REV. OBSTET. GINECOL. - HOSP. SANTIAGO ORIENTE DR. LUIS TISNÉ BROUSSE. 2007; VOL 2 (3): 271-276 NOTA HISTÓRICA La Matrona y la Obstetricia en Chile, una reseña histórica José Lattus Olmos1. María Carolina Sanhueza Benavente2. En el siguiente artículo realizamos una reseña histórica acerca del ejercicio de la obstetricia en Chile. Para ello, abordamos el tema desde los comienzos de nuestra historia al remontarnos a la época colonial, pasando por el proceso de profesionalización de esta actividad en el siglo XIX, hasta el siglo XX. De esta manera, la DIBAM*, a través de su sitio web Memoria Chilena, nos proporciona datos y documentos interesantes que se refieren a la medicina en Chile y, específicamente, al ámbito de la obstetricia. Para ubicarnos en los tiempos pretéritos, consideremos que la ciudad de Santiago se funda el 12 de febrero de 1541, por su primer gobernador don Pedro de Valdivia (1500-1553). Le sucede don García Hurtado de Mendoza como gobernador, en 1556 y es en este período en que ya encontramos algunos datos de la atención del parto en Chile. En la época colonial la medicina tuvo un precario desarrollo. El ejercicio de la obstetricia entonces no tenía un carácter profesional y se restringía a la atención del parto, actividad realizada por las mujeres que ayudaban a las parturientas, a las cuales se les llamaba comúnmente «pa rtera s». Durante este período poco se conocía acerca del trabajo de los médicos pa rteros, a excepción de que la atención del Profesor Asociado Universidad de Chile. Gineco Obstetra. Departamento de Obstetricia y Ginecología. Hospital Santiago Oriente «Dr. Luis Tisné Brousse». 2 Licenciada en Historia, Universidad Finis Terrae. 1 E mail: [email protected] * Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos parto se realizaba en los domicilios de las madres que muchas veces morían ellas, sus hijos o ambos en el momento del parto vaginal, aspectos que permanecieron a lo largo del siglo XIX e, incluso, a comienzos del XX. De esta manera las pa rtera s o empírica s convirtieron su actividad en un oficio ante la gran recurrencia de las mujeres embarazadas hacia ellas. Pero, ¿quiénes eran estas pa rtera s? Sor Imelda Cano Roldán (Religiosa Mercenaria) en su libro “La mujer en el Reyno de Chile”, nos informa sobre el origen social de estas mujeres en Chile. Las parteras o «coma dres de pa rir» pertenecían generalmente a la baja esfera de la sociedad, lo que se explica, en parte, por el menosprecio con que era mira do el oficio de pa rtea r y la repulsa que por él sintieron la s da ma s espa ñola s en el Reyno de Chile. De este modo, fueron las otras mujeres quienes ejercieron el mencionado oficio, deja ndo a lguna s de ella s noticia s de su ignora ncia , fa lta de criterio e inhuma nida d. Asimismo, las parteras de Santiago eran en su mayoría mula ta s, india s y gentes sin Dios ni ley y lo ha cía n por el solo hecho de no tener otro oficio en qué ga na rse la vida , como afirmaba el protomédico José Antonio Ríos, quien inició severos juicios por abuso como parteras a Tránsito Muchel y Josefa Orrego en 1790. Por su parte, sor Imelda expone también acerca del aprendizaje de este importante oficio. Recordemos que la enseñanza y estudios oficiales de la medicina en Chile se remontan al siglo XVIII con la fundación en Santiago de la Real Universidad de San Felipe el 11 de marzo de 1747, por el monarca Felipe V. La medida revocó la facultad a otras instituciones de entregar títulos y grados, razón que provocó la 271 REV. OBSTET. GINECOL. - HOSP. SANTIAGO ORIENTE DR. LUIS TISNÉ B ROUSSE. 