jornadas de estudio y debate sobre la enseñanza de las religiones

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JORNADAS DE ESTUDIO Y DEBATE
SOBRE LA ENSEÑANZA DE LAS RELIGIONES
QUE SE PROPONE EN EL PROYECTO
DEL M.E.C. TITULADO:
“UNA EDUCACIÓN DE CALIDAD
PARA TODOS Y ENTRE TODOS”
………
APORTACIONES
A LAS PROPUESTAS DEL M.E.C.
ANTE LA NUEVA
REFORMA EDUCATIVA
(Reflexiones para el Debate)
ORGANIZA
Delegación Episcopal para la Enseñanza
Católica y la Pastoral de la Cultura
Obispado de Almería
PATROCINA
Grupo Editorial SM
COLABORA
Universidad de Almería
«Toda Civilización nació en
el seno de una gran Religión».
José Luis Sánchez Nogales.
(Catedrático de Filosofía de las Religiones
y Vicerrector de Ordenación Académica
en la Facultad de Teología de Granada).
2
PRESENTACIÓN.
Como se dio a conocer a todos los medios de comunicación en su
momento, la Delegación Episcopal para la Enseñanza Católica y la Pastoral de
la Cultura, tomando con seriedad el documento ministerial, organizó los días 26
y 27 de noviembre del pasado año 2004 unas Jornadas de Estudio y Debate en la
Universidad de Almería, a las que fueron invitados la Delegación de la Junta de
Andalucía, los partidos políticos, los sindicatos y otras entidades relacionadas
con el ámbito educativo.
Fruto de estas Jornadas es un documento que recoge lo fundamental de
las dos ponencias y las cinco comunicaciones que se presentaron, más las
aportaciones de los 350 asistentes. Este documento, se ha enviado ya a la sede
ministerial para que conste nuestra voluntad de participación y colaboración
rigurosa en un tema tan grave como es la educación de nuestros niños y
jóvenes.
Sintetizamos muy brevemente el contenido del documento:
A. Juicio global
o El Proyecto ministerial realiza una lectura altamente sesgada de
los textos de la Constitución Española, así como de la sentencia
del Tribunal Constitucional de 1981. Tenemos la convicción
segura de que, si no cambia el talante del Proyecto en este punto,
se nos ha invitado a jugar una partida de baraja con las cartas ya
marcadas.
o El Ministerio ignora que los padres o los mismos alumnos eligen
libremente año tras año la asignatura de Religión y Moral Católica
en un porcentaje que oscila entre el 75% y el 85%, y en lugar de
integrar y articular rigurosamente este dato, con todo el respeto
que conlleva la decisión de esta aplastante mayoría de la
población española, el Proyecto se mueve entre un cierto respeto a
la legalidad y el deseo de hacer prevalecer sus prejuicios laicistas
sobre la sociedad, presentándonos unas propuestas donde, de
nuevo, trata de imponer una visión muy particular derivada de
una ideología sobre el ser humano, la sociedad, la cultura y la
educación.
3
B. Juicio sobre cada una de las propuestas con respecto a la Enseñanza
de las Religiones
1ª Propuesta: “Obligatoriedad de la enseñanza no confesional de las
Religiones en las asignaturas de Geografía e Historia, Filosofía y
Educación para la Ciudadanía”.
o No reconoce el área de conocimiento de la Teología Católica.
o Supondrá una “criminilización” o “reducción” del hecho
religioso, en general, y de la fe católica en particular.
o Se obliga a estudiar la Religión exclusivamente desde la
perspectiva del Gobierno o de los grupos ideológicos interesados.
2ª Propuesta: “Una enseñanza confesional de las religiones no evaluable
ni computable a efectos académicos”.
o Elimina el carácter académico de la asignatura de Religión y
Moral Católica.
o Considera un perjuicio intelectual el conocimiento teológico y
moral.
3ª Propuesta: “Competencia de los centros en la organización de la
enseñanza confesional de las religiones”.
o Sólo viable si existe una alternativa seriamente académica a la
enseñanza confesional de la Religión y Moral Católica.
4ª Propuesta: “Posibilidad de exención de la alternativa a la enseñanza
confesional de la Religión”
o Sería una discriminación negativa para aquellos alumnos-as que
cursaran la materia confesional, lo que quebraría el principio de
igualdad.
5ª Propuesta: “Los profesores que impartan las enseñanzas confesionales
deberán tener la debida titulación y habilitación. La contratación y las
condiciones de trabajo de estos profesores serán conformes con los
derechos fundamentales establecidos en el Estatuto de los Trabajadores”.
4
o La propia Administración reconoce que está incumpliendo su
deber con unos profesionales que, según la legislación, son
personal laboral.
o No es exagerado afirmar que el profesorado de Religión y Moral
Católica es el más marginado y vapuleado del ámbito laboral.
o Sólo se hará justicia a este profesorado cuando se reconozca el
pleno valor académico de la asignatura que imparte con todas sus
exigencias e implicaciones.
José Pérez Escobar.
(Delegado Episcopal
para la Enseñanza Católica
y la Pastoral de la Cultura).
5
INTRODUCCIÓN.
El Capítulo X de este documento tiene por título: “La enseñanza de las
religiones”. Sin duda alguna su contenido es el que ha suscitado y el que
suscitará más debate. De hecho, responde a un evidente deseo del Gobierno y
de los partidos políticos que le apoyan: el establecimiento de un concepto de
laicidad que debería comportar la gradual supresión de la presencia pública de
la religión en nuestra sociedad y, también, un nuevo tipo de presencia de las
enseñanzas de carácter religioso en el sistema educativo, de modo particular en
las escuelas públicas. La elaboración de una propuesta sobre la enseñanza de la
religión que sea satisfactoria para todos comporta una considerable dificultad,
por múltiples razones. El simple hecho de plantear esta cuestión levanta recelos,
prejuicios y, también, a la memoria de tiempos pasados, que ahora muchas
personas quieren borrar. No obstante, es preciso plantear esta cuestión, y es
totalmente necesario el intento sincero de llegar a un acuerdo que dé
satisfacción a las razonables aspiraciones de los diversos sectores.
Ahora bien, toda propuesta en esta dirección debería ir acompañada de
un razonamiento lógico y sólidamente fundamentado, abierto a otras
aportaciones que puedan completarlo y enriquecerlo. La ausencia de un
razonamiento de estas características en el Capítulo X del documento
presentado por el M.E.C. es una primera dificultad que el esfuerzo de todos
tendrá que superar si queremos alcanzar el acuerdo deseado. Es posible que la
regulación actual de las enseñanzas de carácter religioso en los centros docentes
no sea la ideal y que, por ello, convenga que entre todos encontremos una
solución más satisfactoria, dados los cambios que están teniendo lugar en
nuestra sociedad a un ritmo acelerado. Pero debemos reconocer que las
posiciones de los sectores sociales implicados y de los partidos políticos son
muy distantes, por razones diversas.
Pues bien, el debate que debe tener lugar sólo podrá conducir a una
solución satisfactoria si unos y otros aceptamos noblemente unos principios
básicos que sean el punto de partida de este debate, y si los argumentos y las
propuestas que unos y otros hagamos estén sólidamente fundamentados en
estos principios. En la actualidad estos principios no pueden ser otros que los
proclamados por la Constitución española y, en relación con ella, por la
Declaración Universal de Derechos Humanos y los Tratados y Acuerdos
internacionales ratificados por España (CE, 10.2), según la interpretación que de
ellos se desprende y emana en la doctrina expuesta por el Tribunal
Constitucional y el Tribunal Supremo.
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Por todo ello, deben ser profundamente revisados los argumentos y las
propuestas presentados por el Ministerio de Educación y Ciencia en el Capítulo
X del documento: “Una educación de calidad para todos y entre todos”. El
debate abierto sobre una cuestión tan importante como ésta debería favorecer y
facilitar esta revisión. He aquí, pues, una fundamentación de los argumentos y
las propuestas que constituyen este Capítulo X del documento sometido a
consulta y debate. Pretende ser exhaustivo, pero sin excluir o menospreciar
otras maneras de pensar. Se parte únicamente del análisis del texto, evitando
correr el riesgo de hacer de él una lectura sesgada.
El resultado y aportaciones de las Jornadas de estudio, análisis y
reflexión que a continuación presentamos, se iniciaron el día 19 de noviembre
de 2004 con la presentación general por parte del Dr. D. Agapito Maestre,
Profesor de Filosofía en la Universidad Complutense y escritor (Especialista en
Filosofía Política), y, el Dr. D. Carlos Díaz, Catedrático de Filosofía de las
Religiones en la Universidad Complutense y escritor; los ponentes, abordaron
el tema del hecho educativo referido a la enseñanza de la religión confesional, y
a su ubicación contextual en el campo socio-político e ideológico reciente y
actual con las siguientes ponencias: “Religión y Política en la Actual Situación
Española”, y, “Análisis Crítico de los Presupuestos y Propuestas que se encuentran en
el Proyecto del M.E.C. sobre la Enseñanza de las Religiones”. Posteriormente, se trató
la ponencia: “La Enseñanza de la Religión Católica en España: algunos aspectos
fundamentales de su régimen jurídico”, a cargo del Dr. D. José María Vázquez
García-Peñuela, profesor-catedrático de Derecho Eclesiástico del Estado en la
Facultad de Derecho de la Universidad de Almería, ilustrando sobre cuestiones
de “iure y de facto” en lo que concierne a la asignatura de religión y moral
católica. Concluyeron estas Jornadas el día 20 del mismo mes, con el desarrollo
y exposición de cinco comunicaciones magistrales sobre las cinco propuestas
del Capítulo X del documento del M.E.C., a cargo de profesores especialistas en
esta materia, y que abordaron los siguientes contenidos: “La obligatoriedad de la
enseñanza no confesional en las asignaturas de geografía e historia, filosofía y educación
para la ciudadanía” tratada por D. José Benito Pereira Bernal (Licenciado en
Estudios Eclesiásticos y Experto en Filosofía), “Una enseñanza confesional de las
religiones no evaluable ni computable a efectos académicos” disertada por D. Jesús
Ginés García y Aiz (Licenciado en Estudios Eclesiásticos), “Competencia de los
centros en la organización de la enseñanza confesional de las religiones” expuesta por
Dª. Adela Requena García (Licenciada en Historia), “La posibilidad de la exención
de las alternativas a la enseñanza confesional de las religiones” argumentada por D.
Javier Delgado Gómez (Licenciado en Humanidades y Diplomado en Ciencias
Religiosas), “Situación de un profesorado que carece del reconocimiento oficial de su
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área de conocimiento y del estatuto de los trabajadores” disertada por D. Indalecio
Soler Vera (Licenciado en Psicología).
Para estas Jornadas se invitó con toda formalidad desde esta Delegación
Episcopal para la Enseñanza Católica y la Pastoral de la Cultura a todos los
partidos políticos y sindicatos de la provincia, así como a los representantes de
las Instituciones y Administraciones públicas principales de Almería y
provincia, con la finalidad de crear conciencia ciudadana de participación en el
debate y por otra parte, consenso y cohesión social sobre este hecho en Almería
y provincia, y como no, participar desde la pluralidad de todos en el debate.
El objetivo general que versaba sobre estas Jornadas, pretendía estudiar y
debatir rigurosa y críticamente el proyecto del Ministerio de Educación y
Ciencia titulado “una Educación de Calidad para todos y entre todos”,
prestando particular atención a la sección dedicada a la enseñanza de las
religiones, con el fin de elaborar una reflexión final para darla a conocer a la
opinión pública y elevarla al Ministerio de Educación y Ciencia.
La edición final de este volumen publicado presenta la inserción de una
conferencia ajena a estas Jornadas en la Universidad de Almería, pero muy
vinculada al tema que nos ocupa sobre “La Enseñanza de las Religiones”,
pronunciada por el Dr. D. Francisco Miras Martínez (Catedrático de Psicología
de la Universidad de Almería) en el acto de presentación oficial de la
Plataforma Ciudadana en Defensa de la Asignatura de Religión el día 14 de
diciembre de 2004 en la Casa de la Juventud de Almería, titulada “Fundamentos
Psicoeducativos de la Enseñanza Religiosa”. Su ponencia fue magistral, por ello
decidimos solicitársela a su autor, que muy amablemente accedió, para incluirla
como conferencia-marco para la publicación del fruto de estas Jornadas de
Estudio y Reflexión en la UAL, que junto a otra conferencia-marco, “La
Enseñanza de la Religión Católica en España: algunos aspectos fundamentales de su
régimen jurídico” del Dr. D. José María Vázquez García-Peñuela, (Catedrático de
Derecho de la Universidad de Almería), y las consiguientes cinco
comunicaciones que responden a las cinco propuestas expuestas por el M.E.C.,
forman este bloque de contenidos, fundamentos y reflexiones, fruto del estudio
serio, inteligente y crítico que a continuación ofrecemos.
Jesús Ginés García y Aiz.
(Secretario General de la Delegación Episcopal
para la Enseñanza Católica y la Pastoral de la Cultura).
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CONFERENCIA:
« FUNDAMENTOS PSICOEDUCATIVOS
DE LA ENSEÑANZA RELIGIOSA»1
Dr. D. Francisco Miras Martínez.
Catedrático de Psicología Evolutiva y del Desarrollo.
Licenciado en Teología.
Universidad de Almería.
Guión de la pronunciada a petición de la Plataforma Pro ERE, el día 14 de Diciembre de 2004,
en la Casa de la Juventud de Almería.
1
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SUMARIO.
I.
INTRODUCCIÓN.
II.
LA ASIGNATURA DE RELIGIÓN CATÓLICA ES UN ÁREA DE
CONOCIMIENTO.
III.
LA ASIGNATURA DE
EDUCACIÓN INTEGRAL.
IV.
LA ASIGNATURA DE RELIGIÓN CATÓLICA ES UNA
MATERIA DE APRENDIZAJE RECLAMADA Y SOLICITADA.
V.
COROLARIOS PARA LA COMUNIDAD CATÓLICA.
RELIGIÓN
CATÓLICA
Y
LA
10
INTRODUCCIÓN.
Nos produce sorpresa estar defendiendo a estas alturas, en sociedades
democráticas y de notable tradición católica, que se mantenga la Enseñanza de
la Religión Católica en los planes de estudio de la enseñanza obligatoria del
Estado.
Yo apuesto por ella, centrándome para ello en Tres Ideas o Argumentos-Eje:
1. La Asignatura de Religión Católica es un Área de Conocimiento.
2. La Asignatura de Religión Católica potencia y promociona un conjunto
de Valores que tienen como finalidad la Educación Integral.
3. La Asignatura de Religión Católica es una Materia de Aprendizaje,
solicitada por la Comunidad Católica, que tiene una representación de
casi el 90% en la Sociedad Española.
Vamos a desarrollar, explicar y argumentar cada una de estas afirmaciones.
1. La Asignatura de Religión Católica es un Área de Conocimiento.
Las “Creencias Religiosas”, en general, son objeto de conocimiento y no
todas ellas son consecuencia de posiciones y actitudes fanáticas. Si los Centros
Académicos dan cabida, por su propia naturaleza, al estudio de cuantas
hipótesis (en si mismas, por principio, “creencias científicas”) sean verosímiles
y probables en cualquier área de conocimiento, ¿por qué no se le va a dar
cabida a cuantas hipótesis plantea el área de conocimiento religioso? ¿No es
acaso porque se niega a priori que la dimensión religiosa del ser humano y el
área, por tanto, del estudio religioso sea objeto de conocimiento y se afirme, por
el contrario, que es causa y consecuencia del fanatismo?
Concretamente afirmamos que la Asignatura de Religión Católicas es un
área de conocimiento por su naturaleza y por su proyección en otras áreas de
conocimiento, y que está radicalmente opuesta a cualquier fanatismo.
a) Es un Área de Conocimiento por su naturaleza.
¿Pone alguien en duda la conveniencia del estudio de la historia, de la
literatura, de la filosofía de los clásicos grecolatinos?, ¿Pone alguien en duda la
conveniencia del estudio de las culturas de los pueblos antiguos de Egipto,
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Persia, Mesopotamia etc... ¿Pone alguien en duda la conveniencia del estudio
del origen y del fin del hombre y del universo con todas las hipótesis que con
ello se abren y se plantean? ¿Pone alguien en duda la conveniencia del estudio
de los movimientos sociales, de las corrientes nosológicas que están en su
origen, de su desarrollo, de su impacto social y cultural?
¿Cómo negar el estudio de un Área de Conocimiento como es la Religión
Católica que da la cara a tantos interrogantes humanos, que se fundamenta en
tantos indicios de la naturaleza física y psíquica que están exigiendo una lectura
abierta que los haga inteligibles, y que trata del origen y desarrollo de un
movimiento social religioso de tal envergadura que dura más de dos mil años,
se extiende por todos los rincones conocidos de la tierra y que ha implicado el
compromiso a lo largo ya de muchos siglos de tantas personas de una talla
humana, moral e intelectual indiscutibles?. ¿Cómo no avergonzarse de estar
protegiendo, subvencionando e invirtiendo en otros estudios realmente
ridículos y, sin embargo, estar obstaculizando, poniendo trabas y amenazar con
suprimir un área tan importante del conocimiento o relegarla a ser comparada a
otras materias que son auténticas banalidades?.
Los Centros de Estudio y las Academias de mayor renombre, que buscan
el conocimiento, nunca han rechazado cotejar y sopesar los indicios y sospechas
de un nuevo conocimiento. Y los indicios a favor de la trascendencia son
innumerables.
b) Es un Área de Conocimiento por su proyección.
Los contenidos enseñados en la asignatura de Religión Católica tienen una
proyección decisiva en otras áreas de conocimiento como son la historia, la
literatura y las artes en sus múltiples manifestaciones: en la pintura,
arquitectura, música y teatro. Sin el conocimiento de la Religión Católica se
desconocería el origen y el contenido de ese conjunto de saberes.
c) Es un Área de Conocimiento opuesta radicalmente a cualquier fanatismo.
Avalada por tales argumentos y, sin embargo, acusada de fanatismo, ¿No
es mayor indicador de fanatismo, querer relegarla o ignorarla? ¿No es acaso del
prejuicio y del fanatismo de donde nace y donde se incuba el desprecio, la
desconsideración y la infravaloración del estudio de las creencias religiosas, y
por lo que se quiere sacar a éstas del horario, de la planificación y de la
evaluación escolar?
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Justamente, el estudio de la Religión Católica como objeto de
conocimiento, no deriva en fanatismos sino que previene de éstos. El estudio
abierto al debate razonado, fundamentado y contrastado no origina fanatismo.
El fanatismo es más bien la consecuencia de actitudes personales o
colectivas encapsuladas y ciegas que se resisten a la crítica, al debate, al
contraste, a la constatación y a la pluralidad de hipótesis posibles;
reconozcamos que estas actitudes se pueden mantener en cualquier campo del
conocimiento.
Digámoslo, sin complejos: en el panorama actual de asociaciones, clubes,
confesionalidades religiosas y partidos políticos, no es la Comunidad Católica
la que se distinga precisamente por sus fanatismos, intransigencias y agresiones
a la pluralidad.
Resumamos la reflexión de este punto en un mensaje:
“Quienes están convencidos de que las creencias son
también objeto de conocimiento; quienes están
convencidos de que la Religión Católica ha desarrollado y
aportado enormes bienes culturales, asistenciales y
sociales, no la excluyen de los currículos, antes bien la
integran en sus planes de estudio, distribución de
materias y ordenación docente con el conjunto de saberes
en los que se proyecta”.
2. La Asignatura de Religión Católica y la Educación Integral.
La asignatura de Religión Católica está cuajada de los valores más
importantes que cada persona en su propio fuero y las sociedades democráticas
estiman: el valor de la vida, la libertad, la dignidad y estima personal, el
reconocimiento recíproco, el respeto mutuo, la fraternidad universal de
hombres y mujeres, de pueblos y culturas, el trabajo como servicio a los demás,
la mejora de las condiciones de vida de los más sin exclusiones de nadie, el
bienestar humano y la felicidad imperecedera fuente de continua paz para
quienes creen en ella y la esperan.
El conjunto de creencias que están en la base de la Religión Católica
invaden las cinco grandes aspiraciones, metas y motivaciones humanas: vivir
con calidad, convivir y relacionarse, desarrollarse y formarse, gozar y disfrutar,
transcenderse y perpetuarse. “La vida no es un asco”, gracias a la tensión
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dialéctica entre la creencia y la increencia que se da en el interior de cada uno y
entre nosotros mismos. Si a la sociedad le quitan esa tensión hacia lo
trascendente le están quitando “el alma” que la sostiene, la robustece y le hace
progresar.
La educación pretende que se respete el desarrollo y formación integral de
toda persona (educere). La educación pretende que se le preste a toda persona
la enseñanza necesaria para conseguir ese desarrollo y esa formación (educare).
Pues bien, concluyamos esta segunda reflexión con un nuevo mensaje:
“Quienes defienden la educación integral de toda persona,
no se oponen a que ésta reciba una educación religiosa,
antes bien favorecen el hecho de que las personas se
beneficien de una educación abierta a la fraternidad y
abierta a la trascendencia”.
3. La Asignatura de Religión Católica es una Materia de Aprendizaje
reclamada y solicitada.
Es un principio educativo enseñar lo que el discente puede, debe, necesita
y quiere aprender. Pues bien, la Religión Católica es una materia de aprendizaje
solicitada por más del 80% de los alumnos que cursan su escolaridad.
Es una materia de libre elección, no impuesta.
Es una materia demandada por el principal agente de educación de los
hijos que es la Familia, como estamento importante de la Sociedad, en cuyo
nombre el Gobierno del Estado, que es un agente educativo subsidiario y
delegado, administra este servicio público.
Los Gobiernos de los Estados que reconocen a las familias el derecho más
genuino de poner a sus hijos en situación de que éstos alcancen su desarrollo
personal y social y su formación científico-técnica, no obstaculizan el que sean
las familias las que elijan el centro y los currículos que consideran que mejor
conducen a este fin. Antes bien están atentos a la petición que hacen los padres
y les ayudan para que esto lo consigan como el mejor servicio público que
pueden prestarles.
La Educación tiene carácter de Servicio Público porque lo demanda la
Sociedad, no porque lo administre y/o detente la titularidad el Gobierno del
14
Estado y, en nuestro caso, de las Comunidades Autónomas, a las que el Estado
se lo ha transferido. Hay que aclarar, de una vez por todas, el equívoco de lo
público y lo privado.
La fortaleza de la Sociedad debe prevalecer en esta tremenda confusión de
roles y funciones entre Sociedad, Estado y Gobierno ante la Educación. Eso es lo
que cabe esperar:
a) Una Sociedad Fuerte por ser Comunidad de Ciudadanos Educados:
Autorrealizados e Instruidos.
b) Un Estado Consistente para defender, proteger y promover los derechos
y el bienestar, pertinentes a la Sociedad que lo justifica.
c) Un Gobierno Democrático, que gestiona políticas favorables al servicio
de una Sociedad Educada. Los Estados y Gobiernos que aceptan y
defienden que la Sociedad sea plural y que los ciudadanos y los grupos
que la integran se asocien libremente para llevar adelante iniciativas que
les son propias y conseguir objetivos de educación y formación que les
pertenecen, no reducen estos grupos a ghetos (a la sacristía), ni los tratan
como a tales, ni coartan su expansión, ni condenan su voz al silencio, ni
los persiguen hasta el ostracismo (en los países dictatoriales o de régimen
islámico esta confusión llega a un grado extremo), ni les aplican políticas
obstruccionistas, excluyentes o sectarias, ni dificultan la opcionalidad de
centros y currículos, ni les ciegan las fuentes de financiación. Antes bien,
se alegran de que la Sociedad se fortalezca, emprenda sus iniciativas,
gestione sus recursos y de a conocer sus manifestaciones plurales y
diversas.
d) Resolver los Conflictos
Confesionalidad.
que
originan
los
equívocos
ante
la
La Sociedad es Pluriconfesional. Son muchos los ciudadanos que
libremente se confiesan creyentes y que reclaman el reconocimiento social de su
existencia como tales. Concretamente, en la sociedad española, la mayoría de
los creyentes confiesan pertenecer a la Iglesia Católica, que en nada viola los
derechos y aspiraciones humanas; antes al contrario añade a todas ellas un
“plus”.
El Estado, que representa toda la Sociedad, debe ser Aconfesional. La
aconfesionalidad del Estado no supone que éste opte por la “confesionalidad
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laicista” y sea agresivo con las confesionalidades religiosas y que no patrocine
iniciativas, sugerencias y actividades de grupos confesionales que contribuyen,
por otra parte, a mejorar la convivencia y las condiciones de vida ciudadana en
aspectos formativos, asistenciales y culturales.
El Gobierno, al servicio de la sociedad y el estado, debe administrar
políticas educativas favorables a todos los grupos sociales, sean o no
confesionales.
El Gobierno del Estado, en efecto, por el hecho de ser de una tendencia
partidaria, no puede identificarse con una o varias tendencias de la legítima
pluralidad, hasta el punto de ser excluyente de la parte o partes con las que no
se identifique. El Gobierno del Estado debe favorecer que la sociedad pueda
expresarse en toda su pluralidad y que sean los ciudadanos los que se adscriban
a la opción que más les plazca o que consideren mejor para su educación,
formación y desarrollo.
La agresión a la confesionalidad católica a favor de un laicismo militante
es incomprensible, a no ser-por los recelos que despierte la mayoría católica, la
firmeza en sus principios y su expansión educativa. Pero, ¿qué tiene un
Gobierno que temer de la comunidad católica?
Concretamente, la comunidad católica nunca ha sido excluyente, antes al
contrario, tiene vocación universal, defendiendo siempre los derechos que para
sí misma reclama. Si bien es verdad que en tiempos de agresión y
desplazamiento, como en algunos momentos históricos ha padecido, se ha
defendido de su acoso con la expulsión de quienes la acusaban y a ella excluían.
Pero, ya quisiera la comunidad católica que otros estados, en los que ella está en
minoría, concedieran la pluralidad que conceden los estados en los que ella está
en mayoría. Téngase en cuenta cómo aceptan a los cristianos en los países
islámicos y de qué libertades aquellos gozan en éstos.
Ya le gustaría a la comunidad católica que en esa “alianza de
civilizaciones” que propone el Gobierno Zapatero, éste negociara y pactara el
que los países islámicos, que tan bien la han recibido, estuvieran dispuestos a
ser también aconfesionales y en todos los estados del mundo pudiera circular
sin dificultades la libertad religiosa. En los pactos debe haber “mutuas
concesiones” y no solamente “puras cesiones” de las partes más tolerantes a las
partes más intransigentes. A veces cabe pensar antes las cesiones irresponsables
de algunos dirigentes que éstos no buscan el entendimiento entre civilizaciones
sino la desaparición y destrucción de alguna civilización, como es el caso de la
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cristiana que ha estado en el origen y en lo mejor de la civilización occidental y
hoy se le niega el pan y la sal y se excluye su reconocimiento en el propio texto
del tratado europeo.
Concluyamos este punto en otro mensaje:
“Quienes aceptan que las personas pueden también
agruparse por sus creencias, que lejos de obstaculizar la
vida y la convivencia ciudadana, la respetan y la
potencian, no pueden ver un enemigo en la
confesionalidad privada y pública de los ciudadanos, antes
bien darle a las confesionalidades el mismo respeto, al
menos, que tienen cualesquiera otras agrupaciones
(políticas, culturales, etc.) que se manifiestan pública y
privadamente en la vida ciudadana. Un laicismo agresivo
contra la confesionalidad promovido por gobiernos
democráticos es impensable, a no ser que,
paradójicamente, sea éste el único grupo que se convierte
en -confesional de la anticonfesionalidad-”.
4. Corolarios para la Comunidad Católica.
1º. Una Comunidad Católica, en una Sociedad Fuerte, presente como tal,
sin complejos vergonzantes ni confusiones identificadoras, sin paliativos, que
deje de temer que su presencia incordia y molesta a la sociedad porque “no va
con los tiempos” y, por tanto, que no crea que sus propuestas tiene que
mitigarlas, suavizarlas, presentándolas más descafeinadas, más “ligh”; estando
presente, eso sí, en los servicios sociales y asistenciales (no en los educativos),
pero como si fuera otra cosa, una ONG o algo parecido, que la haga más
aceptable.
2º. Una Comunidad Católica que se sienta libre para defender con firmeza
las propias posiciones y objetivos, decidida a hacerse oír a través del diálogo
con las administraciones políticas, sin apoyar confrontaciones ni agresiones, sin
imponer las propias ideas a quienes defienden ideas contrarias, pero sin dejar
avasallar las propias a merced de las contrarias, sino encontrar el sitio y respeto
que se merecen las ideas que no violan los derechos de los otros y reclamar con
audacia derechos ciudadanos tan fundamentales como el que aquí se reclama.
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3º. Una Comunidad Católica sin nada que ocultar sino declarar
abiertamente que es seguidora de Aquel que, por ser vencedor del Mal, del
Miedo y de la Muerte, su seguimiento la consagra a favor de sus
conciudadanos, sus hermanos, para que también ellos venzan, como ella y, si lo
estiman, con ella, el mal, el miedo y la muerte: las tres celadas, las tres
encrucijadas, de las que aún somos tributarios en esta vida para cuyo
afrontamiento la comunidad católica está dispuesta a prestarle a sus coetáneos
el servicio de Ananías (A.A. 9,17): abiertos a la esperanza de los prudentes que
tienen todo preparado y a punto para que el Señor Jesús venga; abiertos a la
plenitud de abundar y profundizar en el conocimiento y en el amor.
4º. Una Comunidad Católica comprometida en la construcción del
conocimiento religioso al servicio de un desarrollo personal integral; que no
envía “mercenarios” a este servicio sino docentes que tienen un compromiso
personal con la educación y que obteniendo su justo reconocimiento y merecido
salario –digno es todo trabajador de recibirlo-, se esfuerzan, y se preparan por
ello con empeño, en obtener una sólida formación teológica y didáctica.
5º. Una Comunidad Católica, que se siente Iglesia, vinculada y en
comunión con el sucesor de Pedro y los sucesores legítimos de los Apóstoles.
18
CONFERENCIA:
«LA ENSEÑANZA DE LA RELIGIÓN CATÓLICA EN
ESPAÑA: ALGUNOS ASPECTOS FUNDAMENTALES
DE SU RÉGIMEN JURÍDICO»2.
Dr. D. José María Vázquez García- Peñuela.
Catedrático de Derecho Eclesiástico del Estado.
Decano de la Facultad de Derecho.
Universidad de Almería.
Este texto sirvió de base a la conferencia pronunciada en las Jornadas que han dado lugar a la
presente publicación. Se han suprimido algunas palabras o expresiones meramente
circunstanciales y se ha intentado conservar el estilo propio de una intervención oral.
2
19
SUMARIO.
VI.
INTRODUCCIÓN.
VII.
DESARROLLO.
20
I. INTRODUCCIÓN.
Quisiera que mis primeras palabras fueran de agradecimiento hacia los
organizadores de estas jornadas, en especial hacia don José Pérez Escobar y don
Jesús García Aiz, Delegado y Secretario General, respectivamente, de la
Delegación Episcopal para la Enseñanza Católica y la Pastoral de la Cultura de
la Diócesis de Almería, que estimaron oportuno que el tema objeto de estas
Jornadas de Estudio fuera también analizado desde el punto de vista jurídico y
que han tenido la deferencia de encomendarme a mí esa tarea. Lo primero –el
advertir la conveniencia de ese enfoque– pienso que es un acierto pleno. Espero
que la segunda de sus decisiones –el hacerme a mí el encargo– no resulte todo
lo contrario.
Y es que los hechos nos muestran que el tema del tratamiento jurídico de
la enseñanza de la religión y de la moral católica en los centros docentes
públicos españoles dista de ser una tarea sencilla. Resulta, más bien, que el tema
se le presenta al jurista con bastantes aristas de problemática dificultad. Tales
dificultades, a mi modo de ver, tienen dos orígenes o dos tipos de motivos bien
diversos. En primer lugar se nos presentan unas dificultades, que son, se podría
decir, como connaturales a la labor del jurista y que provienen de la existencia
de determinados preceptos normativos, algunos de ellos con una función clave
en la materia de la que se trata, de complicada interpretación. Las dificultades
que se nos presentan en segundo lugar son de una naturaleza bien diversa. Son
las que vienen provocadas por la presencia de intereses con unos intensos tintes
ideológicos en la materia sobre la que el cultivador del saber jurídico ha de
centrar su atención. Y la experiencia nos dice que cualquier cuestión jurídica en
cuanto se tiñe de ideología automáticamente tiende a hacerse insoluble. Porque
el derecho es un saber práctico mediante el cual se determina lo que resulta
acorde, con la justicia, es decir, lo que es justo y no alcanza, por su propia
definición, a resolver otro tipo de cuestiones como las que pueden ser objeto de
legítima discusión para los políticos o de los filósofos.
En esta ponencia intentaré hacer frente, del mejor modo posible, a las
dificultades del primer grupo, esto es, las exegéticas y, respecto de las
segundas, lo que procuraré es lo opuesto, no intentaré hacerles frente, sino
sortearlas u orillarlas también tanto cuanto me sea posible. Lo cual también
dista de ser fácil, porque la enseñanza es un campo surcado por los intereses
ideológicos de todo tipo y, en no pocas ocasiones, de signo claramente
contrario, lo cual, como cabe suponer, da lugar a tensiones en ocasiones de gran
fuerza.
21
Desde este punto de vista, y con ello empiezo ya a situarme en las
coordenadas normativas, se debe recordar que de todos los preceptos de la
actual Constitución española de 1978, salvo quizá alguno de los que se dedican
a regular la articulación territorial del Estado, el que tuvo una elaboración más
difícil y trabajosa fue el del artículo 27, dedicado, como es sabido, a reconocer y
garantizar el derecho a la educación y la libertad de enseñanza. Y ello hasta tal
punto que el balsámico espíritu de consenso, que tan benéficos efectos había
surtido en tantos otros pasajes de la Constitución, aquí estuvo a punto de
mostrarse ineficaz: parecía imposible llegar a una fórmula normativa que
contentase, siquiera mínimamente, a todos los grupos parlamentarios de las
Cortes Constituyentes. Sin embargo, tal fórmula se acabó encontrando, aunque
el precio que se tuvo que pagar por ella fue el alto: para alcanzar un texto que
resultara satisfactorio a todos los grupos parlamentarios de las Constituyentes
se tuvo que redactar un muy extenso artículo 27. De hecho, es el más extenso de
los que se recogen en la Sección Primera del Capítulo Segundo del Título I de la
Constitución: ubicación que ocupan los derechos fundamentales y las libertades
públicas a los que el propio texto constitucional les asigna –en otros pasajes
tendentes a ello- una mayor protección. Esa extensión proviene del hecho de
que en el artículo al que me estoy refiriendo se contienen preceptos que parecen
responder a concepciones diversas, casi contradictorias, de la libertad de
enseñanza y del derecho a la educación. Resulta, pues, que los constituyentes
redactaron, intencionadamente, un texto lo suficientemente ambiguo como para
permitir una gran libertad de acción al futuro legislador ordinario.
