de la Convención de la Unesco 2001 a la reforma del Derecho

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La protección jurídica del patrimonio subacuático: de
la Convención de la Unesco 2001 a la reforma del
Derecho Marítimo Español
Jaime RODRIGO DE LARRUCEA
Profesor de Derecho Marítimo (UPC). Presidente Sección de Derecho Marítimo del
Ilustre Colegio de Abogados de Barcelona
Diario La Ley, Nº 6964, Sección Tribuna, 10 Jun. 2008, Año XXIX, Ref. D-182,
Editorial LA LEY
LA LEY 23018/2008
El propósito de este estudio radica en analizar la cuestión planteada a partir del estudio
de las diferentes fuentes legales y formular, desde la perspectiva de nuestro
ordenamiento y con voluntad de generar una dogmática jurídica integradora y con una
vocación decididamente protectora, propuestas realistas en un marco especialmente
oportuno: la reforma del derecho marítimo español a través del Proyecto de Ley de
Navegación Marítima, presentado por el Gobierno en el año 2006
INTRODUCCIÓN
La aparición en tiempos recientes de nuevas posibilidades tecnológicas en la
explotación de los fondos marinos ha determinado la aparición de una nueva industria
especializada en la extracción de pecios submarinos (1) , estas empresas popularmente
denominadas «cazatesoros» cotizan en bolsa y financian costosas extracciones sobre
criterios de explotación y una base de rentabilidad comercial (2) . El esquema legal de
tales actividades se sustenta sobre una institución clásica del Derecho Marítimo: el
Salvamento (Salvage).
Por otra parte los Estados y la propia comunidad internacional han impulsado
instrumentos jurídicos de defensa de su patrimonio arqueológico y cultural, que no sólo
preserva las señas de identidad de nuestra cultura, sino que al mismo tiempo genera una
auténtica industria cultural que permite la conservación y cuidado de los mismos sin
cargo al contribuyente (3) . El Instrumento jurídico más representativo es la Convención
de la UNESCO sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático adoptada en el
2001 que consagra el principio de protección del patrimonio cultural sumergido a favor
de la humanidad y su no explotación comercial con fines lucrativos o especulativos.
Los diferentes intereses en juego: los de los estados (ribereños y del pabellón), los de la
industria del salvamento, etc.; la presencia de diferentes sistemas jurídicos en presencia
que afectan a las relaciones jurídicas privadas de titularidad sobre los pecios; la ausencia
de una uniformidad jurídica internacional y la dispersión de fuentes normativas públicas
y privadas plantea importantes disfunciones en la protección efectiva y real de
patrimonio marítimo subacuático. El caso ODYSSEY resulta especialmente actual e
ilustrativo de dicha afirmación.
El propósito de este estudio radica en analizar la cuestión planteada a partir del estudio
de las diferentes fuentes legales y formular, desde la perspectiva de nuestro
ordenamiento y con voluntad de generar una dogmática jurídica integradora y con una
vocación decididamente protectora, propuestas realistas en un marco especialmente
oportuno: la reforma del derecho marítimo español a través del Proyecto de Ley de
Navegación Marítima, presentado por el Gobierno en el año 2006 (4) .
1. El Derecho Uniforme: A) La Convención de las Naciones Unidas del Derecho del
Mar (Montego Bay 1982), y B) La Convención del Patrimonio Cultural Subacuático de
la UNESCO de 2 de noviembre del 2001
A) La Convención del Derecho del Mar (en adelante III UNCLOS), principal norma del
Derecho Internacional del Mar y de los espacios marítimos dedica los arts. 149 y 303 a
los objetos arqueológicos e históricos hallados en el mar. Las reglas generales están
contempladas en los apartados 1, 3 y 4 del artículo 303 y prescripciones específicas
relativas únicamente a la Zona Contigua (303,2) y la Zona de los Fondos Marinos (art.
149). El párrafo 5.º del 303 invita a los estados a llegar a acuerdos internacionales que
se orienten a la protección de los objetos de valor arqueológico y cultural, constituyendo
dicho precepto la base jurídica de la Convención UNESCO 2001, a la que luego
aludiremos.
