LEY Nº 19638 - Leychile.cl

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Historia de la Ley
Nº 19.638
Establece normas sobre la Constitución Jurídica de las
Iglesias y Organizaciones Religiosas
D. Oficial de 14 octubre, 1999
Téngase presente
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a partir de la información proporcionada por el Sistema de Tramitación de
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ordenados conforme su ocurrencia en cada uno de los trámites del proceso de
formación de la ley, en ambas Cámaras.
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proporcionan información relevante para efectos de la Historia de Ley, como
por ejemplo la cuenta en Sala o la presentación de urgencias.
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Indice
1. Primer Trámite Constitucional: Cámara de Diputados
5
1.1. Mensaje del Ejecutivo
5
1.2. Oficio de Cámara de Origen a Corte Suprema
18
1.3. Informe de Comisión de Derechos Humanos
19
1.4. Discusión en Sala
47
1.5. Nuevo Informe de Comisión de Derechos Humanos
50
1.6. Informe de Comisión Hacienda
63
1.7. Informe de Comisión de Constitución
67
1.8. Discusión en Sala
78
1.9. Segundo Informe de Comisiones de Constitución y
Derechos Humanos, unidas
198
1.10. Discusión en Sala
206
1.11. Oficio de Cámara de Origen a Cámara Revisora
233
2. Segundo Trámite Constitucional: Senado
239
2.1. Oficio de Cámara Revisora a Corte Suprema
239
2.2. Oficio de Corte Suprema a Cámara Revisora
240
2.3. Informe de Comisión Especial
241
2.4. Informe de Comisión de Hacienda
271
2.5. Discusión en Sala
279
2.6. Boletín de Indicaciones
345
2.7. Segundo Informe de Comisión Especial
370
2.8. Informe de Comisión de Constitución
445
2.9. Discusión en Sala
525
2.10. Oficio de Cámara Revisora a Cámara de Origen
602
3. Tercer Trámite Constitucional: Cámara de Diputados
610
3.1. Discusión en Sala
610
4. Trámite Tribunal Constitucional
654
4.1. Oficio de Cámara de Origen al Ejecutivo
654
4.2. Oficio de Tribunal Constitucional a Cámara de Origen
670
5. Publicación de ley en Diario Oficial
663
5.1. Ley N° 19.638
663
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MENSAJE PRESIDENCIAL
1. Primer Trámite Constitucional: Cámara de
Diputados
1.1. Mensaje del Ejecutivo
Mensaje de S.E. El Presidente de la República. Fecha 22 de octubre, 1993.
Cuenta en Sesión 11, Legislatura 327.
MENSAJE DE S.E. EL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA CON EL QUE
INICIA UN PROYECTO DE LEY SOBRE NORMAS ACERCA DE LA
CONSTITUCION JURIDICA Y FUNCIONAMIENTO DE LAS IGLESIAS Y
ORGANIZACIONES RELIGIOSAS
SANTIAGO, octubre 22 de 1993
A S.E. EL PRESIDENTE
DE LA H. CAMARA DE DIPUTADOS.
M E N S A J E Nº 184 - 327/
Honorable Cámara de Diputados:
En nuestro país la libertad de conciencia, la manifestación de las
creencias y el ejercicio libre de todos los cultos están asegurados a todas las
personas conforme lo establece el Artículo 19º, número 6, de la Constitución
Política de la República.
Esta libertad fundamental forma parte de lo que, en doctrina
jurídica y en la legislación internacional, se conoce bajo el nombre de "libertad
religiosa", a la que se considera un derecho humano inalienable.
Así, la libertad religiosa, más allá de ser una preocupación teórica
de jurisconsultos, filósofos, teólogos y otros especialistas, es un derecho que
tiene las más amplias y determinantes expresiones en la vida social y en la
cotidianeidad de las existencias individuales y colectivas.
Este derecho fundamental ha sido reconocido por las legislaciones
internas y por numerosas convenciones y tratados internacionales.
Sin
embargo, se constata que las normas jurídicas con mayor eficacia para
cautelar su respeto son aquellas propias de cada Estado.
De este modo, es necesario que el Estado chileno acoja
anhelos expresados por diversas vertientes religiosas en el sentido
promover y buscar fórmulas jurídicas adecuadas que faciliten el ejercicio
este derecho y se aboquen a la implementación de iniciativas que
perfeccionen legalmente.
los
de
de
lo
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Al hacerlo, el Estado asume con eficacia su rol de agente en
materia de promoción de los derechos garantizados constitucionalmente y
avanza hacia una expresión más perfecta del principio de la "igualdad ante la
ley".
La aplicación del principio de la igualdad ante la ley exige que las
normas jurídicas deban ser iguales para todas las personas que se encuentren
en las mismas circunstancias. Tal igualdad, afirma la jurisprudencia de la
Excma. Corte Suprema, no es obstáculo para que el legislador contemple las
circunstancias especiales que puedan afectar a ciertos sectores y les otorgue
tratamientos diferentes de los que puedan gozar otros. De este modo, el
principio de la igualdad ante la ley debe entenderse en el sentido que quienes
se encuentran en igualdad de condiciones necesitan ser regidos por un mismo
estatuto, el que no necesariamente exige ser igual al que rige respecto de
otros grupos que, dentro de la igualdad básica común, reconocen
especificidades diversas.
El concepto de libertad religiosa y, consiguientemente, el de
libertad de culto, invoca la existencia de, por lo menos, dos niveles en la
autonomía religiosa individual: la no coacción de la conciencia libre, y la
actuación según la propia conciencia dentro de los límites justos. De esta
manera y en el plano legal parece legítimo proponer una legislación adecuada
que garantice y proteja tales libertades religiosa y de culto.
Así, el Estado chileno podrá cumplir su misión que, en este orden
de ideas, tiene que ver con la promoción y ejercicio de los derechos y
libertades ciudadanos que deben ser ejercidos públicamente y, de ningún
modo, en forma secreta. Este cumplimiento lo hace estableciendo normas de
resguardo que garanticen la seriedad legal de las organizaciones y,
particularmente, que eviten las actividades de aquellas que puedan llegar a
atentar contra la unidad del tejido social, la moral, el bien común, las buenas
costumbres y el orden público. Estos resguardos hacen confianza en los
Tribunales de Justicia, a quienes se entrega, en último término, la decisión que
cautela los antedichos valores.
En ejercicio del derecho de petición, las Iglesias Cristianas
Evangélicas y otros grupos religiosos del país, solicitaron al Supremo Gobierno
se abocara al estudio de un nuevo estatuto jurídico que, respecto de la libertad
religiosa, avanzara en la concreción del principio de la igualdad ante la ley,
teniendo en especial consideración los contenidos de las libertades de
conciencia, de creencia, y de culto, al tenor de lo dispuesto en la normativa
constitucional.
En la oportunidad, entre otras argumentaciones, se planteó la
inconveniencia de que a estas entidades se les otorgara personalidad jurídica
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en tanto corporaciones de derecho privado, regidas por el D.S. 110, de 1979,
del Ministerio de Justicia. Este estatuto legal, desde una perspectiva de estricto
derecho, por una parte, definiría más un acto de "tolerancia religiosa" que uno
de "libertad religiosa", y, por otra, al hacer depender de la autoridad
administrativa la concesión del beneficio de la personalidad jurídica, estaría
lesionando el principio de "separación entre Iglesia y Estado", que consagra
nuestra Carta Fundamental.
Consciente de la justicia del anhelo expresado por estos sectores
sociales, por Decreto Nº 332, de 1º de junio de 1992, de Interior se dispuso la
creación de una Comisión Especial para asesorar al Gobierno en el estudio y
redacción de un proyecto de ley relativo a estas materias, cuyas conclusiones
contribuyeron, de manera importante, a dar forma al texto del proyecto de ley
que se somete a consideración del H. Congreso Nacional.
Una constatación del estatuto jurídico vigente respecto de las
entidades religiosas de que se trata, revela que, hasta hoy, están sujetas, en
relación a su organización, a las disposiciones del derecho común, habida
consideración de la inexistencia de normas especiales que rigieran al momento
de su constitución y en los inicios de su funcionamiento. Parece obvio que
estas circunstancias no se avienen con la naturaleza y características propias
de sus fines espirituales y de bien común. Por otra parte, su actual estatuto
legal entraba el ejercicio de los derechos protegidos por las antes citadas
garantías constitucionales.
Sin perjuicio que las Iglesias Cristianas Evangélicas han sido
impulsoras de la idea de legislar sobre esta materia se ha concluído que un
mejor acercamiento a la igualdad ante la ley exige legislar en términos más
amplios, por lo que el texto que se propone lo hace respecto de "Iglesias y
Organizaciones Religiosas". La cuestión fundamental se dirige a las entidades
religiosas que, sujetas jurídicamente al D.S. 110, de 1979, del Ministerio de
Justicia, han pedido que su personalidad jurídica sea reconocida por la ley.
Nuestra convicción es que un proyecto de ley como éste responde
a criterios de justicia e igualdad y hace realidad un mandato constitucional, al
cual complementa y explicita.
El presente Mensaje propone legislar acerca de: "Normas sobre
constitución jurídica y funcionamiento de las Iglesias y Organizaciones
Religiosas" y en lo sustancial, los contenidos del proyecto se organizan en:
veintidos artículos permanentes y dos artículos transitorios, estructurados en
seis títulos. Estos se refieren a la obtención de la personalidad jurídica, a
materias estatutarias, a situaciones patrimoniales, a exenciones, a los
Ministros del Culto, y a las actividades pastorales y lugares de Culto.
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MENSAJE PRESIDENCIAL
En mérito de lo expuesto precedentemente someto a la
consideración del H. Congreso Nacional, para ser tratado en la actual
Legislatura Extraordinaria de Sesiones, el siguiente
PROYECTO DE LEY:
"ARTICULO 1º.Para los efectos de esta ley, se entiende
por Iglesia u Organización Religiosa, la entidad formada por personas naturales
que profesan una determinada fe, la practican, enseñan y difunden. Se
incluyen en esta denominación especialmente las Iglesias Cristianas
Evangélicas que, en el ejercicio de las libertades de conciencia y culto, se
organizan con personalidad jurídica para el cumplimiento de los fines que les
son propios.
Toda vez que esta ley emplee el término "entidad", se está
refiriendo a "Iglesias u Organizaciones Religiosas".
La obtención de personalidad jurídica para las Iglesias y
organizaciones religiosas, como asimismo el reconocimiento de sus derechos,
funcionamiento y disolución, se regirá por las disposiciones que se establecen
en la presente ley y en el Reglamento que al efecto se dicte.
La afiliación a una determinada Iglesia o a una organización
del mismo carácter, es un acto voluntario y personal, pudiendo sus
integrantes, en cualquier momento, desafiliarse, de ellas. Su ingreso estará
sujeto a los requisitos y procedimientos que señalen sus propios estatutos.
Sólo se podrá pertenecer, en forma simultánea, a una de las entidades que
contempla la presente ley.
Las normas de esta ley no serán aplicables a las personas
jurídicas a que se refiere el inciso 2º del artículo 547, del Código Civil.
TITULO I
DE LA OBTENCION DE LA PERSONALIDAD JURIDICA
ARTICULO 2º.Las entidades a que se refiere el artículo
anterior, tendrán el derecho a constituirse legalmente como Iglesia u
Organización Religiosa sin necesidad de autorización previa. Ellas gozarán de
personalidad jurídica por el solo hecho de publicar en el Diario Oficial el
certificado emitido por el Ministerio de Justicia, al que se refiere el artículo
tercero.
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Estas entidades podrán constituirse por escritura pública o
por instrumento privado suscrito ante notario por sus miembros, reducido a
escritura pública o protocolizado, en que se contenga el acta de constitución y
los estatutos que las regirán.
Las respectivas entidades deberán depositar el instrumento
de constitución en dos ejemplares en la Secretaría Regional Ministerial de
Justicia, correspondiente a su domicilio.
Recibido el depósito, se remitirá uno de los ejemplares al
Ministerio de Justicia, requiriendo la incorporación pertinente en el Registro
Nacional de Iglesias y Organizaciones Religiosas que se establece en el artículo
siguiente.
El referido depósito en la Secretaría Regional Ministerial, se
efectuará dentro de los 60 días siguientes a la fecha del acta. Si no se realizare
dentro de este plazo, deberá procederse nuevamente en la forma establecida
precedentemente.
Recibido por el Ministerio de Justicia un
ARTICULO 3º.ejemplar del acta constitutiva y de los estatutos, se procederá a inscribir la
entidad en el Registro Nacional de Iglesias y Organizaciones Religiosas,
asignándosele un número de registro, del que se dejará constancia en un
certificado otorgado por el Ministerio que firmado, además, por el Secretario
Regional Ministerial del domicilio de los solicitantes, se publicará a costa de la
entidad respectiva, por una sola vez en el Diario Oficial. Esta publicación se
efectuará los días 7 o 25 de cada mes, o el día siguiente hábil si éstos no lo
fueren. El certificado contendrá las menciones que señale el Reglamento.
ARTICULO 4º.El Ministerio y las Secretarías Regionales
Ministeriales de Justicia dispondrán de un plazo de 60 días, contado desde la
fecha de la publicación aludida, para formular las observaciones a la
constitución legal de la Iglesia u Organización. Dichas observaciones
procederán si faltare cumplir requisitos para constituirla, si sus estatutos no se
ajustaren a lo prescrito por esta ley, o si sus objetivos fueren contrarios a lo
previsto en el inciso primero del numeral 6 del Artículo 19º de la Constitución
Política de la República.
Si no se formularen reparos en el referido plazo se
entenderá que la constitución y estatutos de la Iglesia u Organización se
encuentran conforme a la ley.
Las observaciones formuladas por el Ministerio o las
Secretarías Regionales Ministeriales, se pondrán en conocimiento de la entidad
afectada, la que dentro del plazo de 60 días, deberá subsanar los reparos
planteados. De no subsanarse los reparos dentro de este plazo, mediante
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resolución fundada dictada al efecto, el Secretario Regional Ministerial
respectivo dispondrá la cancelación de la inscripción de la entidad, oficiando al
Ministerio de Justicia, produciéndose por este acto la extinción de la
personalidad jurídica de la misma. De esta resolución podrá reclamarse ante el
Juez de Letras civil de turno de la ciudad capital de la región en que la
institución tenga su domicilio.
La reclamación a que se refiere el inciso anterior, deberá
interponerse ante el Tribunal competente dentro del plazo de 30 días, contado
desde la fecha en que se notifique la resolución a la institución afectada.
El Tribunal deberá requerir a la Secretaría Regional
Ministerial respectiva los antecedentes que motivaron la resolución, la cual
deberá remitirlos dentro del plazo de 20 días.
Vencido este plazo, con dichos antecedentes o sin ellos, el
Tribunal deberá pronunciarse, sin forma de juicio, dentro del plazo de 20 días.
En contra de esta resolución procederá el recurso de apelación.
Si la sentencia rechazare total o parcialmente la
reclamación, la entidad afectada dispondrá de 15 días para subsanar las
observaciones que originaron el reclamo. Si no lo hiciere, vencido el plazo se
entenderá extinguida su personalidad jurídica para todos los efectos legales.
Si fuere acogido el reclamo, la sentencia será notificada a la
Secretaría Regional Ministerial respectiva, la que dispondrá la reincorporación
de la entidad al Registro Nacional.
En caso de extinción de la personalidad jurídica los
miembros del Directorio responderán solidariamente por las obligaciones que la
institución haya contraído en el tiempo intermedio.
ARTICULO 5º.Cualquier tercero que tenga interés o a
quién los estatutos de la entidad irrogaren perjuicio dispondrá de un plazo de
30 días contado desde la publicación del certificado a que se refiere el artículo
tercero, para formular sus reclamos u observaciones en los términos del inciso
primero del artículo anterior, lo que deberá hacerse ante el Juez de Letras Civil
de Turno de la ciudad capital de la región en que la entidad, respecto de, la
cual se reclama, tenga su domicilio.
Interpuesto el reclamo, el Tribunal pedirá informe a la
entidad afectada y a la Secretaría Regional Ministerial respectiva, los que
deberán evacuarlos dentro del plazo de 15 días.
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Vencido este plazo, con dichos antecedentes o sin ellos, el
Tribunal deberá pronunciarse, sin forma de juicio, dentro del plazo de 20 días.
En contra de esta resolución procederá el recurso de apelación.
Si la sentencia acogiere total o parcialmente la reclamación,
la entidad afectada dispondrá del plazo de 15 días para subsanar las
observaciones que originaron el reclamo. Si no lo hiciere, vencido el plazo, el
Tribunal declarará extinguida su personalidad jurídica para todos los efectos
legales, notificando a la Secretaría Regional Ministerial respectiva, la que
dispondrá la eliminación de la entidad del Registro Nacional, rigiendo en este
caso lo dispuesto en el inciso final del artículo anterior.
ARTICULO 6º.En el Registro Nacional de Iglesias y
Organizaciones Religiosas, a que se refieren los artículos tercero y cuarto, se
inscribirán todas las Iglesias y Organizaciones Religiosas constituidas de
conformidad con esta ley, y se mantendrán actualizados sus antecedentes, en
la forma que señale el Reglamento.
Todas las actuaciones que se efectúen ante el Registro
Nacional de Iglesias y Organizaciones Religiosas estarán exentas del pago de
derechos e impuestos.
Las entidades religiosas que hayan
ARTICULO 7º.obtenido personalidad jurídica en el extranjero deberán, para desarrollar
actividades en Chile, cumplir los requisitos y formalidades establecidos en la
presente ley. Así constituidas tendrán los derechos y obligaciones establecidos
en el presente texto legal.
ARTICULO 8º.El Ministerio de Justicia, las Secretarías
Regionales Ministeriales de Justicia o terceros interesados podrán, en cualquier
tiempo, demandar la extinción de la personalidad jurídica de una entidad
constituida al amparo de la presente ley, cuando pudiera, fundadamente,
sostener que ha existido incumplimiento grave de sus estatutos o que ha
vulnerado lo establecido en el inciso 1º, del numeral 6, del artículo 19 de la
Constitución Política de la República.
Esta demanda se tramitará con arreglo al procedimiento
sumario contenido en el Título XI, del Libro III, del Código de Procedimiento
Civil, siendo competente para conocer de ella el Juez de Letras Civil de turno
de la ciudad capital de la Región en que la entidad demandada tenga su
domicilio, pudiendo solicitarse informes a las entidades públicas o privadas que
el Juez estime necesarios. Cuando la demanda fuera interpuesta por terceros
interesados, será siempre necesario oír al Ministerio de Justicia o a la
Secretaría Regional Ministerial respectiva.
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Todas las resoluciones ejecutoriadas, de cualquier
naturaleza, sean administrativas o judiciales, que afecten a una entidad
constituida de conformidad a la presente ley, deberán ser puestas en
conocimiento de la Secretaría Regional Ministerial de Justicia de su domicilio,
para los efectos de las anotaciones que fueren procedentes de conformidad al
Reglamento.
TITULO II
DE LOS ESTATUTOS
ARTICULO 9º.Las Iglesias y Organizaciones a que se
refiere esta ley, se constituirán legalmente como corporaciones, pudiendo
asociarse, federarse, confederarse y fusionarse entre ellas.
Estas entidades no podrán tener por nombre uno igual al de
otra ya inscrita en conformidad a esta ley o al de una constituida de acuerdo
con las disposiciones que se indican en el inciso siguiente.
En todo lo no previsto en la presente ley, respecto de estas
entidades se estará a las disposiciones del Título XXXIII del Libro I del Código
Civil.
ARTICULO 10º.- El acta de constitución de las entidades
religiosas regidas por la presente ley, deberá ser suscrita por, a lo menos,
doscientas personas mayores de edad que no se encuentren actualmente
procesadas o cumpliendo condena por crímenes o simples delitos.
Los estatutos de esta clase
contemplar, como mínimo, las normas siguientes:
a)
de
entidades
deberán
El nombre, domicilio y duración de la entidad;
b)
Bases doctrinales de la entidad al tenor del artículo
primero de la presente ley.
c)
Los fines que se propone.
d)
Los medios económicos de que dispondrá para la
realización de sus fines.
e)
Las categorías de miembros, sus derechos y
obligaciones, las condiciones de incorporación y la forma y motivo de exclusión
y demás medidas disciplinarias;
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f)
Los órganos de administración, ejecución, control y
disciplinarios, sus atribuciones, el número de miembros que los componen,
como asimismo la denominación, deberes, atribuciones y responsabilidades de
sus autoridades y representantes legales;
g)
Las disposiciones relativas a su reforma y disolución,
debiendo indicarse la institución sin fines de lucro a la que serán traspasados
sus bienes en este último caso.
Si se omitiere esta designación, los bienes pasarán a la
entidad que figure inscrita con el número inmediatamente anterior en el
Registro Nacional de Iglesias y Organizaciones Religiosas.
ARTICULO 11º.- Las entidades religiosas, podrán decidir
su disolución o modificar sus estatutos por acuerdo adoptado por los dos
tercios de los miembros activos de ella, en presencia de Notario u Oficial de
Registro Civil. El acuerdo respectivo, reducido a escritura pública, deberá
anotarse al margen de la inscripción respectiva en el Registro Nacional a que
se refiere el artículo sexto, dentro del plazo de 60 días contado desde la fecha
de la celebración de la Asamblea General Extraordinaria que las haya
acordado. La certificación de la anotación marginal, será publicada en los
términos establecidos en el artículo tercero.
El Ministerio de Justicia, las Secretarías Regionales
Ministeriales de Justicia y los terceros que tengan interés, podrán formular
observaciones y/o reclamos, todo ello de conformidad a lo establecido en los
artículos cuarto y quinto de la presente ley.
TITULO III
DEL PATRIMONIO
ARTICULO 12º.- El patrimonio de las corporaciones
religiosas estará compuesto por las cuotas o aportes ordinarios o
extraordinarios de sus miembros, por las ofrendas que éstos efectúen, por las
donaciones entre vivos o asignaciones por causa de muerte que se les
hicieren; por el producto de sus bienes o servicios; y por las demás formas que
prevean los estatutos.
El patrimonio de las Iglesias y Organizaciones Religiosas
pertenecerá a ellas y no se podrá distribuir, en caso alguno, entre sus
miembros directivos, o integrantes ni aún en el evento de su disolución.
Para enajenar o gravar bienes raíces será necesario acuerdo
de Asamblea Extraordinaria, convocada especialmente al efecto, debiendo
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adoptarse el acuerdo respectivo con el voto conforme de dos tercios de los
miembros activos de la Corporación.
TITULO IV
DE LAS EXENCIONES
ARTICULO 13º.Las iglesias y organizaciones regidas por
la presente ley, gozarán de los mismos derechos, exenciones y beneficios
tributarios que las leyes y reglamentos vigentes, otorguen y reconozcan a
otras confesiones e instituciones religiosas existentes en el país.
Los templos y dependencias de propiedad de las entidades
regidas por la presente ley, destinados exclusivamente al servicio del culto
religioso, estarán exentos de toda clase de contribuciones.
ARTICULO 14º.- Las donaciones y asignaciones que
reciban las entidades a que se refiere esta ley, que tengan por objeto la
construcción o reparación de templos destinados al servicio del culto o para el
mantenimiento del mismo culto, quedarán exentas del impuesto establecido en
la Ley Nº 16.271.
TITULO V
DE LOS MINISTROS DEL CULTO
ARTICULO 15º.- Se reconoce la calidad de
Culto o Pastores de las Iglesias a que se refiere esta ley, a
naturales que se dediquen en forma estable y permanente a las
culto o de asistencia religiosa. Esta calidad será certificada por
iglesia en la forma que señale su estatuto.
Ministros del
las personas
funciones del
la respectiva
Las designaciones de Ministros o Pastores, en los casos que
vayan a desarrollar su ministerio pastoral en Servicios o Instituciones Públicos
o Privados ajenos a la entidad, deberán, para los efectos de que se les faciliten
sus actividades, inscribirse en un Registro Especial que al efecto llevará la
Secretaría Regional Ministerial de Justicia respectiva. Esta emitirá una
credencial que acredite el hecho de la inscripción en el aludido Registro
Especial, todo ello de conformidad al Reglamento. Esta credencial tendrá una
vigencia de dos años.
A dichos Ministros o Pastores les serán aplicables las
disposiciones contempladas en los artículos 201 Nº 2 del Código de
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MENSAJE PRESIDENCIAL
Procedimiento Penal, 360 Nº 1, 361 Nº 1 y 362, del Código de Procedimiento
Civil.
Para los efectos del art. 361 Nº 1, del Código de
Procedimiento Civil, se entenderá que los Ministros no estarán obligados a
concurrir a la audiencia, sólo cuando se trata de hechos ocurridos dentro del
territorio de la comuna donde se encuentra ubicado el templo en el que ofician
regularmente.
ARTICULO 16º.- A los Ministros del Culto o Pastores a que
se refiere esta ley, les será aplicable lo dispuesto en el artículo 17 Nº 6 del
Decreto Ley Nº 2.306 del año 1978.
Se considerará que dan derecho a postergación o
suspensión del Servicio Militar Obligatorio, los estudios que se cursen en los
seminarios e institutos religiosos de las entidades a que se refiere esta ley.
ARTICULO 17º.- A los Ministros del Culto o Pastores, que
desarrollen solamente actividades de asistencia religiosa para las Iglesias a
que se refiere la presente ley, no les serán aplicables el Código del Trabajo y
sus leyes complementarias, sin perjuicio de que pueda considerárseles como
trabajadores independientes para efectos previsionales.
Los Ministros del Culto o Pastores que no tengan otros
sistemas previsionales se entenderán clasificados en el Grupo B del artículo 29
de la Ley Nº 18.469 para los efectos del Régimen de Prestaciones de Salud.
TITULO VI
DE LAS ACTIVIDADES PASTORALES Y LUGARES DE CULTO
ARTICULO 18º.- Los cultos y celebraciones litúrgicas, así
como las asambleas y reuniones generales de las entidades a que se refiere la
presente ley, serán siempre públicas no pudiendo, bajo ninguna circunstancia
tener el carácter de secretas. Los terceros que, eventualmente, asistieren a
estas actividades no podrán intervenir en ellas y quedarán obligados a respetar
las formas del culto, celebración o reunión, la persona de los asistentes y el
recinto en que se realiza.
ARTICULO 19º.- Todas las personas que profesen una
determinada fe y que sean miembros de las Fuerzas Armadas, de Orden y de
Gendarmería, podrán participar en los cultos y actividades propias de su fe,
previa autorización de sus respectivas jefaturas, las que procurarán hacerlas
compatibles con las necesidades del servicio, facilitando, en la medida de lo
posible, los lugares y medios más adecuados para su desarrollo.
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MENSAJE PRESIDENCIAL
La asistencia religiosa a los miembros de las Instituciones
señaladas precedentemente, será otorgada por Ministros del Culto designados
por las Iglesias a que se refiere esta ley, debidamente autorizados por las
respectivas instituciones.
ARTICULO 20º.- Las Iglesias y Organizaciones Religiosas
a que se refiere esta ley, podrán ejercer el derecho a la asistencia religiosa en
centros o establecimientos, penitenciarios, hospitalarios, asistenciales,
educacionales y otros análogos del sector público, la que será proporcionada
por los Ministros o Pastores que designen aquellas, los que deberán contar con
la autorización de los responsables de los centros o establecimientos públicos
correspondientes.
La asistencia religiosa se prestará con el debido respeto al
principio de libertad religiosa y con la observancia de las normas de
organización y régimen interno de los centros o establecimientos públicos
respectivos.
ARTICULO 21º.- Son lugares de culto de las Iglesias
regidas por esta ley, los edificios o locales que estén destinados en forma
estable a las celebraciones litúrgicas.
Los lugares de culto, así definidos, gozarán de inviolabilidad
en los términos establecidos en las leyes vigentes.
ARTICULO 22º.- Los crímenes y simples delitos descritos
en el párrafo 2º del Título III del Libro II del Código Penal, serán plenamente
aplicables a los cultos y ministros o pastores de las Iglesias a que se refiere la
presente ley.
DISPOSICIONES TRANSITORIAS
ARTICULO PRIMERO TRANSITORIO: Las
instituciones
actualmente existentes que persigan fines similares a los establecido en el
artículo primero de esta ley, y que se encuentren constituidas como
corporaciones de derecho privado, sin fines de lucro, de conformidad con las
disposiciones del Libro I, Título XXXIII del Código Civil y su Reglamento,
podrán en cualquier tiempo acogerse al presente cuerpo legal, adecuando sus
estatutos a las disposiciones en él contenidas. Para estos efectos se seguirá el
procedimiento señalado en esta ley, considerándose como instrumento
constitutivo, el acta que contenga la reforma de los estatutos de la institución
solicitante.
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MENSAJE PRESIDENCIAL
ARTICULO SEGUNDO TRANSITORIO: La presente ley regirá
180 días después de su publicación en el Diario Oficial.".
Dios guarde a V.E.,
PATRICIO AYLWIN AZOCAR
Presidente de la República
ENRIQUE KRAUSS RUSQUE
Ministro del Interior
ALEJANDRO FOXLEY RIOSECO
Ministro de Hacienda
FRANCISCO CUMPLIDO CERECEDA
Ministro de Justicia
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OFICIO A CORTE SUPREMA
1.2. Oficio de Cámara de Origen a Corte Suprema
Oficio de Consulta. Fecha 02 de noviembre, 1993.
Oficio Nº 1439
A S.E. EL PRESIDENTE
DE LA EXCMA. CORTE SUPREMA
VALPARAISO, 2 de noviembre de 1993.
En conformidad con lo dispuesto en el inciso segundo del artículo 74 de la
Constitución Política de la República, en relación con el artículo 16 de la ley N°
18.918, Orgánica Constitucional del Congreso Nacional, tengo a honra remitir a
esa Excma. Corte Suprema copia del proyecto sobre constitución jurídica y
funcionamiento de las iglesias y organizaciones religiosas (boletín N° 1111-07),
iniciado en Mensaje, que incide en materias relacionadas con las atribuciones
de los Tribunales de Justicia.
Dios guarde a V.E.
JORGE MOLINA VALDIVIESO
Presidente de la Cámara de Diputados
CARLOS LOYOLA OPAZO
Secretario de la Cámara de Diputados
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INFORME COMISIÓN DERECHOS HUMANOS
1.3. Informe de Comisión de Derechos Humanos
Cámara de Diputados. Fecha 09 de agosto, 1995. Cuenta en Sesión 33.
Legislatura 331.
BOLETÍN Nº 1111-07
INFORME DE LA COMISIÓN DE DERECHOS HUMANOS, NACIONALIDAD
Y CIUDADANÍA, SOBRE EL PROYECTO QUE ESTABLECE NORMAS
ACERCA DE LA CONSTITUCIÓN JURÍDICA Y FUNCIONAMIENTO DE LAS
IGLESIAS Y ORGANIZACIONES RELIGIOSAS.
________________________________________________________
HONORABLE CÁMARA:
La
Comisión
de
Derechos
Humanos,
Nacionalidad y Ciudadanía emite su primer informe sobre el proyecto de ley
individualizado en el epígrafe, iniciado en su primer trámite constitucional por
Mensaje de S.E. el Presidente de la República.
Durante la discusión fueron escuchadas las
opiniones de representantes de las Iglesias Evangélicas señores Helmuth
Gnadt Vitalis, Ricardo Ramírez Loaus, Hermes Canales Guevara, Juan Alberto
Rabath, Jorge Uribe Tapia, Manuel Covarrubias Lagos, Gerardo Vásquez
Vásquez, Humberto Ulloa Cerda y Francisco Anabalón. También fueron
escuchados los representantes de la Fe Bahi, señores Sergio Aparicio Caro,
Alejandro Reid O., Fernando Abarca O. y Hamid Dehghan Manshadi.
Representando a la Iglesia Católica concurrieron los presbíteros Fernando
Retamal Fuentes y Juan Ignacio González Errázuriz y el señor abogado don
Jorge Kindermann.
Participaron también en el debate del despacho del
proyecto, el ex Ministro del Interior, don Germán Correa Díaz; los asesores de
ese mismo Ministerio, señores Humberto Lagos, Gustavo Villalobos y Mauricio
Decap. Asistieron además los Diputados no miembros de la Comisión señores
Sergio Elgueta Barrientos, Francisco Huenchumilla Jaramillo, Pedro Muñoz
Aburto, José Miguel Ortíz Novoa, Fanny Pollarolo Villa, Edmundo Salas de la
Fuente, Rodolfo Seguel Molina y Eugenio Tuma Zedán.
ANTECEDENTES GENERALES
De un tiempo a esta parte se venía
representando crecientemente el anhelo manifestado por diversos grupos
religiosos, de promover y buscar fórmulas jurídicas que facilitaran el ejercicio
del derecho a la libertad religiosa que se estimaba de alguna manera
restringido o dificultado.
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Estaba claro que la libertad de conciencia, la
manifestación de las creencias y el ejercicio libre de todos los cultos se
encontraba
suficientemente
garantizado
por
nuestro
ordenamiento
institucional, de atenernos a lo que prescribe el Nº 6 del artículo 19 de la
Constitución Política de la República, que al efecto dispone:
Artículo 19.- La Constitución asegura a todas las personas: 6º.- La
libertad de conciencia, la manifestación de todas las creencias y el
ejercicio libre de todos los cultos que no se opongan a la moral, a las
buenas costumbres o al orden público”.
“Las confesiones religiosas podrán erigir y
conservar templos y sus dependencias bajo las condiciones de
seguridad e higiene fijadas por las leyes y ordenanzas.
“Las
iglesias,
las
confesiones
e
instituciones religiosas de cualquier culto tendrán los derechos que
otorgan y reconocen, con respecto a los bienes, las leyes actualmente
en vigor. Los templos y sus dependencias destinados exclusivamente
al servicio de un culto, estarán exentos de toda clase de
contribuciones.”.
Casi en idéntica forma establecía esta garantía
la Constitución de 1925, en el Nº2º de su artículo 10.
Esta libertad, que en el conjunto de sus
manifestaciones constituye lo que en doctrina se reconoce como la “libertad
religiosa”, es considerada un derecho humano inalienable, y así está
consagrada en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en su
artículo XVIII, que dice:
“Todo hombre tiene derecho a la libertad
de pensamiento, conciencia y religión. Este derecho incluye la libertad
de cambiar de religión o creencia y la libertad de manifestar esa
religión o creencia a través de la enseñanza, la práctica, el culto y las
observancias, aislada o colectivamente, en público o en particular.”
La Declaración de la V Asamblea del Consejo
Mundial de Iglesias, celebrada en Nairobi, en 1975, expresó que “El derecho a
la libertad religiosa está consagrado en la mayoría de las constituciones como
un derecho humano básico. La libertad de religión significa la libertad de tener
o adoptar una religión o creencia de gusto propio, así como la libertad de
manifestar esa religión o creencia a través del culto, de la observancia, de la
práctica y de la enseñanza, ya sea individualmente o en comunidad con otros,
tanto en público como en particular. La libertad religiosa debe incluir el
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derecho y el deber que los grupos religiosos tienen de criticar los poderes
gobernantes cuando sea necesario, de acuerdo con sus convicciones
religiosas.”
Su Santidad Juan XXIII, en la encíclica Pacem in
Terris, señala a este respecto:
“Todo ser humano tiene derecho a la libertad en
la búsqueda de la verdad y, dentro de los límites del orden moral y del bien
común, a la libertad en la manifestación y difusión del pensamiento...
Pertenece igualmente a los derechos de la persona la libertad de dar culto a
Dios, de acuerdo con los rectos dictámenes de la propia conciencia y de
profesar la religión privada y públicamente.”.
Por ello el Mensaje de S.E.: el Presidente de la
República expresa que “la libertad religiosa, más allá de ser una preocupación
teórica de jurisconsultos, filósofos, teólogos y otros especialistas, es un
derecho que tiene las más amplias y determinantes expresiones en la vida
social y en la cotidianeidad de las existencias individuales y colectivas.”
Así reconocido este derecho, el Supremo
Gobierno, acogiendo proposiciones y peticiones de las Iglesias Cristianas
Evangélicas y de otros grupos religiosos del país, dispuso por Decreto Nº 332,
de Interior, de 1º de junio de 1992, la creación de una Comisión Especial que
lo asesorara en el estudio y redacción de un proyecto de ley, relacionado con
estas materias.
Entre las conclusiones del estudio realizado por
la referida Comisión, se constató que el estatuto jurídico vigente respecto de
las entidades religiosas, en relación a su organización, las sujetaba a las
disposiciones del derecho común, pues no existían normas especiales que
regularan su constitución y funcionamiento. Reconoce el Mensaje que es
evidente que esta asimilación legal, no se aviene con la naturaleza y
características propias de sus fines espirituales y de bien común y dificulta el
ejercicio de los derechos protegidos por la garantía constitucional a que hemos
hecho referencia.
Por otra parte, se asume que el otorgamiento de
la personalidad jurídica, en este caso, no es una concesión graciosa del Estado,
sino el reconocimiento de la autoridad de un derecho preexistente, derivado de
la concurrencia del derecho de asociación y del derecho a la libertad religiosa.
La circunstancia de que la personalidad jurídica
de las iglesias se otorgue, hasta ahora, en tanto corporaciones de derecho
privado en virtud del Decreto Supremo Nº110, de 1979, del Ministerio de
Justicia, se estima tanto por el proponente de esta iniciativa legal como por los
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afectados, desde una perspectiva de estricto derecho, más como un acto de
mera “tolerancia religiosa” que como uno de “libertad religiosa”.
Además, al hacer depender de la autoridad
administrativa la concesión del beneficio de la personalidad jurídica, se estaría
lesionando el principio de “separación entre Iglesia y Estado”, que formula
nuestra Constitución Política.
El proyecto propuesto por el Ejecutivo, al
abocarse a la formulación de un nuevo estatuto jurídico, avanza en la
concreción del principio de igualdad ante la ley en materia de libertad religiosa,
y así se expresa en el Mensaje.
En el debate habido en la Comisión, donde
fueron escuchadas las opiniones de las más diversas vertientes religiosas, se
destacó por sus representantes, la importancia que revestía la formulación de
este proyecto, por el hecho de que el fenómeno religioso es tratado por
primera vez en su globalidad en la historia legislativa de Chile, y que se analiza
el factor religioso de manera unitaria.
En esta parte del informe se omite la relación de
otros diferentes argumentos de orden histórico, doctrinario, jurisprudencial y
hasta teológico expuestos por los representantes de las diversas confesiones o
denominaciones religiosas, que van más allá de los aspectos abordados por los
preceptos que propone la iniciativa legal en análisis. Hay constancia de ellos en
las actas de la Comisión. Sólo serán mencionados cuando corresponda, en el
capítulo sobre el debate del proyecto, y en lo pertinente a la proposición o
artículo respectivo.
IDEAS MATRICES Y DESCRIPCIÓN DEL PROYECTO.
El proyecto tiene por finalidad fundamental,
regular la constitución jurídica y funcionamiento de las iglesias y
organizaciones religiosas y disponer que, para tal efecto, quedan sometidas a
sus disposiciones.
El artículo 1º determina qué se entiende por
Iglesia u Organización Religiosa; señala su sometimiento a esta ley; define lo
que se entiende por “afiliación” a una iglesia, y excluye de esta ley a las
personas jurídicas a que se refiere el inciso segundo del artículo 547 del Código
Civil.
En seguida el proyecto está organizado en siete
títulos (uno agregado al mensaje por indicación del propio Ejecutivo), y en 26
artículos permanentes y 2 transitorios.
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El Título I se refiere a la obtención de la
personalidad jurídica.
Es el más extenso del proyecto y contiene una
normativa detallada de los siguientes aspectos:
1)
Reconoce
el
legalmente sin necesidad de autorización previa.
derecho
a
constituirse
2) Señala el procedimiento de constitución y
depósito de los estatutos, lo que se hace en la Intendencia Regional
correspondiente al domicilio de la iglesia y se remite al Ministerio de Justicia,
donde se inscribe en el Registro Nacional de Iglesias.
3) Establece un Registro Regional de Iglesias y
Organizaciones Religiosas el que certifica la constitución de la entidad,
certificado que se publica en el Diario Oficial.
4) Otorga a la Intendencia Regional un plazo de
60 días para formular observaciones a la constitución legal, e igual plazo a la
entidad para subsanar los reparos, bajo sanción de cancelación de la
inscripción.
5) Las reclamaciones por la cancelación de la
inscripción resuelta por la Intendencia Regional, podrán llevarse ante el Juez
de Letras Civil de turno de la ciudad capital de la región respectiva. La
resolución del tribunal es apelable. Aun después de la sentencia la entidad
interesada podrá subsanar las observaciones que originaron el reclamo,
evitando la extinción de su personalidad jurídica.
6) También un tercero a quien los estatutos de
la entidad irrogaren perjuicio, podrá reclamar y la ley señala el procedimiento
para hacerlo.
7) Se regula el establecimiento de entidades
religiosas que hayan obtenido su personalidad jurídica en el extranjero y
deseen establecerse en Chile. (artículo 7º).
8) Se permite demandar la extinción de la
personalidad jurídica de una iglesia constituida al amparo de esta ley, para
cuyo efecto se establece el procedimiento en el artículo 8º.
El Título II, denominado “De los Estatutos”, se
refiere a las siguientes materias:
1) El acta de constitución deberá ser suscrita
por, a lo menos, 200 personas mayores de edad que no se encuentren
procesadas ni condenadas por crímenes o simples delitos.
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2) Se faculta a las Iglesias para asociarse,
federarse, confederarse y fusionarse entre ellas. Se evitará repetir el nombre
de una entidad ya inscrita;
3) Se exige que los estatutos contemplen, como
mínimo las siguientes menciones: a) el nombre, domicilio y duración de la
entidad; b) sus bases doctrinales; c) los fines que se propone; d) los medios
económicos de que dispondrá para sus fines; e) las categorías de miembros,
sus derechos y obligaciones, su incorporación, su exclusión y medidas
disciplinarias; f) los órganos de administración y sus respectivas atribuciones,
deberes y responsabilidades; g) la manera de reformar sus estatutos y
proceder a su disolución, y h) el destino de los bienes al disolverse.
El Título III “Del Patrimonio”, consta de un
artículo, el Nº 12, que se refiere a la composición del mismo y que puede
consistir en cuotas, aportes, ofrendas o donaciones. Este patrimonio no se
podrá distribuir entre los miembros directivos ni los integrantes de la entidad.
El Título IV, “De las exenciones” consta de los
artículos 13 y 14.- Establece que gozarán de los mismos derechos, exenciones
y beneficios tributarios que se otorguen y reconozcan a otras confesiones e
instituciones religiosas existentes en el país.
Exime de toda clase de
contribuciones a los templos y dependencias destinados exclusivamente al
servicio del culto religioso.
Por último, exime del impuesto aplicable a las
herencias, asignaciones y donaciones establecido en la ley 16.271, a aquellas
que reciben estas entidades religiosas para la construcción o reparación de
templos destinados al servicio del culto.
El Título V, “De los Ministros del Culto” consta de
tres artículos.
Se reconoce como Ministros del Culto o Pastores
de las Iglesias a que se refiere esta ley, a las personas que se dediquen en
forma estable y permanente a las funciones del culto o asistencia religiosa.
Esta calidad será certificada por la respectiva iglesia. Habrá un registro
especial en la Intendencia Regional para inscribir a quienes desempeñen su
ministerio pastoral en servicios o instituciones públicos o privados, con el fin
de facilitarles sus actividades.
No estarán obligados a declarar en causa
criminal o civil amparados en el secreto profesional o ministerial, en los
términos establecidos en el Nº2 del artículo 201 del Código de Procedimiento
Penal y en el Nº1 del artículo 360 del Código de Procedimiento Civil.
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Tampoco estarán obligados, estos ministros del
culto, a concurrir a declarar a la audiencia que señale el tribunal y se les
tomará declaración en su morada, pues este proyecto les hace aplicables lo
dispuesto en el Nº1 del artículo 361 y en el artículo 362 del Código de
Procedimiento Civil, siempre que se trate de hechos ocurridos dentro de la
comuna donde estuviere el templo en que ofician. Pero si se tratare de los
procedimientos que establece esta ley, estarán obligados a concurrir y a
declarar.
El artículo 16 hace aplicable a los Ministros del
Culto o Pastores la exención del deber militar, que contempla la Ley de
Reclutamiento y Movilización de las Fuerzas Armadas en el Nº6 del artículo 17
del D.L.: 2306, de 1978, así como permite suspender o postergar el servicio
militar a los seminaristas de estas iglesias.
El artículo 17 excluye de las normas del Código
del Trabajo a los ministros del culto o pastores que desarrollen solamente
actividades de asistencia religiosa para las entidades a que se refiere esta ley.
Para los efectos del régimen de prestaciones de
salud de la ley 18.469, los ministros del culto se entenderán clasificados en el
grupo B del artículo 29 de dicha ley, esto es, los asimila a las personas que
tienen el más bajo nivel de ingresos.
El Título VI “De las actividades pastorales y
lugares de culto” se compone de los artículos 18,19,20,21 y 22.
En ellos se establece el carácter público de los
cultos y celebraciones litúrgicas; el deber de respeto de los que asistan a estas
actividades religiosas; la regulación de los cultos y actividades propias de su fe
respecto de las personas que sean miembros de las fuerzas armadas, de orden
o de gendarmería, y también la asistencia religiosa que se brinde en cárceles,
hospitales, establecimientos educacionales u otros del sector público.
El artículo 21 define los lugares de culto como
“los edificios o locales que estén destinados en forma estable a las
celebraciones litúrgicas” y consagra su inviolabilidad.
El artículo 22 hace aplicable a los cultos y
ministros o pastores las disposiciones del párrafo segundo del Título III del
Libro II del Código Penal, sobre los crímenes y simples delitos relativos al
ejercicio de los cultos permitidos en la República, contenidos en los artículos
138,139 y 140 de dicho Código.
Esas disposiciones castigan al que impidiese el
ejercicio de un culto con violencia o amenazas, o provocando tumulto o
desorden; al que ultrajare los objetos de un culto o a un ministro en el
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ejercicio de su ministerio, y gradúan la pena según si estas conductas fueren
ejecutadas con hechos o palabras y si como resultado de ellas se produjeren
lesiones leves, graves o la muerte del ofendido.
EL título VII “De la fiscalización”, corresponde a
una indicación del Ejecutivo para agregar este título que no lo contenía el
Mensaje.
Mediante esta preceptiva, se entrega al
Ministerio de Justicia todo lo relativo a la supervigilancia y fiscalización de las
entidades regidas por esta ley. Al efecto podrá solicitar informes, emitir
dictámenes, mantener el Registro Nacional, etc.
El artículo 24 regula el modo de llevar los
Registros Regionales y su coordinación con el Registro Nacional.
El artículo 25 se refiere a la responsabilidad de
los directores de la entidades religiosas y las sanciones que pueden
aplicárseles por conductas culpables.
El articulado permanente termina con el artículo
26, que otorga un plazo de 180 días al Presidente de la República para dictar
el reglamento de esta ley, el que deberá contener especialmente las menciones
a que se refieren los artículos 3º, 6º, 8º y 15 de la ley.
Las disposiciones transitorias son dos:
La primera establece el derecho de las
instituciones actualmente existentes que persigan fines similares a los del
artículo 1º de esta ley, y que se encuentren constituidas como corporaciones
de derecho privado, sin fines de lucro, en conformidad al Título XXXIII Del
Libro I del Código Civil, para acogerse en cualquier tiempo a esta ley.
La segunda, señala que la presente ley regirá
180 días después de su publicación en el Diario Oficial.
***********
DEBATE Y APROBACIÓN DEL PROYECTO:
El proyecto fue aprobado, en general, por
unanimidad.
***********
Informamos a continuación, en lo pertinente,
sobre el debate y aprobación del articulado en particular.
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ARTÍCULO 1º
Se suprimió en el inciso tercero de este artículo
la frase final que contenía el mensaje, que decía: “y en el reglamento que al
efecto se dicte.”, con el propósito de no dejar entregadas a la facultad
reglamentaria materias tan importantes de la ley, como el reconocimiento de
la personalidad jurídica, de los derechos de las iglesias, su funcionamiento y
disolución.
Por considerarse una limitación a la libertad
religiosa, se acordó suprimir la frase contenida en el inciso cuarto, que
prescribía: “Sólo se podrá pertenecer, en forma simultánea, a una de las
entidades que contempla la presente ley.”.
Se debatió y fue objeto de observaciones,
especialmente por parte del Comité de Coordinación Evangélica, el inciso
quinto y final de este artículo que dice: “Las normas de esta ley no serán
aplicables a las personas jurídicas a que se refiere el inciso segundo del
artículo 547 del Código Civil.”.
Dice la disposición mencionada:
“Artículo 547, inciso segundo:
“Tampoco se
extienden las disposiciones de este título (De las personas jurídicas) a las
corporaciones o fundaciones de derecho público, como la nación, el fisco, las
municipalidades, las iglesias, las comunidades religiosas, y los
establecimientos que se costean con fondos del erario: estas corporaciones y
fundaciones se rigen por leyes y reglamentos especiales.”.
Al respecto se dijo que el Mensaje del Presidente
mantiene una discriminación entre la Iglesia Católica Romana y las otras
iglesias por la exclusión de las “personas jurídicas a que se refiere el inciso
segundo del artículo 547, del Código Civil.”, negando con ello la personalidad
jurídica de derecho público de todas las otras confesiones religiosas. Más aún,
produce una nueva discriminación entre iglesias grandes y pequeñas por medio
del artículo 10, que exige que el acta de constitución de la iglesia sea suscrito
por, “a lo menos doscientas personas”. Parece que el proyecto propone que
tengamos tres clases de iglesias en Chile; la Iglesia Católica Romana, que
funcione con personalidad jurídica de derecho público, sin ningún control del
Estado bajo su propio derecho canónico; las iglesias no-católicas grandes, que
funcionen bajo las normas de este proyecto y el derecho privado, y las iglesias
no-católicas pequeñas, que funcionen sin derecho a gozar de personalidad
jurídica, en una situación jurídica bastante confusa.
La Comisión aprobó el inciso quinto del artículo
1º en los términos propuestos en el mensaje, considerando, en especial, que la
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condición jurídica actual de la Iglesia Católica se ha establecido, tanto por
principios
doctrinarios
como
jurisprudenciales
que
han
sostenido
unánimemente que el texto del artículo 547, inciso segundo, ya citado, del
Código Civil, se aplica con exclusividad a la Iglesia Católica, tésis que los
representantes de dicha confesión declararon compartir y reafirmaron ante la
Comisión, quedando en consecuencia fuera de los alcances de este proyecto.
ARTÍCULO 2º
A partir de este artículo, todas las referencias a
la intervención de la “Secretaría Regional Ministerial de Justicia” en las materia
de esta ley se han cambiado a la “Intendencia Regional”.
Se modificó el inciso segundo con el fin de
simplificar la forma de constituir las entidades religiosas.
Se acordó sustituir el inciso cuarto del Mensaje
por el que se contiene en el proyecto aprobado por la Comisión, con el objeto
de adecuar su redacción al espíritu de esta ley, en el sentido que la
personalidad jurídica se otorga o reconoce y no es necesario requerirla.
ARTÍCULO 3º
El Ejecutivo propuso sustituir este artículo de su
mensaje por el que se consigna al final de este informe, con el propósito de
simplificar el trámite contenido en este precepto.
ARTÍCULO 4º
Se acordó especificar la referencia del mensaje
al inciso primero del numeral 6 del artículo 19 de la Constitución, expresando
directamente que procederá reparar u observar los estatutos de una entidad, si
sus objetivos fueren contrarios “a la moral, a las buenas costumbres o al orden
público”.
ARTÍCULO 5º
La amplitud de la expresión contenida en el
inciso primero que dice: “cualquier tercero que tenga interés” en lo relativo a
la formulación de objeciones a los estatutos de una entidad religiosa, movió a
la Comisión a aprobar la supresión de la frase “que tenga interés” dejando
limitado el derecho a objetar sólo al tercero “a quien los estatutos de la entidad
irrogaren perjuicio”.
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ARTÍCULO 7º
Este artículo fue reemplazado por el que se
transcribe al final de este informe, por indicación de los señores Ascencio,
Naranjo, Ojeda y Villegas. En él se desarrollan en forma más detallada los
trámites y requisitos que deben cumplir previamente las entidades religiosas
que, teniendo personalidad jurídica en el extranjero, deseen realizar
actividades en Chile, sin perjuicio de sujetarse en el orden interno a lo que se
establece en esta ley.
ARTÍCULO 8º
En el texto de este artículo, aprobado por la
Comisión, se ha incorporado una indicación del Ejecutivo que señala con más
precisión las causales o circunstancias que permiten solicitar o demandar la
extinción de la personalidad jurídica de una iglesia constituida al amparo de
esta ley.
Se agregó, además, un inciso tercero nuevo que
autoriza al Juez a suspender el ejercicio de la personalidad jurídica mientras se
tramita el juicio de extinción.
Según expresó el Comité de Coordinación
Evangélica, esta norma permitirá que innumerables conflictos teológicos
internos en las iglesias pasen directamente a los tribunales civiles, forzando a
éstos a asumir el papel de árbitro final de estos conflictos, con lo que se
destruye, en absoluto, cualquier posibilidad de tener una separación real entre
las iglesias y el Estado. A su juicio, los conflictos teológicos entre miembros
de una iglesia deben estar sujetos solamente a la jurisdicción de los órganos
de gobierno y tribunales eclesiásticos de la iglesia misma, y la resolución de
ellos debe ser definitiva. Los conflictos entre una iglesia y terceros ajenos a
ella sobre materias temporales -es decir, sobre el dominio de bienes y los
contratos civiles- debe ser solucionado en los tribunales civiles bajo las
acciones normales del Código Civil.
ARTÍCULO 10
Se discutió largamente la limitación numérica de
la membrecía para gozar del derecho a la personalidad jurídica de las iglesias.
Se estimó una discriminación distinguir entre iglesias grandes y pequeñas, y
hasta se cuestionó su constitucionalidad.
La Comisión mantuvo el criterio del Ejecutivo
sobre esta materia y dejó en doscientas personas mayores de edad, el número
mínimo para suscribir el acta de constitución de un ente religioso.
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Respecto del traspaso de los bienes en caso de
disolución, si se omite el nombre de la entidad beneficiaria, se traspasarán
éstos a la que designe el Presidente de la República.
Los dos incisos finales fueron adicionados por
indicación del Presidente de la República y se refieren a quiénes deben
suscribir el acta de constitución de las asociaciones, federaciones o
confederaciones de iglesias.
ARTÍCULO 12
La Comisión acogió una indicación del Ejecutivo,
que a la vez recoge una observación hecha por Comité de Coordinación
Evangélica, en orden a no entrometerse en la disposición de los bienes de las
iglesias, absteniéndose de legislar sobre la materia y dejando entregado este
aspecto a los órganos de administración de cada entidad y al derecho común.
ARTÍCULO 15
La modificación al mensaje en este artículo,
consistió en establecer en el inciso final, que los ministros del culto o pastores
estarán obligados a declarar y concurrir al tribunal cuando se ventilen causas
relacionadas con procedimientos establecidos en la presente ley. En los demás
casos, gozarán de los privilegios otorgados a otros ministros del culto por la
legislación común.
ARTÍCULO 18
El artículo 18 del mensaje establecía que “los
cultos y celebraciones litúrgicas, así como las asambleas y reuniones generales
“de estas entidades serán siempre públicas,” “no pudiendo, bajo ninguna
circunstancia tener el carácter de secretas.”
El Comité de Coordinación Evangélica había
dicho a este respecto “hay algunas circunstancias en la cual una liturgia de la
iglesia debe ser celebrada en privado. Por ejemplo, cuando hay una boda o
funerales de personas en las que un alto nivel de interés periodístico o por
parte de público, a veces la familia quiere que este culto se celebre en privado
para que este momento íntimo no sea un circo indigno. Debemos respetar los
derechos de ellos”.
Sostuvo
además que “nos parece que
tratándose de asambleas generales del gobierno, de la iglesia, o reuniones
generales de ella, la iglesia debe tener el derecho de reservarlas sólo a los
miembros. No hay norma jurídica en otro ordenamiento que obligue a que las
reuniones de directorio de una corporación tengan que ser públicas. El actual
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D.S. 110 no lo exige para corporaciones de derecho privado, no creemos que
exista una norma que obligue a que las reuniones de la Conferencia Episcopal
o los otros órganos de Gobierno de la Iglesia Católica sean públicos. No es
razonable pensar que el cuerpo gobernante de una iglesia tenga que reunirse
públicamente para tratar temas relativos a la eclesiología de la iglesia, o temas
afines, ni tampoco si se trata de resolver cuestiones de doctrina bíblica, formas
del culto o disciplina; por el contrario creemos que eso sería intervenir en los
asuntos internos de la iglesia en una manera inconstitucional e inaceptable
para nosotros”.
Acogiendo estas observaciones el Ejecutivo
presentó indicación para disponer que solamente “los cultos y celebraciones
litúrgicas” sean públicas, a lo que la Comisión le agregó la idea de que en
ciertas ocasiones estos podrían tener carácter privado, al aprobar una
indicación para suprimir la expresión “siempre”.
ARTÍCULO 19
Esta disposición permite a los miembros de las
fuerzas armadas, de orden y de gendarmería que pertenezcan a una iglesia,
participar en los cultos de su credo que se realicen en los establecimientos o
dependencias de dichas instituciones, y obliga a las jefaturas a autorizarlas de
acuerdo con las necesidades del servicio y en los lugares y con los medios más
adecuados.
La Comisión, para darle más fuerza a este
precepto suprimió la expresión “en la medida de lo posible” respecto de las
facilidades que deben darse con este objeto.
ARTÍCULOS 23, 24 Y 25
Estos artículos, como se dijo en la descripción
del proyecto, conforman el título VII sobre “Fiscalización”.
Su introducción en el proyecto se debió a una
indicación del Ejecutivo. Mediante ellos se radica en el Ministerio de Justicia
todo lo relacionado con la supervigilancia y fiscalización de las entidades
religiosas que se rigen por esta ley. La Comisión los aprobó en los mismos
términos propuestos por el Presidente de la República.
ARTÍCULO 26
Este artículo se refiere a la dictación del
reglamento de la ley. No obstante que los representantes de las iglesias
evangélicas manifestaron a la Comisión que creían que no era necesario dictar
un reglamento a pesar de la facultad constitucional que tiene el Presidente de
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la República para hacerlo, por considerar que ello marcaría una peligrosa
tendencia a intervenir en las iglesias por parte de la autoridad, la Comisión
acordó introducir este artículo, indicando aquellas disposiciones en que era
indispensable reglamentar la norma legal.
Para ello tuvo presente la
disposición del Nº 8 del artículo 32 de la Constitución, que limita el ejercicio de
la facultad reglamentaria a todas aquellas materias que no sean propias del
dominio legal, dominio o ámbito legal que está fijado por el texto del proyecto
en informe. Por otra parte, no se puede privar al Presidente de la República de
una de sus facultades especiales consignadas en la Carta Fundamental.
************
MENCIONES ESPECIALES
I.- Normas de carácter orgánico constitucional o de quórum calificado.
Revisten tal carácter orgánico constitucional, los
artículos 4º, 5º, 8º y 11, por incidir en las atribuciones de los tribunales de
justicia.
En efecto, el artículo 4º otorga competencia al
juez de letras civil de turno para conocer del reclamo por las resoluciones que
dicte la Intendencia Regional para cancelar la inscripción de una entidad
religiosa que no haya reparado las objeciones formuladas a su constitución.
Lo propio dispone el artículo 5º para el caso de
que el reparo a la constitución de una iglesia provenga de un tercero.
El artículo 8º otorga competencia y señala el
procedimiento al juez de la ciudad capital de la Región, respecto de las
demandas que soliciten la extinción de la personalidad jurídica de una
institución religiosa.
El artículo 11 hace aplicable lo dispuesto en los
artículos 4º y 5º para el caso de reclamo ante la disolución de una entidad
regida por esta ley.
En cumplimiento de lo establecido en el artículo
16 de la Ley Orgánica del Congreso, e inciso segundo del artículo 74 de la
Constitución Política, la Cámara ofició a la Corte Suprema remiténdole copia de
este proyecto, el 2 de noviembre de 1993.
II.- Artículos que debe conocer la Comisión de Hacienda
No hay artículos
Comisión estime que están en tal situación.
que
el
Presidente
de
la
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INFORME COMISIÓN DERECHOS HUMANOS
III.- El Proyecto fue aprobado en general por unanimidad.
IV.- Artículos e Indicaciones rechazadas por la Comisión.
ARTÍCULO 3º.- del mensaje: “Recibido por el
Ministerio de Justicia un ejemplar del acta constitutiva y de los estatutos, se
procederá a inscribir la entidad en el Registro Nacional de Iglesias y
Organizaciones Religiosas, asignándosele un número de registro, del que se
dejará constancia en un certificado otorgado por el Ministerio que firmado,
además, por el Secretario Regional Ministerial del domicilio de los solicitantes,
se publicará a costa de la entidad respectiva, por una sola vez en el Diario
Oficial. Esta publicación se efectuará los días 7 o 25 de cada mes, o el día
siguiente hábil si éstos no lo fueren. El certificado contendrá las menciones
que señale el Reglamento.
ARTÍCULO 5º:
Indicación del Ejecutivo, para eliminar en el
inciso primero, la expresión “a quien los estatutos de la entidad irrogaren
perjuicio”.
ARTICULO 7º
Artículo 7º del mensaje “Las entidades religiosas
que hayan obtenido personalidad jurídica en el extranjero deberán, para
desarrollar actividades en Chile, cumplir los requisitos y formalidades
establecidos en la presente ley. Así constituidas tendrán los derechos y
obligaciones establecidos en el presente texto legal.
ARTÍCULO 18:
Indicación del Ejecutivo para
palabra “siempre” entre las expresiones “serán” y “públicos”.
incorporar
la
***********
De acuerdo con lo expuesto y demás
explicaciones que pueda dar el señor Diputado Informante, la Comisión de
Derechos Humanos, Nacionalidad y Ciudadanía, recomienda a la Honorable
Cámara prestar su aprobación al siguiente
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INFORME COMISIÓN DERECHOS HUMANOS
PROYECTO DE LEY:
“Artículo 1º.- Para los efectos de esta ley,
se entiende por Iglesia u Organización Religiosa, la entidad formada por
personas naturales que profesan una determinada fe, la practican, enseñan y
difunden.
Se incluyen en esta denominación especialmente las Iglesias
Cristianas Evangélicas que, en el ejercicio de las libertades de conciencia y
culto, se organizan con personalidad jurídica para el cumplimiento de los fines
que les son propios.
Toda vez que esta ley emplee el término
"entidad", se está refiriendo a "Iglesias u Organizaciones Religiosas".
La obtención de personalidad jurídica para
las Iglesias y organizaciones religiosas, como asimismo el reconocimiento de
sus derechos, funcionamiento y disolución, se regirá por las disposiciones que
se establecen en la presente ley.
La afiliación a una determinada Iglesia o a
una organización del mismo carácter, es un acto voluntario y personal,
pudiendo sus integrantes, en cualquier momento, desafiliarse de ellas. Su
ingreso estará sujeto a los requisitos y procedimientos que señalen sus propios
estatutos.
Las normas de esta ley no serán aplicables
a las personas jurídicas a que se refiere el inciso 2º del artículo 547 del Código
Civil.
TÍTULO I
DE LA OBTENCIÓN DE LA PERSONALIDAD JURÍDICA
“Artículo 2º.- Las entidades a que se
refiere el artículo anterior, tendrán el derecho a constituirse legalmente como
Iglesia u Organización Religiosa sin necesidad de autorización previa. Ellas
gozarán de personalidad jurídica por el solo hecho de publicar en el Diario
Oficial el certificado emitido por la Intendencia Regional, al que se refiere el
artículo 3º.
Estas entidades podrán constituirse por
escritura pública o por instrumento privado suscrito y protocolizado ante
notario por sus miembros, en que se contenga el acta de constitución y los
estatutos que las regirán.
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INFORME COMISIÓN DERECHOS HUMANOS
Las
respectivas
entidades
deberán
depositar el instrumento de constitución en dos ejemplares en la Intendencia
Regional correspondiente a su domicilio.
Recibido el depósito, se remitirá uno de los
ejemplares al Ministerio de Justicia, junto con el certificado que se establece en
el artículo siguiente, para los efectos de inscribir a la entidad en el Registro
Nacional de Iglesias y Organizaciones Religiosas.
El referido depósito en la Intendencia
Regional, se efectuará dentro de los 60 días siguientes a la fecha del acta. Si
no se realizare dentro de este plazo, deberá procederse nuevamente en la
forma establecida precedentemente.
“Artículo 3º.- Recibidos por la Intendencia
Regional los ejemplares del acta constitutiva y los estatutos, se procederá por
ésta a inscribir la entidad en el Registro Regional de Iglesias y Organizaciones
Religiosas, asignándole un número de registro, del que se dejará constancia en
un certificado emitido por la Intendencia, que deberá ser publicado a costa de
la entidad respectiva, por una sola vez en el Diario Oficial. Esta publicación se
efectuará los días 7 o 25 de cada mes, o el día siguiente hábil si éstos no lo
fueren. El certificado contendrá las menciones que señale el Reglamento.
“Artículo 4º.- La Intendencia Regional
dispondrá de un plazo de 60 días, contado desde la fecha de la publicación
aludida, para formular las observaciones a la constitución legal de la Iglesia u
Organización. Dichas observaciones procederán si faltare cumplir requisitos
para constituirla, si sus estatutos no se ajustaren a lo prescrito por esta ley, o
si sus objetivos fueren contrarios a la moral, a las buenas costumbres o al
orden público.
Si no se formularen reparos en el referido
plazo se entenderá que la constitución y estatutos de la Iglesia u Organización
se encuentran conforme a la ley.
Las observaciones formuladas por las
Intendencias Regionales, se pondrán en conocimiento de la entidad afectada,
la que dentro del plazo de 60 días, deberá subsanar los reparos planteados. De
no subsanarse los reparos dentro de este plazo, mediante resolución fundada
dictada al efecto, la Intendencia Regional respectiva dispondrá la cancelación
de la inscripción de la entidad, oficiando al Ministerio de Justicia,
produciéndose por este acto la extinción de la personalidad jurídica de la
misma. De esta resolución podrá reclamarse ante el Juez de Letras civil de
turno de la ciudad capital de la región en que la institución tenga su domicilio.
La reclamación a que se refiere el inciso
anterior, deberá interponerse ante el Tribunal competente dentro del plazo de
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30 días, contado desde
institución afectada.
la fecha en que se notifique la resolución a la
El Tribunal deberá requerir a la Intendencia
Regional respectiva los antecedentes que motivaron la resolución, la cual
deberá remitirlos dentro del plazo de 20 días.
Vencido
este
plazo,
con
dichos
antecedentes o sin ellos, el Tribunal deberá pronunciarse, sin forma de juicio,
dentro del plazo de 20 días. En contra de esta resolución procederá el recurso
de apelación.
Si
la
sentencia
rechazare
total
o
parcialmente la reclamación, la entidad afectada dispondrá de 15 días para
subsanar las observaciones que originaron el reclamo. Si no lo hiciere, vencido
el plazo, se entenderá extinguida su personalidad jurídica para todos los
efectos legales.
Si fuere acogido el reclamo, la sentencia
será notificada a la Intendencia Regional respectiva, la que dispondrá la
reincorporación de la entidad al Registro Nacional.
En caso de extinción de la personalidad
jurídica, los miembros del Directorio responderán solidariamente por las
obligaciones que la institución haya contraído en el tiempo intermedio.
“Artículo 5º.- Cualquier tercero a quien
los estatutos de la entidad irrogaren perjuicio dispondrá de un plazo de 30 días
contado desde la publicación del certificado a que se refiere el artículo tercero,
para formular sus reclamos u observaciones en los términos del inciso primero
del artículo anterior, lo que deberá hacerse ante el Juez de Letras Civil de
Turno de la ciudad en que la entidad, respecto de la cual se reclama, tenga su
domicilio.
Interpuesto el reclamo, el Tribunal pedirá
informe a la entidad afectada y a la Intendencia Regional respectiva, las que
deberán evacuarlos dentro del plazo de 15 días.
Vencido
este
plazo,
con
dichos
antecedentes o sin ellos, el Tribunal deberá pronunciarse, sin forma de juicio,
dentro del plazo de 20 días. En contra de esta resolución procederá el recurso
de apelación.
Si
la
sentencia
acogiere
total
o
parcialmente la reclamación, la entidad afectada dispondrá del plazo de 15 días
para subsanar las observaciones que originaron el reclamo. Si no lo hiciere,
vencido el plazo, el Tribunal declarará extinguida su personalidad jurídica para
todos los efectos legales, notificando a la Intendencia Regional respectiva, la
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que dispondrá la eliminación de la entidad del Registro Nacional, rigiendo en
este caso lo dispuesto en el inciso final del artículo anterior.
“Artículo 6º.- En el Registro Nacional y
Regional de Iglesias y Organizaciones Religiosas, se inscribirán todas la
Iglesias y Organizaciones Religiosas constituidas de conformidad con esta ley,
y se mantendrán actualizados sus antecedentes, en la forma que señale el
Reglamento.
Todas las actuaciones que se efectúen ante
el Registro Nacional y Regional de Iglesias y Organizaciones Religiosas, estarán
exentas del pago de derechos e impuestos.
“Artículo 7º.- Las entidades religiosas que
hayan obtenido su personalidad jurídica en el extranjero, que deseen realizar
actividades en Chile, deberán registrase en la Intendencia Regional que
corresponda al domicilio que fijen, debiendo acompañar a su solicitud los
siguientes documentos:
a)
Declaración
escrita
que
deberá
contener:
1º.- Las bases doctrinales y los fines que la
entidad pretende desarrollar en Chile.
2º.- El término durante el cual desarrollará
actividades en el país.
3º.- el domicilio que tendrá en Chile.
4º.mandatario en Chile y sus facultades.
El
nombre
y
domicilio
de
su
5º.- Expresión de la obligación que pesa
sobre el mandatario, de poner en conocimiento de la autoridad ante la cual se
registra, de toda modificación que en ella se opere, especialmente aquellas
relativas a sus actividades en el país, como asimismo el cambio de sus
representantes.
b) Copia de los estatutos por los que se
rige la entidad.
c) Poder otorgado por la organización
religiosa a la persona que ha de representarla en el país, en el que en forma
expresa se señale que dicho mandatario obra en Chile bajo responsabilidad
jurídica y patrimonial de la entidad, y
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d) Certificado de autoridad competente del
país en que la organización religiosa obtuvo su personalidad jurídica, que
acredite que este atributo se encuentra vigente.
Estos
documentos
se
presentarán
debidamente legalizados y, si no constaren en idioma castellano, traducidos
oficialmente.
La autoridad ante quien se registre una
entidad de esta naturaleza, deberá otorgar un Certificado de Registro y
proceder, en lo demás, en conformidad con lo señalado por el artículo 2º y
siguientes de la presente ley.
“Artículo 8º.- .El Ministerio de Justicia, las
Intendencias Regionales o terceros interesados podrán, en cualquier tiempo,
demandar la extinción de la personalidad jurídica de una entidad constituida al
amparo de la presente ley, cuando se hubiere producido incumplimiento o
desviación de su objeto, o cuando sus actividades resultaren contrarias a la
moral, a las buenas costumbres o al orden público, o constituyan infracción
reiterada y manifiesta a sus estatutos.
Esta demanda se tramitará con arreglo al
procedimiento sumario contenido en el Título XI, del Libro III, del Código de
Procedimiento Civil, siendo competente para conocer de ella el Juez de Letras
Civil de turno de la ciudad capital de la Región en que la entidad demandada
tenga su domicilio, pudiendo solicitarse informes a las entidades públicas o
privadas que el Juez estime necesarios. Cuando la demanda fuera interpuesta
por terceros interesados, será siempre necesario oír al Ministerio de Justicia o a
la Intendencia Regional respectiva.
El juez podrá, a fin de precaver daños
graves, de otro modo irreparables, suspender el ejercicio de la personalidad
jurídica mientras se tramita el juicio de extinción.
Todas las resoluciones ejecutoriadas, de
cualquier naturaleza, sean administrativas o judiciales, que afecten a una
entidad constituida de conformidad a la presente ley, deberán ser puestas en
conocimiento de la Intendencia Regional de su domicilio, para los efectos de
las anotaciones que fueren procedentes de conformidad al Reglamento.
TITULO II
DE LOS ESTATUTOS
“Artículo
9º.Las
Iglesias
y
Organizaciones a que se refiere esta ley, se constituirán legalmente como
corporaciones, pudiendo asociarse, federarse, confederarse y fusionarse entre
ellas.
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Estas entidades y aquellas que integren
conforme a este artículo, no podrán tener por nombre uno igual al de otra ya
inscrita en la misma Región en conformidad a esta ley o al de una constituida
de acuerdo con las disposiciones que se indican en el inciso siguiente.
En todo lo no previsto en la presente ley,
respecto de estas entidades y aquellas que integren conforme a este artículo,
se estará a las disposiciones del Título XXXIII del Libro I del Código Civil.
“Artículo 10.- El acta de constitución de
las entidades religiosas regidas por la presente ley, deberá ser suscrita por, a
lo menos, doscientas personas mayores de edad que no se encuentren
actualmente procesadas o cumpliendo condena por crímenes o simples delitos.
Los estatutos de esta clase de entidades
deberán contemplar, como mínimo, las normas siguientes:
a) El nombre, domicilio y duración de la
entidad;
b) Bases doctrinales de la entidad al tenor
del artículo primero de la presente ley.
c) Los fines que se propone.
d) Los
dispondrá para la realización de sus fines.
medios
económicos
de
que
e) Las categorías de miembros, sus
derechos y obligaciones, las condiciones de incorporación y la forma y motivo
de exclusión y demás medidas disciplinarias;
f)
Los
órganos
de
administración,
ejecución, control y disciplinarios, sus atribuciones, el número de miembros
que los componen, como asimismo la denominación, deberes, atribuciones y
responsabilidades de sus autoridades y representantes legales;
g) Las disposiciones relativas a su reforma
y disolución, debiendo indicarse la iglesia y organización religiosa constituida
según esta ley a la que serán traspasados sus bienes en este último caso.
Si se omitiere esta designación, los bienes
pasarán a la entidad constituida de conformidad a esta ley, que designe el
Presidente de la República, salvo en el caso de fusión en que, ingresarán a la
nueva entidad.
El acta de constitución de las asociaciones,
federaciones, confederaciones y entidades fusionadas, deberá ser suscrita por
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órganos de administración respectivos, facultados al efecto por la entidad que
representan.
Los estatutos de la nueva organización
contemplarán, a lo menos, las indicaciones señaladas en las letras
precedentes.
“Artículo 11.- Las entidades religiosas,
podrán decidir su disolución o modificar sus estatutos por acuerdo adoptado
por los dos tercios de los miembros activos de ella, en presencia de Notario u
Oficial de Registro Civil. El acuerdo respectivo, reducido a escritura pública,
deberá anotarse al margen de la inscripción respectiva en el Registro Nacional
a que se refiere el artículo sexto, dentro del plazo de 60 días contado desde la
fecha de la celebración de la Asamblea General Extraordinaria que las haya
acordado. La certificación de la anotación marginal, será publicada en los
términos establecidos en el artículo tercero.
El Ministerio de Justicia, las Intendencias
Regionales y los terceros que tengan interés, podrán formular observaciones
y/o reclamos, todo ello de conformidad a lo establecido en los artículos cuarto
y quinto de la presente ley.
TITULO III
DEL PATRIMONIO
“Artículo 12.- El patrimonio de las
corporaciones religiosas estará compuesto por las cuotas o aportes ordinarios o
extraordinarios de sus miembros, por las ofrendas que éstos efectúen, por las
donaciones entre vivos o asignaciones por causa de muerte que se les
hicieren; por el producto de sus bienes o servicios; y por las demás formas que
prevean los estatutos.
El
patrimonio
de
las
Iglesias
y
Organizaciones Religiosas pertenecerá a ellas y no se podrá distribuir, en caso
alguno, entre sus miembros directivos, o integrantes ni aún en el evento de su
disolución.
TITULO IV
DE LAS EXENCIONES
Artículo 13.- Las iglesias y organizaciones
regidas por la presente ley, gozarán de los mismos derechos, exenciones y
beneficios tributarios que las leyes y reglamentos vigentes, otorguen y
reconozcan a otras confesiones e instituciones religiosas existentes en el país.
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Los templos y dependencias de propiedad
de las entidades regidas por la presente ley, destinados exclusivamente al
servicio del culto religioso, estarán exentos de toda clase de contribuciones.
Artículo14.Las
donaciones
y
asignaciones que reciban las entidades a que se refiere esta ley, que tengan
por objeto la construcción o reparación de templos destinados al servicio del
culto o para el mantenimiento del mismo culto, quedarán exentas del impuesto
establecido en la Ley Nº 16.271.
TITULO V
DE LOS MINISTROS DEL CULTO
Artículo 15.- Se reconoce la calidad de
Ministros del Culto o Pastores de las Iglesias a que se refiere esta ley, a las
personas naturales que se dediquen en forma estable y permanente a las
funciones del culto o de asistencia religiosa. Esta calidad será certificada por
la respectiva iglesia en la forma que señale su estatuto.
Las designaciones de Ministros o Pastores,
en los casos que vayan a desarrollar su ministerio pastoral en Servicios o
Instituciones Públicos o Privados ajenos a la entidad, deberán, para los efectos
de que se les faciliten sus actividades, inscribirse en un Registro Especial que
al efecto llevará la Intendencia Regional respectiva. Esta emitirá una credencial
que acredite el hecho de la inscripción en el aludido Registro Especial, todo ello
de conformidad al Reglamento. Esta credencial tendrá una vigencia de dos
años.
A dichos Ministros o Pastores les serán
aplicables las disposiciones contempladas en los artículos 201 Nº 2 del Código
de Procedimiento Penal, 360 Nº 1, 361 Nº 1 y 362, del Código de
Procedimiento Civil.
Para los efectos del art. 361 Nº 1, del
Código de Procedimiento Civil, se entenderá que los Ministros no estarán
obligados a concurrir a la audiencia, sólo cuando se trata de hechos ocurridos
dentro del territorio de la comuna donde se encuentra ubicado el templo en el
que ofician regularmente.
En todo caso, los Ministros o Pastores
estarán obligados a declarar y concurrir a la audiencia que el tribunal señale,
cuando se trate de los procedimientos establecidos en la presente ley.
Artículo 16º.- A los Ministros del Culto o
Pastores a que se refiere esta ley, les será aplicable lo dispuesto en el artículo
17 Nº 6 del Decreto Ley Nº 2.306 del año 1978.
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INFORME COMISIÓN DERECHOS HUMANOS
Se considerará que dan derecho a
postergación o suspensión del Servicio Militar Obligatorio, los estudios que se
cursen en los seminarios e institutos religiosos de las entidades a que se
refiere esta ley.
Artículo 17.- A los Ministros del Culto o
Pastores, que desarrollen solamente actividades de asistencia religiosa para las
Iglesias a que se refiere la presente ley, no les serán aplicables el Código del
Trabajo y sus leyes complementarias, sin perjuicio de que pueda
considerárseles como trabajadores independientes para efectos previsionales.
Los Ministros del Culto o Pastores que no
tengan otros sistemas previsionales se entenderán clasificados en el Grupo B
del artículo 29 de la Ley Nº 18.469 para los efectos del Régimen de
Prestaciones de Salud.
TITULO VI
DE LAS ACTIVIDADES PASTORALES
Y LUGARES DE CULTO
Artículo 18.- Los cultos y celebraciones
litúrgicas de las entidades a que se refiere la presente ley serán públicos. Los
terceros que asistieren a estas actividades deberán respetar las formas del
culto o celebración, a los asistentes y el recinto en que se realizan.
Artículo 19.- Todas las personas que
profesen una determinada fe y que sean miembros de las Fuerzas Armadas, de
Orden y de Gendarmería, podrán participar en los cultos y actividades propias
de su fe que se realicen en los establecimientos o dependencias de dichas
instituciones, previa autorización de sus respectivas jefaturas, las que
procurarán hacerlas compatibles con las necesidades del servicio, facilitando,
los lugares y medios más adecuados para su desarrollo.
La asistencia religiosa a los miembros de
las Instituciones señaladas precedentemente, será otorgada por Ministros del
Culto designados por las Iglesias a que se refiere esta ley, debidamente
autorizados por las respectivas instituciones.
Artículo 20.- Las Iglesias y Organizaciones
Religiosas a que se refiere esta ley, podrán ejercer el derecho a la asistencia
religiosa en centros o establecimientos, penitenciarios, hospitalarios,
asistenciales, educacionales y otros análogos del sector público, la que será
proporcionada por los Ministros o Pastores que designen aquellas, los que
deberán contar con la autorización de los responsables de los centros o
establecimientos públicos correspondientes.
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La asistencia religiosa se prestará con el
debido respeto al principio de libertad religiosa y con la observancia de las
normas de organización y régimen interno de los centros o establecimientos
públicos respectivos.
Artículo 21.- Son lugares de culto de las
Iglesias regidas por esta ley, los edificios o locales que estén destinados en
forma estable a las celebraciones litúrgicas.
Los lugares de culto, así definidos, gozarán
de inviolabilidad en los términos establecidos en las leyes vigentes.
Artículo 22.- Las normas contenidas en el
párrafo segundo del Título III, del Libro II, del Código Penal, serán aplicables a
los cultos y Ministros o Pastores de las entidades constituidas conforme a la
presente ley
TÍTULO VII
DE LA FISCALIZACIÓN
Artículo 23.- Al Ministerio de Justicia le
corresponderá la facultad de supervigilancia y fiscalización de las entidades
regidas por la presente ley, para cuyos efectos podrá:
a) Solicitar informes y coordinar a los
distintos órganos de la administración del Estado que se relacionen con estas
entidades en razón de los fines que ellas persiguen;
b) Fijar de oficio o a petición de parte, por
medio de dictámenes, el sentido y alcance de las normas de la presente ley y
de su reglamento, así como de los estatutos que sean sometidos a su
conocimiento;
c) Mantener el Registro Nacional de las
entidades normadas por esta ley;
d) Aprobar y dictar estatutos tipo, y
e)
En
general,
velar
por
que
estas
entidades cumplan sus finalidades.
Artículo 24.- Las Intendencias Regionales
llevarán un Registro de Iglesias y Organizaciones Religiosas, en que se
anotarán el número y fecha de emisión y publicación del certificado de registro
indicado en el artículo 3º, de todas aquellas entidades que hayan obtenido el
reconocimiento de su personalidad jurídica en la respectiva Región, del relativo
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a la reforma de sus estatutos, de la resolución que deja sin efecto el
reconocimiento, de la que destina sus bienes a otra institución y del certificado
que indica el artículo 3º de esta normativa.
Además, respecto de cada entidad, este
Registro contendrá:
a) Comuna, Provincia y Región en que se
encuentre ubicado su domicilio;
b) Lugar preciso en que tenga su sede;
c) Fecha de las escrituras públicas, o de la
protocolización, que dan testimonio de sus estatutos aprobados y nombre de la
Notaría donde han sido otorgadas o protocolizadas, y
d) Nómina del Directorio vigente.
El Ministerio de Justicia deberá llevar un
Registro Nacional de Iglesias y Organizaciones Religiosas, que permita
mantener una información única de todas las entidades regladas por la
presente ley, en conexión con los Registros Regionales.
Artículo 25.- Los directores que, en el
ejercicio de sus cargos infrinjan las disposiciones de la presente ley, su
reglamento, o los estatutos por los cuales se rige la entidad a que pertenecen,
podrán ser sancionados por la autoridad fiscalizadora respectiva, con multas a
beneficio fiscal de un cuarto a diez unidades tributarias mensuales, que se
duplicarán en caso de reincidencia dentro de un período no superior a seis
meses, sin perjuicio de las demás sanciones civiles o penales que
correspondan.
Asimismo, podrán ser inhabilitados, por la
misma autoridad, para el ejercicio del cargo de Director en cualquier entidad
de las reguladas en esta ley, por uno a quince años.
Los
Directores
responderán
civil
y
penalmente por los actos de la entidad que dirigen, a menos que constare su
falta de participación u oposición al hecho constitutivo de infracción.
En el ejercicio de la administración del
patrimonio los Directores responderán solidariamente de los perjuicios
causados a la entidad y a los socios por sus actuaciones dolosas o culpables.
Es nula toda norma estatutaria o acuerdo
que libere o limite la responsabilidad a que se refieren los incisos anteriores.
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De toda multa aplicada a la entidad
responderán solidariamente aquellos que concurrieron con su voto favorable a
los acuerdos que motivaron la sanción.
Se presume la culpabilidad de los
directores respondiendo, en consecuencia, solidariamente de los perjuicios
causados a la entidad o a los socios, en los siguientes casos:
1.- Si la entidad ocultase sus bienes,
reconociera deudas supuestas o simulare enajenaciones;
2.- Si el Director se beneficiare en forma
indebida, directamente o a través de otra persona natural o jurídica, con
ocasión de su actuación o informe.
De las sanciones establecidas en los incisos
anteriores, se podrá deducir reclamación dentro del plazo de diez días hábiles
contado desde la notificación de la sanción, ante el tribunal y de acuerdo al
procedimiento establecido en el artículo 8º de la presente ley.
Artículo 26.- El Presidente de la República
dictará el reglamento de esta ley, dentro de los 180 días siguientes a su
publicación, el que contendrá, especialmente, las menciones a que se refieren
los artículos 3º, 6º, 8º y 15 de este cuerpo legal.
DISPOSICIONES TRANSITORIAS
Articulo 1º transitorio.- Las instituciones
actualmente existentes que persigan fines similares a los establecidos en el
artículo primero de esta ley, y que se encuentren constituidas como
corporaciones de derecho privado, sin fines de lucro, de conformidad con las
disposiciones del Libro I, Título XXXIII del Código Civil y su Reglamento,
podrán en cualquier tiempo acogerse al presente cuerpo legal, adecuando sus
estatutos a las disposiciones en él contenidas. Para estos efectos se seguirá el
procedimiento señalado en esta ley, considerándose como instrumento
constitutivo, el acta que contenga la reforma de los estatutos de la institución
solicitante.
Articulo 2º transitorio.- La presente ley
regirá 180 días después de su publicación en el Diario Oficial.".
ºººº
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INFORME COMISIÓN DERECHOS HUMANOS
Se designó DIPUTADO INFORMANTE al
señor NARANJO, don Jaime.
SALA DE LA COMISIÓN, a 9 de agosto de
1995.
Acordado en sesiones de fecha 10, 17 y 30
de agosto de 1994; 6 de septiembre de 1994; 7 de diciembre de 1994; 8 y 15
de marzo de 1995; 5 y 19 de abril de 1995, 3 de mayo de 1995, 21 de junio
de 1995, 5 y 19 de julio de 1995 y 2 y 9 de agosto de 1995, con asistencia de
los Diputados señores Ascencio, don Gabriel (Presidente); Aylwin, don Andrés;
Ceroni, don Guillermo; Chadwick, don Andrés; García Huidobro, don Alejandro;
Naranjo, don Jaime; Ojeda, don Sergio; Sota, don Vicente; Vargas, don
Alfonso, y Villegas, don Erick.
JOSÉ VICENCIO FRÍAS
Secretario de la Comisión
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DISCUSIÓN SALA
1.4. Discusión en Sala
Cámara de Diputados. Legislatura 331. Sesión 34. Fecha 06 de septiembre,
1995. Discusión general. Queda Pendiente. Se solicita nuevo informe.
ENVIO A COMISIÓN DE CONSTITUCIÓN DEL PROYECTO SOBRE
FUNCIONAMIENTO DE IGLESIAS Y ORGANIZACIONES RELIGIOSAS
El señor LETELIER (don Juan Pablo).Señor Presidente, pido que por acuerdo de
la Sala y antes de verlo acá se envíe a la Comisión de Constitución, Legislación
y Justicia el proyecto acerca de la constitución jurídica y funcionamiento de las
iglesias religiosas, por cuanto tiene gran repercusión e importancia la igualdad
de derechos entre las diferentes iglesias.
Estoy seguro de que el informe de la Comisión de Derechos Humanos será muy
positivo; pero creo útil hacer una reflexión adicional antes de iniciar el debate
en particular en la Sala.
He dicho.
El señor ESTÉVEZ (Presidente).- Entiendo que habría acuerdo de la Sala sobre
el punto planteado por el Diputado señor Juan Pablo Letelier.
El señor OJEDA.- Pido la palabra.
El señor ESTÉVEZ (Presidente).- Diputado señor Ojeda, ¿se va a referir al
punto planteado por el Diputado señor Juan Pablo Letelier?
El señor OJEDA.- Sí, señor Presidente.
Dicho proyecto de ley estuvo en la Comisión de Constitución, Legislación y
Justicia; después se constituyó una Comisión especial para su estudio y en
ninguna de ellas fue despachado. Finalmente, la Comisión de Derechos
Humanos, luego de un amplio debate y un estudio acucioso, logró despachar la
iniciativa sobre las iglesias evangélicas.
En mérito al trabajo que hemos realizado en la Comisión de Derechos
Humanos, encuentro improcedente que vaya a la Comisión de Constitución.
Por otro lado, la idea es aprobarlo en general devolverlo a la Comisión de
Derechos Humanos para su segunda discusión.
Las personas que se interesen en dar a conocer sus puntos de vista, pueden
concurrir a aparecido una serie de objeciones por parte de las iglesias
evangélicas con respecto al proyecto, las que vamos a considerar en esa
oportunidad.
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DISCUSIÓN SALA
Por tanto, el proyecto debe seguir siendo analizado en la Comisión de Derechos
Humanos, por cuanto ella ha puesto todo su esfuerzo en estudiarlo para
despacharlo y aprobarlo.
He dicho.
El señor ESTÉVEZ (Presidente).- Tiene la palabra el Diputado señor Bartolucci.
El señor BARTOLUCCI.- Señor Presidente, quiero apoyar la proposición del
Diputado señor Juan Pablo Letelier de que este proyecto vaya ahora a la
Comisión de Constitución, Legislación y Justicia. Considerando que se trata de
un tema constitucional, sería muy conveniente que la comisión técnica
respectiva lo analizara a fondo.
En segundo lugar, esta manera de proceder nos daría la oportunidad de contar
con un tiempo más para la discusión y reflexión de la materia. En mi opinión,
el proyecto no debiera votarse en general antes del receso de septiembre, para
tener la posibilidad de reflexionar un poco más y de escuchar otras opiniones,
porque hemos sabido que las iglesias evangélicas tienen reparos y sería muy
interesante estudiarlos. Además, la experiencia indica que el tiempo, a veces,
permite avanzar en el sentido de consensos y de encontrar puntos de acuerdo
que superen divergencias.
Creo que no es conveniente que la Sala vote, ni siquiera en general, el
proyecto mientras no logremos dichos consensos. La demora en la Comisión de
Constitución, Legislación y Justicia -que debe ser breve- posibilitaría esa meta
y una votación reflexionada y consensuada.
He dicho.
El señor ESTÉVEZ (Presidente).- Para referirse a este punto, tiene la palabra la
Diputada señora Martita Worner.
La señora WÚRNER (doña Martita).- Señor Presidente, en el día de ayer los
parlamentarios de la bancada del Partido por la Democracia tratamos este
tema y estamos plenamente conformes con la petición del Diputado señor Juan
Pablo Letelier, en cuanto a que el proyecto debe pasar a la Comisión de
Constitución, sin perjuicio de reconocer el esfuerzo y el trabajo que ha hecho la
Comisión de Derechos Humanos.
No se trata de una posición que cuestione la calidad ni el trabajo ya realizado,
sino una forma de perfeccionar más el proyecto y recoger puntos de vista
planteados a distintos parlamentarios por parte de quienes tienen particular
interés en la iniciativa.
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DISCUSIÓN SALA
He dicho.
El señor ESTÉVEZ (Presidente).- Quiero
acceda a la eventual unanimidad para
Comisión de Constitución, Legislación y
nuestra práctica, porque muchas veces
segunda Comisión.
pedir al Diputado señor Ojeda que
tener una segunda opinión de la
Justicia, algo que está dentro de
se ha enviado un proyecto a una
Naturalmente, señor Ojeda, como informe básico, la Sala conocería el que hizo
la Comisión de Derechos Humanos; y eventualmente, como segundo informe,
el de la Comisión de Constitución, por lo cual las proposiciones de ella serían
tratadas como indicaciones, en caso de discrepancias.
Si le parece a la Sala, se enviará el proyecto a la Comisión de Constitución,
Legislación y Justicia.
Acordado.
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NUEVO INFORME COMISIÓN DERECHOS HUMANOS
1.5. Nuevo Informe de Comisión de Derechos Humanos
Cámara de Diputados. Fecha 12 de septiembre, 1996. Cuenta en Sesión 09.
Legislatura 334.
BOLETÍN Nº 1111- 07-02
NUEVO INFORME DE LA COMISIÓN DE DERECHOS HUMANOS,
NACIONALIDAD Y CIUDADANÍA, SOBRE EL PROYECTO DE LEY,
INICIADO POR MENSAJE DE S.E., EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA,
QUE ESTABLECE NORMAS ACERCA DE LA CONSTITUCIÓN JURÍDICA Y
FUNCIONAMIENTO
DE
LAS
IGLESIAS
Y
ORGANIZACIONES
RELIGIOSAS.
________________________________________________________
HONORABLE CÁMARA:
La
Comisión
de
Derechos
Humanos,
Nacionalidad y Ciudadanía emite un nuevo informe sobre el proyecto de ley
individualizado en el epígrafe, que sustituye el que despachó la Comisión el 9
de agosto de 1995, y se incorporó a la cuenta de la sesión 33ª de la Honorable
Cámara, de fecha 5 de septiembre de 1995.
Las razones por las que esta Comisión ha debido
emitir este nuevo informe son las siguientes:
Una vez que se dio cuenta del primer informe de
esta Comisión, la Sala de la H. Cámara acordó remitir el proyecto a la Comisión
de Constitución, Legislación y Justicia. En su seno, por la vía de las
indicaciones se estructuró una nueva formulación del articulado, que difería de
lo aprobado por la Comisión de Derechos Humanos, Nacionalidad y Ciudadanía.
Para
evitar
dilatar
innecesariamente
la
tramitación de esta iniciativa, sometiendo a la Sala de la Cámara dos proyectos
diversos, la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia, acordó poner en
conocimiento de esta Comisión el nuevo texto, con la sugerencia que se
reabriera el debate y se acogieran las modificaciones.
La
Comisión
de
Derechos
Humanos,
Nacionalidad y Ciudadanía, reabrió el debate y sometió a la consideración de
sus integrantes una indicación sustitutiva del texto del proyecto, suscrita por
los señores Sergio Elgueta, Erick Villegas, Andrés Aylwin, Sergio Ojeda,
Homero Gutiérrez, Alejandro García-Huidobro y Jaime Naranjo, que es idéntica
al texto sustitutivo del proyecto aprobado por la Comisión de Constitución,
Legislación y Justicia.
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NUEVO INFORME COMISIÓN DERECHOS HUMANOS
Por tratarse de un informe que sustituye el anterior sobre la misma
materia, se reproducen a continuación los antecedentes generales del
proyecto.
Antecedentes Generales.
Durante la discusión fueron escuchadas las
opiniones de representantes de las Iglesias Evangélicas señores Helmuth
Gnadt Vitalis, Ricardo Ramírez Loaus, Hermes Canales Guevara, Juan Alberto
Rabah, Jorge Uribe Tapia, Manuel Covarrubias Lagos, Gerardo Vásquez
Vásquez, Humberto Ulloa Cerda y Francisco Anabalón. También fueron
escuchados los representantes de la Fe Bahi, señores Sergio Aparicio Caro,
Alejandro Reid O., Fernando Abarca O. y Hamid Dehghan Manshadi.
Representando a la Iglesia Católica concurrieron los presbíteros Fernando
Retamal Fuentes y Juan Ignacio González Errázuriz y el señor abogado don
Jorge Kindermann.
Participaron también en el debate del despacho del
proyecto, el ex Ministro del Interior, don Germán Correa Díaz; los asesores de
ese mismo Ministerio, señores Humberto Lagos, Gustavo Villalobos y Mauricio
Decap. Asistieron además los Diputados no miembros de la Comisión señores
Sergio Elgueta Barrientos, Francisco Huenchumilla Jaramillo, Pedro Muñoz
Aburto, José Miguel Ortíz Novoa, Fanny Pollarolo Villa, Edmundo Salas de la
Fuente, Rodolfo Seguel Molina y Eugenio Tuma Zedán.
De un tiempo a esta parte se venía
representando crecientemente el anhelo manifestado por diversos grupos
religiosos, de promover y buscar fórmulas jurídicas que facilitaran el ejercicio
del derecho a la libertad religiosa que se estimaba de alguna manera
restringido o dificultado.
Estaba claro que la libertad de conciencia, la
manifestación de las creencias y el ejercicio libre de todos los cultos se
encontraba
suficientemente
garantizado
por
nuestro
ordenamiento
institucional, de atenernos a lo que prescribe el Nº 6 del artículo 19 de la
Constitución Política de la República, que al efecto dispone:
Artículo 19.- La Constitución asegura a todas las personas: 6º.- La
libertad de conciencia, la manifestación de todas las creencias y el
ejercicio libre de todos los cultos que no se opongan a la moral, a las
buenas costumbres o al orden público”.
“Las confesiones religiosas podrán erigir y
conservar templos y sus dependencias bajo las condiciones de
seguridad e higiene fijadas por las leyes y ordenanzas.
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NUEVO INFORME COMISIÓN DERECHOS HUMANOS
“Las
iglesias,
las
confesiones
e
instituciones religiosas de cualquier culto tendrán los derechos que
otorgan y reconocen, con respecto a los bienes, las leyes actualmente
en vigor. Los templos y sus dependencias destinados exclusivamente
al servicio de un culto, estarán exentos de toda clase de
contribuciones.”.
Casi en idéntica forma establecía esta garantía
la Constitución de 1925, en el Nº2º de su artículo 10.
Esta libertad, que en el conjunto de sus
manifestaciones constituye lo que en doctrina se reconoce como la “libertad
religiosa”, es considerada un derecho humano inalienable, y así está
consagrada en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en su
artículo XVIII, que dice:
“Todo hombre tiene derecho a la libertad
de pensamiento, conciencia y religión. Este derecho incluye la libertad
de cambiar de religión o creencia y la libertad de manifestar esa
religión o creencia a través de la enseñanza, la práctica, el culto y las
observancias, aislada o colectivamente, en público o en particular.”
La Declaración de la V Asamblea del Consejo
Mundial de Iglesias, celebrada en Nairobi, en 1975, expresó que “El derecho a
la libertad religiosa está consagrado en la mayoría de las constituciones como
un derecho humano básico. La libertad de religión significa la libertad de tener
o adoptar una religión o creencia de gusto propio, así como la libertad de
manifestar esa religión o creencia a través del culto, de la observancia, de la
práctica y de la enseñanza, ya sea individualmente o en comunidad con otros,
tanto en público como en particular. La libertad religiosa debe incluir el
derecho y el deber que los grupos religiosos tienen de criticar los poderes
gobernantes cuando sea necesario, de acuerdo con sus convicciones
religiosas.”
Su Santidad Juan XXIII, en la encíclica Pacem in
Terris, señala a este respecto:
“Todo ser humano tiene derecho a la libertad en
la búsqueda de la verdad y, dentro de los límites del orden moral y del bien
común, a la libertad en la manifestación y difusión del pensamiento...
Pertenece igualmente a los derechos de la persona la libertad de dar culto a
Dios, de acuerdo con los rectos dictámenes de la propia conciencia y de
profesar la religión privada y públicamente.”.
Por ello el Mensaje de S.E.: el Presidente de la
República expresa que “la libertad religiosa, más allá de ser una preocupación
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teórica de jurisconsultos, filósofos, teólogos y otros especialistas, es un
derecho que tiene las más amplias y determinantes expresiones en la vida
social y en la cotidianeidad de las existencias individuales y colectivas.”
Así reconocido este derecho, el Supremo
Gobierno, acogiendo proposiciones y peticiones de las Iglesias Cristianas
Evangélicas y de otros grupos religiosos del país, dispuso por Decreto Nº 332,
de Interior, de 1º de junio de 1992, la creación de una Comisión Especial que
lo asesorara en el estudio y redacción de un proyecto de ley, relacionado con
estas materias.
Entre las conclusiones del estudio realizado por
la referida Comisión, se constató que el estatuto jurídico vigente respecto de
las entidades religiosas, en relación a su organización, las sujetaba a las
disposiciones del derecho común, pues no existían normas especiales que
regularan su constitución y funcionamiento. Reconoce el Mensaje que es
evidente que esta asimilación legal, no se aviene con la naturaleza y
características propias de sus fines espirituales y de bien común y dificulta el
ejercicio de los derechos protegidos por la garantía constitucional a que hemos
hecho referencia.
Por otra parte, con la adopción de este proyecto,
se asume que el otorgamiento de la personalidad jurídica no es una concesión
graciosa del Estado, sino el reconocimiento de la autoridad de un derecho
preexistente, derivado de la concurrencia del derecho de asociación y del
derecho a la libertad religiosa.
La circunstancia de que la personalidad jurídica
de las iglesias se otorgue, hasta ahora, en tanto corporaciones de derecho
privado en virtud del Decreto Supremo Nº110, de 1979, del Ministerio de
Justicia, se estima tanto por el proponente de esta iniciativa legal como por los
afectados, desde una perspectiva de estricto derecho, más como un acto de
mera “tolerancia religiosa” que como uno de “libertad religiosa”.
Además, al hacer depender de la autoridad
administrativa la concesión del beneficio de la personalidad jurídica, se estaría
lesionando el principio de “separación entre Iglesia y Estado”, que formula
nuestra Constitución Política.
El proyecto propuesto por el Ejecutivo, al
abocarse a la formulación de un nuevo estatuto jurídico, avanza en la
concreción del principio de igualdad ante la ley en materia de libertad religiosa,
y así se expresa en el Mensaje.
En el debate habido en la Comisión, donde
fueron escuchadas las opiniones de las más diversas vertientes religiosas, se
destacó por sus representantes, la importancia que revestía la formulación de
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este proyecto, por el hecho de que el fenómeno religioso es tratado por
primera vez en su globalidad en la historia legislativa de Chile, y que se analiza
el factor religioso de manera unitaria.
En esta parte del informe se omite la relación de
otros diferentes argumentos de orden histórico, doctrinario, jurisprudencial y
hasta teológico expuestos por los representantes de las diversas confesiones o
denominaciones religiosas, que van más allá de los aspectos abordados por los
preceptos que propone la iniciativa legal en análisis. Hay constancia de ellos en
las actas de la Comisión.
Antes de proceder a la discusión particular de la indicación sustitutiva
que motiva este nuevo informe, la Comisión escuchó, además, a las siguientes
personas: don Jorge Uribe, don Manuel Covarrubias, don Juan Rabah, don Lee
Alen Yverson, representantes del Comité de Organizaciones Evangélicas y doña
Ariaselva Ruz Durán, de la Iglesia de Ciencias Cristianas.
Para interiorizarse de los fundamentos de la indicación sustitutiva
mencionada, la Comisión tuvo a la vista para su estudio y análisis, las actas de
la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia, relativas a la materia.
De la lectura de estas actas, se desprende que la Comisión de
Constitución, Legislación y Justicia, concluyó que las iglesias y confesiones
religiosas deben tener la calidad de persona jurídica de derecho público. Esta
calidad deriva de la historia del establecimiento de la Constitución de 1980 y
de la constatación de que, bajo el imperio de la Constitución de 1925, se dictó
la ley Nº 17.725 que concedió personalidad jurídica, con tal carácter de
derecho público, a la Arquidiócesis Católica, Apostólica y Ortodoxa de Chile.
Esto último indica que ya la Constitución de 1925, concebía este tipo de
personalidad jurídica para las organizaciones religiosas
Se destaca en las actas referidas, que la indicación sustitutiva propuesta
por la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia fue elaborada sobre la
base de varios elementos, tales como la Declaración de Libertad Religiosa
redactada en el Concilio Vaticano II, los textos de la ley orgánica sobre libertad
religiosa de España y la legislación colombiana, entre otros.
En cuanto a las ideas matrices y descripción del proyecto, es necesario
consignar lo siguiente:
Ideas matrices y descripción del proyecto.
El nuevo texto del proyecto, contiene dos grupos de ideas centrales que
apuntan, en síntesis, a los propósitos expresados en el mensaje, de establecer
normas que reconozcan las libertades de conciencia en lo religioso y de culto, y
que regulen el funcionamiento de las iglesias y organizaciones religiosas.
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Por las primeras se explicita y se reitera en la ley la garantía
constitucional que asegura a todas las personas las libertades e igualdades
religiosas y de culto.
A este orden de materias se refieren los artículos 1º, 2º y 3º del capítulo
I sobre normas generales.
El artículo 4º precisa lo que debe entenderse por "iglesias, confesiones o
instituciones religiosas" para los efectos de esta ley, señalando que son "las
entidades formadas por personas naturales que profesen una determinada fe,
la practiquen, enseñen y difundan".
En el Capítulo II se habla de la libertad religiosa y de culto, que se
traduce en la ampliación y la explicitación de la garantía constitucional y allí se
separan dos situaciones, por un lado las facultades que corresponden a cada
persona en particular y las que corresponden a una asociación o entidad
religiosa (artículos 6º y 7º).
El artículo 8º contempla los límites del ejercicio de los derechos que
emanan de la libertad religiosa, exigiendo que dicho ejercicio no debe oponerse
a la moral, a las buenas costumbres y al orden público, de la misma manera
como lo restringe la disposición constitucional del Nº 6 del artículo 19.
Además, excluye de las normas de esta ley, dejándolas expresamente
fuera de su ámbito de aplicación a las entidades y actividades relacionadas con
el estudio y experimentación de fenómenos síquicos o parasicológicos,
prácticas mágicas, supersticiones, espiritistas u otras de naturaleza ajenas o
diferentes al conocimiento o culto religiosos.
Finalmente, este artículo 8º prohibe la existencia de entidades o el
desarrollo de actividades dedicadas al satanismo.
El segundo grupo de disposiciones, regula el régimen
funcionamiento de las entidades religiosas.
legal de
El Capítulo III se refiere a la constitución de la personalidad jurídica y
sus estatutos. Aquí hay una particular diferencia con el primitivo texto. Se
quiso hacer un reglamento más simple. En su artículo 9º se señala el
procedimiento para que las entidades religiosas obtengan existencia legal. El
artículo 10º establece un procedimiento en caso que se deniegue el registro
por parte del Ministerio de Justicia, en que intervienen los tribunales. El
artículo 11º se refiere al contenido de los estatutos de estas entidades. El
inciso final fue muy discutido y se llegó a establecer que sólo los fundantes que
suscriban el acta de constitución y los directores no deben estar sometidos a
proceso o condenados por crimen o simple delito.
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Luego se establecen en el artículo 12 los privilegios procesales que
tienen los ministros de una iglesia o confesión cuando tienen que ir a declarar
como testigos en los tribunales.
El Capítulo IV sobre patrimonio y exenciones, es prácticamente igual al
propuesto por esta Comisión, en su informe primitivo, y mantiene las
exenciones tributarias propuestas en el mensaje del Ejecutivo. Se estimó que
estas entidades u organizaciones deben llevar una contabilidad normal como
cualquier otra institución. Se expresa que las donaciones inferiores a 25
Unidades tributarias Mensuales están exentas del trámite de la insinuación.
En relación a la disolución de estas organizaciones contemplada en el
Capítulo V, ésta se puede efectuar por propia voluntad o bien en cumplimiento
de una sentencia judicial, por iniciativa del Consejo de Defensa del Estado. Se
optó por suprimir la acción pública.
Con respecto al destino de los bienes cuando se disuelve una
organización, hay que estar a lo que los estatutos estipulen.
En el artículo 1º transitorio se reconoce la calidad de personalidad
jurídica que gozan actualmente por ley algunas iglesias
En el articulo 2º transitorio se da un plazo a las personas que tienen
bienes a su nombre para que hagan el traspaso a la referida entidad religiosa
que haya declarado ser propietaria de inmuebles u otros bienes sujetos a
registro público.
La Comisión acordó comunicar la aprobación del nuevo texto a la
Comisión de Constitución, Legislación y Justicia, e informar de sus acuerdos a
la Honorable Cámara en un nuevo informe, dejando sin efecto, en lo particular,
la totalidad de lo dicho y aprobado en el anterior, boletín 1111-07, debiendo
tenerse el presente, como su primer informe para todos los efectos
reglamentarios.
Menciones especiales.
I.- Se hace presente que el proyecto fue aprobado en general, por
unanimidad.
Lo mismo ocurrió, al reabrirse el debate, con todos y cada uno de los
artículos del proyecto, en su respectiva discusión particular.
II.- Los artículos 15 y 16 deben ser conocidos por la Comisión de
Hacienda, según lo dispone el artículo 220 del Reglamento.
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III.- El artículo 10, en su inciso 4º, contiene una norma de carácter
orgánico constitucional, que consiste en otorgar competencia a los jueces de
letras en lo civil, de la ciudad capital de región, para reclamar de la objeción a
la constitución de una entidad religiosa formulada por el Ministerio de Justicia.
Por su carácter, esta disposición requiere para su aprobación el quórum
de cuatro séptimas partes de los Diputados y Senadores en ejercicio.
IV.- Para el evento que se envíe el proyecto a comisiones para segundo
informe, la Comisión acordó solicitar a la H. Cámara que, para evitar un doble
segundo informe, se autorice la formación de comisiones unidas de
Constitución Legislación y Justicia y Derechos Humanos, Nacionalidad y
Ciudadanía para el despacho del segundo trámite reglamentario.
En consecuencia, de acuerdo con lo expuesto y
demás explicaciones que pueda dar el señor Diputado Informante, la Comisión
de Derechos Humanos, Nacionalidad y Ciudadanía, ha acordado dejar sin
efecto el articulado de que se dio cuenta en el primer informe emitido por esta
Comisión y somete a la consideración y aprobación de la Honorable Cámara,
como único texto el siguiente:
"PROYECTO DE LEY
Capítulo I
Normas Generales
Artículo 1º.- El Estado garantiza la libertad religiosa y de culto,
reconocida en el artículo 19, No. 6º, de la Constitución Política de la República,
en los términos previstos en esta ley.
Artículo 2°.- Ninguna persona podrá ser discriminada en virtud de sus
creencias religiosas, ni tampoco podrán éstas invocarse como motivo para
anular, restringir o afectar la igualdad consagrada en la Constitución y la ley.
Artículo 3°.- El Estado velará para que las personas desarrollen
libremente sus creencias y promoverá la participación de las iglesias,
confesiones e instituciones religiosas en la consecución del bien común.
Artículo 4°.- Para los efectos de esta ley, se entiende por iglesias,
confesiones o instituciones religiosas a las entidades formadas por personas
naturales que profesen una determinada fe, la practiquen, enseñen y difundan.
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Artículo 5.- Cada vez que esta ley emplea el término “entidad
religiosa”, se entenderá que se refiere a las iglesias, confesiones e instituciones
religiosas de cualquier culto, sus federaciones o confederaciones.
Capítulo II
Libertad religiosa y de culto
Artículo 6°.- La libertad religiosa y de culto, con la correspondiente
autonomía e inmunidad de coacción, significan, para toda persona, las
facultades de:
a) Profesar la creencia religiosa que libremente elija o no profesar
ninguna; manifestarla libremente o abstenerse de hacerlo; o cambiar o
abandonar la que observaba;
b) Practicar en público o en privado, individual o colectivamente, actos
de oración o de culto; conmemorar sus festividades; celebrar sus ritos
matrimoniales; recibir a su muerte una sepultura digna en los cementerios
públicos, sin discriminación por razones religiosas; no ser obligada a practicar
actos de culto o a recibir asistencia religiosa contraria a sus convicciones
personales y no ser perturbada en el ejercicio de estos derechos;
c) Recibir asistencia religiosa de su propia confesión en donde quiera
que se encuentre;
d) Recibir e impartir enseñanza o información religiosa por cualquier
medio; elegir para sí -- y los padres para los menores no emancipados y los
guardadores para los incapaces bajo su tuición y cuidado --, la educación
religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones, y
e) Reunirse o manifestarse públicamente con fines religiosos y asociarse
para desarrollar comunitariamente sus actividades religiosas, de conformidad
con el ordenamiento jurídico general y con esta ley.
Artículo 7º.- En virtud de la libertad religiosa y de culto, se reconoce a
las entidades religiosas, entre otras, las siguientes facultades:
a) Ejercer libremente su propio ministerio, practicar el culto, celebrar
reuniones en relación con la religión y fundar y mantener lugares para esos
fines;
b) Establecer su propia organización interna y jerarquía; capacitar,
nombrar, elegir y designar en cargos y jerarquías a las personas que
correspondan y determinar sus denominaciones;
c) Enunciar, comunicar y difundir, de palabra, por escrito o por
cualquier medio comunicacional, su propio credo y manifestar su doctrina
respecto de la perfección de la actividad humana y de la sociedad;
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d) Fundar, mantener y dirigir, en forma autónoma y sin fines de lucro,
institutos de formación y de estudios teológicos o doctrinales, instituciones
educacionales, de beneficencia o humanitarias, conforme con sus estatutos;
e) Crear, participar, patrocinar y fomentar, para la realización de sus
fines, asociaciones, corporaciones y fundaciones con arreglo a las disposiciones
del ordenamiento jurídico común, siempre que no tengan fines de lucro, y
f) Solicitar y recibir todo tipo de contribuciones voluntarias, de
particulares e instituciones.
Artículo 8º.- El ejercicio de los derechos que emanan de la libertad
religiosa y de culto tiene como límites la moral, las buenas costumbres y el
orden público, conforme con lo preceptuado en el párrafo primero del No. 6°
del artículo 19 de la Constitución Política de la República.
Quedan fuera del ámbito de aplicación de esta ley las entidades y las
actividades relacionadas con el estudio y experimentación de fenómenos
psíquicos o parasicológicos, prácticas mágicas, supersticiosas, espiritistas u
otras de naturaleza ajena o diferentes al conocimiento y culto religiosos.
Queda prohibida la existencia de entidades o el desarrollo de actividades
destinadas al satanismo.
Capítulo III
Personalidad jurídica y estatutos
Artículo 9º.- Las entidades religiosas que se organicen conforme a esta
ley tendrán existencia legal una vez cumplidos los siguientes requisitos:
a) Inscripción en el registro público que debe llevar el Ministerio de
Justicia de la escritura pública en que consten sus estatutos y el acta de su
respectiva constitución;
b) Transcurso del plazo de noventa días desde la fecha de inscripción o
registro, sin que el Ministerio de Justicia hubiere formulado objeción; o si,
habiéndose deducido objeción, ésta hubiere sido subsanada por la entidad
religiosa o desestimada por la justicia, y
c) Publicación en el Diario Oficial de un extracto del acta de constitución,
que incluya el número de registro o inscripción asignado.
Desde que quede a firme la inscripción en el registro público, la
respectiva entidad religiosa gozará de personalidad jurídica de derecho público
por el solo ministerio de la ley.
Artículo 10.- El Ministerio de Justicia no podrá denegar el registro.
Sin embargo, dentro del plazo de noventa días contados desde la fecha
de ese acto, mediante resolución fundada, podrá objetar la constitución si
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faltare algún requisito o si los estatutos o los fines y objetivos perseguidos se
apartaren de las disposiciones de esta ley.
La entidad religiosa afectada, dentro del plazo de sesenta días, contado
desde la notificación de las objeciones, deberá subsanar los defectos de
constitución o adecuar sus estatutos, fines u objetivos a las observaciones
formuladas. Si así no lo hiciere, quedará sin efecto la inscripción en el registro.
De la resolución que objete la constitución podrán reclamar los
interesados, en juicio breve y sumario, ante el juez de letras en lo civil de la
ciudad capital de región en la que la entidad religiosa tuviere su domicilio,
dentro del plazo de quince días contado desde su notificación.
Artículo 11.- Los estatutos deberán contener, a lo menos, la expresión
de los fines de la entidad religiosa, su denominación y demás datos de
identificación; su régimen de organización y funcionamiento; sus órganos
representativos, de administración y control; la forma y quórum de sus
decisiones; su sistema de financiamiento; lo relativo a su disolución y destino
de sus bienes, y el procedimiento para reformar sus estatutos.
El acta
deberá contener, como mínimo, el nombre de la entidad
religiosa, el o los domicilios de ella y la certificación de haberse aprobado los
estatutos.
Las personas que suscriban el acta de constitución de la entidad religiosa
y sus directores no deberán estar procesados ni condenados por crimen o
simple delito.
Artículo 12.- Los ministros de culto de una iglesia, confesión o
institución religiosa acreditarán su calidad de tales mediante certificación
expedida por la entidad religiosa respectiva, y les serán aplicables las normas
de los artículos 360, No.1; 361, Nos. 1 y 3, y 362 del Código de Procedimiento
Civil, así como lo establecido en el artículo 202, No. 2, del Código de
Procedimiento Penal.
Capítulo IV
Patrimonio y exenciones
Artículo 13.- La adquisición, enajenación y administración de los bienes
necesarios para las actividades de las entidades religiosas estarán sometidas a
la legislación común.
Deberán llevar libros de contabilidad, teniendo acceso a ellos cualquier
miembro de la corporación.
Artículo 14.- Las entidades religiosas podrán solicitar y recibir toda
clase de donaciones y contribuciones voluntarias, de particulares e
instituciones; organizar colectas entre sus fieles para el culto, la sustentación
de sus ministros u otros fines propios de su misión.
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Artículo 15.- Las donaciones y asignaciones que reciban las entidades
religiosas a que se refiere esta ley, que tengan por objeto la construcción o
reparación de templos destinados al servicio del culto o para el mantenimiento
del mismo culto, quedarán exentas del impuesto establecido en la ley No.
16.271, sobre Impuesto a las Herencias, Asignaciones y Donaciones.
Las donaciones inferiores a veinticinco unidades tributarias mensuales
estarán exentas del trámite de insinuación.
Artículo 16.- Las entidades religiosas regidas por esta ley gozarán de
los mismos derechos, exenciones y beneficios tributarios que las leyes y
reglamentos vigentes otorguen y reconozcan a otras iglesias, confesiones e
instituciones religiosas existentes en el país.
Los templos y sus dependencias, destinados exclusivamente al servicio
de un culto, estarán exentos de toda clase de contribuciones.
Capítulo V
Disolución
Artículo 17.- La disolución de una entidad podrá llevarse a cabo de
conformidad con sus estatutos, o en cumplimiento de una sentencia judicial
firme, recaída en juicio incoado a requerimiento del Consejo de Defensa del
Estado, el que podrá accionar de oficio o a petición de parte, en los casos que
así corresponda, en conformidad con la Constitución y la ley.
Disuelta la entidad religiosa, se procederá a eliminarla del registro a que
se refiere el artículo 9°.
Artículos transitorios
Artículo 1º.- El Estado reconoce la personalidad jurídica y la plena
capacidad de obrar de las entidades religiosas que gocen de ella a la fecha de
entrada en vigencia de esta ley.
Artículo 2º.- Las entidades religiosas que a la época de su inscripción
en el registro público, hubieren declarado ser propietarias de inmuebles u otros
bienes sujetos a registro público, cuyo dominio aparezca a nombre de personas
naturales o jurídicas distintas de ellas podrán, en el plazo de un año,
regularizar su situación otorgando los documentos o usando los procedimientos
legales de la legislación común, hasta obtener la inscripción correspondiente a
nombre de las referidas entidades."
Se designó DIPUTADO INFORMANTE al señor Jaime Naranjo Ortiz.
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Acordado en sesiones de fecha 7 y 28 de agosto y 12 de septiembre de
1996 y en sesión en comité de 4 de septiembre de 1996, con asistencia de los
señores Erick Villegas (Presidente), Andrés Aylwin, Guillermo Ceroni, Alejandro
García-Huidobro, Homero Gutiérrez, Arturo Longton, Rosauro Martínez, Iván
Moreira, Jaime Naranjo, Sergio Ojeda, Rodolfo Seguel, Carlos Valcarce y
Alfonso Vargas.
Asistieron además, los señores Sergio Elgueta, Luis Valentín Ferrada y
Harry Jürgensen.
SALA DE LA COMISIÓN, a 12 de septiembre de 1996.
JOSÉ VICENCIO FRÍAS
Secretario de la Cmisión
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INFORME COMISIÓN HACIENDA
1.6. Informe de Comisión Hacienda
Cámara de Diputados. Fecha 18 de octubre, 1996. Cuenta en Sesión 09.
Legislatura 334.
INFORME DE LA COMISIÓN DE HACIENDA RECAÍDO EN EL PROYECTO
DE LEY QUE ESTABLECE NORMAS ACERCA DE LA CONSTITUCIÓN
JURÍDICA Y FUNCIONAMIENTO DE LAS IGLESIAS Y ORGANIZACIONES
RELIGIOSAS.
BOLETÍN Nº 1.111-07
HONORABLE CÁMARA:
Vuestra Comisión de Hacienda pasa a
informaros el proyecto de ley mencionado en el epígrafe, en cumplimiento del
inciso segundo del artículo 17 de la ley N° 18.918, Orgánica Constitucional del
Congreso Nacional y conforme a lo dispuesto en los artículos 220 y siguientes
del Reglamento de la Corporación.
La iniciativa tiene su origen en un Mensaje de
S.E. el Presidente de la República.
Asistieron a la Comisión durante el estudio del
proyecto los señores René García, Subdirector del Servicio de Impuestos
Internos; Osvaldo Rivas, y Claudio Sepúlveda, Director de Operaciones y
Abogado Jefe del Departamento Jurídico del Servicio Nacional de Aduanas,
respectivamente.
El propósito de la iniciativa consiste en
establecer normas legales que reconozcan las libertades de conciencia en lo
religioso y de culto, y que regulen el funcionamiento de las iglesias y
organizaciones religiosas.
La Comisión tuvo presente en la discusión del
proyecto que en materia de tributación fiscal interna no existe un estatuto que
regule en forma específica la situación tributaria de las distintas iglesias, razón
por la cual deben sujetarse a las normas comunes aplicables a los
contribuyentes, en la medida que por acciones voluntarias u otras
circunstancias adquieran el carácter de sujeto pasivo de algún tributo.
En cuanto instituciones afectas a la legislación
común, se benefician de las siguientes exenciones de carácter general, las que
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INFORME COMISIÓN HACIENDA
por su naturaleza podrán ser impetradas por iglesias o instituciones creadas
por ellas.
a) Por el Nº 4 del artículo 40 de la Ley sobre
Impuesto a la Renta, se exime del impuesto de primera categoría a las rentas
percibidas por "las instituciones de beneficencia que determine el Presidente de
la República". Se precisa que "sólo podrán impetrar este beneficio aquellas
instituciones que no persigan fines de lucro y que de acuerdo a sus estatutos
tengan por objeto principal proporcionar ayuda material o de otra índole a
personas de escasos recursos económicos.".
b) Por el inciso segundo del Nº 7, de la letra B),
del artículo 12, del decreto ley Nº 825, de 1974, se exime del IVA a las
importaciones que constituyan donaciones y socorros calificados como tales a
juicio exclusivo del Servicio Nacional de Aduanas, destinadas a corporaciones,
fundaciones y a las universidades.
c) Por el Nº 9 de la letra D), de la sección I, del
Cuadro Anexo Nº 1, de la ley Nº 17.235, se exime del 100% del impuesto
territorial a los inmuebles que se destinen a "escuelas, colegios, seminarios,
universidades y campos de deportes de sociedades deportivas y de socorros
mutuos que tengan personalidad jurídica y demás establecimientos destinados
a la educación o al deporte, en la parte destinada exclusivamente a estos
servicios y siempre que no produzcan renta.".