Esa versatilidad se pudo comprobar pocos años después. En efecto la
norma clave, como es sabido, de los gobiernos de la UCD en materia de
enseñanza fue la ley Orgánica del Estatuto de Centros de enseñanza (LOECE).
Dicha norma fue, tras el correspondiente recurso de inconstitucionalidad,
declarada, en su núcleo regulador fundamental, declarada conforme a la
Constitución por el Tribunal Constitucional. Cuando, tras su llegada al
Gobierno el PSOE derogó la LOECE y, en su lugar, como norma clave del
sistema educativo español, publicó la Ley Orgánica del Derecho a la Educación,
que se asentaba sobre unos planteamientos contrarios, esta norma también fue
llevada, por los mismos motivos ante el Tribunal Constitucional que,
nuevamente, declaró la nueva norma ordenadora de la educación, en lo que se
refiere a su núcleo regulador, conforme con la Carta Magna.
Ahora bien, esa ambigüedad a la que me refiero no alcanza a todos los
preceptos que cobija el abigarrado artículo 27. A este respecto, me parece que,
seguramente, el de sentido más unívoco de todos sus apartados es el número 3
que, clara y explícitamente dice:
22
“Los poderes públicos garantizan el derecho que
asiste a los padres para que sus hijos reciban la
formación religiosa y moral que esté de acuerdo con
sus propias convicciones”.
A pesar de tan claro y rotundo tenor, al que cabría, al menos así me lo
parece, aplicar el principio jurídico según el cual in claris non fit interpretatio, el
número 3 del artículo 27 de la Constitución Española ha recibido
interpretaciones diversas. Algunas de ellas resultan (o a mí, al menos, me lo
parecen) sorprendentes. Como ejemplo de esas interpretaciones cabría señalar
la del profesor de la Universidad Carlos III de Madrid, Oscar Celador Angón,
autor por otra parte, de aportaciones muy estimables, que ha escrito, hace
relativamente poco tiempo, que “la Constitución española no contiene ninguna
referencia, ya sea expresa o tácita de la obligación del Estado a impartir la
enseñanza de la religión en las escuelas públicas”. En efecto, si lo que se espera
de la Constitución es un grado de especificación normativa extremo,
forzosamente habría que reconocer que Celador tiene razón. Claro que también
se podía decir que la Constitución no contiene ninguna prohibición expresa ni
tácita según la cual los policías no han de utilizar su material antidisturbios
contra las pacíficas ancianas que forman cola en la caja de ahorros para cobrar
su pensión. Asimismo, ni expresa ni tácitamente, la Constitución contiene
referencia alguna a la enseñanza de la física o de la biología en las escuelas
públicas.
Algo más sutil se muestra otro tipo de interpretación según la cual la
enseñanza de la religión en los centros docentes públicos españoles sería un
derecho amparado por la Constitución, pero se trataría un derecho de los que la
doctrina constitucionalista y, en general, los cultivadores del derecho público
denominan derecho de libertad, que se presenta como distinto (por contrario)
de los llamados derechos de prestación. En términos sencillos se podrían
describir los derechos llamados de libertad como aquellos derechos
fundamentales en virtud de los cuales la actividad del Estado respecto de ellos,
o mejor dicho, respecto de sus titulares se limitaría a remover, a hacer
desaparecer los obstáculos que impiden o dificultan su ejercicio. Si tomamos
como ejemplo el derecho de manifestación, los poderes públicos cumplirían su
misión asegurando que las vías públicas por las que van a transitar los
manifestantes estén expeditas, libres de tráfico, que los dispositivos de
seguridad para prevenir eventuales altercados o agresiones a los manifestantes
se han puesto en marcha, etc. En cambio, si se considera que el de manifestación
23
es un derecho de naturaleza prestacional, el Estado vendría obligado no sólo a
impedir que nada dificulte el ejercicio de tal derecho, sino a desplegar una
actividad directamente facilitadora de ese mismo ejercicio: organizar un
servicio de autobuses que traslade a los manifestantes al lugar del comienzo de
la marcha, a repartir algún tipo de alimentos si la manifestación es de gran
duración, etc.
Como se puede advertir, la distinción es decisiva si se aplica al derecho a
recibir enseñanza religiosa y moral conforme a las convicciones de los padres de
alumnos menores de edad. En el primero de los supuestos sería suficiente con
que el Estado permitiese a los profesores de esas enseñanzas accediesen a las
aulas, en los horarios que la dirección del centro estimase menos perturbador,
etc., pero no habría retribución para esos profesores, ni el Estado tendría que
tomar nota del rendimiento escolar de los alumnos que recibiesen esas
enseñanzas, ni estaría obligado a organizar enseñanzas alternativas, etc.
La cuestión, como digo es de capital importancia. Y pienso que para
llegar a una interpretación del 27.3 que nos permita alcanzar, con garantía de
acierto, su alcance verdadero a este respecto se ha de tener muy en cuenta qué
es lo que los redactores del texto constitucional querían, quisieron, establecer
cuando le dieron al número 3 del artículo 27 la redacción que tiene. Pues bien, si
examina la, con mucho, principal fuente con la que se cuenta a este fin, esto es
los Diarios de Sesiones de ambas Cámaras, no se puede llegar a otra conclusión
distinta de que para los hombres que redactaron y aprobaron en las Cortes
Generales la Constitución española de 1978, estaba claro que del artículo 27. 3 se
habrían de derivar obligaciones precisas y concretas para los poderes públicos
españoles. Se me permitirá que para adverar lo que tan rotundamente afirmo
les presente algunos testimonios elocuentes, no sólo por lo que en ellos se
expresa, sino, también, por quienes lo expresan.
Que la religión hubiera de ser, en virtud, del artículo 27. 3, una materia
académica en los centros docentes públicos era visto los Luis Gómez Llorente,
que era el experto en materia de educación del Grupo Parlamentario Socialista,
como algo muy positivo y así lo expresaba ante el Pleno del Congreso de los
Diputados cuando expuso los motivos de su voto afirmativo al texto que se
había aprobado:
24
"El punto tercero del artículo, al garantizar que se
dará una enseñanza, en tanto se refiere a la religión
y a la formación moral, de acuerdo con el deseo de
los padres en todos los centros, creemos que
permite superar aquella vieja antítesis de otros
tiempos que produjo tantas rasgaduras de
conciencia de la Nación entre las escuelas estatales
laicas y las escuelas privadas, generalmente de
carácter confesional".
Y, poco más adelante añadía:
"No nos opondremos nosotros a que puedan existir
centros privados confesionales, pero nos parece un
paso hacia adelante muy positivo que al enseñarse
religión en los centros públicos con un carácter, a
nuestro juicio, que debe ser estrictamente
voluntario, tanto por parte del que la da como por
parte de quien la recibe, se evita, al menos, esta
imagen y esta figura de segregación que es pórtico
de enfrentamiento".
No resulta menos significativo que Jordi Solé Tura, el portavoz
comunista, en el mismo trámite de explicación de voto (que también fue
positivo), expresase que, en razón del pluralismo:
"Los poderes públicos deben asegurar que los
padres que quieran dar a sus hijos una educación
religiosa o moral puedan hacerlo, y eso es lo que se
dice en el párrafo 3 de este artículo; pero no pueden
convertir una determinada concepción religiosa del
mundo en norma obligatoria para todos. Si un
sector de la sociedad la comparte, debe tener la
posibilidad de que a sus hijos les sea impartida tal
enseñanza; pero asegurar esa posibilidad para sus
hijos no significa que deba imponerse a los hijos de
los demás".
Es también corroborador de lo que se viene sosteniendo que, en el
Senado, la inicial oposición de los parlamentarios de la izquierda de la Cámara
Alta a la redacción del 27.3 se basase, precisamente, en lo gravosos que se
25
estimaba que habrían de ser para los poderes públicos los compromisos que con
dicho precepto se adquirían por el Estado. A este respecto las palabras de
Lorenzo Martín-Retortillo, resultan, también, muy significativas. El prestigioso
administrativista, con cierta exageración, llamaba:
"La atención acerca del grave compromiso en que
han incurrido quienes han forzado para que se
incluyera el apartado 3. ¿Se ha caído en la cuenta de
la carga que esto puede representar para los poderes
públicos?. ¿El pluralismo religioso del país va a
forzar que a lo largo de toda su geografía, aun en el
más pequeño núcleo, tengan los poderes públicos
que garantizar a cualquier niño de cualquier
religión o ideología el derecho a recibir enseñanzas
según sus creencias?".
No obstante, los grupos parlamentarios de las formaciones de izquierdas
en el Senado acabaron, al igual que en el Congreso, votando a favor del Texto.
A la vista de cuáles eran los planteamientos de las constituyentes, es del
todo congruente que en uno de los primeros y más autorizados trabajos
extensos sobre la libertad de enseñanza en la Constitución de 1978, que tuvo
por autor al profesor Martínez López-Muñiz, cuando ha de referirse al número
3 del artículo lo hiciera en unos términos claros e inequívocos a la hora de
expresar que en él se explicita uno de los elementos esenciales del derecho a la
educación y que en su virtud:
“No garantiza la Constitución solamente que, quien
lo desee pueda dar a sus hijos la formación religiosa
y moral que prefiera, valiéndose, si es preciso, de la
ayuda de terceros o de instituciones específicamente
religiosas o educativo-culturales, sino que, en la
programación
educativa
de
la
enseñanza
propiamente dicha o institucionalizada, se incluya
esa formación religiosa y moral acorde con las
propias convicciones. Más: que el conjunto de la
actividad educativa se desenvuelva de forma
coherente con esa formación religiosa y moral, a la
que, indudablemente, la Constitución atribuye un
valor especialmente trascendente e importante”.
26
Finalmente, pienso que es de especial trascendencia el que el Tribunal
Supremo haya interpretado el artículo 27. 3 en el sentido que se viene
manteniendo, esto es, en el sentido de que de él se derivan obligaciones
positivas y concretas. Así lo vino a expresar en una sentencia de 31 de enero de
1997, que resulta especialmente significativa, pues en ella se rechazaba un
recurso contencioso-administrativo que se había interpuesto, precisamente,
contra una norma que se estimaba, por los recurrentes, que resultaba dañosa o
lesiva para con la enseñanza de la religión católica en los centros docentes
públicos. Es decir, el contexto no es, precisamente, el de favorecer o ampliar las
prerrogativas o la posición de la asignatura de la religión católica en el sistema
educativo español. Pues bien, en esa sentencia el Tribunal Supremo, se refiere,
en el Fundamento Jurídico Segundo, a la enseñanza de la religión como
“prestación garantizada por los poderes públicos” y, más explícitamente aún,
en el Fundamento Jurídico tercero expresa que “es evidente que las actividades
alternativas no sería necesario programarlas si no fuese preciso que los poderes
públicos estuvieran obligados constitucionalmente a atender la enseñanza
religiosa en los términos que hemos indicado”. Ambos pasajes los hizo suyos,
posteriormente, la Sentencia de 14 de abril de 1998.
Así pues, y a modo de recapitulación, pienso que se puede expresar, sin
margen para el error que el artículo 27.3 hace posible y necesaria la enseñanza
de la religión católica en los centros docentes públicos españoles. Ahora bien, lo
que no indica, lógicamente, la Constitución es la manera o las modalidades en
que tal enseñanza deba realizarse. En este punto la norma fundamental resulta
el Acuerdo sobre Enseñanza y Asuntos Culturales suscrito entre la Santa Sede y
el Estado español.
Este acuerdo fue suscrito (junto a otros tres, con los cuales venía a
derogar y a sustituir el viejo Concordato de 1953) el 3 de enero de 1979. Se
ratificó, dada su naturaleza y rango de tratado internacional, el 4 de diciembre y
se publicó en el Boletín Oficial del Estado el día 15 siguiente de ese mes y año. Y
es que aquí la cuestión de las fechas no es de importancia menguada, porque se
oyen voces, que, pienso que con una intención que se dirige claramente a su
deslegitimación, sostienen que los Acuerdos suscritos con la Santa Sede son
preconstitucionales.
Ante una afirmación tal que, no me cabe duda, tiene como base un
prejuicio ideológico, pienso que se debe argumentar, no con la vehemencia que
suele acompañar a los planteamientos de esta índole, sean de uno u otro signo,
sino con el rigor propio de la técnica jurídica. Y desde ese punto de vista, no
cabe duda de que las categorías de preconstitucionalidad y de
27
postconstitucionalidad son extrañas a la dogmática jurídica. En si mismo
considerado el hecho cronológico de que una norma haya sido promulgada
antes o después de la Constitución, no guarda relación alguna con la
conformidad o no de su contenido con los valores, principios y normas
constitucionales. Creo que la cuestión es suficientemente clara pero un par de
ejemplos concretos la ilustrarán más si cabe. Piénsese, en primer lugar en el
Código de Comercio vigente. Se promulgó en 1885, casi un siglo antes que la
vigente Constitución. Sin embargo, en lo que se me alcanza, la promulgación de
ésta, en nada afecto a las normas que tal veterano cuerpo legal contenía y
contiene. Fijemos ahora nuestra atención en una norma casi quince años
posterior a la publicación de nuestra Ley fundamental, la Ley Orgánica 1/92, de
21 de febrero, de Protección de Seguridad Ciudadana, conocida, popularmente
por el nombre del entonces Ministro del Interior, esto es "Ley Corcuera" o, más
expresivamente aún, “ley de la patada en la puerta”. Fue declarada
inconstitucional en un tiempo record. Así pues, hay normas preconstitucionales
que son plenamente constitucionales (así sucedió con la mayor parte del
ordenamiento jurídico español, tras 1978), y normas postconstitucionales que
pueden ser claramente inconstitucionales.
Por otro lado, no cabe duda de que la suscripción de los Acuerdos
vigentes entre el Estado español y la Santa Sede fue posterior a la entrada en
vigor de la Constitución. Lo que se sostiene en ocasiones es que siendo (la
cuestión
cronológica
resulta
incontrovertible)
formalmente
postconstitucionales, materialmente resultan preconstitucionales, pues resulta
impensable que se pudieran negociar, redactar y suscribir en un plazo de
poquísimas semanas. En esta cuestión me parece que los datos históricos son los
que deben tenerse en cuenta, con preferencia, desde luego, a elucubraciones
más o menos brillantes.
Desde este punto de vista, conviene no dejar de advertir que dada, como
se ha señalado, la naturaleza de tratados internacionales, tanto de los Acuerdos,
como del Concordato al que venían a suceder, no resulta extraño, sino todo lo
contrario, que la Comisión de Exteriores del Congreso de los Diputados se
considerase concernida por todo aquello que tenía que ver con la cuestión de las
relaciones de España con la Santa Sede. Pues bien, ese órgano parlamentario,
con fecha 1 de febrero de 1978, a propuesta del Grupo Socialista y por
unanimidad, aprobó una Resolución en la que se decía:
“La Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso
de los Diputados, ante las negociaciones que están
llevando a cabo el Gobierno español y la Santa Sede,
28
en relación con el vigente Concordato de 1953,
manifiesta que cualquier acto que se acuerde entre
las dos partes, regulando las relaciones entre la
Iglesia y el Estado estará condicionado a lo que
establezca la futura Constitución”.
Por ello, no es de extrañar que los negociadores españoles de los futuros
Acuerdos quisieran, no sólo que en dichas negociaciones se tuvieran en cuenta
los resultados a los que se iba arribando en la elaboración de la Constitución,
sino, también, que las fuerzas políticas presentes en el Parlamento conocieran
de cerca el iter negocial de los acuerdos. A este respecto pienso que el
testimonio de quien presidía entonces, por ser Ministro de Asuntos Exteriores,
el equipo de negociador español es especialmente valioso y significativo. En
efecto, Marcelino Oreja, en una de las ponencias desarrolladas en un reciente
Simposio Internacional de Derecho concordatario que tuvo lugar, precisamente,
en esta Universidad, la del Almería, tuvo oportunidad de expresar que tales
negociaciones:
“Se llevan a cabo a lo largo de 1978, teniendo
siempre presente el proceso de elaboración de la
Constitución, en la medida en que pudiera afectar a
los acuerdos”.
Y añade:
“Una vez redactado el texto de la Constitución y
cuando
estaban
ya
muy
avanzadas
las
negociaciones con la Santa Sede, se da cuenta a las
distintas fuerzas políticas de cuál es la marcha de las
negociaciones, sobre todo en los tramos finales, es
decir, a partir de octubre y noviembre de 1978”;
para concluir diciendo que “este contacto fue muy
útil y se recogieron muchas de las observaciones de
las distintas fuerzas políticas”.
Concretamente, en lo que se refiere al Acuerdo sobre Enseñanza y
Asuntos Culturales, expresa Oreja Aguirre que:
“Fue necesario, por ambas partes, revisar no sólo la
normativa concreta, sino sus mismos fundamentos
doctrinales y legales. Si para la Iglesia era vital
29
encontrar un marco legal en que la enseñanza de su
doctrina encontrase su debido reconocimiento y
protección, para el Estado no era menos vital aplicar
aquí y con todas sus consecuencias el principio
constitucional
de
la
libertad
religiosa,
sin
discriminaciones abiertas o encubiertas”.
Como he expresado hace poco, dada la naturaleza de tratados
internacionales de los Acuerdos, sus respectivos textos, una vez suscritos por el
Ejecutivo, fue necesario, tal como prevé la propia Constitución, que fueran
aprobados (técnicamente: que obtuvieran la autorización para la ratificación)
por las Cortes. Y esto resulta hoy en día, en la actual coyuntura por la que
atraviesa la vida pública española, de especial interés. No sólo porque tal
aprobación suponía por parte del poder legislativo un tácito juicio de
adecuación de los acuerdos a lo dispuesto en la Constitución, sino porque se
vertió, además, algún significativo juicio de esa adecuación en lo que se refiere,
precisamente, al AEAC.
Es sabido que el AEAC fue el único de los cuatro acuerdos que tuvo un
número de votos en contra relativamente importante. Fueron los votos de los
diputados del Grupo Socialista. Lo que es, a mi juicio, muy digno de ser tenido
en cuenta, especialmente en las actuales circunstancias, es que esos votos
contrarios, se emitieron no por considerar que el Acuerdo era contrario a lo
dispuesto en la Constitución, sino como manera de mostrar su disconformidad
con dos órdenes ministeriales (de fecha 28 de julio de 1979) que, en materia de
enseñanza de la religión y con carácter provisional, había dictado el Ministerio
de Educación y Ciencia.
En efecto el Portavoz del Grupo Socialista en el Congreso de los
Diputados, ante su Pleno del 13 de septiembre de 1979, Gregorio Peces-Barba, el
campeón de las libertades públicas, adalid de laicidad y, de facto, vitalicio rector,
ab universitate condita, de la Carlos III, expresaba:
"Tengo que decir que en relación con la
constitucionalidad hicimos en los cuatro Acuerdos
una serie de observaciones y modificaciones, y que
todas ellas fueron atendidas o suficientemente
explicadas, de tal manera que, como ya tuve ocasión
de decir en la Comisión, el Grupo Socialista, a pesar
de que algunos temas parciales no han quedado
resueltos creo que en realidad, el único tema
30
parcial que ha quedado pendiente a nivel de los
acuerdos es el del carácter fundamental de la
religión como asignatura, porque los demás, a ese
nivel, insisto, han sido resueltos, no ve motivo
para su abstención ni para su voto negativo".
Y poco después añadía:
"Nosotros entendemos, por consiguiente, que las
disposiciones reglamentarias que se dicten o que se
hayan dictado tienen que ajustarse a lo establecido
en la Constitución y a lo establecido en estos
acuerdos que, a nuestro juicio son, como tales y
aisladamente considerados, satisfactorios. Pero por
dos órdenes ministeriales publicadas en el Boletín
del 2 de agosto de 1979, del Ministerio de
Educación, nuestra posición en relación con el
convenio en materia de educación y de asuntos
culturales se va a ver modificada, y anunciamos el
voto negativo si no recibimos una explicación
suficiente del señor Ministro de Educación o del
Miembro del Gobierno que tome la palabra, si la
toma en ese sentido".
Supera los límites de lo que es posible exponer en una conferencia como
ésta el intento de realizar un análisis pormenorizado del texto del AEAC,
solamente recordaré que su precepto, al menos a mi juicio, más importante en
materia de enseñanza de la religión lo constituye el que se contiene en el primer
apartado de su artículo II, que prevé que:
“Los planes educativos en los niveles de Educación
Preescolar, de Educación General Básica (EGB) y de
Bachillerato Unificado Polivalente (BUP) y Grados
de Formación Profesional correspondientes a los
alumnos de las mismas edades, incluirán la
enseñanza de la religión católica en todos los
Centros de Educación en condiciones equiparables a
las demás disciplinas fundamentales”.
Obviamente, corresponde a los poderes públicos estatales determinar
cuáles son esas condiciones en cuya virtud la enseñanza de la religión se
31
imparte de manera equiparable a las demás materias fundamentales. Solamente
quisiera llamar la atención sobre el hecho de que los distintos Gobiernos que se
han sucedido desde la publicación del AEAC han mostrado una cierta
propensión a recurrir a normas de carácter administrativo para regular esta
materia. Antes me he referido a la opinión de Martínez López-Muñiz que
expresaba que el 27.3 forma parte del contenido esencial del derecho a la
educación. Lo cual no deja de tener consecuencias importantes, pues el artículo
53.1 de la Constitución prevé que, “sólo por ley, que en todo caso ha de respetar
su contenido esencial, podrá regularse el ejercicio de tales derechos y
libertades” (los que se ubican en la posición sistemática en la que se encuentra
el artículo 27).
Más aún: la enseñanza de la religión es una actividad que tiene una doble
protección. Por un lado, la que le depara, como se acaba de ver, el art. 27.3, por
resultar una manifestación primaria y directa del derecho a la educación y de la
libertad de enseñanza. Pero es que, por otro lado, resulta protegido por el
derecho fundamental de libertad religiosa, pues es uno de los contenidos
directamente comprendidos en el artículo 16.1 de la Constitución. A este
respecto se debe recordar que el artículo 2, 1, c) de la Ley Orgánica de Libertad
Religiosa, expresa que en tal derecho fundamental se comprende el de "recibir e
impartir enseñanza e información religiosa de toda índole, ya sea oralmente,
por escrito o por cualquier otro procedimiento; elegir para sí, y para los
menores no emancipados e incapacitados, bajo su dependencia, dentro y fuera
del ámbito escolar, la educación religiosa y moral que éste de acuerdo con sus
convicciones". No me es posible ahora detenerme en la cuestión de si impartir
enseñanza religiosa puede considerarse o no un desarrollo del derecho de
libertad religiosa, pero la cuestión no resulta carente de interés, toda vez que,
como es sabido, el art. 81 de la Constitución prevé que, entre otras, habrán de
ser “leyes orgánicas las relativas al desarrollo de los derechos fundamentales”.
De ahí que me parece, al menos, poco afinada, la tendencia a la que antes me
refería, de los distintos gobiernos, a relegar a ordenes y decretos la regulación
de esta materia de la enseñanza de la religión.
Se escapa también del objeto de mi intervención el estudio de las
distintas regulaciones que tales Gobiernos han dado a la enseñanza de la
religión. Solamente diré que lo que en los casi veinte años posteriores al
acuerdo parece que quedó suficientemente demostrado es que una regulación
que pivote sobre un sistema de contenidos alternativos para los alumnos que
elijan o no cursar la asignatura de religión, presenta serios inconvenientes a la
hora de hacer compatible el deber (y derecho) de impartir una enseñanza que
confiera una formación integral con el principio de no discriminación. Por este
32
motivo el sistema que, en sus líneas fundamentales, había previsto la Ley
Orgánica de Calidad de la Enseñanza, creador del área o asignatura de
Sociedad, Cultura y Religión, en el cual la alternativa no sería de contenidos,
sino de enfoques, merecía la pena de ser, al menos, ensayado. Pero las
circunstancias políticas parece que no lo van a permitir.
El actual Ministerio de Educación y Ciencia ha hecho público hace
apenas unas semanas un documento que, al parecer, quiere ser un elemento
para debatir lo que habrían de ser las ideas directrices de su futura política
educativa. Tal documento, titulado “Una educación de calidad entre todos y
para todos”, tiene un apartado específico, el décimo, dedicado a “La enseñanza
de las religiones”. No me siento autorizado para juzgar el valor de lo que en
dicho apartado se contiene desde el punto de vista pedagógico o desde otros
puntos de vista distintos del jurídico. Desde éste, en mi opinión el documento
contiene una contradicción palmaria e insuperable y presenta un muy escaso
rigor metódico. Defectos ambos (uno sólo ya hubiera provocado tal efecto) que
lo tornan inservible o inútil.
Veamos, para finalizar esos dos defectos. A mi juicio incurre el
documento en una contradicción patente porque se parte en él, acertadamente,
de que el pleno desarrollo de la personalidad, al que se refiere el artículo 27.2 de
la Constitución, así como “la integración en un mundo cada vez más abierto a
influencias diversas, requiere la posesión y asimilación de los elementos
fundamentales de propia historia y cultura. De ahí la necesidad de que todos
los alumnos tengan acceso al conocimiento, análisis y valoración de diversos
aspectos de la vida social y cultural, en su dimensión histórica o actual”. Añade
el documentos que entre esos aspectos “ocupa un lugar significativo el hecho
religioso y sus distintas manifestaciones sociales, morales, culturales, literarias,
plásticas y musicales, en cuanto elementos decisivos para la configuración de
las culturas contemporáneas”. Y, tras una referencia a la tolerancia que supone
el conocimiento de las religiones y a la importancia de tal tolerancia para la
convivencia académica y ciudadana, se expresa a continuación: “Sin embargo,
las convicciones religiosas o la ausencia de ellas tienen un carácter privado que
se vincula al ámbito de las creencias personales y que también demanda
respeto”.
Pienso que la contradicción, como digo, resulta patente e insalvable. Con
independencia de que la directa e ineludible incardinación en el ámbito
privado a las personales creencias religiosas es un postulado del llamado
fundamentalismo laicista, no resulta nada claro qué clase de privacidad es la de
esas creencias que unas líneas más arriba se ha reconocido su decisivo papel en
33
la conformación histórica y cultural de las sociedades. Quizá de que lo que se
trate es que las religiosas dejen de tener ese papel y por eso se les niega la carta
de naturaleza que les permita transitar, como todas las demás creencias
personales, por los espacios públicos.
Esa estrategia, sin embargo tiene el inconveniente de que no cabe dentro
de nuestra Constitución. No parece que para ésta las creencias religiosas deban
relegarse al ámbito confortable, por otra parte, de lo privado. Como es sabido,
el artículo 16 de la Constitución, además de proclamar el principio de
aconfesionalidad o de laicidad del Estado, dirige un explícito mandato a los
poderes públicos para tener en cuenta las creencias religiosas de la sociedad
española y para que mantengan las consiguientes relaciones de cooperación con
la Iglesia católica y con las demás confesiones. Ahora bien, si tan privadas son
esas creencias religiosas ¿cómo es que la Constitución considera que están
presentes en la sociedad? Y lo que es más, si son meramente privadas ¿por qué
habrían de tenerlas en cuenta los poderes públicos?.
En realidad, lo de la privacidad de las creencias religiosas pienso que
más que una realidad es un deseo de los redactores del documento, que, como
decía, incurren, en otro defecto de carácter metódico que, a mi juicio, hace que
en el plano jurídico el documento ministerial tenga una muy mermada utilidad.
Consiste en el hecho de que a la hora de ofrecer determinados pasajes legales o
jurisprudenciales se hace de forma que cabría calificar, por lo menos, como
poco cuidadosa. Pondré tres ejemplos.
Primero. "La Constitución española ha reconocido en su artículo 27.3 el
derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban una formación que
esté de acuerdo con sus propias convicciones". Se omite que la Constitución
habla no de una formación en general, sino de "la formación religiosa o moral".
Segundo. "De acuerdo con este planteamiento, el carácter ideológicamente
neutral (sentencia del Tribunal Constitucional de 13 de febrero de 1981) de la
escuela pública debe ser preservado y hacerse compatible con el objetivo
formativo general de conocer las creencias, actitudes y valores básicos de las
distintas confesiones o corrientes laicas que a lo largo de los siglos han estado
presentes en la sociedad...". Se omite que, en esa misma sentencia, en su
Fundamento Jurídico Noveno, el Tribunal Constitucional expresa que la
neutralidad ideológica de la enseñanza pública "no impide la organización en
los centros públicos de enseñanzas de seguimiento libre para hacer posible el
derecho de los padres a elegir para sus hijos la formación religiosa y moral que
esté de acuerdo con sus propias convicciones (art. 27, 3 de la Constitución)".
34
Pero, obviamente, si los redactores del documento hubieran reparado en esta
doctrina (las enseñanzas de religión de seguimiento libre se organizan para
hacer posible el derecho de los padres a elegir la formación religiosa...), quizá hubieran
omitido la rotunda y errónea afirmación de que "la obligación que tiene el
Estado de ofrecen enseñanza religiosa en las escuelas deriva de los acuerdos
suscritos con la Santa Sede y con otras confesiones religiosas".
Tercero. El documento se plantea la cuestión de las alternativas a la
enseñanza de la religión, y expresa y es cierto "que los acuerdos de 1979 no
dicen nada acerca de la obligación de mantener tal tipo de enseñanzas
alternativas". Poco más adelante señala que "de acuerdo con la sentencia del
Tribunal Supremo de 31 de enero de 1997, del respeto a la libertad de los
ciudadanos para que puedan elegir para sus hijos una formación religiosa y
moral de acuerdo con sus propias convicciones no se deriva que 'nadie resulte
obligado a servirse de ella ni nadie que vea satisfecha la pretensión de que sus hijos
reciban enseñanza de una determinada religión o convicción moral está legitimado por
la Constitución para imponer a los demás la enseñanza de cualesquiera otras religiones
o sistemas morales dependientes de las convicciones o creencias personales'". Aquí lo
que, en materia de alternativas, hubiera sido ilustrativo incluir la afirmación
que se recoge en el siguiente Fundamento de Derecho de esa misma sentencia
según la cual "es evidente que las actividades alternativas no sería necesario
programarlas si no fuese preciso que los poderes públicos estuvieren obligados
constitucionalmente a atender la enseñanza religiosa en los términos [no
discriminatorios] que hemos indicado". Esto es: dada la obligación
constitucional de atender la enseñanza religiosa, el principio de igualdad hace
necesaria la programación de actividades alternativas.
Realmente cuando se invita a entablar un debate sobre unos datos que se
dan, como me parece que ha quedado claro, interesadamente sesgados, la
sensación que se tiene no es muy distinta de la de a quien se le anima a jugar
una partida con una baraja con cartas marcadas. Yo no les recomiendo que, en
esas condiciones, entren a debatir. Al menos mientras no se muestre un talante
más adecuado.
35
COMUNICACIÓN SOBRE
LA PRIMERA PROPUESTA DEL M.E.C.:
«LA OBLIGATORIEDAD DE LA ENSEÑANZA
NO CONFESIONAL EN LAS ASIGNATURAS
DE GEOGRAFÍA E HISTORIA, FILOSOFÍA
Y EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA».
Lcdo. D. José Benito Pereira Bernal.
Profesor extraordinario del C.E.P. de Almería3
Profesor de Religión y Moral Católica
en el I.E.S. Alborán e I.E.S. Argar de Almería.
3
Centro de Enseñanza de Profesores.
36
SUMARIO.
I.
INTRODUCCIÓN.
II.
LA ENSEÑANZA DE LAS RELIGIONES.
37
I. INTRODUCCIÓN.
A esta altura del guión, es ya es de todos conocido el contenido de la
propuesta realizada en el Proyecto del MEC, propuesta que lleva por título el
muy ambicioso, rimbombante y nada desdeñable enunciado de “una educación
de calidad para todos y entre todos”. Es de suponer que en virtud de la
intencionalidad expresada en el título, es por lo que se ha invitado a participar
en un debate abierto a toda la sociedad, propiciando y esperando que ésta
aporte todos aquellos puntos de vista que se estimen pertinentes, bien para
confirmar las tesis ofertadas por el MEC, bien para cuestionarlas u ofertar
posibles alternativas.
Ciertamente, de entrada la música no suena mal. Pero en lo referente a la
asignatura de Religión y Moral Católica, dicho foro de debate público tiene mucho
de pose, de imagen, de voluntarismo y de apariencia; es más, de clara
intencionalidad política. Ciertamente, todo ello es legítimo, y así debe de ser en
una democracia; pero si así es de facto, digámoslo con claridad, sin ambages ni
encubiertas campañas mediáticas de ningún tipo. Esta propuesta tiene de fondo
unos prejuicios ideológicos, algunos de ellos, claramente evidenciados, pero
otros interesadamente velados.
¿Cuál es la situación de facto -en lo que a la asignatura de religión se
refiere-, y pese a la cual se propone este documento para el debate por parte del
MEC? Simplificando y obviando ahora los detalles finos, se resumen
simplemente en dos:
1. Año tras año, los padres solicitan a través de una declaración
escrita que así lo justifique, la asignatura de religión para sus hijos
(entre el 70 y el 80 por ciento). Es decir, voluntad mayoritaria de
que se imparta la religión en los centros educativos; es decir, una
más que evidente demanda social. Su impartición en los centros
escolares, no es sino, el ejercicio efectivo de un derecho
fundamental y el cumplimiento de un precepto constitucional
(Art. 27.3). Finalmente –y esto, solamente en parte-, se respetan
unos Acuerdos Internacionales entre el Estado Español y la Santa
Sede, en los cuales se especifica que ésta será impartida en
igualdad de condiciones a las demás asignaturas del currículo.
2. Frente a este dato ¿Qué oferta el MEC? De entrada, ignorar a esa
mayoría que ha expresado democráticamente su voluntad, y
moviéndose entre el respeto a la legalidad y el deseo hacer
38
prevalecer sus prejuicios laicistas sobre la sociedad, nos presenta
una propuesta donde de nuevo, se trata de imponer una visión
muy particular derivada de su ideología sobre el hombre, la
sociedad, la cultura y finalmente, sobre la educación.
Evidentemente, hablamos de esa ideología de partido -la suya-, y
que no es otra que la de quien hoy está en el Gobierno.
Nada nuevo bajo el sol: es la misma actitud mostrada por gobiernos del
mismo signo político, que con anterioridad presentaron igualmente iniciativas
en este mismo sentido y que aún están presentes en nuestra memoria histórica;
sus efectos son aún, por tanto, perfectamente constatables. Así pues, con este
documento, se vuelve una vez más a la carga contra la asignatura de religión.
