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CONSEJO DE ESTADO
SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO
SECCIÓN SEGUNDA
SUBSECCIÓN B
Bogotá D.C., treinta (30) de agosto de dos mil doce (2012).
CONSEJERO PONENTE: DR. VÍCTOR HERNANDO ALVARADO ARDILA
REF.: EXPEDIENTE No. 080012331000200800369 01
NÚMERO INTERNO: 0873- 2012
AUTORIDADES DEPARTAMENTALES
ACTOR: FRANKLIN URIBE MOLINARES
Decide la Sala el recurso de apelación interpuesto por el demandante contra la Sentencia de 31 de
agosto de 2011, proferida por el Tribunal Administrativo del Atlántico, que declaró no probadas las
excepciones propuestas por la parte demandada y negó las pretensiones de la demanda incoada
por Franklin Uribe Molinares contra la Universidad del Atlántico.
LA DEMANDA
FRANKLIN URIBE MOLINARES en ejercicio de la acción de nulidad y restablecimiento del
derecho, consagrada en el artículo 85 del C.C.A., solicitó al Tribunal Administrativo del
[1]
Atlántico declarar la nulidad del siguiente acto :
- Acto ficto negativo, a través del cual se entienden negadas las peticiones elevadas por el actor
en relación con el “reconocimiento y pago de la totalidad de los perjuicios materiales y morales a él
causados, por el no reconocimiento y pago oportuno a su favor de las Cesantías Acumuladas
generadas en su beneficio como DOCENTE al servicio de dicha Entidad hasta diciembre 31 de
1.999, con aplicación del Régimen de Retroactividad de las Cesantías, y por la no consignación
oportuna de las Cesantías causadas a su favor a partir de diciembre 31 de 2.000, con aplicación
del Régimen de Liquidación Anual de Cesantías”.
Como consecuencia de las anteriores declaraciones, a título de restablecimiento del derecho,
solicitó condenar a la parte accionada a:
-
Pagarle 100 s.m.l.m.v. por concepto de perjuicios morales.
-
Reconocerle la “indexación sobre el valor reconocido por concepto de CESANTÍAS acumuladas,
causada a su favor hasta diciembre 31 de 1.999, siendo cancelada en abril 30 de 2.007”.
-
Pagarle la indemnización moratoria establecida en el artículo 99 de la Ley 50 de 1990, “por no
consignación oportuna de las CESANTÍAS causadas a su favor a partir de diciembre 31 de 2.000 y
hasta 31 de diciembre de 2.006”, pues dicha prestación se debió consignar a más tardar el 14 de
febrero de los años 2000, 2001, 2002, 2003, 2004, 2005, 2006 y 2007; sin embargo “sólo se le
consignó en abril 30 de 2.007”.
-
Ajustar el valor de las condenas con base en el Índice de Precios al Consumidor, o al por
mayor, tal como lo autoriza el artículo 178 del C.C.A.
Sustentó sus pretensiones en los siguientes hechos:
Desde el 13 de marzo de 1972, el señor Franklin Uribe Molinares ha venido prestando sus
servicios como docente en la Universidad del Atlántico.
El 1 de octubre de 1999, sujetándose al artículo 88 de la Ley 30 de 1992, el actor se acogió al
régimen anualizado de Cesantías, consagrado en la Ley 50 de 1990. Sin embargo, el ente
universitario no le liquidó, ni pagó las cesantías acumuladas a dicha fecha, “como debió haberlo
hecho al acogerse al Régimen de la Ley 50 de 1.990, tan pronto como se produjo tal hecho, esto
es, en 1° de octubre de 1.999, ni lo hizo tampoco a diciembre 31 de 1.999”.
Sólo hasta el 30 de abril de 2007, la Universidad liquidó a favor del accionante “el valor de su
cesantía acumulada”, “haciéndolo de 13 de marzo de 1972, fecha de su ingreso a ella y hasta
diciembre 31 de 1.999, arrojando el valor de la misma $100.528.053.oo pesos M/L, valor este que
le fue consignado en el respectivo Fondo de Cesantías, en las mismas calendas, equivale decir en
abril 30 de 2.007”. Siendo ello así, el interesado tiene derecho a la indexación o revalorización
monetaria del referido concepto.
Entre tanto, como el demandante se acogió al régimen anualizado de cesantías, se concluye que
este auxilio debió consignarse a más tardar el 14 de febrero de cada año desde el 2000 hasta el
2007, lo cual no ocurrió y, por lo tanto, la accionada debe pagar la sanción moratoria establecida
por el artículo 99 de la Ley 50 de 1990.
Como consecuencia de lo anterior, el accionante elevó petición en orden a obtener el pago de las
sumas ahora reclamadas, frente a la cual la Universidad del Atlántico guardó silencio, situación que
dio lugar a la configuración del acto ficto negativo enjuiciado.
LAS NORMAS VIOLADAS Y SU CONCEPTO DE VIOLACIÓN
De la Constitución Política, el preámbulo y los artículos 2°, 4°, 13, 49, 58, 78, 79, 90, 124 y 365.
Del Código Civil, el artículo 1613.
De la Ley 50 de 1990, el artículo 99.
De la Ley 30 de 1992, el artículo 88.
El demandante consideró que el acto acusado estaba viciado de nulidad, por las siguientes
razones:
La Universidad del Atlántico asumió la obligación de liquidar y pagar a favor del actor el “auxilio de
cesantía acumulada a octubre 1° de 1999, con aplicación del Régimen de Retroactividad
consagrado en la Ley 6ª de 1.945, al acogerse al nuevo régimen de liquidación anual de cesantía
establecido en la Ley 50 de 1.990, con sujeción a lo preceptuado en el inciso segundo del
parágrafo del art. 88 de la Ley 30 de 1.992, lo cual implica, desde luego, la solución del valor de
dicha prestación a dicha fecha mediante su consignación en el fondo de cesantías por él
seleccionado al efecto; e igualmente la liquidación y consignación en el mismo fondo de cesantías
de las causadas a su favor a partir del año 2.001, en diciembre 31 de cada año, en aplicación de lo
prescito en la Ley 50 de 1.990, al acogerse al Régimen de Liquidación Anual de Cesantías en tal
normatividad previsto y reglamentado”.
Es preciso tener en cuenta que el régimen retroactivo de cesantías estaba regulado por la Ley 6ª
de 1945; sin embargo, mediante el artículo 88 de la Ley 30 de 1992 se inició el desmonte de dicho
sistema dando lugar a la liquidación anual del referido auxilio.
Bajo el anterior marco, se concluye que el ente universitario demandado quebrantó el derecho al
trabajo como consecuencia de la omisión en la liquidación, consignación y pago oportuno del
auxilio de cesantías a que tenía derecho el accionante.
CONTESTACIÓN DE LA DEMANDA
La entidad demandada ejerció su derecho de contradicción frente a la acción incoada, en los
siguientes términos (fls. 77 a 87):
En el presente caso no existe prueba de que el demandante se hubiere acogido al régimen
anualizado de cesantías.
