Evaluación de la erosión hídrica en la microcuenca San Pedro (Huimilpan, Querétaro) y selección multicriterio de especies de vegetación nativa para su control. Lucía Sanaphre Villanueva, Eusebio Jr. Ventura Ramos. Universidad Autónoma de Querétaro [email protected], [email protected] Resumen La degradación de la tierra es uno de los mayores problemas en las microcuencas rurales del estado, debido principalmente a la remoción del suelo por efecto del agua. El objetivo de este trabajo fue hacer una evaluación del estado actual de la erosión hídrica en la microcuenca San Pedro y una propuesta para su control mediante el uso de la vegetación nativa. La erosión hídrica fue evaluada usando la Ecuación Universal de Pérdida de Suelo Revisada (RUSLE) considerando tres opciones: a) Basada en mediciones en la microcuenca para el factor LS y K, y en diversas cuencas del centro del país para el factor C; b) empleando la aplicación original, y c) Remplazando el factor LS por el calculado por Mitasova et al. La primer aproximación predijo volúmenes de erosión mayores que las otras dos. Adicionalmente, se efectuó un análisis multicriterio para seleccionar las plantas que presentan la mayor capacidad para evitar la erosión hídrica, considerando la extensión de la copa horizontal y vertical, morfología de hojas, altura total, valor de importancia y uso; las especies seleccionadas fueron Quercus crassifolia, Quercus mexicana y Pinus teocote. Finalmente, se propusieron zonas para reforestación con base en la erosión estimada por la RUSLE. Palabras clave: RUSLE, Proceso Analítico Jerárquico. Introducción Como resultado de los procesos de deforestación y degradación de la vegetación, estimaciones del Inventario Nacional de Suelos de 1999 manifiestan que el 54.84% del territorio presenta problemas de erosión, 40% debida a erosión hídrica, y 14.84% a la erosión eólica. De las superficies degradadas por la erosión hídrica, el 29% llegaba a tal grado de afectación que el terreno había sido deformado en cárcavas (SEMARNAT, 2002). En el Estado de Querétaro, la erosión hídrica también es un problema importante. Un estudio llevado a cabo por SEDESU-UAQ (2001), basado en la Ecuación Universal de Pérdida del Suelo Revisada (RUSLE), señala cantidades mayores a 200 ton/ha/año de suelo removido en zonas de alta pendiente, tales como el sistema montañoso sedimentario de la Sierra Gorda al noreste de la entidad, la Sierra del Rincón, en el municipio de Huimilpan, y el cerro El -1- Zamorano, en los municipios de El Marqués y Colón. Esto equivale a una afectación del 23% de la superficie estatal con erosión muy severa. El resto del territorio también presenta algún grado de erosión: el 24% severa (con pérdidas de 50 a 200 ton de suelo/ha/año), el 21% moderada (10 a 50 ton/ha/año) y el 32% restante ligera (menor a 10 ton/ha/año) (SEDESU, 2002). Debido a que la erosión es un proceso que puede tener consecuencias de importancia, que varían desde modificaciones irreversibles al hábitat y pérdida de biodiversidad (SEMARNAT, 2002; Mol y Ouboter, 2004), hasta daños a infraestructura, inundaciones, asolvamiento de cuerpos de agua, entre otros, han sido desarrolladas diversas técnicas para tratar de minimizar sus efectos, que pueden clasificarse en tres grupos: técnicas agronómicas (las que utilizan la vegetación para proteger el suelo), las de manejo (preparan el suelo para mejorar su estructura y su capacidad de favorecer el desarrollo vegetal) y las mecánicas o físicas (relacionadas a la ingeniería, incluyen desde modificaciones a la topografía hasta la construcción de terrazas, cortavientos o encauzamientos de agua o aire) (Morgan, 1997). Aunque el uso de plantas para controlar la erosión ha sido utilizado por siglos, la revolución industrial provocó el auge de la utilización de materiales inertes como barreras mecánicas para retener el suelo (Gray y Sotir, 1996). Sin embargo, las prácticas que se basan en el uso de vegetación son menos costosas y disminuyen el desprendimiento y transporte de las partículas, mientras que los métodos mecánicos controlan el transporte pero no influyen en la causa del problema, que es el desprendimiento (Morgan, 1997). En