T 14 p. 171 - Poder Judicial de la Provincia de Santa Fe

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PREVISIONAL. POLICÍAS. INCIDENCIA DE ASCENSOS RETROACTIVOS DECIDIDOS CON
POSTERIORIDAD AL OTORGAMIENTO DEL BENEFICIO. PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO: PRINCIPIOS.
TUTELA ADMINISTRATIVA EFECTIVA. INTERÉS LEGÍTIMO AL INGRESO DE APORTES. RENUNCIA:
EFECTOS EN EL PLANO PATRIMONIAL Y EN EL STATUS PREVISIONAL. EFECTOS DE LA ANULACIÓN
A y S, tomo 14, pág. 171
En la ciudad de Santa Fe, a los veintisiete días del mes de noviembre del año dos mil ocho, se reunieron en
acuerdo los señores Jueces de la Cámara de lo Contencioso Administrativo N° 1, doctores Luis Alberto De Mattia y Alfredo
Gabriel Palacios, con la presidencia del titular doctor Federico José Lisa, a fin de dictar sentencia en los autos caratulados
“MENDOZA, Fernando Sebastián contra PROVINCIA DE SANTA FE sobre RECURSO CONTENCIOSO
ADMINISTRATIVO” (Expte. C.C.A.1 n° 226, año 2002). Se resolvió someter a decisión las siguientes cuestiones:
PRIMERA: ¿es admisible el recurso interpuesto?; SEGUNDA: en su caso, ¿es procedente?; TERCERA: en consecuencia,
¿qué resolución corresponde dictar?. Asimismo se emitieron los votos en el orden que realizaron el estudio de la causa, o
sea doctores Lisa, Palacios y De Mattia.
A la primera cuestión el señor Juez de Cámara doctor Lisa dijo:
I.1. El señor Fernando Sebastián Mendoza promueve recurso contencioso administrativo contra la Provincia de
Santa Fe, tendente a que se deje sin efecto el decreto 2109 del 9.9.1992 dictado por el Poder Ejecutivo provincial, y se
ordene a la Provincia que se paguen los aportes previsionales correspondientes a la Caja de Jubilaciones en relación al cargo
de Comisario General, por el período comprendido entre el 1.1.1993 al 1.9.1997, y al organismo previsional para que tome
en cuenta el cargo mencionado a los fines del recálculo del haber jubilatorio, con la retroactividad correspondiente, intereses
y costas.
Al efecto señala que es jubilado por retiro obligatorio de conformidad a la ley 6830, habiéndose desempeñado en
la Policía de la Provincia en distintos cargos, siendo el último que cumpliera, con anterioridad a su retiro -el que se dispuso
a partir del 1.9.1997-, el de Comisario Mayor; que estando en actividad se lo propuso para el grado de Comisario General
con retroactividad al día 1.1.1993; y que por decreto 1288 del 7.6.1999 se lo designó -por ascenso- en el grado de Comisario
General con retroactividad al 1.1.1993 y hasta el 1.9.1997 en que fue pasado a retiro, estableciéndose en el artículo 2 de
dicho decreto que renunciaba a las diferencias salariales que le pudieran corresponder por el período citado (art. 2) el que se
tendría en cuenta a los efectos de la antigüedad en el cargo (art. 3).
Agrega que el 13.8.1999 interpuso recurso de revocatoria contra los mencionados artículos 2 y 3 del referido
decreto, a los fines que del cargo reconocido de Comisario General se realizaran los aportes jubilatorios que legalmente
corresponden al sistema previsional por el período 1.1.1993 al 1.9.1997, lo que fue rechazado mediante decreto 2109 con
fundamento en que las letradas carecían de legitimación para discutir el aspecto cuestionado, habiendo renunciado el
recurrente a las diferencias salariales sin aludir al reconocimiento de aportes previsionales.