De manera particular el artículo 149 Objetos arqueológicos e históricos, establece una
reserva a favor de la humanidad para los objetos encontrados en la Zona de los Fondos,
teniendo en cuenta los derechos preferentes del Estado o país de origen cultural. El art.
303 Objetos arqueológicos e históricos hallados en el mar establece como principio
general la obligación de protección de los objetos de carácter arqueológico por parte de
los estados y la cooperación internacional. Sin embargo el 303, 4.º señala: Nada de lo
dispuesto en este artículo afectará a los derechos de los propietarios identificables, a las
normas sobre salvamento u otras normas de derecho marítimo. Resulta pues
concluyente que las previsiones normativas de la Convención quedan exceptuadas o
excluidas en aplicación de las normas de derecho marítimo y de manera particular de la
institución jurídica del Salvamento Marítimo (5) .
La Convención establece en principio los derechos y obligaciones que los distintos
estados ribereños o no, tienen respecto de los pecios hallados en el mar. Dichas
obligaciones variarán según la zona en que éstos se encuentren (Aguas Territoriales,
Plataforma Continental, Zona Contigua, y la Zona Internacional de los Fondos
Marinos). Como se ha visto con anterioridad, al examinar los arts. 149 y 303, la
Convención sólo alude, con carácter específico en relación a los pecios y objetos de
interés arqueológico en dos espacios marítimos concretos: la Zona Contigua y la Zona
Internacional de los Fondos Marinos. Por lo tanto no existe norma concreta aplicable a
los otros espacios marítimos a los que alude la Convención. Esto hace que debamos
regirnos por el régimen específico de cada zona para conocer cómo los estados
ribereños u cualesquiera otros puedan desplegar su actividad legislativa y competencial.
En el Mar territorial y aguas interiores el estado ribereño mantiene su soberanía y por
tanto todas sus competencias legislativas. Ello comprende la columna de agua como el
lecho marino. En este espacio resulta de aplicación la legislación nacional del estado
ribereño. La III UNCLOS sólo hace mención al respeto que dicho estado ha de
practicarse sobre el paso inocente de buques a través del mar territorial. En relación a la
Plataforma continental en ella el estado ejercerá también su soberanía y competencias
en lo relativo a la exploración y explotación de sus recursos naturales. En cuanto a los
pecios y hallazgos habrá que estar a lo dispuesto en el art. 303. En igual sentido al
hablar de la Zona Económica Exclusiva que alude a los recursos naturales tanto vivos
como no vivos, que excluye a nuestro juicio el tratamiento de los pecios submarinos,
salvo el espacio de la Zona contigua. Finalmente los estados dejan de ser soberanos en
los espacios marítimos comprendidos entre el límite exterior de la Zona Contigua y del
Alta Mar.
2. La Convención sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático
UNESCO-2001
La Asamblea de la Conferencia General de la UNESCO aprobó el 2 de noviembre del
2001 la Convención sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático,
asumiendo como principios fundamentales la protección del patrimonio cultural
sumergido a favor de la humanidad y su no explotación con fines lucrativos o
especulativos (6) . Igualmente plantea para el patrimonio marítimo un nivel de
protección jurídica equivalente al terrestre. En el momento actual la Convención todavía
no está en vigor, a falta de la ratificación de tres estados, teniendo ya 17 ratificaciones.
Sobre la base jurídica de la III UNCLOS que establece un principio general de
protección para los objetos del patrimonio cultural y de manera particular en relación al
art. 303, 5 que invitaba a los estados a la conclusión de acuerdos internacionales en la
materia. La Convención recoge, como no podía ser de otra manera, los presupuestos del
régimen de protección por zonas de la Convención del Derecho del Mar; aplicándose
está última en lo relativo al Derecho del Mar y la de la UNESCO en lo referente al
patrimonio subacuático. La Convención regula las competencias de los estados sobre las
actividades relativas al patrimonio cultural subacuático con el objeto de asegurar su
protección más efectiva según las diferentes zonas marinas en las que estos se
encuentren.
