SENTENCIA CRIVELLI1

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SENTENCIA NUMERO:
En la Ciudad de Córdoba, a doce días del mes de Septiembre del año dos mil
seis, siendo la oportunidad fijada para que tenga lugar la lectura integral de la
Sentencia dictada con fecha veintiocho de agosto de dos mil seis, por esta
Excma. Cámara Segunda en lo Criminal, integrada por los Señores Vocales, Dr.
José Rogelio Martínez Iraci, Dr. Roberto Eduardo Torres y Dr. Juan Carlos
Fernandez López, en la que actuara como Fiscal de Cámara el Dr. Raúl
Alejandro Gualda, el Dr. Gustavo Ángel Merletti, en su carácter de apoderado de
las Querellantes Particulares Hilda Gómez y Clara Verónica Gauna; el imputado
Felipe Virgilio Ariel Crivelli, asistido por los Dres. José Antonio Buteler y Julio
Antonio Loza; los imputados Felipe Guido Cristián Crivelli y Fernando Martín
Crivelli, asistidos ambos por los Dres. Ernesto José Gavier y Ernesto Alfredo
Gavier y del imputado Facundo Mariano Ortiz, asistido por sus defensores los
Dres. Héctor Enrique Valfré y Hugo Luna, en esta causa seguida en contra de
FELIPE VIRGILIO ARIEL CRIVELLI, argentino, nacido el día 29 de
Septiembre de mil novecientos sesenta y dos en la ciudad de Córdoba, hijo de
Guido Crivelli y Lía Esther Duboue, divorciado, restaurador, domiciliado en
calle Quisquisacate S/N°, Localidad de Huerta Grande, Provincia de Córdoba,
Prio. 853.141 Secc. DP; en contra de FELIPE GUIDO CRISTIAN CRIVELLI
POSSE, argentino, nacido el día ocho de Abril de mil novecientos ochenta y
cinco, en la ciudad de Córdoba, hijo de Felipe Virgilio Ariel Crivelli y María
Marta Posse, soltero, estudiante, domiciliado en calle Angualasto N°7523 Villa
Warcalde, Prio. 942.988 Secc A.G.; en contra de FERNANDO MARTÍN
CRIVELLI POSSE, argentino, nacido el día cuatro de diciembre de mil
novecientos ochenta y seis en la ciudad de Córdoba, hijo Felipe Virgilio Ariel y
de María Marta Posse, soltero, estudiante, domiciliado en Angualasto N° 7523
Villa Warcalde, Prio. 987.314 Secc AG.; y en contra de FACUNDO
MARIANO ORTIZ, argentino, nacido el día once de Noviembre de mil
novecientos ochenta en la ciudad de Córdoba, hijo de Susana Rita Mabel Crivelli
Duboue y Lorenzo Antonio Ortiz, soltero, estudiante, domiciliado en calle
Bolivia 156, Prio. Nº 562.685 Secc. A.G.; a quienes se les atribuye la comisión
del siguiente hecho: AUTO DE ELEVACION A JUICIO DE FS. 1479/1489v
: Con fecha cinco de diciembre de dos mil tres, siendo alrededor de las 16:40 hs,
los inspectores municipales Benjamín Patricio GAUNA y Alejandro Nelson
ARRAIGADA se habrían encontrado a cargo del camión grúa municipal de la
Ciudad de Córdoba, interno Nº 1140, que se encontraba estacionado en la calle
Duarte Quirós a la altura del 400 entre calles Ayacucho y Bolívar del centro de
esta Ciudad, sobre el cordón del lado de la Plaza de la Intendencia, a pocos
metros de la dársena de giro que permite el acceso a la playa subterránea de
dicho paseo público, acomodado para remolcar el vehículo marca Renault 19,
Dominio SON-352, propiedad de la empleada municipal Silvia Alicia Olmedo,
vehículo que se habría encontrado con desperfectos mecánicos y a la espera de
que su compañero municipal Carlos Alejandro Saavedra concurriera con las
llaves del rodado de Olmedo. Así las cosas y alrededor de las 16:50 hs. es que el
nombrado Saavedra se habría constituido en el lugar a bordo de una motocicleta
afectada a la flota del municipio, procediendo a abrir la puerta del Renault 19,
desactivando el freno de mano y colocando en punto muerto la caja de
velocidades, para luego cerrar la puerta del rodado con llave; oportunidad en que
caminaba por la vereda opuesta sobre la misma calle Duarte Quirós en sentido
Oeste-Este, los prevenidos Felipe Guido Cristian Crivelli Posse y Fernando
Martín Crivelli Posse –menor de 17 años de edad-, acompañados por el padre de
ambos Felipe Virgilio Ariel Crivelli y Facundo Mariano Ortiz. En dicha
circunstancias, Felipe Virgilio Ariel Crivelli –presuntamente en la creencia de
que los empleados municipales pretendían llevar el automóvil a causa de alguna
infracción-, le habría gritado al inspector municipal Saavedra en relación al
procedimiento que se llevaba a cabo, lo que habría alertado a éste, para
seguidamente uno de los cuatro sujetos gritarle “culeado, ladrón, hijo de puta, la
concha de tu madre, hijo de puta” iniciándose así un intercambio de insultos con
el nombrado Saavedra, llegando éste a manifestar palabras tales como “hijo de
puta, a vos te hicieron en la Fiat”. Ante ello, los nombrados Crivelli y el incoado
Ortiz, habrían cruzado la calle mencionada en dirección a Saavedra a la vez que
Felipe Virgilio Ariel Crivelli le habría expresado “nosotros te vamos a dar a vos”
posicionándose cara a cara con el mencionado inspector, en tanto que los otros
dos prevenidos y Ortiz se habrían ubicado detrás de Felipe Virgilio Ariel Crivelli,
en forma de semicírculo, intercambiando algunas palabras. En la emergencia, el
incoado Fernando Martín Crivelli Posse le habría asestado a Saavedra un golpe
de puño en el rostro a la altura del maxilar derecho, en tanto que los otros tres
sujetos se le habrían abalanzado y aplicado un número no precisado de golpes en
diferentes partes del cuerpo, desplazándose de esa forma hasta el cantero de la
vereda de la Plaza de la Intendencia, siendo arrojado por los prevenidos. En ese
momento el inspector Arraigada habría intentado auxiliar a su compañero, quien
finalmente no se habría podido acercar debido a que el prevenido Ortiz se habría
interpuesto delante del nombrado Arraigada, con la intención de evitar que
intervenga, a la vez que le habría manifestado en forma intimidatoria “¡no te
metas, te vamos a reventar gordo hijo de mil puta!”. Seguidamente el inspector
municipal Benjamín Patricio Gauna, que se encontraba en la grúa, habría
intervenido gritándoles a los acusados que dejaran a su compañero, acercándose
al lugar en defensa del mismo con un palo torneado de unos 40 cm. de largo,
circunstancias en que los prevenidos Crivelli retrocedieron unos metros,
alejándose del lugar, ocasión en la que, al intentar retirarse el encartado Ortiz, el
referido Saavedra le habría quitado la mochila que llevaba, iniciándose una
discusión entre ambos, lo que motivó que los coimputados, Felipe Guido Cristián
Crivelli y Fernando Martín Crivelli –menor de diecisiete años de edad- junto a su
padre Felipe Virgilio Ariel Crivelli, se acercaran nuevamente al lugar, rodeando
esta vez a Gauna en forma de semicírculo, arrinconándolo de esta manera contra
la pirca de la plaza, lugar donde le habrían aplicado un número no precisado de
golpes de puño, provocando con ello que el nombrado Gauna quedara de
espaldas contra la pirca de cemento, ocasión que habría aprovechado el encartado
Felipe Virgilio Ariel Crivelli para extraer de entre sus ropas un arma blanca con
la que en un rápido movimiento le habría asestado a aquél dos puntazos, uno a la
altura de la cara anterior del cuello y otro en el tórax a la altura de la tetilla
izquierda, desplomándose Gauna al piso. Finalmente los nombrados se retiraron
raudamente por calle Duarte Quirós en dirección a Ayacucho, tomando por esta
última arteria, siendo finalmente aprehendidos los encartados Fernando Martín
Crivelli Posse y Felipe Guido Cristian Crivelli Posse por personal policial en
calle Corro a la altura del 858 de esta Ciudad, mientras que los prevenidos Felipe
Virgilio Ariel Crivelli y Facundo Mariano Ortiz se dieron a la fuga. Como
consecuencia de lo narrado precedentemente Carlos Saavedra habría sufrido las
siguientes lesiones: traumatismo cerrado de tórax y excoriaciones múltiples en
brazo izquierdo, pierna derecha, hemotórax izquierdo con excoriaciones, eritema
con excoriaciones en hemotórax izquierdo con prominencia del hemotórax
izquierdo sobre el derecho y politraumatismos, por las que se le asignaron cinco
días de curación e igual término de inhabilitación para el trabajo. En tanto
Benjamín Patricio Gauna dejó de existir horas después a consecuencia de la
herida de arma blanca en tórax que le habría ocasionado el incoado Felipe
Virgilio Ariel Crivelli.- Según consta en el acta de deliberación, el Tribunal se
planteó las siguientes cuestiones a resolver: 1) Existió el hecho y son autores
responsables los acusados?.- 2) En su caso, qué calificación legal corresponde
aplicar?.- 3) Qué pronunciamiento corresponde y procede la imposición de
costas?.- Seguidamente el Tribunal resolvió el orden en el cual los señores
Vocales emitirán sus votos: Dr. José Rogelio Martínez Iraci, Dr. Roberto
Eduardo Torres y Dr. Juan Carlos Fernandez López respectivamente.- A LA
PRIMERA CUESTION PLANTEADA, EL SEÑOR VOCAL,
DOCTOR
JOSE ROGELIO MARTÍNEZ IRACI, DIJO: 1.- Los Sres. defensores de
Felipe Virgilio Ariel Crivelli, Dres. Buteler y Loza, plantearon como de previo y
especial pronunciamiento la excepción perentoria de extinción de la pretensión
penal por prescripción de la acción penal con relación al delito de lesiones leves
calificadas que se le atribuye a su defendido. Subsidiariamente invocaron que el
Tribunal no estaba habilitado para conocer de tal delito por cuanto no fue
solicitada ni concedida la extradición respecto al mismo y ello es así porque el
tratado que rige con Bolivia excluye los delitos cuya pena en abstracto no supere
los dos años de prisión. A dicho planteo adhirieron los Sres. Defensores de los
imputados Felipe Guido Cristian y Fernando Martín Crivelli Posse, Dres. Gavier
y los Sres. Defensores del imputado Facundo Mariano Ortiz, Dres. Luna y
Valfré. El señor Fiscal del Tribunal, por entender que dicho planteo era
extemporáneo, ya que debió ser articulado en oportunidad del art. 366 CPP, esto
es durante la etapa previa al juicio y antes de fijarse la audiencia del debate, pidió
su rechazo. El Tribunal dispuso que la cuestión fuera de recibo, en razón de que
podía plantearse en cualquier estado del proceso (art. 348 CPP), difiriendo su
tratamiento para la oportunidad de la sentencia. En consecuencia, y habida cuenta
que en el caso –según lo dispone el art. 351 CPP- es posible analizar el orden de
las causales de sobreseimiento establecidas en el art. 350 CPP, el planteo será
considerado al tratar la segunda cuestión. 2.- En respuesta a la acusación
precedentemente transcripta todos los imputados, tal como da cuenta el acta
respectiva, se abstuvieron de declarar en la audiencia, razón por la cual se
incorporó al debate, mediante lectura, sus declaraciones judiciales anteriores.