consecuencia, la eficiencia de las prácticas de conservación de suelos dependerán de la manera en cómo las técnicas son combinadas para contrarrestar diferentes efectos o fases de la erosión. Ante este panorama, queda de manifiesto la necesidad de efectuar un uso y manejo cuidadoso de las comunidades florísticas para ocasionar el nivel mínimo posible de erosión, especialmente en lo que se refiere al uso de la vegetación nativa en microcuencas específicas. También, dada la importancia de la cobertura vegetal, son notorias las amplias posibilidades para el empleo de las plantas como una opción no sólo para la recuperación de la vegetación sino también para el control de la pérdida del suelo. Bajo estas consideraciones, uno de los objetivos de este estudio fue hacer un análisis de los procesos erosivos en la microcuenca San Pedro, en el municipio de Huimilpan, Querétaro, con el propósito de identificar las áreas prioritarias que deberán ser atendidas mediante el establecimiento de la vegetación para el control de la erosión. La propuesta se enfoca, en primera instancia, a la aplicación del modelo de la Ecuación Universal de Pérdida del Suelo Revisada (RUSLE) con tres opciones de evaluación, para conocer de forma espacial las tasas promedio de suelo erosionados por acción del agua de lluvia y el escurrimiento superficial en la microcuenca. Un segundo objetivo fue la evaluación multicriterio de los árboles y arbustos presentes en la zona, para determinar las mejores especies para la retención del suelo y el control de la erosión. Área de estudio La microcuenca San Pedro se ubica, dentro del estado de Querétaro, en la porción sur del municipio de Huimilpan, a menos de 7 km de la cabecera municipal (Figura 1). Sus coordenadas extremas son: 20.34° y 20.27° de latitud norte y 100.36 ° a 100.25° de longitud oeste. La superficie es de 41.4 Km2, y tiene un perímetro de 32.6 Km. La pendiente media es igual a 16.5%, y la elevación media es de 2507 msnm. En ella se asientan tres localidades: San Pedro, San Pedrito y San Ignacio (Figura 2). Figura 1. Ubicación de la microcuenca San Pedro. La principal actividad económica es el sector primario (INEGI, 2005), por lo que una extensa superficie de bosques en la microcuenca (39.3%) ha sido eliminada para la agricultura predominantemente de maíz, el pastoreo o para el establecimiento de corrales para ganado ovino, caprino y bovino. Esto ha resultado en un 21.9% de la superficie en pastizales inducidos. Los pastos más comunes son: Aristida adscensionis, Bouteloua barbata, Bouteloua hirsuta, Bouteloua repens, Lycurus phleoides, Muhlembergia capillaris, Muhlembergia implicata, Piptochaetium fimbriatum, Setaria geniculata, Buchlöe dactyloides, Cynodon dactylon, Hilaria cenchroides y Microchloa kunthii (Ventura et al., 2005). Figura 2. Relieve de la microcuenca San Pedro. Grandes superficies de los bosques han sido transformados en sitios altamente perturbados (16.3%) debido a incendios esporádicos, a la presión agrícola, a la actividad ganadera, a una intensa extracción de leña para consumo local, y a la elaboración de carbón. Se caracterizan por la predominancia de pingüica (Arctostaphylos pungens), tepozán (Buddleia cordata), jara de arroyo (Baccharis salicifolia), y algunas otras hierbas o arbustos como Baccharis heterophylla, Stenia sp. y Quercus microphylla. Los encinos predominantes son el colorado (Quercus castanea), el laurelillo (Quercus mexicana), y el avellano (Quercus obtusata), y en menor proporción especies predominantes en los bosques conservados, el encino coyote (Quercus crassifolia), pino (Pinus teocote) y madroños (Arbutus xalapensis y Arbutus glandulosa). Los bosques de encino conservado se reducen a 1.6 % de la superficie de la microcuenca en algunos cauces de la Sierra del Rincón, y bosques conservados de encino – pino (9.5 %) en los puntos de mayor pendiente y elevación, tanto en esta Sierra como en las zonas más inaccesibles de los cerros Capula, Grande y Bravo. Las especies arbóreas predominantes son el encino coyote (Q. crassifolia), pino (P. teocote) y madroños (A. xalapensis y A. glandulosa), y en mucho menor proporción el encino colorado (Q. castanea), el encino