Aparece la regulación de dos nuevos sujetos con un interés en la protección del
patrimonio cultural subacuático que se añaden a los ya conocidos: estado ribereño,
estado del pabellón y estado del hallazgo: 1.— Estado interesado, es aquel con un
vínculo verificable con este patrimonio subacuatico habida cuenta en particular de los
derechos preferentes de los estados de origen cultural, histórico o arqueológico. 2.—
Estado Coordinador: es el que actúa en nombre de los estados parte cuando el
patrimonio se encuentra en la zona económica exclusiva o en la plataforma continental
y en beneficio de la humanidad cuando actúe sobre la zona.
Otra novedad, respecto a la III UNCLOS, es que la Convención si define el concepto de
patrimonio cultural subacuatico, en su art. 1.º Definiciones: «Por "patrimonio cultural
subacuatico" se entiende todos los rastros de existencia humana que tengan un carácter
cultural, histórico o arqueológico, que hayan estado bajo el agua, parcial o totalmente,
de forma periódica o continúa, por lo menos durante 100 años, tales como...».
La Convención de la UNESCO no resuelve con satisfacción los problemas sobre las
dificultades de la verificación del abandono de los pecios, el principio de inmunidad
soberana y sus posibles conflictos con la jurisdicción exclusiva del Estado ribereño o la
falta de un derecho uniforme sobre la materia de hallazgos y extracciones que sea
coherente con los principios del patrimonio cultural internacional, es más, la
Convención no plantea un desarrollo formal de las cuestiones relativas a la titularidad y
propiedad de los Estados sobre los bienes pertenecientes al patrimonio cultural
subacuático (7) .
La Convención regula las competencias de los Estados sobre las actividades relativas al
patrimonio cultural subacuático con el objeto de asegurar su protección más efectiva
según los diferentes espacios marítimos en los que éstos se encuentren:
Aguas interiores, aguas archipielágicas y mar territorial: los Estados tienen el derecho
exclusivo para regular y autorizar actividades en relación con el patrimonio cultural
subacuáticohttp://www.derechomaritimo.info/pecios.htm — _edn58#_edn58, sin
embargo tienen el compromiso de informar a los terceros Estados con un vínculo
verificable. Se le reconoce al Estado ribereño la jurisdicción exclusiva sobre estos
espacios y se deja la vía abierta para que el Estado del pabellón intervenga sobre sus
buques de Estado para la mejor forma de protección de los pecios. Hay que recordar que
el principio de cooperación alcanza a las relaciones entre el Estado ribereño y a los
Estados con un vínculo verificable (entendemos que el Estado del pabellón mantiene un
vínculo con sus buques de Estado).
Zona contigua: el Convenio reconoce a los Estados derecho para regular y autorizar
actividades dirigidas al patrimonio cultural subacuático sin perjuicio de los artículos 9 y
10 del Convenio dedicados a reglamentar la plataforma continental y la zona económica
exclusiva.
Zona económica exclusiva y la plataforma continental: el estado ribereño tiene derecho
a prohibir o autorizar las actividades sobre el patrimonio cultural llevadas a cabo en esta
zona. Este derecho reconocido opera sin perjuicio de las tres obligaciones de:
información y notificación al Estado ribereño, consultas con los Estados partes que
hayan declarado un interés sobre los bienes y medidas que puede adoptar el ribereño
para la mejor protección de los bienes. Es en este supuesto donde entra en juego la
figura del Estado coordinador.
Los Fondos marinos y oceánicos: todos los Estados partes tienen la responsabilidad de
proteger el patrimonio subacuático según lo establecido en la UNCLOS. Existe, sin
embargo la obligación de informar de ese descubrimiento o actividad al director general
de la UNESCO y al secretario general de la Autoridad Internacional de los Fondos
Marinos y en el caso en que un estado o varios declaren un interés o vínculo sobre los
bienes sumergidos, el director general de UNESCO les propondrá que designen a un
Estado coordinador.
El problema de los buques de estado.— El tratamiento jurídico de los buques de Estado
plantea problemas en cuanto a la teoría del abandono (8) , y los derechos de propiedad y
respeto al mismo tiempo de la jurisdicción del estado ribereño. Es un claro ejemplo del
conflicto entre derechos que supone la protección de este tipo de patrimonio. En este
sentido el artículo segundo de la Convención establece lo siguiente:
«De conformidad con la práctica de los Estados y con el derecho internacional, incluida
la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, nada de lo dispuesto
en esta Convención se interpretará en el sentido de modificar las normas de derecho
internacional y la práctica de los Estados relativas a las inmunidades soberanas o
cualquiera de los derechos de un Estado respecto de sus buques y aeronaves de Estado».
