Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz ALTERNATIVA Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz ISNN 0717-5450 Director: Daniel Núñez Arancibia Secretario Ejecutivo: Gastón Quezada Fernández Área investigación: Rolando Alvarez Vallejos Programas de Estudios laborales: Antonio Aravena Área de capacitación: Pablo Chacón Cancino Área desarrollo local: Claudio Rodríguez Díaz Av. Ricardo Cumming 350 Fonofax: 6984458 [email protected] • www.ical.cl Santiago de Chile, diciembre 2007 Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz ALTERNATIVA Comité editorial Daniel Núñez (ICAL); Tomás Moulian (Universidad ARCIS); Olga Ulianova (IDEA-USACH); Manuel Antonio Baeza (Universidad de Concepción); Rolando Alvarez (ICAL), Julio Pinto (USACH); Antonio Aravena (ICAL); Hugo Fazio (CENDA); Marcel Claude (Universidad ARCIS); Estrella Díaz ( =) Consejo Internacional Atilio Boron (Universidad de Buenos Aires); Francisco Zapata (Colegio de México); Julio Gambina (FISIP-Argentina); Massimo Modonesi (Universidad Nacional Autónoma de México); Horacio Tarcus (CEDINCIArgentina); Enrique de la Garza (XXX); Revista Alternativa aparece dos veces al año. Acepta trabajos originales para su publicación, los que serán evaluados por el Consejo Editorial. Los trabajos deben ceñirse a las características descritas en “Normas de publicación de artículos”, ubicados en la última página de este ejemplar. Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz INDICE Editorial 3 Trabajo y sindicalismo Reflexiones metodológicas para el estudio del sindicalismo en Chile: aportes para un debate necesario, Antonio Aravena Carrasco. Apuntes sobre el renacer de la huelga obrera en Chile, Daniel Núñez Arancibia. La industria electrónica en Chile. Elementos para su comprensión, Nelson Ruminot Pardo. Historia y pensamiento crítico “Porque esta vez no se trata de cambiar un presidente…”. La Unidad Popular, Allende y las elecciones presidenciales de 1970, Rolando Alvarez Vallejos. Los comunistas y la toma de terrenos de La Victoria. A 50 años de una de las tomas más grandes de Latinoamérica, Alexis Cortés. Contribuciones de Gramsci hacia el cambio social del Chile Actual. Crítica a la distorsión posmoderna de su legado y lecciones para los marxistas, Rene Leal Hurtado. Desarrollo e historia local La lucha por la tierra. Un fragmento de historia social de Canela, Jorge Negrete Escobar. El dilema entre la autonomía y la cooptación. Notas exploratorias para un análisis de la relación entre el Estado y las organizaciones sociales populares, Claudio Rodríguez Díaz. 8 23 41 61 92 102 115 128 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Editorial La nueva edición de Alternativa, revista institucional del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz, representa un resumen del trabajo realizado por el Instituto durante el año 2007. A través de los trabajos que componen este número 25 de Alternativa, se expresan y representan parte de las multifacéticas actividades que llenaron la agenda 2007 del ICAL. Hace algunos años, nuestro Instituto ha desplegado una línea de trabajo hacia el mundo del trabajo y los trabajadores. En este ámbito, se han realizado investigaciones sobre estas problemáticas, cuya orientación apunta a indagar sobre las posibilidades de desarrollo y las estrategias del mundo sindical en nuestro país. Como siempre, el ángulo desde el que se abordan estas temáticas es lo que hoy se denomina “pensamiento crítico”, es decir, desde una postura disidente al actual régimen de dominación capitalista. En esta ocasión, Daniel Núñez Arancibia examina las huelgas de los trabajadores forestales y subcontartistas del cobre, que remecieron la agenda política del país durante el año 2007 y obligaron a todos los sectores políticos a pronunciarse en materias laborales. Por su parte, Antonio Aravena Carrasco propone líneas estratégicas que entrañan para las ciencias sociales y para el propio movimiento sindical las perspectivas de la cuestión laboral y sindical en el Chile de hoy. Finalmente, como resultado de una colaboración entre la Confederación de Trabajadores Metalúrgicos (CONSTRAMET) y nuestro Instituto, Nelson Ruminot Pardo recorre la trayectoria histórica y la realidad actual de la industria electrónica en Chile. Como parte del crecimiento del trabajo del Instituto, el año 2007 se conformaron dos nuevas áreas de trabajo: desarrollo local y estudios políticos. A pesar de estar aún en una etapa incipiente, ofrecemos los primeros resultados de los esfuerzos desplegados en estas áreas. En el ámbito de desarrollo local, se realizó un seminario llamado “Dirigentes sociales y construcción de poder local”, que contó con la presencia de destacados investigadores y de organizaciones sociales territoriales. Además, se realizó una capacitación con el objetivo de crear una plataforma comunal con la Unión Comunal de La Florida y otra en Rancagua sobre municipios y la participación. Asimismo, como parte de las primeras reflexiones sobre esta temática, Claudio Rodríguez indaga esta edición sobre el vínculo entre las organizaciones sociales y el municipio, cuya relación siempre se encuentra tensionada entre la cooptación y la autonomía. ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz En el ámbito de estudios políticos, se desarrollaron dos seminarios. En el primero, llamado “Gramsci, a 70 años de su muerte”, participaron dirigentes políticos y cientistas sociales, convocados a reflexionar desde Chile y su realidad sobre el legado del dirigente comunista italiano. El segundo seminario, “Estudios sobre militancia”, de carácter internacional, ya que participaron ponentes de Francia, Brasil, Argentina y Chile, dio cuenta de las diversas expresiones que adquiere en estos países la participación en organizaciones políticas y sociales. Como muestra de lo que se discutió en estos seminarios, se incluye en esta edición de Alternativa los artículos de René Leal y Alexis Cortés, en donde se reivindica la vigencia del marxismo y del pensamiento de Antonio Gramsci y la existencia de una identidad propia entre los habitantes de la conocida población “La Victoria”, respectivamente. Como parte de lo realizado en esta área, se encuentra el trabajo de Rolando Alvarez, referido a la campaña presidencial de 1970, que dio el triunfo a Salvador Allende, que busca aportar al conocimiento de aspectos menos conocidos de la figura del líder socialista, en el marco de la celebración durante 2008 de los cien años de su nacimiento. Durante el 2007 ICAL realizó numerosas capacitaciones y actividades formativas, imposibles de detallar en estas líneas, pero que expresan claramente el perfil de nuestro trabajo, ligado a la investigación en ciencias sociales, pero vinculado estrechamente a las organizaciones sociales. Como un ejemplo de estas amplias redes de colaboración, publicamos el trabajo de Jorge Negrete sobre un fragmento de la historia social de Canela, localidad ubicada en la IV región de Chile. Su autor, colaborador de ICAL, contó con el respaldo del municipio para la tarea de reconstruir parte del pasado reciente de este nortino poblado. Asimismo, desde el año 2002, gracias a la colaboración de la fundación alemana “Rosa Luxemburgo”, ha funcionado la “Escuela Sindical ICAL”, la que durante el año 2007 contó con participantes de las regiones IV, VI, X y metropolitana. Si bien en el presente número de Alternativa no se publica ningún texto sobre su desarrollo, la vigencia de este proyecto quedó de manifiesto con la edición del texto “La marcha de los topos. Una historia del movimiento sindical”, que a través de un lenguaje ameno y acompañado de caricaturas, pone a disposición de las organizaciones populares un instrumento para iniciar el estudio del pasado de Chile, para así fortalecer y proyectar las luchas del presente. En resumen, el número 25 de Alternativa se compone íntegramente por investigaciones originales desarrolladas por los profesionales del Instituto o por quienes participaron en actividades organizadas por éste, lo que refleja el desarrollo cualitativo y cuantitativo que ICAL ha sostenido Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz progresivamente en los últimos años. De esta manera, el aporte que intentan promover las actividades del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz son difundir el pensamiento alternativo al dominante, la divulgación de las desigualdades inherentes al capitalismo en su actual fase de desarrollo en Chile, el conocimiento de las experiencias de resistencias y rebeldía presentes y pasadas a esta situación, y en definitiva, aportar un grano de arena en la tarea colectiva de construcción de una nueva sociedad en Chile y el mundo. ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Alternativa NO 25, 2007: 9 - 22 / Instituto de Ciencias RevistaAlejandro AlternativaLipschutz del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Reflexiones metodológicas para el estudio del sindicalismo en Chile: aportes para un debate necesario Antonio Aravena Carrasco 1. El sindicalismo como objeto de estudio El estudio del sindicalismo en Chile se puede hacer desde distintos ángulos: reconstruir su evolución histórica, conocer sus cambios cuantitativos, observar los desarrollos sectoriales, mirar los conflictos laborales, apreciar sus dinámicas en un nivel macro y micro, estimar su fuerza como movimiento social, etc. Cada una de estas opciones conduce a resultados particulares. Por ejemplo, se puede detectar la debilidad del sindicalismo como movimiento social, con proyectos globales y una identidad definida, pero novedosas estrategias de lucha en algunos sectores específicos. Se concluye que sostener la existencia de una crisis sindical requiere una serie de especificaciones. Como veremos a través de este ensayo el análisis requiere que metodológicamente combinemos miradas de corto y largo plazo, que miremos ambientes globales y locales, que situemos a este actor en un conjunto de relaciones con otros actores, de modo de identificar y diferenciar las tendencias emergentes de aquellas que ya han cristalizado o han alcanzado cierta visibilidad. En ese marco, es fundamental desarrollar la lucidez como observadores para desentrañar el sentido último de los procesos en curso. Entrado ya el siglo XXI, ¿qué sucede con el sindicalismo en Chile?, ¿es un actor en crisis?, ¿sigue siendo relevante?, ¿ha sido reemplazado por otro actor en término de sus roles históricos?, ¿cuáles son sus estrategias?. Estas son algunas preguntas que nos sirven como punto de partida para elaborar este ensayo que tiene por objeto aportar al debate de la situación y las perspectivas de este actor. Nos interesa describir los procesos concretos que caracterizan su desenvolvimiento, pero también la forma en que se construyen conocimientos, discursos y formas de entenderlo. Las ideas que presentamos se nutren de estudios realizados por distintos autores sobre el tema y de las opiniones recogidas en encuentros con dirigentes sindicales y trabajadores a lo largo del país. En estos encuentros Sociólogo, investigador ICAL. Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz hemos tenido la ocasión de discutir varios asuntos que incluimos en este trabajo. Por tal razón, este puede ser considerado un primer esfuerzo de ordenamiento de esas experiencias. Esperamos con ello contribuir a la apertura del debate y al desarrollo de trabajos más sistemáticos y profundos en el futuro. 2. Sentido y crisis del sindicalismo En los años noventa muchos actores, incluyendo a dirigentes sindicales, se referían a la crisis sindical. A veces se aludía a un cuestionamiento del papel de la CUT, otras veces al funcionamiento y los magros resultados de los sindicatos en procesos de negociación colectiva, a las bajas tasas de sindicalización, por citar sólo algunos parámetros. En debates sindicales se sostenía que debía abandonar su perfil sociopolítico y replegarse hacia el interior de las empresas, situación que era criticada igualmente por las limitaciones que implicaba esa orientación. Algunos indicadores de la crisis se asumieron acríticamente. Por ejemplo, cuando se hacía referencia a la baja tasa de sindicalización se admitía que ella implicaba por sí sola la crisis sindical, sin estudiar en detalle su importancia relativa ni su significado a través de la historia. Sabemos ahora que los indicadores históricos (salvo momentos acotados) no han sido descollantes y que la fuerza sindical se juega también en sus vinculaciones políticas, la adhesión social que alcanzan sus demandas, la capacidad para incidir en el Estado, etc. Con todo, la idea de debilidad o irrelevancia sindical terminó por reforzarse en aquellos años. Hoy la discusión laboral ha colocado en el centro del debate a los sindicatos y uno de los argumentos más mencionados es que este actor es clave para el logro de una mayor justicia y equidad social, así como para el mejoramiento de las relaciones laborales. Siguen presente las visiones que lo ven como algo negativo, que debe ser controlado en cuanto a sus posibilidades de acción. En el fondo subyace la discusión por el poder de los trabajadores en nuestra sociedad, debate que necesariamente tiene una connotación política e ideológica. De todos modos, destacamos el hecho que aquello que hace unos años se veía casi como una situación de crisis final hoy sólo representa una etapa en la evolución de este actor cuyo significado último aun no terminamos de descubrir. El sindicalismo tiene algunas posibilidades de desarrollo, aunque esas opciones parecen más evidentes en los niveles intermedios y de base. En esos espacios están en juego nuevas estrategias de acción, lo que no se aprecia con la misma claridad en las centrales sindicales donde persisten problemas de funcionamiento y una serie de dificultades para concitar la adhesión social a sus propuestas. Esto no quiere decir que estas últimas ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz pierdan relevancia. Al contrario, si pensamos específicamente en la CUT, sabemos que participa de distintas instancias políticas y sindicales desde donde emanan acuerdos en ámbitos muy variados. Por lo tanto es muy importante su fortalecimiento. De todas formas, es sugerente observar lo que ocurrirá en sectores laborales como minería, salmonicultura, forestal, “retail”, agricultura, por citar algunos, donde los trabajadores están llevando a cabo experiencias de coordinación y acción muy interesantes. Ahí están en juego estrategias que eventualmente pueden iluminar las acciones en otros sectores, ampliando de esa manera el protagonismo de los trabajadores. Los resultados positivos o negativos de estas búsquedas son, por lo tanto, de alta significación. Es relevante, al mismo tiempo, apreciar las articulaciones que se pueden generar entre las centrales sindicales y las organizaciones sectoriales, de modo de mejorar la posición de los trabajadores en momentos de negociación. Es difícil aventurar los resultados de estas experiencias en el corto o mediano plazo, pero es evidente que las actuales circunstancias muestran un actor vivo, que enfrenta serias dificultades, pero que intenta revertir las lógicas de exclusión que le afectan. Como todo proceso social es probable que se observen avances y retrocesos de distintas magnitudes. Será responsabilidad de las diferentes fuerzas sociales y políticas, de las instituciones competentes, y no sólo del sindicalismo, posibilitar que las tendencias de largo aliento sean las mejores posibles para los trabajadores. 3. Descifrando la historia y el presente de los sindicatos a) El sindicalismo como sujeto de los cambios sociales. Una concepción que existe entre quienes piensan al sindicalismo es entenderlo como un actor orientado a la búsqueda de cambios, generalmente asociándolos a un proyecto de transformación global de la sociedad. Asimismo, se tiende a pensar que este actor es quien debe conducir estos procesos, casi como una tarea inherente a su existencia. Podemos encontrar registros en la historia donde esto efectivamente ocurrió así, pero debemos considerar que en muchas ocasiones ha actuado junto a otros actores, asumiendo distintos niveles de protagonismo. 10 A principios del siglo XX, en un contexto de gran agitación social, el movimiento de los trabajadores alcanzó notoriedad por sus luchas, actuando junto a otros sectores del mundo popular. En la década de los ochenta sucedió algo similar cuando bregaba contra la dictadura junto a pobladores y estudiantes entre otros actores. Es relevante concluir, de acuerdo a esta breve descripción, que los esfuerzos por el cambio social sobrepasan los Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz límites de un actor y deben ser entendidos como el resultado de múltiples fuerzas que, con mayores o menores niveles de articulación, se expresan en un determinado momento histórico. El análisis sindical debe reconocer las expresiones visibles y ocultas en un determinado tiempo y espacio. Es decir, no basta con observar las manifestaciones sindicales más notorias, pues ello impediría detectar los procesos históricos más profundos. Es procedente pensar, desde esta óptica, que la visibilidad de un actor no implica ni determina necesariamente su condición futura, y nada evita, en principio, que su recorrido sea contradictorio y difícil de explicar desde una mirada estrictamente lineal. Un fenómeno que hoy nos parece insignificante puede ser esencial en el futuro. O bien, algo que creemos notable quizás sea una expresión momentánea o marginal desde una perspectiva de más largo aliento. No corresponde, por lo tanto, declarar la crisis o más aún el fin de la relevancia de los sindicatos sólo por la inexistencia de protagonismo en un momento dado. Ciertamente este es un indicador que no se puede desconocer, pero antes de llegar a este tipo de conclusiones debemos descubrir las dinámicas y los cambios más profundos que se pueden estar forjando. Es preciso ver su significado histórico, las circunstancias que explican su condición. Se hace relevante contrastar este tipo de afirmaciones con evidencias empíricas. Se nos impone también la necesidad de utilizar una mirada amplia para el análisis de esta realidad. El sindicalismo fue seriamente afectado en las últimas décadas, especialmente en su condición de movimiento social, proceso del cual aun no logra recobrarse. Pero hoy se observan signos de recomposición a partir de la acción de los trabajadores del subcontrato de la minería, trabajadores del salmón y del sector forestal, entre los más visibles. Los conflictos suscitados en estos sectores pueden ser vistos como el resultado de un proceso de búsqueda de nuevas estrategias, no exentas de obstáculos, como reacción a un contexto de exclusión y desigualdad. Ahora bien, si estos movimientos lograrán generalizarse o no está por verse. En estas experiencias concretas de conflictos se aprecian articulaciones sociales que pueden servir para pensar respuestas al dilema de la conducción de los cambios. Algunos conflictos muestran un vínculo muy fuerte entre sindicatos y organizaciones territoriales, así como una participación activa de las mujeres y familias de los trabajadores. De la misma manera, en algunos casos las ONGs aparecen como nuevos actores en los conflictos laborales. Los dirigentes sindicales mantienen sus funciones, aunque se suelen presentar dificultades por la delimitación de los roles con estas instituciones. ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 11 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Dejamos formuladas dos interrogantes para incitar el debate: ¿qué papel juegan actualmente trabajadores, estudiantes, ambientalistas, consumidores, comunidades étnicas, ONGs, entre otros actores, en los procesos de cambio social?, ¿cuál es la definición de cambio que subyace en cada uno de ellos? b) El desarrollo de la conciencia social. Hay diferentes interpretaciones sobre cómo se da este proceso. Para algunos son los factores económicos los determinantes. Para otros, las relaciones entre los propios trabajadores, los procesos de educación o autoformación, los espacios de conflicto o de socialización, etc. De acuerdo a las visiones neoliberales hoy sería difícil el fortalecimiento de la conciencia sindical debido a la flexibilidad predominante en el mercado del trabajo y la cultura individualista y consumista que caracteriza a nuestras sociedades. Si miramos la experiencia histórica vemos que el desarrollo de la conciencia sindical tiene que ver con una multiplicidad de factores que nos impiden llegar tan fácilmente a la conclusión de los neoliberales. Entre fines del siglo XIX y principios del XX el desarrollo de la conciencia sindical estuvo asociado a las magras condiciones de trabajo, la difusión de las ideas socialistas y anarquistas, el desarrollo de la prensa obrera, etc. La precariedad laboral, la exclusión y la marginalidad no impidieron la constitución de los trabajadores como colectivo, con identidad y proyectos. Posteriormente, la relación de los sindicatos con los partidos políticos, el levantamiento de grandes fábricas, el surgimiento de organizaciones sindicales fuertes, los conflictos laborales y la experiencia sociolaboral en el proceso productivo, favorecieron la representación de este actor como parte de una clase social, portadora de una cultura y una identidad específica. En el caso de los obreros industriales este proceso fue más evidente, aunque en otros sectores, como la agricultura, los fenómenos no ocurrían de la misma forma. 12 La conciencia sindical implica que los trabajadores reconozcan su papel en la historia, que sean capaces de descifrar sus opciones políticas y laborales, confrontando sus valores con los predominantes en la sociedad. En este sentido, la politización del sindicalismo puede significar la aceleración de este proceso y no forzosamente la clausura de sus proyectos. La idea de colectivo, tan subvalorado en la lógica neoliberal, puede ser recreada desde los sujetos. Ahora bien, tampoco podemos creer que los mismos fenómenos conducirán siempre a idénticos resultados. Por ejemplo, la búsqueda de soluciones a conflictos materiales puede estar basada en una opción instrumental, de corto plazo, y no obligatoriamente en los mayores Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz niveles de conciencia. Algunas experiencias del pasado pueden ser repensadas a la luz de la realidad actual para fomentar la elevación de los niveles de conciencia, por ejemplo, la utilización de los medios de comunicación, las experiencias de autoformación o las iniciativas de solidaridad. En algunas zonas del país hemos visto que el acceso de los trabajadores a medios como la televisión o la radio ha tenido excelentes resultados en este sentido. Pero hay un conjunto amplio de elementos que se deben contemplar: experiencias culturales territoriales, relación de los actores con las instituciones nacionales y locales, autobiografías y liderazgos, experiencias históricas de acción social, etc. c) El papel y las relaciones de los actores del trabajo. Un aspecto relevante de considerar para efectos del análisis es que no podemos ver al sindicalismo de manera aislada, ya que su funcionamiento y dinámicas están en directa vinculación con el comportamiento de otros actores, así como con las relaciones que se producen entre todos ellos. Es decir, no podemos entender lo que ocurre con el actor sindical sin reconocer a la vez el papel del Estado, las organizaciones de los empleadores, los partidos políticos, entre otros. Asimismo, no lograremos un buen nivel de comprensión sin dar cuenta de procesos que tienen lugar simultáneamente al desarrollo sindical. Por ejemplo, el avance o retroceso de la democracia, los niveles de concentración económica, la elevación del endeudamiento de la población o la situación general de los movimientos sociales. Es interesante percatarse de las relaciones y contradicciones que existen entre estos fenómenos y la realidad sindical, lo que abre un amplio abanico de posibilidades. El sindicalismo creció y se hizo fuerte en el siglo XX, alcanzando la condición de movimiento social y dirigiéndose no sólo a la reivindicación económica, sino que a los procesos políticos más generales. La relación con el Estado y los partidos políticos de izquierda le permitieron acceder a instancias de decisión nacional que durante muchos años le habían sido negadas, obteniendo el reconocimiento de derechos en distintas materias. Las leyes laborales son una de las expresiones de esta situación. El Estado creó empresas y éstas se insertaron en relaciones laborales tripartitas reconociendo la legitimidad de la organización sindical. En el régimen militar el Estado fue un “Estado represor”, que eliminó muchas conquistas de los trabajadores. Hoy, en un contexto de atomización sindical, los trabajadores tienen dificultades para participar en las decisiones políticas del país, siendo objeto de una abierta exclusión. Con el transcurrir ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 13 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz de los años se han logrado abrir espacios y se ha avanzado en algunas material laborales y sindicales, pero siguen pendiente temas importantes. Al mismo tiempo, los sindicatos han tenido que lidiar con una serie de procesos, como la fragmentación productiva, las fusiones empresariales, el fenómeno de la subcontratación y los cambios tecnológicos en el trabajo, que dificultan y cuestionan sus tareas. Las relaciones del sindicalismo con otros actores son siempre dinámicas y complejas, pudiendo coexistir tendencias disímiles en los diferentes niveles de la estructura sindical. En este sentido, debemos estar preparados para observar en detalle todas estas relaciones, evitando simplificaciones en los análisis. Así, por ejemplo, es posible observar una relación conflictiva de las estructuras sindicales superiores con el Estado y una actitud de colaboración de los sindicatos con las instituciones estatales en espacios territoriales más acotados. También puede producirse el fenómeno inverso o una combinación de diálogo y conflicto permanente entre los actores. Puede suceder que los trabajadores perciban que sus demandas son escuchadas por el Estado y que se implementan políticas que les favorecen, permitiendo generar una dinámica de mayor colaboración. O bien, esta situación de entendimiento quizás influya en el desplazamiento del conflicto hacia el eje sindicato – empresa. También es factible que el conflicto adquiera un carácter global, especialmente en empresas transnacionales. Es decir, hay una variedad de alternativas que pueden germinar en este sentido. Los partidos políticos actuaron durante varias décadas como “correa de transmisión” de las demandas obreras. El escenario actual es diferente y nos lleva a preguntarnos por el significado que asignan a la actividad sindical: ¿qué relevancia tiene para ellos lo que ocurre con los sindicatos?, ¿cómo se expresa la preocupación por los temas laborales y sindicales en sus estructuras de organización?, ¿qué peso tienen los dirigentes sindicales en los partidos políticos?, ¿cómo se resuelven los temas de autonomía y dependencia? 14 El mundo empresarial, por otra parte, ha experimentado cambios importantes. Las empresas constituyen un actor social y en ese sentido tienen proyectos que van más allá de lo estrictamente productivo. Sus discursos irrumpen en el mundo social a través de distintos medios, influyendo de esa manera en las visiones de los sujetos. La idea de responsabilidad social empresarial, por citar un caso, se ha instalado con fuerza en los últimos años, refiriéndose a una mayor implicación de la empresa con el trabajador y la comunidad local. La contradicción entre los intereses de la empresa y los trabajadores pretende ser reemplazada por la idea de compromiso Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz corporativo. El estudio requiere dar cuenta de estas situaciones, agregando otras diferenciaciones importantes. Es preciso ver lo que ocurre en las grandes, medianas y pequeñas empresas, así como la situación de las empresas que pertenecen a capitales nacionales, transnacionales o mixtos. En algunos sectores resulta clave comprender la característica de los encadenamientos productivos donde algunas empresas se fortalecen mientras otras ven perjudicadas sus posiciones. En definitiva, se registran comportamientos económicos y relaciones de distinto tipo que se deben contemplar para una correcta comprensión. 4. Estructura y acción sindical El análisis de la situación sindical requiere conocer los cambios estructurales que se han suscitado en las últimas décadas en nuestra sociedad. Ellos se relacionan con procesos políticos, productivos, legales, sociales y culturales que han tenido diferentes efectos en los trabajadores y sus organizaciones. La persecución que fueron objeto los dirigentes sindicales en el régimen militar derivó en la muerte de muchos de ellos, situación que indudablemente repercutió en una representación de la actividad sindical como riesgosa en un sentido extremo. La persecución sindical y la prohibición de asociación generaron una pérdida de la sociabilidad, de la experiencia organizativa, de cultura e identidad. El traspaso de experiencias de una generación a otra se vio truncado, al mismo tiempo que fue afectada la valoración que la propia sociedad tenía de este actor. La transformación del marco jurídico ocurrido en los años setenta es especialmente significativa, pues vino a instaurar un Código Laboral que coloca serias dificultades a la acción sindical. Entre las más destacadas podemos mencionar, por su notoriedad pública e importancia para las organizaciones sindicales, la permanencia de la negociación colectiva básicamente en el ámbito de la empresa y la posibilidad del reemplazo de trabajadores en huelga. Este Código consagró la flexibilidad laboral e instauró lo que hoy conocemos como el régimen de la precariedad laboral (inseguridad e inestabilidad en el trabajo). Este nuevo marco permitió la “libertad sindical”, es decir, facilitó el surgimiento de varios sindicatos al interior de una empresa, pero, a la vez, eliminó muchos fueros sindicales, instauró los contratos por plazo fijo y temporada, etc. Dicho marco no se modificó al comenzar la “transición a la democracia”, como esperaban muchos dirigentes. Es decir, el proceso ha tenido continuidades históricas que no se explican sólo como la política ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 15 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz del régimen militar, sino como un componente esencial del modelo de desarrollo neoliberal vigente en nuestro país. Las características que adquiere la estructura productiva en los años setenta tienen otra implicación. Al adquirir más preponderancia sectores como servicios y comercio, en detrimento del sector industrial (eje del modelo de desarrollo por sustitución de importaciones que regía en los años anteriores) la composición global sindical se ve alterada. La cultura obrera, ligada precisamente al trabajo en la industria, entra en tensión a raíz de la emergencia de sectores que no tienen la misma tradición sindical ni una cultura asociada al conflicto. Nuevas categorías ocupacionales, como la de empleados, comienzan a tener mayor presencia cuantitativa, afectando los procesos de construcción de identidades colectivas. Pero las alteraciones en el ámbito productivo no deben ser vistas exclusivamente como el cierre de la experiencia sindica. En parte, porque es posible que exista la transmisión de experiencias entre los trabajadores de diferentes sectores laborales, lo que requeriría ser verificado a través de estudios empíricos. Igualmente, pueden emerger nuevas expresiones y estrategias, asociadas a la nueva composición de la fuerza laboral. Si vemos nuestra historia nos percatamos que alrededor de la década de los treinta y cuarenta del siglo XX el país vio modificada su estructura de desarrollo, pasando desde un esquema productivo centrado en la agricultura hacia uno centrado en la industria. Y si bien este paso implicó vicisitudes también posibilitó el surgimiento de nuevas certezas. Las transformaciones estructurales, ¿son los únicos o más importantes factores que explican la situación sindical, sea esta de debilidad o fortaleza? Pensamos que no. Esto conduciría al error de creer que todos los problemas están relacionados a fenómenos fuera del alcance y el ámbito de acción de los actores. Los actores pueden afectar los procesos estructurales (no son agentes pasivos), pero dicha capacidad está mediada por una serie de circunstancias y disputas que varían históricamente. En este sentido, la relación entre estructuras y actores es dinámica y cambiante, debiendo ser historizada para evitar interpretaciones mecanicistas en términos de las configuraciones de identidad, las capacidades reivindicativas, etc. 16 Por otra parte, el análisis de la relación entre estructura y actores (acción social) requiere considerar realidades geográficas y sociales más acotadas. Esto implica aceptar que los procesos estructurales no tienen el mismo significado o impacto para los trabajadores en los diferentes territorios o sectores laborales, y que ellos le pueden otorgar diversos sentidos. Es posible pensar que frente a un contexto de flexibilidad, por ejemplo, sindicatos ubicados en algunas zonas geográficas, con una historia, Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz identidad y dinámicas socio-culturales específicas, desarrollen respuestas y estrategias que en otros sectores no surgirán. Pensemos, en este sentido, en los comportamientos de los trabajadores en la actividad minera del cobre o del carbón en su momento, o en la de pescadores artesanales en Chiloé, que se explican por procesos específicos. 5. Homogeneidad o heterogeneidad sindical El sindicalismo no representa un cuerpo homogéneo y por eso es necesario conocer y caracterizar su despliegue en cada región, territorio o ámbito productivo. Las dinámicas sindicales sectoriales dan cuenta de proyectos, capacidades y debilidades que no se pueden desconocer, pues ello obstaculizaría el análisis y la reflexión sobre estrategias. Esta distinción no siempre se ha realizado y, por el contrario, se suele hacer referencia a “el sindicalismo” o “el movimiento sindical” como si este fuese un cuerpo consistente e invariable. Revisar qué ocurre sectorialmente nos permite entender las perspectivas y los escenarios particulares. A partir de este ejercicio pueden surgir diversas alternativas. Nos daríamos cuenta, tal vez, que hay sectores sindicales que van a entrar en crisis o declive, mientras que otros van a experimentar un mayor desarrollo. No necesariamente las tendencias irán en el mismo sentido, por lo que este tipo de análisis nos permite dar cuenta de situaciones que escapan de las explicaciones generales. La situación en sectores como el comercio o la agricultura, por citar dos casos, muestra semejanzas y diferencias. Las organizaciones de los trabajadores tienen distintos desarrollos. En el comercio, particularmente en el caso de las grandes tiendas, el trabajo en “malls” y supermercados, se ha establecido un mercado laboral altamente flexible, donde las formas contractuales, salariales y las jornadas asumen múltiples modalidades. De todos modos, y con dificultades, en este sector hay organizaciones sindicales que desarrollan sus labores. En la agricultura la actividad sindical es menor y enfrenta serias dificultades, las que se derivan en gran medida del contexto de explotación abierta de la fuerza de trabajo. Pensemos en la situación de las temporeras, para graficar mejor lo anterior. El análisis debe incluir lo que ocurre con la organización de los trabajadores del sector público, pero entendiendo que dicho sector también presenta diferencias significativas. La situación de los funcionarios de servicios del Estado difiere de la que tienen los trabajadores municipales o los de empresas públicas. Sus organizaciones presentan distintos niveles de cohesión, fuerza y coordinación. Entre las experiencias positivas destacamos los interesantes grados de articulación logrados por las ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 17 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz organizaciones del sector salud recientemente. También recordamos lo que históricamente ha sido el colegio de profesores como fuerza sindical o gremial. Hace algunos años, en un contexto de crecimiento de los niveles de cesantía, las movilizaciones de los trabajadores eventuales alcanzaron alta notoriedad pública y generaron muchas expectativas en los dirigentes sindicales en cuanto a sus proyecciones. Hubo quienes plantearon que este sector de la sociedad (desocupados y excluidos del sistema formal de trabajo), representaba la gran fuerza movilizadora de nuestros tiempos. Y si bien sus acciones se acotaron a un espacio temporal definido, este fenómeno permitió nutrir un interesante debate sobre las organizaciones de los trabajadores. 6. La visión de los actores Las opiniones de los propios actores aportan elementos vitales para conocer la situación sindical, por lo cual constituyen un ángulo imprescindible de considerar. Por esta razón, realizamos algunas reflexiones a partir de los comentarios que hemos recogido de dirigentes sindicales y trabajadores en diferentes ocasiones. La idea no es hacer una síntesis, sino que registrar cuestiones significativas para una reflexión más global. Cabe señalar, para una comprensión correcta de los temas seleccionados, que las apreciaciones que dan origen a estas reflexiones corresponden más a la de dirigentes de base que de niveles superiores o intermedios. Los temas que surgen aluden a procesos nacionales y locales, a prácticas concretas de los sindicatos, a los estilos de conducción, los aspectos valóricos, la situación de las bases sindicales, entre otros aspectos. Los elementos negativos tienden a aparecer más fácilmente en los discursos, lo que se traduce en una perspectiva del futuro marcada por la incertidumbre. Cuando los trabajadores se empoderan y miran más sus fortalezas se evidencia inmediatamente un cambio positivo en los estados de ánimo, lo que facilita el trabajo en torno a proyectos y acciones concretas. 18 a) El significado de la unidad sindical. La cuestión de la unidad sindical es un primer aspecto que nos llama la atención. Si bien este es un objetivo básico de las organizaciones sindicales, no se percibe como una práctica real. Hay varias situaciones que llevarían a confirmar este diagnóstico. Los ejemplos van desde la existencia actual de varias centrales sindicales, la coexistencia de numerosos sindicatos al interior de una empresa, las oposiciones entre trabajadores al interior de una organización, etc. La situación en los sindicatos muestra que incluso los trabajadores establecen diferencias entre los sindicatos “pro-empresa” y los que serían una real expresión sindical. Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Si miramos la experiencia histórica, desde comienzos del siglo XX los trabajadores se agruparon en diferentes centrales sindicales a partir de la identificación con proyectos ideológicos. Esto, sin embargo, no significó ni debe ser visto hoy como una situación de crisis. Con la promulgación de las leyes laborales, alrededor de 1930, se permitió la organización de empleados y obreros en sindicatos de distinto tipo, situación que podemos ver hasta nuestros días. Asimismo, por su ubicación en el proceso productivo los trabajadores se van aproximando a ciertas organizaciones y distanciándose de otras. A esto debemos sumar las asociaciones del sector público, con sus distintas representaciones. Es indudable que la unidad sindical es un valor que debe ser cultivado por las organizaciones sindicales y que ella constituye un principio elemental que las dota de sentido. Se relaciona, ni más ni menos, con la convicción de saber que “unidos se logra más que separados”, que la solidaridad puede más que el individualismo. Sin embargo, ella no debe ser considerada en un sentido genérico, sin vincularla a los escenarios o proyectos específicos donde se manifiesta. La unidad se expresa con diversas intensidades en los niveles de la estructura sindical. Asimismo, el significado que los sujetos le asignan se modifica históricamente. En este marco, parece necesario incorporar en el análisis la idea de coordinación y desarrollo de alianzas. La unidad quedaría asociada a la acción conjunta de las organizaciones nacionales, sectoriales o de base, en un contexto de conflicto, cooperación o en función de propósitos globales, sin restar autonomía ni minar los proyectos más particulares. Cabe señalar que estas alianzas se pueden extender más allá de las organizaciones de carácter sindical, considerando que hay fenómenos que afectan por igual a grupos más amplios de la población. En ese proceso es pertinente establecer temas o ejes transversales que conciten la adhesión sindical y social (trabajo decente, salario ético, justicia laboral, etc.), entendiendo que ellos deben estar insertos en un contexto más general de fortalecimiento organizacional y de mayor credibilidad sindical. Es decir, además de acordar los temas, es necesario que las organizaciones sindicales procuren mejorar su funcionamiento y recuperen la legitimidad como representantes de un sentir colectivo amplio. b) Las prácticas de las organizaciones sindicales. El funcionamiento y las prácticas concretas de los sindicatos son otro punto que nos interesa destacar. En este ámbito son frecuentes las opiniones asociadas a la ausencia de una gestión sindical eficiente, que incorpore el trabajo en equipo, promueva las comunicaciones y el uso de los instrumentos tecnológicos hoy disponibles. Hay muchas dificultades para obtener información y realizar análisis de la ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 19 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz situación de la empresa y del sindicato, así como de generar proyectos de largo aliento. Se evidencian muchas dificultades para abordar con éxito procesos de negociación colectiva, incorporando instrumentos legales o diplomáticos hoy disponibles. A la vez, la actividad sindical se tiende a desarrollar con escasos recursos económicos y alta precariedad material. Para muchos trabajadores el rol de los dirigentes sindicales es fundamental en el cambio de estas prácticas. En esa dirección se recuerda a dirigentes históricos, como Luis Emilio Recabarren o Clotario Blest, que lograron aglutinar a los trabajadores en torno a desafíos comunes. Se destaca de ellos su experiencia y conocimiento, la capacidad para innovar en las estrategias y sus convicciones valóricas. Se habla de la necesidad del recambio de los dirigentes sindicales, pensando que ello contribuirá a generar nuevas formas de trabajo, un mayor prestigio de la actividad sindical, “reencantando” finalmente a los trabajadores con el movimiento o la organización. Siendo necesario lo anterior, no se puede dejar de creer en el desarrollo de bases sindicales fuertes, capacitadas, con iniciativa, preparados para renovar la forma de hacer sindicalismo y permitir la emergencia de esos nuevos liderazgos. De la misma forma, hay que reconocer que en muchos dirigentes y trabajadores existe miedo a modificar las concepciones y formas tradicionales de trabajo. Comprender las situaciones particulares en los diferentes sectores o niveles sindicales es primordial para dar coherencia a los contenidos de las demandas sindicales, que pueden ir desde temas específicos y acotados a otros más globales sobre el modelo económico, la democracia, la modernización del Estado, etc. En los últimos años se observan algunas experiencias positivas en este sentido. Por ejemplo, en el sector público muchas asociaciones utilizan la planificación como herramienta de apoyo, analizando sus fortalezas y debilidades. Al mismo tiempo, han incorporado internet como instrumento de trabajo, mejorando los procesos de comunicación. Vemos algo parecido en los trabajadores del subcontrato de la minería, para quienes la utilización de estos medios ha sido fundamental en momentos de conflicto. También se evidencian en este caso elementos destacables en cuanto a la forma de ejercer liderazgo y el trabajo con las bases. Hay otras organizaciones que han incorporado una serie de plataformas novedosas para comunicarse nacional e internacionalmente. 