De nuevo se vuelve a problematizar, confundir, obstaculizar e intentar
marginar, en una interpretación particularista –la suya-, el derecho de padres y
alumnos a elegir el tipo de educación moral y religiosa de acuerdo con sus
convicciones. Aunque el documento explícitamente no lo dice –pero no
ignoramos que la liturgia que lo acompaña es sumamente significativa-, el
objetivo último perseguido no es otro que, el conseguir expulsar a la asignatura
de la Religión del ámbito escolar. Este es en definitiva el fin, el cual es expresión
a su vez, de un prejuicio ideológico propio de una determinada concepción
política: el laicismo, beligerante y excluyente de toda expresión religiosa, en
nuestro caso, de la religión católica.
En 25 años -desde la llegada de la democracia a nuestro país-, hemos
padecido numerosas reformas educativas; si hay algo en común a todas ellas,
ha sido que finalmente terminaron por imponerse las tesis de quines de
entrada, las habían propuesto, ostentaban el poder y ya habían apostado por su
propio modelo cómo el únicamente válido. Aunque eso sí, todo fundamentado
y argumentado sobre el sacrosanto principio de estar en posesión de la mayoría
parlamentaria y el deber de dar cumplimiento a lo prometido en un programa
electoral.
Resulta pues oportuno -dejando el suficiente espacio para la duda-,
expresar el ferviente deseo de no ver cumplida con esta nueva reforma, la
misma realidad impositiva de reformas educativas precedentes, como así
mismo, manifestar, evidenciar y constatar estas dudas impregnadas de realismo
históricamente acumulado. Si bien es cierto que ello no debe de ser óbice para
que, al igual que otras propuestas presentadas, estas -las nuestras-, sean
también tenidas en cuenta en igualdad de condiciones argumentativas.
39
Manifestar este escepticismo de entrada, no es estar en flagrante
contradicción con la intención de estas Jornadas. Hacer llegar la opinión, las
dudas, los miedos y recelos, que tanto en la forma, como en el método y en los
contenidos presenta la actual propuesta del MEC, es algo perfectamente
legítimo y totalmente coherente. Por otro lado, la realidad es muy tozuda y por
ello, contra los hechos poco suelen contar ni valer los argumentos. Una mirada
sobre el debate social abierto con esta reforma de la LOCE, al menos de lo hasta
ahora acaecido, no pasa de tener mucho de relleno estético, cuando no, de mero
celofán de envoltorio para hacer que el producto aparezca públicamente
atractivo, mediáticamente resultón e ideológicamente vendible.
La presencia social y mediática creada en nuestro país en torno a la
propuesta, permite comprobar y valorar fehacientemente en los medios de
comunicación, que lo que aquí prima no es la cuestión pedagógica, escolar,
académica o educativa, que al fin y al cabo es de lo que se trata, sino el
oportunismo político, la estética ideológica, la estrategia mediática y los
espacios de poder; y todo, bastante polarizado en el tema de la religión.
Expresión de ello, son la realización ciertos debates o programas en
televisión, donde no solo no se ha garantizado el equilibrio de fuerzas en juego,
sino que no se han respetado en igualdad de condiciones los turnos y los
tiempos en el uso de la palabra, donde se ha inducido el debate mediante la
exhibición de estadísticas sesgadas de dudosa procedencia, donde se han
presentado demagógicamente como conclusiones definitivas los resultados de
encuestas sin ningún rigor metodológico, a su vez, fruto de preguntas con
respuestas inducidas, etc.
Pero en este totum revolutum de la confusión mediática, se exhiben y se
presentan como concluyentes y definitivas, las opiniones vertidas por
espectadores invitados a estos programas como público de relleno, y a quienes
se les otorga arbitrariamente el grado supremo de la cognitividad técnica o
especializada; se proyectan todo tipo de documentales, reportajes o películas
para contextualizar los debates sobre la enseñanza de la religión, los cuales,
demagógicamente giran en torno a algún acontecimiento histórico o leyenda
negra atribuida a la Iglesia católica; en los foros de debate abiertos en internet –
incluidos el del MEC-, salvo honrosas excepciones, todo se reduce a insultos,
acusaciones, expresiones atentatorias contra la dignidad de las personas, a
proferir todo tipo de calificaciones vejatorias contra los católicos, la Iglesia, su
jerarquía y sus creencias.
40
Repito, no es querer emponzoñar el debate, ni arrojar sospechas
infundadas, ni tampoco está el afán de prejuzgar de antemano; es sencillamente
plantear con realismo, temores y dudas a la luz de lo ya acaecido con
anterioridad histórica y relatar lo que mediáticamente se está ofreciendo a la
sociedad para incidir sesgadamente en su opinión. Junto a esto no debemos
obviar que quienes realmente plantearon, forzaron y animaron con sus
presiones y exigencias a que sea implantada esta reforma educativa, no han
sido otros sino un amplio sector del propio partido en el gobierno, que junto a
esos otros partidos minoritarios -tan necesarios y determinantes para obtener la
necesaria mayoría-, han justificado la presentación de dicha reforma por
exigencias del guión: reivindicaciones de su electorado de base.
No es difícil imaginar quienes componen este electorado de base: las
asociaciones sindicales mayoritarias de izquierda, determinados lobbys sociales
de presión y toda esa gama de grupos y asociaciones fijas a la subvención oficial
de quienes hoy detentan el poder. El resto del electorado no deja de ser una
incógnita, cuando sabemos que la estadística canta año tras año: entre el 70 y el
80 por ciento siguen solicitando la presencia de la religión para sus hijos. Y esto,
con todos los matices que se quiera. Este elenco nos permite tener una impronta
bastante aproximada del tejido social y del ideario político, antropológico y
antirreligioso que lo sustenta. Tampoco se puede obviar en esta coyuntura, el
firme e interesado apoyo de una gran mayoría de medios de comunicación
social afectos al poder, y plenamente dispuestos a vociferar, aplaudir,
magnificar y escenificar la aquiescencia a los postulados vertidos y defendidos
por estas ideologías.
Así pues, expresar dudas al respecto está más que justificado. Cabe pues,
el preguntar: ¿Serán tenidas en rigurosa igualdad de condiciones todas las
aportaciones? ¿Serán contrastadas, analizadas, dialogadas y consensuadas con
el suficiente rigor pedagógico, académico, legal y científico? En el caso concreto
de la asignatura de religión ¿Serán analizadas y tenidas en consideración las
aportaciones que como parte interesada y afectada directamente haga la iglesia,
los profesores de religión o las asociaciones de padres católicos?
Quiero hacer notar que aunque esto no más que un introito, un
preámbulo, y sin lugar a dudas, un “prejuicio”, mi prejuicio, tal vez
compartido con algunos de vosotros. ¿Pesimista? ¿Realista? Tenemos un mes
escaso de garantía. Pero os aseguro que pese a todo, la foto final de rotativos,
noticiarios, tertulias y demás foros de comunicación no será otra que la del
“consenso”. Quien dispara y regula el obturador, sabe muy bien que es cuestión
de talante, que no de talento. Al tiempo.
41
II. LA ENSEÑANZA DE LAS RELIGIONES.
A la hora de abordar la propuesta ofertada por el MEC referente al tema
de la enseñanza de las religiones, esta comunicación se ciñe en exclusiva, a la
primera de las propuestas, a saber, la obligatoriedad de la enseñanza no
confesional de las religiones. Los elementos que concretan dicha propuesta
vienen desarrollados en el nº 10, en las páginas 100 a la 105.
Se inicia el desarrollo de la propuesta con la cita del texto constitucional,
en concreto el artículo 27 en sus párrafos 2 y 3. El primer párrafo dice así:
“La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la
personalidad humana en el respeto a los principios
democráticos de convivencia y a los derechos y libertades
fundamentales”.
¿Y cómo conseguir este pleno desarrollo? El documento dice que
“asimilando los elementos fundamentales de su propia historia y cultura”. Es más, se
admite explícitamente que entre otros elementos, uno de ellos, ocupa “un lugar
muy significativo, el hecho religioso y sus distintas manifestaciones (sociales, morales,
culturales, plásticas, musicales, literarias, etc)”. Es por ello, que para el documento,
el hecho de que los alumnos “conozcan y analicen las religiones es un ejercicio de
tolerancia activa, de respeto y de comprensión”, y que ello, es “garantía de una
conciencia ciudadana conformada por los valores de libertad, justicia, igualdad y
pluralismo”.
Así pues, el documento admite de entrada, cuatro datos dignos de
consideración con relación al este artículo 27. 2 de la Constitución:
a) Se admite la relevancia del hecho religioso (valor histórico y
cultural).
b) Se admite la necesidad de ser objeto de conocimiento para el
alumno.
c) Se vincula y se fundamenta su necesidad recurriendo al desarrollo
de un precepto Constitucional.
d) Se admite su valor y su integración educativa: ayuda el pleno
desarrollo de la personalidad humana, supone el ejercicio de una
tolerancia activa.
42
A continuación, el documento pasa a presentar el artículo 27 de la
Constitución en su párrafo tercero. Curiosamente, la transición al mismo se
realiza con una afirmación un tanto confusa, o cuando menos, con un juicio
intencionadamente inductor a una calculada y ambigua lectura, a saber:
“Sin embargo, las convicciones religiosas o la ausencia de
ellas tienen un carácter privado, que se vincula al ámbito
de las creencias personales y que también demanda
respeto”
¿En qué sentido digo que este enunciado es inductor de una sesgada
lectura? Veamos. De entrada, el documento no aclara suficientemente algunos
términos:
1. ¿Qué se entiende por convicciones? ¿Son las creencias? ¿Se refiere
más bien a prejuicios ideológicos? ¿Acaso refiere las ideas
personales?
2. ¿Qué valor se le da al término privado, aplicado a estas
convicciones?
3. ¿Qué se quiere decir con “…la ausencia de ellas”
Una primera lectura elemental, permite ver que lo que aquí se quiere
poner claro de entrada es:
a) la existencia de individuos que profesan unas convicciones
religiosas y otros ciudadanos que no las tienen,
b) estas convicciones son de naturaleza privada y se vinculan con el
ámbito de las creencias personales.
Pues bien, aquí es donde se está induciendo a esa lectura sesgada, donde
se prejuzga algo que se da por supuesto, pero que en el fondo esconde una
intencionalidad. Sea como fuere, tal afirmación es totalmente gratuita y cabe
desautorizar tal aserto con numerosas citas de textos legales. Bastaría con releer
un artículo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, para
desmentir tan falaz afirmación.
Artículo 18.: “Toda persona tiene derecho a la libertad de
pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho
43
incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así
como la libertad de manifestar su religión o su creencia,
individual y colectivamente, tanto en público como en
privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la
observancia”.
De idéntica forma se pronuncia la Unión Europea cuando el 14 de
octubre de 2000, es aprobada la Carta de los Derechos Fundamentales y donde
se incluía un artículo (10), es cual es una trascripción literal de la redacción del
artículo 18 de los Derechos Humanos
Además de tan contundente argumento legal, cabe preguntarse por qué
en una sociedad tan plural y multicultural como manifiesta el documento, ha de
ser precisamente -y al parecer de manera única y exclusiva-, lo relativo a las
creencias lo que ha de quedar relegado a la esfera de lo íntimo. ¿Por qué no se
aplica este mismo principio a las convicciones musicales, deportivas, filosóficas,
ideológicas, artísticas, etc? ¿Qué criterio se sigue para tal unilateralidad?
¿Pedagógico? ¿Extra-curricular? ¿Ideológico? Dígase pues, con claridad.
Se introduce pues una ambigüedad calculada; esta, da por supuesto que
neutralidad es igual a ausencia de las convicciones religiosas de la esfera o del
ámbito de lo público. Evidentemente, dar por aceptada esta tesis es admitir de
entrada un prejuicio ideológico, el mismo que postula que, para garantizar la
neutralidad hay que recluir a las convicciones religiosas o la ausencia de ellas a
la esfera de la privacidad, de la conciencia, de la pura subjetividad.
Evidentemente, no se dice en virtud de qué supuesto el no a la referencia
religiosa es lo neutral, pero resulta evidente que hay latiendo de fondo una
postura laicista, que aunque válida y respetable, no es de ninguna manera
neutral. La reivindicación de un espacio (¿estado?) sin otro lugar para la
presencia de las convicciones o creencias religiosas, que el puramente privado,
es en sí mismo una decidida opción política no neutral.
Así pues, el prejuicio laicista subyacente a esta afirmación, no pasa de
querer dar por sentado, evidente y asumido, algo que evidentemente no lo es;
creo que su imposición de facto, implicaría el rechazo más radical de quienes
pensamos que con ello, se estaría llana y sencillamente, imponiendo una nueva
confesionalidad: la laicista.
La confesionalidad religiosa católica no puede ser sustituida por la
confesionalidad contraria de la militancia atea. Ante tal mecanismo, habría que
manifestar que lo que está en juego es en realidad la falta de libertad, y por
44
tanto se estaría vulnerando radicalmente, ese artículo 18 de los Derechos
humanos y una largísima lista de declaraciones, compromisos, acuerdos de
índole internacional y sentencias al más alto nivel nacional (Tribunal
Constitucional, Tribunal Superior de Justicia, et.)
En este sentido, hay que dejar también meridianamente claro que la
prueba de que las creencias no tienen “carácter privado” como dice el
documento, sino que contrariamente tienen un carácter más bien absolutamente
confesional, es ratificado sin fisuras por todos los estudios fenomenológicos,
antropológicos e históricos realizados sobre las religiones: todos convienen en
afirmar que la confesionalidad forma parte de la misma condición del hecho
religioso. No está de más afirmar que hasta la psicología más elemental, la
filosofía más primaria y la antropología más simple, tienen plenamente
asumido que toda conducta humana es ya, de por sí, una manifestación de la
propia condición personal del individuo.
Es más, así lo admite de hecho el propio documento, pues en líneas
anteriores ha afirmado que el hecho religioso debe de ocupar un lugar
significativo en el conocimiento del alumno, y que justamente eso que debe ser
objeto de conocimiento por parte del alumno sobre el hecho religioso, no es otra
cosa que sus manifestaciones sociales, morales, culturales, literarias, plásticas,
musicales, etc. Y es del todo lógico que así se refiera, pues difícilmente se
hubiese dado esta confesionalidad cultural históricamente acumulada, si como
ahora se afirma -no sin cierta contradicción-, a las convicciones religiosas se les
reserva el único espacio de la privacidad.
Por otro lado, no se puede obviar en este mismo apartado el uso
equívoco que se hace de dos términos, los cuales se confunden: privado por
personal. En el hombre hay muchas cosas que son absolutamente del todo
personales, como es el caso de la libertad; ahora bien, con todo lo personal que
esta sea, nadie ignora en su sano juicio la serie interminable de efectos y de
consecuencias sociales que esta conlleva. De igual manera, las “convicciones y
creencias” son muy personales, pero de ninguna manera de carácter privado,
pues sus manifestaciones son necesariamente objetivables en categorías
culturales: sociales, económicas, éticas y morales, políticas, etc.
Es más, el artículo 16. 3 de la Constitución señala que “Los poderes públicos
tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española” ¿Cómo se llevará
este mandato a la práctica efectiva si resulta que estas –las creencias y las
convicciones religiosas-, son meramente reducidas a epifenómenos privativos
del ámbito de la conciencia? En definitiva, la conclusión que se impone no
45
puede ser otra que la de calificar dicha afirmación como simple enunciado
arbitrario y sin fundamento alguno en la realidad.
Tras hacer esta alusión al carácter individual y privativo de las
convicciones religiosas pasa directamente a citar el párrafo 3 de este mismo
artículo 27; curiosamente a la hora de citarlo, hay que hacer notar que de nuevo
hay algo brilla intencionadamente por su ausencia: el documento en su
referencia elimina, quita y corta, justamente aquellas dos palabras que son
fundamentales y determinantes para especificar y delimitar el contenido del
derecho a la formación antes aludida. Dicho en plata, cuando se dice: “el derecho
que asiste a los padres para que sus hijos reciban una formación…”, se salta
precisamente estas palabras: “religiosa y moral”. Es decir, justamente aquello que
es verdaderamente el objeto de elección, aquello sobre lo que los padres han de
optar según “sus propias convicciones”. A continuación pasa de nuevo
machaconamente y de forma reiterada, a incidir en la misma idea del párrafo 2:
manifiesta de nuevo que en un estado aconfesional se respeta la libertad de
conciencia y de creencias. Repetición de principios.
El siguiente párrafo lo inicia con algo que desde los conocimientos
mínimos básicos de cualquier óptica epistemológica, gnoseológica,
hermenéutica o cognitiva resulta hoy en día, una utopía absolutamente
insostenible, a saber: “el carácter ideológicamente neutral de la escuela pública”; es
decir, algo así como si en la escuela se diese una enseñanza aséptica,
ideológicamente neutral y libre de todo condicionante, como si la escuela fuese
ese ámbito o espacio totalmente libre de cualquier elemento ideológico o de
creencias que lo contamine. Subyace de nuevo pues, el falso prejuicio y la
errónea creencia de que solamente la religión no garantiza esta neutralidad,
supuesto que por otro lado resulta absolutamente indemostrable.
Decir esto, es afirmar a la par que, en las demás disciplinas escolares (la
historia, la filosofía, la literatura, la ética, etc,) no existe ni hay la más mínima
presencia de ideas o creencias personales; o lo que es lo mismo, que todas las
demás materias son absolutamente inocentes y puras, objetivas, empíricas,
libres de cualquier tipo de adoctrinamiento, disciplinas donde solo se describe o
narra, pero donde no se valora, ni se enjuicia, ni se hacen apreciaciones
personales o subjetivas. Por el contrario, las creencias por ser parte de las
convicciones personales a las que le corresponde únicamente el ámbito privado,
no pueden ser neutrales: están estigmatizadas e invadidas por la parcialidad.
¿Qué argumentación realizar al respecto? Muy corta y breve: todo el
documento es en sí mismo, la contradictoria expresión de la más genuina
parcialidad.
46
Evidentemente, partiendo de esta deformación ideológica, pasa sin
mayores dificultades a presentar directamente su propuesta. Para el documento
“la enseñanza de las religiones presenta dos dimensiones”. La primera la llama
general, o lo que es lo mismo, aquella que debe ser de común acceso a todos los
alumnos y que garantice el conocimiento del hecho religioso para así ayudar a
comprender las claves culturales de la sociedad española. ¿Cómo se llevaría a
cabo? A través de un conocimiento de la historia de las religiones y de los
conflictos ideológicos, políticos y sociales que en torno al hecho religioso se han
producido a lo largo de la historia.
Difícilmente puede resultar creíble una propuesta tan sesgada y dirigida,
tan groseramente parcial e ideologizada, máxime cuando es la que se pretende
obligatoriamente imponer a todos. Decir que esta enseñanza consistiría en
presentar la historia de las religiones desde el aspecto exclusivo de su
conflictividad histórica, es a todas luces un intento de ocultamiento de la otra
cara de la verdad, es decir, la serie interminable de aspectos positivos que las
religiones han aportado al desarrollo del hombre y de los pueblos, a su
progreso en humanización y a su evolución ética y moral.
Hay pues una visión parcial y sesgada del estudio del hecho religioso,
puesto que su relevancia y significatividad social queda reducida a ser causa o
circunstancia de conflictos. Evidentemente que estos han existido y no se deben
ocultar, pero querer reducir los contenidos de una asignatura a sus expresiones
históricas más
negativas, y de ahí deducir su necesaria idoneidad y
obligatoriedad académicas, no pasa de ser una lectura perversa del hecho
histórico religioso, y por supuesto una clara opción pedagógica fruto de una
lectura criminalizada de las religiones. Es más, pretender que así es como se
conseguirá de “importantes colectivos de nuestros conciudadanos, reforzar la
tolerancia, el respeto mutuo y, en última instancia, la cohesión social”, no deja de ser
la más absurda de las pretensiones, cuando no la contradicción más expresa del
más primario, simple y elemental criterio pedagógico: reforzar los aspectos más
positivos de la conducta para modificar los negativos. La propuesta no necesita
más comentario.
En este mismo párrafo se dice expresamente que: “la enseñanza de estos
aspectos de las religiones debe de estar integrada en el currículo de la escuela de
primaria y secundaria” y que esta tarea “ha de ser encomendada a los profesores y
departamentos a quienes corresponda, especialmente los de geografía e historia y
filosofía”. Evidentemente, apostar y determinar la necesidad y la importancia de
una formación obligatoria para todos los alumnos sobre el hecho religioso y sus
manifestaciones, es del todo coherente con el derecho de los padres y alumnos,
47
respeta el derecho constitucional y manifiesta claramente el reconocimiento de
un área obligatoria para su desarrollo concreto y efectivo. Así mismo, al ser
incluida esta enseñanza en el currículo, supone que será evaluada en el
currículo correspondiente, esto es, como asignatura fundamental.
Ahora bien, las objeciones se hacen también patentemente numerosas,
pues aparte de que resulta inaceptable su ya aludida patente unilateralidad -la
versión puramente conflictiva del mismo-, tampoco parece muy acertado
querer pretender así eludir la presencia del estudio confesional a través de una
asignatura o asignaturas que lo garanticen, y sustituirlo por un área de
conocimiento donde dichos valores aparezcan difusos en estas áreas, como
elementos transversales. Cabe pues el preguntarse: ¿Esta materia es algo más de
lo que ya deben contener los programas de Historia, Filosofía, Geografía?
¿Cómo se organiza esta enseñanza no-confesional? ¿Tendrá un programa
específico propio con una adecuada coherencia interna, o sólo propondrán
algunos temas, dentro de un programa más amplio de la Geografía, de la
Historia, de la Filosofía?
Es cierto que el conocimiento de la cultura religiosa se puede hacer de
manera integrada dentro de la asignatura de Historia, por ejemplo. Pero apelar
a este argumento es falaz: para que eso fuera posible, se deberían reformar los
planes de estudio de esta materia incluyendo temas sobre cultura religiosa –
hasta ahora inexistentes– y ampliar su horario. ¿No habría la misma oposición a
que la asignatura de Historia incluyera temas de cultura religiosa? Además,
también la Ética forma parte de la Filosofía… ¿Por qué no suprimir esta
asignatura e incluirla dentro de la enseñanza de la Filosofía? ¿Por qué no
suprimir la Historia de la Música e incluirla dentro de la Historia del Arte o de
la misma asignatura de Música, por cierto obligatoria?
Pero cabe ir aún más lejos en las preguntas: ¿Qué garantías hay de que
esta enseñanza no se utilice como arma de combate contra la Iglesia católica?
Los que desean una educación católica para sus hijos –que son mayoría-,
pueden tener objeciones más que fundadas contra el carácter obligatorio de esta
materia para todos los alumnos. Si fuese una materia opcional, no habría nada
que objetar. Conviene recordar aquí lo que dice el artículo I del Acuerdo entre
la Santa Sede y el Estado español: «En todo caso, la educación que se imparta en los
Centros docentes públicos será respetuosa con los valores de la ética cristiana». Es más,
¿No sería un error, querer duplicar dicha formación, a todas luces innecesaria,
al menos para quienes eligen la confesional, que hoy por hoy y a tenor de la
demanda social es la mayoritaria? Si como se dice textualmente se quiere forzar
su inclusión totalmente difusa y difuminada en las asignaturas de geografía e
48
historia y filosofía ¿No conlleva -a parte de una innecesaria duplicación-, una
igualmente necesaria modificación de los currículos de estas asignaturas? ¿No
resulta más lógico desde el punto de vista de las garantías constitucionales y
desde presupuestos puramente pedagógicos, el ofertar “una asignatura de
historia de las religiones” opcional para quienes la elijan libremente y no deseen
una educación religiosa confesional?
Si se opta por lo propuesto por el documento, no tiene sentido que el
currículo de primaria y secundaria tengan tres ofertas: historia de las religiones
obligatoria para todos, confesional para los que la elijan, y enseñanzas
alternativas para quienes no la elijan. Cuando menos, a todas luces una
sobrecarga lectiva sin criterio pedagógico, académico y escolar alguno. ¿No
sería mejor ofertar las dos posibilidades? Así se garantizaría el precepto
constitucional de obligado cumplimiento; la necesidad de una formación
religiosa que garantice el “pleno desarrollo de la personalidad de los alumnos”, y se
respetaría y atendería además, al pluralismo religioso, puesto que las distintas
confesiones pueden hacer uso igualmente del precepto constitucional.
Finalmente, se garantizaría el nada desdeñable equilibrio curricular y de
horario, igual para todos los alumnos.
Aquí de nuevo, hay que hacer resaltar el supuesto subyacente a tal
propuesta. Analizado desde el punto de vista práctico, efectivo, es decir, de
elección de los padres a la hora de la matriculación de sus hijos, hay que
advertir que la implantación como obligatoria de la enseñanza de las religiones,
aún existiendo la opción confesional, influiría muy decisivamente en la
voluntad de los padres, quienes visto el amplio currículo que soportan sus
hijos, darían por aceptado el hecho de recibir ya esa formación a través de esta
asignatura obligatoria. Razonar así, ciertamente evidencia una forma futurible
de conducta no demostrable a priori, y refleja a demás, una negativa sospecha
de la débil fundamentación que asiste a muchos padres a la hora de elegir la
clase religión católica. Pero la carga de profundidad de esta observación no va
en la línea de los padres a la hora de elegir, sino de la intención de quien ha
formulado esta propuesta, que evidentemente no es otra que la de obstaculizar,
trabar y entorpecer lo que por la vía de los hechos es una evidencia año tras
año: el ser elegida de forma absolutamente mayoritaria por los padres.
Por otro lado y vistos los más que patentes prejuicios de partida que
evidencia el documento, sobre todo en lo que se refiere a la legitimación y
garantía del derecho a recibir una educación religiosa de acuerdo con las
convicciones propias, parece bastante inquietante que al ser un
¿área/asignatura? establecida por el Gobierno… ¿No puede entenderse ésta
49
como religión del Estado para todos? ¿No hay otra vez de nuevo una fuerte
presencia de fundamentalismo laico? ¿No será más bien una forma sibilina de
recuperar de ciertos “tics” tan criticados del pasado -siempre se dicen
superados-, pero que finalmente terminan afloran como inconscientes
colectivos? ¿No parece más bien la recuperación de aquella vieja, trasnochada y
siempre ridiculizada vieja asignatura de la formación del espíritu nacional?
¿Pudiera ser aquél mismo lobo, pero ahora disfrazado con el ropaje suave e
inocente del cordero ciudadano, cuyos hábitos se dicen democráticos, tolerantes
y multiculturales?
Finalmente el documento –en lo que a esta comunicación se refieretermina con una afirmación cuando menos paradójica, pero de fuertes
connotaciones contradictorias. Primeramente ha afirmado que la educación
religiosa es un derecho que dimana de una exigencia constitucional, justifica su
necesidad de estudio para la formación integral del individuo y para insertarse
críticamente en la sociedad, asumiendo los valores de la convivencia
democrática y de la tolerancia activa. Pues bien, ahora y sin ningún tipo de
mediación argumentativa que lo justifique, pasa a decir todo lo contrario, o al
menos, algo absolutamente distinto, que el Estado tiene la obligación de ofrecer
enseñanza religiosa en las escuelas en virtud de los acuerdos suscritos con la Santa Sede
y otras confesiones religiosas (Pág. 101).
Esto es evidentemente incompleto e inexacto. El fundamento de la
enseñanza confesional radica en el derecho que tienen los padres para elegir
esta enseñanza, y no en unos acuerdos más o menos vinculantes o susceptibles
de una interpretación cicatera, unilateral o parcial de los mismos.
Finalmente decir que la libertad supone la posibilidad de elegir. Pero no
se puede elegir lo que no se conoce. La clase de Religión potencia la libertad.
Quienes deseen ser católicos lo podrán ser con conocimiento de causa, y los que
se inclinen por ser ateos, lo harán también de forma más consciente y
responsable. El que la asignatura de Religión figurase preceptivamente en el
currículo, no condicionaría más la libertad que el hacer obligatoria la Filosofía,
la Historia del Arte o la Literatura. El cursar cualquiera de ellas no presupone
que después se sea católico, ateo, crítico de arte o escritor. Se dice que supone
una obligación injustificada de declarar sobre las propias creencias, que veta el
artículo 16.2 de la Constitución española. Elegir entre una u otra asignatura no
vulnera este artículo, porque sólo se elige una asignatura, no se declaran cuáles
son las propias creencias.
50
Puede suceder, por ejemplo, que unos padres deseen la asignatura de
Religión católica para sus hijos, aunque ellos no la profesen. Si no fuese así,
entonces, cualquier opción ideológica, como, por ejemplo, apuntarse a un
partido político, o dar la cuenta corriente para hacer un donativo a una ONG, o
la obligación de elegir entre jurar o prometer al tomar posesión de un cargo
público, o señalar con una X en la declaración de la renta la aportación para el
sostenimiento de la Iglesia católica, serían injustificadas obligaciones de
declarar la propia creencia o ideología.
Y por último, decir que establecer un Estado laico debe de entenderse en
sentido positivo, sin cargas ideológicas ya superadas, sin el ánimo de imponer
categorías propias de un pasado decimonónico desubicado; más bien un Estado
laico significa que, ante la ley, deben ser iguales los creyentes en las diversas
religiones y, también, los que no tienen ninguna. El laicismo de Estado no
consiste en imponer una nueva confesionalidad: la laicista. Tanto los no
creyentes, como las minorías religiosas confesionales en España (Hebreos,
budistas, musulmanes, protestantes, ortodoxos, etc.) constituyen una pequeña
minoría que tiene derecho a ser respetada. En un Estado laico, ciertamente sus
creencias no deben ser discriminadas: todos iguales ante la ley. Ahora bien, que
esta igualdad no se a costa de generar otra tal vez aún mayor, la de no respetar
el derecho de los católicos, quienes a fin de cuentas, hoy por hoy, año tras año, y
pese a las innumerables trabas y persecuciones, aún constituyen en nuestro país
una abrumadora mayoría confesional en términos de elección.
51
COMUNICACIÓN SOBRE
LA SEGUNDA PROPUESTA DEL M.E.C.:
«UNA ENSEÑANZA CONFESIONAL DE LAS RELIGIONES NO
EVALUABLE NI COMPUTABLE A EFECTOS ACADÉMICOS».
«LA ENSEÑANZA CONFESIONAL DE LAS RELIGIONES:
SU OBLIGATORIEDAD, EVALUABILIDAD
Y COMPUTABILIDAD ACADÉMICA Y CURRICULAR»
Lcdo. D. Jesús Ginés García y Aiz.
Secretario General de la Delegación Episcopal
para la Enseñanza Católica y la Pastoral de la Cultura.
Profesor de Religión y Moral Católica
en el I.E.S. Sol de Portocarrero de Almería.
52
SUMARIO.
I. INTRODUCCIÓN: ¿POR QUÉ ES UN PROBLEMA LA RELIGIÓN
EN LA ESCUELA?
II.
FUNDAMENTACIÓN
CIENTÍFICA,
ACADÉMICA,
EDUCATIVA Y CURRICULAR DE LA ASIGNATURA DE
RELIGIÓN.
III. UN POCO DE MEMORIA
CONSECUENCIAS
DE
LA
INMEDIATAMENTE ACAECIDA.
HISTÓRICA:
CRÓNICA
ANÁLISIS Y
EDUCATIVA
IV. REFLEXIONES, APORTACIONES Y OBJECIONES A LA
SEGUNDA PROPUESTA.
V.
CONCLUSIÓN
FINAL:
LA
EVALUABILIDAD
COMPUTABILIDAD DE LA ASIGNATURA DE RELIGIÓN.
Y
53
I. INTRODUCCIÓN: ¿POR QUÉ ES UN PROBLEMA LA RELIGIÓN EN LA
ESCUELA?
Ante la campaña informativa que se está realizando sobre la enseñanza
de religión en la Ley de Calidad, pretendo realizar algunas observaciones. Se
constata que algunas de las informaciones son erróneas, o dicen "verdades a
medias", lo que me parece preocupante ya que la información transmitida no es
veraz y lleva a la confusión.
En primer lugar haré referencia a algunos artículos fundamentales de la
legislación tanto española como internacional4, que únicamente pretenden
situar esta asignatura en el lugar que le corresponde, y que en la actualidad se
están poniendo en juego. Cito algunas consideraciones legales5 al respecto:
1.- DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS.
"Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento,
de conciencia y de religión; este derecho incluye la
libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la
libertad de manifestar su religión o su creencia individual
y colectivamente, tanto en público como en privado, por
la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia"6.
2.- CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA.
"Los poderes públicos garantizarán el derecho que asiste a
los padres para que sus hijos reciban la formación
religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias
convicciones"7.
"Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias
religiosas de la sociedad española y mantendrán las
consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia
Además ver: AAVV, Código de Derecho Canónico, Madrid, EDT. BAC, 199916, Título III, CC. 799,
804, 805; y sus respectivos comentarios en: GHIRLANDA, GIANFRANCO, El derecho en la
Iglesia misterio de comunión, Madrid, EDT. San Pablo, 20002.
5 Ver también: JURISPRUDENCIA: sentencias de 1994 de 3 de febrero; del recurso contenciosoadministrativo 1635/1991, de 17 de marzo; del recurso contencioso-administrativo 4915/1992, y
de 9 de junio; del recurso contencioso-administrativo 7300/1992.
6 Cfr. ONU (10-12-1948).
7 Cfr. Art. 27.3.
4
54
Católica y las demás confesiones".8
"La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la
personalidad humana en el respeto de los principios
democráticos de convivencia y a los derechos y libertades
fundamentales"9.
3.- ALGUNAS REFLEXIONES GENERALES.
Con estas breves alusiones a la legislación, pretendo indicar que la
presencia del área Sociedad, Cultura y Religión en el currículo escolar, no
vulneraba ningún derecho básico sino que, al contrario, contribuía al
cumplimiento de los mismos, colaborando en la formación integral de los
alumnos y garantizando el derecho que asiste a los padres y alumnos a recibir
enseñanza religiosa y moral según sus convicciones. Forma parte del
ordenamiento jurídico básico constitucional del Estado asegurar el derecho a la
formación religiosa y moral de todos los ciudadanos, y es un deber de los
poderes públicos garantizarlo en el ámbito escolar.
La presencia de la enseñanza de la cultura religiosa en la escuela no es un
privilegio, ni tampoco debe ser (como parece que es) una cuestión ideológicapartidista-política, sino que es un derecho fundamental de la persona, en tanto
en cuanto constituye parte de su identidad y la de su entorno
(independientemente de que sea o no creyente).
Por otra parte, ¿no es ideológico el oponerse de manera visceral a la
presencia de la religión en la escuela? Si se cuestiona esta área podría ponerse
en cuestión la presencia de cualquier otra. Toda campaña contra la religión es
ideológica y recuerda a tiempos pasados decimonónicos, trasnochados, basados
en un materialismo neopositivista (hagamos memoria histórica sin sesgos).