Según esto el acuerdo del Estado del pabellón es una condición para la autorización de
las actividades sobre los buques de Estado con la salvedad de que el Estado ribereño
puede impedir cualquier intromisión en sus derechos soberanos o su jurisdicción.
En cuanto al salvamento, extracciones y hallazgos el artículo 4 de la Convención
establece:
Ninguna actividad relacionada con el patrimonio cultural subacuático a la que se aplica
la presente Convención estará sujeta a las normas sobre salvamento y hallazgos, a no ser
que:
•
•
•
a) esté autorizada por las autoridades competentes, y
b) esté en plena conformidad con la presente Convención, y
c) asegure que toda operación de recuperación de patrimonio cultural
subacuático se realice con la máxima protección de éste.
Hasta el momento la Convención UNESCO sobre la protección del patrimonio cultural
subacuático no es de gran ayuda, más allá del dato fáctico de su no entrada en vigor, por
cuanto que a pesar de todas las novedades que introduce la mayoría de los estados
considerados como salvadores no la han ratificado y por la falta de resolución real del
problema del derecho de propiedad que por su redacción de compromiso tiene escasa
eficacia practica (9) .
3. El Derecho Comparado: países del Civil Law con legislación específica
(Extracciones): España, Francia e Italia. Países del Common Law: su conceptuación
como Salvamento.
Más allá de las normas de derecho uniforme en presencia no puede olvidarse en el
derecho Comparado la existencia de países con legislación específica en la materia:
tales son los supuestos de Francia, Italia y España. Países todos ellos integrantes del
sistema jurídico romano-germánico o también denominado Civil Law (10) .
Respecto del derecho francés la materia aparece regulada en la Ley de 24 de noviembre
de 1961 y legislación complementaria que distingue el salvamento marítimo (la
assistance) de la recuperación de pecios (sauvetage des épaves). Dicha regulación
considera que constituyen pecios los buques y aeronaves en el mar en estado de
innavegabilidad y sus cargamentos. El pecio se reputa tanto al buque como sus restos.
De manera similar en el Derecho Italiano el Codice Della Navigazione de 1942
distingue entre las figuras de la asistencia (assitenza), el salvamento (salvataggio) y la
recuperación de restos (ricupero). Esta última figura aparece regulada en los arts. 501 y
ss. del Codice. Mientras que en nuestro país la misma queda incluida en la figura
jurídica de las Extracciones.
Diferente orientación han recogido los países del Common Law, y de manera particular
los Estados Unidos e Inglaterra, que se han inclinado por incluir tales actividades en el
concepto de Salvamento marítimo. En el primero de ellos los pecios (wrecked property)
quedan sujetos al salvamento. Con carácter reciente se ha promulgado al Ley de Buques
naufragados (Abandoned Shipwreck Act 1987), que excluye del salvamento
determinados bienes, y atribuye su titularidad al estado en determinados supuestos,
entre ellos: que el mismo «se encuentre en territorio del estado y pendiente de inclusión
en el Registro Nacional-Sección 2105».
El Derecho Inglés sigue igual tratamiento que el ordenamiento americano, en relación
con su consideración, como salvamento. Su regulación aparece recogida en la Sección
510 de la Mercant Shipping Act de 1894 (11) .
En el sistema jurídico anglosajón aparecen dos instituciones, law of salvage y el law of
finds, estas instituciones, aún siendo parecidas a nuestros salvamentos, hallazgos y
extracciones, resultan radicalmente distintas en lo que se refiere a los títulos de
propiedad. Es decir que el law of finds está encaminado a que se declare un derecho de
propiedad al hallador sobre los bienes objeto del hallazgo, similar a nuestro derecho de
ocupación (12) . El law of finds es perfectamente compatible con el law of salvage, ya
que el sistema anglosajón permite solicitar a los tribunales una sentencia declaratoria de
la propiedad sobre la cosa (actio in rem) en base al law of finds, y solicitar igualmente
derechos de salvamento para el supuesto de que no se reconozca el derecho de
propiedad.
