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Página
Un atleta desacreditado. Un alma torturada. Un hombre traicionado.
Esta NO es tu típica historia de combate. En este campo donde la fama
y la gloria están en juego. Un hombre trata de encontrar la humanidad
lo que una vez poseyó. Él no pelea por honor, sino por redención.
Él vive por estas reglas.
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Rompe. Sangra. Lucha. Vive. Por el amor.
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Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Epílogo
Sobre la autora
Créditos
Página
Sinopsis
Índice
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Dedicado:
A mi marido: por amarme. Todo de mí.
Para mis lectores: por esperar. Todo el tiempo.
Él es mi Aquiles,
También iguala a Aquiles en su rabia.
Avalea trodeau
Ella es una apuesta perfecta.
Trasero perfecto, un par de tetas asombrosas. Piernas interminables.
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Milo Tanner
La mañana de navidad - 6 años de edad
Traducido por Lola Irina
Corregido por beatrix85
B
Milo
ee obtuvo el regalo de Navidad que deseaba otra vez. Lo que
sea que deseaba, sólo lo conseguía. Justo había abierto su
regalo. Sus ojos azules no podían contener su alegría y chillidos
excitados de alegría escaparon de su boca una vez que vio la cocina de
la Barbie.
—Milo, ¡mira! ¿No es hermosa? —gritó después de que
desordenadamente rompiera en pedazos el envoltorio de copo de
nieve. ¿No podía haberlo abierto de una mejor forma? Santa debe
haber tenido que envolver siempre de forma extraña el juego de
Barbie.
—Sí, es hermosa, Bee. —Asentí con la cabeza, poniendo los ojos en
blanco por quinta vez. La irritante Barbie era hermosa, eso es seguro.
¿Cuántas muñecas necesitaba Bee? Todos tenían el mismo aspecto;
simplemente tenía diversos conjuntos de ropa. Ella haría un desastre
con ellas y yo tendría que ayudarle a guardarlas de nuevo en el baúl de
los juguetes.
—Milo, hijo, ven aquí. —La voz de papá era autoritaria aunque amable.
Debió de haber visto mis ojos en blanco.
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Los ojos verdes de papá eran de reprimenda.
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Estaba sentado en el suelo junto a Bee, me puse de pie vadeando a
través del desorden que ella había hecho con las cintas y el papel de
regalo.
—Hijo, no pongas los ojos en blanco. Bellísima está contenta de abrir
sus regalos. —Hoy Bee era Bellísima, ayer era Bella, el otro día Bellini.
Papá tenía demasiados sobrenombres para mi hermana, Brynn. Fue
difícil para mí decir su nombre cuando era más pequeña. Bee era lo
más fácil.
—No estoy poniendo mis ojos en blanco... —Traté de salir de eso, pero
papá me dio esa mirada, la mirada de cuando sabía que estaba
mintiendo.
—¿Por qué?
—¡Porque ella ya tiene demasiados juegos de cocina y hace un
desastre con sus juguetes! —Me sentó junto a él en el sofá pequeño.
Bee estaba agarrando a la Barbie en sus brazos ahora. Iba a ser su
amiga por la próxima semana o dos.
—¿Así es como tratas a tu hermana, hijo? ¿Poner los ojos en blanco
porque tiene los juguetes que le pidió a Santa y va a hacer un desastre
con ellos? —preguntó papá con desaprobación, con los ojos intensos.
—No. —contesté. Papá sabía cuánto amaba a Bee. Arreglé sus juguetes,
traté de pegar las piezas rotas juntas de nuevo y busqué los utensilios
de cocina de plástico perdidos cuando ella los perdió, que era a
menudo—. Yo sólo creo que tiene demasiados de los mismos juguetes.
Papá sacudió su oscura cabeza.
—Tienes los mismos juegos de trenes, muchos legos, y una colección
de autos de juguetes... ¿viste a Bellísima poner los ojos en blanco hacia
ti?
No sé. Quizás Bee lo hiciera.
—No, no lo hizo.
Colocó una mano fuerte sobre mi hombro.
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—Lo que ella quiera, lo consigue, ¿bien? tú y yo... nosotros estamos
aquí para cuidar a tu madre y hermana. —Sabía esto. Protegeré a mi
hermana de lo que sea. Nadie le hará daño.
En su pijama rojo de Navidad y calcetines verdes, Bee se acercó a papá
y a mí.
—Milo, vamos a jugar. Estoy haciendo galletas hoy.
Amaba fingir hornear galletas. Me hizo comer esas galletas de plástico,
también. Pero por Bee, comería cualquier cosa. Apretó su mano
diminuta en la mía antes de sentarse en el regazo de papá.
—Papá, ¿piensas que Santa le dará a Milo el nuevo Fewwawwi que
quiere?
Los ojos de papá se arrugaron en dirección a Bee.
—¿Por qué lo preguntas, Bellísima?
La diminuta voz de Bee salió:
—Porque es justo, papá.
— ¿Justo?
—Tengo mi deseo. Milo debería recibir el suyo también. Es mi
hermano. Santa sabe que es el mejor hermano.
Mi padre llegó a mi hombro y besó en la parte superior de mi cabeza.
—Correcto, Bellísima. Milo es el mejor hermano. Estoy seguro de que
Santa lo tiene en la lista de los buenos.
Bee se inclinó para sacar mi camisa.
—¿Escuchaste, Milo? Sé que Santa te dará un Fewwawwi. Oré por ti, lo
sabes.
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No había abierto ninguno de mis regalos de Navidad aún. Estaba
esperando a mamá para salir y unirse a nosotros en la sala de estar.
Ella estaba terminando de hornear mis galletas favoritas de chocolate.
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Los ojos de Bee brillaban como el ángel de la Navidad destellando en la
parte superior de nuestro árbol. Oró por mí, así podría tener el modelo
Ferrari 458 Italia, que estaba en lo alto de mi lista de deseos de
Navidad. Ella no era egoísta. Era la hermana más genial que puede
existir.
Una vez que mamá estuviera aquí y tuviera mis galletas y leche, los
abriría. No como mi hermana. Ella era impaciente. Tan pronto como
nos despertábamos, corría hacia el árbol de Navidad, y cuando mamá y
papá dieron el pistoletazo de la señal para abrirlos, casi pisó los otros
regalos que rodeaba el árbol blanco de Navidad para que pudiera llegar
a los regalos con la "B” gigante en ellos. Sabía que todos esos eran de
ella.
—Está bien, ¡es el momento para los regalos! —Mamá entró con el
recién horneado grupo de galletas de chocolate en un plato, junto con
un pequeño vaso de leche para mí. Llevaba su pijama de Santa que mi
padre le había regalado hace unos años. Sus ojos azules brillaban
mientras se acercaba hacia nosotros tres. Cogí una galleta y me entregó
el vaso de leche.
—¿Cómo están las galletas? —preguntó, sentándose a mi lado,
mientras me atraía para un abrazo.
—Son las mejores, mamita. —Sonreí. Mamá siempre horneaba mis
galletas favoritas. Incluso las había decorado con un copo de nieve de
chocolate que acompañaría a las galletas de azúcar que a menudo
horneaba para Navidad.
—Hijo, ¿quieres abrir tus regalos ahora? —preguntó mi padre.
Bee aplaudió y tiró de mi mano.
—¡Vamos! ¡Quiero ver tu Fewwawwi! —Estaba bastante segura de que
lo tenía.
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Mamá y papá miraban mientras Bee buscaba mis regalos. Después de
desenvolver un conjunto de lego de la tía Margie, cuidadosamente
procedí a abrir el regalo grande rojo con de rayas blancas. Eché un
vistazo encima de mamá y papá, ya que miraban, con sus ojos brillando
vibrantes como la estrella gigante de plata en la parte superior de
nuestro árbol.
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Mi corazón palpitaba. Realmente quería el único en su tipo rojo. Tenía
eje de dirección izquierda y derecha y un tablero con múltiples
frecuencias. Tenerlo completaría mi colección de coches clásicos.
Mamá preguntó, con las manos apretadas a las de papá:
—¿Lo tienes, hijo? ¿Santa te dio lo que deseabas?
Me acordé de las palabras tristes de mi compañero Roy antes de las
vacaciones de Navidad. “Eres tan afortunado. Tus padres están juntos.
Mi mamá y mi papá ni siquiera pueden soportar estar en la misma
habitación dos minutos antes de que ellos empiecen a pelear”.
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Al ver el amor entre mis padres y la sonrisa que iluminaba el rostro de
Bee, sabía que Santa me daba siempre lo que yo más quería. Mi deseo
invariable. Los Porsches vienen en diferentes colores y tamaños. Los
Ferraris vienen y van. Pero lo que yo deseaba cada año estaba aquí
mismo en esta habitación. Mi hermana. Mamá. Papá. Todos juntos. Mi
familia.
Traducido por Apolineah17, Lola Irina & Tara_annie
Corregido por beatrix85
—S
Ava
ra. Troudeau, estaremos
cuarenta y cinco minutos.
aterrizando
en
Escuché a Kathy, la azafata del vuelo, tratando
de despertarme de mi sueño. Había pasado un
tiempo desde que había dormido tanto en un vuelo. Estuve despierta
durante las primeras cuatro horas y media del vuelo, respondiendo
correos electrónicos, sincronizando mi agenda en mi Blackberry y
poniéndome al día con Brynn. Lo último me tomó más tiempo y trajo
calidez a mi corazón. Mi mejor amiga desde primer grado, Brynn, está
ahora felizmente involucrada en un caliente e intenso romance con el
nadador más ardiente del mundo. A juzgar por las risas de mi mejor
amiga, el talento de Kieran se extiende mucho más allá de la piscina
olímpica. Mi Brynnie se lo merece. Había pasado por tantas cosas en la
vida que ya era hora de que alguien le diera el amor y el cuidado que
legítimamente se merecía.
Me enderecé, lentamente desenvolviéndome de la manta azul de
cachemira que cubría mi pijama. Una de las mejores cosas de viajar en
los aviones de mi padre era que podía vestir, comer y prácticamente
hacer lo que quisiera.
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—Kathy, ¿Daria dijo algo sobre lo que se supone que debo vestir esta
noche? —pregunté mientras ella levantaba la persiana de la ventana
frente a mí. Era la rutina tener las persianas arriba durante el despegue
y el aterrizaje, y Kathy sabía que me encantaba ver la vista en todo
momento.
Daria era mi asistente, compradora personal, dama repartidora de
pizza y, a veces, confidente. Es la mujer que organiza mi armario, me
dice qué diseñador vestir para cada evento y se asegura de que tenga
suficientes Tic-Tacs1 de naranja en mi bolso a juego para que me duren
todo el evento.
Kathy se dejó caer en la silla delante de mí.
—Mencionó a Lisa Kincade para esta noche, Sra. Troudeau.
¿Lisa Kincade? Oh, el de color oro. Hmm. Esta noche tiene que ser
especial. Pensándolo bien, Daria sonaba híper-alerta e incluso me pidió
que me pusiera maquillaje extra esta noche cuando hablé con ella antes
de abordar el avión. Parecía particularmente mandona, asegurándose
de que llegara a tiempo a Las Vegas y casi tuvo un ataque de histeria
cuando Jose, el chofer de la limusina, hizo un giro equivocado en el
camino hacia el aeropuerto De Gaulle en París.
¿Era porque esta noche es la apertura de la nueva empresa que mi
padre había estado tratando de levantar y poner en marcha durante los
últimos dos años? Había estado en tantos eventos para papá que la
mayoría del tiempo ni siquiera recordaba para qué eran. Por suerte,
tenía a Daria a mi disposición para recordármelo y ponerme al tanto de
los detalles.
Poco a poco me levanté del asiento. Podría haber dormido en el
dormitorio privado, pero me gustaba hablar con Kathy. Me entretenía
con las historias de sus hijas de diez y dieciséis años. Las había
conocido en persona y eran unos amores. Tenían la encantadora
personalidad de su madre y sus adorables ojos azules. Kathy era una
madre soltera cuyo esposo la abandonó cuando las niñas tenían dos y
ocho años respectivamente. Era una mujer muy trabajadora y la
respetaba más por criar a dos maravillosas niñas solas.
Tic-Tacs: caramelo fabricado por el confitero italiano Ferrero. Son vendidos en pequeñas cajas
transparentes plásticas con una tapa de acción de capirotazo.
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—Sra. Troudeau, ¿le gustaría otra copa de champán? —Kathy caminó
por el pasillo para que yo pudiera comenzar a prepararme para el
evento de esta noche. Tan pronto como aterrizáramos, tenía
exactamente veinte minutos para subirme a la limosina, ser informada
por Daria, y enfrentarme a los paparazzi.
—Kathy, ¿cuántas veces te he dicho que me llames Ava? —Dios, ella de
verdad tenía que dejar de llamarme Sra. Troudeau. Casi todo el mundo
me llamaba así. Era exasperante a veces y me hacía sentir más vieja de
mis veinticuatro años.
Dejó escapar una risita.
—Sabe que sólo tengo buenas intenciones. Usted es la Sra. Troudeau, y
debo mantener un semblante de profesionalidad a su alrededor.
—Vamos, Kathy, mi padre no está aquí. —Cuando mi padre estaba
alrededor, todos actuaban y lucían lo mejor. Era un hombre con el cual
no meterse. Exigía, no, obligaba a todos a su alrededor a actuar y lucir
su parte. No había lugar para excusas; las disculpas no eran más que
ocurrencias tardías.
Dándole una última mirada antes de que entrara en uno de los dos
dormitorios privados del avión que consideraba como mío, dije
entusiastamente:
—Gracias por la oferta, pero es mejor no arriesgarse. Necesito mi
ingenio completo esta noche antes de que le diga algo inapropiado a la
prensa.
Ahora, a mitad del camino hacia el interior del dormitorio, grité:
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Una vez, me quedaba una barra de chocolate sin abrir en mi bolso que
le ofrecí a Alissa, la hija menos de Kathy, y a ella le había gustado
demasiado. Agarré la barra de chocolate de Suiza en el aeropuerto de
Zurich, sabiendo que le ocasionaría una obsesión a Alissa. Desde
entonces, tenía una entrega rotativa trimestral en la casa de Kathy.
Alissa había sido diagnosticada con un extraño trastorno neurológico
de origen desconocido, y le causaba graves convulsiones en momentos
inoportunos, haciéndola una candidata menos indicada para el
12
—Puedes seguir llamándome Sra. Troudeau, Kathy, pero no puedes
evitar que le siga enviando a tus hijas sus barras de chocolate favorito
de Suiza.
transporte aéreo. Era lo menos que podía hacer por alguien tan dulce
como ella y por una madre que, obviamente, cuidaba muy bien de sus
hijas. Estaba pensando en preguntarle a Tina, la hermana mayor de
Alissa, por su lista de deseos para Navidad. El año pasado, un Santa
secreto les regaló un nuevo centro de entretenimiento que resultó noser-tan-secreto después de todo, porque los chicos de la entrega me
delataron. Kathy quería devolverme todo porque dijo que era
demasiado. Le resté importancia y le informé que se trataba de una
venta de último minuto y que, por lo tanto, no era reembolsable. Ella,
por supuesto, me lo agradeció efusivamente, a lo cual le tuve que
ponerle fin amenazándola con despedirla si seguía dándome las
gracias. Sin embargo, nunca la despediría. Era una de las empleadas
más leales de mi padre. Se merecía una medalla por soportar sus
estándares tan altos y poco razonables.
Abriendo mi armario, saqué el vestido dorado de seda de la nueva
colección de otoño de Lisa Kincade. Lisa se estaba convirtiendo
rápidamente en mi diseñadora favorita. Sus colecciones hablaban con
el cuerpo de una mujer, las curvas, el plisado, el tejido, los detalles. Este
no era una excepción. La sensación de la seda era celestial, pero los
pliegues entrecruzados en el corpiño y la falda añadida le daban un
toque místico al conjunto. La apropiada y ligera silueta en línea A era
muy interesante. Por lo general, los vestidos como estos eran más
ceñidos que una línea A; de ahí mi creciente admiración por Lisa. Era
una persona que tomaba riesgos, una nueva fuerza en la industria de la
moda. Tenía que asegurarme de mandarle un mensaje de texto
después sobre lo que sentía por su vestido.
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—Señorita Troudeau y Kathy, en pocos minutos estaremos aterrizando
en el Aeropuerto Internacional de McCarran. La hora local es de las
6:22 p.m., y la temperatura es de 22 grados. Para su seguridad y
comodidad, les pido que por favor permanezcan sentadas con el
cinturón de seguridad abrochado hasta que se apague la señal de
cinturón de seguridad puesto. En nombre de Troudeau Enterprises, me
gustaría agradecerles por acompañarnos en este viaje —anunció Peter,
el piloto, por los altavoces el avión.
Volví a sentarme en el asiento junto a la ventana y me puse el cinturón
de seguridad. Después de años de volar, sabía qué medidas de
seguridad tomar durante el aterrizaje. Aun cuando nadie más estaba
mirando.
—Y, señorita Ava, diviértase esta noche. —Sonreí ante la cariñosa voz
de Peter en los altavoces. Era un piloto retirado de la Fuerza Aérea y
había sido el piloto personal de mi familia durante varios años. Los
copilotos alternaban entre Adam y George, pero Peter era el capitán de
la tripulación.
Miré por la ventanilla de cristal. No miraba las ventanas durante los
despegues. Pero los aterrizajes no me los podía perder. Cuando un
avión aterriza, me recuerda que estoy aquí, en mi destino, lista para
salir y encontrarme con el mundo de nuevo. Volar nunca había sido mi
cosa favorita. ¿Quiénes querrían tener sus vidas a merced de un piloto,
un ser humano, una persona que se podría quedar dormida en la
cabina de mando o tener una pérdida momentánea del juicio y
olvidarse de cómo girar un botón, un mando o las instrucciones sobre
cómo aterrizar un avión? Definitivamente, yo no.
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Inclinándome hacia adelante en el asiento, arreglé mi pijama con la
mano derecha. Para algunos, Las Vegas era el símbolo de la opulencia,
la realización de los deseos y de los placeres ocultos. Es una ciudad en
donde los sueños se pueden cumplir y las promesas se pueden romper.
Es el lugar donde las luces nunca parecen apagarse y la diversión
nunca muere. Las Vegas, con sus 218.55 kilómetros cuadrados de
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Las luces brillantes del horizonte de La Vegas estaban en plena
exhibición esta noche. Los altos edificios, la congestión de tráfico, las
vallas publicitarias de colores; podía verlas claramente desde el avión
mientras flotaba en el aire. Las Vegas era la ciudad del pecado y de las
maravillas. Es un lugar en el que uno puede perderse y disfrutar de los
placeres que podrían ser desconocidos, pero que habías anhelado. La
extravagancia evidente en cada hotel, la abundancia de diversos tipos
de comida de muchas cocinas diferentes, la decadencia de los
programas de entretenimiento, la idea preconcebida de que todo lo
que pasa aquí, se queda aquí, estas son las cosas que Las Vegas
representaban.
tierra, era una vista gloriosa de noche. Y un hombre era el responsable
de mantener toda esa gloria intacta. Un hombre que tenía a la ciudad
en la palma de su mano desde que se había mudado aquí hace treinta y
cinco años. Era el dueño de un setenta por ciento de todos los lugares
de entretenimiento, casinos y restaurantes.
Era conocido por el mundo como Maxwell Troudeau.
Yo lo conocía como mi padre.
***
—Ava ¡te ves hermosa esta noche! ¿Quién te vistió? —Kelsey Cameron,
ex Miss Adolescente EE.UU, ahora corresponsal de noticias de
entretenimiento de Hollywood Tonight, planteó la pregunta después de
que caminé la corta alfombra roja alineada con las celebridades hacia
la entrada de la última aventura empresarial de mi padre.
Sonriéndole y mirando a la cámara, respondí:
—Este vestido asombroso es de Lisa Kincade. Ella se está convirtiendo
en una nueva favorita. Y mis zapatos son de Louboutin. —Siempre le di
crédito a los diseñadores que me enviaron la ropa, zapatos y accesorios
para usar. Ellos eran lo suficientemente amables para dejarme vestir
sus creaciones, y esto era un pequeño favor, mencionar sus nombres
delante de la prensa.
Los ojos azules de Kelsey brillaron.
—Siempre te ves preciosa, Ava. ¿Cómo lo haces?
Le di una pequeña sonrisa.
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Lo que ahora estaba viendo era la maquillada Ava, toda glamurosa y
lista para llevarse el mundo. Apliqué sombra de ojos con brillo extra y
una crema base color crema a mis párpados y bronceador a mis
mejillas para complementar el vestido. Mi cabello estaba más allá de
mis hombros después de sostenerlos a los lados con los pasadores de
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—Gracias. Eres tan dulce. —Si sólo supiera como me veía más
temprano en mi pijama y el pelo desordenado antes de bajarme del
avión, podría haber cambiado su opinión acerca de su cumplido.
cabello de diamantes de mi madre. Para los labios, usé un brillo de
labios de color rosa tintado para un toque de color.
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El público me amaba, y yo amaba estar en frente de la cámara. Debajo
de las lentes de aumento, las luces brillantes, el ajetreo y el bullicio de
múltiples entrevistas ocurriendo, estaba en casa. En frente de la
cámara, brillaba, florecía y crecía. Me divertía mucho con esto. Amaba
estar en el centro de todo esto. Me gustó la sensación de que pudiera
hablar y alguien me escucharía, aunque no les respondí directamente.
Me enorgullecía de mi misma de conocer que en las entrevistas
habituales de quince a treinta minutos, estaba continuando el legado
de mi madre. Este era su mundo. Un mundo en el que ella era la más
hermosa, en su gloria, hasta que lo conoció. Mi afición por ser
fotografiada, mi deseo de sonreír frente a las cámaras y mostrar mi
cara y cuerpo, lo saqué todo de ella. Pero había una cosa que me fue
trasmitido desde la otra mitad de mi ADN. Los ojos grises únicos que
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Afortunadamente, fui bendecida con los buenos genes de mi madre.
Las revistas se han referido a mi cara como esculpida por los mejores
pintores; los pómulos altos, las cejas arqueadas, labios suaves y
regordetes. No tenía nada que ver con eso. Esos rasgos los heredé de
mi madre, la mujer que lanzó mil revistas e impulsó la popularidad de
los trajes de baño de dos piezas para el mundo. Mis 178 cm y mis 65
kilos también fueron un generoso regalo de mamá. No tengo que hacer
ejercicio para mantenerme toda delgada y firme. Tenía un
metabolismo rápido por naturaleza. Sólo amaba hacer ejercicio de
todos modos. Mi cara, mi cuerpo, esas fueron las razones por las cuales
yo era el representante de los medios para las empresas de mi padre.
Desde que cumplí dieciocho años, mi padre requirió mi presencia en
Empresas Troudeau patrocinando eventos. Mi padre tenía una
reputación de ser un duro, un hombre difícil, muy a disgusto de sus
inversores. Desde que me convertí en la cara de la empresa, el público
ha visto a su empresa bajo una nueva luz, una que era más accesible y
que podía ser confiable. Él ya era un hombre consolidado, pero con
menos de un año de mi presencia ante las cámaras, asistiendo a los
medios de comunicación y eventos de caridad, el valor de las acciones
de la empresa que construyó desde cero se había cuadruplicado en
activos.
pueden cambiar desde tener toques de amarillo y azul hasta casi ónix
negro, dependiendo de mi estado de ánimo, era la única cosa que me
diferenciaba de mamá. Lo obtuve de mi padre.
Maxwell Troudeau era el hombre detrás de la empresa Vegas de mil
millones de dólares que construyó cuando era un estudiante
universitario francés hambriento décadas atrás. Pero Avalea Troudeau,
sí, yo, era la cara que trajo a miles de inversores a bordo cuando la
empresa se encontraba al borde de la quiebra. Podríamos compartir el
mismo ADN y el mismo color de ojos, pero éramos tan diferentes como
el día y la noche. Hace años, yo habría dejado su ala, volado del nido, y
encontrado mis propios pasos. Sabía que iba a tener éxito en esto,
también. Tenía los mismos poderes de persuasión y carisma que él
poseía, juzgando por los millones de visitas en las redes sociales cada
vez que me ponía una nueva tendencia de la moda.
Hace años yo habría estado libre de su agarre. Pero eso fue en ese
entonces.
Esto era ahora. Ya no tenía el as en las cartas. Él tenía un As, Rey, Reina,
Jota y el diez del mismo palo. Una escalera real en el mundo del póker,
donde comenzó su carrera, la raíz de donde su imperio creció.
Él tenía todo el poder ahora.
Él la tenía.
***
Antes de entrar a las puertas magníficas del hotel Exclusive, tomé una
respiración profunda y lentamente la solté. Este era el hotel más nuevo
añadido a las inversiones de mi padre. Después de terminar con más de
diez entrevistas y posar para más fotos, era hora del espectáculo.
Tiempo para mí para levantar mis barreras y afilar mis entrañas.
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—Está bien, Daria. —Le aseguré—. Por cierto, te ves muy bien esta
noche. —Estaba usando un vestido rojo de tafetán que acentuaba su
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—Él ya está aquí. —La voz de Daria me trajo de vuelta al presente—.
Te está buscando. Daniel me llamó mientras estabas conversando con
el presentador de las noticias de People.
figura voluptuosa y le di un cumplido a su piel tono oliváceo. Su piel
tono de Costa Rica era algo que yo mataría por tener, ella nunca
tendría que broncearse mientras mi piel clara quemada parecía de un
rojo anaranjado irritante cuando estaba al sol durante más de treinta
minutos.
Me di la vuelta y la miré, apretando su mano izquierda.
—Está realmente bien. No es como si no lo hubiera hecho antes. —Lo
hacía, pero había sido un tiempo. Él no ha tenido la obligación de
asistir a eventos públicos durante casi un año. Este nuevo proyecto de
empresa debe ser muy especial para él.
—¿De qué va este, de todos modos? —pregunté, manoseando con la
solapa de mi cartera adornada con brillo cristalizado. Con los cientos
de eventos que asistí en un año, sólo iba con la corriente. No hice más
preguntas. Sólo me presenté y me mezclé. Mientras estaba fascinada
por estar frente a las cámaras, no tenía ningún deseo de conocer a
personas que eran tan falsas como sus pechos de silicona y mejillas
implantadas de Botox. Fue difícil conocer individuos genuinos en este
mundo, la mayoría de ellos se hizo amigos míos porque era la hija de
Maxwell Troudeau. Había aprendido eso después de muchas lecciones.
—No estoy segura —respondió Daria, sacudiendo su cabeza mientras
presionaba los botones del ascensor—. Daniel fue evasivo en eso. Sólo
dijo que tu padre te desea aquí. —Su teléfono sonó de nuevo. Había
estado sonando sin parar desde que la encontré en el lado antes de que
yo pisara la alfombra roja. Cuando estoy con Daria, no contesto mis
llamadas. A menos que sea Brynn o Naomi. Ellas sabían dónde
contactarme, y Daria parcharía a través de mí en menos de un latido.
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—¿Llego tarde? —pregunté en voz alta mientras comprobaba mi
reflejo en los espejos en frente de mí.
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—¿Daniel está siendo evasivo? Eso no es nuevo. —Puse los ojos en
blanco cuando entramos en el ascensor. La mayoría de los invitados
debía estar en el piso 55 ya. Por lo general, no habría otras personas
con nosotros, deambulando, corriendo hacia los ascensores. ¿Tal vez
llegamos tarde?
Daria, que estaba ocupada enviando mensajes de texto en su teléfono,
levantó la cabeza, y sus ojos color avellana mostraron desacuerdo.
—No, Daniel dijo que estaría aquí a las ocho. Apenas son las 7:50.
Llegamos a tiempo. No voy a dejar que llegues tarde. Sé cómo es tu
padre.
Oh, yo también lo sabía. Odiaba a las personas que no llegaban a la
hora señalada. Valoraba su precioso tiempo. Cada segundo contaba y
cada minuto que pasaba era una oportunidad perdida si llegabas tarde.
Este era uno de sus principios básicos. Junto con los espejos
impecables, la combinación única de aromas de nardo y de pera, y la
abundancia de logotipos de Empresas Troudeau en cada uno de sus
hoteles. Esos eran innegociables.
El botón del ascensor se iluminó en el número 55.
Daria alcanzó mi hombro y me dio un abrazo de costado, mi bolso
interponiéndose en el pequeño espacio entre nosotras.
—Está bien, chica2. Eres más fuerte que él. Sólo avísame si me
necesitas, ¿de acuerdo?
Le regalé una pequeña sonrisa. Cuando me llamaba chica siempre me
hacía sonreír. Me hizo recordar que soy una mujer poderosa. Agarré
los Tic-Tac de naranja de mi bolso, abrí la pequeña parte superior del
envase y metí diez piezas de la calidad naranja en mi boca. El sabor a
menta refrescante me tranquilizó.
A medida que mis zapatos rojos de siete centímetros golpeaban la
parte exterior del ascensor, mostré mis dientes a Daria, a sabiendas de
que le dio un poco de alivio cuando mis músculos faciales se pusieron
en posición vertical y proclamé:
2
Chica: en español original.
Página
Odiaba ese nombre. Princesa. Era absurdo y cliché. ¿Tenía una tiara
flotando alrededor de mi cabeza? ¿Quién me había elegido para ser la
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—Sé que soy fuerte, Daria. Soy más fuerte ahora. Entremos y
mostrémosles cómo lo hace la "Princesa de Las Vegas”. —Las comillas
en el aire que añadí le dieron enfasis.
Princesa? No me gustaba Barbie cuando era una niña. Odiaba las tiaras,
los ponis y a Cenicienta aún más. Simplemente ridículo.
Las risas de Daria duraron unos pocos segundos hasta que llegamos a
la entrada del salón de baile.
Que comience el juego, Ava. Hora del espectáculo.
***
El aire de la habitación se jactó de egos y orgullo. El diseñador se
superó a sí mismo con la decoración, la sobria elegancia de púrpura,
oro y evidentes tonos negros en las paredes de espejos y paredes
pintadas trajeron la sensación de lujo y sofisticación sin ser descaradas
sobre ello. La habitación cuadrada de 2286 m, la habitación más
grande en este hotel, proporcionaba el espacio abierto para un evento
de alto perfil como este.
Me mezclé con algunas celebridades en ascenso, un miembro de una
banda de chicos, un actor recién divorciado y un fundador de un sitio
web. Al mirar alrededor, empecé a notar algo extraño en este lugar.
Había estado en muchos eventos, pero éste traía una sensación
extraña.
Me devanaba los sesos tratando de averiguar qué era. Cuando un
camarero que sostenía una bandeja de champán pasaba, conté el
número de invitados. Fue fácil porque no había tantos.
Setenta y dos.
La habitación se sentía diez veces más grande de lo que era a causa del
pequeño número de invitados. Vi a más mujeres antes, en la planta
baja, cuando estaba caminando a través de los medios de comunicación
reunidos junto a la entrada del hotel.
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La mayoría de los invitados eran hombres. Eran una combinación de
viejos y jóvenes, en sus trajes, relucientes zapatos de vestir y brillantes
gemelos. Podía contar el número de mujeres con mis dedos. Conocía a
la mayoría de ellas. Con algunas no estaba familiarizada.
Me di cuenta de esto mientras estaba hablando con el senador Joe
Civens, cogí el final de nuestra conversación, estaba pidiéndome que
planeara un día de golf con su hija, Marie. Asentí con la cabeza y estaba
a punto de disculparme cuando, desde mi visión periférica, le vi
levantar su dedo índice derecho, una señal clara de que él me estaba
esperando para saludarlo.
—Voy a llamar a Marie —le contesté al Senador de California. Era un
tipo encantador. Era una lástima que su hija fuera una rubia tonta que
no podía mantener las piernas cerradas, ni aunque fueran clavadas
firmemente con un martillo. La llamaré cuando tenga noventa años y el
mundo haya entrado en un auténtico apocalipsis.
Él era una cabeza más alto que yo, más alto que la mayoría de los
hombres en la asistencia. Mientras me acercaba a él, coloqué dos de
mis dedos por mi oído derecho y presioné sobre el pendiente del
pequeño diamante que lo adornaba.
Llevaba una negra chaqueta de solapa muesca con una camisa negra
debajo de ella, todo hecho a medida por su diseñador, Emilio. Sus ojos
grises se apuntaron a mí, el lado derecho de su boca se levantó, su voz
de mando cuando dijo:
—Señores, ¿se acuerdan de mi hija, Ava?
—Hola, padre. —Le di una pequeña inclinación de cabeza en señal de
reconocimiento. A los dos hombres con los que estaba conversando
dije:
Página
Emmett, el único hijo de Melinda y Bob Powers, era un atractivo
espécimen masculino de pelo rubio y ojos azules. Cuando éramos
niños, era uno de los chicos con los que me juntaba, especialmente
cuando mi mejor amiga, Brynn, fue confinada en el hospital durante un
año. Escuché que recientemente se graduó en la Escuela de Derecho de
Columbia y estaba decidido a seguir las aspiraciones políticas de su
padre.
21
—Encantada de verles de nuevo, Emmett... Senador Powers, por favor,
dígale a su esposa que todavía estoy embelesada con las piezas de arte
que envió para Navidad.
La mirada de Emmett se quedó en mí mientras hablaba, su voz más
profunda, como la madurez en sus ojos.
—Ha pasado mucho tiempo, Ava. Te ves hermosa.
Mis mejillas se calentaron ante el cumplido. Este era el chico con el que
jugaba al sudoroso fútbol, intercambié saliva por subir a su nueva
moto, y el que limpió mis lágrimas cuando me sentía triste por Brynn.
Estaba todo crecido ahora. Y en este momento, me miraba como si yo
fuera el helado de fresa en un cono de oblea cubierto de chocolate que
había pagado diez dólares de más cada vez que le traje uno. Su madre
era extremamente estricta, y los azúcares y los dulces no se permitían
en su casa. Fue bueno que fuéramos vecinos, porque yo llevaba las
fichas y me convertí en su distribuidor de helados.
La voz de mi padre interrumpió mi flashback de la infancia.
—Ava, ahora que Emmett está de regreso en la ciudad, tal vez puedas
mostrarle los alrededores, ponerle al día sobre lo que ha cambiado
desde que se mudaron a Washington DC, y darle un recorrido por
nuestros hoteles, ¿tal vez incluso acompañarlo a los nuevos
espectáculos?
Detecté un atisbo del intento de casamentero de mi padre. Nunca ha
hecho esto antes. Por lo menos no de una manera abiertamente
descarada como esta.
—Por supuesto. —Sonreí, esta vez genuinamente. Emmett era un buen
tipo, un amigo de la infancia. Tenía ganas de ponerme al día con él.
El Senador Powers tenía una gran sonrisa en su rostro mientras
observaba el intercambio entre Emmett y yo. Por el rabillo de mi ojo, vi
a Daniel, la haitiana mano derecha/guardaespaldas/asistente de mi
padre, acercándose a nosotros.
Página
—¿Qué has estado haciendo, Ava? —preguntó la profunda voz de
Emmett. Sus ojos azules eran de un tono más oscuro. Si me acordé
22
—Discúlpenme —dijo mi padre, ya poniéndose a un lado mientras
Daniel le susurraba algo al oído.
correctamente, tenía un profundo hoyuelo que aparecía en el lado
izquierdo de su boca cuando estaba bromeando.
—Oh, ya sabes... sólo ocupada siendo Miss Princesa de la sociedad. —
Bromeé, ahora sintiendo el dolor de los altos zapatos de plataforma
que llevaba. Ojalá encontrara una silla pronto. Ugh, odiaba cuando eso
sucedía.
—Odias que te llamen "princesa", por lo que sé que estás mintiendo. —
Los lados de su rostro se arrugaron, su hoyuelo ahora por fin haciendo
una aparición. Dios mío, estaba desplegando todos sus encantos.
El Senador Powers se unió.
—No la has visto en años, y sin embargo pareces recordar mucho
acerca de ella, hijo. —El pequeño vaso de líquido oscuro que sostenía
era ahora bajado a su lado.
Emmett levantó una ceja.
—Me acuerdo de todo lo relacionado con Ava, papá. Es difícil de
olvidar a una hermosa chica.
Si pensaba que flirteaba conmigo antes, olvídalo. Ahora sabía que
estaba realmente flirteando.
—Umm... —Antes de que pudiera pronunciar otra palabra, mi padre
apareció a mi lado, diciendo:
—Todo está listo. Tenemos que irnos ahora.
¿Ir?
—¿Adónde? —pregunté, mis cejas fruncidas.
La gran mano de mi padre sujetó mi brazo.
—Al evento principal, Ava. La razón por la cual todo el mundo está
aquí.
Página
Emmett respondió de manera casual
23
—¿Evento principal? —La confusión perceptible en mi voz.
—Noche de lucha, Ava. ¿No te lo dijo tu padre?
El agarre de mi padre se tensó sobre mí mientras me guiaba por el
camino a una pequeña entrada, con poca luz.
¿Noche de lucha?
Página
24
Voy a vomitar.
Traducido por Lililamour y flochi
Corregido por beatrix85
S
Milo
e ha dicho que las vidas de todos están predestinadas. Desde el
momento de la concepción, tu plan de vida ya ha sido trazado.
Se llama destino, suerte.
Bueno, yo digo, a la mierda eso.
Pensé que mi destino era ser nadador. Un atleta olímpico. Un atleta de
clase mundial. No dije eso sólo porque lo estuviera inventando. Tenía
para respaldar eso, cuatro medallas mundiales de oro, ocho medallas
mundiales de plata, veintiocho trofeos de natación y medallas
conseguidas desde que tenía diez años. Llévame a la piscina y te
mostraré cómo se supone que debe hacerse un nado de mariposa,
cómo una brazada es complementada por un maestro, y cómo ganar
las jodidas competiciones de natación.
Página
Sea cual sea el destino en el que pensé, cualquier cosa que soñé desde
que tenía ocho años hasta ahora, todo se fue por el caño. Nunca se
volvió a ver. ¿Mis medallas de natación? Se fueron. ¿Mis resultados de
natación? Todos superados. ¿Mis patrocinadores? Fuera. Han pasado
seis meses desde que ocurrió. Seis meses de no hablarle. Seis meses de
evitar sus llamadas y sus correos. Seis meses de distanciarme de la
25
¿Esa cosa de mierda de la predestinación? ¿Esa cosa del destino? Es
para esos idiotas idealistas que creen que el mundo estaba hecho de
los siete colores del arco iris, que todos en el mundo son amables y de
buen corazón; esa mierda, básicamente, no apestaba. O que tu propia
familia, tu sangre, nunca podría traicionarte.
única persona en el mundo que podría hacerme cometer un acto tan
atroz.
Después del escándalo que provocó olas de tsunami en el mundo de la
natación, cientos de periodistas y personal de los medios querían
preguntarme por qué. Colgué todas las llamadas telefónicas, decliné
todas las invitaciones de los medios de comunicación, y le dije no a
todo tipo de noticias exclusivas.
Podría ser un hombre sin honor, como ella me llamó, pero no iba a
mentir. Si tuviera que responder sus preguntas: "¿Por qué lo hiciste?"
"¿Qué te hizo hacerlo?" "¿Te arrepientes de hacerlo?" Sabía que mi
respuesta sería cada vez: creí que lo estaba haciendo por ella. Mi
hermana, el único miembro de la familia que queda, mi propia sangre,
la niña, la mujer, la persona a la que estaba atado desde que era sólo un
pulso latiendo en el vientre de mi madre. Sí, pensé que lo estaba
haciendo por ella. En cambio, ella ahora me veía como la mitad del
hombre que era, no el querido hermano con el que creció amando y
mirando hacia arriba. Me gustaría poder retractarme. Pero no hay
retractos, ni nuevas oportunidades, ni empecemos de nuevo.
Es por eso que estoy en esta situación ahora.
***
¿Podría este tipo ser más estúpido?
Mierda. Eso dolió.
Tal vez no es tan estúpido.
Página
El misterioso presentador, de quien cuya voz fue la única cosa que oí
en este cubo de cristal, presentó antes a éste descomunal hijo de puta
26
El golpe a mi lado izquierdo se sintió como si rasgara mi riñón
izquierdo. Esta maldita bestia, quien parece empapado en aceite y
loción bronceadora, se las arregló para colar un golpe en mi costado
mientras yo estaba ocupado tratando de averiguar su próximo
movimiento. Ya había echado su cuerpo al suelo dos veces, la última
vez sonó como si se hubiera quebrado la espalda, el cuerpo se estrelló
contra la pared, pero todavía seguía de pie.
como Igor “El Ruso” Goric. No había visto a los otros peleadores. Nos
mantenían lejos los unos de los otros la mayor parte del tiempo desde
que firmamos tres meses atrás. Escuché de uno de los entrenadores,
cuando estaba entrando al gimnasio hace un mes, que había un total de
dieciséis combatientes. Algunas de sus identidades eran un misterio
para mí. Sólo sabía una cosa, todos éramos atletas caídos en desgracia
en cada uno de nuestros respectivos deportes.
Las sesiones de entrenamiento habían sido programadas de manera
individual. Yo no sabía si alguno de ellos tenía entrenador. Yo no lo
tenía. Ellos, la compañía, ofrecieron contratar un entrenador para mí,
pero me negué rotundamente. No necesitaba a nadie diciéndome cómo
entrenar, cómo pelear, cómo ponerme de pie después de ser golpeado
sin descanso. Pelear no era un deporte. Pelear era cuestión de
supervivencia. De los más aptos. De los más fuertes. Del hombre que es
el más decidido a no ser mutilado, o morir.
Igor se precipitó hacia mí, bailando, golpeteando con los pies como un
Rey del Tango. ¿Qué le pasaba a éste tipo? En un minuto me estaba
golpeando, al siguiente estaba saltando sobre sus piernas como un
concursante en ese jodido show de baile. ¿En serio? ¿Este tipo piensa
que puede jugar conmigo? Parece que se está preparando para el éxito,
por la forma en que sus cejas están relajadas ahora, cuando antes
formaban una sola después de que lo golpeé en el oído izquierdo,
haciendo que la piel se rasgara y que la sangre se derramara; la soltura
de sus puños envueltos en el material elástico de nylon y algodón
blanco untado con un poco de mi sangre; y por la sombra de una
sonrisa formándose en su arrogante cara.
Página
Cuando se abalanzó sobre mí otra vez, giré el cuerpo hacia la izquierda,
dejando su golpe en el aire, en el espacio que mi cabeza ocupaba hace
sólo un segundo. Levanté mis puños en alto, golpeando, perforando en
el objetivo, moviendo todo mi cuerpo, poniendo todo el peso en el
golpe a su estómago. Le oí jalar aire mientras le lanzaba otro golpe a su
hombro izquierdo. Esta vez usé mi torso tanto como fue posible para
hacer girar el golpe desde mis hombros. Mis entrenadores de natación
me habían dicho que mis mayores activos eran mis hombros. En
27
Este hijo de puta se iba a hundir.
natación, los músculos de mi hombro me permitieron nadar de manera
eficiente y minimizar mis brazadas. Ahora, estaba usando esos mismos
músculos para entregar los golpes que arrojaron la cabeza de Igor de
un lado a otro, casi 180 grados de rotación. Vomitó sangre, pero a
menos que pulsara en el botón grande y rojo en su lado del cubo,
entonces la pelea no había terminado. Gruñó algo en ruso.
Probablemente diciendo en voz alta mi nombre en admiración.
Dando un paso adelante, extendí mi puño izquierdo en toda su
longitud, levantando mi hombro izquierdo para apuñalarlo con un
golpe en la mandíbula derecha y luego rápidamente seguir con un
derechazo cruzado hacia el lado izquierdo de la mejilla. Igor ya no
sonreía; en lugar de eso parecía que estaba apenas listo para pasar la
noche. Antes parecía que se estaba vistiendo con la victoria, y ahora se
estaba envolviendo con su fracaso.
Página
Igor ahora se retorcía, con las manos fuertemente apretadas alrededor
de su cintura y apenas podía ponerse de pie sobre el gigantesco
logotipo octagonal de Troudeau Enterprises en medio de los relucientes
pisos blancos. Si yo fuera él, me quedaría abajo. El aumento de la
temperatura caería sobre él pesadamente. Cuando hay un descenso de
temperatura, el calor se transfiere por conducción, lo que significa que
todas sus reservas de energía se agotarán, y no será capaz de enfriarse
por sí mismo, creando escenarios más cabrones para él. Sí, en mi otra
vida, soy ingeniero mecánico. Fui un ingeniero mecánico, debería decir.
Tras el escándalo, ninguna compañía respetable quería contratarme.
Mi antiguo jefe, quien solía ser mi fan número uno, no me despidió
directamente, pero mientras que la animosidad y el disgusto por mis
acciones hacia el chico de oro del país en natación no podrían haber
28
La temperatura en el cubo ahora estaba subiendo. Uno de los
principales componentes del cubo, del cual habían sido informados
todos los peleadores, era que la temperatura se elevaría y descendería
al azar. Cuanto de frío y cuanto de caliente sería determinado por una
computadora. Se suponía que era para calcular los extremos de la
temperatura que nosotros, los luchadores en el interior, podíamos
tolerar sin que nuestros cuerpos se desintegraran y cayeran en
pedazos.
sido suficientes para que yo dejara el trabajo, renuncié porque me
sentía inútil e innecesario.
Escaneando mi entorno actual, vi cómo los estériles y blancos pisos, y
los espejos unidireccionales añadían al misterio, la singularidad de esta
jaula de pelea, que era técnicamente un cubo. Como si la blancura de
los alrededores añadiera pureza e inocencia a la brutalidad y la cruda
furia desatada dentro de ella. Sin reglas. El último hombre en pie gana.
Cada uno de los rincones de ésta cerrada arena de pelea, era un espejo
a la naturaleza salvaje por la que el ser humano pagaría para ver a
otras personas lastimándose, dándose una paliza, o incluso
asesinándose.
Me tomé mi tiempo al acercármele. Él seguía dando tumbos en el suelo,
sudando grande gotas teñidas de carmesí. Trató de levantarse por sí
mismo del suelo, trató de ponerse de pie, apoyándose pesadamente
sobre su lado derecho. Débilmente levantó la mano izquierda a su
pecho, un acto de desafío, apretando los puños, listo para atacar de
nuevo. No se daba por vencido. Yo tampoco lo haría.
El nombre del juego era tres millones de dólares.
Mientras el aire girando a nuestro alrededor se hacía más cálido, me
incliné más cerca, casi poniéndome de cuclillas sobre él.
—Es hora de ondear la bandera blanca. Aprieta tu rendición. No quiero
tener que hacerte daño mientras todavía puedas caminar.
Página
Retrocedí cuatro pasos para permitirle ganar un poco de dignidad. Me
quedé en mi terreno, cambiando del pie izquierdo al derecho,
rebotando lentamente sobre ellos para prepararme. Cuando lanzaba su
cuerpo hacia mí, mientras gritaba, "¡Nyet!", increíblemente sonando
como neta, me deslicé hasta el suelo con rapidez, y cuando estaba a
centímetros de mí, agarré sus dos piernas, apresando la parte de atrás
de sus rodillas lo que provocó que cayera, desplazando su ya debilitado
29
No tenía ni idea de si él hablaba inglés. Sus ojos se oscurecieron de
furia, su pecho se levantó descubriendo una nueva explosión de
energía. Parecía que no le había llegado el memorándum: Yo lo estaría
enviando directamente a su madre patria. Justo. En. Este. Momento.
equilibrio y derribándolo al suelo. El cuarto ahora se sentía como con
cincuenta grados, y yacía buscando tomar el control debajo de mí.
Utilicé la hoja de mi antebrazo contra su garganta y empujé hacia atrás.
¿Nyet, hijo de puta? Creo que la Madre Rusia te va a recibir con los
brazos abiertos si puedes respirar a través del estrangulamiento que
tengo contra ti.
Farfulló, la sangre se fugaba del lado derecho de su cara debido al
saludo que mis asaltantes golpes le dieron antes. Sentí su cuerpo
sacudirse, darse por vencido poco a poco. Sus ojos luchaban por
mantenerse abiertos. La falta de oxígeno en sus pulmones y el calor
extremo en el interior de éste cubo, no era una combinación bonita.
Esperé.
Uno... dos... tres... cuatro.
Toda la habitación brilló de verde, anunciando al ganador. Igor estaba
ahora desmayado. Estaba vivo. Sólo lo mandé a dormir un rato.
Me levanté, ajustando mis shorts azules de kick-boxing, secando el
sudor que goteaba de mi frente con mis manos ensangrentadas.
Catorce más por venir.
Algunos hombres luchan por fama o gloria.
Algunos por el honor.
Yo tenía fama y gloria.
Tenía honor. Y lo perdí.
Esas no eran razones suficientes para mí.
Mi única razón para luchar era vivir.
Por ella.
***
Página
Siempre por ellos.
30
Por ellos.
Encendiendo la ducha a la temperatura más fría, apreté la mano en la
parte inferior izquierda de mi estómago. El dolor irradió hacia la
espalda. Mierda.
A éste le va a salir un moretón. Me quedé durante unos minutos
después de que los médicos comprobaron a Igor. De alguna manera él
estaba ganando algo de conciencia para cuando fue llevado en una
camilla. ¿Me siento mal por haberlo golpeado tan duro como lo hice?
De ninguna maldita manera. Me iba a golpear hasta la muerte si fuera a
la inversa. La prueba estaba justo aquí, descansando contra mi mano.
Él estaba apuntando a mis costillas, pero de alguna manera lo desvié. El
golpe que me dio pudo haber perforado un pulmón si yo no hubiera
estado alerta y en modo defensivo.
Página
Chuck había estado a mi lado contra viento y marea. Una de las cosas
más difíciles que tuve que hacer fue darle la cara luego de haberle
tendido una trampa a Kieran por opiáceos. Vi la decepción en los ojos
de Chuck. Al principio, no había creído cuando los funcionarios de la
FINA le dijeron que fui el culpable, la mente maestra en la
descalificación de Kieran. Pero cuando se lo confirmé, cuando le dije:
“Sí, mezclé semillas de amapola en la mezcla de los panqueques de
Brynn para que Kieran diera positivo en opiáceos”. Los ojos de Chuck
se llenaron de repulsión… y luego tristeza. Tenía sólo cincuenta años,
pero pareció haber envejecido veinte luego de mi admisión. Era como
una figura paternal para mí. Incluso después de la desgracia por la que
lo hice pasar, fue conmigo a hablar con la FINA y el COI y la petición de
cuándo podría yo regresar. La prohibición era por tiempo indefinido,
pendiente de comentarios y decisiones de los otros funcionarios. Pero
Chuck, todavía creyendo en mí, seguía creyendo que había algo bueno
en mi interior. Antes de irme esa noche para tomar el vuelo hacia los
31
El agua fría ayudó a aliviar el dolor que estaba sintiendo. La
temperatura fría cambió el flujo de sangre de mi piel a los órganos
vitales, reduciendo la acumulación de ácido láctico, y aumentando el
oxígeno por todo el cuerpo. Incluso si estaba a mundos de distancia de
la natación, todavía recordaba cada pequeña cosa que mi ex
entrenador, Chuck Trevails, me había enseñado.
Estados Unidos, sabiendo muy bien que ya no me quedaría más en
Shaghai, me llamó y con una voz cansada, me dijo:
—Hijo, encuéntrate a ti mismo. Eres alguien bueno. Quizás en este
momento te encuentras perdido. Por lo que sea que estés pasando,
estaré aquí. A sólo una llamada de distancia.
Esas palabras me laceraron. Llegaron a lacerar el centro de mi maldito
corazón. Incluso entonces, era agradable conmigo. No sabía si podía
creerle, que yo era una buena persona, sin embargo. Aunque tenía
razón respecto a algo, me encontraba perdido. No sé dónde ni cuándo
me encontraría otra vez.
Cerrando la ducha, salí del cubículo, agarré una toalla azul, y caminé
hacia el casillero de metal. Ya que había programada una lucha por mes
y probablemente sólo un luchador regresaría a los vestuarios,
caminando y respirando por sus propios medios de todas maneras, no
tenía problemas en relajarme mientras me preparaba para la fiesta a la
que el ganador estaba obligado a asistir. Prefería regresar a casa y
recuperar algunas horas de sueño para poder volver a entrenar
mañana, pero supongo que había firmado para esto. Prefería estar en
una fiesta que en un hospital en cualquier momento del día.
Antes de alcanzar el casillero, me sentí repentinamente cansado. Dejé
caer la toalla en el banco y me senté. El reloj de la pared decía que ya
eran las nueve cuarenta y ocho. Me restaban unos veinte minutos para
prepararme y conocer a los idiotas presuntuosos que apostaban por mí
y en mi contra. Envolví los brazos alrededor de mi cuello y agaché la
cabeza.
¿En qué momento mi vida se vio reducida a esto? ¿Cómo pude haberlo
arruinado tanto? ¿Cómo pude hacerle eso a él, a ella, a ellos?
Página
—Lo siento… —La voz de ella llegó como un susurro sorprendido.
32
Perdido entre mis pensamientos, apenas escuché el suspiro
proveniente de detrás de mí. Apenas. ¿Quién estaría aquí? Todos
aquellos que son alguien se encontrarían ocupados mezclándose y
bebiendo sus champañas caras mientras se regodean sobre la pelea.
Les di todo un espectáculo. Sabía que estarían hablando de ello.
Giré mi cuerpo, mirando la puerta.
En vez de escapar de allí, lentamente caminó hacia donde me
encontraba sentado, sus mejillas volviéndose sonrosadas con cada
paso, sus ojos dirigidos a mi cabeza. Apuesto a que se dio cuenta de que
lo único entre el banco y yo era la toalla, ningún otro artículo de ropa
presente. De pie a pocos pasos de distancia, se detuvo en seco, sus
manos jugueteando con el pequeño bolso que tenía sobre el hombro
derecho, y su rostro casi completamente rojo en este momento.
—Hola, chico nadador.
Me tomó un segundo o dos responderle.
—Princesa Remilgada.
Sus mejillas ardieron y volvió la cabeza hacia la derecha, evitando más
visuales de mi actual estado de gloria.
—Ummm… ummm. Creo que es mejor que me vaya. Te veré arriba.
Giró sobre sus talones, el rápido movimiento causando que su zapato
derecho quede atrapado con la parte trasera del otro zapato. Salté
sobre el banco y atrapé la parte superior de su cuerpo antes de que
cayera completamente en el suelo, encerrándola en mis brazos. Justo
cuando iba a ayudarla a ponerse de pie, sentí un movimiento debajo.
Mierda. Seguía completamente desnudo. Bueno, no era mi culpa que
ella estuviera invadiendo las duchas de los hombres.
Su cabeza seguía con la mirada hacia abajo, sus manos estaban
atrapadas entre mi asidero. Lentamente alzó el rostro hacia mí. Sus
ojos grises, el color de las nubes tormentosas, parecían preocupados.
—¿Te lastimó?
Página
—Él es quien está saludando en este momento a los doctores —dije,
intentando ordenar mis pensamientos y ponerle algún sentido a lo que
estaba sucediendo en este momento. Esta era Ava. La mujer que podía
33
Nos obligué a enderezarnos, asegurándome de tener un fuerte
asimiento en su cintura.
hacer que mi sangre hirviera y que mis venas se congelaran al mismo
tiempo que me bañaba de insultos.
Era alta para una mujer, pero con el metro noventa y cinco míos era
una cabeza más alta que ella. Bajé la mirada hacia ella, y se mordió el
interior de la mejilla, un pequeño ceño formándose en su rostro.
—Vi ese brutal puñetazo en tu costado… Tienes que ir por una
revisión, podrías tener sangrado interno… el riñón es un órgano
sensible.
Mi polla era un órgano sensible, pero ahora se estaba poniendo
durísima.
Retrocedió, obviamente sintiendo mi innegable erección entre
nosotros, mis manos sintiendo la pérdida de su piel cerca de la mía.
¿Desde cuándo Ava hacía a mi polla erguirse y seguirla? Desde
siempre.
Me irritaba un montón. La manera snob en la que levanta las cejas
siempre que me ve, la sonrisa de suficiencia que se forma en su rostro
cuando le digo “Princesa Remilgada”, y la manera que tenía para
contrarrestar todo lo que decía. Es la mujer que quise estrangular y
azotar hasta la siguiente luna llena. Pero por una maldita santa ironía,
nadie podía hacer que mi polla se parara para atraer la atención tan
rápido como ella.
Ava. Avalea Troudeau. La mejor amiga de mi hermana.
Una vez, Leif Sturgen, mi amigo de origen alemán que nadó por el
equipo de Natación de los Estados Unidos, mi compañero de equipo
antes de ser suspendido, me preguntó:
Página
Una imagen se formó en mi mente en el instante que lo preguntó. No
fue mi ex-novia, Dia. Ni siquiera esa supermodelo, Adriana, que estaba
bastante cerca de la perfección. La imagen que mi cerebro produjo fue
la de Ava. Algunas chicas tenían traseros grandes, piernas pasables y
un rostro más o menos. Otras tenían piernas fantásticas, pechos
34
—¿Si existiera una mujer, una chica, que pudieras describir como la
imagen de la perfección, de belleza, quién dirías que sería?
pasables y cara hmm. Un algoritmo podía ser producido como las
probabilidades de diferentes combinaciones de activos de belleza.
Observé a Ava crecer para convertirse en una mujer impresionante.
Podía causar que mis venas estallaran de molestia y enojo, pero no
podía negar que Ava es una trifecta. Trasero perfecto, impresionante
par de pechos, y unas piernas interminables.
—Milo… —Su voz insegura irrumpió en mis pensamientos—. ¿Te
encuentras bien? —Ahora se encontraba agachada en el banco en el
que estuve antes, recogiendo la toalla azul. Su vestido dorado
deslizándose hacia arriba, mostrando su trasero. Se enderezó,
tendiéndome la toalla. Noté que ella no dejó que sus ojos vagaran más
allá de mi cintura.
Tomé la toalla, envolviéndola en mi cintura, asintiendo con la cabeza
un gracias.
—Estoy bien. Sólo necesito cambiarme.
Me dio una sonrisita, su mano derecha colgando contra su costado
mientras su mano izquierda jugueteaba con su bolso brillante.
—No tardes mucho poniéndote lindo. Podría tomar una eternidad. —
Una risita siguió a su afirmación mientras marchaba hacia la puerta.
Página
Luego del escándalo en natación que yo mismo creé, todos me miraban
con desprecio, pena, enojo, o decepción. Pero Ava, incluso con la ligera
incomodidad entre nosotros por haberme atrapado desprevenido y sin
ropas, me miró con la misma mirada altiva, con un toque de insulto
subyacente queriendo ser lanzado a la menor provocación. No supe si
fue alivio o temor lo que sentí, pero de alguna manera era una
sensación agradable de tener, que ella siguiera viéndome como el
mismo Milo, antes de haber comprometido mis valores y mi honor.
35
Decir que estaba pasmado por lo sucedido sería un eufemismo. Sabía
que su padre era el dueño de Troudeau Enterprises. Diablos, todos
aquellos que tenían acceso a internet sabían quién era su padre.
Simplemente no esperaba que viniera a verme luego de una brutal
pelea, desnudo y que se fuera como si nada hubiera pasado.
En sus obsesivos y penetrantes ojos que me vieron, una pequeña parte
de mí pensó que me había perdido.
***
—Cariño, ¿puedes por favor conseguirme más champán? —Su voz
chillona me estaba molestando demasiado. No debería haberla invitado
en primer lugar, para empeorar las cosas, se estaba aferrando a mi
brazo derecho como si fuera una cuerda salvavidas. Ella tenía que
telefonearle a un jodido amigo o iba a tirarla de culo en frente de la
multitud. Otra vez.
—Dia, escucha. Deja de llamarme cariño. Te quité ese privilegio cuando
te acostaste con otro tipo. Maldición, deja de aferrarte a mi brazo o
buscaré un nuevo gestor de cuentas en el segundo que salgamos de
esta fiesta —le advertí con un siseo susurrado, retirando mi mano de
su camino.
Página
—Bien. Buscaré mi propio champán. No eres divertido, Milo. —Sus
ojos verdes brillaron en partes iguales por la molestia y el rechazo.
Hace unos años apenas podía soportar tener esos ojos mirándome con
el toque más ligero de irritación. Me inclinaba hacia ella con cada
deseo, la seguía como un perrito y me negaba a escuchar cualquier
rumor circulando por la Universidad de Connecticut sobre ella. Pensé
que era una mujer ardiente y hermosa cuyo temperamento igualaba su
cabello rojo en llamas, su distintivo lápiz labial rojo, y brillantes ojos
verde esmeralda. Me ayudó a superar la soledad que sentí estando
lejos de tía Margie y de Bee al ofrecerme un hombro reconfortante y
una mano auxiliadora cuando le conté de mis planes de empezar la
fundación.
36
Resopló y su brazo garrudo dejó mi costado. Una de las decisiones más
estúpidas que he tomado en los últimos meses fue mantenerla como mi
gestora de cuentas para la fundación. Pero es la única que podía
mantener un secreto como este. Después de todo, me ayudó a
empezarlo cuando estuvimos en la universidad. Tanto como odiaba
que estuviera involucrada en esto, era estupenda en lo que hacía. Tan
fantástica que fue su llamada lo que me despertó de mi estado de
estupor hace tres meses.
Durante los cinco meses de nuestra relación, fue la novia ideal, me
cocinaba el desayuno, me doblaba la ropa recién lavada, y adoraba mi
polla. En el sexto mes, lo recordaba como un mal caso de diarrea, se
convirtió en la novia bruja y perra. Empezó a exigirme anillos de
compromiso y se volvía loca cuando no la llamaba inmediatamente. Me
había dejado un mínimo de treinta mensajes de voz y cientos de
mensajes de texto cuando mi teléfono estaba apagado, ella no podía
entender el hecho de que yo no podía atender el teléfono mientras
estaba tratando de ganar encuentros de natación.
Intenté romper con ella tres veces antes de la última gota. Puedo
admitir que no soy el tipo más fácil para tener cerca. Mi temperamento
probablemente doblaría metales, y cuando estoy enojado no lo oculto.
Dejo que todos, el mundo entero, lo sepa. Dia consiguió romper mis
defensas desde la noche en que la conocía en una fiesta de fraternidad.
Se erguía por encima de todas las mujeres de alrededor. Era preciosa y
tenía el fuego y la intensidad que yo ansiaba. Me gustaba estar cerca de
ella. Me hacía olvidar las tragedias de mi pasado y me hacía pensar que
era un normal chico universitario pasando un buen momento con su
novia. Fue la primera mujer, fuera de la familia, que realmente me
había gustado.
Página
Pero, ¿la segunda vez que lo hizo? De ninguna manera iba a volver a mi
cama. Se acostó con mi más grande rival, Kieran Stone. Leif fue quien
me contó el rumor luego de que otro miembro del equipo de Natación
de los Estados Unidos viera a Dia salir de la habitación de hotel de
Stone a primeras horas de la mañana. Tomó a Leif, Darnell, y Chuck que
me sostuvieran para no golpear en la puerta de Stone e imprimirle mis
puños en su rostro. Cuando Dia se encontró conmigo unas horas
después yo había escuchado de su traición, quise que me dijera que fue
37
Hasta que un día, me pisoteó y rompió mi confianza. Lo admitió, luego
de que yo regresara del U.S. Open Aquatics Championships en Irvine,
que había cometido un error al besar a otro chico. Me tomó una
semana antes de poder hablar de nuevo con ella. ¿Y el chico que la
besó? Él lo pasó mal al comer en el costado derecho de su boca por dos
semanas. La perdoné porque me importaba. Cometemos errores,
perdonamos, y seguimos adelante.
todo una mentira. Pero entonces actuó como si nada pasara y ni
siquiera me dijo una palabra sobre ello. Mi madre me enseñó a
respetar a las mujeres, y mi padre me inculcó de nunca levantarle una
mano a una chica. Pero lo juro, ese día, quise golpearla, sacudirla para
que me dijera la verdad.
Cuando me traicionas, mejor que te pongas los zapatos, no, olvida los
zapatos, y corre por la jodida puerta, porque nunca voy a superarlo. Le
di una oportunidad, la perdoné una vez. Pero la segunda que se acostó
con él, lo cual admitió luego con ojos llorosos y casi perdiendo la voz
rogando mi perdón, firmó su renuncia, sus papeles de sayonara de mí.
Porque cuando se acostó con él, rompió cada trozo de respeto que
tenía por ella como mi novia. Y eso no puede ser recuperado.
Engáñame una vez, qué pena por ti. Engáñame dos, soy una estúpida
perra. No va a pasar.
—Fue una estupenda pelea, hijo. —Seguía la fuente de la voz de
mando. No era su hijo. Era hijo de mi padre. Aunque por ahora, él era
mi jefe.
De frente a él, estreché la mano que me tendió.
—Me alegra que piense eso. Hice mi mayor esfuerzo.
Agitó su brazo derecho, sus ojos siguiendo a alguien dentro de la
habitación.
—Las siguientes podrían no ser tan fáciles.
Página
Me quedé mirándolo, su rostro arrugado con algo que no podía ubicar.
Quizás fue los calculadores ojos grises o la frialdad de su
comportamiento. Emanaba poder y sabía cómo usarlo. Maxwell
Troudeau era un hombre con el que uno no se metía. No sólo porque
básicamente era dueño de las Vegas, sino porque prácticamente tenía a
todos a su entera disposición. Me tocó ver cómo los senadores
celebridades, y hombres y mujeres adultos en esta habitación
reclamaban su atención, incluso si intentaban no parecer obvios al
respecto.
38
¿Se estaba burlando? ¿Fácil? Esa pelea no fue fácil.
Giré el líquido blanco en el pequeño vaso que estaba sosteniendo en mi
mano izquierda y lo llevé a mis labios para tomar unos tragos. Jean
Marco XO es uno de los mejores vodkas del mundo. El trigo francés y el
carbón vegetal creaban esta obra maestra de agua destilada. Se deslizó
suave, con facilidad y sólo una mínima cantidad de ardor dentro de mi
garganta. El alcohol no era mi amigo, pero en ocasiones me satisfacía
con algunos. En este momento, cualquier cosa me ayudaría a reducir el
dolor que recibí por la reciente paliza. Whisky escocés era lo siguiente
en mi lista. Lo bueno era que Dia conducía, la única razón por la que la
invité esta noche. Sabía que iba a ganar. Incluso si no sabía con quién
iba a pelear, no existían dudas en mi mente de que sería el vencedor.
Ahora, la condición en que la que estaría y cómo me vería luego de la
pelea, eso era algo que no podía responder, así que cuando Dia se
ofreció a venir conmigo, estuve de acuerdo. También quería quedarse
en mi casa, pero de ninguna manera iba a suceder, así que me dejaría
antes de continuar su camino contenta.
Mis ojos involuntariamente rastrearon la localización de mi conductor
designado cuando inadvertidamente aterrizaron en la figura de una
mujer cuyo vestido dorado hacía justicia a su cuerpo. Su cabello,
sedoso y brillante, una visión bienvenida en esta habitación llena de
rubias, hombres calvos, y postizos. Se encontraba inmersa en una
conversación con un sujeto alto que parecía fascinado por su
presencia. Estaban parados a unos pocos metros de la barra, pero
incluso con la distancia entre nosotros me di cuenta que ese tipo
estaba atraído por ella. Era la manera en que él bloqueaba a otras
personas de hablar con ella, su mirada nunca dejando la suya, y el
asidero posesivo que tenía de su codo derecho.
—Cuando ganas, puedes tenerlo todo. —Casi me olvidé de que Maxwell
estaba parado a mi lado. Él prosiguió:
—¿Recuerdas lo que te pedí cuando firmaste?
Le di un asentimiento.
Página
39
—Sí.
—Dijiste que ibas a ser el primer ganador del Club de lucha de las
Próximas Generaciones. Harás tu trabajo en la arena y aniquilarás a tus
oponentes.
—Así es. —Sin ninguna duda al respecto.
—Asegúrate de que tu trabajo quede en la arena. Mi generosidad no se
extiende a mi familia.
Ahora tenía toda mi atención. Era más alto que él, este pequeño hecho
me dio una cierta satisfacción de que él tuviera que mirar un poco
hacia arriba para mirarme a los ojos.
Mi ceño se frunció, a la vez que tragaba el resto del líquido de mi vaso.
—¿De qué está hablando? —No era tonto, pero si estaba haciendo
amenazas vanas, mejor que lo dijera en mi cara.
—Mi hija no es parte de sus ganancias, Sr. Tanner. —Su voz fue dura,
su mirada condescendiente—. El hecho es, cuando uno posee la ciudad,
sabe todo lo que sucede en ella. Incluso en las duchas.
Este tipo estaba completamente fuera de lugar. Los músculos de mi
mandíbula empezaron a latir y mi mano apretó el vaso, mi mano libre
se cerró en un apretado puño. Nadie tomaba decisiones por mí. Nadie.
—Escuche, h… —Su mano sujetó mi codo izquierdo, presionando,
empujando a un punto de presión que hizo difícil terminar la oración.
—Ten cuidado con tus siguientes palabras. —Su agarre se apretó en el
punto de presión. Mierda. Continuó, sus palabras árticas, mordazmente
frías—. Cuando firmaste con mi compañía, firmaste con sangre. Mi hija,
repito, no es parte del juego. Está aquí sólo para servir a un propósito.
Eso es todo. Mantén eso en mente. Y la próxima vez, cierra la puerta
con llave.
Página
Exhalé, mi pecho temblando con furia, la necesidad de golpear su
rostro rondando mi cabeza.
40
Con esas palabras de advertencia, liberó el agarre que tenía sobre mí y
se alejó.
Página
41
Su amenaza vana era ahora una amenaza completa. Mantente alejado
de la Princesa Remilgada. Tanto como quería quitarle la mierda a
golpes por las amenazas inoportunas y condescendientes, vi el cabello
rojo y el vestido verde de Dia; le estaba hablando a algún sujeto en la
barra. Estaba aquí para un propósito. No se trataba de mí solamente.
No tenía problemas en derramar mi sangre y salir caminando de aquí
si así lo fuera. Esto era por ellos, por sus recuerdos: mamá y papá, tía
Margie… y Bee.
Traducido SOS por Otravaga, scarlet_danvers y Itorres
Corregido por aniiuus
Ava
—¡B
ueno señoras, aquí vamos! ¡Den la vuelta! —ordenó
Karlota, nuestra instructora de Zumba, con sus
caderas balanceándose al ritmo de la música latina
sonando en el fondo.
Me sequé el sudor de la frente mientras bailaba con la música, mi
cuerpo sintiendo el ritmo. Extendiendo las manos delante de mí,
mientras me medio agachaba, sentí el ardor aumentando en mis
abdominales, piernas y muslos. Esta es la parte de la sesión de
ejercicios que me encantaba: la sensación de que estoy haciendo algo
para quemar las calorías del montón de carbohidratos que consumí la
noche anterior. Me encantaba comer tanto como me encantaba
ejercitarme. Llámame hipócrita, pero me gusta cuidar de mi cuerpo: lo
que meto tiene que ser sacado, en cantidades iguales.
