EL ARTÍCULO DE INVESTIGACIÓN

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EL ARTÍCULO DE INVESTIGACIÓN
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¿Qué es?
El artículo científico es un texto escrito que informa por primera vez de los resultados
de una investigación, y que es redactado y publicado siguiendo unas normas muy
concretas, aceptadas por la comunidad científica internacional, cuyo uso asegura la
comunicación efectiva de la información científica en todo el mundo. Robert Day (ver
el apartado bibliográfico) define el artículo científico como: "Un informe escrito y
publicado que describe resultados originales de investigación [...], que debe ser escrito y
publicado de una cierta forma, definida por tres siglos de tradiciones cambiantes, de
práctica editorial, de ética científica y de influencia recíproca de los procedimientos de
impresión y de publicación."
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¿Para qué sirve?
Según la UNESCO, la finalidad esencial de un artículo científico es comunicar los
resultados de investigaciones, ideas y debates de una manera clara, concisa y fidedigna;
la publicación es uno de los métodos inherentes al trabajo científico.
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¿Cómo se hace?
Es poco probable que de una investigación con deficiencias metodológicas surja un
buen artículo, pero sí sucede a menudo que de una buena investigación no resulte un
buen artículo, porque no se conoce el modo adecuado de elaborarlo. Los artículos
científicos se redactan de acuerdo con unas normas que deben ser cumplidas por todos
los redactores de este tipo de textos. Dichas normas afectan tanto a la estructura, a la
extensión y al estilo, como a la presentación y al formato.
El problema de la creciente redacción de artículos y la necesidad de una estandarización
de los mismos surgió hacia los años sesenta. En los EUA el American Institute of
Biological Sciences de Washington publicó en 1960 lo que se considera el manual más
antiguo para la enseñanza de la redacción científica. Se trata del Style Manual for
Biological Journals, cuya autoría corresponde al Comité sobre Forma y Estilo de la
Conference of Biology Editors. Las siguientes ediciones, según Martínez de Sousa (ver
apartado bibliográfico), son de 1964, 1972, 1978, 1983 y 1994 y corren a cargo del
Council of Biology Editors, organismo en el que se creó un Comité de Política
Editorial. En 1987 se tradujo al español la quinta edición del Style Manual for
Biological Journals con el título de Manual de estilo: guía para autores, editores y
revisores en el campo de la medicina y la biología (primera obra de referencia en
materia de redacción científica y de estilo lingüístico para este tipo de textos).
En 1962 la Unesco publica un documento (Unesco/NS/177) con las normas que deben
aplicarse en toda publicación científica. El comité que redactó esas normas pretendía
examinar los medios para llevar a cabo una actividad internacional eficaz que permitiera
mejorar la situación de la información científica. El comité consideró que la falta de
unas normas libremente aceptadas en materia de redacción y de publicaciones de las
informaciones científicas era una de las causas principales del inútil aumento de los
documentos publicados, así como de los gastos que entraña su publicación y su
tratamiento posterior en los servicios de indización y de extractos, y en las bibliotecas.
Las normas se difundieron en diferentes lenguas.
En 1968 la UNESCO publicaba su nueva Guía para la redacción de artículos
científicos destinados a la publicación, en la que se tuvieron en cuenta todas las
sugerencias y comentarios recibidos en relación con las normas redactadas en 1962. El
documento tuvo muy buena acogida, al conservar todos los elementos esenciales de las
normas, pero acompañarlos de comentarios, detalles y sugerencias secundarias, de
carácter explicativo, que facilitaban su comprensión y utilización.
El American National Standards Institute (ANSI) de Nueva York publica en 1969 una
norma para abreviar títulos en las publicaciones periódicas y en 1972 presenta su
"Preparación de los artículos científicos para su presentación escrita u oral", en la que
define la fórmula conocida como IMRaD (Introducción, Material y Metodología,
Resultados y Discusión; en español, IMRyD). Actualmente se suele utilizar este
esquema al redactar artículos científicos.
En 1978 se reunieron algunos directores de revistas médicas generales de referencia en
Vancouver (Canadá) para establecer unas pautas sobre el formato de los originales de
los autores. A los participantes en esta reunión se les llamó Grupo de Vancouver. Las
normas que surgieron de esa reunión se publicaron por primera vez un año después.
