Cooperativas Agrarias Argentinas: Pasado

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Cooperativas agrarias argentinas
Pasado, presente y futuro
Roberto Fermín Bertossi
Experto de la Coneau
/Cooperativismo
Investigador del CIJS – UNC.
El cooperativismo agrario surgió en las décadas de los 30/40 (etapa de los pioneros,
fase laboriosísima de los primeros cultivadores) pero, recién tuvo su florecimiento o
edad de oro en las décadas de los 50/60 ofreciéndonos su impronta en una
extraordinaria transformación sociocultural rural la que fue tan admirablemente
inclusiva como redignificatoria del hombre de campo, (Vg., consumo, crédito, seguros
agrícolas, electrificación rural, etc.).
En los 70` el sector cooperativo agrario ingresa en una gradual y paulatina crisis
fundamentalmente a partir de intromisiones dictatoriales propias de la época,
despareciendo en los 90` muchas de ellas y en gran medida por un arrebato de
“gerentismos”, incipiente corporativizarían cooperativa la que hoy ha alcanzado en el
sector una inaceptable preponderancia en términos de “asociados y consejeros al
gobierno, gerentes y asesores al poder”, algo que se explica y predice a partir de la
escasa o nula presencia de los asociados en la organización y funcionamiento de los
órganos cooperativos como por su ausencia en las instancias de participación e
irresponsables excesos de confianza con los gerentes cooperativos de entonces… y de
ahora.
Como dijimos, la década de los 90` fue el tiro de gracia para el cooperativismo agrario
con la sobreactuación de un neoliberalismo vernáculo.
Hablar del futuro del cooperativismo agrario implica arriesgarse a predecir entre: a) el
futuro devenir de la política agraria común europea (PAC), las relaciones entre los
EE.UU. y la OMC en el postobamanismo, el futuro del bloque de Brasil, Rusia, India y
China (BRIC) (del cual, China, según un reciente informe ralentizado por su gobierno,
revela que sus tierras en general están contaminadas en un 20% de las cuales, aquellas
arables casi llegan a un 17% de dicho porcentaje a raíz de un irrestricto plan de
industrialización a partir de los 70´, el abuso de substancias químicas en el laboreo
agrícola territorial y la ausencia de políticas ambientales apropiadas) y, b) entre
nosotros, la suerte del Mercosur y de la Mesa de Enlace, etc.; todo lo cual torna más
osado y temerario ingresar en el terreno de predicciones o arriesgarse a predecir los
futuros derroteros agrícolas argentinos.
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Hasta la pasada década de los 70`, una o más cooperativas agrarias hacían al paisaje
de cada localidad, empresas de una valiosa índole y gravitación, propias de nuestra
economía solidaria civil.
Ante todo eso, el futuro de esta clase de empresas cooperativas es incierto más aún
cuando se verifican problemas y desafíos los que básicamente consisten en: 1) La
profesionalización de la gestión; 2) Visión y prospectivas; 3) Capacidad de
transformación y adaptación; 4) Integración; 5) Oscilaciones ambientales, políticas,
jurídicas, económicas y globales; 6) Modernización y asimilación tecnológica; 7)
Mediatización de la participación a raíz de cierta cohibición por supuesta sapiencia y
prevalencia de profesionales relacionados con el campo: (Vg., veterinarios, agrónomos,
contadores, abogados, agentes de bolsas cerealeras, periodistas, etc.).
Hablar del futuro del cooperativismo agrario implica arriesgarse a predecir entre: a) el
futuro devenir de la política agraria común europea (PAC), las relaciones entre los
EE.UU. y la OMC en el postobamanismo, el futuro del bloque de Brasil, Rusia, India y
China (BRIC) (del cual, China, según un reciente informe ralentizado por su gobierno,
revela que sus tierras en general están contaminadas en un 20% de las cuales, aquellas
arables casi llegan a un 17% de dicho porcentaje a raíz de un irrestricto plan de
industrialización a partir de los 70´, el abuso de substancias químicas en el laboreo
agrícola territorial y la ausencia de políticas ambientales apropiadas) y, b) entre
nosotros, la suerte del Mercosur y de la Mesa de Enlace, etc.; todo lo cual torna más
osado y temerario ingresar en el terreno de predicciones o arriesgarse a predecir los
futuros derroteros agrícolas argentinos.