laurelillo (Q. mexicana), el encino avellano (Q. obtusata), y el encino cucharero (Quercus sp). Materiales y métodos Evaluación de la erosión hídrica La pérdida de suelo promedio (E) según la USLE y RUSLE se define como: E=R*K*L*S*C En donde R es el factor de erosividad de la lluvia, K el factor de erodabilidad del suelo, L el factor del efecto de la longitud de la pendiente, S el efecto del grado de la pendiente, y C el factor de manejo de la cobertura vegetal. Cuando no es incluido el factor C, se tiene la pérdida de suelo máxima que ocurriría de no existir la cubierta vegetal, o erosión potencial. Se hicieron tres aproximaciones para la obtención del modelo de erosión hídrica actual y potencial en la microcuenca San Pedro. La primera tomó como base la metodología de la RUSLE (Renard et al., 1997), pero considerando algunas mediciones en campo. Para el factor K se analizaron muestras de los tipos de suelo presentes en la microcuenca (Faeozem y Litosol), y fue determinado el porcentaje de limo y arenas muy finas, materia orgánica, arena, tipo de estructura y permeabilidad, en laboratorios del INIFAP y de la UAQ. Para el caso del Faeozem también se consideraron datos de un punto de muestreo de INEGI (1986). Con esta información se obtuvo el factor K a partir del nomograma de Wishmeier y Smith (Renard et al., 1997). El factor LS se obtuvo a partir de mediciones en campo, en áreas definidas de acuerdo a tres grupos de pendiente, con ayuda del software ArcView 3.2. Las zonas iban de –2 a 0 DS (coincidente con zonas agropecuarias, principalmente), de 0 a 1 DS (encinar perturbado y pastizal) y mayor a 1 DS (bosques perturbados y conservados). En ellas se hicieron transectos en los que se midieron las longitudes (según definición de Renard et al. 1997) y pendientes. Con base en los promedios para cada zona se obtuvo el factor LS según Foster et al. (1977), Renard et al. (1997) y Mitchell (1984) (Domínguez y Ventura, 2001). El factor C se obtuvo a partir de datos experimentales obtenidos en cuencas del centro de México (UAQ, 2005). La segunda aproximación se basó en la ecuación y datos proporcionados por Renard et al. (1997). La tercera sustituye la ecuación del factor de LS por el de Mitasova, et al. (sin año). En adelante, se mencionarán como la opción A, B y C respectivamente. Análisis multicriterio para selección de especies vegetales En el mapa de uso de suelo y vegetación se obtuvieron puntos aleatorios sobre los tipos de vegetación arbóreos, y en ellos se hicieron mediciones de altura total, altura del fuste, radios máximos Norte a Sur y Este a Oeste de la copa, y circunferencia a la altura del pecho, en parcelas de 100 m2, divididas en 4 cuadrantes de 25 m2 cada una. Para el bosque de encino -pino conservado en cuatro parcelas, para el bosque de encino-pino perturbado en tres parcelas, y finalmente en dos parcelas para el pastizal inducido – encino – pino. Asimismo, se hizo un transecto lineal de 100 m ubicado de forma aleatoria en el bosque perturbado de encino – pino, y se hicieron mediciones de la altura total, altura del fuste y radios Norte a Sur y Este a Oeste de la copa para Q. laurina, Q. obtusata, P. teocote y A. glandulosa. Las especies a las que se restringió el trabajo fueron aquellas de mayor importancia ecológica, tanto para el bosque de encino – pino conservado, como el perturbado. Además, se tomaron en cuenta las especies más útiles y más comunes para habitantes de la microcuenca (Rodríguez-Vázquez, 2005). Se seleccionaron características de las plantas que son fundamentales para el control de erosión (Moss y Green 1987; Gray y Sotir, 1996; Renard et al., 1997; Escobar-Potes, 2003) (Tabla 1). Se elaboró una matriz con estos datos, que se analizó en el programa DEFINITE 2.0 (Janssen et al., 2000), para efectuar el análisis multicriterio. Los pesos a cada uno de las variables se definieron a través de una comparación pareada entre todas las variables análisis (Analytical Hierarchy Process, AHP). Para definir las zonas prioritarias para la reforestación, se seleccionaron las zonas con riesgo de erosión mayor a 200 Ton/Ha/año para las tres opciones, y se seleccionó la que presentaba la superficie más