La memoria del vestido a través de las fuentes

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La memoria del vestido a través de las fuentes gráficas
Marisa Astor Landete
Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria”
La memoria del vestido a través de
las fuentes gráficas
Marisa Astor Landete
Escuela de Arte y Superior de Diseño de Valencia
Introducción
La indumentaria indudablemente va
ligada a la persona, y es un elemento fundamental en la elaboración de
la estructura social del sujeto.
La literatura maneja la palabra y
permite la construcción del individuo ya que a través de ella, se identifican los objetos y se transmiten
los valores.
El título de mi lección está muy pensado, pero cabe la posibilidad de
preguntarse el por qué.
El motivo fundamental para utilizar
la palabra vestido y no moda o
indumentaria es porque vestido
tiene infinitivo. Resalto algunas formas del verbo vestir.
Indicativo
Presente
Yo visto
Subjuntivo
Presente
Yo vista
Imperativo
afirmativo
Tú viste
Otras formas
Participio
pasado
Vestido
Me gusta este cierto sentido polisémico porque nos pone en consonancia dos elementos, de un lado el
objeto: vestido, y por el otro, la
vista. El vestido se hace con el
tacto, se elabora con tejido, pero se
dirige a la vista; es ésta la que codifica e identifica la imagen que construimos cuando nos vestimos.
Además, quiero traer a colación la
figura de Saussure, ya que la literatura organiza el guión de este
curso, y con él, me gustaría recordar las características del signo lingüístico. Ferdinand Saussure define
al signo como "una entidad psíquica de dos caras, la imagen acústica y el concepto, dos elementos
íntimamente ligados que se requieren mutuamente". La imagen acústica tomará el nombre del significado y el concepto el del significante.
Este preámbulo me sirve para introducir el concepto de lo simbólico.
Detrás de cada prenda, de cada
imagen tenemos que saber encontrar las relaciones que se establecen entre forma-función; en la función encontramos la carga simbólica y el significante.
Finalmente quiero destacar que
para recuperar la memoria tenemos
el poder y la fuerza de convicción
que nos dan las fuentes. Podemos
hablar de la importancia de las
fuentes literarias para el estudio del
vestido; es un trabajo atractivo aunque duro, enfrentarse a la rotundidad de documentos tales como
actas notariales, actas gubernamentales, testamentos con sus
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minuciosos inventarios, etc.
También están las fuentes gráficas.
Cada época tienes las suyas propias. Podemos hablar de esos
documentos tangibles, que se
aprecian en dos, tres y cuatro
dimensiones, me refiero al peculiar
lenguaje de la pintura, escultura
exenta o en relieve, la cerámica, la
miniatura, el dibujo, el grabado, la
fotografía, el vídeo y el cine.
En otros abrigos levantinos, hay
reproducciones de personajes
masculinos desnudos, pero llevan a
modo de ligas o jarreteras en las
piernas.
Desde la Edad del Bronce se conoce la existencia de esos pequeños
y perfectos artilugios, llamados
imperdibles -fíbulas- que servían
para ajustar las prendas.
A través de esas fuentes -las gráficas- voy a ir recobrando la memoria del vestido. No es un recorrido
lineal ni exhaustivo, es sólo, una
especie de muestrario.
El vestido y las fuentes gráficas
Pinturas en los abrigos levantinos, cueva
de La Araña (Bicorp, Valencia)
En la cueva de la Araña, en Bicorp,
se encuentran unas pequeñas pinturas que hablan de las mujeres y
del uso de unas faldas holgadas.
El escriba sentado (Museo del Louvre, Paris)
El escriba egipcio, semidesnudo,
apenas se cubre con una ligera
pampanilla de lino o algodón. No
lleva el klaft o pañoleta sobre la
cabeza para resguardarse de la
insolación y deshidratación. Se
encuentra en un interior y su atención y concentración nos permitirá
descubrir siglos después el gran
legado de la escritura egipcia que
se va a plasmar en el Libro de los
Muertos y en la decoración de las
tumbas.
Desde el interior de las tumbas, nos
hablan sus múltiples personajes.
Esta figura femenina, se muestra
con su mejor peluca, diadema,
sobria en el aderezo ya que no lleva
el pote cerámico de grasa y esencia
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para lubricar el pelo o la piel, encima de la cabeza; pero su clase
queda marcada por la joyería, es
decir, el collar de varias vueltas
hecho en oro y cuentas de piedras
de lapislázuli o cornalina, o los brazaletes con decoración geométrica.
El maquillaje es evidente y tenía la
doble función de buscar la belleza y
también la higiene ya que se evitaba la reverberación del sol y desinfectaba o desparasitaba la zona de
las pestañas. Sobre la tez morena
aplicaban sombra de ojos en los
párpados y era usual el kohol para
perfilar cejas y ojos.
Los tejidos dominantes eran el lino
y el algodón. Al principio no se teñían ni se decoraban, era elegante
llevar los tejidos naturales, transparentes pero con un plisado muy
marcado.
La tipología de este vestido es muy
sencilla ya que arranca debajo del
pecho, dejando éste al descubierto,
aunque se sostiene con dos tirantes. La decoración retoma temas
naturales como las imbricaciones
de las escamas o las plumas de las
aves. Resulta una prenda muy ajustada, se marca la anatomía.
Seguramente se trata de una prenda hecha con intestino de algún
animal, recurso parecido al del pueblo Inuit de Canadá, que hace vestidos con vejigas animales.
El pueblo persa cuenta con la unión
de dos tribus, los Medo-Persas y
los Aqueménidas. A través de la
indumentaria podemos conocer la
distinta procedencia de cada uno
de ellos. También se puede adivinar
la relación entablada con los griegos a través de las interminables
guerras médicas.
Los Aqueménidas visten túnicas
muy elegantes, marca de identidad
que toman de su relación bélica
con los griegos. Estas prendas se
elaboran con tejidos policromados.