Entre tanto, el pago tardío de las cesantías a que tenía derecho el señor Franklin Uribe Molinares
obedeció a la deficitaria situación financiera por la que atravesaba la Universidad del Atlántico, por
lo que implementó el proceso de reestructuración de pasivos establecido en la Ley 550 de 1999.
En igual sentido, se precisa resaltar que entre el interesado y la accionada se suscribió un acuerdo
de reestructuración, en el que quedaron incluidas las cesantías y, por lo tanto, “existe una clara
renuncia de este a todos los conceptos distintos al valor mismo de la cesantía, entre ellos,
intereses moratorios e indemnización moratoria que no fueron incluidos como obligación a cargo de
la Universidad del Atlántico, y en tal sentido tal acuerdo implica una transacción entre las partes
sobre todos los conceptos obligacionales que hubieren existido a favor del actor y a cargo de la
demandada, al momento de su celebración”. En efecto, la referida prestación se sufragó en el
término establecido en el precitado acuerdo, tal como lo manifiesta el accionante.
De otro lado, las cesantías deben liquidarse con exclusión de la prima de antigüedad y la
bonificación por compensación, pues tales conceptos fueron incorporados al salario básico, de lo
cual se infiere que éste “siempre tuvo un menor valor de que efectivamente le fue pagado, y por
ende, el monto de las cesantías por cada año, siempre será menor del valor reclamado en la
demanda”.
Además, es oportuno resaltar que la sanción moratoria no se causa automáticamente por el
transcurso del tiempo, sino que se debe probar la mala fe del empleador. Empero, en este caso la
Universidad se encontraba ante un hecho de fuerza mayor que sobrepasaba sus posibilidades
económicas.
Entre tanto, se observa que la Universidad respondió la petición elevada por el actor y, en
consecuencia, no se configuró el acto ficto negativo a que se refiere la demanda.
Como excepciones se proponen las siguientes: a) Inepta demanda, porque la acción procedente,
de acuerdo con los hechos y pretensiones formulados, es la de reparación directa; b) caducidad,
puesto que desde la fecha en que se le causó el presunto perjuicio al actor han transcurrido más
de 6 años; c) prescripción; d) inexistencia de la obligación; f) indebida representación del
demandante, por cuanto el poder otorgado se encamina a iniciar una acción de reparación directa y
no la de nulidad y restablecimiento del derecho que fue la realmente incoada, aclarando que todo
ello ocurrió como consecuencia de un error al momento de admitir la demanda en tanto
previamente se dispuso su adecuación; g) nulidad procesal, porque el trámite que se adelanta es
distinto al que debe surtirse en tratándose de un proceso de reparación directa, especialmente en
lo que atañe al término de caducidad de la acción que varía en uno y otro procedimiento.
LA SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA
El Tribunal Administrativo del Atlántico, mediante Sentencia de 31 de agosto de 2011, declaró no
probadas las excepciones propuestas por la parte demandada y negó las pretensiones de
la demanda, con base en los siguientes argumentos (fls. 345 a 369):
No hay lugar a decretar la nulidad de lo actuado, pues resultaba válido que previa a la admisión de
la demanda se ordenara la adecuación de la misma, con el fin de garantizar el acceso a la
administración de justicia.
Tampoco se encuentran probadas las excepciones de ineptitud sustantiva de la demanda,
caducidad e indebida representación del demandante porque: (i) los hechos y pretensiones
formulados en el libelo demandatorio encuentran correspondencia con la finalidad de la acción de
nulidad y restablecimiento del derecho incoada; (ii) el fenómeno de la caducidad no se predica de
las demandas en las que se enjuician actos fictos, tal como ocurre en el Sub lite; y, (iii) si bien es
cierto que el poder otorgado se encamina a iniciar la acción de reparación directa, también lo es
que, ello no es óbice para emitir un pronunciamiento de mérito, tal como lo ha expresado el
Consejo de Estado en su jurisprudencia, con el objetivo de efectivizar el derecho sustancial.
Las demás excepciones se decidirán junto con el fondo de la controversia.
Ahora bien, la Ley 50 de 1990 estableció el régimen anualizado de cesantías al cual se acogió el
actor, escogiendo a Colfondos como su Fondo de Cesantías, de conformidad con lo dispuesto por
el artículo 88 de la Ley 30 de 1992.
Igualmente, la referida Ley 50 estableció una sanción moratoria causada en la consignación tardía
del auxilio de cesantías.
Al respecto, es preciso indicar que el derecho a las cesantías es de carácter irrenunciable, “no
corriendo igual suerte la sanción por mora, habida cuenta que su origen se encuentra en la no
consignación oportuna de una obligación prestacional, y no originada en la relación laboral en sí”.
Entre tanto, la Ley 550 de 1999 autorizó a las entidades para impulsar su reactivación económica a
través de un proceso de reestructuración de pasivos, en el cual se privilegia el interés general
sobre el particular. A su turno, en desarrollo de la mencionada disposición, la Universidad del
Atlántico celebró un acuerdo de reestructuración de pasivos, que es de obligatorio cumplimiento.
Bajo este marco, el accionante fue cobijado por el aludido acuerdo, situación que deviene en la
renuncia de la sanción moratoria que reclama, toda vez que se trataba de un derecho sobre el cual
era viable transigir. Además, en los términos del artículo 22 de la Ley 550, el pago de la acreencia
principal se hace con exclusión de intereses, multas y sanciones distintos al capital. En
consecuencia, el interesado debía “asumir en todas sus partes lo decidido” en dicho acto.
EL RECURSO DE APELACIÓN
La parte actora interpuso recurso de apelación contra la decisión del A quo, exponiendo los
motivos de inconformidad que a continuación se indican (fls. 371 a 379):
En atención a lo establecido en el artículo 88 de la Ley 30 de 1992, el demandante se acogió al
régimen anualizado de cesantías previsto en la Ley 50 de 1990, por lo cual, la Universidad del
Atlántico quedó obligada a consignarle en el fondo de cesantías por él seleccionado, el valor de
sus cesantía acumulada a la fecha en que se produjo dicho acogimiento y, además, liquidar y
consignar anualmente dicho auxilio, con anterioridad al 14 de febrero de cada año. Sin embargo, la
entidad incumplió con dicha obligación y sólo el 30 de abril de 2007 efectuó la respectiva
consignación.
Entre tanto, el Consejo de Estado ha señalado claramente que el hecho de que una entidad se
encuentre en un proceso de reestructuración de pasivos, en los términos de la Ley 550 de 1999,
ello no implica el desconocimiento de la sanción moratoria deprecada a través de la presente
acción.
Para fundamentar sus argumentos el accionante transcribe apartes de sentencias proferidas por la
Sección Segunda del Consejo de Estado.
