Discurso y espacio carcelario Prison speech and environment

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Discurso y espacio carcelario
Prison speech and environment
Delio Dante López Medrano
[email protected]
Resumen
El presente trabajo aborda el problema carcelario de nuestra época a partir del discurso
de uno de sus actores: un monstruo, así definido por el espacio carcelario. A través de su
discurso se devela, se muestra –monstrua-, el universo simbólico que estructura la realidad
en la que los actores sociales se insertan, o mejor dicho, ven reflejada su imagen y se reconocen. Se intenta cruzar al otro lado del espejo, ahí donde se genera la representación de
sí mismo. Para ello se adopta como herramienta privilegiada la entrevista no dirigida, con
la pretensión de permitir al entrevistado elaborar su propio discurso, pues se asume que lo
único que espera son las condiciones propicias para su actualización.
Palabras clave: espacio carcelario; discurso; entrevista; simbólico; antisocial.
Abstract
This work approaches the current prison problem from a speech given by one of its participants: a monster, as defined by the prison environment. Throughout his speech it is uncovered-unmonstered- the symbolic universe which reality structures where social performers
are included, in other words, they see their image reflected and recognize it. It is intended
to cross the other side of the mirror, where a representation of one self is reflected. For this
purpose, the non-directed interview is adopted as a privileged tool; with the intention to allow the interviewee elaborate his own speech, since it is assumed that all what is expected
are the optimal conditions for his updating.
Keywords: Prison environment; Speech; Interview; Symbolic; Antisocial
Núm. 13, sep-dic, 2012 pp. 6-24
DISCURSO Y ESPACIO CARCELARIO
Es la autonomización y el predominio del momento imaginario en
la institución, que implica la autonomización y el predominio de
la institución relativamente a la sociedad. Esta autonomización de
la institución se expresa y se encarna en la materialidad de la vida
social, pero siempre supone también que la sociedad vive sus relaciones con sus instituciones a la manera de lo imaginario, dicho
de otra forma, no reconoce en el imaginario de las instituciones
su propio producto.2
En estos términos, sería utópico pensar que somos sujetos transformadores de las instituciones, de las formas sociales que nos rigen, más bien, es muy
probable que ocurra lo contrario, que seamos objetos transformados por los deseos o determinaciones del Estado.3
¿Cómo verificar este universo? Para ello recurriremos a la categoría de
orden simbólico.
Los dominados aplican a las relaciones de dominación unas categorías construidas desde el punto de vista de los dominadores, haciéndolas aparecer de ese modo como naturales. Eso puede llevar a una
especie de autodepreciación, o sea de autodenigración. La violencia
simbólica se instituye a través de la adhesión que el dominado se
siente obligado a conceder al dominador (por consiguiente, a la dominación) cuando no dispone, para imaginarla o para imaginarse a
sí mismo o, mejor dicho, para imaginar la relación que tiene con él,
de otro instrumento de conocimiento que aquel que comparte con el
Castoriadis, Cornelio, La Institución Imaginaria de la Sociedad. Marxismo y Teoría Revolucionaria, trad. Antoni Vicens,
Tomo I, Barcelona, Tusquets, 1983, p. 227.
2 Ibid., p. 228.
3 Lourau, René, El Estado Inconsciente, Buenos Aires, Terramar Ediciones, 2009.
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La práctica del encierro como castigo, en nuestro momento cultural, nada tiene
que ver con fines de corrección, por el contrario, cumple funciones no sólo distintas sino contrarias. En parte, en ello se encuentra el orden de lo imaginario de
la institución carcelaria, es decir, las diversas funciones que se reducen a dicho
orden. Esto significa que, en gran medida, la realidad carcelaria está constituida
por una dimensión simbólica. Por una “red simbólica, socialmente sancionada,
donde se combina en proporciones y relaciones variables un componente funcional y un componente imaginario”.1 Y, sin embargo, no reconocida como tal por
la sociedad.
Ciencias Jurídicas
Introducción
DELIO DANTE LÓPEZ MEDRANO
dominador y que, al no ser más que la forma asimilada de la relación
de dominación, hacen que esa relación parezca natural; o, en otras
palabras, cuando los esquemas que pone en práctica para percibirse y apreciarse, o para percibir y apreciar a los dominadores (alto/
bajo, masculino/femenino, blanco/negro, etc.), son el producto de la
asimilación de las clasificaciones, de ese modo naturalizadas, de las
que su ser social es el producto.4
En este sentido, lo simbólico estructura la realidad y, cuando menos parcialmente, en el orden del discurso del sujeto podemos develar cómo la persona
se inserta en ese orden preestablecido.5 Se aborda el discurso del sujeto con esta
intención, sin ir más allá: sin pretender que, a través del relato y la fantasía, intente reintegrar su imagen alienada.6 De ahí que sea a través del discurso de un
monstruo, El Maguey, que se intente develar el orden de lo simbólico que ha sido
esbozado.
Precisión metodológica
Las entrevistas con El Maguey fueron grabadas, posteriormente se realizó su
transcripción, desde luego el acto de escritura produce en sí la transformación de
la palabra, su interpretación, su traducción, y oculta la situación de entrevista, del
entrevistado –la miseria de su propia existencia, obligándolo a realizar un ejercicio biográfico aparentemente con sentido– y entrevistador –el temor de la escucha
clandestina, ir más allá de lo que la situación exigía, pues se lograron aprovechando el tiempo y espacio propiciado por la actividad laboral–.
La escritura nos coloca además en posición de difundir una comunicación privada que desde un inicio se planteó con fines académicos; lo que obliga
a proteger la identidad de la persona que habla, cambiando su nombre, apodo y
fechas.
Las situaciones así como el nombre de las personas han sido respetadas
tal como fueron referidas, excepto de aquellas que identifican o pudieran identificar al entrevistado. Para una mejor lectura se optó por traducir el texto transcrito:
precisando nombres de instituciones, cargos de personas, quitando muletillas, etcétera, pero no se ejerció censura, ni se transformó de alguna otra forma el sentido
de su discurso.
Si bien las entrevistas se llevaron a cabo dentro de uno de los módulos
Bourdieu, Pierre, La dominación masculina, 6ª ed., trad. Joaquín Jordá, Barcelona, Anagrama, 2010, pp. 50 y 51.
