SEPAP. ÁREA DE VIVIENDAS COMPARTIDAS Compartiendo vida con personas con Discapacidad intelectual: Perspectiva de una Mediadora Mar Martínez García 1 SEPAP. ÁREA DE VIVIENDAS COMPARTIDAS La decisión de asumir la convivencia con una persona con discapacidad intelectual, representa un reto desde el punto de vista humano y profesional. Ese reto se hace mayor cuando quienes nos prestamos a enfrentarlo somos personas jóvenes, todavía en un proceso de formación como futuras personas y futuros maestros y, generalmente, sin experiencia previa en este campo. Aun así y movida por el deseo y entusiasmo propio de la juventud de utilizar mi tiempo, ideas y energía y ponerlos al servicio de causas humanas, decidí, hace cuatro años, incorporarme a este Programa y empezar a convivir con personas con discapacidad intelectual a los que no conocía en profundidad y para los cuales yo era una persona nueva en sus vidas. A mis intereses personales se le sumaron los profesionales, ya que me encontraba en primer curso de educación especial, de tal manera que cuando supe de esta iniciativa, me pareció una oportunidad casi única para conciliar ambos aspectos. Por todo esto, decidí confiar y entregarme a la idea de aprender de la mano y junto a una persona con discapacidad. Una vez tomada tal decisión, muchas fueron las inquietudes, interrogantes y en algunos casos, temores que, en aquellos sobretodo primeros momentos, sentí. Todas estas sensaciones estaban asociadas, en primer lugar, al descubrimiento de un mundo nuevo y de una nueva forma de vida y por tanto, a las dudas que se plantean ante lo desconocido. Por otro lado, tenía vacilaciones de si estaría a la altura de las exigencias que durante las veinticuatro horas del día me podrían demandar mis nuevos compañeros de vida. A ello, se unía la inquietud acerca de la manera en la que nos relacionaríamos y de si lograríamos, con el paso del tiempo, construir una verdadera relación de amistad. Me surgían otros interrogantes, entre los que también se encontraba el impacto que todo esto tendría en los diferentes ámbitos de mi vida. Mar Martínez García 2 SEPAP. ÁREA DE VIVIENDAS COMPARTIDAS Finalmente, me preocupaba de manera silenciosa en qué medida sería posible la conciliación de mis nuevas condiciones de vida con personas con discapacidad intelectual y los requerimientos de mis estudios universitarios. Sin embargo, desde los primeros momentos de la convivencia, estos interrogantes, miedos e inquietudes, empezaron a encontrar soluciones y respuestas que surgían del propio apoyo de las personas con discapacidad intelectual, de sus familias, de la mía, de las experiencias de mis compañeros mediadores con más antigüedad y del propio procesos de madurez y crecimiento personal que en mí misma comenzaba a operarse y que esas condiciones lo catalizarían. El alcance de la decisión de empezar a convivir con una persona con discapacidad intelectual trascendió inmediatamente el ámbito de mi implicación estrictamente personal y se convirtió en una decisión de gran connotación para todos, en particular para mi familia, amigos más cercanos e íntimos. Percibí, de distintas maneras, las reacciones de asombro ante la enorme responsabilidad que me disponía a asumir en el esplendor de los años de mi etapa universitaria y las inquietudes de quienes, desde su experiencia, tal vez no me veían totalmente preparada para convivir y trabajar para la promoción de la autonomía personal de las personas con discapacidad intelectual. Sin embargo, esas reacciones e inquietudes, que venían siempre desde el respeto y el cariño de mis seres queridos, me hicieron empezar a tener una mayor conciencia de lo que representaba la decisión que estaba tomando y contribuyeron a forjar en mí un mayor compromiso con el éxito de la idea por la que había decidido apostar. Así fue que empecé a compartir mi vida con personas con discapacidad, siendo los primeros años en Murcia y el último en este Centro para la Promoción de la Autonomía Personal. El papel que desempeñé como mediadora en ambos espacios consistía, como todos los que estamos aquí conocemos, en compartir el día a día con las personas con discapacidad intelectual y lograr juntos una mejor comprensión del mundo que nos rodea. Mar Martínez García 3 SEPAP. ÁREA DE VIVIENDAS COMPARTIDAS Para ello, aprovechamos cada una de las situaciones que se presentaban en nuestra convivencia y fuera de ella, para convertirlas en situaciones de aprendizaje, de las cuales, como resultado de la paciencia, la interacción guiada y basada en el respeto y el cariño, emergían y se desarrollaban los saberes, las habilidades y los valores que ratificaban mi creencia en la condición humana y en la utilidad de la virtud. Los días se sucedían a un ritmo vertiginoso, desde el momento en el que nos despertábamos juntos, realizábamos el aseo personal, preparábamos y compartíamos el desayuno, dejábamos el piso organizado y cada cual cumplía sus compromisos y obligaciones para ese día, lo que culminaría con las conversaciones que manteníamos antes de dormir y que me dejaban la sensación de que ciertamente, como dijo el poeta, íbamos haciendo camino al andar. En todas las situaciones descritas, se creaban continuamente situaciones de aprendizaje para ambos. Unas son más de