CONCEPTO DEL MINISTERIO PÚBLICO
El Procurador Segundo Delegado ante el Consejo de Estado rindió concepto solicitando revocar el
proveído impugnado, con base en las siguientes consideraciones (fls. 404 a 409):
La Corte Constitucional ha expresado que el acuerdo de reestructuración que celebren las
entidades, al tenor de lo dispuesto por la Ley 550 de 1999, debe sujetarse al marco legal y
constitucional vigente.
Descendiendo al caso concreto, se observa que el 13 de septiembre de 2007, el actor solicitó: (i) el
reconocimiento y pago de las cesantías causadas desde el 13 de marzo de 1972 hasta el 31 de
diciembre de 1999; y, (ii) la indemnización moratoria establecida en la Ley 50 de 1990, originada en
la no consignación oportuna de las cesantías anuales. Sin embargo, la entidad guardó silencio ante
la referida petición, configurándose el acto ficto acusado.
Solamente, hasta el 30 de abril de 2007, la demandada consignó el valor de las cesantías
causadas en el mencionado período. Entonces, se encuentra acreditado que la Universidad del
Atlántico debe pagar la sanción moratoria reclamada, pues incurrió en retardo en el cumplimiento
de la obligación.
De otro lado, tal como lo ha expresado el Consejo de Estado, en consonancia con instrumentos
emanados de la OIT, se concluye que el proceso de reestructuración de pasivos no conlleva al
desconocimiento de la sanción moratoria reclamada, pues “los créditos laborales en caso de
insolvencia del empleador, no pueden ser desconocidos ni vulnerados por éste, debido a la crisis
económica y financiera que afronte en un momento determinado”.
Como no se observa causal de nulidad que invalide lo actuado, procede la Sala a decidir previas
las siguientes
CONSIDERACIONES
El problema jurídico por resolver se contrae a determinar si el demandante tiene derecho al
reconocimiento y pago de la sanción moratoria prevista en el artículo 99 de la Ley 50 de 1990, por
la consignación tardía de sus cesantías, o si por el contrario, en atención al Acuerdo de
Reestructuración de Pasivos, la Universidad del Atlántico podía sustraerse de tal obligación.
Con el objeto de resolver el problema expuesto, la Sala encuentra probados los siguientes hechos:
- El Vicerrector Administrativo, Financiero y Talento Humano, certificó (fl. 109):
“Que el docente FRANKLIN URIBE MOLINARES, identificado con la cédula de ciudadanía No.
7.454.284 (sic), presentó solicitud de traslado a la Ley 50/90 el 1 de octubre de 1999, y se liquidó
la cesantía y el 12% de interés sobre las cesantías desde su fecha de Ingreso 13/03/1972 hasta el
31/12/199 (sic). Este valor y los correspondientes a los años subsiguientes de solicitud de traslado
se muestran en el siguiente cuadro:
AÑO
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
B.SALARIAL
3.616.117
3.697.075
4.072.070
4.384.022
5.011.508
4.606.137
4.833.722
3.970.245
C.TOTAL
100.528.053
3.697.075
4.072.070
4.384.022
5.011.508
4.606.137
4.833.722
3.970.245
12% INT
12.063.366
443.649
488.649
526.083
601.381
552.736
580.047
476.429
C.PAR.PAG
15.858.664
C.NETAS
84.669.389
3.697.075
4.072.070
4.384.022
5.011.508
4.606.137
4.833.722
3.970.245
Las cesantías fueron consignadas en el Fondo seleccionado por el docente COLFONDOS, y el
12% de interés sobre las cesantías en su cuenta Davivienda”.
- El Vicerrector Administrativo y Financiero Encargado de la Universidad del Atlántico, en torno al
proceso de reestructuración de pasivos, certificó (fl. 190):
“Que la Universidad del Atlántico inició promoción al acuerdo de reestructuración de pasivos en
virtud de la Ley 550 de 1999 y 922 de 2004, mediante Resolución No. 454 de fecha 2 de marzo
del año 2005, emitida por el Ministerio de Hacienda y Crédito Público, así mismo en la Dirección
de Apoyo Fiscal mediante Certificación de fecha 28 de agosto de 2006, fue formalizada la
inscripción de actas y/o documentos relativos a los acuerdos de reestructuración de pasivos que se
llevan en esa dependencia, de conformidad a lo establecido con el numeral 16 del Artículo N° 58
de la Ley 550 de 1999”.
- El Vicerrector Administrativo y Financiero de la Universidad del Atlántico, respecto de la situación
prestacional del accionante de cara al acuerdo de reestructuración de pasivos llevado a cabo en
dicho ente universitario, certificó (fl. 340):
“Las acreencias del señor FRANKLIN URIBE MOLINARES identificado con Cédula de Ciudadanía
No. 3.698.688, correspondiente a RETROACTIVO MES DE ENERO DE 2005, SALARIO MES DE
ENERO DE 2005, CESANTÍAS DOCENTE NO ACOGIDO 1279 e INTERESES SOBRE LAS
CESANTÍAS incorporadas en Ley 550 de 1999, fueron canceladas en su totalidad mediante carta
de instrucción No. 200704-0568, 200704-0519 y 200704-0521 de fecha 30 de abril de 2007 y 26 de
abril de 2007, como se indica el cuadro siguiente:
Apellidos
y
Nombres
URIBE
MOLINARES
FRANKLIN
cédula
3698688
URIBE
MOLINARES
FRANKLIN
3698688
URIBE
MOLINARES
FRANKLIN
3698688
Concepto de la
obligación
RETROACTIVO
MES
DE
ENERO
DE
2005 – DOC
SALARIO MES
DE ENERO DE
2005 NOMINA
2005-40 LIQ 1
DOCENTES
TIEMPO
COMPLETO
CESANTÍAS
DOCENTE NO
ACOGIDO 1279
CON
SOLICITUD
LEY 50/90 EL 606-2000
E
INTERESES
SOBRE
LAS
CESANTÍAS
CALCULADAS
A 31/01/2004
TOTAL
(…).”.
Pagos
Realizados
187.816
Fecha
de Pago
30/04/07
Carta de
Instrucción
2007040568
Grupo
3.905.657
30/04/07
2007040568
1
130.976.506
26/04/07
2007040519-0521
1
1
135.069.980
- La Compañía Colombiana Administradora de Fondos de Pensiones y Cesantías – COLFONDOS
S.A., Región Norte, certificó (fl. 24):
“(…) que el (la) señor (a) FRANKLIN URIBE MOLINARES identificado (a) con C.C 3.698.688 se
encuentra afiliado a nuestro Fondo de Cesantías, presentando en su cuenta una consignación por
el empleador UNIVERSIDAD DEL ATLÁNTICO, por un monto de $115.244.167,00 en Abril 30 de
2.007 y a la fecha tiene un saldo de $114.384,64”.