2007; VOL 2 (3): 271-276 clausura definitiva de la Universidad de Santo Tomás, fundada en el siglo XVI, año 1622 al amparo de la órdenes religiosas, y en base a las cátedras de Teología y Arte, y un año más tarde en 1623 la Compañía de Jesús funda el Convictorio San Francisco Javier o Carolino que se concentró en la formación de sacerdotes y misioneros para evangelizar a los indígenas, y que es clausurado en 1767 fecha en que los jesuitas son expulsados de los dominios del rey de España. La estructura de la Universidad de San Felipe funcionó regularmente hasta el año 1813, año en que se funda el Instituto Nacional. Así, ante las necesidades de los chilenos por una institución que impartiese estudios fuera del ámbito religioso, dicho establecimiento impartió disciplinas tales como teología, derecho, matemáticas y medicina. De este modo, la religiosa observa que el primer título de las pa rtera s en la Colonia era hereditario, lo cual convertía a la actividad de «corta r el cordón umbilica l» en una práctica que se enseñaba a las mujeres, ya sea por enseñanza directa en la familia como fuera de ella. Por su parte, destacamos que para ejercer su oficio, las pa rtera s debían recibir autorización de los alcaldes del Cabildo, quienes juzgaban la competencia de estas mujeres en la asistencia de los partos mediante su evaluación. Así lo relata Benjamín Vicuña Mackenna (1831-1886), al referirse al examen de la que es considerada como la primera partera o primera matrona examinada en Chile en el siglo XVI, Isabel Bravo, peruana, quien previamente vistas sus aptitudes por el Promedicato de la ciudad de Lima el 11 de septiembre de 1559, fue sometida a prueba por su símil chileno, narra la nota: «Pero lo que sí tenía luga r en plena a udiencia (...) era el exa men prá ctico y de cuerpo presente que rendía n la s pa rtera s a nte a quellos venera bles ediles, cuya s firma s a pena s pueden leerse, por ruda s, en los libros becerros, pero que, a fuer de chilenos y esta ncieros de va ca da s considerá ba nse suficientemente doctos en la obstetricia y sus pudorosos secretos. Fue de esta suerte, en sus estra dos de la ca lle de la Nevería , en sesión pública , senta dos los dos a lca ldes ba jo el dosel, y los regidores en sus dura s ba nca s con la s va ra s en la s ma nos, como hizo sus prueba s de a ptitud la primera «ma trona exa mina da » que vino de fuera a esta ciuda d por excelencia de ma trona s sin exa men. Lla má ba se a quella con un buen nombre por el sa lto en el vientre de la visita ción y el a pellido –Isa bel Bra vo– na tura l de Lima , y demos- * Vicuña Mackenna, Benjamín, Los médicos de antaño. 272 tró en presencia de los ca bilda ntes, que sa bía todo lo necesa rio «en el conocimiento que se ha de tener de pa rto na tura l como en el modo que se ha de tener de a yuda r a que la cria tura sa liese entera y viva , a sí como cua nta s ma nera s ha bía de pa rtos y mucha s otra s pregunta s a toda s la s cua les la dicha Isa bel Bra vo respondió bien cla ra y a bierta mente, en ta l ma nera que el señor Dotor don Fra ncisco Gutiérrez, protomédico, visita dor genera l de estos Reynos dijo que era há bil y suficiente en el dicho oficio y a rte de pa rtera y a nsí en esta dicha ciuda d como en todos los Reynos e provincia s de Pirú y Reyno de Tierra Firme», según a pa rece textua lmente consigna do en el a cta de la sesión del Ca bildo del 22 de octubre de 1568 *. Sin embargo, sor Imelda Cano Roldán sostiene que durante un extenso período en la Colonia, la práctica y grado de matronas en Chile no estaban sujetos a reglamentos. Afirma que si bien hacia 1750 existió un decreto que otorgaba al protomedicato la facultad de examinar a las pa rtera s, éste nunca se puso en práctica en Chile porque no hubo ninguna aspirante a dicho grado. Por lo demás, el decreto establecía que el grado de matrona se debía «pa ga r con cien rea les de vellón, a porta ndo 62 pa ra el protomédico, 30 pa ra el secreta rio y 8 pa ra el otro ciruja no exa mina dor», razón de sobra por la cual el decreto no funcionó en estos lejanos territorios, debido a la baja condición social de la mujer pa rtera . Debemos aclarar también que el protomédico era un funcionario establecido por las leyes hispanas para controlar el ejercicio de la medicina en sus territorios. En el siglo XVIII, el Real Protomedicato que tenía jurisdicción civil y criminal conferida por Su Majestad, intentó regular la labor de las pa rtera s, «a sí como regula ba los excesos y delitos y exa mina ba a físicos, ciruja nos, ensa lma dores, botica rios, especieros, médicos y ciruja nos, flebotomia nos, ba rberos, a rzibistra es y otra s persona s toca ntes a los dichos oficios», aunque no lo logró satisfactoriamente, puesto