Jameson, Fredric, Imaginario y simbólico en Lacan, trad. Alicia de Santos, Buenos Aires, Imago Mundi, 1995.
6 Ibid., p. 20.
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En el ingreso del dormitorio número cuatro de la Penitenciaría del Distrito Federal se lee: Bienvenido al castillo de los Monstruos. En este conviven
los internos que fueron clasificados, por el personal técnico,8 como antisociales,
término que el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales reserva para los peligrosos, los psicópatas.9 El especio social que corresponde a los
antisociales, en los centros de reclusión, se encuentra previsto en el Reglamento
de los Centros de Reclusión del Distrito Federal, publicado el 24 de septiembre
de 2004, que en su artículo 80 hace referencia a los dormitorios destinados para
tratamiento especial en aislamiento, y en su capítulo X prevé los Módulos de Alta
Seguridad.
Gerardo alias El Maguey, como lo nombraremos en lo sucesivo, fue entrevistado durante su permanencia en el módulo de alta seguridad del Reclusorio
Preventivo Sur y posteriormente en la Penitenciaría del Distrito Federal. Dentro
de su expediente técnico encontramos como diagnóstico personalidad antisocial
y, en el mismo, se refería que estaba procesado por: homicidios múltiples, violaciones múltiples, asaltos múltiples a mano armada; con sentencias que, sumadas,
daban un total superior a los 120 años de prisión.
Gerardo alias El Maguey
-
¿Cómo es que una persona llega a justificar, y hasta aceptar, el castigo por más
brutal que sea?
-
“Tenía miedo por la tortura psicológica. Hubiera preferido perder la vida, te dejan
que poco a poco sufras, te dejan sin comer o vendado, es parte de la rutina de
cualquier prisión… inclusive tengo grandes tumores en los testículos, me dieron
aproximadamente 30 patadas con botas del norte, de esas picudas, en el piso, el
agente de la policía me quería reventar los testículos”.
Bourdieu, Pierre, et al., La miseria del mundo, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2010, pp. 535 y 536.
El tratamiento técnico progresivo de los internos está previsto en el artículo 6 y siguientes, capítulo III, del Reglamento
de la Ley de Ejecución de Sanciones Penales y Reinserción Social para el Distrito Federal, publicado el 6 de agosto de
2012 en la Gaceta Oficial del Distrito Federal.
9 Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales. DSM-IV-TR, Barcelona, Masson, 2009.
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de alta seguridad de los Reclusorios del Distrito Federal, por lo que el acceso a
ellos, aún para el personal que labora en las cárceles, es limitado, paradójicamente
se logró propiciar una situación de comunicación excepcional: absoluta libertad,
tanto para el entrevistado como entrevistador. En suma, se procuró propiciar un
discurso “que podría no haberse enunciado jamás y que, sin embargo, ya estaba
ahí, a la espera de sus condiciones de actualización.”7
Ciencias Jurídicas
DISCURSO Y ESPACIO CARCELARIO
DELIO DANTE LÓPEZ MEDRANO
La idea del castigo se plantea como algo natural, “me metieron porque soy una
lacra de la sociedad, no por inocente… entonces pienso que está bien que se me
haga pagar”; como algo merecido “no me siento mal de estar aquí, no me siento
mal de que me traten como me deben tratar”; como algo difuso, “vino una señorita a decirme, me dijo, que estaba reprobado, que en psicología, criminología,
trabajo social, en todo”; como algo mágico, “que las autoridades dispongan de
mí para pagar lo más pronto, no que nunca salga, pero que hagan alguien de bien
de esta persona”. Es Gerardo quien así nos lo plantea, quien se ofrece en el lugar
del pharmakon: “que las autoridades dispongan de mí para pagar lo más pronto”.
El castigo que nos describe Gerardo puede ser objeto de una lectura atravesada por la mirada de Friedrich Wilhelm Nietzsche (1844–1900),10 como nos lo recuerda Paul-Michel Foucault (1926–1984), “…en nuestras sociedades contemporáneas ya no se sabe con exactitud qué es lo que se hace cuando se castiga”.11 En
su relato aparecen como imágenes hiperreales el trabajo penitenciario, la familia,
la práctica de la investigación policíaca, la reinserción social, que van acentuando
los rasgos de la figura del monstruo, a manera de hacerlo inconfundible: “considero que se me debe ayudar… no que me tengan encerrado en un apando y formen
un monstruo, es lo que están formando”.
Ello se puede entender a condición de asumir la naturalidad –su aparente
necesidad y atemporalidad– de la institución carcelaria como un arbitrario cultural. “Debido a que es el resultado de un proceso que la instituye a la vez en las
estructuras sociales y en las estructuras mentales adaptadas a esas estructuras, la
institución instituida hace olvidar que es fruto de una larga serie de actos de institución y se presenta con todas las apariencias de lo natural.”12
a. Sí, soy un delincuente y sí soy un asesino
Tengo 31 años de edad, ya llevo aquí 5 años. Preso por una sentencia de... tres
sentencias diferentes: 115 años, 4 meses, porque era de 170 años. Me absolvieron de 34 y de 20, más bien me quitaron 20. Eso significa que ya no voy a estar
en libertad. Los cargos que me imputan son: homicidios y asaltos... violaciones.
Tres homicidios, diecinueve asaltos y violaciones alrededor de... creo que unas
30, ahorita ya nada más quedó una, pero al principio me señalaron 8. El lugar
en que me encuentro es un Módulo de Alta Seguridad, pero está bien para estar
viviendo, de todos modos es cárcel. Llevo tres meses en este módulo. Estoy aquí
por medidas de seguridad.
Nietzsche, Friedrich, La genealogía de la moral, trad. José Mardomingo Sierra, Madrid, Edaf, 2000.
Foucault, Michel, La vida de los hombres infames, trad. Julia Varela y Fernando Álvarez Uría, Madrid, La Piqueta,
1990, p. 222.
12 Bourdieu, Pierre, Razones Prácticas. Sobre la Teoría de la Acción, trad. Thomas Kauf, 2ª ed., Barcelona, Anagrama,
2007, p. 98.