El currículum de la asignatura Sociedad, cultura y religión estaba
aprobado por los poderes públicos (el de la opción no confesional fue elaborado
por el Ministerio, y el confesional por las autoridades religiosas competentes,
pero aprobado por el Ministerio y siguiendo las mismas exigencias que el resto
de áreas). Estaba articulado en torno a las cuatro fuentes presentes en todo
currículo: fuente sociológica, psicológica, epistemológica y pedagógica. El
profesor de esta área presentaba como el resto de sus compañeros una
8
9
Cfr. Art. 16.3.
Cfr. Art. 27.2.
55
programación didáctica donde se desarrollan de manera sistemática los
contenidos, objetivos, metodología y criterios de evaluación de la asignatura. Es
decir, es una asignatura con un currículum tan académico y científico como
puede serlo el de Filosofía, Historia, Ética,…, está por tanto, articulado de
manera científica y académica.
Los datos estadísticos (v.g.: matriculaciones curso académico 2003-2004)
hablan por sí solos. En Educación Primaria el 85.85% de los alumnos optó por la
asignatura de religión católica. En Educación Secundaria el 60.8% recibió la
enseñanza de la Religión católica. En Bachillerato optaron por esta enseñanza el
41 % de los alumnos. La asignatura de religión es elegida por ocho de cada diez
alumnos. Cifras que son un éxito para la asignatura, dada su clara situación
discriminatoria en la LOGSE10, al tener una competencia desleal con la
Alternativa, que además de no ser evaluable, en muchas ocasiones tampoco se
imparte con ninguna seriedad. ¿Qué problema existe entonces con la presencia
de la asignatura de religión en la escuela, si los padres y alumnos la eligen
libremente y de manera mayoritaria?, ¿acaso tienen opción de elegir el resto de
asignaturas?
Con la nueva área no se obligaba a ningún alumno, a ir contra sus
convicciones, pues podían elegir entre la opción confesional y la no confesional;
más bien no se iba a privar a ningún alumno de recibir una formación, integral
que contemple las múltiples aportaciones que la religión ha hecho a la cultura,
sin la cual no es posible comprender la historia, arte, costumbres y creencias
que forman el patrimonio de la humanidad.
Es cierto que en el resto de los currículum hay elementos de la cultura
religiosa, y lo mismo ocurre al contrario; la religión es parte de la cultura, y ha
sido y es un elemento de tanta trascendencia que tiene entidad propia como
área de conocimiento, y contenidos tan amplios que no se agotan en otras
asignaturas, sino que deben tratarse de manera específica y sistemática11.
Los contenidos curriculares de la nueva área en cualquiera de sus dos
opciones no pretendían adoctrinar a nadie, no se imparte catequesis en la
escuela, sino enseñanza de la religión. A ninguno de los alumnos que eligen
religión católica se les exige que sean creyentes, y de hecho muchos no lo son,
pero sí se interesan por la religión como fenómeno cultural y que les ayuda a
Cfr. ESTEBAN GARCÉS, CARLOS, Enseñanza de la religión y ley de calidad, Madrid, EDT. PPC,
2003, pp. 11-49, 143-185, 193-210.
11 Cfr. AAVV, Orientaciones pastorales sobre la enseñanza religiosa escolar, su legitimidad,
carácter propio y contenido, Madrid, EDT. EDICE, 1999, pp. 10-24, 30-37, 55, 82-90.
10
56
plantearse cuestiones de sentido.
En todos los países europeos se da clase de Religión, en algunos como
Inglaterra, es la única asignatura obligatoria por Ley. Francia es la excepción a
la regla, ya que fue el único país que la sacó del ámbito escolar, pero ante la
preocupante devaluación de la cultura religiosa y de valores en los jóvenes, se
están planteando incluirla de nuevo (según la recomendación del Informe
Debray)12. Si estamos integrados en Europa y se tiende a unificar los distintos
sistemas educativos, ¿por qué algunos reivindican como modelo el francés, que
es el único que excluye la religión? Si hay que mirar a Europa, hagámoslo.
Recuerdo textualmente lo que dice el artículo 27 de la Constitución, ante
la manipulación del mismo que se hace en la campaña informativa que
citábamos al inicio de estas aclaraciones: Todos tienen derecho a la educación.
Se reconoce la libertad de enseñanza. La educación tendrá por objeto el pleno
desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios
democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales. Los
poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus
hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias
convicciones. La enseñanza básica es obligatoria y gratuita. Los poderes
públicos garantizan el derecho de todos a la educación, mediante una
programación general de la enseñanza, con participación efectiva de todos los
sectores afectados y la creación de centros docentes. Se reconoce a las personas
físicas y jurídicas la libertad de creación de centros docentes, dentro del respeto
a los principios constitucionales. Los profesores, los padres y, en su caso los
alumnos, intervendrán en el control y gestión de todos los centros sostenidos
por la Administración con fondos públicos, en los términos que la ley
establezca. Los poderes públicos inspeccionarán y homologarán el sistema
educativo para garantizar el cumplimiento de las leyes. Los poderes públicos
ayudarán a los centros docentes que reúnan los requisitos que la ley establezca.
El artículo 27 garantiza el cumplimiento de un derecho humano fundamental,
como es el de la educación; derecho que no emana del espacio público, sino que
los poderes públicos deben poner en marcha todos los mecanismos para que
cada ciudadano pueda ejercer su derecho a una educación. Derecho que incluye
el de recibir una formación religiosa y moral.
Concluyo estas aclaraciones pidiendo que no se utilice el área de
Sociedad, Cultura y religión para librar batallas políticas e ideológicas en los
12
Cfr. AAVV, La enseñanza de la religión en Europa, en Alfa y Omega, 405/3 (2004), pp. 3-9.
57
centros, y que al menos se respete “su aportación innegable a la cultura y su
validez para la formación integral de nuestros alumnos”13. Sirva como muestra
de la importancia que se está dando a este estudio en Europa el siguiente texto:
"La enseñanza de la historia de las religiones o de los
usos y costumbres puede servir de útil referencia para
futuros comportamientos", (….…), "La educación debe
contribuir al desarrollo global de cada persona: cuerpo y
mente, inteligencia, sensibilidad, sentido estético,
responsabilidad individual, espiritualidad”14.
Cfr. YANES ÁLVAREZ, ELÍAS, La educación cristiana, Madrid, EDT. EDICE, 1988, pp. 25, 165243.
14 Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI,
«Informe Delors».
13
58
II. FUNDAMENTACIÓN CIENTÍFICA, ACADÉMICA, EDUCATIVA Y
CURRICULAR DE LA ASIGNATURA DE RELIGIÓN.
1. ¿POSEE UNA DIMENSIÓN
ASIGNATURA DE RELIGIÓN?
TEOLÓGICA
Y
CIENTÍFICA
LA
La enseñanza de la Religión se atiene, en cuanto a su estructura
epistemológica o disciplinar y metodología científica, al carácter científico con
que en la cultura universitaria europea se abordan las ciencias de la religión y la
teología15. Son saberes con una fundamentación y una metodología científicas
propias, implantados con rigor y tradición en todos los Estados de nuestro
ámbito cultural. Así lo recogen e incluyen las Facultades de Ciencias de la
Educación en el organigrama de disciplinas formativas del Departamento de
Pedagogía de Ciencias de la Educación.16
«La fe es un saber razonable, un saber que se traduce en expresiones
objetivas de valor universal. La fe cristiana no es simplemente un grito del
alma; es también una convicción. En la conciencia creyente se expresa como una
certeza fundada. No surge como fruto del raciocinio, pero no es tampoco el
resultado de un impulso irracional. Es un saber razonable, incluso cuando la fe
transciende lo puramente conceptual, no se opone a las leyes del
pensamiento».17 La religión tiene unos contenidos propios y una racionalidad
que por sí mismos tienen capacidad para hacerse presentes y entrar en real y
leal confrontación y diálogo con aquellos otros tipos de saberes y racionalidad con las ciencias- que operan en la escuela.
«A lo largo de la historia la Iglesia no ha rehuido la reflexión crítica. Ha
buscado continuamente mostrar la coherencia de la fe cristiana, de sus
exigencias éticas, de su praxis, con la realización de una vida plenamente
humana. La confrontación creadora con las diversas filosofías (y con las
ciencias) está en la mejor tradición de la Iglesia. Este diálogo ha dado origen al
pensamiento teológico en sus diversas expresiones, con sus métodos
específicos, con su estatuto epistemológico original».18
2. COMPETENCIA CURRICULAR DE LA ASIGNATURA DE RELIGIÓN.
La competencia curricular, es decir, la validez profesional, la autoridad
Cfr. AAVV, Claves teológicas de la ERE, Madrid, EDT. PPC, 1999, pp. 24-25.
Cfr. Enciclopedia de Ciencias, Técnicas y Saberes de la Educación (F.H.). (1973).
17 Cfr. Orientaciones Pastorales sobre la Enseñanza Religiosa Escolar, n. 37.
18 Ibidem n. 38.
15
16
59
intelectual y moral de su enseñanza es una exigencia que nace de la misma
razón ética del trabajo encomendado. Sin embargo, hemos de ser conscientes de
que la "opcionalidad" dentro de un mismo área, que es obligatoria para todos,
conlleva, aún sin pretenderse, una sana competitividad. De ahí que revisemos
nuestra preparación como tales profesores de religión. Señalaremos también
una exigencia fundamental:
1.- Diálogo interdisciplinar.
Una dimensión de la preparación curricular del profesor es la capacidad
de entablar el diálogo interdisciplinar tanto con las otras opciones
confesionales, como con las otras áreas. La Opción Confesional Católica ilumina
el hecho religioso desde la perspectiva de la fe católica, y el profesor de religión
debe entablar un diálogo clarificador y específico respecto a las otras opciones.
Sólo será posible el diálogo interdisciplinar si se goza de una verdadera y sólida
formación doctrinal.
La ERE "no es una disciplina más al lado de las otras. Si se ocupa del
sentido último, la religión ha de asumir y discernir el sentido de vida que las
demás disciplinas también ofrecen. La formación religiosa, en un respeto total y
absoluto de la autonomía de las demás materias, ha de integrar estos diferentes
sentidos en el sentido último, que fundamentará un proyecto de vida
coherente"19.
Como conclusión podríamos decir que el área Sociedad, Cultura y
Religión, tanto en su estructura curricular como en justificación política es, sin
duda, la fórmula social más adecuada para que se garantice el derecho a la
formación religiosa sin lesionar ningún otro. Corresponde a las autoridades
académicas que su implantación sea con todas las garantías jurídicas y
pedagógicas, al igual que cualquier otra área.
El profesorado de la Opción Confesional Católica debe afrontar la nueva
situación con un gran espíritu profesional y evangélico. Connatural al
pluralismo religioso es la "curiosidad" por conocer el entresijo doctrinal y
cultual de las otras opciones religiosas. El sentido crítico, signo de una madurez
intelectual, sobrevive, si se da una firme y segura base doctrinal. Ésta es la gran
responsabilidad que el profesor de religión tiene ante la nueva normativa sobre
la ERE. "La obligación fundamental del profesor de religión es expresar la
Cfr. BLÁZQUEZ PÉREZ, RICARDO, La enseñanza de la religión en la escuela, Bilbao, ED.
Obispado de Bilbao, 1997.
19
60
riqueza y las múltiples dimensiones del saber religioso, y debe hacerlo de un
modo pedagógico y adecuado a la circunstancia del educando. Nada más lejos
de su labor que la función apologética".20
2.- Dimensión pedagógica de la Religión.
La enseñanza de la Religión y Moral Católica tiene una identidad propia
y posee un conjunto de experiencias y conocimientos, que desarrollan las
siguientes posibilidades educativas en todos los alumnos21:
1.- parte del entorno del mismo alumno para procurar un aprendizaje
significativo atento a los propios centros de interés en estas edades;
2.- le da la capacidad para situarse en forma abierta, crítica y exenta de
prejuicios ante la realidad y la experiencia religiosa como hecho
significativo presente en el propio ambiente socio-cultural y
antropológico;
3.- ofrece el hecho religioso como una realidad integrada en el conjunto
de experiencias de lo real;
4.- contribuye a una cultura religiosa suficiente, entre otras claves, para
la comprensión de nuestra realidad social, cultural y humana;
5.- introduce, de forma sistemática, la reflexión sobre los sistemas
axiológicos como realidades no autónomas, sino resultado de una
construcción social e histórica, posibilitadora, desde sí misma, de la
propia definición de creencias y actitudes morales.
3.- Características de la Enseñanza Religiosa Escolar Católica.
La enseñanza de la Religión y Moral Católica tiene unas características
que la identifican escolarmente como modalidad opcional curricular de carácter
confesional22. Éstas son:
1.- Exposición del núcleo esencial del mensaje cristiano desde la fe de la
propia Iglesia Católica, como ofrecimiento abierto a todos, según las
Cfr. TORRALBA, F., La clase de religión, una propuesta humanizadora, en CEE (1999), La
enseñanza de la religión, una propuesta de vida, Madrid, 1999, ED. SM, p.67.
21 Cfr. AAVV, Claves curriculares de la reforma, Madrid, EDT. PPC, 1999, pp. 201-245.
22 Cfr. ESTEBAN GARCÉS, CARLOS, Foro europeo sobre la enseñanza de la religión, en Religión y
Escuela, (mayo 2004), pp. 22-31.
20
61
posibilidades socioculturales y psicológicas en cada edad y en cada
medio humano.
2.- Diálogo abierto, respetuoso y crítico con los otros campos del saber.
Este diálogo con la cultura tiene su campo de desarrollo en un proceso
interdisciplinar, de tal forma que la enseñanza de la Religión y Moral
Católica sea una modalidad integrada dentro del marco curricular y, por
tanto, inserta en una visión globalizadora de la educación.
3.- Apertura del alumno a la transcendencia y ofrecimiento de una
respuesta al sentido último de la vida con todas sus implicaciones éticas
de tal manera que el significado último de su existencia le permita
alcanzar una plena educación integral.
4.- Una enseñanza que tiene en cuenta los principios pedagógicos del
diseño curricular y los incorpora a la especificidad propia de la
enseñanza religiosa católica.
4.- Finalidad de la Enseñanza Religiosa Escolar.
La enseñanza de la Religión y Moral Católica en la escuela tiene esta
finalidad propia:
“Presentar el mensaje y acontecimiento cristiano en orden a un diálogo con la cultura, lo cual conlleva una
sensibilización con las raíces cristianas en que está inserto el conjunto de los demás saberes”23.
Una constante preocupación ha presidido el desarrollo de los bloques:
que los alumnos puedan confrontar los saberes del Área de Religión con los
saberes de las restantes áreas. En este sentido se sugiere un constante ejercicio
de interdisciplinariedad tanto en los aspectos más externos (uso de atlas,
diccionarios, redacciones comparadas...), como en los aspectos de
profundización y constante diálogo con el resto de las áreas curriculares. Estas
pueden ayudar a analizar y completar determinados supuestos de la enseñanza
de la religión desde sus respectivos puntos de vista. El Área de Geografía,
Historia y Ciencias Sociales, el Área de Lenguaje y Literatura y el Área de
Ciencias Naturales son las que, en mayor medida, incidirán en los aspectos de
Cfr. AAVV, El área de religión en la LOGSE Andalucía, Madrid, EDT. PPC, 1999, pp. 193-194,
253-256.
23
62
la religión a los que podrían aportar sus planteamientos y su metodología.
La investigación sobre lo que las diversas ciencias y medios de
comunicación dicen respecto de los fenómenos religiosos tiene un sitio
específico en la clase de religión. No se trata de polemizar, sino de clarificar y
ayudar al alumno a formarse lúcidamente sus propios criterios.
En cuanto a la relación y desarrollo de los bloques de contenido se ha
tenido en cuenta una cierta sistematización del mensaje cristiano de modo que
el alumno obtenga un conocimiento indispensable de las creencias, actitudes y
valores cristianos. Es imposible valorar críticamente unos conocimientos si no
se tiene una visión orgánica del conjunto de los mismos. Como ya se ha dicho,
el planteamiento es paralelo al de la Educación Primaria: Responder a la gran
pregunta de qué es y en qué consiste la relación del hombre con Dios. Se intenta
que el alumno pueda definir, interpretar y dar respuesta, desde los contenidos
de la religión católica, a los componentes de su tradición cultural y pueda
insertarse de modo positivo y coherente en la sociedad en la que vive24. Todos
los bloques encierran aspectos básicos del mensaje cristiano. Dentro de cada
bloque se ofrece una descripción de los contenidos, un intento de acercamiento
a la situación antropológica de los alumnos y una interconexión con los datos
de la cultura y el arte presentes en nuestra sociedad. No hay un bloque explícitamente dedicado a estudiar la interrelación con la cultura, sino que está
presente en todos ellos.
5.- Orientaciones generales para la evaluación.
Evaluar es adquirir conciencia tanto del resultado de una acción
realizada en función de lograr determinados objetivos como de las incidencias
del desarrollo de esta acción. Quien actúa siente, normalmente, al término de su
acción la necesidad de comprobar si ha logrado los objetivos propuestos o si
tiene que seguir insistiendo en ellos, si el camino seguido y los medios
utilizados en el desarrollo de su trabajo han sido correctos o si se precisa alguna
rectificación. Se evalúa, pues, todo el proceso de enseñanza y aprendizaje.
Este concepto de evaluación del proceso de enseñanza y aprendizaje
supone importantes implicaciones metodológicas: en primer lugar el objetivo
de la evaluación se refiere al desarrollo de las capacidades expresadas en los
objetivos generales del Área, a través de indicadores adecuados sugeridos en el
Cfr. RODRÍGUEZ CARRASCO, BALDOMERO, Valor social y eclesial de la educación católica,
Granada, ED. Adhara, 2001.
24
63
Diseño Curricular Base. Más que evaluar el rendimiento del alumno, se trata de
comprobar en qué grado el proceso de aprendizaje le ha hecho progresar en el
desarrollo de las capacidades expresadas en dichos objetivos generales25.
Esto supone, en segundo lugar, que se aplican sucesivamente tres tipos
de evaluación:
1.- Una evaluación inicial o diagnóstica para conocer el grado de
desarrollo del alumno y su bagaje de conocimientos y actitudes previos.
El profesor podrá así adaptar su actuación futura a los diversos niveles
de maduración de los alumnos, con vistas a una orientación
personalizada, que tiene en cuenta las posibilidades reales de cada
alumno.
2.- Una evaluación del proceso de maduración de los alumnos, o
evaluación formativa que de hecho, más o menos conscientemente, se va
haciendo a lo largo del curso, y que interesa sistematizar para no dejar
desatendida ninguna de las capacidades programadas. Esta evaluación
tiene una función fundamentalmente orientadora.
3.- Una evaluación final, al término del proceso, para constatar si se han
conseguido las intenciones educativas del proceso de enseñanza y
aprendizaje. Conviene no confundida con la titulación o certificación
oficial que, en determinados casos, se requiera. La evaluación final debe
hacerse siempre, aunque no medie titulación alguna, para medir los
resultados de la tarea realizada y la eficacia, o no, del proceso de
enseñanza y aprendizaje. Viene a constituir la evaluación inicial para el
siguiente tramo del proceso educativo.
De todo lo indicado hasta aquí se deduce, en tercer lugar, que se trata de
una evaluación criterial y formativa, adecuada a las metas fijadas a cada
alumno, según sus posibilidades reales, y no de una evaluación normativa, que
supone comparar el rendimiento de cada alumno con una norma general, a
base de un baremo de rendimientos medios de los alumnos de una edad, para
fijar la calificación de aptitud con unas determinadas notas.
La evaluación criterial suministra a cada alumno información acerca de
sus propios progresos y de cómo proseguir su trabajo personal. La finalidad
Cfr. LÓPEZ ANDRÉS, MARÍA DEL MAR, Enseñanza religiosa escolar, Apuntes Ad usum
privatum, Almería, 1999.
25
64
última de la evaluación es, efectivamente, orientar al profesor y al alumno para
mejorar el proceso de enseñanza y aprendizaje (metodología, adaptaciones
curriculares y optativas, recursos pedagógicos, necesidades especiales...).
La evaluación se refiere a todo lo que forma parte del proceso educativo
y, en concreto, al proceso de enseñanza y aprendizaje:
1.- Los contenidos del Área en su triple vertiente de contenido
cognoscitivo, procedimenta1 y actitudina1 (hechos, conceptos y
principios; procedimientos; valores, actitudes y normas).
2.- Las actividades programadas con referencia a los objetivos,
para poner en funcionamiento las capacidades de acción y
reflexión de los alumnos.
3.- Los recursos metodológicos utilizados (palabra oral y escrita,
imagen y sonido, objetos y aparatos didácticos o tecnológicos,
libros de consulta...).
3. ¿QUÉ CONSECUENCIAS TIENE UNA EDUCACIÓN SIN REFERENCIAS
RELIGIOSAS?
Esta reducción escolar conllevaría, en breve tiempo, una reducción
antropológica y axiológica. Lo éticamente aceptable sería, simplemente, lo que
en cada momento fuese científica y técnicamente posible, ya que no tendríamos
a mano otras categorías para valorar las acciones a emprender. La
experimentación y la experiencia sensible serían las que determinan la eticidad
de las conductas: para ser bastaría experimentar y sentir. Lo bueno sería lo que
provocase situaciones placenteras o supusiese avances sociales próximos, en
términos mensurables o medibles, en la productividad, en el cálculo de vida
cuantitativa, etc...26
Ésta es la sociedad que pretenden el nihilismo y el emotivismo
fragmentario postmoderno. La mayor enfermedad de nuestros días es la falta
de pasión por la verdad. Este clima difuso induce a muchos a rehuir la fatiga de
hacerse cargo de la realidad y del entusiasmo que exige lo verdadero,
abandonándose al disfrute de lo inmediato, en el tiempo, en el espacio, en el yo.
Nuestro actual clima cultural nos aleja de la búsqueda de nuestra razón de ser
Cfr. PARRILLA GÓMEZ, FRANCISCO, Comunidad cristiana y Escuela Confesional, Granada,
ED. Adhara, 2001.
26
65
(cómo hemos construido lo que somos), de nuestra razón de esperar (qué ha de
venir) y de nuestra razón de amar (qué debemos hacer por nosotros, por los
otros cercanos, pero también por todos los que constituimos una humanidad
solidariamente unida en un mismo destino). Los valores podrán incluso ser
proclamados retóricamente y respetados desde una tolerancia pasiva e
irresponsable carente de nervio, pueden llegar a ser simples disfraces para
ocultar una inquietante ausencia de significados. En esta noche del mundo no
quisiéramos que triunfasen la indiferencia, el olvido y la pérdida de pasión por
el ser humano. Por ello seguimos apostando por una educación escolar en la
que tengan cabida las preguntas por el sentido de la vida, los saberes sobre el
alma, la cultura de la memoria, la solidaridad que brota del amor: lo que nos ha
hecho y nos sigue haciendo humanos. La religión, el hecho religioso, forman
parte de esa cultura. Si privásemos a la mirada sobre lo real de lo religioso, en
nuestra visión ya no se reconocería el rostro humano, quizá tan sólo su
máscara27.
En relación intrínseca con los saberes filosóficos sobre el comportamiento
humano y sobre la vida común, sobre el acontecer histórico y su memoria, cada
tradición religiosa, aporta respuestas, no exclusivamente racionales, pero
tampoco exentas de racionalidad, ante las grandes preguntas de la humanidad;
y nos ofrece, además, un cuerpo de valores, asumidos por convicción, que se
convierten en categorías necesarias para situarse en el mundo.
4. LA FUNCIÓN DE LA ENSEÑANZA DE LA RELIGIÓN EN LA
EDUCACIÓN.
Si se quiere hacer realidad todo esto, el estudio del hecho religioso debe
estar presente en el itinerario escolar junto a otras disciplinas, al mismo nivel
que éstas, aunque con sus propios objetivos. No basta, sin embargo, con el
conocimiento general sobre el hecho religioso. Es conveniente además una
formación más específica en la tradición de una confesión religiosa concreta.
Claro que este último itinerario educativo no puede ser único en una sociedad
religiosamente plural: por eso hay que ofrecer un abanico de posibilidades para
que el alumno opte. Pero, ¿qué es lo que aporta al proceso educativo la
formación en las enseñanzas de una confesión religiosa concreta?
Además, cada tradición religiosa ofrece, en primer lugar, una respuesta a
las grandes preguntas de cada hombre: el sentido de la vida y de la muerte, del
Cfr. DELICADO BAEZA, JOSÉ, Ante la reforma de la enseñanza, Madrid, EDT. PPC, 1988, pp.
12-17, 43-51.
27
66
sufrimiento y del dolor, de lo qué se puede esperar, del origen del universo, etc.
No se trata de una respuesta científica, sino más bien experiencial y, en algún
modo, también racional. Pero es una racionalidad distinta de la racionalidad
positivista y empirista, aunque no menos válida, ya que el hombre necesita
respuestas, sobre el origen último de todo y el para qué final de todo, que no
siempre la ciencia empírica puede ofrecer. Si la ciencia empírica no da respuestas a estas preguntas, otros saberes humanos sí las ofrecen, al menos en
parte, y estos saberes deben ser conocidos28. Cada tradición religiosa ha ofrecido
normas de conducta, individuales y sociales. Detrás de cada religión concreta
existe una moral, qué marca pautas sobre lo qué está bien o está mal, lo que
debe o no debe hacerse. Esta moral dimana de la experiencia religiosa de
algunas personas, lo que conocemos como revelación.
Para nosotros, también con sus sombras que conocemos y reconocemos,
la religión es un hecho humano positivo que no puede ser ignorado ni
menospreciado. Al contrario, creemos que una buena educación sobre lo
religioso puede ayudar a que aparezcan y se desarrollen las mejores calidades
de la religión como factor decisivo para la emancipación y la humanización de
la sociedad. Nos parece muy acertada aquella expresión de Kant de que no hay
nada más peligroso para el hombre que dejar la religión en minoría de edad.
Por el contrario, si apostamos por una ilustración y humanización de la religión,
caminamos hacia un reconocimiento de posibilidades escondidas de
humanidad y hacia una ilustración de la cultura. Ésa es nuestra apuesta: ilustrar
la religión escolarizando la enseñanza de la religión, e ilustrar la escuela
abriéndola a una consideración integral de la naturaleza humana.
5. RESPUESTA GLOBAL A LAS OBJECIONES CONTRA LA E.R.E.
Hemos indicado anteriormente que son muchas las objeciones que desde
grupos sociales, sindicales y políticos se presentan a la formación religiosa en la
escuela. A veces son objeciones grandilocuentes y cargadas de fantasía, v.g.: la
enseñanza religiosa es "inconstitucional", no debe impartirse en un "Estado
laico"29, se trata de una "adoctrinamiento" de la Iglesia, que se dé en la
parroquia, etc.…
Sin querer caer en un análisis simplista, tales objeciones, desde mi punto
Cfr. RAMOS SANTANDER, JOSÉ, Teoría General de la Educación, Apuntes Ad usum privatum,
Almería, 1998.
29 A propósito de “Estado laico”, ver documento de: ADOLFO GONZÁLEZ MONTES, Iglesia
católica y Estado laico, Almería, ED. Gutemberg, 2004.
28
67
de vista, no gozan, en general, de fuerza argumental alguna. Al ser imposible,
en este espacio, dar respuesta a cada una de las objeciones, se ofrecen dos
reflexiones como respuesta de conjunto:
1. Se prioriza la ideología sobre la pedagogía.
Un análisis detallado de cada objeción nos da como conclusión que la
base argumental de todo rechazo a la clase de religión es, fundamentalmente,
de carácter ideológico y partidista; quienes mantienen tales posturas no tienen
en cuenta ningún planteamiento pedagógico, académico, cultural, educativo,
etc. Nunca se habla de las funciones de la escuela, no se menciona el concepto
de educación integral, se margina la antropología que debe subyacer en todo
proceso educativo, se pasa por el alto el contenido de las distintas
cosmovisiones, se ignoran las distintas dimensiones de la persona, etc.
Desde una postura ideológica y partidista, las bases para determinar el sí
o el no a la clase de religión las constituyen los programas electorales. No se
tiene en cuenta el concepto de persona ni el cuadro axiológico que debe
enriquecerla para que alcance su desarrollo "pleno", ni las demandas de la
educación integral, etc. Ahora bien, considerar un programa político, -pensado,
a veces, más en captar votos que en transformar la sociedad- como única
"fuente" para determinar el proyecto curricular de la escuela, en vez de acudir a
las ciencias pedagógicas, es "politizar" el tema educativo.
¿Por qué esa postura obsesiva de rechazo a la clase de religión por parte
de algunos grupos sociales y políticos? Una posible explicación esté en la
pérdida de fuerza a la hora de hacer oposición política. La economía, el
bienestar social, los derechos humanos, etc., que eran los temas más
significativos de tales grupos, son hoy de dominio común, los comparten todo
partido político y todo grupo sindical. En consecuencia, a veces, el único
elemento más significativo como fuerza de oposición lo encuentran en el factor
religioso. De ahí la persistencia en una negativa que resulta ya trasnochada a la
luz de la experiencia de otros muchos países democráticos europeos.
2. Desconocimiento sobre la naturaleza de la ERE.
La segunda reflexión que hacemos, como respuesta a dichas objeciones a
la clase de religión, la centramos en el "desconocimiento" -consciente o
inconsciente- o "ignorancia" que existe respecto al hecho religioso como factor
educativo y de integración de la personalidad. Resaltamos algunas
características.
68
a) El hecho religioso como realidad existente.
Ignorar la existencia del hecho religioso y sus incidencias en la vida del
hombre y de la sociedad es desconocer la historia de la humanidad y nuestra
propia historia de aquí y ahora. No ha existido ninguna etapa de la historia y
ningún lugar de la geografía -desde que tenemos indicios de existencia
humana-, en los que no haya estado presente la religión dando sentido a la
existencia y configurando a la misma sociedad. Afirma M. Velasco:
"Los historiadores de la religión han renunciado hace
mucho a indagar los orígenes empíricos de la religión, es
decir, a descubrir el momento en que las humanidad
comenzó a ser religiosa, convencidos de que donde existen
indicios de vida humana, existen indicios de actividad
religiosa".30
¿No es, entonces, el hecho religioso un valor educativo, digno de ser
conocido, interpretado y educado?, ¿No es su existencia a través de la Historia
de la humanidad un aval suficientemente trascendente como para reclamar un
lugar en la formación de los alumnos?, ¿Acaso otras áreas gozan de mayor
fundamento curricular que el contenido del hecho religioso y sus
manifestaciones?
b) La confesionalidad del hecho religioso como cristalización de la conciencia religiosa.
A veces, quienes rechazan la clase de religión ponen todo ímpetu de
oposición en el hecho de que se imparta una enseñanza religiosa confesional. Es
verdad que el hecho religioso puede ser tratado y contemplado como simple
factor cultural y fenomenológico. De hecho, así está previsto en la Opción no
Confesional de SCR. Pero también es verdad que el hecho religioso y sus
manifestaciones son expresión de la conciencia religiosa de los hombres. Esta
conciencia religiosa es, a su vez, expresión de los distintos modos y formas de
relacionarse el hombre con el ser trascendente. La Historia de las Religiones es
testigo del pluralismo religioso. Es lógico que a tal pluralismo correspondan
"liturgias", distintas "teologías", en definitiva, distintas religiones históricas.
La confesionalidad religiosa, por tanto, es la expresión de una
comunidad de creyentes; es una expresión antropológica y social. Merece el
Cfr. MARTIN VELASCO, JUAN DE DIOS, Introducción a la Fenomenología de la Religión,
Madrid, ED. Cristiandad, 1978, p. 299.
30
69
máximo respeto y el máximo de atención porque constituye la urdimbre más
íntima de la persona. De ahí que, al ser diversas las confesiones religiosas, sea
también lógico que no se pueda imponer la formación en una de ellas; pero
también es lógico que quienes participan y se identifican con una u otra
confesión, quieran ser educados en ella.
La educación religiosa confesional es una exigencia de la pertenencia a
una determinada religión; exigencia, que hunde sus raíces en la naturaleza
misma de la persona, en el ser constitutivo del individuo. El hombre religioso
no es "neutralmente" religioso, sino que participa con su comunidad de
creyentes de un mismo "credo". La misma fenomenología religiosa pone de
relieve cómo la "confesionalidad" forma parte de la misma condición religiosa.
Querer, por tanto, rechazar de la dimensión educativa de la religión su carácter
confesional es ignorar la naturaleza misma del fenómeno religioso. Afirma
Olegario G. de Cardedal:
"Las religiones muertas se transmiten como cultura. Las
religiones vivas sólo se transmiten con sinceridad,
misión, celebración. Si la fe es principio constructivo de
conocimiento y el «lumen atque instinctus fidei» son los
que hacen real a la realidad de Dios en nosotros, no se
puede transmitir en su real verdad poniendo entre
paréntesis la fe. Un sistema conceptual del cristianismo
es su negación en la raíz. No hay sistemas de fe, sin fe
como estructura de realidad".31
c) El saber sobre el hecho religioso confesional como exigencia de la idiosincrasia esencial
de la persona.
El "saber" sobre el hecho religioso en todas sus dimensiones: cultural,
social, teológica, histórica, confesional, etc. es una necesidad antropológica y
social, porque en él está el fundamento de las distintas cosmovisiones, la
respuestas a los interrogantes límites de la existencia, la justificación de muchas
de las conductas humanas y, por supuesto, la clave hermenéutica de la vida
social, cultural, artística, etc. La LOGSE afirma:
“El objetivo primero y fundamental de la educación es el
de proporcionar a los niños y a las niñas, a los jóvenes de
Cfr. OLEGARIO G. DE CARDEDAL, Afirmaciones fundamentales sobre la religión en la escuela, en
"Sal Terrae" 3 (1987), p.189.
31
70
uno y otro sexo, una formación plena que les permita
conformar su propia y esencial identidad”32.
¿Es posible alcanzar la "formación plena" conforme a la "propia y esencial
identidad", si se le niega al educando un educación de su opción religiosa
confesional? Quienes se oponen por principio a la clase de religión está
queriendo situar lo religioso en la esfera de lo privado, de lo accidental, como
algo superficial de la persona. Desconoce o ignora que la opción religiosa e un
factor de personalización y de integración de la personalidad. Supone, pues,
una dimensión de la persona que exige ser educada.
En síntesis, dos son las posibles causas que expliquen, de forma global,
las distintas objeciones que desde algunos sectores de la sociedad se lanzan
contra la formación religiosa en la escuela: Por una parte, el argumentar desde
la ideología y desde planteamientos partidista; y, por otra, el desconocer la
realidad del hecho religioso y su importancia en la configuración de la
personalidad33. Por eso, afirmamos que el área Sociedad, Cultura y Religión es
una respuesta adecuada, porque sus planteamientos y fundamentos son de
carácter pedagógicos y no ideológicos.