Para que se pueda aplicar este derecho hemos de encontrarnos en el supuesto en el que
estemos hablando de bienes culturales subacuáticos abandonados, que no gozaran del
principio de inmunidad soberana o que no estuvieran afectos a algún Estado. Estas
condiciones harían de ellos objeto de comercio y perderían su especial régimen de
protección.
III. EL SALVAMENTO Y LAS EXTRACCIONES EN EL PROYECTO DE LEY DE
NAVEGACIÓN MARÍTIMA
1. Principios Generales y Procedimiento: En materia de salvamento marítimo
(capítulo III del Proyecto) son muchas las innovaciones que aporta el texto propuesto
por referencia a la situación normativa actual, en la que la materia viene
fundamentalmente regulada en la Ley de Auxilios y Salvamentos de 24 de diciembre de
1962 y su Reglamento de 20 abril de 1967 (L.A.S.) (13) . En efecto, tenemos por un
lado una inspiración diversa en cuanto a las normas materiales: la Ley de 1962 se
inspiraba directamente en el Convenio de Bruselas de 1910 sobre Salvamento. Por el
contrario, el texto que se comenta se inspira en el más moderno Convenio de 1989 sobre
la misma materia, que ha sustituido al anterior en la mayor parte de los países de nuestro
entorno. El Convenio de 1989 está en vigor en nuestro país desde el 27 de enero del
2006, en igual sentido con su ratificación se produjo la denuncia del Convenio de 23 de
septiembre de 1910 (BOE 8 marzo 2005). En igual sentido el Reino de España formuló
reservas al igual que otros países, excluyendo de su aplicación a los pecios con valor
histórico y arqueológico, en atención al art. 30, d) del Convenio 1989.
Por otro lado, la sustitución de la Ley de 1962 no lo es sólo en cuanto a su parte
sustantiva, sino que también en materia jurisdiccional se produce un cambio sustancial.
En efecto, hasta ahora el conocimiento y decisión de las reclamaciones por salvamento
marítimo estaba atribuido a la Administración, que intervenía de esta manera en
cuestiones claramente jurisdiccionales, en contradicción patente con el principio de
reserva de jurisdicción del artículo 117.3.º CE y de una amplia doctrina del Tribunal
Constitucional. Esta anómala situación queda corregida en el nuevo texto, en el que se
parte de la base de la competencia plena de la jurisdicción civil para conocer de las
reclamaciones por salvamento (14) .
Sólo en los casos de salvamento de bienes que se encuentren abandonados en la mar y
que sean de propiedad desconocida, el artículo 436 establece un procedimiento
administrativo para la resolución del destino de dichos bienes y derechos del salvador,
puesto que parecía absurdo exigir en estos casos una actividad jurisdiccional propia.
La regulación sustantiva, inspirada muy directamente, como hemos dicho, en el
Convenio de 1989, incorpora una serie de mejoras técnicas respecto a la anterior: así, la
clara definición de un concepto muy amplio de salvamento, con la sola excepción del
realizado en aguas continentales no marítimas (art. 417). Igualmente, es una mejora la
habilitación del capitán y naviero para celebrar contratos de salvamento en nombre del
propietario de los bienes transportados (art. 420.2.º). Por otro lado, el principio
tradicional de nuestro Derecho de que el deudor del íntegro premio de salvamento lo era
el naviero del buque, sin perjuicio de su derecho a ser resarcido por el propietario del
cargamento en avería gruesa, queda alterado a favor del más generalizado en Derecho
Comparado de que ambos, naviero y cargador, sean responsables cada uno por la cuota
que les corresponda (art. 424).
En cualquier caso, la modificación más trascendente es la aparición del interés público
en la conservación e integridad del medio ambiente como elemento operativo en el
salvamento, que debe ser tenido en cuenta tanto por los asistidos como por los
prestadores de la asistencia. Este elemento, como es obvio, ni siquiera era tenido en
consideración por la legislación vigente. Ahora, su presencia e influencia es constante
(arts. 420, 422, 423 y 424, entre otros muchos), siempre a través de normas que
pretenden garantizar que el interés público medioambiental es adecuadamente respetado
y tenido en cuenta a la hora de adoptar decisiones sobre el salvamento marítimo.