Hay que resaltar el canesú de la
manga. Esta especie de parche se
hace con un tejido y colores diferentes al resto de la prenda, es
amplia y plegada, de modo que
hace el efecto de un abanico que
Pintura mural, tumba de la reina Nefertari
(Valle de las Reinas, Egipto)
Relieve (Museo del Louvre, Paris)
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funda para las flechas. En el hombro se apoya el arco.
La procedencia del pueblo MedoPersa es la de un pueblo invasor,
bélico y nómada. Las interminables
cabalgadas les lleva a adoptar un
tipo de prenda original y muy funcional. Se trata de un incipiente
pantalón de mucho vuelo que se
recoge a la altura del tobillo. Encima
se superpone una amplia y bien
plegada túnica.
Volviendo al Mediterráneo, en el
Mar Egeo, en torno al periodo neolítico se desarrolla la cultura cretense. Las mujeres tienen un papel
principal en la organización de la
vida cotidiana, pues los hombres,
grandes navegantes, se dedican
sobre todo, al intercambio comercial.
Estautilla de mármol de la Diosa de
la Fecundidad (Fitzwilliam Museum,
Cambridge)
se abre y cierra según el brazo se
echa hacia delante o hacia atrás
durante la marcha. La túnica se
ajusta con el tradicional cinturón,
del cual penden las armas. Las
costuras se rematan con unas cortapisas de pasamanería. El cuello,
abierto por delante, sube bastante.
Sobre la espalda se lleva el carcaj o
Las pinturas murales nos ofrecen
muchos datos. En algunos fragmentos aparecen algunos personajes masculinos con el torso desnudo, sólo se cubren la parte inferior
del cuerpo con una doble pampanilla, que se dispone asimétricamente para que se pueda apreciar la
superposición. La más exterior, cae
en punta por la parte delantera.
Llama la atención la búsqueda de la
estética corporal del talle o cintura
de avispa. La exigua cintura se conseguía a través de un cinturón muy
apretado que se colocaba a los
niños desde muy pequeños.
Encima del torso se llevaba la capa
o manto.
Las mujeres visten de manera original. Las pequeñas esculturas de
terracota o marfil representan a las
diosas de la fecundidad, se trata de
representaciones femeninas con
anchas caderas, pechos al descu8
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bierto que lanzan los brazos al aire
sosteniendo sendas serpientes con
un marcado sentido fálico. Estas
figuritas pueden vestir una especie
de camisa muy fina y transparente,
encima un corsé muy ajustado y
entreabierto. Lleva media manga y
el conjunto se ajusta con las cintas
que recorren toda la prenda. En la
parte inferior se viste una falda que
se compone de varios pisos de
volantes más o menos fruncidos.
Estos volantes pueden tener varios
colores como consecuencia de
usar telas de distintos colores. Los
volantes se disponen de dos maneras, bien de forma perpendicular
formando a modo de anillos, bien
en forma algo inclinada, en cuyo
caso, esta falda puede dar la idea
falseada de ser casi una falda-pantalón. El final de esta falda de volantes puede llevar una especie de aro
que mantiene la forma acampanada de la misma.
En Roma, dado su sentido pragmático, podemos decir que tanto las
prendas interiores como el calzado
se afinan bastante. Los hombres
visten con una especie de taparrabo de lino que se llama subligaculum. También conocemos la existencia de unos calzones largos. Lo
acoplan los militares, aunque pronto lo asume el emperador y tras él,
el pueblo. Se llaman femoralia y
feminalia los calzones largos que
asumirán las mujeres.
Encima se visten la túnica de vivos
colores, para la exterior blanco y
verde, y toda la gama del rojo al violeta. Se trata de dos telas cosidas,
de lino. Son flotantes y sueltas, o
bien pueden ir ceñidas con un cinturón. Durante el Imperio los hombres se vestían con dos túnicas. La
interior de manga larga y estrecha,
la superior o dalmática, de manga
corta y ancha, para dejar asomar
las mangas de la túnica interior. La
túnica se fue alargando en el Bajo
Imperio hasta los tobillos.
Como prenda de abrigo tenemos la
toga. Es la prenda de las clases
altas, impide libertad de movimientos. Los senadores la llevan blanca.
La toga praetexta es la que lleva el
borde de púrpura, tejida en la tela
de la prenda en su orillo delantero,
pero nunca sobre el borde cortado
y redondeado con las tijeras. Esta
toga queda reservada a las magistraturas curiles, sacerdotes, que al
mismo tiempo tenían derecho a
ocupar la silla de marfil.
Los muchachos patricios, al llegar a
la pubertad, en medio de un gran
ceremonial, cambiaban a la toga
virilis que era de color blanco.
La toga de luto era de color oscuro
y se lleva sobre la cabeza, lo mismo
que en las ceremonias religiosas. A
los muertos se les amortajaba con
la toga.
Encima de la toga se ponen una
especie de echarpe o lacerna.
La paenula es un tipo de camisaponcho pero con capucha, que llevan las clases trabajadoras.
Desde el punto de vista del estilismo podemos decir que el emperador era el que solía imponer la
moda. Al principio llevaban barba,
después se afeitaron. Del pelo largo
-con el tiempo- vendrá el gusto por
el pelo corto. Los elegantes se rizaban el pelo con tenacillas. El hombre se perfumaba, usaba ungüentos, se ponía afeites sobre la cara.
Podía llegar a adornar la cara con
lunares postizos y depilarse las
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piernas ante el uso de túnicas
transparentes. El anillo de oro era
señal de distinción.
El calzado en Roma es muy peculiar y variado. Hay un tipo de calzado para cada ocasión. Distinguen
claramente el pie derecho del
izquierdo. La sandalia se llamaba
calceus. Con el frío suelen usar la
bota o borceguí. De los griegos
toman las crépidas que era una
especie alpargata o espardeña de
cuero sujetadas por una correa que
pasaba entre los dedos del pie y
cuyas formas de sujeción eran
variadas. Los Coturnos era el calzado con una plataforma, habitual en
el teatro. El soccus era una especie
de zapato bajo, flexible y muy ligero. Realizado en piel de fino cabrito,
o en tejido de lana, estaba reservado a las mujeres y se llevaba en la
intimidad. Con frecuencia se hacían
de cuero púrpura y sobreponían
adornos de finos bordados que le
acabó dando un sentido fetichista.