que sus atribuciones tenían un alcance restringido al no existir instituciones que otorgaran una formación oficial en torno a la actividad –como mencionamos anteriormente–, ni una masa femenina importante dispuesta a recibir dicha educación formal. Asimismo, sobre la reglamentación del oficio de las parteras, observamos que sólo hacia fines del siglo XVIII, en 1785, se tiene registro de un documento mandado a hacer por el Real Tribunal del LA MATRONA Y Protomedicato para instruirse la s ma trona s, que vulga rmente se lla ma n Coma dres, en el oficio de pa rtea r. La cartilla, como se menciona en su prólogo, «contiene lo má s principa l que debe sa ber una ma trona , la s circunsta ncia s que deben a sistirla , y la obliga cion en que por ra zón do oficio se constituye. Toda en methodo de pregunta s, y respuesta s, y con la posible breveda d, y cla rida d; porque dirigiéndose pa ra mugeres, que a pena s sa ben leer, y escribir, y que ha sta a ora , por no ha verse sujeta do á estudio a lguno, se les ha de ha cer muy a rdua qua lquier litera ria enseña nza , ha pa recido conveniente ceñirse á lo ma s fá cil». De esta manera, la cartilla enseñaba diversas instrucciones para las matronas con el objeto de mejorar la asistencia en el parto. Entre las parteras chilenas de la Colonia que tenemos noticia, podemos mencionar a la mulata Elena Rolón, natural de Angol, conocida por ser la primera partera que ejerció dicha actividad en Chile. Fue hija de Juan Rolón y de Elena Zúñiga, negra, y estuvo casada con Luis Manrique, negro, teniendo con él cuatro hijos; Lorenza, Luisa, Mariana Juana y Andrea, mulatas. Falleció en Santiago en 1635. Asimismo, observamos a Isabel Bravo, natural de Lima, quien es reconocida como la primera ma trona exa mina da en Chile, en 1568. Como lo mencionamos anteriormente, los alcaldes del Cabildo dictaminaron que era competente en el oficio. Finalmente, encontramos a las parteras María del Tránsito Hurtado (Muchel era su sobrenombre) y a Josefa Orrego, quienes fueron juzgadas en 1790, por el Protomédico doctor José Antonio Rios. LA OBSTETRICIA EN CHILE, UNA RESEÑA HISTÓRICA En el transcurso hacia la época republicana en nuestro país, la medicina en general sufrió grandes e importantes transformaciones. Fue así como esta disciplina a lo largo del siglo XIX experimentó un proceso de profesionalización en el cual también se vio implicado el campo de la obstetricia. Insertos en un contexto mundial, siguiendo los intereses médicos europeos y norteamericanos, en Chile se incentivaron los estudios anatómicos del cuerpo femenino, así como la comprensión de la fisiología reproductiva y sexual de la mujer. Por su parte, el ejercicio de la medicina en el siglo XIX se caracterizó esencialmente por ser «un modelo del tránsito de un oficio tradicional empírico a una profesión moderna basada en el conocimiento científico», en palabras de Sol Serrano, quien sostiene que la profesionalización de la medicina nació como una iniciativa eminentemente estatal, inserta en el impulso modernizador del Estado. Dentro de este proceso, observamos que la enseñanza de la medicina constituyó la piedra angular para que la disciplina se erigiera como una profesión moderna basada en el conocimiento científico y la obstetricia no fue ajena a ello. De esta manera, podemos visualizar ciertos hitos importantes en el desarrollo de la profesión médica, relacionados con su enseñanza y con la ampliación de su infraestructura. Sin embargo, y como dice nuestro título, nos remitiremos específicamente a lo relacionado con el desarrollo del campo de la obstetricia y la ginecología, con especial énfasis en las matronas. Si bien las pa rtera s coloniales continuaron ejerciendo su oficio hasta las primeras décadas del siglo XX, a partir de la primera mitad del siglo XIX, el ejercicio de la obstetricia comenzó con una serie de transformaciones importantes que la introdujeron en el proceso de profesionalización generalizado de la medicina. Nos referimos, pues, a la medicalización del parto o a la asistencia médica de éste. En dicho proceso, el interés de la matrona ya no sólo se remitió al momento de «corta r el cordón