Así, Facundo Mariano Ortiz (fs. 615) dijo: que negaba los hechos que se le
atribuyen. Aclaró que el dicente presenció la pelea entre sus primos, su tío y los
inspectores municipales. Que el dicente no le pegó ni lesionó a nadie, al contrario
resultó lesionado por una trompada en la cara que le aplicó un inspector
municipal, el que a su vez le quitó la mochila. Quiere agregar que el dicente no
presenció el momento en que fue herido el inspector Gauna. Que se abstiene de
continuar declarando y de contestar preguntas. Felipe Virgilio Ariel Crivelli, a
fs. 1203, dijo: Que niega todos los hechos que se le imputan por ser falsos y
fabulados. Que posteriormente denunciará por falso testimonio, luego de tener
acceso detallado de las declaraciones. A fs. 1324, dijo: Que como dije
anteriormente, niego los hechos por ser falsos. Que el declarante no causó la
muerte de Benjamín Gauna. Que el declarante fue víctima de un ataque armado
por este grupo de agentes municipales. Que todos los actos del declarante en el
día de los hechos fueron en defensa suya, de sus hijos y de su sobrino. Felipe
Guido Cristian Crivelli Posse a fs. 128, dijo: Que niega el hecho que se le
atribuye y se abstiene de seguir prestando declaración. A fs. 539, dijo: Que niega
el hecho que se le imputa con respecto al homicidio. Que el día cinco de
diciembre de dos mil tres, dado que su hermano cumple años el día anterior y
encontrándose en la casa de su abuela materna del barrio Colinas de Vélez
Sarsfield, recibió éste un llamado de su padre, quien lo invitó a almorzar. Que
concurrió el dicente, su hermano Fernando, su primo Facundo Ortiz y su padre
junto con un tío llamado Luís y su pareja llamada Luisa a una parrillada ubicada
en La Cañada, pasando Santa Rosa. Que luego fueron a la casa de su abuela
paterna a saludarla y siendo alrededor de las 16:40 hs. salieron todos juntos, en
dirección al centro, por Duarte Quirós. Que su hermano y su primo Facundo iban
adelante unos cuatro o cinco metros de su padre y del dicente caminando por la
vereda de la manzana ubicada frente a la Plaza de la Intendencia, cuando vieron,
pasando Bolívar, una grúa municipal ubicada delante de un Renault 19 que cree
era gris y que un inspector municipal con una llave abrió la puerta, sacó unos
papeles que estaban ubicados en la guantera, se los guardó, sacó el freno de
mano, la marcha y volvió a cerrar el auto, lo que fue comentado entre ellos y
espontáneamente su padre les dijo: “choros” de manera jocosa, como que les
llamó la atención que el zorro gris ingresara al auto de un tercero, como se
supone que son los autos que trasladan las grúas, no propios sino de terceros.
Que su hermano vestía con una remera gris mangas cortas, una bermuda azul
oscura y zapatillas, su primo Facundo chomba color naranja y un jean azul, el
dicente remera roja lisa y jean oxidado azul con verde y su padre camisa bordó y
pantalón de vestir azul, llevaba un bolsito negro colgando, ignorando si ahí
adentro tenía otra prenda. Que ante ello el inspector municipal le dijo: “mas
choro será tu madre”. Que ante ello Fernando y Facundo siguieron caminando,
pero el padre del dicente y el dicente se detuvieron. Desde ahí y desde vereda a
vereda empezaron a intercambiar palabras. En un momento dado el inspector
municipal le dice al dicente que se cruzara, ante lo cual su padre le dice: “no,
dejámelo a mí”, porque el inspector había dicho que si tenía que decirle, se lo
dijera en la cara. Ante lo cual, su padre cruzó con el dicente al lado y comenzaron
a discutir cara a cara su padre y el inspector. En un momento dado, el dicente
dijo: “vámonos de aquí”, pero no sabe como ni porqué se inició la pelea.
Inicialmente, se traban en lucha este inspector y su padre, sumándose Fernando y
el dicente, de manera tal que entre los tres lo golpean a este inspector. En ese
instante advierte que se acercan dos inspectores, uno gordo, que luego sabría que
se llamaba Arraigada, que no intervino en la pelea y otro más que luego supo que
se llamaba Gauna, quien portaba un palo en su mano derecha. Que les amaga con
pegarles, por lo que optan por retirarse del lugar hacia Ayacucho, haciendo lo
mismo su hermano Fernando y su padre. Que habiéndose alejado unos metros
hacia Ayacucho, el dicente advirtió que había entrado en escena Facundo, el cual
se había acercado a Saavedra, quien se mostraba muy alterado, gritaba y con un
palo en la mano lo agitaba y golpeaba el piso. Cuando Facundo decide volver
hacia donde estaban ellos, este inspector, desde atrás, le aplica un golpe de puño
en el rostro y le saca la mochila que su primo tenía colgada al hombro, lo cual
hace que Facundo vuelva a quedar frente al mismo en el reclamo de devolución
de su mochila. Que Facundo le dice devolvémela que ya nos vamos, ante lo cual
el inspector la arroja al suelo, a su lado, y continúa muy exaltado agitando el
palo. Dado a que hasta ese momento el segundo inspector se acercaba hacia el
lugar, decidieron regresar en defensa de Facundo y se dirigen los tres hacia
Gauna, el cual se encontraba sobre la vereda de la Plaza de la Intendencia
mirando hacia Ayacucho pero un poco mas oblicuo hacia la derecha, al tiempo
que agitaba con su mano derecha la cachiporra. Que los tres se volvieron
caminando a la misma altura, uno al lado del otro, de manera perpendicular a la
pirca de la vereda de la plaza, pero estando ya cerca de Gauna, el padre del
dicente apuró el paso, llegó primero al hombre y previo apoyar su antebrazo
izquierdo sobre el pecho del hombre, con su mano derecha y sin ver con que,
pero se imagina que puede haber sido una sevillana o una cortaplumas, le asestó
dos golpes rápidamente a la altura del pecho hacia arriba. Que el dicente, ni su
hermano conocían que su padre portaba dicho elemento, no habían hablado de él,
ni se lo había exhibido e ignora porqué esta conducta del padre. Lo cierto es que
cuando ellos venían caminando, llegan a Gauna, ven que desde el cuello le
empezó a brotar sangre, el hombre se agarraba el cuello, habiendo soltado el
instrumento que tenía en su mano derecha. Esto, no solamente lo sorprendió, sino
que lo asustó al dicente e inmediatamente emprendió su retirada hacia la calle
Ayacucho. Quiere aclarar que en ningún momento lo tocaron a Gauna, aunque si
estuvieron cerca, desde donde vio el dicente y su hermano que le salía sangre del
cuello, incluso salía como un chorro. Que Fernando tenía una lastimadura en su
muñeca derecha de la cual perdió sangre, no recordando si Saavedra también
perdió sangre, pero es probable dado los golpes que recibió. Que cuando llegaron
a Ayacucho el padre les dijo que se tomaran un taxi. Que el dicente le preguntó
que había pasado y el padre le dijo: “nada, nada, andate”, “tomate un taxi y
andate”, siendo esa la última vez que lo vio. Que fueron hasta Bv. San Juan,
luego hasta Cañada y finalmente se internaron en barrio Guemes u Observatorio
sin poder conseguir ni remis ni taxi, siendo detenidos por un móvil policial. Que
esta actitud que tomó su padre, tanto a él como a su hermano, totalmente lo
sorprendió y nunca se imaginaron que esta pelea que participó con su hermano,
iba a terminar de la forma que terminó. Que el dicente es conciente que hay
cuatro imputados por la muerte de Gauna, pero quiere decir que hay tres que no
tienen nada que ver, porque ni su primo Facundo, ni su hermano, ni el dicente ni
quisieron ni participaron ni colaboraron en la muerte de Gauna. Es conciente que
está mal haber intervenido en una pelea, pero no es responsable por la muerte de
Gauna. Que es todo cuanto tiene que declarar. A fs. 1310, si bien con el
manifiesto propósito de aclarar algunos puntos, en realidad presta declaración
modificando aspectos de su versión anterior. Así: Reiterando su negativa en el
homicidio que se le imputa, afirma en relación al primer momento del incidente,
que fue víctima de una patada propinada por parte de Saavedra. Que a raíz de ello
le agarró la pierna a Saavedra y lo tiró al piso. Que todo esto aconteció una vez
que Saavedra se encontraba apoyado en la pirca de la plaza. Reitera que Saavedra
lo arremete al declarante en primer término y que luego el declarante en una
actitud de defensa lo agarra de la pierna y lo tira al piso. Que luego de ello, el
declarante, junto con su hermano y a su padre, se retiraron del lugar, siendo la
única intervención que tuvo el declarante la relatada anteriormente. Que con
respecto al segundo momento del incidente, manifiesta que cuando ya se
retiraban y estando aproximadamente a unos quince o veinte metros del lugar del
incidente, pudo ver que su primo Facundo era víctima de una agresión por parte
de Saavedra, quien no solo le aplicó un golpe de puño en su rostro desde atrás,
sino que también le quitó la mochila que Facundo portaba en uno de sus
hombros. A raíz de ello, se volvieron por la calle Duarte Quirós el declarante, su
hermano y su padre a fin de auxiliar a su primo Facundo, volviendo su padre un
poco mas atrás del declarante y su hermano. Que entonces fue allí cuando Gauna
aparece con el palo en una de sus manos y lo agitaba para todos lados con
intención de agredirlos. Que en ese momento su hermano Fernando le tiró una
patada a Gauna, la cual éste eludió retrocediendo algunos pasos, por lo que el
declarante en uno o dos movimientos, no recuerda con exactitud, le arrebata el
palo y lo tira hacia la vereda. Que pudo ver, casi en forma simultánea, que su
padre, su hermano y su primo se encontraban con Saavedra y que su padre
forcejeaba con su primo. Que instantes después vio que Gauna nuevamente tomó
el palo que el declarante le había quitado y es allí cuando su padre les expresó al
declarante, a su hermano y a su primo que se quedaran allí. Que entonces observó
que su padre forcejeó con Gauna y en este forcejeo lo llevó aproximadamente
como siete metros para atrás, hasta la pirca de la plaza, lugar donde le apoyo el
brazo izquierdo en el cuello a Gauna, al tiempo que le expresó: “vos a mi hijo no
lo tocás”, para seguidamente insultarlo. Que todo esto lo pudo ver el declarante
aproximadamente a unos cinco metros, situación en la que veía la espalda de su
padre cuando, en el forcejeo, llevaba a Gauna para atrás hasta terminar en la
pirca. Que una vez allí, observó forcejeos e intercambio de golpes de puño entre
ambos, es decir entre su padre y Gauna, hasta que en un momento el padre del
declarante se separó unos metros y le dijo que se fueran. Que esto también se lo
expresó a su primo y a su hermano. Aclara que en ningún momento conocío que
su padre tuviera un arma de ningún tipo, ni que anduviera habitualmente con
arma alguna. Que tampoco el día del incidente vio arma alguna. Que tampoco
ningún familiar le comentó al declarante en ninguna ocasión que su padre llevara
armas de ningún tipo. Que en ningún momento su hermano, el declarante y su
primo tuvieron algún contacto físico con Gauna. También aclara que los
empleados municipales agredieron no solo al declarante, sino también a su padre,
a su hermano y a su primo. Que Saavedra agredió, no recuerda bien si a su padre
o a su primo, con el radio-handy que portaba. Que pudo ver que Arraigada
también tenía un palo en una de sus manos, al igual que Gauna como ya lo relató.