Que contra dicho acto interpuso recurso de nulidad, pero que a los fines de salvaguardar sus derechos inició
también el presente recurso “frente a la posibilidad de que no se haga lugar al primero y pudiese quedar así agotada la vía
administrativa con el decreto 2109”.
En cuanto a la cuestión formal, señala que se trató de un poder amplio y sin limitaciones, entendiendo que la
Administración se aparta también del principio del “informalismo” en favor del administrado.
En relación al fondo del asunto, invoca en primer lugar afectación de sus derechos.
En ese sentido, señala que la Provincia reconoció el ascenso luego de casi cinco años de duración del trámite,
plazo que se extendió por cuestiones totalmente ajenas a él; que cuando finalmente se dicta el decreto 1288 de ascenso, se lo
hace únicamente a los fines de la antigüedad, y cuando ya se encontraba retirado, con lo que tal reconocimiento carece de
todo sentido y efecto jurídico.
Expresa que tenía derecho a ascender y que así le fue reconocido, implicando que necesariamente se deban
contemplar los aportes previsionales a ese reconocimiento ya que el Estado es empleador e integra un sistema de seguridad
social al que se le debe aportar en tal carácter y por el período que se ha reconocido un ascenso a los fines de que no se
afecte el derecho a la cuantía de su beneficio.
Considera también, con cita del artículo 14 bis de la Constitución nacional, que se ha afectado la integralidad e
irrenunciabilidad de los derechos previsionales; como así también el principio de igualdad, respecto del cual abunda en
consideraciones señalando que un Comisario General en actividad tiene mayores derechos que él en el mismo grado, pues a
aquél sí se le reconocer aportes.
Por último, entiende que se afectan los derechos fundamentales sociales a que refiere.
Pide, en suma, se efectivicen los aportes y que se ordene a la Caja el recálculo del haber con la retroactividad
correspondiente.
2. Por Presidencia se declara admisible el recurso en cuanto se dirige a la anulación del acto impugnado y al pago
de los aportes, e inadmisible en cuanto a las demás pretensiones (vinculadas al “recálculo” del haber por parte de la Caja de
Jubilaciones y Pensiones de la Provincia) (A. T. 5, pág. 203; fs. 22/23).
Comparecida la Provincia (f. 29), contesta la demanda con expreso pedido de rechazo e imposición de costas (fs.
37/42 vto.).
Luego de una detallada negativa, argumenta en torno a la improcedencia del recurso.
En primer lugar, sostiene la legitimidad del decreto 2109/02 por cuanto las letradas carecían de legitimación para
discutir el aspecto que cuestionaron del decreto 1288 al no tener mandato otorgado por el interesado para hacerlo.
En segundo lugar, considera que el recurso es improcedente por cuanto el actor carece de legitimación sustancial.
Sobre el punto, dice que si se entendiera que el actor pretende los aportes “personales”, el Estado actúa sólo como
agente de retención respecto de ellos, por lo que habiendo renunciado a las diferencias salariales el recurso es improcedente
porque nada se debe por este concepto; más allá de que la posición de agente de retención genera una relación directa entre
el Estado y el ente previsional a la que el empleado es en principio ajeno.
Y -agrega- si se considerara que el actor refiere a las contribuciones del empleador -como parece hacerlo- el
recurso sería igualmente improcedente por falta de legitimación ya que la única legitimada para reclamar por este concepto
es la Caja de Jubilaciones y Pensiones.
Con cita de jurisprudencia afirma que, en un sistema de reparto, los aportes no son de propiedad de los afiliados,
y que la única legitimada para exigirlos es la Caja.
Asimismo, señala que el propio recurrente la irrelevancia de la petición que realiza, pues su correcta pretensión es
precisamente aquella que fuera declarada inadmisible; y, en punto a una eventual ejecución de una sentencia de mérito
favorable, que la Corte enfáticamente ha señalado que los recurrentes carecen de legitimación para solicitar la ejecución del
importe en concepto de cargas sociales.