Además, el ordenamiento jurídico vigente
contempla exenciones de impuestos en beneficio de dichas instituciones, las
que se enumeran a continuación:
a) En la ley Nº 17.235, sobre Impuesto
Territorial, se incluyen en el Cuadro Anexo Nº 1, Sección 1, dos exenciones en
favor de inmuebles que sean de propiedad de iglesias:
a-1 Letra C) Nº 2.- Exención del 100% del impuesto territorial, para "Los
templos y sus dependencias, destinados exclusivamente al servicio de un
culto.".
a-2 Letra D) Nº 13.- Exención del 100% del impuesto territorial, para "Las
habitaciones anexas a iglesias o templos de algún culto religioso, ocupados por
los funcionarios del culto y siempre que no produzcan renta.".
b) En el decreto ley Nº 3.475, artículo 23, Nº 9,
que establece la exención de los impuestos de la Ley de Timbres y Estampillas
en favor de las "Instituciones con personalidad jurídica cuyo fin sea el culto".
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INFORME COMISIÓN HACIENDA
c) En la ley Nº 16.271, artículo 18, Nº 4, que
declara exentas del impuesto a las herencias, asignaciones y donaciones a las
herencias y donaciones "que se dejen para la construcción o reparación de
templos destinados al servicio de un culto o para el mantenimiento del mismo
culto".
El informe financiero elaborado por la Dirección
de Presupuestos hace hincapié en que carece de antecedentes respecto al
número de nuevas iglesias que se constituirán conforme al proyecto. Plantea
que la iniciativa no establece nuevos beneficios tributarios que incrementen los
que otorga la legislación vigente.
En cuanto a las contribuciones sólo 193 predios
destinados al culto estarían afectos a ellas, quedando exentos 5.573 predios. El
beneficio producto de esta exención asciende a 1.932.9 miles de pesos.
La
Comisión
de
Derechos
Humanos,
Nacionalidad y Ciudadanía dispuso en su informe que esta Comisión tomara
conocimiento de los artículos 15 y 16 del proyecto aprobado por ella.
En relación con la discusión particular del
articulado, cabe señalar lo siguiente:
En el artículo 15, se establece que las
donaciones y asignaciones en favor de las entidades religiosas para
construcción o reparación de templos quedarán exentas del impuesto a las
herencias, asignaciones y donaciones.
En su inciso segundo, se exime del trámite de
insinuación a las donaciones inferiores a veinticinco UTM.
En el debate de la Comisión se señaló que el
inciso primero de este artículo es reiterativo de lo dispuesto en el artículo 18
de la ley Nº 16.271 antes citada, en materia de exenciones al impuesto a las
herencias, asignaciones y donaciones y, en consecuencia, innecesario.
Los Diputados señores Galilea, Jürgensen y
Longueira formularon una indicación para reemplazar el artículo 15, por el
siguiente:
"Artículo 15.- Las donaciones que reciban
las entidades religiosas a que se refiere esta ley, estarán exentas del
trámite de insinuación, cuando sean por valores inferiores a
veinticinco unidades tributarias mensuales.".
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INFORME COMISIÓN HACIENDA
Puesta en votación la indicación precedente fue
aprobada por unanimidad.
En el artículo 16, se otorga a las entidades
religiosas regidas por el proyecto los mismos derechos, exenciones y beneficios
tributarios que tienen las otras iglesias, confesiones e instituciones religiosas
existentes en el país.
En su inciso segundo, se dispone que los
templos y sus dependencias, destinados exclusivamente al servicio de un culto,
estarán exentos de toda clase de contribuciones.
Se hizo presente en la Comisión que el inciso
segundo es reiterativo de lo dispuesto en el inciso tercero del número 6º del
artículo 19 de la Constitución Política; sin embargo nada agrega referirse en los
mismos términos en esta ley puesto que las exenciones ya están contempladas
en la ley Nº 17.235, según se ha expresado anteriormente.
Solicitada votación separada en este artículo, el
inciso primero fue aprobado en forma unánime y el inciso segundo se rechazó
por unanimidad.
CONSTANCIAS
1.- Disposiciones rechazadas
- El inciso segundo del artículo 16.
2.- Indicaciones rechazadas
- No hay.
SALA DE LA COMISION, a 18 de octubre de
1996.
Acordado en sesiones de fechas 9 y 15 de
octubre de 1996, con la asistencia de los Diputados señores Longueira, don
Pablo (Presidente); Arancibia, don Armando; Galilea, don José Antonio; García,
don José; Jocelyn-Holt, don Tomás; Jürgensen, don Harry; Makluf, don José;
Montes, don Carlos; Ortiz, don José Miguel, y Palma, don Andrés.
Se designó Diputado Informante al señor MAKLUF, don JOSÉ.
JAVIER ROSSELOT JARAMILLO
Secretario de la Comisión
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INFORME COMISIÓN CONSTITUCIÓN
1.7. Informe de Comisión de Constitución
Cámara de Diputados. Fecha 29 de octubre, 1996. Cuenta en Sesión 09.
Legislatura 334.
Boletín No. 1111-07-1.
INFORME DE LA COMISIÓN DE CONSTITUCIÓN, LEGISLACIÓN Y
JUSTICIA SOBRE EL PROYECTO DE LEY QUE ESTABLECE NORMAS
ACERCA DE LA CONSTITUCIÓN JURÍDICA Y FUNCIONAMIENTO DE LAS
IGLESIAS Y ORGANIZACIONES RELIGIOSAS.
Honorable Cámara:
Vuestra Comisión de Constitución, Legislación y Justicia pasa a
informaros sobre el proyecto de ley individualizado en el epígrafe, iniciado en
mensaje de S.E. el Presidente de la República.
I. Antecedentes
El proyecto, radicado originalmente en esta Comisión desde el 2 de
noviembre de 1993, fue enviado, por acuerdo adoptado en sesión 25ª, de
fecha 2 de agosto de 1994, a la Comisión de Derechos Humanos, Nacionalidad
y Ciudadanía, la que informó sobre él, por primera vez, con fecha 9 de agosto
de 1995.
La Corporación, por acuerdo adoptado en sesión 34ª, de miércoles 6 de
septiembre de 1995, dispuso que el proyecto fuera remitido a esta Comisión
con el propósito de tener una segunda opinión sobre la materia, en el
entendimiento de que la Sala conocería el informe de la Comisión de Derechos
Humanos, Nacionalidad y Ciudadanía y, eventualmente, como segundo
informe, el de esta Comisión, por lo cual las proposiciones de ella serían
tratadas como indicaciones, en caso de discrepancia.
Vuestra Comisión, en cumplimiento de ese mandato, acordó efectuar
una audiencia pública el día miércoles 15 de noviembre de 1995, con el fin de
escuchar a las instituciones o entidades que tuvieran interés en la materia a
que se refiere el proyecto.
Concurrieron a la referida audiencia, los Presbíteros Fernando Retamal y
Juan Ignacio González, en representación de la Conferencia Episcopal de Chile;
el Presidente de B’nai Brith, señor Sergio Bitrán; los señores Jaime Villalobos y
Héctor Pino, de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días; los
señores Pedro Lobato, Fernando Morras, Norman Arbona y Richard Orquera, de
la Comunidad Religiosa Testigos de Jehová; la señora Ariaselva Ruz Durán, de
la Primera Iglesia de Cristo Científica de Santiago; los señores Víctor Olivares,
Francisco Anabalón, Emiliano Soto, Raúl Sánchez, Nadir Carreño, Emilio
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INFORME COMISIÓN CONSTITUCIÓN
Paredes, Lee Iverson, Juan Alberto Rabah y señora Juana Albornoz, del Comité
de Organizaciones Evangélicas (COE).
II. Observaciones formuladas al articulado del proyecto de ley
contenido en el informe despachado por la Comisión de Derechos
Humanos, Nacionalidad y Ciudadanía.
Los invitados formularon diversas observaciones a las disposiciones
consideradas en el primer informe de la Comisión de Derechos Humanos,
Nacionalidad y Ciudadanía. Son las que se pasan a indicar.
La primera observación se refiere a la acción popular, considerada en el
proyecto, la que, en general, se consideró como una figura inconveniente, ya
que cualquier tercero interesado, que pudiere sentirse perjudicado por los
estatutos de una organización religiosa, podía deducir acciones judiciales. En
nuestro derecho positivo, la acción popular es excepcional y la establecida en
el proyecto se concede a cualquier tercero, cuyo interés, además, no se define.
La procedencia de la acción judicial se califica en la sentencia definitiva, lo que
producirá un problema de inseguridad jurídica para las entidades religiosas.
Esto significaría la constitución de entidades jurídicas de segunda clase, que
estarían siempre sometidas a cuestionamiento.
Se coincidió en que la acción popular representa un riesgo, porque
permite, a cualquier persona, tenga o no tenga interés, plantear una acción
judicial, lo que permitiría que el juez decrete la suspensión de las actividades
de la comunidad religiosa afectada.
La segunda observación se refiere a la disposición que regula el culto,
particularmente en cuanto dispone que sea público.
Se estimó por algunos que era adecuada, porque se precave la
existencia de asociaciones satánicas o que no tienen carácter religioso,
situación que en el proyecto no se aborda, tal vez porque en el derecho común
existen normas que permiten sancionar a quien pretenda utilizar las normas
jurídicas aplicables a las iglesias para cometer actos en contra de la moral, las
buenas costumbres y el orden público.
También se manifestó que la norma en comento resultaba discriminante,
parcial y vulneraba la igualdad ante la ley y la libertad religiosa, porque no
todas las religiones tienen cultos que puedan constituir liturgias o ser de
acceso público. Algunos de los invitados sostuvieron que el proyecto no tiene
base constitucional, porque atenta contra la división de la iglesia y el Estado,
ya que permite que éste se inmiscuya en distintas instancias de la formación
de la iglesia misma, como también en su funcionamiento, ritos, credo,
etcétera.
Se expresó que la necesidad por la cual las iglesias requieren de un
estatuto jurídico es exclusivamente para actuar en el campo del derecho, para
sus obligaciones temporales. Por ningún motivo se puede tocar lo que es el
régimen de organización interna de las iglesias.
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INFORME COMISIÓN CONSTITUCIÓN
En lo concerniente al culto no se puede ser rígido. Hay credos religiosos
de acción mixta, en los que existe una propagación pública de la fe, pero,
además, hay otras acciones que son sagradas o privadas, por lo que no es
conveniente conceder a cualquier persona el derecho de inmiscuirse en ellas.
El Pacto de San José de Costa Rica (1991) y el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas
(1966), consagran la libertad de cultos, como también la libertad de manifestar
las creencias individual o colectivamente, tanto en público como en privado,
mediante el culto, la celebración de los ritos, las prácticas y la enseñanza.
La tercera observación planteada es la relativa a la terminología utilizada
por el proyecto. Sobre este tema, se manifestó que se vulnera el principio de
la generalidad de la ley al referirse, especialmente, a las iglesias cristianas
evangélicas, olvidando que hay otros tipos de comunidades religiosas — como
los adoradores de Krishna, los mormones y los testigos de Jehová —. Gran
parte de la terminología utilizada parece ajena a muchas de las creencias
religiosas que no son la tradicional, que es la Iglesia Católica. Por lo tanto, hay
que precisar la nomenclatura en esta ley, para que no sólo sea dirigida a los
evangélicos.
Se reiteró el desacuerdo con la terminología utilizada, señalándose que
en el inciso primero del artículo 1º se hace especial mención de “las iglesias
cristianas evangélicas”, no obstante que estos preceptos legales podrían
aplicarse a otras entidades religiosas que deseen acogerse a ellos, como, por
ejemplo, los rabinatos judíos, la confesión islámica y otras entidades similares.
La cuarta materia observada es la relativa a la posible existencia de una
“ley marco” sobre la materia.
Se manifestó que, a la luz de cuanto ya se ha realizado en diversos
Estados occidentales (Italia, España, Colombia) y de los estudios legislativos
actualmente en curso en otros (Argentina), parece útil interrogarse sobre la
conveniencia de un cuerpo legal previo, de carácter general, a la manera de
una “ley marco”, donde, con claridad conceptual y técnica legislativa, queden
especificados los contenidos del artículo 19, Nº 6), de nuestra Carta
Fundamental, que garantiza la libertad de conciencia, la manifestación de
todas las creencias y el ejercicio libre de todos los cultos que no se opongan a
la moral, a las buenas costumbres o al orden público.
Como ejemplo, se mencionó:
En el plano individual:
— La libertad de adherir o no adherir a una fe determinada y a la
comunidad confesional correspondiente;
— La libertad de los padres para educar a sus hijos en las convicciones
religiosas que inspiran su propia vida;
— La libertad de no sufrir, por motivos de fe religiosa, limitaciones y
discriminaciones en relación con otros ciudadanos en las diversas
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INFORME COMISIÓN CONSTITUCIÓN
manifestaciones de la vida (por lo que concierne a una carrera, trátese de
estudios, de trabajo, de profesión; participación en las responsabilidades
cívicas y sociales, etcétera).
En el plano social o comunitario:
— Las confesiones religiosas, que reúnen a los creyentes de una
determinada fe, existen y actúan como cuerpos sociales y se organizan según
principios doctrinales y fines institucionales que les son propios;
— La incorporación y pertenencia de sus miembros, contenido doctrinal,
organización de su propia jerarquía, autorregulación y fiscalización de
funciones ministeriales, etcétera, debe quedar claramente reconocido como
ámbito de la legítima autonomía de las respectivas entidades religiosas.
— El Estado no debe asumir ningún papel fiscalizador de las actividades
de los ministros religiosos o de grupos confesionales, salvo en lo concerniente
a salvaguardar el justo orden público, que incluye elementos varios, entre los
que se mencionan la moral y las buenas costumbres, y esto, de acuerdo a las
leyes comunes del Estado.
Se debe ser cauto en no sentar precedentes de una intervención estatal
más allá de los límites que el derecho moderno reconoce como legítimos en
materias confesionales. De no ser así, en un contexto distinto del sistema
democrático que nos rige actualmente, podrían invocarse antecedentes que
dieren lugar a lamentables arbitrariedades con refrendo legal.
La quinta observación se formuló respecto de la no consideración de
actuaciones contra la dignidad de las religiones y sobre el no establecimiento
de sanciones por declaraciones ofensivas en contra de ellas.
La sexta observación tuvo por finalidad destacar eventuales vicios de
inconstitucionalidad del proyecto. A juicio de algunos invitados, el texto
aprobado viola la separación estricta que tiene que haber entre la Iglesia y el
Estado y, además, el artículo 1º de la Constitución, en lo referente a la
autonomía de los cuerpos intermedios. Una iglesia se considera un cuerpo
intermedio, pero que difiere de cualquier otro que pueda existir en la sociedad.
Algunas disposiciones violan, además,
las normas internacionales, como
también el artículo 19, Nº 15), de la Constitución, sobre libertad de asociación.
La séptima observación, sobre aspectos puntuales del articulado, tuvo
por finalidad destacar algunas falencias, como el hecho de no especificar que
las organizaciones no pueden tener fines de lucro, lo que constituye un peligro;
la no condena de los fundamentalismos, que es un problema experimentado
por la sociedad occidental, y la no consideración de fórmulas para que las
asociaciones religiosas puedan recibir donaciones.
La octava observación estuvo referida a la exigencia de un mínimo de
doscientas personas para formar una iglesia, número que fue considerado
excesivo.
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III. Consideraciones generales.
Para los efectos de adoptar una resolución sobre la materia en informe,
vuestra Comisión tuvo presente, además de los antecedentes, observaciones y
comentarios precedentes, las siguientes consideraciones generales.
El derecho constitucional moderno no solamente no ignora el factor
religioso, sino que lo reconoce como uno de los elementos más estructurantes
de una ordenada convivencia y del bien común de la nación. Se lo consagra
como un derecho de la autonomía de la persona humana, en su dimensión
individual o comunitaria, que ha de ser preservado de toda injerencia indebida:
en materias religiosas nadie debe ser obligado a actuar contra su propia
conciencia ni impedido de obedecer sus dictámenes, teniendo como límite
jurídico la preservación del justo orden público.
Así, se verifica en nuestra Carta Fundamental que el artículo 19, Nº 6),
asegura a todas las personas “la libertad de conciencia, la manifestación de
todas las creencias y el ejercicio libre de todos los cultos que no se opongan a
la moral, a las buenas costumbres o al orden público”.
La Carta de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas (10 de
diciembre de 1948) ha explicitado este derecho en el artículo 18, e igualmente,
ulteriores documentos y pactos internacionales lo incluyen entre los derechos
civiles y políticos de la persona humana.
Los treinta y cinco Estados signatarios de la Convención Europea sobre
Cooperación y Seguridad incluyeron el derecho a la libertad religiosa entre los
diez principios que abren la Carta final suscrita en Helsinki (1 de agosto de
1975), base sobre la cual los pueblos de Europa, después de tantas guerras y
divisiones, desean ahora consolidar la paz de modo estable para las futuras
generaciones.
La Declaración de la V Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias,
celebrada en Nairobi, en 1975, expresó que “El derecho a la libertad religiosa
está consagrado en la mayoría de las constituciones como un derecho humano
básico. La libertad de religión significa la libertad de tener o adoptar una
religión o creencia de gusto propio, así como la libertad de manifestar esa
religión o creencia a través del culto, de la observancia, de la práctica y de la
enseñanza, ya sea individualmente o en comunidad con otros, tanto en público
como en particular. La libertad religiosa debe incluir el derecho y el deber que
los grupos religiosos tienen de criticar los poderes gobernantes cuando sea
necesario, de acuerdo con sus convicciones religiosas.”
La Iglesia Católica, en el Segundo Concilio Ecuménico del Vaticano,
promulgó la Declaración “Dignitatis Humanae” (7 de diciembre de 1965),
acerca de la libertad religiosa: ella está abierta a todos los gobiernos y
hombres de buena voluntad, como fuente de inspiración, que creemos válida
para un adecuado tratamiento general del problema considerado en sí mismo,
y no solamente con respecto a la Iglesia Católica.
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El problema ha llegado a formar parte de la cultura de nuestro tiempo,
puesto que nuestros contemporáneos han aprendido mucho del pasado
reciente y han comprendido que creer en Dios, practicando la religión y
uniéndose a los demás en la expresión de su propia fe, es una libertad que
tiene su origen, no en una concesión otorgada por el Estado, sino en la
dignidad misma de la persona humana.
IV. Ley marco sobre libertad religiosa y de culto. Acuerdos adoptados.
A la luz de las observaciones y comentarios efectuados por las diversas
entidades religiosas participantes y teniendo en consideración, además, la
experiencia extranjera — básicamente la legislación española y la colombiana
—, los principios constitucionales consagrados en nuestra Carta Fundamental
como los de derecho internacional contenidos en los tratados ratificados por
Chile y vigentes, vuestra Comisión estimó conveniente reemplazar el proyecto
por una “ley marco” sobre la libertad religiosa y de culto, que se recogió en
una indicación sustitutiva firmada por los señores Elgueta, Cornejo, Elizalde,
León, Salas, Martínez Ocamica, Luksic y Aguiló.
Esa ley marco, después de estudiada y corregida, fue remitida a las
diversas confesiones religiosas escuchadas por la Comisión para los efectos de
que hicieran presentes sus comentarios y observaciones. Recibidos éstos, se
reabrió debate sobre el proyecto y se volvió a discutirlo y votarlo, aprobándose
en definitiva el texto que figura en la conclusión de este informe.
El texto elaborado y aprobado por esta Comisión fue remitido a la
Comisión de Derechos Humanos, Nacionalidad y Ciudadanía, con todos sus
antecedentes, con la finalidad de evitar dilatar innecesariamente la tramitación
de esta iniciativa, sometiendo a la Sala de la Cámara dos proyectos e informes
diversos.
La Comisión de Derechos Humanos, Nacionalidad y Ciudadanía, reabrió
el debate y sometió a la consideración de sus miembros el texto aprobado por
esta Comisión, el que, para los efectos reglamentarios, se tuvo como indicación
sustitutiva, la que fue suscrita por los señores Elgueta, Villegas, Aylwin, don
Andrés; Ojeda, Gutiérrez, García-Huidobro y Naranjo.
Ese texto fue sometido a debate y aprobado, por unanimidad y en los
mismos términos, por esa Comisión, por lo que no existen, entre ella y esta
Comisión, divergencias que deban ser resueltas por la Sala.
La Comisión de Constitución, Legislación y Justicia, en sesión de fecha
29 de octubre, a instancias de uno de sus miembros, cambió el acuerdo
anterior y decidió emitir un informe, al objeto de realizar una relación de lo
acontecido en la tramitación de este proyecto de ley.
En este informe, por razones obvias, no se analiza el texto del proyecto
ni se consignan las menciones reglamentarias que establece el artículo 287 del
Reglamento, por estar ambas materias ya desarrolladas en el informe de la
Comisión de Derechos Humanos, Nacionalidad y Ciudadanía, que, como ya se
ha dicho, no ha hecho otra cosa, a instancias de esta Comisión, de hacer
suyo, y en los mismos términos, el texto que figura al final de este informe.
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V. Texto del proyecto aprobado.
El texto del proyecto aprobado por esta Comisión y que, en su
oportunidad, se remitiera a la Comisión de Derechos Humanos, Nacionalidad y
Ciudadanía es del tenor siguiente:
“Proyecto de ley
Capítulo I
Normas Generales
Artículo 1º. El Estado garantiza la libertad religiosa y de culto,
reconocida en el artículo 19, No. 6º, de la Constitución Política de la República,
en los términos previstos en esta ley.
Artículo 2°. Ninguna persona podrá ser discriminada en virtud de sus
creencias religiosas, ni tampoco podrán éstas invocarse como motivo para
anular, restringir o afectar la igualdad consagrada en la Constitución y la ley.
Artículo 3°. El Estado velará para que las personas desarrollen
libremente sus creencias y promoverá la participación de las iglesias,
confesiones e instituciones religiosas en la consecución del bien común.
Artículo 4°. Para los efectos de esta ley, se entiende por iglesias,
confesiones o instituciones religiosas a las entidades formadas por personas
naturales que profesen una determinada fe, la practiquen, enseñen y difundan.
Artículo 5°. Cada
vez que esta ley emplea el término “entidad
religiosa”, se entendrá que se refiere a las iglesias, confesiones e instituciones
religiosas de cualquier culto, sus federaciones o confederaciones.
Capítulo II
Libertad religiosa y de culto
Artículo 6°. La libertad religiosa y de culto, con la correspondiente
autonomía e inmunidad de coacción, significan, para toda persona, las
facultades de:
a) Profesar la creencia religiosa que libremente elija o no profesar
ninguna; manifestarla libremente o abstenerse de hacerlo; o cambiar o
abandonar la que observaba.
b) Practicar en público o en privado, individual o colectivamente, actos
de oración o de culto; conmemorar sus festividades; celebrar sus ritos
matrimoniales; recibir a su muerte una sepultura digna en los cementerios
públicos, sin discriminación por razones religiosas; no ser obligada a practicar
actos de culto o a recibir asistencia religiosa contraria a sus convicciones
personales y no ser perturbada en el ejercicio de estos derechos;
c) Recibir asistencia religiosa de su propia confesión en donde quiera
que se encuentre;
d) Recibir e impartir enseñanza o información religiosa por cualquier
medio; elegir para sí -- y los padres para los menores no emancipados y los
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guardadores para los incapaces bajo su tuición y cuidado --, la educación
religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones, y
e) Reunirse o manifestarse públicamente con fines religiosos y asociarse
para desarrollar comunitariamente sus actividades religiosas, de conformidad
con el ordenamiento jurídico general y con esta ley.
Artículo 7º. En virtud de la libertad religiosa y de culto, se reconoce a
las entidades religiosas, entre otras, las siguientes facultades:
a) Ejercer libremente su propio ministerio, practicar el culto, celebrar
reuniones en relación con la religión y fundar y mantener lugares para esos
fines.
b) Establecer su propia organización interna y jerarquía; capacitar,
nombrar, elegir y designar en cargos y jerarquías a las personas que
correspondan y determinar sus denominaciones;
c) Enunciar, comunicar y difundir, de palabra, por escrito o por cualquier
medio comunicacional, su propio credo y manifestar su doctrina respecto de la
perfección de la actividad humana y de la sociedad.
d) Fundar, mantener y dirigir, en forma autónoma y sin fines de lucro,
institutos de formación y de estudios teológicos o doctrinales, instituciones
educacionales, de beneficencia o humanitarias, conforme con sus estatutos.
e) Crear, participar, patrocinar y fomentar, para la realización de sus
fines, asociaciones, corporaciones y fundaciones con arreglo a las disposiciones
del ordenamiento jurídico común, siempre que no tengan fines de lucro, y
f) Solicitar y recibir todo tipo de contribuciones voluntarias, de
particulares e instituciones.
Artículo 8º. El ejercicio de los derechos que emanan de la libertad
religiosa y de culto tiene como límites la moral, las buenas costumbres y el
orden público, conforme con lo preceptuado en el párrafo primero del No. 6°
del artículo 19 de la Constitución Política de la República.
Quedan fuera del ámbito de aplicación de esta ley las entidades y las
actividades relacionadas con el estudio y experimentación de fenómenos
psíquicos o parasicológicos, prácticas mágicas, susperticiosas, espiritistas u
otras de naturaleza ajena o diferentes al conocimiento y culto religiosos.
Queda prohibida la existencia de entidades o el desarrollo de actividades
destinadas al satanismo.
Capítulo III
Personalidad jurídica y estatutos
Artículo 9º. Las entidades religiosas que se organicen conforme a esta
ley tendrán existencia legal una vez cumplidos los siguientes requisitos:
a) Inscripción en el registro público que debe llevar el Ministerio de
Justicia de la escritura pública en que consten sus estatutos y el acta de su
respectiva constitución;
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b) Transcurso del plazo de noventa días desde la fecha de inscripción o
registro, sin que el Ministerio de Justicia hubiere formulado objeción; o si,
habiéndose deducido objeción, ésta hubiere sido subsanada por la entidad
religiosa o desestimada por la justicia, y
c) Publicación en el Diario Oficial de un extracto del acta de constitución,
que incluya el número de registro o inscripción asignado.
Desde que quede a firme la inscripción en el registro público, la
respectiva entidad religiosa gozará de personalidad jurídica de derecho público
por el solo ministerio de la ley.
Artículo 10. El Ministerio de Justicia no podrá denegar el registro.
Sin embargo, dentro del plazo de noventa días contados desde la fecha
de ese acto, mediante resolución fundada, podrá objetar la constitución si
faltare algún requisito o si los estatutos o los fines y objetivos perseguidos se
apartaren de las disposiciones de esta ley.
La entidad religiosa afectada, dentro del plazo de sesenta días, contado
desde la notificación de las objeciones, deberá subsanar los defectos de
constitución o adecuar sus estatutos, fines u objetivos a las observaciones
formuladas. Si así no lo hiciere, quedará sin efecto la inscripción en el registro.
De la resolución que objete la constitución podrán reclamar los
interesados, en juicio breve y sumario, ante el juez de letras en lo civil de la
ciudad capital de región en la que la entidad religiosa tuviere su domicilio,
dentro del plazo de quince días contado desde su notificación.
Artículo 11. Los estatutos deberán contener, a lo menos, la expresión
de los fines de la entidad religiosa, su denominación y demás datos de
identificación; su régimen de organización y funcionamiento; sus órganos
representativos, de administración y control; la forma y quórum de sus
decisiones; su sistema de financiamiento; lo relativo a su disolución y destino
de sus bienes, y el procedimiento para reformar sus estatutos.
El acta
deberá contener, como mínimo, el nombre de la entidad
religiosa, el o los domicilios de ella y la certificación de haberse aprobado los
estatutos.
Las personas que suscriban el acta de constitución de la entidad religiosa
y sus directores no deberán estar procesados ni condenados por crimen o
simple delito.
Artículo 12.
Los ministros de culto de una iglesia, confesión o
institución religiosa acreditarán su calidad de tales mediante certificación
expedida por la entidad religiosa respectiva, y les serán aplicables las normas
de los artículos 360, No.1; 361, Nos. 1 y 3, y 362 del Código de Procedimiento
Civil, así como lo establecido en el artículo 202, No. 2, del Código de
Procedimiento Penal.
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INFORME COMISIÓN CONSTITUCIÓN
Capítulo IV
Patrimonio y exenciones
Artículo 13. La adquisición, enajenación y administración de los bienes
necesarios para las actividades de las entidades religiosas estarán sometidas a
la legislación común.
Deberán llevar libros de contabilidad, teniendo acceso a ellos cualquier
miembro de la corporación.
Artículo 14. Las entidades religiosas, podrán solicitar y recibir toda
clase de donaciones y contribuciones voluntarias de particulares e
instituciones; organizar colectas entre sus fieles para el culto, la sustentación
de sus ministros, u otros fines propios de su misión.
Artículo 15. Las donaciones y asignaciones que reciban las entidades
religiosas a que se refiere esta ley, que tengan por objeto la construcción o
reparación de templos destinados al servicio del culto o para el mantenimiento
del mismo culto, quedarán exentas del impuesto establecido en la ley No.
16.271, sobre Impuesto a las Herencias, Asignaciones y Donaciones.
Las donaciones inferiores a veinticinco unidades tributarias mensuales
estarán exentas del trámite de insinuación.
Artículo 16. Las entidades religiosas regidas por esta ley gozarán de los
mismos derechos, exenciones y beneficios tributarios que las leyes y
reglamentos vigentes otorguen y reconozcan a otras iglesias, confesiones e
instituciones religiosas existentes en el país.
Los templos y sus dependencias, destinados exclusivamente al servicio
de un culto, estarán exentos de toda clase de contribuciones.
Capítulo V
Disolución
Artículo 17. La disolución de una entidad podrá llevarse a cabo de
conformidad con sus estatutos, o en cumplimiento de una sentencia judicial
firme, recaída en juicio incoado a requerimiento del Consejo de Defensa del
Estado, el que podrá accionar de oficio o a petición de parte, en los casos que
así corresponda, en conformidad con la Constitución y la ley.
Disuelta la entidad religiosa, se procederá a eliminarla del registro a que
se refiere el artículo 9°.
Artículos transitorios
Artículo 1º. El Estado reconoce la personalidad jurídica y la plena
capacidad de obrar de las entidades religiosas que gocen de ella a la fecha de
entrada en vigencia de esta ley.
Artículo 2º. Las entidades religiosas que a la época de su inscripción en
el registro público, hubieren declarado ser propietarias de inmuebles u otros
bienes sujetos a registro público, cuyo dominio aparezca a nombre de personas
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INFORME COMISIÓN CONSTITUCIÓN
naturales o jurídicas distintas de ellas podrán, en el plazo de un año,
regularizar su situación otorgando los documentos o usando los procedimientos
legales de la legislación común, hasta obtener la inscripción correspondiente a
nombre de las referidas entidades.
Se designó
Barrientos.
Diputado
Informante
al
señor
Sergio
Elgueta
Sala de la Comisión, a 29 de octubre de 1996.
Acordado en sesiones de fechas 15 y 22 de noviembre de 1995, 10 y 17
de enero, 17 y 31 de julio y 29 de octubre de 1996, bajo las presidencias
sucesivas de los señores Chadwick y Luksic, con asistencia, además, de los
señores Bombal, Cardemil, Coloma, Chadwick, Elgueta, Errázuriz, Espina,
Ferrada, Martínez Ocamica, Pérez Lobos, Urrutia, Viera-Gallo y señora Wörner.
Adrián Álvarez Álvarez
Secretario de la Comisión
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DISCUSIÓN SALA
1.8. Discusión en Sala
Cámara de Diputados. Legislatura 334. Sesión 13. Fecha 06 de noviembre,
1996. Discusión general. Se aprueba en general.
CONSTITUCIÓN
Y
FUNCIONAMIENTO
DE
IGLESIAS
ORGANIZACIONES RELIGIOSAS. Primer trámite constitucional.
Y
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Corresponde
ocuparse del proyecto de ley, en primer trámite constitucional, que establece
normas acerca de la constitución jurídica y funcionamiento de las iglesias y
organizaciones religiosas.
Diputado informante de la Comisión de Derechos Humanos, Nacionalidad
y Ciudadanía es el señor Naranjo; de la Comisión de Constitución, Legislación y
Justicia, el señor Elgueta, y de la de Hacienda, el señor Makluf.
Antecedentes:
-Mensaje, boletín Nº 1111-07, sesión 11ª, en 2 de noviembre de
1993. Documentos de la Cuenta Nº 1.
-Informe de la Comisión de Derechos Humanos, sesión 33ª, en 5
de septiembre de 1995. Documentos de la Cuenta Nº 22.
-Informe de la Comisión de Hacienda, sesión 9ª, en 29 de
octubre de 1996. Documentos de la Cuenta Nº 10.
-Nuevo informe de la Comisión de Derechos Humanos e informe
de la Comisión de Constitución, sesión 12ª, en 5 de noviembre de
1996. Documentos de la Cuenta Nºs 1 y 2, respectivamente.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Tiene la palabra el
señor diputado informante.
El señor NARANJO.- Señor Presidente, la Comisión de Derechos
Humanos, Nacionalidad y Ciudadanía me ha confiado la misión de informar a la
honorable Cámara sobre el proyecto de ley, originado en mensaje del
Ejecutivo, que establece normas acerca de la constitución jurídica y
funcionamiento de las iglesias y organizaciones religiosas.
Antes de rendir el informe, es bueno precisar las razones por las cuales
la Comisión ha debido emitir un nuevo informe, que sustituye el que despachó
el 9 de agosto de 1995 y se incorporó en la Cuenta de la sesión 33ª, de fecha
5 de septiembre de 1995.
Una vez que se dio cuenta de ese primer informe, la Sala acordó remitir
el proyecto a la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia. En su seno, y
por la vía de indicaciones, se estructuró un nuevo articulado, que difería del
aprobado por la Comisión de origen.
Para evitar que se dilatara innecesariamente la tramitación de la
iniciativa al someter a la consideración de la Sala de la Cámara dos proyectos
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DISCUSIÓN SALA
diversos, la Comisión de Constitución acordó poner en conocimiento de la
Comisión de Derechos Humanos el nuevo texto, con la sugerencia de que se
reabriera el debate y se acogieran las modificaciones.
La Comisión de Derechos Humanos reabrió el debate y sometió a la
consideración de sus integrantes una indicación sustitutiva del texto del
proyecto, suscrita por los Diputados señores Sergio Elgueta, Erick Villegas,
Andrés Aylwin, Sergio Ojeda, Homero Gutiérrez, Alejandro García-Huidobro y
quien les habla, que es idéntica al texto sustitutivo del proyecto aprobado por
la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia.
Antes de proceder a la discusión particular de la indicación sustitutiva
que motiva este nuevo informe, la Comisión escuchó a las siguientes personas:
don Jorge Uribe, don Manuel Covarrubias, don Juan Rabah, don Lee Alen
Yverson, representantes del Comité de Organizaciones Evangélicas, y a doña
Ariaselva Ruz Durán, de la Iglesia de Ciencias Cristianas.
Para interiorizarse de los fundamentos de la indicación sustitutiva
mencionada, la Comisión tuvo a la vista, para su estudio y análisis, las actas
de la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia relativas a la materia. De
su lectura se desprende que dicha Comisión concluyó que las iglesias y
confesiones religiosas deben tener la calidad de persona jurídica de derecho
público. Esta calidad deriva de la historia del establecimiento de la Constitución
de 1980 y de la constatación de que, al amparo de la Constitución de 1925, se
dictó la ley Nº 17.725, que concedió personalidad jurídica, con carácter de
derecho público, a la Arquidiócesis Católica, Apostólica y Ortodoxa de Chile.
Esto último demuestra que ya la Constitución de 1925 concedía este tipo de
personalidad jurídica a las organizaciones religiosas.
Durante la discusión del primero y segundo informes, fueron escuchadas
las opiniones de los representantes de las Iglesias Evangélicas señores
Helmuth Gnadt Vitalis, Ricardo Ramírez, Hermes Canales Guevara, Juan
Alberto Rabah, Jorge Uribe Tapia, Manuel Covarrubias Lagos, Gerardo Vásquez
Vásquez, Humberto Ulloa Cerda y Francisco Anabalón. También fueron
escuchados los representantes de la fe Bahi, señores Sergio Aparicio Caro,
Alejandro Reid, Fernando Abarca y Hamid Dehghan. Representando a la Iglesia
Católica, concurrieron los presbíteros Fernando Retamal Fuentes y Juan Ignacio
González Errázuriz y el abogado don Jorge Kindermann. Participaron también
en el debate del proyecto, el ex titular del Ministerio del Interior don Germán
Correa Díaz y los asesores de esa misma cartera, señores Humberto Lagos,
Gustavo Villalobos y Mauricio Decap. Asistieron, además, los Diputados no
miembros de la Comisión, señores Sergio Elgueta Barrientos, Francisco
Huenchumilla Jaramillo, Pedro Muñoz Aburto, José Miguel Ortiz Novoa, Fanny
Pollarolo Villa, Edmundo Salas de la Fuente, Rodolfo Seguel Molina y Eugenio
Tuma Zedan.
El proyecto tiene por objeto responder a criterios de justicia e igualdad y
satisfacer, en parte, las demandas de los integrantes de las más diversas
iglesias, en orden a facilitarles el ejercicio de su derecho a la libertad religiosa,
consagrado constitucionalmente.
Es así como desde hace años diversos grupos religiosos habían insistido
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DISCUSIÓN SALA
en pedir a las distintas autoridades de la República que se promulgaran
normas jurídicas tendientes a facilitar la libertad religiosa, la cual estimaban
que se encontraba limitada en muchos aspectos, al margen del texto
constitucional.
Si bien es cierto que la libertad de conciencia, la manifestación de todas
las creencias y el ejercicio libre de todos los cultos se encuentra plenamente
establecido y garantizado en la Carta Fundamental, nadie puede desconocer
que, efectivamente, existe en la práctica una carencia de normas legales que
tornen más expedita su implementación y consecuencial ejercicio. En efecto, la
Constitución Política de la República, en su número 6º, artículo 19, reitera lo
dicho con antelación en la Constitución Política de 1925, en el sentido de
garantizar a todas las personas: “La libertad de conciencia, la manifestación de
todas las creencias y el ejercicio libre de todos los cultos que no se opongan a
la moral, a las buenas costumbres o al orden público.
“Las confesiones religiosas podrán erigir y conservar templos y sus
dependencias bajo las condiciones de seguridad e higiene fijados por la ley y
las ordenanzas.
“Las iglesias, las confesiones e instituciones religiosas de cualquier culto
tendrán los derechos que otorgan y reconocen, con respecto a los bienes, las
leyes actualmente en vigor. Los templos y sus dependencias destinados
exclusivamente al servicio de un culto, estarán exentos de toda clase de
contribuciones.”
Cabe hacer notar que la consagración de estos derechos, en su carácter
de esenciales e imprescriptibles, no es privativa de nuestra legislación, ya que
emana de numerosas convenciones y tratados internacionales.
En efecto, la libertad religiosa es considerada un derecho humano
inalienable, y así está consagrada en la Declaración Universal de Derechos
Humanos, en su artículo XVIII, que dice:
“Todo hombre tiene derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y
religión. Este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o creencia y la
libertad de manifestar esa religión o creencia a través de la enseñanza, la
práctica, el culto y las observancias, aislada o colectivamente, en público o en
particular.”
Por otra parte, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,
publicado en el Diario Oficial del 19 de abril de 1989, señala en su artículo
XIII:
“Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia
y religión. Este derecho incluye la libertad de tener o de adoptar la religión o
las creencias de su elección, así como la libertad de manifestar su religión o
sus creencias, individual o colectivamente, tanto en público como en privado,
mediante el culto, la celebración de los ritos, las prácticas y las enseñanzas.
“Nadie será objeto de medidas coercitivas que puedan menoscabar su
libertad de tener o adoptar la religión o creencias de su elección. La libertad de
manifestar su propia religión o las propias creencias estará sujeta únicamente
a las limitaciones, prescritas por la ley, que sean necesarias para proteger la
seguridad, el orden, la salud o la moral pública o los derechos y libertades
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DISCUSIÓN SALA
fundamentales de los demás.”
El artículo 13 establece que “los Estados Partes, en el presente acto, se
comprometen a respetar la libertad de los padres y, en su caso, de los tutores
legales, para garantizar que los hijos reciban la educación religiosa y moral que
esté de acuerdo con sus propias convicciones.”
Además, en su artículo 27 se dispone que en los estados en que existan
minorías étnicas, religiosas o lingüísticas, no se negará a las personas que
pertenezcan a dichas minorías el derecho que les corresponde en común con
los miembros de su grupo, a tener su propia vida cultural o a profesar y
practicar su propia religión y ampliar su idioma.
Se suma a esto la Convención Americana de Derechos Humanos,
publicada en el Diario Oficial el 5 de enero de 1991, la cual ratifica en sus
artículos 12 y 27 las normas anteriormente mencionadas.
Por otra parte, Su Santidad Juan XIII, en la encíclica Pacem in Terris,
señala a este respecto:
“Todo ser humano tiene derecho a la libertad en la búsqueda de la
verdad y, dentro de los límites de orden moral y del bien común, a la libertad
en la manifestación y difusión del pensamiento... Pertenece igualmente a los
derechos de las personas la libertad de dar culto a Dios, de acuerdo con los
dictámenes de la propia conciencia y de profesar la religión privada y
públicamente.”
Tomando en cuenta justamente estos planteamientos, Su Excelencia el
Presidente de la República, don Eduardo Frei Ruiz-Tagle, ha señalado en el
mensaje que acompaña a este proyecto que “la libertad religiosa, más allá de
ser una preocupación teórica de jurisconsultos, filósofos, teólogos y otros
especialistas, es un derecho que tiene las más amplias y determinantes
expresiones en la vida social y en la cotidianeidad de las existencias
individuales y colectivas.”
Reconocido y consagrado en tal forma este derecho, el Estado chileno,
en cumplimiento de su mandato constitucional, no puede menos que buscar la
fórmula jurídica tendiente a promover y facilitar el ejercicio de estos derechos,
dando respuesta así al incesante llamado de las iglesias cristianas evangélicas
y de otros grupos religiosos existentes en nuestro país.
Es así que se dispuso, a través del decreto Nº 332, del Ministerio de
Interior, de 1º de junio de 1992, la creación de una comisión especial que
asesorara al Gobierno en el estudio y redacción de un proyecto de ley en este
orden, el cual ha sido incansablemente analizado y discutido en el seno de
nuestra Corporación.
Entre las conclusiones a que llegó la citada comisión destaca el haber
constatado que el estatuto jurídico actualmente vigente para las entidades
religiosas, en lo relativo a su organización, las sujetaba a las disposiciones del
derecho común, ya que no existían normas especiales que regularan su
constitución y funcionamiento.
Esa situación, tal como lo reconoce el mensaje, no se aviene con la
naturaleza y características propias de estos entes, en cuanto a su finalidad
intrínseca de búsqueda del bien común y, más aún, contradice el espíritu del
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DISCUSIÓN SALA
legislador al darles consagración constitucional, toda vez que, lejos de
proporcionarlo, entraba su legítimo ejercicio.
De igual forma, dicha Comisión llegó al convencimiento de que el
otorgamiento de la personalidad jurídica, en el caso de las organizaciones
religiosas, no constituye, en modo alguno, una concesión graciosa del Estado,
sino, muy por el contrario, el reconocimiento de un derecho preexistente,
derivado, a su vez, de los derechos de asociación y libertad religiosa.
Concordante con este planteamiento, no puede menos que concluirse
que la forma de obtención de personalidad jurídica, mediante el decreto
supremo N° 110, del Ministerio de Justicia, de 1979, como se hace
actualmente, desde el punto de vista del derecho, es más un acto de “mera
tolerancia religiosa” que uno de “libertad religiosa”.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Señor Diputado,
estamos en la discusión general del proyecto y, en consecuencia, aplicando las
normas generales. Le recuerdo que ha hecho uso de su primer discurso de
quince minutos.
El diputado informante también está sujeto a esta limitación. Por lo
tanto, le quedan cinco minutos para terminar su discurso.
El señor NARANJO.- Señor Presidente, por la trascendencia de la
materia y el momento histórico que estamos viviendo, sugiero que usted pida
el asentimiento de la honorable Cámara para que pueda concluir mi informe, lo
que probablemente requerirá más de cinco minutos. Pocas veces esta
Corporación se ha visto abocada al estudio de un tema de tanta trascendencia
para la vida social de nuestro país, lo cual amerita que tengamos todo el
tiempo posible para legislar adecuadamente y, así, hacer un reconocimiento a
estas instituciones, que bien se lo merecen.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Señor Diputado,
esa misma norma debería regir para los tres diputados informantes, con el
objeto de aplicar el mismo criterio.
Si le parece a la Sala, así se acordará.
Acordado.
Puede continuar su Señoría.
El señor NARANJO.- Señor Presidente, el hecho de hacer depender el
acto de otorgamiento de personalidad jurídica a una autoridad administrativa
constituye una grave merma al principio de “separación entre Iglesia y
Estado”, establecido en nuestra Constitución al consagrar la igualdad ante la
ley.
Quienes integramos la Comisión de Derechos Humanos, igual que el
Gobierno, consideramos que el hecho de dar curso a esta iniciativa constituye
un gran avance en el perfeccionamiento de nuestro ordenamiento democrático,
toda vez que en esta materia se estaría dando una real concreción al principio
de igualdad ante la ley.
En ese espíritu, el Ejecutivo, tomando en consideración las
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DISCUSIÓN SALA
recomendaciones y precisiones hechas por la Comisión y asumiendo, como
Estado, su rol de agente promotor de los derechos y garantías individuales,
decidió enviar el proyecto en comento, concretándose así un nuevo paso en el
perfeccionamiento de nuestro ideal democrático.
Para quienes somos integrantes de la Comisión de Derechos Humanos
de esta honorable Cámara, el proyecto tiene una importancia especial, no tan
sólo porque busca asegurar la plena vigencia de sus derechos a miles de
chilenos que profesan distintas religiones, sino por ser la primera vez en lo que
va corrido de la historia legislativa de nuestro país, que se analiza el fenómeno
religioso como un todo armónico, pese a su complejidad y diversidad.
En relación con las ideas matrices, es necesario señalar que el proyecto
tiene como idea central -como bien dice su epígrafe- regular la constitución
jurídica y funcionamiento de iglesias y de organizaciones religiosas; es decir, lo
que busca es establecer normas que reconozcan y amparen debidamente las
libertades de conciencia en lo religioso y de culto como asimismo el
funcionamiento de las iglesias y organizaciones religiosas tutelares de dichos
derechos esenciales.
La primera de estas ideas, vale decir, la regulación de su constitución
jurídica, es una explicitación de la garantía constitucional consagrada en el
numeral 6º del artículo 19 de la Carta Fundamental, ya que, a través de la
simplificación de los trámites orientados a obtener la personalidad jurídica,
asegura a todas las personas el ejercicio de la libertad de culto en un estado
de plena igualdad con los entes ya existentes y asentados.
La segunda de las ideas matrices del proyecto es regular el
funcionamiento de las iglesias y organizaciones religiosas que hayan obtenido
su existencia legal conforme a esta normativa, hecho que se mira desde dos
perspectivas: la primera, en que el ente ya se encuentra funcionando en su
calidad de tal y existe un distanciamiento o una falta de adecuación de los
fines en que debe enmarcar su actuación, y la segunda, en que se ha objetado
su constitución mediante la denegación del registro que debe efectuar el
Ministerio de Justicia, como explicitaré en el capítulo siguiente.
En ambas circunstancias se establece la sujeción al procedimiento
sumario, con miras a dar una pronta solución a los eventuales conflictos que
puedan suscitarse en esta materia.
En el proyecto se ha reiterado en numerosas ocasiones que dentro de
los principios informadores de los que ha intentado ser reflejo, está la igualdad
ante la ley. Al respecto, hay que tener presente lo dicho por la Corte Suprema,
a través de su jurisprudencia, en el sentido de que no es un obstáculo para el
legislador contemplar circunstancias especiales que puedan afectar a ciertos
sectores y les otorgue un tratamiento distinto en atención a sus
particularidades y fines específicos que pretenden lograr, en especial, cuando
están orientados a la obtención de un beneficio común y no sólo de quien los
ejecuta o pone en práctica.
En tal sentido, creemos que quienes se encuentran en condiciones de
igualdad deben regirse por un mismo estatuto. Por ello, si bien los
impulsadores directos de la iniciativa han sido las iglesias cristianas
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evangélicas, se ha preferido elaborar un estatuto jurídico que dé solución a los
requerimientos de todas las entidades religiosas y de culto que persigan
iguales fines.
Hemos hablado del bien común como una de las ideas esenciales que se
han tenido presentes al considerar y evaluar el proyecto, en especial de sus
beneficiarios directos. Se ha considerado dejar fuera la figura de la acción
pública, que si bien transforma en guardianes de la legalidad a quienes pueden
acreditar un interés en ello, motivados por una eventual violación de las
normas o principios establecidos en el ordenamiento jurídico, se ha preferido,
en concordancia con nuestra propia idiosincrasia en materia de acciones, exigir
la afectación de un derecho subjetivo y no únicamente la manifestación de un
interés que, incluso, podría llegar a ser la sola rectificación del ilícito cometido.
La organización del proyecto está sistematizado en cinco capítulos que,
en su totalidad, se integran en 17 artículos permanentes y 2 transitorios, cuyo
contenido paso a reseñar.
Capítulo I. De las normas generales.
En este primer capítulo se reiteran los principios constitucionales que
amparan la libertad religiosa y de culto, y luego se conceptualizan los sujetos
titulares de su ejercicio. Así, el artículo 4º precisa lo que debe entenderse por
iglesia, confesión o institución religiosa para efectos de esta ley. Señala que
son aquellas “entidades formadas por personas naturales que profesen una
determinada fe, la practiquen, enseñen y difundan.”
Capítulo II. De la libertad religiosa y de culto.
En este segundo conjunto de normas se delimita aún más el contenido
de las garantías constitucionales, explicitándose las facultades que a cada
persona como sujeto individual le competen, y las privativas de las
asociaciones o entidades religiosas.
Asimismo, se consagran los límites a que está sujeto el ejercicio de los
derechos emanados de esta ley, expresándose que no debe contraponerse a la
moral, las buenas costumbres y al orden público.
En forma expresa se excluye la aplicación de esta ley a las entidades o
actividades vinculadas al estudio o práctica de fenómenos psíquicos,
parasicológicos, mágicos, espiritistas u otros ajenos al conocimiento y culto
religiosos.
Queda expresamente prohibida la existencia de grupos o el desarrollo de
actividades vinculadas al satanismo.
Capítulo III. Personalidad jurídica y estatutos.
En este capítulo se establece el procedimiento a seguir para que las
entidades religiosas obtengan existencia legal.
Asimismo, se regula la posible denegación de registro por parte de la
autoridad competente -en este caso el Ministerio de Justicia- y se deja abierto
el accionar a través de la justicia ordinaria.
En cuanto a la obligación de presentar estatutos para su validez
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conforme a esta ley, se establece un catastro de menciones mínimas a que
deben hacer referencia.
Además, se establece la inhabilidad para suscribir el acta de constitución
y desempeñarse como directores de quienes estén sometidos a proceso o
hayan sido condenados por crimen o simple delito.
El artículo 12 señala los privilegios procesales de que gozan quienes
detenten el cargo de ministros de fe o confesión para efectos de rendir prueba
cuando sean llamados, en calidad de testigos, a prestar declaración en un
proceso.
Capítulo IV. Patrimonio y exenciones.
Este capítulo describe la composición del patrimonio de las
organizaciones religiosas, el cual puede consistir en cuotas, aportes, ofrendas o
donaciones.
Dispone la indivisibilidad del patrimonio para efectos de distribuirse
entre los miembros directivos o entre quienes integren dichas entidades.
Los beneficios tributarios y las exenciones y derechos que se otorguen y
reconozcan a otras confesiones e instituciones religiosas ya existentes en el
país, se harán extensivos a las que se creen de conformidad con esta ley.
También se exime de toda clase de contribuciones a los templos y
dependencias destinados exclusivamente al servicio del culto religioso.
Exime a estas entidades del pago del impuesto que grava las herencias,
asignaciones testamentarias y donaciones, establecido en la ley N° 16.271,
siempre que los bienes recibidos en dicha calidad sean para construir o reparar
templos destinados al servicio del culto.
Cabe señalar que las donaciones inferiores a 25 unidades tributarias
mensuales están exentas del trámite de insinuación.
En lo relativo al aspecto contable, se acordó que estas entidades lleven
contabilidad ordinaria, no estimándose necesario establecer exigencias
especiales.
Capítulo V. Disolución.
Este capítulo abarca el último tema relacionado con las organizaciones
religiosas: la disolución.
A este respecto, se establece que ella se puede verificar por propia
voluntad del ente, o bien como consecuencia de una resolución judicial
pronunciada a requerimiento del Consejo de Defensa del Estado.
En consecuencia, se suprime la llamada acción popular, en virtud de la
cual cualquier persona que tenga interés en ello, puede promover un juicio de
disolución y consecuente cancelación de la personalidad jurídica.
En lo referente al destino de los bienes, se establece que se estará a lo
que para el efecto dispongan los propios estatutos de la institución.
El proyecto contiene dos artículos transitorios. El 1º reconoce la
personalidad jurídica de las entidades religiosas que gocen de ella a la fecha de
entrada en vigencia de esta ley.
El 2º otorga un plazo a las personas que poseen bienes a su nombre
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para que los traspasen a la entidad religiosa que haya declarado ser
propietaria de ellos.
Menciones especiales.
Normas de carácter orgánico constitucional o de quórum calificado:
reviste el carácter de orgánico constitucional el inciso cuarto del artículo 10,
pues otorga competencia a los jueces de letras en lo civil de la ciudad capital
de región para conocer de los conflictos que se susciten, con motivo de la
constitución de una organización religiosa, con el Ministerio de Justicia.
La Comisión de Derechos Humanos estimó que los artículos 15 y 16
deben ser conocidos por la Comisión de Hacienda, según lo dispuesto en el
artículo 200 del Reglamento de la Cámara.
Por último, formularé algunas consideraciones finales.
La discusión que generó este proyecto, aprobado por unanimidad en la
Comisión de Derechos Humanos, no fue fácil. Prueba de ello es que fue
necesario elaborar un segundo informe, ya que la Comisión de Constitución,
Legislación y Justicia -a la que se remitió la iniciativa- estructuró un nuevo
articulado, que difería del elaborado por la nuestra, hecho que motivó reabrir
el debate y someter a consideración de la Comisión de Derechos Humanos una
indicación sustitutiva, la que, en definitiva, se aprobó y que acabo de reseñar.
Uno de los grandes logros de este nuevo texto fue superar la grave
desigualdad que contenía el mensaje del Ejecutivo respecto de la Iglesia
Católica, Apostólica y Romana y otras iglesias, ya que negaba la concesión de
personalidad jurídica de derecho público a las entidades religiosas que se
creasen de conformidad con esta ley, beneficio del cual en la actualidad goza la
Iglesia Católica, hecho que no tiene justificación lógica ni se puede sustentar a
la luz del numeral 6º del artículo 19 de nuestra Carta Fundamental.
El mensaje del Ejecutivo establecía una segunda discriminación superada en el nuevo texto propuesto por la Comisión-, que consistía en exigir
un número mínimo de fieles, no inferior a 200 personas, lo que constituye una
abierta discriminación respecto de las iglesias pequeñas, situación que
tampoco resiste defensa a la luz del precepto constitucional mencionado.
El texto que venimos en proponer no sólo interpreta debidamente el
sentir del constituyente al establecer la libertad de culto, sino que manifiesta el
entendimiento y comprensión del Estado de las necesidades de quienes están
bajo su potestad, así como el real alcance y sentido que debe darse a la
garantía de la igualdad ante la ley, principio tutelar e informador del derecho
público.
Quiero señalar que tras escuchar las opiniones de las más diversas
vertientes religiosas, la Comisión tomó conciencia de la enorme importancia
que reviste el proyecto, en especial, porque por primera vez en la historia
legislativa del país el fenómeno religioso es abarcado en todos sus aspectos,
tanto orgánicos como funcionales, desde una perspectiva unitaria y orientada a
la búsqueda del bien común.
Por todas las razones expuestas, la Comisión de Derechos Humanos se
manifiesta favorable a la idea de legislar sobre esta importante materia, ya
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que, tal como lo ha expresado su Excelencia el Presidente de la República, “la
libertad religiosa, más allá de ser una preocupación teórica de los
jurisconsultos, filósofos, teólogos y otros especialistas, es un derecho que tiene
las más amplias y determinantes expresiones en la vida social y en la
cotidianeidad de las existencias individuales y colectivas.”
Por tanto, llamamos a las diputadas y diputados de las distintas
bancadas a aprobar el proyecto, ya que, de esta forma, la honorable Cámara
no sólo estará haciendo justicia a miles de chilenos que forman parte de las
distintas iglesias y organizaciones religiosas existentes a lo largo del país, sino
también avanzando un paso más en el ideal de igualdad de justicia que
consagra nuestra Constitución.
He dicho.
-Aplausos.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Tiene la palabra el
Diputado informante de la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia,
señor Sergio Elgueta.
El señor ELGUETA.- Señor Presidente, lo que se discute hoy es un
proyecto de ley histórico. Por primera vez en nuestra vida republicana, la
Cámara aborda la libertad religiosa y de culto y la forma de organizarse, sobre
la base de dos pilares fundamentales: una real igualdad y una forma de
asociarse mediante la personalidad jurídica de derecho público.
Para llegar a este instante se han sucedido incomprensiones,
intolerancias, dificultades, dudas, luchas políticas, imposiciones ideológicas y
mutuas desconfianzas.
La historia de Chile demuestra que, pese a existir conciencia de tales
libertades, ya desde la Constitución de 1818 se disponía que la protección,
conservación, pureza e inviolabilidad de la religión católica debía constituir uno
de los primeros deberes de los jefes de la sociedad, los cuales no deberían
permitir jamás que otro culto público ni doctrina contraria a la de Jesucristo
existiera en nuestro país. Incluso, la Constitución de 1823 prohibía el culto
privado de otras religiones.
Por su parte, la Constitución de 1833 declaraba que la religión oficial de
la República era la católica, apostólica y romana, con exclusión del ejercicio
público de cualquiera otra.
En 1865, una ley interpretativa autorizó a los no católicos para practicar
su religión en recintos de propiedad particular, y a fundar y sostener escuelas
privadas para la enseñanza de sus propios hijos.
Sólo la Constitución Política de 1925 separó la Iglesia Católica,
Apostólica y Romana del Estado de Chile, asegurando a todos los chilenos la
libertad de conciencia y de culto, y eximió de toda clase de contribuciones a los
templos y sus dependencias.
Señor Presidente, no hay peor flagelo que la guerra, que se vuelve más
cruel y feroz cuando sus causas son religiosas; peor aún si es entre nacionales
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de un mismo país. Chile no estuvo exento de luchas clericales en el pasado;
pero, en definitiva, predominaron el buen sentido, la prudencia y la tolerancia.
Muestra de ello son los cementerios laicos, el Registro Civil y el matrimonio
civil; las fecundas tareas realizadas en el campo de la educación, de la salud,
de la beneficencia, de las actividades sociales, la lucha contra el alcoholismo y
la droga, y la pluralidad en el ejercicio de las tradiciones patrióticas, todo lo
cual ha generado un amplio espacio de convivencia, fraternidad y tolerancia.
Hoy existe un clima de entendimiento que permite pasar de aquello que
se llamaba “la simple tolerancia del error” al reconocimiento de la dignidad del
ser humano, la que fundamenta como derecho inviolable la relación con un Ser
Superior o, incluso, para negarlo o para variar de creencia, sin que pueda ser
coaccionado en un sentido o en otro.
Debemos entender el proyecto de ley como la superación, en el actual
contexto histórico, de las discriminaciones o de las prepotencias de unas
iglesias con otras.
La religión no es un opio del pueblo, sino una fecunda fuente de todas
las libertades frente a los poderes de este mundo. La Declaración Universal de
los Derechos del Hombre, el Pacto sobre Derechos Civiles y Políticos y el Pacto
de San José de Costa Rica o Convención Americana de los Derechos Humanos,
consagran, al igual como lo hace la Constitución de 1980, en su artículo 19,
número 6º, la libertad de conciencia y de culto, limitado en su ejercicio sólo
por el orden público, la moral y las buenas costumbres.
Junto a estos tratados internacionales y a nuestra Carta Fundamental, el
Concilio Vaticano II abrió vastas puertas de tolerancia y comprensión cuando
promulgó la declaración denominada “Dignitatis Humanae”, del 7 de diciembre
de 1965, que afirma: “La persona humana tiene derecho a la libertad religiosa.
Esta libertad consiste en que todos los hombres deben estar inmunes de
coacción, tanto por parte de personas particulares como de grupos sociales y
de cualquier potestad humana y ello de tal manera que en materia religiosa ni
se obligue a nadie a obrar contra su conciencia ni se le impida que actúe
conforme a ella en privado y en público, solo o asociado con otros, dentro de
los límites debidos.”
Más adelante, agrega: “Por razón de su dignidad, todos los hombres, por
ser personas, es decir, dotados de razón y de voluntad libre y, por tanto,
enaltecidos con una responsabilidad personal, son impulsados por su propia
naturaleza a buscar la verdad, y además tienen la obligación moral de
buscarla, sobre todo la que se refiere a la religión.”
En otro párrafo, sostiene: “Porque el ejercicio de la religión, por su
propia índole, consiste ante todo en los actos internos voluntarios y libres, con
los que el hombre se ordena directamente a Dios; actos de este género no
pueden ser mandados ni prohibidos por un poder meramente humano.”
También, con claras palabras, propende a que la libertad religiosa
compete a las personas individualmente consideradas, como las que actúan en
comunidad, al señalar: “A las comunidades religiosas compete igualmente el
derecho de no ser impedidas por medios legales o por la acción administrativa
de la autoridad civil en la selección, formación, nombramiento y traslado de
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sus propios ministros, en la comunicación con las autoridades y comunidades
religiosas que tienen su sede en otras partes del mundo, en la erección de
edificios religiosos y en la adquisición y disfrute de los bienes convenientes.”
Luego de afirmar la enseñanza libre de sus ideas, añade: “pueden
reunirse libremente o establecer asociaciones educativas, culturales,
caritativas, sociales.”
Finalmente, invita a la promoción de la libertad religiosa como una
obligación ineludible del poder civil, el que “debe evitar que la igualdad jurídica
de los ciudadanos, la cual pertenece al bien común de la sociedad, jamás, ni
abierta ni ocultamente, sea lesionada por motivos religiosos, ni que se
establezca entre aquéllos discriminación alguna.
De ahí se sigue que no es lícito al poder público el imponer a los
ciudadanos, por la violencia, el temor u otros medios, la profesión o el rechazo
de cualquiera religión, o el impedir que alguien ingrese en una comunidad
religiosa o la abandone.” Pero también observa: “El derecho a la libertad en
materia religiosa se ejerce en la sociedad humana, y por ello su uso está
sometido a ciertas normas reguladoras.”, lo que concuerda con el principio de
la responsabilidad moral y social.
La Iglesia Católica, con más de 500 años de influencia en América, fue, y
aún es vista de esa manera, una religión predominante y mantenedora de
determinados favores oficiales. No obstante, la encíclica “Gaudium et spes”,
“Gozo y esperanza”, cuando habla de las relaciones entre la Iglesia y las
realidades temporales, afirma que ellas están estrechamente unidas entre sí, y
que ella misma, la Iglesia, se sirve de medios temporales en cuanto su propia
misión lo exige; pero agrega textualmente: “La Iglesia no pone su esperanza
en privilegios dados por el poder civil; más aún, renunciará al ejercicio de
ciertos derechos legítimamente adquiridos, tan pronto como conste que su uso
puede empañar la pureza de su testimonio o las nuevas condiciones de vida
exijan otra disposición.”
Es lo que contiene el proyecto de ley que debatimos, fruto de nuestra
historia y de nuestra buena voluntad, e inspirados en el Ser Supremo de cada
una de nuestras conciencias, despojándonos de muchas de nuestras cargas
pasadas.
Quizás deba recordarse cómo se llegó a este momento. El Supremo
Gobierno remitió a esta Cámara un proyecto de ley sobre constitución y
funcionamiento de las iglesias y organizaciones religiosas, normativa que sólo
pretendía establecer una forma privada de asociación, siendo contralor de ellas
el poder político representado por el Poder Ejecutivo, a nivel regional,
concediendo, asimismo, exenciones tributarias a las comunidades que se
organizaban a su amparo. Tal propuesta fue objeto de numerosas críticas, una
vez evacuado el informe respectivo por la Comisión de Derechos Humanos,
Nacionalidad y Ciudadanía. La mayor parte de ellas se centraba en el carácter
privado de su personalidad jurídica; en las reclamaciones e impugnaciones que
podían efectuar terceros o ciertas autoridades políticas, pudiendo, incluso,
disolverlas administrativamente; en la exigencia de un determinado número de
adherentes; en la intervención de terceros interesados en la vida o disolución
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de las entidades religiosas y, principalmente, porque subsistía la discriminación
entre asociaciones privadas y de derecho público.
La Sala de esta Corporación sometió a este proyecto a una revisión por
la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia, la cual, luego de oír a los
presbíteros Fernando Retamal y Juan Ignacio González, en representación de
la Conferencia Episcopal de Chile; al presidente de B’nai Brith, señor Sergio
Bitrán; a los señores Jaime Villalobos y Héctor Pino, de la Iglesia de Jesucristo
de los Santos de los Últimos Días; a los señores Pedro Lobato, Fernando
Morras, Norman Arbona y Richard Orquera, de la Comunidad Religiosa Testigos
de Jehová; a la señora Ariaselva Ruz Durán, de la Primera Iglesia de Cristo
Científica de Santiago; a los señores Víctor Olivares, Francisco Anabalón,
Emiliano Soto, Raúl Sánchez, Nadir Carreño, Emilio Paredes, Lee Iverson, Juan
Alberto Rabath y señora Juana Albornoz, del Comité de Organizaciones
Evangélicas, resolvió estudiar una indicación sustitutiva del proyecto analizado
y resuelto en la Comisión de Derechos Humanos, salvo en lo relativo a las
exenciones tributarias, presentada por los Diputados señores Sergio Elgueta,
Gutenberg Martínez, Aldo Cornejo, Roberto León, Ramón Elizalde, Edmundo
Salas y Sergio Aguiló. La Comisión, explicitando la garantía constitucional del
Nº 6º del artículo 19 de la Constitución Política, teniendo presente las
observaciones oídas por las entidades religiosas mencionadas y, además,
analizando las legislaciones española y colombiana, acordó su tratamiento,
perfeccionándolo con especial dedicación y consenso, texto que hizo suyo la
Comisión de Derechos Humanos, y que ahora se trae a discusión.
Quiero recordar la actuación del Diputado señor Andrés Aylwin, quien
llegó hasta nuestra Comisión para señalar que él estaba de acuerdo con el
texto que habíamos acordado y, en consecuencia, nos solicitaba que lo
remitiésemos a la Comisión de Derechos Humanos para que no existieran dos
informes distintos.
También quiero reconocer la labor de la Comisión, que introdujo valiosas
innovaciones a través de los Diputados señor Luis Valentín Ferrada, señora
Martita Wörner, señores José Antonio Viera-Gallo, Alberto Cardemil, Alberto
Espina, Zarko Luksic, Andrés Chadwick y Aníbal Pérez, quienes, junto con los
proponentes ya nombrados de la indicación sustitutiva, le dieron forma y vida
al proyecto.
Especial mención quiero hacer a un recordado amigo y pastor de mi
ciudad natal de Puerto Montt, don Orlando González Mora, con quien, junto a
otros pastores, sostuvimos provechosas conversaciones sobre el tema.
El proyecto de ley contiene las siguientes ideas fundamentales:
1º Normas generales que abordan la explicitación de la garantía constitucional
sobre libertad religiosa y de culto: la no discriminación; la igualdad; el deber
del Estado para que las personas desarrollen libremente sus creencias y la
consecución del bien común por parte de las iglesias, confesiones e
instituciones religiosas, y, asimismo, el concepto de estas entidades para los
efectos de esta ley.
2º Distinción entre la libertad religiosa individual y sus facultades y las que
corresponden a las entidades religiosas, señalando sus límites en la moral, las
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buenas costumbres y el orden público conforme a la Carta Fundamental. Las
enumeraciones de estas facultades no son taxativas, de manera que no hay
clausura en este aspecto, describiéndose las más importantes.
Se excluyen del proyecto ciertas actividades como los fenómenos
síquicos o parasicológicos, la magia, prácticas supersticiosas y espiritistas
ajenas al conocimiento y culto religioso, como el mismo satanismo.
3º Establecimiento de un procedimiento simple para la existencia legal de las
entidades religiosas: inscripción en un registro público del Ministerio de Justicia
de la escritura pública de sus estatutos y constitución; un examen de
cumplimiento de requisitos formales; un plazo de objeción y publicación en el
Diario Oficial, y un breve procedimiento judicial para impugnar la resolución del
Ministerio de Justicia.
Se describe lo que deben contener los estatutos y se confiere a los
ministros de culto, que podrán acreditar la calidad de tales mediante
certificación de su propia entidad, los privilegios procesales concedidos
actualmente a los sacerdotes.
4º Debo destacar que uno de los temas más complejos y delicados es la llamada
personalidad jurídica de derecho público que se confiere a las entidades que se
registren en el Ministerio de Justicia y que, de acuerdo con el texto del
proyecto, se adquiere por el solo ministerio de la ley.
Debo afirmar que en Chile sólo se conocen dos organizaciones religiosas
que gozan de personalidad jurídica de derecho público: la Iglesia Católica,
Apostólica y Romana, por haber sido la religión oficial hasta 1925 y ser, al
mismo tiempo, un Estado que mantiene relaciones con nuestro país, y la
Arquidiócesis Católica Ortodoxa de Chile, que la obtuvo por ley Nº 17.725, de
25 de septiembre de 1972, bajo el imperio de la Carta de 1925, de la que fuera
autor, redactor, impulsor y patrocinante el Senador democratacristiano señor
José Foncea.
Esa última ley, la Nº 17.725, contempló un procedimiento similar al
propuesto en este proyecto, ya que la personalidad de derecho público rige por
el solo ministerio de la ley, desde el depósito de un ejemplar de sus estatutos
en el Ministerio de Justicia. Aquí existe un precedente constitucional
importantísimo para sostener que las entidades religiosas creadas al amparo
del proyecto de ley que estamos abordando deben tener personalidad jurídica
de derecho público.
La Constitución de 1980, según el tratadista Enrique Evans, en su obra
“Los derechos constitucionales”, tomo I, página 211, señala: “La comisión -se
refiere a la comisión redactora que estudió la nueva Constitución de 1980-, con
la abstención de los señores Jaime Guzmán y Alejandro Silva, aprobó además
que, de acuerdo con el espíritu e intención del precepto (artículo 19, Nº 6),
para que las iglesias y sus respectivas confesiones religiosas disfruten de su
personalidad jurídica de derecho público sólo basta que se les reconozca su
carácter de tales iglesias o confesiones por la autoridad”, dejándose sentado
en ese mismo documento que la Iglesia Católica tenía tal calidad desde la
Constitución de 1925. En consecuencia, los propios gestores de la Constitución
de 1980 establecieron que era y puede ser procedente que, mediante el
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reconocimiento simple de la autoridad, esas personas pasen a adquirir, por el
solo ministerio de la ley, la calidad de persona jurídica de derecho público.
Por otra parte, también debo recordar la intervención de otro
comisionado de esa época, el actual Presidente del Senado don Sergio Diez
Urzúa, citado por don Alejandro Silva Bascuñán en un artículo publicado en la
página 70 de la Revista de Derecho de la Universidad Católica, Enero-Abril de
1991, que expresa: “Participa de la tesis de que toda confesión religiosa que es
tal tiene personalidad jurídica de derecho público aunque tenga que pedir
autorización del Ministerio de Justicia que la reconozca como tal, y que el
Estado no es el que da la autorización, sino lo que da es el reconocimiento de
una situación de hecho.” Esas palabras, aparte del artículo que he citado,
corresponden a la sesión 131a, página 29, de la discusión de la Constitución de
1980.
En ese mismo artículo, don Alejandro Silva Bascuñán expresa: “El
legislador puede, en cualquier momento, reconocer como personalidad jurídica
de derecho público a una determinada confesión religiosa, tal como está
facultado siempre para dictar un estatuto general que fije las condiciones a que
haya de sujetarse el beneficio.” Eso es lo que hemos hecho en este proyecto
de ley.
Ese mismo autor finaliza con las siguientes palabras: “La preocupación
por la observancia del principio de igualdad en relación a todas las iglesias, que
se manifestó en la gestación de la Carta, quedará satisfecha si se concreta
mediante la dictación de un cuerpo normativo de carácter general de la
naturaleza explicada precedentemente; si se mantiene, entre tanto, la actual
situación, quedará subordinado, en la práctica, el reconocimiento de la
personalidad jurídica de los grupos religiosos a las decisiones de la autoridad
administrativa, con el riesgo consiguiente de actuaciones que pudieran, en los
hechos, ser contradictorias con el postulado constitucional básico de la
democracia de procurar evitar toda discriminación que pudiera resultar
arbitraria.” Sobre eso hemos trabajado y las conclusiones las presentamos hoy
ante la honorable Sala.
Ahora bien, tanto la disolución como el reconocimiento de la autonomía
de estos organismos intermedios queda entregado a sus propios estatutos, o
bien a la cosa juzgada en un fallo judicial cuya acción sólo puede emanar del
Consejo de Defensa del Estado, que garantiza seriedad, responsabilidad y
estabilidad en la vida de esas entidades.
Otro punto de interés es la situación de las actuales iglesias con
personalidad jurídica de derecho público que el proyecto, en su artículo 1º
transitorio, resuelve reconociéndola en toda su extensión.
También el proyecto regla las exenciones tributarias igualando su
tratamiento, como asimismo lo relativo a la administración de los bienes, que
queda sujeta a la ley común.
Estas son las ideas básicas sobre las cuales se construyó la indicación
sustitutiva de los diputados ya nombrados y que perfeccionara la Comisión de
Constitución, Legislación y Justicia. Es, ciertamente, un avance fundamental. A
veces tenemos temor de abordar temas importantes; ahora encaramos con
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valentía el futuro democrático del país, poniendo fin a tanta confusión y
demora. Repito, como ya lo enunciara Santa Teresa de Ávila, una santa que
puede pertenecer a la universalidad de todos los creyentes: “Tened una santa
osadía, que Dios ayuda a los fuertes.”
Solicito, pues, la aprobación del presente proyecto de ley.
He dicho.
-Aplausos.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- A continuación,
corresponde escuchar el informe de la Comisión de Hacienda.
Diputado informante es el señor José Makluf, a quien ofrezco la palabra.
El señor MAKLUF.- Señor Presidente, honorable Cámara:
Vuestra Comisión de Hacienda pasa a informaros el proyecto de ley que
establece normas acerca de la constitución jurídica y funcionamiento de las
iglesias y organizaciones religiosas, en cumplimiento del inciso segundo del
artículo 17 de la ley Nº 18.918, orgánica constitucional del Congreso Nacional,
y conforme con lo dispuesto en los artículos 220 y siguientes del Reglamento
de esta Corporación.
La iniciativa, como ya lo han señalado los señores diputados informantes
de las Comisiones de Derechos Humanos y de Constitución, Legislación y
Justicia, tiene su origen en un mensaje de su Excelencia el Presidente de la
República.
Durante el estudio del proyecto, asistieron a la Comisión, para tratar los
temas financieros y tributarios correspondientes, los señores René García,
subdirector del Servicio de Impuestos Internos; Osvaldo Rivas y Claudio
Sepúlveda, director de operaciones y abogado jefe del departamento jurídico
del Servicio Nacional de Aduanas, respectivamente.
El objeto de la iniciativa es establecer normas legales que reconozcan las
libertades de conciencia en lo religioso y de culto, y que regulen el
funcionamiento de las iglesias y organizaciones religiosas.
Para el cumplimiento de su cometido, la Comisión tuvo a la vista los
informes de las Comisiones de Derechos Humanos y de Constitución,
Legislación y Justicia y, respecto de los artículos sobre los que debía
pronunciarse, el conjunto de la legislación vigente relacionada con ellos.
En ese sentido, tuvo presente que en materia de tributación fiscal
interna no existe un estatuto que regule en forma específica la situación
tributaria de las distintas iglesias, razón por la cual dichas instituciones y las
personas jurídicas que éstas creen para desarrollar sus fines, tales como
colegios, hospitales, orfelinatos u otros, deben sujetarse a las normas comunes
aplicables a los contribuyentes, en la medida en que por acciones voluntarias u
otras circunstancias adquieran el carácter de sujeto pasivo de algún tributo.
En cuanto instituciones afectas a la legislación común, se benefician de
las siguientes exenciones de carácter general, las que por su naturaleza podrán
ser impetradas por iglesias o instituciones creadas por ellas:
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a) Por el Nº 4 del artículo 40 de la ley sobre Impuesto a la Renta, se exime del
impuesto de primera categoría a las rentas percibidas por “las instituciones de
beneficencia que determine el Presidente de la República”. Se precisa que “sólo
podrán impetrar este beneficio aquellas instituciones que no persigan fines de
lucro y que de acuerdo a sus estatutos tengan por objeto principal
proporcionar ayuda material o de otra índole a personas de escasos recursos
económicos.”
b) Por el inciso segundo del Nº 7, letra B), del artículo 12 del decreto ley Nº 825,
de 1974, se exime del impuesto al valor agregado a las importaciones que
constituyan donaciones y socorros calificados como tales a juicio exclusivo del
Servicio Nacional de Aduanas, destinadas a corporaciones, fundaciones y a las
universidades.
c) Por el número 9 de la letra D), de la sección I, del cuadro anexo Nº 1 de la ley
Nº 17.235, se exime del ciento por ciento del impuesto territorial –cono-cido
comúnmente como contribución de bienes raíces- a los inmuebles que se
destinen a “escuelas, colegios, seminarios, universidades y campos de
deportes de sociedades deportivas y de socorros mutuos que tengan
personalidad jurídica y demás establecimientos destinados a la educación o al
deporte, en la parte destinada exclusivamente a estos servicios y siempre que
no produzcan renta.”
Además, el ordenamiento jurídico vigente contempla exenciones de
impuestos en beneficio de dichas instituciones, las que se enumeran a
continuación:
a) En la ley Nº 17.235, sobre impuesto territorial, se incluyen en el cuadro anexo
Nº 1, sección 1, dos exenciones en favor de inmuebles que sean de propiedad
de iglesias, que son las siguientes:
-En la letra C, Nº 2, la exención del ciento por ciento del impuesto
territorial para “Los templos y sus dependencias, destinados exclusivamente al
servicio de un culto.”
-En la letra D), Nº 13, la exención del ciento por ciento del impuesto
territorial, para “Las habitaciones anexas a iglesias o templos de algún culto
religioso, ocupados por los funcionarios del culto y siempre que no produzcan
renta.”
b) En el decreto ley Nº 3.475, artículo 23, Nº 9, que establece la exención de los
impuestos de la Ley de Timbres y Estampillas en favor de las “Instituciones con
personalidad jurídica cuyo fin sea el culto.”
c) En la ley Nº 16.271, artículo 18, Nº 4, que declara exentas del impuesto a las
herencias, asignaciones y donaciones “que se dejen para la construcción o
reparación de templos destinados al servicio de un culto o para el
mantenimiento del mismo culto.”
El informe financiero elaborado por la Dirección de Presupuestos del
Ministerio de Hacienda hace hincapié en que carece de antecedentes respecto
del número de nuevas iglesias que se constituirán conforme al proyecto.
Plantea que la iniciativa no establece nuevos beneficios tributarios que
incrementen los que ya otorga la legislación vigente.
En cuanto a las contribuciones, sólo 193 predios destinados al culto
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estarían afectos a ellas, quedando exentos 5.573 predios. El beneficio producto
de esta exención asciende a 1.932.9 miles de pesos.
La Comisión de Derechos Humanos, Nacionalidad y Ciudadanía dispuso
en su informe que la Comisión de Hacienda tomara conocimiento de los
artículos 15 y 16 del proyecto aprobado por ella. En relación con su discusión
particular, nos corresponde señalar lo siguiente.
En el artículo 15 se establece que las donaciones y asignaciones en favor
de las entidades religiosas para la construcción o reparación de templos
quedarán exentas del impuesto a las herencias, asignaciones y donaciones.
En su inciso segundo, se exime del trámite de insinuación a las
donaciones inferiores a 25 unidades tributarias mensuales.
En el debate de la Comisión, se señaló que el inciso primero de este
artículo es reiterativo de lo dispuesto en el artículo 18 de la ley Nº 16.271
antes citada, en materia de exenciones al impuesto a las herencias,
asignaciones y donaciones, por lo que, en consecuencia, se estima innecesario.
Los Diputados señores Galilea, Jürgensen y Longueira formularon
indicación para reemplazar el artículo 15, por el siguiente: “Las donaciones que
reciban las entidades religiosas a que se refiere esta ley, estarán exentas del
trámite de insinuación, cuando sean por valores inferiores a veinticinco
unidades tributarias mensuales.”
Puesta en votación, fue aprobada por unanimidad.
En el artículo 16, se otorga a las entidades religiosas regidas por el
proyecto los mismos derechos, exenciones y beneficios tributarios que tienen
las otras iglesias, confesiones e instituciones religiosas existentes en el país.
En su inciso segundo, se dispone que los templos y sus dependencias,
destinados exclusivamente al servicio de un culto, estarán exentos de toda
clase de contribuciones.
Se hizo presente en la Comisión que el inciso segundo es reiterativo de
lo dispuesto en el inciso tercero del número 6º del artículo 19 de la
Constitución Política -que garantiza la libertad de conciencia para todos los
habitantes de la República-. Sin embargo, nada agrega al referirse en los
mismos términos en esta iniciativa, puesto que las exenciones ya están
contempladas en la ley Nº 17.235, según se ha expresado anteriormente.
Solicitada votación separada de este artículo, el inciso primero fue
aprobado en forma unánime y el inciso segundo, rechazado de igual modo.
Para los efectos reglamentarios, se deja constancia de que el inciso
segundo del artículo 16 fue la única disposición rechazada y que no hay
ninguna indicación rechazada.
Finalmente, solicitamos la aprobación de las modificaciones propuestas a
los artículos 15 y 16, según las indicaciones reseñadas. A nuestro juicio,
mejorarán la adecuada aplicación de los beneficios y exenciones que se
quieren aplicar a todas las instituciones religiosas y personas jurídicas que
éstas creen para el propósito de cumplir sus fines.
Este informe fue acordado en dos sesiones, de 9 y 15 de octubre de
1996, con la asistencia de los Diputados señores Longueira, don Pablo,
Presidente; Arancibia, don Armando; Galilea, don José Antonio; García, don
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José; Jocelyn-Holt, don Tomás; Jürgensen, don Harry; Makluf, don José;
Montes, don Carlos; Ortiz, don José Miguel, y Palma, don Andrés.
He dicho.
-Aplausos.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Tiene la palabra el
Ministro del Interior, don Carlos Figueroa.
El señor FIGUEROA (Ministro del Interior).- Señor Presidente, en
representación del Supremo Gobierno, quiero destacar que la discusión sobre
los contenidos de este proyecto constituye un hecho importante en la tarea de
perfeccionar los medios jurídicos que permitan garantizar el ejercicio público y
privado de la libertad religiosa o de religión.
Creo pertinente recordar que este importante campo de la libertad
humana, que en la historia de nuestro país tiene hitos muy claros, se ha
revitalizado con la iniciativa gubernamental que busca hacerlo cada vez más
efectivo en relación con el derecho de igualdad ante la ley.
Los derechos contenidos en la libertad religiosa han sido preocupación
permanente de la comunidad internacional, y la expresión más clara se
encuentra -como lo ha recordado el diputado informante de la Comisión de
Constitución, Legislación y Justicia- en la Declaración Universal de los Derechos
del Hombre, adoptada en diciembre de 1948 por la Asamblea General de las
Naciones Unidas, que estableció que toda persona tiene derecho a la libertad
de pensamiento, de conciencia y de religión.
Al tenor de lo que describe dicho artículo de la Declaración Universal de
los Derechos del Hombre, la libertad de religión tiene explícitos una serie de
elementos constitutivos.
En primer lugar, es un derecho de la persona humana que tiene carácter
de fundamental y que, a su vez, contiene la libertad para manifestarla y, a
contrario sensu, la libertad para abstenerse de observancia religiosa. Es un
derecho social y solidario, en cuanto su goce no es posible sin el de otros
derechos fundamentales como el de opinión, asociación y reunión.
Se ha recordado brevemente el camino jurídico seguido en Chile por la
libertad de religión y cómo en el siglo pasado, en la Constitución de 1833, se
estableció lo que en esa época parecía normal en el acontecer ciudadano de
nuestra república; es decir, que la religión oficial era la católica, apostólica y
romana. Sin embargo, las condiciones sociales de ese tiempo fueron
presionando para que el Poder Legislativo de esa época promulgara una ley
interpretativa, que en 1865 posibilitó la práctica de cultos disidentes del
católico oficial en el ámbito de lo privado.
Esta nueva realidad se forjó con la cada vez más influyente presencia del
movimiento protestante histórico y las emergentes variables del mismo,
implícitas en el activo movimiento evangélico.
En esas décadas se promulgó también el Código Civil, que permitió la
formación legal, con el carácter de personas de derecho privado sin fines de
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lucro, a los movimientos religiosos evangélicos protestantes, situación jurídica
que se mantiene vigente.
En este siglo, particularmente la Constitución Política de 1925 innovó en
materia de libertades fundamentales al establecer la libertad de conciencia y el
ejercicio libre de todos los cultos que no se opongan a la moral, a las buenas
costumbres o al orden público.
Ese momento, en que se separó la Iglesia del Estado, es clave en el
reforzamiento de la tendencia histórica hacia una mayor tolerancia en las
prácticas de la fe religiosa. Es uno de los problemas claves que motivó al
Supremo Gobierno en la promoción activa de medios legales que perfeccionen
los espacios de ejercicio de la libertad de religión.
Hablar de tolerancia en materia de este derecho, nos parece un lenguaje
inadecuado, porque la función que corresponde al Estado es la de promover
activamente el pleno goce del derecho a la libertad de religión, en el que no
cabe, utilizando un lenguaje jurídico moderno, la tolerancia solamente como
garantía del debido respeto a él.
Como aquí se ha recordado, ni el Acta Constitucional Nº 3, de
septiembre de 1976, ni la Constitución Política de 1980 innovaron en relación
con lo preceptuado en la Carta Fundamental de 1925.
En 1993, el Presidente Aylwin envió un mensaje al Poder Legislativo que
contenía el proyecto de ley que ha sido base de las reflexiones y
perfeccionamientos del texto que hoy se discute. Por su parte, el gobierno del
Presidente Frei, consciente de la importancia histórica de una iniciativa de esta
naturaleza, ha respaldado y promovido la gestión legislativa dirigida a tener,
en un plazo razonable, el mejor texto posible para garantizar este derecho.
Ahora, y una vez más, es necesario reconocer que la iniciativa del Poder
Ejecutivo sirvió para importantes y detenidos diálogos con los diversos
sectores religiosos preocupados por el tema. Destaco particularmente los
aportes de las iglesias evangélicas y protestantes, de la Iglesia católica, de las
ortodoxas, de la comunidad judía y muchas otras entidades del campo religioso
que pusieron lo mejor para contribuir a esta tarea, que debe llevarnos a una
mejor convivencia nacional en el respeto a una de las más caras expresiones
del espíritu.
Me refiero explícitamente al texto en discusión y constato que la
indicación sustitutiva que lo construyó integra conceptos con contenido jurídico
basado en experiencias de otros países, dándole la coherencia y
contextualización necesarias. Además, observo la incorporación de varias de
las ideas propuestas en el texto original del Ejecutivo.
Tenemos la convicción de que la discusión particular perfeccionará
aquellos temas que presentan complicaciones y respecto de los cuales el
Gobierno ha aportado varias ideas en el análisis que las diversas comisiones
han realizado, sobre la base del texto del proyecto original y el correspondiente
a la indicación sustitutiva.
Este proyecto avanza sustancialmente para cambiar el sentido de
“tolerancia religiosa” implícito en el otorgamiento de personalidad jurídica en
tanto personas de derecho privado sin fines de lucro, cuando propone la
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institución del reconocimiento de la personalidad jurídica de las iglesias y
organizaciones religiosas, a través del simple expediente de que se cumplan
las mínimas exigencias que el texto establece.
Esta percepción de tolerancia que emerge del tratamiento legal al que
adscriben las manifestaciones religiosas no católicas, en nuestra opinión, es
claramente insuficiente para responder jurídicamente al respeto debido a
entidades con fines espirituales y que se han constituido en aportes señeros en
la comunidad internacional. Esta insuficiencia debe ser superada con un
estatuto jurídico que reconozca la existencia legal de organizaciones religiosas
cuya vida de hecho, según la información histórica, es anterior al Estado. Y es
en este sentido de realidad que se fundó la propuesta original del Gobierno,
sentido que conserva la indicación sustitutiva que la sigue.
Es deber del Estado ser animador activo en la promoción del respeto a
los derechos básicos que hacen posible una vida más humana en el entorno
social. Así lo ha entendido el Supremo Gobierno, y de ahí nuestro interés en la
adopción de fórmulas jurídicas adecuadas para asegurar una efectiva igualdad
en el goce del derecho humano fundamental a la libertad religiosa o de
religión.
Entendemos que el sentido de la buena fe en la interpretación de las
normas positivas que construyen los diversos derechos ciudadanos es una
exigencia permanente que la sociedad plantea a sus autoridades. Sin embargo,
en una materia tan sensible como la contenida en el derecho a la libertad más
plena reclamada por las iglesias y organizaciones religiosas, se hace perentoria
una normativa legal que cautele adecuadamente todos los espacios que la
configuran.
Reitero en esta intervención la importancia que para el Supremo
Gobierno tiene la libertad religiosa o de religión. Ella es y constituye un
derecho humano fundamental, y como los otros derechos que hacen a la vida
social, es la experiencia de la esclavitud, de la indignidad, de la opresión, de la
injusticia, de la mentira, de la muerte, la que revela al ser humano el valor de
aquello de que carecía, es decir, la libertad, la dignidad, la independencia, la
justicia, la verdad, la vida. Los derechos del ser humano están siempre
presentes y, más aún, cuando se constatan sus carencias.
Son diversas las fuentes teóricas que sirven de fundamento intelectual a
la positividad de los derechos humanos y, por tanto, a la libertad religiosa o de
religión. En nuestra sociedad chilena, cimentada de acuerdo a la experiencia
histórica en valores cristianos, son las vertientes católica y protestante,
además de la del laicismo liberal, las que más aportes han realizado en
dirección del respeto a la libertad de las personas. Y es, entonces, prestando
atención al clamor ciudadano por perfeccionar el ejercicio libre de las
definiciones de tipo religioso, que el Gobierno ha sido y continuará siendo un
activo animador en el propósito de lograr una legalidad más plena para las
prácticas espirituales.
Al plantear una iniciativa sobre el tema que nos ocupa, es porque
tenemos la convicción de que hoy la legislación chilena no ofrece las
estructuras legales necesarias para, en materia de libertad de las iglesias,
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garantizar la igualdad ante la ley, que es un requisito sine qua non de un
auténtico respeto a este derecho humano básico.
La Declaración de los Derechos Humanos, como expresión legal positiva,
no implica que ellos sean “concedidos o creados” por la autoridad social que los
sistematiza en el campo del derecho. No, la organización social los toma de la
historia, los devela y traslada a una expresión escrita para hacerlos realidad,
por el consenso social, en su ejercicio.
Esta iniciativa sobre la libertad en el campo humano de las prácticas
religiosas tiene como antecedente histórico toda la experiencia que hemos
vivido los chilenos y a la cual me referí recién. Y porque constatamos carencias
importantes en la legalidad referida a su goce igualitario, en tanto gobierno, es
nuestro interés lograr la más plena respuesta jurídica a los anhelos históricos
de quienes, antes y ahora, saben con nosotros que la libertad religiosa o de
religión es, como lo reconoce la humanidad, fundamental.
Respetar la posición de cada cual respecto de lo inmanente y
trascendente, constituye uno de los propósitos de la pluralidad social, y
respetar la imagen de Dios en el ser humano, está indisolublemente unido al
respeto de todos los derechos del hombre.
Muchas gracias.
-Aplausos.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Gracias, señor
Ministro.
En discusión general el proyecto.
Hay 40 señores diputados inscritos.
Tiene la palabra el Diputado señor Gutenberg Martínez.
El señor MARTÍNEZ (don Gutenberg).- Señor Presidente, estamos todos
conscientes en esta honorable Cámara de que vivimos una sesión especial o
histórica, como han dicho nuestros diputados informantes. En esa perspectiva,
deseo resaltar el trabajo de las distintas comisiones, de los parlamentarios que
las conforman, como asimismo, la fluida relación que existió entre las mismas
y los distintos representantes de entidades religiosas, todo lo cual nos permitió
llegar a buenos acuerdos y consensos.
En mérito del tiempo, quiero destacar tres razones que me inspiran a
votar favorablemente el proyecto que hoy nos ocupa y a comprometer mi
participación para que arribe a un feliz término.
La primera dice relación con una cuestión de principios jurídicos y de
acepciones constitucionales y legales, las que, por lo demás, han sido
brillantemente expuestas por los diputados que me han antecedido en el uso
de la palabra y que sólo queremos reseñar.
Hoy nos abocamos a hacer efectiva una norma constitucional que
dispone, pero que no rige en la práctica, pues, a pesar de que la libertad de
conciencia, la manifestación de las creencias y el ejercicio libre de todos los
cultos para todas las personas se encuentran consagrados en la Carta
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Fundamental -lo que en doctrina se denomina libertad religiosa-, en la
práctica, las normas jurídicas de inferior rango, que deberían facilitar el
ejercicio de dichas garantías, discriminan a un sinnúmero de iglesias cristianas
y de otras denominaciones.
Así las cosas, en la actualidad no se está dando una igualdad en la ley
en materia de libertad religiosa. Nadie desconoce la prerrogativa del Estado
para regular la forma y requisitos para la adquisición de la calidad de sujeto de
derecho, es decir, para que determinadas agrupaciones conformen una
personalidad independiente denominada persona jurídica; sin embargo, ello de
ningún modo puede afectar el principio de la libertad religiosa, de la que somos
y queremos ser firmes defensores, con sus componentes de libertad de
conciencia y de culto, en la ley y ante la ley. Esto significa que dicha igualdad
debe estar presente en el texto y en el espíritu de las normas que conforman
la ley, como también en el ánimo y sentencias de los juzgadores cuando deban
resolver determinados litigios.
Para el partido en el cual milito, la definición que Tagore dio de la
religión, esto es “una esencia, pero diversa en sus formas, como una es el
agua y, sin embargo, las orillas que la limitan y la guardan son distintas para
cada pueblo”, inspira aquello que para nosotros es muy sustancial: el respeto
al pluralismo político, religioso e ideológico, que queremos abrir a todos
quienes comparten una voluntad de cambio hacia una sociedad mejor.
Lo anterior ha sido precisado muy bien por quienes me han precedido en
el uso de la palabra, por lo que no creo necesario abundar sobre este punto.
Sólo deseo destacar el trabajo de los parlamentarios que se han abocado al
estudio de esta materia, especialmente el del Diputado señor Sergio Elgueta,
quien es uno de los artífices de este proyecto, el cual otorga rango de persona
jurídica de derecho público a las entidades religiosas.
En resumen, la primera razón por la cual votaremos favorablemente el
proyecto se funda en hacer efectiva la norma constitucional y terminar con la
discriminación.
La segunda razón es la siguiente: En los tiempos actuales debemos
tener presente y avizorar el futuro en cuanto a una concepción de la
democracia y de lo que hoy se denomina sociedad civil. En la visión de quienes
nos inspiramos en el humanismo cristiano, antigua es la importancia que
tienen los cuerpos intermedios en toda sociedad. Desde una perspectiva
moderna, ello se traduce en la fuerza e importancia que adquiere la acción de
la sociedad civil para su buen funcionamiento y desarrollo, mucho más
relevante en un mundo cada día más individual, en el cual existen fenómenos
evidentes de crisis de participación, en el que constatamos y nos golpeamos
por las distancias que las personas tienen respecto de las instituciones, por los
desarraigos que constatamos frente a la política o los políticos. Por supuesto
que en una democracia con sentido de futuro existe un gran rol para los entes
intermedios, para la sociedad civil, un necesario rol en cuanto a lo que debe
ser esa tarea de futuro.
Analizando algunos estudios que a muchos nos han llegado en relación
con la importancia de la sociedad civil, hemos podido conocer las experiencias
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comparadas de otros países. Cómo en Estados Unidos, por ejemplo, la
existencia de las entidades religiosas y la fuerza que éstas expresan, de algún
modo ayuda a construir un tejido social que hace fuerte y explica el poderío y
la fuerza de la democracia americana.
Eso también lo hemos constatado en nuestro país.
Por eso, porque queremos una democracia más perfecta, una sociedad
civil más poderosa, porque queremos promover y favorecer el asociacionismo
de nuestros ciudadanos, porque queremos dar señal clara del respeto a la
norma constitucional, tenemos una segunda razón poderosa para respaldar con
fuerza el proyecto.
La tercera razón es que respetamos la religiosidad y entendemos que la
misma expresa un aporte sustancial a los desafíos contemporáneos.
Y perdónenme que haga una reflexión y un fundamento que a primera
vista pueda parecerle a alguien alejado de lo que estamos comentando, pero
los que nos sentamos aquí lo hacemos en un deber de representación de
nuestros ciudadanos y también de las filosofías o principios que nos inspiran.
Es evidente que el mundo hoy vive una situación de deshumanización,
vivimos una situación de modernismo o posmodernismo, como describen los
filósofos, que puede ser liberadora o alienante, dependiendo de las
orientaciones finales que el mismo observe. Es evidente que hay un
individualismo exacerbado y egoísta, que para muchos parece ser la premisa
con que tiende a desenvolverse el mundo en muchos aspectos. El fracaso de
otros esquemas absolutos, sirve para algunos de pretexto para imponer o
tratar de imponer otra versión ideológica de carácter totalizador. Y los ideales
humanistas, tan fuertes en solidaridad, muchas veces se ven o se quieren ver
opacados por el individualismo exitista y tantas veces egoísta.
Algunos han expresado que vivimos una realidad contemporánea en que
el hombre acumula muchas vivencias, pero que propiamente carece de la
experiencia, factor esencial de un proceso de formación integral.
Tenemos mucha información, de todo tipo, de todo carácter, podemos
acceder a toda la necesaria; sin embargo, muchas veces pareciéramos carecer
de la formación para asimilar esa información.
Aquella noción básica del humanismo que nos enseñaron en nuestros
liceos, el elemento alteridad, el ser social que necesita y no se concibe sin
otros, hoy se limita en la interpretación de muchos, o de algunos, a una suerte
de alteridad consigo mismo. Aquellas masas de Ortega y Gasset, que nos
enseñaron en los liceos, no están quizás en las calles: están hoy en las casas
frente al televisor. Hoy quizás los colectivos son aún más masificados; peor
aún, es una masa que vive en lo más fuerte de la individualidad. La cohesión
comunitaria vive un proceso de detrimento permanente, y la televisión, como
un fenómeno objetivo, nos atomiza individualmente. En muchos casos reina lo
trivial y lo fácil.
Un escritor catalán, recordando a Baudelaire, nos habla de una sociedad
que experimenta una suerte de “embotamiento de la sensibilidad”, lo cual
explica quizás las crisis de participación a veces existente en mundos tan
importantes para nosotros como el mundo juvenil. Se cae en el tedio, la
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monotonía, el miedo, la falta de curiosidad, de asombro y el poco interés por la
búsqueda y el compromiso personal. Este embotamiento de la sensibilidad nos
lleva a una razón perezosa, desencantada y falta de convicción. La soledad, el
aislamiento, nos llevan a un individualismo exacerbado y en cuestionable. Se
trata de la soledad del exitoso, de aquel que ve realizarse sus expectativas,
pero en aquello está sólo él, y, a lo más momentáneamente, aquel que
coincide en participar con él, en ese punto, sólo mientras sea conveniente.
Obviamente, también se trata de la soledad del que no entra en el
juego, de aquél que no es considerado por las regulaciones del mercado, de
aquel que no reviste interés para el otro.
No cabe ninguna duda de que una adecuada visión del mundo, de la
sociedad o de las personas -al menos a nuestro modesto entender-, implica
comprender la necesidad de satisfacer las necesidades espirituales y materiales
de los hombres, para que los mismos puedan ser más.
Ésa es una perspectiva que debemos resaltar en el futuro en nuestras
sociedades. Para poder hacer aquello, debemos dar mayor fuerza a nuestra
visión, a nuestra importancia, a la vigencia de la ética, de los valores, y a las
necesidades del espíritu y de la inteligencia.
Si sólo lo que se regula y lo que se propende es la posesión de bienes, la
máxima aspiración tiende a ser la de poseerlos. Se trata o se puede tratar de
un apetito insaciable, sin fondo, sin contenido, sin destino. El resultado puede
ser una sociedad chata, sin aspiraciones trascendentes, que vive el presente y
del presente, que no mira más allá. El resultado puede ser gente fría, que
pierde paulatinamente su humanidad y, por ello, su interés por los demás. Es
decir, gente sin vestigio de solidaridad sincera.
Se puede tratar de gente y de sociedades, como se ha dicho tantas
veces, sin capacidad de soñar, sin esperanzas que puedan traducirse en otra
cosa que sólo en signos de carácter material. Es decir, se trata del hombre que
ya no es hombre, y de una sociedad deshumanizada, porque el hombre no
puede vivir sin esperanza, ya que ésta forma parte de la dimensión humana.
A mi juicio, éste es un desafío que muchos percibimos. Por eso, cuando
llegamos a un proyecto de este tipo, debemos ligarlo con nuestras grandes
preocupaciones. Las iglesias desempeñan un gran rol en la sociedad.
Respetamos su fe, queremos asegurar su igualdad y su no discriminación,
pero, además, le reconocemos ese respeto a la religiosidad, por cuanto
entendemos que el mensaje que la religión puede generar, y que de hecho
genera y constatamos todos los días, en este mundo que queremos humanizar,
es, ¡por Dios!, muy importante.
¿Quién podría negar el valor del amor universalmente reconocido y
potenciado por tantas religiones? ¿Quién podría negar la concepción del
hombre que el pastor Bonhoeffer, ejecutado por los facistas de su tiempo en
abril de 1945, expresara: “ser para los demás es la única experiencia de la
trascendencia”?
Necesitamos ser capaces de superar los materialismos estrechos o
alienantes. Con el perdón de los que no lo son, los creyentes podemos serlo
gratificando, como lo dijera Garandy, la necesidad de Dios, constatando que es
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presencia en cada uno de nosotros, de la exigencia de buscar sentido a la vida,
de ser responsables, de descubrirlo y de realizarlo.
Los no creyentes y también nosotros debemos hacerlo con convicción
esencial en los principios del humanismo, en la confianza en el hombre y en su
fortaleza intrínseca para dominar y liberarse de la pura materia sin sentido.
Bloch resumía así el mensaje de Thomas Münzer -teólogo que dirigió, en
tiempos de Lutero, la guerra de los campesinos alemanes, y que fue
crucificado por los príncipes-, que decía: “sed hombres y Dios será Dios”. ¡Qué
forma tan brillante y ejemplar para describir un concepto que nos es
fundamental a muchos, esto es de la necesidad que tienen el hombre y la
mujer de ser más, para así acercarse al ideal de ser persona humana
propiamente tal, proceso a través del cual estaremos, a la vez, viviendo más
integralmente nuestra fe y acercándonos a la trascendencia y a Dios,
dependiendo de la religiosidad de cada uno!
Ésa y no otra es la razón poderosísima para muchos de los que estamos
en esta Sala, por la cual queremos votar y fortalecer el proyecto.
Pero, con franqueza, en tiempos que hablamos de transparencia, éste ha
sido un tema difícil y complejo para algunos de nosotros. Aquí, ni más ni
menos, estamos rompiendo con la tradición de los silencios, de los temas que
no se hablan, de las ambigüedades encubiertas, en definitiva, de las verdades
que no se establecen y que a veces nos hacen construir una sociedad de
mentiras.
Como parlamentario, católico y cristiano, he participado en una decisión
que ha tenido dificultades, en un proceso en el cual hemos tenido que superar
algunas de esas tradiciones malentendidas, en las cuales hemos tenido que
asumir, entender y comprometernos con una visión democrática de
profundidad y con un respeto -también profundo- a todas nuestras
religiosidades.
Señor Presidente, he participado en una decisión meditada; aquellas
que, en el fondo, son las que nos convierten. Que nos convencen en la mayor
fuerza; aquellas que son capaces de integrar mente y corazón.
Por lo mismo, señor Presidente, hay una cuarta razón. No sólo hoy
reconocemos un derecho, o valoramos el rol de la sociedad civil en una
moderna; no sólo respetamos la religiosidad y el rol de humanización que ésta
puede y debe tener en una sociedad que queremos que sea mejor. Aquí
también hay otro reconocimiento: el reconocer un derecho a quienes se lo han
ganado, muchos de los cuales nos acompañan hoy en la Sala y que en cada
uno de nuestros distritos y de nuestras zonas hemos visto. Por eso, hoy,
cuando votemos a favor, no sólo reconoceremos su derecho, sino también su
fe, su compromiso con la sociedad, su presencia en nuestro país y, por Dios,
señor Presidente, que es importante esta cuarta razón: Estamos reconociendo
ese derecho.
Señor Presidente, a la luz de un pastor de mi iglesia, respetado por
muchas iglesias y por muchos chilenos, en nombre de la Democracria Cristiana
y de mis colegas democratacristianos, hoy estamos contentos, Señor, muy
contentos por esta decisión.
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He dicho.
-Aplausos.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Tiene la palabra el
Diputado señor Alberto Espina.
El señor ESPINA.- Señor Presidente, cuando en el Parlamento
discutimos un proyecto de ley, siempre evaluamos sus efectos jurídicos. En
otras palabras, eso significa determinar si una realidad social necesita un
marco legal para desenvolverse de manera correcta.
Pero quizás éste, como ningún otro proyecto que hemos tramitado
quienes llevamos seis años en el Parlamento, produce un efecto distinto: tiene
una enorme trascendencia social. Y los efectos sociales siempre tienen dos
expresiones, una de las cuales dice relación con las consecuencias materiales.
Pues bien, nuevamente, como pocas iniciativas, ésta escapa a esa lógica y
tiene un efecto social de orden espiritual, extraordinariamente necesario para
nuestra sociedad.
Quienes participamos en la tramitación del proyecto coincidimos en un
punto central que fue ratificado por todos los parlamentarios -al menos por los
de mi bancada- cuando lo discutimos en las sesiones de trabajo. En el fondo, lo
que aquí hemos hecho es poner término a una injusta discriminación espiritual
que por años ha existido en nuestra sociedad.
Esa discriminación fue, quizás, la causa de que muchos pastores y
representantes de iglesias, confesiones e instituciones religiosas, con una
paciencia sólo propia de ellos, esperaran durante años que esta iniciativa se
fuera construyendo paso a paso.
Mi distinguido colega, el Diputado señor Naranjo, decía en su informe
que no había sido fácil sacar adelante este proyecto. En realidad, al mirar a las
tribunas pienso que para quienes no ha sido fácil es para los que han tenido
que soportar durante años que esta iniciativa fuera avanzando paulatinamente
hasta llegar al momento de su discusión en esta Sala.
Al leer el artículo 1º que comienza diciendo: “El Estado garantiza la
libertad religiosa y de culto, reconocida en el artículo 19, Nº 6º, de la
Constitución Política de la República, en los términos previstos por la ley”, se
puede constatar que efectivamente este proyecto abre un camino para hacer
realidad un principio constitucional que en Chile no se respetaba. En efecto, en
el país existía una discriminación pasiva respecto de las creencias religiosas. Y
cuando el artículo 2º establece que “Ninguna persona podrá ser discriminada
en virtud de sus creencias religiosas, ni tampoco podrán éstas invocarse como
motivo para anular, restringir o afectar la igualdad consagrada en la
Constitución y la ley”, no sólo estamos describiendo un principio constitucional,
sino que asumiendo el compromiso de hacerlo respetar.
La discriminación se produce cuando en un liceo municipal sólo se da la
oportunidad de educarse a quienes profesan determinada religión , pero no a
quienes tienen una distinta. La discriminación se produce también cuando en
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las instituciones públicas, civiles o de las Fuerzas Armadas no se da la
posibilidad a quienes profesan otras religiones de tener sus propios capellanes
y a quienes realmente les permitan expresar el principio de igualdad en la
libertad de culto.
-Aplausos en las tribunas.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Hago presente a
los asistentes a las tribunas que reglamentariamente no está permitido hacer
manifestaciones en a favor o en contra de lo que dicen los señores diputados.
Sin embargo, como estamos en una sesión histórica, la Presidencia entiende
esta situación y, por lo tanto, los llamo a que efectúen sus manifestaciones con
la debida prudencia.
Puede continuar el Diputado señor Espina.
El señor ESPINA.- Su Señoría ha llamado a cumplir con el Reglamento;
es su deber y lo entiendo así.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- No, señor
Diputado, estoy aplicando el Reglamento con un espíritu especial; simplemente
estoy llamando a la prudencia.
El señor ESPINA.- Le encuentro razón, señor Presidente.
A continuación, cuando el artículo 3º dispone que “El Estado velará para
que las personas desarrollen libremente sus creencias y promoverá la
participación de las iglesias, confesiones e instituciones religiosas en la
consecución del bien común”, no estamos estableciendo un papel neutral del
Estado, sino que éste debe asumir que el desarrollo espiritual de un pueblo,
efectuado a través de iglesias, confesiones e instituciones religiosas, es un
indicador de la forma en que un país progresa.
Por lo tanto, no se trata simplemente de dejar esto en letra muerta, sino
en que el Gobierno asuma, a través del Poder Ejecutivo y del Parlamento mediante la función que ejerce cada uno de los diputados y senadores-, el
deber de dar cumplimiento a esta función que no es pasiva, sino estatal y
activa en torno a incentivar el desarrollo de las instituciones religiosas.
Tampoco podemos dejar que sea letra muerta lo que señala el artículo
4º: “Para los efectos de esta ley, se entiende por iglesias, confesiones o
instituciones religiosas a las entidades formadas por personas naturales que
profesen una determinada fe, la practiquen, enseñen y difundan.” Ello significa
crear la posibilidad de que estas instituciones realmente se desarrollen con los
mismos derechos con que hasta hoy ha operado la Iglesia Católica.
Por eso, la iniciativa incorpora, en los artículos 15 y siguientes, una
facultad de la que hasta hoy no gozaban dichas instituciones. El artículo 15
señala: “Las donaciones y asignaciones que reciban las entidades religiosas a
que se refiere esta ley, que tengan por objeto la construcción o reparación de
templos destinados al servicio del culto o para el mantenimiento del mismo
culto, quedarán exentas del impuesto establecido en la ley Nº 16.271, sobre
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Impuesto a las Herencias, Asignaciones y Donaciones.”
El artículo 16 agrega: “Las entidades religiosas regidas por esta ley
gozarán de los mismos derechos, exenciones y beneficios tributarios que las
leyes y reglamentos vigentes otorguen y reconozcan a otras iglesias,
confesiones e instituciones religiosas existentes en el país.
“Los templos y sus dependencias, destinados exclusivamente al servicio
de un culto, estarán exentos de toda clase de contribuciones.”
Eso no es un rol pasivo, sino activo del Estado.
Por último, me referiré no a un aspecto que contenga el proyecto
propiamente tal, que, como he dicho, no ha hecho otra cosa que poner término
a una injusta discriminación espiritual.
Todos los parlamentarios que hemos recorrido las zonas de clase media
y pobres del país, nos hemos dado cuenta de la enorme labor social, espiritual,
silenciosa y fructífera que han realizado las iglesias e instituciones religiosas
que hoy van a tener un respaldo legal. A través de ellas se enseñan valores tan
importantes como la honestidad, la responsabilidad, el respeto al honor, la
solidaridad con los débiles y el sentido espiritual de la vida.
El mayor mérito de este proyecto de ley, que trasciende la fijación
simple de un marco legal, es quizás el impulso que se otorga a las instituciones
religiosas, pues permite que todas y cada una de ellas sientan, después del
trabajo que han hecho por años en la sociedad chilena, que han recibido el
mínimo reconocimiento que una sociedad sana debe hacerles.
Por lo anterior, los diputados de Renovación Nacional, encabezados por
nuestro presidente, diputado señor Allamand, y por nuestro jefe de bancada,
diputado señor Fantuzzi, daremos apoyo a esta iniciativa, que esperamos se
transforme en ley a la brevedad, porque no es otra cosa que demostrar que en
Chile no sólo se legisla sobre efectos jurídicos, sino que también morales, de
quienes, por años, han estado en la lucha contra la pobreza con gente modesta
y de la clase media.
He dicho.
-Aplausos.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Tiene la palabra el
Diputado señor Juan Pablo Letelier.
El señor LETELIER (don Juan Pablo).- Señor Presidente, quiero
sumarme a la convicción de que estamos viviendo un momento histórico con la
aprobación en general de esta iniciativa que lleva años de tramitación en el
Congreso Nacional.
Sin duda, es un momento importante para nuestra bancada, por cuanto
recuerdo bien cómo, desde los inicios del restablecimiento del Parlamento,
miembros de la bancada PS-PPD, que actuábamos en forma conjunta en ese
tiempo -puedo mencionar a los Diputados señores Montes, Aguiló, Jara,
Barrueto, a la ex diputada señora Adriana Muñoz y a quien habla-,
presentamos más de seis iniciativas de ley con la convicción de que era
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necesario llegar a este punto. Quiero expresar nuestra satisfacción por ser
testigos de este momento, que habríamos deseado que llegara antes, pero que
finalmente hoy se concreta, en el cual culmina el primer trámite constitucional
de este proyecto.
En lo personal, llegué a la política influenciado por la lucha de los
derechos civiles en los Estados Unidos, movimiento inspirado y encabezado por
un hombre que me enseñó -como a muchos de mi bancada- la intrínseca
relación que hay entre derechos ciudadanos, derechos civiles e igualdad ante la
ley. Me refiero al pastor bautista Martin Luther King, cuya acción nos enseñó
que en nuestro país, más que un problema de libertad de culto, había una
situación de igualdad ante la ley y de una profunda y constante discriminación
ante la ley. Cuando leemos la historia no escrita de nuestro país, la de los
cementerios, la de alguien que debía ser enterrado en el mar o quedar botado
en la calle, porque los cementerios católicos estaban cerrados para quienes no
profesaban esa fe, conocemos una historia distinta, cargada de discriminación
y de odiosidad.
Desde los inicios de la República hasta hace muy pocos años, parte de
los chilenos ha crecido y vivido con el estigma de ser distintos, en virtud de su
opción religiosa no católica. Sus ritos y expresiones comunitarias de vivir en fe
han sido vistos en forma despectiva por parte de la comunidad nacional,
mayoritariamente católica. Por largas décadas, desconociendo el potencial
rehabilitador y dignificador de las manifestaciones evangélicas no católicas, se
les limitó un conjunto de derechos que sí tenía la Iglesia Católica. En un marco
institucional de no reconocimiento, la sociedad chilena construyó una respuesta
cultural de discriminación, que llegó a límites extremos con el hostilizamiento a
los niños evangélicos en las escuelas y liceos del país y con la ridiculización de
los ritos en los medios de comunicación.
Hoy, en este acto, el Estado, Chile, asume oficialmente que es un país
que ha discriminado y lo sigue haciendo contra quienes no son católicos. Ello,
sin duda, constituye un paso decisivo para avanzar en su superación y es una
actitud, por cierto, curiosa.
Las iglesias evangélicas no sólo han cumplido un papel importante en el
ámbito de la satisfacción de las necesidades espirituales de una parte no
menor de la comunidad nacional, sino que también se han caracterizado, a lo
largo de nuestra historia, por jugar un significativo rol en la rehabilitación de
personas afectadas por el alcoholismo, la drogadicción y por acoger a quienes
han desviado su camino y caído en prácticas delictuales. Más significativa aún
es la experiencia desarrollada por el pueblo evangélico, en particular en las
zonas pobres y campesinas del país, al crear, de este modo, la dignificación de
las personas y un sentido de pertenencia social hasta el desarrollo de su
concepto de comunidad.
Asimismo, me parece imprescindible destacar y rendir un reconocimiento
público al papel jugado por algunas iglesias evangélicas durante el período del
gobierno militar -doy disculpas por la licencia, si molesta a alguien-, en el cual
expresaron, con acciones solidarias y concretas, su apoyo a los más
necesitados y a quienes sufrimos persecución política. En este sentido, expreso
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mi agradecimiento al Consejo Mundial de Iglesias y a las iglesias que ahí se
han reunido, que son miembros de ese organismo eclesiástico.
Para nosotros, el proceso vivido en este tiempo de tramitación legislativa
ha sido difícil, por cuanto aquí está presente un trasfondo de discrepancias
culturales.
Cómo no reconocer que el primer informe emitido por la Comisión de
Derechos Humanos encerraba un concepto que trataba de calificar a las
iglesias sobre la base de cantidades y proponía controlar o fiscalizar la
organización interna de aquéllas distintas a la católica.
Cómo no reconocer que este trasfondo de diferencia se expresa, incluso,
en estadísticas oficiales del Estado chileno, que hace esta diferenciación
absurda entre evangélicos y protestantes, demostrando su ignorancia al
clasificarlos como cosas distintas.
Cómo no reconocer las dificultades que ha habido estos años cuando se
quiso organizar la marcha por Cristo en Santiago, la cual se prohibió.
Cómo no reconocer que los medios de comunicación han silenciado las
reuniones religiosas más masivas que se realizaron en el país hace tres años,
en plena Alameda, sin que se publicara ni una foto ni una línea en los diarios, o
se informara a través de la televisión.
Sin duda, hoy es un día trascendental, por cuanto se da un paso muy
importante para superar las discriminaciones odiosas, de las cuales muchos
somos responsables por haber callado.
En la inauguración de un pavimento, de una escuela, de un consultorio o
en un acto oficial, nunca he visto a alguien que no sea un párroco de la Iglesia
Católica; pocas veces, a una pastora o a un pastor evangélico dando la
bendición a una obra construida con recursos públicos.
No he visto, hasta ahora, una inconsistencia como la que planteaba el
Diputado señor Espina, de ver la discriminación odiosa que se produce en el
servicio militar obligatorio cuando se obliga a los hijos de los no católicos a
someterse y participar en ritos de los cuales no son parte.
Es odioso ver cómo en nuestro país, en los hospitales aún se prohíbe o
limita el ingreso de los evangélicos o de los no católicos para estar con los
suyos en momentos tan delicados, tan críticos, como los de vida o muerte.
Es contra este tipo de discriminación práctica y cotidiana que hoy damos
un paso importante para reconocer y respetar los derechos de las entidades
religiosas y de las personas a profesar la creencia religiosa que libremente
elijan, a practicar su oración como consideren correcto y su culto en un lugar
público o privado, individual o colectivamente, sin ser amenazados con multas
o partes porque otros no entienden o no comparten su forma de orar o de
practicar el culto; a recibir asistencia religiosa de su propia confesión,
dondequiera que se encuentre; a impartir enseñanza religiosa, a reunirse y a
asociarse con fines religiosos.
A las entidades religiosas se les otorga el derecho a ejercer libremente
su propio ministerio; a establecer sus propias organizaciones jerárquicas
internas; a difundir por cualquier medio su propio credo; a fundar, mantener y
dirigir en forma autónoma y sin fines de lucro, instituciones educacionales o de
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beneficencia y a solicitar y recibir contribuciones voluntarias de bienes.
Además, se consagra el derecho a que sean ellas las que elijan a sus
ministros de culto con la posibilidad de gozar de los privilegios procesales que
sólo se les reconocen a los sacerdotes católicos.
Hoy damos un paso muy importante y nosotros, como bancada
socialista, señalamos que no es el último. Hay muchas otras leyes que deben
adecuarse. Por ejemplo, leyes urbanas del país, que no son capaces de
reconocer la realidad y derechos de las pequeñas iglesias comunitarias que
viven y conviven dentro de una comunidad.
Por desgracia, en una de las comunidades más pobladas del país se ha
intentado erradicar la presencia de la iglesia a través de modificaciones de
planos reguladores.
Queremos acompañar este paso con otros para terminar con la
discriminación odiosa de los capellanes militares de una sola religión, y con
otras que subsisten aún en otras legislaciones del país. Pero, por sobre todo,
entender que éste es el inicio de una transformación cultural en nuestra
sociedad.
La discriminación no se resuelve por ley -ya que ella sólo constituye un
instrumento-, sino con tolerancia. Creemos que todavía somos una sociedad
poco tolerante frente a la diferencia.
La bancada socialista respaldará el proyecto aquí y en el Senado por una
convicción cultural, no de conveniencia, no porque las estadísticas recientes
indiquen que la población evangélica está constituida por el 11, 12 ó 17 por
ciento. Lo hacemos por una convicción del tipo de democracia que se necesita.
No creímos en el pasado, no creemos ahora, ni creeremos en el futuro que las
opciones religiosas hay que confundirlas con intereses electorales, sino que
hay que tomar opciones sobre el tipo de democracia que queremos construir.
La bancada socialista, junto con dar gracias a Dios porque en este día se
dé este paso decisivo, se compromete a perfeccionar el texto en las futuras
tramitaciones y a bregar para terminar con toda forma de discriminación
religiosa en la cual hemos vivido.
He dicho.
-Aplausos.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).-Tiene la palabra el
Diputado señor Moreira.
El señor MOREIRA.- Señor Presidente, a algunos les gustará, a otros les
irritará, pero acostumbro hablar directa y francamente, sobre todo cuando se
discute un proyecto de tanta trascendencia como el que nos ocupa.
Hace algunos instantes pensaba que vivimos tiempos difíciles, de mucha
confrontación política; pero también diría que, gracias a este proyecto, se ha
podido asegurar -espero- unanimidad sobre un tema que para nosotros es
vital.
Les gustará a unos, les molestará a otros, pero la verdad es que la Carta
Fundamental de 1980 ya estableció en el país, constitucionalmente, la libertad
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de culto. Y fue ése un gran paso.
También hoy he escuchado grandes y emotivos discursos, unos más que
otros, que me parecen, francamente, muy bien intencionados. ¿Pero, qué
pasaba hace tres, cuatro o cinco años, cuando ya se comenzaba a generar, con
mucho más fuerza, la necesidad de llevar adelante este proyecto?
Un señor diputado sostenía: “No hay consenso porque éste sea un
proyecto sólo bueno, ni tampoco hay interés porque los distintos señores
parlamentarios vean en el mundo evangélico una fuerza electoral”. Yo no les
voy a mentir: me interesa, trabajo y participo con los evangélicos del país, y el
día de mañana quiero que voten por mí. Esta mañana, no voy a mentir en este
lugar.
Una cosa muy distinta y paralela es la libertad de culto y salvaguardar
los principios. La libertad de culto no es patrimonio de nadie. Es una obligación
que debe asegurar el Estado, y así debe hacerse. Aquí no estamos regalando
nada. Nosotros, como sociedad, teníamos la obligación de haberles asegurado
esa libertad de culto hace muchas décadas, y no fuimos capaces de hacerlo
porque sabemos que hubo otros intereses religiosos más poderosos, que
sobrepasaban al Estado chileno.
El Congreso Nacional trata hoy uno de los proyectos de ley de mayor
profundidad y contenido social que le ha correspondido conocer en los últimos
seis años. Es difícil, entonces, imaginar una dimensión de los seres humanos
en que cale más hondo, en esencia, el sentido de religiosidad. Desde una
perspectiva u otra, los hombres buscan a Dios; intentan conocer su voluntad y
seguir sus designios, cualquiera que sea el concepto que se tenga de Él. En el
nombre de Dios, vosotros sabéis que, a través de la historia, los seres
humanos han hecho los más grandes sacrificios que registra nuestra memoria.
