Pdf- 10 Mb. - Ayuntamiento de Iruña de Oca

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La industria del agua en la CAV
Ingeniería y Patrimonio
José Eugenio Villar
Beatriz Herreras Moratinos
Antonio Hernández Almaraz
(Asociación Vasca de Patrimonio
Industrial y Obra Pública)
1
índice
Usos históricos del agua en la industria vasca.
El patrimonio industrial originado.
José Eugenio Villar
008 Generalidades
026 La industria siderúrgica.
026
029
034
038
041
Las aguas de Altos Hornos de Vizcaya.
Las aguas del Zadorra. De Altos Hornos de Vizcaya
a Iberduero y al Consorcio de aguas de Bilbao.
Obras e instalaciones del sistema Zadorra-Barazar.
La refrigeración de los procesos siderúrgicos.
Las torres de refrigeración de tiro natural.
050 Fuentes y Bibliografía.
2
3
Arquitecturas e ingeniería del agua:
paisaje y patrimonio en Gipuzkoa.
Los lavaderos de mineral de hierro en la cuenca
minera vizcaína.
Beatriz Herreras Moratinos
Antonio Hernández Almaraz
054 Introducción.
120 Introducción.
058 El agua, espacio donde desarrollar la actividad industrial.
124 El lavado del mineral de hierro. Las balsas de decantación.
063 El agua, necesaria para el proceso productivo.
142 Minas, balsas y lavaderos en el anticlinal de Bizkaia.
064
072
073
082
083
086
088
142
El trabajo del hierro.
La minería.
El uso del agua en el sector papelero.
Las salinas.
La fabricación de cemento.
Las curtiderías.
El textil.
092 El agua como fuerza motriz.
095
143
155
168
171
173
180
182
El gran criadero de mineral de Bizkaia.
Minas y lavaderos.
Los distritos mineros de Triano y Matamoros.
Los lavaderos de mineral de la Cía. Orconera Iron Ore.
Los Distritos mineros de Ollargan-Bilbao.
El criadero de mineral de las estribaciones de Bizkaia.
Minas y lavaderos.
Los Distritos mineros de Galdames, Sopuerta y Alén.
Los Distritos mineros de Muskiz – Cotorrio.
Los Distritos mineros de la costa vasco-montañesa.
Las principales cuencas fluviales.
196 Fuentes y Bibliografía.
116 Fuentes y Bibliografía.
Usos históricos del agua
en la industria vasca.
El patrimonio industrial
originado.
José Eugenio Villar Ibáñez
Usos históricos del agua en la industria vasca.
1
Usos históricos del agua
en la industria vasca.
El patrimonio industrial
originado.
José Eugenio Villar Ibáñez
Generalidades
Según el diccionario castellano la importancia del agua queda reflejada en más de doscientas locuciones, algunas de las cuales
forman parte del lenguaje de uso común: entre dos aguas, con el
agua al cuello, romper aguas, tan claro como el agua, agua corriente, agua bendita, agua potable, agua viva, agua de colonia, aguas
residuales, aguas bravas, etc.
En la Euskal Herria primitiva el agua servía para determinar la forma de medir el tiempo y para cerrar el ciclo anual como nos indican los vocablos urtea o urtarrilla.
8
Desde la más remota antigüedad, la imaginación y la técnica han
estado dispuestas a extraer al agua utilidades y beneficios diversos, bien fuera creando artificios que ayudaran a aliviar el trabajo
y el esfuerzo físico, o aprovechando la energía con ella producida,
o como materia prima en la industria alimentaria, en la textil, y en
la de curtidos; también en la fabricación de materiales de construcción y en la industria papelera. El agua ha sido fundamental
en las operaciones de lavado del mineral y en las de enfriamiento
de la siderurgia. Además, es un bien de consumo directo para la
alimentación y el saneamiento de nuestras ciudades y de gran
utilidad para eliminar residuos urbanos e industriales. Finalmente,
en ocasiones ha sido necesario conseguir su encauzamiento o su
eliminación cuando el agua constituía un estorbo, un elemento del
que había que deshacerse. Ya desde tiempos antiguos, el aprovechamiento de los manantiales salados para la obtención de la
muera mediante la evaporación natural ha sido una de las artes
El patrimonio industrial originado.
tradicionales para conseguir la preciada sal, necesaria para condimentar los alimentos o para las conservas en salazón.
Aunque parece seguro que las salinas ya se explotaran en el Valle
Salado alavés de Añana en época romana, hasta el siglo IX no
aparece documentada la actividad salinera.
Hasta el siglo XIX, esta actividad dio lugar a la formación de un
entramado de plataformas y eras que llegaron a ocupar mas de
100.000 m2. Las eras son plataformas horizontales de unos 20 m2
de superficie, agrupadas en terrazas por niveles, donde se deposita la salmuera.
A partir del siglo XX, con la incorporación del cemento como material constructivo y el abandono de las técnicas constructivas tradicionales, se fueron deteriorando los elementos constructivos y
arruinando las estructuras, lo que unido a la pérdida de rentabilidad
económica a partir de los años sesenta del pasado siglo, provocó el progresivo abandono de las salinas pasando de las más de
5.000 eras existentes en épocas anteriores a poco más de 100 a
finales del pasado siglo.
No obstante, con la declaración de Bien Cultural Calificado como
Monumento en 1985 por parte del Gobierno Vasco se reconocía
su valor patrimonial. El pasado año 2001 la Diputación Foral de
Alava, a través del Servicio de Patrimonio Histórico-Arquitectónico
puso en marcha el Plan Director de Recuperación Integral del Valle
Salado de Salinas de Añana. (Landa, 2002)
F. 01
F. 01
F. 01_ Salinas de Añana.
9
Usos históricos del agua en la industria vasca.
Desde que a partir de la Baja Edad Media empezaran a utilizarse
los saltos de agua para producir la energía motriz que molinos y
ferrerías necesitaban, los recursos hidráulicos han sido durante
siglos aprovechados como fuente de energía, para los sistemas de
refrigeración, como vía de transporte y hasta como materia prima
de muchas de las industrias vascas, tanto de la industria artesanal
como de la que surge en el último cuarto del siglo XIX, con la Revolución Industrial. Productos dedicados al aprovechamiento o al
abastecimiento del agua, como tuberías, fuentes, turbinas o calderas son solo una muestra de la infinidad de productos fabricados
por empresas vascas desde entonces.
A partir del s. XIV y hasta el surgimiento de la industria moderna,
los lugares en los que se llevó a cabo esta actividad fueron las
ferrerías hidráulicas. Con éstas surgió una arquitectura que debía
acoger instalaciones mucho más complejas: espacios para carboneras, almacenes, martinetes, fraguas y la infraestructura del
salto de agua con su presa, canal, antepara y túnel con la rueda
hidráulica. Hasta el siglo XVIII, la siderúrgica tradicional constituyó
el sector más importante del tejido industrial vizcaino, llegando a
suponer el 50% del P.I.B.
F. 02
10
Durante ese mismo siglo aparece la figura singular del vizcaino
Pedro Bernardo Villareal de Berriz, ingeniero hidráulico que proyectó y construyó las primeras presas de contrafuertes de que se
tiene noticia. Publicó además sus trabajos y contribuyó en varios
campos al progreso material del País Vasco.
F. 02_ Martillo de El Pobal.
De las 150 ferrerías que existían
en Bizkaia a fines del XVIII, ésta
de El Pobal es la única que se ha
conservado hasta la actualidad.
Junto a un molino que aprovecha la misma presa, forma parte
de un conjunto-museo.
F. 02
El patrimonio industrial originado.
F. 03
F. 03_ Central hidroeléctrica de
Nuestra Señora de Angosto.
En el ámbito de la molinería hidráulica, las primeras referencias
en el País Vasco datan del siglo XII. Molinos de río, algunos cuya
rueda era portada por un eje horizontal y otros por eje vertical
que con el tiempo fueron los que mayor aceptación tuvieron en
nuestro entorno.
Los conocidos como “molinos de marea” también utilizaron el
agua para mover sus ruedas, aprovechando el embalse de agua
marina con las pleamares. A finales del XVIII existían en las costas
vizcainas un buen número de ellos: en la ría de Butrón (Plentzia),
otras dos en la de Gernika (Murueta y Arteaga), uno en la del Lea
(Mendexa), y el resto en la del Nervión, El Puerto, Las Junqueras,
San Juan, en Barakaldo, en el casco urbano de Santurtzi, en Muskiz, Leioa, etc. De todos ellos, solo el de Arteaga conserva en la
actualidad buena parte de las instalaciones.
Pero, en el siglo XIX, como en otras partes de Europa el sector ferrón, incapaz de competir con la moderna siderurgia integral, entró
en crisis y con ella se produjo la práctica desaparición de las ferrerías vascas. Sin embargo, no dejaron de utilizarse los saltos de
agua que aquellas habían construido sino que fueron aprovechados para la producción de hidroelectricidad que iba a dar servicio
a las nuevas industrias surgidas en el último cuarto del siglo. Se
instalaron turbinas y generadores allá donde había habido ruedas
hidráulicas. Los viejos molinos harineros se reconvirtieron en pequeñas minicentrales que no requerían grandes desembolsos. Es
paradigmático lo sucedido en el territorio alavés en las primeras
décadas del siglo XX. En Alava se fue creando una importante red
productora y distribuidora de electricidad con la creación de centrales y minicentrales por iniciativa de fábricas harineras como la
del Ancora de Abechuco, la de Gárabo en Villodas, la de Nanclares
y la de Campezo; además, casi todos los molinos y ferrerías de los
cauces de los ríos Omecillo y Húmedo en el valle de Valdegovía
se transforman y reconvierten en fábricas eléctricas. Lo mismo
ocurría en los valles guipuzcoanos y vizcaínos. (Ojeda, 1998.)
11
Usos históricos del agua en la industria vasca.
La energía tradicional producida por la fuerza motriz directa podía
ser ya sustituida por la electricidad y por máquinas a vapor que no
dependían de la oscilación de los caudales de los ríos, ni imponían
restricciones a la ubicación de las empresas. En cualquier caso, se
mantuvo en muchos lugares el uso de la energía hidráulica como
fuerza motriz directa (Antolín, 1988.) gracias entre otras causas
al interés de muchas industrias en disponer de varias formas de
energía simultáneamente y al bajo coste de mantenimiento que
precisaban los saltos de agua. El vapor resultaba caro en una zona
no productora de carbón y la electricidad se hallaba en fase de
expansión. Cuando su implantación acabara por desarrollarse se
mostró como el tipo de energía más eficiente. Mientras tanto, entre 1880 y 1930, todavía se procesaban en Bizkaia 126 expedientes de demanda de aguas públicas para el aprovechamiento de
saltos de agua como fuerza motriz directa en industrias situadas
junto a los ríos de los municipios de la cuenca del Bajo Nervión.
Expedientes solicitados por empresas siderometalúrgicas como
La Basconia, Alambres del Cadagua o la Sociedad Santa Agueda;
otras dedicadas a la fabricación de pasta de papel como la Papelera del Cadagua; químicas como La Nitramita de Arbuyo; casi todos
los molinos y fábricas de harinas activas en el periodo reseñado, e
incluso en el sector minero como fuerza motriz para mover trómeles de lavado de mineral.
Es cierto que hasta finales del siglo XIX hubo una clara decantación por la termoelectricidad dado que la electricidad de origen
hidráulico solo podía ser aprovechada en lugares cercanos a su
producción. Las fortísimas pérdidas en el transporte de la electricidad hacían inviable su consumo a largas distancias. La orografía
del Bajo Nervión impedía por otra parte la instalación de saltos
de agua que favorecieran el desarrollo de centrales hidroeléctricas. Además, las industrias intensivas en el consumo de energía,
como Altos Hornos de Vizcaya (A.H.V.), instalaron sus propias centrales autoproductoras.
A partir de 1900 la situación va a cambiar espectacularmente. El
problema del transporte de electricidad va a resolverse con la aplicación de la alta tensión, la depuración de la tecnología de los
conductores y la instalación de estaciones transformadoras.
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Esto favoreció la separación de las centrales productoras y de los
centros consumidores y orientó la ubicación de las centrales hacia
las zonas de montaña ricas en recursos hidráulicos. Desde 1905
a 1935 se invierte la preponderancia termoeléctrica en favor de la
energía hidráulica. Aparecieron sociedades altamente capitalizadas capaces de llevar a cabo las cuantiosas infraestructuras que
requerían su explotación. Son los años de consolidación de las
grandes sociedades productoras, que han durado hasta la actualidad. En nuestra zona aparece la Hidroeléctrica Ibérica (1901) que
fusionada con la Sociedad Saltos del Duero creará IBERDUERO
en 1944.
También durante el primer tercio del siglo XX surgen numerosas
empresas que a partir de instalaciones de pequeña y mediana
potencia van a autoproducir la energía eléctrica que necesitaban,
constituyendo con sus excedentes la base de la electrificación de
las zonas rurales.
Durante los años sesenta muchas centrales se cerraron, debido
a que el bajo precio del petróleo favoreció la sustitución por la
producción termoeléctrica. Tras el paréntesis de los años sesenta,
con la crisis del petróleo vuelven a resurgir las pequeñas centrales
y en la década de los 80, tras la entrada en vigor de la Ley 82/80
sobre Conservación de la Energía que amparaba expresamente la
construcción, ampliación o adaptación de instalaciones de producción hidroeléctricas con potencia de hasta 5.000 kVA, comienzan
a rehabilitarse numerosas centrales hidroeléctricas que se encontraban paradas y a automatizarse otras instalaciones en funcionamiento. (Minihidráulica en el País Vasco. E.V.E. Bilbao, 1995.)
Cien años después de su puesta en funcionamiento, una buena
colección de centrales hidroeléctricas aun se mantiene activa tras
su puesta a punto y rehabilitación llevada a cabo durante las dos
últimas décadas, que corresponden en su mayor parte al territorio
histórico de Gipuzkoa.
El patrimonio industrial originado.
Minicentrales en la Comunidad Autónoma Vasca
MINICENTRALES DE BIZKAIA
Nombre de la central
Arizmendi
Plazakola
Arbuyo
La Penilla
Irauregui
Olakoaga
La Andalucía
Bolumburu
La Mella
Sollano
Olabarri
Lambreabe
Patala
San Antonio
Bedia
Indusi
Ventatxuri
San Lorenzo
Orobio
Orobio-Larrañaga
Beste aldie
Electra Lekubarri
Caserío Ugalde
Caserío Usabel
Uharka
Río
Municipio Potencia (kw.)
Artibai
Artibai
Kadagua
Kadagua
Kadagua
Kadagua
Kadagua
Kadagua
Kadagua
Ordunte
Arratia
Arratia
Garay
Ibaizabal
Ibaizabal
Indusi
Indusi
Mañaria
Orobio
Orobio
Altube
Arnuari
Arnuari
Arnuari
Golako
Markina-Xemein
Markina-Xemein
Aonsotegi
Balmaseda
Baracaldo
Güeñes
Güeñes
Zalla
Zalla
Zalla
Igorre
Zeanuri
Berriz
Amorebieta-Etxano
Bedia
Dima
Dima
Mañaria
Iurreta
Iurreta
Orozko
Orozko
Orozko
Orozko
Gernika-Lumo
65
248
460
189
470
373
100
250
360
731
22
1.050
528
80
402
305
260
175
46
115
75
24
9
8
66
MINICENTRALES DE ALAVA
Nombre de la central
Río
Molino de Villabezana
Molino Salezan
Ntra Sra de Ibernalo
Antoñana
Assa
Puentelarra
Molino Leza
Berganzo
Ntra Sra de Angosto
M. Bº puente de Berguenda
Berantevilla
Lacorzana
Ullibarri
Municipio Potencia (kw.)
Bayas
Ribera Alta
12
Aramaio
Aramaio
16
Ega
Campezo
25
Izkiz
Campezo
440
Errioxa
Lanciego
626
Errioxa
Lantaron
3.741
Rabialgas
Leza
9
Inglares
Zambrana
600
Húmedo
Valdegovía
62
Omecillo
Lantarón
25
Ayuda
Berantevilla
20
Zadorra
Armiñón
100
Zadorra Arrazua-Ubarrundia 149
MINICENTRALES DE GIPUZKOA
Nombre de la central
Elordi
Irugurutzeta
Argi-Errota de Sta. Agueda
Txirrita
Lamiategi
Olate
Altos Hornos de Bergara
Río
Municipio Potencia (kw.)
Bidasoa
Irun
466
Bidasoa
Irun
1628
Aramaio Arrasate-Mondragón 55
Aramaio Arrasate-Mondragón 37
Arantzazu
Oñati
219
Arantzazu
Oñati
4712
Deba
Bergara
675
Bolubarri
Aitzetarte
Barrena Berri
Laupago
San Antolín
Sologoen
Electra Basalde
Urkulu
Altuna Hnos.
Ubao -Tokillo
Masustanegiko
Penadegi
Alkiza
Molino Ola
Molino Ugarte
Lizartza
Santa Cruz
Papelera Calparsoro
Errota-zarra / Berrobiko
Leizaran
Olaberri
Ameraun
Electra Plazaola nº 1
Electra Plazaola nº 2
Olloqui
Santolaz
Bertxin
Abaloz
Bazkardo
Aldaba
Ikaztegieta
Molino Berostegi
Usabal
Agaraitz
Aldaola / San Adrián
Ezpaleo
Molino Otzarain
Zaldibia
Erdoizta
Molino Urbieta
Berriki
Molino Rezusta
Altuna-txiki
Androndegi
Aizpurutxo
Errota-berri
Igaran
Igaran
Badiolegi
Ibai-eder
Alberdikoa
Berdabio
Oquillegui
Papelera de Zikuñaga
Renteria
Fagollaga
Lastaola
Pikoaga
Santiago
Arrambide
Mendaraz
Deba
Deba
Deba
Deba
Deba
Deba
Descarga
Oñate
Oñate
Oñate
Oiartzun
Oiartzun
Alkiza
Amezketa
Amezketa
Araxes
Araxes
Berastegi
Berastegi
Leizaran
Leizaran
Leizaran
Leizaran
Leizaran
Leizaran
Leizaran
Leizaran
Oria
Oria
Oria
Oria
Oria
Oria
Oria
Oria
Oria
Salubita
Zaldibia
Alzolaras
Errezil
Errezil
Urola
Urola
Urola
Urola
Urola
Urola
Urola
Urola
Urola
Urola
Añarbe
Añarbe
Urumea
Urumea
Urumea
Urumea
Urumea
Urumea
Urumea
Urumea
Bergara
Elgoibar
Elgoibar
Elgoibar
Elgoibar
Soraluze
Antzuola
Oñati
Oñati
Oñati
Oiartzun
Oiartzun
Alkiza
Amezketa
Amezketa
Lizartza
Orexa
Berastegi
Berrobi
Andoain
Andoain
Berastegi
Berastegi
Berastegi
Elduain
Elduain
Villabona
Andoain
Andoain
Ikaztegieta
Ikaztegieta
Legorreta
Tolosa
Villabona
Zegama
Zegama
Tolosa
Beasain
Zestoa
Azpeitia
Errezil
Aizarnazabal
Aizarnazabal
Azkoitia
Azkoitia
Azkoitia
Azkoitia
Azkoitia
Azpetia
Azpeitia
Zestoa
Oiartzun
Oiartzun
Hernani
Hernani
Hernani
Hernani
Hernani
Hernani
Renteria
Renteria
95
556
621
295
253
400
5
79
73
577
560
191
78
33
11
468
17
355
28
3.600
200
1.000
736
430
555
710
808
1.048
344
360
620
16
250
240
72
500
30
2.200
115
14
16
52
146
315
250
360
264
25
350
90
110
800
368
222
200
130
150
586
666
519
500
13
Usos históricos del agua en laTitulo
industria
sección
vasca.
F. 04_ Papel de fumar.
Papelera Serrano.
F. 05_ Cargadero de Orconera.
Algunas ferrerías y molinos
fueron reconvertidos en molinos papeleros que aprovechaban la energía motriz
generada por el salto de agua
para mover los primitivos batanes que trituraban telas de
deshecho y “trapos” mezclados con agua hasta obtener la
pasta de papel. El sector papelero, gran consumidor de agua, se
modernizará a partir de 1842, con la instalación
en Tolosa de la fábrica de La Esperanza, primera en
utilizar máquinas de papel continuo. Posteriormente, en
el siglo XX la industria papelera guipuzcoana se convertirá en
la más importante del Estado. Las infraestructuras que se construirán para dar servicio al sector dejarán una serie de interesantes obras hidráulicas que aun hoy se conservan. No obstante, el
consumo de agua en la industria papelera varía bastante según
las clases de pastas y papeles, procedimientos y materia prima
utilizados así como del grado de modernización de las fábricas.
Se pueden dar cifras aproximadas: la pasta de trapos viejos era
sin duda la que más consumía, entre 400 y 700 m3 por tonelada.
A continuación, seguía la pasta de celulosa cruda que empleaba
de 250 a 350 m3 /Tn de pasta, consumiendo, finalmente, la pasta
mecánica de madera entre 50 y 100 m3 /Tn de pasta. La fabricación de papeles y cartones precisaba menos cantidad de agua:
de 75 a 200 m3 /Tn. A modo de orientación puede considerarse
que el consumo de agua es de 75 a 120 m3 /Tn de papel prensa, de 60 a 120 m3 /Tn de cartón y bastante menos, de 20 a 60
m3 /Tn de papel fino o especial. De acuerdo con estas cifras, la
demanda total de agua de las empresas papeleras vizcaínas en
1966 se situaba alrededor de los 21 millones de m3, correspondiendo a las pastas celulósicas doble cantidad que a los papeles
y cartones.
14
Aunque las necesidades productivas del
sector papelero contemporáneo han
obligado a la renovación continua del
aparato productivo y consecuentemente a la desaparición de infraestructuras y
útiles de gran valor patrimonial, la tradición
papelera del vizcaino valle del Cadagua nos ha
dejado una historia singular. A finales del siglo XVIII
ya existía en La Mella (Zalla) un molino papelero y a
finales del XIX existían diversas instalaciones papeleras,
como la Papelera de Serrano también en Zalla que se dedicaba a la fabricación de papel de fumar a partir de la paja de trigo.
Pero sin duda alguna es la Papelera del Cadagua (Aranguren) la más
importante de las fábricas del sector, sobre todo desde que el ingeniero guipuzcoano Nicolás Mª Urgoiti asumió la dirección de la
empresa en 1894. Desde la fábrica encartada Urgoiti llevará a cabo
una destacada labor de modernización del sector papelero español.
Dirigió la fusión de diversas empresas del ámbito vasco y castellano, fundando en 1901 La Papelera Española con la pretensión de
especializar a las distintas fábricas en la producción de determinados tipos de papel, abaratar la compra de materias primas, afrontar
la producción de pastas, llegando incluso a conseguir que extensas
áreas de montaña se repoblarán de árboles adecuados para la producción de pasta como el pino insignis. Organizó la comercialización mediante el establecimiento de almacenes propios. A la fusión
horizontal incorporó la integración vertical de todo el proceso de
producción de papel, persiguiendo con ello la división del trabajo, su
racionalización y abaratar el precio de venta para incentivar el consumo. Se volcó asimismo en la fundación de proyectos empresariales
consumidores de papel como el periódico El Sol o la editorial Calpe.
(Cabrera, 1989). Por otra parte, la fábrica de Aranguren además de
utilizar el agua del Cadagua como materia prima, se abastecía de
energía hidroeléctrica desde la central que explotaba en el río Gándara en el valle de Soba (Santander) aprovechando un salto de 400
metros de altura.
El patrimonio industrial originado.
Pero el agua ha sido también vía de transporte y espacio de trabajo, especialmente los kilómetros de ría que separan los municipios de Portugalete y Bilbao: la Ría de Bilbao, el territorio que Pio
Baroja describió en 1920 como los quince kilómetros que mayor
impresión de fuerza, de trabajo y de energía ofrecían en toda la
Península Ibérica.
A lo largo de ella se fueron repartiendo sus muelles con el puerto comercial y el puerto industrial, para cuya ubicación hubo que
llevar a cabo la adecuación y canalización de la Ría y el Puerto de
Bilbao. Esta fue la más ingente empresa acometida en Bizkaia
durante el último cuarto del siglo XIX. Las necesidades generadas sobretodo por la exportación del mineral de hierro, obligó a
la Junta de Obras del Puerto creada en 1877, a acondicionar los
muelles de atraque y fondeaderos, encauzar y dragar su lecho,
suprimir la barra de arena de Portugalete para facilitar la navegación de buques de gran calado e instalar iluminación eléctrica para
hacer hábiles las mareas nocturnas.
Se creó un puerto exterior en el Abra, una zona de abrigo con
calados de hasta 14 m y protegida por el rompeolas de Santurce
y el contramuelle de Algorta. Además se aseguraron 180 ha en el
interior de la Ría, donde se van a configuran dos espacios diferenciados: el puerto comercial, desde San Antón hasta la curva de
Elorrieta, y el puerto industrial hasta Portugalete, donde se establecieron las industrias siderúrgicas, químicas, astilleros, etc.. y los
cargaderos de mineral más importantes. A éstos se les reservó
el tramo comprendido entre Zorroza y la dársena de la Benedicta
en Sestao, una zona idónea por estar próxima a la zona minera pero
que necesitó ser adaptada al aumento de calado de los buques.
Una veintena de cargaderos se levantaron en el tramo citado, desde los cuales se embarcó hacia las siderurgias europeas la mayor
parte del hierro extraído en las minas vizcaínas. Décadas después
de haber abandonado su función, dos de los cargaderos aun se
conservan, al menos parcialmente, habiendo sido el de la Sociedad Franco Belga reconstruido y su entorno musealizado hace algunos años por Bilbao Ría 2000. El cargadero de la Compañía de
Orconera, cuya rehabilitación es de esperar que se lleve a cabo
próximamente, es una estructura palafítica construida en 1877 con
vigas y pilares de madera creosotada unidos en hazes con pernos
y cartelas metálicas. La estructura está anclada en estribos de sillares y en el fondo de la Ría; dispone de dos pisos; el primero a
2,4 ó 5 m. según pleamar o bajamar contaba con plataforma de
madera inferior destinada al amarre de los buques al cargadero; el
segundo nivel se situaba a una altura entre 8,6 y 11,2 m. sobre el
nivel del mar y disponía de entarimado de madera que soportaba
dos grupos de raíles sobre los que se desplazaban los vagones que
descargaban directamente en las bodegas del barco.
F. 05
15
Usos históricos del agua en la industria vasca.
F. 06
F. 06
Al mismo tiempo la construcción de diques de abrigo, muelles
de carga y descarga, las labores de dragado para conseguir mayores calados y facilitar la navegabilidad requirió de nuevos tipos
de embarcaciones, destinadas a solucionar las necesidades constructivas de las infraestructuras portuarias y a resolver el transporte de mercancías a gran escala de las industrias; embarcaciones
concebidas para labores muy concretas, a menudo de escasa capacidad de movimiento y autonomía; artefactos de dimensiones
estrambóticas que no demandaban formas marineras para moverse en aguas tranquilas a refugio de temporales en los reducidos
espacios de los puertos donde la vela no tenía ninguna aplicación.
El vapor que había traído nuevos vientos en la navegación oceánica, con cambios en la estructura y forma de las naves, ayudó a
resolver el sistema de propulsión que estas embarcaciones precisaban haciendo posible su propio devenir: dragas y gánguiles,
remolcadores y gabarras, cabrias, pontones, grúas de todo tipo...
pasaron a formar parte del tráfico interior y del paisaje de los puertos vascos, particularmente de nuestros dos puertos comerciales:
Bilbao y Pasajes.
De todas estas embarcaciones de tráfico interior, las gabarras
son las que más relevancia adquirieron en tareas de abastecimiento a las industrias de la Ría, especialmente a Altos Hornos
de Vizcaya.
16
Su nombre proviene del vasco kabarra o gabarra con el que se denomina a lanchas de sólida y ancha construcción destinada en la mayoría de los casos a transportar desde tierra a un buque y viceversa
las mercancías de carga o descarga. Generalmente carecen de autonomía precisando de los remolcadores como medio de arrastre.
A finales de XIX, solo en la jurisdicción de Deusto había más de
100 embarcaciones entre gabarras, gabarrones y otras barquichuelas menores, todas ellas de madera. Con el comienzo del siglo XX
y la implantación de los modernos astilleros de Euskalduna y La
Naval se generaliza el casco de hierro para la navegación comercial
y para la construcción de pontones, gabarras, gánguiles y remolcadores. Incluso, durante los años de la Gran Guerra, se utilizó el
hormigón armado en la construcción de gabarras, en los astilleros
que la casa Vallhonrat, Castrillo y Cía. explotó en aguas del Cadagua. (Villar, 1998).
Con el desarrollo de los muelles de carga y descarga en los puertos y la incorporación del camión como vehículo distribuidor, las
gabarras fueron perdiendo utilidad y buena parte de ellas fueron
achatarradas. Solo una pequeña colección se conserva, algunas
en pecio, otras con fines museísticos, y la denominada Athletic
de uso casi restringido a festejos deportivos. De las utilizadas por
AHV para el transporte de graneles, carbones y minerales, aun se
conservan una de ellas en la dársena de Udondo. AHV dispuso
además de gánguiles para sacar las escorias producidas en sus
hornos altos a mar abierto. Los gánguiles son barcos con cántara o
depósito central cuyas paredes son estancas respecto al resto del
casco; el depósito lleva en su fondo compuertas que se abren para
dejar caer al mar su mercancía, bien fueran escorias o productos
del dragado de la Ría.
El patrimonio industrial originado.
F. 07
Durante décadas las escorias todavía calientes se descargaban en
la cántara del gánguil produciendo una nube de vapor que era una
imagen característica de la Ría…
Hasta 1891 no se tienen referencias de gánguiles de hierro construidos en los astilleros vizcaínos. Se trataba de tres embarcaciones de unas 70 Tn. de arqueo que más tarde se reconvirtieron en
gabarras. En 1902 la Compañía Euskalduna, fundada dos años antes, obtenía un contrato con Altos Hornos de Vizcaya para la construcción del Portu, un gánguil de acero de 180 m3 de capacidad
de cántara y 540 toneladas de desplazamiento que, aunque muy
transformado, aun se conserva en las dependencias del Museo
Marítimo Ría de Bilbao. El Portu fue la primera embarcación que
se construyó en los astilleros Euskalduna. Desde entonces y hasta
su cierre en 1996 Euskalduna se convirtió en uno de los grandes
astilleros de la Ría de Bilbao. De sus instalaciones originales se
conservan sus diques secos 1 y 2, cuyo origen es incluso anterior
a Euskalduna; pertenecieron a la Sociedad Diques Secos de Bilbao
que venía funcionando desde 1868, construyéndose además, de
nueva planta, el dique seco nº 3, considerado en su época el mayor dique existente en España, con sus bombas de achique capaces de desalojar 200 Tn de agua por minuto. Actualmente los tres
diques son aprovechados para alojar el material flotante del Museo Marítimo que también incluye en sus instalaciones parte del
edificio de bombas de achique, con su maquinaria, del dique seco
nº 3, interesante construcción proyectada en 1902 por el ingeniero
José Eugenio Ribera, pionero en la técnica de construcción con
hormigón armado. El otro elemento que todavía permanece es La
Carola, una grúa de 60 m de altura, construida con perfiles metálicos roblonados en los Talleres de Erandio en 1954, primera grúa
de gran potencia construida en España.
F. 06_ Últimas gabarras en la Ría
de Bilbao.
F. 07_ Euskalduna. El dique nº 3
en construcción (1904).
17
Usos históricos del agua en la industria vasca.
F. 08
Otro elemento de gran valor patrimonial en la Ría, es el Dique
Seco nº 1 de La Naval de Sestao y su caisson de cierre. El caisson
es un casco de chapa de acero roblonado de 20 m. de eslora que
sirve para cerrar el dique seco. Recuerda el casco de un submarino, disponiendo en su interior de un nivel inferior con tanques que
se inundan o se vacían según se quiera cerrar o abrir el dique. En
el piso superior se aloja una sala de máquinas con bombas que se
utilizan para el achique de los tanques. Construido entre 1888 y
1891, junto al resto de las instalaciones de Astilleros del Nervión,
es probablemente el más antiguo de los que se conservan en
todo el Estado.
Nelseco para submarinos y desde 1934 de las casas Sulzer Freres
y Burmeister. Se implantó también la construcción de material ferroviario: locomotoras eléctricas y vagones para viajeros.
La Naval de Sestao fue producto de la fusión llevada a cabo en
1919 por la citada Astilleros del Nervión y los Astilleros de Sestao
que algunos años antes se había construido en terrenos contiguos
a la primera. La factoría fue desde sus orígenes una de las más importante y técnicamente avanzadas de las instaladas en España.
La Naval de Sestao es el único de los grandes astilleros construidos en la Ría a finales del siglo XIX que aun se mantiene productivo, aunque con futuro incierto. Durante los últimos años ha estado
integrado en la empresa pública estatal Izar Construcciones Navieras. Gracias a una política basada en la especialización de sus
construcciones y en un desarrollo tecnológico propio, la empresa
fue capaz de fabricar buques como el metanero Iñigo Tapias botado el año 2002, el primero de sus características construido en
el Estado y el barco más grande fabricado en la factoría, con una
A partir de los años veinte se diversificó la producción, dedicándose, además de la construcción y reparación de buques, a la construcción de motores Diessel primero con licencias de Vickers y
18
F. 09
En los años sesenta se transfiere la fabricación de material ferroviario a la Compañía Auxiliar de Ferrocarriles C.A.F.. En esta misma
época se acondiciona la factoría para la construcción de buques
de gran tonelaje, de más de 100.000 t.p.m. y se integra en Astilleros Españoles S.A. La factoría ocupaba entonces a más de 4.000
empleados y en sus instalaciones se utilizaban dos gradas, dos
diques secos y un varadero con muelle de 900 m.
El patrimonio industrial originado.
F. 10
F. 08_ Dique seco nº 1 de La Naval (Sestao)
F. 09_ El metanero “Iñigo Tapias”.
F. 10_ Astilleros del Cadagua.
capacidad de 138.000 metros cúbicos de transporte, una eslora
de 284,5 metros y una potencia de 28.000 kw. La Naval es el
único constructor naval europeo que cuenta con un programa de
buques de transporte de gas natural licuado (LNG). También está
especializada en la construcción de buques de alta tecnología, los
denominados “shuttle” (lanzadera), que son buques diseñados
para el transporte de crudos desde los campos petrolíferos submarinos hasta las refinerías de la costa.
Otros astilleros de la Ría han ido desapareciendo a lo largo de las
últimas décadas, algunos sin dejar rastro alguno como el de Celaya
en Erandio, otros como los Astilleros del Cadagua en Barakaldo todavía conservan parte de sus gradas y sus naves fundacionales.
19
Usos históricos del agua en la industria vasca.
F. 11
Aguas y ríos habían sido sin embargo dominios contaminados desde el siglo XIX por las explotaciones mineras en los años dorados
de la cuenca minera vizcaina. Allí, y producto del lavado y selección
del mineral, los fondos de los valles se fueron rellenando de lodos sedimentados –balsas de decantación- cuando no descendían
aguas abajo por los arroyos que confluían en los afluentes del bajo
Nervión y en la Ría de Bilbao.
Además, ésta se fue transformando a largo del pasado siglo en
una cloaca de residuos industriales y domésticos. Durante los años
70 la contaminación del aire se hizo irresistible en zonas del Gran
Bilbao y la contaminación del agua alcanzó a la práctica totalidad
de los ríos. Los residuos de la siderurgia integral se depositaban
en el mar, a donde también se conducían otros residuos de forma
incontrolada. A medida que la preocupación por la salud de las personas y por el medio ambiente comenzó a tomar cuerpo y las autoridades empezaron a extremar el control, se hizo patente la ingente
cantidad de residuos generados por la industria vasca. En 1979, el
97% de la contaminación producida por la industria era originada
por los sectores siderúrgicos, de transformación de metales, de
fabricación de papel y químico. Estos sectores suponían el 60% de
la producción industrial vasca.
La Ría de Bilbao se convirtió en una de las más contaminadas. A los
vertidos industriales había que añadir las aguas residuales de usos
domésticos vertidas que ponían en marcha el proceso denominado eutrófico -alimentación en demasía del sistema- que trajo como
consecuencia la casi desaparición del oxígeno disuelto en el agua,
convirtiéndose en agua sucia y pestilente, los seres vivos mas vulnerables fueron desapareciendo.
20
A finales de los años setenta casi toda la Ría estaba muerta. Evidencias parecidas manifestaban los afluentes que desaguaban en
la ría y en algunos de los ríos guipuzcoanos, sobre todo los afectados por las industrias papeleras. En la década de los ochenta, la
El patrimonio industrial originado.
F. 11_ Flotador regulador. Pasillo
de recogida de agua filtrada en
la depuradora de Bolintxu.
mayoría de los 30 m3/s que venían de la cuenca a la ría eran aguas
de mala calidad, la mayoría aportados por el Nervión-Ibaizabal y el
Cadagua. Hubo que acometer entonces el Plan Integral de Saneamiento del Bajo Nervión y su sistema. El Plan se concibió para dar
un tratamiento unitario a la contaminación industrial y doméstica
de la Comarca del Gran Bilbao mediante la construcción de una red
de colectores de 170 km de longitud y tres estaciones depuradoras
(Galindo, Muskiz y Lamiako). Las obras, iniciadas en 1984, habrían
de finalizar previsiblemente en el año 2005. Lo cierto es que pasada ya esta fecha y tras una inversión de 700 millones de euros, la
depuradora de Lamiako aun no se ha iniciado, concentrando la práctica total de las aguas a depurar en la EDAR de Galindo, en Sestao,
centro neurálgico de todo el Sistema General de Saneamiento.
Antes, en 1983 la Ría se había amotinado y resarcido de tanta polución. Las lluvias torrenciales de aquel agosto, se llevaron más de
70.000 millones de pesetas en las instalaciones industriales que
ocupaban los bordes del Ibaizabal, del Nervión y de otros ríos vascos.
Había existido no obstante una tradición higienista que cien años
antes había dado origen a otras plantas depuradoras precursoras
en el saneamiento de Bilbao. Desde finales del XIX, Bilbao como
otras ciudades europeas en proceso de industrialización mantiene
un crecimiento sin precedentes, al mismo tiempo empiezan a utilizar tecnologías capaces de resolver el problema de la eliminación
de una cantidad cada vez mayor de aguas residuales. Hasta entonces el tamaño de las ciudades se mantenía por debajo de una
población “crítica”, que no representara un desafío para garantizar
el abastecimiento de agua y la eliminación de sus residuos. (Serratosa, 2006)
A principios del siglo XX se estableció en el barrio bilbaíno de Elorrieta la primera depuradora de aguas residuales y con ella el primer
sistema de saneamiento moderno en España. Bajo la dirección del
ingeniero Recaredo de Uhagón, se construyó el alcantarillado para
recoger las aguas sucias y la eliminación de todos los pozos negros de la Villa. En Elorrieta se construyó un depósito receptor de
12.000 m3 de capacidad y en un edificio anexo se instaló un sist
ma de bombeo con maquinaria de vapor cuya misión consistía en
enviar las aguas, a través de una cañería de 10 Km., hasta Punta
Galea en término de Getxo. Su puesta en funcionamiento permitió
reducir en pocos años los altos coeficientes de mortalidad que a
fines del siglo XIX asolaban a los habitantes de Bilbao que todavía
se abastecían del agua de la Ría a la cual se vertían también las
aguas sucias.
A partir de la Guerra Civil las instalaciones perdieron parte de su uso
y las máquinas de vapor, únicas en Euskadi, quedaron inutilizadas
aunque permanecieron en perfecto estado de conservación hasta
el saqueo producido en sus instalaciones, propiedad del Ayuntamiento de Bilbao, en 1996.
Unos años después de la puesta en marcha de Elorrieta, se acometió la construcción de la depuradora de agua potable de Bolintxu,
un proyecto ejemplar que entró en servicio en 1923. Constituyó
una magnífica obra de ingeniería de la depuración de aguas, siendo la primera instalación que utilizó la ozonización para la desinfección de agua para el consumo humano. Actualmente está sin
uso alguno pero aun dispone de mecanismos como indicadores de
tensión, intensidad, presión, etc., que son auténticas reliquias técnicas. Asimismo se conservan los cuadros eléctricos, contactores,
amperímetros y voltímetros originales. Otros elementos de pequeñas dimensiones han sido parcialmente expoliados del interior del
magnífico edificio que alberga todo el conjunto. Este consta de dos
partes bien diferenciadas: por un lado un edificio rectangular con
techo plano que alberga los tres filtros rápidos de arena y baterías
de ozonización capaces de tratar 8.000 m3 al día; y por otro y directamente unido al anterior, el edificio de servicios auxiliares, que
albergaba todos los mecanismos de desinfección, lavado de filtros
y cuadros eléctricos con cubierta de hormigón.
21
Usos históricos del agua en la industria vasca.
Se da la paradoja de que esta planta se encuentra a escasos metros de la mayor y más moderna potabilizadora del norte de España: la depuradora del Consorcio de Aguas de Bilbao en Venta Alta.
Cuando la primera fase de esta depuradora entró en servicio en
1968 no incluía la ozonización. En 1984, con la entrada en funcionamiento de su segunda fase se incorporaba de nuevo la depuración por ozono.
En cualquier caso los equipamientos urbanos del agua: torres,
depósitos, fuentes públicas, lavaderos, etc, constituyen hoy en
día un paisaje urbano residual. Con la generalización del uso del
“agua corriente” en las viviendas, fueron progresivamente desapareciendo los lavaderos y con ellos el recuerdo vinculado al agua
compartida y a la condición femenina. También acabó con el agua
acarreada trabajosamente escaleras arriba y por tanto altamente
valorada. El agua corriente que llega al grifo, que potabilizamos
con gran esfuerzo sin hacer distinción de usos, y que acabamos
en su mayor parte tirando por el inodoro.
Bilbao, contó con una buena red de lavaderos, ejemplos de notable calidad arquitectónica que han ido desapareciendo en las
últimas décadas. El último de los cuales, que albergaba oficinas
municipales, ha sido demolido recientemente para la edificación
de viviendas. Por suerte el lavadero de Barrainkua fue transformado en centro de distrito, con un tratamiento respetuoso de la
arquitectura preexistente. Sin embargo, la intervención realizada
en el antiguo lavadero de San Mamés y la que ahora se pretende
para el lavadero de Castaños,
magníficas obras de inspiración modernista de Ricardo
Bastida, han sido actuaciones
desdichadas para el patrimonio de la ciudad, con vergonzantes mantenimiento de sus
fachadas – frontispicio tras las
cuales se construyen edificios
de vivienda. La desaparición
del depósito de aguas de Miraflores (1886), derribado insensatamente hace unos años,
constituyó otra gran pérdida del
F. 12
patrimonio del agua en la Villa.
Paralelamente en Vitoria-Gasteiz, se llevó a cabo la rehabilitación
del antiguo depósito de aguas de la capital alavesa (1885) para ser
utilizado como sala de exposiciones, un magnífico ejemplo de las
posibilidades de reutilización de los viejos inmuebles industriales
y la obra pública, y excelente exponente de la imaginación que a
veces escasea tanto en los gestores del patrimonio público. (Patrimonio industrial del País Vasco. Nuevos recursos turísticos. 1997)
Por otra parte, para aprovechar el agua la industria vasca ha fabricado todo tipo de útiles relacionados con su trasporte, almacenamiento, usos de navegabilidad, calefacción, etc; productos acabados, de diseño propio, que han pasado a formar parte indisoluble
F. 13
22
El patrimonio industrial originado.
F. 14
de la historia industrial del País Vasco. Ya en la época preindustrial
aparecen herramientas y productos artesanales relacionados
con el agua de gran importancia en la vida de los vascos. Utiles
para transportarla como la pedarra, un cántaro de barro torneado
y cocido, que por su singular forma se adaptaba a la cabeza sobre
la que se portaba y que Alexander von Humboldt describió como
“una gran tetera achaparrada”.
Otros vascos, como Pedro de Zubiaurre, natural de Errenteria, General de la Armada de Felipe II creó en el siglo XVII un artificio para
elevar agua desde el río Pisuerga, para surtir a Valladolid. Constaba
de cuatro bombas de émbolo, movidas por medio de ruedas, baquetones y cadenas por dos ruedas hidráulicas instaladas en el río.
Zubiaurre se inspiró en el artilugio que Peter Morice había diseñado para abastecer con las aguas del Támesis a Londres, ciudad en
cuya Torre el guipuzcoano estuvo encarcelado durante dos años.
F. 15
Contemporáneo del anterior es el navarro Jerónimo de Ayanz. Personaje singular, capaz de crear un sinfín de patentes, entre las que
cabe citar el desarrollo de un precedente del submarino con renovación de aire, también confeccionó un traje de buceo operativo.
Además, fue un adelantado en el uso del vapor para la producción
de energía. Cien años antes que Thomas Savery, Thomas Newcomen o James Watt diseñó una máquina de vapor para desaguar
las minas de plata de Gaudalcanal (Sevilla).
Ayanz pensó también utilizar el vapor para elevar el agua a las
casas, para crear chorros decorativos en fuentes y jardines y más
insólito aun en el siglo XVII, como acondicionador de aire en las
casas. (García Tapia, 2001)
Y además instrumentos relacionados con la navegación como las
anclas de Gilisagasti, ferrón guipuzcoano que aprovechando las
características que tenía el hierro vizcaíno muy moldeable, fabricó modelos de anclas muy delgadas y ligeras en el siglo XVIII y
que fueron muy demandadas por los navegantes europeos de la
época.
F. 12_ Máquina de vapor de
Ayanz.
F. 13_ Fachada modernista del
lavadero de la calle Castaños (Bilbao), obra de Ricardo
Bastida.
F. 14_ Moldes de arena en
la fundición de Aranzabal
S.A.(1963)
Nuestra relación con el mar también prosperó con el desarrollo
en las costas vascas de técnicas constructivas de navíos como la
nao cantábrica característica de la Baja Edad Media en las costas
peninsulares, y posteriormente los galeones fabricados por Antonio de Castañeta, nacido en Mutriku a mediados del XVII, que desarrolló nuevas técnicas de ingeniería naval, construyendo navíos
más fuertes y maniobrables que sus predecesores.
A mediados del XIX tiene sus orígenes la trainera, como embarcación destinada a la pesca de sardinas y anchoa. Aunque al principio
portaba dos velas, la competición hizo evolucionar sus características hasta las establecidas por el Reglamento de 1919 primero
y finalmente por el de 1971: 12 m de eslora, 1,72 m de manga y
200 kg de peso.
F. 15_ Fuentes. Catálogo de
Aurrera.
23
Usos históricos del agua en la industria vasca.
F. 16
Con el antecedente singular de las Reales Fábricas de municiones
de hierro colado de Eugui y Orbaiceta en la Navarra del siglo XVIII,
la tradición siderúrgica del País Vasco posibilitó el desarrollo de numerosas fundiciones a lo largo de toda nuestra geografía a finales
del siglo XIX. La Aurrerá de Sestao, Ibarra de Ortuella, MolinaoLuzuriaga de Pasajes, Patricio Echevarría de Legazpia o las alavesas
de San Pedro de Araya y Aranzabal son solo una pequeña muestra
a las que habría que añadir las grandes siderurgias que como Altos
Hornos de Vizcaya reservaron parte de su producción de arrabio
para la elaboración del hierro fundido. Fundiciones dedicadas a la
fabricación de todo tipo de productos acabados de hierro fundido
o colado. Muchos relacionados con el abastecimiento de aguas:
tuberías, válvulas, bocas de riego, fuentes, sumideros, registros
y accesorios para canalizaciones y saneamientos, compuertas,
F. 18
F. 17
aliviaderos, depósitos, sifones, etc, elementos cuyas formas se
prestan con facilidad a su fabricación mediante el simple vaciado
de un molde.
Aurrera, una de las empresas pionera de la industrialización vasca,
también diseñó y fabricó calderas “Thermal” de calefacción por
agua. Estas calderas se construían con fundición de ferro-vulcan de
gran poder termo transmisor y resistente al fuego y a la corrosión.
En el mismo municipio de Sestao, Babcock & Wilcox fabricó con
gran éxito calderas industriales acuotubulares comprendidas entre
las 20 y las 450 t/h. y con presiones hasta 100 kg/cm2. En las primeras décadas de historia de la fábrica de Sestao fue especialmente importante el modelo WIF (Wrought Iron Front) en alusión a las
puertas de hierro forjado que protegían exteriormente la caldera.
F. 16_ Publicidad de Caldera
Thermal. Aurrera.
F. 17_ Caldera acuotubular,
sistema Babcock & Wilcox,
patentada, provista de recalentador y cargador mecánico. En
la imagen se puede apreciar
la circulación del agua y el
desprendimiento del vapor,
así como la alimentación del
carbón al cargador mecánico y
la salida de escorias.
F. 18_ Babcock & Wilcox. Fabricación de cámaras espirales de
turbinas hidráulicas.
F. 19_ Vista de la planta de refrigeración de Petronor.
24
El patrimonio industrial originado.
F. 19
Y con el desarrollo de la sociedad de consumo aparecen los electrodomésticos y las primeras empresas dedicadas a su producción. A partir de los años treinta del siglo XX, empresas como
Electrodomésticos Solac, Jata, Edesa y Fagor serán pioneras en
la fabricación de aparatos para calentar agua, marmitas eléctricas,
cafeteras domésticas, ollas o planchas a vapor.
Por último, la gestión del agua siempre ha sido un empeño constante en las grandes industrias vascas, bien por disponer de ella
o bien por limitar los costes de su uso. Las cantidades inmensas
de agua que industrias como la sidero-metalurgia, el refino de petróleo o las centrales térmicas necesitaban para la refrigeración de
sus procesos obligaron a reducir su consumo para aminorar sus
costes. Desde los años treinta comenzaron a incorporar instalaciones para refrigerar y recuperar el agua ya utilizada, reintroduciéndola de nuevo en el circuito y reduciendo así su consumo. Algunas
de estas instalaciones serán sorprendentes obras de ingeniería
por sus dimensiones y monumentalidad, especialmente las torres
de refrigeración de tiro natural que son objeto de estudio en el
próximo apartado.
Mención aparte merece resaltar la gestión que hace del agua la
refinería de Petronor. La mayor de las refinerías del Estado consu-
me grandes cantidades de agua en sus instalaciones de Muskiz
(Bizkaia): agua potable, agua contra incendios, agua para la generación de vapor, agua para los procesos de refino y agua para
servicio de limpieza.
El 53% del agua consumida se destina a refrigeración, siendo con
diferencia la partida mayor del agua consumida. El agua de refrigeración circula en grandes volúmenes por un sistema abierto a
través de los cambiadores y condensadores de las diferentes unidades. Esta agua absorbe calor y retorna a una torre de refrigeración de tiro mecánico, donde se enfría al entrar en contacto con un
gran volumen de aire, suministrado por ventiladores. El agua fría
cae a unas piscinas, situadas debajo de la torre, donde de nuevo
es puesta en circulación por medio de bombas. Esta reutilización
del agua permite a la empresa recuperar el 30% de toda el agua
consumida en la refinería.
No obstante, la industrialización vizcaina aparece esencialmente
ligada al sector siderúrgico. Este es sin duda alguna el sector que
más agua ha demandado y consumido a lo largo de la historia de
la industria vasca. A las infraestructuras y arquitecturas generadas
por el consumo de agua de las siderurgias vizcainas nos referimos
en las próximas líneas.
25
Usos históricos del agua en la industria vasca.
La industria siderúrgica.
Las aguas de Altos Hornos
de Vizcaya.
Además de imprescindible, el consumo de agua en la siderurgia
es de gran magnitud, hasta el punto de que las necesidades de
suministro de agua en la historia de Altos Hornos de Vizcaya fue
una continua preocupación desde los orígenes de la empresa,
dando lugar a la realización de grandes obras hidráulicas de embalsado y canalización.
Ya en la fecha de su constitución en 1902, la compañía se hacia
con la propiedad y usufructo de las aguas del río Castaños que
dos años antes había sido represado en El Regato con la construcción de una presa por parte de la Compañía Anónima Aguas
del Regato, adquirida por AHV ese mismo año.
A finales del s. XIX durante los meses de verano las industrias de
la margen izquierda tenían problemas de abastecimiento de agua.
La utilización de algives flotantes, carros y el empleo de agua de
mar en los generadores de vapor no impedía que con demasiada
frecuencia se suspendieran las labores por falta de agua dulce.
En 1885 José de Echevarría y Rotaeche, al cargo de Aguas del Regato, se planteó la necesidad de construir dos presas en los ríos
Castaños y Loyola para satisfacer las crecientes demandas tanto
de la población como de las industrias. Las obras comenzaron
en 1888, pero de inmediato surgieron los conflictos que demoraron su construcción hasta 1897. La sociedad inglesa Luchana
Mining Company que explotaba las minas de El Regato y el propio Ayuntamiento de Barakaldo se opusieron a su construcción.
Finalmente tras terciar en la polémica el Gobierno Civil, se redujo
la iniciativa a una sola presa en Castaños, rebajando además la
altura propuesta por Echevarría de 30 m. y a cambio de la cesión
al municipio de 12 litros de agua por segundo. La altura definitiva
quedó reducida a 20 m con una longitud de coronación de 74 m,
una superficie de embalse de 5 Ha y un volumen de 144.000 m3
.
Desde el punto de vista constructivo, la presa de El Regato, significó una gran innovación, no solo por su tipología estructural,
con arco de gravedad, sino especialmente por la utilización de
hormigón. Por primera vez se utilizaba en España este material
en la construcción de presas.
El cemento Portland hubo de importarse de Bélgica y los áridos
se extrajeron de una cantera caliza excavada en el mismo vaso del
embalse. El hormigonado se realizó por tongadas sucesivas, impermeabilizándose posteriormente el paramento de aguas arriba
mediante capas asfálticas.
F. 20
26
El patrimonio industrial originado.
Tiene un curioso sistema de evacuación de excedentes que consiste en un aliviadero natural al que llega el agua por una acanaladura realizada en la coronación.
En 1898 se cedió la utilización de las aguas a la fábrica de La Iberia de Sestao y finalmente, pocos años después, la recién creada
Altos Hornos de Vizcaya, de la que formaba parte La Iberia, se
hacía con la propiedad del embalse destinando sus aguas a la
refrigeración de los hornos altos y conservando los compromisos
adquiridos con el Ayuntamiento. Lo cierto es que las disputas
entre Luchana Mining y AHV fueron frecuentes, casi siempre
producidas por la contaminación del Castaños y sus arroyos a
consecuencia de los lavaderos de mineral que la compañía minera utilizaba aguas arriba y pese a que desde 1900 existía un reglamento sobre enturbiamiento de aguas que regulaba la instalación
y funcionamiento de los lavaderos.
F. 20_ Presa del “pantano viejo”,
El Regato-Barakaldo.
Foto de Iñaki Izquierdo.
F. 21_ Pantano de Gorostiza en
construcción. (Sefanitro. 19411991. 50 Aniversario).
Pasada la guerra civil (1945), A.H.V. y su empresa filial Sefanitro
levantaron una nueva presa -la de Gorostiza- aguas abajo del río
Castaños y a cuyo embalse aprovisionará al embalse de El Regato. Además, por tubería suministrará agua al Tren de Bandas en
Caliente de Ansio, pudiendo también abastecer a otras empresas
químicas de Lutxana como Oxinorte y Unión de Explosivos.
F. 21
27
Usos históricos del agua en la industria vasca.
F. 22_ Embalse de Gorostiza
(Barakaldo).
Las crecidas habituales del Castaños obligaron a realizar en 1965
un reforzamiento de la presa para evitar posibles filtraciones y
deslizamientos y en 1979 se impermeabilizó el paramento de
aguas arriba.
En la actualidad, el estado general de conservación es bueno; no
obstante, el muro de la presa presenta problemas de filtraciones,
especialmente entre tongada y tongada. Por otra parte, la capacidad del embalse se ve sensiblemente disminuida debido al aterramiento del vaso.
Desde una perspectiva medioambiental, el conocido como “pantano viejo” constituye un ecosistema húmedo de interesante vegetación y fauna, siendo además una zona idónea para actividades
de esparcimiento.
Además de la del Regato y de otras tomas de menor importancia,
como las que procedían de las aguas del arroyo Granada, del Ballonti y del Barbadún, AHV se surtió también del río Cadagua, y del
Consorcio de Aguas de Bilbao.
El agua proveniente del Cadagua se bombeaba desde la estación
de Zubileta (Barakaldo), si bien en algunas ocasiones hubo que
suspender su suministro por la excesiva contaminación del río.
Próxima al bombeo de Zubileta se encontraba la siderurgia de
Echevarría, pionera en la industrialización vizcaína, que se venía
abasteciendo de las aguas del Cadagua desde el siglo XIX. Esta
fábrica, ya desaparecida, conserva sin embargo, aunque con otra
razón social, las baterías de coque en funcionamiento, la única
existente actualmente en Euskadi y para cuyo enfriamiento continua surtiéndose del río.
28
Por último, AHV tenía un acuerdo con el Consorcio de Aguas de
Bilbao para disponer de dos captaciones de 1.800 m3/h cada una
de aguas provenientes del sistema Zadorra, de los pantanos de
Urrunaga y Ullibarri-Gamboa, en cuya génesis estuvo AHV como
veremos a continuación.