- El 13 de septiembre de 2007, el demandante se dirigió ante la Universidad del Atlántico en orden
a obtener: (i) la indexación del valor reconocido el 30 de abril de 2007, por concepto de cesantías
acumuladas, causadas en el período comprendido entre el 13 de marzo de 1972 y el 31 de
diciembre de 1999; y, (ii) indemnización moratoria originada en la consignación tardía de sus
cesantías anuales, a partir del año 2000 (fls. 17 a 21).
Establecido lo anterior, la Sala procede al estudio del asunto sometido a consideración teniendo en
cuenta el marco normativo y jurisprudencial aplicable al caso concreto en materia de auxilio de
cesantías y la sanción moratoria reclamada.
(i)
Del auxilio de Cesantías.
La cesantía es una prestación social, originada en una vinculación de tipo laboral, que beneficia no
sólo al trabajador adscrito al sector privado sino también al vinculado al sector público, sea cual
sea la modalidad bajo la cual se haya generado el vínculo.
El reconocimiento y pago de una prestación social bajo el estricto cumplimiento de las
disposiciones legales se convierte en un asunto que adquiere relevancia Constitucional y, en
consecuencia, exige del encargado de establecer su viabilidad y determinación en cada caso
concreto, la observancia de los principios constitucionales aplicables en materia laboral.
A pesar de la relevancia que dentro de un Estado Social de Derecho adquiere el Derecho al
Trabajo y el establecimiento del Régimen Prestacional que de él se deriva, la normatividad
respectiva no se convierte en un todo inmutable ajeno a los cambios sociales y económicos, razón
por la cual el legislador, en ejercicio de la potestad otorgada por el numeral 19 del artículo 150 de
la Constitución Política, puede, dentro del marco Constitucional que le exige garantizar el respeto
por los derechos adquiridos, la dignidad y la libertad del trabajador, efectuar cambios de reglas, v.
gr. para la generación, liquidación o establecimiento de la prestación, posibilidad ésta sobre la cual
[2]
ya se ha manifestado la Sección en varios pronunciamientos .
Tales variaciones normativas son perfectamente predicables para el reconocimiento y pago de las
cesantías, tema en el cual, en virtud de la facultad otorgada al legislador, compartida con el
ejecutivo según lo establecido en el mismo numeral 19 del artículo 150 de la Constitución Política,
coexisten varios regímenes que gozan de vigencia en el ordenamiento jurídico. Cada uno de ellos
se aplica de manera integral en virtud del principio de inescindibilidad.
Los regímenes aplicables en el sector público territorial son:
(i) Régimen de Cesantías con Retroactividad,
(ii) Régimen Administrado por el Fondo Nacional de Ahorro, y
[3]
(iii) Régimen de Liquidación de Cesantías por Anualidad .
Este último régimen adquirió aplicabilidad en el sector público en virtud de la entrada en vigencia,
el 31 de diciembre de 1996, de la Ley 344 de 27 de diciembre del mismo año, la cual consagró, en
su artículo 13, que:
“ARTÍCULO 13. Sin perjuicio de los derechos convencionales, y lo estipulado en la Ley 91 de 1989,
a partir de la publicación de la presente Ley, las personas que se vinculen a los Órganos y
Entidades del Estado tendrán el siguiente régimen de cesantías:
a) El 31 de diciembre de cada año se hará la liquidación definitiva de cesantías por la anualidad o
por la fracción correspondiente, sin perjuicio de la que deba efectuarse en fecha diferente por la
terminación de la relación laboral;
b) Les serán aplicables las demás normas legales vigentes sobre cesantías, correspondientes al
órgano o entidad al cual se vinculen que no sean contrarias a lo dispuesto en el literal a) del
presente artículo.
(…)”.
Posteriormente, mediante Decreto 1582 de 5 de agosto de 1998 se reglamentó, para el nivel
territorial, el artículo 13 anteriormente referido, en los siguientes términos:
“Artículo 1º.- El Régimen de liquidación y pago de las cesantías de los servidores públicos del nivel
territorial y vinculados a partir del 31 de diciembre de 1996 que se afilien a los fondos privados de
cesantías, será el previsto en los artículos 99, 102, 104 y demás normas concordantes de la Ley 50
de 1990; y el de los servidores públicos del mismo nivel que se afilien al Fondo Nacional de Ahorro
será el establecido en el artículo 5 y demás normas pertinentes de la Ley 432 de 1998.
Parágrafo.- Cuando los servidores públicos del nivel territorial con régimen de retroactividad se
afilien al Fondo Nacional de Ahorro, los aportes al mismo se realizarán por la respectiva entidad en
la forma prevista en el artículo 6 de la Ley 432 de 1998.”.
Entonces, cabe precisar, que es por remisión legal que dentro del régimen de cesantías anualizado
del sector público se aplican las disposiciones de la Ley 50 de 1990.
Esta última normatividad, de conformidad con lo establecido en el artículo 99, ordena que a 31 de
diciembre de cada año se liquide el auxilio de cesantía por la respectiva anualidad y que dicho
valor se consigne antes del 15 de febrero del año siguiente en cuenta individual a nombre del
trabajador en el Fondo que él haya escogido. Expresamente consagra la norma en comento:
“3. El valor liquidado por concepto de cesantía se consignará antes del 15 de febrero del año
siguiente, en cuenta individual a nombre del trabajador en el fondo de cesantía que el mismo elija.
El empleador que incumpla el plazo señalado deberá pagar un día de salario por cada día de
retardo.” Negrilla fuera de texto.
(ii)
De la sanción moratoria.
En el Sub lite, se encuentra acreditado que el accionante ingresó al servicio de la Universidad del
Atlántico en condición de docente, a partir del 13 de marzo de 1972 y, además, que el 1 de octubre
de 1999 solicitó su traslado al régimen anualizado de cesantías.
[4]
Importante resulta aquí reiterar lo que ha expresado esta Corporación en el sentido que existe
diferencia entre la indemnización derivada de la falta de consignación antes del 15 de febrero en un
fondo, por la cesantía que le corresponde al trabajador por el año anterior o la fracción
correspondiente a dicha anualidad liquidada a 31 de diciembre, con la que surge frente a la falta de
pago de dicha prestación a la terminación de la relación legal o reglamentaria, ya que una vez que
se presenta este hecho, esto es, cuando el trabajador se retira del servicio por cualquier causa y la
administración no paga oportunamente la cesantía que adeuda, deberá cancelar a título de
indemnización la sanción prevista en la Ley 244 de 1995.
Lo anterior indica que a pesar de la naturaleza sancionatoria de una y otra indemnización, las
situaciones que gobiernan son distintas, la del artículo 99 de la Ley 50 de 1990 aplicable a los
empleados territoriales por expreso mandato del Decreto 1582 de 1998, se genera por la no
consignación oportuna de la cesantía que se paga anualizada al 15 de febrero, y la segunda,
prevista en la Ley 244 de 1995, se causa por el no pago de esa prestación al momento del retiro
del servicio (cesantía definitiva).
