Machín de Sarasola, al negarse
al reparo del enlosado, pues los carreteros le habían dejado de pagar dichos maravedís, porque, a su vez. el concejo había prohibido el paso de dichas carretas, fue
condenado a que en un plazo de nueve días reparase los desperfectos de la calzada
del puente, en caso contrario y transcurridos quince días, la mandaría reparar el
concejo con cargo al citado Machín; por otra parte, ordena a los carreteros que
paguen los 2.040 mrs. anuales y, en caso de que faltase algo de los años anteriores,
se haría cargo el propio concejo.
Contiene:
– Ordenanza municipal prohibiendo el paso de carretas herradas por el
puente (1532, enero 31.-Salamanca).
236
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
– Acuerdo entre los carreteros y el concejo de Salamanca para permitir
el paso de carretas herradas por el puente durante un periodo de veinte años
(1534, marzo 10.-Salamanca).
– Contrato suscrito entre Juan Negrete y Machín de Sarasola, canteros,
y la ciudad para la reparación de la calzada del puente (1534, marzo 12.-Salamanca).
A. ARCHV. Pleitos Civiles. F. Alonso (F), c. 1.197-1. Orig. en cuad. de 40
hojas de pap. en folio. Procesal.
47
1548, enero 7-19.-Salamanca.
Probanza hecha por el concejo de Salamanca en el pleito que mantenía, en
grado de apelación, con el cantero Machín de Sarasola, a propósito del enlosado
del puente, para ser enviada a la Chancillería de Valladolid.
Contiene:
– Carta de personería del concejo salmantino a favor de Juan Sánchez
(1546, junio 25.-Salamanca).
– Carta receptoria del rey Carlos I (1547, diciembre 16.-Valladolid).
A. ARCHV. Pleitos Civiles F. Alonso (F), c. 1.197-1. Orig. en cuad. de 12
hojas de pap. en folio más la portada. Procesal.
48
1551, septiembre 4.-Valladolid.
Provisión del rey Carlos I por la que, ante la queja de Juan de Paredes, procurador del deán y cabildo de Salamanca, de que los del concejo no les permitían
pasar por el puente y calles de la ciudad a las carretas herradas que transportaban
material para la construcción de la catedral nueva, les ordena que les permitan el
paso y que en el término de nueve días envíen al Consejo la razón por la que no
querían cumplir esta provisión.
B. ACSa, caj. 12, leg. 1, núm. 19. Cop. inserta en otra provisión real (1551,
septiembre 30.-Valladolid). Cortesana.
49
1551, septiembre 30.-Valladolid.
Provisión del rey Carlos I al concejo de Salamanca, en la que le ordena, ante
la resistencia a cumplir otra anterior, que permitan pasar por el puente a las carretas herradas cargadas con el nogal que el deán y cabildo tenían comprado para
la obra de la catedral nueva durante el plazo de un año.
237
ÁNGEL VACA LORENZO
Contiene:
– Inserta la provisión de Carlos I (1551, septiembre 4.-Valladolid).
– Adherida la notificación de esta provisión a distintos miembros del concejo salmantino (1551, octubre 10.-Salamanca).
A. ACSa, caj. 12, leg. 1, núm. 19. Orig. en hoja de pap. en fol. Cortesana
50
1552, abril 8.-Valladolid.
La Chancillería de Valladolid confirma la sentencia dada por Juan Dorta,
teniente de corregidor de Salamanca, en el contencioso que mantenía el concejo
de Salamanca contra Machín de Sarasola por no arreglar los desperfectos ocasionados por las carretas herradas en el enlosado del puente y que éste apeló; además
lo condenan al pago de las costas.
A. ARCHV. Pleitos Civiles. F. Alonso (F), caja 1.197-1, fol. 72. Orig. en hoja
de pap. en folio. Procesal.