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Tengo tatuajes desde los años 70, estaba en la Correccional; no se puede decir que en ese tiempo estaba de moda, pues no cualquiera los tenía, se podían contar como cinco, había quienes tenían muchos; no los uso para sentirme
más ni todo eso, tal vez no tengan significado, me los hice cuando estaba chavo,
inconscientemente, porque veía que todos tenían; nunca los he mostrado en la
calle, no me los hice para causar expectación; no me gusta nadar, por lo mismo,
porque la gente cree que somos delincuentes por el hecho de tener un tatuaje,
dicen a sus hijos no le hables o cosas así, está bien porque la gente está en otro
mundo, bueno no en otro mundo, en este, pero tienen la oportunidad de hacer su
vida, gente que no está más civilizada, pero que siente que puede vivir la vida
bien. Los tatuajes no son para sentirse ni más ni menos, ni orgulloso, porque la
gente dice que no somos personas adecuadas para convivir con ellos, más que
yo tengo los dos brazos llenos, si me ven sin camisa dirán que soy asesino y eso
que no saben nada, ora (sic) que si supieran más se alejarían; los hubiera tenido
aunque no fuera asesino, por eso no significan nada los tatuajes, inclusive tengo
una virgen en el pecho y no creo en la virgen, no creo en ningún santo, no creo
en la iglesia...
La verdad, doy gracias a Dios por estar aquí, preso, porque si no, estuviese muerto; era muy impulsivo, matamos a varios, en los asaltos entrábamos
rápido y si se oponían les disparaba, era muy sanguinario, la verdad. Compré
mi primera pistola con un bodeguero, de ahí se me prendió el foco, mis amigos
no estaban de acuerdo, no tenían mis agallas. Me daba gusto, la verdad, me les
desaparecí y vea los resultados.
Decir delincuente es una forma que tiene la gente de expresarse de una
persona que se dedica a robar, asalta. Nunca he dicho que no sea delincuente. Sé
que cometí delitos que ahora tengo que pagar, tal vez en unos sí participé, tal vez
en otros no; de cualquier manera, sí, he matado gente y es lo mismo, me metieron
a la cárcel porque soy una lacra de la sociedad, no por inocente.
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Me consideran sanguinario, así viene en los papeles. Le dije a los agentes de la Policía Federal que no actué con saña sino que simplemente a consecuencia de las circunstancias, en las que la gente se opuso y trató de dispararme,
más que nada atentaron contra mi vida, pues yo soy cien por ciento asaltante y
siempre así fui; me entrené para disparar, si maté fue por lo que digo, no fue por
pasarme de listo, tal vez las balas o los cachazos son para controlar a la persona,
y lo toman como sanguinario, pero yo iba a lo que iba, es como cualquier funcionario de la policía, pienso, nomás que se pusieran a ver cómo actuaron los
policías de la Judicial Federal conmigo, se quedaron cortos conmigo, son más
sanguinarios que yo.
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Nunca hubiera estado aquí si no es por el dedazo de una persona muy
querida, no fue ni por un amigo ni por un accidente, fue por un familiar, y está
bien porque ya eran muchas cumplidas. Habría seguido delinquiendo, iba a cometer más delitos, más personas muertas, gente que iba a ser destruida por un cerebro que nadie puede controlar, estaba cegado por la ambición y por las drogas,
porque eso me hace ser sanguinario. Me drogo para aterrorizar en el asalto, por
eso pienso que está bien que se me haga pagar. Que las autoridades dispongan de
mí para pagar lo más pronto, no que nunca salga, que hagan alguien de bien de
esta persona, que aproveche de la mejor manera esta institución.
No me siento mal de estar aquí, no me siento mal de que me traten
como me deben tratar, pero considero que se me debe ayudar, así lo estipula el
reglamento de Centros de Readaptación Social, no que me tengan encerrado en
un apando y formen un monstruo, es lo que están formando; pienso, de una parte
que leí: una cosa es que me encierren y me cuiden, pero también que me enseñen
y me hagan alguien de provecho.
He matado a 10 personas, todos mis homicidios están calificados en
duelo, en plena calle los maté, por eso tengo herida una pierna, esa vez la amarré
para levantarme y poderme ir. El primer homicidio que cometí fue a un velador,
tenía como 14 años de edad, nos metimos para agarrar las cajas de herramienta.
Estábamos drogados, habíamos consumido cemento y marihuana. El cuarto del
velador se encontraba oscuro, entonces nos metimos pero nos vio, se paró y sacó
un cuchillo, como iba drogado me resistí como pude, le encajé el cuchillo, lo
empujé, y se quejó: ‘¡ay!, ¡ay!, ¡ay!, me duele’. Me acerqué y le dije: ‘no, pinche
chango vas a valer aquí’, dice: ‘no ¡ay!, ¡ay!, ya estuvo’. Me quedé parado. No
me sentí satisfecho, pensé que no se iba a morir, pero sí se murió; conseguimos
unas bolsas y lo metimos, sabíamos que por la mañana lo iban a buscar, eso
fue como a las nueve de la noche, como a las seis de la mañana nos habíamos
retirado, bajamos como a las ocho y media y ya estaban las patrullas, decían que
habían matado al velador, ahí estaban todos los agentes, después nos fuimos”.
b. No me conocían
En un homicidio lo descubren a usted porque es sospechoso, lo agarran aunque
usted no sea, lo suben y le echan años, nomás por agarrar a alguien, lo golpean y
se declara culpable, así pasa, como a mí ¿no?
Después de nueve días de ocurrido el asalto a la casa de un diputado me detuvieron. El día de mi detención llegué a mi casa y la sorpresa fue que ya se en-
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En esos ocho días que estuve con ellos, me estuvieron sacando expedientes de homicidios, de asaltos, que no eran míos, hay muchas bandas de delincuentes, luego yo a mi nivel; como usted, puede conocer aquí personas de su
carrera que van a su escuela, yo también conozco personas que hacen lo mismo
afuera, pues puede ser el mismo asalto, asalto bancario, lo que se conoce y otros.
Nomás porque coincidían en ser asaltos a casa habitación, a mano armada, se me
fueron poniendo unos asaltos, unos concordaban, otros no, unos sí eran ciertos,
otros no.
Después de López me llevaron a la Delegación Benito Juárez, a la
Policía Judicial del Distrito. Ahí estuve un día nada más, con un mecanógrafo
haciendo las actas, nomás lo tienen a uno enfrente para dar fe de lo que están
redactando, decían “no, pues, vamos a ponerle asalto”, y se ponían a escribirlo,
a mí nomás me hicieron firmar, yo no dije nada. Me metieron a la celda hasta
que terminaron de hacer las 18 partidas, las 18 actas. De ahí me llevaron al Reclusorio Oriente.