Por último, el declarante expresa que no tenía contacto con su padre desde el mes
de junio del año 2003. Fernando Martín Crivelli Posse a fs. 399, dijo: que
niega los hechos que se le atribuyen por ser falsos. Hace reserva de la denuncia
por falso testimonio y se abstiene de continuar declarando. A fs. 533, dijo: Que
niega el hecho que se le imputa con respecto al homicidio. Que el día cinco de
diciembre de dos mil tres, dado que el dicente cumpleaños el día anterior y
encontrándose en la casa de su abuela materna del barrio Colinas de Vélez
Sarsfield, recibió un llamado de su padre quien lo invitó a almorzar a la casa de
su abuela paterna, sita en calle Duarte Quirós 555. Que concurrió el dicente, su
hermano Felipe, su primo Facundo Ortiz y su padre. Que siendo alrededor de las
16:40 hs. salieron todos juntos en dirección al centro por Duarte Quirós. Que el
dicente y su primo Facundo iban adelante, unos cuatro o cinco metros de su
padre y de Felipe, caminando por la vereda de la manzana ubicada frente a la
Plaza de la Intendencia, cuando vieron, pasando Bolívar, una grúa municipal
ubicada delante de un Renault 19 azul. Vieron que un inspector de tránsito sacó
una llave, abrió la puerta, sacó unos papeles que estaban ubicados en la guantera,
se los guardó, sacó el freno de mano, la marcha y volvió a cerrar el auto, lo que
fue comentado entre ellos. Espontáneamente su padre les dijo: “choros”, de
manera jocosa, como que les llamó la atención que el zorro gris ingresara al auto
de un tercero, como se supone que son los autos que trasladan las grúas, no
propios, sino de terceros. Que el dicente iba vestido con una remera gris mangas
cortas, una bermuda azul oscura y zapatillas. Su primo Facundo, chomba color de
las gamas de los rojos o anaranjados, con jean. Felipe remera roja y jean oxidado
azul y su padre camisa Bordó, pantalón azul y llevaba un bolsito colgando,
ignorando si ahí adentro tenía otra prenda. Que ante ello, el inspector municipal
le dijo: “mas choro será tu madre”. Que ante ello el dicente y Facundo siguieron
caminando, pero el padre del dicente y su hermano se detuvieron. Desde ahí y
desde vereda a vereda empezaron a intercambiar palabras, recordando que el
padre le decía al inspector que “era un negro ordinario”, supongo porque había
hecho referencia a la madre del dicente que hacía poco había salido de una
operación. En un momento dado el inspector municipal le dice a su padre, o el
dicente entendió por la seña que hacía, como que se cruzara y que lo que tenía
que decirle se lo dijera en la cara. Ante lo cual, su padre cruzó con Felipe al lado
y comenzaron a discutir cara a cara, su padre y el inspector, es decir muy cerca
un rostro con el otro. El dicente decide volverse sobre sus pasos, quedándose
Facundo en la vereda. Todo esto pasando Bolívar. Antes que llegara el dicente al
lugar de la discusión, su padre dijo: “vámonos que éste no vale un peso”,
emprendiendo la retirada hacia Ayacucho. Que apenas se movieron en esa
dirección, el municipal hizo un gesto hacia el hermano del dicente, no sabe si
para pegarle o para tomarlo desde atrás, pero lo cierto es que el dicente le aplicó
un golpe de puño al individuo, pegándole con la mano derecha. Inmediatamente
se traban en lucha este inspector y su padre, sumándose su hermano y el dicente
de manera tal que entre los tres lo golpean a este inspector. En un momento dado
su hermano Felipe lo toma de una pierna y se la levanta con la finalidad de
hacerle perder el equilibrio y así lo hizo, muy cerca del cordón de la vereda,
porque la pelea de cierta manera se había acercado a ese sitio. Ahí el dicente le
aplica una patada que impacta en él a la altura del pecho, pero como se cubrió,
impactó en un brazo. Ahí el hombre se quejó y advirtió que se acercaba al lugar
un inspector municipal gordo con algo en la mano, pero, realmente no sabe y
nunca supo, si se trataba de un palo o de una herramienta. Que no sabe si ese
inspector ingresó o no a la pelea. Inmediatamente después aparece un tercer
inspector municipal con una cachiporra –entendiendo por tal un palo que saben
tener los policías que es negro y de goma- el dicente no sabe si lo usan los
inspectores municipales, pero lo tenían. Que ante esto y dado que este inspector
venía agitando dicho palo, a lo que se sumaba que el otro inspector estaba en el
suelo, vio que la cosa pasaba “de marrón oscuro a negro”, por lo que decidió
replegarse hacía Ayacucho, haciendo lo mismo su hermano Felipe y su padre.
Que habiéndose alejado alrededor de siete metros hacía Ayacucho, el dicente
advirtió que había entrado en escena Facundo, el cual se había acercado al primer
municipal, que el dicente luego se enteró que se llamaba Saavedra, el cual se
mostraba muy alterado, gritaba y con un palo en la mano lo agitaba y golpeaba el
piso. Cuando Facundo decide volver hacia donde estaban ellos, este inspector
desde atrás le saca la mochila que su primo tenía colgada al hombro, lo cual hace
que Facundo vuelva a quedar frente al mismo en el reclamo de devolución de la
misma. Ahí la gente que se había juntado le comienza a decir a Saavedra que le
devuelva la mochila, incluso Facundo le dice devolvémela que ya nos vamos,
ante lo cual el inspector la arroja al suelo a su lado y continúa muy exaltado
agitando el palo. Dado a que hasta ese momento el segundo inspector se acercaba
hacia el lugar decidieron regresar, en defensa de Facundo y se dirigen los tres
hacia quien, luego se enterarían que se llamaba Gauna, el cual se encontraba
sobre la vereda de la Plaza de la Intendencia, mirando hacia Ayacucho pero un
poco mas oblicuo hacia la derecha, al tiempo que agitaba con su mano derecha la
cachiporra con movimientos horizontales de izquierda a derecha y viceversa. Que
los tres se volvieron caminando a la misma altura, uno al lado del otro, de manera
perpendicular a la pirca de la vereda de la plaza, pero estando ya alrededor de un
metro y medio de Gauna, que seguía agitando la cachiporra de la manera
descripta, el padre del dicente apuró el paso, llegó primero al hombre y con su
mano derecha, portando en la misma un elemento cortante, que puede haber sido
un cuchillo o una sevillana, le asestó dos golpes rápidamente a la altura del
pecho hacia arriba. Que el dicente ni su hermano conocían que su padre portaba
dicho elemento, no habían hablado de él ni se lo había exhibido e ignora porqué
esta conducta del padre. Lo cierto es que cuando ellos, que venían caminando,
llegan a Gauna, ven que desde el cuello le empezó a brotar sangre. El hombre se
agarraba del cuello, habiendo soltado el instrumento que tenía en su mano
derecha. Esto no solamente lo sorprendió, sino que lo asustó e inmediatamente
emprendió la retirada hacia la calle Ayacucho. Que en ningún momento ni el
dicente ni su hermano lo tocaron a Gauna, aunque si estuvieron cerca, desde
donde vio que le salía sangre del cuello, incluso salía un chorro, razón por la cual
esa sangre lo salpicó. Quiere señalar también que tanto el dicente como Saavedra
habían perdido sangre en la gresca. El dicente de su muñeca derecha y Saavedra
de la boca o la nariz o de ambos órganos. Que cuando llegaron a Ayacucho el
padre le dijo a Felipe que se fuera con el dicente, tomando ellos por Ayacucho
hacia arriba, sin rumbo, queriendo huir del lugar, tan es así que tomaron primero
por Bv. San Juan, luego por Cañada, luego por San Luís, cree que después por
Arturo M. Bas, pero lo cierto es que la policía los detuvo a dos cuadras de
Tribunales II. Que la última vez que lo vio a su padre fue cuando le dijo a Felipe
que se fuera con él. Que el dicente estaba shockeado y no quería hablar con su
padre por lo que había hecho. Que el dicente quiere declarar que es inocente, que
si bien intervino en una pelea, nunca pasó por su cabeza matar a un padre de
familia. Que es una persona sana, hace deportes, hace vida familiar y nunca
pensó que esa pelea iba a terminar como terminó. Que ni el ni su hermano son
responsables de la muerte de Gauna. Que estando detenidos, le escribió a la
madre y le dijo que no tenía nada que ver con esto. Que en todo el tramo de la
pelea, si bien golpeó a Saavedra, a Gauna nunca lo tocó ni lo agarró ni lo rodeó
ni lo hirió. Que entre él y Gauna no hubo ningún contacto físico. Que es todo
cuanto tiene que declarar. A fs. 1316, lo mismo que su hermano, pretendiendo
realizar algunas aclaraciones, en realidad modifica aspectos de su versión
anterior, no obstante la expresa mención de ratificarla. Así, dijo: Que cuando se
retiraban del lugar por la vereda de la calle Duarte Quirós, su padre, su hermano
y el declarante advirtieron, desde unos veinte metros aproximadamente desde
donde se encontraban ya retirándose, que su primo Facundo fue agredido por
Saavedra y que, al mismo tiempo, le había quitado la mochila. Al ver esto,
decidieron los tres volver a fin de buscar a su primo, en un primer instante por la
vereda unos metros y luego por la calle. Que cuando estaban llegando al lugar
donde estaban su primo y Saavedra, es decir en la calle, aparece Gauna con un
palo en una de sus manos y en clara actitud agresiva lo esgrimía en contra suya y
de su hermano, por lo que el declarante y su hermano adoptaron una postura
defensiva como “midiéndose”. A raíz de ello, el declarante le tiró una patada que
Gauna esquivó haciéndose para atrás algunos pasos. Que en ese momento su
hermano Felipe le agarró el palo a Gauna y luego de un breve forcejeo, se lo
pudo quitar para seguidamente arrojarlo a la vereda. Luego de ello, el declarante
se dirigió hacia la calle, donde se encontraban Saavedra y su primo, quien quería
recuperar la mochila. Que toda la gente que se encontraba allí le gritaba a
Saavedra que le devolviera la mochila porque los chicos se quieren ir e inclusive
el declarante pudo escuchar que Arraigada le gritaba a Saavedra que le
devolvi era la mochila. Que en esas circunstancias, vio a su padre caminar por
detrás suyo a paso firme, observando a la vez que su primo Facundo lo agarraba
del brazo, diciéndole que se retiraran. Que su padre zafó de su primo al tiempo
que les expresó: “quédense acá” y con paso firme se dirigió hacia donde estaba
Gauna, quien ya munido nuevamente del palo se acercaba con intenciones de
agredir al declarante. Así las cosas, su padre y Gauna se trabaron en lucha, previo
a que su padre le dijera a Gauna “vos a mi hijo no lo tocas, hijo de puta”,
logrando con este forcejeo que Gauna retrocediera hacia la pirca, lugar donde
prosiguieron ya peleando pudiendo observar que su padre le pegaba un golpe de
puño a Gauna, mas precisamente en la quijada, no advirtiendo nada más ya que
se encontraba atento a lo que hacia Saavedra que inclusive, antes de que Facundo
tomara del brazo a su padre, con un palo de escoba cortado que portaba le pegó
en una de sus muñecas al declarante, en momentos en que intentaba alzar la
mochila de Facundo del piso. Que inclusive este golpe de Saavedra lo lesionó al
declarante, saliendo sangre de la herida. Que luego de unos breves instantes, su
padre les gritó al declarante, a su hermano y a su primo, “vamos” por lo que el
declarante se retiró. Aclara que en ningún momento conocía que su padre portara
en forma habitual arma de ningún tipo. Que tampoco sus familiares u otras
personas en ningún momento le dijeron que su padre tuviera o portara armas.
Que tampoco su hermana en ningún momento le expresó al go en ese sentido.
Que con su padre, aproximadamente hacía seis meses que no tenía contacto. Que
inclusive el día del incidente, el dicente cumplía años por lo que nunca imaginó
que todo terminaría de esta manera. Posteriormente, ya durante el transcurso de
la recepción de la prueba y luego de la declaración del Comisario Nicolás
Ricardo Díaz, solicitó declarar y dijo: Que cuando fue detenido por la policía
tenía una herida sangrante en su muñeca izquierda, producida por Saavedra
cuando lo golpeó con el palo de escoba. Los policías al controlarlo, le pidieron
documentos y al advertir su lesión lo detienen. En el patrullero se limpiaba dicha
lesión con la lengua y fue visto por el Comisario, quien le dijo a otro policía que
el dicente se estaba mordiendo y por ello lo esposan para atrás. Que, además de
esta lesión tenía golpes en la espalda y los médicos, en su informe, no hicieron
constar ninguna de tales lesiones. 3.- La prueba del debate acreditó con certeza la
muerte de Benjamín Patricio Gauna (ver acta de defunción de fs. 336), cuya
causa eficiente, conforme la autopsia de fs. 135 y su ampliación de fs. 453, fue
herida de arma blanca en tórax y, además, lesiones múltiples a Carlos Alejandro
Saavedra, las que según el informe médico de fs. 461 no pusieron en peligro su
vida y, salvo complicación, lo inhabilitaron para el trabajo por el término de
cinco días. Veamos, entonces, como ocurrieron según los elementos producidos
por el debate tan lamentables incidentes. Adelanto que fueron causados en una
vulgar gresca callejera, impropia de quienes fueron sus protagonistas, los que en
razón de su condición social, educación y calidad funcional debieron tener otro
comportamiento. Adelanto, también, que la prueba no fue absolutamente conteste
–tal como se advierte de las constancias de la reconstrucción de los hechos (actas
de fs. 449 y 463, fotografías de fs. 469/515 y planimetría de fs. 584/592)-, pues la
versión de los testigos estuvo en directa relación con la rápida dinámica de los
hechos, el tramo del suceso que vieron y del lugar desde donde lo observaron.