F. 22
Los consumos medios diarios (en m3) de agua
del año 1990 en Altos Hornos de Vizcaya:
Agua Industrial:
Pantano: 11.195, Gran Bilbao: 13.209,
Cadagua: 2.288, Barbadún: 403
Desmineralizada: Calderas: 587, Acería: 188
y Colada Continua: 136
Agua salada:
H.Alto 1: 39.500, H Alto 2 A: 2.911
Central Térmica: 79.500 Soplantes: 90.000
y C.Continua: 31.900
Muñoz Cámara, 2002
El patrimonio industrial originado.
Las aguas del Zadorra.
De Altos Hornos de Vizcaya
a Iberduero y al Consorcio
de aguas de Bilbao.
Durante los primeros veinte años de su funcionamiento, el consumo eléctrico de AHV fue bastante contenido. Aunque el proceso de electrificación de su aparato productivo se inició en los
primeros años del siglo XX, tardaría en generalizarse, justificado
en parte por disponer de una moderna y potente instalación de
generadores de vapor a base de la utilización de los gases de los
hornos altos.
En los años cincuenta, las necesidades energéticas de AHV se
habían ido incrementando. Tras el paréntesis de la crisis económica de los años treinta, la Guerra Civil y los autárquicos cuarenta, a
partir de 1950 la siderurgia vasca recupera los índices de producción que había alcanzado en 1929, al mismo tiempo que sus necesidades energéticas se multiplican. La factoría precisaba energía
regulada durante todo el año, con factor de carga muy elevado y a
ser posible energía más segura que la ofertada por Iberduero.
En 1950 la empresa producía 38.332.400 kw pero tenía que adquirir a Iberduero 76.224.501 kw. Ante este considerable aumento de
sus necesidades de energía eléctrica, la Sociedad había adquirido
años antes (1945) la concesión para aprovechamiento de las aguas
del río Zadorra y sus afluentes Zayas, Anguelu y Arlabán con el fin
de producir electricidad y el abastecimiento de poblaciones.
Los recursos hidráulicos de los ríos citados eran relativamente importantes. Recogían precipitaciones considerables que discurrían,
en sus cursos medios, por la meseta alavesa, cuya topografía ofrecía la posibilidad de embalsar agua en vasos de gran capacidad
con alturas pequeñas. Eran muy favorables también las condiciones de impermeabilidad de la zona y la resistencia de las rocas
para emplazar presas.
Por otra parte, se ubicaban al borde mismo de la meseta alavesa,
la cual presenta un descenso rápido y pronunciado hacia la vertiente cantábrica, permitiendo el aprovechamiento de un desnivel
de 546 m, en un primer escalón de 350 m, con conducciones
relativamente cortas.
Ya en 1926, Manuel Uribe Echevarría había solicitado al Ministerio
de Obras Públicas la concesión para el aprovechamiento de las
aguas de los ríos Zadorra y sus afluentes Arlaban, Anguelu o Santa
Engracia y Zayas, con objeto de regular sus caudales por medio
de dos embalses, para la producción de energía eléctrica y para
abastecer poblaciones, tanto de la cuenca del Ebro como de la
vertiente cantábrica.
El proyecto estaba suscrito por los Ingenieros de Caminos José G.
de Langarica y Joaquín Guinea.
Dos años después, la Administración del Estado rechazó la solicitud al no considerarse oportuno desviar aguas de la cuenca del
río Ebro, en cuyas tierras se pretendía incrementar el regadío. Lo
cierto es que en 1926 había sido otorgada al Ayuntamiento de
Bilbao la concesión de aprovechamientos de los caudales de los
ríos burgaleses Ordunte y Cerneja, éste también de la cuenca del
Ebro, que se pensaba fuera suficiente para satisfacer las necesidades de Bilbao durante un período de 50 años.
Sin embargo, en 1930 Uribe Echevarría solicitó la revisión del
expediente. Esta segunda vez los informes oficiales fueron más
favorables. La Confederación Hidrográfica del Ebro entendió que
las aguas solicitadas del Zadorra y afluentes, sólo eran útiles en
la cuenca del río Ebro durante el estiaje de los meses de verano.
En un posterior informe, y tras acceder el solicitante a entregar
al Ebro 1.000 litros por segundo en los meses de verano, la Confederación aprobó el proyecto, entendiendo que ofrecía además
otras ventajas para la cuenca del Zadorra, atenuando las avenidas
del río, mejorando las condiciones sanitarias al aumentar la circulación de las aguas estivales y aumentaba, asimismo, los recursos
hidráulicos disponibles para riegos en la cuenca del Ebro durante
el verano compensando la pérdida de aguas invernales.
El proyecto constructivo inicial contemplaba la construcción de
dos embalses reguladores, sitos, uno sobre el propio río Zadorra en Mendizabal (Alava) de 48.000.000 m3 de capacidad y el
otro a emplazar sobre el río Santa Engracia en Urrunaga (Alava)
de 38.000.000 m3, así como el aprovechamiento energético de 3
saltos a ubicar en Zeberio, Santuola y La Peña (Bilbao). En 1935,
se proponía reducir a dos los saltos a instalar en Igorre y Basauri,
donde se crearían sendas centrales subterráneas. Se aumentaba
la capacidad conjunta de los dos embalses, que se elevaba de
86.000.000 a 104.000.000 m3.
Hubo que esperar a que pasara la Guerra Civil y los primeros cuarenta para que se retomara el proyecto.
29
Usos históricos del agua en la industria vasca.
F. 23
En 1945 Altos Hornos de Vizcaya adquiría la concesión a Manuel
Uribe Echevarría y dos años después constituía en Bilbao, la sociedad Aguas y Saltos del Zadorra, S. A., a la que Altos Hornos de
Vizcaya aportaba la concesión citada. Además, y junto a su filial
Hulleras del Turón, S. A, la empresa siderúrgica vizcaína suscribía
la totalidad de los 50.000.000 de ptas de su capital fundacional.
Se diseñaba un enlace forzado y profundo entre ambos embalses
para aprovechar mejor las capacidades de ambos. La capacidad de
la conducción al salto se elevaba desde 24 a 54 m3 por segundo.
La potencia nominal a instalar en la central de Barazar, estaría representada por 4 grupos generadores de 42.500 KVA. cada uno,
con un salto bruto máximo de 328,60 m. a embalse lleno.
La nueva sociedad presentaba además un nuevo proyecto constructivo, firmado por Antonio del Aguila, ingeniero y consejero de
Aguas y Saltos del Zadorra. En él se variaba nuevamente el emplazamiento de los saltos y centrales, aumentando la capacidad de
las embalses, las conducciones y la potencia instalada en las centrales. Se elevó la capacidad de los dos embalses a 220.000.000
m3.; el de Ullivarri Gamboa sobre el río Zadorra y el de Urrunaga
sobre su afluente, el Santa Engracia. Por otra parte, se acortaba
la conducción principal del primer salto, a instalar en Barazar a
12.490 m., a mitad de camino de la proyectada en el anterior trazado.
En 1959 solo se habían instalado dos de los grupos, a la espera
de que se construyan las obras proyectadas para el aprovechamiento de las aguas del río Bayas y su conducción al embalse de
Urrunaga. Lo cierto es que los otros dos grupos nunca se llegaron
a instalar.
Estas modificaciones sobre el proyecto original habrían de elevar
sensiblemente el costo de las obras. La solución que se propugnaba no respondía solo a las necesidades de energía de AHV, para
lo que bastaría una capacidad total de embalse equivalente a un
tercio de la proyectada, con una conducción de mucha menor
F. 24
F. 23_ Embalse de Urrunaga en
construcción. 1956. (BFA/AFB.
Foto AHVF 0156/17-18)
F. 24_ Embalse de Ullibarri en
construcción. 1956. (BFA/AFB.
Foto AHVF 0156/14-15)
30
El patrimonio industrial originado.
F. 25
F. 25_ Montaje de las turbinas
en la central de Undurraga.
1956. (BFA/AFB.
Foto AHVF 0156/0007)
F. 26_ Montaje de una de las
turbinas. 1956. (BFA/AFB.
Foto AHVF 0156/0006)
sección, así como una potencia instalada inferior a la mitad de la
proyectada. Sin prejuzgar la forma de explotación futura, se consideró que convenía proyectar las obras para que pudieran rendir
beneficios al interés general.
la obra proyectada. Hasta entonces, las centrales hidroeléctricas
explotadas por Iberduero que abastecían las provincias vascas se
encontraban a más de 300 km de distancia, en los sistemas del
Cinca y Esla-Duero.
Además, se orientaba la central del salto de Barazar hacia la producción preponderantemente de energía estival y de puntas a lo
largo del año, valorándose positivamente que este tipo de centrales habrían de servir como complemento a las exigencias de la
futuras centrales nucleares, que dado el alto costo de sus instalaciones, habrían de trabajar elevado número de horas y en régimen
de base como carga, a fin de que la producción fuera lo menos
costosa posible.
Por otra parte, la proximidad a zonas industriales en creciente desarrollo y expansión demográfica, tanto de Bizkaia como de Alava,
que requerían un consumo cada vez más elevado de energía eléctrica y de agua potable, reforzaba el carácter más ambicioso de
F. 26
31
Usos históricos del agua en la industria vasca.
F. 27_Turbina en la central de
Barazar-Undurraga. 1956(BFA/
AFB. Foto AHVF 0156/0003)
La central de Undurraga-Barazar ofrecía la posibilidad de contar
con una central de “socorro” para el abastecimiento de Bilbao,
situada a escasos 30 kms.
Lo cierto es que como Aguas y Saltos del Zadorra, S.A. tenía por
objeto producir energía para Altos Hornos de Vizcaya, y los cambios del proyecto constructivo con el fin de generar energía estival y de puntas habían cambiado fundamentalmente los objetivos
iniciales, y puesto que esta clase de energía no era la que Altos
Hornos de Vizcaya precisaba, se decidió negociar su traspaso con
Iberduero, sociedad dedicada a la producción y distribución de
electricidad con la que se llegó a un acuerdo en 1957 para que
ésta utilizara la producción del salto de Barazar, aunque dando servicio preferente a AHV en los períodos de restricciones. En 1958,
primer año completo de explotación del salto de Barazar se produjeron 172.000.000 kw.h.
Además, la concesión fue otorgada con la condición de que la sociedad concesionaria llegara a un acuerdo con los ayuntamientos a
quienes pudiera interesar disponer del abastecimiento de agua antes de su vertido al río. La Diputación de Vizcaya y el Ayuntamiento
de Bilbao vieron la solución al problema del abastecimiento de
agua en cantidad abundante que, añadida al suministro del embalse de Ordunte, habría de proporcionar la solución al abastecimiento de aguas a Bilbao y a la zona industrial de Bizkaia. Las aguas
alavesas multiplicaban por diez a las que procedentes del embalse
de Ordunte venían dando servicio a Bilbao desde los años treinta.
Y, aunque en los cincuenta Bilbao era el municipio vizcaíno mejor
abastecido, el resto de los municipios del Gran Bilbao sufrían continuas restricciones que comprometían además la instalación de
nuevos proyectos industriales y la ampliación de las ya existentes.
A finales de la década la población de Bilbao y su comarca se
acercaba a los 500.000 habitantes con un consumo medio de 500
litros de agua por persona y día, incluidos los consumos industriales, 100 litros más que los consumidos por los habitantes de
Madrid por esas mismas fechas.
32
F. 27
El patrimonio industrial originado.
F. 28
Sin embargo, Aguas y Saltos del Zadorra dilataba la construcción
del segundo salto que habría de ubicar cerca de Bilbao y a lo que
le obligaba la concesión. Lo cierto es que económicamente no les
era rentable, porque el segundo salto no podría exceder los 220
m. de altura y la conducción que habría que añadir era demasiado
larga, no justificándose tamaña inversión desde el punto de vista
hidroeléctrico, aunque AHV sin embargo necesitaba disponer de
agua para la refrigeración de la nueva acería que a principios de los
sesenta estaba instalándose.
En 1961 representantes de las administraciones vizcaínas acusaban
a la empresa concesionaria de que por no cumplir las condiciones
de la concesión se estaban dificultando la posibilidad de utilizar el
agua que Bilbao y su comarca necesitan urgentemente. Después
de una negociación entre las partes interesadas, en mayo de 1962,
Aguas y Saltos del Zadorra cedía al Ayuntamiento de Bilbao y municipios de la Comarca del Gran Bilbao, las concesiones sobre las
aguas procedentes del Zadorra a partir del proyectado embalse de
F. 28_ Tubería de conducción.
Aguas y Saltos del Zadorra
1953. (BFA/AFB.
Foto AHVF 0156/0053)
Undúrraga, donde habría de desaguar la Central de Barázar. Como
compensación Aguas y Saltos del Zadorra percibieron 350 millones
de pesetas, la mitad de las cuales corrieron por cuenta del Estado.
Además AHV tendría derecho preferente en la utilización de dichas
aguas, hasta un límite de mil litros por segundo, sobre los demás
usuarios de la misma categoría y en condiciones económicas no
inferiores al más favorecido de los consumidores.
En 1964 se inició la primera fase de las obras, orientadas a dar la
máxima urgencia a las dirigidas al suministro industrial de AHV, especialmente a satisfacer las necesidades del TBC (Tren de Bandas
en Caliente) que se estaba instalando en la vega de Ansio (Barakaldo). No obstante, la depuradora de Venta Alta no entró en funcionamiento hasta 1967 y la canalización desde Zeanuri se retrasó
hasta 1971.
Actualmente, del sistema Zadorra se abastece el 43% de la población de la CAV.
33
Usos históricos del agua en la industria vasca.
F. 29_ Viaducto sobre el río Urquiola en construcción. Aguas
y Saltos del Zadorra ,1948 (BFA/
AFB. Foto AHVF 0157/0073)
Obras e instalaciones del
sistema Zadorra - Barazar.
F. 30_ Galería principal en construcción. 1947. (BFA/AFB. Foto
AHVF 0157/0073)
Dos embalses reguladores con sus presas, denominadas: de Urrunaga (Alava), emplazada sobre el río Santa Engracia, afluente del
Zadorra; de Ullibarri Gamboa (Alava), sobre el río Zadorra. Una galería forzada de enlace sirvió para unir los dos embalses.
Del embalse de Urrunaga, arranca a su vez la deno-minada galería forzada principal, a través de la cual se trasvasa el agua por
el denominado Salto de Barazar hasta la Central subterránea de
Undurraga (Bizkaia) que aprovechando su desnivel permite la generación de energía hidroeléctrica. Estas instalaciones son subte-rráneas, no visibles desde el exterior y presentan una unidad
funcional de cierta complejidad, dada la dispersión y distancia que
hay entre ellas.
F. 29
Las instalaciones más importantes y características de este conjunto hidroeléctrico son las siguientes:
La presa de Urrunaga (Alava) que embalsa aguas del río Santa
Engracia, se construyó con planta recta de 455 metros de longitud
y contrafuertes, con una altura de 26 metros desde el lecho del río.
El embalse dispone de una capacidad para embalsar 72.000.000
de m3 pudiendo inundar hasta 800 hectáreas. Se construyó también un aliviadero de superficie dispuesto de 5 compuertas metálicas capaces de evacuar 406 m3 por segundo.
La presa de Ullibarri Gamboa (Alava), emplazada sobre el propio río Zadorra. También de planta recta y contrafuertes de cabeza
redonda. Con una longitud de 530 m y 32 m de altura sobre el
lecho del río, puede embalsar 148.000.000 m3 de agua inundando
1.800 hectáreas. Su aliviadero dispone de siete compuertas capaces de evacuar 570 m3 de agua por segundo, emplazadas en la
parte central de las mismas.
Para la construcción de ambas presas se utilizó hormigón en masa
que se revistió con sillares de caliza para garantizar su mejor conservación e imprimir cierto porte y nobleza a la obra.
Con el fin de amortiguar la energía del agua vertida por los aliviaderos durante las avenidas y proteger de la erosión a las propias
presas, se construyeron sendos «contra-azudes» limitados lateralmente por muros de fábrica.
El día 20 de abril de 1958, se llenaron totalmente ambos embalses
por primera vez.
34
F. 30
El patrimonio industrial originado.
F. 31
F. 31_ Galería de acceso a la
central de Barazar.
Foto M. A. Nuño.
Desde entonces, es frecuente que el comienzo de la época lluviosa los pantanos estén casi llenos, lo que obliga a verter aguas
sobrantes causando graves problemas ya que la construcción de
la zona industrial de Gamarra, aguas abajo de las presas y próxima
a Gasteiz, limita la libertad de vertido por acusar los efectos de los
caudales superiores a 50 m3/sg.
Ya en los primeros años sesenta los vertidos alcanzaron caudales de 200 m3/sg provocando fuertes protestas de los ribereños
inferiores y especialmente del Ayuntamiento de Vitoria; a consecuencia de ello se produjo a finales de 1961 una intervención de la
Dirección General de Obras Hidráulicas que ordenó bajar el nivel
de los embalses a fin de mantener un resguardo que permitiera
absorber futuras crecidas.
La galería forzada de enlace entre ambos embalses para que
los embalses mantengan el mismo nivel. Se construyó entre ambos una galería de enlace con sección circular de 2,50 m de diámetro y una longitud de 3.551 m. Dispone de un sifón al exterior,
sobre el arroyo Baguetas.
El dique de contrafuertes ubicado cerca de Legutiano, paralelo
a la carretera de Bilbao a Vitoria-Gasteiz y para cerrar el embalse
de Santa Engracia se construyó un dique de 610 m de longitud y
14 m de altura para el que hubo que fabricar mas de 30.000 m3
de hormigón.
La galería forzada principal, también en las proximidades de Legutiano tiene su origen una galería que sirve para trasvasar el agua
embalsada a la vertiente cantábrica, conduciendo las aguas desde
los embalses a la chimenea de equilibrio. Dispone de tres orificios
situados a diferentes alturas para poder escoger la captación en las
mejores condiciones sanitarias posibles para el abastecimiento.
La galería, que termina en la chimenea de equilibrio ubicada en el
alto de Barazar, tiene una sección circular de 4,25 m. de diámetro
y una longitud de 12.502 m. con una capacidad para transportar
conducción 54 m3 por segundo.
La complejidad de su construcción obligó, además de las dos bocas extremas, a utilizar once pozos verticales provistos de maquinaria de extracción, aire comprimido y ventilación. Alguno de los
pozos llegaba a los 100 m de profundidad.
La chimenea de equilibrio y cámara de llaves superior que tiene como función la de reducir las sobrepresiones y depresiones
resultantes del cierre o apertura de las válvulas de las turbinas
35
Usos históricos del agua en la industria vasca.
F. 32
hidráulicas. Es de tipo diferencial, de sección circular, de 16 m.
de diámetro y 68 m. de altura.
Se puede acceder desde el puerto de Barazar a la cúpula exterior
de la chimenea, desde cuyo mirador se divisa una magnífica vista
del vaIle de Arratia.
El pozo blindado en carga que enlaza la chimenea de equilibrio
con las turbinas de la central. Es una galería de 431 m de longitud
y 82% de pendiente, blindada con tubo de acero y con sección
decreciente según se aproxima a la central.
La central subterránea de Undurraga, es sin duda alguna la
obra más compleja.
Para tomar la decisión de soterrar la central de Undurraga, se
valoraron las ventajas que este tipo de centrales ofrecían, una
modalidad constructiva entonces poco conocida y divulgada. En
general, proporcionaban una mayor libertad para emplazar la central, al no tener que supeditarse a las condiciones orográficas del
curso del río. Además, la conducción forzada disminuía las pérdidas de carga. Y, por último, la seguridad estaba garantizada en
caso de avalanchas y desprendimientos en terrenos accidentados y pendientes, inundaciones exteriores, bajas temperaturas,
bombardeos, etc.
A mediados de los años cincuenta existían 44 centrales subterráneas en Europa, la mitad de las cuales se hallaban en Italia.
En esa misma década funcionaban 7 centrales en España: en la
provincia de Lérida las de Caselles, Puente Montaña, Escales
y Caldas; en Huesca la de La Puebla de Castro; en Asturias la
de Amiela y en Jaén la del Tranco de Beas. Además de la de
Undurraga, tres centrales más se encontraban en construcción;
siendo la que Iberduero construía en Aldeadávila en Salamanca
la más grande de Europa con sus 756.000 KVA de potencia instalada.
36
En palabras del autor del proyecto, en Undurraga se lograba una
instalación de funcionamiento más seguro y económico, habida
cuenta del importante ahorro en las pérdidas de potencia y energía del salto. Se acortaba la longitud de la tubería forzada (desde 1.374 a 431 m.), quedando también protegida de los agentes
atmosféricos exteriores y asegurado el servicio aun en los días
más crudos del invierno. Toda la instalación quedaba también defendida de posibles ataques bélicos.
La caverna que se excavó para alojar la central es de 17,50 de
ancho y 90 m de longitud y una altura de 30 m, todo ello a 200
m. de profundidad. Se instalaron dos grupos generadores, compuestos cada uno de una turbina Francis de 48.500 H. P. de potencia nominal a 500 revoluciones por minuto, con un consumo
de agua a plena carga de 11,85 m3 por segundo. También se
montó un grupo auxiliar con una turbina Pelton con alternador
de 1.000 KVA.
F. 33
El patrimonio industrial originado.
F. 34
F. 32_ Cámara de válvulas de alimentación de las turbinas. Foto
M. A. Nuño.
F. 33_ Nave de alternadores de
Barazar. Foto M. A. Nuño.
F. 34_ Sección de uno de los grupos. Central de Barazar.
Las Pelton eran turbinas relativamente parecidas a los molinos
de palas tradicionales aunque muy utilizadas para grandes saltos
de agua, del orden de los 300 m o superiores.
Además, paralela a la anterior se realizó otra caverna menor para
alojar las válvulas, dos por cada grupo. Desde la central arranca el
socaz de evacuación del agua turbinada con 1.024 m de longitud
hasta el río Arratia. En los años setenta se construyó el contraembalse de Undurraga en Zeanuri para regular los caudales del
agua turbinada que desde aquí se conduce hasta la depuradora
de Venta Alta en Arrigorriaga, a través de 20 km de canalización.
El acceso a la central se efectúa a través de un túnel cuya construcción requirió la utilización por vez primera en España de cemento supersulfatado, para preservar la construcción de la influencia de los yesos, enemigo de la conservación de las obras
hidráulicas, que hubo que atravesar y excavar. En otra galería
independiente, de 484 m. de longitud, se alojan los cables a
132.000 V. que enlazan los transformadores con la subestación
que se encuentra en el exterior de la central, así como los de
30.000 V. para consumos propios.
Finalmente fueron tres los túneles y galerías que se perforaron
para albergar las instalaciones de la central. Embalses y central
fueron inauguradas en agosto de 1958, tras haberse invertido
más de 1.500 millones de pesetas.
Desde la subestación exterior se montó una línea de alta tensión
de 30 km. de longitud hasta la nueva subestación de transformación de Kareaga (Barakaldo), con derivación a la que ya explotaba
Iberduero en Basauri.
37
Usos históricos del agua en la industria vasca.
La refrigeración de los
procesos siderúrgicos.
Las cuantiosas necesidades de agua que los procesos siderúrgicos exigen, obligaron desde sus orígenes a las empresas vizcainas, y especialmente a Altos Hornos de Vizcaya a limitar el gasto
y a procurar su reutilización cuando así fuera posible. Requería sin
embargo la refrigeración de la misma tras su calentamiento en las
funciones de enfriamiento de los procesos producción de acero
-convertidores LD y horno eléctrico- en la refrigeración de los hornos altos, de sus estufas, soplantes y depuradores de gases, del
coque procedente de las baterías, en los trenes blooming y en el
tren continuo. Además, con la instalación de la colada continua
en 1986 aumentó el consumo de agua. La refrigeración de los
planchones exigía abundante cantidad de agua, del orden de 10
kg de agua por kg de acero.
pacidad del horno. El consumo de agua en la refrigeración de los
hornos altos en metros cúbicos por hora venía a equivaler aproximadamente al volumen del horno en metros cúbicos. Para el horno alto 2A, el Mariángeles de AHV se utilizaban sendas bombas
accionadas con vapor y con motor eléctrico que facilitaban que la
presión del agua alcanzara las cotas más altas del horno alto.
En los hornos altos las elevadas temperaturas que se desarrollan
en su interior y el rozamiento que producen los materiales calientes que descienden a través del etalaje, ocasionan un gran desgaste en la cara interna de las paredes de los hornos afectando a
la durabilidad del ladrillo refractario. Por eso, y pese a que puede
perjudicar el balance térmico del horno, es necesario refrigerar la
cuba por medio de cajas de cobre o de acero que se insertaban
en las paredes refractarias del etalaje y de la parte baja de la cuba.
Se regaban con agua salada procedente de depósitos elevados a
los cuales se bombeaba agua desde la ría, dependiendo de la ca-
En los hornos eléctricos, el horno disponía camisas de agua y
tubos de acero con fuerte refrigeración de agua, en las paredes
y en la bóveda que impedían un calentamiento excesivo de los
refractarios.
F. 35
38
Además, para el enfriamiento de los humos y la depuración para
captar el polvo contenido en los hornos se inyectaba agua en la
garganta del Ventura hasta saturar el gas y enfriarlo a 40º C de
temperatura. Por otra parte, para la refrigeración de las estufas
se disponía de un circuito cerrado de agua dulce con torre de
enfriamiento.
En los convertidores LD el agua se destinaba a la refrigeración de
las lanzas utilizadas para el soplado de oxígeno en la colada. La
lanza terminaba en una tobera de cobre refrigerada por agua. Tanto para la refrigeración de la lanza como para la de las chimeneas
de captación de humos se dispuso de una sala con tres bombas
El patrimonio industrial originado.
para la impulsión del agua por el circuito de refrigeración de la
chimenea y otras tres para la refrigeración de la lanza. El agua,
que abandonaba las chimeneas y las lanzas a una temperatura
aproximada de 60º C, era conducida a una torre de refrigeración
de tiro natural donde su temperatura desciende a unos 20º C.
Ya enfriada, el agua se impulsaba por medio de moto bombas
hasta depósitos reguladores desde donde empezaban de nuevo
el ciclo.
F. 35_ Vista general de la batería
Otto. AHV-Sestao, 1947. (Album
de la siderurgia española).
F. 36_ Torre de apagado de Profusa (Barakaldo). La última batería de coque.
Las chimeneas refrigeradas, de 30 mts de altura y sección rectangular, tenían como misión dirigir los humos hacia el saturador o en
caso de emergencia hacia la atmósfera. Cada chimenea disponía
de 8.245 m. de tubo de acero, formando haces tubulares divididos
en 8 secciones que se unían en un colector común. Los humos
recorrían la chimenea de abajo a arriba, cediendo su calor latente
al agua que circula por los tubos de refrigeración. En el saturador
refrigerador se inyectaba agua de mar pulverizada para conseguir
un descenso en la temperatura de los humos y la captación de
las partículas mayores de polvo. El agua con el polvo captado caía
por gravedad a una balsa de lodos de donde se impulsaba a la
instalación de recuperación de polvos.
En las baterías de coque el agua se utilizaba para las operaciones
de apagado del coque.
F. 36
39
Usos históricos del agua en la industria vasca.
F. 37_ Torre de apagado
(Profusa).
F. 38_ Batería de coque.
(Profusa.)
Hasta 1931 el apagado del coque de las baterías de AHV se realizaba por medio de chorros de agua dirigidos con mangueras directamente al bloque o torta de coque. Desde que en los primeros
años treinta se construyera una nueva batería, tipo Otto, y con su
ampliación posterior en los años cincuenta, se dispuso de torres
de apagado bajo la cual penetraba un vagón donde se descargaba el coque incandescente procedente de los hornos a 1.000º C
aprox. Sobre éste se descargaba una verdadera lluvia de agua
bien repartida que enfriaba el coque que se vertía en una cinta
transportadora para conducirlo al taller de clasificación. El polvo de
coque arrastrado por el agua se recogía con ésta en depósitos de
decantación de donde se recuperaba posteriormente. Con el fin
de evitar corrosiones en los diferentes circuitos de refrigeración
se disponía de una planta de tratamiento de agua, a la vez que
de torres Hamon de refrigeración que reducían la temperatura del
agua hasta los 25º C.
Las torres de apagado era una chimeneas de planta rectangular,
F. 37
40
construida de hormigón armado, adosada a la torre de carbón y
revestidas interiormente con placas resistentes a los ácidos dada
la naturaleza de los vapores que se desprendían en el apagado.
Disponía de un depósito de 50 m3 de capacidad para el agua de
apagado y la ducha. Además, actuaba como tiro de los vapores
que se producen en el enfriamiento.
La torre de carbón era una estructura cúbica de hormigón de
grandes dimensiones, que alojaba cinco silos desde los cuales
se llenaba una máquina cargadora que distribuía el carbón en las
retortas donde se coquizaba el carbón previamente molido. Tres
grandes contrafuertes soportaban las cargas de estos silos.
La última torre de apagado que permanece aun activa en Euskadi
es la que da servicio a los treinta hornos de la batería de coque
explotada por Profusa en su fábrica de Santa Agueda (Barakaldo),
empresa continuadora de la antigua Echevarria, una de las siderurgias pioneras de la industrialización vasca.
F. 38
El patrimonio industrial originado.
F. 39
Las torres de refrigeración
de tiro natural.
De todos los sistemas de enfriamiento, las torres de refrigeración
de tiro natural son sin duda alguna las estructuras mas espectaculares. AHV dispuso de ellas para dar servicio en las baterías de coque, en los convertidores LD y en el tren continuo desbastador.
Las torres de refrigeración de las baterías de coque eran torres de
tiro natural de estructura cilíndrica de hormigón armado, de unos
20 m. de altura y 600 m3 de capacidad. Su parte inferior estaba
compuesta por pisos de listones de madera de planta octogonal.
Soportaba esta estructura en su parte superior una piscina con
el piso agujereado que recibía el agua caliente que goteando, se
pulverizaba y enfriaba al chocar en su caída con los listones de
madera. Con la misma forma octogonal y bajo ella existe a cuatro
metros bajo la rasante un depósito que recoge el agua enfriada;
en él se afianzan dados de hormigón y pilares de madera que soportan la estructura.
F. 39_ Torre de refrigeración de
los convertidores LD.
AHV-Sestao, 1963. (BFA/AFB.
Foto AHVF 0076/0005)
41
Usos históricos del agua en la industria vasca.
F. 40_ Refrigerante del tren contínuo en construcción.
AHV-Barakaldo, 1952. (BFA/AFB.
Foto AHVF 0095/0005)
A partir de la generalización de la electricidad y de las centrales
térmicas productoras fueron creciendo las necesidades de agua
para la condensación en las máquinas de vapor o para el enfriamiento de los cilindros de los motores de gas. Para enfriar el agua
empleada en estos usos y poder utilizarla de nuevo, se desarrollaron distintos tipos de torres de enfriamiento. Las primeras torres
de tiro natural fueron desarrolladas por la casa alemana Balcke &
Co a partir de 1894. Eran construcciones de madera con chimeneas de gran sección que cubrían cubas de mampostería donde
se recogía el agua enfriada. La base de la chimenea disponía de
una red de listones formando celosía por los cuales cae el agua
que ha de enfriarse en forma de lluvia. Por la parte inferior, unas
persianas permitían la entrada de aire, inducido a través de la torre
debido a la diferencia de densidades existentes entre el aire húmedo y caliente y el aire atmosférico más denso.
F. 40
42
El patrimonio industrial originado.
F. 41_ Refrigerante de las baterías de coque en construcción.
AHV-Sestao, 1953. (BFA/AFB.
Foto AHVF 0057/0062)
F. 41
43
Usos históricos del agua en la industria vasca.
El tiro de la chimenea producía una circulación de aire muy activa a
través de la trama de madera, que dividía el agua en finos hilos de
gotas ofreciendo una gran superficie de evaporación y acelerando
la disipación del calor. El agua, al caer, se fracciona en gotas cada
vez más pequeñas, rompiendo además aquellas de mayor diámetro que se habían formado por unión de otras más pequeñas.
F. 42
F. 43
F. 44
44
El patrimonio industrial originado.
Se trataba de aumentar el tiempo de contacto entre el agua y el
aire, favoreciendo la presencia de una amplia superficie húmeda
mediante el goteo. El vapor no condensado subía; una parte se
condensaba sobre las paredes de la chimenea y el resto se escapaba al aire libre y se perdía. Estas pérdidas se notaban por una
nube de vapor que se escapaba por la chimenea, las cuales se
despreciaban por ser poco importantes.
F. 45
F. 42_ Refrigerantes de las
baterías de coque. AHV-Sestao,
1956. (BFA/AFB. Foto AHVF
0057/0051)
F. 43_ Torre de tiro natural.
(Torres de refrigeración. Centro
de Estudios de la Energía,
Madrid,1983).
F. 44_ Relleno de goteo.
( Torres de refrigeración. Centro
de Estudios de la Energía,
Madrid,1983).
F. 45_ Modelo de refrigerante
con chimenea de madera. (Gran
Enciclopedia Práctica de la Mecánica. Barcelona, 1924)
45
Usos históricos del agua en la industria vasca.
F. 46
F. 47
A partir de los años treinta las torres de refrigeración fueron introduciendo el hormigón para las chimeneas aunque se mantuvo el
uso de la madera para la trama interior. A finales de esa misma década aparecen en Alemania las primeras chimeneas hiperbólicas
de gran altura (50 metros), precursoras de los enormes refrigerantes hiperbólicos que se construirán después de la Segunda Guerra
Mundial para dar servicio a las centrales térmicas y nucleares en
toda Europa. Su construcción se convirtió en un desafío para el diseño ingenieril europeo. En los primeros años setenta se llegaron
a utilizar estructuras de mallas de cables pretensados en la construcción de refrigerantes, (Central nuclear de Schmehausen) con
la tecnología que por aquellos años se utilizaba en la construcción
de las cubiertas de la villa olímpica de Munich. El continuo desarrollo de equipos para centrales eléctricas llegó a su apogeo en 2002
con la entrada en funcionamiento de la torre de refrigeración más
grande del mundo en la central térmica de carbón de Niederaubem en Alemania: una enorme hipérbole parabólica de hormigón
armado de 200 m. de altura y 154 m. de diámetro en su base.
F. 46_ Torre de refrigeración de
la Central Térmica de Niederaubem (Alemania).
F. 47_ Los seis refrigerantes de
la Central Térmica de Gelsenkirchen-Scholven (Alemania).
La mayor central de carbón del
mundo.
F. 48_ Antiguo refrigerante de
La Coromina Industrial (Bilbao).
Fotografía de Santiago Yaniz.
Fondo Deiker.
F. 49(1,2)_ Vista aérea de Sefanitro. (Sefanitro. 1941-1991. 50
Aniversario).
F. 50_ Refrigerantes de Sefanitro
en construcción. (Sefanitro.
1941-1991. 50 Aniversario).
46
El patrimonio industrial originado.
F. 49(1)
En Euskadi, además de las torres de la desaparecida AHV, merecen citar las torres de La Coromina Industrial y de Sefanitro.
Hasta finales del siglo XX, La Coromina Industrial dispuso de una
original torre de refrigeración con chimenea de estructura de madera. Fue construida en 1923 para dar servicio a la empresa que
promovió Luis Quintana Coromina en Zorrozaurre (Bilbao) para fabricar anhídrido carbónico y sulfuroso.
Las de Sefanitro, en el barrio baracaldés de Lutxana, son las últimas torres de tiro natural existentes en Bizkaia tras la desaparición
F. 48
F. 49(2)
de las antiguas instalaciones de AHV. Actualmente forman parte
de la empresa Fertiberia, de pronta desaparición en el municipio
fabril. Surgió en los años cuarenta del siglo XX, con el título de
“Empresa de Interés Nacional”, por iniciativa de Altos Hornos de
Vizcaya, su empresa matriz que además le suministraba el gas
necesario para la producción de ácido sulfúrico, amoniaco, sulfato amónico, ácido nítrico, nitrosulfato amónico y nitrato amónico
cálcico, productos utilizados en la elaboración de fertilizantes. La
importancia de la producción era de tanta trascendencia en los
duros años cuarenta que las instalaciones fueron declaradas de
“Interés Nacional” por el gobierno de Franco.
F. 50
47
Usos históricos del agua en la industria vasca.
Para dar servicio a las necesidades de agua que la nueva fábrica
demandaba, en 1945 se construyó un pantano en el barrio de Gorostiza, en Barakaldo, compartido con AHV, que recogería entre
otras las aguas sobrantes del pantano viejo del Regato, construido
aguas arriba en 1899. Se cerrará con una presa de 24 m de altura,
una longitud de coronación de 103 m, una superficie de embalse
de 30 Ha con un volumen de 1.400.000 m3. Bajo sus aguas desaparecieron el barrio de Aranguren con su ferrería, molino, casa
solariega y ermita de la Concepción.
F. 51
Desde el embalse se podía suministrar agua tanto a la fábrica de
Sestao como al TBC de Ansio además de Sefanitro. Tanto a éste
como el “pantano viejo” se podía bombear agua al pantano del
Regato y ambos pantanos podían ser alimentados por agua del
Consorcio de Aguas de Bilbao en caso de necesidad. En los siguientes años las riadas crearán frecuentes problemas enturbiando las aguas excesivamente y produciendo inundaciones bien en
el pueblo de El Regato bien en la vega de Gorostiza.
También se construyeron sendos refrigerantes, dos torres cilíndricas de hormigón, una de 1.600 m3/h y otra de 3.200 m3/h. que
quedaron interconectadas entre sí y que alimentan las fábricas de
ácido nítrico y los de fertilizantes.
La conservación de los refrigerantes y de otras instalaciones de la
fábrica, inscritas en el Registro Docomomo de la arquitectura del
Movimiento Moderno en España, ha sido recientemente solicitada al Centro de Patrimonio del Gobierno Vasco por la Asociación
Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública.
Sin duda los refrigerantes son estructuras ingenieriles portadoras de belleza y monumentalidad; son el paradigma de la nueva
energía y elementos emblemáticos de las centrales nucleares y
térmicas de última generación. Estructuras en las que el espíritu
de síntesis y la imaginación de los arquitectos ha permitido poner
en valor la capacidad expresiva de la forma; aspecto por otra parte
muy apreciado en la obra de Bernd y Hilla Becher, fotógrafos alemanes cuya obra se ha convertido en testimonio del mundo industrial actual y pasado. Un mundo reproducido en tonos grises, de
objetos diferenciados, que descubren conjuntos de altos hornos,
silos, gasómetros, depósitos de agua y torres de refrigeración;
objetos en los que su función puede inferirse a partir de la forma;
testigos de la revolución industrial sublimados por la fotografía de
los Becher. Creaciones que apuestan valientemente por la preservación de los objetos fotografiados y que realzan el valor de los
archivos documentales del mundo industrial.
48
Por otra parte, los nuevos criterios de valorización del patrimonio
y del patrimonio industrial en particular han animado a empresas,
instituciones públicas y asociaciones de defensa del patrimonio
a tomar medidas de conservación y puesta en valor y reutilización de estas torres de refrigeración. Este es el caso de la torre
de la antigua Duro Felguera en Langreo (Asturias); un refrigerante
troncocónico de hormigón armado de 50 m de altura en cuyo interior se pretende alojar parte de las instalaciones de un centro
F. 52
El patrimonio industrial originado.
F. 51_ Refrigerante de Sefanitro.
Barakaldo.
F. 52_ Refrigerante de Sefanitro.
Barakaldo.
F. 53_ Refrigerantes de Duro
Felguera. ( VV.AA.: Patrimonio
industrial asturiano: imágenes.
Gijón, 1998.)
F. 53
de interpretación de la siderurgia asturiana. Una catedral industrial
convertida en un icono de la cultura. Para ello, la torre se cubrirá
con una gran cúpula central de acero, madera y cristal que permita
contemplar las paredes interiores y la entrada de la luz natural que
se distribuirá por las diferentes estancias del centro.
También en tierras asturianas se encuentra la magnífica chimenea
de refrigeración de la firma Nitrastur, construida como el resto de
la fábrica según proyecto de Carlos Fernandez Casado en los años
cincuenta. El refrigerante, junto a otras instalaciones de la empresa, está también incluido en el registro Docomomo de la arquitectura del Movimiento Moderno en España. Para su construcción se
utilizaron elementos premoldeados unidos mediante armadura y
hormigonado siguiendo la patente Monnoyer. El fuste presenta
una sección transversal en forma de polígono regular constituido
por claves, de 25 cm de altura y de espesor variable, que decrecen
desde la base hasta la coronación, variando el diámetro de cada
hilada para obtener la forma cónica.
En Caen (Francia), siguiendo el proyecto del arquitecto Dominique
Perrault, se ha integrado también un refrigerante en el diseño del
parque de Unimetal.
49
Usos históricos del agua en la industria vasca.
Fuentes
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Foru Agiritegia / Archivo Foral.
Madrid, 1983.
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51
Arquitecturas
e ingeniería del agua:
paisaje y patrimonio
en Gipuzkoa.
Beatriz Herreras Moratinos
Arquitecturas e ingeniería del agua:
F. 01_ Cubrición del río Ego tras
el final de la guerra.
F. 02_ La regata de Molinao en
Pasai Antxo, ha iniciado los primeros pasos hacia su recuperación.
2
Arquitecturas e ingeniería
del agua:
paisaje y patrimonio
en Gipuzkoa.
Beatriz Herreras Moratinos
Introducción
El agua es hoy día considerado como un bien valioso y cada vez
más escaso. A través de los siglos la noción que la humanidad ha
tenido del agua ha estado relacionada directamente con la idea
de vida y los ríos se han convertido en vías de comunicación y de
transporte.
Se han construido y se siguen construyendo puentes para traspasar el agua, presas y pantanos para contenerla y canales para
transportarla hasta las casas de máquinas donde se convierte en
energía. Así pues el agua es esencial para los seres vivos pero pocas veces lo apreciamos en toda su valía como elemento aplicado
a la tecnología desde que el hombre comenzó a intentar dominar la naturaleza. La tecnología de las máquinas a vapor utilizó el
agua como mecanismo de gran importancia durante la Revolución
Industrial e igualmente el agua represada de los ríos se transformaba en electricidad gracias a las múltiples y dispersas centrales
hidroeléctricas. El agua transformada, manipulada crea y a la vez
necesita diferentes estructuras. Todo ello ha ido creando un paisaje humanizado donde el agua ha ido impulsando la construcción
de elementos arquitectónicos o de ingeniería fácilmente identificables a lo largo de las cuencas fluviales.
54
El ser humano ha modificado este paisaje de forma muy importante y su relación en nuestro territorio está ligada a los cursos
de agua de una manera decisiva. Los mejores terrenos cultivables
han sido los cercanos a los ríos, al tratarse de los suelos más
fértiles. De la misma manera los asentamientos humanos están
F. 01
paisaje y patrimonio en Gipuzkoa.
F. 02
ligados a los ejes fluviales debido a que cerca de ellos se han
encontrado las superficies llanas necesarias para la edificación. El
grado de incidencia en el territorio ha sido creciente a lo largo de
la historia aunque los cambios más drásticos se han dado en los
últimos años debido a que presentaban las mejores condiciones
para su ocupación.
El agua ha estado presente en todas las fases de la evolución
industrial y ha condicionado de lleno el desarrollo de la industrialización y la ubicación de la industria. Esta industria ha sabido
utilizar para sus propios fines el agua como energía motriz pero
también como materia prima dentro del proceso productivo. Es
difícil encontrar un tramo de cualquier río guipuzcoano en el que
la actividad industrial no sea una realidad. El agua de las cuencas
fluviales fue básica para el desarrollo industrial de Gipuzkoa pero
también ese mismo hecho ha hecho que a pesar de depender
de ese preciado elemento se haya vivido hasta los últimos años
después de la reconversión industrial, de espaldas o incluso ignorando que se asentaba sobre el mismo cauce. Ahora es cuando
una vez superados los condicionantes tan estrechos con el medio, los núcleos urbanos guipuzcoanos empiezan a reconocerse
en sus ríos. Municipios como Eibar, Antzuola, Arrasate, Antzuola,
Azkoitia etc por citar solo unos cuantos han iniciado programas de
recuperación medioambiental de sus cauces. La industria ya no
necesita la inmediatez del agua y busca suelos donde lo prioritario
son otros condicionantes: buenos accesos, suelos más baratos.
Muchos cauces fueron cubiertos para aumentar la superficie de
los fondos de los valles, en otras ocasiones un elevado número
de regatas fueron desviadas. El desarrollo del río Ego a su paso
por Eibar es casi imperceptible y el río Urola en las cercanías de
estación de Renfe entre Zumarraga y Urretxu desaparece y así
muchos más. De hecho tras la destrucción de la guerra y el incendio cambió completamente la fisonomía de Eibar. El 8 de octubre
de 1940 la Dirección General de Regiones Devastadas aprobó el
proyecto que incluía la cobertura del río Ego para conseguir más
suelo útil.
Ahora poco a poco van siendo recuperadas algunas regatas como
la de Molinao que tras los fuertes procesos de crisis y reconversión industrial en los que muchas industrias han cerrado sus puertas, estos suelos son rápidamente colonizados por nuevos usos
residenciales, tras los derribos en ocasiones indiscriminados de
autenticas joyas del patrimonio industrial.
55
Arquitecturas e ingeniería del agua:
F. 03
F. 03_ Instalaciones de CAF (Beasain) junto al río Oria.
F. 04_ La ya desaparecida Papelera de San José de Belauntza
apoyada sobre el mismo cauce.
En las riberas de los ríos y en sus desembocaduras se acumula
la mayor parte de la población y los espacios de ribera han sido
ocupados por las instalaciones fabriles. Los corredores de comunicación aprovechan los trazados de los cursos de agua y en gran
medida se apoyan en sus orillas. En muchas ocasiones las zonas
se ven afectadas por crecidas de los ríos debido a que se han
ocupado las vegas inundables y en muchos casos se han cubierto
las regatas.
El paisaje que se observa en Gipuzkoa es fruto de esta interacción, un espacio que ha disfrutado de unas ventajosas condiciones
geoestratégicas y una buena red hidrográfica, abundante y regular. La disposición de sus recursos naturales, que aunque pobres
fueron bien aprovechados, la laboriosidad y el buen conocimiento
del oficio de sus gentes, propiciaron el desenvolvimiento de las
primeras fórmulas de producción preindustrial y su prolongación
hasta sustituir los viejos modos de producción artesanal por las
nuevas técnicas industriales en las que el vapor, la transmisión
axial de la energía y la electricidad tuvieron una gran importancia.
56
Gipuzkoa, además, se ha caracterizado por una tradición industrial
puesta de manifiesto en multitud de pequeñas unidades de trabajo que abarcaban una gran diversidad sectorial, con preferencia
de las actividades metalúrgicas. Además, el hierro era abundante
en las montañas de Euskal Herria, lo que posibilitó la temprana
instauración de las ferrerías en nuestro territorio. Sin embargo,
las antiguas manufacturas de hierro, armas, útiles de labranza,
herramientas, puntas, clavos, no fueron las únicas en el mundo
productivo: no debemos olvidar las tejerías, tenerías, pequeños
astilleros, molinos para molturar el grano, molinos papeleros, textiles etc.
La industrialización en Gipuzkoa, estuvo en manos de una burguesía principalmente autóctona, cuyos capitales provenían del comercio o del simple ahorro, pero que supieron adecuarse a los nuevos
tiempos, provocando la confluencia en un mismo espacio de una
importante diversidad de sectores industriales. A pesar de ello los
dos sectores principales que impulsaron su crecimiento fueron el
papelero y el metalúrgico.
Una de las principales características del proceso industrial guipuzcoano ha sido la dispersión territorial. La industria se ha ido
distribuyendo por los diferentes valles fluviales donde cada uno de
ellos cuenta con sus características propias. De todas formas el
desarrollo industrial se extendió principalmente a lo largo del Valle
del Deba, del Urola y del Oria junto con el triángulo formado por
Hernani, Pasaia e Irun.
El Alto Deba contó con un protagonismo absoluto de las industrias
metalúrgicas, destacando los centros de Arrasate y Aretxabaleta;
el textil ha sido la seña de identidad de Bergara, mientras que la tradición armera estuvo presente sobre todo en Eibar y en Soraluze. El
valle del Urola destacó en el sector de los transformados metálicos
de Legazpi y Zumarraga y las fábricas de muebles de Azkoitia, Azpeitia y Zarautz, en tanto que Zumaia y Zestoa se caracterizaron por la
producción de cemento natural, sin olvidar las fábricas de yute presentes en todo el medio y bajo Urola. A lo largo del Oria, nacieron
las papeleras, con un casi monopolio en la comarca de Tolosaldea.
Estamos ante una industria marcada por la atomización de los núcleos fabriles, por la multiplicidad de sectores y por el predominio
de la pequeña y mediana empresa, ligada al ámbito familiar, opción
que en muchas ocasiones era debida a las limitadas disponibilidades de capital.
paisaje y patrimonio en Gipuzkoa.
F. 04
Después de la decadencia comercial e industrial en la que se sumió
la provincia entre 1800 y 1841, a partir de la Primera Guerra Carlista
se abrió una nueva etapa en el desarrollo económico guipuzcoano.
Esta etapa, en la que se dieron los primeros pasos hacia la industrialización de tipo moderno, fue en gran medida posibilitada por
el traslado de las aduanas interiores a la frontera con el estado
francés y a los puertos de mar en 1841, así como la promulgación
del arancel proteccionista del mismo año. La actividad preindustrial
tradicional continuó su marcha decadente hasta desaparecer totalmente en este periodo.
En 1864, tan sólo funcionaban 20 ferrerías; era ya un hecho que no
se podía competir con los hornos altos recién instalados en Beasain.
Era evidente, igualmente que la situación de las ferrerías no tenía
marcha atrás, pero éstas se resistían a darse por vencidas e incluso
muy avanzado el siglo XIX, se introdujeron débiles reformas en las
ferrerías de Alzolaras, Carquizano y Olabarria.
La única salida que se ofrecía a las ferrerías era su reconversión y
debido a su óptima localización, se encontraban junto a los cursos
de los ríos, no les faltaron salidas airosas.
En Tolosa se transformaron en papeleras, o en ellas se instalaron
altos hornos como en la ferrería de Amaroz; en Legazpi, en la ferrería de Olazarra, coyunturalmente, se fundió el plomo de las minas
del Aizkorri, Katabera; otras pasaron a albergar la maquinaria necesaria para la fabricación de un nuevo producto, la cal hidráulica,
tal y como sucedió en la Ferrería de Iraeta en Zestoa, en la de
Alzolaras en Aia, en la de Sarikola en Orio, o Fagollaga en Hernani.
En las páginas siguientes se realizará un recorrido por las principales manifestaciones que el uso y aprovechamiento del agua
tuvo en Gipuzkoa: es el caso de las actividades que se realizan
junto al mar, en los puertos o aquellas actividades que necesitan
el agua como parte de su proceso productivo o que necesitan
como fuerza motriz. También hubo actividades tales como mataderos que se alzaban a pie de cauce lo que les facilitaban el
desague de los desechos. En el panorama guipuzcoano destaca
el matadero de Errenteria que data de 1927. Su autor fue Fausto
Gaiztarro y vino a sustituir al antiguo que estaba situado en el
casco urbano. Se halla en un espacio paralelo al río Oiartzun,
en el camino bajo de Capuchinos, ocupando un espacio amplio
y en un espacio que disponía de grandes facilidades para los
desagues y acarreos. Consiste en un edificio de planta poligonal
irregular (30 m x 20 m), en chaflán, con dos alturas, estructura
de hormigón, muros de ladrillo y cubierta a cuatro aguas con teja
curva. Tiene acceso adintelado bajo un pórtico de arcos de medio punto recubiertos de mampostería con tejado a tres aguas y
vanos adintelados en la primera planta y una arquería de medio
punto en la segunda. La parte superior del muro está recubierto de ladrillo visto. En las esquinas de la fachada principal se
observa un escudo en el que se señala la fecha de edificación.
Las fachadas laterales, dedicadas a laboratorio y sala de oreo,
sobresalen ligeramente de la línea del lienzo del muro, con un
pequeño tejaroz. Este edificio estaba destinado a laboratorio y
pesaje de reses.
Otros mataderos que reproducen la misma ubicación a pie de
río son por poner algunos ejemplos: el matadero de Irun, el matadero de Alza o el matadero de Tolosa. En Pasai Doinibane el
matadero está ubicada junto a la bahía.
57
Arquitecturas e ingeniería del agua:
F. 05_ Dique Flotante en el
Puerto de Pasaia.
F. 06 (1)_ Tinglado. Tolosa.
F. 06 (2)_ Tinglado. Tolosa.
El agua, espacio donde
desarrollar la actividad
industrial.
Las actividades relacionadas con el mar por su propia naturaleza necesitan desarrollar su actividad junto al agua de mar. Nos
referimos a los astilleros, a los varaderos o a las carpinterías
de ribera. En Gipuzkoa destacan todavía en activo los astilleros
industriales Balenciaga en Zumaia o los que fueron Astilleros
Luzuriaga en Pasaia. En ambas empresas destacan las gradas
cubiertas. Astilleros Luzuriaga estableció unos talleres de construcción y reparación de buques en Pasai San Pedro en los terrenos cercanos al frontón. En el año 1951, la sociedad recibió una
comunicación de la Dirección de Obras y Servicios del puerto de
Pasajes, por la que debía desalojar en breve plazo de tiempo los
terrenos que ocupaba para dar continuidad al muelle pesquero;
a la vez se le otorgaban en concesión terrenos en Bordalaborda
ya en Pasai Donibane donde podían continuar su actividad. En
1979 los citados astilleros daban trabajo a más de 500 obreros.
Posteriormente la empresa sufrió la crisis del sector, y pasó a
denominarse Astilleros Pasaia S.A. En la actualidad han pasado
a formar parte de los Astilleros Zamakona. El complejo edificado
se construyó en los terrenos ganados al mar en la década de
los años 50. En sus naves destaca el uso del hormigón armado
tanto en paramento y pilares siendo la bóveda de medio cañón la
solución elegida para cubrir los diferentes pabellones del astillero
F. 05
58
F. 07_ Mercado de Azkoitia.
tal y como se observa en las gradas cubiertas y proyectadas en
1955 por el ingeniero Alfredo Bizcarrondo. (Herreras, 1999).
Este astillero desde casi sus inicios decidió orientarse hacia el
trabajo a partir de diques flotantes. Esta solución resume la gran
escasez de suelo que siempre ha tenido Gipuzkoa y que incluso
en la bahía de Pasaia se hace presente. Hacia 1953 hubo intentos
de construir un dique seco pero finalmente debido a su elevado
costo y a las especiales características del puerto no llegó a ser
una realidad. Hubo que seguir confiando en los diques flotantes
aunque ello requiriera reducir el espacio de flotación de la bahía.
El más pequeño de los dos diques es uno de los elementos más
interesantes de patrimonio industrial de la Comunidad Autónoma
Vasca dada su originalidad, antigüedad y características técnicas.
Fue construido en 1925 por los Astilleros Lubecker en Lubeck
Alemania. Antes de recalar en Pasaia hacia 1933 pasó por Cádiz
donde sirvió para la construcción de cajones de hormigón armado del dique seco del astillero de la misma ciudad .Este dique
puede acoger embarcaciones cuya eslora máxima sea de 125,00
m con una manga exterior de 23,25 m y una manga interior de
18 m. El calado máximo entre picaderos a flotación máxima es
de 6,60 m. Los picaderos situados en el centro del dique son de
paisaje y patrimonio en Gipuzkoa.
madera y metálicos, se sitúan en el centro del dique y es donde
se apoya la quilla del barco. Las camas situadas a ambos lados
sirven de apoyo al casco del barco. Existe un segundo dique flotante de 140 m. de eslora máxima, manga interior de 23 m. y
5.200 tn. de fuerza ascensional y 6 m. de calado máximo.
F. 07
El dique flotante no es el único elemento de patrimonio industrial
que hemos de buscar sobre el agua ya sea salada o dulce. En
ocasiones fueron mercados, mataderos, los que en el primer tercio del siglo XX se construyeron apoyándose en los cauces e incluso algunos fueron más allá edificándose sobre el mismo. Son
elementos tan interesantes como el mercado de Azkoitia o el
tinglado de Tolosa. El tinglado de Tolosa presenta una traza ligera
y luminosa dominada por el desarrollo horizontal, pilotada sobre
el cauce del Oria. Está abierto en tres de sus lados, presenta en
la fachada que avanza sobre el río una serie de 20 arcos de medio
punto acristalados. También el mercado de Azkoitia fue ampliado
y para ello se decidió ocupar el río Urola. En el año 1905 Manuel
Echave proyectó un edificio destinado para mercado, alhóndiga
y escuelas públicas. La ampliación es un añadido pivotado sobre
el río de estilo ecléctico.
F. 06(1)
F. 06(2)
59
Arquitecturas e ingeniería del agua:
F. 08_ La ocupación del fondo
del valle en Antzuola.
Las Curtiderías.
También fueron muchas las industrias que iniciaron su actividad
ocupando los mejores terrenos en el fondo del valle junto a los
cauces fluviales, luego su intensivo desarrollo les obligó a desviar
regatas o bien a taparlas para poder desarrollar su expansión más
cómodamente. Es el caso de Unión Cerrajera donde el Deba desaparecía bajo las naves o lo que en la actualidad ocurre en Legazpi,
el río Urola también se oculta bajo las naves de Patricio Echeverría
y no vuelve a aparecer hasta que abandona la fábrica.