Me trasladaron a las dos de la mañana. De repente me sacaron, se puede decir que todo el turno de ese día estaba ahí, en la dirección, me subieron a
una camioneta con varios hombres armados, patrullas, algunos agentes, como si
fuera una persona muy importante, por todos los años que me corresponderían de
condena. Tardaron como dos horas en trasladarme al Reclusorio...
c. Alias El Maguey
La primera vez que me detuvieron, en el año del 78, tenía 18 años de edad, me
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contraban ahí elementos de la policía. Estaban preguntando por mí, pero no me
conocían, escuchaba todo lo que me decía ese sujeto, después se dieron cuenta
de que yo era a quien buscaban, pues mi esposa cometió varios errores, dijo mi
nombre, y es que me estaba negando a un llamado de su hermana, me agarraron a
punta de cachazos, preguntaron que si era yo o cómo me llamaba, le dije que me
llamaba Alejandro, luego ya me dijeron el nombre verdadero. Ya sabiendo me
llevaron a la agencia de la Policía Judicial Federal que se encuentra en la calle de
López. Me vendaron y estuvieron metiendo a un pozo con cables, hicieron que
entregara las armas que le faltaban al diputado, una metralleta y una pistola. Me
torturaron otra vez, me hicieron preguntas, ya después me estuvieron golpeando,
pero ya no me soltaron para nada, me tuvieron los demás días, el 29 de abril me
detienen, el 30 de abril me sacan nada más por las armas, salí de López hasta el
8 de mayo del 88...
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acusaban de haber picado a un abogado, robar un carro, golpear al propietario,
asalto armado y se va subiendo la cuenta, acá, en la registradora. Las cosas ocurrieron de la siguiente forma: nos topamos con agentes de la policía, repelieron
la agresión, hubo una balacera, hirieron a uno, al que agarraron dijo mi nombre
y medio año después me detuvieron. Él dijo mi nombre, o sea el apodo: El Maguey, entonces los policías pensaron: “no, pues cuántos Magueyes hay en todo
el Distrito Federal, nomás hay 6”; fue como me buscaron y encontraron, ya me
habían mandado a la Correccional, fue por eso que... Y hasta la fecha, la Policía
Judicial Federal me tiene como El Maguey. Me enseñaron la declaración de mi
amigo, donde él decía cómo fueron los hechos, yo no podía agregar nada más
que la negativa. Pero si me negaba ahí era una golpiza, entonces, opté por firmar”.
d. Yo soy cien por ciento asaltante y siempre así fui
Me dijeron mis amigos que fuera el chofer de un general, les dije: ‘no, pues a
mí, la verdad, me sigue la justicia’, dicen: ‘te cambiamos el nombre, te ponemos otro’, les dije: ‘no sé’, después me invitaron a tomar. Nomás que empecé a
ver que tomaban pastillas psicotrópicas, se empezaron a quedar dormidos, todos
tenían armas calibre 45, me pudieron haber matado porque estábamos en un
cuarto, esa gente así es peligrosa ¿no? Después ya me fui a vivir con mi mamá,
entonces conocí a la que ahora es mi esposa, y me dediqué a robar, traía a veces
hasta cien mil pesos, le decía a mi mamá: ‘ahí están cien mil pesos de mi trabajo,
de algunos cobros que hice’, pero ella me decía: ‘te van a matar’, le digo: ‘qué
me van matar’. Todos me han querido agarrar, estuve en muchos enfrentamientos, muchísimos y a diferentes niveles, nunca me pegaron, un día me dio coraje
porque me aventaron como seis balazos, ta, ta, ta, y no me pasa nada; he estado
en varias balaceras.
En una ocasión como a las dos de la madrugada llegamos otros tres
y yo a la casa de un diputado, cuando iba entrando a la puerta principal de la
residencia, no al portón, sino ya dentro, prendimos las luces y se escuchó una
voz que preguntaba quién estaba ahí, a lo cual mis compañeros corrieron hacia
el portón en actitud de miedo. Lo que hice fue meterme pegado a la pared con
la pistola en la diestra esperando a la persona que iba a aparecer en las escaleras,
cuando apareciera ya la tendría encañonada. Era la mujer del diputado, le dije
que se trataba de un asalto, que no le iba hacer nada, que por favor guardara
compostura a los problemas hechos, para lo cual la subí, todo iba bien, nomás
se encontraba su esposa y su hija, sólo que cuando las empezaron a amarrar se
quiso oponer la esposa del señor y como estaba gritando uno de mis cómplices
le dio un cachazo, ya después quedaron allí quietas, las tapó con un cobertor y
bajé a la cocina a buscar una copa, en ese momento oí el zumbido de una puerta
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En otra ocasión éramos cuatro individuos, uno era muy gordo, porque,
hasta eso, en los homicidios nunca ponen al verdadero asesino; fui con un gordo,
un bizco y un rengo, personas, se puede decir, de facultades malas, nos metimos,
hicieron ruido, fue uno de mis compañeros, había pasado a despertar a la gente
que en ese momento dormía; el gordo nunca pudo entrar por la ventana del baño
por estar obeso, lo dejé en el garaje apuntando hacia la casa en caso de que hubiera alguna objeción, al bizco le dije que metiera al que estaba mal del pie, y lo
que sucedió fue que se cayó en el baño, como eran las dos de la mañana se oyó
bastante ruido, le dije que era un pendejo que por qué no se metió él primero.