Este grupo se convirtió más tarde en el actual International Committee of Medical
Journal Editors (ICMJE), que se reúne anualmente. El comité elaboró en 1982 unos
Requisitos de uniformidad para originales presentados a revistas biomédicas. En 1997
teníamos la quinta edición (ver http://usuarios.bitmailer.com/rafabravo/uniformcast.htm,
página en la que aparece un resumen de los Requisitos en español). La aceptación de
estas normas es generalizada actualmente; más de 500 revistas de todo el mundo las
siguen, y son consideradas de referencia en el ámbito de la publicación científica de
primer orden.
Existen diversos tipos de texto que sirven para la comunicación científica y que son de
gran importancia, además del artículo científico. Se trata de publicaciones como las
comunicaciones breves, en que los temas son similares a los de los artículos originales
pero la información es preliminar o solamente sugerente (su extensión admite hasta 750
palabras, 10 referencias y 2 tablas, más figuras en la investigación médica). En
Medicina se utiliza también el caso clínico, con una extensión similar a la de los
artículos breves, y que puede ampliarse si incluye más de un solo caso. Existen también
publicaciones secundarias y servicios de información, administrados por importantes
organismos comerciales o gubernamentales y que se ocupan de la elaboración de
resúmenes y de la indización de publicaciones primarias (con artículos originales, es
decir, artículos científicos propiamente dichos), así como del almacenamiento y
recuperación de la información contenida en ellas (resumes analíticos y palabras clave).
Por último, los artículos de revisión son investigaciones realizadas sobre un tema
determinado, en el que se reúnen, analizan y discuten informaciones ya publicadas. Su
alcance depende de la publicación a la que se destina. El autor de un estudio
recapitulativo debe tener en cuenta todos los trabajos publicados que han hecho avanzar
el tema.
En todas estas publicaciones se utiliza el mismo tipo de lenguaje: claro, bien
estructurado, con tendencia a las frases cortas y al orden lógico (sintaxis muy sencilla),
con mucha terminología, y espíritu de síntesis y de concisión. El texto es, en general,
lingüísticamente demodalizado, es decir, impersonal, sin marcas del "yo" ni elementos
que se puedan entender como subjetivos. Domina el tono de imparcialidad y de
rigurosidad que se espera de las obras científicas.
Nos centraremos ahora en el artículo científico, como texto científico primario, es
decir, fundamental para el avance de la Ciencia. Los artículos científicos constan de los
siguientes elementos constitutivos en cuanto a su estructura:
- Título
- Autoría
- Resumen analítico
- Línea de palabras clave
- Introducción
- Material y métodos
- Resultados
- Discusión
- Agradecimientos
- Referencias bibliográficas
- Apéndices
El título debe describir el contenido de forma clara y precisa, que permita al lector
identificar el tema fácilmente, y a los servicios de información, catalogar y clasificar el
material con exactitud. Debe ser corto, no debe exceder de las 15 palabras, según las
Normas de Vancouver, por lo que dichas normas aconsejan que se eviten las
preposiciones y los artículos, el utilizar expresiones repetitivas como "estudio sobre",
investigación acerca de", etcétera y el uso innecesario de subtítulos. El título suele ser lo
último que se escribe, porque entonces es cuando se tiene una idea general del artículo y
la identificación clara y precisa tanto del problema como de los objetivos.
La autoría es un aspecto al que se dedican muchas líneas en las Normas de Vancouver.
Deben aparecer como autores aquellos que han realizado una contribución intelectual
sustancial y los que por ello deben asumir la responsabilidad del contenido del artículo.
No es adecuado incluir como autores a personas cuya contribución al artículo ha sido
mínima o nula (autoría injustificada) o negarle crédito de autor a una persona que es
responsable de una parte decisiva del contenido intelectual del artículo (autoría
incompleta). La usurpación de la autoría es éticamente inaceptable y quien comete este
tipo de infracción debería hacerse acreedor, por lo menos, a una sanción moral de parte
de sus colegas.
Para la autoría múltiple no existe un límite neto que permita distinguir un número
"aceptable" de autores de un número "excesivo". Actualmente son cada vez más
frecuentes los artículos multiautoriales, pero es importante tener en cuenta dos
cuestiones: hay que conceder tal categoría cuando esta sea merecida y responsable, y no
olvidar que el auge de este tipo de artículos causa muchos problemas a los editores, a
los bibliógrafos y a los investigadores. En cuanto a la autoría corporativa, es frecuente
en el mundo científico general, y no es otra cosa que una autoría múltiple en la que,
además, se cita el centro coordinador del estudio o el conjunto de centros involucrados
en él; igualmente hay que mencionar a pie de página a los autores principales del
estudio. Con respecto al centro o centros involucrados en la investigación, hay que dar
los datos completos de esas instituciones, con la dirección exacta.