Sentado lo precedente, entremos en la consideración de la prueba. Ya vimos la
postura asumida por uno de los grupos intervinientes, veamos, ahora, cual es la
de los funcionarios municipales, lamentablemente constituido en el otro. Su
presencia en el lugar se debió a que, la también inspectora de tránsito, Silvia
Alicia del Valle Olmedo (fs. 113), ese día de franco, como consecuencia de un
problema mecánico del automóvil Renault 19, dominio SON-352, propiedad de
su hermana, en el que se conducía, solicitó a su jefe, Rene Rodríguez, que lo
sacaran de donde lo había dejado estacionado porque se trataba de un lugar
reservado. Rodríguez ordenó a un operador de radio que mandara una grúa.
Olmedo no solamente formuló este pedido, sino que ante la posibilidad de que
hubiera dejado el freno de mano puesto, le pidió a su compañero, el inspector de
tránsito motorista Carlos Alejandro Saavedra, que llevara las llaves al lugar.
Saavedra no coincidió en esto con Olmedo, pues en el debate aseguró que quien
le dio las llaves y le pidió como un favor que fuera hasta Duarte Quirós, detrás de
la Plaza de la Intendencia fue el encargado de la flota automotor, Antonio
Guzmán. Lo cierto que como consecuencia de estos favores, convergieron al
lugar –Duarte Quirós entre Bolívar y Ayacucho- el camión grúa, interno 1140
cuya dotación la integraban los inspectores Benjamín Patricio Gauna y Alejandro
Néstor Arraigada y Carlos Alejandro Saavedra, a bordo de una motocicleta,
también propiedad de la Municipalidad de Córdoba. Continuando Saavedra con
su versión en el debate, dijo que cuando llegó al sitio indicado ya estaban sus
compañeros allí y estacionando la motocicleta detrás del R19, con la llave que le
facilitaron abrió la puerta del conductor y sin ingresar al vehículo quitó el freno
de mano, mientras Gauna maniobraba la grúa para engancharlo y retirarlo del
lugar. Que habiéndose quitado el casco, el que colocó sobre el asiento de la
motocicleta, sintió que los insultaban, diciéndoles: “hijos de puta, culiados,
ladrones”, advirtiendo que se trataba de cuatro individuos que pasaban por el
frente, por la vereda sur de Duarte Quirós. Que eran los insultos habituales de la
gente cuando realizan procedimientos. En esta ocasión, dijo, contestó con
epítetos. Agregando que no es su función, pero no se podía dejar insultar
gratuitamente. Costó que recordara cuales habían sido esos epítetos, pero
finalmente haciendo memoria, dijo que fueron, también, insultos tales como:
“que se meten”, “vagos”, “vayan a trabajar, culiados”, “seguramente a vos te
hicieron en la Fiat”. Que ante ello el grupo cruzó la calle y se dirigió hacia el
dicente y el mayor, señalando en la sala a Felipe Virgilio Crivelli, le dijo: “ahora
te vamos a enseñar, hijo de puta”, recibiendo un primer golpe en el pómulo
derecho, por parte de uno de los menores, que vestía remera clara, señalando en
la sala a Fernando Crivelli. Luego los cuatro, que lo habían rodeado, le siguieron
pegando patadas y trompadas, haciéndolo retroceder hasta que cae acostado en el
cantero de la Plaza de la Intendencia. En ese momento sintió que Benjamín
Gauna gritó: “dejenló abusos, dejenló”. No obstante entre los cuatro lo alzaron de
donde se encontraba y lo lanzaron hacia la calle, quedando sentado de frente a la
plaza. Que en esa posición advirtió que Gauna, dándole la espalda y con el palo
que usan para controlar las cubiertas en la mano, se había interpuesto entre el
dicente y sus agresores que para entonces eran tres, el mayor, el de remera clara y
el de remera oscura, habiendo perdido de vista al de remera roja. Que en ese
momento el grupo solo retrocedió, pues aclaró que nunca se fueron, uno o dos
metros caminando hacia atrás, para seguidamente el de remera clara que era el
que se encontraba más a la derecha de Gauna, saltó hacia él, lo tomó y lo tiró en
dirección al cantero y al caer lo mantuvo aprisionado por el brazo derecho en esa
posición, mientras los otros dos comenzaron a aplicarle distintos golpes de puño,
perdiendo en la ocasión Gauna el palo que portaba en su mano derecha. En ese
instante escuchó que su compañero alcanzó a decir “¡Ay!, Pope, ¡Ay!”, llamando
a Arraigada, a quien dicen “Popeye”. Seguidamente el sujeto mayor, dijo:
“vamos, vamos” y los tres salieron caminando tranquilamente por la vereda de la
plaza, hacia Ayacucho, perdiéndolos de vista. Que en esa oportunidad, el dicente
se incorporó y vio que el de remera roja pasaba a su lado en la misma dirección
que los otros del grupo y como llevaba una mochila negra, se la quitó diciéndole
“con esto te vamos a identificar, hijo de puta”. Que Arraigada intervino y le dijo:
“no armes mas quilombo, devolvele la mochila”. Ante ello el dicente la arrojó al
suelo. Cuando este individuo se alejó, observó que Gauna estaba sentado en la
vereda de la plaza con la espalda apoyada en la pared del cantero y le salía un
chorro de sangre de la parte derecha del cuello que manchaba su camisa. El
dicente rápidamente se sacó la suya y se la colocó como compresa para evitar la
hemorragia y le gritó a Arraigada “Popeye apuñalaron al Benja”, entregándole la
radio para que llamara a la central y comunicara lo sucedido. Que luego se
presentaron una ambulancia de Ecco y otra del 107 y ambos fueron trasladados al
Sanatorio Mayo, donde el declarante quedó internado. Muy otra, como se verá,
fue la versión de Alejandro Néstor Arraigada en orden a la secuencia del
suceso y a la intervención de los imputados. Así, dijo que cuando se encontraba
como acompañante del camión grúa, interno 1140, conducido por Benjamín
Patricio Gauna les fue ordenado por el operador de radio que fueran a buscar el
automóvil de su compañera, la inspectora Alicia Olmedo, que se había roto y
estaba estacionado en calle Duarte Quirós, entre Bolívar y Ayacucho. Que en el
lugar estaba solamente el vehículo, pero enseguida llegó Saavedra trayendo las
llaves y procedió a abrir el automóvil para quitarle la marcha y el freno de mano,
luego de lo cual, lo volvió a cerrar. En esas circunstancias vio que caminaban por
la vereda de enfrente cuatro sujetos, tres jóvenes y uno mayor, señalando en la
sala a los acusados, quienes comenzaron a insultarlos, se trataba de insultos
comunes que la gente dice cuando ve la grúa: “cagadores, hijos de puta, choros”.
No sabe, por el ruido del motor de la grúa, si Saavedra respondió a dichos
insultos, pero vió que estas personas cruzaron la calle y dirigiéndose a Saavedra
comenzaron a discutir, para luego golpearlo, mientras su compañero se defendía,
apoyado en la puerta trasera del Renault 19. Ante ello advirtió a su compañero
Gauna que había lío y dirigiéndose a la caja del camión tomó un taco de madera
con el que se traban las ruedas y cuando se dirigía al lugar de la pelea, uno del
grupo –señalando a Ortiz- le dijo: “no te metas, no te metas, no hagas mas
quilombo que ya nos vamos”. Que el dicente le dijo: “hace algo vos, no ves como
le están pegando”. Que el muchacho le reiteró: “ya nos vamos”. Advertido que
en sus declaraciones incorporadas de fs. 19, 41, 432 había atribuido a Ortiz otra
actitud, dijo que lo que ahora manifestaba era lo que recordaba había sucedido.
Expresamente reiteró que este muchacho no intervino en la agresión a Saavedra.
Que la pelea continuaba, ahora cerca de la pirca del cantero de la plaza, donde los
tres sujetos restantes le pegaban a Saavedra. En tales circunstancias uno de ellos,
el de remera gris, tomó a su compañero de una pierna y lo tiró hacia la calle,
donde la pelea continuó. En ese instante escuchó que Gauna gritaba: “abusos,
dejen de pegarle” y se metió en el centro de la pelea. A los pocos segundos se
terminó el intercambio de golpes y los tres agresores se retiran hacia el lado de
Ayacucho. Gauna se quedó parado en la vereda diciéndoles “caraduras, son
abusadores”. Saavedra se dirigió hacia la motocicleta y al comprobar que el
muchacho que estuvo con el dicente no se había retirado, seguramente porque no
había advertido que sus compañeros se iban, lo empujó o le pegó una trompada,
lo que motivó que la mochila que llevaba al hombro se le cayera. Saavedra tomó
la mochila y el dicente le dijo: “devolvésela, así se va” y éste le contestó: “No, yo
quiero saber quien es”, pensando que dentro de la mochila podría encontrar como
identificarlo. Que el dicente insistió llegando a decirle que este muchacho no
había participado de la pelea, diciéndole Saavedra es igual que los otros.