Mosaico de la Villa de Piazza Armerini
(Sicilia)
Las mujeres suelen vestir interiormente el strophium que era una
especie de banda-sujetador. Debía
contener el volumen del pecho, ya
que lo contrario no era signo de virtud. Si la banda de tela no servía,
usaban los mamillae, bandas de
cuero que aprisionaba y neutralizaba más el volumen.
La braga era corta y la feminalia era
la prenda interior más larga, parecido a los femoralia masculinos.
Visten varias túnicas superpuestas
de lana, lino y algodón. Las mujeres
más poderosas las llevan de seda.
La segunda túnica podía llevar a
modo de corpiño al que se fijaba
una banda bordada.
Para abrigarse incorporan el manto,
que se parece a la toga y recibe el
nombre de pallium o pella. Si se
lleva sobre la cabeza, indica luto.
Los peinados se van complicando
hasta el punto de necesitar a una
mujer que les ayudara en su manipulación a lo largo de toda una
mañana. Estaba de moda el pelo
rubio, aunque primero fue el color
caoba. Rodeaban la cara con rizos
y podían utilizar pelucas.
A partir del S. II se acompañarán de
una sombrilla, un fulard y un abanico.
El maquillaje estaba al día. Se
usaba el rojo tanto para remarcar
las mejillas como los labios. El
negro se usaba para marcar cejas y
pestañas. El maquillaje blanco permitía dar más prestancia al tinte. El
azul muy pálido servía para resaltar
las venas.
La mujer joven que quería seducir
podía recurrir a la estrategia de
colocarse una especie de liga de
seda debajo de la rodilla, de la cual
pendía una joya que su pretendiente tenía que encontrar.
En la Baja Edad Media nos encon
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Miniatura de Fouquet, manuscrito 247,
folio 163. Siglo XV (Biblioteca Nacional,
Paris)
tramos un cambio sustancial, los
tejidos son ricos y muy variados,
como estambres, sargas, tiritañas,
sedas, brocados. El cendal, una
especie de tafetán, paño de Alejandría, un paño de seda recamado el
osterín, es un tejido teñido de púrpura, el mollequín es el que genera
una tela acolchada. La muselina es
una tela muy usada en las tocas de
señora, y para terminar, recordamos los impresionantes tejidos blasonados.
Sobre las familiares pieles que tanto
se usan para forrar como para ribetear las prendas, podemos decir
que proceden de Asia y se introducen en Occidente a través de las
Cruzadas; se traen pieles de Armenia o de Siberia como las de oso o
marta que son las más caras. Más
asequibles resultan las que extraen
del zorro, cordero, liebre, gato o
perro. Todas ellas se podían teñir.
Los hombres vestían con una camisola, prenda larga y estrecha que
cae encima de los calzones.
Progresivamente se irá acortando.
Puede ir plisada o estampada. Se
encuentra enteramente tapada por
el brial, al exterior sólo se aprecia
algo de los puños. Se corta por
delante y por detrás para montar a
caballo.
El jubón o prenda de encima y
corta, es ceñido y acolchado.
Aparece sobre el S. XIV. La jaqueta
es el jubón que se alarga, tapando
la cadera. La brigantina es el chaleco de láminas metálicas que procede del ámbito militar.
Como prendas de abrigo tenemos
la capa, huca y la hopalanda; ésta
se deja caer sobre los hombros y
ajusta con un cinturón. Las mangas
son muy anchas. Cuello alto y subido por el cuello o nuca. Bordes de
formas caprichosas con cuidados y
organizados pliegues jironados,
que parecen los tubos de un órgano.
El calzado suele ser de tafilete, de
cordobán. Los modelos más generales son el borceguí o bota de
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rizado se consigue con tenacillas y
la barba se lleva partida.
El tocado más común es la caperuza, como la que muestra Dante. Se
une a la hopalanda a través de una
"beca". Los sombreros llevan
amplia ala y una copa que gana en
altura.
Los collares son muy llamativos y
grandes, se muestran sobre la
hopalanda.
Sobre el traje femenino diremos
que en primer lugar se ponen una
banda-venda para sujetar el pecho.
Después visten la camisola que
queda oculta debajo del brial. Solo
se ven las mangas y un bordado en
el escote. Se hacen de lana o de
crespón de seda o de hilo.
Miniatura de las Muy Ricas Horas del
Duque de Berry (Musée Condé, Chantilly)
caña corta, la bota alta y el zapato
abierto o escarpín. Chapines o zuecos -soletes- que sobreponen a los
zapatos, forrados, llevan suela de
corcho.
Encima visten el brial o túnica. Es
una prenda más larga que la masculina y se arrastra por el suelo. Las
mangas son muy anchas y adornadas, tan largas que llegan a arrastrase por tierra. El corpiño del brial
modela el torso, se abrocha lateralmente, aunque puede llevar un corpiño que se ate por delante. Cuello
redondo. La prenda suele estar
estampada, decorada al hierro
caliente o bordado. Las cotas de
las mujeres pueden tener varios
pares de mangas que se cosen y
descosen cada vez que se ponen,
quedan como una segunda piel. La
pelliza o pellote veces sustituye al
brial, es de piel y tiene unas pecaminosas ventanas del infierno, es
decir, amplias sisas, que dejan ver
la túnica interior ceñida y mostrando las peligrosas curvas femeninas.
De la sobrevesta se puede decir lo
mismo que para los hombres.
El pelo se corta a modo de melena,
aunque más largo por detrás. El
Como prenda de abrigo cuentan
con la unisex hopalanda que va
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cortada por delante. Alto cuello
abotonado. Cinturón atado a la
espalda, colocado debajo de los
senos. Otra prenda de abrigo es el
manto o capa.