Snickerdoodles: son un tipo de galletas de azúcar hechas con crema tártara y bicarbonato de
sodio, rebozadas en azúcar y canela.
Página
1
42
Moviendo mis brazos en pequeños movimientos circulares mientras
los mantenía cerca de mis caderas, absorbí la energía en la habitación.
Desde niña, siempre he estado fascinado con la danza. Zumba era el
tipo de entrenamiento que incorporaba la danza con el mantenimiento
físico y he sido una fanática regular desde hace cuatro años. Incluso me
las arreglé para sobornar a Brynn para que asistiera a algunas clases
conmigo. Brynn era simplemente floja. A ella le encantaba hornear y
trabajar. Eso es todo. Disfrutaba el hecho de que a ella le encantara
hornear mis Snickerdoodles1 favoritas, pero tengo que mantener mi
cuerpo también. Si bien es cierto que había sido bendecida con el
metabolismo rápido de mi madre, también creía en ejercitarme para
mantener mi cuerpo en buena forma. El ejercicio me daba energía y me
calmaba al mismo tiempo.
Karlota cambió la música al éxito de LMFAO “I´m sexy and I´m know it”.
Ella gritó mientras su dedo derecho estaba formando un círculo en el
aire, indicando el cambio a la salsa.
Mi pie derecho se fue a un lado, con el pie izquierdo dando un paso en
su lugar, pie derecho hacia atrás y adentro. Entonces mi pie izquierdo
dio un paso afuera, el pie derecho dando un paso en su lugar, y el pie
izquierdo hacia atrás y adentro. Estos pasos me los sabía de memoria.
—If you´re Sexy and you know it, clap your hands2 —cantaba Karlota en
voz alta.
Su traje de entrenamiento color verde neón era cegador, pero de
alguna manera funcionaba en ella. Era una desmesurada fuente de
energía que podía animar a la habitación entera llena de quince
mujeres en cuestión de minutos.
Palmada, palmada, palmada.
Demonios sí, me sentía sexy, aplaudiendo las manos al compás, uno,
dos, tres.
La música cambió de nuevo, esta vez al hip hop. Le eché un vistazo a
Frieda, una señora afroamericana que conocí hace dos años en esta
clase, imitando sus acciones de pisoteadas y rodillas dobladas. La parte
de reggaeton del Zumba. Permaneciendo cerca del suelo, sentí que los
músculos de mis piernas se contraían. Gah. Siéntelo. Siente el ardor.
—¿Qué tan bajo pueden llegar? —La voz de Karlota ahogó la música—.
Vayan más abajo. Más abajo.
Si de alguna manera iba más abajo, mi trasero estaría tocando el suelo.
2
N de Tr: Si eres sexy y lo sabes, da una palmada.
Página
Justamente anoche, Emmett me elogió por mi cuerpo tonificado.
Bueno, no lo dijo exactamente de esa manera. Lo dijo más en las líneas
de “Vaya, te ves increíble, Ava.”
43
Tu trabajo duro está dando sus frutos, Ava.
Emmett había sido una cita genial. Habíamos estado en tres citas ya y
había seguido siendo un caballero. Me recogía en mi apartamento,
abría la puerta del auto para mí, y me sacaba la silla en los restaurantes
para poder sentarme antes que él. Ha crecido hasta ser un tipo
increíblemente agradable, además con una licenciatura en derecho, y
físicamente era muy atractivo: la combinación de cabello rubio con
ojos azules era un factor decisivo para muchas mujeres.
Pie derecho al frente, pie izquierdo dando un paso en su lugar, pie
derecho atrás, pie izquierdo dando un paso en su lugar. El movimiento
de balanceo de la parte delantera a la parte trasera entre mis piernas y
mi cuerpo era la porción de cumbia del entrenamiento. Vi a Karlota
alcanzar su agua embotellada. Hice lo mismo. Esta hora y media de
entrenamiento era parte de mi rutina cuando estoy en casa en Las
Vegas. La extrañaba cuando estaba de viaje, así que seguía los videos
de entrenamientos on-line. Es el único ejercicio al que me he apegado.
También hacía un poco de spinning cuando me provocaba, pero soy
una fiel estudiante de Zumba.
Página
Mi vida era un sueño para muchas personas. Yo no tenía que
preocuparme por nada, financiera o materialmente hablando. Usaba la
ropa y los zapatos más recientes y más de moda. Mi nombre es uno de
los nombres más buscados en Google, de acuerdo a People’s Weekly,
según me informa Daria. Mis palabras y comentarios tienen peso en el
mundo de la moda, el entretenimiento y los negocios. Pero el mundo ve
lo que el mundo quiere ver. Lo que no ven, lo que puede que no
entiendan, es que a veces las luces más brillantes pueden ocultar las
almas más tristes y solitarias. Me escondo detrás de una armadura de
pretensión, porque si no pusiera un escudo, me desmoronaría por el
miedo. Y eso es algo que no puedo darme el lujo de hacer. No cuando el
44
Seguí bailando, mi ánimo levantándose con cada paso que daba. La
vida y las responsabilidades se interponían en el camino la mayor
parte del tiempo. Pero aquí, en esta habitación, puedo soltarme y ser
libre. Podía fingir ser sólo una mujer normal de veinticuatro años que
está tratando de encontrarse a sí misma en este mundo,
balanceándome al compás de mi propio ritmo. Apreciaba estos
momentos porque ahora rara vez los tenía.
destino de la persona que más amaba en el mundo dependía de mi
fuerza, y mostrar cualquier tipo de debilidad no es ni puede nunca ser
una opción.
Bajé la ventanilla del coche, me levanté, con la mitad de mi cuerpo
inclinado hacia fuera de la ventana para poder estar cerca del escáner
de retina, dejando que la luz infrarroja de baja energía rastree mis ojos
para que me conceda el acceso. Al segundo de que las puertas
arqueadas de seguridad de color rojizo se abrieron, mi pie derecho
presionó el pedal del acelerador. Los cientos de árboles de 15 metros
de altura que bordean el camino largo eran por lo general un
espectáculo de bienvenida, pero no ahora, y pasar a través de ellos se
sintió como una eternidad.
Después de recibir la llamada de pánico de Naomi, mi corazón no había
dejado de martillear en mi pecho mientras yo juraba en el tráfico de
Las Vegas. Alternando entre las carreras y las calles a paso de tortuga
de 65 km por hora y con furia golpeando en los frenos, tuve ganas de
gritar a todos los conos de color naranja de construcción y correr a
través de cada luz roja.
Tan pronto como recibí la llamada de pánico de Naomi mientras estaba
secándome el pelo en el gimnasio, mi mente estaba enfocada en una
cosa: llegar a ella. Todavía estaba hablando con Naomi en mi Bluetooth
cuando se cayó la llamada. Había tratado muchas veces contactar con
ella de nuevo, pero no estaba respondiendo. Mi mente se llenó de
posibles escenarios, cada uno peor que el anterior.
Con el coche chillando mientras frenaba, salté sin importarme si
todavía estaba en marcha. Al presionar mi mano derecha en el control
de seguridad mi cuerpo casi chocó con la enorme puerta, ya que poco a
poco se abrió, permitiéndome la entrada.
Página
Habían pasado quince minutos desde que dejara caer la llamada de
Naomi. Muchas cosas pueden pasar en quince minutos. Muchas cosas
pueden pasar en un minuto. Como enfermera, sabía lo vital que era
45
—¡Naomi! ¿Dónde estás? —grité, el pulso atronador en mi pecho se
ampliaba con cada segundo que ella permanecía fuera de mi vista,
fuera de mi alcance.
cada segundo, cada minuto cuenta. Un segundo podría significar una
vida salvada o una perdida.
Corrí a la habitación primero, sólo para ser recibida por una suite
vacía. Su cama estaba hecha con esmero, las almohadas de color verde
azulado dispuestas contra las hojas de luz de color púrpura, en la
forma en que a ella le gustaban; como siempre lo había hecho. Los
suaves sonidos de Sinatra llenaban el aire. La música no se detenía,
incluso cuando ella estaba dormida. La puerta del baño estaba abierta
y ni siquiera me moleste en comprobar. La luz no estaba encendida, lo
que significa que ella no estaba allí.
Correr alrededor de la casa de mi padre podría ser una lucha,
especialmente en tiempos como estos.
La enorme extensión del espacio que tenía que cubrir con mis avances
en cuestión de minutos se sentía como siempre. Los 10.000 metros
cuadrados más de la casa que mi padre construyó tres años después de
que yo naciera ahora suponían una pared de ladrillo aterrador para
que yo llegara a ella.
—¡Naomi! —Volví a llamar, esta vez corriendo frenéticamente al
exterior. Debí preguntarle donde se encontraban al comienzo de la
llamada, pero no podía pensar con claridad. Naomi trató de calmarme,
pero oí que el pánico y el miedo subyacente en su voz cuando dijo:
—Ava, ella no está despertando... He intentado muchas veces ya, pero
ella no se despierta...
Página
La quemadura caliente de las lágrimas que fluyen por mi cara era el
único calor corriendo por mi cuerpo ahora mismo. Pero incluso las
lágrimas sintieron frío. Sentí que me preparaba para el peor de los
casos, algo que se me da bien ahora. Me destaqué en preparación, pero
46
Lo primero que vi cuando entré en su lugar favorito en la finca era un
pañuelo negro atrapado entre las bisagras de la puerta. La sala se hizo
más fría, coincidiendo con el terror frío que envolvía mis entrañas.
Estaba tranquilo, demasiado tranquilo. El tipo de calma que precede a
la fatalidad. Un silencio que era muy familiar para mí, uno que siempre
se arraigaba en mi memoria incluso si hubieran pasado años.
si hubiera sucedido en realidad, yo no sabría qué hacer con ella, nunca
lo sé.
Vi primero la diminuta figura de Naomi. Estaba inclinada, cerniéndose
sobre ella.
Llegué demasiado tarde. Esta vez, es demasiado tarde.
Los ojos marrones de Naomi lentamente se levantaron, juntándose con
los míos. Ella es la única que entiende. Este pequeño trozo de una
mujer que nació en un pobre pueblo infestado de drogas, mostró
inmenso amor y sacrificio para la mujer que lo es todo para mí.
Vi la boca de Naomi moverse, pero no podía asimilarlo todavía.
Hizo un gesto con la mano izquierda, pidiéndome que me acercara.
No estoy lista para aceptarlo. Tal vez después de toda una vida o dos, lo
haría. Pero por el momento no.
Naomi dejó su lado mientras yo estaba congelada en el sitio. Toda la
carrera, la prisa para llegar a ella, y ahora no podía dar los pasos finales
para alcanzarla.
Naomi aún hablaba, su boca se movía, pero mis pensamientos estaban
en otro lugar; atrapados entre una ola de rechazo y pesar. La negación,
porque no puedo aceptarlo. Lamento, porque no podía estar aquí. Los
dos, porque nunca habrá un momento en que yo pudiera aceptarlo.
—Ava. —La voz de Naomi estaba llegando a mis oídos—. Ella está bien,
querida.
Sonaba como si dijera que ella está bien.
Página
—Ella está bien —confirmó ella, formando una sonrisa en su rostro. La
falta de los dos dientes inferiores, cortesía de su pasado violento, fue
evidente ahora, pero era la sonrisa que había llegado a amar a través
47
Mis ojos buscaron su cara, y baje mi cuerpo en la pequeña silla de
plástico para poder estar al nivel de sus ojos. Ella medía apenas 1,50
metros y yo quería saber a ciencia cierta que lo que me estaba diciendo
era la verdad.
de los años. Una sonrisa que me nutre; me hizo creer que no importa lo
terrible que sean tus circunstancias, aún hay esperanza.
Se puso de pie frente a mí, su piel marrón oro destacaba debido el
vestido verde pálido que llevaba. Naomi, a los cuarenta y ocho años de
edad, era una imagen de cómo, incluso cuando las personas en tu vida
no te han mostrado nada más que crueldad, como es evidente por las
largas dentadas cicatrices en el lado derecho de su cara y las marcas de
quemaduras de cigarrillos en su brazos; todavía se puede vivir una
vida plena, una vida mejor que en la que naciste y creciste. Sus manos
extendidas, ofreciendo ayudarme a levantarme. Le di una sonrisa
rápida, después un largo suspiro de alivio cuando estreché sus manos
mientras que poco a poco me ponía de pie.
—Gracias, Naomi —le contesté con gracia y sin aliento—. Gracias por
estar aquí por ella... por mí. Traté de devolverte la llamada, pero no
cogía línea.
—Lo siento mucho. —Sus ojos en disculpa, su mano izquierda rozando
su rostro y con preocupación añadió:
—No tenía intención de hacerte entrar en pánico. Ella no estaba
despertando. La dejé para conseguir algunos aperitivos y luego, cuando
volví, no estaba respondiendo a mi voz... Lo siento, mi amor. Te pido
Perdón3.
—Está bien... —dije, completamente sabiendo que estaba en un estado
de verdadera desesperación cuando me llamó—. Sólo estaba tan
asustada y preocupada de que ella se hubiera ido.
—¿Ava? ¿Eres tú? —La voz de mi madre interrumpió el hilo de mis
pensamientos.
—Estoy aquí mamá —le contesté, dándole otro sólido abrazo a Naomi
antes de enfrentarme a mi madre.
N de Tr: en español en el original.
Página
3
48
Me incliné y besé su suave cabello negro como la tinta. Nardo y pera.
Olores tan preciosos, acogedores y familiares.
—¿Te lavaste la cara querida? —Su voz melódica, frívola y alegre—.
Tienes que tener cuidado de eso... A los dieciséis años, todos los
adolescentes te perseguirán, porque serás la chica más guapa de la
escuela.
Mirando fijamente a sus ojos en blanco, doblé mis rodillas, bajándome
hasta el nivel de la silla de ruedas eléctrica en la que se sentaba.
—Lo hice mamá. Me lavé la cara con La Mer y la hidraté con Kinerase,
tal como me enseñaste. —Señalé a Naomi con una pequeña inclinación
de cabeza, haciéndole saber que estaba bien.
Naomi aún parecía compungida, pero negué con la cabeza y dije:
—Gracias. —Ella asintió con la cabeza y lentamente salió de la
habitación.
Sostuve sus dos manos suavemente al principio y luego con fuerza,
dándome la seguridad de que ella todavía estaba aquí.
—Eres igual que yo, mi querida Ava. Un día, cuando seas mayor, podrás
contar los hombres que caigan a tus pies y después van a tener
dificultades para levantarse. —Ella se echó a reír, las líneas de la boca
elevadas mientras lo hizo, su rostro transformándose
maravillosamente. La misma cara exacta que veo todos los días cuando
me miro en el espejo, a excepción de los ojos grises. Los suyos eran
verdes vibrantes. Solían estar llenos de tanta vida, tanta vivacidad, los
colores siempre cambiantes con sus estados de ánimo. Ellos estaban
aún verdes, pero ahora solo estaban allí, fijos en su cara, un lienzo en
blanco.
Le acaricié sus manos, manos que no podían sentir mis caricias.
—Mamá, no sé nada acerca de hombres que caen a mis pies. Tal vez se
caen porque voy a tropezar con ellos.
Página
—Oh, Ava, pastelito. Tu padre estará tan molesto cuando los chicos
empiecen a llamar a nuestras puertas. —Sus dientes blancos brillaron,
sus mejillas encendidas con color—. Estoy contenta de que tengamos
49
Se echó a reír de nuevo.
unos cuantos años más contigo antes de empezar a tener ese problema.
Sólo tienes diez años, mi amor, eres demasiado joven para pensar en
estas cosas.
—Tienes razón, mamá —le susurré con solemnidad, mis manos
arreglando afanosamente los pliegues en los pantalones de color
marrón que llevaba—. Todavía soy muy joven.
En su mente, tendré diez años por siempre. Al menos según el último
especialista en neurología que había consultado hace unos años.
Es una pena no poder permanecer de diez años, atrapada en un
momento donde mi única preocupación era cómo conseguir que mis
padres se pusieran de acuerdo para dejarme salir con Brynn y cotillear
acerca de los últimos rompecorazones adolescentes.
Mamá, la vida se ha movido para mí. Pero me alegro de que estés
atascada en un momento en el cual todo lo que tienes son recuerdos
felices.
Hace casi ocho años, un escándalo sacudió la alta jerarquía de Las
Vegas. Un escándalo que llegó al radar de sólo unas pocas personas,
cuando mi padre llamó a todos sus contactos influyentes en la
industria de los medios para contenerlo, eliminando cualquier
evidencia de lo que realmente sucedió.
Página
Síndrome de médula espinal anterior: es una condición médica en la que se interrumpe el
suministro de sangre a la porción anterior de la médula espinal y “es la forma más común de infarto
de la médula espinal”.
4
50
En una fría noche de invierno, Aliana Lea Troudeau, mi querida madre,
ex modelo, socialité y filántropa estuvo involucrada en un accidente de
tráfico en la I-15. Una colisión que dejó consecuencias de las que
cambian la vida, dejándola ciega, con lesión cerebral del lóbulo
temporal permanente y síndrome de médula espinal anterior4. Un
accidente que aplastó el mundo del hombre al que ella hizo caer a sus
pies y que ahora estaba atrapado en su propio infierno. El accidente no
fue el escándalo. El escándalo era que ella estaba de viaje con el mejor
amigo de mi padre, su mano derecha, Simon Lareaux.
Traducido por nikki leah
Corregido por aniiuus
S
Ava
Página
El árbol en forma de corazón marcado con “A & B Amigas Abejas Por
Siempre” era borroso desde mi panorámica, pero sabía que estaba allí.
Ha estado allí desde el día en que Brynn y yo hicimos un pacto. Que
pasara lo que pasara, siempre estaríamos allí, aquí; en todas partes, la
una para la otra. Suspiré y me apoyé en el asidero de metal del
columpio, inspeccionando mis alrededores. La casa verde lima de dos
pisos cruzando la calle aún estaba ahí: la pintura descolorida, la azotea
llena con lo que parecían hojas y excremento de aves, pero aparte de
eso se veía más o menos la misma. La casa de al lado debió haber sido
renovada. Los tejados de estuco brillaban al sol y el color rojo de la
puerta de metal parecía recién aplicado. Me preguntaba dónde estaría
ahora la niña rubia que había vivido allí. Brynn y yo solíamos comparar
su pelo con el de la niña: cuál de ellos era el más dorado, cuál el más
rubio… Creo que su nombre era Karrie. Era agradable y algunas veces
jugaba al escondite con nosotras.
51
entada en mi oxidado columpio de metal, desaté mi lazo de pelo y
tomé una profunda respiración. El aire era seco, los rayos del sol
irrumpían a través de los espacios entre las hojas y ramas. Ni
siquiera me molesté en usar gafas de sol. Me sentía tan cansada,
agotada y débil. Pero necesitaba venir aquí. Después de un turno
agotador, sólo quería tener algo de paz por un rato. Mis delgadas batas
médicas no pegaban con el áspero asiento del columpio. Sabía que iba a
tener algunas manchas en mi uniforme y tal vez marcas en mis manos
después de estar sentada aquí pero no me importaba. Sólo quería estar
perdida por un tiempo… perdida en mi infancia.
Cómo echaba de menos a mi mejor amiga. Cómo deseaba poder hablar
con ella justo ahora. Estaba viajando otra vez con Kieran. Estoy
realmente feliz por ella. Pero sólo… ahh, echaba de menos a mi mejor
amiga.
El suave movimiento de balanceo era arrullador, atrayéndome. Mis
ojos revolotearon cerrándose. Tal vez debería ir a casa. La suave brisa,
inusual durante los meses de verano, estaba haciendo mis párpados
más pesados. Realmente debería comenzar a dirigirme de vuelta a mi
apartamento. Mi vista comenzó a volverse borrosa hasta que la
oscuridad se apoderó de mí.
¡Boom! El sonido extra fuerte de algo golpeando el suelo me sobresaltó
despertándome. Antes de que pudiera rastrear la fuente, oí otro ¡Boom!
¡Oh Dios mío! La casa de la infancia de Brynn estaba siendo atacada.
¿Por qué? Rápidamente saqué mi teléfono del bolsillo. Nadie debería
estar aquí. Esto ha estado vacío desde que Brynn y yo vinimos por una
visita hace meses.
¡Boom!
Estaba asustada, pero también tenía curiosidad. Tal vez esta vez el
gatito sería asesinado debido a mi curiosidad, pero realmente no
quería causar una alarma innecesaria a la policía si un árbol cayó en el
suelo y lo confundí con un dispositivo nuclear.
¡Boom! Otra vez. Sudor frío comenzó en mi cuerpo, la ansiedad picaba
mis sentidos.
Caminé hacia la parte trasera de la casa, de pie contra la pared, mi
teléfono en mi mano derecha listo para llamar.
A los pocos segundos estaba avanzando lentamente en mi camino
desde el porche frontal a la parte trasera, donde obviamente estaba la
fuente del sonido.
Página
Silencio. Tranquilidad. Quietud.
52
El ruido en auge se detuvo, ningún otro sonido impregnaba el aire.
Mi mano estaba temblando, mis nervios bloqueados en pánico.
Realmente debería llamar a la policía.
¿Qué pasa si la vieja casa de Brynn era ahora un hervidero de armas de
destrucción masiva y estaban probando armas ilegales aquí?
Contrólate, Ava.
Al doblar la esquina, vi tres extra pesados y extremadamente enormes
neumáticos en el suelo, montado uno encima del otro. No había nadie a
la vista.
¿Qué…?
—Princesa remilgada.
—¡Eeekk! —El grito surgió desde la parte superior de mis pulmones,
con mi teléfono cayendo de mi mano, mis piernas temblando,
sintiéndome ingrávida.
Reconocí la voz, pero en algún lugar entre mi curiosidad, el miedo y la
anticipación, perdí la habilidad de decirle a mi cerebro que la persona
pronunciando mi nombre me era familiar.
—¿Qué estás haciendo aquí? —Su voz era fuerte contra mis oídos, pero
mi mente se negaba a hacer la conexión.
—¡Eeekk! —Solté otro grito ensordecedor.
Una gran mano se cerró alrededor de mi boca. Otra mano envolvió mi
cintura. No luché contra ella. No podría. No cuando he esperado y
querido esto por tanto tiempo.
—Voy a quitar mi mano ahora, así que por favor no grites más. —Su
orden ronca rompió mi confuso estado de pánico.
Volvió lentamente mi cuerpo hacia él. Estaba tan avergonzada de mí
misma, tan fuera de lugar gritando, que mantuve mi cabeza baja.
Página
Miré primero sus zapatos negros de correr, luego sus fuertes y
musculosas piernas, cubiertas por pantalones cortos verde oscuro que
53
Podría morirme de vergüenza en este mismo lugar.
iban muy por debajo de sus rodillas y ceñidos en su cintura. Despacio
dejé que mi mirada viajara por su cuerpo: seis sólidos, no, más bien
como un paquete de ocho, de músculos abdominales que ondulaban en
el brillo y el sudor; la piel en la parte superior izquierda de su
estómago aún oscurecida y magullada por la lucha, sus bíceps y anchos
hombros bien definidos con el espectáculo de músculos
impresionantes. Un tatuaje de un nudo celta acordonaba su brazo
derecho, su sello de lealtad, su marca de compromiso. Lo reconocería
en cualquier lugar.
¿Por qué tiene que estar siempre desnudo? ¿O semidesnudo? Gah, la
última vez que lo vi, en la ducha de los hombres después de su pelea,
cosa que no debería haber ido en primer lugar, me las arreglé para
echar un vistazo a su enorme y abultada erección. Tuve que,
físicamente, refrenarme de ir abajo en mis rodillas y adorarla con mi
lengua. Nunca lo había hecho, ni siquiera realizado ningún tipo de
satisfacción oral a nadie, pero este hombre: él es la encarnación física
de mi personaje favorito en la Ilíada, Aquiles. Es también igual a Aquiles
en su rabia.
Mis ojos se perdieron en el hilo de sudor que humedecía su piel
bronceada, mordí mi labio para detener a mi lengua, otra vez, de
querer lamerlo.
En serio, Ava, necesitas ir a dormir.
Página
Él estaba diciendo algo, pero todo lo que podía ver era su ancha
mandíbula, labios gruesos y nariz prominente. Los dioses griegos no
podrían envidiarle nada. Su pelo oscuro estaba más corto, los lados un
corte afilado. Era un chico extremadamente guapo. Había conocido a
un montón de chicos atractivos, pero Milo, digo a mi traidor corazón y
líbido, fue el hombre que causó que mi corazón revoloteara fuera de
los gráficos. Es el chico que quería patear en la ingle y acomodar en mi
seno al mismo tiempo. ¿He dicho seno? En serio, esta proximidad a él
estaba haciendo un daño irreparable a mis neuronas. Es mi Aquiles, mi
perfección masculina. Y sus ojos, que estaban perforando agujeros en
54
Obviamente la falta de sueño estaba afectando a mis acciones y mis
pensamientos.
mí con una indescifrable expresión justo ahora, son la flecha que
envenenó mi corazón impidiendo desear a cualquier otro hombre.
Cuando me miré en sus impresionantes profundos ojos verdes, el color
tan raro como el jade de mi madre, capturé un vistazo del honorable,
más cariñoso, sobreprotector hombre que alguna vez he conocido.
Siempre lo admiré cuando era una niña pequeña. La forma en que él
amaba a su madre, padre, Brynn, y su tía Margie.
Cuando tenía quince años, le dio un puñetazo a un chico por
insultarme, quien me había llamado puta estirada a mis espaldas. Milo
no sabía que yo me había enterado. Mi compañera de clase en
Gobierno Americano y Economía, Myra, me dijo durante el almuerzo
que Milo se metió en una pelea con Ledger, una pobre excusa para un
chico que me seguía alrededor, pretendiendo ser mi amigo, y cuando
me negué a besarlo, comenzó a esparcir rumores sobre mí. En ese
momento no sólo lo admiré. A una edad tan joven, sabía que si me iba a
enamorar, quería que fuera de alguien como él.
Página
55
O tal vez de él.
Traducido por nelshia y Lola Irina
Corregido por aniiuus
¡M
Milo
enos mal!
Mis hombros ardían por culpa de los 270 kg de neumáticos
que levanté y cambié una y otra vez.
Las tres últimas veces hicieron un estruendo cuando los apilé uno
encima del otro. La pila se veía prolija hasta que el neumático de la
parte de arriba se tambaleó y cayó y otro lo siguió. La tensión de dolor
y la de los músculos en mi cuello y los hombros era algo a lo que estoy
acostumbrado.
Página
Después de correr durante una hora y tomar un descanso de lanzar los
neumáticos, golpear un saco de arena y fibras sintéticas sonó como una
brisa. Conocía la fuerza y el poder de mi cuerpo. He empujado mis
límites cientos de veces. Cuatrocientas flexiones, doscientas lagartijas,
y cuarenta combinaciones de pesas en prensas de banco eran meros
ejercicios de calentamiento. Las personas que llamaban gays a los
nadadores eran unos nenazas. Podía lanzar un golpe tan bien, o incluso
56
Cuando estaba nadando, el Entrenador Trevails incorporó
entrenamiento de fuerza en mi régimen de entrenamiento. Me ayudó a
mejorar mi fuerza de salto vertical y quitó algunos preciosos segundos
de mis tiempos de inicio. Ahora, como un luchador, me hizo dar la
vuelta a tipos que eran el doble de mi tamaño fácil y casi sin esfuerzo.
Qué tan grande era un tipo no me asustaba. Podrían ser quinientos
kilos más pesados que yo, pero no importaba. Lo que importaba era la
forma en que luchaban, si podían golpearme, o incluso arreglárselas
para atraparme con la guardia baja.
mejor que Manny "Pacman" Pacquiao1. Sin faltar el respeto al hombre,
pero su ex sparring fue mi entrenador de fuerza y acondicionamiento
físico y fue el que estigmatizó ese pensamiento en mi cabeza. ¿Los
luchadores de artes marciales mixtas en la televisión? Mierda. Yo
podría haberme convertido en uno de ellos si lo hubiera querido. Era
cinturón negro en Taekwondo a la edad de ocho años, gané tantas
competiciones de la Asociación Americana de Taekwondo como
competiciones de natación en EE.UU. Simplemente me encantaba estar
en el agua más que romper losas de hormigón.
Un movimiento en el lado de la casa llamó mi atención. Nadie debería
estar aquí. Después de dejar caer el último de los neumáticos,
rápidamente corrí hacia el lado donde vi que algo se movía.
Una figura femenina con el pelo largo y oscuro, vestida con una bata de
color azul oscuro, se puso de pie en el lado con un teléfono casi
cayendo de su mano.
¿Qué demon…
—Princesa remilg… —comencé, de pie detrás de ella. ¿Qué estaba
haciendo aquí? ¿Por qué llevaba puesta ropa quirúrgica? ¿O ropa? Más
de la mitad del tiempo ella estaba vestida con algún vestuario muy
ceñido que un mosquito tendría suerte de salir con vida si de alguna
manera quedaba atrapado en el interior de uno de sus vestidos.
Su cuello giró, sus ojos grises se abrieron en estado de shock, y un grito
ensordecedor salió de su boca.
—¿Qué estás haciendo aquí? —le pregunté, con la esperanza de dejar
que mis oídos se recuperasen de los daños que podría haber causado.
—¡Eeekk! —Otro sonido chirriante llenaba el aire. Mierda. Si no
estuviera muriendo por mis costillas magulladas, estoy bastante
seguro de que mis oídos tendrían una hemorragia por sus gritos
estridentes.
Manny «Pac-Man» Pacquiao: boxeador profesional, actor, cantante y político filipino. Es el actual
campeón mundial de peso wélter de la Organización Mundial de Boxeo.
Página
1
57
Puse una mano sobre su boca. Una boca que se sentía tan suave contra
mi mano áspera, y susurré:
—Voy a quitar mi mano ahora, así que por favor no grites más.
Ella asintió con la cabeza y la bajó. Mientras giraba su cuerpo
alrededor, mi otra mano sentía la caída de su cintura, e inhalé un floral
aroma femenino. Su cabeza estaba todavía abajo. Tal vez estaba
tratando de recuperar la compostura. Miré su perfil, tomando nota de
los mechones desordenados de pelo salvaje que colgaban alrededor de
su rostro; sus oídos color rojo remolacha, los diminutos pendientes de
diamantes destellando brillantemente contra el color de su sonrojo.
—Ava, princesa remilgada, soy yo... —murmuré. Tal vez la había
enviado en estado de coma.
Levantó lentamente su cara, y en el segundo que sus ojos grises se
encontraron con los míos, joder, yo había visto a las mujeres mirarme.
Yo no soy un tipo de mal ver. Nunca fui el tipo de chico obsesionado
por la apariencia.
Mi cara era sólo eso, una cara; completa, con ojos, oídos, nariz y boca.
Pero Ava, la forma en que sus labios se separaron, el ardiente calor en
esos ojos por lo general fríos, el rojo tiñendo sus mejillas, ella me
estaba mirando con completo deseo sin adulterar.
¿Tal vez ella estaba imaginando un tipo diferente en este momento?
Ella nunca me miró de esta manera.
Ella lamió sus labios, su lengua rosada rodando alrededor de ellos, el
acto inocente enviando un rayo directamente hacia abajo a mis bóxers.
Antes de que pudiera pensar dos veces sobre ello, mi mano se desvió
de su cintura a su culo, y apreté.
—Milo... —susurró. Con mi otra mano aún en su rostro, presioné un
dedo en su labio inferior, con su cara apasionadamente roja ahora.
Sentí el calor proveniente de su respiración, ella olía a fruta prohibida:
naranjilla, mentolado, fresco.
Página
58
—¿Qué quieres? —le pregunté, mi cuerpo ardía caliente y mi pene
podría martillar clavos en este momento con lo duro que estaba.
Ella cerró los ojos, las largas pestañas descendiendo, y volvió su
mentón hacia arriba. Con voz temblorosa, dijo:
—Bésame.
¿Besarla?
Era una petición tan simple, pero mi cuerpo obedeció como un
mandato.
Mis labios se posaron en los de ella en un segundo, suavemente al
principio, familiarizándose en sus capas suaves. Cuando mi lengua
comenzó a hacer su aparición, ella abrió su boca y me invitó a entrar.
Succioné la piel y ella respondió con un gemido contenido.
Me di cuenta que sus ojos aún estaban cerrados, así que murmuré con
fuerza contra sus labios.
—Abre los ojos. No quiero que imagines a otro tipo cuando te estoy
besando. —Esta fue la única explicación que se me ocurrió para qué
ella tuviera los ojos cerrados. Ava y yo nos hemos mantenido un brazo
de distancia el uno del otro a lo largo de los años. No demasiado lejos. Y
definitivamente tampoco demasiado cerca. Ella nunca dio ninguna
indicación, ninguna señal de que ella me querría de esta manera.
Sus ojos se abrieron, el lacerante gris penetrando.
—Sé que eres tú —dijo ella, su boca dejando la mía, una pérdida contra
la que mi cuerpo se rebeló. Y añadió:
—Yo siempre he sabido que eras tú.
Ella aplanó sus manos en mi pecho, el sudor salía de mí como una
fiebre altísima, mientras mi mano exprimía su culo apretado,
atrayéndola más cerca de mí, dejándola sentirme, sentir mi deseo
inequívoco por ella.
Página
—Vamos a llevar esto dentro.
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Ella apretó sus caderas contra las mías y yo quería desgarrar la bata
que cubría su cuerpo. La insté, mi voz probablemente sonando como el
tipo más cachondo en el universo.
El calor entre nosotros probablemente podría provocar un incendio de
escala diez.
Dejé a mi mano hundirse en su pelo suavemente, las trenzas
sintiéndose sedosas, más suave de lo que pensé que serían. Las
emociones en su rostro reflejaban la indecisión, confusión, deseo y
necesidad. Ella respondió con un nudo en la garganta.
—Me tengo que ir.
¿Así que esto es? ¿Ella consiguió una probada de mí y ahora ella quiere
irse?
Al diablo con eso.
Lo siento princesa, no consigues provocarme y dejarme colgado.
Página
Estábamos en una batalla frenética de lenguas y labios mientras nos
llevé a dentro de la casa, sin perder el paso hacia el sofá. Mi espalda
golpeando el sofá, sus ojos eran salvajes, sin inhibiciones, mientras se
sentaba encima de mí. Su pecho se levantó en respiraciones irregulares
mientras su boca convencía a mi lengua para ahondar más
profundamente. Ella empujó contra mi pecho, su rostro dejando el mío,
exponiendo la extensión cremosa de su cuello. Mi lengua probando el
costado de su cuello y orejas. Incluso ahí, su sabor era celestial. Su
respiración se relajó contra mi boca, que estaba explorando su cuello
hasta la pequeña inmersión poco profunda entre el cuello y la clavícula,
mientras yo tiraba de la parte superior de su uniforme azul oscuro a un
lado con mis dedos. Seguí besándola, rozando su cuello con mis dientes
y mi lengua una y otra vez, hasta que de repente sentí su cuerpo
60
Bajando mi otra mano a su trasero, cogí el teléfono que se le cayó a sus
pies, la sopesé y la levanté. No tenía más remedio que envolver sus
piernas alrededor de mí a menos que quisiera caerse. Puse mi boca
contra la de ella, su pelo cayendo sobre mi pecho, sus manos rodeando
mi cuello en un abrazo apretado. Seguí lamiendo sus labios, chupando,
ordeñando su lengua, su cuerpo volviéndose dócil a mis demandas. No
la dejé recuperar el aliento. Podía aguantar la respiración por un largo
tiempo. Sólo cuando ella apretó su agarre sobre mis hombros la dejé a
tomar aire.
relajarse por completo en mi contra. Sus manos aflojaron su control, y
si sus piernas no estuvieran bajo mi culo ella se habría caído.
Alcé la cabeza para mirarla, estabilizándola con mis manos en ambos
brazos, preguntándome qué demonios estaba pasando. Esta vez, sus
ojos estaban completamente cerrados, su rostro tranquilo, y una
pequeña sonrisa adornaba su boca.
De puta madre, acabo de poner a una mujer a dormir.
***
—¿Lo estás haciendo bien? —preguntó Bob, la enfermera que usaba
ropa quirúrgica de color gris oscuro, mientras revisaba el flujo de
sangre que salía de mi brazo hacia la bolsa en la se estaba filtrando.
—Sí, estoy bien —le contesté. Me sentía bien. Había cogido un montón
de barras de proteína y empujado un vaso de la mezcla de bebida de
proteína por mi garganta antes de salir corriendo hacia aquí.
Inclinando mi cabeza sobre la almohada, sabía que el techo de esta
unidad móvil sería la única cosa que miraría por la siguiente media
hora. La mayoría de las veces sólo tomaba quince minutos, pero en mi
cabeza tomaba una eternidad.
Una eternidad estaba bien. Mientras sea capaz de hacer esto, siempre y
cuando mi cuerpo lo permita, podría hacerlo para siempre.
Levanté la cabeza en alto, mirando a Lorraine, la enfermera mayor, que
está a cargo aquí, dándole una sonrisa. Llevaba un pequeño cartón de
jugo de naranja. La última vez me dio una bebida con sabor a arándano.
Sabía a mierda, pero parecía hacerla feliz cuando me lo bebí, así que lo
hice.
—Aquí está tu regalo por el día, joven.
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61
—¿Qué? ¿Está segura? Me prometiste champagne la última vez —
bromeé, reprimiendo una sonrisa—. Esto es inaceptable. Debes tratar a
tus clientes regulares mejor que esto.
Ella soltó una carcajada, Bob y la señora mayor, también un donante de
sangre, que se mantuvo echándome miradas a escondidas y ahora
estaba leyendo una revista, se unió con ella en la risa.
Bob, caminando hacia la máquina que contenía un montón de equipo
médico, dijo:
—De acuerdo, eres un regular. La próxima vez nos aseguraremos de
contar con champagne para ti.
Asentí con la cabeza, sonriendo.
—Sí, sí... Promesas, promesas.
Las promesas no sostenían nada, sin valor para un montón de gente.
Pero lo hacían para mí, en gran medida. Antes de que mi hermana
fuera diagnosticada con osteosarcoma2, la tía Margie y yo habíamos ido
a muchas visitas a urgencias porque ella había tenido estos enormes
moretones extraños, en las rodillas, los codos y las piernas, sin nadie
poniéndole la mano encima. El diez de marzo, el día en que nuestros
padres murieron en un accidente durante un paseo en barco, fue el día
en que yo creí que Dios no existía. Ningún Dios sería tan cruel como
para dejar dos buenos niños huérfanos y solos en este mundo. El doce
de enero, el día en que Bee, después de un médico le había
diagnosticado con osteosarcoma, fue aceptada para un ensayo de
investigación, fue el día en que yo creí que había un Dios de nuevo.
Ningún Dios habría sido tan cruel como para alejar a mi hermana, la
única conexión que tenía con mis padres, mi herencia, de mí.
Osteosarcoma: cáncer óseo que aparece por lo general en cualquiera de los extremos de la
diáfisis de un hueso largo; también llamado osteoma sarcomatoso.
Página
2
62
¿Bee? Ella es la persona más fuerte, la mujer más resistente que
conozco. Incluso cuando ella tuvo que pasar por rigurosas
quimioterapias, la infección bacteriana que la marcó de por vida, los
interminables canalizaciones intravenosas, se las arregló para
consolarme, me decía que ella estaba bien, a pesar de las muchas
lágrimas que se habían derramado por su carita. Ella ha tenido muchas
transfusiones de sangre de desconocidos que nunca he conocido;
extraños que no tenían ni idea de lo mucho que mi hermana significaba
para mí. Así que tan pronto como cumplí dieciocho años, el día después
de su cumpleaños, fui al centro de donación de sangre más cercano y
no importando en qué ciudad estoy, hago una visita cada dos meses.
¿Que era una bolsa o dos o tres de sangre? Mi cuerpo la repone cada
mes más o menos, de acuerdo con una de las enfermeras con la que
había hablado antes.
Una vez, un hombre de mediana edad, me dijo:
—Usted sabe, muchos hombres tienen miedo a las agujas. —También
iba a donar sangre en la unidad móvil en la Donación de la Cruz Roja en
la Universidad de Connecticut.
Me encogí de hombros ante él.
—Sí, supongo.
¿Inyecciones? Por supuesto que duelen cuando te tocan la piel. ¿Pero
asustado? Asustado es cuando ves a tu hermana convertirse en alguien
tan frágil como una maldita muñeca de plástico a la que ni siquiera
puedes abrazar porque se lastimaría o sus huesos podrían romperse.
Asustado es cuando recibes la noticia de que tu tía, la persona que te
tomó después del accidente de tus padres, había tenido un choque
frontal con un conductor ebrio. Así que, ¿las agujas? No hay razón para
estar asustado por ellas.
Ahora, si tuviera que ser honesto, una cosa que probablemente me
estremecería y me asustaría es cuando un médico mete un dedo o dos
en mi trasero, en uno de esos reconocimientos de salud que Bee dijo
que un chico debe hacerse. Mierda. Espero que mi trasero ya no tenga
los nervios para sentir si alguna vez necesitaba ese examen o sólo
correré fuera de la maldita habitación.
—Casi hecho —dijo Bob, comprobando la bolsa de sangre que colgaba
en un poste pequeño, el líquido tan precioso, tan vital para la vida.
Página
Sus ojos marrones sonreían mientras empezaba a contarme sobre su
viaje: cómo disfrutaban de la tradicional cocina mexicana, visitó
63
—Genial. ¿Cómo fueron tus vacaciones, hombre? —lo interrogué. La
última vez que vine, él había mencionado que iba a un viaje a Puerto
Vallarta con su esposa y dos hijas.
lugares turísticos y nadó en las playas. En la mención de la natación, mi
cuerpo se tensó, lo suficiente tenso para que se mostrase en mi cara y
dijese:
—Lo siento. Sé lo difícil que debe ser para ti.
La señora mayor en la otra cama, levantó la cabeza.
—Pensé que te reconocía. —Sus cejas pobladas se arrugaron—. Eres
Milo Tanner. El tipo que le tendió una trampa a Kieran Stone por
drogas.
Tomé un trago en seco, mi cara, una máscara de indiferencia cuando le
contesté a Bob.
—Está bien. No es tu culpa. —Él probablemente estaba pensando que
me descubrió a la mujer o alguna mierda como esas, ni siquiera era
verdad. Incluso si lo fuera, no era su culpa. Todo fue mi error. Es mi
culpa. Todo mi maldito error.
***
—Hola —le dije mientras presionaba el botón de la función Bluetooth
de mi auto.
El tráfico era ridículo. Incluso las calles secundarias estaban obstruidas
con los conductores lentos. Mierda. Quería llegar a casa antes de que
ella se fuera.
—Ya está en la cuenta ahora —confirmó Dia—. Acabo de comprobar y
ciento cincuenta mil dólares fueron depositados.
—Bien, bien —le contesté, el alivio evidente en mi voz.
—¡Mierda! —grité, mi pierna empujando duro el freno.
Página
—Está bien. —Eso es bueno. Seis meses era un largo tiempo. Esto
significaría que la tercera parte los trabajadores de tiempo parcial no
serían despedidos y que los niños que dependen de la fundación no
serán denegados.
64
—Es dinero suficiente para mantenernos operacionalmente por seis
meses.
—¿Qué? —preguntó Dia preocupada—. ¿Qué está pasando?
—Lo siento, sólo un idiota pisó los frenos delante de mí —murmuré. Mi
sangre estaba calentándose por los conductores irresponsables que no
indican cuando cambian de carril.
—Oh, cariño —arrulló ella —. Recuerdo lo enojado que te pones con el
tráfico.
—Dia, mira, escucha, y métetelo en tu cabeza. —Apreté la mandíbula y
golpeé mi mano en la rueda—. He terminado contigo. Hemos
terminado. No vamos a volver a estar juntos. Nunca. —Tal vez después
de repetírselo por enésima vez, ella lo superaría.
Oí su respiración pesada por teléfono.
—Milo, lo siento. ¿Cuántas veces tengo que decirte que lo siento?
—Dia. Te lo dije, yo te he perdonado. —En una exhalación exasperada,
continué—. Es que no puedo sólo olvidarlo, ¿bien? Hemos terminado.
En el segundo que se acostó con Kieran, habíamos terminado. En el
minuto en que ella me mintió acerca de que Kieran la sedujo, incluso
tal vez obligándola a acostarse con él, no había manera en que alguna
vez volviera a confiar en ella como una novia. Como contadora, era
genial. Me envió un informe semanal sobre lo que la fundación estaba
haciendo. Pensó que estando como administradora de la cuenta en la
Fundación de Niños me haría regresar con ella de nuevo. No fue así.
Ella guardó silencio durante unos segundos, y entonces dijo:
—Yo te amaba, lo sabes.
—Por un tiempo —estuve de acuerdo cuando aceleré en el carril
rápido. Ahora el tráfico se estaba abriendo. ¿Lo qué debería haber
tomado veinte minutos estaba ahora tomando el doble de tiempo?
Página
65
—No, realmente lo hice, Milo. —La resignación nubló su voz—. Sólo...
Sé lo que hice. Yo no pienso que él incluso supiese quién era yo. Pero él
es un buen chico. Nunca hizo nada para herirme.
Hay rabia y luego está la rabia. No fue difícil para mí creer que Kieran
haría lo que Dia me hizo creer. Durante muchos meses, yo albergué
pensamientos desagradables acerca de quemar a Stone sobre un
maldito árbol. Pero perteneciendo a la sociedad civilizada en la que
vivimos, no podría hacer eso. Pero me aseguré de que él sufriera. Cada
vez que lo veía en el vestuario o en la piscina, no oculté mi odio, mi
enojo hacia él. Las mujeres tenían el poder de hacer a los hombres
creer cualquier cosa. Le di a Dia ese agarre, ese poder sobre mí. Ella me
cegó como un maldito ratón y si no fuera por la amenaza de que la
fundación que se iría a la bancarrota y la pérdida de su trabajo, ella
nunca me hubiera dicho la verdad. No confío en ella. No creo que
vuelva a confiar en una mujer de nuevo.
—Sigue adelante, Dia —le aconsejé, y las palabras salieron de mi boca
de forma casi automática, robótica. Yo le había dicho esto muchas
veces ahora—. Nunca voy a regresar contigo. Lo que tenemos ahora es
una relación de negocios. Y si cruzas la línea, no tengo ningún
problema en darte dos semanas de pre-aviso.
El silencio llenó el coche.
—Bueno, es sólo que... —Su voz empezó a romperse—. Yo siempre te
amaré, Milo. Desearía nunca haber hecho lo que hice. Te veré en tres
semanas.
Ella vivía en San José ahora. Se mudó allí después de la universidad.
Ambos planeamos mudarnos allí después de la universidad. Pero los
planes cambiaron. Cuantas cosas habían cambiado.
—No tienes que estar aquí para cada pelea. —Traté de disuadirla. Ella
no era necesaria aquí. No la necesito aquí—. Ni siquiera estoy seguro
de si voy a estar peleando. Depende de a quién escojan.
Página
Miré el tablero del coche. 130 Km. Yo estaba conduciendo muy rápido.
Tal vez ella aún estaba dormida. No quería dejarla, pero tenía una cita
con la Cruz Roja.
66
—Puede que no me quieras más, pero voy a estar allí, Milo —dijo con
firmeza.
—Está bien. Sólo no esperes nada más de mí. —Mis palabras salieron
con firmeza. Cuándo rompes el corazón de alguien, los fragmentos, las
piezas rotas permanecen tirados en el suelo. Esperas que la persona
que te rompió el corazón sea el único que te ayude a poner las piezas
todas juntas de nuevo y lo hice por Dia una vez. Ella rompió el mío y
rompí el de ella, y juntos tratamos recomponer nuestros corazones.
Pero no lo voy a hacer otra vez. No por ella. No por nadie más. Nunca.
***
El reluciente blanco Tesla no se veía por ningún lado.
Antes de que hubiera dejado la casa, la había llevado a mi dormitorio.
Era la única habitación en la casa que estaba limpia y habitable. Ella
pesaba prácticamente nada, y mientras dormía era hermosa. ¿Cuándo y
dónde diablos empecé a pensar en ella como hermosa?
Desde que tu boca tocó la de ella, idiota.
El aroma floral de Ava permaneció en el aire y en el lado de la cama
donde la había dejado estaba todavía sangrando de su cuerpo yaciendo
ahí.
Tuve que borrar ese beso, borrarlo de mi memoria, o de lo contrario
estaría masturbándome con su olor.
Página
Me quité el vendaje de compresión en mi brazo derecho y vi que no
había sangrado ni nada. Había donado sangre suficientes veces para
saber que al cabo de media hora estaba bien para quitarlo. Dejé caer
mis llaves en el pequeño escritorio y me desplacé por la pantalla de mi
67
La idea de masturbarme con su imagen me puso duro. Mierda.
Necesitaba ir a una cita o algo. Ha pasado demasiado tiempo desde que
había tenido relaciones sexuales. Conocía a chicos que ahogaron sus
penas en un montón de coños sin sentido. ¿Cuál era el punto?
Probablemente podría masturbarme mejor que tener sexo sin sentido
aleatorio. Añádele las tendencias alarmantes, fotos de enfermedades
de transmisión sexual y el video que había visto de la enfermería de
Bee fueron suficientes para cubrirme o simplemente dejar de joder con
una mujer a la que no he tenido la oportunidad de conocer.
teléfono. No había llamadas. Cuando Ava se quedó dormida llamé a su
teléfono desde el mío para que tuviera mi número y le envié mensajes
de texto también, en caso de que ella se despertara antes de que yo
volviera.
¿Así que esa es la forma en que deseas jugar, princesa? Bien.
Me dirigí a la cocina, mi teléfono en mi mano derecha, agarré un
plátano de la mesa, y me senté en el sofá. El canal surf sonaba bien
ahora mismo.
Al detenerme en un viejo canal de películas, dejé que mi mente se fuera
a la deriva sobre lo que sucedió hoy.
Probablemente era un engaño. Ava estaba tan cansada que estaba
soñando con otra persona cuando me besó. Tal vez un maldito príncipe
rana o alguna mierda. La mayoría del tiempo, cuando estaba con mi
hermana, ella también estaba allí. La he oído hablar de chicos griegos o
algunos modelos rusos. Ella iba por ese tipo de chicos con dulces ojos,
aunque en realidad nunca he oído hablar de ella saliendo con nadie. No
es que me importara.
Ahora sólo el pensamiento de presionar sus labios suaves contra otra
persona me hizo apretar la mandíbula con tanta fuerza que podría
haberme roto un hueso facial. ¿Quién piensa que es? ¿Toda elevada y
poderosa? ¿Sólo porque es rica y toda esa mierda? Su padre me había
advertido contra estar en cualquier lugar cerca de ella. Él no tiene que
advertirme. Seguro como el infierno que no la iba a tocar de nuevo. La
idea de no tocarla otra vez, era suficiente para hacer que el dolor de los
nudillos me hiciera querer golpear y tirar algo contra la pared.
Hombre, me estaba arruinando.
Página
68
De alguna manera, viéndola en bata la hizo parecer asequible, accesible
y tocable. No, esa no era la razón por la que la besé. La besé, porque no
podía detenerme a mí mismo. En sus ojos, vi el deseo... y el anhelo.
Como si ella hubiera querido que la besara durante mucho tiempo.
2 Chainz y Wiz Khalifa con We Own It seguido de un movimiento
vibratorio me hizo levantar mi teléfono, que había puesto en la
pequeña mesa de madera hay delante mía.
Era un mensaje de texto.
Leif: ¿Estamos en ello?
Yo: Sí. ¿Está claro?
Leif: Sí. Vamos a reunirnos.
Yo: Genial.
Leif: ¿Hacemos puenting?
Yo: Bien. Suena bien.
Leif: ¿Todavía estás vivo?
Yo: ¿Qué piensas?
Leif: ¿Tú, todo Rocky y la mierda ahora?
Yo: ¿Por qué no vienes y lo ves por ti mismo?
Leif: Confía en mí, amigo. Sé cómo te sientes. Rocky no tiene nada que
envidiarte. Encantado de saber que todavía estás de pie.
Yo: Voy a estar de pie hasta el final.
Leif: Sí. Lo sé. Oye, tu hermana está preguntando por ti.
No le respondí.
Leif: La vi en un evento de caridad con Stone. Ella dice que no contestas
sus llamadas.
Una vez más, no respondí el mensaje de texto.
Leif: Ella te extraña amigo.
Página
Leif: Ella es feliz. Él la está cuidando bien.
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Yo: Sólo estoy ordenando mi mierda.
Su declaración trajo un consuelo inexplicable y paz a mi desordenada
cabeza. Sin querer, había visto una parte de la cobertura de los medios
acerca de Kieran cuando hojeé los canales deportivos. Durante una
entrevista en particular con Camryn Michaels, el dedicó su triunfo a mi
hermana. Nunca supe que él hablara sobre sus sentimientos en la
televisión, pero vi lo mucho que la amaba. Habló de Bee como si ella
fuera su mundo. Y me hizo sentir aún más como un pedazo de mierda
de lo que ya era. Y merecía que estuviera expulsado del deporte que
amaba, el deporte que yo necesitaba como necesitaba mi próximo
aliento. Kieran no merecía la mierda que le hice pasar.
Leif: ¿Estás ahí?
Yo: Sí.
Leif: Habla con ella.
Yo: Con el tiempo.
Leif: Bien.
Yo: Bien.
Me tendí en el sofá, doblando el brazo derecho debajo de mi cabeza.
Leif tenía razón. Debería hablar con Bee. Sólo necesitaba tiempo.
Tiempo para encontrarme a mí mismo, porque a veces ni siquiera sabía
quién era. No era el hombre que mis padres me educaron para ser,
causando deshonra en el apellido. Mi padre provenía de una familia
apreciada en Italia, y me crió para ser un hombre honorable. ¿Dónde
está mi honor ahora? ¿Dónde están las costumbres, los valores que
Grisella y Amadeo Tanner infundieron en mí desde que era un niño?
Un pitido interrumpió mis pensamientos.
Era otro mensaje de texto. De Dia, dejándome saber que ya reservó un
vuelo para la próxima lucha.
Página
Demasiado malo que la princesa remilgada no llamó ni me envió un
mensaje de texto. Pero, ¿y si ella lo hiciera? ¿Qué pasaría entonces? Ava
y yo nunca sucederá. No importa si ella me besó como yo nunca he sido
70
Lo ignoré.
Página
71
besado. Me miró como si yo nunca hubiera sido visto. Ella tenía un
lapsus momentáneo de cordura, de juicio, por lo cual hizo lo que hizo. Y
mientras estoy bajo la nómina del su padre, no podía, no debería
convertir en oportunidad nada que la relacionara a ella. Había sido
advertido por Maxwell, el hombre que sostiene el destino de la
fundación que construí para mi hermana, el legado de mi familia en sus
manos por alejarme de su hija, la heredera de su imperio.
Traducido por Apolineah17 y Lola Irina
Corregido por Helen1
D
Ava
urante las últimas tres semanas había estado volando sin
parar. Madrid. Alemania. Irlanda. El eje principal del negocio
de mi padre podría estar en Las Vegas, pero su poder llegaba a
todo el mundo. Y él tenía que mantener ese poder, esa presencia, así
podría seguir siendo relevante. Cené con un miembro de la familia real
en España, me mezclé con los hombres de negocios de la Bolsa de
Frankfurt, y atendí un evento de recaudación de fondos para promover
la sustentabilidad de recursos en Dublín. Cada evento era un evento
publicitado. Todo ello dirigido, controlado y orquestado por mi padre.
Me había divertido en cada uno de ellos. Conocer gente nueva y viajar a
diferentes países y localidades era estimulante. Sólo deseaba que mi
padre fuera lo suficientemente considerado para preguntar por mi
disponibilidad, así no tenía que cancelar mis planes previos de trabajo
en el hospital o para pasar tiempo con mi madre. Pero él no se
preocupaba por eso. Nunca lo hacía. Para él la educación no era un
activo importante. Menos mal que mamá luchó para que fuera a una
escuela pública en lugar de ser educada en casa. Sino no habría
conocido a Brynn en primer grado.
Página
—Sí. —Le di una sonrisa desdeñosa, tratando de contener mi bilis
retorciéndose dentro de mi estómago.
72
—¿Te divertiste en tu viaje? —preguntó Emmett, con sus ojos azules
de un tono más oscuro mientras se inclinaba en su silla para acercarse
más a mi oído. Él no tenía ni idea de que lo último que quería era
combinar los gratos recuerdos de mi viaje con esto.
Odiaba estar aquí. Odiaba ser testigo de esto. Iba en contra de mis
principios, de mis códigos morales. Pero no tenía elección.
—Le encanta viajar. —Mi padre, que pensé que no estaba escuchando
mi conversación con Emmett, se extendió en mi respuesta. Las luces se
habían atenuado hacía unos minutos, pero vi el brillo, el brillo
inquebrantable del gris de sus ojos. Su voz era modulada, dando la
impresión de que era feliz, incluso cuando no era cierto. Él
prácticamente me había encadenado para asistir a esto de nuevo. Sabía
que estaba furioso.
La primera vez que vi algo como esto, tuve mi cabeza agachada la
mayor parte de la pelea. No podía soportarlo, no podía soportar ver al
hombre que amaba, al único hombre que he amado, ser golpeado,
siendo reducido a participar en un deporte tan degradante. Si mi padre
no hubiera susurrado con dureza en mi oído izquierdo: “Vas a hacer
esto por ella” habría corrido fuera de este estadio en cuestión de
minutos, con o sin mis zapatos puestos, pero con toda mi dignidad
intacta.
El escalofriante estadio hecho de vidrio era una maravilla moderna. Mi
padre se había jactado de que al padre de Emmett le había tomado un
año construirlo. Con toda la tecnología y todas las complejidades que
reunía, fue… fue un proyecto enorme para la empresa de mi padre.
Página
Mi padre había exclamado a sus amigos, si podía llamarlos amigos:
“Este es el inicio de una nueva era en la lucha. Hay reglas mínimas, sin
árbitros visibles. Un luchador podría abandonar, renunciar pulsando el
botón rojo en su esquina. Hasta entonces, ellos pelearían hasta el final,
hasta que sólo haya un ganador. Por supuesto, no podemos dejar que
nadie muera, porque eso sería ilegal”. A lo cual se había encogido de
73
—Damas y caballeros, bienvenidos al Estadio de lucha la Próxima
Generación —anunció una voz computarizada, silenciando los susurros
y las charlas sin sentido dentro del estadio. Se suponía que tenía
capacidad para más de dos mil espectadores, pero durante el primer
año o más o menos, sólo los más ricos, los millonarios que podían
prescindir de al menos quinientos mil dólares sin parpadear, eran
invitados.
hombros como si no fuera importante. “Sin embargo, la computadora
determinará si los signos vitales y las lesiones están bien antes de que
el prestillo de seguridad sea abierto. Aparte de eso, el luchador podría
durar horas, con las temperaturas en la habitación variando
dependiendo de los comandos del ordenador”.
¿Cómo esto incluso no era sancionado? Pero antes de que pudiera
preguntarlo, miré alrededor del lugar: senadores, congresistas,
gobernadores. Una lista de celebridades, y de gigantes de Wall Street
estaban charlando y bebiendo bebidas de su elección, ocupados
desplazándose sobre el menú en las pantallas individuales de su
ordenador. No era difícil deducir por qué mi padre había alistado su
cooperación, su apoyo en esta nueva empresa, sin dificultad alguna.
Esta era la humanidad en su más enferma e inferior forma. El menú
constaba de combatientes, hombres que eran ex atletas y de alguna
manera fueron desacreditados en sus deportes predilectos. Un
levantador de pesas ucraniano que fue hallado positivo en drogas para
mejorar su rendimiento. Un gimnasta chino que había dicho algunos
comentarios racistas a un compañero competidor. Un israelí judío que
atacó a un árbitro. Hombres que estaban en su mejor momento, pero
que habían cometido errores, a sabiendas o sin saberlo, y se les
prohibió competir en su deporte. Mi padre era un hombre cruel y
brillante; un genio astuto, sabía que estos hombres se entusiasmarían y
babearían por su oferta. Pero, de nuevo, si él podía hacer lo que hacía,
lo que le hace a mi propia madre, a la mujer que decía que había
amado, entonces ¿qué lo iba a detener de obtener una ganancia de la
desesperanza, la codicia y la promesa de gloria de estos atletas
deshonrados?
—¿Por qué no estás eligiendo a un contendiente? —preguntó Emmett,
apuntando a la pantalla en frente de mí, la cual había entrado en
reposo.
Página
—No me he sentido bien del estómago en todo el día. —Quizás esta vez
mi padre me dejaría salir. Seguramente no había ninguna razón para
que me quedara. Por qué yo era necesitada aquí, me desconcertada. Él
74
Tragué saliva.
tenía aquí a todos y cada uno de los que podrían haber firmado y
aprobado cada uno de esos desagradables juegos.
—Oh, no —murmuró Emmett con simpatía—. ¿Te quieres ir? —Él
realmente era un buen tipo. Un día, una chica sería afortunada de
tenerlo.
—Ella se siente nerviosa, igual que la primera vez. —La voz fría de mi
padre nos interrumpió—. Ahora, elige tu opción, Ava, así el espectáculo
puede comenzar. —De acuerdo con la pesadumbre de la voz, la
computadora, la pelea no comenzaría hasta que todos los miembros de
la audiencia hubieran elegido un luchador. Los primeros dos miembros
escogidos por el público estarían enfrentándose en el cubo, donde sólo
nosotros, fuera del cubo, podríamos verlos. Ellos no tenían forma de
saber cuántos y quiénes los estaban viendo pelear.
—Si ella no se siente bien, Maxwell, puedo llevarla a su casa —se
ofreció Emmett, con su mano izquierda dando suaves golpes sobre mi
mano derecha.
—Mi padre tiene razón, Emmett —dije, tratando de sonar tan bien
como pude. Como apostador, mi padre sabía cómo embaucar; caía por
ello cada vez. Si me fuera a casa con Emmett en este momento, no me
sería permitido el acceso a mamá por unos cuantos días. Unos cuantos
días que significaban una interminable cantidad de preocupación y de
no ser capaz de sentir su tacto. Esos días podrían ser más largos si
tuviera que volar fuera del país de nuevo.
El pensamiento de no poder ver a mamá borraba cualquier resto de
ansiedad. Levanté el dedo y seleccioné a alguien al azar, ni siquiera me
molesté en mirar la fotografía del contendiente, sus estadísticas, ni el
tipo de arte marcial o la forma de pelear que utilizaba. Él era un
hombre al que yo estaba enviando a la guillotina, para ser golpeado y
pateado una y otra vez.
Página
Deseé que no fuera demasiado tarde para él cuando llegara ese
momento.
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Un día, padre, espero que veas los errores de tus formas de proceder. Ella
te amó. Siempre lo hizo. Al igual que yo.
***
La pelea había sido establecida.
A mi alrededor la sala se había vuelto completamente oscura. No vivía
en una cueva. Había visto videos de gente que peleaba, boxeaba, se
pateaba entre sí en el ring. Las multitudes en ese tipo de eventos eran
ruidosas, bulliciosas, alentando a un luchador contra el otro.
Simplemente no podía encontrar en mí la razón por la que la gente
apuesta por ver un aporreamiento contundente que por lo general
terminaba en sangre y violencia. Pero ¿quién era yo para juzgar? Estoy
aquí ahora. Mirando la misma cosa. En contra de mis propios deseos,
pero aun así mirando.
Mientras la voz generada por la computadora anunciaba la forma en
que la pelea iba a proceder, cubrí totalmente mis pensamientos con los
cálidos recuerdos difusos de mamá. En cómo pensaba ella que la
cachemira era la sensación más reconfortante en el mundo. En cómo se
reía de las cosas más inesperadas y tontas, una nube de forma graciosa,
un extraño nombre de calle, una señal de tráfico torcida.
Busqué los Tic Tacs sabor naranja dentro de mi bolso de noche. Si
puedes probar lo agrio, la sensación refrescante, la ráfaga de sabor y la
frescura de la menta golpeando la parte posterior de tu garganta,
significa que estás viva, mi querida Ava. Algo tan pequeño, inofensivo e
insignificante, pero esos pequeños y duros caramelos en forma
alargada. Me llevaban de regreso a misma; mi confianza, mi fuerza, mi
armadura. Mientras pudiera saborearlo, estaría viva.
—Él es un favorito del público… —El anuncio resonó por el silencioso
aire—. ¿Lo quieren de regreso? ¡Élllll está de regreeeeso! ¡En la esquina
azul… Milo Tanner!
Página
Mis manos empezaron a sentirse húmedas, frías, calientes, sudorosas,
todo al mismo tiempo. Froté las manos contra los asientos de cuero de
lujo. Todos deben amar el verlo pelear. Contra la gigante pantalla de
vidrio, sus estadísticas parpadearon; una pantalla que también servía
76
OhDiosohDiosohDios.
como una barrera de espejo falso separando a los combatientes de
vernos y oírnos.
MILO TANNER, Altura: 1.95 m, Peso: 99.79 Kg, Habilidades de lucha:
Taekwondo, kickboxing. Probabilidad de ganar: 50%
Él estaba de pie en sus pantalones cortos azules de kickboxing. Las
cámaras en el interior del cubo hicieron un acercamiento de su rostro,
la imagen más grande, emergiendo contra las cuatro esquinas del cubo.
Él parecía tranquilo. Mortalmente calmado. Ningún deje de emoción se
mostraba en su rostro, ni siquiera un movimiento en su barbilla, su
boca era una línea recta y fuerte… pero sus ojos… brillaban de color
negro. Cuando Milo estaba feliz, como yo lo había visto varias veces a lo
largo de los años, sus ojos eran de color verde hierba contra el cielo de
verano. Cuando estaba triste, como el día del funeral de sus padres,
eran pálidos, sin brillo, los colores diluidos por sus emociones. Lo había
visto irritado conmigo, pero aun así, sus ojos eran intensos de un
burlón verde. Ver su rostro transformado de esta manera era una
advertencia de la rabia que estaba a punto de lanzar.
—Ahora, damas y caballeros, vamos a ver si su ánimo se mantendrá en
pie. ¡En la esquina negra, se encuentraaaaa Marco “el Toro Brasileño”
Escarcha!
El otro luchador se levantó desde debajo del suelo en su propia
esquina. El hombre brasileño comenzó a mostrarse en los espejos de
vidrio.
MARCO ESCARCHA, Altura: 2 m, Peso: 111 Kg, Habilidades de lucha:
Capoeira. Probabilidades de ganar: 50%
El cubo destelló en negro y azul, seguido de un fuerte sonido.
Milo y el otro hombre estaban de pie en el centro del cubo y tan pronto
como el sonido se apagó, como señal del inicio de la pelea, el hombre
brasileño lanzó el primer puñetazo.
Página
77
Milo fácilmente lo esquivó, como si tuviera la capacidad de predecir lo
que el otro hombre estaba pensando. Su postura era relajada. Si no
hubiera vislumbrado sus ojos antes, habría sido engañada por el aire
de inquietante calma que él estaba emitiendo.
El otro chico seguía meciéndose hacia adelante y hacia atrás alrededor
de Milo, tratando de guiarlo hacia una esquina. Milo se mantuvo en
movimiento, evadiendo al hombre. A diferencia de los otros combates
de artes marciales, sólo había un mínimo conjunto de reglas en las
peleas de mi padre. Había oído hablar de ello durante la primera vez
que estuve aquí. Según las reglas, sin embargo, la pelea tenía que ser
observada, desde cualquier punto del ordenador, además de los tres
jueces en una habitación oculta, si consideraban que un movimiento
iba más allá del punto de seguridad o causaría graves lesiones, la pelea
sería detenida atacando al agresor con una corriente eléctrica
empotrada en los pisos para interrumpir el control voluntario de los
músculos, abriendo la jaula de cristal, o teniendo a uno de los jueces
introduciéndose a la jaula como medida de precaución.
Una de las reglas que recordaba era que no puedes golpear al oponente
en cualquier parte de la ingle, la columna vertebral o en la parte
posterior de la cabeza. Milo balanceó su mano izquierda y golpeó al
otro chico justo debajo del hombro, el golpe de su puño haciendo que
el otro luchador perdiera el equilibrio.
No era difícil de creer que Milo tendría éxito en cualquier deporte que
eligiera. Como nadador, a veces había parecido fuera de lugar en la
piscina. No debido a sus habilidades, pero si a causa de su cuerpo.
Normalmente los nadadores eran delgados y tenían miembros largos.
Pero Milo siempre había sido corpulento, su musculoso cuerpo
ocultando su rapidez y sus rápidos reflejos como relámpago.
Página
El otro chico hizo estas amplias patadas giratorias y dio un golpe a la
pierna izquierda de Milo. Milo cayó, su mano izquierda sosteniendo su
78
A hurtadillas le di una rápida mirada a papá y a Emmett; ambos tenían
su atención absorta, unida a la pelea, y sobre la lucha. El rostro de
Emmett hizo una mueca y volví mi atención de regreso a la plataforma,
la moderna arena de combate frente a mí. Yo estaba literalmente a seis
metros de distancia. Si no hubiera vidrio entre nosotros, Milo sería
capaz de ver que lo estaba viendo. Si le importara.
pierna como si doliera. Tuve el fuerte impulso de insertar una aguja en
el cuello del tipo brasileño que lo haría morir lentamente en agonía.
Apreté mis puños a mis costados, la preocupación por el bienestar de
Milo estaba siendo anulada por la furia que sentía por el otro chico que
le había hecho daño. ¿Cómo las madres veían pelear a sus hijos? ¿Cómo
las esposas o sus seres queridos podían ver a la gente que amaban
recibir un golpe, un puñetazo o patadas? Yo no era nada de Milo, pero
así era como me sentía. Nunca había sentido esta rabia abrumadora,
esta ira latente hacia alguien, pero ahora la sentía con toda su fuerza
hacia el hombre que atacó a Milo, hacia mi padre por permitir que
sucediera, y hacia Emmett por disfrutar viendo algo como esto.
Emmett murmuró:
—Creo que Tanner ha conocido su igual. —Mordí mi mejilla, incapaz
de decir nada.
Si lo hiciera, probablemente habría dicho: ¿Por qué no te metes ahí en
el interior con Milo, y yo estaría feliz de verlo golpeándote?
Milo aún estaba sosteniendo su pierna cuando el otro chico continuó
atacándole, pegándole, golpeándole.
—Haz que pare —susurré, sin saber si alguien me escuchó. Haz que
pare, por favor. Haz que pare.
Cuando el luchador vestido de negro parecía que iba a lanzar su golpe
final, una patada directa al rostro de Milo mientras estaba en cuclillas
en el suelo, los brazos de Milo atraparon las piernas del chico y lo
derribó.
Mi corazón surgió, mi espíritu se levantó, alivio y admiración se
extendió a través de mis poros.