Cfr. Introducción de la LOGSE.
Cfr. RODRÍGUEZ SANMARTÍN, ÁLVARO, La enseñanza de la religión católica y su entidad
académica, en ANPE revista profesional, 479 (2004), pp. 25-26.
32
33
71
III. UN POCO DE MEMORIA HISTÓRICA RECIENTE: ANÁLISIS Y
CONSECUENCIAS DE LA CRÓNICA EDUCATIVA INMEDIATAMENTE
ACAECIDA.
1. LA OBLIGATORIEDAD DEL ÁREA SOCIEDAD CULTURA Y
RELIGIÓN, Y SU JUSTIFICACIÓN CURRICULAR. LA APORTACIÓN
NOVEDOSA DE AQUELLA LEY.
La "obligatoriedad" del área es el aspecto que más pudo extrañar y
provocar críticas, sobre todo por su contraposición al carácter de "materia
optativa" que caracterizaba la clase de religión anteriormente. Dicha
"obligatoriedad" quedaba justificada en la misma LOCE:
"En los niveles de Educación Primaria y de Educación
Secundaria, la Ley confiere a las enseñanzas de las
religiones y de sus manifestaciones culturales, el
tratamiento académico que le corresponde por su
importancia para una formación integral, y lo hace en
términos conforme con lo previsto en la Constitución y en
los Acuerdos suscritos al respecto por el Estado
español"34.
Esta sencilla afirmación es de suma trascendencia para el área de
formación religiosa. Es un párrafo que no está en el articulado de la LOCE, sino
en la "Exposición de motivos", con lo cual viene a justificar el texto de la
Disposición Transitoria Segunda en la que se explicita el área o materia de
Sociedad, Cultura y Religión". Este párrafo rompe toda pasividad y silencio
mantenidos hasta ahora en la legislación. Veamos algunos de sus rasgos más
significativos:
Reconocimiento de las "enseñanzas de las religiones y sus
manifestaciones culturales". No se trata de un reconocimiento cualquiera ni de
una afirmación intrascendente. Se reconoce el valor histórico y social del "hecho
religioso" y su necesidad de que sea objeto de "enseñanza".
"Tratamiento académico de la enseñanza". Cuando la autoridad
académica afirma que las "enseñanza de las religiones y sus manifestaciones"
tiene que tener un tratamiento académico, está afirmando su "status" curricular,
su impartición en la escuela, su homologación a las demás materias comunes,
34
Así dice el Preámbulo de la Ley Orgánica de Calidad de Enseñanza (LOCE).
72
su carácter evaluable, su necesidad de ajustarse a los cánones pedagógicos y
didáctico s de la escuela, etc…
Destaca su "importancia para la educación integral". Éste es, sin duda, el
aspecto más novedoso: relacionar la formación religiosa con la educación
integral de la persona. Con él se está definiendo implícitamente la "educación
integral" como un proyecto en el que debe entrar el hecho religioso, al igual que
otras realidades experienciales del alumno: el conocimiento, la comunicación, la
convivencia, la sociedad, la familia, el cuerpo, etc.
Concordancia con la Constitución y Acuerdos suscritos por el Estado
español. Este último aspecto da garantía a la afirmación central, esto es: carácter
académico de las enseñanzas de las religiones. La Ley, por tanto, -y
consecuentemente sus legisladores- no actúa con arbitrariedad, sino que el
reconocimiento de tales enseñanzas concuerda con la Carta Magna y con los
Acuerdos que firma el Estado.
Realmente, se trataba de una argumentación nueva y de una nueva
fundamentación de la ERE. Nunca se ha dado en la legislación civil una
justificación educativa, pedagógica y académica de la clase de religión tan
explícita.
La valoración que la LOCE hizo (o hace, al menos hasta que no se
derogue) del "hecho religioso" como elemento de educación, no se
fundamentaba en un capricho político, sino que provenía de aplicarle a la
realidad del "hecho religioso" las mismas fuentes curriculares que se aplican a
los demás saberes para dilucidar si tal "realidad" es objeto o no de materia
curricular. Las "fuentes curriculares" son las que garantizan que una materia sea
y merezca considerarse como académica, esto es, integrada en el currículo de
las distintas etapas educativas. En efecto, el hecho religioso y sus
manifestaciones responden fielmente a las fuentes: sociocultural, psicológica,
epistemológica y pedagógica.
La "obligatoriedad", pues, se refería al área, porque su contenido común el hecho religioso y sus manifestaciones- es de interés para la formación integral
del alumno. Las distintas opciones dentro del área -como ya hemos dichosalvaban la libertad de los padres y de las confesiones religiosas.
2. CONSIDERACIONES ACERCA DE LA LOCE.
1. Informe anual 2004 del Defensor del Pueblo sobre la asignatura de religión.
73
El Defensor del Pueblo habló de la Asignatura de Religión en el informe
anual que presentó el 14 de junio en el Congreso de los Diputados35. Dejó claro
en su escrito que los padres tienen el derecho constitucional a elegir la
formación religiosa y moral «más acorde con sus propias convicciones».
Considera que el modelo elegido en la Ley Orgánica de Calidad de la
Educación (LOCE) «no parece cuestionable», reclama «el máximo celo» por
parte de las autoridades educativas para que no se produzcan «desigualdades o
agravios comparativos» entre los alumnos en función de la opción elegida,
impidiéndose, en todo caso, que la evaluación de estas enseñanzas favorezca o
dificulte «injustificadamente» la progresión académica de cualquier estudiante.
2. Cómo queda la asignatura de Religión tras la suspensión de la LOCE.36
Tras la suspensión de la asignatura de Sociedad, Cultura y Religión,
prevista en la LOCE, y tras las numerosas declaraciones que sobre esta cuestión
se han publicado en las últimas semanas, la confusión sobre la enseñanza de la
religión es muy notable entre padres y alumnos, incluso entre los sectores
educativos. Conviene clarificar, pues, qué es lo que se ha suspendido y cuál es
la regulación actual, que se mantendrá al menos hasta el curso 2006-2007, sobre
la enseñanza de la religión. Entre otras cuestiones, es necesario decir que es una
asignatura evaluable37 y computable, a todos los efectos, con la única excepción
de la nota media de Bachillerato para becas y selectividad.
Suspendida la implantación de Sociedad, Cultura y Religión, la
implantación del nuevo marco para el saber religioso, Sociedad, Cultura y
Religión, establecido en la LOCE, se ha retrasado dos cursos académicos, según
el Real Decreto aprobado el viernes 28 de mayo. Pero se trata de un retraso
únicamente nominal, puesto que en realidad es el primer paso para una
posterior y definitiva derogación. Mientras, en ese entreacto, se pretende abrir
un espacio de diálogo que nos llevará a una nueva Ley Orgánica de Educación
que sustituya la LOCE y que conllevará una nueva consideración para la
enseñanza de la religión. Con esta paralización de la LOCE -y de SCR"No es necesario cambiar la Religión de la LOCE".
Para clarificar la actual situación sobre la enseñanza de religión y salir de la confusión,
propongo la lectura del articulo de: CARLOS ESTEBAN GARCÉS, Director de la revista
Religión y Escuela. MADRID. ECLESALlA, 16/06/04.
37 Recordemos que evaluar es adquirir conciencia tanto del resultado de una acción realizada en
función de lograr determinados objetivos como de las incidencias del desarrollo de esta acción.
Quien actúa siente, normalmente, al término de su acción la necesidad de comprobar si ha
logrado los objetivos propuestos o si tiene que seguir insistiendo en ellos, si el camino seguido y
los medios utilizados en el desarrollo de su trabajo han sido correctos o si se precisa alguna
rectificación. Se evalúa, pues, todo el proceso de enseñanza y aprendizaje.
35
36
74
permanece, para la enseñanza de la religión, la anterior regulación de 1994 que
es la que está vigente en el actual curso escolar38.
Conviene no olvidar que el origen de esta nueva materia SCR, que ahora
se paraliza, está en ese decreto de 1994, con un ministro socialista, asumiendo
ya entonces la necesidad de garantizar a todos los alumnos un acceso al hecho
religioso, bien como enseñanza confesional, bien como actividades alternativas
sobre manifestaciones de las diferentes religiones. Aquella propuesta global
(Religión-Alternativa) y el desarrollo de la “alternativa”39 son la auténtica base
de la nueva materia Sociedad, Cultura y Religión, establecida en la LOCE para
abordar las religiones con el tratamiento académico que les corresponde por su
importancia para la formación integral.
Se mantiene la solución de 1994 sobre la ERE. La regulación de 1994 para
la enseñanza de la religión fue necesaria porque en 1991 se suprimió, entre otras
cosas (en las enseñanzas mínimas para el currículo de cada etapa), la evaluación
de la asignatura de Religión, y los tribunales sentenciaron que dicha supresión
era no conforme a derecho y, por consiguiente, nula. Ni la regulación de 1991 ni
la de 1994 fueron pactadas. El decreto de 1994 fue unilateral y produjo ciertas
reacciones40. La solución de 1994, que permanecerá dos años más, ante la
paralización de la solución SCR, no puede ser considerada nunca una solución
definitiva ni satisfactoria. Tampoco consensuada.
La asignatura de Religión, según este decreto del 94, es considerada
evaluable a todos los efectos en la educación obligatoria, es decir: se evalúa y
consta en el expediente; y es computable para la promoción de curso desde que
se ha modificado la promoción automática. La excepción académica es solo para
el acceso a la Universidad y para becas de la Administración pública en el
Bachillerato. El artículo 5 del mencionado decreto establece que en la Educación
Primaria y en la Educación Secundaria Obligatoria la evaluación de la
enseñanza de Religión Católica se realizará a todos los efectos, de acuerdo con
la normativa vigente, del mismo modo que la de las demás áreas o materias del
Cfr. RD 2438/1994, de 16 de diciembre.
Véase la Orden del MEC. de 3 de agosto y la Resolución de Renovación Pedagógica de 16 de
agosto de 1995.
40 Rememoremos algunas: El Gobierno regula la enseñanza de la religión sin dejar satisfechos ni
a obispos ni a padres... Nadie está contento... (titular de Sociedad, El País, 17-12-94); los obispos
acusan al Gobierno de marginar la enseñanza religiosa (titular de portada, ABC, 17-12-94);
hemos comprobado con pena que esta regulación no se ajusta a lo establecido entre la Iglesia y
el Estado... la Religión no será impartida en condiciones equiparables a las demás disciplinas
fundamentales... consideramos que se ha perdido una oportunidad (Conferencia Episcopal
Española, 15-12-94).
38
39
75
currículo, haciéndose constar en el expediente académico de los alumnos las
calificaciones obtenidas41. Solo se contempla que la calificación no se compute
para la nota media a efectos de acceso a la Universidad y becas de las
Administraciones públicas42. Por tanto, si la Religión queda como estaba hasta
el anterior curso escolar, no es, como se ha dicho reiteradamente en las últimas
semanas, ni evaluable ni computable. Más bien lo contrario. En cambio, las
actividades alternativas, aunque sean sobre Sociedad, Cultura y Religión, no
serán evaluables43.
3. UNA NUEVA OPORTUNIDAD PARA EL CONSENSO.
El objetivo último del decreto de 28 de mayo era, paralizar algunos
asuntos controvertidos de la LOCE; pero, sobre todo, así se decía en uno de los
borradores, no obstaculizar innecesariamente un nuevo proyecto de ley por
parte del Gobierno para modificar lo regulado en la LOCE. Para esta nueva ley
de educación se abrirá un diálogo para procurar llegar a un acuerdo, a un
consenso para dar estabilidad a la reforma educativa, señaló la vicepresidenta
del Gobierno, tras anunciar el decreto recién aprobado por el Consejo de
Ministros.
Siendo conscientes de que en esa nueva ley será necesario abordar, otra
vez, la presencia del saber religioso en el sistema educativo, superando así, por
una parte, la insuficiente regulación de 1994 y, por otra, la suprimida propuesta
de la LOCE, estamos ante una nueva oportunidad para alcanzar un consenso
educativo que nos aporte una solución estable para la clase de Religión.
Ese diálogo reclama la participación activa de todos los sectores
implicados en la ERE. Convendría no desechar de antemano lo mejor de las
distintas soluciones que la enseñanza de la religión ha tenido desde la
democracia44. La solución de 1994 es claramente insuficiente, pero aporta la
evaluación de la asignatura de Religión y el valor de Sociedad, Cultura y
Religión como alternativa; la solución de 1980 puede tenerse en cuenta por su
equilibrio académico entre los que quieren la ERE y los que no la eligen; la
solución LOCE de 2002 supone un planteamiento educativo sobre el hecho
religioso en el sistema educativo abordado académicamente por su importancia
para la formación integral.
Cfr. Artículo 5.1.
Cfr. Artículo 5.3.
43 En su versión original de 1995, no en la consideración de la Ley de Calidad.
44 Tiempos de UCD, del PSOE y del PP.
41
42
76
La Iglesia, desde luego, debe favorecer y participar cívica y activamente
en el diálogo, y así lo ha hecho, y lo está haciendo. El presidente de la
Conferencia Episcopal Española, Rouco Varela, en la asamblea plenaria del 3 de
mayo, señaló por lo que toca a la enseñanza de la religión en la escuela se había
llegado, según nuestro leal saber y entender, a una solución satisfactoria a
través de la implantación del área Sociedad, Cultura y Religión. Sin ser la única
posible, esta regulación conjuga la calidad académica con la libertad exigible en
este campo, abriendo un horizonte de esperanza para la superación de los
problemas que han acompañado a esta enseñanza en los últimos lustros.
Confiamos en que la vía del diálogo, a la que la Conferencia Episcopal Española
se ha acogido siempre en toda esta etapa de vida política española, ayude a
resolver este asunto de modo estable, como pide el bien que está en cuestión.
No se trata de privilegiar ni de discriminar a nadie -añadía el cardenal
Rouco-, sino de posibilitar el ejercicio real y pleno de un derecho tan básico
como es el derecho a la educación... Naturalmente, ni la Ley establece ni
nosotros pedimos que la enseñanza de la Religión Católica sea obligatoria para
todos. Hay fórmulas adecuadas para ello, sin que nadie, ni los que optan por la
Religión Católica ni los que no lo hacen así, resulten discriminados de ningún
modo.
Así pues, una vez abierta esta nueva etapa de diálogo, todos hemos de
cooperar para hacer posible una solución estable y consensuada para la
educación en general y para la enseñanza de la religión en particular. Desde
luego que los profesores de Religión habremos de participar activamente
enriqueciendo el debate desde la realidad educativa. El primer trimestre de este
curso 2004-2005 será clave para este debate, puesto que se prevé que la nueva
Ley Orgánica de Educación comience su trámite parlamentario en otoño de
2005.
4. HACIA UN NUEVO CURRÍCULO.
Una de las consecuencias de la nueva ley de educación que se podría
iniciar en el curso 2006-2007 será establecer un nuevo currículo escolar para
todas las etapas en el que las claves pedagógicas se parecerán más a la LOGSE
que a la LOCE. Entre otras cuestiones, volverán al currículo escolar los
conceptos, procedimientos y actitudes. Para ese currículo general habrá que
elaborar también el correspondiente a la enseñanza de la Religión Católica que
se impartirá en las condiciones que se establezcan en la nueva ley educativa
cuyas primeras reformas se espera sean implantadas en el curso 2006-2007.
77
En la actualidad, para la asignatura de Religión Católica, el currículo
vigente es la reorganización de 200145. Estaba previsto que este currículo fuera
sustituido por el de la opción confesional católica de SCR.46 En la mencionada
Orden se estableció este currículo formando parte de la materia Sociedad,
Cultura y Religión (artículo primero) y estableciendo que forme parte del
currículo escolar. Sin embargo, el decreto de 28 de mayo paraliza la
implantación de las enseñanzas previstas en la LOCE con carácter general y,
por tanto, también queda suspendida la nueva materia de SCR. Puede
entenderse, pues, que el currículo de la opción confesional católica, en el marco
de SCR y del currículo general de la LOCE ha quedado suspendida.
La no aplicación, pues, del currículo de la opción confesional católica de
SCR tiene una lógica razonable: fue diseñado en una clave pedagógica de la
LOCE que no será implantada en el sistema educativo; fue pensado en el marco
de una asignatura que tampoco será finalmente establecida; fue estructurado en
paralelo a una opción no confesional que tampoco será realidad. Los currículos
de SCR, como los de todas las demás materias, aunque hayan sido publicados
en el BOE, se han retrasado dos años en su implantación47. Si la Iglesia, que
tiene competencia para ello, quiere establecer el nuevo currículo de SCR
confesional para Religión Católica, debe proponerlo oficialmente como tal a la
Administración educativa para que ésta, incorporado al currículo general,
establezca su implantación.
Añádase la complicación que supone no poder cambiar los libros de
texto, según la legislación vigente48, si no llevan un tiempo mínimo (cuatro
años), a no ser que una Ley de rango superior así lo establezca49; y la dificultad
de cambiar ahora conscientes de tener que cambiar de nuevo en breve. Los
alumnos que optaran por la enseñanza confesional de las religiones, tendrían
"dos currículos de religión", mientras que los otros alumnos sólo tendrían uno,
con lo que se conculcaría el principio de igualdad.
La "novedad" está en la nueva área de educación para la ciudadanía,
cuyo anuncio ha causado extrañeza en parte de la sociedad española, porque
puede conculcar derechos de los padres a la elección de la educación de sus
Desde el punto de vista técnico no es un currículo en sentido estricto -no se publicó en el
BOE-, sino la reorganización del currículo de 1991 que sí se publicó en el BOE con la Orden de
incorporarlos al currículo de cada nivel educativo.
46 Cfr. Orden RD 3509/2003 de 15 de diciembre, BOE de 17.
47 Según hemos indicado ya a la luz del decreto de 28 de mayo.
48 Cfr. RD 1744/1998 de 31 de julio, BOE de 4 de septiembre.
49 Cosa que no ocurre ya al paralizarse la LOCE.
45
78
hijos, y, en general, hay que decir que este tipo de enseñanzas no es propio de
regímenes democráticos. Pienso que esta propuesta no debe prosperar más que
en el fomento de actividades interdisciplinares entre distintas asignaturas del
currículo escolar.
79
IV. REFLEXIONES, APORTACIONES Y OBJECIONES A LA SEGUNDA
PROPUESTA.
1. ANÁLISIS DE LA PROPUESTA 10.2 DE LA ENSEÑANZA DE LAS
RELIGIONES.
«La enseñanza confesional de las religiones será de oferta
obligatoria por parte de los centros, impartida por el
profesorado que se determine de acuerdo con los
responsables de las distintas religiones y voluntaria para
los alumnos. Su calificación no computará a efectos
académicos de cálculo de nota media de acceso a la
universidad ni para la concesión de becas»50.
Lo que se afirma en esta propuesta no tiene nada de novedoso. Es una
propuesta obligada por la Constitución y los Acuerdos Iglesia-Estado. La
primera impresión que da es que se respeta la legalidad, como no podía ser de
otra forma. El reconocimiento que la autoridad política hace de esta propuesta
constitucional es de obligado cumplimiento. Es exactamente la exposición del
estatus que tiene en la actualidad la religión confesional51. Sin embargo resulta
conveniente recordar que este Real Decreto fue forzado por diferentes
sentencias del Tribunal Supremo, como refleja el preámbulo del propio Real
Decreto52. Dichas normas fueron declaradas no conformes a derecho por el TS
en los artículos referidos a la evaluación y efectos académicos de la Religión y
sus Actividades Alternativas53.
La voluntariedad de la Religión Confesional para los alumnos es una
realidad desde los años 70. Si la propuesta va más allá, y lo que se pretende, tal
y como se recoge en declaraciones de algunos responsables de la
Administración Educativa es que la Religión no sea evaluable o no cuente para
pasar o no de curso, hay que recordar que el carácter evaluable de la Asignatura
de Religión Confesional está fuera de toda duda y también ha sido corroborado
Cfr. AAVV, Una educación de calidad para todos y entre todos, Madrid, ED. MEC, 2004, pp. 93-99,
100-105.
51 Regulada por el RD 2438/1994.
52 A lo largo del curso académico 1993-1994 el Tribunal Supremo dictó sucesivas sentencias en
las que, al resolver recursos contencioso-administrativos sobre la citada regulación se pronunció
declarando la nulidad de determinados artículos de las normas de referencia.
53 Cfr. RRDD 1006/1991, 1007/1991 Y 1700/1991.
50
80
por el Tribunal Supremo54.
Los efectos que surte esta evaluación también son aclarados en las
mencionadas sentencias.
"Mientras en la enseñanza obligatoria la evaluación del
área de Religión surte los mismos efectos que la del resto
de áreas del currículo, en el Bachillerato las calificaciones
de Religión no se computan a los únicos efectos de
obtención de la nota media para el acceso a la universidad
ni para la selección de solicitudes de beca y ayudas al
estudio cuando hubiera que acudir a los expedientes
académicos para establecer un criterio de prioridad. Esta
salvedad deriva del obligado respeto al principio de
igualdad entre los alumnos"55.
No olvidemos que esta salvedad es debido al carácter no evaluable de las
Alternativas.
Por otra parte y, a mi juicio, me parece una contradicción "in terminis" el
plantear la existencia de asignatura no evaluable. Se despoja a una asignatura
de la herramienta fundamental para valorar la consecución de los objetivos, al
tiempo que se condena al profesor a no poder evaluar la efectividad de su
propia práctica docente, dejando en el vacío su profesionalidad.
En resumidas cuentas; se presenta como obligatoria para los centros y
voluntaria para los alumnos. Su profesorado será el que se determine de
acuerdo con los responsables de las distintas religiones. No se computará a
efectos de becas y acceso a la universidad. Se ha presentado esta propuesta
como novedosa. Parece ser que la religión era antes obligatoria para todos. La
forma en que se enuncia el tratamiento a los profesores parece indicar algo
nuevo en cuanto que éstos serán los que determine la autoridad administrativa,
si bien, de acuerdo con los responsables de las distintas religiones56. Las
Cfr. Sentencias de 1994 de 3 de febrero; del recurso contencioso-administrativo 1635/1991, de
17 de marzo; del recurso contencioso-administrativo 4915/1992, y de 9 de junio; del recurso
contencioso-administrativo 7300/1992.
55 Cfr. Igualmente, todos los efectos que surgen de la evaluabilidad están recogidos en el
Preámbulo del RD 2438/1994.
56 Debajo de esta fórmula late el proyecto de designación ya experimentado en la Comunidad
Autónoma catalana y en el Convenio de la Comunidad Autónoma vasca. Propuesta global de
profesores que serán designados por la autoridad académica en el lugar y horas que ella
convenga.
54
81
calificaciones no serán tenidas en cuenta en cuanto a becas y acceso a la
universidad. No se especifican las etapas donde esto se establezca, aunque es
evidente que será en bachillerato, pues sólo en esta etapa se tienen en cuenta las
notas para el acceso a la universidad o adquisición de becas.
2. PROPUESTAS PARA EL DIÁLOGO SOBRE LA ERE.
Creemos que es posible y deseable conseguir una solución duradera,
consensuada y socialmente sostenible. Esta solución debe ser pactada
políticamente y, a ser posible, formalizada en una norma legal estable, al abrigo
de cambios gubernativos. La perspectiva en que nos situamos, pasa, por tanto,
por la renuncia a posiciones confrontadas en exceso, por no decir extremas, y
por la exclusión de planteamientos estrictamente partidistas, por legítimos que
pudieran ser, o consideraciones sólo confesionales. Partimos de la base de que
todos pueden ganar mucho si todos aceptan perder algo. Así saldrá ganando la
sociedad española en su conjunto.
Los partidos, tanto los de izquierda como los de derecha, deben
renunciar a aprovecharse del rédito electoral que tiene defender posiciones
utilitarias. Por eso proponemos firmemente, desde el principio, que se concluya
en un pacto escolar sobre la ERE. Los sectores ideológicos de la izquierda o
afines deben también renunciar a un dogmatismo excluyente en su concepción
de la escuela. A nadie podemos exigir que deje de defender sus legítimas
posiciones, pero creemos que unos y otros deben renunciar a las posiciones
irreconciliables que han acabado haciendo de ésta una de las pocas cuestiones
que, tristemente, todos enarbolan como seña de identidad y que sólo sirve para
la confrontación57.
Por último, partimos de la necesidad, que amplios sectores sociales y
profesionales perciben, de que exista continuidad en la política educativa en
este punto, por conflictivo que sea. Creemos que deberíamos intentarlo por la
misma razón que los ciudadanos valoran que exista desde 1993 continuidad y
estabilidad en la política económica. Nuestra sociedad tiene derecho, por
razones tan profundas y exigentes como las económicas, a que las opciones de
fondo en educación estén, en líneas tan fundamentales como ésta, libres de los
indeseados efectos de los sucesivos y previsibles vaivenes de la política. Ahora
queremos presentar el resultado de las reflexiones que preceden, ya largas, en
forma de afirmaciones o propuestas que sirvan para el diálogo intelectual y
Cfr. AAVV (EDITORIAL), La enseñanza de la religión en la escuela. Una solución posible, en
Revista de Fomento Social, 59 (2004), pp. 239-276.
57
82
para el debate público.
3. RAZONES Y FORMAS DE LA PRESENCIA ESCOLAR DE LA ERE.
La ERE está y debe seguir estando presente en la escuela por razones
culturales, con una legitimidad escolar propia, y no por razones confesionales.
La ERE debe integrarse en el cuadro de las finalidades educativas de la escuela,
como una materia ordinaria más, sin más excepciones que las que sean
imprescindibles para las opciones de desarrollo confesional por ese mismo
carácter.
Nos inclinamos por esta solución porque es la que da una respuesta
mejor a los desafíos sociales, porque es las que articula mejor los tres principios
que hemos citado (integralidad, pluralidad, cooperación) y porque ofrece la
mejor integración en el horizonte europeo, desde la historia propia española.
Junto a la educación cultural de las diferentes confesiones con acuerdos con el
Estado (confesional y específica para los creyentes o para quienes la soliciten),
habrá una educación cultural de la religión no exclusivamente confesional, con
itinerarios específicos para la educación cultural confesional de las diferentes
religiones58.
Esta solución se inserta en el modelo cultural predominante en España
(cooperación escolar entre el Estado y la Iglesia; en nuestro contexto actual debe
hablarse de todas las confesiones religiosas reconocidas), aunque asuma
algunos elementos del modelo de plena integración.
Esta solución, nueva en la historia educativa de España, debe permitir
una profunda elaboración de la educación cívica común, de la ética de mínimos,
de aquel patrimonio cultural que es común para todos los ciudadanos (cultura
religiosa) y de la educación constitucional. Estos contenidos educativos deben
tener su propia autonomía, sin que queden subrogadas todas estas dimensiones
en las diferentes opciones de desarrollo curricular de la ERE.
Desde estos planteamientos se integrarían las asignaturas de contenido
confesional en los esquemas propios de la escuela. Las disciplinas tendrían unos
contenidos objetivos, por lo que podrían ser plenamente evaluables.
Conclusiones de la presencia escolar de la ERE:
Cfr. RODRÍGUEZ CARRASCO, BALDOMERO, Evangelización y Escuela, Granada, ED.
Adhara, 2000.
58
83
La religión es el acto humano específico que tiene su origen en el
reconocimiento por parte del hombre de una realidad suprema, el "Totalmente
Otro", que da sentido a la existencia humana. Como respuesta a esta búsqueda
de significado de la existencia es una necesidad innata a toda persona. Es decir,
la religiosidad en cuanto sistema de interpretación de significado es necesaria
por naturaleza.
Esta búsqueda de significado sigue un proceso de maduración de
acuerdo con los presupuestos de la experiencia personal, lo biográfico
individual y colectivo. Por eso han de distinguirse grados o etapas de
religiosidad desde la niñez hasta la madurez adulta, coincidiendo con el nivel
de integración de personalidad.
Este desarrollo es fruto de sucesivas cosmovisiones que, a través de la
dialéctica pregunta-respuesta, va desde una respuesta provisional
fundamentada en el nivel no último de la realidad, que se denomina cultura,
hasta alcanzar una respuesta de nivel último, religión. Ambas son respuestas a
un mismo objetivo, la autenticidad humana. Por eso un modelo educativo es
válido en la medida en que en la antropología sea el centro de su concepción
cultural y religiosa. No es posible la neutralidad, supone una opción. Religión y
educación entendidas como proceso de maduración del hombre son dos
conceptos inseparables59.
Cfr. MÍNGUEZ ÁLVAREZ, CONSTANCIO, Educación y Religión en una sociedad intercultural,
Málaga, ED. Gráficas Anarol, 2004.
59
84
V. CONCLUSIÓN FINAL: LA EVALUABILIDAD Y COMPUTABILIDAD
DE LA ASIGNATURA DE RELIGIÓN.
1. ¿ES POSIBLE LA VALORACIÓN OBJETIVA (EVALUABILIDAD) DEL
PROCESO DE ENSEÑANZA-APRENDIZAJE DE ESTA PECULIAR
MATERIA?
Según la opinión de algunos, es aceptable que haya enseñanza religiosa
en la escuela, pero sólo como optativa y no evaluable. ¿Puede entenderse una
clase de religión sin evaluación?, ¿existe la posibilidad de valorar objetivamente
el proceso de enseñanza-aprendizaje de esta disciplina?60
Reconocer que la asignatura de la religión debe impartirse en la escuela
y, a la vez, negarle que sea evaluable es una forma "sibilina" de negar que exista
dicha enseñanza. Desde el punto de vista pedagógico, suprimir el factor
"evaluación" de una asignatura es contrario a la naturaleza misma de
"asignatura". De ahí que la intención oculta es rechazar la clase de religión;
aunque, al tropezar con la contundente afirmación de la Constitución61, no
queda más remedio que buscar una salida que compagine el principio
constitucional -derecho a la formación religiosa y moral- y la doctrina partidista
-negativa a la clase de religión-. Es la estrategia de: "Si no se puede anular que,
al menos, quede desprestigiada".
Desde el punto de vista jurídico, pretender que la enseñanza religiosa sea
una asignatura "no evaluable" contraviene, entre otros, el Acuerdo entre el
Estado Español y la Santa Sede (1979). En él se le reconoce a la enseñanza de la
religión un tratamiento "en condiciones equiparables a las demás disciplinas
fundamentales".62 Dicho vulgarmente: debe ser considerada una asignatura
como las demás, con todas las consecuencias y exigencias académicas, entre las
cuales está que sea evaluable y conste en el expediente académico del alumno.
Que la asignatura de religión tenga el mismo tratamiento "evaluativo"
que las otras materias está recogido también en el Real Decreto 2438/1994, de
El tema de la enseñanza religiosa en la escuela, a pesar de su nuevo "status non nato" de la
LOCE, no ha dejado de ser objeto de debate y discusión. Hace unos meses el Sr. Caldera
respondía a una pregunta sobre la supresión de la asignatura de la religión diciendo: "Está en
estudio. Su enseñanza debe estar garantizada por el Estado, pero debe ser optativa y no
evaluable" (ABC, 4/1/04). Esta opinión personal es oficial en el PSOE según declaración de su
Secretario General (19/1/04).
61 Cfr. Art. 27.3.
62 Cfr. Art. 11.
60
85
16/12/94. En él se regula la "evaluación" tanto de la enseñanza religiosa católica
como la de las otras religiones. Por otra parte, en el debate sobre el área o
asignatura "Sociedad, Cultura y Religión", el informe del Consejo de Estado así
como el del Consejo Escolar del Estado han reconocido que es conforme a
derecho que la asignatura sea "evaluada" como las otras materias. No hay, pues,
razón jurídica alguna que niegue a la enseñanza religiosa su carácter de
"evaluable". Al contrario, se le reconoce que es una exigencia conforme a su
naturaleza académica.
Más fuerza, si cabe, que la razón jurídica, es la fundamentación pedagógica. Hemos venido diciendo en las cuestiones anteriores que la enseñanza
religiosa, por imperativo constitucional, debe impartirse en la escuela dentro
del horario académico; que es una materia plenamente curricular por ajustarse a
las "fuentes curriculares"; que, en cuanto tal, debe impartirse conforme a la
exigencias pedagógicas y didácticas que imponen las Ciencias de la Educación;
que el profesor debe gozar de la adecuada titulación académica, similar a la de
los otros profesores que imparten las demás áreas; en fin, que se trata de una
asignatura en su sentido más estricto. Según esto, ¿se le puede negar uno de los
elementos que integra todo currículo como es la evaluación? De ser así, supondría una clara discriminación académica y un "descafeinar" la naturaleza de
asignatura63.
La "evaluación" académica, según las normas de la Didáctica, es un factor
de gran interés pedagógico. Su razón de ser está en garantizar que el proceso
educativo sea lo más operativo y eficaz posible. No se trata de un simple
recurso para evaluar "resultados" del alumno, sino que encierra toda una
dinámica de revisión y orientación del proceso mismo, de la intervención del
profesor, de la integración del alumno, etc. Según estas funciones de la
evaluación académica, ¿se puede entender y afirmar sin rubor que la asignatura
-en este caso de religión- no sea evaluable? Con tal negativa se está queriendo
convertir la enseñanza religiosa en lo que persistentemente están "criticando" y
"denunciando", esto es, que la clase sea un espacio de formación de carácter
espiritual, catequético, etc. Y ya hemos dicho que una diferencia esencial con la
catequesis está precisamente en su naturaleza curricular y académica.
Consecuentemente, la evaluación, que es un rasgo característico de toda
asignatura, no se le puede negar a la enseñanza religiosa.
No quisiera dejar de resaltar la función motivadora que ejerce la
Cfr. RODRÍGUEZ CARRASCO, BALDOMERO, Cuestiones razonadas sobre la clase de religión,
Granada, ED. Adhara, 2004.
63
86
evaluación, entendida en su auténtico sentido. La "formación", en cualquiera de
sus formas y modos en que se lleve a cabo, siempre supone y exige esfuerzo,
lucha, trabajo, etc. Es, en cierta manera, una actividad ascética. Quiere esto decir
que, de no darse una madurez y adultez psicológica -y el alumno no la tiene- es
muy difícil estimular el interés, la ilusión, la autoestima, etc. en dicho trabajo
formativo. Si la oferta de la formación religiosa -como la de cualquier otra
asignatura- no tiene el apoyo pedagógico y el refuerzo psicológico de la
animación, del reconocimiento, de la valoración, del refuerzo, etc. -funciones
éstas de la evaluación-, está llamada al fracaso como tal oferta. ¿No será este
"fracaso" lo que pretenden quienes niegan que la enseñanza religiosa no se
evaluable?
En resumen, con la objeción de que la enseñanza religiosa no se evalúe se
está minando la misma existencia de tal formación. Una vez más hay que decir
que tal postura responde a criterios ideológicos y partidistas y de ninguna
manera a los principios de la Didáctica. Debe quedar claro que es una estrategia
"perniciosa" contra el principio constitucional, avalado por la demás leyes
internacionales de que la enseñanza religiosa sea una asignatura curricular.