20 La situación y las perspectivas de las organizaciones sindicales se juegan también en este espacio micro social, relacionado con su quehacer cotidiano, con las decisiones que día a día toman sus dirigentes y socios, con los planes, relaciones y redes que logran impulsar considerando los escenarios en que se desenvuelven. El desarrollo y la ampliación de las Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz redes resultan especialmente importantes en un mundo tan vertiginoso como el actual. Cuando se insertan en estas redes nacionales o globales mejoran su posición en momentos de negociación. Pero, al mismo tiempo, insertarse en estas redes implica adquirir nuevas destrezas: gestión de riesgos, manejo de idiomas, desarrollo de confianzas institucionales, etc. Ahora bien, en los sectores antes mencionados (funcionarios públicos, subcontratistas de la minería) se aprecia que el funcionamiento de la organización está vinculado a un proyecto político-sindical que le da sentido y, por lo tanto, la gestión y la técnica quedan insertas en un contexto más amplio. No ocurriendo lo anterior, resulta igualmente relevante mirar las prácticas cotidianas de los sindicatos para entender más en profundidad sus dinámicas y posibilidades. c) La democracia sindical. El desarrollo o la ampliación de la democracia sindical surge como una temática relevante. La democracia tiende a vincularse a una concepción acotada o formal. Es decir, se traduce en la participación de los trabajadores en procesos electorales, en la definición de estatutos, reglamentos o actividades puntuales, pero no necesariamente en el ejercicio permanente del poder. Cuando predomina esta situación la actividad sindical queda supeditada principalmente a las iniciativas y acciones de los dirigentes sindicales, en quienes los socios han delegado su representación. En los conflictos laborales ocurridos recientemente en nuestro país, sin embargo, vemos que la participación de los trabajadores se expresa en distintos momentos: cuando se aprueba la huelga, se resuelven nuevas estrategias, se exigen nuevas gestiones a los dirigentes, se asumen tareas concretas, sobrepasando así lo estrictamente formal. Podemos afirmar, entonces, que la democracia se expresa con distintas intensidades en las diferentes organizaciones de trabajadores y que posiblemente se están produciendo cambios en estas materias que requieren ser vistas con mayor atención. Es cierto que las organizaciones sindicales fueron partícipes de un gran movimiento democrático en los años ochenta, pero hoy es relevante preguntarse por el carácter que tiene la democracia en su propio funcionamiento, su evolución y posibles tendencias. Al hablar de democracia en las organizaciones sindicales qué elementos pasan a ser fundamentales: ¿la participación?, ¿la igualdad de derechos?, ¿la resolución de conflictos internos?, ¿el control grupal sobre las acciones individuales?. Asimismo, temas como la distribución del poder, la toma de decisiones, la transparencia, por citar algunos asuntos, adquieren especial significado. Estos tópicos, bien apropiados, pueden fortalecer y darle mayor legitimidad a estas organizaciones. ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 21 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Durante muchos años los dirigentes sindicales se vieron obligados a funcionar clandestinamente, operando como caudillos. En ese escenario, su autonomía, capacidad para tomar decisiones y resolver problemas eran fundamentales. Sin embargo, hoy se requieren ampliar los espacios de la democracia, propiciando un rol más activo tanto de dirigentes como de trabajadores. Hay que despertar el interés por la participación y generar nuevas dinámicas e instancias de decisión colectiva. Se debe recuperar una tradición de debate al interior de los propios sindicatos que permita impulsar nuevos y mejores proyectos de cambio. Dejemos planteadas algunas preguntas: ¿cuál es el sentido que tiene la democracia para las organizaciones sindicales?, ¿tiene relación con procedimientos formales o expresa algo más?, ¿el tema de la representatividad sindical ha experimentado modificaciones sustantivas?, ¿qué significa para un joven o una mujer la participación sindical? 7. Palabras finales. Desde la perspectiva del análisis sindical nos encontramos en un período donde se están colocando en juego búsquedas y recreación de estrategias. Han surgido nuevos liderazgos y en ciertos momentos ha sido tensionada la institucionalidad laboral. Al mismo tiempo, se aprecian algunos resultados parciales que algo nos pueden indicar sobre las tendencias de más largo aliento. Es importante observar cómo evolucionarán estos procesos, sus ritmos, secuencias, los actores predominantes. Para ello es necesario innovar en las perspectivas teóricas y metodológicas, combinar miradas de corto y largo plazo, relacionar fenómenos globales y locales, evitar explicaciones deterministas, etc. El sindicalismo debe aprender de su historia e incorporar nuevos elementos en su práctica. Hay que percatarse si se consolidarán organizaciones de base fuertes que permitan el surgimiento de mejores formas de entender la acción sindical. De la misma manera, cobra sentido detectar si se establecerá un funcionamiento en red al interior del sindicalismo, articulado con organizaciones de distinto tipo tanto a nivel nacional como internacional. Es importante apreciar las posibilidades de la acción sindical globalizada, asociada a nuevas capacidades, recursos y definiciones estratégicas. 22 ¿Estaremos en presencia del relanzamiento del movimiento sindical?, ¿se consolidará la fuerza del colectivo?, ¿es posible reconocer sectores sindicales capaces de impulsar un movimiento más amplio?, ¿cuáles son las herramientas teóricas y metodológicas que nos permitirán dar cuenta de todos estos procesos? Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Alternativa NO 25, 2007: 23 - 40 / Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Apuntes sobre el renacer de la Huelga Obrera en Chile Daniel Núñez Arancibia El año 2007 se presentó sumamente activo en materia de conflicto laboral, produciéndose grandes huelgas de trabajadores contratistas que remecieron el escenario político nacional. La primera de estas huelgas estalla en el mes de abril, en la principal empresa forestal de la provincia de Arauco, y la otra, durante junio en ese gigantesco complejo minero estatal, denominado Corporación de Desarrollo del Cobre (Codelco). Dichos movimientos sorprendieron a la opinión pública por la vitalidad con que emergieron, lo que se explica porque catalizaron un malestar social larvado por años en las entrañas mismas del modelo exportador, que tiende a acrecentarse en la medida en que aumentan las ganancias que obtienen las grandes empresas y se mantiene la superexplotación del asalariado contratista. Estudiar con la dedicación que amerita cada uno de estos conflictos, es un requerimiento de primer orden que supera con creces las posibilidades de este artículo. En un sentido mucho más modesto, la tarea que sí se puede asumir en estas pocas páginas, es reflexionar en torno a las principales características que exhiben estas manifestaciones y analizar sus efectos más notorios, especialmente en relación al comportamiento que presenta la negociación colectiva en las últimas décadas. Desde un punto de vista metodológico, se propone que la aproximación a estas expresiones de protesta y paralización se realice considerando toda la compleja red de situaciones y contextos que involucra el conflicto laboral. Es decir, para comprender el alcance de una huelga o protesta también hay que asimilar el entorno sociopolítico que la rodea, y de manera especial, el desarrollo que han alcanzado las organizaciones sindicales. Por este motivo, el presente artículo comienza introduciendo al lector en la problemática particular que experimenta el movimiento sindical chileno durante los gobiernos de la Concertación, lo que además facilitará una base mínima de conocimientos que permita dar solidez a los planteamientos desarrollados a continuación. También es necesario señalar que el estilo de redacción que encontrarán en el texto, de alguna manera se acerca a la forma del ensayo, en tanto se trata de ideas que todavía están en maduración y son susceptibles de sufrir modificaciones, especialmente Sociólogo, Director del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz (ICAL). ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 23 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz cuando ellas se confronten con la riqueza de las prácticas involucradas en las luchas concretas que impulsaron los trabajadores contratistas. Por último es necesario señalar que para la elaboración de estas ideas ha sido fundamental mi participación en el Programa de Estudios Laborales del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz (ICAL). Es más, esta experiencia de aprendizaje colectivo me ha proporcionado los nutrientes esenciales de los cuales se alimentan esta reflexión. Ya que por una parte, la estrecha relación que se ha logrado tejer desde ICAL con diversas organizaciones de trabajadores, me ha permitido recoger de primera mano las impresiones de una amplia gama de dirigentes sobre las problemáticas que enfrenta el movimiento sindical. Y por la otra, la incipiente labor de investigación social que ha llevado a cabo el equipo profesional del área laboral de ICAL, me ha permitido enriquecer mis conocimientos sobre la realidad laboral chilena. 1. La crisis del sindicalismo en el Chile de la post dictadura Es posible postular que existe una relación muy estrecha entre el conflicto laboral y las organizaciones sindicales, en el sentido que las decisiones que dichas organizaciones adoptan, ya sea en su nivel nacional, intermedio o de base, pueden favorecer o desincentivar el conflicto. Por eso mismo es conveniente, antes de entrar de lleno en el tema principal de este artículo, pasar revista -aunque sea de manera somera- a la difícil situación que enfrenta el movimiento sindical chileno en el último tiempo. Durante los años noventa el movimiento sindical experimentó una situación de crisis, que podría atribuirse a la ausencia de un proyecto estratégico que orientara su accionar. Ahora, utilizar una expresión tan manoseada como es la palabra crisis, puede resultar impreciso si no se profundiza en el carácter de esta crisis, lo cual obliga a retroceder un poco en el tiempo. 24 El golpe de Estado de 1973 es el suceso histórico que marca el ocaso del período desarrollista, época en la cual el sindicalismo había logrado posicionarse como un actor protagónico de la vida política nacional. Es evidente que el advenimiento de la dictadura conllevó el fin de esta etapa “dorada”, y además, fue una derrota estratégica para un movimiento sindical que había hecho suyo el proyecto del Gobierno Popular. Sin embargo y a pesar de la brutalidad de la dictadura pinochetista, hay que destacar que en un tiempo relativamente breve los sindicatos superaron el inmovilismo inicial que desató la represión y comienzan una paulatina reorganización. Es así como a principios de los años ochenta un remozado movimiento sindical irrumpió en la escena política nacional, y orientó su accionar tras Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz nuevas consignas, que le van a permitir desempeñar un papel activo en la lucha contra la dictadura. Son organizaciones como la Confederación de Trabajadores del Cobre y el Comando Nacional de Trabajadores, quienes desempeñan un papel fundamental en la convocatoria a las primeras protestas nacionales en el año 1983 y en las sucesivas jornadas de movilización que se sostienen con éxito hasta 1986 (). Aunque resulte paradojal, va a ser justamente la mutación de esta oleada democratizadora el acontecimiento que determinará en gran medida el devenir del movimiento sindical. La adscripción por parte de la mayoría de las fuerzas de oposición de la estrategia de negociación con el pinochetismo como la opción más viable para poner fin a la dictadura militar, definió un nuevo tiempo político, donde no hay espacio para proyectos democratizadores que intenten rebasar los estrechos márgenes de la transición pactada. En definitiva lo que sucede con el movimiento sindical, -al igual que con otros movimientos sociales que abrieron el camino a la democracia-, es que sus reivindicaciones quedan subordinadas a los requerimientos de estabilidad social y política que demandaba el naciente régimen civil. Lo más preocupante de todo, es que esta verdadera ideología de la transición también penetró al interior del propio movimiento sindical y logró hegemonizar la conducción de las principales organizaciones de trabajadores. A pesar que esta lógica política se expresó con su mayor intensidad a inicios de los noventa, hay que reconocer que ella no desaparece del todo. Más bien experimenta una metamorfosis, y trasciende a través de un decálogo político, que pretende orientar lo que debe ser el comportamiento “responsable” de los movimientos sociales en un régimen democrático. Por otro lado el escenario económico y social que emerge en la década del noventa, también va a contribuir a desorientar el accionar del movimiento sindical. En esos años se consolidan las transformaciones estructurales que a sangre y fuego introdujo la dictadura. La sociedad chilena se ve inmersa en un acelerado proceso de modernización, donde se manifiestan de manera más visible una serie de comportamientos sociales asociados al creciente dominio que ejerce el libre mercado. El exacerbado individualismo, la masificación del consumo, la emergencia de identidades sociales más frágiles, son fenómenos que se corresponden con nuevas formas de convivencia que se hacen pan de cada día entre los chilenos. En pocas palabras el movimiento sindical no sólo necesita liberarse del yugo El aporte de los trabajadores del cobre en las primeras protestas nacionales, se puede consultar en: Francisco Zapata, “La acción sindical en la gran minería del cobre, -¿continuidad o ruptura?” en Clases Sociales y acción obrera en Chile, compilador F. Zapata, (Colegio de México, Jornada Nº 110, 1986). 25 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz de la transición pactada, sino que además debe asimilar el renovado rostro que exhibe la sociedad chilena y la propia la clase trabajadora. Esta situación me lleva a un nuevo tema. Si hasta este momento se han destacado los aspectos políticos que intervienen en la crisis postdictadura del sindicalismo, ahora tengo la obligación de hacer mención a aquellos aspectos más estructurales que perduran hasta nuestros días, y que delimitan el marco económico, social e institucional dentro del cual se mueve el actor sindical. 2.La transformación de la base material y sociopolítica del sindicalismo chileno. A raíz de las heroicas huelgas y las multitudinarias manifestaciones de protesta que desde los albores del siglo XX desplegó la clase obrera chilena, los trabajadores tempranamente escaparon del anonimato a que estaban condenados en las ardientes salitreras del norte y en los oscuros arrabales porteños. A pesar de la sangre derramada y los sacrificios que acarrearon estas luchas, la oligarquía criolla continuó ignorando las peticiones de los trabajadores y se negó a reconocer el protagonismo que los asalariados se habían ganado en las calles. Recién con las primeras leyes laborales que datan de 1924, los sindicatos obtienen reconocimiento legal(). Aunque habría que esperar todavía más para que el movimiento sindical alcance la mayoría de edad. Es justamente en el período que se inaugura con el Frente Popular, cuando las organizaciones sindicales obtienen una interlocución efectiva con los gobiernos que se suceden en el país y conquistan un espacio propio dentro del sistema político. La solidez que alcanza la organización de los trabajadores durante el período desarrollista, se explica en parte, por el arraigo que tenían los sindicatos en sectores determinantes de la economía. En ese entonces el movimiento sindical contaba con tres pilares claramente identificables; el primero correspondía a los mineros, particularmente del cobre y el carbón, que eran actividades extractivas que a esa fecha involucraban una alta concentración de mano de obra. El segundo sector –los empleados públicos- eran de más reciente constitución y se habían consolidado al alero de la expansión que experimentaba el aparato del estado. Por último, estaban los trabajadores de la industria manufacturera nacional, que van a corresponder al polo más dinámico de la economía. Esta situación sufrió un vuelco dramático con las reformas de libre mercado que impulsó la dictadura, que generaron un cambio sustantivo en la estructura económica del país. Por una parte, se vieron afectados de 26 Francisco Walker, Derecho de las Relaciones Laborales. (Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 2003). p. 102. Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz manera severa los sectores que abastecían al mercado interno, por la otra, se crearon nuevos polos de crecimiento orientados a las exportaciones. Sin lugar a duda los asalariados más golpeados por las reformas neoliberales fueron los obreros industriales. La brusca reducción de los aranceles que impulso la dictadura, condujo a la quiebra a cientos de empresas manufactureras que fueron incapaces de competir con los productos importados que ingresaban al país a bajos precios. De esta manera, el proceso de apertura terminó por desarticular la base material de una de las ramas más activas y numerosas del sindicalismo. Los empleados públicos se vieron afectados por otra reforma estructural, la llamada modernización del estado. Este proceso correspondió a un agresivo plan de racionalización y desconcentración del aparato estatal, que en términos cuantitativos redujo el empleo que proporcionaba el estado y traspasó importantes responsabilidades –como la educación y la atención primaria de salud- a los municipios, todo lo cual restaría capacidad de negociación a los gremios del sector. En comparación con los dos sectores anteriores, se podría decir que los mineros fueron los menos golpeados en términos de la base económica, pues una de las apuestas exportadoras del nuevo modelo residía justamente en la minería. El fenómeno de los mineros es distinto a los otros casos, en la medida que está asociado al peso numérico que ellos poseen dentro de la clase trabajadora. En las últimas décadas la minería se ha constituido en una actividad que demanda una escasa mano de obra, ya que la introducción de las tecnologías modernas posibilita una elevada productividad empleando poca fuerza de trabajo. Por lo tanto, los mineros disminuyen su incidencia en el empleo frente a otros sectores económicos que pasan a tener una mayor relevancia, como son el comercio, el transporte y los servicios financieros. En síntesis se puede concluir que la apertura económica que emprende la dictadura de Pinochet desde el año 1975 en adelante, provocó una crisis en la industria nacional, a la vez que promocionó emergentes polos de crecimiento, que tuvieron como base las actividades primario exportadoras en rubros como la minería, la agroindustria, la actividad forestal y los productos del mar. Este proceso determinó el surgimiento de nuevos sectores de trabajadores, como sucedió en el caso de los temporeros de la fruta, o los trabajadores del salmón, que constituyen grupos asalariados casi desconocidos en nuestro país hace dos décadas atrás. Ahora bien, hay que considerar que el proceso de reestructuración penetró hasta alcanzar la médula misma de nuestra economía, generando cambios en las formas como se organiza la producción y el trabajo, que ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 27 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz afectan a todas las áreas productivas. Es así como se desarrollan una serie de innovaciones en la organización del trabajo, que favorecen el surgimiento de cadenas productivas basadas en la contratación y subcontratación de diferentes unidades económicas, que participan en ciertas fases del proceso de producción o prestan determinados servicios. La expansión de diversas formas de subcontratación, ha sido una constante en la economía chilena de las últimas dos décadas. Este proceso de reestructuración se ve favorecido por la desregulación del mercado del trabajo que instaura el nuevo Plan Laboral, ideado por el entonces ministro del ramo, José Piñera. Con estos cambios la fuerza de trabajo quedó supeditada a los requerimientos del capital, que puede contratar y despedir a los trabajadores con completa libertad y mínimos costos. Los elevados niveles de flexibilidad laboral que se alcanzan, se explican por la eliminación de una serie de conquistas sociales de los trabajadores, que restringían el excesivo poder que en el capitalismo goza el empleador frente al asalariado. Sin embargo los alcances de la reestructuración productiva también se manifiestan en el comportamiento de los trabajadores, ya que se genera un efecto de segmentación dentro del colectivo de asalariados que labora para una misma empresa. Este fenómeno lo pude apreciar nítidamente cuando investigaba las condiciones de trabajo de los operarios del salmón que laboran bajo el régimen de suministro de personal en la industria de los cultivos marinos de la X región. En base a entrevistas se pudo constatar como la subcontratación crea una barrera social que separa al operario de planta del personal subcontratado. En muchas ocasiones los operarios subcontratados señalan que los trabajadores de planta resultan ser personas desconocidas para ellos. Esto se explica porque las condiciones en que se efectúa la subcontratación en ciertas empresas inhibe la socialización habitual que se genera entre compañeros de faena o “colegas”. Incluso hay situaciones donde la discriminación no sólo proviene de los supervisores de la empresa mandante, sino que emana de los propios trabajadores de planta, que “miran en menos” al asalariado suministrado. En definitiva mecanismos como la subcontratación crea diferentes colectivos obreros dentro de una misma empresa, y estas diferencias pueden llegar a ser tan profundas que incluso enfrenten entre sí a los propios trabajadores. 28 El llamado Plan Laboral de la dictadura instauró un nuevo Código del Trabajo con una marcada orientación anti-sindical. Si bien es efectivo que en términos legales se permite la creación de cuatro tipos de sindicato (empresa, interempresa, eventuales e independientes), en la práctica se imponen una serie de restricciones que cuestionan la razón de ser de estas organizaciones. Particularmente relevante resultan ser las limitaciones que se establecen a la negociación colectiva y al ejercicio de la huelga. A Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz estas organizaciones se les hace muy difícil cumplir con las expectativas reivindicativas de sus afiliados, ya que ante una postura intransigente del empresariado, los sindicatos disponen de un repertorio muy acotado de mecanismos de presión a los cuales recurrir. En términos concretos la dictadura deseaba reducir el movimiento sindical a una mínima expresión, y junto con ello despolitizar a ese enorme contingente laboral, y también a la masa de asalariados que sin estar afiliados a un sindicato, apoyaban los llamados del sindicalismo. Otra medida que ratifica la tendencia “gremialista” del pinochetismo, y que apunta a disociar la política de la acción sindical, se encuentra en la ley de partidos políticos que impuso la dictadura, donde se contempla la prohibición para que los dirigentes sindicales puedan ser candidatos a diputados y senadores. Es interesante considerar que esta vocación despolitizadora, ataca uno de los rasgos centrales que distingue al movimiento sindical chileno. La estrecha imbricación que desde su nacimiento tuvo el movimiento sindical con los principales partidos marxistas, favoreció su creciente influencia en los centros políticos de toma de decisiones, como el parlamento. Este proceso se vio acompañado por una interesante presencia electoral en los distritos de concentración obrera, lo que se manifestó en que destacados dirigentes sindicales tanto socialistas como comunistas accedieran al parlamento, dando vida a una desaparecida tradición de diputados y senadores “obreros”. La continuidad de la ley de partidos políticos de la dictadura y la perpetuación del sistema electoral binominal, ha generado un sistema político altamente excluyente que ha reducido la influencia del movimiento sindical. Para culminar de describir la crisis sindical, se puede concluir que no es una situación coyuntural la compleja situación que atraviesa el movimiento sindical bajo los gobiernos de la Concertación. Por el contrario, responde a una crisis más profunda, que está estrechamente asociada a la transformación radical que se produce tanto a nivel de la estructura socioeconómica como en el propio comportamiento de la población. Es así como se genera un orden social y político muy distinto al que conocieron las organizaciones de los asalariados durante la mayor parte del siglo XX. En este sentido se puede afirmar que el movimiento sindical está obligado a reconocer el nuevo rostro del país y de la propia clase trabajadora, y a buscar caminos que le permitan superar la exclusión que impone un sistema político bicolor. 2. Los nuevos rostros del conflicto laboral: El caso de trabajadores contratistas de Bosques Arauco y Codelco. El actual comportamiento que muestra el conflicto laboral en el sector ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 29 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz privado, deja entrever la mínima ampliación de derechos colectivos que ha conllevado la llegada al poder de la Concertación de Partidos por la Democracia. De partida hay que señalar que durante los gobiernos de la Concertación la legislación laboral vigente mantiene severas restricciones. En la práctica, los únicos asalariados que pueden negociar colectivamente y hacer uso de la huelga legal, son quienes están afiliados a un sindicato de empresa y cuentan con un contrato de trabajo indefinido. Esta situación excluye a una enorme masa de asalariados, que dada la inestabilidad que presenta su actividad laboral no gozan de esta prerrogativa contractual y tampoco cuentan con resguardo legal si se involucran en una paralización de faenas. Un caso paradigmático y poco digno de lucir, corresponde a la situación que presenta la negociación colectiva. Según las estimaciones de la Dirección del Trabajo en el año 1990, sólo un 7,6% de los asalariados del sector privado hacían uso de este derecho. Mientras que en el año 2006 sólo participan en estos procesos legales el 5,4% del total de trabajadores asalariados del sector privado(). Esta cifra desnuda como con la llegada de los gobiernos civiles, en el mundo del trabajo ocurre un proceso inverso al que opera en relación a los derechos políticos. Mientras que a los chilenos se les restituye el derecho a voto y se les permite elegir, en la empresa sucede todo lo contrario, pues aquí el espacio democrático se reduce. Si antes de 1973 el sistema político que acompañó al desarrollismo ubicaba como la frontera inviolable la propiedad privada, en el neoliberalismo los límites se mueven a favor del gran capital. Incluso se podría hipotetizar que la nueva frontera de la democracia esta puesta en los altos niveles de rentabilidad que gozan los grandes grupos económicos. En lo referido a la evolución de las huelgas legales, ellas alcanzan su momento máximo en el año 1991, cuando participaron 45.910 trabajadores en paralizaciones, por lejos, la cifra más alta en participación de los últimos dieciséis años. Con posterioridad a esta fecha la participación en las huelgas experimenta una caída significativa, llegando a su punto más bajo en el 2003 -10.443 trabajadores-, para luego experimentar un interesante repunte el 2006, cuando se alcanza a un total de 15.602 asalariados involucrados en huelgas legales(). Como se ha podido apreciar los movimientos huelguísticos abarcan a un número extremadamente limitado de la fuerza de trabajo asalariada, y si bien mejoran de manera sugerente su desempeño el 2006, aún está muy por debajo del punto máximo que se alcanza en 1991. A pesar de lo revelador que resultan estas cifras, es conveniente que 30 Series Estadísticas 1990-2006, II Negociación Colectiva. Página Web, Dirección del Trabajo, 2006. Series Estadísticas 1990-2006, III Huelgas. Página Web, Dirección del Trabajo, 2006. Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz nuestra mirada continúe en movimiento. Ya que si se amplía un poco más la perspectiva, aparecen interesantes datos que apuntan a develar como el magro resultado que arroja la huelga legal, corresponde a cifras parciales que reflejan sólo una parte de la realidad. El análisis se enriquece de manera significativa al incluir ciertos antecedentes que revelan un nuevo fenómeno que ha sido insuficientemente estudiado; me refiero al comportamiento que presenta la denominada huelga ilegal o extra legal. Un estudio elaborado por el profesor Alberto Armstrong, da cuenta de un interesante proceso en lo referido a conflictividad laboral en el sector privado. Señala que a partir del año 1987 emerge en Chile otro tipo de manifestación laboral, que él denomina huelga ilegal, en tanto es realizada por fuera del marco legal. Y agrega a partir de datos proporcionados por Carabineros, la prensa escrita y la Dirección del Trabajo, que “entre 1987 y 1999 la tendencia del porcentaje de huelgas ilegales es creciente; concretamente se puede estimar que en promedio las huelgas ilegales crecieron a razón del 2,24%. Si bien esto no es una cifra que pueda causar inquietud, denota que los trabajadores privados se están alejando lentamente de los cauces legales” (). Ahora bien, si a estas paralizaciones por fuera de la ley se agrega el sugerente mejoramiento que experimenta la huelga legal en el año 2006, se configura un escenario que permite cuestionar la escasa conflictividad laboral que se explicita en los indicadores oficiales. En este sentido, es posible suponer que en los últimos años un número nada despreciables de asalariados hacen denodados esfuerzos por mejorar su posición negociadora, y para ello recurren a todos los mecanismos que estén disponibles, sean estos de tipo legal o se trate de prácticas que transcurran por fuera de la institucionalidad laboral. Pero sin lugar a duda, fueron las huelgas de los trabajadores contratistas de Bosques Arauco y de la minera estatal CODELCO, las movilizaciones que lograron que esta renovada voluntad reivindicativa dejara de ser un fenómeno subterráneo que transcurría calladamente, y pasara a constituirse en una problemática social capaz de atraer la atención de la opinión pública. Entre otras cualidades, dichas paralizaciones tienen la virtud que muestran al país un novedoso tipo de conflicto laboral, que se pasará a detallar a continuación. El primer aspecto que destaca en ambos movimientos es la contundente capacidad que ellos poseen para involucrar en una misma acción reivindicativa a asalariados que están empleados por diferentes empresas contratistas, dando vida de esta manera a una sui-generis negociación colectiva interempresa. El carácter extralegal de estos movimientos huelguísticos está radicado en lo más profundo de su naturaleza, ya Alberto Armstrong y Rafael Aguila, “Las huelgas en empresas del sector privado en Chile: 19791999”, en Revista Abante. (Volumen 3, Nº 2, Octubre 2000), p.182. ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 31 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz que toda la estrategia de paralización que se implementa se basa en cuestionar, por una parte el concepto jurídico de empresa que define la institucionalidad pinochetista, y por la otra, la intención del plan laboral de restringir la negociación colectiva a unidades económicas aisladas. Aquí los trabajadores anteponen un criterio de realidad, que nace del hecho irrefutable que los asalariados contratistas realizan un papel fundamental en la cadena productiva de la cual son parte. En términos más directos, esto significa que el trabajador contratista se niega a ser considerado como un “externo”. El se asume como un asalariado más de esta verdadera “mega” empresa que es el circuito productivo que gira entorno a los minerales del Teniente o la Andina en el caso de CODELCO, y de la red de medianas y pequeñas empresas que realizan todo el proceso de explotación del bosque para la forestal de Arauco. De esta forma el código laboral se sobrepasa en múltiples aspectos. Por una parte, porque convergen en una misma negociación diferentes sindicatos. Por otra, porque negocian sindicatos interempresa que se encuentran impedidos de ejercer este derecho, si no cuentan con la anuencia de todos los empleadores involucrados. Y finalmente, se vulnera una vez más, cuando todos los sindicatos se plantean la negociación con el actor que encabeza la cadena productiva respectiva, y no con su empleador directo. Un tema clave en este tipo de movimiento contratista, es que los asalariados que adhieren a estas huelgas pasan por encima de la empresa a la cual están vinculados legalmente –la compañía contratista-, y dirigen directamente sus exigencias a la entidad principal, -también llamada empresa “mandante”- que en este caso corresponde a la minera CODELCO y a la empresa Bosques Arauco, parte del holding de empresas COPEC. La interlocución con estas gigantescas compañías se fundamenta en una razón práctica, pues son justamente las empresas mandantes, -mucho más que las contratistas- quienes poseen el poder económico para resolver las demandas que exigen los trabajadores. En el caso de los obreros forestales de Bosques Arauco, ellos saben muy bien que las jugosas utilidades que se generan con el usufructo de su esfuerzo diario van a parar casi íntegras a los bolsillos de la familia Angelini, dueña del holding al cual pertenece esta empresa forestal. Algo parecido es lo que sucede con CODELCO. Esta estratégica empresa estatal cuenta con una importante dotación de personal de planta, sin embargo buena parte de los exitosos resultados que exhibe en los últimos años, se explican por la inhumana precariedad a que están sometidos una enorme masa de asalariados externos que presta servicio a través de empresas contratistas y subcontratistas. 32 Otra de las novedades de estas movilizaciones, reside en la gran cantidad de organizaciones sindicales involucradas y en la unidad con que Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz actúan. En ambas huelgas se logra impulsar una paralización que aglutina a sindicatos de empresa de diferentes tamaños, a sindicatos interempresa e incluso a federaciones y confederaciones. Nuevamente el elemento determinante es la voluntad que todas estas organizaciones exhiben para pasar por encima del marco legal. Esto quiere decir que si ha determinado sindicato de empresa le corresponde legalmente negociar en cierta fecha, -por ejemplo en agosto del 2008-, para participar en estos movimientos huelguísticos dicha organización debe reivindicar su derecho a paralizar las faenas en el momento que resulte más oportuno. Demás está decir que si los sindicatos involucrados se ciñen a la normativa vigente, jamás se hubiesen producidos estos movimientos, ya que por una parte las fechas para negociar son tremendamente dispares para los sindicatos de empresas, y por otra, hay sindicatos que ni siquiera están facultados para ejercer el derecho a negociación colectiva, como sucede con los interempresa. En el caso de los asociados a sindicatos interempresa, la experiencia les indica que para lograr que la gerencia se siente en la mesa negociadora, es indispensable situarse en una posición de fuerza y estar en disposición de recurrir a la huelga de ser necesario. La multiplicidad de organizaciones que se involucran en este conflicto laboral y la capacidad que ellas poseen para presentar sus demandas de manera conjunta, son hechos que explican la masividad que alcanzaron dichas movilizaciones. Esta conciencia sobre la importancia de actuar unidos hace que las organizaciones de trabajadores generen coordinaciones de diverso tipo, e incluso, converjan en nuevas estructuras nacionales como sucede con los contratistas de CODELCO. Aquí el movimiento es conducido por la recién creada Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC), que reúne a federaciones divisionales y a sindicatos contratistas de las cinco divisiones de CODELCO y también de la minería privada. En el caso de la forestal de Arauco, la movilización es orientada por una coordinadora denominada Unión de Sindicatos Forestales (USINFA), que reúne a la Confederación de Trabajadores Forestales, a una federación y a los sindicatos de choferes. El carácter extralegal de dichas paralizaciones también puede vincularse a la decisión con que se movilizaron los trabajadores, quienes no dudaron en emplear formas de lucha más agudas si la situación así lo ameritaba. La radicalidad de ciertas acciones se explica por la predisposición con que los obreros contratistas enfrentaron estas huelgas. A sabiendas que las empresas recurrirían a cualquier subterfugio para mantener su funcionamiento, los trabajadores no sólo apostaron a la detención de las faenas a través de la inasistencia a sus puestos, sino que también se dispusieron a provocar una paralización por la vía de la fuerza. En el caso de los trabajadores contratistas de la minera estatal, una de las acciones de presión más común ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 33 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz fue el bloqueo de las carreteras de acceso a las minas de Chuquicamata, el Salvador, la Andina y el Teniente, a lo cual se suma los actos de sabotaje que también buscaban interrumpir la producción. Mientras que los obreros forestales eligieron como su forma de lucha emblemática, las concentraciones en las afueras de la principal planta de celulosa de la Provincia de Arauco. La última de estas movilizaciones adquirió ribetes dramáticos, pues en el momento en que cientos de trabajadores, muchos de ellos acompañados de maquinaria pesada, bloqueaban la ruta de acceso a la planta de celulosa impidiendo la entrada y salida de camiones, las fuerzas policiales concurrieron a despejar los accesos. Esta acción de Carabineros derivó en una batalla campal con las fuerzas policiales, que terminó con el asesinato del joven obrero Rodrigo Cisterna. Aquí lo que esta en juego es un tema vital para el éxito del movimiento huelguístico. La experiencia ha generado la convicción entre los huelguistas que sin pérdidas económicas importantes para las empresas involucradas, los mandamases de estos gigantescos conglomerados no cederán un ápice en sus posiciones y el pliego de peticiones de los trabajadores seguirá durmiendo en el escritorio de algún gerente. 3. Las proyecciones estratégicas del movimiento de los trabajadores contratistas La irrupción de esta innovadora acción sindical en ningún caso es fruto de la casualidad, por el contrario, responde a un proceso de reflexión de las organizaciones de trabajadores sobre las experiencias vividas en anteriores conflictos laborales. En definitiva hay que reconocer que se está en presencia de una acabada estrategia de acción sindical, que como ya se sabe ha logrado acumular varios méritos a su haber. Es así como a los ojos de sectores laborales altamente precarizados -y con bajos niveles de organización- como es el mundo del subcontrato, estas innovadoras prácticas sindicales se muestran como una opción atractiva para mejorar sus condiciones laborales y alcanzar un reconocimiento social que antes les era negado en su condición de asalariados contratistas o “tercerizados”. 34 Ahora bien, esta mirada optimista respecto a los avances de estas luchas, de ninguna manera debe inhibir una lectura rigurosa de los posibles obstáculos que pueden enfrentar este tipo prácticas. La mayor interrogante que surge apunta a dilucidar la proyección que este tipo de movimientos pueden alcanzar. En términos aún más precisos se trata de averiguar si es posible que esta dinámica de huelgas extralegales se traslade a otros sectores de trabajadores, inaugurando un patrón de conducta más confrontacional en las negociaciones colectivas venideras, o por el contrario, estos movimientos corresponden a hechos episódicos, que se Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz encuentran acotados a la realidad particular de las empresas involucradas. Esta pregunta no resulta nada fácil de contestar, y además, tiene la complejidad adicional que su repuesta se desliza en planos diferenciados de análisis. En primer lugar porque estos acontecimientos se sucedieron bien entrado el primer semestre del año pasado, lo que es bastante reciente desde una perspectiva analítica, especialmente si se pretende desarrollar una investigación de mayor envergadura. Por eso la información que se conoce de estas huelgas todavía resulta demasiado superficial. Pero el mayor problema que se enfrenta ni siquiera se remite a la falta de tiempo, es más profundo, ya que se relaciona con la escasez de estudios empíricos y teóricos actualizados sobre el movimiento sindical, que proporcionen un soporte sólido a las hipótesis que se puedan levantar. Efectivamente, durante la década del noventa y en gran parte del decenio con que amanece el nuevo siglo, las ciencias sociales chilenas han fijado su atención en problemáticas que están muy lejanas a la preocupación por la acción colectiva. Se podría decir entonces que se está ubicado en un campo de estudio casi virgen en materia de investigación social, aunque en ningún caso inexplorado en nuestra novel tradición académica. Una forma de subsanar estas falencias, consiste en recurrir a las lecturas teóricas y conceptuales acuñadas en ciertos textos, que son considerados auténticos clásicos en el estudio del movimiento obrero nacional. En este sentido una de las concepciones más utilizadas al explicar los altos grados de conflictividad que exhibían los trabajadores chilenos, en especial en el sector de la minería, es la denominada teoría de la “masa aislada”. Este enfoque teórico asocia las condiciones sociales en que viven los trabajadores que se emplean en los polos dinámicos de las economías de enclave exportador, con ciertos rasgos distintivos que presentaría la acción sindical que se impulsa en dichos focos. Entre otros aspectos, destaca el hecho que en la situación de masa aislada se genera la confluencia en un espacio geográfico determinado de grandes concentraciones obreras que se ubican distantes de los principales centros urbanos. Es así como entre los asalariados del enclave surgen férreos lazos sociales de tipo comunitario que se fusionan con la solidaridad sindical, lo cual favorece la constitución de identidades sólidas y una acción sindical vigorosa. Al estudiar la acción colectiva en las minas de Bolivia, Perú y Chile, Francisco Zapata() recurre a estos postulados, y señala que “el rasgo central de la acción sindical en las minas descansa sobre un elevado grado de cohesión social que resulta de la presencia del enclave como forma de Francisco Zapata, Autonomía y subordinación en el sindicalismo latinoamericano. (El Colegio de México, Fondo de Cultura Económica, 1993, México). p.46. ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 35 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz organización”. Zapata sostiene que el desarrollo de dicha teoría incluso ha llevado a formulaciones como las realizadas por Kerr y Siegel, respecto a la propensión estructural al conflicto entre los trabajadores de la minería. Por último, hay que considerar que el papel estratégico que tienen los polos primario exportadores para los países latinoamericanos le otorgan un papel destacado a la acción sindical que se desarrolla en ellos, lo cual puede ir mucho más allá del peso cuantitativo que poseen dichos núcleos de asalariados. Es necesario señalar que esta situación de “masa aislada” puede desarrollarse no sólo cuando hay aislamiento físico o geográfico, sino también cuando ciertos aspectos del tipo de trabajo que se realiza determinan un fuerte aislamiento social aún con cercanía geográfica(). Un ejemplo es lo que sucede hoy día con los mineros, quienes en su mayoría han abandonado los alojamientos de los antiguos campamentos, y se han trasladado a vivir a ciudades como los Andes, Antofagasta o Rancagua. Sin embargo, esta integración a espacios urbanos mucho más heterogéneos socialmente que el antiguo campamento, no ha impedido que ellos conserven una fuerte identidad con su oficio de mineros, que los distingue frente a otros grupos de habitantes de esas ciudades. Tras esta lectura queda rodando una inquietud, que obliga a preguntarse por la validez que poseen estos postulados. En este sentido, hay que precisar que si bien es efectivo que esta teoría posee un sesgo estructuralista, -frente al cual se debe estar precavido-, en tanto se relacionan las condiciones materiales existentes en el enclave exportador con determinado tipo de acción sindical. También es innegable que las formas de organización del trabajo y las condiciones en que se realiza determinada actividad laboral, son aspectos indispensables a considerar al momento de estudiar la acción colectiva. Es factible suponer que las duras condiciones en que se efectúan las faenas forestales o mineras puedan favorecer al momento del conflicto, actitudes más confrontacionales que las existentes en las movilizaciones de asalariados de cuello y corbata, como serían los empleados de las grandes multitiendas o servicios financieros. También surgen dudas respecto a la vigencia que mantiene esta teoría, más aún cuando ella es extraída de textos que fueron escritos en un período histórico muy distinto al que se configura en estos tiempos de hegemonía del neoliberalismo. A pesar del tiempo transcurrido hay que comenzar considerando que existen ciertas similitudes entre el contexto económico y social del enclave exportador, con las existentes en los centros productivos 36 Torcuato Di Tella, Alain Touraine, Lucien Brams y Jean-Daniel Reynaud, Sindicato y Comunidad: Dos tipos de estructura sindical latinoamericana. (Editorial del Instituto, Buenos Aires, 1967). p.26. Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz donde se ubican los recientes conflictos laborales. Además, ambas huelgas se producen en rubros económicos exportadores basados en la extracción de recursos naturales con bajo nivel de manufacturación, que son actividades estratégicas para la economía nacional. También es interesante recalcar que dichos movimientos se afincan en comunas intermedias, relativamente distantes de la capital y donde la presencia de estos núcleos de asalariados tiene un fuerte impacto en la población local. Incluso en algunos casos, toda la actividad económica de la zona se basa en la explotación del recurso en cuestión, como sucede en las comunas de Calama y Diego de Almagro con el cobre, y también con buena parte de la provincia de Arauco, que después del cierre de la minas de carbón, depende casi en su totalidad de la actividad forestal. También resulta sugerente considerar que las movilizaciones de los contratistas del cobre y forestales exhibieron un poderoso sentimiento de comunidad, que inclusive traspasó las fronteras del mundo laboral e irradió a la población local() . A la luz de estas formulaciones teóricas se puede concluir que buena parte de la clase trabajadora de los polos primarios exportadores, especialmente en el caso de los subcontratados y los trabajadores menos calificados, se desempeña en un contexto social que guarda sugerente cercanía con los ambientes descritos en la teoría de la masa aislada. Eso quiere decir, que es posible que entre los cientos de asalariados que participan en el montaje y operación de los mega proyectos de inversión, en la red de eslabonamientos de la cadena productiva del salmón o en las propias faenas agrícolas de la fruticultura, se puedan estar incubando condiciones más favorables para la emergencia de este nuevo tipo de conflicto laboral, que en otros sectores de trabajadores. Esto sin olvidar que una de las peculiaridades que presenta la estructura productiva de CODELCO y de Bosques Arauco es que ambas empresas soportan su funcionamiento en la superexplotación de los trabajadores contratistas, que es la masa obrera que protagonizó estas verdaderas rebeliones laborales. Finalmente hay que considerar que debido a la propia complejidad de las redes productivas y la mayor heterogeneidad del mundo del trabajo, el peso de los componentes estructurales en el comportamiento de los trabajadores es menor que el presupuestado en décadas pasadas. Eso significa que se debe prestar especial atención a las prácticas mismas desarrolladas por los trabajadores, y también a los elementos tanto subjetivos como culturales asociados a ellas. Este sentimiento de comunidad alcanzó su máxima expresión en los funerales del obrero forestal Rodrigo Cisterna. Toda la comuna de Curanilahue detuvo sus actividades para sumarse al cortejo, conformándose una marea humana que inundó las calles del pueblo, lo que recordó los antiguos homenajes que se rendían en esta provincia a los mineros del carbón cuando los azotaba la tragedia. ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 37 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Para completar el cuadro, es prudente hacer una mención muy precisa al contexto político nacional en que se desenvuelven los acontecimientos, y a la situación económica que atraviesan las empresas involucradas. Apenas se inició su gobierno y en un gesto inusual en comparación con sus antecesores en La Moneda, la presidenta Michelle Bachelet hizo gala de una importante sensibilidad frente a las peticiones de los trabajadores. Entre otras medidas nombró a un Ministro del Trabajo, que a pocos meses de haber asumido, logró ganarse la simpatía de las principales organizaciones sindicales. Esta actitud de puertas abiertas hacia el movimiento sindical desató ácidas críticas por parte de las principales cúpulas empresariales del país y generó inesperadas tensiones al interior del propio gobierno, en particular con su ala más neoliberal representada por el Ministro de Hacienda y la corporación “Expansiva”. En este sentido, lo interesante es constatar cómo estas fisuras en la elite gobernante, generaron un clima político más receptivo a las movilizaciones que encabezaron los trabajadores contratistas y facilitaron una interlocución más expedita con las autoridades tanto del poder ejecutivo como legislativo. La mayor apertura que mostraron ciertas autoridades de gobierno resultó fundamental para la salida negociada que se obtuvo en el caso de CODELCO, pues la presión que se ejerció sobre ellas fue determinante para que se suavizaran las posturas intransigentes que predominaban en el directorio de esta empresa estatal. La otra situación que tampoco puede pasar desapercibida se refiere a la peculiar coyuntura que viven tanto CODELCO como la compañía Bosques Arauco. Ambas empresas obtuvieron utilidades record el año 2006, merced a los elevados precios que alcanzaron en el mercado mundial el cobre y la celulosa.(10) Esta bonanza fue generosamente celebrada por los medios de comunicación, y tuvo el inesperado efecto de acrecentar la convicción entre los asalariados contratistas que la entidad mandante disponía de cuantiosos recursos económicos para satisfacer sus demandas. Por lo tanto, se puede sostener que estas huelgas aprovechan una oportunidad extraordinariamente conveniente desde la perspectiva de la viabilidad del movimiento. En pocas palabras, esto quiere decir que la cercanía con que los trabajadores percibieron la posibilidad de un triunfo reivindicativo se transformó en un poderoso aliciente para desarrollar sus movilizaciones. Es necesario considerar que la alta visibilidad pública que lograron ambos movimientos huelguísticos y los importantes logros reivindicativos que obtuvieron, son elementos determinantes para que los ecos de estas movilizaciones se extiendan más allá de las fronteras del subcontrato. Incluso es posible hipotetizar que uno de los efectos más significativos 10 38 El Financiero 2 de marzo 2007. Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz se genera en el plano subjetivo, ya que se hace mella ese sentido común pesimista que neutraliza la voluntad de lucha de miles de trabajadores. Son muchos los que están conscientes de las injusticias y arbitrariedades que los afectan, pero mantienen una actitud pasiva, en la medida en que no perciben a la acción sindical como una opción viable, sino más bien como prácticas testimoniales. Incluso en ciertos sectores aflora la convicción que este nuevo diseño de movilización, es una herramienta útil que también puede ser usada por ellos. Con posterioridad a las huelgas de trabajadores contratistas se han generado otros conflictos laborales, que hacen pensar en la continuidad de esta emergente tendencia. A primera vista resalta como aspectos comunes de estas últimos movilizaciones, la implementación de una estrategia de negociación que sale fuera del marco legal y la realización de acciones de fuerza que buscan paralizar por la vía de los hechos la actividad productiva. Un primer tipo de movilización corresponde a la que desarrollan los trabajadores de planta de la empresa Agrosuper y de la salmonera Aguas Claras. Aquí se intenta aglutinar a varios sindicatos pertenecientes al mismo holding o casa matriz, para negociar de manera conjunta. El otro caso, que es mucho más parecido a la huelga minera y forestal, son los movimientos de protesta que llevaron a cabo los temporeros agrícolas del valle de Copiapó, Ovalle y Rapel, quienes se proponen negociar directamente con la empresa mandante. En este caso se trata de asalariados de temporada, que en su mayoría están contratados por “enganchadores”, -que podríamos calificar como pequeñas empresas contratistas-, y que mudan permanentemente de empleador rotando por diferentes fundos y “packings”. Hay que destacar que esta oleada de conflictos laborales se desarrolla en sectores de asalariados que están expuestos a altos niveles de flexibilidad laboral y precariedad en el empleo, por lo tanto las acciones que ellos emprenden superan un marco estructural e incluso sociopolítico, que se había mostrado desfavorable a la organización sindical. En este sentido, la irrupción de estos conflictos revive una polémica teórica que aparecía resuelta en estos tiempos de predominio de las ideas posmodernas, respecto a las posibilidades que la clase trabajadora se constituya en un sujeto social. El sociólogo mexicano Enrique De la Garza(11), es uno de los autores que interviene de manera más lúcida en el debate, y justamente cuestiona un supuesto bastante extendido entre algunos teóricos europeos respecto a que la flexibilidad en las trayectorias laborales fragmentan las identidades de los trabajadores, e impide la organización y acción colectiva. De la Enrique De la Garza; Juan Carlos Ospina; Miguel Angel Olivo y Martín Retamozo, El futuro del trabajo ¿Identidad o Fragmentación?. Ponencia presente al Congreso de ALAST. 11 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 39 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Garza señala que esta argumentación posee un determinismo estructural, en la medida en que condiciona las prácticas sociales de los trabajadores a determinados rasgos estructurales de la vida social, ajenos a la voluntad de los hombres. Y al mismo tiempo desmerece las potencialidades de transformación que están latentes en la organización social, pues desconoce cómo desde lo extraordinario de la acción colectiva se puede construir identidad. Ahora bien, si se hace un esfuerzo por acercar el debate a este lado de la cordillera de Los Andes, afloran algunas consideraciones a tener presente. En concreto se debe ser muy cuidadoso al momento de caracterizar las transformaciones que produce el neoliberalismo en el mundo del trabajo, y comprender que si bien ellas generan un contexto material y político que indudablemente impone severas restricciones a la organización sindical, ellas por sí mismas no son suficientes para inhibir la acción colectiva. Esto quiere decir que el devenir de la clase trabajadora se mueve en ese complejo entrecruzamiento que se desarrolla en las formaciones sociales concretas, entre estructura, subjetividad y acción colectiva. Estas reflexiones respecto a las perspectivas de constitución de los trabajadores como actor social, abren el camino para terminar este artículo con una reflexión final sobre los desafíos del movimiento sindical. Ya se han descritos varias virtudes del conflicto de los contratistas, y se podría enumerar otras tantas. Pero hay un aspecto decisivo que esta ausente en esta reflexión, y que apunta a la capacidad que posean las organizaciones de los trabajadores contratistas para superar las dinámicas gremialistas que en estos años de desorientación han inundado al sindicalismo chileno. En efecto, estos movimientos pueden alcanzar una perspectiva histórica siempre y cuando sean capaces de enlazar sus justas demandas reivindicativas con las problemáticas laborales y sociales más generales del país. En síntesis, se trata de rememorar esa cualidad histórica del movimiento sindical chileno que le ha permitido hacerse portador de los anhelos de las grandes mayorías nacionales y superar esa dimensión corporativa que anula su potencial transformador. 40 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Alternativa NO 25, 2007: 41 - 60 / Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz La industria Electrónica en Chile. Elementos para su comprensión Nelson Ruminot Pardo El contexto La comprensión de la industria electrónica en Chile y los procesos que la han determinado en su estructura y evolución en el tiempo, es el elemento central de análisis que trataremos de abordar en este artículo, el cual es resultado de un estudio más amplio desarrollado por el equipo de investigación laboral ICAL, y encargado por CONSTRAMET durante el primer semestre del año 2007. ¿Cuál es la diferencia que existe entre las denominadas “Tecnologías de la Información y las Comunicaciones” (en adelante TIC), y la industria electrónica?; ¿cómo impacta la evolución productiva del capitalismo en una escala mundial en las fuertes transformaciones sufridas por la industria electrónica nacional? Y por último, ¿cuál es la relación entre la aparición del neoliberalismo en Chile y Latinoamérica y el recorrido en el tiempo de este sector industrial? Para tratar de responder a estas preguntas, partiremos señalando que las fuertes tensiones existentes entre los procesos de globalización y los procesos de transformación productiva de la industria electrónica chilena durante los pasados 40 años, pueden ser comprendidos desde las reestructuraciones de la sociedad capitalista a nivel mundial, a través de la renovación - evolución de los medios de producción y la relación directa que ello implica con las relaciones de producción en una escala de complejidad local y mundial. Se trata entonces de la transformación de los medios de producción en una escala planetaria, en la que ha sido denominada como la era de la información, la Tercera Revolución Industrial o la sociedad del conocimiento(). Transformación acelerada e influenciada por el desarrollo de las tecnologías computacionales, de las comunicaciones y la información, las que no solo han exigido una constante renovación de su misma producción, sino que han hecho evolucionar al conjunto de industrias y con ellas al conjunto de la sociedad. Sociólogo, investigador ICAL Manuel Castells, La era de información. Volumen 1. La sociedad red. (Siglo XXI editores, 2001).p. 41. ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 41 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz En lo particular, la industria electrónica en tanto concepto, fue asociada como una industria de industrias, o sea, la que crea los componentes electrónicos necesarios para el desarrollo, producción y funcionamiento del conjunto de las industrias. En sentido estricto, la definición de industria electrónica para esta investigación las definiremos como la “la producción, circulación y consumo de elementos que desde el campo de la ingeniería y de la física se aplican al diseño y generación de circuitos electrónicos, cuyo funcionamiento depende del flujo de electrones para la generación, transmisión, recepción, almacenamiento de información, entre otros. Las industrias electrónicas se transforman entonces, en el pilar para la producción, comercio y distribución económica por excelencia. Al hablar de ella hablamos de los componentes que posibilitan el funcionamiento de industrias tales como transporte, alimentos, minería, maquinaria y aparatos eléctricos, automóviles, electrodomésticos, maquinaria productiva, maquinaria de oficina, contabilidad e informática, fabricación de equipo y aparatos de radio, televisión y comunicaciones, equipo médico, equipo industrial de defensa, industria aeroespacial, internet y juguetes, entre muchas otras. Esta fuerte presencia de la denominada “industria de industrias”, ha provocado significativamente el crecimiento económico de la acumulación capitalista, lo cual es explicado centralmente por el acelerado desarrollo de las nuevas “tecnologías de la información y las comunicaciones”, (TIC), las que han marcado el proceso de expansión y aceleración de la economía mundial, principalmente desde principios de los años 90. Es así como al año 1995 las exportaciones para equipos de oficina y telecomunicaciones representaban un total mundial de 160 millones de dólares, mientras que al año 2004, esta cifra se había acrecentado radicalmente hacia los 1.120 millones de dólares (). Este crecimiento fue ampliamente sostenido por la expansión económica de los países asiáticas, particularmente por el fuerte aceleramiento de la economía china, la que concentraba al año 2004 el 62,5% de las exportaciones mundiales en telecomunicaciones y equipos para oficina. Su impacto y análisis al interior de la economía mundial, cobra entonces una importancia estratégica, no solo para el funcionamiento y desarrollo social, sino que para la mantención y superación de los niveles de vida humanos, en las expectativas de los diversos países y por supuesto, al interior de sus multirelaciones de poder. En definitiva, es una industria que OIT: La fabricación de componentes electrónicos para las industrias de las tecnologías de la información: El cambio de las necesidades con respecto a la mano de obra en una economía mundializada. Ginebra 2007. p. 24. 42 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz ha logrado y logra afectar al conjunto de relaciones no solo industriales o comerciales, sino que sociales, culturales y políticas, básicamente por su gran amplitud y requerimiento de la vida cotidiana de los sujetos. Esta estrecha y compleja relación entre expectativas para el desarrollo económico mundial y las industrias electrónicas, se explica esencialmente por la fuerte diversidad en la productividad y comercio. En este sentido, la industria electrónica se coloca al centro de la revolución de los medios de producción de la sociedad capitalista contemporánea. Primero, como una revolución en evolución constante y en segundo término, atrayendo una reestructuración global ante la cual las industrias solo pueden tratar de aprovechar al máximo la eficiencia y capacidad de las transformaciones técnicas, lo que las hace competir en un nivel en el que la sociedad capitalista ya no solo comienza a depender de las relaciones de producción más locales, sino que supera la lógica de dependencia precedente de los estados nacionales. Esto las instala en una relación de desarrollo auto reproductivo de proporciones planetarias y en relación directa con las demandas generadas desde los mercados a los individuos y viceversa. Este proceso viene a ser transversal al conjunto de la vida, afectando las identidades, valores, la cultura y los niveles elementales de sociabilidad históricos. Esto genera profundos cambios en las relaciones sociales y de interacción, agudizados y tensados fuertemente desde una globalización extremadamente neoliberalizada. La evolución de la industria electrónica hacia las TIC ha sido el proceso que sintetiza precisamente esta evolución de la producción capitalista, en tanto es una reforma necesaria para la expansión de las industrias y mercados a través de la eliminación de las fronteras no solo industriales sino que sociales y culturales. Esto ha posibilitado la instalación de un mercado mundial controlado por multinacionales que, en su conjunto, dependen tecnológicamente de las industrias primarias de desarrollo tecnológico, como por ejemplo la Microsoft. De esta manera, se instala la existencia de una relación entre el ciudadano/cliente en una esfera mundial, directamente con la empresa proveedora de servicios o el mercado mundial. Superando las trabas burocráticas/reguladoras del estado, en un proceso que viene a explicar el poder desestructurante/estructurante de esta industria. Desestructurante en tanto disuelve la estructura clásica de contrato social entre el individuo y el estado, ya que las necesidades de los ciudadanos potenciadas por el mercado son más altas que las regulaciones que el estado pueda colocar para el normamiento de las relaciones del mercado. Estructurantes en tanto conforman un nuevo código motriz en la relación social establecido desde la relación cliente/mercado mundial. ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 43 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz El desarrollo de la “industria de industrias”, posibilita precisamente la existencia de un mercado mundial supra-nacional, incontrolable para los países. Esto genera fuertes disociaciones entre las demandas locales de los ciudadanos, en este caso chilenos, y las tensiones/decisiones que el estado debe tomar ante las señales emanadas desde el mercado. Esto debilita su legitimidad y representatividad, haciendo caer con esto a la democracia en una crisis que la coloca en contradicción con el neoliberalismo. Hablamos por tanto de la existencia de una contradicción entre neoliberalismo y democracia. Contradicción, en definitiva, entre el propiciamiento de un mercado mundial omnipresente que genera fuertes desigualdades económicas, sociales, culturales derivadas de la relación de este con los individuos, y la posibilidad de estos de participar en la toma de decisiones (). Es así como hoy día Bill Gates -dueño de Microsoft y el segundo hombre más rico del mundo- se dirige a los ciudadanos del mundo cada vez que su producto windows es lanzado al mercado en una nueva versión, anunciándoles sus ventajas y beneficios. Así, se supera o traslada el vínculo mercado-estado-ciudadano hacia una nueva relación mercado mundial/ cliente. En esta relación, el estado juega un rol secundario de observador incapaz de participar en la relación, sino tan solo como un actor o sistema instrumental a ella. Son las TIC entonces el nuevo motor de la expansión capitalista y en este sentido su amplitud en tanto paradigma industrial (“industria de industrias”), las ubica en una relació n de poder compleja para las democracias representativas neoliberales de Latinoamérica, sobre todo por su capacidad de estructurar los modos y lógicas de vida como por su auto creada necesidad de los otros (estado, industrias, ciudadanos/clientes). En esta característica, todos dependen del mercado y el mercado depende para su expansión del desarrollo de las TIC. El desarrollo de las TIC en el mundo Ahora bien, el desarrollo de las TIC ha cobrado fuerza desde la segunda mitad del siglo XX, insertándose con poderío en el escenario mundial y sumándose a una serie de cambios que en el ámbito de la política, la economía y la organización de la sociedad se habían ido afianzando. En este sentido, Castells() sostiene que el factor histórico más decisivo para comprender el paradigma de estas tecnologías e inducir sus formas sociales, fue y es, el proceso de reestructuración del sistema capitalista emprendido desde la década de los ´80 en su traspaso hacia la sociedad neoliberal. Manuel Castells, La era de la información. Economía sociedad y cultura, Vol. 1 la sociedad red. (Siglo XXI Editores México, 2001) p. 86. Manuel Castells, La era de la información. El poder de la identidad, Vol; 2. (Siglo XXI Editores México. 2001). p. 15 44 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Es así que el desarrollo y expansión de las TIC no puede explicarse en términos meramente tecnológicos. Este fenómeno debe ser analizado desde una perspectiva que resalte el papel cardinal que juega en la ruptura de la matriz Estado-nación latinoamericano, donde la confluencia de factores económicos y políticos junto con los tecnológicos, permiten el despliegue de un nuevo modelo de acumulación post industrial (). “Esto debe entenderse bajo el acelerado despliegue de las TIC en el marco de los cambios generados por las necesidades de recomposición del proceso de acumulación de capital y la mutación del patrón tecnológico, económico y social del mundo industrial, principalmente electrónico, experimentados en las tres últimas décadas del siglo XX. Contexto en el cual la información se consolidó como una materia prima y una mercancía fundamental, generando una nueva dinámica social centrada en los conflictos que condicionan su producción, distribución y consumo masivos” (). Es así, que este nuevo modelo de sociedad llamado entre otros “sociedad de la información o del conocimiento” gira alrededor de los mecanismos de producción, circulación y consumo de la comunicación, pero centralmente de las herramientas que posibilitan el acceso de los individuos a comunicarse. Esto se produce por ejemplo a través de procesos de desanclaje y reanclaje social como formas de construcción del sentido y la identidad social (), o de niveles de acoplamiento estructural, posibilitados por los procesos de autopoiesis de los sistemas sociales, de interacción o psíquicos (). Esto es fundamental para comprender la importancia que la comunicación juega al interior de las relaciones sociales, pero también al interior de la base material capaz de soportarla. En este sentido, al interior de la infraestructura necesaria para utilizarla, podremos comprender porque estas tecnologías y su disponibilidad se encuentran en la base del proceso de reestructuración socioeconómica del capitalismo hacia una sociedad neoliberal y constituyen un factor central para el conjunto de la sociedad. En este contexto, las TIC determinan una nueva configuración del espacio y el tiempo, siendo cada vez más determinantes en todos los planos de la sociedad moderna, incorporándose progresiva y vertiginosamente en sus diversos ámbitos y produciendo múltiples impactos. Manuel Antonio Garretón, La sociedad en que vivi(re)mos. Introducción sociológica al cambio de siglo. (Ediciones LOM, Santiago, 2000) p. 72. Josefina Vaca Liliana, “Las Tecnologías de la Información y las comunicaciones en la Argentina. Un enfoque Regional”. Revista Venezolana de Gerencia /Vol. 7. Pág. 146. Anthony Giddens , Modernidad e identidad del yo. (Península, Barcelona 1994). Niklas Luhmann, Observaciones de la modernidad racionalidad y contingencia en la sociedad moderna. (Ediciones Paidos, Barcelona 1997). ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 45 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Los cambios en las características y formas de comunicación se ejemplifican a través del desarrollo que ha adquirido la red internet, lo que ha dado en llamarse las “generaciones multimedia” o “punto com”, permitiendo extender el ámbito de la comunicación electrónica a distintos dominios: el hogar, el trabajo, el comercio, la educación, el entretenimiento, el poder, entre otros. La extensión e importancia que adquirió la red son hoy día poco cuestionadas y ampliamente estudiadas, reconocidas por el conjunto de la sociedad como un elemento que cada vez es más necesario para el desarrollo de la vida de los individuos. Por lo mismo el reconocimiento desde el mundo empresarial ha sido rápido y sin cuestionamientos participando masiva y activamente en la expansión de su uso. De esta manera, la modalidad de comercio electrónico y otras conexas se convirtieron en la estrategia obligada a la hora de desarrollar cualquier emprendimiento comercial. Por ejemplo, según cifras de la Avocación de Industrias electrónicas. En Chile al año 2002, el 41,8% de las PYMES contaba con computador y conexión a internet, esta misma cifra al año 2006 llegaba al 88,9% de estas empresas (10) Evolución Histórica de la Industria Electrónica en Chile La industria electrónica en Chile, tampoco puede entenderse aislada de los procesos políticos, económicos y sociales que han caracterizado la historia del país y la reestructuración capitalista, principalmente durante el siglo XX. Ellos han influido fuertemente en sus cambios y tendencias. Es así como la entrada del neoliberalismo desde 1975 en adelante, fue un proceso determinante para la comprensión del proceso de reestructuración del conjunto de la estructura productiva del país, porque, al igual que en el resto de Latinoamérica, significó una reestructuración particular en el modo de concebir a este sector industrial. Históricamente, podemos constatar la presencia de cuatro subsectores que han dado cuerpo al desarrollo de la industria electrónica chilena, a saber, consumo, telecomunicaciones, medición - control e informática. Hoy día, la industria electrónica en Chile esta esencialmente asociada al subsector de las telecomunicaciones e informática. Esta se caracteriza por una fuerte oferta de servicios y su expansión en el desarrollo social a través de la vida cotidiana de nuestros ciudadanos en la relación cliente /mercado. Esta afirmación se enmarca dentro de la historia productiva y comercial de una industria que comenzó fuertemente ligada a los procesos de producción de manufacturas, esencialmente de consumo (principalmente 46 10 AIE, Balance 2005, en la URL. www.aie.cl/asamblea/2006/balance2005pdf Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz radio y televisión), llevando a este subsector a dominar el mercado nacional crecientemente. Con todo, la industria electrónica nacional se ha caracterizado históricamente por presentar niveles de desarrollo extremadamente bajos en relación a otros procesos industriales en lo que a manufacturas se refiere. Esto ha estado estrechamente vinculado al fuerte proceso de variación de políticas macro y micro económicas, las cuales no han logrado orientar establemente el desarrollo de la industria, generando constantes procesos de reinvención de las manufacturas y servicios. Pero, por sobre todo, ha estado vinculado a la ausencia de políticas sectoriales que visualicen las condiciones estratégicas del sector para impulsar la industria nacional, con objetivos reales para alcanzar el desarrollo del país. Estructura de la Industria Electrónica en Chile por años y presencia de subsectores. Años Industria Física De Consumo Industrial (Medición y Control) TIC Telecomunicaciones Informática 1930-1939 1940-1949 1950-1959 1960-1969 1970-1979 1980-1989 1990-1999 2000-2007 Fuente: elaboración propia proveniente de múltiples datos secundarios del sector público, privado e investigaciones académicas. Mientras se logró aplicar exitosamente una política de industrialización vía la sustitución de importaciones en industrias como por ejemplo la textil, la ausencia de políticas sectoriales que involucraran o perspectivaran la complejidad de la industria electrónica, no permitió desarrollarla acertadamente, producto, entre otros factores, de la ausencia de especialización científica y de conocimiento técnico. De esta forma, en los momentos de liberalización del mercado, la pequeña industria electrónica nacional no se encontraba en condiciones de competencia en el mercado local ni menos en el internacional, desapareciendo por completo y dando paso a la instalación de las TIC como nuevo paradigma de la electrónica en Chile, pero desde una producción exclusiva del servicio de telecomunicaciones. El nacimiento de la industria electrónica nacional se ubica alrededor de 1931, con el establecimiento de la marca RCA, la que se va a especializar ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 47 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz en la producción de aparatos de radio. La siguiente industria surgió en 1937 con el nombre de Estándar Electric, la que además de la armaduría de radios, incorporó la de algunos elementos para las telecomunicaciones. En esta misma época aparece Philips Chilena (1937), que presentó novedades en cuanto a los modelos e inició trabajos con discos fonográficos y ampolletas (11). Este nacimiento de la industria electrónica estuvo determinado en términos económicos por la existencia de un mercado en expansión limitado, tanto por el poder adquisitivo como por la instalación de las nuevas tecnologías al interior de la ciudadanía. El fomento estatal hacia el conjunto de las industrias a través de la política de sustitución de importaciones y posterior creación de la CORFO, fue el gran alimentador de la existencia de una industria de consumo que se mantendrá en crecimiento, a pesar de los vaivenes de la economía mundial y local hasta finales de los 70, momento en que la aparición del neoliberalismo terminó por extinguirla radicalmente, dando paso a la industria de servicio de las TIC. El proceso de sustitución de importaciones impulsó el desarrollo acelerado de la industria electrónica a través del fomento de la industria de consumo, principalmente de radios y posteriormente de televisores, forma como se incorporó la tecnología a la vida cotidiana de los chilenos. Este proceso se llevó a cabo esencialmente a través de la distribución de divisas para la importación de los elementos no producidos en el país, pero integrantes de la cadena productiva. El Estado, conforme a la política de sustitución de importaciones, distribuía las divisas para la importación de los elementos necesarios no producidos en el país, y fijaba una fuerte protección aduanera para aquellos componentes que podían fabricarse localmente. Aun así, las cifras de producción eran tremendamente bajas si las comparáramos con la producción industrial de hoy, pero muy significativas ya que nos hablan de los primeros electrodomésticos distribuidos a nivel nacional, en un contexto en el que la posesión de aparatos electrónicos era símbolo de status y poder, a los que solo podían acceder la clase dominante y las elites gobernantes. Podemos distinguir el desarrollo de la industria electrónica nacional entre 1931 y 1976, por el fuerte nivel de protección de la industria nacional, a través de impuestos arancelarios específicos a los productos extranjeros, que eran igualmente producidos en el país. Esta política fue aplicada en el marco de la necesidad de industrialización vista como forma de alcanzar el 48 Carmen Gloria Larios Cordero, “Transformación productiva y competitividad de la industria electrónica nacional”, tesis Universidad de Chile, Departamento de Ingeniería Industrial, 1990, p.18 11 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz progreso. Fue entonces que la política de sustitución de importaciones se instaló como el motor de respaldo a la producción electrónica nacional, en donde la evolución de la industria era sostenida producto del cada vez más acelerado despegue tecnológico, pero aún no suficiente para una explosión del sector. A mediados de la década del ‘50 se incorporó en Chile, hasta cerca de 1960, un pequeño lapso de liberalización de las importaciones, como forma de enfrentar la creciente demanda interna y de estimular la expansión tecnológica. Este proceso tuvo consecuencias ampliamente negativas desde el punto de vista tecnológico y de la elaboración de productos, llegando algunas empresas incluso a suspender la producción debido a la poca capacidad de sostener una competencia con los productos elaborados en el extranjero. En 1958, a través de la ley 13.039, se establecieron franquicias para Arica con el fin de poblar esa ciudad limítrofe. Al amparo de esta ley se instalaron una serie de armadurías de televisores, radios, radio fonógrafos, etc, con el objeto de entregar fuertes ventajas tributarias y arancelarias a los capitales inversores respecto del resto del país(12). El desarrollo productivo en Arica como parte de la comprensión de un necesario polo productivo con miras a la expansión de la industria, se vio fortalecido a través de la entrega de franquicias que permitieron a los capitales nacionales funcionar con una balanza comercial positiva. O para entenderlo de mejor forma, con una diferencia en el precio de los artículos importados a menor costo, producto de la baja de aranceles planteadas en una ciudad con libertad arancelaria. Las firmas que se instalaron en Arica fueron Mellafe y Salas con radios tocadiscos y artefactos eléctricos; Bolocco, con productos similares, más grabadoras de cinta magnética; Leopoldo Sanz, más tarde filial de la RCA, con los mismos productos más instrumentos musicales electrónicos y acondicionadores de aire. La importancia de estas empresas establecidas en Arica fue relativamente baja hasta 1962, año del mundial de fútbol, hecho de bastante importancia para el desarrollo del subsector de consumo, producto del explosivo aumento de la demanda de aparatos de radio, pero fundamentalmente de televisores. Hacia 1961 se introduce nuevamente en Chile la óptica de fuerte protección arancelaria, lo que permitió un nuevo resurgimiento de la industria electrónica de consumo nacional. Es en este momento cuando variados capitales nacionales presentaron al gobierno la solicitud de 12 Larios Cordero, ibid, p. 25. 49 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz permisos para el armado de televisores, lo que hizo considerar seriamente al gobierno la necesidad de planificar este sector industrial. De esta forma, se creó en 1965 la comisión para el desarrollo de la industria electrónica, con el objeto de generar políticas públicas para el sector y racionalizar la producción de aparatos electrónicos, estableciéndose mayores exigencias a la integración de partes y componentes nacionales, política que nuevamente fue acompañada por la elevación de los aranceles de aquellos productos en los que se buscaba sustituir las importaciones por la producción nacional. Adicionalmente y por primera vez, este proceso de desarrollo de la industria fue apoyado por la capacitación entregada por CORFO a través de INACAP y el centro nacional de entrenamiento en electrónica (CENET), el cual capacitaba a personal para el desarrollo electrónico en conjunto con el manejo de las telecomunicaciones. Estos elementos son cruciales, en tanto fue el único momento en la historia del país en el cual se apostó por la generación de políticas sectoriales que permitían pensar al sector y comprender su ubicación estratégica para el desarrollo industrial nacional. Entrando de lleno al gobierno de la Unidad Popular, el ejecutivo, con el objetivo esencial de colocar al alcance de los sectores populares todas las manifestaciones de la cultura, y considerando que la televisión era una herramienta de desarrollo cultural, “propuso el programa del televisor popular” (13), el cual contemplaba la fabricación de 130.000 televisores de 12”. La mayor parte de esta fabricación la realizó IRT y la totalidad de los elementos semiconductores fueron proporcionados por ELECNA. De esta forma, en los años 1970-1973 se puso énfasis en los cambios estructurales de propiedad y de control en la industria, creándose el área social y fomentándose la nacionalización de la propiedad extranjera. Las políticas de fomento a la producción industrial pasaron a un segundo plano. La empresa IRT, por ejemplo, se transformó en una empresa de la CORFO. En el año 1974 se inició el proceso de liberalización del comercio exterior y un programa de rebajas tarifarias, lo cual se vio profundamente acrecentado con la imposición del modelo neoliberal desde el año 1975, teniendo una expresión directa con la nueva política cambiaria seguida entre los años 1979 y 1982. Como un efecto combinado de los menores aranceles y el abaratamiento del dólar, se produjo una disminución considerable en el costo de importación de los bienes electrónicos. Estos 50 13 Larios Cordero, ibid.p.32. Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Gráfico 1 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz bienes, que con anterioridad eran prácticamente imposibles de importar (por los elevados precios a los que debían venderse en el mercado local), irrumpieron masivamente en el comercio y dejaron sin oportunidad alguna de competir a la producción nacional, dado sus mayores costos, y a menudo menor calidad, producto de su atraso tecnológico. La importación masiva de bienes, entre ellos los electrónicos, se vio también favorecida por el cuantioso endeudamiento externo en que incurrió el sector privado, especialmente en 1980 – 1981, el que permitió una fuerte expansión del crédito interno, incluyendo el destinado a bienes de consumo. Producción de Consumo 1962-1988 400 300 Productos en m iles de unidades 200 100 0 62 65 70 75 80 85 88 Fuente: Elaboración Propia a base de datos de Larios Carmen ,1990. La producción local presenta tendencias al alza hasta 1972, pero en 1973 tuvo una caída debido al grado de incertidumbre existente, repuntando al año siguiente. La introducción del neoliberalismo en 1975 marcó la disminución de la producción, hasta llegar a la situación actual de nula producción. Este hecho marcó el declive de la industria electrónica de consumo, pero este proceso que en lo medular es originado por el cambio de políticas macroeconómicas, va a incentivar la participación privada en el control de empresas estratégicas. Una de estas va ha ser la empresa nacional de telecomunicaciones representada por CTC y ENTEL, las cuales son parte del conjunto de privatizaciones de este subsector. En la medida en que el subsector de las telecomunicaciones se fue desarrollando, las fronteras que lo separaban de la industria electrónica tradicional se desvanecieron completamente, producto esencialmente de la incorporación de la internet y la telefonía a los procesos productivos y de comercio, como también por la fuerte vinculación que los une a ambos con la informática. Por otra parte, la industria electrónica de medición y control logró un cierto grado de desarrollo, pero no alcanzó niveles significativos. ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 51 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz La Industria electrónica de medición y control Denominaremos industria de medición a un subsector de la industria electrónica que se logró desarrollar al alero del proceso de apertura neoliberal, producto de la especialización en la adecuación de los componentes electrónicos necesarios para el mantenimiento de la industria de extracción de materias primas, esencialmente cuprífera y forestal. Con el paso del tiempo, este subsector de la industria nacional ha logrado alcanzar un notable crecimiento en la fabricación de componentes, llegando incluso a exportar componentes elaborados a países del cono sur como Perú y Argentina. Esto se posibilitó por un fuerte financiamiento de la industria extractiva nacional, la cual ve en la inversión técnica profesional una ventaja comparativa clave para el sostenimiento y crecimiento de su industria. Cabe señalar que para el caso particular de la industria de medición y control, su crecimiento no ha estado ligado a una política nacional industrial o de impulso al conocimiento científico técnico. Por ejemplo, para la Gran Minería del Cobre, (esto a pesar que CODELCO es una empresa estatal), las iniciativas para el desarrollo de un sector industrial de importancia estratégica para el país, al igual que la minería, la pesca o el sector forestal, ha dependido exclusivamente de la necesidad empresarial de mejorar sus ventajas comparativas. La industria electrónica de medición y control apareció en la década de 1980, como respuesta a la necesidad generada por la alta demanda interna por adecuar los componentes electrónicos necesarios para el funcionamiento de las industrias del país, en el marco de una política de apertura de las exportaciones, desarrollada desde la aplicación del modelo neoliberal. Como lo señaláramos con anterioridad, la industria de medición y control se ha encargado centralmente del adecuamiento de las tecnologías de las maquinarias y productos importados para el funcionamiento de estas en los demás sectores productivos de la industria nacional, ya sea de extracción o elaboración. Este desarrollo fue vigorosamente posibilitado por representar a una industria ampliamente técnica y de producción especializada, pudiendo soportar de mejor forma la competencia del libre mercado, debido a que contaba con ventajas comerciales, como el conocimiento del sector productivo nacional y las necesidades tecnológicas de nuestra industria en un terreno que para las empresas extranjeras se tornaba difícil de abordar inicialmente. 52 Esta se transforma en la principal característica de la industria, ahora altamente especializada dirigida a una producción no masiva de bienes Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz y que hoy por hoy, trabaja esencialmente en la fabricación original de equipos, comercialización de servicios, soluciones electrónicas, integración electrónica, fabricación de diversos tipos de componentes electrónicos, venta directa de componentes y herramientas electrónicas, servicios de consultoría, generación de enlaces para equipos, comunicaciones industriales, creación y readecuamiento de software, entre los más comunes. De esta forma, las empresas de la industria electrónica de medición y control han diversificado su producción, apuntando mayormente al desarrollo tecnológico y a la investigación en nuevas tecnologías. La Asociación Chilena de Industrias Eléctricas y Electrónicas (AIE) es la principal asociación empresas electrónicas del país, concentrando según sus cifras al 70% de la industria del sector. Para AIE, la síntesis del trabajo realizado por sus empresas asociadas a la electrónica se puede explicar bajo el concepto de soluciones electrónicas, las cuales se generan en los más variados mercados: minería, forestal, salmón, retail, servicios, defensa, pesca, vitivinícola, petroquímica, agro, por nombrar algunos. Las principales actividades que realizan las empresas socias de AIE a la industria chilena, son los relacionados con el aumento de la productividad, el mejoramiento de la calidad de los productos y mejoras continuas de los procesos productivos a través de la integración y la creación de software, así como la automatización y la comunicación industrial, en conjunto con soluciones electrónicas. Ventas de la industria electrónica de medición y control en Chile, por demanda Industrial, año 2005. Fuente: AIE. 2005, Balance. Como podemos ver representado en el gráfico nº2, obtenido del balance 2005 de AIE, los sectores minería y forestal lideraron las compras de la industria electrónica, con una participación del 22,5% y 10,3%, ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 53 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz respectivamente, gracias a los grandes proyectos mineros y aumento en la inversión en equipos de productividad y eficiencia, lo que impulsó en la industria a un crecimiento del 17%. Este crecimiento viene precedido de un 14% y 9% de crecimiento en 2004 y 2003, respectivamente. De estas cifras, las principales ventas del sector minero se concentran un 22% en equipos eléctricos y de iluminación, 20% en equipos y herramientas de instrumentación, 13% en productos de automatización y control industrial, entre otros; en cambio el sector forestal concentró sus adquisiciones en un 38% de equipos y herramientas de instrumentación, un 26% en equipos eléctricos y de iluminación, un 16% en productos de automatización y control industrial, por nombrar algunos (14). La industria electrónica muestra un crecimiento sostenido en los últimos años, influido fuertemente por la alta demanda de la industria forestal y minera (cobre). Esto producto del amplio crecimiento en los últimos años de estos sectores, generando una alta demanda de componentes electrónicos y de implementación de nuevas tecnologías. El crecimiento de la industria electrónica ha sido constante, lo que permite que las empresas exporten tecnología. De aquellas que exportan, el 16% de sus ventas tal como lo señaláramos, va al extranjero, principalmente Latinoamérica. El crecimiento de la industria lo podemos ver representado en el total de ventas registradas por la industria electrónica en soluciones electrónicas y comunicaciones, que ascendieron a $61.487 mil millones de pesos durante el 2005, confirmando un crecimiento del 17% en el 2005, y un 14% en el 2004 (fuente AIE). En relación a la participación en el conjunto de soluciones entregadas a la industria nacional por las empresas del sector, estas tienden a centrarse en los procesos de instrumentación y automatización. Respecto a las líneas de negocios de las empresas del sector, estas se distribuyen en la siguiente proporción: el 23 % son empresas comercializadoras; el 21% se dedica a la integración; el 16% fabrica alguna solución; el 14% se dedica a la venta de componentes y herramientas; un 14 % realiza actividades de servicios y consultoría; y el 12% tiene su negocio en la fabricación original de equipos. Las empresas electrónicas abastecen un 30% en soluciones del área de instrumentación; 18% en sistemas de automatización, 13% en fabricación de componentes, 11% en equipos eléctricos, 8% en consultoría e ingeniería, 7% en tarjetas y componentes, 5% son equipos de comunicaciones, 5% en respaldo de energía, 2% son soluciones de software, y 1% son equipos para enlaces inalámbricos. Ahora bien, según AIE, cabe destacar que el 67% del total 54 14 AIE, Memoria: 2006 en la URL. www.aie.cl/asamblea/2007/memoria2006 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz de productos vendidos son importados, estimando que dos tercios de las soluciones implementadas en la industria nacional, son realizadas por la industria internacional. Por ello la producción nacional física de productos queda representada solo en un tercio de la demanda interna. La producción distribuida en sectores geográficos esta delimitada por los grandes centros productivos, el complejo industrial de Santiago, la II región representada por la gran minería del cobre y la VIII región representada por el sector forestal y la pesca industrial. La Revolución de las TIC en Chile, su impacto en la sociedad y la Industria electrónica Una vez introducido el neoliberalismo en Chile, el proceso de desarrollo para el subsector de las telecomunicaciones consistió en privatizar su infraestructura de soporte e incentivar el desarrollo de la competencia entre los distintos actores privados, como forma de incrementar la infraestructura necesaria para sostener el desarrollo de las TIC. En primer lugar y para este artículo, definiremos a las TIC como el conjunto de bienes que cumplen la función de procesar y utilizar procesos electrónicos para detectar, medir y/o recoger fenómenos físicos o controlar procesos físicos, que tienen por objeto comunicar información. El porcentaje de participación en el PIB de las TIC en Chile corresponde hoy día al 4% del total del nacional, registrándose una relación de estabilidad importante durante la primera década del siglo en tanto su participación en el mercado nacional. Relación entre el PIB nacional y el porcentaje de participación de las TIC Fuente: ACTI, 2006 Dentro de las TIC, el sector de los servicios en telecomunicaciones se ha transformado en el motor del crecimiento del mercado. De esta forma, del 97% del conjunto de la producción de servicios, las telecomunicaciones ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 55 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz bordean hoy día el 60% de participación, correspondiendo el 25% netamente al sector de los servicios, el 11% al comercio y el restante a otras actividades TIC. La política de TIC en Chile ha estimulado un acelerado desarrollo de la infraestructura de telecomunicaciones, lo que guarda relación con el incremento de aparatos de la industria electrónica para la instalación del soporte necesario de la sociedad de la información y el conocimiento. Esto es debido esencialmente a la neoliberalización del mercado, a la privatización de las principales compañías de telefonía fija y de larga distancia a fines de los ochenta, y a la aplicación de un marco regulatorio que fomentó la inversión extranjera y la competitividad de capitales sin ningún nivel de trabas económicas. De esta forma, la inversión en telecomunicaciones ha sido creciente, de la mano con un subsidio implícito por parte del Estado con lo cual ha aumentado el peso del sector en la economía nacional. Las ventas registradas por las TIC en Chile muestran un aumento explosivo, que va desde los 300 millones de dólares en 1989, a los 900 millones de dólares en 2003, llegando a su punto más alto de ventas -1 billón de dólares- en 1997,1998, 2000 y 2001. Estas ventas representas al conjunto de mercado de las TIC y por tanto agrupan tanto a las telecomunicaciones como a la informática en todas sus variantes (15). Para el caso de la distribución empresarial del sector de las TIC, este se encuentra ampliamente monopolizado por Telefónica. Es así como las empresas transnacionales controlan el 78% del mercado nacional, mientras que las pequeñas y medianas el 19% y la microempresa solo el 3% del mercado. Esto genera una relación de dependencia absoluta de las TIC particularmente con el monopolio de Telefónica S.A. Evolución histórica de las TIC en Chile En un contexto en el que la política de estabilización obligaba al gobierno a mantener tarifas por debajo de la inflación, lo que imponía pérdidas sobre las empresas estatales, en 1978 se anunció una nueva política de telecomunicaciones, que enfatizó la importancia del sector en el desarrollo económico nacional, evidenciando los niveles estratégicos de sus posibilidades. Predominó la importancia del sector privado en esta dinámica y la necesidad de eliminar el trato especial a la empresa estatal y nacional. Sin embargo, fue recién con la Ley General de Telecomunicaciones (Ley 18/168 de 1982), y sus posteriores modificaciones, que se crearon al Gobierno de Chile: Subsecretaría de Economía. II encuesta nacional de las Tecnologías de la Información en Chile. 2006. (Subtel: 2006). p. 32 15 56 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz igual que lo ocurrido en el sector eléctrico, los incentivos y las condiciones para la privatización del sector (16). La principal compañía de las telecomunicaciones era la Compañía de Teléfonos de Chile (CTC), la que fundada en 1930, recibió siempre una fuerte influencia del sector privado, como es el caso de la International Telephone and Telegraph (ITT) que participó desde 1930 a 1974 con un 80% del capital, el Estado por su parte controlo solo el 20% (17). En 1971 esta empresa fue intervenida, en el contexto del programa de estatizaciones del gobierno de la Unidad Popular. En 1974 la CORFO adquirió el 89% de las acciones que en ese momento eran de propiedad de la ITT, en una clara muestra de la poca claridad en ese momento de las políticas económicas de la dictadura. Como filiales de CORFO, las empresas formaron un “holding” repartiéndose el mercado de la telefonía, donde CTC participaba con el 100% del mercado de telefonía local y ENTEL con el 100% de telefonía de larga distancia nacional e internacional. El traspaso de las empresas de telecomunicaciones al sector privado entra en el contexto del programa de privatizaciones del período 1985 1989, con posterioridad a la crisis de 1982, en momentos en que el gobierno requería reactivar los sectores de exportación, para superar por un lado la fuerte restricción externa y por otro conseguir recursos fiscales adicionales para mantener el equilibrio macroeconómico. En cuanto al objetivo específico de la privatización de las empresas de telecomunicaciones, este se relacionó con el generamiento de la estructura material capaz de soportar la instalación de los niveles más álgidos de desarrollo cultural, político y social del mercado neoliberal, ayudando con esto a la profundización del código axial cliente mercado mundial. El proceso de privatización comenzó en 1981 “…con la privatización de proveedores regionales de CTC, vendiéndolas a inversionistas nacionales (Transradio Chilena), con lo que se formó la Compañía Nacional de Teléfonos. En 1986 se vendió bajo el sistema de licitación pública la empresa Telex-Chile, antigua Correos y Telégrafos. En ese mismo año se vendieron a través de la Bolsa de Comercio, paquetes de acciones que totalizaron el 30% de ENTEL, las que fueron adquiridas por las Administradoras de Fondos de Pensiones. En 1987 comienza el proceso de venta de CTC, con la incorporación de los trabajadores como accionistas (6,4%), las AFP (7,6%), los suscriptores (1%) y otros privados 10%” (18). Graciela Moguillansky, Las reformas del sector de Telecomunicaciones en Chile y el comportamiento de la Inversión. (CEPAL, Santiago 1998).En la URL http://www.eclac.cl, p.11. 17 Ibid. 18 Ibid. 16 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 57 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz La infraestructura de las TIC en Chile. Al referirnos a la infraestructura de las TIC, nos referimos esencialmente al soporte que la industria electrónica genera para su funcionamiento. La infraestructura de las tecnologías de la información ha mostrado avances sustantivos en los años recientes, como resultado esencialmente del proceso de globalización y del desarrollo de políticas públicas que en todos los niveles han logrado generar ritmos de competencias acelerados. Estos ritmos de competencia logran introducir ampliamente la infraestructura necesaria para los soportes de la relación mercado/cliente y en este sentido, el Estado solo aparece como un organismo facilitador de la integración sin trabas del desarrollo mercantil. La ausencia de una política pública capaz de dirigir esfuerzos hacia el despegue económico desde una segunda fase exportadora, pareciera ser la limitante más particular para un proceso de plena integración de todos los sectores sociales, al proceso de utilización masiva de las TIC como parte fundamental del desarrollo de la vida de los individuos. De esta forma, la entrada en vigencia del neoliberalismo en Chile produjo transformaciones relevantes para la industria electrónica nacional, que terminaron por afectarla trascendentalmente, destruyendo la incipiente industria nacional para transformarla en una industria de competitividad desde los servicios, sustentada en las telecomunicaciones y la informática y en una menor medida en el readecuamiento de tecnologías para industrias de extracción de materia prima. En definitiva la reforma aplicada desde el sistema neoliberal, no solo afecta a la industria electrónica chilena, sino que generó transformaciones en el conjunto de la sociedad, que la tienden a caracterizar como una construcción mucho más compleja, controlada por la relación axiomática mercado/cliente y en donde el estado ha seguido la estrategia de apoyar ampliamente el vínculo de libertad mercantil. A la vez, con esto, genera fuertes crisis democráticas en la representatividad de los intereses de los ciudadanos/clientes, los cuales desde la construcción de sentido e identidad cuestionan constantemente la legitimidad de la democracia al verse ampliamente bombardeados por una sociedad poli contextual que exacerba los valores del individualismo y la competencia como formas de superación humana. 58 Las transformaciones de las cuales las TIC vienen a reemplazar y superar a la clásica industria electrónica nacional son transformaciones direccionadas en tanto política pública y en este sentido, podemos hablar hoy día en Chile de una política que busca generar competencia como herramienta de sustento de las TIC, las cuales reemplazan y superan la Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz industria electrónica nacional y dotan de sustento a la relación mercado mundial / cliente. A modo de Conclusión 1. El proceso estructural de apertura a las exportaciones aplicado como política macroeconómica desde 1975 en adelante por la dictadura militar, generó profundos cambios en la débil estructura de la industria electrónica nacional asociada a la producción de bienes de consumo. A su vez permitió la explosión masiva de la industria de las telecomunicaciones y con ello el alto impacto que las TIC han desarrollado desde entonces en nuestro país. Se elimina a la industria electrónica nacional existente (la de consumo), al igual que la mayor cantidad de industrias de manufacturas, colocando un fuerte acento en la explotación de materias primas como forma de obtener resultados en una balanza de pagos global positiva. Pero que en lo concreto, al asumir la doctrina económica neoliberal, se reemplazó la producción industrial por la de extracción primaria y por una amplia y alta oferta de servicios, que no solamente revoluciona las políticas macroeconómicas sino que al conjunto de las sociedad chilena. 2. Esta relación se dió en el marco de un revolución mundial de los medios de producción capitalista generadas desde el desarrollo de las TIC, las que establecen una nueva relación supramercantil, en donde los estadosnación son incapaces de colocar trabas a su desarrollo, en tanto se ven ampliamente superados por las demandas realizadas desde los individuos. Asimismo, al instalarse el modelo de desarrollo neoliberal, se vieron obligados a eliminar todo tipo de trabas a la relación de libre competencia al interior del mercado. Lo anterior instala una nueva relación mercado/ cliente mundial la que genera fuertes crisis en los niveles de identidad y construcción de sentido de los individuos. 3. Los niveles de dependencia en los países de la región respecto a la oferta tecnológica es cada vez más amplia, en tanto existe una relación de dependencia no solo en el consumo, sino que en todo el uso tecnológico de nuestros países. De esta forma, la necesidad de invertir en investigación se torna vital para el desarrollo de una industria que, hoy por hoy, es claramente estratégica para el desarrollo de todos los países y en donde la relación desarrollo e investigación se transforma en la formula central para lograrlo. 4. Chile es un país que no ha escapado a la fuerte dependencia tecnológica, transformado a las TIC, las importaciones de productos, bienes y diversos tipos de servicios, en la tónica de nuestro desarrollo. La relación de esta dependencia y el cambio en las políticas macroeconómicas en 1975, tienen una expresión en la fuerte apertura a las importaciones iniciada desde este año y con fuerza desde los primeros años de la década de los 80. ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 59 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 5. Las TIC se han transformado en la principal expresión de la industria electrónica en Chile y con esto en la principal industria oferente de servicios en el país. La relación con las necesidades de investigación y desarrollo son centrales, lo que debe ser abordarlo en futuros estudios sobre esta industria o las industrias manufactureras en su conjunto. 6. Aun no se ha comenzado a explorar la viabilidad de producir tecnología de punta ligada a procesos más amplios que sean capaces de sostener la importación de productos y eventualmente también exportar no sólo materia prima, sino que también tecnologías y material elaborado. Un elemento interesante a desarrollar acá tiene relación con la industria de medición y control, que ha logrado hoy día proporcionar un tercio de las necesidades en tecnologías y bienes de la industria extractiva nacional, llegando incluso a exportar estos productos conocidos como bienes de capital, a países como Argentina, Brasil y Bolivia. 7. En esta industria encontramos un lugar para las políticas públicas, y para los esfuerzos mancomunados, en tanto que las empresas de extracción primaria tienen importancia a nivel mundial. Por lo tanto, en la medida que nuestra industria otorgue soluciones industriales a dichas empresas, estará en condiciones de otorgar al conjunto de la industria procesos de alta competencia y de soluciones industriales. 8. Otro punto importante de resaltar tiene relación con el tema ambiental. Son notorios los fuertes niveles de contaminación alcanzados por los componentes utilizados por esta industria en la confección de sus bienes y productos. Esto producto de la explosión sostenida por la demanda de productos electrónicos, lo que ha generado también una mayor utilización de este tipo de basura tóxica, donde la presencia de químicos persistentes y metales pesados se transforma en una constante. Cada año cientos y miles de computadores televisores y teléfonos celulares son dejados en desuso, lo que plantea interrogantes sobre el cómo abordar este problema. Lo importante para nosotros, por el momento, es profundizar el análisis de este tema, por lo que avanzar en estudios que apunten a este tipo de conocimientos es hoy día una prioridad. 60 9. La industria electrónica ha sido caracterizada como una industria de industrias, con una diversidad de productos y bienes, y donde parte de estos bienes está asociado a las tecnologías de la información y las comunicaciones. La industria se ha vuelto determinante no sólo en cuanto a la oferta y demanda en los mercados a nivel mundial, sino que al conjunto de la vida humana y sus relaciones sociales y culturales. Es necesario, por tanto, desarrollar políticas para disminuir los niveles de dependencia que actualmente existen. Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Alternativa NO 25, 2007: 61 - 91 / Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz “Porque esta vez no se trata de cambiar un presidente...” La Unidad Popular, Allende y las elecciones presidenciales de 1970 Rolando Alvarez Vallejos Desde que Luis Emilio Recabarren fuera despojado de su cargo de diputado en 1906, los partidarios del socialismo en Chile intentaron ocupar cargos de elección popular para difundir sus posturas críticas al orden dominante. Recién en 1921 el Partido Obrero Socialista logró que sus candidatos Luis Víctor Cruz y Luis Emilio Recabarren fueran electos, ratificando la importancia de la lucha electoral en el desarrollo político y programático de la izquierda chilena (). Desde aquella época, los procesos electorales se convirtieron en instancias que ayudaron a configurar la cultura política de este sector político. Definidas como una tribuna para denunciar los abusos del capitalismo y herramienta que permitía llevar a la práctica una pedagogía política hacia un pueblo sumido en la ignorancia y embrutecido por los vicios del sistema, poco a poco las elecciones fueron dando a la izquierda voluntad de poder (). Así, convertida la izquierda en una alternativa realmente competitiva desde el punto de vista electoral a partir de la década de los treinta, las elecciones se convirtieron en el arma característica en donde se desplegó la lucha política de la izquierda chilena durante gran parte del siglo XX. Hitos como el triunfo de Pedro Aguirre Cerda en 1938 o la recuperación de la legalidad del Partido Comunista en 1958, gracias a la conformación del amplio acuerdo electoral conformado por el “Bloque de Saneamiento Democrático”, constituyen momentos estelares para el avance de las posiciones y planteamientos de la izquierda en Chile. En este contexto, las cuatro campañas presidenciales encabezadas por el líder socialista Salvador Allende en los años 1952, 1958, 1964 y 1970, Investigador ICAL, académico Universidad de Santiago de Chile y ARCIS. Al respecto, ver Julio Pinto y Verónica Valdivia, ¿Revolución proletario o querida chusma?. Alessandrismo y socialismo. (Lom, 2002). Sobre la visión de las elecciones en tiempos del Partido Obrero Socialista y los primeros años del Partido Comunista de Chile, ver de Julio Pinto Vallejos Desgarros y utopías en la pampa salitrera. La consolidación de la identidad obrera en tiempos de la cuestión social (1890-1923). (Lom, 2007) y Rolando Alvarez Vallejos “La herencia de Recabarren en el Partido Comunista de Chile: Visiones comparadas de un heredero y camarada del “maestro”. Los casos de Orlando Millas y Salvador Barra Woll”, en Rolando Alvarez, Augusto Samaniego y Hernán Venegas (editores), Fragmentos de una historia. El Partido Comunista en la historia de Chile. Democratización, clandestinidad y rebelión. (1912-1994). (Ediciones ICAL, 2008). ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 61 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz se convirtieron en el corolario de la trayectoria de la izquierda durante el siglo XX chileno. Tanto en la decisión de asignarles un papel estratégico para el proceso de cambio que se estimaba necesario para el país, como por la forma de organizarse, por sus contenidos y su accionar en terreno, estas campañas presidenciales contornearon de manera decisiva las definiciones políticas de la izquierda. La de 1952, eminentemente testimonial, representó la importancia de abrir un camino propio ante la irrupción populista y el agotado centro radical; la de 1958 sorprendió a todos y permitió pensar que era posible el triunfo; la de 1964, a pesar de la derrota y de la crítica que esta produjo al interior de la coalición de izquierda que la había levantado, ratificó la convicción del camino electoral para la conquista del poder; finalmente, la de 1970 cristalizó un sueño largamente esperado. Las campañas presidenciales realizadas durante el siglo XX en Chile, han sido investigadas enfatizando las coaliciones que se enfrentaron, el contenido de sus programas, los discursos de los candidatos, las cifras arrojadas y los contextos históricos en que se desenvolvieron (). Alejándonos de estas perspectivas, en este artículo, por medio del análisis de la campaña de la Unidad Popular durante la elección presidencial de 1970, intentaremos indagar sobre la cultura política de la izquierda en Chile y a través de ella, comprender las tensiones no resueltas que caracterizaron los llamados “mil días” de administración allendista (). El régimen de la Unidad Popular ha sido investigado desde diversas aristas, destacando especialmente el conflicto existente en su interior, resumido en la conocida dicotomía de aquella época: ¿reforma o revolución?. La viabilidad de la llamada “vía chilena al socialismo”, es decir, el intento de sustituir el capitalismo por un nuevo orden social sin la necesidad de mediar una guerra civil, fue el debate que cruzó a la izquierda chilena durante el gobierno de Salvador Allende (). La división de la coalición de izquierda es posible detectarla en el transcurso de la propia campaña de 1970. De hecho, la designación del candidato único de la Unidad Popular fue objeto de fuertes disputas internas en el Partido Socialista, del cual Allende era miembro fundador. Pero en el transcurso de la campaña, es decir de enero Por ejemplo René Millar, La elección presidencial de 1920. (Editorial Universitaria, 1982) y recientemente la obra editada por Alejandro San Francisco y Ángel Soto Camino a La Moneda. Las elecciones presidenciales en la Historia de Chile 1920-2000 (Instituto de Historia P.U. Católica de Chile- Centro de Estudios Bicentenario, 2005). Un primer examen de la importancia de los eventos electorales en la constitución de la cultura política de la izquierda chilena durante la década de los sesenta, en Rolando Alvarez “¿Reforma o revolución?: lucha de masas y la vía no armada al socialismo. El Partido Comunista chileno 1965-1973”, en Elvira Concheiro, Massimo Modonesi y Horacio Crespo (coordinadores), El comunismo: otras miradas desde América Latina. (UNAM, México, 2007). Las referencias bibliográficas son extensas, por ellos nos remitimos a la obra editada por Julio Pinto Cuando hicimos historia (Lom, 2005), especialmente a los artículos de Tomás Moulian y Julio Pinto, que resumen los contenidos de este debate estratégico. 62 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz a septiembre de 1970, se desenvolvieron dos fenómenos políticos en los que era posible apreciar los rastros de la futura división. Por un lado, la particularidad de la campaña de 1970, simbolizada por la creación de los Comités de la Unidad Popular (CUP). Entroncados con la cultura política tradicional de la izquierda chilena, en donde la actividad electoral era una instancia de agitación y lucha de masas, la decisión sobre qué hacer con ellos luego del 4 de septiembre abrió el debate: ¿los CUP debían ser el embrión del “poder popular”, de la “revolución desde abajo”, que desde fuera de la institucionalidad, abriría camino a la revolución chilena?. Esto ha sido afirmado por analistas que consideran el fin de los CUP como el símbolo del carácter reformista e inviable de la Unidad Popular (). Por otra parte, en un debate que va más allá de la propia izquierda, se ha discutido el carácter del programa y de las medidas económicas de la Unidad Popular. En pocas palabras, la problemática se resumen en si el programa y las medidas del gobierno de Allende fueron continuadoras de políticas anteriores (“nacional-populares”) o destinadas a sustituir el capitalismo (“revolucionarias”) (). En el caso de la historiografía conservadora, ha sido relevante intentar demostrar este carácter “revolucionario”, opuesto a las medidas reformistas, con lo que se intenta justificar el golpe de estado de 1973 (). En este marco, estimamos que el seguimiento de la campaña presidencial de 1970, permite apreciar que la contradicción reforma-revolución es una simplificación que no logra terminar de explicar el proyecto histórico de la izquierda chilena ni su cultura política. En primer lugar, los Comités de la Unidad Popular, nacidos como órganos electorales producto de las enseñanzas dejadas por las elecciones presidenciales anteriores, no se podrían haber convertido nunca en expresiones del “poder popular”, porque quienes lo crearon y dirigieron, las partidos políticos de izquierda, no compartían dicha definición. Los CUP, masivos y numerosos, no nacieron espontáneamente desde las masas, como ha sido insinuado (10), sino como parte de la experiencia y la relación de décadas entre los partidos de izquierda y los sectores populares, caracterizada por asociar lo electoral con las luchas sociales. En segundo lugar, al seguir los discursos Robinson Rojas, Estos mataron a Allende. Reportaje a la masacre de un pueblo. (Ediciones Martínez Roca, Barcelona, 1974). p.137; Ruy Mauro Marini, El reformismo y la contrarrevolución. Estudios sobre Chile. (Serie Popular Era, 1976). p.86 y ss.; Marta Harnecker, “Reflexiones sobre el gobierno de Allende. Estudiar el pasado para construir el futuro”, Historical Materialism: Research in critical marxist theory, Vol.11, nº3, 2003. Una síntesis de esta polémica en Gabriel Salazar y Julio Pinto, Historia Contemporánea de Chile III. La economía: mercados, empresarios y trabajadores. (Lom, 2002).p. 47. Alejandro San Francisco, “La elección presidencial de 1970”, en San Francisco y Soto (editores), op.cit.p.347. 10 Patrick Guillaudat y Pierre Mouterde, Los movimientos sociales en Chile, 1973-1993. (Lom, 1998). p.43. ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 63 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz de Salvador Allende en los meses de campaña, es posible apreciar que ésta se caracterizó por la combinación de propuestas “nacional-populares” con otras de corte rupturista. De acuerdo a nuestro planteamiento, esto ayuda a explicar la amplitud y la alta votación de una propuesta radical, radicalidad que también explica no haber obtenido mayoría absoluta (11). Es decir, la capacidad de la izquierda de hacerse parte de las problemáticas cotidianas y corrientes de la ciudadanía, le posibilitó penetrar en ella junto con su discurso más radical. En el presente artículo describiremos el sentido y papel de los CUP durante las elecciones de 1970 y el discurso de Salvador Allende en sus recorridos por el país (12). Por medio de ellos, queremos demostrar que el triunfo electoral del 4 de septiembre de la Unidad Popular debe explicarse en parte, tanto por una táctica política de larga tradición en la cultura política de la izquierda chilena, basada en la centralidad de las batallas políticas electorales conectadas a las luchas en el mundo social, como por su distancia del dogmatismo teórico, que le permitió generar un discurso cercano a la realidad de amplios sectores de la sociedad chilena. 1. Los Comités de Unidad Popular: ¿activismo electoral o embrión del poder popular? A los pocos meses del triunfo de Salvador Allende en las elecciones presidenciales de 1970, el español Joan Garcés, uno de los más cercanos asesores del entonces presidente de Chile, reconocía que éste se había producido gracias al esquema tripolar en el que se desenvolvió. En este sentido, la profundización de las diferencias entre la derecha y el centro, se consideraba un factor clave para la conformación de la fórmula a “tres bandas” en 1970 (13). Esta explicación, en lo fundamental, ha sido aceptada por diversos investigadores, particularmente producto que las cifras obtenidas por la coalición del Frente de Acción Popular en 1964 (38%), fueron incluso porcentualmente menores a las de la Unidad Popular en 1970 (36%). Es decir, en 1970 la coalición de izquierda logró retener su votación, pero el resultado varió al de seis años antes producto de la división entre la derecha y el centro (14). Si bien compartiendo el En un lúcido análisis de época Joan Garcés en 1970. La pugna política por la presidencia en Chile (Editorial Universitaria, 1971) planteaba que la única manera que triunfara Allende era en un esquema de tres candidatos. Según él, una vez en el poder, se deberían buscar las alianzas y acuerdos para darle la mayoría absoluta al gobierno. P.67 y ss. 12 Para una crónica completa sobre los sucesos que rodearon la campaña presidencial de 1970, ver Eduardo Labarca Goddard, Chile al rojo. Reportaje a una revolución que nace. (Universidad Técnica del Estado, 1971). 13 Garcés, op. cit. 14 Esto ha sido planteado por ejemplo por Arturo Valenzuela, El quiebre de la democracia en Chile (FLACSO, 1989) y Tomás Moulian, La forja de ilusiones. El sistema de partidos 1932-1973. (ARCISFLACSO, 1933) 11 64 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz fondo de esta tesis, es necesario destacar que en un contexto tripolar como el de 1970, resultaba razonable esperar una mayor dispersión de las votaciones, producto de la existencia de tres candidaturas competitivas. Además, como ha sido señalado, el programa de Radomiro Tomic, ubicado a la izquierda del saliente Presidente Eduardo Frei Montalva, significaba una real posibilidad de fuga de votos de centro-izquierda. Todo esto, unido a un clima político polarizado, hacía que las elecciones de 1970 fueran muy competitivas para la izquierda. Por ello, el 36% obtenido por Allende posee un valor distinto al 38% de 1964, cuando la coyuntura política del país era menos radicalizada que seis años más tarde (15). La existencia de este clima político es fundamental para entender el carácter de la campaña electoral de la Unidad Popular en 1970. Ubicados en la cresta de la ola de una serie de movimientos sociales que ponían en jaque a la administración Frei, como el de los pobladores y los campesinos, la izquierda chilena profundizó su tradicional estrategia para enfrentar las elecciones: la combinación de lo electoral con la agitación social (16). En efecto, aún antes de lograr la nominación del candidato único, los partidos de la UP dieron a conocer el documento “Conducción y estilo de campaña”. En él se encontraban las definiciones tradicionales que las elecciones tenían para la izquierda: su carácter “pedagógico” (“la campaña debe ser el medio para educar políticamente a las masas sobre la base del Programa”), su preocupación por las demandas cotidianas de la población (“Partiendo desde las necesidades concretas e inmediatas de las mayorías hay que imprimir a sus luchas un sentido más general, hasta llegar a articularse con los grandes objetivos del Programa”) y como factor que permitiera alentar la movilización social (“Contra las máquinas publicitarias y propagandísticas de las candidaturas reaccionarias, el Movimiento Popular dará al batalla en el terreno de la lucha social y de los problemas concretos”) (17). Pero junto con estos aspectos de continuidad respecto a experiencias anteriores, la campaña de 1970 traía algunas novedades. Primero, la creación de los Comités de Unidad Popular (CUP), organismos de base que estarían coordinados por un Comando Político a nivel nacional. Este, presidido por Rafael Tarud del API, quedó compuesto por tres representantes de cada uno Ha sido ampliamente señalado el papel jugado por la reforma agraria, el endurecimiento de la derecha y la crisis económica de fines de los sesenta como factores del clima político de 1970. Por ejemplo Alfredo Jocelyn-Holt, El Chile perplejo. Del avanzar sin transar al transar sin parar. (Planeta, 1998) y Tomás Moulian, Fracturas. De Pedro Aguirre Cerda a Salvador Allende (1938-1973). (Lom, 2006). 16 Al respecto, ver Alvarez, “¿Reforma o revolución?: lucha de masas y la vía no armada al socialismo…op.cit. 17 Todas las citas en El Siglo 28 diciembre de 1969. 15 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 65 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz de los seis partidos que integraban la Unidad Popular, (18). Estos órganos de campaña, junto con el ya mencionado énfasis en su inserción local y su capacidad de agitación social, reemplazaría la anterior forma de organizar la campaña presidencial. A diferencia de 1964, solo en el frente de mujeres y jóvenes se crearían comandos paralelos de campaña, descartándose en las organizaciones de trabajadores y pobladores. Su multiplicación, según se explicaba, burocratizaba la campaña: “…en la práctica, ello significaba que se montaban frondosos aparatos en la cumbre marginados de la base. Sin contacto con la gente de su frente. Su participación real solo servía para justificar el no hacer nada en la campaña…ahora se ha resuelto que los dirigentes sindicales nacionales, por ejemplo, sean distribuidos en la comunas para que ayuden al trabajo hacia las industrias, servicios y centros de trabajo…Esto significa ir donde está la masa, como quien dice, al hueso…” (19). El trato especial a las temáticas juveniles y de la mujer tenía que ver con consideraciones electorales. Como es sabido, la votación de la izquierda tradicionalmente era minoritaria entre las mujeres. Por ejemplo, en la presidencial de 1964, 744.423 sufragaron por Frei, y solo 375.776 por Allende (20). Por ello, como una forma de revertir esta tendencia histórica del electorado femenino, la Unidad Popular articuló una campaña específica hacia la mujer. Las constantes alusiones a ellas realizadas por Allende, seguramente se relacionaba con esta situación. Por su parte, el crecimiento demográfico del país, en donde casi el 20% de la población tenía menos de 25 años y el supuesto que los jóvenes eran mayoritariamente proclives a las posiciones “progresistas”, también significó una preocupación especial para la izquierda chilena. Es necesario recordar que en esa época, a nivel mundial, tanto las mujeres como los jóvenes irrumpían masivamente en las esferas sociales y políticas, en un hecho inédito en la historia. El movimiento “hippie”, la reforma universitaria, la “liberación” de la mujer, representaron un nuevo desafío epistemológico para la izquierda chilena, tradicionalmente obrerista y masculina. En todo caso, estas consideraciones especiales por los jóvenes y las mujeres, no implicó una necesaria comprensión y sintonía con los cambios sociales y culturales que Chile estaba viviendo. Esto se explica La importancia política del Comando Político de campaña lo demuestra el alto nivel de los representantes de los partidos: Partido Socialista, Aniceto Rodríguez, Homero Julio y Luis Herrera; Partido Comunista, Volodia Teitelboim, Luis Corvalán y José Oyarce; MAPU, Jacques Chonchol, Julio Silva Solar y Rafael Agustín Gumucio; Partido Radical, Carlos Morales, Orlando Cantuarias y Anselmo Sule; API, Rafael Tarud, Alfonso David Lebón y Guillermo Ovalle y Partido Social Demócrata, Esteban Leyton, Juan Tuma y Orlando Budnevich. Ver El Siglo 27 de enero de 1970. 19 Intervención del integrante de la Comisión Política del Partido Comunista, José Oyarce, en el pleno de febrero de 1970 del comité central del PC. El Siglo 8 de febrero de 1970. 20 Cristián Gazmuri y Álvaro Góngora, “La elección presidencial de 1964. El triunfo de la Revolución en Libertad”, en San Francisco y Soto (editores), op.cit.p.331 . 