Además de los edificios industriales propiamente dichos, la empresa para evitar las dificultades derivadas del abastecimiento de
agua decidió construir en 1954, un embalse en el arroyo Urtaza
con una concesión de 200 litros de agua por segundo. El pequeño
embalse tendría una capacidad de 600.000 metros cúbicos de capacidad. La presa tenía una altura de 34 metros de altura sobre el
fondo del cauce de la citada regata y una longitud en la coronación
de 165 metros.
Para poder construir el embalse hubo que habilitar una cantera, la
de Aizpuru, de Zerain, construyendo los accesos correspondientes.
En cuanto al abastecimiento de energía eléctrica, la empresa
60
F. 08
paisaje y patrimonio en Gipuzkoa.
comenzó comprando a la firma “Segura, Ugalde y Cía” su salto
de Brinkola y a medida que sus instalaciones y necesidades aumentaban hubo que buscar nuevas posibilidades: se instaló una
caldera de vapor y se realizó una instalación de gas-pobre para la
producción de energía térmica. Posteriormente, hacia 1922, compraba electricidad a la empresa “Hidroeléctrica Ibérica” a la “Electra Aizkorri” procedente de Zegama a través de J.M. Aguirrezabal
de Brinkola y finalmente la empresa adquirió el salto del Urederra
de Estella así como su red de distribución. Se desprendió de todo
ello cuando quedó resuelto el abastecimiento de energía por parte
de Iberduero.
También hacia 1947, se instalaron dos motores auxiliares Sulzer de
700 HP. de potencia cada uno, para hacer frente a las restricciones
de Iberduero.
Otras industrias crecen a pie de cauce inmediatamente al lado y
en ocasiones a ambos lados del río engullendo como parte de la
empresa el propio cauce del río. En ocasiones deben recurrir a la
construcción de puentes como es el caso de Manufacturas Olaran
de Antzuola. Esta empresa ubicada en el casco urbano de Antzuola tras su derribo ha dado paso a un desarrollo residencial, también
en el fondo del valle.
61
Arquitecturas e ingeniería del agua:
F. 09_ Papelera de Zizurkil, antes
de las últimas remodelaciones.
F. 09
Todo esto que venimos señalando llega a su máxima expresión en
Eibar, donde la particular configuración del territorio junto a las dificultades derivadas por la propia topografía, limitan de forma decisiva no solo la formación de solares edificables sino también la
adecuación de los propios edificios al medio natural, situación que
limita cualquier tipo de desarrollo.
62
En Eibar la propia carretera Bilbao - Donostia y el río Ego se configuran como los de la trama urbana.
El uso del agua como fuerza motriz e igualmente la escasez de suelo obligó en muchas ocasiones a que las arquitecturas industriales
se resolvieran mediante edificios de pisos, donde era mucho más
fácil la transmisión de energía.
paisaje y patrimonio en Gipuzkoa.
F. 10_ Pequeña central en el fondo del valle. Tan solo los detalles
decorativos que utilizan el ladrillo delatan su origen industrial.
El agua necesaria para
el proceso productivo.
Es difícil encontrar aún hoy día algún sector económico que de
una manera u otra no necesite el agua. Se nos presenta como un
elemento básico para el proceso productivo, tanto como materia
prima o como fuerza motriz. En cuanto a un correcto desarrollo de
la técnica el tema de la energía es central. A partir del momento
en el que se abandona la energía humana, móvil, pero de limitada
producción por otra energía natural o fabricada los efectos sobre
la producción y la escala a la que esta se produce son numerosos.
Muchos de los testigos de esta actividad han subsistido y son
testigos de esta actividad diversificada gracias al motor hidráulico.
En ocasiones los vestigios se encuentran salpicando el paisaje. En
los fondos de los valles junto a los cursos de agua se realizaban
los trabajos de más valor añadido gracias al motor hidráulico: fundiciones, serrerías, molinos etc.
Así que podemos resumir que debemos al agua y a su utilización
un avance social considerable al mismo tiempo que una relativa
diversificación del paisaje. A lo largo de los cursos de agua, las
presas anuncian que a escasos metros se encuentra un molino,
una ferrería pero también una actividad industrial más extensa:
valles metalúrgicos, valles papeleros, valles textiles si la cantidad
de agua del río lo permite y donde el agua es a la vez fuente de
energía y compuesto en el proceso productivo. Todavía en la época de la preindustrialización los valles dependían directamente del
área circundante en el que se encontraba. Con la llegada de la
industrialización precisamente el rol de los valles se acentuó. La
mecanización de la industria provocó la necesidad de la instalación
de grandes edificios movidos por inmensas ruedas hidráulicas, las
cuales gracias a un juego complicado de poleas y embarrados conseguían poner en movimiento las máquinas que operan en los diferentes estadios de la producción. Por causas evidentes debidas
a la transmisión del movimiento las fábricas en cuestión se construían a lo alto. Son tres, cuatro o incluso cinco pisos asociados
lógicamente a un montacargas.
Esta preeminencia del agua está acompañada de una constante
búsqueda de perfeccionamiento en el rendimiento energético. El
problema no residía en el origen de la fuerza del agua sino en conseguir que la captación fuera lo más completa posible. Durante
mucho tiempo las ruedas hidráulicas fueron ruedas medievales
donde se producían muchas pérdidas. Poco a poco la rueda hidráulica dio paso a la turbina donde el agua se dirigía hacia el tubo que
venía a golpear los álabes de una rueda. A partir de entonces era
todo el caudal de agua el que trabajaba.
Pero todavía no se había solucionado todo, quedaba lo relacionado con la transmisión y el transporte de la energía proporcionada
por el agua. Con la llegada de la electricidad se demostró que
se sabía producir una energía regular, transportada a lo largo de
grandes distancias. Pronto la fábrica podía instalarse donde se
quisiera.Poco a poco se observa que es mejor ubicar la industria
donde las comunicaciones nos acerquen mano de obra fácil. Se
creía en un principio que era posible transportar la energía, que
esto impulsaría una nueva forma de trabajo a domicilio, una idea
reforzada por las posibilidades que proporcionaba el automóvil y la
informática. La descentralización se nutre de esta ilusión pero las
grandes concentraciones industriales siguen prefiriendo los centros históricos.
A continuación realizaremos un repaso por los principales sectores económicos y su relación con el agua.
F. 10
63
Arquitecturas e ingeniería del agua:
El trabajo del hierro.
La industria de la transformación del hierro en el País Vasco ha
sido una actividad económica de primer orden durante siglos, actividad que vio su máximo desarrollo en el momento en que la
rueda hidráulica se perfeccionó para poder obtener el máximo beneficio del agua. El trabajo del hierro, presente desde antiguo en
Euskal Herria, ha sido secularmente uno de los principales pilares
de la economía interna del País; la ferrería se constituyó durante
largos siglos en una verdadera unidad de producción de hierro y
acero en la que se reunían aspectos materiales, técnicos, económicos y sociales. La ferrería no hubiera existido sin agua, sin mineral, sin combustible y sin tecnología (barquines, mazos, y otras
herramientas).
Esta actividad siderúrgica y metalúrgica, hasta la aparición de las
fábricas modernas, estuvo en manos de las unidades de producción atomizadas conocidas como ferrerías a cuyo frente estaba
el ferrón, mezcla de empresario y maestro artesano. La industria
férrica prosperó mucho durante los siglos centrales de la Edad
Moderna, llegándose a efectuar importantes exportaciones a Inglaterra a pesar de los derechos prohibitivos que regían en aquel
reino.En 1752, el número de ferrerías en el País era de 72; en 1789
eran ya sólo 64. La actividad de las ferrerías fue languideciendo
durante la primera mitad del siglo XIX, entre 1814 y 1860. En 1845,
Pascual Madoz en su diccionario se refiere a la existencia en activo
de 51 de ellas. El retraso técnico acumulado a lo largo de casi tres
siglos por la siderurgia tradicional acabó resultando económicamente insostenible en el primer tercio del siglo XIX. Los cambios
paulatinos y entre ellos el traslado de las aduanas a la costa en
1841, a la vez que se promulgaba el arancel general supusieron de
hecho el fin de la siderurgia tradicional. Ello estimuló el nacimiento
de fábricas modernas con las que aquella no pudo competir. Durante un tiempo, lograron sobrevivir vendiendo tocho a los nuevos
establecimientos, pero su final definitivo no tardaría en llegar.
Estas palabras de Madoz nos hacen pensar que a pesar de la crisis, fueron un gran número las que se resistían a desaparecer.
64
Son mucha las preguntas que se nos plantean ante la realidad
a la que habían llegado las ferrerías ¿Por qué no se introdujeron
las nuevas técnicas en el País Vasco? ¿Por qué no se dio el salto
como en los países adelantados de Europa en la misma época,
de la ferrería al Alto Horno? Todo parece indicar que existían verdaderas dificultades estructurales. Bien es verdad que la ferrería
era una unidad muy importante de producción, que por otro lado
buscaba beneficios, pero a la que le costaba enormemente dar
el paso de simple ferrería a empresa capitalista moderna. En la
mayoría de los casos el propietario no coincidía con el industrial
ferrón, los contratos eran muy breves y todo esto se reflejaba en
un sistema muy fraccionado. Igualmente debido a los importantes
desembolsos que en la unidad de producción se debían realizar, el
fabricante propiamente dicho estaba subordinado a un capitalista
más fuerte, generalmente una empresa de comercio que era la
que podía proporcionarle dinero líquido en préstamo para solucionar el aprovisionamiento del carbón, solucionar las averías etc. y
sobre todo para poder hacer frente al transporte del mineral; pero
indudablemente comercio e industria eran dos sistemas totalmente diferentes que no podían basarse en los mismos parámetros.
Estas nuevas empresas, que fundían mineral de hierro en altos
hornos, pudelaban o afinaban el colado convirtiéndolo en hierro
dulce martilleado o laminado, acabaron con lentitud, entre 1826 y
1860, con aquellas ferrerías que no se modernizaron.
Como consecuencia de lo comentado en las líneas anteriores, el
número de ferrerías guipuzcoanas descendía a medida que en la
provincia vecina, Bizkaia, se acrecentaba más y más la producción
de hierro en industrias de más envergadura. A partir de 1860, el
declive de las ferrerías y la desaparición de las mismas era un hecho irremediable. Los nuevos sistemas de obtención de hierro en
alto horno y la evolución de los precios del producto así obtenido
marcaba el final de una industria tradicional en Vasconia. La ventaja comparativa que conseguirían otras provincias en la obtención
del metal férrico, a costos más bajos, obligó a Gipuzkoa a abandonar gran parte de la producción de este metal.
La única solución era la renovación tecnológica intentando producir aquello que el arancel protegía suficientemente. Los cauces
de los ríos guipuzcoanos en estos años veían obsoletas sus ferrerías de agua pero estaban ubicadas en lugares excelentes y no
les faltaron salidas airosas. Algunos emplazamientos tradicionales
continuaron dedicándose a la producción del hierro y su estrategia
se orientó hacia el establecimiento de hornos altos para la producción de hierro colado y a la importación de las tecnologías de afino
paisaje y patrimonio en Gipuzkoa.
fundamentalmente para su conversión en hierro dulce, todo ello
destinado a abastecer parte del mercado interior. Otras ferrerías
se trasformaron en modernos centros de fabricación de papel, en
empresas textiles y también los hubo que se orientaron hacia la
fabricación de cal hidráulica. Cambió la orientación industrial para
adaptarse a los nuevos tiempos pero el espacio industrial no sufrió
cambios decisivos. Ha sido más recientemente cuando la política
de suelo industrial ha expulsado a la industria de los núcleos urbanos y por lo tanto la ha alejado de los cauces fluviales.
Son muchos los casos en los que se observa esta transformación,
a continuación nos detendremos en la transformación a la que
se vio sometida un espacio tradicional productivo del Antiguo Régimen hasta su conversión en una moderna industria capitalista.
La orientación seguía siendo la misma el trabajo del hierro, pero
como veremos más adelante era mucho lo que se debía hacer
para adaptarse a los nuevos tiempos. Lo que si permanecía era la
ubicación originaria, el uso del agua y las infraestructuras hidráulicas.
En Lasarte, en terrenos por aquel entonces pertenecientes al municipio de Urnieta, existía una ferrería entre los años 1625 y 1752.
Se levantaba a 20 metros sobre el nivel del mar movida por las
aguas del Oria con un caudal medio que rondaba en ese punto los
25m3/s. Desde comienzos del siglo XVIII, este conjunto estaba
formado por una ferrería mayor, una ferrería menor y un molino.
En concreto en 1752 se afirmaba que la ferrería menor labraba
800 quintales de hierro, es decir, que ambas eran consideradas
ferrerías mayores.
En 1847, recién estrenado el nuevo orden político y las nuevas
fronteras tras la Primera Guerra Carlista, Fermín Lasala, activo y
emprendedor guipuzcoano puso sus ojos en estas instalaciones
productivas ya obsoletas y abandonadas que por aquel entonces
estaban en manos de Luciano de Porcel, Marqués de Villalegre y
de San Millán, vecino de Granada. El citado marqués contaba entre sus muchas propiedades con un entorno industrial de primer
orden, formado como veremos a continuación por una ferrería,
dos molinos y como por la Casa-Torre. Este lugar reproducía como
en otros muchos emplazamientos guipuzcoanos lo que había sido
durante siglos el orden económico y social y donde se habían dado
las relaciones laborales, pero que ya rayando la mitad de la centuria del siglo XIX, su continuación era cuando menos anacrónica.
A Fermín Lasala no le movió en esta adquisición un afán terrateniente sino que estaba seguro que éste sería el lugar idóneo donde instalar una moderna fábrica de hierro continuando la tradición
productiva del lugar, pero eso sí, introduciendo las mejoras y las
nuevas tendencias del momento.
Junto a la ferrería existían también dos antiguos molinos: Goicoerrota y Becoerrota; estos también fueron adquiridos instalándose allí una industria molinera, con los planteamientos más
modernos del momento. Además las modernas máquinas que
empezaron a funcionar allí fueron construidas en la misma fábrica
de Lasarte, siendo uno de los primeros trabajos que el ingeniero
Eduardo Fossey proyectó por encargo de Fermín Lasala.
Fermín Lasala este activo y emprendedor empresario y el verdadero impulsor de esta iniciativa, podía haber orientado este espacio industrial, privilegiado como tantos otros en cuanto a las
condiciones espaciales al sector textil, o al sector papelero, pero
seguía creyendo en algo que los guipuzcoanos conocían muy bien
el trabajo del hierro. La manipulación y transformación del hierro
era por lo demás un sector muy amplio y decidió orientar su proyecto hacia la fundición por moldeo y podemos decir que no se
equivocó.
Además se estaba iniciando un momento en el que se comenzaba
poco a poco la mecanización del trabajo y Lasala sabía a ciencia
cierta que las nuevas industrias papeleras, textiles, la nueva molinería necesitaría turbinas y modernas máquinas y que hasta la
fecha llegaban desde muy lejos.
En concreto en el año 1851 Eduardo Fossey escrituró un interesante contrato con el subdirector del Sindicato de Riegos de Tauste en Zaragoza. Este sindicato estaba dispuesto a probar la moderna tecnología sustituyendo las antiguas norias que a mediados
del siglo XIX estaban todavía instaladas en las acequias y hacerse
con la maquinaria necesaria para elevar las aguas aprovechando
el salto que existía en el edificio conocido con el nombre de las
Novias.
65
Arquitecturas e ingeniería del agua:
Dicha máquina estaría formada por una turbina de 12 caballos
con un árbol vertical de hierro dulce y piñón horizontal que engranaba con una rueda de ángulo que variaba el movimiento, el
eje de ésta sería horizontal y de hierro colado. Tenía además en
sus dos extremos dos piñones que engranaban así mismo con
las coronas dentadas de las ruedas de cajones que eran las destinadas a subir el agua. La turbina se acomodaba a un salto de 5
pies y medio castellanos, que había fijado el maestro mayor de
las obras de la acequia.
La máquina debía ser construida en los talleres de Lasarte y se
recibiría en su lugar de destino según los siguientes precios: 300
reales de vellón por cada uno de los 140 quintales de 100 libras
castellanas de hierro que pesaba la turbina y 175 reales de vellón
por cada uno de los 240 quintales de 100 libras de hierro que
pesaban las demás partes de la máquina.
Un año más tarde en 1852, Fossey recibió un interesante encargo de Fermín Lasala. Nuestro activo Fermín Lasala entre otras
muchas cosas, también participaba en la empresa de las obras
de mejora del muelle del Puerto de la ciudad de San Sebastián,
que por aquel entonces estaba necesitada de una draga para la
ejecución de las citadas obras. La fundición de Lasarte fue la
elegida para llevar a cabo el citado trabajo. La draga diseñada por
Eduardo Fossey se componía de una viga armada con los correspondientes cangilones de hierro fijados a dobles cadenas que se
movían sobre rodillos giratorios.
66
También en este año de 1852, Fossey se ocupó de la remodelación de la fábrica de Irura. En los años justamente anteriores a
esta fecha en el citado lugar Juan Gregorio Echezarreta y Pedro
José de Aristi eran propietarios de una fábrica de fundición establecida en ese emplazamiento, fábrica que contaba además con
su casa habitación. Estos además participaban en una fábrica de
papel, hilados y tejidos de algodón y lana que poco a poco iba en
aumento por lo que decidieron arrendar la citada fundición por
la cantidad de 20.000 reales de vellón. Era un momento en que
la producción de papel vivía un momento álgido, dándose una
especialización en el valle del Oria. Estos socios además encargaron a Eduardo Fossey la construcción de una turbina de hierro
colado de 12 caballos de fuerza para aprovechar un salto de 4
metros y que en ningún momento podría gastar más de un tercio
de metro cúbico de agua.
Uno de sus principales clientes fue la industria papelera, la cual
estaba viviendo en esos momentos un momento de gran dinamismo. La empresa de Lasarte les proporcionaba tanto las turbinas como las ruedas hidráulicas con las que conseguían energía
como las máquinas de producción, sin que para ello tuvieran que
recurrir a empresas extranjeras o lejanas. De hecho la sociedad
fundidora se encontraba en la cuenca del Oria, la misma que
vería crecer un gran número de enclaves papeleros. La lista de
sus clientes es larga: la antigua ferrería de San Miguel de Navarra
donde se iba instalar una fábrica de papel, la empresa “Fagoaga,
Lecuona y Cía” de Mugaire (Navarra, la empresa “Juan Sesé y
Cía” de Tolosa también en 1870 encargó una rueda hidráulica.
Las empresas “Echezarreta y Cía” de Irura y Bonifacio Guibert
de Hernani también le encargaron sus turbinas, “La Tolosana” de
Baldomero Ollo, José Zeberio de Tolosa, el molino de Chiquierdi en Usurbil se instalaron dos pequeñas turbinas, la empresa
“Arza, Eizmendi y Compañía” de Alegia realizaron el siguiente
convenio: “Garay y Arregui” de Oñati encargó un aparato de calentar el aire y un ventilador para secar fósforos por 3.800 reales
de vellón.
También desde La Coruña, recibió el encargo de Manuel Fernández Granas para el diseño, fabricación y montaje de una máquina
de vapor y caldera cuyo precio ascendió a 62.000 reales de vellón. Tradicionalmente se había aceptado que las máquinas que
se montaron en el inicio de la industrialización fueron adquiridas
en su gran mayoría en el extranjero. La empresa que estamos
analizando nos muestra sin embargo una tecnología autóctona
muy importante.
También desde Zaragoza, desde la zona conocida como Ateca
se recibían interesantes encargos. Esta zona como en Gipuzkoa
se estaba propiciando el cambio en el uso de los tradicionales
molinos en los que se instalaban modernas turbinas, que proporcionaban energía eléctrica. Éste fue el pedido de Francisco Acero
o la turbina que se construyó para Carlos Moreno de Aguilar del
Río Alhama, turbina que alcanzó el precio de 31.000 reales de
vellón.
paisaje y patrimonio en Gipuzkoa.
La fundición de Lasarte había permanecido en el mismo lugar,
con altibajos durante 40 años. Desde 1848, había ocupado el
mismo espacio. Tuvo que hacer frente a la escasez de materia
prima de calidad, de hecho el lingote siempre era traído desde
el extranjero, a una escasa capitalización, pero nunca había tenido que hacer frente a una dura competencia. Pronto las cosas
cambiarían.
Desconocemos las razones exactas por la que se produjo el traslado a Pasajes, pero en el año 1888 la empresa estaba instalada
en su nuevo emplazamiento, en Molinao. Todo hace suponer que
el cambio de localización vino motivado sin duda, en relación a
la búsqueda de unas mejores condiciones estratégicas. El lugar
elegido, en este caso, no fue como en la década de los 40, un
espacio con tradición industrial, sino que ahora se trasladaron a
un lugar virgen, nuevo que décadas atrás había sido adquirido y
desecado por Fermín Lasala. Era además un lugar más cercano
a la frontera, mejor comunicado con el puerto y con el ferrocarril
a dos pasos.
Por aquel entonces sus clientes seguían siendo aquellas industrias que se estaban dando sus primeros pasos: Romualdo García e hijo, Vda. de Aurrecoechea, Francisco Brunet, J. Olibet e
hijo, Francisco Sarasola, Juan Bautista Laserre, Zulueta e Isasi,
Manuel de Urcola, José L. Corta y Cía, Berasaluce, Barrena y
cía, Juan Iriarte, Ramón de Brunet, Mercader y Vda. de Londaiz,
Moyua, Elorza y Altube, Real Compañía Asturiana, L. Duras y Cía.
La mayoría de las empresas seguían siendo papeleras, pero también las había que se dedicaban a las transformaciones metálicas
o industrias textiles.
A comienzos de la década de los años 90 del siglo XIX, la empresa fundidora que nos ocupa volvió a vivir momentos de gran
incertidumbre. Fue en estos años cuando comenzaron a instalarse modernas fundiciones, que utilizaban ya todos los adelantos
de época, mientras ellos seguían realizando los trabajos con las
máquinas de la época de Fossey y todavía utilizando en el mecanizado la lima y el cincel.
Con idea de vencer la fuerte competencia que ya existía en la fabricación de máquinas, el director de la empresa, Antonio Eche-
verría decidió recién iniciada la década de los años 90, comenzar
a fabricar un nuevo artículo: tuberías y fundiciones ligeras, para lo
cual se hizo venir de Hannover (Alemania) un nuevo cubilote.
Hasta esta década, como hemos visto anteriormente disfrutaba
de una situación privilegiada ya que pocas empresas a su alrededor podían hacerle sombra. Pero el sector de la fabricación de
la maquinaria se vio favorecido por el arancel proteccionista de
1891 que supuso una fuerte subida de los derechos de importación de la maquinaria extranjera e hizo que nuevas iniciativas
se presentaran como prometedoras. Una muestra de ello fue el
surgimiento de una potente empresa La Maquinista Guipuzcoana que instaló sus talleres en Beasain en 1892. Posteriormente
al constituirse en Bilbao la Sociedad Española de Construcciones
Metálicas (1901), la fábrica fue absorbida por esta sociedad y fue
entonces cuando se diseñó una nueva gran factoría. Volvería a
ser independiente bajo el nombre de Fábrica de vagones de Beasain, para integrar a partir de 1917 la Cía Auxiliar de Ferrocarriles
S.A. cuyas siglas la identifican hoy día: C.A.F.
Fundiciones Molinao hacia 1892 trabajaba la llamada “fonte
courante”, todo lo referente a los efectos de cocina, tubería de
bajada aprovechando el desarrollo urbanístico que estaba disfrutando la capital guipuzcoana. Además en ese momento, la empresa se encontraba en pleno trabajo una vez vencidos los problemas para la fusión de los tubos. Los datos estadísticos daban
a entender que los beneficios eran mayores cuanto mayor era el
peso total de lo fundido en cada campaña.
Por aquel entonces, recién iniciado el siglo XX, la empresa funcionaba todavía con calderas y máquina de vapor, de hecho tenía
asegurado un abastecimiento fácil de carbón procedente de Asturias gracias a la cercanía del puerto de Pasaia. Pero paulatinamente la energía eléctrica iba ganando terreno y decidió comenzar a utilizarla en sus instalaciones.
Consiguieron que la empresa Arditurri de la mano de Mariano
Arrieta les ofreciera una fuerza de 20 caballos de fuerza pagando
por cada caballo de fuerza y año 300 pesetas, con una duración
de 12 horas diarias. Todos los cálculos que efectuaron les convencieron de que esta formula era más económica que el consu-
67
Arquitecturas e ingeniería del agua:
mo de carbón en las máquinas de vapor. Una vez más la energía
hidroeléctrica ganaba la batalla. El coste del motor eléctrico era
menor y se economizaban los costes del fogonero y las reparaciones de las calderas.
El año 1918, fue una fecha clave para la empresa de Pasaia. La
Casa Brunet y el Duque de Mandas estaban al frente de la citada sociedad desde 1858, habían sufrido crisis, cambios en la
producción, en el emplazamiento, pero finalmente en esa fecha
decidieron ofrecer la empresa a Javier Luzuriaga.
Javier Luzuriaga nació en Oiartzun a mediados del siglo XIX.
Pronto comenzó a trabajar como aprendiz en la fábrica de Lasarte, precisamente objeto de nuestra atención en la época en la
que la dirección estaba en manos de Goicoechea y donde llegó a
ser un buen ajustador montador. Dado su carácter emprendedor
decidió abandonar su trabajo como asalariado y se estableció por
su cuenta en el muelle de San Sebastián y posteriormente en
la calle 31 de Agosto. Enriquecido por su trabajo y gracias a un
premio de lotería adquirió por compra los terrenos de una antigua fábrica de azúcar cerrada que ocupaba un lugar vecino al que
luego sería el Colegio de los Jesuitas en Ategorrieta, parte de la
Avenida de Navarra y las casas de Andonaegui y Mendizabal, a
donde se trasladó en 1898.
Ante el temor de que los terrenos se vieran afectados por los
previsibles y futuros ensanches de San Sebastián, adquirió en
Tolosa unas fundaciones establecidas allí a donde se trasladaba
todos los días, hasta que finalmente accedió al ofrecimiento de
los propietarios de la Fundición Molinao y trasladó allí sus máquinas, elementos y plantillas de Ategorrieta y Tolosa. Bajo la nueva
dirección, los talleres dieron una ocupación a 180 obreros. En
1934 con su hijo y colaborador Victorio Luzuriaga constituyó la
Sociedad Regular Colectiva “Javier Luzuriaga e hijo”.
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Posteriormente en 1937 pasó a denominarse “Victorio Luzuriaga
S.L.” En la década de los años 40, su empresa necesitaba extenderse al campo del acero moldeado y de laminación y ello le llevó
a interesarse por la empresa de Usurbil “José de Orueta S.A.”
que debido a las restricciones eléctricas del momento trabajaba
a ritmo lento.
En 1958 se transformó en la empresa “Victorio Luzuriaga S.A.” y
en 1960, al fallecer Victorio, se amplió la base de la sociedad. A
finales de los años 60 se instaló una nueva fundición en Tafalla.
Tras los problemas a los que tuvo que enfrentarse en la década de
los años 70 y 80, en la actualidad se encuentra dentro del grupo
cooperativo Fagor, habiéndose cerrado definitivamente la planta
de Pasaia.
Este era, explicado a grandes rasgos, el panorama del sector hasta
bien entrado el siglo XIX. En algunos casos como los dos que analizaremos a continuación la fandería de Iraeta y la Fábrica de hierro
en Vera de Bidasoa, si se dieron las mejoras tecnológicas necesarias gracias a las cuales dieron el salto hacia nuevas maneras en la
fabricación del hierro, pero eran muchos los vicios estructurales y
muy difícil romperlos; quizá haya que ver en este último aspecto el
principal problema que hizo que las nuevas iniciativas siderúrgicas
no llegaran a consolidarse. A pesar de ello cubrieron un espacio
amplio en los inicios de la moderna siderurgia y metalurgia y fueron el necesario paso antes de que llegaran la consolidación de
nuevos sectores como veremos más adelante.
La preocupación por la mejora tecnológica se hizo presente en el
siglo XVIII de la mano de “Real Sociedad Vascongada de Amigos
del País”, en la que una de sus mayores preocupaciones fue precisamente la renovación técnica de las ferrerías y el conocimiento
de los nuevos procedimientos en uso en Europa. Por lo tanto es
obligado referirnos a ella, al tratar la industria metalúrgica en el
País Vasco. A lo largo de los diferentes acuerdos y discusiones que
tuvieron lugar, podemos aproximarnos a la situación del sector siderúrgico y a la manera a la que se enfrentaron a los nuevos retos
que Europa planteaba.
Uno de los primeros acuerdos que la Sociedad tomó fue el estudiar cual de las tres tipos de fuelles, barquines o trompas llamadas aizearka era el mejor sistema, esta última era precisamente
la que usaba el agua para mejorar el tiro del horno en las ferrerías.
Una de estas fue ensayada por el socio Pablo de Areizaga en la
ferrería Bengolea en Legazpi según las dimensiones publicadas
por la Real Academia de Ciencias de París en los que el producto
obtenido fue de buena calidad y el consumo de carbón parecido
al de los barquines.
paisaje y patrimonio en Gipuzkoa.
Sin duda las ideas propugnadas por la Bascongada calaron hondo. Esta sociedad recomendaba la rápida implantación de fábricas de hoja de lata, tachuelas, alambre y agujas. Y es que
tras el final de las contratas con la liberalización del comercio, la
Fandería de Iraeta orientada a la fabricación de frascos de azogue adoptaría como principal producción la fabricación de hoja
de lata.
Con la llegada del nuevo siglo la preocupación por las mejoras
no decayeron. A principios del siglo XIX, se produce una reactivación de los estudios industriales de perfeccionamiento de
la industria siderúrgica de la mano de la Sociedad de Fomento
dependiente también de la Real Sociedad de Amigos del País.
En la reunión que mantuvieron el 21 de Agosto de 1832, asistieron el Conde de Peñaflorida, el conde de Monterron, el Conde
de Villafuertes, José Ramón de Mendia, Gaspar de Aranguren,
Ignacio de Zavala, Gabriel de Ibarzabal. Excusaron su asistencia Manuel Joaquín de Igueravide y Agustín de Echeverria. Este
nombre volverá a aparecer en varias ocasiones ya que se trata
del industrial ferrón encargado de la Fandería de Iraeta. Su padre fue el ferrón cuando a Iraeta tan sólo se le podía considerar
ferrería. A esta reunión acudió Francisco Antonio de Elorza, director de las Ferrerías establecidas en Marbella y en Pedroso en
Andalucía para tratar sobre los medios que podrían adoptarse en
Gipuzkoa, para evitar la ruina de sus ferrerías, que ya sufrían la
competencia de las fábricas de hierro levantadas en Andalucía.
Todos estuvieron de acuerdo en la necesidad de lograr una reducción en el consumo del combustible, adoptándose en el País
el método seguido en las ferrerías a la catalana existente en el
Condado de Foix y Pirineos Orientales de Francia.
Una figura esencial en todo este movimiento que intentaba favorecer la siderúrgica en el País fue Francisco Antonio de Elorza,
director de las ferrerías establecidas en Marbella y en el Pedroso en la provincia de Málaga. Mantuvo durante los primeros
años del siglo XIX, una interesantísima correspondencia con el
Conde de Zavala, donde le responde a todo tipo de preguntas
sobre los adelantos técnicos y científicos y las posibilidades de
mejora que tenía el sector a la vista de su experiencia por toda
Europa, aconsejándole de manera clara sobre la dirección que
debían tomar los trabajos del hierro para salir de la crisis.
Francisco Elorza y Aguirre (1798-1873) nació en el barrio de Araoz
de Oñati, combatió contra los Cien mil hijos de San Luis. Estuvo
exilado en 1823 y fue impulsor de la Fábrica de armas de Trubia.
También introdujo en España la fabricación de cañones de fusil.
Era constantemente consultado y se le mantenía informado sobre
las iniciativas que se llevaban a cabo; no dudamos que sus opiniones tuvieron mucho que ver en varias de las iniciativas que se llevaron a cabo: investigaciones sobre el carbón mineral, instalación
de una fábrica de hojalata.
Gracias a esta interesante correspondencia hemos podido conocer la instalación de un horno alto en Andoain, lo más probable en
la ferrería Lizarkola, en la década de los años 20 del siglo XIX, que
fracasó según su opinión por las dimensiones poco adecuadas del
horno o debido a la inexperiencia de los operarios. Nuevamente
el lugar elegido para las nuevas experiencias siderúrgicas era una
ferrería, junto a un cauce fluvial.
A través de sus cartas podemos apreciar que era un perfecto conocedor de la realidad siderúrgica de Inglaterra, tal y como se refiere en su carta remitida desde la Fábrica del Pedroso el 24 de
Marzo de 1831, en la que contesta sobre la instalación de una
fábrica de cilindros.
Pocos años más tarde en 1869, eran 18 ferrerías las que estaban
activas en Gipuzkoa. Según aclara la Revista Minera en ese mismo año se produjeron 11.200 quintales métricos de hierro dulce y
1.600 de acero cementado. Esta industria ya ocupaba tan solo a
89 hombres. Sin embargo, ese mismo año los dos hornos altos de
Beasain produjeron alternativamente una cifra superior que llegó a
los 22.500 quintales métricos de hierro.
La única salida que tenían las ferrerías era su reconversión y debido a su óptima localización se encontraban junto a los cursos de
los ríos, no les faltaron salidas airosas.
En Tolosa se transformaron en papeleras, o se instalaron altos
hornos como en la ferrería de Amaroz; en Legazpi se fabricaron
cartuchos durante la Segunda Guerra Carlista en la ferrería de Olaverria y en la de Olazarra se fundió plomo de las minas del Aizkorri;
otras pasaron a albergar la maquinaria necesaria para la fabricación
69
Arquitecturas e ingeniería del agua:
de un nuevo producto la cal hidráulica, tal y como sucedió en
la Fábrica de Iraeta en Zestoa, en la Alzolaras en Aia o en la de
Sarikola en Orio.
Las fanderías eran las factorías dedicadas a la transformación del
tocho de forja en chapa empleando para ello medios mecánicos
que sustituyeron el lento y penoso método de fabricar ésta forjándola en el martinete.
Su aparición data del siglo XV, y la maquinaria más significativa en
la fandería eran los ingenios de cilindros empleados para laminar
el hierro y para cortarlo mecánicamente.
La primera fandería está datada en 1591, se trata de la construida
por Juan de Herrera y su sobrino Pedro de Liermo en la ferrería
de Berna, cerca de Durango, en la confluencia de los ríos Ibaizabal y Orobio. Esta ferrería vendía el hierro cortado a los cerrajeros
de Madrid y a los artesanos de Durango
El recelo que estas máquinas crearon entre los artesanos de la
forja, que veían en las fanderías un rápido y eficaz competidor,
unido a la postración técnica de España durante el siglo XVII,
hace que no encontremos posteriormente instalaciones de este
tipo.
En Gipuzkoa se instalaron dos ingenios de estas características:
en Iraeta, Zestoa y en Errenteria.
La instalación de tecnología moderna y máquinas era una idea
minoritaria que intentaba producir hierro competitivo con el europeo tanto en la calidad como en precio. El lugar elegido por Simón de Aragorri Marques de Iranda fue el ocupado por las tierras
de Renteriola: un lugar muy atractivo ya que estaba ubicado en la
cabecera del Puerto y canal del Pasaje.Junto a esas tierras pasaba el río Oiartzun que garantizaba el agua necesaria para mover
la nueva máquina.
70
Su impulsor, sabía que el emplazamiento estaba rodeado de montes con las suficientes maderas y leñas para el abastecimiento de
la fandería, pero también era consciente de que su empresa sería
un éxito si era capaz de encontrar carbón mineral, para lo cual
trajo a un mineralogista alemán quien reconoció Aiako Harria, al
pie del Monte Santa Bárbara, en busca del preciado mineral.
Esta fandería se erigió sobre las obras que en 1750 la Real Hacienda había efectuado en la antigua ferrería de Renteriola en su intento
de establecer una Real Fábrica de anclas.
La fandería se mantuvo en activo hasta 1797 y finalmente fue destruida por los carlistas; posiblemente porque fabricaban armas para
el ejército liberal. Esta fandería posteriormente fue transformada
en fábrica de harinas manteniendo la infraestructura original con la
que se servían para a través del correspondiente salto hidráulico,
obtener la energía motriz con la que funcionaban los molinos y la
demás maquinaria harinera. De esta fase se conserva una turbina
francis y cuatro pares de piedras accionadas mediante una serie de
engranajes de gran vistosidad. Igualmente con diversos juegos de
poleas se transmitía el movimiento del eje de la turbina a la serie
de elevadores por cangilones y tornillos sin fin. En el año 1999
se hizo una excavación arqueológica que determinó que la sala de
máquinas del molino industrial de hecho aprovechaba la antepara
de la laminación o fandería. Esta es una construcción en sillería de
arenisca en la que se reconoce la acción del incendio que probablemente destruyó la laminación cuando la conquista a manos de
las tropas francesas del territorio guipuzcoano en las Guerras de la
Convención. La laminación contaba con dos ruedas. Una de ellas
movía los engranajes de los rodillos en los que se estiraban los
tochos y luego se cortaban en barras o gabillas. La otra servía a los
fuelles de un alto horno que se construyó al poco de inaugurarse
la laminación para provisión del hierro que se usaba en la misma.
Las ruedas eran de un diámetro considerable unos nueve metros
según cuentan las descripciones de la época. Estaban dispuestas
apoyadas en una estructura que permitía la llegada de agua por un
salto lateral y no vertical como era usual en las ferrerías del país y
que se adaptaba a las gigantescas ruedas, como se puede comprobar. (1999, Arkeolan, Boletin informativo semestral 2/99).
Esta no fue la única fandería instalada en suelo guipuzcoano en
el valle del Urola se desarrolló la actividad de la fandería de Iraeta.
El emplazamiento de la ferrería de Iraeta a orillas del río Urola era
un lugar productivo privilegiado, como lo eran la mayoría donde se
había instalado las demás ferrerías, a lo que se sumaba la cercanía
paisaje y patrimonio en Gipuzkoa.
a la costa lo que favorecería los transportes de materias primas y
productos elaborados por mar.
En el siglo XVIII, hacia 1752, había tres ferrerías en Iraeta, propiedad del Duque de Granada que estaban al cuidado del ferrón Antonio de Alzolaras, con una producción de 3.200 quintales.
A principios del siglo XIX, en pleno intento por parte de la Real
Sociedad Bascongada de Amigos del País de favorecer la industria
siderúrgica, se instaló en la ferrería de Iraeta una fandería. Los encargados de llevarlo a cabo eran en concreto muy a principios de
siglo en 1806, Manuel Arambarri vecino de Azkoitia y Antonio Francisco de Echeverria. La principal ocupación de la citada fandería
era la realización de una contrata con la Real Compañía de Filipinas
para la elaboración de treinta y tres mil vasijas o frascos de hierro
para conducir azogue a América, frascos que posteriormente eran
trasladados a las Reales Atarazadas de Sevilla.
Para alojar a toda la población obrera de la fandería se generó una
autentica colonia rural de 14 casas en renta donde se alojarían los
trabajadores ingleses. Estas casas se alinean a los lados de una
amplia calle y están construidas con el modelo de planta y sección
de la casa rural o caserío pero con la particularidad de que las casas
están unidas entre si por paredes medianeras: casas muy sencillas
sin concesiones decorativas. En la actualidad la colonia está alejada
de las redes de comunicación, tras la construcción de la variante
de Iraeta.
Las viviendas de los obreros son de dos pisos. La planta baja dedicada a actividades agropecuarias y el piso principal destinado a
vivienda. Están construidas en mampostería revocada y enlucida.
La cubierta es a dos aguas, con caballete paralelo a la fachada principal y teja curva. En la fachada principal se abre una puerta de
amplias dimensiones, adintelada. Las casas son muy sencillas, tan
sólo presentan como elementos decorativo un zócalo corrido. Cada
casa presenta un nombre que aparece en el dintel de la puerta de
ingreso: Dumbax, Daminerokua, Motxa-enea, Zabal-etxe, Akertza,
Lokatza, mañane Karmenenea, Etxebarri, Arrieta, Txema-enera,
Otxua, Amuxkua. La construcción de la casa del administrador es
más elaborada destacando con respecto al grupo de casas, cuya
entrada preside. Está realizada en mampostería enlucida, con tejado a cuatro aguas y teja curva con un amplio alero. En la fachada
principal de la vivienda se abre una puerta situada en el segundo
piso; se accede a ésta a partir de una escalera. La puerta de ingreso y los vanos presentan recerco con sillares de piedra arenisca. Al
otro lado de la carretera frente a la casa del administrador se halla
el lavadero público que lleva la fecha de 1842.
Excavaciones arqueológicas, sin lugar a dudas nos ayudarían ha interpretar este lugar emblemático de la historia industrial del país.
Además de las casas descritas anteriormente el conjunto urbano
se completa con un edificio singular -la casa del administrador- situada a la entrada del barrio y una serie de edificios de equipamiento colectivo, el frontón, la ermita dedicada a Santa Inés y un lavadero. En el entorno próximo a la colonia residencia existen restos de
edificación industrial, ligada a otras épocas de la colonia.
Por otra parte el elemento urbano estructurante del barrio, la calle
central continua en forma de camino rural hacia el espacio rural del
Valle del Urola. Esta vía es a su vez el eje que estructura la explotación agrícola, dando acceso a una serie de grandes parcelas individuales explotadas por cada uno de los usuarios de las viviendas
de la colonia.
71
Arquitecturas e ingeniería del agua:
La minería.
Otro de los sectores económicos que han necesitado tradicionalmente importantes cantidades de agua ha sido la minería. El agua
era utilizada tanto como fuerza motriz para mover sus ingenios
pero también el agua pasaba a formar parte del proceso productivo. Las compañías mineras instalaban lavaderos de mineral aprovechando la infraestructura de los antiguos molinos. Este fue el
caso de las compañías mineras que explotaron las minas de Irun.
En el siglo XIX las ferrerías de Aranzate y Urdanibia eran las únicas
que quedaban en activo. Pero debido a su buena situación el director de la Compañía de las Minas del Bidasoa decidió establecer
un lavadero para la limpieza de minerales en el molino Urunea y
en la ferrería de Aranzate, aprovechando para ello la infraestructura
hidráulica de la antigua ferrería. Así se explica la imagen que presenta en la actualidad en la que sobresalen ciertos elementos excepcionales en el panorama de la siderurgia tradicional hidráulica
y que tiene razón de ser en las obras de reconversión de la misma
para otros fines como es el caso del lavado de los minerales.
F. 11_ Restos de los lavaderos del
Coto minero Katabera- Udana.
F. 12_ Molino papelero ubicado
en Azpikoetxe. Legazpi.
72
Tuvieron que excavar la antepara para ubicar la rueda y para que
ésta pudiera girar con comodidad. Cuenta también con un gran
muro de contención en el que se aprecian dos aliviaderos, que
limitan una superficie amplia, hoy ocupada por una plantación de
manzanos. En esta explanada se observan los trazados de los antiguos canales de abastecimiento: uno procedente de la regata
Burutaran y otro de la de Aranzate. Este elemento puede considerarse genuino en sus líneas maestras de la fase final de funcionamiento de Aranzate. Cuando se abandono el lavadero se convirtió
en caserío y en la actualidad se ha instalado una sidrería. (Arkeolan. Boletin informativo semestral, 1/1998),
También en el coto minero de Mutiloa, en el de Katabera en
Legazpi-Oñati, en Arditurri en Oiartzun se observa en el paisaje
un uso intensivo de las regatas o pequeños cauces. Son visibles
restos de lavaderos de mineral y balsas de decantación de mineral
etc.
F. 11
paisaje y patrimonio en Gipuzkoa.
F. 12
El uso del agua
en el sector papelero
Tradicionalmente el sector papelero ha necesitado el agua de
manera intensiva como fuerza motriz gracias a las numerosas
centrales hidroeléctricas que instalaron las papeleras. Con ello
conseguían el acceso directo a la energía. Igualmente tal y como
veremos a continuación entraba con verdadera carta de naturaleza
en el proceso productivo.
La fabricación de papel por el método tradicional ha sido una labor
manual lenta y costosa. Este trabajo comenzaba con la clasificación manual de los trapos según cualidades destinándose cada
una de ellos para obtener distintos tipos de producto final. Tras
depositarlo en un pilón o pudridero, añadiéndole agua, se dejaba
fermentar durante cinco o seis semanas hasta que alcanzaba
una temperatura que quemara al meter la mano. Tras esta operación que
producía malos olores los trapos se troceaban a mano y seguidamente se vertían a una pila con agua en la que se machacaban y
trituraban hasta reducirlos en una fina pasta o pulpa. Este proceso
de trituración que inicialmente se realizaba manualmente era muy
penoso, posteriormente se mecanizó con los molinos papeleros
movidos por energía hidráulica desmenuzándose los trapos con
grandes martillos o mazos de madera. Terminada esta operación
se pasaba a otras tinas en las que se diluía con agua hasta tomar un aspecto lechoso y se añadían diversos productos o colas
y almidones para dar apresto al papel. Se debía cuidar mucho el
porcentaje de dilución de la pasta en agua pues esto era determinante para conseguir la calidad y el tipo de papel deseados. A la
vista de lo expresado anteriormente no
cabe duda de que el agua es básico
en todo el proceso.
73
Arquitecturas e ingeniería del agua:
F. 13
La tradición papelera del País Vasco que hizo de la comarca de
Tolosaldea el centro de producción más importante de todo el
Estado remonta sus orígenes a las primeras décadas del ochocientos. Nombres como los de Ibar, Olano, Uranga personalizan
la raigambre de uno de los sectores de mayor rendimiento de la
industria guipuzcoana. Según Sebastian Insausti el primer molino
papelero fue establecido por Juan de Ibar natural de Tardets en
1803 en Alegi. El mismo estableció una fábrica de papel en 1805
en Azaldegui, Ibarra. Esta fábrica fue quemada en el año 1813 por
los guerrilleros Longa y Jauregui según Labayen, pero según Gorosabel por el titulado Diputado General José de Guerra de Legazpi, Insausti insinúa que quizá éste podría haber tenido intereses en
la fábrica de Azpikoetxea en Legazpi y por lo tanto tenía verdadero
interés en eliminar un competidor. Esta última afirmación se trata
únicamente de una suposición de Sebastián Insausti y que hasta
la fecha no ha sido contrastada por documentación histórica. (Insausti, S. 1966)
74
Los primeros establecimientos papeleros frecuentemente aprovechaban antiguos molinos harineros o ferrerías y se inscribían
aún de lleno en el mundo de la la producción artesanal. El autentico proceso de industrialización en el sector no tendrá lugar hasta
los años 40 del siglo XIX, considerándose la fecha de 1842 como
hito iniciador de esta nueva fase y ya de una forma definitiva tras
finalizar la segunda Guerra Carlista cuando por fin concurran las
circunstancias que harían de Tolosa y de su comarca un gran emporio papelero. En estos primeros años la fabricación se llevaba
a cabo con técnicas rudimentarias. Como materia prima se utilizaban casi invariablemente tejidos de hilo y algodón. Mezclados
estos con agua se trituraba la masa resultante hasta la obtención
de la pasta adecuada. Con moldes y filigranas se daba forma y
dibujo a cada hoja de papel que después se secaba y se encolaba
para pasar finalmente a un nuevo proceso de secado.
F. 13_ Pila holandesa de la desaparecida Papelera San José.
F. 14_ Restos de la infraestructura hidráulica de la papelera
Arzabalza.
paisaje y patrimonio en Gipuzkoa.
F. 14
Como hemos dicho antes la fábrica La Esperanza inaugurada en
Tolosa en junio de 1842 marca la ruptura con esta vieja tradición
instalando una máquina de papel continuo que acabó con los primitivos molinos papeleros cuya producción era lenta, cara y el
tamaño del producto limitado. Con este nuevo invento se fabricará el papel con gran rapidez, elaborando una tira sin fin o del
largo deseado. El paso de un sistema a otro comportó sin duda
un cambio tecnológico importante. Pero no solo porque mecanizó
y abarató el proceso sino porque además revolucionó el mundo
de la cultura y de la comunicación. Después en el año 1843 se
estableció una nueva fábrica de papel continuo en Irura que da
origen a la que más tarde se denominó Echezarreta G. Mendia
S.A, Desde entonces ha sido un continuo crecimiento del sector
en Gipuzkoa. De 1856 data la fábrica de papel de Txarama que se
llamó La Confianza, Papelera del Araxes. Posteriormente le tocaría
el turno a La Providencia sita en Alegria en 1859.
Durante el siglo XX, se desarrolló de manera notable la manufactura del papel en las provincias del norte y Cataluña y ésta aumentaba poco a poco la producción de papel continuo incluso los
grandes rollos para las rotativas de los diarios.
La mayoría de estos restos se localizan precisamente en la comarca de Tolosa. Al día de hoy ha desaparecido ya un valioso elenco
de las industrias del ramo asentadas en la ribera del Oria pero aún
perviven significativas muestras no tanto mecánicas como arquitectónicas que nos permiten realizar un seguimiento evolutivo del
patrimonio histórico – papelero de Gipuzkoa.
En la mayoría de los casos se trata de grandes complejos fabriles
que integran pabellones de producción y dependencias administrativas con unidades de suministro energético. También en ocasiones viviendas para el personal de la fábrica, servicios docentes
y religiosos, configurando auténticas colonias industriales. Su localización casi siempre junto a los cursos fluviales no era producto
del azar sino la consecuencia derivada del interés de los empresarios por sacar el máximo partido al medio natural. De los ríos
obtenían la fuerza motriz necesaria para accionar sus instalaciones
y una de las principales materias primas. Para la elaboración del
papel se necesitaban nada menos que cien litros de agua para producir un kilo de celulosa. Y cuando esto no era posible se llevaron
a cabo espectaculares obras de ingeniería hidráulica.
Ya en la década de los años 30 la industria del papel en Gipuzkoa
tenía una importancia verdaderamente trascendental pues se hallaban instaladas en ella 22 fábricas con 32 máquinas en la que se
fabrican toda clase de papeles desde el tipo de seda pasando por
el papel para los periódicos hasta los estucados y aquellas calidades de características especiales para trabajos finos de imprenta,
litografía de todos sus procedimientos.
Evidentemente esta importancia que a nadie se le escapa sobre
el papel en Gipuzkoa ha provocado la existencia de un conjunto
representativo de restos de la industrialización guipuzcoana.
75
Arquitecturas e ingeniería del agua:
F. 15_ Acueducto de hormigón
sobre el río Araxes de la Papelera del Araxes.
También para el transporte la mayoría de las papeleras contaron
con ramales de ferrocarril propios enlazándose con la red viaria
estatal.
F. 15
No es de extrañar que este sector protagonizase la aparición de
las primeras grandes fábricas porque fue precisamente el pionero en la constitución de la industria moderna, con todas las
peculiaridades que ello conlleva en cuanto a capital, tecnología y
captación de mano de obra.
El agua es básica para la fabricación de papel y en la cuenca del
Oria en tan reducido espacio encontró las características necesarias:
A continuación reproducimos un texto del libro de Antonio M.
Labayen Escenas papeleras que resume la visión que se tenía
del río en la década de los años 40 del siglo XX y la importancia
del agua: “Pobres ríos esquilmados por la alquimila papelera que
convierte su agua en oro”. Cien litros de agua hacen falta según
J.L. Olmaer para producir un kilo de celulosa. Señala “The Story
of News Print paper” refiriéndose al papel de prensa que al depositarse sobre la mesa de fabricación el fluido blancuzco se
compone de 99,5 de agua y define realmente la fabricación de
papel como echar agua a la pasta de madera y volvérsela a quitar.
Parte del agua cae a través de la tela metálica por gravedad a pesar de la velocidad que lleva. Luego vienen una serie de prensas
y cilindros de succión. Entran luego en juego la presión y el calor.
Al salir de las matas prensadoras el incipiente papel contiene tan
solo 70% de agua en vez del 99,5% del comienzo. Transportada
la hoja a una serie de cilindros calentados por vapor y en número
de 40 a 80 no dejan en el papel sino un 8% de agua. El resto lo
ha perdido en pocos segundos en un pequeño recorrido.
76
En otra página añade el mismo autor que el río Oria se deshidrata se agosta y se envilece para dar vida al papel. Esta reflexión
se podía y se puede extrapolar para el caso también de los valles
fluviales del Urumea, del río Oiartzun, del río Urola en su cabecera y del Leizaran. Labayen ya para aquel entonces, 1947, se
hacia eco de los problemas medioambientales que ocasionaba
la producción del papel. Y ya entonces desde aquellas páginas
se exigía a los poderes públicos que evitaran y reglamentaran
los escapes abusivos de ingredientes tóxicos que aniquilaban
los ríos.
Uno de los lugares emblemáticos de la transformación del paisaje relacionada con la producción del papel ha sido la regata de
Elduaien o Berastegi que desemboca en el río Oria. Camino de
Tolosa hacia Berastegi cada dos kilómetros río arriba tropezamos
con un conjunto de largos edificios, tejavanas y cobertizos y todo
ello rodeado de tubos que bajan de la montaña, de depósitos de
agua, canales y acueductos, de presas y desagües cuando el líquido elemento sobra.
Junto a esta carretera destaca las instalaciones de la empresa
Papelera Calparsoro, hoy Maooa. En el pequeño espacio que existe entre la carretera y el río se extiende la fábrica adaptándose a
estos condicionantes. También se levantan las casas de obreros
y la casa del empresario. En la zona denominada popularmente
en las papeleras como catacumbas en la década de los años 90
todavía estaban en funcionamiento dos turbinas que databan de
los años 30.
Otro de los ríos papeleros por excelencia es el Araxes, no lejos
de su desembocadura el río da vida a dos barrios netamente papeleros: Amaroz donde en el pasado se encontraba una antigua
ferrería y Txarama donde se ubicaba una fábrica de machetes.
paisaje y patrimonio en Gipuzkoa.
Los orígenes de La Papelera del Araxes S. A. podrían encontrarse
en noviembre del año 1846, en el que se concede a José Antonio
de Irazusta y a José María Yeregui, un permiso para abrir un canal
y construir una presa en terrenos de Leaburu. En ese mismo mes,
los anteriormente citados, compraron un terreno sembradío que
existía en las proximidades del segundo puente de Amaroz con el
fin de construir una fábrica. En 1852 se comienza a materializar
el proyecto de la fábrica. El 21 de enero de 1858, construida la
fábrica de papel continuo “La Confianza”, nombre originario de la
Papelera del Araxes, José Antonio de Irazusta entrega en arriendo
la misma a los Señores. Echezarreta, Arizti, y Cía. por el término
de diez años. El 23 de noviembre de 1900 se produce el cambio
de denominación social, pasando a ser Papelera del Araxes S.A.
que, más tarde en 1921, se convertía en Irazusta, Viganu y Cía, S.
L. En el año 1956 Irazusta, Vignau y Cia. S. L. cambia su forma de
Sociedad, pasando a ser S.A. Por último, en junio de 1981 adquiere la denominación de: Papelera del Araxes S.A. En la actualidad
se denomina Celulosas del Araxes. En sus inicios, la Sociedad se
constituyó sobre la base industrial de una sola máquina de papel
continuo, con sus correspondientes accesorios y elementos auxiliares, con los que se conseguía la fabricación del papel partiendo del tratamiento de la materia prima. Con el paso del tiempo,
el florecimiento de esta empresa, permitió la instalación de dos
nuevas máquinas de papel continuo. En estas máquinas de papel continuo se fabricaba papel de fumar, papel higiénico de la
marca Abaca, papeles sedas y manilas, junto con otros papeles
de embalaje. En 1965 se inauguró un nuevo pabellón dotado de
una máquina de 2,60 m de ancho, en la que se incorporaron todos
los adelantos tecnológicos de la época. Teniendo en cuenta que,
en este tiempo, una de las primeras máquinas instaladas era ya
obsoleta, se decide venderla a mercados menos exigentes como,
en aquel momento, era el mejicano. En 1985 fue sustancialmente
modificada la instalación de 1965, disponiendo en la actualidad de
medios para la fabricación de las calidades más sofisticadas del
mercado de embalaje. A comienzos de siglo, la fábrica tenía 150
trabajadores, constituyendo una colonia a la que la empresa proporcionaba casa, luz y otros servicios como una escuela gratuita y
obligatoria para los hijos de los obreros, al igual que una capilla. En
torno a los años 20, la fábrica sufrió un grave incendio que obligó
a una nueva reestructuración de los edificios de producción. La
trayectoria de la Papelera Araxes S.A. fue bastante estable durante el siglo XX. Hacia los años 90 la empresa tuvo que hacer
frente a la crisis que se dio en el sector papelero en toda la zona
de Tolosaldea y se declaró en suspensión de pagos. Se mantuvo
en esta situación durante algunos años pero poco a poco se fue
adaptando a la nueva situación. En la actualidad se dedican a la
transformación de la celulosa, que ya viene fabricada desde otras
empresas. De nuevo parece que se han vuelto a reproducir los
problemas del pasado.
El conjunto presenta una importante infraestructura hidráulica y
en este sentido se conservan las dos presas. La ubicada junto a
la fábrica es de frente curvo construida en mampostería y sillarejo
con una elevación de hormigón de la cumbrera y alzas móviles.