Los tocados femeninos se multiplican, aunque el denominador
común es que enmarcan la cara.
Los hay de diferentes tipos, en
forma de corazón, de mariposa,
rueda, chimenea como el famoso
henín. Unos saquitos en punta la
altura de las sienes da lugar al tocado de cuernos.
en la nuca o lo llevan sobre las sienes. A veces sujetan el pelo con
redecillas o tranzados. Es común
llevar las sienes afeitadas
En el barroco, la moda ofrecerá
variaciones de estilo según los países, su tradición o tendencia religiosa. Las características dominantes
serán las de un gusto acentuado
por la libertad, buscando efectos y
movimientos, abundancia de detalles, abandono de la simetría y del
equilibrio de la etapa anterior.
Búsqueda de la singularidad, la
exageración llegando hasta el preciosismo de los canons y rhingraves. El encaje se usa por doquier,
tanto en los calcetines como en la
camisa, mangas y pechera. Las
cuchilladas menudas se mantienen
en el primer cuarto de siglo pero no
son tipo fuelle y no permiten jugar
con los forros.
Los burgueses quieren imitar los
trajes y tejidos de los nobles, obligando a éstos a crear modas nuevas constantemente.
Margarita van Eyck, por Jan van Eyck
(Museo Comunal de Bellas Artes, Brujas)
El peinado de las muchachas o
doncellas permite llevar los cabellos
sueltos, caídos sobre los hombros.
Las mujeres casadas parten el pelo
en dos, lo trenzan y lo unen detrás
El traje masculino se compone de
camisa con pechera. El alzacuello,
que reemplaza a la gorguera, es
blanco y liso, adornado con encajes dentados. La desaparición de la
gorguera trae el alargamiento del
pelo que se llevará suelto, algo despeinado y melena al viento, pero a
veces se trenzaría a ambos lados.
A medida que va pasando el siglo,
la camisa gana importancia pues
queda muy a la vista y casi se convierte en la prenda más importante,
guarnecida con encajes.
El jubón es de un solo color, se lleva
entreabierto y a través de él se deja
ver la pechera de la camisa. Al principio llevaba un pequeño faldón
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forma puntiaguda. Después evolucionará quedando con un talle
corto, amplio y abotonado. Finalmente, hay que mencionar la jaqueta, prenda semi interior que se lleva
medio abierta y puede combinar
distintos tejidos.
Van der Meulen, Luis XIV recibiendo a los
embajadores suizos (1663) (Musée National du Château de Versailles, Paris)
corto que consistía en lengüetas
superpuestas. Estas lengüetas se
van alargando, se curvan hacia
abajo en la parte delantera de
El calzón pierde relleno, se va estrechando y alargando. Se abrocha
por delante con una hilera de botones, llega hasta la rodilla y se toca
con la bota. El encuentro con el
jubón se hace por medio de una
ancha faja de tafetán. Después,
hacia la mitad de siglo, evoluciona y
aparece el calzón-enagua llamado
rhingrave, que se llevará desde el
50 hasta el 80. Bajo éste se llevan
otros calzones atados encima de la
rodilla. Van adornados con cintas
hasta las aberturas de los bolsillos y
alrededor de la cinturilla y de la
camisa.
Se trata de una moda francesa,
introducida por Rhingrave y de él
tomó el nombre tan peculiar cal-
Hombres a la moda (1630-1640)
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zón-falda, pues eran muy anchos y
con tanto vuelo que parecían faldas. En el último tercio vuelve un
pantalón más ajustado, que sustituye al rhingrave y se abrocha debajo
de la rodilla.
Como prendas de abrigo tenemos
la capa que se lleva de forma desenfadada, asimétricamente caída
ya que se lleva echada sobre un
hombro o enrollada.
La otra prenda es la casaca, procede del atuendo militar, se trata de
una prenda corta y suelta. Mangas
abiertas en forma de capa que pueden cerrarse con botones y delanteros con bordados de hilo de oro.
La casaca reemplazará a la capa.
Primero cae recta. Poco a poco se
ajustará al talle, con el vuelo repartido en amplios faldones verticales
sobre la cadera y grandes vueltas
de mangas.
El calzado común es la bota que se
acorta y ensancha dando lugar a la
bota de embudo. Se acoplan calcetines para proteger la media del
roce de la bota, pero para resguardar las botas del fango se suelen
poner éstas con "chanclos" de
madera, sujetados con trabillas y se
llaman "soletes". Las botas se combinan con los zapatos, con tacón
parecido al de carrete, después
será más cuadrado, adornados con
lazos, o rosetas, de anchas puntas
cuadradas.
Las medias se llevan de seda y de
todos los colores, aunque en invierno son de lana Hay medias de
botas que son de tela y eran enteras, o de estribo, que no tienen
punta en el pié, ni talón. Los calcetines desaparecen, pero quedan las
jarreteras o cañones que se des-
pliegan en anchos volantes debajo
de las rodillas.
El sombrero de la época es el de
ala ancha, adornado con plumas
de avestruz y altivamente inclinado
sobre una oreja, después, el más
usual es el tricornio, se suele llevar
debajo del brazo.
Sobre 1690 aparece una corbata
alrededor del cuello, de encaje o de
hilo con encaje. Se anuda a la garganta de manera que los encajes
formen una especie de chorrera
bajo el mentón. Se pueden sujetar
con un broche de piedras preciosas
o por una cinta de color.
El diamante será la joya favorita y se
usa incluso como botones de jubón
o de jaqueta, en caso de falta de
recursos, se imitan con una especie
de pasta de vidrio coloreada.
Las pelucas se popularizan sobre
1640 y están destinadas a suplir o
camuflar la calvicie. La peluca no se
usa en casa, se sustituye por un
gorro o bonete de noche, negro.
Las pelucas más asequibles eran
las de crin de caballo, incluso las de
cadáveres.