Página
79
No importaba donde la vida me llevara, con quien terminara, o lo que
hiciera por misma para encontrar la felicidad. Cuando el cubo de cristal
aislado destelló verde, el hombre que estaba en pantalones cortos
azules, su rostro sin emociones y su cuerpo en una postura desafiante,
sus brazos levantados en señal de victoria, yo no era nada para él, pero
para mí, él era, siempre será, el hombre que amaba... y el hombre que
nunca me vería de la manera en que yo lo veía.
***
Buscando mis zapatillas negras, caminé apresuradamente hacia los
baños de hombres. Tenía que ver si estaba bien. Parecía que su pierna
estaba herida gravemente. Me excusé de la fiesta, diciéndole a papá,
Emmett, y algunos hombres que estaban teniendo una pequeña charla
sobre el estado de la economía del país, que tenía que hacer una
llamada. La verdad, no podía esperar para verificar cómo estaba Milo.
Doblando la esquina, mi cabeza casi se estrelló contra el pecho de un
hombre. Lo reconocí de inmediato. Estaba vestido con su atuendo
normal: traje negro, camisa de vestir negra, zapatos negros. El Hombre
En Negro. La mano derecha de mi padre.
—No es una buena idea, Srta. Troudeau. —Sus ojos marrones
advirtieron, su postura tan rígida como la expresión de su cara.
—Tengo que hacer una llamada, Daniel. —Hice un gesto con la mano
derecha, deseando que se moviera fuera de mi camino. Él me estaba
bloqueando de avanzar más lejos.
—No deseo poner mis manos sobre usted, pero tengo órdenes. — Sus
ojos café estaban pidiéndome, suplicando que no lo hiciera hacer lo
que él estaba diciendo. Incluso si él decía que iba a poner sus manos
sobre mí, Yo dudaba que lo hiciera. Él seguía las órdenes de mi padre a
la perfección, pero era una buena persona. Lo había visto en
innumerables veces en las que había tratado de desviarme,
protegiéndome de la ira de mi padre.
—¿Por qué, Daniel?
—Porque tú no eres para él.
Página
—Su padre.
80
—¿Quién lo dice, Daniel? —Incluso si esperaba la respuesta, yo todavía
deseaba oírlo de él, confirmar mis sospechas, que mi padre estaba
planeando ahora con quien se supone que tengo que salir.
—¿Desde cuándo él escoge con quien salgo? —Era absurdo,
inaceptable. Controlaba mi horario, mi carrera, ¿y ahora mis citas
también?
—No sé, Srta. Troudeau, pero no veo que nada bueno salga de esto, si
usted desobedece sus órdenes. —Rara vez mostraba alguna emoción,
la dureza de sus rasgos faciales y su cicatriz en la frente eran recuerdos
de su periodo en el ejército. Él se había pegado a mi padre a través de
los años, y por alguna razón tenía la sensación de que lo hizo para
protegernos a mi madre y a mí.
Di un paso atrás, no queriendo que el récord inmaculado de Daniel a
los ojos de mi padre se comprometiera.
—¿Me haría usted un favor, Daniel? —le pregunté, repentinamente
sintiendo la pelea alejarse, los hilos de mi vestido azul claro de Vera
Wang sintiéndose extra pesados, el peso de lo que estaba siendo
revelado ahora me dejo sin aire. Nunca había sido estúpida. Yo siempre
había intentado mantenerme en la delantera del juego. Pero ahora mi
padre estaba ejerciendo su influencia sobre todos los aspectos de mi
vida. Sus planes ahora extendidos a los hombres con los que salía, y tal
vez el hombre con el que me casaría.
—Si puedo, Srta. Troudeau. ¿Qué es lo que usted necesita?
—Por favor, verifíquelo. Asegúrese de que está bien —le solicite
suplicante, esperando que Milo no estuviera sufriendo. Alcance los
aretes de diamantes diminutos que no habían salido de mis orejas
desde el día en que mi madre me los dio, y los presioné.
Daniel me dio una pequeña inclinación de cabeza.
Giré sobre mis talones, regresando por donde había venido.
Página
81
Por ella, por mi madre, yo haría cualquier cosa. Incluso a costa de ver al
hombre que tiene mi corazón desde los quince años, desmoronarse,
romperse en pedazos, y tener que ver como mi padre lo convierte en
un hombre que ya no reconocería.
Traducido por nelshia
Corregido SOS por LadyPandora
S
Milo
i este quiero-ser-Ryan Reynolds tocaba su mano una vez más, iba
a tirar este vodka en su traje excesivamente apretado y darle una
buena tunda. Es el mismo tipo que vi en la fiesta después de mi
primera pelea, el tarado que mantuvo monopolizada su atención.
—Me encanta verte a luchar, hombre —dijo Pete, el dueño de una
empresa de distribución de agua popular.
Maxwell y yo estábamos charlando con él sobre la pelea. Él levantó un
pulgar hacia arriba en señal, qué bicho raro y continuó:
—Yo siempre apuesto por ti.
Página
Dean Pope, la estrella de acción en ciernes del cine de Hollywood, se
detuvo y me felicitó por mi victoria. Hubo un sinfín de lamidas de culo
pasando. Si seguía ganando, estarían sonriendo conmigo. Pero si
perdía, no les importaría una mierda. Para ellos no era más que un
medio para un fin, sus apuestas dando sus frutos. Ellos no eran más
que medios para mi fin también.
82
—Gracias. —Asentí con la cabeza, mis ojos parpadeando hacia su
espalda, donde Ava y el chico rubio parecían estar riendo y disfrutando
de su mutua compañía. Estaban con otras dos personas, pero los ojos
del tipo rubio estaban entrenados en ella. No podía culparlo, ella se
veía malditamente bien, como siempre. Yo podría haberle dicho a Bee
antes que pensaba que Ava parecía una zorra, pero la pura verdad era
que ella nunca lo hizo. Incluso aunque llevara ropa que abrazaba su
cuerpo como una segunda piel, nunca se vio como una zorra. Ella
siempre veía sexy, elegante y caliente.
Gracias a la mierda, Dia estaba fuera de mi vista esa noche. En el
momento en que vio mis ojos deslumbrando cuando entré en el salón,
sabiamente, se eliminó a sí misma de mi rango de alcance. Realmente
no debería haber dado su nombre hace un mes para estar en la lista
exclusiva de las personas que podían asistir en mi nombre. Aparte de
Leif, ella era la única que sabía por qué estaba luchando.
Maxwell y su banda de amigos ricos estaban ahora en el otro lado de la
habitación. Maxwell era constantemente acosado y rodeado por casi
todo el mundo en la sala. Supongo que eso es cómo iba la vida para un
hombre cuyo patrimonio neto lo colocó en la parte superior de los
cincuenta hombres más ricos del país, un hecho que había visto en una
de esas revistas que simplemente hojeé hace años. La cosa era, que
incluso si Ava era su hija, ella siempre se mantuvo igual para mí y mi
hermana. Ella nunca nos había mirado por encima del hombro, ni una
sola vez. Ella amaba a mi hermana como si fuera su propia hermana.
Me trató de la misma manera, como siempre, estaba furiosa, irritada
por mí.
Hasta hace unas semanas.
Atrapé el final de su vestido rojo deslizándose en la esquina. El imbécil
rubio ahora estaba hablando con un chico, tal vez un prominente
político o alguna mierda. Discretamente, me excusé de una
conversación aburrida con Tom, el presidente de alguna compañía
financiera y caminé hacia donde Ava había desaparecido.
Página
Quiero besar esa parte expuesta de su cuello, sentir su aliento caliente
contra el mío, presionarme en la suavidad de su cuerpo.
83
—Naomi, está bien, voy a hablar con ella. —Ella estaba hablando con
alguien por teléfono. El horizonte de Las Vegas era impresionante
desde el piso sesenta de este hotel. La mano derecha de Ava estaba
perezosamente apoyada en la barandilla de vidrio; obviamente no
tenía miedo a las alturas. Desde atrás, su figura era cautivante, piernas
largas en esa corta mini-falda roja, tacones negros puntiagudos y su
masa de cabello tirado hacia la izquierda, creaba una imagen que
alimentaba el deseo, la bruma de lujuria que me cegaba.
Mierda. ¿Cuándo me convertí en semejante perro cachondo a su
alrededor?
—¿Quieres que te cante? —Su voz era suave y apacible. Quien fuera
con quien estaba hablando, sonaba como una persona por la que se
preocupaba mucho.
No quise escuchar a escondidas. Debería dejarla sola. Estaba
esperando a que ella me preguntara acerca de la lucha, había incluso
abierto la sala de ducha, sin escuchar las demandas de su padre.
Ni siquiera me había hablado durante toda la noche, no siquiera
después de la pequeña reunión que estaba en pleno apogeo. Como una
cuestión de hecho, parecía que estaba evitándome.
Tomando unos pasos hacia atrás, sigilosamente retrocedí en mis pasos.
Ella necesitaba privacidad.
Justo cuando estaba a punto de dar el último paso para entrar de
nuevo, la oí cantar en una voz sensual,
—En haut de la rue St-Vincent...
¿Qué demonios estaba cantando? ¿En qué idioma era?
Su silencioso canto melódico me hipnotizó. Necesitaba escuchar más.
Caminé hacia donde ella estaba de pie, apreciando la armonía, la
tristeza, los altos y los mínimos de su voz.
—Les escaliers de la butte sont durs miséreux butte sont durs aux Les
ailes des moulins protegent les amoureux...
Página
—Te amo. —Un largo suspiro seguido por el silencio mientras
presionaba el botón de fin en su teléfono. Ella levantó su cabeza y dio
una larga mirada a la vista delante de ella. Como su padre, ella poseía
esta ciudad. Pero en este momento, mientras arrastraba un dedo
debajo de su ojo, a menos de un pie de distancia de ella, sentía el
tremendo jalón de la tristeza que se derramaba de ella. Su columna
vertebral se puso rígida, probablemente obligándose a estar bien y
dejó escapar otro largo suspiro.
84
Princesa, continuamente me sorprendes.
—Ava, princesa, ¿qué pasa? —pregunté, haciéndome a mí y a mi
presencia conocida ante ella.
Ella giró su cuerpo hacia la izquierda, y sus ojos se abrieron con
sorpresa.
—Milo.
La urgencia de tocarla, de no hacerla sentir triste, fue abrumadora.
De frente a ella, tomé su cara entre las manos. Mis ásperos y callosos
pulgares sintieron la suavidad de sus mejillas.
—Yo... tú... no deberías estar aquí —dijo, sus cejas juntándose, con el
rostro preocupado.
La silencié con un dedo presionando su labio inferior.
—¿Qué va mal? —Una sola lágrima que atrapé con la mano izquierda
cayó de sus ojos grises. En la tenue iluminación sus ojos eran como
piscinas de plata; tan hermosos, impresionantes.
—No es nada. ¿Cómo está tu pierna?
—Intacta. —Ese hijo de puta brasileño tenía algunas grandes
habilidades de lucha. Si no hubiera sido capaz de derribarlo,
probablemente hubiera perdido mi pierna o mi conciencia antes.
—No tienes que decirme lo que va mal. —Obviamente ella estaba
siendo evasiva—. ¿Pero vas a estar bien?
—Sí. —Asintió con la cabeza, con su mano derecha aún en la barandilla
de cristal y su mano izquierda extendiéndose hasta tocar el hematoma
reciente en el lado derecho de mi mandíbula.
—¿Por qué estás peleando, Milo?
—¿Francés?
Página
—Touché. Es francés.
85
—¿A quién le estabas cantando? ¿En qué idioma ha sido eso? —Mis
ojos se posaron en sus labios ligeramente brillantes. Labios que había
besado, probado, ansiado.
—Mi padre es mitad francés.
¿Y la otra mitad? Probablemente imbécil.
Levanté mis cejas, reprimiendo una sonrisa.
—¿Así que cantas en francés? Princesa, eres algo más.
Ella se echó a reír.
—A veces.
—Oye, ¿puedes por favor no decirle nada a Bee sobre esto... la lucha...?
—Resoplé—. Sólo mantén esto entre tú y yo, por ahora.
Sacudiendo la cabeza a izquierda y derecha, dijo:
—No voy a mentirle, Milo.
—Lo sé. —Puse un dedo en su barbilla, su piel se sentía tan suave, tan
suave—. Sólo necesito tiempo para hacer esto.
Sus hombros se levantaron, volviendo su cabeza hacia un lado y, por
unos segundos, no habló. Un lapso de uno, dos, tres respiraciones pasó.
Frente a mí, inclinó la cabeza sutilmente.
—Está bien.
Bajé mis manos por los lados de sus brazos, sintiendo la ligera piel de
gallina formándose.
—¿Quieres volver dentro?
—No. Todavía no.
Página
86
—Está bien. —Acercándola más a mi pecho, me di cuenta de que Ava
estaba dejándome hacer lo que quisiera a su cuerpo. Nunca había sido
así conmigo. La mayoría de las veces quería tirarme algo. Sus
fiambreras, sus carteras, sus zapatos. Mantuve la esperanza que no
tendría nada de tirarme y realmente empezara tirarme la ropa que
llevaba puesta.
Mierda. Ella sería un petardo en la cama. Si utilizara la misma cantidad
de energía para tirarme cosas cuando estuviera debajo de mí, maldita
sea, ella me barrería.
—Milo, ¿estás bien? —Su pregunta me hizo volver a la realidad. Desde
el momento en que ella me besó, había estado luciendo esta erección
indomable por ella. No importaba cuántas veces me masturbara; mi
polla quería hundirse en ella. Lo intenté imaginando otras mujeres,
pero siempre, justo cuando estaba al borde de mi liberación, los labios
carnosos de Ava, su pelo sedoso y curvas pecaminosas venían a mi
mente.
—¿Tú qué piensas, princesa? —Balanceé mis caderas hacia las de ella,
presionando más fuerte en su contra—. ¿Sientes eso? No estoy bien. No
lo he estado desde que hiciste un acto de desaparición en mí.
En lugar de cerrar las piernas, las abrió un poco más amplias,
arqueando su cuerpo hacia atrás.
—Odio cuando me llamas princesa. —Su voz era sedosa, áspera.
—¿Por qué?
—Porque no necesito un príncipe que me rescate. Nunca lo he hecho.
—Tú eres una princesa porque actúas tan melindrosa.
—No lo hago. —Ella tamborileó sus manos en mi pecho, con fuerza—.
Sólo contigo.
—¿Qué quieres que te llame? —pregunté, mi voz ronca por el deseo.
Esto estaba tan mal. Cualquiera podría venir aquí a la terraza y
atraparnos, pero no podía contener mi mano derecha de pasar por
debajo de su vestido apretado, serpenteando el camino de su muslo a
su trasero.
Página
—Ava. —Joder, su trasero era firme mientras formaba un círculo
alrededor de él, apretando, alternando la presión, fuerte, suave y
fuerte—. ¿Lo dejas a él, a alguien, hacerte esto? —Una cantidad insana
87
—Llámame Ava —demandó con altivez. Sus ojos se encendieron con
lujuria y su aliento era caliente contra el mío.
de celos me recorrió. ¿Acaso otros hombres la tocan así? ¿Era ella así
conmigo, porque de alguna manera, de alguna manera loca, yo
finalmente atrapé su atención? ¿Por qué no me llamó después de
nuestro beso?
Ella continuó presionando la mitad inferior de su cuerpo contra el
material de mis pantalones de vestir, sus ojos estaban ahora
parcialmente cerrados, su pierna derecha estaba enganchada hacia
arriba. Sentí el inconfundible calor amenazando con extenderse por
sus piernas mientras mis manos poseían su trasero encajonado en una
tanga, y luché contra el impulso de desviarme al otro lado. Yo sabía lo
que ella quería. Un giro rápido, un frote, mi dedo tocando cualquier
parte de la piel frente a mí, presionando sobre mí, causando que ella se
viniera.
Restringiéndome, dejé que mi mano permaneciera en su trasero
mientras mi otra mano masajeaba suavemente el brazo.
—Dime, Ava. ¿Dejas que alguien te haga esto? —Ella no era mía, nunca
sería mía, pero maldita sea, yo quería marcarla, hacerla sentir lo que
ella me estaba haciendo sentir, que no podía sacarla de mis cabezas, la
del interior de mi cráneo, y la otra dentro de mis pantalones.
—No, Milo. —Ella luchó por responder, su respiración áspera,
contenida.
Tomó décadas de lecciones de contención, combinadas con la
necesidad de descubrir la verdad, lo que permitieron a mis manos
quedarse donde estaban y no vagar por toda ella como yo quería.
Página
—¿Por qué no me llamaste? —Ella sólo salió corriendo, dejó mi casa y
fue aire muerto durante más de tres semanas, hasta esta noche. No
estaba esperando nada, pero un simple mensaje habría sido justo. Me
preocupaba que no llegara a casa con seguridad. Yo no sabía dónde
vivía. Pude haber preguntado a mi hermana, pero en primer lugar, no
me hablaba con Bee, aún, y en segundo lugar, mi hermana
probablemente diría “¿Para qué diablos quieres la dirección de la casa
de Ava?”
88
Incliné su cabeza, susurrando con dureza contra su oído:
Ella me devolvió la mirada, con sus ojos parpadeando rápidamente.
—Yo estaba, umm, avergonzada.
—¿Avergonzada? ¿Por besarme? —Lo sabía. Ella estaba delirando
cuando me besó.
—No. —Ella resopló, su mano comenzó a acariciar el frente de mi
pecho cubierto por el traje—. ¿Por qué estaría avergonzada de
besarte? Primero te grité y grité, entonces te metí mano como a ningún
otro y para colmo me quedé dormida. Ahora dime, niño nadador,
¿cómo no va a ser eso vergonzoso?
Cuando ella me llamó niño nadador siempre me hizo crecer los pelos
de punta de irritación incomparable, era sólo en la forma en que lo
decía. Yo era nadador, pero infiernos, no, no soy ningún niño. Ahora
llamándome nadador era una mentira total. Ya no era un nadador. Ella
diciéndolo acababa de traer la realidad de por qué estaba aquí,
luchando, teniendo mi cuerpo maltrecho, en primer lugar. Poco a poco
saqué mi mano de su trasero y traté de enderezar su vestido.
Página
—No es tu culpa. —De nadie más que mía—. Yo, ah, no te llamé, pero
no porque no quisiera. He estado viajando durante las últimas semanas
y he pensado en enviarte mensajes de texto o llamarte, pero ni siquiera
sé por dónde empezar. No es como si fuéramos amigos cercanos, Milo.
Voy allí, a tu antigua casa de vez en cuando para descansar, ya que es el
único lugar al que puedo ir a donde me siento como si no me hubiera
perdido a mí misma por completo. Me recuerda los momentos felices,
yo, tu hermana, tu madre trayéndonos galletas... —Una mirada
nostálgica lejana rozó sus ojos—. Pensé que no había nadie allí. Sabía
que Brynn no estaría, así que no esperaba a nadie y menos a ti. Y
cuando las cosas pasaron entre nosotros, de repente, me sentí como si
estuviera viviendo un sueño.
89
—Lo siento —afirmó, sintiendo el repentino cambio en mi estado de
ánimo, con las manos llegando hasta mi cara—. Se me escapó. —Niño
nadador. Una vez lo fui. Ya no. No sabía cuándo la FINA o el COI
levantarían la prohibición. Tal vez en un año, tal vez en cinco, tal vez en
una década.
—¿Un sueño? —repetí. ¿Qué? ¿Desde cuándo ella sueña conmigo?—.
¿De qué estás hablando? —Su revelación me aturdió. ¿Ava estaba
soñando conmigo?
—Srta. Troudeau, ¿está ahí? —La voz precedió a un tipo alto y
voluminoso que ahora estaba junto a la entrada lateral por donde yo
había venido—. Es hora de volver a la fiesta. —Sonaba como si nos
estuviera dando una advertencia. Reconocí al tipo, siempre estaba al
lado de Maxwell o cerca de sus alrededores.
Ella se apartó de mí, encontrando el equilibrio sobre sus pies. Enderezó
su vestido en los lados, con sus manos pasando concienzudamente a
través de su pelo y su mirada sin pestañear constante, ella respondió:
—Siempre has sido mi sueño.
Ella giró su espalda, el sonido metálico de sus tacones sonando contra
los suelos de mármol coincidiendo con el pulso atronador
reverberando dentro de mi pecho. Me quedé allí como una estatua, sin
poder moverme de donde estaba parado. Ava, la Princesa melindrosa
extraordinaria, la hija de uno de los hombres más ricos del país, la
mejor amiga de mi hermana, simplemente me confesó que era su
sueño.
Página
90
¿Cómo en las jodidas profundidades del infierno un hombre como yo
merece eso?
Traducido por Lililamour, SOS por Otravaga y SOS por liebemale
Corregido SOS por LadyPandora
Milo
—¡G
racias a Dios que estás aquí! ¡Pensé que me ibas a
dejar plantada! —exclamó Dia, sus verdes ojos
destellaron con alivio. Sus pechos se derramaban por
encima del ridículamente pequeño top blanco con las palabras
“¿Quieres lamerlos?” impreso en rosa brillante.
He estado ahí. He hecho eso. Jamás quiero regresar.
—Te dije que iba a estar aquí —murmuré para mis adentros—. El
tráfico era ridículo. ¿Todavía están aquí?
Los ojos de Dia se estrecharon.
—Sí, ¿por qué?
—Bueno, sólo quería asegurarme de que están aquí —contesté
caminando hacia el mostrador donde un niño lleno de granos estaba
coqueteando con una jovencita.
—Yo ya tengo mis zapatos —mencionó Dia señalando sus zapatos de
bolos blancos, mientras casualmente se colgaba de mi brazo, por lo
cual rápidamente me retiré de su agarre.
Página
La otra noche, después de volver a la fiesta, Dia estaba mezclándose
con Maxwell, el chico rubio que siempre estaba rondando a Ava, el
91
—Dia, esto no es una cita. —Negué con la cabeza—. Sólo accedí a esto
porque tú ya habías dicho sí por mí frente a Maxwell y otras personas,
y yo no quería que cargaras con la vergüenza. Pero la próxima vez que
digas sí en mi nombre, piénsalo dos veces, porque no voy a estar
haciendo esta mierda otra vez.
Senador Powers y Ava. Me enteré de que el tipo rubio era el hijo del
Senador. Fue la conversación más rebuscada e incómoda que he tenido.
Mi ex-novia fingiendo con todo mundo que aún estábamos juntos, Ava
evitando mis ojos todo el tiempo que Dia estuvo hablando, y Emmett
hablando de él y de la infancia de Ava. Quería arrancarle la tonta
sonrisa de la cara cada vez que sus ojos caían en los de Ava. Menos mal
que ella no dejó que sus manos le tocaran ninguna parte de su cuerpo,
o habría arrastrado su rubia cabeza y la habría estrellado en la mesa.
Cuando Emmett sugirió que deberíamos pasar el rato, al parecer él y
Dia se habían puesto amistosos cuando Ava y yo estábamos afuera del
balcón, estuve a punto de decir que no, hasta que el senador mencionó
que Ava y Emmett iban a salir en otra cita.
Ella no va a ninguna cita con un puto títere.
Dia dijo que sí por mí, y yo ni siquiera me molesté en declinar. Claro,
estaba haciendo que sonara como si estuviera irritado de que
accediera a salir en una cita de grupo por mí, pero en el interior, en
realidad estaba algo así como ¡Claro que sí! Mi pierna izquierda todavía
palpitaba de dolor cuando me desperté, pero nada me mantendría
lejos. Así que después de golpear sacos de boxeo con la cara de Emmett
como el objetivo de esta mañana, en realidad me estaba sintiendo un
poco mejor. La idea de Emmett sostenido y tocando a Ava fue
suficiente para matar el dolor, desensibilizando el recordatorio de esas
patadas castigadoras del bastardo brasileño. No había manera de que
me perdiera esta cita lame-culos en los bolos.
—De acuerdo, voy a hacer equipo contigo. Yo no tengo ni idea de cómo
hacer esta cosa de los bolos —dijo Dia con los labios rojos en un
puchero. ¿Qué demonios me poseyó para salir con ella? Era un ciego
tonto. Su cabello rojo me engañó haciéndome creer que ella sería un
gran material como novia. Mañana se iba. Mañana no podía llegar lo
suficientemente rápido.
Página
Strike Zone era una cadena de bolos popular. Ava había solicitado que
nos encontráramos con ella ahí, a quince minutos del centro de Las
92
—Adelántate. Espérame ahí. —Señalé con mi mano derecha en
dirección a las líneas.
Vegas. Había otros lugares más cercanos, pero todos estaban dentro de
los hoteles de su viejo.
Cuando Emmett preguntó por qué no quería jugar en los hoteles de su
padre, ella con conocimiento de causa contestó:
—Porque todas las máquinas serían manipuladas para mí, entonces iba
a ganar en todas ellas, aunque ni siquiera supiera cómo jugar a los
bolos. —Me había dado una breve mirada al pasar, pero imaginé que
quería estar fuera de la vista de su padre. Había una animosidad
subyacente que flotaba en el aire entre Ava y su padre. No podía
precisarlo, pero era como si estuviera asustada de él.
La jovencita que estaba coqueteando con el cajero me miró y me guiñó
un ojo. Por Dios, ¿empiezan a coquetear así de jóvenes? Me aseguré de
que cuando mi hermana tuviera la edad de esta joven, quince o
dieciséis años, los tipos en su escuela supieran quién era yo. Así es, el
tipo que les patearía el culo si iban a algún lado cerca de mi hermana o
si la miraban en una dirección equivocada. Pero Bee es una buena
chica. No era salvaje ni nada. Le gustaba quedarse en casa, hornear y
chismear con Ava. El tiempo de Bee en el hospital no disminuyó su
amistad con Ava. Podría de hecho haberse vuelto más fuerte, y te
aseguro que me sorprendió cuando entraron juntas a la escuela de
enfermería. Ava podría haber ido a la universidad antes que Bee, pero
Bee me dijo que Ava la esperó para que pudieran ir juntas.
—¿Cuánto por los de talla 46? —pregunté agarrando mi billetera del
bolsillo trasero de mis vaqueros, poniendo las llaves del auto en el
mostrador.
—Ocho dólares —respondió el chico, tecleando en la registradora.
Saqué uno de diez y se lo entregué.
—Quédate con el cambio.
Página
—Camille, ¿puedes pasarle unos del 46, por favor?
93
—Gracias, hombre. —Asintiendo hacia mí y luego pasando a la chica
coqueta, preguntó:
Ella me dio una repasada de aprobación y desapareció detrás de una
puerta cerrada a la derecha de la entrada.
—¿Estás con ellos? —preguntó con la cabeza señalando hacia la
dirección donde podía ver el cabello rojo de Dia. No podía verlos a
todos a causa de la barandilla de madera que actuaba como un divisor.
—Sí.
—Esa chica ahí… parece una modelo. Caray, es caliente. —Dejó escapar
un silbido bajo—. Sin faltarle el respeto a la pelirroja, pero la dama con
esos ojos grises, creo que la reconozco...
—Sabes —comencé—, si quieres anotar con tu chica de allá… —Mi
cabeza se inclinó hacia la chica, Camille, quien ahora estaba caminando
hacia nosotros con mis zapatos de bolos en sus manos—, no le digas
que encontraste a otra chica caliente. Pero sí, estoy de acuerdo contigo.
Yo ni siquiera había visto a Ava, pero vi lo que vio el adolescente. Lo
había visto a través de los años. Su belleza sin defectos, su presencia y
su gracia innata, todo ahí. ¿Cómo es que nunca hice un movimiento con
ella? Porque nunca me dio la hora.
Caminando hacia Dia, quien estaba sentada en un banquito charlando
con Emmett, alcancé a ver las piernas de Ava envueltas en unos
vaqueros oscuros apretados del culo, una camiseta verde sin mangas y
unos lindos zapatos dorados de bolos. Su espalda estaba frente a mí;
tenía una bola de bolos en la mano, como si probara el peso.
—Ava, asegúrate de tener buen agarre de la bola —gritó Emmett antes
de que su mirada volviera a Dia.
Página
—Tienes que poner las piernas ligeramente separadas y doblar las
rodillas un poco —la instruí, su cara estaba inclinada hacia un lado y
hacia arriba, y sus ojos estaban sorprendidos de verme.
94
De seguro Ava tenía un buen agarre de mis bolas, porque ahora se
estaban endureciendo mientras se inclinaba para fallar el tiro de la
bola. Me apresuré a atar mis zapatos, dejando mis Merrell’s en una silla
y me acerqué a donde estaba parada.
Se rió suavemente, con la cara encendida por el calor.
—Eso suena tan sucio viniendo de ti.
—Tú no has visto nada sucio —declaré. Yo llevaba vaqueros holgados,
así podía ocultar cualquier evidencia, pero si se echaba hacia atrás y se
movía un poco más cerca, sentiría mi erección empujando su culo.
—Tu novia está aquí —dijo volviendo la cara hacia los carriles, así que
no pude ver su expresión.
—Ex.
—De seguro que no lo parece.
—¿Por qué? ¿Te molesta, duquesa? —pregunté agarrando una bola
más pesada, cogiéndola con mi mano derecha y dejándola que colgara
a mi lado.
—¿Duquesa?
—No te gusta princesa, así que te llamo duquesa.
—Si es tu ex, ¿por qué está aquí? ¿Por qué está siempre colgando a tu
alrededor? —Su vocecita sonaba irritada mientras levantaba la bola en
el aire otra vez.
Me puse detrás de ella, sosteniendo la bola más pesada con mi mano
derecha, enseñándole a lanzarla.
—Confía en mí, ella no tiene importancia. Ya no. —Sentí su cuello
tensarse—. ¿Qué hay de ti? ¿Por qué ese rubio idiota siempre está
colgando a tu alrededor?
—Es un amigo.
—¿Un amigo? —pregunté, colocando la bola que estaba sosteniendo en
el regresa-bolas. Cogí otra del otro carril, ésta era más ligera.
Página
—¿Estás con él? —Haciéndole señas para que dejara la bola que estaba
sosteniendo de regreso en el estante, lo cual hizo, coloqué la bola más
ligera en su mano derecha.
95
—Un amigo de la infancia.
—No —respondió con una voz clara. Rizos de cabello colgaban sueltos
de la cola de caballo que llevaba. Menos mal que yo todavía sostenía la
bola o si no, hubiera levantado esos mechones caídos y los hubiera
metido de nuevo. Ella estaba convirtiendo mi mente y mi polla en sus
propios juguetitos para darles órdenes.
—Yo me encargo desde aquí —dijo Emmett apareciendo al lado
izquierdo de Ava. Sus cejas estaban levantadas, tenía las manos en sus
pantalones, y se encogió de hombros—. Ava, pensé que te había
enseñado antes cómo lanzarla.
—Lo hiciste. —Sus ojos se desviaron a Emmett y de regreso a los
carriles, entonces dijo:
—Sólo parece que no puedo hacer que las bolas no vayan hacia el
chisme ese de los lados.
—¿Te refieres a la cuneta? —Dia ahora se unió a nosotros y puso los
ojos en blanco ante el comentario de Ava—. Seguramente puedes
recordar que así es como se le llama.
Estaba a punto de decir algo cuando Ava enderezó la espalda, sin soltar
la bola en su mano derecha, se volteó hacia Dia, sus ojos grises se
volvieron más oscuros y su ceja derecha se elevó.
—Seguramente tú puedes recordar que ya no eres la novia de alguien.
Mierda.
Los ojos verdes de Dia se abrieron de par en par, el descontento se
apostó en su rostro, mientras su boca se comprimía en una sonrisa
apretada.
Emmett rompió la creciente hostilidad.
Página
Balanceé la cabeza afirmativamente. Las garras de Ava estaban fuera.
No era una fan de Dia. Su cara siempre tenía una nota agria cuando
mencionaba a Dia, ya fuera a Bee o Leif cuando los cuatro pasábamos el
rato juntos antes. No entendía por qué tenía siquiera alguna opinión de
Dia, cuando ellas en realidad nunca se relacionaron. Tal vez obtuvo la
96
—Sólo juguemos. Ava y yo, contra Dia y tú. ¿Te parece bien, hombre?
información de Bee. Bee había intentado esconderlo de mí, pero yo
tenía la sensación de que tampoco era la mayor fan de Dia.
Para cuando estábamos en el sexto cuadro, yo estaba listo para
levantar a Emmett y azotar su cuerpo en uno de los carriles, o lanzar su
culo a la plataforma de los pinos mientras apuntaba todas las bolas
hacia él durante un par de pleno. La forma en que levantaba a Ava en
brazos cada vez que lanzaba una chuza, las miserables excusas que
tenía para tocar su cintura o sus brazos mientras fingía enseñarle cómo
dirigir la bola y cuando, accidentalmente, se topó con el culo de Ava
con su cadera cuando ella dobló las rodillas y lanzó la pelota, me tenían
apretando los puños con tanta fuerza que debí haber cortado la
circulación de mis manos hacia el resto de mi cuerpo.
—Te gusta, ¿no? —Las palabras de Dia pasaron a través de la nube de
inexplicables celos y posesividad que estaba sintiendo hacia Ava.
—¿Qué? —Flexioné mi cabeza hacia la derecha, frotándome el cuello
con la mano, tratando de aplacar el desmadre en mis emociones.
Estábamos sentados en las bancas laterales con una silla de plástico
entre nosotros, esperando nuestro turno.
Sus ojos verdes parpadearon.
—Te conozco, Milo. —Dirigió su mirada hacia Ava y Emmett, quienes
estaban acurrucados muy de cerca, mirando el marcador—. Te gusta.
Permanecí quieto. Hablar con mi ex-novia de otra chica nunca estará
en la cima de mis cien cosas por hacer antes de estar dos metros bajo
tierra.
Página
—¿Por qué me estás diciendo esto? —Creí que me quería de regreso.
Seguramente sonaba como eso. No volvería a suceder, pero si estaba
diciendo esto, entonces estaba tramando algo. Había sido un miembro
voluntario de sus artimañas durante años, y de hecho ahora le doy
gracias a mis estrellas de la suerte por saber qué tan poco confiable
podía ser.
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—A ella también le gustas. —Sus ojos verdes eran taciturnos, la
desolación pintaba su cara.
—Porque lo lamento y porque te mereces algo mejor.
Acomodó su blusa e hizo un gesto con la mano hacia Emmett y Ava,
señalando que ahora era su turno.
Tomé un profundo respiro y seguí a Ava con mis ojos. Ahora estaba
saltando arriba y abajo, porque ella y Emmett estaban en la cima del
marcador. Contoneó un poco las caderas, hizo un bailecito y sacudió la
cabeza de lado a lado. Desde la corta distancia, sus mejillas estaban
sonrojadas, sus ojos brillaban de emoción, y sus dientes blancos como
perlas se mostraron, mi corazón podría haber dado un vuelco cuando
se dio la vuelta, me dio un guiño y tímidamente me sonrió.
Sí, estoy empezando a ver otro lado de ella al que nunca le había
prestado atención antes.
***
—Un pavo son tres plenos seguidos —explicó Emmett con los codos
golpeando la mesa después de actuar como si todavía estuviera
sosteniendo una bola de bolos; Ava y Dia eran, o bien su audiencia
cautiva o pretendían estar absortas en lo que estaba diciendo.
Página
Uno pensaría que era el nieto de Earl Anthony por la forma en que
hablaba de los bolos. No podía dejar de ladrar sobre los plenos, los
medios plenos, y los splits que habían hecho en gran parte atribuido a
su victoria y la de Ava. Poco después de tres partidas, las damas
comenzaron a quejarse de que tenían hambre. Pensé que,
probablemente, estaban inventando excusas porque estaban aburridas
hasta la madre con Emmett. Él realmente era el hijo de un senador.
Podía hablar demasiado con alguien y adormecerlo. Ya me lo podía
imaginar en el Congreso siendo sometido a juicio político por su
parloteo innecesario. Pero de nuevo, la política era todo acerca de
incesante habladuría, por lo que encajaría perfectamente bien. Sugerí
ir a cenar en Antolini’s Pizza, uno de los mejores lugares de pizza en
Las Vegas.
98
Yo te golpearé tres veces seguidas con mis puños y tal vez eso te detendrá
de ser un pavo cacareando.
—Guau —declaró Dia con tanto entusiasmo como un borracho
soñoliento. Hizo girar la pajita en su vaso de té helado antes de revisar
sus uñas.
—Discúlpenme —dijo Ava sacando su teléfono de su bolso—. Tengo
que tomar esta llamada. —Debió de haberlo tenido en vibrador, ya que
nadie lo escuchó sonar. Se puso de pie, con la mano derecha en su
teléfono, y se alejó.
—Eso era urgente —señaló Emmett siguiendo con los ojos la figura de
Ava mientras caminaba hacia la pequeña y escondida esquina antes de
llegar a la zona del bar.
—Sí, debe de serlo —concordé. Ella ni siquiera esperó a que cualquiera
de nosotros dijera algo, simplemente se fue. ¿Tal vez tenía una
emergencia?
El camarero vestido con rayas amarillas y blancas y pantalones a juego,
se acercó a nuestra mesa. Parecía un árbitro. Todos los camareros
estaban vestidos como él. También tenían silbatos para completar sus
disfraces. Era genial y raro a la vez.
—¿Van a compartir una pizza esta noche? —preguntó parado cerca de
la silla que Ava acababa de abandonar. Estábamos en la mesa central
de este abarrotado restaurante. Los deliciosos olores de sus pizzas sin
igual estaban haciendo a mi estómago retumbar. Sólo tomé una bebida
proteínica antes de ir al Strike Zone.
Página
—Me parece bien —declaró despreocupadamente Dia. Ahora estaba
sosteniendo su teléfono en la mano, desplazándose por la pantalla. Ella
rara vez comía, así que estaba seguro de que no tendría ningún
problema con compartir. Incluso en la universidad rara vez comía algo.
A menudo hablaba de ella teniendo exceso de peso cuando niña, así
que se ejercitaba de forma obsesiva y vigilaba su dieta como un halcón.
Cuando estuvimos juntos yo le había asegurado que estaba bien como
era, pero no podía hacer nada para disuadir su lógica.
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—No tengo ningún problema con compartir —respondió Emmett a mi
lado. Él y yo estábamos sentados juntos. Yo estaba frente a Ava y Dia
sentada frente a Emmett—. Depende de ustedes.
—¿Qué les gustaría pedir? —Él tenía afuera su bolígrafo y su papel,
listo para tomar nuestro pedido cuando Ava se hundió lentamente en
su silla. Ava levantó la vista y le sonrió al camarero, y vi al sujeto
viendo las estrellas por un minuto, con los ojos quedándose en blanco.
Emmett se aclaró la garganta, interrumpiendo el deslumbrado
momento temporal del camarero.
Cuando Ava sonreía podía hacer que un hombre perdiera su tren de
pensamiento, haciéndolo indiferente en cuanto a si estaba viniendo,
yendo o caminando por el barro. Siempre ha tenido esa cualidad.
Incluso cuando estaba irritado con ella, debido a razones que ahora
podía atribuir a mi calentura reprimida, lo único que ella tenía que
hacer era sonreír y no me importaba si me lanzaba una pelota de fútbol
hecha de hormigón.
—Lo siento. —El camarero negó con la cabeza a modo de disculpa—.
¿Qué les gustaría ordenar?
—Suprema… ¿si les parece bien a todos? —cuestionó Emmett, con los
ojos en su teléfono también. Supuse que ahora todos tenían sus
teléfonos afuera. Qué gran manera de terminar la noche.
Dia asintió.
—Genial —dije, mirando el cremoso cuello blanco de Ava, lentamente
dejando que mi mirada vagara hasta su escote. Joder, tenía que parar
esta mierda o estaría jadeando como un maldito cachorro antes de que
nos dieran la pizza.
El teléfono de Ava vibró en su mano que había apoyado sobre la mesa
de madera, y se dirigió al camarero:
—Suprema está bien. ¿Puede por favor sacarle las aceitunas?
Toqueteando las teclas, comenzó a enviar mensajes de texto
rápidamente, cuando el camarero dijo:
Página
Yo odiaba las aceitunas.
100
—Sí, no hay problema.
—A Milo no le gustan las aceitunas.
La cabeza de Dia giró en dirección a Ava.
—¿Cómo sabes que a Milo no le gustan las aceitunas?
Ava estaba todavía en su teléfono, respondiendo mensajes de textos,
luciendo como si estuviese atendiendo un asunto importante o de lo
contrario habría dejado de lado su teléfono. Sin mirar a Dia, ella
respondió:
—Él siempre ha odiado las aceitunas. Las quita de las pizzas, las
ensaladas y la pasta.
Finalmente bajando su teléfono, levantó el rostro, preguntándose por
qué era el repentino silencio en nuestra mesa.
—Ni siquiera yo sé que Milo odia las aceitunas —murmuró Dia, con los
ojos parpadeando de ida y vuelta entre Ava y yo—. Y soy su ex-novia.
—Bien, bien, Milo odia las aceitunas. ¿Podemos continuar? —comentó
Emmett, restándole importancia al asunto, tamborileando con los
dedos sobre la mesa—. Creo que eso es todo.
El camarero asintió y antes de que se diera la vuelta Emmett añadió:
—Sin aceitunas.
Una burbuja de risa comenzó con Dia, seguida por el resto de nosotros.
Me uní a ellos e incluso me las arreglé para dejar que Emmett chocara
los cinco conmigo, pero por dentro me estaba regocijando
jodidamente.
Ava sabía que yo odiaba las aceitunas.
Era un antiguo hecho simple y llano acerca de mí.
Hace dos noches me dijo que yo era su sueño.
Página
Toda mi vida ella ha estado allí, apoyando a mi hermana.
101
Esta noche ella sabía que yo odiaba las aceitunas.
En lo buenos tiempos, en los malos tiempos, en los tiempos extra
difíciles.
Nunca se me ocurrió, ni siquiera una vez, que también estaba ahí para
mí.
Era confusa… la manera en que me siento hacia ella. Es como si ella me
conociera, supiera mucho sobre mí. Y yo no tenía ni idea.
***
—Gracias por traerme —dijo, abriendo la puerta del pasajero y
saliendo antes de que pudiera ir a su lado y abrirla para ella.
Durante los veinte minutos de viaje estuvo callada. De vez en cuando
hacía comentarios sobre las canciones en la radio: “Gran canción”, “Me
gusta su música” y “Escucho esa de vez en cuando”.
Página
Yo no dudaba en traer a Ava a su apartamento, pero Ava había lucido
como si no quisiera estar cerca de mí. Había estado pendiente de su
teléfono más de la mitad de la cena y había estado en silencio desde
entonces. La cena en la pizzería fue genial. Emmett era un buen tipo.
Una vez que dejaba de ser un jugador profesional de bolos, realmente
me hizo destornillarme de la risa con sus puntos de vista sobre la
economía, las leyes de tránsito y su comentario de que las pelirrojas le
parecían un montón de problemas lo cual hizo que las cejas de Dia se
dispararan hasta la línea de su cabello, pero él se tomó los insultos de
Dia sobre los rubios con calma. Nunca me gustaría el sujeto, pero para
el final de la noche yo estaba menos inclinado a golpear su rostro y en
su lugar sólo agitar su actitud arrogante de vez en cuando. Mientras
102
Emmett tenía que irse de inmediato y no podía llevarla porque su
apartamento estaba fuera de su ruta. Él se sentía realmente mal y se
ofreció a llamar a un taxi para ella. Dia levantó las cejas cuando me
ofrecí a llevar a Ava, pero su opinión no contaba. Ella podría perder
todas sus cejas y no me importaba. Su vuelo a San José salía a las nueve
y todavía tenía algún lugar al que ir antes de dar por terminada la
noche. Yo tenía la fuerte sensación de que ella no estaría persiguiendo
nada entre nosotros por más tiempo.
mantuviera sus manos fuera de Ava yo podía pasar el rato con él. Tal
vez una vez cada año bisiesto.
Salté de mi auto, atrapándola antes de que entrara en el edificio.
—Ava, ¿qué está pasando? —pregunté. Creía que estábamos bien. Ella
había estado enviándome vibraciones extrañas durante toda la noche.
—Me tengo que ir. —Sus ojos dejaron los míos demasiado rápido, sus
pulgares se apresuraron a ingresar el código para entrar en el edificio.
—Gracias de nuevo. —Ella sonrió, las comisuras de sus labios
apretados, con la mano izquierda sosteniendo su pequeño bolso negro
y la bolsa de papel en la que había guardado cuidadosamente sus
zapatos de bolos.
¿Qué le pasaba? Ella estaba poniendo buena cara. No miró hacia atrás
mientras continuaba caminando a través de las puertas de cristal.
Antes de que las puertas estuvieran completamente cerradas entré, sin
importar que ella no me hubiera invitado.
Caminó rápido para entrar en el ascensor. Yo apenas lo hice antes de
que la puerta del ascensor se cerrara. Sus ojos se abrieron con sorpresa
tan pronto como me vio dentro del cerrado espacio.
—No me voy, Ava. No hasta que me digas lo que va mal. —Hablé con
determinación, dejando que mis palabras penetrasen en sus
pensamientos—. Ahora, presiona el botón.
Ella presionó el siete y siguió sin decir nada. Cerré el espacio, la brecha
entre nosotros, tirando de ella en un abrazo, envolviendo sus brazos
alrededor de mi cintura.
Página
Sentí la vibración de su bolso, que se encontraba entre nosotros. Lo
sacó, el nombre de Emmett aparecía en su pantalla y lentamente
desprendió la mano derecha de mi cintura. Vi que escribía “casa ahora”
y puso su teléfono de vuelta en el bolso.
103
Si el silencio era lo que ella necesitaba se lo daría. Pero estaría con ella
en silencio.
El ascensor se detuvo en el siete. Ella dio un paso fuera de mi abrazo,
pero tan pronto como salimos, la agarré de la cintura, caminando al
lado de ella. Poco a poco relajó su cabeza contra mi pecho, caminando
por el pasillo y se detuvo frente al número 715.
Ella apretó un conjunto de códigos y la puerta se abrió.
Así que esta era su casa. Su dominio.
Había cajas de zapatos en el sofá de color beige. Un iPad y un
ordenador portátil estaban en equilibrio uno arriba del otro en una
mesa de café. Tres cajas de galletitas abiertas estaban dispersas en las
mesas laterales enfrente del enorme centro de entretenimiento.
Caminamos más adentro y vi la zona de mini-bar en el que dos latas de
refresco y una revista de recortes se alineaban en la enorme mesa de
roble en el comedor y había al menos la mitad de una pila de platos en
el fregadero de la cocina.
—Este es un lugar hermoso. — Lo era. Las paredes estaban pintadas de
amarillo, lámparas artísticas y pinturas adornaban las paredes de la
sala de estar y la cocina—. Pero duquesa, que chica desordenada eres.
Ella inclinó la cabeza hacia arriba, sus ojos grises se arrugaron, un
indicio de que una sonrisa se formaba en sus labios.
—Tú eres sólo un maniático del orden.
En comparación con ella, lo era.
Página
Seguí su ejemplo y me senté con ella. Deslicé mis manos sobre mis
piernas, agarrando una pequeña almohada del sofá, haciendo un gesto
para que se tendiera sobre la almohada. Yo no tenía ni idea de lo que
estaba haciendo con ella, pero no iba a mantenerme al margen y no
hacerle caso, ignorar los cambios que ocurrían entre nosotros. Ella me
traía una sensación de paz, un hilo de calma en medio de toda la culpa
contra la rabia y la ira que había estado luchando los últimos meses.
104
Sentí que su cuerpo se relajaba contra el mío. Ella dio un paso por
delante de mí, se quitó los zapatos y los lanzó a un lado. El sonido fue
fuerte contra el suelo de mármol, mientras caminaba hacia el sofá.
Sería un tonto para dejar de lado lo que ella me hacía sentir, incluso si
el tonto del culo de su padre no estaba de acuerdo.
Ella lo siguió sin dudarlo.
Ordenó en voz alta:
—Apagar luces. —Y las luces amarillas se fueron atenuando.
Ella estaba tranquila.
Yo estaba tranquilo.
El silencio no era sofocante, era relajante. De alguna manera, en algún
momento durante la noche, durante mis últimos encuentros con ella,
yo estaba viéndola finalmente de una lente diferente. Ella siempre
estaba preocupada por mí. Se mostraba en sus ojos, en su actitud.
Cuando me disloqué la pierna izquierda durante los bolos e hice una
mueca, ella fue la primera en preguntar si estaba bien. Cuando vio que
había terminado mi soda, incluso cuando ella estaba enviando
mensajes de texto en el teléfono, había pedido para que el camarero
llenara todos los vasos. Recordé estar irritado por ella, molesto con ella
muchas veces en el pasado, pero durante el viaje a aquí, cuando me
puse a pensar en ella, no hizo ninguna observación hiriente acerca de
mí o hacia mí, nuestras burlas eran inofensivas, divertidas y casi una
prueba de la rapidez de pensamiento del otro.
Seguí con mis dedos su pelo sedoso, sus ojos se estrecharon. Dio la
bienvenida a mi tacto. Con Emmett, se habría alejado hasta estar a
pocos metros de distancia.
Justo cuando pensaba que se estaba quedando dormida, habló, casi
demasiado bajito:
—Mi padre me advirtió sobre verte.
Página
—No sé exactamente por qué. —Sus ojos se abrieron, su mirada
ardiente.
105
—¿Por qué? —pregunté, con plena conciencia de lo que dijo porque él
me advirtió que ella era parte del premio.
—¿Qué es lo que quieres hacer? —Maxwell era mi jefe, pero él no me
controlaba. Es cierto, tuve que ganar para conseguir el dinero. Pero yo
firmé un contrato. Ava no era parte de ese contrato. Alejarse de ella
tampoco era una parte del trato. Había oído que era un jugador de
póker, esa fue la forma en que obtuvo su primer lugar en la adquisición
de sus millones. Podía engañar sobre tener una mano perdedora y
burlar a sus oponentes. Pero él se olvidaba de una cosa; soy un
luchador. Nací como uno. Había estado luchando contra viento y marea
desde el primer día, después de haber nacido un mes y medio antes de
lo debido para saludar este planeta. Nadie me amenaza y se sale con la
suya. Lo que Ava no sabe es que mis cartas serán una cubierta para
ella, si ella lo elige. Ella había dicho que yo era su sueño. Yo había
perdido la capacidad de soñar desde el día que tiré mi moral, mi honor
en la piscina. Sin saberlo, ella me estaba poco a poco devolviéndome a
mí mismo. En lugar de las pesadillas que he tenido durante los últimos
seis meses, he soñado con ella.
—Lo que yo quiero y lo que tengo que hacer no importa, Milo.
—Yo no te pregunté lo que tienes que hacer. Te pregunté qué quieres
hacer —reafirmé, quitando mi dedos de su cabello. Tratando de darle
la libertad, la libertad de elegir sin que yo la afectara.
—Quiero estar contigo.
Página
106
—Eso es todo lo que necesitaba oír, duquesa. Eso es todo.
Traducido por nikki leah y flochi
Corregido SOS por veroonoel
A
Ava
parentemente quiero estar contigo significaba no te voy a
tocar.
Desde hace tres semanas, Milo no me ha tocado… con
picardía, eso es. Sí, me había dado besos, muy ligeros y
apenas tocando mis labios por dos segundos. Me abrazaba y
me mantenía cerca de su lado, pero no seguía nada más.
Lo había tratado. Cielos, lo había tratado.
Llevaba mi vestido extra corto azul claro cuando vimos una película.
Sostuvo mi mano todo el tiempo y rozó mis rodillas con sus dedos.
Me aseguré de que Jacqueline, mi experta en cera brasileña, había
acerado, abrillantado y pulido todos los rincones, grietas, en el medio y
todo lo demás. Él no lo había visto todavía.
Lo visité dos veces en su gimnasio en casa con mi escasa ropa de
entrenamiento; pantalones cortos, sujetador deportivo y mi pelo
recogido. Se me quedó mirando por dos minutos, halagándome que
estaba sexy, y volvió a levantar pesas.
Llevaba mi brillo de labios sensuales y pellizcaba mis mejillas antes de
salir de mi auto cada vez que lo veía. Siempre me besaba en los labios,
pero no duraba mucho tiempo.
Página
Sabía que estaba tratando de tomarlo lento conmigo.
107
Todo era un esfuerzo inútil.
Su clon, su clon alienígena, su molesto célibe clon alienígena se hizo
cargo y no estaba dejándolo libre.
En cambio, otro lado de Milo había aparecido.
Siempre tenía una chaqueta o abrigo listo para mí para usar cuando
salíamos fuera de un edificio. Hacía bromas de que en el pasado usaba
la menor cantidad de ropa. Tenía la sensación de que no le gustaban
algunas de las ropas que llevo, pero no había hecho ningún comentario
sobre ellas.
Cuando salía, se aseguraba de que lo llamara tan pronto como entrara a
mi apartamento.
Esa fue la primera noche que dormí con él en el teléfono.
Página
Decir que Milo estaba molesto cuando finalmente hable con él sería
como decir que Miami no tenía las mejores playas del mundo. No gritó,
no tenía por qué. Todo lo que dijo fue, “¿Estás bien?” en un tono
deliberado, preocupación y molestia palpable a través de la línea
telefónica. Cuando respondí con un “sí”, precedió a darme un sermón
sobre Miami siendo un lugar de fiesta salvaje, que las mujeres podrían
ser secuestradas, y que necesitaba comprar un teléfono más nuevo.
Esperé a que terminara y antes de colgar, susurré suavemente, “siento
no haber llamado de inmediato”. Estuvo callado por unos pocos
segundos y pidió que lo llamase cuando me instalara en mi habitación
de hotel.
108
Cuando había viajado a Miami, me pidió que le enviara mensajes de
texto cada tres horas para dejarle saber que estaba bien. Una noche,
cuando un evento de caridad había acabado tarde y olvidé enviarle un
mensaje, Daria había susurrado en mi oído que Milo estaba tratando de
contactarme. Le había dado a Milo el número de teléfono de Daria ya
que era mi asistente por si alguna vez necesitaba contactarme y por
alguna razón no pudiera comunicarse conmigo, ella sería la mejor
opción para llamar. Por supuesto que había informado a Daria que
nadie podría saberlo, especialmente mi padre. Ella era su empleada,
pero primero era mi amiga. Había pasado por casi cada desafío que mi
padre había lanzado hacia mí y, sin importar, nada ella estaba de mi
lado.
Hablamos por horas sobre las cosas más casuales, tontas y triviales. Me
enteré de su amor por los deportes extremos, su obsesión por los
Legos y su pasión por los autos antiguos y los videojuegos. Compartí
con él mi amor por la moda, mi obsesión con las bebidas de frutas y mi
pasión por conseguir los mejores masajes corporales y faciales. Se rió
en su mayoría con su profunda y masculina voz de mis comentarios
estrafalarios. Fue agradable ver su cara en mi teléfono mientras
estábamos en videollamada; la forma en que sus ojos verdes se volvían
más claros cuando estaba divertido y se volvieron de tonos verdes
profundos cuando coqueteaba con él.
Le había preguntado que estaba usando y fingió no oírme, así que le
mostré lo que usaba en la cama. Estaba en mi conjunto de pijama de
seda color champagne. Probablemente pensó que usaba camisones,
pero por mucho que usara escasa ropa en público, me gustaba llevar la
ropa más cómoda en la cama.
—Nena, te ves tan linda. —Sus ojos verdes brillaron burlones.
Mi corazón se derritió con eso. Fue la primera vez que me llamó nena.
Nunca en mis sueños más salvajes pensé que llegaría este día. Las
chicas jóvenes superan sus encaprichamientos, sus enamoramientos
infantiles. Pero ni una vez pensé que Milo era un flechazo. Tal vez por
eso nunca encontré el deseo, la voluntad, el anhelo de acostarme con
cualquier chico. Había bromeado con Brynn muchas veces que me
uniría a Steve en el club de Virgen a los 40 y por mucho que estaba
bromeando, también estaba diciendo la verdad. Una sensación de
presentimiento se apoderó de mí cuando la cara de Milo apareció a la
vista después de que se excusó para tomar agua de la cocina; él era mi
sueño. Le había dado ese poder sobre mí. Y él tenía el poder de
romperme, hacerme caer y destruirme.
Página
—¡No aprendiste ese movimiento de Youtube! —discrepé con
vehemencia, sacudiendo mi cabeza de un lado a otro, mientras ponía
mis ojos en blanco, mi mano derecha en mi cadera mientras dejaba
caer mi bolso en el asiento ajustable de la press de banco.
109
***
Estaba mirándolo de pie con su rodilla derecha cerca de su pecho luego
giró su pierna y pateó hacia afuera mientras giraba su cuerpo. Si
estuviera parada cerca, él estaría golpeando mi abdomen o mi plexo
solar con el talón de su pie. Lo hizo tres veces y luego cambio sus
piernas, apuntando las patadas más alto.
Obvio, era una maravilla de ver.
—Búscalo. Acabo de googlearlo y lo aprendí. —Sus hombros vibraron
en risa. Los bordes bajos de su camisa azul oscuro se habían levantado,
creando una obvia separación de sus shorts azul oscuro y
ofreciéndome una vista impresionante de sus estriados abdominales.
Me acerqué más a él, alcanzando debajo de su camisa, sintiendo su
tensa y musculosa espalda. Deslicé mis manos arriba y abajo por su
espalda mientras miraba en su profunda mirada verde esmeralda, sus
pupilas emitiendo un matiz azulado bajo las brillantes luces de su
gimnasio.
Sus manos se ahuecaron bajo mi mejilla y frotó sus dedos contra mis
labios.
—Ava, nena, no quiero ir demasiado rápido.
—¿Demasiado rápido para quién?
—Para ti —respondió. Toqué mi mano izquierda sobre la barba
formada en su mandíbula.
—¿Para mí? —repetí, levantando mis cejas—. ¿Por qué pensarías eso?
Página
—Milo —empecé, mis manos ahora encontrando su camino al frente
de su pecho. Sentí las protuberancias duras y las inmersiones de sus
pectorales, el corte magro bien definido de su abdomen y caderas. Lo
había visto semidesnudo. Lo había visto desnudo. Su torso en forma de
110
—Todo está pasando un poco rápido. —Su boca estaba por un pelo
lejos de mi frente, sus manos acariciando mi espalda—. Ni siquiera
hablábamos antes. No así. Siempre estabas enojada conmigo. Siempre
estaba hablándome bruscamente. Y ahora esto… simplemente no
quiero estropearlo.
V debería estar en las carteleras por todas partes. Sus dorsales
deberían estar fijados sobre todos los periódicos. Y sus brazos
abultados deberían ser tendencia en cada sitio de medios sociales. No
era el modelo perfecto. Sentí cicatrices y vi los moretones antes. Milo
no era la retocada y chillona imagen limpia de un chico. Era tosco,
poderoso y todo masculino.
—Sé que quieres esperar. Hasta que hayas terminado con la lucha. —
Aún no sé porque luchaba. Me había dicho que esta casa, la casa de sus
padres antes de que se metieran en un accidente, fue pagada
totalmente, así que no podía ser sobre dinero. Alquiló la casa de su tía
Margie en Henderson a una joven pareja agradable antes de mudarse
para entrenar a Arizona hace dos años con el consentimiento de
Brynn—. Pero no creo que tú, nosotros, estemos moviéndonos
demasiado rápido. Creo que, en realidad, estamos yendo en cámara
lenta.
Ambos acordamos que teníamos que mantener lo que teníamos, lo que
estamos tratando de tener, lejos de la mirada indiscreta de mi padre
hasta que Milo hubiera terminado con la lucha. Podía decir que no era
un chico al que le gustaba esconder cosas, pero sabía que mi padre
podría causar un molesto problema para nosotros si nos veía juntos.
Milo me había revelado que mi padre le había advertido contra
perseguirme. Cómo mi padre tenía la menor idea de que Milo estaría
en mi trasero era algo que eludió mi mente porque estaba demasiado
ocupada deseando que me besara.
—¿Cámara lenta? —Su oscura mirada ardió, su voz ronca, rasposa,
articulando en un diminuto hilo de control. Sus manos agarrando mi
pelo más fuerte, la acción causando sensaciones de hormigueo que
sentí desde las raíces de mi cabello que irradiaban a la parte inferior de
mis pies.
Página
Le estaba poniendo un cebo, agitando una bandera blanca, colgando
una manzana del árbol del pecado.
111
—Sí. —Tragué, mis labios abiertos, deseando probar de él—. Apenas
me tocas. Yo… no sé si todavía me quieres.
Sin ninguna advertencia, plegó mis piernas alrededor de su cintura, sus
manos apoyadas en mi trasero, y comenzó a caminar. Casi grité, pero él
apretó su boca contra la mía. Su beso era abrumador, su lengua
pidiéndome ceder. Sus pasos no titubearon mientras continuó
caminando. Envolví mis piernas con fuerza alrededor de él, mis brazos
rodeados alrededor de su cuello.
No estaba prestando atención a donde me estaba llevando. Mientras
que me estuviera llevando.
Oh mierda, debería haberme puesto mi ropa interior especial.
Realmente no estaba preparada para esto. Literalmente conduje desde
la clase de spinning hasta aquí. Me había enviado un mensaje de texto
de que me iba a hacer su desayuno especial; tortillas de cualquier
manera que me gustara con tostadas y un batido de frutas mezcladas.
Había estado haciéndolo para mí cuando estaba en la ciudad y venía en
las mañanas antes de salir a visitar a mamá o hacer lo que Daria había
planeado para mí. Todavía estaba usando mis shorts rojos de gimnasia
y una camisa blanca suelta sobre mi sujetador deportivo. No
necesariamente material de seducción.
—Milo… —protesté, mis palabras ilegibles contra su boca. Me aferré a
su camisa, codeándolo para que me dejara ir por aire.
No dejaba mi boca ir, así que tiré de su cabello. Sentí las hebras
curvándose alrededor de mis dedos; su cabello estaba haciéndose más
largo y necesitaba un corte de pelo.
—¿Huh? —Finalmente me dejo ir—. ¿Qué pasa, duquesa? —Me hacía
gracia esa tontería cuando me llamaba duquesa. Mucho mejor que
princesa. Pero, hasta ahora, nena era mi favorito.
Página
—Está bien. —Cambió de dirección y ahora nos estaba llevando hacia
el baño grande, justo fuera de su habitación. Iba a decir por mí misma
112
—Quiero tomar una ducha. —Me asomé a su cara. Sus ojos estaban en
mis labios, chasqueé la lengua hacia él e inmediatamente mordió de
ella con sus dientes. Creo que pude haber empapado mis bragas sólo
un poco más.
cuando lentamente me bajó e hizo un gesto con las manos para que yo
levantara mis manos hacia arriba.
Había visto mi cuerpo. Desnudo. Muchas, muchas veces.
Nunca había sido tímida sobre usar la ropa que uso para diseñadores
que quieren y necesitan exhibición.
No soy vanidosa ni nada, pero sé que me veía bien.
Mis pechos son UNA 95C. Algunas veces siento que deberían ser más
pequeños porque es difícil llevarlos a todas partes.
Pero justo ahora, en frente de Milo, sentía una inseguridad viajando
por mi cuerpo.
¿Y si encuentra un lunar, una peca, un colgajo de piel, una espinilla? No
tenía ni idea si tenía de los dos últimas, ¿pero y si aparecieron durante
las tres últimas horas cuando me había visto por última vez sin nada de
ropa delante del espejo?
Estaba esperándome pacientemente.
—No tengo ningún champú de chica aquí, así que si quieres tomar una
ducha vas a terminar oliendo como yo.
¿Oler como él? Me gustaba mi champú de frutas surtidas,
especialmente confeccionado para mí por el perfumista de mamá
desde que era una niña. Pero el olor de Milo; toque de almizcle y
esencia masculina, podría enjabonar todo sobre mí y estoy segura de
que lo amaría.
Página
—Únete a mí —le pedí, sabiendo que no había tomado una ducha
todavía.
113
Aún tenía sus manos en alto, esperando a que le diera la señal de seguir
para quitar mi camisa. Me puse de puntillas y atraje su cabeza hacia
abajo para otro beso. Sus manos agarraron mi trasero de nuevo,
deslizando mis pantalones cortos, mi cara llameando con el calor
abrazador entre nosotros.
Milo se apegaba a un horario. Se levantaba temprano por las mañanas
para comenzar su día. Hacía ejercicio durante 4-5 horas, y
normalmente para el momento que lo llamaba o le enviaba un mensaje,
él ya estaba haciendo tareas o trabajando en el nuevo proyecto en el
que estaba involucrado con su amigo, Jeff, quien era también ingeniero
mecánico. Acababa de comenzar la sociedad con Jeff. Cuando Milo
hablaba sobre ello, podía decir que estaba emocionado por la sociedad.
Le permitía trabajar en cualquier parte del mundo. Aun suponiendo
que estaban sólo empezando, pero él vio mucho potencial en hacerlo
un flujo constante de ingresos especialmente cuando se ramificara
internacionalmente. A veces se me olvidaba que era un chico
inteligente. Cuando empezaba a hablar sobre el rendimiento de los
materiales, intercambiabilidad, diseño de sistemas y diseño técnico: lo
encontraba aún más sexy si eso era posible. Todavía era un
rompecabezas para mí por qué tenía que luchar. No había otra razón
para ello sino el dinero.
Antes de perder lo último de mi resolución, levanté el dobladillo de mi
camisa y me la quité.
Sus ojos verdes se dilataron, su respiración se detuvo y cuando trazó
sus dedos desde la parte superior de mi sujetador deportivo a poco
menos de mis costillas, me pregunté si esto era como una supernova se
sentía antes de estallar en una explosión de fuego.
Incliné mi cabeza, dándole mi aprobación.
Metió la mano debajo de la tela de algodón y tocó mis pezones con dos
de sus dedos.
—Maldición. —Su susurro audible se igualó con el hambre en sus ojos.
Sus manos estaban estables, cálidas e insistentes mientras sacaba mi
sujetador deportivo por encima de mi cabeza.
Página
Sus ojos no dejaron los míos en todo el tiempo que me desnudó. Tan
pronto como toda la ropa yacía en un pequeño montón desordenado
114
En menos de un segundo, me había quitado mis pantaloncitos de
gimnasia y tirado de mis bragas amarillas, tanto que pensé podría
desgarrarlas.
en las baldosas gris beige, puso sus manos sobre mi cara, mejillas,
cuello y lenta y suavemente me frotó, la textura áspera de sus palmas
ligeramente abrasivas contra la superficie de la piel que estaba
cubriendo. Cuando sus manos moldearon, acariciaron y cubrieron mis
pechos, estaba bastante segura de que una parte de mi murió un poco,
le petit mort1. Nunca sería la misma mujer después de esto.
Era tranquilo, metódico, la evidencia de su deseo sin cesar emanando
de sus rápidas ingestas de aliento, el endurecimiento de su mandíbula,
la latente, selva verde oscura de su mirada.
Su lengua tocó, favoreciendo mi pezón derecho mientras lo tomaba en
su boca.
—Ahh, Milo… —gemí, mis ojos siguieron su cabeza oscura que estaba
prodigando atención a mi pecho. Con su lengua retorciendo los
costados, envolvió mi pezón izquierdo con la misma ardiente pasión,
sus manos apretando mi trasero.
Estaba perdida en las sensaciones que me estaba dando, mis ojos
cerrándose. Se estaba apoderando de mi cordura, de mi habilidad de
pensar con claridad. En este momento, si me pedía algo, se lo hubiera
dado. No supe cuándo se quitó la ropa, estaba abrumada por el placer
que me estaba dando.
Para el momento en que me levantó dentro de la ducha, estaba a punto
de explotar.
Dentro, se separó de mí para dejarme mojar en medio del agua
caliente. Cuando el calor pinchó en mi pecho, me vio hacer una mueca.
—¿Demasiado caliente, nena?
Le petit mort: En francés, también conocida como “La pequeña muerte”, hace referencia al
período refractorio que ocurre después del orgasmo sexual.
Página
1
115
Se dio la vuelta para cambiar la temperatura del agua, levantando su
mano contra el agua de la ducha como probándola para ver si había
cambiado. Tomé la oportunidad de deleitarme con su desnudo y
glorioso trasero. Con su piel naturalmente bronceada, con una pequeña
cantidad de agua goteando de los músculos de sus glúteos y los
cuádriceps fuertes y apretados, Milo era un hombre cuya fuerza y
poder podían ser intimidantes, pero que era muy amable conmigo.
—Está mejor —dije, encontrando el agua más fría y rejuvenecedora.
Dándose la vuelta de cara a mí, sus ojos brillaron con cruda honestidad
y asombro.
—Ava, eres… eres preciosa.
Lo había escuchado muchas veces; preciosa, hermosa, bonita, adorable;
mis padres me habían dado mis rasgos. Había visto la mirada de los
hombres cuando querían acostarse conmigo, pero con Milo, era
diferente. Vi deseo. Vi pasión. También vi ternura. Y vulnerabilidad.
Una sensación de incredulidad de que estaba aquí con él.
—Creo que también eres hermoso. —Lo era. Mi idea de la perfección
masculina.
Rió roncamente.
—¿Soy hermoso?
—Sí.
—Esa tiene que ser la primera mentira que me has dicho. —Su boca se
levantó, conteniendo una sonrisa.
—No. Lo digo en serio. —Lo decía en serio. No sé por qué nunca me
cree cuando le digo que es guapo o algo así. Es como si creyera que era
irrelevante, sin importancia. Era un hombre hermoso, no sólo por
fuera, sino también en el interior.
Llevando mi dedo índice a sus labios, el flujo constante del agua
cayendo sobre nosotros, presioné sus labios.
—Tienes los mejores labios, podría besarlos todo el día.
Página
—Eres tan fuerte, me levantaste como si no fuera nada. —Mis manos
se extendieron sobre su pecho—. No hay ni una pizca de suavidad en
esto, pero sé lo que hay aquí dentro. Milo, eres un hombre hermoso.
116
Moví mis manos más abajo hasta sus hombros.
Todavía no sé por qué estás peleando, por qué estás sometiendo tu
cuerpo a ese tipo de abuso, pero por la razón que sea, espero que algún
día me lo digas. Te he conocido casi toda mi vida. He visto cómo
proteges y amas a las mujeres y a las personas que te importan.
Probablemente estén molestándote… las cosas que hiciste en el
pasado, los errores que has cometido. Todos cometemos errores.
Algunos más grandes que otros. Pero aun así, nunca he conocido a un
hombre más honorable que tú. Así que sí, eso te hace hermoso para mí.
En un parpadeo me estaba besando con fiereza, sus manos rodando
encima de mí, mi cuello, mi espalda, mi trasero, sus dedos encontrando
un sendero de mi ombligo a mi centro. La yema de un dedo calloso hizo
contacto con mi centro y corcoveé, mi espalda cediendo ante la
repentina oleada, el calor eléctrico esperando a estallar.
—Mierda —gruñó—. Quiero saborearte, nena.