Sus dimensiones son de 35 m de longitud y 1,5 m de altura. De su
estribo derecho parte el canal que cubre el trayecto de 250 m hasta la fábrica de manera subterránea. Su anchura media es de 2,5
m y en el tramo visible su fábrica es de mampuesto recubierto de
cemento. El conjunto hidráulico de Mikola en Lizartza está formado por una presa de frente curvo. De la margen izquierda parte un
canal el cual cubre una distancia de 4 Km hasta la fábrica siempre
al aire libre. Destaca el acueducto de 60 m de largo que salva el
desnivel de terreno cruzando la carretera y el río a una altura de 12
m sostenido por cinco parejas de pilares. Todo parece indicar que
el acueducto levantado en 1902 fue obra de Eugenio Ribera y es
considerado como una de las primeras obras en las que se utilizó
el hormigón.
77
Arquitecturas e ingeniería del agua:
F. 16_ Papelera Portu y Cía.
F. 16
La fábrica Portu y Cía en Andoain es otra de las instalaciones
papeleras más interesantes desde el punto de vista patrimonial.
Se instaló junto al río Oria, en la primera década del siglo XX. Posteriormente fue utilizada por la Fábrica de explosivos de Soraluce y posteriormente se instaló una marmolería. Junto a la fábrica
destaca la central hidroeléctrica, es un claro ejemplo en el que la
fábrica se instala allí donde puede conseguir agua como energía
motriz y como materia prima. Destaca un gran socaz construido
en mampostería.
De la desaparecida Papelera Olarrain en Tolosa tan solo ha permanecido su infraestructura hidráulica. En el siglo XIX existía una
fábrica de papel con el nombre de Azurci situada en la margen izquierda de la regata Albiztur. En año 1889 solicitó permiso para su
traslado y se emprendieron una serie de obras destinadas a dotar
de una buena infraestructura hidráulica a las empresas: prolonga
así el canal de su antigua fábrica por medio de un acueducto hasta
donde erigió la más nueva. Posteriormente pasó a formar parte
de la Papelera Española que absorbió la fábrica de papel Olarrain,
también llamada Laurak Bat y la de Ilarramendi. La fábrica cerró en
la década de los años 50.
78
paisaje y patrimonio en Gipuzkoa.
F. 17_ Central junto a las instalaciones de la papelera Portu y
Cía.
F. 18_ Papelera de Olarrain. Resto
de la infraestructura hidráulica.
F. 17
F. 18
El conjunto hidráulico que todavía se conserva en el río Oria consta de presa, canal y socaz. La presa es de frente curvo con sección
de gravedad, labrada en mampostería con cumbrera de losas y
recubierta de cemento. Es de grandes dimensiones y cuenta con
dos contrafuertes. De la margen izquierda de la presa surge el
canal. Su fábrica es de mampostería, sillarejo y losas de la cumbrera. Cuenta con un socaz de grandes dimensiones de unos 100
metros de longitud.
El conjunto hidráulico sobre el río Albiztur igualmente consta de
presa y canal. La presa es de frente curvo y de la marqen izquierda
de la presa justo delante del molino Otzarain surge el canal. Su
trazado es de unos 700 m de longitud donde se combinan tramos
al aire libre con tramos subterráneos e incluso describe un acueducto para salvar el desnivel. Su fábrica es de mampostería y está
recubierto muy burdamente con cemento.
79
Arquitecturas e ingeniería del agua:
Fuera del valle del Oria destaca en en el Urola, Legazpi, tanto por
su tradición papelera como por la importancia de los restos patrimoniales que allí se conservan. (Herreras B., Zaldua J. 1997)
En 1805, Trinidad Antonio de Porcel, Marqués de Villalegre y San
Millán dio en arriendo la recién construida Fábrica de Papel ubicada junta a la casa Azpikoetxea a Antonio Cassou natural de Ribaalta del Departamento de los Bajos Pirineos (Francia). El arrendamiento se estableció por nueve años, y en el se incluía el molino
Azpikoetxea.
Parece que Legazpi contaba con las condiciones básicas para que
el trabajo del papel fuera un éxito: tenía un fácil acceso al agua,
como materia prima y como fuerza motriz, no faltaba el trapo viejo
para la pasta, el cual era facilitado por el propietario y carnazas
para el encolado quizá provenientes de las curtiderías cercanas.
Se tuvo acceso también a una mano de obra cualificada en la figura de los maestros papeleros venidos del otro lado de los Pirineos,
como fue el caso del maestro papelero Cassou. En ese mismo
año, el también francés Pedro de Callebot originario de Pau fue el
encargado de construir para la fábrica de nueva planta, una rueda
hidráulica, con sus mazos y pilas.
Antonio Cassou, no agotó el arrendamiento; desconocemos las
causas, pero al año siguiente en 1806, la fábrica pasó a ser arrendada a Ignacio de Arcelus y Miguel Antonio de Galarza. La movilidad y los cambios eran frecuentes lo que provocaría sin lugar a
dudas dificultades en la producción, Poco después en diciembre
del mismo año se firmó un nuevo convenio para la fabricación de
papel con los franceses Juan Bautista Nogues y Juan Lassale, oficiales papeleros.
No serían los últimos arrendatarios y en 1809 la Fábrica de papel pasó a Manuel Ignacio de Aguirre. El Marqués de San Millán
quedaba obligado a proporcionarle todo el trapo necesario para
realizar el papel, y se establecía que el maestro papelero a cambio
entregaría por cada 4 arrobas de trapo, cinco resmas de papel
tanto de fino, de entrefino y de estraza.
80
Tras este arrendamiento, la fábrica estuvo abandonada, hasta que
en 1822, nuevamente se decidió continuar la actividad manufacturera, para lo cual hubo que realizar importantes obras de acondicionamiento.
Hacia 1864, el trabajo del papel, presente desde principios de siglo, se hizo cada vez más importante y a Alejandro de Aldecoa en
Azpikoetxea le sucedió en el arrendamiento Miguel Ignacio Echeverria. Se dedicaban a la producción de cartón, papel y estraza. La
energía necesaria se conseguía a partir de una rueda hidráulica de
7 C.V., con lo que conseguían producir 2.920 arrobas al año.
Por aquel entonces, el papel también se producía en la ferrería de
Olaberria gracias a una rueda hidráulica de 8 C.V, cuya producción
dirigida por José Cruz Apaoloza y socios ascendía a las 3.650 arrobas al año de papel.
La manufactura papelera estuvo presente en Legazpi, desde principios del siglo XIX, conviviendo con las pocas ferrerías que todavía trabajaban.
En 1823, Azpikoetxea se arrendó a Alejandro de Aldecoa por seis
años con una renta anual que ascendía a los 2.008 reales de vellón.
Alejandro de Aldecoa continuó como maestro papelero hasta mediados del siglo XIX, cuando en 1845, le sucedió en la dirección
su hijo político Juan Bautista Unanue, el cual era propietario de la
fábrica de curtidos ubicada a la entrada de la villa de Legazpia. Un
nuevo arrendamiento tuvo lugar en 1852, por seis años, pagando
una cantidad de 1.250 reales de vellón al año. Para hacer frente a
su nueva actividad se vio obligado a hipotecar su curtidería.
Posteriormente en 1865, el arrendamiento pasó a Miguel Ignacio
Echeverria, padre de Patricio Echeverria Elorza.
En 1870, el edificio titulado Azpikoetxea constaba de planta baja,
principal y desván.
“(...)La planta baja se encontraba dividida en zaguán, escalera,
cuartos y un depósito cerrado con losa para majar el trapo, una
rueda hidráulica de 2 m y 75 centímetros que ponía en movimiento a otra de menores dimensiones que movía por ruedas el movimiento necesario al cilindro que elabora las pastas para las pastas
del cartón, las mismas que después se depositan en 5 huecos
construidos con losas, y dos tinas de madera. También había dos
parrillas para calentar las masas, dos calderas grandes de cobre,
cuatro prensas viejas y una pila para limpiar bayetas.
paisaje y patrimonio en Gipuzkoa.
En el cuarto principal del piso principal existía dos mesas grandes, una fija y la otra con su correspondiente transmisión en la
parte inferior. El resto del primer piso se destinaba a habitación
susceptible de recibir con comodidad inquilinos. En el desván
se destinaba a secadero del cartón que se elabora con 51 pares
de perchas con las cuerdas, dos juegos de mantas para cartón y
cartulina, dos para papel, doce moldes para cartones de distintas
medidas y dos para papel de estraza.(...)
En 1898, la empresa pasó a manos de la viuda e hijos de Ignacio
Echeverria. A principios de siglo la fábrica contaba ya con una
serie de adelantos: un conjunto de ruedas de moler que deshacían las primeras materias y las preparaban para la hidratación,
la cual se realizaba en una pila circular que por medio de una
serie de aletas, daba vueltas a la materia prima e iba dándole
un estado pastoso, también era conocida con el nombre de pila
holandesa.
Por aquel entonces la pasta así preparada se conducía a una máquina continua que se encargaba de confeccionar el cartón, de
una longitud de 11,35 metros de longitud y una anchura de 2,50
m. Por un extremo penetraba la pasta que iba corriendo a lo largo
de una superficie movible de la máquina y solidificándose más
cada vez hasta llegar al extremo opuesto, donde se enrollaba a
un cilindro, ya convertida en cartón. La máquina llevaba un mecanismo que medía el cartón automáticamente e indicaba por medio de un timbre las dimensiones de éste. Los trozos de cartón
ya fabricado iban a parar a los secaderos. Una vez perfectamente
secos pasaban a las máquinas prensadoras y satinadoras.
La producción ascendía a principios de siglo a 1.000 kg diarios de
cartón. Para entonces la fábrica de papel también fabricaba tacos
para cartuchos de caza, con una producción de 40.000 cartuchos
al día. Disponía de una sección de máquinas para forrar y cortar
los tacos, siendo muy apreciados los que elaboraba de imitación
de fieltro.
Excepcionalmente otro departamento de la fábrica se dedicó a la
pulverización de cristal para la fabricación de cerillas.
La fuerza motriz para accionar todos los artefactos de la empresa se conseguía a principios de siglo por medio de dos ruedas
hidráulicas de 30 caballos.
Poco después la fábrica pasó a manos de Patricio Elorza y Olaverria,
tío de Patricio Echeverria Elorza. Con anterioridad, había trabajado
en Madrid, dedicándose al comercio. Posteriormente regresaría
a Gipuzkoa, asociándose con un tratante de ganado, Echezarreta
con el que fundó la Fábrica de papel Echezarreta en Legorreta. Al
poco tiempo, surgieron diferencias y regresó a Legazpi, donde se
hizo cargo de la Fábrica de papel de su familia.
En 1912, la Papelera contaba con una máquina de papel continuo.
Esta máquina fue adquirida a la firma Garay de Oñati. En los mismos años, la fábrica se amplió al sector textil alcanzando un gran
éxito en la década de los años 60-70 fecha en la llegó a emplear
hasta 200 obreros, fabricándose también moquetas.
En la actualidad se dedican a la fabricación de papel para embalaje
a base de recorte.
Ya a mediados del siglo XX utilizaban como fuerza motriz, además
del aprovechamiento del salto de agua de Azpikoetxea, motores
diesel y una turbina.
Una atención especial merece la maquinaria que todavía se puede
observar en su interior. En la planta baja se ubicaban los motores,
hoy desaparecidos, que movían los molinos situados en la primera
planta. Se conservan 4 molinos de piedra con cuba de hormigón
armado de 2,5 metros de diámetro y 0,6 metros de altura con dos
piedras cada uno, uno de ellos casi desmontado en su totalidad.
Los molinos dejaron de utilizarse para la fabricación de la pasta en
1965, fecha en la que el trabajo pasó a ser desempeñado por el
pulper.
También en el mismo edificio, se hallan dos pilas de refino para
250 kgs. de pasta seca, una de ellas casi en su totalidad desmontada de la marca Esteban Gorostidi con cilindro de 1 metro de
diámetro, la pila estaba unida a un motor eléctrico de inducido
bobinado Siemens 40,8 C.V. y 725 r.p.m.
También se puede observar todavía dos tamices vibradores de
1700 x 600 x 200 cm. colgado de 4 hierros con contramarcha,
cada uno de ellos cuenta con motor propio que le imprimía un movimiento por el que hacía que la pasta de papel se desprendiera
de las impurezas.
81
Arquitecturas e ingeniería del agua:
F. 19_ Rueda de las Salinas de
Léniz.
Las salinas.
En Gipuzkoa la producción de sal se relaciona tradicionalmente
con el municipio de Leintz Gatzaga. La sal se obtenía a partir del
agua que con un alto porcentaje de sal disuelta brotaba de un manantial situado junto a una pequeña regata. Hay constancia de su
existencia partir del año 1331. El agua salada se sacaba del pozo
con cubetas (herradas de madera y por canales se enviaba a cada
una de las dorlas, donde se almacenaba en recipientes situados
junto a la caldera metálica donde se le hacía hervir .durante cuatro
horas cada carga, mediante un fuego inferior alimentado con leña
que funcionaba tanto de día como de noche excepto los domingos
y festivos.
Una vez evaporada el agua, la sal quedaba al fondo del recipiente
siendo recogida en cestos que se colgaban encima del hogar para
que terminara de escurrir con lo que se obtenía un producto de
mejor calidad. La producción estaba muy limitada por la disponibilidad de la leña pues siendo el clima muy húmedo no se podía
secar por la acción del sol lo que obligaba a “cuajar “mediante el
fuego”. Hacia 1920 se produjo la electrificación tanto de la bomba
que extraía el agua del pozo así como el agitador y el molino de
sal. En 1950 se construyó un edificio industrial que albergaba dos
grandes calderas donde se hervía el agua hasta su evaporación.
En el año 1954 y debido a los costes de obtención que cada vez
eran mayores se cerró y terminó con ello más de 600 años de
tradición salinera de Gipuzkoa. (Urdangarin, C. 1984)
En la actualidad el complejo dedicado a la producción de sal ha
sido rehabilitado y en el lugar se encuentra un Museo donde se
acerca a los visitantes la producción de sal y donde destaca la gran
rueda hidráulica.
82
F. 19
paisaje y patrimonio en Gipuzkoa.
La fabricación del cemento.
Otro de los sectores en los que se empleó la energía hidráulica fue
la fabricación de cemento natural para lo cual se utilizaron las instalaciones de las ferrerías existentes ya en desuso aunque se tuvieron que realizar las adaptaciones necesarias. Desde principios
de los años 60 del siglo XIX se produjeron importantes innovaciones industriales al instalarse fábricas específicas para la obtención
de este producto en las que se continuó utilizando la energía hidráulica junto con la de vapor aplicadas directamente a los molinos
de cemento, tamices y otras máquinas. A finales del siglo XIX y
principios del XX se incorporó la energía eléctrica de las centrales
hidroeléctrica que se iban alzando junto al río Urola y Oria.
La producción de cemento se concentró en el Bajo Urola donde se
encontraban las canteras necesarias y las minas de lignito. Fuera
del Bajo Urola destaca la fábrica que instaló Gracian Alberdi en
Legazpi, río arriba y de la que tendremos ocasión de referirnos a
continuación. Originariamente, Gracián Alberdi obtuvo una concesión por resolución gubernativa con fecha del 2 de Julio de 1908,
para aprovechar 500 litros de agua por segundo derivados de dos
regatas que juntas formaban el origen del río Urola, para conseguir
así un salto de 18 metros.
Este salto estaba formado por los dos siguientes: el de la antigua
ferrería llamada Olazarra que recibía las aguas del río Brinkola y Barrendiola, y el del molino llamado Igeralde situado inmediatamente
aguas abajo del anterior y que utilizaba las aguas del río Brinkola
y las del desagüe de Olazarra. Ésta fue comprada a Marcelino Urmeneta y Alzueta el 12 de Marzo de 1907.
500 litros por segundo que le habían sido concedidos: para ello
elevó la presa a 9,45 m para un aprovechamiento de 180 litros en
el río Brinkola (Urola) y realizó obras en la regata de Iturbeltz, con
una presa de 5,3 m. Estos dos aprovechamientos se unían muy
cerca de la ferrería de Olazarra, el primero conducido por un canal
de 285 m y el segundo por otro de 92 m hasta el depósito cercano a la ferrería de Olazarra. A partir de este depósito las obras de
canalización realizadas por el propio Gracián Alberdi, consistieron
en un acueducto formado por una arcada de 57,5 m y un canal
cubierto de una longitud de 333 metros. Del extremo de este canal arrancaba una tubería de hierro de 58,80 m que iba a parar a
la turbina. Desde la casa de máquinas, las aguas se reintegraban
al río por un canal de desagüe cubierto cuya longitud era de 295
metros.
Las instalaciones de la fábrica en 1916, consistían en cuatro cuerpos escalonados: un primer cuerpo de sótano y terraza, donde se
descargaban los hornos, el segundo cuerpo disponía de sótano,
donde estaban las máquinas de los molinos Morel del piso llano,
donde también se encontraban las trituradoras Aberli, ambos a
la misma altura que el descargadero de los hornos y dos pisos
superiores más. El tercer cuerpo tenía su planta baja al nivel del
segundo del anteriormente citado, el cual era un espacioso silo a
donde iba a parar el cemento en polvo para desde allí ser elevado
a un piso superior donde se verificaba el ensaque y almacenaje provisional. De aquí se tenía una salida directa al muelle de la
antepuerta. En la conjunción de estos dos cuerpos se elevaba la
chimenea de la caldera de vapor cuya sección era de 1,85 m2 a la
altura del piso superior. El cuarto cuerpo tenía la caldera de vapor,
Gracián Alberdi realizó mejoras en las tomas hasta conseguir los
83
Arquitecturas e ingeniería del agua:
cuyos humos salían a la chimenea por medio de un conducto subterráneo.
La fábrica además de la máquina de vapor, se aprovechaba de un
motor hidráulico o turbina que se hallaba situada al otro lado del
camino al que se accedía por un paso inferior, que arrancaba en
galería por el primer cuerpo del edificio.
Otro elemento básico en la fabricación del cemento era la batería
de hornos. Esta se levantaba al oeste del viaducto y estaba formada por una hilera de cuatro hornos que se elevaban hasta la
altura de la carretera desde donde se cargaban. El conjunto de los
hornos, contaba con otro horno más para cemento especial. Una
vez obtenida la cal se depositaba en un espacio de 180 m2 . Todo
ello estaba cerrado por obra de ladrillo de pilares con entrepaño
a media asta y cubierta por una terraza a la altura de los hornos.
Finalmente el material calcinado se trasladaba, por debajo del viaducto a la Fábrica.
Estos hornos tenían mucho que ver, siendo una forma evolucionada, con los tradicionales caleros o pequeños hornos periódicos
donde se obtenía la cal por la combustión de la piedra caliza y el
carbón de leña. Eran utilizados ante la escasez de abonos naturales para regenerar y conseguir suelos más esponjosos y aptos
para el cultivo debido a la alta acidez. Igualmente se empleaban
para el encalado de los edificios.
Además, estas instalaciones contaban con otro edificio destinado
a almacén y casa de obreros, cuya planta baja se dedicaba a almacenes y talleres, un piso a habitaciones y el segundo a desván.
84
Por supuesto, esta cementera disponía de su cantera, en la actualidad sus restos se hallan junto a la carretera que se dirige al
pantano de Barrendiola.
En el Barrio de Recalde del municipio de Donostia - San Sebastian
se ubica la fábrica de Cementos Rezola S.A. Aquí se extienden las
instalaciones industriales y la colonia obrera. Esta fábrica nació a
la sombra del pequeño molino de Añorga Txiki de la mano de su
fundador José María Rezola Gaztañaga. En 1858 una rueda hidráulica accionaba un par de muelas verticales para triturar el material
calcinado que provenía de las canteras de marga cercana denominada Arteagobizkarra. Al principio toda la maquinaria se accionaba
con una máquina de vapor pero en 1902 se introdujeron motores
eléctricos siendo esta fábrica el primer abonado de la Hidroeléctrica Ibérica situada en el Leizaran. En 1909 y debido a su expansión
se puso en servicio en 1911 un salto propio en Goizueta a 20 kilómetros de la fábrica, teniendo en reserva para casos de estiaje
una máquina de vapor de 300 CV.
En la actualidad es una impresionante empresa ubicada en el lugar
original que la vio nacer y donde conviven las instalaciones propiamente industriales y las sociales.
Pero donde existió una mayor concentración de este sector económico fue como hemos dicho antes en el bajo Urola. En esta
pequeña área geográfica se concentraron las dos materias primas
necesarias a lo que habría que añadir la existencia del puerto de
Zumaia. Se ubicaron fábricas de este tipo en el valle de Arrona,
Iraeta y Aizarnazabal.
Las fábricas contaban con hornos para calcinar las margas y lue-
paisaje y patrimonio en Gipuzkoa.
go pasaban a los molinos en los que el material se convertía en
un polvo muy fino. Estos molinos instalados en antiguas ferrerías
como la de Alzolaras o Iraeta consistían en dos grandes piedras
circulares que giraban alrededor de un eje vertical.
En un primer momento estas fábricas utilizaban la energía hidráulica pero posteriormente se fue innovando y en estas fábricas
se instalaron turbinas como en el caso de la Fábrica de Eusebio
Gurruchaga ubicada en Narrondo o bien en la empresa Corta y
Cía que aprovechaba la energía eléctrica procedente de la central
hidroeléctrica Barrena construida en 1893 sobre el río Deba entre
Eibar y Elgoibar propiedad del industrial Arbillaga de Zumaia. (Izaga
Reiner, J.M; Urdangarin, C. 2002)
85
Arquitecturas e ingeniería del agua:
F. 20_ Noques utilizados tradicionalmente en el trabajo de las
curtiderías donde se maceraban
las pieles. Fotografía de Santiago Yaniz.
Las curtiderías.
La curtición del cuero es un proceso complejo donde la química
tanto natural como artificial jugaba un papel muy importante, junto
a ella el agua se nos muestra de nuevo como un elemento imprescindible. Todas las fábricas tuvieron que hacerse con buenos manantiales que aprovechaban en forma de saltos de agua. El uso del
agua en este sector trajo problemas por la contaminación de las
aguas y de hecho a la regata de Antzuola se le llamaba la regata de
los mil colores. El uso del agua era tan intensivo en las curtiderías
que estaba prohibido que la industria local lo empleara de siete
de la tarde a las once de la mañana para poder de esta manera
compatibilizar el uso domestico y el uso industrial. Las curtiderías
llegaron a organizar un entramado de canales y depósitos para que
no les faltara el tan preciado elemento.
Podemos afirmar que el sector de las curtiderías ha desaparecido
en Gipuzkoa. Sin embargo su presencia fue intensa en Hernani y
en Antzuola.
Aunque también hubo curtiderías en Oñati y en Tolosa. De este
sector económico solo pervive la Manufacturas Olaran de Beasain.
En Tolosa el edificio ya desaparecido de Curtidos Marquiegi fue
proyectado por Julián Eizaguirre. En el año 1910 contaba con una
rueda hidráulica de 3,50 m de alto movida por agua para batanar y
al mismo tiempo moler corteza para el uso de la industria, 4 mesas para planchar cuero con sus artefactos, 38 barricas para curtir
cuero, un molino para triturar corteza con el movimiento de una
rueda hidráulica y 7 pozos para limpiar los cueros.
86
F. 20
paisaje y patrimonio en Gipuzkoa.
En Antzuola se concentraron varias fábricas de curtidos: Galarza,
Arbulu y Cía, Manufacturas Olaran y Telleria. Todas ellas se ubicaban en el fondo del valle en el casco urbano, junto al río. Hoy día
han desaparecido y han dejado paso a nuevas zonas residenciales.
Las empresas utilizaron el fondo del valle como el espacio más
cómodo donde desarrollar la actividad industrial. Igualmente estas
empresas por la lógica necesidad de agua tenían la concesión de
1,5 l/s de la regata de Irimo en la jurisdicción de Antzuola como era
el caso de Galartza, Arbulu y Compañía. En la Curtidería de Olaran las instalaciones se distribuían de la siguiente manera: en la
planta baja estaban los noques y aquí era donde se efectuaban las
operaciones de macerado, limpia, depilación e hinchazón de la piel
mientras que en el superior se planchaban. A través de un paso en
voladizo se llegaba a los secaderos situados justo enfrente al otro
lado del río donde se curaban las pieles.
En Hernani han desaparecido las dos fábricas de curtidos ubicadas
en el barrio de la Florida: la Curtidería Hernani y la Curtidería La
Perfecta. En su interior destacaban los noques grandes depósitos
donde se maceraban las pieles en agua y tanino durante ocho o
diez semanas. Era en un lugar llamado La Ribera donde se realizaban todas las operaciones preliminares y cuyo objeto no era
otro que limpiar las pieles dejándolas dispuestas para absorber las
materias curtientes. Este nombre pervive en el recuerdo de los
primitivos procesos en los que la necesidad de abundante agua
obligaba a realizar estas tareas a orillas del río.
87
Arquitecturas e ingeniería del agua:
El textil.
Este sector tradicional de la industria guipuzcoana se ha visto reducido a la mínima expresión en la actualidad, sin embargo hasta
hace relativamente poco eran muy interesantes los vestigios de
este sector. La histórica firma Brunet y Cía ubicada a orillas del río
Oria en lo que hoy es el municipio de Lasarte - Oria ha perdido sus
edificios industriales y la interesantísima colonia que se levantaba
enfrente, tan solo ha pervivido y muy remodelada la capilla y parte
de la infraestructura hidráulica. La fábrica era movida por la fuerza hidráulica del río Oria, mediante una presa de 600 metros de
longitud y un salto de 5,5 m. que conseguía una fuerza motriz de
350 caballos. La maquinaria procedía de una importante casa de
Hamburgo. La fuerza hidráulica se obtenía mediante dos poderosas turbinas construidas por los Señores Planes, Flaquer y Cía, de
Gerona. La fábrica no contaba con máquinas de vapor auxiliares.
La instalación industrial principal era un edificio de pisos ubicado
en las cercanías del río Oria donde en la actualidad se ubica un
polígono industrial. Su construcción en altura facilitaba la distribución de la energía desde un único punto mediante un complejo
sistema de embarrados y poleas hasta que la popularización de
la energía eléctrica posibilitó que cada máquina contara con su
propio motor.
F. 21(2)
F. 21(1)
F. 21(1)_ Infraestructura hidráulica de la Textil Brunet y Cía en el
río Oria (vista 1).
F. 21(2)_ Infraestructura hidráulica de la Textil Brunet y Cía en el
río Oria (vista 2).
88
paisaje y patrimonio en Gipuzkoa.
F. 22
En Bergara junto al río Deba se alza, también un edificio de pisos
denominado Textil Narvaiza, aunque han desaparecido otras industrias como Textil Lasagabaster y Algodonera San Antonio.
En Azkoitia se concentró una importante industria textil, sobre todo
relacionada con el yute. A orillas del Urola y en pleno casco urbano
se levantó una interesante fábrica de yute, Esteban Alberdi. Esta
fábrica llegó a ocupar las dos márgenes del río Urola. Contaba
desde principios de siglo con una red de centrales hidroeléctricas
que se alzan a los dos lados de la carretera de Zumarraga a Azkoitia: Errotaberri, situada junto a Aizpurutxo, la que se instaló junto
al molino de Aldatxarren y la de Androndegi. El monto principal de
la energía se conducía desde Errotaberri hasta la Yutera Alberdi y
Cía. La fábrica contaba con una instalación supletoria de vapor:
una caldera de vapor de la marca Babcock Wicox que accionaba
un motor de ochenta caballos de fuerza.
F. 23
F. 22_ Textil Lasagabaster. Secadero, apoyado sobre el cauce
del río Deba. Fotografía de Santiago Yaniz.
F. 23_ Central Errotaberri a orillas del río Urola.
89
Arquitecturas e ingeniería del agua:
También la desaparecida fábrica de yute Epelde, Larrañaga y Cía
data del siglo XIX y en al año 1915 contaba con dos saltos de agua
de 400 C.V. además de una máquina de vapor de 250 C.V.
F. 24
La fábrica de San Francisco todavía permanece en pie en un entorno totalmente rural, alejado del casco, conocido como Baliaras.
En el siglo XIX en concreto en 1885 funcionaban cuatro telares
de algodón movidos por agua siendo sus fundadores Narciso y
Antonio Aranbarri. Estas instalaciones pasaron poco más tarde a
formar parte de la empresa Epelde, Larrañaga y Cía.
La fábrica de Boinas Hurtado de Mendoza en Azkoitia utilizó las
instalaciones de la antigua ferrería de Jausoro. Ya fuera de uso
sus instalaciones están desprovistas de su primitiva función y los
edificios que ocupó la citada empresa están muy remodelados.
El testigo más llamativo de la fábrica lo sigue siendo la chimenea.
Esta fábrica también participa de la Central Igaran de la que era socio también la firma industrial Epelde, Larrañaga y Cía. Esta central
hoy en desuso se alza en la carretera de Zumarraga a Azkoitia.
También la yutera José Agustin Arbillaga de Orio se alza en el barrio Sarikola junto a las ruinas de una antigua ferrería, Saria. Todo
ello presenta un lamentable estado de conservación. Esta empresa contaba con un salto de agua. La presa ha desaparecido
debido a la construcción de la autopista Bilbao - Behobia y el tubo
y la turbina fueron desmantelados. También contó con una caldera
de vapor.
En Errenteria también se concentraron importantes fábricas textiles como la Fabril lanera. Esta ya desaparecida ha dejado paso a
una extensa urbanización. Ocupaba un amplio espacio en la zona
de Pontika cercano a las vías del TOPO y a la fábrica G. Echeverria.
En 1896 la fábrica lanera se hizo con todos los derechos de una
antigua fábrica de curtidos. Añadió a los terrenos de ésta el espacio que ocupaba el cauce de la regata de Pontika desde la presa
construida para servicio de la misma. En 1915 la extensión de sus
instalaciones ocupaba 7.800 m2 con cinco pabellones dedicados a
almacenes, lavaderos, telares y tintorería. En el río Añarbe tenía un
salto que producía en 1915 600 HP y una máquina de vapor para
épocas de estiaje.
Ya en Tolosa destaca dentro del sector textil la empresa Boinas
Elosegui que sigue trabajando en la actualidad. Los orígenes de
esta empresa se remontan a 1859 año en el que Antonio Elosegui
fundó la fábrica de boinas La Casualidad. En 1885 contaba con 8
cardas movidas por agua. Esta fábrica ocupaba en origen un lugar
central en Tolosa hasta que en los años 80 se trasladó al barrio
Usabal. En el casco urbano se conserva remodelado el edificio
que albergaba una de las turbinas de la empresa. En la moderna
empresa se conserva parte de la histórica maquinaria: siete batanes de mazas donde la lana se convierte en paño.
90
F. 24_ Molino Elosegi antes de su
última remodelación junto al río
Oria.
paisaje y patrimonio en Gipuzkoa.
En Villabona se alza remodelado lo que fue el edificio que en el
pasado albergó las viviendas y las oficinas de la empresa textil Subijana y Cía. En el año 1858 adquirió la Ferrería de Olaederra a su
propietario José Miguel Mutiozabal, con su maquinaria, la mitad
de la presa, derecho de aguas y demás pertenecidos. Esta ferrería
estaba situada a 60 metros sobre el nivel de mar, y disfrutaba de
un caudal de 17,4 m3/s en el Oria junto a la villa. Fue construida en
1764 cuando se abandonó la de Amasola en el Leizaran ubicada a
110 m sobre el nivel del mar y con un caudal de 3,4 m3/s.
Igualmente adquirieron las 194 partes o porciones de las doscientas en que estaban dividido el molino municipal de Aroa por
92.150 reales de vellón, molino que se levantaba en las proximidades de la indicada ferrería, y que compartía con aquella el caudal
de las aguas y la presa. Esta presa fue ejecutada en 1763 por los
maestros peritos Carrera y Belaundia.
A escasos metros de la fábrica textil estaba instalada La Salvadora
fábrica papelera que ya en 1872, recién constituida y preocupada
por el alza del precio del trapo, comenzó a importar del extranjero
pastas de madera y paja. Estas dos industrias ilustran de manera
clara el paso muy común que se fue dando en muchos lugares de
la geografía vasca hacia la industrialización y modernización productiva. Es decir el paso desde las ferrerías como la de Olaederra
que habían entrado en una fase de crisis definitiva hasta las modernas fábricas. Las ferrerías a principios de siglo XIX tenían los
días contados pero dada su excelente ubicación, estaban junto
a los cauces de agua, no les faltaron salidas airosas; en Villabona
se optó por la industria papelera y textil. En la actualidad la industria papelera La Salvadora ha abandonado definitivamente el
casco urbano en busca de mejores condiciones espaciales donde
desarrollar los modernos procesos industriales que poco tienen
que ver con la industrialización del siglo XIX y que han perdurado
hasta el siglo XXI La fábrica textil ubicada a orillas del río Oria contaba a principios de siglo con una turbina de 30 caballos y además
contaba con dos calderas de vapor de 25 caballos cada una, destinadas exclusivamente a la calefacción de los diferentes salas que
hay en el establecimiento para la oxidación y secado de las telas,
así como para la alimentación por medio del vapor de las cubas,
calderas y demás útiles en los que se verifican las operaciones de
blanqueo, tintes y apresto de los géneros.
91
Arquitecturas e ingeniería del agua:
El agua como fuerza motriz.
El proceso de industrialización que sufrirá el País Vasco implicó a
nivel general el creciente desarrollo de algunas viejas fuentes de
energía (hidráulicas, eólicas) y la aparición de otras nuevas (vapor, gas y electricidad). Cualquier actividad industrial por pequeña
que fuera tenía que tener asegurada previamente la obtención
de la energía necesaria para cumplir sus procesos productivos.
En el siglo XIX la energía térmica de las máquinas de vapor vino
en ayuda del trabajo manual y contribuyó a reducir notablemente
las molestias que el hombre debía afrontar en los distintos campos de la tecnología, desligó a las nacientes fábricas del cauce de
los ríos; pero las hizo depender de un abastecimiento barato de
combustible y en muchas ocasiones era más costoso y difícil esta
dependencia que seguir a pie de cauce del río. Esto solo podía
suceder en la gran industria, es decir en aquellos establecimientos
en los que pudiera resultar rentable la instalación de la costosa
maquinaria.
que necesitaban una fuente importante de energía como por
pequeñas instalaciones artesanales. Resaltamos dentro de este
grupo dos instalaciones que todavía se conservan en Gipuzkoa
como son la fábrica de hachas en Errezil y el aserradero de Zerain. El primero se conserva aunque abandonado junto al caserío
Etxeaundi Behekoa en el barrio Arzallus. Es un pequeño edificio de
mampostería vista y teja canal de una sola vertiente y para poder
poner en marcha las dos turbinas posee un pequeño salto de unos
2,30 m de desnivel y con una concesión de 1.225 l/s desde 1931.
La mayor de las turbinas acciona por medio de poleas y correas
de cuero la gran piedra de afilar y esta se pone en marcha al abrir
desde el piso superior la válvula de compuerta que hace que el
agua liberada de la presa sea lanzada sobre los álabes de la rueda
y de aquí se pueda mover la pesada piedra de afilar y pulir. Junto a
esta turbina hay otra de menor tamaño que se empleó para mover
el ventilador de la fragua.
El uso de la energía hidráulica que el hombre utilizaba desde tiempos remotos continuó por mucho tiempo y en plena Revolución
Industrial confinada a los molinos, aserraderos y otras instalaciones que se levantaban en los mismos lugares de producción, es
decir junto a los cursos de agua. La energía hidráulica y luego la
hidroeléctrica fue simultáneamente utilizada tanto por empresas
El aserradero ha sido restaurado y habilitado como centro visitable a principios de los años 90. Está construido sobre el final del
cauce de la pequeña regata Larraondo y gracias a dos turbinas se
proporciona luz y movimiento a 11 máquinas que se encuentran
en la serrería, todas ellas máquinas y herramientas propias de los
oficios de ebanistería y carpintería.
F. 25
92
paisaje y patrimonio en Gipuzkoa.
F. 25_ Marca Voith, muy habitual
en las turbinas.
F. 26_La Central de Agua y Luz
de Tolosa.
En Gipuzkoa debido a sus peculiares características geográficas y
a la escasez de carbón, el esfuerzo para la producción de la energía eléctrica se concentró en el aprovechamiento hidroeléctrico.
La fuerza del agua fue preferida a los motores de gas, diesel,
máquinas y turbinas a vapor. Se vivió a partir de finales del siglo
XIX la progresiva adopción de la turbina que acercará tecnología
y adelantos a la mentalidad de sus empresarios favoreciendo la
adopción de la energía eléctrica en las instalaciones a partir de la
década de los años 90 del siglo XIX. En un primer estadio la producción de energía con máquinas térmicas e hidráulica no resolvía
en modo alguno el problema de la transmisión y de la distribución
de aquella que debía ser consumida allí donde se producía. Con la
electricidad se resolvieron los problemas energéticos a gran escala siendo de utilidad tanto a la gran industria como a la modesta
artesanía, y por supuesto se introdujo en los hogares. Poco a poco
la electricidad se convirtió en algo cotidiano, en una necesidad
para la población.
Los saltos hidroeléctricos en Gipuzkoa eran muy numerosos y
muy variadas sus características: en concreto en 1917 se contabilizaron 399 saltos de agua y aunque no todos eran de uso industrial, su número indica las posibilidades de la fuerza hidráulica para
las aplicaciones industriales. Gracias a los saltos de aguas se tuvo
alumbrado público eléctrico, este fue el caso de ayuntamientos
como Donostia, Tolosa, Bergara o Oñati.
En Tolosa se alza aunque ya por poco tiempo la Central de Agua
y Luz. Esta central se instaló con anterioridad a los años 20. En
el año 1929 se dos motores de gasoil. Estos dejaron de funcionar
en los años 70. Esta central después de realizar el abastecimiento
de agua potable proporcionaba la electricidad que provenía de la
central de Amezketa. En un principio producía electricidad con dos
turbinas pero poco después la electricidad se producía a partir de
dos motores de gasoil. La turbina ya desmontada tenía una capacidad de 125 KW.
F. 26
93
Arquitecturas e ingeniería del agua:
Además de los ayuntamientos, las empresas, como ya hemos tenido ocasión de señalar, antes de la distribución de la electricidad
por parte de Iberduero tuvieron individualmente sus centrales que
les proporcionaban la energía motriz necesaria. Muchas de ellas
fueron abandonadas por las empresas cuando ya no era un problema contar siempre con la energía necesaria. Posteriormente en la
década de los años 90 se pusieron de nuevo en marcha gracias a
programas del Gobierno Vasco que impulsan las llamadas energías
renovables. Sería excesivamente largo e imposible referirnos a las
centrales hidroeléctricas o saltos de agua que tuvieron las empresas de Gipuzkoa a continuación señalaremos algunos ejemplos.
La emblemática empresa CAF construyó a principios del siglo XX
una central en Zaldibia. Esta central contaba con dos saltos con
sus correspondientes canales: uno en el término municipal de
Ataun de 250 m y el de Eguiluz - Erreka de 100 m. La maquinaria
original fue desmantelada en 1990. El depósito de la central tenía
capacidad para 6.000 m cúbicos, con una tubería de hierro forjado
de 600 m de longitud y de 500 - 600 m de diámetro que alimenta
tres ruedas peltón construidas en los Talleres de Zorroza acopladas a tres alternadores trifásicos de 500 CV. En el año 1990 la
maquinaria fue desmontada y se instaló moderna maquinaria.
94
paisaje y patrimonio en Gipuzkoa.
Las principales cuencas fluviales.
A continuación realizaremos un resumen a través de las principales cuencas fluviales guipuzcoanas y de sus más representativas centrales hidroeléctricas. La mayoría de ellas abastecían a las
principales industrias de la zona.
El río Urumea se nos presenta como uno de los ejes fluviales
más importantes de la cuenca cantábrica, no solo por su longitud,
recorre una distancia de 42,22 Km, sino por la complejidad del espacio que atraviesa. Nace en los montes de San Martín de Arano
en Navarra y continúa hasta desembocar a orillas del cantábrico.
Antes de entrar en Gipuzkoa recoge las aguas de varios ríos, entre los que destacan el Añarbe - Elama, que alimentó las ferrerías
de Errenteria. Aguas abajo, ya en Gipuzkoa, recibe en su margen
derecha el caudal de varios arroyos Latze o Landarbaso y otros en
la izquierda como son Inpernu-erreka, Mezkite, Karabel.
En la época medieval la fuente de energía principal fue el propio
río. Esta fuente de energía constante y barata dio paso a la primera utilización industrial de la mano de los ingenios tradicionales,
tales como fueron las ferrerías y molinos. Precisamente estas
unidades de producción fueron la primera ocupación del espacio
en el fondo de los ríos. El paisaje humano de la actualidad se reconoce todavía en aquellas unidades. De hecho muchos de aquellos
emplazamientos medievales han sido explotados a lo largo del
tiempo.
Aunque muchas de estas estructuras han desaparecido, todavía
nos quedan restos de ellas.
La Ferrería Abillas, situada en el barrio Lasa fue una de las más
antiguas, la Ferrería Errotaran se situaba en las cercanías de los
caseríos Errotaran: Goiko Errotaran, Erdioko Errotaran y Beheko
Errotaran en el barrio Osinaga. La Ferrería Aparrain era la única del
barrio Picoaga, ubicada en el fondo del valle. La Ferrería Epele se
sitúa en las cercanías de los dos caseríos Epele. El molino Epele
estuvo asociado a la ferrería del mismo nombre. Trabajaba con
las aguas del arroyo del mismo nombre. Disponía de dos pares
de piedras que eran accionadas por dos rodetes de hierro. Solían
moler toda clase de grano. A finales del siglo XIX se solicitó la
autorización para rehabilitar el antiguo molino harinero. Para ello
se derivarían del citado arroyo 125 litros de agua por segundo y
utilizarían este caudal mediante un salto de 6,50 m de altura de
caída para dar impulso a dos piedras de molienda que existían en
el edificio que por aquel entonces ya estaba derruido. En la actualidad está desmantelado. La Ferrería Ereñozu, cercana al caserío
del mismo nombre contó con su propia ferrería, molino, lonja y
puerto. Esta fue según la documentación una de los principales
ingenios industriales de la villa de Hernani desde su origen como
ferrería hasta su final como fábrica de anclas. Durante este largo
periodo los cambios y las modificaciones han sido constantes. En
Ereñozu, hasta donde era navegable el río Urumea, se concentraba la producción no sólo de sus ferrerías sino de todas las de la
zona alta del valle (Urruzuno, Pagoaga, Aparrain). Este complejo
de ferrerías fue uno de los puntos principales de la villa del Hernani. El molino asociado a la ferrería contaba con dos pares de
piedras. La Ferrería Fagollaga aparece datada en 1627. Las principales modificaciones llegaron cuando en 1750 se transformó en
fábrica de anclas. La Ferrería Huerratua se sitúa en un meandro
del río entre este y la carretera. Aparece documentada en 1566 y
durante todo el siglo XVII. Es precisamente la ferrería que conserva elementos arquitectónicos más claros de su actividad, frente
a otras como la de Abillas de las que solo queda en pie restos de
escoria.
La Ferrería Lasa se ubica justo en la trasera de la abandonada
fábrica química Puig. Esta ferrería aparece documentada ya en el
siglo XIV en un pequeño aterrazamiento en el recodo que forma
la regata Latze. Contra el pie del monte Akola Mendi aparecen
restos de muros, pegantes al río de lo que pudo ser la antigua
ferrería Lasa.
La Ferrería de Urruzuno o las ferrerías de Urruzuno ya que se cita
Urruzuno de Yuso y de Suso son unas de las más antiguas del
valle y parece ser unas de las de mayor producción del valle.
La Ferrería Pagoaga tampoco cuenta con restos de entidad. Tan
solo se conserva un muro inconexo de lo que debió ser la ferrería.
Esta ferrería se halla situada a los pies de los Montes Francos. Llegó a convertirse en Real Fábrica de Anclas en 1750. En el término municipal de Errenteria destacamos la ferrería de Arrambide,
ubicada en la muga entre Rentaría y Arano y la ferrería Ascasua.
95
Arquitecturas e ingeniería del agua:
Esta última se situaba a orillas del caserío Ascatzu, jurisdicción
de San Martín de Arano muy cerca de la divisoria entre Arano,
Hernani y Errenteria, pero su status como perteneciente a la villa
de Errenteria la hacía muy similar a la ferrería de Arrambide. Sus
propietarios fueron los Cruzat, familia de origen navarro pero firmemente arraigada en Gipuzkoa desde comienzos del siglo XVI.
Ambas ferrerías se edificaron en la orilla navarra del río. Ambas
precisaban de los montes guipuzcoanos y del acceso a los centros comerciales de Gipuzkoa. (Diez Salazar, 1996).
Posteriormente ingenios molineros aprovecharon o reutilizaron la
infraestructura hidráulica instalada para una ferrería simultaneando o no estas dos dedicaciones. El aumento demográfico permitió que esta reconversión resultase en muchos casos rentable y
no desapareciese buena parte de los restos de la industria ferrona
del Antiguo Régimen.
Con posterioridad muchos de ellos adoptaron turbinas y generadores para su uso como fuerza electromotriz tanto en el alumbrado como en el movimiento y mecanización de los instrumentos
de molienda, como es el caso del molino Pagoaga y es que adaptados a otros usos, las aplicaciones del molino en el nacimiento
de la moderna industria fueron numerosas.
Algunos de los molinos más importantes del municipio repiten
emplazamiento y son la lógica continuación tecnológica de las
ferrerías: molino Pagoaga, molino Beko errota, molino Pikoaga,
molino Ereñozu, molino Epele, molino Osiñaga, molino Eziago,
molino Karabel, molino Franko.
A orillas del arroyo Sagarreta-erreka se emplazaron los molinos
Pagoaga y Beko errota. El primero se construyó para satisfacer las
necesidades del barrio de Pagoaga. Solo tenía un par de piedras
accionadas por las aguas. También funcionó proporcionando energía al barrio. El coste variaba según el número de bombillas que
hubiera en cada casa. En la actualidad permanece desmantelado.
El molino Beko errota ha desaparecido por completo.
96
El molino Pikoaga estaba ubicado junto a la ferrería del mismo
nombre, en el barrio Pikoaga. A principios de siglo era propiedad
de Luis Miner y trabajaba 800 fanegas al año.
El molino Osinaga estaba emplazado en el barrio Osiñaga. En el
año 1556 era propiedad del monasterio de San Agustín. Antiguamente poseía una rueda vertical o aceña. En 1909 el molino se
transformó y en él se instaló una turbina francis. Dejó de trabajar
definitivamente en 1968. En el año 1974 sus aguas pasaron a utilizarse para la ampliación del abastecimiento de la villa de Hernani,
con lo cual se inutilizó su orientación molinera.
El molino Eziago se encuentra bajo la desaparecida ermita de Zikuñaga. A principios del siglo XX era propiedad de G. Lino Miner.
Sus aguas fueron aprovechadas por la papelera Biyak bat, ya en
ruinas.
El molino Karabel siempre fue un molino de propiedad particular.
Trabajaba con las aguas de la regata Portu erreka. Contaba con un
solo par de piedras que eran accionadas por un rodete de hierro.
Una vez que abandonaron la molienda en 1920 se utilizó por algún
tiempo la maquinaria de moler manzana.
El molino Franko se ubica en el centro del barrio de Puerto en los
solares ocupados por un grupo de viviendas, ya que fue derribado
a principios de siglo. Durante la desamortización de Mendizabal se
vendió el molino cuya propiedad era compartida entre la villa y el
convento de las Agustinas de San Bartolomé de San Sebastián. Se
alimentaba con las aguas del arroyo Igarcitegi.
Uno de los elementos claves para el inicio de la industrialización
de los valles guipuzcoanos fue el paulatino y continuado uso de la
energía hidroeléctrica.
A principios de siglo y a orillas del río Urumea, en el término municipal de Errenteria La Papelera Española producía energía eléctrica
en la Central Arrambide y en la Mendaraz la concesionaria era La
Compañía eléctrica del Urumea. En el municipio de Hernani, La
Compañía eléctrica del Urumea producía energía y luz eléctrica
en la central Santiago, en la central Pagoaga. La central hidroeléctrica en Urruzuna en manos de La Compañía eléctrica de San Sebastián. También producían energía eléctrica Graset y Celayeta en
Pikoaga, Larralde y Compañía en Ereñozu, un salto en Fagollaga, el
Ayuntamiento de Hernani en Lastaola, la fábrica de pasta de papel
Sese y cía en Eciago, la fábrica de pastas de Londaiz, Ubarrechena
paisaje y patrimonio en Gipuzkoa.
y cía en Arbiza Portu. Por aquel entonces todavía estaba en activo
el molino Eciago.
Los afluentes del Urumea también fueron aprovechados. A orillas del Usoko se estableció una fábrica de productos químicos,
Aritzarena en Latze, en el arroyo Epele se instaló una fábrica de
cemento natural y el molino harinero Karabel.
En concreto en el año 1915 funcionaban 10 aprovechamientos directos del Urumea para producir fuerza motriz o electricidad y tres
más en sus afluentes.
La sustitución de las tradicionales ruedas hidráulicas tanto verticales como de rodezno, por un nuevo tipo de ruedas muy rápidas las
turbinas, permitió en el siglo XIX sobrevivir a los viejos motores
hidráulicos frente a la dura competencia de la máquina de vapor.
El ingeniero americano Francis diseñó en 1849 una turbina que
se ha generalizado en todo el mundo. Era de admisión exterior,
el líquido entra radialmente y saliendo en dirección próxima a la
del eje, se trata de una turbina centrípeta que puede usarse en
una gama de saltos extensa entre 1 y 400 metros y que tiene un
rendimiento elevado alrededor del 90%.
Tal y como se señalaba en la memoria para la construcción de la
central Lastaola a finales del siglo XIX, Hernani era después de Tolosa la villa que disfrutaba de más fuerza motriz propia producida
por agua.
Para finales del siglo XIX, la energía eléctrica empezaba a ser una
realidad cada vez más extendida.
“La luz eléctrica es ya de aplicación general en los pueblos que
tienen fuerza de agua y quizás pudiéramos citar alguno de escaso
vecindario que cuenta con tres saltos de agua que producen luz
eléctrica para el consumo de los particulares y del público. Si hoy
no se aprovecha el salto correrá la Villa el riesgo de carecer de las
ventajas que reporta la electricidad en sus múltiples aplicaciones
o tendrá que someterse a las exigencias de empresas particulares”.
Fue precisamente a finales del siglo XIX, cuando las turbinas fue-
ron instalándose en las antiguas instalaciones de los molinos y
ferrerías. Paulatinamente sustituyeron a los rodetes y a las ruedas
hidráulicas.
Central Urruzuno: Sin lugar a dudas esta central aprovechó el emplazamiento y la infraestructura hidráulica de la ferrería del mismo
nombre. En 1899 se otorgó a Juan Jamar Leclerq un salto de agua
de 123 m a favor de la sociedad Belgra, Sociedad Limitada. Se
obtuvo una concesión de 160 l/s del arroyo Urruzuna y 34 l/s del
arroyo Mezkite.
En el año 1908 la concesión pasó a manos de La Compañía Eléctrica de San Sebastián, momento en el que la concesión aumentó
hasta los 181 l/s.
Las aguas de la regata Urruzuno se detenían gracias a una presa
de 3,50 m y un canal de 3.931 m cubiertos en su mayor parte.
La presa se halla en el punto de confluencia entre las regatas de
Olaberriko erreka y Artolako-erreka y a unos 5 km de la desembocadura de la regata Pikoaga en el río Urumea. El canal terminaba
en un depósito de extremidad de unos 1.300 m3, constituido por
dos partes unidas por una tubería de unos 60 cm de diámetro y
1.837 m de canal.
Las aguas de la regata Mezkite se recogían mediante un canal de
1.500 m situado en Urnieta de sección trapezoidal cubierto con
bóvedas y una anchura en el arranque de la cubierta de 41 cm.
La presa se hallaba en las inmediaciones de la confluencia de los
arroyos Adarra y Zulueta que forman el arroyo Mezkite. La altura
en el citado arroyo es de 123 m.
Esta central Urruzuno era propiedad de Jaime Puig quien utilizaba
la energía obtenida en ella para su curtidería de Hernani. Finalizó
su actividad hacia el año 1965.
Esta ferrería disfrutaba de dos grupos de turbina-alternador gemelos compuestos por una turbina-pelton de la marca Corcho e hijos
de 150 H.P. que accionaba un alternador de la marca Brown Boveri
de 500 r.p.m.
97
Arquitecturas e ingeniería del agua:
La Central Lastaola fue la antigua central municipal de Hernani.
Se halla ubicada a orillas del río Urumea, construida sobre los
restos de la antigua ferrería. De esta ferrería todavía se observa
un amplio socaz.
En las últimas décadas del siglo XIX se vivió un movimiento simultáneo en el que numerosas poblaciones decidieron abordar
el alumbrado público. En el año 1882 San Sebastián e Irun hicieron sendos intentos de alumbrado público que en el segundo
lugar se abandonó por poco rentable al año siguiente.
Tras algunos ensayos aislados y producciones parciales para el
interior de las fábricas, en la década de los años 90 diferentes poblaciones instalaron o reformaron su alumbrado público
y privado: Bergara (1891), San Sebastián (1893 y 1899), Tolosa
(1892), Eibar (1893) y Ordizia (1893).
98
En el año 1895, inmerso en el lógico proceso de modernización
del municipio, le tocó el turno a Hernani. Este ayuntamiento
decidió acometer las obras necesarias para traer el agua a la
villa y mejorar el alumbrado público. Un año más tarde en 1896
el consistorio solicitó la debida autorización para derivar del río
Urumea 4.000 l de agua y aprovecharlos en un salto útil de 4,50
m y así poder producir energía eléctrica que transportada a la
población se había de emplear en el alumbrado público y particular. Se construyó una presa de fábrica de un 1,50 m de altura
máxima sobre el lecho del río emplazada a 180 m aguas abajo
del caserío denominado Epele Echeverri. La forma de la sección
transversal de la presa era un trapecio cuya base tenía 1,50 m,
esto es igual a su altura y el ancho era de 1,10 m. La obra de
la presa era de mampostería hidráulica de buena calidad pero
el paramento de aguas abajo iba revestido de sillarejo de las
canteras cercanas de Epele. La coronación llevaba una hilada de
piedra de sillería de arenisca de Igueldo. En la presa se estableció un portillo de 1,50 metros de ancho que ocupaba un punto
cercano a la embocadura del canal y cuyo objeto era dar paso
a las aguas del río en los casos en que se creyera conveniente
desahogar el canal sirviendo a la par dar salida a las materias
que el agua iba depositando en la entrada del canal. También iba
provista de una rampa salmonera convenientemente construida
para su fácil acceso.
El canal de derivación va trazado en la orilla izquierda y su longitud
era de 742,10 m. A una distancia de 334,10 m de su nacimiento
el canal entra en galería en dirección de Sur a Norte para desembocar cerca del caserío Lastaola después de un recorrido en túnel
de 401 m. Entre el punto donde desemboca el túnel y la casa de
máquinas hay un espacio de 7 m en el cual el canal es más ancho
donde forma un depósito para que las aguas pierdan parte de su
velocidad y entren en la tubería en mejores condiciones. La fuerza
efectiva que podría dar este salto con un artefacto montado en
buenas condiciones era de 88 caballos de vapor en estiaje y el
doble en lo restante del año.
Las obras se ejecutaron en 1897 por la casa Manuel Iceta y compañía por la cantidad de 83.000 pesetas. Ese mismo año se realizó
el concurso para el suministro del material eléctrico. La línea de
transporte eléctrico era aérea con una longitud de 3 km. La maquinaria fue instalada por la Maquinista Guipuzcoana de la casa
Siemens E. Halske cuyo representante en Bilbao era Pablo Haechner. Las turbinas elegidas eran del tipo parciales combinadas de
acción y reacción de modo que pudieran trabajar en agua detenida
aunque pasara la mitad del agua por los álabes.
Ante el auge que estaba tomando la producción de la energía eléctrica Hernani no quiso someterse a las exigencias de las empresas
particulares y prefirió instalar su propia central.La energía eléctrica
sobrante se vendería a razón de 300 pesetas al año por caballo y
diez horas diarias de uso de la fuerza.
Se instalaron dos turbinas iguales de 90 CV cada una. Las turbinas eran de las conocidas como parciales combinadas de acción
y de reacción de modo que pudieran trabajar en agua detenida y
aunque solamente pasase la mitad del agua por los álabes. Las
turbinas se instalaron a nivel del río y lo componen dos espacios
abovedados a los que tendrá entrada el agua por dos tubos.
Este sistema disfrutaba de importantes ventajas: las turbinas podían trabajar siempre con el mismo efecto útil, no se perdía la
altura del salto, una avenida de agua no influía en la buena marcha
de las turbinas. Durante el periodo de estiaje solo trabajaría una de
ellas y las dos se accionarían en el período de aguas invernales.
Cada turbina tenía un regulador de mano y uno automático de
paisaje y patrimonio en Gipuzkoa.
acción rápida. En el edificio de máquinas se instalaron dos dínamos generatrices iguales cuya potencia útil era superior a 65.000
watios. El rendimiento industrial de las máquinas era inferior al
90% trabajando a plena carga y al 85% a media carga.
cos, el Ayuntamiento de Errenteria y el Ente Vasco de la Energía
como promotor acometieron la recuperación del aprovechamiento
hidroeléctrico. El canal partía de la margen derecha de la presa y
recorría una distancia de 526 m.
Cada dínamo iba provista del aparato necesario para tensar la correa de transmisión. La línea de transporte de la casa Siemens &
Haalske era aérea cuya longitud alcanzaba los 3 kilómetros.