Había una peluca de "campaña" y
otra de "viaje", en 1690 se pone de
moda las pelucas empolvadas,
para hacer contraste con un rostro
afeitado.
La indumentaria de las mujeres,
igual que la masculina, va a evolucionar a lo largo del siglo.
Desaparece el corsé y el verdugado, la silueta se define a través de
unos hombros alargados y cintura
alta. La indumentaria básica se
compone de camisa, calzones,
cuerpo emballenado, con pechera
rígida cuya punta se prolonga. A
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veces se lleva un escote grande
con mangas anchas. El vestido del
primer tercio de siglo se adorna con
cuchilladas, la falda de arriba podía
ir recogida formando a modo de
aguaderas o faltriqueras, de este
modo se mostraba ampliamente la
falda de debajo. El cuello suele ser
grande, de encaje y se lleva caído
sobre los hombros.
El peinado más usual es a base de
rizos en la frente y laterales. Dos
mechones de bucles por encima de
las orejas. Toca de terciopelo, en
punta, sobre la frente.
Las mangas terminan en grandes
puños de encajes, en ocasiones se
presentan recogidas en el codo por
una cinta de seda que termina en
una roseta roseta, que en cierto
modo separa la manga en dos globos.
Un elemento a resaltar es el uso del
miriñaque, por ello, la sobrefalda
cobra mucho vuelo. La falda de
debajo está adornada con recortes
de un tejido diferente y lleva aplicadas franjas o guarniciones fruncidas, dispuestas a modo de volantes. Las mangas son estrechas y
abotonadas a la altura del codo.
Los zapatos quedan ocultos bajo
las faldas largas. A veces llevaban
chapines cubiertos de piel, la suela
era muy alta, casi como una plataforma a modo de zanco.
El pelo se lleva liso en la parte alta,
ensortijado en los laterales.
Hacia la mitad del siglo hay un
cambio y la imagen da idea de un
aparente mayor descuido y desorden.
La silueta aparece cada vez más
rígida y estrecha. Las faldas se llevan recogidas hacia arriba. Se
levanta por los lados mediante lazadas. Se mantiene abierta la sobrefalda, sobre la falda interior de tafetán, que puede llevar cola bastante
larga. Se cubren los hombros y el
escote con una pañoleta. El escote
más frecuente es el de perfil de
barca, que llega de hombro a hombro, guarnecido con un drapeado
de muselina.
El corpiño en punta, suele abrocharse con cordones por delante.
Las mangas cortas se prolongan
con tres filas de volantes de encaje.
En el último tercio del siglo aparece
de nuevo el corsé. El cuerpo se
lleva muy ajustado al talle, adornado con lazadas horizontales que se
disponen paralelamente.
Las pelucas se llevan de diferentes
tipos. Se hizo famosa "a la fontange". Se usa asociada a la cola del
vestido. Se mantenía ligeramente
inclinada hacia delante. Profusión
de rizos como tubos de órganos,
con aplicaciones de encajes, muselinas, etc., todo ello dispuesto en un
armazón de alambres.
En la época que va desde 1870 a
1900, los trajes resultan voluminosos y chillones ya que se descubren
los tintes con anilinas. Estaba de
moda llevar el corpiño de distinto
color que la falda y hacer el vestido
con dos tejidos distintos, uno liso y
otro con dibujo, guarneciendo la
parte lisa del vestido con la dibujada y viceversa.
Un escritor de una revista se quejaba: "Ahora es imposible describir
los vestidos con exactitud: las faldas están drapeadas tan misteriosamente, la disposición de los
adornos se hace generalmente en
uno de los lados y los corchetes
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continúan haciendo de la mujer elegante un ser fastuosamente vestido
y perfectamente inmóvil.
Tras la desaparición de la crinolina,
hacia el 67, las mujeres se colocaron trasportines o polisones sobre
los riñones, formados con volantes
de crin o de lencería almidonada,
además de pequeños delantalitos
cuyo relieve podía aumentar o disminuir por un aro interior. El aspecto erótico del polisón es evidente y
explica el éxito prolongado de una
moda tan artificial, con ciertas
variantes, se llevaría durante veinticinco años.
Hacia 1890, aún se colocaba sobre
los riñones un cojín relleno de crin,
para sostener la amplitud de la
falda, cuando ésta ya no se usaba
con vueltas.
Por la misma época, el corsé se ha
desarrollado a placer. Ya no se trata
de un simple bustier que realza
todo el corpiño; ahora cubre todo el
cuerpo de la mujer desde el pecho
hasta las caderas, dividiendo la
silueta en dos masas: una violentamente proyectada hacia delante y
la otra, modelando toda la grupa
bajo una falda en forma de corola y
hasta el suelo.
Rebuscados volúmenes femeninos mientras el hombre simplifica su apariencia
son tan artificiales que si me pongo
a detallar una determinada "toilette"..., resultaría imposible detallarla
entera."
En esta época se impone en la
mujer el traje de estilo "tapicero",
que quiere decir traje lleno de frunces, encajes, guarniciones de distintos colores, pompones..., que
Según Laver, había dos clases de
vestidos, los hechos de una sola
pieza y los formados de vestido y
cuerpo. La chaqueta se llevaba
encima ya desde la década anterior. La chaqueta podía ser corta o
llevar faldones y formaban una
especie de sobrefalda.
El polisón de los 80 estaría hecho
de alambre, resultaría más cómodo
para sentarse. Los últimos vestigios
del polisón llegan hasta los años
90.
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La memoria del vestido a través de las fuentes gráficas
Marisa Astor Landete
Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria”
Los vestidos de mañana tenían
cuellos muy altos y acababan en
plisados o en un gran lazo de tul.
Se utiliza mucho el encaje, incluso
en las blusas de diario y algunos
vestidos de tarde, eran totalmente
de encaje; también se usaba en las
enaguas que adquieren tras la
década de los 80 mayor importancia.