Por último, refiere a que el actor enunció expresamente a cualquier diferencia salarial, con lo que, no habiendo
sueldo que liquidar, parecería un contrasentido pretender un pago autónomo de aportes.
Solicita, en síntesis, el rechazo de la demanda; con costas.
3. Abierta la causa a prueba (f. 46), y producida la que consta en el expediente, alegan las partes sobre su mérito
(fs. 141/144 y 146/152).
Dictada (f. 156) y consentida la providencia de autos, queda la presente causa en estado de ser resuelta.
4. De conformidad al artículo 23, inc. a), de la ley 11.330, corresponde emitir pronunciamiento sobre la
admisibilidad del recurso.
Al respecto, es claro que el recurrente, quien cuestiona la legitimidad de un acto que por razones formales
deniega un recurso, en definitiva optó por la vía de traer a esta jurisdicción tanto la cuestión formal como la substancial.
Corresponde, pues, analizar la legitimidad del decreto 2109/02 al tratar esta primera cuestión.
Este acto administrativo en definitiva deniega el recurso en base a dos argumentos formales: en primer lugar, por
la insuficiencia del poder de las letradas para discutir acerca de los “aportes”; y, en segundo lugar, por la falta de relación
directa entre los resuelto por el decreto 1288/99 -de designación por ascenso del actor en el grado de Comisario General con
retroactividad al 1.1.1993- y lo reclamado en punto a los aportes.
Entiendo que ambos órdenes de razones, estrechamente vinculados según se verá, deben desecharse.
En efecto, lo concluido por la Administración en torno a la invocada insuficiencia del poder soslaya, por un lado,
la real vinculación entre lo peticionado por el actor en torno a los aportes y su anterior gestión referida al ascenso del cual
aquéllos -más allá de su procedencia- considera meramente consecuenciales; y, en segundo lugar, los principios (algunos de
jerarquía constitucional) que inspiran al procedimiento administrativo, y que imponían, ya una determinada amplitud de
criterio a la hora de interpretar cuestiones como la mencionada, ya, en su caso, la adopción de determinados conductas
dirigidas a preservar el sentido mismo del procedimiento administrativo, el cual, como es sabido, no se agota sólo en la
preservación del interés público, sino que también alcanza a la tutela de los intereses de los administrados.
En ese sentido, no puede sin más entenderse que un pedido dirigido a que se realicen aportes por un determinado
período de ascenso, sea en verdad extraño a la gestión administrativa dirigida al ascenso mismo que -más allá de su
procedencia- justificaría el ingreso de dichos aportes en ese período.
Máxime si se atiende, no sólo a que el planteo gira en torno a la incidencia que el ascenso podría tener en una
materia como la previsional (en la que de suyo imperan criterios hermenéuticos de reconocida amplitud), sino a los términos
mismos del poder invocado por las letradas, el cual había sido otorgado “sin limitación alguna” para los trámites tendentes
“a la obtención del reclamo por el Grado de Comisario General de la Policía de la Provincia de Santa Fe y/o en su caso
recurso de revocatoria y apelación en subsidio como asimismo para su oportunidad recurso jerárquico y/o la acción que
jurídicamente corresponde tendente a tal fin” (f. 214; expte. adm. 00101-0118200-8).
Y si se entendía que lo peticionado exorbitaba el objeto del mandato, antes del automático rechazo del pedido por
cuestiones formales, debían adoptarse las medidas necesarias tendentes a asegurar los derechos del administrado mandante.
Como lo ha señalado la Corte Suprema de Justicia de la Provincia en autos “Ábrigo” (A. y S. T. 149, pág. 458), si
la Administración lo estimaba necesario, “hubiera debido solicitar la adecuación del mandato [...] posibilidad que, por lo
demás, está prevista en el ordenamiento para cuando el administrado incurre en algunos defectos en ciertas presentaciones
(artículos 8 y 14 del decreto-acuerdo 10204/58)”; lo que así consideró el Alto Tribunal en razón de los principios de buena
administración e imparcialidad (C.S.J.P.: A. y S. T. 96, pág. 133; A. y S. T. 106, pág. 141; A. y S. T. 125, pág. 45) “que
conllevan la exclusión, en lo posible, de rigorismos formales que terminen por atentar contra los principios que informan el
procedimiento administrativo” (“Ábrigo”, citado).