Nos metimos rápido, todos, al ir corriendo a la parte superior de la casa notamos
que se despertó la gente, y decían que había entrado alguien, a lo mejor rateros,
en eso, en la parte alta, se asomaron dos personas; una de edad avanzada y otra
que no alcancé a ver bien, empezaron a gritar ‘¡auxilio, auxilio!’, a eso, mis
cómplices corrieron a agarrar a las personas, eran tres mujeres, un hombre, y una
mujer grande, dejaron de gritar pero la grande siguió gritando, entonces tomé el
arma, le apunté y le dije: cállese o la mato, esto es un asalto y vengo a llevarme
todo lo de valor, no quiero gritos sino es mujer muerta; se calló cuando escuchó
que cortaba cartucho, entonces reinó el silencio, como unos tres segundos, a lo
cual escuché un ruido en la recámara de al lado, el estudio, volteé al marco de la
puerta y noté que un individuo venía muy sigiloso hacia mí con un arma grande
en las manos, al tiempo que lo vi él también me vio y lo que hizo fue disparar, el
disparo pegó en el marco de la puerta, alcancé a esquivarlo, me acerqué al marco
y le disparé, le di en el rostro, entró por la fosa nasal y salió por la parte de atrás,
cayó el señor, lo que hice fue decirles vámonos y todavía en la casa me alcancé
a dañar los dos pies, en la madrugada fui con un doctor que era familiar de las
mismas personas, le dije que me habían asaltado, así fue el homicidio.
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eléctrica. De suerte, sino hubiera sido por eso, no me hubiera percatado de que
entraba ese individuo, de darse cuenta tal vez habría huido y frustrado el asalto,
habría sido diferente. Esperé, lo encañoné y subimos, después le dije de lo que
se trataba, dijo que era un diputado del PRI, le dije que no me importaba, que me
iba a llevar todo, preguntó por su hija y su esposa, lo llevé con ellas, entonces
me vio la cara. Le dije que me viera bien, que si algún día la justicia podía tener
la suerte de ponerle conmigo, pues me podría reconocer. Se lo dije porque creí
que nunca me iban a agarrar, tenía la seguridad, y él me vio, y sí, me reconoció
cuando lo citaron, pero ese día nos llevamos todo, sus armas, joyas, una caja
fuerte y aparatos electrónicos. Para transportar las cosas agarramos un vehículo
de su propiedad, nosotros teníamos otro automóvil.
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En el homicidio de otra señora entramos igual, paramos a todas las
personas, pero cerraron un cuarto y dejaron la luz prendida, lo que hice fue dejar
a uno de mis cómplices, que tampoco han agarrado, a ninguno de los tres, Javier,
Toño y Ángeles, a ellos no los han agarrado, ese día le dije a Javier: ‘Javier, ponte
atrás’, dice: ‘¿yo?’ Le digo: ‘sí, y si ves que sale alguien del cuarto le disparas’.
Les dije a esas personas que no fueran así, que me estaban desesperando, entonces tomo un rehén y me acerqué a la puerta, con la mujer agarrada, cuando de
repente se me aparece, del cuarto que estaba cerrado, una mujer obesa con una
pistola en la mano y me dispara; el disparo salió errado, ella no midió las consecuencias, si no era buena tiradora pues no lo entiendo... Aventé a su hija, era su
hija, y me volvió a disparar con una pistola calibre 25; yo sólo hice un disparo y
la señora cayó, fue tanta la sorpresa que causó en todos, hijos y la gente que estaba ahí, que me empezaron a gritar asesino y todo lo que pudieron, por el dolor
de perder a alguien querido; ante esta situación mis compañeros huyeron, pero
yo salí hasta el final, me sujetaron de la chamarra, los hombres y las mujeres, me
dijeron asesino a lo que respondí dándoles cachazos a la cara pues estaba desesperado, les seguí dando cachazos pero no me soltaban, entonces me volteé y les
dije: ‘suéltenme o los mato también a ustedes’, y me soltaron, sino lo hubieran
hecho los mato a todos, a todos los mato, porque así es, si quieres ser delincuente
perfecto, como lo fui siempre; nunca me hubieran agarrado sino es que mi esposa
me señala. Al Maguey nunca lo hubieran agarrado por sus investigaciones, así
es la vida.
e. Es parte de la rutina de cualquier prisión
Cuando me agarraron no tenía miedo de perder la vida, es distinto, tenía miedo
por la tortura psicológica, hubiera preferido perder la vida, te dejan que poco
a poco sufras, te dejan sin comer o vendado, es parte de la rutina de cualquier
prisión.
Cuando me detuvieron me ingresaron al Reclusorio Oriente, ahí estuve
4 años 3 meses. En el Reclusorio Sur me pasaron al dormitorio 10, al módulo de
alta seguridad. En ingreso estuve dos horas, se puede decir que casi todo el tiempo estuve en el dormitorio 10; también estuve un tiempo apartado por planeación
de evasión. Me montaron esa cosa, me golpearon, no sé si a raíz de la detención,
por qué otra cosa ¿no? En el módulo hacía deporte nada más, básquetbol, frontón,
en el gimnasio, con los demás, en sí no había padrino, ni nada de ese tipo, luego
ya empezaron a llegar la Quina, Barragán, y todos esos.
Después de un año siete meses me salieron con que tenía problemas.
Fue repentino: me llamaron de la dirección, dijeron que me hablaba el director
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El director se molestó, me dijo que iba a permanecer tiempo indefinido
segregado sin visita, sin sol, sin derecho a nada por no cooperar, así permanecí
un año dos meses: segregado. Era una celda, en la zona 6 de Observación, en el
06, en el patio de arriba, encerrado allí, sólo me llevaban de comer. Una zona
igual que todas, nada más que la mantenían cerrada, la parte de atrás y el frente,
toda cerrada, estaba encerrado en una celda por en medio, nomás pasan a la hora
de la comida, dos internos pasan dejan de comer y se salen. En un tiempo no
había agua, después de cinco meses conectaron una llave, estaba muy denigrante.
Así permanecí un año dos meses, hasta que pude hablar con el director, y de ahí me mandaron de vuelta a mi dormitorio, al 10, ahí estuve hasta mi
traslado. En el dormitorio 10 nos daban el abasto, lo preparábamos y comíamos.
En ese dormitorio la mayoría son sociables, saludaba a todos, con todos hacía
deporte, comíamos, también nos drogábamos, pero no todos, digamos 2 ó 3 a los
que les gustaba nos juntábamos. Ellos asaltaban bancos, yo digo que cada quien
hace lo que le parece. Está bien, creo que no inmovilizan a la gente pero si se
resisten sí, según ellos roban a los que tienen.