viable en cuanto a costo-beneficio considerando únicamente su extensión. Resultados Evaluación de la erosión hídrica El factor R para la microcuenca San Pedro fue igual a 2679.248 (MJ.mm/ha.h). Figura 3. Mapas de los factores LS para las opciones A, B y C. Tabla 1. Transectos efectuados para la obtención del factor LS y longitud y grado de pendiente promedio, para cada zona obtenida según pendiente. Zona Pendiente Número total de transectos Longitud total (m) L promedio (m) ± σ S promedio (%) ± σ 1 2 3 4 Baja (-2 a 0 DS) Media (0 a 1 DS) Abrupta (> 1 DS) Variable 2 2 3 1 493.5 61.68 ± 25.88 8.42 ± 3.72 119.5 14.94 ± 3.39 13.67 ± 1.85 330.5 18.37 ± 11.37 24.1 ± 23.58 64.5 8.07 ± 5.72 7.17 ± 7.91 El factor LS del modelo A se obtuvo a partir de las mediciones efectuadas en ocho transectos, cuyos resultados se observan en la Tabla 1. El mapa obtenido a partir de estos datos, y los resultantes para los modelos B y C, se muestran en la Figura 3. Los factores K y C resultantes se muestran en la figura 4. Figura 5. Mapas de erosión potencial obtenidos para las opciones A, B y C. Figura 6. Mapas de erosión hídrica actual para las opciones A, B y C. Figura 4. Arriba: Factores K y C para la opción A. Abajo: Factores K y C para opciones B y C. De la multiplicación de los mapas obtenidos para los factores R, K y LS, se obtuvieron los mapas de erosión hídrica potencial (Figura 5). De la multiplicación de los mapas de erosión hídrica potencial con el mapa del factor C que les correspondía, se obtuvieron los mapas de erosión actual (Figura 6). Análisis multicriterio para selección de especies vegetales Los valores de importancia de las especies presentes en cada una de las comunidades se presentan en la Tabla 2. Tabla 2. Valor de importancia de las especies de plantas nativas por tipo de vegetación y condición. Especies Bosque conservado de encino – pino Quercus crassifolia Arbutus glandulosa Pinus teocote Quercus obtusata Bosque perturbado de encino - pino Arctostaphylos pungens Quercus castanea Quercus mexicana Baccharis salicifolia Buddleia cordata Quercus crassifolia Arbutus glandulosa Baccharis heterophylla Pastizal inducido – encino – pino Quercus castanea Valor de importancia 2.07 0.47 0.23 0.23 1.12 0.63 0.33 0.31 0.18 0.17 0.14 0.13 1.09 Especies Valor de importancia Quercus obtusata Arctostaphylos pungens Quercus crassifolia Arbutus glandulosa Baccharis heterophylla Arbutus xalapensis 0.87 0.48 0.22 0.19 0.08 0.08 Con base en los valores de importancia mayores, y aquellas especies mencionadas por la población como las más útiles y/o comunes (Rodríguez-Vázquez, 2005), se seleccionaron para el análisis multicriterio las siguientes: Q. mexicana, Q. crassifolia, Q. obtusata, P. teocote, A. glandulosa y A. pungens. Los valores de altura total y extensión de la copa tanto horizontal como vertical presentan en la Tabla 3. muestra en la Tabla 5. De la comparación pareada de cada efecto en el Proceso Analítico Jerárquico, se obtuvieron los pesos correspondientes a cada característica, como se observa en la Tabla 6. Tabla 4. Indicador de la forma de la hoja para las especies seleccionadas. Quercus mexicana Quercus crassifolia Quercus obtusata Quercus castanea Pinus teocote Arbutus glandulosa Arctostaphylos pungens Extensión de la copa horizontal (m2) Extensión de la copa vertical (m) Altura total (m) n Rango __ Quercus mexicana Quercus crassifolia Quercus obtusata Quercus castanea Pinus teocote Arbutus glandulosa Arctostaphylos pungens Quercus mexicana Quercus crassifolia Quercus obtusata Quercus castanea Pinus teocote Arbutus glandulosa Arctostaphylos pungens Quercus mexicana Quercus crassifolia Quercus obtusata Quercus castanea Pinus teocote Arbutus glandulosa Arctostaphylos pungens 11 71 4.70 - 72.07 0.39 – 60.1 28.5 13.1 19.0 14.1 23 24 22 15 3.00 – 46.2 1.32 – 71.8 0.10 – 69.6 0.24 – 6.9 14.9 19.1 17.9 3.26 11.7 21.7 21.4 2.57 63 0.03 – 17.7 1.87 3.02 11 71 1.50 – 11.5 0.14 – 10.4 6.20 3.76 2.63 2.47 23 24 22 15 1.32 – 11.5 0.55 – 9.00 0.17 – 7.43 0.45 – 3.25 5.01 3.61 3.08 1.84 2.79 2.24 2.20 0.95 63 0.45 – 3.70 1.37 0.60 11 71 1.80 – 11.5 0.87 – 13.2 7.12 6.46 2.73 3.50 23 24 22 15 2.48 – 11.5 1.60 – 12.0 0.96 – 11.5 0.99 – 4.15 6.56 5.57 5.45 2.81 2.52 3.31 3.03 1.03 63 0.45 – 3.70 1.55 0.65 X DS 7.75 12.00 9.00 8.00 15.00 10.00 3.25 Ancho hoja (cm) Proporción 2.25 7.50 3.00 3.25 0.20 4.25 1.50 3.44 1.60 3.00 2.46 75.00 2.35 2.37 Fuente: Basado en datos de Maximino Martínez (1974) y Calderón de Rzedowski y Rzedowski (2001). Tabla 5. Valor cualitativo de especies Tabla 3. Mediciones de algunas de las características morfológicas seleccionadas por especie. Especie Largo hoja (cm) Especie Especies Valor cualitativo Pino Encinos y madroño Pingüica ++ + -- Fuente: Rodríguez-Vázquez, 2005. El indicador de la forma de la hoja se aprecia en la Tabla 4. Los valores de importancia considerados en este análisis fueron aquellos obtenidos en el bosque de encino-pino conservado. A las especies no presentes en esta condición, se les asignó un valor igual a cero. En cuanto al valor cualitativo de las especies se Tabla 6. Valores asignados a cada efecto comparado con los demás, y peso resultante del Proceso Analítico Jerárquico. Efecto 1 2 3 4 5 6 1 2.50 2.50 3.00 3.00 3.00 2 0.40 3.00 4.00 4.00 2.00 3 0.40 0.33 4.00 4.00 2.00 4 0.33 0.25 0.25 1.50 2.00 5 0.33 0.25 0.25 0.67 2.00 6 0.33 0.50 0.50 0.50 0.50 Peso 0.06 0.08 0.11 0.22 0.25 0.27 1,Uso; 2, Morfología de hojas; 3, Altura total; 4, Extensión de la copa vertical; 5, Extensión de la copa horizontal; 6, Valor de importancia. Con base en los pesos asignados a cada efecto, se obtuvo la priorización de las especies para su empleo en el control de la erosión hídrica y la recuperación de la vegetación (Figura 7). Las tres especies más adecuadas en orden de importancia son: el encino coyote (Q. crassifolia), el encino laurelillo (Q. mexicana) y el pino (P. teocote). Finalmente, las zonas propuestas para la reforestación se muestran en la Figura 8. No se presenta la opción A, debido a que en esa propuesta no se obtuvo erosión potencial superior a las 200 ton/ha/año. Se incluye el mapa de uso de suelo y vegetación con fines de visualizar los tipos de vegetación en donde se efectuaría la reforestación de acuerdo al modelo de riesgo de erosión hídrica. Figura 7. Resultado del análisis multicriterio. Figura 8. Zonas con riesgo de erosión mayor a 200 Ton/Ha/año, como posibles áreas para la reforestación con especies nativas, y mapa de uso de suelo y vegetación. Discusión Evaluación de la erosión hídrica La opción A predice que en prácticamente más de la mitad de la superficie de la microcuenca la erosión predominante va de 50 a 100 ton/ha/año. Esto se debe a la influencia de los factores K, LS y C. El factor K según datos de los análisis de muestras del suelo es más del doble en el caso del Faeozem lúvico. Considerando que éste se extiende en el 49 % de la superficie total de la microcuenca, puede predecirse un incremento importante en la cantidad de erosión que indicará el modelo basado en datos de campo. Existieron además diferencias metodológicas importantes en la evaluación del factor LS con los datos de FAO Y USDA (opciones B y C) y la basada en mediciones en campo (opción A). En ésta, LS fue generalizado en exceso. El tamaño de las unidades seleccionadas según desviaciones estándar de la pendiente no fue lo más adecuado, pues no permitió ver las diferencias locales en la forma del escurrimiento acorde a la pendiente. Se requieren unidades más pequeñas, que reflejen las variaciones del relieve a un nivel más fino. En la opción B, l es estandarizada a una longitud equivalente a la longitud de cada lado de la celda del ráster empleado, para aquellas celdas en las que el agua fluye en dirección norte, sur, este u oeste. En todas las demás direcciones, l se define como la longitud de la línea que divide diagonalmente la celda. Por su parte, s se obtiene del cálculo de la pendiente a partir de las diferencias entre las alturas registradas de cada celda con respecto a las celdas vecinas (Domínguez y Ventura, 2001). La cantidad de valores posibles obtenidos por el SIG, que varía entre cada celda, permite que el rango de valores resultantes para el factor LS en las opciones B y C sea muy grande (desde 0.05 hasta 182) con respecto al obtenido con la opción A (entre 0.4 y 4.5). En la opción C, con la metodología