18 66 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz por el componente de conservadurismo y rigidez de la cultura política de la izquierda chilena, en constante tensión con la incorporación de los cambios que estaban ocurriendo en aquella época (21). La segunda novedad que tuvo la definición de las características de la campaña de la izquierda en 1970, se relacionó con el papel que tendrían los CUP. Tal como ha sido señalado, el Programa de la Unidad Popular, si bien en lo fundamental recogió la tesis comunista de la “revolución por etapas”, es decir, no la inmediata construcción del socialismo, idea puesta en boga a mediados de los sesenta por los teóricos de la dependencia, tuvo significativas incorporaciones. Las alusiones “con vistas al socialismo” eran señal de las concesiones teóricas y políticas del PC ante sus aliados socialistas (22). En este cuadro se debe entender la amplia y confusa definición del papel de los Comités de Unidad Popular. Por una parte, como dijéramos más arriba, existía consenso que los CUP no debían ser solo un comité captador de votos, sino que tendrían que estar inserto en las luchas sociales. Sin embargo, el punto de llegada hacia el cual debían transitar no estaba claro. El documento oficial de la UP “Conducción y estilo de campaña” planteaba que los CUP debían “ir convirtiéndose en el curso de la campaña en expresiones germinales del poder popular que conquistaremos en 1970, comenzando aún antes de la victoria, a concretar aspiraciones reivindicativas de las masas y transformándose una vez obtenida en factores dinamizadores y de dirección local de los procesos de cambios revolucionarios” (23). Sin embargo, para el Partido Comunista –sector moderado de la coalición- excluía toda alusión al poder popular en relación a los CUP o alguna función post 4 de septiembre de éstos, enfatizando en cambio su papel dinamizador de la movilización social durante la campaña (24). En todo caso, el enunciado citado del documento oficial de la Unidad Popular, era lo suficientemente ambiguo como para dejar abierto qué se entendía por “poder popular”. ¿Significaba que triunfando el día 4 se obtendría el poder popular?, o, más bien, ¿éste se conformaría desde fuera de los órganos estatales?. En este sentido, ¿qué papel jugarían los CUP finalizadas las elecciones?, se incorporarían a “las tareas de la revolución” ¿dentro o fuera del aparato estatal?. La redacción del párrafo citado aseguraba que estas preguntas no pudieran ser contestadas con certidumbre. Al respecto, Rolando Alvarez, “La tarea de las tareas. Luchar, unir, vencer. Tradición y renovación en el Partido Comunista de Chile 1965-1990”. Tesis para optar al grado de Doctor en Historia, Universidad de Chile, 2007. Es necesario aclarar que en la presidencial de 1970 tenían derecho a voto los mayores de 21 años. 22 Al respecto, ver Tomás Moulian, Democracia y socialismo en Chile. (FLACSO, 1983). 23 El Siglo 28 diciembre de 1969. 24 Ver el informe rendido por Jorge Insunza, integrante de la Comisión Política del PC, al pleno del Comité Central del partido, en El Siglo 7 de febrero de 1970. 21 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 67 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Ante este evidente matiz, seguramente por consideraciones electorales, se inhibió el debate público entre los partidos políticos sobre el papel de los CUP en la coyuntura política de la época. Superada la traumática elección de Salvador Allende como candidato único de la Unidad Popular, y luego de una década de los sesenta que conoció de la radicalización del Partido Socialista y de la aparición de la “izquierda revolucionaria”, la Unidad Popular privilegió la unidad en la acción durante la campaña de 1970. Es por ello que una vez constituidos, los CUP, por la inercia de las probadas maquinarias electorales de los partidos mayoritarios de la UP (el PS y el PC), se ciñeron a cumplir su doble tarea: electoral y de agitación social. Si se convertirían o no en órganos de “poder popular”, requería de un debate político y teórico que las urgencias de la campaña hacían imposible realizar. El privilegio del accionar concreto de las masas –tal como era costumbre en la izquierda chilena- se privilegió al principismo de la teoría. Así, la existencia de los CUP como supuestos embriones del “poder popular”, quedó solo como un enunciado general, como letra muerta, al no haberse efectuado una discusión de fondo dentro de la UP sobre este crucial punto. De esta manera, incluso desde antes de la nominación de Salvador Allende como el candidato de la UP –ocurrido el 22 de enero de 1970- los CUP comenzaron a surgir a lo largo de todo Chile. En agosto, a pocos días de la elección, la dirección de la Campaña de la UP, informaba que a nivel nacional se habían cumplido las cuotas establecidas sobre el número de CUP provinciales y locales (25). La prensa de izquierda, a lo largo de los meses de campaña, informó periódicamente sobre la constitución de nuevos CUP. Sobre el origen de éstos, las noticias -no siempre detalladassobre quiénes conformaban su directiva, dejaban establecido el papel decisivo de los partidos de izquierda. Al igual que en el Comando Nacional, las mesas ejecutivas de cada CUP –mediante la cuota correspondientebuscaba asegurar la representatividad de todos los partidos de la coalición izquierdista. Así, los CUP imitaban la estructura de su ente coordinador, en base a tres representantes por partido político. Este era el caso del CUP de Las Condes, cuya presidencia sería rotativa, “correspondiéndole la presidencia al API y la secretaría general al Partido Radical, en este primer mes y el mes de marzo le corresponde la presidencia al Partido Socialista y así sucesivamente” (26). En el caso del CUP juvenil de Concepción, la presidencia rotativa partiría encabezada por el representante socialista y la secretaría general por el MAPU; en la mesa del CUP de La Cisterna El Siglo 18 de agosto de 1970. La meta eran 5000 CUP en todo el país, de los cuales 2000 estarían en Santiago. 26 El Siglo 4 de febrero de 1970. 25 68 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz quedaron representados el PS, el PC y el MAPU; en San Miguel, no podía ser de otra manera, el CUP comunal quedó encabezado por el alcalde socialista Tito Palestro (27). Los CUP de independientes evidentemente fueron minoritarios, ya que en Santiago, liderados por médico Lisandro Cruz Ponce, superaron los 140 a mediados de junio, cifra muy inferior a los organizados por los militantes (28). Con candidato único e iniciado el proceso de constitución de los CUP, en el verano de 1970, el presidente del Comando Nacional de la Unidad Popular Rafael Tarud, en cadena voluntaria de radioemisoras, comunicaba al país los elementos básicos entorno a los que se articularía la campaña presidencial de su sector. Estos se desglosaban en tres puntos básicos: el énfasis en la difusión del acuerdo político-estratégico de la Unidad Popular, expresado en el Programa Básico de la UP; el carácter unitario de la campaña y demostrar confianza en las fuerzas de las organizaciones sociales populares. La importancia del Programa radicaba, según Tarud, en que representaba una alternativa real para solucionar los problemas del país, ya que ni la derecha ni el centro lo habían podido hacer. Por ello, decía Tarud, contra la demagogia de estos sectores, la palabra de la izquierda debía ser la de la transformación social y el mejoramiento concreto de las condiciones de vida de la población: “Ofrecemos al país una ruta clara hacia la seguridad, el orden y la confianza social….queremos así realizar un modelo típicamente chileno de cambio político y social, animado por las tradiciones y el genio de nuestra chilenidad, con absoluto respeto por la identidad de nuestra nación y por los sentimientos de nuestro pueblo….queremos…evitar a Chile el riesgo de cualquiera violencia que no sea la de la lucha contra el atraso y a favor del progreso”. En su discurso, no mencionó el nombre de la nueva sociedad que la Unidad Popular construiría, aludiendo vagamente –y por única vez- a la realización de transformaciones profundas que pondrían a Chile “en marcha hacia una integración socialista de su sociedad” (29). Esta alusión general al socialismo era tanto expresión de la carencia de un punto de vista común acerca de cómo sería la nueva sociedad, como de una estrategia electoral que pretendía ampliarse hacia el centro. Para ello, era necesario distanciarse de discursos radicales y de verse ligado a la imagen tradicional que se tenía de los socialismos reales en Europa del Este, aspecto profusamente empleado por la Campaña del Terror de la derecha. Este hecho explicaba la insistencia de la campaña de la UP respecto a que realizaría una revolución, pero con “vino tinto y empanadas”, o sea, basada en un fuerte componente nacional. 27 Información extraída de El Siglo 14 de febrero de 1970. 28 En El Siglo 20 de junio de 1970. 29 El Siglo 10 de febrero de 1970. 69 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz La centralidad del Programa buscaba mostrar a los electores la cohesión y capacidad de hacer gobierno de la izquierda, uno orientado “verdaderamente” en beneficio de los desposeídos del país. En este sentido, durante la campaña el Comando de la Unidad Popular enunció las llamadas Primeras 40 medidas inmediatas del Gobierno Popular, las que apuntaban a reforzar este objetivo, es decir, establecer que el de la Unidad Popular sería un gobierno totalmente distinto a los anteriores, caracterizado por privilegiar los intereses de la mayoría de la población (30). Por otra parte, las palabras de Tarud referidas al respeto de la chilenidad por parte de la UP, era la forma de responder a la Campaña del Terror de la derecha. En 1964 esta había sorprendido al FRAP, pero en 1970 la izquierda diseñó esta estrategia discursiva para hacerle frente. Asimismo, por medio de sus órganos de prensa afines, atacó y descalificó a Jorge Alessandri Rodríguez, el candidato de la derecha. Así, en medio de un clima político polarizado, la izquierda de todas maneras aparecía con un discurso que invitaba a soñar en un mundo mejor que estaba allí, a la vuelta de la esquina; bastaba votar por Allende y organizarse para vencer a las centenarias fuerzas que por siglos habían oprimido a la inmensa mayoría de los chilenos. La factibilidad de la utopía, el mesianismo colectivo, el optimismo histórico y el tono épico de la campaña, reflejado en su lema (“venceremos”), fueron temáticas repetidas a lo largo de los casi siete meses de batalla por los sufragios. Si las alusiones a la unidad buscaban alejar la imagen de una coalición sin capacidad de ponerse de acuerdo para gobernar, el discurso que apuntaban a la “confianza en el pueblo”, pretendía capitalizar la presencia mayoritaria de las fuerzas de izquierda entre las organizaciones sociales populares. Es decir, la “confianza en las fuerzas del pueblo”, significaba que la apuesta era que la existencia de un mayor número de organizaciones sociales “desde abajo”, se traduciría en un mayor respaldo para el candidato de la Unidad Popular. Esto era particularmente marcado entre las organizaciones sindicales, en donde la UP tenía una amplia mayoría; entre la de los pobladores, disputadas palmo a palmo con la Democracia Cristiana, tal como ocurría también entre las organizaciones campesinas. El respaldo y agitación de sus demandas sería un factor diferenciador con las otras candidaturas. La unión de lo social y lo político partiría, siguiendo las tradiciones históricas de la izquierda chilena, apoyando primero las demandas más sentidas de la población. Por ejemplo, Rafael Tarud destacaba el papel de los parlamentarios de la UP para aprobar una ley que favorecía a los jubilados y montepiados, así como el haberse jugado por hacer cumplir la ley que se comprometía a pagar “los reajustes debidos a 70 30 Sobre las 40 medidas, ver Labarca Goddard, op.cit. p.368. Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz los personajes en retiro de las Fuerzas Armadas y Carabineros, con lo cual se llevará un alivio real y efectivo a otros centenares de miles de hogares que sufren las consecuencias de la carestía de la vida”. Así se comprobaba, decía Tarud, que la mejor defensa de los intereses de la gente “reside en la alianza de los partidos y movimientos populares” (31). En este plan general de campaña, los CUP tenían el papel de ser el eje articulador, la verdadera espinal dorsal que dinamizaría la cuarta campaña presidencial de Salvador Allende. Producto de su presencia en los organismos de base, podrían unir las fuerzas sociales y políticas en un solo movimiento reivindicativo, destinado a lograr satisfacer la demanda popular, a través del triunfo electoral de Allende, única manera, según se decía, de alcanzar la transformación definitiva de Chile en un país más justo e igualitario. Al respecto, en su citado discurso, el jefe de campaña de la UP decía que “…tenemos que lograr una total movilización de la conciencia nacional en favor del imperativo de dar a Chile un gobierno popular, adecuado a las necesidades específicas de nuestro país….”. Agregaba Rafael Tarud que para ese objetivo “…miles y miles de Comités de Unidad Popular están surgiendo en todo el país” (32). Como lo recalcaba el editorial del periódico del PC al día siguiente del discurso de Tarud, esto significaba que “el mayor instrumento de triunfo popular es la construcción de una inmensa red de comités de Unidad Popular, que abarquen a todo el país, que no dejen a ningún izquierdista al margen de las tareas, que incorporen y aglutinen a todos los chilenos dispuestos a pelear por un Chile sin clases privilegiadas. La cohesión, la fuerza de la Unidad Popular, su amplitud de masas, ganará a los indecisos, convencerá a los vacilantes y atajará las maniobras del enemigo” (33). De esta manera, en los inicios de la campaña presidencial de 1970, la Unidad Popular definía su forma de lucha de acuerdo a su tradicional intento de articular lo político con lo social aprovechando las coyunturas electorales. La creación de los CUP enfatizó el trabajo de base, en desmedro de campañas anteriores, excesivamente burocratizadas. Este hecho, ocurrido en un momento político especialmente radicalizado, en donde la llamada “revolución de las expectativas” promovía la participación ciudadana, provocó que los CUP tuvieran un papel destacado en los meses de campaña, tanto difundiendo el programa del candidato de la UP, como promoviendo y solidarizando con la movilización social popular durante aquellos meses. La conciencia entre sus integrantes de la posibilidad real del triunfo de Allende –como lo señalaban las encuestas de la época- alentaba la esperanza que la batalla electoral de 1970 culminaría con la primera El Siglo 10 de febrero de 1970. El Siglo 10 de febrero de 1970. 33 El Siglo 11 de febrero de 1970 31 32 71 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz mayoría para el candidato de la UP. Esta fue la motivación fundamental de los CUP, antes que las posibles discusiones sobre su papel como instancias de “poder popular”. La campaña en terreno de la Unidad Popular se caracterizó por sus actos de masas en la base y por intentar hacerse eco de las demandas específicas de cada sector en donde se desplegaba la campaña. En este sentido, las fuerzas de izquierda, dejando de lado la retórica más revolucionaria e ideologizada, derechamente realizaban campaña tratando de responder a demandas locales, no vinculadas necesariamente a las “transformaciones profundas” de las que hablaba el Programa Básico de la Unidad Popular. El pragmatismo de la izquierda significaba reconocer la dificultad de llegar con un discurso “duro” de cambio y transformación social. De ahí que la campaña fuera un ejercicio de pedagogía social, en donde tenía cabida la lucha por la reivindicación específica, pero en la que los activistas de los CUP debían explicar que la única manera de resolver definitivamente ésta y otras demandas, era respaldando a Salvador Allende el 4 de septiembre. Los ejemplos de la campaña territorial de la UP son numerosos. En la comuna de La Granja, durante una de las primeras visitas proselitistas, la crónica de prensa explicaba que los pobladores llevaron a Allende hasta un centro asistencial, donde “decenas de madres con sus hijos enfermos y embarazadas esperaban atención. Una mujer gritó ‘¡hay que decirle al candidato como somos atendidas en San Gregorio, como perros!’…”. Pascual Barraza, el alcalde comunista de La Granja, había denunciado este hecho, y se explicaba que el Municipio, “junto a la comunidad”, estaba dando “una lucha intensa para la construcción de un hospital auxiliar. Ya hay terrenos para ese importante servicio” (34). Similar problema se constataba en el sector de Barrancas, en donde el consultorio, atendido por tres médicos, cubría las necesidades de 19.000 personas. Ante esta situación, “un dirigente del Comando Comunal señaló que la creación de más comités de la UP que luchen por resolver en forma organizada los problemas que afectan a las poblaciones, logrará el respeto para los trabajadores y para sus representantes” (35). Por otra parte, en una reunión con los trabajadores de la ETCE en un teatro de Santiago, Allende recibía por parte de la directiva sindical un “documento y manifiesto de los trabajadores sobre el funcionamiento de las empresas en el gobierno popular” (36). En el caso de Concepción, zona en donde la izquierda era fuerte, el conocimiento de la problemática local se detallaba de la siguiente manera: “…la lucha de la UP es por resolver los problemas Todas la citas en El Siglo 12 de febrero de 1970. El Siglo 14 de febrero de 1970. 36 El Siglo 31 de julio de 1970. 34 35 72 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz de los trabajadores de la Vega Caupolicán, donde trabajan más de mil personas y hasta hoy día ni el gobierno ni la municipalidad administrada por la Democracia Cristiana han sido capaces de resolver…en relación al deporte, en Concepción no hay una sola cancha de barrio municipal…” (37). Los ejemplos como estos se multiplicaron durante los meses de campaña, dejando en claro el rostro más tradicional y cotidiano de la forma de hacer política de la izquierda chilena. Este estilo, motejado de “reformista” por sus críticos de izquierda, la consideramos unas de las claves que explica la alta competitividad electoral de una izquierda que no fue socialdemócrata -como el APRA peruano-, ni populista –como el “justicialismo” argentinopara llegar a serlo. Pero el accionar de los CUP no se quedaba en recoger las demandas desde la base y darlas a conocer. Durante los meses de la campaña de 1970 la movilización social no cesó y en ellas se intentaron insertar los activistas electorales de la UP. Especialmente activos estuvieron los movimientos de pobladores y campesinos. Sobre el primero, se ha planteado que la coyuntura electoral de 1970 generó un “campo de oportunidades políticas” que permitió fortalecer la demanda por la vivienda. Es decir, los meses de la campaña coincidió con un alza del movimiento reivindicativo de los pobladores (38). En el caso de una toma de terrenos en Concepción, los CUP solidarizaban de diferentes maneras con los casi cuatro mil pobladores que se habían apropiado del fundo “Vasconia” para instalar sus viviendas. Si bien el gobierno se había abierto a la opción de comprar los terrenos para así traspasarlos a los pobladores, la posibilidad de desalojo hacía que “nadie saliera del campamento”, bautizado “Teniente Merino”. Por este motivo, la solidaridad era urgente pero también amplia, proveniente de las fuerzas vivas de la comunidad penquista en donde la izquierda tenía presencia. La crónica de la época la describía de la siguiente manera: “hasta el momento los comerciantes de la Vega Central se alzan como los principales colaboradores de la toma. También los pobladores de la Unidad Popular de la población “Kennedy” y Santa Marta se han hecho presentes con su ayudita. Los universitarios de la Técnica y los de la U. de Concepción han llegado a entregar su respaldo en la vigilancia. Los ‘cabros’ de la Universidad penquista, en un gesto digno de ellos, les llevaron a los pobladores la leche, las frutas y el pan que le dan en el Hogar Central” (39). Para ratificar el origen del campamento “Teniente Merino” y la ligazón entre el movimiento social y los partidos de izquierda, Juan, dirigente del campamento, señalaba con quien se identificaba el nuevo campamento: El Siglo 9 de junio de 1970. Mario Garcés, “Construyendo las ‘poblaciones’: el movimiento de pobladores durante la Unidad Popular”, en Julio Pinto (coordinador-editor), Cuando hicimos historia…op.cit. pp.62-63. 39 El Siglo 12 de agosto de 1970. 37 38 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 73 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz “Nosotros recibimos aquí a los dirigentes de la clase trabajadora. A los compañeros comunistas, socialistas y a los dirigentes de partidos de la Unidad Popular. De ellos esperamos la orientación y la ayuda solidaria que, desde el primer momento, se ha hecho presente” (40). Otras tomas de terrenos ocurridas en los meses de la campaña se registraron en la zona sur de Santiago, en predios correspondiente a las comunas de San Bernardo y La Cisterna (41). Por su parte, las movilizaciones campesinas también se activaron durante 1970. De acuerdo a las estadísticas, ese año 57.210 personas estuvieron involucrados en movimientos huelguísticos, en un total de 476 huelgas, convirtiéndose en el año en donde más campesinos y campesinas participaron en este tipo de movilizaciones (42). Explotando la tímida aplicación de la ley de reforma agraria por parte del gobierno de Eduardo Frei, la Unidad Popular diseñó un conjunto de propuestas especialmente para el sector agrícola, contenidas en las “20 medidas inmediatas” para dicho sector (43). Una de las movilizaciones que mayor revuelo provocó, ocurrió en la zona de Melipilla e Isla de Maipo, en donde 1.400 campesinos reclamaban mejoras salariales a sus patrones. Aunque los campesinos de Melipilla eran de filiación democratacristiana, igualmente se coordinaron con los de Isla de Maipo, perteneciente a la izquierdista Confederación Ránquil. Cuando llegaban noticias del virtual arreglo de esto conflicto, 2.800 campesinos de 96 fundos de la zona de Rancagua se tomaban los predios donde laboraban (44). De esta manera, los partidarios de la UP, por medio de sus órganos de prensa, lograba dar consistencia a la política de llevar a cabo una campaña electoral con agitación social, protagonizadas por diversos actores sociales. En el caso del movimiento de pobladores y campesinos, era especialmente perjudicial para la candidatura de Radomiro Tomic, que a pesar de su discurso marcadamente reformista, aparecía como el continuador de las políticas del saliente presidente Frei. Una situación similar a la anterior se produjo en el movimiento sindical, en el que las 1.303 huelgas y las 387.711 personas que las protagonizaron durante 1970, lo convirtieron en uno de los años con mayor actividad huelguística de la historia de Chile (45). Si bien las movilizaciones fueron numerosas, el clímax lo marcó el paro general convocado por la Central Única de Trabajadores (CUT) para el 8 de julio de 1970. Su realización se El Siglo 12 agosto de 1970. Ver El Siglo 3 de agosto de 1970. Sintomáticamente, el campamento surgido de la toma de terrenos en La Cisterna se llamó “Venceremos”, lema de la campaña de Allende. 42 Cifras en Crisóstomo Pizarro, La huelga obrera en Chile, 1890-1970. (Ediciones Sur, 1986).p.154. 43 Ver en El Siglo 30 de agosto de 1970 un resumen de ellas explicadas por Jacques Chonchol, dirigente del MAPU y ex ministro de agricultura de Eduardo Frei Montalva 44 El Siglo 4 y 12 de agosto de 1970. 45 Pizarro, op.cit.p. 155. 40 41 74 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz fundamentó principalmente demandando una bonificación compensatoria para todos los trabajadores, que buscaba paliar los efectos de la alta inflación. Como lo señaló un cronista simpatizante de la UP, si bien el posible éxito del paro podía significar un duro golpe a la candidatura de la Democracia Cristiana y la derecha, también implicaba riesgos. En efecto, si las manifestaciones callejeras desembocaban en enfrentamientos con carabineros y en hechos de violencia, serían utilizadas para alimentar la campaña del terror contra la candidatura de Allende (46). Por este motivo, la CUT insistió en un protesta “disciplinada y conciente” y no dejarse provocar ni por la policía –especialmente por el entonces conocido “Grupo Móvil” de carabineros, destinado a sofocar las manifestaciones callejerasni por la llamada “ultraizquierda”. Como suele ocurrir con la evaluación de este tipo de movilizaciones, el gobierno de Frei la calificó como un fracaso, mientras que la izquierda la consideró muy exitosa (47). Lo que nos interesa recalcar son los esfuerzos de la candidatura de Allende de enmarcar su campaña en un contexto de movilización social, respondiendo así a las acusaciones de ser solo “electoralistas”. De esta manera, movilizando a pobladores, campesinos y trabajadores, la Unidad Popular intentaba convertir en capital electoral su presencia en el movimiento social. Como decíamos más arriba, las mujeres y los jóvenes fueron focos de especial atención durante la campaña allendista de 1970. En el caso de la juventud, el análisis de la Unidad Popular partía constatando un hecho concreto: “En 1966, de una población total de 8 millones 800 mil habitantes chilenos, 1 millón 375 mil eran jóvenes entre los 20 y 30 años. Solamente en el Gran Santiago, existía casi medio millón de jóvenes entre esas edades” (48). Es por ello que este grupo etareo se convirtió en uno de los nichos electorales más disputados de la campaña. El discurso de la UP se basaba en denunciar la demagogia de Jorge Alessandri, el candidato de la derecha, que bajo el cartel de ‘independiente’, ocultaba su compromiso y vínculos con las empresas capitalistas que explotaban a los jóvenes. Por su parte, se señalaba que la “Patria Joven” de la campaña presidencial democratacristiana de 1964, “había sido traicionada”, porque “…se le había prometido una revolución sin sangre y se le dio sangre sin revolución”. Esto, señalaba la propaganda izquierdista, se reflejaba en el mayoritario respaldo de la juventud a Allende. Esto se probaba, de acuerdo a lo que señalaba el dirigente de las Juventudes Comunistas Omar Córdova, “por el hecho de que la UP es hoy abrumadora mayoría Labarca Goddard, op.cit.p.337. La opinión de la Unidad Popular en la editorial de El Siglo 10 de julio de 1970. La jornada enturbió aun más el clima político de la época, al ser asesinado por disparos de carabineros el joven de 16 años y militante comunista Miguel Ángel Aguilera. 48 El Siglo 9 de agosto de 1970. 46 47 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 75 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz en 8 de las 9 Federaciones estudiantiles universitarias y en la totalidad de la Federación de la Enseñanza Media. En 1964, la JDC (Juventud Demócrata Cristiana) controlaba todas las Federaciones estudiantiles; hoy no dirige ni una” (49). Sobre los contenidos de la campaña, se planteaba atacar a la derecha promoviendo la Reforma Agraria, denunciar las vacilaciones del gobierno de Frei, en fin, reproducir el esquema adulto a nivel juvenil: “Debemos continuar desarrollando en cada lugar, en las organizaciones de masas, en los comités juveniles de la Unidad Popular, las jornadas de Acusación al Régimen Capitalista y al imperialismo, lo cual hoy significa poner el acento en la lucha contra la Derecha, Alessandri, el Gobierno y Tomic” (50). La forma de llevar a la práctica estos planteamientos era por medio del ya mencionado sentido común pragmático de la izquierda, que buscaba ligar el problema social cotidiano de los individuos, con la problemática política nacional por medio de ponerse a la cabeza de la realidad local del sector: “Las JJ.CC están empeñadas en una intensa campaña de masas a través del país, con el objeto de incorporar a la inmensa mayoría de los jóvenes a la campaña presidencial, vinculando ésta con la lucha por la solución de sus problemas específicos….para impulsar medidas concretas…” (51). Por este motivo, al igual que en la caso de los adultos, la conformación de los CUP fue la tarea prioritaria de la juventud de la Unidad Popular. En la Universidad de Chile, por ejemplo, los activistas de la campaña contaban 60 CUP constituidos entre los diferentes estamentos pertenecientes a la comunidad universitaria. El tipo de actividad política que desarrollaban lo ejemplificaban los CUP existentes en el Instituto Pedagógico de la Universidad: “Trabajan en todo el sector Pedro de Valdivia, Irarrázaval, Avenida Grecia y Macul. Salen todos los días casa por casa a recoger adhesiones. Han pintado todo el Pedagógico con propaganda de la Izquierda”. En otras facultades las actividades eran muy variadas y trataban de aportar a la campaña desde sus especialidades. Por ejemplo, “los bailarines han constituido un Ballet popular, compuesto por profesionales y aficionados, que salen a entregar su arte en las poblaciones. Ya han hecho 42 exhibiciones….”. En el caso de los estudiantes de medicina, los 16 CUP de esta facultad hacían trabajo político recorriendo la población Juan Antonio Ríos. (52). Junto con el activismo universitario y territorial, los jóvenes de la Unidad Popular destacaron por el trabajo de propaganda. La aparición de las brigadas muralistas Ramona Parra y Elmo El Siglo 9 de agosto de 1970. “Informe al pleno del C.C. de las JJ.CC” El Siglo 19 de mayo de 1970. 51 El Siglo 23 de febrero de 1970. 52 Todas las citas sobre el trabajo político en la Universidad de Chile, en El Siglo 24 de agosto de 1970. 49 50 76 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Catalán, pertenecientes a los partidos comunista y socialista, agregaron una nueva mística a la campaña de la UP, creando una gráfica que caracterizó la propaganda de masas de la izquierda chilena en ese periodo (53). En el caso de la mujer, la batalla por disputarle votos a la derecha era ardua, pues como decíamos más arriba, históricamente había sido esquiva para la izquierda. Para explicar esta situación, la Unidad Popular lo remontaba a las condiciones de vida generadas por el sistema capitalista, que condenaba a la opresión a la mujer, aletargándola y generando una mentalidad subalterna. Si bien aún la izquierda estaba lejos de comprender la temática femenina más allá de la perspectiva de clase –que predominaba en los análisis- se entregaban algunos elementos de una visión más particularizada de la problemática de género. Aunque se repetían los problemas de la mujer “dueña de casa”, también se constataba la existencia de otras realidades: “En otros sectores sociales la mujer permanece marginada de la sociedad, postergada. Incluso en los sectores profesionales se prefiere a los hombres y se discrimina a las mujeres: se les considera ciudadanos de segunda categoría. Les cuesta más que a los hombres encontrar trabajo como empleadas o obreras…” (54). De esta manera, la izquierda buscaba penetrar un nicho esquivo, apelando a despertar el repudio a prácticas conservadoras en el país. En todo caso, la propia izquierda no se zafaba de ellas, reproduciendo muchas veces en su práctica cotidiana las lógicas patriarcales de dominación de género (55). Repitiendo el modelo de las “medidas inmediatas” utilizadas tanto a nivel nacional como para la problemática agraria, la Unidad Popular planteó cuatro “exigencias inmediatas” de la mujer. Estas demandas fueron representadas por las cuatro columnas que dieron forma a la concentración realizada en Santiago el 30 de julio de 1970, organizada por el Comando Nacional Femenino de la UP, liderado por la militante del MAPU Carmen Gloria Aguayo. Las demandas eran el fin de las alzas de precios, la creación del ministerio de protección a la familia, la ley de centros de madres y el fin a la violencia que cotidianamente golpeaba a la mujer chilena (56). Las medidas tenían un acento económico, en desmedro de las demandas propiamente de género, siguiendo la línea de vincular los problemas más cercanos de las personas con la política nacional. Como lo explicaba la prensa de izquierda, las propuestas buscaban resolver “las necesidades de la mujer y de la familia…la solución inmediatas de sus necesidades” y las instituciones que se proponía crear, serían dirigidas “por las propias mujeres, (para que) las haga jugar el rol que verdaderamente les Un relato de un partícipe de la campaña de 1970 desde la Brigada Ramona Parra, Luis Alberto Corvalán Castillo, Escribo sobre el dolor y la esperanza de mis hermanos. (s/e, 1980). 54 El Siglo 31 de julio de 1970. 55 Al respecto, Alvarez, “La tarea de las tareas…”op.cit. 56 El Siglo 29 de julio de 1970. 53 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 77 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz corresponde en la construcción de la sociedad del futuro” (57). El discurso de la Unidad Popular hacia la mujer, junto con enfatizar la supuesta demagogia de las candidaturas de Alessandri y Tomic –en el sentido que ellos representaban a los responsables de la situación desmejorada en que se encontraban- explotaba, al igual que la campaña a nivel nacional, los necesidades básicas de la mujer, sin adentrarse en una dimensión más global de los relaciones de género. Una izquierda que no se caracterizó por un gran vuelo teórico, que por el contrario, destacó más en la práctica política concreta y en intentar captar y mimetizarse con el sentido común de la gente, no escapaba del reduccionismo clasista del marxismo en uso en esa época. En todo caso, la dura confrontación política de 1970 obligó a los partidos de la UP a perfilar con mayor nitidez la táctica y el proyecto político de la izquierda chilena. En este sentido, la campaña del terror de la derecha, siempre a la expectativa de utilizar las críticas y diferencias con los sectores de izquierda que no integraba la Unidad Popular, fueron un factor decisivo en ello. La estrategia derechista contra Allende no escatimó palabras y argumentos para descalificarla: desde la llegada de los tanques soviéticos –al estilo de la invasión a Checoeslovaquia en 1968- hasta la ‘reforma urbana’ (repartición de las viviendas), fueron los tópicos de la campaña del terror, que indudablemente utilizó las formulaciones clásicas de la guerra psicológica, en donde afirmaciones falsas intentaban convertirse en verdades: “La secuencia fotográfica de un niño vestido de colegial y luego con boina y metralleta en la mano, publicada como aviso de prensa, se ilustraba con la siguiente leyenda: “Su hijo…¿o su enemigo?. En los países dominados por el comunismo, los hijos son lanzados contra sus padres para aplastar cualquier intento de liberación de quienes han sido sometidos por el terror. ¡No permitamos que esto ocurra en Chile!” (58). Por otra parte, la derecha utilizó ampliamente el discurso del líder cubano Fidel Castro, en el que reconocía la incapacidad del estado socialista de Cuba de cumplir la meta impuesta para la zafra de ese año. Se decía que demostraba el fracaso del socialismo para construir una sociedad que resolviera los problemas de las personas. Por otra parte, las acciones de propaganda armada del MIR durante 1969 y sus críticas a lo que denominaban “el reformismo” (es decir gran parte de la Unidad Popular, especialmente los comunistas y los radicales), también alimentaron la campaña del terror de la derecha. Especial difusión tuvo la toma del campamento “26 de enero”, encabezada por el dirigente mirista Víctor Toro. Las noticias sobre la creación de “milicias populares” que resguardaban el orden interno del campamento, obligaron a la Unidad 78 57 58 El Siglo 31 de julio de 1970. Labarca Goddard, op.cit. p.304. Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Popular a pronunciarse críticamente, con el fin de diferenciarse de los métodos y planteamientos de este sector de la izquierda (59). Las respuesta de la Unidad Popular a estas acusaciones de lado y lado, son interesantes al mirarlas desde la perspectiva de la cultura política de la izquierda chilena. Representan la confirmación de una tradición política que nació con el siglo XX y que terminó cristalizada en la campaña presidencial de 1970 como la “Vía chilena al socialismo”. Es decir, la novedosa tesis de construir una sociedad alternativa al capitalismo, hundía sus raíces en el antiguo proceso de politización y concientización del movimiento obrero a principios de siglo. ¿Cuál eran los componentes comunes que conectaban ambas experiencias?: la inserción en el tejido social, conocido en el lenguaje de la época como “trabajo de masas”. Por ello, especialmente por parte del PC, era inflexible la crítica a las colectividades de izquierda que según ellos la dejaban en segundo plano. En referencia a estos sectores, se señalaba que “…ellos pretenden reemplazar la lucha de masas por el terrorismo individual: desprecian la acción organizada del conjunto del pueblo y en cambio realizan aventuras de pequeños grupos aislados cuyo objetivo sería ‘concientizar’ al pueblo...(lo cual conduciría) a una brutal masacre, lo que a juicio de ellos levantaría al pueblo contra la opresión…” (60). Contra los métodos armados, la Unidad Popular contraponía la “lucha de masas”, es decir una estrategia que descartaba la guerra civil para alcanzar el poder. Esta era, en lo esencial, la estrategia que había levantado el movimiento popular chileno desde los tiempos de Luis Emilio Recabarren (61). En una época en donde la política chilena se insertaba dentro de la lógica de la Guerra Fría, las declaraciones de los líderes mundiales de cada lado jugaba un importante papel durante la campaña. Por ello que para la Unidad Popular las palabras de Fidel Castro reconociendo la viabilidad de su estrategia de “lucha no armada”, fue ampliamente difundida como forma de responder a la campaña del terror de la derecha. Refiriéndose a la coyuntura que en ese minuto vivía Chile, Castro señaló que “categóricamente, si, en este momento concreto en Chile creo que es posible llegar al socialismo mediante el sufragio o sea mediante una victoria electoral…en este caso concreto, en Chile de 1970, el socialismo puede ganar (sic) una victoria electoral” (62). El respaldo entregado por quien en ese entonces era el símbolo de la lucha armada en América Latina, no hacía más que ratificar la legitimidad de la ruta elegida por la mayoría de la izquierda chilena. Ibid. 277 y ss. El Siglo 8 de julio de 1970. 61 Al respecto, ver la recopilación hecha por Ximena Cruzat y Eduardo Devés Recabarren. Escritos de prensa. 4 tomos. (Editorial Nuestra América, 1986). 62 El Siglo 5 de agosto de 1970. 59 60 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 79 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz De esta manera, confirmando su táctica de “basificación” de la lucha electoral para conectarla con los movimientos sociales, concretado a través de la multiplicación de los CUP y eludiendo a su vez las acusaciones de la derecha y la izquierda que no estaba en su coalición, la Unidad Popular articuló una campaña electoral que tuvo la virtud de mantener su votación presidencial anterior, pero dentro de un esquema en extremo polarizado. En este marco, la existencia de los CUP fue la expresión de la importancia que tenía para la UP la lucha electoral y social, más que futuros órganos de un poder popular todavía difusamente enunciado. 2- La palabra de Allende en la campaña: ¿reforma o revolución?: En 1970 Salvador Allende Gossens lograba un hecho inédito en la historia de Chile, al convertirse por cuarta vez consecutiva en candidato a la presidencia de la República. Con una amplia experiencia en campañas para diputado y senador, existe consenso señalar entre los especialistas que Allende era un político de gran oratoria, en tiempos que ésta constituía una herramienta fundamental para transmitir el mensaje político (63). Por ello es que la de 1970 –que sería la última como candidato- fue una campaña en donde se combinaron las experiencias anteriores de Allende, con una coyuntura política que permitió abrir espacio a un discurso político que sintonizó con un importante segmento de votantes del país. Es decir, la vinculación de base de la izquierda y su estrecha relación con las organizaciones sociales, unido a la desilusión provocada por Frei Montalva -expresada en las movilizaciones campesinas y de pobladores más arriba reseñadas-, generaron las condiciones particulares de la elección presidencial de 1970. Desde nuestro punto de vista, esta particularidad consistió en que el año 1970 abrió la oportunidad política de posicionar un discurso programático radicalizado, que hablaba de cambios estructurales y “vista al socialismo”, que se matizó con la práctica electoral tradicional de la izquierda chilena, pragmática y preocupada de obtener soluciones concretas a los problemas de las personas. Por ello que el mérito del 36% obtenido por Salvador Allende en 1970 radica tanto en que logró retener su votación en un esquema tripolar y con un discurso más radical que el de 1964. Ya no bastaba un simple programa reformista, porque el gobierno democratacristiano había agotado en parte el capital político de esa opción, obligando a las fuerzas de la Unidad Popular a posicionarse más a la izquierda (64). Existen varios libros testimoniales de personas que conocieron a Allende, pero sigue destacando el de su secretario privado Osvaldo Puccio. Ver Un cuarto de siglo con Allende. Recuerdos de su secretario privado Osvaldo Puccio (Editorial Emisión, 1985). Para una mirada historiográfica conservadora, Gonzalo Vial Correa “Allende”. Fascículos publicados en La Segunda desde agosto de 2003. 64 Esto lo ha planteado en forma general Julio Faúndez, Izquierdas y democracia en Chile, 1932-1973. (Bat ediciones, 1993). Particularizamos para el caso del Partido Comunista a partir de 1965, en Alvarez, “La tarea de las tareas…” op.cit. 63 80 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Dentro de este marco, el papel que le cupo a Salvador Allende en tanto abanderado de la Unidad Popular, consistió en representar dicha amalgama entre la tradicional cultura política de la izquierda chilena y los nuevos aires radicalizados que caracterizaron al país en la coyuntura presidencial de 1970. Considerado un político tradicional, acostumbrado a las sesiones parlamentarias, las negociaciones y la transacción, encabezó el movimiento político y social más amplio y numeroso de la historia de Chile, cuyo programa implicaba transformaciones sustanciales al régimen de dominación capitalista, incluido el tema de la propiedad privada (65). Por ello, el discurso de campaña de Salvador Allende en 1970 expresó esta suma de experiencias y nuevas adquisiciones, lo que explica que la fórmula “¿reforma o revolución?” se vuelva excluyente e insuficiente para definirla. Fue la superación de esta dicotomía lo que hizo singular la experiencia de la Unidad Popular, ya que ésta, por medio de una combinación de medidas reformistas y otras revolucionarias, intentó construir lo que en ese tiempo se llamó “el Chile nuevo”. La campaña de Salvador Allende, como era costumbre en las colectividades de izquierda, se caracterizó por las visitas del candidato a los lugares en donde estaban los posibles adherentes de la campaña. Junto con ello, se privilegiaron los actos de masas, tanto en Santiago como en provincias. El listado de lugares visitados físicamente por Allende es muy extenso, comprendiendo poblaciones, sindicatos, industrias, universidades, plazas y ciudades de todo tamaño. Para graficar la intensidad del trabajo en terreno de la campaña de 1970, nos detendremos en la visita del candidato a la sureña ciudad de Angol. Inició el día con una concentración en el teatro “Rex” de esa localidad, en la que, según la prensa de izquierda, “…fue tanta la cantidad de adherentes, que se tuvo que trasladar a la Plaza de Armas…”. Terminada esta actividad, visitó el hospital de la ciudad, para luego dirigirse a la Escuela Normal, “donde el Director, José Luis Riquelme, del PR y secretario general del Comando de la Unidad Popular, conjuntamente con la totalidad de los profesores y más de doscientos cincuenta alumnos lo recibieron en el gimnasio de ese establecimiento…”. Más tarde, junto a los parlamentarios de la UP de la zona, visitaba “…las poblaciones ‘Esperanza’, ‘Guacolda’, ‘Trizano’, ‘Alemania’ y ‘El Cañón’, donde pudo observar sectores habitacionales de más de cuatrocientas casas que no poseen luz, calzada, servicios higiénicos y hay solo cuatro pilones de agua…”. Terminado el día, se transmitió un discurso radial del candidato, en el que indicaba que “…he podido, en Angol, recorrer Sobre las consecuencias políticas por haber cuestionado la propiedad privada de los medios de producción a fines de los sesenta y principios de los setenta, ver Juan Carlos Gómez, La frontera de la democracia. (Lom, 2004). 