En el nombre de Dios, desde distintos credos, todos igualmente respetables,
los hombres han peregrinado, conquistado y evangelizado; han contribuido al
desarrollo del conocimiento y se han inclinado, reverentes, frente a una cruz,
un muro, una roca o cualquier otro símbolo que represente la infinita
encarnación del bien y la bondad, según ellos la conciben.
El desarrollo, que comprende muchos otros aspectos distintos del mero
crecimiento económico, tiene una deuda impagable con las organizaciones y
credos religiosos. En ellos, los hombres conocimos y desarrollamos los
primeros principios de orden moral que desde los estados más primitivos nos
mostraron la diferencia básica entre el bien y el mal.
¡Cuánta falta hace al hombre contemporáneo inclinarse con mayor
humildad frente a los credos de sus padres y volver a distinguir, sin la soberbia
del racionalismo, esa diferencia que hoy se pierde en un relativismo destructor
de los valores humanos!
Por éstas y muchas otras razones es bueno, necesario y justo que
nuestra sociedad tenga un estatuto jurídico que permita el desarrollo de todos
los credos religiosos. En ellos se juegan los principios en los cuales existe un
verdadero estado de derecho, la libertad de conciencia, la igualdad esencial de
los seres humanos y la libertad de asociación.
En ese sentido, el proyecto es un paso fundamental porque, sin restar
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nada a nadie, abre nuevos espacios y otorga nuevas condiciones al ejercicio de
los distintos credos.
El ejercicio de la libertad de conciencia es uno de los parámetros más
útiles para medir el grado de libertad individual que un Estado entrega a sus
habitantes. No ha habido totalitarismo en el mundo que no haya empezado por
perseguir las manifestaciones religiosas. Las pretensiones de un Estado
omnipotente, presente en todos los ámbitos de la existencia, se niega a
reconocer que existen zonas que no puede invadir; abomina del principio
básico del cristianismo resumido en el aforismo de dar al César lo que es del
César y a Dios lo que es de Dios. Con igual fuerza, el comunismo ateo y el
nacionalsocialismo hitleriano buscaron exterminar las manifestaciones
religiosas que socavaba y exponían la esencia inmoral de su organización.
Las leyes, como la que tratamos hoy, son un paso tremendamente
importante en el desarrollo de una sociedad chilena más tolerante y respetuosa
de las personas. Estamos sentando un principio de dignidad fundamental,
porque no hay religiones de primera ni de segunda clase. No queremos, nunca
más, que por alguna vía legal se intente acallar a los credos religiosos,
especialmente al mundo evangélico, porque no puede considerarse que gritar
la palabra de Dios equivalga a emitir ruidos molestos, como algunas
municipalidades de este país señalaron hace algunos meses.
-Aplausos en las tribunas.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Quiero reiterar a
los asistentes a las tribunas mi advertencia anterior. Por eso, les pido no
colocar a la presidencia en una situación de coyuntura.
Creo que una fórmula prudente de manifestar nuestra aprobación
pudiera ser aplaudir al finalizar el discurso de cada orador, lo que para la Mesa
sería una medida prudente para llevar adelante la sesión.
Puede continuar, señor Diputado.
El señor MOREIRA.- Señor Presidente, afortunadamente, aquellas
autoridades modificaron los procedimientos, con el fin de que eso no vuelva a
suceder.
Soy católico y tengo reparos que formular a mi iglesia. Sin embargo, es
justo reconocer, con nobleza y generosidad, la actitud de grandeza que tuvo al
aceptar esta iniciativa. Todos sabemos que, por razones históricas e incluso de
derecho internacional, la Iglesia Católica ha gozado desde siempre de un
estatuto especial en nuestro país y cualquiera podría haber pensado que
buscaría conservar o disputar algún tipo de privilegio. No fue así. Nada más
lejano a la realidad. Hemos conocido una expresión viva de la vocación
ecuménica de Su Santidad Juan Pablo II, manifestada por nuestros pastores.
También deseo destacar la importancia de esta sesión para nuestras
queridas y no siempre suficientemente valoradas iglesias evangélicas. Su labor
popular es invaluable y su impacto social no es destacado ni apreciado como
debería ser. Nosotros, que formamos parte del Estado, permanentemente
evaluamos y discutimos el impacto positivo y los recursos que se asignan a los
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programas sociales, en los que el país invierte millones de dólares. Sin
embargo, si se pudiera medir lo que las iglesias evangélicas han hecho por
educar, rescatar del vicio e inculcar valores de respeto a la familia y al trabajo
a millones de chilenos, nos daríamos cuenta de que no hay esfuerzo estatal ni
programa social capaz de compararse con esa tarea silenciosa y abnegada.
También es justo destacar la intensa labor social que desarrolla el
mundo evangélico en todo el país, que llega a los sectores más difíciles. Ahí
donde no hay nadie están los evangélicos levantando a la gente con su fe y
cuando lo consiguen, llegan otros.
Como diputado de un distrito urbano y populoso, quiero dar
públicamente las gracias a estos pastores por su labor, y decirles que con mi
voto favorable -y el de los diputados de la UDI- sólo estoy cumpliendo un
deber y pagando una deuda como cristiano, legislador y chileno.
El proyecto que hoy discutimos contempla el otorgamiento de
personalidad jurídica. No se trata de una concesión graciosa del Estado, sino
del reconocimiento de la autoridad de un derecho preexistente, derivado de la
confluencia del derecho de asociación y de libertad religiosa. Este
reconocimiento es la culminación de una dura batalla de muchas iglesias que
buscaban asentar este principio. El Estado no les da un derecho, sólo se los
reconoce.
Durante largo tiempo, muchos parlamentarios hemos trabajado en la
causa de la libertad religiosa, por lo cual sentimos una especial satisfacción.
Estamos dando un paso importante, es un avance fundamental. No será el
último, porque debemos seguir adelante. Por ello, también estoy de acuerdo
con la posibilidad de que las distintas iglesias evangélicas enseñen su fe en los
establecimientos educacionales, en las Fuerzas Armadas y en otras
instituciones del país, porque esta regla general implica libertad e igualdad
para todos.
Desde esa perspectiva, no sólo apoyamos la iniciativa, sino que
renovamos nuestro compromiso con la causa de la libertad y de la igualdad de
derechos entre las iglesias. Con ello ganan el país y los principios y, por ende,
construimos una sociedad más justa y mejor.
Los parlamentarios de los distintos sectores políticos, a pesar de estar
muy distantes unos de otros, participamos en la discusión del proyecto, unidos
en la fe y en la convicción de llevar rápidamente adelante su tramitación.
Nadie se excluyó; al contrario, todos participamos.
He dicho.
-Aplausos.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Se encuentran
presentes en las tribunas representantes del Comité de Organizaciones
Evangélicas de Chile, integrado por el Consejo de Pastores de Chile, que
encabeza el obispo don Francisco Anabalón; la Confraternidad Cristiana de
Iglesias, con su pastor Esaúl Muñoz; las unidades pastorales del área norte de
la Región Metropolitana, presididas por el obispo Sergio Lienqueo; el
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Movimiento en Defensa de las Iglesias Evangélicas, representado por el pastor
Nadir Carreño; el Consejo de Unidades Pastorales, con su pastor Raúl Sánchez;
la Coordinadora Evangélica, representada por el pastor Luis Pérez; la
Federación de Organizaciones Pastorales de Chile, encabezada por el pastor
Emilio Paredes; la Unidad Pastoral área centro, presidida por el pastor Alberto
Villalón; la Iglesia de Ciencia Cristiana de Chile se encuentra representada por
la señora Ariaselva Ruz. También asisten miembros del B’Nai Brith y
numerosos otros pastores y ministros del país.
-Aplausos.
Tiene la palabra el Diputado señor Guillermo Ceroni.
El señor CERONI.- Señor Presidente, no hay duda de que estamos
dando un gran paso en la real aplicación de la libertad religiosa y en la
completa igualdad y no discriminación entre las creencias.
Pero, ¿por qué este paso no se dio antes? A mi juicio, ha ocurrido en el
momento justo y adecuado, porque, en el fondo, las sociedades y los hombres
caminamos en la medida en que vamos desarrollando nuestro espíritu y
abriendo nuestra mente. Tomando en cuenta esa circunstancia, no podía
haberse dado antes. Se hizo hoy como expresión de que vamos rompiendo
cadenas y avanzando en lo que creemos que es el hombre y sus
circunstancias.
Por eso, hoy damos el paso en una forma tremendamente unitaria para
hacer efectiva la igualdad que debe existir entre todas las organizaciones
religiosas.
Los diputados debemos sentirnos muy orgullosos de pertenecer a esta
Corporación y de legislar sobre una materia tan sentida para el pueblo, para la
gente que representamos, que ha ido creciendo como ser humano.
La Cámara recibió el proyecto del Ejecutivo a fin de hacer efectivo el
principio de igualdad, de garantizar absolutamente la libertad religiosa y su
ejercicio público y privado, y de reforzar lo consagrado en el número 6º del
artículo 19 de la Constitución Política.
Con este proyecto de ley estamos entregando a las iglesias evangélicas
algo a lo cual siempre tuvieron derecho. Hoy advertimos con claridad ese
derecho, que está vinculado a los derechos de las personas: el derecho a poder
creer en algo, el derecho a tener una religión, pero también a profesarla y
practicarla con el resguardo que el Estado debe darle, y sin ninguna
discriminación. Nuestra Constitución -y así lo dicen las actas de la Comisión- al
consagrar la libertad religiosa en el artículo 19, Nº6, lo hace en el entendido de
que todas las iglesias y confesiones religiosas tienen personalidad jurídica de
derecho público, ya que cualquier discriminación significaría violar el principio
de igualdad ante la ley.
La Cámara ha tenido la inteligencia de cambiar situaciones injustas para
algunas iglesias que han recibido un trato discriminatorio durante muchos años
de nuestra vida republicana.
No hemos olvidado, junto con avanzar en lo material, en el desarrollo
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económico de nuestro país, lo importante que es para el ser humano lo
espiritual, la existencia de las iglesias, de sus religiones y la protección debida
que debemos darle para que puedan entregarse como corresponde.
El trabajo no fue fácil y es bueno reconocerlo; eso habla bien de todos
nosotros, los diputados. El proyecto primitivo fue objeto de muchas
modificaciones, especialmente después de escuchar los planteamientos que
hicieron las iglesias evangélicas en la Comisión. Luego de un trámite largo y
preocupante hemos logrado traer a la Sala este proyecto, el cual cuenta con un
consenso realmente notable. Debemos estar orgullosos por los cambios
introducidos a la iniciativa original, porque hemos armonizado -sin crear
diferencias odiosas- lo que históricamente ha tenido la Iglesia Católica: su
calidad de persona de derecho público, dando un trato similar a las otras
confesiones. En efecto, el artículo 9º de este proyecto de ley establece que las
entidades religiosas gozarán de personalidad jurídica de derecho público por el
solo ministerio de la ley.
De este modo hemos sabido enfrentar un problema muy complejo y, sin
duda, muy difícil de abordar en forma adecuada.
Resultaba inconveniente la acción popular, la cual permitía a un tercer
interesado, que pudiera sentirse perjudicado por los estatutos de alguna
iglesia, reclamar en contra de ello y entablar una acción judicial para
modificarlos, lo cual, sin duda, creaba una inseguridad jurídica tremenda y, por
ende, con valentía la hemos eliminado.
También nos percatamos de que eran negativas aquellas disposiciones
que tenían por finalidad regular y establecer que el culto de las iglesias fuera
público. La religión es una observancia muy particular, ya que las iglesias, en
la expresión de su religión, no son como cualquiera organización civil, por
cuanto el ejercicio de su fe necesita de espacios especiales. Es decir, la fe no
sólo ha de manifestarse en público; hay ciertos cultos que necesitan
privacidad. Por lo tanto, no tenemos derecho a exigirles que manifiesten sus
creencias en público. Eso lo hemos suprimido, en mi opinión, con sabiduría.
Asimismo, apreciamos lo inadecuado que resultaba exigirle a las iglesias
un mínimo de adherentes para obtener la personalidad jurídica, por cuanto ello
iba en contra de lo que es la fe. Sabemos que la fe crece y se desarrolla en el
tiempo, por lo que puede empezar con un número muy pequeño de creyentes
hasta transformarse en una iglesia gigantesca. A tiempo nos dimos cuenta de
lo peligrosa que era esta disposición, por lo discriminatoria, y la hemos
eliminado.
En definitiva, hemos ido eliminando muchos aspectos y elaborando un
proyecto de gran consenso y, en mi opinión, bastante inteligente. Fuimos
capaces de recoger, con tranquilidad, las inquietudes de la iglesias evangélicas.
En la medida en que hemos estado tranquilos y abiertos, hemos ido
construyendo un proyecto histórico, que nos satisface y que, por supuesto,
esperamos ir mejorando durante su tramitación.
En definitiva, hoy la Cámara ha dado un paso gigantesco para terminar
con esta discriminación odiosa de tantos años. Con esto, hemos demostrado el
profundo respeto que tenemos no sólo hacia las creencias, sino también hacia
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las personas, sus derechos y lo que cada uno ha de creer.
Por lo tanto, los diputados de la bancada del Partido Por la Democracia
apoyaremos este proyecto.
He dicho.
-Aplausos.
El señor CHADWICK (Vicepresiden-te).- Tiene la palabra el Diputado
señor León.
El señor LEÓN.- Señor Presidente, en mi calidad de jefe de la bancada
de diputados de la Democracia Cristiana, quiero manifestar a la honorable Sala
que el proyecto relativo a la constitución jurídica y funcionamiento de las
iglesias y organizaciones religiosas cuenta con todo nuestro apoyo. Su
propósito, como bien sabemos, consiste en establecer normas legales que
reconozcan las libertades de conciencia en lo religioso y de culto, y regulen el
funcionamiento de las iglesias y organizaciones religiosas.
Nuestra bancada cree en la libertad religiosa. Pero, para que ella sea
una realidad, debemos elaborar un estatuto jurídico acorde con los principios y
derechos que consagra nuestra Constitución. De esa forma, respetaremos los
diferentes credos existentes en nuestra patria y les aseguraremos a las
organizaciones religiosas su libertad e igualdad ante la ley, lo cual pasa
necesariamente por establecer un cuerpo legal que las consagre como
entidades de derecho público. Así, no vulneraremos nuestros principios y
respetaremos los distintos credos que profesan nuestros compatriotas. Es ésta,
quizás, la principal discrepancia que ha suscitado el proyecto.
Por ello, los diputados de nuestra bancada propusieron una indicación
sustitutiva del texto enviado en el mensaje, y que hoy se ve en primer trámite
en la Sala.
En nuestro país, la libertad de conciencia, la manifestación de las
creencias y el ejercicio libre de todos los cultos están asegurados a todas las
personas, conforme lo establece el número 6 del artículo 19 de la Constitución
Política de la República.
Este derecho fundamental ya ha sido reconocido en otras legislaciones y
por numerosas convenciones y tratados internacionales, como la Declaración
de la V Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias, celebrada en Nairobi, en
1975, que expresó: “El derecho a la libertad religiosa está consagrado en la
mayoría de las constituciones como un derecho humano básico. La libertad de
religión significa la libertad de tener o adoptar una religión o creencia de gusto
propio, así como la libertad de manifestar esa religión o creencia a través del
culto, de la observancia, de la práctica y de la enseñanza, ya sea
individualmente o en comunidad con otras, tanto en público como en
particular. La libertad religiosa debe incluir el derecho y el deber que los
grupos religiosos tienen de criticar los poderes gobernantes cuando sea
necesario, de acuerdo con sus convicciones religiosas”.
Por su parte, Su Santidad Juan XXIII, en la encíclica Pacem in Terris,
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señala: “Todo ser humano tiene derecho a la libertad en la búsqueda de la
verdad y, dentro de los límites del orden moral y del bien común, a la libertad
en la manifestación y difusión del pensamiento. Pertenece igualmente a los
derechos de la persona la libertad de dar culto a Dios, de acuerdo con los
rectos dictámenes de la propia conciencia y de profesar la religión privada y
públicamente.”
De este modo, es necesario que el Estado chileno acoja los anhelos
expresados en muchas convenciones y tratados internacionales, pero
entendemos que el espíritu de ellos es reflejar de manera fehaciente la
igualdad ante la ley, sin privilegios para ninguna agrupación religiosa. Al
hacerlo, asume con eficacia su rol de agente en materia de promoción de los
derechos garantizados a todas las personas que se encuentren en las distintas
circunstancias. Tal igualdad, afirma la jurisprudencia de la Excelentísima Corte
Suprema, no es obstáculo para que el legislador contemple las circunstancias
especiales que puedan afectar a ciertos sectores y le otorgue tratamientos
diferentes de los que puedan gozar otros.
De esta manera, el principio de la igualdad ante la ley debe entenderse
en el sentido de que quienes se encuentran en igualdad de condiciones
necesitan ser regidos por un mismo estatuto, el que no necesariamente exige
ser igual al que se aplica a otros grupos que dentro de la igualdad básica
común reconocen especificidades diversas.
La Democracia Cristiana, que se define como partido no confesional,
acoge en su seno a los distintos pensamientos religiosos y no, como piensan
muchos, sólo los que profesan la fe católica se cobijan en nuestras filas.
Muchas de las personas que siguen dicha fe dieron origen a nuestro partido. La
propuesta alternativa de los diputados de mi bancada es un reflejo de nuestro
pensamiento.
Una constatación del estatuto jurídico vigente respecto de las entidades
religiosas de que se trata revela que hasta hoy están sujetas, respecto de su
organización, a las disposiciones del derecho común, dada la inexistencia de
normas especiales al momento de su constitución y en los inicios de su
funcionamiento. Parece obvio que estas circunstancias no se avienen con la
naturaleza y características propias de sus fines espirituales y de bien común.
Por otra parte, su actual estatuto legal entraba el ejercicio de los
derechos protegidos por las antes citadas garantías constitucionales. Por ello,
es necesario que el Estado acoja los anhelos expresados por diversas
vertientes religiosas, en el sentido de promover y buscar fórmulas jurídicas
adecuadas, que faciliten el ejercicio de este derecho y se aboquen a la
implementación de iniciativas que lo perfeccionen legalmente.
En tal sentido, nos parece más idónea la fórmula propuesta en la
indicación sustitutiva que presentaron nuestros diputados, pues creemos que
recoge el verdadero espíritu de las distintas agrupaciones de fe de nuestra
patria. Cualquier iniciativa que pretenda vulnerar este sentir popular, coarta de
manera profunda aspiraciones incoadas por años en el alma de las
organizaciones de nuestro país; más aún, cuando dicha indicación sustitutiva
es el fruto de horas de trabajo de diputados designados por la bancada
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democratacristiana, como los señores Elgueta, Martínez, Luksic, Cornejo y
Aylwin, con los integrantes del Comité de Organizaciones Evangélicas.
Estamos seguros de que esta sesión será histórica, pero si analizamos el
factor religioso como derecho humano esencial, de manera unitaria, es
importante recordar que el Diputado don Edmundo Salas, hermano evangélico,
hijo de una familia evangélica, fue quien el 1º de marzo de 1992 presentó al
Congreso la primera moción que reconoce a las iglesias evangélicas el derecho
a gozar de personalidad jurídica de derecho público. Desde esa fecha en
adelante se inició un proceso de discusión y preocupación por el tema que llevó
al Gobierno a formar una comisión para elaborar un proyecto de ley.
Ha transcurrido el tiempo. El Gobierno incorporó el proyecto en esta
convocatoria extraordinaria y se han sumado a él distintas iniciativas, y hoy
este Parlamento está haciendo justicia a nuestros compatriotas que profesan
distintos credos religiosos.
Quiero reiterar, en nombre de la Democracia Cristiana, nuestro
compromiso para que el proyecto sea pronto ley de la República.
He dicho.
-Aplausos.
El señor CHADWICK (Vicepresiden-te).- Tiene la palabra el Diputado
señor Andrés Allamand.
El señor ALLAMAND.- Señor Presidente, al comenzar mi exposición
quiero reiterar, en primer lugar, el apoyo entusiasta y resuelto que Renovación
Nacional prestará a esta iniciativa legal, por su importancia y trascendencia, la
que de alguna forma ha sido señalada en exposiciones anteriores.
En segundo lugar, aunque sea sólo como una pequeña referencia,
también es importante brindar un reconocimiento al trabajo legislativo que
parlamentarios de diversas bancadas han efectuado para obtener finalmente
este resultado.
En tercer lugar, hacer presente que el objetivo de mi exposición, más
que entrar a aspectos técnicos o legislativos que se profundizarán en otras
instancias, apunta, quizás, a un aspecto algo distinto.
Se trata, modestamente, de intentar una reflexión acerca de los
significados profundos que tiene la sesión de hoy. Aquí se ha dicho, con razón,
que es histórica. Sin duda, así será. Pero una sesión o una decisión legislativa
es histórica no sólo cuando la decisión que se adopta resuelve con justicia,
inteligencia y visión el problema específico al que se encuentra abocada; en
este caso, las formas de mejor desarrollo de las libertades religiosas y, por qué
no decirlo, el término de odiosas discriminaciones. Una decisión legislativa es
histórica cuando, más allá de su importancia, tiene otros contenidos. Mi
impresión es que en esta decisión que adopta la Cámara hay, a lo menos,
cuatro contenidos superiores o de un rango aun más elevado.
El primero de ellos tiene que ver con una pregunta. La historia, el
devenir de una sociedad, de alguna forma puede ser visualizada a partir de la
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forma, el talento, la inteligencia y la oportunidad con que los pueblos y las
sociedades son capaces de resolver sus propios antagonismos internos políticos, sociales, étnicos y religiosos-, y en la medida en que los superan van
escribiendo, ni más ni menos, sus destinos.
Cuando en una sociedad los antagonismos políticos permanecen en el
tiempo, se fractura la convivencia y, finalmente, la democracia. Chile esto ya lo
vivió.
Cuando en una sociedad subsisten sin resolverse antagonismos sociales,
se fractura el desarrollo, el progreso y una cierta idea de cohesión en la
sociedad. Cuando en una sociedad subsisten antagonismos étnicos sin
resolverse, lo que se fractura es, ni más ni menos, la idea de nación, el
concepto de un pueblo, que es más que un conjunto de habitantes en un
mismo territorio. La idea de nación, entonces, apunta a un pueblo que busca
unido su destino. Sin embargo, y esto es mucho más importante, cuando en
una sociedad subsiste un antagonismo religioso sin resolverse, lo que se
fractura es el alma de esa sociedad. De alguna manera, eso es lo que esta
Cámara está dejando atrás: una fractura en el alma de la sociedad chilena.
En segundo lugar, esta sesión tiene una extraordinaria importancia,
porque constituye una señal muy positiva para el resto del país, al margen del
tema que estamos abordando. ¿Por qué digo esto? Porque en su devenir, las
sociedades deben enfrentar diversos desafíos, uno de los cuales es el de la
pobreza material, tan patente y marcada en muchas naciones del mundo y,
por qué no decirlo, aún presente en nuestro país. Sin embargo, la pobreza
material no es el único problema que enfrentan. En la actualidad, el mundo
ofrece abundantes ejemplos de sociedades que han dejado atrás la pobreza
material, pero que están sumidas en la pobreza espiritual.
A mi juicio, la pobreza espiritual en que está sumergido el mundo actual
arranca de dos desviaciones: la individualista y la materialista.
La primera es aquella que hace que algunos hombres se miren a sí
mismos como átomos, como personas desarraigadas, sin lazos comunes, sin
destinos compartidos, con horizontes mentales estrechos, herméticos y
egoístas. La desviación individualista conduce a sociedades donde los hombres
deambulan sin amistades, sin afectos, sin lealtades, sin familia, sin lazos, con
una idea, incluso, desvanecida de patria y nacionalidad.
La segunda desviación, la materialista, hace que los hombres se miren a
sí mismos únicamente como sujetos ávidos de satisfacer necesidades
materiales, pero sin espacio, sin tiempo y sin esperanza para satisfacer las
necesidades del espíritu, esto es, de la globalidad del ser humano.
Que la Cámara esté legislando en la forma en que lo está haciendo no
constituye sólo una señal para aquellas confesiones discriminadas durante
tantas décadas: es también una señal para el conjunto de la sociedad, a fin de
hacerle ver que los hombres solos, sin destinos espirituales, son seres a la
deriva. Los hombres con bienes, pero sin valores, son hombres a la deriva; los
hombres sin Dios son, en definitiva, hombres a la deriva, y que cada cual debe
buscar la respuesta en la religión.
De la discusión de hoy ha surgido un concepto con fuerza enorme para
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la actual sociedad chilena. Hemos hablado de libertad religiosa, pero nada se
ha dicho de su contrapartida: la igualdad; ambas constituyen la cara y el sello
de las libertades. ¡Qué gran mensaje para el conjunto de la sociedad chilena!
Chile debe seguir expandiendo sus libertades. La libertad es, sin duda, la
fuerza, el impulso vital más importante de la sociedad; pero la libertad, sin una
contrapartida de igualdad de oportunidades, de acceso y de no discriminación,
finalmente pierde su sentido.
¡Qué gran enseñanza para la sociedad chilena! La fuerza vital de la
libertad encuentra su contrapartida también en un sustrato de igualdad.
¿Cómo no hacer una reflexión, también muy a fondo, respecto del valor
de la democracia chilena?
Digámoslo con todas sus letras: hoy, la democracia chilena está
saldando una deuda, reparando una injusticia. Como aquí se ha dicho, de hoy
en adelante dejan de existir religiones de primera, iglesias de primera,
religiones de segunda, iglesias de segunda.
¿Debimos hacerlo antes? Sí. Pero mejor tarde que nunca. Y aquí sí hay
una paradoja, porque, ¿cómo no rendir un homenaje, que de alguna manera
hace casi incomprensible la situación que hoy estamos reparando, al aporte de
estas iglesias, de estas confesiones, de estos tantos compatriotas que han
dado un testimonio de vidas ejemplares, que han insuflado a la sociedad el
oxígeno de valores tan importantes como el respeto, la honestidad, el aprecio
al trabajo bien hecho? ¿Cómo no reconocer en todas las iglesias, que de alguna
manera hoy son objeto de reparación, esa forma conmovedora de expresar su
fe, que se manifiesta en la voluntad de servir a los demás con coraje, con
testimonio, con compromiso y abnegación?
La democracia chilena hoy repara una injusticia y, de alguna manera,
demuestra que éste es el camino civilizado para tener una sociedad mejor.
Quiero terminar mis palabras reiterando el concepto medular de esta
exposición: hoy se repara una injusticia; hoy, en definitiva, el alma de Chile
respira mejor. El alma espiritual de Chile está en mejor pie porque hemos dado
un paso para tener una sociedad más digna, más justa, más humana.
He dicho.
-Aplausos.
El señor CHADWICK (Vicepresiden-te).- Tiene la palabra el Diputado
señor Tohá.
El señor TOHÁ.- Señor Presidente, hoy, con profundo y legítimo orgullo,
represento a la bancada del Partido Socialista, de la cual soy jefe, por ser ella
una de las principales impulsoras de esta iniciativa, especialmente a través de
los Diputados señores Sergio Aguiló, Juan Pablo Letelier y Jaime Naranjo.
Además, ha compartido y apoyado desde sus comienzos esta iniciativa sobre la
constitución jurídica y funcionamiento de las iglesias y organizaciones
religiosas, por las que, como socialistas, sentimos profundo respeto.
Para nosotros, el proyecto reafirma y promueve uno de los derechos
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esenciales del ser humano, cual es la libertad religiosa, consagrada en la
Declaración Universal de los Derechos Humanos, que en su artículo XVIII
expresa: “Todo hombre tiene derecho a la libertad de pensamiento, conciencia
y religión.”
Porque aspiramos a representar cabalmente a quienes nos eligieron, hoy
podemos estar orgullosos de contribuir a pagar esta deuda y a erradicar
desigualdades y discriminaciones tan ajenas al espíritu unitario de nuestro
pueblo.
El propósito fundamental del presente proyecto es establecer normas
que consagren de modo expreso la libertad de culto y de conciencia en materia
religiosa y que, a su vez, regulen el funcionamiento de las iglesias y
organizaciones religiosas.
El Nº 6º del artículo 19 de la Constitución garantiza a todas las personas
la libertad de conciencia, la manifestación de todas las creencias y el ejercicio
libre de todos los cultos que no se opongan a la moral, a las buenas
costumbres y al orden público. Igual derecho consagra el artículo XVIII de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Sin embargo, en la actualidad las entidades religiosas, ante la ausencia
de normas especiales que las regulen, quedan sujetas a las disposiciones del
derecho común, las que no se condicen con las especiales características
derivadas de su naturaleza y fines espirituales y entraban el libre ejercicio del
derecho antes señalado. Es así como las iglesias y entidades religiosas
obtienen su personalidad jurídica de igual forma que las corporaciones de
derecho privado, contrariando lo dispuesto en la Constitución en materia de
igualdad ante la ley y de libertad de cultos, y discriminando a los cultos no
católicos, dándoles el tratamiento de simples organizaciones privadas.
En virtud de lo expuesto, el gobierno anterior creó una comisión especial
que se abocó al estudio de un proyecto de ley sobre la materia, el que, por
primera vez en la legislación chilena, regula las entidades religiosas, su
estructura y funcionamiento.
Dicha iniciativa fue objeto de múltiples críticas, que apuntaban
principalmente a la discriminación de los cultos no católicos, a su no
consagración como persona jurídica de derecho público, a que exigía cierto
número mínimo de afiliados, etcétera.
Durante la discusión del proyecto en la Comisión respectiva de la
Cámara, se escucharon las opiniones y planteamientos de los representantes
de las iglesias evangélicas, de la Iglesia Católica, del Ministerio del Interior,
para atender el anhelo expresado por diferentes grupos religiosos de lograr
una adecuada legislación que regulara el derecho a la libertad religiosa, que
consideraban restringida en la práctica, aunque garantizada en la Constitución.
No me voy a extender sobre aspectos puntuales del proyecto, pues ya lo
han hecho muy bien los diputados informantes, pero sí deseo exponer algunas
de sus ideas esenciales, en las cuales se consagra expresamente, reiterando lo
dispuesto en el Nº 6º del artículo 19 de la Constitución, que garantiza a todas
las personas la libertad e igualdad religiosa y de culto, estableciendo las
facultades que corresponden a cada persona en particular y a una asociación o
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entidad religiosa.
El proyecto define a las iglesias en cuanto a la obtención de la
personalidad jurídica. Se les reconoce el derecho a constituirse legalmente,
cumpliendo los requisitos exigidos por la ley, sin perjuicio de la facultad del
Ministro de Justicia de objetarla si, a su juicio, falta algún requisito o si los
estatutos o fines perseguidos se apartan de las disposiciones de la ley. Los
interesados podrán reclamar de esa resolución ante el juez de letras en lo civil
de la ciudad capital de la región en que la entidad religiosa tenga su domicilio.
De esta forma, se hace mucho más expedita la tramitación de la
personalidad jurídica, la que ya no dependerá de la facultad discrecional de la
autoridad administrativa, lo que podría atentar contra el principio de
separación entre Iglesia y Estado, consagrado en nuestra Constitución Política.
Asimismo, los conflictos que se pudieran suscitar en la tramitación de la misma
serán de competencia de la justicia ordinaria.
El límite que establece el proyecto para el derecho de la libertad religiosa
es que su ejercicio esté conforme a la moral, a las buenas costumbres, al
orden público y al bien común.
Cabe destacar el hecho de que el proyecto haya sido aprobado en
general por unanimidad, como asimismo todos y cada uno de sus artículos en
la discusión particular, lo que confirma la voluntad de los legisladores de hacer
realidad este derecho inalienable consagrado en nuestra Constitución como en
la mayoría de las legislaciones de otros países.
Igualmente, es de gran trascendencia que en la Comisión se haya
escuchado a los representantes de las iglesias dentro de un marco de
pluralismo y gran respeto, y que, por primera vez, el tema de las creencias
religiosas sea tratado en forma unitaria por los legisladores.
Los diputados socialistas, al apoyar este importante proyecto,
ratificamos nuestra actitud humanista, consecuentes con el principio de
igualdad de derechos y de no discriminación y conscientes de estar
contribuyendo a la construcción de una sociedad más justa, fraterna y
democrática, en la cual, junto con respetar las diferencias de pensamiento,
creencias y religión, se destierre para siempre toda imposición o coacción
sobre ellos y se garantice un real ejercicio de los derechos fundamentales del
hombre, en este caso, el adecuado y libre funcionamiento de las nobles
instituciones religiosas, muchos de los miembros de las cuales se encuentran
presentes, con quienes compartimos su legítima alegría.
Nuestra bancada seguirá dedicando sus mejores esfuerzos para hacer
realidad un proyecto de país en que, además de progresar en logros materiales
y en lo económico y político, se avance también en el ámbito cultural y
espiritual, a fin de que la gente pueda desarrollarse integralmente como
personas. Esperamos contribuir a ello a través del proyecto.
Debemos reconocer, además, el gran mérito de aquellos que,
sintiéndose discriminados, nos hicieron llegar su clamor, el que acogimos
convencidos de su justicia. A todos ellos los invito a compartir hoy, con
legítimo orgullo, lo que hemos logrado.
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-Aplausos.
El señor CHADWICK (Vicepresiden-te).- Tiene la palabra el Diputado
señor Tuma.
El señor TUMA.- Señor Presidente, en la mañana recibí dos fax. El
primero dice:
“Señor Eugenio Tuma.
Cámara de Diputados.
Valparaíso.
Estimado amigo:
Hoy es un día especial para el pueblo evangélico, ya que se decide el
destino de los evangélicos de Chile. En nuestra Novena Región contamos con
más de 90 mil evangélicos mayores de 18 años, sin tomar en cuenta los
menores y aquellos que no están aún registrados en las iglesias. La comunidad
evangélica toda espera que se legisle en el día de hoy con justicia y equidad
Atentamente.
Pastor Sergio Cuevas Muñoz.”
El segundo fax dice:
“Diputado
Señor Eugenio Tuma.
Valparaíso.
Estimado Diputado:
Con nuestro puño y letra expresamos nuestra preocupación por la
votación al proyecto de ley sobre libertad de culto. Desde nuestra ciudad, y
con el respaldo de miles de fieles auditores, agradecemos todo su conocido
apoyo a esta gestión y estamos atentos a cualquier novedad desde el Congreso
respecto de nuestro proyecto.
Atentamente.
Pedro Durán.
Director de la radio Esperanza.”
Así como éstos hay centenares de miles de chilenos que están
esperando la resolución histórica que ha de tomar la Cámara de Diputados
respecto de esta materia.
El proyecto sobre libertad de culto representa un avance significativo en
el reconocimiento de un derecho fundamental de todas las personas. De hecho,
es la iniciativa más importante que en esta materia ha abordado el
Parlamento. En él se recoge la experiencia internacional y se han integrado
grandes e importantes propuestas, tanto del Ejecutivo como de los
parlamentarios y de las iglesias del país, que permitirán reconocer por ley la
existencia, funcionamiento y personalidad jurídica de las iglesias y de las
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organizaciones religiosas.
De este modo, se supera definitivamente el estatuto vigente que regula
a las organizaciones religiosas por la vía de la personalidad jurídica de derecho
privado sin fines de lucro, como lo establece actualmente el Código Civil. Con
ello se termina en Chile la discrecionalidad en relación al culto y al
funcionamiento de las iglesias.
El difuso concepto de la tolerancia es reemplazado por los derechos
consagrados en la ley. A veces, el que tolera se puede cansar, y cuando se
cansa de tolerar, discrimina, y cuando discrimina, produce un abuso. Es
precisamente lo que las iglesias de Chile esperan: que este proyecto termine
con la posibilidad de discriminación y de abuso, porque, como otros
parlamentarios han planteado en intervenciones anteriores, existe
discriminación de hecho.
Junto con valorar este importante proyecto, quiero hacer presente
algunas observaciones que, a mi juicio, permitirían perfeccionarlo.
Según la nomenclatura y denominación de la Declaración de los
Derechos Universales del Hombre y otras disposiciones del derecho
comparado, es más apropiado referirse a la “libertad de religión” que a la
“libertad religiosa”.
Por otra parte, pienso que no es adecuado asimilar como conceptos
sinónimos el de “libertad de culto” con el de “libertad religiosa.” Este último, a
mi juicio, es bastante más amplio e integra otros, como el de libertad de
conciencia religiosa, de asociación religiosa y de culto. De ese modo,
perfeccionaríamos la nomenclatura de esta legislación, puesto que es más
propio referirse a la libertad religiosa como un concepto mayor.
Respecto de las facultades que para toda persona significan la libertad
religiosa y de culto que establece el proyecto, sería adecuado precisar en su
segundo trámite constitucional, que su artículo 6º, letra c), señala la de recibir
asistencia religiosa de propia confesión, dondequiera que se encuentre. Esa es
una facultad y, por tanto, un derecho que estamos creando, puesto que dicha
facultad lo genera y podría ser interpretado como la obligación material del
Estado de proveer los medios cuando la organización religiosa no pudiese dar
cumplimiento a ese derecho, por ejemplo, por razones de distancia o de
condiciones geográficas. El sentido de este precepto es permitir el acceso y
dispensar la asistencia religiosa en todos los lugares en que exista, por
ejemplo, alguna restricción de orden administrativo, como normalmente ocurre
hoy en el país.
Soy representante de un distrito donde existe gran presencia del pueblo
mapuche que, mayoritariamente son fieles de la iglesia evangélica. Ellos
sienten gran inquietud respecto de esta iniciativa legal y creo que recibirán con
mucha alegría su aprobación por la unanimidad de los miembros de esta
honorable Cámara. Pero la coherencia con el espíritu de esta iniciativa
demanda, a nuestro juicio, eliminar el inciso segundo del artículo 8º, por
cuanto, al excluir del ámbito de aplicación de la ley a entidades y actividades
relacionadas con el estudio y experimentación de fenómenos psíquicos o
parasicológicos, prácticas mágicas, supersticiosas, etcétera, exceptúa
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expresamente a todas las manifestaciones religiosas de las etnias originarias o
aquellas que pertenecen a las tradiciones de nuestro pueblo, creando una
discrecionalidad, puesto que no existe una autoridad con criterio objetivo que
permita definir técnicamente el límite de las prácticas no religiosas.
Por ello, en nombre del Partido por la Democracia y de nuestra bancada,
solicito la supresión de esa disposición.
Del mismo modo es necesario omitir el inciso tercero del artículo 8º, que
prohíbe la existencia de entidades o el desarrollo de actividades destinadas al
satanismo, toda vez que dichas prácticas ya se encuentran tipificadas y
sancionadas en otros cuerpos legales.
Por último, la aprobación de esta iniciativa representa un paso decisivo
en el reconocimiento y garantía de los derechos y libertades ciudadanos, acoge
una sentida aspiración del mundo creyente y acrecienta el respeto a la
diversidad religiosa y valórica en nuestro país, profundizando aún más la
democracia en el tejido social de Chile.
He dicho.
-Aplausos.
El señor CHADWICK (Vicepresiden-te).- Extiendo el saludo de la
Cámara de Diputados a los señores Colin Bazley, obispo de la Iglesia
Anglicana; Manuel Covarrubias, pastor de la Iglesia Presbiteriana de Chile;
Jorge Méndez, obispo de la Iglesia de Filadelfia; Roberto Parra, reverendo de la
Iglesia Bautista; a la señora Juana Albornoz, pastora de la Confraternidad
Cristiana de Iglesias, y al señor Alex Hughes, coronel del Ejército de Salvación,
quienes se encuentran presentes en las tribunas.
-Aplausos.
El señor CHADWICK (Vicepresiden-te).- Se suspende la sesión hasta las
15 horas. Una vez reanudada, hará uso de la palabra, en primer lugar, el
Diputado señor Sergio Ojeda.
-Se suspendió la sesión.
-Se reanudó a las 15 horas.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Se reanuda la
sesión.
Se suspende por 15 minutos.
-Transcurrido el tiempo de suspensión:
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Continúa la sesión.
Tiene la palabra el Diputado señor Ojeda.
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El señor OJEDA.- Señor Presidente, el tema de la libertad religiosa y de
culto puede interesar a todos los habitantes o sólo al 90 por ciento, que son
quienes profesan algún credo, o bien preocupar a una minoría religiosa que se
siente discriminada o minimizada en su tratamiento legal. Sea como fuere, el
problema atañe al Estado en su rol de protector y garante de las libertades y
derechos de las personas.
Este proyecto es el producto de un trabajo mancomunado de los poderes
públicos: del Ejecutivo y Legislativo. El primero lo envió, y el segundo, a través
de la Cámara de Diputados, lo está estudiando en su primer trámite.
La iniciativa se elaboró en virtud de la petición de legislar que le
formulan las iglesias cristianas evangélicas. Debido a ello se dictó el decreto
que creó una comisión especial asesora para el estudio y redacción de un
proyecto de ley. Es decir, se moviliza y se articula para ello todo el aparataje
estatal y son las iglesias evangélicas los propios actores de este trabajo
legislativo.
Digamos, entonces, que lo que hoy estamos haciendo no es otra cosa
que concretar con la ley un principio universal de derechos humanos: la
libertad religiosa y de culto. Es como poner al día nuestra legislación en esta
materia, es establecer una verdadera y efectiva igualdad en el ejercicio de
todas las creencias, es responder a las inquietudes de las iglesias dentro del
contexto religioso, que hoy representan minorías y minorías; es como activar
el ritmo normal de lo que es la sociedad -por la diversidad del hombre- en su
búsqueda incesante de armonía, de entendimiento, del encuentro y de
convivencia; es aunar y acercar posiciones, es igualar, es liberar.
Hemos pasado por diferentes etapas para llegar a lo que discutimos. La
Constitución de 1833 estableció como oficial a la religión católica. En 1855,
mediante una ley interpretativa se permitió del ejercicio privado de los cultos
disidentes al catolicismo. La dictación del Código Civil en 1857, que rige hasta
la fecha con algunas reformas creó la institución de la personalidad jurídica
para entidades privadas sin fines de lucro, las que adquirieron la figura de
corporaciones. De ellas se valieron los no católicos, a mediados del siglo XIX,
para acceder a derechos y beneficios. En 1925 se produjo la separación de la
Iglesia del Estado. La ley Nº 17.725, de septiembre de 1972, concedió
personalidad jurídica de derecho público a la arquidiócesis católica, apostólica y
ortodoxa de Chile.
Resulta evidente, entonces, que desde comienzos del siglo pasado -hace
más de ciento cincuenta años- ha habido una evolución en el plano de estas
libertades que podemos calificar como avance.
Hoy, las luchas religiosas y las persecuciones tenaces se reducen a
meras discriminaciones respecto de algunas creencias religiosas, pero a la
larga, si éstas se profundizan o no se corrigen podrían acarrear graves
perjuicios y desencuentros que alteren la convivencia nacional.
No obstante que nuestra Carta Fundamental establece en su artículo 19,
número 6º la garantía constitucional que asegura la libertad de conciencia, la
manifestación de todas las creencias y el ejercicio libre de todos los cultos,
esta expresión constitucional no se da concretamente en la práctica. No existe
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igualdad efectiva en el tratamiento de todas las creencias, y mientras esta
igualdad no se armonice con la libertad señalada, el precepto constitucional
será una simple mención o enunciación normativa; y la libertad, una mera
tolerancia religiosa. Y así parece ser, ya que las entidades religiosas que no
son católicas, deben constituirse y organizarse de acuerdo con el decreto
supremo Nº 110, de 1979, del Ministerio de Justicia. El mismo cuerpo legal que
utilizan los gremios o los clubes deportivos. Eso contrasta con la naturaleza,
jerarquía y objetivos de bien común espiritual que persiguen las entidades
religiosas y, además, pugna con la separación del Estado y las iglesias, que les
da real independencia, ya que la autoridad administrativa interviene en la
concesión de personalidad jurídica.
No obstante que la Comisión de Estudios de la Constitución de 1980
reconoció que, al aprobar el precepto constitucional que consagra estas
garantías, entiende que todas las iglesias y confesiones religiosas tienen
personalidad jurídica de derecho público, ya que cualquier discriminación al
respecto significa violar el principio de la igualdad ante la ley y desconocer la
disposición del Nº 6º del artículo 19, quizás eso podría estar ocurriendo, ya
que sólo la Iglesia Católica tiene esa calidad, en virtud del reconocimiento
expreso del constituyente de 1925 y que se prolonga en la de 1980.
Es oportuno e histórico, entonces, que se legisle sobre esta materia. Más
aún, que se haga de la manera como se ha planteado: que se iguale la
condición jurídica de todas las iglesias y entidades religiosas.
No se trata de avasallar o desconocer méritos de la Iglesia Católica ni de
tener mayores derechos que ella, sino de equiparar e igualar derechos y
obligaciones. Cuando se habla de igualdad de la mujer y del hombre, no es que
la mujer tenga más derechos que el hombre. Cuando se habla de la igualdad
contractual entre los trabajadores y los empleadores, no quiere decir que uno
u otro tenga más derechos; se trata simplemente de igualdades. Es sólo eso.
La indicación sustitutiva que reemplaza totalmente el proyecto del
Ejecutivo globaliza este tema y corrige disposiciones del proyecto original,
porque aquí se otorga la personalidad jurídica de derecho público por el solo
ministerio de la ley, desde el momento en que queda a firme la inscripción en
el registro respectivo. La adquisición de esta calidad no es una concesión
graciosa del Estado. Es el reconocimiento de un derecho preexistente,
consustancial de estas iglesias, que el Estado se obliga a precisar, como son
todos los derechos humanos anteriores a la existencia del mismo Estado.
La indicación sustitutiva, que estamos viendo, simplifica el
procedimiento de constitución de las entidades religiosas, elimina algunas
disposiciones originales del proyecto, como la organización interna, que será
facultad de ellas, no se exige mínimo de miembros ni se entra en detalles
respecto de los ministros de culto. Se aclaran las dudas respecto de cuáles son
las entidades que regula el proyecto. No cualquier persona -y esto es muy
importante- puede intervenir reclamando, tanto sobre su constitución como
sobre su extinción.
Quedan fuera del ámbito de aplicación de esta ley las entidades y las
actividades que no tienen los objetivos espirituales y de bien común que señala
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la ley. La precisión en cuanto a qué significa la libertad religiosa y las
facultades que se derivan de ella, constituyen un referente valioso que da a
este cuerpo legal el carácter de ley marco. En definitiva, se clarifica el
panorama y, además, si se tiene presente que muchas de estas disposiciones
provienen de la indicación sustitutiva, extraídas algunas del derecho
comparado, nos situamos a la par con el progreso y evolución de este tema en
la legislación mundial.
Quizás falte una definición más precisa de las entidades religiosas que
incluya sus contenidos y objetivos. Quizás quede pendiente la autoridad que
califique a una entidad religiosa como tal, para evitar arbitrariedades y
asegurar su constitución conforme a la ley. Pero la ley es perfectible; puede
ser modificada. Comencemos con este primer gran paso. Así, damos respuesta
a las exigencias de nuestra Constitución, a la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, a la Declaración de la Quinta Asamblea del Consejo
Mundial de Iglesias, celebrada en Nairobi, en 1975, y también a lo que Su
Santidad Juan Pablo II en señala en la encíclica Pacem in Terris: “Pertenece
igualmente a los derechos de la persona, la libertad de dar culto a Dios, de
acuerdo con los dictámenes de la propia conciencia y de profesar la religión
privada y públicamente.”
En fin, valoramos el paso importante que el Ejecutivo y el Parlamento
han dado en esta materia y la oportunidad para que, como legisladores,
podamos entregar nuestro aporte a la regulación y jerarquía de las iglesias o
entidades religiosas.
Señor Presidente, los credos religiosos están íntima y férreamente
conectados con la conciencia y el espíritu de la persona humana. A través de
éstos, el individuo encuentra su verdadero camino en la comunicación con el
Dios, que le da esperanza y luz a su propia vida. A través de ella, encuentra la
explicación de sus orígenes hasta el término de su vida, para saber lo que más
allá de su muerte encontrará. La religión señala al hombre una forma de vida,
una conducta y mueve positivamente su voluntad y su pensamiento en la
identidad con un Dios, con quien encuentra la felicidad y su realización humana
suprema. La religión nos entrega la luz que ilumina el camino eterno que nos
conduce a la gloria, nos da la conformidad y tranquilidad del alma para vivir en
un mundo que cada día se torna más complejo y explosivo, nos explica la
creación y la destrucción con un prisma espiritual que neutraliza el intrincado
materialismo que nada nos aclara, por el contrario, nos confunde. Hoy, la
religión y las entidades que la profesan no solamente nos conducen y nos
guían en un clima de comunión espiritual, sino que también su aporte es cada
vez más heterogéneo y múltiple, ya que se aboca a dar soluciones de carácter
social y también comunitario a problemas de la población.
Por ello es importante una ley que consagre estas libertades y la
existencia de entidades que sirvan al hombre para su propia realización
espiritual y perfeccionamiento. En nuestro país hay múltiples y variadas
entidades religiosas que requieren de un texto legal que les dé la posibilidad de
desarrollarse y de funcionar con plena autonomía, jerarquía, dignidad e
imperio.
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En un documento de estudio sobre la libertad religiosa y la personalidad
jurídica de las iglesias, emitido por el Comité de Coordinación Evangélica, se
concluye señalando: “No queremos privilegios, pero exigimos la plena libertad
religiosa y una verdadera igualdad ante la ley. No aceptamos ser objeto de
discriminación ni prejuicios. Somos una minoría en Chile. Pero el hecho de ser
menos no puede justificar la discriminación”.
Números y porcentajes cambian a medida que transcurre el tiempo. En
1992, el censo señalaba que había un 12,4 por ciento de evangélicos, un 0,8
por ciento de protestantes, y un 76,7 por ciento de católicos. Estudios
recientes efectuados por el CEP indican que de cada 100 chilenos, 74 se
declaran católicos y 16 evangélicos. Sin embargo, la iglesia evangélica,
haciendo valer otros datos, habla de un 22 por ciento de población evangélica,
y que para el año 2000 habrá un 30 por ciento.
Independientemente de estos datos, creemos que tanto la Iglesia
Católica y las iglesias evangélicas o protestantes se sentirían mejor si todas
coexistieran en un plano de igualdad. Nadie quiere privilegios, pero a ambas
las une la lucha enconada contra el ateísmo y el materialismo más abyecto y
pernicioso.
Señor Presidente, hay un grupo humano que no tiene Dios, y porque no
cree o porque se ha alejado de Él, se producen muchos males que afectan
nuestro mundo. Este grupo de personas están al margen de todo credo.
De aquí la importancia de dar a las entidades religiosas su real y
superior valor, para la eficacia de su función, y así lograr la salvación y rescate
de esos hombres que no tienen Dios o que se consideran perdidos.
Por estas consideraciones, votaré a favor del proyecto.
He dicho.
-Aplausos.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Tiene la palabra el
Diputado señor Luis Valentín Ferrada.
El señor FERRADA.- Señor Presidente, en los años 30, poco tiempo
después de haberse producido un hecho muy significativo, la separación de la
Iglesia del Estado de Chile, un famoso orador sagrado, insigne, Clovis Montero
-cuya memoria aún se recuerda- en una ocasión similar a ésta inició sus
palabras diciendo: “Purifica, Señor, mis labios con un carbón encendido como
lo hiciste con el profeta Isaías, porque ellos deben pronunciar palabras que
tocan a las cosas de Dios y sería trágico cometer una equivocación”.
Hago este recuerdo con humildad, de manera que lo que voy a decir
esté realmente puesto al servicio de Dios, que es lo que más nos interesa al
tratar un tema como éste.
Es cierto que tiene gran trascendencia histórica lo que hoy nuestra Sala
está debatiendo y aprobando. El pueblo chileno avanza después de un desierto
y ya se ven a lo lejos las primeras luces titilantes que anuncian una nueva
ciudad, una nueva forma cultural, una nueva forma de ser, de vivir, de
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relacionarse, en el pueblo chileno.
Es cierto que hay trascendencia ética: caminamos por estas vías, por
nuestros caminos de Emaús, hacia sociedades mejores. Es cierto que hay
trascendencia para el derecho público político chileno: es una novedad
incorporar a él una ley como ésta. Es cierto que hay trascendencia cultural,
respecto del cual reflexionaré en breves párrafos siguientes. Es cierto que, de
algún modo, también hay trascendencia teológica.
Pero, queriendo compartir tantos buenos discursos pronunciados, hay
algo que esta mañana siento personalmente como un olvido. Nadie ha
destacado aquí suficientemente que la actitud de la Iglesia Católica frente a
este proyecto ha sido enormemente positiva y constructiva y que, al menos en
la Comisión que lo redactó -a la cual pertenezco- integrada en su inmensa
mayoría por diputados que profesan la fe católica, puede decirse que se hizo
con cariño, con gran dignidad y respeto, pero por diputados católicos. Creo que
silenciar este hecho en una sesión como ésta sería no sólo un olvido
imperdonable, sino una inmensa injusticia que no dignificaría este debate.
El hecho de que diputados católicos hayamos contribuido con cariño,
dignidad y respeto a la redacción de un proyecto como éste, queriendo
entregar lo mejor de nosotros mismos, tampoco es fruto de una casualidad:
es, en parte muy importante, la lección que se recoge de una obra
extraordinaria iniciada en la década de los 60 por la propia Iglesia, cuando
después del Concilio Vaticano II abrió las puertas a una nueva forma de
ecumenismo, impulsado por el recordado Papa Juan XXIII, seguido por Pablo
VI, y tantas veces confirmado por ese hombre extraordinario, universal, que es
Juan Pablo II. Para ellos hoy también quiero tener una voz que los dignifique y
destaque, y expresar, al menos en lo que a mí respecta, que todo el cariño que
puse al redactar este proyecto no titubeo esta tarde en dedicárselo a la figura
maestra de nuestra Santa Iglesia y a la figura de Juan Pablo II.
Vamos caminando hacia una nueva ciudad, hacia una nueva civilización,
hacia una nueva cultura, y las luces que las anuncian, aún un poco distantes,
son inciertas y titilan. Lo más característico de la sociedad que viene por
delante es el concepto de la pluralidad cultural y también de la pluralidad ética;
un mundo que se universaliza y que comienza a interpretar razas, culturas,
tradiciones, valores, como procurando alcanzar un nuevo concepto de verdad,
una verdad que ya nunca más será unívoca, sino que más sinfónica, una
verdad que tiene mucho de un concierto de Mozart, donde se interpretan
bemoles, sostenidos, notas diferentes, muchas clases de instrumentos, y
también silencios, que, al fin, como en una magia interpretada vista a la
distancia, pueden apreciarse con una rara nueva armonía.
Pero las sociedades plurales no son fáciles, sino que mucho más
complejas y las contradicciones se hacen más evidentes. Y no es fácil alcanzar
ecuaciones y síntesis que nos permitan decir que, aun siendo estos pasos
trascendentales, ni con mucho serán los últimos y ni siquiera los primeros.
Miles de desafíos se ciernen hoy sobre la civilización mundial, y todos
ellos tocan la fibra y los sentimientos más íntimos de cuestiones morales que
muchas tardes afligen el alma del hombre que piensa.
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Por eso, este proyecto, siendo un paso de esperanza y de alegría, es un
paso que también debe llamar a la reflexión.
Personalmente, en esta eterna transición que es el devenir humano porque estoy convencido, como casi todos los que están en esta Sala, que la
tierra prometida no está en nuestra jornada, sino que más allá-, creo que
también es útil decir esta tarde que será preciso cuidar mucho y dignificar la
futura ley, no con la palabra que convence, sino más bien con el ejemplo que
arrastra. Y será necesario dignificarla porque hay falsos profetas, porque habrá
quienes quieran utilizarla mal, porque habrá quienes quieran esconderse tras
sus muros para, como un cáncer interno, corromperla y prostituirla. Porque
enemigos de la fe siempre los ha habido y los habrá, y los llamados a cuidar y
a dignificar la futura ley que tanto aplaudimos y celebramos, debemos ser, a
contar de hoy, todos nosotros.
Señor Presidente, me sumo a la alegría y a la esperanza que han hecho
ostensible todos quienes han intervenido. Pero, a pesar de que siempre estaré
convencido de que las fuerzas del mal -esto es, las puertas del infierno- jamás
prevalecerán sobre la fe y el amor a Dios, esta tarde hago un llamado, al
menos, en ese doble sentido.
Seamos justos: digamos que esta ley no es sólo la expresión de una
larga lucha contra nadie; digamos que es también la obra que recogemos
todos para construirla.
No es fácil contestar por qué se dictan ciertas normas, a veces veinte
siglos después de los hechos. Nunca fue fácil determinar por qué la esclavitud
vino a abolirse en el mundo en los años de 1800 y no en los inicios de la era
cristiana. ¿Cómo pudieron -dicen muchos- pasar veinte siglos con la esclavitud
vigente? ¿Qué era de los cristianos de entonces?
El punto es que el mundo avanza, que no todos los tiempos son los
mismos, que los pueblos caminan por un Emaús siempre muy lleno de
dificultades.
De modo que, superando todo aquello que pudo dividirnos sobre la base
de un ecumenismo que nace y brota de un alma espontánea con sentimientos
de sincero cariño, digamos que respecto de esta obra que hoy construimos
entre todos, y que en lo que toca a los diputados católicos también es la obra
de la enseñanza de nuestra Santa Madre Iglesia, desde hoy nace la obligación
de cuidarla, para que mañana podamos celebrar los frutos de una ley que fue
concebida con tanto cariño y esperanza.
He dicho.
-Aplausos.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Tiene la palabra el
Diputado señor Octavio Jara.
El señor JARA.- Señor Presidente, como se ha dicho, el proyecto en
debate en esta Sala tiene una enorme transcendencia ética, por cuanto trata
de hacer realidad un derecho fundamental: la libertad de conciencia, que es la
intimidad más esencial y privada del ser humano.
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Tal vez, al menos desde mi perspectiva laica, la singularidad más
trascendente del ser humano sea su incesante y permanente búsqueda de la
verdad, el darse sentido y explicación a sí mismo. Ello sólo es posible en un
marco de irrestricta libertad religiosa, que consiste en tener o adoptar la
religión o creencia que se estime conveniente, o bien no tenerla. Además, la
libertad de manifestar esa religión o creencia a través del culto, de la
observancia, de la práctica y de la enseñanza, es un derecho humano básico
que, aparte de tener una dimensión ética y filosófica -como lo reconoce el
mensaje-, también tiene expresión en la vida cotidiana y concreta, individual y
colectiva de la sociedad.
La diversidad religiosa ha estado presente en la sociedad chilena desde
los inicios de nuestra república. En 1821, don Bernardo O’Higgins acogió y
apoyó abiertamente la labor de don Diego Thompson, educador protestante
que contribuyó notablemente al pluralismo religioso de nuestro país. La
diversificación de las relaciones e intercambios internacionales de nuestra
emergente república hicieron posible el encuentro con personas e instituciones
inspiradas, o pertenecientes, en la tradición cristiana surgida de la Reforma del
siglo XVI, con las cuales nuestra sociedad compartió los principios de libertad
política y de estímulo a la creatividad y esfuerzo individual y colectivo. Sin
embargo -como se ha dicho-, la Constitución Política de 1833 estableció que en
Chile la religión oficial era la católica, apostólica y romana.
Aparte de las llamadas leyes laicas: registro civil, matrimonio civil y
cementerios públicos, que reconocieron la prescindencia del Estado en
materias religiosas, debemos decir que sólo a partir de la Constitución de 1925
se consagra la libertad religiosa en nuestro país.
La Iglesia Católica ha sido la gran institución moral y religiosa que ha
modelado gran parte de la cultura y de la sociedad nacional. Su lugar en
nuestra historia, en nuestra institucionalidad y simbología patria, no puede ser
negado. No obstante, la presencia protestante en Chile, desde los comienzos
de nuestra vida independiente, y sus aportes a la formación intelectual y
espiritual de nuestra población y nuestra sociedad son también innegables, y
así debemos reconocerlo y valorarlo.
El mundo evangélico constituye no sólo una realidad cuantitativamente
importante -un tercio o más de un tercio de nuestra población profesa esa fe-,
sino que, desde un punto de vista cualitativo, ha contribuido decididamente a
mejorar nuestra sociedad y a construir el bien común nacional. Su gran
presencia entre los grupos y estratos más humildes y pobres de nuestra
población es una prueba práctica de la vocación de justicia y solidaridad de
esos sectores. Su aporte a la prevención y al combate a diversas patologías
sociales como la drogadicción, el alcoholismo, el tabaquismo, etcétera,
constituye una importante función social que también debemos reconocer y
valorar.
Por ello era necesario un acto de justicia y equidad y, si bien las
Constituciones del 25 y del 80 consagraron en nuestro país la libertad religiosa
o de conciencia, para hacer realidad este fundamental derecho del ser humano
era necesario avanzar en nuestro ordenamiento jurídico con una normativa que
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precisara el principio de igualdad ante la ley de todas las corporaciones o
asociaciones religiosas.
En efecto, en la doctrina del derecho moderno el principio de la igualdad
ante la ley no reconoce excepciones derivadas de la fortaleza institucional o del
poder o influencia de algún componente particular de la sociedad. Por ello, el
reconocimiento expreso de igualdad ante la ley de todos los credos y
organizaciones religiosas constituye el fundamento jurídico y además real de la
diversidad, pluralidad y tolerancia religiosa que en toda sociedad democrática
debe imperar. Ésa fue precisamente nuestra intención al presentar el 29 de
julio de 1992, en conjunto con los Diputados Barrueto y Aguiló, la moción
sobre libertad e igualdad de credos, reformulada en octubre del mismo año y
complementada con la moción presentada el 6 de octubre de 1993 con otros
diputados, y que era expresión del consejo de pastores de Valparaíso que
acogió y perfeccionó las anteriores iniciativas. Otros parlamentarios -diputados
y senadores de distintos sectores políticos-, también presentaron iniciativas. Y
quiero ser justo: creo que fue el Diputado señor Salas, quien presentó la
primera iniciativa sobre esta trascendental materia.
Esta preocupación fue recogida por el Gobierno del Presidente Aylwin
que, acogiendo las propuestas parlamentarias y las peticiones de las iglesias
cristianas y evangélicas y de otros grupos religiosos del país, creó una
comisión especial para tratar el tema. A partir de esas iniciativas se inició en el
país un importante proceso de debate e intercambio de ideas para elaborar un
estatuto jurídico que comprendiera e interpretara la diversidad y complejidad
de las distintas expresiones religiosas, sus cismas, tradiciones e historias.
El proyecto que hoy analizamos es, pues, el fruto de un debate colectivo
en el que muchos hemos participado, y cumple el propósito referido, por
cuanto constituye un marco general que los incluye a todos y sólo pretende
regular las relaciones de las organizaciones religiosas con el Estado y con el
conjunto de la sociedad. Así, desde una perspectiva institucional, se propone
una ley para todas las entidades religiosas, sin distingos de ninguna especie,
cualquiera que sea su poder e influencia en la sociedad. Con esto queda
claramente establecido y desarrollado el principio de igualdad ante la ley,
terminando con una discriminación muy injusta en esta materia.
Además, el proyecto recoge y expresa la naturaleza ética, moral y
trascendente de este tipo de entidades, a las cuales se les reconoce existencia
por el solo ministerio de la ley y se les otorga autonomía en su funcionamiento,
poniendo fin a la injerencia indebida de la autoridad política administrativa en
estos fundamentales aspectos. Así, el Estado reconoce la existencia de estas
entidades, que tendrán personalidad jurídica de derecho público por el solo
ministerio de la ley, una vez inscrita en el Ministerio de Justicia la escritura
pública en que consten sus estatutos y el acta de su constitución, y publicado
en el Diario Oficial un extracto del acta de su constitución.
Asimismo, el proyecto establece la obligación del Estado de garantizar la
libertad religiosa e impedir que las personas puedan ser discriminadas en razón
de sus creencias. Define la libertad religiosa como la facultad de profesar o no
profesar religión, de practicar en público o en privado, individual o
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colectivamente, actos de oración o de culto, de recibir asistencia religiosa de su
propia confesión, de recibir e impartir enseñanza religiosa y de asociarse con
fines religiosos. Define a las entidades religiosas como iglesias, confesiones e
instituciones religiosas de cualquier culto, y las faculta para ejercer libremente
su propio ministerio; para practicar el culto; para establecer su propia
organización interna y jerarquía; para enunciar, comunicar y difundir de
palabra o por escrito su propio credo; para fundar, mantener y dirigir
instituciones educacionales; para solicitar y recibir todo tipo de contribuciones.
De esta manera, la ley facilita el libre y autónomo funcionamiento de las
iglesias o asociaciones religiosas. Establece también que todos los ministros de
culto, de cualquiera iglesia o confesión, tendrán las mismas prerrogativas
procesales.
En cuanto a las exenciones tributarias y aduaneras que contiene el
proyecto, a pesar de que en su gran mayoría ya están consideradas en
diversos preceptos legales, se justifican en razón de la importante labor social
y moral que cumplen esas entidades religiosas, y que, por lo mismo,
compartimos.
Pero, más allá de lo que dispone este proyecto, lo importante es que
mediante esta normativa estamos haciendo un reconocimiento ético, político,
social, cultural e institucional de la diversidad y pluralidad religiosa de nuestra
sociedad, entendiendo y asumiendo que ello es una riqueza y un patrimonio
nacional que debemos valorar y cultivar, por cuanto ha contribuido y
contribuye a la construcción de una sociedad más abierta, sana y pacífica.
Por ello, la generación de un marco legal justo, respetuoso de las
minorías, tolerante y comprensivo con todas las creencias, credos, valores y
comportamiento religioso, es un sustancial avance en el perfeccionamiento de
nuestra democracia.
Por último, estimo que este proyecto enaltece al Parlamento, por cuanto
expresa en su mayor nivel los principios de libertad e igualdad, como también
los sentimientos de fraternidad, hermandad y unidad nacional.
Por ello, esta iniciativa también debe ser entendida como una invitación
a los diversos credos e iglesias que constituyen el universo religioso nacional a
involucrarse activamente en los problemas y desafíos éticos y morales actuales
y futuros que conllevan la vida social moderna, la superación de la pobreza, la
corrupción, el tráfico y consumo de drogas, el alcoholismo y otras patologías
que afectan a nuestra sociedad.
Por todo lo que se ha dicho, expresamos nuestro más pleno y absoluto
respaldo y aprobación al proyecto.
He dicho.
-Aplausos.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Hasta la Mesa han
llegado los nombres de varias personalidades que se encuentran en las
tribunas. Por ejemplo, el obispo presidente de la Confederación Única de
Defensa de las Iglesias Evangélicas de Chile, don Tomás Meiner Saldías; el
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reverendo Osvaldo Herrero, por la delegación de la Coordinadora Evangélica de
la Octava Región; el reverendo Juan Pradenas, por el Ministerio Evangélico del
Mar; el reverendo Manuel Abarca, por la Unión de Pastores de Talcahuano; el
reverendo Carlos Vera, por el Consejo de Pastores de Talcahuano, y el
reverendo Merarie Andana, por el Concilio Evangélico de Chiguayante.
Recuerdo a los señores diputados que, de acuerdo con el artículo 85 del
Reglamento, pueden solicitar la inserción de sus discursos en el Boletín de
Sesiones, porque todavía no han hecho uso de la palabra alrededor de treinta y
cinco parlamentarios.
Además, les informo que citaré a reunión de Comités en treinta minutos
más para decidir el procedimiento que se seguirá en esta sesión.
Para plantear una cuestión de Reglamento, tiene la palabra el Diputado
señor Fuentealba.
El señor FUENTEALBA.- Señor Presidente, ¿tendríamos un plazo para
solicitar la inserción de los discursos? No tengo escrito el mío; por lo tanto, no
podría entregarlo ahora. ¿Podríamos contar con 48 horas para hacer la
solicitud?
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Señor diputado,
oportunamente solicitaré el asentimiento de la Sala para tal efecto.
Tiene la palabra el Diputado señor Bombal.
El señor BOMBAL.- Señor Presidente, se ha dicho que ésta es una
sesión histórica, pero lo que me parece histórico es que un Parlamento como
éste, quizás como ningún otro en el mundo, se encuentre hoy abocado en
darle preeminencia -al menos en esta sesión y en el debate del proyecto- a las
cosas de Dios, abriendo camino a Dios, en medio de tanta turbulencia y tantos
afanes humanos que, a diario, nos consumen.
Por eso, más allá de lo que recojamos de historias pasadas o cercanas,
valoramos, sobre todo, que ahora estemos ocupados de compartir aquellos
rasgos de eternidad que superan con demasía nuestra precariedad humana,
admitiendo -como se ha dicho- que el hombre tiene ansiedad de Dios y que
para ello acude a la religión como la expresión sublime de su añoranza de
perfección, que sólo alcanza por medio del don de la fe, porque no hay ley
humana que pueda concederla, sino que es un don gratuito de Dios.
Sin duda, constituye una señal muy auspiciosa que una rama de este
Poder del Estado se encuentre debatiendo un proyecto de ley que, en el fondo,
persigue hacer eficaz una garantía establecida en nuestra Constitución, como
es la libertad de culto; pero, además de eso, es un proyecto que, más allá de
lo formal, en lo sustantivo posibilita que la sublimación de lo espiritual en
nuestra sociedad adquiera cada vez mayor vigor.
Nos parece auspicioso que esta tarde un Poder civil incorpore en su
quehacer una preocupación que, en el fondo, apunta a que quienes
organizadamente velan por acercar al hombre y a su realidad a la dimensión
inmanente de Dios, puedan desenvolverse con dignidad, con igualdad y con la
debida tolerancia que supone el respeto a todos los credos.
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Resulta de tal entidad la expresión religiosa en una sociedad, que
ocuparse de estos temas es lo más relevante que podamos abordar como
cuerpo legislativo. Siempre ennoblecerá a un Parlamento ocuparse de las cosas
del espíritu, de las cosas de Dios, precisamente cuando una de las
características de este fin de siglo es el agotamiento que se advierte en buena
parte de la humanidad ante tanta ausencia de Dios en las cosas de los
hombres. De ahí que esta circunstancia venga a remover las conciencias de
muchos al poner delante de nuestro quehacer legislativo una iniciativa legal
que, más allá de lo que se expresa y persigue en cada uno de sus artículos, en
el fondo busca difundir, en mejor forma, aquellas verdades que hablan de un
fin que trasciende la mera realidad contingente y terrenal y que, más allá de lo
humano, dan a conocer verdades anteriores a nosotros, de las cuales hemos
tenido el privilegio de participar mediante la revelación divina.
El antiguo anhelo reflejado en la voluntad de sucesivos constituyentes, y
en particular en los de 1980, al estatuir la garantía de la libertad de culto,
ahora se materializa en un cuerpo legal que hará operante y eficaz el ejercicio
de aquella garantía constitucional. Eso es lo interesante del proyecto. Del
mismo modo, la plena igualdad jurídica -garantizada en nuestra Constitución-,
también encontrará una dimensión efectiva y vigorosa.
Pero es interesante advertir cómo los distintos diputados que me han
antecedido en el uso de la palabra han recordado que el legislador ha confiado
en las iglesias. Aquí se ha confiado en el valor que las iglesias tienen en la
difusión de un culto superior y, por lo mismo, se les ha reconocido que son el
instrumento que intermedia entre la verdad revelada y la precariedad en el
camino de la fe de los hombres. De ahí que se haya creado un mecanismo
eficiente en cuanto al reconocimiento que se hará de aquellas sociedades que
se constituyen para honrar misterios superiores, otorgando mecanismos ágiles
que ninguna autoridad podrá obstruir o desconocer, lo que afianza el valor
intrínseco de las organizaciones religiosas que existen en nuestro medio.
Así como el legislador confió, sin reservas, en el valor de las iglesias,
para todas ellas también surgen obligaciones que, lejos de restringirlas en su
quehacer específico, enaltecerán y exigirán el acatamiento y cumplimiento del
fin último que las trasciende.
Quiera Dios que el mismo espíritu que ha reinado en esta sesión, sea el
que ilumine los tan nobles y buenos propósitos aquí manifestados y que,
llegada la hora en que nos veamos abocados a legislar sobre cuestiones
fundamentales de nuestra sociedad, que tocan inequívocamente a la ley de
Dios, sepamos discernir con prudencia que ésa es una ley eterna, ya que la
hecha por los legisladores jamás podrá contrariarla.
Cuando legislamos como hoy -al menos los creyentes asumimos las
verdades que encierra todo el contenido de esta sesión-, también debemos
tener certeza, claridad, valentía y coraje para jamás desentendernos de la
verdad y de la fe que profesamos, en cada uno de los proyectos que encierran
cuestiones que nos superan y que pertenecen al orden divino.
He dicho.
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-Aplausos.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Tiene la palabra el
Diputado señor Edmundo Salas.
El señor SALAS.- Señor Presidente, hoy quiero hacer un poco de historia
sobre cómo se ha gestado esta iniciativa de ley de libertad de culto.
En marzo de 1992, a raíz de preocupaciones personales, por mi
formación religiosa incentivé a un hombre para que participara de la inquietud
de entregar a los evangélicos de Chile lo que en justicia les correspondía. Me
refiero al Senador señor Arturo Frei, con quien durante dos años preparamos
un proyecto, siempre pensando en que no buscábamos glorias ni atraer la
atención de los evangélicos de Chile, porque no lo podíamos hacer, sino en
abrir un gran debate nacional para decirle al país y a la opinión pública que
todo mundo cristiano era considerado de segunda categoría en nuestra patria.
Así fue como logramos nuestros objetivos, pero sabiendo muy
concretamente que Dios usa a los hombres para cambiar no sólo las leyes, sino
las mentes y el camino errado que los hombres, muchas veces, siguen.
Dios ha usado hoy este hemiciclo y este Parlamento para cumplir su
voluntad. Cuando creó al mundo -el libro del Génesis dice que Dios lo hizo-,
separó las aguas de la tierra y le dijo al hombre que debía vivir libremente,
pero adorándolo y amándolo a Él. Ahí quedó expresamente establecido que
Dios hizo a un hombre libre de toda amarra, pero para que le sirviera. Sin
embargo, el hombre se apartó de su camino, por lo cual Dios envió las tablas
de Moisés, que era una ley dura para castigar el pecado. Entonces, Dios envió
a Cristo para que diera su vida por nosotros y cambiar la ley de ojo por ojo y
diente por diente, por la ley del amor.
Es así como Jesús establece en la Biblia expresamente: “Id por el mundo
y predicad el evangelio”; y éste es un mandato que hoy, usando Dios a este
Parlamento, se está cumpliendo. Yo, y creo que también los pastores
presentes, hemos tenido, en el lenguaje evangélico, un banquete de
meditaciones y pensamientos que a cualquier cristiano les da plena
satisfacción, porque tal vez hoy también pueden ver que no sólo existen
políticos fríos, sino también hombres que piensan de corazón, que quieren el
bien de la patria, que aman la pobreza, así como Dios la amó, y que quieren
hacer justicia a los que más sufren.
En este mundo egoísta, frío, calculador, consumista, ¡por Dios que
necesitamos de una ley para estos hombres -los pastores evangélicos y
quienes conforman sus comunidades-, que no tienen otra cosa que la fe que un
día Dios les dio, esa fuerza espiritual para luchar incluso en la adversidad! No
hace mucho se miraba con desprecio a las iglesias evangélicas y se pensaba
que quien sabía menos, para no decir otra palabra, era el que se convertía al
Evangelio. ¡Qué lindo y qué grande es escuchar en este hemiciclo a estos
hombres tocados por el poder de Dios -pues no son ellos, es el poder de Dios
que se manifiesta a través de ellos-, que pueden cambiar la vida y conducta
del hombre, redimirlo. Incluso, cuando un hombre delinque -y esto es lo más
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importante- puede, a través del Evangelio de Cristo, reinsertarse en la
sociedad, tan fría y egoísta, que ni siquiera posee instrumentos ni leyes claras
mediante las cuales rehabilitar a quien ha infringido las leyes de Dios y del
hombre. Ello es posible gracias a la fe y la creencia, sin medicamentos, sino a
través de la medicina que practicamos todos los días: Dios.
Al escuchar las intervenciones de mis colegas, me sentí contento, pues
todo lo que se ha dicho y discutido en este hemiciclo tal vez cambie el destino
de este país al dar un enfoque distinto a las leyes que tenemos que elaborar;
una mayor claridad frente a lo que Dios quiere que hagamos respecto de la
ética y la moral en temas como la familia -que tanto decimos amar-, para
buscar cómo ser más cristianos, para ayudar a esa mujer de la que hablamos
todos los días, a esos hombres que, cumpliendo lo dicho en las sagradas
escrituras, se ganan el pan con el sudor de su frente, para amparar a esos
niños que Dios también amó, ayudó y les dio cariño, como un mensaje para el
mundo de hoy de que también debemos amarlos.
Hoy quisiera que también nos sintiéramos niños, para buscar caminos de
claridad y, así, cambiar el curso de nuestra patria, tan fría, que nos lleva a
veces por sendas equivocadas, las que nos pueden conducir a una lucha entre
hermanos, cuestión que no debe ocurrir nunca más en Chile.
Aquí -lo digo sin afán peyorativo- no ha habido ni buenas ni malas
voluntades. Tengo la sensación de que aquí ha actuado Dios en el corazón de
cada parlamentario, al margen de las religiones que profesan. Lo importante es
que todos somos cristianos, que creemos en Dios, en la vida y en los hombres,
que, en definitiva no somos nada: estamos de paso, moriremos y nos
convertiremos en polvo, como lo señala la sentencia bíblica. Lo importante son
las enseñanzas, lo que hagamos por el bien de los demás, incluso sin que nos
vean, silenciosamente, procurando auxiliar a los que más sufren, de modo de
buscar caminos de rectitud dentro de un mundo en el que todos pecamos, nos
equivocamos de camino y de lenguaje, y que en vez de buscar el amor y la
caridad que Dios predicó, muchas veces buscamos el enfrentamiento. Eso es lo
que aquí se ha expresado: ni Dios ni el Parlamento ni los pastores presentes
en las tribunas lo desean para ningún chileno, porque debemos actuar dentro
del bien.
Hoy asistimos, como todos han dicho, a un momento trascendente, y yo
diría con emoción, por dos razones: primero, le decimos a Dios que estamos
cumpliendo lo que Él dijo e hizo cuando creó el mundo: hacer al hombre libre
para que escogiera su camino dentro del bien; segundo, todos nos hemos
esforzado en buscar las causas que provocaron la desunión; los efectos de la
división de un país y los beneficios que nos produciría si todo lo dicho hoy lo
ponemos en práctica, buscando la caridad, el amor, la fraternidad, la
solidaridad tan perdida, conceptos que muchas veces pasan a ser sólo palabras
cliché, escritas en papel, en libros y en murallas.
Termino diciendo que lo que he aprendido en el transcurso de mi vida, si
buscamos la inspiración de todos los discursos de los grandes hombres, de los
grandes filósofos, psicólogos, escritores y políticos, debemos leer un solo libro,
porque en él está todo, y no es otro que La Biblia.
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¡Cuando se quiere buscar una enseñanza, no hay más que cerrar los
ojos y orar, en cualquier parte, en cualquier rincón, para pedirle a Dios que nos
dé la dirección que necesitamos. Les garantizo que vamos a encontrar la
dirección, el camino correcto y lo que debemos hacer de aquí en adelante!
¡Comprobaremos que las miles y miles de hojas escritas en este mundo
están basadas en este libro sagrado, escrito por apóstoles y hombres a los que
Dios inspiró para que hoy, en el umbral del siglo XXI, después de tantos años y porque a lo mejor Dios quiso que fuese así para que también los evangélicos
maduraran y tuvieran pastores más preparados y una iglesia más unida-,
hubiera este debate, este proyecto, para entregar a los pastores evangélicos,
que deben predicar a Dios y a Cristo, una herramienta de libertad; de manera
que nunca más ocurra que cuando vayan a los hospitales los paren en la
puerta, y si el funcionario de turno no lo permite, no puedan ver a sus fieles;
que cuando vayan a las cárceles entren con la dignidad que les corresponde de
acuerdo con su cargo a la hora que deseen o a la que el detenido lo necesite, y
no a la que disponga la autoridad de turno, y que en las ceremonias militares o
inauguraciones también puedan asistir los pastores al igual que los sacerdotes,
para pedir a Dios juntos, porque en esos lugares también hay gente que
profesa la fe evangélica como la católica!
No se trata de otra cosa que de creer en Dios, buscar un ecumenismo
que nos permita juntarnos como hermanos, trabajar juntos en lo bueno,
separar lo malo y, por sobre todo, buscar la caridad, basada no en dar limosna
a un ciego ni en dar a otro lo que uno posee, sino en saber perdonar a los que
nos han ofendido, porque mientras más grande es la ofensa y la perdonamos,
más grande también será mañana el perdón de Dios.
Muchas gracias.
-Aplausos.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Tiene la palabra el
Diputado señor Jürgensen.
El señor JÜRGENSEN.- Señor Presidente, tal como se ha expresado en
forma repetida, nuestra Constitución consagra la libertad de conciencia, la de
manifestación de creencias y el ejercicio libre de todos los cultos religiosos.
Pero esta consagración constitucional no es suficiente para que los ciudadanos
chilenos puedan ejercer este derecho, que tiene que ser tan amplio, tan
profundo y tan libre como lo requiere la libertad de conciencia del ser humano.
En esa garantía constitucional se basa la necesidad de acoger en una
ley, tanto los derechos que vienen reclamando, como los anhelos que vienen
expresando las entidades religiosas de Chile, a fin de facilitarles el ejercicio de
sus actividades religiosas.
Compartimos en forma plena el concepto de libertad religiosa en su
interpretación más amplia y, por consiguiente, el de la libertad de culto, como
igualmente la necesidad de fortalecer de manera constante la existencia de la
autonomía religiosa individual.
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Se propone, entonces, una legislación que proteja efectivamente las
libertades religiosas y de culto. La que se ha propuesto ha sido bien recibida
por toda la ciudadanía chilena.
Se define a la iglesia u organización religiosa como una entidad formada
por personas que profesan una misma fe, la practican, la enseñan y la
difunden. Se establece que las personas pueden ingresar a la iglesia libre y
voluntariamente y que es un acto personal, pudiendo retirarse también en
forma libre. Se dispone que las entidades gozarán de personalidad jurídica de
derecho público a partir de la inscripción en el registro público que se lleva en
el Ministerio correspondiente. Se establece que las entidades religiosas -y por
fin se les reconoce- pueden organizarse libremente y determinar sus propias
jerarquías. Se consagra el derecho de las personas a recibir la asistencia
religiosa de su propia confesión en cualquier lugar en que se encuentre. Se
dispone que dichas entidades gozarán de los mismos derechos, exenciones y
beneficios tributarios que las leyes y reglamentos vigentes otorgan y
reconocen a otras agrupaciones religiosas existentes en el país.
Por lo tanto, el proyecto reconoce en gran parte lo que ya está
ocurriendo en las iglesias, especialmente cristianas evangélicas, y también a
los ministros del culto como personas que se dedican, en forma estable, a las
funciones de asistencia religiosa.
Estas y otras normas del proyecto acogen muchos de los anhelos
expresados ya hace mucho tiempo por la comunidad religiosa nacional. Pero
aunque la iniciativa constituye un avance importante para alcanzar el principio
de igualdad, que hoy no existe en la materia, aún persisten algunas
diferencias. Sin embargo, hay que destacar fundamentalmente lo positivo,
porque hay un avance extraordinario en cuanto a la personalidad jurídica de
derecho público, a los aspectos tributarios, a la libertad para establecer sus
organizaciones y sus propias jerarquías y a acoger los principios de tolerancia
religiosa.
Pero, al parecer, no existe tanto avance en cuanto a la enseñanza de la
religión en los establecimientos educacionales. Durante el trámite del proyecto
que hoy aprobaremos, se eliminaron los artículos 19 y 20 del proyecto original.
Espero que no por ello los miembros de las Fuerzas Armadas y de Orden y
Seguridad Pública no puedan participar libremente de los cultos y actividades
propias de su fe, ni las iglesias cristianas evangélicas entregar libremente la
asistencia religiosa en establecimientos penitenciarios, hospitalarios y
asistenciales.
Ojalá que la letra c) del artículo 6° sea suficiente para que los
representantes de las iglesias no católicas también puedan, en el futuro,
impartir la enseñanza de su religión en los establecimientos educacionales.
Con esa fe positiva y con especial agrado deseo expresar públicamente
que votaré a favor del proyecto, porque apunta a resolver un problema, y
constituye un paso importante hacia la igualdad en el ejercicio de todas las
actividades y cultos religiosos, a fin de alcanzar poco a poco, una sociedad más
libre, sana, abierta y amplia.
He dicho.
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-Aplausos.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Se cita a reunión
de Comités.
La sesión continuará presidida por el Vicepresidente señor Chadwick.
El señor CHADWICK (Vicepresiden-te).- Tiene la palabra el Diputado
señor Luksic.
El señor LUKSIC.- Señor Presidente, estimados colegas, distinguidas
visitas de las iglesias evangélicas, entendemos la libertad de culto y de religión
como un derecho natural anterior a cualquier tipo de organización estatal; lo
consagra la Declaración Universal de los Derechos Humanos y otras normas
jurídicas.
Entendemos que el proyecto es histórico, que no solamente hace justicia
a la situación que recién he relatado, sino también a una serie de
resquemores, prejuicios y malos entendidos en la sociedad chilena.
La Constitución de 1925 consagró la libertad de culto y religiosa, y la de
1980 sólo reitera dicho establecimiento.
Como lo señala el artículo 19, número 6° de la Constitución, esta
libertad es de conciencia y asegura a los chilenos la manifestación de las
creencias y el ejercicio libre de todos los cultos.
Por otra parte, el artículo 1° de nuestra Carta Fundamental, que precisa
las bases de la institucionalidad, en su inciso tercero establece que el Estado
reconoce y ampara a los grupos intermedios a través de los cuales se organiza
y estructura la sociedad y les garantiza la adecuada autonomía para cumplir
sus propios fines específicos.
Cuando la Constitución, en ese mismo artículo señala que el Estado está
al servicio de la persona humana, reconoce que hay derechos anteriores al
mismo Estado. En esa misma disposición se establece que la finalidad del
Estado es promover el bien común, para lo cual debe contribuir a crear las
condiciones sociales que permitan a todos y a cada uno de los integrantes de
la comunidad nacional su mayor realización material y espiritual. De manera
que, al aprobar el proyecto, estamos respetando y desarrollando lo que
establece nuestra Carta Fundamental y un derecho anterior al Estado mismo,
como ya he señalado. Asimismo, el número 15 del artículo 19 de la
Constitución asegura a todos los chilenos el derecho de asociación.
No quiero reiterar los antecedentes ya manifestados por los diputados
que me precedieron en el uso de la palabra, sino sólo decir que fue en la
Comisión de Constitución, Legislación y Justicia, que tengo el honor de presidir,
donde tramitamos, revisamos y conversamos, durante muchas tardes y
mañanas, con el Comité de Organizaciones Evangélicas, COE, integrado por el
Consejo de Pastores de Chile, la Coordinadora Evangélica, la Confraternidad
Cristiana de Iglesias, el Movimiento en Defensa de las Iglesias Evangélicas, la
Unidad Pastoral de la Zona Norte de la Región Metropolitana, la Unidad
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Pastoral de Santiago Centro, la Federación de Organizaciones Pastorales y el
Consejo de Unidades Pastorales de la Región Metropolitana.
Además, en esos debates, estudios y reflexiones también estuvieron
presentes las iglesias católica, ortodoxa y judía. Aún recuerdo la sesión en la
que, reunidos los representantes de las diversas iglesias, estudiamos la
legislación de otros países sobre la materia, como el derecho colombiano y el
español, que regulan a todas las entidades religiosas mediante una ley marco.
De allí nació el proyecto sustitutivo, elaborado por el Diputado señor
Elgueta, al cual nos sumamos, junto con los Diputados señores Gutenberg
Martínez, Aldo Cornejo, Roberto León, Ramón Elizalde y Sergio Aguiló. Así
nació el proyecto definitivo, sin desconocer los esfuerzos realizados en la
Comisión de Derechos Humanos.
Quiero recordar y reiterar los principios que ordenan el proyecto. En
primer lugar, se consagra legalmente la garantía constitucional a que ya he
hecho mención, señalando las facultades tanto de las personas como de las
entidades religiosas. Se establece de manera bastante concreta que la libertad
religiosa es una garantía amplia y que su límite sólo está en tanto afecta a la
moral, a las buenas costumbres y al orden público. Pero también quiero
señalar esta tarde, de manera categórica, que en el proyecto de ley aprobamos
una sola prohibición: el desarrollo de actividades satánicas, concretamente, de
sectas, prohibición que también consagran otro tipo de legislaciones
comparadas.
Asimismo, otro principio es aquel que facilita, a través de un
procedimiento simple, la constitución jurídica de las entidades religiosas. El
Estado sólo cumple una función de reconocimiento de un derecho natural
fundamental. Por consiguiente, cumplidos los requisitos formales mínimos, la
entidad administrativa, en este caso, el Ministerio de Justicia, está obligado a
acceder a la petición correspondiente.
Por otro lado, se les otorga la personalidad jurídica de derecho público.
Quiero detenerme en este aspecto porque es novedoso.
Cuando se discutió el tema hubo diversas posiciones e, incluso informes
en derecho que señalaban que las entidades religiosas no podían gozar de
personalidad jurídica de derecho público, en el entendido que, de acuerdo con
la doctrina, tal naturaleza jurídica sólo tiene origen en una ley especial.
Pero también estábamos conscientes de que las iglesias evangélicas no
podían seguir manteniendo el régimen jurídico actual, que las asimila a centros
de madres, juntas de vecinos y clubes deportivos. Esa situación no podía
tolerarse. Por eso se creó esta figura inédita y novedosa de otorgarles
personalidad jurídica de derecho público, teniendo como principal característica
que su origen radica en el proyecto de ley que queremos aprobar esta tarde, y
su disolución sólo puede realizarse a través de lo establecido en sus estatutos
o de sentencia judicial.
Habrá múltiples textos que comentarán e interpretarán esta materia. Sin
embargo, quiero aclarar, para la historia fidedigna de la ley, que es voluntad
de los legisladores otorgar personalidad jurídica de derecho público a las
entidades religiosas, con los mismos derechos y obligaciones que hoy tienen
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otras entidades que gozan de dicha naturaleza jurídica.
Los antecedentes ya se han expuesto. No obstante, quiero mencionar
que en la sesión 132 de la Comisión Constituyente, de julio de 1975, se deja
constancia que todas las iglesias y confederaciones religiosas tienen
personalidad jurídica de derecho público. En dicha sesión se aprobó este
acuerdo con la sola oposición de los señores Jaime Guzmán y Alejandro Silva
Bascuñán.
Por otra parte, la doctrina y la jurisprudencia definen que la personalidad
jurídica de derecho público sólo se otorga a través de leyes especiales. Ya se
establece una excepción, la Iglesia Católica, que regula a través de la
Constitución de 1833, del artículo 547 del Código Civil y de los Acuerdos o
Concordatos entre la Santa Sede y el Estado de Chile, plasmados en la
Constitución de 1925 y, posteriormente, en la de 1980.
O sea, podemos decir que hay personas jurídicas, como la Iglesia
Católica, que no han tenido su origen en la ley, pero sí otras, como ocurrió con
la Iglesia Ortodoxa, en 1971.
Estos son antecedentes importantes que dan fuerza e imperio para que
las entidades religiosas sean personas jurídicas de derecho público.
Además de las consideraciones jurídicas, quiero detenerme, en forma
resumida, en aquellas que denomino de carácter cultural.
Es sabido que en la historia de la humanidad, en reiteradas ocasiones y
de manera errónea, el hombre ha querido destruir a Dios o asemejarse a Él. Es
el caso de la antigua Roma, con el triste recuerdo de emperadores como
Calígula o Nerón. Posteriormente, en el Renacimiento, después de la Edad
Media, nuevamente hubo una etapa donde el centro fue el hombre. Más tarde,
en la Era Moderna, Nietzsche “mató” a Dios en aras del superhombre o del
hombre perfecto. Hoy, en las postrimerías del siglo XX y cercanos al
nacimiento del siglo XXI, vemos que el posmodernismo no mata a Dios, y no
es ateo, sino que simplemente lo ignora, pues ni siquiera se plantea el
problema de lo sobrenatural o de lo espiritual.
En
la
actualidad,
ser
creyente
significa
-para muchos- ser reaccionario, tradicionalista o simplemente ingenuo. Sin
embargo, también vemos como una gran cantidad de hombres y mujeres,
jóvenes y niños sienten un vacío en sus vidas. En ese sentido, quiero dar
testimonio de la inmensa tarea que cumplen las iglesias evangélicas por llenar
ese vacío, en especial en los sectores donde impera la pobreza y la
desconfianza.
He visto la conversión y transformación de alcohólicos empedernidos, de
drogadictos y de delincuentes a través de la palabra de Dios entregada por un
pastor evangélico o por su asamblea.
Para nosotros, como legisladores, la aprobación del proyecto es una
señal dirigida a sostener los valores permanentes, sempiternos,
imperecederos, que dicen relación con un sentido espiritual y eterno de
nuestra existencia, con la constitución de nuestra familia y la formación de
nuestros hijos.
Por último, pido perdón a las iglesias evangélicas por la demora en la
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tramitación de esta iniciativa y les agradezco la paciencia que han tenido.
También, quiero agradecerles su aporte social y espiritual a la gente
hambrienta de Dios, que se siente vacía. Sin duda, junto a otras iglesias, como
la católica, ortodoxa, judía y otras, cumplen una labor de la mayor importancia
que cubre las necesidades de nuestra patria.
He dicho.
-Aplausos.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Hago presente a la
Sala que los Comités, por unanimidad, acordaron reducir a cinco minutos el
tiempo correspondiente a cada señor diputado inscrito. El resto de su
intervención pueden presentarla por escrito para ser insertada en la versión de
la sesión, para lo cual tienen plazo hasta el próximo martes.
El proyecto se votará a las 17.45 horas.
Tiene la palabra, hasta por cinco minutos, la Diputada señora Isabel
Allende.
La señora ALLENDE.- Señor Presidente, quiero sumar mi voz a las que
aquí se han alzado para manifestar la trascendencia del hecho histórico, tanto
para la Cámara de Diputados como para Chile, que da pie a esta legislación,
que permitirá terminar con una discriminación que nos dañaba como país. En
ese sentido, me alegro de que esa señal signifique el respeto y la dignidad que
merecen los seres humanos.
También me alegro de que de aquí en adelante se ejerza la libertad
religiosa, la libertad de culto, en su sentido más amplio. Es decir, que no sólo
sea una actitud de tolerancia hacia las diversidades, sino que se ejerza
efectivamente, con plena garantía, lo que sólo se puede asegurar en la medida
en que exista una auténtica igualdad, como aquí muy bien se ha señalado.
En ese marco, esta libertad, tanto individual como colectiva, es un bien
que, como sociedad, debemos preservar y cuidar. Sin duda, aunque ha sido
tardío, es un paso y el camino adecuado. Nos alegramos de darlo en esta
oportunidad histórica.
Creo importante destacar que este proyecto, entusiastamente apoyado,
ha concitado la unanimidad para su aprobación y contado con la participación
activa de muchos compañeros de la bancada socialista. También es importante
destacar que puede ser apoyado no sólo por creyentes o católicos, sino
también por no creyentes, porque implica una actitud de respeto a la libertad
de conciencia, a la libertad religiosa, a la búsqueda de la verdad, a la esencia
del ser humano en su cariño, en su protección, en su respeto hacia los otros
seres humanos. Ésos son los valores que esta sociedad debe buscar, porque,
lamentablemente, todavía tenemos un largo camino que recorrer.
En ese sentido, quiero reivindicar y destacar este hecho porque
representa la esencia de quienes creemos que debemos buscar una sociedad
no sólo tolerante, sino donde la violencia vaya quedando atrás y donde el ser
humano y la paz sean el centro. En el mundo hemos visto luchas
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desgarradoras por problemas raciales, étnicos y religiosos, y ahora estamos
visualizando atisbos de integrismos que nos asustan.
Por eso, creemos que esta tarde se está dando una señal clara, de la
cual nos alegramos tremendamente. Aquí ha habido capacidad de armonizar,
de entenderse, de dialogar y de escuchar a las distintas organizaciones y
credos.
Por eso, queremos sumarnos a lo que se ha señalado como el hecho
histórico de poder avanzar, de hacer una reparación y de dar esta señal como
país y como sociedad.
He dicho.
-Aplausos.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Tiene la palabra el
Diputado señor Felipe Letelier.
El señor LETELIER (don Felipe).- Señor Presidente, sería injusto no
reconocer la labor que realizan las iglesias, en especial en los sectores rurales.
Cuando vivimos en una sociedad de consumo, en que los valores ya no
son aquellos con los que nos formaron; cuando vivimos en una sociedad de
subjetivismo y mentiras, las iglesias -no estamos hablando en favor de una o
de otra, sino de todas- juegan un rol importante, que debe ser reconocido.
Frente a la drogadicción, al alcoholismo y a los vicios que nuestra
sociedad de consumo permanentemente está viviendo, las iglesias
desempeñan una labor que muy pocas veces valoramos. Se ha dicho, con
respeto y admiración, que quienes predican en las calles, en las esquinas o en
los campos no hacen sino contrarrestar esos malos caminos, a los que a veces
nosotros -digo nosotros, porque no debemos mirar hacia el lado; todos somos
siervos, y no de los mejores- somos indiferentes. Debemos reconocer que en
una sociedad de consumo, de competencia, en que todo vale a cambio de
lograr los objetivos, las iglesias juegan un rol relevante.
Por eso, en la doctrina jurídica, la libertad religiosa se considera como un
derecho humano inalienable. No es simplemente una preocupación de carácter
teórico, sino un derecho que tiene la más amplia importancia para la vida
social y cotidiana de las personas que practican un determinado culto o
creencia. Por lo mismo, ha sido reconocido por las legislaciones internas de los
países y por una gran cantidad de convenciones y acuerdos internacionales.
El concepto de libertad religiosa y, por consiguiente, el de libertad de
culto, invoca la existencia de, por lo menos, dos niveles en la autonomía
religiosa individual: la no coacción de las conciencias libres y la actuación
según la propia conciencia dentro de los límites justos que ella determine. Por
ello, es legítimo proponer una legislación adecuada que garantice y proteja
tales libertades religiosas y de culto.
Si bien es cierto que en nuestro país la Constitución Política consagra la
libertad de conciencia, la manifestación de todas las creencias y el ejercicio
libre de todos los cultos que no se opongan a la moral, a las buenas
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costumbres y al orden público, no existen normas jurídicas adecuadas que
faciliten el ejercicio del derecho, de manera de hacerlo eficaz y permitir así el
reconocimiento de las organizaciones sociales que dan origen al ejercicio de
ese derecho constitucional, distinguiéndolas de otras agrupaciones sociales,
gremiales y filosóficas.
Lo anterior requiere, entre otros aspectos, de mecanismos de
constitución de estas agrupaciones religiosas, que impidan la intervención
arbitraria de la autoridad en su proceso de reconocimiento, además de un trato
igualitario en dicho proceso para todas las iglesias y credos que existen en el
país.
Lo señalado no responde a otro imperativo que el democrático, que
exige crear condiciones jurídicas adecuadas para la expresión efectiva de la
pluralidad y riqueza de las creencias religiosas presentes en nuestra sociedad.
Por lo anterior, es necesario distinguir las formas legales en que se
manifiesta la libertad de culto de otras expresiones de la vida social. En este
sentido, considero que la existencia de una iglesia no debe quedar sujeta al
número de sus miembros o a su carácter nacional o local. Además, es
necesario distinguir entre organizaciones religiosas e instituciones gremiales,
deportivas o vecinales, como ocurre hoy, toda vez que el surgimiento de las
iglesias es a partir de experiencias de fe, que el estado debe aceptar y
respetar.
Igualmente, considero importante terminar con la discriminación
respecto de las iglesias protestantes en la celebración de ceremonias oficiales.
Debería invitarse a más de una organización religiosa, porque, de lo contrario,
se estaría reconociendo, de hecho, la existencia de una religión oficial.
El tema de la igualdad y de la libertad de culto en Chile requiere de una
pronta solución. Por lo mismo, apoyaré la idea de legislar en las materias que
hoy nos ocupan y procuraré, en la siguiente etapa de tramitación del proyecto,
que se plasmen en su articulado final las proposiciones que hoy hacemos.
He dicho.
-Aplausos.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Tiene la palabra el
Diputado señor Alvarado.
El señor ALVARADO.- Señor Presidente, sin duda es importante y
satisfactorio para todos nosotros concurrir a la aprobación de este proyecto
que, como se ha señalado, avanza en forma significativa en el trato igualitario
y justo de los distintos credos religiosos.
Por razones históricas y de distinta índole, se conservan aún en Chile
ciertas diferencias entre las iglesias, las que generan discriminaciones
incompatibles con un Estado moderno, respetuoso de las libertades
individuales y tolerante con todas las creencias.
Además, el proyecto hace realidad un importante y justificado anhelo de
distintas iglesias, entre ellas, muy especialmente, de las organizaciones
evangélicas, cuyo trabajo y frutos, a lo largo de nuestra geografía, son
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evidentes.
Desde siempre, los credos religiosos han contribuido a la educación y a
los valores que tanta falta hacen a nuestra sociedad. Su aporte a la educación
y a la formación de nuestra juventud es invaluable y, sin duda, hoy se necesita
como nunca antes en nuestra historia.
En un mundo donde cada día se pierde el sano y natural sentido de lo
que es bueno y malo; en un mundo donde lo relativo parece ser el signo de
nuestro tiempo, cobra vital importancia el valor de organizaciones que hoy,
frente a la invasión incesante de antivalores, a través de los medios de
comunicación, luchan persona a persona, sin recursos y sólo con la fuerza de
su fe, por tener hombres mejores, familias bien constituidas y una juventud
sana, debiendo, en consecuencia, ser reconocido y apreciado ese esfuerzo por
la sociedad.
Este proyecto materializa, además, principios básicos y fundamentales
ya consagrados en nuestro sistema jurídico, especialmente en nuestra
Constitución Política, pero que requerían de una concreción específica y formal
en una iniciativa como ésta.
Desde luego, era fundamental abordar el tema de la concesión de
personalidad jurídica a las distintas organizaciones religiosas, pues en esta
materia existen actualmente diferencias entre los estatutos de las distintas
iglesias, los que, aunque se explican por razones históricas, no se compadecen
con la realidad actual. El principio básico es que la personalidad jurídica no la
otorga el Estado, sino que sólo la reconoce. En este sentido, tal vez sin cumplir
las expectativas de todos, el proyecto avanza en un sentido que me parece
claramente positivo.
Por otra parte, se ha avanzado también en la eliminación de requisitos
para ser reconocido miembro de una orden religiosa, lo que también es
positivo, distinguiendo claramente la vida civil de la espiritual.
La libertad de una sociedad se refleja, entre otras formas, por su grado
de libertad religiosa y por la actitud que el Estado asume frente a una
manifestación tan humana y profunda.
Desde esa perspectiva, nuestra Constitución es enormemente
respetuosa de la libertad de los individuos y de su derecho de asociación. La
libertad religiosa es también un derecho humano fundamental que se
especifica en este proyecto de manera mucho más precisa y completa.
En la zona que represento, Chiloé y Palena, soy testigo del esfuerzo de
las iglesias evangélicas y del bien que hacen a nuestra tierra. Día a día vemos
cómo, desafiando el clima, el aislamiento, muchas veces a pie, en lancha o a
caballo, cumplen con su misión de recuperar hombres para el bien de nuestra
zona y, por qué no decirlo, para el bien de nuestro país.
Por nuestros jóvenes y nuestras familias, por los miles de hombres,
mujeres y niños que han encontrado una respuesta, un camino y una luz
orientadora en los distintos credos, votaré favorablemente esta iniciativa.
He dicho.
-Aplausos.
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El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Tiene la palabra el
Diputado señor Andrés Aylwin.
El señor AYLWIN (don Andrés).- Señor Presidente, la libertad religiosa
es uno de los derechos humanos más importantes y trascendentes. Tal vez por
ello, su conquista ha implicado los mayores sufrimientos, dolores y martirios.
Efectivamente, miles de millones de seres humanos han muerto a través de la
historia sólo por creer en Dios o por no creer en Él, o por adorar a Dios en
forma diferente a lo establecido en un Estado.
Como consecuencia de la suma de estos dolores, se consagró la libertad
religiosa en la Declaración Universal de Derechos Humanos, en el Pacto de San
José de Costa Rica, que es el equivalente a la Declaración de Derechos
Humanos para América, así como en la Declaración sobre eliminación de todas
las formas de intolerancia y discriminación religiosa, de 1981.
En verdad, el proyecto que hoy aprobaremos en la Cámara simplemente
adapta la legislación chilena a la internacional en materia de derechos
humanos. Es la conquista de un grupo que ha sido discriminado dentro de
nuestra sociedad, pero también es la imposición, dentro de nuestra sociedad,
de los criterios que constituyen un mandato ético para toda la humanidad,
establecido en materia de derechos humanos.
Ojalá que otros derechos humanos relacionados con la libertad, con la
igualdad, con la dignidad y con la participación, también los fuéramos
incorporando a nuestra legislación y se produjeran las grandes unidades que
hoy se han establecido en esta Cámara.
Básicamente, está terminando una forma de discriminación con el
pueblo evangélico, ya que mientras la Iglesia Católica tenía una personalidad
jurídica de derecho público, aquél debía atenerse a las normas del Código Civil,
igual que un club deportivo. Ahora simplemente bastará con que inscriban su
escritura en el respectivo registro del Ministerio del Interior. Es lo mismo que
cuando un padre y una madre van a inscribir a su hijo en el Registro Civil. No
nace el niño en el Registro Civil, sino que es producto del amor entre un
hombre y una mujer. También el nacimiento de las iglesias evangélicas y de
todas las iglesias es el producto de la unión de seres humanos para adorar y
amar a Dios, y para hacer obras humanas en favor de sus semejantes.
El pueblo evangélico ha hecho mucho por este país en las cárceles, en
los hospitales y en la lucha contra el alcoholismo y la drogadicción. Creo que se
merece el reconocimiento que hoy se le está haciendo en esta Cámara, pero
también es importante -insisto- que adaptemos nuestra legislación a toda la
normativa humanitaria internacional en materia de derechos humanos.
Señor Presidente, me es imposible resumir en cinco minutos una
intervención que tal vez iba a durar un cuarto de hora. Por eso, sólo quiero
hacer presente que cuando el pueblo evangélico inició las peticiones para que
se tramitara este proyecto, dirigió una carta abierta a las autoridades a través
del Comité de Coordinación Evangélica, que en su parte pertinente dice:
“Nuestra causa es justa, nuestra fe es firme. Hemos trabajado en y por Chile
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durante más de 150 años, en la fe y esperanza de que un día nuestro amado
país reconocerá la verdadera libertad que aporta nuestra dignidad humana
como servidores de Dios. Creemos que este momento ya viene, y por eso
damos gracias al Señor.”
Sólo estamos dando un paso importante para dar respuesta a este
mandato ético y para reconocer el derecho humano fundamental de un sector
de la sociedad que efectivamente había sido discriminado entre nosotros.
He dicho.
-Aplausos.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Tiene la palabra el
Diputado señor René Manuel García.
El señor GARCÍA (don René Manuel).- Señor Presidente, se ha hablado
mucho de este proyecto, respecto del cual puedo decir, con gran orgullo, que
lo voy a votar con mucha fuerza y amor. Lo digo, porque le debo mucho al
pueblo evangélico, que me ha enseñado a conocer muchas verdades.
Algunos se preguntarán por qué me refiero tan bien al pueblo
evangélico. Por una razón muy sencilla: mi señora es evangélica y yo soy
católico.
Estudié en el Colegio Bautista de Temuco, como lo hacen sus hijos,
señor Presidente, y mis hijos. Su señora, al igual que la mía, es ex alumna de
ese colegio.
Por lo tanto, no me quiero referir a lo que dice la ley, sino a esta prueba
que Dios ha puesto al pueblo evangélico, con el objeto de ver si tenía la
suficiente fuerza para continuar adelante a pesar de su discriminación.
Entendiendo la filosofía del pueblo evangélico, sé que ellos no se sienten
discriminados, porque Dios no discrimina a nadie; es el hombre el que no
entendía las enseñanzas de Dios y no había llegado a tener la suficiente
madurez para comprender que todas las religiones conducen invariablemente a
nuestro Dios Supremo. Eso es lo importante y lo que nos llenará de orgullo
votar hoy en esta Sala. Así como Dios pone las autoridades en la tierra,
debemos dar las gracias por tener la oportunidad de decir al pueblo de Chile
que Dios ha entrado en todos nuestros hogares.
No quiero alargar más mi intervención. Sólo deseo agradecer
infinitamente a Dios por haberme permitido llegar a esta Cámara para ser uno
de los que votarán a favor del proyecto.
Quiero aclarar otro concepto que quizás pasó inadvertido. Es la segunda
vez que esta Sala vota un proyecto relacionado con la religión. Antes aprobó la
ley sobre el pueblo indígena, que establece que se respetarán sus cultos,
tradiciones y religión. En consecuencia, también era un pueblo discriminado
por el hombre respecto de su religión, problema que se subsanó, porque otra
vez entró la palabra de Dios a esta Cámara para que tuviéramos la cordura
suficiente y no discrimináramos sobre las bondades que Él tiene con cada uno
de nosotros.
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Porque conozco al pueblo evangélico, votaré con mucha fuerza, ganas y
amor este proyecto.
Gracias a Dios por estar aquí,
He dicho.
-Aplausos.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Tiene la palabra el
Diputado señor Aldo Cornejo.
El señor CORNEJO.- Señor Presidente, junto con otros parlamentarios,
tuve la suerte de trabajar con muchos pastores en la preparación de la
indicación sustitutiva que hoy es materia del proyecto en discusión.
Después de escuchar este extenso y elevado debate, y de haber leído
varias veces en silencio el discurso que tenía preparado para esta ocasión, no
puedo hacer otra cosa que compartir en plenitud lo que ha dicho cada uno de
los señores diputados que me han antecedido en el uso de la palabra. De
manera que, con la intención de contribuir con un aporte, manifiesto, a través
de mi voto favorable, la alegría que sentimos al aprobar un proyecto de esta
naturaleza.
He dicho.
-Aplausos.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Tiene la palabra el
Diputado señor Aníbal Pérez.
El señor PÉREZ (don Aníbal).- Señor Presidente, no quiero ahondar en
conceptos ya vertidos por otros colegas parlamentarios en la Sala acerca de la
trascendencia e importancia que tiene el proyecto para una sana convivencia
nacional. En él no sólo se tocan temas religiosos o espirituales, sino también
sociales y culturales que, obviamente, tienen relevancia en el desarrollo del
país.
Desde ese punto de vista, estoy muy contento y complacido de haber
tenido la oportunidad, como miembro de la Comisión de Constitución,
Legislación y Justicia, de haber participado en la discusión del proyecto y
conversado con integrantes de diferentes iglesias de mi región, Rancagua,
respecto de esta importante iniciativa.
Otros colegas diputados han señalado que el número 6º del artículo 19
de la Constitución Política asegura a todas las personas “La libertad de
conciencia, la manifestación de todas las creencias y el ejercicio libre de todos
los cultos que no se opongan a la moral, a las buenas costumbres o al orden
público.” En consecuencia, cualquier discriminación contra alguna iglesia es
inconstitucional. Sin embargo, hoy, a pesar del texto expreso e inequívoco de
la Constitución de nuestro país, existe discriminación de los cultos religiosos.
Los ejemplos son abundantes y ocurren a diario. A modo de referencia, están
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las capellanías de las Fuerzas Armadas, de Gendarmería y de Investigaciones
que funcionan mediante una ley dictada con anterioridad a la separación entre
la Iglesia y el Estado.
En otro ámbito, ¿cuántas obras públicas se inauguran día a día sólo con
la participación de una iglesia? ¿Eso es o no discriminación? Sí, lo es. También
existe discriminación en la concesión de la personalidad jurídica como
asimismo en la comparecencia a los tribunales de justicia.
El proyecto va a terminar con ese trato tan irritante para muchos
chilenos.
En su oportunidad, con otros parlamentarios manifestamos nuestra
preocupación por el proyecto enviado por el Ejecutivo, en el sentido de legislar
acerca de la constitución jurídica de las iglesias, por cuanto contenía una serie
de elementos que implicaban graves vicios constitucionales. Profundizaba aún
más la discriminación que hoy existe y, evidentemente, alteraba el principio de
separación entre la Iglesia y el Estado.
Por eso, en la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia un grupo
de parlamentarios planteó una indicación sustitutiva que, en el fondo, es un
estatuto de carácter general que norma y regula adecuadamente la
constitución y funcionamiento de las diferentes iglesias y organismos religiosos
en el país. En él se refleja con absoluta claridad lo enunciado en el artículo 19,
número 6, de la Constitución Política; fundamentalmente, el principio de la
igualdad ante la ley. La existencia de religiones de primera o de segunda clase,
no se condice con el país moderno y democrático que todos estamos
empeñados en construir.
Se establece, además, la libertad absoluta de adherir a una religión
determinada; la libertad de los padres para educar a sus hijos en las creencias
religiosas que estimen convenientes y la libertad de no sufrir limitaciones y
discriminaciones por motivos de fe religiosa.
El proyecto también garantiza el acceso igualitario a las instituciones
públicas a representantes de todas las confesiones, especialmente a los
hospitales, cárceles y a las Fuerzas Armadas y de Orden, para que las
personas que pertenecen a dichas instituciones puedan efectivamente ejercer
el derecho a la libertad de culto.
En esta ley marco debe quedar expresamente garantizada también la
autonomía y la organización interna y financiera de todas las iglesias.
El Estado no tiene ningún rol fiscalizador de las actividades religiosas o
confesionales, sino solamente en el ámbito de salvaguardar el orden público, la
moral y las buenas costumbres.
Espero, como Diputado, que esta nueva normativa habrá de introducir
profundos e importantes cambios, criterios y orientaciones en asuntos
confesionales, abarcando todas las nociones religiosas que permitan que en
Chile exista efectivamente verdadera igualdad y libertad de todos los cultos
religiosos.
He dicho.
-Aplausos.
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El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Tiene la palabra el
Diputado señor Bartolucci.
El señor BARTOLUCCI.- Señor Presidente, quiero fundar mi voto
favorable esta tarde mediante un testimonio personal.
Conozco al pueblo evangélico desde hace muchos años. Como alcalde de
Valparaíso, me correspondió trabajar con ellos durante muchísimo tiempo.
Posteriormente, también lo he hecho como Diputado. La presencia del pueblo
evangélico en Valparaíso ha sido determinante. Sus iglesias están en toda la
región: en Esperanza, en Laguna Verde, en Placilla, en Juan Fernández, en Isla
de Pascua, etcétera. He aprendido a conocer al pueblo evangélico, a saber de
su trabajo espiritual y social en beneficio de la población de nuestra ciudad y,
evidentemente, también en beneficio de todo nuestro país.
Por eso, con mucha convicción, votaré favorablemente el proyecto. Creo
que al pueblo evangélico le estamos entregando un instrumento jurídico -tal
vez nosotros no, sino la voluntad del Señor que actúa a través nuestro- que,
aun cuando no lo tuvieron antes, ello no fue obstáculo para cumplir con esa
función que valoro, porque -como dije- la he conocido muy directamente tanto
en mi gestión alcaldicia como de diputado.
Hago votos por que este nuevo status jurídico que le proporcionamos al
pueblo evangélico constituya un refuerzo en su tarea y puedan entonces
entregar más a Chile y a nuestro Valparaíso.
He dicho.
-Aplausos.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Señores
Diputados, en el curso de la sesión me ha correspondido, como Presidente en
ejercicio, presentar numerosas delegaciones del país que nos acompañan en
las tribunas. Excúsenme ahora, porque como diputado por Temuco -también
como Mesa- quiero presentar y saludar, con mucho afecto a la delegación de la
Novena Región encabezada por don Andrés Millanao, Presidente del Consejo
Regional de Pastores, don Exequiel Moreira, vicepresidente, don Leonel
Sepúlveda, director, y don Elías Mercado, miembro de esa delegación.
-Aplausos.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Tiene la palabra el
Diputado señor Rubén Gajardo.
El señor GAJARDO.- Señor Presidente, hemos tenido una larga sesión
en que todos los señores diputados que han intervenido han destacado, de
algún modo u otro, la enorme importancia de esta iniciativa.
Quiero hacer una contribución refiriéndome a la parte jurídica del
proyecto, porque estamos frente a un instrumento que va a ser ley y, en
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consecuencia, va a tener claros y precisos efectos jurídicos. En este sentido,
creo que el proyecto merece ciertos perfeccionamientos, porque hay algunas
disposiciones que son delicadas y noto también ausencias que es necesario
incorporar.
En primer lugar, en el artículo 3º se señala que “El Estado velará para
que las personas desarrollen libremente sus creencias”. Me parece perfecto.
Pero, en seguida agrega lo siguiente: “y promoverá la participación de las
iglesias, confesiones e instituciones religiosas en la consecución del bien
común.” Me parece muy peligroso entregarle al Estado la responsabilidad de
promover acciones en relación con la labor que deben desarrollar las
instituciones religiosas. Creo que esa disposición atenta contra su autonomía y,
mantenerla, en cierta medida contradice el objetivo central del proyecto, cual
es garantizar el ejercicio de la libertad de culto y al mismo tiempo, la
autonomía de las entidades religiosas.
Por eso he presentado una indicación con el objeto de que sea
reemplazada la expresión “promover” por “facilitar”, por cuanto son acciones
distintas. Me parece peligroso “promover”, pero estoy absolutamente de
acuerdo en que el Estado debe facilitar que las entidades, instituciones o
confesiones religiosas puedan realizar acciones de bien común.
En segundo lugar, creo que hay tres aspectos que deben ser
incorporados en el proyecto, para lo cual también he presentado las
respectivas
indicaciones.
Se
parte
de
la
base
-como aquí han señalado especialmente los diputados que informaron el
proyecto- de que estamos en presencia de una ley marco. Es decir, aquí no
hay referencia a legislación anterior que no sea la Constitución Política de la
República. En consecuencia, lo que aquí no se señale no se puede desprender
de otras normas jurídicas. Entonces, echo de menos que se diga de manera
expresa en el proyecto que las entidades religiosas no pueden perseguir fines
de lucro. Recordemos que es una ley marco, por consiguiente, no le aplicamos
el Código Civil, que podría ser la legislación general en materia de personas
jurídicas.
De la misma manera es preciso señalar que existe separación absoluta
entre el patrimonio de la entidad como tal y el de las personas naturales que la
integran. Como consecuencia de lo mismo, también es necesario expresar que
frente al evento de la disolución de la entidad, los bienes tendrán que
destinarse a un objetivo de carácter religioso o social, pero de ninguna manera
pueden ser traspasados a los que integraron la respectiva entidad religiosa.
Presento estas indicaciones con el propósito de perfeccionar el proyecto.
Es nuestra responsabilidad hacer frente a todas las contingencias que
traerá consigo la aplicación de esta ley, y es oportuno prever anticipadamente
las dificultades jurídicas que pueden surgir. Sé que tal vez mi intervención sea
un poco emotiva, pero creo que preocuparse en el Poder Legislativo de
producir una buena legislación es la mejor contribución que podemos hacer a
la causa que en este momento nos compromete, cual es permitir el adecuado
ejercicio, por parte de todos los habitantes del país, de un derecho tan esencial
como el de la libertad religiosa.
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He dicho.
-Aplausos.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Tiene la palabra el
Diputado señor Navarro.
El señor NAVARRO.- Señor Presidente, sin duda, el debate de todo el
día sobre esta iniciativa, también constituye una forma de homenaje al pueblo
evangélico.
Lamentablemente, durante el día ha habido trabajo de comisiones,
especialmente de la Comisión de Enacar, que no nos ha permitido estar
presente durante toda la sesión. En Coronel y Lota el pueblo evangélico es
grande, activo, y sin duda lo que suceda con esa empresa del Estado también
será muy importante para él.
Quiero señalar que las grandes incertidumbres vividas, los borradores de
proyecto de ley, las reuniones, las trasnochadas y los viajes continuos han
terminado. Esta normativa hará efectivo el principio de igualdad ante la ley
respecto del pueblo evangélico. Como lo deseaban los evangélicos, no contiene
definiciones teológicas. Las disputas doctrinales las resuelve la propia iglesia,
así como el canon 129 de la Iglesia Católica define qué es el clero, quién la
gobierna, lo que, sin duda, es muy importante. El proyecto abarca todas las
religiones, la amplia diversidad en su unidad fundamental, como lo han
definido los propios evangélicos, y establece la igualdad entre pares. No
establece privilegios, diferencias, prerrogativas. Como se ha dicho, es una
iniciativa simple, por ello las indicaciones planteadas por el Diputado señor
Gajardo podrán ser aprobadas y votadas de inmediato y en forma unánime en
Sala. No exige membresía única ni máxima para pertenecer o afiliarse: cada
estatuto lo define. Establece la obtención de la personalidad jurídica de manera
expedita y garantiza la no arbitrariedad de la autoridad civil, hecho
fundamental para la autonomía: que no haya arbitrio y posibilidad de
injusticia. Además, dispone que por sentencia ejecutoriada se puede cancelar
la personalidad jurídica. En definitiva, el pueblo evangélico se puede reunir
pública y privadamente. Este hecho frena la intención de un municipio de
evitar en algún momento el culto público, aduciendo que produciría ruidos
molestos, lo cual, en su oportunidad, fue ampliamente rechazado, pues, sin
duda, la prédica evangélica no es ruido molesto y debe ser respetada.
Creo que este largo y sufrido peregrinar del proyecto de ley, ha tenido
un fruto que tal vez no se advierta a simple vista: la unidad del pueblo
evangélico. Este proyecto lo ha obligado a trabajar unido en pos de un objetivo
común, lo cual ha significado un gran avance que posibilita que esa paciencia,
tesón y esfuerzo establezcan que si la ley es insuficiente podamos mejorarla.
Dependerá de la sabiduría, principalmente, de los pastores presentes, de
aquellos que no pudieron venir, del pueblo evangélico y también de los
legisladores, que aquellas imperfecciones, que a la luz de la aplicación de la ley
salgan a flote, puedan ser superadas.
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Pero, en mi opinión, si aprobamos -como espero- este proyecto, hoy no
tenemos un final feliz, sino un comienzo feliz, porque el pueblo evangélico
podrá hacer mucho más de lo que ha hecho hasta ahora. Seguirá trabajando
con fe en su tarea dirigida hacia los pobres y, en definitiva, hacia todo lo que
aquí se le ha reconocido.
Por eso, los socialistas que profesamos los valores de la solidaridad,
honestidad, amistad, los de la no discriminación entre los hombres, que
también son valores del pueblo evangélico, votaremos a favor del proyecto.
En nombre de mi bancada, de mis colegas y mío agradezco al pueblo
evangélico por permitirnos, en este mundo tan difícil, la bonita oportunidad de
hacer un acto de justicia, porque aprobarlo es un acto de justicia para el
pueblo evangélico.
He dicho.
-Aplausos.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Tiene la palabra el
Diputado señor Carlos Dupré.
El señor DUPRÉ.- Señor Presidente, como se ha dicho, no hay duda de
que hoy la Cámara de Diputados, al aprobar este importante proyecto de ley,
está dando un paso fundamental en la generación de condiciones adecuadas
para un mejor desarrollo de la persona humana y de la comunidad nacional,
pues se elevan a la categoría jurídica las garantías para una efectiva libertad
religiosa.