Ahora bien, de las pretensiones de la demanda, así como del contenido del recurso de apelación
interpuesto por el actor, se desprende claramente que en este caso el demandante pretende el
pago de la sanción moratoria prevista en el artículo 99 de la Ley 50 de 1990 y no la regulada en el
[5]
artículo 2 de la Ley 244 de 1995 . El citado artículo 99 prevé:
“ARTÍCULO 99. El nuevo régimen especial del auxilio de cesantía, tendrá las siguientes
características:
1a. El 31 de diciembre de cada año se hará la liquidación definitiva de cesantía, por la anualidad o
por la fracción correspondiente, sin perjuicio de la que deba efectuarse en fecha diferente por la
terminación del contrato de trabajo.
2a. El empleador cancelará al trabajador los intereses legales del 12% anual o proporcionales por
fracción, en los términos de las normas vigentes sobre el régimen tradicional de cesantía, con
respecto a la suma causada en el año o en la fracción que se liquide definitivamente.
3a. El valor liquidado por concepto de cesantía se consignará antes del 15 de febrero del año
siguiente, en cuenta individual a nombre del trabajador en el fondo de cesantía que el mismo elija.
El empleador que incumpla el plazo señalado deberá pagar un día de salario por cada día de
retardo.
(…).”.
Esta norma define un sistema de liquidación anual de las cesantías y regula la sanción que se
causa para el empleador que incumple la obligación de consignar oportunamente esa prestación (a
más tardar el 15 de febrero del año siguiente a su causación).
A efectos de determinar si en este caso el interesado tiene derecho al pago de esta sanción, debe
tenerse en cuenta que en el plenario obra certificación emanada de la Compañía Colombiana
Administradora de Fondos de Pensiones y Cesantías – COLFONDOS S.A, en la cual se afirma que
la Universidad del Atlántico consignó las cesantías del actor el 30 de abril de 2.007.
Lo anterior indica que efectivamente el ente universitario incumplió el deber de consignar
oportunamente las cesantías del demandante y, en consecuencia, debe pagar la sanción moratoria
prevista en el artículo 99 de la Ley 50 de 1990, tal como lo consideró el señor Agente del Ministerio
Público ante esta Corporación.
(iii)
De la restructuración de pasivos de las entidades públicas y el cumplimiento de sus
obligaciones laborales.
En torno a este aspecto de la controversia, vale la pena reiterar lo que ha considerado en múltiples
oportunidades esta Sección, en el sentido de que el hecho de encontrarse la entidad pública en un
proceso de restructuración de pasivos, no le sirve de justificación para evadir el pago de sus
acreencias laborales las cuales tienen una especial protección en el ordenamiento jurídico
Colombiano en el que el trabajo además de ser un derecho, se erige en un valor de fundamental
importancia dentro de un Estado como el nuestro. Por ello, antes de concluir el razonamiento de
cara al caso concreto, resulta oportuna la referencia por parte de esta Sala, a lo que se ha
considerado frente al tema de los pasivos laborales de las entidades públicas que entran en
proceso de restructuración de pasivos, particularmente en lo que tiene que ver con la sanción
moratoria.
En efecto, la Ley de Reestructuración de Pasivos o Ley 550 de 1999, conocida como la Ley de
reactivación empresarial o reestructuración de los entes territoriales; se concibió en lo público como
un régimen para la reestructuración de los entes territoriales que facilitara el desarrollo armónico de
las regiones, la prestación de sus servicios y para restablecer su viabilidad mediante la
organización del pago de sus deudas.
En la exposición de motivos de la citada Ley de 1999, en tratándose de los pasivos laborales se
dijo:
“En cuanto a las acreencias pensionales y laborales, se exige que en aquellos eventos en los
cuales el deudor tenga pensionados a su cargo, debe incluir en el acuerdo cláusulas relativas a la
normalización de sus pasivos pensionales. Por otra parte, se admite la celebración de convenios
que tengan por objeto la suspensión total o parcial de cualquier prerrogativa laboral de naturaleza
económica que exceda el mínimo legal correspondiente a las normas del Código Sustantivo del
Trabajo, los cuales deber ser concertados directamente entre el deudor y el sindicato que
legalmente pueda representar a sus trabajadores, y entre el deudor y los trabajadores no
sindicalizados que individualmente consienten en ello.”. (Resalta la Sala).
Frente a la aplicación de las disposiciones contenidas en la mencionada Ley a las entidades
territoriales, el artículo 58 (Título V) ibídem, estableció lo siguiente:
“ACUERDOS
DE
REESTRUCTURACIÓN
APLICABLES
A
LAS
ENTIDADES
TERRITORIALES. Las disposiciones sobre acuerdos de reestructuración e instrumentos de
intervención a que hace referencia esta ley serán igualmente aplicables a las entidades
territoriales, tanto en su sector central como descentralizado, con el fin de asegurar la prestación
de los servicios a cargo de las mismas y el desarrollo de las regiones, teniendo en cuenta la
naturaleza y las características de tales entidades…
(…)” (Resalta la Sala).
A su vez, la sentencia C- 1143 de 2001, M.P. Vladimiro Naranjo, en el análisis de
constitucionalidad del artículo 17 de dicha Ley, consideró que las empresas sometidas a esa
normatividad, no podían dejar de atender sus acreencias laborales las cuales debían ser pagadas
de manera preferente. Al respecto indicó:
“Si una de las finalidades de la intervención del Estado en la economía es la promoción de su
reactivación y siendo uno de los objetivos de la Ley 550 de 1999 el restablecer la capacidad de
pago de las empresas, de manera que puedan recuperarse dentro del plazo y condiciones que se
prevean en el acuerdo correspondiente, es claro que las empresas sometidas a este mecanismo
deben continuar desarrollando normalmente sus actividades, lo cual implica que no pueden dejar
de atender sus obligaciones de carácter laboral. El pago preferente de las acreencias laborales
como gastos administrativos se consagró expresamente en el artículo 121 de la Ley 222 de 1995,
para los efectos del régimen de los procesos concursales, e igualmente esta previsto en el artículo
2495 del Código Civil subrogado en lo correspondiente por las Leyes 165 de 1941, art. 1° y 50 de
1994, art. 36, preferencia que tiene pleno soporte en la protección de carácter constitucional que
tienen dichas acreencias al tenor de lo establecido en los artículos 1°, 25 y 53 de la Carta Política.
Considera la Corte que no existe diferencia alguna entre las obligaciones de carácter laboral que
se generan a partir de la iniciación de la negociación y aquellas existentes a su inicio, que gozan
también de la misma protección constitucional por ser acreencias de la misma naturaleza.
Entonces, siendo este el genuino sentido de la norma acusada no se presenta infracción al
principio superior de la igualdad por parte del precepto bajo análisis, pues pese a que allí
solamente se hace alusión a la preferencia para el pago de los gastos administrativos que se
causen durante el inicio de la negociación, tal norma resulta ajustada a los dictados de la Carta si
se entiende que allí también están incluidas las obligaciones laborales causadas con anterioridad
al inicio de la negociación.