de Mitasova et al. (sin año), se obtienen los más altos valores de LS en comparación a las otras dos opciones, debido al relieve de fuertes pendientes de la microcuenca, que promueve la concentración del flujo en múltiples unidades de escurrimiento, sobre todo en la Sierra de El Rincón. En cuanto al factor C, existe un efecto de pérdida de suelo mucho menor en todos los tipos de vegetación y usos de suelo según valores de Renard et al. (1997) empleados en las opciones B y C, con respecto a las mediciones efectuadas en la microcuenca San Pedro y en otros estados del centro de la República empleadas en la opción A. Esto responde a las condiciones tan distintas de la vegetación entre ambos países. Los bosques del estado de Querétaro son de baja altura y densidad, y escasa cobertura, en comparación con otras zonas de mayor humedad. Es ampliamente recomendable utilizar datos de vegetación que se desarrolle en la zona de estudio, o bajo condiciones físicas similares. Así, la opción B predice erosiones mayores en las zonas de pendientes abruptas, aunque minimizando ese efecto en los sitios de bosques conservados, mientras que la opción C prevé erosiones altas en las zonas de cauces y máximas pendientes. Análisis multicriterio para selección de especies vegetales Es sabido que Q. mexicana, Q. obtusata, Q. castanea y Q. crassifolia son de amplia distribución en el país, lo que habla de su capacidad para sobrevivir en diversas condiciones ambientales, además de su eficiencia de dispersión. Esto favorece su selección para emplearlas en reforestación, aunque las condiciones locales pueden tener efectos diversos sobre cada especie (Bonfil, 1995). Es necesario observar con experimentación las diferencias de supervivencia de cada especie de encino bajo las condiciones particulares de la microcuenca San Pedro, para hacer una mejor selección de sitios a reforestar con cada una. Asimismo, es necesario considerar la periodicidad de producción de bellotas como un factor importante en el empleo de encinos para reforestación. Aunque en general los encinos son especies fáciles de reproducir en vivero, el ciclo reproductivo de Q. crassifolia y Q. mexicana es de dos años, y no siempre resulta en producción de semillas, por lo que puede verse limitada a períodos de cuatro años o más (Gómez y Ayerde, 1995; Zavala, 2001). Además, los encinos deben permanecer un año en vivero, antes de poder ser transplantados al lugar definitivo en campo (Terrones et al., 2004). Los pinos son ideales para reforestaciones, debido a que se trata de especies adaptadas a estadios sucesionales tempranos. Sus pequeñas semillas dispersadas por viento se establecen rápidamente aún en suelos pobres gracias a sus bajos requerimientos nutricionales. Además, las plántulas son resistentes a la sequía. Debido a la pequeña cantidad de nutrientes almacenada en las semillas, requieren que la radícula alcance rápidamente el suelo y de radiación solar para iniciar la fotosíntesis (Jardel, 1985). La presencia de radiación solar abundante, suelos someros y pobres, y humedad y temperatura variables, son condiciones presentes en los bosques perturbados y pastizales inducidos, lugares en donde es necesario efectuar la reforestación. Considerando las zonas propuestas como posibles para la reforestación, la opción C presenta una zona demasiado extensa para ser reforestada. La opción B es mucho más viable económicamente pues presenta zonas más reducidas, predominantemente de bosque de encino - pino, bosque de encino perturbado y pastizal-encinar. Aunque la reforestación no es necesaria en las zonas conservadas del bosque de encino – pino, es importante mantenerlas con la cobertura vegetal actual pues son zonas de riesgo, y de retirar la vegetación, ocurrirían pérdidas de suelo de 200 o más Ton/Ha/año. La reforestación debe enfocarse a las zonas ya perturbadas, sobre todo considerando que al parecer son sitios en los que se puede obtener el mayor número de germinación y supervivencia de encinos (Bonfil, 1995). También es necesario descartar aquellos lugares coincidentes con sitios de cárcavas y desprovistos de vegetación, pues sus condiciones hacen de la reforestación una opción