Me apoyó contra la pared, mi cuerpo maleable, dispuesto a cada una de
sus demandas. Levantando mis piernas, las puso sobre sus hombros a
la vez que se arrodillaba entre ellas. Cuando su lengua hizo contacto
con el centro de mi placer, juré que si había muerto antes, recién había
sido regresada a la vida. Pasó de suave a duro, lamiéndome,
succionándome, mientras sus manos permanentemente habían
marcado mi trasero como su propiedad. Estoy segura de que una vez
que termináramos, si es que alguna vez terminamos, las mejillas de mi
trasero tendrían impresas sus grandes manos.
Quitó su mano de mi nalga derecha y lo siguiente que sentí fue un
pulgar presionándose dentro de mí. La sensación fue extraña, las
únicas cosas que habían estado dentro de mí habían sido mis propios
dedos y mi pequeño y confiable vibrador rosa. Exhalé y fue capaz de
deslizar dentro su dedo con facilidad. Cuando agregó otro, se me
escapó un jadeo de sorpresa. Miró hacia arriba, su lengua todavía
ocupada chupando mi núcleo, sus ojos preguntándome si estaba bien.
Página
Arqueó las cejas, haciéndome reír. Volvió su atención a lo que estaba
haciendo y unos pocos minutos después sentí mi cuerpo deshacerse
por el agua y la liberación abriéndose paso ante sus magistrales toques.
117
—Ha pasado mucho tiempo —contesté. Más bien nunca.
Retiró mis piernas de sus hombros y poniéndose de pie, entrelazó mis
brazos contra su cuello.
—Dijiste antes que no pensabas que todavía te deseara… —Su voz fue
áspera, como si fuera incapaz de pronunciar palabra, sus respiraciones
saliendo en jadeos dolorosos y desiguales. Sin esperar mi respuesta,
tomó su mano derecha y la cerró sobre su polla—. Nena, estoy a punto
de reventar cada maldito día sólo de pensar en ti. —Observé mientras
bombeaba su puño, su enorme erección construyéndose, la punta
llorando un fluido blanco lechoso. Bajé mi mano derecha y la puse
sobre la de él, murmurando contra su oído:
—Córrete para mí.
Contra las paredes beige de azulejos blancos del baño, el vidrio claro
separando la ducha del resto del baño, mi mano sobre su puño
mientras aceleraba su ritmo, escuché su rugido y lo observé llegar a su
placer. A medida que los temblores de su clímax amainaban, presioné
mi rostro contra su pecho, escuchando los erráticos sonidos de sus
latidos.
Depositó un suave beso en la cima de mi cabeza.
—Gracias, nena.
Ava.
Duquesa.
Nena.
Podía llamarme como quisiera.
Incluso Princesa.
Para mí, era Milo.
Mi amor.
Página
Después de nuestra abrasadora ducha, Milo me secó con una toalla
afelpada verde que había agarrado del gabinete de debajo del lavabo.
118
***
Le había dicho que tenía algunas ropas de repuesto en el auto, así que
abandonó el baño para buscarlas.
Mirando el baño, estaba claro que Milo era un fanático de la limpieza.
Tenía todo perfectamente alineado: el jabón, el cepillo de dientes
eléctrico, las maquinillas de afeitar, un dentífrico de menta y una toalla
de mano. Abrí el botiquín y estaba igual. Ni una sola cosa fuera de
lugar. No tenía mucho en ella, sólo un puñado de toallitas impregnadas
en alcohol, envolturas de gasa, vendajes, una caja de almohadillas
calientes, ibuprofeno, desodorante y condones.
Alcancé la caja de condones, estaba cerrada. La cinta plástica sellando
la caja estaba envuelta a su alrededor. El pensamiento calentó mis
entrañas. No ha tenido sexo… con nadie, ni siquiera su ex-novia que
estaba resultando no ser tan mala después de todo. Por no tan mala me
refería que en vez de querer cortar todo su cabello pelirrojo, sólo le
daría su flequillo en cambio. Se vería completamente bien en ella. No.
—No. No he tenido sexo con nadie. —Su voz me asustó
terriblemente—. Por un largo tiempo.
¿Cuándo iba a dejar de caminar detrás de mí y atraparme en los
momentos más incómodos?
Mi rostro ardió con vergüenza.
—No quería husmear. Sólo estaba…
—¿Curioseando? —Sostuvo la bolsa negra que reconocí como el bolso
con mis ropas de repuesto. Dejé la bolsa en mi maletero en caso de que
olvidara traer algo del gimnasio. Levantó una ceja, su rostro
arqueándose en una sonrisa—. Está bien.
Se había cambiado a unos pantalones vaqueros azul oscuro y una
camiseta verde oscura. Hizo un gesto con el dedo índice, haciéndome
una señal para que me acercara.
Página
—No tienes que preocuparte por mí, Ava —declaró
tranquilizadoramente—. No tengo el hábito de engañar a mi chica.
119
Me moví unos pocos pasos hacia adelante.
—¿Lo soy? —El aire en mis pulmones llenándose con incertidumbre.
Habían pasado unas pocas semanas para que se hiciera a la idea de
querer estar conmigo. Pero yo he tenido esta idea, este sueño, toda mi
vida—. ¿Tu chica?
—¿Qué crees? —Su brazo envolviéndome en un abrazo, el suave
material de la toalla deslizándose del nudo que había formado en el
frente.
—Creo… —respondí—. Primero tengo que ver con qué me vas a
alimentar.
Se echó a reír, sus dedos torciéndose en el cabello que había dejado
húmedo y sin secar porque Milo, bendito hombre, no tenía su propio
secador de cabello. Cuando le había preguntado si tenía uno más
temprano, me miró confundido y dijo:
—¿Para qué? ¿Para secarme las bolas? —A lo que me tuve que sostener
el estómago con las manos porque no podía parar de reír.
—Voy a alimentarte con la mejor tortilla que hayas probado. —Lo
dudaba sumamente. Su hermana hacía la mejor tortilla del mundo—.
Pero sí, duquesa, eres mi chica.
Página
—Está bien, haces la segunda mejor tortilla del mundo —juzgué, mi
estómago claramente aceptando lo que hizo por mí, y me encontraba
oficialmente repleta. Me tenía sentada en su regazo alimentándome
con la tortilla vegetariana que me había hecho hace unos pocos
minutos. Verlo cocinando en la cocina debió haber sido una de las
cosas más sexys del mundo. El ritmo rápido con que picaba los
vegetales en la tabla de cortar, lo artístico de sus movimientos
alrededor de la cocina, y la natural habilidad de medir lo mucho o lo
poco de las especies a agregar; era la versión de su hermana en la
cocina.
120
Después de besarme por unos cuantos minutos más, se fue dándome
algo de privacidad y así él podría comenzar a cocinar lo que me había
prometido. Entré en su habitación para ponerme mis pantalones de
yoga azul y una camiseta corta sin mangas de color blanco.
—¿Quién está primero? —preguntó, tendiéndome un vaso de batido de
frutas que mezcló hace unos pocos minutos.
Tomé un gran trago del batido. Delicioso. Tenía piña, mango, fresas y
otras frutas. Pero lo mejor es que lo hizo para mí.
—Tu hermana.
—Ah. —Una palabra. Sentí la tensión rodearlo mientras lentamente me
levantaba, dejándome a un lado. Se acercó al refrigerador y agarró un
bloque de queso. Abrió un cajón y sacó un cuchillo y comenzó a cortar
el queso en pequeños trozos.
—Bee es la mejor cocinera y pastelera. —La tristeza delineaba su voz.
Su mandíbula tensa mientras mordía el queso—. Estoy de acuerdo,
hace las mejores cosas. Mamá, nuestra madre, le enseñó… pero Bee,
tiene ese don de hacer que tenga buen sabor.
Amaba tanto a su hermana. No tenía dudas de ello.
Me levanté de la silla y levantó los brazos para que yo pudiera rodear
sus caderas con mis brazos.
—¿Cuándo fue la última vez que hablaste con ella?
—Justo después de Shanghai. Antes de tomar el avión a casa.
Página
—Eso fue hace casi nueve meses —dije sin censura o acusación.
Desearía que le hablara a Brynn. Brynn me había dicho que Milo
121
Brynn había llorado sobre mi hombro debido a que su hermano le
tendió una trampa a Kieran por drogas. Vi cómo eso la destrozó cuando
estaba junto a Kieran, incluso después de que él casi la dejara sólo por
ser la hermana de Milo. Pero ella amaba a Milo. Escuchaba la
preocupación en su voz cada vez que me preguntaba si había sabido
algo de él, sabiendo que estaba en las Vegas. Era difícil decirle que “no”
porque yo sabía dónde se encontraba Milo. Al menos, lo sabía cuando
aparecía en el club de peleas de mi padre. Pero no podía
entrometerme. Era algo entre hermana y hermano. Podía, sin embargo,
cerrar la brecha que se había formado durante los pasado nueve meses
y contando.
mandaba mensajes pero nunca llamaba. Cuando estábamos en la
universidad, él y Brynn hablaban todos los días.
—Lo sé.
Apoyando mi barbilla contra su pecho, flexioné mi cuello, capturando
la mirada lejana en sus ojos.
—Me siento perdido, sabes… —Sus palabras tranquilas sostenían tanto
valor. Siempre ha sido el tipo más honesto de chico. Cuando estaba
contento, lo mostraba. Cuando estaba enojado, no lo ocultaba. A
menudo ha sido etiquetado como el malo del mundo de la natación
cuando competía porque no dudaba en maldecir en frente de las
cámaras luego de haber hecho un mal nado. Estoy segura de que
conseguía multas por esto pero eso era todo; no ocultaba sus
emociones.
Puso el trozo de queso y el cuchillo contra la isla mostrador de granito
en el medio de la cocina y continuó:
—Siento que la he avergonzado, decepcionado, llevado tanta mierda al
nombre de mi familia.
No pude decir nada. Este era su demonio personal, el peso muerto que
ha estado llevando.
Página
Lo abracé con más fuerza, negándome a dejarlo ir, su respuesta era
dejar caer su barbilla contra la cima de mi cabeza. He cuidado de
heridas, heridas superficiales que sanan con el paso del tiempo. Había
ayudado a estabilizar huesos rotos, ligamentos rotos, y partes
fracturadas de cuerpos. Pero ¿cómo corriges, cómo cuidas y estabilizas
122
—¿Cómo arreglo todo, Ava? —Sus ojos se enfocaron en un punto en
blanco de la pared, los músculos de sus hombros desplomándose, el
peso de sus palabras colgando de una escala invisible, la desesperanza
tirando hacia abajo el optimismo. Este era un hombre que podía
quebrar los huesos con un golpe de su puño, hacer a otra persona
sangrar con el poder de sus patadas, sin embargo sonaba como si
estuviera sangrando por dentro, su alma, desconocida para el mundo,
se estaba quebrando.
a un sujeto cuyas heridas son auto-infligidas, su conciencia y sus
pensamientos destrozándolo, causando lo que podría ser una fractura
irreparable?
Mis ojos ardieron ante su pregunta. No tenía ninguna respuesta para él.
Así que dije lo primero, lo único que me vino a la mente.
Página
123
—No lo sé, Milo. Pero puedes empezar hablando con ella.
Traducido por nelshia, Lililamour y tara_annie
Corregido por veroonoel
─¿P
Milo
odemos salir mañana en su lugar?
¿Qué demonios?
No la he visto en cuatro días. Estuvo en
Tailandia por alguna mierda de inauguración.
La última vez que la vi fue después de mi última pelea. Una que gané
tan rápido que mi oponente, un boxeador búlgaro, apenas lanzó un
puñetazo antes de que lo liquidara con una combinación de un golpe
directo, un gancho, unas cuantas patadas frontales y patadas circulares.
Yo estaba en el borde mientras luchaba. Sólo quería que la noche
terminara. Maxwell y sus amigos ricachones estaban un poco molestos
porque terminé la pelea tan rápido, pero no tenía energía para el
drama, y quería terminar la pelea rápidamente sabiendo que Ava
estaría volando temprano al día siguiente.
Página
Y ahora esto. Seis palabras que envió a través de un mensaje. Su avión
acababa de aterrizar hace veinticinco minutos. Cuando llamé a Daria
ayer, le había pedido para la agenda de Ava y parecía que ella estaba
sin asuntos en dos semanas. Quería decírselo esta noche, pedirle que
me acompañase. Era desconcertante hablar con una asistente sobre el
horario de mi novia, sí, ella era mi novia, no pedí su consentimiento u
124
Durante los días antes de la pelea, Ava estuvo ocupada con algunas
cosas que su padre le había pedido que hiciera, también estaba
siempre hablando por teléfono con una mujer llamada Naomi. Me di
cuenta de que algo estaba molestándola, pero cada vez que le
preguntaba, ella sólo me besaría, me distraería y olvidaría mi pregunta.
O yo fingía olvidar mi pregunta. Ella me lo diría cuando estuviera lista.
opinión, pero su coño en mi boca y mi polla en sus manos la hizo
oficialmente mía. Por supuesto que no era así con todas las chicas, pero
hice mis propias reglas con Ava. Además que se sentía bien, yo
llamándola mi chica y ella parecía feliz por eso también. Daria era una
chica genial. La vi un par de veces en el apartamento de Ava. Me dio
pistas sobre lo que le gustaba a Ava, Tic Tacs y diamantes. Tic Tacs, del
tipo de color naranja, que podría comprar en cajas. Los diamantes
tendrían que venir más tarde.
Golpeé enviar y contestó al segundo timbrazo.
—No. O me voy para allá o vas a venir. Esta noche. —Mi mandato claro,
ni siquiera la dejé saludar.
Ella me estaba enojando. Habíamos hablado todas las noches en el
teléfono. Era plenamente consciente de que la echaba de menos y
estaba caliente como el infierno por ella. Sólo había un límite para lo
que un hombre podría tomar por videollamada con su hermosa y sexy
novia.
—Hola a ti guapo. —Su voz entrecortada rompió a través de la línea—.
¿Por qué suenas tan molesto? ¿Fue el tráfico? ¿Un conductor se cerró
delante de ti?
No me estaba engañando. Estaba tratando de distraerme.
—No.
—Milo, por favor, nene... —Era tan sexy, tan caliente, incluso a través
del teléfono.
Página
—No. ¿A qué hora vas a venir? —cuestioné, haciendo caso omiso de su
petición. Era final; la estaría viéndola esta noche—. ¿O quieres que
conduzca hacia allá? —Su apartamento estaba a treinta minutos
125
Bajé mi pluma, escribiendo en el papel delante de mí. Estaba tratando
de encontrar la manera de cambiar la mecánica en el sistema de
calefacción que Jeff me había enviado para que H-TEC, la compañía
para la que estábamos diseñando, fuera capaz de utilizar el aire fresco
desde el exterior, reduciendo así la necesidad de aire acondicionado en
todo momento y aumentando su capacidad para ahorrar energía.
conduciendo, pero podría hacerlo en quince. El tráfico era ligero a las
siete de la tarde.
Suspiró.
—Es sólo que estoy cansada.
—Está bien, entonces voy a conducir hacia ahí. —¿Por qué estaba
poniendo excusas de todos modos?
—No. Puedo conducir hasta ahí. Estoy bien. —¿Ahora podía conducir
para acá?
—Ava, ¿qué diablos está pasando? —dije de golpe, tocando mi pluma
contra mi cabeza. A veces realmente me irritaba. No podía ir al grano.
Una vez, habló de un par de zapatos durante casi una hora sólo para
terminar diciéndome que odiaba a la suela. En otra ocasión, me envió
una foto tras otra de bufandas sólo para preguntarme si quería una.
¿Qué tipo de hombre llevaba bufandas con volantes de culo con colores
que debería estar colgados en la ventana de alguien? Ni siquiera puedo
empezar a trabajar en la forma en que ella no utiliza portavasos, no
lava sus platos hasta que están casi en dos pilas, y cómo piensa que se
va a quedar sin bolsos. Me hace querer arrancarme los pelos, pero
también me hace apreciar las cosas más pequeñas: la forma en que me
toca como sin querer dejarme ir, la mirada en sus ojos cuando digo
algo gracioso, o la forma sexy en que ella cuenta en francés.
—Algo, umm, que me pasó en Tailandia. —Se apresuró mientras dijo
las palabras.
—¿Algo? —Ya estaba de pie y agarrando las llaves del coche, listo para
salir de la casa—. ¿Alguien te lastimó? —Ya estaba volando a Tailandia
y dándole una paliza al jodido que le hizo daño. Mi sangre hirvió ante la
idea de alguien maltratándola.
Hice una pausa.
—Mehiceunfacialyahoramicaraesnaranja.
Página
Con voz cansada, murmuró; apenas pude distinguir las palabras:
126
—Ayer por la noche estabas bien en el teléfono. ¿Cuándo sucedió esto?
—¿Naranja? —Esto era una locura—. ¿Dijiste que tu cara es de color
naranja?
—No es súper naranja —se defendió—. Tal vez más como un tipo de
sorbete de naranja, más ligero que el de color naranja de la calabaza, y
un tono más oscuro que el melón.
Estaba malditamente loca.
─Bueno, ¿así que tu cara es como un Oompa Loompa1?
Dejó escapar un pequeño gemido.
No pude contenerme más, rompí a reír.
—Joder, nena, estás loca.
—¡No es gracioso Milo! —Su voz era severa, ella divagó:
—Compré este súper lindo kimono sedoso y un camisón a juego con
una tanga de ropa interior con la tira cosida a mano por los mejores de
los mejores para ti. Y ahora mi rostro anaranjado te distraerá de eso.
¿Seda? ¿Camisón? ¿Tanga? Me podía importar poco si su rostro era tan
naranja como una zanahoria, sólo esas tres cosas lo compensarían para
mí.
—¿Estás conduciendo hacia aquí o quieres que vaya para allá? Tienes
dos segundos para decidir. —Mi voz era brusca, ronca. La echaba de
menos. Sentir su cuerpo cerca del mío no era lo mismo que hablar por
teléfono, enviar mensajes de texto pervertidos, o enviarle un correo
electrónico.
—Voy para allá —afirmó al final—. Yo también te extrañé.
***
Oompa Loompa: Los Oompa Loompa (traducidos al castellano como Umpa Lumpa o Umpa
Lumpi) son personajes ficticios del libro Charlie y la fábrica de chocolate del autor británico Roald
Dahl. En la película de 1971, tenían cabello verde, vistosos trajes y la cara anaranjada.
Página
1
127
Tan pronto como el Tesla blanco se detuvo en el garaje, la cargué a mi
dormitorio y me abalancé sobre ella.
Nunca había estado tan encendido, tan tensamente enrollado, tan
caliente por cualquier persona, sólo por ella.
Ni siquiera me di cuenta lo tan naranja que era su rostro. Claro, se veía
de color naranja, pero no tan malo como ella lo hizo sonar.
Todo lo que sabía era que ella estaba aquí. Sus ojos grises se llenaron
de felicidad y sus labios recibieron mis besos hambrientos. Llevaba un
vestido corto color amarillo debajo de una chaqueta y sandalias planas
que tenían algunas cuerdas envueltas alrededor de sus largas piernas.
—Alguien me echó de menos —dijo en broma mientras se quitaba la
chaqueta. Mis manos ya estaban tratando de encontrar una casa debajo
de su sujetador.
Sentándose en el borde de la cama, tiró de mis pantalones negros
holgados y los bajó. Levanté las piernas una a una para salir de ellos.
Antes de darme cuenta, ella estaba ahuecando mis bolas y saludando a
mi pene con su mano. Mis bóxers negros no estaban ni siquiera a la
mitad de mis piernas cuando ella empezó a chupar mi polla.
Envolví mis manos alrededor de su cabeza, observando mientras ella
lamía, chupaba, y corría sus dientes alrededor de mi erección.
—Nena —gruñí, tirando de su cabello—. No voy a durar... Te extrañé
tanto.
Por mucho que quería que ella continuara, tenía otros planes para esta
noche.
Saqué mi polla de su boca, sus labios abriéndose, esperando a que yo
volviera a ponerla dentro.
Metí la cabeza dentro de su boca, provocándola, haciéndola querer
más.
Página
Descarté mis bóxers a un lado y mi camisa siguió poco después.
128
Su boca se sentía tan bien, tomaba todo lo que tenía de mí para no
hundirme de nuevo en ese calor.
Bajándome a su nivel, desenvolví sus piernas de las correas de las
sandalias color marrón que llevaba puestas. La piel de Ava estaba
ardiendo, su cuerpo era tan sensible a mi toque.
Lanzando sus sandalias a un lado, levanté sus piernas para que pudiera
besar la parte de atrás de sus rodillas, y luego trabajé lentamente mi
camino hacia arriba.
Ahora estaba acostada en la parte superior de mi edredón azul y rojo.
La visión de ella, su vestido levantado mostrando su tanga color carne,
su coño empapando mis sábanas, con sus manos extendidas sobre su
cabeza, su cuerpo arqueándose, anticipando mi toque, y sus ojos
pesadamente entrecerrados por el deseo; si esto era el cielo, no
quisiera volver nunca a la tierra. Era hermosa. Un ángel envuelto en un
cuerpo hecho para la pasión.
Toqué su clítoris con un dedo.
—Nena, quiero estar dentro de ti esta noche. —Su respuesta fue un
gemido prolongado.
—Ohhh...
La desnudé lentamente, besando cada parte de su cuerpo. Para el
momento que desabroché la parte posterior de su sujetador de encaje
amarillo, estaba delirando por mi toque. La fricción más pequeña de mi
pulgar contra su clítoris la hacía gritar.
Desenvolví el paquete de condones con manos temblorosas. Casi lo
había perdido antes, cuando mordió mi hombro.
—Pónmelo. —Incluso mi voz estaba temblando en mi afán de
hundirme en su interior.
Página
Me extendí hacia abajo, entre nosotros, asegurándome que estaba
mojada. Introduje un dedo dentro de ella, observando su expresión
volverse más oscura, su respiración entrecortada, su cara estaba
caliente, tan caliente. Inserté otro dedo, uniéndose al otro.
129
Sus suaves manos apretaron mi polla antes de que tomara el condón de
mi mano y me lo pusiera.
—Estás tan apretada.
—Ohh, se siente bien. —El olor de su aliento mentolado asaltó mis
sentidos.
—¿Estás bien, nena? —pregunté, queriendo asegurarme que ella está
bien.
—Sí —dijo entre dientes, con las piernas abriéndose más amplias,
invitándome a entrar.
Entré en ella lentamente, dándole tiempo para adaptarse a mi
intrusión, empujando mi cuerpo hacia arriba así la mayor parte de mi
peso no estaría en ella. Estaba apretada, tan, tan apretada. Fue como
hundirse en un guante que tenía que estirar para que pudiera
moverme.
¿Era virgen?
—Ava, mírame. —Le pedí suavemente, bajando su barbilla para que
pudiera
enfrentarme,
momentáneamente
deteniéndola
de
mordisquear mi oreja.
—¿Lo soy? —Su mirada se aclaró, preguntándose lo que estaba
cuestionando—. ¿El primero?
Ni siquiera me di cuenta de que estaba llorando. Su cara estaba
cubierta de una pequeña cantidad de lágrimas.
—¿Te estoy lastimando?
Asintió levemente con la cabeza, su cabello oscuro se extendió como un
ventilador en mi cama. Rocé ligeramente las lágrimas de sus ojos,
acariciando su cabello.
Página
—Está bien. —Estuvo de acuerdo, mi mirada en sus ojos, esperando
alguna señal, alguna palabra de ella y me detendría.
130
—Creo que sólo duele la primera vez. Si es demasiado, voy a parar, ¿de
acuerdo? Sólo dime que pare y me detendré. —Su comodidad, su
placer, era lo primero. Tendría que poner hielo en mis bolas azules,
pero si decía detente, no dudaría.
Empujé un poco más, joder, se sentía tan bien.
Ella exhaló, sus ojos oscureciéndose con necesidad.
—Estoy bien.
Me sumergí un poco más, comprobé su cara, ni una palabra de ella.
Otro poco, todavía estaba bien. Me tomé mi tiempo, incluso si todo lo
que quería hacer era simplemente moverme dentro de ella. Mientras
deslizaba todo de mí dentro de ella, trajo su cabeza contra mi oreja
izquierda.
—Soy tuya.
Un primario, bullicioso e inexplicable sentimiento se apoderó de mí. Lo
tomé como mi entrada, mi señal para moverme y me moví. Poco a
poco, suavemente, mis caderas meciéndose contra su apretada vagina,
mi dedo en su clítoris, mi boca en su pezón, en su cuello, en sus labios…
por sobre toda ella. Aceleré mi ritmo cuando la sentí estremecerse
debajo de mí.
—Me corro.
Me sumergí en ella, adentro, afuera, lento, rápido, afuera, adentro,
lento, susurrando, cantando: Te sientes tan jodidamente bien, tan
increíble, nena, estás tan apretada, girando las caderas al ritmo que mi
cuerpo me exigía. Agarré sus hombros con más fuerza, mordisqueando
su clavícula, clavando mis dientes mientras gruñía:
—¡Ahh, me estoy corrieeendooo!
Me quedé dentro de ella mucho después de que llegara al clímax.
Cuando me salí, la miré fijamente y tenía una sonrisita en su rostro.
—Supongo que realmente me extrañaste.
Página
Agarré una toallita de debajo del lavamanos y dejé que el agua tibia la
empapara.
131
Le sonreí, poniéndome de pie para poder deshacerme del condón en el
baño. Noté que había rayas rosa claro en él. No mucho, pero estaba ahí.
Prueba de su entrega a un hombre por primera vez.
Cuando volví a la habitación, la encontré acurrucada sobre un costado,
con el cuerpo perfectamente desnudo contra las oscuras sábanas.
Le pedí que abriera las piernas y la limpié con la toalla caliente. Me
sonrió todo el tiempo. Noté que su cara estaba anaranjada, como había
dicho, pero el color era insignificante contra el brillo en sus ojos, el
rubor caliente de todo su cuerpo; y la enormidad de lo que me acababa
de dar se hundía lentamente en las profundidades de mi cerebro.
—Gracias, nena. —Tragué saliva, un bulto se estaba formando en mi
garganta.
Ella tenía veinticuatro años. Podía habérsela dado a cualquiera. La
había visto en ropa que obtendría una reacción por parte de cualquier
hombre, incluso de esos monjes célibes. Uno no podía dejar de pensar
que había tenido poder sobre los hombres por su forma de vestir, por
como hablaba. Pero nada podía estar más lejos de la verdad. La
virginidad no era una gran cosa en estos días. No lo era para mí
tampoco. Hasta ahora. Hasta ella.
Me gustaba mucho. También me preocupaba mucho por ella.
Aquí y ahora, hice un voto silencioso, una promesa.
Me haría digno de ella.
En todas las formas posibles.
***
Página
Estábamos descansando en el sofá, esperando que la comida tailandesa
llegara. Ella había querido comida tailandesa, dijo que no había tenido
suficiente en su viaje.
132
—¿Así que había alguien poniéndote esa mierda en la cara y no sabías
cómo ibas a reaccionar a ella? —En este momento me estaba contando
cómo consiguió un facial de calabaza y éste tiñó su rostro. Su cabello
estaba mojado por la rápida ducha caliente que acabábamos de tomar.
Lo sequé con la toalla azul que había colocado entre mi regazo y su
cabeza.
—Sentí aguijonazos en la cara durante el facial. Quiero decir, cuando la
esteticista untó la máscara en mi rostro, grité porque me dolía mucho.
Sentí que mi cara estaba expuesta a un fuego abierto.
Suavemente acaricié su frente.
—¿Te duele aquí?
—Ya no me duele. Sólo es molesto tener este aspecto. —Sus labios
rosados hicieron un puchero, sus ojos grises mirándome, esperando mi
veredicto.
—Nena, eres la más caliente Oompa Loompa ahí fuera. —Contuve mi
risa, dándole una pequeña sonrisa en su lugar. Trazando las líneas de
su cara, le dije:
—No voy a mentir, me recuerdas a Halloween... pero todavía te ves
hermosa. —Ella lo era. Siempre lo era.
—¿Halloween? —Sus cejas se alzaron.
—Debido a lo naranja.
Ella golpeó mi mano y trató de alejarla. Bajé mi cabeza, intentando
conseguir un beso.
Algo estaba tocando a mi puerta.
Página
Toc, toc, toc.
133
Ella mantuvo la boca cerrada. Lentamente mordisqueé su labio
inferior, persuadiéndola a abrirse. Poco a poco lo hizo. Me acarició la
boca con su lengua, suavemente, enérgicamente, alternando la presión,
mordiendo mi lengua, chupando mis labios, sus manos deslizándose
sobre y alrededor de mi cuello, pidiéndome que me inclinara más
abajo. Estábamos ocupados con nuestro juego de besos en el que todos
salen ganando, que me llevó a reordenar su posición en el sofá. Encima
de mí, ella era un espectáculo digno de ver; su cabello ligeramente
húmedo y enredado en mis manos, los tonos grises en sus ojos
convirtiéndose en intensos, salvajemente negros, y sus manos
clavándose, sus uñas detrás de mi cuello, la espalda, el pecho; maldita
sea, era una fiera.
Toc, toc.
Otra vez.
¿Quién demonios estaría tocando a estas horas?
Ava se apartó, su respiración agitada, los ojos vidriosos.
—Comida tailandesa.
Oh, mierda, sí, la comida tailandesa.
Descruzó las piernas de debajo de las mías, se puso de pie, un poco
desequilibrada. Sostuve su cintura con mis manos y alcé mi camisa
UConn de color gris por los bordes y besé su ombligo. Llevaba mis
calzoncillos de color azul oscuro sin nada debajo. Preguntó si podía
pedir prestada mi ropa después de la ducha, no era un gran problema.
Podría usar mi ropa cuando quisiera. Se veía cien veces mejor, más
sexy en ella de todos modos.
Sabiendo evidentemente lo que iba a hacer, antes de que pudiera tirar
hacia abajo sus pantalones cortos, dijo:
—Nene, el pobre tipo ha estado llamando desde hace un tiempo.
—No es mi culpa que mi novia me ponga caliente.
Sus ojos se abrieron y dio un grito ahogado, casi con incredulidad.
—¿Novia?
Si el repartidor no estuviera aquí, ella conseguiría nalgadas justo
ahora. Por supuesto que ella era mi novia.
Página
Le di un último beso en su boca todavía abierta y entré en mi
habitación, agarrando mis vaqueros del suelo para sacar mi billetera y
volví a salir para pagarle al repartidor. Le di una propina del veinte por
ciento, teniendo en cuenta que me dijo que había estado tocando
durante casi quince minutos. Por lo general, estaba alerta acerca de lo
que me rodeaba, de sueño ligero, y oía los pasos a tres metros de mí,
que estaba activo tanto en combates como cuando estaba nadando. Me
134
—Sí, ¿tienes un problema con eso?
daba cuenta cuando alguien se arrastraba detrás de mí, lo que me
permitía reaccionar más rápido, velozmente, hacer mi movimiento
antes de que otras personas podían. Pero Ava, a mi alrededor, debajo
de mí, prácticamente cada vez que está cerca de mí, ella quitaba todo
esto. Todo lo que veía era a ella. Todo lo que oía era a ella. Todo lo que
siento es a ella. Mi padre solía decir: “Cuando tu madre está cerca, todo
lo que importa es ella”. Nunca lo entendí totalmente, no le di mucha
importancia. Era medio italiano. Era el romántico en él.
Ava ahora estaba envolviendo los finos fideos Pad Thai2 entre las
diminutas ranuras del tenedor. Estábamos sentados en el suelo,
nuestras espaldas contra el sofá. Ella levantó su tenedor, animando mi
boca a abrirse. Mierda, si Leif o Jeff me vieran hacer esto sería el
extremo de infinitas burlas y provocaciones. Dirían que estaba
volviéndome suave o convirtiéndome en mariquita. Abrí mi boca y
mastiqué la mitad de su ofrecimiento.
—¿Te gusta? —preguntó ella, sus dientes blancos haciendo acto de
presencia, su cara de color naranja viéndose brillante.
Sí, me gustas. Mucho.
—Está bueno.
—Lo sé, ¿verdad? No puedo creer que no hayas probado fideos con
marisco.
No he probado un montón de cosas.
—Voy a tener que hacerte probar algo de los Quiche Lorraine3 de mi
panadería favorita uno de estos días. —Sus ojos grises estaban
brillando, como si estuviera teniendo un momento bombilla.
La acerqué más a mí, su cabeza apoyada reflexivamente contra el
hueco de mi axila.
—Voy a probar todo lo que quieras que pruebe.
Pad Thai: Platillo tailandés que consiste en tallarines salteados con langostinos y brotes de soja.
Quiche Lorraine: Tarta salada, un clásico de la cocina francesa. Fue creada en torno al siglo XVI
en la región de la Lorraine.
3
Página
2
135
Ella jugaba con su tenedor, pescando otro fideo fino.
—¿Incluso con aspecto de calabaza?
—Si tú eres la que me lo está dando, sí. Aparte de eso, de ninguna
jodida manera. —Aspiré su cabello perfumado de flores—. Y más te
vale que estés desnuda al momento de poner esa mierda sobre mí.
Rompió a reír. Tendría que agarrarme en un muy buen día antes de
que le permitiera poner algo de esa mierda en mi cara. Tal vez después
de tres rondas de sexo... tal vez.
El programa de cocina que le gustaba mirar estaba encendido, en su
teléfono sonaba un poco de música suave, la pequeña ráfaga de la
actividad, ella comiendo, yo comiendo, ella alimentándome se sentía
natural, familiar, sin esfuerzo. Esta noche ella me había dado algo que
nunca había dado a nadie.
En la ducha, cuando le había preguntado por qué no, ella se encogió de
hombros y dijo que no tenía ganas de dar su virginidad a cualquiera.
Cuando le pregunté si le dolió, había dicho que sí, pero sólo por un
segundo o dos. Había actuado como si no fuera gran cosa. Pero lo era.
Para mí, lo era. Ava me hacía sentir... me daba esperanzas de que tal
vez quedaba algo bueno en mí, que yo era digno de algo que nunca
había entregado a nadie. Que tal vez cometí errores y que era hora de
dejar darle vueltas al asunto y admitirlo.
Iba a pedirle que se fuera a Colorado conmigo y tal vez pasar algún
tiempo juntos, en kayak y rafting en el río Arkansas en Colorado
central. Nunca he estado allí, pero he oído de Jeff que a su novia,
Sharon, le encantó el paisaje y la fauna.
—¿Cómo te sientes acerca de tomar un viaje a Arizona conmigo?
Página
Esta noche estaba siguiendo el liderazgo de Ava, sus instintos, su voz
de la razón.
136
Sentí que algo cambiaba dentro de mí, no sabía qué hacer con ello. He
seguido mis propios instintos toda mi vida, que me han salvado de
hacer el tonto de mí mismo, me protegieron a mi hermana y a mí de las
duras realidades del mundo tanto como podían, pero también me
llevaron a cometer el mayor error de mi vida.
137
Página
Traducido por Jane y flochi
Corregido SOS por LadyPandora
S
Ava
entí la tensión en él. Había estado muy tranquilo en los últimos
días previos al viaje. Este mes, no tenía que luchar. El público
eligió un luchador japonés contra uno ucraniano. El japonés daba
miedo. Parecía pequeño, pero su tamaño era engañoso. No había visto
a nadie moverse tan rápido como lo hacía y me pareció oír el chasquido
de los huesos cuando pateó al chico ucraniano. Recé a Dios por que
Milo no tuviera que enfrentarse a él. Sin duda mi hombre tenía
excelentes habilidades de combate, pero todavía tenía mis dudas. Cada
vez que el nombre de Milo era anunciado, quería vomitar. Por
supuesto, no me gustaba ver las peleas en absoluto. El club de lucha
“Las próximas Generaciones” fue el primero que poseyó mi padre.
Página
Mamá lo hacía bien. Tenía días mejores, creo que estaba cada vez más
fuerte. Todos los días me las arreglaba para almorzar con ella. Mi padre
parecía estar bien visitándola con frecuencia. Incluso podía salir con
ella ahora si quería. Su aquiescencia era en gran parte debido al hecho
de que había estado viendo las peleas y de acuerdo con sus órdenes,
me mantuviera alejada de los otros chicos, excepto Emmett. Emmett se
encontraba fuera de la ciudad. Él me estuvo enviando mensajes de
texto, preguntándome mi disponibilidad y que cuando regresara a la
138
Nunca me acostumbraría a ver a Milo sufrir. Cada patada, cada golpe
que aterrizaba en su cuerpo impactaba directamente a mi corazón. Él
siempre parecía estar bien después de las peleas, lo que podría
agradecer a mi buena estrella. La última vez que lo vi realmente salir
herido fue cuando el chico brasileño golpeó su pierna, pero aun así,
Milo pareció recuperarse fácilmente. Tal vez porque conocía a su
cuerpo tan bien después de años de estar en el deporte.
ciudad le encantaría pasar el rato. Tuve que borrar esos mensajes de
inmediato tan pronto como los recibí. Todavía tenía que decirle a Milo
lo de la reciente intromisión de mi padre sobre con quien salía. Mi
padre estaba distraído con una fusión de negocios con una empresa
minera de Indonesia, de acuerdo con Daniel, así que no estaría ahí por
mucho. Intercambié algunas palabras con él en los pasillos cuando
visité a mamá, pero eso fue todo. Él era así; se encerraba en su
habitación en la casa o su oficina en el centro de Las Vegas cuando algo
grande estaba a punto de suceder.
Sin duda Milo, enloquecería cuando le dijera que salía con Emmett o
fingía salir con Emmett o mi padre podría reducir mis horas de visita o
totalmente me prohibiría visitar a mamá. Tendría que decírselo a Milo
uno de estos días, ¿pero era pecado simplemente guardar el secreto en
este momento? Nunca había sido más feliz en mi vida. Estando con él,
en sus brazos, me sentía segura, protegida y a salvo. Como si él formara
una burbuja que podría evitar que algo malo me sucediera. No lo
engañaba. Sólo guardaba el secreto por un tiempo. Para siempre, si
pudiera.
Página
—Milo, este será un largo viaje en auto si vas a ver y comentar sobre
cada conductor en la carretera. —Suspiré, echando mano a su brazo
derecho, acariciándolo con la mano izquierda. Él se molestaba tanto
por conductores en la carretera. Apuesto a que si pudiera, pondría a
cada conductor en la carretera a encender sus luces de girar a la
izquierda en último minuto, cambiando carriles como si sus traseros
estuvieran en llamas, y no se detendría durante tres segundos
completos en la las señales de alto, dentro de una jaula y los golpearía
uno por uno, mientras gritaba normas y reglamentos de tránsito.
139
—¡Mierda! ¿Viste eso? Ni siquiera tienen sus señales encendidas y
simplemente cambiaron al carril de la izquierda. ¿Qué diablos le pasa a
esta gente? ¿Están bebiendo el mismo puto Kool-Aid o qué? ¡No puedo
creer esta mierda! —Esas fueron las primeras palabras que dijo desde
que lo recogí hace casi una hora, después de besarme por dos minutos
completos, y toquetear mi trasero. Él había estado en silencio y si no lo
conociera, pensaría que me ignoraba, pero sabía que estaba sumido en
sus pensamientos, en su próxima reunión con su hermana.
Conecté la lista de reproducción en mi teléfono al tablero de mandos
en su Audi a través del Bluetooth y empecé a reproducir música lenta.
Mantuve mi mano en su brazo y él no respondió ante lo que había
dicho, pero su ojo derecho tenía un tic y sus músculos de la mandíbula
estaban tensos.
Hmm... Tenía la sensación de por qué estaba al borde. Más al borde de
lo habitual.
Tuve mi periodo durante los últimos tres días, así que había estado
extra-necesitado. Quería darle la sorpresa de que hoy mi periodo
acababa de irse. Él no me obligaba a nada. Se quedaba a mi lado cuando
tenía calambres y me llevaba Midol cuando se me acababa. Incluso se
ofreció a comprarme tampones, pero le dije que tenía un suministro de
tamaño Costco. Cuando dije: —Otros hombres se avergonzarían de
comprar productos para la menstruación.
Había respondido con:
—Bueno, otros hombres no tuvieron que crecer con una hermana más
joven, y Bee no tenía a nadie más que comprara para ella. Tía Margie lo
hacía, pero a veces se olvidaba, y cuando estaba ocupada era
demasiada molestia pedir eso, así que era el que suministraba a Bee
con todo lo que necesitaba. Sólo me aseguraba de permanecer lejos en
sus días antes porque sus estados de ánimo eran inestables.
Me quité la chaqueta de color verde claro que llevaba, dejándome con
mi camiseta blanca y sujetador blanco debajo de ella, estirando las
piernas en mi minifalda azul oscuro. Hice un espectáculo al tomar mi
chaqueta, flexionando mi cuello y empujando mi escote más que de
costumbre.
—Nena... —Escuché su gemido.
Página
Desde el interior de mi bolso Chanel de color verde oscuro, saqué mi
brillo labial, alcancé el espejo plegable del pasajero sobre mí y apliqué
140
Sí. Exactamente la reacción que buscaba. Prefería tenerlo excitado que
enfadado por todos los conductores en la carretera o este viaje sería
insoportablemente largo.
el brillo lentamente, asegurándome de que mis labios estuvieran
cubiertos con brillo inmejorable. Dejé salir mi lengua un poco con cada
trazo del pincel.
—Mierdaa... —Su voz era fuerte y ronca. Oh, él estaba muy, muy
excitado.
Recorrí con la mirada la vista delante de nosotros. La I-40 tenía
kilómetros y kilómetros alternando terrenos planos y montañosos.
Después de haber vivido en Las Vegas durante toda mi vida y visitar a
Brynn en Arizona, yo sabía que había ciertos lugares donde podíamos
parar y pretender ser turistas observando la vista.
No reconocí el hecho de que él viera lo que hacía, pero desde mi visión
periférica me di cuenta de que estaba excitado. Tragaba con frecuencia,
su nuez subiendo y bajando, el agarre de su mano izquierda en el
volante era extra-firme y su mano podría rivalizar con el motor del
coche en calor mientras sostenía mi mano libre.
Abrí mis piernas un poco más, arqueé mi espalda y mi mano derecha
desapareció dentro de mi falda.
Tomó el tiempo justo.
En cuestión de minutos, nos detuvimos en una parada de descanso.
Aparcó el auto en el lado más lejano del estacionamiento casi vacío, y
casi me arrancó de mi asiento, mientras él se desabrochaba el cinturón
de seguridad. En el momento en que llegamos al asiento trasero, ya
tenía sus pantalones abajo y sus boxers abultados con su tensa
erección.
Página
Me subí encima de él, bajé mi camiseta y me desabroché el sujetador
por la parte posterior. Milo estaba muy hambriento. Hambriento de mí.
Él se aferró a mis pechos, mordiendo mis pezones con una succión
suave, sus manos deslizándose por mi espalda. Me había preguntado
por qué nunca le di a nadie mi virginidad. No fue por mi falta de
141
—Ava, nena, duquesa... no puedo conducir de esta manera. —Sus ojos
verdes se oscurecieron, su respiración era entrecortada, sonaba casi
suplicante—. Incluso si son sólo tus manos... te necesito.
intentos. Salí con chicos antes, pero no había conectado con ellos.
Nunca hubo una química intensa con ninguno de ellos. Con Milo, era
innegable que con un simple toque, una simple mirada, podía
despertar una emoción en mí, ira, lujuria, pasión, enfado, la frustración.
Fue mi primero. Mi primer amor. Mi primera vez. El primer hombre
que capturó todo de mí. Podría haber sido virgen, pero no era inocente.
No me cerrada a lo que me traía placer. Conocía bien mi cuerpo. Pero
Milo, él me enseñó cómo mi cuerpo respondía a su toque.
Sentí su sólida erección a través de sus boxers y quise sentir todo de él.
—Ponte un condón.
Momentáneamente, sus ojos se dirigieron a los míos, interrogantes. En
agonizantes, respiraciones rápidas, me respondió:
—Está bien, nena. Estamos en el claro.
Podrías pensar que él acababa de ganar la lotería cuando me dio su
sonrisa más grande de, 'sí, estamos listos'. Él levantó sus caderas hacia
arriba, bajando mi cabeza con la mano derecha para que no me
golpeara la cabeza en el techo del auto y sacó un paquete de aluminio
de sus vaqueros. Me incliné hacia delante para que pudiera adaptarse y
una vez que estuvo envuelto, apartó mi tanga a un lado, más como que
lo rasgó, probó mi humedad con un dedo, luego dos, luego finalmente
se deslizó en casa.
—Móntame —dijo, con los ojos taladrando los míos mientras yo mecía
las caderas a un ritmo lento.
Me sacudí de un lado a otro, sintiéndolo dentro de mí, volviéndose más
firme, más fuerte, más grande.
Página
Tomé mi ritmo, y cuando él tocó mi clítoris, llegué a mi límite y me
corrí. Sentí mi cuerpo hacerse astillas en un orgasmo impresionante.
Levantó mi seno izquierdo y mordió con fuerza la piel justo debajo de
él, haciendo que mi cuerpo se inclinara hacia atrás, mis manos
142
—¿Estás bien? —Incluso cuando estaba así de excitado, todavía era
consciente de mis sentimientos.
formando una V entre los respaldos de los asientos delanteros y los
asientos de conductor.
Tenía los ojos entrecerrados con deseo insatisfecho mientras levantaba
más mi minifalda y cuando su mirada se posó en el punto donde nos
uníamos, empujó hacia arriba y tiró de mí hacia abajo, más duro contra
él. Inició un rápido, salvaje y primal, ritmo determinado , que tomó el
control de mi cuerpo, haciéndome sentir lo mucho que me necesitaba,
que me deseaba, sin embargo, incluso con las manos llenas de callos en
mis caderas, él no me apretaba demasiado fuerte al punto de hacerme
daño.
Sentí la aceleración de sus jadeos, la tensión en su aliento y cuando
abrió la boca, me mordí el labio, murmurando:
—Te sientes tan bien, tan fuerte dentro de mí...
Las venas de su frente eran visibles y el sudor se alineó en su rostro
mientras susurraba entre respiraciones entrecortadas:
—Voy a correrme por ti, cariño... me corro.
El espeso chorro de líquido llenó el condón y yo me quedé sentada
encima de él.
Después de unos segundos, recorrió con la áspera almohadilla de la
yema de su dedo desde mis labios al centro de mi pecho.
—Eres todo lo que veo, todo lo que escucho, todo lo que saboreo. Sei
mia, Ava.
Estaba a punto de preguntarle lo que acaba de decir cuando me besó
con rudeza y me abrazó con fuerza.
Se rio suavemente.
Página
—¿Te sientes mejor? —me burlé, pasando mis manos rudamente entre
sus mejillas.
143
Me ayudó a arreglar mi top, tocando ligeramente las quemaduras que
su barba incipiente había dejado en mis pechos, sus ojos verdes llenos
de orgullo, como si estuviera diciendo, “Sí, hice eso…”
—Dame diez de esos… y quizás me sienta mejor.
¿Diez? ¿En serio?
—Nunca tendría que asistir a clases de bicicleta o Zumba si me haces
ejercitar así diez veces al día.
Me palmeó el trasero y sonrió.
—Soy todo lo que necesitas para ejercitarte y nunca podrás quejarte.
—Apuesto que tú no. —Poniendo mis ojos en blanco, no pude evitar
asentarme en mis pensamientos. Él es mi pedacito de cielo. Todo lo que
veo. Todo lo que escucho. Lo más cercano que he conocido a amar a un
hombre. Y un día, espero que me perdone por lo que tengo que hacer.
***
—¿Puedo quitármelo ahora? —rogué. Había estado vendada por más
de una hora. Qué bien que acabara de ponerme un polvo ligero en el
rostro. Si estuviera usando rímel me vería como un payaso demente
después de todos los tirones y pasadas de mano limpiando mis ojos
que había estado haciendo. Cuando viajaba odiaba aplicarme
maquillaje; me gustaba dejar a mi rostro respirar.
—Todavía no —insistió. Sacó un pañuelo negro de seda que había
atado alrededor de mis ojos durante la última parada. Se aseguró de
que estuviera bien sujeto, pero metió el dedo pulgar entre medio de la
tela para asegurarse de que no estuviera demasiado apretado.
—Milo, no sabía que fueras así de pervertido —balbuceé, arqueando
los labios—. Si lo hubiese sabido, te habría seducido antes.
Su risa bramó llenando el auto.
—No te la quitarás hasta que te lo diga.
Página
—Veinte minutos y llegamos.
144
—Ohh, ahora eres un dominante. —Me reí, alcanzando la botella de
agua en el centro de la guantera. Me tendió la botella a la que le había
puesto una pajilla para que no se derramara sobre mí.
—Dijiste eso hace una hora, ¿cuántos veinte minutos hay en media
hora? —resoplé, pero estaba realmente emocionada. Era la primera
vez que iba a sorprenderme y estaba dejándolo llevar la iniciativa.
Pasaron veinte minutos y finalmente el coche se detuvo.
Abrió la puerta del pasajero y ordenó:
—Espera, ¿está bien? —Doblando mis piernas y llevándome en un
estilo nupcial, rodeé su cuello y acerqué mi cabeza a su pecho. Escuché
conversaciones alrededor de nosotros mientras él caminaba.
Hmm… el lugar sonaba concurrido. Personas caminando, conversando,
el sonido de las cámaras haciendo clics era todo lo que escuchaba. Es
increíble que cuando estás privada de tu sentido de la vista, tiendes a
escucharlo todo, volviéndote completamente consciente de tu entorno.
No me extrañaba que mamá pudiera escuchar el más diminuto sonido
de un alfiler cayendo en la sala al otro lado del corredor, su sentido de
la audición se había intensificado cuando perdió la vista.
Lentamente, me puso sobre mis pies y me quitó la venda.
Guau.
Estaba fascinada, asombrada, sin la respiración ante la impresionante
vista frente a nosotros.
Frente a mí, a nosotros y a la pequeña cantidad de personas en torno
de nosotros, había una pintoresca exhibición de la unión de cañones de
tonalidades rojizas, tonalidades de naranja bruñido de la puesta del
sol, la interminable expansión del espacio y la increíble belleza de la
madre Naturaleza en toda su perfecta maravilla. Miré hacia abajo y
sentí como si estuviera flotando, la magnificencia pura de mi entorno
era modesta, abrumadora y emocionante.
Página
—Vaya, es impresionante, Milo. —Había estado en muchos lugares del
mundo, viajado a los destinos más exóticos, pero nunca había estado
en ninguno de ellos con una persona con la que me gustaría compartir
la experiencia.
145
Sentí un ardor en mis ojos.
Bajó su cabeza mientras separaba ligeramente mis piernas. Me apoyé
instintivamente contra él.
—Siempre he querido venir aquí. He vivido en Arizona por más de tres
años, pero nunca llegué aquí. Creo que esta es la razón.
Me rodeó con fuerza la cintura, depositando besos en mi cabeza, siguió
hablando:
—No soy un hombre fácil, Ava. Soy temperamental y creo que lo sabes.
Tengo mucha ira en mi interior. Mucha porque siempre pensé que la
vida había sido injusta para mí, especialmente para mi familia; mis
padres nos fueron quitados a mi hermana y a mí sin ni siquiera un
adiós, mi hermana tuvo cáncer de muy joven y tuve que verla luchar
día tras día… ¿Sabes que no le gustaba llorar frente a mí? —Sus
palabras fueron tranquilas, sombrías—. Era como si Bee quisiera ser
fuerte para mí. Solía decirme a mí mismo, si existe un Dios, debe ser
uno cruel por dejar a mi hermana sufrir como lo hizo; la quimioterapia,
las infecciones bacterianas, todo… —Sabía lo que Brynn tuvo que
pasar. Me escribía cartas sobre ello cuando no podía visitarla en el
hospital porque no lo tenía permitido debido a la quimio que estaba
recibiendo o mis padres y yo estábamos fuera del país—. Hubo días
cuando me levanté que sólo deseaba estar yo en el lugar de Bee. Odié
cada maldito día que la vi con moretones y sintiéndome tan indefenso
contra algo invisible. El día que el cáncer estuvo en remisión, volví a
creer en Dios.
Página
—Ella es todo lo que tengo, ¿sabes? De mi familia. Ella es todo lo que
tengo. Mi padre es mitad italiano, pero a diferencia de otras familias
italianas, mi nonna y nonno sólo tuvieron un hijo. Y por parte de mamá
teníamos a tía Margie, pero incluso ella nos fue arrebatada por un
maldito conductor ebrio. —Sus puños se apretaron a sus lados e
intenté calmarlo con mis manos sobre su pecho cubierto con una
camisa azul marino.
146
Respiró hondo, el silencio extendiéndose entre nosotros, lágrimas
cayendo ahora de mi rostro. Me dio la vuelta y las limpió con sus
manos.
Alzando la mirada, vi las emociones conflictivas en su rostro, sus ojos
derretidos con tristeza e ira subyacente, su mandíbula grabada en
piedra.
—Nunca voy a justificar que lo que hice estuvo bien. Kieran no se lo
merecía. En aquel momento, estaba operando sólo con celos estúpidos
e irracionales. Dia… meses antes de los Campeonatos Mundiales, se
acostó con Kieran y dijo que él la sedujo. Ni siquiera sé por qué la creí.
Quizás se debió a que estaba intentando encontrar una razón para
estar enojado con Kieran. Él era mi mayor rival en la piscina y dolió
cuando Dia se acostó con él. Y después… descubrí que estaba con mi
hermana, que ella me estaba ocultando su relación. A mí de todas las
personas. La he visto atravesar las peores cosas y lo estaba ocultando
de mí, esa fue la gota que colmó el vaso. Simplemente no pude soportar
ver a Kieran tener todo lo que tengo, ¿sabes? Fue la principal razón por
la que lo incriminé. —Incluso Brynn, su hermana, nunca consiguió una
explicación por parte de Milo. Ahora aquí estaba él, derramando todo
conmigo. Vi la confianza emanar de su mirada de bosque verde. Sentí la
magnitud de su revelación. Estaba dejando que le echara un vistazo a
lo que lo llevó hacer lo que hizo cuando nadie más pudo.
—Milo, lo que hiciste… —comencé, mi voz llena con sentimientos por
él. Siempre te amaré, Milo. Lo que sea que pase, siempre tendrás la
mayor parte de mí, está todo en el pasado—. Cargaste con las
consecuencias, ahora es tiempo de hacer las paces. Brynn te está
esperando. Te ha esperado por mucho tiempo. No dudo que ya te ha
perdonado una docena de veces y más. Creo… que es hora de
perdonarte a ti mismo.
Tragó saliva, ahuecando mi barbilla y dijo con suavidad:
—Nunca tuve la oportunidad de agradecértelo.
Página
—Por estar para Bee cuando necesitó una amiga. Por tirar del pelo de
esa chica, Lisa, en primer grado cuando molestaba a mi hermana por
sus pecas. Por siempre estar para ella. —Su voz bajó una octava—.
Gracias, Ava, por todos los años que has estado allí para mi familia.
147
—¿Por qué?
Página
148
Alcé mi cabeza, indiferente a si había personas pululando a nuestro
alrededor y presioné mis labios contra su boca. De pie en el Paso
Elevado del Gran Cañón, con una de las siete maravillas naturales del
mundo rodeándonos en medio de una de las formaciones rocosas
milenarias y los suaves aullidos del viento contra la magnificencia
como mis testigos, lo besé con todo el amor que había embotellado por
él desde que éramos niños.
Traducido por tara_annie, nikki leah y SOS por scarlet_danvers, Debs y Otravaga
Corregido SOS por LadyPandora
L
Milo
as luces encima de la piscina eran cegadoras. Sólo había tres
personas en la zona, pero me sentía aislado. El anhelo de
quitarme los zapatos estaba allí. La necesidad de ir a dar una
vuelta o dos o cien estaba allí. Todo parecía tan familiar, pero extraño
al mismo tiempo.
—Una vuelta más Kieran. ¡Eso es! —instruyó su entrenador, Mike
Smith. Parecía que Kieran quería nadar más vueltas. Yo conocía esa
sensación, ese ardiente deseo de ir a por más cuando estás
compensando una mala vuelta. Era o hacerlo ahora o castigarte a ti
mismo a la mañana siguiente. Mike pitó, pero Kieran no le hizo caso,
cubriendo unos 50 metros adicionales, terminando con el estilo
espalda.
A lo largo de los años que he competido en el circuito de natación, he
visto algunas de sus competiciones grabadas para mejorarme a mí
mismo como competidor. Él era el estándar con el que mis
entrenadores me comparaban. No se podía evitar. Él era el chico de oro
de los Estados Unidos, un prodigio de la natación a la edad de diez.
Pero yo le di una dura competencia por sus medallas y sus ganancias.
Página
No había mucha gente en el Centro Acuático de Arizona. En un día
normal, habría el máximo de una veintena de personas viendo los
nadadores y luego pidiéndoles autógrafos. Estoy acostumbrado a ello.
Estaba acostumbrado a ello. Trataba de dar cabida a la petición de
todos y firmaba después de terminar mi última vuelta. A menos que
149
Kieran saltó fuera del agua, habló con su entrenador durante unos
minutos, luego se dirigió a los vestuarios. No había hablado con él
desde Shanghai. He visto algunas de sus entrevistas, pero sólo porque
estaban en la televisión cuando estaba haciendo zapping. Hasta ahora,
no había hecho ningún comentario al público sobre mí.
tuviera una mala natación, entonces yo esperaría hasta que me enfriara
antes de hablar con los fans.
—Kieran —dije en voz lo suficientemente alta para que él me
escuchara mientras corría por el camino de las gradas de metal.
Llevaba una bolsa de lona de color rojo con el logo de su patrocinador,
Swimfit, estampado en el frente y los lados de la bolsa.
Sus ojos marrones se abrieron con sorpresa.
—Milo. —Yo sería la última persona a la que él esperaría ver. Yo sería
la última persona que yo también esperaría ver.
Él sonrió y se acercó para abrazarme.
¿Qué demonios?
—Es bueno verte hombre. —Al tocar mi hombro izquierdo, reiteró:
—Es tan bueno verte. Brynn te extraña mucho.
Si yo fuera él, me habría dado una paliza. No sólo lo incriminé por las
drogas, ahora probablemente tenía que pasar por adicionales
exámenes de drogas aleatoriamente por culpa de lo que hice. Decir que
estaba sorprendido por su reacción era como decir que yo era el niño
del cartel para la meditación.
—Si... a ti también. —Mi mente todavía andaba aturdida por lo que
acaba de suceder. Kieran y yo, antes de lo que pasó con Dia, no éramos
amigos. Tampoco éramos enemigos. Después de Dia, convertí su vida
en un infierno, lo azuzaba cada vez que estábamos en el vestuario y por
lo general él sólo ignoraba lo que le decía, hasta que un día, él azuzó de
regreso y nos metimos en una gran pelea.
Bee tenía razón. Kieran sólo era reservado. Él era cordial, educado, no
un nadador abiertamente como yo.
Dándome una mirada de soslayo, me dijo:
Página
Ahora estábamos caminando hacia la parte posterior del
estacionamiento donde normalmente estacionaban atletas-enentrenamiento. Ni siquiera pensé dos veces sobre el aparcamiento.
Aparqué allí por costumbre.
150
—Sólo quiero volver a decir que lo siento —le expresé mi pesar, simple
y llanamente—. No te merecías la mierda por la que te hice pasar.
—Amo a tu hermana. Ella es muy importante para mí. Haría lo que
fuera para hacerla feliz. Hubo muchas veces cuando quería hablarte de
ella y yo, pero no resultó de esa manera. Lo siento por eso. —Dejó de
caminar, no había nada que pudiera hacer más que escuchar—. Lo que
hiciste... no estuvo bien. Se llevó mi creencia en las personas que
llevaban a cabo las pruebas de drogas en el deporte que amo, porque
nunca he tomado drogas. Me tiraste por lo bajo y como un competidor
sabes que no fue justo.
Asentí con la cabeza, dejando mis manos colgar de los bolsillos de mis
pantalones vaqueros. La vergüenza, la culpa, el arrepentimiento, todo
estaba allí, haciendo un agujero en mi mente, desclavando una bomba
dentro de mi corazón, perforando un pozo dentro de mis entrañas.
Me miró de nuevo, sus ojos parpadeantes.
—Sólo para que conste, Dia, yo no sabía que estaba contigo. Si lo
hiciera, lo de ella y yo no habría ocurrido.
Sacudí mi cabeza afirmativamente. A veces la verdad te libera a última
hora, cuando ya es demasiado tarde para que retires lo que has hecho.
No había duda de que Dia orquestó el conflicto entre Kieran y yo, y yo
era demasiado tonto para no verlo.
—Te he perdonado hace mucho tiempo —reflexionó, con las manos
agarrando las llaves en su bolsillo—. ¿Vas a ver a Brynn hoy?
—Estoy deseándolo —dije, la duda llenando mi semblante—. Si a ella
le gustaría verme.
—¿Cómo no podría? Tú eres la otra mitad de Brynn, el hermano por el
que vivía.
Si nuestro padre estaría cerca, estaría de acuerdo conmigo, que yo
podía dejar a mi hermana en las manos de Kieran y estaría en paz,
sabiendo que iba a ser atendida y amada como se merecía.
***
Página
Cuando nuestros padres murieron por un accidente de barco, yo
apenas tenía diez años. Estaba jugando al frisbee con mi compañero de
151
En la vida de una persona, hay momentos que te definen. Definen quién
y qué vas a ser. Cómo vas a enfrentarte a una situación, planear tu
próximo movimiento, retirarte o seguir adelante.
clase y uno de mis amigos, Nate, en la zona de césped al lado de nuestra
escuela mientras veía a Bee y Ava encorvadas cerca una de la otra,
riendo y dibujando algunas cosas sobre el papel.
Tan pronto como vi la cara de tía Margie, la hermana de mamá, sabía
que algo terrible había sucedido. Se suponía que nuestros padres
volverían ese día de un viaje de negocios y nos recogieran de la
escuela. Tía Margie simplemente me abrazó y dijo:
—Se han ido, cielo. —Yo ni siquiera pregunté quién o qué, yo sólo lo
sabía.
Mi primer instinto siempre ha sido y siempre será por el bienestar de
mi hermana. Tía Margie había querido decírselo a Bee de inmediato,
pero yo le había pedido que no lo hiciera. Después de que Bee se
despidiera de Ava, cuya madre vino a recogerla, y Nate quien ya lo
había sabido, porque estaba parado cerca de mí, me había montado en
el asiento trasero con Bee. El viaje de diez minutos hacia nuestra casa
se sintió eternos. Cuando Bee preguntó:
—¿Dónde están mamá y papá? ¿Llegan tarde? —Me quité mi cinturón
de seguridad y le dije que algo malo les había pasado y que no iban a
regresar. Ella gritó y lloró a moco tendido. Pero yo no lloré. No podría.
Yo quería. Quería golpear las bisagras de la puerta del coche. Quería
aullar, gritar, romper todo delante de mis ojos, pero no pude. Tuve que
ser fuerte para ella. Los tres nos quedamos en el coche durante Dios
sabe cuánto tiempo. Tía Margie explicó que el barco en el que estaban
mis padres se había estrellado contra un navío grande y se incendió.
Nuestros padres trabajaban juntos. Estaban en un viaje de negocios de
tres días a Florida con sus clientes. Diez personas murieron en ese
extraño accidente. Dos de ellos eran mi familia. Ese día lo iba a
recordar para siempre. Siempre estará grabado en mi ser.
Página
Cuando mi hermana tenía diez años, fue casi tomada por los Servicios
de Niños de nuestra tía Margie y de mí porque tenía esos moretones
extraños que seguían apareciendo y teníamos que llevarla
continuamente a la sala de emergencias. Meses más tarde fue
diagnosticada con osteosarcoma. Durante los meses entre los viajes a
la sala de emergencias, el diagnóstico y la quimioterapia, había
olvidado lo que era ser feliz. Cuando sientes que todo tu mundo te es
152
Fue el día que me convertí en un hombre.
arrebatado de nuevo, ¿cómo siquiera puedes encontrar una razón para
una maldita sonrisa? Nunca le desearía a nadie el dolor, el miedo, la
incertidumbre de no ver a tu ser querido de nuevo. Cada noche que la
visitaba en el hospital, esperaba verla al día siguiente. Yo era
demasiado joven para quedarme en el hospital y tenía la escuela, pero
la tía Margie sabía que no podía irme a dormir si no sabía que Bee
estaba bien, así que me llevaba a verla o llamarla antes de irme a la
cama. Durante la intensa quimioterapia, la mayor parte de su cabello
rubio se le había caído, pero le prometí que sólo tomaría unos meses
en volver a crecer. Incluso me afeité la cabeza para hacerle creer. Sus
ojos azules lagrimeaban porque sentía dolor en todo su pequeño
cuerpo y yo le sostendría sus manos y le prometería que iba a mejorar.
Le diría historias sobre mí ganando mi natación y sus ojos azules se
iluminarían, así que me aseguré de ganar todas las competiciones.
Antes de ir a firmar a nadar por la Universidad de Connecticut, me
aseguré de que Bee estaría bien si yo estuviera fuera de estado para la
universidad. Casi lo rechacé, pero ella me había convencido de que me
ofrecieron la mejor beca y que ella iba a estar bien, ya que Ava y tía
Margie estaban cerca. Pero incluso entonces, hablamos todos los días.
No importaba lo tarde que era, me aseguraba de que estaba bien antes
de irme a dormir. Creo que de alguna forma podría haber molestado a
Dia que regularmente llamara a mi hermana más que la llamaba a ella.
Bee solía bromear que ya no tenía ocho o diez o dieciséis años. Pero
para mí, no importaba la edad que tenía, ella siempre sería mi
hermanita, mi sangre, la prueba viviente de que mis padres me dejaron
con un pedazo de ellos.
Ella nunca me había mentido. Al menos creo que nunca lo hizo. Hasta
Kieran Stone.
Ahora, sentado al otro lado de Kieran en este restaurante que Ava
había escogido, sabía sin duda que el amor de mi hermana por él no era
Página
Después de incriminar a Kieran, Bee me había juzgado y me sentí como
la más pequeña y más sucia escoria de la tierra. No tenía nada que
decirle, excepto lo siento y aun así, ella no podía mirarme para
aceptarlo. Fue entonces cuando supe que lo amaba, más que cualquier
otra cosa, más que a mí.
153
Cualquiera puede juzgarme. O rompería sus malditas mandíbulas o
simplemente me iba a importar un carajo.
no devuelto. Habló de cómo habían estado viajando por todo el país,
incluso por todo el mundo para asistir a eventos de caridad. Sus ojos y
su actitud me dejaron saber, dejaron ver lo que me negué a ver antes,
él era el hombre adecuado para ella. Si yo fuera a desaparecer en este
momento, no tendría duda de que él se haría cargo de ella, de la forma
que la he protegido durante toda mi vida. Incluso se las arregló para
enseñar a Bee a nadar. Yo lo he intentado, pero Bee era una estudiante
testaruda y cuando estuvo realmente interesada en la natación, fue
hospitalizada por un año. Un minuto estaba diciendo cómo Bee había
disfrutado nadar con los pingüinos en Boulders Beach en Cape Town y
de surf de remo en Cape Cod y al minuto siguiente se quedó en silencio.
Me di la vuelta y seguí a su línea de visión y de pie a unos metros
detrás de mí estaba Bee.
Ella estaba en una blusa blanca y pantalones azules y su cabello rubio
ya había crecido, se veía la misma pero diferente al mismo tiempo.
Realmente había crecido hasta convertirse en una mujer de la que
nuestros padres estarían indudablemente orgullosos. Sus ojos azules,
los que había heredado de nuestra madre, se llenaron de lágrimas y su
boca temblaba, como si estuviera tratando de decir algo, pero no podía
decir las palabras. Me levanté, cerré la pequeña distancia y la abracé. A
diferencia de lo que ocurrió después de los Campeonatos del Mundo,
esta vez devolvió mi abrazo.
—Te extrañé. —Dos palabras sencillas.
Fui perdonado.
La solté de nuestro abrazo y ella me sonrió. Como solía hacerlo. Como
si pudiera colgar las estrellas en el cielo. Como si pudiera hacer sus
sueños realidad. Como si pudiera responder a todas sus oraciones.
—Lo siento —le dije, ahogándome en mis palabras—. Lo siento por
hacerte daño. Por avergonzar el nombre de nuestra familia.
Sus ojos brillaron con lágrimas, y se pasó una yema del dedo por su
cara. —Lo sé. Sé que lo sientes... —Su cara curvada en una sonrisa—.
Me alegro de que hayas vuelto.
Página
Y así como así, no se necesitaron más palabras. Sabía que ella
sinceramente aceptó mis disculpas.
154
—Yo también.
Me abrazó una vez más y luego procedió a sentarse junto a Kieran. La
besó en la mejilla y ella le echo un largo vistazo, una amplia sonrisa
formándose en su rostro. Ella estaba feliz, muy feliz.
Hace dieciséis años, en un día aparentemente normal de verano, me
convertí en un hombre. Yo era su único hermano, uno de sus amigos
más cercanos y también me convertí en una figura paterna para ella.
Me aseguré de que tuviera lo mejor de lo mejor. Nuevos zapatos,
nuevos suministros, batidora Kitchen Aid, su lista de deseos de
Navidad llenada y concedida antes de la mía. Era lo que mi padre
hubiera querido. Era lo que mamá hubiera soñado. Y fue lo que
siempre he hecho. Protegerla, amarla y alejarla de las lágrimas.
Llega un momento en la vida de una persona cuando se inclina la
balanza y sabes cuándo es hora de pasar las riendas, extendí mi mano
derecha hacia Kieran y le dije:
—Cuida bien de ella.
Tomó mi mano ofrecida y añadí:
—O voy a arrancarte las malditas pelotas.
Él se limitó a levantar una ceja y riendo, respondió:
—Maldita sea, echo de menos competir contra ti en la piscina.
La voz de Ava interrumpió nuestra mini-reunión:
—Lo siento mucho, tuve que ir al baño. Oh, Dios mío, me lo perdí todo,
¿verdad?
***
La cena iba muy bien. Bee ordenó su camarón primavera favorito,
Kieran y yo teníamos bistec y Ava tenía cangrejo con Lingüini Alfredo.
La botella de Merlot estaba medio vacía. En realidad estábamos
pasándolo muy bien. Realmente debería haber dado a Kieran la
oportunidad de explicarse en lugar de limitarme a tomar el lado del
Dia. Pero lo que pasó, pasó.
Le respondí:
Página
—¿Cuándo va la FINA a levantar la prohibición?
155
Kieran preguntó:
—Estoy fuera por un año más. Dos años en total. —Había recibido la
carta oficial de la FINA hace dos semanas y Ava estuvo allí cuando la
abrí.
Las damas estaban silenciosas. Ava tomó un sorbo de vino y Bee comió
más de su plato. Kieran alcanzó los hombros de Bee para consolarla.