65 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 81 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz diferentes poblaciones que se debaten en el barro, el frío y el hambre. Pude comprobar que el único camino que los pobladores han señalado es el de la Unidad Popular…” (66). Luego de contar que había estado en contacto con la realidad más cruda y desprotegida del pueblo, Allende ponía en funcionamiento la tradicional estrategia de la izquierda de utilizar las elecciones como un espacio de pedagogía social, con el objetivo de concientizar de la población. En el caso del discurso de Angol, Allende, en referencia al respaldo popular que recibía en sus visitas a terreno, indicaba algo que repitió constantemente a lo largo de la campaña: “…y se han volcado familias enteras a trabajar por el triunfo, no de un hombre, sino que de una concepción integral que hará un gobierno popular…” (67). Es decir, Allende le explicaba a sus posibles electores que su candidatura no era una aspiración o un capricho personal, sino que representaba una idea, un proyecto. Hablándoles a trabajadores de una industria en Maipú, les planteaba el significado de la UP, su creciente vigor, y “cómo surgió este movimiento por una necesidad histórica, ante el fracaso del capitalismo y del reformismo, que no han solucionado ninguno de los problemas de Chile” (68). Tal como lo había dicho a los pocos días de ser proclamado, el éxito de la UP “…no será la victoria de un hombre, ni siquiera la victoria solo de los partidos populares. Será la victoria de las masas, del campesino, del maestro, de la madre proletaria, del trabajador, del pequeño comerciante e industrial, del empleado público y particular” (69). Es decir, el empeño de Allende fue mostrarse como representante de un anhelo nacional, pluriclasista, encarnado en las tradiciones de lucha del pueblo, por años sometido a la dominación. Por eso el discurso de Allende fue optimista, portador de “buenas nuevas” para un pueblo que se describía desamparado: “Se trata ahora que el pueblo que ha sido espectador durante toda la historia del país, sea ahora actor principal. No quiero ser un presidente más. No voy a entrar a La Moneda solo, entrarán conmigo el próximo 4 de noviembre, los mineros, los campesinos, los pequeños comerciantes, y sobre todos las madres chilenas, para clavar en La Moneda la bandera de la Patria” (70). Junto con reiterar la convocatoria pluriclasista –pues nunca se definió como el candidato “obrero”- pugnaba con sus rivales por convertirse en su verdadero representante, tópico que fue permanente de la campaña. Es decir, Allende en 1970 buscó dejar establecido que ésta no era cualquier elección ni cualquier presidente, tratando de convencer que representaba una oportunidad histórica y posible, de por una vez hacer justicia a las Todas las citas sobre Angol El Siglo 19 de junio de 1970. Ibid. 68 El Siglo 31 de marzo de 1970. 69 El Siglo 23 de enero de 1970. 70 El Siglo 24 de agosto de 1970. 66 67 82 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz mayorías nacionales. Por este motivo, Allende insistía en un discurso en la nortina ciudad de Vicuña que “la Unidad Popular representa la conciencia de un pueblo que sabe que los problemas de la patria no pueden ser solucionados si el pueblo no conquista el poder político” (71). De esta manera, el candidato izquierdista enunciaba con claridad la tesis que su sector político había levantado por décadas: la posibilidad del cambio social se produciría mediante la participación en los espacios que el propio sistema político chileno tenía. Así, el llamado allendista para las elecciones de 1970 se podía resumir en que existía la oportunidad histórica de apoyar un proyecto de país que a través de traspasar el protagonismo político a las mayorías postergadas, construiría una nueva sociedad. Por este motivo, cuando el médico socialista improvisó su discurso el 4 de septiembre en la noche para celebrar la primera mayoría relativa obtenida, insistió en el optimismo histórico: “…Les digo que se vayan a sus casas con la alegría sana de la limpia victoria alcanzada. Esta noche, cuando acaricien a sus hijos, cuando sus busquen el descanso, piensen en el mañana duro que tendremos por delante, cuando tengamos que poner más pasión, más cariño, para hacer cada vez más grande a Chile, y cada vez más justa la vida en nuestra patria…” (72). Salvador Allende no fue un teórico ni un dirigente que se caracterizara dejar por escrito sus pensamientos y principales tesis políticas. Su fortaleza era la tribuna pública, en donde explicaba sus planteamientos. En el caso de la campaña de 1970, Allende se preocupó de aclarar en que consistía la novedad de la “vía chilena al socialismo”. En un discurso en la ciudad de Arica explicaba como entendía el proceso político chileno: “…queremos la revolución, que la entendemos como un proceso general de cambio social y económico destinado a reemplazar una clase social egoísta y parasitaria, llevando al pueblo al poder…” (73). ¿Cómo iba a ocurrir esto?. El propio candidato lo establecía, ahora en un discurso ante trabajadores en Santiago, respondiendo a la campaña del terror de la derecha: “El Dr. Allende dijo que la Unidad Popular llegará al poder por la vía legal, y precisando la posición de este movimiento en torno al Ejército dijo ‘El Ejército es el pueblo vestido de uniforme’” (74). El sujeto revolucionario no sería “la clase obrera” a secas, sino que un conjunto de actores sociales. En sus discursos, Allende los nombraba frecuentemente: “…saludo fraternalmente a los obreros, campesinos, estudiantes, pensionados, pequeños propietarios, mujeres, intelectuales El Siglo 11 de junio de 1970. www.archivochile.com 73 El Siglo 1 de marzo de 1970. 74 El Siglo 14 de agosto de 1970. 71 72 83 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz y jóvenes…” y los conminaba a cobrar presencia nacional “para ejercer los deberes y derechos irrenunciables que les corresponden dentro de la construcción de la nueva sociedad chilena y como principales protagonistas del Poder Popular…”(75). Con todo, el propio Allende dejaba establecido que los trabajadores serían los principales actores del movimiento, porque ellos “…han adquirido conciencia de que en nuestro país es indispensable se opere una sustitución del sistema político, económico y cultural que hasta hoy se mantiene vigente, sobre la base que los trabajadores adquieran la preeminencia que les corresponde como fuerza enormemente mayoritaria, motor de nuestro desarrollo nacional” (76). Como la forma (o “vía” en el lenguaje de la época) para sustituir el capitalismo sería sin mediar una guerra civil, sino que copando el aparato de Estado capitalista y desde él impulsar el proceso revolucionario, era fundamental contar con un activo respaldo popular. Esto explica que Allende repitiera durante la campaña que en su gobierno, sería fundamental el protagonismo y la participación popular: “la lucha nuestra es para que ustedes, los trabajadores, sean gobierno. Que ustedes puedan participar en las empresas en que trabajan a través del Consejo de Economía” (77). Siendo más explícito en su propuesta, y diferenciándose del programa de “promoción popular” del gobierno de Frei, Allende afirmaba tajantemente que “…no habrá participación popular, como ofrecen las otras candidaturas, porque el pueblo será el que gobernará directamente, sin intermediarios” (78). De esta manera, Allende anunciaba su concepción de poder popular, consecuente con la “vía” elegida para la transformación de la sociedad, consistente en respaldar las medidas del “gobierno popular” y los espacios obtenidos dentro del aparato estatal. Así, estuvo alejado del discurso de Allende una visión del poder popular como un poder paralelo al estado, que lo confrontara y destruyera desde fuera de la institucionalidad. Como ha sido señalado, este énfasis en la participación popular era el mecanismo para diferenciarse de los regímenes de capitalismo de estado o “populismo”. Es decir, para la izquierda gradualista y el propio candidato de la UP, el “poder popular” significaba que la participación de los trabajadores “estaba llamada a agregar al poder parcial del gobierno, la fuerza de las organizaciones de masas populares….significaba creatividad ‘desde abajo’, pero con disciplina laboral” (79). El Siglo 2 de mayo de 1970. El Siglo 2 de mayo de 1970. 77 El Siglo 14 de agosto de 1970. 78 El Siglo 9 de junio de 1970. 79 Augusto Samaniego, “El ‘poder popular’, lo social y lo político en el Chile de la Unidad Popular”, en Revista de Historia y Ciencias Sociales nº 2, Escuela de Historia y Ciencias Sociales Universidad ARCIS, 2004. 75 76 84 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Obviamente que Allende ocupó buena parte de sus discursos de campaña para explicar en que consistía su programa. Sobre la política de nacionalizaciones, ante las denuncias de la derecha, el candidato de la UP aclaraba que estas afectarían “solo a una minoría poderosa a la cual el pueblo no va a perseguir pero a cuyos desmanes pondrá atajo. El gobierno de la UP va a herir los intereses de solo un 4 o 5 por ciento de la población para defender a los restantes 96 a 95 por ciento de los chilenos” (80). Es importante para entender los planteamientos de Salvador Allende, que su perspectiva, a pesar de su discurso “clasista”, era nacional, dirigido a la mayoría de la población. Por eso que en el caso de las nacionalizaciones, resaltaba que sería un bien común, y no solo para “la clase obrera”. De hecho, el propio Allende repitió el papel fundamental que tendrían que jugar los sectores medios en su gobierno: “…estas nacionalizaciones permitirán influir en los procesos económicos y dispone de los recursos para detener la inflación, desarrollar la economía, eliminar la cesantía, dar estabilidad a los pequeños y medianos empresarios, orientar la producción nacional hacia los artículos que el pueblo requiere…” (81). Junto con la parte más programática del discurso de Allende durante la campaña, especial importancia tuvo demostrar conocimiento de la realidad concreta de los sectores populares y ofrecer medidas específicas para solucionar los problemas de las personas. La dimensión “nacionalpopular” del discurso allendista, con su énfasis en la construcción de una mayoría social y la apelación pluriclasista, tuvo su correlato en esta faceta que conectaba al candidato con la vida cotidiana de sus posibles electores. La importancia de este aspecto del discurso de campaña de Allende se manifiesta en que no había lugar en donde no apareciera. En el fondo, hacer una campaña en terreno estaba estrechamente relacionado con demostrar tanto conocimiento de la realidad, como capacidad de propuesta. Unido al mensaje de esperanza y alegría por el futuro mejor que se venía para Chile, la capacidad de proponer soluciones sensatas y concretas a la población fue la otra gran fortaleza de la campaña presidencial de la izquierda en 1970. En un clima donde las tomas de terrenos se producían con regularidad, Allende se refería frecuentemente al problema de la vivienda. Una crónica de su discurso con pobladores en un gimnasio en el centro de Santiago, señalaba que al dirigirse a sus adherentes, Allende dijo que “había recorrido gran parte del territorio de Chile y en todas partes el problema de la vivienda era dramático. Denunció que 3 millones 200 mil chilenos viven sin agua potable y que 138 mil sin alcantarillado”. Hecha la denuncia, el candidato 80 81 El Siglo 3 de junio de 1970. El Siglo 3 de junio de 1970. 85 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz de la UP hacía la propuesta concreta para solucionar esta problemática: “terminar con el sistema de la reajustabilidad de las cuotas CORVI, entrega de materiales de construcción, expropiación de monopolios como Cemento Melón y Pizarreño. Créditos para artículos para el hogar…construcción de canchas deportivas…entregar a las poblaciones una absoluta seguridad a través de de vigilancia policial…” (82). Reunidos en la zona sur de Santiago, Allende le decía a los comerciantes de las ferias libres que “en el gobierno popular habrá seria preocupación porque el pueblo realmente tenga los medios para adquirir sus alimentos” y que “ellos tendrán un importante papel en la distribución de aquellos” (83). En la ciudad de Los Ángeles, al sur del país, Allende planteaba “que hacer la Reforma Agraria en el gobierno de la UP, significará terminar con el problema del pan y comprar 160 millones de dólares”. Demostrando que conocía la realidad del lugar que estaba visitando, Allende señalaba que “…en la localidad de Quilaco, 97 de cada 100 niños no tienen atención médica al nacer. Pese a que en esta provincia, por impuestos se recaudan más de 22 millones de escudos…” (84). En la ciudad de Calama, polemizando con el candidato demócrata cristiano Radomiro Tomic, Allende sacaba a relucir sus condiciones de “hacedor”: “…los hospitales de Antofagasta y Calama llevan mi firma en el proyecto que los creó, y allí no está la firma de Tomic. La Universidad del Norte corresponde a una iniciativa mía, y la Ley de Accidentes del Trabajo y Enfermedades profesionales nos pertenecen. Yo puedo decir que no conozco ninguna Ley que proteja a la madre y la familia que lleve la firma de Tomic…” (85). Como en toda campaña, Allende no estuvo exento de ofrecer resolver todo tipo de problemas, cayendo en la tentación del “tejo pasado” típico de este tipo de elecciones. Algunas eran medidas concretas, fácilmente realizables, como la disolución del “Grupo Móvil”, ente perteneciente a Carabineros especializado en la represión de las movilizaciones sociales; otras, evidentemente, no dependían solo del poder ejecutivo o eran problemas a resolver a largo plazo, pero igualmente eran “ofertadas” al electorado: el alcoholismo, alza de las pensiones, la casa propia, entre otras medidas ofrecidas al calor de la campaña. En su discurso de cierre de campaña, Salvador Allende resumió en 10 puntos los problemas básicos que tenían los chilenos, y que supuestamente la Unidad Popular resolvería. Fueron llamados “los diez puntos del atraso” y entre los principales se encontraba la inflación, la cesantía, el bajo nivel El Siglo 15 de junio de 1970. El Siglo 20 de febrero de 1970. 84 El Siglo 19 de junio de 1970. 85 El Siglo 17 de agosto de 1970. 82 83 86 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz de vida, la situación de los niños, la vivienda, entre otros (86). Hemos querido mencionar estos ejemplos porque nos parece que para explicar la fortaleza electoral de la izquierda chilena, se debe tener en cuenta que durante décadas, aunque fuera una parte de las “promesas” electorales de sus representantes, se hicieron realidad a través de iniciativas de leyes aprobadas en el parlamento o ejecutadas en los municipios. Es decir, las fuerzas de la Unidad Popular podían demostrar su capacidad “realizadora”, por lo que las promesas electorales de Allende en 1970 tenían un respaldo histórico. En este sentido, hay que relativizar lo que se ha planteado respecto a la izquierda chilena, en el sentido que solo una vez que controlara parte del aparato estatal capitalista –el poder ejecutivoempezaría a construir la nueva sociedad (87). En realidad, sin una definición teórica detrás, la izquierda chilena, a su manera, si comenzó a vivir la nueva sociedad sin haber accedido nunca al poder ejecutivo, ya que por medio del conjunto de leyes y control de gobiernos municipales, vastos sectores de la población habían experimentado o se habían visto influidos por las políticas de este sector. Indudablemente que el contorno social que el país tenía hacia 1970, estaba influido –se podría discutir cuánto- por las políticas de la izquierda. Esto se traducía que en los tiempos analizados en este artículo, votar por la Salvador Allende no representaba un salto hacia un futuro desconocido, sino que respaldar a un sector político con tradición y experiencia legislativa y de poder local. En consonancia con el diseño general de la campaña, Salvador Allende se preocupó de incluir a los jóvenes y a las mujeres en sus discursos de campaña. En el caso de estas últimas, el candidato de la UP las caracterizaba como las sostenedoras del hogar popular, por lo tanto aguerridas y luchadoras. En un encuentro en la población “José María Caro”, Allende aludía en ese sentido a las mujeres: “….Ustedes triunfarán cuando triunfe la Unidad Popular, y será la victoria de las mujeres, de las madres que defienden a sus hijos, que creen en el porvenir de Chile” (88). En su mensaje con ocasión del día de los trabajadores, Allende volvía a repetir esta misma figura de mujer, al referirse a la persona que “conoce mejor que nadie del dolor y del sufrimiento que implica la muerte de tantos y tantos niños nuestros; a ella que sabe de la diaria tragedia del hogar, en que el dinero no alcanza para la comida; a ella que comprende el daño irremediable que se causa a sus hijos cuando no se les puede alimentar bien, ni darles la educación que necesitan y merecen…”. El Siglo 2 de septiembre de 1970. Esto lo ha planteado Tomás Moulian en Socialismo del siglo XXI. La quinta vía. (Lom, 2000). 88 El Siglo 20 de febrero de 1970. La preeminencia de la Unidad Popular de entender la realidad de la mujer desde una perspectiva de clase y no de género, ha sido señalado por Marcela González Oteíza, “Te hablo a ti, mujer: madre, esposa y dueña de casa. La mujer en las campañas presidenciales de 1964 y 1970”, en Dimensión Histórica de Chile nº 13-14, 1997-1998. p. 205. 86 87 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 87 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz A continuación, volvía a hacer la alusión a los niños, relacionando su crianza y cuidado con la mujer y no con el hombre (89). Conciente de la dificultad de la penetración de la izquierda en este nicho electoral, el candidato de la UP, junto con este mensaje de optimismo que caracterizó a toda la campaña de 1970, no vacilaba en señalar que las mujeres y los niños serían los sectores más favorecidos durante su gobierno. En una industria en donde laboraban más de 315 mujeres, Allende junto con referirse a las bajas pensiones, especialmente la de las mujeres, “que trabajó tanto o más que el hombre y gana menos…”, declaraba que “…en el Gobierno Popular la mujer y el niño serán los principales beneficiados…”. Demostrando que en la propuesta allendista, el papel más tradicional de la mujer no era cuestionado hasta las últimas consecuencias y que primaba la mirada más economicista sobre la problemática de género, Allende aprovechaba de repetir la propuesta del medio litro de leche para todos niños de Chile, algo que no ocurría cuando se encontraba en una industria con mayoría de hombres (90). En todo caso, Allende también aludió a la discriminación de género, prometiendo terminar con ella. Reunido con trabajadoras de la industria “Luchetti”, Salvador Allende afirmaba que “la mujer en el actual régimen sufre una descarnada discriminación….esto será fundamentalmente cambiado en el régimen popular…”. En la misma línea, al cerrar una alocución radial dirigida a la mujer, Allende apelaba con tono cercano a ellas: “Compañera…yo quiero decirte que sé lo que te deberé a ti. También sé que no te voy a defraudar. La victoria será para ti, para tus hijos y toda la familia. Gracias, muchas gracias compañera”. La promesa allendista a la mujer del pueblo era audaz: “…queremos que tu y tus hijas tengan las mismas posibilidades que el hombre y en definitiva, dejen de ser explotadas…” (91). Por su parte, los jóvenes fueron el otro sector de la sociedad interpelado por Allende. Su primer énfasis era un llamado a confiar en la Unidad Popular: “Sabemos del escepticismo que abriga la gente joven cuando ve tanta mentira, tanta falsedad. Pero yo les pido que ustedes los jóvenes se integren al pueblo, ustedes tienen que estar presente en forma unitaria junto al campesino, al industrial, al minero…”. En la misma línea, en otro discurso el candidato de la UP reforzaba este planteamiento asegurando que “la juventud ha comprendido que la revolución no la harán solo El Siglo 2 de mayo de 1970 Sobre la visita de Allende a la industria “Laban”, compuesta en su mayoría por mujeres, El Siglo 5 de agosto de 1970. 91 La primera cita corresponde a El Siglo 5 de agosto de 1970 y las dos siguientes El Siglo 30 de agosto de 1970. 89 90 88 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz los jóvenes, sino un pueblo disciplinado, organizado, conciente, en el que la juventud será su vanguardia más diáfana…..ya se ha roto la indiferencia…” (92). Si en el caso de la mujer era la promesa de mejorar sus condiciones materiales de existencia y una vaga idea de terminar con “toda discriminación”, en el caso de los jóvenes la invitación allendista era a convertirse en protagonistas en la construcción de la nueva sociedad. Para los jóvenes, el llamado era a la acción, a construir, lo que se conectaba directamente con el mensaje optimista de la campaña, portadora de una subjetividad social en donde la realización del sueño de una sociedad más justa aparecía a la vuelta de la esquina. Esto estaba en consonancia con el espíritu juvenil, más impaciente, para el que la esencia revolucionaria de la Unidad Popular se debería poner en práctica desde la primera hora. En esta perspectiva, en una multitudinaria manifestación juvenil hacia el término de la campaña, Allende “llamó a la juventud a una grande y maravillosa tarea histórica, a una tarea digna de la juventud, a construir la plena independencia de Chile…”. De acuerdo a la crónica “…de manera vibrante, Allende llamó a la juventud a formular una promesa de honor ante su conciencia y ante la historia, de hacer realidad el legado de O’Higgins, de luchar contra el imperialismo y sus aliados internos, de terminar con el latifundio agrario y minero, de luchar por la liberación del hombre y por la construcción del socialismo…la promesa fue respondida por con un mayúsculo ¡SI! por toda la juventud presente…” (93). Este llamado, con marcado acento épico y mesiánico, asignaba a los jóvenes la tarea histórica que tradicionalmente un sector de la izquierda asignaba a “la clase obrera”, de liberar a las grandes mayorías sociales del yugo de la dominación. Esta dimensión ética, de principios, aglutinó a una generación de jóvenes que creyeron ver con el triunfo de Allende en 1970, un largo sueño cumplido por las generaciones anteriores. Los jóvenes estaban convocados a ir en la cresta de la ola del proceso de la Unidad Popular. La centralidad de la mujer y los jóvenes en la campaña de 1970, quedó reflejado con ocasión del discurso que Allende hizo desde el balcón del edificio perteneciente a la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile –FECH- en la noche del 4 de septiembre de 1970. Emocionado, exaltó desde sus primeras palabras la importancia del papel de la juventud y su valor simbólico en el triunfo obtenido: “…Nunca un candidato triunfante por la voluntad y el sacrificio del pueblo usó una tribuna que tuviera mayor trascendencia. Porque todos lo sabemos. La juventud de 92 93 La primera cita en El Siglo 6 de junio de 1970 y la segunda El Siglo 30 de junio de 1970. El Siglo 21 de agosto de 1970. 89 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz la patria fue vanguardia en esta gran batalla, que no fue la lucha de un hombre, sino la lucha de un pueblo…”. Sobre la importancia que le cabría a la mujer en el proceso que comenzaba -más allá que nuevamente en 1970 el voto para el candidato izquierdista fue minoría entre ellas- se manifestó en las cuatro alusiones que hizo de ellas durante este “discurso de la victoria”. Así, en el momento de agradecer el respaldo recibido, Allende destacó tanto a los jóvenes como a las mujeres: “…Para los que están en la pampa o en la estepa, para los que me escuchan en el litoral, para los que laboran en la precordillera, para la simple dueña de casa, para el catedrático universitario, para el joven estudiante, el pequeño comerciante o industrial, para el hombre y la mujer de Chile, para el joven de nuestra tierra, para todos ellos, el compromiso que yo contraigo ante mi conciencia y ante el pueblo –actor fundamental de esta victoria- es ser auténticamente leal en gran tarea común y colectiva…”(94). De esta manera, en las palabras que eran la bisagra entre dos momentos políticos distintos, la campaña y lograr ser proclamado por el Congreso Pleno en octubre, Salvador Allende resumía el carácter heterodoxo, desde la lógica del marxismo en uso en la época, de la “vía chilena al socialismo”: el carácter pluriclasista de su apelación de masas y la validación de la táctica gradualista para llevar a cabo un programa de transformaciones estructurales del sistema político, económico, social y cultural del país. Allende, a lo largo de los meses de campaña, sin negar el carácter radical de su programa, al señalar que el objetivo final era “el socialismo” y la lucha contra las poderosas minorías nacionales y extranjeras, supo acompañarlo de cuatro aspectos que lo aproximaron a los votantes: Primero, una convocatoria amplia, que incluía a la inmensa mayoría de los chilenos, haciendo difuso el discurso clasista más duro de la izquierda; segundo, ofreció un conjunto de medidas concretas, sentidas por la población y que le permitían sintonía con ella; tercero, buscó aproximarse a sectores reacios tanto a participar en las elecciones (jóvenes) como a votar por la izquierda (mujeres), lo que tonificó la campaña con un discurso político de carácter nacional; cuarto, todos estos elementos se vieron empapados de un mensaje de optimismo histórico, con propuestas concretas para iniciar “la revolución chilena”, la que era hecha aparecer como una inminencia histórica. Así, en manos de un sujeto histórico amplio y diverso –que podríamos denominar “vanguardia compartida” en oposición al clásico papel hegemónico de la “clase obrera”- quedaba la misión de obtener la “Segunda Independencia” de Chile. Esta parte discursiva de la campaña estuvo acompañada de un amplio 90 Las citas y referencias al discurso de Allende el 4 de septiembre de 1970 en el edificio de la FECH, www.archivochile.com 94 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz despliegue territorial, de la mano de los CUP, que cumplieron la misión de agitar y difundir las propuestas de la Unidad Popular, pero que también funcionaron como órganos que canalizaban la protesta social. Los CUP significaron una sistematización superior de una práctica tradicional de la izquierda, consistente en visualizar como un conjunto la lucha electoral y la promoción de la movilización social. Es decir, el espíritu revolucionario de la militancia y de los simpatizantes de izquierda, no debía verse disminuido por participar en los torneos electorales. La “vía chilena al socialismo”, en su definición más de fondo, implicaba una concepción de camino revolucionario original, y parte sustancial de esta originalidad radicaba en la superación de la dicotomía reforma/revolución como caminos excluyentes. En el caso de la Unidad Popular, de la mano de la reforma, es decir, de las soluciones concretas, del discurso “nacional-popular”, del alejarse del “obrerismo” clasista, se daría paso a los cambios revolucionarios, a lo que Allende denominaba “el cambio del sistema político y económico”. Con el control del poder ejecutivo, la Unidad Popular iniciaría un proceso transformador que modificaría la estructura que consagraba la explotación y la desigualdad social como sistema de vida en Chile. Sin embargo, debajo del entusiasmo y optimismo de una campaña presidencial polarizada y confrontacional como lo fue la de 1970, el escepticismo de sectores de izquierda dentro y fuera de la Unidad Popular estaba latente. La singularidad de la “vía chilena al socialismo”, sus guiños “reformistas” y apelaciones a las clases medias, eran vistos como una renuncia a una verdadera vocación revolucionaria. Con todo, como la guerra civil dentro de la izquierda aun no se declaraba, la Unidad Popular y su candidato lograron transmitir la imagen de unidad y alegría, y ser los portadores de las verdaderas soluciones a los problemas que desde siempre aquejaban a la mayor parte del país. Los CUP y el discurso de Allende fueron el vehículo de esta buena nueva. Un poco más de un tercio del país respaldó este sueño. El desafío posterior fue intentar ganar la mayoría absoluta. De ello, tal como lo demostraron los hechos posteriores, dependería la suerte de la “vía chilena al socialismo”. 91 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Alternativa NO 25, 2007: 93 - 101 / Instituto deRevista CienciasAlternativa Alejandro del Lipschutz Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Los comunistas y la toma de terrenos de La Victoria. A 50 años de una de las tomas más grandes de Latinoamérica Alexis Cortés Morales La presente ponencia tiene como tema principal el rol jugado por los militantes comunistas en la toma de terrenos de la población La Victoria (Chile) y en la posterior consolidación de la misma como un asentamiento dotado de una identidad territorial particular que hemos denominado ethos victoriano, es decir, un relato identitario que, en una multiplicidad de voces, tendió a prevalecer y a proyectarse a través de diversos mecanismos de circulación. De esta manera, preguntas tales como ¿qué importancia tiene la toma de terrenos y consolidación de la población La Victoria para el movimiento social chileno? y ¿cuál fue el rol jugado por los comunistas en la toma y consolidación de La Victoria, y, a partir de esa línea, cuáles son las implicancias de su accionar para el proyecto identitario de la población?, son las interrogantes que guiarán esta exposición. Metodología: Biografía Social de La Victoria La investigación que ha dado origen a esta ponencia se afirmó en una perspectiva metodológica que hemos denominado biografía social del espacio (), tomando prestado y adaptando el concepto de “biografía cultural o social de las cosas” (), que ha sido utilizado para analizar la dimensión social y cultural de las mercancías. Desde esta mirada, lo que se pone en el centro es la trayectoria vital del espacio como una forma de aproximación a los sujetos que interactúan con ese territorio, así cobran relevancia preguntas tales como: ¿cuáles son las Mis agradecimientos a mi amigo y vecino de La Victoria, el historiador Julio Reyes Ávila, ya que sin sus comentarios y honesta discusión no hubiese podido arribar a esta propuesta, obviamente él no es responsable de los errores y debilidades de este trabajo. Sociólogo. Contacto: [email protected] Alexis Cortés, Identidad y territorio: Población La Victoria, una mirada de primer orden. Inédito. Por publicar en la Revista de Estudios Culturales Urbanos Bifurcaciones (www.bifurcaciones.cl). Kopytoff, “La Biografía Cultural de las Cosas: la mercantilización como proceso”, en A. Appadurai, A (Ed). La Vida Social de las Cosas: perspectiva cultural de las mercancías. (Co edición: Dirección General de Publicación del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/ Editorial Grijalbo. México. 1991). 92 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz condiciones sociales y políticas que posibilitaron la conformación de este espacio?, ¿de qué proyectos identitarios eran portadores los actores que levantaron y construyeron la población?; siendo, en específico, relevante para esta ponencia preguntarnos por el ¿cómo se cruza la acción de los comunistas con la biografía social de la población La Victoria? Para reconstruir esta biografía social del espacio hemos recurrido a los relatos de vida de los pobladores que estuvieron en el inicio de la población (). Asimismo, mediante la recopilación de la colección del periódico La Voz de la Victoria (1958-1959), pasquín dirigido por militantes comunistas y órgano oficial de la organización de pobladores de La Victoria, hemos podido acceder al discurso político y social que tendió a prevalecer en la población. Así, mediante la complementación de la palabra escrita y la palabra viva de las historias de vida de los pobladores, entre las que es común encontrar testimonios de militantes comunistas de base, nos hemos aproximado a la trayectoria vital de la población y al aporte comunista en ella. La Toma de Terrenos de La Victoria. La toma de La Victoria tiene como contexto previo la creciente desruralización ocurrida en el país, fomentada por el crecimiento industrial y urbano; además de la existencia de grandes flujos migratorios, causados por la crisis del modelo primario exportador, el desmedro de la agricultura por el estímulo de la industria y las altas concentraciones de tierras en latifundio (). Lo último provocó la absorción de población en las comunas adyacentes a Santiago, con la consiguiente marginalidad y surgimiento de poblaciones callampas (). En esta línea, la primera causa contingente de esta toma la encontramos en los asentamientos de tipo callampa instalados en los bordes del Zanjón de la Aguada, aproximadamente desde 1945, que contaba con cerca de 35.000 personas divididas en 10 poblaciones. Estas familias llevaban mucho tiempo esperando una solución definitiva, alentadas por las promesas del gobierno de Ibáñez. Sin embargo, la consecución de dos incendios, echó por tierra cualquier tipo de esperanzas en que el gobierno solucionara su problema de vivienda, que cada vez requería una salida más urgente. De esta manera, al llegar el alba del 30 de octubre de 1957 cerca de 1200 familias organizadas en una serie de comandos se toman los terrenos de la chacra la Feria ubicados en la comuna de San Miguel. Ver Identidad Grupo de Memoria Popular, Memorias de la Victoria, Relatos de Vida entorno a los inicios de la población. (Editorial Quimantú, 2003). Publicación de la cual quien suscribe esta ponencia es co-autor. Vicente Espinoza, Para una historia de los pobres de la ciudad. (SUR. Santiago. 1988). Forma de asentamiento popular espontánea y periférica. ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 93 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Según diversos autores, tras esta ocupación ilegal de terrenos existía un plan organizado por militantes comunistas . Precisamente a partir de este dato nos interesa saber cuál fue el rol jugado por los comunistas en la conformación del proyecto identitario de esta población, especificando la importancia de la experiencia de La Victoria para el movimiento social chileno. La Toma de La Victoria y el Movimiento Social Chileno La población La Victoria posee una relevancia histórica significativa pues en su génesis fundacional está inscrito un evento que marca un antes y un después en el movimiento social chileno: la toma de terrenos. Este acontecimiento (la toma), como acción colectiva organizada en distinción respecto de la ocupación de carácter más espontáneo y ampliamente extendida en las dinámicas de poblamiento popular urbano en Latinoamérica, supone una fractura radical con las lógicas institucionales y con el principio fundamental de las democracias liberales, a saber: la propiedad. La “acción directa” () que caracteriza a la toma de terrenos es portadora de una legitimidad basada en la necesidad y en la noción del derecho a la vivienda, en oposición a la legitimidad procedimental y formal que inspiran a la república. En la Toma es el valor de uso del territorio el que prevalece por sobre el valor de cambio de la propiedad de la tierra. La acción de los pobladores del Zanjón en la chacra La Feria, por otro lado, no sólo es un desborde de la institucionalidad y legalidad vigente, sino que además visibiliza un actor social que habían permanecido marginado no sólo de la esfera pública oficial, sino que también de la política de la izquierda chilena, que basaba su praxis en la clase obrera y en el sindicato. Con esta “acción directa” son los pobladores los que “toman su sitio”, parafraseando a Mario Garcés-; lo que implica una nueva dimensión no sólo en la configuración de movimientos sociales en Chile, sino que en la articulación del espacio público. Así, los pobladores emergieron como un actor político relevante capaz de poner en tela de juicio al Estado, inaugurando una nueva esfera de contradicciones al interior de la sociedad chilena, que, aunque por muchos años considerada “contradicción secundaria” (10), devendría en unos de los movimientos sociales más relevantes durante el Antonio Bentué, Religión y Marginalidad Social en la Población La Victoria de Santiago (Chile). Reflexión Teológica. Tesis Doctoral, 1972; Manuel Castells, Movimiento de Pobladores y Lucha de Clases. (VIEXPO. Santiago. 1972); Mario Garcés, Tomando su Sitio: El Movimiento de Pobladores de Santiago 1957-1970. (LOM. Santiago. 2002); Orlando Millas, Memoria. Una digresión.: 1957-1991. (CESOC. Santiago. 1996); Manuel Paiva, -Grupo de Salud Poblacional, Pasado: Victoria del Presente. (s/e. Santiago. 1989) Gabriel Salazar, Violencia política popular en las “Grandes Alamedas”. (Lom, 2006) 10 Castells, op.cit. 94 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz siglo pasado. De hecho, vale recordar que aunque la categoría social de poblador cobra fuerza en los años ‘70 gracias a los aportes de la DESAL y el CIDU, los victorianos en el año ‘57 ya se reconocían como “pobladores” y como miembros de la clase obrera (11). En virtud de los elementos anteriores, es posible hablar de una paradoja inclusión/ exclusión en la acción de los pobladores, pues, por un lado, los pobladores afirman su pertenencia al contrato social y al espacio público, visibilizándose mediante un acto ilegal, que los deja fuera y los enfrenta directamente al Estado a través de sus aparatos de control social. Pero asimismo el sujeto-poblador encuentra su lugar en la sociedad como actor político social mediante esta ‘acción directa’. Praxis comunista y Toma de La Victoria Unos de los fenómenos más paradojales del estudio de la toma de terrenos de La Victoria es el rol jugado por los comunistas, pues si bien fueron protagonistas esenciales desde dentro del movimiento de pobladores, dirigiendo la toma y todas las organizaciones de pobladorse creadas en el futuro 12, desde el punto de vista de las definciones teóricas elaboradas por ellos en la época, los pobladores no aparecían como un actor relevante. En palabras de Mario Garcés, “conceptualizar el ‘mundo de los pobladores’ o de los pobres urbanos era evidentemente un desafío teórico para el marxismo que el PC difícilmente enfrentaría”, pero, sin embargo, en la práctica, “los comunistas trabajaron y estuvieron dedicados a “hacer surgir un nuevo afluente del movimiento social, el de los pobladores marginales de Santiago” –citando las memorias de Orlando Millas- y atribuye a Galo González un papel muy relevante en esta tarea” 13 Si bien en la teoría el PC mantenía su conceptualización tradicional basada en la clase obrera, su praxis inauguraba nuevas dinámicas políticas y sociales. Y es ahí precisamente donde se entronca nuestra interrogante: ¿cuál fue el rol jugado por los comunistas en la toma y consolidación de La Victoria, y, a partir de esa línea, cuáles son las implicancias de su accionar para el proyecto identitario de la población? A partir de nuestra investigación podemos afirmar que el aporte comunista en La Victoria tiene dos dimensiones: una dimensión organizacional y una dimensión identitaria. Dimensión organizacional Desde el punto de vista organizacional, el aporte de los comunistas se identifica con el traspaso de capital organizativo desde lo sindical a 11 12 13 La Voz de la Victoria. Año I. Nº1. 16 de noviembre de 1958-1959. Números: 1, 3-6. Bentué, op.cit. Garcés, op.cit. ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 95 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz lo poblacional. Muchos de los cuadros comunistas de la población, que posteriormente asumieron roles dirigentes en la organización de pobladores, se habían curtido en las luchas sindicales del norte salitrero. Tal fue el caso de Juan Costa Encina (1904-1968), de origen boliviano, músico de oficio y de militancia comunista. El fue uno de los dirigentes más importantes de la historia de la población, siendo el primer presidente de la organización de pobladores. En cierta medida, es posible hablar de una cultura organizacional comunista reflejada en los patrones organizativos de los dirigentes de los pobladores, es decir, en los valores, reglas y normas organizacionales de estos (14). Parte de esta impronta se observa en la primera organización de pobladores, llamada Comité Central de Pobladores, cuya máxima autoridad era su Secretario General, nomenclatura que, por lo demás, era familiar al organigrama del PC. Sin ir más lejos, una de las primeras tareas llevadas a cabo por el CC fue el imprimir La Voz de la Victoria, órgano oficial del CC, que tenía por objeto “dar vida a un periódico que fuera el vocero auténtico de las clases trabajadoras que viven y sufren heroicamente, sin desmayar en nuestra Población” (15). Lo anterior en continuidad, en cuanto a forma y contenido, con la línea de prensa obrera del PC. Junto con lo anterior, se organizaron comités encargados de ejecutar y descentralizar la participación, se elaboraron planes de emulación entre los distintos bloques; se estimulaba y premiaba a los “pioneros” de la población, a quienes se preocupaban de su jardín, a quienes entregaban más horas de trabajo para la población tanto en la urbanización como en la electrificación; se organizaron comités de vigilancia, que controlaban la delincuencia y daban seguridad a la población; por otro lado, la colocación de cañerías sin el permiso de las autoridades fue catalogada como una prueba palpable del espíritu revolucionario de la población (16). Todo esto en un contexto de valoración de la unidad y de la disciplina como rasgos fundamentales de los pobladores. Otro rasgo muy marcado es el acentuado rechazo a la lógica asistencialista en la población. “...Demostrando –los dirigentes- que no aceptaban el tutelaje de organizaciones que se dicen benefactoras, que ayudan a los pobres, a los desamparados, ¡Pero a costa de qué!, de su apoyo incondicional a la labor nefasta que desarrollan en cada población (...) manteniendo con su interesado proceder a muchas compañeras en la Darío Rodríguez, Gestión Organizacional: Elementos para su estudio. (Ediciones Universidad Católica de Chile. Santiago. 2004). 15 La Voz de la Victoria. Año I. Nº1. 16 de noviembre de 1958. 16 Cfr. La Voz de la Victoria. Año 2. Nº 6. 31 de diciembre 1959. p. 5 14 96 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz creencia de que deben esperar siempre la ayuda de esa organización.” (17). De ahí el lema difundido en cada rincón de la población y muchas veces reiterado, por esos años, en las editoriales de La Voz de la Victoria: “Nada por caridad, todo mediante nuestro propio esfuerzo”. Si bien esta “cultura organizacional” estaba imbuida de las dinámicas sindicales, es innegable que esta constelación de elementos devino en una praxis a todas luces novedosa y propia de los pobladores, lo que queda en evidencia en la identidad territorial de la población o al menos en sus discursos identitarios. Dimensión Identitaria Desde el punto de vista identitario, los comunistas fueron portadores de un proyecto que se afirmó en la experiencia de poder popular asociada a la administración autónoma del territorio y a la lógica de autoconstrucción que, en este caso, es consecuencia de la misma. Resultado de esto es que se genera un nivel de apropiación y de identificación con el espacio tal, que éste último pasa a ser una clave interpretativa vital de la pregunta por el “quién somos” de quienes se vinculan al lugar. Si bien existía una gran diversidad al interior de la unidad de la población, en cuanto a sujetos sociales, discursos, extracciones e historias de vida; lo que supone tensiones y contradicciones, en la población tendió a prevalecer un relato dominante ligado a la acción de los comunistas. En consideración a lo anterior, la pregunta por lo propio del ser victoriano, sin duda, debe considerar a la Toma de Terrenos como el dato clave, tanto por la razones expuestas, como por que este hecho representa una particular forma de relación entre “carne y piedra” (18), en otras palabras, entre sujeto y espacio. En primer lugar, el carácter de “toma”, en sí, representa una forma radical de lugarización del espacio, es decir el paso de un espacio físico ajeno e indeterminado a un lugar con una valoración social específica, que es apropiado tanto material como simbólicamente. Este espacio pasa a constituirse en algo más que el contexto o telón de fondo en el que el poblador desarrolla su vida cotidiana, sino que se convierte en parte esencial de la construcción identitaria de los individuos que lo habitan o utilizan. Entendemos por “apropiación” el fenómeno que se produce cuando La Voz de la Victoria. Año I. Nº 3. Viernes 1º de mayo 1959. Richard Sennet, Carne y Piedra: El cuerpo y la ciudad en la civilización occidental. (Alianza Editorial. Madrid, 1997). 