Agradecemos al Presidente de la República y a los parlamentarios que
dieron origen a esta iniciativa, que nos permite a los representantes populares,
con nuestro testimonio de aprobación, plasmar los anhelos de nuestras
comunidades territoriales que diariamente nos demandan caminos para
acrecentar sus libertades, entre las que prioritariamente se encuentra la
libertad religiosa.
Chile, en su caminar exitoso hacia el desarrollo económico, político y
social, también podrá transitar en una sociedad que perfecciona disposiciones y
avanza para garantizar la igualdad de la libertad de conciencia.
Asimismo, damos cumplimiento a los compromisos que nuestro país ha
adquirido ante diferentes organismos internacionales, con la adhesión a
principios contenidos en convenios, aprobados por el Parlamento. Estamos
comprometiéndonos con lo consagrado en el Pacto de San José de Costa Rica y
en el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos aprobado por
Naciones Unidas. Nos obligamos, junto a otros países signatarios, con la
consagración jurídica de libertad de culto, a la libertad para manifestar las
creencias individuales y colectivas, a la libertad para la celebración de ritos,
prácticas religiosas y enseñanzas.
Estamos situándonos en la senda a que se han comprometido los 35
Estados signatarios de la Convención Europea sobre Cooperación y Seguridad,
que incluyeron a la libertad religiosa y el ejercicio de los derechos inherentes a
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ella entre los diez principios fundamentales de la Carta de Helsinki. Es un paso
básico para engrandecer la nación toda, a nuestro pueblo y, naturalmente,
para engrandecernos a nosotros mismos; es un paso grande de adhesión a los
principios elementales de la civilización. Los chilenos somos libres para
comprometernos religiosamente.
El reconocimiento que hoy hacemos permitirá el libre compromiso por la
religión o el culto debido al proceso de reflexión personal y como un
reconocimiento al respeto por el más sagrado derecho individual. Damos una
señal clara de compromiso ético con el desarrollo de la familia y de la
comunidad. Adherimos efectivamente al derecho de los padres a educar
libremente a sus hijos, a darles una formación acorde con los principios a que
adhieren y a orientarlos hacia una convicción religiosa que inspira sus vidas.
Compartimos el diagnóstico de que la persona unida a la religiosidad
forma parte de un ciclo que la engrandece como tal. La persona que así se
compromete, que lucha por su trascendencia, vincula su destino personal al
engrandecimiento de su prójimo y de la comunidad toda.
La aprobación de este proyecto de ley pone en práctica el principio
irrenunciable de hacer de la persona humana el centro de nuestras
preocupaciones. Sabemos que el hombre es la clave que explica y justifica el
universo.
La Cámara está haciendo un importante manifiesto democrático, donde
plasmaremos los principios de libertad, igualdad y fraternidad. Libertad, pues
estamos garantizando el derecho a una oportunidad para que cada chileno
pueda maximizarse a sí mismo; igualdad, ya que aseguraremos el derecho de
cada uno de nosotros para participar, según sus cualidades, fuerzas y
posibilidades, en el esfuerzo común de promover el uno por el otro su futuro
como persona; fraternidad, pues estamos posibilitando una interrelación
orgánica en el desarrollo que buscamos para el universo, para nuestra patria y
para nuestra comunidad.
Como dice un pensador cristiano, el mundo está en desarrollo, y éste
tiene sentido en la medida en que conduzca hacia el espíritu y que el espíritu
sólo se acaba -lo tenemos que reconocer- en el Dios personal.
La iniciativa legal ampara a las personas en el ejercicio de los derechos
de los chilenos, pero tampoco olvidamos que debemos cumplir un deber
legislativo con el Cristo universal.
Votaremos favorablemente el proyecto no sólo por los principios
enunciados, sino también como un reconocimiento satisfactorio de la labor de
las diferentes iglesias y cultos en nuestros distritos electorales. En las comunas
que represento, Estación Central, Cerrillos y Maipú, las iglesias cristianas, los
mormones, se comprometen diariamente con los pobres y desvalidos en la
solidaridad de los comedores populares, en los talleres laborales artesanales,
en la formación de los niños, en las organizaciones juveniles, en los centros de
recuperación de alcohólicos y drogadictos.
Rindo mi mayor homenaje, con mi voto favorable, a estas
organizaciones religiosas que están haciendo tanto por Chile y, en particular,
por sus habitantes, en un momento en que nuestra sociedad requiere de
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relacionar los principios libertarios y los demás inherentes a la persona
humana con las tareas concretas que nos permitan ir superando las debilidades
que aún tenemos como nación.
Estoy contento con este debate, pues constatamos, una vez más, que la
existencia que Dios le entregó al hombre en la tierra puede tener grandes
proyecciones, más allá de nuestros débiles comportamientos, para el futuro
exitoso de Chile y de los chilenos.
He dicho.
-Aplausos.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Tiene la palabra el
Diputado señor Francisco Bayo.
El señor BAYO.- Señor Presidente, es indudable que el proyecto que hoy
analizamos debe ser motivo de orgullo para todos nosotros. No puede ser de
otra manera.
Como se ha remarcado y recordado, estamos debatiendo por primera
vez, con gran altura de miras, una materia tan trascendente como la que tiene
relación con la libertad religiosa.
Parece increíble que hayan transcurrido más de 70 años para encontrar
el camino que permita materializar lo que ya establecía la Carta Fundamental
de 1925. Debe ser resaltado, en este sentido, en gran medida, el papel que le
corresponde a este Poder del Estado. Más de ocho mociones parlamentarias,
presentadas por diferentes colegas, y la iniciativa del Ejecutivo, sujeta a
muchas críticas, como lo recordó un honorable diputado, demuestran un
interés generalizado de legislar sobre la materia y la necesidad de hacerlo a
través de un análisis serio y responsable, lo que ha significado mejorar
sustancialmente los proyectos iniciales.
Es muy diferente el instrumento que hoy analizamos al de 1993, cuando
se inició el debate, y lo es especialmente porque fueron acogidas gran parte de
las proposiciones de las diferentes iglesias y organizaciones religiosas, muchas
de ellas aquí representadas.
Comparto en su plenitud los conceptos de alto contenido valórico, ético y
moral que los parlamentarios que me precedieron han expresado en forma tan
brillante. No es común en la Cámara, política por excelencia, en permanente
controversia, que seamos testigos de la concordancia unánime acerca de los
objetivos superiores que se tratan de lograr.
Dios quiera que este debate y sus resultados contribuyan a eliminar en
forma definitiva de nuestra convivencia nacional las polémicas que, a guisa de
ejemplo, conocemos en el día de hoy por los medios de difusión, relacionadas
con personalidades de Gobierno ligadas a la religión judía. Ése es un problema
que está presente en Chile y que tiene relación directa con lo que estamos
debatiendo.
Por ello, sin lirismos, es necesario destacar lo que se está viviendo.
Estamos reconociendo el derecho humano a la libertad religiosa; estamos
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terminando con las discriminaciones relacionadas con las diferentes vertientes
religiosas y sus organizaciones; estamos haciendo respetar el principio de la
igualdad ante la ley.
Por ello, y porque en el proyecto en análisis se ha escuchado a todos los
actores -lo que constituye un ejemplo de verdadera participación-, lo
votaremos favorablemente, haciendo presente que estamos muy contentos de
ser partícipes del momento histórico que vivimos, como asimismo, de que
también lo sean nuestros distinguidos invitados.
He dicho
-Aplausos.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Tiene la palabra el
Diputado señor Sergio Morales.
El señor MORALES.- Señor Presidente, los parlamentarios del Partido
Radical-Social Demócrata votaremos favorablemente el proyecto con el más
completo agrado, pues constituye un homenaje a la tolerancia, particularmente
a la religiosa, que tantas veces separa a los seres humanos en otras latitudes.
La discusión ha sido de larga data. Más de un siglo de frustrados anhelos
se ven hoy cumplidos gracias al mensaje del ex Presidente Aylwin -ratificado
por Su Excelencia el Presidente de la República, don Eduardo Frei- y al notable
y provechoso trabajo de los integrantes de las distintas comisiones que
estudiaron el proyecto y que, en su conjunto, han dado en esta sesión el fruto
de un democrático análisis, asistidos por personalidades provenientes de
distintos ámbitos religiosos.
La inspiración central del proyecto es terminar con la discriminación a las
iglesias evangélicas que, aun cuando son de menor cuantía que la católica, con
su ejercicio entregan un valioso aporte a nuestra sociedad a través del culto y
de actividades relacionadas. Muchas veces, sus integrantes se dedican a
recuperar a quienes caen en la degradación humana, a promover la educación
o la sana recreación, como la música y la práctica de otras artes.
Quienes somos racionalistas por doctrina, celebramos que se haga
cumplir, por intermedio de este proceso legislativo, el artículo 19, Nº 6, de la
Constitución Política. Ya la Carta Fundamental de 1925 estableció en su
artículo 10, Nº 2, lo que se conoce como la doctrina de la libertad religiosa,
considerada un derecho humano inalienable.
Como lo manifestó en la Sala el Ministro del Interior, don Carlos
Figueroa, el Estado chileno está recogiendo, a través de esta propuesta, los
planteamientos de diversas vertientes religiosas, a fin de buscar fórmulas
jurídicas que faciliten el ejercicio de este derecho y lo perfeccionen legalmente.
Eso se está cumpliendo a cabalidad.
La presencia de representantes de distintas iglesias evangélicas en
nuestras tribunas, que en forma espontánea han manifestado su apoyo a esta
iniciativa presidencial, refrendada por las comisiones de Derechos Humanos,
Constitución, Legislación y Justicia, y Hacienda y, seguramente, hoy por esta
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Sala, nos hacen retrotraernos y recordar la figura del reverendo David
Trumbull, luchador incansable de la libertad de culto, la más sagrada de las
libertades, en su tiempo desconocida. Fue un crítico muy duro de la clase
dirigente de su época, a la que tildaba de materialista y acusaba de gobernar
el país pensando sólo en sus intereses particulares y no en el bienestar general
de la nación.
El Partido Radical de aquella época fue adalid en la tarea de separar la
Iglesia del Estado y, por lo tanto, en terminar con la injerencia de aquélla
sobre el Estado y la política nacional. Luego, sobrevino un proceso que tuvo su
punto cúlmine en 1925, con la promulgación de la Constitución Política, cuyo
artículo 10, Nº 2, establecía que “Las iglesias, las confesiones e instituciones
religiosas de cualquier culto tendrán los derechos que otorgan y reconocen,
con respecto a los bienes, las leyes actualmente en vigor;” y aseguraba a
todos los habitantes de la República “La manifestación de todas las creencias,
la libertad de conciencia y el ejercicio libre de todos los cultos que no se
opongan a la moral, a las buenas costumbres o al orden público,”.
Eso ya es pasado. El presente está aquí, en esta Sala, que hoy debate
este tema tan trascendental, que, en definitiva, garantizará el ejercicio público
y privado de la libertad religiosa.
Para los humanistas laicos, en general, y para el Partido Radical-Social
Demócrata, en particular, el hito que marca hoy la Cámara de Diputados
merece el amplio reconocimiento de la comunidad nacional.
He dicho.
-Aplausos.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Tiene la palabra el
Diputado señor Errázuriz.
El señor ERRÁZURIZ.- Señor Presidente, en la antigua Roma, el
derecho y la religión estaban muy vinculados. Tan unidos, que los deudores no
garantizaban el pago de sus obligaciones con sus bienes, sino con su persona.
Así se evitaba que, en caso de incumplimiento, los bienes del deudor pasaran
al acreedor y la familia del deudor careciera de bienes para rendir culto a los
dioses y a sus antepasados. Aún más, las primeras formas de obligarse
implicaron ceremonias tan rituales, que semejaban cultos religiosos. Así, por
ejemplo, la ceremonia “per aes et libram”, consistente en una balanza, piezas
de cobre que se pesaban en ella, un librepens que pesaba el cobre y cinco
testigos sirvió como forma de contraer obligaciones y aun, de hacer
testamento.
Los bienes más preciados de los romanos eran los vinculados a la
agricultura. Se les llamó “cosas mancipi”. Eran los esclavos, los animales de
tiro y carga, las servidumbres rústicas y los fundos itálicos. Para desprenderse
de estos bienes, se exigieron formas solemnes y se requirieron modos del
derecho civil de transferir el dominio. Así se dificultaba su transferencia y se
evitaba que los ciudadanos romanos quedaran sin bienes para rendir culto a
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los dioses y a sus antepasados.
La religión y el derecho permitieron que los romanos se transformaran
en los juristas más destacados de la historia. Su derecho se aplicó en Francia
hasta el Código de Napoleón, y en Irlanda hasta 1956. Era el derecho
justiniano, vigente desde el siglo VI d.C. el que recogió el derecho pretorio y lo
proyectó en el tiempo.
Sin embargo, hubo tres fenómenos históricos que pusieron término, en
el curso de los siglos posteriores, a la unidad religiosa, a la unidad política y al
régimen económico. La unidad religiosa terminó en 1521, con Lutero, cuyos
efectos se expandieron por el mundo entero, dando inicio a la proliferación de
diversas religiones y credos. Los sistemas políticos tradicionales hicieron crisis
en 1789 con la Revolución francesa, cuyos efectos también tuvieron
repercusión universal. Por último, el sistema económico imperante en el
mundo sufrió un fuerte golpe con la Revolución rusa, de 1917, cuyas
consecuencias de materialismo se extendieron a todo el mundo.
Desde el primer fenómeno histórico mencionado -Martín Lutero-, han
transcurrido ya 475 años. En este período, son muchas las creencias religiosas
que se han ido desarrollando en el mundo. La mayoría de ellas han estimulado
el desarrollo de valores espirituales destinados a perfeccionar al ser humano.
En nuestro país, hemos sido testigos de cómo, frente a un flagelo tan
reciente como la droga, especialmente en poblaciones de sectores periféricos,
diversos credos han dado una lucha sin cuartel contra quienes pretenden
destruir a las personas y a sus familias.
Nuestra Constitución Política, en su artículo 19, Nº 6, garantiza la
libertad religiosa y de culto. El término “garantiza”, que es el mismo empleado
en la Constitución de 1925, refleja que la libertad religiosa y de culto no es un
derecho que otorgue la Constitución. Ésta se limita a garantizarlo. Es la mejor
prueba de que nuestro ordenamiento jurídico no es positivista. Si creyéramos
que la Constitución es la norma suprema y sobre ella no hay nada, el día que
un grupo de legisladores enfermara de la cabeza y aprobara una reforma que
dispusiera que deben morir todos los primogénitos, habría que obedecerla. Sin
embargo, por encima de la Constitución Política está el derecho natural, que es
Dios en el hombre. Es la naturaleza humana. Ningún legislador puede dictar
una norma que atente contra la naturaleza humana. De ahí, entonces, que la
Constitución se limite a garantizar la libertad religiosa y de culto, pues no las
otorga. Sin embargo, diversos credos y cultos reclamaban un trato igualitario.
La norma constitucional no pasaba de ser teoría pues, en la práctica, existía
discriminación.
El proyecto de ley que hoy examinamos garantiza adecuadamente esa
libertad religiosa y de culto. Cuando en su artículo 2º señala que “ninguna
persona podrá ser discriminada en virtud de sus creencias religiosas, ni
tampoco podrán éstas invocarse como motivo para anular, restringir o afectar
la igualdad consagrada en la Constitución”, no hay contradicción con lo que
establece el artículo 12 del mismo. En virtud de este artículo, a los ministros
de culto de una iglesia, confesión o institución religiosa que acrediten su
calidad de tales, se les otorgan los beneficios jurídicos que señalan los artículos
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360, Nº 1; 361, Nºs 1 y 3; y 362 del Código de Procedimiento Civil, así como
el beneficio del artículo 201, Nº 2, del Código de Procedimiento Penal.
¿A qué se refieren estas normas?
El artículo 360, Nº 1, del Código de Procedimiento Civil señala que “no
serán obligados a declarar los eclesiásticos, abogados, escribanos,
procuradores, médicos y matronas, sobre hechos que se les hayan comunicado
confidencialmente con ocasión de su estado, profesión u oficio”. Ahora, se
agregan los ministros de las entidades religiosas de que trata esta ley.
El artículo 361, Nº 1, del mismo código enumera quiénes no están
obligados a concurrir personalmente a declarar al tribunal que los cite,
permitiendo que puedan prestar su declaración por medio de informes. Se
trata del Presidente de la República, ministros de Estado, parlamentarios,
subsecretarios, intendentes, gobernadores, alcaldes, autoridades judiciales, de
las Fuerzas Armadas y autoridades religiosas, desde el arzobispo hasta los
párrocos. Pueden declarar por oficio. Con esta ley, el beneficio señalado se
hace extensivo a los ministros del culto de las entidades religiosas a que se
refiere esta ley.
El Nº 3 del mismo artículo 361 del Código de Procedimiento Civil otorga
el beneficio indicado a los religiosos, incluso a los novicios.
El artículo 362 faculta para declarar por oficio.
El artículo 201, Nº 2, del Código Penal, y que por un error en el informe
se le menciona como artículo 202, establece que no están obligados a declarar
“Nº 2 Aquellas personas que, por su estado, profesión o función legal, como el
abogado, médico o confesor, tienen el deber de guardar el secreto que se les
haya confiado, pero únicamente en lo que se refiere a dicho secreto.”
Los referidos beneficios no se oponen a la igualdad ante la ley,
consagrada en la Constitución y en ese mismo cuerpo legal, porque ellos no se
encuentran establecidos en favor de personas, sino de cargos. Cuando se
prescribe que un parlamentario, un ministro de Estado o el Presidente de la
República gozan de estos mismos privilegios, se alude a su condición de
autoridades y no a su calidad o a su condición personal. El ministro de un
culto, en su calidad de ministro, posee los beneficios que señalan las
disposiciones legales citadas.
En la Comisión se discutió largamente si las donaciones que se hicieran a
las entidades religiosas consagradas en esta ley debían estar afectas al trámite
de insinuación. Éste consiste en la obligación de obtener autorización judicial
para hacer donaciones que excedan de cierto límite. El origen de la insinuación
también lo encontramos en Roma. Para evitar que las personas donaran todos
sus bienes y la familia quedara sin recursos para rendir culto, se estableció la
insinuación, que consistía en la obligación de anotar en un registro público la
donación que excediera cierto límite. Si no se insinuaba, sólo valía hasta ese
límite. El Diputado Gutenberg Martínez planteó que había sido testigo de cómo
una familia se arruinó porque el jefe de hogar había donado, en vida, todos sus
bienes a una entidad religiosa. Fue así como la Comisión estimó que hasta 25
unidades tributarias mensuales, esto es, unos $ 430.000 de hoy, no era
necesario insinuar las donaciones a entidades religiosas.
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Se discutió también el alcance del inciso segundo del artículo 16, que
dice: “Los templos y sus dependencias destinados exclusivamente al servicio
de un culto, estarán exentos de toda clase de contribuciones”. Hay muchas
entidades religiosas cuyos ministros viven en el mismo templo. ¿Significa esto
que la casa del ministro, que forma parte del templo, tendría que pagar
contribuciones? Hubo consenso en que no, lo que, si bien quedó consignado en
la Comisión, deseo reiterarlo en esta Sala para la historia fidedigna de la ley.
Aún más, lo normal es que una persona que es ministro de un culto, en la
misma casa en que vive destine una parte de su casa o construya un templo
para rendir el culto.
No podría terminar esta intervención sin destacar, de un modo muy
especial, algo que señalaba de paso anteriormente: la lucha contra la droga
desatada por muchas entidades religiosas y el fomento de valores y principios
en las personas y en las familias. Soy católico y procuro ser lo más observante
posible. Pero debo reconocer que el hecho de que una persona que postula a
un trabajo diga que es evangélico o que pertenece a alguna de las entidades
religiosas a las que se refiere esta ley, de inmediato se considera que
constituye garantía de seriedad, de responsabilidad, de honestidad. Esto
debiera llevarnos a los católicos a reflexionar y mejorar nuestra conducta, así
como a ser más consecuentes con los principios básicos de nuestra religión.
La importancia de esta ley en tramitación está en que la religión
constituye un modo de vida de las personas. Luego de muchos años de una
cierta frialdad religiosa, el enorme crecimiento experimentado en las últimas
décadas por muchos credos -como lo vemos en La Pintana, Puente Alto y el
resto del país- no se compadecía con la discriminación para la existencia legal
de algunos credos. ¡Cuántas veces concurrimos al Ministerio de Justicia para
tramitar la personalidad jurídica de corporaciones de Puente Alto y de La
Pintana! Hasta fuimos amenazados con la pérdida de nuestro cargo por actuar
en trámites administrativos. ¿Cómo no íbamos a colaborar, en circunstancias
de que la contratación de un abogado significaría un gasto que la Iglesia no
estaba en condiciones de afrontar?
Me alegro profundamente de esta ley, que viene a hacer justicia a una
norma constitucional que era teórica. Quienes conocemos a los diversos credos
evangélicos; quienes hemos estado año a año en sus Te Deum; quienes hemos
aprendido a estimar a sus pastores y a sus fieles, no podemos menos de
alegrarnos con una ley que viene a hacer justicia a una situación injusta que se
venía arrastrando desde hacía ya mucho tiempo. ¡Qué Dios los bendiga!
He dicho.
-Aplausos.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Tiene la palabra el
Diputado señor Balbontín.
El señor BALBONTÍN.- Señor Presidente, como creyente, agradezco a
Dios y a la Patria haber podido estar presente en esta sesión, que todos hemos
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considerado histórica y en la cual hemos compartido las ideas más importantes
del proyecto. Creo que obedece a una maduración de un proceso cultural
religioso que consagra la tolerancia, el respeto y el pluralismo. Además,
termina con una espina clavada en el alma de Chile; con una discriminación de
hecho a las iglesias cristianas evangélicas, pentecostales o protestantes. Un
obstáculo a la convivencia espiritual que se expresaba con disimulo, pero que
no por esto, tenía menor fuerza.
Esto es una obra construida entre todos. Por eso, felicito a la Institución
del Congreso Nacional el que hayamos tenido la capacidad para consagrar
principios jurídicos que traducen la voluntad popular llevándola a la realidad
con mayor efectividad y eficacia.
Reconozco al mismo tiempo la apertura que ha tenido la Iglesia Católica
para completar su ecumenismo y no poner trabas a un proceso tan importante
para la paz en el alma de Chile. Se abre así la posibilidad para la construcción
de una sociedad más humana, más organizada, más tolerante y por ende, más
madura.
Por lo tanto, hoy doy fe del compromiso moral que adquirí con nuestros
hermanos cristianos, compartiendo con ellos en muchos de sus templos su
forma de adorar a Dios y testimonio para hacer justicia, da expresión libre a
las diversas formas de religiosidad que no atenten contra la moral, la cultura y
las buenas costumbres.
En consecuencia, este acto es histórico, por su trascendencia moral.
Para muchos la religión consiste en dar un sentido trascendente a la vida de
cada cual. Hoy colaboramos a hacer trascendente la vida del país al reconocer
socialmente el aporte de las distintas iglesias.
Celebro el hecho de que estemos dando lugar a que se consagre el
principio del derecho inalienable de la persona humana, establecido en la
Declaración Universal de Derechos Humanos.
Termino señalando dos cosas.
En primer lugar sí, concretamos la libertad como expresión del espíritu
sin obstáculos, y sí junto a ello damos lugar a la justicia consagrando un
principio de igualdad religiosa; puede haber conflicto y colisión. Ambos no
serían posible sin el amor y la fraternidad que dan lugar precisamente al
encuentro de todos, también de los hermanos cristianos y no creyentes.
Finalmente, dejo constancia que comparto las indicaciones que
presentamos con el Diputado señor Gajardo y que permiten perfeccionar este
texto.
He dicho.
-Aplausos.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Para terminar el
debate, tiene la palabra la Diputada señorita María Antonieta Saa.
La señorita SAA.- Señor Presidente, me toca poner término a este
debate que, por lo demás, ha sido más bien una reflexión y, por intermedio de
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su Señoría, agradecer y pedir disculpas a los pastores presentes por lo largo de
esta reflexión, ya que hay consenso.
Esto ha sido un rito y una liturgia democrática, donde, a través de este
proyecto, hemos podido poner en práctica un principio democrático
importante, ya que no todos son tan evidentes. Hoy estamos ampliando las
libertades y poniendo en ejercicio la igualdad. La libertad y la igualdad, al igual
que la fraternidad y la solidaridad, son los principios fundamentales de la
democracia.
Estamos haciendo justicia a un gran número de chilenos. Gracias a su
acción ciudadana y de lucha por sus derechos, hoy, en democracia, hemos
podido ampliar estos aspectos de libertad e igualdad.
Espero, al igual que mi partido, que esta ley sea efectiva, que sirva para
los propósitos que nos hemos puesto y, sobre todo, que participemos unidos
en la tarea que nos queda en esta sociedad: seguir ampliando la democracia y
las libertades y continuar implementando la igualdad de oportunidades.
Por su intermedio, señor Presidente, pido al pueblo evangélico que
luchemos juntos para que esta ley sea efectiva, y para que, a través de su
práctica, se logre el ensanchamiento de la libertad y de la democracia, para así
hacer que nuestra sociedad chilena sea más tolerante, porque tolerar es, de
alguna manera, aceptar las creencias y verdades de otros. Hagamos una
sociedad respetuosa del pluralismo, de la diversidad, del respeto al otro,
práctica a la que, muchas veces, renunciamos todos los días. Sin embargo,
tenemos que avanzar.
Quiero representar un pensamiento laico, no creyente, pero
tremendamente respetuoso de la dimensión religiosa y espiritual que tanto
bien le hace al mundo. Creo que la oportunidad que nos ha dado el pueblo
evangélico, a través de su ejemplar acción ciudadana de lucha por sus
derechos, nos permite -en este rito y liturgia democrática que hoy hemos
hecho- ampliar estos principios fundamentales de la democracia, como son la
libertad y la igualdad.
He dicho.
-Aplausos.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- De esta manera se
pone término al debate en general del proyecto.
Los señores Diputados que estaban inscritos para hacer uso de la
palabra y no alcanzaron a hacerlo, tienen plazo hasta el martes próximo para
insertar sus discursos en el boletín respectivo, conforme a lo acordado por los
Comités. Son los siguientes: la Diputada señora Evelyn Matthei y los Diputados
señores Coloma, García-Huidobro, Soria, Cantero, Martínez, don Rosauro;
Kuschel, Cardemil, Longton, Álvarez-Salamanca, Munizaga, Villegas, Ascencio,
Sabag, Fuentealba, Acuña, Villouta, Gutiérrez, Ortiz, De la Maza, Silva, Seguel
y los miembros de la Mesa que, por razones obvias, tampoco pudimos hacer
uso de la palabra, además de los señores Diputados que así lo deseen, quienes
podrán requerirlo en este momento en Secretaría para quedar inscritos, tal
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como lo están solicitando la Diputada señora Cristi y los Diputados señores
Montes y Masferrer; la señora Rebolledo, los señores Rocha, Valenzuela y
Encina; la señora Martita Wörner y el señor Arancibia. Reitero que todos los
diputados que lo estimen conveniente podrán pedir la inserción de sus
discursos.
-En conformidad con el artículo 85 del Reglamento, y con el acuerdo
adoptado en esta sesión, se insertan los siguientes discursos:
El señor ASCENCIO.- Señor Presidente, permítame compartir con mis
honorables colegas y los ciudadanos que hoy asisten a esta Cámara de
Diputados, los sentimientos que me marcan profundamente al participar en
esta discusión.
Como persona creyente en un ser superior, siento un gran orgullo de ser
uno de quienes tienen el honor de decidir sobre la Ley de libertad religiosa y de
culto.
Así como el Constituyente de 1925 debió estar seguro de que tomaba
parte de un momento histórico, al establecer la separación de la Iglesia
Católica y del Estado chileno, nosotros, honorables colegas, podemos tener la
misma intuición, ya que despacharemos un proyecto que, al transformarse en
ley, contribuirá enormemente al fortalecimiento espiritual de nuestro país. No
puede entenderse de otro modo una ley que crea condiciones para que los
diversos credos religiosos tengan la necesaria expresión institucional que su
misión requiere.
Quiero además evitar que el tiempo transcurrido desde que ingresó el
mensaje a la honorable Cámara, nos impida tener presentes a quienes, con su
visión, nos entregaron la responsabilidad de tratar esta materia. Estoy
pensando no sólo en el ex Presidente de la República, don Patricio Aylwin
Azócar, bajo cuya gestión se gestó este proyecto, y en su equipo de ministros
que lo acompañaron en esta tarea. Pienso también en los integrantes de la
comisión especial creada por dicha Administración para asesorar al Gobierno
en el estudio y redacción de un proyecto de ley relativo a estas materias.
Pienso también en las autoridades del actual Gobierno. En lo que a la libertad
religiosa y de culto respecta, todo ellos pueden sentir el orgullo que surge del
saber que el deber ha sido cumplido. Y exitosamente.
El alma de Chile, tan sacudida por los lamentables episodios de nuestro
pasado reciente, que aún hoy recordamos con dolor, necesita de una actividad
espiritual fuerte, y al estado le corresponde garantizar este derecho. Eso, y no
otra cosa, es lo que hoy cumplimos.
El proyecto de ley que hoy nos convoca, será aprobado por esta
honorable Cámara, en atención a que su entrada en vigor significará que
nuestros compatriotas podrán disponer, sin trabas innecesarias, de la
posibilidad de hacer efectivo un derecho consagrado en la Constitución Política:
la libertad de conciencia, la manifestación de todas las creencias y el ejercicio
libre de todos los cultos que no se opongan a la moral, a las buenas
costumbres o al orden público.
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Sin duda que esta futura ley corregirá una situación que hoy, a todas
luces, es discriminatoria. La constitución de una entidad religiosa no es, desde
ningún aspecto, equiparable a la de otras organizaciones intermedias de la
sociedad, como son los clubes deportivos, organizaciones sindicales, de
profesionales, de bienestar, etcétera. No sólo persiguen objetivos distintos,
sino que también son de una jerarquía diferente: ocupan lugares muy distintos
en el desarrollo integral de la persona humana. Por ello, es necesario
diferenciar, desde un punto de vista legal, jurídico y legislativo, el tratamiento
que reciben las entidades religiosas y estas otras organizaciones.
Sin perjuicio de manifestarme por la aprobación del proyecto y de
compartir plenamente los discursos de los señores diputados, deseo detenerme
en algunos aspectos que creo perfectibles.
El proyecto que hoy discutimos, en su artículo 11, inciso tercero, impide
a las personas procesadas o condenadas por crimen o simple delito, suscribir
actas de constitución de una entidad religiosa, como, asimismo, ser uno de sus
directores. Esta disposición no sólo revela una discriminación que, por
injustificada, resulta odiosa, sino que también concede valor jurídico a un
supuesto incomprensible: que las actitudes erradas del pasado alejan de la
posibilidad de tener un encuentro profundo con Dios.
Para los cristianos, el solo ejemplo del Cristo crucificado entre dos
ladrones, y la promesa de la vida eterna al arrepentido, debiera bastarnos
como argumento para rechazar esta limitación que establece el proyecto. Para
los no cristianos, la fe en la rehabilitación debiera ser suficiente para reparar
en lo injusto de mantener esta propuesta.
En segundo término, quisiera rescatar del proyecto original la
explicitación de la posibilidad de la asistencia religiosa tanto a quienes son
miembros de las Fuerzas Armadas, de Orden y de Gendarmería, como a
quienes se encuentran en centros o establecimientos penitenciarios,
hospitalarios, asistenciales, educacionales y otros análogos del sector público.
En estos espacios sociales, donde el Estado puede orientar normas de la
convivencia, podemos predicar con el ejemplo sobre las verdaderas
implicancias de la libertad religiosa y de culto. Bueno sería renunciar a su
mención en la ley.
Un tercer aspecto que me parece importante mencionar, se refiere a la
necesidad de proteger en especial a la comunidad de los propios creyentes de
una confesión determinada, de cualquier eventual desvío de los principios que
motivaron a un grupo de personas a constituirse en entidad religiosa. Permitir
que esta función recaiga en el Estado, a través del Ministerio de Justicia, como
lo indicara oportunamente el Ejecutivo, me parece pertinente con los fines que
se persiguen, como esencial medida de protección de las propias entidades
religiosas.
De la lectura de esta propuesta, hoy no considerada, no se puede sino
concluir que ella busca salvaguardar los intereses de una comunidad, y no
ofrecer al poder civil artimañas para interferir en discusiones teológicas, sobre
las cuales no se puede desconocer la autonomía de la propia entidad religiosa.
Finalmente, creo que deberíamos haber excluido los incisos segundo y
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tercero del artículo octavo.
El primero introduce en este cuerpo legal actividades tan ajenas a las
entidades religiosas, como las prácticas mágicas, supersticiosas, espiritistas y
otras, cuya sola mención menoscaba gratuitamente a las entidades religiosas
que funcionan en Chile, las cuales han destacado por su permanente
contribución a contar con personas cada vez más comprometidas con su
realidad y el destino de sus semejantes.
El otro inciso en cuestión, al prohibir la existencia de entidades o el
desarrollo de actividades destinadas al satanismo, conlleva una pretensión
inútil: la creencia de que por ley se puede desterrar de nuestras fronteras, la
acción del demonio. Sin duda que ello, lamentablemente, no es posible.
Por lo mismo, quisiera concluir con una solicitud a todas las personas
religiosas de nuestro país, para que, con su actuar, sigan tras la bella utopía
que ninguna ley podrá concretar: la de construir un país donde el egoísmo,
arma fundamental para el demonio, no encuentre espacio entre tanto amor y
solidaridad.
He dicho.
El señor BARRUETO.- Señor Presidente, dentro de la infinidad de
materias que nuestra Cámara debe estudiar y resolver, pocas veces se nos da
la oportunidad de tratar problemas de tanta trascendencia y profundidad como
la que hoy nos congrega. Este es, verdaderamente, un momento de
especialísima significación, pues nos toca pronunciarnos sobre una dimensión
de la persona humana que contiene lo más íntimo de su realidad y, en algunas
veces, sobre aquello que más define su existencia, cual es la dimensión
trascendental que se expresa, en este caso, en la adhesión y pertenencia a un
culto religioso y al derecho a poder desarrollarse en él y, además, de llevar su
mensaje a quien quiera recibirlo.
Esta realidad permite, además, que nos introduzcamos en una visión
amplia y concreta de los derechos humanos. En efecto, durante muchos años
en nuestro país, especialmente por las circunstancias dictatoriales que
vivíamos, se tuvo una concepción restringida de este derecho, extensible
solamente a aquellos que afectaban más directamente la vida de las personas:
el “derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona; nadie será
sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes”
(Artículos 3 y 5 de la Declaración Universal de Derechos Humanos).
En democracia, y como una necesidad inherente a ella, la
responsabilidad colectiva lleva a que los derechos humanos se apliquen sin
restricción en su más amplia concepción; esta sentencia no sólo tiene validez
desde el punto de vista jurídico, sino también, por sobre todo, afecta al ser
humano en sus más amplias facultades y necesidades de realización humana y
espiritual. Y esto es lo que ha conquistado el mundo religioso en su sentido
más amplio: su pleno derecho a realizar su aspiración de vida y su plena
esperanza a expandir su credo.
En este sentido, expreso mi cariño y admiración a aquellos chilenos que
profesan estos credos y que, en el esfuerzo cotidiano y sacrificado, han llegado
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a los rincones más apartados de nuestro país abriendo un camino de consuelo
y fe espiritual para miles de chilenos.
Este proyecto, señor Presidente, pone fin a un largo proceso de
discriminación que ha afectado a diversas religiones durante los últimos años y
que les ha impedido desarrollar sus finalidades propias. En efecto, genera un
rango que las iguala a la Iglesia Católica. Termina, de este modo, con la
injusta diferenciación que ha dificultado su crecimiento y termina una batalla
que han dado algunas iglesias por más de doscientos años.
Aun cuando este proyecto deja pendientes algunos aspectos,
especialmente el ejercicio libre de la religión al interior de las fuerzas armadas,
pues lo impide la ley de capellanías, y la enseñanza de la religión -cualquiera
que ella sea- en los establecimientos educacionales públicos por razones
ajenas a la libertad religiosa, como pueden ser las presupuestarias, lo cierto es
que este proyecto cautela notablemente el derecho de las organizaciones
religiosas en cuanto les permite ejercer su ministerio en ámbitos que les
estaban vedados.
En la historia de esta iniciativa, no podemos dejar de mencionar que ella
surgió primitivamente a partir de una moción del Diputado señor Edmundo
Salas, la que posteriormente fue profundizada por los Diputados señores
Octavio Jara, Sergio Aguiló y quien habla. Nos alegramos, pues, infinitamente,
de que esta Corporación, después de un trabajo legislativo que se inició en
1993, haya refundido en esta ley marco el esfuerzo conjunto del Ejecutivo,
legisladores, pastores y diversas organizaciones religiosas.
Finalmente, señor Presidente, quisiera enviar mis saludos a todo
aquellos chilenos que profesan diferentes religiones, agradecerles su paciencia
centenaria para lograr lo que este proyecto contiene y, por qué no decirlo,
darles nuestra excusas, porque no hay razón valedera para haber postergado
durante tantos años el reconocimiento de un derecho que es de la naturaleza
humana.
He dicho.
La señora CRISTI.- Señor Presidente, el presente proyecto de ley viene
a llenar uno de los vacíos existentes en nuestra legislación que, considerando
nuestro prestigio como nación libertaria y pluralista, era urgente subsanar.
Efectivamente, y respondiendo a los legítimos deseos expresados por diversos
grupos religiosos, la iniciativa de Gobierno tiene por propósito buscar fórmulas
jurídicas que faciliten el ejercicio del derecho a la libertad religiosa. De una u
otra manera, este ejercicio se estimaba restringido.
La Constitución Política del Estado, en su artículo 19, N° 6, asegura a
todas las personas la libertad de conciencia, la manifestación de todas las
creencias y el ejercicio libre de todos los cultos que no se opongan a la moral,
a las buenas costumbres o al orden público.
En virtud de esa disposición, nuestra institucionalidad confirma la
libertad religiosa como un derecho natural; por tanto, un derecho humano, que
responde, primero, a la necesidad manifiesta del hombre de asociar la
existencia a una fuerza superior, que garantice la trascendencia del espíritu y
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una aproximación a la verdad; y, segundo, al derecho ciudadano a informarse
y a decidir individual y voluntariamente acerca de cuál es el fin de nuestra
presencia en la historia y actuar en coherencia con tal decisión.
Así, la libertad religiosa trasciende el marco legal para insertarse en el
ámbito del destino moral del hombre. Sin embargo, y tal como se señala en el
estudio realizado por la comisión especial que asesoró al Gobierno en la
redacción del presente proyecto de ley, el estatuto jurídico vigente sujetaba a
las entidades religiosas a las disposiciones del derecho común, pues no existían
normas especiales que regularan su constitución y funcionamiento. Ello
dificultaba el ejercicio de los derechos protegidos por el artículo 19 de nuestra
Constitución. Tal vez esto se deba a que las proclamaciones genéricas de
grandes valores del tipo “libertad”, “igualdad”, etc., aunque pretenden ser
plenamente normativas, contienen un grado tal de abstracción que resultan
escasamente operativas en la práctica.
A pesar de que en Chile no se tienen antecedentes de conflictos políticos
suscitados por razones religiosas, hay quienes interpretan el hecho de que el
libre culto se vea entorpecido indirectamente, como una señal de presión en
favor de determinadas creencias. Conviene aquí recordar la advertencia que
hace John Locke en su “Carta sobre la tolerancia” cuando señala que “la unidad
de fe y de culto no es presupuesto necesario para la vida del Estado”. La
persecución, o, como sucede a menudo en estos días, la discriminación, es
anticristiana, es decir, equivale a negar los preceptos de la religión mayoritaria
en el mundo.
El culto religioso, cualquiera que sea su origen, presupone un proceso
humano íntimo, emotivo e inteligente. En ese sentido, y sin perjuicio de que
por razones históricas, culturales y sociales, la religión católica es mayoritaria
en Chile e inspira en gran manera nuestra idiosincrasia, resulta digno de
destacar el rol que otras religiones han desempeñado en nuestro país. Sin ir
más lejos, los diputados aquí presentes hemos sido testigos de la labor integral
que un gran número de iglesias evangélicas instituidas en Chile, cumplen en
beneficio de la comunidad, especialmente en los sectores más populares.
Como representante en esta Sala de las comunas de Peñalolén y La
Reina, puedo dar fe de la experiencia que he podido presenciar en ese sector,
en el que además de fortalecer la dimensión espiritual de sus miembros y
promover la búsqueda del ser supremo a través del culto religioso, las iglesias
evangélicas allí establecidas han sembrado la semilla del bien, difundiendo un
sistema de vida consagrada a la familia, a la comunidad, a la nación y a la
institución que los cobija.
Al mismo tiempo, las mencionadas órdenes religiosas han cultivado el
orden físico, síquico y social de sus fieles, luchando incansablemente en contra
de flagelos como el alcoholismo, la drogadicción, la violencia intrafamiliar, el
abuso sexual, la prostitución, etc.
Ese estilo particular de acercar el hombre a Dios, esa vocación práctica
que caracteriza a las iglesias de origen protestante, cuya llegada a Chile se
remonta al siglo pasado como parte del patrimonio que traían consigo los
colonos alemanes, ingleses, holandeses, entre otros, han permitido mejorar
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ostensiblemente la calidad de vida de numerosas familias chilenas, las que han
visto, en su organización religiosa, el espejo que los ha guiado para superar
sus propias carencias, sean éstas espirituales, sociales, familiares, laborales o
económicas.
En Peñalolén, las instituciones religiosas, especialmente las evangélicas,
constituyen uno de los estamentos sociales más participativos del orden cívico
comunal. Sin lugar a dudas, la responsabilidad y seriedad con la que han
asumido su misión evangelizadora, y el compromiso que manifiestan para
difundir el mensaje de Jesús, les ha permitido ganarse el respeto no sólo de los
vecinos, sino también el de las autoridades.
En virtud de ese indesmentible legado, amén de las garantías
constitucionales antes mencionadas, nos parecía inconveniente e ilegítimo
someter a las organizaciones religiosas a los predicamentos de una legislación
incompleta y, en cierto modo, discriminadora.
Especialmente dignas de destacar son aquellas disposiciones del
proyecto que dejan fuera de la aplicación de esta ley a las entidades y a las
actividades relacionadas con el estudio y experimentación de fenómenos
psíquicos o parasicológicos, prácticas mágicas, supersticiosas, espiritistas u
otras.
Asimismo, resulta alentadora la prohibición expresa a la existencia o el
desarrollo de actividades destinadas al satanismo, considerando los inciertos y
riesgosos caminos que en ocasiones pueden guiar los pasos de aquellos más
vulnerables, especialmente los más jóvenes, o de quienes por distintas razones
sufren la desesperanza y la más incierta de las soledades.
De hecho, los medios de comunicación ya han cumplido con alertarnos
frente a este tipo de organizaciones, que, entre otras consecuencias, han
causado muerte, destrucción y la violación de los más sagrados símbolos. Hago
propicia esta oportunidad para sugerir la participación de las propias
organizaciones religiosas en la labor de fiscalización que garantice el
cumplimiento de lo dispuesto en este sentido por la ley, en resguardo de la
tranquilidad ciudadana y del orden moral universal, aquel que va más allá de
una determinada creencia divina.
Hago sinceros votos por el pleno éxito y pronta publicación del proyecto
que hoy nos convoca.
He dicho.
El señor ENCINA.- Señor Presidente, el proyecto de ley que está
discutiendo esta honorable Cámara es, en nuestra opinión, de vital
importancia, por cuanto regulariza y normaliza la constitución y
funcionamiento de todas las iglesias y organizaciones religiosas que
actualmente existen en el país, y también de aquellas que puedan surgir en el
futuro.
Para ello, se busca precisar con claridad el derecho consagrado en la
Constitución de 1980 en la misma forma en que lo hacía la Constitución de
1925, de todas las personas a la libertad de conciencia, y a manifestar sus
creencias y ejercer todos los cultos que no se opongan a la moral, a las buenas
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costumbres o al orden público.
De esta forma, se estableció que todas las confesiones religiosas podrían
erigir y conservar templos u otras dependencias, en las condiciones de
seguridad e higiene que fija la ley. Las confesiones religiosas tendrían todos los
derechos que la ley vigente otorga y reconoce respecto de sus bienes, y sus
templos y dependencias estarían exentos de todo tributo.
Con ello, nuestra Carta Fundamental recogió el derecho a la libertad de
culto consagrado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y cuyo
texto define con precisión como el derecho que todo ser humano tiene a la
libertad de pensamiento, conciencia y religión, incluyendo la libertad de
cambiar de religión o creencia, y a manifestarlas libremente a través de la
enseñanza y la práctica de sus ritos y su culto, en forma individual o colectiva,
ya sea en público o en privado.
El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, también suscrito
por nuestro país, es aún más explícito al momento de definir este derecho.
Precisa que no se podrán aplicar medidas coercitivas que menoscaben el
derecho de las personas a tener o adoptar la religión o creencia de su elección.
Esta libertad sólo estará sujeta a las limitaciones previstas por la ley para
proteger el orden, la moral pública, la seguridad y la salud de las personas, o
los derechos y libertades de los demás.
El mismo Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos reconoce y
garantiza el derecho de los padres, o en su caso de los tutores, a dar a los
hijos una educación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias
convicciones o creencias. También hace especial mención de las minorías
étnicas, religiosas o lingüísticas y señala en su artículo 27 que los estados no
podrán negar a las personas que componen esas minorías el derecho a tener
su propia vida cultural, a emplear su propio idioma, y a profesar y practicar su
propia religión.
Estas normas fueron posteriormente reafirmadas por la suscripción de
Chile de la Convención Americana de Derechos Humanos, cuyo articulado
ratifica los puntos mencionados con anterioridad.
La Iglesia Católica también se ha sumado al reconocimiento de este
derecho, como lo demuestran las palabras del Papa Juan XIII en su encíclica
Pacem in Terris (Paz en la Tierra). Allí, el Santo Padre señala que “todo ser
humano tiene derecho a la libertad en la búsqueda de la verdad y, dentro de
los límites del orden moral y del bien común, a la libertad en la manifestación y
difusión del pensamiento.” Luego hace extensivo este derecho a “la libertad de
dar culto a Dios, y de profesar privada y públicamente la religión, de acuerdo
con los dictámenes de la propia conciencia.”
De lo anterior se deduce que la libertad de religión y de culto es un
derecho esencial e inalienable, estrechamente ligado a las distintas
expresiones personales y colectivas de la vida cotidiana de los individuos y de
la sociedad. Se trata, como hemos dicho, de un derecho ampliamente
reconocido por nuestra Carta Fundamental y por distintas normativas
internacionales suscritas por nuestro país.
Sin embargo, la normativa jurídica vigente para las organizaciones
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religiosas, que las subordina a las normas del Derecho Común, en lugar de
propiciar el ejercicio del derecho a profesar libremente una fe y un culto
religioso, tiende a trabarlo o dificultarlo. Se trata de corregir esto, que no es
resultado de una legislación implementada para tal efecto, sino del desajuste
existente entre la ley y nuestra Carta Fundamental.
Esto motivó a S.E. el Presidente de la República, don Eduardo Frei RuizTagle, a enviar el mensaje que dio origen al proyecto de ley que hoy estamos
discutiendo, con miras a su aprobación y envío al Senado. Con ello se está
respondiendo al incesante llamado que han estado haciendo las iglesias
cristianas evangélicas y demás organizaciones religiosas existentes en el país,
en el sentido de implementar una legislación que les permita constituirse y
funcionar en forma fluida, de modo de ejercer en plenitud su legítimo derecho
a profesar su fe y practicar su culto.
Este proyecto de ley reconoce explícitamente ese derecho, estableciendo
normas para amparar debidamente la libertad de conciencia en lo que se
refiere al pensamiento religioso y al culto, normalizando los mecanismos de
constitución y funcionamiento de las iglesias y organizaciones, que son los
titulares de estos derechos esenciales. Para ello se simplifica el trámite de
obtención de personalidad jurídica, y se regula, mediante un procedimiento
expedito, la organización y funcionamiento tanto de aquellas que ya la habían
obtenido como de las que habían visto denegada en el pasado su solicitud para
obtener dicha personalidad jurídica.
Con lo anterior, se reconoce y establece plenamente el derecho de todas
las iglesias y organizaciones religiosas con personalidad jurídica a crear
instituciones educacionales y corporaciones autónomas sin fines de lucro, y a
crear medios de comunicación impresos o electrónicos destinados a hacer
pública y a difundir su fe.
Es importante señalar que esto no significa menoscabo de los derechos
de la Iglesia Católica, sino la extensión de esos derechos a todas las iglesias y
organizaciones religiosas que actualmente existen en el país, y a aquellas que
puedan surgir en el futuro. Se trata de la primera oportunidad, en la amplia
historia legislativa de Chile, que el espectro del pensamiento religioso y sus
manifestaciones públicas es abarcado en todos sus distintos aspectos orgánicos
y funcionales, desde una perspectiva igualitaria y orientada al logro del bien
común.
Por eso, para terminar, señor Presidente, hago un llamado a todos los
colegas, diputadas y diputados, a aprobar este proyecto que profundiza el
concepto de igualdad ante la ley, principio básico y fundamental del Derecho
Público. Con ello se estará haciendo justicia a cientos de miles de chilenas y
chilenos que forman parte de las distintas iglesias y organizaciones religiosas
existentes a lo largo del país, y avanzado en la consolidación de la igualdad
ante la justicia que consagra nuestra Carta Fundamental.
He dicho.
El señor GARCÍA (don José).- Señor Presidente, con profunda alegría
expreso mi apoyo al proyecto de ley que establece normas sobre la
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constitución jurídica y funcionamiento de las iglesias y organizaciones
religiosas, ya que concreta la disposición constitucional del artículo 19, Nº 6,
de nuestra Carta Fundamental, que garantiza la libertad de conciencia, la
manifestación de todas las creencias y el ejercicio libre de todos los cultos que
no se opongan a la moral, a las buenas costumbres o al orden público.
Este proyecto viene a hacer justicia a la intensa y fecunda labor
espiritual y social que han desarrollado en nuestro país las iglesias cristianas
evangélicas, desde los albores mismos de nuestra nación, cuando don
Bernardo O’Higgins trajo a Chile a don Diego Thompson, primer evangélico que
llega al país, y a quien, en reconocimiento a la extraordinaria labor educacional
desarrollada, se le confirió la ciudadanía chilena.
Esta labor espiritual y de desarrollo social ha sido especialmente
relevante en la región de la Araucanía, en su capital Temuco, y en la comuna
de Padre Las Casas, a las que represento en esta honorable Cámara. Allí
cumplen una encomiable tarea antiguos y prestigiados establecimientos
educacionales y de salud, nacidos bajo la inspiración de notables
personalidades evangélicas; fue en la región de la Araucanía donde cumplió su
labor pacificadora Charles Sadler, misionero anglicano, conocido como el
mapuche rubio por su labor de intermediación entre mapuches y el Ejército
chileno; fue en Temuco donde Guillermo McDonald fundó el Colegio Bautista en
los albores del presente siglo, mientras William Wilson fundaba otro
establecimiento educacional en Cholchol, donde además, junto a su esposa,
realizó una hermosa y humanitaria obra de salud.
Por estas razones, la ciudad de Temuco, a iniciativa del concejal don
José Zamora Silva, ha nominado varias de sus calles con nombres de
misioneros evangélicos. Cabe destacar particularmente que una de sus
avenidas lleve el nombre del reformador protestante Martín Lutero.
El proyecto que nos ocupa contiene dos grupos de disposiciones o ideas
centrales, las que apuntan, en síntesis, a establecer normas que reconozcan
las libertades de conciencia en lo religioso y de culto, y que regulen el
funcionamiento de las iglesias y organizaciones religiosas.
Un aspecto importante que el proyecto no resuelve y que el Ejecutivo
debiera recoger, es el referido a la enseñanza religiosa, dado que en muchos
establecimientos educacionales, por falta de recursos, no se hace realidad la
libre elección a que tienen derecho los padres sobre la formación religiosa de
sus hijos. Al existir financiamiento para un solo profesor de religión,
generalmente se adopta la religión que mayoritariamente señalan los padres,
por lo cual un importante porcentaje de alumnos debe optar entre no recibir
clases de religión o asimilarse a la que otros padres han elegido. Se vulnera así
el derecho a la libre elección. Ésta es una materia que con buena voluntad, con
algunos recursos adicionales y con el compromiso de las propias iglesias
cristianas evangélicas, se debiera resolver favorablemente, y espero que así se
haga durante la discusión en particular de esta iniciativa que, reitero, cuenta
con todo mi apoyo.
He dicho.
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El señor GUTIÉRREZ.- Señor Presidente, tengo el honor de haber
suscrito, junto a un grupo destacado de diputados de la Comisión de Derechos
Humanos, el proyecto de ley que ahora se discute en esta Sala, sobre la
“Constitución Jurídica y funcionamiento de las Iglesias y Organizaciones
religiosas.”
El debate que hemos escuchado esta tarde no puede ser más alentador,
ya que, al parecer, el proyecto será aprobado por amplia mayoría. Ello refleja
la nueva época que estamos viviendo en el país, caracterizada por la
superación de los dogmatismos, de los criterios sectarios y el predominio de la
comprensión y de la tolerancia por sobre la discriminación que a nada conduce.
Este proyecto se apoya en criterios de justicia e igualdad, pero en una
materia que es fundamental en el ser humano, como lo son sus convicciones
religiosas. Y no hay duda de que el camino para alcanzar este consenso que se
está logrando hoy y del cual participan todas las corrientes políticas, ha sido
largo, lleno de dudas, temores y prejuicios.
Sin embargo, estamos hoy transitando de la desigualdad jurídica entre
las distintas confesiones religiosas a la igualdad, y de la intolerancia a una
mayor libertad y tolerancia. No podía ser de otro modo, cuando estamos
terminando el siglo XX y nos asomamos ya al siglo XXI, que pondrá al ser
humano ante nuevos desafíos. La verdad es que un importante número de
iglesias evangélicas venían pidiendo desde hace mucho tiempo un tratamiento
legal y jurídico en igualdad de condiciones con el resto de las iglesias. Sentían
que eran tratados de una manera injusta, que no se avenía con su condición
de chilenos y de hombres de fe.
Por ello, el Gobierno se decidió a avanzar en el desarrollo de esta
libertad fundamental, que es la libertad religiosa, considerada un derecho
humano inalienable.
Desde las más remotas épocas, el ser humano ha luchado por que se le
respete este derecho, para tener una religión según sus propias convicciones y
para practicar el culto que su conciencia le dicte. A lo largo de la historia se
han generado trágicas guerras por la defensa de este derecho esencial. Ningún
gobierno, ni la más atroz de las tiranías, han podido vencer esta convicción
íntima propia de la persona humana.
La iniciativa del Gobierno de don Patricio Aylwin, renovada por el
Presidente Frei, significa que el Estado de Chile acoge estos anhelos y se
decide a corregir estas discriminaciones que, en estos tiempos que estamos
viviendo, no tienen ninguna justificación y ningún fundamento. Por ello, existe
hoy unanimidad en reconocer esta igualdad y este derecho a la libertad de
culto que se está pidiendo. El debate se ha centrado sólo en rememorar y
condenar períodos de discriminación, claramente superados, y en tratar
aspectos formales, como lo es si la definición jurídica es de derecho público o
de derecho privado, o una definición apropiada de Iglesia. Pero el principio
esencial de que cada hombre tiene derecho a creer o no en un ser superior, a
rendirle culto y a organizarse para ello, ya no es discutido, y ése es el paso
fundamental que se está dando ahora.
No hay duda de que el texto de la ley que se está estudiando pasará a
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ser un documento fundamental en todo lo que se refiere a la libertad de cultos,
y será objeto de continuas referencias, estudios y citas en el futuro. Por ello,
este momento se ha calificado como hito histórico y lo es, ciertamente. Por
primera vez el tema religioso se aborda en nuestro país de manera integral y
con la amplitud que él requiere. Por primera vez se ha escuchado la opinión de
todas las iglesias y confesiones religiosas existentes en el país, concordando
con ellas los contenidos principales del proyecto.
Asumiendo la importancia de la materia, el texto enviado por el
Ejecutivo fue minuciosamente estudiado, tanto por la Comisión de Derechos
Humanos, como por la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia. En su
estudio han participado destacados parlamentarios de todas las tendencias, y
finalmente se ha concordado en un texto, que es el que ahora se estudia.
Se trata de un documento simple, esencialmente jurídico, que no invade
materias teológicas propias de cada culto. El proyecto complementa los
principios constitucionales de libertad de culto, facilita la organización de las
iglesias, les concede a todas por igual los privilegios tributarios. A mi juicio, los
aspectos esenciales de lo que será la nueva ley son los artículos 6° y 9°. El 6º
porque es la esencia del proyecto y se refiere a la explicitación y
profundización de la libertad religiosa, señalando que, en el caso de este
derecho, toda persona tiene la facultad de:
-Profesar la creencia religiosa que libremente elija, o no profesar
ninguna, manifestarla libremente o abstenerse de hacerlo, o cambiar o
abandonar la que observaba.
-Practicar su culto en privado o en público.
-Recibir asistencia religiosa, y recibir e impartir enseñanza religiosa por
cualquier medio.
-Reunirse y asociarse para desarrollar sus actividades religiosas.
El artículo 9° es el que mayormente innova en cuanto a la existencia
legal de las entidades religiosas: crea un procedimiento nuevo para la
adquisición de la personalidad jurídica. El requisito esencial consiste en la
inscripción, en el Registro Público que debe llevar el Ministerio de Justicia, de la
escritura pública en que consten los estatutos y el acta de la respectiva
institución. Hay un plazo de 90 días para formular objeciones y, finalmente, la
publicación, en el Diario Oficial, de un extracto del acta de constitución.
Desde que quede a firme la inscripción en el Registro Público, la entidad
religiosa gozará de personalidad jurídica de derecho público, por el solo
ministerio de la ley. En este mismo concepto de entidades de derecho público,
se encuentran todas las iglesias en el país, de tal modo que no se produce
ninguna discriminación. Naturalmente, el texto se refiere también a otras
materias, como lo son el régimen patrimonial y las disposiciones generales
sobre la disolución de estas organizaciones.
Si estas disposiciones son aprobadas por la Cámara de Diputados y el
Senado, no hay duda de que se habrá dado un paso trascendente en la
creación de una nueva sociedad, respetuosa por igual de todas las creencias y,
por consiguiente, más unida y solidaria.
He dicho.
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El señor HERNÁNDEZ.- Señor Presidente, la libertad de conciencia, la
manifestación de las creencias y el ejercicio libre de todos los cultos, se
encuentran
suficientemente
garantizados
por
nuestro
ordenamiento
institucional. Así lo establece el Nº 6 del artículo 19 de la Constitución Política
de la República.
Esta libertad, que en el conjunto de sus manifestaciones constituye lo
que en doctrina se reconoce como la libertad religiosa, es considerada un
derecho humano inalienable y así está consagrada en el artículo 18 de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Sin embargo, de un tiempo a esta parte se ha venido representando
crecientemente por diversos grupos religiosos la idea de promover y buscar
formas jurídicas que faciliten el ejercicio del derecho de la libertad religiosa en
nuestro país, el que se estima de alguna manera restringido o dificultado.
Este anhelo fue acogido con el envío de este proyecto de ley, en cuyo
mensaje Su Excelencia el Presidente de la República expresa que “la libertad
religiosa más allá de ser una preocupación teórica de jurisconsultos, filósofos,
teólogos y otros especialistas, es un derecho que tiene las más amplias y
determinantes expresiones en la vida social y en la cotidianidad de las
existencias individuales y colectivas.”
Durante la discusión de este proyecto han sido escuchados diversos
representantes de las Iglesias Evangélicas de nuestro país, de la Iglesia
Católica y otras personalidades de la vida nacional vinculadas a este tema. Sus
opiniones, sin lugar a dudas, han enriquecido la idea original enviada por el
Ejecutivo; pero lo más importante es el reconocimiento de que, a través de
este proyecto, se ha tratado por primera vez en la historia legislativa de
nuestro país el fenómeno religioso en su globalidad y analizado de manera
unitaria.
En relación con el proyecto propiamente tal, sólo quisiera referirme a
dos aspectos muy puntuales: en el capítulo II, Libertad religiosa y de culto,
artículo 6º, letra c), al expresar que toda persona tiene la facultad de “recibir
asistencia religiosa de su propia confesión en donde quiera que se encuentre”,
está acogiendo, sin lugar a dudas, una sentida aspiración del mundo de las
iglesias evangélicas. Sin embargo, quisiera expresar que esta norma, si no
cuenta con el apoyo decidido del Estado para impartir las instrucciones que
correspondan para que esto se implemente adecuadamente, puede
transformarse en letra muerta, lo que provocaría una profunda frustración.
Sólo quiero llamar la atención respecto de ello.
En el mismo artículo 6º, letra d), también se acoge otra sentida
aspiración de las iglesias evangélicas, cual es “recibir e impartir enseñanza o
información religiosa por cualquier medio; elegir para sí -y los padres para los
menores no emancipados y los guardadores para los incapaces bajo su tuición
y cuidado-, la educación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias
convicciones.”
Sin lugar a dudas, es un avance importante en la sentida aspiración del
mundo evangélico el que los programas de educación contemplen en la
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asignatura de Religión la enseñanza de su doctrina. No es tarea fácil, pues
exige un cambio radical en la concepción de estos programas y también exige
recursos para su implementación. Confío en que, con el transcurso del tiempo,
la voluntad de todos expresada en la discusión de este proyecto de ley y el
compromiso asumido por el Gobierno signifiquen que se abran los espacios y,
en los programas de educación, la religión sea considerada con el mayor
pluralismo.
El conocimiento y discusión de este proyecto de ley me ha permitido
establecer un estrecho vínculo con diversas organizaciones religiosas de mi
región, especialmente iglesias evangélicas; tuve el privilegio de ser invitado a
un encuentro de pastores en la ciudad de Temuco, donde me interioricé de la
gran importancia que le asignaban a este proyecto de ley. Eso me motivó a
tomar el tema y seguirlo; y es así como también he tenido el privilegio de ser
recibido y escuchado por diferentes organizaciones religiosas de mi distrito,
con quienes hemos analizado en conjunto este proyecto de ley, compartido la
información existente y reflexionado acerca de la importancia que este tema
reviste no sólo para las iglesias, sino para el país en su conjunto. Nadie puede
desconocer la importante labor que todas las iglesias realizan en nuestro país,
su constante preocupación para los marginados y débiles de la sociedad, sus
permanentes campañas de bien público, asumiendo desafíos importantes como
el combate contra la drogadicción, el alcoholismo y otros, pero principalmente
llevando una palabra esperanzadora, con contenidos valóricos, donde se realza
el ser por sobre el tener y donde se da un sentido de trascendencia a la vida
humana, elemento imprescindible en una sociedad tan cargada de
materialismo.
Un reconocimiento muy especial en mi condición de parlamentario de
una zona rural por la labor que las iglesias tanto católicas como evangélicas
realizan con la gente de nuestros campos. Asumir la tarea de la ruralidad es un
imperativo ético y por ello valoro en su más alto significado la importante labor
que las iglesias realizan en nuestro mundo rural.
Señor Presidente, estimados colegas, la aprobación de este proyecto de
ley es, en mi opinión, un paso efectivo en la construcción de un Chile con
justicia, con equidad, con solidaridad. Por ello, junto con anunciar mi voto
favorable, os invito a que lo aprobemos unánimemente.
He dicho.
El señor HUENCHUMILLA.- Señor Presidente, uno de los temas en la
construcción histórica de nuestra nacionalidad, ha sido el que relaciona a la
libertad de religión con los espacios necesarios para que los chilenos podamos
expresar, de manera libre y responsable, nuestras relaciones con el universo
de lo espiritual.
La historia nos enseña que si bien nuestra nacionalidad emergió
asentada en espacios simbólicos propuestos por el cristianismo en su versión
católica, la presencia de otras manifestaciones cúlticas comenzó a abrir
espacios a la necesaria pluralidad que hoy caracteriza a la sociedad chilena, a
nuestro país. De esta integración plural a que me refiero, dan cuenta múltiples
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entidades religiosas que, existiendo legalmente o de hecho, convierten la
realidad social en una experiencia de hermoso testimonio en favor de la
libertad.
Dos hechos históricos son particularmente contribuyentes a una nueva
percepción de la libertad que hoy nos ocupa. Me refiero a la nueva lectura que
desde el Concilio Vaticano ha realizado la Iglesia Católica, la que sin
desprenderse de la tradición que la responsabiliza frente al cristianismo,
propugna un efectivo ejercicio en los espacios propios de la libertad de religión,
a la que yo no dudo en designar como la reina de las libertades. También me
refiero, en el marco de la pluralidad, a la presencia de otras manifestaciones
religiosas, entre las que destaco, con admiración y respeto, a las vertientes
evangélicas y protestantes.
La Constitución de 1833 fijó el oficialismo de la religión católica
respondiendo a lo que era el contexto histórico del siglo pasado. Pero la
innegable presencia del protestantismo evangélico llevó al Estado chileno, vía
su Poder Legislativo, en 1865, a la dictación de una ley interpretativa del texto
constitucional, que dio el primer y decisivo paso legal para la pluralización
religiosa de la sociedad chilena.
En 1925, la nueva Carta Fundamental que se acordara, separó a la
Iglesia del Estado, lo que si bien fue un hito formidable en el respeto a las
libertades de religión, culto y conciencia, no implicó cambios visibles en la
práctica real del mundo espiritual chileno, porque la Iglesia Católica en el
hecho, continuó sus funciones en tanto Iglesia Oficial. Mientras tanto, las
iglesias protestantes y evangélicas, además de otros grupos religiosos
minoritarios, obtenían existencia legal como corporaciones de derecho privado
sin fines de lucro al tenor de las disposiciones del Código Civil, hoy resumidas
en el llamado decreto reglamentario Nº 110, de Justicia.
Mi experiencia jurídica, no ajena a mi construcción de fe cristiana, me
lleva a considerar que la fórmula de existencia legal de las iglesias no católicas,
en tanto corporaciones de derecho privado sin fines de lucro, si bien fue una
solución transitoria, representa una especie de legitimación de espacios de
tolerancia religiosa que no se compadecen con el sentido profundo del debido
respeto a las expresiones más fundamentales del alma humana. Por ello, el día
de hoy, que concreta iniciativas del Presidente de la República, don Eduardo
Frei; del ex Presidente don Patricio Aylwin, y de los parlamentarios que,
unánimemente, estamos convocados por la idea de legislar en favor de la
justicia y de la perfección de este derecho humano fundamental, constituye un
día histórico que nos da la posibilidad de concretar los anhelos de tantos que
dejaron sus vidas en el camino por construir esta libertad.
Cuando hablo de libertad de religión, estoy usando la nomenclatura del
derecho moderno en esta materia, teniendo presente que la libertad no es
religiosa, sino de religión, como lo menciona la Declaración Universal de los
Derechos Humanos. Por lo mismo, y entendido el análisis más técnico de la
materia, quiero destacar que elementos esenciales consecutivos de la libertad
de religión son aquellos que la reconocen como una libertad de tipo social y de
tipo interpersonal. Al mencionarla como de tipo social es necesario distinguir
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un sujeto activo que la ejerce en el totus social (lo humano considerado como
género), y un sujeto pasivo conminado a su respeto en tanto ella es expresión
religiosa de los “otros”; este sujeto pasivo está constituido por la sociedad
humana general exterior al sujeto activo mismo.
Consecuencialmente, es todo el género humano quien debe observar
respeto a la libertad de religión en su componente social; y quienes deben
respetar, también, la libertad del otro por referencia a la propia, serán el
individuo y el grupo social (me refiero al principio de alteridad correspondiente
a todo tipo de derecho humano). Entonces, esta libertad, constituida en
Derecho Social, debe excluirse de las posibilidades de compulsión jurídica,
física o de cualquier tipo de coerción.
Referirme a la libertad de religión es afirmar, como lo he dicho, que
estamos frente a un derecho humano básico, y recordar que los derechos
humanos se basan en el reclamo creciente de la humanidad, y en este caso de
los chilenos, por vivir una existencia en la que la dignidad de las personas
reciba respeto y protección.
Respecto del proyecto mismo, quiero hacer las siguientes
consideraciones:
1. Es necesario afinar la terminología jurídica para hablar de libertad de religión,
en lugar de libertad religiosa. Insisto en sostener que la libertad de religión es
técnicamente, una libertad de composición plural, que se integra, por ejemplo,
con la concurrencia de las libertades de conciencia, de cultos, de reunión, de
asociación, de opinión y otras.
2. El texto que se nos ha propuesto discutir responde positivamente a la
necesidad de perfeccionar el ejercicio legal de la libertad que nos ocupa. Sin
embargo, hay algunas cuestiones importantes que exigen una atención
especial. Entre ellas, estimo que el ejercicio de la diversidad religiosa en los
Institutos Armados, de Orden, Investigaciones y Gendarmería, debe
expresarse textualmente en el articulado del proyecto.
Me preocupan particularmente los incisos segundo y tercero del artículo
8º del proyecto, cuando se excluye del ámbito de aplicación a entidades y
prácticas relacionadas... “con el estudio y experimentación de fenómenos
psíquicos o parapsicológicos, prácticas mágicas, supersticiosas, espiritistas u
otras de naturaleza ajena o diferentes al conocimiento y culto religiosos”, y la
redacción dada a la prohibición de “existencia de entidades o el desarrollo de
actividades destinadas al satanismo”. Aparte de que, en mi opinión, es
necesario corregir la redacción del texto que se analiza, estos dos incisos
pueden provocar consecuencias imprevistas si se tienen presentes las
situaciones que detallo:
a) No se fija quién hará las calificaciones excluyentes. Esta sola carencia hace
inoperante la exclusión, porque, además, no se define claramente el universo
religioso protegido por la propuesta legislativa. Un análisis somero de lo
expresamente excluido asienta errores básicos que, a título ejemplar, dejan sin
protección a las religiones mapuche, rapa-nui, aymara, huilliche y otras por el
simple expediente de que estos grupos étnicos tienen en sus prácticas
religiosas, técnicamente, concepciones animistas, psíquicas, supersticiosas,
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mágicas, etc.
b) Esta misma exclusión sería aplicable a entidades religiosas supuestamente
protegidas por este proyecto de ley. También a título ejemplar, y para hacer
correspondiente mi preocupación, debo decir que es un hecho objetivo y
científico el que la glosolalia (hablar en lenguas), las manifestaciones de orden
carismático, las celebraciones litúrgicas y reuniones cúlticas que expresan
“posiciones espirituales” (ejemplo, danzas místicas en estado de posesión
“espiritual”) que son de común ocurrencia en iglesias evangélicas y católicas
(en este caso me refiero a los grupos carismáticos), también pueden definirse
como actividades que se corresponden con aquellas proscritas por el artículo
en comento. Aquí no se trata de una discusión teológica sobre la presencia o
no del Espíritu Santo, sino de la expresión jurídica colectiva que solucione
problemas en dirección de la libertad, características que, por lo menos en este
caso, no se están dando. De no corregirse las situaciones que represento, la
futura ley adolecerá de carencias graves, que pueden llevar a conflictos
internos y externos, en tanto que los perjudicados podrían reclamar de las
restricciones dichas al menor tenor de una especie de persecución religiosa.
c) Respecto de la proscripción de actividades con el satanismo, estimo que
tratándose -las prácticas de adoración al demonio- de conductas claramente
atentatorias de la dignidad humana y, más aún, de delitos graves, su control
debe quedar sujeto a las normas del Derecho Penal y al ejercicio de la
actividad o autoridad que calificará lo que es demonizado o no. Con ello, se
provocaría una carencia grave que puede desatar conflictos insolubles,
teniendo en cuenta que la “demonización” de las conductas de otros es una
recurrida práctica en el menoscabo de aquello que no coincide con la propia
doctrina.
3. En el artículo 6º del proyecto, letra b), se habla de “conmemorar sus
festividades y celebrar sus ritos matrimoniales”. Aquí no hay una definición que
permita leer que aquella “conmemoración” se refiera a festividades religiosas.
Tampoco se precisa lo que significa la celebración de “sus ritos matrimoniales”,
y podríamos encontrarnos con un principio legal de restitución del “matrimonio
religioso”, que fue en el pasado como lo saben los chilenos, un campo de
álgidas discusiones en el terreno legal.
4. Finalmente, deseo llamar la atención sobre la naturaleza jurídica que se daría a
las organizaciones religiosas. Creo que sería más prudente crear una persona
jurídica especial denominada “Persona jurídica religiosa”, que evite la enorme,
permanente y difícil discusión que hemos tenido en el pasado, y que
seguramente tendremos en el futuro, respecto de si debe ser de derecho
público o de derecho privado.
Es obvio que una organización religiosa no pueda asimilarse a la
naturaleza de derecho privado como si fuera un club deportivo, como sucede
actualmente. Pero una persona de derecho público supone perseguir líneas
propias del Estado, control administrativo, potestad pública, organización
pública y extinción por medio de una ley. Si queremos que este proyecto se
convierta en ley, sugiero soslayar dicha discusión, y crear una persona jurídica
especial referida específicamente a las organizaciones religiosas.
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Creo que este debate honra al Parlamento chileno, porque lo hemos
hecho abierto, con franqueza, con especial cariño y contando con tantos líderes
religiosos presentes, quienes expresan la rica diversidad del pueblo evangélico.
He dicho.
El señor HURTADO.- Señor Presidente, luego de las intervenciones de
mis colegas, que prácticamente han señalado todo lo que se puede decir en
torno a este proyecto, quisiera manifestar mi coincidencia con la mayoría de
ellas, como asimismo hacer resaltar lo que a mi juicio es lo más destacable de
este proyecto.
Sin lugar a dudas, lo primero es que esta Cámara da un paso importante
para evitar o aminorar los antagonismos que nuestra sociedad
lamentablemente contiene, y avanza en el anhelo compartido de ir a un Chile
más cohesionado.
También hay que destacar el que se repara una situación, por muchos
años, injusta, ya que la labor benéfica de estas iglesias, en muchos lugares,
era retribuida por nuestro Estado con un tratamiento discriminatorio hacia
ellas, lo que, evidentemente, es un sentimiento lejano que no refleja la
idiosincrasia de nuestro pueblo.
Este proyecto no hace otra cosa que reflejar jurídicamente lo que es el
sentir mayoritario de los chilenos que respetan y valoran la libertad religiosa.
Soy testigo de la enorme labor de las iglesias evangélicas en favor de
muchas localidades rurales de nuestro país y, particularmente, de las más
pobres, en donde su único afán es el fortalecimiento de las virtudes y la
templanza de los hombres frente a la adversidad.
He visto cómo muchas personas que participan en estas iglesias logran
vencer sus vicios y renacen en vida escapando de las drogas y del alcohol.
De más está extenderme en las razones que ameritan la aprobación de
este proyecto. Simplemente, es de justicia y lo votaré favorablemente.
He dicho.
El señor KUSCHEL.- Señor Presidente, sólo deseo adherirme,
brevemente, a las expresiones de don Maximiano Errázuriz, don Andrés
Allamand y don Luis Valentín Ferrada.
En mi distrito no sólo la Iglesia Católica trabaja por el alma, el espíritu,
la salvación y la recuperación de tanta gente. Deseo destacar el trabajo, la fe,
la constancia que las iglesias evangélicas ponen en su labor, que tiene
numerosos frutos.
Con esta ley pondremos algunas leyes a la altura de nuestra
Constitución. Creo que el camino no está recorrido, pero avanzaremos. Lo que
quede hay que irlo recorriendo. Seguramente, en la práctica de esta ley
encontraremos más espacios para seguir avanzando, en este país acogedor y
justo para todos sus hijos buenos.
He dicho.
El señor MARTÍNEZ (don Rosauro).- Señor Presidente, inicio mis
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palabras saludando de manera cordial y afectuosa a cada uno de los pastores y
representantes de las diferentes iglesias y organizaciones religiosas presentes
en este lugar, sede del Parlamento chileno y sitio donde, a través del debate y
del intercambio de opiniones, se va construyendo el edificio jurídico y espiritual
del país.
Cada uno de nosotros, en nuestra condición de representantes de la
comunidad, vamos aportando nuestras ideas y visiones al progreso de la
Patria.
En este contexto, esta sesión, que hoy miércoles 6 de noviembre
estamos viviendo, se inscribe por sus características y significación en una de
las más trascendentes de la vida parlamentaria chilena y en un ejemplo de la
madurez de una sociedad que es capaz de reconocer la pluralidad existente en
ella y garantizar el debido resguardo de las diferentes manifestaciones que de
ella emerjan.
No es de extrañar, entonces, que estemos en este momento debatiendo
un proyecto de ley que establece normas acerca de la constitución jurídica y
funcionamiento de las iglesias y organizaciones religiosas, cuyo objetivo
principal es establecer un verdadero estatuto jurídico que permita a cada uno
de los credos religiosos desarrollar sus actividades en un marco de la más
completa libertad e igualdad.
Este proyecto nos permite, más allá de sus efectos jurídicos,
adentrarnos en un mundo maravilloso, complejo y, por lo mismo, digno del
mayor respeto: el mundo de la religión y de la fe, de las creencias y de la
forma como cada ser humano, no importando su origen, raza o condición, se
comunica o se pone en contacto con Dios o la divinidad.
Desde tiempos remotos, el hombre ha encontrado en la religión la
explicación a sus inquietudes espirituales más importantes, es decir, el ser
humano es y ha sido un ser esencialmente religioso, de manera que la religión
se inscribe o es parte del llamado derecho natural, siendo, en consecuencia, un
derecho humano fundamental e inalienable, como se consagra en el artículo
XVIII de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, al señalar que
“Todo hombre tiene derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y
religión. Este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o creencia a
través de la enseñanza, la práctica, el culto y las observancias, aislada o
colectivamente, en público o en particular.”
En la Declaración de la Quinta Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias,
celebrada en Nairobi, se reconoce que “El derecho a la libertad religiosa está
consagrado en la mayoría de las constituciones como un derecho humano
básico. La libertad de religión significa libertad de tener o adoptar una religión
o creencia de gusto propio, así como la libertad de manifestarla a través del
culto, la observancia, la práctica y la enseñanza, sea individualmente o en
comunidad con otras, tanto en público como en particular.”
Igual reconocimiento consigna el Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos, suscrito por nuestro país y que en su artículo XII dice: “Toda
persona tiene el derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y religión.
Este derecho incluye la libertad de tener o adoptar la religión o las creencias de
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su elección, así como la libertad de manifestar su religión o sus creencias,
individual o colectivamente, tanto en público como en privado, mediante el
culto, la celebración de los ritos, las prácticas y las enseñanzas.”
Nuestro país, que ha suscrito los principales tratados internacionales,
debe, por cierto, establecer un ambiente jurídico que garantice el efectivo
ejercicio de estos derechos, en un clima de real igualdad ante la ley, pues
hasta la fecha ha existido -y digámoslo con franqueza- una absurda y
perjudicial discriminación para las iglesias y credos protestantes en general.
En el transcurso de esta larga lucha contra la discriminación religiosa, es
posible distinguir claramente tres etapas. La primera, desde el momento de la
consolidación de la Independencia hasta el año 1925, período caracterizado por
el predominio de la Iglesia Católica, producto de la relación con el Estado que,
junto con reconocerla como religión oficial, prohibía el ejercicio público de
cualquier otra. (La ley interpretativa de 1865 autorizó a los no católicos para
practicar su religión en recintos de propiedad particular). La segunda, a partir
de la promulgación de la Constitución Política de 1925, que separó la Iglesia
Católica del Estado de Chile, y hasta 1980, con la dictación de la Carta
Fundamental de ese año, que consagró definitivamente la libertad religiosa. La
tercera, que se inicia en este Parlamento, con la preocupación por el tema
religioso y cuyo momento culminante estamos viviendo en esta jornada, con la
cual la nación chilena comienza a materializar el derecho a la igualdad
religiosa, a través de este proyecto que, al simplificar los trámites para la
obtención de la personalidad jurídica, asegura a todas las personas el ejercicio
de la libertad de culto en un estado de plena igualdad con las organizaciones
religiosas ya existentes.
Lo preceptuado repara, en consecuencia, el absurdo histórico de hacer
depender el acto de otorgamiento de personalidad jurídica a la mera voluntad
de la autoridad administrativa, tal como ocurre con los clubes deportivos,
juntas de vecinos y cualquier otra organización de naturaleza social y
comunitaria.
¡No es posible, distinguidos colegas, que una sociedad de fines de siglo
asimile las cosas sagradas, de Dios, con las cuestiones propias de la vida diaria
y común de los ciudadanos!
Por su parte, el proyecto, al establecer en su artículo 16 que las
entidades religiosas gozarán de los mismos derechos, exenciones y beneficios
tributarios que las leyes y reglamentos vigentes otorgan y reconocen a otras
iglesias, confesiones e instituciones religiosas existentes en el país, está en la
práctica creando las condiciones para que estas instituciones se desarrollen con
los mismos derechos que hasta hoy ha operado la Iglesia Católica.
Señor Presidente, una comunidad culta, de reconocido espíritu cívico y
trayectoria democrática ejemplar, necesita reconocer en todos los ámbitos la
pluralidad cultural, religiosa y por cierto ética que la conforman, siendo la
diversidad religiosa, por su naturaleza, una de las principales expresiones del
espíritu humano y base consustancial de valores y principios fundamentales,
como la solidaridad, honestidad, amor al trabajo y a la justicia.
Es oportuno señalar también que su labor e impacto no es solamente de
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orden espiritual, sino muy principalmente de tipo social. Quienes tenemos el
privilegio de estar en permanente contacto con la población, conocemos muy
de cerca la profunda labor social que las iglesias evangélicas realizan,
especialmente en sectores donde la pobreza y la miseria configuran un
panorama de tristeza y desesperanza.
En cada lugar de mi tierra ñublesina, en la precordillera o en el secano
costero, en un rincón o localidad por apartada y humilde que sea, llega por
distintos medios el mensaje vivificador del Evangelio, produciendo resignación
frente al dolor y fe y esperanza en un mañana mejor, mensaje que con cariño
y verdadero amor fraternal entregan esos hombres y mujeres cuyos rostros
visibles se reflejan en cada uno de los pastores aquí presentes.
Chile comienza a transitar por senderos de la reparación histórica con el
pueblo evangélico. En ese transitar van quedando atrás momentos de odiosas
discriminaciones, de centenarias luchas por la igualdad religiosa; pero también
en ese caminar iremos encontrando desafíos que debemos superar
civilizadamente. Debemos trabajar con constancia para incorporar, por
ejemplo, en las instituciones públicas, civiles o de las Fuerzas Armadas, la
posibilidad de que quienes profesen religiones evangélicas tengan también sus
capellanías; para que en la educación se otorgue la misma oportunidad a
quienes tienen una religión distinta; para que en los hospitales puedan
ingresar libremente y asistir religiosamente a los suyos; para que en los actos
oficiales ocupen igual tribuna que otros credos; en definitiva, trabajemos para
crear las condiciones donde cada compatriota pueda profesar la creencia
religiosa que libremente elija, respetando su derecho a practicar la oración que
considere correcta, sin que por ello sea amenazado, estigmatizado o
simplemente silenciado.
Que nunca más los medios de comunicación olviden las actividades
públicas del pueblo evangélico; que nunca más se confundan sus alabanzas y
plegarias con las voces de comerciantes, vendedores o cantantes populares;
que nunca más sean objeto de la burla y de la incomprensión de dogmáticos y
sectarios, sino que, por el contrario, reciban la mirada respetuosa y silenciosa
de aquel que no la profesa.
Señor Presidente, al escuchar las intervenciones de mis colegas, al
presenciar la fe y unidad del pueblo evangélico aquí representado tan
dignamente, debo confesar que siento emoción y agradezco a Dios la
oportunidad que me ha dado de estar presente en este momento, que quedará
impreso en los anales de la historia patria como uno de los más trascendentes
y significativos.
Al votar favorablemente el proyecto, diré como don Arturo Alessandri
Palma, en sesión del Senado del 30 de julio de 1919, que “Lo único que quiero
y pido es bandera de parlamento que cubra por igual a todas las religiones y
doctrinas, un pabellón neutral donde puedan cobijarse los hombres venidos de
una fe u otra fe, con la sola condición de que todos ellos sean virtuosos.”
Diré también que aspiro a que nuestra sociedad transite definitivamente
por los caminos de la tolerancia, respetando la dignidad del ser humano y
creando las condiciones para que cada persona pueda expresar sus creencias y
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su fe con la más absoluta libertad.
He dicho.
El señor MASFERRER.- Señor Presidente, nos encontramos al término
de una larga etapa, durante la cual esta honorable Cámara ha estudiado el
proyecto referido a la constitución jurídica y funcionamiento de las iglesias y
organizaciones religiosas, iniciativa que se ha denominado libertad de culto.
Esta iniciativa ha contado en su tramitación con la participación de
diversos parlamentarios y con la concurrencia de representantes de iglesias
evangélicas, quienes hicieron importantes aportes para perfeccionar este
proyecto.
Como parlamentario por un distrito con una geografía eminentemente
rural y una población disgregada, como lo son las comunidades de Las Cabras,
Pichidegua, San Vicente de Tagua Tagua, Peumo, San Fernando y
Chimbarongo, he podido observar, compartir y valorar el trabajo que realizan
las organizaciones evangélicas no tan sólo en el aspecto espiritual, sino
también en la educación y en la entrega de valores, que tanta relevancia
tienen en una sociedad, en donde predominan precisamente los antivalores,
que son la explicación a tanta maldad en el ser humano, tanto violencia y
degradación.
Este proyecto consolida principio básicos que se encuentran establecidos
en nuestra Constitución Política del Estado, garantizando la libertad religiosa y
de culto reconocida en el artículo 19, Nº 6, de nuestra Carta Fundamental.
Otros aspectos relevantes están referidos en el artículo 8º en cuanto al
ejercicio de los derechos que emanan de la libertad religiosa y de culto, los que
tienen como límites la moral, las buenas costumbres y el orden público, de
acuerdo con el inciso primero del artículo Nº 6 de la Constitución Política de la
República. Se toman así los resguardos para que en esta ley no puedan
cobijarse organizaciones que no busquen tal fin, sino que, muy por el
contrario, tengan como propósito actividades satánicas.
Otro tema de interés se refiere a la formalidad de la existencia legal de
las distintas iglesias, elemento que quizás no pudo satisfacer en plenitud la
inquietud, sobre esta materia, de los representantes de las distintas iglesias,
pero al menos se logra un avance fundamental. Lo mismo cabe concluir
respecto de los requisitos para ser reconocidos miembros de una orden
religiosa, con lo cual queda de manifiesto la diferencia que debe existir entre la
vida civil y la espiritual.
Finalmente, quisiera hacer resaltar la incansable labor que han
desarrollado durante estos años los representantes de las distintas
organizaciones religiosas para que esta iniciativa tuviera buen fin. Muchos
fueron los obstáculos que hubo que enfrentar, pero al final del camino queda el
fruto de un trabajo, en donde la fe pudo más que las adversidades.
He dicho.
El señor MUÑOZ.- Señor Presidente, no cabe duda de que el proyecto
de ley que hoy nos ocupa es una iniciativa de nuestro Gobierno que busca
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profundizar el carácter democrático de nuestra convivencia societal. Al
reconocer las libertades de conciencia en lo religioso y de culto, por una parte,
y al regular el funcionamiento de las iglesias y organizaciones religiosas, por
otra, apunta a revalorar la cultura de la tolerancia y la aceptación del
pluralismo en libertad e igualdad de condiciones para todas las vertientes del
pensamiento religioso.
Estos bienes jurídicos deben ser protegidos en todo estado de derecho, y
la regulación jurídica complementaria debe estar destinada a garantizarlos
efectivamente.
Por ello, no se pretende legislar sólo para las iglesias cristianas
evangélicas, impulsoras del presente proyecto, sino también de manera más
amplia, sobre la base del principio de igualdad ante la ley, para las iglesias y
organizaciones religiosas. En la historia legislativa de nuestro país es la
primera vez que se da la oportunidad de que la cuestión religiosa sea tratada
en su globalidad.
Por todo lo que he señalado, señor Presidente, anuncio con profundo
regocijo mi voto favorable a la iniciativa en comento, junto con saludar la
presencia, en nuestras tribunas, de todos y cada uno de los representantes de
las iglesias, para quienes -no me cabe duda- hoy es un día de profunda
alegría.
He dicho.
El señor PÉREZ (don Ramón).- Señor Presidente, según el Diccionario
de la Real Academia de la Lengua Española y en estricto rigor de conciencia,
libertad es la facultad de profesar electivamente y sin coacción las opiniones
religiosas y morales; igualdad, la tendencia a suprimir las clases y equiparar
las jerarquías sociales, y credo, un conjunto de doctrinas comunes a una
colectividad. Por tanto, sobre la base de estos conceptos, libertad e igualdad
de credo es la supresión de diferencias, posibilitando la elección de una
doctrina y/o creencia como parte de una sociedad.
Señor Presidente, hoy la honorable Cámara discute uno de los proyectos
de ley de mayor contenido social de los últimos seis años, por cuanto permitirá
establecer normas acerca de la constitución jurídica y funcionamiento de las
iglesias y organizaciones religiosas, poniendo en práctica la “Libertad de Culto”.
La importancia de este proyecto de ley, más allá de lo propiamente
espiritual o de creencia, es el hecho de que se hace realidad una norma
constitucional que dispone pero que no rige, y se termina con una injusta
discriminación espiritual que, por muchos años, ocurrió en nuestro país.
A mi juicio, es necesario y justo que nuestra sociedad cuente con
disposiciones legales que permitan el desarrollo de todos los credos religiosos,
porque en ello se juegan los principios sin los cuales no existe un verdadero
estado de derecho, ni la libertad de conciencia, ni la igualdad esencial de los
seres humanos, como es la libertad de asociación.
Este proyecto es un paso fundamental, porque sin restar nada a nadie,
abre nuevos espacios y otorga nuevas condiciones al ejercicio de los distintos
credos. La tolerancia y el respeto son parte de la dignidad de las personas, y
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hoy estamos sentando un precedente de dignidad fundamental, para evitar la
existencia de religiones o creencias de primera o segunda clase.
El resultante de lo establecido en este proyecto es el esfuerzo, el
sacrificio y la “bonhomía” de estas creencias, que se han dedicado desde largos
años a entregar a la sociedad, a través del culto, valores tan necesarios en
este momento tales como la honradez, la honestidad, el respeto a las personas
y la humildad, y a sacar del vicio a alcohólicos y drogadictos, en un esfuerzo
sobrehumano por lo difícil de esa tarea. Por lo anterior, han obtenido el
reconocimiento de todo un país, situación que, estoy cierto, quedará
demostrada a través de una votación favorable de la honorable Cámara.
Insto a los dirigentes y componentes de estas creencias a seguir en esta
senda, respaldados ahora por un cuerpo legal que debió existir hace mucho
tiempo y que les permitirá estar presentes en cárceles, hospitales y otros
recintos, entregando su palabra en el nombre de Dios.
Por las razones expuestas y por considerar de justicia que una normativa
termine con una discriminación evidente, no sólo de la sociedad, sino de la
legislación chilena, entregaré mi voto favorable al proyecto de ley en discusión.
He dicho.
La señora REBOLLEDO.- Señor Presidente, es para mí un orgullo
intervenir para manifestar mi aprobación a este histórico proyecto de ley que
viene a corregir la injusta situación que afectaba hasta la fecha al conjunto de
iglesias evangélicas del país.
Tal como lo establece la Constitución Política de la República en su
artículo 19, Nº 6, todos los chilenos tienen derecho a la libertad de conciencia,
a la manifestación de todas las creencias y al ejercicio libre de todos los cultos
que no se opongan a la moral, a las buenas costumbres o al orden público. Sin
embargo, hasta la fecha nuestra legislación no había reconocido a las iglesias
evangélicas éstos y otros derechos fundamentales, establecidos en nuestra
Carta Fundamental.
Por demasiados años, el pueblo evangélico sufrió una fuerte
discriminación de parte importante de la sociedad chilena, que
lamentablemente se reflejaba en un estatuto jurídico que refrendaba este trato
desigual.
Si bien pertenezco a la religión católica, como parlamentaria he podido
constatar, en mi labor distrital, el creciente clamor de los fieles evangélicos
ante el resto de la sociedad, por el digno reconocimiento que se merecen,
clamor que hoy hemos sabido canalizar como representantes del pueblo y
como diputados que nos comprometemos verdaderamente con la justicia y la
igualdad ante la ley de todos los hombres y mujeres de nuestra patria.
Este proyecto de ley, que establece normas igualitarias acerca de la
constitución jurídica y funcionamiento de las iglesias y organizaciones
religiosas, es producto de muchos años de lucha del pueblo evangélico, al cual
rindo hoy un homenaje, pues con su afán en defensa de sus legítimos derechos
ha contribuido a la defensa de los derechos humanos de toda una sociedad, y a
la construcción de una patria más humanitaria y más democrática.
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Señor Presidente, este proyecto de ley que aprobamos hoy en general,
es una muestra fiel de las ventajas de vivir en democracia; de que en nuestra
patria hay un verdadero espacio para que todos los chilenos puedan conquistar
una real igualdad de derechos y una vida sin discriminaciones.
Por esto, deseo agradecer en nombre de quienes integran las iglesias
evangélicas de las comunas de Constitución, San Clemente, Maule, Pencahue,
Curepto, Río claro, Pelarco, San Rafael y Empedrado, al ex Presidente de la
República, don Patricio Aylwin, por la iniciativa legal que enviara a este
Congreso en 1993; a los parlamentarios de las Comisiones de Derechos
Humanos y de Constitución, Legislación y Justicia, que mejoraron
detalladamente la iniciativa hasta lograr un consenso; al conjunto de diputados
y diputadas de esta Cámara por su apoyo unánime a esta ley, y, por
supuesto, a todos y cada uno de los que lucharon en pos del reconocimiento
igualitario de todas las iglesias del país.
He dicho.
El señor SABAG.- Señor Presidente, se ha presentado a nuestra
consideración el estudio de un proyecto de ley que -en gran medida- toca lo
más profundo del espíritu humano: la práctica de la fe que mueve el alma;
ello, en su relación con el Estado, uno de cuyos poderes somos por voluntad de
la Nación.
Aparentemente, muy pocas veces en la historia del Congreso se analizan
asuntos que, teniendo relación con lo divino, debemos relacionar
armoniosamente con lo humano. La tarea señalada constituye para nosotros
una enorme responsabilidad, a la vez que un privilegio.
Como tan claramente lo han expresado los honorables diputados que me
han precedido en uso de la palabra, hoy hacemos un acto de justicia al poner
en práctica, por el imperio de una ley, lo señalado en la Constitución: que en
Chile debe haber amplia libertad religiosa.
Es evidente que en este hemiciclo todos respetamos las creencias de los
otros, y muchos profesamos fe en el destino eterno del ser humano. Hoy como nunca- se ha visto en el Congreso Nacional que lo sagrado para los
demás es delicadamente respetable para todos nosotros. Me enorgullece
pertenecer a una Cámara de Diputados que trata con respeto algo tan
trascendente y perdurable, como es el destino del hombre.
Estoy cierto de que, mediante la aprobación de este proyecto, en
nuestra Patria transitaremos por sendas más amplias de tolerancia y respeto
hacia otras formas de acercar el hombre a Dios.
En forma consensuada, como nunca antes, mis honorables colegas han
expuesto los fundamentos jurídicos, éticos y morales de esta importante
iniciativa. Adhiero plenamente a ese consenso y votaré favorablemente la
iniciativa, cuyo espíritu comparto.
Pienso que no puede ser de otro modo, puesto que toda la vida he
estado muy cerca de la gente, especialmente de la sencilla y modesta; tal vez
por eso sé cuánto importa su fe. Conozco muy de cerca el resultado de una
enseñanza basada en la doctrina de Cristo. Por esto me permito señalar cuánto
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me alegra el hecho de que los parlamentarios -unánimemente- apoyemos una
norma de especial justicia que posibilita la plena libertad en la expresión de la
fe cristiana.
Por cierto, cabe señalar que este proyecto de ley toca muy
especialmente los derechos del pueblo evangélico, que -pese a ser tan
numeroso- pareciera haber sido discriminado por mucho tiempo.
Por lo anterior, afirmo que, siendo dicha expresión de fe la de un
inmenso número de conciudadanos, sin duda esta norma legal será muy
provechosa para todo Chile.
Deseo ahora referirme particularmente a un aspecto que se visualiza
tanto en el debate como en la aplicación de este proyecto ya convertido en ley.
Por experiencia propia sé que el quehacer parlamentario dirigido
fundamentalmente a la satisfacción de las necesidades materiales de la gente,
encuentra mejor preparada a ésta para participar en la generación del
progreso que traer consigo este quehacer si los beneficiarios han sido
“tocados” -por así decirlo- con la fe que los dignifica y ennoblece, al mismo
tiempo que los capacita para integrarse en dicho progreso.
La mayor capacidad del hombre para elevarse material y espiritualmente
mediante una creencia de bien, y el mayor compromiso social de gobernantes,
políticos y sociólogos, son dos actividades nobles que se complementan para
engrandecer al hombre en su totalidad.
En otras palabras, si corresponde a los parlamentarios trabajar por el
progreso y la dignificación material de la vida de nuestros conciudadanos, ese
cometido se facilita enormemente al encontrar dotado de buenas costumbres,
ética y moralmente dignificado al sujeto y objeto de nuestro quehacer.
Parafraseando respetuosamente una frase del Evangelio, diré que
nuestro trabajo social “si no cae en buena tierra, será estéril”. Sin embargo, si
nuestro esfuerzo es recibido por quienes profesan sinceramente la fe cristiana
y están “renovados en el amor al prójimo”, ello genera “mucho fruto” en
beneficio de quien practica dicho amor por los suyos y por los demás.
En el caso que nos ocupa, se encuentra a la vista de la Nación toda
cuánto ganan las costumbres de la gente bajo el imperio de esa maravillosa
motivación que es la creencia en el bien, en el amor y en la justicia, que
predican las iglesias cristianas de Chile, especialmente la iglesia evangélica.
Ciertamente, una ley que facilite esa prédica ayudará para ello.
La Nación toda tiene clara conciencia de cuánto se ennoblecen los que
abrazan la práctica de esta forma de cristianismo profundo y comprometido.
Así, no podríamos dejar de señalar la influencia bienhechora que esta
expresión de fe ejerce en la vida ciudadana.
Ciertamente que en esta materia nos queda algo por hacer:
seguramente lo enfrentaremos con el mismo consenso de hoy. Tener “una
Iglesia libre en un Estado libre”, será permanente tarea de todos para todos.
Confiemos en que el Supremo Hacedor nos dé suficiente claridad y caridad
para ello.
Entre los beneficios que otorgará una nueva legislación sobre el tema,
debemos hacer notar que todas las iglesias y sus templos gozarán de
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facilidades y privilegios especiales, de los cuales hoy goza la Iglesia Católica,
institución que apoyó decididamente esta iniciativa legislativa.
En una somera enumeración de esos privilegios, debe contarse
primeramente el respeto a su propio e inspirado quehacer: luego, al
financiamiento material de sus actividades espirituales; asimismo, las mismas
iglesias deberán
asumir
el
traspaso
de
responsabilidad, en
su
perfeccionamiento corporativo.
Termino señalando mi esperanza en que los hombres podremos una vez
más intentar ahora y entre todos “la Construcción de la Ciudad de Dios”
mediante el esfuerzo común, cohesionado por el amor y orientado por la
justicia.
He dicho.
El señor SORIA.- Señor Presidente, el proyecto de ley cuyo texto se
somete hoy a consideración de la honorable Cámara, tiene objetivamente
suma importancia histórica, pues representa otro decidido avance progresista
hacia la profundización de los derechos civiles que actualmente ejerce nuestro
pueblo. Por fin y luego de 70 años, el Estado chileno se compromete a
fortalecer el ámbito práctico de aplicación a que obliga el reconocimiento
constitucional de la libertad religiosa y de culto.
Nuestro partido saluda con beneplácito cada uno de los 17 artículos
permanentes y los dos transitorios que han logrado concitar la aprobación
unánime de esta iniciativa en el seno de la Comisión de Derechos Humanos. En
especial requiere nuestra atención el artículo 2º del capítulo I, sobre “normas
generales”, del proyecto.
Dicho precepto, junto con prohibir tajantemente cualquier tipo de
discriminación en virtud de las creencias religiosas, establece que las mismas
no podrán ser invocadas para anular, restringir o afectar la igualdad
consagrada en la Constitución y las leyes.
Si bien el artículo es claro en la prohibición de discriminación, falla en
dos problemas que se generarán en el ámbito práctico.
El primero de ellos dice relación con prácticas religiosas tradicionalistas
en el seno de nuestras fuerzas armadas, y el segundo conlleva una grave
contradicción que afecta el espíritu de la ley en tramitación que estamos
discutiendo.
Estimados colegas, el Estado no puede sentirse satisfecho con una
simple enunciación de voluntad jurídica que no crea los mecanismos concretos
para hacer realidad esa declaración de no discriminación.
El país conoce el derecho preferente que, como baluarte católico, impera
en el interior de nuestras fuerzas armadas, sobre todo en los cuerpos navales y
del ejército, por lo que mal podría hablarse de un mandato no discriminatorio
si al interior de ellos se sigue practicando una semi libertad religiosa y de culto,
que lesiona los derechos básicos de miembros de iglesias evangélicas u otras
denominaciones que no encuentran espacios reales para practicar
abiertamente sus propios cultos en virtud de sus creencias religiosas. Si bien
este proyecto de ley busca subsanar la situación, son las propias fuerzas
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armadas las que deben dar el paso fundamental y asimismo el Estado, al
interior de hospitales y cárceles, para que los miembros de las iglesias
cristianas, evangélicas y otras puedan ejercer libremente su propio ministerio,
practicar el culto y participar en el nombramiento de sus ministros y pastores
en la jerarquía actual que los institutos armados reservan sólo para los
miembros de la iglesia católica, apostólica y romana.
En el artículo 2º existe otra contradicción fundamental que afecta el
reconocimiento real de la libertad religiosa y de culto. Ella radica en el
mandato legal que establece que las creencias religiosas no podrán ser
invocadas como motivo para anular, restringir o afectar la igualdad consagrada
en la Constitución Política del Estado y en la ley.
En doctrina, no se puede hablar de verdadera libertad religiosa
reconocida y promovida debidamente por el Estado si se restringe al mismo
tiempo la práctica y observancia de preceptos religiosos específicos en aras de
una supuesta igualdad ante la ley, sobre todo cuando mediante esta obligación
se acallan o extinguen derechos tan básicos como el de criticar a los poderes
gobernantes cuando sea necesario, de acuerdo con las convicciones religiosas
del individuo, tal como lo consagra la Declaración de la Quinta Asamblea del
Consejo Mundial de Iglesias celebrado en Nairobi durante 1975.
Me refiero a las objeciones de conciencia que practican determinadas
creencias en relación con temas como el servicio militar obligatorio o la acción
coercitiva del Estado frente a fieles que no aceptan la obligación de luchar con
armas por un Estado que resulta posterior a la vigencia de sus creencias
religiosas.
En este sentido, Estado de Chile debe esforzarse para incorporar
disposiciones que borren estos vacíos, que perjudican el completo
reconocimiento del derecho de la libertad religiosa de los ciudadanos.
Al margen de estas dos consideraciones críticas, nuestro partido valora
el conjunto de la iniciativa legal y sus disposiciones, sobre todo en lo que
respecta al cambio fundamental que representa la doctrina que establece el
reconocimiento de personalidad jurídica a las iglesias de cualquier tradición o
denominación, en virtud de un derecho preexistente que borra todo vestigio de
concesión graciosa del Estado.
Por todo lo expuesto y subrayando las consideraciones críticas
desarrolladas anteriormente, el Partido Por la Democracia votará a favor de
esta iniciativa, que representa otro paso más hacia la concreción del principio
de igualdad ante la ley en materia de una efectiva libertad religiosa reconocida
-mas no otorgada- por el Estado.
He dicho.
El señor VILLOUTA.- Señor Presidente, en las ocasiones que tengo
oportunidad de conversar con pastores o dirigentes del mundo evangélico en
mi distrito y, en otros casos, en ciudades que no lo son de él, recalco siempre
mi reconocimiento por la labor social que ellos desarrollan con sus fieles y muy
especialmente la vitalidad que impregnan en sus espíritus para darles fuerzas
para sustraerse del camino del mal.
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Dicha labor es más notoria con aquellos que han caído en el alcoholismo
o en la drogadicción, sin dejar de destacar, por supuesto, la dinámica que
logran imprimir en el espíritu de aquellos que después de haber caído en algún
acto delictivo grave, su fe nueva o renovada les hace seguir en el camino de la
vida presentándose a cara descubierta en calles o lugares públicos o a través
de medios de difusión para reconocer su debilidad y su pecado, y
posteriormente su encuentro con Dios. Esas demostraciones de fe nos indican
claramente lo necesaria que es la religión para el hombre y para todo ser
humano.
La vitalidad y el dinamismo que impregna la fe es enorme y, por lo
tanto, el hecho de que hoy nos encontremos culminando una primera etapa en
la tramitación de este proyecto de ley que regula y establece normas acerca de
la constitución jurídica y funcionamiento de las iglesias y organizaciones
religiosas, no viene sino a ratificar nuestro reconocimiento a la labor abnegada
de tantos pastores que, por años y años, han venido sembrando la palabra de
Dios entre los hombres para hacerles ver que en el mundo en que vivimos es
indispensable y fundamental apegarnos a los principios cristianos y religiosos
que existen en la tierra para hacernos mejores como seres humanos; para
hacernos ver que cada día es más necesario tener fe cristiana y demostrarla;
para hacernos ver que no podemos discriminar entre las creencias religiosas,
porque todas y cada una de ellas buscan el hacer mejores a los hombres, y eso
nunca será malo; para hacernos ver que estas entidades religiosas también
deben obtener los beneficios legales que tiene la Iglesia Católica y que nadie
discute que los merece; pero, asimismo, debemos reconocer que esos
beneficios y seguridades legales los merecen también las iglesias y cultos
cristianos que existen hoy en Chile y que representan un alto porcentaje de la
población de nuestra Patria, quienes han probado ser dignos de ellos por su
labor permanente en la educación, en los hospitales, en las cárceles y en los
lugares más inhóspitos e increíbles.
Esperamos que este proyecto, que hoy aprobamos por unanimidad, dado
el tono y la disposición de los diputados que me han antecedido en la palabra,
nos permita escuchar en el futuro y cada vez más con más entusiasmo, esos
cánticos de “Sin vacilar marchad, soldados de Jesús”, que tantas veces hemos
oído en las iglesias o en las calles, y que siempre nos han hecho emocionarnos.
He dicho.
La señora WÖRNER.- Señor Presidente, el interesante debate que el día
de hoy se da en la Cámara de Diputados y la masiva presencia de pastores y
cristianos que lo han seguido con atención, es una demostración de la
trascendencia que tiene, en nuestro sistema democrático, el proyecto de ley
que establece normas acerca de la constitución jurídica y funcionamiento de
las iglesias y organizaciones religiosas.
Con la aprobación en general de este proyecto de ley se está culminando
un arduo trabajo, del cual han dado cuenta los diputados informantes, el que,
recogiendo las distintas apreciaciones que hicieron llegar diversas Iglesias y
organizaciones en el curso del debate, demuestra la seriedad y preocupación
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con que esta Cámara de Diputados asume una tarea de gran envergadura: dar
plenas garantías de que en nuestro país existe igualdad ante la ley y plena
libertad de culto.
Hasta antes de la Constitución de 1925, la Carta Fundamental
garantizaba el ejercicio público de la religión católica. Se hizo necesario en
1865 la dictación de una ley interpretativa que aclaró que el Estado chileno no
prohibía el ejercicio privado de otros cultos.
Durante la vigencia de la Constitución de 1833, la Iglesia y el Estado
estaban unidos. Esto daba al jefe de Estado la atribución de proponer los
nombramientos de las autoridades eclesiásticas.
La Constitución de 1925 reconoció en su artículo 10, Nº 2, la libertad de
conciencia y de culto, pero no esclareció lo referente a la personalidad jurídica
de las iglesias y organizaciones no católicas. Al reconocimiento hecho por la
Constitución, se sumó una figura penal que sancionaba la perturbación,
interrupción o entorpecimiento del libre ejercicio de los cultos.
Algunos autores entendieron que la Constitución de 1925 reconoció la
personalidad jurídica tanto de la Iglesia Católica como de otras confesiones
religiosas. Así, Gonzalo Barriga Errázuriz en su estudio “La personalidad
jurídica de la Iglesia ante la Reforma Constitucional del año 1925”, Revista de
Derecho y Jurisprudencia, tomo 39, Sección Derecho, páginas 142 a 159; Luis
Vergara en “Algunas nociones sobre el Nº 2 del art. 10 de la Constitución de
1925”, Revista de Derecho y Jurisprudencia, tomo 38, 1 Parte, páginas 86 y
siguientes, etc.
Sin embargo, en la práctica rigió otra cosa, y fue así como hasta hoy la
autoridad administrativa ha entendido que existe un estatuto jurídico distinto
entre la Iglesia Católica y las otras iglesias, estando, estas últimas, en cuanto a
su existencia legal, sujetas a un trámite establecido en el Código Civil,
mediante el cual obtienen una personalidad jurídica de derecho privado.
Mirado estrictamente el sistema actual puede concluirse que nunca ha
existido completa independencia -política, social y jurídica- entre las Iglesias
no católicas y el Estado y tampoco plena igualdad ante la ley entre la Iglesia
Católica y las otras confesiones religiosas.
La Constitución de 1980, en su artículo 19, Nº 6, garantiza la libertad de
conciencia, asegurando el libre ejercicio de todos los cultos y sancionando a los
que perturben, impidan o interrumpan su ejercicio.
En relación con la decisión de reconocer o no a las iglesias y
comunidades religiosas la calidad de personas jurídicas de derecho público, la
Comisión de Estudios reconoció que, al prestar su aprobación al nuevo
precepto constitucional que consagra esta garantía en los términos indicados,
lo hace entendiendo que todas las iglesias y confesiones religiosas tienen
personalidad jurídica de derecho público, ya que cualquier discriminación al
respecto significaría violar el principio de igualdad ante la ley que la propia
Constitución garantiza. Esta garantía sólo puede limitarse cuando se atente
contra la moral, las buenas costumbres o el orden público.
Durante la discusión del proyecto en la Comisión de Constitución,
Legislación y Justicia de esta Cámara, se escucharon las opiniones no sólo de
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la Iglesia Católica, sino también de los representantes del C.O.E. -“Comité de
Organizaciones Evangélicas”-, de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los
Últimos Días; a la Comunidad religiosa Testigos de Jehová; a la Iglesia de
Cristo Científica de Santiago; en fin, se cuidó de recoger las observaciones
internas de las distintas iglesias existentes en nuestro país, pero también se
estudió con acuciosidad la legislación comparada.
El resultado de este trabajo se resume en los informes que hoy conoce
esta Sala, alcanzándose así un texto que sirve de ley marco para garantizar
que tanto en la constitución jurídica como en su funcionamiento, las iglesias y
organizaciones religiosas gozan de igualdad ante la ley. En otras palabras, que
hay respeto y sometimiento a la garantía constitucional consagrada en el
artículo 19, Nº 6, de la Carta Fundamental.
Concluimos así que la importancia de este proyecto trasciende el interés
particular de las iglesias cristianas evangélicas, que fueron las impulsoras de
esta iniciativa. De allí que se dirija su aplicación a las “Iglesias y
organizaciones religiosas” abarcando a todas aquellas entidades que hasta hoy
han estado sujetas al decreto supremo N° 110 de 1979 del Ministerio de
Justicia.
Sus alcances son históricos. Para nadie puede ser indiferente la
importancia que han tenido y tienen estas entidades en la vida del pueblo
chileno. ¡Quién puede desconocer el rol que las entidades religiosas jugaron en
las dos últimas décadas en la lucha contra la dictadura militar por la defensa
de la dignidad del hombre! Valga y sea propicia esta ocasión para homenajear
y agradecer a todas las organizaciones e iglesias nacionales e internacionales
que desde el mismo momento en que se quebró nuestra institucionalidad, se
organizaron en el “Comité por la paz” para acoger, proteger, defender y salvar
a los perseguidos.
Señor Presidente, en mi distrito, el Nº 42, la presencia y el trabajo de
las iglesias y organizaciones religiosas se traducen en un permanente
acompañamiento a sus habitantes. Nuestro país, altamente religioso y
mayoritariamente cristiano, traduce sus esperanzas en manifestaciones de una
fe en un Dios liberador. Su mensaje no es sólo el de la salvación de las almas y
la promesa de un Reino en la eternidad, sino en una constante exigencia a
trabajar y luchar por la justicia y la igualdad aquí y ahora.
El trabajo permanente de los sacerdotes, religiosos y religiosas, como
también de los pastores y laicos comprometidos, es indispensable e
insustituible. De allí entonces el valor y la trascendencia que para todos los
miembros de esta Corporación reviste este proyecto de ley.
En mi caso particular, en mi condición de cristiana católica, sin
ambigüedad ni contradicción, apoyo con emoción esta iniciativa. Anuncio, al
mismo tiempo, el voto favorable de toda la bancada del Partido Por la
Democracia, entendiendo que con ello estamos saldando una deuda pendiente
con quienes, inspirados en la Palabra de Dios, trabajan anónima y
desinteresadamente en bien de nuestra sociedad.
He dicho.
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DISCUSIÓN SALA
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Tiene la palabra el
Diputado señor Salas para plantear una cuestión de Reglamento.
El señor SALAS.- Señor Presidente, como de acuerdo con lo expresado
hay unanimidad para aprobar el proyecto, pido que recabe el asentimiento de
la Sala -si no se han presentado muchas indicaciones- para despacharlo en
general y en particular, de modo que pase hoy mismo al Senado.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Señor Diputado,
han llegado a la Mesa más de diez indicaciones y durante el debate algunos
señores diputados han manifestado que son partidarios de hacer las cosas
bien, de estudiar detenidamente el proyecto, lo que se refleja en las
indicaciones presentadas.
De manera que, como Presidente, no me corresponde sino hacer cumplir
los acuerdos de los Comités. Por lo demás, no habría acuerdo para acoger su
solicitud.
Tiene la palabra el Diputado señor Villegas por una cuestión de
Reglamento.
El señor VILLEGAS.- Señor Presidente, como las indicaciones
presentadas son numerosas y probablemente el proyecto deberá volver a las
Comisiones de Derechos Humanos y de Constitución, Legislación y Justicia, tal
vez sería conveniente de acuerdo con la petición de la Comisión de Derechos
Humanos, que las dos comisiones unidas elaboraran un informe único, con el
objeto de dar pronto despacho al proyecto.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- ¿Habría acuerdo
para que las Comisiones Unidas de Derechos Humanos y de Constitución traten
el proyecto?
El señor LUKSIC.- ¿Me permite, señor Presidente?
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Tiene la palabra su
Señoría.
El señor LUKSIC.- Señor Presidente, como Presidente de la Comisión de
Constitución, Legislación y Justicia, quiero informar que ya habíamos tomado
un acuerdo respecto de esta materia, de constituir las comisiones unidas y
tratar de inmediato las indicaciones presentadas en la Sala.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Señor Diputado,
los miembros de la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia saben muy
bien que no pueden adoptar ese acuerdo sin la venia de la Sala.
El señor PALMA (don Andrés).- Que no vaya a la Comisión de
Constitución entonces.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- ¿Habría acuerdo
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DISCUSIÓN SALA
unánime para enviar el proyecto a las Comisiones Unidas de Constitución,
Legislación y Justicia y de Derechos Humanos?
Acordado.
En votación general el proyecto.
La iniciativa contiene una disposición de ley orgánica constitucional, que
es el inciso cuarto del artículo 10. De modo que, en primer lugar, se votarán
los artículos de quórum simple.
-Efectuada la votación en forma económica, por el sistema electrónico,
dio el siguiente resultado: por la afirmativa, 91 votos. No hubo votos por la
negativa ni abstenciones.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Aprobados.
-Votaron por la afirmativa los siguientes señores Diputados:
Acuña, Aguiló, Alvarado, Álvarez-Salamanca, Allamand, Allende (doña
Isabel), Arancibia, Ascencio, Ávila, Aylwin (don Andrés), Aylwin (doña
Mariana), Balbontín, Bartolucci, Bayo, Bombal, Cantero, Cardemil, Ceroni,
Coloma, Cornejo, Correa, Cristi (doña María Angélica), Chadwick, De la Maza,
Dupré, Elgueta, Encina, Errázuriz, Espina, Fantuzzi, Ferrada, Gajardo, Galilea,
García (don René Manuel), García (don José), García-Huidobro, Gutiérrez,
Hamuy, Huenchumilla, Hurtado, Jara, Jeame Barrueto, Jocelyn-Holt,
Jürgensen, Karelovic, Kuschel, León, Letelier (don Juan Pablo), Letelier (don
Felipe), Longton, Longueira, Luksic, Martínez (don Rosauro), Martínez (don
Gutenberg), Masferrer, Matthei (doña Evelyn), Montes, Morales, Moreira,
Munizaga, Muñoz, Naranjo, Navarro, Ojeda, Orpis, Ortiz, Palma (don Andrés),
Palma (don Joaquín), Pérez (don Aníbal), Pérez (don Ramón), Pérez (don
Víctor), Prochelle (doña Marina), Prokuriça, Rebolledo (doña Romy), Rocha,
Saa (doña María Antonieta), Sabag, Salas, Seguel, Silva, Solís, Soria, Tohá,
Valenzuela, Vargas, Venegas, Villegas, Villouta, Walker, Wörner (doña Martita)
y Zambrano.
El señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Si le parece a la
Sala, se aprobará con la misma votación el inciso cuarto del artículo 10, que
requiere quórum de ley orgánica constitucional.
Aprobado en general el proyecto.
Vuelve a las Comisiones Unidas de Derechos Humanos y de Constitución,
Legislación y Justicia.
-Las indicaciones formuladas
constitucional son las siguientes:
al
proyecto
en
el
primer
trámite
Al artículo 1º
1.
De la señora Allende y de los señores Felipe Letelier, Tuma, Salas,
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DISCUSIÓN SALA
Morales y Aníbal Pérez para reemplazar la expresión “libertad religiosa y de
culto” por “libertad de religión”.
Al artículo 3º
2.
De los señores Gajardo, Balbontín y Huenchumilla para sustituir la forma
verbal “promoverá” por “facilitará”.
Capítulo II
3.
De la señora Allende y de los señores Felipe Letelier, Tuma, Salas,
Morales y Aníbal Pérez para reemplazar el epígrafe de este Capítulo por el
siguiente: “Libertad de religión”.
Al artículo 6º
4.
De la señora Allende y de los señores Felipe Letelier, Tuma, Salas,
Morales y Aníbal Pérez para reemplazar en el encabezamiento la expresión
“libertad religiosa y de culto” por “libertad de religión”.
Al artículo 7º
5.
De la señora Allende y de los señores Felipe Letelier, Tuma, Salas,
Morales y Aníbal Pérez para reemplazar en el encabezamiento la expresión
“libertad religiosa y de culto” por “libertad de religión”.
Al artículo 8º
6.
De la señora Allende y de los señores Felipe Letelier, Tuma, Salas,
Morales y Aníbal Pérez para reemplazar la expresión “libertad religiosa y de
culto” por “libertad de religión”.
7.
De los mismos señores Diputados para eliminar los incisos segundo y
tercero.
Al artículo 9º
8.
De los señores Gajardo, Balbontín y Huenchumilla para agregar el
siguiente inciso final:
“Las entidades religiosas no podrán tener fines lucrativos.”.
Al artículo 12
9.
Del señor Errázuriz para reemplazar el guarismo “202” por “201”.
Al artículo 13
10. De los señores Gajardo y Huenchumilla para agregar el siguiente inciso
final:
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DISCUSIÓN SALA
“Lo que pertenece a una entidad religiosa no pertenece, ni en todo ni en
parte, a las personas naturales que la componen; y recíprocamente, las deudas
de una entidad religiosa no dan derecho a nadie para demandarlas, en todo o
en parte, a ninguna de las personas naturales que componen la entidad
religiosa ni dan acción sobre los bienes propios de ellos. Ni aún en caso de
disolución, los bienes de la entidad religiosa podrán pasar a dominio de alguno
de sus integrantes.”.
Al artículo 15
11. De la Comisión de Hacienda para reemplazarlo por el siguiente:
“Artículo 15.- Las donaciones que reciban las entidades religiosas a que
se refiere esta ley, estarán exentas del trámite de insinuación, cuando sean
por valores inferiores a veinticinco unidades tributarias mensuales.”.
Al artículo 16
12. De la Comisión de Hacienda para suprimir el inciso segundo.
-oEl señor HUENCHUMILLA (Presidente en ejercicio).- Algunos señores
Diputados me han solicitado que se confeccione un boletín especial con los
discursos que serán insertados.
¿Habría acuerdo en tal sentido?
Acordado.
Agradecemos la presencia en las tribunas de todos los pastores y
ministros del país que concurrieron al debate del proyecto.
Por haberse cumplido con el objeto de la sesión, se levanta.
-Se levantó la sesión a las 17.56 horas.
JORGE VERDUGO NARANJO,
Jefe de la Redacción de Sesiones.
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SEGUNDO INFORME COMISIONES UNIDAS
1.9. Segundo Informe de Comisiones de Constitución y
Derechos Humanos, unidas
Cámara de Diputados. Fecha 04 de diciembre, 1996. Cuenta en Sesión 25.
Legislatura 334.
BOLETÍN N°. 1111-07-2.
SEGUNDO INFORME DE LAS COMISIONES UNIDAS DE CONSTITUCIÓN,
LEGISLACIÓN Y JUSTICIA Y DE DERECHOS HUMANOS, NACIONALIDAD
Y CIUDADANÍA, SOBRE EL PROYECTO DE LEY QUE ESTABLECE NORMAS
ACERCA DE LA CONSTITUCIÓN JURÍDICA Y FUNCIONAMIENTO DE LAS
IGLESIAS Y ORGANIZACIONES RELIGIOSAS.
Honorable Cámara:
Vuestras Comisiones Unidas de Constitución, Legislación y Justicia
y de Derechos Humanos, Nacionalidad y Ciudadanía, pasan a informaros,
en primer trámite constitucional y segundo reglamentario, sobre el proyecto de
ley individualizado en el epígrafe, iniciado en mensaje de S.E. el Presidente de
la República.
El acuerdo para que este proyecto fuera informado, en esta ocasión, por
ambas Comisiones Unidas, fue adoptado por la Corporación en sesión 13ª., en
miércoles 6 de noviembre de 1996, después de haberle prestado aprobación,
en general, por la unanimidad de los señores Diputados presentes.
-------De conformidad con lo previsto en el artículo 288 del Reglamento de la
Corporación, corresponde en este segundo informe hacer mención expresa:
1° De los artículos que no hayan sido objeto de indicaciones ni de
modificaciones.
Se encuentran en esta situación los artículos 2°, 4°, 5°, 10, 13 y 17
permanentes y 1° y 2° transitorios.
Se hace constar que el inciso cuarto del artículo 10 ha sido aprobado en
el carácter de orgánico constitucional y debe votarse en particular, no obstante
no haber sido objeto de indicaciones ni de enmiendas, atendido lo dispuesto en
el artículo 30 de la ley N° 18.918, con la mayoría especial requerida de las
cuatro séptimas partes de los diputados y senadores en ejercicio.
Se hace constar, igualmente, que los artículos 1°, 6°, 7°, 8° y 11, así
como el epígrafe del título II, fueron aprobados en los mismos términos, por
haberse rechazado por unanimidad las indicaciones presentadas, salvo la
formulada respecto del artículo 11, que lo fue por simple mayoría.