Bee sabía cuánto me gustaba nadar.
—Está bien. Creo que es un juicio justo. Hubiera sido peor si habrías
puesto los cargos —dije, señalando con mi cabeza a Kieran.
Él se encogió de hombros.
—Sí, bueno, sería bueno tenerte de vuelta.
Kieran se inclinó sobre Bee, que parecía que había perdido el apetito, y
le susurró algo a su oído izquierdo. Bee dejó escapar una pequeña
risita y se puso a comer el resto de su comida. El camarero vino a
preguntar si queríamos postre y ambos, Kieran y yo, lo diferimos a las
damas. Cuando el soufflé de chocolate y el creme brulée llegaron a
nuestra mesa, Bee le preguntó a Ava, cuyas manos me habían tocado
debajo de la mesa toda la noche.
—Es tan bueno que estés aquí en Arizona y también Milo. ¡Qué gran
coincidencia! Echaba de menos salir con los dos. Por cierto, Ava, ¿cómo
está Alex?
Sentí que la postura de Ava se ponía rígida.
—Umm... está bien, creo.
—¿Quién es Alex?
—¿No lo sabes? —preguntó Bee, sus cejas rubias se arquearon—. Es
como tu hombre de caramelo...
Kieran Preguntó:
—¿Hombre de caramelo? Cariño, eso es extraño.
Página
—El otro día Ava dijo que ella está saliendo con alguien. Bueno,
háblanos acerca de él.
156
Bee dijo, sacudiendo la cabeza, sus ojos en Ava cuyas manos se estaban
poniendo húmedas bajo las mías:
Bee no tenía ni idea de que vine aquí con Ava. Dejé a Ava con su
pequeña bolsa de ropa en la casa de Kieran y Bee y rápidamente salí
sin ver a mi hermana para poder hablar con Kieran primero. La noticia
de ellos viviendo juntos era algo que yo sabía porque Bee me había
enviado mensajes de texto hace meses contándome al respecto pero
nunca le respondí. Obviamente, mi duquesa no había divulgado nada
acerca de nosotros a mi hermana.
—¿El chico con el que estoy saliendo? —preguntó Ava mientras
formaba círculos con los dedos sobre su palma.
—Sí, —dijo Bee, sus ojos azules inquisitivos—. ¿Es Alex Totikov? ¿El
modelo ruso?
¿Quién carajo es Alex? ¿Un modelo ruso? Ya he enviado a un ruso de
vuelta a su tierra natal. Tal vez enviare a este Alex por Fed-Ex de nuevo
de donde sea que él venga y unirlo a una federación con su golpeado
compatriota.
—No.
—Ava, sólo has estado encantada, umm, encaprichada con Alex
durante años... —¿Encantada con este chico, Alex? Detuve el
movimiento de remolino en su mano y en su lugar apreté mi agarre en
su pierna derecha. Ella llevaba un vestido rojo que mostraba sus
curvas, piernas largas y zapatos de tacón alto que le pedí que
mantuviera para más adelante.
Bee continuó:
—¿Y ahora estás saliendo con alguien y no es él? En serio. ¿Quién es
este tipo? Quiero decir, ¿qué puede superar a un chico con un cuerpo
como Beckham?
Las cejas de Kieran dispararon por las nubes en ese comunicado.
—¿Un cuerpo como Beckham? ¿Son estas tus palabras, cariño?
Exactamente amigo, quienquiera que sea este tipo Alex, voy a patear su
culo más duro que Beckham.
Página
Ava le dio un trago a su copa de vino antes de decir:
157
—No, son las de Ava. —Bee puso los ojos en blanco.
—Alex es súper caliente. Quiero decir, es el modelo masculino más
hermoso del planeta... Sé que he dicho que obviamente es delicioso. —
Es una cosa de Ava decir este tipo de cosas antes, cuando no estábamos
juntos. En realidad, ella nunca mencionó chicos o si lo hizo, no lo dijo
así.
Estaba celoso de que ella se viera todo soñadora por este pedazo de
mierda de Alex, irritado de ella siendo toda soñadora por este idiota de
Alex y una conducta animal por poseerla, de tenerla sólo viéndome a
mí, en vez de suspirar por este chico hijo de puta Alex, corría por mis
venas.
—Nena, es mejor que dejes esto ahora —le advertí, mi mano derecha
golpeando con fuerza sobre la mesa. El líquido en el vaso vibró,
rebotando con la fuerza de mi mano.
—Un, deux, trois. —Siempre me estaba sobresaltando, ella empezaría a
contar en francés. Me gustaba la forma en que las palabras salían sobre
la lengua y no me dejaban terminar... nunca. Agarré su cabeza y la besé.
Duro.
Su respuesta fue besarme tan duro como yo, su lengua hacía estragos
en mi boca, su mano tirando de mi hombro.
—¿Estás saliendo con mi hermano? —El grito emocionado de Bee
embotó nuestro momento caliente, mi lapso momentáneo en los labios
de Ava.
Ava acarició mi barbilla, pasó un dedo por mi mandíbula y atrapó sus
oídos enrojecidos acaloradamente contra sus pequeños pendientes de
diamantes. Todavía no le había contestado a Bee. Tal vez era tímida
sobre nosotros. No hemos tenido exactamente una gran historia de
gustarnos en frente de mi hermana.
—No estoy saliendo con ella, Bee —declaré, mi brazo izquierdo
cubriendo el hombro de Ava, con la cabeza abatida—. Ella es mi novia.
Página
—Ava! ¡Avalea! —rechinó Bee, y se puso en pie, llegando a más de la
mesa. A menudo utilizaba el nombre completo de Ava cuando quería
158
—Ava, mírame —ordenó Bee. Mi hermana y Ava han sido amigas
desde que ambas estaban en primer grado. Ava se negaba a mirarla, lo
que fue bastante divertido teniendo en cuenta que estaban frente a
frente y Ava nunca ha sido del tipo tímido, especialmente hacia Bee.
toda su atención. Kieran tuvo que mover la copa de vino de en medio,
moviendo la cabeza y, obviamente, tratando de contener la risa.
Le susurré al oído burlonamente:
—Nena, ¿estás avergonzada de mí?
Ava enderezó la espalda y finalmente salió de su escondite, de mis
brazos y me cogió la mano izquierda en la parte superior de la mesa y
dando a mi hermana una sonrisa tranquila, dijo:
—Sí, Brynnie... Milo y yo estamos juntos.
—Esta es la noticia más extraña y la mejor de todas. —Bee suspiró,
mirando nuestras manos entrelazadas—. Quiero decir, Ava, que ni
siquiera le gusta mi hermano. Y Milo, no puedes soportar a Ava. Quiero
decir, ¿cómo? ¿Qué? ¿Cuándo?
Los hombros de Kieran ahora estaban vibrando abiertamente, riéndose
entre dientes.
—Cariño, creo que más o menos han contestado el qué. No estoy
seguro de que quieras saber todos los detalles.
Ava se apoyó en mi pecho y yo aspire su aroma cítrico-floral. Ella
siempre olía tentadora, tan fresca, tan femenina, tan ella. No podía
esperar a llegar a ella dentro de la habitación de hotel. Tenía un
montón de cosas planeadas para ella esta noche. Me detuve a mí
mismo de formar pensamientos calientes porque en primer lugar, mi
hermana estaba aquí. En segundo lugar, mi hermana, que era su mejor
amiga, pareció sorprendida al vernos juntos.
—Resulta que nos gustamos el uno al otro. —Los labios de Ava se
alzaron. Tenía esa barra de labios con brillo, o ella lo llamó brillo,
bueno, lo que carajo fuese, estaba buenísimo y maldita sea, no veía la
hora de sumergirme en esos labios de nuevo—. No esperábamos que
sucediera, pero pasó.
—Sí.
Página
Ava asintió con la cabeza.
159
—¿Quieres decir que todas las veces que dijiste que estabas viendo a
este súper caliente gran tipo, con increíbles abdominales, que están
fuera de este mundo, estabas en realidad hablando de mi hermano?
—Eso es muy raro y asqueroso, pero está bien, supongo. —Bee respiró,
tratando de disfrutar de la noticia, golpeó su dedo derecho en la
mesa—. Me siento como que estoy en un universo paralelo en estos
momentos. Es decir, estoy tan feliz de que finalmente estés hablando
conmigo, Milo. —Sus ojos brillaban de alegría—. Tú y Kieran están
bien... y ahora esto, Ava, tú y mi hermano... no puedo, no sé qué decir.
Kieran tomó una gran porción de crème brulee y yo seguí su ejemplo.
Los dos estábamos de acuerdo, dejaríamos que las mujeres hablaran.
—Estoy feliz, Brynnie —anunció Ava—. Estoy muy feliz.
Los ojos de Bee se suavizaron, sus mejillas se hincharon, sus ojos se
nublaron.
—Los amo a los dos... mientras sean felices, yo soy feliz.
Kieran empujó a Bee en un abrazo, limpiándole la cara con una
pequeña servilleta, porque una muestra de lágrimas comenzó a caer de
su rostro.
Si Ava empezaba a berrear, mierda, este lugar sería un lío hormonal,
así que le dije:
—¿Bee, sabes lo que Ava dijo?
—¿Qué?
—Ella dice que yo hago la segunda mejor tortilla en el mundo.
Los ojos de Bee estaban tan grandes como los platos de la cena en
nuestra mesa.
—¿Tú cocinas? ¿Desde cuándo empezaste a cocinar?
—Vamos. Tú sabías que yo cocinaba —argumenté, sacudiendo la
cabeza.
—Nunca cocinaste para mí —replicó ella. Kieran dio otra cucharada de
la crème brulee y la levantó a la boca de Bee.
Es cierto, yo no cocinaba cuando mi hermana estaba cerca. Era
perezoso cuando ella estaba en la cocina.
Página
—Él lo hace —dijo Ava—. Pero como dijo, el segundo mejor, Brynnie.
Sigues siendo la número uno.
160
Además, ella hace lo mejor de todo, así que, ¿por qué molestarse?
—Por supuesto que lo es. —Estuvo de acuerdo Kieran—. Es la mejor
cocinera.
—Milo ni siquiera sabe cómo hervir huevos cuando estoy cerca. —Bee
se rió—. Todo lo que hace es limpiar y decir, “Mira dónde pones tu
vaso. Asegúrate de que haya un portavaso”.
Ava dejó escapar un bufido, casi ahogándose con el vaso de vino que
estaba bebiendo en ese momento. Suavemente pasé la mano por su
espalda.
—¡Oh, dios mío! ¡Eso es tan cierto! También dice: “Seca los platos
inmediatamente para que no haya manchas de agua.” Oh, y, "¿Has
usado el trapo de lavado o el trapo del polvo para limpiar la mesa?"
Bee y Ava se echaron a reír incontrolablemente. Continuaron
pasándose historias acerca de mis hábitos, la forma en que conducía,
mi obsesión por la separación de mis camisas blancas de camisas de
colores, y el neurótico, en palabras de Ava, hábito que tenía de
mantener todo limpio y organizado dentro del refrigerador.
Lo tomé todo con calma. Para ver como esto, la cara de mi hermana
brillando con alegría y las mejillas de mi mujer teñidas de felicidad, no
podía pedir nada más. Con Kieran intercambiamos una mirada
conocedora.
—Estamos bien. Todo el mundo está bien.
Por fin.
Todo está bien ahora.
El resto de la noche pasó en un borrón. Ava y Bee estaban de regreso a
su modo mejores amigas, hablando sin parar y actualizándose una a la
otra con cotilleos de las bandas de chicos. ¿Las bandas de chicos
todavía existían? ¿Quién lo hubiera sabido?
Los Juegos Olímpicos van a ser en Brasil.
Página
—Está bien. Quiero decir, no puedo hacer nada por mi situación actual.
Pero una vez que la prohibición esté levantada, tengo muchas ganas de
competir contra ti otra vez.
161
Kieran y yo llegamos a hablar de los Juegos Olímpicos del próximo año.
Al principio no estaba muy seguro de si estaba bien hablar de ello
hasta que me dijo:
—Creo que sería genial si todos nos fuéramos a Brasil —expresé. Ava
me acarició el brazo. Sabía que estaba preocupada por mí. Le había
dicho que todavía no había estado de nuevo en la piscina desde el día
que llegué de Shanghai—. Bee va a estar allí, ya que estás compitiendo,
hombre. Probablemente me quede fuera del Centro Acuático sólo para
que la prensa no haga una gran cosa de ello, pero aparte de eso, me
gustaría ir.
Es increíble lo que una sugerencia, un pensamiento, podía hacer a la
perspectiva de otra persona.
Ava me había sugerido hablarlo con Brynn. Ella no me obligó a hacerlo.
Se limitó a darme una opinión honesta.
Ahora, aquí estaba. Aquí estábamos. Haciendo planes. Abierto a nuevas
posibilidades después del escándalo causado en el deporte que amaba.
Todo el mundo comete errores. No todo el mundo puede admitir sus
faltas. Me tomó un tiempo, pero he llegado a aceptar el hecho de que
poco a poco tengo que perdonarme a mí mismo para seguir adelante.
A veces se necesita un momento Eureka, un momento ajá, para
conseguir sacar tu cabeza fuera del culo y darse cuenta de algo.
Sosteniendo la mano de Ava, miré su perfil mientras le estaba
explicando a Bee cómo aplicar algunos tipos de maquillaje, su cara
animada, iluminada, sus cejas subían y bajaban durante la
conversación, sus ojos cambiantes de gris a plata como lo hicieron
cuando estaba excitada.
Página
Su candor, su belleza, su humor, su inteligencia, estar con ella, todo en
ella, era una aventura que no quiero terminar. Podría tener a quién
quisiera. Pero estaba aquí conmigo. Ayudándome a encontrar el
perdón, purgándome de la culpa que ha estado comiendo conmigo por
meses. Ayudándome a alcanzar la aceptación en mi camino en la
búsqueda de redención.
162
Los hombres tienden a caer a sus pies, las personas claman por las
palabras que salen de su boca, tal vez era debido a quién era su padre,
quizás era debido al hecho de que era influyente, tan persuasiva, tan
convincente como él. Fuera lo que fuese, estaba aquí conmigo,
ayudándome a pasar más allá de una de las situaciones más difíciles
que he estado en mi vida.
Ella era mi absolución.
Mi Duquesa.
Mi padre solía decir de mamá, "Lei è mia...io sono lei."
Ella es mía.
Yo soy suyo.
***
Bee y Kieran nos invitaron a quedarnos en su casa, pero decliné
gentilmente por dos razones.
Primero, porque no quería entrometerme con su tiempo. Tuve la
sensación de que Kieran, sin importar lo mucho que trataba de
ocultarlo, quería un poco de tiempo a solas con mi hermana. Acababa
de regresar de Omaha y Bee había mencionado que ella había estado
trabajando sin parar para que pudiera tener algo de tiempo libre para
acompañar a Kieran a un evento dado por su patrocinador en Texas.
Era más que suficiente que mi hermana y Kieran me perdonaran.
Todos hicimos planes para encontrarnos en Las Vegas cuando tuvieran
algo de tiempo y antes de que nos fuéramos del restaurante, Bee no
quería abandonar mi abrazo. Kieran y Ava se hicieron a un lado
mientras esperábamos al aparcacoches y darnos a mi hermana y a mí
un tiempo a solas.
Ella había llorado otra vez y me dijo:
—Estoy feliz, Milo. Kieran me ha hecho muy feliz. Lo amo, pero nadie
nunca te reemplazará o podrá reemplazarte. Eres mi hermano. Gracias
por venir a verme. Quería verte. Sabía que estabas en nuestra casa...
Pero también quería darte tu espacio. Sabía que volverías. Lo que
hayas hecho, creo que hiciste lo que pensaste que era mejor para mí
incluso si no tuvo el resultado que esperabas. Eres el mejor hermano.
Hay una parte de mi corazón que está reservado para ti. Soy la mujer
que soy hoy en gran parte gracias a ti.
Página
163
Me quedé sin habla, y si Ava no se hubiese acercado a mi lado y
apoyado en mí, probablemente habría llorado a gritos por toda la
acera. En su lugar, le contesté:
—Te quiero, Bee. Ven a verme cuando tengas tiempo y llámame. —De
ahora en adelante, iba a estar respondiendo sus llamadas. Justo de la
forma en que solía ser entre nosotros.
Segundo, yo también quería un poco de tiempo a solas con Ava. Ella iba
a viajar fuera del país en una semana y estaría lejos por casi diez días.
—Cariño, ¿en qué estás pensando? —preguntó Ava, su voz todavía
soñolienta de la siesta de la que acababa de despertar. Estaba tumbada
en la cama tamaño extra grande, los pijamas de seda amarillo claro a
las que la había ayudado a cambiarse en porque ella ni siquiera podía
mantener los ojos abiertos, se sentía suave contra mis manos. Estaba
masajeando suavemente su cuero cabelludo mientras apoyaba la
espalda contra el cabecero tapizado marrón. Puse las luces bajas en la
habitación para que ella pudiera dormir un poco.
—Vete a dormir, nena —le ordené con suavidad sin dejar de ejercer
una ligera presión con mis dedos contra su cuero cabelludo. A ella
parecía gustarle que le frotara la espalda o le diera suaves masajes. La
primera vez que le di un masaje, pensé que mis manos fueron rudas
contra su delicada piel, porque vi algunas marcas y hendiduras que mis
dedos habían dejado.
Le mostré las marcas en frente del espejo y ella sólo se encogió de
hombros. “Nah, eso no es nada. Deberías ver las marcas que dejo
cuando me rasco yo misma cada vez que entro en contacto con mi piel.
Ahora por favor continúa lo que estabas haciendo...” Ella había batido
sus largas pestañas hacia mí junto con el malvado brillo suplicante en
sus ojos y no pude hacer otra cosa que darle lo que ella quería.
Levantó la cabeza, su ceja derecha elevándose, un pequeño mohín
formándose en su boca.
—Vamos, ¿dime por qué puedo escucharte respirar en mis sueños?
—¿Qué?
—Estás pensando tan fuerte que tus pensamientos están penetrando
en mi subconsciente.
Página
—Estás loca.
164
Me eché a reír.
Se incorporó, con los dedos de los pies empujando contra las sábanas,
subiendo para poder situar su cabeza contra mi pecho desnudo. A Ava
le gustaba dormir en pijama mientras yo dormía en calzoncillos. La
prefería desnuda pero también quería que se sintiera cómoda.
—Estoy esperando...
Inhalé. Antes de ella, yo interiorizaba mis pensamientos y emociones
hasta que ya no podía manejarlos. Luego, estallaba. Con Ava, le gustaba
hablar de sus sentimientos y no dudaba en reprocharme cuando me
pasaba de la raya. Ella poseía esa innata cualidad persuasiva que hacía
que la gente realmente quisiera hablar con ella. O tal vez era sólo
conmigo.
—Sólo estaba pensando que mi novia es una mujer sexy.
Me golpeó justo en el medio de mi estómago. El ruidoso golpe resonó
en la habitación.
—¡Ay! —gemí en señal de protesta.
—Lo que sea. —Ella rió disimuladamente, sacudiendo la cabeza, su
oscuro cabello extendiéndose contra mi pecho. Tomé unos mechones y
los enrollé alrededor de mi mano derecha.
—¡Lo es! —repetí. El aroma floral y único de Ava me alcanzó. Ella
siempre olía tan bien. Incluso cuando estaba durmiendo, solía
alcanzarla y aspirar su perfume de mujer y empezaba a endurecerme.
Su mano izquierda se deslizó por mi estómago y estaba bastante
seguro de que podría ver la tienda de campaña sucediendo debajo de
mis bóxers.
En lugar de deslizarla más abajo, su mano se quedó quieta.
—¡Ay! —Me pellizcó.
—Si no me lo dices, voy a hacerte cosquillas, pellizcarte y voy a
mantener mis piernas cerradas para los negocios… —añadió—, Todo el
resto de nuestro viaje.
Página
Es bastante malo que no pueda hacer nada con sus tres días por el mes
cuando tenía su visitante mensual y cuando está fuera de la ciudad.
165
De ninguna manera. De ninguna jodida manera.
¿Ahora esto? Podría hacerla cambiar su opinión, pero no quería tomar
ningún riesgo.
—Ava…
—No. —Su voz era firme, seguida por un pequeño bostezo—.
¿Entonces qué está pasando?
—Sólo estaba pensando en cómo mi vida ha cambiado. Por muchos
años, he soñado con ser un medallista de oro olímpico, ¿sabes? —Mi
voz sonaba rasposa, la quemadura en mi pecho se extendía
lentamente—. Cuando era un niño, mi padre me hizo elegir, me decía,
“Hijo, tienes que dejarnos saber, ¿Cuál te gusta más, la natación, el
béisbol, el taekwondo, o el fútbol? Mis padres estaban muy ocupados.
No teníamos niñera o algo como eso. Tanto como quería hacer todo,
tenía que escoger porque tomaba mucho tiempo ir de una práctica a la
siguiente y un evento al otro. Elegí nadar porque era el deporte que
más me desafiaba.
Su cabeza se movió hacia abajo y sentí su boca presionar un beso en mi
caja torácica.
—Soy muy bueno para el béisbol, el taekwondo y el fútbol, pero la
natación… sólo era bueno en eso. —Ella inclinó su cabeza y vislumbré
en sus ojos increíbles, ojos que me hicieron sentir perdido y
encontrado al mismo tiempo. Perdido por la manera en que me
miraba; cariño, pasión, consideración y deseo, todo en uno. Encontrado
porque me guiaba, me ayudaba a tomar mejores decisiones sin
forzarme, sin que ella lo supiera.
Página
—Me estas distrayendo… —murmuró contra mis labios—. Mantener
las piernas cerradas. —Cerró sus piernas juntas para demostrar un
punto.
166
Incliné mi cabeza y le di un largo y lento beso. Un beso que dio la
bienvenida a partes iguales con fervor y lánguida ansia. El sexo con Ava
estaba fuera de los gráficos. Pero era más que eso. No era sólo sexo. Era
la forma en que se entregaba a mí, demandándome y respondiéndome.
Cómo su cuerpo estaba hecho para mí. Cada vez que estaba dentro de
ella, tendría este sentimiento de que quería ser el único hombre que
esté siempre dentro de ella, y jodidamente mataría a cualquier otro
quien quisiera ganar la entrada.
Separó su boca de la mía, frotando ligeramente la punta de un dedo
contra mis labios.
Me senté de nuevo, mi mano vagando por su brazo, frotándola
suavemente contra la seda.
—Definitivamente cambiaría la forma en que manejé las cosas con
Kieran. Amo nadar. Pero no he nadado por meses porque no siento que
merezca estar haciendo algo que amaba cuando soy el que lo causó, ah,
contaminado el deporte con mis propias acciones.
Alcancé el pequeño vaso de agua en la mesa de noche y bebí la mitad
del vaso. Ese restaurante debió de haber servido algo de mierda salada
porque he estado sediento desde que dejamos el restaurante y nos
registramos en el Hotel Movado, uno de los más nuevos hotel/resorts
de Arizona. Lo había elegido porque de la información que había
recogido de Daria, Ava no había estado aquí todavía. Parecía como si
realmente le gustara porque estaba haciendo oooh y aaah por los
candelabros de gran culo en el vestíbulo y el tema en conjunto de las
mil y una noches del hotel. Si no estuviera tan cansado y no fuera tan
tarde, la habría traído al balcón, así podríamos ver el increíble paisaje
de la ciudad sobre el que la señora de la recepción estaba babeando.
—Seguiré luchando, Ava. Tengo que hacerlo. Pero mi corazón no está
en ello. Mi corazón está en el agua. Luchar saca lo peor de mí. También
me libera de la ira y el dolor insuperable, sin tener que ir a la cárcel por
ello.
—¿Por qué luchas entonces?
—Porque firmé un contrato —respondí evasivamente.
—¿Qué te hizo firmarlo? —pinchó, elevando sus dedos de los pies para
estirar.
—¿Tiene algo que ver con Dia? —Su voz era afilada, acerba.
Página
Sabía que le dolía cuando luchaba. Me había dicho varias veces que
cada golpe, cada patada que aterrizaba en mi cuerpo la hería
demasiado.
167
—Te lo mostraré… un día, te lo mostraré —declaré, sabiendo
plenamente que mantendré esa promesa—. Por ahora sólo te estoy
pidiendo que lo entiendas.
Vi su espalda tensarse, enderezarse y su cuello inclinarse, acurrucarse
más cerca de mi pecho.
—Sí… —admití. Me aseguré de que Ava entendiera que no había
sentimientos personales o restos de ellos por Dia para retirar la
invitación de Dia de futuras noches de pelea y mantener esa relación
de negocios con Dia. E-mails, llamadas, mensajes de texto, los estaba
manteniendo al mínimo a menos que estuviéramos discutiendo como
los fondos adicionales debían ser distribuidos.
Después de cinco segundos de silencio, suspiró.
—Está bien. Entiendo… trato de entender. Sólo no la quiero alrededor,
especialmente si no estoy ahí. —No tenía que decirlo en voz alta, pero
sus ojos grises llameaban con fastidio y su nariz hinchada con disgusto
las pocas veces que me escuchó hablar en el teléfono con Dia.
La última cosa sobre la que tendría que preocuparse era yo
pastoreando en otros pastos. Ava era el mejor filete, el tesoro difícil de
alcanzar. No me atrevería a joder con mi engañadora ex o cualquier
otra mujer para el caso.
—No tienes nada sobre qué preocuparte. Ella está en el pasado. El
pasado para mí permanece enterrado en el pasado.
Dejó escapar un largo suspiro.
—Cuando estés listo para decirme por qué, estoy aquí, ¿de acuerdo?
Pasé una mano por su suave mejilla.
—Lo sé.
Escondió su cuerpo más cerca, más apretado contra el mío y en
cuestión de minutos, su luz, suaves ronquidos resonaron en la
habitación y después de apagar la lámpara de noche, me encontré
siguiendo su ejemplo. De nuevo.
Página
Alrededor de las dos y media de la mañana, cuando el pequeño
despertador junto a la cama mostró que acababa de pasar para
comprobar son mis ojos borrosos, sentí sus manos vagando más abajo,
sus dedos masajeando mi endurecida erección. Sólo me tomó unos
pocos segundos responder a su toque.
168
***
En la oscuridad suplicó mientras tiraba mis bóxers abajo por mis
piernas—Te necesito dentro de mí.
Muchas noches cuando Ava se quedaba a dormir, me despertaría,
queriendo estar más cerca, ansiando estar unida a mí. Era como si
incluso en sueños, ella me deseara. En las mañanas, la encontraría
después de haber completado mi entrenamiento matutino y la
despertaría con mi lengua. Siempre terminaba conmigo dentro de ella
y aún cada vez se sentía como la primera. El resultado final era siempre
increíble.
Alcancé un condón de la pequeña mesa y se lo di. Tan pronto como me
había envuelto completamente, la ayudé a quitarse su pijama y empujé
sus bragas de seda a un lado. Ya estaba lisa, mojada, resbaladiza, y
extremadamente excitada, todo fue evidente cuando se sentó a
horcajadas, llevándome hasta la empuñadura sin ninguna dificultad.
Cuando sus jadeos se hicieron más cortos, el enganche en su voz se
hizo mayor, y cuando la sensación de mi polla se hizo inaguantable,
abrumadora y arrolladora, encendí su clítoris con mi dedo, frotándolo,
acariciándolo cuando dejó escapar un prolongado gemido.
—Ohhhh…
Agarró mi mano izquierda y se la llevó a su pecho. Masajeé sus
pezones, prodigando a cada pecho con igual atención y finalmente, la
sentí apretarse, sujetando dentro de mí. Llevando mi mano a su boca,
la abrí con mi pulgar. —Chúpalo, nena…
Chupó mi pulgar lentamente al principio, luego mientras mi apretón en
su cadera se hizo más poderoso, feroz, sus dientes mordieron mi
pulgar más fuerte. La presión de sus dientes y la succión de su boca
enviaron una espiral de felicidad.
Página
Bajó hacia mí, extendiendo sus manos a través de mi pecho y dio un
suspiro de satisfacción.
169
—Ahhhh, sí, oh, joder. Nena, eres tan buena. —No pude evitar las
palabras que salieron de mí. Sentí contraerse sus paredes internas,
moler, y latir contra mi polla y de repente ya no podía aguantar más.
Me vacié dentro del condón, su calor envolviéndome todo el tiempo.
Su cabeza justo debajo de mi barbilla, sus manos alrededor de mi
pecho, yo aún dentro de ella, no podía pensar en ningún lugar mejor
para estar dentro.
Página
170
Ella pertenecía aquí. Conmigo.
Traducido por Apolineah17
Corregido por Gabba
C
Ava
uando tu novio es un temerario, un amante de la adrenalina, no
tienes más remedio que participar en el asunto.
En realidad, no tenía opción. Nunca me ha obligado a hacer
nada, pero cuando había estado extremadamente emocionado de
llevarme a nuevas alturas, literal y figurativamente, no pude encontrar
algo en mí para decir que no.
Nunca le he temido a las alturas. Montañas rusas, caídas libres (en
espacios cerrados) y buceo desde acantilados en Australia y Suiza, lo
he experimentado todo de frente, con los pies plantados después
suavemente sobre la tierra, y no me arrepiento.
Pero esto era otro nivel de emoción.
Página
Dejó el coche en el estacionamiento, abrió mi puerta y tomó mi mano
mientras entrabamos al edificio de Thrill Rides.
171
—Nena, no tienes que hacer esto —declaró Milo, parpadeando con
preocupación sus ojos verdes. Hoy llevaba una camisa de color verde
oscuro que hacía que sus ojos se vieran de un verde aún más profundo
y vaqueros holgados que fracasaban en esconder su exquisito culo.
Cuando salió de la ducha en toda su gloria desnuda, le había dado unas
cuantas palmadas. No poseía una pizca de vergüenza en ocultar su
cuerpo. No tenía nada que ocultar. Su cuerpo era un tributo a su
régimen de entrenamiento, al atletismo supremo y al poder puro que
poseía, a años de empujar sus límites físicos, ya fuera en la piscina, en
el gimnasio, o ahora en la arena de combate.
Agarré su mano con fuerza y le aseguré:
—Quiero hacer esto. Estoy nerviosa, pero en verdad quiero hacerlo.
Anoche, después de una maravillosa cena en Clovers Inn, me reveló de
golpe la noticia. Le había prometido a Leif que iban a pasar el rato
como en los viejos tiempos cuando estuviera en la ciudad.
Kiteboarding1, surf, flyboard2, puentismo… paracaidismo. Inicialmente,
iban a hacer puentismo, pero al parecer en esta época del año el clima
era genial para paracaidismo. Quería que observara o que tal vez le
esperara en tierra firme mientras ellos hacían paracaidismo. Me negué
a ser dejada fuera de la diversión, así que me había auto invitado y él
parecía feliz de ser condescendiente.
Técnicamente no se suponía que debía estar involucrado en ninguna
actividad de alto riesgo, como el puentismo o el paracaidismo, pero no
estábamos en Las Vegas. Mi padre no estaba por allí para supervisar
sus actividades. Además, era algo que le encantaba hacer. No le
impediría hacer algo que amaba.
Desde esta mañana, durante el desayuno, cuando vio que no comí
mucho de mi tostada de trigo al que él le había puesto mantequilla por
mí, había estado tratando de convencerme de no ir. Milo se había
sintonizado con mis estados de ánimo, sabía cuando me estaba
sintiendo al borde o cuando estaba pensando dos veces sobre algo.
Pero no estaba desistiendo. Si él podía hacerlo, yo también. Claro,
puede que mis piernas temblaran y que mis entrañas se agitaran como
una licuadora, pero Milo no me recomendaría hacer paracaidismo si no
fuera seguro.
Al entrar al edificio, caminamos hacia un pequeño escritorio donde una
joven rubia estaba parada a un lado. Llevaba una camiseta roja con el
logotipo de TR en el frente que era cinco tallas más pequeña que su
pecho y unos pantalones cortos blancos que debieron haber pasado
demasiado tiempo en la secadora. Sus ojos azules se iluminaron y su
Página
Kiteboarding: Es un deporte de deslizamiento que consiste en el uso de una cometa de tracción
(kite), que tira del deportista (kiter) por cuatro o cinco líneas, dos fijas a la barra, y las dos o tres
restantes pasan por el centro de la barra y se sujetan al cuerpo mediante un arnés, permitiendo
deslizarse sobre el agua mediante una tabla o un esquí diseñado para tal efecto.
2 Flyboard: Deporte acuático creado en el 2011 por el francés Franky Zapata.
172
1
boca podría haber alojado a todo el Gran Cañón con la sonrisa que le
dio a Milo.
Hola, no soy invisible. ¡Estoy de pie justo aquí con él!
—¡Milo! ¡Ha pasado mucho tiempo! —exclamó ella, su camiseta
levantándose más, dejando al descubierto su sujetador apenas
existente y, ¡puaj, el por qué incluso llevaba una camiseta era un
misterio!
Milo no soltó su agarre en mi cintura mientras nos acercábamos a la
Señorita Rubia.
Le dio una pequeña sonrisa.
—Hola, Elle, que gusto verte aquí. —Giró su cabeza hacia mí, ignorando
el intento de Elle de mostrar sus atractivos, y tocó mi mejilla con su
mano izquierda—. ¿Janine hoy está aquí?
Lentamente la sonrisa de Elle se desvaneció. Milo tenía una forma de
no ser sutil cuando se trataba de despachar a las mujeres coqueteando
con él.
Una vez estuvimos en Conelly, la camarera le lanzaba miradas coquetas
y Milo le dijo rotundamente:
—Creo que deberías guardar eso para otra persona. Es una falta de
respeto para mi novia y para tu lugar de trabajo. —No es necesario
decir que el rostro de la camarera se volvió blanco, con Milo fuimos
dejados al cuidado de camareros amables y no tuvimos encuentros
futuros con ella. No se andaba por las ramas. No creía que hiciera o
dijera estas cosas porque me encontraba con él. Sólo era su manera de
ser, la forma en que nació y fue criado, un hombre de una sola mujer.
Su ex novia, Dia, fue una chica muy estúpida al dejarlo ir o incluso al
engañarlo.
—Aquí están los formularios de la documentación pre-salto.
Página
—Sí, está. —Entregándole a Milo un sujetapapeles con unos
formularios, instruyó:
173
Elle murmuró decepcionada:
Milo soltó mi cintura.
—¿Puedo tener dos más? Leif está retrasado, pero estará aquí. Y
también necesito uno para mi novia. Por cierto, Elle, esta es Ava. Es su
primera vez y en verdad me gustaría que Janine fuera su tándem.
La miré con un asentimiento de cabeza y una sonrisa.
—Elle, encantada de conocerte.
—Hola, Ava. Bienvenida a Thrill Rides. Sí, Janine está aquí hoy y estoy
bastante segura de que está disponible. —Agarró una hoja de los
papeles en el archivador de la pared y se la entregó a Milo.
—Gracias —contestó—. Creo que llegamos temprano.
—Un poco. —Tomando dos bolígrafos del organizador rotatorio del
escritorio que contenía bolígrafos, lápices, tijeras y clips de colores, le
entregó dos bolígrafos a Milo y me dio una sonrisa tensa.
—Muy bien, gracias.
Él nos llevó hacia un grupo de sillas en lo que parecía una sala de
espera y me entregó los formularios de exención para firmar.
Leyendo el formulario, un montón de palabras saltaron del papel, el
paracaidismo es peligroso; puedes resultar gravemente lesionado.
Puedes morir.
Milo le echo un vistazo a su propio formulario. Era bastante evidente
que había firmado estos muchas veces.
No tenía que hacer esto. Podía echarme para atrás. Pero sé que lo que
fuera que estas formas me advirtieran, él nunca me pondría
intencionalmente en peligro. Nada es seguro en la vida. No había
garantías. Pero apostaría un cien por ciento a que si él tuviera alguna
duda de que yo no estaría a salvo, no me habría traído aquí.
Página
Leif era uno de los amigos más cercanos de Milo y compañeros de
natación. Era un nadador muy condecorado de ascendencia alemana
174
Firmé la parte inferior del formulario y levanté la vista, justo a tiempo
para ver a Leif caminando hacia nosotros.
que ahora nadaba para el equipo de EE.UU. desde que había
conseguido su nacionalidad estadounidense hace unos años. Dado que
con Brynn somos mejores amigas cuando Milo estaba en Arizona
entrenando para el Campeonato Mundial, pasamos en rato con ellos.
Leif era bullicioso y divertido. A menudo se interpuso entre Milo y yo
cuando le lanzaba algún tipo de comentario despectivo o lo insultaba
porque Milo hacía comentarios acerca de lo que llevaba puesto. ¡Oh,
cómo habían cambiado las cosas!
—¡Hola, preciosa! —exclamó Leif cuando estaba a unos pasos enfrente
de nosotros.
Me puse de pie y me apretó en un brazo de oso. Mis pantalones cortos
azul claro se subieron por mis piernas y mis zapatillas de color azul
oscuro se levantaron del suelo. Era casi tan alto como Milo, parecía que
yo pesaba menos que el algodón por la forma en que Milo y Leif
fácilmente me levantaban.
Milo golpeó a Leif en el brazo.
—Amigo, suéltala. No puedo tener a mi mujer sofocándose por un oso
como tú.
—Tu mujer, ¿eh? —Las cejas rubias de Leif se levantaron y sus ojos se
volvieron de un travieso tono azul. No era deficiente en el
departamento del atractivo. Obtenía mucha atención de los miembros
de la población femenina. Mientras que Milo era oscuro, moreno, con
llamativas y hermosas facciones, Leif era alegre, llamativo, todo un
rubio caliente.
Milo apretó mi cintura, acercándome más a él mientras le sonreía a su
amigo.
—Sí.
Me reí.
Página
—Ava, ¿por qué perderías tu tiempo con él cuando puedes tener a
alguien como yo?
175
Leif asintió y preguntó perspicazmente:
—Lo sé, ¿verdad?
Milo golpeó el hombro de Leif.
—Cállate. Llena tu formulario. No puedo copiar tu garabato de firma.
Los dos discutieron durante unos minutos cuando una morena, cuya
edad suponía que estaba a mediados de los 40, llegó y afablemente
interrumpió la diversión.
—Muy bien, chicos. Es tiempo de volar.
Milo la presentó como Janine, quien iba a ser mi instructora de
paracaidismo. Inmediatamente sentí su calidez y me hizo sentir
aliviada cuando dijo:
—Siempre puedes decir que no, ¿de acuerdo? Incluso cuando estemos
allá arriba. Si no te gusta, no tienes que hacerlo.
Milo le dio una sonrisa agradecida. Aparentemente sólo había cinco de
nosotros hoy. Él y Leif eran saltadores experimentados por lo que iban
solos con el hombre mayor, Connor, quien también era un instructor.
Vimos un video sobre la seguridad durante las inmersiones, Janine y
Connor nos informaron sobre lo que nos esperaba en el avión, cómo
mantener nuestros cuerpos durante la caída libre, cómo abrir el
paracaídas, cómo aproximarnos al aterrizaje y aterrizar. A lo largo de
la clase, Milo sostuvo mi mano. Leif siguió mirándonos a escondidas,
continuó levantando la ceja derecha y sonriendo.
A nuestra llegada a la zona de salto, estábamos preparados con monos,
cascos, gafas y un arnés para mí que me unía al equipo de Janine. Me
enteré de que en realidad podía saltar con Milo, pero quería que yo
estuviera con un instructor que tuviera más de dos décadas de
experiencia. Básicamente él tenía experiencia, pero su objetivo
principal era mi seguridad. Había mencionado durante el viaje en el
avión que un día le encantaría que saltáramos en conjunto.
Página
—Déjame ver cómo me siento con este primero y luego hablaremos de
ello.
176
Le respondí con:
Cuando el avión despegó, mis nervios comenzaron a materializarse
conforme avanzaba el tiempo. Mis dientes castañeaban.
Oh-santa-madre-de-Jesús-de-los-altos-cielos, ¿por qué me puse en esta
posición?
Milo que había estado observando mi expresión todo el tiempo, se
inclinó hacia mí. Olí su aroma masculino, la crema de afeitar que usó a
la mañana era tenue pero estaba allí, sus ojos se detuvieron, en un
susurro pensativo y casi ordinario debido a los fuertes sonidos
provenientes del motor del avión, dijo:
—Está bien, Ava. Di que no.
Dios, lo amaba.
Me estaba dando una salida. Una oportunidad de mantener mis pies en
tierra firme. Una oportunidad para experimentar la vida de la forma
que tenía, con los riesgos que estaba dispuesta a tomar cada vez que
quisiera, sin embargo quería hacerlo, a mi propio ritmo. Las esquinas
de mi boca se levantaron por voluntad propia.
—Estoy bien.
Tenía miedo, pero el tenerlo aquí reducía mi miedo al tamaño de las
pequeñas líneas de las casas de abajo.
La puerta del avión se abrió. Leif iba a saltar primero, después Connor,
Janine y yo, Milo era el último.
La fuerza de gravedad me golpeó tan pronto como la puerta del avión
se abrió. Leif me dio un pulgar hacia arriba, llevo las manos a su pecho,
apretó sus manos en puños y saltó. Ni siquiera gritaba. Todo lo que
escuché fue:
—Te veo allá abajo.
Página
Mientras Connor estaba en la entrada de la puerta del avión, Milo
apretó mi mano con fuerza, alcanzó mi cabeza, y me dio un corto pero
intenso beso.
177
—¡Sí! ¡Sí!
A Janine, le dijo:
—Dale un buen momento.
Janine hizo una revisión final de los cuatro puntos de sujeción que me
aseguraban a su equipo.
Connor saltó y con Janine caminamos hacia la puerta abierta. Tan
pronto como miré hacia abajo, todas mis dudas y temores fueron
olvidados.
Guau, desde aquí arriba, la vista era simplemente… indescriptible.
El entusiasmo puro, la adrenalina bombeando por mis venas, la
tracción de la fuerza gravitacional, la formaciones rocosas debajo de
nosotros, el maravilloso paisaje de tonos rojos y naranjas, contra el
azul claro del cielo, no había nada más hermoso que esto. Era
embriagador en sí mismo.
Mientras saltábamos del avión, estaba bastante segura de que gritaba.
Demasiado pronto dejé de hacerlo, porque realmente no tenía otra
opción más que admirar la belleza del paisaje debajo de nosotras. Aquí
arriba, era una con el viento, dependiente de la habilidad de Janine
cuando sentí el retroceder del paracaídas abierto por encima de
nosotras, estuve más alto que la bandada de pájaros volando en
nuestra misma dirección.
Entonces vi a Milo volar, casi al mismo nivel que nosotras.
Desde aquí puede verlo sonriendo ampliamente, luciendo como un
niño, feliz, libre. Sus brazos estaban extendidos, dándome un pulgar
hacia arriba. Lo saludé y le lancé un beso, lo atrapó con su mano
derecha y lo colocó en sus labios.
Página
Desde una caída libre a mil quinientos metros, a una velocidad de 193
kilómetros por hora, la más extraña, desconocida pero oportuna,
asombrosa sensación me llenó, era la sensación de la calma, la soledad
y la seguridad, todo a la vez.
178
Este sentimiento, la libertad de volar, la elevación, y el no tener miedo
a caer… él me había dado esto.
No importaba cuán alto volara, ya nunca más tendría miedo de caer.
Jamás.
Página
179
Porque sabía que él estaría allí para atraparme y evitar mi caída.
Traducción Itorres
Corregido SOS por AmpaЯo
D
Ava
espués de nuestro viaje de fin de semana a Arizona, Milo y yo
estábamos más cerca que nunca. Había pasado casi todas las
noches con él en su casa, en su cama y en sus brazos.
No había lugar en el que prefiriera estar.
Las únicas veces que no estuve con él fue cuando fui a América Central
para un viaje de diez días. Asistí a las funciones sociales en Belice,
Guatemala y Costa Rica, pero esta vez, era demasiado personal. Naomi,
el médico de mi madre, estaba en El Salvador.
Página
Tenía siete años cuando Naomi entró en mi vida. Ella comenzó como
ama de llaves y, luego con el tiempo, se convirtió en mi niñera porque
mis padres viajaban con frecuencia, ya que a veces no podía ir porque
tenía que ir a la escuela. Mi madre se negó a educarme en casa. Cuando
se trataba de mi educación, mamá tenía la última palabra. Tal vez fue
porque mi padre siempre estaba ocupado adquiriendo sus millones y
no tenía tiempo para mí. Mamá era muy firme en que viviera una
180
Durante mi parada en San Salvador, me reuní para el almuerzo con
Analiza Ayala, fundadora de Para las Mujeres y los Niños, una
organización nacional contra la violencia doméstica. Es una de las
organizaciones benéficas que he apoyado personalmente. Naomi fue el
ángel enviado a mi madre y a mí. Siempre estaría agradecida a Analiza¸
por salvar la vida de Naomi, aunque sus dos hijos no tuvieron tanta
suerte en las manos abusivas de su marido que estaba cumpliendo
cadena perpetua en la cárcel. Analiza fue quien ayudó a Naomi a
colarse en los EE.UU. y, finalmente, Naomi encontró empleo en la casa
de mi padre a través de una referencia de una agencia de empleo.
infancia normal, así que he asistido a escuelas públicas en lugar de las
escuelas privadas e internados. Por siempre agradeceré a mamá por
ese hecho porque conocí a mi mejor amiga en la escuela.
Naomi, sin embargo, no era sólo una niñera para mí. Era mi amiga, mi
compañera de juegos, mi guardián de secretos. Comencé a enseñarle
Inglés lo mejor que podía cuando la atrapé tratando de leer el dorso de
un cartón de leche. No quería insultarla, por lo que había pretendido
que quería leer libros para niños cuando en realidad quería que ella
consiguiera leer conmigo la misma historia una y otra vez cada noche
hasta que ella de alguna manera aprendió a reconocer las letras. No era
una maestra, pero creo que fui capaz de darle algunas lecciones dignas.
Mamá me daba un subsidio de 20 dólares para comprar alimentos en la
escuela. El noventa y nueve por ciento de las veces la comida de la
cafetería no era aceptable para mí, así que Brynn compartía sus
almuerzos conmigo. Realmente no comíamos mucho de todos modos.
Guardé un montón de dinero durante ese tiempo, y un día sorprendí a
Naomi con casi 840 dólares. Ella no quería tomar el dinero, pero
cuando le había revelado que yo quería que usara el dinero para
inscribirse en una clase de inglés, tenías lágrimas de alegría y afecto en
sus ojos. No tenía duda de que mis padres le pagaban bien, pero
también sentí que estaba enviando dinero a sus padres y hermanos en
San Salvador por lo que no tenía mucho para gastar.
Pupusas: Es una tortilla de maíz gruesa hecha a mano (hecha usando masa de maíz,
una masa de harina de maíz usada en la cocina americana) que está rellena con uno o más de los
siguientes ingredientes: queso, chicharrón, ayote, frijoles refritos o queso con loroco. También está
la pupusa revuelta con ingredientes mezclados.
Página
1
181
He aprendido algunas palabras en español por ella. Aprendió algo de
inglés y palabras francesas de mí. Ella me enseñó a coser. Le enseñé a
cómo utilizar un rizador de pelo. Le encantaba hacer pupusas1. Me
encantaba comprarle mini-croissants. Aparte de mamá y Brynn, ella es
la única mujer en la que confiaba. Le pedí a mamá que despidiera a un
ex empleado, un jardinero, porque lo vi insultar a Naomi muchas veces.
Naomi no sabía que yo lo sabía. Mi español puede que no sea extenso,
pero hay palabras que se destacan y los gestos faciales no pueden
mentir. Además, me di cuenta de que Naomi se ponía muy tensa
cuando el tipo estaba cerca de la vecindad. Cuando mamá me preguntó
por qué quería despedir al jardinero, simplemente expliqué que lo vi
regando demasiado su amada Orquídea de Oro de Kinabalu, una
variedad extremadamente rara e inestimable que había recibido como
regalo de la esposa del primer ministro de Malasia. Ella había llamado
a los servicios de jardinería y paisajismo en ese justo minuto y pidió
que ese tipo nunca fuera visto en nuestra propiedad de nuevo. Ella
debió haber estado pensando en otra cosa, ya que no se pudo meterse
en su cabeza que su atesorada orquídea estuviera en un invernadero
cerrado y sólo cinco personas tuvieran acceso a ella. O si tenía la menor
idea, confiaba en mí para no preguntarme porque despedir a un
empleado era una razón trivial.
El día que Naomi pasó la prueba de aptitud de inglés para poder
obtener un título de asociado fue un día de celebraciones. Fue uno de
los mejores días de mi vida. Esa misma mañana, Brynn me había
llamado para informarme de que su cáncer estaba en remisión. Mis
padres estaban en los Países Bajos en ese momento, así que le pedí a
Brynn y a la tía de Milo que me recogieran en mi casa. Podría habérselo
pedido a nuestro chófer, pero tenía una tía Margie que no dudaría y
querría unirse a la familia de Brynn en esta feliz ocasión.
Página
Tía Margie estaba emocionada de ver a Brynn y le pregunté si estaría
bien para Brynn tener bizcochos porque había traído unos pocos en mi
182
Cuando llegaron, querían ir al hospital de inmediato porque el
oncólogo de Brynn había llamado para entregar la buena noticia, pero
él se estaba yendo a otra cita de inmediato. Tan pronto como la tía
Margie me abrazó y me preguntó si me parecía bien ir en el asiento de
atrás, apretó el acelerador y nos pusimos en camino. Antes de salir de
mi casa, Milo había salido del asiento del acompañante y sin decir nada,
se montó en la parte de atrás conmigo. Tía Margie no debió haber
pensado que era extraño porque acababa de dar vuelta a la radio y
cantó junto con la música country tocando en el coche. Milo y yo no
intercambiamos palabras. Nunca habíamos estado muy unidos. Las
únicas veces que conseguí verlo o pasar un rato con él era cuando
Brynn estaba alrededor de él y sus amigos así que básicamente, lo
colamos. Él me había dado un movimiento de cabeza y una extraña
sonrisa se formó en su rostro.
bolsa de almuerzo amarilla. Ella había dicho que sí. Milo estuvo
tranquilo durante todo el viaje, pero poco antes de llegar al hospital, su
mano se desvió hacia la mía. Pensé que lo estaba imaginando, pero
cuando miré, su bronceada mano, la cual aún a su edad ya era grande y
callosa debido a que él practicaba un montón de deportes, la sostuvo
abierta para mí. Estreché mi mano derecha con la suya y lo sostuve. Él
miró hacia otro lado, pero yo sentía sus emociones contenidas. Había
sido tan fuerte a lo largo de todo el trayecto y el amor que sentía por su
hermana era evidente. Ocupó la mía con fuerza durante unos minutos y
luego finalmente la soltó, sin darme siquiera un vistazo. Pensé que él
estaba tratando de darme las gracias. Fue tan extraño que lo saqué de
mi sistema. Tan pronto como llegamos a la habitación de Brynn, estaba
pensativo y cuando él la había abrazado, vi que trataba de contener las
lágrimas de felicidad de caer por su rostro. A diferencia de él, tía
Margie y yo lloramos nuestros corazones en la euforia.
Quería pasar todo el día con ellos, pero también quería hacer algo
especial para Naomi. Milo se quedó con Brynn cuando la tía Margie me
dejó en mi casa. Naomi y yo fuimos a un restaurante especial de bistec
esa noche con Emil, el chófer de mi padre, que nos condujo por la
ciudad. Yo tenía acceso ilimitado a las cuentas de mis padres. Todo lo
que tenía que hacer era dejar que el gerente del restaurante supiera
quién era mi padre y ellos le enviarían la factura a él. Sin embargo, esta
vez, tenía suficiente dinero ahorrado para esta ocasión especial. Naomi
realmente quería pagar, pero la tranquilicé y ligeramente la amenacé
con que no hablaría con ella durante una semana si insistía en pagar.
Naomi había leído todo el menú y ordenado para nosotras dos. En
inglés. Sí, ese fue un buen día. Un gran día. Las dos mujeres que
significaban más para mí, las dos habían logrado algo especial, a Brynn
le fue dada una segunda oportunidad en la vida y Naomi, dio un paso
más cerca de sus sueños.
Página
—¿Cómo está hoy? —pregunté mientras estaba sentada en la silla de
mimbre blanco. Naomi había llevado a mamá al aire libre para sentarse
en la piscina después del desayuno.
183
***
Naomi tomó un bocado de su galleta.
—Tuvo algunas pesadillas anoche. No creo que durmiera bien. El Sr.
Troudeau dijo que podría estar tomando más de sus siestas habituales
hoy en día.
Asentí, mordiendo las rebanadas de sandía que le había pedido a
Darcy, el chef.
—Está teniendo pesadillas porque él está cerca.
—Ava... —dijo con una voz suave, sus ojos revoloteando a mamá que
ahora estaba durmiendo la siesta, como adivinó mi padre.
—Si tan sólo, Naomi... —Exhalé—. Yo podría llevarla a un chequeo con
los mejores neurocirujanos.
Tomó mi mano sobre la mesa, accedí a su deseo de sostener mi mano,
evitando el vaso medio lleno de jugo de naranja en la parte superior
derecha de mi plato.
—Ava, un día verá que lo que está haciendo está mal. Pero no te metas
en más problemas. ¿Bueno, mija2?
—No puedo darme el lujo de tener problemas, Naomi —estuve de
acuerdo, apretando mis dientes al pensar en mi padre. Su crueldad. Su
indiferencia. Su conducta irreprensible. En mis ojos, ante eso.
Añadí en voz baja:
—Si me meto en problemas, no voy a conseguir verla.
Los ojos marrones de Naomi reflejaron lástima.
2
Mija: en el original en español.
Página
—Si él la amaba tanto, ¿por qué la está haciendo sufrir? —Quité mi
mano de su agarre. El cabello de mi madre estaba envuelto en una
pañoleta de color verde claro; ella amaba usar sombreros de colores,
pañoletas y joyería en el cabello—. Realmente no me importa lo que él
me exija. Sólo quiero lo mejor para ella. ¿Por qué no puede ver eso?
184
—Él es un hombre duro, mija. Su confianza estaba rota. Él la amaba,
¿sabes?
¿Por qué está lleno de odio? —Las lágrimas empezaron a llenar mis
ojos y Naomi me entregó una pequeña servilleta de la mesa.
—Porque, mija, cuando un hombre ama profundamente, la traición
cala hasta la médula. —Sus palabras eran la de una mujer sabia. Una
mujer que ha tenido años de experiencia por delante de mí. Era casi de
la misma edad que mi madre, apenas cerca de cincuenta, pero la vida
que había vivido, el dolor que había pasado, era diez veces más de lo
que alguien debería tener que experimentar.
—No estoy de acuerdo, Naomi. —Ella podría haber dejado el empleo
de mi madre, ahora tenía un título universitario, e hizo el trabajo como
consultor de negocios online, pero se quedó con mamá en el día a día.
Mi padre iba a despedirla después del accidente, pero no lo hizo por
consejo de los médicos, para que mamá estuviera rodeada de personas
y cosas familiares tanto como fuera posible. Ella era la única persona a
la que mi madre conocía, con la que mi madre estaba cómoda, porque
Naomi había estado en su vida casi tanto como yo.
—Creo que el amor puede superar la traición. —Levanté el vaso de
jugo de naranja a mis labios—. Si estás dispuesto a perdonar, para ver
más allá de los errores, las indiscreciones, creo que si estás dispuesto a
darle una oportunidad, puede florecer en algo más, algo que nunca has
esperado.
—Ah, Ava. —Su sonrisa era tímida—. Has amado a un muchacho en
toda tu vida... Si estuvieras con él y te traicionara con otra chica, ¿serías
capaz de perdonarlo?
Página
Pero ahora tenía otro secreto. Ella no tenía ni idea de que Milo y yo
estábamos juntos ahora. Por mucho que quería decírselo, no podía.
185
Naomi conocía mi secreto más profundo. Después de todo, cuando era
una adolescente, no podía decirle a Brynn que pensaba que estaba
enamorada de su hermano. Había tenido un montón de
enamoramientos, toneladas de chicos que competían por mi atención,
pero aunque Naomi no había conocido a Milo, le mostré docenas de
fotos de él. Fotos que había tomado con Brynn cuando éramos más
jóvenes.
Todavía no. No cuando todos los rincones de la casa de mi padre
estaban monitoreados con cámaras de seguridad.
Su pregunta quedó en el aire. Imágenes de Milo con su ex-novia y con
mujeres sin rostro bombardearon mis pensamientos.
Dios, el dolor, la herida, la agonía que sentiría si él me engañara.
El calor dejó mi cara, seguido por estridentes heladas lentas, que
rebelaban la disonancia en mi pecho y mis pensamientos.
—No sé si le podría perdonar. —Una verdad inequívoca—. Pero sé que
no lo haría sufrir.
—¿Por qué?
—¿Que por qué no iba a hacerlo sufrir? —Levanté una ceja, tapando los
lados de mi boca con una pequeña servilleta.
Su mirada era intensa sin disculpa y maternal a la vez. Ella me podía
leer como un libro agrietado abierto.
—Naomi, sólo porque alguien te traicione no significa que el amor
desaparece al instante. —Con voz firme, dije:
—No sé lo que haría. Tal vez es fácil para mí decir esto porque nadie
me ha engañado. Tal vez estoy diciendo esto porque estoy defendiendo
a mamá. Pero, ¿no lo crees, Naomi?
Mi línea de visión aterrizó en mi madre, que seguía durmiendo la
siesta, su vestido púrpura se veía tan bonito contra su tez impecable.
Incluso con el accidente, su belleza se mantuvo ilesa.
—¿No crees que ya ha sufrido lo suficiente?
Página
186
—Sí, lo ha hecho. —Ella puso el tenedor en el plato y se ajustó un
pliegue invisible en su brillante blusa amarilla que complementaba su
piel maravillosamente—. Pero no ha sufrido bastante a los ojos de tu
padre.
Traducido por Jadasa Youngblood, LeiiBach y Brendy Eris
Corregido por aniiuus
—N
Ava
o estás comiendo mucho... —observó con sus ojos
azules parpadeando, cuestionando.
—Aún estoy llena. —Tomé un sorbo de Perrier1 en
mi vaso Kiriko2 que tenía una flor estampada.
—Pero no has tocado el edamame3 y apenas tomaste un bocado de la
tempura4 de camarón que dijiste que querías probar —observó, su
mirada perforándome.
—Emmett, lo siento. —Dejé caer la servilleta que estaba agarrando con
fuerza sobre el suelo—. Simplemente no tengo apetito en este
momento.
—Ava, deberías haber dicho algo. —El vaso de sake que se encontraba
sosteniendo estaba a medio camino entre la mesa y su boca antes de
que lo bajara—. En vez de eso, nos hubiéramos quedado en tu casa o en
la mía.
No, no podríamos. No podemos. O mi novio te golpearía hasta matarte.
—Emmett, vamos terminar por esta noche —dije con firmeza—. Ha
sido un día largo...
1
Perrier: marca de agua embotellada.
Kiriko: Popular técnica japonesa de corte de vidrio.
3
Adámame: Preparación culinaria de las vainas de soja verdes hervidas con agua y sal y servidas
enteras.
4
Tempura: Se refiere a la fritura rápida japonesa, en especial a los mariscos y verduras. Cada trozo
de comida debe tener el tamaño de un bocado. Se fríe a 180˚ durante 2 a 3 minutos.
Página
187
2
Estaba muriéndome de ganas de echarle un vistazo a mi teléfono.
Había estado zumbando sin parar durante los últimos quince minutos.
—Ava, acabo de llegar a la ciudad. —Se echó hacia atrás en la silla de
estilo japonés, una extensión de cómo se representaba mágicamente,
exquisitamente todo el ambiente de Sushi Noru—. Pensé que me
extrañaste, aunque sea un poco.
Le di una pequeña sonrisa. Era un buen chico. No merecía ningún tipo
de hostilidad o un comportamiento grosero de mi parte. Las líneas bajo
sus ojos mostraban agotamiento. Había llegado desde Washington DC
hoy y en el momento en que fue capaz de hacerlo, me llamó para
pedirme que fuera a cenar con él. Estuvo hablando de una ley de
energía en la que su padre estaba trabajando. Era un tipo concienzudo,
un realista, y parecía estar dedicado en lo que el país necesitaba. Un día
sería un gran político.
—Lo siento —hablé sinceramente—. Mi agenda ha sido una locura. No
estoy tratando de ser miserable. No es una excusa, pero es la razón
principal de por qué estoy un poco distraída.
—Está bien, puedo entenderlo. —Sus ojos azules relajados, un hoyuelo
haciendo acto de presencia en el borde de su boca.
—Prueba este. —Señalando la tempura de camarón en el centro de la
mesa, dijo—: Realmente está bueno.
Asentí y probé uno.
—Oh yum, está bueno.
Sonrió y bebió un sorbo de su sake.
—Ava, creo que si le das a las cosas una oportunidad, algunas resultan
ser realmente buenas. A veces, incluso muy buenas.
Página
—¿Cómo está tu madre? —Obviamente, estaba cambiando el tema. Por
mucho que me gustara, sólo podía gustarme como amigo. Nunca haría
aletear mi corazón, nunca haría que mi cuerpo ardiera de deseo y
188
Un doble significado. Una doble interpretación.
necesidad, nunca sería capaz de igualar el fuego que Milo avivaba en
mí.
—Está bien. Ha estado preguntando por ti. Quizás algún día tú y ella
podrían tener un almuerzo cuando regrese de sus viajes de negocios.
—Su madre fue la primera mujer en convertirse en jefe de operaciones
de un gigantesco medio de comunicación social. Su tamaño diminuto
escondía su naturaleza barracuda, podía hundir a los hombres con un
lifting de cejas y lanzar sus egos con su lengua afilada.
—La próxima vez que esté en la ciudad le haré una llamada —contesté
mientras el camarero volvía a llenar mi vaso con agua.
Había conducido. Emmett quiso recogerme, pero a menos de que
quisiera que ser cortado en pedazos por mi posesivo novio, decidí que
el mejor curso de acción era ir a la cita por la no muy sutil orden de mi
padre, ponerme al día con un tipo a quién consideraba como un amigo,
y al final de la noche, dormir en los brazos de mi hombre.
Luego pasó a compartir historias acerca de su viaje y cómo sus padres
estaban llevándolo bien. Cuando éramos más jóvenes, su madre casi se
divorció de su padre porque siempre estaban separados. Momentos
así, charlando como en los viejos tiempos, después de estar separados
por un período largo y cuando Emmett habló de su madre, me hicieron
extrañar a la mía, su antigua personalidad, su vitalidad. Su madre y la
mía solían salir mucho. Los Powers no eran sólo los vecinos, sino que
también eran amigos.
—¿Tu madre está disfrutando de Francia? —preguntó mientras
estudiaba atentamente la carta de vinos.
Página
—Sí. Gracias por preguntar. —Sólo había pronunciado la mentira
tantas veces que la respuesta salía automáticamente. A lo largo de los
años, mi padre evadió las preguntas acerca de la desaparición de mi
madre desde el centro de atención al decir que después del accidente,
decidió quedarse en nuestra casa en Francia y recorrer el mundo. Una
breve declaración a la prensa de todos los principales medios de
189
Sólo un puñado de personas sabía lo de la condición de mi madre. Mi
padre era, después de todo, el rey guardando secretos.
noticias y después de eso, no se formularon preguntas acerca de mi
madre. Ni siquiera a mí. Era aterrador el grado de influencia y el poder
que el dinero podía comprar.
Un camarero se acercó a nuestra mesa para preguntar si nos gustaría
pedir vino. Negué con mi cabeza en respuesta.
—Como la dama desee. —Emmett miró a nuestro camarero—. Gracias,
pero no esta noche.
—Discúlpame. —Sacando mi teléfono de mi cartera negra Fendi, me
desplacé a través de los mensajes—. Estoy esperando una llamada.
8:35 PM. Milo: ¿A qué hora vuelves? Podría haberme detenido esta
noche en tu casa en vez de que conduzcas hasta aquí.
8:47 PM. Milo: ¿Tienes hambre? ¿Quieres pedir comida japonesa?
8:49 PM. Daria: Sólo habla con Milo. Te está buscando. Le dije que
estabas poniéndote al día con viejos amigos.
9:05 PM. Milo: ¿Dónde estás? ¿Perdí el memo de hoy?
9:12 PM. Milo: ¿Estás bien? ¿Dónde estás?
***
Página
Milo era un hombre posesivo. Extremadamente posesivo a veces.
Desde que habíamos estado juntos, las pocas veces que salimos, los
chicos me miraban y todo lo que tenía que hacer era levantar una ceja
o darles una mirada penetrante y sabiamente giraban sus cabezas
lejos. No se me escapó notar que siempre me pedía que llevara una
chaqueta adicional o un ligero chal para cubrir mi escote cuando otra
gente se encontraba cerca. Sé que no quería que cambiara. Después de
todo, me vestía de la forma en que me vestía antes de involucrarnos,
pero para su paz mental, cubría mis bienes para no ser objeto de
muchas miradas. Una vez comentó: “Sólo la visión de tus labios hace
190
Oh Dios mío. Se me olvidó por completo hacerle saber que iba a salir
esta noche. Por supuesto, no podía decirle que iba a una cita
planificada con Emmett. El infierno se desataría y desintegraría todo a
la vista si tenía alguna idea de con quién estaba esta noche.
que los hombres se vuelven locos, así que, ¿puedes al menos reservar
todas las cosas buenas sólo para mí?”
Le di una mirada de: “¿Estás burlándote?” y él sólo encogió sus
hombros. Lo que no decía con palabras, lo estaba reforzando
manteniéndome cerca de su lado todo el tiempo, apoyando sus grandes
manos arriba de mis piernas cuando llevaba pantalones cortos, mini
faldas y vestidos diminutos y, básicamente, disparando dagas con los
ojos a cualquier tipo a nuestro alrededor. Sólo podía imaginar lo que
está pensando ahora mismo. Si pudiera, probablemente recorrería por
completo Las Vegas buscándome.
Era la salida cobarde, pero no tuve elección.
Rápidamente le envié un mensaje.
Yo: Nene, cenando con viejos amigos. Llegaré a tu casa tan pronto como
pueda. Te extraño.
Apenas pasó un segundo antes de mi teléfono vibrara.
Milo: ¿Dónde estás?
Mierda. Probablemente nos emboscaría si le dijera dónde exactamente
me encontraba. Eso y Emmett acabaría en una camilla de hospital.
—Ava, ¿está todo bien? —preguntó Emmett, su voz sonaba
preocupado.
—Umm... sí. —Levanté mis ojos de la pantalla de mi teléfono—. Sólo un
mensaje de Daria.
Asintió mientras agarraba otro bocado de tempura de camarón.
Realmente debe gustarle, había comido casi todo. O realmente debía
estar con hambre.
Volví a enviarle un mensaje de texto a Milo.
Yo: Sí, de la secundaria.
Página
Milo: ¿Stacey?
191
Yo: En casa de Stacey.
Milo: ¿La chica rubia?
Yo: Sí.
Milo: La molesta chica rubia.
Yo: Ja ja ja ja.
Milo: Sí, siempre siguiéndome, alrededor de mi culo.
Yo: Yo seguí a tu culo.
Milo: Ja ja ja ja.
Yo: Tienes un buen trasero.
Milo: Ven a casa. Pronto.
¿Casa? Un calor se extendió a través de mis entrañas. Hace un mes,
empecé a dejar ropa en su casa. Él me había traído cepillos de dientes e
incluso me dio mi propio juego de toallas. Tenía que aceptar el hecho
de que Milo era un fanático de la limpieza. Un sexy fanático de la
limpieza. Incluso su hermana se burlaba de la pulcritud y los hábitos a
veces obsesivos de mantenimiento de la limpieza de Milo.
Yo: Voy a estar allí. Espérame.
Milo: Sí.
Página
Volví para terminar de cenar con Emmett. Pedí el especial de mariscos
del chef y Emmett tenía el gigantesco rollo de sushi de langosta. Pasé
del postre porque se estaba haciendo muy tarde. Estaba cómoda con
Emmett. Es uno de esos chicos con el que una chica no podía ser más
afortunada de tener como amigo. No era pomposo, aunque llevaba esa
seguridad innata en sí mismo. Tenía fuertes opiniones sobre el estado
de la política, pero de alguna manera no era tan condescendiente. Al
192
Era cierto. Me esperaría. No importaba lo tarde que llegara, tendría una
luz encendida para mí en su sala de estar. No se iba a dormir hasta que
estuviera seguro de que yo estaba a salvo en mi casa o estaba de vuelta
en el hotel de cualquier país en el que me encontrara. La mayoría de las
veces lo encontraba jugando videojuegos o trabajando en su
ordenador.
final de la noche podría haber deseado sentirme un poquito atraída por
él. Quizás. Muy dentro de mí, sabía que eso no sucedería. Durante la
cena, Emmett preguntó:
—¿Estas saliendo conmigo a causa de nuestros padres?
Quería dolorosamente, tan dolorosamente decirle, "sí ", pero no pude.
Aunque mi padre me tenía acorralada en un callejón sin salida, no
podía decirle la verdad a Emmett. Ni siquiera podía decírselo a Milo.
Supongo que debería considerarme afortunada de que Emmett,
aunque no estuviera atraída por él, era un buen chico, un alma gentil.
Mi padre podría haber elegido a alguien peor.
Al final de la noche, mientras esperábamos en el exterior del edificio a
que el aparcacoches trajera nuestros autos, le di un beso en la mejilla a
Emmett y le di las gracias por una noche maravillosa. Sentí que él
quería más, que estaba pidiendo por una copa, pero mi engaño tenía
límites. Mientras Milo y yo estuviéramos juntos, no iba a dejar que
cualquier otro hombre, no importa lo mucho que mi padre dicte mi
mundo, intimara conmigo. No podría soportarlo. Estaba haciendo esto
por mi madre, pero me reservé un pedazo muy pequeño, una rebanada
de dignidad para mí misma.
—¿Cuando voy a verte de nuevo? —preguntó Emmett, abriendo la
puerta del coche para mí.
—¿Te puedo llamar para eso? Tengo que revisar mi agenda.
—Manteniendo la puerta del coche abierta, presioné el botón de
encendido, presioné el freno con mi pie derecho y las luces dentro y
fuera de mi coche se encendieron.
—Está bien. —Concordó dando un paso lejos de mi coche—. Déjame
saber que llegaste bien a casa.
—Lo haré. —Agitando la mano derecha, concluí:
Página
Su sonrisa con hoyuelos era brillante contra la iluminación exterior,
con ojos de esperanza, de que quizá, lo que sea que tuviéramos, podría
ser algo más que una amistad.
193
—Me lo pasé muy bien esta noche, Emmett.
Oh Emmett, eres un chico dulce, pero mira, mi corazón late por un
hombre que te podría aplastar en una masa sangrienta si alguna vez se
entera de lo que estoy haciendo esta noche.