Mientras el joven también reclamaba la mochila, el resto del grupo, que se había
alejado hacia Ayacucho aproximadamente unos 20 metros, regresó y se
acercaron a Gauna, quien se encontraba en la vereda de la plaza y rodeándolo
continuó la pelea. Aclaró que se trató de una discusión, de un incidente verbal
con insultos que el declarante veía por sobre el techo del Renault 19 y desde
aproximadamente unos tres metros. Por su parte Saavedra le había devuelto la
mochila al joven, quien comenzó a retirarse hacia Ayacucho. En tales
circunstancias y sin que el dicente hubiera visto que los jóvenes alcanzaran a
pegar a Gauna, el mayor se adelantó y con un movimiento rápido le aplicó a su
compañero un golpe en el cuello con su mano derecha. Inmediatamente Gauna
gritó y se desmoronó al suelo, donde quedó de rodillas tomándose el cuello,
mientras el grupo agresor se retiraba hacia Ayacucho. Que rápidamente,
Saavedra se acercó a donde estaba caído Gauna y dijo: “lo cortaron, lo cortaron,
llama a la ambulancia”. Ante ello el dicente, también se acercó a Gauna y vió que
efectívamente le salía sangre del cuello, le brotaba sangre entre los dedos ya que
se tomaba el cuello con las manos. Que fue a la cabina del camión y llamó por la
frecuencia a la base comunicando la novedad. Posteriormente una ambulancia de
Ecco asistió a Gauna, trasladándolo al Sanatorio Mayo. Saavedra, que también
resultó lesionado, fue trasladado al mismo nosocomio. De la transcripción de la
versión de ambos funcionarios, se advierten, como se adelantó, claras diferencias
no solo en el relato sobre la continuidad de los hechos sino también, y
fundamentalmente, sobre la intervención en los mismos de los acusados Ortiz y
los hermanos Crivelli Posse. Entiendo que mayor crédito merece Arraigada, no
solo por su objetividad, habida cuenta que se mantuvo al margen de la gresca, lo
que no puede decirse de Saavedra, quién por una inexplicable ocasional
intemperancia contribuyó a la misma; sino, además, porque recibió, en lo
fundamental, la corroboración de la mayoría de los testigos independientes que
presenciaron los hechos. Volviendo sobre Saavedra, digo inexplicable ocasional
intemperancia porque si los insultos que padeció en esta ocasión fueron -según
sus dichos- los de Arraigada y los de Olmedo, de los que habitualmente reciben
de la gente cuando realizan procedimientos, no tiene explicación su falta de
templanza en esta oportunidad y menos aún su conducta totalmente al margen de
lo que prescribe la ordenanza 7244, siendo –como lo es- un experimentado
funcionario con 17 años de desempeño en la policía de tránsito. Como se dijo, los
testigos observaron los hechos de distintos lugares. Quienes estuvieron al mismo
nivel que los contendores fueron Federico Sammartino, Ramiro Augusto Soler y
José Alejandro Gutiérrez, que trabajan en un local comercial de elementos de
computación, sito en Duarte Quirós Nº457 y Maximiliano López, quién dijo
encontrarse circunstancialmente en el lugar. Sammartino permaneció dentro del
local pues estaba sólo y atendiendo a un cliente. Desde allí pudo ver a tres
muchachos que insultaban a un inspector municipal, quien respondió a los
insultos. Que luego estos tres, que eran bien grandotes, cruzaron la calle y
rodeando al inspector empezaron a pegarle golpes de puño y, cuando cayó al
suelo, con patadas. Que en tales circunstancias llegaron tres inspectores. Uno se
introdujo en la gresca, produciéndose un intercambio de golpes entre los tres
muchachos y los dos inspectores, mientras los otros dos, uno portaba un palo y
otro un taco, ambos de madera. El del palo quiso golpear a uno de los muchachos
con dicho elemento, pero éste se lo quitó. Allí el incidente cesó, pero un
inspector le retuvo una mochila a uno de los muchachos, mientras que uno de los
agresores, de camisa gris y pantalón oscuro, empezó a golpear al inspector que
después falleció, llevándolo a los golpes hasta la pirca de la Plaza de la
Intendencia, donde le envolvió el cuello con su brazo derecho, mientras le
aplicaba golpes con su puño izquierdo en distintas partes del cuerpo. Luego de
varios golpes, el agresor salió en dirección a la calle Ayacucho y el inspector se
apoyó con su brazo derecho en un árbol, viendo el dicente que salía de su cuello
un chorro de sangre de manera intermitente. Otro inspector comenzó a decir “lo
hirieron o lo apuñalaron” por lo que el dicente llamó al 107. Agregó a preguntas
que se le formularon que en la acción en la cual terminó herido el inspector
municipal únicamente intervino el de gris. Soler dijo que oyó voces e
inmediatamente salió a la vereda y vió que tres muchachos cruzan la calle y
agreden de manera conjunta a un inspector municipal que había llegado al lugar
en una motocicleta. Tras la golpiza, entran en escena dos inspectores municipales
mas, ambos munidos con palos. El que luego resultó herido ingresó a la gresca
blandiendo el palo, mientras que el otro, fue el que menos intervino. Que cuando
eso ocurrió, los muchachos retroceden unos metros hacia Ayacucho, pero luego
enfrentan a los inspectores y les quitan los palos, intercambiando golpes,
interviniendo en ese momento varias personas que los separan. Entonces los
muchachos tiran los palos al suelo y se retiran hacia Ayacucho. En esas
circunstancias el inspector de la moto fue por detrás de uno de los chicos que
caminaba por la calle, le pegó una trompada en la nuca y le quitó la mochila. Este
muchacho regresó sobre sus pasos y de buena manera le pidió al inspector que le
devolviera la mochila. Lo mismo hizo el inspector que menos intervino en la
pelea, quien dijo: “cortala, devolvésela”. Ante ello, el de la moto se la devolvió.
Luego de esto, vio por la vereda de la plaza a tres individuos, entre los que había
uno que no había visto antes, que se acercaron al inspector que resultó herido y lo
rodearon. Que uno de ellos, señalando a Felipe Virgilio Crivelli, tomó al
inspector por el cuello, cerrando el brazo derecho sobre su garganta y allí el
inspector gritó y se tomó el cuello con gesto de dolor. Dijo, además, que no
recordaba si, mientras esto sucedía, los otros dos muchachos golpeaban, también,
al inspector. Que cuando éste se quitó la mano del cuello, vio que de allí le
brotaba sangre. Que los muchachos huyeron, dos por la vereda y dos por la calle
en dirección a Ayacucho. En ese momento el inspector de la moto empezó a
gritar advirtiendo que a su compañero lo habían herido y sacándose la camisa se
la colocó en el cuello. Diez minutos después llego una ambulancia y trasladaron
al herido. Gutiérrez, dijo que, de los tres, fue el que menos vio lo ocurrido
porque se encontraba trabajando en el taller ubicado al fondo del negocio. Que
escuchó gritos y pensando que podían ser bromas de sus compañeros o algún
incidente adelante, en el lugar de atención a los clientes, se dirigió al sector. Al
salir por el garage, vio mucha gente reunida en la Plaza de la Intendencia y a una
persona de barba candado, vestido con uniforme de inspector municipal, que le
arrebató una mochila a un muchacho de remera color salmón que en ese
momento iba caminando hacia la cañada. Ante ello, éste de buenas maneras le
pidió que se la devolviera, pero el inspector no quería hacerlo. Que en ese
momento intervino otro inspector municipal, quien le dijo al que tenía la mochila
que la volviera, lo que éste hizo. En ese momento apareció un sujeto que
tomando del cuello al inspector que había aconsejado la devolución de la
mochila, comenzó a golpearlo hasta que el mismo se desplomó. Incorporadas sus
declaraciones anteriores de fs. 82 y 385, fueron leídas sus partes pertinentes de
las que surge que el testigo dijo que fueron dos sujetos, uno de chomba roja,
quien lo sujetó del cuello con una mano, mientras que con la otra le asestaba
golpes de puño en el cuerpo, apareciendo luego otro, vestido con una remera
clara y pantalón largo, quien le pegó dos o tres golpes al inspector que era
sujetado por el de rojo. Que en ese instante el inspector que había retenido la
mochila se acercó a su compañero, quien estaba sentado en la vereda de la plaza
apoyando su espalda en la pirca, tomándose el lado izquierdo del cuello y le
retiró la mano del sector, comenzando a gritar que lo había apuñalado. En ese
instante el dicente vio que del cuello de ese inspector brotaba sangre. Ante estas
lecturas, Gutiérrez dijo recordar que las cosas ocurrieron como están en sus
declaraciones. En esas declaraciones, también afirmó que desde su perspectiva no
parecía que entre el de rojo y el de gris estuvieran de acuerdo en golpear al
inspector de manera conjunta, pues mientras el de rojo tomaba al inspector de la
ropa a la altura del pecho, “irrumpió” el de gris, le aplicó los golpes mencionados
y se retiró del lugar. En el debate, por último, dijo que él no vio algo inmóvil, que
era un forcejeo, ya que el de rojo forcejeaba con el inspector y eso tenía
movilidad. También y a nivel de la vereda, habría presenciado los hechos, por lo
menos así lo dijo en la audiencia, Maximiliano López. Voy a prescindir de su
testimonio y por varias razones. En primer lugar, porque se trata de un
condenado por múltiples hechos de estafa (ver protocolo de sentencias Excma.
Cámara Décima del Crimen, Sec. 19, año 2005, Sent. 22/3/05); en segundo lugar,
por su ingreso al proceso de forma llamativamente sospechosa (ver certificado de
fs. 633); en tercer lugar, porque estuvo detenido, según sus dichos, entre octubre
de 2004 y marzo de 2005, en el módulo MD1, coincidiendo en el tiempo y en el
lugar con el alojamiento de Felipe Crivelli Posse; en cuarto lugar, porque explicó
su presencia en el lugar de los hechos debido a que concurrió al estudio del Dr.
Héctor Guillermo Vélez sito en Duarte Quirós 447, pero ni el Dr. Vélez (fs.
1303) ni su secretaría, Andrea Alejandra Cechel (fs.1329) saben de que hubiese
estado allí, ni está registrado pedido de entrevista o consulta a su nombre; en
quinto lugar, y por último, porque si bien dijo que concurrió a dicho estudio para
cumplir con un pedido de un abogado de la ciudad de Río III, no supo dar
ninguna explicación sobre cual era la gestión que le encomendaron. Tales las
razones de su exclusión. Otros testigos vieron los hechos cuando pasaban
circunstancialmente por el lugar en automotores. Tal el caso del martillero
judicial Aldo Daniel Lyardet y del empleado del Juzgado de Conciliación de 4ta.
Nominación y Oficial de Justicia Ad Hoc, Daniel Eduardo Blanco. Lyardet dijo
que cuando circulaba en su automóvil Peugeot 405, dominio AFK-822 por calle
Duarte Quirós, al trasponer la calle Ayacucho debió detener la marcha debido a
que en parte de la calzada se producía una gresca protagonizada por un grupo
integrado por dos inspectores municipales, que estaban de uniforme, uno de los
cuales repelía a golpes de puño la agresión producida por cuatro sujetos, quienes
no actuaban simultáneamente, pero si recibía golpes de puño y puntapié de los
cuatro, mientras el otro inspector intentaba separarlos. No escuchó ningún
insulto, pero si voces que decían “basta, basta”. En un momento los cuatro
agresores se separan de los inspectores y se apartan unos diez metros. Que esto lo
vio desde una distancia de cinco metros, lugar donde debió detener su rodado, el
que luego corrió hacia atrás por temor de que fuera dañado. Que los agresores
quedaron a su derecha y aproximadamente a la altura del baúl de su vehículo. En
esas circunstancias, uno de ellos a quien vio de espalda, pero le dio la impresión
que era mayor que los otros y tenia puesta una camisa bordó o borra vino y
pantalón oscuro de vestir, regresó hacia los inspectores, levantó del suelo un palo
de madera y le aplicó con el mismo varios golpes al inspector que se encontraba
sentado en una verja ubicada al costado de la plaza. Los golpes fueron de la
cintura para arriba, específicamente en la cabeza, mientras el inspector se cubría
con sus brazos. Inmediatamente después el agresor soltó el palo y con la misma
mano, la derecha, le aplicó un golpe de puño en la parte baja del cuello,
comenzándole a brotar sangre al inspector de esa zona, sin poder ver con que
instrumento le produjo dicha lesión. Que tanto la agresión con el palo como la
que generó la herida, fue una conducta individual de este agresor, ya que el resto
del grupo permaneció a la altura del baúl del vehículo. Cree haber escuchado, no
sabe si de todos o de alguno de ellos, que decía: “vamos, vamos”, tras lo cual el
agresor se unió al resto del grupo y todos se fueron hacia Ayacucho. Blanco
causó una triste impresión, pues se trata de un funcionario judicial. Fueron tantas
sus contradicciones, no solo en su propio testimonio, sino también con respecto a
los dichos de las personas con las que se conducía en el mismo vehículo, que
pareció que no había presenciado lo que relataba y estaba inventando o
transmitiendo lo que había escuchado de terceras personas. De cualquier manera
incurrió en falso testimonio y deben remitirse sus antecedentes al señor Fiscal de
Instrucción (art. 152 CPP). Así en el debate dijo que conocía al señor Crivelli, en
referencia a Felipe Virgilio Crivelli, por haberlo visto en el kiosco de su hermano
sito frente a tribunales. Seguidamente refirió que regresaban de hacer un
procedimiento en la camioneta que conducía Eric Linera, a quien acompañaban,
en la cabina, Ricardo Ferreira, sentado al medio y el dicente del lado de puerta
derecha. En la caja Víctor Ricardo Oliva y su hijo Cesar Ricardo Oliva. Que
luego de ingresar por la Cañada a Duarte Quirós y habiendo traspuesto la salida
de la playa subterránea de la Plaza de la Intendencia, vio que a mitad de la cuadra
había un tumulto. Que por ello disminuyeron la velocidad casi a paso de hombre,
hasta que debieron detener el rodado por el semáforo de la calle Bolívar. Que
mientras circulaban en esas condiciones vio que Crivelli y dos personas más
jóvenes golpeaban, entre los tres, a un inspector municipal de contextura física
más chica, por lo que le pareció una gresca desigual. Que al detenerse la
camioneta decidió bajar para separar a los contendores, pero no pudo hacerlo por
que en ese momento Crivelli le asestó al inspector, quien estaba parado en la
vereda de la plaza mirando hacia Ayacucho, dos golpes al cuerpo, el primero en
el cuello y el segundo en el pecho, con un arma blanca al parecer una sevillana.