Por último, y con independencia de la posibilidad de recurrir a la medida cautelar de
embargo preventivo de los buques y bienes salvados [art. 537.c)], se establece el
derecho de retención del salvador sobre dichos bienes en tanto no se le garantice
adecuadamente el premio que pudiera corresponderle (art. 433).
2. Régimen jurídico de las Extracciones:
El naufragio o hundimiento de buques se regula en el capítulo IV, aunque no en toda su
complejidad. En efecto, en tanto en cuanto es tal naufragio un hecho que afecta al
desarrollo de diversos contratos (fletamento, pasaje, seguro y otros) la respectiva
regulación debe encontrarse en el ámbito de tales contratos. En este capítulo se regula
sólo la situación de los bienes naufragados, los derechos de propiedad sobre dichos
bienes y el régimen jurídico administrativo de las extracciones, que se configuran en
todo caso como una actividad sujeta a autorización de las autoridades marítimas.
Las operaciones de exploración, rastreo y localización de buques y bienes naufragados o
hundidos en las aguas marítimas interiores o en el mar territorial españoles requerirán
autorización de la Administración marítima, que se concederá a quien acredite la
propiedad o, en otros casos, discrecionalmente y sin carácter exclusivo (art. 444).
Las operaciones de extracción de buques y bienes naufragados o hundidos en las aguas
interiores o en el mar territorial españoles requerirán autorización previa de la
Administración marítima, que fijará los plazos y condiciones para su realización (art.
445).
La extracción y aprovechamiento de objetos arqueológicos e históricos situados más
allá del mar territorial español se regirán por lo previsto en los Tratados vigentes. En
todo caso, precisará autorización administrativa la extracción de los objetos
arqueológicos o históricos situados en el fondo del mar de la zona contigua española. La
recuperación de tales bienes sin la preceptiva autorización será sancionable como
infracción cometida en territorio español. (Artículo 450. Objetos arqueológicos o
históricos situados más allá del mar territorial)
Podrán solicitar la autorización de extracción los propietarios de los buques o bienes
naufragados o hundidos, acreditando debidamente su dominio (Artículo 446. Titulares
del derecho a la extracción). La solicitud para la extracción podrá presentarse por
terceros distintos del propietario que hayan concertado con éste un contrato de
salvamento o de cualquier otra clase válida en Derecho (Artículo 447. Contratos para la
extracción). Cuando la propiedad de los buques o bienes corresponda al Estado, y no le
conviniere la extracción o aprovechamiento directo, la Administración marítima podrá
concederla mediante concurso subasta con arreglo a la legislación sobre contratos del
Estado. (Artículo 448. Extracción de buques o bienes propiedad del Estado).
La extracción de armas, municiones, explosivos u otras cosas de interés para la defensa,
así como de objetos de interés arqueológicos o histórico, y demás bienes de comercio
prohibido o restringido, quedará sujeta a las normas especiales aplicables y al régimen
que, en su caso, se establezca en la autorización o contrato público para la
correspondiente extracción. (Artículo 449. Extracción de bienes de comercio prohibido
o restringido).
IV. CONCLUSIONES
a) Resulta especialmente deseable en relación a la materia, la armonización y
actualización de nuestra legislación nacional (representada principalmente por la L. A.
S. de 1962, inspirada en el Convenio de Salvamento de 1910) con las normas del
Derecho Internacional, tanto del Derecho del Mar, como del Derecho Marítimo. Tal
armonización debe tener en cuenta la Ley de Patrimonio Histórico Nacional de 1985
(arts. 41 y ss. Arqueología Submarina) y demás legislación específica.
b) El Proyecto de Ley de Navegación Marítima pretende regular todos los aspectos
público y privados de la Navegación Marítima, en línea con otros referentes legales de
nuestro entorno, de manera particular il Códice Della Navigazione italiano de 1942,
actualmente en proceso de revisión.
c) La Convención de la UNESCO del 2001 no está en vigor a falta de tres ratificaciones,
lo que hace presumible su próxima entrada en vigor (20 ratificaciones). El proyecto de
Ley debe incorporar los principios generales de protección del patrimonio cultural
subacuático y demás prescripciones e incluir entre las principales innovaciones, las
nuevas categorías de Estado Coordinador y de Estado Interesado y obligaciones
formales inherentes.