Añadí por si acaso, con la esperanza de que mi explicación se hundiera
en sus pensamientos sobre mí, sobre nosotros.
—Me gusta mucho salir contigo como amigo.
Su sonrisa vaciló y se acercó, apoyándose en la ventana de mi coche.
—Danos una oportunidad, Ava.
Su mano izquierda cogió mi brazo izquierdo descansando en el volante.
Antes de que pudiera decir algo, murmuró:
—Nuestros padres parecen pensar que haríamos una gran pareja. Tu
padre incluso ha hablado con mi padre acerca de cenar en nuestra casa
la próxima vez que él esté libre.
A la sola mención de mi padre, las palabras que estaban a punto de
salir de mi boca quedaron atascadas.
—Será agradable salir contigo otra vez. —Forcé una sonrisa,
escondiendo la persistente incertidumbre, la creciente inquietud en
cuanto a lo que podría sucedernos a Milo y a mí si continuaba esta
farsa con Emmett. Sólo tendría que hacer todo lo posible para que mi
padre, Emmett, y Milo nunca se enteraran acerca del otro.
El zumbido de mi teléfono interrumpió lo que podría ser la despedida
más larga nunca jamás vista.
—Tuve un momento maravilloso, Emmett. Gracias de nuevo por la
cena. Buenas noches.
Movió la cabeza afirmativamente y dio un paso atrás. Un hombre de
mediana edad vestido con uniforme de color azul oscuro se acercó a él.
—Llámame.
Página
Emmett asintió e hizo un gesto con su mano derecha.
194
—Señor, su coche está esperando.
Le eché un último vistazo y murmuré:
—Gracias.
Pulsando el botón para subir las ventanas de mi coche, cogí el teléfono
de mi bolso y lo sincronicé con la función Bluetooth del coche.
El texto de Milo llegó a las 10:52, mientras Emmett y yo salíamos de
Sushi Noru.
Milo: Conduce con cuidado.
Le envié un mensaje rápidamente diciéndole que estaba de camino
antes de poner un pie en el acelerador.
Un emoticón de pulgares arriba surgió en mi pantalla.
Tan pronto como salí a la calle llamé a Daria, y respondió al cuarto
timbrazo.
—De nada. —Su voz se oyó por los altavoces de mi coche—. Llamó dos
veces, preguntando dónde estabas, chica. Estoy en el gimnasio así que
no pude contestar su primera llamada. De todas formas, le hice saber
que hoy te estabas reuniendo con unos viejos conocidos.
—Gracias. —Cambié de velocidad, el sonido del motor eléctrico
acelerando resonó en el fondo—. ¿Se escuchó molesto?
—Está preocupado, no molesto. —Los bajos tonos de los shows de
crimen que a ella le gustaba ver en la televisión zumbaron en el otro
extremo de la línea—. Ava, no puedes estar escondiendo esto de él.
Todo va a terminar mal si no le dices por qué tienes cenas con Emmett.
Ese hombre tuyo es un posesivo hijo de puta. Si quieres que el bonito
rostro de Emmett permanezca intacto, es mejor que se lo digas antes
de que se entere por alguien más.
Página
Ella suspiró suavemente.
195
—Lo sé. —Realmente no lo sé—. Sólo quiero tiempo con él, Daria. Me
encanta estar con él. Me hace feliz. No estoy segura de si va a ser lo
mismo una vez que ponga a Emmett de nuevo en el cuadro.
—Milo ha estado aceptando el hecho de que tu padre te haya prohibido
salir con él. Ha sido comprensivo contigo. ¿Insiste en decirle a tu padre
acerca de ustedes? Ava, es un chico inteligente. Creo que sólo deberías
hacerle ver lo que está pasando y hacerle entender. Tu padre tiene este
poder sobre ti. ¿Quieres que arruine lo que tienes con un hombre que
obviamente se preocupa por ti?
Milo no ha sido insistente en decírselo a mi padre ni siquiera insinuar
cerca de los alrededores de mi padre que estamos juntos. Ha sido
tolerante y comprensivo. Cuando salimos, vamos a lugares con los que
mi padre no tenga vínculos comerciales, que eran muy pocos y
distantes entre sí en Las Vegas. En público, después de sus peleas, Milo
se alejaba de mí para que nadie sospechara que estábamos
involucrados.
Por lo que sabía Milo, Emmett no era de importancia, no era más que
mi amigo, que Emmett y yo salimos pero no pasó nada. Y nada pasará.
Ahora que Milo y yo estábamos juntos, a pesar de que no es oficial a
ojos de mi padre, un hecho que realmente no sé cuándo se hará oficial,
Milo no lo tomará muy bien si me ve detrás de Emmett.
—Ava, sabes que siempre estoy a tu lado. —Su voz era consoladora,
honesta—. Tengo la suerte de trabajar contigo, alguien que me inspira
a hacer cosas buenas. Cualquier cosa que te propongas, puedes
lograrlo. Lo he visto Ava. Te has graduado en enfermería, incluso
cuando tu padre hacía casi imposible que te graduaras en la
universidad con tus compromisos con los medios y aún más difícil
cuando trabajabas como enfermera.
Página
Ella se perdió en el estilo de vida, pero trató de hacer lo correcto por
mí. Elegí enfermería porque mi mejor amiga eligió enfermería.
Aquellos años en la universidad fueron los momentos más difíciles de
196
Mi padre no creía en la importancia de una educación universitaria. Él
había abandonado los estudios y si no fuera por la influencia de mi
madre, probablemente no tendría ninguna aspiración universitaria en
absoluto. Me había arraigado el valor de la educación. Tal vez fue
porque sus sueños de ir a la universidad fueron cortados cuando se
convirtió en modelo a una edad tan joven, se casó y me tuvo.
mi vida: mi madre tuvo un accidente, mi padre se convirtió en un
tirano exigente y la presión de demostrarme a mi misma que podía
hacerme enorme. La escuela de enfermería fue dura, pero no a causa
de la carga de estudio; para mí, fue a causa de las muchas veces que
tuve que compensar horas porque todavía tenía que cumplir con mis
responsabilidades con el negocio de mi padre, incluso cuando estaba
en la escuela. Había un par de veces que casi me suspendieron por
varias ausencias y excusas. Pero seguía penosamente e hice trabajar mi
trasero para compensar esas horas. Yo era capaz de hacerlo debido a
Brynn. Ella era mi roca. Ella salvó todas sus notas y me ayudó a
estudiar para los exámenes, incluso cuando tuve que pasar pocos días
en otro país. Lo llamamos nuestro grupo de estudio de larga distancia.
Mi ventaja fue que pude procesar la información rápidamente. Hasta
este día, ella todavía no sabe la verdad de la condición de mi madre.
Como todo el mundo, todo lo que sabía es que mi madre había dado un
paso de distancia del centro de atención y ahora está viviendo en
nuestro castillo junto al mar, en Normandía. Fue el segundo secreto
que escondí de ella. Lo hice para protegerla. Cuanto menos supiera
sobre mi madre, menos sabría de mi padre.
—Se lo diré, Daria —le contesté. El palacio de Milo apareció a la vista.
Podía ver las tenues luces encendidas en su sala de estar—. Gracias por
encubrirme.
—Sean buenos el uno con el otro, Ava. Confía en él lo suficiente como
para que tome la decisión correcta por sí mismo. Él no puede hacer eso
si no lo vas a dejar entrar. —Su consejo resonó en mi oído—. Buenas
noches.
Página
Estacioné detrás de su coche, subí los escalones y abrí la puerta lateral.
Por lo general la dejaba abierta para mí, así que sólo podía entrar.
197
Al pulsar el botón de finalizar del teléfono, respiré, reuní toda la
energía que tenía, así podía decirle la verdad. Daria tenía razón. Tengo
que dejarlo entrar, darle el beneficio de tomar una decisión, al igual
que yo le había dicho que mi padre no querría verlo, por razones que
sólo podía atribuir a él queriendo que saliera con el amigo del hijo del
senador, Milo sabría qué hacer.
Entré en la casa, dejando mis zapatos en el estante de los zapatos que
había ayudado a elegir a Milo hace un mes en Home Inc. Alcancé a ver
la cocina, la antigua habitación de huéspedes hoy día era una extensión
del gimnasio y la pequeña zona del rincón llena con una vitrina de sus
trofeos y medallas de natación. Milo se ha hecho cargo de cinco
habitaciones de sus padres, de una casa de dos niveles. Brynn
considera a Arizona su casa ahora, ya que Kieran estaba entrenando
allí a tiempo completo.
Lo encontré tirado sobre su espalda, con una pequeña almohada
encajada entre el brazo derecho y el cuello. Sus piernas colgando sobre
el brazo del sofá debido a su altura. La tenue iluminación de la lámpara
de la mesita auxiliar revelando la puerilidad de su rostro, que lo hace
lucir relajado, más joven que sus veintiséis años, el teléfono en su
mano izquierda, obviamente esperando por mí. Sus pantalones de
chándal gris oscuro viajaban bajo en sus caderas, y me daba una visión
totalmente descarada de su cruda masculinidad; los abdominales, el
pecho, los hombros esculpidos por décadas para mantener su cuerpo
en una forma atlética superior. Tiene un sueño ligero, así que debió
haber estado realmente cansado para no haberse movido hasta ahora.
Mi punto de vista sin obstáculos de él en su estado más tranquilo, me
permitió simplemente admirarlo.
Página
Caminé ligeramente, mientras caminaba cerca de él, al ver sus ojos
abrirse, cambiaban de color verde mate a un más vivo jade, más
198
Es tan fuerte. No sólo físicamente, sino emocional y mentalmente
también. Yo tenía amigos en la escuela que se envolvieron en las
drogas, las mujeres y el comportamiento imprudente cuando las cosas
iban mal en sus vidas. No Milo. Tragedia tras tragedia, él las ha
sobrevivido. Con las piernas bien plantadas y su espíritu nunca
doblegándose. Cuando él hizo lo que le hizo a Kieran, nunca me creí
una vez que lo hizo a pesar de Brynn. Siempre me aferré a la imagen de
él, ese chico joven que me cogió la mano con fuerza cuando se enteró
que su hermana estaba libre de cáncer, el hombre que golpeó a un
hombre por llamarme zorra a mis espaldas en la escuela y el atleta que
nunca se dio por vencido, incluso cuando los medios de comunicación
lo etiquetaban como el segundo mejor.
profundo. Quitando lentamente la mano derecha de debajo de la
almohada pequeña, su boca girando ligeramente.
—¿Te divertiste esta noche?
Agachándome para poder besar la parte superior de su oscura cabeza,
le dije:
—Lo hice. —Olía a agua del océano, almizcle y todo él en uno.
Tiró de mis pantalones al tobillo de color verde oscuro, indicando que
él quería que me acercara. Me puse derecha y caminé hacia él.
—Vamos a la cama.
Ahora sentado, me agarró las piernas y me acercó más a él, con las
manos a la deriva dentro de mi blusa de manga larga color crema de
encaje, sus dedos esperando en mi sujetador de encaje.
—¿Me extrañaste?
Bajé mis manos sobre sus hombros, amasando, masajeando, aflojando
los músculos tensos, duros.
—Por supuesto.
—¿Cuánto? —Me había desabrochado hábilmente mi sujetador y ahora
se burlaba de mis pezones con las yemas de sus dedos ásperos, con su
boca haciendo un camino alrededor de mi ombligo.
—Llévame a la habitación y te voy a mostrar cuánto.
Página
Cuando él entró en mí después de ponerse un condón, yo ya estaba
resbaladiza y húmeda. Esta noche era suave, muy amable conmigo.
199
Sin más preámbulos, me levantó en sus brazos al estilo nupcial
plantando firmemente besos en mi boca ya que entramos en su
habitación. Le tomó menos de un minuto para vestirme como a él le
gustaba, lo cual era desnuda, y luego en unos rápidos segundos se
despojó de sus pantalones y bóxers. Dentro de la casa, Milo apenas
llevaba nada, que me parecía bien, más que bien. Él estaba más cómodo
cuando estaba sin camisa y bueno, yo estaba más cómoda de verlo sin
camisa.
Milo fue mi primero. Todas las experiencias que he tenido en
relaciones sexuales, las he tenido con él. Sólo él. Yo no era tímida en
torno a él. Desde la primera vez que me tenía con los dedos o en la
boca, no me ha empujado a hacer algo en lo que no esté cómoda. Él
estaba interesado en las señales de mi cuerpo, siempre me miraba, se
detenía cuando veía una pequeña mueca, un destello de dolor o duda.
Tuve que tranquilizarlo muchas veces de que yo estaba bien y
disfrutara de sí mismo. Hacerlo todo con él, experimentar nuevos
niveles de pasión con él, descubriendo cómo mi cuerpo puede quemar,
encender y explotar en sus trazos magistrales era todo para mí. Desde
entonces, no se contuvo.
Me mordí el labio y gemí cuando llegué a mi pico y él dejó escapar un
gruñido mientras se hinchó y llegó a su clímax dentro de mí. Se quitó
lentamente de mi interior para deshacerse del preservativo y volvió
con una pequeña toalla para limpiarme. Era un amante consumado,
dándose a mí, tomando de mí, pero nunca me dolía. Hay una delgada
línea entre el placer y el dolor. He leído libros y he visto las películas
que describe la producción de dolor, como el uso de la fuerza cegadora
de placer, puede estimular orgasmos. Yo no nací en el siglo XVII, pero
por mucho que yo sepa cómo el dolor aumenta la experiencia sexual, sé
que nunca quiero eso para mí. La testosterona de Milo era, sin duda
fuera de serie. En los deportes, él deja todo hacia fuera; la energía, el
poder, la agresión. En el dormitorio, sin embargo, está en sintonía con
todas mis necesidades: mi deseo de ser saboreada, acariciada, cuidada,
como mujer, amante, pareja sexual, una igual.
Es una dicotomía.
Buena apariencia, irreverente, respetuoso hacia las mujeres.
Dolor en el trasero, un gran hermano.
Hombre fuerte, amante gentil.
Daria, como siempre, tenía razón.
Página
Confío en él lo suficiente como para tomar esa decisión por sí mismo.
200
Luchador, protector.
Hablamos durante unos minutos sobre cómo fue su día y antes de que
pudiera preguntar más sobre el mío, me encontré bostezando. Saciada
y totalmente relajada, él me metió en sus brazos, manteniéndome a
salvo en su fortaleza, y poco a poco estaba a la deriva durmiendo.
Página
201
Mañana se lo diré.
Traducción Itorres y tara_annie
Corregido por AmpaЯo
P
Milo
or Dios, ¿qué hora es?
Con la visión borrosa, entrecerré mis ojos al reloj contra mi
pared. 07:30.
Joder, me quedé dormido.
Ya debería haber completado dos kilómetros. Culpo a mi mujer. Me
agotó ayer por la noche.
Nah.
¿Dónde diablos estaba ella de todos modos?
Per diem job: Significa que trabajas cuando lo necesitas. No tienes los días y horas establecidos.
Página
1
202
Me gustó mucho tener a Ava en mi casa. No he tenido problemas
pasando el rato en su casa, pero me gustaba mi gimnasio aquí. Así que
cuando me quedé dormido, me fui antes de que saliera el sol y nos
encontraríamos más tarde en el día. Su horario variaba. A veces estaba
muy ocupada. A veces era capaz de pasar tiempo conmigo todo el día.
Ella había dicho que era mucho mejor ahora desde que dejó su trabajo
parcial de enfermería1. Me había revelado que el día en que entró en mi
casa, el día que ella gritó en mi oreja, la primera vez que nos besamos,
fue el día en que puso su carta de renuncia al Centro médico de Nevada
State. Había trabajado allí durante casi dos años, pero con todas las
mayores responsabilidades que tenía para la compañía de su padre,
decidió que lo mejor era dejar la enfermería por ahora.
Ava no tenía que trabajar. En absoluto. Nació en un mundo de lujo. Sus
pañales habían sido probablemente cubiertos de diamantes. Recordé
haber visto a su madre cuando era más joven; ella era una bella dama,
que de pies a cabeza parecía que venía del dinero. Obviamente Ava
llevaba los genes de su madre y los gustos caros, pero ella nunca ha
sido franca sobre cuánto cuestan las cosas. Cuando le di una caja de Tic
Tac como sorpresa, me abrazó y me besó como si le hubiera dado un
reloj Cartier o unos pendientes de Tiffany.
No soy pobre. He ahorrado suficiente dinero para vivir cómodamente,
con o sin mis patrocinadores de natación. Mi coche estaba totalmente
pagado. Era el único lujo con el que me recompensé a mí mismo
después de conseguir un bono de mi anterior patrocinador, WaterTech.
Había invertido sabiamente, con el asesoramiento de Leif. Podría
hablar mierdas sobre cosas innecesarias, pero era un genio loco en
todo lo relacionado a los negocios. Lo llamé mi WB alemán, la
abreviatura de Warren Buffet, obviamente, con un mejor aspecto, y
más joven y menos intimidante versión, pero Leif nunca me ha guiado
mal en las inversiones. Su visión para los negocios era digna de
respeto. Sus locuras dentro y fuera de la piscina, no tanto.
La avalancha de mensajes de vídeo y de texto llevó mis pensamientos
al presente.
Aproximándome a la mesa de noche, me senté contra la cabecera.
Haciendo caso omiso de mi estado de ánimo mañanero, un total
desperdicio, ya que no tenía idea de que mi mujer se iría corriendo, me
desplacé por los mensajes.
06:52 AM Leif: Tú, maldito viejo. ¿Estás levantado? Probablemente no.
Babeando la almohada de tu abue. ¡Feliz cumpleaños!
Página
Sonreí. Qué idiotas.
203
06:55 AM Jeff: He oído tu espalda rompiéndose todo el camino hasta
aquí. Oh, espera, ese es tu culo... incapaz de controlar la liberación de
gases. ¡Feliz cumpleaños tío! Tu regalo está en el correo. Lo tendrás en
algún momento del próximo año.
7:10 AM, un mensaje de vídeo de mi hermana, lo abrí y allí estaba ella,
con una camisa de color azul claro que hacía juego con sus ojos, su
sonrisa era grande cuando dijo:
—¡Feliz cumpleaños al mejor hermano del mundo entero! Lo siento
por no estar allí para darte la felicitación en persona. Como puedes
ver… —Trasladó el teléfono mostrando el fondo; los ondulados verdes,
los edificios altos, paneles de vidrio, el sol brillando, reflejándose sobre
Harbour Coal, había estado allí una vez para el encuentra del Pan
Pacific—, hemos llegado a salvo a Vancouver. Kieran competirá en un
par de horas por lo que está con su entrenador en estos momentos. Él
quería que te dijera feliz cumpleaños. —Moviendo la cámara del
teléfono para centrar su cara, ella continuó:
—Te amo Milo. Te deseo todo lo mejor en tu cumpleaños. Espero que
tengas mi regalo. Prometo hornear tu pastel de cumpleaños de
chocolate y chips favorito cuando vengas de visita. Disfruta de tu día.
—Levantó un vaso pequeño que contenía algo burbujeante—. Salud
por ti, y dile hola a Ava por mí.
Tenía unos cuantos mensajes de amigos de la universidad, Dia, incluso
Daria, la asistente de Ava, todos deseándome un feliz cumpleaños.
Después de enviar respuestas de vuelta, fui al baño a lavarme los
dientes y tomé una camisa de mi cajón antes de salir de la habitación.
Ahora, ¿dónde podría estar Ava?
No tengo ninguna duda de que ella sabía que hoy es mi cumpleaños.
No lo había mencionado en absoluto, lo cual me hacía sospechar aún
más que estaba planeando algo para mí. La cosa con Ava es, cuando
está emocionada por algo, habla sin parar sobre eso. Así que ella no
diciendo nada acerca de mi cumpleaños, estaba poniendo una cortina
de humo y tratando de fingir que no sabía nada de eso.
Página
Está bien.
204
Espera, ¿y si lo había olvidado?
Mientras pasara el día conmigo, yo sería feliz. No necesitaba que me
comprara un regalo. Pasar tiempo con ella era más que suficiente para
mí. En menos de tres meses, seré coronado como el primer campeón
de lucha de La Próxima Generación. Junto con tres millones de dólares.
Tan pronto como consiguiera ese campeonato, iría directamente a su
padre y le diré que aunque le guste o no, estoy con su hija. La razón
principal por la que no estaba del todo convencido de decírselo ahora
era a causa de que todavía estaba bajo sus garras; mientras estuviera
luchando, él tendría algo a lo que aferrarse de mí.
Caminé hacia el garaje, mirando afuera, vi que su coche estaba aquí.
Ella estaba en algún lugar de la casa.
Entré a la sala de estar, a la cocina, al interior de la habitación de
invitados, al gimnasio, a la pequeña oficina; ella no estaba en ninguna
parte.
Mi niña estaba jugando a las escondidas conmigo hoy.
Bien por mí.
Página
Subiendo las escaleras, me aseguré de que mis pisadas fueran pesadas,
con la esperanza de que ella supiera que estaba yendo.
205
—Ava... duquesa... —Le había cambiado el nombre a duquesa porque
odiaba princesa. Había buscado en Google esa mierda. Al parecer,
duquesa tenía una mejor connotación que princesa. Claro, podría
haberme quedado con princesa, ¿pero qué caso tenía llamarla de una
forma que no le gustaba? Además, ahora que habíamos tenido la
oportunidad de llegar a conocernos el uno al otro, profunda e
íntimamente, sabía que Ava era aficionada a las cosas bonitas, pero
nunca se lo mencionaba a la gente. No era como cualquiera de esos
pretenciosos miembros, pomposos de la sociedad de Maxwell. A su
asistente Daria realmente le agradaba Ava. Y ese tipo de respeto,
admiración, sólo podía proceder de autenticidad. Ava era amable con
todos. Trataba a los camareros de la misma manera que trataba a la
realeza de Hollywood.
Las habitaciones de arriba estaban principalmente desocupadas. La
habitación de Bee se mantuvo como estaba. Cuando nos habíamos
mudado a la casa de la tía Margie, a veces pasamos el fin de semana
aquí en la casa de mis padres. Tía Margie tenía su propio lugar. Podría
haber vendido la casa de nuestros padres, pero nos había preguntado a
Bee y a mí si estábamos de acuerdo. En el momento en que mis padres
murieron, tía Margie nos había informado, después de reunirse con los
abogados para obtener la custodia como madre adoptiva, que la casa
sólo tenía tres años por pagar de hipoteca. Con la cantidad del seguro
de vida, los activos y dinero de la jubilación que tenían, nos dijo que si
queríamos mantenerla, podríamos. Mi hermana era demasiado joven
para tomar esa decisión, por lo que había decidido por nosotros dos, sí,
quería conservarla. En retrospectiva, si hubiera sabido que mi
hermana iba a ser diagnosticada con osteosarcoma, probablemente
hubiera dicho que no. Los tratamientos de Bee cuestan mucho dinero,
incluso con seguro de salud. Fue gracias a la generosidad y la caridad
de ambos proveedores de fondos, privados y públicos, que mi hermana
fue capaz de obtener el mejor tratamiento que tenía.
Escuché pequeños pasos en la habitación de invitados en el final del
pasillo.
Página
En el centro de la sala, frente a los pisos de madera, una alfombra de
color rojo brillante en el piso. En medio en unos 100 por 300
centímetros estaba una pista de carreras negra. Dos miniaturas, de
coches robóticos, en línea de partida. El azul se llamaba TANNER
RACING de un lado, el rojo no tenía ninguna palabra o logos en el
mismo, pero se veía tan genial. Era el último invento de juego japonés,
una mezcla de carreras, juegos en línea e inteligencia artificial. Lo había
querido desde hace meses. Nunca se lo mencioné a Ava. Leif, mi amigo
de juegos, era el único que lo sabía. Al parecer, él se lo había dicho y
206
—Está bien, voy a bajar. Creo que estoy desayunando sólo hoy... —
Hablé en voz alta, cambiando el avance, pretendiendo volver a bajar,
pero me detuve en la parte superior de las escaleras. Manteniendo los
pies juntos, caminé en modo sigilo. Al llegar al final del pasillo, abrí la
puerta, observé lo que me preparó... una locura impresionante...
jodidamente una locura impresionante.
ahora estaba sentado aquí frente a mí. Incluso ella lo había
personalizado. Maldita sea.
—¿Feliz cumpleaños, niño? —Saliendo del armario pequeñito, Ava aún
estaba en pijama de seda roja. Sus ojos grises se iluminaron con
picardía y su boca se curvó en una sonrisa.
Llegando a mi lado, inclinó la cabeza. Bajé mis labios a los de ella,
besándola, demorándome en sus labios, saboreando su calor, su olor.
No podía conseguir suficiente de ella. Antes se me olvidó lo que iba a
decirle, toqué su mejilla derecha con el pulgar, murmurando:
—Tan feliz.
Ella bajó la mirada al suelo, donde había colocado su regalo para mí.
—No tengo idea de cómo conectar estas cosas... me tomó un poco de
tiempo. Iba a llamar a Leif, pero es demasiado temprano.
—Hey. —La agarré por la cintura, atrayéndola más cerca de mí—. Esta
es la mejor cosa que alguien alguna vez me ha dado.
—No sé nada de eso... —dijo, con la boca sonriendo—. No has visto lo
que tengo para ti esta noche. Y vas a tener que esperar hasta la noche...
Bueno, mi erección mañanera ahora estaba alzándose para ser
domada. Me ajusté mis bóxers, obligándome a pasar con suerte todo el
día. ¿Me podrían culpar? Mi novia era la mujer más sexy del mundo.
Sólo la visión de los dedos de sus pies me dio una erección. Y después
de meses de celibato autoimpuesto, ¿puede alguien realmente
culparme por no querer estar dentro de ella cada minuto del día?
—¿Por qué no puedo disfrutarlo ahora? —Negué, sonando como un
niño al que acaba de serle negado el último pedazo de pastel.
Encontrando mis manos en su pelo, le respondí alegremente:
Página
—Debido a que es para esta noche, tonto. —Sus largos, oscuros
mechones enmarcan su rostro, sus cejas meneándose, ella parecía
firme en esto—. ¿Te gusta tu regalo?
207
Sí. Soy un jodido nenaza.
—¡Estoy feliz! Estoy seguro de que puedo vencer el lamentable culo de
Leif en esto. —Me agaché para tocar el coche de carreras azul—.
¿Cómo se las arreglaron para tener de este tamaño?
Riendo, ella se sentó en el suelo.
—Me reuní con el diseñador del juego en Japón hace unos meses. No
recuerdo haber recibido su información de contacto, pero le había
seguido la pista después de que Leif me diera una idea de lo que
querías. —Gracias Leif—. Lo llamé hace un mes y él estaba más que
feliz de hacerlo para mí. Por supuesto, le dije que me encantaría
conocerlo para tomar el té cuando vuelva allá para darle las gracias
personalmente.
Me incliné y besé sus labios de nuevo.
—Gracias, esto es increíble. Ni siquiera está en el mercado todavía. Iba
a poner al perezoso culo de Leif en línea por mí cuando saliera... —Leif
disfrutaba de acampar días antes para un juego de video muy esperado
que estaba disponible en las tiendas. Muchas veces en la universidad,
me llamó para que pudiera comer, hacer sus necesidades y tomar una
muy necesaria ducha y no perder su lugar en la fila.
—De nada.
Jugué con los coches de carreras, admirando el trabajo artesanal, el
brillo detrás del juego. Hay una gran cantidad de trabajo y creatividad
en el diseño de juegos. Tengo el mayor respeto por estos pensadores
creativos. Los videojuegos permiten que me quede como un niño y
hacen el trabajo de mi mente como un adulto. Me permitió pensar en
formas estratégicas de ganar, a estar por delante de mis rivales, veo las
cosas desde diferentes ángulos.
Antes de salir de la habitación, recordé sus palabras.
Página
—Vamos a tomar el desayuno y luego quiero mostrarte algo. —
Ayudándola a ponerse de pie, mis manos podrían haberse demorado
en su culo por más de unos pocos segundos.
208
Finalmente, después de charlar ociosamente sobre el juego, oí
retumbar el estómago de Ava. Tengo que alimentar a mi mujer.
—Aunque estoy muy feliz de recibir este regalo hecho a medida de ti...
de ninguna manera te vas a reunir con Gabe Kobayashi para el té. Sola.
—Había visto fotografías del tipo. No sólo era un joven genio, también
tiene una reputación de ser el jugador número uno de Japón, no sólo en
los juegos. A los veintiún años, y después de estar encerrado la mayor
parte de su vida en una sala de ordenadores para crear estos juegos, no
hay duda en mi mente que él tenía una erección por Ava.
Ella dejó escapar un par de pequeñas risitas antes de decir:
—Necesito comida. Me muero de hambre. Vamos, cumpleañero.
***
Ava escuchó mientras le explicaba lo que hacían los empleados. Tina
estaba en la recepción. Joe, un estudiante universitario y el sobrino de
Página
—Así que esta es la recepción, Tina se encarga de todas las llamadas
del número 800. Al principio no obtuvimos muchas peticiones, pero a
través de los años las peticiones se han triplicado. Hay una gran
necesidad. —Señalé el pequeño escritorio con un montón de papeles
en la parte superior. Yo había comprado todos los muebles en este
lugar. Abriendo esas cuentas de crédito con Staples, Home Depot e Ikea
hicieron de este proyecto una realidad. Tomó casi dos años pagarles
porque yo quería que la mayor parte de los fondos fuera a los
destinatarios y los empleados. De alguna manera Dia había logrado
hacer que todo funcionara. Con todas las cosas que ha hecho, Dia
invirtió en la vida de los niños también. Viniendo de una familia de
clase media, había visto lo difícil que fue para sus propios padres
obtener la ayuda que su hermano menor con autismo necesitaba.
Puede que ya no estemos juntos, pero ella entiende de donde yo venía.
Sostuve la mano de Ava mientras caminábamos dentro de los 205
metros cuadrados, el espacio de oficinas que había estado alquilando
durante casi cuatro años. No era mucho. Todo el interior era sencillo,
pero siempre y cuando los empleados y los voluntarios estuvieran
cómodos, era todo lo que importaba. El alquiler se había disparado en
el último año debido al nuevo centro comercial que se ha estado
construyendo en la Sahara Avenue.
209
Ya que era el fin de semana, nadie estaría aquí.
Tina, ayudaba con la página web y Jill era quien se comunicaba con Dia
sobre los beneficiarios y gastos. Llevaba gafas de sol, ya que afuera
estaba brillante y soleado, y ella no se los había quitado desde que
entramos dentro del edificio. No podía decir lo que estaba pensando.
Pensé que si seguía hablando, ella me preguntaría si no entendía.
A pocos pasos del baño, guie a Ava a una gran sala. Esta habitación hizo
que todo valiera la pena para mí. Ella entró y se acercó a la pared. Una
pared que Tina había calificado como BEBÉS DE MILO hace dos años.
Tina era una madre cuya niña fue una de los pocos primeros a los que
la Fundación de los Niños había ayudado. A los trece años, Jaynie fue
diagnosticada con leucemia. Yo volvía de Arizona en ese momento y
quería comprobar la casa de mis padres en Nevada antes de salir para
los Nacionales, cuando había recibido la llamada de Dia. Tina había
enviado una carta a nuestra fundación y estaba pidiendo toda la ayuda
y apoyo que le podíamos dar. Me había reunido con Tina, y aunque la
fundación no tenía el dinero para financiar el tratamiento, hemos sido
capaces de ayudarla con sus comestibles mensuales y sus facturas de
servicios públicos porque tenía que tomar un montón de tiempo libre
para estar con Jaynie en el hospital. Cuando un miembro de la familia
está enfermo, hay cosas que pasan a segundo plano y se quedan en un
punto muerto. El objetivo de la Fundación de los Niños era
proporcionar asistencia para hacer la vida un poco más fácil para los
padres y los hermanos de pequeños modos, impactantes. Jaynie está
ahora en remisión. Ella está en la escuela de nuevo y desde entonces
Tina ha estado trabajando para mí por gratitud. La teníamos como
voluntaria a tiempo parcial y en un principio se había negado a recibir
el pago porque también tenía un trabajo de tiempo completo. Después
de hablar con ella de que sus habilidades administrativas eran muy
necesarias y que no podía aceptarla como voluntaria, había aceptado
ser una empleada a tiempo parcial.
Página
210
Los hombros de Ava empezaron a temblar mientras leía las cartas que
Tina pegó a la pared. Lo que comenzó como una, ahora ya eran casi un
centenar. Yo había leído todas y cada una de ellas.
—¿Sabe Brynn lo de esto? —Ella seguía mirando a la pared, su pulgar
deslizándose por los papeles de colores en los que las cartas de
agradecimiento fueron escritas.
—No —admití, dejándome caer de golpe en la pequeña silla cerca de la
puerta.
—¿Por qué no?
—Porque esto es algo que he querido hacer por ella, por mis padres,
por la tía Margie —le contesté, jugando con las llaves del coche que
estaban entre mis manos.
—¿No crees que ella debería saberlo? —Todavía estaba de espaldas,
sin dejar de leer algunas cartas, haciendo una pausa de vez en cuando
en los dibujos.
—Ava, ya conoces a mi hermana —empecé—. Si se lo dijera, ella
querrá poner todo su dinero en esto. Sólo quiero que disfrute su vida.
Que viaje. Que se divierta. Que compre todos los suministros para
cocinar y para hornear que quiera. Que viva su vida. Se perdió muchas
cosas.
Girando su cuerpo hacia mí, ella se quitó sus gafas de sol, sus ojos
grises mirándome directamente.
—¿Es por eso que luchas?
Me puse de pie, caminé hacia la pared, arrancando lentamente la
pequeña hoja de papel amarillo de donde estuvo pegada a la pared.
—Esta es de Elvie. Tenía doce años cuando escribió esto... para darnos
las gracias por haber comprado para ella y su hermano los juguetes
para la Navidad... Ella no sobrevivió al Día de los Caídos. Su madre nos
informó que la enfermedad hepática había progresado y que ella había
perdido la pelea.
Página
211
Agarrando un papel blanco con dibujos de coches justo encima de la
cabeza de Ava.
—Esto es de Justin, estaba emocionado cuando una mascota de Disney
hizo una visita a su habitación del hospital después de haber
completado con éxito la cirugía.
Miré una bicicleta de color rosa en el borde inferior izquierdo, un poco
más allá de las caderas de Ava.
—Esa es de Maxine, es la niña más linda, a la que enviamos sets de
hadas y princesas cada trimestre. —Poniendo mis manos dentro de los
bolsillos, tomé una respiración profunda—. Dos meses después de que
la tía Margie muriera, recibí una llamada de un abogado. Me dijo que la
tía Margie me había dejado acciones de casi 124.000 dólares, libres de
impuestos. Era su seguro de vida, ahorros y tenía algunos bonos en los
que había invertido. Dejó a Brynn todas sus joyas y las joyas de nuestra
madre y su casa en Henderson. La primera cosa que hice con el dinero
fue asegurarme de que los préstamos de la escuela de mi hermana
estaban pagados. Le había dicho a Brynn al respecto y ella estuvo de
acuerdo. El resto del dinero, Brynn dijo que era mío, la tía Margie lo
había dejado para mí, así que debía decidir sobre qué hacer con él. Lo
pensé larga y duramente hasta que decidí que la construcción de algo
como esto, esta fundación, era algo que yo quería hacer. Dia me ayudó
a empezarla.
Página
—La única relación que tengo con ella es esta, Ava. Nada más que esto.
Ella fue quien me llamó un mes antes de que firmara con tu padre para
decirme que la fundación no contaba con suficientes activos líquidos
para seguir adelante. —Hice una pausa y toqué su cara—. Es fácil de
conseguir dinero cuando eres un atleta, especialmente uno popular. Yo
estaba recaudando mucho cuando estaba nadando. Pero perdí un
montón de patrocinadores corporativos cuando el escándalo con
Kieran pasó. Mi mayor patrocinador, WaterTech, retiró mi contrato.
Esta, la fundación, la que empecé en honor de mi familia, la idea de
perder esto me sacó de mi estado de coma. Cuando la compañía de tu
padre se puso en contacto conmigo acerca de La Próxima Generación y
me informó sobre el dinero, no lo pensé dos veces. Yo podría hacer
212
Sus ojos se volvieron más oscuros ante la mención del nombre de mi
ex-novia.
dinero como ingeniero, pero no equivaldría a lo que mis
patrocinadores anteriores o lo que tu padre me estaba ofreciendo.
—Puedo ayudarte Milo —dijo en voz baja, sus manos rozando mis
bíceps—. Tengo fondos. Conozco a gente.
Sacudiendo mi cabeza, le dije:
—Ava, esto es parte de mí, de mi familia... —Señalando a la pared—,
para ellos. Y para el resto de los niños y las familias que no tienen a
quien ir en los tiempos desesperados. Sólo porque sea un atleta
acabado no significa que la ayuda para ellos sea cortada.
—Tú no eres un atleta acabado. —Su voz era firme, sus labios
frunciéndose—. Vas a robarle a mi padre sus millones y vas a volver a
nadar.
—¿Robar a tu padre? —Me reí. Ella no era una niña de papá por lo que
podía ver. A menudo cambiaba el tema cuando su padre era
mencionado.
—Sí.
Estirándose detrás de mi espalda, tomó un pequeño pedazo de papel
de la pared.
—¿Sabes? Me gustaría hacer una donación...
—No. —Cuidadosamente le quité el papel.
Se puso de puntillas, bendijo mi mandíbula con unos cuantos besos y
luego dando a mi boca un beso ardiente que me tenía rechinando mis
dientes por el deseo. Maldita sea. Ella sabía besar.
Página
En el camino de vuelta a mi casa, sostuve su mano y mientras esperaba
que el semáforo se pusiera en verde, le dije:
213
Quiso leer más de las notas y cartas, así que me paré detrás de su
espalda, con su cabeza apoyada en mi pecho mientras ella las leía.
Con cada carta, sus ojos se volvían llorosos y después de leerlas a
todas, había empapado unos cuantos pañuelos que agarré de su bolso
negro.
—Este es uno de los mejores cumpleaños que he tenido.
Una sensación de calma, alegría, y emociones totalmente fuera de mi
elemento se apoderaron de mí. Ava... Ella es la primera mujer que no
estaba unida a la fundación, con la cual la había compartido de buen
grado. No se me escapó que ella nunca tuvo que sacar la información
de mí. Voluntariamente se la había dado. No tenía planeado
mantenerla en secreto de mi hermana para siempre. Sólo quería que
Brynn viviera su vida. Un día, se lo diría. Tal vez después de ganar,
después de que termine con La Próxima Generación. Con mis victorias,
podría mantener a la Fundación de los Niños y en funcionamiento
durante al menos diez años y podría incluso ser capaz de dar más
ayuda y llegar a más personas de las que tenemos.
Ava me sonrió.
—El día todavía no ha terminado.
Oh, el día definitivamente no había terminado.
Alrededor de las once de la noche, tenía que retractarme de mi
declaración de antes.
Ava acababa de darme la danza más sensual de Zumba conocida por el
hombre. No tenía ni idea de lo que era Zumba. Más le vale que hubiera
modificado el baile para mí, sólo para mis ojos, porque de ninguna
jodida manera iba de nuevo a esa clase, si incluía sacudir sus tetas
delante de la cara de otra persona, mover su firme, magnífico culo, y
mover su cintura a un ritmo que me tenía jadeando y casi ahogándome
en mi propia baba.
Maldita sea.
Página
Ella era... el mejor regalo de cumpleaños que jamás había desenvuelto
en un tiempo récord.
214
El cuerpo de mi mujer envuelto en satén, seda y encaje, sus piernas
kilométricas encerradas en un pequeño liguero de seda, que
contrastaba con el lazo unido a las negras, transparentes medias.
215
Página
Traducido por Jadasa Youngblood y Brendy Eris
Corregido por Gabba
E
Ava
ran casi las tres y media. No podía esperar a que fueran las
cinco.
Este evento estaba durando para siempre.
Hoy fui invitada a asistir al lanzamiento de Doggies and
Diamonds, la línea de joyería para mascotas de celebridades de Megan
Jeanne. Megan era ahora una empresaria exitosa. Había comenzado su
negocio desde cero. Troudeau Enterprises le dio el capital para iniciar
su colección de zapatos, que ahora se vendía exclusivamente en tiendas
minoristas de calidad superior en todo Estados Unidos. No tenía nada
malo que decir de Megan. Era una mujer de negocios muy trabajadora.
Pero la idea de tener casetas para perros cubiertas de diamantes y
tazones para perros forrados de platino, simplemente era demasiado.
Daria tenía que detenerme de hacer rodar mis ojos cuando vi el hueso
de perro hecho de perlas. ¿Qué cachorro tendría el estado de ánimo
adecuado para masticar eso?
Nací en este mundo. El brillo, glamour, lujo. Conocía mi camino
alrededor de ello.
También sabía cómo no perderme en él.
Página
Las personas más cercanas a mí hacían que mi vida valiera la pena más
que cualquiera de las cuentas bancarias combinadas, de todos los aquí
presentes.
216
Mi mejor amiga me mantiene conectada a tierra.
Tanzy Pines, la rubia más falsa que jamás conocí, me detuvo mientras
trataba de dirigirme hacia el baño de mujeres. Creo que sus labios
habían conseguido hincharse tres veces más desde la última vez que la
vi. Realmente debe detener el relleno de la billetera de su cirujano
plástico. Algunas mujeres simplemente no saben cuándo parar.
—¡Ava! ¡Oh, Dios mío! —Era difícil entender sus palabras, porque
sonaba como si todo el tiempo inhalara helio—. ¿Sabes lo que escuché?
Kristy y Laura, ávidas miembros del Club de Cirugía Plástica del Dr.
Moore de Beverly Hills, se unieron a nosotras.
—Ava. —El escote de Kristy me estaba mareando. No sabía si debería
mirar sus pechos del tamaño del baloncesto o sus pezones del tamaño
de un melón claramente delineados en su vestido rojo transparente. Su
estilista debería ser despedido. Se veía como una muñeca inflable
desquiciada delante de la cámara a la cual era muy aficionada.
—Espera un minuto. —Tanzy sostenía su teléfono cubierto de
diamantes falsos, sus uñas excesivamente largas tipo francesitas,
probablemente podría arrancar los ojos de alguien—. ¿Eso es cierto?
—¿Qué es verdad? —¿Era un rumor acerca de mí? Estas mujeres deben
estar muy aburridas si están hablando de mi corriente vida. Llevo una
vida bastante aburrida en comparación con la de ellas.
Kristy miró el teléfono de Tanzy, riendo de un modo completamente
molesto.
—Ava, querida, es muy guapo.
¿Eh?
—¿Quién es guapo? —Mi excusa para ir al baño ahora necesitaba
esperar.
Página
217
—Está en People News, ¡por lo que es verdad! —Laura agitaba sus
manos y sonreía ampliamente, viéndose como si acabara de descubrir
que el bótox era una vitamina.
Saqué mi teléfono de mi bolso de mano vintage color magenta.
Obviamente, no estaban dispuestas a divulgar los rumores sobre mí,
estaban ocupadas sobre el teléfono de Tanzy.
Laura gritó:
—¡Ava, vas a ser una primera dama! —Está bien, me equivoqué, el Dr.
Moore podría haberlo conseguido. Esos labios no se movían de manera
normal cuando hablaba.
Escribiendo en el sitio web de People News en mi teléfono, me
desplacé hacia abajo, revisando rápidamente las noticias.
Ahí estaba. Según las últimas noticias, la noticia en un enlace con el
siguiente titular: Ava Troudeau en una cita con Emmett Powers.
Fotos parados con Emmett uno junto al otro, caminando hacia el coche,
él besando mi mejilla, sosteniendo mi mano, sentados en la mesa,
parecíamos íntimos y cercanos.
Ava Troudeau, miembro de la alta sociedad de Las Vegas, está saliendo
tranquilamente con Emmett Powers, hijo único del estimado senador
Powers.
—En este momento estoy muy feliz —dijo Ava, la hermosa hija del
multimillonario de Las Vegas, Maxwell Troudeau; en una entrevista
reciente.
El artículo pasaba a describir cómo Emmett se sentía por mí e incluso
había una cita directa de mi padre. Terminaba con: “Si no nos crees,
¡echa un vistazo a las adorables fotos de Ava y Emmett juntos!
Página
Ya se dirigía hacia mí. Nos paramos a un costado, tratando de ser lo
más discretas posible, lo cual era un poco difícil ya que las damas que
concurrieron comenzaron a saludarme como si me hubiera tocado la
lotería en citas. Supongo que Emmett tenía su propio club de fans. Por
supuesto que sí, era el hijo de un senador, rubio, ojos bondadosos y
tenía el pedigrí de la realeza estadounidense.
218
Balanceé mis pies sobre mis talones, me excusé abruptamente del Club
de Chicas Chismosas Reconstruidas, y busqué a Daria.
Por dentro, temblaba violentamente, Daria debió sentirlo.
—Ava, inhala profundamente. Estoy contactando con Paul Johnson de
People News para que se retracte.
—Comprueba la fuente —pedí. No quería ser cortante, pero estaba
furiosa con quienquiera que había filtrado las imágenes.
Habló con alguien por teléfono y escuché un montón de no lo es a su
lado de la conversación.
Suspirando, desconecto la llamada.
—Paul no va a retractarse. Dijo que viene de una fuente muy confiable.
—¿Quién? —Apretando mis dientes con rabia.
Me miró resignadamente.
—Tu padre.
***
Saltando fuera de mi coche, el aparcacoches apenas agarró la llave que
entregué en su mano derecha.
—¿Está aquí? —le pregunté a May, la secretaria de mi padre, al llegar
al piso 20 de La Carta Magna, donde se encontraba su oficina en el
centro de Las Vegas.
May, una dulce señora asiática, la secretaria de mi padre desde hace
quince años y contando, asintió.
Sin esperar a que le avisase de mi llegada, me dirigí directamente a su
oficina.
Página
Levantó la vista tan pronto como entré, muy probablemente
anticipando mi visita.
219
Su oficina era un reflejo directo de su personalidad. Minimalista. Sillas
negras. Paredes blancas. Algo de gris salpicando aquí y allá. El único
cuadro que colgaba en la pared era una vista del castillo en Francia.
—Hola padre —comencé, sentándome en la silla frente a la mesa
importada de Italia. Todos los artículos en su oficina originalmente
eran de lugares de Europa. Mi padre creía en la alta calidad de
productos europeos. Incluso sus bolígrafos fueron hechos a mano y
producidos por la más fina marca europea de bolígrafos.
—Mi querida, me alegra que me visites. —Su voz tenía la picadura de
costumbre, calculadora, indiferente, fría.
Manteniendo mis piernas rectas y talones firmemente plantados en el
suelo, los años me enseñaron que lidiar con mi padre requería dureza,
fortaleza mental, franqueza y paredes emocionales impenetrables.
—En People News van a estar a muy decepcionados cuando salga al
aire mañana contándole a todo el mundo que mi padre es un
mentiroso.
Golpeteó su sien derecha con su bolígrafo.
—Sabes que no vas a hacer eso.
—Pruébame —respondí, mi voz envolviendo la inquietud que crecía en
mi interior. ¿Por qué estaba haciendo esto? ¿Sabía lo mío con Milo? ¿Lo
descubrió? De repente, estaba lanzando una declaración a la prensa
acerca de mi cita con Emmett.
Ojos grises acerados imitaron los míos, sacó una carpeta de debajo de
su escritorio.
—¿Recuerdas esto?
No tenía que leer su contenido, lo sabía de memoria.
Página
Podía visitar a mi madre tanto como quisiera, salir con ella cada vez
que me daba la gana, pasar mucho tiempo juntas, pero no podía
moverla a cualquier otro lugar. Como su esposo, mi padre tenía el
220
Fue el papel que firmé, renunciando a todo mí poder sobre mamá. Lo
firmé después de que descubriera que la llevé a tres especialistas
neurólogos sin su consentimiento. Los documentos indicaban
claramente que era capaz de visitar a mamá si seguía sus órdenes.
poder notarial y cada decisión sobre su cuidado tenía que pasar por
debajo de su aprobación.
Tanto como quería regresar a mi casa de la infancia para poder estar
con mamá, mi padre se aseguró de que la puerta estuviera cerrada a
esa posibilidad cuando fui en contra de sus deseos. Era su forma de
gobernarme, asegurar su control sobre mi futuro, apretar el tornillo en
el papel que jugaba en su mundo. Desde que era una niña, nunca ha
sido la clase de papá genial que pasa todo su tiempo conmigo. Estaba
ahí, pero siempre se encontraba trabajando, acumulando edificios y
negocios de la forma en que algunas personas recogen botellas y latas
para el reciclaje. Reinventaba empresas en apuros para hacerlas
rentables para él. No tenía una educación formal en los negocios, pero
tenía los encantos intrínsecos de un político, el carisma de una estrella
de Hollywood y la habilidad de un jugador. Mamá me contaba historias
de cómo mi padre podía encantar al jubilado más tacaño para que
invirtiera millones en un potencial restaurante. Era la forma en que
llevaba a cabo sus negocios. Lo había visto de primera mano. Podía
hacerte creer que la tierra era el centro del universo y los seres
humanos se originaron a partir de los patos si se lo proponía. Su gran
carisma le otorgaba un aspecto oscuro, incluso a su edad, todavía podía
causar palpitaciones en el corazón de los miembros de las especies
femeninas. A menudo oía a ambos, hombres y mujeres decir que es uno
de los tipos más guapos con el que se habían cruzado. No era difícil de
creer. Se mantenía en forma, contrató a una chef francesa, quién fue
formada en Le Cordon Bleu y practicaba artes marciales
japonesa/estilo de lucha, Aikido, religiosamente.
—¿También esperas que me case con él? ¿Citas, compromiso,
matrimonio, hijos? ¿Todo el trabajo? —Mi intestino removía la bilis,
disminuyendo mi resolución al comprender de lo lejos que mi padre
iría en usarme para su ventaja.
Página
—No soy un juego. Mi vida no es un juego —expresé mi desacuerdo—.
¿Por qué me odias tanto?
221
—Si es necesario. —Su boca formo una línea firme—. Mi querida hija,
todo es un juego.
—Ava, no te odio —dijo tranquilamente, casi apaciguando—. Lo creas
o no, quiero lo mejor para ti.
—¿Lo mejor para mí? —La falsedad de mi sarcasmo se insertó en una
risa forzada—. Lo mejor para mi es ser capaz de tomar mis propias
decisiones. Para mí y mamá.
Apartando su mirada, su mandíbula ligeramente retorcida, noté un
poco de canas en sus patillas. Nunca había tenido de esas
anteriormente. Tal vez se pusiera viejo más rápido y gris con todo el
estrés que está poniendo sobre mí. Ava, iluso optimismo. Es más sano
que un buey.
—Ava, no te doy a elegir —declaró, limpiando la pelusa invisible de su
traje gris carbón. Nunca atraparías a mi padre llevando nada menos
que un traje—. Tu madre tomó eso. Tus opciones. Tus decisiones... en
el momento en que se fue con... A menos que tengas algo importante
que decirme, te sugiero que vuelvas a tu clase de spinning o cita en la
peluquería o lo que hagas para pasar el tiempo porque tengo asuntos
importantes que atender.
Un despido flagrante. Tiene que tener la última palabra.
Para el mundo, ahora estoy saliendo oficialmente con Emmett.
Poniéndome de pie, le di una última mirada.
—Padre, su nombre era Simon. Probablemente se fue con él, porque
era un mejor hombre de lo que podrías ser tú. Adiós.
Al llegar al vestíbulo, mis rodillas casi cedieron, me senté en la silla
más cercana a recuperar mi equilibrio.
¿Cómo iba a explicarle esto a Milo?
***
Di mis pasos ligeramente.
Página
Era probable que aún no se hubiera enterado de la noticia. O me estaba
esperando.
222
Dejó la puerta de enfrente abierta.
Ava, es como arrancar una tirita. Cuanto más rápido lo hagas, menos
doloroso.
El golpeteo fuerte viniendo del gimnasio debería haberme advertido.
Me advirtió de no ir. Quizás debería esperar a que se calmara. Dejar
que se enfriara, descongelar un poco.
—¿Sólo vas a estar ahí? —Su voz sonaba tan fría, el dolor filtrándose,
descorazonando mis ya desgastados nervios.
No tenía miedo de él. Milo nunca me haría daño físicamente. Esa es una
cosa que sabía de la cual estaba segura.
Sin embargo, no estaba segura de cómo iba a tomar la noticia de que
ahora estaba saliendo con Emmett mientras era su novia.
En increíble lío me metí.
Cada paso que daba se acopló con temor, incertidumbre, agravado por
el golpe furioso de sus puños contra el saco de boxeo.
Estaba de espaldas a mí, una copiosa cantidad de sudor le corría por la
espalda casi empapando el oscuro pantalón azul de gimnasia que
llevaba puesto. Ha estado en eso por un tiempo.
Puño derecho. Puño izquierdo. Derecha. Derecha. Izquierda.
Seguí a los músculos de su espalda, doblar, girar, doblar con cada
golpe, cada golpe, potencia bruta se libera cuando sus puños conectan
con la bolsa.
¡Thud!
¡Pop! ¡Pop! ¡Thud!
Página
Me senté en el banco de prensa de palanca, hundiendo mis uñas en el
tapizado negro, mis piernas metidas debajo de la máquina.
Observando, esperando, esperando en silencio que él entendiera, que
223
Si hubiera alguna duda de que Milo estuviera enojado, la respuesta
estaba allí mismo. Era en los sonidos de su furia, el paquete de sus
golpes, el estruendo de los golpes que lanzaba una y otra vez.
me diera la oportunidad de explicarle, y tal vez, sólo tal vez, quedarse
conmigo.
Minutos, media hora debió haber pasado. Hubo un tiempo en el que no
tenía importancia. Me gustaría esperar por él. No importa cuánto
tiempo le tomará dar rienda suelta a su ira, me gustaría esperar. Me
senté en silencio, mirándolo castigar el objeto delante de él, dejando
que exorcizara la conmoción e incluso el dolor de saber lo que había
hecho.
Seguiría esperando. Realmente lo haría.
Si no fuera por el líquido rojo goteando en el suelo.
Me levanté y cerré la brecha entre nosotros, estando de pie a un brazo
de distancia, me quedé sin aliento al verlo.
Sus nudillos, libres de cualquier guante que se supone deberían
proteger sus huesos y tendones. Tenía las manos en carne viva,
descuartizadas, piel aleteando débilmente, luciendo como si estuvieran
abiertas en rodajas, sometidas a un procesador de alimentos.
Sin importarme que estuviera cubierto de sudor, envolví mis brazos
alrededor de sus hombros, suplicando:
—Detente... Por favor, deja de...
Página
Lentamente bajó sus brazos, la sangre goteando de sus manos. Quité
las manos de sus hombros y me puse delante de él. Quitándome la
chaqueta de color azul claro que llevaba puesta, utilice las mangas
como gasas para sus puños, envolviéndolos, poniendo presión sobre
ellos para detener la hemorragia. Sus zapatillas de deporte habían
capturado algo de la sangre, tal como evidenciaban las oscuras
manchas húmedas sobre sus zapatillas favoritas para correr. Trató de
224
Trató de levantar el hombro derecho para otro golpe en la bolsa, pero
puse toda la fuerza que tenía para detenerlo, sujetando mi mano sobre
sus hombros para que no pudiera lanzar el golpe. La única manera de
que sería capaz de salir de mi agarre es si quitaba mis manos a la
fuerza o si él lanzaba un puñetazo mientras dislocaba mis propios
brazos.
sacar sus manos de inmediato, pero mi tenacidad, mi determinación de
prevenir cualquier daño adicional a su cuerpo era más fuerte.
Después de envolver completamente sus puños en las vendas
modificadas, levanté mis ojos para mirarlo. Sus ojos estaban abatidos,
su mandíbula se encontraba en una línea fuerte, dura, la tensión que
emanaba de él era nuclear.
—Lo siento. —Fueron las únicas palabras que importaban.
Su respuesta fue un apriete, un tic en el lado izquierdo de su
mandíbula.
Aún no me había mirado.
Un espacio de un instante, una vida, un latido del corazón, hasta que
encontró su voz:
—Ava, me has jodido.
Mi garganta se secaba, el aire dentro de mis pulmones se apretó, el
calor en mis manos se fue.
—Nunca quise hacerte daño.
Sus ojos, enrojecidos de ira, quemaron a través de mí.
—Para que sea herido, en realidad tendría que preocuparme acerca de
ti en primer lugar.
Mi respiración se tambaleó en su éxito evidente.
Página
Mis dedos se arrastraron a la dureza de su mandíbula, el cuello, el
pecho, cubierto de sudor. Él se empujó a sí mismo demasiado duro,
como en cualquier deporte en el que ha estado, pero esto, en este
momento, no se trataba de cualquier deporte... Se trataba de empujarse
para exorcizar el dolor que estaba sintiendo, los supuestos que
flotaban en su mente, las acciones inexcusables que mantenía
responsabilizándome.
225
Hace esto porque está sufriendo, tratando de hacerme sentir mal
proyectando sus emociones.
Por unos momentos, nos quedamos allí. Sin decir nada. Si me iba ahora,
asumiría lo peor. No se alejaría de mí, no me empujaría fuera de la
puerta, era algo que me estaba dando un margen de maniobra, la
oportunidad de explicar.
Tiré de su brazo, tratando de sacarlo del gimnasio. Las arrugas de su
rostro no se habían relajado, sus hombros estaban agrupados arriba,
envueltos en la ira, pero siguió mis pasos mientras nos llevaba a la
cocina.
Sentado en la silla de montar negro-marrón del comedor, bajó su
cabeza, estirando sus piernas separadas, completamente consciente de
cada cosa que hacía.
Saqué una pequeña cuenca de metal de abajo del fregadero, girando la
llave de agua bastante despacio para llenarlo poco a poco, me dirigí al
cuarto de baño conectado a su dormitorio. Agarré el botiquín de
primeros auxilios y volví a la cocina. Empapé dos pequeñas toallas en
el agua fría, y deje el cuenco a sus pies.
Mi vestido se levantó y una parte del agua salpicó sobre el vestido
Estelle color crema acanelada. Diseñado por Swanson, pero no me
importaba. Milo estaba inclinado hacia abajo, con sus manos cayendo
entre sus piernas; bajándome hacia el suelo, me desplacé en el espacio
entre nosotros y lentamente desenvolví sus manos de mi chaquetagasa, colocando el cuenco sobre mi regazo.
Atendí sus heridas, me encogí al ver la piel abierta, la sangre
apelmazada entre sus nudillos. Lave la sangre lentamente,
enjuagándolo con el paquete de gasa fresca del botiquín de primeros
auxilios. No se inmutó ni hizo ruido mientras limpiaba las heridas.
Página
—Leif me dijo... En realidad estaba en la tienda cuando llegó su
mensaje. Al principio pensé que era como una de esas bromas. Quiero
decir, que estás conmigo casi todos los días. Pero cuando vi las fotos de
ti y él... —Apretó los puños, mojando sus vendas recién aplicadas con
226
A mitad de la aplicación de la pomada antibiótica, su voz salió
silenciosa:
sangre. Miré fijamente dentro del negro de sus ojos verdes mientras el
continuaba:
—Ava, no espero mucho. Sé que tenemos que mantener esto entre
nosotros en secreto a causa de tu viejo. Por alguna razón, no quiere que
te involucres conmigo. Pero ¿está bien con el niño bonito de Emmett?
¿Es debido a su linaje, porque es el hijo de un senador? ¿Por qué es un
jugador en una universidad de mayor prestigio? ¿Por qué es rico? Su
mierda sale de la misma manera que la mía.
Bajó la cabeza, temblando; su voz era de un dolor todavía reticente:
—En pocos meses, habré terminado con la lucha. Tu padre no va a
tener una soga colgando alrededor de mi cuello y quiero decirle al
mundo que eres mi chica. Bueno, tal vez no al mundo. Pero ya que su
cara está en todas partes y todo eso, bien podría ser. Ava, ¿sabes lo que
se siente? —Sin esperar respuesta, continuó ya que me alojé en el
lugar, sin atreverme a hacer un movimiento, escuchándolo derramar
sus pensamientos—. ¿Sabes lo que se siente? Cuando vi esas fotos
tuyas y de Emmett, lo único que podía pensar era en golpearle la
cabeza y reventarlo. Eres mi mujer. Jodidamente mía. Pero nadie sabe
que eres mía, excepto unos pocos.
Me puse de pie con las piernas temblorosas, la enormidad de mi
respuesta, lo que nuestro futuro iba a ser… Me estaba dando todo.
Página
—Me han traicionado una vez, dos veces, he hecho el ridículo por Dia.
Mi propia hermana me ocultó su relación con mi rival. La traición no es
mi punto más fuerte, me puede desgastar. —Apretó su mandíbula,
levantando sus hombros, enderezando la espalda—. No me importa lo
que tu padre piense de mí. Me importa un carajo lo que va a decir. Lo
que me importa eres tú. Ava, contrariamente a lo que dije antes, me da
igual. Me importa lo que eres, lo que haces, con quién estás y quien va a
dormir contigo en la noche. Nunca te dejaré. Aquí mismo, en este
momento, es mejor decidir. ¿Vas a seguir saliendo con el futuro
Kennedy en público o estás conmigo?
227
Levantando sus manos, frotó torpemente sus palmas contra mi cabello,
sus manos sujetas por la gaza de las vendas que puse sobre y alrededor
de sus nudillos.
,
Haciéndome elegir, me dio la última palabra, ir o no ir, aye o naye1 oui,
aucun2.
Con él o sin él.
—Si esto te toma tanto tiempo para decidir… —Su voz dura, sus ojos
entornados, sus hermosos rasgos torciéndose en un gruñido—, es
mejor que te vayas ahora.
Las lágrimas comenzaron a llegar de mis ojos, el líquido ardiendo
mientras hacia su camino hasta mi boca, mis palabras enredadas en
una batalla de decirle la verdad, pero también con ganas de protegerlo.
Si mi padre se enterara de mi relación con Milo, ¿quién puede decir que
no va a arruinar las oportunidades de ganar las futuras luchas? Mi
padre jugaba sucio. Después de todo, se crio en los suburbios de París.
Él puede estar vestido con la lana más fina, pero su pasado siempre lo
seguirá, especialmente si pensaba que estaba perdiendo el control. No
podía arrastrar a Milo en mi guerra con mi padre y, desde luego, no
pude participar en una batalla cuando la única garantía era que mi
padre tendría su camino.
—No puedo... —Lancé, la parte superior de mi vestido totalmente
empapado por la caída libre de las lágrimas, el camino de mi corazón
de luto por la pérdida—. Simplemente no puedo.
De pie en toda su estatura, arrancó las vendas que envolví
cuidadosamente alrededor de sus nudillos magullados fuera y caminó
más cerca, su boca estuvo a un pelo de distancia de la mía. Todo fue
demasiado rápido agarró mi cabeza y fundió mi boca con la suya.
Su lengua se arremolinó alrededor de mis labios, su aliento caliente,
embriagador, la fuerza de su beso era fascinante, desesperado,
enojado, contundente.
Milo... es mi amor.
2
Aye o naye: interjección que quiere decir sí o no.
Oui, aucun: Sí o no, en francés.
Página
1
228
Pero mamá... es mi vida.
En su beso, derramó toda emoción, todo lo que estaba sintiendo… la
desesperación, el anhelo, la necesidad, la ira. Sentí el impacto, las
paredes de furia de su control desmoronándose. Pasó un brazo
alrededor de mi cintura, tirando de mí más cerca, más difícil para su
alma maltrecha. Y lo dejé hacerse cargo de mí. De cada célula de mi
cuerpo. En otro tiempo, en otro mundo, me gustaría ser libre de
amarlo; no estaría causándole dolor, pero llevándole la dicha esquiva
que tanto merecía.
En la amplia extensión del espacio que nos rodea, el único sonido que
se oía era la unión de nuestras bocas, nuestros cuerpos moldeándose
en el otro, el pasado y el presente colisionando. Sin decir otra palabra,
nos había condenado antes de nuestra relación, incluso podría tener
una oportunidad justa y yo nos había dejado rotos, desiguales, los
restos más sangrientos que las toallas con las que había limpiado sus
heridas.
Confié en Milo con todo mi corazón, mi alma, lo habría protegido hasta
el último aliento de mi cuerpo.
En el momento en que quitó sus labios de los míos, una palabra
solitaria escapó de ellos, labios que he llegado a conocer como los míos.
—Adiós.
Sin escatimar otra mirada hacia mí, giró su cuerpo alrededor y se alejó.
Pequeñas gotas de sangre se arrastraron sobre sus pasos mientras se
abría camino a su dormitorio. Cerrando la puerta con fuerza, oí un
rugido desgarrador, el sonido de un herido, animal maltratado, desde
la habitación en la que solo había entrado.
Página
229
Es el sonido exacto de mi corazón roto, rompiéndose en mil pedazos,
que nunca estará sano de nuevo.
Traducido SOS por Apolineah17, SOS por Fanny y por LeiiBach
Corregido por Jut
L
Milo
as primeras noches que dormí sin ella en mi cama no dormí en
absoluto.
La mente es una cosa hermosa, pero también puede encerrar
horribles, desordenados y malditamente pensamientos locos.
¿Qué agarre tenía su padre sobre ella?
¿Yo no era suficiente?
¿Era demasiado enérgico? ¿Demasiado duro?
Ella es una caza fortunas. Está con Emmett debido al dinero. No, no
puede ser cierto. Ella tenía de alguna manera mucho más dinero que
ese imbécil.
Quería fama. No, ella también la tenía. Incluso antes de que nos
involucráramos, el rostro de Ava era reconocido, una marca propia. No
necesitaba a ese rubio estúpido para eso.
¿Todo fue una mentira?
No había sido llamado para pelear. Era irónico, porque estos eran los
momentos en los que había querido golpear a alguien tan
Página
Una semana de dar vueltas en la cama y de pasar horas en el gimnasio,
fuera de la casa, lanzando neumáticos, trotando, corriendo, he hecho
crecer diez conjuntos de bíceps y triplicado mis tríceps, pero el dolor,
el vacío enorme que su presencia llenaba no puede ser ignorado,
reemplazado.
230
Yo era su sueño y ahora que consiguió follarme, sólo quería olvidarme.
desesperadamente contra la pared, sentir dolor físico insoportable
para que pudiera noquearme a mí mismo toda la noche. Mis nudillos
ahora eran de un negro púrpura, y había empezado a usar guantes de
nuevo después de la segunda vez que derrame un cóctel de whisky y
bourbon sobre mis manos. Medio vaciaba las botellas primero,
vertiéndolas por mi garganta antes de hace mi propia marca de
desinfectante. Esa mierda ardía como un hijo de puta. Sin embargo, eso
todavía no era nada comparado con el ardiente, hueca y sombría
mirada en sus ojos cuando dijo que no podía elegirme a mí.
En momentos como estos, deseaba que pudiera perderme en los
brazos de otras mujeres. Tal vez los chicos que se perdieron sin sentido
entre coños eran genios. Einstein no tenía nada con ellas. Follas una,
después otra y luego otra, sin preocuparte, sin segundos pensamientos
hasta que todas ellas se vuelven no identificables de la anterior y de la
siguiente.
Leif, Bee y Jeff habían tratado de contactarse conmigo. Terminaba las
llamadas al segundo en que el timbre sonaba. No quería que se
preocuparan o que vinieran a mi rescate, así que sólo les enviaba un
mensaje de texto: Estoy bien; Estoy bien; Te hablaré más tarde. A
ninguno de ellos les convencieron mis mensajes pero por alguna razón,
respetaron mi necesidad de estar solo. Así lo hacía. Pasaba mi tiempo a
solas. Trabajando de sol a sol. Lo único por lo que sentía pena era por
mis saco de boxeo y las pesas de banco en mi gimnasio. Nunca habían
trabajado tanto como ahora. Por la noche, iba a la tienda de licores más
cercana y conseguía mis entradas para el olvido, whisky y un paquete
de seis cervezas.
Página
Arranqué las sábanas y las cargué en la lavadora para que su olor ya no
prevaleciera, pero cada vez que me sentaba en el sofá, cada vez que iba
al baño y a la cocina veía pequeñas piezas de ella, recordatorios,
231
Cada noche mientras bebía mi botella de Jack, brindaba por mi dolor
patético por las mujeres. Mujeres que se metían con tu cabeza y te
jodían tanto que ya ni siquiera sabes lo que es bueno. Mujeres… una
mujer… cuyos ojos brillaban traviesamente de plateado, cuyos labios
sabían como promesas del mañana que cobrarían vida, y cuyo olor
envolvía cada maldita almohada en mi dormitorio.
recuerdos de que ella alguna vez fue real, y no una ilusión pasajera. Su
cepillo de dientes color rojo, su secador, sus conjuntos de pijamas, sus
diminutas tangas y bragas que sólo ella podía vestir con justicia. Para el
momento en que acababa el fuerte licor con la última botella del
paquete de seis, estaba apenas lúcido y en esas pocas horas, me
encontraba en un limbo entre los vivos y los muertos. Me despertaba
en diferentes áreas de la casa.
Ayer fue al pie de las escaleras. Creo que estaba tratando de subir para
ocupar una de las habitaciones de invitados, un cuarto en el que ella no
había dormido, hasta que mis piernas se dieron por vencidas tratando
de llegar a la parte superior. Me las arreglé para dar el primer paso
antes de que me resbalara y cayera de espaldas. El suelo de mármol lo
hizo bien de almohada y cama, pero las torceduras en mi cuello
probaron que mi cuerpo no lo apreció.
Página
A medida que los días pasaban, me encontré dependiendo menos de la
bebida y alimentándome de la rabia que sentía hacia ella y su padre.
Ella era una gigante y enorme mentirosa. Me había dejado entrar en su
coño, pero no me dejaría entrar en su vida. Su vida estaba reservada
para los propietarios del club de campo como Emmett Jodido Powers.
Y yo sólo sería su pequeño y sucio secreto. Qué desperdicio de tiempo.
No debería haberme metido con ella en primer lugar. Había una razón
por la que nunca cedí a mi atracción por ella durante tantos años. Por
232
Independientemente de si tenía una resaca, pasaba tiempo en el
gimnasio, toneladas de él, porque la próxima vez que fuera llamado a
esa jaula que su padre construyó, iba a hacerlo pagar. ¿Ese imbécil
quería una buena pelea? Iba a darle una. Noquearía a todos los hijos de
puta que él pusiera en el cuadrilátero en menos de un minuto. ¿Por qué
querría darle el placer de una pelea más larga, para hacer drama, para
darle a los espectadores, sus amigos millonarios, la satisfacción de
disfrutar de la lucha? Mi vida giraba en torno al gimnasio, mis amigos
Jack y Coors, a veces Budweiser, una vez Heineken. Mis músculos y mis
riñones estaban trabajando horas extras. Los entrenamientos y el
alcohol no se mezclan. Ni decir adiós a la mujer que impulsó cierto
indicio de felicidad en mi vida.
qué incluso crucé esa línea era una estupidez de la que no me podía
retractar.