A mi modo de ver, así lo imponía -también- el derecho constitucional a la “tutela administrativa efectiva”
(previsto en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de Nueva York, aprobado por ley 23.313, artículo 23,
incisos a y b), del cual puede entenderse que deriva -entre otros- el de la atenuación del rigor formal en favor del
administrado, el que si bien se matiza, no se cancela por la sola presencia de asistencia letrada.
Por ende, le asiste razón al actor cuando afirma que la Administración se apartó de los principios del
procedimiento administrativo a que refiere.
Es más, se observa que el dictamen 1709 de la Dirección General de Asuntos Jurídicos del Ministerio de
Gobierno, Justicia y Culto (fs. 238/239; expte. adm. cit.), al cual remite el decreto 2109 impugnado, se sustenta
fundamentalmente en criterios jurisprudenciales que podrán resultar adecuados al proceso judicial -en el que operan otros
principios- mas no al procedimiento administrativo, y, menos aun, en cuestiones como la de autos, en definitiva también
vinculadas a la materia previsional.
Desde luego, el interrogante formulado en el mencionado dictamen acerca de “cómo Mendoza podía saber con
tanta anticipación en qué términos exactos se expediría el señor Gobernador”, recibe respuesta en los términos del propio
poder, el cual alcanzaba a las vías impugnativas que en él se mencionan; tal interrogante se responde, también, con el más
común de los sentidos, el que indica que no es necesario un poder por cada acto administrativo que se dicte durante los
prolongados procedimientos impugnativos.
Pero, en rigor, el criterio de la demandada en este aspecto es fruto de su error acerca de lo anteriormente
mencionado como su segunda línea argumental: la supuesta falta de relación directa entre lo resuelto por el decreto 1288/99
-de designación por ascenso del actor en el grado de Comisario General con retroactividad al 1.1.1993- y lo reclamado en
punto a los aportes.
A la luz de los fundamentos anteriormente expresados, este argumento es también insuficiente a los fines de
impedir un pronunciamiento sobre el fondo del asunto.
Es más, si se entendía, como se hizo en el acto impugnado y se mantiene en esta sede judicial, que mal podría por
vía de un recurso de revocatoria contra un acto que no resuelve el tema obtener de la Administración un pronunciamiento al
respecto, los ya mencionados principios determinaban que la Administración -antes de un rechazo formal- encauzara el
procedimiento dando al “recurso” el respectivo carácter y trámite de “reclamo”.
Consecuencia de lo expuesto es que corresponde declarar ilegítimo al decreto 2109/02, lo que en el caso habilita
el análisis del fondo del asunto.
En lo demás, no se advierten razones que autoricen a apartarse del auto obrante a fojas 22/23 (A. T. 5, pág. 203),
por lo que, con el alcance allí establecido, voto por la afirmativa.
A la misma cuestión, el señor Juez de Cámara doctor Palacios expresó similares fundamentos a los vertidos por el
señor Juez de Cámara doctor Lisa y votó en igual sentido.
A la misma cuestión, el señor Juez de Cámara doctor De Mattia dijo:
Habiendo tomado conocimiento de estos autos y existiendo votos totalmente concordantes de dos Jueces, de
conformidad con el artículo 26 de la ley 10.160 y la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe, me
abstengo de emitir opinión.
A la segunda cuestión, el señor Juez de Cámara doctor Lisa dijo:
II.1.a. Conforme surge del relato efectuado al tratar la cuestión anterior, el recurrente pretende que se ordene a la
Provincia de Santa Fe a que abone los “aportes” previsionales correspondientes a la Caja de Jubilaciones y Pensiones de la
Provincia, en relación al cargo de Comisario General y por el período comprendido entre el 1.1.1993 al 1.9.1997.