d) El Reino de España formuló reserva, al igual que otros países, al amparo del art. 30)
d del nuevo Convenio de Salvamento de 1989 (en vigor en nuestro país desde el 27 de
enero del 2006), en relación a los pecios históricos o de valor cultural.
e) Los buques del Estado gozan de inmunidad soberana, tanto en el Convenio de
Salvamento 1989 (art. 4, incluyendo los buques de guerra dentro del concepto de
buques del estado), como en la Convención UNESCO 2001 (art. 2). En igual sentido el
precedente judicial del Tribunal Supremo de Estados Unidos en el 2001 favorable a la
soberanía española sobre el Juno y la Galga supone un reconocimiento a los intereses
del Reino de España en tanto en cuanto nuestros pecios, situados fuera de nuestras
aguas, son mayoritariamente de buques de la Armada. En igual sentido tal
planteamiento supone un importante rechazo a la doctrina del abandono tácito o
presunto y a favor de la inmunidad soberana.
f) El Proyecto de Ley de Navegación Marítima se inspira en el nuevo Convenio de
Salvamento de 1989. Incorpora novedades en el procedimiento en cuanto lo vincula a la
Jurisdicción ordinaria y no a órganos administrativos (Tribunal Marítimo Central de la
Armada).
g) Las operaciones de exploración y extracción se sujetan a autorización administrativa
en el mar territorial y aguas interiores (arts. 444 y 445 del Proyecto). La extracción y
aprovechamiento de objetos arqueológicos e históricos situados más allá del mar
territorial español se regirán por lo previsto en los Tratados vigentes (La Convención de
Derecho del Mar de 1982 y previsiblemente la Convención UNESCO 2001). En todo
caso, precisará autorización administrativa la extracción de los objetos arqueológicos o
históricos situados en el fondo del mar de la zona contigua española. La recuperación de
tales bienes sin la preceptiva autorización será sancionable como infracción cometida en
territorio español (art. 450).
h) Nada impide un control más eficaz de nuestras aguas y control del derecho de paso
inocente y de operaciones de exploración (arts. 103 y 144) a través del AIS (Automatic
Identification System), obligatorio en nuestras aguas territoriales, desde el año 2007
(Directiva ERIKA 2002/59). La protección de los pecios submarinos de interés cultural
merece además un tratamiento jurídico penal (art. 323 Código Penal-Delitos contra el
Patrimonio Histórico).
(1)
Entre las principales innovaciones tecnológicas se pueden citar: el Sonar de
barrido lateral, la Sonda Multihaz, los sistemas de Navegación GPS y de
Posicionamiento dinámico (DP), los submarinos ROV; etc. Se puede establecer
como una realidad conocida que los pecios situados a una isobara de 100 ms ya
han sido saqueados con los métodos tradicionales.
Ver Texto
(2)
Resultan especialmente conocidas por los medios de comunicación la empresa
SEA HUNT implicada en el rescate de los restos de las fragatas La Galga y el
Juno en las costas de Florida en 1998 y con carácter más reciente la empresa
ODYSSEY, entre cuyos accionistas figuran Disney Productions y National
Geographic.
Ver Texto
(3)
La exposición del pecio del navío Wasa atrae cada año en Suecia a más de
750.000 visitantes; más de 4 millones de personas han visitado el Mary Rose en
Portsmouth; Bodrum y su museo subacuático en Turquía se ha convertido en un
de los principales museos del país; los Tesoros de Alejandría más recientemente
en exposición itinerante en Madrid están constituyendo un éxito de público y
visitantes (Cfr. http://portal.unesco./org.culture/es/).
Ver Texto
(4)
En el presente estudio se ha utilizado el texto original del Boletín Oficial de las
Cortes Generales de fecha 6 de noviembre del 2006. La disolución de las
Cámaras lo convierte en mera propuesta legislativa, sin embargo la mayoría
parlamentaria, el importante consenso en la materia y la imperiosa necesidad de
reforma de nuestro derecho marítimo anclado en el Código de Comercio de
1885 hace presumible su incorporación como Proyecto de Ley en las nuevas
Cortes recién constituidas.