51
1613, mayo 6.-León
Pedro de Llánez, maestro arquitecto de León, apodera a Pedro de la Peña,
maestro arquitecto, residente en León y vecino de Sos, en la merindad de Trasmiera, para que en su nombre pudiera participar y pujar en el remate de las obras del
puente de Salamanca y, en caso de conseguir el remate, dar las fianzas acostumbradas en su persona y bienes.
A. AHPSa. Protocolos Notariales, núm. 4.977, fols. 983-984. Orig. en cuad.
de 2 hojas de pap. en folio. Procesal.
52
1613, mayo 12.-Salamanca.
Juan de Alvarado, maestro de cantería de Toro, y Pedro de la Peña, vecino de
Sos, de la merindad de Trasmiera, en nombre de Pedro de Llánez, maestro de cantería de León, acuerdan que, habiendo conseguido Juan de Alvarado el remate de
la obra del puente de Salamanca por 9.500 ducados y al ser obra tan grande y de
tanta calidad y cantidad, se conciertan en dar a Pedro de Llánez la tercera parte
de la obra a cambio de la tercera parte de los ducados en que se había rematado
y con las fianzas acostumbradas.
A. AHPSa. Protocolos Notariales, núm. 4.977, fols. 981-982. Orig. en cuad.
de 2 hojas de pap. en folio. Procesal.
238
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
53
1613, agosto 3.-Salamanca
Juan de Alvarado, maestro de obras de Toro, residente en Salamanca, en quien
estaba rematada la obra del puente salmantino en 9.500 ducados, cede la mitad de
dicha obra a Juan de Nates Naveda, maestro de obras y también residente en Salamanca, con la condición de que si Pedro de Llánez, maestro de cantería de León, a
quien con anterioridad Juan de Alvarado le había cedido la tercera parte de dicha
obra, a su vez decidiera cederla, debería ser para los dos a partes iguales.
A. AHPSa. Protocolos Notariales, núm. 5.575, fols. 551-552. Orig. en cuad.
de 2 hojas de pap. en folio. Procesal.
54
1615, mayo 12.-Sos.
Pedro de Llánez, arquitecto y vecino de la Rada y León, habiendo recibido
(1613, mayo 12.-Salamanca, ante Juan Álvarez Maldonado) la tercera parte de la
obra del puente de Salamanca de Juan de Alvarado, arquitecto de Toro, en quien
se había rematado en 9.500 ducados (1613, mayo 10.-Salamanca, ante Gaspar de
Zamora), y no pudiendo ir a Salamanca para realizar dicha obra, la cede a favor
de Pedro de la Peña, arquitecto de Ciudad Rodrigo, a cambio de un escritorio.
A. AHPC. Protocolos Notariales, núm. 1.106, fols. 90-91. Orig. en cuad. de
2 hojas de pap. en folio. Procesal.
55
1616, enero 11.-Salamanca.
Juan García, depositario del dinero del repartimiento hecho para el reparo
del puente de Salamanca, reconoce haber recibido de Bartolomé Corral, en nombre del lugar de San Felices de los Gallegos, 4.410 mrs. que habían quedado de los
14.270 que habían correspondido a dicha villa en el referido repartimiento.
A. AHPSa. Protocolos Notariales, núm. 5.325, fol. 1.451. Orig. en papel
en fol. Procesal.
56
1617, agosto 21.-Salamanca.
El maestro Pedro de la Puente Montecillo, en quien estaba rematada la obra
y reparo del puente de Salamanca, reconoce haber recibido 450 reales para proseguir dicha obra de Domingo Delgado, uno de los fiadores que el cantero Juan
García, ausente, había dado como depositario del cobro de los 9.500 ducados del
239
ÁNGEL VACA LORENZO
repartimiento para el reparo del puente. Habiéndose negado en un principio el
citado Domingo a dar 400 ducados que le habían librado el corregidor y demás
caballeros comisarios del puente, se avino finalmente a pagar los 450 reales a
cuenta de los 9.500 ducados del repartimiento, a fin de evitar la prisión con que
se le amenazaba.