umbilica l», como ocurría en la Colonia, sino que se extendió el foco de atención médica a la etapa previa, durante y después del parto. En pocas palabras, la práctica obstétrica se profesionaliza en Chile. Dicho proceso se inicia aproximadamente en los años 1833 y 1834 con la creación del primer curso de estudios médicos (1833), aunque su programa sólo haya podido concretarse parcialmente debido a la carencia de profesores. En éste, se contemplaban cuatro áreas de estudio; Medicina, Anatomía, Farmacia y Cirugía y Obstetricia, esta última a cargo del médico francés Lorenzo Sazié Laterrade-Pilo (1807-1865), quien fue parte de un grupo de especialistas extranjeros con estudios formales traídos desde París por el encarga- 273 REV. OBSTET. GINECOL. - HOSP. SANTIAGO ORIENTE DR. LUIS TISNÉ B ROUSSE. 2007; VOL 2 (3): 271-276 do de negocios del Estado chileno Don Miguel de la Barra. Correlativamente, el 16 de julio de 1834, se inauguró la Escuela de Matronas –conocida también como Colegio de Obstetricia– dirigida también por el doctor Sazié, quien dictara cursos en la sala de parturientas de la Casa de Huérfanos de Santiago. A partir de aquellos cursos y de los cambios en la práctica obstétrica en Chile a lo largo del siglo XIX, aumentó el número de mujeres que se suscribieron a dicha preparación, aunque no fue exagerado. Según los datos proporcionados por el sitio Memoria Chilena , alrededor de 300 matronas se instruyeron en la Escuela a lo largo del siglo XIX. De esta manera, la formación «profesional» de las matronas constituyó una oportunidad para integrarse al incipiente mercado laboral femenino decimonónico, sobre todo por ser un oficio practicado por mujeres pertenecientes, mayoritariamente, a estratos socio económicos modestos. Igualmente, parte de las mujeres que optaron por esta especialización provenían de provincias, quienes acudían a la capital para formarse. Por lo mismo, ante el aumento de las matronas con instrucción formal, el oficio se fue reglamentando progresivamente a fines del siglo XIX y sobre todo hacia las primeras décadas del XX. De este modo, reconocemos la importancia que tuvieron las matronas en el ejercicio del oficio sanitario que significó en aquel siglo y que más tarde adquirió un papel estratégico en la obstetricia desde los albores del siglo XX. La fundación de la Escuela de Matronas el 16 de julio 1834 se realizó como una iniciativa del gobierno de turno para instruir a las mujeres que quisieran desempeñarse en el oficio. Su formación, así como la de los médicos, controlada por la Facultad de Medicina creada el 19 de mayo de 1833, se dirigió especialmente para convertir la a tención del pa rto en una ta rea sa nita ria de la medicina profesiona l que se pretendía establecer y para restringir el predominio de las parteras no examinadas, objetivos que no tuvieron gran alcance durante el siglo XIX, en parte, porque las parteras y las matronas, a pesar de su instrucción formal, compa rtieron y disputa ron el merca do a sistencia l del pa rto y porque la Escuela tuvo un funcionamiento intermitente, el cual logró fortalecerse sólo en las últimas décadas del siglo. Así, observamos que durante el último tercio del siglo XIX, el desarrollo de la obstetricia y de la ginecología tuvo un mayor impulso que en los años anteriores. Esto se aprecia cuando, durante este período se había iniciado un proceso de cambios y fusiones desde 1813, que derivaron en 1842 con la fundación de la Universidad de Chile, en la cual la Facultad de Medicina obtiene un espacio propio destinado a la 274 formación de un cuerpo médico nacional y profesional. Asimismo, con la fundación de este centro de estudios superiores, la Escuela de Matronas quedó ba jo el a mpa ro de la comunida d médica universita ria . De esta manera, en 1897 se instaura un plan de estudios para el curso de matronas, el cual establecía entre sus disposiciones que el curso permanecería en adelante ba jo la supervijila ncia del Rector de la Universida d i la inspeccion inmedia ta del Deca no de la Fa culta d de Medicina i Fa rma cia . A esto se suma la creación en 1887 de las cátedras de Ginecología y de Clínica