Desde que llegué, hace 4 años siete meses, estoy enfermo, creo que por
los golpes me rompieron las costillas, se movieron hacia adentro, pienso que molestaron algún órgano porque sangro. Los médicos no me han tomado en cuenta,
me dan pastillas, piensan que son hemorroides o algo así, yo creo que no, porque
obro sangre pura y pienso en las costillas rotas.
f. Reprobado
Creo que los estudios que nos realizan los técnicos son para desahogar lo que
sientes. Pero la verdad como yo, cuando tienes una sentencia, ves al juez que te
pone la sentencia, no pienso que sirvan los estudios para una persona que está
bien de sus facultades mentales, una persona como yo, pienso que si lo hice fue
por necesidad, por eso estoy aquí, si llegué a cometer alguna vez un crimen o
algo, fue por no perder mi vida, no lo hice por querer sentirme más, se puede
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MULTIDISCIPLINA 13
del Reclusorio, que quería hablar conmigo, le pregunté que de qué se trataba,
me comunicó la acusación, pensé que era una broma, pero no y me empezó a
insinuar cosas, que tenían detenida a mi esposa, que la estaban golpeando, que
cooperara, que primero hablara, luego dejó que me llevaran unos sujetos y me
empezaron a golpear, eran gente de traje, cuatro, no puedo decir qué eran, creo
que eran de la Secretaría de Gobernación. Me golpearon primero en la jefatura,
luego en un cuarto oscuro del módulo. Al ver que en tres ocasiones no cooperaba
lo dieron por concluido. Querían que aceptara... Que dijera quiénes eran los otros.
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DELIO DANTE LÓPEZ MEDRANO
decir que fue por un trabajo, es a lo que se enfrenta un asaltante.
En este momento me reprobaron en todos mis exámenes de criminología, de todo lo que hacen exámenes en el Reclusorio, de todo me reprobaron, a
causa de... Vino una señorita a decirme, me dijo que estaba reprobado en psicología, criminología, trabajo social, en todo, le pregunto por qué, le digo: ‘pues
todo lo que hago lo hago con empeño, de lo que hago también soy responsable,
aunque sea podría decir un puntito he de ganar’, ‘no, dice, esto es a raíz de lo que
trataste de hacer en la gasolinera’, le dije: ‘bueno, pero lo que hice fue tratar de
defenderme’, ‘haya tratado o no, dice, aquí está escrito y ni modo son palabras
mayores del señor... del director’.
Cuando el tribunal o la defensa pidan por escrito cómo fue mi comportamiento, van a decir: ‘no, pues que ya se quede ahí’, y me va a ser menos probable salir. La verdad no, no soy peligroso. Peligrosa es una persona que no sabe
ni para donde ir, que se deja influenciar por los demás, que tiene pensamientos.
Todo eso. En sí, la peligrosidad es de la calle. Porque aquí hay varios que doblan
las manos, eso porque pues aquí no pueden cometer ningún delito porque los
pagan luego. No pueden correr para otro lado.
Pienso que los peligrosos son los grandes como la Quina, pero un delincuente secundario, adentro no lo demuestran, peleas cualquiera, uno gana y el
otro pierde pero los dos se dieron, los dos pueden ser peligrosos; un drogadicto
no me parece que sea peligroso, un funcionario público así como Joaquín, ésos
son peligrosos porque tienen el poder y se roban muchísimo dinero en un sólo
pago, trabajan en el gobierno, uno no.
g. Porque ella me dio la vida
Más que nada, qué más quisiera terminar con mis días... Pero yo no pienso
quitarme la vida, me la tienen que quitar, nunca me voy a tratar de suicidar, voy
a esperarme hasta el último momento, pero sí, me siento mal por mi casa, porque
nadie es igual que yo, porque soy un delincuente, y ellos no, se puede decir que
no son unos padrecitos y eso ¿no? Pero no roban, no se drogan, no hacen mal,
trabajan; por eso se siente uno mal, ser un mal ejemplo, más que nada no se puede decir ser un mal ejemplo, sino, se puede decir, acabar la vida de una madre
¿no? A todos mis familiares los quiero igual, pero más a mi madre porque ella
me dio la vida ¿no?
En el Reclusorio sí tengo visita, viene mi mamá, estaban viniendo mis
hermanos, pero ya ni modo, como ya es fin de año, ya están muy ocupados.
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De lo único que tengo miedo es de perder a mi mamá, en toda mi vida
no he tenido miedo, he hecho muchas cosas, pero si mi madre se muere no voy a
durar, tengo cuchillos, tengo la facilidad de conseguirlos, pero voy a mandar decir: ¿saben qué?, díganle al Procurador Morales Lechuga que yo soy El Maguey,
desde el 88 lo estuvo esperando y no le han hecho justicia, no me deberían haber
dejado 8 años porque son 4, siendo calificado siempre me han descalificado, yo
los mato, me la pagan, todos esos me la pagan, hijos de su pinche madre. Cuando
fueron los federales le pegaron a mi madre y a mi esposa, pasaron encima de
ellas, qué es eso de que las cacheteen, les toquen las piernas, las nalgas, no si
casi me las violan, por eso me las van a pagar, qué es eso de que las traten como
a unas cualquiera, ellos me acusan de violador siendo que ellos mismos lo hacen,
me las trataron como putas, no si le digo...
h. Inocente o culpable
Había un señor, se llamaba Francisco Huerta, quería que le contara mi vida para
un programa de radio llamado Inocente o culpable, que le platicara cómo me
llevaba con mis hermanos y todo, que por qué me habían agarrado y que si era
culpable de todo, le platiqué que era culpable solamente de algunas cosas y de
cómo se me trató: hablé con la verdad. Lo único que pusieron a la opinión pública fue cómo los federales se propasaron conmigo, que me ponían más actas,
y así pudiera la gente comprender. Mi caso fue muy sonado, salió en todos los
periódicos. Para el programa de televisión 60 minutos me preguntaron si quería
participar, les pregunté si me iban a dejar hablar y me dijeron que sí, que lo iban
a sacar por televisión para que la gente no se dejara llevar por la versión de la
Policía Federal, que me vieran bien, que tengo buenos sentimientos, que estaba
estudiando, mi vida ¿no?
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MULTIDISCIPLINA 13
Mi hermano mayor sabía que andaba en malos pasos, que andaba armado, no
aparentaba que me faltaba algo, decían de dónde, preguntaban si había asaltado.