A. AHPSa. Protocolos Notariales, núm. 5.327, fols. 1.469-1.470. Orig. en
cuad. de 2 hojas en fol. Procesal.
57
1618, septiembre 7.-Madrid.
El rey Felipe III, ante la denuncia presentada por Jerónimo Deniso, en nombre de Pedro de la Puente Montecillo, en quien estaba rematada la obra del puente de Salamanca, de que a su parte se le debía gran cantidad de dinero de la
reparación y que, aunque había insistido varias veces para que le pagasen mil
ducados para proseguir la obra, no lo había conseguido, ordena al corregidor de
Salamanca informe al Consejo en el plazo de seis días para que ellos decidan lo
que convenga hacer.
B. AGS. Registro General del Sello, septiembre 1618. Copia en pap. en
folio foradado. Bastarda española.
58
1620, agosto 29.-Madrid.
El rey Felipe III, ante la relación de Jerónimo Deniso, en nombre de Pedro de
la Puente Montecillo, maestro de cantería en quien estaba rematada la reparación
del puente de Salamanca, de no poder proseguir la reparación si no se construyese
una cepa entre los cuatro nuevos arcos reparados y el edificio viejo, así como una
hilada a lo largo de todo el puente, terraplenar el ojo que se hacía entre el puente y
la calzada del Arrabal y otras obras, y habiéndose informado por el licenciado Gilimón de la Mota y por los maestros Gaspar de Morales y Juan Moreno, que tasaron
las obras y mejoras en 59.230 reales, manda al corregidor salmantino pregonar
esta obra y asignar día para rematarla en el mejor postor.
B. AGS. Registro General del Sello, agosto 1620. Copia en cuad. de 4 hojas de pap. en folio foradadas. Bastarda.
59
1620, diciembre 24.-Madrid.
El rey Felipe III, haciendo caso a la relación de Jerónimo Deniso, en nombre
de Pedro de la Puente Montecillo, maestro de cantería en quien estaba rematada
la reparación del puente de Salamanca, de no poder proseguir con ella si no se hi240
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
ciesen algunas reformas, y habiendo mandado pregonar dichas obras y rematadas
en el dicho Pedro de la Puente por 5.600 ducados, en los que se incluían los 22.230
reales en que se tasaron las mejoras por él realizadas con anterioridad, manda
al corregidor salmantino que reparta los 61.600 reales entre las mismas ciudades,
villas y lugares que se había realizado el repartimiento principal.
B. AGS. Registro General del Sello, diciembre 1620. Copia en cuad. de 6
hojas de pap. en folio foradadas. Bastarda.
60
1621, marzo 30.-Madrid
El rey Felipe III, atendiendo la relación de Jerónimo Deniso, en nombre de
Pedro de la Puente Montecillo, maestro de cantería en quien estaba rematada la
reparación del puente de Salamanca, manda al corregidor de esta ciudad ejecutar el reparto de los 2.094.400 mrs. a que ascendía el implemento de dicho reparo
entre los lugares de las tierras y jurisdicciones de Salamanca, Hinojosa, San Felices
de los Gallegos, Fermoselle, Ciudad Rodrigo, Galisteo, Plasencia, Montemayor, Miranda del Castañar, Béjar, Alba de Tormes y sus cuartos (Cantalberque, Allende el
Río y Rialmar), Villatoro, Piedrahita, El Barco, Arévalo y sus sexmos (Aceral, Sinlavajos, Aldeas, Orbita, La Regar y Rágama), Ávila y sus sexmos (Serreruela, San
Vicente, San Juan, Covaleda, San Pedro, Santo Tomé y Santiago), Segovia, Coca,
Valladolid, Medina del Campo, Olmedo, Cuéllar, Mayorga, Íscar, Toro, Tordesillas, Torrelobatón, Benavente, Zamora, Alcañices, Carvajales, San Vicente, San
Cebrián, Sayago, Tierra del Vino, Gema y Ledesma.