Ver Texto
(5)
Ver en tal sentido CENDON CASTRO, J. L., Régimen del Derecho Marítimo
sobre los Pecios con valor arqueológico e histórico (Cfr.
www.derechomarítimo.info/pecios.htm)
Ver Texto
(6)
Los principios fundamentales de la Convención son cuatro: 1.º la obligación de
preservar el patrimonio cultural subacuático; 2.º) la preservación in situ como
opción prioritaria; 3.º) el rechazo a la explotación comercial, 4.º) la formación e
intercambio de información.
Ver Texto
(7)
La Convención, no obstante sus insuficiencias, presenta un tratamiento
homogéneo, que hace propios los estrictos protocolos arqueológicos en la
protección del patrimonio cultural subacuatico, posiblemente esa sea su mayor
virtud. Ver por todos: AZNAR GÓMEZ M. J.: La Protección internacional del
patrimonio cultural subacuático con especial referencia al caso de España; ed.
Tirant lo Blanch, Valencia 2004. El Anexo de la Convención establece normas y
protocolos aceptados científicamente por la arqueología (la conocida como
Carta de Sofía 1996-ICOMOS).
Ver Texto
(8)
El Reino de España no ha efectuado históricamente reclamación alguna de sus
derechos sobre pecios hasta el Caso del Juno y la Galga ante los Tribunales de
Norfolk (Virginia) en 1998. España obtuvo un reconocimiento del Tribunal
Supremo a favor de la soberanía de sus restos en el año 2001.
Ver Texto
(9)
Sobre la exclusión de los problemas de titularidad se pronuncia en nuestra
doctrina JUSTE, J.: La protección internacional de los hallazgos marítimos de
interés histórico y cultural, en Anuario de Derecho Marítimo, vol. XX, 2001,
pág. 86.
Ver Texto
(10)
Sobre una visión panorámica en la materia ver del autor: El Patrimonio
subacuático desde el punto de vista legislativo; Revista DRASSSANA n.º 9 del
Museu Marítim de Barcelona, Barcelona 2000; desde la perspectiva del Derecho
Comparado: BERLINGERI, F. The Draft of a new Salvage Convention and the
Salvage of the Wrecks (Doc. LEG58/INF. 2 de 5 de agosto de 1987-Comité
Jurídico de la Organización Marítima Internacional-OMI).
Ver Texto
(11)
Desde la perspectiva de la práctica marítima internacional y sobre una base
contractual, la BIMCO (Asociación internacional de navieros) ha creado pólizastipo para las extracciones: WRECKHIRE, WRECKSTAGE, WRECKFIXED.
Cfr. www.bimko.dk.
Ver Texto
(12)
Ver por todos: SCHOEMBAUM, THOMAS J. Admiralty and Maritime Law,
1994, págs. 782 y 790.
Ver Texto
(13)
Las extracciones vienen reguladas en los arts. 23-28 LAS. Sobre la aplicación de
las normas del Salvamento a los pecios, se pronuncia nuestra doctrina, ver por
todos: RUIZ SOROA, J. M.; GARCIA GABALDON, J. L., en Manual de
Derecho de la Navegación Marítima, ed. Marcial Pons, Madrid 2002, pág. 659:
siempre que las operaciones de reflotamiento se desarrollen inmediatamente
después del hundimiento (art. 23 LAS) estaremos ante un supuesto de
salvamento marítimo. En otro caso, ante uno de extracción.
Ver Texto
(14)
La impropiamente llamada Jurisdicción de Marina (Tribunal Marítimo Central y
Juzgados Marítimos Permanentes, regulados en la L.A.S.) dependientes del
Cuartel General de la Armada (Ministerio de Defensa) han funcionado, a juicio
y experiencia del autor, más que correctamente: el Tribunal Supremo ha
reconocido que las resoluciones del Tribunal Marítimo, gozan de «presunción de
acierto». Lo cierto, desde una perspectiva práctica, se trata de órganos y personal
especializados, de gran calidad jurídica y eficacia y perfectos conocedores del
ámbito marítimo. Predicados que desgraciadamente no son extrapolables a
nuestra Jurisdicción ordinaria: congestionada y desconocedora del mundo
marítimo. La Disposición Transitoria 10.ª de la LPMM 92/97 preveía su
modificación en el plazo de un año, a partir de su promulgación. Extremo que no
se ha verificado.
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