Esperemos que la aportación del estudio, reflexión y debate de estas 310
personas que estamos aquí presentes, sirva para ilustrar, iluminar y aportar luz,
sentido y razón al debate actual y a la redacción última del nuevo proyecto de
ley educativa de la ministra Sansegundo y de su gabinete ministerial,
esperando y deseando que “las cartas no estén marcadas” desde un principio
por la ideología radical de unos determinados dirigentes de un partido.
Solamente recordar que un gobierno, sea del partido político que sea, DEBE
GOBERNAR PARA TODOS LOS CIUDADANOS, sean o no de su filiación
política. Finalmente mencionar esta misma idea, y hacerla extensible, para los
sindicatos en su deber de defender los derechos y dignidad de TODOS LOS
TRABAJADORES, sin excepciones (por lo menos que no se exima de derechos a
estos más de 18000 trabajadores docentes de religión confesional católica en
España).
87
COMUNICACIÓN SOBRE
LA TERCERA PROPUESTA DEL M.E.C.:
«COMPETENCIA DE LOS CENTROS EN LA ORGANIZACIÓN
DE LA ENSEÑANZA CONFESIONAL DE LAS RELIGIONES».
Lcda.. Dª. Adela Requena García.
Miembro del equipo del grupo de investigación
de la Real Academia de la Historia
para la elaboración del Diccionario
de Personajes Ilustres Españoles.
Profesora de Religión y Moral Católica
en el I.E.S. El Alquián de Almería.
88
SUMARIO.
I.
INTRODUCCIÓN.
II.
LA ERE EN LA ESPAÑA DEMOCRÁTICA.
III. LA ENSEÑANZA DEL RELIGIÓN EN EUROPA.
IV. REFLEXIONES SOBRE LA PROPUESTA.
V.
EDUCACIÓN EUROPEA DE CARA AL SIGLO XXI.
89
I. INTRODUCCIÓN.
Lo escueto y puntual de la propuesta objeto de reflexión en estas líneas
obliga a la brevedad sin que ello suponga en ningún momento la ausencia de
profundidad en el análisis. Además al desarrollarse en el marco de unas
jornadas, nos obliga también a mantener un grado de concreción importante
que permita a cada comunicante desarrollar sus reflexiones sin resultar
excesivamente reiterativos para el lector.
Como consecuencia de las propuestas llevadas a cabo por el Ministerio
de Educación y Ciencia sobre la Enseñanza de las Religiones, tienen lugar estas
Jornadas. Su objetivo es el debate de las mismas. Sabemos que es necesaria una
reforma educativa en España, los índices de fracaso escolar y de absentismo así
lo demuestran y dentro de esta reforma, aunque no sea la esencial ni la de
mayor urgencia, somos conscientes de que hay un problema al que dar
solución, el de la ERE, que suscita un debate público y mediático, pero que para
nosotros es fundamentalmente un derecho constitucional de los padres y un
deber del Gobierno poner los medios para que se cumpla.
El actual Gobierno, paraliza la aplicación de la LOCE en determinados
aspectos. Uno de ellos ha sido lo previsto sobre la enseñanza de la Religión,
quedando bloqueada el Área: "Sociedad, Cultura y Religión".
Esto ha dado lugar a numerosos y diferentes puntos de vista sobre la
enseñanza de la Religión en la escuela pública. La confusión se ha adueñado de
padres y profesores debido a declaraciones, no siempre claras y bien
informadas de diversos responsables políticos, que quizá formen parte de los
llamados "globos sonda" que persiguen observar la reacción de la sociedad.
Sin deliberación y consenso democrático no es posible resolver el
problema del papel de la Religión en la escuela.
La Ministra Sansegundo se ha comprometido a abrir el debate durante el
actual curso académico y en él estamos. Para el próximo curso se tramitará la
Ley que podría aplicarse en el curso académico 2006/07.
La ERE de los españoles debería quedar regulada por lo que promulga
nuestra Carta Magna y en bloque de la constitucionalidad, en los Pactos
Internacionales y sobre todo en el propio desarrollo legislativo español que se
ha propuesto.
90
II. LA ERE EN LA ESPAÑA DEMOCRÁTICA.
Desde el inicio de la democracia en nuestro país, se consagra por la
Constitución una sociedad plural y en ella hay que integrar el derecho de los
padres a la educación religiosa de sus hijos de acuerdo con sus convicciones y el
derecho de aquellos que no la deseen.
Tras una serie de encuentros, el entonces Ministro de Educación, Sr.
Otero Novas, en colaboración con la Conferencia Episcopal y con escasa crítica
de la oposición política, planteó como alternativa a los alumnos/as que no
cursasen Religión Católica la enseñanza de "Ética".
La Comisión Episcopal de Enseñanza de la Conferencia Episcopal, revisó
y reflexionó sobre la Enseñanza Religiosa Escolar, en un documento que vio la
luz en junio de 1979 y que ha marcado estos últimos 25 años. Este documento
proponía un aspecto nuevo de ERE como "Cultura Religiosa Confesional",
dejando atrás "el adoctrinamiento eclesial" de la enseñanza de la Religión como
catequesis escolar de la experiencia.
La Enseñanza Religiosa Escolar, en cuanto cultura religiosa confesional
es una exigencia de la escuela, que contribuye a tres finalidades educativas:
-Situarse lúcidamente ante la tradición cultural.
-Insertarse críticamente en la sociedad.
-Dar respuesta al sentido último de la vida con todas sus
implicaciones éticas.
El periodo 1978-1982 se centró en la legitimación de la Enseñanza
Religiosa Escolar en el sistema educativo, lográndose una reflexión interna
nueva y buscándose una solución escolar por medio de la alternativa de la
asignatura de "Ética". Esta solución tuvo, a nuestro juicio, dos aciertos
importantes: libertad de elección para los alumnos/as, y estabilidad académica
al contar con una alternativa seria impartida por profesores especialistas y
evaluable.
Tras ocho años de gobierno del PSOE, en 1990, con la aplicación de la
LOGSE, se producen trascendentales cambios en la Enseñanza Religiosa
Escolar, iniciándose un progresivo deterioro de la presencia y estabilidad de la
asignatura en la escuela.
91
El Artículo 27.3 de la Constitución Española es el más largo y complicado
de los dedicados a los Derechos Fundamentales. Al ser un Artículo de consenso,
hay aspectos que se prestan a la interpretación. El Gobierno, al disociar el
derecho constitucional de padres y alumnos a una enseñanza de acuerdo con
las propias convicciones, de lo establecido en al Artículo 27.2 sobre el pleno
desarrollo de la personalidad humana, se limitó exclusivamente a respetar el
derecho a la educación según las propias convicciones como algo que era
particular de algunos ciudadanos pero no generalizable.
Desde el Ministerio se impulsaron políticas que se limitaron al
cumplimiento formal en cuanto a la Enseñanza Religiosa Escolar. Para la
Administración Educativa, este derecho era una expresión individual que no
quedaba más remedio que admitir y reducir en la medida de lo posible.
Así en la LOGSE la enseñanza religiosa queda fuera del currículo,
justificando su presencia tan sólo como cumplimiento de un derecho subjetivo,
amparado en unos Acuerdos Internacionales.
Los años que siguieron a la LOGSE abrieron el camino a la inestabilidad
de la ERE en el sistema escolar. La reacción de algunos grupos de ciudadanos
permitió que, tras sucesivas sentencias judiciales, se fuesen rechazando las
propuestas del gobierno que intentaban contraponer a la ERE, actividades
complementarias variadas, desde el estudio asistido a otras más lúdicas como el
"parchís" o "el patio". A pesar de los esfuerzos de algunos por dignificar
académica y educativamente esta opción, la alternativa era "Religión o nada".
Tras los sucesivos rechazos judiciales a las fórmulas que la Administración
propiciaba, se suprimió el estudio asistido como alternativa a la ERE, ya que no
era conforme a Derecho.
En 1996, comienza el periodo de Gobierno del Partido Popular y se
producen algunos cambios en la situación de la ERE en el conjunto del sistema
educativo, dos aspectos se verán beneficiados, la situación laboral y salarial de
los profesores de Enseñanza Primaria y Primer Ciclo de la Secundaria y la
oferta más equilibrada a los alumnos en cuanto al contenido alternativo a la
opción de la Religión Católica.
Por otra parte se comienzan a suscribir acuerdos entre otras confesiones
religiosas y el Estado. La opción confesional no era así exclusivamente católica.
Con la Ley de Calidad promulgada en la última legislatura del Partido Popular,
la ERE accedía a la consideración de plena curricularidad, con dos
modalidades: una confesional con varias opciones y otra aconfesional bajo el
92
nombre de "Sociedad, Cultura y Religión".
Esta Ley da a la ERE una regulación inicialmente coherente con el texto
constitucional. La propuesta LOCE era una solución acertada aunque
políticamente inestable, como hemos podido comprobar. Esta situación es el
fruto de la carencia de un consenso social ni parlamentario. La LOCE regula,
por primera vez de forma explicita en una Ley Orgánica64, la enseñanza de la
Religión en su modalidad confesional y en la no confesional65 . En la LOCE se
establece que el Área o Asignatura, Sociedad, Cultura y Religión es obligatoria
para todos los alumnos, con dos opciones de desarrollo, confesional y no
confesional.
Nuestra Constitución afrontó el papel que debe representar la ERE, pero
lo que ha sido válido durante veinticinco años ahora, debido a la amplitud de
lecturas puede verse desde otro punto de vista, como hemos tenido ocasión de
comprobar en el transcurso de este cuarto de siglo. La Unión de Centro
La LOGSE (1990) se ocupó de la ERE sólo en su sentido confesional y para hacer una
regulación que se limitaba a remitir a los Acuerdos Concordatarios de enero de 1979 y no
entraba en el fondo de la cuestión, ignorando sin negadas, las perspectivas abiertas por la
Constitución, la Ley Orgánica del Derecho a la Educación y la Ley Orgánica de Libertad
Religiosa.
64
65
En su Disposición Adicional Segunda la LOCE establecía:
"Del Área o asignatura de Sociedad, Cultura y Religión. 1. EI Área o
asignatura de Sociedad, Cultura y Religión comprenderá dos
opciones de desarrollo: una de carácter confesional, acorde con la
confesión por la que opten los padres o, en su caso, los alumnos, entre
aquellas respecto de cuya enseñanza el Estado tenga suscritos
Acuerdos; otra, de carácter no confesional. Ambas opciones serán de
oferta obligatoria para los centros, debiendo elegir los alumnos una de
ellas. 2. La enseñanza confesional de la Religión se ajustará a lo
establecido en el Acuerdo sobre enseñanza y asuntos culturales
suscrito entre la Santa Sede y el Estado Español y, en su caso, a lo
dispuesto en aquellos otros suscritos, o que pudieran suscribirse, con
otras confesiones religiosas.3. El Gobierno fijará las enseñanzas
comunes correspondientes a la opción no confesional. La
determinación del currículo de la opción confesional será competencia
de las correspondientes autoridades religiosas".
Para desarrollar la LOCE el Gobierno aprobó tres Reales Decretos en junio de 2003 por los que
se establecían respectivamente las enseñanzas comunes de la Educación Primaria, de la
Educación Secundaria Obligatoria y del Bachillerato. Con ellos se da un paso más, ciertamente
importante, para la implantación de nuevo modelo de ERE.
93
Democrático optó por un equilibrio respetuoso de la pluralidad; el Partido
Socialista Obrero Español subrayó la particularidad de la ERE como derecho de
la persona, recortando su carácter académico; el Partido Popular intentó
subrayar el carácter escolar de la ERE integrándola en el currículo básico de los
alumnos y haciéndola común a todos y plural en los accesos.
Parece indiscutible que los Centros de titularidad Pública, como
reconocía la LOGSE (1990) en su Disposición Adicional Segunda, están
obligados a ofrecer las enseñanzas confesionales de la Religión.
94
III. LA ENSEÑANZA DE LA RELIGIÓN EN EUROPA.
La enseñanza de la Religión es una realidad consolidada en las escuelas
públicas de todos los países europeos. La ERE posee una amplia tradición en los
países occidentales en los que predomina una enseñanza de la Religión
obligatoria (Reino Unido, Suecia, Finlandia, Alemania, Austria, Grecia,
Luxemburgo, Suiza) con la posibilidad de solicitar la exención; en otros países
es opcional de oferta obligada para los centros educativos y de libre opción para
los alumnos (España, Holanda, Bélgica, Italia). Francia es la excepción en cuanto
a la presencia de la ERE, ya que salvo Alsacia y Lorena, el resto de las regiones
se basan en el principio de laicidad. Leyes de 1880, 1882 Y 1905; aunque se están
promoviendo iniciativas para incrementar la presencia del hecho religioso en
los planes de estudio, básicamente a través de la asignatura de Historia.
La ERE es una realizada novedosa en los países de Europa Central y
Oriental en los que tras la caída del "muro de Berlín" (1989) con la transición a la
democracia se están renovando los sistemas educativos y en todos los casos se
está incorporando una enseñanza de la Religión (Polonia, Croacia, Letonia,
Lituania, Eslovaquia).
En todos los países europeos la enseñanza de la Religión en la escuela
pública se entiende desde una óptica confesional y las diversas religiones y
confesiones colaboran con el Estado en los diseños de los contenidos de la
asignatura y en la consideración de la idoneidad de los profesores. Esto ocurre
no sólo con la Iglesia Católica, se hace así en las confesiones protestantes y
ortodoxas, también en las religiones islámica y judía. Las otras tradiciones
religiosas son muy poco significativas en los sistemas educativos y aunque su
presencia se contempla en algunas legislaciones, la realidad escolar de los que
la eligen es prácticamente inexistente en las escuelas públicas de Europa.
Europa sigue siendo culturalmente cristiana, pero las iglesias, tanto la Católica
como las Protestantes, las Ortodoxas y la Anglicana, son minorías en sus
respectivas sociedades, productoras de unos referentes simbólicos y de unos
contenidos culturales que han dejado de ser comprensibles para muchos
segmentos de la sociedad europea.
95
IV. REFLEXIONES SOBRE LA PROPUESTA.
Esta tercera propuesta consta de dos claras afirmaciones: la referida a "la
organización por los centros de la Enseñanza Confesional ya la Atención a los que no la
elijan". En cuanto a la primera afirmación, desde mi punto de vista no hay nada
que objetar porque es lógico que sean los centros los que lleven a cabo la
organización académica. De hecho es así como se hace en la actualidad de
acuerdo con la legislación vigente (Real Decreto 2438/1994).
Son los Directores/as de los centros los que cada año académico y una
vez que los alumnos/as están inscritos o matriculados según el nivel educativo,
certifican a los servicios de inspección correspondientes de las Delegaciones
Provinciales de Educación, la opción de los mismos y, aplicando la "ratio"
establecida" en cada caso se obtienen las horas lectivas que se impartirán en
cada Centro Escolar, siendo las Delegaciones Episcopales de Enseñanza las que
designan a los profesores/as encargados de esta labor y el Centro en el que la
desarrollarán.
Por tanto, esta primera idea no es novedosa ya que aunque se pueden
contar experiencias negativas, éstas son las menos y en las mayoría de colegios
e institutos no existen problemas, salvo los que se derivan de tener que acoplar
horarios en varios centros a la vez con el conflicto que esto conlleva en la
elaboración de horarios generales y en los particulares del profesorado.
Por lo que respecta a la segunda parte, que señala que "los centros
atenderán adecuadamente a los alumnos que opten por no seguir Enseñanzas
Confesionales", aspecto que tampoco varía de lo actualmente legislado, la
problemática gira en que al no haber una legislación clara, esta "atención
adecuada" podría convertirse en una mera formalidad legal como sucede
habitualmente, y sobre lo que tendremos ocasión de reflexionar más adelante.
Tanto el Tribunal Supremo como el Tribunal Constitucional se han
pronunciado respecto a la cuestión de las materias alternativas y han basado
sus sentencias (del tribunal Supremo de 1 de abril de 1998, Sentencia del
Recurso Contencioso Administrativo 202/1995 y Auto 40/1999 del tribunal
Constitucional) en el principio de igualdad ante la norma, ya que la enseñanza
de la Religión Confesional ha de impartirse:
"en condiciones equiparables a las demás disciplinas
fundamentales y las autoridades académicas adoptarán
las medidas oportunas para que el hecho de recibir o no la
96
Enseñanza Religiosa no suponga discriminación alguna
en la actividad escolar”.
Con anterioridad la Sentencia del Tribunal Supremo de 1991 también
basaba en estos principios la no conformidad a Derecho y nulidad del Estudio
Asistido como alternativa.
Según el Documento que hoy sometemos a debate: "sobre la Enseñanza de
las Religiones", bajo el atractivo título: "Una educación de Calidad para todos y entre
todos"; la enseñanza de las religiones en sus aspectos confesionales deriva de:
“la obligación que tiene el Estado de ofrecer enseñanza
religiosa en las escuelas debido a los acuerdos suscritos
con la Santa Sede y con otras confesiones religiosas".
Esta afirmación es incompleta e inexacta ya que el fundamento del tal
enseñanza confesional radica en la voluntad de los padres, cuyo derecho es
ratificado por la Constitución (Art.27.3) que dice: "los poderes públicos
garantizarán en derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación
religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones".
Así la efectiva aplicación de este derecho exige una solución coherente en
el contexto de un Estado aconfesional y una sociedad en la que se respeta la
libertad de conciencia y de creencias, fruto de la aplicación de este Artículo
emana el derecho de los padres a que sus hijos reciban enseñanza religiosa
confesional, sea católica o del resto de confesiones con el que hubiera suscritos
acuerdos.
En la misma línea, el Documento señala que:
"de la necesidad de atender a los restantes alumnos en los
centros durante las clases de Religión Católica, derivó el
establecimiento de unas enseñanzas alternativas, para los
alumnos y familias que no quisieran recibir este tipo de
enseñanza".
No obstante, las llamadas "enseñanzas alternativas" no surgen para
resolver un problema con los alumnos que no han optado por la enseñanza
confesional, que en el documento se identifica sólo con la confesión católica,
sino que es una obligación de los poderes públicos atender aquellos que opten
por la enseñanza de la religión y por tanto tienen que atender a los que no la
97
deseen con una enseñanza alternativa. Consecuentemente ningún alumno
puede quedar discriminado en el ciclo horario de su formación.
Si la Administración Educativa debe contemplar en el currículo la
enseñanza confesional por imperativo constitucional, la misma Administración
Pública debe garantizar la formación de los que no la elijan.
De acuerdo con la interpretación de las diversas sentencias judiciales que
se han emitido en los últimos años, esas materias alternativas no están
vinculadas a los elementos básicos del currículo, ni son evaluables.
La doctrina jurídica del Tribunal Supremo y del Tribunal Constitucional,
establece con toda claridad la obligatoriedad de la oferta de Religión (en todas
las opciones confesionales que tengan o puedan tener acuerdos fumados con el
Estado) y de actividades alternativas.
Las familias tienen toda la legitimidad para exigir a los poderes públicos,
que sea cual sea la opción elegida, los mínimos garantizados y tan claramente
determinados por ambos Tribunales, se respeten escrupulosamente.
Los alumnos o sus familias, pueden optar libre y voluntariamente por
cualquiera de las opciones confesionales o por la materia alternativa.
Es precisamente esta materia alternativa la que, debido a la indefinición
de contenidos, ha planteado algunos conflictos en los centros educativos. Estos
se observan, de forma ocasional, en la desatención del alumnado por parte de
algunos profesores, que como titulares de estas actividades académicas han
hecho dejación de sus funciones con la convivencia de algunos equipos
directivos, de la CEAP A y de algunos sindicatos, manifiestamente reacios a
acatar el contenido de las sentencias de los más altos tribunales del Estado de
Derecho, conllevando a que algunos alumnos finalicen su jornada escolar antes
del horario establecido y el profesorado implicado, aún teniendo la
responsabilidad de impartir esa materia y recibiendo su salario
correspondiente, incumplan sus obligaciones laborales.
Estos días está siendo comentado por los medios de comunicación la
incorporación para el próximo curso de profesores del religión musulmana a las
aulas en Madrid, Barcelona y algunas ciudades andaluzas, que vienen a
sumarse a los ya existentes en Ceuta y Melilla. Este hecho ha sido bien acogido
por la sociedad española en general, lo que nos alegra y a cuya idea nos
sumamos. Nosotros queremos que cada familia, cada persona, haciendo uso de
98
su libertad se eduque según sus creencias y respetando y aceptando a los otros.
Por tanto, el Estado, como ha recogido en esta nueva propuesta:
"dada la variedad de confesiones y las aspiraciones de
cada una de ellas debe respetar las disposiciones que
estableció la Constitución Española sobre este asunto, así
como los acuerdos firmados con las diversas confesiones”.
“De acuerdo con tales compromisos, las Escuela Pública
debe ofrecer opciones a las que puedan acceder los
alumnos de modo voluntario y libre, de acuerdo con las
decisiones que en este sentido adopten las familias,
aunque siempre en el marco del respeto debido a las
libertades de credo y conciencia a que todo ciudadano
tiene derecho ".
España es hoy un Estado moderno, democrático y aconfesional y como
consecuencia el Gobierno ha de mantenerse neutral, evitando cualquier forma
de coacción, ante todo lo relacionado con las creencias y en consecuencia
también en cuanto se refiere a la enseñanza de las religiones, ya que la opción
religiosa de las familias o del individuo no es un asunto privado, sino personal
y como tal tiene derecho a expresarlo en la sociedad, y la escuela, forma parte
de la misma.
Se presenta una oportunidad para que, partiendo de la experiencia del
pasado, podamos de verdad tener una escuela y una enseñanza de calidad
“para todos y entre todos", mejorando la convivencia y el respeto entre los
miembros de la sociedad española, cada día más multirracial y multicultural, de
manera que las culturas, las formas de vida y las creencias no supongan un
obstáculo para la convivencia.
Busquemos un consenso de Estado que, por otra parte, ya parecen haber
resuelto los países de la Unión Europea.
99
V. EDUCACIÓN EUROPEA DE CARA AL SIGLO XXI.
El llamado “Informe Delors”, patrocinado por la UNESCO ofrece los
referentes para la educación en el siglo XXI, ha constatado como:
"Frente a los numerosos desafíos del porvenir, la
educación constituye el instrumento indispensable para
que la humanidad pueda progresar hacia los ideales de
paz, libertad y justicia social".
Este informe señala su convicción respecto a la función esencial de la
Educación en el desarrollo continuo de la persona y las sociedades. “La
educación, es una vía ciertamente entre otras, pero más que otras, al servicio del
desarrollo humano más armonioso, más genuino, para hacer retroceder la
pobreza, la exclusión, las incomprensiones, las opresiones, las guerras, etc...” Al
profundizar en las tensiones que habrá de superar la educación a lo largo del
presente siglo, señala la tensión entre lo material y lo espiritual.
"El mundo, frecuentemente sin sentirlo o expresarlo,
tiene sed de ideal y de valores que vamos a llamar morales
para no ofender a nadie. ¡Qué noble tarea de la educación
la de suscitar en cada persona, según sus tradiciones y
sus convicciones y con pleno respeto al pluralismo, esta
elevación del pensamiento y el espíritu hasta lo universal
y a una cierta superación de sí mismo! La supervivencia
de la humanidad depende e ello".
El pasado mes de abril, tuvo lugar en Palermo el XI Foro Europeo sobre
la Enseñanza de la Religión, en el que unos cincuenta expertos -teólogos,
juristas, religiosos, pedagogos de la Religión, profesores de ERE- procedentes
de quince países han estudiado intensamente el problema de la competencias
del Estado y de la iglesias cristianas de cara a la enseñanza religiosa en los
centros públicos de los estados miembros de la Unión Europea. Los ponentes
han puesto de manifiesto la necesidad de educar en los valores de la nueva
ciudadanía europea en una sociedad marcada por unos elevados índices de
laicidad práctica y por un marcado pluralismo ético y religioso. También han
resaltado la creciente importancia de las confesiones cristianas para gestionar,
en el espacio público de la escuela, una adecuada enseñanza crítica de la propia
tradición, que no suponga ni menoscabo de los derechos de todos los
ciudadanos a la enseñanza religiosa ni discriminación con respecto a las
diversas y legítimas pertenencias confesionales.
100
El conjunto de los sistemas educativos europeos debe montar de forma
orgánica y contextual, las tres grandes religiones monoteístas vistas en su
especificidad pero susceptibles hoy de una elaboración pedagógica escolar que
respete, tanto la paridad de los derechos religiosos de cada una de las
tradiciones corno las reglas comunes de la convivencia democrática.
101
COMUNICACIÓN SOBRE
LA CUARTA PROPUESTA DEL M.E.C.:
«LA POSIBILIDAD DE LA EXENCIÓN DE LAS
ALTERNATIVAS A LA ENSEÑANZA CONFESIONAL DE LAS
RELIGIONES».
Lcdo. D. Javier Delgado Gómez.
Asesor pedagógico del C.E.P.de Almería 66
Profesor de Religión y Moral Católica
en el I.E.S. Puebla de Vícar de Almería.
66
Centro de Enseñanza de Profesores.
102
SUMARIO.
I.
INTRODUCCIÓN.
II.
TRAYECTORIA DE LA ALTERNATIVA EN EL SISTEMA
EDUCATIVO.
III. REFLEXIÓN SOBRE LA PERMANENCIA DE LA ERE.
IV. ALGUNOS FUNDAMENTOS JURÍDICOS.
V.
CONCLUSIÓN.
103
I. INTRODUCCIÓN.
Antes de pronunciarme sobre la cuarta propuesta para el debate público
presentada por el Ministerio de Educación y Ciencia, sobre la posibilidad de
que los alumnos que deseen puedan renunciar a desarrollar actividades
alternativas a la enseñanza confesional de las religiones, me gustaría hacer una
síntesis del Real Decreto 2438/1994 de 16 de diciembre que regula la Enseñanza
de la Religión (BOE 22/95 de 26 de enero 1995) y de la Orden establecida por
este Real Decreto mediante la cual se regula las Actividades de Estudio
Alternativas a la Enseñanza Religiosa Escolar (BOE 209/95 1 de septiembre
1995). Real Decreto que a lo largo de esta comunicación iré desarrollando, pero
quiero dejar patente, desde un primer momento, que tanto la Enseñanza
Religiosa Escolar, como la Alternativa a dicha materia están reguladas por el
Real Decreto citado anteriormente.
Regulación de la enseñanza de la Religión:
-
Basada en la LOGSE y en los Acuerdos con la Santa Sede (articulo 1).
-
Condiciones equiparables a las demás disciplinas fundamentales
(articulo 1).
-
Mención de los Acuerdos de Cooperación del Estado con las Iglesias
Evangélicas, las Comunidades Israelitas y la Comisión Islámica
(articulo 2).
-
Consulta a los padres y posibilidades de variación al principio de
cada curso escolar (articulo 3).
-
Actividades de Estudio alternativas: obligatoriedad, simultaneidad
con la clase ERE y contenidos (no pueden constituir un refuerzo de
otras áreas o materias del currículo) (articulo 3).
-
La evaluación, sus efectos y su reflejo en los libros de escolaridad.
-
Profesorado de la ERE: propuesta del ordinario diocesano.
-
Profesorado de la Alternativa (articulo 6).
-
Formación del profesorado de la Alternativa (adicional).
104
Regulación de las Actividades de Estudio Alternativas:
-
Se repite parte de lo recogido en el Real Decreto 2438/94 que regula la
enseñanza de la Religión: obligatoriedad, simultaneidad con la ERE,
no evaluación y no constancia en los expedientes académicos.
-
Se encomienda a la Dirección General de Renovación Pedagógica la
propuesta de actividades de estudio referidas a Cultura Religiosa
para el 2º ciclo de ESO y 1º de Bachillerato.
Los Centros elaborarán propuestas de actividades de estudio, que
serán aprobadas por el Claustro de profesores (Públicos) o por la
Dirección (Privados).
La Dirección General de Renovación Pedagógica elaborará
repertorios de actividades de estudio para que sirvan a los centros
como orientación en caso de que no hubieran propuestas por parte
del centro.
-
-
-
Profesorado que impartirá estas actividades de estudio;
voluntariedad y preferencia. Una vez realizada esta síntesis, me
gustaría hacer un poco de historia sobre esta materia alternativa.
105
II. TRAYECTORIA DE LA ALTERNATIVA EN EL SISTEMA EDUCATIVO.
Creo que no vendría mal hacer un pequeño repaso de la trayectoria de la
Alternativa en nuestro sistema educativo. En nuestro país, la cuestión de la
alternativa, como en otros países de Europa, aunque ya solucionado en ellos, ha
sido conflictiva desde el primer momento, es decir, desde que entrara en vigor
el acuerdo de 1979 con la Santa Sede y fuera aplicado en esta materia dicho
acuerdo mediante distintas Ordenes ministeriales de 16 de julio de 1980 para su
aplicación en el curso siguiente. La alternativa entonces prevista, como ocurre
actualmente en la Constitución belga, era un “curso de Etica y Moral”, personal,
comunitaria, social y política, cuyos contenidos se detallaban en los anexos. Esta
alternativa se estableció en Bachillerato y FP, no se previó nada para EGB y
Preescolar, hasta que lo hizo, aunque sólo para el ciclo superior de EGB, el
anexo II de un Real Decreto de noviembre de 1982, que dictó el último gobierno,
ya en funciones, de UCD. Este Decreto fue suspendido por el gobierno socialista
a los pocos meses, por Real Decreto 607/1983, de 16 de marzo, aunque parece
que por razones ajenas a la cuestión de la asignatura de religión.
Tras la LOGSE el gobierno aprobó los Reales Decretos 1006 y 1007/91,
sobre la enseñanzas mínimas de la primaria y ESO, en uno de sus artículos
estableció como alternativa a la asignatura de religión “actividades de estudios”
en relación con las enseñanzas mínimas de las áreas del correspondiente curso
escolar, orientados por un profesor. Además se restringía el valor económico de
las calificaciones de la asignatura de religión. Lo mismo ocurrió en el Real
Decreto 1700/1991, de 29 de noviembre, para el bachillerato.
Estas disposiciones fueron recurridas y el Tribunal Supremo, mediante
sentencia de 3 de febrero, 17 de marzo y 9 y 30 de junio de 1994, sobre cada uno
de los citados Decretos, dio la razón a los recurrentes y anuló por
discriminatorias esas disposiciones.
En la cuarta y última legislatura de mayoría socialista, aunque ya no
absoluta, el Gobierno aprobó el Real Decreto 2438/1994 de 16 de diciembre,
dedicado exclusivamente a regular la enseñanza de la religión, en esta ocasión
la alternativa se establecía con actividades de estudio pero sobre materias ajenas
al currículo preceptivo. Actividades de estudios alternativos en horarios
simultáneos a las enseñanzas de Religión, las actividades serían propuestas por
el Ministerio y tendrían como objetivo el conocimiento y la apreciación de
determinados aspectos de la vida social y cultural en su dimensión histórica o
actual.
106
Durante dos cursos de la ESO y durante otro del Bachillerato, “las
actividades de estudio alternativas, como enseñanzas complementarias,
versaran sobre manifestaciones escritas, plásticas y musicales de las diferentes
confesiones religiosas que permitan conocer los hechos, personajes y símbolos
más relevantes, así como su influencia en las concepciones filosóficas y en la
cultura de las distintas épocas”. Estas actividades no serían objeto de
evaluación ni constaría en el expediente del alumno.
La Orden ministerial que en agosto de 1995 desarrolló ese Real Decreto
no concretó los contenidos relativos a la sociedad, la cultura y las artes, en su
dimensión histórica o actual, no incluidos en el currículo común, sobre las que
deberían versar las actividades de estudios alternativas consistentes en el
análisis y comentario de textos, imágenes o composiciones musicales
previamente seleccionado y adaptado a la edad de los alumnos bajo la dirección
de un profesor.
La realización de estas actividades dio lugar a las más diversas
expresiones de la picaresca y del ocio, sin embargo, el Tribunal Supremo no vio
obstáculo para su legalidad. Se desestimaron recursos que entendían que las
actividades alternativas deberían tener un contenido de formación religiosa o
moral aconfesional, consideraban que la discriminación persistía al no ser
evaluables, mientras que sí lo era la asignatura de religión.
Finalmente en la legislatura iniciada en el 2000, la nueva ley Orgánica de
la Calidad de la Educación, 23 de diciembre de 2002, llevó a cabo una nueva
regulación. Esta regulación, probablemente, sea la más razonable de las
adoptadas hasta ahora en estos veinticinco años. La disposición adicional
segunda de esta Ley Orgánica establece:
“Que el área o asignatura de Sociedad, Cultura y Religión
comprenderá dos opciones de desarrollo: una de carácter
confesional, acordada con la confesión por la que opten los
padres o, en su caso, los alumnos, entre aquellas de cuya
enseñanza el Estado tenga suscrito acuerdos; otra de carácter
no confesional. Ambas opciones se presentan como oferta
obligatoria por los Centros, debiendo el alumno elegir una de
ellas”
Con este planteamiento nos encontrábamos ante una asignatura más y
para todos, como las demás del currículo que atiende a la religión con sus
implicaciones sociales y culturales, y que podría ser impartida, para satisfacer el
107
derecho fundamental proclamado en el art. 27.3 de nuestra Constitución. Sin
embargo, el actual gobierno socialista, mediante Real Decreto de 28 de mayo, ha
paralizado la entrada en vigor de la LOCE.
La justificación de la Alternativa en el sistema educativo, viene dada por
la existencia de una enseñanza religiosa confesional. Dicha alternativa deberá
aportar al alumno una serie de valores que contribuyan a su formación como
persona. Ahora bien, la cuestión que se plantea para legitimar ambas
asignaturas en nuestras aulas es si contribuyen o no, desde un punto de vista
académico, a la educación integral del individuo.
108
III. REFLEXIÓN SOBRE LA PERMANENCIA DE LA ERE.
Es necesario hacer una reflexión sobre la necesidad de la permanencia de
la Enseñanza Religiosa Escolar, de esta manera, también se justificará la
necesidad de su Alternativa, la cual habría que reestructurar, para que
verdaderamente fuera, al igual que la enseñanza religiosa confesional,
transmisora de saberes.
Me remito al documento de los Obispos españoles “La Enseñanza
Religiosa Escolar” (Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis”, (junio de
1979), donde se ofrecen unas reflexiones y orientaciones sobre el porqué, el para
qué y el cómo de la Enseñanza Religiosa en la Escuela. Los Obispos españoles
argumentan así:
“La misión de la escuela no es instruir, sino que ha de educar,
es decir, cultivar todas las dimensiones de la personalidad de
los alumnos y una de esas dimensiones es la dimensión
religiosa. Si no, no hay educación integral”.