B. AGS. Registro General del Sello, marzo 1621. Copia en cuad. de 32
hojas de pap. en folio foradadas. Humanística.
61
1622, enero 2.-Salamanca.
Acuerdo suscrito entre Pedro de la Puente Montecillo, maestro cantero encargado del reparo del puente de Salamanca, y Francisco González, labrador de Los
Villares, y Catalina Torivia, su mujer, para transportar con sus bueyes y carretas
cien almenas (de 4 pies de largo, 2,5 de ancho y 2 de grueso) y otras tantas soleras
(de 6,5 pies de largo, 2,5 de ancho y 1,25 de grueso) desde las canteras de Panaderos, de donde las sacaban Gerónimo González y sus compañeros gallegos, hasta
el mismo puente de Salamanca, a cambio de cuatro reales y cuartillo por cada
almena y ocho reales y medio por cada solera.
A. AHPSa. Protocolos Notariales, núm. 3.512, fols. 520-523. Orig. en cuad.
de 4 hojas de pap. en folio. Procesal.
CIT. GARCÍA AGUADO, P., Documentos para la Historia del Arte en la
provincia de Salamanca. Primera mitad del siglo XVII. Salamanca: Ediciones de
la Diputación de Salamanca, 1988, p. 62.
241
ÁNGEL VACA LORENZO
62
1622, marzo 10.-Salamanca.
Pedro de la Puente Montecillo, maestro cantero en quien estaba rematado
el reparo del puente mayor de Salamanca, acuerda con Pedro de Peralta y Diego
Sánchez el Mozo, vecinos de Aldearrubia, que éstos sacaran y cortaran de las canteras de Panaderos toda la piedra necesaria para las almenas del puente a cambio
de seis reales y cuarto cada pieza antes del 25 de julio.
A. AHPSa. Protocolos Notariales, núm. 3.512, fol. 515. Contrato de obra,
orig. en cuad. de 2 hojas de pap. en folio. Procesal.
CIT. GARCÍA AGUADO, P., Ob. cit., p. 61.
63
1622, marzo 14.-Salamanca
Diego de Pareja Velarde, caballero de Montesa, corregidor de la ciudad y real
juez ejecutor para el reparo del puente mayor y del Zurguén, juntamente con otros
regidores y comisarios de la ciudad (licenciado Carvajal, Antonio Rascón, Antonio
de Carvajal y Diego Moreta), vistas las obras, proponen, entre otras cosas, cambiar
las columnas de entrada del puente mayor, alargar los paredones y diversos arreglos en el puente del Zurguén y en sus calzadas.
A. AMSa. Gobierno. Actas Municipales, caja 1.964 (libro 7), fols. 21-22.
Orig. en cuad. de 2 hojas de pap. en folio. Humanística.
64
1622, octubre 26.-Salamanca.
Pedro de la Puente Montecillo, maestro de cantería y del puente mayor de
Salamanca, y Juan de Rioseco, también maestro de cantería y personero de Felipe
de Suesa, que había tenido participación en la obra del puente de Salamanca,
llegan a un acuerdo sobre las cuentas de las obras del puente romano y del Zurguén. Cada uno se declaró satisfecho con lo recibido, según las obras realizadas,
y decidieron que Juan de Rioseco percibiera los 664 reales en que se había tasado
la demasía del puente del Zurguén, seguir con la demanda contra la ciudad por
razón de la quiebra del depósito de la obra y que el referido Pedro de la Puente
concluyera la obra del puente romano.
A. AHPSa. Protocolos Notariales, núm. 4.346, fols. 39-42. Orig. en cuad.
de 4 hojas de pap. en folio. Procesal.
CIT. GARCÍA AGUADO. P., Ob. cit., pp. 62 y 64.
242
Fuentes documentales
A) FUENTES DOCUMENTALES MANUSCRITAS
1.Archivo
de la
Catedral
de
Salamanca (ACSa.)