prácticamente imposible, costosa, con muy bajas probabilidades de establecimiento, y menos aún supervivencia. En la microcuenca San Pedro, en donde existen amplias zonas de Litosoles, y otras en donde sólo existen afloramientos rocosos, se limita en gran medida un proyecto de revegetación, por lo que es necesario reducir las zonas a reforestar propuestas según el modelo de erosión, eliminando los sitios en los que los procesos erosivos no permitirían esa actividad. Arriaga et al. (sin año) mencionan que las características ambientales mínimas para intentar la reforestación con especies nativas en México son una profundidad de suelo de por lo menos 30 cm, textura que permita la infiltración del agua, estrato herbáceo que cubra el 80% del terreno, y formas de erosión que puedan ser controladas con prácticas de conservación de suelo. Sin embargo, es necesario efectuar estudios a nivel local, pues existe evidencia de que es altamente variable entre las especies su establecimiento y supervivencia en diferentes condiciones bióticas y abióticas, siendo los elementos más importantes la competencia con otras plantas, la humedad, y la herbivoría (Holl et al., 2000; Slocum, 2000; Zimmerman et al., 2000; Campana et al., 2002; Isselstein et al, 2002; Sweeney et al., 2002). Considerando el control de erosión desde un punto de vista de comunidades vegetales, es difícil evaluar dicha capacidad desde un punto de vista puramente biológico. Quizá un sitio altamente perturbado, con predominancia de pingüica, herbáceas y pastos sea altamente eficiente reteniendo el suelo, por la arquitectura de cada uno de los estratos. Los bosques conservados son eficientes también, debido a la extensión y altura de las copas, y a los residuos orgánicos que evitan el desprendimiento de partículas del suelo, aún cuando el agua que gotea de las copas de los árboles se acelere y adquiera poder erosivo (Eldridge et al., 2003). Para aquellos sitios en donde la vegetación ha sido totalmente removida, seguir considerando el valor de importancia como un elemento fundamental para la toma de decisiones pierde sentido. En estos sitios, lo más recomendable es la siembra de plantas, de preferencia arbustivas, que sean de utilidad forrajera y/o alimenticia para las comunidades. La gente expresó su deseo de contar con forrajes para sus animales, y de verduras como el nopal para autoconsumo (además de la siembra de pinos). Este tipo de plantas también son excelentes en el control de la erosión. Por otra parte, en la microcuenca San Pedro existe la costumbre de hacer quemas de las parcelas para eliminar la vegetación, y de los terrenos usados como agostaderos para promover el crecimiento de pastos con las primeras lluvias. No importa si esto implica eliminar especies como los encinos arbustivos (Quercus microphylla) que poseen una remarcable capacidad de retención del suelo, y que se distribuyen predominantemente en sitios altamente perturbados, como pastizales a orillas de los caminos. Esto sólo confirma que las especies a las que no se les atribuyen usos directos, difícilmente son apreciadas y menos aún reproducidas por una comunidad. También señala la importancia y necesidad de un amplio trabajo de educación ambiental para revertir los procesos de degradación, y no únicamente la construcción de infraestructura como presas de gaviones o presas filtrantes, que además de tener altos costos, únicamente resuelven el problema del arrastre del suelo, pero no el de su desprendimiento. Referencias Arriaga V., V. Cervantes y A. Vargas-Mena. Sin año. Manual de reforestación con especies nativas. SEDESOL, INE, UNAM. México. 137 p. (disponible en www.ine.gob.mx). Bonfil S. C. 1995. Establecimiento, sobrevivencia y crecimiento de plántulas de dos especies de encino en el Ajusco, D. F. III Seminario Nacional sobre Utilización de encinos, 1992. Memorias, Tomo I, pp. 350 - 365. Universidad Autónoma de Nuevo León. Facultad de Ciencias Forestales. 380 p. Calderón de Rzedowzki G. y J. Rzedowski. 2001. Flora fanerogámica del Valle de México. CONABIO e Instituto de Ecología, A. C. Segunda edición. México. 1406 p. Campana C. J. L., F. 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