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GASPAR - Guía para la contratación de seguros
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Guía para la contratación de seguros
ELEMENTOS DEL CONTRATO DERECHOS Y OBLIGACIONES - Riesgo
Definición
Posible ocurrencia, por azar, de un acontecimiento que provoca una necesidad económica y cuya aparición se
cubre en la póliza.
El riesgo es la esencia del contrato de seguro, lo que se pretende cubrir. Por eso, sin riesgo el contrato de seguro
es nulo, como señala el artículo 4 de la Ley de Contrato de Seguro. La incertidumbre se puede referir a si el
hecho cubierto se va a producir o no (por ejemplo, caso de robo), o a cuándo se va a producir algo cierto (la
muerte). Lo normal es que se trate de acontecimientos futuribles, pero podría darse la cobertura de un hecho ya
pasado pero desconocido por el asegurado. En cualquier caso debe tratarse de circunstancias cuyo suceso sea
ajeno a la voluntad del asegurado. El carácter dañino o la necesidad patrimonial en ocasiones será evidente
(susceptible de calcularse según precios de mercado, como en los seguros de daños); en otras será un “daño
pactado”, como cuando se fija una prestación en los seguros de vida, donde el valor de la vida es subjetivo.
RIESGOS CUBIERTOS Y EXCLUIDOS
Aunque los ramos de seguros, a través de su denominación, permiten un primer acercamiento para conocer
cuáles son los riesgos cubiertos, es muy recomendable que se lea la póliza para saber exactamente qué está
cubierto e igualmente qué situaciones de riesgo están excluidas. Que la prima sea barata o cara puede estar
directamente relacionado con el abanico de riesgos incluidos dentro de la póliza ofrecida. Por ello toda valoración
de la misma debe partir del conocimiento de cuáles son las situaciones aseguradas, y las que no lo están. En este
último caso, dependiendo de la formulación, los riesgos excluidos pueden entenderse como cláusulas limitativas,
en cuyo caso, como se ha explicado en el apartado relativo a la formalización, deben destacarse de modo
especial y ser específicamente aceptadas por escrito.
RIESGOS EXTRAORDINARIOS: EL CONSORCIO DE COMPENSACIÓN DE SEGUROS
Los riesgos llamados extraordinarios tienen un régimen especial. El Consorcio de Compensación de Seguros
compensa los daños producidos a las personas y en los bienes por determinados fenómenos de la naturaleza y
por algunos acontecimientos derivados de determinados hechos de incidencia política o social , a condición de
tener suscrita una póliza en alguno o algunos de los ramos respecto de los que la legislación vigente establece la
obligación de incluir en sus correspondientes coberturas la garantía de estos riesgos El Consorcio abonará las
indemnizaciones derivadas de siniestros extraordinarios a los asegurados que, habiendo pagado los
correspondientes recargos en sus pólizas, no tengan cubierto el riesgo extraordinario de que se trate por póliza de
seguro contratada con una compañía del mercado, o que, habiendo contratado ésta, la entidad aseguradora no
pudiera hacer frente a sus obligaciones indemnizatorias por encontrarse en quiebra, suspensión de pagos o
proceso de liquidación.
El objetivo del Consorcio es indemnizar las pérdidas derivadas de acontecimientos extraordinarios acaecidos en
España, y que afecten a riesgos en ella situados. En caso de evento extraordinario ocurrido en el extranjero, el
Consorcio compensará los daños personales si el tomador del seguro tuviera su residencia en España.
Es característica del sistema español definir los riesgos catastróficos que se cubren en función del potencial de
pérdidas que son capaces de generar, pero sin condicionar la protección a que se produzcan eventos que afecten
a un número muy elevado de asegurados o a una extensión territorial muy amplia, ni a que ocasionen daños muy
cuantiosos que permitan calificar el evento de "catástrofe". Así, es posible que el siniestro afecte sólo a un
asegurado, teniendo pleno derecho a la indemnización, sin que sea para ello preciso una declaración oficial de
"catástrofe" o de "zona catastrófica". La cobertura es automática una vez ocurra alguno de los acontecimientos
asegurados, que son los siguientes:
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Fenómenos de la naturaleza: inundaciones extraordinarias, terremotos, maremotos, erupciones
volcánicas, tempestad ciclónica atípica y caídas de cuerpos siderales y aerolitos. La normativa del
consorcio delimita de modo muy preciso qué debe entenderse en cada supuesto. La inundación es
el caso más habitual en España. Se entiende a estos efectos por tal el anegamiento del terreno
producido por lluvias o deshielo; por aguas procedentes de lagos con salida natural, de rías o ríos,
o de cursos naturales de agua en superficie cuando se desborden de sus cauces normales.
Asimismo se incluye el embate de mar en la costa, aunque no haya anegamiento. Sin embargo,
no quedan comprendidos bajo este concepto de inundación la lluvia caída directamente sobre el
riesgo asegurado, o la recogida por su cubierta o azotea, su red de desagüe o sus patios, como
tampoco la inundación ocasionada por rotura de presas, canales, alcantarillas, colectores y otros
cauces subterráneos artificiales, salvo que la rotura se haya producido como consecuencia directa
de evento extraordinario cubierto por el Consorcio.
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Los ocasionados violentamente como consecuencia de terrorismo, rebelión, sedición, motín y
tumulto popular.
Hechos o actuaciones de las Fuerzas Armadas o de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad en tiempo
de paz.
No habrá derecho a indemnización, cuando se dé alguna de las siguientes circunstancias:
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Carecer de un seguro sobre los bienes siniestrados, o que, teniéndolo, pertenezca a un ramo al
que el sistema de Riesgos Extraordinarios no extiende su cobertura (ni se cobra recargo por ello).