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SEGUNDO INFORME COMISIONES UNIDAS
2° Mención de los artículos calificados como normas de carácter
orgánico constitucional o de quórum calificado.
El inciso cuarto del artículo 10 tiene el carácter de orgánico
constitucional, por incidir en las atribuciones de los tribunales de justicia, en
cuanto permite reclamar de la resolución que objete la constitución de una
entidad religiosa, ante el juez de letras en lo civil de la ciudad capital de región
en la que tuviere su domicilio.
3° De los artículos suprimidos.
En este trámite reglamentario no se ha suprimido ningún artículo.
4° De los artículos modificados.
Se encuentran en esta situación los artículos 3°, 9°, 12, 14, 15 y 16.
El artículo 3° establece que el Estado velará para que las personas
desarrollen libremente sus creencias y promoverá la participación de las
igleias, confesiones e instituciones religiosas en la consecución del bien común.
Se suprimió la palabra “promoverá”, con el fin de impedir cualquier tipo
de intervención del Estado en materia relativas a la libertad religiosa y de
culto, lo cual obligó a efectuar algunas enmiendas formales al referido artículo.
Se aprobó por unanimidad.
El artículo 9°, que señala los requisitos que deben cumplir las entidades
religiosas para tener existencia legal, fue modificado, agregándose un inciso
final que precisa que ellas no podrán tener fines lucrativos.
Se aprobó por once votos a favor y una abstención.
El artículo 12, cuyo propósito es que los ministros del culto de una
iglesia no estén obligados a declarar y guardar así el secreto que se les haya
confiado, fue aprobado con una enmienda formal, destinada a precisar la cita
legal al artículo 201 del Código de Procedimiento Penal.
Se aprobó por unanimidad.
El artículo 14 fue objeto de una adición, destinada a incorporar una
norma, similar a la contenida en el artículo 549 del Código Civil, destinada a
precisar que lo que pertenece a una entidad religiosa no pertenece a las
personas naturales que la componen y que sus deudas no dan derecho a nadie
para demandarlas a éstas ni dan acción sobre sus bienes. En caso de
disolución, los bienes no pueden pasar a dominio de alguno de sus integrantes.
Se aprobó por unanimidad.
El artículo 15, relativo a las donaciones y asignaciones que reciban las
entidades religiosas, fue aprobado con supresión de su inciso primero,
acogiendo la proposición de la Comisión de Hacienda, ya que la exención
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SEGUNDO INFORME COMISIONES UNIDAS
tributaria que allí se menciona está contemplada expresamente y en los
mismos términos en la Ley sobre Herencias, Asignaciones y Donaciones.
Se aprobó por unanimidad.
El artículo 16, que dispone que las entidades religiosas gozarán de los
mismos derechos, exenciones y beneficios tributarios que las leyes y
reglamentos vigentes otorguen y reconozcan a otras iglesias, confesiones e
instituciones religiosas existentes en el país, fue aprobado con dos enmiendas.
En la disposición transcrita, se acordó hacer expresa mención a los
derechos, exenciones y beneficios tributarios que la Constitución les otorga y
reconoce.
Como consecuencia de lo anterior, se acogió una proposición de la
Comisión de Hacienda y se suprimió el inciso segundo, que disponía, reiterando
la norma constitucional del artículo 19, N° 6°, que los templos y sus
dependencias, destinados exclusivamente al servicio de un culto, estarán
exentos de toda clase de contribuciones.
Se aprobó por unanimidad.
5° De los artículos nuevos introducidos.
En este trámite reglamentario no se ha introducido ningún artículo
nuevo.
6° Artículos que deben ser conocidos por la Comisión de
Hacienda.
No hay artículos que deban ser conocidos por la Comisión de Hacienda,
dado el hecho de que no se ha modificado ningún disposición que tenga
incidencia financiera o presupuestaria.
7° Indicaciones rechazadas por la Comisión.
En este trámite reglamentario se han rechazado las indicaciones 1 al 7
de la hoja de tramitación elaborada por la Secretaría, anexa a los antecedentes
del proyecto.
Asimismo, se ha rechazado una indicación del señor Ascencio para
derogar el inciso tercero del artículo 11.
Texto del proyecto aprobado.
En mérito de las consideraciones expuestas, vuestra Comisión os
propone que tengáis a bien aprobar el siguiente:
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“Proyecto de ley
Capítulo I
Normas Generales
Artículo 1º. El Estado garantiza la libertad religiosa y de culto,
reconocida en el artículo 19, No. 6º, de la Constitución Política de la República,
en los términos previstos en esta ley.
Artículo 2°. Ninguna persona podrá ser discriminada en virtud de sus
creencias religiosas, ni tampoco podrán éstas invocarse como motivo para
anular, restringir o afectar la igualdad consagrada en la Constitución y la ley.
Artículo 3°. El Estado velará por que las personas desarrollen
libremente sus creencias y por la participación de las iglesias, confesiones e
instituciones religiosas en la consecución del bien común.
Artículo 4°. Para los efectos de esta ley, se entiende por iglesias,
confesiones o instituciones religiosas a las entidades formadas por personas
naturales que profesen una determinada fe, la practiquen, enseñen y difundan.
Artículo 5°. Cada
vez que esta ley emplea el término “entidad
religiosa”, se entendrá que se refiere a las iglesias, confesiones e instituciones
religiosas de cualquier culto, sus federaciones o confederaciones.
Capítulo II
Libertad religiosa y de culto
Artículo 6°. La libertad religiosa y de culto, con la correspondiente
autonomía e inmunidad de coacción, significan, para toda persona, las
facultades de:
a) Profesar la creencia religiosa que libremente elija o no profesar
ninguna; manifestarla libremente o abstenerse de hacerlo; o cambiar o
abandonar la que observaba.
b) Practicar en público o en privado, individual o colectivamente, actos
de oración o de culto; conmemorar sus festividades; celebrar sus ritos
matrimoniales; recibir a su muerte una sepultura digna en los cementerios
públicos, sin discriminación por razones religiosas; no ser obligada a practicar
actos de culto o a recibir asistencia religiosa contraria a sus convicciones
personales y no ser perturbada en el ejercicio de estos derechos;
c) Recibir asistencia religiosa de su propia confesión en donde quiera
que se encuentre;
d) Recibir e impartir enseñanza o información religiosa por cualquier
medio; elegir para sí -- y los padres para los menores no emancipados y los
guardadores para los incapaces bajo su tuición y cuidado --, la educación
religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones, y
e) Reunirse o manifestarse públicamente con fines religiosos y asociarse
para desarrollar comunitariamente sus actividades religiosas, de conformidad
con el ordenamiento jurídico general y con esta ley.
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SEGUNDO INFORME COMISIONES UNIDAS
Artículo 7º. En virtud de la libertad religiosa y de culto, se reconoce a
las entidades religiosas, entre otras, las siguientes facultades:
a) Ejercer libremente su propio ministerio, practicar el culto, celebrar
reuniones en relación con la religión y fundar y mantener lugares para esos
fines.
b) Establecer su propia organización interna y jerarquía; capacitar,
nombrar, elegir y designar en cargos y jerarquías a las personas que
correspondan y determinar sus denominaciones;
c) Enunciar, comunicar y difundir, de palabra, por escrito o por cualquier
medio comunicacional, su propio credo y manifestar su doctrina respecto de la
perfección de la actividad humana y de la sociedad.
d) Fundar, mantener y dirigir, en forma autónoma y sin fines de lucro,
institutos de formación y de estudios teológicos o doctrinales, instituciones
educacionales, de beneficencia o humanitarias, conforme con sus estatutos.
e) Crear, participar, patrocinar y fomentar, para la realización de sus
fines, asociaciones, corporaciones y fundaciones con arreglo a las disposiciones
del ordenamiento jurídico común, siempre que no tengan fines de lucro, y
f) Solicitar y recibir todo tipo de contribuciones voluntarias, de
particulares e instituciones.
Artículo 8º. El ejercicio de los derechos que emanan de la libertad
religiosa y de culto tiene como límites la moral, las buenas costumbres y el
orden público, conforme con lo preceptuado en el párrafo primero del No. 6°
del artículo 19 de la Constitución Política de la República.
Quedan fuera del ámbito de aplicación de esta ley las entidades y las
actividades relacionadas con el estudio y experimentación de fenómenos
psíquicos o parasicológicos, prácticas mágicas, susperticiosas, espiritistas u
otras de naturaleza ajena o diferentes al conocimiento y culto religiosos.
Queda prohibida la existencia de entidades o el desarrollo de actividades
destinadas al satanismo.
Capítulo III
Personalidad jurídica y estatutos
Artículo 9º. Las entidades religiosas que se organicen conforme a esta
ley tendrán existencia legal una vez cumplidos los siguientes requisitos:
a) Inscripción en el registro público que debe llevar el Ministerio de
Justicia de la escritura pública en que consten sus estatutos y el acta de su
respectiva constitución;
b) Transcurso del plazo de noventa días desde la fecha de inscripción o
registro, sin que el Ministerio de Justicia hubiere formulado objeción; o si,
habiéndose deducido objeción, ésta hubiere sido subsanada por la entidad
religiosa o desestimada por la justicia, y
c) Publicación en el Diario Oficial de un extracto del acta de constitución,
que incluya el número de registro o inscripción asignado.
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SEGUNDO INFORME COMISIONES UNIDAS
Desde que quede a firme la inscripción en el registro público, la
respectiva entidad religiosa gozará de personalidad jurídica de derecho público
por el solo ministerio de la ley.
Las entidades religiosas no podrán tener fines lucrativos.
Artículo 10. El Ministerio de Justicia no podrá denegar el registro.
Sin embargo, dentro del plazo de noventa días contados desde la fecha
de ese acto, mediante resolución fundada, podrá objetar la constitución si
faltare algún requisito o si los estatutos o los fines y objetivos perseguidos se
apartaren de las disposiciones de esta ley.
La entidad religiosa afectada, dentro del plazo de sesenta días, contado
desde la notificación de las objeciones, deberá subsanar los defectos de
constitución o adecuar sus estatutos, fines u objetivos a las observaciones
formuladas. Si así no lo hiciere, quedará sin efecto la inscripción en el registro.
De la resolución que objete la constitución podrán reclamar los
interesados, en juicio breve y sumario, ante el juez de letras en lo civil de la
ciudad capital de región en la que la entidad religiosa tuviere su domicilio,
dentro del plazo de quince días contado desde su notificación.
Artículo 11. Los estatutos deberán contener, a lo menos, la expresión
de los fines de la entidad religiosa, su denominación y demás datos de
identificación; su régimen de organización y funcionamiento; sus órganos
representativos, de administración y control; la forma y quórum de sus
decisiones; su sistema de financiamiento; lo relativo a su disolución y destino
de sus bienes, y el procedimiento para reformar sus estatutos.
El acta
deberá contener, como mínimo, el nombre de la entidad
religiosa, el o los domicilios de ella y la certificación de haberse aprobado los
estatutos.
Las personas que suscriban el acta de constitución de la entidad religiosa
y sus directores no deberán estar procesados ni condenados por crimen o
simple delito.
Artículo 12.
Los ministros de culto de una iglesia, confesión o
institución religiosa acreditarán su calidad de tales mediante certificación
expedida por la entidad religiosa respectiva, y les serán aplicables las normas
de los artículos 360, No.1; 361, Nos. 1 y 3, y 362 del Código de Procedimiento
Civil, así como lo establecido en el artículo 201, No. 2, del Código de
Procedimiento Penal.
Capítulo IV
Patrimonio y exenciones
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SEGUNDO INFORME COMISIONES UNIDAS
Artículo 13. La adquisición, enajenación y administración de los bienes
necesarios para las actividades de las entidades religiosas estarán sometidas a
la legislación común.
Deberán llevar libros de contabilidad, teniendo acceso a ellos cualquier
miembro de la corporación.
Artículo 14. Las entidades religiosas podrán solicitar y recibir toda clase
de donaciones y contribuciones voluntarias, de particulares e instituciones;
organizar colectas entre sus fieles para el culto, la sustentación de sus
ministros u otros fines propios de su misión.
Lo que pertenece a una entidad religiosa no pertenece, ni en todo ni en
parte, a las personas naturales que la componen; y recíprocamente, las deudas
de una entidad religiosa no dan derecho a nadie para demandarlas, en todo o
en parte, a ninguna de las personas naturales que componen la entidad
religiosa ni dan acción sobre los bienes propios de ellos. Ni aún en caso de
disolución, los bienes de la entidad religiosa podrán pasar a dominio de alguno
de sus integrantes.
Artículo 15. Las donaciones que reciban las entidades religiosas a que
se refiere esta ley, están exentas del trámite de insinuación cuando sean por
valores inferiores a veinticinco unidades tributarias mensuales.
Artículo 16. Las entidades religiosas regidas por esta ley gozarán de los
mismos derechos, exenciones y beneficios tributarios que la Constitución
Política de la República, las leyes y reglamentos vigentes otorguen y
reconozcan a otras iglesias, confesiones e instituciones religiosas existentes en
el país.
Capítulo V
Disolución
Artículo 17. La disolución de una entidad podrá llevarse a cabo de
conformidad con sus estatutos, o en cumplimiento de una sentencia judicial
firme, recaída en juicio incoado a requerimiento del Consejo de Defensa del
Estado, el que podrá accionar de oficio o a petición de parte, en los casos que
así corresponda, en conformidad con la Constitución y la ley.
Disuelta la entidad religiosa, se procederá a eliminarla del registro a que
se refiere el artículo 9°.
Artículos transitorios
Artículo 1º. El Estado reconoce la personalidad jurídica y la plena
capacidad de obrar de las entidades religiosas que gocen de ella a la fecha de
entrada en vigencia de esta ley.
Artículo 2º. Las entidades religiosas que a la época de su inscripción en
el registro público, hubieren declarado ser propietarias de inmuebles u otros
bienes sujetos a registro público, cuyo dominio aparezca a nombre de personas
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SEGUNDO INFORME COMISIONES UNIDAS
naturales o jurídicas distintas de ellas podrán, en el plazo de un año,
regularizar su situación otorgando los documentos o usando los procedimientos
legales de la legislación común, hasta obtener la inscripción correspondiente a
nombre de las referidas entidades.
Se designó
Barrientos.
Diputado
Informante
al
señor
Sergio
Elgueta
Sala de la Comisión, a 4 de diciembre de 1996.
Acordado en sesiones de fechas 13 de noviembre y 4 de diciembre de
1996, con asistencia de los señores Luksic (Presidente), Ascencio, Aylwin,
Cardemil, Coloma, Chadwick, Elgueta, Ferrada, Gajardo, García Huidobro,
Moreira y Villegas.
Adrián Álvarez Álvarez
Secretario de la Comisión
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DISCUSIÓN SALA
1.10. Discusión en Sala
Cámara de Diputados. Legislatura 334. Sesión 28. Fecha 12 de diciembre,
1996. Discusión particular. Se aprueba.
CONSTITUCIÓN
Y
FUNCIONAMIENTO
DE
IGLESIAS
Y
ORGANIZACIONES RELIGIOSAS. Primer trámite constitucional. (Continuación).
El señor MARTÍNEZ, don Gutenberg (Presidente).- Corresponde tratar,
en primer trámite constitucional y segundo reglamentario, el proyecto que
establece normas acerca de la constitución jurídica y funcionamiento de las
iglesias y organizaciones religiosas.
Diputado informante de las Comisiones Unidas de Constitución,
Legislación y Justicia y Derechos Humanos es el señor Elgueta.
Antecedentes:
-Segundo informe de las Comisiones Unidas de Constitución y de
Derechos Humanos, boletín Nº 1111-07, sesión 25ª, en 10 de diciembre de
1996. Documentos de la Cuenta Nº 3.
El señor MARTÍNEZ, don Gutenberg (Presidente).- En ausencia del Diputado
señor Elgueta, rendirá el informe el Diputado señor Ojeda.
El señor OJEDA.- Señor Presidente, las Comisiones Unidas de Constitución,
Legislación y Justicia y de Derechos Humanos, Nacionalidad y Ciudadanía al
analizar las indicaciones presentadas en la Sala, comprobamos que todas eran
meramente formales y no influían mayormente en el fondo del proyecto. La
unanimidad de sus miembros acordó rechazar aquellas que excluían la palabra
"culto". Los artículos 2º, 4º, 5º, 10, 13, 17 permanentes y 1º y 2º transitorios
no fueron objeto de indicaciones ni modificaciones. Los artículos 1º, 6º, 7º, 8º
y 11, así como el epígrafe del título II, fueron aprobados en los mismos
términos, por haberse rechazado por unanimidad las indicaciones presentadas,
salvo la formulada respecto del artículo 11, que lo fue por simple mayoría. El
inciso cuarto del artículo 10 tiene el carácter de orgánico constitucional, por
incidir en las atribuciones de los tribunales de justicia, en cuanto permite
reclamar de la resolución que objete la constitución de una entidad religiosa,
ante el juez de letras en lo civil de la ciudad capital de región en la que tuviere
su domicilio, y debe votarse en particular, no obstante no haber sido objeto de
indicaciones ni de enmiendas, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 30 de
la ley Nº 18.918, con la mayoría especial requerida de las cuatro séptimas
partes de los diputados y senadores en ejercicio.
En este trámite no se suprimió ningún artículo; sin embargo, fueron
modificados los artículos 3º, 9º, 12, 14, 15 y 16. El artículo 3º establece que el
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DISCUSIÓN SALA
Estado velará para que las personas desarrollen libremente sus creencias y
promoverá la participación de las iglesias, confesiones e instituciones religiosas
en la consecución del bien común.
Se suprimió la palabra "promoverá", con el fin de impedir cualquier tipo de
intervención del Estado en materias relativas a la libertad religiosa y de culto,
lo cual obligó a efectuar algunas enmiendas formales al referido artículo.
Esta modificación se aprobó por unanimidad. En el artículo 9º, que establece
los requisitos que deben cumplir las entidades religiosas para tener existencia
legal, se agregó un inciso final, con el objeto de precisar que ellas no podrán
tener fines lucrativos. Se aprobó por once votos a favor y una abstención.
El artículo 12, cuyo propósito es que los ministros del culto de una iglesia no
estén obligados a declarar y guardar así el secreto que se les haya confiado,
fue aprobado por unanimidad con una enmienda formal, destinada a precisar la
cita legal del artículo 201 del Código de Procedimiento Penal. El artículo 14 fue
objeto de una adición destinada a incorporar una norma similar a la contenida
en el artículo 549 del Código Civil, a fin de precisar que lo que pertenece a una
entidad religiosa no pertenece a las personas naturales que la componen y que
sus deudas no dan derecho a nadie para demandarlas ni dan acción sobre sus
bienes. En caso de disolución, los bienes no podrán pasar al dominio de alguno
de sus integrantes. Se aprobó por unanimidad. El artículo 15, relativo a las
donaciones y asignaciones que reciban las entidades religiosas, fue aprobado
con la supresión de su inciso primero, acogiendo así una proposición de la
Comisión de Hacienda, ya que la exención tributaria que allí se menciona está
contemplada expresamente y en los mismos términos en la ley N° 16.271,
sobre Herencias, Asignaciones y Donaciones. Se aprobó por unanimidad.
El artículo 16, que dispone que las entidades religiosas gozarán de los mismos
derechos, exenciones y beneficios tributarios que las leyes y los reglamentos
vigentes otorguen y reconozcan a otras iglesias, confesiones e instituciones
religiosas existentes en el país, se aprobó con dos enmiendas. En esa
disposición, se acordó hacer expresa mención a los derechos, exenciones y
beneficios tributarios que la Constitución les otorga y reconoce. Como
consecuencia de lo anterior, se acogió una proposición de la Comisión de
Hacienda, y se suprimió el inciso segundo que disponía, reiterando la norma
constitucional del número 6º del artículo 19, que los templos y sus
dependencias, destinados exclusivamente al servicio de un culto, estarán
exentos de toda clase de contribuciones. Se aprobó por unanimidad.
En este trámite reglamentario no se ha introducido ningún artículo nuevo.
Tampoco hay artículos que deban ser conocidos por la Comisión de Hacienda,
dada la circunstancia de que no se modificó ninguna disposición con incidencia
financiera o presupuestaria. Se rechazaron las indicaciones 1 al 7 de la minuta
que se acompañó a la tramitación elaborada por la Secretaría, anexa a los
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DISCUSIÓN SALA
antecedentes del proyecto. Asimismo, se rechazó una indicación del Diputado
señor Ascencio para derogar el inciso tercero del artículo 11.
En mérito de las consideraciones expuestas, las Comisiones Unidas de
Constitución, Legislación y Justicia y de Derechos Humanos, Nacionalidad y
Ciudadanía sugieren aprobar el texto propuesto en el informe.
La unanimidad demostrada en la aprobación y despacho del proyecto impide
cualquier otra consideración, por lo que no cabe sino aprobarlo en todos sus
términos. Dado que cubre aspectos y situaciones constitucionales, religiosas y
de culto, esta iniciativa alcanza relevancia histórica. Este Parlamento debe
considerarse honrado y muy satisfecho de despacharla en su oportunidad,
como corresponde.
He dicho.
El señor MARTÍNEZ, don Gutenberg (Presidente).- Señores diputados, la
Secretaría me recuerda que a los acuerdos de Comités, de los cuales recién
dimos cuenta, debe agregarse la recomendación -respecto del proyecto de
educación- de someter a votación en general, al inicio de la sesión del próximo
martes, las letras g) y h) del artículo 10, para los efectos de salvar un trámite
que no se cumplió la vez pasada. Si le parece a la Sala, así se acordará.
Acordado. Tiene la palabra el Diputado señor Valcarce. El señor VALCARCE.Señor Presidente, dentro de los proyectos que hemos analizado durante los
últimos seis años, creo que uno de los más trascendentes es éste, que
garantiza a todos los chilenos la libertad de culto y pone en igualdad de
condiciones a las distintas religiones que se practican en nuestro país.
Esto es importante destacarlo, porque el pueblo de Chile es creyente, con
diferentes connotaciones en cuanto a su religión. Por eso, debemos
felicitarnos, pues con la aprobación de este proyecto garantizaremos la plena
libertad de creencias y de culto en nuestro país, lo que será practicado en cada
una de las dependencias del Estado, ya sea en las Fuerzas Armadas o en las
reparticiones civiles, en especial en los colegios dependientes del Ministerio de
Educación y de las distintas municipalidades. Creo necesario resaltar el hecho
de que todos los ministros de culto, sean sacerdotes, pastores u obispos de
cualquier iglesia, que hayan recibido secretos en confesión, no están obligados
a declarar ante la justicia y pueden guardar para sí el secreto que se les ha
confiado.
Este punto es de vital importancia para dar el respeto necesario a cada una de
las religiones y a los que guían a sus feligreses. Por otro lado, el otorgamiento
de igualdad de derechos, exenciones y beneficios tributarios que las leyes y
reglamentos conceden a algunas iglesias, también significa un logro
importante.
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DISCUSIÓN SALA
Esta iniciativa viene a llenar un vacío que existe desde la Constitución de 1925,
cuando se separa la Iglesia del Estado, y a cautelar que cada chileno tenga la
plena garantía de creer, pensar, adorar y rezar lo que estime conveniente en
los lugares públicos destinados para ello, sean templos, iglesias o cualquiera
otra denominación que la religión le dé a esos lugares. Por lo tanto, anuncio mi
voto favorable y felicito a la Cámara por apoyar un proyecto que garantiza el
pleno derecho a creer en lo que cada uno estime conveniente.
He dicho.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Informo a la Sala que existe la
posibilidad de aprobar el proyecto con los quórum especiales requeridos. Por lo
tanto, vamos a llamar a todos los señores diputados a votar una vez que
terminen de intervenir los parlamentarios inscritos.
El señor ORPIS.- Señor Presidente, el inciso cuarto del artículo 10 es materia
de ley orgánica constitucional. No sé si tenemos quórum para eso.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Lo sabemos, señor diputado. Por eso, si
hacemos un esfuerzo, lo podemos despachar hoy con los quórum
correspondientes. Tiene la palabra el Diputado señor René Manuel García.
El señor GARCÍA (don René Manuel).- Señor Presidente, me voy a referir a dos
artículos en especial. El 3º, dice claramente:
"El Estado velará por que las personas desarrollen libremente sus creencias y
por la participación de las iglesias, confesiones e instituciones religiosas en la
consecución del bien común." A su vez, la letra a) del artículo 6º señala:
"Profesar la creencia religiosa que libremente elija o no profesar ninguna;..."
Da lo mismo que una persona crea o no crea, pero al no profesar ninguna
religión, puede crear una iglesia, denominarla "Iglesia de nadie" y obtener los
mismos beneficios tributarios que las otras. Por lo tanto, a las personas que no
tienen creencia alguna, les estamos dando la posibilidad de aprovechar esta
ley para adquirir bienes o formar alguna institución o comunidad a cuenta de la
iglesia.
Esto me preocupa, porque si hablamos de libertad religiosa y de culto es para
la gente que tiene alguna creencia, sea católica, evangélica o protestante; pero
no me parece justo darle esta garantía a quienes no tienen ninguna creencia,
porque se pueden aprovechar para crear sociedades con fines de lucro y
después disolverlas al amparo de esta misma ley.
Planteo esta inquietud al diputado informante, porque no me parece que sea
un tema menor, pues hemos visto que, amparados en la fe, algunos pastores
en Estados Unidos han hecho de la religión un bien común, y hemos conocido,
además, experiencias muy desagradables de gente que se ha aprovechado de
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DISCUSIÓN SALA
la fe de las personas. Esta iniciativa se está esperando desde hace muchos
años, pues todo el mundo participa de alguna iglesia y cree que lo mejor para
el país es la libertad de culto, siempre que ésta no atente contra las buenas
costumbres, como lo señala la ley.
Creo que podemos abrir una ventana a personas inescrupulosas, que no tienen
ninguna creencia, para aprovecharse de esta normativa, pues esas iglesias o
templos tendrán las mismas exenciones tributarias, lo cual me parece absurdo,
a pesar de difundir algo que no corresponde al espíritu de la ley. Además, el
artículo 6º consagra el derecho de la persona a no ser obligada a practicar
actos de culto o a recibir asistencia religiosa contraria a sus convicciones
personales y a no ser perturbada en el ejercicio de estos derechos.
Esto, que parece tan simple -lo digo con conocimiento de causa y no para
congraciarme con nadie- es bastante complejo, porque si una persona católica
quiere contraer matrimonio con una evangélica, tiene cientos de problemas
para hacerlo, porque ninguna de las dos iglesias quiere ceder a la fe del otro
miembro, y deben recurrir a otras iglesias para casarse.
Quiero preguntar al diputado informante si cuando se realicen estos
matrimonios la persona podrá elegir la iglesia y estará el pastor y el sacerdote
en ese momento, porque conozco casos en que se han puesto tantas trabas
que las parejas han debido recurrir a una tercera iglesia para contraer el
sagrado vínculo. Esos son los dos temas que no quería dejar pasar en esta
discusión. Desde ya, anuncio mi voto favorable al proyecto. Señor Presidente,
por su intermedio, concedo una interrupción al Diputado señor Elgueta, por dos
minutos.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Diputado señor
Elgueta.
El señor ELGUETA.- Señor Presidente, agradezco la interrupción que me ha
concedido el Diputado señor René García. En la letra a) del artículo 6º se
establece que se puede profesar la creencia religiosa que libremente se elija o
no profesar ninguna. Ahí está el meollo de la libertad de conciencia. Se puede
ser agnóstico, o sea, no creer en nada, o bien, tener una cierta vinculación o
relación con el ser superior. Esa libertad va en dos sentidos: tener una
determinada creencia o ninguna.
Este aspecto está conceptuado en un documento de la Iglesia Católica, del
Concilio Vaticano Segundo, llamado "Dignitatis Humanae", que declara que la
persona humana tiene derecho a la libertad religiosa. Esta libertad consiste en
que todos los hombres deben estar inmunes de coacción, o sea, nadie puede
estar obligado a tener una creencia determinada y, a su vez, no tener ninguna,
tanto por parte de personas particulares como grupos sociales y de cualquier
potestad humana.
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DISCUSIÓN SALA
Ello, de tal manera que, en materia religiosa, no se obligue a nadie a obrar
contra su conciencia ni se le impida que actúe conforme a ella en privado o en
público, solo o asociado con otros, dentro de los límites debidos.
En el artículo 12 del Pacto de San José de Costa Rica, sobre libertad de
conciencia y religión, se señala el mismo derecho resumido aquí. Por otra
parte, el artículo 5º de la Constitución Política de 1980, modificado por el
plebiscito de 1989, señala que corresponde al Estado promover los derechos
humanos establecidos en las convenciones internacionales ratificadas y
vigentes en Chile, y éste es el caso.
En consecuencia, como principio, se puede tener una religión o ninguna.
Tampoco podría existir una religión que no cree en nada. Ni siquiera podría
ampararse en esta iniciativa legal, puesto que las entidades religiosas están
definidas en el artículo 4º, que dice:
"Para los efectos de esta ley, se entiende por iglesias, confesiones o
instituciones religiosas a las entidades formadas por personas naturales que
profesen una determinada fe..." Por lo tanto, quienes no tengan ninguna -es el
caso expuesto por el Diputado García- no estarán regidas por la ley y jamás
podrán constituirse como las corporaciones o asociaciones que permite
organizar esta iniciativa.
He dicho.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Recupera la palabra el Diputado señor
René Manuel García.
El señor GARCÍA (don René Manuel).- Señor Presidente, estoy planteando un
tema que no es menor. Tenemos ejemplos en Alemania, Estados Unidos e
Inglaterra, donde se han aprovechado de normativas como ésta. ¿Por qué se
habla de libertad religiosa y de culto? Porque la libertad religiosa involucra todo
el sistema, mientras que el término "culto" se refiere a las iglesias evangélicas,
que no profesan la fe católica, no celebran misa, pero practican su culto. Por
eso, está de más la frase "o no profesar ninguna".
La persona determinará libremente si va o no a la iglesia, pero es posible llegar
a lo que planteo mediante subterfugios.Hemos visto y tenido experiencias
amargas con personas que difundían una fe en beneficio propio. Lo demás no
lo discuto. Estoy feliz de que se apruebe la libertad religiosa y de culto. Reitero
que al hablar de libertad religiosa se entiende que la persona tiene la
independencia para elegir una u otra tendencia: si no adhiere a ninguna, la ley
señala que no tiene problemas. Pero no juntemos aquí a quienes profesan
alguna creencia con los incrédulos, porque sólo se prestará para malentendidos
y para que los inescrupulosos se aprovechen de esta iniciativa legal en
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beneficio propio. En lo demás, apoyaré con mucha fe, entusiasmo y amor el
proyecto sobre libertad religiosa y de culto.
He dicho.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Diputado señor
Rubén Gajardo.
El señor GAJARDO.- Señor Presidente, es útil recordar que estamos en la
discusión del segundo informe de esta iniciativa, de manera que cabe referirse
a las modificaciones incorporadas o rechazadas en este trámite. Lo planteado
por el Diputado señor García estaba en el texto del primer informe, y no fue
alterado por el segundo.
En todo caso, la explicación del colega señor Elgueta es suficientemente clara.
El artículo 6º se refiere a los derechos y la libertad de las personas y no de las
entidades. Por eso, habla del derecho de profesar una religión. Para hacerlo
más claro, el texto establece que una persona puede o no tener alguna
creencia religiosa. Lo que hace es garantizar el derecho del individuo a adherir
o no a una religión.
Es evidente que la persona que no lo hace no puede constituir una entidad
religiosa porque, según el artículo 4º, se entiende por iglesias, confesiones o
instituciones religiosas las reguladas por esta ley, aquellas "formadas por
personas naturales que profesan una determinada fe,". O sea, las personas
que profesan una fe se organizan para poder desarrollarla. Por otra parte, la
letra e) del artículo 6º señala que la libertad religiosa comprende el derecho a
"Reunirse o manifestarse públicamente con fines religiosos y asociarse para
desarrollar comunitariamente sus actividades religiosas", etcétera.
En consecuencia, no se ve ninguna deficiencia en la estructura de la ley. Lo
que se ha hecho es explicitar de la manera más clara posible la libertad de
conciencia que tienen las personas para profesar una religión y el derecho para
desarrollar todos aquellos actos religiosos o de culto vinculados con la religión
que se ha elegido. Como mencionaba el diputado informante, estamos frente a
cambios menores que no alteran en absoluto el espíritu del proyecto aprobado
en su primer informe. Por consiguiente, creo que vamos a contar, tal como lo
hicimos en esa oportunidad, con el respaldo unánime de la Cámara para
aprobar la iniciativa y despacharla al Senado para que cumpla su segundo
trámite constitucional.
He dicho.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Están inscritos para hacer uso de la
palabra los Diputados señores Ribera, Ceroni, Urrutia y Elizalde. Como estamos
realizando un debate en general que ya se hizo, en beneficio del despacho del
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proyecto y como hay tiempo después para discutir los distintos artículos,
propongo votarlo y ofrecer la palabra a los señores diputados inscritos para
hablar sobre las disposiciones propuestas. Tiene la palabra el señor Elizalde.
El señor ELIZALDE.- Señor Presidente, es cierto que estamos en la discusión
particular, pero estamos tratando de respaldar cada una de las modificaciones
de la Comisión. Yo quería intervenir para apoyar las indicaciones formuladas en
la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia, es decir, hacerlas mías y
anunciar mi voto favorable. En definitiva, me parece que el procedimiento
propuesto es adecuado y, en consecuencia, concuerdo con que se dé la palabra
a los cuatro diputados inscritos y, a continuación, votar el articulado.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Si la Sala está de acuerdo, le ofrezco la
palabra al Diputado señor Ribera.
El señor RIBERA.- Señor Presidente, haré algunas observaciones generales
sobre el texto legal y la posición del Estado frente a las religiones y, con
posterioridad, un pequeño alcance que me gustaría que los diputados
informantes me aclararan. Aquí se ha sostenido y discutido largamente sobre
cuál es el rol del Estado frente a las religiones y a las creencias. En realidad, no
hay nada más íntimo que la libertad de conciencia, que es una parte de la
libertad de expresión, sólo que se desarrolla en el fuero interno de la persona,
en su mente.
Su creencia es tan personal que a veces la gente es incapaz de irradiarla
correctamente hacia afuera. Pero si uno no garantiza la libertad de conciencia
a todos por igual, está, de una u otra manera, condicionando también la
libertad de expresión.
Por tanto, garantizar la libertad de conciencia es garantizar la capacidad del
hombre de ser individual, de ser diferente y de tener su propia cosmovisión, y
eso es tremendamente importante. Lo que hoy discutimos es, quizás, uno de
los mayores logros de la humanidad. En el pasado, la libertad de conciencia no
estaba permitida. El Estado no sólo se contentaba con regular las expresiones
públicas, sino que exigía, además, fidelidad a ciertos parámetros culturales o
religiosos. El Estado estaba íntimamente asociado con la religión. Toda la
conquista de América se desarrolló en una asociación muy íntima entre la
corona española y la Iglesia Católica, principalmente debido a las bulas
pontificias que se dictaron para fijar los límites de los territorios americanos
descubiertos por Portugal y España y, con posterioridad, porque la conquista
tuvo como fundamento de legitimación la conversión de los indígenas a la
verdadera fe.
Tenemos que reconocer que los españoles, principalmente los filósofos,
realizaron un tremendo avance en la creación de un derecho humanitario de
guerra, como Francisco de Vitoria y otros, quienes distinguieron entre lo que
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era la conquista legítima y la ilegítima, según implicara ésta la conversión o no
a la verdadera fe. En Chile, tuvimos durante largo tiempo una cierta unidad
religiosa, que luego comenzó a resquebrajarse por la llegada a algunos puertos
de comerciantes, principalmente ingleses, y luego por la difusión en este siglo
de la visión evangélica, a través de Canut de Bon.
Hoy, los evangélicos representan el 20 por ciento, más o menos, y, sin lugar a
dudas, constituyen una nueva realidad que pesa y tiene influencia no sólo en
las capas populares, sino en toda la sociedad. Son gente consciente de su
propio hacer y, por lo tanto, exigen un tratamiento más igualitario del Estado.
Si bien es cierto que en 1925 se produjo en Chile la separación entre la Iglesia
y el Estado, no es menos efectivo que la tradición política, cultural y social
mantuvo, en favor de la Iglesia Católica, cierta discriminación hacia otras
creencias existentes en Chile.
Con este proyecto perseguimos dos objetivos importantes: primero, reafirmar
el derecho de las personas a practicar su religión y a la libertad de conciencia,
en general, y segundo, dar parámetros que permitan modificar las
desigualdades sociales que se manifiestan, no tanto en la ley, sino respecto de
las autoridades que la implementan, que diferencian entre una y otra religión.
Deseo insistir en un punto fundamental: el Estado no es indiferente frente a las
religiones, sino neutral, lo cual constituye un elemento muy importante. La
indiferencia consistiría en que al Estado le diera lo mismo lo que ocurra con las
religiones.
En realidad, no es así, pues debe garantizar la libertad religiosa, velar por su
libre ejercicio, permitir su desarrollo y resguardar su existencia. De ahí que la
doctrina distinga entre la indiferencia religiosa, es decir, que al Estado le dé lo
mismo lo que pasa, y la neutralidad religiosa, en que el Estado debe demostrar
imparcialidad en su postura, pero tener una posición activa en cuanto a
garantizar los elementos mínimos que he mencionado. Al Estado no le compete
regular lo que es fe y religión. En muchas partes se han cometido abusos con
la creación de iglesias cuyo único objeto era obtener beneficios tributarios.
Como señaló el Diputado señor René Manuel García, ello ha sucedido, lo cual
ha generado grandes discusiones.
El Estado no puede pronunciarse respecto de lo que es o no religión; si lo
hiciera, definiría parámetros culturales, íntimos de la conciencia del ser
humano. Por eso, estimo que el proyecto apunta en el sentido correcto, pues
tiene por objeto principal modificar patrones culturales. Por ello, no sólo
debemos apoyarlo, sino buscar que la gente lo conozca, lo aprecie y lo
incorpore.
Deseo formular una consulta al diputado informante sobre las letras d) y e) del
artículo 7º. El artículo 7º, que reconoce distintas facultades a las entidades
religiosas, señala en su letra d) las de "Fundar, mantener y dirigir, en forma
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autónoma y sin fines de lucro, institutos de formación y de estudios teológicos
o doctrinales, instituciones educacionales, de beneficencia o humanitarias,
conforme a sus estatutos." Por su parte, la letra e) del mismo artículo
establece las de "Crear, participar, patrocinar y fomentar, para la realización
de sus fines, asociaciones, corporaciones y fundaciones con arreglo a las
disposiciones del ordenamiento jurídico común, siempre que no tengan fines de
lucro,".
Si se comparan ambas letras, surge una diferenciación semántica con
tremendas implicancias prácticas. En efecto, la letra d) dispone que las
entidades religiosas pueden ejercer las facultades allí mencionadas conforme a
sus propios estatutos; en cambio, la letra e) establece que deben hacerlo con
arreglo a las disposiciones del ordenamiento jurídico.
Este elemento no es menor, porque, a futuro, traerá como consecuencia que
todas las entidades que se formen en virtud de la letra d) no se sujetarán a los
órganos encargados de su supervisión; en cambio, las entidades que lo hagan
en conformidad con la letra e) deberán someterse a la legislación general. No
sé si los diputados de la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia que
revisaron el proyecto se percataron de esa diferenciación, que, tal vez, se
introdujo en forma involuntaria o no tuvo ese objeto, pero que lleva a esa
interpretación: las entidades religiosas podrán fundar, mantener y dirigir todas
esas entidades, conforme a sus propios estatutos.
Es decir, podrán crear institutos de formación profesional de acuerdo con sus
propios estatutos, sin embargo, si quieren tener corporaciones o fundaciones,
tendrán que hacerlo con arreglo a las disposiciones del ordenamiento jurídico.
A mi juicio, es conveniente que se precise esa diferenciación, que no es un
tema menor y contiene tremendas implicancias desde el punto de vista de la
regulación del Estado hacia entidades de formación y otras.
He dicho.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Señores diputados, antes de seguir
ofreciendo la palabra, y para agilizar y asegurar el despacho del proyecto, por
no haber sido objeto de modificaciones ni indicaciones, reglamentariamente, se
dan por aprobados los artículos 2º, 4º, 5º, 10, 13, 17, permanentes, y 1º y 2º
transitorios.
En todo caso, el inciso cuarto del artículo 10 fue aprobado en el carácter de
orgánico constitucional y debe votarse en particular, atendido lo dispuesto en
el artículo 30 de la ley Nº 18.918.
Tiene la palabra el Diputado señor Cardemil para una cuestión de Reglamento.
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El señor CARDEMIL.- Señor Presidente, quiero, por su intermedio, dirigirme a
los diputados miembros de la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia,
que aprobamos la norma que hoy se propone a la Sala, para plantearles que,
teniendo razón formal en su planteamiento el Diputado señor Teodoro Ribera,
quizás sea posible, por unanimidad, y de acuerdo con el Reglamento, aprobar
las siguientes indicaciones respecto de las letras d) y e) del artículo 7º: d)
Fundar, mantener y dirigir, en forma autónoma y sin fines de lucro, institutos
de formación y de estudios teológicos o doctrinales, instituciones
educacionales, de beneficencia o humanitarios, conforme con sus estatutos y
las disposiciones del ordenamiento común general que rijan esos institutos o
esas iglesias. e) Crear, participar, patrocinar y fomentar, para la realización de
sus fines, asociaciones, corporaciones y fundaciones creadas conforme con sus
estatutos y disposiciones del ordenamiento general vigente. Si se aceptara esa
idea, podríamos elaborar las indicaciones correspondientes y aprobarlas por
unanimidad. No sé qué le parece al Diputado señor Elgueta.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Analizaremos su planteamiento cuando
lleguemos a la votación en particular del artículo 7º. Tiene la palabra el
Diputado señor Elgueta.
El señor ELGUETA.- Señor Presidente, quiero señalar que las letras d) y e) del
artículo 7º contemplan dos situaciones absolutamente distintas.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Discúlpeme, señor diputado, volveré a
cederle la palabra cuando lleguemos al artículo 7º. Si le parece a la Sala, se
dará por aprobado en forma unánime el artículo 10, dejando constancia de que
se ha reunido el quórum requerido Aprobado.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- A continuación, someteré a votación los
artículos uno por uno y concederé la palabra a los señores diputados inscritos.
En votación el artículo 1º. -Efectuada la votación en forma económica, por el
sistema electrónico, dio el siguiente resultado: por la afirmativa, 43 votos. No
hubo votos por la negativa ni abstenciones.
El señor URRUTIA (don Salvador).-Señor Presidente, pido que se agregue mi
voto, porque tuve problemas con el tablero electrónico.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).-Se repetirá la votación, porque, al
parecer, varios señores diputados no pudieron emitir su voto. -Repetida la
votación en forma económica, por el sistema electrónico, dio el siguiente
resultado: por la afirmativa, 43 votos. No hubo votos por la negativa ni
abstenciones.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).-Aprobado el artículo 1º. -Votaron por
la afirmativa los siguientes señores Diputados: Acuña, Alvarado, Álvarez-
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Salamanca, Arancibia, Ascencio, Aylwin (don Andrés), Balbontín, Caminondo,
Cardemil, Ceroni, Chadwick, Dupré, Elgueta, Elizalde, Gajardo, Galilea, García
(don René Manuel), Gutiérrez, Hernández, Huenchumilla, Jürgensen, Kuschel,
Letelier (don Felipe), Longueira, Montes, Morales, Naranjo, Ojeda, Orpis, Palma
(don Joaquín), Ribera, Rocha, Rodríguez, Sabag, Salas, Seguel, Silva, Sota,
Urrutia (don Salvador), Villegas, Villouta, Wörner (doña Martita) y Zambrano.
El señor ARANCIBIA (Vicepresiden-te).-En discusión el artículo 3º. Ofrezco la
palabra. Tiene la palabra el Diputado señor Elizalde.
El señor ELIZALDE.- Señor Presidente, quiero respaldar cada una de las
indicaciones presentadas a los artículos 3º, 9º, 12, 14, 15 y 16, y manifestar
que no tuve la suerte de poder participar en la sesión que aprobó el primer
informe de la Comisión, debido a que, con el Diputado señor Estévez,
estábamos fuera del país.
También deseo expresar que fui partidario de la indicación sustitutiva del
proyecto original del Gobierno, que acogió gran parte de la opinión de las
diferentes organizaciones religiosas del país y entiendo que contó con el
respaldo mayoritario del Parlamento, que aprobó en forma unánime sus
primeros informes.
Ello implica que estamos velando por la libertad de las personas para
desarrollar sus creencias y, junto con ello, que a todas las iglesias se les
apliquen las mismas normas jurídicas, no existiendo primacía de ninguna de
ellas sobre otra. Reflexiono al respecto. Creo que estamos avanzando en el
sentido correcto, a diferencia de lo que sucede en muchos países del mundo,
donde se está planteando, fundamentalmente, el integrismo religioso y el
Estado trata de imponer la obligación de creencia en una religión en particular.
El hombre es el ser más importante de la creación. En consecuencia, la
humanidad en su conjunto debería respetar y velar por su desarrollo integral,
que implica que cada individuo escoja libremente su creencia religiosa. En ese
sentido, creo que este proyecto servirá como un instrumento para reconocer,
por otra parte, la importancia de las religiones en el desarrollo de las personas
y en el bien común del país. Durante su debate, pude verificar cuánto aportan
las diferentes iglesias al desarrollo del país. En consecuencia, votaré
favorablemente todas las indicaciones que mejoran la iniciativa y que cumplen
con el objetivo de privilegiar al ser humano por sobre todo.
He dicho.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).-Tiene la palabra el Diputado señor
Schaulsohn por cinco minutos.
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El señor SCHAULSOHN.- Señor Presidente, sólo haré una observación de
redacción muy breve al artículo 1º, que recién se votó, y que dice:
"El Estado garantiza la libertad religiosa y de culto, reconocida en el artículo
19, número 6, de la Constitución Política de la República, en los términos
previstos en esta ley." Sé que el propósito del proyecto es fomentar y expandir
la libertad religiosa y de culto, pero en la forma como quedó redactado dicho
artículo -reconozco que no reparé a tiempo en ello para hacerlo notar
oportunamente; pero hoy aprovecho la ocasión- podría entenderse que la ley
limita o restringe el ejercicio de esos derechos. Los circunscribe a, como dice:
"los términos previstos en esta ley".
Creo que es una garantía constitucional, porque el artículo 1º, en el fondo, es
una declaración de principios y dicha declaración, si es necesaria, el ideal es
que quede redactada en los términos más amplios posibles, toda vez que la
garantía constitucional de libertad religiosa y de culto es absoluta; el Estado no
puede garantizarla sólo en los términos previstos en esta ley. La garantiza y
punto. Ahora, se dicta una ley para cumplir otros propósitos que se estiman
concordantes con esa garantía constitucional y creo que al respecto, en algún
momento podría haber una interpretación errónea del espíritu de la ley. A lo
mejor mi inquietud no es compartida, pero he querido hacerla presente.
He dicho.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Señores diputados, el punto que ha
observado el Diputado señor Schaulsohn es importante y la Mesa comparte su
preocupación. El problema es que necesitamos la unanimidad de la Sala para
borrar la referida frase. Tiene la palabra el Diputado señor Villouta.
El señor VILLOUTA.- Señor Presidente, a lo mejor si se le agregara, después de
la palabra "República", la expresión "especialmente en los términos..." se
obviaría el problema.
El señor ELGUETA.- Señor Presidente, estoy de acuerdo con lo que propone el
Diputado señor Schaulsohn, es decir, en colocar un punto aparte en lugar de la
coma y suprimir la frase.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- La Mesa comparte esa idea. Tiene la
palabra el Diputado señor Ceroni.
El señor CERONI.- Señor Presidente, en primer lugar, me parece muy
atingente la propuesta del Diputado señor Schaulsohn, en el sentido de que es
importante suprimir, al menos, la última parte del artículo 1º que señala: "en
los términos previstos en esta ley." En segundo lugar, en relación con el
artículo 3º, quiero manifestar mi total acuerdo con la supresión de la palabra
"promover", de tal manera que el Estado velará por que las personas
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desarrollen libremente sus creencias. De haberse mantenido dicha palabra,
evidentemente, constituiría un elemento de distorsión, en cuanto a que podría
dar a entender la intervención del Estado en una institución religiosa, tema
que, precisamente, los evangélicos criticaron durante la discusión del proyecto
original.
He dicho.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Diputado señor
Jürgensen.
El señor JÜRGENSEN.- Señor Presidente, sólo quiero expresar que encuentro
muy atinada la indicación de eliminar, en el artículo 3º, la palabra
"promoverá", para impedir que el Estado promueva determinada participación
religiosa.
Por eso, expreso mi votación favorable al actual artículo 3º.
He dicho.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Diputado señor
Ribera.
El señor RIBERA.- Señor Presidente, comparto la apreciación del Diputado
señor Schaulsohn, toda vez que si el artículo 1º dice "en los términos previstos
en esta ley", puede entenderse, en primer lugar, que se trata de una ley
interpretativa de la Constitución, y no lo es. Señalar "en los términos previstos
en esta ley", significa en esos términos y no en otros. En realidad, ésta no es
una ley interpretativa de la Constitución, sino que tiene por objeto garantizar,
en forma lo más precisa posible, la disposición constitucional. No la limita, sino
que la concreta. Sin embargo, puede que en el futuro los jueces tengan
aspectos más amplios que garantizar. Por eso, apoyo la indicación del Diputado
señor Schaulsohn para eliminar la expresión "en los términos previstos en esta
ley.".
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Diputado señor
Cardemil.
El señor CARDEMIL.- Señor Presidente, también estoy de acuerdo con la
observación del Diputado señor Schaulsohn de eliminar del artículo 1º la frase
mencionada, pero entiendo que la norma, como se ha dicho, tiene por objeto
desarrollar una garantía constitucional, dar curso y establecer las formas que
la regularán.
Por lo tanto, para ser coherentes, me parece que correspondería trasladar al
artículo 3º la frase cuya eliminación del artículo 1º se propone. Es decir, el
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artículo 1º llegaría hasta la palabra "República." y se agregaría la frase "en los
términos previstos en esta ley" al artículo 3º, después de la palabra "velará".
Así, el artículo 3º quedaría como sigue: "El Estado velará, en los términos
previstos en esta ley, por que las personas desarrollen libremente sus
creencias...", etcétera. Con ello, cumpliríamos dos objetivos: clarificar la norma
del artículo 1º y garantizar en el artículo 3º el desarrollo de las creencias y la
participación de las iglesias. He dicho. El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).Si le parece a la Sala, se aprobará, por unanimidad, la proposición del
Diputado señor Schaulsohn de suprimir la frase que señaló, la cual podría dar
lugar a una interpretación restrictiva de la norma.
Aprobada.
La proposición del Diputado señor Cardemil al artículo 3º también requiere la
unanimidad de la Sala. Solicito a su Señoría que la precise.
El señor CARDEMIL.- Señor Presidente, la proposición consiste en agregar al
artículo 3º, a continuación de "El Estado velará", la frase del artículo 1º que
recién eliminamos, porque, ¿cómo vela el Estado? ¿En forma abstracta? No, de
acuerdo con los términos previstos en esta ley, que regula el ejercicio de la
garantía constitucional para que las personas desarrollen libremente sus
creencias. El resto del artículo 3º quedaría como está en el texto.
He dicho.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Diputado señor
Balbontín.
El señor BALBONTÍN.- Señor Presidente, por el carácter restringido que planteó
el Diputado señor Schaulsohn, me parece que no vale la pena adicionar al
artículo 3º la frase que eliminamos del artículo 1º. Basta con la forma
establecida en el texto. Lo demás es abundar demasiado.
He dicho.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Diputado señor
Ceroni.
El señor CERONI.- Señor Presidente, la indicación del Diputado señor Cardemil
es inconveniente, porque el artículo 3º restringiría el ámbito del Estado a "los
términos previstos en esta ley", en circunstancias de que lo importante es que
vele por que las personas desarrollen libremente sus creencias. Por ello, me
opongo.
He dicho.
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El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Como es evidente que no hay
unanimidad, se procederá a votar el artículo 3º en los términos propuestos en
el segundo informe. En votación. Si le parece a la Sala, se aprobará por
unanimidad.
Aprobado.
En votación el artículo 6º. Si le parece a la Sala, se aprobará por unanimidad.
Aprobado.
En discusión el artículo 7º. Tiene la palabra el Diputado señor Elgueta.
El señor ELGUETA.- Señor Presidente. En verdad, el Diputado señor Ribera
podría tener razón en lo formal, pero tanto en la letra d) como en la e) existe
el llamado principio de la legalidad, de acuerdo con los artículos 6º y 7º de la
Constitución Política.
De manera que cualesquiera sean sus estatutos, éstos regirán a las
instituciones de la letra d), pero, además, tendrán que cumplir con la ley
vigente, con todas las normas constitucionales, legales y reglamentarias que
correspondan. Ahora, si hay unanimidad, no veo inconveniente en que se le
agregue, tal vez, "conforme a sus estatutos y a la normativa vigente o común."
He dicho.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Diputado señor
Huenchumilla.
El señor HUENCHUMILLA.- Señor Presidente, las letras d) y e) plantean dos
cuestiones distintas. La letra d) se refiere a la manifestación de la garantía
constitucional del artículo 19, Nº 6, en cuanto la libertad de conciencia tiene
manifestaciones litúrgicas, de creencias y el ejercicio libre de todos los cultos.
Por lo tanto, entiendo que lo que estamos haciendo en la letra d) es permitir a
las entidades religiosas la posibilidad de que de manera autónoma, en la
formación o en los estudios teológicos o doctrinales, manifiesten sus
preferencias religiosas o creencias.
En cuanto a las instituciones educacionales, de beneficencia o humanitarias, es
probable que haya confusión respecto de que tengan o no personalidad
jurídica. Pero es una situación absolutamente distinta, porque de acuerdo con
el Nº 15 del artículo 19 de la Constitución, es posible todo tipo de asociación
sin que ley alguna la prohíba. La personalidad jurídica tendría que concederse
de acuerdo con la ley. En consecuencia, me parece que la letra d) está bien
redactada, porque se refiere a la manifestación de las creencias religiosas
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dentro del ámbito de las propias entidades religiosas, que ya tendrían su
personalidad jurídica.
En cambio, la letra e) sería redundante, porque una entidad religiosa con
personalidad jurídica, ¿podría crear una corporación o fundación, aunque no lo
explicitáramos aquí? Lógicamente, podría hacerlo, conforme al ordenamiento
común. Entiendo que las corporaciones y fundaciones son esencialmente sin
fines de lucro. De manera que, a mi juicio, la letra d) está bien. La letra e) es
redundante, porque aunque no la colocáramos, igualmente las entidades
religiosas tendrían esa facultad. Pero como se dice que lo que abunda no daña,
para que quede más explícito y no haya problemas de interpretación, tampoco
habría mayor inconveniente para que ambas letras quedaran como están.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Diputado señor
Ribera.
El señor RIBERA.- Señor Presidente, la letra b) del artículo 7º, dice:
"Establecer su propia organización interna y jerarquía; capacitar...". El
concepto capacitar estaría englobando a los institutos de formación y de
estudios teológicos o doctrinales. Pero el problema lo generan, principalmente,
las expresiones: "instituciones educacionales, de beneficencia o humanitarias"
de la letra d), antes de "conforme con sus estatutos". Tal vez, deberían ser
pasadas a la letra e), para diferenciar la estructura interna, en la que no
debemos introducirnos, porque, si lo hacemos, de una u otra manera,
estaríamos coartando su propia organización.
Distinto es que las iglesias tengan que subordinarse a la legislación general si
crean un colegio, un centro de formación técnica u otra institución. El tema es
importante. Por ejemplo, ¿cuál es el fundamento jurídico de las universidades
católicas que existen en Chile? No son autorizadas por ley ni por disposición
alguna. Obedecen a transformaciones de la estructura interna de la Iglesia,
pero luego perciben subvención fiscal y otorgan títulos reconocidos por el
Estado. Entonces, para evitar que en el futuro, por el principio de no
discriminación, otras iglesias hagan lo mismo, sería mejor traspasar las
expresiones "instituciones educacionales, de beneficencia o humanitarias", de
la letra d) a la letra e). Así distinguiríamos lo que las iglesias pueden hacer
interiormente, en lo cual no debemos meternos, de las cosas que tienen
implicancias externas. Si se pregunta al Ministerio de Educación el título
jurídico que amerita la formación de una universidad católica, sabremos que no
existe. No se crean por decretos con fuerza de ley, sino por disposición
exclusiva del obispo de la respectiva diócesis.
He dicho.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Diputado señor
Ceroni.
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El señor CERONI.- Señor Presidente, quizás, nos estamos complicando más de
la cuenta. Está claro que la letra d) pretende establecer lo que las entidades
religiosas pueden hacer, conforme con sus estatutos. Por eso, enumera varias
de las instituciones que pueden fundar o crear. Es decir, en el fondo, se refiere
a todos los fines que disponen sus estatutos, que requieren de la aceptación
previa del Ministerio de Justicia. Entonces, obviamente, estarán de acuerdo con
el ordenamiento jurídico. Además, no se corre ningún riesgo con mantener la
letra e), que se refiere al ordenamiento jurídico, porque se subentiende. Pero
me parece un exceso dilatar el despacho del proyecto por un aspecto menor.
He dicho.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Diputado señor
Taladriz.
El señor TALADRIZ.- Señor Presidente, no me referiré a los aspectos que
preparados juristas han tocado, porque no tengo la preparación ni el
conocimiento legal que admiro de ellos. Me referiré a la letra f), que dice:
"Solicitar y recibir todo tipo de contribuciones voluntarias, de particulares e
instituciones." ¿Engloba al Serviu y a otras instituciones del Estado? Muchas
iglesias evangélicas tienen terrenos del Serviu en comodato.
Formulo esa consulta para que se me explique si es una forma práctica de
ayudar a las iglesias evangélicas, en cuyo caso debería decir "públicas o
privadas".
He dicho.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Diputado señor
Cardemil.
El señor CARDEMIL.- Señor Presidente, me parece que hay opiniones
favorables respecto de lo que planteé hace un rato. Así lo he entendido de las
palabras de los Diputados señores Elgueta, Huenchumilla y Ribera, en orden a
que la norma quedaría mejor si en la letra d), en discusión, se agregara, al
final de la expresión "conforme con sus estatutos.", la frase "y las normas
legales vigentes", igual que en la letra e). Eso salva la situación, sin tener que
trasladar normas de un lado para otro. Lo mismo ocurre con la atinada
observación hecha por el Diputado señor Taladriz. Obviamente, en la letra f),
habría que agregar, después de la palabra "instituciones", la frase "públicas y
privadas." Con esos dos simples agregados, el texto queda bien.
He dicho.
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DISCUSIÓN SALA
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Ha terminado el tiempo del Orden del
Día. Solicito la unanimidad de la Sala para prorrogar el Orden del Día hasta las
13 horas. ¿Habría acuerdo?
Acordado.
Tiene la palabra el Diputado señor Salas por un problema de Reglamento.
El señor SALAS.- Señor Presidente, este proyecto ha sido largamente discutido
en dos comisiones, pero es cierto que hay muchas aprensiones. Hay que
comprender el tema religioso, sobre todo el evangélico, para saber que el
proyecto está dentro de las normas que han planteado, por lo menos, las
iglesias evangélicas, incluso a través de sus técnicos y abogados.
Es imposible dictar una ley para cada cosa. Costó mucho consensuar un
proyecto como éste. Todo lo que discutamos se topa con algún otro artículo.
Por lo tanto, sólo nos resta votarlo, porque creo que está todo dicho. Aquí se
han pronunciado muchos discursos, todos muy bonitos. Pienso que ahora
estamos entrando mucho en el detalle, salvo que alguien tenga alguna cosa
importante que decir; pero no podemos seguir ocupándonos de una materia
que ha sido archidiscutida. Además, están consensuadas las indicaciones en las
Comisiones de Constitución, Legislación y Justicia y de Derechos Humanos.
He dicho.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Señor diputado, entendemos su
invocación, y aunque comparto su espíritu, reglamentariamente no tengo otra
opción que conceder la palabra.
Tiene la palabra la Diputada señora Wörner.
La señora WÖRNER.- Señor Presidente, causa un poco de confusión tratar de
precisar con bastante estrictez el contenido de las letras d) y e) del artículo 7º.
La letra e) podría ser lo que yo llamaría el continente, porque establece la
facultad para que estas entidades realicen sus fines, que sería lo amplio. Aquí
se precisa que podrán crear, participar, patrocinar y fomentar asociaciones,
corporaciones y fundaciones. Eso sería con arreglo a las disposiciones del
ordenamiento jurídico común. Por lo tanto, bastaría con esa precisión.
Tal vez confunde un poco el que esto esté separado en dos letras. Parece que
dentro de la letra e), que yo llamaría el continente, está involucrada la letra d),
que se refiere a una de las finalidades de estas instituciones, por cuanto está
casi dirigida a la garantía constitucional de la libertad de educación.
Si leemos con atención la letra e), a mi juicio, estamos estableciendo que,
conforme al ordenamiento jurídico vigente, estas instituciones pueden formar
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DISCUSIÓN SALA
asociaciones, corporaciones y fundaciones para la realización de sus fines. Sin
embargo, la letra d) señala que, dentro de ese ámbito, pueden fundar,
mantener y dirigir, en forma autónoma y sin fines de lucro, institutos de
formación y de estudios teológicos o doctrinales, instituciones educacionales,
de beneficencia o humanitarias, conforme con sus estatutos. Por lo tanto, si se
invirtiera el orden de estas letras se clarificarían mucho más las facultades. Es
decir, habría que colocar en la letra d) lo contenido en la letra e), y viceversa.
De lo contrario, habría que cambiar la redacción para que ambas disposiciones
queden establecidas en una sola letra. Tenemos dos cosas: una general y otra
particular, pero al colocarlas en el orden en que están, separadas por dos
letras, llevan a una confusión que, a mi juicio, es más bien consecuencia de
una mala ubicación o de falta de mayor precisión en la redacción.
He dicho.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Diputado señor
Orpis.
El señor ORPIS.- Señor Presidente, estoy de acuerdo con la segunda
proposición del Diputado señor Ribera. Hay un aspecto doctrinal que queda
claramente establecido en la letra d), que tiene que regirse conforme a los
estatutos; el otro tipo de instituciones debe pasar a la letra e).
He dicho.
El señor ARANCIBIA (Vicepresiden-te).- Tiene la palabra el Diputado señor
Balbontín.
El señor BALBONTÍN.- Señor Presidente, sería conveniente agregar en la letra
d) "y las normas legales vigentes", y en la letra e), donde dice "Solicitar y
recibir todo tipo de contribuciones voluntarias, de particulares e instituciones",
añadir "o personas jurídicas, públicas y privadas", para darle una mayor
amplitud. El sentido de la discusión en las Comisiones unidas ha permitido que
haya cierta sistematización, pues la lógica que tiene corresponde a todas las
instituciones de carácter religioso. Por lo tanto, sigue un orden lógico. Por eso,
no comparto los juicios que se han emitido para cambiar el orden, porque la
letra c) se refiere a comunicar y difundir la palabra, y la d) está orientada a
fundar instituciones, es decir, armar una organización de carácter social, lo
cual me parece de una lógica elemental. Derechamente, propongo que
votemos el artículo.
He dicho.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Han llegado a la Mesa dos indicaciones
que recogen las proposiciones planteadas en la Sala, a las cuales el señor
Secretario va a dar lectura.
El señor LOYOLA (Secretario).- La primera
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DISCUSIÓN SALA
indicación es para agregar en la letra d) la frase "y demás disposiciones del
ordenamiento jurídico común."; la segunda, para agregar al final de la letra f)
las palabras "públicas o privadas."
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Si le parece a la Sala, se aprobarán por
unanimidad ambas indicaciones. Aprobadas. En votación el artículo 7º con sus
indicaciones. Si le parece a la Sala, se aprobará. Aprobado. En votación el
artículo 8º. Si le parece a la Sala, se aprobará por unanimidad.
Aprobado.
En discusión el artículo 9º, que fue objeto de una indicación. Tiene la palabra el
Diputado señor Dupré.
El señor DUPRÉ.- Señor Presidente, quiero hacer una observación, con el
objeto de que, si es posible, sea zanjada en esta reunión, o bien, sea asumida
en la discusión del proyecto en el Senado. Se refiere a una materia que fue
ampliamente discutida al interior de la Comisión, pero que es necesario tener
presente. Dentro de las condiciones que deben darse para la constitución de
las entidades religiosas, debería existir, a lo menos, un número mínimo de
integrantes.
Esto es muy importante. Incluso, en nuestros respectivos distritos lo han
planteado los pastores en varias ocasiones. Se trata de que exista libertad
religiosa y de culto y la posibilidad de que las entidades puedan desarrollar sus
tareas. Naturalmente, ellos están preocupados por una posible proliferación de
sectas que no tengan como finalidad central la religión o el culto y, para
evitarlo, se requiere de un marco mínimo de exigencias. Me refiero a la
conveniencia de establecer, al final de la letra a), la obligatoriedad de que el
acta de constitución esté suscrita por un mínimo de cien personas naturales.
Eso me parece absolutamente lógico. Quiero llevar el punto a la exageración.
Salvo por la frase que "sea contraria a la naturaleza del proyecto", la secta
dirigida por el peruano expulsado del país, integrada por cuatro personas,
perfectamente bien podría tener existencia jurídica de acuerdo con las normas
que estamos despachando si no establecemos estas exigencias mínimas.
He dicho.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Diputado señor
Ceroni.
El señor CERONI.- Señor Presidente, me parece peligrosa la observación del
Diputado señor Dupré. Precisamente, éste es uno de los puntos que traía un
proyecto anterior, que nosotros modificamos en su totalidad. Exigía un mínimo
de doscientas personas para constituir una entidad religiosa.
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DISCUSIÓN SALA
Esa parte se suprimió porque se tuvo en cuenta que debíamos establecer la
libertad religiosa y no hacer discriminaciones, en las exigencias con otras
iglesias, como la católica, donde no existen requisitos de ingreso de ninguna
naturaleza. Lo más importante es que no podemos fijar un número de
creyentes a una entidad religiosa para que se constituya y sea aceptada
jurídicamente, ya que es parte de la esencia de ellas ir creciendo. Es posible
que la fe que propicia una entidad determinada se inicie con un número muy
bajo de profesantes -podrían ser dos o tres- y finalmente termine con millones
de personas. Por lo tanto, no podemos poner ese requisito. En cuanto al temor
que plantea el señor diputado, a mi juicio muy atendible, debemos tener en
cuenta lo prescrito en el artículo 8º, que limita el ejercicio del derecho de la
libertad religiosa y de culto a la moral, las buenas costumbres y el orden
público. Esa es la salvaguardia que se pone para evitar los problemas que
pudieran existir en entidades que no son de la naturaleza de esta ley y que
podemos combatir con lo que se dispone en el artículo 8º. Me opongo a esa
proposición, porque creo que sería retroceder fijar cualquier número mínimo
para que se forme una institución religiosa.
He dicho.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- En todo caso, la Mesa se permite
recordar a su Señoría que existe una iglesia que comenzó con doce personas y
lleva dos mil años de desarrollo.
Tiene la palabra el Diputado señor Ribera.
El señor RIBERA.- Señor Presidente, en el caso que su Señoría cita, si se
hubiera fijado un número de catorce, no podría haberse constituido la Iglesia
Católica, puesto que eran doce más el principal. El tema del número es muy
importante. Lo mismo ocurre con la distinción entre iglesia y secta. En su
formación, las iglesias surgen como consecuencia de una concepción más
estricta; muchas parten siendo sectas, y luego, al cambiar su visión, se
transforman en iglesias. Creo que el proyecto es extremadamente amplio -por
no decir liberal- y, sin lugar a dudas, esto traerá problemas. Les aseguro volviendo a lo que señalaba el Diputado señor René Manuel García- que en
Chile, como en otros países, se van a formar iglesias considerando únicamente
aspectos tributarios.
Pero el Estado no puede, con el fin de evitar abusos, fijar una reglamentación
tal que impida la libertad religiosa y el ejercicio de la libertad de conciencia.
Por eso, asumo los riesgos, porque creo preferible eso que aprobar una
legislación que establezca altos números o parámetros de diferenciación entre
lo que es una religión o una iglesia y aquello que no lo es. En el momento en
que el Estado haga eso, está asumiendo un rol censor y limitador de la libertad
de conciencia.
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DISCUSIÓN SALA
He dicho.
El señor ARANCIBIA (Vicepresiden-te).- Tiene la palabra el Diputado señor
Rubén Gajardo.
El señor GAJARDO.- Señor Presidente, lo único novedoso incorporado al
artículo 9º en el segundo informe es el inciso final, que dice: "Las entidades
religiosas no podrán tener fines lucrativos." Indudablemente, la Comisión
aprobó por unanimidad esta indicación que presenté en la Sala, porque viene a
explicitar algo que, si bien debía entenderse así, era mejor decirlo para evitar
que en el futuro se desconociera ese carácter de las entidades religiosas.
De manera que, habiéndose aprobado por unanimidad la indicación, creo que
el artículo debería correr la misma suerte en la Sala.
He dicho.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Diputado señor
Elgueta.
El señor ELGUETA.- Señor Presidente, reafirmando lo dicho por los Diputados
señores Ceroni, Ribera y Gajardo, quiero decir que la gran revolución religiosa
iniciada por Lutero consistió, precisamente, en afirmar que cada ser humano y
cada hombre era un sacerdote, lo que provocó la disminución de la autoridad
del Papado, con todas las consecuencias que ha conocido la historia. De
manera que la formación de estas asociaciones religiosas, debería hacerse con
no más de dos personas.
El proyecto presentado por el Gobierno -rechazado posteriormente- exigía un
número de doscientas personas. Sobre el particular, recibimos innumerables
cartas de protesta porque que no se había entendido en qué consistía el
fenómeno religioso. Por esa razón, no se fijó un número determinado de
miembros.
He dicho.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Diputado señor
Huenchumilla.
El señor HUENCHUMILLA.- Señor Presidente, creo que éste es un tema
complejo, no tan simple como se ha planteado. Aquí estamos confundiendo lo
que es la libertad de religión, en virtud de la cual las personas pueden tener
todo tipo de creencias y manifestaciones de fe, con la más amplia libertad, tal
como lo establece la Constitución. Lo que estamos haciendo es colocar los
requisitos para que personas naturales se transformen en personas jurídicas en este caso de derecho público- y puedan obtener los beneficios que el
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DISCUSIÓN SALA
proyecto señala, entre los cuales está el de recibir contribuciones voluntarias
de particulares y de instituciones públicas o privadas.
De manera que considero conveniente, para los efectos del establecimiento de
la historia fidedigna de la ley, tener claro sobre lo que estamos legislando. Aquí
estamos diciendo que dos personas tendrán la calidad de persona jurídica de
derecho público por el hecho de cumplir con los requisitos que establece el
artículo 9º. Incluso más, entiendo que hay una ley que permite que existan
sociedades de responsabilidad limitada de una sola persona.
Por lo tanto, si hago una interpretación extensiva de dicha ley, podría decir
que, a lo mejor, basta una sola persona para obtener la personalidad jurídica,
siempre y cuando cumpla con los requisitos del artículo 9º. A pesar de que voy
a votar favorablemente este artículo, quería hacer presente que como el
artículo 9º extiende en demasía una situación, tal vez habría ameritado un
tratamiento más riguroso.
He dicho.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Como ha quedado en evidencia, no hay
unanimidad para incorporar la indicación sugerida en la Sala. En votación el
artículo 9º propuesto en el segundo informe. Si le parece a la Sala, se
aprobará por unanimidad.
Aprobado.
En votación el artículo 11. Si le parece a la Sala, se aprobará por unanimidad.
Aprobado. El artículo 12 fue objeto de modificaciones. Por lo tanto,
corresponde discutirlo. Ofrezco la palabra.
El señor GAJARDO.- Pido la palabra.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Tiene la palabra su Señoría.
El señor GAJARDO.- Señor Presidente, se trata de una modificación meramente
formal. En el primer informe se hacía referencia al artículo 202, número 2º, del
Código de Procedimiento Penal, en circunstancias de que lo correcto era
invocar el artículo 201, número 2º. Esta norma confiere a los ministros de culto
la prerrogativa de declarar por oficio, cuando son citados a los tribunales, y de
guardar el secreto que se les haya confiado, que se conoce como secreto
profesional. Ésa era la referencia que estaba hecha en forma incorrecta y que
se corrige en el segundo informe.
He dicho.
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DISCUSIÓN SALA
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Diputado señor
Ribera.
El señor RIBERA.- Señor Presidente, quiero consultar al diputado informante si
se mencionan todos los artículos de los Códigos de Procedimiento Civil y de
Procedimiento Penal que establecen excepciones en favor de sacerdotes y
otros dignatarios eclesiásticos, o solamente algunos, porque si la enumeración
no es completa, cabría discutir por qué se incluyeron algunos y no todos.
Tanto en materia procesal como en el Código Penal en sí se establecen
diferenciaciones y se mencionan dignidades eclesiásticas, sacerdotes, obispos,
etcétera. Entonces, quiero saber si están citados todos esos artículos o
solamente se eligieron algunos que los parlamentarios consideraron
importantes.
He dicho.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Diputado señor
Elgueta.
El señor ELGUETA.- Señor Presidente, en realidad, se reprodujeron las
disposiciones que traía el proyecto del Ejecutivo. Reconozco que incluso en el
Código Penal hay causales de agravación de penas que se refieren a los
sacerdotes y, naturalmente, eso no está incluido en este artículo. O sea, puede
producirse en el aspecto sustantivo, como el derecho penal; pero en el aspecto
procesal se refiere al secreto profesional y a la no obligación de concurrir a las
citaciones como testigo.
En consecuencia, puedo informar que en este artículo se reprodujo el proyecto
del Ejecutivo.
He dicho.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Diputado señor
Elizalde.
El señor ELIZALDE.- Señor Presidente, de acuerdo con la respuesta del
Diputado señor Elgueta, sería conveniente que en el segundo trámite
constitucional en el Senado se verificaran todas las otras normas que existen al
respecto y que no fueron incluidas, a fin de no generar una suerte de
discriminación que podría quedar establecida en la ley.
He dicho.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Diputado señor
Schaulsohn.
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DISCUSIÓN SALA
El señor SCHAULSOHN.- Señor Presidente, tal vez sería posible establecerlo
ahora, para que el proyecto sea concordante con su espíritu. Si nadie quiere
consagrar una discriminación, es mejor no correr ese riesgo. No sé si los
diputados que participaron en la Comisión conocen esos artículos.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Diputado señor
Ribera.
El señor RIBERA.- Señor Presidente, acogiendo el planteamiento del Diputado
señor Schaulsohn, se podría incluir un artículo transitorio que estableciera que
toda mención que realice cualquier cuerpo legal en favor de una dignidad
eclesiástica se aplicará a todos aquellos que ejerzan dignidades similares. Con
ello se produce una asimilación general, a través de una disposición transitoria.
No es la mejor solución, pero sí la más rápida.
He dicho.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- ¿Habría acuerdo para acoger la
proposición del Diputado señor Ribera? No hay acuerdo.
En votación el artículo 12. Si le parece a la Sala, se aprobará por unanimidad.
Aprobado. El artículo 14 también fue objeto de modificaciones. Ofrezco la
palabra.
El señor TALADRIZ.- Pido la palabra.
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Tiene la palabra su Señoría.
El señor TALADRIZ.- Señor Presidente, habría que concordar la indicación al
artículo 7º que aprobamos con el artículo 14, porque se repite que "las
entidades religiosas podrán solicitar y recibir toda clase de donaciones y
contribuciones voluntarias, de particulares e instituciones."
Por lo tanto, sería necesario agregar también "públicas o privadas".
El señor ARANCIBIA (Vicepresidente).- Si le parece a la Sala, se aprobará el
artículo 14 con la indicación del Diputado señor Taladriz, que consiste en
agregar los términos "públicas o privadas".
Aprobado.
En discusión el artículo 15.
Ofrezco la palabra.
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DISCUSIÓN SALA
Ofrezco la palabra.
Cerrado el debate.
Si le parece a la Sala, se aprobará por unanimidad.
Aprobado.
En discusión el artículo 16, que también fue modificado.
Ofrezco la palabra.
Ofrezco la palabra.
Cerrado el debate.
Si le parece a la Sala, se aprobará por unanimidad.
Aprobado.
Despachado del proyecto.
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OFICIO LEY
1.11. Oficio de Cámara de Origen a Cámara Revisora
Oficio de Ley al Senado. Comunica texto aprobado. Fecha 12 de diciembre,
1996. Cuenta en Sesión 16. Legislatura 334. Senado.
Oficio Nº1.342
A S.E. EL
PRESIDENTE DEL
H. SENADO
VALPARAISO, 12 de diciembre de 1996.
Con motivo del Mensaje, Informes y demás antecedentes que tengo a
honra pasar a manos de V.E., la Cámara de Diputados ha tenido a bien prestar
su aprobación al siguiente
PROYECTO DE LEY:
"Capítulo I
Normas Generales
Artículo 1º. El Estado garantiza la libertad religiosa y de
culto, reconocida en el artículo 19, No. 6º, de la Constitución Política de la
República.
Artículo 2°. Ninguna persona podrá ser discriminada en
virtud de sus creencias religiosas, ni tampoco podrán éstas invocarse como
motivo para anular, restringir o afectar la igualdad consagrada en la
Constitución y la ley.
Artículo 3°. El Estado velará por que las personas
desarrollen libremente sus creencias y por la participación de las iglesias,
confesiones e instituciones religiosas en la consecución del bien común.
Artículo 4°. Para los efectos de esta ley, se entiende por
iglesias, confesiones o instituciones religiosas a las entidades formadas por
personas naturales que profesen una determinada fe, la practiquen, enseñen y
difundan.
Artículo 5°. Cada vez que esta ley emplea el término
"entidad religiosa", se entenderá que se refiere a las iglesias, confesiones e
instituciones religiosas de cualquier culto, sus federaciones o confederaciones.
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OFICIO LEY
Capítulo II
Libertad religiosa y de culto
Artículo 6°. La libertad religiosa y de culto, con la
correspondiente autonomía e inmunidad de coacción, significan, para toda
persona, las facultades de:
a) Profesar la creencia religiosa que libremente elija o no
profesar ninguna; manifestarla libremente o abstenerse de hacerlo; o cambiar
o abandonar la que observaba;
b) Practicar en público o en privado, individual o
colectivamente, actos de oración o de culto; conmemorar sus festividades;
celebrar sus ritos matrimoniales; recibir a su muerte una sepultura digna en
los cementerios públicos, sin discriminación por razones religiosas; no ser
obligada a practicar actos de culto o a recibir asistencia religiosa contraria a
sus convicciones personales y no ser perturbada en el ejercicio de estos
derechos;
c) Recibir asistencia religiosa de su propia confesión en
donde quiera que se encuentre;
d) Recibir e impartir enseñanza o información religiosa
por cualquier medio; elegir para sí -y los padres para los menores no
emancipados y los guardadores para los incapaces bajo su tuición y cuidado-,
la educación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias
convicciones, y
e) Reunirse o manifestarse públicamente con fines
religiosos y asociarse para desarrollar comunitariamente sus actividades
religiosas, de conformidad con el ordenamiento jurídico general y con esta ley.
Artículo 7º. En virtud de la libertad religiosa y de culto,
se reconoce a las entidades religiosas, entre otras, las siguientes facultades:
a) Ejercer libremente su propio ministerio, practicar el
culto, celebrar reuniones en relación con la religión y fundar y mantener
lugares para esos fines;
b) Establecer su propia organización interna y jerarquía;
capacitar, nombrar, elegir y designar en cargos y jerarquías a las personas que
correspondan y determinar sus denominaciones;
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OFICIO LEY
c) Enunciar, comunicar y difundir, de palabra, por escrito
o por cualquier medio comunicacional, su propio credo y manifestar su doctrina
respecto de la perfección de la actividad humana y de la sociedad;
d) Fundar, mantener y dirigir, en forma autónoma y sin
fines de lucro, institutos de formación y de estudios teológicos o doctrinales,
instituciones educacionales, de beneficencia o humanitarias, conforme con sus
estatutos y demás disposiciones del ordenamiento jurídico común;
e) Crear, participar, patrocinar y fomentar, para la
realización de sus fines, asociaciones, corporaciones y fundaciones con arreglo
a las disposiciones del ordenamiento jurídico común, siempre que no tengan
fines de lucro, y
f) Solicitar y recibir todo tipo de
voluntarias, de particulares e instituciones públicas o privadas.
contribuciones
Artículo 8º. El ejercicio de los derechos que emanan de la
libertad religiosa y de culto tiene como
límites la moral, las buenas
costumbres y el orden público, conforme con lo preceptuado en el párrafo
primero del No. 6° del artículo 19 de la Constitución Política de la República.
Quedan fuera del ámbito de aplicación de esta ley las
entidades y las actividades relacionadas con el estudio y experimentación de
fenómenos psíquicos o parasicológicos, prácticas mágicas, supersticiosas,
espiritistas u otras de naturaleza ajena o diferentes al conocimiento y culto
religiosos.
Queda prohibida la existencia
desarrollo de actividades destinadas al satanismo.
de
entidades
o
el
Capítulo III
Personalidad jurídica y estatutos
Artículo 9º. Las entidades religiosas que se organicen
conforme a esta ley tendrán existencia legal una vez cumplidos los siguientes
requisitos:
a) Inscripción en el registro público que debe llevar el
Ministerio de Justicia de la escritura pública en que consten sus estatutos y el
acta de su respectiva constitución;
b) Transcurso del plazo de noventa días desde la fecha
de inscripción o registro, sin que el Ministerio de Justicia hubiere formulado
objeción; o si, habiéndose deducido objeción, ésta hubiere sido subsanada por
la entidad religiosa o desestimada por la justicia, y
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OFICIO LEY
c) Publicación en el Diario Oficial de un extracto del acta
de constitución, que incluya el número de registro o inscripción asignado.
Desde que quede a firme la inscripción en el registro
público, la respectiva entidad religiosa gozará de personalidad jurídica de
derecho público por el solo ministerio de la ley.
Las entidades religiosas no podrán tener fines lucrativos.
Artículo 10. El Ministerio de Justicia no podrá denegar el
registro.
Sin embargo, dentro del plazo de noventa días contado
desde la fecha de ese acto, mediante resolución fundada, podrá objetar la
constitución si faltare algún requisito o si los estatutos o los fines y objetivos
perseguidos se apartaren de las disposiciones de esta ley.
La entidad religiosa afectada, dentro del plazo de sesenta
días, contado desde la notificación de las objeciones, deberá subsanar los
defectos de constitución o adecuar sus estatutos, fines u objetivos a las
observaciones formuladas. Si así no lo hiciere, quedará sin efecto la inscripción
en el registro.
De la resolución que objete la constitución podrán
reclamar los interesados, en juicio breve y sumario, ante el juez de letras en
lo civil de la ciudad capital de región en la que la entidad religiosa tuviere su
domicilio, dentro del plazo de quince días contado desde su notificación.
Artículo 11. Los estatutos deberán contener, a lo menos,
la expresión de los fines de la entidad religiosa, su denominación y demás
datos de identificación; su régimen de organización y funcionamiento; sus
órganos representativos, de administración y control; la forma y quórum de
sus decisiones; su sistema de financiamiento; lo relativo a su disolución y
destino de sus bienes, y el procedimiento para reformar sus estatutos.
El acta deberá contener, como mínimo, el nombre de la
entidad religiosa, el o los domicilios de ella y la certificación de haberse
aprobado los estatutos.
Las personas que suscriban el acta de constitución de la
entidad religiosa y sus directores no deberán estar procesados ni condenados
por crimen o simple delito.
Artículo 12.
Los ministros de culto de una iglesia,
confesión o institución religiosa acreditarán su calidad de tales mediante
certificación expedida por la entidad religiosa respectiva, y les serán aplicables
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OFICIO LEY
las normas de los artículos 360, No.1; 361, Nos. 1 y 3, y 362 del Código de
Procedimiento Civil, así como lo establecido en el artículo 201, No. 2, del
Código de Procedimiento Penal.
Capítulo IV
Patrimonio y exenciones
Artículo 13. La adquisición, enajenación y administración
de los bienes necesarios para las actividades de las entidades religiosas
estarán sometidas a la legislación común.
Deberán llevar libros de contabilidad, teniendo acceso a
ellos cualquier miembro de la corporación.
Artículo 14. Las entidades religiosas podrán solicitar y
recibir toda clase de donaciones y contribuciones voluntarias, de particulares e
instituciones públicas o privadas; organizar colectas entre sus fieles para el
culto, la sustentación de sus ministros u otros fines propios de su misión.
Lo que pertenece a una entidad religiosa no pertenece, ni
en todo ni en parte, a las personas naturales que la componen; y
recíprocamente, las deudas de una entidad religiosa no dan derecho a nadie
para demandarlas, en todo o en parte, a ninguna de las personas naturales
que componen la entidad religiosa ni dan acción sobre los bienes propios de
ellos. Ni aun en caso de disolución, los bienes de la entidad religiosa podrán
pasar a dominio de alguno de sus integrantes.
Artículo 15. Las donaciones que reciban las entidades
religiosas a que se refiere esta ley, están exentas del trámite de insinuación
cuando sean por valores inferiores a veinticinco unidades tributarias
mensuales.
Artículo 16. Las entidades religiosas regidas por esta ley
gozarán de los mismos derechos, exenciones y beneficios tributarios que la
Constitución Política de la República, las leyes y reglamentos vigentes otorguen
y reconozcan a otras iglesias, confesiones e instituciones religiosas existentes
en el país.
Capítulo V
Disolución
Artículo 17. La disolución de una entidad religiosa podrá
llevarse a cabo de conformidad con sus estatutos, o en cumplimiento de una
sentencia judicial firme, recaída en juicio incoado a requerimiento del Consejo
de Defensa del Estado, el que podrá accionar de oficio o a petición de parte, en
los casos que así corresponda, en conformidad con la Constitución y la ley.
Historia de la Ley Nº 19.638
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OFICIO LEY
Disuelta la entidad religiosa, se procederá a eliminarla
del registro a que se refiere el artículo 9°.
Artículos transitorios
Artículo 1º. El Estado reconoce la personalidad jurídica
y la plena capacidad de obrar de las entidades religiosas que gocen de ella a la
fecha de entrada en vigencia de esta ley.
Artículo 2º. Las entidades religiosas que a la época de su
inscripción en el registro público, hubieren declarado ser propietarias de
inmuebles u otros bienes sujetos a registro público, cuyo dominio aparezca a
nombre de personas naturales o jurídicas distintas de ellas podrán, en el plazo
de un año, regularizar su situación otorgando los documentos o usando los
procedimientos legales de la legislación común, hasta obtener la inscripción
correspondiente a nombre de las referidas entidades.".
*****
Hago presente a V.E.
que el artículo 10 fue
aprobado en general por la unanimidad de 91 señores Diputados , de un total
de 117 en ejercicio ; en tanto que en particular con el voto favorable de los
más de 70 señores Diputados presentes, de un total de 119 en ejercicio,
dándose cumplimiento a lo preceptuado en el inciso segundo del artículo 63 de
la Carta Fundamental.
Dios guarde a V.E.
GUTENBERG MARTINEZ OCAMICA
Presidente de la Cámara de Diputados
CARLOS LOYOLA OPAZO
Secretario de la Cámara de Diputados
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OFICIO A CORTE SUPREMA
2. Segundo Trámite Constitucional: Senado
2.1. Oficio de Cámara Revisora a Corte Suprema
Oficio de Consulta. Fecha 17 de diciembre, 1996.
Nº 10.582
Valparíso, 17 de diciembre de 1996
Tengo a honra comunicar a V.E. que, en sesión del
Senado del día de hoy, se dio cuenta de un Oficio de la H. Cámara de
Diputados, con el que comunica que ha dado su aprobación al proyecto de ley
que regula la constitución jurídica y funcionamiento de las iglesias y
organizaciones religiosas.
En atención a que el referido proyecto dice relación
con la organización y atribuciones de los tribunales de justicia, el Senado
acordó ponerlo en conocimiento de la Excma. Corte Suprema, recabando su
parecer, en cumplimiento de lo preceptuado por la Constitución Política de la
República.
Lo que me permito solicitar a V:E. De conformidad a
los artículos 784, inciso segundo, de la Carta Fundamental, y 16 de la ley Nº
18.918, Orgánica Constitucional del Congreso Nacional.
Adjunto fotocopia del referido proyecto de ley para
los efectos señalados.
Dios guarde a V.E.
Eugenio Cantuarias Larrondo
Presidente del Senado Subrogante
José Luis Lagos López
Secretario del Senado
Subrogante
A S.E.
El Presidente de la
Excelentísima Corte Suprema
Historia de la Ley Nº 19.638
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OFICIO DE CORTE SUPREMA
2.2. Oficio de Corte Suprema a Cámara Revisora
Remite opinión solicitada. Fecha 08 de abril, 1997. Cuenta en Sesión 40.
Legislatura 334.
Of. Nº
Ant.: ML-12.491.Santiago, 8 de abril de 1997.
Ese H. Senado, por oficio Nº 10.582, ha remitido a
esta Corte Suprema el proyecto de ley ya aprobado por la H. Cámara de
Diputados que regula la constitución jurídica y funcionamiento de la iglesias y
organizaciones religiosas solicitando, atendido lo dispuesto en el artículo 74 de
la Constitución Política, un informe de esta Corte Suprema toda vez que él se
refiere a materias que dicen relación con la organización y atribuciones de los
Tribunales.Impuesto el Tribunal Pleno de esta Corte Suprema de
la materia consultada, en sesión del día 4 de abril en curso, presidida por el
titular que suscribe y con la asistencia de los Ministros señores Aburto,
Faúndez, Dávila, Béraud, Toro, Araya, Valenzuela, Alvarez, Bañados, Carrasco,
Correa, Garrido, Navas y Libedinsky, acordó manifestar a V.S. que esta Corte
Suprema no tiene observaciones que formular al referido proyecto.-
Saluda atentamente a V.S.
SERVANDO JORDAN LOPEZ
PRESIDENTE
CARLOS MENESES PIZARRO
SECRETARIO
AL SEÑOR
PRESIDENTE DEL
H. SENADO
VALPARAISO.-
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INFORME COMISIÓN ESPECIAL
2.3. Informe de Comisión Especial
Senado. Fecha 29 de abril, 1997. Cuenta en Sesión 47. Legislatura 334.
BOLETÍN Nº 1111-07
INFORME DE LA COMISION ESPECIAL encargada de estudiar el proyecto de
ley, en segundo trámite constitucional, sobre constitución jurídica y
funcionamiento de las iglesias y organizaciones religiosas.
HONORABLE SENADO:
Vuestra Comisión Especial encargada de estudiar el proyecto de ley, en
segundo trámite constitucional, sobre constitución jurídica y funcionamiento de
las iglesias y organizaciones religiosas, tiene el honor de informarlo en los
términos de que da cuenta este documento.
A las sesiones en que estudiamos esta iniciativa concurrieron,
especialmente invitados por la Comisión, el Presidente de la Corporación
Iglesia Adventista señor Eliel Almonte V.; los señores Roberto Jara, Sergio
Aparicio y Alejandro Reid de la Asamblea Espiritual de los Bahá’ís de Chile; el
Presidente de la Corporación Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos
Días señor Jorge Durán L.; don Rafael Mena Lazcano, en representación del
Presidente de la Sociedad Unión Musulmana de Chile, Hajj Taufik Rumié;
Monseñor Francisco Javier Prado Aránguiz, en representación del Presidente de
la Conferencia Episcopal de Chile,
Eminentísimo Cardenal Carlos Oviedo
Cavada, y el asesor jurídico de esa entidad, presbítero Juan Ignacio González
Errázuriz; la señora Ariaselva Ruz Durán, en representación de las iglesias de
la Ciencia Cristiana; el señor Benedicto Melin, Lonko de la organización
lafquenche Trabbun-Ruka; el señor Uvaldo Palma C., Obispo de la
Congregación Espiritual Paz y Amor; los siguientes integrantes del Comité de
Organizaciones Evangélicas: Pastor Esaúl Muñoz, Pastora Juana Albornoz,
Pastor Manuel Covarrubias, Obispo Francisco Anabalón, Obispo Colin Bazley,
de la Iglesia Anglicana, un representante del Coronel Alex Hughes, del Ejército
de Salvación, Pastor Nadir Carreño, Pastor Jorge Uribe, Pastor Juan Werhli,
Pastor Emilio Paredes,
Obispo Jorge Méndez,
Obispo Neftalí Aravena,
Obispo Sergio Lienqueo, Pastor Raúl Sánchez, y los abogados señores Juan
Alberto Rabah y Lee Iverson, asesores jurídicos del Comité de Organizaciones
Evangélicas.
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INFORME COMISIÓN ESPECIAL
En el actual trámite constitucional se recogió el
parecer de la Corte Suprema sobre el proyecto, la que manifestó no tener
reparo a sus disposiciones.
Se deja constancia que el artículo 10 contiene un
inciso cuarto que es norma orgánica constitucional, pues otorga una nueva
atribución a los tribunales y, en consecuencia, para ser aprobado requiere el
voto conforme de las cuatro séptimas partes de los Senadores en ejercicio.
Además, el artículo 16 del proyecto debe ser
informado por la Comisión de Hacienda, por cuanto extiende a las entidades
religiosas que quedarán regidas por los preceptos de esta iniciativa, las
exenciones y beneficios tributarios de que gocen otras iglesias, confesiones e
instituciones religiosas existentes en el país.
NORMAS VINCULADAS CON EL PROYECTO
a) Constitución Política de la República:
- artículo 19: en su número 2º asegura a todas las personas la igualdad ante la
ley, y en el número 6º, la libertad de conciencia, la manifestación de todas las
creencias y el ejercicio libre de todos los cultos que no se opongan a la moral,
a las buenas costumbres o al orden público. Por su parte, el número 15º de
este precepto señala, en su párrafo segundo, que para gozar de personalidad
jurídica las asociaciones deberán constituirse en conformidad a la ley.
b) Código Civil: el Título XXXIII del Libro I -artículos 545 a 564- define,
caracteriza y regula a las corporaciones y fundaciones de derecho privado sin
fines de lucro. Especial mención merece el artículo 547, que exceptúa de las
disposiciones de ese Título a las sociedades y a las corporaciones y fundaciones
de derecho público.
c) Decreto Supremo Nº 110, del Ministerio de Justicia, de 1979: reglamenta
la concesión de personalidad jurídica a corporaciones y fundaciones de derecho
privado.
d) Código Penal: el párrafo 2 del Título III del Código Penal -artículos 138 a
140- tipifica crímenes y simples delitos relativos al ejercicio de los cultos
permitidos en la República, sancionando a quienes impidan, retarden o
interrumpan el ejercicio de un culto o sus ceremonias; a los que ultrajaren los
objetos o la persona de los ministro de un culto, o agredieren a estos últimos.
e) Normas tributarias: diversas disposiciones legales establecen beneficios
tributarios en favor de iglesias, entre las que cabe destacar el artículo 2º de la
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INFORME COMISIÓN ESPECIAL
ley Nº 17.235, sobre impuesto territorial; el artículo 40, número 4, del
Decreto Ley Nº 824, sobre impuesto a la renta; el artículo 12, letra B, número
7, párrafo segundo, del D.L. Nº 1.626, sobre impuesto al valor agregado; el
artículo 23, Nº 9, del D.L. Nº 3.475, de 1980, sobre timbres y estampillas, y el
artículo 18 de la ley Nº 16.271, sobre impuesto a las herencias, asignaciones
y donaciones.
d) Declaración Universal de Derechos Humanos: artículo 18: reconoce el
derecho de toda persona a la libertad de pensamiento, de conciencia y de
religión, el que incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así
como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y
colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la
práctica, el culto y la observancia.
e) Declaración sobre la eliminación de todas las formas de intolerancia
y discriminación fundadas en la religión o las convicciones, proclamada
por la Asamblea General de Naciones Unidas, el 25 de noviembre de 1981.
f) Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, adoptado por la
Asamblea General de Naciones Unidas, el 16 de diciembre de 1966: artículo
18: enuncia el derecho de toda persona a la libertad de pensamiento, de
conciencia y de religión o de tener las creencias de su elección, así como la
libertad de manifestar su religión o sus creencias, individual o colectivamente,
tanto en público como en privado, mediante el culto, la celebración de los ritos,
las prácticas y la enseñanza. Agrega que esta libertad estará sujeta
únicamente a las limitaciones prescritas por la ley que sean necesarias para
proteger la seguridad, el orden, la salud o la moral públicos, o los derechos y
libertades fundamentales de los demás. Consagra también el derecho de los
padres y tutores, en su caso, a que sus hijos y pupilos reciban la educación
religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.
g) Convención Americana sobre Derechos Humanos o "Pacto de San
José de Costa Rica": el artículo 12 se refiere a la libertad de conciencia y de
religión en términos idénticos a los utilizados por el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos.
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INTRODUCCION
En el Censo de Población y Vivienda efectuado en
1992 se incluyó una pregunta sobre las creencias o preferencias religiosas de
la población mayor de 14 años, que arrojó los siguientes resultados:
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INFORME COMISIÓN ESPECIAL
ReligiónHombres
Mujeres
Total
Porcentaje
Creencia
Católica
3.545.512 3.864.016
7.409.528 76,70
Evangélica
530.369
668.016
1.198.385 12,41
Protestante
39.299
40.960
80.259
0,83
Indiferente
o 364.582
197.703
562.285
5,82
ateo
Otra religión
196.198
213.712
409.910
4,24
Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas. Cifras sobre un universo de
9.660.367 personas.
El proyecto aprobado por la Cámara de
Diputados está conformado por cinco capítulos: el I, que consta de cinco
artículos, establece disposiciones generales; el II -de tres artículos, de los
cuales uno tiene cinco literales y otro seis-, se refiere a la libertad religiosa y
de culto; el III, de cuatro artículos, se denomina “personalidad jurídica y
estatutos”; el IV, compuesto por otros cuatro artículos, regula lo relativo al
patrimonio y a las exenciones, y el V , sobre disolución de las personas
jurídicas regidas por esta iniciativa. Hay, además, dos disposiciones
transitorias.
DISCUSION Y APROBACION GENERAL
En este trámite reglamentario de primer informe diversos
miembros de la Comisión Especial advirtieron que algunos aspectos del
proyecto suscitan reflexiones que ameritan un análisis detenido y que otros
levantan controversias que, en razón de su substancia, tal vez no debieran ser
zanjadas mediante una ley. Ellos se indican a continuación, con el propósito de
dejarlos anotados para el debate en particular que corresponderá hacer en el
trámite de segundo informe.
De acuerdo con el Mensaje, el objetivo del proyecto
presentado en 1993 fue establecer un marco jurídico que desarrollara la
garantía constitucional de libertad religiosa, consagrada en el número 6º del
artículo 19 de la Constitución Política de la República y que, al mismo tiempo,
ensanchara en esta materia el principio de igualdad ante la ley, garantizado
en el número 2º del mismo artículo. El acento estaba puesto en las iglesias
cristianas evangélicas, a las cuales proveía un nuevo sistema para obtener
personalidad jurídica de derecho privado, y se excluía expresamente a las
personas jurídicas señaladas en el inciso segundo del artículo 547 del Código
Civil, esto es, a las de derecho público, entre las cuales la doctrina y la
jurisprudencia judicial y administrativa han considerado, en forma
prácticamente unánime, que se encuentra la Iglesia Católica.
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INFORME COMISIÓN ESPECIAL
Las comisiones de la Cámara de Diputados reemplazaron el
texto originario por otro, que reconoce a todas las iglesias el derecho a gozar
de personalidad jurídica de derecho público y elimina la excepción establecida
en favor de la Iglesia Católica, de modo tal que cabe concluir que el régimen
propuesto en la iniciativa en informe resulta aplicable a todas las iglesias, sin
excepción. Los modelos que inspiraron el proyecto de la Cámara de origen son
las leyes española y colombiana sobre libertad religiosa, países ambos que
tienen concordato vigente con la Santa Sede.
En líneas generales, el contenido del proyecto despachado
en el primer trámite constitucional es el siguiente: reafirma las garantías
constitucionales de igualdad ante la ley y de libertades religiosa y de culto;
define en términos muy simplificados las expresiones iglesias, confesiones
religiosas e instituciones religiosas y acuña el concepto de entidad religiosa,
que engloba los tres anteriores; especifica el contenido de las libertades
religiosa y de culto, tanto en el plano individual o de las personas, cuanto en el
colectivo o de las entidades y señala los límites de aquéllas; fija requisitos y
regula el expediente para que las entidades religiosas puedan gozar de
personalidad jurídica de derecho público, por el solo ministerio de la ley,
procedimiento que admite un recurso judicial en caso que la autoridad
administrativa objete la constitución; enuncia normas básicas sobre el
patrimonio de tales entidades y las exenciones tributarias de que ellas
gozarán; norma las formas de disolución de las mismas, y consulta dos
artículos transitorios, uno que reconoce la personalidad jurídica y la plena
capacidad de obrar de las entidades existentes y, otro que establece la forma
de traspasar a las que se creen al amparo de esta ley, bienes que estén
inscritos a nombre de terceros.
El proyecto de ley aborda importantes tópicos:
a) qué debe entenderse por iglesias; su existencia, naturaleza y relación con el
Estado
b) contenido de las garantías constitucionales involucradas (libertad religiosa,
igualdad ante la ley, libertad de asociación)
c) ámbito de la potestad legislativa en la regulación de estas materias
d) concepto de personalidad jurídica de derecho público y aplicabilidad a las
entidades religiosas
Antes de entrar en estas materias, vale la pena recordar el
marco constitucional de 1980 y de 1925.
El párrafo primero del número 6º del artículo 19 de la
Constitución Política vigente asegura a todas las personas la libertad de
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INFORME COMISIÓN ESPECIAL
conciencia, la manifestación de todas las creencias y el ejercicio libre de todos
los cultos que no se opongan a la moral, a las buenas costumbres o al orden
público.
Dispone el párrafo segundo que las confesiones religiosas
podrán erigir y conservar templos y sus dependencias bajo las condiciones de
seguridad e higiene fijadas por las leyes y ordenanzas.
Por último, el párrafo tercero señala que las iglesias, las
confesiones e instituciones religiosas de cualquier culto tendrán los derechos
que otorgan y reconocen, con respecto a los bienes, las leyes actualmente en
vigor. Los templos y sus dependencias, destinados exclusivamente al servicio
de un culto, estarán exentos de toda clase de contribuciones.
El precepto es sustancialmente igual al que contenía el
número 2º del artículo 10 de la Carta de 1925. El párrafo primero de esa
norma aseguraba a todos los habitantes de la República la manifestación de
todas las creencias, la libertad de conciencia y el ejercicio libre de todos los
cultos que no se opongan a la moral, a las buenas costumbres o al orden
público, pudiendo, por tanto, las respectivas confesiones religiosas erigir y
conservar templos y sus dependencias con las condiciones de seguridad e
higiene fijadas por las leyes y ordenanzas.
El párrafo segundo establecía que las iglesias, las
confesiones e instituciones religiosas de cualquier culto, tendrán los derechos
que otorgan y reconocen, con respecto a los bienes, las leyes actualmente en
vigor; pero quedarán sometidas, dentro de las garantías de la Constitución, al
derecho común para el ejercicio del dominio de sus bienes futuros.
Finalmente, el párrafo tercero estatuía que los templos y
sus dependencias, destinados exclusivamente al servicio de un culto, estarán
exentos de toda clase de contribuciones.
La historia fidedigna del establecimiento de la Carta de
1980, en este aspecto, revela que la voluntad del constituyente fue no innovar
en un tema que había sido fruto de un delicado acuerdo entre el Estado chileno
y la Santa Sede que, si bien no se formalizó en un concordato, se plasmó en la
Carta de 1925 mediante una fórmula que demostró, a lo largo de casi seis
décadas, suficiente solidez y arraigo en la cultura nacional 1, sin perjuicio de
algunos ajustes de forma que explican las variaciones entre ambos textos.
1
Actas Oficiales de la Comisión Constituyente, sesiones 130, 131 y 132
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INFORME COMISIÓN ESPECIAL
A) QUE DEBE ENTENDERSE POR IGLESIAS.
NATURALEZA Y RELACION CON EL ESTADO.
SU
EXISTENCIA,
El proyecto de ley define las iglesias de la misma forma que
individualiza a las confesiones religiosas y a las instituciones religiosas. El
artículo 4º dice que todas ellas son entidades formadas por personas naturales
que profesan una determinada fe, la practican, enseñan y difunden. El
ordenamiento jurídico vigente tampoco consagra una definición.
Si se recurre al Capítulo I de la Constitución, Bases de la
Institucionalidad, se constata que en el artículo 1º el Estado reconoce y
ampara a los grupos intermedios a través de los cuales se organiza y
estructura la sociedad y les garantiza la adecuada autonomía para cumplir sus
propios fines específicos. La misma disposición declara que el Estado está al
servicio de la persona humana y que su finalidad es promover el bien común,
para lo cual debe contribuir a crear las condiciones sociales que permitan a
todos y a cada uno de los integrantes de la comunidad nacional su mayor
realización espiritual y material posible, con pleno respeto a los derechos y
garantías que la Constitución establece.
De lo anterior se sigue como conclusión que, además de las
personas, a las que se debe permitir que alcancen su mayor realización
espiritual y material posible, integran también la comunidad nacional las
organizaciones intermedias, entre otras, las iglesias.
La existencia de las iglesias es anterior e independiente de
su reconocimiento por el Estado. Cosa diferente es, por cierto, que ellas se
sometan al orden normativo estatal para gozar de personalidad jurídica y así
poder actuar válida y eficazmente en el orden temporal, especialmente en el
ámbito patrimonial.
Se ha podido entonces sostener que Iglesia y Estado
reconocen dos grandes dimensiones de la persona humana y de su naturaleza
social: éste, el Estado, pone preferentemente el acento en lo concerniente a la
realización del fin intrahistórico, temporal o político, y aquélla, la Iglesia, lo
hace sobre todo en lo tocante al destino metahistórico, sobrenatural o
religioso. Cada uno de estos dos órdenes genera una sociedad: la comunidad
política y la iglesia, con sus propias estructuras y centros de poder y entre las
cuales se deben dar relaciones de independencia y colaboración 2.
El fundamento de la separación entre ambas es
diferente: para las iglesias se basa en la voluntad del fundador que, en el caso
2
Viladrich, Pedro Juan "Los principios informadores del derecho eclesiástico español", en "Derecho eclesiástico
del Estado español", 1983, págs. 169 y sigtes.
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INFORME COMISIÓN ESPECIAL
de las cristianas, se puede sintetizar en la sentencia "dad al César lo que es del
César y a Dios lo que es de Dios"; para el Estado, en cambio, las relaciones
con las distintas confesiones religiosas se estructuran en un marco de respeto
al pluralismo, la libertad y la igualdad de los ciudadanos y la de los grupos,
todo ello como una decisión de la voluntad soberana de la nación expresada en
la Constitución Política, independientemente de que una determinada religión
sea mayoritaria dentro de la población, cuestión ésta de carácter sociológico y
no jurídico 3.
B)
CONTENIDO
INVOLUCRADAS
DE
LAS
GARANTIAS
CONSTITUCIONALES
El Mensaje alude a dos garantías constitucionales
involucradas en el desarrollo del proyecto: la igualdad ante la ley y la libertad
religiosa. La Cámara de origen no altera este punto.
Sin embargo, hay quienes opinan que el tema también
atañe a la libertad de asociación consagrada en el número 15 del artículo 19 de
la Constitución Política de la República 4. Y también quienes sostienen que la
libertad religiosa, del número 6º del citado artículo 19, por su propia
especificidad, es regulada en forma separada, y que la dualidad que podría
presentar con otras garantías es sólo aparente 5 (por ejemplo, con el derecho a
la educación, las libertades de enseñanza, de opinión, de reunión y de
asociación).
En todo caso, por lo que concierne a la libertad religiosa,
existe consenso en cuanto a que ella supone tres elementos: 1) libertad de
conciencia, que asegura a todos la inviolabilidad de su fuero interno, en donde
se generan el pensamiento, el juicio ético y el acto de fe; 2) manifestación
libre de todas las creencias, que garantiza el derecho a expresar o exteriorizar
mediante la palabra y el gesto la fe que se profesa, y 3) ejercicio libre de todos
los cultos, que ampara el derecho a practicar públicamente, en forma
individual y colectiva, los actos y ceremonias de la religión de cada uno. La
primera es supuesto necesario para las dos últimas, que tienen manifestación
externa.
En lo tocante a la garantía de igualdad ante la ley, el
proyecto efectivamente representa un avance, desde que ofrece a las
confesiones religiosas un camino para obtener personalidad jurídica que resulta
3
4
Viladrich, Pedro Juan op. cit.
Silva Bascuñán, Alejandro y Silva Gallinato, María Pía "Personalidad jurídica de las iglesias", en "Revista
Chilena de Derecho", vol. 18, Nº 1, 1991, págs. 61 a 71.
5
Barrios Larrañaga, Vicente "Delimitación del contenido del derecho a la libertad religiosa en la Constitución de
1980". Memoria (U. Católica de Valparaíso), 1988.
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INFORME COMISIÓN ESPECIAL
más adecuado a su naturaleza y a sus fines que el que se emplea actualmente,
cual es el del Título XXXIII del Código Civil, relativo a las corporaciones y
fundaciones de derecho privado sin fines de lucro. También constituye un
progreso en la medida que reconoce a todas ellas, cumplidas las formalidades
legales, una personalidad de la misma calidad.
C) AMBITO DE LA POTESTAD LEGISLATIVA EN LA REGULACION DE
ESTAS MATERIAS
Algunos miembros de la Comisión Especial fueron de
opinión que no corresponde al legislador normar a las iglesias, entendidas
como aquellas expresiones de conciencia anteriores al Estado, que forman
parte de la comunidad nacional y persiguen como ella el bien común individual
y social de sus integrantes en el ámbito de su fe religiosa.
Cosa bien diversa es, por cierto, regular el
procedimiento administrativo para registrar la constitución y los estatutos de
las entidades que formen las iglesias para actuar en el ámbito temporal, que es
uno de los objetivos que persigue el proyecto.
D) CONCEPTO DE PERSONALIDAD JURIDICA DE DERECHO PUBLICO Y
APLICABILIDAD A LAS ENTIDADES RELIGIOSAS.
En este aspecto se han sostenido prácticamente todas las
tesis posibles.
Bajo la vigencia de la Constitución de 1833, se entendió
generalmente que sólo la Iglesia Católica, religión oficial del Estado y única
tolerada, gozaba de personalidad jurídica y que ésta era de derecho público.
Esta conclusión se hacía arrancar, entre otras razones, de las características de
unidad y unicidad de esa Iglesia, que era y es reconocida como sujeto de
derecho internacional público; de su condición de entidad históricamente
anterior al Estado, dotada de estructura y potestades propias, y del inciso
segundo del artículo 547 del Código Civil, promulgado en 1855 y que entró en
vigencia el 1º de enero de 1857.
Esta norma alude, entre otras corporaciones y fundaciones
de derecho público, a las iglesias y a las comunidades religiosas y dispone que
ellas se rigen por leyes y reglamentos especiales, lo que en este caso
constituye una remisión al Derecho Canónico. Conviene tener presente que de
conformidad con ese ordenamiento normativo, gozan de personalidad jurídica
la iglesia universal y las iglesias particulares, que son las diócesis y otras
estructuras, como las prelaturas y abadías territoriales, los vicariatos
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INFORME COMISIÓN ESPECIAL
apostólicos y las prefecturas y administraciones apostólicas, los ordinariatos
castrenses, parroquias, etc.
Dictada la Constitución de 1925, se ha sostenido que la
Iglesia Católica continúa gozando de personalidad jurídica de derecho público,
por tratarse de un derecho adquirido; o que ella la ha perdido porque el
número 2º del artículo 10 de la Carta habría derogado tácitamente el artículo
547 del Código Civil; o que la tiene de derecho público para erigir y mantener
templos y para administrar y disponer de sus bienes adquiridos antes de la
reforma de 1925, pero que debiera constituirse como persona jurídica de
derecho privado para lo relativo a los bienes que adquiera a partir de esa
fecha, o que desde entonces todas las iglesias gozan de personalidad jurídica
de derecho público.
En la práctica, las autoridades administrativas y judiciales
han continuado considerando en sus actos y resoluciones, casi sin excepción,
que la Iglesia Católica es persona jurídica de derecho público. Del mismo
modo, la unanimidad de las confesiones no católicas ha asumido que pueden
obtener personalidad jurídica de derecho privado, de aquellas regladas por el
Título XXXIII del Libro I del Código Civil y por el Decreto Supremo Nº 110, del
Ministerio de Justicia, de 1979.
Sin embargo, vale la pena hacer una reflexión sobre la
noción “persona jurídica de derecho público”, para juzgar si resulta aplicable a
las entidades a que se refiere el proyecto.
La doctrina reconoce un escollo al momento de distinguir
entre una persona jurídica de derecho público y una de derecho privado. "En
realidad, esta dificultad no es sino la manifestación particular en el campo de
las personas jurídicas de una dificultad de orden más general, cual es la de
precisar la diferencia entre lo público y lo privado. Y esta dificultad de orden
general, a su vez, se debe a que los conceptos de público y privado son,
además de conceptos técnico-jurídicos, conceptos históricos y geográficos, es
decir, variables en el tiempo y en el espacio." 6.
Para diferenciar ambos tipos de personas jurídicas los
autores señalan un catastro de elementos o requisitos, que en cada caso
confluyen en variadas combinaciones y proporciones:
- forman parte integrante de la administración del Estado,
- nacen con prescindencia de la voluntad de sus miembros, pues son creadas
por el Estado, están sometidas a su tutela y vigilancia, y gozan de privilegios y
prerrogativas que aquél les concede
- persiguen un fin público, de interés general, que están obligadas a cumplir
6
Gutiérrez A. Javier "La concesión de personalidad jurídica a las corporaciones y fundaciones", 1963, p. 30.
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INFORME COMISIÓN ESPECIAL
- cumplen un servicio público y ejercen potestades públicas, esto es, tienen
imperio sobre sus miembros y sobre terceros
- los aportes y participación de los miembros no tienen carácter lucrativo.
Lo cierto es que la aspiración de entidades religiosas a
gozar de personalidad jurídica de derecho público es la expresión del anhelo de
profundizar el principio de igualdad ante la ley, toda vez que la Iglesia Católica
reclama para sí aquella condición y a ella le es generalmente reconocida.
Es posible que la personalidad jurídica de derecho público
que invocaba la Iglesia Católica a la época de la separación del Estado, haya
sido el medio de asegurarse un estatuto jurídico sin desmedro de su situación
anterior. Corresponde tener presente que en 1925 estaba vigente el texto
original del artículo 556 del Código Civil, que obligaba a las personas jurídicas
de derecho privado a solicitar periódicamente autorización para conservar sus
bienes raíces 7.
Desde otro punto de vista, las corporaciones y fundaciones
regidas por el Título XXXIII del Libro I del Código Civil quedaban, hasta la
Constitución de 1980, bajo la tutela del Jefe del Estado, quien autorizaba su
existencia, aprobaba sus estatutos y podía cancelarles la personalidad jurídica.
El sistema de registro actualmente imperante para la mayor parte de las
asociaciones se inspira en la tesis de que el Estado reconoce las organizaciones
intermedias, aún las de hecho, y sólo les exige ciertos requisitos mínimos,
como la inscripción en un registro y la proclamación de fines u objetivos
acordes con la moral, las buenas costumbres y el orden público, para obtener
por disposición de la ley el estatuto de persona que las habilita para actuar
eficazmente en el orden secular.
Por último, al separarse la Iglesia y el Estado en Chile en
1925, no fue posible acordar un concordato, instrumento internacional que
usualmente regula las relaciones entre ambas partes,
reconociendo la
personalidad jurídica de derecho público de la Iglesia, aboliendo el derecho de
patronato, consagrando la libertad de enseñanza, otorgando facilidades para
enseñar religión en los establecimientos educacionales públicos, instituyendo el
vicariato castrense, consagrando la exención de los eclesiásticos de cumplir el
servicio militar y la de determinados impuestos, entre otros puntos. Sin
embargo, ellos aparecen suficientemente asegurados en nuestro ordenamiento
positivo y en la cultura nacional, por lo que se puede aseverar que hoy en día
el concordato no es necesario 8.
7
8
Dicho artículo fue reemplazado por el actual, por la ley Nº 5.020, de 1931.
Oviedo Cavada, Carlos "negociaciones chilenas sobre convenios con la Santa Sede", en Revista Finis Terrae, Nº
19, 1958, págs. 37 a 55.
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Con el propósito de poner fin a las
interminables discusiones doctrinarias sobre estos tópicos, se instauraría un
nuevo tipo de personas jurídicas, las religiosas, que se constituirían mediante
el procedimiento, gozarían de los derechos y beneficios y soportarían las
obligaciones y cargas que señala este proyecto de ley.
-----
La unanimidad de la Comisión, formada por los HH.
Senadores señores Cantuarias, Errázuriz, Frei, don Arturo, Horvath, Letelier,
Muñoz Barra, Núñez, Piñera, Ríos, Sule y Zaldívar, don Andrés, prestó su
aprobación al proyecto de ley en informe, por las consideraciones que a
continuación se indican.
El H. Senador señor Sule expresó: las Iglesias Cristianas
Evangélicas y otros grupos religiosos del país solicitaron al Gobierno del
Presidente Aylwin el estudio de un nuevo estatuto jurídico que, respecto de la
libertad religiosa, avanzara en la concreción del principio de la igualdad ante la
ley en lo relacionado con las libertades de conciencia, de creencia, y de culto,
para armonizarlo con lo establecido en la Carta Fundamental.
El Gobierno, haciéndose eco de esa justa aspiración, envió al
Congreso un proyecto de ley proponiendo normas sobre la constitución jurídica
y funcionamiento de las iglesias y organizaciones religiosas, que se refieren a
la obtención de la personalidad jurídica, a materias estatutarias, a situaciones
patrimoniales, a exenciones, a los ministros de culto y a las actividades
pastorales y lugares del culto.
Después de algo más de tres años de tramitación en el
Parlamento, esta Comisión Especial nombrada en virtud de la importancia y
significación del problema, ha terminado de afinar un proyecto que, en lo
sustantivo, corrige de alguna manera la discriminación en materia de libertad
religiosa.
Históricamente mi Partido ha sido decidido partidario de la libertad
de culto y ferviente defensor del respeto a todas las creencias, de modo que mi
voto favorable a este proyecto se funda en los preceptos constitucionales que
armonizan con nuestro ideario y que se refieren a la igualdad ante la ley, la
libertad de conciencia, la manifestación de todas las creencias y el ejercicio
libre de todos los cultos; disposiciones todas que garantizan derechos que
emanan de la naturaleza humana y contribuyen positivamente al mejoramiento
de nuestro ordenamiento jurídico, al regular el ejercicio de libertades
consustanciales a la dignidad del ser humano.
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Este proyecto de ley es perfectible y sin duda el debate en la Sala
lo enriquecerá.
El H. Senador señor Nuñez manifestó: concurro con mi voto a la
aprobación en general de este proyecto de ley, sin perjuicio de las indicaciones
y observaciones que formularé durante la discusión en particular de éste.
Esta iniciativa de ley constituye uno de los principales anhelos de
las confesiones religiosas no católicas existentes en el país, las cuales se
encuentran en una situación jurídica distinta a la Iglesia Católica Apostólica
Romana y la Católica Ortodoxa, en tanto estas últimas gozan de personalidad
jurídica de derecho público y de una serie de beneficios tributarios, en tanto
que las primeras se rigen por la legislación común que norma a las
corporaciones y fundaciones de derecho privado.
La situación antes descrita, implica una abierta discriminación
entre las diferentes iglesias que es necesario reparar a la luz de la normativa
constitucional vigente, la cual, en su artículo 19, números 2º y 6º, asegura a
todas las personas la igualdad ante la ley, la libertad de conciencia, la
manifestación de todas las creencias y el ejercicio libre de todos los cultos, en
tanto éstos no se opongan a la moral, las buenas costumbres y el orden
público.
La garantía constitucional reseñada forma parte de lo que, en
doctrina, se denomina libertad religiosa y desde esta perspectiva se la
considera un derecho humano básico respecto del cual el único papel legítimo
que cabe al Estado es desplegar su reconocimiento. Por ello, el proyecto en
debate establece normas que la reconocen y amparan, promoviendo y
facilitando su pleno ejercicio, como también el funcionamiento de las
organizaciones tutelares de esta libertad.
Atendido lo anterior, vistas las observaciones expresadas por las
organizaciones y personeros invitados a la Comisión Especial y a la luz del
debate habido al interior de la Comisión Especial, voto favorablemente la idea
de legislar, sin perjuicio de consignar mi voluntad de presentar indicaciones
sobre diversas materias. En especial, creo indispensable que, a través de este
proyecto, se establezca una mayor precisión de la norma constitucional en
vigor, especialmente en el acápite referido a la “libertad de conciencia”, por ser
éste clave para entender el ámbito en el que se despliega no sólo la libertad de
culto, sino que esencialmente la libertad religiosa que consagra la Constitución.
En este orden de ideas, creo conveniente reafirmar la necesidad de asegurar
que ninguna religión pueda pretender constituirse en el sedimento único y
fundamental en la constitución y desarrollo de la institucionalidad del Estado.
Igualmente, estimo básico especificar más claramente de lo que lo hace el
texto proveniente de la Cámara de Diputados, las referencias a las limitaciones
al ejercicio de la libertad religiosa y de culto por las eventuales
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discriminaciones que éstas pudieran significar al ejercicio de la religiosidad
existente entre las diversas etnias que forman parte de la pluralidad cultural
del país. Asimismo, estimo necesario que el texto en estudio facilite o haga
más expeditos los procedimientos de constitución jurídica, reservando juicio en
relación al tema de las exenciones tributarias que se busca establecer.
El H. Senador señor Cantuarias señaló: para fundamentar mi voto
favorable con respecto al proyecto de ley que regula la constitución jurídica y
funcionamiento de las iglesias y organizaciones religiosas, quisiera, en primer
lugar, establecer ciertos principios filosóficos relacionados con una correcta
concepción del hombre.
Desde este punto de vista, el sentido de trascendencia expresado
en la creencia religiosa, es un aspecto consustancial de la existencia humana.
En él se conjugan los aspectos centrales que hacen del hombre un ser capaz
de optar libre, racional, consciente y voluntariamente sobre los temas relativos
a su perfección y felicidad espiritual.
Las religiones son el continente donde el hombre deposita su fe,
sus más altas y nobles aspiraciones, las que sin duda tienen efectos sociales
deseables toda vez que importan normas de conductas y modos de ser que
comprometen la integridad de la persona, humanizando y enriqueciendo sus
relaciones individuales y sociales.
La experiencia histórica demuestra que la forma en que el
sentimiento religioso se expresa es diverso. La pluralidad de formas de
entender a Dios y las distintas propuestas de salvación para los hombres no
debilita, sin embargo, la fuerza de las propias creencias ni resta mérito alguno
a la convicciones profundas que legítimamente cada persona profesa, y ellas
son especialmente valiosas en una época en que el sentido de trascendencia
compite cada vez con mayor frecuencia con propuestas o estilos de vida que
tienden a negar la dimensión espiritual del hombre a cambio de
compensaciones inmediatas, relativistas, consumistas y hedonistas.
Siendo la religión, en cualquiera de sus formas, un elemento
constitutivo de la naturaleza humana, y existiendo distintas organizaciones de
iglesia, con ritos y pautas de comportamiento para sus miembros, el Estado no
puede menos que reconocer y regular los deberes y derechos de todos los
credos y expresiones de religiosidad bien expresados que no atenten contra el
orden público y las buenas costumbres, según lo establece el párrafo primero
del Nº 6º del artículo 19 de la Constitución Política de la República.