A ello se opone la demandada con fundamento en la falta de legitimación substancial del actor para reclamar el
pago de aportes, siendo la única legitimada para ello -a su juicio- la Caja de Jubilaciones y Pensiones de la Provincia.
Al alegar la demandada insiste en este argumento, mientras que el actor nada dice sobre el punto a pesar de que
ya al proveerse la contestación de la demanda se tuvo por planteada defensa de falta de legitimación (f. 43).
Sin perjuicio de ello, entiendo que no le asiste razón a la demandada en cuanto de su posición se extrae la
imposibilidad absoluta de que se reclame el ingreso de las contribuciones que podrían incidir en un derecho previsional.
Efectivamente, si bien es cierto que el aporte “pasa a engrosar un acerbo patrimonial que es el fondo de la Caja de
Jubilaciones y Pensiones de la Provincia (art. 3, ley 6915) y del cual -en un sistema previsional de reparto, como el
provincial- no es copropietario el afiliado” (“Alia”, A. y S. T. 147, pág. 418), también lo es que, en el caso, el recurrente no
pretende la devolución de los aportes por él ingresados -tal el supuesto juzgado en la mencionada causa “Alia”-, ni pretende
que las contribuciones patronales correspondientes al período señalado le sean a él efectuadas.
Por el contrario, pretende que dichas contribuciones sean ingresadas por la Provincia a la Caja, para lo cual, si
bien es claro que no cuenta con un derecho subjetivo, no veo razones que impidan considerar que titulariza al menos un
interés legítimo al respecto, en la medida en que -especialmente a los fines del cómputo de los servicios- no le es indiferente
si el empleador realiza sus contribuciones o no.
En tales condiciones, aun cuando este tipo de obligaciones a cargo del empleador generan una relación entre éste
y las Cajas, el afiliado puede en principio invocar un interés legítimo a que las normas que rigen dicha relación se cumplan,
para de ese modo satisfacer -de un modo reflejo, mediato o indirecto- su propio interés, el cual, en autos, consiste en la
redeterminación de su haber previsional en base al grado que le fue reconocido con posterioridad a que accediera al
beneficio.
En este punto sí le asiste razón a la demandada en cuanto afirma que la pretensión correcta es precisamente
aquella que fuera declarada inadmisible (fs. 41 y 150 vto.), pues, tratándose de una persona que ya titulariza un beneficio
previsional, el trámite adecuado era el dirigido a que el haber previsional se determinara en base al grado de Comisario
General en el que debió revistar desde el 1.1.1993 y en base al cual debió jubilarse.
En suma, aun cuando deba admitirse que el recurrente tiene al menos un interés legítimo a que las normas que
imponen el ingreso de las contribuciones se cumplan, en el caso no es claro, en cambio, que ésta sea la vía adecuada para
hacerlo valer, por cuanto -en rigor- su interés no se satisface con el ingreso de los “aportes”, sino con la redeterminación o
“recálculo” del haber, para lo cual -en mi opinión- no requiere de un previo pronunciamiento acerca de que se hagan
efectivas dichas contribuciones; máxime si se atiende al criterio según el cual “la omisión de presentar las declaraciones
juradas anuales y de ingresar los aportes respectivos por parte de la firma no puede redundar en detrimento de los derechos
de sus dependientes” (C.S.J.N.: “Mores”, Fallos 329:6068), y a la circunstancia de que -en el caso- el planteo se resuelve en
que, en el marco de una relación interadministrativa, la Provincia ingrese sumas a un ente menor suyo que, como tal, integra
su propia organización descentralizada.