En cuanto a la causa directa del siniestro: que ésta sea distinta de los eventos extraordinarios
mencionados en los riesgos cubiertos. Así, no se cubren los daños derivados de:
Ø Elevación del nivel freático, movimiento de laderas, deslizamiento o asentamiento de terrenos,
desprendimiento de rocas y fenómenos similares, salvo que éstos fueran ocasionados por la acción
del agua de lluvia que, a su vez, hubiera provocado en la zona una situación de inundación
extraordinaria y se produjeran vientos no extraordinarios.
Ø Conflictos armados, aunque no haya precedido declaración de Guerra.
Ø Actuaciones tumultuarias en el curso de manifestaciones autorizadas o huelgas legales.
Ø Energía nuclear (aunque sí se cubren los daños ocasionados a las instalaciones nucleares como
consecuencia de un evento extraordinario).
Ø Oleaje o corrientes ordinarios cuando afecten a bienes total o parcialmente sumergidos de forma
permanente. (inferiores a 135 km/h.). El mero transcurso del tiempo o la falta de mantenimiento del
bien asegurado.
Ø Eventos que, por su magnitud y gravedad, sean calificados por el Gobierno español como
"catástrofe o calamidad nacional" (esta calificación nunca se ha producido en la historia del Consorcio,
a pesar de las grandes pérdidas ocasionadas por algunos eventos catastróficos).
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En cuanto a los bienes dañados: que el daño se haya producido como consecuencia de vicio o
defecto del bien en cuestión.
Producidos daños en las personas y/o en los bienes como consecuencia de algunos de los fenómenos naturales
o de carácter político-social sobre los que recae la cobertura del Consorcio (y siempre que los riesgos
extraordinarios no estén cubiertos por Compañía privada), la reclamación de la indemnización, por parte del
asegurado, tomador o beneficiario, o de sus respectivos representantes legales, debe presentarse en el plazo de
siete días ante la Delegación regional del Consorcio que corresponda según el lugar de ocurrencia del siniestro, o
en las oficinas de la propia Compañía con la que se contrató el seguro ordinario. Para cualquier información
relativa a reclamaciones por siniestro extraordinario (documentación requerida, tramitación, domicilio de las
Delegaciones regionales, etc.) es aconsejable llamar, preferentemente, al Teléfono de 902 22 26 65.
AGRAVACIÓN Y MINORACIÓN DEL RIESGO
El riesgo declarado puede ser distinto, por razones ajenas a la voluntad del tomador y/o asegurado, del que
verdaderamente corresponde a las circunstancias del caso una vez comenzada la vigencia del contrato. Ese
cambio puede ser hacia un mayor riesgo (agravación), o su contrario (minoración). Si se produce una agravación
del riesgo, el tomador o el asegurado están obligados a comunicar a la entidad aseguradora, tan pronto como sea
posible, todas las circunstancias que determinan ese cambio y que, por su trascendencia, de haberlas conocido la
aseguradora en el momento de la firma del contrato, o no lo hubiera suscrito, o lo hubiera hecho en condiciones
distintas (se entiende que exigiendo una prima superior al tomador). Como orientación del criterio del asegurador
puede presumirse que el cuestionario recoge las circunstancias que resultan más relevantes para la
determinación de la prima, o la prestación del servicio de cobertura del riesgo solicitado. De tal modo que deberán
comunicarse todas aquellas circunstancias que hubieran variado respecto a las que se consignaron originalmente
en el cuestionario, a lo que habría que añadir cualquier otra que, sin aparecer en el cuestionario reflejada,
determinaría una mayor probabilidad de que suceda el evento asegurado.
En este supuesto de agravación del riesgo, el asegurador puede en un plazo de dos meses desde la
comunicación, proponer una modificación del contrato. En tal caso, el tomador dispone de quince días para
aceptarla o rechazarla. Si la rechaza o no se pronuncia en ningún sentido al respecto en ese plazo, el asegurador
puede dar por concluido el contrato previo aviso al tomador, que tiene otro plazo de 15 días para pronunciarse,
transcurridos los cuales (se entiende sin acuerdo entre las partes) se procederá a la finalización definitiva del
contrato. Alternativamente a la modificación del contrato ya comentada, el asegurador puede directamente optar
por rescindir el contrato ante la agravación del riego. Para ello tendrá que comunicarlo por escrito al asegurado en
un mes desde que tuvo conocimiento de la agravación del riesgo. En el caso de que el tomador del seguro o el
asegurado no haya hecho la declaración obligatoria de agravamiento de riesgo, y ocurriera un siniestro, el
asegurador queda liberado de su obligación de pagar indemnización o compensación si el tomador o el
asegurado ha actuado con mala fe. Si la falta de declaración ha sido por mero descuido (sin intención de ocultar
la verdadera entidad del riesgo), la prestación del asegurador se reducirá en la misma proporción en que
aumentaría la prima de haber conocido el asegurador el agravamiento del riesgo.
Si lo que se produce es una disminución del riesgo, el tomador del seguro o el asegurado podrán ponerlo en
conocimiento del asegurador siempre que este cambio sean de tal naturaleza que si hubieran sido conocidas por
el asegurador en el momento de la celebración del contrato las circunstancias actuales, lo habría ofrecido en
condiciones más favorables. En ese caso, al finalizar el período en curso cubierto por la prima, deberá reducirse
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el importe de la prima futura en la proporción correspondiente. Si el asegurador no accede a esta mejora a favor
del tomador, éste tiene derecho a dar por concluido el contrato y a la devolución de la diferencia entre la prima
satisfecha y la que le hubiera correspondido pagar, desde el momento de la puesta en conocimiento de la
disminución del riesgo.
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