Crivelli estaba de frente al inspector, mirando hacia Bolívar y al costado derecho
del inspector, había una de las personas jóvenes que había intervenido en la
gresca, del otro lado no recordaba si estaba el otro joven. Tampoco recordó que
el inspector fuera tomado por estas personas jóvenes de los brazos. Que estuvo
en el lugar 3 o 4 minutos y luego se dirigió a tribunales, reuniéndose en la puerta
de Duarte Quirós con el resto de los ocupantes de la camioneta. Dijo, también,
que al inspector lesionado no lo conocía, no lo había visto nunca. Durante su
declaración y a medida que las partes le destacaban las contradicciones con sus
declaraciones anteriores, se sintió mal, como descompuesto, razón por la cual se
pasó a cuarto intermedio para permitir que el testigo fuera asistido por el señor
Médico Forense. Reanudado el debate se insistió en precisar sus contradicciones.
Así: a) en sus declaraciones anteriores había dicho que no descendió en ningún
momento de la camioneta; b) que conocía de vista al inspector de tránsito c) que
los sujetos jóvenes tomaban cada uno de los brazos al inspector, por lo cual éste
quedó inmovilizado y d) que no conocía a la persona mayor que asestó los
golpes, ya que nunca la había visto antes. El testigo no dio ninguna explicación al
respecto. Pero allí no pararon sus falsedades. Las personas que se conducían en el
mismo vehículo Ricardo Cirilo Ferreira y Cesar Ricardo Oliva, en el debate,
y Eric Eugenio Linera (fs. 186) y Víctor Ricardo Oliva (fs. 184), confirmaron
que Blanco iba con ellos en el vehículo, pero lo desmintieron en su afirmación de
que bajó en la Plaza de la Intendencia, ya que, aseguraron, lo hizo en el bar “El
Foro”. Dijeron haber visto gente reunida en calle Duarte Quirós antes de llegar a
Bolívar, pero no corridas ni golpes ni pelea alguna. César Ricardo Oliva y
Ferreira dijeron en la audiencia que creyeron que se trataba de un accidente y
cuando pararon en el bar “El Foro”, escucharon comentarios que le habían
pegado a un inspector municipal. Este comentario también lo refieren Víctor
Ricardo Oliva y Linera en sus declaraciones incorporadas. Por todo ello es que
propugno la remisión, anunciada precedentemente, de estas declaraciones al
señor Fiscal de Instrucción. Otros testigos, por último, vieron los hechos desde
los edificios ubicados en la vereda sur de calle Duarte Quirós. Ellos son el Dr.
Hugo Remo Gatani y la Dra. Andrea Fabiana Herrera, quienes declararon en la
sala y la licenciada Florencia Aurora Menseguez, su hija Virginia Florencia
Rivilli y la amiga de ésta Laura Andrea Trento, cuyas declaraciones se
incorporaron por su lectura. El Dr. Gatani dijo que tiene su estudio jurídico en
Duarte Quirós 447 y su despacho en el primer piso, hacia la calle. Que el dicente
estaba trabajando en su computadora, ubicada contra la pared que da a la Plaza
de la Intendencia y a la derecha de una puerta ventana, cuando sintió unos gritos.
Que ante ello y sin salir al balcón, inclinando su cuerpo hacia la ventana, corrió
la cortina, pudiendo observar a una persona de entre 25 y 30 años que se
encontraba al frente del dicente apoyado contra la pirca de la plaza con una
mochila enganchada en uno de sus brazos, teniendo alrededor suyo y frente a él,
es decir de espaldas al dicente a tres jóvenes. El primero, que después supo era
inspector municipal, estaba en actitud defensiva, pues estaba siendo agredido por
los jóvenes, quienes no lo hacían de manera conjunta, sino alternada, ya que uno
le pegaba y se retiraba, luego le pegaba otro y se retiraba, dándole lugar al
siguiente. Que en determinado momento uno de los muchachos lo tomó y lo
lanzó por el aire, cayendo pesadamente sobre el piso. Luego de ello, otro
inspector, calvo, que después supo era Gauna, con un palo en la mano se
interpuso entre su compañero y los agresores, quedando en frente a estos y al
dicente pues miraba hacia su estudio. Para entonces los jóvenes eran dos, pues el
tercero desapareció de su vista. También desapareció de su vista el inspector
agredido, advirtiendo que Gauna estaba apoyado en la pirca con el palo en la
mano. Seguidamente hubo un intercambio confuso de golpes, no recordando si
Gauna uso el palo, pero si le llamó la atención que los dos agresores utilizaban la
misma metodología anterior, pues se turnaban para golpearlo, aunque con mayor
intervalo, al punto que entre golpe y golpe el dicente pensaba que la pelea había
terminado, pero luego venía un nuevo golpe. En un momento dado entra en
escena un tercer sujeto que venía por la vereda y muy pegado a la pirca,
caminando de derecha a izquierda. Que este sujeto apareció en forma sorpresiva
y con un movimiento rápido le aplicó, con su mano derecha, un golpe a Gauna en
la parte izquierda de su rostro o cuello y se retiró, también, rápidamente. Que
apenas se retiró este sujeto, del cuello del inspector empezó a fluir sangre y a la
vez, fue como que el mismo se aflojó, ya que se agachó o se le doblaron las
rodillas. Que allí se dio cuenta que no había sido un golpe de puño, sino que esa
persona portaba en su mano derecha un elemento punzante. Seguidamente
escuchó un grito “me apuñalaron” o “lo apuñalaron”, ignorando si eso lo dijo
Gauna, el otro inspector u otra persona. Lo cierto es que a partir de ese momento
Gauna termina sentado en el suelo contra la pirca y el dicente perdió contacto con
la escena pues de dirigió al teléfono y llamó al 101 y al 107. La Dra. Herrera vio
los hechos desde su domicilio ubicado en el Dpto. “A” del 4to. piso del edificio
sito en Duarte Quirós 461. Dijo que escuchó gritos y se asomó por la ventana de
su habitación, viendo que por la vereda de la Plaza de la Intendencia y justo
frente a su edificio caminaban desde Bolívar hacia Ayacucho tres sujetos
jóvenes, dos altos y uno más petizo, quien tenía colgada en su espalda una
mochila negra, al parecer de cuero. También vio una grúa municipal y detrás de
ella un automóvil de color oscuro. Que junto a dichos vehículos y sobre la calle
había tres inspectores municipales. Que los gritos que escuchó eran insultos entre
ambos grupos, los que continuaban, sin saber la declarante su origen, ni, si antes
que se asomara, hubo algún incidente entre ellos. Mientras los jóvenes
caminaban, uno, el de la mochila se bajó de la vereda a la calle, pero seguía
caminando al lado de los otros, mientras alguno dijo “vamos, vamos, dejalo”. En
ese momento uno de los municipales se acercó por la espalda al de la mochila y
le pegó un “trompadón”, pues se notó que fue muy fuerte, en la cabeza. Que el
chico indignado se sacó la mochila y la dejó en el piso, tomándola el mismo
municipal. Que allí regresan los amigos del chico y metiéndose, también, los dos
municipales restantes, comenzó un intercambio de golpes entre ellos y en pareja.
Se formaron tres grupos que peleaban entre sí. A la izquierda de su visión el
municipal que le quitó la mochila, con el chico que la tenía; luego una pareja que
se agredía mutuamente y finalmente una tercera pareja en la que estaba un
municipal pelado que tenía un palo negro en su mano derecha, la que mientras
peleaban la perdió de vista tapada por la copa de los árboles situados sobre la
vereda de la plaza. Que enseguida, porque todo fue muy rápido, vio que apareció
nuevamente ante su vista de abajo del árbol, el municipal pelado que venía
tomándose el cuello de donde le salía sangre, mientras otro municipal decía “lo
acuchilló, lo acuchilló” y ambos inspectores se van en ayuda del herido, mientras
los tres chicos salen corriendo hacia la cañada. Que no vio cuando y como fue
herido. Se le exhibió el croquis que confeccionara en la instrucción y que obra a
fs. 117, el que reconoció como suyo. Sobre el mismo dijo, la pareja uno es la que
estaba más lejos de las otras y cerca de los autos, las otras dos estaban mas
juntas, la pareja dos estaba cerca del árbol y la pareja tres debajo del árbol. En el
croquis, la puso fuera de la copa para que se viera, pero estaba debajo y desde su
puesto de observación, como dijo, no la veía. Que a la dicente le dio la impresión
que los que provocaron la agresión física fueron los municipales ya que los
jóvenes se querían retirar del lugar. Que luego de 30 minutos llegó la ambulancia
y lo médicos estuvieron asistiendo al municipal herido en el lugar como 20
minutos, hasta que finalmente lo trasladaron. Menseguez (fs. 422), Rivilli
(fs.419) y Trento (fs. 101 y 414) vieron los hechos desde el consultorio de la
primera, ubicado en el Dpto. “A” del 6to. piso del edificio sito en Duarte Quirós
461. Coincidentemente Menseguez y Rivilli dijeron que escucharon gritos y
desde el balcón vieron que dos empleados municipales y cuatro jóvenes peleaban
entre si. Que en un momento la pelea cesó pues los jóvenes se retiraron y los
municipales se perdieron de vista debajo de los árboles de la Plaza de la
Intendencia, hasta que sintieron un grito debido a que uno de ellos había sido
herido. Rivilli bajó a la vereda y Menseguez fue al teléfono a llamar a la policía.
Ambas sostuvieron que la iniciativa de la pelea la llevaban los jóvenes y los
municipales se defendían. Quien aportó mas elementos fue Trento ya que
aunque aclaró que desde donde estaban no se podía ver bien por la altura y la
copa de los árboles, dijo que cuatro chicos jóvenes de entre 24 y 25 años
peleaban con dos inspectores, aunque en realidad ella veía uno solo que tenía un
palo con el que trataba de defenderse pero lo mismo le dieron una paliza porque
los otros eran enormes. El segundo inspector casi no se metió, tenía más una
actitud de separar que de involucrarse en la gresca, no viendo que fuese
golpeado. Que la pelea entre el inspector que luego falleció y el resto del grupo
se desarrollaba entre la mitad de la calle y la vereda, el inspector del palo en la
mano, con el cual estima debió haber aplicado varios golpes, y el grupo atacante
que alternativamente ingresaba a la pelea, le aplicaban un golpe y se retiraban.
En un momento dado ese inspector tomó la mochila de uno de ellos, por lo cual
el dueño de ésta regresó hacia él, le aplicó un golpe e inmediatamente otro
compañero empezó a decir “lo hirieron” por lo cual la dicente está segura que
esta fue la persona que lo cortó al que finalmente falleció. Con la prueba hasta
aquí valorada pueden obtenerse algunas conclusiones en orden a los interrogantes
que plantea esta primera cuestión. Así, respecto de las lesiones sufridas por
Carlos Alejandro Saavedra, las terminantes manifestaciones de su compañero
Alejandro Nelson Arraigada, -de quien supra se valoró su objetividad-, en el
sentido de que Facundo Mariano Ortiz no participó en este tramo del suceso,
encuentra corroboración en el testimonio de Sanmartino, Soler y Gatani, quienes
aseguran que fueron tres personas las que golpearon al primer inspector y
aceptación en los imputados Felipe Crivelli Posse y Facundo Crivelli Posse, de
allí que Ortiz deba ser absuelto y resulten co-autores de las mismas los imputados
nombrados y Felipe Virgilio Crivelli. La acusación también atribuye a Ortiz
haberse interpuesto delante de Arraigada con la intención de evitar que
intervenga, a la vez que le habría manifestado en forma intimidatoria: “no te
metas, te vamos a reventar gordo hijo de mil puta”. Si bien esta afirmación surge
de la declaración de Arraigada de fs. 19, luego, éste en sus otras declaraciones
incorporadas de fs. 41 y 432 fue morigerando la misma y muy otro fue, como se
vio, su testimonio al respecto en la audiencia. Por otra parte el debate no produjo
ningún otro elemento de prueba que corrobore este aserto de la acusación y por
ello, también, de esta imputación Ortiz debe ser absuelto. Yendo a las lesiones
sufridas en el lugar de los hechos por el inspector Benjamín Patricio Gauna, la
prueba indicó que se pusieron en evidencia luego de una acción tumultuaria y
rápida, al punto que nadie vio el objeto con que fueron producidas. La acusación
sostiene, en este punto, que Felipe y Fernando Crivelli Posse junto a su padre
Felipe Virgilio Crivelli se acercaron nuevamente al lugar, rodeando esta vez a
Gauna en forma de semicírculo, arrinconándolo de esta manera contra la pirca de
la plaza, lugar donde le habrían aplicado un número no precisado de golpes de
puño, provocando con ello que el nombrado Gauna quedara de espaldas contra la
pirca de cemento, ocasión que habría aprovechado el encartado Felipe Virgilio
Crivelli para extraer de entre sus ropas un arma blanca con la que en un rápido
movimiento le habría asestado a aquel dos puntazos, uno a la altura de la cara
anterior del cuello y otro en el tórax a la altura de la tetilla izquierda,
desplomándose Gauna al piso. De este relato, el único autor culpable de las
lesiones cortantes causadas a la víctima, fue Felipe Virgilio Crivelli, quien
aprovechó las ventajas de la pelea para producirlas. No hay ninguna referencia a
convergencia intencional alguna de los hijos con la conducta del padre, ni se
destaca aporte material alguno al resultado, demostrativo que lo quisieron o, que,
al menos, se lo representaron. Lo único que se acreditó con certeza en la
audiencia fue la autoría de las lesiones por parte de Felipe Virgilio Crivelli.