La dimensión religiosa opera en la consecución de una serie de objetivos
educacionales:
-
Contribuye a la maduración personal, a partir de una comprensión lúcida de
la tradición cultural en que se cree.
-
Sitúa críticamente ante la sociedad por medio de una escala de valores y a
partir de un concepto de hombre.
-
Colabora en la configuración de la identidad personal por medio de las
preguntas y respuestas del sentido último de la vida.
La enseñanza religiosa escolar tiene una doble perspectiva: por un lado,
la necesidad de un diálogo fe-cultura. El creyente vive en el mundo y debe
saber estar y dar razón allí donde vive su fe. La escuela se presenta como el
marco privilegiado en el que el alumno puede integrar en su formación humana
la dimensión religiosa. De este diálogo tiene que ser posible: el reconocimiento
y asunción de los valores que caracterizan la cultura de nuestro tiempo; una
postura crítica y denunciadora ante los riesgos de deshumanización que existen
en al civilización actual. Una segunda perspectiva es la síntesis de fe-cultura.
No se trata sólo de poder dialogar. Es necesario llegar a una síntesis. La síntesis
109
exige de capacidad de expresión, es decir, que tiene que llegar a ser posible
traducir en categorías creyentes la cultura de hoy.
No es que haya dos lenguajes, uno religioso y otro profano, que exijan
una división interna del hombre. Hoy hay una cultura: la nuestra, la actual, y
desde ella, y con las categorías que ella utiliza, purificadas por la fe, tiene que
expresarse el creyente.
Una vez hecha esta justificación voy a abordar la consulta que el
Ministerio de Educación y Ciencia quiere elevar al Consejo de Estado, acerca de
sí las familias o los alumnos que lo soliciten expresamente a título individual
puedan renunciar a desarrollar actividades alternativas a la enseñanza
confesional de las religiones.
Hay que decir en primer lugar, y creo que es el sentir de todos los
presentes, que no estamos de acuerdo, porque la enseñanza confesional para
que sea libremente elegida, es necesario, como ya he puesto anteriormente de
manifiesto, que los alumnos que no opten por ella tengan una alternativa en
igualdad de condiciones. Al dispensar a la religión de una alternativa el
principio de igualdad se destruye. El desarrollo integral de la personalidad de
los alumnos quedaría truncado si no se forma en valores cívicos y en nociones
culturales sobre el hecho religioso a los alumnos que no opten por la Religión.
Esta demostrado que la transversalidad es insuficiente. El sistema educativo
precisa de una enseñanza coherente y sólida que transmita, intencionadamente,
valores de tolerancia, pluralismo y libertad.
Por otro lado, al no crearse una alternativa para la asignatura de religión,
ésta acabaría impartiéndose a unas horas inusuales perjudicando gravemente a
la asignatura. Esto conduciría, como vienen reclamando aquellas
organizaciones educativas contrarias a la asignatura de religión, a situar esta
asignatura fuera del horario escolar y no evaluable. Todo profesional de la
enseñanza es consciente de que no es posible impartir una materia que no sea
evaluable. El profesor de religión tiene necesidad de sentirse competente y de
realizar su trabajo con la ilusión de saberse debidamente valorado y respetado
en el ejercicio de su labor docente, enseñando una asignatura equiparable a las
demás del currículo. Pero a este planteamiento de una asignatura fuera del
horario escolar o no evaluable,
responde el artículo 27.3 de nuestra
Constitución, en donde se garantiza el derecho que asiste a los padres para que
sus hijos reciban la formación religiosa y moral de acuerdo a sus propias
creencias. Anoche, se nos decía como hoy también se le da diferentes
interpretaciones a este artículo, ahora bien, lo que se dejo claro es que dicho
110
artículo no reconoce, sino que garantiza la formación religiosa. Lo que querían
los padres de la constitución era que los poderes públicos asumieran
obligaciones concretas y no el mero hecho de derecho de libertad. Hoy lo que
defienden algunos es lo contrario, diciendo que este artículo hace referencia al
derecho de libertad y no de prestación. Pero además, al intentar sacar la
asignatura de religión del horario lectivo, se contravendría el Real Decreto
2438/1994, así como las diversas sentencias del Tribunal Supremo y Tribunal
Constitucional, que obligaron a los anteriores gobiernos socialistas a crear una
alternativa, garantizando así el principio de igual y el derecho a la formación
religiosa.
En esta propuesta vemos claramente la voluntad política de obstaculizar
y marginar la enseñanza confesional, sobre todo la católica. A los padres
corresponde decidir si se debe dar o no enseñanza religiosa a sus hijos. Si los
padres la rechazan para sus hijos, no se les puede imponer, por tanto, se debe
impartir a los alumnos cuyos padres lo deseen.
Esta postura del Gobierno de dirigir una consulta al Consejo de Estado
para que los padres que no quieran enseñanza religiosa para sus hijos queden
exentos, no la vemos políticamente correcta en estos momentos, (otra cosa es
que cuando el Gobierno apruebe un Anteproyecto o proyecto, pida que lo
informe, como es preceptivo, el Consejo de Estado), es innecesaria esta consulta
en cuanto que las exenciones académicas en el caso de otras asignaturas están
reguladas y en ningún caso se suele dar exención total de la asignatura, sí de
alguna de sus partes (caso de Educación física, Música, dibujo…) ya que no
puede darse una disminución del horario lectivo para unos alumnos, mientras
que el resto tiene que hacer frente a un horario lectivo mayor.
En segundo lugar debemos de recordar que con el Decreto de 28 de
mayo, que paraliza algunos aspectos de la LOCE, la asignatura de religión
como su alternativa, se rigen actualmente por Real Decreto 2438/1994,
conforme a la disposición adicional segunda de la Ley Orgánica 1/1990, de 3 de
octubre, de Ordenación General del Sistema Educativo, en donde se dice:
”la enseñanza de religión ha de ajustarse a lo establecido en el
Acuerdo sobre Enseñanza y Asuntos culturales suscrito entre
la Santa Sede y el Estado Español y, en su caso, a lo dispuesto
en aquellos otros que pudieran suscribirse con otras
confesiones religiosas. A tal fin, y de conformidad con lo que
disponga dichos acuerdos, se incluirá la religión como área o
materia en los niveles educativos que corresponda, que será de
111
oferta obligatoria para los centros y de carácter voluntario
para los alumnos”.
La normativa actualmente en vigor garantiza los mínimos exigibles por
parte de quienes eligen Religión y alcanza los máximos permitidos para quienes
eligen las Actividades Alternativas o no hacen manifestación expresa de
preferencia alguna.
En nuestra comunidad autónoma, se regulan las enseñanzas
complementarias contempladas en el Real Decreto 2438/1994, de 16 de
diciembre, mediante una orden de la Consejería de Educación y Ciencia,
publicada en el BOJA n.118, de 2 de septiembre de 1995, donde se establece
que:
“los Centros organizarán actividades de estudios alternativos
como enseñanza complementarias en horarios simultáneos a
la enseñanza de la religión, para los alumnos que no hubieran
optado por seguir enseñanza religiosa, encomendándose a las
administraciones educativas la propuesta de las mismas”.
El artículo primero de dicha Orden establece:
“La oferta de enseñanzas complementarias será efectuada por
los centros antes del comienzo de cada curso académico, con
objeto de orientar adecuadamente la opción de los alumnos”.
Al ya citado Real Decreto 2438/1994 hay que añadir las sentencias
dictadas por los más altos tribunales del Estado, a través de decisiones que
sientan jurisprudencia. El Tribunal Constitucional ha establecido una doctrina
muy clara sobre la libertad religiosa, la aconfesionalidad del Estado Español y el
derecho de los padres a elegir el tipo de educación moral y religiosa que desean
para sus hijos, como fundamento de la constitucionalidad de la asignatura de
religión y su alternativa, en sus sentencias.De esta manera se fija una doctrina
jurídica que representa un marco legal dentro de cuyos límites hemos de
movernos todos, también el poder ejecutivo y el legislativo, al elaborar leyes y
reglamentos reguladores de la cuestión de la enseñanza de la asignatura de
Religión y su alternativa.
Los principios básicos de esa doctrina son:
112
1.- Todos los niveles de enseñanza no universitaria, los centros públicos y
privados han de ofertar el área/asignatura de Religión y una materia
alternativa.
2.- Los padres de los alumnos, o ellos mismos si son mayores de edad,
pueden optar libre y voluntariamente por unas enseñanzas u otras y
modificar o no su elección cada curso.
3.- Quienes opten por las Actividades Alternativas cursarán estudios de
una materia cuyo currículo será ajeno a las demás áreas del plan de
estudios, lo que no quiere decir que no pueda ser interdisciplinar.
4.- En dos cursos de la ESO y en Bachillerato, el currículo de las
Actividades Alternativas tendrá que estar relacionado con la
fenomenología y/o con sus manifestaciones culturales.
5.- La Religión tiene que ser evaluable y constará en el expediente
académico del alumnado, por el contrario, las actividades alternativas no
han de cumplir necesariamente tal requisito. Se deja a la consideración de
la administración educativa tal decisión.
6.- En la enseñanza obligatoria, la evaluación de la religión ha de tener
los mismos efectos que la del resto de disciplinas.
7.- El currículo de la asignatura de religión será establecido por los
responsables de las confesiones religiosas correspondientes. El currículo
de las actividades alternativas será fijado por el gobierno de la nación y
por las comunidades autónomas, en uso de sus respectivas competencias.
113
IV. ALGUNOS FUNDAMENTOS JURÍDICOS.
Una vez vista estas sentencias, me gustaría referirme, de una forma
explícita, a algunos artículos de nuestra Constitución y a algunos apartados que
se recogen en los acuerdos entre el Estado español y la Santa Sede del 79, y
quiero hacerlo porque hoy parecemos olvidar, precisamente, nuestra Carta
Magna y los compromisos que conlleva un Tratado Internacional.
Desde mi punto de vista, si en algo se caracterizan estos detractores de la
enseñanza religiosa, es precisamente de “su mala memoria”, consecuencia,
entre cosas, de su falta de cultura y de conocimiento, sobre todo, de la legalidad
en la que nos movemos y desde luego, de su ignorancia total del hecho
religioso. Hablan sin fundamento, sin conocimiento, el caso es presentar como
únicamente válido una “modernidad” que raya en el libertinaje, presentan todo
aquello que tenga algo que ver con la religión como algo pasado de moda y que
más bien afecta a unos pocos soñadores trasnochados, manifiestan un odio
visceral a todo lo religioso y a todo lo que suponga verdaderos valores.
En primer lugar tengo que citar el Titulo I. Capítulo Segundo. Sección 1ª
De los derechos fundamentales y de las libertades públicas:
ARTICULO 27.
“Todos tienen derecho a la educación. Se reconoce la libertad
de enseñanza”.
“La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la
personalidad humana en el respeto a los principios
democráticos de convivencia y a los derechos y libertades
fundamentales”.
“Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los
padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y
moral que este de acuerdo con sus propias convicciones”.
TITULO III. Capitulo Tercero. De los Tratados Internacionales.
Artículo 96.
“Los tratados internacionales validamente celebrados, una
vez publicados oficialmente en España, formaran parte del
114
ordenamiento interno. Sus disposiciones sólo podrán ser
derogadas, modificadas o suspendidas en la forma prevista en
los propios tratados o de acuerdo con las normas generales del
Derecho internacional. Para la denuncia de los tratados y
convenios internacionales se utilizará el mismo
procedimiento previsto para su aprobación en el artículo 94”.
Artículo 94.
“La presentación del consentimiento del Estado para
obligarse por medio de tratados o convenios requerirá la
previa autorización de las Cortes Generales”.
En cuanto a los acuerdos entre el Estado español y la Santa Sede sobre
enseñanza y asuntos culturales, firmado el tres de enero de mil novecientos
setenta y nueve, destacaría lo siguiente:
“Aprobado su texto por las Cortes Generales, y por
consiguiente autorizado para su ratificación…”
“Por una parte, el Estado reconoce el derecho fundamental a
la educación religiosa y ha suscrito pactos internacionales que
garantizan el ejercicio de este derecho”.
“Por otra parte, la iglesia debe coordinar su misión educativa
con los principios de libertad civil en materia religiosa y con
los derechos de las familias y de todos los alumnos y
Maestros, evitando cualquier discriminación o situación
privilegiada”.
ACUERDO.
ARTICULO I.
“A la luz del principio de libertad religiosa, la acción
educativa respetará el derecho fundamental de los padres
sobre la educación moral y religiosa de sus hijos en el ámbito
escolar”.
ARTICULO II.
115
“Los planes educativos en los niveles de Educación
Preescolar, de Educación General Básica (EGB) y de
Bachillerato Unificado Polivalente (BUP) y grados de
Formación Profesional correspondientes a los alumnos de las
mismas edades incluirán la enseñanza de la religión católica
en todos los centros de educación, en condiciones equiparables
a las demás disciplinas fundamentales”.
“Por respeto a la libertad de conciencia, dicha enseñanza no
tendrá carácter obligatorio para los alumnos. Se garantiza, el
derecho a recibirla”.
ARTICULO IV.
“Los profesores de religión formarán parte, a todos los efectos,
del claustro de Profesores de los respectivos Centros”.
Este en rasgos generales es el marco jurídico respecto a la asignatura de
religión y a su alternativa, todo intento de aplicar fórmulas que salgan de este
marco traspasaría los límites de la legalidad y de la constitucionalidad.
116
V. CONCLUSIÓN.
A esos que pretenden eliminar del sistema educativo la materia de
Religión, sea de la forma que sea, hay que decirles que las familias españolas
tenemos toda la legitimidad para exigir a los poderes públicos que, sea cual sea
la opción elegida, los mínimos garantizados y tan claramente determinados por
el Tribunal Supremo y por el Constitucional, se respeten escrupulosamente.
Me gustaría hacer una última reflexión, porque yo, como muchos padres,
tengo grandes interrogantes sobre la futura educación de nuestros hijos y la
calidad de la misma, por esto, yo me interrogo: ¿la cuestión a consulta que el
Gobierno quiere elevar al Consejo de Estado no debería ser sobre la opinión
que los padres tenemos ante una asignatura no confesional de las religiones,
que quiere imponer el gobierno a nuestros hijos? ¿Qué profesorado será el
idóneo para impartir esta nueva asignatura?, ¿cuáles son los conocimientos que
tendrán estos docentes sobre fenomenología y del hecho religioso? Yo creo que
estos conocimientos no se adquieren ni en las facultades de Filosofía ni en las de
Geografía e Historia. ¿Nos están intentando “vender” la nueva versión de
aquella alternativa que contribuía a la formación de nuestros hijos como
personas mediante el juego del parchís? Todos sabemos que esto es una
realidad y que no exagero. El juego del parchís fue aprobado por el Ministerio
de Educación y cultura en el 2000 entre las alternativas a la asignatura de
religión.
Lo que no entiendo es que se realice esta consulta sobre una asignatura
perfectamente regulada, porque a ninguno se nos escapa que cuando se
pregunta por la alternativa lo que se está cuestionando es la asignatura de
religión. Una asignatura que tiene más del ochenta por ciento del alumnado
matriculado en ella, me parece un tanto absurdo, tan absurdo que deja ver muy
claramente las intenciones del actual gobierno. ¿Cuántas asignaturas optativas
hay en nuestro sistema educativo que tengan un porcentaje como el nuestro?
Vendría bien recordarle a la señora ministra que el Real Decreto que
regula la enseñanza religiosa y su alternativa es consecuencia de las consultas
realizadas a las Comunidades Autónomas en la Conferencia de Educación, así
como el dictamen del Consejo Escolar del Estado, como de las sucesivas
consultas realizadas a la Conferencia Episcopal Española, habiéndose oído a las
autoridades representativas de las confesiones religiosas con las que el Estado
firmó los correspondientes acuerdos durante el gobierno socialista de Felipe
González y que el origen de esta nueva materia “Sociedad, Cultura y Religión”,
que ahora se paraliza, está en el Decreto de 1994, con un ministro socialista,
117
asumiendo ya entonces la necesidad de garantizar a todos los alumnos un
acceso al hecho religioso, bien como enseñanza confesional, bien como
actividades alternativas sobre manifestaciones de las diferentes religiones.
Aquella propuesta global (religión/alternativa) y el desarrollo de la
alternativa (Orden del Ministerio de Educación y Ciencia de 3 agosto del 2001 y
la resolución de la renovación pedagógica de 16-8-95), son la auténtica base de
Sociedad, Cultura y Religión.
Estamos en un momento de diálogo, y este diálogo reclama la
participación activa de todos los sectores implicados en ERE. Convendría no
desechar de antemano lo mejor de las distintas soluciones que la enseñanza de
religión ha tenido desde la democracia (tiempos de UCD, del PSOE y del PP).
La solución de 1994 es claramente insuficiente, pero aporta la evaluación de la
asignatura de Religión y el valor de Sociedad, Cultura y Religión como
alternativa; pero la solución de 1980 puede tenerse en cuenta por su equilibrio
académico, entre los que quieren la ERE y los que no la eligen; la solución
LOCE de 2002 supone un planteamiento educativo sobre el hecho religioso en el
sistema educativo abordado académicamente por su importancia para la
formación integral.
Una de las diferencias entre LOGSE y LOCE reside, precisamente, en las
alternativas para los alumnos que no escogieron religión católica. La LOGSE
estableció como alternativa la ética para los alumnos de secundaria que no
eligieran religión. La LOCE estableció diversas alternativas en primaria y
primer ciclo de secundaria, ya para el resto de secundaria propuso una
asignatura evaluable, Sociedad, Cultura y Religión.
Finalizo reivindicando que tanto la asignatura de religión como la
alternativa a dicha materia sean equiparables al resto de asignaturas, como
“materia fundamental”, dentro de los programas educativos “cuya clasificación
tendría que ser tenida en cuenta en los expedientes académicos”, cumpliendo las
diversas sentencias del Tribunal Supremo dictadas en 1994. La presencia de la
religión en la escuela no es una presencia cualquiera. La religión en la escuela
exige y necesita de unas características especiales que dimanan del derecho de
la persona: se debe dar religión a quienes lo deseen. Es un derecho fundamental
del niño y del adolescente, del que deriva el derecho de los padres a exigir que
se dé o no a sus hijos la enseñanza religiosa en la escuela, y a que se les eduque
en una u otra confesión religiosa, según sus propias convicciones.
118
COMUNICACIÓN SOBRE
LA QUINTA PROPUESTA DEL M.E.C.:
«SITUACIÓN DE UN PROFESORADO QUE CARECE
DEL RECONOCIMIENTO OFICIAL DE SU ÁREA DE
CONOCIMIENTO Y DEL ESTATUTO DE LOS
TRABAJADORES».
Lcdo. D. Indalecio Soler Vera.
Delegado de APPRECE 67 en Almería.
Profesor de Religión y Moral Católica
en el I.E.S. Pechina e I.E.S. Viator de Almería
.
67
Asociación Profesional de Profesores de Religión de Andalucía.
119
SUMARIO.
I.
PRESENTACIÓN A TODOS LOS REUNIDOS.
II.
TRATAMIENTO NORMATIVO NACIONAL.
III.
TRATAMIENTO NORMATIVO EN ANDALUCÍA.
IV.
A PARTIR DE 1993.
V.
CONVENIO SOBRE EL RÉGIMEN ECONÓMICO-LABORAL.
VI.
NUEVOS RETROCESOS A PARTIR DEL 99.
VII.
PROPUESTAS.
VIII. CONCLUSIÓN.
120
I. PRESENTACIÓN A TODOS LOS REUNIDOS.
Quiero empezar diciéndoos que el contenido de mi comunicado es el
planteamiento que la Asociación Profesional de Profesores de Andalucía
(APPRECE ANDALUCÍA) tiene y que ya ha dado a conocer con un Documento
Oficial remitido a los obispos, a todas les delegaciones diocesanas y a la
Administraciones públicas y que es fruto de un análisis exhaustivo de las
propuestas ministeriales, desde la experiencia en la defensa de la asignatura y
de su profesorado que dicha asociación tiene. Dicho esto paso a exponeros el
contenido de mi comunicado que empiezo dando lectura a la propuesta del
MEC:
“Los profesores que impartan las enseñanzas confesionales
deberán tener la debida titulación y habilitación. La
contratación y las condiciones de trabajo de estos profesores
serán conformes con los derechos fundamentales establecidos
en el Estatuto de los Trabajadores.”
“¿Estima necesario que las condiciones laborales de los
profesores de las enseñanzas confesionales se adecuen al
Estatuto de los Trabajadores?”
Estamos de acuerdo, pero fijaos que en la propia propuesta ya se
descubre un incumplimiento de la propia Administración con unos
profesionales que según la legislación somos personal laboral en nuestra
relación con la Administración y que en la actualidad no es exagerado decir que
somos el colectivo más marginado y vapuleado del mundo laboral. Los
acuerdos con la Santa Sede y el estado Español y la Orden del Ministerio de la
Presidencia del 9-4-99, así lo confirman, entonces ¿qué es lo que quiere decir la
propuesta? Si se quiere decir en condiciones análogas al resto del profesorado
pues adelante.
Quiero hacer un recorrido por el ámbito normativo por el que se ha
regido el profesorado de Religión y Moral Católica tanto a nivel nacional como
a nivel autonómico hasta 1993; seguidamente mostraremos de forma exhaustiva
el cúmulo de situaciones discriminatorias que se han ido sucediendo desde el
año 94 para, finalmente, hacer unas propuestas nacidas del estudio riguroso de
la situación laboral del colectivo realizado por APPRECE-ANDALUCÏA.
121
II. TRATAMIENTO NORMATIVO NACIONAL.
ACUERDO ENTRE EL ESTADO ESPAÑOL Y LA SANTA SEDE SOBRE
ENSEÑANZA Y ASUNTOS CULTURALES de 3 de enero de 1979 (BOE nº
300 de 15-12-79).
Referente al PR podemos extractar:
ARTICULO III.
En los niveles educativos a los que se refiere el artículo anterior, la
enseñanza religiosa será impartida por las personas que, para cada año escolar,
sean designadas por la autoridad académica entre aquellas que el Ordinario
diocesano proponga para ejercer esta enseñanza. Con antelación suficiente, el
Ordinario diocesano comunicará los nombres de los Profesores y personas que
sean consideradas competentes para dicha enseñanza. (...) Los Profesores de
religión formarán parte, a todos los efectos, del Claustro de Profesores de los
respectivos Centros.
ARTICULO VI.
(...) quedando sometido el profesorado de religión al régimen general
disciplinario de los Centros.
ARTICULO VII
La situación económica de los Profesores de religión católica, en los
distintos niveles educativos que no pertenezcan a los Cuerpos docentes del
Estado, se concertará entre la Administración Central y la Conferencia
Episcopal Española, con objeto de que sea de aplicación a partir de la entrada en
vigor del presente Acuerdo.
El rango de este Acuerdo deviene de su carácter de Acuerdo
Internacional y ha de ser interpretado a la luz del Art. 10.2 de la Constitución:
“Las normas relativas a los derechos fundamentales y a las
libertades que la Constitución reconoce, se interpretarán de
conformidad con la Declaración Universal de los Derechos
Humanos y los tratados y acuerdos internacionales sobre las
mismas materias ratificados por España”.
122
El desarrollo normativo de este Acuerdo se plasma para el Profesorado
de Bachillerato y Formación Profesional (hoy Ed. Secundaria) en la ORDEN 11
DE OCTUBRE DE 1982 DEL MINISTERIO DE EDUCACIÓN Y CIENCIA (BOE
16 de octubre).
1. En todos los Centros de Enseñanzas Medias existirán Profesores
titulares de "Religión y Moral Católica" responsables de las
enseñanzas de esta disciplina, tantos como fueren necesarios, todo
ello de acuerdo con las necesidades de horario y matrícula.
La enseñanza de la "Religión y Moral Católica" contará con medios
pedagógicos y didácticos iguales a aquellos con los que están
dotadas las cátedras de las demás asignaturas fundamentales.
2. Dicho Profesorado deberá reunir las condiciones canónicas que
se establezcan por la Conferencia Episcopal a estos efectos y los
requisitos de titulación determinados en el anexo que acompaña a
la presente disposición.
3. Los Profesores de "Religión y Moral Católica" serán nombrados
por la autoridad correspondiente, a propuesta del Ordinario de la
Diócesis. Dicho nombramiento tendrá carácter anual y se renovará
automáticamente, salvo propuesta en contra del mencionado
Ordinario (...)
4. Los Profesores de "Religión y Moral Católica" habrán de
someterse al régimen general disciplinario de los Centros, tanto en
régimen de dedicación como en las demás actividades docentes y
complementarias que se organicen para cada curso.
5. Los Profesores de "Religión y Moral Católica" serán contratados
por la Administración con cargo a los créditos correspondientes
por cuantía equivalente a la de los demás Profesores de las
restantes asignaturas fundamentales.
Dicho Profesorado no vendrá obligado a asumir dedicación
exclusiva pero no podrá contratarse sin un horario mínimo
equivalente al número de horas que estén estipuladas o se
estipulen como horario de dedicación mínima para el resto del
Profesorado. (...)
123
6. No existirá incompatibilidad académica para la enseñanza de la
"Religión y Moral Católica" y la enseñanza de otras disciplinas por
el mismo Profesor, siempre que se cumplan las condiciones
académicas pertinentes. En tal caso, el número de horas de
enseñanza de "Religión y Moral Católica" puede ser completado
con horas de otras disciplinas hasta alcanzar cualquiera de las
dedicaciones normalmente establecidas. Tal complemento de
dedicación horaria –y precisamente por su condición de tal– no
podrá generar derecho a participar en turnos restringidos de
concurso-oposición.
Los Profesores de "Religión y Moral Católica" podrán asumir en
los Centros todas aquellas funciones que les pueden corresponder
en cuantos miembros del claustro de Profesores a todos los efectos
según su dedicación y categoría académica y les sean
encomendadas por la Dirección del Centro o autoridad
competente.
ANEXO: TITULACIÓN REQUERIDA PARA IMPARTIR RELIGIÓN Y MORAL
CATÓLICA.
En base a esta normativa, durante años y hasta el comienzo del curso 9495, la situación fue de contratos que se renovaban automáticamente, jornadas
completas salvo excepciones, se completaban horarios impartiendo otras
asignaturas para las que se tuviera titulación, existía el Seminario Didáctico de
Religión, los PR podían ocupar Cargos Directivos, de organización docente, ser
tutores... En resumen: miembros del claustro a todos los efectos, sin ningún tipo
de restricción o discriminación.
LEY 30/1984, de 2 de agosto de MEDIDAS PARA LA REFORMA DE LA
FUNCIÓN PÚBLICA (BOE nº 185, de 3 de agosto).
Esta LEY introduce dos novedades importantes que afectarán al
Profesorado de Religión:
a) Su disposición adicional Cuarta. 1. ordena que “A partir de la
fecha de entrada en vigor de la presente Ley no podrán celebrarse
por las Administraciones Públicas contratos de colaboración
temporal en régimen de derecho administrativo”.
124
b) Su disposición adicional Decimoquinta. 2. ordena que “Las
relaciones de puestos de trabajo docente determinarán las
características de los mismos, así como los funcionarios de los
Cuerpos y Escalas que deberán desempeñarlos. Excepcionalmente,
PODRÁN CUBRIRSE PUESTOS DE TRABAJO DOCENTES POR
PERSONAL CONTRATADO EN RÉGIMEN LABORAL cuando
por la naturaleza de aquellos se requiera el empleo de personal
que no tenga las titulaciones contempladas en la presente
disposición. Esta será la base legal por la que los Tribunales de
Justicia fallarán que la relación del Profesorado de Religión con las
Administraciones Públicas es de carácter LABORAL.
125
III. TRATAMIENTO NORMATIVO EN ANDALUCÍA.
ACUERDOS DEL CONSEJO DE GOBIERNO, SOBRE RETRIBUCIONES
DEL PROFESORADO de enseñanza no universitaria dependiente de la
Consejería de Educación y Ciencia de la Junta de Andalucía.
En los primeros acuerdos en esta materia aparece un apartado específico
para los Profesores de Religión; así en el Acuerdo de 2-3-88 (BOJA nº 63, de 9-888):
II. PROFESORES DE ENSEÑANZA RELIGIOSA.
Sexto. -Profesores de enseñanza religiosa. Los profesores de Religión y
Moral Católica que realicen la jornada semanal fijada en el punto 1º de la Orden
de 4 de septiembre de 1987, percibirán las siguientes retribuciones mensuales:
Sueldo: El que corresponda a los funcionarios interinos clasificados en el
grupo A, que se refiere el artículo 25 de la Ley 30/84 de 2 de agosto.
Complemento de Destino: El que corresponda a los funcionarios
interinos con nivel de complemento de destino 21.
Complemento específico: Aquellos profesores que desempeñen algún
cargo regulado en el artículo 4º del presente Acuerdo, percibirán el
complemento específico que corresponda según dicho artículo.
Asimismo, recibirán dos pagas extraordinarias en igual cuantía, cada una
de ellas, al sueldo establecido mensualmente.
De aquí podemos destacar que el Sueldo corresponde al de los Interinos
del Grupo A (como es lógico al tratarse de Profesores de Secundaria que han de
ser licenciados), y en ese grupo de cotización ha estado enmarcado la totalidad
el PR de Secundaria hasta el 99. Por otra parte se especifica que el
Complemento Específico será según el cargo que ocupe, con lo que
explícitamente se incluye la posibilidad de ocupar cargos.
Acuerdo de 20 de Septiembre de 1988, por el que se modifica el del 2 de
marzo (BOJA nº 24, de 14-4-89):
II. PROFESORES DE ENSEÑANZA RELIGIOSA.
126
Apartado Sexto, párrafo tercero:
Complemento de Destino: El correspondiente a los funcionarios interinos
con nivel de complemento de destino 23.
Acuerdo de 17-1-89 (BOJA nº 32, de 25-4-89).
Un aspecto a destacar de este acuerdo es que es fruto, como se expresa en
su introducción, de un proceso negociador mantenido entre la Consejería de
Educación y Ciencia y los Sindicatos representativos del personal docente. Así,
el anexo I es el acuerdo firmado por los sindicatos UGT, ANPE y CC.OO. con la
Consejería. En este anexo parece quedar excluido el Profesorado de Religión, ya
que ni se le menciona. No obstante, en otro de los anexos sí hay un apartado
para el PR que no varía sustancialmente con lo de acuerdos anteriores: Sueldo y
Pagas como interinos del grupo A, Complemento de Destino del nivel 24 y
Complemento Específico según cargo opuesto que desempeñe.
Acuerdo de 10-9-91 (BOJA nº 33, de 18-4-92)
Finalizado el período de vigencia del Acuerdo del 89, y tras un nuevo
proceso negociador con los sindicatos se plasma este nuevo acuerdo.
Nuevamente, el anexo I es el acuerdo firmado por los Sindicatos CC.OO., ANPE
y FETE-UGT con la Consejería. Aquí ya desaparece definitivamente el
Profesorado de Religión, que cae en el olvido o en el ostracismo en los Acuerdos
sobre Retribuciones del Profesorado. En definitiva, haciendo una síntesis de
este periodo la situación del profesorado de RE hasta 1994 era de una
estabilidad tácita con referencias en anexos en los diferentes convenios entre los
agentes sociales y la Administración (desde finales del 82 ya socialista en toda
España) y expresada en una equiparación de sueldo con el profesorado interino
(estoy hablando de secundaria) una renovación del contrato automática,
posibilidad de desempeñar cargos directivos, reducciones por reunión de
seminario, tutorías, posibilidad de completar horario con asignaturas afines…
En conclusión, sin que pudiésemos hablar de una estabilidad absolutamente
garantizada, se iba “sobreviviendo” cada vez con mayor dificultad con la
aprobación de la LOGSE, en los Acuerdos del 91, firmados entre la Junta de
Andalucía y los Sindicatos, en donde ya no se habla del profesorado de RE en
los acuerdos sobre Retribuciones.
127
IV. A PARTIR DE 1993.
CONVENIO DE 21 DE MAYO DE 1993 ENTRE LA CONSEJERÍA DE
EDUCACIÓN Y CIENCIA Y LAS DIÓCESIS DE LA COMUNIDAD
AUTÓNOMA DE ANDALUCÍA, SOBRE ENSEÑANZA DE LA RELIGIÓN
CATÓLICA. ORDEN 21 JUNIO 1993.
Se abre un nuevo período normativo con la firma de este Convenio, del
que extractamos lo referido al profesorado:
VI. PROFESORADO.
Décimo.
1. La enseñanza de Religión Católica en los niveles educativos, que
corresponda, establecidos por la Ley Orgánica 1/1990, de 3 de
octubre, de Ordenación General del Sistema Educativo, será
impartida por las personas que, para cada año escolar, sean
designadas por la autoridad académica entre aquellas que el
Ordinario diocesano proponga para ejercer esta enseñanza.
2. Con antelación suficiente el Ordinario diocesano comunicará los
nombres de los profesores y otras personas que sean consideradas
competentes para dicha enseñanza, de acuerdo con los requisitos
establecidos en la normativa vigente.
3. Los profesores de Religión forman parte, a todos los efectos, del
Claustro de profesores de los respectivos Centros.
4. En lo relativo a la situación económica de los profesores de
Religión Católica en los distintos niveles educativos, que no
pertenezcan a los cuerpos docentes del Estado, se aplicará lo
dispuesto a través de la concertación entre la Administración
Central y la Conferencia Episcopal Española.
5. La Jerarquía Eclesiástica y la Consejería de Educación y Ciencia,
en el ámbito de sus respectivas competencias, velarán porque esta
enseñanza y formación sean impartidas adecuadamente,
quedando sometido el profesorado de Religión al régimen general
disciplinario de los Centros.
128
6. Las partes firmantes del presente Convenio mantendrán un
proceso de diálogo sobre la aplicación en Andalucía de la
legislación vigente en lo que se refiere a la situación del
profesorado de Religión.
Ciertamente, y resulta chocante, empieza a complicarse la situación del
profesorado de secundaria en Andalucía tras la firma del Convenio entre la
Consejería de Educación y las Diócesis. Ejemplos claros son los siguientes:
JULIO 1994: INSTRUCCIONES DE LA CONSEJERÍA DE EDUCACIÓN Y
CIENCIA POR LAS QUE LOS CARGOS DIRECTIVOS sólo los podrán
ocupar Profesores con Destino Definitivo.
En este momento algunos PR que ocupaban cargos directivos (elegidos
por los Claustros y los Consejos Escolares) son cesados, por no existir para este
profesorado el Destino Definitivo, aunque prácticamente todos los implicados
llevaban varios años en sus Centros y en ellos permanecen, siendo en bastantes
casos el profesor más antiguo del Centro. El profesor de Re que ocupaba algún
cargo cesa. Se infringen los acuerdos del 79 y 82. Nos referimos a los órganos
de coordinación docente, no a los órganos unipersonales de gobierno.