Es de anotar que en casos semejantes al estudiado en la presente oportunidad, la Corte ha
aplicado el principio de hermenéutica constitucional de la conservación del derecho, en virtud del
cual el juez de la Carta preserva al máximo la ley en defensa del principio democrático, cuando
quiera que una disposición sometida a su control admite varias interpretaciones, una de las cuales
se aviene al ordenamiento constitucional. En tal evento, se deja la norma en el ordenamiento
jurídico, pero condicionando su exequibilidad a la lectura conforme a los dictados fundamentales”.
(Las negrillas y subrayas, son de la Sala).
[6]
De conformidad con lo expuesto se deduce, como bien lo ha sostenido esta Sección , que la
protección de los derechos laborales ha sido una prioridad, no solo de las acreencias anteriores al
inicio de la negociación, sino de las que se causaren dentro del mismo.
[7]
La Sala reitera lo que ha considerado en anteriores oportunidades , en el sentido de que dicha
protección no ha sido solo de carácter interno, pues la Organización Internacional del Trabajo –
OIT- a través del Convenio C-173 de 1972, también la ha contemplado y ha sido muy específica en
el caso de insolvencia del empleador.
Así, en la parte II el artículo 5°, señaló que los créditos adeudados a los trabajadores en razón de
su empleo deberán quedar protegidos por un privilegio de prelación.
A su vez el artículo 6° de esa normatividad, consagró que el privilegio deberá cubrir al menos los
créditos laborales correspondientes a:
“(…)
d) a las indemnizaciones por fin de servicios adeudadas al trabajador con motivo de la terminación
de la relación de trabajo”.
Adicionalmente, la misma Conferencia expidió un documento que denominó “La
Recomendación sobre la protección de los créditos laborales en caso de insolvencia del
empleador, 1992”, en el cual la OIT tuvo un mayor alcance pues dispuso que la protección
conferida por un privilegio debiera cubrir, entre otros, las indemnizaciones por fin de servicios, por
despido injustificado y otras sumas adeudadas a los trabajadores con motivo de la terminación de
su relación de trabajo.
En esa oportunidad, dicha Organización recomendó además que los créditos laborales
correspondientes al trabajo efectuado a partir de la fecha en que se decidió esa continuación, o
sea, a partir de la negociación, debieran quedar excluidos del procedimiento y saldarse a sus
[8]
vencimientos respectivos con los fondos disponibles .
(iv)
Contenido y alcance de los Acuerdos de reestructuración de pasivos: la prelación de los
créditos y el caso de las cesantías y de la sanción moratoria.
Los procesos concursales, responden al interés del Estado de lograr, con la participación de los
acreedores, la viabilidad económica de una empresa o entidad pública que se encuentra en
imposibilidad de atender oportunamente las obligaciones contraídas. Para alcanzar este objetivo, la
legislación ha previsto la celebración del acuerdo de reestructuración, en el que, una vez evaluado
el estado financiero de la empresa, se establecen las acreencias, el término y la forma para el
[9]
cumplimiento de las mismas .
El artículo 34 de la Ley 550 de 1999, regula los efectos del acuerdo de reestructuración, y en
concreto, dispone la obligatoriedad para las partes del mismo y para aquellos que no participaron
en la negociación, o que habiéndolo hecho no consintieron en él. Uno de esos efectos, es la
suspensión durante la vigencia del acuerdo, de la exigibilidad de gravámenes y garantías reales y
fiduciarias.
En este contexto, debe tenerse en cuenta que si bien en un proceso de reestructuración se
persigue la igualdad de los acreedores, no puede desconocerse la figura de la prelación de
créditos, como: “(…) el conjunto de reglas que determinan el orden y la forma en que debe pagarse
cada uno de ellos. Se trata entonces de una institución que rompe el principio de igualdad jurídica
de los acreedores, de modo que debe ser interpretada restrictivamente, ya que no hay lugar a
[10]
decretar preferencias por analogía; sólo existen aquellas expresamente contempladas en la ley” .
La ley es la que determina en qué orden se han de satisfacer las acreencias “o sea que los
[11]
particulares no pueden modificar la pars conditio o el orden de prelación por pacto entre ellos” .
Ahora bien, sobre el tema de la aplicación de la Ley 550 de 1999, en lo que tiene que ver con la
reestructuración de pasivos y pago de las obligaciones laborales de los empleados públicos,
especialmente para el pago de las cesantías y sanción moratoria la Sección Segunda ha
desarrollado el tema de la siguiente manera:
[12]
La Subsección B mediante providencia de 22 de octubre de 2009 , abordó el tema indicando que
el cumplimiento de los Acuerdos de Reestructuración de Pasivos son obligatorios siempre y
cuando se hayan concertado y aún para quienes no hayan participado en el trámite, negando el
pago de la indemnización moratoria, habida consideración de que la misma no se había pactado en
el respectivo Acuerdo.
[13]
En sentencia posterior de 25 de marzo de 2010, la Subsección A indicó que los Acuerdos de
Reestructuración no pueden cercenar los derechos de los trabajadores que no consintieron en su
aprobación y porque dichos pactos no pueden estar orientados a evadir el pago de las
correspondientes obligaciones:
“… el Estado no puede dejar que el Acuerdo quede bajo la autonomía absoluta de la voluntad de
los particulares, por eso lo somete a pautas contenidas en disposiciones legales, con el fin de
evitar que los acreedores queden sometidos a la voluntad unilateral e indiscriminada del
empresario deudor.
(…)
Es cierto que los acuerdos de reestructuración celebrados en los términos previstos en la ley 550,
son de obligatorio cumplimiento para el empresario y para todos los acreedores, incluyendo a
quienes no hayan participado en la negociación o que, habiéndolo hecho, no hayan consentido en
ella. (Artículo 34 Ley 550 de 1999)
También lo es que en el expediente no existe prueba que determine si el demandante en calidad
de acreedor del municipio, hubiera participado en el acuerdo o habiéndolo hecho hubiera
consentido en la condonación del pago de la indemnización por mora en el pago de sus cesantías.
Con todo, la Sala considera que la Administración no debió desconocer la obligación preexistente
que tenía con el actor en cuanto a la sanción por mora en el pago de las cesantías, por la potísima
razón de que en los Acuerdos de reestructuración “Todas las obligaciones se atenderán con
sujeción a lo dispuesto en el acuerdo, y quedarán sujetas a lo que se establezca en él en cuanto
a rebajas, disminución de intereses y concesión de plazos o prórrogas, aun sin el voto favorable del
respectivo acreedor…” (Artículo 34 Numeral 8 Ley 550 de 1999)
Así pues, las obligaciones preexistentes a la celebración del acuerdo no se desconocen, sino que
se ATIENDEN y se sujetan a rebajas, a disminución de intereses, a plazos o a prórrogas, pero en
ningún momento se permite que el deudor insolvente las desatienda, las desconozca o peor aún,
se auto absuelva de ellas.
[14]
(…)” (Negrillas del texto).