Ginecológica, instalada esta última en el Hospital San Borja, lo que refleja el creciente interés de los médicos de la época en estas especialidades. Además, dentro de las preocupaciones del Estado chileno por formar un cuerpo médico y docente profesional, estaba la iniciativa por mejorar la infraestructura institucional, creando establecimientos dedicados al ejercicio y práctica de la obstetricia en el país. Así, vemos que en el año 1873 comienza la construcción de la Maternidad del Hospital San Borja, el cual se entregó a la comunidad en 1875 y que fuera la antigua Casa de Maternidad de Santiago, heredera, a su vez, de la sala de parturientas de la Casa de Huérfanos de 1831. En una época en que la asistencia del parto se remitía más bien a los domicilios y, por lo tanto, no era habitual tratarla en los hospitales del país más que en situaciones excepcionales, la Casa de Maternidad se erigió como un centro caritativo y asistencial orientado a las madres de baja condición social. El recinto, dirigido por el doctor Adolfo Murillo Sotomayor (1838-1889) entre 1875 y 1899 –quien estableciera estrictas medidas de antisepsia en la atención del parto–, alcanzó un notable prestigio entre la comunidad médica a fines del siglo XIX debido a su infraestructura, al progreso de los tratamientos médicos implementados y a la gestión de su visionario director. Ya para comienzos del siglo XX, la atención y cuidados del parto en los recintos hospitalarios se hizo más recurrente en forma progresiva. Todo lo anterior destaca los hitos institucionales fundacionales de la preocupación por la asistencia médico-científica del parto en el Chile republicano. El primer curso de 16 alumnas, es examinado por el Tribunal del Protomedicato en 1836, quienes reconocieron la suficiencia de quienes aspiraban a la licencia necesaria para ejercer como matrona, se destaca en este grupo a Isidora Góngora. Por otra parte, la atención creciente en el período puerperal de la mujer, en los cuidados del recién nacido y en los problemas de la infancia, llevó al doctor Alcibíades Vicencio Tholar (1859-1913) a tener la iniciativa de fundar el Instituto de Puericultu- LA MATRONA Y ra, que concretó la Ilustre Municipalidad de Santiago en 1906, durante la alcaldía de don Eduardo Edwards. Posteriormente, la institución se reorganizó y fusionó con el Colegio de Obstetricia, pasando a ser el 9 de junio de 1913 –por decreto supremo N° 7.317– la Escuela de Obstetricia y Puericultura para Matronas de la Universidad de Chile, en honor al querido y carismático doctor Alcibíades Vicencio, pionero mundial en analgesia obstétrica. Ante toda la información educacional, profesional e institucional acerca de la práctica obstétrica en el Chile decimonónico, nos queda algo esencial. ¿Cómo era vivida la experiencia del parto y su asistencia médica en el siglo XIX y comienzos del XX? Debemos tener siempre presente, como lo hemos mencionado, que el siglo XIX constituyó el período en el cual la medicina comenzó a adquirir rasgos de cientificidad y, por tanto, se encontraba en pleno auge y desarrollo. De esta manera, podemos ver las principales características de los partos a través de las historias clínicas de los médicos obstetras que hacían sus observaciones en la Casa de Maternidad de Santiago y de aquellos que más tarde se especializaron en ginecología. Por empezar, en el Chile decimonónico el momento del parto era comúnmente asociado a una alta mortalidad materna, causada, entre otras cosas, por el desa ngra miento de la s pa rturienta s y el pa decimiento de fiebres puerpera les como lo destaca en un informe el visionario doctor Murillo. Del mismo modo, el cuidado del recién nacido se incentivó debido a sus elevados índices de mortalidad infantil, sobre todo durante el primer año de vida, aspecto que guardaba relación con la fragilidad con que éstos nacían debido a los partos que no recibían una asistencia oportuna. Además, el momento de «dar a luz»se caracterizó por la existencia de alumbramientos complicados después de largas y dolorosas jornadas de trabajo de parto y que, por lo general, concluían con la muerte de la madre, del hijo o de ambos. Por este