De esta manera se potencia la capacidad de producción hidroeléctrica en pequeñas centrales. El aprovechamiento de este salto se
ha hecho con una turbina tipo Fygt que formando un bloque compacto con un alterador asíncrono da una potencia en bornes del
generador de 200 Kwh. En el interior de la central se conserva una
turbina fuera de uso de eje horizontal que por medio de un eje de
transmisión excita a dos alternadores de la casa Brown Boveri &
Cía, turnándose uno y otro.
En 1902 se renovó toda la maquinaria. A principios del siglo XX se
instalaron dos turbinas de la casa suiza Ateliers de Constructions
Mecaniques de Vevey. Una turbina universal francis de una rueda
montada sobre un árbol horizontal para una caída de 5,25 m y un
volumen de 150 a 200 l/s. En la década de los años 20 se instalaron compuertas móviles. En 1925-26 para completar la producción
de energía en momentos de estiaje se instaló un motor Diesel de
100 a 125 HP, de la casa Deutz.
Esta central contaba con el tipo de escala para los peces de las
conocidas como de artesas o de depósitos sucesivos. El caudal
necesario para el correcto funcionamiento de la escala era el que
iba entre los 250 y 500 l/s.
La central con su correspondiente autómata programable y elementos de protección genera una tensión de 600 v que por un
transformador se eleva a 30.000 v. y se conecta a la red. En el
canal de esta central se construyó un muro rebosadero por el cual
el agua no pasa hasta que en el río no exista más de 2.000 l/s
de caudal, cantidad que debe primero permanecer en el río por
razones ecológicas.
El caudal mínimo del río debía ser de 1.600 l/s ya que el tramo
derivado era de 1665 m. La escala debía hallarse correctamente
dimensionada para el peso de las especies y se completaba con
rejillas de protección frente a cuerpos flotantes.
La central Ereñozu se halla ubicada en el Barrio de Ereñozu. La
concesión inicial fue otorgada en 1897 al Sr. Larralde para aprovechar 4.000 litros del río Urumea con un salto de 6 m, para proporcionar fuerza motriz a una fábrica harinera de su propiedad, una
sierra mecánica y a diversas industrias de la villa de Hernani. En
el año 1926 pasó a ser propiedad del Ayuntamiento de Errenteria
que destinó la electricidad para el alumbrado de la villa.
La presa se ubica en Arriurdin y el canal recorre una distancia de
526 m con una anchura de 4 m y una altura de 3 m. Su fábrica es
de mampuesto, hoy totalmente revocado. Ante el resurgimiento
de las llamadas pequeñas centrales hidroeléctricas debido al encarecimiento de los restantes recursos y a los avances tecnológi-
99
Arquitecturas e ingeniería del agua:
F. 27_ Central Hidroeléctrica de
Santiago.
La central hidroeléctrica
de Santiago
Esta central está ubicada en el Barrio Pagoaga. La concesión gubernativa para derivar un caudal de 4000 l/s del río Urumea fue
otorgada a los Señores Ubarrechena Hnos. con fecha del 30 de
Marzo de 1895. En 1914 se solicitó permiso para la ampliación
del caudal hasta los 7.800 l/s. En la actualidad es propiedad de
Iberdrola.
La presa se construyó 400 metros aguas arriba del caserío Ascaso.
Es una presa de gravedad, de planta recta y construida en sillarejo.
Presenta un gran contrafuerte en su lado izquierdo y una escala
para salmones. Desde la presa de 2,90 m de altura sobre el lecho
del río se conducen las aguas por un canal, parte del cual en longitud de 520 metros se desarrolla en galería y el resto hasta los
698,50 m de longitud total a cielo abierto hasta el paraje elegido
para el emplazamiento de la casa de máquinas a 33,50 metros de
distancia de la presa, siguiendo el curso del río en cuyo punto y
F. 27
100
después de haber actuado en el receptor hidráulico con el salto
indicado de 19,55 metros, las aguas se reincorporan al río en toda
su integridad.
Este salto se aprovechaba como fuerza motriz en un artefacto productor de corrientes eléctricas transportables para transformarlas
a su vez en fuerza motriz en las fábricas de cemento y harinas
establecidas en Hernani. El canal parte de la margen izquierda de
la presa, discurre de forma subterránea y al aire libre y recorre una
distancia de 871 m con una pendiente de 8,5%. Junto a la casa
de máquinas deriva en tres tubos de carga de 16 metros de largo
cada uno y un diámetro de 2,10 a 1,10 m.
Las tres turbinas son de tipo francis de eje horizontal y una potencia respectivamente de 240, 452 y 1000 Kw. Están unidas a un alternador de los que solo uno de ellos corresponde a la casa AEG
paisaje y patrimonio en Gipuzkoa.
La central Pikoaga está ubicada en el Barrio Ugaldetxo - Latxe.
A escasos metros de la casa de máquinas se encuentra la casa
del encargado de la central. El conjunto se completa con la presa
situada en el río Urumea y un canal que deriva las aguas desde
la presa a la sala de máquinas de 2,5 km de longitud. La central
cuenta con dos turbinas, siendo una sola la original. En el año
1899 La Vasco-Navarra S.A. obtuvo la concesión para la utilización de las aguas para la central eléctrica Picoaga. En la actualidad Iberdrola es la explotadora de la central. La concesión era de
4.000 l/s del río Urumea y de la regata Urruzuno y otra de 200 l/s
de cada una de las regatas Mezkite y Olazar.
La toma del río Urumea se realiza gracias a una presa de gravedad y planta recta con 40 metros de longitud en la coronación y
5 metros de altura. Junto al estribo derecho se sitúa la escala de
peces. En el estribo izquierdo están las instalaciones de toma
del canal consistentes en dos compuertas de entrada al canal
de 1,80 m x 2,25 m. Al comienzo del canal hay un aliviadero
de vertido lateral. Junto a estas instalaciones se encuentra la
compuerta de fondo de la presa. El canal tiene una sección de
3 m x 2 m siendo su longitud total de 2.500 m. Su trazado es
paralelo al cauce del río Urumea y atraviesa 4 túneles a lo largo
del recorrido.
La toma de la regata Urruzuno se realizó con una presa de gravedad de 2 metros de altura y 10 m de longitud de coronación.
En el centro de la presa está la compuerta de fondo siendo sus
dimensiones de 1,10 m x 1 m. La toma del canal se realiza desde
el estribo izquierdo con una compuerta de 0,7 m x 0,9 m Este
canal tiene una longitud de unos 70 m hasta enlazar con el canal
principal y su sección es de 0,8 m x 0,8 m.
La tercera presa está en la regata Mezkite. Tiene una altura de
0,70 m y es de hormigón con planta recta de 10 metros. Su compuerta de fondo se ubica en el centro. De la margen derecha parte
el canal principal, también dentro de un túnel.
En las regatas Urruzuno y Mezkite estaban construidas dos escalas
de peces. La cámara de carga es un depósito de unos 15 m de largo
x 8 m de ancho. Tiene un aliviadero que conduce el agua en exceso
al río Urumea a través de una tubería. Desde aquí parten dos tuberías forzadas de 120 cm y 150 cm de diámetro respectivamente.
Había dos grupos. Las turbinas eran francis de doble rodete de la
marca Theodor Bell y el alternador de la marca Brown Boveri.
En el año 1970 la Cía eléctrica del Urumea transfirió el salto a nombre de Iberdrola. La concesión abarcaba las aguas del río UrumeaUrruzuna Beguire.
101
Usos históricos del agua en la industria vasca.
La Central Arrambide.
La concesión de esta central figura en 1899 a nombre de Ramón
Elosegi. En el pasado perteneció a La Papelera Española de Renteria. En el año 1996 pasó a ser propiedad de Iberdrola S.A. El
aprovechamiento está constituido por dos presas de gravedad.
La primera se sitúa en el río Urumea en el término municipal de
Goizueta. Tiene una longitud de 32 m en coronación y 4,75 m de
altura. El canal tiene una sección de 3 m x 2 m, siendo su longitud
de 3.740 m. A lo largo de éste se espacian 5 compuertas útiles
para el desagüe del mismo. La presa de la regata Ensilla es de
gravedad con planta recta de 6 m de longitud en coronación y 1,5
m de altura. El canal con sección 0,8 m x 0,8 m tiene una longitud
de 160 m y enlaza con el canal principal. La cámara de carga se
forma mediante un ensanchamiento del mismo. Sus dimensiones
son 4 m x 20 m x 2,50 m. Está dotada de compuerta de fondo,
aliviadero y limpiarrejas. Los transformadores se encuentran en el
exterior de la central, aguas abajo de este y conectan con la línea
de alta tensión de Hernani a Leiza de 30.000 Kw.
La central cuenta con tres grupos, todos turbinas Francis. La turbina construida en el año 1934 es de la marca Voith, y las otras dos
de Escher Wyss y de Charmilles. Los reguladores son de la marca
Voith y los alternadores de la marca ASEA y Brown Boveri.
102
El patrimonio industrial originado.
La Central Mendaraz.
Joaquín Arbelaiz vecino de Hernani solicitó la autorización para
derivar del río Urumea 4000 litros por segundo y utilizarlos en un
salto de 3,43 metros y aprovechar la fuerza motriz resultante para
usos industriales. La derivación se realiza mediante una presa de
20 metros de longitud de 180 metros de altura sobre el nivel de
aguas ordinarias en el punto del emplazamiento. El estribo de la
misma está situado en la margen izquierda y se halla sobre terrenos pertenecientes a Arano (Navarra).
El canal de derivación es de 470 m. En el año 1900 los Hermanos Ubarrechena pidieron permiso para ampliar la concesión que
consistía en prolongar la traza del canal de conducción que figuraba en el anterior proyecto aprobado al otorgarles la concesión
indicada de 662 m con el fin de utilizar el desnivel existente en
el tramo del río situado entre el emplazamiento designado para
establecer el salto en aquel proyecto y el remanso de la presa que
es de 3,43 m y de este modo disponer de un salto de 15,18 m en
vez de 11,75 m de la primera concesión. Para emplearlos como
fuerza motriz en un artefacto productor de corrientes eléctricas
transportables por medio de cables aéreos a las fábricas de harinas y cementos que poseían en Hernani así como para alumbrado
eléctrico.
Estos aprovechamientos hidráulicos provocaban efectos negativos
en el cauce como son la modificación del medio físico del propio
cauce, obstáculo a la migración, mortandad de peces en la turbina,
transformación de zonas de corriente en remansos y alteración de
fondos y márgenes.
Para minimizar los efectos negativos se obligaba a construir una
escala salmonera, la toma de agua debía contar con una rejilla
cuya separación entre barrotes era de 20 mm. El extremo final del
canal del desagüe debía estar provisto de una rejilla con separación máxima entre barrotes de 60 mm.
Además de las centrales hidroeléctricas, también se desarrollaron otras industrias como Puig y Cía. En el mismo emplazamiento
donde se ubicó la Ferrería Lasa, a finales del siglo XIX se estableció la empresa Lecumberri y compañía razón social con la que se
presentó a la Exposición Universal de Barcelona en 1888. En ese
año consumía una media diaria de 2.500 kg. de carbón vegetal
menudo, empleado para la filtración de alcoholes industriales y
alquitrán utilizado en la fábrica como combustible. Producía sobre
todo vinagre y pirolignito En el año 1889 la misma fábrica aparece
con el nombre de Puig y Cía bajo cuya denominación seguirá hasta
su cierre definitivo en 1984. Esta empresa se ubicó en un entorno
plenamente rural. El lugar era el idóneo para el proceso productivo
que desarrollaban. Se obtenía alcohol de la destilación de madera.
En 1901 contaba con 6 hornos de marcha continua y los aparatos
necesarios para destilación de 4.500 tn de leña al año. Contaba
con una caldera de vapor y una turbina para producir energía y
en ellas se llegaron a emplear de 30 a 40 operarios. La fábrica se
cerró definitivamente en 1973
La caldera de vapor lograba la obtención de energía motriz por medio
de vapor y era de la marca Societé de Constructions Mecaniques.
Ya abandonados se pueden observar todavía los restos de lo que
fueron las instalaciones fabriles situadas a un lado de la carretera
hacia Goizueta. Enfrente y separados por dicha carretera se levanta un edificio destinado a vivienda de obreros y una casa chalet
construida en 1919 para vivienda de los propietarios por el arquitecto Antonio Setien. El edificio destinado para vivienda de los
obreros es de dos pisos y ganbara, construido en mampostería.
Destaca un balcón corrido al que se llega por una escalera situada
a cada uno de los lados, gracias a él se puede acceder directamente a las viviendas. La planta baja quedaba destinada a oficinas y
almacenes.
La casa chalet de los propietarios cuenta con dos pisos y ganbara,
destaca un porche de entrada, que sustenta un balcón situado en
el segundo piso. La decoración de la parte superior cercana a la
ganbara se logra a base de falso entramado de madera.
La fábrica era la concesionaria del salto Latxe. El caudal inicial era
de 30 l/s aunque se elevó con posterioridad hasta los 60 l/s, captado mediante azud de 2 m de altura y 14 m de anchura y con un
canal de 300 m de longitud. El salto bruto era de 31,13 m siendo
el salto útil de 26,34 m medido entre la cámara de carga y el plano
medio del rodete de las turbinas acopladas a las dínamos. Desde
el depósito de carga, mediante tubería, las aguas se conducían a
las 6 turbinas instaladas en el interior de la fábrica. También se em-
103
Arquitecturas e ingeniería del agua:
pleaban para el movimiento de las bombas. Las otras dos estaban
acopladas a sendos dínamos.
También en el Urumea destaca la cementera Fagollaga, uno de los
enclaves industriales más interesantes de Gipuzkoa donde poder
estudiar y analizar la evolución de la actividad industrial desde sus
orígenes como actividad dedicada al trabajo metalúrgico.
La ferrería de Fagollaga integrante de la fábrica de anclas de la villa
de Hernani data del siglo XVI y continuará con la actividad dedicada
al trabajo del hierro hasta el último tercio del siglo XIX. Pero ya en
1876 se hace mención de una fábrica de papel titulada “Urumea”
en Fagollaga propiedad de Bonifacio Guibert y Arroqui con ocasión
de los destrozos que en ella causó la guerra civil. Esta papelera
parece que desapareció definitivamente en 1888. Posteriormente
a principios de siglo se instaló en el lugar una cementera hidráulica
perteneciente a Victoriano Celaya, el cual vendió el salto de agua al
Ayuntamiento de Hernani en 1920.
La batería de los tres hornos de calcinación con forma de tronco
de pirámide está construida en mampuesto al exterior y ladrillo
refractario al interior. Presenta grandes arbotantes en triple arcada
hacia el W y sillares en los esquinales, así como tres bocas en arco
escarzano uno para cada horno, tanto al E como al W, descarga de
los mismos, recercados de ladrillo.
La concesión de las aguas de Fagollaga pasó definitivamente a
manos de Iberdrola en 1987. El salto es de 5,80 m y 4.500 l/s
siendo el caudal del río 1.600 l/s . La turbina que estaba instalada
era una turbina Voith Heindenheim tipo francis de doble rodete
con una potencia de 299 KW y 30 rpm y el generador de la marca
Siemens Schuket.
104
F. 28
paisaje y patrimonio en Gipuzkoa.
F. 29
Tal y como se ha analizado las más importantes industrias y centrales hidroeléctricas de Hernani que se suceden a lo largo del río
Urumea; repiten un emplazamiento y unas infraestructuras que
secularmente han estado vinculadas al trabajo. Es en estos lugares donde todavía se puede rastrear y reconocer la peculiar ocupación del espacio rural más allá de los límites de la villa.
En la cuenca del río Urola destacamos la Central Epelde y Larrañaga se encuentra en el barrio de Loiola en Azpeitia y proporcionaba
energía a la fábrica textil Epelde, Larrañaga y Cía desde 1904. Al
principio solo tenía una turbina a la que se le añadiría una segunda
tres años más tarde.
Esta central contaba con una presa de frente ligeramente curvo
situada en las inmediaciones del matadero municipal de Azkoitia.
El canal parte del lado derecho de la presa hoy cegado y con unas
dimensiones de 3 m x 3 m. A unos 100 m cruza el río por debajo
del mismo y ya en la orilla izquierda aflora otra vez en un canal y
luego se vuelve subterráneo. Se prolonga así hasta la central unas
veces subterráneo y otras al aire libre completando un recorrido
de 1800 m. Destaca un acueducto que dibuja en la zona conocida como Beristain, formando 11 arcos rebajados que descansan
sobre pilas rectangulares. Los arcos tienen una luz de unos 3 m
mientras el canal en si tiene una dimensiones cercanas a 2 m de
ancho y 2 de profundidad.
F. 28_ Cementera Fagollaga.
Hernani. Fotografía de Santiago
Yaniz.
F. 29_ Casa de máquinas de la
Central Epelde y Larrañaga.
105
Arquitecturas e ingeniería del agua:
F. 30_ Central de máquinas de la
Central del Leizaran.
En la carretera de Azkoitia a Zumarraga se levanta la Hidroeléctrica Alberdi y Cía a orillas del río Urola para favorecer la salida del
canal del desagüe o socaz. La construcción de la Hidroeléctrica
denominada Errotaberri se realizó en 1914. Se aprovecharon las
instalaciones de un antiguo molino pero realizando las oportunas
reformas en toda la infraestructura hidráulica. Se derivaron hacia
la hidroeléctrica las aguas de la presa de Ezkidi que pertenecía a
un antiguo molino y que antes había reformado su dueño, Esteban
Alberdi para proveer de agua a su primera central de Androndegi
La corriente de este central se enviaba a la Yutera de Alberdi y Cía.
Allí se encontraban dos grandes transformadores que variando el
voltaje, alimentaban los motores eléctricos de que disponía la fábrica para accionar la maquinaria. Una parte de la energía eléctrica
era vendida a los caseríos de la zona. La Hidroeléctrica dejó de
funcionar hacia 1970. En la década de los años 80 se comenzó de
nuevo su explotación debido a la puesta en marcha de pequeñas
hidroeléctricas.
El conjunto hidráulico está formado por una presa y un canal que
son los originales del molino. Esteban Alberdi los reformó elevando su altura y cambió el curso del canal para abastecer a sus centrales. Es una presa de frente recto, de fábrica de mampostería
aguas abajo y losas cubiertas de cemento en la cumbrera. En el
lado del canal a la derecha presenta un contrafuerte, también de
mampostería y entre ambos elementos se encuentra el desague,
conserva dos estribos completos. El salto que se alcanza en la
central es de 40,5 m. El canal se encuentra en la parte derecha
de la presa y recorre al descubierto los primeros 270 m de su
trayectoria, midiendo 2,5 m de profundidad en este tramo; al cabo
106
F. 30
paisaje y patrimonio en Gipuzkoa.
del cual se sumerge para atravesar la carretera y el río, a través
de un sifón de 44 m de largo. Pasa así a la margen izquierda del
río y transcurriendo por encima de la central de Androndegi desemboca en un sifón situado en frente de la Central de Errotaberri,
proporcionándole un salto de 40,5 m. En total mide 1800 m y más
de la mitad en galería subterránea.
En el Valle del Leizaran se suceden centrales hidroeléctricas algunas de ellas junto a instalaciones de antiguas ferrerías, algunas
de estas centrales son las más antiguas.
Son la central del Leizaran, las de Plazaola o la de Ameraun esta
última cercana a las instalaciones de la ferrería del mismo nombre. Comenzaremos hablando de la central del Leizaran. En 1899
los hermanos Joaquin y Juan B. Larrate solicitaron el aprovechamiento de 1650 l/s para aprovecharlos mediante un salto de agua
de 209 m en la producción de energía para usos industriales. Ya
en 1902 era propiedad de la Sociedad Hidroeléctrica Ibérica domiciliada en Bilbao, lo que hacía que la energía se dirigiera a la
capital vizcaína. En el 1911 alimentaba la Central del Tranvía de San
Sebastián - Tolosa. En la actualidad es propiedad de Iberdrola. Se
encuentra a orillas del río Leizaran frente a la central Bertxin. El
edificio de la central generadora está destinado a la sala de máquinas y otro adosado destinado a los transformadores y cuadros de
distribución. Completan el conjunto la presa situada en Ameraun y
un canal de 13,422 km que se verifica en la margen izquierda del
río. El canal termina en un depósito y de aquí arranca la conducción forzada, una tubería metálica baja por la ladera y atraviesa el
río para entrar en la sala de máquinas.
107
Arquitecturas e ingeniería del agua:
F. 31_ Casa de máquinas de la
Central Ameraun. Andoain.
F. 32_ Embalse de regulación de
la Central Ameraun. Andoain.
F. 33_ Acueducto de la Central
Ameraun. Andoain. Fotografía
de Santiago Yaniz.
La central de Ameraun se encuentra en el kilómetro 61 del ferrocarril del Leizaran, junto a los restos de la ferrería del mismo
nombre, era propiedad de Santos Gaztañondo que la vendió a la
Papelera Española de Tolosa. Cuando se cerraron las instalaciones
pasó a manos de la Papelera Sarrio Papelera Uranga que en la
actualidad sigue explotándola. Produce electricidad gracias a tres
grupos con un salto de 54 m y un caudal de 3,8 m3/s sobre la base
de 1185 de potencia conjunta de los tres grupos. La presa de gravedad de 40 m x 3,5 está situada a 5 kilómetros de donde parte el
canal. Para salvar el desnivel se construyó un potente acueducto
de sillería hasta llegar a un depósito de donde parte la conducción
forzada con una tubería metálica hasta la casa de máquinas. Esta,
justo antes de entrar en la casa de máquinas, se bifurca una toma
por cada grupo.
F. 31
108
F. 32
F. 33
paisaje y patrimonio en Gipuzkoa.
F. 34_ Central Hidroléctrica de
Abaloz y Mendia. Andoain.
La central de Laborde Hnos está situada en el kilómetro 82,300
a orillas del río Leizaran y aguas abajo de la Central del Leizaran.
Es una central a pie de presa. Destaca la casa de máquinas y un
pequeño cobertizo donde se ubican los mecanismos de las compuertas de la zona de la central.
En el año 1905 la Sociedad Hidroeléctrica Ibérica consiguió la concesión de 300 l/s mediante un salto efectivo de 5,5 m. En 1949 la
empresa “Laborde Hnos” adquirió la citada central para afrontar
las restricciones en el suministro de energía en la época de la
autarquía. La central de Bertxin propiedad del Ayuntamiento de
Andoain se halla situada en la margen izquierda del río Leizaran en
el término municipal de Villabona. Su canal atraviesa los términos
de Berastegi y Elduain. La concesión de agua existente actualmente fue otorgada en 1908 a Venancio Genua para aprovechar
1000 litros /s del río Leizaran y sus afluentes. Posteriormente se
transfirió a Ramón Elosegi que obtuvo autorización para construir
una presa de regulación de 12,50 m de altura y 300.000 m3 de
capacidad. La sociedad “Electra de Berchin S.A.” compró en 1922
las instalaciones que constituyen el aprovechamiento y dicha sociedad las vendió al Ayuntamiento de Andoain en 1970.
Pertenece a esta central una presa embalse de regulación cons-
truida a principios de siglo. La construcción está hecha en forma
escalonada y es de 60 m de longitud y 12,5 m de altura. A 400 m
aguas debajo de la presa existe un azud de desviación de 35 m de
longitud y 5 m de altura. Su construcción es de gravedad reforzada
con contrafuertes. De este azud y por su margen izquierda se deriva un canal de 3.700 m de longitud que discurre a media ladera
del monte y llega hasta la cámara de carga situada a 95 m de altura
del eje de la turbina. Desde la cámara hasta la turbina el agua baja
por una tubería forzada de 152 m de longitud y 0,8 m de diámetro.
La producción tradicional tenía lugar gracias a una turbina francis.
Posteriormente las instalaciones han sido reformadas.
En el valle del Oria se halla la interesante Central Abaloz y Mendia,
la central se sitúa al borde del cauce del río entre los municipios
de Andoain y Lasarte. Se accede a ella a través de un puente. Esta
central ha estado vinculada a la Papelera Mendia S.A. de Hernani.
Esta fábrica disponía en 1913 de un salto en el río Oria para sus
necesidades de 1000 HP y una reserva de dos centrales térmicas
de 600 y 275 HP. La presa es de arco de gravedad de 60 m de anchura y un salto de tres metros. El canal tiene aproximadamente
1,5 km de longitud realizado en fábrica de mampostería caliza con
revocos posteriores en cemento. Es de sección cuadrada con aliviaderos laterales y arranca del estribo izquierdo de la presa.
F. 34
109
Arquitecturas e ingeniería del agua:
En el Valle del Deba destaca en Oñati la existencia de interesantes
centrales hidroeléctricas. Destaca entre todas la Central de Olate
y la Central de Jaturabe.
La primera fue instalada por la empresa Unión Cerrajera. Su ubicación primera fue al otro lado del río Arantzazu, donde en la actualidad
se ubica un edificio de viviendas y reaprovechando las instalaciones del molino Lamiategi goikoa. En 1921 se construyó el edificio
que ocupa la central en la actualidad. Hasta 1989 fue propiedad de
la citada empresa, fecha en la que pasó a ser propiedad de la Sociedad Oñatiko Ur jauziak S.A. de la que el ayuntamiento de Oñati
es coparticipe. Se ha adquirido con la intención de explotarla para
autoabastecer al municipio de energía eléctrica. El ayuntamiento
de Oñati ha querido continuar con esta actividad que ya inicio en
el año 1928. De las siete turbinas que tenía solo conserva una.
Hasta la última remodelación conseguía fuerza eléctrica gracias a
siete grupos electromotrices que eran activados por cuatro saltos:
Oñati, Nuestra Señora de Aranzazu, Saratxo y Zapata con desniveles de 103, 417, 220 y 273. El canal de Olate nace en la presa de
Jaturabe a donde llegan las aguas de los ríos Araoz y Arantzazu
principalmente y cuenta con un depósito de 450.000 m3. De aquí
partía una tubería de carga que daba entrada al cuadal de la central.
El canal de Arantzazu o Itzagain es el más largo y recoge el tributo
de 256 regatas y alcanza una longitud de 11.600 m. El canal de Saratxo tiene un recorrido de 1674 m de los que 1 km está excavado
110
F. 35(1)
paisaje y patrimonio en Gipuzkoa.
en roca. Por último el canal de Zapata tiene una tubería de carga
más larga sin contar la que desde la central de Jaturabe se une a
ésta en su inicio. Los grupos electromotrices eran siete uno para
Zapata y dos por cada uno de los saltos. Todas las turbinas eran de
la casa alemana Voith de Heindenhiem del tipo Pelton. El panel de
cuadro de mandos era de la marca AEG. Toda la producción de las
centrales de Olate, Lamiategi, Toquillo y Jaturabe se centralizaba
aquí y era trasladada a la empresa Unión Cerrajera. El edificio de la
central propiamente dicho es un edificio construido en la década
de los años 20 de estilo ecléctico. Se divide entre la parte dedicada
a la generación y adosada la parte de la transformación y salida de
líneas en dos torretas que flanquean la construcción. En la fachada
posterior se observan tres tuberías de carga procedentes de los
saltos de Olate, Nuestra Señora de Aranzazu y Saratxo. Para que
pudieran atravesar el río se construyó un puente. La sala de máquinas impresiona por su amplitud y limpieza Se halla perfectamente
iluminada por un doble registro de vanos. El edificio es de planta
rectangular con un piso en el cuerpo central y dos torretas que lo
flanquean. Se labra en mampostería y se cubre a dos aguas con
el caballete paralelo a la fachada principal en el cuerpo central y a
cuatro aguas en las torres.
F. 35(2)
Conserva una turbina pelton del año 1921 de la marca Voith acoplado a un generador de la marca AEG acoplada a su vez a un
generador, fuera de uso.
F. 35(1)_ Central Hidroeléctrica
de Olate. Oñati (vista 1)
F. 35(2)_ Central Hidroeléctrica
de Olate. Oñati (vista 2)
111
Arquitecturas e ingeniería del agua:
F. 36_ Vista general de la Central
de Jaturabe. Oñati.
La otra central de la que ya hemos hablado, la Central Jaturabe se
halla en el Barrio de Araotz. Aprovecha el canal de Olate que parte
de la presa de Jaturabe para luego continuar hacia la central del
mismo nombre. Las aguas sobrantes se reconducen por una tubería de carga, que atraviesa el barranco hasta el canal de Zapata.
Esta central situada en el Barrio de Araotz era propiedad de Unión
Cerrajera de Arrasate. Estuvo en funcionamiento hasta 1987. En la
actualidad ha pasado a ser propiedad de la Sociedad que gestiona
la Central de Olate. Se conserva una turbina de la marca J.M Voith
Heideinheim que data de 1913.
En el sector industrial fue básica la fuerza motriz eléctrica. Surgieron industrias que crecieron en torno a una previa instalación
hidroeléctrica como es el caso de la Fábrica Altuna Hermanos o
Garay Hermanos, las dos de Oñati. Estas hipotecaban su ubicación a la ventaja de situarse junto al lugar donde se producía la
energía eléctrica.
112
F. 36
paisaje y patrimonio en Gipuzkoa.
En el extremo opuesto se encuentran las empresas que explotan centrales hidroeléctricas alejadas de sus centros de producción. Este sistema proliferó debido al abaratamiento de la distribución de la electricidad. Es el caso de la Sociedad Anónima
Electra Irun - Endara constituida en 1902 cuyo objeto era la producción de energía eléctrica en la jurisdicción de la villa de Irun,
con el agua procedente de la regata Endara y su transmisión a
los puntos que interesara a la sociedad y a la explotación del
Tranvía de Irun a Hondarribia. Utiliza un salto de 317 m con un
caudal de 500 l /s obtenidas mediante la derivación de la regata
Endara que se halla en Navarra con un canal de 13 kilómetros y
una conducción forzada de 1300 m; en la década de los treinta
contaba con 3 grupos electrógenos de 350 HP más un motor
diesel de 500 HP. En la actualidad funcionan cuatro turbinas, dos
de ellas de la fecha de la instalación de la central, el grupo diesel fue desmontado. La Sociedad explotadora de esta Central
Irugurutzeta funcionó desde 1898. En un principio se denominó
Endarerreca y ya en 1902 se constituyó la sociedad Anónima
Electra Irun - Endara para la producción de energía eléctrica en
Irun y su transmisión a los puntos que conviniera a dicha sociedad ya fuera en forma de fuerza o de luz y para la explotación del
Tranvía de Irun a Hondarribia. Tenía otras dos centrales una en la
margen izquierda del río Bidasoa en el término de las Nazas en
el Ayuntamiento de Lesaka con un salto de 8,5 m y una tercera
emplazada en el origen de la Regata Endara en Lesaka Navarra
y utiliza las aguas de un embalse regulador construido en dicho
punto.
Utiliza un salto de 317 m con un caudal de 500 l/s obtenidas mediante la derivación de la Regata Endara que se halla en Navarra,
con un canal de 13 kilómetros y una conducción forzada de 1300
m. En la década de los años treinta contaba con tres grupos
electrógenos de 350 HP compuestas cada una por una turbina
pelton más un motor diesel de 500 HP.
F. 37
F. 37_ Central Irugurutzeta. Irun.
113
Arquitecturas e ingeniería del agua:
En Zegama en el año 1926 la Cía Mercantil Electra Aitzgorri S.A.
era la propietaria de dos centrales Ezpaleo y Aldaola las dos unidas
por un complejo sistema de canales y depósitos. Ambas proporcionaban energía eléctrica a 7 municipios del Goierri, hasta que en
1969 Iberduero se hizo con el control del abastecimiento de energía
eléctrica de la zona y la Electra pasó a proporcionar energía a la Papelera de Zegama hasta su cierre definitivo en 1987 año en el que
se paralizaron las dos centrales. A principios de los años 90 tras
realizar numerosas reparaciones, ambas centrales han reanudado
su actividad y la energía obtenida en ellas es vendida a la red de
Iberdrola.
Históricamente también fueron habituales pequeñas asociaciones
de vecinos de zonas rurales o caseríos aislados que deciden realizar
una inversión de capital con objeto de proveerse de electricidad en
la época en la Iberduero S.A. no garantizaba el suministro.
F. 38
114
Es el caso del Caserío Kortabarri en el Barrio Olabarrieta de Oñati
que cuenta con una turbina en desuso. Hubo también empresas
que animadas por el mundo de la electricidad se dedicaron a la
fabricación de aparatos eléctricos como la firma Anitua e hijos de
Eibar.
Dispersos por Gipuzkoa se encuentran todavía restos de calidad excepcional, centrales, conducciones de agua, maquinaria en desuso
con una gran fuerza icónica e imagen insustituible del paisaje guipuzcoano. Junto a las casas de máquinas se elevan todos los elementos
de la tecnología aplicada: torres de transformación, líneas eléctricas
y últimamente las nuevas presas transformadas para que la vida piscícola sea una realidad.
La mayoría de las centrales que entraron en funcionamiento a finales
del siglo XIX continúan en activo en la actualidad. En los últimos años
y teniendo en cuenta el desarrollo de las pequeñas centrales, éstas
han sido objeto de importantes mejoras. Todavía se conservan sin
embargo algunas de las viejas turbinas a las que se han adaptado
modernos motores y reguladores.
En muchos casos las que habían sido centrales hidroeléctricas muy
productivas se cerraron, tras entrar en una fase de rendimientos decrecientes. Servían como hemos ido viendo para producir la energía que necesitaba la fábrica o pequeños núcleos de población. Al
extenderse la red interpeninsular estas centrales comenzaron a no
ser rentables. En nuestros días asistimos sin embargo a la inversión
de los términos. La crisis energética y la búsqueda de fuentes alternativas incluso ecológicas actualizan el uso de la hulla blanca. Se
actualizan, pero en muchos casos la automatización trae consigo la
eliminación de las viejas turbinas testigos de la tecnología pionera
por otras más potentes y más productivas. También las obras de
ingeniería han sufrido importantes transformaciones con las escalas
para que los peces no vean interrumpido su ciclo vital.
Igualmente el uso del agua tiene mucho que ver con el uso medicinal
e higiénico, por ello se edificaron en muchos de los municipios en
sus principales plazas fuentes y lavaderos. La mayoría son anteriores
a la época de la industrialización en la que nos hemos detenido. Sin
embargo señalamos el lavadero de Irura que data de 1889. Destaca
por la originalidad de la traza: un octógono cubierto sostenido por columnillas de fundición, con una singular pila o depósito en forma de
estrella de seis puntas junto a las que se sitúan las piedras de lavar.
paisaje y patrimonio en Gipuzkoa.
F. 38_ Lavadero de Irura.
F. 39_ Planta embotelladora de
Zestoa.
F. 39
También fueron importantes en el pasado en Gipuzkoa instalación
de balnearios, establecimientos sanitarios con baños medicinales.
Hubo balnearios de este tipo en Gabiria, Ataun, Ormaiztegi, Zestoa,
Alzola en Elgoibar. La importancia de las aguas medicinales de Zestoa llevó a la familia Echaide en 1901 a vender el establecimiento
del Balneario a la Sociedad Anónima “Aguas y Balneario de Cestona”, y esta Sociedad será la que en 1904 construya la planta para
embotellado de las aguas, junto a la primitiva Casa de Baños. La
planta embotelladora se amplió en los años 50, y se cerró a finales
de los 60. Hoy en día ha desaparecido el primitivo sistema de captación de aguas desde el manantial, al igual que la maquinaria de la
propia planta embotelladora.
También en Lizartza ha sido explotado un manantial de agua mineral natural con gas y sin gas desde el año 1888. En julio de 2003
sufrió un grave incendio. En la actualidad está de nuevo en funcionamiento.
115
Arquitecturas e ingeniería del agua:
Fuentes
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Confederación Hidrográfica del Norte.
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Centro de Patrimonio.
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117
Los lavaderos de mineral
de hierro en la cuenca
minera vizcaína.
Antonio Hernández Almaraz
Los lavaderos de mineral de hierro
3
Los lavaderos de mineral
de hierro en la cuenca
minera vizcaina.
Antonio Hernández Almaraz
Introducción
El agua de los ríos y arroyos de Bizkaia, cuando su uso no iba más
allá de la obtención de energía mediante de saltos de agua, era de
gran calidad. Con la llegada de la industrialización, y especialmente con el boom minero, empezó a utilizarse para usos distintos al
del consumo humano y comenzó su deterioro.
Antes incluso de que el agua se comenzara a usar en el tratamiento del mineral, el progresivo vertidos de escombros de mineral de
hierro en los cursos fluviales produjo la alteración de sus cauces,
su contaminación y la destrucción del hábitat, en detrimento de la
agricultura y la salud pública.
Por todo ello, el agua llegará a convertirse en un medio de transmisión de enfermedades del aparato digestivo, como el cólera, la
disentería, la gastroenteritis, el tifus, etc., y solo tras continuas
denuncias por parte de los ayuntamientos contra las empresas
mineras, se acabará generalizando la construcción de depósitos
para evitar el anegamiento de los cauces.
120
Aunque en los comienzos de la minería, el mineral carecía de impurezas y se vendía sin ningún tipo de tratamiento, a partir de 1891
su agotamiento obligó al aprovechamiento del mineral mezclado
con arcilla que había que eliminar en los lavaderos. Este tratamiento producía gran cantidad de lodos que al depositarse en los ríos
enfangaban los acuíferos utilizados para el consumo humano.
en la cuenca minera vizcaina.
El origen de todos estos problemas, tenemos que situarlo en las
profundas transformaciones que sufrirá Bizkaia por el boom minero que se producirá entre 1876 y 1914. El fin de la última guerra
carlista traerá consigo la derogación de las disposiciones forales
que pesaban sobre la extracción y el arrastre de mineral, con la
prohibición expresa de su exportación al extranjero. Este hecho
fue favorecido por la introducción de conceptos liberales de propiedad, que permitirá la definitiva intervención de las empresas siderúrgicas europeas en el desarrollo del capitalismo vizcaíno, que
optaron por varias vías de inversión.
F. 01
Por un lado estaban los que buscaban la exportación de lingotes
de mineral ya fabricados. Este fue el caso de la compañía inglesa
The Cantabrian, que tras construir una fábrica siderúrgica en las
marismas de Sestao, registró un conjunto de minas en Galdames
y construyó en 1870 el ferrocarril Bilbao River and Cantabrian Railway Co. Ltd. para dar servicio a la fábrica. Al fracasar este intento,
Martínez de las Rivas compró la fábrica y la empresa inglesa Bilbao
Iron Ore, constituida en 1871, con la que continuará la explotación
del coto de Galdames y el ferrocarril.
Tras estos intentos, las grandes compañías siderúrgicas europeas
se decantarán por la exportación de mineral, ya que su finalidad
era lograr un abastecimiento regular de óxidos de hierro a precios
inferiores a los del mercado, que les permitiera fabricar aceros
más competitivos. Con este fin estas empresas lograrán acuerdos con los grandes propietarios de las minas situadas en la zona
más rica del gran criadero de Triano - Matamoros y entre 1871 y
1876 fundarán en Bizkaia un grupo de empresas mineras filiales.
Estas procederán a un alto grado de integración económica en sus
explotaciones, asociando las actividades de arranque, beneficio y
transporte de minerales. Para ello realizarán grandes inversiones
de capital en la infraestructura técnica que precisaba su explotación intensiva, lo que a su vez les va a convertir en protagonistas
de la gran expansión productiva de Bizkaia.
Así surgirá la Luchana Mining, creada en 1871, por Sir W. Armstrong y Bolckow y Cía. Explotará un coto de 516 ha. situado en barranco del Cuadro, al S-E del criadero de Triano - Matamoros, hasta
1887 en que lo arrendará para atender el ferrocarril del Regato que
uniría sus minas con la ría.
F. 01_ Instalaciones de la mina
Josefa en La Peña (Arrigorriaga), durante la 2ª década del S.
XX (Archivo Ortega).
121
Los lavaderos de mineral de hierro
A continuación se fundará la Orconera Iron Ore, la empresa más importante de todas. Será creada en Londres en 1873 por tres compañías siderúrgicas europeas e Ibarra Hermanos y Cía. y C. Zubiría para
explotar, en régimen de arrendamiento, parte del coto que los Ibarra
tenían en Matamoros y Triano.
La Société Anonyme Franco Belge des Mines de Somorrostro, será
la última en aparecer y la segunda en importancia de la cuenca vizcaína. Fue fundada en París en 1876 por dos siderurgias francesas, una
belga y José Antonio de Ibarra e Ibarra Hermanos y Cía.
Otros empresarios que también protagonizarán esta expansión productiva, se localizarán en el coto minero de Castro - Urdiales, prolongación del vizcaíno.
Allí nos encontramos en 1880 con la empresa del industrial José Mac
Lennan, la principal y más antigua de las creadas en la costa occidental vizcaína.
En 1880, para explotar las minas de Dícido, se funda Hollway Brothers, que será vendida a John Bailey Davies y Guillermo de Goitia
de Bilbao, quienes crearán en 1883 la Sociedad The Dicido Iron Ore
C.L.T.D.
En 1886 los Sres. Sota y Aznar de Bilbao, crearán la Sociedad de
Minas de Setares, S.A. (Cía. Minera de Setares). Su finalidad será
explotar las zonas mineras de Setares y Saltacaballo.
La llegada de todas estas compañías va a provocar un boom minero
que habría que englobar dentro del proceso de transformación que a
partir de la segunda mitad del S. XIX se va a producir en la industria
europea y española. En el caso vizcaíno estas transformaciones se
sumarán, tanto a la profunda crisis agrícola que atravesaba, como
a su tradición ferrona, para orientar su economía hacia el desarrollo
de la actividad minera que se convertirá en la forma de producción
dominante en el País Vasco.
122
Esta repentina demanda de los óxidos vizcaínos estará motivada por
el descubrimiento en 1856 del convertidor Bessemer. Este permitía
fabricar acero de calidad a bajo costo, pero precisaba de minerales
no fosfóricos, que las compañías europeas encontraron, tanto en el
F. 02_ Plano de los muelles
y cargaderos situados en el
fondeadero de San Nicolás,
entre los ríos Cadagua y Galindo, realizado por A. Marcos
Martínez, ingeniero de la Sdad.
Franco-Belga en 1875 (AFB/BFA.
Agruminsa 0263/001 [046]).
F. 02
en la cuenca minera vizcaina.
criadero de Bizkaia como en el de Kiruna, en el Norte de Suecia. El
clima y orografía adversa suecos, hicieron que la demanda se decantara por el primero, que ofrecía además una serie de ventajas. Por un
lado, existía un mineral homogéneo, que aparecía en depósitos de
gran potencia y riqueza metálica, hasta tal punto que en proporción a
su superficie, no ha habido ningún distrito ferrífero que haya superado a Bizkaia en riqueza; además, al explotarse las minas a cielo abierto y poseer una mano de obra abundante y muy barata, los costes de
producción se redujeron notablemente; por otro las minas estaban
situadas apenas a 14 Km. de la costa, lo que abarataba el transporte
hasta los puertos de embarque, en los que se creará una infraestructura portuaria y de transportes, que permitirá la explotación y exportación del mineral por la ría de Bilbao, hecho que permitirá el aumentó
el tonelaje de los buques, lo que junto a la práctica de la navegación
de retorno conseguirán el abaratamiento de la explotación y los fletes
de los barcos, lo que permitirá importantes márgenes de beneficios
que atraerán a las principales siderurgias europeas que, en colaboración con empresarios mineros locales – Ibarra Hnos., Chavarri Hnos.,
etc –, se lanzarán a la explotación de la cuenca minera vizcaína.
Al exportarse casi todo el mineral que producía el distrito minero, se va a producir un gran crecimiento del tráfico en la ría de
Bilbao que obligará a acondicionar la zona portuaria, sobre todo
en el tramo comprendido entre la desembocadura del Cadagua
en Zorroza y la antigua playa de Sestao, donde la mayoría de las
compañías mineras irá construyendo sus cargaderos.
Con la constitución en 1877 de la Junta de Obras del Puerto de
Bilbao, se afrontará la mejora y adaptación del puerto y ría de Bilbao. Será el ingeniero Evaristo Churruca quien entre 1880 y 1903
procederá a encauzar el curso de la ría y a construir el Muelle de
Hierro de Portugalete que eliminará la barra de arena que dificultaba el acceso a la embocadura.
Al finalizar el siglo, ya se había completado un nuevo trazado para
el curso de la ría del Nervión, había nuevos muelles y el calado
había aumentado, hasta tal punto que la carga máxima transportada por los cargueros pasará de 1.690 Tm. en el año 1.881 a
5.380 Tm. en 1895 (Hernández, 2002).
123
Los lavaderos de mineral de hierro
El lavado del mineral de
hierro. Las balsas de
decantación.
Como hemos mencionado, el mineral de hierro que existía en
Bizkaia tenía una serie de cualidades que lo hicieron muy codiciado; veamos algunas de las características de los minerales
que aquí se explotaron:
F. 03
La vena y el campanil son óxidos
férricos o hematites roja. El primero tiene una ley metálica de
hasta el 60%. Es un mineral
superficial, de color morado
muy oscuro, de textura blanda
y pulvurenta; es el mineral de
las ferrerías vizcaínas y se agotó rápidamente. El segundo
también es un óxido férrico o
hematites roja con una ley metálica del 55 al 56%; de estructura
cristalina, se presentaba en grandes
masas superficiales que al ser golpeadas producían un sonido de campana, de
ahí su nombre. Fueron muy abundantes en la
zona de Triano.
El rubio es un óxido de hierro hidratado o hematites
parda, que en Bizkaia por su color se conoció en el mercado como rubio; es un óxido de hierro hidratado o hematites parda
que se agrupa en la especie mineralógica goetita (Fe203. H2O),
que contiene en la especie pura 62,9% de hierro y un 14% de
agua de cristalización. Es producto de la oxidación del carbonato
de hierro, verificada de la superficie hacia adentro en forma de
cáscara de nuez; de hecho si vemos una sección de la misma,
encontramos en el centro hueco una goetita pura, que a medida
que nos acercamos hacia la superficie se va volviendo terrosa y
con mayor mezcla de ganga. Cristaliza en el sistema romboédrico. Es un mineral con muy poco contenido en fósforo y sin sulfuro. Su ley metálica oscila entre el 52 y 55%. Su aspecto varía
mucho, es terroso, leñoso, masivo y fibroso.
124
Abundó en toda la cuenca vizcaína. Prácticamente toda la masa
de Matamoros y Castro-Urdiales pertenecía a esta variedad. (Balzola, 1966).
El carbonato es el hierro espático o siderosa con una ley metálica en torno al 34 y 40%. Se solía encontrar a cierta profundidad,
debajo del rubio y otras variedades. Tenía muchas impurezas. Era
especialmente abundante en la mina Concha 2 – yacimiento de
Bodovalle – de la Franco - Belga.
Al aparecer las hematites roja (vena y
campanil) y parda (rubio) en los estratos
superficiales, la explotación en el distrito minero de Bizkaia fue de gran
sencillez. El laboreo solía ser a cielo
abierto, mediante el procedimiento
de ‘bancos o testeros’, de alturas
que oscilaban de 15 a 30 m.; solían
estar unidos por planos inclinados
hasta los que se acarreaba mineral
con animales, aún tras la mecanización del transporte.
En los casos en que el laboreo se realizaba subterráneamente, se empleaba el método de huecos y pilares, pero en general las
labores se solían reducir a un trabajo de cantera
que apenas se precisaba mano de obra cualificada.
La explotación tampoco exigió de grandes inversiones y
cuando se hicieron, estas se concentraron en la creación de un
sistema de transporte que permitiese conectar de una forma eficiente las minas y los cargaderos. Sin embargo, con el paulatino
agotamiento los óxidos de hierro, la preparación de las menas – el
lavado y la calcinación del mineral – concentrarán la mayor parte
de las inversiones realizadas en las explotaciones del anticlinal
vizcaíno.
Las ventajas que ofrecía la cuenca vizcaína para su explotación,
unida a la fuerte demanda de mineral existente, provocará una
explotación tan intensiva que traerá consigo el agotamiento de los
criaderos en un proceso que pasará por cinco períodos: El primero, coincidiría con la explotación de la vena para las ferrerías y los
comienzos del boom minero. El segundo período, se producirá entre 1875 y 1885 con el empleo del campanil como sustituto de la
vena para la fabricación de acero por el procedimiento Bessemer,
en la cuenca minera vizcaina.
F. 03_ Muestra de hematites parda, conocida en Bizkaia como
rubio. (Colección Particular).
F. 04_ Paisaje calizo de la Jarilla
(Galdames), tras haber sido
extraído el mineral (Colección
particular).
F. 04
recién descubierto. La tercera etapa tendrá lugar en torno a 1880
- 1885 con el aprovechamiento del rubio, tanto para la exportación
como para abastecer la incipiente siderurgia local. El aumento de
la demanda y el agotamiento de las variedades anteriores, obligará a partir de 1890, en un cuarto período, a aprovechar las grandes
reservas de carbonato de hierro existentes y que hasta ahora se
despreciaban por su baja ley. La última etapa – objeto de este
estudio – coincidirá con las postrimerías del siglo XIX, en que el
agotamiento paulatino del rubio, obligará a aprovechar las ‘chirtas’
y menudos. Estos se habían ido acumulando en enormes escombreras, cuando la abundancia de mineral de calidad, unida a las
dificultades mecánicas que existían para tratarlas en el horno alto,
hizo que fueran desechadas (Hernández, 2002).
En la minería vizcaína se solía llamar escombro a la tierra, rocas y
otros minerales que cubrían el mineral de hierro. Aunque también
solían aparecer el rubio y la chirta mezclados con el escombro, ya
hemos visto que no era económicamente rentable su separación.
Las escombreras formadas por el depósito de estos materiales
se ubicarán en minas abandonadas u otros lugares donde se suponía que no había mineral.
Con el nombre de chirta los mineros de Bizkaia designaban a los
minerales menudos diseminados en la superficie. Consistía en
una mezcla de nódulos de hematites (campanil o rubio) de tamaño variable y forma redondeada, que se hallaban generalmente
mezclados con arcillas, rocas u otros materiales, que podían llegar al 50 ó 60%.
Aunque la arcilla podía acompañar al mineral de forma natural,
a menudo su aparición era resultado de la mala explotación de
las minas en el pasado. Al no separarse previamente la capa de
tierra – montera – que cubría el rubio, en el trabajo de descombro
se producía la mezcla de la tierra con el mineral, que acababa en
las escombreras. El resultado era que había que deslodar dos o
tres Tm. de menudos para obtener una de lavado, apto para su
utilización en el horno alto.
El espesor de las chirteras era variable – oscilaba entre 1 y 70
m. de profundidad – y surgían en grandes cavidades dolomíticas
de caliza cretácica, que tras la extracción del mineral, formaba
el característico paisaje de rocas erizadas de agujas y pirámides
corroídas.
125
Los lavaderos de mineral de hierro
Su formación es de origen sedimentario y posterior a la de las
rocas sobre las que asoma el mineral. Surgió de dos formas: La
más habitual será la originada por minerales de acarreo, esto es,
por fragmentos desprendidos de yacimientos que han sido arrastrados por las aguas y depositados en otros lugares. La otra se
forma en el mismo lugar en que aparece y procede de erupciones
geiserianas de aguas ferruginosas ácidas que han sustituido la caliza por el mineral.
La acción humana también interviene de forma determinante en
la formación de estos depósitos. Tanto las voladuras para formar
los bancos de trabajos, como el posterior barrenado para partir
los trozos grandes de mineral antes del escogido, producían gran
cantidad de escombros y detritus, que contenían menas difíciles
de separar a mano.
Esto hizo que se produjese una revalorización de las escombreras,
ricas en rubios de baja ley, chirtas y carbonatos, que hasta entonces no tenían valor comercial porque al aparecer el mineral disgregado en pequeños nódulos entre masas arcillosas, había que
someterlo a un tratamiento posterior en los lavaderos.
El desescombreo manual del mineral era una labor que exigía
mucha mano de obra. Éste se realizaba mediante rastrillos y cestos con los que se cargaban las vagonetas; éstas eran arrastradas
por caballerías hasta los planos inclinados o tranvías aéreos que
los transportaban hasta unos depósitos donde, tras un almacenamiento temporal, se llevaban hasta los cargaderos o la instalación
de lavado en el caso de las chirtas.
El despilfarro que caracterizó las tres primeras etapas de la minería, hizo que se desecharan con el estéril los minerales de baja ley
o llenos de arcilla. De los millones de toneladas que se removieron, solo una pequeña parte salió hacia los cargaderos o las fábricas siderúrgicas, la mayoría se acumuló en las escombreras.
Tal fue la cantidad de estériles y de menudos, que llegaron a plantear problemas para su depósito. Aunque en los comienzos de
la minería se acumulaban en los espacios libres que había entre
las distintas concesiones, como las de la mina Sol, Diana o San
Bernabé, a la larga se acabó recurriendo para su almacenaje indefinido a las zonas ya explotadas, como las ubicadas en el Zarzal o
El Escorial (Ortuella), La Peña (Bilbao) o El Casal (Abanto).
Estas enormes masas de escombro, además de acarrear notables
pérdidas económicas, acabaron por convertirse en un elemento
consustancial con el paisaje minero. De esta forma las minas a
cielo abierto y las escombreras acabaron remodelando el relieve
original y formando otro totalmente distinto, lleno de heridas y
hondonadas en el caso vizcaíno y de pilares o agujas dolomíticas,
en las antiguas explotaciones cántabras.
126
La generalización del lavado del mineral para el aprovechamiento
de las escombreras, se produjo a finales del siglo XIX. Ello se debió al crecimiento de la demanda del mineral vizcaíno en el mercado europeo que obligó a su explotación masiva y trajo consigo el
progresivo agotamiento de los campaniles y rubios.
F. 05_ Desescombreo con rastrillo y cestos en las minas de Dícido (Castro-Urdiales), en 1908 (A
short history of the Dícido Iron
Ore Company…, 1908).
F. 05
en la cuenca minera vizcaina.
Las primeras formas de aprovechamiento de las chirtas empezaron realizándose en el propio tajo por los mineros mediante un
cribado con el que eliminaban el polvo de arcilla. Era un proceso
lento, pues primero había que hacer una criba con cedazos y posteriormente dos y tres recribas más con garbillos; además como
el cribado era impracticable con la arcilla húmeda y en el anticlinal
vizcaíno llovía un promedio de 150 días al año, a menudo había
que esperar varios días a que las tierras se secaran.
Éste sería el caso del coto de Castro - Urdiales, donde varias empresas, tras practicar una serie de ensayos con el mineral de sus
chirteras, montaron una serie de instalaciones. Entre ellas, destacaron la Cía de José Mac Lennan, que ya en 1872 realizó algunos
ensayos de lavado, en 1892 decidió instalar cinco trómeles contratados con la casa Humboldt (de Kalk, Alemania), y la Cía. Minera
de Setares, que a mediados de 1891, aprovechando un antiguo
molino cercano a Ontón, instaló un lavadero para desenlodar las
600.000 Tm. de menudos que originaba su explotación.
Todo esto aumentaba los costes de producción y reducía la competitividad, por lo que se acabó aprovechando sólo el grueso arrancado de los bancos, hasta que se generalizó el lavado del mineral.
Este tratamiento tuvo gran importancia económica y territorial, ya
que, por un lado posibilitará la explotación de los minerales hasta
entonces despreciados por sus impurezas y baja ley, y por otro
lado, al tener que instalarse los lavaderos fuera de las explotaciones mineras – necesitaban agua abundante, que en pocos casos
aparecía junto a los tajos –, se extendió el marco de la actividad
minera.
Posteriormente, en 1897, tenemos constancia de un lavadero instalado en la zona del Regato por la empresa Rivacoba para lavar las
chirtas de las minas Dificultosa y Concepción. Allí, aprovechando
los 5 litros por segundo de un regatillo de Samunde, hicieron una
pequeña presa de fábrica a 80 m. aguas arriba, que mediante una
tubería de hierro fundido conducía el agua al lavadero situado a
una cota 24 m. más baja. Este sistema será el exponente de lo
que los mineros con pocos recursos harán para beneficiar sus minerales (Álvarez y Simón, 2004).
Los ensayos para encontrar un método que permitiera aprovechar
las tierras mineralizadas de las escombreras, empezarán a finales
de la década de 1880. El lavado de las chirtas comenzó realizándose de forma manual, removiendo los terrones secos en el agua
con un rastrillo, pero el sistema que se acabó generalizando fue el
lavado mecánico, mediante trómeles deslodadores.
En el lavado se separaban los nódulos de mineral de las arcillas.
Existen noticias de que ya en épocas remotas se procuraba separar con auxilio del agua corriente o estancada las partículas de
mineral de la arcilla que las envolvía. Cuenta Publio Agrícola en una
de sus obras, que en los tiempos romanos se hacía esa operación
por medios manuales en grandes tanques de agua.
El primer precedente se producirá en el año 1889, en los lavaderos instalados en Cabarga (Cantabria), para tratar los depósitos de
óxidos é hidróxidos de hierro, que eran muy abundantes, pero con
tanta sílice, que fue imprescindible su utilización.
Pero los primeros ensayos con éxito que animaron a la difusión de
este procedimiento, se produjeron en torno a 1891 en Bizkaia. Allí
los Sres. Larrucea y López construyeron en la mina Marta (Abanto)
el primer lavadero. El proceso consistió en hacer pasar el mineral a
lo largo un cilindro de tela metálica, sumergido en un depósito de
agua, que al girar lo batía y separaba la arcilla que se depositaba
en el fondo, a través de la tela metálica.