El resumen tiene el objetivo de orientar al lector para que pueda identificar el contenido
básico del artículo de forma rápida y precisa, y para que pueda determinar su nivel de
relevancia. Después del resumen suele adjuntarse el abstract, que suele ser ese mismo
texto del resumen, pero traducido al inglés. El abstract tiene la función de resumir el
artículo en lengua inglesa para que se pueda indizar el contenido y de este modo
distribuir la información a toda la comunidad internacional de científicos.
El contenido debe expresar de manera clara y breve los objetivos y el alcance del
estudio, los procedimientos básicos, los métodos analíticos y de observación y los
principales hallazgos y conclusiones. Según las indicaciones del Grupo de Vancouver,
debe redactarse en tercera persona y en tiempo pasado, excepto la frase concluyente.
Hay que excluir las abreviaturas y las referencias bibliográficas. Según las mismas
normas, el resumen puede ser de tres tipos: descriptivo, informativo y estructurado.
El resumen descriptivo da una idea general del estudio, su extensión es de 50 a 100
palabras y no suele ser recomendable para revistas científicas. El resumen informativo
es similar a un miniartículo; su extensión es de entre 150 y 200 palabras. El resumen
estructurado se divide en los siguientes apartados: objetivos, diseño, lugar y
circunstancias, pacientes (u objetivo del estudio), intervención, mediciones y principales
resultados, y conclusiones.
El tipo de resumen será distinto dependiendo de la publicación y de las normas
editoriales de la revista en la que se vaya a publicar la investigación. Los errores más
frecuentes respecto de los resúmenes en los artículos de investigación son: que no
aparezcan, es decir, que no haya resumen, que no sean inteligibles, que no contengan
información relevante, que incluyan conclusiones no relacionadas con el texto, que falte
precisión, concisión y ordenamiento.
Al final del resumen el autor debe definir de 3 a 10 palabras clave que ayuden a la
indización cruzada del artículo. En Medicina se recomienda utilizar los términos del
MeSH (Medical Subject Headings) del Index Medicus más reciente. En otras
especialidades científicas, se puede utilizar otro tipo de tesauros específicos, o bien
tesauros generales elaborados por organismos internacionales de referencia (como la
Unesco, por ejemplo).
En la introducción es necesario identificar nítidamente el problema o cuestión de que
trata el artículo y encuadrarlo en el momento actual, exponiendo brevemente cuáles son
los trabajos más relevantes, y destacando las contribuciones de otros autores al tema
objeto de estudio. Se trata de contextualizar el estudio; esto implica, lingüísticamente
hablando, la redacción en tiempo presente. Hay que justificar las razones por las que se
ha emprendido el estudio y formular las hipótesis y los objetivos pertinentes.
La redacción del capítulo sobre los materiales y la metodología empleados es muy
importante. Su contenido debe permitir a cualquier científico especializado en el tema
replicar la investigación. La piedra angular del método científico está en que los
resultados obtenidos, para tener valor científico, sean reproducibles; por lo tanto, hay
que suministrar la base para que otros científicos puedan repetir los experimentos para
ampliar los resultados o bien para llegar a conclusiones distintas.
En este apartado metodológico, habrá que definir la muestra o grupo de estudio y la
adscripción de determinados sujetos al grupo o grupos de estudio, definir el diseño
experimental que se ha seguido, la intervención por parte de los investigadores en la
muestra para producir una serie de cambios que después deberán ser valorados, el
método de análisis y el tratamiento de la información (análisis estadístico). Con respecto
a los métodos, se dará solo la referencia de los que ya son conocidos por la mayor parte
de los científicos, pero sobre los nuevos o los que se hayan modificado sustancialmente,
se explicarán las razones por las cuales se usan y sus limitaciones, si las tuvieran.
En los experimentos con seres humanos (en Medicina, sobre todo) se debe indicar si se
han seguido los patrones éticos de la Declaración de Helsinki de 1975, revisada en
1983. En experimentación animal se indicará si se han seguido las pautas señaladas por
la institución competente o por alguna ley nacional en el uso y cuidado de los animales,
o se notificarán las recomendadas en la guía del National Research Council.