Inicialmente, seria auspicioso reimpulsar un desarrollo rural a través de políticas de
estado que aseguren y expandan no solo una voraz e imprudente rentabilidad en lo inmediato sin
miramientos respecto al mediano y largo plazo sino, promoción humana agraria duradera
mediante un amplio abanico de medidas, lo mismo de carácter general que otras
específicamente previstas para ser aplicadas en múltiples y diversas áreas rurales,
medidas que van desde la agricultura territorial (y extraterritorial) hasta la diversificación
económica, pasando por la planificación ambiental y la regulación agrícola integral: vg.,
del agua, de las nuevas tecnologías, de los servicios de educación, de recreación y
cultura, de sanidad, del empleo, de la protección social, del urbanismo y la
reurbanización del campo tanto como una eficaz seguridad ciudadana rural.
Estamos en presencia de propósitos sociales, económicos y ambientales. Los primeros
aspiran a arraigar la poblaron en el medio rural mejorando el grado de bienestar, de
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igualdad y de no discriminación en el acceso a los servicios públicos, siendo
preferentes las mujeres y los jóvenes; los segundos proponiéndose expandir la base
económica financiera (Vg., recuperando las beneméritas y genuinas cajas de crédito cooperativo)
del medio rural con actividades competitivas, multifuncionales y diversificadas,
siempre que sean sustentables; el propósito ambiental, por último, seria restablecer
un alto nivel de calidad ambiental por medio de la precaución y prevención del
deterioro del patrimonio cultural, el paisaje y la biodiversidad, así como la ordenación
integrada del uso del territorio, el urbanismo y la vivienda, la mejora de la gestión de
los recursos naturales y, -reitero- concretamente el uso racionalmente responsable
del agua, a la par que reducir la contaminación en las zonas rurales; la regulación
específica de las responsabilidades rurales ambientales del empresario (cooperativo o
no), tanto como su control/sanción mediante auditorias y certificaciones ecológicas
como de estudios obligatorios previos de impactos ambientales posibles que habiliten
o inhabiliten este o aquel emprendimientos en pos de este o aquel fruto del campo.
Preconclusivamente, cuando el mayor sojero nacional indirecto y ambientalmente
irresponsable resulta el propio gobierno nacional con cuestionadas retenciones del
35% (no coparticipadas), cuando los productores denuncian que el margen o brecha
entre el precio al productor y el precio al consumidor es muy alto, en casos,
escandaloso; cuando los injustificados incrementos en los gastos de insumos,
producción, transformación, comercialización y exportación de sus productos reduce
o anula la viabilidad de múltiples y diversas explotaciones agrarias, tradicional y
complementariamente sustentables, resurge entonces una inédita ventana de
oportunidad para un renovado y auténtico cooperativismo agrario.
Finalmente esto es así en razón de que las finalidades cooperativas, excluyen la
intermediación y el lucro y, simultáneamente, pueden articular escalas de envergadura
más que considerables para que los beneficios sean capitalizados privilegiadamente
por los productores y los consumidores cooperativizados mediante su máxima
proximidad e interactuación relacional con la plena utilización de los últimos recursos
en materias de tecnificación y conocimiento para que el desarrollo humano recupere
gradual y paulatinamente tanto el valor de las injustas e impropias retenciones
aludidas como también, y desde el campo, toda su esperanza, promisoriedad,
comunidad, atracción y bienestar en la misma medida que les fueran arrebatadas por
extraños recurrentes de la argentinidad.
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