17 18 97 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz un objeto (en este caso el espacio) abandona el mundo de las mercancías y el sistema generalizado de equivalencia e intercambio (o de la mera materialidad) y un individuo o una familia toma posesión del mismo. Así, mediante la apropiación los elementos se vuelven auténticos y alcanzan significación, es el momento en que un objeto traspasa los umbrales de la relación valor uso-valor cambio (19). En este sentido, la “apropiación” que el poblador hace del espacio implica que el terreno deja de ser una mera mercancía y adquiere una connotación y significación particular que lo dota de autenticidad. En este mismo sentido, la ‘autoconstrucción’ como característica y patrón dominante del levantamiento de la población fortalece la noción de ‘apropiación’ así como la interacción de intimidad entre el poblador y el espacio. Cada casa autoconstruida adquiere una valoración distintiva, en tanto, se vuelve única y es, a la vez, un testimonio de las historias de vida y esfuerzos de quienes la construyen; asimismo permite la emergencia de una semántica de “lo propio” y constituye al espacio como una clave interpretativa fundamental de la pregunta por el “nosotros”. Asimismo, no se puede realizar un intento de aproximación a la particularidad victoriana sin considerar la experiencia de “autogobierno” de los pobladores durante la toma y consolidación de la población. Esto es lo que precisamente ha llevado a muchos pobladores a calificar a la población como una “pequeña república”, puesto que las condiciones y necesidades propias de una empresa que implicó una ruptura frontal con la legalidad, implicaban exigencias de organización de una magnitud y cualidad tal, que llevó a un despliegue de lo que podríamos denominar como “poder popular” sin parangón hasta ese momento. Sólo mediante la fuerza que daba la organización y la cohesión se hacía posible la mantención de la toma, lo que llevó a la aplicación y creación de dinámicas y prácticas sumamente originales, tales como las que hemos mencionado más arriba. Mecanismos de circulación del relato identitario Este relato identitario tendría distintos mecanismos de circulación, siendo una de las formas más llamativas que reflejan este ethos y el cruce de éste con la praxis comunista, el establecimiento de la toponimia de la población, es decir el nombramiento de las calles. En La Victoria es posible encontrar calles como “Cardenal Caro”, en honor al cardenal que en tiempos de la toma intercedió frente al Presidente R. Silverstone, E. Hirsch y D. Morley, “Tecnologías de la información y de la comunicación y la economía moral de la familia”. En Silverstone y Hirsch, (eds), Los efectos de la nueva comunicación. (Bosch, Barcelona, 1996). 19 98 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Ibáñez del Campo para evitar el desalojo, así como una calle llamada “Galo González”, quien en tiempos de la toma era el Secretario General de Partido Comunista de Chile. También, incluso en la actualidad, es posible transitar por la calle “Carlos Marx” o por “Ramona Parra”, que lleva el nombre de la joven comunista asesinada en una protesta, o por “Mártires de Chicago”, nombrada así en honor a los trabajadores ejecutados en Estados Unidos, que dieron origen a la celebración del Día del Trabajo. En esta manera de nombrar el espacio (las calles) hay un intento por ligar la biografía de la población con la historia del movimiento social chileno. Por ejemplo las calles que hacen referencias a trágicas matanzas de campesinos y obreros, a saber, “Ranquil” y “La Coruña”; o las que hacen referencia los sucesos del 2 de abril de 1957 (calle “2 de abril” y calle “Alicia Ramírez”), en el que una serie de protestas sociales a raíz del alza en las tarifas del transporte urbano terminaron con la intervención y represión por parte de las Fuerzas Armadas y con cerca de 20 muertos 20. En este sentido el espacio nos habla del proyecto identitario de la población, las calles nos dicen qué es lo que se quiere mostrar como distintivo, como propio; así la toponimia nos permite observar el ‘nosotros’ que se quiere afirmar. Otros mecanismos de circulación es la reactualización del mito de origen, mediante la reconstitución de la toma de terrenos cada 30 de octubre en el Estadio Municipal. Hecho que cobra fuerza en tanto la toma de terrenos inauguró un origen común a todos los habitantes de la población, incluso para los que arribaron con posterioridad. Es el tiempo sin distinción, en el que todos son iguales y tienen la misma categoría. En este sentido, la identidad como una respuesta en el presente, es una referencia tanto al pasado, como origen, como al futuro, en tanto proyecto que intenta legitimarse a través de los discursos identitarios. Según lo que señala un poblador: “...Todos los años revivimos la toma. Los más viejos le contamos a los más jóvenes como fue y por qué la toma. Así se mantiene una tradición oral y una identificación que a nosotros nos parece muy importante” 21 Paralelo a lo anterior, innegable es el peso de la tradición oral en la transmisión de la epopeya victoriana, lo que ha permitido que ciertos relatos persistan con el paso del tiempo. Además del surgimiento de complementos escritos y audiovisuales de transmisión, como el tradicional “pantallazo”22*, en el que se proyecta un documento realizado por el Canal de la Universidad Católica en el año 1958 acerca de la toma de terrenos. Pedro Milos, Historia y memoria: 2 de abril de 1957. (Lom ediciones. Santiago. 2007). Carlos Morales, La Victoria de Chile. (La Llama S.A. Santiago. 198?). 22 * Proyección callejera de un video en pantalla gigante. 20 21 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 99 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Asimismo, el trabajo realizado por los medios de comunicación locales, como el canal de televisión “Señal 3 de La Victoria” y las distintas radios populares, que han apuntado permanentemente a rescatar la memoria de la población. Sin embargo, no sólo la reactualización del origen ha servido para reafirmar los rasgos identitarios. Casi tan importantes como los elementos expuestos anteriormente son los aportados por la experiencia de “los hijos de los fundadores” en la lucha contra la dictadura. Es particularmente en los años 80, con el inicio de una política sistemática de oposición popular en contra de la dictadura, como por ejemplo la Política de Rebelión Popular de Masas impulsada por el PC y que significó la formación del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, que el sujeto “poblador” se transformó en una agente fundamental y principal de resistencia a la dictadura. En este contexto, la población La Victoria cumplió un papel preponderante en la resistencia y oposición al régimen, generando innovadores formas orgánicas, que consolidaron el proyecto identitario afirmado en la edad temprana de la población. De hecho, para muchos pobladores la resistencia poblacional a la dictadura es vista como una continuación de la lucha de los fundadores de la población. Durante este período la influencia de los comunistas se fortalece, por lo que van a ser militantes de ese partido los que dirigirán las organizaciones de pobladores clandestinas y la primera organización democrática tras el golpe. Otro mecanismo de circulación llamativo es el que encontramos en el tratamiento de los muros de la población. El muralismo popular es un fenómeno que se desarrolló ampliamente en los años ’80 y su origen se remite a las brigadas electorales encargadas de trazar la propaganda en los muros de la ciudad en 1970 durante la campaña presidencial de Salvador Allende. En la población este fenómeno se desarrolló fuertemente también, encontrándose diversas brigadas muralistas que en La Victoria han utilizado el muro como superficie mediática para la transmisión de mensajes que recogen la semántica identitaria, basada en la reivindicación de una historicidad popular. A modo de cierre 100 Si bien, los comunistas, tal como mostramos en esta ponencia, cumplieron un rol fundamental en la toma y consolidación de la población, es preciso tener presente que los verdaderos protagonista de La Victoria son todos sus pobladores, independiente de sus adscripciones políticas, religiosas o sociales. Los pobladores, inmigrantes campesinos algunos, obreros, sub-proletarios, cristianos, socialista, comunistas o apolíticos; todos ellos Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz son los actores de esta historia de dignidad. Este trabajo pretende ser un homenaje para todos ellos, hombres y mujeres que se cansaron de esperar y tomaron el destino en sus propias manos. Pues, personalmente el hecho de haber crecido en la población, de sentirme uno de los herederos de esta historia, es un acontecimiento fundamental en mi vida, definiéndome y siendo motivo de orgullo. Por ello, esta exposición es una de mis formas de agradecer a ese grupo de pobladores que en la madrugada de un 30 de octubre de 1957, hace casi 50 años, decidieron que sus esperanzas y anhelos de vivir mejor encontraran un lugar, un espacio propio, al que llamaron La Victoria. 101 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Alternativa NO 25, 2007: 102 - 114 / Instituto deRevista Ciencias AlejandrodelLipschutz Alternativa Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Contribuciones de Gramsci hacia el cambio social del Chile Actual. Crítica a la distorsión posmoderna de su legado y lecciones para los marxistas Rene Leal Hurtado∗ Hablar de contribuciones de Gramsci para avanzar hacia un cambio social significante en Chile dice relación primero, en una contribución hacia la comprensión del curso del proceso de formación y deformación de las relaciones de clases en nuestra sociedad, comprensión que debiera derivar de su aporte al debate marxista actual. Tras las elecciones de fines del 2005, una cierta unanimidad surgió en torno a las negativas consecuencias sociales del modelo neo liberal, lo cual significó una nueva señal en el escenario político y social. El consenso en torno a los méritos o a la perfectibilidad del sistema ha sido desafiado por una realidad cada día más elocuente y que sectores de izquierda habían “leído” mucho antes que otros, prediciendo su curso, incluso cuando la posibilidad de una alternativa al modelo impuesto era descalificada como asunto de nostálgicos. Sin embargo, la nostalgia no podía descalificarse tan vulgarmente y al voleo. Recordar el tiempo de elaboración de Gramsci es valioso, esta vez desde un punto de vista de la reflexión acerca del tiempo que le tocó vivir y de la contemporaneidad de otras fuentes de pensamiento de su época. En particular me refiero a la atención puesta por Gramsci al pensamiento de Max Weber, quien comenzaba a avizorar la debacle del pensamiento liberal clásico, fundación ideológica del capitalismo temprano y revolucionario para esa época. Weber veía la necesidad de reformular conceptos tales como el del estado, el régimen parlamentario, el de burocracia, y de revisar la base teórica fundacional de la vertiente racionalista del liberalismo, esto es, el paso de una racionalidad substancial hacia una de corte mas bien formal, más tarde interpretada por la Escuela de Frankfurt como Sociólogo, colaborador ICAL. Este artículo está incluido en el libro editado por Jaime Massardo y Rolando Alvarez, Gramsci. A 70 años de su muerte. (Ariadna ediciones, 2008), que reúne las ponencias del seminario del mismo nombre organizado por ICAL el año 2007. * 102 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz ‘instrumental’. Los medios llegaban a ser el fin, no se arribó a la promesa de progreso en un sentido humano. Gramsci puso atención entonces a este pensamiento crítico surgido desde el seno mismo del liberalismo clásico el cual era síntoma de dos procesos en curso, primero, el paso desde el pensamiento liberal clásico hacia uno de corte más bien social, en un cuadro en donde al desafío de la revolución socialista se le sumaba el auge del fascismo y la derrota del movimiento revolucionario en Alemania, que no acompañaría a la URSS en su lucha contra el capital en el concierto internacional. Es en este contexto de producción teórica y debate, de acción política y de transformaciones de las relaciones de poder a nivel internacional, que Gramsci percibe un cambio de proyección en la modalidad de acumulación y de articulación de relaciones de fuerza y de poder que antes y de acuerdo a su especificidad histórica habían sido concebidas en la idea de ‘clase contra clase’, entendida tan simple y directamente como su expresión literal lo indicaba, un frente contra otro frente, como en una “guerra de maniobras”. La idea de que esas relaciones estaban siendo articuladas en formas mas complejas con un estado burocratizado de corte racionalista formal, que amplia la separación de la sociedad -llamémosla civil- de la mayoría de las estructuras y relaciones de poder, políticas, militares e ideológicas, importantemente culturales diría Gramsci, lo lleva a delinear la idea de una forma de hacer política de clases pero en este nuevo escenario, el de ‘guerra de posiciones’, la que no niega la pertinencia de la de posiciones, clave en su pensamiento político que se alimenta y recíprocamente es fecundado por el concepto de hegemonía. Gramsci entendió por hegemonía lo que nosotros pudimos presenciar antes de la “rebelión pingüino”. Hegemonía sería de acuerdo a Gramsci, “dirección política y dirección cultural (además de los fines económicos y políticos, la unidad intelectual y moral)”(). Por lo tanto, una de las utilidades primordiales del pensamiento gramsciano para nuestros tiempos es recuperar el concepto de hegemonía acuñado por él y el de guerra de posiciones del cual se entiende no que el poder se ‘toma’, que ocurre en un ‘asalto al poder’ que concebiría el cambio revolucionario desde la mera manifestación en la superficie del conflicto de clases y del momento en que este físicamente ocurre, sino Gramsci aconseja atender a la idea de ‘asedio’ del poder’ y del subsiguiente proceso de conquista del poder en sus dimensiones – relacionadas, entreveradas - estructurales, de agencias de cambio, de necesarias modificaciones institucionales y culturales de los aparatos y dispositivos hegemónicos que impiden el cambio social revolucionario. Juan Carlos Portantiero, Los usos de Gramsci, Grijalbo, Argentina, 1999. ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 103 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Si bien Gramsci sugirió poner atención a las instituciones (sindicatos, partidos, organizaciones sociales y sectoriales), a través de las cuales la hegemonía debe realizarse como embrión de una nueva vida estatal; y atender también a la organización partidaria y a las formas en que dentro de cada especifica situación nacional, los grupos que intentan representar al proletariado deben articular su dirección sobre el resto de las clases subalternas, Gramsci advierte que la guerra de posiciones, la conquista de la hegemonía no es un esquema abstracto que sigue el orden citado más arriba, pues para él la guerra de posiciones, la conquista de la hegemonía no es un esquema abstracto sino que el concepto de hegemonía es aquel donde se anudan las exigencias del carácter nacional. Para los marxistas entonces no basta con una formulación de estrategia internacional sino que es necesario pensar para cada sociedad, para cada nación, cuales son sus características como sistema hegemónico. La revolución socialista es internacional por su objetivo final, el punto de partida es nacional, es producto de la voluntad colectiva nacional y popular, de una identidad social que es de clase pero que es nacional también, que es de género, que es cultural. La formación del ‘Bloque popular Nacional’ debiera ser entendido a partir de estas reflexiones y son de enorme utilidad para comprender el Chile de hoy y perspectivar caminos de construcción contra hegemónica. Junto con esto, es necesario revisar otras interpretaciones, como la de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, que partiendo de Gramsci, redefinen el concepto de hegemonía y de estrategia socialista, la que veremos, ha tenido lamentables consecuencias sociales y políticas. Laclau et Al, si bien valoran el concepto de hegemonía Gramsciano, lo deconstruyen a partir de la afirmación de que no es posible entender hegemonía como dependiente de una fundación ontológica, esto es, que los dos principios del orden social, la unicidad del principio unificante y su necesario carácter de clase, no son el resultado contingente de lucha hegemónica, sino el marco estructural necesario dentro del cual cada lucha hegemónica ocurre. Dice Laclau y Mouffe que si bien para Gramsci los diversos elementos sociales tienen una identidad meramente relacional, lograda a través de prácticas articulatorias, siempre estará ahí un principio unificante en cada formación hegemónica, y este solo puede ser una clase fundamental(). Gramsci de esta forma sigue siendo un marxista apegado a la noción de clase, de clase hegemónica y sujeto histórico, y debe verse como un aporte a la lucha política la idea de articulación de sujetos e instituciones y de formación de una voluntad popular nacional con fuerte base cultural. Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, Hegemony and Socialist Strategy: Towards a Radical Democratic Politics, Verso, Great Britain, 1985. 104 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Según Laclau, había que apartarse de esta concepción que seguía teniendo visos de ortodoxia. Esta teoría que plantearía una estrategia socialista basada en la articulación de hegemonías discursivas parciales, sin anclaje de clases, informaría en Europa y en Chile, a la que yo llamo la neo social democracia que es parte constituyente del andamiaje hegemónico presente hoy en Chile. Vamos entonces al primer paralelo, en retrospectiva con respecto a Gramsci y su tiempo, pero principalmente respecto a nuestra actual situación en Chile, sus similitudes y diferencias en torno a la formación hegemónica y también, como esta reformulación de Laclau de la noción de hegemonía le permite a el reclamar su compromiso socialista y de izquierda, pero ahora sin el concepto de clases como nudo central de su teoría. Respecto a Gramsci y nosotros, en ambos casos ocurrió un cambio fundamental en el patrón de acumulación y en la articulación hegemónica del capital a nivel mundial, pero su naturaleza es distinta dada la diferencia de las circunstancias históricas. Pero un hecho es digno de mencionar, los cambios en la modalidad hegemónica fueron principalmente resultado de que la contradicción de clases se expreso en un ascenso en la lucha de clases y por ende, en disputa hegemónica. El keynesianismo revitalizó al capitalismo axial como ahora el neoliberalismo reprodujo el dominio del capital y consolidó su hegemonía, especialmente en el caso de Chile. Observemos primero que ocurrió fundamentalmente durante los últimos decenios en Chile. La lucha de clases expresada en un conflicto violento de clase contra clase en aguda pugna en 1973 llevó a una modificación profunda de la articulación de la hegemonía capitalista y de interrupción de la construcción del movimiento contra hegemónico, la cual derivó en una transformación de las relaciones de clases, permitiendo un cambio de la modalidad de acumulación y del control ideológico cultural conocido hoy como neo liberalismo. Las políticas de subsidio a la demanda, de welfare state que emergen del modelo keynesiano, formas determinantes de la reproducción de la hegemonía del capital desde la década de los 30 a la de los 70s en Occidente, no fueron las mismas que recompusieron las relaciones de clases en Chile y en el mundo a favor del capital. Esta vez la reproducción de la hegemonía del capital resultó de la imposición de una concepción de democracia liberal basada en el pensamiento de Hayek que la entiende a partir de la preponderancia de tres principios: el individualismo; la estabilidad social o paz interna y el libre movimiento del mercado o catalaxia. El neoliberalismo nos ha llevado a una concepción de progreso más bien técnico, pragmático, burócrata racionalista, de búsqueda desenfadada de ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 105 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz rentabilidad, del crecimiento económico como fin absoluto, del monopolio comunicacional más abrumador de los últimos tiempos, donde se conjugan la propiedad de los medios de comunicación por parte del gran capital y el avance de las tecnologías de la información. La meta de un progreso humano, sostenible e integral ha quedado postergada. Individualismo, consumismo, temor por lo hecho por la dictadura, deslegitimación de las teorías marxistas o distorsión de ellas, han llevado a una pérdida más que relativa de la capacidad de negociar nuestras vidas y muestran una hegemonía abrumadora del capital en la sociedad, por lo menos hasta el año 2006. Por lo tanto, el concepto de hegemonía de clases Gramsci y la necesidad de articular un bloque histórico nacional, cultural y popular en términos de desarrollar una guerra de posiciones contra hegemónica, dada la complejidad de la formación actual, estaría plenamente vigente. ¿Por que abandonarla ahora por teorías pos modernas que niega los fundamentos de la Filosofía de la Praxis a partir de la veneración de la contingencia y el discurso por sobre lo que nos enseña la historia? Ya no importa el contexto, todo sería pura contingencia. Las tres teorías sociales que desde los setentas han centralmente informado a la nueva social democracia mundial, y chilena en particular, han llegado a ser principales en el cuerpo doctrinario de una fracción de la clase dominante que a su vez ha llegado a ser hegemónica en esa clase, la neo social democracia; este derrotero teórico desde Touraine () y su teoría de los ‘Nuevos movimientos sociales’; de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe () y su teoría pos moderna de la hegemonía del discurso; y la ultima versión “bersteiniana” de Giddens () en su popular ‘Tercera Vía’, le han quitado el piso a todos los intentos doctrinarios y programáticos de la derecha tradicional y conservadora. En una palabra, estas teorías, una tras otra, han llegado a ser la ideología más coherente y útil al neoliberalismo, han renovado la ideología de la clase dominante y ejerce hegemonía no solo en esa clase, sino en toda la sociedad. Como diría Marx() es la nueva burguesía y su discurso ideológico de turno que retrata al mundo a su imagen y semejanza. Las negativas consecuencias sociales, humanas del concepto de hegemonía acuñado por sectores del socialismo pos moderno, como lo llamó Altamirano(), herederos de Ernesto Laclau, Chantal Mouffe, Katherine Gibson y Julie Graham, son hoy más evidentes que nunca y Alain Touraine, The Voice and the Eye, Polity Press, Great Britain, 1981. Laclau y Mouffe, op.cit. Anthony Giddens, The Third Way, the Renewal of Social Democracy, Polity Press, Great Britain, 1998. Karl Marx and Friederich Engels, Selected Works, Moscow, Progress, 1977. Carlos Altamirano, Reflexiones de Fines de Siglo, Talleres de Reflexión, Valparaíso, 1994. 106 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz sin duda que están en la base de la crisis programática, política y ética de la alianza de gobierno. Por lo tanto, no pueden estar ausentes de esta discusión. El camino desde el concepto gramsciano de hegemonía a una noción renovada de ella caratulada como hegemonía del discurso, que articularía sitios de lucha de acuerdo a los discursos que surjan para la construcción de una estrategia socialista hacia una democracia radical, como diría Laclau, ha llevado, contrario a lo que sus creadores pensaron, a constituir esta teoría en un dispositivo ideológico sostenedor del neoliberalismo. Primero, el posmodernismo, al criticar a una modernidad instrumental anacrónica, se valida a sí misma como alternativa teórica. El problema es que por criticar a una “perversa modernidad que lo corrompe todo”, no toca un pelo a los dueños del capital. Como dice Ellen Meiksins, la “fusión del capitalismo con la modernidad tiene el efecto de ocultar la especificidad del capitalismo, si no es que éste desde el punto de vista conceptual desaparece por completo” (). Enfatizar las discontinuidades de las eras (modernas, ‘pos’ de toda laya, etc.), que incluso marxistas como Jameson y Harvey utilizan, lleva más a confusión que a clarificar lo que hay en el tinglado de la sociedad mundial y local. La sentencia de muerte en contra de una modernidad presentada como fuente de deshumanización, no es entonces una cuestión antojadiza, tiene que ver con el planteamiento de fondo, aquel que dice que se inaugura un nuevo tiempo donde los conceptos, categorías y teorías respecto al “pretérito” tiempo de la modernidad (capitalismo para algunos) terminó, se acabó la historia, como pensó también Fukuyama. Con el vuelito entonces de estas premisas, mega teorías como la marxista dejan de tener validez ya que su sujeto de estudio y transformación ya no es el mismo, lo post moderno tiene poco que ver con capitalismo, o como este se interpretaba. Esto provocó “una verdadera estampida de especialistas que salieron a recorrer la sociedad civil en busca de nuevos actores sociales” (10), una “plétora de teorías e interpretaciones que difundieron la buena nueva del fin del sujeto histórico, con una placentera mezcla de alivio y satisfacción, celebrando la desaparición de los anejos actores clasistas del capitalismo” (11) . Entre ellos andaban Touraine, Laclau, Mouffe, Lyotard, y los criollos Tironi, Correa, Altamirano y muchos otros herederos de la escuela post Meiksins Wood, “Modernidad, Postmodernidad o Capitalismo?”, en Marx y el Siglo XXI: una Defensa de la Historia y del Socialismo (Vega, R. Ed.), Ediciones Antropos, Santa fe de Bogotá, 1999. 10 Atilio Boron, “La Crisis’ del Marxismo: Nuevo Artículo Cultural de Consumo de Masas”, en Marx y el Siglo XXI: una Defensa de la Historia y del Socialismo (Vega, R. Ed.), Ediciones Antropos, Santa Fe de Bogotá, 1999. 11 Ibidem. ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 107 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz moderna europea. Incluso vieron la luz divina que traían los nuevos movimientos sociales, expresada en la fuerza motriz del cambio desde las dictadura a la democracia. Sin embargo, y como bien comenta Boron, la existencia de “nuevos movimientos sociales expresan una realidad distinta, pero no contradictoria, al continuado protagonismo de las clases sociales” (12). De hecho, fueron parte de la misma lucha, pero en un escenario en que la evidencia demostró que quienes estaban desempeñando los papeles protagónicos de la transición no eran sino los viejos actores clasistas: empresarios, banca extranjera, movimiento obrero. Los movimientos sociales cedieron rápidamente su lugar a los actores colectivos cuyo certificado de defunción había sido extendido prematuramente (13). En resumen, identificar capitalismo y modernidad, pregonar su muerte e inaugurar un nuevo periodo ‘pos’ que barre con toda teoría y acción en la ya ‘fallecida’ modernidad, ha llevado a un sentido de indeterminación y del reinado de lo efímero que nos impide dar cuenta hasta de lo que somos. El Idilio entre la Ideología Socialista Pos Moderna y la Hegemonía Neo Liberal Lo común de las teorías de Laclau, Touraine y Giddens es que ellas, en distinto momentos de las últimas tres décadas del siglo XX, surgieron como crítica a la ortodoxia soviética, una crítica justa a la distorsión de los ideales socialistas que alguna vez inspiraron a esa revolución social. En segundo lugar, de la debacle política que estas perspectivas avizoraron, le sucedieron planteamientos de reformulación teórica y deslegitimación de conceptos marxistas. Las tres teorías niegan la centralidad del concepto de hegemonía, de la hegemonía de clases y de ahí, de la necesidad de un sujeto social central e histórico, la clase trabajadora. “Nuevos” reemplazan a los “viejos movimientos sociales”, según Laclau la hegemonía de clases es reemplazada por hegemonías parciales articuladas por y en discursos. Giddens plantea las rectificaciones de arbitrariedades que produce el mercado a través de agentes estatales y privados que promoverían la participación inclusiva, no exclusiva e ideológica. Las teorías ‘pos’, especialmente la de Laclau y Mouffe y discípulas de ellos como Gibson y Graham (14), niegan la unicidad, singularidad y centralidad del capitalismo como sistema y articulan discursos y agentes sociales en coherencia con la naturaleza fragmentada de la sociedad que ellos observan. Ibidem. Ibid. 14 Cox, B., Demitrakis, D., Donaldson, M., Leal, R. & Southall, R., ‘Katherine Gibson and the Amtinomies of Post Modern Socialism’, Rethinking Marxism in Australia Conference, University of Wollongong, November 12 – 13, Australia, 1999. 12 13 108 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Como vemos, el contexto europeo crítico del marxismo de los sesentas y setentas dio lugar a intentos teóricos como el de Touraine, y que prestigiado como producción intelectual en el contexto europeo, prestó luego ciertos argumentos a la teoría hecha carne en la obra Hegemonía y Estrategia Socialista: Hacia una Política Radical Democrática, acuñada por Ernesto Laclau y Chantal Mouffe(15), una perspectiva singular entre otros intentos teóricos en muchas áreas del arte y de las ciencias sociales del así llamado ‘post modernismo’. Esta teoría se alejaba del concepto marxista de hegemonía definiendo uno nuevo, que sin embargo todavía pretendía oponerse al capitalismo y luchar hacia un socialismo basado en una democracia radical y profunda. Esta perspectiva argumentaba que las hegemonías eran ahora parciales y discursivas, articuladas en torno a sitios específicos de lucha que esos discursos articulaban y situaban. Seguidores de esta teoría como las autoras Katherine Gibson y Julie Graham(16), llegaron a pensar que la hegemonía del capital no existía como totalidad, singularidad y unicidad. Pensaron que la superación de las teorías marxistas y sus alcances respecto al asunto de la hegemonía, presentes en Marx, Lenin y Gramsci, por nombrar algunos sobre salientes en torno al tema dentro de la tradición marxista, se encontraba en barrer con la idea de una contra-hegemonía central dado que no había contexto hegemónico, y mucho menos de que un rol central en esta lucha la asumiera el movimiento de trabajadores. La idea del capitalismo como un sistema sólido y hegemónico debía ser rota en mil pedazos. Esparcido en pedazos el capitalismo, como lo graficaran Gibson y Graham(17), la estrategia de esta nueva izquierda era actuar en cada uno de esos pedazos. Así por fin terminaríamos con el capitalismo. La estrategia de lucha contra el capital vista como contra una totalidad, propia de “los viejos movimientos sociales”, había sido errada. Era más fácil de esta otra laya, con un capitalismo fragmentado. Había entonces que dotar al discurso del patrimonio de la construcción de hegemonía de acuerdo a cada uno de esos “pedazos”, a esos “sitios de lucha” donde se articularía dicho discurso (así podría surgir el discurso intercultural con especialistas y mapuches en el tema; axial con las mujeres y la píldora del día después; axial con los estudiantes y el crédito universitario), cada uno en su nicho construyendo su discurso sin conexión con la realidad exterior, todo con especialistas, consultores y ONGs, virtuosos al momento de construir discursos y cooptar sectores desde lo social. Lo total había que hacerlo parcial; lo fragmentado tenía su propia Laclau y Mouffe, op.cit. Cox et al., op.cit. 17 Ibidem. 15 16 109 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz lógica y solución, no era más parte del todo. Así movimientos de mujeres, diversidad sexual, de ecologistas, de pobladores, de estudiantes, de obreros, de pueblos originarios eran envueltos en una construcción discursiva propia, independiente y ajena a la de cualquier otro sector social. Pero los porfiados hechos insisten. Dentro del proceso de formación y deformación de las relaciones de clases durante los últimos treinta años, el reordenamiento político de clases actual ha dejado en evidencia a los post modernistas que piensan que las consecuencias sociales de los discursos se pueden explicar por los discursos mismos (18). El resultado que tenemos hasta hoy es que en la práctica los sujetos, presos dentro de cada discurso, fueron cooptados por instituciones o anulados en su calidad de movimiento social, fragmentados e irrelevantes al momento de hacer política o cuestionar la política. Podemos por lo tanto decir que después de tres décadas de predominio de esas teorías en la social democracia y en la política en Chile, es claro que la articulación y coordinación entre sectores sociales y movimientos fue muy afectada. Un proceso de despolitización de lo social ha hecho su camino. Esto se debió no solo por el impacto de la crisis del socialismo, que es un factor importante a considerar, sino más bien por que se nos planteó que el poder del capital no era hegemónico, “no era para tanto”. Aparentemente, no había nada en común en los problemas de diversos sectores sociales. No habría fuente común de conflictos identificable. Toda realidad era parcial y se construía en el discurso de hegemonías parciales. Habrán por lo tanto realidades como discursos surjan, hegemonías como discursos fluyan, todo llega a ser puro texto, todo es efímero, es el fin de la historia como manera básica para incluso entender y encontrar sentido a nuestras vidas. Las mega teorías habían fallecido, comenzaba el reinado de las hegemonías parciales y discursivas. No resulta extraño para nada que los reality shows tengan el éxito que tienen. Ellos simbolizan los tiempos de la realidad sin contexto, son la demostración caricaturesca vía imágenes televisivas, de la negación del contexto y la veneración del texto, de los símbolos y lo efímero. Sin embargo y paradójicamente, el tributo a lo efímero y a lo fragmentado ha llegado a convertir a los planteamientos post modernistas en lo que ellos criticaron y condenaron, una teoría totalizante y dogmática de lo indeterminado, con serias consecuencias en lo social derivadas de su aplicación. Hoy la sociedad chilena es menos participativa, menos politizada y la elite política y económica que la rige esta cada día mas lejos de lo social y más fuerte en su poder hegemónico. Pero la cuestión 110 18 Jorge Larraín, 2003, Identidad Chilena, Lom ediciones, 2003. Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz es que el discurso dice una cosa, pero la realidad dice otra. Ahí están los porfiados hechos una vez más. Debemos por lo tanto verificar que solo mirando la realidad social actual, la ‘hegemonía del discurso’ va cayendo en un tremendo desprestigio, en la academia y en la calle, en teoría y practica. Nunca la hegemonía del capital ha sido tan total, abrumadora y singular en Chile como lo sido hasta hoy, y difícilmente podemos encontrar teorías como la post modernista de Laclau y Mouffe y la de los nuevos movimientos sociales de Touraine, que hayan hecho mas daño al desarrollo de la conciencia social en la gente, que la han dejado a la intemperie, atomizada, sin capacidad de negociar sus propias vidas, como diría Bauman. La desregulación del trabajo y la mercantilización de la educación pública, por tomar como ejemplo dos ejes claves de la integración social en cualquier sociedad moderna, han producido ciertamente como resultado una profunda desintegración y enajenación social de la cual nadie puede enorgullecerse. La desintegración social a la que contribuye la desregulación laboral y una educación clasista y mercantilizada basada principalmente en el discurso constructivista, es también resultado de la veneración del discurso como constructor de imágenes y hegemonías, lo que ha contribuido a crecientes niveles de atomización, de desintegración social, tal como la ideología neoliberal pretendía. Exclusión y no participación, fragmentación y no solidaridad resultaron de la aplicación de la tercera vía y de las teorías pos modernas como la de Laclau en Chile. Los ideólogos como Altamirano, Lagos, Tironi y Ottone entre otros socialistas de la “armada española y francesa” que importaron a Chile estas perspectivas, han terminado por ser principales sostenedores ideológicos del neoliberalismo al que esperaron resistir. Las teorías post estructuralistas y post modernistas han dañado el tejido social y han servido como justificación ideológica a la aplicación de una forma de capitalismo extrema y por tanto profundamente desigual. En definitiva, la neo social democracia provee el libreto ideal para el reinado del mercado neoliberal. Definitivamente, le robaron el guión a la derecha tradicional. Como bien dice Larraín, si no hay historia y todo es pura contingencia, ¿cómo podemos dar cuenta de lo que somos, incluso individualmente? Lo cierto es que ni todo puede ser reducido solo a la historia pero mucho menos todo puede ser pura contingencia. La leve fisura en la hegemonía capitalista hoy se puede explicar desde el desprestigio de estas ideologías que han ayudado a sostener el modelo. Visto dialécticamente, de este proceso de deslegitimación de las estrategias socialdemócratas, se debería esperar a su vez el surgimiento de una izquierda que a la vez de revelar este fenómeno, debiera perspectivar la politización ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 111 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz de lo social y la socialización de lo político y recuperar enseñanzas como las gramscianas para combatir a los hegemónicos de hoy. El presente entonces evidencia la necesidad de entender la realidad en su generalidad, totalidad y también en su especificidad. El post modernismo ha llegado a ser una mega teoría totalitaria de lo indeterminado, funcional y cómplice del orden ‘caótico’ del mercado’. El poder hegemónico neo liberal no ha sido parcial ni discursivo, ha sido concreto y totalizante, mas aun, globalizante a nivel planetario. Lecciones para los marxistas Lo cierto es que a pesar de los embates desde todos los sectores y la autocrítica desde dentro también, los marxistas hemos sacado lecciones de todo esto. Hemos aprendido que las clases son relaciones que se forman y deforman en el devenir histórico y que están en permanente contradicción; que la fijación exclusiva y obsesiva en la vertical y artificial figura de la base y súper estructura debiera dar lugar, como planteara Rey (19), a una idea de articulación de modos de producción en la formación social en las que no solo cuenta la base económica y la superestructura ideológica sino también se debe verificar que en el proceso colisionan junto a ellas relaciones de género, políticas, económicas, ideológicas, de raza y muchas otras, lo que ocasiona que las cosas cambien, muten, perduren algunas y otras adopten otras fisonomías. Esta idea de articulación, presente también en la sociología política de Gramsci, ayuda a entender por que el marxismo hoy debiera reconocer la pertinencia del sentido de determinación por sobre el de determinismo. Hay más de un resultado de cambio social posible en los procesos de articulación de las relaciones sociales de producción. Pero las relaciones estructurales y sus manifestaciones contingentes no producen cambios por sí mismas, sino es con el concurso de los agentes sociales capaces o no, en ciertas circunstancias históricas, de llevar el proceso hacia un cambio trascendente en la formación social. Debemos sepultar entonces el concepto de determinismo y reafirmar el de determinación, entendiendo muy básicamente que no todo es tan efímero y relativo como el pos modernismo plantea y que la historia no es tan lineal y evolutiva, esto es, teleológica como alguna vez los marxistas pensamos y creímos en la tan mentada “inevitabilidad”. Al menos hoy estamos ciertos que tenemos un mínimo sentido de lo que son nuestras vidas, que constituyen historia y no meros discursos, y que a través de esa historia podemos cambiar las condiciones de existencia. Tal posibilidad esta ahí, es en este terreno de 112 19 Citado en Larraín op.cit. Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz posibilidades donde se da el juego por el cambio social. Es también de prístina ignorancia deslegitimizar al marxismo por la formulación política del partido único y de la dictadura del proletariado, postulados que correspondieron a ciertos episodios históricos pero que no se pueden recrear mecánicamente y como condición sine qua non en otras condiciones sociales y políticas. Estos derroteros correspondieron a una interpretación hacia la práctica de políticos revolucionarios ante un contexto específico e históricamente determinado, no es base filosófica de la teoría marxista como un todo. Por otro lado, sin duda que también hemos aprendido que el carácter patriarcal de las relaciones de género son reproducidas por relaciones de clase y viceversa y que estas también se transmiten a través de las clases y capas sociales y que penetran toda la división del trabajo, dividiendo en términos patriarcales al sistema de educación, a la industria y al movimiento sindical como un todo. Todo esto ha creado la imagen de que el machismo es parte de nuestra cultura, de que “somos así”. De la misma forma como se aplica ese esencialismo cultural a las relaciones de género, otros de derecha han promovido que la desigualdad es propia de nuestra naturaleza humana imperfecta. Si se quiere saber más de esto, no hay más que leer a Bobbio (20). Estas dos furibundas sentencias de género y clase necesitan por tanto ser contestadas si realmente se piensa que ser marxista y de izquierda es proponerse un cambio hacia la justicia social. Dentro de ese cuadro, el incipiente auge que experimenta el marxismo en el mundo, especialmente en Latinoamérica, es un dato importante del actual momento político. Pero debemos precisar que la relevancia y legitimidad de la teoría marxista no ha sido algo que solo le debamos a esta coyuntura. La premisa marxista de que teoría y práctica están en íntima relación dialéctica quedó paradójicamente demostrada desde el colapso mismo del socialismo soviético. Aprendimos de la teoría y de la historia que una práctica errada deslegitima a la teoría, como sucedió después del colapso de Europa del Este. Pero el fracaso del socialismo europeo no significó la negación de la tradición teórica marxista. Una teoría que es capaz de reconocer las tremendas aberraciones de una práctica y es capaz de combatir el dogma que fue su causa y efecto, puede todavía crear nuevas propuestas teóricas y por ende, nuevas prácticas. Una práctica social nueva partirá, y ya esta haciendo su camino desde una comprensión sensata y actual del neoliberalismo en Chile. Esto es entender como la filosofía es expresión de la sociedad, como reacciona sobre ella, y que René Leal, “Chile: Jaguar y País de los Cien Pesos, de la Apatía a la Acción Social”, en René Leal (editor) Globalización, Identidad y Justicia Social. SIT – ARCIS, Santiago de Chile, 2005. 