En mi familia no me decían nada, pues ya estoy grande, a mí, como a cualquier
asaltante, no me interesaba en esos momentos, cuando uno está libre y ganando
nada más interesa el dinero, la ambición. Cuando uno está afuera, cuando ve ya
todo perdido se le hace mal a las personas el estar en estos lugares, por lo menos
yo ya había estado otras dos veces, supe lo que era, nada más que estuve poco
tiempo, pero no me ayudó a reflexionar y ahora… las otras veces, pasé por cosas
menores, sin importancia, pero ahorita estoy preso por un problema muy grande.
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DELIO DANTE LÓPEZ MEDRANO
i. Santa Martha
No le encuentro sentido a este centro, para la gente que quiere cooperar el gobierno siempre trata de rehabilitarlos en otros lugares, pero siento que no se me está
ayudando porque siempre me han tenido marginado en módulos de seguridad,
ahora que llegué a la penitenciaría de Santa Martha me tienen tal vez por unos
meses, no sé, piensan que por los años que tengo de condena soy demasiado
peligroso, pero la peligrosidad fue afuera, aquí adentro si no se tiene dinero
uno no es nada, entonces uno se quiere regenerar; pienso que estudiando como
lo hacía en el Reclusorio Sur puedo formar otra imagen y trabajar para que mi
familia siempre esté bien, no que aquí me van a tener siempre marginado y me
van a tratar de destruir, entonces quiero el apoyo del gobierno para que se me
cambie de lugar.
Santa Martha no la conocía, pero en mis 6 años que estuve recluido, en
otras partes que he estado, he conocido gente, me han platicado, y pues yo soy
igual, pero quiero cambiar, siento que si me quedo aquí un día voy a caer, me
van a matar; por lo mientras me está fregando hasta la misma institución, porque
aquí se amontonan y ya con esas sentencias a cualquiera le vale un comino lo
que haga, pero está en las autoridades si quieren que yo haga algo de bien; tal
vez hubo un tiempo en el que me porté mal, porque pues quizá tenga problemas,
miedo no tengo porque soy un individuo que se ha enfrentado a los peligros; no
tengo dinero para comprar armas para poderme evadir de aquí, entonces quiero
pagar ¿no? Cualquier día voy a hacer un intento, quizás sea fallido y me maten,
entonces quiero que me ayuden a ser persona de bien ya que nunca lo fui en la
vida.
j. Lo malo es que es sólo una vida
Al momento de matar sentía miedo, sentía algo diferente, siempre siento algo
diferente, desesperación, en ese momento; pienso que en ese momento uno está
fuera de sí, es así siempre que cae alguien muerto por la propia mano, se siente...
No exactamente remordimiento ¿no? Pero pues sí, se siente algo de miedo, está
uno fuera de sí, digo fuera de sí porque si en ese momento a uno lo provocan
se es capaz de matar a todos, y si se oponen pues más, yo como les digo, me
pregunta el custodio: ‘¿cuántos mataste?’ ‘No, le digo, si yo matar por matar en
todos mis asaltos ya tendría miles de muertitos a mis pies, no miles pero sí ya
serían bastantes, no se trata de eso’. Miedo, pues yo diría que en ese momento
uno teme por su vida, porque estás disponiendo de otra, ese miedo que se te mete,
uno se pone nervioso, alterado, con miedo de que alguien va a atentar contra
mi vida, llevo un arma en la mano y la gente grita, pueden despertar a alguien
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DISCURSO Y ESPACIO CARCELARIO
Y ahora voy a pagar por ser delincuente, sea o no sea, porque las autoridades nunca van a saber la verdad; pero sí, soy un delincuente y sí soy un
asesino, aunque uno no lo hubiera hecho pero, pues para pagar las que debía; voy
a quedarme para rehabilitarme en un centro como el de Almoloya, porque lo he
visto en folletos y por las ganas, por eso...
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de al lado, y pues los tienen que ayudar, así sucede que por los gritos sale gente
armada de otra casa y matan al asaltante. Lo malo es que es sólo una vida, y a
ver qué pasa ¿no?
Las elaboraciones subjetivas no son meras producciones que surgen de la nada.
El análisis de las estructuras objetivas –las de los diferentes campos–
es inseparable del análisis de la génesis en el seno de los individuos
biológicos de las estructuras mentales que son por una parte el producto de la incorporación de las estructuras sociales y del análisis de
la génesis de estas estructuras sociales mismas: el espacio social, y
los grupos que en él se distribuyen, son el producto de luchas históricas (en las cuales los agentes se comprometen en función de su
posición en el espacio social y de las estructuras mentales a través
de las cuales aprehenden ese espacio).13
Situarnos en una realidad fechada y ubicada, en un espacio social, nos lleva a comprender cómo las prácticas y representaciones se ordenan en torno a éste.
La autoconciencia de la diferencia sólo es posible a partir de que se está atrapado
en el espacio carcelario, antes se es igual o mejor que cualquiera. Este espacio
produce en sí y no a través de sus agentes sociales la diferencia, éstos no tienen
que hacer algo para ello pues basta el mero espacio carcelario. Como lo muestra el
porcentaje de intervención que la institución tiene en los reclusos, si contrastamos
el número total de internos y el número de los que reciben tratamiento. El espacio
carcelario transforma el conflicto social o aún personal logrando que el monstruo
se vuelva inconfundible: dando sentido a su historia de vida, sometiéndolo a los
medios masivos de comunicación, diagnosticándolo, inscribiéndose en su cuerpo… Pero nada nos dice de aquellos que no son atrapados por sus redes, de los
que en palabras de Gerardo sí son asesinos –igual que él, pero que se encuentran
en libertad–, de sus cómplices, de los delincuentes de cuello blanco, en suma de
lo que se denomina cifra oscura de la criminalidad.
13
Bourdieu, Pierre, Cosas dichas, trad. Margarita Mizraji, Barcelona, Gedisa, 2000, p. 26.