Tras este ensayo, el uso de los lavaderos – donde se sustituirá el
cilindro por trómeles – se fue generalizando, hasta el punto de que
era rara la explotación de la cuenca minera que no tuviese uno.
127
Los lavaderos de mineral de hierro
El funcionamiento de los lavaderos era bastante sencillo en los
dos sistemas de lavado que se emplearon; básicamente se diferenciaban en la forma en que se movía el mineral a desenlodar.
Las tierras ferríferas llegaban en vagonetas o baldes a las maseras
que eran grandes depósitos dispuestos en talud y con una forma
tal que permitía la entrada del mineral en el trómel con un mínimo
esfuerzo. Allí el mineral se almacenaba y se clasificaba en dos
tamaños; para ello se aplicará agua a presión sobre el mineral,
dispuesto sobre una parrilla de hierro con perforaciones rectangulares. El material que atravesaba las perforaciones, se deslizaba
y distribuía por los trómeles. La parte que había quedado en la
plancha, se sometía a un escogido posterior.
En el primer sistema, el elemento básico era el trómel (tambor en
alemán) y se derivaba del modelo alemán Humboldt. Este era un
gran cilindro giratorio de chapa metálica que se componía de dos
estructuras unidas entre sí. La primera era cilíndrica, y tenía una
longitud de unos 5 m. de largo por 2 a 2,50 m. de diámetro (los
dos tercios del aparato), donde se situaba la entrada del mineral.
La segunda era cónica y tenía una sección de 1,60 m. de eje y 0,50
m. de diámetro en la base menor (suponía el tercio restante del
aparato); en ella estaba la salida del mineral limpio, donde a veces
se adosaba un cilindro agujereado.
F. 06
128
en la cuenca minera vizcaina.
F. 07
En sus paredes interiores, remachadas o soldadas, iban unas barras rectangulares y una pieza de hierro de forma de helicoidal.
Las barras defendían la chapa de los golpes y permitían – con la
ayuda del agua – el deslodamiento. Las hélices servían para dirigir
el mineral hacia la boca de salida.
El trómel era bastante pesado, por lo que iba encajado en un bastidor. Tenía un movimiento de rotación producido por una rueda
dentada fijada alrededor del aparato y engranada en una corona.
Estaba apoyado en varios rodillos por cada lado, que rotaban en
su mismo sentido para facilitar su movimiento. La corona estaba
engranada en un motor que hasta los años veinte fue una máquina
de vapor y posteriormente un motor eléctrico.
El mineral envuelto en arcilla y ya seleccionado, era arrastrado con
chorros de agua a presión hasta la parte cilíndrica del trómel, desde donde ascendía empujado por las hélices de su interior.
F. 06_ Restos de un antiguo trómel, perteneciente al lavadero
de la mina Dolores, del Saúco
(Galdames). Actualmente se
encuentra en el Museo de la Minería del País Vasco, de Gallarta
(Colección particular).
F. 07_ Proyecto de instalación de
trómeles en las minas Rubias
(Putxeta, Muskiz) (BFA/AFB.
Agruminsa 1467/020).
129
Los lavaderos de mineral de hierro
El agua del lavado se introducía por la parte cónica delantera, que
al circular en sentido contrario gracias a la inclinación del aparato,
separaba el mineral de la ganga soluble – fangos e impurezas más
ligeros que el mineral al que acompañaban –, que arrastraba consigo hasta la boca de entrada. Por la boca de salida el mineral limpio
caía a un plato o cinta de estrío y el lodo que aún acompañaba al
mineral, se filtraba por el cilindro agujereado. Fue empleado mayoritariamente en la cuenca vizcaína.
F. 08
El segundo sistema se basaba en la batidera. Apareció poco después y era un artilugio de hierro, dispuesto horizontalmente en
forma de canal semicilíndrico de 10 a 12 m. de longitud y 1 m. de
diámetro, donde el mineral era impulsado por un árbol de paletas giratorio, situado en su eje longitudinal y que debía librar unos
diques de hierro, dispuestos en cada metro. Con esto el mineral grueso era separado de la arcilla y empujado hacia la boca de
salida, ayudado por la inclinación del aparato. De ahí pasaba a un
pequeño trómel troncocónico donde se completaba el lavado, separando los lodos del mineral fino.
F. 08_ Lavadero de Morero
(1925). Estaba situado en la
desembocadura del río Pas
(Maliaño, Cantabria) y lavaba el
mineral procedente de la mina
Ciega, de la Cía. Orconera Iron
Ore. En la fotografía se pueden
apreciar las batideras usadas
para el deslodamiento (BFA/
AFB. AHVF 0022/029).
F. 09_ Modelo de batidera para
el lavado del mineral de hierro,
construida en 1909 por la
empresa Bernardo Lavín, de El
Astillero (Cantabria) (Elaborado
a partir de: González Urruela,
2001: 75).
130
en la cuenca minera vizcaina.
Tras el doble proceso, el mineral limpio y clasificado en dos tamaños caía en unos depósitos, listo para su transporte hasta los
cargaderos. Los lodos, si contenían finos se sometían a nuevos
procesos de lavado. En caso contrario, hasta que entró en vigor
la obligación de decantarlos, se echaban a los ríos, arroyos o marismas.
Otro aspecto favorable al sistema de batideras, era que resultaban
mucho más baratas que el alemán. Esto explicará que lo adoptasen preferentemente empresas pequeñas, sobre todo en Cantabria; en ello influirá el hecho de que la empresa que las fabricaba
eran los talleres Bernardo Lavín, de El Astillero. (González Urruela,
2001).
La ventaja de este sistema radicaba en que las batideras trabajaban a más revoluciones que los trómeles, ya que las primeras
daban 30 a 40 vueltas por minuto y los trómeles de 7 a 8. Además,
según técnicos de la época, consumía menos energía, usaba menos agua. Los resultados de estos dos métodos iban en función
del tipo de tierras a tratar; las batideras evitaban la formación de
bolas de arcilla por lo que eran más beneficiosas para el tratamiento de las tierras arcillosas, los trómeles eran más adecuados para
las tierras sueltas, más propias del mineral vizcaíno, ya que en
ellos sí se solían producir este tipo de bolas (Cueto, 2006).
F. 09
131
Los lavaderos de mineral de hierro
Al final, en las empresas que podían permitírselo, se acabó imponiendo una combinación de los dos sistemas. Es decir que se
solía usar una batidera o “patuillet” para que emulsionase la arcilla
antes de entrar en los trómeles, con lo que se conseguía un deslodamiento más rápido y eficaz. En otros casos, los más habituales,
se utilizó la combinación de batidera - trómel sólo para el lavado
de los finos.
El número de fases que se realizaban en el proceso de lavado,
dependían en gran medida de la cantidad de agua disponible en
las instalaciones. Cuantas más fases de lavado se incluyesen, más
mineral se recuperaba y más limpio salía, con lo que su valor económico aumentaba, pero como el proceso también se encarecía,
su límite estaba en los contratos que las compañías acordaban
con su clientela para su comercialización.
Como las aguas fangosas que salían de los trómeles aun conservaban menudos, antes de canalizarse hacia balsas de decantación,
se solían tratar de nuevo en dragas y laberintos.
F. 10
132
F. 10_ Proyecto de una instalación para aprovechar los residuos de mineral, realizado por
la Sdad. Franco-Belga en 1904)
(BFA/AFB. Agruminsa 1467/027).
F. 11_ Esquema de un trómel
con plato clasificador, perteneciente al lavadero que José Mac
Lennan, tenía en Cobarón (Muskiz) en 1906 (Archivo BBVA. Cía.
Mac Lennan 2.4.6/L-14/C-365).
en la cuenca minera vizcaina.
En este nuevo proceso, los fangos eran conducidos por un canal
a unos tanques desde los que eran elevados por medio de dragas
de cangilones a otros trómeles de pequeño tamaño, en los que se
volvían a lavar los menudos, de donde salían los primeros finos.
Si se querían conseguir segundos finos, se debía volver a pasar el
agua por otras dragas.
Hubo compañías que para conseguir un aprovechamiento aún mejor de los minerales llegaron a utilizar procedimientos como el de
los cajones alemanes, que eran unos laberintos, canales o cajones
donde se aprovechaba la diferencia de densidad entre la arcilla y
el mineral, para lograr que este último se depositase en el fondo
y permitiera su recuperación mediante palas; otras empresas usaron los Spitzkasten de Rittinger o grandes cajas de forma piramidal
de entre 0,50m. y 2 m. de sección y una altura de 4 m. (González
Urruela, 2001).
Los menudos una vez lavados y limpios de arcilla, caían por la boca
del cono, en los platos clasificadores (las variantes dependían del
sistema de lavado empleado). Estos consistían en grandes platos
giratorios de hierro de unos 4 m. de diámetro que se situaban
en edificios iluminados por un gran ventanal, que se abría con el
buen tiempo. Para realizar el escogido, los trabajadores se situaban a alrededor del plato y tras extender el mineral con palas, iban
separando a mano el estéril que acompañaba a la mena y seleccionando esta última según su tamaño. Posteriormente, los platos
fueron sustituidos por cintas transportadoras.
El mineral limpio caía por un hueco del plato a una rampa por la
que iba hasta un depósito. Allí se almacenaba a la espera de su
embarque a través de los cargaderos de mineral.
F. 11
133
Los lavaderos de mineral de hierro
El número de fases que se realizaban en el proceso de lavado,
dependía en gran medida de la cantidad de agua disponible en las
instalaciones. Cuantas más fases de lavado se incluyesen, más
mineral se recuperaba y más limpio salía, con lo que su valor económico aumentaba, pero como el proceso también se encarecía,
su límite estaba en los contratos que para su comercialización
acordaban las compañías con su clientela.
En cada lavadero trabajaban unas catorce personas. Al llegar el
mineral mojado, el ambiente de trabajo era frío y muy húmedo,
sobre todo en invierno. Hacia 1920 - 1930, se generalizó el trabajo
de las mujeres en los lavaderos, la mayoría de ellas eran solteras
o viudas de la zona, que empezaban a trabajar a los 14 años. La
jornada laboral era de ocho horas, con una parada al mediodía de
una hora (dos en verano) para comer. Durante el trabajo no se permitían distracciones y aunque el trabajo no era a destajo, debían
lavar todo el material que llegaba. En su trabajo eran supervisadas
por un encargado y asistidas por un pinche o un minero imposibilitado para trabajar en la mina; se encargaba de retirar el estéril, que
ellas iban depositando en cestos, y llevarlo a unas vagonetas para
su traslado a los vertederos (Urdangarín e Izaga, 2001).
El salario era muy bajo; como podemos ver en la tabla adjunta,
las mujeres ganaban el 50% menos que los hombres e incluso
menos que los peones. Hacia 1923 la empresa solía cotizar por un
seguro que les daba derecho a una pensión de jubilación.
Como cada vez escaseaban más los minerales puros, la importancia de los lavaderos fue creciendo hasta llegar a convertirse en
algo imprescindible para la explotación minera del anticlinal vizcaíno. La rentabilidad de estas instalaciones dependerá del tratamiento de grandes cantidades de mineral, lo que exigirá importantes inversiones y costes de explotación, que harán necesaria una
reorganización empresarial que sólo estaba al alcance de grandes
empresarios, que casi llegarán a monopolizar la actividad minera.
134
AÑO
PEONES
MUJERES
1887
1900
1913
1939
2.75 ptas. / día
3.00 ptas. / día
3.41 ptas. / día
9.75 ptas. / día
1.25 ptas. / día
1.34 ptas. / día
1.45 ptas. / día
6.80 ptas. / día
PINCHES
1.79 ptas. / día
1.98 ptas. / día
2.30 ptas. / día
6.15 ptas. / día
F. 12_ Mujer trabajando en un
lavadero de mineral. Cuadro
de Lucas Alcalde, exhibido en
el Museo de la Minería del País
Vasco, de Gallarta (ACMMG).
F. 12
en la cuenca minera vizcaina.
La aparición de los lavaderos exigirá una gran racionalidad técnica, ya que obligará a aumentar la mano de obra, a reestructurar
los sistemas de transporte y a multiplicar, tanto los depósitos,
como las labores de carga y descarga. Además, exigirá la utilización de una maquinaria compleja, que provocará la aparición de
talleres e industrias encargados de su fabricación, reparación y
mantenimiento; entre ellas destacarán los talleres de construcción de máquinas de vapor, bombas de agua, vagonetas, trómeles, batideras y todo tipo de elementos metálicos, aceites y
combustibles.
Aunque las impulsoras de estas instalaciones solían ser las mismas compañías mineras, a veces se encargarán de cubrir estas
necesidades empresas independientes. Es el caso de la Fourcade y Gurtubay en Zorroza, que fabricaba aceites para el engrase de los engranajes de la maquinaria o los Talleres Bernardo
Lavín de El Astillero que construían grúas, vagonetas, vertederas
o batideras para los lavaderos. En Barakaldo y Sestao también
abundaban las empresas dedicadas a la construcción de calderería y grandes recipientes para la minería.
En definitiva, estas instalaciones de tratamiento de mineral, desde que comenzaron a utilizarse en el último cuarto del S. XIX,
se convirtieron en elementos habituales de los espacios mineros. Eran el punto intermedio entre las minas y los cargaderos;
allí confluirán los ejes fundamentales de las redes de transporte
minero, por lo que se convertirán en las zonas neurálgicas del
sistema de producción minera. En esos puntos se almacenaban
los minerales antes de su tratamiento, y una vez lavados o calcinados, eran transportados hasta los cargaderos y fábricas siderúrgicas de Barakaldo o Sestao (González Urruela, 2001).
Como ya habíamos adelantado, la disponibilidad de agua para
los lavaderos de mineral fue el principal factor condicionante en
la explotación minera, tanto por necesitar un volumen considerable para el lavado, como por el grave problema que existía para
deshacerse de los fangos producidos por el mismo.
Como las zonas idóneas para la ubicación de los lavaderos estaban ya ocupadas por las instalaciones fabriles y portuarias, las
diversas compañías mineras tuvieron que pensar en otras alternativas.
Allí donde el caudal lo permitía, se procedió al aprovechamiento de
ríos y arroyos. Es el caso de las minas de Sopuerta, en las que se
desvió el río Kolitza para su aprovechamiento; en el coto de Arnabal se aprovechó que discurría en paralelo al cauce del río Cuadro
para utilizarlo para sus lavaderos; en la zona de Castro - Urdiales, la
Cía. de Dícido aprovechó el río Mioño para su lavadero y la Cía. de
Setares instaló el suyo en un viejo molino y recogió del río Ontón
los 60 litros por segundo que necesitaba.
Otra opción profusamente utilizada fue la de la creación o aprovechamiento de distintas infraestructuras, como pozos, pantanos o
embalses. Así, tenemos el caso del pantano de El Escorial en Triano (Ortuella), construido por la Cía Orconera, o el actual “pantano
viejo” (Barakaldo); también fue muy común el aprovechamiento
de los pozos formados tras el abandono de los tajos, como el pozo
de San Benito de la Sdad. Franco Belga en La Barga (Abanto), el
pozo de la mina Mame (pozo Ostión, de La Arboleda) y los que
otras compañías tenían en Memerea, Escachabel, Urioste o Sopuerta. Agruminsa, tras su creación en 1968, aprovechó el agua
de estas captaciones para atender a las necesidades de su planta
de concentración de Bodovalle (Gallarta), tratamiento que acabará
sustituyendo a la calcinación del mineral.
Dado que los yacimientos mineros estaban muy próximos al mar,
algunas compañías optaron por utilizar agua salada, recogida sobre todo de las rías. Así en los grupos mineros de Ollargan y Bilbao, se utilizó la ría del Nervión para lavar el mineral y la Compañía
Orconera acabó instalando sus lavaderos en Campomar, en la ría
de Somorrostro (Pobeña) (González Urruela, 2001).
Si el abastecimiento de agua era un problema, el derivado de los
vertidos provocó todo tipo de denuncias y enfrentamientos entre
los usuarios del agua de los ríos y las empresas mineras. Hay que
tener en cuenta que para obtener una tonelada de mineral comercializable, era preciso lavar de tres a cinco toneladas de tierra, que
acababa siendo vertida con el agua del lavado en forma de lodos.
Al principio los fangos eran arrojados directamente al cauce de
los ríos y arroyos, sin haber sido sometidos a ninguna clarificación
para eliminar la arcilla en suspensión. Como ya hemos anticipado,
estos vertidos dieron lugar a la formación de grandes depósitos
de lodo que obstruirán los cauces de los ríos, provocando graves
problemas medioambientales y sanitarios; la población al beber
las aguas contaminadas, sufrirá todo tipo de afecciones gastroin-
135
Los lavaderos de mineral de hierro
testinales, que acabarán convirtiéndose en la enfermedad más
común entre los mineros. Esto ocurrirá, entre otros, con los ríos
Granada, Castaños, Cotorrio y Barbadún, en cuya desembocadura, la arcilla acumulada podía reducir el canal a la mitad, de forma
que cuando se producían aguaceros, las inundaciones eran muy
frecuentes (Álvarez y Simón, 2004).
Tanto los ayuntamientos, como las autoridades portuarias e incluso los propios usuarios de los servicios públicos, como lavaderos, fuentes, o abrevaderos, se quejaron de las consecuencias
de los vertidos. Aunque los conflictos entre mineros y agricultores eran antiguos, los problemas producidos por el lavado de
los minerales se agudizaron cuando, haciéndose eco de estas
protestas, se promulgó por un Real Decreto de 1890, el “Reglamento provisional para la indemnización de los daños y perjuicios
causados a la agricultura por las industrias mineras”. Este reglamento, en lugar de establecer criterios objetivos y concretos,
dejará a la buena fe la resolución de los conflictos “que se presentan, tanto en Vizcaya como en la provincia de Santander, con
motivo de las turbias de las aguas dulces y saladas, por efecto
del lavado de minerales”.
La prueba de que la aplicación de este reglamento no llegó a
satisfacer las demandas de los dueños de las fincas próximas
136
en la cuenca minera vizcaina.
F. 13
a los lavaderos y escombreras, la tenemos en el hecho de que
el Ministerio de Agricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas tuviera que intervenir en el verano de 1900, ordenando una
inspección en Bizkaia y Santander para verificar la forma en que
se procedía al lavado de los minerales ferruginosos y a la evacuación sus lodos en los cauces públicos.
Por fin, y para acabar con los abusos en la emisión de fangos a
los ríos por parte de los mineros, también en 1900 se promulgó
el “Reglamento sobre enturbiamiento e infección de aguas públicas”. Este, en línea con el de 1890, quería evitar los perjuicios
causados, tanto a los agricultores como a los ayuntamientos, por
la privación o alteración de las aguas de servicio público. Para
ello, prohibirá a los dueños de las minas el vertido a los cauces
de las aguas turbias procedentes del lavado de minerales, especificando la obligación de devolverlas limpias a su cauce.
También preverá que en los casos de aterramiento de cauces
públicos con fangos o escombros, se obligue a los responsables
a dejarlos en las condiciones originales. Además, en el caso en
que hubiese varios responsables, les obligaba a sindicarse para
resarcir colectivamente a los propietarios del suelo y a los usuarios de las aguas, mediante la reparación de los daños y el pago
de indemnizaciones.
F. 13_ Draga Euskal Herria en
la dársena de Pobeña, en 1935
(Santamaría y Zaldibar, 2003).
137
Los lavaderos de mineral de hierro
No obstante, el propio reglamento establecerá una serie de especificaciones que harán dudar de la eficacia de lo enunciado anteriormente, ya que este dice textualmente que “cuando el sindicato minero de una región cualquiera esté constituido con sujeción a
un reglamento aprobado por la Administración, podrá autorizársele
para que vierta a los cauces públicos el agua turbia procedente del
lavado de minas, mediante las siguientes reglas […]”. En definitiva,
que en la práctica se permitía el libre vertido.
Toda esta reglamentación contará desde el principio con la oposición frontal de los empresarios mineros, ya que entorpecía la
explotación de aquellas minas cuyos minerales exigían un lavado
antes de su puesta a la venta, algo muy común desde principios
del S. XX. A tal fin intervendrán a través del Círculo Minero de
Bizkaia, que tras crear una comisión, redactará un recurso de alzada contra el Reglamento de 1900. En ese recurso argumentaban
que los gastos que generarían la limpieza de las aguas usadas
en el lavado de los minerales imposibilitarían la rentabilidad de
las explotaciones mineras “la mayoría de ellas sucumbirían sin
remisión...”; añaden además que, dado lo lluvioso del clima y lo
angosto de los valles vizcaínos, aunque se construyesen los pozos
de decantación y depósitos de fangos a que obligaba el citado
reglamento, no se podría evitar que llegasen a los cauces fluviales
aguas enlodadas.
138
Mientras tanto, y ante el incumplimiento del reglamento por parte
de los mineros, en 1901 el Gobernador Civil de Bizkaia emitirá dos
circulares por las que obligaba a suspender las operaciones de
lavado de minerales en todos los lavaderos que arrojasen aguas
sucias a los ríos y arroyos. La dureza de las circulares obedece a
las numerosas denuncias hechas por los Ayuntamientos y particulares contra los mineros por atentar contra la salubridad pública.
El recurso de alzada llegará a Madrid en el verano de 1901 y será
estudiado por una comisión que intentará armonizar el Reglamento sobre enturbiamiento e infección de aguas públicas, con los
intereses de los mineros (Villota, 1984).
En línea con el reglamento, en los primeros años del siglo XX aún
se producirán algunas denuncias exigiendo el resarcimiento de
daños provocados por el vertido de lodos. De hecho se llegarán
a efectuar labores de limpieza en los principales ríos de la cuenca
minera vizcaína, como el Cotorrio, el Granada, o la misma ría del
Nervión.
También tenemos constancia de la creación de Juntas de Lavaderos, como la de Somorrostro, que establecieron la imposición de
un canon por el depósito de residuos, cuya cuantía era proporcional a la cantidad lavada en cada instalación. Dichas juntas estarían
F. 14_ Pradera formada por la
antigua balsa de decantación de
la Luchana Mining, situada en
el Barranco del Cuadro (2003)
(BFA/DFB. I. I).
en la cuenca minera vizcaina.
compuestas por los ayuntamientos afectados y los propietarios
de los lavaderos.
minas. Esto suponía más del 5% del total de la producción minera
de Bizkaia.
Pero el progresivo deterioro de los ríos vizcaínos y cántabros por la
contaminación, nos confirma que tras estos primeros conflictos,
los mineros no volverán a tener problemas relacionados con el
asunto del lavado de los minerales, lo que nos puede dar una idea
del poder que llegaron a detentar. (González Urruela, 2001).
Si comparamos los datos de 1899 con las que nos suministraba
Julio Lazúrtegui en 1910, podemos constatar que el número de
lavaderos se duplicó en diez años, cifra que refleja cómo el lavado
de minerales se acabará convirtiendo en una de las principales
actividades mineras. Así, vemos que en ese año ya existían 43
lavaderos, con 86 trómeles y tan solo cuatro batideras. Entre todas estas instalaciones lavaban el mineral de 65 minas, con una
producción total de 910.681 Tm.
El rendimiento de los lavaderos dependerá básicamente del tamaño de las instalaciones; estas presentaban notables diferencias de
producción, que llegaban a oscilar entre las 25 y 200 Tm. diarias
de mineral, aunque la media no subía de las 50 Tm. diarias. Estos
datos nos hablan de muchas y pequeñas instalaciones de lavado,
algo que coincidía con el tipo de explotación existente en las minas vizcaínas, dispersas y de baja producción a excepción de los
cotos mineros de las Cías. Orconera y Franco - Belga.
Ya hemos indicado que el uso de los lavaderos mecánicos fue
creciendo poco a poco. Así, según datos de Echevarría y Grijelmo,
en 1899 existían en la cuenca vizcaína 17 lavaderos con 49 trómeles en total y una producción de 318.800 Tm., procedente de 27
Vemos que la producción de los lavaderos seguía sometida a grandes oscilaciones, ya que mientras unos, como los de la Orconera
en Pobeña, lavaban 200 Tm. diarias de mineral, otros no pasaban
de las 25 Tm. No obstante en general eran instalaciones pequeñas, ya que su media de producción era de 50 Tm. al día. En 1910
la situación de la minería había cambiado notablemente, ya que
aunque la ley metálica se mantenía entre el 45 y 48%, ello solo
era posible, tras someter el mineral a lavados o calcinaciones, que
llegaban a sumar como mínimo el 30% de la producción total de
Bizkaia.
F. 14
139
Los lavaderos de mineral de hierro
Dos años después de que Julio Lazúrtegui publicara estas cifras,
ya había 113 trómeles. Para 1917 el 70% de la producción total
de Bizkaia procedía de los lavaderos. Para conseguir una mayor
efectividad, el lavado de minerales fue perfeccionando sus procedimientos con la instalación de trituradoras, cribas, cintas de clasificación por tamaños, trómeles para menudos, etc. A pesar esto,
en todas las instalaciones – sobre todo en las pequeñas – se mantuvo el estrío manual, realizado mayoritariamente por mujeres.
F. 15
De todos los elementos que han intervenido en el lavado de minerales, trómeles, maseras y plantas de escogido, quizás sean
las balsas de decantación las que de una forma más clara han
intervenido en la configuración del paisaje minero. Estas han dado
lugar a un paisaje típico de praderas totalmente llanas, en claro
contraste con la naturaleza abrupta y ‘lunar’ del resto de la cuenca
minera.
Las balsas de decantación se comenzarán a construir para paliar
los problemas que causaban los vertidos de los lodos resultantes
del lavado de los minerales a arroyos, ríos, rías y marismas.
Ante la generalización de las protestas se obligará a decantar los
fangos, viéndose las compañías mineras forzadas a adquirir en las
cercanías de sus lavaderos terrenos para instalar balsas de decantación. De hecho, existe constancia de que hacia 1906 prácticamente todas las empresas sedimentaban sus lodos. El emplazamiento de las balsas será frecuentemente muy problemático, ya
que en la cuenca vizcaína, caracterizada por la existencia de valles
estrechos y laderas de gran pendiente, escaseaba el terreno llano
y estas ocuparán grandes extensiones de terreno, de ahí que muchas se harán aprovechando minas agotadas o barrancos.
140
La construcción de las balsas comenzaba con el estudio del terreno adquirido; a continuación se procedía a acumular escombros
para levantar los muros de cierre del estanque, que iban elevando
a medida que se llenaba la balsa. Su interior se solía dividir en
compartimientos para realizar la sedimentación en las condiciones
previstas. En el centro de la balsa y cerca de un arroyo, se solía
hacer una especie de chimenea por donde el agua salía limpia,
tras haberse sedimentado la arcilla. Había dos formas de realizar
la decantación: el método habitual consistía en utilizar un compartimiento diferente para cada día de trabajo, de forma que las
aguas fangosas estuviesen el mayor tiempo posible en reposo, y
F. 15_ Balsa de decantación
en la que se puede apreciar
el sistema de malecones, empleado para asentar los fangos.
Proyecto de balsa de decantación de fangos del lavadero de
Orconera en el barrio de Zaballa
(Trapagaran), en 1960 (BFA/AFB.
Agruminsa 0119/002 [038]).
F. 16_ Vista aérea de la balsa de
Orconera (Ortuella) y las instalaciones de lavado y calcinado de
la Cía. Orconera, en 1961 (Mikel
Martínez Vitores).
en la cuenca minera vizcaina.
permitiesen que las aguas devueltas a los cauces de los ríos estuviesen lo más limpias posible. La alternativa al método anterior era
usar estanques escalonados, para que los lodos fueran pasando
por distintos compartimientos, cada uno de los cuales permanecían reposando un día, para acabar saliendo limpias a través de
unas compuertas dispuestas en el último de ellos (Bacho y otros,
1999).
se procedía a la apertura de las compuertas para liberar el agua
retenida.
Las ventajas del primer método sobre el segundo eran que permitía el total aprovechamiento de la capacidad del terreno, la distribución uniforme de los sedimentos por el mismo, el reposo total
de las aguas y la supresión del personal encargado de controlar
la apertura de las compuertas, algo que en el segundo método
resultaba necesario, pese a lo cual resultaba más económico ya
que no precisaba la distribución del canal de aguas fangosas por
toda la balsa.
Con el tiempo se optará por colocar en las mismas balsas unas
torres que permitirá el control del nivel del agua; también se instalará un sistema de alcantarillado subterráneo que permitiese una
evacuación más eficaz del agua.
Ambos métodos se basaban en el hecho de que por su mayor
densidad, los fangos que iban mezclados con el agua, si les daba
el tiempo necesario, tendían a depositarse en el fondo de la balsa,
dejando limpia el agua. El vaciado de las balsas se solía producir
cada dos o tres meses. Cuando llegaba la ocasión, se avisaba a
los vecinos de las zonas situadas junto a los cauces de los ríos y
Con el fin de asegurar el cumplimiento de estas normas, periódicamente se nombraba una comisión vecinal cuya misión era inspeccionar los lavaderos de mineral y las balsas de decantación
(Pérez Goikoetxea, 2003).
A veces las balsas se construían en el mismo cauce de los ríos,
transformando radicalmente el paisaje y la orografía. El ejemplo
más claro lo tenemos en el valle del río Granada (Ortuella). Allí, en
1920, la empresa de Luis Núñez Anchústegui, que explotaba la
Escombrera de El Zarzal, utilizó la balsa de decantación de la Sdad.
Franco-Belga, situada junto a su lavadero; años después, en 1939,
la Cía. Orconera decidió construir una gran balsa en una cota un
poco más alta que de la anterior. El efecto combinado de estas
dos balsas, provocará la total invasión del cauce del río Granada y
la necesidad de soterrar su curso en la mayor parte del recorrido.
F. 16
141
Los lavaderos de mineral de hierro
Minas, balsas y lavaderos
en el anticlinal de Bizkaia.
El anticlinal de Bizkaia al que pertenecen las explotaciones mineras que estamos estudiando, se extendía longitudinalmente en
dirección NO-SE, pudiéndose encerrar en un perímetro triangular
de una superficie de 500 Km2, con unos 24 Km. de longitud por 4
a 8 de anchura.
La localización y explotación del conjunto del distrito minero de
Bizkaia, estará condicionada por el proceso geológico de formación
del mineral de hierro. La orogenia alpina al actuar sobre materiales
del Cretácico Inferior dio lugar al gran anticlinal de Miravalles cuyo
eje y discurría en paralelo y a unos 8 kilómetros al S-E de la margen
izquierda de la ría de Bilbao. Este eje fue parcialmente desmantelado por la erosión y corre en paralelo a la ría de Bilbao, por donde
afloran areniscas calcáreas y calizas. Estas últimas aparecen en los
flancos E-N y S-O en que se divide el anticlinal y forman respectivamente los criaderos de Triano - Matamos y de Galdames-Sopuerta.
En este proceso de formación geológica surgieron numerosas fallas en las que se producirá la mineralización y dando lugar a los
distintos criaderos de mineral de Bizkaia. En el caso del criadero
de Castro-Urdiales, que venía a ser una prolongación del criadero
de Bizkaia, los yacimientos aparecerán en forma de pequeños anticlinales estratificados, que seguían una dirección N–S, con cierta
inclinación hacia el E.
Estas masas formarán la base de la mineralización del criadero, que
se producirá por la acción de emisiones magmáticas hidrotermales
del final de la avenida alpina. Estas corrientes cargadas de iones
ferrosos, surgirán a través de las mencionadas fallas longitudinales
y sustituirán la caliza coralígena por carbonato de hierro. Posteriormente, este se irá transformando por oxidación en hematites parda
y roja, que se presentaban en la superficie. (Hernández, 2002).
142
El gran criadero de mineral de
Bizkaia. Minas y lavaderos.
El primer criadero explotado fue el distrito de Triano, que concentraba casi toda la actividad minera; con el boom minero del último
tercio del S. XIX este área se irá e ampliando y dará lugar a los
distritos de Triano-Matamoros, que formarán el área principal. Hacia el E surgirá el distrito de Bilbao - Ollargan y hacia el O el de
Muskiz - Cobarón; la prolongación de este distrito hacia Cantabria
formará el núcleo de Castro - Urdiales. Los últimos distritos serán
los formados por las áreas de Alonsótegi - Güeñes y Galdames –
Sopuerta - Alén, que corren tranzando una línea paralela al núcleo
principal.
en la cuenca minera vizcaina.
Los distritos mineros
de Triano y Matamoros .
El grueso de la producción minera se asentará en el área de Triano - Matamoros, con los depósitos de mineral más potentes de
Bizkaia. Este área se localizaba al O de la provincia, entre la ría del
Nervión y los ríos Cadagua y Barbadún.
F. 17
Sus cotos se concentraban en los distritos de Triano y Matamoros, donde Ibarra Hermanos y Cía. tenía la hegemonía absoluta.
Allí había registrado el mayor número de minas, que además eran
las más productivas. Entre todas destacarán las minas Conchas,
de Triano y las Orconeras y Carmenes, de Matamoros; fueron
explotadas por las compañías Orconera y Franco - Belga y en la
etapa álgida de la minería llegarán concentrar el 72% del mineral
extraído por la compañía, que supondrá el 40% de todo el mineral
de Bizkaia. A esta compañía le seguirá en nivel de producción
Chavarri Hermanos y Martínez de las Rivas, con el 20% del total
extraído.
F. 17_ Plano de situación de las
minas pertenecientes a la Cía.
Orconera Iron Ore C. L. (1964)
(BFA/AFB. Agruminsa 0141/005
[001] fragmento).
143
Los lavaderos de mineral de hierro
F. 18_ Fotografía aérea de la
masa central de Triano, en 1968.
En el borde inferior se aprecian,
de izquierda a derecha, las
instalaciones de F. Cavia y de
la Cía. Minas y Explotaciones
(FOAT. Ref. 2227/28).
El distrito de Triano estaba situado en los municipios de Ortuella
y Abanto, prolongándose hacia Muskiz. Su forma era irregular, con
unos 3 Km. de largo, por unos 1.300 m. de anchura máxima en el
extremo SE, que se irá reduciendo en su avance NO hasta unos
10 m.; su profundidad también será muy variable, ya que oscilará
entre unos metros y los 30; esto equivaldrá a unas 120 ha. Sus
yacimientos contenían grandes masas de vena y campanil, abun-
F. 18
144
dante carbonato y menos rubio. Eran muy fáciles de explotar y su
producción, que girará entre los 1,7 y 2,1 millones de Tm. anuales,
estuvo durante todo el período álgido de la minería vizcaína a la
cabeza de todos los distritos. Fue explotado de forma tan intensa
que se agotó rápidamente; así, pasó de abastecer el 75% del mercado, a cubrir tan solo la mitad a finales del S. XIX y la cuarta parte
en la segunda década del S. XX.
en la cuenca minera vizcaina.
En las minas de este criadero se produjeron las primeras demarcaciones, y en ellas se aprecia la hegemonía por parte de Ibarra Hermanos y Cía. y Chavarri Hermanos y, en menor medida, de Trinidad
Ulacia y Cirilo Mª Ustarán. Vamos a destacar las minas del distrito
que a principios del S. XX ya disponían de lavaderos de mineral:
Ibarra Hermanos y Cía., había registrado en este distrito las minas Conchas (8 pertenencias), Rubia (2 pertenencias), Bilbao, San
Benito, La Barga, Despreciada, Olvido, San Martín, Alhóndiga, Altura, San Bernabé, Cristina, N. S. Begoña, Magdalena y sus demasías, que sumadas a las que tenía en Matamoros, le convertirán
en la mayor propietaria de toda la cuenca minera vizcaína.
Para su explotación, fundará en París el 8 de mayo de 1876 la
Société Anonyme Franco Belge des Mines de Somorrostro. Esta
Sociedad se fundará para explotar las concesiones mineras que
Ibarra Hermanos y Cía. le había arrendado por 99 años y que se
encontraban en un área bastante concentrada, lo que reducirá
sus gastos al transporte y al tratamiento del mineral. Toda su producción minera sería repartida a precios preferenciales entre los
socios mediante un sistema de cupos. Con una producción que
rondará el 10% del total, la Sdad. Franco - Belga alcanzará altos
niveles de producción y productividad que reportará cuantiosos
beneficios a sus socios.
Aunque el grueso del distrito estaba formado por óxidos, a medida
que se fueron agotando, tanto estos como los rubios de calidad,
tuvieron que beneficiar las escombreras en las que se habían ido
acumulando las chirtas. De esta forma, irán surgiendo lavaderos
en la mayoría de las minas del coto, aunque sus cifras de producción serán modestas en comparación con las de Matamoros;
estas instalaciones, que siempre figuraron con el nombre de distintas sociedades concesionarias, serán las siguientes:
La mina La Pobre registrada por Lezama Legizamon; allí se ubicarán las instalaciones de lavado para el tratamiento del conjunto de
las minas Conchas (de la 2 a la 8), San Benito, La Barga (dispondrá de un lavadero aparte), Despreciada, San Martín, Alhóndiga,
Altura, San Bernabé y sus demasías, que Ibarra Hermanos y Cía.
había cedido en arriendo a la Sociedad Franco - Belga. A pesar
de que las minas que explotaba esta compañía generaban pocas
chirtas, a finales del S. XIX instalará un lavadero de mineral para
beneficiar sus numerosas escombreras. El lavadero se situará
junto al arroyo Granada, cerca de la estación de ferrocarril de Cadegal, en que la Sdad. Franco - Belga había centralizado el transporte del mineral. Ello le permitía, por un lado, proveerse de agua
para el lavado y por otro, agilizar el transporte, tanto de las tierras
mineralizadas, como del lavado y el estéril. El edificio del lavadero
tendrá tres niveles: en el superior estaban las maseras en las que
se almacenaban las tierras ferruginosas, que caían al segundo nivel en el que se encontraban dos trómeles, con sendos platos
de estrío para el lavado y posterior clasificación de la chirtas. En
el tercer nivel se habían habilitado dos depósitos en los se vertía
por separado el mineral limpio y el estéril. El primero se llevaba
a la cercana estación de Cadegal, desde donde el mineral era
transportado en el ferrocarril de la compañía hasta los cargaderos
de Réqueta (Barakaldo). El segundo se llevaba por un ramal de su
cadena flotante a las escombreras. Los lodos, producto del lavado irán por una conducción hasta una balsa de decantación que la
empresa había construido en el barranco de Granada.
En 1909, esta compañía decidirá modificar el lavadero, trasladándolo a una cota inferior, situada en terrenos de la mina San
Salvador y su demasía, próxima a la estación de Cadegal y al río
Granada. Como parte de las instalaciones, se preverá la instalación en las inmediaciones del lavadero de una balsa para decantar
los lodos resultantes del lavado de mineral. Este proyecto tendrá
que esperar hasta 1912, momento en el que se resolverá el pleito
interpuesto por Cesáreo Garay contra la sociedad por la expropiación de los terrenos de un molino en el que se iba a construir la
balsa.
El lavadero de la mina Olvido, que será uno de los primeros instalados en las minas de Ibarra Hermanos y Cía. Disponía de dos
trómeles en los que se lavaban 100 Tm. diarias de chirtas, con una
producción anual de 20.000 Tm.
145
Los lavaderos de mineral de hierro
F. 19_ Restos del lavadero de las
minas Rubias, en 1998 (Putxeta,
Muskiz) (Colección particular).
El lavadero de la mina Rubia estuvo ubicado en el barrio de Las
Carreras-Putxeta (Abanto y Ciérvana); la mina Rubia fue registrada
en 1871 por Ibarra Hermanos y Cía., quien creó para su explotación la “Comisión Explotadora de la mina Rubia”. Disponía de seis
tromeles en los que se lavaban 200 Tm. diarias de mineral, con
una producción en 1910 de 45.500 Tm. En los años cincuenta fue
arrendada a Emilio Merodio de la Torre, quien en los años sesenta
construyó un nuevo lavadero de mineral que funcionó hasta su
cierre en 1971, obligado por la crisis del sector. El lavadero fue
construido en una pendiente del terreno para dotarlo de varios
niveles; el superior disponía de una tolva de mampostería, en cuyo
frente se abría una vertedera metálica que se comunica con la
boca trasera del trómel, situado en el nivel inferior; esta vertedera
es regulable por medio de una compuerta metálica con un tornillo
sin fin; tras pasar por el trómel, el mineral lavado caía a una cinta
transportadora que lo conducía hasta un nicho de carga de mampostería, situado a unos 6 m. en la zona inferior. La parte trasera
del lavadero estaba destinada a tratar los menudos y se comunica
con el nicho de carga por medio de tres vertederas circulares. La
estructura de hormigón y la mampostería aún se haya en buen
estado de conservación.
El lavadero la mina Rubia. Para su explotación se creará la Comisión Explotadora de la mina ‘Rubia’. Disponía de seis trómeles en
los que se lavaban 200 Tm. diarias de mineral, con una producción
en 1910 de 45.500 Tm. Se siguió explotando de forma permanente hasta hace pocos años.
El lavadero de la mina Bilbao, que explotará Chavarri Hermanos,
aunque había sido demarcada por Ibarra Hermanos y Cía. Disponía
de un trómel en el que se lavaban 80 Tm. diarias de mineral, con
una producción en 1910 de 18.000 Tm.
El lavadero de la demasía San Benito. Dispondrá de un lavadero
de mineral, con dos trómeles en los que se lavaban 80 Tm. diarias
de mineral, tanto de esta mina, como de la Despreciada, con una
producción en 1910 de 13.453 Tm.
146
En la misma demasía San Benito, dispondrá de un lavadero de
mineral, con un trómel en el que se lavaban las 20 Tm. diarias de
chirtas procedentes de la mina San Benito y la demasía de La Barga, con una modesta producción, cifrada para 1910 en 936 Tm.
Chavarri Hermanos tenía registradas las minas Diana, Justa, Socorro, Aurora, San Miguel, Josefita, Pacífico y Buena Estrella. Poseía lavaderos en varias de ellas, pero su producción era inferior a
la de Ibarra Hermanos y Cía. Como en el caso anterior, los propietarios no los explotaban directamente:
El lavadero de la escombrera de la mina Diana. Disponía de un
trómel en el que se lavaban 30 Tm. diarias de chirtas, que en 1910
produjeron 7.500 Tm.
El instalado en la escombrera de la mina Justa. Disponía de un
lavadero de mineral, con un trómel en el que se lavaban 70 Tm.
diarias de chirtas, que en 1910 produjeron 5.600 Tm.
El lavadero de la mina Socorro. Disponía de un trómel en el se lavaban 40 Tm. diarias de chirtas, que en 1910 produjeron 4.000 Tm.
El instalado en la mina San Miguel. Disponía de un lavadero de mineral, con un trómel en el que se lavaban 25 Tm. diarias de chirtas,
que en 1910 produjeron 4.600 Tm.
F. 19
en la cuenca minera vizcaina.
El lavadero de la mina Josefita. Tenía un trómel en el que se lavaban 40 Tm. diarias de chirtas, que en 1910 produjeron 6.000 Tm.
El lavadero de la escombrera de la mina Josefita. Poseía dos trómeles en los que se lavaban 80 Tm. diarias de chirtas, que en 1910
produjeron 12.000 Tm.
También destacaron en este distrito varias minas, que poseían lavaderos para tratar el mineral de sus escombreras:
La mina Esperanza, estaba situada en La Florida (Abanto y Ciérvana); fue registrada en 1863 por Ibarra Hermanos y Cía., pero
estuvo compartida por Ibarra Hermanos y Cía., Cirilo Mª Ustara y
Juan Durañona hasta su venta a Genoveva de Arisqueta Arteagabeitia en 1902 que la explotó hasta su cierre en 1977; la concesión
minera caducó en 1980. En ella habían instalado un lavadero con
un trómel en el que se lavaban 30 Tm. diarias de mineral, procedente tanto de esta mina, como de la Buena Fortuna, que en 1910
produjo 6.300 Tm. Este fue sustituido en los años cincuenta por
otro, construido en varias alturas aprovechando una vertiente; en
la zona superior se localizaba una masera de hormigón, con una
tolva metálica. En la zona intermedia se situaban las cribas que, a
traves de una vertedera metálica, daba paso al trómel del lavadero
que depositaba el mineral lavado en la zona inferior, donde estaba
el nicho de carga para camiones. Aún se conservan restos de las
instalaciones.
La mina Aurora, esta situada en Las Calizas (Abanto y Ciérvana),
fue registrada en 1850 por José Chávarri, compañía que en 1966
arrendará a Altos Hornos de Vizcaya; en 1982 caducó la concesión
minera. En el barrio Fonso que conduce a La Barga, tuvo un lavadero, del que queda algún resto; fue construido en mampostería
y a tres alturas, aprovechando un desnivel del terreno; en la zona
superior y junto al lateral izquierdo se localiza un nicho de carga y
una tolva compartimentada que disponía en su frente de una vertedera para llevar las tierras ferríferas a la zona media donde estaba el tómel, que tras el lavado llevaba el mineral a la parte inferior,
donde se almacenaba a la espera de su transporte.
La mina Trinidad de la que eran copartícipes los Ibarra Hermanos
y Cía., Trinidad Ulacia y Eustaquio Olaso y que disponía de un lavadero de mineral con cuatro trómeles en los que lavaban 150 Tm.
diarias de las chirtas procedentes, tanto de esta mina como de la
San Fermín, propiedad de C. M. Ustara.
La mina San Fermín, que disponía, además del anterior, de otro
lavadero, con una producción de 40.000 Tm. en 1899, que en 1910
se reducirá a 40 Tm. diarias de mineral, lo que a lo largo del año
supusieron 10.500 Tm.
La mina Inocencia, con dos 2 pertenencias, había sido registrada
por Trinidad Ulacia. En su demasía había instalado un lavadero de
mineral, con un trómel en el que se lavaban 40 Tm. diarias de
mineral, que en 1910 produjeron 10.500 Tm. Los minerales beneficiados procedían, tanto de esta mina, como de la Magdalena, de
Ibarra Hermanos y Cía., que antes eran lavados en el lavadero de la
mina Catalina, propiedad de Chavarri Hermanos y M. Taramona.
La mina Sol, propiedad de Jesusa Bellido, disponía de un lavadero
de mineral, con un trómel en el que se lavaban 90 Tm. diarias de
mineral procedente de esta mina y su demasía, también de su
propiedad, que en 1899 produjeron 34.000 Tm.
La mina San José, propiedad de Jesusa Bellido, que disponía de
un lavadero de mineral con un trómel en el que se lavaban 40 Tm.
diarias de mineral procedente, tanto de esta mina, como de las
minas Sol (de su propiedad), Buena Estrella (compartida por Ibarra
Hnos., Ustara y Goicoechea), y Vigilante (compartida por Amézaga
y Careaga); produjo 10.500 Tm. en 1910.
La mina Catalina, propiedad de Chavarri Hermanos y Manuel Taramona. En esta mina disponían de un lavadero de mineral, con
cinco trómeles en los que lavaban 120 Tm. diarias de mineral, procedente, tanto de esta mina, como de la Magdalena, propiedad
de Ibarra Hermanos y Cía., que acabarán siendo tratados en el
lavadero de la mina Inocencia, propiedad de Trinidad Ulacia. Su
producción en 1899 fue de 34.000 Tm.
147
Los lavaderos de mineral de hierro
En el barranco del Zarzal, que separaba los montes Cadegal y Valle, existía una escombrera, asentada en terrenos del municipio de
Ortuella (barrio de La Cerrada) y de la mina Concha 3, explotada
por la Sdad. Franco - Belga. Sus escombros mineralizados procedían de las empresas mineras Chavarri Hermanos (que en esos
momentos explotaba la mina Bilbao), la Cía. Orconera (que explotaba la mina Concha 1) y la Sdad. Franco - Belga (que explotaba
el resto de las Conchas, entre otras minas). Entre los años 1914 y
1920 surgió una agria disputa entre esas compañías, ya que todas
querían quedarse con los derechos de explotación de la escombrera. El Ayuntamiento de Ortuella terminó decantándose por la
primera de las empresas. Al no aceptar las demás esta decisión,
en 1919 se llegó a un acuerdo por el que el ayuntamiento recibiría
el 30% de los beneficios de su explotación, la Sdad. Franco - Belga
el 53% y la Cía. Orconera el 17%; Chávarri Hermanos se quedará sin nada. Posteriormente el industrial Luis Núñez Anchústegui,
propietario desde 1920 de un lavadero de gran capacidad en la ladera de Cadegal, en el barrio de Granada (Ortuella), se adjudicaría
en subasta la explotación de la escombrera. Para el tratamiento
de los lodos generados por su explotación, aprovechó la balsa de
decantación que tenía la Sdad. Franco - Belga cerca de sus instalaciones (Maqueda, 1995).
148
F. 20
en la cuenca minera vizcaina.
F. 21
La mina San Severino, propiedad de Cirilo Mª Ustarán y Ricardo
Llano. Para el tratamiento del mineral de esta mina, y otras relativamente apartadas de sus instalaciones, como eran la Lejana
(de L. Ocharan) y Río Cotorrio (de Viuda de Bolinaga), instaló un
lavadero con seis trómeles en los que se lavaban 250 Tm. diarias
de chirtas, que en 1899 produjeron la importante cifra de 40.000
Tm. Los propietarios de la Lejana, acabaron instalando a principios
del S. XX un lavadero en su propia mina.
La mina Carolina que poseía Juan B. Cortés, tenía un lavadero de
mineral, con tres trómeles en los que se lavaban 90 Tm. diarias de
chirtas, que en 1899 produjeron 24.000 Tm.
La mina Confianza, propiedad de Triano Iron Ore. Tras cesar su
actividad, se fue inundando y acabó formando el llamado pozo
Gerente. Tenía un lavadero de mineral, con cuatro trómeles en
los que se lavaban 50 Tm. diarias de mineral, proveniente de esta
mina, como de la Lorenza, de Cotorrio (Muskiz).
La mina El Cerrillo, que poseía la Luchana Mining Co. Ltd. Tenía
un lavadero que disponía de cuatro trómeles en los que se lavaban 240 Tm. diarias de mineral, llegándose a tratar 16.800 Tm. en
1899, una cifra importante.
F. 20_ Lavadero de la Escombrera El Zarzal. En el momento
en que se tomó la fotografía,
estaba siendo explotado por
F. Cavia (noviembre de 1964)
(FOAT. Ref. 2227/11 fragmento).
F. 21_ Interior del lavadero de
Luis Nuñez, en 1928. Explotaba la Escombrera El Zarzal
y se encontraba en el barrio
de Granada (Ortuella) (Pérez
Goikoetxea, 2003).
149
Los lavaderos de mineral de hierro
El distrito de Matamoros se encontraba en el S-E del barranco
de Granada, en los municipios de Trapagaran, Barakaldo y Ortuella, y era una prolongación hacia el E de los Montes de Triano. La
zona era más escarpada y su veta principal, formada casi exclusivamente por rubio (llegó a aparecer carbonato en profundidad),
tenía unos 2 Km. de longitud por una anchura de 800 m. y una
profundidad de hasta 70 m.
Las minas Unión y Amistosa (o Mora), pertenecían a Martínez de
las Rivas. También disponía de lavadero de gran capacidad. En
1910, mediante seis trómeles, lavaba las 440 Tm. diarias de mineral que salía de sus dos minas; esto equivalía a 120.000 Tm. al año,
una cifra muy considerable. Las antiguas minas Unión y Parcocha
(actual pozo Unión) se utilizaron como balsa de decantación. Actualmente es uno de los ‘lagos’ de La Arboleda.
El criadero se comenzó a explotar tras el agotamiento del campanil y su crecimiento fue rapidísimo. Llegó a producir 1,7 millones
de Tm. anuales de rubio en la última década del XIX, hasta el punto
de que se acabó convirtiendo en el principal productor, aunque
nunca llegó al nivel global del yacimiento de Triano.
Las escombreras de la mina Unión fueron deslodadas en el lavadero de la mina Previsión (Larreineta). El lavadero de mineral
se construyó en los años sesenta aprovechando una vertiente del
terreno para conseguir su distribución en diferentes alturas. En la
zona superior, de paredes rectas, escalonadas y convergentes, se
situaba una masera de hormigón con una tolva por cuya vertedera
metálica se introducía el mineral en el trómel, situado en la zona
intermedia, que una vez lavado una cinta transportadora llevaba a
los depósitos ubicados en la parte inferior a la espera de su carga
en camiones. En la década de 1970, Morante, su propietario, también instalará en las proximidades del lavadero otro que utilizará el
sistema de líquidos densos –se usaba una mezcla de agua y ferrosilicio– para separar el mineral y conseguir que flotara el estéril.
Para el transporte del mineral lavado dispuso un plano inclinado
hasta Trapagarán. Aún quedan restos de ambas instalaciones.
A comienzos del S. XX, el agotamiento del rubio de calidad, obligó
a las compañías a proceder al aprovechamiento de los menudos
y escombreras, donde se alcanzaron unos niveles de producción
muy superiores a los de Triano.
En este distrito, aunque había menos concesiones, estas serán
mayores que las de Triano, ya que fueron solicitadas más tarde y
en bloque. Al igual que allí, Ibarra Hermanos y Cía. tenía demarcadas la mayoría de las minas; otras cuatro compañías poseían más
de una demarcación en Matamoros:
Las minas la Orconera (7 pertenencias), Carmen (8 pertenencias),
Precavida y Previsión pertenecían a Ibarra Hermanos y Cía., pero
eran explotadas por la Cía. Orconera Iron Ore Co. Ltd. Para tratar
los menudos de todas sus concesiones mineras, esta compañía
llegó a disponer de las instalaciones de lavado más importantes
de toda la cuenca minera vizcaína. Estaban ubicadas junto a su
estación de ferrocarril de Ortuella y en 1910 disponía de doce trómeles con una capacidad de lavado de 500 Tm. diarias y una producción de 150.000 Tm. Más adelante analizaremos los distintos
lavaderos con que llegó a contar esta compañía.
150
Las minas Parcocha, Acrisolada y Una eran propiedad de Parcocha
Iron Ore Co. Ltd. Para aprovechar las escombreras de la primera
de estas minas, en 1953 la Sociedad de Minerales y Metales, de
capital alemán (de ahí que esta mina se acabara llamando ‘de los
alemanes’), instaló en la mina Peña Mora (Trapagaran) un lavadero
mecanizado. La ley del mineral conseguido no fue la prevista y el
lavadero se cerró al poco tiempo, conservándose aún su estructura de hormigón. También aquí se utilizará el sistema de líquidos
densos; de hecho se hará en la mayoría de los lavaderos de los
años 70 (Pérez Goikoetxea, 2003).
en la cuenca minera vizcaina.
F. 22
F. 22_ Restos del lavadero de
Peña Mora (Trapagaran) en
2004. Allí se trataron las escombreras de la mina Parcocha
(Colección particular).
151
Los lavaderos de mineral de hierro
F. 23
La mina La Lejana, estaba registrada por Luis de Ocharan. Tras
haber lavado sus chirtas en la mina San Severino (propiedad de C.
M. Ustarán y R. Llano), acabará instalando un lavadero propio en
el que, mediante dos trómeles, lavaba 11 Tm. diarias de mineral,
que en la totalidad del año 1910 solo supuso 3.065 Tm. La Luchana
Mining Co. Ltd, antes de construir dos lavaderos propios, la llegó
a usar temporalmente.
La mina María, era propiedad de A. Fernández y Cía.; contaba
desde antiguo con un lavadero en el que mediante tres trómeles
trataban en 1899 las 60 Tm. diarias de mineral que salían, tanto de
su mina, como de la Vicente, lo que equivalía a 16.000 Tm. al año.
Esta cifra en 1910 se había reducido a 50 Tm. diarias y 12.500 Tm.
anuales, pero lavando solo los menudos de su propiedad y con un
solo trómel.
La mina Ventura, pertenecía a W. Clemente Cazalet; en ella, mediante un trómel, trataban 100 Tm. diarias de mineral y 20.000 Tm
en 1899, una cifra respetable para la media de la producción de
estos yacimientos modestos.
La mina Mame, fue registrada en 1891 por J. J. Agueche y otros,
pero fue explotada por la Cía. Orconera Iron Ore Co. Ltd. en régimen de arrendamiento; su concesión caducó en 1987. A finales de
la década de los 70 y principios de los 80, tanto esta mina como la
contigua Orconera 3, cesaron su actividad y tras inundarse fueron
utilizadas como balsa para abastecer de agua a los lavaderos de la
Cía. Orconera. Actualmente se han convertido en el llamado ‘pozo
Ostión’, el mayor de los ‘lagos’ de La Arboleda (Trapagaran), con
una extensión de 40.000 m2 y una profundidad de 9 m.
152
en la cuenca minera vizcaina.
En el Barranco del Cuadro había un conjunto de minas, situadas
en los límites municipales de Trapagaran con Ortuella, y Galdames
con Abanto y corren paralelamente a los criaderos de Matamoros
y Galdames, extendiéndose hacia el este por El Regato, en el municipio de Barakaldo. Estas solían ser minas pequeñas y de propiedad muy dispersa, aunque la Luchana Mining Co. Ltd, concentró el
mayor número de concesiones:
Luchana Mining Co. Ltd. destacó con luz propia en este distrito. Su propiedad estaba extendía a lo largo de la cuenca del río
Cuadro, ocupando una línea de más de 5 Km., que incluían minas
como Capela, Plácido, Pikwik, Manuela, Juliana 1ª, Juliana 2ª y
Paquita, que formaban parte del coto de Arrabal.