Sección Primera: Documentos
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
Caj. 3, legs.: 1 (48), 2 (37, 57-1, 57-2), 3 (27-1)
Caj. 6, leg.: 3 (18)
Caj. 11, leg.: 1 (13)
Caj. 12, leg.: 1 (19)
Caj. 13, leg.: 1 (4)
Caj. 14, leg.: 2 (12)
Caj. 16, legs.: 1 (5, 28, 30), 2 (54), 3 (3-1, 14, 15)
Caj. 17, leg.: 1 (12, 64)
Caj. 20, legs.: 1 (28-2, 38-1), 3 (13, 34)
Caj. 22, leg.: 1 (26-7)
Caj. 39, leg.: 1 (16-1, 16-2, 126-1)
Caj. 43, leg.: 2 (39)
Caj. 45, leg.: 1 (36, 42)
Sección Segunda: Libros-Registros
– Caj. 67: “Libro de las posesiones del cabildo y de los capellanes del coro”
(s. XVI).
– Caj. 69: Actas Capitulares, libros: 1, 2, 3, 18, 19
2. Archivo Diocesano
de
Salamanca (ADSa.)
– Núms. 1, 2, 6
3. Archivo General
de
Simancas (AGS)
Patronato Real:
– Leg. 69, docs. 53, 56
243
ÁNGEL VACA LORENZO
Registro General del Sello:
– enero 1487,2
– enero 1499,210
– julio 1499,362
– octubre 1499,173 y 394
– junio 1500
– febrero 1503
– marzo 1507
– marzo 1510
– junio 1518
– agosto 1518
– octubre 1518
– diciembre 1519
– febrero 1520
– junio 1520
– julio 1520
– marzo 1522
– junio 1522
– febrero 1526
– abril 1532
– septiembre 1618
– agosto 1620
– diciembre 1620
– marzo 1621
4. Archivo Histórico Nacional –Madrid– (AHN).
Sección Clero:
– Salamanca, Catedral, carpetas: 1.879 (6), 1.884 (5, 12), 1.886 (9)
5. Archivo Histórico Provincial
de
Cantabria (AHPC).
– Protocolos Notariales, núm. 1.106
6. Archivo Histórico Provincial
de
Salamanca (AHPSa)
Sección Obras Públicas:
– Archivo de la Jefatura, leg. 323.
– Protocolos Notariales, núms.: 3.149, 3.150, 3.151, 3.153, 3.512, 4.346, 4.977,
5.325, 5.327, 5.575
7. Archivo Municipal
– Núm. 1
– Signat. 38.7
244
de
Ledesma (AML)
EL PUENTE ROMANO DE SALAMANCA
8. Archivo Municipal
de
Salamanca (AMSa)
Fondo Municipal: Sección de Gobierno.
– Actas Municipales, cajas: 1.963 (libro 6), 1.964 (libro 7), 1.966 (libro 12)
– Caja 3.380 (libro 1.230)
9. Archivo
de la
Real Chancillería
de
Valladolid (ARCHV).
Sección de Pleitos Civiles
– Pérez Alonso (F), C. 606-1
– F. Alonso (F), C. 1.197-1
10. Archivo
de la
Universidad
de
Salamanca (AUS)
– Legs.: 2.868 (24), 2.998 (s.n.)
– Libro de Claustros: 84
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Este libro del profesor e investigador Ángel Vaca Lorenzo nos muestra
el valor añadido que tiene el puente romano, su importancia histórica
y la función que ha desempeñado a lo largo de sus casi dos mil años
de vida. Y viene a llenar un vacío sobre su exigua investigación
histórica y por ello, a reponer su antigua valoración perdida. Al editar
«El puente romano de Salamanca» el Departamento de Cultura de la
Diputación quiere acercar a los lectores una parte sustancial de nuestra
historia reflejada a través de una arquitectura de vital importancia
para la vida diaria de los salmantinos y para el desarrollo urbanístico
de la ciudad, una seña de identidad de todos los salmantinos.
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