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MULTIDISCIPLINA 13
El efecto del espacio carcelario
DELIO DANTE LÓPEZ MEDRANO
Y se indica que nada tiene que hacer el espacio carcelario pues ya lo ha
hecho, al ser resultado de un proceso de institucionalización, se ha instituido en
las estructuras sociales y en las estructuras mentales adaptadas a esas estructuras.14
La institución del encierro y el castigo también inscribe en el cuerpo del reo, a la
manera de la colonia penitenciaria de Kafka, su identidad. Se inscribe en el cuerpo del preso, adquiere forma y figura, deja su marca. “El tatuaje es una forma de
aprehensión de la realidad, de su elaboración, una especie de apuesta por drenar
un atascamiento psíquico lleno de angustias y malestares en que los coloca el
encierro.”15 Es significante de la exclusión. Recuérdese que Gerardo señala que se
imprimió los tatuajes en la Correccional, como sentido de pertenencia al grupo de
jóvenes transgresores de la ley, pero va más allá, permite reconocer a su portador
–“si me ven sin camisa dirán que soy asesino y eso que no saben nada”–. Desde
luego, el mismo tatuaje es interpretado de forma distinta si su portador es un artista o deportista de moda. El significante se reconoce a través de los esquemas
que las relaciones de dominación han producido para que en ellos se reconozcan
los dominados: el discurso positivista traduce el significante en maldad, ruindad,
y lo vuelve reconocible para todos. He ahí los esquemas de percepción que se han
instituido en las estructuras mentales.
El temor que produce, en el imaginario social, la práctica policíaca se
condensa en la relación que sus agentes entablan con el cuerpo del detenido –“nomás que se pusieran a ver cómo actuaron los policías de la judicial federal conmigo, se quedaron cortos conmigo, son más sanguinarios que yo”–. La práctica
policíaca no produce sentimiento de seguridad, a lo más se vuelve tolerable por
el miedo al delincuente:
…el peligro de sufrir un delito sí que tiene un peso simbólico de consideración y
que en la medida en la que la desconfianza en las autoridades más próximas al
ciudadano está atravesada por la imagen de agentes corruptos e ineficientes, un
tal peso simbólico se agrava.16
En el relato de Gerardo se va delineando el desplazamiento que ha venido
verificando la práctica policíaca: del cuerpo a la mente –“Tenía miedo por la tortura psicológica, hubiera preferido perder la vida, te dejan que poco a poco sufras, te
dejan sin comer o vendado, es parte de la rutina de cualquier prisión…”– Al igual
que el dispositivo de la sospecha como factor pre-delictual.
Bourdieu, Pierre, Razones prácticas. Sobre la teoría de la acción, op. cit., p. 98.
Payá Porres, Víctor Alejandro, Vida y muerte en la cárcel. Estudio sobre la situación institucional de los prisioneros,
Plaza y Valdés, México, 2006, p. 307.
16 González Placencia, Luis, Percepción ciudadana de la inseguridad, Tomo V, México, Fondo de Cultura Económica,
2002, p. 115.
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La peligrosidad, núcleo que condensa el sentimiento de inseguridad, no
está encerrada en los muros carcelarios, no tendría que estar ahí si del delincuente
se hace un uso económico y político. La peligrosidad/inseguridad está en la calle,
no es en los espacios cerrados donde nos sentimos inseguros sino en los espacios
abiertos, como lo intuye Gerardo: “En sí, la peligrosidad es de la calle… pues
aquí no pueden cometer ningún delito porque los pagan luego…”
Referencias
Bourdieu, Pierre, La dominación masculina, trad. Joaquín Jordá, 6ª ed., Barcelona,
Anagrama, 2010.
Bourdieu, Pierre, et al., La miseria del mundo, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2010.
Bourdieu, Pierre, Razones Prácticas. Sobre la Teoría de la Acción, trad. Thomas Kauf,
4ª ed., Barcelona, Anagrama, 2007.
Bourdieu, Pierre, Cosas dichas, trad. Margarita Mizraji, Barcelona, Gedisa, 2000.
Castoriadis, Cornelio, La Institución Imaginaria de la Sociedad. Marxismo y Teoría
Revolucionaria, Tomo I, trad. Antoni Vicens, Barcelona, Tusquets, 1983.
Foucault, Michel, La vida de los hombres infames, trad. Julia Varela y Fernando Álvarez Uría, Madrid, La Piqueta, 1990.
González Placencia, Luis, Ciudades Seguras. Percepción ciudadana de la inseguridad, Tomo V, México, Fondo de Cultura Económica, 2002.
González Vidaurri, Alicia, La seguridad pública y la teoría de los sistemas en la sociedad del riesgo, en Seguridad Pública y teoría de los sistemas en la sociedad
del riesgo, México, Porrúa, 2007.
Jameson, Fredric, Imaginario y simbólico en Lacan, trad. Alicia de Santos, Buenos
Aires, Imago Mundi, 1995.
González Vidaurri, Alicia, La seguridad pública y la teoría de los sistemas en la sociedad del riesgo, en Seguridad
Pública y teoría de los sistemas en la sociedad del riesgo, Porrúa, 2007, p. 25.
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Ante la incapacidad disuasiva del derecho penal, y ante la impotencia de los sistemas habituales de control, se instrumenta como respuesta la realización de operativos ‘pre-delictuales’, contra personas
inocentes a las que no se les ha comprobado el haber realizado una
conducta antijurídica, pero que se sospecha de ellas y se le causan
pena y agravios graves, sin juicio penal o administrativo previo.17
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DISCURSO Y ESPACIO CARCELARIO
DELIO DANTE LÓPEZ MEDRANO
Lourau, René, El Estado Inconsciente, Buenos Aires, Terramar Ediciones, 2009.
Masson, Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales. DSM-IV-TR, Barcelona, 2009.
Nietzsche, Friedrich, La genealogía de la moral, trad. José Mardomingo Sierra, Madrid, Edaf,
2000.
Payá Porres, Víctor Alejandro, Vida y muerte en la cárcel. Estudio sobre la situación institucional de los prisioneros, México, Plaza y Valdés, 2006.
Delio Dante López Medrano es Licenciado en Derecho por la Universidad
Iberoamericana; Licenciado en Psicología por la Universidad Autónoma
Metropolitana; Master en Sistemas Penales Comparados y Problemas
Sociales por la Universidad de Barcelona; Maestro en Ciencias Penales
con Especialidad en Criminología por el Instituto Nacional de Ciencias
Penales. Profesor del Posgrado en Derecho y Maestría en Política Criminal de la FES Acatlán, del Instituto Latinoamericano de la Comunicación Educativa y de licenciatura en el Centro Universitario Incarnate
Word, en la Universidad Latina de México y en la Universidad de Celaya.
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