carácter práctico para la vida como puede ser el cocinar, la limpieza y el orden. Y las otras son las que tienen que ver con las relaciones sociales y las emociones personales. Fruto de estos encuentros tanto las personas con y sin discapacidad intelectual, amplían su mundo de emociones, lo enriquecen y lo comparten, lo que a su vez propicia que los primeros se apropien de nuevas herramientas que promueven su avance hacia una vida lo más autónoma posible. Es importante destacar que, con el paso del tiempo, los propios mediadores nos comenzamos a percatar de que, durante este acompañamiento a las personas con discapacidad intelectual, se producen cambios en nosotros mismos, confirmando la naturaleza interactiva de cualquier proceso de aprendizaje y revelándonos que nosotros también avanzábamos en nuestras vidas, no solo hacia una mayor autonomía personal sino hacia nuestro crecimiento humano y la confirmación de nuestro compromiso social. Mar Martínez García 4 SEPAP. ÁREA DE VIVIENDAS COMPARTIDAS En esencia son muchos los aprendizajes que juntos hemos logrado durante mis cuatros años de formación y de trabajo como mediadora en el Programa de Viviendas Compartidas, pero el tiempo no nos permite detenernos en todos y tal vez tampoco eso sea hoy lo más importante. Sin embargo, quizás lo que no pueda dejar de decir es que mi experiencia como mediadora me ha enseñado, como dije al comienzo, a convertirme en mejor persona y mejor profesional. Esta experiencia ha catalizado a nivel personal, la consolidación y desarrollo de los mejores valores y sentimientos que desde la cuna me trasmitió mi familia. La importancia del compromiso, el valor de la creencia en una idea y de la lucha, muchas veces anónima y sin otra retribución que la satisfacción del deber cumplido, para ponerla en práctica, la multiplicación de la fe en la capacidad de superación del ser humano, y sentido de la humildad y el verdadero papel de la amistad, son, entre otros, aprendizajes que se han arraigado en mí para toda la vida. Aunque fue mucho el sacrificio ya que tuvimos que renunciar a una parte de nuestra vida, cuando coges aire y lo ves desde lejos te das cuenta que ha merecido la pena, ya que lo que he aprendido gracias a mis compañeros y ahora amigos con y sin discapacidad vale más que cualquier sacrificio. A nivel profesional me ha permitido adentrarme de lleno en el mundo de la discapacidad intelectual, lo que desde un primer momento me ha hecho reafirmarme en que ha sido correcta mi elección profesional y posteriormente, me ha enseñado una filosofía la cual me ha servido para trabajar con otros colectivos y poder seguir expandiendo este modelo. Todos estos aprendizajes, ahora que llevo seis meses fuera de la Escuela de Vida puedo afirmar que me han servido para ponerlos en práctica en cada una de las acciones que he ido realizando en mi vida, partiendo desde lo más básico de la convivencia, ya que ahora comparto pisos con personas sin discapacidad y estoy poniendo en práctica lo aprendido junto a las personas con discapacidad, en mi nuevo trabajo, aplicando la filosofía de Escuela de Vida y en mis nuevas relaciones sociales, ya que me he nutrido de los valores antes mencionados. Mar Martínez García 5 SEPAP. ÁREA DE VIVIENDAS COMPARTIDAS Quisiera hacer referencia a algunos de los mejores recuerdos que me llevo con esta experiencia de cuatro años, aunque, por falta de tiempo, no pueda nombrar a todas las personas que me han acompañado en mi proceso formativo vital, pero cada uno de ellos han sido agentes importantes para el cambio que se ha ido gestando en mí. De forma resumida y desde la vivencia que no se apaga, destacaré, los bailes y canciones que realizaba junto a Susana y Cristina, las comidas que nos preparaba Angelita, en particular su tortilla de patatas, las películas de Harry Potter que tantas veces vimos José Antonio y yo, los debates desorganizados con mis compañeros Juanjo y Fran, la atención de Fuensanta, los paseos con Mª Cruz y Teresa, la sonrisa de Ana, el análisis de situaciones personales de la más diversa naturaleza junto a Marta y Mª Carmen, las originales creaciones de Antonio en la cocina, y un largo etcétera que me sigue acompañando en mis posteriores realizaciones y sueños. Por todo lo anterior quiero agradecer a todas las personas que han hecho posible mi participación en este Programa, empezando por las familias de las personas con discapacidad que confiaron en mí la vida de su hijo, continuando con las personas con discapacidad, ya que partiendo de la idea de querer hacerles protagonistas de sus propias vidas, se hicieron los protagonistas insustituibles de la mía y quienes me han enseñado, aparte de lo mencionado anteriormente, sus ganas de vivir y superarse cada día. Por supuesto, a los que empezaron siendo mis compañeros de clase, posteriormente compañeros de trabajo y finalmente, amigos, Fran y Juanjo. No puedo dejar de nombrar a mi amiga Marta, ya que ha supuesto un pilar de apoyo y confianza en todo este bonito y a la vez complejo proceso. A los anteriores nombres quiero añadir a Manu, Mª Luisa, Toñi, Juanjo Alcaraz y Mª Carmen, ya que a todos nosotros nos unen unos lazos muy especiales, nutridos por las experiencias únicas que hemos vivido como mediadores. Mar Martínez García 6