Esta dispersión imposibilitará la concentración del lavado en una
sola instalación; para evitar el tener que llevar sus chirtas a lavaderos ajenos, como los de las minas la Lejana o la Marta, hacia 1909
emprenderá el proyecto de construcción de dos lavaderos. Con
estas instalaciones preveía el tratamiento de 75.000 Tm. anuales
de mineral, a razón de 835 Tm. diarias. Como para lavar una tonelada de chirta (con el 30% de mineral) se precisaban 1.500 litros
de agua, era necesario el suministro de un importante caudal de
agua que la empresa pretendía elevar desde los arroyos del entorno hasta un depósito con capacidad para una jornada de trabajo
(Álvarez y Simón, 2004).
F. 23_ Plano de instalación de
un trómel para el lavado de minerales. Luchana Mining Co Ltd.
Año 1909 (BFA/AFB. Agruminsa
0421/020).
153
Los lavaderos de mineral de hierro
El lavadero constaría de dos trómeles, y otro de repuesto, movidos
por una máquina de vapor horizontal tipo Tangyes, de 12 HP. Sus
características serían las siguientes: la longitud total era de 6,75
m., (4,5 m. la parte cilíndrica y 2,25 m. la cónica); el diámetro era
de 2,25m. (5,5 m. en la boca del cono); los platos clasificadores
para el estrío eran de 3 m. de diámetro. Los trómeles giraban a 4
revoluciones por minuto y cada uno podía tratar 200 Tm. diarias de
chirta. Para la eliminación de los fangos producidos por el lavado
habían previsto la construcción, en antiguas minas, de tres balsas
de decantación (BFA/AFB. Agruminsa 0421/020).
Según datos de J. Lazúrtegui, la Luchana Mining Co. Ltd. en 1910
había instalado un lavadero para tratar las chirtas procedentes de
la mina Plácido y Aumento a Plácido. Su capacidad era de 83 Tm.
diarias y su producción anual de 24.113 Tm., cifra muy inferior a la
prevista.
También instalará otro lavadero en la mina Manuela, presumiblemente sustituyendo al que se había proyectado construir en la
mina Juliana 2ª. Con el fin de conseguir agua abundante, lo situará
en la vertiente del barranco de El Cuadro que da al pantano de
Loyola, cerca del barrio La Lejana. En él, mediante dos trómeles,
llegará a tratar 5 Tm. diarias de mineral; su producción en 1910
será de 1.526 Tm., una cifra muy modesta.
154
En 1829, la Luchana Mining Co. Ltd. firmará un contrato con Antonio López, para utilizar conjuntamente un lavadero de propiedad
de este último, situado en la mina Javier. Para su funcionamiento
disponía, por concesión, de 100 litros de agua por minuto que obtenía de varios arroyos del nacimiento del río Cotorrio, situados
en la mina San Mateo. Para aumentar su producción sustituirá las
dos cribas giratorias de que disponía por un trómel de una capacidad de lavado de 30 a 40 Tm. por día (BFA/AFB. Agruminsa
0421/020).
Otras minas que destacaron por poseer instalaciones de lavado
en este distrito fueron:
La mina Marta, propiedad de T. Otaduy. Fue en ella donde en 1891
se hicieron los primeros ensayos de lavado de mineral. Tenía un
lavadero para el tratamiento, tanto de sus chirtas, como las de de
la mina Capela, perteneciente a la Luchana Mining Co. Ltd. Disponía de seis trómeles y trataba 480 Tm. diarias; en 1899 produjo
24.000 Tm.
La mina Casualidad tenía en 1910 instalado a nombre de Ramón
Torres Vildósola, un lavadero en el que mediante un trómel beneficiaba 40 Tm. diarias de mineral, que en la totalidad del año
suponían 12.400 Tm.
en la cuenca minera vizcaina.
Los lavaderos y balsas
de decantación de la Cía.
Orconera Iron Ore.
Vamos a dedicar este apartado al estudio de las instalaciones de
lavado de la Cía. Orconera Iron Ore Co. Ltd., ya que además de ser
la empresa minera más importante de todo el anticlinal de Bizkaia,
fue la que dispuso de los lavaderos de mineral de mayor capacidad. Ello fue así, tanto por su enorme producción, como por que el
mineral que salía de sus minas era mayoritariamente rubio, cuyas
chirtas precisaban de un tratamiento en instalaciones de lavado.
F. 24
Aunque esta compañía apenas tenía propiedades, los arrendamientos de las minas de Ibarra Hermanos y Cía. le permitieron
disponer para su explotación de uno de los mejores cotos mineros de Bizkaia. Este arrendamiento se estableció en el convenio
celebrado en Bilbao el 1 de julio de 1873 entre Ibarra Hermanos
y Compañía y la sociedad Orconera Iron Ore Company Limited,
constituida en Londres en el mismo año.
El acuerdo de arrendamiento incluía dos contratos que formarán
la base de la explotación de la compañía. Por un lado se firmará un
contrato de arriendo de minas por el que se facultaba a la Orconera a explotar, en régimen de arrendamiento por 99 años, parte
del coto que Ibarra Hermanos y Cía. tenía en Matamoros y Triano;
este incluía las minas Orconera (7 pertenencias), Carmen (8 pertenencias), Concha 1, Previsión, Magdalena, y César (la mitad). De
otros propietarios, explotará las minas Mame, Precavida y Elvira.
La renta a percibir por Ibarra Hermanos y Cía., propietaria de las
minas, sería un tanto por tonelada de mineral extraído, por lo que
sus beneficios dependían de la buena marcha de la explotación.
Por otra parte se firmará un contrato de ferrocarriles que facultará
a la Cía. Orconera Iron Ore Co. Ltd. a explotar la concesión del
ferrocarril de la Orconera, obtenida por Ibarra Hermanos y Cía. en
1872 y que en esa fecha aun estaba por construir. Este, junto con
sus infraestructuras de planos inclinados, cargaderos, etc., resultará imprescindible para la explotación del coto de Matamoros.
F. 24_ Esquema del lavadero de
Campomar (Pobeña, Muskiz)
realizado por José Balzola, ingeniero de la Cía. Orconera, en
1928 (Balzola, 1928).
155
Los lavaderos de mineral de hierro
F. 25_ Restos de lavadero de
Campomar, perteneciente a
la Cía. Orconera en (Pobeña,
Muskiz) (Bargos, 2003).
F. 26_ Vista general de la planta
de lavado de la Cía. Orconera,
situado en el barrio de Orconera
(Ortuella), en 1943 (ACMMG).
El mineral obtenido de las minas sería vendido en forma de cupos
a los socios fundadores a un precio preferencial; lo que excediese
del cupo se comercializaría a precios de mercado. La Orconera,
con 27,5 millones de Tm., el 21% del total del mineral extraído en
Bizkaia, fue la empresa de la cuenca que contó con los mayores
índices de producción y productividad. En 1879 llegó a concentrar
1/3 de la producción, cifra que fue bajando paulatinamente a partir
de 1896, hasta mantenerse entre el 15 y el 20% del total, descenso compensado con la explotación de las minas arrendadas a José
Mac Lennan en el coto de Carbarga (Cantabria).
F. 25
Ya habíamos visto que la Cía. Orconera Iron Ore disponía de un lavadero de mineral situado en la estación intermedia del ferrocarril
del barranco de Granada (Ortuella). Lo había situado allí para facilitar el transporte del mineral desde sus distintas explotaciones
hasta los lavaderos y trasladarlos, una vez lavados, hasta los cargaderos que tenía en Lutxana (Barakaldo). En el cuadro publicado
por Julio Lazúrtegui sobre los lavaderos de 1910, podemos ver
que disponía de doce trómeles, con una producción diaria de 500
Tm. y un total anual de 150.000 Tm. de mineral lavado, la mayor
de toda la cuenca.
F. 26
Pero la Cía. Orconera llegó a tener una cantidad tan grande de
menudos y chirtas en las escombreras de su coto de Matamoros,
que este lavadero acabó resultado insuficiente, por no disponer
ni del agua necesaria para el lavado, ni de balsa de decantación
capaz de eliminar sus vertidos.
Además, al escasear también el agua para los tratamientos industriales, los conflictos de competencia con las empresas siderúrgicas fueron permanentes. Estas fábricas necesitaban grandes
cantidades de agua para la elaboración del acero e hicieron presión para acaparar el suelo y el agua de algunos cauces fluviales e
instalar allí embalses.
156
La Cía. Orconera, como primera solución estudió la posibilidad de
llevar hasta las minas el agua del mar y devolver allí los fangos,
pero ello complicaba tanto el transporte que optó por construir en
1913 un gran lavadero en la ría de Somorrostro, en Campomar,
cerca de Pobeña (Muskiz). Para el transporte del mineral hasta la
planta de lavado, montó un tranvía aéreo ejemplar, que fue considerado en su tiempo el más importante de Europa, tanto por su
perfección técnica como por su gigantismo. Era un tranvía doble,
en la cuenca minera vizcaina.
F. 27_ Proyecto de Modificación
de las instalaciones del lavadero de minerales en el barrio
de Orconera, entre 1963 y 1965
(BFA/AFB. Agruminsa 0120/005
fragmento).
modelo Bleichert de 8.066 m., de longitud, que llevaba el mineral
desde la mina Carmen VII de La Arboleda (Trapagaran), pasando
por la campa de Triano, hasta unas maseras de una capacidad de
3.000 Tm., situados en Campomar (Pobeña), junto a los lavaderos.
El lavadero tenía unas dimensiones de 50 m. x 10 m. y estaba
hecho de mampostería, con recercos de ladrillo enfoscado en los
vanos y accesos y con dos contrafuertes en el interior para reforzar los muros de carga; la fachada delantera tenía nueve vanos de
arco rebajado y dos adinteladas, todos ellos de diferentes dimensiones; la cubierta del edificio era a dos aguas; en el lateral izquierdo tenía un túnel de carga, de arco rebajado que desembocaba en
la masera adyacente, en la que había tres grandes bocas de arco
rebajado, con sendas cribas para seleccionar el mineral según su
tamaño, y dos rampas inferiores en cada boca que permiten llevar
el mineral hasta los seis trómeles situados en el interior del edificio. Todo el conjunto estaba rodeado por un muro de mampostería
de 2 m. de altura que aún se conserva, junto con las ruinas del
F. 27
lavadero que acogía los seis trómeles, el almacén, las oficinas y la
vivienda del listero.
Estas instalaciones podían servir de modelo de las que poseían
las grandes empresas. En ellas se podían lavar unas 180.000 toneladas al año de mineral, la mayor capacidad de Bizkaia; la ley
metálica del mineral lavado, giraba en torno al 40%.
El lavadero estaba basado en el sistema de trómeles, modelo
Humbodt. El agua para las operaciones de lavado de las chirtas, se
eleva desde el río Barbadún, ya en su desembocadura al mar. El
proceso del lavado era como sigue: las vagonetas que llegaban en
el tranvía aéreo, se descargan en una masera en la que las chirtas,
mediante 6 mangueras de agua eran empujadas hacia los trómeles. Estos estaban organizados en 3 grupos de cuatro cilindros de
5,25 m. de largo por 2,21 m. de diámetro y una parte cónica en el
extremo de salida, con una boca de 0.60 m. En la parte cilíndrica
del trómel, paralelo a sus generatrices había 10 angulares que
permitían desenlodar el mineral. Tanto en la parte central como al
final de la boca había una espiral perforada que iba empujando el
mineral hacia la salida del aparato.
Una máquina de vapor permitía que los trómeles giraran de 7,5 a
8 revoluciones por minuto. Esta energía era transmitida mediante
un eje, accionado por una transmisión de cables, que discurría
en paralelo sobre cada dos trómeles. En la parte inferior, este eje
accionaba mediante correas, un juego de ruedas dentadas, de
las que una servía de piñón a una corona dentada que envolvía
al trómel. Cada trómel se apoyaba en cuatro rodillos que giraban
sobre dos carriles circulares y que hacían que la posición del eje
fuese horizontal.
Los menudos salían por la boca de los trómeles hacia unas cintas
transportadoras en las que se procedía a un último estrío manual.
El proceso, cuando convenía, se completaba con un nuevo lavado
en una batidera y dos pequeños trómeles para los menudos.
Los fangos y aterramientos producto del lavado se escupían por la
boca de entrada y eran llevados por un canal subterráneo hasta la
zona del Aspra, desde donde eran vertidos directamente al mar.
El mineral lavado se almacenaba en unos pequeños depósitos de
500 Tm. desde donde se volvía a cargar en el tranvía aéreo que
157
Los lavaderos de mineral de hierro
F. 28_ Restos del lavadero que la
Cía. Orconera tenía en el barrio
de la Orconera (Ortuella), en
1989 (Colección particular).
F. 29
F. 29_ Plano general de las
balsas de Triano. En rojo aparece la proyectada en Zaballa
(Trapagaran), en 1964 (BFA/AFB.
Agruminsa 0119/002 [048]).
lo llevaba por una derivación, hasta otros depósitos de 3.500 Tm.,
situados sobre la estación de Gallarta (Putxeta); de aquí partía un
ramal secundario del ferrocarril de la Cía. Orconera, que llevaba
mineral hasta los cargaderos de Lutxana (Barakaldo).
Los elevados costes de transporte que conllevaba la ubicación
del lavadero en Campomar, obligarán a la Cía. Orconera a sustituirlo en 1942 por otro que construirá en la mina Previsión, en el
barrio de Orconera (Ortuella), junto a su batería de hornos de
calcinación.
El mineral, que había sido previamente triturado en machacadoras
instaladas en las propias minas de Matamoros, era transportado
por el Plano General hasta la masera del lavadero, desde la que
pasaba a cuatro trómeles donde se efectúa el desenlodado mediante inyecciones de agua.
158
El mineral lavado en los trómeles era vertido a una cinta lenta de
estrío, desde donde iba al depósito general, en el que una cinta
transportadora lo depositaba en el ferrocarril de la compañía, que
lo llevaba hasta los cargaderos de Lutxana (Barakaldo) para su embarque. Su capacidad de producción era de 80.000 Tm. al año.
Con el fin de mejorar, el rendimiento y la ley del mineral lavado,
así como la productividad del personal, José Balzola Menchaca,
ingeniero-director de la Orconera Iron Ore C.L. proyectó en 1963
la modificación de las instalaciones del lavadero de Orconera,
instalando ciclones, cribas y variando el sistema de estrío.
Para aumentar el desenlodado preveía la instalación de un nuevo trómel semejante a los ya instalados, hasta el que el mineral
llegaría por un sistema de cintas. Una vez lavado, este pasaría a
otra cinta que, sustituyendo a las cintas de estrío, recorría todos
los trómeles recogiendo el mineral lavado y depositándolo en una
criba vibratoria de bandejas, encargada de separarlo en tres tamaños.
en la cuenca minera vizcaina.
El mineral del primer tamaño, de 10 mm., sería tratado en una
criba hidráulica y depositado en un depósito desde el que volvería la criba, por medio de otra cinta transportadora. El mineral
rechazado por la criba iría a otro depósito del que una nueva cinta
lo mandaría a un molino de bolas, y de ahí iría a una criba hidráulica y de ella a un clasificador “Dorr”. El mineral, ya concentrado,
se almacenaría en un depósito de mineral lavado. Para aprovechar aún mejor los menudos del “Dorr”, se ampliaría el lavado
con un sistema de espirales o flotación. El mineral del segundo
tamaño, de entre 10,25 y 25 mm., iría directamente de la criba
al depósito de lavado. El mineral del tercer tamaño, de 25 mm.,
sería depositado por otra cinta en una zaranda que lo clasificaría
en cuatro tamaños y sometería a un estrío en una cinta pequeña
con alimentación regulada, mucho más eficaz que las de estrío
convencional. El producto resultante caería en una última cinta
que lo llevaría al depósito general. Los estériles, separados con
el estrío, caerían por gravedad en unos depósitos, desde los que
irían en vagones hasta las escombreras. (BFA/AFB. Agruminsa
0120/005).
Los fangos generados por el lavadero de Orconera (Ortuella),
eran depositados desde 1942 en la balsa de decantación de
Orconera, situada en ese barrio de Cadegal (Ortuella). Sin embargo, en 1960 estaba prácticamente llena y solo era posible su
utilización recurriendo al bombeo del agua. Para sustituirla, la Cía.
Orconera se planteará la construcción una nueva balsa en unos
terrenos que esta tenía en el kilómetro 7 de su ferrocarril, en el
barranco “Los Canales” del barrio de Zaballa (Trapagaran).
La capacidad total de la balsa sería de 2.132.584 m3 y los fangos
llegarían desde el lavadero a través de un canal de 2.300 m. de
longitud, que seguiría la vía del ferrocarril de Orconera.
La balsa se construiría con malecones de tierra y arena, con una
pendiente del 39%. La primera contención, la formaría un malecón con un terraplén de 8 m. de alto, sobre el que se dispondrían
los demás, que estarían hechos con arena y separados de los
fangos con ciclones. El agua, una vez clarificada, se expulsaría
por unas compuertas e irían a parar al arroyo “Camporrío”; donde
se uniría al que bajaba de los lavaderos de Peña Mora (de la mina
Parcocha) y Barrionuevo (de la mina Previsión), y desembocarían
juntas en el arroyo de Granada, en Trapagaran.
F. 28
159
Los lavaderos de mineral de hierro
La cantidad de lodos a verter en la balsa sería 500 m3 en 8 horas
de jornada (17 litros por segundo), es decir la misma que iba a la
balsa de Orconera; sus aguas, una vez limpias, iban al arroyo Granada, en Ortuella. El retraso de un año en el llenado de la balsa de
Orconera y la demora de las obras por un conflicto judicial contra
la expropiación de los terrenos en que se estaba construyendo la
balsa, harán que la aprobación de las obras no se produzca hasta
abril de 1965 (BFA/AFB. Agruminsa 0119/002)
F. 30
Por aquel entonces, ya se había producido la rotura de la balsa
de Orconera; este accidente obligará a la Cía. Orconera a reducir
al mínimo la producción del lavadero y tratar el mineral beneficiable en el lavadero de Matamoros, que estaba a punto de ser
inaugurado. Esto hará innecesaria la puesta en práctica de las modificaciones llevadas a cabo, por lo que la compañía decidirá su
suspensión.
El dique de la balsa de decantación de Orconera reventó en octubre de 1964, provocando una avenida de lodos que arrasó todo lo
que encontró su paso, incluida la balsa de la Sdad. Franco - Belga,
que se encontraba debajo de ella, lo que multiplicó aún más sus
devastadores efectos.
F. 31
F. 30_ Balsa de decantación
de Orconera, tras la rotura. La
avalancha de lodos reventó a su
vez la balsa de la Sdad. FrancoBelga, anegando sus instalaciones y el barrio de Granada
(noviembre de 1964) (FOAT. Ref.
2227/08).
160
F. 31_ Proyecto de balsa provisional de Orconera, situado en
la mina Pobre (octubre de 1964)
(BFA/AFB. Agruminsa 0122/002).
en la cuenca minera vizcaina.
“El Correo Español- El Pueblo Vasco” recogía así la noticia:
“Seis personas resultaron muertas y tres heridas el domingo por
la mañana en Ortuella, al abrirse una brecha de unos cincuenta metros de anchura en la balsa superior destinada al lavadero
de mineral en la empresa “Orconera”, y fluir de ella, de manera
vertiginosa, una gran masa de agua y lodo, que se precipitó con
violencia sobre una pendiente de 100 m. de altura. […]
La zona de la catástrofe ofrece un aspecto desolador. Un área
de 2 km. se encuentra cubierta por el lodo. En algunas zonas, la
altura de barro llega a 5 m. Al descender la gran ola de lodo tuvo
que saltar grandes precipicios. Al caer sobre ellos, el agua botó
a varios metros […]
Según el Director General de Minas, D. Joaquín Targheta, la
causa del siniestro tuvo que ver con una situación climatológica
anormal. Durante el verano se había producido una gran sequía y
como consecuencia se produjeron corrimientos de tierra y grietas en los muros de arcilla. Después, al mojarse repentinamente
por las lluvias de los días anteriores al siniestro, el agua ha penetrado en las grietas sin humedecer originando el hundimiento”.
… pero no se habían tomado medidas para solucionarlo, a pesar
de que en los días previos al accidente ya se habían producido
corrimientos de tierra en la balsa. En el juicio que se celebró a
raíz del accidente, fueron inculpados varios miembros de la Dirección de la Cía. Orconera, empresa que tuvo que indemnizar
a los distintos afectados por el accidente, sobre todo a la Sdad.
Franco - Belga, cuya balsa de decantación resultó severamente
dañada por la rotura de la anterior.
Para sustituir la balsa de decantación rota, la Cía. Orconera proyectó en el mismo mes de octubre de 1964, la construcción en
los terrenos de la mina Pobre (Ortuella), de una balsa provisional de decantación de fangos, que le permitiera seguir utilizando
el lavadero de Orconera, mientras se terminaba la balsa de Zaballa (Trapagaran), cuyas obras estaban paralizadas por el pleito
judicial. La Jefatura de Minas para normalizar los trabajos de los
lavaderos de la Cía. Orconera y la mina Escombrera del Zarzal (F.
Cavia, su propietario, utilizaba la balsa de la Sdad. Franco-Belga
para decantar sus fangos), paralizados por la rotura de los diques de las balsas de decantación, aprueba este proyecto, tras
imponer ciertas medidas de seguridad (BFA/AFB. Agruminsa
0122/002).
161
Los lavaderos de mineral de hierro
José Balzola, ingeniero-director de la Orconera Iron Ore C.L., en
abril de 1964, con el fin de reducir su plantilla de personal, había
procedido a la mecanización de sus explotaciones de La Arboleda
y la construcción de un nuevo lavadero en Matamoros.
F. 32
Tras estudios realizados, vieron que con la plantilla que tenían el
rendimiento del distrito minero de Matamoros no superaba las 4
Tm. de mineral lavado por jornal, frente a las 14 Tm. de otras explotaciones similares, lo que obligaba a realizar una reducción de personal. Las inversiones que tendrán que realizar se centrarían en la
mecanización del arranque y cargue, la construcción del lavadero y
la reubicación de la nueva cabecera del Plano General; con la introducción de estos medios mecánicos, también pretendían reducir
el índice de peligrosidad de las labores de extracción y cargue.
Para mecanizar el arranque y la carga del mineral adquirirán dos
excavadoras, una pala cargadora y tres autovolquetes, que sustituirán parcialmente el transporte por ferrocarril. El funcionamiento
al 50% del nuevo lavadero (en cinco meses se podría llegar al
100%) en su nueva ubicación, ya había permitido suprimir los dos
planos inclinados que abastecían al antiguo lavadero de La Arboleda y reducir los gastos de trasporte.
El nuevo lavadero estaría equipado con un dispositivo de maseraartesa de desenlodado previo y un sistema de arrastre por rastrillo mecánico que permitía la introducción del mineral de tamaño
grueso para su trituración en la planta de marchaqueo, formada
por un alimentador mecánico de cadenas y una marchadora de
mandíbulas. Esto reducirá el número de barrenadores en canteras
y mecanizará el cargue.
F. 32_ Plano de conjunto del
proyecto de ampliación del
lavadero de Matamoros (Julio
de 1971) (BFA/AFB. Agruminsa
0871/001 [114]).
162
F. 33_ Plano de 1968 con la
situación de la futura balsa de
fangos de la Cía. Orconera en
la mina Previsión (Matamoros),
realizado sobre un plano de
noviembre de 1959 (BFA/AFB.
Agruminsa 0128/001 [007]).
F. 33
en la cuenca minera vizcaina.
Tras el desenlodado final en el trómel, se procedería al estrío, que
será mejorado con la instalación de una criba de clasificación de
mineral, una cinta de estrío estrecha y unas tolvas de recogida
adecuadas, que permitiría reducir el número de estriadores.
El tamaño menor de 10 mm., iría mezclado con los fangos y sería
separado en la cribas Yubas del lavadero de finos de Orconera (Ortuella). Con el tamaño intermedio entre 10 y 30 mm., cabrían dos
posibilidades: retriturar el mineral hasta un tamaño inferior a 10
mm y tratarlo en el lavadero de finos de Orconera, o sino - era lo
más económico - pasarlo por cribas que solo permitiesen el paso
de ese tamaño.
Uno de los efectos negativos de la mecanización del cargue sería
que el mineral fino obtenido iría mezclado con carbonato, pero ese
inconveniente se podría subsanar si se trataran todos los finos en
la planta de sinterización de AHV (Sestao). El transporte hasta la
escombrera del estéril resultante del estrío, también se mecanizará mediante cintas transportadoras. Por último, el mineral lavado
se llevará por cinta transportadora hasta la cabeza del Plano General, que se ha desplazado para reducir las maniobras y, por tanto,
la plantilla de trabajadores.
En conclusión, la mecanización del laboreo y las modificaciones introducidas en el lavadero, supondrán una reducción de 73 trabajadores, que afectarán tanto al personal de arranque y cargue, como
al administrativo y del taller de reparaciones, ya que al reducirse
el transporte por ferrocarril, todas las reparaciones de las locomotoras y vagones se efectuarían en el taller de Lutxana (Barakaldo)
(BFA/AFB. Agruminsa 0877/005).
En julio 1.971 en el lavadero de Matamoros, de la antigua empresa Cía. Orconera Iron Ore Co. Ltd., en esos momentos integrada
en Agrupación Minera, S.A. (Agruminsa), se procederá a una ampliación de las unidades de trituración y lavado, utilizando para
ello la maquinaria procedente de las instalaciones que la empresa
tenía en el lavadero de Orconera (Ortuella).
La primera parte de la ampliación consistiría en la instalación de
un trómel, tipo Santander, reconstruido con material ya existente,
que se alinearía con los actuales. Se alimentaría, como el resto,
por medio del rastrillo mecánico, aunque habría que adaptar la tolva de alimentación y las bases de los trómeles.
163
Los lavaderos de mineral de hierro
En segundo lugar, habría que crear un nuevo circuito de trituración
del mineral de mayor tamaño. Este iría arrastrado por el rastrillo
mecánico hasta las parrillas de las tolvas de los trómeles, o directamente por un alimentador de cadenas a una machacadora de
mandíbulas de simple efecto, desde donde pasaría a dos trómeles, tipo Orconera, para ser sometido al lavado. El producto lavado
en este circuito se uniría al lavado en el primero por medio de dos
cintas transportadoras.
F. 34
La tercera ampliación obedecería a la adaptación a las necesidades de las empresas siderúrgicas; estas demandaban un mineral
más limpio, de un tamaño inferior a 50 mm. y clasificado en dos
granulometrías; para conseguir estos objetivos se instalaría una
nueva criba con ducha de agua, trabajando en circuito cerrado con
una trituradora secundaria, por medio de una cinta transportadora. Para ello se podría aprovechar una machacadora de mandíbulas, que hasta ahora funcionaba como trituradora primaria en el
lavadero de Matamoros y una criba vibratoria, perteneciente a la
empresa.
Con la ampliación del número de trómeles, habría que instalar
otros cuatro clasificadores mecánicos, tipo ‘Dorr’, que se traerían
de las instalaciones que tenía la empresa en Santander. También
habría que cambiar la ubicación de las cintas de estrío; a pesar de
todos estos cambios, solo habría que ampliar la plantilla de personal en un operario.
En diciembre de 1964, dos meses después de la rotura de la balsa
de Orconera (Ortuella), para poder eliminar los fangos procedentes del lavadero de Orconera, la empresa presenta un nuevo proyecto. Este contempla la creación de una balsa que se situará en
los terrenos de la mina Carmen 8, en Triano, cerca del lavadero
que había proyectado en abril del mismo año; este funcionaba parcialmente y estaba previsto que también decantase sus lodos en
esa balsa. Estuvo en servicio hasta la puesta en marcha de la balsa
de la mina Previsión (BFA/AFB. Agruminsa 0871/001).
Años más tarde, en enero de 1968, José Ramón Merino, ingeniero de la Cía. Orconera presentará un proyecto para mejorar los
dispositivos de decantación de lodos del lavadero de Orconera.
164
Esto lo realizará por indicación de la Jefatura de Minas y será debido a que se habían detectado vertidos de lodos, procedentes de
F. 35
en la cuenca minera vizcaina.
la balsa construida provisionalmente en sustitución de la que reventó en octubre de 1964; se había construido cerca del lavadero
de Orconera, en el nivel 170 de la mina Previsión, en el barrio de
Matamoros (Trapagaran) y en el momento del informe, su capacidad era de 55 días y debía ser sustituida por otra que se estaba
construyendo un poco más abajo, en el nivel 160 del barrio de Orconera, con capacidad suficiente como para decantar los fangos
procedentes del lavadero de Orconera hasta el agotamiento de su
producción. (BFA/AFB. Agruminsa 0128/001)
Tras la realización de una serie de ensayos tendentes a mejorar la
ley metálica y las condiciones mecánicas del mineral de hierro que
llegaba a su factoría, Altos Hornos de Vizcaya construirá en 1953 la
primera planta de sinterizado (G-1), que necesitaba la calcinación
previa de los carbonatos de hierro. La segunda (G-2), la construirá
a finales de los 60, con el horno alto nº 2 o Mariángeles, y también
necesitaba que los carbonatos estuviesen calcinados. La tercera
planta (G-3) data de 1976; su instalación se debió a que en 1973,
Agruminsa para evitar los grandes gastos de combustible y los
problemas de contaminación, etc. que suponía la calcinación del
carbonato, decidirá sustituir el proceso de calcinación, molienda
y sinterización por el de sinterización directa del carbonato. Para
llevar a cabo este nuevo proceso, instalará una Planta de Concentración y un nuevo sinter. Desde entonces no hará falta calcinar el
carbonato en hornos de calcinación.
F. 34_ Plano de la balsa de decantación de fangos de la Cía.
Orconera en la mina Carmen 8,
de Triano (Ortuella). Diciembre
de 1964 (BFA/AFB. Agruminsa
0871/001 [083]).
F. 35_ Plano de la balsa de fangos en mina Previsión. Enero
de 1968 (Im. 3.25) (BFA/AFB.
Agruminsa 0128/001 [006]).
Agruminsa 0128/001 [007]).
165
Los lavaderos de mineral de hierro
Poco antes, en 1970 AHV había creado la empresa la Agrupación
Minera SA (Agruminsa); será el resultado de la fusión de las compañías Cía. Orconera Iron Ore Co. Ltd, la Compañía Minera de
Dícido, S. A y The Alquife Mines Railway; su finalidad será explotar,
hasta su agotamiento definitivo, las minas que aún se mantenían
productivas en Bodovalle, Matamoros y Dícido.
F. 36
Será la empresa Agruminsa quien en 1975 construya, en Bodovalle (Gallarta), la Planta de Concentración. Su finalidad sería la
de aumentar la ley metálica de hierro por procedimientos físicomecánicos, antes de que pasara a la planta de sinterización de
AHV (este proceso también se acabará realizando en Bodovalle).
Esas instalaciones estaban diseñadas para tratar 1,5 millones de
Tm. de mineral al año, pero llegarían a alcanzar los 2,2 millones. La
plantilla la compondrán 70 personas.
Allí también se pondrán en marcha diversos métodos para tratar
de minimizar el contenido de los famosos “álcalis” en el mineral,
que tanto perjudicaba a la marcha del horno alto (el mineral con estas características se pegaba a las paredes del horno, reduciendo
su volumen y arruinando el refractario interior).
Para asegurar el suministro de los 100 m3 de agua que necesitaba
la planta para su funcionamiento, la empresa decidió aprovechar
los embalses de Mame y El Escorial que abastecían de agua el
lavadero de Matamoros (La Arboleda). El traslado se realizará por
una tubería compuesta de tres tramos: del embalse de la mina
Mame (Trapagaran) al de El Escorial (Ortuella). De El Escorial a la
mina La Barga (pozo San Benito de Abanto) y de la mina La Barga
a la mina Concha 5 (Planta de Agruminsa de Gallarta). (BFA/AFB.
Agruminsa 0877/005)
166
F. 37
en la cuenca minera vizcaina.
El proceso de concentración pasaba por tres fases: En la primera
se sometía el mineral – básicamente carbonato – a una trituración,
que lo reducía a diámetros inferiores a 40 mm. A continuación se
clasificaba por tamaños: El tamaño de 40-17 mm. de diámetro se
concentraba en tambores de medios densos en los que, por gravedad, separa la materia estéril y los carbonatos. El tamaño menor
de 17 mm. no podía ser separado por gravedad, por lo que se utilizaban ciclones verticales que por medio de torbellinos separaban
el estéril del carbonato. Por último, el carbonato ya concentrado
era sometido a una tercera trituración que lo reducía a tamaños de
8 mm. y pasaba a la Planta de Sinterización de AHV.
El sinter es un producto duro y poroso que se emplea en el horno
alto; es la materia prima con la que se carga el horno alto para
producir el arrabio. Es una mezcla de minerales finos de hierro con
combustible sólido rico en carbono (coque) y aditivos finos que
aportan fundamentalmente cal y magnesita. El procedimiento de
la sinterización, consistía en la fusión parcial de la mezcla anterior
para que formasen aglomerados de una ley metálica del 57% de
hierro y con una consistencia y permeabilidad tales que permitiesen su utilización en el horno alto (García Tonda, 2002).
F. 38
F. 36_ Pozo Ostión, formado por
la antigua mina Mame inundada. La Arboleda (Trapagaran) en
2003. De aquí partirá parte del
agua necesaria para abastecer
la Planta de Bodovalle (Archivo
de Agustín Sagasti).
F. 37_ Plano de las Instalaciones
de la Planta de Concentración
de Agruminsa. Coto de Bodovalle. Instalaciones en el exterior.
Febrero de 1966 (Colección
particular).
F. 38_ Instalaciones de la Planta
de Concentración de Agruminsa. Febrero de 1976 (FOAT. Ref.
6793/145).
167
Los lavaderos de mineral de hierro
Los distritos mineros
de Ollargan - Bilbao.
El distrito de Ollargan - Bilbao se encontraba al E del foco de
Triano - Matamoros y ocupaba los municipios de Arrigorriaga, Basauri y Bilbao. Su nivel de producción fue muy inferior al anterior,
pero en el S. XX llegó a convertirse en el segundo yacimiento de
Bizkaia en importancia.
En este criadero destacaba el coto de Ollargan que fue el primero
en ser explotado. En él abundaba el rubio y carbonato, para cuyo
tratamiento disponía de instalaciones de lavado y calcinación. A
continuación destacaremos algunas de las minas en las que existieron lavaderos de mineral:
Las minas San Francisco y San Francisco Segunda, San Esteban,
Ricardo y Carmen, pertenecían a la empresa Coto Minero de Ollargan. La compañía disponía en 1903 de unas completas instalaciones para el lavado de sus chirtas: un lavadero, situado en la mina
Carmen, una balsa de decantación de 41.720,5 m3, escombreras,
chirteras, etc.
Las minas Felicidad, Aurora y San Pedro, propiedad de la Sociedad
Santa Ana de Bolueta. Disponía de un lavadero de mineral, situado
en la mina San Pedro, donde lavaban 200 Tm. diarias de chirtas en
un solo trómel.
La mina San Prudencio, propiedad de Pascual Sagarduy, que tenía
un lavadero de mineral con un trómel en el que trataba 20 Tm. diarias de chirtas. Su producción anual en 1910 era de 2.500 Tm.
La mina Diana, registrada por los Lezama Leguizamón S.A.; lavaba
sus chirtas en el lavadero de la mina Segunda.
La mina Segunda, propiedad de Pedro P. de Gandarias y, tras su
muerte, de la Sociedad ‘Vda. e hijos de D. Pedro P. de Gandarias’;
sus chirtas eran tratadas en un lavadero que contaba a finales del
S. XIX con 3 trómeles, donde también acabó tratando el mineral de las minas Diana, Esperanza, San Francisco y San Francisco
Segunda. Para 1910, este lavadero había sido ampliado con 3 tró-
F. 39
F. 39_ Plano de labores del Coto
Minero de Ollargan. En él se
pueden apreciar las instalaciones de lavado y decantación de
las minas del coto (1903) (FOAT.
Ref. 2584/013).
168
F. 40_ Restos del lavadero y
horno de calcinación, situados
en la mina San Luis (Bilbao), en
1989 (Colección particular).
en la cuenca minera vizcaina.
meles más, con los que trataban 400 Tm. diarias de tierras ferruginosas, lo que suponía 120.000 Tm. anuales, cifra solo superada
por la Cía. Orconera. También explotó carbonatos, para cuyo tratamiento construyó dos hornos de calcinación, modelo Orconera, de
los que aun se conservan sus restos, integrados en el parque de
Montefuerte (Arrigorriaga).
F. 40
La mina Montefuerte, de Chávarri Hermanos, que disponía de un
lavadero de mineral, con 3 trómeles en los que se lavaban 350 Tm.
diarias de chirtas, procedentes de esta mina y de la Sílfide, con
una producción anual de 80.500 Tm. anuales en 1910.
El distrito de Bilbao comenzó a ser explotado después que el de
Ollargan, pero tuvo mayor importancia. Dentro de este distrito minero, destacaron varios enclaves diferenciados. El más importante
ocupaba el cerro de Mirabilla, que se extendía un km. por encima
de Bilbao La Vieja; a este le seguía en importancia la masa del
Morro, situada en la margen derecha de la ría. Un tercer enclave lo
constituían los focos de Iturrigorri, y de Castrejana, localizados al
SO del área de Bilbao.
Sus explotaciones mineras tuvieron en común la necesidad de tratar sus minerales en instalaciones específicas, ya sean lavaderos
para el tratamiento de los menudos del rubio u hornos de calcinación para la concentración del carbonato. En lo que respecta a los
lavaderos, ya desde el comienzo de su utilización, se planteó el
problema de la eliminación de los fangos, resultado del lavado del
mineral; como todas estas minas estaban situadas en torno a la
ría del Nervión, lo solucionaron instalando pequeñas balsas de decantación o sencillamente vertiéndolos a la misma. Ya hemos visto
en capítulos anteriores que la legislación minera se acabó haciendo eco de las numerosas protestas, tanto de los ayuntamientos,
como de los vecinos afectados y prohibieron su vertido mediante
el “Reglamento sobre enturbiamiento e infección de aguas públicas” de 1900, por el que se consiguió incluso que se limpiase la
ría, aunque sus efectos duraron poco tiempo, ya que los vertidos
se siguieron sucediendo a lo largo del tiempo.
El coto de Mirabilla se extendía un km. por encima de Bilbao La
Vieja y comprendía las siguientes minas:
La mina San Luis, registrada por Remigio Goyoaga en 1868; fue
vendida a Luis Levison y Bluckel, que bajo la representación de
Luís Núñez primero extrajo rubio, y después carbonato. Para el
tratamiento de los menudos de rubio, instaló un lavadero junto a
la plaza de los Tres Cantos; cuando fueron cerrados por el agotamiento de las chirtas, la compañía explotadora vendió los trómeles
a Domingo Sarachaga que los utilizó en su lavadero de la mina
Catalina (Sopuerta). Desde los años 40 del siglo pasado también
llegó a disponer de un horno de calcinación para el tratamiento de
la siderita, cuya construcción se encargó a la empresa “Gracia y
Compañía” de Bilbao; fue un modelo de eficacia, hasta el punto
de que inspiró la construcción de otros, como el de la mina Lorenza (Abanto). Actualmente es el único vestigio que se conserva de
los más de cien años de actividad minera en la zona de Bilbao.
169
Los lavaderos de mineral de hierro
La mina Abandonada, registrada por Santiago Aguirre en 1850, fue
explotada por Lezama Leguizamón S.A. Para tratar sus rubios construyó en 1920 un lavadero en Larrasquitu (San Adrián); disponía de
tres trámeles de 2 m. de diámetro y 4 m. de longitud, y otro especial
para el aprovechamiento de los menudos; todo el conjunto era accionado por un motor eléctrico de 60 H. P.; a través de un sistema
de tres cintas transportadoras, se vertía el mineral lavado en unos
vagones que lo conducían a un depósito general. El suministro de
agua se garantizaba mediante un depósito de 800 m3 de capacidad.
Su rendimiento era de 300 Tm. diarias de mineral lavado. Este lavadero de mineral fue sustituido en los años cincuenta por otro del
que hasta hace poco permanecieron los restos. El mineral lavado
era transportado por el ferrocarril de Bilbao a Portugalete, hasta un
cargadero que tenía en Olabeaga.
La mina Sílfide fue registrada por José María Larrabeitia, en 1857 y
explotada por Chavarri Hermanos. Disponía de un tranvía aéreo, desmantelado hace poco y construido para transportar el mineral a los
lavaderos de la mina Montefuerte. Desde allí era llevado en el ramal
del ferrocarril de Azbarren hasta los cargaderos de Zorroza.
La mina Malaespera, registrada en 1864, fue explotada por la sociedad Ocharan y Aburto S.L. y tenía rubio, cuyos menudos era tratados
en un lavadero que disponía de 4 batideras (algo insólito en los lavaderos vizcaínos), con una capacidad de 90 Tm. diarias y una producción de 25.920 Tm. anuales en 1910. Además disponía de carbonato
subterráneo que calcinaba en unos hornos ya desaparecidos. Disponía de un tranvía aéreo para el transporte del mineral hasta unos
depósitos situados en la falda sur del monte Arnotegi, desde donde
iba en el ferrocarril de Azbarren hasta los cargaderos de Zorroza.
El otro enclave minero bilbaíno fue la masa del Morro; estaba situada
en la margen derecha de la ría, frente al barrio de La Peña y en ella
destacaron las minas Nuestra Señora de Begoña, Santa Ana y sus
demasías. Eran propiedad de la sociedad la “Compañía Minera del
170
Morro de Bilbao”, creada en 1887. Hasta hace poco existió en lo alto
del cerro un machón del plano inclinado que subía el rubio desde el
lavadero hasta la cota superior de la explotación.
Al sur del área de Bilbao, se localizaban los cotos de Iturrigorri, y
de Castrejana, con rubio y carbonato. En el primero destacaron
las minas Gustavo, Carmen y Rosita, de Julio C. Levisson y la mina
Juan, propiedad de Tomás de Allende, que disponía de un lavadero
con un trómel con el que lavaba 35 Tm. diarias, lo que equivalía a
7.500 Tm. anuales de mineral en 1910.
En el segundo estaba la mina Primitiva, registrada por la compañía
Wright Buth, Co. Ltd. y explotada por José Mac Lennan desde
1881. Disponía de unas completas instalaciones de las que aún se
conservan los restos de un horno de calcinación; se hallan dentro
del recinto de la planta de tratamiento de Residuos Sólidos Urbanos de Zabalgarbi (Bilbao)
Los distritos de Güeñes y Alonsótegui eran una prolongación
por el SW del foco de Ollargan - Bilbao.
El foco de Güeñes, se hallaba a la izquierda del río Cadagua, y
su nivel de producción fue muy modesto, aunque en ella se podían encontrar minas como la San Sebastián (de la Cía. Nª Señora
de Guadalupe), la mina Reloj (de la Cía. Parcocha), la mina Santa
Regina, (de Lezama Legizamon) y la mina Amalia, (de Amalia del
Molino).
En Alonsótegui también extraían rubio, destacando la mina Dificultosa, de Gustavo Cobreros, en la que se había instalado un
lavadero con un trómel en el que se lavaban 60 Tm. diarias de
chirtas, tanto de esta mina, como de la Concepción y la Rosendo
(ambas de la zona de El Regato), que explotaba el industrial Francisco Martínez Rodas.
en la cuenca minera vizcaina.
El criadero de mineral de las
estribaciones de Bizkaia.
Minas y lavaderos.
En la prolongación del gran venero de Somorrostro, pero en sus
estribaciones más occidentales y en la zona fronteriza entre las comunidades de Bizkaia y Cantabria, se localizaba un criadero que dio
lugar a la aparición de dos áreas diferenciadas: La primera, seguía
la veta principal de Matamoros - Triano y se prolongaba de forma
dispersa por la parte más occidental Bizkaia, casi en la línea divisoria interior con Cantabria. Allí dará lugar a los enclaves mineros de
Galdames, Sopuerta y Alén, que se prolongarán hasta el valle de
Sámano y Castro - Urdiales. La segunda, surgió al oeste de Muskiz
entre el río Barbadún y Castro Urdiales; seguía por la costa del
cantábrico oriental e integraba las zonas mineras de Cobarón y Cotorrio en Bizkaia, Ontón en la divisoria provincial y Dícido y Setares,
ya en Castro - Urdiales.
Su formación geológica es semejante a la del criadero de mineral
de Somorrostro. Presentaba una extensa zona de caliza de arrecife
y coralífera de Toucasia, que formará una franja de espesor variable
entre los 30 y 160 metros, la cual seguirá en dirección E-O, interrumpida por una zona de terrenos de aluvión.
Sus yacimientos, aún con distintas estructuras, en general se caracterizaban por que las mineralizaciones estaban cerca de la superficie y cubiertas por capas de roca poco espesas que permitían
una explotación a cielo abierto y sin grandes problemas. A veces
las capas rocosas eran más espesas y obligaban a realizar labores
subterráneas.
Los minerales que predominaban en estos yacimientos eran de
las variedades de rubio – sin sulfuro y con muy poco fósforo – y
siderita. Las masas de mineral solían aparecer con grandes proporciones de estéril. El rubio, tenía una ley metálica media en seco del
54%, lo que lo situaba por encima del 48,5%, la media para esta
variedad. Solía aparecer en superficie, aunque tapado por una capa
de roca caliza; en las masas silíceas surgía en forma concrecionada
y mezclado con pirita. Todo ello obligaba a su lavado y selección.
En conclusión que, desde el punto de vista de la explotación minera y siderúrgica estos yacimientos ofrecían importantes ventajas,
aunque tenían el inconveniente de que eran pequeños y relativamente aislados. Esto explica que fueran explotados por unas pocas
empresas mineras, que tuvieron que desarrollar infraestructuras independientes entre sí, aunque vinculadas al espacio geográfico de
Castro - Urdiales, punto idóneo para embarcar el mineral que se
extraía en sus criaderos.
El alto costo de las infraestructuras necesarias para embarcar el
mineral extraído hizo que su explotación solo la pudieran asumir
compañías relativamente grandes. Fue un espacio económico sometido a las fluctuaciones de la exportación, destino del mineral
extraído de ambas áreas. Esto hizo que el declive que se produjo
en la minería a partir de los años 20 del pasado siglo, supusiera la
práctica desaparición de todo el distrito minero. En ello influyeron
tanto su producción relativamente pequeña, que impedía la movilización de grandes capitales, como las carencias derivadas de su
ubicación excéntrica con respecto al gran criadero de Somorrostro.
171
Los lavaderos de mineral de hierro
Este conjunto de explotaciones mineras, desde el punto de vista
productivo tuvieron una estructura bastante compleja, que se tradujo en una gran variedad de infraestructuras e instalaciones. Su
desarrollo fue tardío, ya que no se explotó de forma sistemática
hasta finales del S. XIX; ello fue debido, tanto a la menor rentabilidad en relación a las zonas de Triano-Matamoros, como a las
dificultades que ofrecía la zona para su explotación.
El principal inconveniente del criadero radicaba en el tipo de mineral que en él abundaban. Las principales reservas de la cuenca
eran de rubios – con gran presencia de arcilla – y siderosa, que
obligaban a su tratamiento mediante el lavado y la calcinación, con
el agravante de que por su lejanía, no se podían aprovechar las
infraestructuras de transporte y embarque de la ría del Nervión.
Estas desventajas pudieron superarse por la coyuntura económica, que estableció una fuerte y continua demanda de los minerales del anticlinal vizcaíno, que añadida a la caída de la producción
de la zona de Triano en la primera década del S. XX, hicieron rentables estos minerales, a pesar de ser menos puros que los óxidos
de Somorrostro. A ello también ayudará la introducción de nuevas
técnicas de tratamiento y la construcción de cargaderos en cantilever, que posibilitará el embarque del mineral en mar abierta
(González Urruela, 2001).
Todo este conjunto de factores permitirá que, a pesar de los inconvenientes, allí florecieran empresas de gran importancia, que
contaron con instalaciones de lavado significativas en este tramo
de las estribaciones más occidentales de Bizkaia.
172
en la cuenca minera vizcaina.
Los distritos mineros
de Galdames, Sopuerta y Alén.
Los distritos mineros de Galdames, Sopuerta y Alén, forman
la primera de las áreas mencionadas. Se situaba al SO del núcleo
de Triano - Matamoros y estaba formada por los cotos del interior
de las Encartaciones. Aunque su explotación empezó tarde, en su
período álgido, a finales de la primera década del siglo XX, llegó a
extraer el 10% del mineral de todo el anticlinal. Los yacimientos
estaban formados por pequeñas bolsas de rubio que surgían entre
la caliza, lo que dificultaba la explotación.
Para el aprovechamiento de los menudos y escombreras, en torno
al siglo XX se comenzaron a instalar lavaderos de mineral, que al tener que ubicarse en zonas escarpadas y sin ríos cercanos, tuvieron
dificultades, tanto para el aprovisionamiento de agua, como para la
eliminación de los lodos producidos por el lavado. Serán continuas
las quejas de los vecinos de la zona por estos motivos; estos entablarán continuos pleitos motivados por la apropiación del agua por
parte de las compañías, que llegaron al punto de dejar sin agua potable a los vecinos de algún barrio de Galdames. En los pequeños
valles que se formaban al pie de los montes de Galdames se instalaron balsas de decantación, como la de la mina Elvira en el Saúco,
de la que aun quedan restos. Por su localización, muy próximas
unas minas a otras, llegaron a formar una unidad de explotación.
Las minas del distrito minero de Galdames estaban en manos
de grandes sociedades vinculadas a la siderurgia vasca a través
de compañías como la Bilbao River y la Cía. Urallaga - Magdalena,
principales propietarias del mismo. Sus concesiones eran bastante amplias, hecho que explica la casi ausencia de demasías. He
aquí las que disponían de instalaciones para el tratamiento de los
rubios:
Las minas Escarpada, Berango y Tardía, que pertenecían a la Sociedad Bilbao River and Cantabrian Railway C.L. Para el tratamiento de
los menudos producidos por la explotación de las minas Berango
y Escarpada, la compañía instaló un lavadero con un trómel, que
amplió a dos en 1910. Su producción era de 100 Tm. al día y 23.000
Tm. anuales.
Las minas Pepita, Dolores, San Juan y Sofía, formaban el coto minero del Sauco, que se situaba en Galdames, entre los altos de
San Juan y el Cuadro; había sido demarcado por la Cía UrallagaMagdalena, y era explotado por los Sres. Viguera y Maestre, bajo
la dirección del ingeniero de minas Enrique García Borreguero. Entre 1908 y 1914 fue explotado por la “Sociedad Mina Pepita”, que
en 1910 disponía de un lavadero con dos trómeles para tratar los
menudos de las tres primeras concesiones; su producción diaria
era de 100 Tm. y la anual de 20.000 Tm. En los años previos a la
guerra civil, el coto fue cedido a Eladio Barrena, que lo explotó
hasta 1948. A partir de entonces se sucedieron distintos contratista, como fueron los Sres. Sarachaga, Nocedo, Otaduy, etc. De
esta etapa se conservan los restos del lavadero, la masera, los
depósitos de agua, cargaderos, etc., así como extensas praderas
formadas por las balsas de decantación de los lodos, provenientes
del lavado del mineral.
Las minas Pepita, Dolores y San Juan, que habían sido demarcadas
por la Cía Urallaga - Magdalena. En 1910 disponía de un lavadero,
con dos trómeles para tratar los menudos de las tres concesiones;
su producción diaria era de 100 Tm. y la anual de 20.000 Tm.
La mina Rita y Adelaida, de la Cía. Nuestra Señora de Guadalupe,
que también había instalado en 1910 un pequeño lavadero de un
solo trómel, con el que lavaba 30 Tm. diarias de chirta y 10.500 Tm.
en la totalidad del año.
La mina Rosario, propiedad de Saturnino Echevarria. Tenía un lavadero con un trómel para lavar 35 Tm. diarias y 1.500 Tm. anuales,
una cifra bastante modesta, pero la tónica en este tipo de empresas.
La mina Punta, que eran propiedad de Manuel Corral; disponía de
un lavadero con un trómel para lavar 30 Tm. diarias y 2.000 Tm.
anuales.
173
Los lavaderos de mineral de hierro
F. 41_ Restos de la antigua balsa
de decantación de la mina
Elvira, en el Saúco (Galdames)
(2003) (BFA/DFB. I. I)).
F. 42_ Fotografía con los restos
de las instalaciones del lavadero de Solano, en los Castaños
(Galdames) (2003) (BFA/DFB.
M. A. N).
La mina Elvira, que había sido registrada por Celestino Aramburuzabala. Aunque más tarde que las anteriores, también acabará
contando con instalaciones de lavado para beneficiar sus escombreras. De ella aun se puede apreciar la llanura formada por lo que
fue su balsa de decantación, situada en El Saúco (Galdames).
F. 41
La escombrera de la mina San Antonio para lavar el mineral de
sus escombreras construyó en los años cincuenta un lavadero de
mineral que situó en el barrio del Ventorro y que estaba distribuido
en tres alturas, aprovechando una vertiente del terreno; en la zona
superior se situaba una tolva de mampostería, de paredes rectas y
convergentes, la zona intermedia estaba destinada al trómel, que
tras el lavado, descargaba el mineral en un nicho de carga para camiones, también de mampostería que se hallaba en zona inferior.
El agua del lavadero provenía de un embalse natural de agua, localizado en un nivel superior; los lodos resultantes del lavado iban a
parar a una balsa de decantación, de la que se conserva la presa
de contención realizada en mampostería recta, de gravedad y con
perfil escalonado de unos 40 m. y un grosor en la zona superior de
2 m.; en la zona central presentaba una abertura, cerrada mediante una compuerta. Actualmente de las instalaciones solo quedan
las ruinas del lavadero y de la presa de la balsa de decantación
Otro lavadero que tuvo cierta importancia por el volumen de su
producción fue el de Solano en los Castaños (Galdames).
174
F. 42
en la cuenca minera vizcaina.
F. 43_ Fotografía de la mina
Catalina (Sopuerta) en 2003.
El lavadero está delante de
los hornos de calcinación. (Im.
3.37) (BFA/DFB. M. A. N).
Los distritos de Sopuerta y Montellano, surgirán siguiendo el distrito anterior hacia el O, entre La Baluga, Montellano y el Alto de las
Muñecas, ya en la frontera con Cantabria. También allí abundaba el
rubio, y en menor medida, el carbonato. Las minas que disponían
de lavaderos eran:
F. 43
El Coto Sarachaga se localizaba en el barrio del Castaño, en el paraje
conocido como La Linde y junto al Barrio Galicia, que surgió a raíz
de la actividad minera de la zona. Este criadero de mineral aunque
que inició su explotación en el siglo XIX, hasta 1940 no lo hizo de
forma sistemática; será en 1968 cuando don Pedro María Sarachaga Martínez, Director de “Minas de Hierro de Sopuerta S.A.” pida
la agrupación de las concesiones del coto Sarachaga, que estaba
compuesto por las siguientes minas:
- La mina Catalina fue registrada por Ramón Pérez del Molino en
1870 y cedida a perpetuidad a Amalia Juliana Pérez del Molino en
1886, que explotará a través de la “Sociedad Bilbao River and Cantabrian Railway C. L.”. Será en los años cincuenta cuando la arrienda
Domingo Sarachaga, que pasará a comprarla en 1977. En esta mina
la ‘Comisión Explotadora de la Safo y Catalina’, construirá un lavadero que aún se conserva.
175
Los lavaderos de mineral de hierro
La mina Paca fue registrada por Cecilia Geltschel y Charroalde en
1880, pasando en 1893 a Félix Herrero y en 1924 a la “S.A. Mina
Paca”, que su representante Juan Prado y Mathurin acabará arrendando a Domingo Sarachaga en 1953.
La mina Safo fue denunciada por Salvador Gutiérrez en 1863 y cedido el 90% a Luis Ocharan y Rivas en 1872. En 1944 es arrendada
a Domingo Sarachaga Aza. Que la comprará en 1970. En los años
veinte construyen un lavadero, distribuido en tres alturas, aprovechando un desnivel del terreno; en la zona superior se localizan dos
tolvas, una que da a un nicho inferior, destinado a los materiales
estériles y otra situada en la zona central del lavadero que a través
de una vertedera llevaba el mineral hasta el trómel y de ahí a los
depósitos del mineral ya lavado, situados en la zona inferior. También disponía en la parte superior de un depósito de agua de unas
dimensiones de 5 m. x 5 m.
- La mina Gallinar fue registrada por Félix Aranzadi y Aramburu en
1875 y perteneció a Meñaca, Urízar y Cía hasta su integración en
la mina de José María Zubiria en 1910; en 1974 será arrendada a
Domingo Sarachaga y en 1987 se cerró. Tenía en 1910 instalado un
lavadero, en el que con un trómel trataba 40 Tm. diarias y 2.400 Tm.
anuales de tierras ferruginosas
176
- La mina Caduca fue registrada por Casimiro Zunzunegui y Echevarría en 1933 y arrendada en 1974 a “Minas de Hierro de Sopuerta
S.A”; y clausurada en 1938. En el barrio de Jarralta instaló en los
años cincuenta un lavadero con dos trómeles, que utilizará el sistema de medios densos y del que queda algún resto.
- La mina Ramón fue explotada por la ‘Comisión Explotadora de la
mina Ramón’. Disponía de un lavadero con un trómel con una capacidad de lavado de150 Tm. diarias, pero con una producción anual
de solo 147 Tm.