Arraigada dijo que quien las causó fue el agresor mayor; Lyardet, también dijo lo
propio, aportando, además, la vestimenta del autor, que coincide con la de este
acusado; Soler reconoció en la audiencia a Felipe Virgilio Crivelli como la
persona que tenía tomado al inspector del cuello y, además, fueron sus propios
hijos, como se vio, los que atribuyen a su padre haber lesionado a Gauna. La
defensa de Felipe Virgilio Crivelli, seguramente que frente a estas evidencias y
por lealtad a la prueba, aceptó que quien tuvo el último contacto físico con la
víctima fue su cliente. Respecto de Felipe y Fernando Crivelli Posse, y mas allá
de las imprecisiones de la acusación, si bien hubo testigos, como Gutiérrez,
Gatani, Menseguez, Rivilli y Trento que aseguran haber presenciado una
agresión física hacia Gauna de parte del grupo de jóvenes, el debate, aún
aceptando como ciertos tales asertos, puso en evidencia serias dudas respecto a si
los nombrados contribuyeron materialmente al resultado y en su caso en qué
medida ya que no puede afirmarse con certeza, en base a dicha prueba, que la
agresión fuera con el propósito de permitir, o al menos facilitar, la cruenta acción
cumplida por su padre. Ante ello y por expreso mandato legal, ambos deben ser
absueltos de la participación que se les atribuye. Sentado lo precedente debemos
considerar si la muerte de Gauna puede ser atribuida jurídicamente a Felipe
Virgilio Ariel Crivelli. No hay duda, como se vio, que éste causó las lesiones que
presentó aquel y que motivaron, primero la asistencia en el lugar por un servicio
de emergencia, luego el traslado al Sanatorio Mayo desde donde fue derivado al
Hospital de Urgencia y allí, luego de ser intervenido quirúrgicamente, falleció.
La autopsia, como se vio, comprobó que la causa eficiente de su muerte fue
herida de arma blanca en tórax. Esta herida fue simultanea a la del cuello, pues
fue advertida de inmediato por Saavedra y Arraigada. Luego por el Dr. Sergio
Alejandro Spataro, quien dejó constancia de la misma en su informe de fs. 1258.
En la audiencia dijo que llegó al lugar circunstancialmente, el herido estaba
despierto y conciente, con indemnidad en vía aérea y pleural. La herida más
importante era la del cuello y se hizo compresión para evitar el sangrado. Creyó
que la herida de tórax no era profunda y por eso no sospechó de lesión cardíaca.
Por indicación de los inspectores municipales lo trasladó al Sanatorio Mayo y allí
le dijeron que, para tratar la emergencia, estaba más preparado el Hospital de
Urgencias y por ello lo llevó a dicho nosocomio, donde lo entregó a la Guardia.
El Médico Forense, Dr. Adolfo Bergese dijo en la sala que la lesión cardiaca,
causante de la muerte, fue un hallazgo de la autopsia, pues había tenido a la vista
la historia clínica del paciente y en la misma no figuraba. Concretamente, dijo, en
la foja quirúrgica consta que la herida de tórax seccionó fibras del pectoral
mayor, sin llegar a la aponeurosis posterior, lo que demuestra que los cirujanos
consideraron que la herida no había lesionado el corazón. Agregó que la
situación de Gauna era urgente y compleja pues había sospecha de arteria rota y
verificar ese tipo de lesión, en la zona del cuello, llevaba tiempo. Por un criterio
de urgencia médica debía atenderse en primera instancia esa herida para evitar un
rápido shock hipovolémico y una lesión cerebral irreversible. También
compareció a la audiencia el destacado cardiólogo, Profesor Dr. Cesar Miguel
José Serra, quien, a pedido de la defensa de Felipe Virgilio Crivelli, había
presentado, durante el período de prueba, el informe de fs. 1682. El perito,
demostrando su versación en la materia hizo un pormenorizado informe sobre el
caso en base a la documentación que tuvo a su disposición y concluyó, como lo
había hecho por escrito, en que si se hubiera realizado con el paciente Gauna una
correcta técnica de abordaje a sus lesiones, probablemente hubiera salvado la
vida. La misma consistía, a su criterio, en atender con prioridad la lesión torácica,
pues todo paciente con lesión traumática precordial debe incluirse en el protocolo
llamado FAST, que incluye la realización de un simple ecocardiograma
transtorácico. Ello habría podido detectar la lesión cardiaca, que no fue advertida
por los cirujanos, la que suturada a tiempo hubiera evitado las hemorragias que
en definitiva le causaron la muerte. A preguntas que se le formularon, el Dr.
Serra respondió, con lealtad, que utilizó el modo potencial porque en medicina
no puede asegurarse ningún resultado, pero las estadísticas son favorables en un
alto porcentaje. Que el paciente fue derivado de un centro medico privado al
Hospital de Urgencias porque en Córdoba es el lugar mas adecuado para tratar
emergencias y que a los médicos tratantes no puede imputárseles ignorancia ni
desidia, sino que no advirtieron la gravedad de la lesión y por ello no actuaron
adecuadamente. En base a este informe y al testimonio en la sala de su autor, la
defensa a cargo del Dr. Buteler sostuvo, en este punto, que el error de diagnóstico
es una condición de la causa de la muerte y excluye por ello la responsabilidad
del que causó las lesiones. Aceptando que el Dr. Serra, desde el punto de vista
médico, tenga razón, prescindiendo para ello de la idoneidad probada del
Hospital de Urgencias y de sus médicos para abordar emergencias y de la
urgencia absoluta que había, en el caso, de atender la herida del cuello, con
sangrado pulsátil y rutilante, como dijo el Dr. Serra, lo que indicaba que se
trataba de una lesión arterial, capaz de causar la muerte del paciente en minutos,
a causa de la hemorragia. Prescindiendo de todo ello y dándole la razón, siempre
desde la medicina, al cardiólogo eminente, lo cierto es que Patricio Benjamín
Gauna murió de la lesión cardiaca que le causó Felipe Virgilio Ariel Crivelli,
pues tal resultado es atribuible a su conducta, sin que medien interferencias
excluyentes de su autoría. Núñez, Tratado, T2, pag. 271 dice: “Existe concausa o
interferencia de un curso causal independiente si el resultado proviene de un
curso causal cuya génesis es independiente de la condición puesta por el agente.
Tales son: a) La condición preexistente….; b) La condición concomitante que
desenvuelve su propio curso causal con exclusión del efecto causal de la
conducta del agente………No constituyen resultados atribuibles a condiciones
concomitantes independientes:Ni las modalidades o complicaciones propias del
curso causal desenvuelto por la conducta del agente. Ni las modalidades o
complicaciones del curso causal debidas a las particulares circunstancias del
lugar, tiempo u ocasión en que se desenvolvió el mismo. Ni las modalidades o
complicaciones del curso causal no evitadas por la omisión de un tratamiento
adecuado del mismo, incluso la conducta inadecuada de la propia víctima. c) La
condición superveniente que no es una secuela del curso causal desenvuelto por
la conducta del agente. Con el mismo rigor conceptual, aunque con terminología
actual, Núñez en el Manual, Parte General, actualizado por Spinka y González,
pag. 125 y sgtes. sostiene: La comprobación de la existencia de una vinculación
causal es una cuestión ontológica, porque corresponde al mundo de la realidad
física, pero es una cuestión jurídica en tanto la ley penal aprecia como
jurídicamente válido un determinado tipo de relación causal fáctica. Esto explica
por que el tipo delictivo es importante en el problema de la causalidad……… La
relación causal captada por el art. 79 es la que demanda el concepto de matar,
socialmente aceptado como atentado criminal contra la vida de otro, lo que
supone que, entre el comportamiento del autor y la muerte, medie la relación
propia de un coeficiente directo eficazmente mortal por su desenvolvimiento en
el caso concreto……… Y, reiterando, finaliza: En materia de causalidad, la tarea
del tipo penal no va más allá de esa función selectiva. El examen de la eficiencia
mecánica del coeficiente causal seleccionado por el tipo, corresponde a las
ciencias naturales. No es el derecho, sino la ciencia médica la que decide si tiene
eficiencia mortal la lesión que, en el caso concreto, constituye el comportamiento
al que alude la relación causal típica. Esto es lo que ocurrió en la causa. La
ciencia médica (autopsia de fs. 135 y 453) estableció que la muerte de Gauna se
debió a la lesión cardiaca que le produjera Felipe Virgilio Crivelli y los médicos
del Hospital de Urgencia no pudieron rescatar con éxito al paciente pese a los
denodados esfuerzos en la sala de operación (1 hora) y posteriormente en UTI
(45´), según lo afirmado por el propio Dr. Serra en su informe (ver fs. 1710). Es
decir, la conducta de los galenos no fue una condición de la causa de la muerte de
Gauna, como opinó el Dr. Buteler, sino que, pese a sus ingentes esfuerzos, no
pudieron torcer un curso causal que resultó irreversible. Concluyo, pues, que
Felipe Virgilio Ariel Crivelli resultó autor de la muerte de Patricio Benjamín
Gauna. En base a la prueba valorada y a las consideraciones efectuadas sobre la
misma, fijo los hechos tenidos por acreditados por el Tribunal luego del debate, a
fin de dar cumplimiento a lo dispuesto por el art. 408 inc. 3º CPP, de la siguiente
manera: a) En las circunstancias de lugar y tiempo consignadas en la acusación,
Silvia Alicia Olmedo, de franco en el servicio, detuvo el vehículo que conducía,
dominio SON-352 propiedad de su hermana y solicitó colaboración para que
fuera removido, a su jefe, Rene Rodríguez funcionario jerárquico de la Policía
de Tránsito de la Municipalidad de Córdoba; b) Por orden de éste, concurrió al
lugar el camión grúa 1140, cuya dotación estaba integrada por los inspectores
Benjamín Patricio Gauna y Alejandro Nelson Arraigada, a fin de retirar el
rodado, lo que no pudo realizarse porque el mismo estaba cerrado con llave y con
una marcha y el freno de mano puestos. Ante ello, Olmedo solicitó nueva
colaboración y, esta vez, el encargado de la flota automotor, Antonio Guzmán le
pidió al inspector municipal Carlos Alejandro Saavedra que fuera al lugar
llevando las llaves del vehículo; c) Saavedra concurrió allí en la motocicleta de la
repartición, asignada para el cumplimiento de su función. Abrió el automóvil,
quitó marcha y freno, volviendo a cerrarlo. En tales circunstancias pasaban por la
vereda del frente Felipe Virgilio Ariel Crivelli, Felipe Guido y Fernando Martín
Crivelli Posse y Facundo Mariano Ortiz, quienes creyendo que Saavedra había
abierto indebidamente el vehículo de un particular y estaba sacando objetos del
mismo, comenzaron a insultarlo. Saavedra, no solo contestó a dichos insultos,
sino les gritó que se lo dijeran en la cara, instando a un enfrentamiento personal;
d) Crivelli y sus hijos cruzan la calle, se acercan a Saavedra y lo golpean con
puños y puntapié, lesionándolo. El inspector Gauna interviene portando un palo y
los separa. El inspector Arraigada y Ortiz permanecen juntos, cerca de donde
ocurrían los sucesos, sin intervenir en los mismos; e) Los Crivelli se retiran en
dirección a la calle Ayacucho, pero la gresca no cesa, pues sin solución de
continuidad, Saavedra golpea a Ortiz y le quita la mochila que éste portaba para
identificar al grupo. Luego a instancias de Arraigada, quien le pedía que la
devolviera, la arroja al suelo; f) Los Crivelli vuelven sobre sus pasos, pero no se
dirigen hacia Saavedra sino que enfrentan a Gauna, quien insultaba blandiendo el
palo que portaba y mientras Felipe Guido y Fernando Crivelli Posse discutían
con el inspector, Felipe Virgilio Crivelli sorpresiva y rápidamente le aplicó dos
golpes con un objeto punzante que portaba causándole lesiones sangrantes en
cuello y tórax, retirándose del lugar; G) Saavedra asiste a Gauna colocándole su
camisa al cuello para comprimir la herida. Seguidamente el lesionado es asistido
en el lugar por ECCO y trasladado, luego, al Sanatorio Mayo. De dicho
establecimiento Gauna es derivado al Hospital de Urgencia, por ser el lugar más
adecuado para asistirlo. No obstante ello y a pesar de los esfuerzos del servicio
médico actuante, falleció a causa de la lesión cardi aca que le provocara Felipe
Virgilio Ariel Crivelli. Estos son en definitiva los hechos de la causa. Lo hasta
aquí consignado no agota la tarea del Tribunal en esta primera cuestión toda vez
que el debate acreditó, además, lo siguiente: 1) al diligenciar la prueba solicitada
por el señor Fiscal del Tribunal en el sentido de mecanografiar la historia clínica
de Benjamín Gauna de fs. 221/231, la Municipalidad de Córdoba, dando
cumplimiento a lo ordenado por el Tribunal remite (fs. 1790/1795) otra historia
clínica acompañada de la copia mecanografiada requerida, en la cual se han
insertado constancias de sintomatología del paciente y de supuestos estudios
realizados al mismo, que no constan en la historia clínica original en poder del
Tribunal. Estos agregados pueden constituir un delito de falsedad documental y
en consecuencia corresponde ordenar la remisión de los antecedentes al señor
Fiscal de Instrucción en Turno (art. 152 CPP); 2) El procedimiento municipal con
la intervención de sus inspectores en horario de servicio y la utilización de
vehículos oficiales para remover de la vía pública un vehículo particular en uso
por una funcionaria, además de estar expresamente prohibido por la Ordenanza
7244, art. 44 inc k), y de allí lo inexplicable de la conclusión del sumario
administrativo (exp. Nº O26430, año 05, folio 03) labrado en su oportunidad (ver
carpeta de prueba remitida por la Municipalidad de Córdoba), puede constituir el
delito previsto por el art. 261, segundo párrafo del C. Penal y por ello deberá
remitirse los antecedentes al señor Fiscal de Instrucción en turno (art. 152 CPP).