Estoy avanzando. Hacia una vida sin ella.
Todo va a estar bien.
Todo va a salir bien.
Entonces, ¿por qué se sentía como si me estuviera diciendo la más
grande y enorme mentira?
***
Después de pagar la tarifa de entrada, le había estado dando vueltas al
aparcamiento tratando de encontrar estacionamiento. Cada niño
dentro de un radio de diez millas debía haber querido estar en el lago
Mead hoy. Eso o estaban ofreciendo viajes escolares de campo con
grandes descuentos debido al gran número de autobuses escolares
amarillos esparcidos alrededor del estacionamiento.
Ella había dicho a las 11:30.
Eran casi las 11:45.
Hasta alrededor de las ocho, todavía estaba en un 70-30. Un setenta
por ciento de no venir en absoluto. Un treinta, quizá. Un cien por ciento
queriendo tirar todo en mi línea de visión.
Su mensaje de texto llegó tarde anoche. 10: 55 PM.
Por favor, encuéntrate conmigo mañana.
Debería haber bloqueado su número. Eso le habría enseñado una
lección. Pero entonces no sabía si llamaba o enviaba mensajes de texto.
Mierda, era un estúpido lamentable. Débil. Un tipo con agallas de
gelatina Jell-O. Cuando se trataba de ella.
En cambio, respondí:
Página
No por qué, sino dónde.
233
¿Dónde?
Estúpido hijo de puta.
Lago Mead, 11:30.
No le contesté inmediatamente.
Mi teléfono sonó con un:
Por favor.
¿Por favor? Al diablo contigo. Ni siquiera puedes luchar por nosotros y
ahora estás diciendo por favor.
Antes de pensarlo más, envié una rápida respuesta:
Bien.
Y apagué mi teléfono por el resto de la noche.
De camino allí, tuve el impulso de detenerme en uno de los casinos
abiertos las 24 horas, recoger a algunas mujeres y llevarlas conmigo
como refuerzos. ¿Refuerzos? De verdad estaba arruinado. ¿Desde
cuándo necesito refuerzos para encontrarme con mi novia? Está bien,
ex novia. Una ex novia secreta.
Una vez que estacioné, salté del auto, sin importarme si había aparcado
entre las líneas.
—Mierda —murmuré, alcanzando los lentes de sol a tiempo antes de
que cayeran al suelo mientras luchaba con mi teléfono y las llaves del
auto. Mi teléfono sonó con un mensaje de texto dejándome saber
dónde estaba y apresuré mis pasos mientras me dirigía a encontrarla.
Página
Ella llevaba uno de esos pares de vaqueros ajustados y una blusa de
color amarillo que no hacía nada para ocultar las despampanantes
curvas de su cuerpo. Sus brazos estaban metidos a sus costados.
Flexionó su cuello y levantó un brazo para masajearse la parte
posterior del éste. Un cuello que había besado demasiadas veces. Había
234
Caminando a través de la multitud de niños que estaban disfrutando de
un paseo por los jardines, me detuve en seco en el momento en que
alcancé a vislumbrar su espalda frente a la tranquila y fresca vista del
lago que se extendía por la zona.
llegado a estar bastante familiarizado con lo suave que su piel se
sentía, con cómo se enrojecían sus orejas cuando besaba la línea desde
su hombro hasta su clavícula y de ésta hasta el lóbulo de su oreja, y
cómo la ligera piel de gallina se formaba a lo largo de su cuello cuando
le murmuraba algo sucio. Su postura rígida indicaba que estaba
nerviosa, vacilante, insegura.
Aún de frente a la pacífica vista de la apacible cascada de agua en el
lago, que era bastante contraria a los conflictivos pensamientos
pasando por mi mente, cerré la distancia entre nosotros.
—Estoy aquí. —Salió brusco, duro, las pasadas dos semanas de dolor
saliendo a borbotones en cada sílaba.
Cómo quería lastimarla. Lanzar cada carga de mierda que su padre
había inventado sobre su precioso Emmett que la hizo elegirlo a él, en
su cara y hacer que lamiera mi escupitajo.
Sus suaves manos se aferraron al borde de su blusa formando
apretados puños mientras lentamente se daba la vuelta para mirarme.
Cada palabra condenatoria, cada acusación, cada insulto que pensé en
lanzarle se disipó en el viento en el segundo en que vi sus ojos. Esas
hermosas y conmovedoras esferas grises plateadas se iluminaron al
instante en que me vio y en unos segundos la luz disminuyó tan pronto
como vislumbró mi triste semblante.
Nunca podría hacerle daño.
Nunca le haría daño.
—Milo. —Su mano izquierda instintivamente se levantó hacia mi
rostro desalineado. No me había molestado en afeitarme en más de una
semana; estaba seguro de que en pocos días más, un oso pardo vendría
buscando su bigote en mi cara.
Página
—¿Por qué querías verme? Pensé que habíamos terminado. —
Sacudiendo mi hombro izquierdo, donde algunas hojas amarillas
235
Me encogí de hombros, tratando de hacer todo lo posible para no
parecer afectado.
habían aterrizado, continué—: Tengo que estar en un lugar en dos
horas.
—Te… te extraño. —La ruptura en su voz apenas llegó a mis oídos
debido a los pájaros piando en los árboles circundantes.
Me mordí la lengua. De lo contrario, ella conseguiría un bocado de cada
maldita palabrota que había en el diccionario inglés e italiano.
—¿Por qué estoy aquí? —Me quejé, golpeteando mi pie derecho,
escaneando su rostro, buscando cualquier evidencia de que ella estaba
sufriendo tanto como yo. Nada. Tenía el mismo aspecto. Preciosa.
Hermosa. Con ningún cabello fuera de lugar.
Su mano bajó hasta mi hombro y por mucho que quería quitármelo de
encima, mi cuerpo era como un maldito imán desesperado por su
toque. Sí, soy oficialmente un Tonto-Pelele-Cobarde. Tan pronto como
saliera de aquí me dirigiría a la sede del TPC1 por su programa de
recuperación de doce pasos. O simplemente iría al gimnasio para
golpear la arena, nylon y lona de los sacos de boxeo.
Mis manos picaban por agarrarla, tirar de ella en mis brazos y
perderme en su cuerpo. Dejé mis manos en mis bolsillos o la próxima
cosa que estaría haciendo sería despojándola de su blusa amarilla que
se aferraba a su cuerpo como una segunda piel. Pero esa sería una
exhibición pública de los dotes de Ava. Y las dotes de Ava no eran para
el consumo público. En realidad, tampoco lo eran para el mío. Ya no
más. Mierda. El pensamiento de Emmett sosteniéndola, tocándola,
besándola, me hacía querer poner a ese estúpido rubio como
reemplazo para los sacos de boxeo que había arruinado y romper
todos los miembros de su miserable cuerpo.
1
TPC: hace referencia a lo antes dicho, Tonto, Pelele y Cobarde
Página
Tal vez esa era la razón por la que estaba usando extra maquillaje hoy.
Usualmente, Ava usaba el mínimo de maquillaje, ella lo llamaba base
236
—Te he extrañado tanto —expresó. El sol golpeó su rostro y lo que
fallé en ver antes, estaba claro ahora, sus ojos estaban entrecerrados,
con ojeras, la tensión en su rostro era algo que su maquillaje
cuidadosamente aplicado no podía esconder.
ligera o algo así. Ava no necesitaba mucho o nada de maquillaje. Su
cara recién lavada en la mañana era su aspecto más sexy. Es cuando
sus mejillas están naturalmente rosadas, suaves, sus ojos gris claro, y
sus labios húmedos y siempre besables.
—Ava, ¿por qué me pediste estar aquí? —Si estaba pidiendo un
encuentro ilícito, no iba a obtenerlo de mí. No importaba lo mucho que
quería. Estoy cansado de secretos. Los secretos eran como el moho…
Crecían en la oscuridad, prosperaban con deshonestidad, y tenían una
manera de ser revelados en los momentos más bajos. En cierto modo,
había accedido a estar juntos lejos de la mirada de su padre porque
había un tiempo límite. Tan pronto como la última campana en la arena
sonaba para mí, estaría yendo a la oficina de su padre y anunciándole
que Ava y yo estábamos juntos. No pedir permiso, porque ambos
éramos adultos, sino sólo por respeto al hombre que era su familia. De
nuevo, ya no.
Suspiré pesadamente.
—Tengo que salir en un rato. El tráfico tal vez esté pesado de regreso.
Debiste sólo llamarme. —Tal vez hubiese contestado. Tal vez no.
Dependiendo en qué estado hubiese estado. Si hubiese estado en mi
estado de despotricar contra Ava, probablemente no hubiese
contestado sus llamadas.
Ella bajó sus pestañas, sus labios temblaron y metió un mechón de
cabello detrás de su oreja derecha, exponiendo el pequeño arete de
diamantes que nunca se quitaba.
—Sólo serán unos minutos. —Dudó por un segundo, luego dijo:
—Me gustaría que conocieras a alguien.
Asentí con la cabeza, tratando de absorber lo que estaba pasando.
¿Salimos hasta aquí para eso?
Página
Su mano se alejó de mi rostro y se apretó sobre mi mano izquierda.
Sentí el helado temblor en su agarre. Estaba ansiosa. Extremadamente
ansiosa. Nunca había estado de esta manera conmigo.
237
¿Conocer a alguien? ¿A quién?
Antes de que sus pies calzados con sandalias dieran un paso más,
apreté mi agarre sobre su mano, dejándole saber, comunicándole que
estaba aquí. Ella quizá había pisoteado mi culo por alguna jodida razón
desconocida, escogiendo estar con Emmett, pero estaba vulnerable
justo ahora. Lastimarla no conformaría algún puntaje entre nosotros.
La única cosa que haría todo mejor, es si ella sale de aquí en mis
brazos.
Mi concentración estaba en ella en todo momento, ha mordido su labio
inferior más de unas cuantas veces y sus ojos brillan con duda y
determinación mientras nos acercamos a un enorme árbol que ofrecía
sombra y una privilegiada vista de las aguas color turquesa y las duras
montañas que rodeaban el lago.
Cuando Bee y yo éramos niños, nuestro padre amaba traernos aquí a
acampar, excursiones y picnics. Aquí es donde aprendí a usar un
gancho, hilo y una barra para atraer robalo, bagre y mojarras. Mi
introducción al agua no fue en la piscina o el océano, fue aquí. Las
tranquilas y predecibles aguas azules de la decimosexta estructura más
grande hecha por el hombre en el hemisferio occidental, fue donde mi
apego de la infancia hacía el agua se originó. He nadado en las
penínsulas escénicas en Son Marroig, Mallorca e incluso sentí las aguas
golpeantes de Cape Leeuwin en Australia, todas trajeron alegría y
asombro, pero aquí, el Lago Mead que aún fluía, era mi hogar. Es la
calma a mi tempestuosa y salvaje naturaleza. Un lugar que resonaba
con mi afán de aprender a construir estructuras tan geniales como esta
y apaciguar mi lado salvaje. Justo como la mujer frente a mí.
Calmada pero feroz.
Suave pero impenetrable.
Página
Ava besó la cima de la cabeza de la mujer, se inclinó más cerca, y vi sus
labios moverse, susurrándole algo a la mujer.
238
Mi atención fue llevada a la escena que se desarrollaba frente a mí. Ava
se estaba doblando al nivel de una mujer en silla de ruedas con el
rostro oculto de mi vista con una bufanda azul.
Una mujer de mediana edad con piel oliva y cicatrices sobre su rostro,
su rostro de alguna manera familiar para mí, estaba de pie detrás de
ruedas y me sonrió un poco. Asentí con la cabeza y dije:
—Hola.
Ava me hizo señas para que me acercara, así que lo hice. La mujer en la
silla de ruedas de metal giró su cabeza, su voz salió clara.
—¿Milo? ¿Cómo están tus padres?
El shock y la incredulidad me plantaron en ese lugar. Todos los sonidos
y actividades a mi alrededor se quedaron en punto muerto. Inhalé
bruscamente, pero nada salió de mi boca. Nada pudo haberme
preparado para esto.
Ava se enderezó de su posición, alcanzó mi mano derecha y entrelazó
su mano con la mía. Apoyó su cabeza contra mi pecho cubierto por mi
camisa azul marina, una que había escogido al azar esta mañana, e
inconscientemente quité mi mano de su agarre para envolver mi brazo
alrededor de su cintura.
Página
La madre de Ava estaba en Francia, al menos eso es lo que Bee me
había dicho antes, era modelo, una mujer de sociedad, una generosa
mujer que había invitado a mis padres a comer cuando recogía a Ava
de la escuela. Mis padres nunca tomaron su oferta de las cenas.
Siempre manejaba los autos más geniales, autos con los que estoy
familiarizado sólo porque eran parte de mi colección de coches retro,
Bugati Veyron, Maserati Ghibli y un Rolls Royce Corniche. Se vestía
impecable y su perfecta belleza usualmente convertía a los hombre a
su alrededor a balbucientes idiotas. Lo había visto muchas veces.
Maestros, niños de la secundaria, incluso mi padre había mencionado
que la mamá de Ava era de una belleza rara, a lo cual mi madre había
estado de acuerdo. El mejor juez de como lucirá una mujer cuando
envejeciera es a través de su madre. Incluso a una edad joven, tuve un
vistazo del futuro de Ava, su extraordinario aspecto debido a su mamá.
239
—Mis padres… —La amplitud de la realidad frente a mí fue
sorprendente, tambaleante, para arrodillarme.
—Los padres de Milo no están aquí, mamá —respondió Ava por mí.
Su madre dejó escapar una risita.
—Esos tortolitos... nunca están separados. —No pensé que mis padres
y la madre de Ava fueran cercanos. Creo que eran simples conocidos
que estaban alrededor del otro, debido a la amistad de mi hermana con
la hija de ellos. Mi madre no odiaba a la madre de Ava, pero a menudo
comentaba acerca de cómo Ava no se debía dejar sola con una niñera.
Ahora que recuerdo, esa mujer que estaba detrás de la madre de Ava
era, su niñera.
—¿Sientes la brisa, mamá? —preguntó Ava y una sonrisa que dejaba al
descubierto sus dientes apareció.
—Se siente bien, Ava. Me encanta este lugar.
Por primera vez desde que llegué aquí, puse mis labios sobre el cabello
de Ava y dejé que mi mano descansara en su cintura, frotando con
suavidad, lentamente, con dulzura. Era obvio que la madre de Ava no
era la misma mujer que había conocido antes. Llevaba gafas de sol por
lo que no podía ver sus ojos. Pero pude ver completamente que ella era
incapaz de mover sus manos y piernas porque permanecieron donde
estaban en el poco tiempo que hemos estado aquí.
Los rayos de luz asomaban entre las hojas y la niñera de Ava, dijo:
—Mi amor, deberíamos movernos hacia allí. —Señalando hacia el otro
lado del árbol donde la luz solar no podía pasar.
Ava asintió.
Página
En cuestión de minutos, nos habíamos trasladado a la zona sombreada.
La niñera de Ava o ex niñera, sacó una manta verde grande y acolchada
y la puso en la pequeña parcela de césped al lado de la silla de ruedas.
Su mamá estaba siendo arrullada por la suave brisa al igual que Naomi,
cuando Ava hizo notar nuestra presencia y se excusó para explorar la
zona.
240
—Sí.
—Ella es todo lo que tengo, Milo —habló Ava, sus ojos cubiertos de
lágrimas no derramadas. Acababa de terminar de contarme la historia
del accidente de su madre y cómo estaba viajando con el mejor amigo
de su padre, Simon, en el momento del accidente. Por lo que ella me
reveló, sonaba como que la madre de Ava y Simon tenían una aventura
amorosa y su padre se enteró. Pregunté por qué Ava no estaba con
ellos cuando estaban huyendo de su padre a lo que ella se quedó
pensando unos minutos y respondió:
—No creo que estuvieran huyendo. Ella me habría llevado con ellos, si
lo hubiera estado haciendo.
—¿Es por eso que eres una marioneta de tu padre? ¿Por eso estás
saliendo con ese estúpido rubio en público? —le pregunté, dándome
cuenta de que mientras Ava mantenía una fachada de niña rica y
mimada en público, lo que era importante para ella no era de tipo
material. Era la forma en que miraba a Naomi, como si todo lo que
saliera de la boca de la mujer fuera la biblia. Era en los toques tiernos
que le daba a su madre, el amor fluyendo de sus poros.
Página
—Ya sabes, él tiene todas las cartas. Con un movimiento de su dedo, me
puede prohibir volver a verla. Me odia, Milo. Creo que es porque le
recuerdo mucho a mi madre. Nunca he sido una hija obediente. Hice
mis propias cosas y mamá me dejó ser yo. La primera vez que la llevé a
ver a un especialista neurológico en Nueva York cuando él se
encontraba en Hong Kong, estaba lívido. La segunda vez que me la llevé
a otro aquí en Nevada, redactó documentos afirmando que yo nunca
podría llevarla a nadie más que a sus propios médicos. Es como si no
quisiera que ella recuerde —continuó, con la mano izquierda jugando
con el pequeño arete de diamante—, el Dr. McGrath, el neurocirujano
en Nueva York, dijo que ella podría tener una oportunidad de
recuperar sus recuerdos. Pero ni siquiera sé si eso es posible ahora.
Hace años... Y lo que la escuela de enfermería me enseñó es que si no
utilizas el músculo, lo pierdes. Ella no ha utilizado esa parte de su
241
Ahora que le estaba acunando la cabeza en mi regazo, ella levantó la
cabeza, sus ojos se cubrieron de melancolía.
cerebro durante años, por lo que su capacidad y función para recordar
podría haber disminuido dramáticamente para ahora.
—¿Por qué no me lo dijiste antes? —Sabía todo sobre mí, y esto era
algo integral que tenía que revelar si quería darnos una oportunidad—.
¿No confías en mí?
Levantó una mano hasta mi boca y la presionó.
—Shh... Confío en ti con mi vida, Milo.
—Entonces, ¿por qué?
—No sabía si podía confiar en ti con la de ella —admitió, sus ojos
cambiando a un gris más opaco. Los ojos de Ava me fascinaban,
siempre ha sido así, incluso cuando me burlaba de ella cuando éramos
más jóvenes. Se vuelven de plata casi brillante cuando está feliz, de
color gris oscuro a negro cuando estaba malhumorada o enfadada y en
un gris opaco cuando estaba triste. Colocando un dedo suave justo
debajo de mi barbilla, añadió:
—Lo que quise decir es que, si mi padre se enteraba de que le había
dicho a alguien más acerca de la situación de mamá, probablemente la
habría trasladado a otro lugar donde no sería capaz de llegar a ella.
Yo... yo no sé si pueda manejarlo y simplemente no quiero que pase
nada con ella sin mi conocimiento. Ya es bastante malo que sólo se me
permite hacer ciertas cosas con ella, simplemente no puedo imaginar
no estar con ella durante largos períodos de tiempo. Cuando viajo, me
aseguro de chatear por video con Naomi para saber cómo esta.
La toqué con mi pulgar a lo largo de su clavícula, su piel se erizó a mi
toque.
—¿Qué necesitas que haga, Ava? Pídemelo ahora. Dime. ¿Por qué me
dices lo de tu madre?
Página
—¿Egoísta? —Mis cejas se levantaron, acomodé su cabeza para que su
cuello no le estuviera doliendo más tarde, mis piernas no eran tan
242
—Porque soy egoísta.
suaves como las mullidas almohadas que a ella le favorecían—. ¿Por
qué dices eso?
Lentamente, se incorporó y se sentó a horcajadas en mi regazo, con las
piernas cruzadas a mi espalda, su mirada suave y abierta.
—Las últimas semanas han sido muy duras para mí. Eres todo en lo
que puedo pensar. Te extraño... mucho. Sé que probablemente hay una
buena probabilidad de que no va a terminar bien con mi padre y yo,
cuando se entere de lo que he hecho hoy aquí. No quería que te
involucraras. Pero eres mi talón de Aquiles, Milo.
—¿Aquiles? —A Ava le gusta leer acerca de esos dioses griegos. Más de
un par de noches se quedaba dormida con un libro de tapa dura sobe
su pecho. Eran los tiempos cuando yo estaba tratando de terminar un
proyecto con Jeff. A veces me compartía historias sobre héroes de la
guerra de Troya.
Página
—He oído hablar de Aquiles. ¿Es el tipo que una flecha lo alcanzó en el
pie derecho? —Comprobé, trazando mi dedo índice derecho sobre sus
labios. Estoy bastante seguro de que Brad Pitt fue Aquiles en una
película en la que llevaba una falda de cuero y cabalgó un montón de
243
En una ocasión, le dije en broma que los únicos troyanos que yo
conocía eran Magnums y traer un montón de éxtasis. Esa fue la noche
en que me prohibió estar cerca de alguno de sus puntos de placer.
Había puesto una línea de defensa con cinco almohadas a su alrededor
y para empeorar las cosas, se había puesto un sujetador para dormir
para hacerme saber que estaba completamente fuera de los límites.
Después de eso me propuse no volver a bromear sobre sus preciosos
héroes. Las relaciones significaban respeto, dar y recibir y aprender a
valorar lo que a la otra persona le gusta. Ella entendía mi fascinación
por los coches y los videos juegos; Traté de escuchar su charla sobre
Heracles, Agamenón y un tipo llamado Zeus. La mayor parte del
tiempo, me quedaba dormido en el momento en que ella estaba en la
cúspide de hablar de algún triángulo amoroso, pero me redimía a mí
mismo diciendo: “Esa fue una hermosa historia de amor", o, "¡guau, qué
héroe patea-traseros!" ella probablemente sabía que estaba fingiendo,
pero me daba una sonrisa por pretender escuchar.
caballos. Infiernos, tendría que congelarme el doble antes de montar
un caballo con una falda.
—No sé lo que quieres decir —le dije, acomodándole la blusa que se
había arrugado por estar recostada sobre la manta—. ¿Quieres
dispararme con una flecha?
Inhaló una bocanada grande y me miró fijamente.
—La flecha lo alcanzó en el talón y se cree que murió a causa de ella.
Era el más grande guerrero en la Ilíada y murió a causa de una flecha.
Cuando digo que eres mi Aquiles, significa que eres mi debilidad, Milo.
Sacudiendo la cabeza, dije:
—No quiero ser tu debilidad. Quiero que saques fuerzas de mí. De
nosotros. Tu padre no me puede usar en tu contra, Ava. Su dominio
sobre mí tiene fecha de caducidad. Lo que sea que pienses, que sientas,
recuerda esto; entiendo cómo te sientes. Protejo a mi familia de
cualquier daño. No quiero que salgas con Emmett. Se trate de una
relación falsa o no, apesta como la mierda y lo odio. Pero estoy
dispuesto a hacer un compromiso, porque ahora sé que tienes una gran
razón de por qué lo estás haciendo. —Eché un vistazo a su madre que
estaba durmiendo la siesta pacíficamente contra una pequeña
almohada que Ava había colocado alrededor de su cuello antes de
unirse a mí en la manta de picnic.
Agarrando sus manos con fuerza contra mi pecho, murmuré contra sus
labios:
—Él no consigue nada como esto. —Tocando con mis manos todo su
cuerpo—. Él no te toca ningún lugar que la ropa cubre, Ava. Así que
cuando estés fuera de casa con él… —Apreté la mandíbula con tanta
fuerza que podría haberla mantenido inmóvil permanentemente—, te
pones un maldito abrigo si tienes que hacerlo.
Página
—Emmett es sólo un amigo. Continuaré con esta farsa con él porque
tengo que hacerlo. La razón por la que te pedí que vinieras a verme hoy
aquí es porque quiero que sepas y entiendas que eres muy importante
244
Colocando pequeños y tiernos besos en mi rostro, respondió:
para mí. No quiero perderte. Estoy compartiendo contigo la única
persona que es más importante para mí que tú.
Nunca haría elegir a Ava entre su madre y yo. Si eso fuera una elección
que tuviera que hacer, siempre le diría que eligiera a su madre.
Comprendía la fuerza de la unión entre las familias. Nunca sería capaz
de vivir conmigo mismo a sabiendas de que me había elegido por
encima de ella. Lo suyo era un vínculo que trascendía el tiempo, el
espacio, el significado; no me debía ninguna explicación. Todo lo que
Ava tenía que hacer era decírmelo. Todo lo que había pedido era
honestidad.
—Entiendo, cariño. Tienes que hacer lo que tienes que hacer. Estaré
aquí para ti. Pero hay una cosa que quiero pedirte... —Abrazándola
hasta que no quedó espacio entre nosotros, dije:
—Ven. A casa. Conmigo.
Asintió y me besó como si hubiera estado muriendo de hambre por mí
como lo había estado por ella. La atracción por Ava para mí iba más
allá de física. Me preocupaba por ella más allá de los límites del vasto
lago delante de nosotros. Es lo que hace que el dolor, la rabia de lo que
había pasado las últimas semanas desparezca y se esfume.
Nunca voy a llegar a un acuerdo con Emmett saliendo con ella en
público, incluso para beneficio de su padre. Pero lo superé por ella,
porque la mujer sentada inmóvil en la silla a mi izquierda era la mujer
que Ava valoraba más que a mí, más que su propia felicidad y sería
menos hombre si alguna vez le negara eso a Ava.
Página
Ava trataba a Naomi como a una madre. Para un desconocido
sentencioso, el rostro lleno de cicatrices de Naomi podría ser un
elemento de disuasión; al principio distraen porque te preguntas cómo
en el mundo sobrevivió a esas marcas evidentes de quemaduras.
Tendría que preguntarle a Ava sobre ellas en otro momento, cuando
estuviéramos los dos solos. Pero la personalidad de Naomi, su
245
Para el momento en que los rayos del sol formaron un patrón de tonos
naranjas violáceos a lo largo de las cimas de las montañas, Ava, su
madre, Naomi y yo pasamos el día hablando de la infancia de Ava.
entusiasmo por la vida, eclipsaba un pasado oscuro y yo creía que Ava
tenía que ver mucho con eso. Cuando Naomi hablaba, Ava escuchaba
con gran atención.
Mi mujer, tan bella como era ella, se preocupaba por las cosas y las
personas, donde la belleza se ocultaba a los ojos exigentes. Claro, a Ava
le gustaba sentirse bien y verse bien. Pero le había ofrecido
gustosamente su suéter a Naomi cuando vio que temblaba por la brisa
fresca. Cuando Naomi estaba a punto de darle el almuerzo a la madre
de Ava, ésta le dijo que se sentara conmigo y que simplemente se
relajara.
Fue cuando Naomi me contó cómo Ava la defendió contra un empleado
de su padre que la estaba acosando sexualmente lo que me hizo dar un
giro con respecto a todas mis dudas que tenía sobre que Ava fuera una
buena mujer.
—Ella ha sufrido mucho, sabes. —El acento de Naomi era evidente,
pero podía entenderla—. A veces, las cicatrices pueden no ser tan
obvias como lo son las mías, pero esa chica… —Su cabeza se inclinó
hacia Ava que estaba describiéndole el paisaje del lago a su madre—,
ha pasado por muchas cosas.
—¿Alguna vez le ha puesto la mano encima a ella? —Sólo haciendo la
pregunta me hizo querer gritar con ira o tirar un puño a través de una
pared de ladrillos.
Página
—Lo sé. —No podía negar eso—. Ha sido la mejor amiga de mi
hermana desde hace más de una década. Incluso cuando mi hermana
estuvo en el hospital, Ava nunca la abandonó.
246
—No. —Su mano izquierda visiblemente sacudiéndose en temblores
leves, cortésmente tomé la pequeña cesta de naranjas que tenía en la
mano—. El Sr. Troudeau es un hombre muy difícil. Puede ser muy frío.
Y se volvió cruel tras el accidente de la señora Troudeau. No con su
esposa. Sino con su hija. Hijo, Ava se lo aguanta todo porque ama a su
madre muchísimo. —Sentándose en el pequeño banco de cemento, se
dio unos golpecitos en el pecho—. Cuando esa chica ama, no hay nada
que la detenga. Es leal hasta la muerte.
—Imagina eso... —Su voz fue reflexiva mientras lentamente pelaba una
naranja. Habíamos compartido los sándwiches de pollo y carne asada
que habían traído por lo que resultó ser un día de picnic junto al lago—
. ¿Por qué crees que ella quiere que sepas sobre la Sra. Troudeau?
¿Cuándo esto es algo que no le ha dicho a su amiga?
El tintineo de las risas de Ava coincidió con las risitas de su madre, sus
cabezas oscuras estrechamente unidas que no se podía decir dónde
terminaba el cabello de Ava y donde comenzaba el de su madre. Me
encontré a mí mismo sonriendo a la escena que se desarrollaba a pocos
metros de distancia.
—Quiere que lo sepa, porque no quiere perderme.
—Sí. ¿Por qué es eso? —preguntó Naomi, giró la cabeza para admirar
la hermosa puesta de sol desarrollándose frente a nosotros—. ¿Por qué
no quiere perderte?
Digerí sus palabras durante unos minutos y respondí:
—Porque se preocupa por mí.
—Ah. —Un atisbo de sonrisa transformó su rostro. Si no tuviera las
visibles cicatrices, Naomi sería atractiva, incluso a su edad—. Incluso
cuando era niña, Ava sabía a quién amaba. Ya ves, hijo. —Levantando
su dedos índice y medio a los labios, terminó—, cuando esa chica ama...
ama para siempre. Recuerda eso.
¿Ava me ama?
Página
Naomi caminó lentamente para unirse a Ava y su madre. Caminé para
unirme al grupo de mujeres que se habían convertido en algo muy
importante para mí en un lapso de horas. Atrapé a Naomi dándome
una sonrisa significativa mientras Ava limpiaba el lado inferior
izquierdo de mi boca de lo que podría haber sido un residuo del batido
de chocolate que había comprado para nosotros en el bar antes. No
sabría la diferencia de si Ava me amaba o no. Siempre me miraba de la
misma manera. Incluso cuando éramos más jóvenes.
247
Nunca lo dijo.
Me incliné por un pequeño beso, que ella había pedido.
—¿Estás bien?
—Si. ¿Por qué no habría de estarlo?
—Hmm... No lo sé. —Metió sus manos dentro de los bolsillos
delanteros de mis vaqueros y levantó la cabeza—. Es posible que hayas
cambiado de opinión después de haber escuchado todas mis aventuras
infantiles.
—Duquesa... —Duquesa era ahora una especie de broma entre
nosotros—. Haría falta mucho más que pegar goma de mascar en todo
el preciado florero de tu madre, diagnosticar a tu cachorro con
problemas de digestión y alimentarlo con Tums y rapar a todas tus
muñecas para hacerme correr para otro lado.
Su rostro se calentó y una tímida sonrisa apareció en las comisuras de
su boca.
—Ah.
Sujetando su barbilla con mi pulgar, fingí reflexionar.
—Creo que el factor decisivo fue cuando le dijiste a Bee que le habías
pedido a tu madre Chia Pets para que se parecieran a tus dioses
griegos. Qué manera de profanar los símbolos icónicos del... estudio.
Conteniendo la risa, ella me dio un codazo en mi caja torácica.
—Muy bien, muy bien. No vas a salir corriendo. Incluso si lo hicieras,
sabes que te perseguiría, ¿verdad?
Lo dijo alegremente, pero las palabras de Naomi colgaron en mi
cabeza: “Incluso cuando era niña, ella sabía a quién amaba…"
¿Podría ser verdad?
Página
Nah.
248
¿Ava me ha amado por tanto tiempo?
Habría dicho algo a estas alturas si así fuera. Además no hay manera de
que así fuera. La mayoría de las veces, no podía esperar a salir de una
habitación si yo estaba allí cuando éramos niños. Sólo le gustaba Bee y
apenas me toleraba la mitad del tiempo.
Naomi estaba equivocada. Ava podría preocuparse mucho por mí
ahora, pero no hay manera de que podría haber estado enamorada de
mí durante tanto tiempo.
Cuando nuestros cuerpos se moldearon dentro de sí esa noche, sentí la
diferencia entre simplemente sexo y hacer el amor. Estar con ella,
dentro de ella, siempre ha sido diferente. Pero había una conexión más
profunda entre nosotros ahora. Traída por desnudar completamente
nuestros secretos y temores el uno al otro. Ahora hemos llegado a una
conexión superior y extremadamente satisfactoria. Al revelarme lo que
más valora, ella me ha dado el poder de romperla si tuviera alguna
inclinación a hacerlo.
Mientras ella ponía sus suaves y pequeñas manos sobre mi pecho,
alcancé a vislumbrar una muestra de la satisfacción de Ava, sus mejillas
rojas y sonrojadas de nuestros sudorosos esfuerzos, su respiración
asentándose en un ritmo uniforme, y sus pestañas gruesas y
excesivamente largas descansando plácidamente en su rostro.
Llevé su mano derecha a mis labios, besando las hendiduras entre sus
nudillos con ternura, con cuidado de no despertarla.
Me gustaría protegerla de cualquier cosa, cualquiera.
Página
249
De alguna manera, esta mandona y valiente mujer ha desprendido las
paredes que he construido alrededor de mi corazón, galvanizando
lentamente su dominio sobre él, y por alguna extraña razón, no estaba
tan asustado ante la idea de que ella lo tenga en su custodia.
Traducido por Brenda Eris y Itorres
Corregido por LadyPandora
—A
Ava
va, pareces distraída esta noche. —Emmett se
inclinó a mi oído, frunciendo sus cejas, su mirada
azul me sondeó, observando. Durante los últimos
veinte minutos había estado tratando de involucrarme en la
conversación con su padre y dos de los amigos del senador.
Yo había estado asintiendo con la cabeza, dándoles pequeñas sonrisas,
asintiendo con la cabeza, y haciendo "hmm" a lo que estaban diciendo.
Emmett debió notar mi distracción.
Miré mi teléfono y contesté:
—Lo siento, Daria me envió algunos detalles de última hora con
respecto a mi viaje a Hong Kong.
Afortunadamente, el senador y sus amigos estaban discutiendo ahora
algún tipo de proyecto de ley que los mantenía a cada uno absorto.
Página
Esta noche era todo acerca de la siguiente generación del club de la
lucha. Esa era la revelación oficial para el público. Un grupo selecto de
medios de comunicación fueron invitados y se entregaron guiones
250
—¿Está todo bien con tu viaje? —me preguntó con curiosidad, sus
anchos hombros frunciéndose en su traje azul marino, se quitó
fácilmente. Se inclinó de nuevo y esta vez levante la cabeza con un
movimiento y gire el cuello para otro lado. El otro lado era el lugar en
el que mi novio estaba de pie. Incluso con los pocos centímetros de
distancia entre nosotros, yo sabía que Milo me estaba mirando,
mirando a Emmett y a mí, y sentí las vibraciones de irritación y la ira
que estaba enviándome.
sobre cómo se realizó la inauguración para el público. Daria había
mencionado que una de sus amigas, que también era reportera, casi se
desmayó de toda la emoción y la acumulación que la opinión pública
revelaba de que iba a traer a su compañía de noticias. Cuando mi padre
jugaba su mano, iba por todo.
En cuestión de horas, una vez que las palabras salieron, el club de la
lucha se había construido, no tenía ninguna duda de que las acciones
de Troudeau Empresas se dispararían. Con el respaldo de los
legisladores más importantes y famosos del país, esta última empresa
sería más grande aún. No invitar al público en el principio era parte de
su genial convivencia, se ganó la confianza y las acciones de todos en
esta sala, así que los susurros de fracaso no eran ni siquiera una
opción.
—Señoras, messieurs, gracias por estar aquí esta noche —dijo mi padre
de forma imponente de pie, en medio de la sala de entretenimiento con
más de 500 invitados. Se aclaró la garganta y le indicó a Daniel que le
diera un vaso de Perrier. Todos en la sala se quedaron en silencio. No
necesitaba un micrófono. Sólo la visión de él de pie en medio de la
habitación era suficiente para acallar el ruido y detener todo
movimiento y charla. Era el poder que los billones compran.
—Estoy muy contento de que todos ustedes hayan asistido. —Su
acento francés, el único que podía imitar sin ninguna dificultad, estaba
en pleno espectáculo. Cuando se presentó, significaba que él estaba en
su mejor forma, su arrogancia extremadamente confiada en su lugar. A
lo largo de los años, el acento de mi padre adaptó un enfoque más
americano, pero cuando estaba en casa, en su ser invulnerable, al lado
de él, la mujer que amaba, la parte francesa, salía. La otra mitad de él, la
que había tratado de encubrir a causa de cómo su madre alemana lo
dejó cuando tenía siete años, había un lado que nunca había
reconocido.
Página
—Esto no habría sido posible sin la gracia de Dios. —Me detuve de
poner los ojos en blanco. Qué hipócrita.
251
Él levantó una mano y señaló hacia el techo.
Para el público, mostraba lo piadoso que era y muchas obras de
caridad que asociaba a Empresas Troudeau con organizaciones
religiosas. Dudaba que el dios en el que creía alguna vez fuera
susceptible a la crueldad que tenía con su esposa, negándole la
oportunidad de recuperar sus recuerdos, y manteniéndola como un
secreto vergonzoso.
Mi padre levantó su copa con la mano derecha y saludó a la audiencia.
Describió sus esperanzas para la siguiente generación del club de
lucha, que sería el estreno del club de lucha en el mundo; que otros
probablemente imitarían, pero este club sería el único en su tipo.
Cuando proclamó:
—Esta es la forma en la que la alta sociedad hace un club de lucha.
El público rugió en aplausos y vítores.
Un puñado de psicópatas.
Miré hacia atrás al hombre que lucía encantador con un traje negro,
sus ojos verdes complementaban su piel bronceada natural que
muchas de las personas que tenían bronceados falsos en esta sala
envidiarían. Él me dio una mirada oscura antes de que viera la luz en
mi teléfono con un texto entrante.
Milo: Voy a cortarle las manos y lo voy a alimentar con sus bolas. Quita
sus manos de tu silla ahora mismo.
Página
Yo había salido con Emmett tres veces desde ese día que Milo conoció a
mi madre, y cada vez me aseguraba de usar mi ropa más conservadora
y quitármela tan pronto como entrara en la casa de Milo. El carácter de
252
Un escalofrío de entusiasmo y emoción de posesión me hizo apretar mi
teléfono con más fuerza. Estaba bastante segura de que tendría que
pagar por ello en la cama esta noche. El último mes y medio había sido
a la vez un momento difícil y revelador para nuestra relación. Después
de que había revelado la condición de mi madre a Milo, que había
estado bien en el sentido más vago de la palabra, sobre salir con
Emmett en público. Milo sabía que no tenía ningún deseo de estar con
Emmett y que yo sólo estaba tratando de complacer a mi padre.
mi hombre no tenía igual. Probablemente era la razón por la cual con el
último hombre que luchó, un tipo casi del doble de su tamaño, un
experto en artes marciales de Samoa de peso pesado, fue derribado en
menos de cinco minutos. Su impulso sexual, su necesidad por mí,
parecía haber aumentado diez veces. Me había tenido en casi todas las
superficies de su casa y, de hecho, había tenido que lavar un par de
cargas porque yo estaba demasiado avergonzada como para tener la
visita de Brynn y que averiguara que había ensuciado hasta sus
sábanas. Yo sólo estaba tratando de buscar un viejo anuario cuando
Milo me encontró en la habitación de Brynn y bueno, el anuario quedó
en el olvido al segundo en que tocó mi trasero.
Escribí como respuesta.
Cálmate, manos provocadoras. TÚ eres el único que me tiene.
Milo: Será mejor que así sea.
Yo: Dios mío, nene, como si fueras a permitir que alguien más me tuviera.
Página
Me moví en mi silla disimuladamente lejos de Emmett, que estaba
embelesado con el discurso de mi padre. Aunque me gustaba la
sensación de que Milo fuera posesivo y celoso, no me gustaba seguir y
seguir sobre el tema. Yo nunca había sido del tipo de chica que necesita
que un hombre demuestre que me quiere en público o en privado.
Querer a alguien debe estar libre de todos los enredos de los celos
innecesarios. Aunque yo tendría que decir que Dia, la ex de Milo,
gerente de cuentas corrientes de su fundación, la puta pelirroja que
tenía las tetas derramándose de su vestido verde sin tirantes que
llevaba esta noche, era la única mujer que podría hacer que mi sangre
hirviera en celos. Ahora estaba sentada con Milo, y aunque había otras
cinco personas en su mesa, su presencia me irritaba como ninguna
otra. Me consideraba una mujer estable, pragmática, pero apenas tenía
a la vista esas hebras color jengibre me daban ganas de ir amazónica
sobre su trasero. Grr, odio a esa perra. Milo me aseguró que no volvería
con ella. De eso no cabía la menor duda. Pero el mero hecho de que ella
estuviera cerca de él o tuviera relación con él me daban ganas de verter
el vino tinto de mi vaso, tal vez toda la botella, en la parte superior de
253
Milo: Claro que sí.
su cabeza, tirar del pelo rizado de su cabeza, o simplemente arrancar
sus cejas, una por una hasta que no quedase nada. Ella se metió entre
Kieran y Milo. Cualquier mujer en su sano juicio no se metería, pero
ella era una persona vengativa, vil. Esta fue la primera vez que la había
visto desde la noche de los bolos, y esperaba que la última.
Mis oídos captaron mientras escuchaba el final del discurso de mi
padre:
—También me gustaría dar las gracias a mi hija por estar aquí esta
noche. —Sus ojos se cruzaron con los míos y si bien pudiera parecer un
gesto de amor para todo el mundo que miraba, fue en gran medida un
comando para mí—. Ava, cherie, ¿por qué no vienes conmigo hasta
aquí?
Poco a poco me levanté, Morgan Morelli, diseñador número uno de
zapatos de Italia, hacía que mis pies exhibieran unos Specchio en un
cuero retro-oro y los once centímetros que añadían a mi altura
reforzaron mi interior, una rápida mirada a mi teléfono mostraba el
mensaje de Milo:
Estoy aquí nena.
Él sabía lo difícil que era para mí fingir ser feliz en cualquier momento
que mi padre estuviera cerca, pero como muchas veces antes, yo era
sólo un títere siguiendo el tirón de las cuerdas de mi amo.
Página
—Quiero aprovechar este momento para hacer otro anuncio. —Mi
padre llegó a alrededor del hombro de mi vibrante vestido de tul de
dos tonos de color púrpura de Tim Wong de manga larga y me dio un
beso en la mejilla—. Estoy muy feliz de como Ava ha representado a
Troudeau Enterprises. Ella me ha hecho a mí y a su madre muy
orgullosos. —Este fue un nuevo nivel de bajeza. Ahora él estaba
incluyendo a mamá en su discurso—. También estoy muy emocionado
de anunciar que estará acompañada por otra persona que tiene mis
254
Llegué a lado de mi padre, sonreí de una manera que se extendía hasta
mis encías, inclinando mi cabeza cuando reconocí a los magnates de
negocios y celebridades que estaban absortos enamorados de la unión
padre-hija que nadie podía fingir como los Troudeau.
intereses en el corazón. —Él miró a la audiencia y guiñó un ojo—. Y por
corazón, me gustaría ser muy específico, que tiene el corazón de mi
hija.
Mi corazón literalmente corrió en su declaración y mis ojos se
movieron hacia la parte de atrás, donde mi corazón pertenecía. Milo
había dejado su asiento y ahora estaba de pie en el fondo de la sala. No
podía ver sus ojos, pero su cuerpo parecía tan fuerte como el aire
coagulado que sólo había llenado la habitación.
—Senador Powers, mi querido amigo, te has levantado como un gran
hombre y estoy feliz de hacerte saber que yo lo apruebo. Todo el
mundo, me gustaría dar la bienvenida al nuevo miembro de Troudeau
Enterprises quien formará parte de la conexión de Ava en algunos de
sus viajes y se asegurarán de que Troudeau Enterprises tenga un
atractivo global e internacional. Acaba de aprobar el prestigioso
examen de reválida para ejercer la abogacía, y estoy seguro de que va a
educar a mi hija en el derecho internacional y tal vez dentro de unos
meses, ellos podrían... —Se aclaró la garganta, continuó:
—Unirse a los ojos de la ley y de Dios. ¡Salud!
El público aplaudió a mi padre mientras yo quería ir a la mesa más
cercana y tirar cada vaso a su cara.
De repente, me encontré a Emmett a mi lado y estaba levantando mi
barbilla a sus labios. Difundí su acercamiento al decir:
—Disculpa. Tengo que ir al baño. —La cara de Emmett se puso roja en
mi obvio despido. El que le dio la idea de que yo quería que fuera mi
marido tenía que estar alucinando por los medicamentos que tomara.
Me negué a mirar a mi padre. Esto era demasiado. Caminó sobre la
línea.
Página
Miré a Milo cuyos pasos había alcanzado a Tammie Jacobs y la mesa de
sus amigos reporteros en cuestión de segundos. Quería detener el
255
Él estaba realmente pensando en que me casase con Emmett, tal vez
dándole un par de nietos en el camino, mientras que estaría dando
fragmentos de la compañía de mi madre como un premio.
tiempo. Bloqueando en ese continuo donde sólo éramos yo, él y la
gente que queríamos a nuestro alrededor, junto a nosotros, con
nosotros.
Después de eso, no había manera de que Milo fuera a estar bien
conmigo saliendo con Emmett en público. Mi padre acababa de hacer
una declaración de que él quería que yo y Emmett fuéramos más allá
de las citas. Emmett estaba obviamente recibiendo la impresión
equivocada de lo que esperaba de él. No podía culparlo por todo esto,
ya que él se estaba jugando tanto como yo. Pero para Emmett estar
bien con la promesa de matrimonio estaba más allá de mis
imaginaciones más salvajes a menos que tuviera motivos ocultos
escondidos detrás de esa rubia bondad.
En vez de girar los talones en dirección del baño, me moví hacia
adelante, lejos de mi padre y Emmett y vi como Milo cerraba la brecha
entre nosotros.
En un segundo tenía mi cintura metida en sus brazos de acero,
bloqueando de un apoyo sólido mi cuerpo. Su boca era una línea
sombría, y sus ojos se oscurecieron de obsidiana, iba a estar
desquiciado en pocos segundos y yo no tenía ninguna duda de que este
lugar se convertiría en una carnicería.
—De ninguna manera. —Con su mandíbula sobre apretada y sus fosas
nasales dilatadas de rabia, reiteró:
Página
Yo era muy consciente del drama de fondo detrás de él. Si el número de
mandíbulas que cayeron al piso reflectantes fueran pocas, los
numerosos destellos de luz con sonidos alternos de click fueron
suficientes para convencerme de que ninguno de los lacayos de los
medios de mi padre sería capaz de detener la propagación de lo que
estaba sucediendo en este momento, durante una de las noches más
importantes de su empresa. Daniel probablemente estaba haciendo
control de daños. Pero toda la actividad detrás de Milo no era nada en
comparación con el hombre que estaba haciendo todo lo posible para
mantener su temperamento bajo, probablemente, no, sin duda debido
a mí.
256
—No vas a casarte con el rubio idiota.
Llegué alrededor de su cuello y encontré el lugar justo debajo del
músculo trapecio y froté suavemente, era su lugar favorito, lo que lo
hacía mi lugar favorito. Su pecho estaba vibrando con furia apenas
controlada, sus ojos se habían desplazado al lugar donde mi padre y
Emmett estaban, y yo necesitaba cambiar el curso de la noche. Tendría
que pagar un precio alto por terminar en los brazos de Milo y yo ni
siquiera podía empezar a imaginar lo que sucedería si el puño de Milo
aterrizara cerca de mi padre o de Emmett.
—Milo, cariño... —Nos alejé de la habitación, en las afueras de la
conmoción, sin lucha, porque Milo apenas se movió cuando me movía,
se movía. Si había una cosa que podría superar el temperamento de
Milo, sería su sentido innato de la actitud protectora. Él sabía que yo lo
necesitaba. Por mucho que él quisiera moler a palos a mi padre o a
Emmett, yo llegué primero.
Ahora estábamos parados en un pequeño balcón, con las ocupadas
luces de la ciudad por debajo de nosotros sin importarle toda la
agitación que había en el piso 35 del hotel Executive. Quitándose la
chaqueta del traje, Milo envolvió mi piel temblando en su interior.
Protegiéndome primero. Siempre.
—Milo, mírame. Escúchame. —Inclinando mi cabeza en alto, presioné
un beso en su boca, que estaba grabado con la tensión palpable—. No
me voy a casar con Emmett. No importa lo que diga mi padre, no lo
haré.
Se abrieron las puertas del balcón, por lo que ambos escuchamos la voz
de disculpa de Daniel sobre el micrófono:
—Por favor, disfruten del resto de la noche. El Sr. Troudeau envía sus
disculpas, él tiene que salir para una reunión de emergencia.
Página
—Te amo.
257
Los ojos de Milo aún estaban vidriosos de ira, ninguna cantidad de
pacificación sería moderadamente baja, así que le dije las únicas
palabras que pensaba podrían penetrar a través de su ferocidad.
No era el mejor momento y lugar para mi revelación, pero a quién le
importaba.
Milo y yo nunca habíamos sido convencionales. Nuestras vidas estaban
lejos de lo que estaban hechos los cuentos de hadas, nuestro pasado
estaba lleno de tristeza y tragedias, por lo que si éste era el momento
en que mejor me sentía diciéndole esas tres palabras, nadie tendría
derecho a juzgarme.
—¿Qué dijiste? —Sus ojos en mis labios, sus ojos aclarándose, el verde
en su iris mirando hacia atrás—. Dilo de nuevo.
—Ava, tenemos que hablar. —La voz de Emmett interrumpió nuestro
momento afectuoso y si yo no estaba en frente de Milo, Emmett
probablemente sería aplastado en el suelo por ahora. El debió de
habernos seguido aquí.
—No, tú no —escupió Milo, sentí sus puños apretados alrededor de mi
cintura—. Vete. Mantente jodidamente lejos de mi mujer.
Milo me mantenía inmovilizada en su lugar, ni siquiera podía dar la
vuelta para hacer frente a Emmett, así que hice mi mejor esfuerzo para
transmitir lo que pensaba con la espalda frente a él.
—Lo siento, Emmett. —Me empujé con mis codos hacia Milo, así al
menos quedaría frente a Emmett, pero Milo se negó a dejarme girar. Él
se encontraba en uno de sus estados de ánimo, o simplemente había
tenido bastante de mi drama con Emmett que finalmente fue poniendo
su pie en el suelo.
Página
La mano izquierda de Milo salió de mi cintura y se posó en el hombro
de Emmett en un fuerte empujón. Emmett se tambaleó hacia atrás un
pie antes de recuperar el equilibrio.
258
—¿Tú estás con él? —Emmett subió la voz y se movía hacia adelante
para que por fin pudiera ver su rostro. Emmett no era una cosita
insignificante. Pero Milo ya estaba en el borde y estaba preparado para
una pelea—. Ava, él es un caballo desbocado que lucha por su dinero.
¿Por qué lo elijes…? —Arrugaba la nariz como si estuviera oliendo algo
podrido—, ¿…por encima de mí?
¿Podría esta noche ir a peor?
Emmett, entre dientes, resopló entre respiraciones enojadas.
—Todavía puedes cambiar de opinión, Ava. Míralo. —Corrigiéndose a
sí mismo, se irguió, completamente ignorando el peligro que
enfrentaba—. Es un ególatra despiadado que piensa que puede
derrotar a todo el mundo.
—Emmett, déjalo por favor —le dije con desesperación antes de que
Milo aterrizara un golpe en cualquier lugar cerca de él. Oí una pequeña
conmoción detrás de mí, detrás de nosotros. Daniel, la mano derecha
de mi padre, obviamente estaba tratando de desviar la atención de
todos a otro lugar y pude oírle decir:
—Vamos a mover este evento al Salón Azul.
El hijo de puta sanguinario quería el lugar central al drama. Lo que
pasa con la gente de mi círculo social era que sus vidas eran tan
aburridas, el chisme era un afrodisíaco y lo obtenían cuando la vida de
alguien era más miserable que la suya.
Emmett se adelantó y yo sólo podía mover la cabeza.
Movimiento equivocado.
La mano izquierda de Milo agarró la parte delantera del traje de
Emmett. Mi hombre quería sangre y quería la sangre de este tipo en
particular, el tipo que todo el mundo vio como mío en público. Milo no
era un chico inseguro; él no tenía ninguna razón de serlo. Pero si había
un hombre que llenaba su mente con dudas acerca de mis sentimientos
hacia él y la razón por la que cada vez que hicimos el amor, quiso
calificar mi cuerpo como el suyo, ese sería Emmett. Sólo por el simple
hecho de que mi padre lo quería para mí.
Página
—¿Recuerdas cuando éramos niños y jugábamos a Verdad o Desafío?
Yo estaba describiendo a Milo cuando la botella me señaló. Él siempre
ha tenido mi corazón.
259
—Emmett, amo a Milo. Siempre lo he amado. —Intentando lo mejor
para meterme entre ellos, continué:
Milo aflojó el agarre de la ropa de Emmett y Emmett dejó escapar un
largo suspiro de alivio. Mientras Emmett era un hombre en forma, no
era rival para la fuerza y el poder de Milo.
Di un paso delante de Emmett.
—Eres un buen tipo, Emmett. Encontrarás una buena mujer al minuto
que se diga que eres soltero y estás disponible. Yo simplemente no soy
para ti. Lamento haber tenido que llegar a esto. Es completamente mi
culpa. —Desviando cualquier culpa a Milo y con el conocimiento
completo de que Emmett era abogado y el hijo de un hombre poderoso,
continué:
—Estoy apelando a nuestra amistad, y que debido a ello respetes mi
decisión y consideres las acciones de Milo como... Bueno, él es
simplemente muy protector conmigo.
Durante unos segundos no dijo nada. Entonces, finalmente, apartó sus
manos de su traje.
—Espero que sepas lo que estás haciendo, Ava. Puedes hacerlo mejor.
Mucho mejor.
El gruñido de Milo detrás de mí estaba cada vez más fuerte, seguido de
un:
—Vete a la mierda, rubio.
Emmett tomó mi mano libre, Milo me agarró de la cintura, pero él
estaba dejándome hacerme cargo de la situación, por todo el tiempo
que podía permitirlo, que a juzgar por su gruñido por detrás de mí, no
estaba durando más tiempo. Emmett tenía que salir de allí.
Página
—Siempre te he querido más de lo que nunca me ha gustado. Te debo
mis recuerdos de infancia feliz a ti. Me gustaría que me lo hubieras
dicho antes. —Rascándose con su mano debajo de su mandíbula,
continuó:
260
Emmett tomó una larga mirada a mí cara y, finalmente, en una voz
exasperada dijo:
—Yo nunca te forzaría a que te gustara o incluso a casarte conmigo.
Sólo pensé que era que lo quería demasiado. Les deseo felicidad, Ava.
—Retrocediendo, añadió solemnemente:
—Si las cosas no salen bien entre tú y él, llámame.
Milo murmuró un montón de palabras en un idioma que no entendí, lo
cual era probablemente lo mejor.
Tan pronto como Emmett desapareció, Milo sostuvo mi mano y me
susurró al oído:
—¿Qué has dicho antes?
—No voy a casarme con Emmett.
Sus manos en mi cintura se aflojaron y roté mi cuerpo para
enfrentarme a él. Él negó con la cabeza.
—La otra cosa que dijiste.
—Oh. —Me tragué la creciente duda dentro de mi garganta. Ahora que
el drama se estaba apagando, empecé a darme cuenta de que este no
era el mejor momento para decirle que lo amaba. No por la presión de
mi padre o de la situación que se desarrolló antes.
—Sí. —Sus ojos verdes guiñando de alegría desenfadada, con el rostro
cambiante, enderezando los pliegues de la tensión y la ira, haciéndolo
lucir más joven, más feliz. Este era el aspecto que tenía cuando las
cámaras se estampaban en su cara después de una medalla de oro de
natación; eufórico, libre.
—¿Lo decías en serio?
—¿Quiere que lo diga en serio? —La timidez se apoderaba de mí. Lo he
amado desde siempre, lo mantuve en mi corazón por mucho tiempo,
pero nunca he dicho las palabras en voz alta, no esperaba decir alguna
vez las palabras para él.
Página
Agarrando valor del brillo eufórico que reflejaba en sus ojos, le dije:
261
—Dilo de nuevo.
—Te amo.
—Una vez más.
—Te amo, Milo.
Él me trajo más cerca de su pecho, su chaqueta cubriéndome del aire
frío nocturno. Presionando mis manos sobre su pecho, él besó la parte
superior de mi cabeza:
—Sei mia, Ava.
Sonreí ante sus palabras—. ¿Es eso un gracias?
—No. —Él inclinó su dura boca sobre mis labios. Tendría que limpiarle
la boca con una servilleta, porque la profunda sombra de color beige
no se vería demasiado bien en él. Hizo girar su lengua dentro de mí y
todo lo que podía sentir era lo mucho que me quería, devorándome con
un hambre que nunca estuvo satisfecha, acariciando mi necesidad, mi
deseo, la alimentación de oxígeno a un incendio forestal indómito
ardiendo.
Antes de poner un freno a nuestros besos, dijo con determinación
contra mi boca:
—Significa que eres mía, Ava.
Asentí, él no me podría amarme de la manera en que lo amaba, pero
está bien. Tengo suficiente amor para los dos.
Levantó mi barbilla y dado que llevaba tacones altísimos, sólo había
una ligera diferencia entre nuestras alturas. Con un espectáculo poco
habitual de la vulnerabilidad en su rostro, su rostro esbozando ternura
que nunca antes había vislumbrado, más o menos dijo:
—También significa que soy tuyo. Completamente.
Mis ojos comenzaron gotear ante el calor de sus palabras.
Página
Ahora, como una mujer adulta, mi corazón lo amaba por el hombre que
era.
262
Mi corazón de niña lo amaba, lo adoraba como un héroe.
Lo había llevado en mi corazón durante tanto tiempo. Él no es perfecto.
Ha hecho muchas cosas malas. Pero también ha hecho un montón de
cosas para la gente que le importaba. Cuando dice que es mío,
completamente, lo entendí, lo que él estaba tratando de decir, era su Te
amo.
No pensé que lo podía aceptar si fuera la mitad del hombre que era
ahora. Él me decía que me estaba entregando todo de él, lo bueno, lo
feo, lo roto, las partes remendadas de él. Puestos a elegir, entre un
futuro de ensueño con Emmett, me complace dar pulgares arriba a los
altibajos de la vida con Milo.
—¿Estás seguro de que quieres estar conmigo? —Una sombra de
incertidumbre empañó sus endurecidos rasgos cincelados en bruto.
—Sí —le expresé, regresándole el beso con hambre de nuevo y
presionando la parte inferior de mi cuerpo más cerca, sintiendo el
aumento de la dureza saliendo de sus pantalones—. Je t'aime, Milo.
—Vete a la mierda, eso es caliente.
Y allí estaba. El regreso de mi malhablado hombre. Le encantaba
cuando hablaba en francés.
A veces decía un par de lindas palabras en español que había
aprendido y él podría responder en italiano.
Nunca creí en princesas. Mi vida no gira alrededor de la ostentación y
el glamour que la gente de afuera mirando hacia adentro creía que
prosperaron en mí. Había permanecido virgen hasta hace poco. Había
amado a un hombre que resultaba ser el hermano de la mujer a quien
yo consideraba mi mejor amiga, más cercana a mí que una hermana.
Por supuesto.
Página
Sí, lo tomo todos los días. Sobre cualquier hombre. Todas las piezas
imperfectas y piezas irregulares de él.
263
No soy perfecta. No aspiro a serlo. Tomé mis propias decisiones e
incluso cuando él no me eligió, cuando él no tenía ningún conocimiento
de la magnitud de mis sentimientos por él, lo elegí.
***
Estamos en esto juntos.
Las palabras de Milo rumiaban en mi cabeza mientras me levantaba del
inodoro. Había estado aguantando la vejiga durante tanto tiempo que
era una maravilla que las costuras de mi vestido no se abrieran.
Desenganchando mi bolso de la parte posterior de la puerta, salí del
cubículo gigante. Todos los hoteles de mi padre tenían suntuosos
baños, eso era una de sus marcas registradas.
Obvio, mis labios parecían como si hubieran sido golpeados. ¿Por qué
Milo no dijo algo? Yo sabía por qué. A él podría importarle menos. Su
única pista en mente tenía una cosa, besarme sin ninguna
preocupación por mi maquillaje o lápiz labial o simplemente nada.
Después de lavar mis manos, una asistenta colocó una servilleta gruesa
para que secara mis manos.
—Gracias, Adelaide —le dije, al ver la tarjeta de identificación en su
uniforme blanco y azul.
Ella me dio una rápida sonrisa y luego procedió a pararse en el medio
de la habitación.
Página
Golpeé mis labios sobre un pañuelo de papel y estaba a punto de
aplicar mi brillo de labios cuando una figura familiar, una que me
264
Comprobando mi cara una última vez, hice una nota de agradecimiento
a Daria por el nuevo tono de delineador que llevaba puesto. Ella
realmente tenía buenos instintos en lo que se vería bien en mi cara.
Una vez que se había comentado que nada se vería bien en mi cara. Ella
estaba fuera de la ciudad cuando tuve la desastrosa secuela de una
calabaza facial. Tomó tres días antes de que mi piel volviera a la
normalidad. Las expertas habilidades de hacer el amor de Milo fueron
en gran parte responsables del retorno de mis mejillas rosadas. Fueron
tres días de pura felicidad y se gastó gran parte llegando a conocer el
cuerpo del otro, ya que me había extrañado tanto después de mi viaje a
Tailandia.
gustaría enviar a la próxima misión del transbordador espacial y
dejarla allí, entró en el cuarto de baño.
La conocía a ella desde que Brynn y yo estábamos en la universidad.
Ella fue la primera novia oficial de Milo. Él salió con un montón de
chicas en la escuela secundaria y no es que estuviera siguiéndolo, pero
vamos a decir, él ha tenido su parte de las mujeres y las mujeres
hablaban de él. Él era, después de todo, un chico atractivo que jugó y se
destacó en muchos deportes. Los hombres tenían que sembrar su
avena. Yo me mantuve ocupada de no oír hablar de esos dichos de
avena, tratando de mantenerme fuera de su camino y si estábamos
dentro de un radio de unos a otros, desviaba mi atracción por él con
comentarios sarcásticos y saludos con desdén.
—Oh, hey, Ava. —Las cejas de Dia se elevaron y sus ojos verdes
brillaron amenazadoramente—. Estaba buscando a Milo. Me imaginé
que habría cambiado de opinión acerca de ti a estas alturas.
Acabando con mi brillo, lo metí dentro de mi bolso. El hecho de que
esta mujer había tenido relaciones íntimas en un momento o muchas
veces en el pasado con mi hombre era razón suficiente para que no me
agradara. La verdad adicional de que ella todavía estuviera en su vida
después de que lo engañara dos veces fue razón suficiente para que la
odiara. No le exigiría a Milo despedirla de su fundación, porque eso
sería mezquino por mi parte. Ella había ayudado a construirla desde el
principio y siempre mantuvo sus manos en sí misma y sus distancias
de cientos de kilómetros de distancia, estoy un poco de acuerdo con
eso.
Página
—Es posible que sepas que Milo odia las aceitunas, pero esto podría
haber escapado de ti... no le gustan los mentirosos, y de lo que he visto
de todo este pequeño drama… —Sus uñas francesas puntiagudas
arañando, agitándose en el aire—, no estaba demasiado contento con
la noticia de que ataste el nudo con Emmett.
265
Haciendo clic en los dientes con la lengua, se puso a mi izquierda y giró
su mano derecha en su pelo rizado.
Tenía que salir de aquí antes de que hiciera algo que lamentaría más
tarde. Hay algunas personas que no valen la pena mi tiempo. Dia sólo
pasa a estar en la parte superior de la lista.
Giré sobre mis talones y la dejé de pie frente al espejo. ¿La mejor
defensa contra una ex novia despechada? No responder a sus
provocaciones.
Su voz alta y escandalosa en el interior del cuarto de baño, me dijo
burlonamente:
—Oh, cariño, yo he estado allí. Milo ha torcido a todos, pero se cansará
de ti con el tiempo. Una vez que haya vuelto a la natación, serás la
última de sus prioridades. Empezarás a tener conversaciones con su
teléfono y nunca tendrá tiempo para ti.
Seguí caminando, ella obviamente estaba llena de mezquindad. Pensé
que estaba bien después de la noche de bolos, supuse que ella
realmente no estaba de acuerdo con Milo y conmigo, pero eso no su
asunto y nunca lo será.
—Y cuando te canses de él, confía en mí, estarás pensando en formas
para tratar de llamar su atención y sólo podrás terminar como yo.
Caminé hacia Adelaide y le pregunté suavemente:
—¿Nos puedes dejar aquí un minuto?
Adelaide parecía vacilante, así que le aseguré: —Soy Ava. Estoy segura
que has oído hablar de mi padre, ¿Maxwell Troudeau? —Había
momentos en que dejar caer el nombre de mi padre era útil.
Adelaide levantó la cabeza oscura en una sacudida y respondió:
Ella asintió y salió del baño.
Página
—Soy su hija. —Para que sus ojos marrones se abrieran—. Está bien,
Adelaide. No te meterás en problemas. Todo lo que pido es un par de
minutos. Si tu supervisor te pregunta acerca de ello... —Alcancé mi
bolso y le entregué una tarjeta de presentación—, pídele que me llame.
266
—Sí.
Una vez que estuve segura de que Adelaida estaba fuera, cerré la
puerta y me dirigí hacia donde estaba parada Dia.
Era el momento de dejar que los gusanos salieran. Esta perra estaba
consiguiendo una probada de mí esta noche.
Ella arqueó una ceja en punta cuando puse mi bolso en la parte
superior de las toallas y servilletas que Adelaide entregaba a los
invitados.
—¿Cuál es tu problema? —le pregunté retóricamente, porque no
quería oír ni una palabra de su irritante boca que estaba pintada con
un tono muy brillante de color rojo—. Lo has engañado. No una, sino
dos veces. Tus mentiras le rechazaron para hacer lo que le hizo a
Kieran. Lo hiciste parecer como un tonto. Te mantienes aferrada a él
cuando claramente todo lo que él ve es a alguien que le ayuda a
manejar la fundación. —Sus ojos sobresalían ante mi declaración—. Sí,
él me lo contó. Me ha dicho un montón de cosas sobre su pasado
contigo. ¿Sabes por qué? Porque es sincero conmigo. Supongo que era
honesto contigo también, porque esa es la clase de hombre que es.
¿Sabes qué más sé? Sé que él nunca irá de nuevo a ti.
Con su respiración hinchándose con desprecio, sus hombros tan
rígidos al igual que su mandíbula, dijo con ligereza:
—Lo que sea. Él encontrará su camino de regreso a mí.
—De eso se trata, Dia. Él nunca encontró su camino contigo, porque
estabas demasiado ocupada acostándote con otros chicos. —
Golpeando mi dedo índice derecho en un lado de mi mejilla, admití:
—Estoy realmente agradecida de que seas una perra, porque si no lo
fueras, tal vez él y yo no estaríamos juntos ahora.
Página
—La última cosa que querría es que esperases algo de mí —me burlé,
ya había tenido suficiente drama para que me durara un siglo esta
noche y ni siquiera he oído a mi padre, pero me hizo sentir en la punta
267
—Para ser la cara de la empresa de tu padre, tienes una boca muy sucia
—replicó ella, con el rostro ardiendo en completa molestia—. Nunca
esperé esto de ti.
e irritable—. Yo no te debo nada, pero Milo sí. Te lo debe por ayudarle
a iniciar su sueño de construir algo en memoria de las personas que
ama. Pero por mucho que él se sienta de esa manera, ten esto en
cuenta, soy la mujer por la que él se preocupa profundamente por este
momento. Y quiere hacerme feliz. Todo el tiempo. Si yo digo que tu
colaboración en su fundación no me hace feliz de ninguna manera,
nunca te gustaría saber lo que él haría. Veo todos los mensajes que le
envías. No me los oculta. Sé lo que pasa con su vida. Enfatizó este para
que sepas acerca de él porque lo amo. Mientras que él te ha dado la
oportunidad de hacer tu trabajo, lo que sé acerca de estar cerca de los
hombres de negocios el tiempo suficiente es que todo el mundo es
prescindible. Puedes ser reemplazada.
—¿Cuánto tiempo crees que su fascinación por ti va a durar? No eres
más que un nuevo juguete con el que puede jugar. —Ahora ella estaba
simplemente agarrando el hilo más pequeño de tonterías para
conseguir una reacción de mi parte.
—Una vez más, él no es de tu preocupación ahora —repetí, agarrando
mi bolso de donde me lo puse y saqué un billete de veinte dólares de
mi cartera y lo dejé caer en el bote de propinas para Adelaide—. ¿Sabes
lo que Milo piensa de ti y de él?
Sin esperar su respuesta, le dije.
—Finito.
No tenía ningún deseo de mirar hacia atrás y ver su expresión. Ya había
dicho mi parte. Fue la primera y última vez que me rebajaba a su nivel.
A menos que una situación llamara por ello. Al pasar a Adelaide afuera,
le di la señal de que podía volver y le di las gracias.
Cuando llegué al vestíbulo, Milo estaba de pie y hablando con uno de
los guardias de seguridad. Me acerqué más a él y cuando vio mi cara, él
se excusó de la conversación y preguntó:
Página
—Sí —le respondí con alivio—. Sólo estoy cansada. No puedo esperar
para estar en casa.
268
—¿Estás bien?
Página
269
En una noche llena de drama extraordinario de una intromisión,
controlando a un público novio despechado, a una siempre presente
ex-novia, sí, yo sólo quería estar en casa, en sus brazos, donde el
mundo dejara de existir, y las únicas cosas que importaban fueran él y
yo.
Traducido por LeiiBach
Corregido por LadyPandora
Ava
—¿T
e das cuenta de que has arruinado lo que he
planeado para el hijo del senador y tú? —Sus ojos
brillaban con ira y su voz destilaba furia—. Te he
dado todo, Ava. ¡Todo!
Golpeó su mesa de roble con el puño y con el rostro contraído en una
mueca enojada.
—¿Y así es como me pagas? ¡Has socavado mi autoridad en todo
momento, me avergonzaste delante de mis colegas y casi acabas mi
amistad con David!
Había estado hablando, alternando con gritos de por medio, durante
los últimos quince minutos. Cuando llegué a la casa de mis padres,
inmediatamente fui a ver a mi madre y la encontré tomando una siesta
dentro del invernadero, rodeada de sus flores favoritas antes de
reunirme con mi padre en su oficina.