Desde el momento en que era
imposible cruzar la calle sin sujetarse la falda con la mano, este gesto
permitía ver el adorno de la enagua
de encaje, lo que parece haber
tenido en la época un enorme
atractivo erótico.
El traje suele llevar mangas de
jamón montadas muy arriba,
ensanchando los hombros, hacia
1894 comienzan a tener inmensas
proporciones, algunas necesitaron
cojines para ahuecarlas.
La imagen se completa con sombreros que se fijan al pelo rizado
mediante largas agujas. El conjunto
es el de una mujer que parece muy
alejada de la vida práctica.
No podemos olvidar el traje sastre.
El creciente entusiasmo por los
deportes hizo necesario el uso de
prendas más racionales y hubo una
tendencia general hacia el llamado
“traje sastre” que consistía en una
falda, blusa y chaqueta del mismo
tejido.
Las prendas de abrigo al aire libre
eran los mantos, chales y capas. La
capa era corta y solía llegar hasta la
cintura. Los mantos al principio, llevaban cuellos que tapaban las orejas y se sostenían con alambres.
1 Página de Internet sobre polisón.
Los abrigos más usuales eran el
Chesterfield y el tres cuartos, tipo
paletó.
Los complementos básicos eran
los zapatos de tacón alto y punta
redondeada, que se atan por
delante. Las botas, atadas o abotonadas y eran de cuero o de paño.
Las medias, casi siempre negras,
de hilo de Escocia y de seda para la
noche.
Guantes muy largos y ajustados
por la noche, de piel. A veces, con
muchos botones. El abanico no
puede faltar, es muy grande y está
hecho a base de plumas de avestruz.
Los sombreros son muy pequeños
y se colocan en la frente, sobre una
masa de pelo rizado que formaba
un moño enorme con rizos y trenzas, dando lugar al peinado en
forma de scalpette y frizzette. Visto
de perfil, el peinado repetía la silueta de la parte posterior de la falda.
Las Señoritas Del Polisón
Canciones de corro
A esa que está en el medio
se le ha caído el volante
y no lo quiere coger
porque está el novio delante.
Ay chundarataratachúndara,
ay chundarataratachón
ay chunda, las señoritas
que llevan el polisón.
Las señoritas de ahora
dicen que no beben vino;
debajo del polisón
llevan el frasco escondido.1
La década de los 40 va a ser confusa y contradictoria. No se vivirá
de la misma manera en Europa que
en EEUU. En general podemos
decir que la ciencia y la tecnología
avanzan. Se desarrollan grandes
estructuras de hormigón como las
de Nervi, se investiga en la insonorización acústica. La guerra ha sido
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Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria”
una gran fuente de investigación
que tendrá sus consecuencias Pero
también es la década del racionamiento, cada prenda tenía su valor
en dinero y también en puntos. Si
una mujer contaba con 20 puntos,
debía tener en cuenta que un abrigo ya valía 14 puntos. Pero frente al
racionamiento se generan soluciones creativas como la de pintarse
las piernas para simular que se llevan medias, o pintar la raya de
éstas. Es el momento de hacer de
lo viejo algo nuevo y la prensa
especializada se encarga de dar
fórmulas y consejos para lograr
buenas transformaciones. Por
ejemplo, el patchwork genera teji
dos nuevos. Se deshacen jerséis, la
lana se lava y estira y otra vez se
empieza a construir algo nuevo a
golpe de ganchillo o agujas. Se
crea la fórmula de las tiendas de
venta de ropa de segunda mano,
sobre todo de ropa infantil.
Los EEUU invaden Europa. Frente
al glamuroso Hollywood, Europa se
viste de uniforme, bajo el criterio de
austeridad y funcionalidad. Se tiende al ahorro en el tejido, se eliminan
los adornos, fuelles, tablas, predomina la línea sobria y recta, el largo
de la falda sube hasta la rodilla
Los hombros se ensanchan, pelo
recogido, líneas rectas, hasta que
nazca el New Look en el 47. El
sombrero original y que se hace
con cualquier cosa expresa la creatividad del momento ante la falta de
medios, pero tiende a sustituirse
por el fulard. Los peinados serán
altos y ondulados
Las mujeres han aceptado los pantalones sin ningún problema ya que
en el trabajo llevan un mono. Las
prendas deportivas tienen un
amplio desarrollo en EEUU, pero
tienen su eco en Europa ya que
resultan cómodas y económicas.
También hay que tener en cuenta
que se ha generalizado la bicicleta
como medio de transporte más
asequible, por ello, se impone el
sentido práctico de comodidad.
Por esta misma razón, se adoptan
los bolsos que permiten llevar en
bandolera las cosas personales,
incluso la comida del trabajo.
Pero, pasada la guerra, hay que
recuperar la vida cultural a través
del cine o el teatro y la vida social
“La moda es indestructible”, foto de Cecil Beaton de una modelo con traje
del diseñador inglés Digby Morton, delante de unas ruinas
Aparece un curioso teatro, le
Théâtre de la Mode. En este
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val de Cannes a la par que se da a
conocer la línea Corola de Dior.
Pero como más de la mitad de la
década queda estigmatizada por la
guerra, a continuación vamos a ver
cómo iban vestidos tantos miles de
prisioneros.
"Al principio, en el campo de
Auschwitz, la ropa de los presos
era ropa de dril con rayas azules y
blancas. Normalmente a los hombres presos les correspondían una
camisa, unos calzoncillos largos,
una chaqueta, un pantalón, unos
zuecos y en invierno a veces un
abrigo sin forro, de tela un poco
más gruesa. Las mujeres muy raras
veces recibían ropa interior. Los prisioneros de guerra soviéticos eran
los únicos a quienes estaba permitido seguir llevando sus uniformes".2
Ropas y elementos de identificación de un
preso del campo de concentración de
Buchenwald, Alemania (Foto M. Astor)
Vestidos de cóctel conjuntados con chaqueta y abrigo. Sombreros para el exterior, guantes acompañando la manga tres
cuartos
2 Página de Internet sobre campos de
concentración.
ambiente de austeridad y desestructuración, los modistos presentan sus propuestas sobre unas
curiosas maniquís de alambre.