[15]
Así mismo, por medio de la providencia de 10 de noviembre de 2010 , se mantuvo la tesis según
la cual las obligaciones de los trabajadores no pueden ser desconocidas por los Acuerdos de
Restructuración, empero indicó que para el caso particular la entidad pública (Municipio de
Buenaventura) se informó a los acreedores la apertura del proceso previsto en la Ley 550 de 1999,
así como la determinación de la obligación a pagar, sin que la parte actora hubiera manifestado
reparo alguno, lo que a juicio de la Sala suspendió la contabilización de la sanción moratoria con la
[16]
ejecutoria de la decisión que estableció el pago de tal acreencia .
Entre tanto, a través de la Sentencia de 10 de febrero de 2011, la Subsección A condenó al pago
de la sanción moratoria en proceso de reestructuración de pasivos, pero sin sujetar el pago de la
obligación a la fecha de inicio del proceso de reestructuración. En efecto, en dicho proveído se
[17]
expresó :
“Así las cosas, si bien la Ley 550 de 1999, prevé la posibilidad de que las Entidades Territoriales
celebren Convenios de Reestructuración de Pasivos con la finalidad de hacerlas viables en su
sostenimiento económico y financiero, es claro que tales Acuerdos se suscriben con el titular de la
persona jurídica y los acreedores internos y/o externos, sin que ello implique obligatoriamente la
presencia de los trabajadores o Servidores Públicos en la negociación del pago de sus acreencias
y prestaciones laborales.
(…)
Que para esta Corporación es evidente que la Administración desconoció u omitió cancelar la
sanción por la mora en el pago de las cesantías definitivas del señor Fabio Guerrero Salgado de
conformidad con lo establecido en la Ley 244 de 1995, dado que por ningún lado se observa
constancia o certificación de que dicha obligación hubiera sido saldada.
(…)
En consecuencia, la Sala revocará la sentencia apelada y en su lugar se condenará a la entidad
demandada a que reconozca y pague un día de salario por cada día de retardo en el pago de las
cesantías definitivas reconocidas, desde el 24 de julio de 2001, es decir 45 días después de
notificada la Resolución N° 1727, que reconoció el derecho hasta el 9 de junio de 2003, fecha en
que se hizo efectivo el pago de sus cesantías definitivas.”.
(v)
Del Acuerdo de Reestructuración de Pasivos en el caso concreto.
La Sección Segunda del Consejo de Estado, respecto del reconocimiento de la sanción moratoria
de las cesantías, ha establecido los siguientes lineamientos que serán tenidos en cuenta para la
solución del sub-exámine:
i) Los Acuerdos de Reestructuración de Pasivos laborales deben contar con la aprobación de los
trabajadores, sin que puedan desconocer derechos ciertos e indiscutibles.
ii) No pueden cercenar los derechos de los trabajadores que no consintieron en su aprobación y no
pueden orientarse a evadir el pago de las obligaciones sino a rebajas, disminución de intereses y
concesión de plazos o prórrogas.
iii) Debe obrar prueba de que el trabajador haya consentido la aprobación del Acuerdo de
Reestructuración o que la entidad haya dispuesto su citación para que se hiciera parte y
manifestara lo que considerara oportuno respecto de la liquidación de las cesantías y su moratoria.
Así las cosas, si bien la Ley 550 de 1999, prevé la posibilidad de que las Entidades Territoriales
celebren Convenios de Reestructuración de Pasivos con la finalidad de hacerlas viables en su
sostenimiento económico y financiero, es claro que tales Acuerdos se suscriben con el titular de la
persona jurídica y los acreedores internos y/o externos, sin que ello implique obligatoriamente la
presencia de los trabajadores o Servidores Públicos en la negociación del pago de sus acreencias
y prestaciones laborales.
En el caso objeto de estudio, se observa que la Universidad del Atlántico, acogiéndose a los
mandatos de la Ley 550 de 1999, los días 22, 25 y 26 de agosto de 2006 suscribió un Acuerdo de
[18]
Restructuración Pasivos , proceso que había iniciado desde el 2 de marzo de 2005, mediante
Resolución No. 454, proferida por la Directora General de la Dirección General de Apoyo Fiscal del
Ministerio de Hacienda y Crédito Público (fl. 188).
No obstante, no obra prueba alguna que acredite que el accionante consintió en la aprobación del
Acuerdo de restructuración de pasivos de la Universidad demandada ni que se hizo parte en el
proceso. Siendo ello así, en este acápite de las consideraciones es preciso aclarar que el presente
caso difiere de lo acontecido en el Expediente No. 0508-2009 donde se informó a la parte actora la
apertura del proceso liquidatorio y la determinación de las cuantías a pagar lo que significó que una
vez en firme la decisión se suspendiera la contabilización de la sanción moratoria puesto que
[19]
quedó ejecutoriada .
Bajo el anterior marco, deviene la consecuencia de inaplicar por inconstitucional el Convenio de
Reestructuración de Pasivos de la Universidad del Atlántico, en lo que tiene que ver con el acto
ficto demandado que niega la sanción moratoria por el pago tardío de las cesantías anuales,
concordando así las tesis expuestas por la Jurisprudencia.
(vi)
De la prescripción trienal.
A efectos de agotar la vía gubernativa, se encuentra acreditado que el 13 de septiembre de 2007,
el demandante radicó derecho de petición ante la Universidad del Atlántico, en orden a obtener el
reconocimiento de la sanción moratoria por la consignación tardía de sus cesantías, sin que la
administración le diera respuesta.
Ahora bien, la prescripción de derechos del régimen prestacional de los empleados públicos y
trabajadores oficiales se encuentra regulado en el artículo 41 del Decreto 3135 de 1968, el cual
establece lo siguiente:
“Las acciones que emanen de los derechos consagrados en este Decreto prescribirán en tres
años, contados desde que la respectiva obligación se haya hecho exigible. El simple reclamo
escrito del empleado o trabajador ante la autoridad competente, sobre un derecho o prestación
debidamente determinado, interrumpe la prescripción, pero sólo por un lapso igual.”.
A su turno, el Decreto 1848 de 1969, reglamentario del Decreto 3135 de 1968, por medio del cual
se dispuso la integración de la Seguridad Social entre el sector privado y público, en el artículo 102,
dispuso:
“PRESCRIPCIÓN DE ACCIONES. 1. Las acciones que emanan de los derechos consagrados en
el Decreto 3135 de 1968 y en este Decreto, prescriben en tres (3) años, contados a partir de la
fecha en que la respectiva obligación se haya hecho exigible.
2. El simple reclamo escrito del empleado oficial formulado ante la entidad o empresa obligada,
sobre un derecho o prestación debidamente determinado, interrumpe la prescripción, pero sólo por
un lapso igual.”