Tal mi respuesta a esta primera cuestión. Así voto.- A LA PRIMERA
CUESTION PLANTEADA, EL SEÑOR VOCAL, DOCTOR ROBERTO
EDUARDO TORRES, DIJO: Que se adhería a lo manifestado por el señor
Vocal preopinante, votando en sus mismos términos e igual sentido.- A LA
PRIMERA CUESTION PLANTEADA, EL SEÑOR VOCAL, DOCTOR
JUAN CARLOS FERNANDEZ LOPEZ DIJO: Que se adhería a lo
manifestado por el señor Vocal, Dr. José Rogelio Martínez Iraci, votando en sus
mismos
términos
PLANTEADA,
e
EL
igual
sentido.-
SEÑOR
A
VOCAL,
LA
SEGUNDA
DOCTOR
JOSÉ
CUESTIÓN
ROGELIO
MARTÍNEZ IRACI, DIJO: La calificación legal que corresponde a los hechos
que el Tribunal tiene por acreditados, es, en cuanto a las lesiones de Saavedra,
lesiones leves en los términos del art. 89 del C. Penal. Sus autores fueron Felipe
Virgilio Crivelli y Felipe Guido y Fernando Martín Crivelli Posse. Estimo
errónea
la calificante que para el primero de los imputados propugna la
acusación originaria, esto es la prevista por el art. 41 quater del C. citado, toda
vez que el menor Fernando Martín Crivelli Posse intervino en el hecho por una
decisión personal y espontánea y no a requerimiento o instigación de su padre.
Así las cosas, el menor nombrado debe ser absuelto por cuanto a tenor de lo
dispuesto por la ley 22278 en su articulo 1º, no es punible. También deben ser
absueltos Felipe Virgilio Ariel Crivelli y Felipe Guido Cristian Crivelli Posse en
razón de que la acción penal que corresponde a este delito se encuentra prescripta
(art. 62 inc 2º del C. Penal)
En cuanto a la muerte de Benjamín Patricio Gauna, cuyo autor resultó Felipe
Virgilio Ariel Crivelli, como a su respecto no concurren causas de justificación,
atenuantes o agravantes, la calificación legal que le corresponde es la de
homicidio simple en los términos del art. 79 del C. Penal. Su defensa, a cargo del
Dr. Buteler, sostuvo que había actuado en legítima defensa de sus hijos y de su
sobrino. Tal petición no es de recibo y ello por diversos motivos: a) el grupo
Crivelli con sus insultos iniciales a los inspectores municipales, más allá de la
falta de templanza de Saavedra, provocó la gresca. Solamente esta circunstancia
ya excluye la aplicación del art. 34 incs. 6º y 7º C.P.; b) No actuó en defensa de
su sobrino, pues los Crivelli no se dirigieron a Saavedra, quien había agredido a
Ortiz, sino a Gauna, aceptando el desafío que éste con su actitud les proponía; c)
Los Crivelli se dirigieron a Gauna en grupo, superándolo en número
y en
envergadura física y allí mientras sus hijos discutían con el inspector, Felipe
Virgilio Crivelli, en forma inesperada, disimulada y rápida le causó las lesiones,
posteriormente mortales, sin que nadie pudiera ver el instrumento utilizado y sin
que hubiera motivo alguno para ello. Por tanto, tal la calificación legal que
propugno. Así voto.- A LA SEGUNDA CUESTIÓN PLANTEADA, EL
SEÑOR VOCAL, DOCTOR ROBERTO EDUARDO TORRES, DIJO: Que
se adhería a lo manifestado por el señor Vocal preopinante, votando en sus
mismos
términos
PLANTEADA,
e
EL
igual
sentido.-
SEÑOR
A
VOCAL,
LA
SEGUNDA
DOCTOR
JUAN
CUESTION
CARLOS
FERNANDEZ LOPEZ, DIJO: Que se adhería a lo manifestado por el señor
Vocal, Dr. José Rogelio Martínez Iraci, votando en sus mismos términos e igual
sentido.- A LA TERCERA CUESTIÓN PLANTEADA, EL SEÑOR
VOCAL, DOCTOR JOSÉ ROGELIO MARTÍNEZ IRACI, DIJO: A fin de
graduar la pena a imponer a Felipe Virgilio Ariel Crivelli, tengo en cuenta la
naturaleza del hecho que da lugar a la presente causa y la escala penal (8 a 25
años de prisión o reclusión) con que el mismo está sancionado. Se trata de un
adulto, aunque
joven, sin antecedentes penales computables, pero portador de
una personalidad violenta como lo pusieron de manifiesto en la sala personas que
convivieron con él y si bien la gresca que protagonizó es un acontecimiento
capaz de causar la exaltación de los ánimos y a pesar de que Gauna tenía un palo
en sus manos, su conducta merece severo reproche. Inicialmente provocó la
gresca, luego causó las lesiones mortales en forma disimulada e innecesaria y
posteriormente fugó del país, dejando a sus hijos librados a su suerte. Por todo
ello y teniendo en cuenta, además, los otros criterios de individualización de la
pena previstos por el art. 40 y 41 CP, estimo justo imponerle la pena de
CATORCE AÑOS DE PRISION, con trabajo obligatorio, adicionales de ley y
costas. Tal la sanción que propugno. Por último, atento el desistimiento del
querellante particular Dr. Guillermo Marcelo Dragotto, las costas de su
intervención deberán imponerse por su orden por haber tenido razón plausible
para litigar (art. 551 CPP). Así voto.- A LA TERCERA CUESTION
PLANTEADA, EL SEÑOR VOCAL, DOCTOR ROBERTO EDUARDO
TORRES, DIJO: Que se adhería a lo manifestado por el señor Vocal
preopinante, votando en sus mismos términos e igual sentido.- A LA TERCERA
CUESTION PLANTEADA, EL SEÑOR VOCAL, DOCTOR JUAN
CARLOS FERNANDEZ LOPEZ DIJO: Que se adhería a lo manifestado por
el señor Vocal, Dr. José Rogelio Martínez Iraci, votando en sus mismos términos
e igual sentido.- Por el resultado que antecede y por unanimidad, el Tribunal
RESUELVE: 1) Absolver a Facundo Mariano Ortiz, ya filiado, por los hechos
que el auto de elevación a juicio de fs. 1479 califica legalmente como co-autor de
lesiones leves agravadas y autor de coacción en concurso real, sin costas (arts.
550/551 C.P.P.).- 2) Absolver a Fernando Martín Crivelli Posse, ya filiado, por
los hechos que la acusación le atribuye y califica legalmente como co-autor de
lesiones leves y partícipe necesario del delito de homicidio, sin costas (arts.
550/551 C.P.P.) y atento la edad del nombrado a la fecha de comisión del hecho
remitir copia de la presente Sentencia al Sr. Juez de Menores de Primera
Nominación, a sus efectos.- 3) Absolver a Felipe Guido Cristián Crivelli Posse,
ya filiado, por los hechos que la acusación le atribuye y califica legalmente como
co-autor de lesiones leves y partícipe necesario de homicidio, en concurso real,
sin costas (arts. 550/551 C.P.P.), debiendo ordenarse su inmediata libertad (art.
411 C.P.P.).- 4) Absolver a Felipe Virgilio Ariel Crivelli, ya filiado, por el delito
de lesiones leves agravadas, sin costas (arts. 550/551 C.P.P.), y declarar que el
nombrado es autor culpable de homicidio simple en los términos del art. 79 del
C.P., e imponerle la pena de CATORCE AÑOS DE PRISION, con trabajo
obligatorio, adicionales de ley y costas (arts. 5, 9, 12, 40 y 41 C.P. – arts.
550/551 C.P.P).- 5) Remitir los antecedentes al Sr. Fiscal de Instrucción de
Turno de Daniel Eduardo Blanco por el posible delito de falso testimonio (art.
152 C.P.P.).- 6) Remitir los antecedentes al Sr. Fiscal de Instrucción de Turno a
fin de que se investigue al supuesto uso indebido de bienes del Estado Municipal
por parte de sus funcionarios (arts. 152 C.P.P.).- 7) Remitir los antecedentes al
Sr. Fiscal de Instrucción de Turno a fin de que se investigue la probable falsedad
documental de la Historia Clínica mecanografiada remitida por el Departamento
de Medicinal Legal del Hospital de Urgencia.- 8) Disponer ante la renuncia del
Querellante Particular Dr. Guillermo Marcelo Dragotto que las costas que su
intervención motiven sean por su orden por existir razón plausible para litigar
(art. 551 última parte C.P.P.).- PROTOCOLICESE.-
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