Página
—¡No piensas dos veces acerca de tus acciones! ¿Sabes cuánto control
de daños he tenido que hacer en los últimos días? —continuó
despotricando, tirando de su corbata como si le estuviera oprimiendo
la respiración—. ¡He tenido que emitir otra declaración a la prensa que
ha decidido centrarse en los esfuerzos caritativos de nuestra empresa
270
Había estado esperando su llamada. Mi padre no me llamaba
personalmente. Oh no, tenía a su ayudante para hacer eso por él. Así
que cuando me llamó con sus propias manos y oí su voz por el teléfono,
suspendí mi día de compras para el cumpleaños de Daria y conduje
directamente aquí.
en vez de tu vida personal! Me has tomado por un tonto, Ava. Un tonto.
De verdad pasaste la línea esta vez.
Altamente lo dudé. Mi padre tenía otras personas haciendo el control
de daños. ¿Un tonto? Nunca quise salir con Emmett, mi padre era el
que hacía un tonto de sí mismo.
Incluso cuando estaba desatando su ira contra mí, me sentía aliviada.
No había mencionado el restringirme ver a mi madre. Podría seguir y
seguir sobre esto todo el día y estaría bien para mí, podía bloquearlo
todo. En realidad era mejor para mí que estuviera mostrando su ira en
lugar de preparar planes tortuosos sobre la manera de hacer mi vida
miserable.
Exhaló, golpeando con la mano izquierda el escritorio, enviando una
hoja de papel al suelo. Sin escatimar un pensamiento a los pedazos
caídos, comenzó a tamborilear con los dedos.
—¿Qué tienes que decir en tu defensa?
Nada.
Juzgué que era mejor no enfurecerlo más. Sus emociones estaban
pesadas, fluyendo fuego, un acontecimiento singular ya que mi padre
rara vez perdía los estribos. De hecho, apenas mostraba alguna
emoción en absoluto. Así que hoy era una rareza y no tenía inclinación
a causar más conflictos entre nosotros.
Página
Mi rostro se mantuvo impasible. Me habían educado en el arte de no
mostrar mis verdaderos sentimientos a menos que los solicitaran. Mi
271
—Cuando eras pequeña, tu madre solía decir, “Ella tiene tus ojos
Maxwell. Ojos que podían ver a través de tu alma”. —Sus palabras
salieron de forma inesperada, la admisión me confundió. ¿A qué estaba
tratando de llegar? Era un maestro en ser astuto, un experto en el
campo de la batalla mental y podía engañar a su manera con tal de salir
de cualquier situación. Maxwell Troudeau no ganó ocho series
mundiales de campeonato de coronas de póker sin tener una
capacidad inherente para leer a la gente y calcular las probabilidades a
su favor.
madre, la mujer vibrante que era, me enseñó que le mostrara a la gente
lo que querían ver. Al ser una supermodelo, aprendió un montón de
trucos en su profesión. Cuando era pequeña, me llevaba a sus sesiones
de fotos y todo el mundo la felicitaba por cómo era su rostro de
camaleónico. Podía pasar de feliz, a coqueta y a sensual en un instante.
Interioricé sus lecciones en la vida, "no todo el mundo es agradable,
muéstrales lo que quieres que ellos vean, pero guárdate para la gente
real en tu vida". Tal vez por eso, incluso Milo no podía decir que había
estado enamorada de él a lo largo de los años. A mis padres les habían
ofrecido numerosos contratos de modelaje para mí cuando era más
joven, pero mi madre se negó a todos ellos. Ella quería que yo tuviera
una vida libre de las presiones en las que ella vivió. Me preguntaba qué
diría ahora si realmente supiera que mi padre fue el que puso toda esa
presión sobre mí. Por otra parte, si ella no estuviera en el estado en el
que estaba ahora, nuestras vidas serían diferentes.
—Puedo ver que lo quieres, Ava. —Su rostro alineando con desdén, el
color gris oscuro del traje que llevaba puesto hoy coincidía con el
rostro sombrío que estaba retratando. Después de gritar, estaba de
regreso en su elemento.
Ahora bien, esto es lo que había estado temiendo.
—Él es un buen amigo —respondí, mis manos agarrando las
agarraderas dobles de mi bolso Hobo, blanco y negro—. Hemos sido
amigos desde que éramos niños. —Nunca podría saber cuánto
valoraba a Milo.
—Ah, claro. —Girándose en su silla, dijo con incredulidad:
Página
Mis entrañas comenzaron a disolverse en un punzante frío cuando el
destello del castigo se iluminó en su oscuro y bronceado rostro.
272
—Tendrías que convencerme de que me desobedeciste delante de toda
esa gente, ¿sólo porque él es un amigo? Tu madre tiene razón, cherie.
Puedo ver a través de tu alma, porque tienes mis ojos. El Sr. Tanner no
sólo es un amigo para ti. Tiene todo de ti. Tiene tu amor y tu lealtad. Y
por lo que vi la otra noche, es obvio que goza de tus sentimientos.
—También es mi luchador número uno. Bueno, uno de los dos, porque
la semana que viene se decidirá quién será el luchador número uno.
—Es un buen amigo —insistí, hundiendo los talones en la alfombra
afelpada color crema que había instalado directamente desde
Francia—. Hemos estado pasando el rato. Eso es todo.
—Bueno, entonces va a ser más fácil que se lo digas ya que él es un
"buen" amigo. —Su énfasis en "buen" era despectivo y burlón,
goteando desprecio—. En este momento las probabilidades son de 5545, a favor del señor Tanner. Obviamente la mayoría del público cree
que puede ganar. También creo que puede hacerlo.
Hizo una pausa, su pulgar jugueteando alrededor de un lápiz.
—Quiero que cambies las probabilidades, Ava. ¿Ves? Cuando tuviste tu
pequeño acto de rebeldía frente a todo el mundo, pude ver lo mucho
que significabas para Tanner. Si le pides que abandone la pelea, no
tengo dudas de que lo haría por ti. Abandonaría toda la cosa por ti.
Me puse de pie, no queriendo escuchar ni una sola palabra de su
pomposa boca. Si pensaba que iba a pedirle a Milo que hiciera eso,
estaba terriblemente equivocado. Milo era un atleta, un competidor. No
importaba que deporte jugara, vertía su corazón y alma en ello. Pedirle
que abandonara una pelea sería una bofetada a su ego ya magullado y
andrajoso, y dañar la autoestima que estaba tratando de ganar. Nunca
le pediría a mi hombre que renunciara a una lucha por mí. Nunca.
—Haces eso, o esta es la última vez que verás a tu madre —pronunció
con una decisión que sabía que no tenía forma de titubear.
Página
—Este es tu castigo, Ava. —Caminando hacia la ventana, dándome la
espalda, giró la cabeza a la dirección del invernadero donde estaba mi
madre—. Eres terca como tu madre, y mira donde la ha llevado. Esto es
273
—¿Por qué haces esto, padre? No necesitas el dinero que esta lucha va
a traer. Ya les has demostrado a tus colegas y a las personas que llamas
tus amigos que estás por encima de todos ellos. ¿Qué es lo que te queda
por ganar? —Mi padre tenía bastantes miles de millones que le
durarán toda una vida o dos. No se trataba de dinero. En absoluto.
por tu futuro. Quiero asegurarme de que el legado que deje atrás esté
según mis reglas. —Gesticulando con ambas manos en el aire, dijo:
—Construí todo esto de la nada. No quiero dejar todo esto en la nada si
gobiernas con tu corazón. Eres voluble. Muy emocional. Estás
gobernada por tus deseos. Para llegar a ser como yo, tienes que elegir
lo que es mejor para ti. Lamentablemente, has elegido mal. El Sr.
Tanner no es el hombre con el que deseo que te asocies. Elegí que fuera
uno de mis luchadores porque está plagado de un escándalo y es la
excusa patética para un hombre que no podía estar de pie para ganar
por su propia fuerza, así que tuvo que darle drogas en su oponente
para que pudiera ganar. Si le pides que renuncie a la lucha, entonces
sabré que todavía tienes la capacidad de seguir mis reglas.
—No lo conoces —defendí, colgando mi bolso sobre mi hombro
derecho—. No tienes derecho a juzgarlo.
—Oh, pero lo hago —gimoteó, sus rasgos contemplativos—. Sé que no
tiene honor. Si le pides que deje la pelea, estoy seguro de que lo hará
sin dudarlo. —Moviendo su mano derecha, hizo una señal de que esta
conversación estaba llegando a su fin—. Puedes decirle que en lugar de
un millón y medio de dólares recibirá como segundo premio, dos
millones. Me siento muy generoso. Después de todo, nos dio un gran
espectáculo.
Giró la cabeza para mirarme y dijo:
—Perder el campeonato, cherie. O decirle adiós a tu madre.
Me alejé de su escritorio. Antes de llegar a la puerta, añadió:
Página
Mientras me alejaba de la oficina de mi padre, miré a mi alrededor.
Crecí en esta casa. Era la casa más grande del barrio. Mi padre no
construía pequeños edificios en miniatura. Todo en su vida tenía que
ser lo más grande, lo mejor, los aviones más grandes, las mayores
cadenas hoteleras, los casinos más grandes, el imponente club de
lucha, y ahora quería quitarme las personas más importantes en mi
vida. Tenía que elegir uno o el otro.
274
—Au revoir. Trata de comportarte. Nos vemos la semana que viene.
Sé que no puedo tener ambas cosas.
Lo vi en sus deslumbrantes ojos calculadores.
Milo perdía el campeonato o nunca podría ver a mamá otra vez.
Mis pasos vacilantes encontraron su camino hacia el invernadero. En
los brazos de la mujer que me había traído a este mundo pasé mi tarde
reviviendo mis recuerdos de infancia con ella, vertiendo todas las
lágrimas y temores que había contenido dentro de mí, saboreando
cada momento, haciendo durar todo un poquito más.
Naomi nos dejó a mamá y a mí a solas cuando llegó el momento para
que mi madre fuera a dormir. Canté las canciones infantiles francesas
que ella solía cantarme cuando era una niña. A diferencia de mi padre,
mi madre abrazó sus costumbres americanas completamente, pero
cuando se casó con él, también acogió las culturas francesas,
incluyendo el aprendizaje de todo lo relacionado con la lengua y la
cultura. Llegó a ser tan fluida en francés que cada vez que íbamos a
nuestra casa en Francia, nadie podía detectar que era americana con su
manera de hablar.
—À bientôt maman. —Hasta pronto mamá.
Página
275
Llega un momento en la vida en el que tienes que elegir a quien valoras
más. No es porque ames menos a la otra persona. Pero cuando te
enfrentas con una finalidad forzada sobre ti, eliges lo que se sienta bien
en tu corazón y tal vez un día, tu alma te perdonará.
Traducido SOS por Jadasa Youngblood
Corregido por LadyPandora
C
Milo
uando le preguntaba a Ava lo que estaba molestándola
últimamente, sólo me daba una mirada hosca y lloraba
silenciosamente.
Había regresado muy tarde la noche del martes y se fue directamente a
la cama. Ava no se iba directamente a la cama. Pasaba su tiempo
hablando o simplemente relajándose conmigo.
Página
No doy por sentado que mis habilidades por sí solas me hacen un
ganador. Si todo el mundo compitiera sólo con sus habilidades, habría
cientos de ganadores. Exigía fortaleza mental junto con disciplina para
ser un ganador, los cuales apliqué en todos los aspectos de mi vida. Así
que cuando veía a mi mujer sufriendo por la razón que fuera y cada vez
que le preguntaba sobre eso, no me daba una respuesta directa, me
tomaba un montón de fuerza de voluntad no ir directamente a la
fuente, lo cual muy probablemente fuera su padre.
276
Le di un respiro los últimos días porque probablemente tenía algo que
ver con su madre. Pasaba mucho tiempo observándome al hacer
ejercicio, preparándome para la gran pelea. Se reducía a mí y a un
luchador japonés. Nunca lo había visto pelear, pero Ava dijo que era
pequeño. Lo que le faltaba en tamaño, lo compensaba con velocidad y
agilidad. Si llegó hasta aquí, debe ser realmente bueno. Los hombres
que hemos luchado no nos reímos de nadie. Eran geniales en lo que
hacían y cada uno sacaba provecho de su propia fuerza. Todos
podríamos haber sido atletas deshonrados de una u otra forma, pero
todos sabíamos lo que era entrenar y competir.
Antes de Ava, estaba luchando por el futuro de mi fundación, en
memoria de la gente que amaba.
Con Ava, aún estaba luchando por ellos, pero ahora había una pieza
añadida a ellos. De alguna manera, también estaba luchando por
nosotros. Su padre no me dijo ni una palabra. No era algo inusual, ya
que Maxwell y yo sólo hablábamos después de las peleas y lo mínimo
indispensable, para guardar las apariencias. Pero quería demostrarle a
él, delante de todo el mundo en ese espacio que construyó para las
peleas, que podía ganar contra cualquier cosa, cualquier cosa que me
lanzaran. Daniel, su asistente, ya había estado ofreciendo algo como
incentivo, una posibilidad de que volviera el próximo año si ganaba
este torneo. No tenía deseos de volver. Esto no era para mí.
Tan pronto como consiguiera los fondos, iba a volver a la piscina. Ava...
hizo eso por mí. Me hizo querer regresar al deporte que una vez
avergoncé. Me mostró las segundas y terceras oportunidades, si era
necesario. Nunca me juzgó. En el momento en que pensé que nadie
creía en mí, se las arregló para abrirse paso en mi pecho y tener una
buena mirada del interior y a pesar de todo, creyó en mí y me amaba
de la manera que era.
Página
—Ava, ¿estás bien? —pregunté por tercera vez desde que habíamos
estado en el interior del gimnasio. Estaba acostado sobre el piso,
277
Hace años, si me hubieran preguntado si me iba a enamorar de la
mejor amiga de mi hermana de ojos grises, habría dicho “Joder, no”. No
porque no creyera que valiera la pena enamorarme, es sólo que nunca
pensé que habría una posibilidad entre ella y yo. Todo el mundo puede
decir te amo y no decirlo en serio. Diciendo que no fue la gran cosa,
pero demostrando que lo era. Mi padre le demostró a mamá todos los
días que la amaba, haciendo pequeñas cosas por ella, preparándole el
desayuno, abriéndole las puertas y dándole masajes de hombros. No
puedo exactamente precisar cuando me enamoré de Ava. Quizás
estuvo ahí a lo largo de los años. Puede que no hayamos tenido un
pasado lleno de bastones de caramelo el uno con el otro, pero creía que
cuando no estaba mirando, ella había plantado semillas diminutas de
amor en mi corazón y cuando llegó el momento adecuado, se convirtió
en lo que teníamos ahora.
usando mis abdominales para levantar mis omóplatos mientras
completaba mi abdominal número cuatrocientos. Hoy estaba
cambiando mi rutina, haciéndolo sobre el suelo en vez de colgando de
las barras. Haciendo esto fortalecía mi cuerpo, permitiéndome levantar
y girar de manera más eficaz.
Me estaba mirando de nuevo, pero su mente se encontraba a
kilómetros y kilómetros de distancia, reflejándose en la desolada
mirada en sus apagados ojos grises.
Le hice señas para que se sentara arriba de mi estómago mientras
continuaba recostado sobre el suelo. Lentamente se acercó.
Sus pantalones cortos de algodón rojo rodaron hacia arriba y aprecié la
vista encima de mí, en su camiseta blanca y debajo un sostén deportivo
blanco, nadie puede culparme si tenía una furiosa erección por mi
mujer las veinticuatro horas.
—¿Qué está mal? —pregunté de nuevo, masajeando ligeramente la
suave piel sobre sus muslos—. Nena, cuéntamelo por favor.
Anoche hicimos el amor cuatro veces. No me estaba quejando, pero
sentía que estaba casi loca de necesidad y mientras no tenía ningún
reparo en pedirme lo que quería, se sentía diferente, era como si
estuviera asustada de dejarme ir.
Su expresión se volvió sombría, trató de sonreír, pero las comisuras de
su boca no se levantaron lo suficiente como para darme una sonrisa de
verdad, algo estaba muy mal.
—Ava, no puedo ayudarte si no me lo cuentas. Recuerda, estamos
juntos en esto.
Respiró profundamente y dijo:
—Tengo que pedirte algo.
Página
Tocó mi frente con dos dedos, arrastrándolos por mi cuello y apoyando
su mano derecha sobre mi pecho desnudo, dijo:
278
—Está bien.
—Te amo.
Asentí.
—Lo sé.
—Quiero estar contigo.
Agarrando suavemente su muñeca, dije:
—Estás conmigo. Nena, estamos juntos.
—Lo que te voy a pedir es sobre tu pelea de mañana por la noche. —
Bajando su cabeza para que su boca estuviera a tan sólo una pulgada
de distancia de la mía, su cuerpo por completo sonrojado contra el mío,
miró directamente a mis ojos—. Mañana por la noche...
—¿Sí? ¿Qué hay de mañana? —Saqué mi brazo derecho desde donde
había estado descansando bajo mi cuello y levante mi mano para pasar
mis dedos por su pelo—. Sé que estás aterrorizada por mí.
—Lo estoy. No quiero que te lastimes. —Mordió su labio inferior y la
luz en sus ojos se volvió borrosa con sus lágrimas formándose.
—Haré mi mejor esfuerzo para no lastimarme. —Tuve suerte de que
sin importar cómo de hábiles fueran los otros luchadores, casi siempre
salí ileso. Ileso de una manera que las bolsas de hielo y un montón de
analgésicos ayudaban con las consecuencias de la pelea. No era
superman, pero años conociendo y preparando mi cuerpo para que
estuviera en forma al máximo, tenía ventajas. Eso y saber qué hacer
cuando tus huesos y músculos se rebelaban después de ser golpeados,
pateados, y estrellados contra otro cuerpo en numerosas ocasiones.
—Milo, no. —Sacudiendo su cabeza, con sus cejas fruncidas con
preocupación, dijo:
—No quiero que te lastimes nada.
Página
—Mañana por la noche, cuando estés dentro de esa jaula de vidrio... —
Tomando una respiración profunda, dijo:
279
—Nena, podría lastimarme un poco y está bien. —Me reí. Había visto
mis peleas, sabía que podía ser sangrienta y brutal.
Quiero que luches por ellos, tu madre, padre, tu tía Margie, Brynn y
todos los niños y familias por los que has estado luchando a través de
los años.
—Siempre lo hago. —Era la única cosa que hacía que esto valiera la
pena para mí.
Con nuestros labios a pocas pulgadas entre el uno del otro, susurró:
—Quiero que luches por mí también.
—¿Por ti?
—Milo, mañana por la noche, pelea por mí. Por todo lo que mi padre
me ha hecho pasar, quiero que uses toda la fuerza que tienes para
demostrarle a él y a sus amigos que estás alejándote de esto como el
primer campeón de lucha de La próxima Generación. —Con sus ojos
brillando intensamente apasionados, del modo que he extrañado estos
últimos días, exigió:
—Eres mi hombre. Muéstrales lo que puedes hacer. Pelea como nunca
has peleado antes. Y sé que cuando lo termines, fuera de la jaula, ese
lugar, estaré esperándote.
Coloqué mis manos alrededor de su cabeza y la estiré hacia abajo para
besarla.
Mi mujer me exigió que ganara una pelea.
Mañana por la noche, eso es exactamente lo que haré.
***
Página
Tan pronto como se hizo el anuncio por los altavoces presentándonos a
mí y a Hiroshi “El samurai japonés” Ohayashi, evadió mis patadas, y
mis golpes fueron todos lanzamientos en el aire. Era rápido como un
rayo y si no estuviera en esta jaula con él, probablemente apreciaría el
control y el arte de sus habilidades de lucha.
280
Ava tenía razón, este tipo era un luchador sumamente habilidoso. Me
había inmovilizado dos veces. Los próximos días, mi espalda iba a
pagar por eso.
Escupí sangre de mi boca, cuando la fuerza de su pie derecho se
encontró con mi mejilla izquierda. Mis rodillas querían desplomarse en
un acto de rendición, pero me las arreglé para mantenerme de pie.
Golpeó mi hombro izquierdo con un poderoso puñetazo y casi gritó de
dolor.
Joder, este hombre era implacable. Si no reaccionaba, estaría en el
suelo como un desastre sangriento.
Retrocedió, probablemente para darme un momento para mí mismo.
Era un luchador honorable. Podría terminar rápidamente ahora, pero
me estaba dando la oportunidad de levantarme y luchar. La lucha
puede no ser un deporte para mí. Pero los hombres dentro de
cualquier campo de lucha, cuadrilátero, o jaula, determinan el grado de
brutalidad que iban a dar y tolerar.
Encontrando mi equilibrio, me quedé de rodillas en mi lugar, junté mis
manos y di una pequeña reverencia. En Taekwondo, nos inclinamos
para mostrar respeto en las artes marciales y lo que la otra persona
representaba. No tenía ni idea de por qué estaba ahí. No tenía ni idea
por lo que estaba luchando. O lo que le hacía un atleta deshonrado en
el principio. Pero ahora mismo, le estaba dando el respeto que le es
debido. Como un luchador.
Página
Mantuvo sus manos y pies en una postura amplia, gritó un “jaiyyahh”, y
en un movimiento borroso se movió a mi espacio, esta vez había
reunido la suficiente energía para contrarrestar su próximo
movimiento. Me metí debajo y agarré su pierna izquierda que podría
haber terminado fácilmente con mi trabajo aquí. Bloqueando su pierna
con mi mano, fui capaz de derribarlo al suelo. Se revolvió contra mi
agarre, tratando de soltarse. Giré mi cuerpo para que pudiera
sostenerlo con una llave de brazo. No sé cuánto tiempo había pasado,
pero podía sentir que mi cuerpo estaba cansándose por la paliza que
estaba recibiendo.
281
Con una expresión seria en su rostro, devolvió la reverencia. Era
pequeño, probablemente poco más de metro y medio, pero las alturas
a las que sus patadas podrían llegar probablemente eran muy por
encima de mi cabeza.
La temperatura de la habitación comenzó a bajar. Habiendo luchado
muchas veces, aprendí que el frío podía llegar a ser extremo y uno de
los luchadores que golpee, en realidad tenía su mano pegada en el
suelo porque la habitación estaba muy fría. Mi cuerpo era capaz de
aclimatarse a la temperatura fría, porque en natación, después de
cientos de vueltas, el frío se convertía en mi mejor amigo. El Samurai
Japonés tenía la fuerza de diez hombres mientras era capaz de
conseguir salir poco a poco de mi llave de brazo. Antes de que pudiera
soltarse completamente, utilicé la parte superior de mi cuerpo como
una palanca para asegurar un bloqueo sobre su brazo izquierdo,
impidiéndole escapar. Con su brazo izquierdo completamente
comprimido en una llave, presioné sobre su hombro izquierdo,
apretando la extremidad sobre un punto de apoyo y observé en su
rostro una mueca de dolor.
Mientras lo observaba pateando sus piernas para protestar por el
dolor que le estaba infligiendo, las palabras de Ava impregnaron mi
agotado cerebro: Milo, pelea por mí.
Ella es mi Aquiles.
Le declararía la guerra a cualquier persona, quién la lastimara.
Rompería los huesos de cualquier hombre, quién le tocara de manera
equivocada.
Derramaría hasta la última jodida gota de mi sangre por ella.
Pelearía con todo lo que tenía hasta que ya no pudiera soportarlo.
Porque Ava, mi princesa remilgada, duquesa maldita de mi corazón me
mostró el camino para vivir de nuevo.
Cinco.
Página
Hombres entraron con todos los miembros en su lugar y pueden salir
con algo grave, roto.
282
Cerró sus ojos mientras el dolor se hacía insoportable para él. Su
articulación podría estar dislocada. Pero era propenso a ello en esta
jaula que no perdona.
Cuatro.
Tres.
Dos.
Uno.
Poco a poco me encontré de pie. Levantando mi mano derecha para el
tiempo final, las luces dentro de la jaula brillaban alternando con los
colores verde, oro y azul.
No podía abrir mi ojo izquierdo. Este era mi recuerdo, junto con
moretones sobre mis mejillas y en la parte superior de mi cuerpo.
Mientras la jaula de vidrio se abría hacia los costados, los médicos
llegaron para revisar al otro luchador. No tardarían en revisarme mí
después de él, era rutina.
Atrapé la figura de una mujer vestida con una minifalda negra
corriendo hacia mí, deteniéndose a menos de diez centímetros de
distancia, hizo una revisión de mi cuerpo maltratado y con sus propias
manos limpió la sangre que goteaba de mi cara.
Sus ojos grises vidriosos con lágrimas, su maquillaje era un desastre,
pero su sonrisa alcanzó sus ojos.
—Nena, vamos a casa.
Por ella, caería.
Por ella, lucharía.
Página
283
Por ella, viviría.
Traducido por Jadasa Youngblood
Corregido por Jut
—M
Milo
uy bien, gracias, Dia —Colgué el teléfono cuando
Dia me confirmó que los tres millones de dólares
fueron depositados en la cuenta.
Habían pasado cinco días desde la gran pelea. Cuatro días atrás cumplí
con mis obligaciones con la Próxima Generación, sacándome un
montón de fotos con Maxwell, fui felicitado por sus amigos y les
anuncié a todos que el próximo año no estaría defendiendo mi título.
Habían pospuesto la fiesta para el día siguiente porque no fui liberado
por los médicos. Tuve una fractura de mandíbula, y hasta hoy apenas
podía masticar con el lado izquierdo de mi boca.
Ava se había quedado junto a Daria todo el tiempo. Sólo cuando le pedí
un beso vino a mi lado. Tenía la sensación de que me estaba dejando
disfrutar de la gloria, pero prefiero tenerla a mi lado cuando me mezclo
con su multitud. Cuanto más hablaba con ellos, se volvía más corta mi
tolerancia hacia ellos.
Página
Tanto como estaba feliz por eso, sabía que algo más estaba ocurriendo.
La atrapé en una llamada telefónica con Naomi, Ava estaba llorando, y
la dejé mojar mi camisa con sus lágrimas. Su padre llevó a su madre a
Francia. Probablemente era la manera en que su padre demostraba su
284
Ayer, Ava me reveló que dejó su trabajo designado como portavoz de
su padre. Tenía planes de comenzar una empresa de relaciones
públicas con la ayuda de Daria. No tenía ninguna duda de que serían
exitosas en ello. Cuando le pregunté sobre cómo su padre tomó el que
esté conmigo, se limitó a responder con: “Nuestros lazos están rotos.
Ya no trabajo para él”.
desagrado hacia mí, porque estoy con Ava, pero lo que mi mujer no
sabía era que nos compré unos pasajes para visitar a su madre en
Francia. No tenía ni idea de dónde estaba su castillo, pero imaginé que
todos los caminos llevan a París, así que podríamos comenzar a partir
de ahí. Parecía que todo estaba bien con Ava viendo a su madre, así que
quizás Maxwell finalmente se daría cuenta de los errores de su manera
de actuar. Aparte de la madre de Ava siendo llevada a Francia, no
escuché a Ava mencionar nada acerca de no ser capaz de verla. Una
visita al país donde nació Ava sería genial y también sería una excusa
genial para pasar unas vacaciones.
—¡Ava! ¿Dónde estás? —O estaba en nuestra habitación, sí, mi
habitación se había convertido en nuestra habitación, leyendo acerca
de esos tipos griegos o estaba en el gimnasio corriendo en la cinta.
Apenas usaba la cinta de correr. En vez de eso, me gustaba correr al
aire libre.
No pude encontrarla en nuestra habitación, así que fui arriba.
—Tengo algo para ti... —Mi voz resonó en el pasillo.
Además del viaje a París, Ava estaría feliz de saber que Dia entregó su
renuncia. Dia decidió aceptar la oferta de una gran firma de consultoría
financiera. Me dio el tiempo suficiente para buscar un reemplazo y ya
estaba considerando ofrecérselo a uno de los empleados a tiempo
parcial que recientemente se graduaron de la universidad con un titulo
de contabilidad. A Ava nunca le gustó Dia. No importaba cuántas veces
le asegurase que no guardaba sentimientos hacia mi ex, el hecho de
que era mi ex amargaba a Ava. Últimamente, en realidad estaba
pensando en pedirle a Dia que buscara otro trabajo, porque
simplemente quería aclarar las cosas entre ella y yo, y darle a Ava la
paz que ni siquiera estaba pidiendo, pero Dia se me adelantó.
Página
Decidí regresar a mi habitación para cambiarme antes de volver a
buscarla. Quizás sólo quería paz y tranquilidad. A veces, iba a un rincón
de la casa, su imaginación la lleva a esas mitologías griegas, y la
encontraría dormida con auriculares en sus orejas.
285
Su auto se encontraba estacionado en el garaje, así que, sin duda estaba
adentro.
La luz de mi baño estaba encendida. Ahora sabía dónde estaba.
—Deberías enviarme un mensaje de que estabas en la ducha. —Me
saqué mi camisa y pantalones vaqueros—. Y estaría feliz de unirme a ti.
—Cada vez que mi mujer estaba desnuda, estaba más que feliz de estar
cerca.
Agarré la cortina de baño azul oscuro y la estiré a un costado.
Lo que me recibió fue un espectáculo que hizo que mi cabeza girara, mi
pecho se contrajera y las venas saltaran fuera de mi piel.
El agua de la ducha estaba muy caliente. Ava no tomaba duchas muy
calientes. Sabía esto porque ajustaba la temperatura a su gusto cada
vez que nos duchábamos juntos, lo cual era a menudo.
Con su cabeza metida entre sus piernas, el cuerpo de Ava se
balanceaba hacia atrás y hacia adelante, la piel expuesta por la blusa
que llevaba se veía color rojo remolacha.
Cerré la ducha de inmediato y la llevé de la bañera a la cama,
cubriéndola con una toalla verde que agarre de la estantería. No
protestó cuando la desnudé y lo único que deje era su sujetador verde
claro y bragas.
Su cuerpo se estremecía mientras la secaba con la toalla, cuidando no
presionar demasiado sobre su piel porque parecía como que sufrió
leves quemaduras sobre sus brazos.
—¿Qué pasó? —pregunté, cubriendo su rostro con mis manos mientras
se quedaba sentada en la cama.
Me miró y todo lo que obtuve a cambio fue una mirada atontada.
—Ava, soy yo. —Presioné ligeramente su mejilla—. ¿Qué pasó? ¿Por
qué estabas llorando en la ducha?
Sosteniendo su cara con mi mano izquierda, dije:
Página
Su mirada ligeramente limpia, sacudiendo su cabeza, y sus ojos llenos
de lágrimas, dijo en voz baja:
286
—Nena, soy yo. Ahora estoy aquí. Dime lo que pasó.
—Milo, se ha ido.
—¿Quién?
—Mamá, se ha ido. —Su voz era áspera, cruda, derramando dolor—.
Demarchelier, nuestro mayordomo en Francia, me llamó. Su silla de
ruedas se volcó y cayó desde los escalones del porche y golpeó su
cabeza con la barandilla de hormigón. Para el momento en que llegó la
ayuda, no respondía, y ni siquiera llegó al hospital.
Me senté en la cama y levanté su cuerpo para que se sentara en mi
regazo y la abracé, sosteniendo su barbilla arriba de mi hombro
izquierdo. La sentí sollozar mientras su cuerpo se estremecía con el
dolor que estaba sintiendo. Masajeé su espalda, sin decir una palabra,
porque en ese momento, lo único que necesitaba de mí, era a mí.
Ninguna frase. Ni mis palabras. Sólo yo.
Después de lo que pareció una hora más o menos, dije:
—¿Cuándo quieres irte?
Susurró:
—Tan pronto como podamos.
Asentí.
—Lo tendré todo listo. Descansa un poco.
Presionó su frente hacia mis labios y con voz angustiada, confesó:
—No me permitió volver a verla. La última vez que la vi fue un par de
horas antes de tu última pelea. La llevó a Francia y tenía instrucciones
específicas para todos de que no podía estar en contacto con ella, de
ninguna manera. La apartó de todo el mundo aquí. Lejos de mí y de
Naomi. Lejos de todo lo familiar para ella porque te elegí.
Página
¿Ava me eligió a mí?
287
¿Quién cojones hacía eso? ¿Llevar a su esposa lejos de su propia hija,
porque puede tomar sus propias decisiones y no ser un títere ante sus
exigencias?
Mientras la comprensión se instalaba en mí, dije:
—No deberías haber tenido que elegir. Nunca. Nadie en su sano juicio
haría la mitad de las cosas que hizo. —Con una furia profunda
corriendo intensamente por mis venas, lentamente exhalé—. Ese hijo
de puta va a pagar. No me importa si es tu padre o el hijo de Satanás, va
a pagar.
***
El funeral de Aliana Troudeau fue un evento solemne. Diez personas
asistieron al evento, incluyendo a Naomi, Brynn y Kieran. Sabía que
Ava necesitaría de todo el apoyo que pudiera conseguir en estos
momentos, así que antes de hacer los arreglos del viaje a Francia, llamé
a mi hermana, quién se encontraba en Omaha con Kieran para las
pruebas olímpicas. Las pruebas fueron los últimos días por lo que
Brynn se reunió con nosotros en Francia y Kieran llegó un día más
tarde.
Adonde Ava iba, iba con ella. Al hospital donde el cuerpo de su madre
esperaba. Al castillo de su familia donde habló con el mayordomo y la
señora que cuidó de su madre durante sus últimos días. Al jardín,
donde su madre pasó la mayor parte de sus días. Y por la noche, me iba
a la cama con ella, donde la dejaba usar mi cuerpo para darle consuelo
y aquietar la agonía que estaba sintiendo.
Brynn tenía un montón de preguntas sobre la madre de Ava. Mi
hermana, como todo el mundo, pensaba que la madre de Ava se retiró
a Francia, ni siquiera sabía lo del accidente. Fue una experiencia
liberadora para Ava contarle a Brynn todo lo que pasó. Había
escuchado la historia, pero escucharla de nuevo hacía que mi sangre
ardiera por la necesidad de infligir escandalosas cantidades de dolor.
Página
Maxwell ya nos estaba esperando en el castillo la mañana antes del
funeral. Estaba sentado en la sala de estar, sosteniendo un álbum
digital de fotos, obviamente, desplazándose por las fotografías de la
familia. Sus ojos se veían atormentados, su carácter muy lejos del
hombre orgulloso que había visto, y cuando se puso de pie y dio un
288
Así que lo hice.
paso adelante para decirle: “Cherie” a Ava, Ava levantó su mano
derecha para detenerlo, dijo: “No”, y se alejó.
A diferencia de Ava, no tenía ganas de alejarme. En lugar de eso, lo
agarré por las solapas del costoso traje que estaba vistiendo, balanceé
mi puño derecho y su mandíbula absorbió el impacto. Sangre goteaba
de su cara arrogante y seguí golpeándolo, cada vez más fuerte que el
anterior. Escuché sus costillas y uno de sus omóplatos romperse. No
iba a parar hasta que me di cuenta de que Maxwell no estaba peleando.
La expresión de su rostro me hizo detener mi ataque.
Parecía como si me estuviera animando a ponerle fin a su penosa vida.
Sus ojos estaban cerrados, pero lágrimas caían de su rostro.
Demasiado tarde para eso hijo de puta.
La parte de atrás de sus rodillas colapsó detrás del gran sofá negro, y
cuando se sentó, dijo:
—Cuida de mi hija.
Completa repugnancia me envolvió.
—No tenías derecho de alejarla de su madre. Eres un pésimo padre.
Todos estos años que trataste de controlar su vida, hacerla pagar por...
¿por qué? ¿Los pecados de su madre? Si hubieras abierto tus ojos. —
Indiqué con mi pulgar y dedo índice—, sólo un poquito. Jodidamente
poco. Hubieras visto la mujer increíble, dadivosa y maravillosa que es
tu hija. En vez de eso, querías controlarla, chantajearla por querer estar
con la mujer, que es su propia madre, quién más la necesitaba, e
intentaste rebajarla a que se convirtiera en algo como tú, insensible,
cruel, sediento de poder. Pero mi mujer es demasiado fuerte para eso.
Nunca será como tú.
Página
—A partir de ahora, Ava decide. Si no quiere tener nada que ver
contigo, le darás eso. Si quiere hacer algo, no tendrás ni voz ni voto en
289
Maxwell frotó por debajo de su mandíbula con su mano, donde un
moretón negro comenzaba a formarse, abrió su boca, pero sabiamente
se mantuvo callado.
ello. No vas a sabotear nada de lo que comience y no tendrás nada que
ver con ella a menos que eso sea lo que quiere. Si dice que no va a
hablarte por los próximos diez, treinta, cincuenta años, le darás eso.
¿Sabes por qué le darás eso?
Reconoció mis palabras levantando una ceja. Esta fue la única vez que
estaba perdiendo un aliento más en su compañía y quería asegurarme
de que mi mensaje era taladrado en su arrugado corazón de azufre, si
es que tenía un corazón.
—Le darás a Ava todas esas cosas porque le negaste la oportunidad de
despedirse de su madre. Siempre llevará ese vacío dentro de ella
porque no fue capaz de despedirse. Y espero que te pudras en el
infierno por eso.
Su rostro perdió todo color, su respiración se dificulto y juro que
temblaban sus manos.
—Maxwell, ¿entiendes lo que te estoy diciendo? —Exigí, apretando mis
puños a mis costados mientras luchaba contra la tentación de darle
más golpes. Sólo el pensamiento de Ava llorando en sueños me hacía
desear dejar lisiado a este hijo de puta.
No dijo una palabra.
—¿Fui claro? —repetí.
Con una leve inclinación de cabeza, endureció su mandíbula y
respondió:
—Sí.
Era la última vez que estaba sólo en una habitación con Maxwell.
Página
Después del funeral, podía decir que quería compartir algunas
palabras con Ava, pero me quité las gafas de sol y lo miré. En ese
290
La última vez que lo vi fue en el funeral de la madre de Ava. Se puso de
pie a un lado, apartado de todos los demás. Su rostro mostraba las
repercusiones de mi paliza. Los ojos de Ava se ensancharon cuando vio
cómo de desastrosa estaba la cara de su padre, pero no dijo una
palabra.
momento, era evidente que Ava no quería tener nada que ver con él. Lo
había ignorado durante toda la ceremonia, y mientras las cenizas de su
madre eran esparcidas en el lago de Ginebra como su madre había
querido años antes del accidente, Ava casi se desmayó de la
desesperación. Atrapé su cuerpo sin peso en mis brazos, en cuestión de
días perdió mucho peso, apenas había comido y un par de veces, tuve
que obligarla a que se alimentase, así podía tener algo en su estómago.
Llevaría tiempo, mucho tiempo, que saliera de esto, pero una cosa de la
que nunca tendrá que preocuparse es sobre mí.
Página
291
Estaré aquí para atraparla cada vez que caiga y estaré de pie con ella
luchando a través de cada cosa que se cruce en nuestro camino.
Traducido por Martinafab y SOS por Fanny
Corregido por Jut
Ava
Alrededor de un año y medio después...
—M
ilo ¿cómo te sientes acerca de volver a las
piscinas? — le preguntó a Milo Jillian
Fredericks, corresponsal de deportes del
People's Weekly y mi amiga más cercana en la prensa.
Estaban sentados en los sofás del Estudio 29 para la primera entrevista
en vivo con Milo desde que fue expulsado de la natación. En unos pocos
meses, estaría haciendo su regreso a las piscinas y todo el mundo
estaba entusiasmado con ello, sobre todo yo.
—Me siento bastante bien al respecto. No he estado entrenando, así
que va a ser un montón de trabajo, pero todo saldrá de la forma en que
debería. —Sonrió a la cámara mientras me guiñaba un ojo.
Página
292
Yo estaba de pie al lado de Cam, el camarógrafo, viendo la entrevista. Él
no iba a hacer una, pero cuando se lo pedí, no dudó. Me imaginé que
esta sería la mejor manera de anunciar su regreso al deporte que tanto
amaba. Jillian era una de las personales de medios más agradables de
por ahí y yo la conocía desde hace muchos años, así que fue un ganarganar. Numerosas emisoras de televisión habían ofrecido dinero por la
primera entrevista con el chico malo de la natación, pero el dinero no
fue un factor para que Milo aceptara la oferta de Jillian. Estaba
haciéndolo todo gratis porque yo se lo pedí.
Ninguno de nosotros había visto las preguntas de Jillian, pero confiaba
en mi amiga para que diera una gran entrevista, sin dañar más lejos la
reputación de mi hombre.
—¿Por qué lo hiciste? —Los ojos marrones de Jillian se perfeccionaron
en Milo—. Todo el mundo quiere saberlo: ¿por qué le tendiste una
trampa a Kieran Stone?
Milo miró a Jillian por un segundo y respondió:
—Lo hice por mis propias razones egoístas y puras. Kieran no tenía
nada que ver con ello. Todo está sobre mí. —Sus ojos verdes brillaron
con remordimiento y se acomodó la parte delantera de su traje multiraya que le ayudé a escoger para él esta mañana.
Quería que se pusiera corbata, pero después de tres intentos de tratar
perfeccionar un nudo Windsor, me di por vencida. Me di por vencida
porque cuando llevé el extremo ancho a través del lazo entre el collar y
el nudo, Milo desabrochó un botón en mi blusa de lavanda pura. Para el
momento en que casi había acabado con el nudo, tenía sus manos
llenas con mis pechos y terminamos en la cama una vez más.
—Algunas personas dicen que el castigo que la FINA y el COI te dieron
fue injustificado, que fue demasiado riguroso y demasiado largo por
una infracción de ese tipo. ¿Qué dices a esto?
—Creo que hicieron lo que tenían que hacer y entiendo su decisión —
respondió con voz firme.
—No es ningún secreto que ahora Kieran está saliendo con tu
hermana. ¿Tienes algún comentario sobre esto?
Página
—Nah. Es asunto de ellos. Mientras sean felices, eso es todo lo que
importa. —Milo sacudió la cabeza, sus anchos hombros apoyados en la
parte posterior del sillón. Parecía relajado, sereno, como un hombre
que sabía lo que representaba y no hacía ningún reparo en dejar que el
mundo lo supiera. Llevaba su traje sin esfuerzo. Él podría usar
cualquier cosa y destacaría. Era inconcebible lo indiferente que era a su
apariencia. Esta mañana se afeitó porque simplemente le dio la gana.
293
Jillian sonrió mostrando sus hoyuelos.
No se afeitó por la entrevista, sino porque habían pasado cuatro días y
sentía una picazón por el pelo que le crecía en el rostro.
Jillian se presionó un dedo en los labios.
—Ahora, Milo, te haré esta pregunta como regalo, lo que significa que
puedes optar por responder o simplemente decir que no. —Él siempre
podía decir que no, pero Jillian en realidad estaba dejándole saber al
público que estaba bien para él hacerlo.
—Ahora eso me asusta. —Milo sonrió, sus ojos verdes encontrándome
y dándome una mirada que me decía que se estaba divirtiendo—. Pero
sigue adelante.
—¿Es cierto que te hiciste luchador en Las Vegas? —La voz de Jillian
estaba llena de asombro.
Milo se inclinó hacia delante, apoyando los codos en las piernas, y dijo:
—Sí. Tenía que hacer algo para ocupar mi tiempo, ¿sabes?
Jillian se rió de eso y procedió a hacer preguntas acerca de los planes
de futuro de Milo con respecto a su carrera de natación.
Página
Naomi, Daria y yo habíamos comenzado una compañía de relaciones
públicas, Aliana Incorporated, en memoria de mamá. No sabemos nada
de negocios, pero tengo cientos de contactos en todo el mundo a los
294
Me apoyé la mano derecha sobre el pecho. Si la gente sólo supiera por
qué lo hizo, nunca se preguntarían lo bueno que era mi hombre. Pero
tan explosivo como era como atleta y tan dedicado a cualquier cosa
relacionada con la natación, mantenía la boca cerrada cuando se
trataba de la organización que construyó en honor a su familia. Ahora
que yo lo estaba ayudando, junto con otras organizaciones de caridad,
para ganar más exposición al público, yo respetaba su decisión en
cuanto a cuánto quería que el público supiera de su participación en
ello. Cuando Brynn se enteró de lo que hizo su hermano, lloró durante
días porque estaba muy orgullosa de él, y al mismo tiempo, deseó
haberlo sabido antes así podría haberle ayudado. Milo puso todas sus
ganancias a la fundación, por lo que no hay duda de que seguiría
floreciendo.
que puedo llamar para pedir ayuda. El objetivo de nuestra empresa era
ayudar a que las organizaciones de caridad ganasen más terreno en el
ojo público con el uso de los medios sociales para que así pudieran
obtener la financiación y el apoyo que necesitaban para las
operaciones del día a día y a largo plazo. El título en negocios de
Naomi, sin duda, iba a ser puesto en uso. Había sido difícil, pero
estábamos aprendiendo cada día.
A medida que la entrevista uno-a-uno se acercaba a su fin, Jillian
inquirió:
—Oh, aquí hay algo de los rumores. Tienes que responder a esta. Has
sido, después de todo, votado como uno de los deportistas más sexys
por la revista People Weekly tres años seguidos. Simplemente hay algo
en ti que hace que las rodillas de las mujeres se debiliten. De hecho,
hay una encuesta en curso que dice que desde que has sido expulsado
de la natación, la asistencia de la población femenina a los mundiales
ha disminuido.
Milo se rió sonoramente entre dientes.
—Lo dudo mucho. —Él encontraba este dato gracioso. En cierto modo
lo era, pero yo era una de las mujeres que veían la natación porque él
estaba en ella. Así que tal vez había algo de verdad en lo que Jillian
mencionó.
—¿Estás comprometido con una cierta hermosa mujer? ¿Con una que
es conocida para el todo el mundo como la reina de Las Vegas?
Mi mandíbula cayó al suelo. Esta vez la pregunta de Jillian no tenía
relación con la verdad. Realmente iba a tener una charla con ella
después de ésta.
Los ojos de Milo brillaron misteriosamente y me miró directamente a
los ojos con una mano sobre la parte frontal izquierda de su traje
cuando respondió:
Página
—Ha sido vista llevando un anillo en su mano izquierda y tengo un par
de miembros del personal preguntándose si es un anillo de
295
—¿Te refieres a Ava? ¿Por qué lo preguntas?
compromiso. No es un secreto que ustedes dos están saliendo, así que
supongo que sólo tenemos curiosidad —explicó Jillian sucintamente.
Milo había sido mi roca a través de mi proceso de duelo. Desde el
momento en que regresamos de Francia, no había dejado mi lado.
Habían días en los que ni siquiera quería hacer nada, ducharse a sí
misma era una tarea, y si él no me obligara a comer, habría terminado
sólo en piel y huesos. Brynn, Naomi y Daria también estaban ahí para
mí, y sin ellos ni siquiera sabría qué hacer conmigo misma.
En uno de mis días más oscuros, Milo me llevó al Lago Mead. Nos
quedamos ahí desde el amanecer hasta el atardecer, debajo del árbol
donde conoció a mamá y donde mamá y yo habíamos pasado mucho
tiempo hablando sobre mi niñez. Cuando el sol besó el cielo en el
horizonte, él sacó una pequeña caja de sus vaqueros y dijo:
—Un día será mejor. Veré la sonrisa en tu rostro de nuevo, justo como
antes. No serás la misma. Pero creo que reirás y serás feliz de nuevo.
Ella está allá arriba, ¿sabes? Está con mi madre, mi padre y la tía
Margie. Todos están mirando hacia abajo y probablemente tengan la
esperanza de que sigamos y vivamos nuestras vidas de la forma en la
que debe ser. Te amo, Ava. Haces que todo lo demás se desvanezca. —
Abrió la caja y un anillo de diamante triangular con una piedra cortada
a la mitad que parecía un nudillo me hizo reír y llorar al mismo tiempo,
continuó:
—Esto significa que estoy contigo.
Milo le respondió a Jillian con una sonrisa de esas que te detienen el
corazón.
—No. No estamos comprometidos. Probablemente Ava escogió ese
anillo en una joyería y se lo puso.
Página
296
Él podría no estar preocupado por su apariencia, pero seguro sabía
cuándo encender su encanto. Lo había colocado en mi dedo anular y yo
no me lo había quitado desde entonces.
Cuando me sentía triste, recordaba sus palabras y tocaba el anillo.
Junto con los aretes de diamantes de mi madre, el anillo que Milo me
dio era otra pieza de joyería que no iba a dejar mi cuerpo.
Las cejas de Jillian se alzaron, claramente sin creer la explicación de
Milo.
—Está bien.
Antes de Jillian pudiera comenzar con la siguiente pregunta, Milo
levantó su mano para interrumpirla.
—Cuando digo que no estamos comprometidos, me refiero a que no
todavía, sólo quiero dejarlo claro en caso de que algún hombre de ahí
fuera piense que tiene una oportunidad con mi mujer.
No pude evitar reír. Incluso el equipo de filmación se unió a la risa por
el descaro de Milo.
No, él no era penoso.
Para nada.
***
—Mierda, nena, te sientes tal malditamente bien. Cada vez. —Milo
meció sus caderas mientras empujaba dentro de mí una vez más. Tuve
que tragarme mi grito de satisfacción o nuestros amigos se enterarían
de nuestro escondite y sufriríamos de burlas sin fin.
Estaba tranquila yaciendo sobre mi estómago encima de la toalla de
playa para emparejar mi bronceado cuando de repente, unos brazos
musculares me levantaron y plantaron mis piernas sobre sus hombros
mientras nadaba a un montón de formaciones rocosas.
Página
Uno pensaría que después de las tantas rondas de anoche y después de
remar y nadar en el océano con Leif esta mañana, me daría una tregua.
297
Lentamente se retiró y mientras recuperaba el aliento, sofocó mi boca
con sus ardientes besos. Esto era una cosa a la que tenía que
acostumbrarme, la energía de Milo era inagotable.
Debí haber sabido que mi bikini de top color coral neón con un torcido
sexy en la espalda causaría que su temperatura subiera. Este era uno
de mis bikinis más conservadores. Era lindo, coqueto, no demasiado
excesivo, y probablemente ahora los lados estaban desgarrados porque
ásperamente los había bajado por mis piernas para que yo pudiera
envolverlas alrededor de su cintura. Amo a mi hombre, y si yo fuera
cualquier chica, me quejaría sobre la forma en la que su sed por mí
nunca se apaga. Por supuesto, no lo haría, no podría, porque me sentía
igual por él.
Cuando estaba corriendo más temprano con Leif, me ahogué,
literalmente, con mi margarita y la pequeña sombrilla encima del vaso
casi me atraviesa el ojo cada vez que sus músculos, anchos hombros y
sus abdominales llegaban a mi vista, lo que era a menudo porque
corrió alrededor, la mayoría del tiempo en pantalones cortos, mis
niveles de estrógenos subían y a menudo tenía que limpiarme porque
comenzaba a sudar por el deseo hacia él.
Tuve que pedirle a mi doctor el método anticonceptivo más fuerte, a lo
cual él me dio píldoras, porque si no teníamos cuidado, pequeños mini
yo y mini Milo estarían corriendo por ahí muy pronto. Le había
comunicado esto a Milo y sólo me sonrió disimuladamente y dijo:
—No sería tan malo.
De ninguna manera.
No voy a embarazarme pronto. No es que no quisiera.
Página
298
Después de un año y medio de subidas y bajadas, estábamos tan
ocupados como nunca. El entrenamiento había comenzado, ya que la
FINA levantó la prohibición. Su agenda estaba muy agitada y yo viajaba
muchísimo con Daria, algunas veces con Naomi, porque quería conocer
personalmente a los jefes de las organizaciones de caridad que
estábamos tratando de ayudar. Creía en un enfoque cara y acara y de
esa manera, también podía hacer una conexión personal con ellos. Un
bebé cambiaría todo justo ahora.
Además, no voy a embarazarme hasta que primero nos casemos. He
suspirado toda mi vida por él. Si había algo que de verdad quería antes
de comenzar una familia, sería su apellido.
Milo levantó mi pecho a su cara y gentilmente arremolinó su lengua
sobre mi pezón antes de amarrar las tiras de mi top alrededor de mi
cuello. Sus ojos verdes brillaban con satisfacción mientras habló con
voz ronca.
—Mmm, no podemos estar separados por tanto tiempo. Maldición,
odio cuando estás lejos de mí.
—Sólo son seis días —razoné. Seis días demasiados largos. Él había
estado entrenando en Arizona y yo justo estaba regresando de un viaje
a Londres. Nos la habíamos arreglados para hacer este viaje de fin de
semana largo a Antigua después de que él dijera la última palabra y
había visto que tan cansada estaba de nuestras conversaciones por
video.
No había duda de que mi hombre me amaba. Podía leerme antes de
que pudiera mencionar una palabra. Estaba a punto de decir “no” a
estas vacaciones, pero ya había hecho los arreglos con Daria para que
yo no pudiera poner excusas.
—Ava. —Puso su mirada en mí, sus ojos verdes suavizándose—. No
importa si son seis horas o seis días. Cuando no estás a mi alcance, no
puedo evitar preocuparme.
Página
Apreté mis piernas alrededor de su sólida cintura y froté mis manos
sobre su pecho.
299
—Lo sé. —Pasaba lo mismo conmigo. Iba a acortar los viajes tan
pronto como el entrenamiento de Milo estuviera en pleno apogeo.
Daria era más que capaz de manejar las reuniones con la gente y yo
podía manejar muchas cosas a través de nuestras redes sociales.
También estaba pensando en ir al Centro Médico del Estado de Arizona
donde trabajaba Brynn. Dejé la enfermería porque todo se convirtió en
demasiado para mí cuando mi padre tenía una soga alrededor de mi
cuello. Tal vez ahora era el momento para regresar.
—Voy a recortar los viajes. Yo también te extraño, bebé. Además,
necesito mantener a esas conejitas nadadoras lejos de ti.
Echó la cabeza hacia atrás y rió.
—¿Conejitas nadadoras?
—Ya sabes… las chicas que pasan el tiempo alrededor de la piscina
después de la practica esperando atrapar tu corazón.
Su mirada se volvió seria y su voz bajó, dijo:
—No tienen nada que atrapar porque mi corazón está bajo tu llave y
candado.
Besándolo con pasión suficiente como para que definitivamente
necesitara otra ronda, respondí:
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300
—Eso es correcto. Tiré la llave al océano para que nunca la
recuperases.
Traducido SOS por flochi y SOS por Fanny
Corregido por Jut
Milo
Otro año después…
—E
res la novia más impresionante —declaré, en mi
garganta formándose un nudo, y para cuando
camináramos por el pasillo, sería un puto desastre
lloriqueante, pero no me importaba.
Bee levantó su velo corto, el cual le caía hasta la barbilla y me echó los
brazos al cuello.
—Se supone que no tienes que hacerme llorar. Ava se molestará si
tiene que rehacer mi maquillaje.
—Te ves perfecta, Bee. —En unos minutos, estaría entregándola en
manos de su novio esperando. Sus ojos azules brillaron, recordándome
demasiado a nuestra madre cuando estaba contenta—. Kieran tiene
mucha suerte de tenerte. Y sólo recuerda, si no te trata bien, me llamas
o me mandas un mensaje y lo moleré a golpes.
—Todos quieren ver a la novia.
Página
La canción nupcial se escuchó desde donde estábamos parados. Teena,
la planificadora de bodas, se asomó por la puerta y dijo:
301
Sus brazos se aflojaron del abrazo y sus hombros se sacudieron con la
risa. La ayudé a arreglarse el cabello que se había soltado cuando se
levantó el velo.
La puerta se abrió, y antes de que pudiéramos dar un paso hacia
adelante, Bee, que estaba usando unos tacones que la hacían sólo unos
centímetros más baja que yo, se apoyó contra mi costado.
—Eres el mejor hermano, Milo. Te debo muchas cosas. Gracias por
siempre estar para mí. Nadie jamás te reemplazará. Eres mi familia. Ti
amo.
Sí. Un maldito y estúpido desastre lloriqueante.
Caminando por el pasillo de la pequeña capilla, el brazo derecho de Bee
se enlazó alrededor de mi brazo izquierdo. Parecía que sólo hubiese
sido ayer cuando caminamos de esta manera, ayudándola a encontrar
sus pasos cuando apenas empezaba a caminar. Estuve ahí para
ayudarla a alzarse cada vez que se caía para que no llorara. Nadie
nunca la reemplazará. Es mi hermana. Mi familia. Al igual que el tatuaje
celta en mi bíceps derecho y en su tobillo derecho, MYBCEM, Milo Y
Brynn Contra El Mundo. Pero ahora, las personas asistiendo a este
evento, los hermanos hilarantes de Kieran y sus padres, ellos ahora
pertenecían a nuestra familia. Pertenecíamos a la de ellos también.
Por un segundo, mis ojos se desviaron a las ventanas de vidrio con una
vista increíble de la Costa de Coral de Fiji y las aguas azules.
Papá, papá, la he protegido a través de los años. Estarías orgulloso. Su
pronto a convertirse en marido es un gran hombre.
Página
Cuando puse las manos de Bee sobre las de Kieran, no pude conseguir
decir nada. Estaba conteniendo todo en mi interior porque odiaría
terminar en algún video en Youtube con las palabras de búsqueda
“horrendo llanto”.
302
Kieran era realmente un buen tipo. Y un consumado atleta olímpico.
Poco después de ganar siete medallas olímpicas de oro en Brasil, me
había pedido la mano de mi hermana. Evidentemente, pudo habérselo
preguntado a ella porque incluso si yo le decía que no, ¿él realmente
iba a anular su oferta? Me lo preguntó porque me respetaba. Eso era
más de lo que pude haber pedido, especialmente con nuestra historia.
Parado junto a mi silla al lado de Jen y Steve, los padres de Kieran, mis
ojos se encontraron con los de Ava, de pie al lado de Bee como su dama
de honor. Mi mujer siempre había sido hermosa. Pero en este momento
se veía francamente angelical. Sus ojos grises estaban brumosos y sus
mejillas tenían un brillo extra. Levantó la mano derecha hasta sus ojos
para tocar las lágrimas que amenazaban con caer, los rayos del sol
asomándose a través del vidrio, reflejando el brillo en el anillo de
diamantes que le había dado antes. Lo que ella no sabía era que ese iba
a ser reemplazado pronto. Muy pronto.
Todos empezaron a aplaudir y vitorear cuando la novia y el novio
caminaron por el pasillo, indicando el final de la ceremonia. Sostuve la
cintura de Ava tan pronto como salió por las puertas de la capilla. El
amigo de Kieran, Duncan, también un nadador, era un buen chico, pero
seguía lanzándole a hurtadillas miradas a mi mujer. Está bien, él no fue
el único sujeto mirándola al salir. Los otros estaban intentando parecer
indiferentes, pero soy un chico, sabía lo que pensaron cuando vieron su
radiante sonrisa, la generosa cantidad de escote que mostraba su
vestido, y esas piernas que detienen el tráfico en esos sexys tacones
negros. Mejor que dejaran esa mierda o tenedores volarían durante la
recepción.
—Cálmate, chico grande —susurró Ava, su aliento a menta,
anaranjado. A ella le encantaba chupar tic tacs naranjas. Había otra
cosa que a ella le encantaba chupar… maldición, mejor me abstengo de
abalanzarme sobre ella hasta después de este evento.
—¿Qué? —pregunté inocentemente—. No voy a hacer nada.
Página
303
—¿No? —Una ceja alzada alcanzó el nacimiento de su pelo—. Hmm. Me
pregunto por qué Duncan me dejó, como si sus pantalones estuvieran
en llamas. —Hoy ella llevaba algunos mechones de cabello sujeto en lo
alto, mientras que el resto caía suelto. Me había rogado anoche que no
le dejara marcas visibles en el cuello porque podrían verse. Concedí un
poco. En vez de dejarle un chupón completo, dejé uno diminuto en su
omóplato derecho.
—¿Qué? —Había visto a Duncan correr lejos de Ava luego que la dama
de honor y el padrino marcharan. Lo había fulminado con la mirada el
tiempo suficiente.
—¿Cuándo vas a dejar de ser celoso? —resopló, su tono de
reprimenda, sus pasos apresurándose para poder alcanzar al resto de
la multitud, quienes ahora se encontraban entrando al edificio donde la
recepción iba a tener lugar.
—¿Cuándo vas a dejar ser tan sexy? —contrarresté, envolviendo mis
brazos sobre sus hombros expuestos por el vestido sin tirantes.
Poniendo sus ojos en blanco, sumado a su cabeza negra negando, se
detuvo en seco y frotó su mano sobre su lugar favorito, la parte inferior
izquierda de mi caja torácica, donde una “A” estaba prominentemente
expuesta y tatuada sobre ese trozo de piel.
—Cuando tenga ochenta, pregúntamelo de nuevo.
Lo haré.
Porque cuando tenga ochenta, seguirá siendo la más sexy de ochenta
años que exista. Echándole una mirada a la espectacular vista de la
playa de arenas blancas frente a nosotros, empecé a planear cómo
demonios iba a proponerme.
Probablemente debería hacerlo después de ganar medallas olímpicas
de oro.
Demonios, no quiero ser un imitador de Kieran.
Probablemente debería hacerlo en nuestro aniversario.
Mierda. Entonces ese día estaría saturado con celebraciones.
Página
—¿En qué estás pensando? —Su voz suave irrumpió en mis
pensamientos, sus manos dándole a mis dedos una ligera caricia, sus
penetrantes ojos grises mirándome con suficiente amor para toda la
eternidad.
304
Probablemente debería hacerlo en…
—Sólo en cuánto te amo —contesté. No ha sido fácil, pero llegamos
hasta acá. Ella no era perfecta, pero yo tampoco. Nos peleamos entre sí
y nos reconciliamos. Nos molestamos, irritamos y ella a veces solía
arrojarme una almohada o un objeto al azar cuando se enojaba
conmigo. Pero también reíamos mucho, bromeábamos el doble y,
genuinamente, disfrutábamos la compañía del otro.
La vida no está hecha de dulzura, arco iris y amaneceres todo el
tiempo.
La vida está llena de amargura, recuerdos tristes y puestas de sol
también.
Siempre y cuando encuentres a la persona que haga que todas las
porquerías mejoren y que atraviese el fuego contigo, te das cuenta de
que todo vale la pena.
Ella lo valía todo.
Maxwell Troudeau
—¿Ya está hecho?
La respuesta inmediata de Daniel a mi mensaje pestañeó en mi
teléfono.
—Sí.
Después de dos semanas de ir y venir, cambiar el discurso, firmar
documentos, finalmente estaba hecho.
Página
Sosteniendo del rojizo y solitarios árbol de forma ovalada que era su
favorito, mis ojos encontraron el espejismo de colores reflejando el
hermoso atardecer.
305
Mirando el agua, el sol bajó en el cielo y la brisa de verano soplaba
serenamente. Atrapé una hoja en mi mano izquierda y sentí el flujo
constante del pacifico aire. No había suficiente ráfaga como para que
las hojas cayeran.
Aliana
Je suis désolé.1
Por todas mis agresiones, por mi crueldad hacia ti, mon amour2, por lo
que te hice pasar, estoy verdadera y terriblemente arrepentido.
Cada tarde caminaría cinco kilómetros para pararme y mirar el
atardecer en nuestro lugar favorito. Ella solía señalar el horizonte y
decir:
—Un día, quiero ser la estrella más brillante ahí arriba.
Y la reuniría en mis brazos y diría:
—Lo eres, mon amour. Eres la estrella más deslumbrante.
Apostaría todas mis fichas en esa declaración porque era la verdad.
Ella es la elusiva cinco en un millón. El río, la captura perfecta, el centro
en el mundo sombrío que mi mejor amigo Simon y yo gobernamos por
muchos años. Tal vez hayamos crecido en las partes pocos glamorosa
de Francia, pero estar en ese mundo nos equipó con la confianza y las
habilidades para confiar en nuestras lecturas, subir la apuesta, y como
jugar a fondo. Simon y yo éramos espíritus similares, él perdiendo a su
padre a una edad temprana y yo creciendo por mi cuenta cuando mi
madre dejó a mi padre alcohólico, nos hicimos más cercanos que
hermanos de sangre ese día que él se ofreció a compartir su almuerzo
cuando me vio escarbando su basura por algo de comida. Sabía que lo
hacía cambiar e instintivamente sabía cuándo necesitaba ayuda en los
juegos de cartas y en la vida.
2
Je suis désolé: Lo siento, en francés.
Mon amour: Mi amor, en francés.
Página
1
306
El día que aterrizamos en Las Vegas, prometimos que cambiaríamos el
destino provocado por nuestros padres. Y lo hicimos. Construimos
Troudeau Enterprises desde cero, carta tras carta, mano en mano,
apuesta tras apuesta. Yo era el encantador, él era el pensador. Éramos
apodados el imparable Tour de France en cada juego de cartas porque
así era, éramos imparables.
Hasta el día que la conocimos.
Yo la vi primero, pero ella lo amó a él primero.
Ella estaba en los asientos de primera fila con sus amigos, viendo las
últimas rondas del torneo de póker. Simon había sido eliminado en las
rondas anteriores, así que éramos sólo Gary y yo, el maestro irlandés
de póker. Había mirado a la audiencia porque había escuchado una
maravillosa risa femenina que en verdad me sacó de concentración.
Y ahí estaba ella.
Mi río.
La carta que había estado esperando del repartidor.
En el minuto en el que fui anunciado ganador, encanté mi camino a su
corazón. Pensé que ella se sentía de igual manera hasta que vi las
largas miradas que le daba a Simon cada vez que salimos. Siendo mi
mejor amigo, dejó libre el camino para mí a pesar de que
probablemente sintió su atracción por él. Pero por primera vez en mi
vida, la reclamé como mía y sólo mía, y cuando ella dijo sí, fue el día
más feliz de mi vida.
Sabía que me amaba. A través de los años que estuvimos juntos, Aliana
me amó, me convertí en el centro de su mundo, hasta que se embarazó.
Ava fue una bendición. Y una maldición. No la planeamos. Ni siquiera
hablamos sobre niños, y cuando ella dijo que estaba embarazada,
estuve feliz, pero también aprensivo. No quería ser padre. La vida era
más que genial. Mi negocio estaba floreciendo y viajábamos a cualquier
lugar que quisiéramos ir. Había renunciado a su trabajo como modelo
porque yo no podía soportar la idea de que otros hombros la miraran
con lujuria. Como dije, era un encantador persuasivo.
Página
Sólo estaba ahí porque era un buen amigo. Era la única persona a la
que le confiaba mi vida.
307
El día que Ava nació, yo estaba en China por una reunión con un
importante inversionista. Aliana no podía viajar con tantos meses de
embarazo. Simon estuvo ahí para el nacimiento. Ni siquiera tuve que
pedírselo.
El día que Ava cumplió un año, Simon estuvo ahí porque yo estaba en
Hong Kong. Cada ocasión transcendental, Simon estuvo ahí porque me
consumí haciéndole un nombre internacional a Troudeau Enterprises.
Amaba a Aliana, pero mi ausencia la hizo más cercana a Simon. No
estaba seguro de si tuvieron una aventura. A día de hoy, tengo mis
dudas, Simon no habría hecho eso, era un muy buen hombre para
hacer eso. Pero de nuevo, Aliana era una mujer hermosa. Algunas
veces, la belleza corrompía la amistad.
Una noche, meses antes de la graduación de Ava, Aliana vino a mi
oficina llevando un montón de papeles, pidiendo el divorcio. Estaba
aturdido y furioso. Ella dijo que ya lo había pensado desde hace mucho,
y le respondí:
—Sobre mi cadáver. —Se había ido de la casa y nunca volvió.
La había perdido.
En mi búsqueda del poder, y mi hambre de ambición, había renunciado
a la única carta que significaba todo para mí. Para el momento en el
que me di cuenta, era demasiado tarde. Perdí a mi mejor amigo en ese
accidente. También a mi esposa. Mi cordura.
Cuando los doctores dijeron que Aliana tenía una lesión cerebral y no
podría recordar, de repente encontré que me habían dado una segunda
oportunidad. Quería que viviera en el momento antes de que me
dejara, antes de que planeara dejarme. Ava tenía otras ideas. Ella
quería que su mamá recordara y como su madre, su voluntad de
hacerlo evocó mi poder.
Nunca le diste la oportunidad de despedirse de su madre.
Las palabras de Milo Tanner me perseguían. Era un hombre obstinado
que desafió mis reglas y desafió mis advertencias.
Página
Pronto, alguien estaría preguntando por mi declaración y ya había
instruido a Daniel para que dijera: “Les deseo felicidad infinita.”
308
Las noticias de su propuesta a mi hija estaban por todo el internet hoy
e incluso en la televisión de Francia.
En cada oportunidad, mi hija había peleado conmigo por su madre y el
hombre que amaba. Espero que un día pueda perdonarme. No odié a
Ava. Sólo no estaba listo para ella. No estaba listo para ser padre, no
estaba listo para una hija que compartiera la atención y amor de una
mujer que tal vez ni siquiera me amó de la manera que yo esperaba.
El aroma de nardo y pera se infiltró en el quieto aire. El aroma de mi
amada.
Aliana.
Estaba hecho.
Daniel lo había confirmado.
El setenta por ciento de mi fortuna había sido transferido al nombre de
Ava. Y cuando ya no esté, lo tendrá todo. Todo. Recibirá las noticias
pronto con una simple llamada de mi abogado.
Un día, me perdonará.
Espero que lo haga.
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309
Hasta que ese día llegue, estaré esperando y observando desde lejos.
“Escribo porque me encanta y no por otra razón. En el momento en que
deje de disfrutar será el momento exacto en que dejaré de escribir”.
Anne Leigh es una mujer de 30 y tantos, quien se niega a que el
calendario dicte su edad. Tiene una licenciatura en Biología y una
Maestría en Enfermería. Le gusta escribir sobre mujeres fuertes y
hombres igualmente fuertes que lidian con sus emociones cuando se
enfrentan con algo tan intangible como el amor.
Vive en Los Angeles con su marido. Con su horario de locos, se frustra
con el tráfico de Los Angeles y necesita una vía de escape para
mantener la cordura, que afortunadamente sus personajes le
proporcionan.
No pensó en publicar sus historias y, cuando finalmente lo hizo, se lo
agradeció verdaderamente a todas y cada una de las personas que
encontraron el tiempo para dejar que sus personajes se convirtieran en
parte de su mundo.
Es la autora de la saga Unexpected. El primero es Love Unexpected. El
segundo, Love Unmatched. Y el tercero Love Untouched.
Agradece a todos los lectores que dejan comentarios y reseñas de
donde compraron el libro, porque sin ellos, todas sus historias
permanecerían encerradas en una cosa llamada "computadora".
Siempre está dispuesta a encontrar nuevos amigos y le encantaría
saber de vosotros a través de:
Facebook: http://www.facebook.com/anne.leigh.963.
E-mail: [email protected]
Página
Nota:
310
Goodreads
Página
311
Tengo una cuenta Twitter: anneleighauthor. No twiteo mucho y me
disculpo porque realmente estoy muy ocupada, pero os daré las
notificaciones y actualizaciones sobre los próximos libros si queréis ser
mis amigos en Twitter.
MODERADORAS
STAFF DE TRADUCCIÓN
STAFF DE CORRECCIÓN
Página
DISEÑO
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RECOPILACIÓN Y REVISIÓN
313
Página
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