De esta manera, de acuerdo con la fecha de reclamación de la sanción moratoria (13 de
septiembre de 2007), encuentra la Sala que la sanción que hubiere podido causarse antes del 13
de septiembre de 2004 se encuentra prescrita. Entre tanto, teniendo en cuenta que este caso atañe
al régimen anualizado de cesantías, el cual impone su consignación oportuna y -como su nombre
lo indica- año a año, se concluye que las cesantías sobre las cuales no había operado el fenómeno
prescriptivo son las correspondientes a las causadas en el año 2004 y cuya consignación debía
realizarse a más tardar el 15 de febrero del año 2005, de ahí que la sanción moratoria originada
respecto de dicha prestación tampoco haya prescrito, situación que también se predica de las
[20]
[21]
concernientes a los años 2005 y 2006 .
Bajo este marco, entonces, la sanción moratoria se tendrá que liquidar a partir del 16 de febrero del
[22]
año 2005 hasta el 30 abril de 2007, fecha en que se verificó la consignación de las cesantías , tal
como se especificará en la parte resolutiva.
Como se incumplió la consignación de varias anualidades la indemnización moratoria se causa
desde la insatisfacción de la primera consignación con la base salarial que debió tomarse para
calcular la cesantía dejada de consignar, pero como el empleador incumplió por segunda vez, el
monto sigue causándose con base en el nuevo salario vigente en el año en que nuevamente se
[23]
causó la cesantía dejada de depositar, y así sucesivamente .
De otro lado se precisa resaltar que la Corte Constitucional en la sentencia C-448 del 19 de
septiembre de 1996, concluyó que no era razonable que un trabajador que tenga derecho a una
sanción moratoria, por el mismo hecho y por el mismo periodo de tiempo, reclame también la
indexación.
Con fundamento en el anterior criterio se negará la indexación de las cesantías acumuladas hasta
el año 1999, a partir del cual el actor solicitó su cambio al régimen anualizado de cesantías.
Además, en el mismo acuerdo de reestructuración se previó un mecanismo de indexación, lo cual
[24]
permitiría inferir que el monto reconocido por dicho concepto fue efectivamente indexado .
Igualmente, se precisa resaltar que en anterior oportunidad, mediante Sentencia de 3 de noviembre
[25]
de 2011 , se precisó que “si bien en un primer análisis la obligación a cargo de la entidad
demandada de cancelar las cesantías podría entenderse prescrita y de este modo el pago de la
sanción moratoria no tendría vocación de prosperar (pues si prescribe la obligación principal ocurre
lo mismo con la que deriva de ésta), en este caso no puede ser ese el razonamiento si se tiene en
cuenta que i) el Departamento del Chocó dada su crisis financiera, entró en el proceso previsto
en la Ley 550, circunstancia totalmente ajena a la demandante y, ii) en los oficios acusados por la
actora, el demandado reconoce su obligación de pagar y su incumplimiento, lo que reafirma la
posibilidad de la exfuncionaria de pedir la sanción por mora, como en efecto lo hizo en esta
oportunidad. Adicionalmente, de las pruebas que obran en el proceso, es clara la negligencia con
la que obró el Departamento demandado pues tardó más de dos años en proferir las Resoluciones
mediante las cuales liquidó y reconoció las cesantías definitivas a la demandante y, además, nunca
efectuó el pago pese a que siempre reconoció la deuda y su imposibilidad de saldarla habida
cuenta del proceso de restructuración de pasivos (Ley 550 de 1990) al cual se acogió en vista de la
crisis financiera por la que atravesaba.”. (Resalta la Sala).
Se observa, entonces, que la referida providencia no constituye un precedente aplicable en el caso
concreto por cuanto en dicha oportunidad el auxilio de cesantías aún no se había pagado y, a
además, la parte accionada reconoció “su obligación de pagar y su incumplimiento, lo que reafirma
la posibilidad de la exfuncionaria de pedir la sanción por mora”, mientras que en el presente asunto
ya se efectuó el pago de la prestación, situación que condujo a la demandante a peticionar la
sanción moratoria sólo hasta el 13 de septiembre de 2007, razón por la que, se insiste, es
imperativo decretar la prescripción en los términos indicados en precedencia.
De otro lado, en consideración a que el Sub lite atañe al régimen anualizado de cesantías y,
además, existe certeza del momento en que se realizó el pago de la prestación principal, el valor
[26]
de la condena se actualizará, aplicando para ello la siguiente fórmula :
R = Rh índice final
Índice inicial
Ahora bien, no se ordenará indemnización alguna por concepto de los perjuicios morales
reclamados por el accionante, puesto que para emitir una declaración en tal sentido se exige que el
daño sea cierto y determinable, aspectos que no se encuentran demostrados a través de las
pruebas allegadas al expediente.
Finalmente, no se decretará condena en costas, toda vez que la entidad accionada no observó una
conducta temeraria ni negligente en el transcurso del proceso, como tampoco desleal con la parte
accionante, que pudiera ameritar la imposición de las mismas, de conformidad con lo preceptuado
[27]
por el artículo 171 del Código Contencioso Administrativo .
DECISIÓN
En mérito de lo expuesto el Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección
Segunda, Subsección B, administrando Justicia en nombre de la República y por autoridad de la
Ley,
FALLA
1. Revócase la Sentencia de 31 de agosto de 2011, proferida por el Tribunal Administrativo del
Atlántico, en cuanto negó las pretensiones de la demanda incoada porFranklin Uribe
Molinares contra la Universidad del Atlántico. En su lugar,
2. Declárase la nulidad del acto ficto originado en la falta de respuesta a la petición elevada por el
actor el 13 de septiembre de 2007 ante la Universidad del Atlántico. En consecuencia,
3. Ordénase a la Universidad del Atlántico, reconocer y pagar al señor Franklin Uribe Molinares la
sanción moratoria que trata el artículo 99 de la Ley 50 de 1990, causada por la no consignación
oportuna de las cesantías correspondientes a los años 2004, 2005 y 2006; liquidadas desde el día
en que debió efectuarse la consignación (15 de febrero de 2005, 15 de febrero de 2006 y 15 de
febrero de 2007, respectivamente) hasta la fecha en la cual se materializó el pago de las cesantías
adeudadas (30 de abril de 2007), teniendo en cuenta que respecto de las demás anualidades
reclamadas por el mismo concepto operó la prescripción trienal, de conformidad con lo expuesto en
la parte motiva de ésta providencia .
4. Indéxese la condena de acuerdo con la parte motiva de esta sentencia.
5. Niéganse las demás pretensiones de la demanda.
6. Cúmplase la sentencia en los términos de los artículos 176 y 177 del C.C.A.
CÓPIESE, NOTIFÍQUESE Y DEVUÉLVASE EL EXPEDIENTE AL TRIBUNAL DE ORIGEN.
CÚMPLASE.
La anterior providencia fue discutida y aprobada por la Sala en sesión de la fecha.
BERTHA LUCÍA RAMÍREZ DE PÁEZ
GERARDO ARENAS MONSALVE
VÍCTOR HERNANDO ALVARADO ARDILA
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