Estas se disponen sobre la escenografía que para el momento crea
Christian Berard, pintor, ilustrador y
decorador que fue capaz de crear
un escenario apropiado para este
renovador espectáculo de la moda.
Estas maniquís-muñecas, vienen a
relevar a las antiguas Pandoras y se
trasladarán por todas partes como
embajadores de la moda.
Curiosamente, en el año 47 se
celebra la primera edición del festi-
Además de esta descripción que
nos trae a la memoria imágenes
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conocidas, quiero personalizar este
tema de la mano y pluma de nuestro gran escritor Jorge Semprun,
quien en su libro La escritura o la
vida describe su experiencia en el
campo de Buchenwald, cerca de
Weimar, en Alemania:
"Habrá supervivientes, por supuesto. Yo, por ejemplo. Aquí estoy
como superviviente de turno, oportunamente aparecido antes estos
tres oficiales de una misión aliada
para contarles lo del humo del crematorio, el olor a carne quemada
sobre el Ettersberg, las listas interminables bajo la nieve, los trabajos
mortíferos, el agotamiento de la
vida, la esperanza inagotable, el
salvajismo del animal humano, la
grandeza del hombre, la desnudez
fraterna y devastada de la mirada
de los compañeros”.3
Aquí describe algo de su porte en
un dialogo:
3 Semprún, Jorge, La escritura o la vida,
Tusquets, Barcelona, 2002, p. 25.
4 Semprún, op. Cit. pp. 95 y 96.
5 Semprún, op. Cit. pp. 97.
6 Semprún, op. Cit. pp. 99 y 100.
"El, por su parte, miraba el numero
44904, y la "S" inscrita en el triángulo de tela roja que lucía en mi
chaqueta de basto tejido azul... la
"S" era la inicial de Spanier…
44904 - prosiguió. Corresponde a
las llegadas masivas de enero del
cuarenta y cuatro, ¿no es así?... 4
"Teníamos que desnudarnos, dejar
todas nuestras ropas, nuestros
objetos personales… los individuos
que impartían las órdenes… Iban
calzados con zuecos de madera y
vestían una especie de mono de
trabajo de tela grisácea y descolorida. Llevaban el cráneo rasurado…"5
Reparto de ropas en el campo:
"A la derecha, detrás de un mostrador que ocupaba todo el largo de la
sala, unos individuos…nos tiraban
piezas de ropa a medida que íbamos pasando. Calzoncillos y camisas sin cuello de una tela basta,
pantalones y chaquetas. También
algo para cubrirnos la cabeza. Y,
para terminar, un par de zuecos de
suela de madera.
A medida que nos las tiraban, nos
fuimos poniendo esas ropas, de
tallas escogidas al azar... Tras una
ojeada a nuestra estatura o a nuestra corpulencia, aquellos individuos
nos tiraban las prendas que escogían de diferentes montones dispuestos delante de ellos en el mostrador. Pero pocas veces acertaban: demasiado ancho o demasiado estrecho, demasiado largo o
demasiado corto. Desparejo, más
que nada. Así, al final del mostrador, acabé enfundado en un pantalón viejo de etiqueta, a rayas negras
y grises, demasiado largo, y en una
estrecha chaqueta deportiva de
color castaño. Y de regalo, heredé
un sombrero blanco amarillento
para ponerme en la cabeza. Sólo
los zuecos eran nuevos, pero se
trataba de un calzado extremadamente rudimentario: una suela de
madera con una simple tira de tela
para meter el pie. Correr por la
nieve con semejante calzado era un
auténtico suplicio…."6
Y para terminar este interrumpido
recorrido de las fuentes gráficas,
vamos a recuperar la experiencia
de los 80 que tan revisada está últimamente.
Con Gorvachov se marca el final de
la guerra fría y adquiere protagonismo la generación que no ha vivido
la guerra y se caracteriza por el
puro pragmatismo y la búsqueda
del éxito.
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La memoria del vestido a través de las fuentes gráficas
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Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria”
A mediados de la década se dan
varios hechos que empiezan a marcar el espíritu de la aldea global. Por
un lado, la OMS declara el sida
como una epidemia y ello conlleva
a un freno en la permisividad
sexual, y al espíritu hedonista tan
deseados desde los 60. Ahora, la
nueva herramienta va a ser el
miedo para poner límite a los excesos tan despreciables para las
mentes más puritanas.
Cindy Crawford rechazando el uso de pieles
en apoyo de la campaña de protección de los
animales.
El accidente del reactor nuclear de
Chernobyl hace tomarse mucho
más en serio la política atómica y
cambiar las actitudes entre los contendientes. Como consecuencia de
este hecho y el conocimiento del
agujero de ozono, se concreta una
nueva sensibilidad medioambiental
que de alguna manera, viene a justificar una preocupación por el
cuerpo y la imagen sin precedentes. En este sentido, hay que señalar que figuras públicas y de la
pasarela delatan su sensibilidad e
ideología. Varias modelos protestaron por el uso de las pieles de los
animales, el cantante Bob Geldorf
destinó los beneficios de su televisado macro concierto a los afectados por la hambruna de Etiopía.
Las diferencias entre las distintas
clases se va ir acusando sin cesar,
las tendencias también. Lacroix en
un extremo, es el reflejo de la
ostentación y suntuosidad, Comme
des Garçons, resulta arquetipo de
la sencillez y el espíritu informal. Lo
urbano se asienta con el estilo
punk, y en plan elegante llega hasta
la pasarela. Se adivina también
cierta vuelta el estilo romántico de
la mano de Vivienne Westwood a
través de la colección pirata y las
mini crinolinas; blusas con volantes
y vestidos de fantasía. Todo esto se
pone de manifiesto en el traje de
boda de Diana de Gales.