Conclusión de lo hasta ahora expuesto es que, aun cuando en abstracto puede admitirse la posibilidad de que se
cuestione la falta de ingreso de aportes patronales, el planteo del actor, en tanto ya es titular de un beneficio previsional,
resulta en verdad irrelevante, lo que determina la improcedencia del recurso.
b. Ahora bien: sin perjuicio de ello, no puede soslayarse que el ascenso que motivó el planteo del actor debió
producirse hace más de quince años (1.1.1993); que el recurrente accedió al beneficio previsional hace casi once años
(1.9.1997); y que en definitiva el recurso fue expresamente declarado admisible en este punto, suscitándose una causa cuya
trámite -además- demandó casi cuatro años.
Como lo ha señalado esta Cámara en autos “Cuello” (A. y S. T. 1, pág. 287) los aparentes óbices formales pueden
ceder frente a la búsqueda de “celeridad en el trámite, globalidad en la materia objeto del recurso, eficacia en la sentencia, y
garantía para los derechos alimentarios comprometidos en un área tan vital, pero estrangulada, como la de la seguridad
social” (Germán J. Bidart Campos, Activismo y realismo en una sentencia de la Corte en un caso de pensión; E.D. 141627).
Por ende, se justifica suficientemente un pronunciamiento del Tribunal acerca de la incidencia que el postergado
ascenso del actor al grado de Comisario General pudo tener en su esfera previsional, en la cual el haber se determina en base
al cargo de “Comisario Mayor del Escalafón Seguridad” (f. 61 de autos).
El examen de la cuestión puede hacerse no sólo desde la materia previsional; por el contrario, articula también
componentes propios de la relación de empleo: más precisamente los vinculados a los efectos de la anulación de actos
administrativos.
En este sentido, surge de autos que la Junta de Calificaciones Ad-hoc que valoró la situación del recurrente, y
cuyo dictamen favorable a su ascenso justificó el dictado del decreto 1288/99, concluyó en que “de haber sido [el actor]
evaluado por la Junta respectiva, indudablemente debía superar el puntaje final” del agente que finalmente ascendió (fs.
128/129; expte. adm. cit.), razón por la cual propuso al recurrente para el ascenso al grado de Comisario General desde el
1.1.1993.
Aunque no se haya dicho expresamente, es evidente que se consideró que la postergación del actor había sido
ilegítima, con lo cual resultan aplicables los conceptos sentados por el Alto Tribunal local, precisamente, en autos
“Mendoza” (aclaratoria; A. y S. T. 95, pág. 166).
Allí se indicó que “si el acto cuya nulidad se declara modifica el desarrollo de una situación administrativa, la
consecuencia -de no haber una regulación legal distinta o que el régimen de derecho público justificara otra solución- sería
que la situación afectada se reconstituyera tal como habría sido si ese ilegítimo acto no se hubiese dictado jamás”
(“Mendoza”; A. y S. T. 95, pág. 166); y se agregó que “la concreción del efecto retroactivo (operación variable y compleja),
debe pues, tender [...] a la reconstitución (que en rigor sólo puede darse en el plano jurídico) de la carrera del agente, en
cuanto sea posible...”, concluyendo en que “lo declarado en la sentencia no implica más que reconocer que el agente a quien
ilegítimamente se le negó el ascenso, tiene derecho al reconocimiento de determinadas consecuencias que se habrían
derivado a su favor si hubiese sido oportunamente ascendido (vgr. diferencia de haberes, superioridad por antigüedad,
etc.)”.
Tal criterio, en su aplicación al caso, supone que la Administración, a los fines previsionales, deberá considerar la
situación del actor como si hubiese revistado efectivamente desde el 1.1.1993 en el grado de Comisario General, y se
hubiese retirado con dicho grado el 1.9.1997.
Desde luego, la renuncia a percibir cualquier diferencia salarial que le pudiera corresponde entre la jerarquía en la
que revistaba (Comisario Mayor) y la pretendida (Comisario General) desde el 1.1.1993 (f. 172; expte. adm. cit.), no puede
proyectarse desfavorablemente en su status previsional.