Lo anterior supone garantizar la libertad religiosa, asegurar su
libre ejercicio, resguardar su existencia, impulsar su desarrollo y evitar las
discriminaciones en razón de las creencias de este tipo. A nuestro juicio, el
proyecto que regula la constitución jurídica y funcionamiento de las iglesias y
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organizaciones religiosas cumple con estas exigencias y, a la vez, reconoce la
igualdad consagrada por la Constitución y la ley a todos los chilenos, como
asimismo, representa una distinción a los aportes de la iglesia evangélica al
desarrollo del país; además, ubica al Estado en una posición tal que, sin asumir
un credo concreto, respeta una dimensión humana, como es el sentido de
trascendencia, asumiendo la pluralidad de expresiones prácticas que ese
sentimiento presenta en la realidad nacional. Desde esta perspectiva, el Estado
asume una actitud de neutral vigilancia, en cuanto asegura la dignidad de las
personas en lo relativo a su libertad de conciencia, a la vez que impone
condiciones mínimas o deberes al funcionamiento de las comunidades
religiosas, como asimismo prohibe creencias nocivas para la convivencia
nacional, como el satanismo.
El mencionado proyecto asegura, con todo, la igualdad religiosa,
aspecto no menor para el desarrollo de las expresiones concretas de tales
creencias. Por ello es que apruebo los preceptos de esta normativa legal que, a
mi juicio, representa un aporte sustantivo con respecto al desarrollo espiritual
y cultural de nuestro pueblo.
El H. Senador señor Zaldívar, don Andrés, dijo: la libertad de
conciencia, así como el ejercicio libre de todos los cultos y creencias,
constituyen derechos protegidos y reconocidos claramente en nuestra
Constitución Política.
En efecto, la libertad religiosa se considera un derecho humano
inalienable que, más allá de toda teoría, tiene las más amplias y determinantes
expresiones en la vida social y en la existencia cotidiana de los individuos y las
colectividades.
A este respecto, es posible constatar que corresponde
especialmente al Estado, como imperativo moral, cautelar mediante normas
jurídicas el respecto a este derecho, ejerciendo así su esencial cometido
orientado a la consecución del bien común.
Sobre la base de esta directriz, el Estado chileno ha acogido los
anhelos expresados por diversas vertientes religiosas, especialmente las
Iglesias Cristianas Evangélicas, en el sentido de promover y buscar normas
jurídicas adecuadas que faciliten el ejercicio de este derecho, avanzando hacia
una expresión más perfecta del principio de igualdad ante la ley.
El Proyecto de ley en tramitación en el Congreso Nacional busca
precisamente corregir la actual situación de diversas iglesias, en el sentido de
igualar su estatuto jurídico, a fin de que puedan constituirse sin necesidad de
operar bajo las normas civiles aplicables a las fundaciones y corporaciones de
otro orden.
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Concretamente, la normativa apunta a explicar la garantía
constitucional sobre libertad religiosa y de culto, la no discriminación, la
igualdad de los credos religiosos y el deber activo del Estado de garantizar y
promover el libre desarrollo de las creencias religiosas, reiterando así los
principios constitucionales que amparan a estas libertades.
En este sentido, se desprende de los acuerdos adoptados por la H.
Cámara de Diputados respecto de este proyecto, que se ha conferido al Estado
el rol preponderante de velar por la participación de las iglesias, confesiones e
instituciones religiosas en la consecución del bien común, lo que constituye un
perfeccionamiento de la garantía constitucional de libertad religiosa.
Al definir el término “entidad religiosa” como “toda iglesia,
confesión o institución religiosa formada por personas naturales que profesen
una determinada fe, la practiquen, enseñen y difundan”, viene a reconocer, en
términos igualitarios y sin exclusión, a todas aquellas entidades que tengan
dichas características y se manifiesten como tales en el país.
Por otra parte, se distingue entre la libertad religiosa individual y
la que corresponde a las entidades religiosas, bajo la forma de un
reconocimiento amplio de la autonomía de las mismas en lo relativo a su
organización, administración patrimonial, definición de quienes son sus
ministros y disolución.
En materia de libertades individuales, se reconoce el derecho
fundamental de todo ser humano de profesar o no una creencia religiosa; de
practicarla en público o en privado de forma individual o colectiva; de recibir
asistencia religiosa de su propia confesión en donde quiera que se encuentre,
así como de recibir e impartir enseñanza e información religiosa por cualquier
medio y de reunirse o manifestarse públicamente con fines religiosos y de
asociarse para desarrollar comunitariamente sus actividades, dentro del marco
que sobre esta materia establece el ordenamiento jurídico.
En relación a facultades de las entidades religiosas, el proyecto
reconoce aquellas consistentes en ejercer libremente su ministerio; celebrar
reuniones; fundar y mantener lugares para ello; establecer su propia
organización y jerarquía; manifestar su credo, empleando cualquier medio de
comunicación, sin limitaciones; patrocinar asociaciones, corporaciones y
fundaciones que no tengan fines de lucro y solicitar y recibir todo tipo de
contribuciones voluntarias de particulares e instituciones.
Dentro de las limitaciones al ejercicio de estas libertades, la
normativa establece como restricciones la moral, las buenas costumbres y el
orden público.
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Se contempla, además un procedimiento simple, que se llevará a
cabo a través del Ministerio de Justicia, para que las entidades religiosas
puedan adquirir personalidad jurídica de derecho público, con toda la
trascendencia de reconocimiento y no discriminación que ello implica.
Asimismo, se establece la regulación de las exenciones tributarias que
benefician a las entidades religiosas, con el objeto de materializar la igualdad
entre todas ellas.
Por todas estas consideraciones, el proyecto de ley propuesto
cuenta con todo mi respaldo, sin perjuicio de las indicaciones que haré para
perfeccionarlo, en el sentido de diferenciar claramente que las iglesias o cultos
existen por sí mismos, sin necesidad de reconocimiento de autoridad alguna, y
que la persona jurídica que las representa debe ser reconocida sin trabas
burocráticas y sólo se precisa su registro cumpliendo requisitos comunes para
el reconocimiento de cualquier persona jurídica.
El H. Senador señor Ríos sostuvo: aunque el título de la presente
iniciativa legal pretende sintetizar un hecho administrativo, los fundamentos
del proyecto de ley, sin duda alguna, se introducen en lo más profundo de la
libertad religiosa en el marco de nuestra institucionalidad. Llama la atención un
hecho, tantas veces repetido en nuestro proceso legislativo, en el sentido que,
no obstante
existir en esta materia una disposición constitucional muy
definida, el artículo 19 número 6º, se ha debido esperar diecisiete años desde
que fuera promulgada la Ley Fundamental para que el Poder Ejecutivo
asumiera en plenitud dicha obligación y el Legislativo construyera la norma
legal que permitiera, en aspectos muy definidos, administrar adecuadamente
la notable presencia religiosa existente en nuestro país.
Lo anterior, como legisladores, nos debe llevar, necesariamente, a
una reflexión.
En la totalidad de las culturas que el hombre conoce y que han
existido en la historia de nuestro planeta, la presencia espiritual, resulta ser el
fundamento esencial de la existencia individual y colectiva de sus
componentes. Tal es así, que la inmensa mayoría de la herencia material que
tales culturas nos han legado, tienen un fundamento espiritual, religioso, que
indica claramente la presencia de la fe, la cual se expresa, entre otros aspectos
relevantes, en la creencia en una vida espiritual que trasciende el mundo
material.
En igual forma, los estudiosos, antropólogos, historiadores y, en
general, todos aquellos investigadores de nuestros antepasados, concluyen
siempre, que el ordenamiento social de las culturas que han existido, tienen un
fundamento común, descrito en principios y valores, que se orientan y
concretan en un ordenamiento institucional. Ninguna cultura, al menos de las
conocidas y que han trascendido a su tiempo, organizaron su estructura social
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ajenas al fundamento espiritual. Aún más, todas desaparecieron cuando tales
normas espirituales se debilitaron en tal forma que la estructura institucional,
sin las bases que se solidifican en la fe, fue incapaz de sostener tal sociedad.
Lo anterior nos lleva a concluir que el fundamento religioso es y
será la principal y tal vez única razón -así lo dice la historia-, por la cual se
sustenta el hombre en una sociedad. Hay muchos ejemplos que nos permiten
reafirmar lo expresado. La historia entrega variados ejemplos, algunos muy
hermosos, en que tal hecho, materializado también en variadas formas, poder,
tierra, riquezas, no alcanza la profundidad que tienen las raíces surgidas de la
religiosidad y de la espiritualidad.
En esta reflexión estimo que estoy manifestando una verdad; por
ello, expreso mi preocupación por los años transcurridos sin que nuestra
institucionalidad alcanzara la plenitud deseada en materia de libertad de
conciencia. Quiero pensar que la única razón de ello es la señalada en la Biblia
(Eclesiastés, capítulo 3º, versículos 1 al 15), que nos enseña que "todo tiene
su tiempo".
En cuanto al proyecto de ley, ya decíamos que, por sus
fundamentos, alcanza una profundidad mayor a la expresada en su título. No
puede ser de otra forma, por cuanto en el artículo 1º señala que "El Estado
garantiza la libertad religiosa y de culto, reconocida en el artículo 19, Nº 6º, de
la Constitución Política de la República.".
Sin embargo, la preceptiva avanza no sólo en la proclamación que
se ha escrito, sino que también en los hechos que son propios de la
institucionalidad, recordando que ésta ha de actuar sobre un hecho que
trasciende su orgánica, como es la libertad de conciencia, para señalar que tal
libertad puede manifestarse con un fin espiritual en templos y otras
materialidades, y concluir que dichos elementos, por su naturaleza y objetivos,
quedarán marginados de toda tributación . A Dios lo que es de Dios y al César
lo que es del César.
Al afirmar que en "las cosas de Dios", en cuanto ellas tengan una
manifestación que es propia de la Fe, no ha de existir norma institucional
alguna que las ordene, promueva o disponga su existencia o ausencia en
nuestra sociedad, cabe hacer una primera afirmación como legisladores,
necesaria para la historia de la ley: Legislaremos para las personas jurídicas y
no para las iglesias o confesiones, ya que estas últimas, reiteramos,
pertenecen al mundo espiritual. Sólo nos cabe legislar sobre la institución
jurídica que permita a éstas, iglesias o confesiones, actuar en nuestro ámbito
institucional.
Un segundo elemento que también es esencial dejar establecido
es que el presente cuerpo legal ha de considerarse como una "Ley Marco" que
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regula, en lo que corresponde a nuestro ordenamiento positivo, la totalidad de
las manifestaciones religiosas. No es responsabilidad del Estado que una u otra
expresión religiosa tenga más o menos adherentes a su doctrina, pero sí lo es
que, en beneficio de la armonía, respeto e igualdad de oportunidades, toda
manifestación religiosa, cuando concurra a ella la institucionalidad, debe
regirse por iguales normas legales. En las cosas del Cesar, la ley es común.
En nuestro país, la Constitución de 1925 fijó claramente la
existencia de dos mundos distintos, el religioso y el secular, separando del
Estado toda manifestación que no fuera temporal. Este primer paso, que hoy
se enmarca en la historia de la más preciada de las libertades, la de
conciencia, sería el principio de la verdadera existencia de la Nación. Antes de
ella, la Nación chilena no existía, sólo tenía vigencia la República pues el
Estado sólo reconocía, y hacía formar parte de sí, a una sola iglesia, la
Católica, Apostólica y Romana. El fundamento esencial de la Nación, es aquél
que, "manifestándose una sociedad en sus lenguas, religiones, etnias diversas,
adquieren comunes metas y objetivos". Después de 1925 una de las bases de
la nacionalidad, la religiosa, adquiere plena vigencia.
Sin embargo, la tradición, fuerza impulsora de los actos más
predominantes de la sociedad civil, mantuvo desiguales formas legales en la
vida religiosa de nuestro país. Si bien es cierto que ello finalmente no ha sido
impedimento serio para que las diversas iglesias, especialmente las
Evangélicas, tengan un crecimiento admirable, tal hecho debilita a la Nación
chilena y su cuidado, responsabilidad de todos nosotros, especialmente de
aquellos que tenemos funciones en los poderes del Estado, nos obliga a
reparar lo enunciado.
El presente cuerpo legal, camina hacia un destino que debió
haberse concretado el mismo año 1925 o antes.
Queremos, al terminar estas reflexiones, señalar muy
categóricamente algo ya expresado: no estamos legislando para la existencia o
no existencia de una iglesia o confesión religiosa, sólo lo hacemos para que lo
secular acoja con plenitud la vida espiritual, con toda su riqueza, a fin de que
ella concurra en la formación de hombres y mujeres, con principios y valores
que les permitan su propio enriquecimiento personal y de toda la sociedad.
Legislamos también para que en el funcionamiento de las iglesias existan los
resguardos pertinentes y para que en otras acciones institucionales todas ellas
participen en condiciones igualdad. Ambos principios robustecerán el encuentro
de las cosas de Dios con aquellas otras del César.
El H. Senador señor Horvath argumentó que la libertad religiosa y
su ejercicio, además de ser una garantía constitucional, es de la mayor
importancia, dada la necesidad de cultivar en forma permanente los valores
espirituales en nuestra sociedad,
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Existe una creciente conciencia individual y colectiva de que la
vida y sus condiciones dependen de la calidad de las relaciones entre los seres
humanos y el medio ambiente, incluyendo todos los seres vivos. Esta calidad
se da principalmente en los valores morales y espirituales,
Las distintas instituciones religiosas que cumplen con las
exigencias constitucionales del país tienen pleno derecho a la igualdad ante la
ley.
En la historia de las religiones, en el mundo y en nuestro país, ha
existido discriminación entre las distintas iglesias y organizaciones religiosas,
en campos como la enseñanza, el derecho a sepultación en los cementerios y
en la observancia de los días festivos, entre otros.
Por otra parte, es un fenómeno social de este siglo la proliferación
de sectas seudo religiosas y peligrosas para la integridad síquica y física de las
personas; por ello es muy importante lograr distinguir los efectos prácticos que
el proyecto de ley podrá tener.
Y visto además el aporte al desarrollo y al crecimiento del país y
de sus habitantes que han significado las religiones y sus instituciones en las
áreas social, cultural y económica, voto en general a favor de la idea de
legislar, sin perjuicio de hacer las indicaciones que estime del caso para
mejorar el proyecto.
-----
En este trámite reglamentario del primer informe, la
Comisión Especial resolvió introducir únicamente dos enmiendas al articulado,
con el propósito de dejar el grueso de las indicaciones para la discusión
particular, que tendrá lugar una vez producida la aprobación general del
proyecto en la sala del Senado.
Artículo 8º
Consta de tres incisos. El primero indica que
los límites a que debe sujetarse el ejercicio de los derechos que emanan de la
libertad religiosa y de culto son la moral, las buenas costumbres y el orden
público. El inciso segundo deja fuera del ámbito de aplicación de esta ley a las
entidades y actividades relacionadas con el estudio y experimentación de
fenómenos psíquicos o parasicológicos, prácticas mágicas, supersticiosas,
espiritistas u otras de naturaleza ajena o diferentes al conocimiento y culto
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religiosos. El tercero prohibe la existencia de entidades o el desarrollo de
actividades destinadas al satanismo.
A indicación del señor Presidente, la Comisión Especial
rechazó el inciso segundo, por la unanimidad de los HH. Senadores señores
Bitar, Errázuriz, Horvath, Letelier, Muñoz Barra, Núñez, Ríos, Ruiz de Giorgio,
Urenda y Zaldívar, don Andrés.
Se fundó la supresión en que la norma abría un campo para
la intervención de los funcionarios administrativos, que podrían por esta vía
dictaminar qué grupos serán autorizados para constituirse como personas
jurídicas. Por otro lado, el precepto eliminado puede ser entendido como
definitorio de un modelo de organización religiosa que el Estado acepta, lo que
resulta difícil de conciliar con la amplia consagración de la libertad religiosa que
hacen la Constitución y el proyecto.
Artículo 17
Regula la forma en que deberá procederse para
disolver una entidad religiosa; ello se podrá llevar a cabo de conformidad con
sus estatutos, o en cumplimiento de una sentencia judicial firme, recaída en
juicio incoado a requerimiento del Consejo de Defensa del Estado, el que podrá
accionar de oficio o a petición de parte, en los casos que así corresponda, en
conformidad con la Constitución y la ley. Su inciso segundo añade que la
disolución da lugar a la eliminación de la entidad religiosa del registro a que se
refiere el artículo 9°. La primera causal de disolución debe entenderse que
consiste en el acuerdo de los asociados o en la ocurrencia de un evento
previsto en los Estatutos para producir tal efecto, como podría ser, por
ejemplo, la inexistencia de miembros que integren la entidad.
También a indicación del señor Presidente, la Comisión
Especial acordó, por la unanimidad de los HH. Senadores señores Bitar,
Errázuriz, Horvath, Letelier, Muñoz Barra, Núñez, Ríos, Ruiz de Giorgio, Urenda
y Zaldívar, don Andrés, sustituir las referencias a “entidad” y “entidad
religiosa”, por la expresión "persona jurídica religiosa".
Con ello se logra afirmar el principio de que las iglesias, en
cuanto entidades del orden atemporal o espiritual, según las ideas que cada
uno profese, son anteriores al Estado y a éste sólo le corresponde
reconocerlas, y que lo que queda sujeto al ordenamiento jurídico establecido
por el legislador son las personas jurídicas de que las iglesias se doten para
intervenir eficazmente en el ámbito de la sociedad civil.
-----
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INFORME COMISIÓN ESPECIAL
En
mérito
de
las
consideraciones
precedentemente expuestas, vuestra Comisión Especial, tiene el honor de
proponeros que aprobéis en general el proyecto sancionado por la Cámara de
Diputados, con las siguientes modificaciones:
Artículo 8º
Eliminar el inciso segundo
Artículo 17º
Sustituir en el inciso primero la palabra
“entidad” y, en el inciso segundo, los términos "entidad religiosa", por la
expresión “persona jurídica religiosa”.
----En consecuencia, si son aprobadas las enmiendas que
os proponemos, el proyecto de ley quedaría como sigue:
PROYECTO DE LEY
"Capítulo I
Normas Generales
Artículo 1º. El Estado garantiza la libertad religiosa y de
culto, reconocida en el artículo 19, No. 6º, de la Constitución Política de la
República.
Artículo 2°. Ninguna persona podrá ser discriminada en
virtud de sus creencias religiosas, ni tampoco podrán éstas invocarse como
motivo para anular, restringir o afectar la igualdad consagrada en la
Constitución y la ley.
Artículo 3°. El Estado velará por que las personas
desarrollen libremente sus creencias y por la participación de las iglesias,
confesiones e instituciones religiosas en la consecución del bien común.
Artículo 4°. Para los efectos de esta ley, se entiende por
iglesias, confesiones o instituciones religiosas a las entidades formadas por
personas naturales que profesen una determinada fe, la practiquen, enseñen y
difundan.
Artículo 5°. Cada vez que esta ley emplea el término
"entidad religiosa", se entenderá que se refiere a las iglesias, confesiones e
instituciones religiosas de cualquier culto, sus federaciones o confederaciones.
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Capítulo II
Libertad religiosa y de culto
Artículo 6°. La libertad religiosa y de culto, con la
correspondiente autonomía e inmunidad de coacción, significan, para toda
persona, las facultades de:
a) Profesar la creencia religiosa que libremente elija o no
profesar ninguna; manifestarla libremente o abstenerse de hacerlo; o cambiar
o abandonar la que observaba;
b) Practicar en público o en privado, individual o
colectivamente, actos de oración o de culto; conmemorar sus festividades;
celebrar sus ritos matrimoniales; recibir a su muerte una sepultura digna en
los cementerios públicos, sin discriminación por razones religiosas; no ser
obligada a practicar actos de culto o a recibir asistencia religiosa contraria a
sus convicciones personales y no ser perturbada en el ejercicio de estos
derechos;
c) Recibir asistencia religiosa de su propia confesión en
donde quiera que se encuentre;
d) Recibir e impartir enseñanza o información religiosa
por cualquier medio; elegir para sí -y los padres para los menores no
emancipados y los guardadores para los incapaces bajo su tuición y cuidado-,
la educación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias
convicciones, y
e) Reunirse o manifestarse públicamente con fines
religiosos y asociarse para desarrollar comunitariamente sus actividades
religiosas, de conformidad con el ordenamiento jurídico general y con esta ley.
Artículo 7º. En virtud de la libertad religiosa y de culto,
se reconoce a las entidades religiosas, entre otras, las siguientes facultades:
a) Ejercer libremente su propio ministerio, practicar el
culto, celebrar reuniones en relación con la religión y fundar y mantener
lugares para esos fines;
b) Establecer su propia organización interna y jerarquía;
capacitar, nombrar, elegir y designar en cargos y jerarquías a las personas que
correspondan y determinar sus denominaciones;
c) Enunciar, comunicar y difundir, de palabra, por escrito
o por cualquier medio comunicacional, su propio credo y manifestar su doctrina
respecto de la perfección de la actividad humana y de la sociedad;
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d) Fundar, mantener y dirigir, en forma autónoma y sin
fines de lucro, institutos de formación y de estudios teológicos o doctrinales,
instituciones educacionales, de beneficencia o humanitarias, conforme con sus
estatutos y demás disposiciones del ordenamiento jurídico común;
e) Crear, participar, patrocinar y fomentar, para la
realización de sus fines, asociaciones, corporaciones y fundaciones con arreglo
a las disposiciones del ordenamiento jurídico común, siempre que no tengan
fines de lucro, y
f) Solicitar y recibir todo tipo de
voluntarias, de particulares e instituciones públicas o privadas.
contribuciones
Artículo 8º. El ejercicio de los derechos que emanan de la
libertad religiosa y de culto tiene como
límites la moral, las buenas
costumbres y el orden público, conforme con lo preceptuado en el párrafo
primero del No. 6° del artículo 19 de la Constitución Política de la República.
Queda prohibida la existencia
desarrollo de actividades destinadas al satanismo.
de
entidades
o
el
Capítulo III
Personalidad jurídica y estatutos
Artículo 9º. Las entidades religiosas que se organicen
conforme a esta ley tendrán existencia legal una vez cumplidos los siguientes
requisitos:
a) Inscripción en el registro público que debe llevar el
Ministerio de Justicia de la escritura pública en que consten sus estatutos y el
acta de su respectiva constitución;
b) Transcurso del plazo de noventa días desde la fecha
de inscripción o registro, sin que el Ministerio de Justicia hubiere formulado
objeción; o si, habiéndose deducido objeción, ésta hubiere sido subsanada por
la entidad religiosa o desestimada por la justicia, y
c) Publicación en el Diario Oficial de un extracto del acta
de constitución, que incluya el número de registro o inscripción asignado.
Desde que quede a firme la inscripción en el registro
público, la respectiva entidad religiosa gozará de personalidad jurídica de
derecho público por el solo ministerio de la ley.
Las entidades religiosas no podrán tener fines lucrativos.
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Artículo 10. El Ministerio de Justicia no podrá denegar el
registro.
Sin embargo, dentro del plazo de noventa días contado
desde la fecha de ese acto, mediante resolución fundada, podrá objetar la
constitución si faltare algún requisito o si los estatutos o los fines y objetivos
perseguidos se apartaren de las disposiciones de esta ley.
La entidad religiosa afectada, dentro del plazo de sesenta
días, contado desde la notificación de las objeciones, deberá subsanar los
defectos de constitución o adecuar sus estatutos, fines u objetivos a las
observaciones formuladas. Si así no lo hiciere, quedará sin efecto la inscripción
en el registro.
De la resolución que objete la constitución podrán
reclamar los interesados, en juicio breve y sumario, ante el juez de letras en
lo civil de la ciudad capital de región en la que la entidad religiosa tuviere su
domicilio, dentro del plazo de quince días contado desde su notificación.
Artículo 11. Los estatutos deberán contener, a lo menos,
la expresión de los fines de la entidad religiosa, su denominación y demás
datos de identificación; su régimen de organización y funcionamiento; sus
órganos representativos, de administración y control; la forma y quórum de
sus decisiones; su sistema de financiamiento; lo relativo a su disolución y
destino de sus bienes, y el procedimiento para reformar sus estatutos.
El acta deberá contener, como mínimo, el nombre de la
entidad religiosa, el o los domicilios de ella y la certificación de haberse
aprobado los estatutos.
Las personas que suscriban el acta de constitución de la
entidad religiosa y sus directores no deberán estar procesados ni condenados
por crimen o simple delito.
Artículo 12.
Los ministros de culto de una iglesia,
confesión o institución religiosa acreditarán su calidad de tales mediante
certificación expedida por la entidad religiosa respectiva, y les serán aplicables
las normas de los artículos 360, No.1; 361, Nos. 1 y 3, y 362 del Código de
Procedimiento Civil, así como lo establecido en el artículo 201, No. 2, del
Código de Procedimiento Penal.
Capítulo IV
Patrimonio y exenciones
Artículo 13. La adquisición, enajenación y administración
de los bienes necesarios para las actividades de las entidades religiosas
estarán sometidas a la legislación común.
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Deberán llevar libros de contabilidad, teniendo acceso a
ellos cualquier miembro de la corporación.
Artículo 14. Las entidades religiosas podrán solicitar y
recibir toda clase de donaciones y contribuciones voluntarias, de particulares e
instituciones públicas o privadas; organizar colectas entre sus fieles para el
culto, la sustentación de sus ministros u otros fines propios de su misión.
Lo que pertenece a una entidad religiosa no pertenece, ni
en todo ni en parte, a las personas naturales que la componen; y
recíprocamente, las deudas de una entidad religiosa no dan derecho a nadie
para demandarlas, en todo o en parte, a ninguna de las personas naturales
que componen la entidad religiosa ni dan acción sobre los bienes propios de
ellos. Ni aun en caso de disolución, los bienes de la entidad religiosa podrán
pasar a dominio de alguno de sus integrantes.
Artículo 15. Las donaciones que reciban las entidades
religiosas a que se refiere esta ley, están exentas del trámite de insinuación
cuando sean por valores inferiores a veinticinco unidades tributarias
mensuales.
Artículo 16. Las entidades religiosas regidas por esta ley
gozarán de los mismos derechos, exenciones y beneficios tributarios que la
Constitución Política de la República, las leyes y reglamentos vigentes otorguen
y reconozcan a otras iglesias, confesiones e instituciones religiosas existentes
en el país.
Capítulo V
Disolución
Artículo 17. La disolución de una persona jurídica podrá
llevarse a cabo de conformidad con sus estatutos, o en cumplimiento de una
sentencia judicial firme, recaída en juicio incoado a requerimiento del Consejo
de Defensa del Estado, el que podrá accionar de oficio o a petición de parte, en
los casos que así corresponda, en conformidad con la Constitución y la ley.
Disuelta la persona jurídica religiosa, se procederá a
eliminarla del registro a que se refiere el artículo 9°.
Artículos transitorios
Artículo 1º. El Estado reconoce la personalidad jurídica
y la plena capacidad de obrar de las entidades religiosas que gocen de ella a la
fecha de entrada en vigencia de esta ley.
Artículo 2º. Las entidades religiosas que a la época de su
inscripción en el registro público, hubieren declarado ser propietarias de
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INFORME COMISIÓN ESPECIAL
inmuebles u otros bienes sujetos a registro público, cuyo dominio
nombre de personas naturales o jurídicas distintas de ellas podrán,
de un año, regularizar su situación otorgando los documentos o
procedimientos legales de la legislación común, hasta obtener la
correspondiente a nombre de las referidas entidades.".
aparezca a
en el plazo
usando los
inscripción
-----
Acordado en sesiones celebradas los días 26 de
diciembre de 1996, 7, 14 y 21 de enero, 18 de marzo, 1º y 8 de abril de
1997, con asistencia de los HH. Senadores señores Mario Ríos Santander
(Presidente), Eugenio Cantuarias Larrondo (Beltrán Urenda Zegers), Francisco
Javier Errázuriz Talavera, Arturo Frei Bolívar (José Ruiz de Giorgio), Antonio
Horvath Kiss, Carlos Letelier Bobadilla, Roberto Muñoz Barra (Sergio Bitar
Chacra), Ricardo Núñez Muñoz (María Elena Carrera Villavicencio), Sebastián
Piñera Echenique, Anselmo Sule Candia y Andrés Zaldívar Larraín (Nicolás Díaz
Sánchez).
Sala de la Comisión, a 29 de abril de 1997.
FERNANDO SOFFIA CONTRERAS
Secretario
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INFORME COMISIÓN ESPECIAL
RESEÑA
I.- BOLETIN Nº.: 1111-07.
II.- MATERIA: Proyecto de ley que regula la constitución jurídica y
funcionamiento de las iglesias y organizaciones religiosas.
III.- ORIGEN: Mensaje.
IV TRAMITE CONSTITUCIONAL: Segundo trámite.
V.- APROBACION POR LA CAMARA DE DIPUTADOS: 12 de diciembre de
1996.
VI.- INICIO TRAMITACION EN EL SENADO: 17 de diciembre de 1996.
VII.- TRAMITE REGLAMENTARIO: Primer informe.
VIII.- URGENCIA: - - IX.- LEYES QUE SE MODIFICAN O QUE SE RELACIONAN CON LA
MATERIA:
1) Constitución Política de la República:
- artículo 19 número 2º: asegura la igualdad ante la ley
- artículo 19 número 6º: reconoce la libertad religiosa
- artículo 19 número 15º señala, en su párrafo segundo, que para gozar de
personalidad jurídica las asociaciones deberán constituirse en conformidad a la
ley.
2) Código Penal: - artículos 138 a 140; penan delitos
relativos al ejercicio de cultos
3) Código Civil: el Título XXXIII del Libro I regula la
concesión de personalidad jurídica a corporaciones y fundaciones de derecho
privado sin fines de lucro.
4) Decreto Supremo Nº110, del Ministerio de Justicia,
de 1979: reglamento de concesión de personalidad jurídica.
5) Normas tributarias: diversas disposiciones legales
establecen beneficios tributarios en favor de iglesias, entre las que cabe
destacar el artículo 2º de la ley Nº 17.235, sobre impuesto territorial; el
artículo 40, número 4, del Decreto Ley Nº 824, sobre impuesto a la renta; el
artículo 12, letra B, número 7, párrafo segundo, del D.L. Nº 1.626, sobre
impuesto al valor agregado; el artículo 23, Nº 9, del D.L. Nº 3.475, de 1980,
sobre timbres y estampillas, y el artículo 18 de la ley Nº 16.271, sobre
impuesto a las herencias, asignaciones y donaciones.
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INFORME COMISIÓN ESPECIAL
6) Declaración Universal de Derechos Humanos: artículo
18: reconoce el derecho de toda persona a la libertad de pensamiento, de
conciencia y de religión.
7) Declaración sobre la eliminación de todas las formas
de intolerancia y discriminación fundadas en la religión o las convicciones,
proclamada por la Asamblea General de Naciones Unidas, el 25 de noviembre
de 1981.
8) Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,
adoptado por la Asamblea General de Naciones Unidas, el 16 de diciembre de
1966: artículo 18: enuncia el derecho de toda persona a la libertad de
pensamiento, de conciencia y de religión, así como las facultades inherentes a
ellas y los límites dentro de los cuales deben desarrollarse.
9) Convención Americana sobre Derechos Humanos o
"Pacto de San José de Costa Rica": el artículo 12 se refiere a la libertad de
conciencia y de religión.
X.- ESTRUCTURA DEL PROYECTO PROPUESTO POR LA COMISION:
La moción consta de 17 artículos permanentes, agrupados en 5
capítulos, y dos disposiciones transitorias.
XI.- PRINCIPALES OBJETIVOS DEL PROYECTO PROPUESTO POR LA
COMISION:
1.- Complementar y desarrollar las garantías constitucionales de libertad
religiosa y de igualdad ante la ley en este ámbito.
2.- Crear un procedimiento especial a través del cual las entidades
religiosas podrán obtener personalidad jurídica.
3.- Dotar a todas las entidades religiosas de personalidad jurídica de
derecho público.
4.- Regular la adquisición, enajenación y administración de los bienes de
las entidades religiosas, la contabilidad que deberán llevar, así como las
exenciones y beneficios tributarios de que gozarán.
5.- Señalar las causales y procedimiento de disolución de las entidades
religiosas.
6.- Reconocer la personalidad jurídica
y la plena
capacidad de obrar de las entidades religiosas que gocen de ella a la fecha de
entrada en vigencia de esta ley, y
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INFORME COMISIÓN ESPECIAL
7.- Permitir a las entidades religiosas para, en el plazo de
un año, inscribir como suyos inmuebles u otros bienes sujetos a registro
público, cuyo dominio aparezca a nombre de terceros.
XII.- NORMAS DE QUORUM ESPECIAL: artículo 10, inciso final, es ley
orgánica constitucional y requiere por tanto el voto favorable de cuatro
séptimos de los Senadores en ejercicio.
XIII.- ACUERDOS: Idea de legislar y modificaciones a los artículos 8º y 17:
aprobadas por unanimidad.
Valparaíso, 29 de abril de 1997.
FERNANDO SOFFIA CONTRERAS
Secretario
INDICE
Páginas
1.- Constancias Reglamentarias
2.- Normas vinculadas con el proyecto
3.- Introducción
4.- Discusión y aprobación general
5.- Modificaciones
6.- Texto del proyecto como queda
7.- Reseña
-----
2
3a 5
5
6 a 36
37
37 a 42
44
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INFORME COMISIÓN HACIENDA
2.4. Informe de Comisión de Hacienda
Senado. Fecha 13 de mayo, 1997. Cuenta en Sesión 49. Legislatura 334.
BOLETIN Nº 1.111-07.
INFORME DE LA COMISION DE HACIENDA, recaído en el proyecto de ley,
en segundo trámite constitucional, sobre constitución jurídica y funcionamiento
de las iglesias y organizaciones religiosas.
_______________________________
HONORABLE SENADO:
Vuestra Comisión de Hacienda tiene el honor de
informaros el proyecto de ley, en segundo trámite constitucional, sobre
constitución jurídica y funcionamiento de las iglesias y organizaciones
religiosas, iniciado en Mensaje de S.E. el Presidente de la República.
A la sesión en que vuestra Comisión de Hacienda
analizó este proyecto, asistieron el señor Subdirector Normativo del Servicio de
Impuestos Internos, señor René García y el Jefe del Departamento de Catastro
y Tasaciones del Servicio de Impuestos Internos, señor Carlos Orrego.
---
El Subdirector Normativo del Servicio de Impuestos
Internos informó que es importante hacer presente que en el ámbito de la
tributación fiscal interna, no existe un estatuto que regule en forma específica
la situación tributaria de las distintas iglesias, razón por la cual estas
instituciones y las personas jurídicas que se creen para desarrollar esos fines,
tales como colegios, orfelinatos, hospitales, etc., deben sujetarse en todo a las
normas comunes aplicables a todos los contribuyentes, en la medida que por
acciones voluntarias u otras circunstancias adquieran el carácter de sujeto
pasivo de algún tributo.
De este modo, cabe mencionar que el ordenamiento
jurídico vigente contempla las siguientes normas que eximen de impuesto a
estas instituciones:
a) En la ley Nº 17.235, sobre Impuesto Territorial, se
incluyen en el Cuadro Anexo Nº 1, Sección I, dos exenciones en favor de
inmuebles que sean de propiedad de iglesias:
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INFORME COMISIÓN HACIENDA
a1) Letra c) Nº 2.- Exención del 100% del impuesto
territorial, para: "Los templos y sus dependencias, destinados exclusivamente
al servicio de un culto.".
a2) Letra d) Nº 13.- Exención del 100% del impuesto
territorial, para "Las habitaciones anexas a iglesias o templos de algún culto
religioso, ocupados por los funcionarios del culto y siempre que no produzcan
renta.".
Estas normas no hacen sino recoger la exención amplia
y general contenida en la Carta Fundamental y que beneficia a los inmuebles
que estén destinados exclusivamente al servicio del culto, de modo que
respecto de aquellos inmuebles que sean de propiedad de iglesias y que
tengan otro destino debe pagarse por ellos el impuesto territorial
correspondiente.
b) El decreto ley Nº 3.475, que contiene el texto del
Impuesto de Timbres y Estampillas, establece en el artículo 23, Nº 9, que
estarán exentos de los impuestos que esa ley contempla las: "Instituciones con
personalidad jurídica cuyo fin sea el culto";
c) La ley Nº 16.271, que contiene el texto del impuesto
a las Herencias, Asignaciones y Donaciones, establece en el artículo 18, Nº 4,
que estarán exentas las herencias y donaciones: "que se dejen para la
construcción o reparación de templos destinados al servicio de un culto o para
el mantenimiento del mismo culto.".
3. En la enumeración anterior, se incluyen todas las
normas tributarias que se refieren en forma específica a las instituciones
religiosas; pero como se señaló anteriormente, estas instituciones al estar
sujetas a la legislación común, se benefician también con las exenciones de
carácter general contenidas en dicha legislación, entre las cuales están las
siguientes, que por su naturaleza podrán ser impetradas por iglesias o
instituciones creadas por ellas:
a) En el Nº 4 del artículo 40 de la Ley sobre Impuesto a
la Renta, se exime del Impuesto de Primera Categoría a las rentas percibidas
por "Las instituciones de beneficencia que determine el Presidente de la
República. Sólo podrán impetrar este beneficio aquellas instituciones que no
persigan fines de lucro y que de acuerdo a sus estatutos tengan por objeto
principal proporcionar ayuda material o de otra índole a personas de escasos
recursos económicos.".
b) El inciso segundo del Nº 7 de la letra B), del artículo
12 del decreto ley Nº 825, de 1974, exime del Impuesto al Valor Agregado a
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INFORME COMISIÓN HACIENDA
las importaciones que constituyan donaciones y socorros calificados como tales
a juicio exclusivo del Servicio Nacional de Aduanas, destinadas a corporaciones
y fundaciones y a las universidades.
Mediante la disposición transcrita precedentemente, las
iglesias pueden importar libros, revistas, folletos u otros impresos procedentes
de instituciones dedicadas a los oficios del culto, siempre que se internen por
cuenta de las comunidades, monasterios o iglesias para su propio servicio o
para su distribución sin fines de lucro, todo ello sujeto a la calificación previa
del Servicio de Aduanas.
c) En el Nº 9 de la letra D), de la sección I del Cuadro
Anexo Nº 1 de la ley Nº 17.235, se exime del 100% del impuesto territorial a
los inmuebles que se destinen a: "escuelas, colegios, seminarios, universidades
y campos de deportes de sociedades deportivas y de socorros mutuos que
tengan personalidad jurídica y demás establecimientos destinados a la
educación o al deporte, en la parte destinada exclusivamente a estos servicios
y siempre que no produzcan renta.
Terminó expresando el señor Subdirector Normativo de
Impuestos Internos que esta exención puede beneficiar a las iglesias o a las
instituciones que pertenezcan a ellas, en la medida que destinen inmuebles de
su propiedad para desarrollar algunas de las actividades que la norma legal
señala.
---
El proyecto de ley en estudio fue considerado
previamente por una Comisión Especial de esta Corporación, la cual lo aprobó
con modificaciones.
---
De conformidad a su competencia, la Comisión de
Hacienda se abocó al estudio de los artículos 13, 14, 15, 16 y 17 y artículo 2º
transitorio, a saber:
Artículo 13
Su inciso primero dispone que la adquisición,
enajenación y administración de los bienes necesarios para las actividades de
las entidades religiosas estarán sometidas a la legislación común.
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INFORME COMISIÓN HACIENDA
Su inciso segundo determina la obligatoriedad de llevar
libros de contabilidad, teniendo acceso a ellos cualquier miembro de la
corporación.
- El H. Senador señor Jorge Lavandero señaló que sería
conveniente armonizar esta disposición con las normas generales relativas a
las exenciones tributarias.
- El H. Senador señor Andrés Zaldívar anunció que
durante el estudio en particular de este proyecto, es necesario introducir una
norma general que sancione cualquier abuso que pueda cometerse con las
exenciones que corresponden a las instituciones que regula el proyecto de ley
en estudio.
- Puesta en votación esta disposición, fue aprobada por
la unanimidad de los miembros de la Comisión, HH. Senadores señores
Francisco Javier Errázuriz, Jorge Lavandero, Carlos Ominami, Sebastián Piñera
y Andrés Zaldívar.
Artículo 14
Su inciso primero autoriza a las entidades religiosas
para solicitar y recibir toda clase de donaciones y contribuciones voluntarias,
de particulares e instituciones públicas o privadas; organizar colectas entre sus
fieles para el culto, la sustentación de sus ministros u otros fines propios de su
misión.
Su inciso segundo dispone que el patrimonio de una
entidad religiosa no pertenece, ni en todo ni en parte, a las personas naturales
que la componen; como tampoco las deudas del mismo dan derecho a nadie
para demandarlas, en todo o en parte, a ninguna de las personas naturales
que componen la entidad religiosa ni dan acción sobre los bienes propios de
ellos. Ni aun en caso de disolución, los bienes de la entidad religiosa podrá
pasar a dominio de alguno de sus integrantes.
- Puesta en votación esta disposición, fue aprobada por
la unanimidad de los miembros de la Comisión, HH. Senadores señores
Francisco Javier Errázuriz, Jorge Lavandero, Carlos Ominami, Sebastián Piñera
y Andrés Zaldívar.
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INFORME COMISIÓN HACIENDA
Artículo 15
Prescribe que las donaciones a las entidades religiosas a
que se refiere esta ley, están exentas del trámite de insinuación cuando sean
por valores inferiores a veinticinco unidades tributarias mensuales.
- Puesta en votación esta disposición, fue aprobada por
la unanimidad de los miembros de la Comisión, HH. Senadores señores,
Francisco Javier Errázuriz, Jorge Lavandero, Carlos Ominami, Sebastián Piñera
y Andrés Zaldívar.
Artículo 16
Establece que las entidades religiosas regidas por esta
ley gozarán de los mismos derechos, exenciones y beneficios tributarios que la
Constitución Política de la República, las leyes y reglamentos vigentes otorguen
y reconozcan a otras iglesias, confesiones e instituciones religiosas existentes
en el país.
- Puesta en votación esta disposición, fue aprobada por
la unanimidad de los miembros de la Comisión, HH. Senadores señores
Francisco Javier Errázuriz, Jorge Lavandero, Carlos Ominami, Sebastián Piñera
y Andrés Zaldívar.
Artículo 17
Su inciso primero regula que la disolución de una
persona jurídica podrá llevarse a cabo de conformidad con sus estatutos, o en
cumplimiento de una sentencia judicial firme, recaída en juicio incoado a
requerimiento del Consejo de Defensa del Estado, el que podrá accionar de
oficio o a petición de parte, en los casos que así corresponda, en conformidad
con la Constitución y la ley.
Su inciso segundo determina que disuelta la persona
jurídica religiosa, se procederá a eliminarla del registro a que se refiere el
artículo 9º.
- Puesta en votación esta disposición, fue aprobada por
la unanimidad de los miembros presentes de la Comisión, HH. Senadores
señores Francisco Javier Errázuriz, Jorge Lavandero, Carlos Ominami,
Sebastián Piñera y Andrés Zaldívar.
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INFORME COMISIÓN HACIENDA
ARTICULOS TRANSITORIOS
Artículo 2º
Preceptúa que las entidades religiosas que a la época de
su inscripción en el registro público, hubieren declarado ser propietarias de
inmuebles u otros bienes sujetos a registro público, cuyo dominio aparezca a
nombre de personas naturales o jurídicas distintas de ellas podrán, en el plazo
de un año, regularizar su situación otorgando los documentos o usando los
procedimientos legales de la legislación común, hasta obtener la inscripción
correspondiente a nombre de las referidas entidades.
- Puesta en votación esta disposición, fue aprobada por
la unanimidad de los miembros de la Comisión, HH. Senadores señores
Francisco Javier Errázuriz, Jorge Lavandero, Carlos Ominami, Sebastián Piñera
y Andrés Zaldívar.
---
En mérito de las consideraciones anteriores, vuestra
Comisión de Hacienda tiene el honor de proponeros que aprobéis el proyecto
de ley en informe, en los mismos términos en que fuera despachado por la
Comisión Especial de esta Corporación.
---
Acordado en sesión realizada el día de hoy, 13 de mayo
de 1997, con asistencia de los HH. Senadores señores Jorge Lavandero
(Presidente), Francisco Javier Errázuriz, Carlos Ominami, Sebastián Piñera y
Andrés Zaldívar.
Sala de la Comisión, a 13 de mayo de 1997.
CESAR BERGUÑO BENAVENTE
Secretario de la Comisión
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INFORME COMISIÓN HACIENDA
RESEÑA
I.
BOLETIN Nº: 1.111-07.
II.
MATERIA: Proyecto de ley sobre constitución jurídica y funcionamiento
de las iglesias y organizaciones religiosas.
III.
ORIGEN: Mensaje de S.E. el Presidente de la República.
IV.
TRAMITE CONSTITUCIONAL: Segundo trámite.
V.
APROBACION POR LA CAMARA DE DIPUTADOS: 12 de diciembre de
1996.
VI.
INICIO TRAMITACION EN EL SENADO: 17 de diciembre de 1996.
VII. TRAMITE REGLAMENTARIO: Primer informe.
VIII. URGENCIA: No tiene.
IX.
LEYES QUE SE MODIFICAN O QUE SE RELACIONAN CON LA
MATERIA:
1. Constitución Política de la República; artículo 19 Nºs. 2º, 6º y 15.
2. Código Penal; artículos 138 a 140, delitos relativos al ejercicio de los
cultos.
3. Código Civil; Título XXXIII del Libro, que regula la concesión de
personalidad jurídica a corporaciones y fundaciones de derecho privado sin
fines de lucro.
4. Decreto Supremo Nº 110, del Ministerio de Justicia, de 1979 que
reglamenta la concesión de personalidad jurídica.
5. Normas tributarias: diversas disposiciones legales establecen
beneficios tributarios en favor de iglesias, entre las que cabe destacar el
artículo 2º de la ley Nº 17.235, sobre impuesto territorial; el artículo 40,
número 4, del decreto ley Nº 824, sobre impuesto a la renta; el artículo 12,
letra B, número 7, párrafo segundo, del decreto ley Nº 1.626, sobre impuesto
al valor agregado; el artículo 23, Nº 9, del decreto ley Nº 3.475, de 1980,
sobre timbres y estampillas, y el artículo 18 de la ley Nº 16.271, sobre
impuesto a las herencias, asignaciones y donaciones.
6. Declaración Universal de Derechos Humanos: artículo 18: reconoce el
derecho de toda persona a la libertad de pensamiento, de conciencia y de
religión.
7. Declaración sobre la eliminación de todas las formas de intolerancia y
discriminación fundadas en la religión o las convicciones, proclamada por la
Asamblea General de Naciones Unidas, el 25 de noviembre de 1981.
8. Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, adoptado por la
Asamblea General de Naciones Unidas, el 16 de diciembre de 1996: artículo
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INFORME COMISIÓN HACIENDA
18: enuncia el derecho de toda persona a la libertad de pensamiento, de
conciencia y de religión, así como las facultades inherentes a ellas y los límites
dentro de los cuales deben desarrollarse.
9. Convención Americana sobre Derechos Humanos o "Pacto de San José
de Costa Rica": el artículo 12 se refiere a la libertad de conciencia y de religión.
X.
ESTRUCTURA
DEL
permanentes y 2 transitorios.
PROYECTO
PROPUESTO:
17
artículos
XI.
PRINCIPALES OBJETIVOS DEL PROYECTO PROPUESTO POR LA
COMISION:
1. Complementar y desarrollar las garantías constitucionales de
libertad religiosa y de igualdad ante la ley en este ámbito.
2. Crear un procedimiento especial a través del cual las entidades
religiosas podrán obtener personalidad jurídica.
3. Dotar a todas las entidades religiosas de personalidad jurídica
de derecho público.
4. Regular la adquisición, enajenación y administración de los
bienes de las entidades religiosas, la contabilidad que deberán llevar, así como
las exenciones y beneficios tributarios de que gozarán.
5. Señalar las causales y procedimiento de disolución de las
entidades religiosas.
6. Reconocer la personalidad jurídica y la plena capacidad de
obrar de las entidades religiosas que gocen de ella a la fecha de entrada en
vigencia de esta ley.
7. Permitir a las entidades religiosas para, en el plazo de un año,
inscribir como suyos inmuebles u otros bienes sujetos a registro público, cuyo
dominio aparezca a nombre de terceros.
XII. NORMAS DE QUORUM ESPECIAL: Artículo 10, inciso final, es ley
orgánica constitucional y requiere, por tanto, el voto favorable de cuatro
séptimos de los Senadores en ejercicio.
XIII. ACUERDOS: Aprobado 5x0.
Valparaíso, 13 de mayo de 1997.
CESAR BERGUÑO BENAVENTE
Secretario
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DISCUSIÓN SALA
2.5. Discusión en Sala
Senado. Legislatura 334. Sesión 50. Fecha 14 de mayo, 1997. Discusión
general. Se aprueba en general.
CONSTITUCIÓN JURÍDICA Y FUNCIONAMIENTO
ORGANIZACIONES RELIGIOSAS
DE
IGLESIAS
Y
El señor ROMERO (Presidente).- Proyecto de ley de la Honorable Cámara de
Diputados que regula la constitución jurídica y funcionamiento de las iglesias y
organizaciones religiosas, con informes de la Comisión Especial encargada de
estudiarlo y de Hacienda.
—Los antecedentes sobre el proyecto figuran en los Diarios de
Sesiones que se indican:
Proyecto de ley:
En segundo trámite, sesión 40ª, en 15 de abril de 1997.
Informes de Comisión:
Especial, sesión 47ª, en 7 de mayo de 1997.
Hacienda, sesión 49ª, en 13 de mayo de 1997.
El señor LAGOS (Secretario).- El informe acerca de esta iniciativa, originada en
un mensaje, deja constancia de los invitados a las sesiones de la Comisión
Especial.
Junto con hacer presente que el articulado contiene
una norma cuya aprobación requiere quórum de ley orgánica constitucional, el
documento reseña los objetivos del proyecto, que son los siguientes:
“1.- Complementar y desarrollar las garantías
constitucionales de libertad religiosa y de igualdad ante la ley en este ámbito.
“2.- Crear un procedimiento especial a través del cual
las entidades religiosas podrán obtener personalidad jurídica.
“3.- Dotar a todas las entidades religiosas de
personalidad jurídica de derecho público.
“4.Regular
la
adquisición,
enajenación
y
administración de los bienes de las entidades religiosas, la contabilidad que
deberán llevar, así como las exenciones y beneficios tributarios de que
gozarán.
“5.- Señalar las causales y procedimiento de
disolución de las entidades religiosas.
“6.- Reconocer la personalidad jurídica y la plena
capacidad de obrar de las entidades religiosas que gocen de ella a la fecha de
entrada en vigencia de esta ley, y
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DISCUSIÓN SALA
“7.- Permitir a las entidades religiosas para, en el
plazo de un año, inscribir como suyos inmuebles u otros bienes sujetos a
registro público, cuyo dominio aparezca a nombre de terceros.”.
Se consigna que, en mérito de los antecedentes y
razones que se exponen, la unanimidad de la Comisión Especial, formada por
los Honorables señores Cantuarias, Errázuriz, Arturo Frei, Horvath, Letelier,
Muñoz Barra, Núñez, Piñera, Ríos, Sule y Andrés Zaldívar, acogió el proyecto.
En su parte resolutiva, el informe propone aprobar el
texto despachado por la Cámara de Diputados, con las modificaciones que
señala. Se trata de 17 artículos permanentes y 2 transitorios.
El señor ROMERO (Presidente).- En discusión general.
Tiene la palabra el Honorable señor Ríos, Presidente
de la Comisión Especial.
El señor RÍOS.- Quisiera empezar mi intervención, señor Presidente, con una
observación relativa a su saludo a los pastores presentes en la tribuna, en el
cual Su Señoría expresó que las iglesias se hallaban todas unidas bajo el alero
que mencionó.
Al respecto, deseo formular una precisión tendiente a
que se entienda bien el sentido y profundidad de los preceptos que nos
ocupan. En realidad, señor Presidente, las personas jurídicas pueden unir
varios entes -en este caso, el Comité de Organizaciones Evangélicas y varios
organismos existentes en el país-, pero lo que une al pueblo cristiano es la
Santa Biblia. A las iglesias las une la Santa Biblia; a las personas jurídicas,
otros organismos jurídicos.
Y expongo lo anterior porque se debe consignar una
mención muy clara y definida de lo que pretende el proyecto de ley cuyo
debate, en sus aspectos generales, se inicia hoy en el Senado.
El origen de la libertad religiosa, señor Presidente, no
se encuentra en un acto administrativo del Estado, sino en la dignidad misma
de la persona humana. Aún más: se trata de la razón de ser de las otras
libertades jurídicamente reconocidas. En ella se manifiesta la plenitud de lo
más trascendente de la vida: el impulso natural a la búsqueda de la verdad, o,
más que eso, la obligación moral de buscarla que recae en cada hombre.
Y, siendo la verdad espiritual, la que trasciende la
vida material, la de mayores y más amplios horizontes, se injuria al ser
humano si se le niega el libre ejercicio de su religión, tanto personal como
socialmente.
De lo anterior surge una verdad establecida en la
Constitución: el poder civil debe reconocer y favorecer la vida y estructura
religiosas de los habitantes del país, señalando categóricamente que excedería
sus límites si pretendiera dirigir o impedir los actos a que concurren en ese
ámbito los miembros de la sociedad que el Estado conduce. La única
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DISCUSIÓN SALA
connotación que puede regular lo anterior se refiere a la acción que,
pretendiendo ser religiosa, afecte clara y decididamente el patrimonio moral de
la nación, de la sociedad.
Esta Corporación, señor Presidente, conformó una
Comisión Especial de 11 Senadores para estudiar el proyecto, integrada por los
Honorables señores Eugenio Cantuarias, Vicepresidente del Senado; Ricardo
Núñez, Presidente de la Comisión de Gobierno; Antonio Horvath, Presidente de
la Comisión de Bienes Nacionales y Medio Ambiente; Anselmo Sule, miembro
titular de la Comisión de Constitución; Andrés Zaldívar, miembro titular de la
Comisión de Hacienda; Francisco Javier Errázuriz, Presidente de la Comisión de
Agricultura; Sebastián Piñera, miembro titular de las Comisiones de Hacienda y
de Economía; Roberto Muñoz Barra, Presidente de la Comisión de Educación;
Arturo Frei, Presidente de la Comisión de Defensa; Carlos Letelier, ex miembro
de la Comisión de Constitución y actual miembro titular de la Comisión de
Gobierno, y el que habla, Mario Ríos, quien presidió.
La Comisión Especial fue creada bajo la Presidencia
del Honorable señor Sergio Díez, y ello fue aprobado por la totalidad de los
Comités, representativos de todas las corrientes de pensamiento expresadas
en este Hemiciclo. Hoy, el proyecto se estudia bajo la Presidencia del actual
titular de esta Corporación, Honorable señor Sergio Romero.
El Senado avanza, con el análisis de la iniciativa en
debate, hacia la plenitud de la nación. En efecto, considerando que esta última
adquiere vigencia en la medida en que la sociedad se desarrolla
armónicamente en su seno, con pleno respeto de las diversas lenguas,
religiones, etnias, el proyecto que nos ocupa, pendiente desde 1925, cuando el
Estado y la Iglesia Católica se separaron definitivamente, viene a dar vida a la
nación en lo que, como ya se dijo, resulta ser quién sabe si lo más
trascendental de la vida humana: el pensamiento espiritual.
El texto consta de cinco capítulos, el primero de ellos
sobre normas generales. El artículo 1° recuerda lo dispuesto por la
Constitución Política del Estado, que asegura a todas las personas “La libertad
de conciencia, la manifestación de todas las creencias y el ejercicio libre de
todos los cultos que no se opongan a la moral, a las buenas costumbres o al
orden público.”, lo que el Senado respeta, defiende y promueve.
La Carta dispone a continuación que “Las confesiones
religiosas podrán erigir y conservar templos y sus dependencias bajo las
condiciones de seguridad e higiene fijadas por las leyes y ordenanzas.
“Las iglesias, las confesiones e instituciones religiosas
de cualquier culto tendrán los derechos que otorgan y reconocen, con respecto
a los bienes, las leyes actualmente en vigor. Los templos y sus dependencias,
destinados exclusivamente al servicio de un culto, estarán exentos de toda
clase de contribuciones.”.
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Y el artículo 4º es muy importante, muy
trascendente: recoge las expresiones “iglesia, confesión e institución religiosa”,
señalando que son entidades formadas por personas naturales que profesen
una determinada fe, la practiquen, enseñen y difundan.
El Capítulo II, Libertad Religiosa y de Culto, en su
artículo 6º indica todos los aspectos que permiten desarrollar en plenitud lo
indicado en el título: profesar la creencia religiosa y de culto; practicar en
público o en privado, individual o colectivamente, actos de oración o de culto;
recibir asistencia religiosa; recibir e impartir enseñanza o información religiosa
por cualquier medio, y reunirse o manifestarse públicamente con fines
religiosos y asociarse para desarrollar comunitariamente sus actividades
religiosas.
El artículo 7º señala que, en virtud de la libertad
religiosa y de culto, se podrá ejercer libremente su propio ministerio;
establecer su propia organización interna y jerarquía -esto referido a las
iglesias-; enunciar, comunicar y difundir, de palabra, por escrito o por
cualquier medio comunicacional, su propio credo; fundar, mantener y dirigir,
en forma autónoma y sin fines de lucro, institutos de formación y de estudios
teológicos o doctrinales; crear, participar, patrocinar y fomentar, para la
realización de sus fines, asociaciones, corporaciones y fundaciones, y solicitar y
recibir todo tipo de contribuciones voluntarias.
El artículo 8º del mismo Capítulo dice: “El ejercicio de
los derechos que emanan de la libertad religiosa y de culto tiene como límites
la moral, las buenas costumbres y el orden público,”.
El Capítulo III del proyecto está referido a la
personalidad jurídica y los estatutos. Su artículo 9º preceptúa que las
entidades religiosas que se organicen conforme a esta ley tendrán existencia
legal una vez cumplidos los requisitos que a continuación señala, como por
ejemplo, la inscripción en el registro público. En esta norma se explica todo lo
relativo a la acción y responsabilidad de la persona jurídica que se va a
conformar.
El artículo 10 versa sobre las responsabilidades del
Ministerio de Justicia, indicando que éste no podrá denegar el registro, pero
que, sin embargo, podrá objetar la constitución si faltare algún requisito, o si
los estatutos o fines y objetivos perseguidos se apartaren de las disposiciones
de esta ley en proyecto.
En cuanto al patrimonio y exenciones, es necesario
recordar que el inciso primero del número 6º del artículo 19 de la Constitución
habla sobre la libertad de conciencia, idea ya expresada en esta intervención.
Su inciso segundo plantea un hecho real: la necesidad de que la expresión
espiritual tenga una materialización en la construcción de templos y otros
edificios y sus dependencias, para la acción y actuación religiosa.
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En lo referente a la relación de las personas jurídicas,
de las entidades de las personas, con el Estado en cuanto a tributación, el
inciso tercero del mencionado precepto constitucional estatuye que las iglesias,
las confesiones e instituciones religiosas de cualquier culto tendrán los
derechos que otorgan y reconocen, con respecto a los bienes, las leyes
actualmente en vigor, agregando que quedan exentos de toda clase de
contribuciones.
El Capítulo IV de la normativa en proyecto organiza y
estructura las formas y responsabilidades a que se refiere, precisamente, el
inciso tercero del número 6º del artículo 19 de la Carta Fundamental.
Finalmente, el Capítulo V se aboca a la disolución. En
el artículo 17 dice: “La disolución de una persona jurídica podrá llevarse a cabo
de conformidad con sus estatutos, o en cumplimiento de una sentencia judicial
firme, recaída en juicio incoado a requerimiento del Consejo de Defensa del
Estado, el que podrá accionar de oficio o a petición de parte, en los casos que
así corresponda, en conformidad con la Constitución y la ley.”.
De esta forma, señor Presidente, la Comisión ha
entregado para el estudio y análisis de la Sala un cuerpo legal que, sin duda
alguna, constituye el inicio de un debate más profundo y detallado de muchos
aspectos que -con posterioridad a las intervenciones de los señores Senadores
durante este debate, y más tarde en la Comisión- realizaremos en dicho
órgano técnico para su análisis y estudio.
Pero es muy importante dejar establecidos algunos
aspectos que, al menos desde mi punto de vista, son trascendentes.
Reitero lo expresado al principio de mi intervención.
No estamos legislando sobre las iglesias, sino sobre las personas jurídicas. Por
cuanto pretender establecer cuáles iglesias deben existir y cuáles no nos
introduciría en un área que no nos corresponde, ya que ello pertenece a la vida
espiritual de las personas, a su propia conciencia y a su libertad.
Pero, así como la Biblia dice: “A Dios lo que es de
Dios, y al César lo que es del César”, aquí nos preocupan las cosas del César. Y
estimamos que, cumpliendo el precepto constitucional, debemos constituir una
forma jurídica en que la expresión espiritual, la expresión religiosa, se
manifieste en la plenitud de la vida. Por ello, el proyecto crea una persona
jurídica de derecho público -con las consideraciones que los señores Senadores
tienen a la vista-, que representa el encuentro del mundo espiritual con el
mundo secular, la vida material de las personas que, organizadas en iglesias,
desean alcanzar en su trabajo y acción todos los beneficios que la sociedad
puede entregarles para sus principios y valores, a fin de extenderlos a toda la
comunidad.
Por consiguiente, la creación de una persona jurídica
permitirá a quienes profesan determinada fe extender su acción a colegios,
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DISCUSIÓN SALA
lugares de estudio, seminarios, etcétera, para recoger de la sociedad misma a
aquellos que puedan engrosar las filas del pensamiento religioso y fortalecerlos
con sus principios y valores.
Otro elemento destacado, sobre el cual espero poder
intervenir más adelante, es que la iniciativa cumple totalmente con la
Constitución Política de la República. Eso significa que es una ley marco, acerca
de la acción de la vida religiosa de las personas jurídicas en nuestra sociedad.
Entenderlo así significa considerar que todos somos responsables de nuestro
propio destino, y que, a su vez, encontramos en la sociedad las herramientas
necesarias para fortalecer el destino que vamos siguiendo conjuntamente,
como pueblo y como nación, para alcanzar nuestros objetivos comunes.
Por eso, el enriquecimiento del proyecto para ir
fortaleciendo el concepto integral de nación resulta ser tan trascendente, y
obliga a que nuestras palabras alcancen la fuerza requerida para hacer
entender que hoy estamos legislando a fin de regular el marco jurídico de la
vida religiosa de todas las confesiones o iglesias presentes en Chile.
Por último, deseo expresar una idea fundamental.
Muchas veces conocemos, en distintas sociedades y civilizaciones del mundo,
características que antaño tuvieron gran trascendencia e importancia. Lo que
siempre permanece en ellas son sus aspectos religiosos. Prácticamente, la
totalidad de los elementos de cientos o miles de años de antigüedad que se
han descubierto refleja el mundo religioso. Quién sabe si a través de la
materialización de dicha expresión se busca la plenitud y fuerza de lo que
trasciende más allá de la vida material: la eternidad. Sin duda alguna,
mediante esta iniciativa encontraremos el camino más adecuado a fin de que la
expresión religiosa se manifieste en nuestro país con la grandeza que
corresponde.
He dicho.
El señor ROMERO (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Andrés
Zaldívar.
El señor ZALDÍVAR (don Andrés).- Señor Presidente, para el Parlamento y para
el Senado, este día reviste especial significación, pues estamos cumpliendo una
tarea que tiene sentido y contenido de trascendencia y solemnidad en una
sociedad que ha esperado por años una normativa sobre libertad de culto, no
sólo por razones históricas, culturales y de igualdad ante la ley, sino porque
tenemos que reconocer, objetivamente, la importancia que lo religioso ha
tenido y tiene en nuestro desarrollo integral como sociedad y como país.
Hoy cumplimos una tarea que el gran jurista don
Andrés Bello nos encargó hace ya más de 150 años. En efecto, el artículo 547
del Código Civil estatuye que las disposiciones del título a que él corresponde
no se extienden "a las corporaciones o fundaciones de derecho público" como
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"las iglesias, las comunidades religiosas,". Y agrega: "estas corporaciones y
fundaciones se rigen por leyes y reglamentos especiales.".
Sin embargo, a pesar de la claridad de nuestro
Código Civil, el tema de la naturaleza jurídica de las iglesias ha llegado a ser
muy discutido en la jurisprudencia. En parte, esto ha estado relacionado con
varios hechos históricos que afectaron las relaciones de las iglesias con el
Estado chileno. Pero, fundamentalmente, el debate ha existido por una razón
muy simple: porque, aun cuando el citado artículo 547 establece que las
corporaciones y fundaciones se regirán por leyes especiales, el Estado chileno
y sus legisladores nunca han dictado una ley para reconocer la naturaleza
especial de la situación jurídica de las iglesias.
Si buscamos en los diversos capítulos del Código Civil
u otros códigos, o en el ordenamiento jurídico general, no encontraremos la ley
especial de que hablaba don Andrés Bello. Desgraciadamente, a causa de este
vacío, de esta deficiencia en nuestra legislación, las iglesias y confesiones
religiosas existen de hecho en Chile, pero no son reconocidas como tales por el
Derecho.
Debemos corregir tal omisión. El proyecto que hoy
votaremos será la ley especial a que se refería Bello hace tantos años. De ese
modo llenaremos este vacío de nuestra legislación y cumpliremos un deber, no
solamente con la historia, sino que con todo Chile y con lo que ordena la
Constitución Política de la República.
Éste es un proyecto especial en todos los sentidos. Su
texto no es extenso -como señaló en forma tan clara y precisa el Presidente de
la Comisión Especial-, ni está lleno de detalles acerca de la forma y estructura
interna que creemos que todas las iglesias deben tener como parte de su
ordenamiento. Posee una estructura simple, en la cual se establece que cada
iglesia con personalidad jurídica se autogobierna. Para obtener dicha
personería, el Estado, aparte los requisitos formales, exige algo esencial: que
la iglesia actúe en el marco de la moral, las buenas costumbres y el orden
público.
El proyecto no hace otra cosa que acatar lo que
expresamente establece la Constitución Política de la República en el Nº 6º del
artículo 19. Éste es el mismo principio por el cual en Chile se ha reconocido la
personalidad jurídica pública de la Iglesia Católica, después de la separación de
la iglesia y el Estado en 1925. No queremos ni debemos cambiar esta situación
de hecho, que ha demostrado ser muy práctica y factible por más de 70 años
en Chile. Lo que proponemos es reconocer esta realidad por ley, de modo que
abarque a todas las iglesias y confesiones religiosas, sin distinción.
Esto no es simplemente la extensión o profundización
de una práctica de larga trayectoria en el país. Esto es lo que la Constitución
nos demanda. Los autores de la Carta de 1980 sabían que la ley, en términos
de tratamiento de personas jurídicas de la Iglesia Católica, de otras iglesias y
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confesiones, no fue aplicada con igualdad. Para aclarar esta situación,
aprobaron la garantía de libertad religiosa con el siguiente acuerdo, que consta
en las actas de la Comisión Constituyente y que es del siguiente tenor:
"Al prestar su aprobación al nuevo precepto
constitucional que consagrará esta garantía, en los términos indicados, lo hace
en la inteligencia de que todas las iglesias y confesiones religiosas tienen
personalidad jurídica de Derecho Público, ya que cualquiera discriminación al
respecto significaría violar el principio de la igualdad ante la ley y desconocer la
propia disposición del actual artículo 1º, Nº 2, en cuanto asegura la
manifestación de todas las creencias, la libertad de conciencia y el ejercicio
libre de todos los cultos que no se opongan a la moral, a las buenas
costumbres o al orden público, y que permite a las respectivas confesiones
religiosas erigir y conservar sus templos y dependencias, a los que declara
exentos de contribuciones".
Es necesario explicitar que el fundamento profundo
de este proyecto es que con él se concreta, se plasma en acción de ley de la
República, la libertad de conciencia, no sólo para los creyentes de cualquier
religión, sino que también para aquellos que no profesan una creencia
religiosa.
Con el hecho de tratar a todas las iglesias y
confesiones religiosas en un pie de absoluta igualdad, se respetan no sólo las
declaraciones de libertad religiosa del Concilio Vaticano II y del Consejo
Mundial de Iglesias, y lo demandado por la Declaración Universal de los
Derechos Humanos y la Declaración Interamericana de Derechos Humanos. Se
cumple lo exigido por nuestra propia conciencia y, más aún, por la Constitución
Política de la República.
Sin embargo, aunque en el texto se trata a todas las
iglesias con igualdad, no se intenta forzarlas a que se adapten al mismo molde.
Entendemos que las iglesias no son creaciones del Estado, y que no
corresponde a éste dictar las normas de su funcionamiento interno. Si la
separación de las iglesias y el Estado es real, los legisladores no podemos
entrometernos pretendiendo dictar el ordenamiento o reglamento interno de
alguna de ellas. Lo que debemos hacer es reconocer cada iglesia o confesión,
respetar su propio sistema de gobierno y disciplina, y resguardar plenamente
la libertad de ella para practicar su fe, restringida únicamente, como dije, por
los límites constitucionales de la moral, las buenas costumbres y el orden
público. Al actuar con tal respeto, reconocemos la soberanía inherente a la
conciencia de cada iglesia y confesión.
Un aspecto importante de la ley en proyecto es el
reconocimiento de las personalidades jurídicas de las iglesias. Pero, además, él
respalda la presencia de las iglesias en las instituciones públicas del país,
dando a los funcionarios el derecho a recibir la asistencia religiosa de su propia
elección; garantiza absolutamente la no discriminación por parte del Estado en
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favor o en contra de una iglesia en particular, o en favor o en contra del
fenómeno religioso en general; prohíbe al Estado forzar la participación en
actividades religiosas. En síntesis, procura respetar y apoyar las opciones que
cada chileno puede tomar, en su propia conciencia, en lo atinente a sus
convicciones religiosas.
Respaldamos estas opciones, porque entendemos que
las creencias religiosas y de conciencia son aspectos fundamentales y de la
esencia del ser humano. El Estado no existe para obligar ni para revisar los
pensamientos íntimos de las personas. La tarea del Estado moderno es hacer
respetar la libertad religiosa, de tal forma que cada persona pueda decidir, en
conciencia, la manera más apropiada de su relación con Dios.
Las iglesias siempre han sido entidades de una
importancia fundamental en nuestro país.
Debemos reconocer hoy solemnemente en el Senado
las contribuciones que ellas han hecho a nuestra nación y a su cultura, desde
las religiones indígenas, con su profundo respeto para nuestra tierra, hasta la
Iglesia Católica Romana, con su gran riqueza espiritual y cultural, que llegó
aquí hace más de 500 años y que, sin duda, ha sido piedra angular de nuestra
integración con el mundo ético y religioso de Occidente.
Reconocemos las iglesias protestantes históricas Metodista, Presbiteriana, Luterana, Anglicana, Bautista, Pentecostal y otras-,
que llegaron a Chile hace más de 100 años y que han hecho contribuciones
riquísimas y generosas al pluralismo de nuestra cultura y, con sus obras
sociales de educación y salud, al bienestar de nuestro pueblo.
Reconocemos a las comunidades israelita y
musulmana, representantes de grandes tradiciones religiosas, que llegaron
aquí, al final del mundo, para dar testimonio de fe y justicia. Y reconocemos
también a otras iglesias, como la de Los Santos de los Últimos Días y la de los
Testigos de Jehová -que llegaron a nuestro país más recientemente- y que ya
son parte de la familia chilena.
Han sido miles de mujeres y hombres, misioneros y
pastores silenciosos que, desde la diversidad de creencias religiosas, han
contribuido a enriquecer el espíritu y el alma de millones de chilenos. Debemos
dar gracias a Dios por su paso por nuestra tierra. Al reconocerlos a ellos y a
sus iglesias, en toda su amplitud, reconocemos que el Chile del siglo XXI será
un país con un alma amplia, no estrecha, en la cual el espíritu vivirá en toda su
riqueza.
Al
aprobar
este
proyecto,
no
satisfacemos
simplemente una deuda con el pasado, con nuestra historia. Al hacerlo, nos
comprometemos con el futuro. Testificamos que el Chile de mañana -que
creamos hoy- será un país donde las creencias de todos serán respetadas,
donde todos tendrán el derecho a vivir en paz con su conciencia. Hoy
reconocemos un país en el cual no hay almas privilegiadas o excluidas.
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Afirmamos nuestra vocación como país libre, en el cual el corazón de cada
chileno pueda expresar sus más íntimas oraciones libremente.
Al aprobarse este proyecto, no puedo dejar de evocar
aquel pastor visionario y justo llamado “El bueno”, el Papa Juan XXIII, quien
nos convocó hace tantos años al ecumenismo. Aquí es necesario recordar que
ecumenismo viene de la raíz griega “oikoumenê”, que literalmente significa
“todos los hombres que pueblan la tierra”, y esto incluye no sólo a los
creyentes, sino también a los no creyentes.
En consecuencia, nos provoca a los legisladores,
incluso a aquellos que no profesan ninguna fe religiosa, a valorar la libertad de
conciencia y a unirnos en torno de este proyecto de ley sobre culto, pues en el
fondo nos llama a todos al encuentro con lo humano. Hoy siento que
avanzamos a ese encuentro al que nos invitaba el Papa Juan XXIII.
Si así lo hacemos, avanzaremos en la unidad de la
sociedad chilena, de la cual como legisladores somos sus servidores.
Señor Presidente, señores Senadores, hoy cumplimos
un deber histórico, un deber de justicia, un deber con la libertad, un deber de
afirmar que todos los chilenos somos iguales ante la ley.
Hoy creo que el Senado, en un día que será
trascendente, dará cumplimiento a lo que debería haber hecho -como dije al
comienzo- hace ya más de 150 años.
El señor ROMERO (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Muñoz
Barra.
El señor MUÑOZ BARRA.- Señor Presidente, hoy es un día muy importante
para el Senado. El hecho de ocuparnos de la idea de legislar sobre el proyecto
que establece normas acerca de la constitución jurídica y funcionamiento de
las iglesias y organizaciones religiosas, evidentemente que nos invita a asumir
la responsabilidad histórica de pronunciarnos sobre un derecho humano
fundamental, que es el contenido de la libertad de religión o libertad religiosa.
Un breve recorrido histórico sobre las situaciones que
han afectado a la libertad de las iglesias y entidades religiosas en Chile, debe
remontarnos, incuestionablemente, desde el pasado colonial -donde nuestra
nacionalidad se gestó a partir de la presencia oficial del catolicismo- hasta el
día de hoy.
En el siglo pasado, la Constitución Política de 1833
confirmó como religión oficial al catolicismo, siguiendo la lógica colonial, en
cuanto a que esta manifestación eclesiástica se imponía sin contrapeso.
Cuando Chile asomaba a su constitución como república, se hizo evidente que
el campo simbólico religioso ya no era unívoco, pudiendo apreciarse en la
sociedad chilena la emergencia de otras manifestaciones religiosas,
particularmente provenientes de vertientes protestantes y evangélicas.
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En 1865, se dictó una ley interpretativa de la
Constitución de 1833, que significó un avance en la práctica privada de
manifestaciones religiosas no católicas. La Constitución de 1925 separó la
iglesia del Estado, lo que se tradujo en un fuerte impulso para las
manifestaciones públicas de diversos grupos eclesiásticos, los que reforzaron el
pluralismo histórico que hoy nos convoca para pronunciarnos frente a una de
las libertades fundamentales del ser humano.
La relación del ser humano con la fe trascendente
hace parte de la historia de todos los pueblos. La pregunta sobre la
trascendencia y el sentido de lo humano es una de aquellas que se plantea de
manera permanente en todos los grupos sociales. La adoración al ser supremo
es una manifiesta forma convocatoria a la unidad de los individuos y un
llamado a reconocer que, más allá de la materialidad en que se vive, hay un
universo metasocial que, en dimensión de fe, necesita los espacios sociales y
legales para ser manifestado.
La simple pregunta acerca de la vida ya nos aproxima
a la dimensión divina. Sostienen algunos filósofos que el hecho de existir, de
ser, confirma la certeza primera: el haber nacido, y que este mismo hecho de
ser plantea la última y determinante certeza que se corresponde con la
muerte. En otras palabras, los que estudian el sentido de la vida y de la
muerte están afirmando que la más esencial de las esencias de las ciencias es
la que se corresponde con las ciencias de la religión, porque en ella se ubican
las respuestas a las preguntas últimas del ser humano: el sentido de la vida y
la trascendencia cuando ella se extingue.
Estos temas fundamentales son los que están
inmersos en la convocatoria que hoy nos ocupa. Aquí se trata de superar
problemas históricos objetivos que han impedido la libre manifestación del
espíritu humano en materias de fe. La discriminación religiosa ha sido uno de
los problemas permanentes en la legislación chilena y, por ello, la atención que
debemos poner ante el proyecto que analizamos no debe olvidar la profundidad
de los asuntos en él contenidos.
Hablar de libertad de religión nos pone ante la
evidencia de un tipo de libertad que constituye uno de los derechos humanos
fundamentales, derechos que siempre están presentes en la vida cotidiana y yo diría- con mayor fuerza cuando se los conculca o desconoce. En el caso de
la libertad de religión, en el ambiente jurídico histórico chileno, es evidente que
ella se ha impuesto como conducta necesaria mucho antes de que se lograra la
iniciativa del Ejecutivo para resolver su verdadero sentido en el Derecho
positivo.
La libertad de religión tiene dos componentes
esenciales: uno de tipo social, que se relaciona con la expresión pública de sus
manifestaciones eclesiásticas, y otro de carácter intrapersonal, que se traduce
en una especie de libertad religiosa interior.
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Al hablar de libertad en el plano religioso es necesario
superar la riesgosa terminología de la "tolerancia religiosa", que es el estatuto
jurídico que se aplica a las minorías religiosas en el Chile actual. La libertad no
se condice con la tolerancia.
Podemos entender a la libertad de religión como un
derecho social que excluye las posibilidades de compulsión jurídica y cualquier
tipo de coerción que dificulte su ejercicio y como la facultad social de todo ser
humano (individual o colectivamente) para ser libre en cuestiones religiosas,
en el entendido de que ellas se inscriben en el campo del respeto a la dignidad
de las personas.
Si observamos el derecho a la libertad de religión en
términos de una concepción cristiana, podemos establecer que éste ocupa un
sitio fundamental en el universo de los derechos humanos, atendido que se
constituye en garantía de espacios libres para experimentar el valor de la
trascendencia y la relación con el universo metasocial. Perfeccionar la libertad
de religión implica afirmar la más bella de las libertades: aquella que se forma
con la concurrencia de diversos derechos que, en su pluralidad, construyen
uno. Sostengo esto, porque es evidente que la libertad de religión es el
resumen perfecto de la concurrencia de numerosas otras libertades. Bajo su
alero se conjugan, por ejemplo, la libertad de culto, la libertad de conciencia,
la libertad de asociación, de reunión y otras.
Señor Presidente, me alegro de que la Comisión
especial encargada de estudiar esta iniciativa haya rechazado el inciso segundo
del artículo 8º y, al respecto, deseo referirme a algunos elementos de la
misma.
El informe de la Comisión del Senado que realizó el
primer análisis de este importante proyecto de ley asumió en parte la
deficiente y excluyente redacción del artículo 8º, en sus incisos primero y
segundo, como señalaba el señor Presidente de dicho órgano. Apoyo la
decisión de eliminar el inciso segundo del mencionado artículo, toda vez que
expresaba, en la letra y en el trasfondo, la idea de persecución religiosa que
obsta a la razón jurídica y al sentido profundo de libertad inmerso en el
propósito de legislar sobre estas materias.
Sin embargo, el inciso tercero del artículo 8º -que
textualmente señala: “Queda prohibida la existencia de entidades o el
desarrollo de actividades destinadas al satanismo”- también debe ser
eliminado por varias razones de orden jurídico. Además de su inadecuada
redacción, es evidente que la legislación penal chilena sanciona los eventuales
delitos que pudieran cometer sectas destructivas como las satánicas en sus
prácticas ofensivas a la dignidad humana.
Por otra parte, me surgen algunas inquietudes.
Resulta bastante obvio que si una secta satánica o un grupo de adoradores de
Satanás buscara alero legal, sus integrantes nunca se presentarían como lo
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que realmente son, utilizando la disimulación de los verdaderos contenidos de
sus propuestas ideológicas y conductuales.
También, y respecto de esta situación, subsiste un
problema insoluble: ¿quién califica lo que es o no es satánico? ¿El Estado, el
Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo, los tribunales de justicia, alguna de las
miles de congregaciones religiosas existentes en el país?
Los argumentos que apuntan a la necesidad de
eliminar este inciso tercero por ser inconducente pueden ser de diverso orden;
pero lo cierto es que en él se están cruzando argumentos teológicos que no
deben considerarse en materias estrictamente jurídicas.
El proyecto de ley en análisis necesita además otros
estudios especializados para revisar algunos contenidos de lenguaje jurídico.
Por ejemplo, las confusiones que se observan entre libertad de cultos y libertad
religiosa; la asimilación que se hace de la libertad religiosa con la libertad de
religión.
No debemos olvidar que la indicación substitutiva
elaborada y aprobada por la Cámara de Diputados, es el resultado técnico de la
concurrencia de diversas legislaciones extranjeras (española, colombiana y
otras), con algunos aportes tomados del proyecto de ley original del Ejecutivo,
más otras consideraciones.
Entonces, más allá de la necesidad de aprobar la idea
de legislar -que apoyo con toda decisión-, la revisión del lenguaje jurídico y de
la forma en que se integró el saber legal de otras legislaciones se transforma
en una necesidad imperiosa para que el resultado de la futura ley sea el más
perfecto en el ámbito de reconocer el derecho fundamental a la libertad de
religión que traduce aquel otro llamado “igualdad ante la ley”.
En el artículo 6º de la iniciativa relacionado con las
facultades que se reconocen a las personas que practican una fe, debe
revisarse la redacción de varias de ellas que conducen a equívocos jurídicos
que podrían dificultar la aplicación práctica de los derechos que pretenden
proteger. Por ejemplo, celebrar sus ritos matrimoniales, practicar en público o
en privado, individual o colectivamente, actos de oración o de culto.
El hecho de que estemos analizando una especie de
ley marco relacionada con la personalidad jurídica del Derecho Público, invoca
la necesidad de recordar que en este ámbito a las personas jurídicas sólo les es
permitido realizar actos expresamente autorizados por la ley. A partir de esta
realidad, me parece importante retomar la mención expresa de prácticas
religiosas plurales en organizaciones del Estado donde hasta ahora hay
exclusiones que colisionan con la legalidad vigente y con la razón ética.
Me estoy refiriendo a las formas cúlticas que se dan
al interior de las Fuerzas Armadas y de Orden, donde la realidad nos indica que
la religión oficial sigue siendo la Católica, en grave desmedro del derecho de
los no católicos a vivir sus propias experiencias de fe y a no sufrir violación de
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sus conciencias por la obligatoriedad que se les impone de participar en
ceremonias religiosas o cuasirreligiosas, presididas por los símbolos religiosos
católicos (ejemplo: culto a la Virgen del Carmen, que aparece legitimada por la
costumbre como la Patrona del Ejército de Chile).
Una materia delicada del proyecto es la que se
asienta en el artículo 17, donde se incorpora la facultad del Consejo de
Defensa del Estado para accionar, de oficio o a petición de parte, respecto de
la disolución de una persona jurídica religiosa. En este tema, opino que
estamos bordeando la inconstitucionalidad porque, al parecer, se produce
infracción al artículo 62, número 2, de la Constitución Política vigente, dado
que ello no hizo parte de la iniciativa del Presidente de la República, como
debiera ser procedente. En este sentido, pienso que es conveniente estudiar
con detenimiento esta situación para resolverla en la forma más positiva.
Estimados
colegas,
termino
mi
intervención
recordando el interés que el Supremo Gobierno encabezado por Su Excelencia
el Presidente de la República don Eduardo Frei Ruiz Tagle tiene en este
proyecto, que es de suyo fundamental en los propósitos de perfeccionar el
campo de las libertades públicas e individuales. Mi voto, en este día muy
importante, es por aprobar la idea de legislar y, en ese sentido, invito -por
supuesto- a mis colegas a expresar su voluntad de contribuir a los legítimos
anhelos de las iglesias y organizaciones religiosas a gozar de garantías
suficientes, en un ámbito de pluralidad, para ejercer el inalienable derecho a la
libertad de religión.
El señor ROMERO (Presidente).- Antes de continuar, quiero saludar al
Reverendo Javier Vásquez Valencia, Obispo Presidente de la Iglesia Metodista
Pentecostal de Chile; al Reverendo Eduardo Durán Castro; al Reverendo Mario
Vilches Millar; al Reverendo Enrique Vilches Millar; al Reverendo Jorge Vásquez
Daza; al Reverendo Juan Carlos Aguilar Cornejo; al Pastor Luis Abaroa; al
Pastor Osvaldo Herreros; al Pastor Carlos Vera y a los demás Pastores y
personalidades que nos acompañan desde las tribunas.
Tiene la palabra el Honorable señor Otero.
El señor OTERO.- Señor Presidente, nos encontramos frente a un proyecto que,
como lo han dicho los señores Senadores que me han precedido en el uso de la
palabra, marca un hito histórico.
No quiero ahondar en la necesidad de la libertad
religiosa. La religión constituye un patrimonio individual y personal de cada
hombre desde el momento en que aparece sobre la faz de la tierra. No existe
ninguna ley humana que pueda impedir o limitar la creencia o la fe de una
persona.
Entramos a una diferencia fundamental entre lo que
es la vida mundana y la “otra vida”, o espiritual.
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Soy un convencido de que esta iniciativa apunta
correctamente a una materia: no confundir lo que es la iglesia, el credo
religioso en sí, con la forma o la manera en que se expresa materialmente un
determinado culto a los ojos del mundo, que corresponde, precisamente, a la
persona jurídica que lo va a representar. Y no podemos confundir iglesia,
creencia y fe con la persona jurídica, pues se trata de cosas distintas.
Esta materia me preocupa básicamente, porque, pese
a no ser evangélico, tengo el mayor respeto y la mayor gratitud hacia ese
pueblo, con sus distintas denominaciones, por lo que ha hecho en Chile. Sin
embargo, habiendo conversado con sus representantes, parto de la siguiente
base: para ellos resulta fundamental la libertad que tienen, la cual permite a
cualesquiera de ellos convertirse en Pastor y establecer su iglesia. Obviamente,
al momento de tomar una decisión que uno de sus miembros siente motivada
por un llamado divino, no puede estar sujeto, en modo alguno, a la necesidad
de transformarse automática e inmediatamente en persona jurídica. ¿Por qué
razón? Porque es de la esencia de ellos. No hay quien ordene a los Pastores en
un momento determinado. Se agrupan y reconocen Obispos -los hay distintos; pero nada impide que un evangélico que siente el llamado de Dios pueda
establecer su propia iglesia. Aquí es donde surge el problema planteado por
esta iniciativa. La inquietud del pueblo evangélico y de otras iglesias nace de la
necesidad de saber cómo lograr que por el solo hecho de ser Pastor puedan
tener igualdad en una serie de actividades: la asistencia en hospitales, el
derecho a la educación en forma similar; el derecho a integrar, por ejemplo,
con capellanes, las Fuerzas Armadas.
Ahí están las verdaderas inquietudes del pueblo
evangélico. Aquí se pretende solucionar esto por la vía de la creación de la
persona jurídica; pero, obviamente, la calidad de persona jurídica no puede ser
requisito limitante en modo alguno de la libertad de cada cual para convertirse
por sí mismo en pastor. De ninguna manera podríamos entender que este
proyecto, y especialmente su artículo 11, limita la libertad de que goza el
pueblo evangélico, de acuerdo a sus creencias, a su fe, a la intimidad de su
conciencia, para expresar la forma de realizar su culto y decidir quiénes
pueden convertirse en sus conductores.
El artículo 11, según lo señalaba el señor Presidente
de la Comisión, no tiene otra finalidad que la de dar estructura jurídica a la
iglesia, y no puede afectar en modo alguno lo que ella constituye en sí.
Por eso
me llamaba la atención el artículo 12,
cuando dice que "Los ministros de culto de una iglesia, confesión o institución
religiosa acreditarán su calidad de tales mediante certificación expedida por la
entidad religiosa respectiva".
La entidad religiosa es una persona jurídica que tiene
que constituirse como tal. ¿Qué ocurre con aquel pastor que ejerce su
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ministerio, pero la entidad a que pertenece no se ha constituido en persona
jurídica? ¿Es o no pastor? De acuerdo a su concepción religiosa, lo es.
Por lo tanto, me parece que estos dos artículos deben
ser objeto de un análisis detallado por parte, precisamente, del pueblo
evangélico, para que nos hagan llegar sus inquietudes o indicaciones a fin de
perfeccionar el proyecto.
Personalmente, pienso que lo que todo el Senado
reconoce es fundamentalmente la libertad de culto; el derecho de cada
persona a practicar y creer en la religión que haya elegido. Por eso, nunca una
ley podrá entrar realmente en aquello que escapa a nuestra vida temporal: la
vida espiritual.
Aquí surge también el problema de la igualdad ante la
ley. No sólo es necesaria la libertad de culto, también lo es la igualdad ante la
ley aplicada a los derechos que asisten a las distintas iglesias, cualquiera que
sea su denominación.
El Senador señor Muñoz Barra mencionó un punto
relativo al inciso segundo del artículo 8º, que prohíbe “la existencia de
entidades o el desarrollo de actividades destinadas al satanismo”. Y se
preguntaba quién determina lo que es un culto satánico. En verdad, esto está
resuelto en la primera parte del precepto, porque ninguna religión, cualquiera
que sea, puede atentar contra la moral, las buenas costumbres y el orden
público, que prevalecen en un Estado.
En países ajenos a nuestra cultura se permiten
incluso los sacrificios humanos, los que están aceptados por la religión, y no se
consideran ni delito, ni crimen, ni sacrilegio; por el contrario. Eso no significa
que tal religión, pese a la libertad de culto que queremos establecer, pueda
operar en Chile, por muy iglesia que sea en su país, porque afecta a lo más
fundamental de nuestra concepción cristiana occidental. En su país tendrá
todas las protecciones y resguardos que corresponda; y allí será considerada
religión. Probablemente dentro de nuestra orientación eso no podría ser
aceptado jamás como libertad de culto. Y no se trataría de una iglesia satánica,
porque la iglesia satánica es distinta.
Si analizamos algunas religiones orientales, vamos a
encontrar que no tienen un culto satánico, aunque sí aceptan sacrificios. Si
entramos a examinar religiones que todavía existen en pueblos que no
llamamos civilizados, pero que pueden serlo a su manera, también vamos a
encontrar esos sacrificios, e igualmente no se tratará de religiones satánicas.
Estoy
dando
ejemplos
para
demostrar
lo
terriblemente difícil que es entender, normar o reglar el ejercicio de esta
libertad que consagra la Constitución. Dentro de nuestra limitación humana,
trataremos de hacer lo mejor posible. Nada hay que no sea perfectible. Pero
pienso que lo más importante de este proyecto de ley es la convicción –que, a
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mi juicio, es unánime en el Senado- de que debemos garantizar y materializar,
dentro de lo que nos sea posible, no sólo la libertad de culto, sino la igualdad
en el ejercicio de éste.
Espero que los distinguidos pastores y representantes
del pueblo evangélico y de otros cultos, que lean este debate o que se
encuentren aquí en la Sala, nos hagan llegar oportunamente sus
observaciones, sus comentarios sobre esta iniciativa, para ver de qué manera
podemos perfeccionar el texto final.
He dicho.
El señor ROMERO (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Sule.
El señor SULE.- Señor Presidente, Honorables colegas, las religiones han
existido desde siempre. Cada sociedad primitiva tuvo un altar, posiblemente de
piedra, sin adornos, pero de gran significación para el grupo. En su Tratado
Moral, Plutarco dice: "Se podrán hallar ciudades sin murallas, sin casas, sin
guarnición, sin leyes, sin moneda y sin letras, pero un pueblo sin Dios, sin
oraciones, sin juramentos y sin sacrificios, nadie lo vio jamás.".
Es que el sentimiento religioso es consustancial al ser
humano. "La religión es el arte y la teoría de la vida interior del hombre, en
tanto depende del hombre mismo y de lo que es permanente en la naturaleza
de las cosas.".
Así lo sintieron y lo proyectaron formidables
despertadores de almas como Krishna, Buda, Zoroastro, Hermes, Moisés,
Pitágoras, Jesús, que vivieron solamente para su ideal, siempre dispuestos a
morir; aquellos que, sabiendo que la muerte por la verdad es la acción eficaz y
suprema, crearon las ciencias y las religiones y, junto con ellas, las letras y las
artes que nos nutren todavía.
Todos esos sabios, esos profetas de los más diversos
tiempos, llegaron a conclusiones idénticas en el fondo, pero diferentes en la
forma, respecto a las verdades primeras y últimas.
El énfasis en las diferencias da origen a las distintas
religiones, las cuales, interpretando a sus fundadores, imparten
sus
enseñanzas y sus doctrinas con el superior objetivo de buscar la felicidad y la
redención del hombre a través de claras y precisas reglas morales.
Por ello, respetamos el sentimiento religioso, por lo
que significa para el espíritu humano y porque insta al hombre a superarse y a
unirse férreamente a otros hombres. El sentimiento religioso es propiamente
humanista y solidario, en tanto principal ley cósmica que permite a las diversas
razas humanas sentirse miembros de una estructura perfectamente definida en
su forma natural.
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Como humanistas, entonces, que vemos en cada
hombre un hermano por encima de cualquiera diferencia, quisiéramos también
que todas las religiones se respetaran y convivieran armónicamente exaltando
sus coincidencias y desdeñando sus controversias.
Como laicos, tenemos una aspiración hacia lo
verdadero, lo bello, lo bueno, y adherimos a una forma de perfección siempre
renovada. Decir laicismo es decir libertad de espíritu. El laicismo no es,
entonces, contrario a la religión ni a la actividad religiosa; ni mucho menos a
cualquiera idea que en este terreno tenga el hombre, y en ningún sentido debe
entenderse como sinónimo de materialismo, ateísmo o agnosticismo. Tampoco
niega la importancia de la religión en la sociedad. Por el contrario, valoriza su
rol como actividad moralizadora y como expresión de fe del individuo. El
laicismo invita a todos a vivir su religiosidad, con respeto al derecho de los
demás a vivir una religiosidad distinta, y reivindicando el derecho de algunos a
no tenerla.
Los postulados de libertad y tolerancia del
humanismo laico, al respetar la conciencia de cada individuo, sin discriminación
de razas, sexo, fortuna, jerarquía social o de cualquier otra diferenciación que
pudiera significar prerrogativas especiales para determinados grupos o
personas, hacen del laicismo una doctrina igualitaria y, por lo mismo, un
camino hacia la verdadera fraternidad. El laicismo es así precursor del
pluralismo y, por lo mismo, elemento amalgamador del sistema democrático.
Mi Partido, durante su larga y fecunda existencia, ha
luchado, lucha y seguirá luchando por el Estado laico, es decir, el Estado
separado de todas las religiones, iglesias o sectas. Al respecto, nos sentimos
interpretados por Jefferson, quien fue el primero que habló del "Muro de
separación", al referirse a la adecuada relación entre iglesia y estado. Porque
pensamos que "Cuando la religión controla al gobierno, muere la libertad
política, y cuando el gobierno controla la religión, perece la libertad religiosa".
Sin embargo, somos partidarios de un trato
igualitario para todas ellas, sin diferencias ni menoscabos, con los mismos
deberes, obligaciones, derechos y prerrogativas
Por eso, nos alegramos mucho cuando las Iglesias
Cristianas Evangélicas y otros grupos religiosos del país solicitaron al Supremo
Gobierno, presidido en ese entonces por el Presidente Aylwin, el estudio de un
nuevo estatuto jurídico que, respecto de la libertad religiosa, avanzara en la
concretización del principio de la igualdad ante la ley en lo relacionado con las
libertades de conciencia, de creencia y de culto, para armonizarlo con lo
establecido en la Carta Fundamental de la República.
El Gobierno, haciéndose eco de esta justa aspiración,
envió al Congreso un proyecto de ley en el que se proponen normas sobre la
constitución jurídica y funcionamiento de las iglesias y organizaciones
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religiosas, que se refieren a la libertad religiosa y de culto; a la obtención de la
personalidad jurídica; a materias estatutarias; a situaciones patrimoniales y
exenciones; a los Ministros de Culto, y a las actividades pastorales y lugares
del culto.
Hoy, después de tres años y algunos meses de
tramitación en el Parlamento, estamos votando este proyecto de ley de tanta
significación para las iglesias y para el país en su conjunto, que supera el
problema, morigera la discriminación y se acerca a lo que es propiamente la
libertad religiosa.
Al concluir esta etapa, señor Presidente y Honorables
colegas, de la tramitación del proyecto, debo señalar que una institución con la
cual he mantenido más de una discusión sobre problemas valóricos y que
profesa la fe católica, apostólica y romana, no ha omitido esfuerzos para sacar
adelante esta normativa, aportando sus luces y su decidida acción. Esta actitud
merece ser destacada, porque involucra valores tan caros al humanismo laico,
en cuanto revelan tolerancia, amplitud de criterio, sentido de justicia y
grandeza de alma.
Como consideración final, queremos decir que
estamos con las iglesias y organizaciones religiosas en una tarea que siempre
ha sido fundamental para nosotros: la educación, y a través de ella, la
dignificación del pueblo. La ciencia y la religión unidas pueden liberar al
hombre, pero para ello es indispensable que la ciencia se haga más religiosa, y
la religión, más científica. Cuando la ciencia sepa, la religión podrá (el
cristianismo en particular), y juntas, ciencia y religión crearán las condiciones
para el bien y la salvación de la humanidad.
Al pueblo hay que amarlo, comprenderlo, educarlo,
dignificarlo y redimirlo. Por ello, con profundo agrado, y sin perjuicio de las
perfecciones que podremos introducir con motivo de la discusión particular,
anuncio mi voto favorable a la idea de legislar.
He dicho.
El señor ROMERO (Presidente).- Tiene la palabra la Honorable señor Carmen
Frei.
La señora FREI (doña Carmen).- Señor Presidente, el Honorable señor Arturo
Frei Bolívar, miembro de la Comisión Especial que estudió el proyecto, no ha
podido estar aquí esta tarde por razones de salud. Por lo tanto, me ha pedido
que en su nombre dé a conocer su sentimiento, su intervención, la que, por
supuesto, hago mía también.
Hoy el Senado discute un proyecto de ley histórico.
Por primera vez en nuestra vida como República, el
Senado aborda la libertad religiosa y de culto y la forma de organizarse sobre
la base de dos pilares fundamentales: una real igualdad y la forma de
asociarse mediante la personalidad jurídica de derecho público.
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Para llegar a este momento, hemos vivido
incomprensiones,
intolerancias,
dificultades,
dudas,
luchas
políticas,
imposiciones ideológicas y mutuas desconfianzas.
La historia de Chile demuestra que, pese a existir
conciencia de tales libertades, ya desde la Constitución de 1818, se disponía
que la protección, conservación, pureza e inviolabilidad de la religión católica
debía constituir uno de los primeros deberes de los jefes de la sociedad, los
cuales no deberían permitir jamás que otro culto público ni doctrina contraria a
la de Jesucristo existiera en nuestro país. Incluso, la Constitución de 1823
prohibía el culto privado de otras religiones.
Por su parte, la Carta de 1833 declaraba que la
religión oficial de la República era la católica, apostólica y romana, con
exclusión del ejercicio público de cualquiera otra.
En 1865, una ley interpretativa autorizó a los no
católicos para practicar su religión en recintos de propiedad particular, y a
fundar y sostener escuelas privadas para la enseñanza de sus propios hijos.
Sólo la Constitución de 1925 separó la Iglesia
Católica, Apostólica y Romana del Estado de Chile, asegurando a todos los
chilenos la libertad de conciencia y de culto, y eximió de toda clase de
contribuciones a los templos y sus dependencias.
Señor Presidente, no hay peor flagelo que la guerra,
que se vuelve más cruel y feroz cuando sus causas son religiosas; peor aún si
es entre nacionales de un mismo país. Chile no estuvo exento de luchas
clericales en el pasado; pero, en definitiva, predominaron el buen sentido, la
prudencia y la tolerancia. Muestra de ello son los cementerios laicos, el
Registro Civil y el matrimonio civil; las fecundas tareas realizadas en el campo
de la educación, de la salud, de la beneficencia, de las actividades sociales; la
lucha contra el alcoholismo y la droga, y la pluralidad en el ejercicio de las
tradiciones patrióticas, todo lo cual ha generado un amplio espacio de
convivencia, fraternidad y tolerancia.
Hoy existe un clima de entendimiento que permite
pasar de aquello que se llamaba "la simple tolerancia del error" al
reconocimiento de la dignidad del ser humano, la que fundamenta como
derecho inviolable la relación con un Ser Superior o, incluso, su negación o la
variación de creencia, sin que pueda ser coaccionado en un sentido o en otro.
Debemos entender, por lo tanto, este proyecto de ley
como la superación, en el actual contexto histórico, de las discriminaciones o
de las prepotencias de unas iglesias respecto de otras.
La religión no es un opio del pueblo, sino una fecunda
fuente de todas las libertades frente a los poderes de este mundo. La
Declaración Universal de los Derechos del Hombre; el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, y el Pacto de San José de Costa Rica o Convención
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Americana sobre Derechos Humanos, consagran, al igual como lo hace la
Constitución de 1980 en su artículo 19, Nº 6º, la libertad de conciencia y de
culto, limitada en su ejercicio sólo por el orden público, la moral y las buenas
costumbres.
Junto a esos tratados internacionales y a nuestra
Carta Fundamental, el Concilio Vaticano II abrió vastas puertas de tolerancia y
comprensión cuando promulgó la declaración denominada “Dignitatis
Humanae”, de 7 de diciembre de 1965, que afirma: “La persona humana tiene
derecho a la libertad religiosa. Esta libertad consiste en que todos los hombres
deben estar inmunes de coacción, tanto por parte de personas particulares
como de grupos sociales y de cualquier potestad humana, y ello de tal manera
que, en materia religiosa, ni se obligue a nadie a obrar contra su conciencia, ni
se le impida que actúe conforme a ella en privado y en público, solo o asociado
con otros, dentro de los límites debidos”.
Más adelante, agrega: “Por razón de su dignidad,
todos los hombres, por ser personas, es decir, dotados de razón y de voluntad
libre y, por tanto, enaltecidos con una responsabilidad personal, son
impulsados por su propia naturaleza a buscar la verdad, y además tienen la
obligación moral de buscarla, sobre todo la que se refiere a la religión”.
En otro párrafo, esa declaración sostiene: “Porque el
ejercicio de la religión, por su propia índole, consiste ante todo en los actos
internos voluntarios y libres, con los que el hombre se ordena directamente a
Dios; actos de este género no pueden ser mandados ni prohibidos por un
poder meramente humano”.
También, con claras palabras, propende a que la
libertad religiosa competa a las personas individualmente consideradas, como
las que actúan en comunidad, al señalar: “A las comunidades religiosas
compete igualmente el derecho de no ser impedidas por medios legales o por
la acción administrativa de la autoridad civil en la selección, formación,
nombramiento y traslado de sus propios ministros, en la comunicación con las
autoridades y comunidades religiosas que tienen su sede en otras partes del
mundo, en la erección de edificios religiosos y en la adquisición y disfrute de
los bienes convenientes.”.
Luego de afirmar la enseñanza libre de sus ideas,
añade: “Pueden reunirse libremente o establecer asociaciones educativas,
culturales, caritativas, sociales.”.
Finalmente, invita a la promoción de la libertad
religiosa como una obligación ineludible del poder civil, el que “debe evitar que
la igualdad jurídica de los ciudadanos, la cual pertenece al bien común de la
sociedad, jamás, ni abierta ni ocultamente, sea lesionada por motivos
religiosos, ni que se establezca entre aquellos discriminación alguna”.
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De ahí se sigue que no es lícito al poder público el
imponer a los ciudadanos, por la violencia, el temor u otros medios, la
profesión o el rechazo de cualquiera religión, o el impedir que alguien ingrese
en una comunidad religiosa o la abandone. Pero también observa: “El derecho
a la libertad en materia religiosa se ejerce en la sociedad humana, y por ello su
uso está sometido a ciertas normas reguladoras”, lo que concuerda con el
principio de la responsabilidad moral y social.
La Iglesia Católica, con más de 500 años de
influencia en América, fue y aún es vista de esa manera: una religión
predominante y mantenedora de determinados favores especiales. No
obstante, la constitución pastoral “Gaudium et Spes” -“Gozo y Esperanza”-,
cuando habla de las relaciones entre la Iglesia y las realidades temporales,
afirma que están estrechamente unidas entre sí, y que ella misma -la Iglesiase sirve de medios temporales en cuanto su propia misión lo exige. Pero
agrega textualmente: “La Iglesia no pone su esperanza en privilegios dados
por el poder civil; más aún, renunciará al ejercicio de ciertos derechos
legítimamente adquiridos, tan pronto como conste que su uso puede empañar
la pureza de su testimonio o las nuevas condiciones de vida exijan otra
disposición.”.
Es lo que contiene el proyecto que debatimos, fruto
de nuestra historia y de nuestra buena voluntad, e inspirados en el Ser
Supremo de cada una de nuestras conciencias, despojándonos de muchas de
nuestras cargas pasadas.
La
iniciativa
contiene
las
siguientes
ideas
fundamentales:
1º Normas generales que abordan la explicitación de
la garantía constitucional sobre libertad religiosa y de culto; la no
discriminación; la igualdad; el deber del Estado para que las personas
desarrollen libremente sus creencias y la consecución del bien común por parte
de las iglesias, confesiones e instituciones religiosas, y, asimismo, el concepto
de estas entidades para los efectos de la ley en proyecto.
2º Distinción entre la libertad religiosa individual y
sus facultades y las que corresponden a las entidades religiosas, señalando sus
límites en la moral, las buenas costumbres y el orden público, conforme a la
Carta Fundamental. Las enumeraciones de estas facultades no son taxativas,
de manera que no hay clausura en este aspecto, describiéndose sólo las más
importantes.
3º Establecimiento de un procedimiento simple para
la existencia legal de las entidades religiosas; inscripción en un registro público
del Ministerio de Justicia de la escritura pública de sus estatutos y constitución;
un examen de cumplimiento de requisitos formales; un plazo de objeción y
publicación en el Diario Oficial, y un breve procedimiento judicial para
impugnar la resolución del Ministerio de Justicia.
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Se describe lo que deben contener los estatutos y se
confieren a los ministros de culto, quienes podrán acreditar la calidad de tales
mediante certificación de su propia entidad, los privilegios procesales
concedidos actualmente a los sacerdotes.
4º Cabe destacar que uno de los temas más
complejos y delicados es la llamada personalidad jurídica de derecho público
que se confiere a las entidades que se registren en el Ministerio de Justicia y
que, de acuerdo con el texto del proyecto, se adquiere por el solo ministerio de
la ley.
En Chile sólo se conocen dos organizaciones
religiosas que gozan de personalidad jurídica de derecho público: la Iglesia
Católica, Apostólica y Romana, por haber sido ésta la religión oficial hasta 1925
y por ser, al mismo tiempo, el Vaticano un Estado que mantiene relaciones con
nuestro país; y la Arquidiócesis Católica Ortodoxa de Chile, que la obtuvo por
ley Nº 17.725, de 25 de septiembre de 1972 (bajo el imperio de la Carta de
1925), de la que fue autor, redactor, impulsor y patrocinante el Senador
democratacristiano señor José Foncea.
La ley Nº 17.725 contempló un procedimiento similar
al propuesto en el proyecto que nos ocupa, ya que la personalidad jurídica de
derecho público rige por el solo ministerio de la ley desde el depósito de un
ejemplar de los estatutos en el Ministerio de Justicia. Aquí existe un
precedente constitucional importantísimo para sostener que las entidades
religiosas creadas al amparo de la iniciativa de ley que estamos abordando
deben tener personalidad jurídica de derecho público.
Otro punto de interés es la situación de las actuales
iglesias con personalidad jurídica de derecho público, que el proyecto, en su
artículo 1º transitorio, resuelve reconociéndola en toda su extensión.
También, la iniciati1va regla las exenciones
tributarias igualando su tratamiento, como, asimismo, lo relativo a la
administración de los bienes, que queda sujeta a la ley común.
A veces, señor Presidente, tenemos temor de abordar
temas importantes. Ahora, en este Senado, encaramos con valentía el futuro
democrático del país, poniendo fin a mucha confusión y demora.
Reconocemos en todas las iglesias que hoy, de
alguna manera, son objeto de reparación esa forma conmovedora de expresar
su fe, que se manifiesta en la voluntad de servir a los demás con coraje, con
testimonio, con compromiso y con abnegación.
La democracia chilena, en esta oportunidad, repara
una injusticia y hace posible que el alma de Chile esté en paz, porque hemos
dado un paso para tener una sociedad más digna, más justa, más humana.
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Para terminar, deseo dejar un testimonio personal y
familiar.
Inició la familia Frei en Chile don Eduardo Frei Slinch,
mi abuelo, quien pertenecía a las Iglesias Cristianas Evangélicas: era luterano.
Gracias a su herencia, nos enorgullecemos de una historia de tolerancia, de
dignidad y de mucha participación.
Por lo tanto, para los dos Senadores de la
Democracia Cristiana que llevamos el apellido Frei, votar hoy a favor de la idea
de legislar constituye un motivo de satisfacción, más aún cuando esperamos
que, a corto plazo, sea un nieto de don Eduardo Frei Slinch, el Presidente
Eduardo Frei Ruiz-Tagle, quien promulgue en Chile la ley en proyecto.
He dicho.
El señor CANTUARIAS (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Honorable señor
Núñez.
El señor NÚÑEZ.- Señor Presidente, en primer lugar, agradezco muy
sinceramente a los Comités que me brindaron la oportunidad de participar en
la discusión, análisis y reflexiones sobre una materia particularmente
trascendental para la vida espiritual del pueblo de Chile. Y, naturalmente,
extiendo el agradecimiento a mis compañeros de bancada -la Senadora señora
Carrera y los Senadores señores Ominami, Gazmuri y Calderón-, por haberme
otorgado la confianza y el respaldo necesarios para intervenir durante estos
meses en un debate que nos ha permitido conocer más íntimamente una de las
dimensiones de mayor significación de nuestra Constitución Política.
Junto con saludar también a los pastores y obispos
presentes, deseo hacer una primera reflexión, que me parece muy de fondo.
Han pasado 72 años desde que en Chile se instituyó
la separación del Estado y la Iglesia. Han transcurrido casi 140 años desde que
nuestro país vivió la llamada "cuestión del sacristán", donde estuvo planteada
la facultad del Ejecutivo de la época de ejercer el derecho de patronato. Han
pasado cerca de 110 años desde los denominados “conflictos religiosos”, que
envolvieron al Gobierno del Presidente Domingo Santa María. De 1925 a la
fecha -72 años después-, sólo una vez, en 1972, el Parlamento tuvo la
oportunidad de pronunciarse sobre un hecho religioso, al otorgar por ley
personería jurídica de derecho público a la Iglesia Ortodoxa de nuestro país.
¿Qué ha pasado que durante tanto tiempo los
Parlamentarios y el Poder Legislativo no han querido o no han tenido la
valentía política y cultural necesaria para reflexionar sobre una materia tan
significativa para cualquier pueblo? ¿Qué ha sucedido? Que hemos aceptado de
hecho, sin decirlo, discriminaciones y, a veces, vejaciones de carácter cultural
contra quienes no profesan determinada religión. No hemos otorgado derechos
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iguales. No hemos ejercido la garantía de igualdad ante la ley, consagrada no
sólo en la Constitución de 1980, sino también en la de 1925.
En el fondo, estamos abocándonos a una cuestión
que otros Parlamentos debieron analizar para dar término a una situación que,
evidentemente, contraría esencialmente los principios constitutivos de nuestro
Estado y de nuestra nación.
Por eso es tan importante -como lo han señalado
algunos Honorables colegas- el momento en que estamos discutiendo este
proyecto de ley, pues, independientemente de referirse a las dimensiones
temporales -que son aquellas a las que, como es natural, puede remitirse una
legislación dictada por seres humanos-, también se refiere, sin duda alguna, a
un elemento fundamental en cualquier país civilizado: la libertad de conciencia.
En consecuencia, estamos legislando sobre un
principio esencial, constitutivo del ser humano: la libertad de conciencia, que,
dentro de las libertades, es tal vez la más preciada e importante en lo que
atañe al avance de la civilización.
Por ello hemos participado con entusiasmo en estas
discusiones, desde una postura laica, pero, al mismo tiempo, con gran
reconocimiento de la importancia que reviste el hecho de que los pueblos
puedan dotarse, con plena y absoluta libertad, de la dimensión religiosa, que
es fundamental y que el ser humano siempre se ha dado, sean cuales fueren
sus estadios civilizatorios.
Entonces, es importante tener presente que, cuando
estudiamos esta iniciativa, estamos recurriendo a varios preceptos de carácter
constitucional que avalan la necesidad de profundizar y desarrollar la libertad
religiosa y la de culto, que es consecuencial, y, por ende, la libertad de
conciencia.
Por de pronto, es bueno recordar que la Carta
Fundamental, en su artículo 1°, establece que el Estado "reconoce y ampara a
los grupos intermedios a través de los cuales se organiza y estructura la
sociedad y les garantiza la adecuada autonomía para cumplir sus propios fines
específicos.".
A su vez, el artículo 19, N° 15º, asegura “El derecho
de asociarse sin permiso previo", y en seguida consigna que "Para gozar de
personalidad jurídica, las asociaciones deberán constituirse en conformidad a la
ley.".
Pero la garantía más esencial es, sin duda alguna, la
prescrita en el N° 6º del artículo 19, que fundamenta tanto el mensaje como
los estudios hechos por la Cámara de Diputados y nuestra Comisión Especial.
Me refiero a la libertad religiosa y de culto.
Es conveniente hacer una reflexión acerca de los
alcances de ese precepto constitucional. Porque la libertad religiosa se funda
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en la dignidad humana. Es, en consecuencia, un derecho humano. Es,
entonces, anterior al Estado, y a éste sólo le cabe ampararla y reconocerla.
La libertad religiosa supone, en mi opinión, tres
elementos esenciales. Primero, la libertad de conciencia, que asegura a todos
la inviolabilidad de su fuero interno, donde se genera el pensamiento, el juicio
ético o el acto de fe. Es, tal vez, una de las dimensiones humanas más
esenciales para el desarrollo de la espiritualidad.
En seguida, la libertad religiosa está directamente
relacionada con la permanente lucha del ser humano para que todas las
creencias expresadas a través de la palabra o el gesto se manifiesten también
mediante lo que conocemos como la fe religiosa.
Pero, al mismo tiempo, esa libertad religiosa recoge
lo que es el ejercicio libre de todos los cultos, ampara el derecho de realizar
públicamente y en forma individual y colectiva, como claramente se estatuye
en la ley, los actos y ceremonias de la religión de cada cual.
La primera -o sea, la libertad de conciencia- es,
naturalmente, un supuesto necesario para las dos últimas, pues ellas son
expresiones externas.
Considero, por lo tanto, muy importante que, cuando
reflexionemos sobre los alcances de la ley en proyecto, nos remitamos a la
amplitud, significación y trascendencia que tiene el N° 6º del artículo 19 de
nuestra Carta Fundamental.
En la ley marco que se ha proyectado -porque no
pretende más que eso: ser una ley marco que, dentro de las posibilidades que
confiere el actual sistema jurídico, permita el ordenamiento de las distintas
religiones existentes en nuestro país-, uno de los temas que más discutimos
fue el de la personalidad jurídica religiosa.
La Comisión, para poner fin a las interminables
discusiones de carácter doctrinario referentes a la naturaleza de la
personalidad jurídica de las iglesias, instauró, en el artículo 9°, un nuevo tipo
de persona jurídica: la de carácter religiosa -que tal vez, desde el punto de
vista de algunos constitucionalistas, podría ser discutible-, que se constituiría como se ha dicho- sobre la base de un procedimiento y que gozaría de los
derechos y beneficios tributarios y soportaría naturalmente las obligaciones y
cargas que señala expresamente esta iniciativa.
A propósito de ella, se planteó la posibilidad de
generar algún tipo de limitaciones para que manifestaciones de carácter
religioso pudieran acceder a la personería jurídica. Más de alguna opinión se ha
dado al respecto. Y categóricamente digo que, si estamos legislando sobre la
base del derecho a la libertad religiosa y de culto, y de la igualdad ante la ley,
no me parece en absoluto conveniente establecer limitaciones para otorgar esa
personería jurídica. Porque siempre, al hacerlo, en cierto modo el Estado, y en
este caso específicamente la ley, tendrían que imponerlas -lo que en mi
opinión no les corresponde hacer- para los efectos de que una determinada
religión pudiera acceder al beneficio de la personalidad jurídica de derecho
público. Sería extraordinariamente peligroso, porque estaríamos contradiciendo
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fundamentalmente el espíritu reparatorio de la iniciativa y dejando entrever de
alguna forma, subterránea o subrepticiamente, limitaciones que no les
corresponde establecer ni a la ley ni al Estado, toda vez que la libertad
religiosa y de culto es una manifestación anterior a la ley y al Estado, -como lo
señalé antes- en tanto expresión misma de la dignidad y el derecho humano.
No estamos de acuerdo con el artículo 8º, cuyo inciso
tercero, que por alguna razón que desconozco quedó como segundo, se refiere
al tema del satanismo. Y en lo personal no estoy conforme, porque ni yo, ni
tampoco ninguno de mis colegas, estamos en condiciones de definir
concretamente lo que entendemos por satanismo. Porque, seguramente,
entraríamos en una discusión de carácter teológico, o filosófico u ontológico,
que nos llevaría quizás a qué tipo de consideraciones para delimitar
exactamente qué es el satanismo. Creo que no le corresponde a la ley referirse
a esta materia. Reitero: el sólo hecho de incorporarla constituye la
manifestación de una dimensión religiosa que no necesariamente corresponde
a todas las religiones que hay en el país y que eventualmente pudieran existir.
Por eso, lamento mucho que haya quedado esa expresión. No me acuerdo
haberla votado. Pero, en fin, en algún momento, quizás por inadvertencia, no
hice la observación que ahora formulo. Sí estuvimos todos de acuerdo en que
el inciso segundo aprobado en la Cámara Baja no se incorporara a un proyecto
de tanta trascendencia. Lamento que los Diputados no hubiesen reparado en la
enorme dificultad de calificar actividades de carácter religioso que pudieran
estar relacionadas con fenómenos psíquicos o parasicológicos, prácticas
mágicas, supersticiosas, espiritistas u otras de naturaleza ajena o diferentes
del conocimiento y culto religiosos. Creo que la Comisión hizo bien al eliminar
ese inciso segundo, porque nos incorporaba a una dimensión que podía
distorsionar en forma muy esencial el sentido mismo del proyecto.
Por último, quiero hacer algunas referencias muy
generales.
Primero, considero fundamental que pongamos
atención al artículo 6º de la iniciativa, porque de alguna manera en su inciso
inicial establece algo a que ya se han referido algunos Senadores que me
antecedieron en el uso de la palabra. Dice el inciso: “La libertad religiosa y de
culto, con la correspondiente autonomía e inmunidad de coacción, significan,
para toda persona, las facultades de:”, y las enumera, lo que es muy relevante
para los efectos de esta normativa. Concuerdo plenamente con esto,
entendiendo que también se garantiza indirectamente la existencia de
personas individuales que no necesariamente compartan alguna religión. Y, por
lo tanto, se está poniendo en claro el hecho de que en nuestro país, por su
diversidad cultural, las personas pueden no tener religión, ni compartir
principios de carácter religioso que las vinculen con las dimensiones
espirituales que la religión implica.
Y, segundo, pienso que con estas normas finalizará
un largo período de discriminación, a lo menos de carácter jurídico, que
vivieron las iglesias que han existido en Chile, fundamentalmente las que han
sido enunciadas al inicio de esta sesión, genéricamente denominadas iglesias
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evangélicas. Con el proyecto en debate ponemos fin a muchos años de
discriminación. Muchas personas fueron incomprendidas y vejadas por el
pensamiento que pudieron haber tenido en esta materia.
En consecuencia, me alegro que después de 72 años
de separada la Iglesia del Estado, después de 110 años de los llamados
“conflictos religiosos” del siglo pasado, o después de 150 años de la pugna
entre la jerarquía de la Iglesia Católica y el presidente Manuel Montt por los
alcances del patronato, estemos avanzando tan significativamente en una
materia tan esencial para la construcción espiritual del pueblo de Chile.
El señor ROMERO (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor
Cantuarias.
El señor CANTUARIAS.- Señor Presidente, el Senado vive -creo que todos
tenemos clara conciencia de ello- un momento histórico de la mayor
importancia: estamos discutiendo el proyecto sobre constitución jurídica y
funcionamiento de las iglesias y organizaciones religiosas. Pero mucho más
que eso, también damos una poderosa señal de unidad, de unanimidad y de
acuerdo, de gran consenso nacional respecto de una ya muy prolongada
injusticia que se ha vivido en nuestro ordenamiento jurídico.
Para este cometido y para despachar la iniciativa, el
Senado se ha organizado de manera particular, creando una Comisión Especial,
presidida por el Senador señor Ríos e integrada por los Honorables Senadores
de que dio cuenta en su exposición, entre ellos quien habla, lo que marca una
significativa diferencia respecto de la forma como se han tramitado todos los
proyectos, por lo menos de los que yo recuerdo. Con excepción de la Comisión
Especial de Presupuestos, que anualmente reúne a 13 Senadores y 13
Diputados, nunca en el Senado se había constituido una Comisión Especial,
integrada por 11 Senadores, cuyo único propósito haya sido el despacho de
una materia de la importancia y gravitación de la iniciativa que nos ocupa.
El proyecto llegó a esta Corporación e inició su
tramitación el 17 de diciembre del año pasado y hoy, 14 de mayo de 1997,
antes de cumplirse los cinco meses, viene a la Sala para confirmar la
proposición unánime que nos formula la Comisión, que he tenido el privilegio
de integrar, en orden a aprobar en general el proyecto. Esto es muy
importante y me parece que constituye un signo que se aviene con los tiempos
que vivimos y con el espíritu que nos anima a todos respecto a este sentido de
justicia y de igualdad al que he hecho referencia.
Los principales objetivos del proyecto propuesto por
la Comisión son siete:
1.- Complementar y desarrollar las garantías
constitucionales de libertad religiosa e igualdad ante la ley en este ámbito.
2.- Crear un procedimiento especial, simple, a través
del cual las entidades religiosas podrán obtener su personalidad jurídica.
3.- Dotar a todas las entidades religiosas de
personalidad jurídica de derecho público, lo que constituye un aspecto esencial.
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4.Regular
la
adquisición,
enajenación
y
administración de los bienes de las entidades religiosas, así como las
exenciones y beneficios tributarios de que gozarán.
5.- Señalar las causales y procedimiento de
disolución de las entidades religiosas.
6.- Reconocer la personalidad jurídica y la plena
capacidad de obrar de las entidades religiosas que gocen de ella a la fecha de
entrada en vigencia de esta ley en proyecto, y
7.- Permitir a las entidades religiosas para, en el
plazo de un año, inscribir como suyos inmuebles u otros bienes sujetos a
registro público, cuyo dominio aparezca a nombre de terceros.