El criadero se explotó a cielo abierto, salvo las minas Paca y Caduca
que lo hicieron parcialmente en galería. El mineral extraído era en
un 90% rubio; al aparecer carbonato en los años cincuenta, esta
empresa comenzó a beneficiar los carbonatos de las minas Catalina
y Paca, para lo que en 1956 y 1959 construyó, en los terrenos de la
primera, dos hornos de calcinación. Para el transporte se emplearon
los ferrocarriles de Traslaviña-Castro y de Galdames; para embarcarlo en el segundo se llevaba el mineral de las minas Safo, Gallinar y
Catalina en un tranvía aéreo hasta la estación del Cerco. En varias
de estas minas se instalaron lavaderos que fueron explotados por
Comisiones Explotadoras. En 1910 la ‘Comisión Explotadora de la
Safo y Catalina’, disponía en esta última mina de un lavadero con
en la cuenca minera vizcaina.
cuatro trómeles en los que trataba el mineral procedente de esta
mina. Su producción diaria era de 130 Tm. y la anual de 28.544 Tm.
Las instalaciones de este lavadero estaban dispuestas en cuatro
niveles, aprovechando un talud del terreno; en los años cincuenta
y bajo la pista de acceso a los hornos de calcinación, se construyó
en la misma mina Catalina un nuevo lavadero, aprovechando una
vertiente del terreno. El mineral era introducido desde el nivel cero
por una tolva de mampostería que desembocaba en los trómeles,
de los que tras ser lavados, pasaba a una cinta de clasificado. El
mineral limpio era pasado por una machacadora, para reducirlo a
un tamaño uniforme, y caía en unos depósitos situados en la cota
inferior de la instalación e integrados en un puerto de mineral en
el que se almacenaba el mineral lavado. Este estaba conectado
con el ferrocarril de Traslaviña, que lo llevaba hasta Castro-Urdiales
para su embarque, aunque en su última etapa de explotación era
transportado en camiones. Los trómeles de la última etapa de su
explotación, en los años 60 del pasado siglo, fueron aprovechados
del lavadero de la mina San Luís, de Bilbao. Tienen de 7 m. de longitud y un diámetro de 2 m., aunque en su boca se reducía a medio
metro. Actualmente están en el Museo de la Minería del País Vasco.
El agua para alimentar al lavadero de la mina Catalina procedía de
un depósito de mampostería situado junto al lavadero, que se construyó en 1954; era de planta rectangular, de paredes rectas y de
unas dimensiones de 6 m. x 5 m. Todos los restos materiales que
han sobrevivido de las citadas minas se localizan junto a la vía principal del ferrocarril y en la mina Catalina que aún se conservan en
buen estado los dos hornos de calcinación, y el lavadero, aunque ha
perdido los elementos mecánicos. Actualmente en la mina Catalina
aún se trabaja en una planta de molienda, que beneficia un pequeño
tonelaje de carbonato de hierro pulverizado, que se destina al mercado de la alimentación animal.
Las minas San Pedro y San José se localizan en los barrios Alcedo y
La Acilla, junto a la carretera que va de Arcentales a Sopuerta. Ambas minas fueron registradas por José Luis y Segundo Echevarria
Olavarrieta, en 1953 y fueron explotadas hasta 1973. El mineral de
hierro, explotado a cielo abierto, se encontraba en un terreno cretácico entre grandes masas de arcilla y caliza que había que eliminar
mediante el lavado del mineral. Ello obligó a construir un lavadero
mecánico, que se instaló cerca del río Kolitza para dar salida a los
lodos resultantes del mismo. El lavadero de mineral de las mina
San Pedro y San José, que fue construido en los años sesenta en
el nivel superior de la explotación minera, con la que se conectaba
a través de un plano inclinado. Para abastecer de agua al lavadero,
se instaló encima de él un depósito de agua de mampostería de 8
m. x 10 m. que se abastecía de agua procedente del río, cuyo cau-
177
Los lavaderos de mineral de hierro
ce fue desviado ya a principios de siglo XX mediante un muro de
mampostería de grandes dimensiones. El lavadero se construyó en
una vertiente del terreno para poderlo distribuir en tres alturas; en
la superior, realizada en sillar almohadillado, se ubicaba la tolva de
carga y en el nivel central el trómel de lavado, que actualmente se
conserva en el Museo de la Minería del País Vasco; la descarga del
mineral lavado se realizaba por el nivel inferior, que presenta en su
frente un nicho de descarga de hormigón, rectangular y con ocho
bocas de abertura manual para depositar el mineral en camiones.
Aún quedan restos significativos del lavadero. Antes de la utilización
de camiones para el transporte, el mineral lavado se almacenaba
en un puerto situado junto a la vía del ferrocarril Traslaviña-Castro,
del que aún quedan restos y que fue construido en 1898 para almacenar el mineral de la mina José, que era subido hasta el nivel del
ferrocarril mediante un plano inclinado.
Las minas que formaban el distrito de Castro - Alén, se encontraban
en la vertiente E del monte Alén. Era un filón de rubio de un espesor
poco regular, que iba acompañado de areniscas y calizas silíceas,
lo que obligaba a su tratamiento en los lavaderos para aumentar
la calidad. Entre las minas que allí se encontraban destaca el coto
minero de Alen, constituido por las minas Sorpresa y Amalia Juliana
y situadas en el monte de Gerelagua. La explotación de las minas
se realizaba a cielo abierto y para el transporte utilizaban, tanto un
tranvía aéreo que iba desde Alén a Ontón, como del ferrocarril mine-
178
ro Castro-Alen. A partir de los años cincuenta la mina ambas minas
compartirían el depósito de mineral de la Sorpresa para transportar
el mineral por medio de camiones. El mineral predominante en el
coto fue el rubio, que había que lavar para eliminar la sílice que lo
acompañaba mediante lavaderos.
La mina Sorpresa se encontraba en el paraje “El Polvero” del monte
de Gerelagua y fue registrada en 1871 por Manuel Taramona que la
explotó hasta 1972 en que la arrendó a la empresa “Minas de Las
Encartaciones S.A.” que el la tuvo que cerrar en 1973 por las dificultades del mercado; la concesión caducó en 1990. Junto al depósito
de mineral del tranvía aéreo, existió un antiguo lavadero de mineral
con dos trómeles, que en los años sesenta fue sustituido por uno
nuevo de medios densos, para aprovechar los menudos. En 1972 el
nuevo arrendatario de la mina construyó sobre el lavadero un depósito de agua y otro de mineral, junto a los que instaló una tolva de
hormigón y una machacadora con dos muelas; en el nivel medio se
encontraban, tanto un elevador de canjilones para almacenar el mineral en el depósito, como los dos trómeles que disponían de unas
cintas transportadoras que llevaban el mineral lavado por unas bocas de arco rebajado, hasta la cota inferior donde se almacenaban
para el transporte; para eliminar los fangos, en esa misma cota se
encontraban tres depósitos de decantación construidos mediante
la superposición de muros en la pendiente de la vaguada.
en la cuenca minera vizcaina.
La mina Amalia Juliana, situada junto a la anterior, fue denunciada
en 1869 por Ramón Pérez del Molino, pero la cedió a Amalia Juliana
del Molino en 1884, hasta que en 1903 Casimiro de Zunzunegui y
Echevarria cede a su vez a Ocharan y Cía los derechos adquiridos de
Luis del Olmo. El lavadero de la mina Amalia Juliana se encontraba
en el barrio de Alen (Sopuerta), en la zona superior de la carretera
que une Labarrieta con Alén, se construyó en los años cincuenta,
en sustitución de otro de finales del siglo XIX y se destinaba al lavado de las chirtas de sus escombreras; en el nivel superior se encontraba un depósito de agua de mampostería y con esquinales de
sillar de finales del siglo XIX, era de planta rectangular de 12 m. x
8 m. y llegó a ser remodelado para su utilización como piscina; en
ese mismo nivel se encontraba el lavadero, de mampostería y con
tres alturas siguiendo el desnivel del terreno; en el nivel superior un
plano inclinado ascendía el mineral hasta un depósito de carga, que
vertía el mineral en una tolva, bajo la que se encontraban las cribas;
en un nivel inferior se situaba el lavadero como tal, donde se hallaba
el trómel que depositaba el mineral en una mesa giratoria por la que
pasaban chorros de agua para eliminar las partículas menos densas
del mineral y una vez clasificado era llevado en una cinta transportadora hasta la parte inferior en la que había otro depósito de mampuesto y hormigón armado donde se almacenaba el mineral ya lavado; este disponía de unas vertederas metálicas de boca cuadrada
con base de madera para su carga en camiones. Actualmente sólo
quedan restos de los muros de las instalaciones.
La mina María se localizaba en el monte Alén (Sopuerta), en el paraje conocido como “Fuente de la Canal” y estaba rodeada por las
concesiones mineras “Amalia Juliana” y “Sorpresa”. La mina fue
registrada por Isaac Punjal y Arnaiz en 1873, aunque en 1877 se la
cedió a Ramona Arnaiz e Iguarniza; su concesión venció en 1981.
Su explotación se realizaba a cielo abierto y un plano inclinado de
600 m. bajaba el mineral extraído al lavadero, que una vez lavado,
era depositado en el puerto hasta su embarque en el ferrocarril de
Traslaviña-Castro; ambos se localizaban en la estación de Labarrieta. Allí permanece un muro de ladrillo donde se situaba el trómel del
lavadero y aún se conserva el puerto de mineral, que es de planta
rectangular y presenta un muro delantero de mampostería con tres
bocas de carga perpendiculares al mismo.
La mina Federico, propiedad de Ricardo Palacio fue otra de las minas destacadas en este distrito. De ella última existe constancia de
que en 1910 había un lavadero con dos trómeles, en los que se trataban 100 Tm. diarias y 18.200 Tm. anuales de tierras ferruginosas.
179
Los lavaderos de mineral de hierro
F. 44_ Plano de situación del
lavadero de la mina Lorenza
(Muskiz), en 1956 (Colección
particular).
F. 45_ Interior del lavadero de la
mina Petronila, Santelices (Muskiz), en 1998 (BFA/DFB. I. I).
Los distritos mineros
de Muskiz - Cotorrio.
El criadero de Muskiz (antiguo San Julián de Musques), se encuentra al NO de la Encartaciones, en el límite costero con Cantabria, dentro de los municipios de Abanto y Muskiz. Tenía muy
pocas minas y casi todas ellas pertenecían a sociedades extranjeras. Sus demarcaciones datan del último tercio del S. XIX, de ahí la
peculiaridad de sus propietarios. Las principales minas del distrito
que tuvieron instalaciones de lavado fueron:
F. 44
La mina José, que pertenecía a la Comunidad de Partícipes de la
Mina José. En 1910 existía, en sus terrenos, un lavadero en el que
con un solo trómel trataba 30 Tm. diarias y 6.500 Tm. anuales de
chirtas, tanto de esta mina, como de la Rosario.
La mina Lorenza, pertenecían a la compañía Amézaga, Yandiola y
Cía. Tuvo un lavadero de mineral que funcionó hasta los años 50
del pasado siglo; en que la explotación pasó a ser subterránea,
con una producción casi exclusiva de carbonato, que calcinaban
mediante dos hornos, que aún existen.
A principios del siglo XX, estando la mina explotada por la compañía The Triano Iron Ore Co. Ltd, instaló un lavadero para beneficiar
las chirtas que aparecían en su mina, así como los menudos de la
mina Confianza. Para ello utilizó dos trómeles, con los que conseguía tratar 40 Tm. de mineral, con una producción en el año 1910
de 12.500 Tm.
180
Posteriormente, al aparecer chirtas en la mina, Vicente Elosúa Miquelarena – último empresario que explotó la mina – decidió construir un nuevo lavadero aprovechando las antiguas instalaciones.
Constaban de un trómel de chapa metálica de 4,75 m. de largo
por 3,5 m. de ancho; la parte cilíndrica tenía 3.50 m. de largo y
la cónica 1,25 m. Estaba movido por un motor eléctrico de 4 HP,
que lo impulsaba a 4,5 vueltas por minuto. El agua se conseguía
de un depósito, situado junto a la estación del ferrocarril de Triano
(actualmente de Muskiz). Las tierras ferruginosas se llevaban en
vagonetas hasta una masera situada en un nivel inferior y el mineral lavado se subía a través de un plano inclinado, habilitado en sus
inmediaciones para el transporte del calcinado del horno. Ya en la
cota superior, el mineral limpio se almacenaba en un depósito hasta el momento del transporte, que se realizaba con camiones.
F. 45
en la cuenca minera vizcaina.
Las minas Petronila, Adelaida y San Antonio, que se encontraban
en el barrio de Santelices (Muskiz), situado en las estribaciones
del distrito de Triano, pertenecían a la compañía “The Triano Iron
Ore C° Ltd”. De las tres, la más importante fue la mina Petronila,
mina que se demarcó en 1865 y en 1900; en 1899 pertenecia a
“The Triano Iron Ore C° Ltd”, cuyo representante era Francisco MacLennan y White. En 1947 el Banco de Bilbao la embargó a Federico de Uribe y Urioste y se vendió en participaciones. Igancio Mendizabal compró en 1955 el 10,9 % de la mina y en 1965 le fueron
cedidos los derechos de arrendamiento a perpetuidad. Será en el
año 1954 cuando los Hermanos Mendizábal, que en ese momento
tenían la explotación de la mina, construyeron un lavadero en la
mina Petronila. Es el único de toda la zona minera vizcaína que
hasta 2006, ha mantenido en la propia mina con todos sus elementos mecánicos intactos, de ahí que su conservación tenga un
alto interés técnico e histórico; desgraciadamente, está sufriendo
un rápido proceso de deterioro, por lo que desde aquí queremos
hacer una llamada de atención para que se evite su desaparición,
ya que la minería del hierro explica en gran medida la historia y el
desarrollo económico propio del País Vasco actual, constituyendo
una de sus primeras señas de identidad.
Para la ubicación de este lavadero se eligió una zona en talud, con
un desnivel del 26%, que permitiera su distribución en tres alturas.
Se halla en la cota intermedia de la mina Petronila, en el barrio de
Santelices, del municipio de Muskiz. El mineral de la mina Petronila era de aluvión formado por el arrastre de los óxidos de hierro,
armados en arenisca y mezclados con arcilla, que formaban menudos de un tamaño máximo de 50 mm., que precisaban un lavado
del mismo para eliminar sus impurezas y aumentar la ley metálica.
La explotación del mineral se realizaba a cielo abierto y en galería y
se trasladaba directamente hasta el lavadero, situado en la propia
mina. Una vez lavado, originariamente se transportaba con carros
de bueyes, a través de un túnel, hasta las inmediaciones del ferrocarril de Triano, donde se llevaba hasta la Ría de Bilbao.
El edificio es de planta poligonal, con una sola altura y cubierta
aterrazada. En la zona superior se localiza la masera o silo de recepción de las tierras ferruginosas. Para efectuar su carga, existe
una boquilla metálica, que se accionaba por medio de una palanca,
que se movía por el lateral de la masera.
Los muros, de mampostería, van convergiendo hacia la zona intermedia del lavadero, que tiene el suelo en talud y una compuerta
frontal para alimentar el trómel. Este se encuentra bajo un cuerpo
adintelado que combina el hormigón, con los muros de mampostería. Es de chapa metálica de 10 mm., tiene 7 m. de longitud y 2
de diámetro y estaba accionado por un motor eléctrico de 11 HP.
El mineral, una vez lavado, caía en una cinta clasificadora, accionada por el mismo motor que el del trómel y que se movía a una
velocidad de 10 m. por minuto para permitir las labores de escogido.
Desde esta cinta, el mineral caía a un silo situado en zona inferior
del lavadero. Estaba formado por muros de mampostería, con el
piso de bloques; sobre éste se habían colocado unos carriles que
corrían a lo largo del piso y estaban separados 0,35 m. entre sí. El
estéril que había salido lavado junto con el mineral, se separaba
en la cinta y se arrojaba por un orificio practicado en la pared a
otro silo más pequeño, adosado al anterior, donde se almacenaba
hasta su transporte a la escombrera.
Los menudos que quedaban tras el lavado, se beneficiaban en una
infraestructura metálica que los separaban por ‘concentración de
medios densos’. Este sistema se comenzó a utiliza a principios del
S. XX y se basaba en la utilización de medios de densidad intermedia entre el mineral y el estéril para realizar la separación.
El lavadero se completaba con un depósito de agua, construido
con paredes de mampostería de 6 m. x 6 m. x 3 m. El agua llegaba
por desnivel desde otro depósito cilíndrico de 2,10 m. x 3.32 m.
con el que estaba conectado por una tubería (Inventario P. I. y O.
P., 1995).
181
Los lavaderos de mineral de hierro
Los distritos mineros
de la costa vasco - montañesa.
La actividad desarrollada en la costa, que comprende los distritos
mineros de Cobarón y Castro Urdiales, es un buen ejemplo de
la vocación minera que puso los cimientos de la riqueza vizcaína. Además parte de sus restos patrimoniales han llegado hasta
nuestros días y nos permiten evocar las imágenes de un pasado
poblado de esfuerzos, inversiones empresariales y, también, de
cambios radicales en el espacio físico y mental de las gentes que
trabajaron y vivieron en aquellos cotos mineros.
F. 46
Es por ello que vamos a dedicar este último capítulo al estudio
de las empresas mineras que desarrollaron su actividad en estos
parajes y que dejaron su impronta en unos restos aún hoy perceptibles.
La principal y más antigua de las empresas creadas en la costa occidental vizcaína fue la Compañía José Mac Lennan de Minas,
S.A., fundada por el industrial José Mac Lennan.
El primer Mac Lennan vino de Inverness (Escocia), como contratista de un tramo del ferrocarril Santander-Alar y se quedó en Santander con su familia. Su hijo mayor, José Mac Lennan y White (18451914) estudió ingeniería de minas y a partir de los años setenta se
dedicó su explotación, tanto en Cantabria como en Bizkaia.
Entre 1880 y 1914 llegó a acumular 1.315 ha., repartidas entre Cantabria (11 concesiones) y Bizkaia (5 concesiones), lo que le llevó a
convertirse el mayor propietario de minas de toda Cantabria y uno
de los mayores de Bizkaia, así como uno de los grandes empresarios mineros locales, pese a su apellido escocés.
Entre sus concesiones destacaron la Amalia Vizcaína (Muskiz - Cobarón), la Primitiva (Bilbao - Castrejana), o las Deseadas (Cabarga,
en Cantabria).
182
Su caso constituye un claro ejemplo de dispersión económica. Así,
en una primera etapa explotó personalmente sus concesiones de
Bizkaia y Cantabria, pero posteriormente acabó arrendando una
parte importante de las mismas a grandes compañías, de forma
que la mayoría de las que surgieron entre 1896 y 1902, explotaron
minas de Mac Lennan, como la mina Primitiva arrendada a la Cía.
F. 46_ Plano del coto minero de
José Mac Lennan en Cobarón
(Muskiz), en 1916 (Archivo
BBVA. Cía. Mac Lennan 2.4.6/L12/C-316).
F. 47_ Anteproyecto de las
instalaciones de lavado, de
1909, perteneciente a José Mac
Lennan y utilizado en el coto
de Cobarón (Muskiz) (Archivo
BBVA. Cía. Mac Lennan 2.4.6/L14/C-364).
en la cuenca minera vizcaina.
Lander Siemens o las Deseadas que cedió a la Cía. Orconera Iron
Ore. En otro sentido, incluso, fue arrendatario de minas como la
Rubia, de Ibarra Hermanos y Cía. – que acabó comprando – o la
Justa, Socorro y Josefita, de Chavarri Hermanos (González Urruela, 2001).
Tras su muerte, del 1 de marzo de 1914 al 10 de octubre de 1915,
su viuda creó la sociedad Viuda de José Mac Lennan, hasta la
constitución en 1915 de la firma social de Herederos de la viuda
de José Mac Lennan, que nació como sociedad anónima e incluía
por primera vez en la historia de la empresa, estatutos.
Poco después, el 12 de octubre de 1916, se fundará la Compañía
José Mac Lennan de Minas, S.A. Esta incluirá dos grupos de accionistas: El grupo “Corvilain”, que incluirá la parte principal y que
pertenecía a la viuda (acciones A) y el grupo “Mac Lennan”, con un
número inferior de acciones y que estará integrado por sus hijos
José, Guillermo y Francisco (acciones B y C).
Esta sociedad se mantendrá hasta 1926 en que el grupo familiar
pierde fuerza y las acciones se diversifican. Será entonces cuan-
dose realicen cambios drásticos; se harán nuevos estatutos y las
acciones de ser nominativas, pasarán a ser al portador, lo que provocará graves tensiones entre los accionistas.
En 1928 se firmarán unos nuevos estatutos; la razón social se domiciliará en Bilbao y se procederá a hacer una nueva emisión de
capital, pasando el capital nominal de 12.500.000 a 17.000.000 de
ptas. Se hará además una ampliación del capital social, que quedará en 2.200.000 ptas., dividido en 4.400 acciones al portador
de 500 ptas. cada una. El grupo Corvilain de la sociedad (acciones
A), que había dejado de ser mayoritario, quiere que las acciones
sigan siendo nominativas y acabará estableciendo un pleito que
no se resolverá hasta 1940 y en su contra (Inventarios Fondos
Mac Lennan, 1994).
Mac Lennan dispondrá en Cobarón de las siguientes minas: Consuelo, Complemento, Amalia Vizcaína, Amalia 3ª, San Julián de
Musques y Santiago, además de sus correspondientes demasías.
El mineral que predominaba en ellas era el rubio y carbonato de
hierro. Su nivel productivo superaba las 150.000 Tm. anuales, algo
que le situaba en la élite de los mineros de Bizkaia.
F. 47
183
Los lavaderos de mineral de hierro
F. 48_ Plano de un trómel de
1872, perteneciente a José Mac
Lennan y utilizado en el coto
de Cobarón (Muskiz) (Archivo
BBVA. Cía. Mac Lennan 2.4.6/L12/C-307).
Para aprovechar la gran cantidad de carbonato que fue apareciendo en sus explotaciones, especialmente en la mina Amalia Vizcaína, en 1882 comenzó a realizar ensayos de calcinado; en 1891
construyó en la mina Complemento de El Hoyo, Cobaron (Muskiz),
dos hornos de calcinación, que sustituyó en 1937. De estos últimos aun se conservan restos. Eran hornos de cuba, con forma
troncocónica invertida, que funcionaban con tiro natural; estaba
hechos de mampostería, aunque revestidos por dentro de ladrillo
refractario y calcinaba 70 Tm. de carbonato al día.
En la mina Complemento y junto a los hornos de calcinación de
la mina Amalia Vizcaina que fue derribado en 1937, se construyó a
finales del siglo XIX un lavadero que funcionó hasta los años 40,
era de planta rectangular y se hizo aprovechando la pendiente natural del terreno para darle tres niveles; en el superior se localizaba
una pequeña tolva, en cuyo muro frontal tenía una vertedera que
llevaba el mineral hasta el lavadero, situado en la zona media; en la
actualidad sólo subsisten la base inferior del edificio, un muro de
contención y el depósito con la vertedera . En la misma mina y junto al antiguo horno de derribado en 1937, se construyó en 1946 un
lavadero moderno de flotación por medios densos de unas dimensiones de 15 m. x 10 m. y una sola altura, exceptuando una torreta,
con cubierta a dos aguas. El edificio, del que aún quedan restos,
es de mampostería y estuvo compartimentado en dos crujías.
Las chirtas que aparecían con el rubio se fueron acumulando en
una escombrera situada en la mina Consuelo, junto al mar. Pero ya
en fechas tan tempranas como 1872, en un acantilado cercano a
las escombreras que debía beneficiar, José Mac Lennan comenzó
realizando ensayos de lavado de mineral en un lavadero que disponía de un trómel de un modelo más rudimentario que el Humboldt, que instalará décadas más tarde.
Su forma era tronco - cónica y giraba en torno a un eje central, impulsado por una correa de transmisión, que estaba conectada a su
vez a una pequeña máquina de vapor. Las paredes eran de chapa
perforada para permitir que el agua lodosa saliera por la misma. El
interior estaba compartimentado longitudinalmente por cuatro palas que batían el contenido y separaban la arcilla del mineral, que
una vez limpio salía por la parte más estrecha del trómel.
184
El lavadero se fue renovando; existen documentos que hablan de
cambios introducidos en 1904 (lavadero y el trómel), 1906 (trómel
F. 48
F. 49
en la cuenca minera vizcaina.
F. 49_ Plano de un trómel con
sus accesorios (1914). Perteneció a la Cía. Mac Lennan y fue
utilizado en el coto de Cobarón
(Muskiz) (Archivo BBVA. Cía.
Mac Lennan 2.4.6/L-12/C-302).
F. 50_ Plano de las instalaciones
del lavadero y el trómel con sus
accesorios (1906), perteneciente
a la Cía. José Mac Lennan y
utilizado en el coto de Cobarón
(Muskiz) (Archivo BBVA. Cía.
Mac Lennan 2.4.6/L-14/C-366).
F. 50
y plato clasificador), 1908 (un nuevo edificio para el lavadero) 1914
(un nuevo trómel) y 1916 (un nuevo lavadero).
A pesar de estos cambios la estructura básica no fue modificada y
las características de los trómeles apenas sufrieron cambios. Mac
Lennan, que fue pionero en la introducción del modelo Humboldt
en las minas de Bizkaia y Cantabria, lo utilizó en sus instalaciones,
tanto en Cobarón como en Cabarga, desde su aparición. Estaba
hecho de chapa de acero remachada y tenía forma cilíndrica, aunque acababa en un cono; iba suspendido sobre cuatro rodillos de
acero, que giraban empujados por la rueda dentada que lo abrazaba y transmitía a través de una corona la energía motriz procedente de una pequeña máquina de vapor situada junto al en el
bastidor en el que se apoya. Además del trómel principal, en la
década de 1910 se acabó instalando otro trómel de dimensiones
reducidas para volver a lavar los menudos que aun conservaban
mineral aprovechable.
El lavadero disponía de tres niveles diferentes: El superior, provisto de una vertedera de 43° de inclinación por la que las tierras ferríferas, que llegaban en vagonetas por un ramal del ferrocarril de
la Compañía, caían hasta un depósito o masera. En ella se mezclaban con el agua procedente de un depósito cercano y eran empujadas hasta la parte trasera del trómel, en el que se procedía a su
lavado. En el segundo nivel, el mineral ya lavado salía por el cono,
situado en la parte delantera del mismo, hasta un plato clasificador
en el que se separaba manualmente el mineral de sus impurezas. Tanto el mineral ya lavado, como el estéril desechado, caían
por separado hasta el tercer nivel de las instalaciones, donde eran
cargados en vagones; por otro ramal de ferrocarril, los desechos
iban a otras escombreras y el mineral limpio hasta el voladizo de
Pobeña para su embarque. Los lodos producto del lavado, salían
por la parte trasera del trómel hasta un canal que lo vertía por los
acantilados situados cerca del lavadero. Las instalaciones según
datos de 1910 (J. Lazúrtegui), llegaron a lavar 60 Tm. al día y 15.177
Tm. en ese año.
La conexión entre los tajos, las instalaciones de tratamiento del
mineral y sus embarcaderos, la realizó mediante la construcción
en 1877 de un ferrocarril de 3 km. y 0.60 m. de ancho de vía que
llegaba hasta unos depósitos, que se ampliarán en 1.930 para darles una capacidad de 20.000 Tm. En la Demasía a la mina Complemento Mac Lennan realizaba el lavado y calcinación del mine-
185
Los lavaderos de mineral de hierro
F. 51_ Depósito de Baltezana
(Ontón), en el que terminaba el
tranvía aéreo de la mina Josefa,
perteneciente a la compañía
Chavarri Hermanos (2003) (BFA/
DFB. I. I).
ral que llegaba en ferrocarril desde la mina San Francisco de El
Carrascal, propiedad de Alfred Edwards, pero arrendada a Mac
Lennan; esta Demasía fue registrada el 26 de marzo de 1881 por
José Mac Lennan, pero posteriormente fue cedida –al igual que el
resto del coto de Mac Lennan– a la Sociedad “Minning Company”,
hasta que en 1956 revirtieron de nuevo a la Compañía Mac Lennan. Sus instalaciones, que procedían de finales del siglo pasado,
consistieron en un horno de calcinación de planta cuadrada y un lavadero de mampostería, realizado aprovechando una vertiente del
terreno; por su parte superior se vertían las tierras ferríferas y en
la zona inferior del lavadero se localizaban dos bocas, una superior
de arco rebajado donde se ubicaba un trómel y otra inferior de bóveda de cañón para canalizar el arroyo de “El Fraile”. El embarque
del mineral de las minas de Cobarón y San Francisco del Carrascal,
lo realizaba a través del voladizo de Pobeña (también llamado del
Castillo), que construyó en 1877 al pie de los depósitos. Fue el
primero y el único cargadero volado de Bizkaia que embarcaba
sus minerales en mar abierta, algo que hacía para soslayar los
gravámenes y esperas que se derivaban de la carga en la ría del
Nervión. Al principio, el cargue se hacía por medio de vagonetas,
lo que limitaba la capacidad a 600 Tm. diarias; en 1908, estas se
sustituyeron por cintas transportadoras, aumentando esta a 1.700
Tm. a la hora, lo que permitirá cargar un vapor de 4.000 Tm. en 4
horas.
Fue un cargadero cuyo fondeadero siempre tuvo problemas de
calado. Estuvo en funcionamiento hasta 1.963, año en el que se
paralizó la actividad minera en la zona. En la actualidad se conserva
la base del cargadero, una gran masa de mampostería abierta al
mar por un gran frente escalonado. Ha desaparecido la planchada
de madera sobre la que circulaban los vagones y la mayor parte
del armazón metálico que la sustentaba.
A continuación del coto minero de Cobarón, se encuentra Ontón,
nombre que antaño designaba a las minas de toda la zona de Castro - Urdiales, pero que acabó denominando tan solo a las minas
de Ontón. Este coto estaba situado en la divisoria con Bizkaia y
fue explotado por la Compañía Chavarri Hermanos.
186
La empresa fue creada en 1898 para explotar el coto minero del
Hoyo y Ontón, formado por las minas Josefa, Celedonia, Galerna,
Asunción, Ontón (Aumento), Covadonga, Virgen de los Remedios,
Santo Tomás, Victoria, Plus Ultra… y sus demasías. Es de destacar
F. 51
que hacia 1931 el coto pasará a manos de la compañía holandesa
Sociedad Española de Explotaciones Mineras, quien en 1970 lo
acabará vendiendo a Vicente Elosúa, arrendatario de las mismas
desde finales de los años 40 y que también explotaba la mina
Lorenza (Abanto).
Aunque tenían en propiedad otras concesiones mineras que les
situaron entre los mayores productores mineros (su volumen ascendió a 400.000 Tm. al año), su volumen productivo en este área
concreta será muy inferior al de Mac Lennan, Setares o Dícido. De
todas formas, como el mineral beneficiado era rubio con un alto
componente de arcilla, llegó a disponer de un lavadero de mineral.
Este estaba ubicado en la Demasía Celedonia, junto a los acantilados de Cobarón, para facilitar la eliminación de los lodos en el mar,
una constante en los lavaderos instalados en la costa. Disponía de
dos trómeles, que le permitían lavar 90 Tm. de mineral al día. Su
producción en 1910 fue de 11.500 Tm.
El transporte de mineral procedente tanto de las minas – sobre
todo Josefa y Galerna, las más productivas – como de los lavade-
en la cuenca minera vizcaina.
ros, se realizaba por medio del ferrocarril de Ontón - El Cobarón,
construido por la compañía en 1896. Tenía 2,6 km. de recorrido
y un ancho de vía de 0,7 m. Desembocaba en el cantilever del
Piquillo - Ontón, embarcadero construido en 1895. Era el mayor de
todos instalados en este tramo de costa, ya que tenía una longitud
de 100 m. y un voladizo de 65 m. que le confería una altura de 17 m.
sobre el nivel del mar. Tenía una capacidad de carga de unas 1.500
Tm. diarias, que aumentó a 2.000 Tm. a la hora, cuando en 1955 se
le instaló una cinta transportadora.
Junto al coto perteneciente a la Compañía Chavarri Hermanos, a
una distancia de 1.780 m. de la costa y a 260 m. de altitud sobre
el nivel del mar, se encontraban los cotos de la Cía. Minera de
Setares y la sociedad The Dicido Iron Ore Co. Ltd.
Estas empresas configurarán el sistema empresarial minero del
hierro de Cantabria a finales del siglo XIX, caracterizado por la
convivencia entre un conjunto de pequeños empresarios locales
y estas dos grandes sociedades, que representaron el conjunto
empresarial más potente del sector de Castro - Urdiales. Se caracterizaban por la presencia de capital extranjero – sobre todo inglés
– y vasco – de gran incidencia en el sector – que, con unos niveles
de producción muy altos, obtendrán beneficios millonarios que les
permitirán ejercer un dominio absoluto de la explotación minera
de la zona, que mantuvieron hasta fechas recientes.
El capital regional lo completará un grupo de pequeños y medianos
empresarios mineros particulares que mantendrán unos niveles
de producción que oscilarán entre las 60 y 150.000 Tm. anuales
de las que llegaron a obtener buenos beneficios, gracias a unas reducidas inversiones en infraestructura, que aunque tuvieron cierta
importancia no se pueden comparar con los de los anteriores.
La Compañía Minera de Setares, la primera de estas sociedades,
fue creada por Ramón de la Sota y Eduardo Aznar y de la Sota, de
Bilbao. Éstos, en 1885 efectuaron algunos sondeos en la mina
Ceferina, y tras comprobar su gran riqueza en mineral, decidieron
explotarla con otros cinco socios. La compañía fue fundada en
marzo de 1886 con el nombre de Sociedad de Minas de Setares,
S.A.; su fin declarado fue explotar los criaderos de Saltacaballo y
Setares y se convertirá rápidamente en la compañía minera más
importante de todo Cantabria.
187
Los lavaderos de mineral de hierro
F. 52
El criadero de Saltacaballo era una prolongación del criadero vizcaíno y estaba formada por seis filones de carbonato y óxido de
hierro que cortaban los estratos de la caliza barreniense, que se
introducía en el mar y obligaban a realizar una explotación subterránea de la zona mineralizada. El criadero de Setares estaba originado por una transformación de la caliza cenemanense en óxido
de hierro y se explotaba generalmente a cielo abierto, en cantera.
Aunque era muy rica, poseía un mineral muy silíceo, que producía
gran cantidad de arcilla que había que eliminar, obligando a realizar
importantes inversiones en lavaderos, transporte, etc. Las principales explotaciones de la compañía se localizaban en Setares;
allí estaban las minas Previsión y, sobre todo, Ceferina, con una
producción diaria de 15 m3 de rubio y 400 m3 de chirtas – el equivalente a unas 600.000 Tm. – que precisaban ser lavadas antes de
su comercialización. El nivel de escombro que generaba el laboreo
era de 130 m3.
A la vista de estos datos, podemos deducir la enorme importancia
que tenía el lavado, dentro del sistema de producción minera de
la compañía. Las grandes cantidades de arcilla hacían que el peso
del mineral pasara, tras el lavado, de 1.000 kg. por m3 a 1.565 kg.,
algo más incluso que los rubios limpios que pesaban 1.533 kg. por
m3. Como la ley metálica de las tierras ferruginosas era del 49,21%
de media, el tratamiento de las chirtas resultaba económicamente
rentable. Esto hizo que el mineral extraído por esta compañía fuera
creciendo paulatinamente; así, si en 1890 produjo el 3,62% de lo
conseguido en Bizkaia, esta cifra subió en 1895 al 5,39%.
F. 52_ Instalaciones de lavado
de mineral de la Cía. Minera
de Setares. (1910) (Homobono,
1994).
188
El lavadero de Setares se construyó en 1891 para tratar las chirtas
procedentes de las escombreras las minas Anita, Menuda, Guillermo y la demasía Actividad, que fueron compradas en 1890 a la
compañía de Dícido. Fue instalado aprovechando un antiguo moli-
en la cuenca minera vizcaina.
no de Baltezana, cerca de Ontón, que aportaba agua abundante a
la instalación, aunque había que subirla desde un arroyo situado en
una cota inferior.
F. 53
Originariamente disponía de cuatro trómeles desenlodadores – y
otros 2 de reserva – modelo Humboldt, de 3,20 m. de longitud
por 2,18 m. de diámetro. La energía necesaria para mover todo el
conjunto, era suministrada por 2 máquinas de vapor de 40 y 25 HP,
conectadas a las que suministraba una batería de 4 calderas de
25 HP cada una. Aunque podía de tratar 400 Tm. de chirtas al día,
su rendimiento se reducía a la mitad, es decir 200 Tm. diarias de
mineral lavado.
En 1909 consta que esta compañía ya había renovado sus instalaciones pasando el número de trómeles de 4 a 8, dejando además
otros 2 en reserva. Todos tendrán las mismas dimensiones que los
de 1891. Dispondrá además de cribas, platos clasificadores, tolvas,
etc.; el agua empleada en el lavado, se elevará hasta su nivel, mediante 3 bombas centrífugas (Homobono, 1994).
Con el fin de aprovechar los menudos que aún contenían restos de
mineral aprovechable, dispondrá de 2 batideras de 3 m. de largo
por 0,80 m. de ancho, con sus correspondientes palas de arrastre y
2 dragas de cangilones conectadas con unos pequeños trómeles.
Todo el conjunto será movido por un motor eléctrico de 105 HP,
que sustituirá a las máquinas de vapor, que quedarán en reserva
por si se producía una avería del motor eléctrico. Todo el conjunto
permitía lavar 210 m3 de tierras ferríferas y daba trabajo a 53 peones y 22 pinches.
En 1924 se lavaba un 80% de chirta y un 20% de menudos o finos.
Esto suponía el 40% del total producido en el coto minero.
F. 53_ Interior del lavadero de
mineral de la Cía. Minera de
Setares. (1910) (Archivo del
Nacionalismo Vasco, Fondo
Sota-Setares Caja 480 (4).
189
Los lavaderos de mineral de hierro
F. 54_ Laboreo en la mina Anita
(Castro-Urdiales) en 1908. Esta
era la mina más productiva del
coto de Dícido (A short history
of the Dícido Iron Ore Company,
1908).
El mineral lavado era conducido hasta un ferrocarril construido
por la compañía, que a su vez lo llevaba a los depósitos situados
en Saltacaballo, por medio de un plano inclinado de 80 m. y una
pendiente del 24%.
Para transportar el mineral desde los tajos hasta sus instalaciones, la empresa en 1885 inauguró un tendido férreo que partía
de las minas y, tras pasar por los lavaderos, terminaba en un
plano inclinado de 80 m. de longitud y 20% de pendiente, que
conectaba con los depósitos de Saltacaballo. Tenía una longitud
de 2.450 m. y un ancho de vía de de 0,76 m.
En el año 1899, para eliminar el plano inclinado, se inauguró un
nuevo ferrocarril, que partía de la cota inferior de la mina que había en este momento, pasaba por los lavaderos y desembocaba
en los depósitos, situados junto al cantilever, ya construido. Estos depósitos constaban de nichos longitudinales y vertederas,
situadas en desnivel para facilitar la carga y descarga.
El embarque se hacía con gabarras, hasta que se hizo evidente
que había que habilitar un sistema más eficaz. Para ello se procedió a construir en Saltacaballo unos depósitos subterráneos y
un embarcadero en cantilever que se inauguró en 1888. Sirvió
de modelo a todos los construidos con posterioridad; cargaba,
tanto el mineral de su coto situado junto al de Dícido, como el
de las minas Sorpresa y Josefa que llegaban hasta los depósitos
contiguos al cargadero. Era de acero, tenía 62 m. de longitud
total y su vuelo sobresalía 28,90 m., a una altura de 11 m. sobre
el nivel de la pleamar. Poco después de inaugurarse, se le dotó
de una cinta transportadora con la que el cantilever podía cargar
buques de 4.500 Tm. en 10 horas. Fue inutilizado durante la 2ª
Guerra Mundial por un submarino inglés y desguazado en los
años setenta del pasado siglo.
En 1880 se creó la compañía Hollway Brothers para explotar el
coto minero de Dícido, pero lo acabarán vendiendo en 1883 a
dos empresarios, que fundarán la Sociedad The Dícido Iron Ore
Co. Ltd., la otra compañía destacable del distrito minero de Castro-Urdiales.
190
El coto está situado al O de la ladera del Pico de Aro, en el monte
cántabro de Setares. La formación del mineral se remonta, como
la del resto de los depósitos de la zona de Castro Urdiales, al pe-
riodo Cretácico Superior. Es de formación metasomática e hidrotermal, y arma en las calizas del tramo albense.
El yacimiento tenía una longitud de unos 2 km. y seguía una dirección N–S, con cierta inclinación hacia el E. Era prácticamente
vertical y los desplazamientos horizontales debidos a las fallas verticales la dividían en tres masas: Norte, Central y Sur.
El coto minero estaba formado por mineral de la clase rubio, con
un bajo contenido en sílice, una base de arcilla con esquistos calcáreos – cayuela – y paredes compuestas por calizas. El espesor
de la zona mineralizada, cuando se comenzó a explotar, era de una
potencia media de unos 30 metros.
La concesión del yacimiento estaba compuesta por 24 minas y
parte de sus demasías, entre las que destacaban la mina Anita,
con gran diferencia la más rica, la Guillermo, la Menuda y Actividad, que fueron explotadas hasta el final. De todas formas, la gran
mayoría de sus concesiones mineras fueron arrendadas parcial o
totalmente a otras compañías.
La explotación comenzó haciéndose a cielo abierto con el procedimiento de bancos de 14 a 20 m. de altura, mediante picos y
azadas. Este sistema era cómodo y seguro, pero requería fuertes
inversiones, porque para acceder al mineral antes había que eliminar el estéril, que aparecía en grandes proporciones y se acabará
acumulando en unas escombreras situadas al O de la explotación.
Cuando se agotó el mineral superficial fue necesario extraerlo en
labores subterráneas.
El coto minero de Dícido fue explotado entre 1880 y 1988 y durante todo este tiempo atravesó por varios períodos claramente
diferenciados.
El primer periodo fue la llamada Etapa inglesa (1880-1882). Los comienzos se corresponden con la fundación por Hollway Brothers
de Londres, compañía fundada para explotar la mina Anita. Estos
crearán la infraestructura necesaria para su explotación, pero se
arruinaron en 1882. Construyeron un tranvía aéreo, sistema Hodgson, que unía la mina Anita con un depósito, que se acabó alargando hasta un pequeño puerto construido en la bahía de Dícido,
que permitía embarcar el mineral, por medio de gabarras, en los
buques. Ante la ineficacia del sistema, los hermanos Hollway en-
en la cuenca minera vizcaina.
F. 54
cargarán a M. Brüll de París, la construcción de un plano inclinado
de cadena flotante, que no verán acabar por la temprana quiebra
de la Sociedad. Esta será comprada en 1883 por los señores John
Bailey Davies, de Londres y Guillermo de Goitia, de Bilbao, que
fundarán la Sociedad The Dicido Iron Ore Co. Ltd, (1883-1911), con
un capital social de 106.000 libras.
En este período toda la producción de las minas se exportará hacia Gran Bretaña, con un ritmo que crecerá hasta 1899. Tuvo una
crisis entre 1890-1895, pero se recuperará cuando la economía internacional inicie de 1896 a 1908 un nuevo ciclo económico, caracterizado por un extraordinario aumento de la demanda de mineral.
Será entonces cuando se construirá el lavadero de la compañía;
será de dimensiones modestas, ya que el mineral que se explotaba en el coto era poco arcilloso. También se finalizará la cadena
flotante y se construirá, en 1896, un cargadero - cantilever para
sustituir el muelle destruido por un temporal. Era de estructura
metálica, se sustentaba sobre una pilastra de mampostería y estaba anclado en la orilla mediante cuñas. Frente a las 2.500 Tm. del
muelle, el cantilever permitía cargar buques de 4.500 Tm., a razón
de 220 Tm. por hora.
El segundo período es la Etapa Vasca (1911-1930), que se inicia
con la disolución de la Sociedad The Dícido Iron Ore Co. Ltd. y su
posterior compra por capital vasco. Este, en 1911 fundará la Compañía Minera de Dícido, S.A. con un capital social de 11 millones
de pesetas, divididas en 22.000 acciones de 500 pts. cada una,
todas en poder de Altos Hornos de Vizcaya; el Consejo de Administración lo integrarán empresarios como Víctor Chavarri, Evaristo
Churruca, Daniel Zubimendi, etc.
Con alguna modificación tecnológica (en 1921 comenzó a utilizar
excavadoras para el arranque del mineral) continuará el método
de explotación del periodo inglés. El mineral producido se seguirá
exportando a Inglaterra, pero como novedad, también a algún otro
país europeo como Alemania y a Altos Hornos de Vizcaya. Con
este último contratarán la entrega de 75.000 Tm. al año entre 1913
y 1922, cifra que se irá incrementando hasta acabar convirtiéndose casi en el único cliente de la Compañía.
191
Los lavaderos de mineral de hierro
De 1911-1920, la empresa arrendará la explotación de las minas a
los Sres. Iza y Amézola. Como el contrato será por Tm. embarcada
y m3 de estéril trasladado, primará el descombrado y la producción
de rubio, aún al precio de dejar más del 60% del mineral sin explotar y de destrozar el interior de la mina, que acabará con un alto
riesgo de hundimiento.
F. 55
Este período es especialmente interesante para nosotros, porque
en 1913 los contratistas deciden renovar el lavadero, construido
en la etapa inglesa, para aprovechar las chirtas que se iban acumulando por el desescombro masivo que se estaba produciendo con
el nuevo sistema de explotación.
Tenía una capacidad de trabajo de 50.000 Tm. al año, cifra baja
para los parámetros de producción del coto minero. Aunque se
pretendían aprovechar las tierras mineralizadas de las escombreras, el sistema de lavado será bastante ineficaz, ya que tras el
lavado de las chirtas, los lodos resultantes, que eran vertidos al
mar, aun contenían al menos el 45% de mineral.
La producción durante esta etapa será bastante buena, gracias a
que, a consecuencia de la Primera Guerra Mundial, el mercado absolverá todo el mineral extraído. Tras la guerra la situación cambia,
tanto por la normalización del mercado europeo, como por las dificultades que para la extracción suponía el exceso de escombros
que cubrían las masas de mineral localizado a cielo abierto.
En 1921, por la crisis económica, los contratistas pedirán un aumento del margen de beneficio que obtenían por su explotación,
ante lo cual la Cía. Minera de Dícido tomará la decisión de encargarse personalmente de la explotación de las minas. Para incrementar los bajísimos los niveles de productividad y producción,
que en 1921 se situaban en la cifra más baja de su historia, procederán a reducir la plantilla de obreros e incorporar nueva tecnología. Se intensificará la explotación en galerías y mecanizará la
de cielo abierto, lográndose que la productividad y la producción
aumenten, llegando en 1928 hasta las 227.149 Tm., la mayor cifra
de esta segunda etapa.
Un tercer período comenzará en 1930, cuando el alto nivel productivo alcanzado por la empresa, decide a los principales accionistas
de la Compañía Minera de Dícido, S.A., a convertirla, conservando
una administración propia, en una empresa filial de Altos Hornos
de Vizcaya. Estos accionistas también pertenecían al Consejo de
Administración de AHV y querían abastecerse de mineral propio,
aprovechando la privilegiada situación de las minas de Dícido.
Como consecuencia de esto, la explotación del coto quedará supeditada a las necesidades de mineral de esta factoría.
192
La nueva dirección, tras comprobar el mal estado de las explotaciones, decidirá asegurar las galerías; esto reducirá mucho las
ventas, pero permitirán el descubrimiento de nuevos yacimientos
que supondrán un aumento del 20% en las reservas de mineral
del coto. Hasta los años 40, tanto por la Guerra Civil, como por
a las actividades de fortificación de la zona central de la mina, la
F. 56
en la cuenca minera vizcaina.
producción fue modesta. En 1937, la voladura del cargadero, reemplazado en 1938, paralizará la actividad de la compañía.
A partir de 1940 la producción y productividad subirán algo, pero
su rentabilidad estará condicionada por los vaivenes de la política
económica de AHV que tratara a menudo de enjugar sus pérdidas
en sus empresas filiales. Entre 1946 y 1958 se procederá al desescombro de las nuevas masas de mineral; en 1960, para evitar la
acumulación de mineral en sus depósitos, AHV dará preferencia
al mineral de Dícido.
De 1968 a 1971 se producirá la Reconversión del Coto Minero de
Dícido, para convertirlo en una empresa competitiva. Para ello se
mecanizará el laboreo en la mina, se modernizará el lavadero para
aumentar la calidad del mineral, se sustituirá la cadena flotante y
en el cantilever se introducirá un sistema de cintas transportadoras que ahorrará mucha mano de obra y permitirá reducir la plantilla; además se darán incrementos salariales por productividad. El
plan de reconversión surtirá efecto de inmediatos y la producción
pasará de 49.188 Tm. en 1967 a 146.362 Tm. en 1971.
F. 55_ Plano de situación del
conjunto de las instalaciones
del lavadero de la Compañía
Minera de Dícido, S. A (BFA/
AFB. Agruminsa 0463/002
[002]).
F. 56_ Lavadero de la Compañía
Minera de Dícido, S. A, en 1958
(BFA/AFB. Agruminsa 0463/002
[003]).
Este plan tendrá validez hasta 1975, en que se producirá el hundimiento en la sección A, herencia de la falta de medidas de seguridad del período de contratación, lo que hará inviables, desde
el punto de vista técnico, los planes de la empresa (Cárcamo y
Hernández, 1988).
En 1970 el Coto de Dícido pasará a la Agrupación Minera, S.A., inaugurándose el último período de su historia. Agruminsa, empresa
filial de Altos Hornos de Vizcaya, necesitaba mineral por debajo del
costo del mercado; ello solo era posible aumentando la productividad, que conseguirás acudiendo a contratistas a los que pagará
por metros de galerías avanzados y mecanizando la explotación
subterránea y el transporte. Con todo esto conseguirá una producción que oscilará en torno a las 100.000 Tm., lo que unido a la gran
riqueza metálica del rubio de Dícido y a su cercanía de AHV, harán
que la explotación siga siendo rentable.
El lavadero de Dícido era muy modesto; fue construido en la
etapa inglesa (hacia 1885) para beneficiar las chirtas que iban apareciendo en la explotación de los rubios. Estará ubicado en la mina
Anita, cerca de las escombreras y del mar, para facilitar el vertido
de los lodos. La instalación dispondrá de 2 trómeles tipo Humboldt, con una longitud de 4 m. en la parte cilíndrica y 2 en la cónica y
un diámetro de 2,20 m. En la parte cilíndrica tenían 20 juegos de 8
paletas de 0,30 m. para facilitar el desenlodado del mineral. En el
cono tenían unas espirales de palastro agujereado para retardar la
salida del mineral al plato de estrío. Estaban hechos de chapa de
hierro remachada (BFA/AFB. Agruminsa 0460/011).
En 1913, la Compañía Minera de Dícido inaugurará unas nuevas
instalaciones de lavado. En ellas sustituirán los antiguos trómeles
por otros nuevos, que para aprovechar las antiguas instalaciones,
harán iguales a los anteriores y dejará un tercer trómel en reserva.
Recibirán la energía de un motor eléctrico de 40 HP. En las opera-
193
Los lavaderos de mineral de hierro
F. 57_ Plano de las instalaciones
del lavadero de la Compañía
Minera de Dícido, S. A, en 1958
(BFA/AFB. Agruminsa 0463/002
[004]).
ciones de lavado utilizan 30.000 litros de agua. Su capacidad de
lavado será 300 a 350 Tm. de chirta diaria, de la que saldrán 100 o
150 Tm. de mineral limpio, con una ley metálica del 47%. La capacidad de trabajo anual será de de 50.000 Tm. Estas cifras indican
que el sistema de lavado era bastante ineficaz, ya que aunque se
pretendían aprovechar las tierras mineralizadas que iban a parar a
las escombreras, se desperdiciaba una buena parte del mineral
que era desechado junto a los lodos resultantes, que aún contenían al menos el 45% de mineral. Este hecho contrastaba con la
eficacia demostrada por el lavadero de Setares, que en la misma
época apenas perdía mineral, ya que utilizaba distintos procesos
de lavado para aprovechar los menudos que salían mezclados con
los fangos.
Para llevar el mineral hasta el lavadero, en 1916 se construirá una
galería emboquillada de una longitud de 1.000 m. que partiendo
F. 57
194
del criadero de mineral, desembocaba en los depósitos de la cadena flotante y terminaba en el lavadero. También se habilitará
una presa desde la que se elevará el agua hasta el lavadero, que
estaba a una altura considerable. La energía de las instalaciones
procederá de un motor eléctrico de 50 HP conectado a la red eléctrica, que sustituirá al anterior. Para almacenar el mineral ya lavado, también se instalará, junto al lavadero, un depósito de 20.000
Tm. (Homobono, 1994).
En 1931 el lavadero será trasladado junto al cementerio de Mioño.
Dispondrá de dos trómeles, con platos de escogido y un sistema
de cintas para el transporte. Entre 1939 y 1942 se procederá a
renovar las instalaciones, aunque tan solo se sustituirán dos de los
trómeles, que pasarán a ser movidos por un motor eléctrico de 40
HP; se incrementará su capacidad hasta las 350 Tm., pero la producción se mantendrá en las misma cifras que en 1911, es decir
de 150 Tm. por jornada. Habrá que esperar al período de 1968 y
1971 para que se proceda a la modernización de las instalaciones
del lavadero, como parte de un proceso general de reconversión
de todo el coto minero.
Para alcanzar los objetivos del plan de reconversión era preciso,
además de incrementar la producción, mejorar la composición
química y mecánica del mineral vendible, lo que obligaba a su tratamiento. En primer lugar habría que instalar unas unidades de
quebranto para reducir tamaño del mineral a un máximo de 70
mm. En segundo lugar habría que lavar, tanto los menudos como
el mineral de cantera.
Con ciertas mejoras en el lavado, se podría obtener un producto de
51,7% de ley en estado seco y con 8,7% de humedad natural, que
los convertían en un excelente aditivo para los carbonatos que Agruminsa obtenía de la mina de Bodovalle (Gallarta, Bizkaia). Con una
pérdida del 11% en la calcinación del carbonato, tras una sinterización básica se podría obtener un mineral de una ley mínima del 58%.
Aunque los responsables de la reconversión reconocían que el
lavadero – anticuado y de capacidad reducida – era preciso sustituirlo por otro de gran capacidad y rendimiento, dudan de la conveniencia de hacer excesivas modificaciones, ya que podrían no
ser rentables. Esto es debido a que para lavar la totalidad del
mineral, habría que incrementar el consumo de agua, y el gasto
que suponía elevarla a la altura en que se encontraba el lavadero
lo hacía inviable; como opción más económica, se planteará su
reubicación en una cota más baja.
Al final se deciden por la creación de unas nuevas instalaciones,
que constarán de un depósito de tierras ferríferas en la cabecera
del lavadero, hasta el que el mineral accedería mediante una vertedera. Allí se pondrían las machacadoras que reducirían todo el
mineral a un tamaño uniforme. De ahí pasaría a dos trómeles (se
instalará otro de reserva) de características parecidas a las de los
anteriores y que tras lavar el mineral lo depositarían en una cinta
de escogido donde se completaría el tratamiento con un estriado
normal para eliminar las impurezas; en el caso de que este estriado no resultase económico, se sustituiría por un método gravimétrico. Se habilitará también un lavadero de menudos, junto al
anterior, pero independiente de este. Al pie del lavadero se instalarán otros dos depósitos, uno para el mineral lavado y otro para el
grueso. Debajo de ellos también se habilitarán unas escombreras
(BFA/AFB. Agruminsa 01178/014).
Las aguas fangosas, producto del lavado de las chirtas y los menudos, saldrían por sendos canales de desagüe hasta una pequeña
balsa de decantación, algo poco habitual en los lavaderos de la
costa vasco - montañesa (aparece indicada en los planos como la
nº 1); esta balsa estaría situada en una cota inferior del conjunto de
las instalaciones y dispondría de otro canal que llevaría los lodos
decantados hasta el mar, situado al otro lado de la carretera de
Bilbao Castro - Urdiales.
Todo el conjunto estaría conectado entre sí mediante un ramal de
la cadena flotante, que además transportaría el mineral hasta el
cantilever de Dícido, desde donde sería embarcado en la gabarra
de AHV hasta sus instalaciones de Sestao.
En su última etapa de explotación, la Compañía reducirá el tratamiento del mineral a un simple cribado para separar los menudos
inferiores a 200 mm., que eran llevados a una machacadora desde
la que iban a una cinta en la que se procedía a separar las calizas,
tras lo cual estaba listo para su transporte hacia AHV; allí se completaría el tratamiento con un secado para del mineral (Homobono, 1994).
Los lavaderos de mineral de hierro
Fuentes y bibliografía
Abreviaturas
ACMMG
Fondo fotográfico del Museo de la Minería del País Vasco
(Gallarta, Bizkaia).
BFA/AFB
Bizkaiko Foru Aldundia / Diputación Foral de Bizkaia
Foru Agiritegia / Archivo Foral.
Archivo BBVA
Archivo Histórico del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria:
Inventarios de Fondos Documentales: Compañía José Mac
Lennan de Minas y otras sociedades mineras.
BFA/DFB
Bizkaiko Foru Aldundia / Diputación Foral de Bizkaia
Ondare historikoaren Zerbitzua / Servicio de Patrimonio Histórico. (I. I: Fondo fotográfico de Iñaki Izquierdo. M. A. N:
Fondo fotográfico de Miguel Ángel Nuño).
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