Los errores más frecuentes en el capítulo metodológico son que el diseño sea
inapropiado para los objetivos del estudio, que esté en desacuerdo con el nivel actual de
conocimientos sobre el problema o que contenga inconvenientes éticos (solo en
determinadas áreas científicas), que la muestra no sea representativa del universo, que
exista imprecisión en la descripción de los materiales o de los métodos de análisis
propios de la especialidad (por ejemplo, clínicos en Medicina) o estadísticos, y que
exista falta de orden en la presentación de los materiales y de los métodos.
En el capítulo de los resultados debe presentarse solo la información pertinente a los
objetivos del estudio, los hallazgos deben seguir una secuencia lógica, mencionándose
los más relevantes, incluso aquellos contrarios a las hipótesis; se debe informar con tal
suficiente detalle que permita justificar las conclusiones. Los resultados obtenidos
deben cuantificarse con medidas adecuadas de error o incertidumbre, notificar las
reacciones de la muestra, indicar el número de observaciones y el recorrido de los datos
observados, notificar la pérdida de participantes en el estudio, especificar las pruebas
aplicadas para analizar los resultados. Los autores deben utilizar los términos como
tales, evitando su banalización, incluso en aquellos vocablos que también pueden ser
utilizados como elementos del léxico común.
Los cuadros y los gráficos se utilizarán solo cuando contribuyan a la nitidez de la
explicación. En el texto se deben citar todas las tablas, figuras y las referencias
bibliográficas. Debe utilizarse el tiempo pasado y cuidar de no repetir lo descrito en el
capítulo anterior (metodología).
La discusión es el capítulo principal en la redacción del artículo científico. En ella se
examinan e interpretan los resultados obtenidos en la investigación en el marco
conceptual de referencia, se discute la coherencia y las contradicciones fundamentales
de los datos obtenidos, se evalúan y califican las implicaciones de los resultados con
respecto a las hipótesis originales. Es el espacio en el que se produce el vuelo teórico
del investigador, de donde emergen los nuevos conocimientos y las hipótesis que
deberán ser verificadas en estudios posteriores.
El lector debe obtener en este punto respuestas claras y directas sobre si el estudio ha
dado respuesta al problema planteado en la introducción. Habrá que explicar aquí cuál
es la contribución real del artículo, a qué conclusiones se ha llegado y las implicaciones
teórico-prácticas que se pueden inferir del estudio. En muchas revistas el capítulo de las
conclusiones está incluido en la discusión. No hay que repetir los resultados sino
discutirlos a la vista de todo el trabajo en conjunto, del experimento, del marco teórico y
de las perspectivas que el estudio abre para más adelante. Hay que evitar las
conclusiones sin apoyo de los datos obtenidos y las discusiones superficiales que
oscurecen y limitan el trabajo, en lugar del enriquecerlo.
En los agradecimientos el autor reconoce la cooperación de las personas y de las
instituciones que le han ayudado en sus investigaciones, a los que han revisado el
manuscrito del artículo y a los que han contribuido a la redacción del mismo.
Las referencias bibliográficas permiten identificar las fuentes originales de las ideas,
los conceptos y los métodos, las técnicas y los resultados que provienen de estudios
anteriores, a los que el autor ha tenido acceso y que de alguna manera le han orientado
en su trabajo. Las referencias se suelen numerar de forma consecutiva, con números
arábigos situados entre paréntesis, en el orden en que han aparecido por primera vez en
el texto. El Grupo de Vancouver recomienda usar en las referencias bibliográficas el
formato utilizado en el Index Medicus por la Biblioteca Nacional de Medicina de los
Estados Unidos de Norteamérica (US National Library of Medicine).
Conviene evitar el uso de los resúmenes en calidad de referencias, las observaciones no
publicadas, o la cita de citas: las referencias deben ser consultadas siempre a partir de
los documentos originales. Las explicaciones personales pueden ser introducidas en el
texto entre corchetes ([ ]). Hay que excluir las citas de tesis de maestría o de doctorado
no publicadas, que, en caso de ser imprescindibles, se notarán a pie de página. Se
pueden incluir los trabajos aceptados para su publicación, aunque no hayan sido
publicados todavía, añadiendo "en prensa" entre paréntesis.
Algunos artículos requieren de la introducción de documentos adjuntos y
complementarios, que son los apéndices. En estos apartados podemos incluir toda la
información que por su extensión o configuración no encuadre bien dentro del cuerpo
del artículo y que, en cambio, sea necesaria para su adecuada comprensión.
Tomado de: http://parles.upf.edu/cr/casacd/visormcs.htm
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