motivo, tanto las parturientas como sus hijos eran sometidas a complicadas intervenciones tales como el uso de fórceps, de los basiotribos y la realización de las primeras operaciones cesáreas en el año 1877. Asimismo, las fichas clínicas retratan las pa tología s femenina s y la s primera s intervenciones quirúrgica s y fa rma cológica s rela ciona da s a tumores y desa ngra mientos. Tanto las especialidades de obstetricia como de ginecología, sólo fueron ejercidas por hombres en el siglo XIX, aunque se destaca, como excepción, a la primera médico chilena y americana, Eloísa Díaz Insunza (1866-1950), quien recibió su título profesional en 1887, seguida por Ernestina Pérez Barahona. Ambas se interesaron por temas relacionados a la LA OBSTETRICIA EN CHILE, UNA RESEÑA HISTÓRICA salud femenina, especialmente en el ámbito ginecológico. El desarrollo de dichas especialidades, junto a la formación de las matronas fueron los ejes principa les de la medica liza ción forma l de la a sistencia del pa rto decimonónico. Además, a fines del siglo XIX, existió la preocupación por difundir, a través de la publicación de manuales sobre puericultura, los beneficios que entregaban los servicios de matronas instruidas y los médicos especialistas. Las publicaciones informaban principalmente sobre los cuidados de los recién nacidos y de las mujeres en los períodos del embarazo, del parto y período puerperal. Hoy en la mayor parte del mundo, excepto en los Estados Unidos, son mujeres las que ayudan al nacimiento de un nuevo ser. En el Reino Unido, el 80% de los partos son atendidos por matronas y en el resto ella siempre está presente. En Chile podríamos decir, con los antecedentes que obran en los datos ministeriales, que el 60% de las mujeres chilenas son atendidas por mujeres matronas y el resto por médicos, con un 99.7% de cobertura y ocurren en un recinto hospitalario. El resto 0.3% son mujeres indígenas que deciden tener a sus hijos como sus ancestros, mayoritariamente de las comunidades aymarás. De ahí que el Hospital de Iquique creara el «Proyecto de salud intercultural desde una maternidad». Hasta la fecha tienen numerosas pacientes en control, entre las que se atendió el primer parto el 9 de julio del año 2004. Hoy ya son 19 las que han dado a luz, la mayoría mujeres aymarás de poblados como Colchane, Camiña, Pariquima y Pica. «Tenemos pa ra ella s una sa la con una ca ma norma l –no es ca milla –, una mesa ginecológica y una silla de pa rto pa ra que pueda n tener un pa rto vertica l. La pieza está a dorna da con cosa s a utóctona s de su cultura , y en ella ta mbién ha y un comedor y una estufa , porque pa ra ella s el ca lor es muy importa nte. Ademá s, tenemos hierba s pa ra ofrecerles infusiones ca lientes, les presta mos fra za da s si la s necesita n y ma ntenemos todo bien cerra do pa ra que se ma ntenga la tempera tura en la sa la », dicen sus organizadores. «Mientra s se a cerca la hora del pa rto pueden ca mina r o a dopta r la posición que quiera n, dura nte todo ese tiempo y el a lumbra miento mismo, está n a compa ña da s por su pa reja y una pa rtera o mujer de su fa milia ». La participación de la partera es más de apoyo psicológico para la madre; les aplica masaje, les ayuda a pasearse y las pacientes la piden porque se sienten acompañadas y apoyadas. El equipo médico aplicó una encuesta de satisfacción de usuario con muy buenos resultados, pues manifestaron «la s pa cientes está n muy a gra decida s, toda s tuvieron muy buena opinión del equipo y la infra estructura ». 275 REV. OBSTET. GINECOL. - HOSP. SANTIAGO ORIENTE DR. LUIS TISNÉ B ROUSSE. 2007; VOL 2 (3): 271-276 REFERENCIAS 1. CANO ROLDÁN, IMELDA. La mujer en el Reyno de Chile, Santiago, 1980. 2. MONCKEBERG, CARLOS. Ma nua l de Obstetricia pa ra el uso de la ma trona , Santiago, 1898. 3. RODRÍGUEZ BARROS, JAVIER. «La Escuela de Obstetricia y Puericultura para matronas, de la Universidad de Chile», en: Revista de Beneficencia Pública , tomo II, 276 N° 1, Santiago, marzo de 1918. 4. SERRANO, SOL. Universida d y Na ción; Chile en el siglo XIX, Universitaria, Santiago, 1994. 5. 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