En efecto, aun cuando renuncias tales han sido consideradas jurídicamente posibles tanto por la Corte local
(“Ormaechea”, A. y S. T. 179, pág. 90; “López”, A. y S. T. 184, pág. 1; “Álvarez”, A. y S. T. 198, pág. 372), como por esta
Cámara (“Stellacci”, A. y S. T. 5, pág. 330), debe distinguirse -a los efectos que se examinan- el plano estrictamente
patrimonial de la relación del administrativo.
Como lo ha señalado extensamente esta Cámara en autos “Acosta” (S. T. 1, pág. 318) -a los que remito-, en
materia de consecuencias de la anulación de actos administrativos la tesis del automatismo no es en principio aplicable al
plano pecuniario de la relación, mas sí al administrativo.
Y así como en dicho precedente se consideró que a los fines del suplemento por antigüedad debía computarse
todo el período en que no hubo prestación de servicios por la cesantía del allí agente, del mismo modo respecto del actor
deberá considerarse a los fines de la determinación del haber previsional como si efectivamente hubiese revistado durante el
lapso transcurrido desde el 1.1.1993 al 1.9.1997 en el grado de Comisario General.
En consecuencia, a la luz de esos principios y los propios de la seguridad social, corresponde dejar a salvo el
derecho del actor a la redeterminación de su haber previsional, ámbito en el que deberán tenerse en cuenta las
consideraciones precedentes.
Se reitera, aunque la situación jurídica subjetiva del recurrente y los términos en que finalmente se trabó la litis
podrán obstar a que se emita un pronunciamiento con el alcance requerido (esto es, ordenando a la Provincia a que ingrese
contribuciones a un ente menor suyo), en las señaladas circunstancias nada obsta a que el Tribunal se pronuncie acerca de la
incidencia del ascenso diferido del recurrente en su status previsional.
En cuanto a las costas, y más allá del modo en que -de prosperar este voto- corresponde resolver, estimo que
ambas partes han tenido razón bastante tanto para demandar como para resistirse a la pretensión, por lo que se impondrán
por su orden.
Así voto.
A la misma cuestión, el señor Juez de Cámara doctor Palacios expresó similares fundamentos a los expuestos por
el señor Juez de Cámara doctor Lisa y votó en igual sentido.
A la misma cuestión, el señor Juez de Cámara doctor De Mattia dijo:
Conforme al criterio sustentado al tratar la cuestión anterior, me abstengo de emitir opinión.
A la tercera cuestión, el señor Juez de Cámara doctor Lisa dijo:
Atento el resultado obtenido al tratar las cuestiones anteriores, corresponde declarar improcedente el recurso
interpuesto; y dejar a salvo el derecho del recurrente a la redeterminación de su haber en base al grado de Comisario
General, de conformidad a las consideraciones precedentes. Costas por su orden.
Así voto.
A la misma cuestión, el señor Juez de Cámara doctor Palacios dijo que la resolución que correspondía adoptar era
la propuesta por el señor Juez de Cámara doctor Lisa, y así votó.
A la misma cuestión, el señor Juez de Cámara doctor De Mattia dijo:
Por similares razones a las expresadas al tratar la primera cuestión, me abstengo de emitir opinión.
En mérito a los fundamentos del acuerdo que antecede, la Cámara de lo Contencioso Administrativo Nº 1
RESOLVIÓ: Declarar improcedente el recurso interpuesto; y dejar a salvo el derecho del recurrente a la redeterminación de
su haber en base al grado de Comisario General, de conformidad a las consideraciones precedentes. Costas por su orden.
Registrarlo, hacerlo saber y correr vista a la Caja Forense.
Con lo que concluyó el acto, firmando los señores Jueces de Cámara por ante mí, doy fe.
Fdo. DE MATTIA (art. 26, ley 10.160). LISA. PALACIOS. Barraguirre (Secretario)
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