Es la década de los diseñadores y
es el momento de la moda de
España. Hay algo que empieza a
cuestionarse y es el papel, el valor
de los creativos, frente a la fuerza
del marketing, que tan bien saben
explotar Kalvin Klein y Ralph
Lauren. Es el momento de las franquicias y las concesiones ya que las
grandes marcas se mantienen y
progresan gracias a la multitud de
productos industriales que salen
con sus iniciales, como las gafas,
complementos diversos, perfumes,
zapatos etc.
Además de conocer mejor las firmas americanas, supone toda una
revolución la aparición de los japoneses con Miyake, Yamamoto y
Kawakubo escondido bajo la marca
ya mencionada Comme des Garçons. No solo nos atrapan la mira
22
La memoria del vestido a través de las fuentes gráficas
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Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria”
Superposiciones, costuras imprevisibles, frunces nuevos, cortes, asimetrías...
Miyake, 1983, y Kawakubo, 1984-1985
da con sus tejidos singulares y plegados renovados, sino que irrumpe
un aire más sobrio, irregular, asimétrico, superpuesto y con volúmenes
inusitados. Se pierde la silueta y el
cuerpo se mueve con libertad entre
prendas sueltas, holgadas con costuras y frunces en lugares no esperados.
Es la década de grandes mitos
como Jackson o Madonna. Ambos
se recrean constantemente y devienen portavoces de alguna marca
como la de Versace, Dolce &
Gabbana, o Gaultier. Ambos encarnan el espíritu del showman o
showgirl, audaces, atrevidos, exhibicionistas, polifacéticos.
Exageradamente cuidadosos de su
puesta en escena, verdaderos
actores y protagonistas únicos de
su auto exaltación en los mass
media.
También es la década de los babyboomers, es decir, los niños nacidos en los 60 se han hecho grandes y entre sus objetivos están la
riqueza, poder y sexo. Su objetivo
vital es el ganar dinero de cualquier
manera, lo antes posible, sin
muchos miramientos. A esta tipología de personajes no les interesan
los temas solidarios y pasan de las
ONG.
Un personaje tipo es el yuppie
(young urban professional). Frente a
la dejadez de los 70, éstos, los
hombres, llevan traje y corbata pero
no como sus padres. Se viste con
un estilo agresivo (power look), No
hay tiempo para la familia, el objetivo principal es cuidarse y justificar
23
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Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria”
o pantalón. Igual que los hombres,
las hombreras imprimen y remarcan
el carácter de firmeza, autoridad y
masculinidad.
Thierry Mugler (1980). Talle de avispa
junto a prominentes hombros y cadera.
la existencia por el mucho trabajo.
Tiene muchos gastos. El tiempo
libre se dedica a las compras. Es el
materialismo puro y duro. Es el estilo que se identifica con Armani,
Ralph Lauren o Hugo Boss, al estilo de Corrupción en Miami. La silueta del hombre se debate entre la
rectitud de hombreras y las telas de
mucha caída, suaves y arrugadas.
Su chaqueta es cruzada y las hombreras grandes y marcadas. El
bóxer es la prenda interior más
común y empieza a llevar motivos
divertidos. Complemento ideal una
gafa Ray Ban.
Es el momento de superwoman,
sobre todo en España, es la hora
de la verdad, de demostrar que se
vale, la mujer tiene que tener un
cuerpo 10, por ello el aeróbic es de
gran ayuda, no hay celulitis que
pueda aparecer, el photoshop se
conoce y comienza a intuirse la
gran distancia que hay entre la figura real y la virtual. La mujer no tiene
horario porque el hombre todavía,
se hace de rogar. Pero ya se puede
diseñar un cuerpo a la carta. Se da
por supuesto que hay que cuidar el
cuerpo, mantenerlo joven, pero la
cirugía permite hacer un cuerpo a
medida, se recorta por aquí o se
infiltra por allá. Es el momento de la
escultura del cuerpo. Paradójicamente, no hay mucho tiempo que
perder, por ello, el tatuaje permanente, permite tener cejas o labios
contorneados y siempre, como
recién pintados.
Gaultier y Madonna:
el corsé emerge como prenda exterior
También se da la mujer yuppie. Su
identidad se consigue con trajes de
chaqueta de falda corta y entallada
24
La memoria del vestido a través de las fuentes gráficas
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Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria”
La sofisticación en la ropa interior
es una realidad y su auge quedará
marcado con la proposición de
Madonna y su corsé de Gaultier.
Esta década, la de la superwoman,
paradójicamente va a ver renacer el
corsé de la mano de Lacroix y confirmado en el 90 por Gaulthier.
riam-, por todo lo que ha vivido y
animado mis trabajos sobre la indumentaria.
Nada que ver con el espíritu étnico
y natural que dejará en muchos la
película Memorias de Africa. El estilo safari se desarrollará plenamente
a través del BoBo en la década
siguiente.
BIBLIOGRAFÍA
En este momento emergen con
fuerza las marcas que se acuñan en
Japón, hablamos de Yamamoto,
Miyake, Comme des Garçons.
Irrumpen en las pasarelas con un
aire fresco y provocando a base de
asimetrías, prendas superpuestas,
que envuelven y tapan la estructura
del cuerpo, frunces inesperados,
para lograr un aire de cierto abandono o un estilo reconstruido en
suma.
Para terminar debemos tener en
cuenta que mundo gay empieza a
manifestarse y mostrar tendencias
desenfadadas, con tanto eco en las
décadas siguientes.
Hasta aquí este pequeño salpicado
de estilos y referencias. Como
parece que el sigo XX está más cercano, he querido insistir en las épocas anteriores. Pero invito al lector
a hacer una mirada analítica al
entorno cotidiano y descubrir las
propuestas creativas de los que
caminan a nuestro lado.
Este escrito quiero dedicárselo a
dos acompañantes de camino. A la
soprano Paloma Mairant, que es mi
casa en Madrid y mucho más, y al
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