Entre las normas que son consecuencia o ponen en
práctica disposiciones del proyecto, está, desde luego, la Constitución Política
de la República, según han señalado algunos señores Senadores que me han
precedido en el uso de la palabra. Y aquí, principalísimamente, importa el
artículo 19, respecto de las garantías individuales, en especial, su Nº 2º, sobre
igualdad ante la ley, y 6º, relativo a la libertad de conciencia, la manifestación
de todas las creencias y el ejercicio libre de todos los cultos que no se opongan
a la moral, a las buenas costumbres o al orden público.
Además, tienen que ver con esta materia el Código
Civil, en su Título XXXIII del Libro I (artículos 545 y 564); el decreto supremo
Nº 110, del Ministerio de Justicia, que regula la concesión de personería
jurídica a entidades de derecho privado; el Código Penal, cuyo Párrafo 2 del
Título III (artículos 138 a 140) -conviene recordarlo- tipifica como delitos y
sanciona a quienes impidan, retarden o interrumpan el ejercicio de un culto o
sus ceremonias, y a los que ultrajaren los objetos o a la persona de los
ministros de culto o los agredieren; normas tributarias a las cuales se ha hecho
referencia; la Declaración Universal de Derechos Humanos; la Declaración
sobre la eliminación de todas las formas de intolerancia y discriminación; el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; la Convención Americana
sobre Derechos Humanos, o Pacto de San José de Costa Rica, en su artículo
12, y, en definitiva, un conjunto de normas que, al final, nos van poniendo en
la perspectiva de entregar una igualdad de derechos y de oportunidades ante
la ley, que está escrita en diversos textos constitucionales -por lo menos, en
las Constituciones de 1925 y de 1980-, y que no la hemos puesto en práctica.
Hago este comentario, porque parece ser que en nuestro ordenamiento
jurídico, a diferencia de otros países, ocurre el hecho curioso de que el solo
texto de la Carta no rige por sí mismo, sino que requiere otras normas legales
complementarias para ponerlo en práctica.
Asimismo, deseo recordar a mis Honorables colegas
que, de acuerdo con el censo de 1992, más de 13,5 por ciento de los
habitantes del país declara libre y espontáneamente pertenecer a la Iglesia
Evangélica, o Protestante, en cualquiera de sus denominaciones. Y quiero
hacer especialísima mención al hecho de la amistosa y cálida competencia que
se registra entre algunas provincias de nuestro país -concretamente, las de
Cautín y Concepción- en las cuales, por su número de fieles, dicha confesión
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religiosa aspira a convertirse en la capital evangélica de Latinoamérica. De tal
entidad, magnitud e importancia es, entonces, la presencia del señalado credo,
en cualquiera de sus denominaciones, en el territorio nacional.
El mensaje del Ejecutivo con que el proyecto inició su
tramitación, en 1993, nos señala que su objetivo o propósito es establecer el
marco jurídico que desarrollará la garantía constitucional de libertad religiosa
consagrada en el ya citado numeral 6º del artículo 19 de la Constitución
Política de la República, junto con hacerla compatible con el Nº 2º, sobre
igualdad ante la ley. La Cámara de Diputados mejoró el texto propuesto en el
mensaje, al establecer que la personalidad jurídica a que accederían las
organizaciones religiosas sería la de derecho público.
En este sentido, quiero hacer referencia a algunos
aspectos importantes de la iniciativa. Desde luego, lo que debe entenderse por
iglesias, su existencia, naturaleza y relación con el Estado. Eso en primer
término. En segundo lugar, el contenido de las garantías constitucionales
involucradas (libertad religiosa, igualdad ante la ley, libertad de asociación).
Tercero, al ámbito de la potestad legislativa en la regulación de estas materias.
En cuarto término, el concepto de personalidad jurídica de derecho público y
aplicabilidad a las entidades religiosas.
¿Qué debemos entender por iglesias y cuál es su
ámbito? Ya se mencionó por algunos señores Senadores, pero quiero
reiterarlo, por estimarlo de la mayor importancia: el hecho cierto que la
existencia de las iglesias es anterior e independiente de su reconocimiento por
el Estado. Cosa diferente es que ellas se sometan al orden normativo de la
sociedad para gozar de personalidad jurídica y así poder actuar válida y
eficazmente en el orden temporal, especialmente en el ámbito patrimonial.
Se ha podido, entonces, sostener que iglesia y Estado
reconocen dos grandes dimensiones de la persona humana y de su naturaleza
social: éste -el Estado- pone preferentemente el acento en lo concerniente a la
realización del fin intrahistórico, temporal o político; aquélla -la iglesia- lo hace,
sobre todo, en lo tocante al destino metahistórico, sobrenatural o religioso.
Cada uno de estos dos órdenes genera una sociedad: la comunidad política y la
iglesia, con sus propias estructuras y centros de poder, entre las cuales se
deben dar relaciones de independencia y colaboración.
El fundamento de la separación entre ambas es
diferente: para las iglesias, se basa en la voluntad del fundador que, en el caso
de las cristianas, se puede sintetizar en la sentencia, ya aludida en este
debate: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”; para el
Estado, en cambio, las relaciones con las distintas confesiones religiosas se
estructuran en un marco de respeto al pluralismo, la libertad y la igualdad de
los ciudadanos y de los grupos, todo ello como una decisión de la voluntad
soberana
de
la
nación,
expresada
en
la
Constitución
Política,
independientemente de que determinada religión sea mayoritaria dentro de la
población, cuestión ésta de carácter sociológico y de ninguna manera jurídico,
como nos lo afirma Viladrich en las citas que constan en el informe que la
Comisión somete a nuestra consideración.
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La libertad de religión envuelve tres aspectos:
1) La libertad de conciencia, que asegura a todos la
inviolabilidad de su fuero interno, donde se genera el pensamiento, el juicio
ético y el acto de fe.
2) La manifestación libre de todas las creencias, que
garantiza el derecho a expresar o exteriorizar mediante la palabra y el gesto
que se profesa.
3) El ejercicio libre de todos los cultos, que ampara el
derecho a practicar públicamente, en forma individual y colectiva, la fe que se
profesa.
Así, el proyecto constituye un importante avance, y lo
hemos mejorado, puesto que no sólo estamos hablando de personalidad
jurídica de derecho público, sino también eliminando odiosas referencias que,
lejos de precisar, tienden a minimizar el contenido de las citas y el
considerable progreso que su explicitación contiene.
Con toda justicia, la aspiración de las entidades
religiosas a gozar de personalidad jurídica de derecho público es la expresión
del anhelo de profundizar el principio de igualdad ante la ley. Y en esto no
podemos sino encontrar que tal aspiración es absolutamente razonable.
La iniciativa en estudio, como consta en el informe
magníficamente preparado por la Secretaría, fue aprobado unánimemente por
la Comisión, y en él se contienen los fundamentos que cada Senador tuvo para
pronunciarse en la forma que lo hizo. Recomiendo muy sinceramente a mis
Honorables colegas su lectura, pues representa una manifestación elocuente,
desde distintos puntos de vista, muy legítimos, de la voluntad de caminar en el
sentido de igualdad ante la ley a que hemos hecho reiterada referencia.
Sin embargo, se han introducido dos modificaciones
al proyecto, una de las cuales incide en su artículo 8º, para eliminar el inciso
segundo, que hacía referencia a otro tipo de organizaciones. No se adoptó
igual predicamento con el inciso tercero, que alude a las sectas satánicas, y
que deberemos corregir, sin duda alguna, con motivo del segundo informe,
cuando llegue a la Sala y mediante la presentación de indicaciones.
Asimismo, hemos precisado la redacción del artículo
17 de manera tal que no sea por decisiones administrativas, o de
representantes del César, que se resuelva la disolución de una entidad
religiosa. Eso apenas podrá darse en los casos señalados y cuando
corresponda, de acuerdo con los debidos procesos, y nunca como resultado de
una decisión administrativa.
De esta manera, por lo demás, se logra afirmar el
principio de que las iglesias, en cuanto entidades del orden atemporal o
espiritual, según las ideas que cada uno profese, son anteriores al Estado, y
que a éste sólo le corresponde reconocerlas, y que lo sujeto al ordenamiento
jurídico establecido por el legislador son las personas jurídicas de que las
iglesias se doten para intervenir eficazmente en el ámbito de la sociedad civil.
Deseo destacar en esta Sala que han contribuido al
despacho del presente proyecto de ley, desde luego, el trabajo de la Comisión
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Especial a que hemos hecho referencia; la Corte Suprema, la cual contestó, en
un tiempo extraordinariamente breve y conciso, las consultas que le
formulamos, señalando, además, la conveniencia de la normativa. También
aportó a ello la Comisión de Hacienda del Senado, que en un lapso muy corto
despachó la iniciativa, a pesar de su reconocida sobrecarga de trabajo debido
al estudio de otros proyectos.
Vivimos un tiempo excepcional. Tal vez, como dice el
libro del Eclesiastés, "todo tiene su tiempo". Y, a mi juicio, es el tiempo para
que nosotros demos gracias a Dios el estar viviendo este momento de justicia
y de igualdad; para agradecer a los que han hecho el testimonio de trabajar en
la presente iniciativa y de hacernos cargo de las cuestiones pendientes.
Para llegar a esta instancia, se recorrió un largo,
penoso, áspero camino de desigualdades, injusticias, agravios y
discriminaciones, tiempo que parece estar superado por el que estamos
viviendo, lleno de plenitud, de igualdad y de justicia.
Llamo al Senado a aprobar por unanimidad el
proyecto de ley que somete a nuestra consideración la Comisión Especial.
He dicho.
El señor ROMERO (Presidente).- Recuerdo a la Sala que se acordó empezar la
votación a las 18. Naturalmente, no deseo limitar el tiempo de los señores
Senadores que se inscribieron oportunamente. Pero sí les recomendaría que
condensaran sus exposiciones, con el objeto de que todos los inscritos -son
bastantes- tengan la posibilidad, de aquí a las 20, de intervenir.
Tiene la palabra el Honorable señor Bitar.
El señor BITAR.- Señor Presidente, esta iniciativa legal, que votaremos luego,
acaba con la discriminación que existe entre iglesias y organizaciones
religiosas, y establece la igualdad ante la ley de todas las iglesias y confesiones
religiosas.
Según se desprende de la discusión que sostuvimos
en forma previa a esta sesión, entiendo que para el pueblo evangélico se trata
de un acontecimiento importantísimo, por cuanto termina una injusticia legal.
Por ello, el Partido por la Democracia apoya la presente normativa.
Nuestro respaldo se fundamenta en el hecho de que
garantiza dos valores jurídicos esenciales para vigorizar nuestro Estado de
Derecho: primero, la libertad de conciencia, de manifestación de todas las
creencias y del ejercicio de todos los cultos; y segundo, el derecho a la
igualdad ante la ley.
Así, el proyecto asegura el ejercicio del derecho a la
libertad de conciencia y la manifestación de los cultos a quienes forman parte
de las iglesias y organizaciones religiosas que actualmente gozan de
personalidad jurídica. El Estado reconoce la personalidad jurídica y la plena
capacidad de obrar de las entidades religiosas que gocen de ella a la fecha de
entrada en vigencia de esta ley en proyecto (artículo 1º transitorio); y se
obliga a velar por que las personas desarrollen libremente sus creencias, y la
correspondiente autonomía e inmunidad de coacción (artículo 3º, en relación
con el 6º). Esto permitirá que las personas sean amparadas por el legislador
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para profesar creencias religiosas, practicarlas en público o en privado y recibir
enseñanza o información.
Para que esta libertad de conciencia y para que el
derecho a la manifestación de los cultos sean efectivos, es imperioso que el
Estado garantice la personalidad jurídica de las iglesias. En tal virtud,
apoyamos la idea de que en un capítulo especial se contemplen los requisitos
para obtener la personalidad jurídica, y, a su vez, se reconozca a las entidades
religiosas la calidad de persona jurídica de Derecho Público por el solo
ministerio de la ley (Capítulo III, artículo 9º).
Lo anterior implica que el legislador reconoce a las
iglesias un estatuto privilegiado de derechos y obligaciones que no puede ser
desconocido por la autoridad administrativa, e incluye, además, beneficios
tributarios destinados a incentivar la realización de las actividades que les son
propias, sin gravámenes impositivos.
Respaldamos esta personalidad jurídica de Derecho
Público, de manera de garantizar a las iglesias la autonomía respecto de la
autoridad administrativa. Tal reconocimiento lo apoyamos tanto para la Iglesia
Católica -que posee ese carácter desde la Constitución de 1925- como para
otras iglesias que forman parte de la manifestación religiosa de nuestro país.
Destacamos en particular la Iglesia Evangélica.
Deseo formular una proposición, y la concretaré
después a través de una indicación a fin de que la tengan en cuenta los
señores Senadores: postulemos, en un artículo transitorio de la normativa, el
reconocimiento de la personalidad jurídica de la Iglesia Católica y de las
iglesias vigentes -como la Evangélica, en nuestro país-, y, para el futuro, las
nuevas entidades religiosas deberán cumplir con un procedimiento que, junto
con asegurar el derecho a ejercitar libremente los cultos, permita también
resguardar el orden público y el Estado de Derecho.
Con tal fin, pensamos que la iniciativa debe
incorporar el informe -insistimos: para las nuevas entidades- de una comisión
especial, técnicamente calificada, que deba ser considerado por el Ministerio de
Justicia para la concesión de la personalidad jurídica. Estimamos esta fórmula
de toda lógica, si pensamos que hoy día ya las corporaciones y fundaciones
que pretenden obtener personalidad jurídica son informadas previamente,
respecto de sus estatutos, por el Consejo de Defensa del Estado; incluso, en el
caso de las fundaciones, los antecedentes de sus miembros son objeto de
estudio por parte de la Policía de Investigaciones.
Esta sugerencia, que plantearemos en forma de
indicación, persigue como objetivo dar ese paso a través del articulado con
respecto a todas las iglesias que hoy día realizan su práctica habitual y que se
encuentran reconocidas como entidades religiosas. Y en cuanto a las nuevas,
es necesario considerar la posibilidad de que, junto con los trámites que
consagra el artículo 9º, se contemple un informe para el conocimiento más
detallado de su situación.
Como hemos dicho, el proyecto asegura el derecho a
la igualdad, entendido para este caso como el reconocimiento de un solo
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estatuto jurídico para las distintas entidades religiosas, evitando así diferencias
arbitrarias, las que están expresamente prohibidas por el constituyente.
Finalmente, debo decir que, por primera vez en la
historia de Chile, tenemos ante nuestros ojos la posibilidad de establecer,
como Senadores, un estatuto jurídico sobre libertad religiosa, consignando la
igualdad para todos, lo cual, a nuestro juicio, constituye un gran avance en
términos de la religión, la tolerancia y la democracia.
He dicho.
El señor ROMERO (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor
Lavandero.
El señor LAVANDERO.- Señor Presidente, creo que -tal como lo señalaron acá
todos los señores Senadores que me antecedieron en el uso de la palabra- este
debate reviste extraordinaria relevancia. Las expresiones vertidas harían como
innecesaria mi intervención esta tarde, porque, en verdad, la conceptualización
realizada del derecho a la libertad de cultos y también de la igualdad ante la
ley, así lo indican. Y no por repetirlos tantas veces en este Hemiciclo ellos
pueden ser más sólidos o mejor graficados. Pero debo hacerlo por un
imperativo: la Comisión de Hacienda emitió un informe sobre el aspecto
patrimonial de la personalidad jurídica. Y, por esa razón, me encuentro en la
necesidad de proporcionar los antecedentes que obraron en ella para aprobar
por unanimidad el texto entregado a cada señor Senador.
Y lo otro que me obliga a intervenir son las
inquietudes expuestas a ese organismo técnico por la señora Ariaselva Ruz
Durán, en nombre de las iglesias de la Ciencia Cristiana. En sus observaciones
por escrito plantea dos aspectos que a éstas les preocupan, señalando,
respecto del primero de ellos: “Nuestra mayor aspiración es obtener un trato
igual para todas las denominaciones religiosas sin preferencia ni discriminación
alguna.”.
El segundo dice relación, según expresa, a que “En el
Capítulo V del Proyecto en estudio, referente a la “Disolución” de una entidad
religiosa, tanto el título como la materia tratada en el artículo 17 deberían
precisar en forma clara que es sólo la personería jurídica de la entidad
religiosa”.
Debo hacer presente que esta última cuestión se
encuentra mal enfocada, por supuesto, ya que no se trata de la disolución de
una entidad religiosa, sino de la atinente a su personalidad jurídica.
En seguida, consigna que “La disposición legal en
estudio debería señalar, asimismo, las causales que autorizan la revocación,
cancelación o terminación de la personería jurídica, tratándose de una
resolución de tal gravedad.”.
Cabe observar que aquello en que se repara se
encuentra vinculado con el artículo 8º del proyecto, que no hace sino traducir
exactamente lo que expresa la Constitución Política. Y los límites en la materia
son determinados por la moral, las buenas costumbres y el orden público. No
existen otros. Y se hallan perfectamente definidos en la legislación.
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Me alegro mucho de que el Senador señor Cantuarias
haya leído los objetivos de la iniciativa en debate. A mi juicio, no sólo son
valiosos los conceptos expuestos, sino que el común de los creyentes de un
culto religioso debiera disponer, también, de una especie de “Manual de los
cortapalos”, muy simple, para conocer claramente tales objetivos, desde el
punto de vista de la libertad y de cómo ejercerla, de cómo acceder a ella, y de
lo patrimonial.
En relación con los conceptos incluidos en las
disposiciones que nos ocupan, el Honorable colega Cantuarias ya dio lectura,
muy brevemente, a los siete objetivos del texto propuesto por la Comisión
Especial, ratificados por la Comisión de Hacienda. Ellos son:
“1.- Complementar y desarrollar las garantías
constitucionales de libertad religiosa y de igualdad ante la ley en este ámbito.
“2.- Crear un procedimiento especial a través del cual
las entidades religiosas podrán obtener personalidad jurídica.
“3.- Dotar a todas las entidades religiosas de
personalidad jurídica de derecho público.
“4.Regular
la
adquisición,
enajenación
y
administración de los bienes de las entidades religiosas, la contabilidad que
deberán llevar, así como las exenciones y beneficios tributarios de que
gozarán.
“5.- Señalar las causales y procedimiento de
disolución de las entidades religiosas.
“6.- Reconocer la personalidad jurídica y la plena
capacidad de obrar de las entidades religiosas que gocen de ella a la fecha de
entrada en vigencia de esta ley, y
“7.- Permitir a las entidades religiosas para, en el
plazo de un año, inscribir como suyos inmuebles u otros bienes sujetos a
registro público, cuyo dominio aparezca a nombre de terceros.”.
Hago constar que el inciso final del artículo 10 del
proyecto requiere cuatro séptimos de los Senadores en ejercicio para su
aprobación, por ser de rango orgánico constitucional.
Muy
someramente,
deseo
dejar
claramente
establecidos, para los efectos de cualquier persona que se interese por
conocerlos, los derechos patrimoniales que asisten a una iglesia, a un
determinado culto. Se refieren a la posibilidad, para la realización de sus fines,
de crear, participar, patrocinar y fomentar asociaciones, corporaciones y
fundaciones con arreglo a las normas del ordenamiento jurídico común,
siempre que no persigan finalidades de lucro.
Para precisar más los aspectos patrimoniales, los
enumeraré rápidamente, en forma taxativa:
1.- En la ley Nº 17.235, sobre Impuesto Territorial,
su Cuadro Anexo Nº 1, Sección I, incluye dos exenciones totales en favor de
inmuebles de propiedad de iglesias. Una de ellas dice relación a “Las iglesias y
templos de algún culto religioso;”, y la otra a “Las habitaciones anexas a
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iglesias o templos de algún culto religioso, ocupados por los funcionarios del
culto y siempre que no produzcan renta.”.
Estas normas no hacen sino recoger la exención
amplia y general con que la Constitución beneficia a los inmuebles destinados
exclusivamente al servicio del culto, pues aquellos que registren otro fin
deberán pagar, aunque sean de propiedad de iglesias, el impuesto territorial
correspondiente.
2.- El decreto ley Nº 3.475, que contiene el texto del
Impuesto de Timbres y Estampillas, establece en su artículo 23, Nº 9, que se
encontrarán exentas de los tributos que contempla ese cuerpo legal las
“Instituciones con personalidad jurídica cuyo fin sea el culto.”.
3.- La ley Nº 16.271, relativa al impuesto a las
herencias, asignaciones y donaciones, consagra en su artículo 18, Nº 4, la
exención de las asignaciones y donaciones “que se dejen para la construcción o
reparación de templos destinados al servicio de un culto o para el
mantenimiento del mismo culto;”.
En la enumeración anterior se incluyen todos los
preceptos tributarios referentes, en forma específica, a las instituciones
religiosas. Pero estas últimas, al hallarse sujetas a la legislación común, se
benefician también con las exenciones de carácter general, entre las cuales se
encuentran las siguientes, que, por su naturaleza, podrán ser invocadas por
iglesias o entidades creadas por ellas:
a) En el Nº 4 del artículo 40 de la Ley sobre Impuesto
a la Renta, se exime del impuesto de primera categoría a las rentas percibidas
por “Las instituciones de beneficencia que determine el Presidente de la
República. Sólo podrán impetrar este beneficio aquellas instituciones que no
persigan fines de lucro y que de acuerdo a sus estatutos tengan por objeto
principal proporcionar ayuda material o de otra índole a personas de escasos
recursos económicos.”.
b) El inciso segundo del Nº 7 de la letra B) del
artículo 12 del decreto ley Nº 825, de 1974, exime del Impuesto al Valor
Agregado a las importaciones que constituyan donaciones y socorros,
calificados como tales a juicio exclusivo del Servicio Nacional de Aduanas,
destinadas a corporaciones y fundaciones, y a las universidades.
Mediante la disposición transcrita precedentemente,
las iglesias pueden importar libros, revistas, folletos u otros impresos
procedentes de instituciones dedicadas a los oficios del culto, siempre que se
internen por cuenta de las comunidades, monasterios o iglesias para su propio
servicio o para su distribución sin fines de lucro, todo ello sujeto a la
calificación previa del Servicio de Aduanas.
c) En el Nº 9 de la letra d) de la sección I del Cuadro
Anexo Nº 1 de la ley 17.235, se exime del ciento por ciento del impuesto
territorial a los inmuebles que se destinen a “escuelas, colegios, seminarios,
universidades y campos de deportes de sociedades deportivas y de socorros
mutuos que tengan personalidad jurídica y demás establecimientos destinados
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a la educación o al deporte, en la parte consagrada exclusivamente a estos
servicios y siempre que no produzcan renta.
Señor Presidente, he querido entregar estos
antecedentes, para que, en conjunto, complementen los conocimientos de
quienes escuchan esta importante discusión, a fin de que no sólo sepan los
derechos que les asisten en el aspecto institucional, la libertad de culto e
igualdad ante la ley, sino que también conozcan los elementos con que pueden
contar para administrar los patrimonios propios de las iglesias destinadas al
culto.
Es cuanto puedo informar, en nombre de la Comisión
de Hacienda.
El señor ROMERO (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Larraín.
El señor LARRAÍN.- Deseo sumarme a las expresiones de alegría y de
satisfacción vertidas en esta oportunidad por los distintos señores Senadores
que han intervenido sobre el proyecto. Éste -como se ha señalado- constituye
un verdadero paso adelante en nuestro país para regular, en la forma que
analizaré posteriormente, la constitución jurídica y el funcionamiento de las
iglesias y demás organizaciones religiosas.
Ello es motivo de satisfacción, no sólo por la
consideración expresada, sino porque, tras las declaraciones y expresiones que
hemos oído, que venían contenidas en el informe de la Comisión especial y que
se repitieron en el debate de la Cámara de Diputados, ha quedado en evidencia
el enorme respeto y el profundo reconocimiento que los Parlamentarios sienten
por la religión, como una dimensión esencial del hombre.
Chile no es país confesional, ni profesa una religión
determinada. Sin embargo, ello no ciega a los Parlamentarios ni les hace
desconocer la realidad, ni siquiera a quienes no practican culto alguno y que
han hablado -como escuchamos esta tarde- desde el laicismo.
Ese profundo respeto y reconocimiento debe ser, sin
lugar a dudas, subrayado y destacado, pues manifiesta la presencia de lo
espiritual entre nosotros.
El de la religión, sin embargo, es un fenómeno
complejo y difícil desde la perspectiva de la regulación jurídica.
En muchos aspectos, uno piensa que no es ni debe
ser materia de la normativa, ni de la actuación del Estado. Ya la historia
universal demuestra los enormes conflictos que se producen debido a
interferencias indebidas, de las cuales, nuestro país no ha estado ajeno.
No debe ser, en cierto sentido, regulable, primero,
porque se trata de un acto de la conciencia que, por lo tanto, pertenece a la
intimidad de las personas allí donde el Derecho no puede llegar. Es una
expresión de fe y de las creencias más fundamentales de una persona. Por
eso, no son exigibles, ni se pueden imponer desde afuera. Y en segundo lugar,
porque, de alguna manera, la acción del Estado frente a una iglesia -que es la
expresión organizada o institucionalizada de una religión-, es el reconocimiento
de ella, pues tiene -por así decirlo- existencia anterior al Estado.
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Estos aspectos nos hacen ser muy cuidadosos en
cuanto a la regulación de la iglesia o de una actividad religiosa. Pero, al mismo
tiempo, reconocidas estas limitaciones, nos parece esencial su regulación,
precisamente -aunque parezca una paradoja-, para garantizar la existencia de
la iglesia. De ahí que los ordenamientos jurídicos y constitucionales siempre se
ocupan especialmente de garantizar, por sobre todo, la libertad religiosa.
Sobre el particular, nuestra Constitución no ha sido deficitaria. Por el contrario,
siempre ha tenido en los últimos ordenamientos, una especial cautela para
garantizar y asegurar la libertad religiosa.
También se hace necesaria la regulación, porque la
actividad religiosa, en cierto sentido, forma parte de un comportamiento, se
expresa en un orden social intersubjetivo que genera interacciones entre las
personas. Por ello, requiere de un marco dentro del cual pueda desenvolverse,
incluso, para fijar aquellos aspectos limitativos que dicen relación a los
principios de la moral, las buenas costumbres y el orden público. Por lo demás,
nadie desconoce las cosas que a veces se hacen en el supuesto nombre de una
religión que no es tal o de una iglesia que tampoco lo es, lo cual, altera esos
principios, como desgraciadamente nos hemos impuesto en días recientes a
través de expresiones religiosas que costaron la vida de muchas personas.
Finalmente, es necesaria la presencia del Derecho y
de la ley para garantizar la igualdad religiosa.
Todos tenemos derecho a
expresarnos y actuar en esta dimensión. Y es el ordenamiento jurídico el que
debe garantizar que esto ocurra.
Chile, desde hace mucho tiempo, ha garantizado la
libertad religiosa, la de culto y la libertad de expresarse en este ámbito. Por
eso, nadie puede decir que no existe ni ha existido por décadas esta garantía
en nuestro país. Sin embargo, quizás donde ha habido déficit ha sido en
garantizar la igualdad religiosa y de todas las instituciones y confesiones. A mi
modo de ver, ello resulta fundamental en esta iniciativa, pues no solamente
reconoce esta libertad, sino que asegura la igualdad de las distintas religiones.
Ya me explayaré sobre esto más adelante.
Por estos motivos, señor Presidente, considero que
esta iniciativa es válida y, sobre todo, necesaria. Tal vez no todo su contenido
me merezca igual juicio. El proyecto se estructura en cinco capítulos: uno de
norma generales, introductorias; otro, regula la libertad religiosa y de culto;
otro, está referido a la personalidad jurídica y a sus estatutos; otro, al
patrimonio y a las exenciones, y el último, a la disolución.
Es discutible la necesidad y conveniencia de algunos
de esos párrafos; por ejemplo, el relacionado con la libertad religiosa y de
culto, porque, en esta materia, la Constitución es suficientemente elocuente.
Incluso más: he oído inquietudes respecto de una u otra disposición. Es que
eso ocurre cuando se entra a regular con detalle ciertas libertades, pues al
hacerlo de tal forma se las limita o se generan caminos que pueden producir
equívocos. ¿Qué más claro que lo establecido en la Carta Fundamental? ¿Para
qué ir más allá, pienso a ratos?
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La libertad de conciencia, la manifestación de todas
las creencias y el ejercicio libre de todos los cultos que no se opongan a la
moral, a las buenas costumbres ni al orden público, están garantizados por
nuestro ordenamiento constitucional. Ir más lejos puede ser un error -no
deseado, naturalmente-, aunque reconozco la buena voluntad y el esfuerzo
que se hace, por lo difícil que es delimitar y particularizar estas expresiones.
Sin embargo, ahí están y debemos revisarlas, pero con ánimo más bien
restrictivo que extensivo.
Lo mismo opino respecto del capítulo relacionado con
el patrimonio y las exenciones. Quizás algunos crean que significa un avance;
pero la verdad es que de nuevo debo mencionar -no repetiré lo que ya dije,
para no abusar del tiempo-, la garantía constitucional del artículo 19, Nº 6º,
que en el inciso tercero establece los derechos sobre los bienes, y la exención
de éstos de toda contribución, que tienen las diversas iglesias y confesiones.
Todas son iguales ante la ley y les corresponden los mismos beneficios que
para algunas de ellas pueda tener el ordenamiento ya establecido. En
consecuencia, aquí no está lo medular.
¿Dónde se encuentra lo medular del proyecto?
Precisamente en el Título III, que dice relación al objetivo de la normativa: la
constitución jurídica y el funcionamiento de las iglesias; vale decir, la
posibilidad de obtener la personalidad jurídica a través de un mecanismo
expedito y, al mismo tiempo, de igualdad respecto de todas las iglesias y
denominaciones. Este capítulo y el relativo a la disolución de la persona
jurídica son, a mi juicio, los medulares, los que hacen la diferencia, los que
llenan el vacío que ha creado problemas en este ámbito.
¿Por qué afirmo lo anterior? Porque, para ser
honesto, actualmente no existe esa igualdad. Hoy la Iglesia Católica tiene
cierto status, por razones históricas que vienen desde el tiempo en que la
Iglesia formaba parte del Estado chileno. Por eso siempre ha tenido
personalidad jurídica de Derecho Público, lo cual, en nuestro ordenamiento
legal, significa formar parte de la administración y organización del Estado. Y la
conservó cuando, en 1925, el Estado se separó de la Iglesia. Las demás
iglesias y denominaciones religiosas no se hallaban en igualdad de condiciones,
porque no conformaban ese Estado confesional. A estas últimas se les dio el
camino del Título XXXIII del Libro I del Código Civil. Indudablemente, no es el
más adecuado, porque se refiere a corporaciones o fundaciones que tienen
otro sentido dentro de la legislación. Esa circunstancia ha producido un "cuello
de botella", una diferenciación y, por ende, una falta de igualdad.
El proyecto tiene por finalidad corregir dicha situación
-no entraré al análisis en particular del texto, que siempre es perfectible y será
motivo de indicaciones- y, en lo substancial, señala: "Aquí vamos a igualar,
para que todas las iglesias y confesiones religiosas puedan ser personas
jurídicas de Derecho Público". Quizás este hecho pueda resultar extraño, desde
el punto de vista de la doctrina ortodoxa de lo que es la personalidad jurídica
de Derecho Público. Sin embargo, dados los requisitos básicos y elementales
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que las iglesias han de cumplir para obtenerla, todas tendrán similar
reconocimiento y status.
Al parecer, se intentó entregarles una personalidad
jurídica distinta de la de Derecho Público y de la de Derecho Privado: la
personalidad jurídica religiosa. Pero ésta finalmente no se consagró en el
articulado. Ella es buena como idea, pero no existe en el Derecho chileno, ni en
la legislación general.
Por tal motivo se aprobó la fórmula de igualar en
torno de la personalidad jurídica de Derecho Público. A partir de la dictación de
la ley en proyecto, todas las iglesias que se constituyan en conformidad a sus
disposiciones, en virtud de la libertad religiosa y la garantía de igualdad en
nuestro ordenamiento jurídico, estarán en la misma situación y tendrán el
mismo status de persona jurídica de Derecho Público. De este modo se
satisfará el anhelo, particularmente de las iglesias evangélicas, en orden a
lograr este reconocimiento.
Lo señalado reviste gran importancia, porque, sin
restar a la Iglesia Católica el status, los derechos ni la posición que hoy tiene,
se habrá igualado a todas las iglesias, interpretando así el genuino sentido que
en mi concepto tiene toda garantía constitucional: tratar en idéntica forma a
quienes son iguales. Y no siendo ya Chile un Estado confesional, no se justifica
diferenciar.
En seguida hablaré de diferencias, pues pareciera que
para corregir la actual situación ha habido una suerte de discriminación, una
suerte de injusticia. Sé que no ha estado en el ánimo de los señores Senadores
que la han planteado, y no creo que ella se deba a un acto propugnado por la
propia Iglesia Católica en contra de las demás iglesias. Nadie ha dicho eso.
Pero es necesario explicitar que no ha sido el resultado de una acción o
propósito de determinada posición, sino el resultado de la evolución histórica,
que tal vez debió corregirse antes. Hoy lo estamos haciendo, cumpliendo un
objetivo respecto del cual nadie, ni, por supuesto, la Iglesia Católica, ha
manifestado objeción.
Por las razones expuestas, pienso que estamos frente
a un proyecto de la mayor relevancia; de un imprescindible reconocimiento a
todas las iglesias y organizaciones religiosas y, fundamentalmente, al pueblo
evangélico, que después de la Iglesia Católica es el más numeroso entre las
expresiones religiosas del mundo cristiano en Chile. De este modo aseguramos
lo que nos falta. Teníamos libertad religiosa. Mediante este proyecto
tendremos igualdad religiosa.
Por eso, señor Presidente, anuncio mi voto favorable
a la iniciativa.
El señor CANTUARIAS (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor
Matta.
El señor MATTA.- Señor Presidente, quiero expresar mi satisfacción por el
hecho de que hoy la Sala esté analizando el proyecto de ley que regula la
constitución jurídica y funcionamiento de las iglesias y organizaciones
religiosas. Coincido con otros Honorables colegas en que, pese a que la
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Constitución Política de la República en el artículo 19, Nº 6º, consagra la
libertad de conciencia y la libre manifestación de las creencias y los cultos, en
el hecho la presente normativa permite poner fin a una situación que
discrimina mayoritariamente a las iglesias cristianas evangélicas, en especial a
través de las disposiciones vigentes para la creación y funcionamiento de las
personas jurídicas -en este caso corporaciones de Derecho Privado,
dependientes del Ministerio de Justicia-, y mediante las facultades otorgadas
por el Estado para intervenir en la constitución interna de las iglesias y para
cancelar la personalidad jurídica.
A continuación haré algunas reflexiones en torno del
proyecto.
En primer término, hago resaltar el hecho de que el
mensaje respectivo fue enviado al Congreso por el Gobierno democrático del
Presidente Aylwin y complementado ahora por el del Presidente Frei, como
manifestación de nuestra irrestricta adhesión a los valores de la libertad de
conciencia y de pensamiento, y como concreción de la voluntad de garantizar
el derecho de libre asociación y libre ejercicio del culto.
Hemos tardado largo tiempo en hacer realidad esta
iniciativa, que consagra valores espirituales válidos dentro del mundo religioso
y fuera de él. No olvidemos que fue un grupo de ciudadanos laicos el que fundó
primero la Liga de las Naciones y, luego, la Organización de las Naciones
Unidas. Ya en 1948, en la Declaración Universal de los Derechos Humanos,
adoptada por esa entidad, el artículo 18 establecía que "todos tienen derecho a
la libertad de pensamiento, conciencia y religión; este derecho incluye la
libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de
manifestar su religión o creencia individual o colectivamente, tanto en público
como en privado, por la enseñanza, la práctica o la observancia".
En segundo lugar, citaré lo que postulan algunos
pensadores humanistas cristianos: "La religión se nos presenta como una
síntesis de verdad y amor. En ella hay dogmas, principios, afirmaciones, cosas
que se creen y que son para la persona la esencia de su ser, es todo lo que su
personalidad está empeñada en adherir a esa verdad que la religión señala,
pero que al mismo tiempo que es una verdad, es una expresión de confianza
en las potencialidades del hombre como centro espiritual de la Creación.
“Si se acentúa la verdad sin embargo, es una
exigencia que deja afuera a otros, y esos otros son algo inferior, algo que no
son amigos, pueden incluso ser considerados como enemigos. Se rompe el
amor, subsiste la necesidad de verdad y eso se viene dando a lo largo de la
historia. Las religiones han vivido en guerras de religión; las diversas iglesias
han tenido actitudes de intransigencia, de conflicto, de problemas, de
dificultades, de reconciliación y esas son realidades".
Los problemas de intransigencia son salvados por la
democracia. Todas las sociedades naturalmente abiertas al cambio, y también
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los hombres de religión, deben entender que en la democracia hay un gran
concepto de tolerancia recíproca. No es en el choque o por la fuerza como se
resuelven los problemas. Al revés, ellos se solucionan pensando que la
tolerancia es la base de la sociedad; que todos pueden unirse y realizar un
mundo juntos. Eso es la democracia y ello trae un alivio. La democracia camina
sobre la base de ciertos conceptos que surgen del cristianismo, conceptos del
hombre como persona, como comunidad de personas poseedoras de derechos,
que también tienen limitaciones de unos respecto de los otros, para construir
el Bien Común. Lo que importa, entonces, es el sentido de convergencia en
ciertos valores, en ciertas actitudes, en visiones de la realidad. Éste es un valor
cristiano que todas las concepciones creyentes en Cristo deben tener presente.
En tercer lugar, me interesa hacer resaltar que la
Democracia Cristiana, partido de inspiración cristiana, no confesional, que, sin
embargo, ha invitado a los cristianos a incorporarse a sus filas, otorga un gran
valor a lo religioso.
Reconocemos en la religión la más elevada forma de
justicia. Por ella, el hombre toma conciencia de lo que representa ante las
cosas y ante Dios, dominador de las cosas. Creemos, asimismo, que la religión,
lejos de mutilar al hombre, lo libera, lo sana; lejos de arrancarlo al esfuerzo
constructor, lo lleva a él.
Distinguimos también la existencia de dos planos:
espiritual y temporal. Para nosotros los cristianos, el orden espiritual debe
vivificar y elevar el orden temporal, trascendiéndolo, siendo absolutamente
libre e independiente de él. La distinción entre lo temporal y lo espiritual es
una adquisición propiamente cristiana, que tiene pleno sentido, según la frase
evangélica "Dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios".
En este sentido se encaminan las disposiciones que
reconocen el derecho de las iglesias a constituirse legalmente, sin autorización
previa, precisando que la personalidad jurídica se otorga o reconoce sin
necesidad de requerirla.
En
el
aspecto
patrimonial,
se
destaca
el
reconocimiento del origen de los bienes de estas entidades y el beneficio fiscal
que se concede a los mismos. Desde el punto de vista impositivo tributario, se
igualan las condiciones de las otras iglesias al trato histórico recibido por la
Iglesia Católica.
También me parece destacable el hecho de que las
disposiciones del proyecto se preocupen de regular a los encargados del culto,
llamados "ministros de culto" o " pastores de Iglesia", ya que favorece, desde
el punto de vista organizacional, a la entidad religiosa y permite un resguardo
respecto de las simulaciones de actividades religiosas que esconden otros
propósitos. Estas disposiciones no deben ser miradas sólo como limitaciones,
ya que aseguran que los verdaderos cultos no sean confundidos con
organizaciones que no respondan, en realidad, a intereses espirituales.
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Finalmente, quisiera señalar que, cuando un número
importante de nuestros compatriotas profesa la religión evangélica,
protestante u otras, esta iniciativa efectivamente los iguala ante la ley. Citando
a don Oscar Pereira, teólogo y profesor del Seminario Teológico Bautista,
diremos: "porque en el campo de la libertad del espíritu humano ésta no es la
concesión de un tanto por ciento de creyentes o de ateos, sino un derecho
natural en lo filosófico y en lo teológico".
A través de estos preceptos legales, estamos
garantizando la igualdad ante la ley, concretando el precepto constitucional de
libertad religiosa. Pero no quisiera omitir la importancia que reviste, a mi
juicio, la forma cómo vamos a vivir estos valores fundamentales que
proclamamos: el valor de la libertad y el sentido de la fraternidad, la necesidad
de la verdad y de practicar la solidaridad entre nosotros.
El señor CANTUARIAS (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Honorable señor
Thayer.
El señor THAYER.- Señor Presidente, me complace particularmente entrar a la
consideración de este proyecto. Desde luego, lo votaré -y muy de corazónfavorablemente dentro de un ambiente en que, por notables circunstancias, los
católicos estamos voluntariamente en minoría en la Sala.
No habría costado mucho llenar las tribunas de
partidarios del catolicismo, pero estamos, a fines de siglo XX y en los albores
del XXI, en un momento cultural religioso, desde el punto de vista católico,
muy marcado por los enormes cambios que significó el Concilio Vaticano II, y
donde se respira ese ambiente de respeto, serenidad y tolerancia que aquí, en
esta Sala, todos tenemos el agrado de compartir en estos instantes.
Como conozco algo de la historia de Chile -al igual
que mis estimados colegas e ilustres visitantes-,
puedo decir que si
hubiéramos discutido en 1885 una iniciativa sobre libertad religiosa, el
ambiente habría sido diferente.
Por eso, quiero invitar esta tarde, tanto a los señores
Senadores, como a los amigos de otras confesiones religiosas -en su gran
mayoría cristiana- que nos visitan, a compartir con serenidad el ambiente que
preside este examen que realizamos del proyecto. No hay ningún aspecto
relativo a la preeminencia de una religión respecto de otra.
Yo soy católico, practicante. Ojalá al dejar este
mundo me recuerden como un buen católico. Aspiro a serlo. Pero como tengo
una profunda fe religiosa, entiendo que la defiendan como un derecho natural
altamente privilegiado quienes profesan otras confesiones religiosas, diferentes
de la mía.
Sin embargo, aquí estamos compartiendo una
convicción muy clara: la libertad religiosa y la libertad de culto, lo que para mí
es la manifestación externa de una conciencia religiosa; y no se hace diferencia
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en el sistema jurídico constitucional chileno, ni tampoco en nuestro hábitos
culturales, ya prudentemente asimilados después de que la Iglesia se separó
del Estado en el año 1925.
Conversando con algunos distinguidos representantes
de confesiones evangélicas, recordamos ese momento histórico en que bajo el
mandato del Presidente Alessandri Palma -por iniciativa de él- se operó la
separación de la Iglesia del Estado. Yo les manifesté entonces privadamente, y
lo repito aquí públicamente, que es una bendición del cielo estar buscando
ahora -72 años después- una legislación apropiada para reglar los principios de
separación de la Iglesia y el Estado y la estructura jurídica de ese régimen, y
no en aquella época en que todavía no estaban suficientemente enfriadas las
tensiones propias de otro momento decisivo. Podría decirse que era el anverso
de la medalla, cuyo reverso estamos examinando en estos instantes.
La globalización de la economía y de las
comunicaciones; la internacionalización del planeta, han creado también una
interacción de las culturas que nos obliga a manejar cuidadosamente las
diferencias culturales provenientes de circunstancias históricas y geográficas, y
los sagrados derechos de la libertad de conciencia y de expresión de la
conciencia, como también la libertad de cultos consagrada por nuestra
Constitución y establecida por esta ley en proyecto, ilustradamente comentada
por quienes me antecedieron en el uso de la palabra. Pero debemos estar
atentos a respetar, además, la libertad cultural, pues los países viven
momentos distintos y circunstancias diversas.
Me inclino claramente por la idea de establecer en
Chile el reconocimiento de esa forma especial de personalidad jurídica
considerada en el informe de la Comisión Especial, cual es la personalidad
jurídica religiosa. ¿Y por qué no me contento con la distinción entre derecho
público y derecho privado, que, a mi juicio, se ha llevado a un plano de
excesivo recelo y no tiene nada que ver con el fondo del problema religioso?
Anticipo una observación: en nada inquietará mi convicción religiosa el hecho
de que el proyecto consagre una personalidad jurídica de derecho público, para
las distintas confesiones que no ofendan o atenten contra la moral, las buenas
costumbres y el orden público.
Desde el punto de vista estrictamente jurídico, tengo
mis prevenciones. Pienso que una concepción de ese tipo no es lo más
conveniente, porque la personalidad jurídica de derecho público, en nuestro
sistema jurídico, sustancialmente constituye una forma de expresión del
Estado. Las empresas e instituciones públicas, la Universidad de Chile, en
principio, son entidades que ostentan ese rango porque tienen una forma de
relación especial con el Estado.
Además, se plantea el delicado problema de por qué
la Iglesia Católica tiene personalidad jurídica de derecho público. No es por
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algo de tipo religioso, pues no hay preeminencia que permita sostener que ella
es un poco más verdadera que otra. ¡No! Obedece a un hecho puramente
histórico jurídico, pues se hallaba unida al Estado en el momento en que se
aprobó una reforma constitucional que -como se decía entonces- separó la
Iglesia del Estado, quedando ecos culturales y jurídicos desde ese momento.
Hoy en día, incluso, no tendría sentido hablar de tal separación. Pero ahora el
reconocimiento de la personalidad jurídica de derecho público nos da la idea de
una cierta incorporación como parte del Estado respecto de las entidades
religiosas que la ley busca amparar en su libertad de expresión y de ser, y en
la conciencia de sus afiliados.
Le decía a una persona -de entre tantas con las que
he conversado- que, en mi opinión, la Iglesia Anglicana en Inglaterra -no he
estudiado el punto- debe de tener una personalidad jurídica de derecho
público, por la especial vinculación que tiene con la monarquía y con la Reina.
Recuerdo la preocupación que hubo en la Iglesia
Católica chilena cuando el Gobierno de un país asiático muy importante decidió
establecer una Iglesia Católica estatal. Hubo -repito- gran preocupación, pues
ocurre que la Iglesia Católica es, por esencia y tradición, supraestatal y
universal. No sea cosa, entonces, que por buscar una asimilación jurídica no
demos con el fiel de lo que corresponde hacer en este momento. Pero -repitohablo de esto con satisfacción, en una Sala en donde los católicos somos
minoría, pues será interesante que examinemos este problema jurídico.
Conforme a
nuestro sistema jurídico, casi por
principio, en materia de orden privado se puede hacer todo lo que no está
prohibido, mientras en materia de orden público, sólo se puede realizar aquello
que está expresamente permitido. A mi juicio, hay que estudiar muy bien este
punto.
Sin embargo -repito-, éstas son reflexiones que
deberemos analizar en la discusión particular, y lo que se resuelva no afectará
la esencia de una iniciativa muy bien concebida que responde a un principio del
cual todos participamos y que gozosamente celebramos como una
manifestación del igual derecho de todos los seres humanos a profesar la
conciencia religiosa que les indique su propio ser e intimidad, y a expresarla y
manifestarla públicamente, sin más limitación que el respeto a la moral, a las
buenas costumbres y al orden público.
Por
favorablemente el proyecto.
eso,
con
satisfacción,
reitero
que
votaré
He dicho.
El señor CANTUARIAS (Vicepresidente).- Doy cuenta a la Sala de una
propuesta del Senador señor Ríos, Presidente de la Comisión Especial
encargada de tratar esta iniciativa, en cuanto a que el plazo para presentar
indicaciones venza el 28 de mayo a las 18, atendiendo razones bastante
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interesantes relativas al pronto despacho del proyecto y al tiempo con que
cuenta Secretaría para elaborar los boletines respectivos.
Si le parece a la Sala...
El señor DÍAZ.- ¿Me permite, señor Presidente?
El señor CANTUARIAS (Vicepresidente).- Tiene la palabra, Su Señoría.
El señor DÍAZ.- Señor Presidente, debemos tomar en cuenta que viene el
receso legislativo. Por lo tanto, no vayamos a fijar una fecha en que, quizás,
ningún Senador esté aquí. Formulo esta observación para que lo que se
acuerde sea más efectivo.
El señor CANTUARIAS (Vicepresidente).- Podríamos fijar como fecha el viernes
6 de junio.
Tiene la palabra el Senador señor Siebert.
El señor SIEBERT.- Señor Presidente, sería adecuado conceder el plazo más
amplio posible, pues cada uno de los señores Senadores querrá oír en su
región a las personas interesadas en el proyecto, y si acordamos un plazo muy
reducido, no habrá oportunidad de hacerlo.
Además de la participación de las instituciones
escuchadas por la Comisión Especial, hay que considerar la de las distintas
entidades religiosas ante los Senadores en sus respectivas regiones.
El señor HAMILTON.- Deseo formular una propuesta.
El señor CANTUARIAS (Vicepresidente).- Tiene la palabra, Su Señoría.
El señor HAMILTON.- Señor Presidente, tiene razón el Senador señor Siebert al
sostener que tenemos, en medio de ese lapso, una semana regional. O sea,
durante una semana completa, los Senadores pueden tomar contacto con las
personas interesadas en el proyectoen sus respectivas regiones. Es
conveniente establecer, entonces, como plazo fatal para presentar indicaciones
el 6 de junio próximo.
El señor CANTUARIAS (Vicepresidente).- La Mesa iba a plantear exactamente
lo mismo, señor Senador. Se concilian los argumentos escuchados, si la
semana de receso es inmediatamente anterior a la fecha que se establezca.
En consecuencia, si le parece a la Sala, fijaremos
como plazo para presentar indicaciones el viernes 6 de junio a las 18, de
manera que, a partir de la semana que se inicia el lunes 9, la Comisión
Especial pueda empezar el despacho de las indicaciones y así presentar a la
Sala el segundo informe.
El señor RÍOS.- Conforme, señor Presidente.
--Así se acuerda.
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El señor CANTUARIAS (Vicepresidente).- Prosiguiendo la discusión general,
tiene la palabra el Honorable señor Díez.
El señor DÍEZ.- Señor Presidente, no quiero cansar la atención de mis
Honorables colegas repitiendo los discursos que hemos oído y que comparto
plenamente sobre libertad religiosa, justicia e igualdad de culto. Sin embargo,
deseo precisar algunos conceptos jurídicos que -me parece- son necesarios
para el debate.
El primero de ellos se refiere a mi preocupación -de
la lectura del texto de la iniciativa así parece desprenderse- en cuanto a que
los derechos de libertad religiosa están de alguna manera condicionados por la
ley. Eso no me parece conveniente.
En el proyecto existen disposiciones que incluso
señalan que para poder obtener la personalidad jurídica a que nos vamos a
referir más adelante la entidad religiosa deberá cumplir una serie de requisitos
que no me parecen convenientes. Por ejemplo, tendrán que indicar cuáles son
sus fines y cuáles sus objetivos. También, se permite al Estado opinar acerca
de sus estatutos y de su organización.
Ello -como dije- no es conveniente. Ni las finalidades
ni la organización de una confesión religiosa pueden ser intervenidas por el
Estado.
Al respecto, considero que el único límite es el que
con toda razón establece el texto de la Carta: “que no se opongan a la moral, a
las buenas costumbres o al orden público”. Aquí se agrega otra limitación: que
no se opongan a la ley. Y yo estoy en desacuerdo con esta especie de
modificación constitucional que se pretende introducir.
Ahora, estos derechos no nacen del Estado, y ni
siquiera deben su valor al hecho de que éste los reconozca. Ellos emanan de la
parte más excelsa de la persona humana y están explicitados en el Texto
Fundamental –diría yo- con mucho mayor riqueza que en la ley en proyecto.
Por eso, estimo que es necesario formular
indicaciones que vuelvan a una remisión constante al texto de la Constitución.
Cuando ésta habla de "La libertad de conciencia, la manifestación de todas las
creencias y el ejercicio libre de todos los cultos", no exige a estos últimos que
le señalen su finalidad, su organización, su objetivo; les está poniendo como
límite, exclusivamente, los conceptos de moral, orden público (que es orden
social) y buenas costumbres.
Por ello, quiero plantear algunas reservas sobre la
forma como se está procediendo.
Un señor Senador, aludiendo a la Iglesia Católica,
leyó la norma del Código Civil que dispone que "Tampoco se extienden las
disposiciones de este título” –el relativo a las personas jurídicas- “a las
corporaciones o fundaciones de derecho público, como la nación, el fisco, las
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municipalidades, las iglesias, las comunidades religiosas, y los establecimientos
que se costean con fondos del erario: estas corporaciones y fundaciones se
rigen por leyes y reglamentos especiales.", creyendo que éstas son las leyes y
los reglamentos del derecho positivo chileno. No es así. No fue ésa la intención
de don Andrés Bello. En ese momento, se refería a la Iglesia Católica, que era
la que tenía personalidad jurídica de derecho público, por las razones que aquí
se han dado: estaba reconocida en las Constituciones de 1833 y de 1925, se
regía por el Derecho Canónico y tenía reconocimiento universal.
Lo que hace el Código Civil, señores Senadores, es
señalar que esas leyes o reglamentos corresponden a cada confesión religiosa.
De manera que la igualdad a este respecto consiste en que todas las
confesiones religiosas pueden darse su propia reglamentación y establecer sus
propios fines. Y el Estado no tiene derecho a rechazarlos, salvo cuando se
opongan a la moral, a las buenas costumbres o al orden público.
En consecuencia, al querer reafirmar situaciones en el
lenguaje de la ley, estamos achicando la libertad. Y parece peligroso que las
religiones dependan del Estado, por muy buena voluntad que tengamos. No
dependen de nosotros, sino de la conciencia de cada cual y de la libertad para
señalar su propio fin.
Miremos el texto sugerido: se consagra la factibilidad
de negar a las entidades religiosas la personalidad jurídica porque el Estado
podría formular objeciones a su finalidad o a sus estatutos. ¡No puede
formularlas! La única objeción podría referirse a la moral, las buenas
costumbres o el orden público. Y aun esto debe hallarse sometido a la justicia,
de modo que, si el Estado deniega el registro de personalidad jurídica de
derecho público a una institución por apartarse de tales conceptos, ésta tenga
el derecho de acudir a aquélla para que se revea la situación.
¡Ésa es la interpretación de la libertad de cultos que
garantiza la Constitución!
El texto planteado es bueno. Pero incluso la ley puede
ser modificada y, aun, derogada. Y si conceptualmente hacemos que la libertad
religiosa nazca de la ley, sin duda alguna que estamos creando una situación
peligrosa.
Aquí se ha hablado de la Iglesia Católica, a la que
pertenezco. Ella tiene personalidad jurídica de derecho público por razones
históricas, reconocidas en las Constituciones de 1833 y de 1925, y en las Actas
de la Comisión Constituyente, por un acuerdo expreso de ésta. Y esa
personalidad jurídica de derecho público se rige por las propias normas de la
Iglesia. Así que, si queremos producir la igualdad, la personalidad jurídica de
las demás confesiones religiosas tiene que regirse por las normas de ellas
mismas. Y la ley debe reglamentar cómo se aplica la Carta Fundamental en lo
concerniente a la moral, a las buenas costumbres y al orden público.
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Las franquicias que otorga la ley, a mi juicio, pueden
achicar la Constitución. “Las iglesias, las confesiones e instituciones religiosas
de cualquier culto tendrán los derechos que otorgan y reconocen, con respecto
a los bienes, las leyes actualmente en vigor. Los templos y sus
dependencias”… Ahí está el campo de la ley. Ahí está el campo del derecho
positivo: cómo manejan sus bienes. Porque hay terceros comprometidos; no
sólo miembros de las iglesias. Y cuando hablo de las iglesias me refiero a todas
ellas. El sistema conservatorio de bienes raíces se aplica a la Iglesia Católica
igual como se va a aplicar a la Evangélica o a la Luterana.
Ahí hay una reglamentación en lo que dice relación a
la parte material: "Al César, lo que es del César" -lo del César es
exclusivamente lo relacionado con el funcionamiento dentro de la sociedad- “Y
a Dios, lo que es de Dios”.
Cada una de las confesiones tiene derecho a fijar sus
fines. Y no me gustaría que el Ministerio de Justicia pudiera oponerse a los
fines de una iglesia. Porque ya conocemos éstos sin necesidad de definirlos.
Cada uno los siente. Los fines de una iglesia, para quienes somos religiosos,
son el sometimiento del hombre a Dios.
Hay otras disposiciones donde el estatismo, con muy
buena voluntad, asoma la cola. El Estado debe velar por el desarrollo de las
confesiones religiosas. ¿Qué significa esto? ¿Que el Estado va a intervenir, va a
propender -como se dice en seguida- a la participación de las confesiones
religiosas en el bien común? ¿Hay aquí igualdad ante la ley? ¿Y qué pasa con
quienes no tienen creencias religiosas? ¿El Estado va a procurar el desarrollo
de las confesiones? ¿Y no se crea un estado de desigualdad con los agnósticos,
por ejemplo?
Evidentemente, ésa es una intervención indebida del
Estado.
En otra parte se dice que el Estado debe promover
las actividades de las confesiones religiosas, en aras del bien común. ¿Las
actividades de qué confesiones religiosas va a promover? ¿Cómo las va a
elegir? ¡Otra vez la acción del Estado!
Estimo que nosotros, con buena voluntad y la
conciencia del cumplimiento de una obligación (hoy tenemos la certeza de que
es así: el respeto a la libertad de conciencia significa la igualdad de las
confesiones religiosas), deberemos tener cuidado. Habremos de igualarlas más
bien en la línea del reconocimiento de los derechos de las personas que
emanan de la Constitución y no de la ley.
La ley en proyecto no sólo debe ser para quienes se
sometan a ella a los efectos de conseguir personalidad jurídica. Los que la
tienen no necesitarán someterse. Lo harán únicamente aquellos que quieran
adquirirla. Pero hay algo esencial: su existencia como confesión religiosa
depende de la garantía del derecho de asociación, no del Estado que les
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conceda la personalidad jurídica. Esto dice relación exclusivamente a sus
bienes. Y los derechos de las confesiones religiosas no tienen vinculación
alguna con la personalidad jurídica: emanan de su propio carácter de tales.
Por consiguiente, también es menester corregir la
iniciativa en ese aspecto.
La base de los derechos es distinta. Y hay que hacer
una separación entre el derecho de asociación, que corresponde a lo espiritual,
donde existe la libertad, y la persona jurídica, que corresponde a lo material,
donde todos deben someterse a reglas parecidas.
Señor Presidente, he querido manifestar esas dudas,
sin otra intención que la de procurar que la ley en proyecto cumpla su finalidad
(estoy seguro de que es el pensamiento de todos los que participamos en su
estudio), creando una situación real de libertad y de igualdad, pero en la que el
Estado, como sociedad creada por los hombres, pueda intervenir, no en el
aspecto religioso, sino únicamente en el funcionamiento material de las
organizaciones de que se trata.
He dicho.
El señor CANTUARIAS (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Honorable señor
Horvath.
El señor HORVATH.- Señor Presidente, en primer término, quiero hacer resaltar
la paciencia de los obispos, pastores y demás representantes de las distintas
organizaciones religiosas que hoy nos acompañan en las tribunas, lo que, en
mi opinión, constituye una demostración de la paciencia histórica que han
tenido para ir ganando espacio en nuestro territorio.
En seguida, debo puntualizar que, con motivo de este
proyecto de ley y de la constitución de una Comisión Especial para su estudio,
he ido adquiriendo un conocimiento gradual del gran número y variedad de las
organizaciones religiosas e iglesias existentes en el país. Su historia, sin duda,
está llena de vicisitudes tras el fin de hacer carne en nuestra patria los anhelos
espirituales y los valores más trascendentes del ser humano y su entorno.
La falta de conocimiento y la discriminación han
hecho crecer y mejorar en la adversidad a muchas de esas iglesias, en Chile y
en el resto del mundo. El jugarse por los valores trascendentes se transforma,
no sólo en un objetivo, sino también –como ha quedado de manifiesto en el
testimonio de las iglesias- en un modo de vida permanente.
¡Cómo no tener presentes los casos en que, respecto
de muchas de estas organizaciones, se ha negado cristiana o religiosa
sepultura, así como el derecho a la educación y a la participación social!
Según ha quedado claramente señalado en
intervenciones anteriores, la historia de las Constituciones chilenas y de
nuestro ordenamiento jurídico no es ajena a estos cambios. Por ejemplo,
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quiero citar la publicación “Personalidad Jurídica de las Iglesias”, de los
abogados Alejandro Silva Bascuñán y María Pía Silva Gallinato, en la cual,
comentando un trabajo del profesor de Derecho Constitucional don Jorge
Precht Pizarro, quien entiende que, según nuestra Carta Fundamental, todas
las iglesias tienen carácter de persona jurídica de derecho público, ellos hacen
un análisis constitucional que, al igual que otros trabajos importantes
realizados en el país, demuestra justamente lo contrario. Asimismo, se señala
cómo se ha ido ganando espacio, desde las Constituciones de 1833 y 1925,
hasta llegar, finalmente, a la de 1980, en la que, a través de una
interpretación de las Comisiones, se llega a una disyuntiva, para desembocar,
en definitiva, en que las iglesias y organizaciones religiosas deben acceder a la
plenitud de sus derechos mediante una ley. Y de ahí nace, claramente, la
necesidad de presentar el proyecto que hoy nos ocupa.
La historia de las distintas iglesias consta en diversos
textos. Estimamos que se abre un campo enorme, variado y rico, para
conocernos más, como ocurrió en la Comisión Especial. Los textos que recibí
(entre ellos, “La Libertad de Cultos en Chile” y “Los Evangélicos bajo la Cruz
del Sur de la Zona Austral”, desarrollados por don Juan Guillermo Prado) son
algunos ejemplos de esa historia. Pero también son muy importantes otros que
las iglesias entregaron a la referida Comisión, todos los cuales nos estimulan a
seguir estudiando el tema y a conocernos más.
La enorme variedad de iglesias y organizaciones
religiosas y su larga trayectoria en Chile, desde 1875, con el otorgamiento de
personalidad jurídica, quedan de manifiesto, por ejemplo, en un listado de 330
iglesias de origen protestante entre ese año y 1983.
Si a eso agregamos los antecedentes entregados por
la Oficina de Informaciones del Senado, que incluyen un listado de iglesias que
cuentan con personalidad jurídica, enviado por el Ministerio de Justicia,
tenemos un reconocimiento legal y social para una enorme cantidad de
entidades religiosas en el país, que detallo a continuación: en la Primera
Región, 7; en la Segunda, 7; en la Tercera, 1; en la Cuarta, 2; en la Quinta,
64; en la Sexta, 45; en la Séptima, 26; en la Octava, 116; en la Novena, 38;
en la Décima, 48; en la Undécima, 1; en la Duodécima, 3, y en la Región
Metropolitana, 487. ¡Es decir, la regionalización de las iglesias es un elemento
que también vamos a tener que considerar…!
Si por otra parte revisamos las estadísticas de
población correspondientes al último Censo, de 1992, veremos que, de un total
de 9 millones 660 mil 367 personas mayores de 14 años, 1 millón 688 mil 554
profesaban religiones no católicas; que los evangélicos y protestantes sumaban
1 millón 278 mil 644, y que, por fortuna, los indiferentes y ateos
representaban un porcentaje bastante menor (es evidente que están presentes
en nuestro país; y me parece bien que así sea y que ello se refleje en los
censos).
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En cuanto al proyecto mismo, que tiene por objeto
garantizar el ejercicio de la libertad de cultos en Chile, se estimó del caso, en
la primera instancia de discusión general, eliminar la referencia que el artículo
8° de la Cámara de Diputados hace en cuanto a dejar fuera del ámbito de
aplicación de la ley en proyecto las actividades vinculadas con el estudio y
experimentación de fenómenos síquicos o parasicológicos, prácticas mágicas,
supersticiosas, espiritistas u otras de naturaleza ajena o diferentes al
conocimiento de los cultos religiosos.
Asimismo, se discutió la supresión de la prohibición
de la existencia de entidades o el desarrollo de actividades destinadas al
satanismo. Queremos dejar en claro la imposibilidad de anular por ley la
existencia del Maligno. Por un profundo respeto a las iglesias y organizaciones
religiosas, que son precisamente las que impiden ese tipo de actividades o
entidades, nos parecía que dejar fuera esa prohibición constituía una evidente
manifestación de la Comisión Especial en el sentido de que se quiere una ley
de libertad de cultos y no una ley que restrinja actividades no vinculadas al
tema. Lo anterior, sin perjuicio de que la legislación sobre personalidades
jurídicas, otorgamiento de marcas y actividades económicas sea más rigurosa,
en atención a casos concretos que acontecen bastante seguido en nuestro país.
La ley debe establecer requisitos mínimos que
ameriten el beneficio de la personalidad jurídica de derecho público. En esta
materia hay que tener una preocupación especial, por haber sido tomada sobre
la base de una información incompleta del sistema español.
Del mismo modo, deberemos abordar en mejor forma
en la ley la posibilidad práctica de ejercer los cultos religiosos.
Pero volvamos a la discusión general.
La labor religiosa, social, educativa y recreativa de las
iglesias es muy relevante y forma parte del enriquecimiento, del ambiente y
del alma de nuestra patria. Las escuelas, liceos, universidades, institutos,
centros de rehabilitación, centros de formación juvenil, obras de beneficencia,
becas, organizaciones en beneficio del medio ambiente, medios de
comunicación, asistencia social y religiosa, y, desde luego, los templos, son
claves ejemplos de lo señalado.
Chile -y en particular en su representación en el
Senado- acoge, dentro de la gran tradición de tolerancia de nuestro país, a las
iglesias y organizaciones religiosas. Y, para cumplir con los derechos y
obligaciones constitucionales y morales, estamos por aprobar decididamente
este proyecto, en especial en un momento que llama a reflexión, como es la
finalización del segundo milenio y el asomarse en esta nueva dimensión, más
plena y espiritual, al tercer milenio.
He dicho.
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El señor CANTUARIAS (Vicepresidente).- Recuerdo a Sus Señorías que, por
acuerdo unánime de los Comités y de la Sala, el Orden del Día fue prorrogado
hasta las 20, con el fin de permitir el debate general de este proyecto y su
consiguiente votación. Aún quedan cuatro Senadores inscritos para hacer uso
de la palabra. De manera que, si intervienen en forma muy extensa, es
probable que el tiempo no alcance.
El señor DÍAZ.- ¿Por qué no dan su opinión al fundamentar el voto, señor
Presidente?
El señor CANTUARIAS (Vicepresidente).- Es lo que voy a proponer, señor
Senador.
En consideración a lo expuesto, consulto a esos
señores Senadores si tendrían inconveniente en hacer uso de la palabra para
fundamentar el voto, tal vez en un tiempo menor del que han dispuesto los
demás colegas, a fin de poder poner en votación el proyecto. Por supuesto,
podrían intervenir de inmediato, en el orden en que se hallan inscritos.
Si
no
hubiera
objeción,
adoptaríamos
ese
procedimiento.
Acordado.
En votación general el proyecto.
--(Durante la votación).
El señor CANTUARIAS (Vicepresidente).- Tiene la palabra para fundamentar el
voto, en primer lugar, el Honorable señor Valdés.
El señor VALDÉS.- Gracias, por su ecuánime decisión, señor Presidente, porque
modifica un poco el castigo que sufrimos quienes figuramos en los últimos
lugares de la lista. En todo caso, seré muy breve en mis reflexiones, porque ya
prácticamente se ha dicho todo.
Quiero recalcar la importancia del proyecto,
particularmente desde el punto de vista del reconocimiento del valor de la vida
espiritual en la sociedad. Me parece que ello reviste una significación que
trasciende a toda la discusión jurídica.
Hemos ingresado a una época marcada por los
grandes signos del progreso en el proceso del desarrollo humano. Existe un
reconocimiento universal de los derechos humanos; de la libertad, como
expresión de la dignidad de los seres humanos; de la democracia, como la
mejor forma de convivencia política y social; y, en fin, de otros principios
igualmente relevantes.
Sin embargo, simultáneamente con los notables
avances logrados después de cruentas dificultades, una impresionante oleada
de 0materialismo ha invadido nuestra sociedad, manifestada en una
impresionante caída del respeto y práctica de valores que corresponden a la
ética cristiana que informa nuestra cultura. El resguardo de dichos valores
éticos en la familia, en la vida política, en la actividad social, no sólo es materia
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de leyes, de normas, de castigos o de premios. El problema es más profundo:
corresponde a la formación de las personas, a la valorización de principios
espirituales, a la educación en normas de autocontrol, de disciplina en el
ejercicio de obligaciones y derechos.
En definitiva, la vida espiritual es la gran columna en
la cual se basa el comportamiento ético, porque crea una jerarquía de valores
adecuados a la naturaleza del ser humano. Y ¡por Dios! que están faltando en
Chile valores éticos en el comportamiento general de nuestra sociedad.
No podemos olvidar que el hombre está formado por
espíritu y materia. Y estamos abriendo un espacio gigantesco a la parte
material, y en buena hora. Pero este proyecto de ley toca un mundo que se
preocupa de lo espiritual, que es lo esencial.
Por eso, las religiones son tan fundamentales. La
libertad de culto, en igualdad de condiciones, es una fuerza que produce el
bien, que orienta y merece el respeto de quienes deseamos un Chile solidario,
justo, de hermanos.
La idea de Dios es anterior al Estado, y su culto debe
ser libre, dentro de los marcos de nuestras normas constitucionales y legales.
La iniciativa en estudio, que reconoce la igualdad de
las iglesias ante la ley, es un texto equilibrado, pero tendrá que ser objeto de
observaciones, que ya se han formulado y a algunas de las cuales me referiré
después.
Es difícil reglamentar o normar procesos religiosos
por parte del Estado. Ello, prácticamente, no es posible en el aspecto
espiritual, porque son anteriores al Estado y están por encima de él. Creo en la
libertad, y no solamente en la de movernos y hablar, sino, ante todo, en la
libertad de culto. Considero que esa libertad da responsabilidad. Por eso, no
concuerdo con limitaciones reglamentarias a la libertad de creer, de tener fe y
de practicarla dentro de la normativa constitucional. Estos derechos relativos a
la fe, al culto, a la práctica de cultos, son -repito- anteriores al Estado y no
pueden provenir de la inscripción en un registro o ser autorizados por ley. La fe
no se autoriza por ley; la expresión de la fe no puede ser autorizada por una
normativa legal: se ejerce dentro de las buenas costumbres y de las
disposiciones que se han establecido.
Otra cosa es la expresión física de las iglesias: sus
propiedades, sus recursos. Éstos se hallan sometidos al derecho de asociación,
y eso es normal. Y en ello concuerdo plenamente con lo expresado por el
Honorable señor Díez. No podemos confundir los dos campos. Creo que ahí hay
un punto que sí debe ser normado para que todas las iglesias gocen de
igualdad de derechos en estas materias. Lo demás corresponde a la libertad
del ser humano, a su capacidad y a la influencia que ejerza en la sociedad.
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Porque es la sociedad la que debe ser atraída por la idea espiritual, y las
iglesias están en ese ámbito.
Por lo tanto, estoy de acuerdo en aprobar en general
el proyecto.
Sin embargo, deseo participar en su simplificación, en
términos de dejar muy claro que lo que atañe a la religión propiamente tal es
libre, por existir antes del Estado. Pero, desde el punto de vista material, hay
que regular claramente las obligaciones y derechos, porque ahí nos
encontramos con algo muy difícil de definir. No se puede concretar qué es una
iglesia, ni se puede definir por ley qué es una actividad religiosa. Pero sí se
pueden controlar, facilitar o crear para las iglesias las condiciones de igualdad
para el ejercicio práctico, en términos de propiedades, de tributos, de status,
dentro de la concepción que hemos planteado.
Voto a favor.
El señor ROMERO (Presidente).- Tiene la palabra la Honorable señora Feliú.
La señora FELIÚ.- Señor Presidente, la verdad es que el proyecto regla dos
materias que, si bien presentan algunas similitudes, son en esencia muy
distintas entre sí. Una es la relativa a la garantía individual y el derecho de las
personas a profesar cualquier religión. La expresión de las creencias religiosas
es una manifestación, en el aspecto espiritual, de la libertad de los seres
humanos, que es anterior a la Constitución Política y que ésta sólo se limita a
reconocer.
El otro tema no es espiritual, sino que netamente
material, y se relaciona con la forma en que las iglesias se desenvuelven en el
campo del derecho -en este caso, la legislación que ahora se discute- y en un
mundo donde, además, se les reconoce ciertas franquicias de carácter
tributario.
Ya se han referido al primer aspecto todos los
Senadores que me han precedido en el uso de la palabra, y a fin de acortar
esta intervención, no voy a profundizar sobre él. Creo firmemente que esta
iniciativa sólo puede reafirmar el derecho de la libertad de conciencia, que es
anterior a la Constitución. No obstante, cabe destacar que las normas que se
proponen, que reconocen el ejercicio de este derecho, tienen como límite el
artículo 8º, que, reproduciendo las normas de la Carta Fundamental, se remite
a la moral, a la buenas costumbres y al orden público, pero hace una expresa
declaración de prohibición de la existencia de entidades o el desarrollo de
actividades dedicadas al satanismo. Y si bien se ha cuestionado esta materia,
creo que no es sino una forma de poner de manifiesto lo que la Constitución
Política prohíbe o limita, en el sentido de respetar la moral, las buenas
costumbres y el orden público. Creo que el satanismo queda comprendido
precisamente en ese enunciado. En cuanto a quién va a determinar si existe
satanismo o no, será un tribunal el que ponderará las circunstancias de hecho,
sobre la base de las pruebas que se alleguen y de lo que el propio tribunal
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determine. Pero, como digo, se trata de una materia que corresponderá
resolver a los tribunales de justicia.
El segundo tema, que es de carácter terrenal, se
vincula con la personalidad jurídica de las iglesias. Se reconoce la calidad de
iglesia a las entidades que cumplan los siguientes requisitos: inscripción en un
registro público del Ministerio de Justicia de la escritura pública en que consten
los estatutos y el acta de constitución; el transcurso del plazo de noventa días
sin que se hayan formulado objeciones a tal inscripción, y la publicación en el
Diario Oficial del extracto del acto de constitución que incluya el número de
registro asignado.
Ese sistema es absolutamente simple, fácil. Y desde
el momento en que queda a firme la inscripción en el registro público, la
entidad religiosa goza de personalidad jurídica de derecho público. En verdad,
la simplicidad para la obtención de la personalidad jurídica podría, tal vez,
hasta ser admirada como un reconocimiento del derecho de asociación. Sin
embargo, hay dos elementos que nos deben hacer mirar esta facilidad con
alguna precaución.
En primer término, considero discutibles las normas es indispensable perfeccionarlas- que liberan de tributos u otorgan franquicias
tributarias. Las instituciones religiosas que obtengan la personalidad jurídica
gozarán, de pleno derecho, de las franquicias que establezca la ley. Siendo así,
debemos temer, y por lo tanto precaver, la inscripción como personas
religiosas o como iglesias de entidades que no lo sean y que simulen tal
condición a fin de recibir beneficios tributarios.
Al respecto, estimo conveniente recordar que el
proyecto tiene como fundamento y antecedente la legislación española, que es
bastante poco compleja. En el sistema jurídico español hay normas muy
simples para adquirir la personalidad jurídica, pero un reglamento las
complementa mediante una serie de elementos que permiten que ese
reconocimiento sea -por así llamarlo- fundado. Entre las disposiciones vigentes
de la legislación española, se halla el funcionamiento de una comisión
integrada, una mitad, por representantes de organismos del sector público
(entidades públicas de Gobierno) y la otra mitad por los de las iglesias
indiscutidas -por darles un nombre-, tradicionales y de gran antigüedad. Dicha
comisión ha ido generando una importante jurisprudencia, como, por ejemplo,
la necesidad de que las entidades que se inscriban como iglesias tengan cierta
antigüedad de funcionamiento, que posean lo que se ha llamado el
asentamiento social -es decir, que gocen de reconocimiento como tales en la
sociedad- y que cuenten con determinado número de personas. Alguien se
refirió a esto como a una especie de afiliados. No se trata de eso, sino de
iglesias con algún reconocimiento. Es decir, que no sean entidades ficticias. En
el fondo, no se está hablando de requisitos, sino de procurar el real
reconocimiento de las iglesias que son tales y no de entidades que no revistan
esa calidad.
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Reitero: las franquicias que otorga el proyecto
constituyen un sistema de excepción. Por lo mismo, su aplicación debe ser un
reconocimiento para las iglesias que realmente tienen derecho a ellas.
Por otra parte, considero discutible la facilidad de
inscripción para obtener el reconocimiento como iglesia, porque mediante él se
obtiene la personalidad jurídica de derecho público. Algunos Senadores que me
han antecedido en el uso de la palabra se han felicitado por el establecimiento
de este tipo de mecanismo, pero a mí me llena de dudas. ¿Qué alcance tiene el
hecho de que una entidad posea personalidad jurídica de derecho público?
Según el Diccionario de la Lengua Española, lo “público” es lo que se aplica “a
la potestad, jurisdicción y autoridad para hacer una cosa, como contrapuesto a
privado.”. Numerosas disposiciones vigentes se refieren a lo “público”, entre
ellas algunas que me parecen relevantes, como las de la Ley Orgánica
Constitucional de Bases Generales de la Administración del Estado que aluden
a las necesidades públicas, a las potestades públicas, a los servicios públicos, a
la función pública y a los funcionarios públicos.
El estudio de las normas en debate también nos lleva
a algunas interrogantes. ¿Se aplicarán las disposiciones relativas a lo “público”
a las iglesias que se registren? En verdad, como planteó el Senador señor
Thayer -quien me antecedió en el uso de la palabra-, no debemos olvidar que a
lo público se le aplican muchas limitaciones y no beneficios.
Diversas leyes se han referido a los sectores público y
privado. Interpretándolas, la jurisprudencia de la Contraloría General de la
República ha declarado que lo público dice relación a los integrantes de la
Administración del Estado y que gozan de personalidad jurídica, reconocida
explícitamente por la ley.
Estimo que en esta materia resulta más conveniente
la creación de una entidad especial, como proponía el mensaje, el que aludía a
las iglesias u organizaciones religiosas. Este sistema de personalidad jurídica
no contravendría nuestro régimen jurídico, ni afectaría a las iglesias con
limitaciones que no les corresponden.
El señor ROMERO (Presidente).- Señora Senadora, ha terminado su tiempo.
La señora FELIÚ.- Señor Presidente, deseo recordar que estaba inscrita para
intervenir.
El señor ROMERO (Presidente).- Sí. Pero está excedida en el tiempo, señora
Senadora.
La señora FELIÚ.- Pero no en el correspondiente al debate general.
El señor ROMERO (Presidente).- Sí, también en ése.
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La señora FELIÚ.- Entonces, termino aludiendo a la situación de la Iglesia
Católica.
Algunos señores Senadores se han referido a ella, y
quiero recordar especialmente las razones dadas por los Honorables señores
Larraín, Thayer y Díez, las que hago mías, en cuanto al reconocimiento que
recibe la Iglesia Católica y por qué lo tiene. Sin embargo, me interesa destacar
que las normas que ahora se discuten no podrían cambiar su estatuto, porque
la personalidad jurídica adquirida bajo el amparo de una ley no puede ser
alterada por una legislación posterior, debido a que ello contraviene derechos
adquiridos y nuestro sistema jurídico, y, además, lo relativo a la retroactividad
de las leyes en cuanto a que expresamente reconoce que el derecho de las
personas jurídicas nacidas bajo el amparo de determinada disposición legal no
puede ser modificado por otra posterior.
Voto a favor.
El señor FERNÁNDEZ.- Señor Presidente, el proyecto en estudio tiene, a mi
juicio, algunos aspectos básicos y esenciales que debemos destacar y otros
que merecen ser corregidos en el segundo informe, cuando se analicen las
indicaciones que necesariamente se le formularán.
Al respecto, quiero señalar que ni esta iniciativa, ni
ninguna otra, otorgan derechos a las personas para ejercer la libertad
religiosa. Ésta es anterior al Estado y, por lo tanto, no está sometida a la ley,
sino a la conciencia de cada uno. Por eso, el principal instrumento que
consagra la libertad religiosa en el país es la Constitución Política de 1980, que
asegura a todos los habitantes de la nación la libertad de conciencia. Dice
“asegura” -es decir, no está otorgando el derecho-, porque esa libertad es
anterior a la Constitución y a la ley. Me parece esencial ese aspecto y debemos
tenerlo en cuenta en toda legislación que se dicte para complementar las
normas de la Carta Fundamental.
La Constitución Política contiene las normas básicas
que aseguran la libertad religiosa. Dispone que “La libertad de conciencia, la
manifestación de todas las creencias y el ejercicio libre de todos los cultos que
no se opongan a la moral, a las buenas costumbres o al orden público.”. Ésta
es la regla general. Por lo tanto, cualquier precepto que de una u otra manera
obstaculice los derechos que la Carta asegura, vulneraría esas disposiciones
constitucionales.
El objetivo central del proyecto, de acuerdo con lo
conversado con distintos personeros de las entidades religiosas, es
básicamente establecer la libertad e igualdad de todas las religiones del país y
evitar la discriminación religiosa. Vale decir, dos objetivos básicos: la igualdad
y el evitar la discriminación. Y éstos son los conceptos inspiradores de todo el
proyecto. Por lo tanto, ése es el aspecto fundamental que debemos tener en
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cuenta en el estudio pormenorizado de todas y cada una de las normas. Y lo
que queremos no es otorgar un derecho que ya tienen y que les corresponde
en forma natural a las distintas religiones, sino evitar la discriminación y
asegurarles la igualdad. Tal es el principio rector de la legislación que vamos a
establecer.
En consecuencia, por ejemplo, los Capítulos I y II del
proyecto en cuestión debemos considerarlos, a mi juicio, como meras
declaraciones de principios que en ningún caso pueden restringir los derechos
anteriores e incluso superiores a esta ley que tienen todas las personas que
profesan una determinada religión. Por lo tanto, debemos entenderlos como
simples normas enunciativas que, en algunos casos, será necesario corregir,
como las que en el Capítulo II, cuando se habla de la libertad religiosa y de
culto, entran a definir algunos conceptos, otorgando determinadas facultades.
¿Qué ocurre si una Iglesia desea contar con otras facultades distintas de éstas
y que el legislador, aunque se esmere mucho en enunciar, ha omitido? ¿No
podrá ejercerse en este caso la garantía constitucional que la Carta
Fundamental asegura? No es así. De manera que todas las enunciaciones y
enumeraciones contenidas en el artículo 6°, si es que estimamos necesario
incluirlas en la ley, debemos entenderlas solamente a título referencial,
meramente enunciativo, y en ningún caso considerar que constituyen una
enumeración taxativa de las atribuciones que, de acuerdo con la libertad
religiosa y de culto, pueden desarrollar todos los ciudadanos de la República.
Por ello, considero necesario entrar a una revisión
muy profunda de los artículos 6°, 7° y siguientes, que estatuyen determinadas
normas que, a mi juicio, podrían ser atentatorias a la libertad de culto. Por
ejemplo, el artículo 7° dice que "En virtud de la libertad religiosa y de culto, se
reconoce a las entidades religiosas, entre otras, las siguientes facultades:". Y
enumera un conjunto de atribuciones que, obviamente, son absoluta y
totalmente insuficientes, a mi entender, porque la riqueza en que se
desenvuelven nuestras organizaciones religiosas es muy superior a la
enunciación que se hace en el proyecto. Las entiendo y comprendo como
meramente enunciativas, como declarativas de una muy buena intención, pero
que, naturalmente, no revisten en sentido alguno el carácter de norma
restrictiva. Es decir, si algún ente religioso pretendiera ejercer facultades
distintas de las aquí enumeradas, y que se omitieron ya sea por error o
simplemente porque el legislador no quiso incluirlas, creo que tiene pleno
derecho a ponerlas en práctica, recurriendo directamente a la norma
constitucional consignada en el N° 6 del artículo 19 de la Constitución que, sin
restricción de ninguna especie, les permite desarrollarlas, salvo que se
opongan a la moral, a las buenas costumbres y al orden público. Las
limitaciones establecidas en la ley no están contenidas en la Carta
Fundamental y, por lo tanto, no contravienen las normas constitucionales a
este respecto.
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El aspecto que debemos considerar como de orden
práctico para evitar la discriminación y establecer la igualdad entre las distintas
religiones, probablemente está contenido en el artículo 3° y en los siguientes
referentes a la personalidad jurídica de los entes religiosos. Ésta se otorga con
el único propósito de evitar la discriminación y mantener la igualdad frente a
otros credos y para lo concerniente a los bienes. Y en ningún caso la
personería jurídica condiciona la posibilidad de ejercer legítimamente un culto,
porque solamente se refiere a la parte material, a los bienes relacionados con
las iglesias, y como una manera de que el Estado pueda conocer y ordenar los
beneficios tributarios que deben otorgarse a todos por igual. De modo que
todas esas normas deben tener ese sentido inspirador que en ningún caso
puede afectar el ejercicio de la libertad religiosa, sino más bien lo relativo a los
bienes, que compete al derecho común, con los beneficios tributarios que la ley
otorga.
Cabe advertir al respecto que el artículo 10 dice: "El
Ministerio de Justicia no podrá denegar el registro". Sin embargo, puede
objetar la constitución "si faltare algún requisito o si los estatutos o los fines y
objetivos perseguidos se apartaren de las disposiciones de esta ley.". Creo que
ésa es una norma que no existe, y a la cual no podemos atribuir legitimidad.
¿Quiere decir que el Ministerio de Justicia va a entrar a determinar cuáles son
los fines y objetivos de una entidad religiosa? Si así fuera, estaríamos
contraviniendo las normas constitucionales que aseguran la más amplia
libertad en este sentido, y en ninguna parte está constituida ni establecida una
norma de esa naturaleza. Por lo tanto, también será necesario proceder a la
revisión de esta nomenclatura. Y, asimismo, todo el resto de la legislación
común aplicable a las entidades religiosas debemos entenderla en el sentido de
que la intención del legislador es otorgar a esas entidades religiosas los
beneficios de que carecen en la actualidad, para igualarlas y evitar la
discriminación.
Tales son algunos de los aspectos básicos a los cuales
deseaba referirme y, naturalmente, votaré favorablemente la idea de legislar,
sin perjuicio de formular las observaciones destinadas a que los objetivos
claramente identificados en el proyecto se especifiquen con mayor precisión.
He dicho.
El señor ROMERO (Presidente).- Tiene la palabra la Honorable señora Carrera.
La señora CARRERA.- Señor Presidente, la Sala del Senado está frente a un
proyecto de importancia histórica, que ha sido estudiado por dos Comisiones,
por una Especial y por la de Hacienda. En ambas el articulado fue votado por
unanimidad. Es verdad que todo proyecto es perfectible, especialmente si
estamos de acuerdo en las ideas de fondo. Por lo tanto, creo que tras la
discusión circunstanciada de los artículos, la iniciativa será también aprobada
por unanimidad.
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El proyecto, a mi entender, y a pesar de lo que se ha
dicho aquí en contrario -reconozco, sí, que hay razones para estudiar algunos
artículos con mayor profundidad-, está destinado a garantizar las disposiciones
constitucionales de igualdad ante la ley y la libertad de religión y de culto;
avanza también en la definición del concepto de iglesia; innova al configurar un
nuevo concepto: las entidades religiosas, como sujeto distinto de otras
instituciones; regula el procedimiento para que estas entidades puedan
acceder a una personalidad jurídica especial de derecho público, que es la
personería jurídica de carácter religioso, y dicta las normas básicas del manejo
de su patrimonio.
Todos estos asuntos son de la mayor relevancia. Sin
embargo, quiero llamar la atención del Senado al hecho de que la libertad de
conciencia y de culto está definida como Derecho Humano esencial en tratados
y convenciones ratificados por Chile a lo largo de más de 50 años, y, a su vez,
se halla consignada en la Constitución de 1925 y en la de 1980, sin que se
procediera a plasmarla en una ley que la normara en forma satisfactoria.
No hay duda de que hacerlo hoy día constituye un
signo importante, que tiene que ver con cambios -que dan cuenta de una
necesidad- en la apreciación del fenómeno espiritual sobre las personas y las
comunidades y con la diversidad de sus manifestaciones. Desde el punto de
vista social, no deja de impresionarme que esto ocurra en una época
caracterizada desde muy distintos ámbitos como de integrista, de gran
individualismo, y que, a la luz de ciertos discursos y de la práctica, pareciera
entenderse que el mundo está compuesto sólo de consumidores y de mercado
(consumidores con minúscula, y mercado con mayúscula). Llama la atención el
hecho de que sea precisamente hoy cuando se puede perforar la dura corteza
del pragmatismo y de que podamos votar una ley sobre iglesias -lo espiritualque podría estar vigente desde hace 70 años.
Más allá de estar muy de acuerdo con la iniciativa,
por mi profundo respeto a los sentimientos religiosos, la considero un muy
interesante y auspicioso fenómeno cultural, orientado hacia la ampliación de la
libertad de conciencia, al respeto al derecho a ser diferente y a manifestarse
según sus creencias de bien común, y, sobre todo, un reconocimiento de que
el hombre es más que un ente destinado sólo a producir y a consumir.
También es muy importante que la Comisión Especial
reconozca que hay temas que los legisladores no pueden pretender normar,
como son por su naturaleza las religiones, y que la ley se mantenga sólo en lo
que tiene que ver con el orden normativo estatal, esto es, lo que las valida
para actuar en el orden temporal.
El reconocimiento de espacios diferentes de la vida y
la sociedad, con el debido respeto al ámbito de las creencias y necesidades
espirituales, y que la iniciativa se limite estrictamente a garantizar la igualdad
ante la ley de todas las religiones, facilite ésta con preceptos sencillos, y
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DISCUSIÓN SALA
norme, exclusivamente, las actividades en la sociedad civil, es un importante
avance. No hay duda de que el proyecto honra al Senado, por su respeto a las
expresiones de la conciencia.
La iniciativa adquiere particular relevancia al
garantizar en su articulado la igualdad de todas las religiones ante la ley. Esto
termina con discriminaciones legales y administrativas. Significa que nuestra
sociedad en su conjunto reconoce la importancia, como entidad espiritual, con
todos sus atributos, de todas y cada una de las iglesias, independientemente
de su peso numérico actual. Es el reconocimiento por la sociedad de que todas
y cada una de las iglesias tienen un rol de constructoras del bien común, desde
un ámbito privilegiado, al que no todos tienen acceso, y que nos enriquece
como comunidad.
La igualdad ante la ley es el anhelo más sentido de
las iglesias evangélicas, que en gran número existen en nuestro país,
efectuando una actividad espiritual y de bien común reconocida por todos en
esta sesión.
Esperamos que esta iniciativa cumpla con sus
aspiraciones.
Voto que sí.
El señor DÍAZ.- Señor Presidente, en plena revolución española -sangrienta
revolución, que costó la vida a más de un millón de personas-, le preguntaron
al Presidente Manuel Azaña a qué le temía más en la vida. Y éste contestó que
a un requeté recién comulgado.
Parece
increíble,
pero,
indiscutiblemente,
el
integrismo religioso o el fervor llevado a un extremo pueden producir
situaciones de ese tipo.
Y no digamos nada de lo que sucede en Irlanda,
donde un ciudadano católico degüella a uno protestante en nombre de Cristo;
y el protestante le devuelve la mano, también en nombre de Cristo. Y se
siguen degollando entre ellos.
El señor HAMILTON.- Eso ocurre en Irlanda del Norte, señor Senador.
El señor DÍAZ.- El señor Senador, descendiente de irlandeses del sur, me
aclara que esta situación se produce en Irlanda del Norte, cuestión que recojo.
Pero el hecho es el mismo: que en nombre de un
mismo Cristo, que a lo único que vino al mundo fue a enseñarnos la paz, se
degüellan.
Y para qué hablar de los islámicos, o de los judíos.
Y todo lo que señalo, ¿a qué viene? A que nos
encontramos en un Senado ejemplar, en una democracia que permite que
católicos, agnósticos, protestantes, anglicanos, luteranos y todos, estemos
conversando tan amable y civilizadamente. Esto honra al Senado chileno y,
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DISCUSIÓN SALA
también, a los pacientes que nos escuchan desde las Tribunas, que han
esperado durante 72 años.
Y respecto a este tiempo, quiero señalar lo siguiente.
Quizás -excúsenme que lo diga-, tratar esta materia
antes no hubiese sido adecuado. Algunos creen que pudo verse hace tres
cuartos de siglo. Pero, ¿qué pasó en ese tiempo? Hubo Gobiernos muy difíciles,
como los de los tres Presidentes radicales, que eran masones conocidos y muy
tolerantes: Pedro Aguirre Cerda, Juan Antonio Ríos, Gabriel González Videla.
Ellos, a lo mejor, no quisieron provocar -como habría sucedido- un conflicto de
este tipo, porque las cosas no estaban absolutamente maduras como para que
se hubiera verificado un debate como el que hoy día estamos llevando a cabo.
Porque en Chile, fuera de las situaciones derivadas del asunto del patronato, la
cuestión del sacristán, los cementerios laicos, y otras más, prácticamente ha
habido puras escaramuzas. Pero nunca la sangre ha llegado al río por
cuestiones religiosas, como ocurrió en otros países. Creo que eso honra la
política chilena y a todos nosotros. De modo que, con prudencia y sabiduría, ni
Pedro Aguirre Cerda, ni Juan Antonio Ríos ni Gabriel González Videla, ni
tampoco Carlos Ibáñez del Campo, que también era masón -todos lo sabemos,
en lo personal escuché esa declaración-, quisieron provocar una reacción de
esa naturaleza.
Después vinieron dos Presidentes católicos: Jorge
Alessandri y Eduardo Frei Montalva, que tampoco quisieron hacerlo. Hay que
suponer, entonces, que nuestros Presidentes tienen la suficiente sabiduría y
prudencia.
Y para qué hablar del Gobierno de Allende. Porque
éste -lo señalo con todo respeto- tenía bastantes problemas como para
echarse encima otro más, y de este tamaño.
Y luego vino el Gobierno del General Pinochet…
Y, después, hubo dos Presidentes católicos: Patricio
Aylwin y Eduardo Frei Ruiz-Tagle, que finalmente sí se atrevieron. Y lo han
hecho porque las condiciones de clima de reconciliación, de historia, de
convivencia; el ambiente de la Sala y también de quienes se encuentran en las
Tribunas, han sido propicias. Creo que las circunstancias se han dado
favorablemente.
Para terminar, quiero hacer dos referencias muy
breves, para aclarar algunas cosas.
En primer lugar, la Virgen del Carmen como patrona
de las tropas chilenas no fue impuesta por los frailes o curas, sino que fue una
promesa que hicieron dos Generales: San Martín y O’Higgins.
Eso me lo enseñó la historia, a menos que lo que
haya leído no hubiese sido cierto. La Virgen del Carmen, por petición expresa
hecha antes de la batalla de Maipú, fue declarada patrona de las tropas
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DISCUSIÓN SALA
chilenas, y a nadie se le obliga a ir a la procesión. Ahora, quienes concurrimos
a ella, por supuesto, ganamos indulgencias.
El señor ROMERO (Presidente).- Se acabó su tiempo, señor Senador.
El señor DÍAZ.- Termino en seguida, señor Presidente.
En segundo lugar, quiero referirme al nombre de la
Iglesia Católica, pues hace tiempo que se le borró la palabra “Romana”. De
manera que su nombre es: Iglesia Católica y Apostólica. Y “Católica” quiere
decir universal. Lo señalo para aclarar a algunos que se les pegó lo de
“Romana” y están atrasados como en 30 años, puesto que desde el último
Concilio ya se le suprimió esa palabra.
Y, para finalizar, debo señalar que el proyecto viene
en un momento oportuno, pues existe ambiente de fraternidad, de civilización,
todo lo cual me hace sentir orgulloso de pertenecer a esta Alta Corporación,
que trata materias como ésta en forma tan delicada y con tanta elevación.
Voto que sí.
El señor LAGOS.- Señor Presidente, deseo precisar que el Jefe del Estado que
se atrevió a asistir a un acto de las iglesias que esta tarde están representadas
en las tribunas fue el Presidente Pinochet. El primer Te Deum al que asistió fue
como muestra de respeto y reconocimiento a ellas.
A mi juicio, el proyecto en debate viene a poner
término a la discriminación y desigualdad existente entre los credos religiosos.
En honor al tiempo, hago mías las expresiones del
Honorable señor Ríos, y voto que sí.
El señor NÚÑEZ.- Por las razones que di en su oportunidad, voto a favor.
El señor RÍOS.- Señor Presidente, quiero aprovechar la fundamentación del
voto para agregar un par de ideas.
En primer lugar, como Presidente de la Comisión
Especial y, en nombre de los señores Senadores que la componen, deseo
agradecer profundamente las expresiones vertidas en el interesante debate
habido, las cuales, sin duda alguna, enriquecen la labor desarrollada por ella,
en especial, durante el análisis en particular del articulado del proyecto. El
cúmulo de antecedentes, aspectos e inquietudes planteados por Sus Señorías
fueron conocidos y estudiados por ese organismo, el cual tiene respuestas a
ellos; pero no es del caso debatirlos ahora.
Como aquí se señaló, transitamos por el camino hacia
la plenitud social, religiosa y de vida armónica en nuestro país, lo cual,
indudablemente, enorgullece y fortalece a la nación chilena.
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DISCUSIÓN SALA
Para los efectos de la historia fidedigna de la ley,
quiero dejar claramente establecidos dos aspectos que, desde mi punto de
vista, surgen claros y espontáneos del debate. El primero es que queda
delimitada precisa y específicamente la expresión de vida espiritual, de iglesia
u otra denominación que desee dársele, respecto de las cosas del Estado.
Durante el análisis de esos aspectos en la Comisión, quedó meridianamente
delineada la relación con las personas que, en virtud de las normas
constitucionales, se unen para llevar a cabo una acción religiosa, establecer
una iglesia o una entidad religiosa y actuar como personas jurídicas.
Avanzaremos sobre todo en el proceso propio de las cosas del César y no de
las cosas de Dios.
El segundo elemento que quiero mencionar se refiere
a las expresiones de un señor Senador que -creo- reflejan la opinión de todos:
en un Estado no confesional, la ley en proyecto no puede tener otro ámbito
que no sea la globalidad de la práctica religiosa en Chile, evitando así toda
forma de discriminación.
Por lo tanto, hemos aprobado una ley marco para el
funcionamiento de las iglesias y organizaciones religiosas.
Reitero mis agradecimientos, en mi calidad de
Presidente de la Comisión Especial y, al mismo tiempo, deseo expresar con
mucha alegría que doy mi apoyo al proyecto.
El señor SIEBERT.- Señor Presidente, con especial agrado, hemos asistido esta
tarde al debate en el Senado de esta iniciativa tan especial y necesaria para
impulsar y perfeccionar la igualdad y la no discriminación entre las diversas
creencias y entidades religiosas, contribuyendo con ello a dar pleno
cumplimiento a lo que nuestra Constitución establece.
Hasta la fecha, ha existido en Chile una deuda de tipo
espiritual, la que con el proyecto en estudio tiende a llegar a su fin.
En cuanto al proceso mismo, se abre un interesante
espacio, a partir de hoy, para que, por la vía de las indicaciones,
enriquezcamos el loable trabajo realizado por la Comisión Especial, presidida
por el Honorable señor Ríos.
Todos estamos abiertos a escuchar y analizar las
sugerencias y proposiciones que en nuestras respectivas regiones hagan las
diferentes corrientes religiosas que aún no están satisfechas con el
concienzudo trabajo realizado por el organismo técnico.
Por eso me atreví a solicitar a la Mesa de la
Corporación un plazo de estudio suficientemente amplio para permitir esta tan
importante fase del proceso legislativo, en que muchos Parlamentarios que no
dominan los aspectos espirituales ni jurídicos se han nutrido de la experiencia
y conocimientos de los representantes de las distintas entidades que han
trabajado activamente en este proyecto, que califico de histórico.
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DISCUSIÓN SALA
Por todo lo anterior, con júbilo, satisfacción, espíritu
fraterno y con mi particular agradecimiento, voto favorablemente la idea de
legislar.
--Se aprueba en general el proyecto (41 votos a
favor).
Votaron los señores Bitar, Calderón, Cantuarias,
Carrera, Cooper, Díaz, Díez, Errázuriz, Feliú, Fernández, Frei (doña Carmen),
Gazmuri, Hamilton, Hormazábal, Horvath, Huerta, Lagos, Larraín, Larre,
Lavandero, Letelier, Martin, Matta, Mc-Intyre, Muñoz Barra, Núñez, Ominami,
Otero, Páez, Piñera, Prat, Ríos, Romero, Ruiz (don José), Siebert, Sinclair,
Sule, Thayer, Valdés, Zaldívar (don Adolfo) y Zaldívar (don Andrés).
El señor ROMERO (Presidente).- El Senado se siente muy honrado por el alto
nivel del debate habido en la Sala, así como por la profundidad conceptual del
mismo.
Deseo agradecer, en nombre de la Corporación, el
interés y el respeto mostrados por los asistentes a las tribunas, y los invito a
reunirnos en el vestíbulo para despedirlos y facilitarles la manifestación de
expresiones de agradecimiento que deseen realizar, invitación que hago
extensiva a todos los señores Senadores.
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BOLETÍN INDICACIONES
2.6. Boletín de Indicaciones
Senado. Fecha 10 de junio, 1997. Indicaciones de Parlamentarios.
BOLETIN Nº 1111-07 (I)
INDICACIONES FORMULADAS DURANTE LA DISCUSION GENERAL DEL
PROYECTO DE LEY QUE REGULA LA CONSTITUCION JURIDICA Y
FUNCIONAMIENTO
DE
LAS
IGLESIAS
Y
ORGANIZACIONES
RELIGIOSAS.
ARTICULO 1º
1.-
De los HH. Senadores señores Díez y Piñera, para suprimirlo.
2.Del H. Senador señor Fernández, para reemplazarlo por el texto del
inciso primero del Nº 6 del artículo 19 de la Constitución Política de la
República.
ºººº
3.Del H. Senador señor Mc-Intyre, para intercalar, a continuación del
artículo 1º, el siguiente, nuevo:
“Artículo...- Las normas de la presente ley regulan el
ejercicio de las libertades de religión y de culto, sea por personas naturales o
por las entidades religiosas definidas en el artículo 5º. Ellas, no obstante, no se
aplican a las entidades a que se refiere el inciso segundo del artículo 547 del
Código Civil.”.
ºººº
ARTICULO 2º
4.De los HH. Senadores señores Díez y Piñera, y 5.- señor Mc-Intyre, para
suprimirlo.
6.-
Del H. Senador señor Fernández, para sustituirlo por el siguiente:
“Artículo 2º.- Todas las iglesias, las confesiones e
instituciones religiosas son iguales y por ende queda prohibida toda
discriminación entre ellas.”.
7.-
Del H. Senador señor Errázuriz, para reemplazarlo por el siguiente:
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BOLETÍN INDICACIONES
“Artículo 2º.- Ninguna persona o grupo de personas podrá
ser discriminada en razón de sus creencias religiosas y éstas no podrán
invocarse para anular, restringir o afectar la igualdad consagrada en la
Constitución y en la ley. La ley, al regular la libertad religiosa no podrá
discriminar arbitrariamente el trato específico que corresponde a cada iglesia,
confesión o institución religiosa, ya sea, en razón de su peculiar aporte al bien
común o de su notorio arraigo en el país.”.
8.-
Del H. Senador señor Otero, para sustituirlo por el siguiente:
“Artículo 2º.- Ninguna persona o grupo de personas podrá
ser discriminada en razón de sus creencias religiosas y éstas no podrán
invocarse para anular, restringir o afectar la igualdad consagrada en la
Constitución y en la ley. La ley, al regular la libertad religiosa deberá
considerar el trato específico que corresponde a cada iglesia, confesión o
institución religiosa, en razón de su peculiar aporte al bien común y de su
notorio arraigo en el país. El Estado podrá celebrar acuerdos con las entidades
religiosas para regular el ejercicio de la libertad religiosa, considerando en ellos
las peculiaridades de cada entidad religiosa.”.
ARTICULO 3º
9.De los HH. Senadores señores Díez y Piñera, 10.- señor Mc-Intyre, y
11.- señor Núñez, para suprimirlo.
12.-
Del H. Senador señor Fernández, para reemplazarlo por el siguiente:
“Artículo 3º.- El Estado deberá otorgar especial protección
al ejercicio de la libertad religiosa y de culto.”.
13.- De los HH. Senadores señor Otero, y 14.- señor Urenda, para sustituirlo
por el siguiente:
“Artículo 3º.- El ejercicio de los derechos que emanan de la
libertad religiosa y de culto no tiene otro límite que el orden público, la moral y
las buenas costumbres.”.
15.-
De la H. Senadora señora Feliú, para reemplazarlo por el siguiente:
“Artículo 3º.- El ejercicio de los derechos que emanan de la
libertad religiosa y de culto no tiene otro límite que el orden público, la moral y
las buenas costumbres.
Queda prohibida la existencia de entidades o el desarrollo
de actividades destinadas al satanismo.”.
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BOLETÍN INDICACIONES
16.-
Del H. Senador señor Errázuriz, para sustituirlo por el siguiente:
“Artículo 3º.- El ejercicio de los derechos que emanan de la
libertad religiosa y de culto no tiene otro límite que el orden público, la moral y
las buenas costumbres. Queda prohibida la existencia de entidades o el
desarrollo de actividades destinadas a satanismos.”.
17.- Del H. Senador señor Zaldívar (don Andrés), para reemplazarlo por el
siguiente:
“Artículo 3°.- Es Estado garantizará que las personas
desarrollen libremente sus creencias religiosas y la libertad de las iglesias,
confesiones e instituciones religiosas para participar en la consecución del bien
común.”.
18.- Del H. Senador señor Letelier, para reemplazar la palabra “creencias”
por “actividades religiosas”.
ARTICULO 4º
19.-
Del H. Senador señor Fernández, para suprimirlo.
20.-
De la H. Senadora señora Feliú, para sustituirlo, por el siguiente:
“Artículo 4º.- Para los efectos de esta ley se entiende por
iglesia, confesión o institución religiosa, a las entidades que cuenten con una
organización estable de personas, sostenida por el vínculo de una fe común y
por una regulación jurídica propia, de la cual resultan configurados los órganos
de representación.
No tendrán este carácter las entidades relacionadas con el
estudio y experimentación de fenómenos psíquicos o parasicológicos u otros de
naturaleza ajena o diferentes al conocimiento y culto religiosos.”.
21.- De los HH. Senadores señores Díez y Piñera, para reemplazarlo por el
siguiente:
“Artículo 4º.- Para los efectos de esta ley se entiende por
iglesia, confesión o institución religiosa, a las entidades fundadas en una
organización estable de personas, sostenida por el vínculo de la fe común y por
su propia regulación jurídica, en la cual resultan determinados sus
representantes.”.
22.-
Del H. Senador señor Errázuriz, para sustituirlo por el siguiente:
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BOLETÍN INDICACIONES
“Artículo 4º.- Para los efectos de esta ley se entiende por
iglesia, confesión o institución religiosa, a las entidades que cuenten con una
organización estable de personas, sostenida por el vínculo de una fe común y
por una regulación propia, de la cual resultan configurados los órganos de
representación, y que practiquen, enseñen y difundan esa fe.”.
23.-
Del H. Senador señor Mc-Intyre, para reemplazarlo por el siguiente:
“Artículo 4º.- Para los efectos de esta ley se entiende por
iglesia, confesión o institución religiosa, a las entidades que cuenten con una
organización estable de personas, sostenidas por el vínculo de una fe común y
por una regulación jurídica propia.”.
24.-
Del H. Senador señor Núñez, para sustituirlo por el siguiente:
“Artículo 4º.- Para los efectos de esta ley, se entiende por
iglesias, confesiones o instituciones religiosas a las entidades formadas por
personas que profesen una determinada fe, la practiquen, enseñen y difundan,
y que tienen como su finalidad principal, rendir culto.”.
25.- Del H. Senador señor Zaldívar (don Andrés), para reemplazarlo por el
siguiente:
“Artículo 4°.- Para los efectos de esta ley, se entiende por
iglesias, confesiones o instituciones religiosas a las entidades integradas por
personas naturales que profesen una determinada fe, la practiquen, enseñen y
difundan, y que tiene como su fin principal, profesar un determinado culto.”.
ARTICULO 5º
26.-
Del H. Senador señor Fernández, para suprimirlo.
27.- De los HH. Senadores señor Núñez, y 28.- señor Ríos, para reemplazar
la coma (,) que sigue a la palabra “culto” por un punto (.) suprimiendo la frase
“sus federaciones o confederaciones”.
29.- Del H. Senador señor Mc-Intyre, para agregar la siguiente frase final:
“exceptuadas las entidades a que se refiere el inciso segundo del artículo 547
del Código Civil”.
ARTICULO 6º
30.- De los HH. Senadores señores Díez y Piñera, y 31.- señor Fernández,
para suprimirlo.
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BOLETÍN INDICACIONES
32.- Del H. Senador señor Mc-Intyre, para reemplazar el encabezamiento del
inciso primero por el siguiente:
“Artículo 6º.- La libertad religiosa y de culto involucra, para
toda persona, el ejercicio autónomo y exento de coacciones de, a lo menos, las
siguientes facultades:”.
33.- Del H. Senador señor Núñez, para sustituir el encabezamiento del inciso
primero por el siguiente:
“Artículo 6º.- La libertad religiosa y de culto, con la
correspondiente autonomía e inmunidad de coacción, significan, para toda
persona, entre otras y sin que esta enumeración sea taxativa, las facultades
de:”.
34.- Del H. Senador señor Zaldívar (don Andrés), para intercalar, en el
encabezamiento, a continuación de la expresión “toda persona,”, las palabras
“entre otras”.
letra a)
35.- De los HH. Senadores señor Errázuriz, y 36.- señor Otero, para
reemplazar la frase “o cambiar o abandonar la que observaba” por “o dejar de
practicar la que se observaba”.
37.- De la H. Senadora señora Feliú, para sustituir la frase “o cambiar o
abandonar la que observaba” por “o cambiar o dejar de practicar la que
observaba”.
38.- Del H. Senador señor Urenda, para reemplazar la frase “o cambiar o
abandonar la que observaba” por “dejar de practicar la que observaba o
practicar otra distinta”.
39.- Del H. Senador señor Letelier, para sustituir la palabra “observaba” por
“profesaba”.
letra b)
40.- Del H. Senador señor Ríos, para intercalar,
“festividades;”, la frase “observar sus días de reposo;”.
a
continuación
de
41.- Del H. Senador señor Zaldívar (don Andrés), para intercalar, a
continuación de “celebrar sus ritos”, precedida de un punto y coma (;), la frase
“observar su día de descanso semanal;”.
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BOLETÍN INDICACIONES
42.- De la H. Senadora señora Feliú, y de los HH. Senadores 43.- señor
Errázuriz, y 44.- señor Otero, para intercalar, después de la frase “celebrar sus
ritos matrimoniales”, la frase “, según las normas y con los efectos y
obligaciones que cada entidad religiosa determine”.
45.- Del H. Senador señor Mc-Intyre, para intercalar, después de la frase
“celebrar sus ritos matrimoniales”, la frase “, según las normas y con los
efectos que cada entidad religiosa determine y que el ordenamiento jurídico
reconozca”.
46.- De los HH. Senadores señor Ríos, y 47.- señor Zaldívar (don Andrés),
para suprimir la palabra “matrimoniales”.
48.- Del H. Senador señor Mc-Intyre, para suprimir la frase “recibir a su
muerte una sepultura digna en los cementerios públicos, sin discriminación por
razones religiosas;”.
49.- Del H. Senador señor Otero, para sustituir la frase “recibir a su muerte
una sepultura digna en los cementerios públicos” por “recibir una sepultura
digna”.
50.- De los HH. Senadores señor Ríos, y 51.- señor Urenda, para suprimir la
frase “en los cementerios públicos”.
52.- Del H. Senador señor Núñez, para suprimir la palabra “públicos” que
sigue a “cementerios”.
53.- Del H. Senador señor Errázuriz, para intercalar, a continuación de
“cementerios públicos”, la expresión “y/o privados”.
54.- Del H. Senador señor Mc-Intyre, para suprimir la frase “y no ser
perturbada en el ejercicio de estos derechos”.
letra c)
55.-
De la H. Senadora señora Feliú, para reemplazarla por la siguiente:
“c) Recibir asistencia religiosa de los ministros de su propia
iglesia, confesión o institución religiosa.”.
56.-
Del H. Senador señor Larraín, para sustituirla por la siguiente:
“c) Recibir asistencia religiosa de su propia confesión, en
caso de encontrarse privado de libertad o en otro lugar de acceso reservado o
restringido, como clínicas y hospitales, o en lugares apartados de centros
urbanos. El ejercicio de este derecho no obliga pecuniariamente al Estado;”.
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BOLETÍN INDICACIONES
57.-
Del H. Senador señor Errázuriz, para reemplazarla por la siguiente:
“c) Recibir los ministros de la propia iglesia, confesión o
institución religiosa la asistencia espiritual, cuando les sea expresamente
requerida. En el ejercicio de este derecho los ministros de culto deberán
sujetarse a las limitaciones que imponen las leyes y reglamentos, debiendo
requerir, cuando sea del caso, la correspondiente autorización para ejercer su
misión en lugares privados o en instituciones públicas. La atención religiosa de
personas que prestan sus servicios en instituciones públicas deberá sujetarse a
las normas legales y reglamentarias de la respectiva institución;”.
58.-
Del H. Senador señor Otero, para sustituirla por la siguiente:
“c) Recibir de los miembros de la propia iglesia, confesión o
institución religiosa la asistencia espiritual cuando les sea expresamente
requerida. En el ejercicio de este derecho los ministros de culto deberán
sujetarse a las limitaciones que imponen las leyes y reglamentos;”.
59.-
Del H. Senador señor Mc-Intyre, para reemplazarla por la siguiente:
“c) Solicitar y recibir asistencia espiritual de un ministro de
su religión, la que deberá, en todo caso, sujetarse a las disposiciones legales y
reglamentarias que normen el funcionamiento de las instituciones públicas
donde ella deba prestarse. Las entidades religiosas podrán celebrar acuerdos o
convenios con órganos del Estado o con particulares, para el adecuado
ejercicio de este derecho;”.
60.- Del H. Senador señor Ríos, para sustituir el punto y coma (;) final por un
punto (.) seguido, y agregar la siguiente oración: “Dicho derecho, en el caso
de los menores, se manifestará a través de la confesión que profesen sus
padres o tutores;”.
letra d)
61.- De la H. Senadora señora Feliú, y de los HH. Senadores 62.- señor
Errázuriz, y 63.- señor Otero, para reemplazarla por la siguiente:
“d) Recibir e impartir enseñanza o información religiosa por
cualquier medio, sujetándose a las normas del derecho común sobre los
medios de comunicación social y sin perjuicio de responder de los delitos y
abusos que se cometan en el ejercicio de estas libertades, en conformidad a la
ley; elegir para sí -y los padres para los menores no emancipados y los
guardadores para los incapaces bajo su tuición y cuidado- la educación
religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.”.
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BOLETÍN INDICACIONES
64.-
Del H. Senador señor Mc-Intyre, para sustituirla por la siguiente:
“d) Recibir e impartir enseñanza o información religiosa por
cualquier medio, respetando la libertad y la tranquilidad de los demás,
sujetándose a las normas de derecho común sobre los medios de comunicación
social y sin perjuicio de responder por los delitos y abusos que se puedan
cometer; y elegir para sí y para las personas que se encuentren bajo su
cuidado, la educación religiosa que esté de acuerdo a sus propias creencias;”.
ºººº
65.-
Del H. Senador señor Mc-Intyre, para consultar el siguiente inciso final:
“Las facultades enunciadas precedentemente, en ningún
caso dan derecho a la persona para disponer sobre su propia vida o sobre la de
los demás.”.
ºººº
ARTICULO 7º
66.-
Del H. Senador señor Fernández, para suprimirlo.
67.- De los HH. Senadores señores Díez y Piñera, para reemplazarlo por el
siguiente:
“Artículo 7º.- Se reconoce a las entidades religiosas plena
autonomía para el desarrollo de sus fines propios. Podrán establecer sus
normas de organización, régimen de gobierno y el estatuto jurídico de las
personas que forman parte de las mismas, como asimismo los derechos y
deberes de los miembros de la entidad. El ejercicio de tal autonomía sólo tiene
como límites el orden público, la moral y las buenas costumbres.”.
68.- Del H. Senador señor Núñez, para sustituir el encabezamiento por el
siguiente:
“Artículo 7º.- En virtud de la libertad religiosa y de culto, se
asegura a las entidades religiosas, entre otras y sin que esta enumeración sea
taxativa, las siguientes facultades:”.
ºººº
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BOLETÍN INDICACIONES
69.- De la H. Senadora señora Feliú, para consultar como letra a) la
siguiente, nueva:
“a) Plena autonomía para el desarrollo de sus fines propios
y para establecer las normas por las que se regirán;”.
70.- De los HH. Senadores señor Otero, y 71.- señor Errázuriz, para consultar
como letra a) la siguiente, nueva:
“a) Se reconoce a las entidades religiosas plena autonomía
para el desarrollo de sus fines propios; para ello podrán establecer sus propias
normas de organización, régimen de Gobierno y el Estatuto Jurídico de las
personas que forman parte de las mismas, como asimismo los derechos y
deberes propios de los miembros de la entidad. El ejercicio de tal autonomía
sólo tiene como límites el orden público, la moral y las buenas costumbres;”.
ºººº
letra a)
72.- De los HH. Senadores señor Errázuriz, y 73.- señor Otero, para
reemplazarla por la siguiente:
“a) Ejercer su propia misión espiritual; organizar sus actos
de culto y celebrar reuniones para el cumplimiento de sus fines específicos y
fundar y mantener lugares para ello;”.
74.-
Del H. Senador señor Mc-Intyre, para sustituirla por la siguiente:
“a) Ejercer con plena libertad su misión espiritual, organizar
y celebrar actos de culto y demás reuniones para el cumplimiento de sus fines
específicos y fundar y mantener lugares para esos fines;”.
75.- De la H. Senadora señora Feliú, y 76.- del H. Senador señor Letelier,
para reemplazar la frase “en relación con la religión” por “de carácter
religioso”.
letra b)
77.- Del H. Senador señor Mc-Intyre, para sustituir el punto y coma (;) final
por un punto (.) seguido, agregando la siguiente oración: “Ninguna persona o
autoridad puede intervenir o interferir en el ejercicio de estas facultades;”.
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BOLETÍN INDICACIONES
78.- De la H. Senadora señora Feliú, para consultar el siguiente inciso
segundo en esta letra:
“En el ejercicio de estas facultades las entidades religiosas
se regirán por sus propias normas jurídicas, de ámbito particular o universal
para la respectiva confesión.”.
79.- De los HH. Senadores señor Errázuriz, y 80.- señor Otero, para consultar
el siguiente inciso segundo en esta letra:
“En el ejercicio de estas facultades las entidades religiosas
se regirán por sus propias normas jurídicas, de ámbito particular o universal
para la respectiva confesión. Ninguna persona o autoridad, sea ésta de
cualquier ámbito, puede intervenir o interferir en el ejercicio de estas
facultades, ni entrar a juzgar sobre su legitimidad ni de las acciones que en su
propia competencia desarrollen los ministros de las entidades religiosas.”.
letra c)
81.-
Del H. Senador señor Errázuriz, para reemplazarla por la siguiente:
“c) Enunciar y difundir, de palabra, por escrito o por
cualquier medio de comunicación social, su propio credo y manifestar su
doctrina respecto de la perfección de la actividad humana y de la sociedad;”.
82.- De los HH. Senadores señor Mc-Intyre, y 83.- señor Urenda, para
sustituir la palabra “comunicacional” por “de comunicación social”.
84.- Del H. Senador señor Ríos, para suprimir la frase “respecto de la
perfección de la actividad humana y de la sociedad”.
85.- Del H. Senador señor Mc-Intyre, para reemplazar el punto y coma (;)
final por un punto (.) seguido, agregando la siguiente oración: “Nadie puede
ser obligado a difundir en un medio de comunicación de su propiedad
enseñanzas o informaciones que sean contrarias a sus convicciones
religiosas.”.
86.- De los HH. Senadores señor Errázuriz, y 87.- señor Otero, para
consultar, como inciso segundo de esta letra, el siguiente, nuevo:
“En el ejercicio de este derecho, las entidades religiosas
deberán sujetarse a las leyes y reglamentos que rigen el funcionamiento de los
medios de comunicación social y las propias normas de cada uno de ellos, en
especial se deberá respetar la orientación que hayan querido darle sus
propietarios o administradores. Nadie puede ser obligado a difundir en un
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BOLETÍN INDICACIONES
medio de comunicación de su propiedad enseñanza o información religiosa que
sea contraria a sus convicciones.”.
letra d)
88.- Del H. Senador señor Mc-Intyre, para sustituir el punto y coma (;) final
por un punto (.) seguido, agregando la siguiente oración: “Se reconoce el
derecho de los establecimientos educacionales para exigir, a sus alumnos y a
su personal docente y administrativo, el respeto por los principios o valores
religiosos que allí se sustenten, todo ello de acuerdo a sus normas
estatutarias;”
89.- De los HH. Senadores señor Errázuriz, y 90.- señor Otero, para consultar
como inciso segundo de esta letra el siguiente, nuevo:
“La enseñanza religiosa en los institutos de formación; de
educación, de beneficencia o comunitarios establecidos por las entidades
religiosas se regirá por sus propios programas y planes de estudio, que
comunicarán, cuando sea del caso, y para el solo efecto de información, a la
autoridad educacional respectiva. Los centros docentes establecidos para la
formación de los ministros de culto y los centros de educación superior
establecidos por las entidades religiosas o que oficialmente cuente con la
garantía moral de una entidad religiosa, establecerán libremente los programas
y planes de estudio de enseñanza religiosa.”.
letra e)
91.- De los HH. Senadores señores Díez y Piñera, para reemplazar la
expresión “,y” por un punto seguido (.), agregando las siguientes oraciones:
“Las asociaciones, corporaciones y fundaciones u otras entidades así creadas
por una iglesia , confesión o institución religiosa, que conforme a las normas
jurídicas propias gocen de personalidad jurídica religiosa serán reconocidas
como tales y se entenderá que la tienen en el ámbito civil. Acreditará su
existencia la autoridad religiosa que la haya erigido, y”.
92.- Del H. Senador señor Errázuriz, para consultar, como inciso segundo de
esta letra, el siguiente, nuevo:
“Las asociaciones, corporaciones y fundaciones y otras
entidades creadas por una iglesia, confesión o institución religiosa, que
conforme a las normas jurídicas propias gocen de personalidad jurídica
religiosa, serán reconocidas por la ley como tales. Acreditará su existencia la
autoridad religiosa que la haya erigido.”.
93.- Del H. Senador señor Otero, para consultar, como inciso segundo de
esta letra, el siguiente, nuevo:
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BOLETÍN INDICACIONES
“Las asociaciones, corporaciones y fundaciones u otras
entidades creadas por una iglesia, confesión o institución religiosa, que
conforme a las normas jurídicas propias gocen de personalidad jurídica
religiosa, serán reconocidas como tales. Acreditará su existencia la autoridad
religiosa que la haya erigido.”.
letra f)
94.- Del H. Senador señor Mc-Intyre, para intercalar, entre comas (,), a
continuación de “recibir”, la frase “en conformidad a lo dispuesto en el artículo
14”.
ººº°
95.- Del H. Senador señor Urenda, para consultar como incisos segundo y
tercero de este artículo, los siguientes nuevos:
“En el ejercicio de este derecho las entidades religiosas
deberán sujetarse a las leyes y reglamentos que rigen el funcionamiento de los
medios de comunicación social y las normas propias de cada uno de ellos,
debiendo respetar en especial la orientación que hayan querido darle sus
propietarios o administradores.
Nadie puede ser obligado a difundir en un medio de
comunicación de su propiedad enseñanza o información religiosa que sea
contraria a sus convicciones.”.