RESOLUCIÓN DE 1 AGOSTO 1994 de la Dirección General de Ordenación
Educativa sobre la organización y funcionamiento de Centros de Secundaria.
En el Apartado 2.8 del Cáp. VII se excluye al profesorado de Religión,
con lo que a partir de este momento este profesorado sólo podrá impartir
Religión.
Con esta Resolución, de inferior rango que la Orden Ministerial del 82
(Orden que aún sigue en vigor, pues no ha sido derogada), ya no podrá el PR
completar horarios con otras asignaturas, ni podrá acceder a ciertas reducciones
horarias, etc...
Se establece, además, a partir del curso 94-95 un Modelo Horario
particular y exclusivo para este profesorado y distinto del de los demás
profesores, que lo excluye de la posibilidad de impartir otras asignaturas para
las que tenga titulación, y se limitan los epígrafes referentes a las posibles
actividades de obligada permanencia en el Centro.
No obstante, se mantiene en este modelo la hora de Reunión de
Seminario de Religión y las horas de tutoría lectiva y administrativa.
129
Podemos estimar este momento como la acentuación de lo que
APPRECE ANDALUCIA considera trato discriminatorio para con el PR. Ante
ello se consulta al Defensor del Pueblo.
CONSULTA A LA OFICINA
ACTUACIONES DE ÉSTA.
DEL
DEFENSOR
DEL
PUEBLO
Y
Durante el curso 94-95, a raíz de lo apuntado anteriormente, un grupo de
Profesores de Religión de Sevilla llevan ante el Defensor del Pueblo Andaluz las
demandas ante lo que consideran trato discriminatorio. Éste a su vez pregunta a
la Delegación Provincial de Sevilla sobre este posible trato desigual. En su
respuesta, la mencionada Delegación, tras negar el trato discriminatorio, afirma
que “el tratamiento que se dispensa a los reclamantes es en todo acorde con el
contenido del Convenio establecido entre la Consejería de Educación y Ciencia
y las Diócesis Andaluzas, y la Orden de 11 de octubre de 1982 del Ministerio de
Educación y Ciencia”.
La Administración reconoce que además del Convenio existe la Orden
Ministerial. Sin embargo, ya en su momento y aún hoy APPRECE
ANDALUCÍA denuncia que esta Orden se está incumpliendo en su artículo 6º.
Por su parte, el Defensor del Pueblo “entiende que lo que subyace es una
diferente interpretación de la normativa vigente relativa a la Enseñanza de la
Religión, y cree que la cuestión de fondo planteada debiera resolverse y
residenciarse en su sede jurisdiccional, por los Tribunales de Justicia”. No
obstante, recomienda “someter el debate interpretativo a la Comisión de
Seguimiento creada en el Convenio entre la Consejería y las Diócesis
Andaluzas”.
Y todo ha seguido igual hasta el día de hoy. Es evidente que los únicos
damnificados por este recorte de derechos han sido los Profesores de Religión y
sus familias, pues la imposibilidad de completar horarios con otras materias ha
obligado a la mayoría de este profesorado a tener jornadas parciales, con la
disminución de retribuciones y de cotizaciones a la Seguridad Social que esto
supone, obviándose su experiencia, preparación y dedicación profesional.
SUPRESIÓN DEL DEPARTAMENTO DE RELIGIÓN.
Con la implantación de la LOGSE los Seminarios fueron sustituidos por
los Departamentos Didácticos, y en ese momento desaparece, en la Comunidad
Autónoma Andaluza y no en otras, el de Religión.
130
Queda con ello eliminada la reducción horaria de 3 horas y el
complemento específico, quedando excluido el Profesor de Religión Católica de
los Equipos Técnicos de Coordinación Pedagógica.
Incluso en algunos IES se niega asignación económica para material
didáctico (lo que contraviene el Acuerdo del 79 Art. 2, la Orden Ministerial del
82 Apdo. 1, y el Convenio del 93). Esta situación se mantiene en la actualidad.
PROHIBICIÓN DEL EJERCICIO DE LA ACCIÓN TUTORIAL AL
PROFESOR DE RELIGIÓN.
En Febrero del 99, la Administración con esta nueva medida agudiza, a
nuestro juicio, la progresiva discriminación del PR de Andalucía. Unas
Instrucciones Internas de la Viceconsejería obligan a cesar en sus cargos a todos
los PR que ejercían la acción tutorial. Éstos, como en cursos anteriores, habían
firmado sus horarios, en los que aparecía la frase “sólo pueden impartir clases
de Religión y tutoría”.
En mitad del curso, y sin tener en cuenta los derechos de los alumnos,
somos cesados sin explicación ni base legal alguna. ¿Cómo explicar esto a los
alumnos y sus padres? ¿Qué manera es ésta de velar por nuestra dignidad
profesional? A falta de argumentos jurídicos, se dan argumentos a la prensa del
tipo “yo no puedo permitir que un cura pueda ser tutor” o “podrían usar la
tutoría para evangelizar”.Tras un largo proceso judicial, la Justicia ha dado la
razón a la Asociación Profesional de Profesores de Religión de Andalucía
(APPRECE-A) la única que defendió el derecho del PR y el del alumnado
afectado-. Pero, a pesar de las sentencias firmes del TSJA, aún la Consejería de
Educación y Ciencia no ha restituido el derecho ni ha rectificado, mediante
comunicación escrita a los centros, las instrucciones del 99.
Y así nos encontramos cada comienzo de curso con la grotesca historia de
que todo oralmente y nada por escrito- hay inspectores que siguen dando
instrucciones verbales a los equipos directivos para que estos no propongan al
profesorado de religión para la función tutorial, vulnerando de esta forma,
además de la autonomía de los centros, las decisiones de los directores y no
respetando ni las decisiones judiciales del TSJA ni la legislación vigente que,
volvemos a recordar, señala que “Los Profesores de "Religión y Moral Católica"
podrán asumir en los Centros todas aquellas funciones que les pueden
corresponder en cuanto miembros del claustro de Profesores a todos los efectos
según su dedicación y categoría académica y les sean encomendadas por la
Dirección del Centro o autoridad competente”.
131
Sólo en contadísimos casos en los que el profesor ya tiene la jornada
completa, la inspección educativa tolera el ejercicio de la función tutorial. Estos
hechos ponen de manifiesto la discriminación que sufre el profesor de Religión
con respecto al resto de sus compañeros de Claustro, y queda demostrado que,
a nuestro juicio, son criterios económicos (no queremos pensar que sean
también ideológicos) los que prevalecen por encima del cumplimiento de la
legislación y de los criterios pedagógicos.
LA NO APLICACIÓN DE LA REDUCCIÓN HORARIA A LOS MAYORES
DE 60 AÑOS.
Ese mismo curso 98-99, y cuando la reducción de tres horas era
contemplada para el resto del profesorado, no se le respetó al de Religión. Esto
fue un claro incumplimiento de la norma: “Los Profesores de religión formarán
parte, a todos los efectos, del Claustro de Profesores de los respectivos Centros”
y supuso, a nuestro juicio, un nuevo ejemplo de trato discriminatorio. Los
afectados recurrieron a los tribunales y las sentencias fueron favorables,
habiendo cobrado ya el 50 % de las cantidades dejadas de percibir.
LEY DE MEDIDAS FISCALES, ADMINISTRATIVAS Y DE ORDEN SOCIAL.
ART. 93, MODIFICACIÓN DE LA LEY ORGÁNICA 1/1990, DE 3 DE OCTUBRE,
DE ORDENACIÓN GENERAL DEL SISTEMA EDUCATIVO.
Se añade un párrafo a la Disposición Adicional Segunda de la Ley
Orgánica 1/1990, de 3 de octubre, de Ordenación General del Sistema
Educativo, con el siguiente texto:
“Los profesores que, no perteneciendo a los Cuerpos de
funcionarios docentes, impartan enseñanzas de religión en
los centros públicos en los que se desarrollan las enseñanzas
reguladas en la presente Ley, lo harán en régimen de
contratación laboral, de duración determinada y coincidente
con el curso escolar, a tiempo completo o parcial. Estos
profesores percibirán las retribuciones que correspondan en
el respectivo nivel educativo a los profesores interinos,
debiendo alcanzarse la equiparación retributiva en cuatro
ejercicios presupuestarios a partir de 1999”.
Este párrafo, añadido a la LOGSE, llena el vacío legal existente, desde la
Ley 30/1984, de 2 de agosto, de medidas para la reforma de la Función Pública,
y pone un nuevo plazo a los incumplimientos que se venían produciendo del
132
Convenio suscrito con fecha de 20 de mayo de 1993, para el profesorado de
religión de infantil-primaria, publicado mediante Orden de 9 de septiembre de
1993, y que fue derogado y sustituido por el del 26 de febrero de 1999.
133
V. CONVENIO SOBRE EL RÉGIMEN ECONÓMICO-LABORAL DE LAS
PERSONAS QUE, NO PERTENECIENDO A LOS CUERPOS DE
FUNCIONARIOS DOCENTES, ESTÁN ENCARGADAS DE LA
ENSEÑANZA DE LA RELIGIÓN CATÓLICA EN LOS CENTROS
PÚBLICOS DE EDUCACIÓN INFANTIL, DE EDUCACIÓN PRIMARIA Y
DE EDUCACIÓN SECUNDARIA (26 de febrero de 1999). Orden del
Ministerio de la Presidencia de 9 de abril de 1999. BOE, nº 94 de 20-4-99.
El presente convenio, además de modificar ligeramente la titulación
requerida para impartir Enseñanza de Religión en los distintos niveles
educativos (titulación académica igual o equivalente a la exigida para el mismo
nivel al correspondiente profesorado interino, y que, además, se encuentren en
posesión de la Declaración Eclesiástica de Idoneidad de la Conferencia
Episcopal Española -anexo 3- ). Presenta como novedades más significativas lo
que se recoge en su quinta cláusula:
1. Los profesores encargados de la enseñanza de la religión
católica a los que se refiere el presente Convenio prestarán su
actividad, en régimen de contratación laboral, de duración
determinada y coincidente con el curso o año escolar, a tiempo
completo o parcial y quedarán encuadrados en el Régimen
General de la Seguridad Social, al que serán incorporados los
profesores de Educación Infantil y de Educación Primaria que aún
no lo estén. A los efectos anteriores, la condición de empleador
corresponderá a la respectiva Administración educativa.
2. Transitoriamente, en tanto no se lleve a cabo el traspaso de los
profesores de religión católica de Educación Infantil, de Educación
Primaria y de Educación Secundaria a la correspondiente
Administración educativa, el Ministerio de Educación y Cultura
asume, respecto de estos profesores, la condición de empleador a
los efectos previstos en el apartado anterior.
Esta cláusula pone fin administrativamente a la duda sobre la realidad
contractual del PR, duda que ya había sido aclarada por distintas sentencias en
base a la Ley 30/1984, de 2 de agosto, de Medidas para la Reforma de la Función
Pública, que limita las posibilidades de relación al servicio de la Administración
Pública a sólo dos: Funcionario o Laboral. En el caso del PR queda claro que su
relación con la Administración es la de Personal Laboral.
134
Otro aspecto a destacar es el cambio de redacción respecto a la Orden
Ministerial del 82, ya que aquella hablaba en su punto segundo de “carácter
anual que se renovará automáticamente, salvo propuesta en contra del Ordinario”, y en
este Convenio se habla de “contratación laboral, de duración determinada y
coincidente con el curso o año escolar”.
¿Está en conflicto una situación con la nueva? No tendría porqué, pero
las interpretaciones que del Convenio hace la Administración, por supuesto de
manera restrictiva, hace que cada año se tenga que revisar como va a ser la
jornada y con ello, la retribución económica.
En resumen, de la aplicación que se está haciendo de este Convenio,
podemos destacar:
* Se reconoce el Régimen de trabajador con contrato laboral.
* El contrato es anual, condenándonos a la temporalidad
permanente.
* Se modifica la titulación requerida.
No se deroga la Orden Ministerial del 82, y se le dan distintas
redacciones a estos tres aspectos.
CONSECUENCIAS DEL CONVENIO.
NUEVO MODELO DE CONTRATO.
Basándose en el convenio anterior, a partir del curso 1999-2000 se firma
anualmente un nuevo modelo de contrato (hasta entonces se renovaba
automáticamente-Orden del 82- ). La fórmula contractual del Profesorado de
Religión es un elemento más que fortalece la sensación de discriminación de la
que hablamos. La temporalidad del contrato repercute negativamente en
bastantes aspectos, también en las relaciones con las Administraciones Públicas
o las entidades financieras. Algunos ejemplos se muestran a continuación.
Obstáculo para ser candidatos en los Consejos Escolares.
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En general el Profesorado de Religión siempre ha estado abierto a
colaborar en los centros, participando activamente en todos los órganos
colegiados y, en concreto en el Consejo Escolar para el que se presenta a
elecciones en representación del colectivo de profesores, siendo elegido en la
mayoría de los casos para el período correspondiente.
Incluso, con posterioridad, se suelen presentar para formar parte de la
Comisión Económica o de la Comisión de Convivencia del Centro.
Como el período de tiempo para el que se elige a los representantes del
Consejo Escolar es de cuatro años y la normativa para elecciones pretende la
estabilidad del Consejo Escolar durante ese tiempo, es claro que el único
representante que no asegura la continuidad esos cuatro años es el Profesorado
de Religión, con lo que, en la práctica, se está creando la conciencia de que el
Profesorado de Religión no puede formar parte del Consejo Escolar,
precisamente por su inestabilidad laboral, cosa que no ocurre ni siquiera con los
interinos.
Impedimentos para participar en las Elecciones sindicales.
Otro ejemplo es el de las Elecciones Sindicales. Hasta el año 99, el PR de
Secundaria votaba en las Elecciones junto con el resto del Personal Docente,
probablemente por la desorientación respecto al tipo de relación contractual
que lo vinculaba con la Administración, y que fue poniendo en claro la Justicia
en múltiples sentencias y en base a la ya mencionada Ley 30/1984 de Medidas
para la Reforma de la Función Pública. Una vez claro que somos Personal
Laboral nos corresponde votar con los Laborales. Sin embargo, al no ser
incluidos por la Empresa en los censos no pudimos votar en el 99, sin recibir en
aquella ocasión el apoyo de la mayoría de los Sindicatos que no sólo no
defendieron el derecho de cualquier trabajador a elegir a sus representantes,
sino que algunos incluso impugnaron las elecciones parciales que se
organizaron en algunas provincias.
Impedimentos para ser candidatos en las Elecciones Sindicales.
Y en las Elecciones celebradas el pasado curso, ha surgido de nuevo el
problema. En este caso la Empresa nos incluye pero sólo con la antigüedad de la
fecha de firma del último contrato, cosa que no hace con el resto de laborales
con contratos temporales, a los que sí suma los meses de los anteriores
contratos, como queda demostrado al observar el censo. Esto supuso que
debido a las fechas elegidas para la celebración de las votaciones por UGT y
136
CC.OO. no tuviéramos al menos 6 meses de antigüedad en la Empresa, con lo
que no podíamos presentarnos como candidatos. Sólo en Sevilla, y debido al
retraso en el proceso por un error formal en el Preaviso impugnado por CSI
CSIF, fue posible el que los Profesores de Religión formáramos parte del Comité
de Empresa. UGT impugnó nuestra inclusión en los censos, entre otros motivos,
por no considerarnos trabajadores de la Administración andaluza, y en Almería
el PR no pudo ni siquiera ejercer el derecho a elegir a sus representantes.
Obstáculos para la concesión de créditos financieros o hipotecarios.
Hacer frente al futuro, formando una familia, para la que es
imprescindible una vivienda y otros medios, no es posible si no se echa mano
de préstamos bancarios. Las entidades crediticias, para dar un préstamo,
exigen, lógicamente, garantías de que ese préstamo se puede pagar y se va a
pagar. Los contratos anuales del Profesorado de Religión no son un aval para
ningún préstamo que supere el año. Y es lo mismo que ocurre con las ayudas
sociales que convocan anualmente las Administraciones Públicas, tanto para su
personal funcionario como para su personal laboral, entre las que se incluyen
préstamos para viviendas, que le son denegados al Profesorado de Religión,
porque su inestabilidad laboral no asegura el pago de préstamos a largo plazo.
Las consecuencias para las personas y, en particular, para quien tiene una
familia o la piensa formar, no pueden ser más funestas, en cuanto a la
aceptación de un número de hijos y en cuanto al logro de un mínimo de calidad
de vida.
Para la Asociación de Profesores de religión de Andalucía (APPRECE-A)
la manera de proceder con la contratación del PR representa lo que, a juicio de
algunos políticos, podríamos considerar como un fraude en la contratación a
través del mecanismo de encadenamiento de contratos temporales para cubrir
puestos que en realidad son de empleos indefinidos. Y, al mismo tiempo,
además de estar de acuerdo en la necesidad de estimular la estabilidad laboral,
frente a la precariedad, somos conscientes de que sólo un empleo estable y de
calidad es el que puede ofrecer el mínimo de seguridad para llevar a cabo un
proyecto de vida digna.
VI. NUEVOS RETROCESOS A PARTIR DEL 99.
Debido a la situación de temporalidad, al Profesor o Profesora de
Religión lo/a considera la Administración Pública, en la mayoría de los centros
públicos, como una persona ajena al Centro, como si fuera enviada por otra
entidad distinta a la que lo hace con el resto del Profesorado. Dicho profesor,
137
debido a su jornada de trabajo, causa serios trastornos en la organización de los
horarios y en la programación general del Centro, que se rige por unas normas
distintas a las de los demás miembros del Claustro y que, al intervenir sobre él
varias instancias, hay que dejarlo siempre aparte. Esto no quiere decir que, en
general, no se valore su trabajo, ni que se impida la implicación activa de este
profesorado en la vida del Centro, pero dicha implicación y aceptación se debe
más al esfuerzo, dedicación y talante personal y profesional del Profesor de
Religión (que "se tiene que ganar" al claustro, al alumnado y a los padres) que al
reconocimiento de los derechos que como un trabajador más debe tener, como
miembro del claustro a todos los efectos, tal y como recoge nuestra legislación.
Pongamos algunos ejemplos:
- Cuando se habla de plantilla de un centro nunca se tiene en
cuenta al Profesor o Profesora de Religión, o si se cuantifica la
composición del Claustro se hablará de X+1, siendo ese uno el o la
Profesor/a de Religión.
- Si se expone la relación de los miembros que componen el
Claustro de un Centro, generalmente, nunca aparece el/la
Profesor/a de Religión. Incluso en algunos programas informáticos
no existe la posibilidad de incluir al PR entre el profesorado del
Centro.
- Cuando en un Centro el Equipo Directivo se plantea la
organización del curso, todo se hace en función de los horarios y
dedicaciones del Profesorado titular del Centro, ya sean
funcionarios de carrera o interinos, y así se hacen los
agrupamientos del alumnado y se buscan los locales sin que, por
lo general, se cuente para nada con la existencia del Profesor/a de
Religión.
- Ante la falta de horas para completar la jornada horaria de los
funcionarios se echa mano de las alternativas a la clase de
Religión, -si nos referimos a los planes LOGSE vigentes-, y se
hacen los agrupamientos de alumnos que hagan falta hasta que
todo el Claustro tenga sus horarios completos, aunque dichas
alternativas tengan uno, dos o sólo tres alumnos, y, además,
contando las deducciones horarias por cargos unipersonales,
Jefaturas de Departamentos, Tutorías lectivas, clases de apoyo,
ayudas a Jefatura de Estudios, etc.
138
- Resueltos los problemas del Claustro, queda pendiente el horario
del Profesor/a de Religión, que no cuenta con reducciones
horarias, porque no tiene Departamento, ni se le nombra para
Tutor/a, ni puede beneficiarse de ninguna otra mejora como
pudiera ser la reducción horaria por la edad, con lo que se queda
con el resto, esto es, con las horas restantes, para lo que se agrupa
al alumnado desde los criterios que la Administración cree
conveniente para economizar recursos. Y así llegamos al
lamentable espectáculo que se produce en todos los comienzos de
curso y que dura, como mínimo, los meses de septiembre y
octubre de cada año. Manifestaciones del desconcierto que sufre el
PR son las siguientes:
- Presentarse en el lugar de destino, el Centro en el que ha
estado trabajando hasta antes de las vacaciones veraniegas,
sabiendo que el día 31 de agosto ha terminado su contrato y
que va a comenzar su trabajo nuevamente sin contar con
contrato, sin saber si está o no de alta en la Seguridad
Social, sin saber si va a seguir trabajando y sin conocer si lo
proponen para otro año, o si va a ser o no en ese mismo
Centro.
- Firmar actas en el mes de septiembre de los alumnos de
Bachillerato, que se tienen que presentar a exámenes en
dicho mes, cuando todavía no se tiene contrato firmado y el
anterior ya quedó extinguido el día 31 de agosto anterior.
- Comenzar a impartir clases con una jornada completa
cuando el contrato firmado es de jornada parcial.
- Firmar un contrato con un número de horas y a los 15 días
llamarte para firmar otro distinto con menor número de
horas o a la inversa.
- Trabajar durante el mes de septiembre con la seguridad de
que al final de mes no va a cobrar ya que, en la práctica, no
se firma el contrato hasta final de septiembre o principios
de octubre y que, si todo sale bien, cobrará a finales del mes
de octubre o incluso en el mes de noviembre.
139
- Desde que termina el contrato, el 31 de agosto, hasta que
se estabiliza su situación, suele ocurrir que, como mínimo,
durante un mes esté el Profesor o la Profesora de Religión
de Secundaria sin saber lo que a sus espaldas están
resolviendo las administraciones civiles y eclesiásticas en
cuanto a su jornada horaria.
- Cuando los centros envían a las Delegaciones Provinciales
el número de alumnos que han elegido religión, para que
las Delegaciones lo manden a la Consejería de Educación,
no cuentan ni con los alumnos que no se matriculan hasta el
mes de septiembre, ni por supuesto con todos aquellos que
tienen que examinarse en septiembre y están, por tanto,
pendientes de conocer sus resultados para poderse
matricular. Con los datos enviados a la Consejería en junio,
ésta asigna grupos y horas de religión a los centros, que en
muchos casos son menos de los que realmente existen en
septiembre, y todo esto desde criterios desconocidos.
- El Equipo Directivo de cualquier IES no puede ultimar los
horarios, porque de la Consejería, vía Delegación
Provincial, o no acaban de concretarle el horario del
Profesor o la Profesora de Religión, o en verano le han
comunicado unas horas, que más adelante se las pueden
cambiar. Así, hasta mediados de octubre hay centros que no
saben qué hacer con los horarios del Profesorado de
Religión, condicionando de esta forma todos los horarios
del centro, con lo que el Profesorado de Religión, por todos
estos condicionamientos, se está convirtiendo en el
"compañero incómodo" de los centros.
- Situaciones particulares de Incapacidades Temporales en
las que los afectados se ven obligados a pedir el alta médica
para poder firmar nuevo contrato, si no quieren verse en el
paro.
- Situaciones de embarazadas, que si dan a luz en fechas
cercanas a las firmas de los contratos, se ven obligadas a
buscar soluciones rocambolescas hasta que logran firmar el
nuevo contrato, para, si tienen suerte, disfrutar del permiso
140
de maternidad y, en otros casos, renunciar al mismo, para
no perder el puesto de trabajo.
Otro caballo de batalla es el de la matriculación de los alumnos/as, que
afecta más que a nadie al PR, pues de ella depende que haya horas suficientes
para completar su jornada, ya que es el único docente andaluz al que no se le
asegura la jornada completa. En no pocas ocasiones -si hablamos de los planes
LOGSE todavía vigentes- la documentación de la matrícula es rellenada por
cualquiera, sin que se tenga en cuenta lo que dice la legislación: elección del
padre, madre o tutor, de la Asignatura de Religión o sus Alternativas cuando el
alumno es menor de edad o, en caso de ser mayor de edad, realizada por el
propio alumno o alumna.
* Los impresos que no llevan rellena la casilla correspondiente a la
opción Religión/Alternativa son, con mucha frecuencia,
contabilizados como si la opción hubiera sido la alternativa a la
Religión, cuando las casillas en blanco pueden deberse a un simple
olvido.
* Así, en no pocas ocasiones, el número de alumnos matriculados
y, por tanto, las horas de Religión dependen de las
interpretaciones que puedan hacerse en cada Centro a las
solicitudes recibidas, con más o menos dudas sobre la opción
elegida.
* El aparente desconocimiento de la legislación sobre la Enseñanza
de la Religión, no ayuda precisamente a que, en la práctica, se
actúe dentro de la legalidad y con un respeto exquisito a la
voluntariedad en la elección y al uso de su libertad.
Y a esto se añaden nuevos gestos de la Administración a los ya expuestos
como muestra de la discriminación a la que nos han condenado. A saber:
CIRCULAR DEL SERVICIO DE INSPECCIÓN DE MAYO DE 2003;
“AGRUPACIONES DE AL MENOS 15 ALUMNOS”.
La última novedad, y nueva discriminación a nuestra jornada laboral, ha
sido la circular que el Jefe de Servicio de Inspección ha enviado a los Directores
de IES en mayo de 2003 en los que se establecen algunos criterios:
141
* Una de las variables a tener en cuenta por la dirección del centro
al formar los grupos de alumnos y alumnas deberá ser la elección
de la Religión Católica. De esta forma debe tenderse a un
agrupamiento de este alumnado, de forma que se optimicen los
recursos disponibles.
* No se autorizarán agrupaciones que contemplen menos de 15
alumnos/as por unidad, salvo en casos excepcionales autorizados
por el Órgano competente.
* No se autorizará ninguna modificación en septiembre del
número de grupos autorizados en julio.
A parte de cuestionar el hecho de que el criterio de optimización de
recursos sea suficiente para segregar a los alumnos de Religión en grupos
diferentes de los que no la eligen, APPRECE ANDALUCÍA considera que la
aplicación de estas Instrucciones en exclusiva al alumnado de Religión y no al
de Alternativa es una clarísima muestra de discriminación, y un
incumplimiento del Art. II del Acuerdo entre el Estado Español y la Santa Sede
sobre Enseñanza y Asuntos Culturales:
“Por respeto a la libertad de conciencia, la enseñanza de la
religión católica no tendrá carácter obligatorio para los
alumnos. Se garantiza, sin embargo, el derecho a recibirla.
Las autoridades académicas adoptarán las medidas oportunas
para que el hecho de recibir o no recibir la enseñanza religiosa
no suponga discriminación alguna en la actividad escolar”.
LA NO APLICACIÓN DE LA REDUCCIÓN HORARIA A MAYORES DE 55
AÑOS
En el anterior curso académico 2003-2004, comienza a hacerse efectivo el
punto Primero.1.a) del Acuerdo entre la Consejería de Educación y Ciencia de
la Junta de Andalucía y las Organizaciones Sindicales ANPE-A, CC.OO., CSICSIF, FETE, UGT Y USTEA, para la Mejora de las Condiciones Laborales y
Profesionales del Profesorado en la Enseñanza Pública, a excepción de la
Universitaria, de 3 de Octubre de 2002:
“De forma progresiva, durante los cursos académicos
2003/04 y 2004/05, se reducirá en dos horas la jornada
lectiva del profesorado mayor de 55 años. En cada uno de los
142
cursos se procederá a la reducción de una hora lectiva de
acuerdo con el siguiente calendario: Curso 2003/04:
reducción de una hora lectiva a todo el profesorado mayor de
55 años. : Curso 2004/05: reducción de una segunda hora
lectiva a todo el profesorado mayor de 55 años.”
La Consejería, unilateralmente, interpreta que el acuerdo no es de
aplicación al colectivo de docentes de Religión. CC.OO y CSI-CSIF (firmantes
del acuerdo) no entienden la decisión adoptada por la Consejería, y junto con
APPRECE ANDALUCÍA califican esta actuación como discriminatoria y un
atentado al derecho de este colectivo. Pero tampoco los Sindicatos parecen
poner demasiado entusiasmo y recomiendan a APPRECE ANDALUCÍA que
recurra a los Tribunales, pero hasta ahora no implicándose ellos en este
conflicto.
143
VII. PROPUESTAS.
El diálogo es la única manera efectiva de solucionar cualquier problema,
siendo los Tribunales el último recurso ante una injusticia consciente o no.
Por eso, y considerando, como decía al principio, que existe un grupo de
profesores que se han molestado en defender unos derechos que nos afectan
desde hace mucho tiempo acumulando una experiencia laboral y de relación
con los agentes sociales y administraciones, se puede proponer lo siguiente:
- Situar claramente la responsabilidad y competencias de las
instancias de las que dependemos: Iglesia-Administración, unas
serán exclusivas de la Iglesia, otras exclusivas de la
Administración y otras serán mixtas, en las que debiera haber
acuerdos escritos, para conocimiento de todos.
- Contratación por jornada completa o parcial y no por horas,
aplicando la reducción de dos horas lectivas semanales a los
mayores de 55 años, la reducción por el ejercicio de la acción
tutorial o por itinerancias en las que las distancias entre los dos
centros en los que se trabaja sean grandes. Flexibilización del
cómputo de horas para considerarla completa: por ejemplo, de 14
a 18 horas semanales para mayores de 55 años y de 16 a 21 para
menores de 55 años, en el caso de Secundaria. En el caso de
Primaria e Infantil proponemos que se hagan unos intervalos,
entre 2-4 horas de diferencia entre uno y otro, para delimitar
jornadas completas o parciales.
- Creación de plantillas estables en cada diócesis, incluyendo
movilidad geográfica, por ejemplo, entre diócesis limítrofes,
cuando sobren profesores en una y falten en la otra.
- Contratación anual renovable automáticamente, con cláusula
resolutoria, si no ha habido causas objetivas para el cese. Y en el
caso de ceses o de no ser propuestos, que la - Administración
valore los méritos, la experiencia docente y los años de servicios a
la misma, para su acceso a las bolsas de trabajo o a la presentación
a concursos y oposiciones.
- Concreción de criterios objetivos y públicos para el acceso y
distribución del profesorado de REL, que consideramos una de las
144
competencias mixtas en la que Iglesia y Administración tendrían
que concretar hasta dónde llega la propuesta del Ordinario y, en el
caso de la Administración como empleadora que es, dónde
comienzan y terminan sus responsabilidades laborales y sociales,
no sólo administrativas.
- Reconocimiento de todos los derechos laborales y profesionales,
entre los que se encuentran nuestro modo de acceso al puesto de
trabajo, que es de acuerdo a unas leyes y unas normas, que
cumplen con el Estado de Derecho, gusten más o gusten menos.
- Aplicación de los acuerdos Consejería-Sindicatos sobre la
estabilidad del personal interino, con una moratoria de dos años,
por ejemplo, manteniendo las mismas condiciones laborales, hasta
que se acuerden nuevas soluciones.
- Aplicación de los convenios sobre el personal laboral a los
profesores de REL.
- Aplicación de la OM del 82, punto 6 sobre la compatibilidad con
otras áreas para completar horarios, que textualmente dice: “No
existirá incompatibilidad académica para la enseñanza de la
Religión y Moral católica y la enseñanza de otras disciplinas por el
mismo profesor, siempre que se cumplan las condiciones
académicas pertinentes. En tal caso, el número de horas de
enseñanza de Religión y Moral católica puede ser completado con
horas de otras disciplinas hasta alcanzar cualquiera de las
dedicaciones normalmente establecidas”.
- Actualizar el convenio del 92 entre la Consejería y las Diócesis
Andaluzas.
- Incorporación del profesorado de REL como personal docente al
convenio colectivo para el personal laboral recogiendo en un
anexo, las peculiaridades del profesorado de Religión y
contemplando, en casos necesarios, fórmulas para jubilaciones
anticipadas a partir de, por ejemplo, los 60 años.
145
VIII. CONCLUSIÓN.
Podemos observar que si nos tomamos en serio nuestra defensa ante las
irregularidades que venimos sufriendo desde hace años, tenemos trabajo para
rato. Cada parte (Iglesia-Administración) debe asumir su responsabilidad y la
parte que le toca en su gestión de nuestra condición de profesores de REL, para
llegar a unos acuerdos que nos den estabilidad y una dignificación de la materia
que por sus contenidos es indiscutiblemente digna. Porque no lo olvidemos: la
dignificación del profesor va unida a la de la materia que imparte, y viceversa.
¿Cómo se puede llegar a esto? En principio dialogando con una actitud
receptiva sin prejuicios ideológicos que, desgraciadamente, parece que es lo que
prima en algunos políticos e instituciones, que, por su falta de voluntad política,
están dificultando que se apliquen soluciones tan razonables como las que
acabo de exponer y que espero ver algún día puestas en práctica.
146
ÍNDICE.
PRESENTACIÓN.............................................................................................. 3
INTRODUCCIÓN............................................................................................ 6
I.
CONFERENCIA: «FUNDAMENTOS PSICOEDUCATIVOS DE
LA ENSEÑANZA RELIGIOSA»......................................................... 9
II.
CONFERENCIA: «LA ENSEÑANZA DE LA RELIGIÓN
CATÓLICA
EN
ESPAÑA:
ALGUNOS
ASPECTOS
FUNDAMENTALES DE SU RÉGIMEN JURÍDICO»..................... 19
III.
COMUNICACIÓN SOBRE LA PRIMERA PROPUESTA DEL
MEC.: «LA OBLIGATORIEDAD DE LA ENSEÑANZA NO
CONFESIONAL EN LAS ASIGNATURAS DE GEOGRAFÍA E
HISTORIA,
FILOSOFÍA
Y
EDUCACIÓN
PARA
LA
CIUDADANÍA»................................................................................... 36
IV.
COMUNICACIÓN SOBRE LA SEGUNDA PROPUESTA DEL
MEC.: «UNA ENSEÑANZA CONFESIONAL DE LAS
RELIGIONES NO EVALUABLE NI COMPUTABLE A EFECTOS
ACADÉMICOS»...................................................................................52
V.
COMUNICACIÓN SOBRE LA TERCERA PROPUESTA DEL
MEC.: «COMPETENCIA DE LOS CENTROS EN LA
ORGANIZACIÓN DE LA ENSEÑANZA CONFESIONAL DE
LAS RELIGIONES».............................................................................. 88
VI.
COMUNICACIÓN SOBRE LA CUARTA PROPUESTA DEL
MEC.: «LA POSIBILIDAD DE LA EXENCIÓN DE LAS
ALTERNATIVAS A LA ENSEÑANZA CONFESIONAL DE LAS
RELIGIONES».................................................................................... 102
VII.
COMUNICACIÓN SOBRE LA QUINTA PROPUESTA DEL
MEC.: «SITUACIÓN DE UN PROFESORADO QUE CARECE
DEL RECONOCIMIENTO OFICIAL DE SU ÁREA DE
CONOCIMIENTO
Y
DEL
ESTATUTO
DE
LOS
TRABAJADORES»............................................................................. 119
147
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