ººº°
ARTICULO 8º
96.- De la H. Senadora señora Feliú, y de los HH. Senadores 97.- señor
Cantuarias, 98.- señores Díez y Piñera, 99.- señor Errázuriz, 100.- señor
Fernández, 101.- señor Núñez, y 102.- señor Otero, para suprimirlo.
103.- Del H. Senador señor Ríos, para agregar, en el inciso primero, la
siguiente frase final: “y no podrán tener fines de lucro”.
104.- De los HH. Senadores señor Cantuarias, 105.- señor Mc-Intyre, y 106.señor Zaldívar (don Andrés), para suprimir el inciso segundo.
107.- Del H. Senador señor Mc-Intyre, para reemplazar, en el inciso segundo,
la expresión “al satanismo” por “al culto satánico”.
ARTICULO 9º
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108.- Del H. Senador señor Fernández, para reemplazar el encabezamiento
por el siguiente:
“Artículo 9º.- Las entidades religiosas tienen existencia legal
por el solo ministerio de la Constitución. Para facilitar la obtención de los
beneficios y derechos que las leyes otorgan, las entidades religiosas podrán
constituirse de la siguiente forma:”.
109.- Del H. Senador señor Cantuarias, para suprimir, en el encabezamiento,
la frase “que se organicen conforme a esta ley”.
110.- Del H. Senador señor Zaldívar (don Andrés), para reemplazar, en el
encabezamiento, la palabra “existencia” por “reconocimiento”.
111.- Del H. Senador señor Ríos, para sustituir el inciso primero por el
siguiente:
“Artículo 9º.- Las entidades religiosas, podrán, conforme lo
dispone esta ley, organizar una estructura jurídica que le permita acceder a los
beneficios y obligaciones que son propios en tales organismos , pudiendo a
través de ellos:
A) Fundar, mantener y dirigir, en forma autónoma,
institutos de formación y de estudios teológicos o doctrinales, instituciones
educacionales, de beneficencia o humanitarias, conforme con sus estatutos y
demás disposiciones del ordenamiento jurídico común;
B) Crear, participar, patrocinar y fomentar, para la
realización de sus fines, asociaciones, corporaciones y fundaciones con arreglo
a las disposiciones del ordenamiento jurídico común, y
C) Solicitar y recibir todo tipo de contribuciones voluntarias,
de particulares o instituciones públicas o privadas.”.
letra a)
112.- Del H. Senador señor Cantuarias, para reemplazar la expresión “debe
llevar” por “llevará”.
letra b)
113.- De la H. Senadora señora Feliú, para suprimirla.
114.- Del H. Senador señor Larraín, para sustituir el penúltimo inciso por el
siguiente:
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“Desde que quede a firme la inscripción en el registro
público, la respectiva entidad religiosa gozará de personalidad jurídica especial
de derecho público, por el solo ministerio de la ley, sin perjuicio de lo dispuesto
en el artículo 17.”.
115.- De los HH. Senadores señores Díez y Piñera, para reemplazar el
penúltimo inciso por el siguiente:
“Desde que quede a firme la inscripción en el registro
público, la respectiva entidad religiosa gozará de personalidad jurídica religiosa
por el solo ministerio de la ley.”.
116.- De la H. Senadora señora Feliú, para reemplazar, en el penúltimo inciso,
la frase “que quede a firme la” por “su”, y “personalidad jurídica de derecho
público” por “personalidad jurídica de “Iglesia”.”.
117.- Del H. Senador señor Errázuriz, para sustituir, en el penúltimo inciso, la
frase “personalidad jurídica de derecho público” por “personalidad jurídica
religiosa de derecho público”.
118.- Del H. Senador señor Otero, para reemplazar, en el penúltimo inciso, la
frase “personalidad jurídica de derecho público” por “personalidad jurídica
religiosa” o “personalidad jurídica de entidad religiosa”.
119.- Del H. Senador señor Mc-Intyre, para sustituir, en el penúltimo inciso, la
frase “de derecho público” por la palabra “religiosa”.
ººº°
120.- Del H. Senador señor Ríos, para consultar, a continuación del artículo 9º,
el siguiente, nuevo:
“Artículo …- La persona jurídica señalada en el artículo
anterior, tendrá existencia legal una vez cumplidos los siguientes requisitos:
(El señor Senador incorpora a continuación las letras a), b)
y c) del artículo 9º propuesto en el informe, y propone, a su vez, reemplazar el
inciso penúltimo de dicha disposición por el siguiente:
“Desde que quede a firme la inscripción en el registro
público, la persona jurídica creada gozará por el solo ministerio de la ley de
Personalidad Jurídica de Derecho Público.”.)
De la H. Senadora señora Feliú,
continuación del artículo 9º, los siguientes, nuevos:
para
consultar,
a
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BOLETÍN INDICACIONES
121.“Artículo…Para inscribirse en el registro a que se refiere el
artículo precedente, será necesario que la entidad religiosa cumpla los
siguientes requisitos:
1.- Presentar una solicitud al Ministerio de Justicia. Esta
solicitud deberá contener los fines religiosos de la entidad y una descripción
de los ritos y cultos que su práctica supone y deberá ir acompañada del acta
de constitución de la entidad y de los estatutos que la regirán reducidos a
escritura pública.
2.- Acreditar ante dicho Ministerio que la entidad tiene
arraigo en el país desde hace a lo menos 10 años, que cuenta en Chile con un
número de fieles no inferior a cien mil y que tiene presencia, como mínimo, en
la mitad de las regiones del país. Estos dos últimos requisitos no serán
exigibles a las entidades religiosas a través de las cuales se manifiesten las
creencias religiosas ancestrales de los pueblos autóctonos del país.”.
122.“Artículo…- La solicitud y sus antecedentes serán conocidos
por una comisión asesora del Ministro de Justicia, la que deberá emitir su
informe en el plazo máximo de 30 días contados desde que su intervención le
sea solicitada.
Esta Comisión estará integrada por el Ministro de Justicia,
que la presidirá, por un representante del Ministerio de Hacienda, por un
representante del Ministerio de Educación, por un representante del Consejo
de Defensa del Estado, por dos representantes de entidades religiosas elegidos
por éstas y por dos personas de reconocida competencia en asuntos religiosos,
designadas por el Presidente de la República con acuerdo del Senado.
Los miembros de esta Comisión durarán cinco años en sus
funciones, sin perjuicio de que al término de este plazo puedan ser designados
nuevamente.”.
ºººº
ARTICULO 10
123.- Del H. Senador señor Fernández, para suprimirlo.
124.- Del H. Senador señor Cantuarias, para incorporar el inciso primero como
oración inicial del inciso segundo.
125.- De la H. Senadora señora Feliú, para reemplazar, en el inciso segundo,
la expresión “ese acto” por “la solicitud”.
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BOLETÍN INDICACIONES
126.- De los HH. Senadores señores Díez y Piñera, para suprimir, en el inciso
segundo, la frase “o si los estatutos o los fines y objetivos perseguidos se
apartaren de las disposiciones de esta ley”.
127.- De los HH. Senadores señores Díez y Piñera, para suprimir, en el inciso
tercero, la expresión “fines u objetivos”.
128.- De la H. Senadora señora Feliú, para suprimir, en el inciso tercero, la
oración final.
129.- De los HH. Senadores señores Bitar y Muñoz Barra, para sustituir el
inciso final por el siguiente:
“Si la presentación de la entidad religiosa por la que se
subsanan defectos o adecuan estatutos es declarada insuficiente o contraria a
la ley, por el Ministro de Justicia , deberá remitir los antecedentes ante el juez
de letras en lo civil de la ciudad capital de región en la que la entidad religiosa
tuviere su domicilio, dentro del plazo de 15 días contados desde su resolución,
notificando dentro del plazo de 5 días a los interesados. El juez competente
resolverá en juicio breve y sumario y durante la tramitación del proceso se
suspenderá el ingreso de la entidad religiosa a los registros públicos.”.
130.- Del H. Senador señor Letelier, para reemplazar el inciso final por el
siguiente:
“De la resolución que objete la constitución podrán reclamar
los interesados ante la Corte de Apelaciones de la región en que la entidad
religiosa tuviere su domicilio, siguiendo el procedimiento y plazos establecidos
para el recurso de protección.”.
131.- De la H. Senadora señora Feliú, y 132.- del H. Senador señor Errázuriz,
para sustituir, en el inciso final, la frase “ante el juez de letras en lo civil de la
ciudad capital de región en la que la entidad religiosa tuviere su domicilio” por
“ante la Corte de Apelaciones respectiva”.
133.- Del H. Senador señor Mc-Intyre, para reemplazar , en el inciso final, la
frase “el juez de letras en lo civil de la ciudad capital de región en la que la
entidad religiosa tuviere su domicilio”, por la siguiente: “la Corte de
Apelaciones del lugar en que la entidad tuviere su domicilio principal”.
134.- Del H. Senador señor Ríos, para sustituir, en el inciso final, la frase “de
la ciudad capital de región en la que la entidad religiosa tuviere su domicilio”
por la siguiente: “de la capital provincial en que se encuentre su domicilio y al
no existir en ella, el de la capital provincial o regional correspondiente”.
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BOLETÍN INDICACIONES
135.- De la H. Senadora señora Feliú, para consultar, como inciso final, el
siguiente, nuevo:
“Subsanadas las objeciones formuladas por el Ministerio de
Justicia o, en su caso, acogido el reclamo por la respectiva Corte de
Apelaciones, la entidad quedará automáticamente inscrita en el registro. Igual
efecto se producirá sí el Ministerio de Justicia no formula objeciones dentro del
plazo de noventa días, contados desde la fecha de presentación de la solicitud
de inscripción.”.
ARTICULO 11
136.- Del H. Senador señor Otero, para reemplazarlo por el siguiente:
“Artículo 11.- En los respectivos estatutos o normas propias
de cada entidad religiosa deberán contenerse aquellos elementos esenciales
que la caracterizan y, específicamente, los órganos a través de los cuales
actúan en el ámbito jurídico y que representan a la entidad frente a terceros.”.
137.- Del H. Senador señor Errázuriz , para sustituirlo por el siguiente:
“Artículo 11.- En los respectivos estatutos con normas
propias de cada entidad religiosa deberán contenerse aquellos elementos
esenciales que la caracterizan y, específicamente, los órganos a través de los
cuales actúan en el ámbito jurídico y que representan a la entidad frente a
terceros.”.
138.- Del H. Senador señor Ríos, para reemplazarlo por el siguiente:
“Artículo 11.- Los estatutos deberán tener a lo menos el
nombre de la entidad religiosa que dio origen a su creación considerando tal
denominación en todo acto jurídico en que ésta se manifieste, además sus
fines y demás datos de identificación; su organización y funcionamiento, sus
representantes legales, la forma y quórum de sus decisiones; sus sistema de
financiamiento; lo relativo a su disolución y destino de sus bienes y el
procedimiento para reformar sus estatutos. Contendrá además el o los
domicilios de ella y la certificación de haberse aprobado sus estatutos.
Para los fines propios de organización y trabajo, la entidad
religiosa podrá, a través de la persona jurídica señalada precedentemente,
crear otras personas jurídicas que le permitan un mejor desarrollo en sus
actividades.”.
139.- De los HH. Senadores señores Díez y Piñera, para sustituir el inciso
primero por el siguiente:
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BOLETÍN INDICACIONES
“Artículo 11.- En los respectivos estatutos o normas propias
de cada entidad religiosa deberán contenerse aquellos elementos esenciales
que la caracterizan y, específicamente los órganos a través de los cuales
actúan en el ámbito jurídico y que representan a la entidad frente a terceros,
como asimismo los requisitos y formas de nombramiento de sus ministros de
culto.”.
140.- Del H. Senador señor Cantuarias, para reemplazar, en el inciso primero,
las palabras “deberá contener” por “contendrá”.
141.- Del H. Senador señor Mc-Intyre, para intercalar, en el inciso primero,
después de la palabra “órganos”, la expresión “y autoridades”, reemplazando
el vocablo “representativos” por “representativas”.
142.- Del H. Senador señor Mc-Intyre, para intercalar, en el inciso primero,
después de “su sistema de financiamiento;”, la frase “su domicilio principal;”.
143.- De los HH. Senadores señores Díez y Piñera, para intercalar, en el inciso
segundo, después de las palabras “El acta”, el vocablo “fundacional”.
144.- Del H. Senador señor Cantuarias, para sustituir, en el inciso segundo, la
expresión “deberá contener” por “contendrá”.
145.- Del H. Senador señor Cantuarias, para reemplazar, en el inciso segundo,
los términos “el o los”—por “sus”, suprimiendo la expresión “de ella”.
146.- Del H. Senador señor Letelier, para sustituir, en el inciso segundo, la
frase “y la certificación de haberse aprobado los estatutos” por “y el hecho de
haberse aprobado los estatutos, certificado por un Ministro de Fe de la
respectiva Iglesia, confesión o entidad religiosa”.
147.- Del H. Senador señor Núñez, para suprimir el inciso tercero.
148.Del H. Senador señor Zaldívar (don Andrés), para sustituir el
inciso tercero por el siguiente:
“Las personas que suscriban el acta de constitución
de la entidad religiosa no podrán haber sido condenadas por delitos que
merezcan pena aflictiva.”.
ARTICULO 12
149.Del H. Senador señor Mc-Intyre, para intercalar, después de la
expresión “expedida por”, la frase “la autoridad competente según los
estatutos de”.
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BOLETÍN INDICACIONES
150.Del H. Senador señor Letelier, para intercalar, después de
“mediante certificación expedida por”, la expresión “un ministro de fe de”.
151.Del H. Senador señor Ríos, para reemplazar la expresión “por la
entidad” por “por su entidad”, suprimir la palabra “respectiva” y agregar a
continuación la frase “a través de la respectiva persona jurídica creada por
ella”.
152.De los HH. Senadores señor Errázuriz, y 153.- señor Otero, para
sustituir la coma (,) y la conjunción “y” que siguen a la palabra “respectiva”
por un punto (.), agregando a continuación “A los ministros de culto, en el
territorio de la provincia en que ejerzan su ministerio les serán aplicables”.
154.Del H. Senador señor Mc-Intyre, para agregar el siguiente inciso
segundo nuevo:
“La acreditación de personas que efectivamente no
sean ministros de culto y el uso de dichas credenciales por parte de estas
últimas, será castigado con las penas previstas en el artículo 202 del Código
Penal. Idéntica sanción se aplicará al que falsifique estas credenciales.”.
ARTICULO 13
155.De los HH. Senadores señores Díez y Piñera, para agregar, al
inciso primero, la siguiente oración: “Sin perjuicio de las normas jurídicas
propias de cada entidad religiosa, cuyo cumplimiento se entenderá que forma
parte de los requisitos de validez para la adquisición, enajenación y
administración de bienes de propiedad de tal entidad religiosa.”.
156.De los HH. Senadores señores Errázuriz, y 157.- señor Otero, para
agregar, al inciso primero, las siguientes frases: “sin perjuicio de las normas
jurídicas propias de cada entidad religiosa, cuyo cumplimiento se entenderá
que forma parte de los requisitos de validez para la adquisición, enajenación y
administración de bienes cuyas propiedades pertenezcan a las entidades
religiosas.”.
158.Del H. Senador señor Núñez, para agregar, al inciso primero, la
siguiente frase final: “debiendo llevar libros de contabilidad.”.
159.Del H. Senador señor Cantuarias, para incorporar, como oración
final del inciso primero, el inciso segundo, reemplazando la frase inicial por la
siguiente: “Llevarán libros de contabilidad”.
160.Del H. Senador señor Letelier, para agregar en el inciso primero,
sustituyendo el punto final (.) por coma (,), la siguiente frase: “sin perjuicio de
las disposiciones internas de la respectiva institución.”.
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BOLETÍN INDICACIONES
161.De los HH. Senadores señor Cantuarias, 162.- señor Díez, 163.señor Errázuriz, 164.- señor Mc-Intyre, 165.- señor Letelier, y 166.- señor
Zaldívar (don Andrés), para suprimir el inciso segundo.
ARTICULO 14
167.Del H. Senador señor Errázuriz, para consultar, como inciso
primero, el siguiente, nuevo:
“Artículo 14.- Todas las iglesias, confesiones e instituciones
religiosas reconocidas por la ley, gozarán de los mismos derechos, exenciones
y beneficios tributarios actualmente vigentes, establecidos para entidades
religiosas.”.
168.Del H. Senador señor Mc-Intyre, para agregar, al inciso primero,
la siguiente frase final, precedida de una coma (,): “en conformidad a la ley y
las disposiciones reglamentarias.”.
169.-
Del H. Senador señor Ríos, para suprimir el inciso segundo.
170.Del H. Senador señor Errázuriz, para consultar, a continuación del
inciso segundo, el siguiente, nuevo:
“Los ministros de culto se encontrarán exceptuados
del Servicio Militar y de otros cargos públicos equivalentes mientras se
encuentren en el ejercicio de tales responsabilidades.”.
ARTICULO 15
171.Del H. Senador señor Ríos, para intercalar, a continuación de la
expresión “esta ley”, la frase “y que deberá encauzarse a través de la persona
jurídica respectiva”.
172.Del H. Senador señor Cantuarias, para reemplazar el punto final
(.) por coma (,), agregando la frase “a menos que se trate de material clínico
pedagógico.”.
ARTICULO 16
173.-
Del H. Senador señor Ríos, para suprimirlo.
174.Del H. Senador señor Letelier, para intercalar, a continuación de la
expresión “instituciones religiosas”, la frase “que gocen de personalidad
jurídica de derecho público”.
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BOLETÍN INDICACIONES
CAPITULO V
175.De los HH. Senadores señora Frei, y señores Calderón, Fernández,
Horvath y Muñoz Barra, para reemplazar su epígrafe por el siguiente:
“Disolución y Cancelación de la personalidad jurídica de las Iglesias y
Organizaciones Religiosas”.
ARTICULO 17
176.De los HH. Senadores señora Frei, y señores Calderón, Fernández,
Horvath y Muñoz Barra, para sustituirlo por el siguiente:
“Artículo 17.- La disolución de una persona jurídica
religiosa podrá ocurrir por causales previstas de conformidad con sus
Estatutos.
La cancelación de la personalidad jurídica de una
entidad debe ser declarada únicamente por sentencia judicial, que deberá estar
ejecutoriada. El juicio deberá ser incoado a requerimiento del Consejo de
Defensa del Estado, que podrá accionar de oficio o a petición de parte.
Las causales de terminación son las siguientes:
a) La transgresión a la moral, buenas costumbres o el
orden público, por conductas o actos de los miembros de la entidad, su
directiva a aquellos, que signifiquen violarlos en forma permanente y grave.
b) El incumplimiento continuado y malicioso por la
entidad de sus fines primordiales señalados en los estatutos; y
c) La ejecución permanente y maliciosa de
actividades lucrativas por parte de la entidad en beneficio de sus miembros,
contraviniendo lo dispuesto en el artículo 9º, inciso final de esta ley.
Será competente para conocer de estos juicios un
Ministro de Corte de Apelaciones del lugar en que tenga su domicilio la entidad
religiosa. Deberá seguirse el procedimiento breve y sumario establecido en el
Código de Procedimiento Civil. El juez tiene la facultad de agregar de oficio los
antecedentes que estime necesarios para esclarecer el asunto en su
totalidad.”.
177.-
Del H. Senador señor Ríos, para reemplazarlo por el siguiente:
“Artículo 17.- Considerando que la persona jurídica
de la primera estructura expresada en el artículo 10 (nuevo), tiene la calidad
de Persona Jurídica de Derecho Público, ésta sólo podrá ser disuelta por
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BOLETÍN INDICACIONES
resolución fundada del Presidente de la República requiriendo en tal acto,
acuerdo del Senado, conforme lo dispone el artículo 49 Nº 5 de la Constitución
Política.
Disuelta la persona jurídica, se procederá a eliminarla
del registro a que se refiere el artículo 10.”.
178.Del H. Senador señor Letelier, para consultar, como inciso
segundo, el siguiente, nuevo:
“Podrán considerarse como causales suficientes de
disolución de una persona jurídica religiosa:
1º.- el incumplimiento continuado y malicioso de los
fines establecidos en sus estatutos;
2º.- sobrepasar los límites de la moral, las buenas
costumbres o el orden público, por conductas de sus miembros, de su directiva
o de ambos;
3º.- realizar actividades lucrativas en beneficio de la
entidad o de sus miembros en particular.”.
179.Del H. Senador señor Zaldívar (don Andrés), para sustituir el
inciso segundo por el siguiente:
“En tales casos, se procederá a eliminarla del registro
a que se refiere el artículo 9°.”.
180.Del H. Senador señor Letelier, para consultar, como inciso final, el
siguiente, nuevo:
“En tal caso los miembros de su directorio
responderán solidariamente por las obligaciones que la institución haya
contraído en el tiempo intermedio.”.
ºººº
181.De los HH. Senadores señores Díez y Piñera, para consultar, a
continuación del artículo 17, bajo el epígrafe nuevo “Normas Comunes”, el
artículo 1º transitorio sustituido por el siguiente:
“Artículo ….- El Estado reconoce el ordenamiento y la
personalidad jurídicas y la plena capacidad de goce y ejercicio de las iglesias,
confesiones e instituciones religiosas que gocen de ellas a la fecha de la
publicación de la ley.
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BOLETÍN INDICACIONES
Las normas de esta ley no serán aplicables a las
personas jurídicas a que se refiere el inciso segundo del artículo 547 del Código
Civil.”.
De los HH. Senadores señores Díez y Piñera, para consultar los
siguientes artículo nuevos:
182.“Artículo ….- La atención religiosa de personas que
presten sus servicios en instituciones públicas, así como la de personas
privadas de libertad u hospitalizadas, deberá sujetarse a los reglamentos de la
respectiva institución.”.
183.“Artículo ….- Las iglesias, confesiones e instituciones
religiosas reconocidas con anterioridad a la publicación de la presente ley, así
como las entidades religiosas a que se refiere esta ley podrán erigir
establecimientos educacionales de todo nivel, incluyendo universidades e
instituciones de Educación Superior, en conformidad a la Ley Orgánica
Constitucional de Enseñanza y su normativa complementaria.
El uso no autorizado del nombre de una iglesia o
entidad religiosa por un establecimiento educacional será penado con reclusión
menor en sus grados mínimo a medio y multa de 100 a 1.000 UTM.
Las Universidades ya establecidas por iglesias,
confesiones e instituciones religiosas mantendrán la personalidad y el
ordenamiento jurídico que tengan a la fecha de publicación de la presente
ley.”.
ºººº
ARTICULO 1º TRANSITORIO
184.De los HH. Senadores señores Bitar y Muñoz Barra, para
reemplazarlo por el siguiente:
“Artículo 1º.- El Estado reconoce la personalidad
jurídica de derecho público y la plena capacidad de obrar a la Iglesia Católica,
la Iglesia Ortodoxa y las entidades religiosas que gocen de personalidad
jurídica a la fecha de entrada en vigencia de esta ley.”.
185.-
Del H. Senador señor Ríos, para sustituirlo por el siguiente:
“Artículo 1º.- El Estado reconoce las personas
jurídicas expresadas ellas en corporaciones y otras formas institucionales y que
representen a entidades religiosas, actualmente vigente, las que, para los
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BOLETÍN INDICACIONES
efectos de los beneficios que esta ley entrega a las Personas Jurídicas de
Derecho Público, deberán inscribirlas formalmente en tal categoría, obteniendo
por el solo acto, tal calidad.”.
186.Del H. Senador señor Letelier, para intercalar, después del
vocablo “jurídica”, la expresión “de derecho público”.
187.De la H. Senadora señora Feliú, para consultar, como inciso
segundo, el siguiente, nuevo:
“La Iglesia Católica, Apostólica y Romana en Chile,
sus entidades personificadas y la Arquidiócesis Católica, Apostólica Ortodoxa,
mantendrán la personalidad jurídica de derecho público que actualmente
poseen.”.
188.Del H. Senador señor Hamilton, para consultar, como inciso
segundo, el siguiente, nuevo:
“Las Iglesias y comunidades religiosas que gocen de
personalidad jurídica en conformidad al artículo 547, inciso segundo, del
Código Civil, así como las iglesias a quienes se les hubiere conferido
personalidad de derecho público por mandato de la ley, mantendrán el régimen
jurídico adquirido con anterioridad a la publicación de la presente ley.”.
189.Del H. Senador señor Larraín, para consultar, como inciso
segundo, el siguiente, nuevo:
“Las entidades religiosas a las que se les hubiere
reconocido por la Constitución o las leyes personalidad jurídica de derecho
público con anterioridad a la vigencia de esta ley, continuarán manteniendo
esa calidad.”.
ARTICULO 2º TRANSITORIO
190.-
De la H. Senadora señora Feliú, para suprimirlo.
191.Del H. Senador señor Ríos, para reemplazar la frase inicial “Las
entidades religiosas” por “Las corporaciones”.
ºººº
192.Del H. Senador señor Hamilton, para consultar, como artículo
transitorio, el siguiente, nuevo:
“Artículo ….- La visita y asistencia religiosa por parte
de pastores, sacerdotes y ministros de culto, en general, de las distintas
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BOLETÍN INDICACIONES
entidades religiosas constituidas de acuerdo a la ley, a recintos hospitalarios y
casas de detención, se regulará por acuerdo escrito entre los representantes
de tales entidades y el Director del Servicio de Salud respectivo o el Director
Nacional de Gendarmería, según corresponda.”.
193.De los HH. Senadores señores Frei, Mc-Intyre y Sinclair, para
consultar, como artículo transitorio, el siguiente, nuevo:
“Artículo ….- La asistencia espiritual y los servicios
religiosos de las Fuerzas Armadas serán libremente convenidos entre cada
rama de estas instituciones y las iglesias o entidades religiosas interesadas en
prestarlos.”.
ºººº
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SEGUNDO INFORME COMISIÓN ESPECIAL
2.7. Segundo Informe de Comisión Especial
Senado. Fecha 25 de agosto, 1997. Cuenta en Sesión 29. Legislatura 335.
BOLETIN N° 1111-07.
SEGUNDO INFORME DE LA COMISION ESPECIAL encargada de estudiar el
proyecto de ley, en segundo trámite constitucional, sobre constitución jurídica
y funcionamiento de las iglesias y organizaciones religiosas.
_________________________________
HONORABLE SENADO:
Vuestra Comisión Especial encargada de estudiar el proyecto de ley, en
segundo trámite constitucional, sobre constitución jurídica y funcionamiento de
las iglesias y organizaciones religiosas, tiene el honor de emitir el segundo
informe acerca de dicha iniciativa.
A las sesiones en que estudiamos este proyecto asistieron, además de los
integrantes de la Comisión Especial, los HH. Senadores señores Juan Hamilton
Depassier y Sebastián Piñera Echenique y el H. Diputado señor Luis Valentín
Ferrada. Concurrió especialmente invitado don Juan Alberto Rabah, asesor
jurídico del Comité de Organizaciones Evangélicas. A una de ellas asistió
también don Jorge Precht Pizarro.
----Se reitera lo señalado en el primer informe, en cuanto a que el inciso tercero
del artículo 11 (inciso cuarto del artículo 10 del primer informe) es norma
orgánica constitucional, pues otorga una nueva atribución a los tribunales y, en
consecuencia, para ser aprobada requiere el voto conforme de las cuatro
séptimas partes de los Senadores en ejercicio.
----Para los efectos de lo dispuesto en el artículo 124 del Reglamento del Senado,
se deja constancia de lo siguiente:
I.- DISPOSICIONES DEL PROYECTO QUE NO FUERON OBJETO DE
INDICACIONES
NI DE
MODIFICACIONES EN
ESTE TRÁMITE
REGLAMENTARIO: no hay;
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SEGUNDO INFORME COMISIÓN ESPECIAL
II.- INDICACIONES APROBADAS: 18, 27, 28, 39, 41, 46, 47, 50, 51, 75,
76, 84, 91 a 93, 96 a 102, 126, 128, 130 a 133, 143 a 145, 151, 155 a 157,
161 a 166, 171 y 186;
III.- INDICACIONES APROBADAS EN FORMA PARCIAL O BIEN CON
MODIFICACIONES: 6, 17, 32 a 34, 40, 67, 70, 71, 81 a 83, 108, 111, 112,
124, 136, 137, 139, 148, 169, 174, 181, 188 y 191 a 193;
IV.- INDICACIONES RECHAZADAS: 1 a 5, 7 a 10, 12 a 16, 19 a 23, 25, 26,
29 a 31, 35 a 38, 42 a 45, 48, 49, 53 a 59, 61 a 66, 69, 72 a 74, 77, 78, 80,
88 a 90, 94, 95, 104 a 107, 113 a 123, 125, 129, 135, 138, 141, 142, 146,
147, 149, 150, 152 a 154, 160, 168, 173, 175, 176, 178, 180, 182 a 184, 187,
189 y 190;
V.- INDICACIONES DECLARADAS INADMISIBLES: 85, 86, 87 y 172, y
VI.- INDICACIONES RETIRADAS: 11, 24, 52, 60, 68, 79, 103, 109, 110,
134, 140, 158, 159, 167, 170, 177, 179 y 185.
--Análisis de las indicaciones formuladas
Se efectúa a continuación una breve relación de las indicaciones formuladas al
proyecto propuesto en nuestro primer informe, con explicación de las
disposiciones en que inciden, así como de los acuerdos adoptados sobre las
mismas. Cabe hacer presente que la Comisión de Hacienda, en el primer
trámite reglamentario, no introdujo modificaciones al texto propuesto en dicha
etapa por vuestra Comisión Especial y que en esta oportunidad sólo lo hemos
modificado en aspectos formales, que no inciden en sus efectos
presupuestarios ni financieros.
ARTICULO 1º
A este artículo se formularon las indicaciones números 1 y 2 .
El artículo 1º del proyecto propuesto en el primer informe señala que “el
Estado garantiza la libertad religiosa y de culto, reconocida en el artículo 19,
número 6º, de la Constitución Política de la República”.
La indicación número 1, de los HH. Senadores señores Díez y Piñera, lo
suprime.
El H. Senador señor Díez explicó que este precepto del proyecto es una
repetición del artículo 19 número 6º de la Constitución, en circunstancias que
lo que ya está consagrado en ese nivel normativo es innecesario asegurarlo a
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SEGUNDO INFORME COMISIÓN ESPECIAL
nivel legal. Indicó, además, que el artículo
introduce una terminología
diferente a la del texto constitucional -libertad religiosa-, lo que puede
prestarse a problemas interpretativos.
En efecto, el artículo 19 número 6º ampara "la libertad de conciencia", es
decir, tanto la creencia como la no creencia religiosa y, en cambio, el texto
propuesto abarca sólo el ámbito de la creencia religiosa, por lo que resulta
más restrictivo que el texto constitucional.
Los HH. Senadores señores Ríos y Zaldívar (don Andrés) señalaron que si bien
la Constitución Política consagra plenamente la libertad de conciencia, que
comprende tanto la actitud de tener fe religiosa como la de carecer de ella, el
objetivo de este proyecto de ley es regular el aspecto positivo de la referida
libertad, esto es, las expresiones religiosas que efectivamente existan. En otras
palabras, concluyeron, el proyecto en discusión desarrolla y refuerza la
consagración de la indicada garantía y en ningún caso limita el texto
constitucional.
La Comisión, por la mayoría de sus miembros, HH. Senadores señores Letelier,
Núñez, Muñoz Barra, Ríos, Ruiz de Giorgio y Zaldívar (don Andrés) rechazó la
indicación número 1. Votaron a favor de la indicación su autor y el H. Senador
señor Horvath.
La indicación número 2, del H. Senador señor Fernández, propone
reemplazar el artículo 1º del proyecto por el texto del inciso primero del
número 6º del artículo 19 de la Constitución Política de la República.
La Comisión, por la unanimidad de sus miembros presentes, HH. Senadores
señores Díez, Horvath, Letelier, Núñez, Muñoz Barra, Ríos, Ruiz de Giorgio,
Sule y Zaldívar (don Andrés), rechazó esta indicación.
Adoptó tal acuerdo teniendo en consideración a que desde el punto de vista de
la técnica legislativa no es necesario reiterar en un texto legal una disposición
contenida en la Carta Fundamental.
--La indicación número 3, del H. Senador señor Mc-Intyre, intercala, a
continuación del artículo 1º, el siguiente, nuevo:
“Artículo...- Las normas de la presente ley regulan el ejercicio de las libertades
de religión y de culto, sea por personas naturales o por las entidades religiosas
definidas en el artículo 5º. Ellas, no obstante, no se aplican a las entidades a
que se refiere el inciso segundo del artículo 547 del Código Civil.”.
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SEGUNDO INFORME COMISIÓN ESPECIAL
El H. Senador señor Zaldívar (don Andrés) propuso rechazar esta indicación
porque contraría el espíritu que inspira este proyecto, toda vez que plantea
regular el ejercicio de las libertades de religión y de culto, en circunstancias
que ellas tienen existencia propia anterior a cualquier norma jurídica y,
además, son plenamente reconocidas por el ordenamiento constitucional.
Los HH. Senadores señores Núñez y Sule expresaron que a juicio de ellos la
indicación contradice la norma ya aprobada para el artículo 1º y, en general,
es contraria a los fundamentos mismos del proyecto, que no busca regular las
libertades de religión y de culto sino que, por el contrario, quiere facilitar y
asegurar el ejercicio de dichas garantías.
La Comisión, por la mayoría de sus miembros presentes, HH. Senadores
señores Letelier, Muñoz Barra, Núñez, Ríos, Ruiz de Giorgio, Sule y Zaldívar
(don Andrés) rechazó la indicación número 3. Votó a favor de la indicación el
H. Senador señor Díez.
--ARTICULO 2º
A este artículo se formularon las indicaciones números 4, 5, 6, 7 y 8.
El artículo 2º del proyecto propuesto en el primer informe prohibe discriminar
en virtud de las creencias religiosas, y dispone que tampoco éstas podrán
invocarse como motivo para anular, restringir o afectar la igualdad consagrada
en la Constitución y la ley.
La indicación número 4, de los HH. Senadores señores Díez y Piñera y
la indicación número 5, del H. Senador señor Mc-Intyre, lo suprimen.
El H. Senador señor Díez planteó suprimir este artículo por estimarlo
innecesario, ya que el artículo 19 número 2º de la Constitución establece que
"Ni la ley ni autoridad alguna podrán establecer diferencias arbitrarias".
Señaló que si el
término "discriminada" se entiende como "diferencia
arbitraria" ya está la materia regulada en la Constitución. Incluso, en virtud
del artículo 19 número 26º de la Constitución, ni el legislador puede afectar los
derechos en su esencia, lo que le impide "anular, restringir o afectar" la
igualdad consagrada en la Constitución.
Agregó que el término "anular" tiene en derecho un sentido preciso -privar de
efectos- que no es sinónimo de "suprimir", y que resulta evidente que,
conforme a la Constitución, la igualdad puede ser afectada siempre que no se
toquen sus notas esenciales. Desde este punto de vista, acotó, el artículo va
más allá que el propio texto constitucional y lleva a un igualitarismo sin
matices que lo violenta.
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SEGUNDO INFORME COMISIÓN ESPECIAL
Por otra parte, continuó expresando, la redacción del artículo no es feliz, pues
da a entender que una persona sí podría ser discriminada en virtud de su no
creencia. Interpretado así el artículo, resulta contrario a la libertad de
conciencia del artículo 19 N°6. De esta manera, al regular los efectos civiles
del hecho religioso debe cuidarse no afectar los derechos de quienes no
profesan una fe religiosa, quienes son libres de hacer propaganda a sus ideas,
sean ateas, agnósticas, indiferentes o sincretistas.
El H. Senador señor Zaldívar (don Andrés) no compartió la opinión recién
expresada. A su juicio, el proyecto sólo precisa el texto constitucional sobre
libertad de conciencia, para cautelar de mejor forma la garantía, explicitándola
en el ámbito específico del orden civil o secular.
El H. Senador señor Ríos expresó que, más allá de la claridad del texto
constitucional y de la fuerza con que consagra las garantías, la ley debe
cumplir su función de entregar elementos pedagógicos y orientadores para la
aplicación y funcionamiento práctico de las disposiciones de la Carta
Fundamental.
La Comisión, por la mayoría de sus miembros presentes, HH. Senadores
señores Letelier, Muñoz Barra, Núñez, Ríos, Ruiz de Giorgio, Sule y Zaldívar
(don Andrés) rechazó las indicaciones números 4 y 5. Votó a favor de ellas el
H. Senador señor Díez.
La indicación número 6, del H. Senador señor Fernández,
artículo 2º por el siguiente:
sustituye el
“Artículo 2º.- Todas las iglesias, las confesiones e instituciones religiosas son
iguales y por ende queda prohibida toda discriminación entre ellas.”.
La Comisión, por la unanimidad de sus miembros presentes, HH. Senadores
señores Cantuarias, Díez, Horvath, Letelier, Núñez, Muñoz Barra, Ríos, Ruiz de
Giorgio, Sule y Zaldívar (don Andrés), aprobó esta indicación, con el único
objeto de abrir la posibilidad reglamentaria para sustituir en el artículo 2º la
palabra “anular” por “suprimir”, atendidas las razones expresadas por el H.
Senador señor Díez al referirse a la indicación anterior.
La indicación número 7, del H. Senador señor Errázuriz, y la número 8,
del H. Senador señor Otero, sustituyen el artículo 2º por otro, que prohibe las
discriminaciones entre personas en razón de sus creencias religiosas, así como
las restricciones a la igualdad consagrada en la Constitución y en la ley, y
dispone que la ley, al regular la libertad religiosa, deberá considerar el trato
específico que corresponde a cada iglesia, confesión o institución religiosa, en
razón de su peculiar aporte al bien común y de su notorio arraigo en el país.
Además, la indicación número 8 faculta al Estado para celebrar acuerdos con
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SEGUNDO INFORME COMISIÓN ESPECIAL
las entidades religiosas, con el objeto de regular el ejercicio de la libertad
religiosa, considerando en ellos las peculiaridades de cada entidad.
La Comisión, por la unanimidad de sus miembros presentes, HH. Senadores
señores Cantuarias, Díez, Horvath, Letelier, Núñez, Muñoz Barra, Ríos, Ruiz de
Giorgio, Sule y Zaldívar (don Andrés) rechazó las indicaciones números 7 y 8,
por considerar que las materias a que se refieren las indicaciones son regladas
en forma apropiada y suficiente por el artículo 2º que se propone al final.
ARTICULO 3º
A este artículo se formularon las indicaciones números 9 a 18.
El artículo 3º del proyecto propuesto en el primer informe impone al Estado el
deber de velar por que las personas desarrollen libremente sus creencias y por
que las iglesias, confesiones e instituciones religiosas participen en la
consecución del bien común .
Las indicaciones números 9, 10 y 11 de los HH. Senadores señores Díez y
Piñera, Mc-Intyre y Núñez, respectivamente, lo suprimen.
El H. Senador señor Núñez, retiró su indicación.
El H. Senador señor Díez explicó que proponía suprimir el artículo 3° porque
asigna al Estado un rol activo en materias religiosas, lo que le parece
inadecuado. El término "velar", prosiguió, supone que el Estado puede
fomentar el hecho religioso, no obstante que un Estado no confesional no
puede asumir ese rol, porque ello significaría una discriminación arbitraria
para los no creyentes. La participación de las Iglesias en la consecución del
bien común, en su opinión, no necesita que el Estado vele por ella. Este
artículo, afirmó, no es conciliable con el inciso cuarto del artículo 1° de la
Constitución, que sólo atribuye al Estado el deber de "contribuir a crear las
condiciones sociales que permitan a todos y a cada uno de los integrantes de
la comunidad nacional su mayor realización espiritual y material posible".
Además, acotó, el término "espiritual" no es sinónimo de "religioso" y no
podría jurídicamente decirse que son más espirituales los religiosos que los no
creyentes. Tampoco ello es evangélicamente
sustentable. El artículo es
además innecesario, por cuanto el inciso segundo del artículo 1° de la
Constitución, ya asegura que todos los grupos intermedios, incluidas las
Iglesias, tienen la adecuada autonomía para
cumplir sus propios fines
específicos.
Las indicaciones 9 y 10 fueron rechazadas por la mayoría de la Comisión, que
fue de opinión de mantener el artículo 3º propuesto en el primer informe, sin
perjuicio de introducirle perfeccionamientos a raíz del estudio de otras
indicaciones que serán consideradas más adelante.
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SEGUNDO INFORME COMISIÓN ESPECIAL
Estuvieron por el rechazo los HH. Senadores señores Cantuarias, Horvath,
Letelier, Muñoz Barra, Núñez, Ríos, Ruiz de Giorgio, y Zaldívar (don Andrés).
Votó a favor de las indicaciones el H. Senador señor Díez.
La indicación número 12,del H. Senador señor Fernández, reemplaza el
precepto por el siguiente:
“Artículo 3º.- El Estado deberá otorgar especial protección al ejercicio de la
libertad religiosa y de culto.”.
Las indicaciones números 13 y 14, de los HH. Senadores señores Otero y
Urenda, lo sustituyen por el siguiente:
“Artículo 3º.- El ejercicio de los derechos que emanan de la libertad religiosa y
de culto no tiene otro límite que el orden público, la moral y las buenas
costumbres.”.
La indicación número 15, de la H. Senadora señora Feliú, lo reemplaza por
otro de dos incisos. El primero es del mismo tenor que las indicaciones 13 y
14. El inciso segundo prohibe la existencia de entidades o el desarrollo de
actividades destinadas al satanismo.
La indicación número 16, del H. Senador señor Errázuriz, lo sustituye por
otro que, en sustancia, es equivalente a la indicación anterior.
La Comisión consideró que, si bien coincide con el propósito de las indicaciones
recién reseñadas en el sentido de sustituir el artículo 3º, estimó que el texto
más adecuado para ese artículo es el propuesto en la indicación número 17. En
consecuencia, por la unanimidad de sus miembros presentes, HH. Senadores
señores Cantuarias, Díez, Horvath, Letelier, Muñoz Barra, Núñez, Ríos, Ruiz de
Giorgio, y Zaldívar (don Andrés) rechazó las indicaciones números 12, 13, 14,
15 y 16.
La indicación número 17, del H. Senador señor Zaldívar (don Andrés),
reemplaza el artículo 3º por el siguiente:
“Artículo 3°.- El Estado garantizará que las personas desarrollen libremente
sus creencias religiosas y la libertad de las iglesias, confesiones e instituciones
religiosas para participar en la consecución del bien común.”.
La indicación número 18, del H. Senador señor Letelier, sustituye la palabra
“creencias” por “actividades religiosas”.
El H. Senador señor Núñez sostuvo que las creencias religiosas así como las
entidades religiosas que surgen del especial acercamiento que el hombre tiene
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SEGUNDO INFORME COMISIÓN ESPECIAL
a una deidad son anteriores al Estado, y que ésta es una posición compartida
unánimemente por la Comisión. En consecuencia, dijo, no corresponde hacer
referencia al Estado para garantizar lo que por esencia pertenece a la
naturaleza humana y que ya ha sido debidamente asegurado al establecerse la
libertad del hombre, puesto que ésta se asegura sin restricciones, en todos sus
ámbitos y en toda su profundidad.
Por lo anterior, considera que el Estado no debe interferir en las actividades
religiosas ni en las entidades que el hombre crea para acercarse a Dios.
Establecido lo anterior, la incorporación del concepto de Estado en la
regulación de asuntos religiosos presenta, a su juicio, dos inconvenientes: por
un lado, otorga al Estado capacidad de regulación en un ámbito que le es ajeno
y respecto del cual debe observar neutralidad y, en segundo lugar, puede
someter al arbitrio del Estado la existencia y ejercicio de la libertad religiosa,
puesto que él actúa a través de sus órganos y éstos, sus criterios y
apreciaciones, cambian a través del tiempo; la idea misma de bien común
varía en cada momento histórico determinado.
El H. Senador señor Zaldívar expresó que compartía las opiniones del H.
Senador señor Núñez, advirtiendo que el sentido de la norma en análisis no es
garantizar el derecho a tener creencias religiosas -facultad anterior al Estado e
inherente a la naturaleza humana- sino que asegurar la posibilidad de
desarrollar libremente esas creencias. En este sentido le parece adecuada la
indicación número 18, del H. Senador señor Letelier, que propone reemplazar
la palabra “creencias” por “actividades”. Por lo anterior, sugirió aprobar ambas
indicaciones, incorporando la expresión “actividades” en el texto que para el
artículo 3º propone la indicación número 17.
El H. Senador señor Horvath resaltó también que esta iniciativa legal no busca
regular la libertad religiosa ni las religiones sino que, en lo fundamental,
establece un procedimiento de constitución de entidades religiosas. En este
propósito, agregó, la participación del Estado no solo es admisible sino que es
necesaria.
El H. Senador señor Díez también concordó con lo expresado por el H. Senador
señor Núñez, en el sentido de que lo religioso es un ámbito de la vida del
hombre independiente del Estado, precisando que disiente de él en cuanto
afirma que la indicación es contraria a preceptos de la Constitución Política,
toda vez que ésta “asegura” los derechos de las personas, es decir, no los
crea. De esta forma, continuó, usar en la ley expresiones como “velar” o
“garantizar”, apunta a que, dadas ciertas circunstancias, el Estado, en ejercicio
de su obligación de asegurar los derechos, deba ejercer una acción que
permita a las personas desarrollar su libertad religiosa.
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SEGUNDO INFORME COMISIÓN ESPECIAL
Incluso más, agregó, garantizar la libertad de las iglesias y de las entidades
religiosas para el solo efecto de participar en la consecución del bien común es
restringir la referida libertad.
La Comisión, por la unanimidad de sus miembros presentes, HH. Senadores
señores Cantuarias, Díez, Horvath, Letelier, Muñoz Barra, Núñez, Ríos, Ruiz de
Giorgio, y Zaldívar (don Andrés) aprobó las indicaciones números 17 y 18. La
indicación número 17 se aprobó con diversas modificaciones, de manera que,
en definitiva, el texto aprobado para el artículo 3º es el siguiente:
“Artículo 3°. El Estado garantiza que las personas desarrollen libremente sus
actividades religiosas y la libertad de las iglesias, confesiones y entidades
religiosas.”.
ARTICULO 4º
A este artículo se formularon las indicaciones números 19 a 25.
El artículo 4º del proyecto propuesto en el primer informe define a las
iglesias, confesiones e instituciones religiosas como entidades formadas por
personas naturales que profesen una determinada fe, la practiquen, enseñen y
difundan.
La indicación número 19, del H. Senador señor Fernández, lo suprime.
La Comisión, por la unanimidad de sus miembros presentes, HH. Senadores
señores Cantuarias, Díez, Horvath, Letelier, Núñez, Muñoz Barra, Ríos, Ruiz de
Giorgio y Zaldívar (don Andrés) rechazó esta indicación, por considerar de la
mayor importancia contemplar una definición del concepto de iglesia, que
sumada a las reglas para su constitución, organización y funcionamiento
constituyen precisamente el contenido esencial de esta iniciativa.
La indicación número 20, de la H. Senadora señora Feliú, lo sustituye, por el
siguiente:
“Artículo 4º.- Para los efectos de esta ley se entiende por iglesia, confesión o
institución religiosa, a las entidades que cuenten con una organización estable
de personas, sostenida por el vínculo de una fe común y por una regulación
jurídica propia, de la cual resultan configurados los órganos de representación.
No tendrán este carácter las entidades relacionadas con el estudio y
experimentación de fenómenos psíquicos o parasicológicos u otros de
naturaleza ajena o diferentes al conocimiento y culto religiosos.”.
La Comisión, por la mayoría de sus miembros presentes, HH. Senadores
señores Cantuarias, Díez, Horvath, Muñoz Barra, Núñez, Ríos, Ruiz de Giorgio,
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SEGUNDO INFORME COMISIÓN ESPECIAL
y Zaldívar (don Andrés) rechazó esta indicación. A favor de ella votó el H.
Senador señor Letelier.
Las indicaciones números 21, de los HH. Senadores señores Díez y Piñera,
número 22 del H. Senador señor Errázuriz y número 23 del H. Senador
señor Mc Intyre, reemplazan el artículo 4º por otro cuyo contenido es
sustancialmente igual al inciso primero de la indicación anterior.
El H. Senador señor Díez explicó que propone modificar el artículo 4° por
razones de seguridad jurídica, a fin de dejar en claro que las iglesias son la
expresión jurídica de "organizaciones estables de personas" con un vínculo de
fe común. Enfatizó que la organización religiosa, como cualquier grupo
intermedio, tiene su propia regulación jurídica para evitar que el Estado entre
a calificar el hecho religioso en sí mismo y pretenda imponer reglas al interior
de las Iglesias, en vez de limitarse a reconocer la autorregulación normativa
propia de la autonomía y a regular sólo los "efectos civiles" del hecho
religioso. Por razones mínimas de vida social, concluyó, sólo se exige que en la
propia regulación jurídica, necesariamente deban ser determinados los
representantes de la institución religiosa.
Los HH. Senadores señores Horvath, Muñoz Barra y Ruiz de Giorgio se
preguntaron sobre la forma en que se determinará la estabilidad o
permanencia a que se refieren estas indicaciones y a cargo de quién quedará
dicha resolución. Añadieron que, en la práctica, la condición de estabilidad de
una iglesia se alcanza mediante el cumplimiento del conjunto de exigencias
contemplado a través de todo el articulado de la iniciativa legal en informe.
El H. Senador señor Núñez se manifestó en contra de la definición contenida en
la indicación porque, a su juicio, la ley no puede señalar los criterios para
determinar la permanencia de una iglesia en el tiempo y en el espacio. Su
Señoría prefiere asumir el riesgo de la libertad en vez de incorporar por esta
vía la posibilidad de discriminar en el ejercicio de libertades tan relevantes
como son las de conciencia y de religión.
La Comisión, por la mayoría de sus miembros presentes, HH. Senadores
señores Cantuarias, Horvath, Muñoz Barra , Núñez, Ríos, Ruiz de Giorgio, y
Zaldívar (don Andrés) rechazaron las indicaciones 21, 22 y 23. A favor de ellas
votaron los HH. Senadores señores Díez y Letelier.
La indicación número 24, del H. Senador señor Núñez, sustituye el artículo
4º por el siguiente:
“Artículo 4º.- Para los efectos de esta ley, se entiende por iglesias, confesiones
o instituciones religiosas a las entidades formadas por personas que profesen
una determinada fe, la practiquen, enseñen y difundan, y que tienen como su
finalidad principal, rendir culto.”.
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Su autor la retiró.
La indicación número 25, del H. Senador señor Zaldívar (don Andrés), lo
reemplaza por el siguiente:
“Artículo 4°.- Para los efectos de esta ley, se entiende por iglesias, confesiones
o instituciones religiosas a las entidades integradas por personas naturales que
profesen una determinada fe, la practiquen, enseñen y difundan, y que tiene
como su fin principal, profesar un determinado culto.”.
El H. Senador señor Ríos señaló que prefería mantener el texto actual -que
considera adecuado- porque hace notar la peculiar naturaleza de la iglesia y, al
mismo tiempo, indica claramente la estructura básica de lo que será con
posterioridad una extensión de la iglesia en el ámbito temporal: las persona
jurídicas que se regulan más adelante en este mismo proyecto.
Sostuvo que, en esta parte, la iniciativa de ley se refiere a los aspectos propios
de la libertad de conciencia que incluye o abarca la unión en una iglesia de
distintas personas que comparten una misma fe. Por esto, añadió, las iglesias
deben organizarse autónomamente, sin sujeción a normas del orden temporal.
En cambio, concluyó, estas últimas deben regular las manifestaciones o
expresiones de organización que en dicho ámbito quiera darse cada iglesia.
Puesta en votación la indicación número 25, se produjo un empate a cinco
votos. Repetida de inmediato, fue rechazada por seis votos en contra y cuatro
a favor. Estuvieron por el rechazo los HH. Senadores señores Cantuarias,
Horvath, Muñoz Barra, Ríos, Ruiz de Giorgio y Sule. A favor de ella votaron los
HH. Senadores señores Díez, Letelier, Núñez y Zaldívar (don Andrés).
--La Comisión, por unanimidad, acordó tratar, según el orden de las materias en
que inciden, las indicaciones formuladas por el H. Senador señor Horvath en el
primer trámite reglamentario para ser discutidas en esta oportunidad.
La primera de ellas propone suprimir en el artículo 4º las palabras “la
practiquen, enseñen y difundan” así como la coma (,) que las precede.
El H. Senador autor de la indicación señaló que la había presentado en
consideración a la dificultad que existe para establecer fehacientemente
quiénes practican una determinada fe.
La Comisión, por la mayoría de sus miembros presentes, HH. Senadores
señores Cantuarias, Díez, Horvath, Muñoz Barra, Ríos y Zaldívar (don Andrés)
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aprobó esta indicación. En contra de ella votaron los HH. Senadores señores
Letelier, Núñez, Ruiz de Giorgio y Sule.
Asimismo, a indicación del H. Senador señor Cantuarias, por unanimidad de
sus miembros presentes, HH. Senadores señores Cantuarias, Díez, Letelier,
Horvath, Muñoz Barra, Núñez, Ríos, Ruiz de Giorgio, Sule y Zaldívar (don
Andrés), acordó reemplazar la palabra “formada” por “integrada”, en atención
a que hay iglesias que plantean que ellas han sido formadas directamente por
Dios y están integradas además por personas naturales.
ARTICULO 5º
A este artículo se formularon las indicaciones números 26, 27, 28 y 29.
El artículo 5º del proyecto propuesto en el primer informe estatuye que
cuando la ley emplea el término "entidad religiosa", se debe entender que se
refiere a las iglesias, confesiones e instituciones religiosas de cualquier culto,
sus federaciones o confederaciones.
La indicación número 26, del H. Senador señor Fernández, lo
suprime.
La Comisión, por la unanimidad de sus miembros presentes, HH. Senadores
señores Cantuarias, Díez, Letelier, Horvath, Muñoz Barra, Núñez, Ríos, Ruiz de
Giorgio, Sule y Zaldívar (don Andrés), rechazó esta indicación.
Las indicaciones números 27 y 28, de los HH. Senadores señores Núñez y
Ríos, respectivamente, suprimen la frase “sus federaciones o confederaciones”.
La Comisión, por la mayoría de sus miembros presentes, HH. Senadores
señores Cantuarias, Díez, Letelier, Horvath, Muñoz Barra, Núñez, Ríos, Ruiz de
Giorgio, y Zaldívar (don Andrés) aprobó estas indicaciones. Se abstuvo el H.
Senador señor Sule.
La indicación número 29, del H. Senador señor Mc-Intyre, agrega la
siguiente frase final: “exceptuadas las entidades a que se refiere el inciso
segundo del artículo 547 del Código Civil”.
La Comisión, por la unanimidad de sus miembros presentes, HH. Senadores
señores Cantuarias, Díez, Letelier, Horvath, Núñez, Muñoz Barra, Ríos, Ruiz de
Giorgio, Sule y Zaldívar (don Andrés) rechazó esta indicación.
ARTICULO 6º
A este artículo , que pasó a ser 7º, se formularon las indicaciones
números 30 a 65.
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SEGUNDO INFORME COMISIÓN ESPECIAL
El artículo 6º del proyecto propuesto en el primer informe es del
siguiente tenor:
“Artículo 6°. La libertad religiosa y de culto, con la correspondiente
autonomía e inmunidad de coacción, significan, para toda persona, las
facultades de:
a) Profesar la creencia religiosa que libremente elija o no profesar ninguna;
manifestarla libremente o abstenerse de hacerlo; o cambiar o abandonar la
que observaba;
b) Practicar en público o en privado, individual o colectivamente, actos de
oración o de culto; conmemorar sus festividades; celebrar sus ritos
matrimoniales; recibir a su muerte una sepultura digna en los cementerios
públicos, sin discriminación por razones religiosas; no ser obligada a practicar
actos de culto o a recibir asistencia religiosa contraria a sus convicciones
personales y no ser perturbada en el ejercicio de estos derechos;
c) Recibir asistencia religiosa de su propia confesión en donde quiera que se
encuentre;
d) Recibir e impartir enseñanza o información religiosa por cualquier medio;
elegir para sí
-y los padres para los menores no emancipados y los
guardadores para los incapaces bajo su tuición y cuidado-, la educación
religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones, y
e) Reunirse o manifestarse públicamente con fines religiosos y asociarse para
desarrollar comunitariamente sus actividades religiosas, de conformidad con el
ordenamiento jurídico general y con esta ley.”.
Las indicaciones número 30, de los HH. Senadores señores Díez y Piñera, y
número 31, del H. Senador señor Fernández, lo suprimen.
El H. Senador señor Díez explicó que proponía su supresión porque el artículo
6° tiene serios problemas de técnica legislativa. En primer lugar emplea la
expresión sacramental propia de una ley interpretativa de la Constitución: "La
libertad religiosa y de culto... significan para toda persona las facultades de".
Si ello es así, advirtió, la presente ley debería aprobarse por las tres quintas
partes de los diputados y senadores en ejercicio, conforme al artículo 63 de la
Constitución.
Hizo notar que el constituyente, plenamente consciente de lo delicado del
tema, no previó para el artículo 19 número 6º, una ley complementaria sobre
libertad religiosa, sino que dejó al juez la tarea de analizar y resolver cada
caso concreto. Resaltó que, al contrario de lo dispuesto en el párrafo segundo
del referido número 6º, no existe remisión a la ley en relación a la libertad de
conciencia, la manifestación de creencias y el ejercicio libre de todos los cultos.
A su juicio, no entra esta materia en el ámbito de la reserva legal del artículo
60. Aseguró que el constituyente quiso que, en estas materias, la Ley Suprema
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sea invocada directamente y que estos derechos quedaran bajo la protección
de los tribunales ordinarios, sin mediación legislativa.
De esta manera, en su redacción actual el artículo 6° del proyecto -que pasa a
ser 7º-, según su Señoría, es una norma interpretativa de la Constitución y
excede el ámbito de la reserva o dominio máximo legal permitido al legislador.
Ello aconseja su supresión, indicó, para no abrir un contencioso de
constitucionalidad.
Por otro lado, la mayor parte de lo expresado en las letras a) hasta la e) del
artículo en comento se encuentra regulada en los tratados internacionales
sobre derechos humanos, incorporados al ordenamiento interno en virtud del
artículo 5°, inciso segundo, de la Constitución e invocables ante los jueces
chilenos. Así, por ejemplo, el artículo 12 de la Declaración Americana sobre
Derechos Humanos, el artículo 11 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos y el artículo 18 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
regulan materias que el proyecto de ley en informe contempla en diversos
artículos.
Así, entonces, en opinión del H.Senador señor Díez, este artículo 6° del
proyecto no sólo es innecesario, sino que produce un efecto perverso, pues
derechos garantizados en tratados internacionales ratificados por Chile y que
se encuentran vigentes, son incorporados de nuevo a nuestro ordenamiento, a
través de una ley. Ello debilita la reforma constitucional de 1989, continuó
señalando, pues parecería que estos derechos emanados de los Pactos no
pueden ser invocados directamente en los tribunales.
La Comisión, por la mayoría de sus miembros presentes, HH. Senadores
señores Cantuarias, Horvath, Núñez, Muñoz Barra, Ríos, Ruiz de Giorgio, Sule
y Zaldívar (don Andrés) rechazó estas indicaciones. A favor de ellas se
pronunciaron los HH. Senadores señores Díez y Letelier.
La indicación número 32, del H. Senador señor Mc-Intyre, la indicación
número 33, del H. Senador señor Núñez, y la número 34, del H. Senador
señor Zaldívar (don Andrés), modifican el encabezamiento del artículo, todas
ellas con el objeto de establecer que la enunciación de facultades que contiene
este artículo no es taxativa.
La Comisión, por la mayoría de sus miembros presentes, HH. Senadores
señores Cantuarias, Horvath, Letelier, Núñez, Muñoz Barra, Ríos, Ruiz de
Giorgio, Sule y Zaldívar (don Andrés) aprobó las indicaciones números 32, 33 y
34. Se abstuvo el H. Senador señor Díez.
Las indicaciones se aprobaron refundidas y modificadas de la forma que figura
en el proyecto que os proponemos al final.
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SEGUNDO INFORME COMISIÓN ESPECIAL
Letra a)
A esta letra se formularon las indicaciones números 35 a 39.
Las indicaciones números 35 y 36, de los HH. Senadores señores Errázuriz
y Otero, respectivamente, reemplazan la frase “o cambiar o abandonar la que
observaba” por “o dejar de practicar la que se observaba”.
La indicación número 37, e la H. Senadora señora Feliú, sustituye la frase “o
cambiar o abandonar la que observaba” por “o cambiar o dejar de practicar la
que observaba”.
La indicación número 38, del H. Senador señor Urenda, reemplaza la frase
“o cambiar o abandonar la que observaba” por “dejar de practicar la que
observaba o practicar otra distinta”.
La Comisión por la unanimidad de sus miembros presentes HH. Senadores
señores Cantuarias, Errázuriz, Horvath, Letelier, Núñez, Muñoz Barra, Ríos,
Ruiz de Giorgio, Sule y Zaldívar (don Andrés) rechazó las indicaciones números
35, 36, 37 y 38.
La indicación número 39, del H. Senador señor Letelier, para sustituir la
palabra “observaba” por “profesaba”.
La Comisión por la mayoría de sus miembros presentes HH. Senadores señores
Cantuarias, Horvath, Letelier, Núñez, Muñoz Barra, Ríos, Ruiz de Giorgio, Sule
y Zaldívar (don Andrés) aprobó esta indicación. Se abstuvo el H. Senador
señor Díez.
Letra b)
A esta letra se formularon las indicaciones números 40 a 54.
La indicación número 40, del H. Senador señor Ríos, intercala, la frase
“observar sus días de reposo;”.
La indicación número 41, del H. Senador señor Zaldívar (don Andrés),
agrega, la frase “observar su día de descanso semanal;”.
En relación con su indicación, el H. Senador señor Ríos expuso que el propósito
de ella es establecer que el día que los fieles consagran a la iglesia sea
considerado día de descanso, agregando que normalmente las religiones
disponen que éste sea un día de cada semana: los musulmanes el viernes; los
judíos el sábado; los cristianos el domingo.
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SEGUNDO INFORME COMISIÓN ESPECIAL
La Comisión, por la mayoría de sus miembros presentes HH. Senadores
señores Cantuarias, Horvath, Letelier, Núñez, Muñoz Barra, Ríos, Ruiz de
Giorgio, Sule y Zaldívar (don Andrés) aprobó las indicaciones números 40 y 41.
Se abstuvo el H. Senador señor Díez.
Las indicaciones se aprobaron refundidas, con el texto de la indicación número
41.
La indicación número 42, de la H. Senadora señora Feliú, la número 43,
del H. Senador señor Errázuriz, y la número 44, del H. Senador señor Otero,
intercalan, la frase “ según las normas y con los efectos y obligaciones que
cada entidad religiosa determine”, luego de las palabras “celebrar sus ritos
matrimoniales”.
La indicación número 45, del H. Senador señor Mc-Intyre, agrega, después
de la misma frase, esta otra: “según las normas y con los efectos que cada
entidad religiosa determine y que el ordenamiento jurídico reconozca”.
La Comisión las consideró conjuntamente. Luego de un breve debate, la
mayoría de sus miembros presentes HH. Senadores señores Cantuarias,
Horvath, Letelier, Núñez, Muñoz Barra, Ríos, Ruiz de Giorgio, Sule y Zaldívar
(don Andrés) rechazó estas indicaciones. Se abstuvo el H. Senador señor Díez.
Las indicaciones números 46 y 47, de los HH. Senadores señores Ríos y
Zaldívar (don Andrés), suprimen la palabra “matrimoniales”.
La Comisión consideró conjuntamente estas dos indicaciones, las que fueron
aprobadas por la mayoría de sus miembros presentes HH. Senadores señores
Cantuarias, Horvath, Letelier, Núñez, Muñoz Barra, Ríos, Ruiz de Giorgio, Sule
y Zaldívar (don Andrés). Se abstuvo el H. Senador señor Díez.
La indicación número 48, del H. Senador señor Mc-Intyre, suprime la frase
“recibir a su muerte una sepultura digna en los cementerios públicos, sin
discriminación por razones religiosas;” y la número 49, del H. Senador señor
Otero, sustituye la frase “recibir a su muerte una sepultura digna en los
cementerios públicos” por “recibir una sepultura digna”.
La Comisión, con los votos en contra de los HH. Senadores señores Cantuarias,
Horvath, Letelier, Núñez, Muñoz Barra, Ruiz de Giorgio, Sule y Zaldívar (don
Andrés) y la aprobación del H. Senador señor Ríos, rechazó la indicación Nº
48. Se abstuvo el H. Senador señor Díez.
Enseguida, por 7 votos en contra, de los HH. Senadores señores Cantuarias,
Horvath, Muñoz Barra, Núñez, Ruiz de Giorgio, Sule y Zaldívar (don Andrés), 2
a favor, de los HH. Senadores señores Letelier y Ríos, y la abstención del H.
Senador señor Díez, la Comisión rechazó la indicación Nº 49.
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Las indicaciones números 50 y 51, de los HH. Senadores señores Ríos y
Urenda, respectivamente, suprimen las palabras “en los cementerios públicos”.
La Comisión, debatió simultáneamente sobre estas dos indicaciones, las que
aprobó por la mayoría de sus miembros presentes HH. Senadores señores
Cantuarias, Letelier, Muñoz Barra, Núñez, Ríos, Ruiz de Giorgio, Sule y
Zaldívar (don Andrés). Votó en contra el H. Senador señor Horvath y se
abstuvo el H. Senador señor Díez.
La indicación número 52, del H. Senador señor Núñez, suprime la palabra
“públicos” que sigue a “cementerios”.
Su autor la retiró, en atención al acuerdo precedente.
La indicación número 53, del H. Senador señor Errázuriz, agrega, a
continuación de “cementerios públicos”, la expresión “y/o privados”.
La indicación número 54, del H. Senador señor Mc-Intyre, suprime la frase
“y no ser perturbada en el ejercicio de estos derechos”.
La Comisión, rechazó estas dos indicaciones por la mayoría de sus miembros
presentes HH. Senadores señores Cantuarias, Horvath, Letelier, Núñez, Muñoz
Barra, Ríos, Ruiz de Giorgio, Sule y Zaldívar (don Andrés). Se abstuvo el H.
Senador señor Díez.
Letra c)
A esta letra se formularon las indicaciones 55 a 60.
La indicación número 55, de la H. Senadora señora Feliú, la reemplaza por
la siguiente:
“c) Recibir asistencia religiosa de los ministros de su propia iglesia, confesión o
institución religiosa.”.
Las indicaciones números 56, 57, 58 y 59, de los HH. Senadores señores
Larraín, Errázuriz, Otero y Mc-Intyre, respectivamente, sustituyen esta letra
por otra que, si bien asegura la asistencia religiosa de su propia confesión a
toda persona, agregan otras consideraciones que acotan el ejercicio de este
derecho.
La Comisión, consideró conjuntamente estas cinco indicaciones, rechazándolas
por la mayoría de sus miembros presentes, los HH. Senadores señores
Cantuarias, Horvath, Letelier, Núñez, Muñoz Barra, Ríos, Ruiz de Giorgio, Sule
y Zaldívar (don Andrés). Se abstuvo el H. Senador señor Díez.
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La indicación número 60, del H. Senador señor Ríos, agrega la siguiente
oración: “Dicho derecho, en el caso de los menores, se manifestará a través de
la confesión que profesen sus padres o tutores”.
Esta indicación fue retirada por su autor.
Letra d)
A esta letra se formularon las indicaciones números 61 a 65.
La indicación número 61, de la H. Senadora señora Feliú, la indicación
número 62, del H. Senador señor Errázuriz, y la número 63, del H. Senador
señor Otero, reemplazan esta letra por la siguiente:
“d) Recibir e impartir enseñanza o información religiosa por cualquier medio,
sujetándose a las normas del derecho común sobre los medios de
comunicación social y sin perjuicio de responder de los delitos y abusos que se
cometan en el ejercicio de estas libertades, en conformidad a la ley; elegir
para sí -y los padres para los menores no emancipados y los guardadores para
los incapaces bajo su tuición y cuidado- la educación religiosa y moral que esté
de acuerdo con sus propias convicciones.”.
La indicación número 64, del H. Senador señor Mc-Intyre, la sustituye por la
siguiente:
“d) Recibir e impartir enseñanza o información religiosa por cualquier medio,
respetando la libertad y la tranquilidad de los demás, sujetándose a las normas
de derecho común sobre los medios de comunicación social y sin perjuicio de
responder por los delitos y abusos que se puedan cometer; y elegir para sí y
para las personas que se encuentren bajo su cuidado, la educación religiosa
que esté de acuerdo a sus propias creencias;”.
La
Comisión,
consideró
conjuntamente
estas
cuatro
indicaciones,
rechazándolas por la mayoría de sus miembros presentes, los HH. Senadores
señores Horvath, Núñez, Muñoz Barra, Ríos, Ruiz de Giorgio, Sule y Zaldívar
(don Andrés). A favor de ellas votaron los HH. Senadores señores Díez,
Errázuriz y Letelier.
La indicación número 65, del H. Senador señor Mc-Intyre, consulta el
siguiente inciso final:
“Las facultades enunciadas precedentemente, en ningún caso dan derecho a la
persona para disponer sobre su propia vida o sobre la de los demás.”.
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La Comisión, por la unanimidad de sus miembros presentes HH. Senadores
señores Díez, Errázuriz, Horvath, Letelier, Muñoz Barra, Núñez, Ríos, Ruiz de
Giorgio, Sule y Zaldívar (don Andrés), rechazó esta indicación y, al mismo
tiempo, acordó dejar constancia de que las facultades consagradas en el
artículo 6º del proyecto, lo mismo que ningún precepto legal, en caso alguno
dan derecho a disponer de la propia vida ni de la de los demás.
ARTICULO 7º
A este artículo, que pasó a ser 8º, se formularon las indicaciones números 66 a
95.
El artículo 7º del proyecto propuesto en el primer informe es del siguiente
tenor:
“Artículo 7º.- En virtud de la libertad religiosa y de culto, se reconoce a las
entidades religiosas, entre otras, las siguientes facultades:
a) Ejercer libremente su propio ministerio, practicar el culto, celebrar
reuniones en relación con la religión y fundar y mantener lugares para esos
fines;
b) Establecer su propia organización interna y jerarquía; capacitar, nombrar,
elegir y designar en cargos y jerarquías a las personas que correspondan y
determinar sus denominaciones;
c) Enunciar, comunicar y difundir, de palabra, por escrito o por cualquier medio
comunicacional, su propio credo y manifestar su doctrina respecto de la
perfección de la actividad humana y de la sociedad;
d) Fundar, mantener y dirigir, en forma autónoma y sin fines de lucro,
institutos de formación y de estudios teológicos o doctrinales, instituciones
educacionales, de beneficencia o humanitarias, conforme con sus estatutos y
demás disposiciones del ordenamiento jurídico común;
e) Crear, participar, patrocinar y fomentar para la realización de sus fines,
asociaciones, corporaciones y fundaciones con arreglo a las disposiciones del
ordenamiento jurídico común, siempre que no tengan fines de lucro, y
f) Solicitar y recibir todo tipo de contribuciones voluntarias, de particulares e
instituciones públicas o privadas.”.
La indicación número 66, del H. Senador señor Fernández, lo suprime.
La Comisión, por la unanimidad de sus miembros
presentes HH. Senadores señores Díez, Errázuriz, Horvath, Letelier, Muñoz
Barra, Núñez, Ríos, Ruiz de Giorgio, Sule y Zaldívar (don Andrés) rechazó esta
indicación.
La indicación número 67, de los HH. Senadores señores Díez y Piñera,
reemplaza el artículo 7º por el siguiente:
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“Artículo 7º.- Se reconoce a las entidades religiosas plena autonomía para el
desarrollo de sus fines propios. Podrán establecer sus normas de organización,
régimen de gobierno y el estatuto jurídico de las personas que forman parte de
las mismas, como asimismo los derechos y deberes de los miembros de la
entidad. El ejercicio de tal autonomía sólo tiene como límites el orden público,
la moral y las buenas costumbres.”.
El H. Senador señor Díez explicó que su indicación pretende sustituir el artículo
7º por una expresión globalizadora que evite los defectos de las
enumeraciones, que no pueden ser exhaustivas y que, aplicadas a una iglesia,
son contraproducentes en otra. El artículo 7° del proyecto, continuó, es
también un ejemplo de regalismo, es decir, de injerencia indebida del Estado
en materias religiosas. Por ello su proposición reconoce la plena autonomía de
las entidades religiosas para el desarrollo de sus fines propios. El resto de la
indicación señala requisitos mínimos que resguardan la fe pública y los
derechos de los miembros.
Hizo presente que se sugiere, en subsidio, agregar a la letra e) del artículo 7º
una oración que garantice el derecho a darse su organización interna. La
autonomía organizacional, el llamado "ius statuendi" es una expresión de la
autonomía pura y simple. Es propia de cualquier grupo intermedio y se
encuentra, por ejemplo, reconocida para las universidades en la Ley Orgánica
Constitucional de Enseñanza.
Por su parte, el H. Senador señor Núñez expresó no compartir la indicación de
los HH. Senadores señores Díez y Piñera, porque el propósito del proyecto es
precisamente dotar de un estatuto jurídico propio y especial a las iglesias. En
consecuencia, no comparte la proposición de que sean ellas quienes elaboren
su régimen jurídico específico, como lo plantea la indicación.
Además, estima que el encabezamiento del artículo 7º propuesto en el primer
informe es suficientemente claro y sus literales buscan fortalecer la libertad
religiosa.
Los HH. Senadores señores Cantuarias y Horvath expresaron que desde el
punto de vista práctico resulta útil señalar expresamente las facultades que se
consagran en los literales que forman el artículo en análisis, antes que
considerarlos globalmente, en una sola redacción general.
El H. Senador señor Ríos manifestó que rechazaba la indicación porque a partir
de este artículo, el proyecto empieza a referirse a la vinculación que debe
existir entre la organización y el funcionamiento de las iglesias con la
institucionalidad del Estado. La indicación de los HH. Senadores señores Díez y
Piñera, en cambio, cierra la posibilidad de establecer esa relación, pues radica
en las propias iglesias la regulación completa de las personas jurídicas a través
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de las cuales se expresarán, en circunstancias que la orientación básica de la
iniciativa apunta en el sentido contrario.
El H. Senador señor Sule señaló que aunque no está dicho expresamente en el
artículo 7º, él da por entendido que el ejercicio de los derechos que este
precepto contempla tienen como límite el orden público, la moral y las buenas
costumbres.
El H. senador señor Zaldívar (don Andrés) propuso aprobar la indicación con la
modificación consistente en mantener las estructura del artículo 7º aprobado
en el primer informe e incorporar en el encabezamiento del mismo el
reconocimiento de la plena autonomía de las entidades religiosas para el
desarrollo de sus fines propios -como plantea la indicación- rechazándola en lo
demás.
La Comisión, por 8 votos, de los HH. Senadores señores
Horvath, Letelier, Muñoz Barra, Núñez, Ríos, Ruiz de Giorgio, Sule y Zaldívar
(don Andrés) contra 2, de los HH. Senadores señores Díez y Letelier, aprobó
esta última proposición y rechazó el resto de la indicación número 67. El H.
Senador señor Errázuriz se abstuvo.
La indicación número 68, del H. Senador señor Núñez, sustituye el
encabezamiento por el siguiente:
“Artículo 7º.- En virtud de la libertad religiosa y de culto, se asegura a las
entidades religiosas, entre otras y sin que esta enumeración sea taxativa, las
siguientes facultades:”.
Esta indicación fue retirada por su autor.
La indicación número 69, de la H. Senadora señora Feliú, consulta como
letra a) la siguiente, nueva:
“a) Plena autonomía para el desarrollo de sus fines propios y para establecer
las normas por las que se regirán;”.
La Comisión, por la mayoría de sus miembros presentes
HH. Senadores señores Errázuriz, Horvath, Muñoz Barra, Núñez, Ríos, Ruiz de
Giorgio, Sule y Zaldívar (don Andrés), rechazó esta indicación. Votaron a
favor los HH. Senadores señores Díez y Letelier.
La indicación número 70, del H. Senador señor Otero, y la número 71, del
H. Senador señor Errázuriz, contemplan como letra a) la siguiente, nueva:
“a) Se reconoce a las entidades religiosas plena autonomía para el desarrollo
de sus fines propios; para ello podrán establecer sus propias normas de
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organización, régimen de Gobierno y el Estatuto Jurídico de las personas que
forman parte de las mismas, como asimismo los derechos y deberes propios de
los miembros de la entidad. El ejercicio de tal autonomía sólo tiene como
límites el orden público, la moral y las buenas costumbres;”.
La
Comisión
consideró
estas
dos
indicaciones
conjuntamente, aprobándolas sólo en cuanto se incorpora la frase alusiva a la
“plena autonomía para el desarrollo de sus fines propios” en el encabezamiento
del artículo 7º. La aprobación se hizo por la mayoría de los miembros
presentes, los HH. Senadores señores Díez, Errázuriz, Horvath, Letelier,
Núñez, Ríos, Ruiz de Giorgio, Sule y Zaldívar (don Andrés). Los HH. Senadores
señores Cantuarias y Muñoz Barra se abstuvieron.
Letra a)
Se hicieron cinco indicaciones a esta letra: las numeradas 72, 73, 74, 75 y 76.
La indicación número 72, del H. Senador señor Errázuriz, y la número 73,
del H. Senador señor Otero, la reemplazan por la siguiente:
“a) Ejercer su propia misión espiritual; organizar sus actos de culto y celebrar
reuniones para el cumplimiento de sus fines específicos y fundar y mantener
lugares para ello;”.
La
Comisión
consideró
estas
dos
indicaciones
conjuntamente, rechazándolas por la mayoría de sus miembros presentes, los
HH. Senadores señores Díez, Cantuarias, Horvath, Letelier, Muñoz Barra,
Núñez, Ríos, Ruiz de Giorgio, Sule y Zaldívar (don Andrés). A favor de ellas
votó el H. Senador señor Errázuriz.
La indicación número 74, del H. Senador señor Mc-Intyre, sustituye la letra
a) del artículo 7º por la siguiente:
“a) Ejercer con plena libertad su misión espiritual, organizar y celebrar actos
de culto y demás reuniones para el cumplimiento de sus fines específicos y
fundar y mantener lugares para esos fines;”.
La Comisión, por la mayoría de sus miembros presentes
HH. Senadores señores Díez, Cantuarias, Horvath, Letelier, Núñez, Muñoz
Barra, Ruiz de Giorgio, Ríos, Sule y Zaldívar (don Andrés), rechazó esta
indicación. El H. Senador señor Errázuriz se abstuvo.
La indicación número 75, de la H. Senadora señora Feliú, y la número 76,
del H. Senador señor Letelier, reemplazan la frase “en relación con la religión”
por “de carácter religioso”.
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Estas indicaciones fueron aprobadas por la unanimidad de
los integrantes de la Comisión.
Letra b)
A este literal se formularon las indicaciones números 77, 78 y 79.
La indicación número 77, Del H. Senador señor Mc-Intyre, le agrega la
siguiente oración: “Ninguna persona o autoridad puede intervenir o interferir
en el ejercicio de estas facultades;”.
La Comisión, rechazó esta indicación por la unanimidad de
sus miembros HH. Senadores señores Cantuarias, Díez, Errázuriz, Horvath,
Letelier, Muñoz Barra, Núñez, Ríos, Ruiz de Giorgio, Ríos, Sule y Zaldívar (don
Andrés).
La indicación número 78, de la H. Senadora señora Feliú, consulta el
siguiente párrafo segundo para esta letra:
“En el ejercicio de estas facultades las entidades religiosas se regirán por sus
propias normas jurídicas, de ámbito particular o universal para la respectiva
confesión.”.
La Comisión, rechazó esta indicación por la unanimidad de sus miembros HH.
Senadores señores Cantuarias, Díez, Errázuriz, Horvath, Letelier, Muñoz Barra,
Núñez, Ríos, Ruiz de Giorgio, Ríos, Sule y Zaldívar (don Andrés).
La indicaciones números 79 y 80, de los HH. Senadores señor Errázuriz y
señor Otero, respectivamente, contemplan el siguiente inciso segundo en esta
letra:
“En el ejercicio de estas facultades las entidades religiosas se regirán por sus
propias normas jurídicas, de ámbito particular o universal para la respectiva
confesión. Ninguna persona o autoridad, sea ésta de cualquier ámbito, puede
intervenir o interferir en el ejercicio de estas facultades, ni entrar a juzgar
sobre su legitimidad ni de las acciones que en su propia competencia
desarrollen los ministros de las entidades religiosas.”.
El H. Senador señor Errázuriz retiró la indicación número 79.
La Comisión, rechazó la indicación número 80 por la unanimidad de sus
miembros HH. Senadores señores Cantuarias, Díez, Errázuriz, Horvath,
Letelier, Muñoz Barra, Núñez, Ríos, Ruiz de Giorgio, Ríos, Sule y Zaldívar (don
Andrés).
Letra c)
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A esta letra se formularon las indicaciones números 81 a 87.
La indicación número 81, del H. Senador señor Errázuriz, la reemplaza por
la siguiente:
“c) Enunciar y difundir, de palabra, por escrito o por cualquier medio de
comunicación social, su propio credo y manifestar su doctrina respecto de la
perfección de la actividad humana y de la sociedad;”.
Las indicaciones números 82 y 83, de los HH. Senadores señor Mc-Intyre, y
señor Urenda, respectivamente, sustituyen la palabra “comunicacional” por “de
comunicación social”.
La Comisión, por la mayoría de sus miembros, los HH. Senadores señores
Cantuarias, Díez, Errázuriz, Horvath, Letelier, Muñoz Barra, Núñez, Ruiz de
Giorgio, Sule y Zaldívar (don Andrés),aprobó estas indicaciones con
modificaciones, para el efecto de eliminar en esta letra la palabra
“comunicacional” y perfeccionar su redacción. Votó en contra el H. Senador
señor Ríos.
La indicación número 84, del H. Senador señor Ríos, suprime la frase
“respecto de la perfección de la actividad humana y de la sociedad”.
La Comisión, por la unanimidad de sus miembros, aprobó esta indicación.
Estuvieron por la aprobación los HH. Senadores señores Cantuarias, Díez,
Errázuriz, Horvath, Letelier, Muñoz Barra, Núñez, Ríos, Ruiz de Giorgio, Sule y
Zaldívar (don Andrés).
La indicación número 85, del H. Senador señor Mc-Intyre, agrega a la letra
c) del artículo 7º la siguiente oración: “Nadie puede ser obligado a difundir en
un medio de comunicación de su propiedad enseñanzas o informaciones que
sean contrarias a sus convicciones religiosas.”.
La indicaciones números 86 y 87, de los HH. Senadores señor Errázuriz y
señor Otero, respectivamente, consultan, como párrafo segundo de esta letra,
el siguiente, nuevo:
“En el ejercicio de este derecho, las entidades religiosas deberán sujetarse a
las leyes y reglamentos que rigen el funcionamiento de los medios de
comunicación social y las propias normas de cada uno de ellos, en especial se
deberá respetar la orientación que hayan querido darle sus propietarios o
administradores. Nadie puede ser obligado a difundir en un medio de
comunicación de su propiedad enseñanza o información religiosa que sea
contraria a sus convicciones.”.
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SEGUNDO INFORME COMISIÓN ESPECIAL
El Presidente de la Comisión, declaró inadmisibles las indicaciones Nºs. 85, 86
y 87, por no decir relación con las ideas matrices del proyecto.
Letra d)
A su respecto se formularon las indicaciones números 88, 89 y 90.
La indicación número 88, del H. Senador señor Mc-Intyre, agrega la
siguiente oración: “Se reconoce el derecho de los establecimientos
educacionales para exigir, a sus alumnos y a su personal docente y
administrativo, el respeto por los principios o valores religiosos que allí se
sustenten, todo ello de acuerdo a sus normas estatutarias;”
La Comisión, por la mayoría de sus miembros presentes HH. Senadores
señores Cantuarias, Díez, Horvath, Núñez, Ríos, Ruiz de Giorgio, Sule y
Zaldívar (don Andrés), rechazó esta indicación, porque no guarda relación con
los propósitos y objetivos del proyecto. Se abstuvo el H. Senador señor
Errázuriz.
La indicaciones números 89 y 90, de los HH. Senadores señores Errázuriz y
Otero, respectivamente, proponen como párrafo segundo de esta letra el
siguiente, nuevo:
“La enseñanza religiosa en los institutos de formación; de educación, de
beneficencia o comunitarios establecidos por las entidades religiosas se regirá
por sus propios programas y planes de estudio, que comunicarán, cuando sea
del caso, y para el solo efecto de información, a la autoridad educacional
respectiva.
Los centros docentes establecidos para la formación de los
ministros de culto y los centros de educación superior establecidos por las
entidades religiosas o que oficialmente cuente con la garantía moral de una
entidad religiosa, establecerán libremente los programas y planes de estudio
de enseñanza religiosa.”.
La Comisión, por la mayoría de sus miembros presentes HH. Senadores
señores Díez, Horvath, Núñez, Ríos, Ruiz de Giorgio, Sule y Zaldívar (don
Andrés), rechazó estas indicaciones. Se abstuvo el H. Senador señor Errázuriz.
Letra e)
Se presentaron tres indicaciones a esta letra: las Nºs. 91, 92 y 93.
Las indicaciones números 91, 92 y 93, de los HH. Senadores señores Díez
y Piñera, Errázuriz y Otero,
respectivamente, fueron consideradas
conjuntamente por tener idéntica inspiración. Contienen dos ideas centrales, a
saber, que los organismos creados por una iglesia , confesión o institución
religiosa, que conforme a las normas jurídicas propias de estas últimas gocen
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SEGUNDO INFORME COMISIÓN ESPECIAL
de personalidad jurídica religiosa, serán reconocidos como tales y se entenderá
que también la tienen en el ámbito civil, y que ellos acreditarán su existencia a
través de la autoridad religiosa que los haya erigido.
El H. Senador señor Ríos solicitó a la Comisión que se
alterara el orden en el conocimiento de las indicaciones para poder tratar
conjuntamente la número 111, de que es autor, con las recién reseñadas.
Señaló que planteaba esto porque estimaba oportuno exponer su criterio en el
sentido de que le parecía fundamental separar en el texto del proyecto las
disposiciones relativas a las iglesias o confesiones religiosas, dada la peculiar
naturaleza de ellas y el papel que corresponde al Estado y, por tanto, al
legislador, en lo que a ellas se refiere, de los preceptos que establecen la
estructura básica de lo que serán extensiones de las iglesias en el ámbito
temporal: las persona jurídicas que se regulan más adelante en este mismo
proyecto.
Sostuvo que, a partir de esta parte, la iniciativa de ley se
refiere a los aspectos propios de la acción que las iglesias desarrollarán en
plano temporal, para lo cual se valdrán de personas jurídicas distintas a ellas.
Por esto, añadió, las iglesias se organizarán autónomamente, sin sujeción a
normas del orden temporal como ha quedado ya establecido. En cambio,
concluyó, los organismos a través de los cuales desarrollarán sus acciones
seculares se deben regular de otra manera.
La indicación número 111, del H. Senador señor Ríos propone sustituir el
inciso primero del artículo 9º por el siguiente:
“Artículo 9º.- Las entidades religiosas, podrán, conforme lo dispone esta ley,
organizar una estructura jurídica que le permita acceder a los beneficios y
obligaciones que son propios en tales organismos , pudiendo a través de ellos:
A) Fundar, mantener y dirigir, en forma autónoma, institutos de formación y
de estudios teológicos o doctrinales, instituciones educacionales, de
beneficencia o humanitarias, conforme con sus estatutos y demás
disposiciones del ordenamiento jurídico común;
B) Crear, participar, patrocinar y fomentar, para la realización de sus fines,
asociaciones, corporaciones y fundaciones con arreglo a las disposiciones del
ordenamiento jurídico común, y
C) Solicitar y recibir todo tipo de contribuciones
voluntarias, de particulares o instituciones públicas o privadas.”.
La Comisión, por la unanimidad de sus miembros presentes HH. Senadores
señores Cantuarias, Díez, Errázuriz, Horvath, Núñez, Ríos, Ruiz de Giorgio,
Sule y Zaldívar (don Andrés) aprobó esta indicación, refundiendo su texto con
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el de las indicaciones 91, 92, 93 y 108, también aprobadas, disposiciones que
conforman el nuevo artículo 9º del proyecto que proponemos al final.
Asimismo, y también por unanimidad se conservó en este precepto el inciso
del artículo 9º original, que prohibe a las entidades religiosas y a las personas
jurídicas que de ellas dependan perseguir fines de lucro, con una nueva
redacción.
Letra f)
La indicación número 94 del H. Senador señor Mc-Intyre, intercala en esta
letra la frase “en conformidad a lo dispuesto en el artículo 14”, para especificar
que las donaciones que soliciten y reciban las entidades religiosas deberán
encuadrarse en aquel precepto.
La Comisión, por unanimidad de los presentes, los HH. Senadores señores
Cantuarias, Díez, Errázuriz, Horvath, Núñez, Ruiz de Giorgio, Sule y Zaldívar
(don Andrés), rechazó esta indicación, por estimar que la remisión explícita no
es necesaria.
La indicación número 95 del H. Senador señor Urenda, consulta como
incisos segundo y tercero del artículo 7º, los siguientes, nuevos:
“En el ejercicio de este derecho las entidades religiosas deberán sujetarse a las
leyes y reglamentos que rigen el funcionamiento de los medios de
comunicación social y las normas propias de cada uno de ellos, debiendo
respetar en especial la orientación que hayan querido darle sus propietarios o
administradores.
Nadie puede ser obligado a difundir en un medio de comunicación de su
propiedad enseñanza o información religiosa que sea contraria a sus
convicciones.”.
Se rechazó porque la misma materia está siendo regulada
en el proyecto de ley relativo a la libertad de prensa y ejercicio del periodismo.
Se hizo presente que, en esta última iniciativa, el Senado ha aprobado
disposiciones referidas a los tópicos tratados en la indicación.
El rechazo fue acordado por la unanimidad de los
miembros presentes, los HH. Senadores señores Cantuarias, Díez, Errázuriz,
Horvath, Núñez, Ríos, Ruiz de Giorgio, Sule y Zaldívar (don Andrés).
ARTICULO 8º
A este artículo se formularon las indicaciones números 96
a 107.
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El artículo 8º del proyecto propuesto en el primer informe menciona en el
inciso primero que, conforme con lo preceptuado en el párrafo primero del
número 6° del artículo 19 de la Constitución Política de la República, la moral,
las buenas costumbres y el orden público constituyen los límites al ejercicio de
los derechos que emanan de la libertad religiosa y de culto.
Su inciso segundo prohibe la existencia de entidades o el desarrollo de
actividades destinadas al satanismo.
Las indicaciones números 96, 97, 98, 99, 100, 101 y 102, de la H.
Senadora señora Feliú, de los HH. Senadores señores Cantuarias, Díez y
Piñera, Errázuriz, Fernández, Núñez, y Otero, respectivamente, proponen
suprimir este artículo 8º.
La Comisión las aprobó
por la unanimidad de sus
miembros presentes, HH. Senadores señores Cantuarias, Díez, Errázuriz,
Horvath, Núñez, Ruiz de Giorgio, Ríos, Sule y Zaldívar (don Andrés). Al
hacerlo, acordaron dejar constancia de que se elimina el inciso primero por
estimarlo innecesario, toda vez que nuestra Carta Fundamental ya regula esta
materia y, además, porque el precepto constitucional correspondiente -número
6º del artículo 19- lo hace en términos aún más amplios que los empleados en
el artículo 8º del proyecto.
En cuanto al inciso segundo, relativo al satanismo, se hizo
presente que resultaba adecuado eliminarlo porque, como se expresó en el
primer informe, referirse a este fenómeno implica tomar una posición frente a
él, cuestión que reviste implicancias filosóficas y teológicas que no corresponde
al Estado adoptar y, por otra parte, porque si se regulara este aspecto en la
práctica se estaría dando a los grupos satánicos un tratamiento homólogo al
acordado para las iglesias.
La indicación número 103, del H. Senador señor Ríos, agrega, en el inciso
primero, la siguiente frase final: “y no podrán tener fines de lucro”.
Su autor la retiró.
La indicación número 104, 105, 106 y 107, de los HH. Senadores señor
Cantuarias, Mc-Intyre, Zaldívar (don Andrés) y Mc-Intyre, respectivamente,
suprimen el inciso segundo, o bien reemplazan en él la expresión “al
satanismo” por “al culto satánico”.
La Comisión, por la unanimidad de sus miembros
presentes, HH. Senadores señores Cantuarias, Díez, Errázuriz, Horvath, Núñez,
Ríos, Ruiz de Giorgio, Sule y Zaldívar (don Andrés), rechazó estas indicaciones
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por haber quedado resuelto el punto con el acuerdo adoptado al tratar las
indicaciones anteriores, que eliminan todo el artículo 8º.
ARTICULO 9º
A este artículo, que pasó a ser 10, se formularon las
indicaciones números 108 al 122.
El artículo 9º del proyecto propuesto en el primer informe regula el
procedimiento de constitución de las personas jurídicas a través de las cuales
las entidades religiosas actuarán en el orden temporal. El artículo consta de
tres incisos. El primero de ellos se compone, a su vez, de los siguientes tres
literales:
a) Inscripción en el registro público que debe llevar el Ministerio de Justicia de
la escritura pública en que consten sus estatutos y el acta de su respectiva
constitución;
b) Transcurso del plazo de noventa días desde la fecha de inscripción o
registro, sin que el Ministerio de Justicia hubiere formulado objeción; o si,
habiéndose deducido objeción, ésta hubiere sido subsanada por la entidad
religiosa o desestimada por la justicia, y
c) Publicación en el Diario Oficial de un extracto del acta de constitución, que
incluya el número de registro o inscripción asignado.
El inciso segundo dispone que desde que quede firme la inscripción en el
registro, la entidad religiosa gozará de personalidad jurídica de derecho público
por el solo ministerio de la ley.
Finalmente, el inciso tercero prohibe a las entidades religiosas tener fines de
lucro.
La indicación número 108, del H. Senador señor Fernández, reemplaza el
encabezamiento por el siguiente:
“Artículo 9º.- Las entidades religiosas tienen existencia
legal por el solo ministerio de la Constitución. Para facilitar la obtención de los
beneficios y derechos que las leyes otorgan, las entidades religiosas podrán
constituirse de la siguiente forma:”.
En conformidad al criterio ya establecido en cuanto a que
las iglesias y entidades religiosas tienen existencia anterior a toda regulación
que sobre ellas pretenda formular el Estado, al tratarse esta indicación ella
concitó el acuerdo unánime de los presentes, los HH. Senadores señores
Cantuarias, Díez, Errázuriz, Horvath, Núñez, Ríos, Ruiz de Giorgio, Sule y
Zaldívar (don Andrés), sin perjuicio de las enmiendas formales que se
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consignan en el texto del artículo 10 del proyecto que proponemos al final de
este informe.
En efecto, se destacó que el Capítulo III de la iniciativa no
está referido a las iglesias, sino que a las personas jurídicas que ellas decidan
crear para actuar en el ámbito civil. Se hizo notar que, por una parte, el
propósito buscado con esta disposición es regular un procedimiento que facilite
la formación de esas personas jurídicas y, por otra parte, aclarar que las
iglesias no serán afectadas por la eventual cancelación o disolución de las
personalidades jurídicas que aquéllas obtengan.
Las indicaciones números 109 y 110, de los HH.
Senadores señores Cantuarias y Zaldívar (don Andrés), respectivamente,
modifican el encabezamiento del precepto.
Estas indicaciones fueron retiradas por sus autores.
Letra a)
La indicación número 112, del H. Senador señor
Cantuarias, reemplaza la expresión “debe llevar” por “llevará”.
La Comisión, por la unanimidad de sus miembros presentes, los HH. Senadores
señores Cantuarias, Díez, Errázuriz, Horvath, Núñez, Ríos, Ruiz de Giorgio,
Sule y Zaldívar (don Andrés), aprobó esta indicación.
Letra b)
Las indicaciones números 113 a 119 inciden en esta letra.
La indicación número 113, de la H. Senadora señora
Feliú, la suprime.
La Comisión, por la unanimidad de sus miembros presentes, los HH. Senadores
señores Cantuarias, Díez, Errázuriz, Horvath; Núñez, Ríos, Ruiz de Giorgio,
Sule y Zaldívar (don Andrés), rechazó esta indicación. Fundó su resolución en
que le parece más adecuado el texto que para este literal se propone en el
primer informe y porque, en su opinión, la indicación, analizada en conjunto
con otras que propone la misma señora Senadora, se aparta de las líneas
fundamentales del proyecto.
La indicación número 114, del H. Senador señor Larraín, reemplaza el
penúltimo inciso por el siguiente:
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SEGUNDO INFORME COMISIÓN ESPECIAL
“Desde que quede a firme la inscripción en el registro
público, la respectiva entidad religiosa gozará de personalidad jurídica especial
de derecho público, por el solo ministerio de la ley, sin perjuicio de lo dispuesto
en el artículo 17.”.
La indicación número 115, de los HH. Senadores señores Díez y Piñera,
sustituye el penúltimo inciso por el siguiente:
“Desde que quede a firme la inscripción en el registro
público, la respectiva entidad religiosa gozará de personalidad jurídica religiosa
por el solo ministerio de la ley.”.
El H. Senador señor Díez planteó que, según se ha venido
discutiendo, no es adecuado utilizar para las entidades religiosas la tradicional
distinción que en derecho se hace entre personas jurídicas de derecho privado
y de derecho público, puesto que la naturaleza específica de aquellas entidades
no se ajusta a dicha clasificación. Ellas, agregó, actúan en un ámbito y con
finalidades propias completamente distintos de cualquier otro organismo. Por
lo anterior, postuló referirse a las personas jurídicas que puedan crear las
iglesias con una denominación especial, que dé cuenta de su peculiar esencia,
como podría ser la de “persona jurídica religiosa”.
Por último, propuso que en atención a los elementos
históricos que marcaron el desarrollo de las distintas confesiones religiosas y
con el objeto de asegurar absoluta igualdad entre ellas, se las denomine
personas jurídicas de derecho público religiosas.
El H. Senador señor Cantuarias destacó que este inciso es
muy relevante, porque el carácter de derecho público de estas personas
jurídicas constituye una reivindicación muy antigua de diversas iglesias y
organizaciones religiosas. Aclaró que, en su opinión, en ningún caso la
condición de “derecho público” debe ser tenida como un instrumento para que
el Estado pueda intervenir en su funcionamiento. Recordó, finalmente que ya
existe una ley que otorga a una iglesia -la católica ortodoxa- personalidad
jurídica de ese carácter.
La indicación número 116, de la H. Senadora señora
Feliú, reemplaza, en el penúltimo inciso, la frase “que quede a firme la” por
“su”, y “personalidad jurídica de derecho público” por “personalidad jurídica de
“Iglesia”.”.
La indicación número 117, del H. Senador señor
Errázuriz, sustituye, en el penúltimo inciso, la frase “personalidad jurídica de
derecho público” por “personalidad jurídica religiosa de derecho público”.
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La indicación número 118, del H. Senador señor Otero,
reemplaza, en el penúltimo inciso, la frase “personalidad jurídica de derecho
público” por “personalidad jurídica religiosa” o “personalidad jurídica de entidad
religiosa”.
La indicación número 119, del H. Senador señor McIntyre, sustituye, en el penúltimo inciso, la frase “de derecho público” por la
palabra “religiosa”.
La Comisión, por la unanimidad de sus miembros
presentes, los HH. Senadores señores Cantuarias, Díez, Errázuriz, Horvath,
Núñez, Ríos, Ruiz de Giorgio, Sule y Zaldívar (don Andrés), acordó mantener el
inciso en análisis en sus mismos términos. Por lo tanto, con la misma votación
rechazó las indicaciones números 114 a 119, anteriormente referidas, con la
sola excepción de la indicación número 114, en la que el H. Senador señor Díez
se abstuvo, en lugar de sumarse al rechazo.
--La indicación número 120, del H. Senador señor Ríos, consulta, a
continuación del artículo 9º, uno nuevo, que establece que las personas
jurídicas señaladas en el artículo anterior, tendrán existencia legal una vez
cumplidos determinados trámites. El señor Senador incorpora en este precepto
las letras a), b) y c) del artículo 9º propuesto en el primer informe, y propone,
a su vez, reemplazar el inciso penúltimo de dicha disposición por el siguiente:
“Desde que quede a firme la inscripción en el registro público, la persona
jurídica creada gozará por el solo ministerio de la ley de Personalidad Jurídica
de Derecho Público.”.
Las indicaciones números 121 y 122, de la H. Senadora señora Feliú,
consultan, a continuación del artículo 9º, los siguientes, nuevos:
“Artículo…Para inscribirse en el registro a que se refiere el artículo precedente,
será necesario que la entidad religiosa cumpla los siguientes requisitos:
1.- Presentar una solicitud al Ministerio de Justicia. Esta solicitud deberá
contener los fines religiosos de la entidad y una descripción de los ritos y
cultos que su práctica supone y deberá ir acompañada del acta de constitución
de la entidad y de los estatutos que la regirán reducidos a escritura pública.
2.- Acreditar ante dicho Ministerio que la entidad tiene arraigo en el país desde
hace a lo menos 10 años, que cuenta en Chile con un número de fieles no
inferior a cien mil y que tiene presencia, como mínimo, en la mitad de las
regiones del país. Estos dos últimos requisitos no serán exigibles a las
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entidades religiosas a través de las cuales se manifiesten las creencias
religiosas ancestrales de los pueblos autóctonos del país.”.
“Artículo…- La solicitud y sus antecedentes serán conocidos por una comisión
asesora del Ministro de Justicia, la que deberá emitir su informe en el plazo
máximo de 30 días contados desde que su intervención le sea solicitada.
Esta Comisión estará integrada por el Ministro de Justicia, que la presidirá,
un representante del Ministerio de Hacienda, por un representante
Ministerio de Educación, por un representante del Consejo de Defensa
Estado, por dos representantes de entidades religiosas elegidos por éstas y
dos personas de reconocida competencia en asuntos religiosos, designadas
el Presidente de la República con acuerdo del Senado.
por
del
del
por
por
Los miembros de esta Comisión durarán cinco años en sus funciones, sin
perjuicio de que al término de este plazo puedan ser designados
nuevamente.”.
La Comisión, por la unanimidad de sus miembros
presentes, los HH. Senadores señores Cantuarias, Díez, Errázuriz, Horvath,
Núñez, Ríos, Ruiz de Giorgio, Sule y Zaldívar (don Andrés), rechazó estas
indicaciones por ser incompatibles con los acuerdos ya adoptados en relación
con el procedimiento para obtener personalidad jurídica.
--ARTICULO 10
A este artículo, que pasó a ser 11, se formularon las
indicaciones números 123 a 135.
El artículo 10 del proyecto propuesto en el primer informe consta de cuatro
incisos.
El inciso primero establece que el Ministerio de Justicia no podrá denegar el
registro.
El inciso segundo fija un plazo de noventa días contado desde la fecha del
registro para objetar la constitución si faltare algún requisito o si los estatutos
o los fines y objetivos perseguidos se apartaren de las disposiciones de esta
ley.
El tercero contempla un plazo de sesenta días, para que los interesados
subsanen los defectos de constitución o adecuen sus estatutos, fines u
objetivos a las observaciones formuladas, agregando que si así no lo hicieren,
quedará sin efecto la inscripción en el registro.
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SEGUNDO INFORME COMISIÓN ESPECIAL
Por último, el inciso cuarto, otorga acción para reclamar de la objeción, en
juicio breve y sumario, ante el juez de letras en lo civil de la ciudad capital de
región en la que la entidad religiosa tuviere su domicilio, dentro del plazo de
quince días.
La indicación número 123, del H. Senador señor
Fernández, lo suprime.
Esta indicación fue rechazada por la unanimidad de los
miembros presentes de la Comisión, los HH. Senadores señores Cantuarias,
Díez, Errázuriz, Horvath, Núñez, Ríos, Ruiz de Giorgio, Sule y Zaldívar (don
Andrés).
La indicación número 124, del H. Senador señor
Cantuarias, propone incorporar el inciso primero como oración inicial del inciso
segundo.
Esta indicación fue aprobada unánimemente con los
votos de los HH. Senadores señores Cantuarias, Díez, Errázuriz, Horvath,
Núñez, Ríos, Ruiz de Giorgio, Sule y Zaldívar (don Andrés).
La indicación número 125, de la H. Senadora señora
Feliú, reemplaza, en el inciso segundo, la expresión “ese acto” por “la
solicitud”.
Con la misma votación anterior unánime, ésta fue
rechazada, puesto que la fecha inicial del cómputo del plazo para objetar es la
misma, tanto si se cuenta desde el acto de inscripción en el registro, cuanto si
se hace desde la presentación de la solicitud, dado que ambos hechos deben
ocurrir en un mismo día.
La indicaciones números 126 y 127, de los HH.
Senadores señores Díez y Piñera, suprimen, en el inciso segundo, la frase “o si
los estatutos o los fines y objetivos perseguidos se apartaren de las
disposiciones de esta ley”, y en el inciso tercero la expresión “fines u
objetivos”.
Sobre estas indicaciones el H. Senador señor Díez explicó
que se proponía eliminar la referencia a los fines y objetivos perseguidos por
los entes religiosos, dado que el Estado no debe inmiscuirse ni en unos ni en
otros, conforme a lo dispuesto el inciso tercero del artículo 1° de la
Constitución, en el sentido de que el Estado reconoce y ampara a los grupos
intermedios a través de los cuales se organiza y estructura la sociedad y les
garantiza la adecuada autonomía para cumplir sus propios fines específicos.
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La Comisión, por la unanimidad de los miembros
presentes, los HH. Senadores señores Cantuarias, Díez, Errázuriz, Horvath,
Núñez, Ríos, Ruiz de Giorgio, Sule y Zaldívar (don Andrés), aprobó las
indicaciones 126 y 127.
La indicación número 128, de la H. Senadora señora
Feliú, suprime la oración final del inciso tercero, que deja sin efecto la
inscripción en el registro si el ocurrente no subsana en tiempo los reparos
formulados por la autoridad.
La Comisión, por la unanimidad de los miembros
presentes, los HH. Senadores señores Cantuarias, Díez, Errázuriz, Horvath,
Núñez, Ríos, Ruiz de Giorgio, Sule y Zaldívar (don Andrés), aprobó esta
indicación.
Este acuerdo se fundó en que, como ya fue acordado que
en ningún caso el Ministerio de Justicia podrá denegar el registro, se debe
complementar esa disposición quitando a la Administración la facultad de dejar
sin efecto la inscripción en dicho registro cuando -a su juicio- no se subsanen
los defectos de constitución o no se adecuen los estatutos observados o
reparados. La Comisión es de opinión que en estos casos el Ministerio debe
poner los antecedentes en conocimiento de los tribunales, a fin de que sean
ellos los que resuelvan las diferencias producidas.
La indicación número 129, de los HH. Senadores
señores Bitar y Muñoz Barra, sustituye el inciso final por otro, que regula un
procedimiento ante el tribunal civil de la capital de región, para el caso que la
presentación por la que se subsanan defectos o adecuan estatutos sea
declarada insuficiente o contraria a la ley por el Ministro de Justicia. Agrega
que, durante la tramitación del proceso, se suspenderá el ingreso de la entidad
religiosa a los registros públicos.
La Comisión, por la unanimidad de los miembros
presentes, los HH. Senadores señores Cantuarias, Díez, Errázuriz, Horvath,
Núñez, Ríos, Ruiz de Giorgio, Sule y Zaldívar (don Andrés), rechazó esta
indicación.
Las indicaciones número 130, del H. Senador señor Letelier, número 131,
de la H. Senadora señora Feliú, número 132, del H. Senador señor Errázuriz,
y número 133, del H. Senador señor Mc-Intyre, reemplazan el inciso final por
otro que, en síntesis, entrega a la Corte de Apelaciones de la región en que la
entidad religiosa tuviere su domicilio el conocimiento del reclamo que los
interesados podrán formular en contra de la resolución que objete la
constitución. Asimismo, la indicación del H. Senador señor Letelier plantea que
el reclamo sea conocido siguiéndose el procedimiento y plazos previstos para
el recurso de protección.
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La Comisión, por la unanimidad de los miembros presentes
HH. Senadores señores Cantuarias, Díez, Errázuriz, Horvath, Núñez, Ríos, Ruiz
de Giorgio, Sule y Zaldívar (don Andrés), aprobó estas indicaciones refundidas
y con la redacción que figura como último inciso del artículo 11 del proyecto
que os proponemos, por estimar que la Corte de Apelaciones es el tribunal más
adecuado para la defensa de un derecho tan fundamental como es la libertad
religiosa y, además, porque el procedimiento establecido para el recurso de
protección es el que asegura de mejor manera y en forma oportuna el
ejercicio de las garantías constitucionales.
La indicación número 134, del H. Senador señor Ríos,
sustituye, en el inciso final del artículo 10, que pasa a ser 11, la frase “de la
ciudad capital de región en la que la entidad religiosa tuviere su domicilio” por
la siguiente: “de la capital provincial en que se encuentre su domicilio y al no
existir en ella, el de la capital regional correspondiente”.
Esta indicación fue retirada por su autor, en vista de lo ya
acordado.
La indicación número 135, de la H. Senadora señora Feliú, contempla, como
inciso final, el siguiente, nuevo:
“Subsanadas las objeciones formuladas por el Ministerio
de Justicia o, en su caso, acogido el reclamo por la respectiva Corte de
Apelaciones, la entidad quedará automáticamente inscrita en el registro. Igual
efecto se producirá sí el Ministerio de Justicia no formula objeciones dentro del
plazo de noventa días, contados desde la fecha de presentación de la solicitud
de inscripción.”.
La Comisión, por la unanimidad de los miembros
presentes, los HH. Senadores señores Cantuarias, Díez, Errázuriz, Horvath,
Núñez, Ríos, Ruiz de Giorgio, Sule y Zaldívar (don Andrés), rechazó esta
indicación, por considerar que no guarda coherencia con el procedimiento de
constitución de personas jurídicas que se ha venido regulando en este capítulo.
ARTICULO 11
A este artículo, que pasó a ser 12, se formularon las
indicaciones números 136 a 148.
El artículo 11 del proyecto propuesto en el primer informe
es del siguiente tenor:
“Artículo 11. Los estatutos deberán contener, a lo menos, la expresión de los
fines de la entidad religiosa, su denominación y demás datos de identificación;
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su régimen de organización y funcionamiento; sus órganos representativos, de
administración y control; la forma y quórum de sus decisiones; su sistema de
financiamiento; lo relativo a su disolución y destino de sus bienes, y el
procedimiento para reformar sus estatutos.
El acta deberá contener, como mínimo, el nombre de la entidad religiosa, el o
los domicilios de ella y la certificación de haberse aprobado los estatutos.
Las personas que suscriban el acta de constitución de la entidad religiosa y sus
directores no deberán estar procesados ni condenados por crimen o simple
delito.”.
Las indicaciones número 136, del H. Senador señor Otero, número 137,
del H. Senador señor Errázuriz, y número 139, de los HH. Senadores señores
Díez, Piñera, proponen sustituir este artículo por otro de un solo inciso que, en
sustancia, preceptúa que los estatutos deberán contener sólo elementos
característicos esenciales, específicamente, los órganos a través de los cuales
actúan en el ámbito jurídico y que representan a la entidad frente a terceros.
La indicación de los HH. Senadores señores Díez y Piñera agrega como otro
elemento específico que deberán contener los estatutos, los requisitos y
formas de nombramiento de sus ministros de culto.
El H. Senador señor Díez manifestó que se propone modificar el inciso primero
del artículo 11, porque éste regula materias propias de la autonomía
organizacional de las Iglesias. Por ello, se lo reemplaza por una norma
genérica, que exige precisar sólo aspectos substanciales para los efectos civiles
de los actos de estas personas jurídicas religiosas, como son los órganos a
través de los cuales actúan en el ámbito jurídico y que representan a la entidad
frente a terceros, y los requisitos y formas de nombramiento de sus ministros
de culto.
En cuanto a este último aspecto, resaltó la conveniencia de que existan
mecanismos públicos y conocidos para identificar a los ministros de cada culto
y para acreditar su condición de tales. Acotó que este punto le parecía útil para
evitar el desprestigio de las entidades religiosas por la acción de personas
inescrupulosas. Además, hizo presente que algunos actos religiosos producen
efectos civiles, de manera que por esta razón también es importante asegurar
que quienes actúan en ellos estén regularmente investidos en sus cargos.
El H. Senador señor Ríos, por su parte, explicó que habiéndose aprobado ya
por la Comisión la distinción que separa a las entidades religiosas -que son las
iglesias y confesiones- de las personas jurídicas a través de las cuales ellas
operarán en el campo civil, proponía reemplazar, en consecuencia con lo
anterior, la expresión “entidades religiosas” por “persona jurídica”, de manera
de dejar claramente establecido que son estas últimas las que representan a
las iglesias en el orden temporal.
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SEGUNDO INFORME COMISIÓN ESPECIAL
La Comisión, por la unanimidad de los miembros
presentes, los HH. Senadores señores Cantuarias, Díez, Errázuriz, Horvath,
Núñez, Ríos, Ruiz de Giorgio, Sule y Zaldívar (don Andrés), aprobó las
indicaciones 136, 137 y 139, con modificaciones, quedando el texto del
artículo, que pasa a ser 12, como se indica a continuación:
“Artículo 12.- En los estatutos o normas propias de cada persona jurídica que
se constituya en conformidad a las disposiciones de esta ley deberán
contenerse aquellos elementos esenciales que la caracterizan y los órganos a
través de los cuales actúa en el ámbito jurídico y que la representan frente a
terceros.
El acta constitutiva contendrá, como mínimo, la individualización de los
constituyentes, el nombre de la persona jurídica, sus domicilios y la constancia
de haberse aprobado los estatutos.
Las personas condenadas por delito que merezca pena aflictiva no podrán
suscribir el acta de constitución de la persona jurídica.”.
La indicación número 138 , del H. Senador señor Ríos reemplaza el artículo
11.
La Comisión, por la unanimidad de los miembros
presentes, los HH. Senadores señores Cantuarias, Díez, Errázuriz, Horvath,
Núñez, Ríos, Ruiz de Giorgio, Ríos, Sule y Zaldívar (don Andrés), la rechazó en
virtud del acuerdo recién referido.
La indicación número 140 del H. Senador señor
Cantuarias, consulta una enmienda de redacción en el inciso primero del
artículo 11, que en nuestro proyecto pasa a ser 12.
Considerando los acuerdos ya adoptados por la Comisión,
su autor la retiró.
--A continuación se consideraron dos indicaciones del H.
Senador señor Horvath.
La primera agrega un inciso, nuevo, con el objeto de
prohibir la utilización por una entidad religiosa del nombre oficial de otra
entidad ya existente y reconocida por ese nombre.
Luego que distintos señores Senadores hicieron presente
que esta materia no ha dado lugar a mayores problemas, y que
inevitablemente ciertas denominaciones son comunes a distintas iglesias que
comparten orígenes y postulados, el autor de la indicación la retiró.
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SEGUNDO INFORME COMISIÓN ESPECIAL
La segunda agrega un inciso nuevo del siguiente tenor:
“La certificación de la aprobación de los estatutos la realizará un ministro de fe
de la propia iglesia.”.
La Comisión reiteró su criterio en el sentido de que no
corresponde reglar en esta ley aspectos o actividades que ocurren al interior de
las iglesias, por lo cual, el H. Senador señor Horvath retiró también esta
indicación.
--La indicación número 141, del H. Senador señor McIntyre, intercala, en el inciso primero, después de la palabra “órganos”, la
expresión “y autoridades”, y reemplaza el vocablo “representativos” por
“representativas”.
La indicación número 142, del H. Senador señor McIntyre, agrega, en el inciso primero, después de “su sistema de
financiamiento;”, la frase “su domicilio principal;”.
Estas
dos
indicaciones
fueron
consideradas
simultáneamente. La Comisión, por la unanimidad de los miembros presentes,
los HH. Senadores señores Cantuarias, Díez, Errázuriz, Horvath, Núñez, Ríos,
Ruiz de Giorgio, Sule y Zaldívar (don Andrés), las rechazó, puesto que ya
aprobó un texto nuevo para el inciso primero de este artículo.
La indicación número 143, de los HH. Senadores
señores Díez y Piñera, intercala en el inciso segundo, después de las palabras
“El acta”, el vocablo “fundacional”.
La indicación número 144, del H. Senador señor
Cantuarias, sustituye, en el inciso segundo, la expresión “deberá contener”
por “contendrá”.
La indicación número 145, del H. Senador señor
Cantuarias, reemplaza, en el inciso segundo, los términos “el o los” por “sus”,
suprimiendo la expresión “de ella”.
La Comisión, por la unanimidad de los miembros
presentes, los HH. Senadores señores Cantuarias, Díez, Errázuriz, Horvath,
Ríos, Núñez, Ruiz de Giorgio, Sule y Zaldívar (don Andrés), aprobó estas
indicaciones con algunas enmiendas formales.
La indicación número 146, del H. Senador señor
Letelier, sustituye, en el inciso segundo la frase “y la certificación de haberse
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aprobado los estatutos” por “y el hecho de haberse aprobado los estatutos,
certificado por un Ministro de Fe de la respectiva Iglesia, confesión o entidad
religiosa”.
La Comisión, por la unanimidad de los miembros
presentes, los HH. Senadores señores Cantuarias, Díez, Errázuriz, Horvath,
Núñez, Ríos, Ruiz de Giorgio, Sule y Zaldívar (don Andrés), rechazó esta
indicación en atención a las razones expresadas al considerar la indicación del
H. Senador señor Horvath que se refería a la misma materia.
La indicación número 147, del H. Senador señor Núñez,
suprime el inciso tercero y la indicación número 148, del H. Senador señor
Zaldívar (don Andrés), lo sustituye por el siguiente:
“Las personas que suscriban el acta de constitución de la
entidad religiosa no podrán haber sido condenadas por delitos que merezcan
pena aflictiva.”.
Los HH. Senadores señores Núñez y Ruiz de Giorgio
dijeron que esta norma es innecesaria porque las organizaciones reguladas por
esta ley gozan de un alto prestigio social, de manera que por sí mismas se
preocuparán de no identificarse con personas que tengan antecedentes
penales. Todavía más, agregaron, si una iglesia optara por incorporar entre los
creadores de una persona jurídica a alguien que en otra época delinquió pero
que hoy está arrepentido, estaría cumpliendo una función redentora.
Por su parte, el H. Senador señor Zaldívar (don Andrés)
afirmó que su indicación debe ser vista como un medio para preservar el
prestigio de las instituciones.
Explicó que -de acuerdo a lo que reiteradamente se ha
venido sosteniendo durante la discusión de esta iniciativa de ley- debe
distinguirse entre las iglesias y las personas jurídicas que ellas crean para
actuar en la vida civil. Pues bien, para fundar una iglesia no se exige requisito
alguno; puede fundarla cualquier persona o grupo de personas. En cambio,
cuando esa iglesia decide crear una persona jurídica, por ejemplo, instalar un
colegio, deberá cumplir con los requisitos que en la normativa general se
exigen para los actos jurídicos respectivos.
A raíz de lo anterior, la Comisión adoptó respecto de estas
indicaciones los siguientes acuerdos:
Respecto de la indicación número 147, luego de recogerse
una primera votación en que las abstenciones influían, se repitió y, por la
mayoría de sus miembros, los HH. Senadores señores Díez, Horvath, Ríos,
Sule y Zaldívar (don Andrés), la rechazó. A favor la votaron los Senadores
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Cantuarias, Núñez y Ruiz de Giorgio, y se abstuvo el H. Senador señor
Errázuriz.
La indicación número 148 fue aprobada con diversas
modificaciones por la unanimidad de los miembros presentes, los HH.
Senadores señores Cantuarias, Díez, Errázuriz, Horvath, Núñez, Ríos, Ruiz de
Giorgio, Sule y Zaldívar (don Andrés).
ARTICULO 12
A este artículo, que pasó a ser 13, se formularon las
indicaciones números 149 a 154.
El artículo 12 del proyecto propuesto en el primer
informe se refiere a la forma de acreditar la condición de ministro de culto y
hace aplicables a éstos las normas de los artículos 360, No.1; 361, Nos. 1 y 3,
y 362 del Código de Procedimiento Civil, así como lo establecido en el artículo
201, No. 2, del Código de Procedimiento Penal.
La indicación número 149, del H. Senador señor McIntyre, agrega después de la expresión “expedida por”, la frase “la autoridad
competente según los estatutos de,” y la número 150, del H. Senador señor
Letelier, intercala después de “mediante certificación expedida por”, la
expresión “un ministro de fe de”.
Ambas fueron rechazadas por la unanimidad de los
miembros presentes de la Comisión, los HH. Senadores señores Cantuarias,
Díez, Errázuriz, Horvath, Núñez, Ríos, Ruiz de Giorgio, Sule y Zaldívar (don
Andrés).
La indicación número 151, del H. Senador señor Ríos,
reemplaza la expresión “por la entidad” por “por su entidad”, suprime la
palabra “respectiva” y agrega a continuación la frase “a través de la respectiva
persona jurídica creada por ella”.
La Comisión, por la unanimidad de los miembros
presentes, los HH. Senadores señores Cantuarias, Díez, Errázuriz, Horvath,
Núñez, Ríos, Ruiz de Giorgio, Sule y Zaldívar (don Andrés), la aprobó con
enmiendas formales menores.
La indicación número 152, del H. Senador señor
Errázuriz, y la número 153, del H. Senador señor Otero, agregan la frase “A
los ministros de culto, en el territorio de la provincia en que ejerzan su
ministerio les serán aplicables”, con lo que se restringen en el espacio las
prerrogativas procesales que a dichos ministros del culto confieren los
preceptos legales citados en la disposición a que se refieren las indicaciones.
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La indicación número 154, del H. Senador señor Mc-Intyre,
agrega el siguiente inciso segundo, nuevo:
“La acreditación de personas que efectivamente no sean
ministros de culto y el uso de dichas credenciales por parte de estas últimas,
será castigado con las penas previstas en el artículo 202 del Código Penal.
Idéntica sanción se aplicará al que falsifique estas credenciales.”.
La Comisión consideró conjuntamente estas tres
indicaciones y, por la unanimidad de los miembros presentes, los HH.
Senadores señores Cantuarias, Díez, Errázuriz, Horvath, Núñez, Ríos, Ruiz de
Giorgio, Sule y Zaldívar (don Andrés), las rechazó.
ARTICULO 13
A este artículo, que pasó a ser 14, se formularon las
indicaciones números 155 a 161.
El artículo 13 del proyecto propuesto en el primer
informe consta de dos incisos. El primero dispone que la adquisición,
enajenación y administración de los bienes necesarios para las actividades de
las entidades religiosas estarán sometidas a la legislación común.
El inciso segundo ordena a las mencionadas entidades llevar libros de
contabilidad, a los cuales tendrá acceso cualquier miembro de ellas.
La indicación número 155, de los HH. Senadores
señores Díez y Piñera, agrega al inciso primero la siguiente oración: “Sin
perjuicio de las normas jurídicas propias de cada entidad religiosa, cuyo
cumplimiento se entenderá que forma parte de los requisitos de validez para la
adquisición, enajenación y administración de bienes de propiedad de tal
entidad religiosa.”.
La indicación número 156, del H. Senador señor
Errázuriz, y la número 157, del H Senador señor Otero, contienen las mismas
ideas centrales que la indicación número 155.
Cabe hacer presente que el H. Senador señor Horvath
presentó durante la discusión en general de este proyecto una indicación
similar a las recién referidas.
El H. Senador señor Díez manifestó que el objeto de su indicación es enfatizar
la autonomía administrativa interna de las entidades y personas jurídicas
religiosas.
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La Comisión consideró conjuntamente estas indicaciones
y, por la unanimidad de los m
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