20 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 113 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz la medida en la cual reacciona, es como señala Gramsci, precisamente la medida de su alcance histórico, de no ser “elucubración” individual, sino “hecho histórico”(21). He aquí la diferencia fundamental y de calidad entre el marxismo y las teorías que lo desafiaron. 114 21 Portantiero, op.cit. Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Alternativa NO 25, 2007: 115 - 127 / Instituto deRevista Ciencias AlejandrodelLipschutz Alternativa Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz La lucha por la tierra. Un fragmento de historia social de Canela Jorge Negrete Escobar La tradición política Canela es un pueblo que ha sabido de organización política, principalmente por la cantidad de cesantes provenientes del norte salitrero en los años ’30, ´40, ´50 y ´60 y el eventual grado de organización que traían a su llegada a la zona. La mayoría de estos cesantes fueron personas de la misma comuna que se iban a trabajar al norte, estimulados por un enganchador o persona encargada por las empresas salitreras con el fin de reclutar trabajadores para desempeñarse en las faenas mineras del norte de Chile. El dirigente comunero Ramón Rojo se refiere al tema diciendo: “Venía gente aquí del norte a buscar enganche. Enganche se llamaba, que llegaba por aquí un viejo y decía “necesito toda la gente que quiera ir a trabajar para el norte”. Éste reunía 100 ó 200 viejos, los metía en un vapor en un barco y se los llevaba para el norte, entre la década del 1930, 1940 y 1945, para la guerra mundial. En esa época se originó eso y junto con las grandes conglomeraciones que se juntaron, se formaron las organizaciones también, nos dejaron las luchas sociales porque esas nacieron del norte. Gente de todas partes de aquí de Huente, de Canela del sur de todas partes iban con el enganche, cuando ya volvían de allá, volvían ya con una mente más despejada y organizando a su gente, enseñándole.” Estos trabajadores, al quedar cesantes, volvieron a su lugar natal, pero a la vuelta, una parte de ellos venía con ideas de organización y lucha social aprendidas durante los procesos políticos y económicos que afectaron la economía del Norte Grande. Ciertamente la crisis del norte salitrero fue enviando, gradualmente, de vuelta a miles de trabajadores pampinos que se fueron repartiendo por diversos lugares de la zona central de Chile. La presencia de una masa curtida y supuestamente radicalizada por la vida salitrera, habría brindado una oportunidad perfecta para “contaminar” de Licenciado en Historia Universidad ARCIS, colaborador ICAL. Extracto de entrevista a Ramón Rojo, Presidente y representante legal de la comunidad Huentelauquen, enero 2008. 115 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz sus ideas a otros trabajadores del país, contribuyendo, a juicio del historiador Julio Pinto, en la politización del mundo popular chileno, específicamente en una orientación socialista o revolucionaria. El actual vicepresidente de la comunidad de Canela Alta, Tito Pizarro, se refiere al tema diciendo: “De ahí nosotros éramos, por los abuelos, los taitas. Las luchas del Coligüe que llevaban ya cuantos años los viejos luchando y viejos que se criaron en la pampa allá se hicieron comunistas. Del tiempo del salitre los viejos que estuvieron, mi abuelo ahora tendría mas de cien años, mi papá igual, los viejos de allá trajeron esto, llegaron infestados de allá”. Es así como la principal referencia que se puede visualizar es la herencia de éstos en la creación de organizaciones y sindicatos. El dirigente Ramón Rojo se refiere a la organización política de la zona de Huentelauquén, ubicada en el sector sur de la comuna. “Por ahí por el gobierno de Eduardo Frei Montalva, nace la ley de sindicalización campesina, entonces ahí se desarrolla todo un movimiento y por aquí nosotros estuvimos con el compañero Barrera que anduvo por aquí en toda las comunidades enseñándonos como teníamos que organizarnos, era del Norte. Yo nunca supe de donde era pero llegó del Norte, de las salitreras, era dirigente por allá, comunista de nacimiento el hombre. Llegó el año 1968 por aquí. Él llegó a organizarnos.” Por su parte los comuneros Emiliano Cortés y José Vega reconocen en el dirigente Barrera un importante papel dentro de la tradición y luchas políticas dentro de la zona, al respecto dicen. “Él no era de acá, un compañero del Partido Comunista, el Partido vio que tenía conocimiento de las comunidades, el Comité Central lo mandó para acá y se vino a establecer a esta comunidad y él fue el que anduvo más cerca y decía, porque era ya bien viejito y decía, insistía en las tierras en que las comunidades eran indivisibles”. El director de la Escuela de Canela Baja, Oscar Jorquera, se refiere a la tradición política de Canela, reconociendo la vuelta de gente que se fue a Julio Pinto Vallejos, Desgarros y utopías en la pampa salitrera. (Lom ediciones, 2007). Entrevista al dirigente comunero Tito Pizarro efectuada el 20 de enero del 2008. las comillas son nuestras. Ramón Rojo, ibid. Entrevista a Emiliano Cortés y José Vega, comuneros de Canela Baja. Entrevista realizada el 26 de septiembre del 2007. 116 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz trabajar a la pampa salitrera. Cuando vuelve llega a la zona con una causa de lucha: la recuperación de las tierras. “La claridad en este aspecto está desde 1940 y algo, en adelante. La historia de Canela señala, que la fuerza política reinante fue como prioritaria en la línea de izquierda pura comunista. Desde el apogeo en la zona salitrera, en la gente que de esta zona estuvo allá después de vuelta trae consigo esta bandera de lucha, sobre todo aquí llega en el tema de recuperar sus tierras, que fueron usurpadas, que fueron ocupadas por fundos, por ahí comienza una lucha especifica diría yo con el tema de-la tierra para quien la trabaja”. El relato nos da un dato interesante puesto que se refiere al lema de la “tierra para quien la trabaja”. Esta frase y su concretización, fue el principal incentivo utilizado con el fin de contar con el apoyo de los campesinos (apoyo político) en los momentos de la aplicación de la Reforma Agraria. En el programa de Reforma Agraria del Partido Demócrata Cristiano, se decía que ésta se concebía, como un proceso de distribución masiva de la propiedad de la tierra y del agua, de una modificación del régimen y de su tenencia, a favor directo de quienes la trabajan. Sin embargo estas luchas por recuperar las tierras en Canela, las que debemos contextualizar dentro del denominado movimiento campesino surgido a mediados de la década de 1960 y principios de la de 1970 en Chile, no se dio en toda la comuna uniformemente, sino que se presentó principalmente en la zona norte de la comuna. Los habitantes de Canela reconocen una marcada diferencia entre el sector norte de la comuna y el sector sur de ésta, lo que se manifiesta en el grado de politización mostrado principalmente en el periodo en estudio. En la segunda, el proceso de redistribución de tierras empleado por el Estado, específicamente por la Cooperativa de Reforma Agraria (CORA), se vivió de manera tranquila y dentro de los márgenes de negociación esperados por el Estado. El sector de Mincha, ubicado en la zona sur de la comuna, representa concretamente este proceso, puesto que los documentos encontrados en el Archivo Judicial de la comuna de Illapel, muestran como en el año 1969 se regularizaron títulos de dominio en este sector. En cambio, lo característico de la zona norte fue la lucha que dieron en el período anterior a la Reforma Agraria y durante ésta, con el fin de obtener los títulos de dominio de las tierras que ellos sentían usurpadas. Al respecto Nathan Trigo, actual alcalde de la comuna, señala: Entrevista Oscar Jorquera Valencia: Director Escuela Canela Baja. Realizada el 25 de septiembre del 2007 En Maria Antonieta Huerta, Otro agro para Chile. (CESOC, 1989) ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 117 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz “Bueno, haciendo la diferencia, si bien es cierto en el sector sur vivieron líderes que llevaron adelante un proceso parecido, pero se sabe que no tuvo la raigambre que tuvo el proceso en el sector norte. Me da la impresión, puedo estar equivocado, pero me da la impresión, que si no tuvo la raigambre del sector norte fue única y exclusivamente porque a lo mejor los actores que participaron en el proceso del sector norte tenían de alguna manera y habían vivido de alguna manera el proceso del salitre, eso obviamente marcaba la diferencia, porque acá no solo los dirigentes, no solo los que encabezaban conocían la experiencia, sino una enorme cantidad de personas y en el sector sur quienes efectivamente habían conocido la experiencia eran precisamente y solamente los líderes” . Como ya dijimos, fue durante este periodo, producto de la crisis salitrera del Norte Grande de Chile, en el que llegó una cantidad importante de cesantes, con el objetivo de obtener algún trabajo que permitiera sustentarlos, ante la carestía producida por la crisis económica que afectó a toda la sociedad chilena. Cuando esto personajes llegaron al sector de Canela, su localización se inclinó al sector norte de la comuna. “Empezó la gente a desfilar pero a los lugares de Espíritu Santo, Alhuemillas y Las Palmas a los lavaderos de oro y alguien movió seguramente allá en Santiago y empezaron a preocuparse. Como se sabía que venía este tremendo contingente de gente de la salitrera para acá, entonces aquí lo primero que esta gente, estos líderes que aquí venían, estas personas llegaron formando como se orientaba en el norte, como se formaban las mutuales”.10 Tradicionalmente, la zona norte de la comuna ha sido identificada como un lugar conflictivo políticamente. Existen zonas que son consideradas como emblemáticas por los propios habitantes de la comuna. Lugares como Espíritu Santo, El Totoral, Alhuemillas o Las Palmas son reconocidos lugares donde el medio principal de producción fue la extracción de minerales como el oro, el cobre o la plata entre otros. Al decir de sus habitantes, cuando llegaron las masas de cesantes del Norte Grande, se ubicaron principalmente a estos lugares, puesto que ahí podían seguir trabajando en la extracción de mineral. Se debe considerar además, que no sólo llegaron por su cuenta a esos lugares, ya que existen pruebas que demuestran cómo algunos empresarios de la época traían a estas masas de cesantes a trabajar en los esteros de la zona con el fin de extraer oro. Estos trabajadores probablemente también 118 10 Nathan Trigo: Op. Cit. Entrevista Emiliano Cortés: comunero de Canela entrevista realizada el 14 de mayo del 2007. Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz hayan venido con ideas políticas, que fueron dejando en la zona como herencia de su presencia en el lugar. El diario La Voz del Choapa publicó en octubre del año 1984 un artículo donde da a conocer la llegada de cesantes del norte, traídos por un destacado personaje de la época en la comuna. De esta manera, la zona norte de la comuna se ha caracterizado por un grado de politización marcada. Esto radica, como dijimos antes, por la tradición política instaurada en la zona por los pampinos que llegaron a laborar en los lavaderos de oro ubicados en las inmediaciones de Canela. Conflicto con hacendados. El caso de Espíritu Santo Sin embargo, esta tradición marcada principalmente por ideas de carácter socialistas, no estuvo exenta de problemas con los hacendados de la comuna, especialmente con los de la zona norte. Un ejemplo de esto fue el conflicto con el hacendado Juan Cambice, dueño del fundo Espíritu Santo. Este fue recuperado por los comuneros de una manera reivindicativa, especialmente por el hecho de negarse a pagar el porcentaje exigido por el hacendado, que era, según el comunero de Espíritu Santo Israel Barraza, el 10%. Es decir, el que tenía 100 cabras, le tenía que entregar 10 a Cambice. “Cuando tuve conocimiento, aquí era un fundo. Los señores Cambice creían que era fundo que era de ellos....entonces comienza la lucha por la tierra, a ver cómo eran los documentos, si eran legales o no eran legales los del señor Cambice. Entonces por ahí un caballero que se llamaba Ceferino Lemu, junto a otros más, con don Damián Paz, que en paz descansen, empezaron a decir: oye, sabes que esto parece que en un surco de tierra ni siquiera son dueños estos Cambice, y empezó la lucha. Formaron un comité agrícola entre ellos y empezaron a despertar a los demás y empezó la lucha y se pararon y aquí en adelante no pagamos más” 11. La lucha por la tierra en Espíritu Santo es un ejemplo entre las comunidades y haciendas. Es aún importante entender no tan sólo los efectos que estos conflictos han tenido en su comunidad agrícola para su reconocimiento legal, sino también del derecho y las políticas públicas12, encargadas de reconocérselos. En relación al mismo tema el comunero Gustavo Arenas, ex dirigente sindical nos dice “…en los tiempos de Juan Cambice no se hizo huelga, digamos con Entrevista al comunero Israel Barraza realizada el 17 de junio del 2007. Las negrillas son nuestras. Gloria Gallardo Fernández, “Communal Land Ownership: Remnant of the Past?. A historial-sociological Study of the Agricultural Communities of Chile’s Norte Chico the Case of Canela Baja (16001998)”. Uppsala University Department of Sociology 1998. cap. 8. 11 12 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 119 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz violencia no, lo único que la gente no le pagaba no más, no le pagaba y bueno… iban y le contaban los animales y cuando iban a retirarlos no se los entregaban 13. Éstas fueron las primeras muestras de rebeldía utilizadas por los comuneros de Espíritu Santo, previas a la lucha realizada por obtener las tierras. El mismo ex dirigente sindical Gustavo Arenas nos dice refiriéndose al tema y considerando la llegada a la obtención de los títulos de dominio en la zona, que “…él sacaba un porcentaje en animales, sacaba el 10% y después la subió a 15% después a 20%, que de 100 cabras le dieran 20 y ahí ya se endureció mucho la gente, no le pagó, no le iba pagando, eran pocos los que pagaban pero la mayoría no pagaba. Era no pagarle no más. Después en el gobierno de Frei, se mensuró la comunidad, digamos la mensuraron. Después vino el otro gobierno, el gobierno de Allende ahí hubo más libertad digamos para luchar. Todavía no se empezaban a dar los títulos a las comunidades pero, por lo menos, ahí hubo más libertad para luchar. Luego en la dictadura quisieron entregar otra vez la tierra al señor Cambice, venían con las Fuerzas Armadas, venían a hacer una reunión acá abajo. Iban a dejar esta parte de arriba para los comuneros, para la gente. Iban a dejar todo este cerro para el patrón, eso iba a hacer para el señor Cambice, de aquí para arriba tenía que arreglarse toda la gente que estaba viviendo. Entonces la gente le dijo que no, vinieron los carabineros a hacer amenazas a la gente y la gente dijo que no nomás, no vamos a vivir recargados nosotros. Ahí como que se hablando la cosa. Entonces después llamaron a un comparendo y ahí ya le dieron plazo al señor Cambice para que presentara sus escrituras. No las presentó porque no tenía, tenía una escritura que era fulera y ahí paso a ser comunidad, la comunidad de Espíritu Santo”14. Este testimonio nos muestra cómo se organizaron primeramente a no pagar por el uso de las tierras, para luego enfrentarse directamente con la represión del patrón, amparada por las fuerzas oficiales del orden. El fin era recuperar las tierras usurpadas. Dentro de este testimonio, encontramos además la idea que sustenta la hipótesis de trabajo, puesto que refleja la combinación de luchas para obtener el derecho a las tierras. En primer lugar, encontramos un comportamiento rebelde frente a las exigencias del patrón que podríamos enmarcar dentro del ámbito ‘ilegal’ de lucha por recuperar la tierra. Sin embargo, esto no queda solo ahí, ya que, llevaron 13 120 14 Entrevista al comunero Gustavo Arenas realizada el 19 de junio del 2007. Gustavo Arenas: Ibid. Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz el caso a la justicia legal, produciéndose un comparendo en el cual el hacendado Juan Cambice no pudo demostrar la validez de sus escrituras, pasando las tierras a pertenecer a los comuneros, amparados por los títulos de dominio reconocidos por el Estado. “Cuando se tomaron Espíritu Santo, los comuneros antiguos la lucharon, se iban en collera con las autoridades que había en ese tiempo, con los policías pagados por los grandes que habían” 15. En 1970 se recuperó la tierra del fundo por la comunidad agrícola Canela Baja. Están todavía muy frescos los sucesos en la memoria colectiva de la comunidad agrícola y de los comuneros. Esto es aún más verdad en el caso de los comuneros de Espíritu Santo no tan solo por la cantidad de tierras, sino porque esto también se convirtió en una confrontación 16. En su trabajo sobre comuna de Canela Baja y de los sucesos de Espíritu Santo, Gloria Gallardo reconoce la influencia nortina en la lucha de los comuneros de esta zona y el enfrentamiento con el hacendado Juan Cambice. Al respecto, ella señala respecto a la importancia de este proceso que 17 “…me parece importante destacar un aspecto relevante en la lucha de los comuneros, la que comienza en la década de 1950, esto se deduce de aquellos que tomaron una activa parte en la lucha. Es concerniente la importancia que ésta tuvo en algunos de los protagonistas, sus experiencias como trabajadores en los campos del nitrato y en las minas de cobre en el norte de Chile y su obvia adhesión política a la izquierda. Esto se presenta particularmente en la historia de Castillo (comunero entrevistado por la autora) la cual relata que después de su regreso del norte de Chile a Espíritu Santo en la década de 1950, ellos organizaron la lucha en contra de Cambice, usando su experiencia como trabajador del nitrato: Yo estaba regresando de María Elena, oficina salitrera en la segunda región, con mucho espíritu de lucha, porque allá uno aprende esas cosas acerca del entusiasmo de los trabajadores… entonces yo, viendo que hacía falta la organización aquí, me reuní con ellos y eliminamos algunos de los vicios que nos frenaban para la organización”18. La creación de la huella Uno de los sucesos más recordados por la gente de Espíritu Santo es la creación de la huella que unía Canela Baja con Espíritu Santo. Con orgullo relatan la forma en que se organizaron, primeramente tomándose la máquina de vialidad, para luego cruzar por el medio del fundo de Juan Ibid. Gloria Gallardo Fernández, op.cit. Capitulo 8. 17 Ibid. Traducción libre. 18 Gloria Gallardo, op.cit. p. 315. El paréntesis es nuestro. 15 16 121 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Cambice con la intención de enfrentarse a él directamente. En el fondo parten el fundo por la mitad. Lo principal que recalcan es el grado de organización y el logro de ésta, puesto que sienten como un triunfo los sucesos, al decir del alcalde actual de Canela. “Ellos derribaron la puerta de acá del dueño del fundo para continuar con el desarrollo del camino de la huella a Espíritu Santo. Todo un bastión emblemático de la lucha y de la conciencia campesina acá en la comuna de Canela”.19 En relación a la toma de la máquina y a la creación del camino, el comunero Gustavo Arenas dice: “Él tenía un camino que entraba el nomás, tenía puerta en la carretera. En el tiempo de Allende sacaron el camino, cuando llegaron ahí al encierro. El tenía un encierro grande allá abajo, donde está el sello de la hacienda, ahí no daba la pasada. No daba la pasada, entonces ahí la gente se paró, vinieron de Illapel los jefes a llevarse la máquina que estaba haciendo el camino. Entonces, la gente se tomó la máquina, entonces el gallo, el maquinista no fue capaz de llevársela, se la tomaron con todo…. No lo dejaron salir y se fueron levantando alambres, pero no le rompieron el alambre, lo fueron corriendo más al cerro, levantando alambres y la máquina haciendo camino pasaron para allá”20. La lucha por la creación de la huella entre Canela Baja y Espíritu Santo movilizó a la población completa por un fin, el cual se obtuvo mediante organización y enfrentamiento contra el hacendado considerando que tenía de su lado gran parte de la ley. Quizás por esta razón la gente de Canela recuerda el suceso, puesto que hubo un logro concreto, a raíz de la organización campesina. Al respecto Israel Barraza nos cuenta su versión de los hechos: “Empezó el problema de cómo se hacia el camino para Espíritu Santo. Resulta que Cambice, tenían ellos unas encierras, el camino debía venir por arriba y pasar por una encierra y Cambice se opuso y ahí inclusive los profesores, todos en ese tiempo nos llevaron a nosotros mismos que teníamos que ir a la lucha, tanto niños como adultos. Y se logró la pasada del camino para Espíritu Santo y ahí recién se conoció un vehículo, digamos aquí”21. El mismo comunero nos cuenta cómo el hacendado debió acatar y darse por vencido frente a la masa de gente que se organizó en torno a la causa: Entrevista Nathan Trigo, op.cit. Entrevista Gustavo Arenas: op.cit. 21 Entrevista Israel Barraza op.cit. 19 122 20 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz “Para hacerle peso al conflicto, los profesores nos llevaron a nosotros mismos, cuando ya llegó la máquina a trabajar a romper por acá, fue cuando los comuneros se tomaron la máquina, le dijeron al operador de máquina: ‘usted compadre no se mueva, usted va a tener que seguir su camino’, porque Cambice le dijo hasta aquí nomás llegas y punto. Entonces no fue así, ellos mismos pasaron por arriba, ya cuando se vio perdido Cambice obligado a darse por vencido, que estaba fuera de la razón él y dar la pasada nomás”22. El relatar la historia de la toma de la máquina y la creación de la huella tiene como principal intención dar a conocer un suceso del cual se sienten muy orgullosos, en especial la gente de Espíritu Santo y Canela Baja. Un punto importante a reconocer es que la organización y posterior alzamiento corresponde al lado norte de la comuna, donde como dijimos anteriormente, se ha desarrollado una tradición política que se ha hecho presente en el devenir social de ese sector. Comunidad de Canela Alta, el caso del Coligüe El caso de la comunidad de Canela Alta no difiere mucho en la forma de obtener el derecho a las tierras puesto que también se debieron enfrentar al peligro de asentarse en las propiedades de un hacendado que las sentía como suyas. Reconociendo además lo difícil que fue obtener las tierras tras años de desalojos y luchas entre los comuneros y el hacendado de la zona, el comunero Tito Pizarro se refiere al tema diciendo. “Esto, anteriormente en los años cuarenta y tantos, fue de un señor que se apoderó de estas tierras en el sector del Coligüe. Inscribió el señor el año 1943, que ni los comuneros sabían que es lo que había. Y nosotros cuando asumimos la dirección de la comunidad, empezamos a buscar antecedentes en Los Vilos, Illapel, Ovalle y Serena. En La Serena encontramos las escrituras hace seis años. Aparece con una escritura vieja este señor, de muchos años. Del año 1943 que está pagando contribución y con esa escritura desalojó a la gente del Coligüe en dos oportunidades. El año 1944 tiene que haber sido porque el año 1949 los desalojó por segunda vez, les quemó la casa y echó de ahí a toda la gente. El hacendado se llamaba Carlos Araya Fabre. Desde ahí los viejos siguieron la lucha, lucharon muchos años. Y de ahí siguieron luchando y el año 1969 en el tiempo de la Reforma Agraria pudieron recuperar sus tierras”23. Aunque esa recuperación de tierras efectuada en 1969 estuvo amparada Ibid. Tito Pizarro Vicepresidente de la comunidad Canela Alta entrevista realizada el 22 de enero del 2008 22 23 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 123 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz por la legalidad de la Reforma Agraria, la lucha por obtener este derecho (títulos de dominio), no estuvo exenta de temor y sacrificio, puesto que al desafiar el poder del hacendado se corría un peligro que los comuneros de la zona no ignoraban. Al respecto Tito Pizarro continúa diciendo: “El año 1969 nosotros nos asentamos en las tierras con harto temor. Los viejos nos llevaron con “cabros” chicos, “lolos” que teníamos 10 ó 12 años, niños nomás. Fuimos nosotros como carne de cañón, nos pusieron ahí en las propiedades. Eso veía yo después, porque también ellos sentían temor y fue bastante duro eso, pero menos mal que no pasó nada. Aunque ya eran tiempos de gobierno democrático, en tiempos de don Eduardo Frei Montalva, cuando se hizo fue pensando en la Reforma Agraria, porque la Reforma Agraria se creó el año 1967 y después cuando asumió el presidente Salvador Allende el año 1970, se le dio mayor realce y también ahí tuvimos firmeza de parte del mismo gobierno. Entonces ahí ya no era tan pesado para nosotros. Lamentablemente, después llegó el tiempo de la dictadura, ahí era cosa seria, los viejos del Coligüe, mi abuelo, eran dirigentes. En esos años pasaron momentos muy difíciles, demandados por este señor Carlos Araya Fabre, donde los atemorizaban, nos humillaban, hubo humillaciones muy grandes”24. En relación a la organización y al grado de politización que mostraba la gente del Coligüe durante el tiempo en estudio el mismo dirigente explica: “En ese tiempo se organizaban los viejos. No había camino para el Coligüe, no había nada, porque en el tiempo de Salvador Allende se hizo el camino de aquí para allá a pura pala y chuzo. Era terrible en esos años para poder organizarse, más ponían lugares tan aislados también para que no se enteraran, escondidos por los rincones, bajo las matas de los árboles por ahí estábamos en la noche. Así fue la manera de organizarse, pero la gente muy organizaba la encontraba yo, la gente del Coligüe era muchísima en esos tiempos. Era harta la gente que había, yo creo que no se quedaba nadie en las casas, todos estaban allá.”25 Rasgos de legalidad e ilegalidad en el proceso político de Canela Como se ha tratado de explicar en este artículo, la mezcla entre la recuperación de la tierra como forma reivindicativa y la posterior aclaración en Bienes Nacionales por parte del Estado, dan cuenta de un 24 25 124 Entrevista Tito Pizarro, Ibid. Entrevista Tito Pizarro, ibid. Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz proceso dialéctico entre la legalidad y la ilegalidad en un procedimiento que buscaba hacer dueño de la tierra a quien la trabajaba. Al respecto, Nathan Trigo comenta cómo se produjo esta confluencia de formas de lucha en la comuna de Canela entre los años 1967 y 1973: “Bueno, una de las formas legales, la más clara era la capacidad que tenía de alguna manera el gobierno para entregar tierras. Dicho de otra manera, la distribución de la tierra que el Estado en algún minuto hace. Eso lo podríamos denominar como una forma legal, o sea, recibe la tierra, son dueños, recibe su título de dominio, son comuneros son reconocidos como comuneros. Pero también está lo otro, esto de la movilización, la toma, tomarse los predios, tomarse parte de un fundo. De alguna manera eso llegaba a la autoridad a exigir el que tuvieran de alguna forma tener que resolver esos temas. Fundamentalmente estaba la movilización, el llevar la situación a un punto de tanta tensión que obviamente el Estado o generaba las condiciones porque seguramente el propietario iba a empeñar un proceso de lanzamiento, pero este proceso de lanzamiento se encontraba con que había también una disposición de quienes laboraban la tierra, de quienes se sacrificaban por poder sacarla adelante. Eso obviamente es muy notable, o sea, esa capacidad de poder llegar a resolver esto con el más absoluto convencimiento de que había que tener éxito, creo que es uno de los hechos más relevantes de todo este proceso”26. Conclusión El presente estudio pretende poner en el tapete un tema del cual la sociedad chilena ha estado vinculada durante toda su historia republicana. Primeramente los gobiernos nacionales han debido enfrentarse al problema del agro, debiendo postergar en la mayoría de los gobiernos las medidas necesarias para un cambio en profundidad. Dentro de esto podemos rescatar las presiones externas e internas que fueron condicionando primeramente el gobierno de Jorge Alessandri (1958-1964) donde se plantea el primer proyecto de ley de Reforma Agraria. Con Eduardo Frei Montalva (19641970) se inició el proceso de reforma, en donde la modernización de la agricultura no se lleva a cabo en su totalidad, principalmente por las divisiones en el partido de gobierno. Con el gobierno de Salvador Allende (1970-1973) se amplió la aplicación del proceso de Reforma Agraria, poniendo fin a la estructura social dominante en el campo (latifundio) aunque el proceso no alcanzó a finalizar por causas del golpe de Estado de 26 Nathan Trigo, op.cit. 125 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 1973. Con la dictadura el proceso cambió hacia otra dirección, se procedió a la revocación de gran cantidad de predios expropiados durante la reforma, devolviéndolos a sus antiguos dueños, también se vendió y parceló. En el fondo no se volvió al antiguo sistema de latifundio sino que derivó en nuevas relaciones de carácter neoliberal La consecuencia más importante de la aplicación de la Reforma Agraria fue la eliminación del latifundio. La ley 16.640 que reglamentó todo el proceso de expropiación, establecía que todo predio cuya superficie excedía las 80 hectáreas de riego básica podía ser expropiado, así como también todo aquel abandonado o mal explotado, independiente de su extensión. La escasa consideración del Estado chileno en relación a los problemas sociales campesinos (salvo a mediados de los sesentas y a principios de los setentas) y la existencia de hacendados con grandes extensiones de tierra, llevaron a los campesinos a tener que organizarse con el fin de recuperar el derecho a producir en sus tierras autónomamente. Esto llevó consigo distintas formas de acceso a este derecho. Si bien por un lado encontramos la forma mercantil de acceder a ser dueños de la tierra, sea, comprándola al Estado o algún particular, por otro encontramos formas de recuperación donde los campesinos se organizaron con un fin esencial, la recuperación de sus tierras, movilizándose fuera del ámbito legal, enfrentándose cara a cara con la autoridad del patrón. 126 Al pretender conocer las formas de lucha utilizadas por los campesinos en Chile, teniendo como eje principal el caso de Canela, y su enfrentamiento con las autoridades del periodo teniendo como objetivo principal la recuperación de las tierras, nos encontramos primeramente que a nivel nacional, la reivindicación de la tierra pocas veces fue prioridad para el campesino, predominando el tema económico más que cualquier otra causa. Por lo cual encontrar en la zona este tipo de manifestación fue muy importante, puesto que viene a aportar un dato importante en el desarrollo de la historiografía social, principalmente por la dualidad que a nuestro juicio se presenta en la zona. En primer lugar la llegada de los cesantes del norte marca una tradición política importante, de la cual muchos de los sujetos de la zona se sienten parte. Tradición que se fusiona con una identidad campesina caracterizada por el trabajo de la tierra como medio de producción y la subsistencia como forma de organizarse. La forma en que los diversos gobiernos han postergado el tema del agro y su eventual abandono en relación a políticas sociales, salvo hasta la aplicación de la Reforma Agraria y su posterior radicalización en el gobierno popular, habría llevado a los campesinos a tener que luchar por sus derechos desde las herramientas que tenían a mano. Aquí nos encontramos con la primera dualidad, ya que las ideas de organización política con la cual llegaban los Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz cesantes del salitre a los lavaderos de oro de la zona norte de la comuna, son importante a la hora de comprender este proceso, puesto que estos sujetos dan un carácter reivindicativo con sustento teórico (ideas anarquistas y comunistas) que los campesinos absorben y hacen suyas. Lo importante es que confluyen con la identidad campesina, concretamente con la identidad de comunero y comunera, el cual se siente parte de un grupo o comunidad donde el aspecto cultural y su forma espacial de organizarse los lleva a convertirse en un grupo social, con códigos culturales y relaciones sociales y económicas definidas. Este aspecto cultural lleva a los comuneros a radicalizarse políticamente, sobre todo en el periodo que va desde 1967 y 1973, llegando a tomarse algunas tierras que estaban en conflicto con terratenientes que se habían asentado en la zona. Así tenemos por ejemplo, el caso de Espíritu Santo, el Totoral o el Coligüe. Debemos recordar además que todo esto convergía con el desarrollo político del país y de las leyes que de él derivaron. La otra dualidad es la utilización de los mecanismos legales de acceder a sus derechos, y la opción de organizarse fuera del ámbito de la ley. Necesidad que se hace presente principalmente en las tomas de terrenos producidas mayoritariamente en el periodo estudiado. Es importante recalcar que esta situación estaba enmarcada dentro de la coyuntura de esos años, ya que la efervescencia política en el agro se hizo evidente. Esta mezcla entre identidad pampina y trabajo campesino produjo una identidad característica en Canela especialmente en la zona norte de la comuna. La combinación de formas de luchas se desplegó entre los habitantes de esta zona del Norte Chico, pues tal como lo hemos expuesto, la recuperación de las tierras estuvo marcada por el fenómeno de tomas de terreno y su posterior inscripción en Bienes Nacionales, lo que simboliza este fenómeno. 127 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Alternativa Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Alternativa NO 25, 2007: 128 - 165 / Instituto deRevista Ciencias AlejandrodelLipschutz El dilema entre la autonomía y la cooptación. Notas exploratorias para un análisis de la relación entre el Estado y las Organizaciones Sociales Populares. Claudio Rodríguez Díaz 1. Introducción. La municipalidad, dentro del aparato estatal, es la instancia político administrativa más cercana a la vida cotidiana de los ciudadanos y ciudadanas. Es por ello que se concibe como la instancia institucional propicia para un ejercicio directo de la democracia, de la participación social, del desarrollo de los actores locales y de la solución de los llamados problemas reales de la gente. En este marco, a partir del inicio de la “transición” a la democracia, se concibió que uno de los espacios primordiales a democratizar eran los municipios. Así, a partir de 1992, se eligen los primeros gobiernos democráticos locales, los que adquieren una relevancia estratégica para el funcionamiento de nuestra incipiente democracia y desde una perspectiva política, para la inclusión de los actores, organizaciones y territorios en el quehacer y desarrollo del país, siendo así un puente estratégico entre la institucionalidad, la ciudadanía y sus organizaciones. Si bien existe un consenso en cuanto a la importancia de los espacios locales, no hay visiones similares respecto a la relación que se establece entre las organizaciones sociales del mundo popular y los municipios, desde la perspectiva de pensar estrategias que desde el mundo popular posibiliten el despliegue de iniciativas de transformación del modelo dominante. Esto remite de igual forma a la discusión sobre la incidencia real de la ciudadanía y las organizaciones sociales en la construcción de un proyecto de desarrollo país. Es decir, desde nuestra óptica, apela a la dimensión política de las prácticas sociales, las cuales pueden verse fuertemente restringidas o coartadas por los marcos de gobernabilidad que, desde las políticas sociales, más bien apuntarían al control social y a prácticas de participación funcional o tutelada, dentro de relaciones preferentemente 128 Trabajador social. Investigador ICAL Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz clientelísticas entre los actores institucionales y las organizaciones sociales del mundo popular. En este marco, aparece una tensión entre las organizaciones sociales que buscan y realizan prácticas de transformación social, contrahegemónicas o antineoliberales y el municipio. Mientras, por un lado, una mirada más proclive a establecer relaciones con el Estado y disputar y ocupar los espacios de poder institucional, recalca la potencialidad que presenta el municipio como facilitador de la participación social, el ejercicio de ciudadanía y la profundización de una sociedad democrática, por otro lado, existen visiones que ponen énfasis en la autogestión de las organizaciones, que día a día han adquirido mayor peso relativo en sectores sociales disconformes con el sistema actual, y que tiende a plantear que los actores sociales al relacionarse con el Estado, pierden autonomía y se tornan funcionales a las políticas hegemónicas, imposibilitando el avance de propuestas de cambio político de fondo al sistema neoliberal imperante en el país. Reconociendo la diversidad de opciones presentes entre estos dos polos, no es menos cierto que existe esta tensión dentro del mundo de las organizaciones populares, lo que muchas veces incluso divide fuertemente el trabajo de aquellas que se autodefinen contrarias al modelo, impidiendo la coordinación y unidad de quienes se plantean el cambio del sistema neoliberal. El Estado, por un lado, aparece como cooptador del movimiento social y las aspiraciones de transformación de éste, mientras en la otra vereda, se valora como la instancia política estratégica para el ejercicio del poder comunal y la incidencia de los actores sociales territoriales en el gobierno local. Esta tensión cobra relevancia si asumimos la premisa de que no es posible un desarrollo o profundización de la democracia sin participación real de los actores sociales. De esta forma, la discusión nos remite a la problematización de la incidencia real de los sectores de la llamada sociedad civil o “tercer sector” en el desarrollo del país y la tensión existente entre democracia y participación social en el contexto actual de desarrollo. Es en este sentido, -y pensando en contribuir a un debate que se sitúe en la generación de espacios de poder y transformación a nivel local, y que entregue visiones que permitan avanzar en esta tensión,- que se presenta la necesidad de indagar si es que la relación de los actores y organizaciones sociales populares con el Estado y sus programas, en este caso con los gobiernos locales, de por sí implica establecer una relación de cooptación de los actores locales, de su autonomía y proyecto social del que son portadores y de cuáles serían, por tanto, los caminos para el despliegue de un proyecto popular anti-neoliberal, desde la conjunción de los actores sociales y políticos a nivel local. ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 129 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Este artículo da cuenta de reflexiones preliminares que apuntan a esta problemática, para lo cual se propuso conocer experiencias concretas que nos permitieran indagar en dicha tensión. Para ello se eligieron dos casos de relación entre actores sociales y gobierno local. Se procuró rescatar una experiencia que desde el municipio propiciara una política de participación, mientras la otra cumpliese ser una en que la participación fuese desde la demanda y acción organizada de los propios pobladores. Así, se eligieron los casos de Presupuesto Participativo de San Joaquín y de la Coordinadora de Pobladores de la José María Caro en la comuna de Lo Espejo, ambos en la región Metropolitana de nuestro país. 2. El Estado y las políticas sociales en la postdictadura. Participación de la sociedad civil: una deuda pendiente. La llegada de la democracia abrió importantes expectativas respecto al papel del Estado y su relación con la sociedad civil. Se vislumbraba un nuevo escenario, que dejaba atrás un período de distanciamiento y contradicción entre el desarrollo del país, el papel del Estado y la contribución de la sociedad civil organizada, específicamente los actores del mundo social y popular en esta tarea. Durante el gobierno dictatorial, la participación de la sociedad civil se restringió a actores empresariales y se excluyó de la esfera pública al mundo social popular organizado, a los actores sociales vinculados a movimientos -ya sea poblacional, gremial o sindical- o intelectuales e instituciones que pudiesen tener una mirada crítica al profundo cambio que se realizaba. El ajuste que implicaba un nuevo modelo de desarrollo capitalista, basado en la iniciativa privada, requirió de un Estado con un nuevo perfil, de carácter esencialmente regulativo y de corto alcance. El rol ejecutor y de responsabilidad social que antiguamente recaía en el Estado quedó supeditado al ámbito privado. El Estado Benefactor daba paso a un Estado Subsidiario, cuyo rol era esencialmente paliar la situación de aquellos sectores que quedan fuera del ámbito privado en el acceso a los servicios sociales básicos. El ejemplo más emblemático de esta situación lo constituyó la privatización de los servicios básicos como educación, salud y previsión social de inicio de la década de los ochenta. 130 En este escenario, el inicio del período de transición a la democracia puso en evidencia el acuerdo cupular entre los partidos de oposición y el gobierno militar, lo que se tradujo en una salida democrática asentada básicamente en la reapertura de los espacios electorales pero en la mantención de numerosos enclaves autoritarios -como el sistema electoral binominal, el Consejo de Seguridad Nacional –COSENA- o la Ley Orgánica Constitucional de Educación –LOCE-, entre otros, todos encaminados al objetivo final Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz de consolidar y perpetuar el modelo neoliberal implementado a partir de 1975. Ello consolidaba no solo un triunfo político, si no esencialmente ideológico. En definitiva, se dejaban excluidos a amplios sectores de la sociedad civil, como da cuenta Gonzalo De la Maza en su análisis sobre la relación entre políticas públicas y sociedad civil en la post dictadura. Así, hoy se reconoce la salida pactada de la dictadura entre la élite política y empresarial, que para asegurar un marco de gobernabilidad y paz social, invalidó en los hechos al denominado “tercer sector”, al movimiento social y a los sectores populares como actor político en el proceso de transición democrática. Esto genera un primer marco para contextualizar la participación en período de postdictadura, referido a la tensión entre gobernabilidad y democracia en nuestro contexto político, expresada en una serie de limitaciones a la soberanía popular y a los espacios de participación social. La salida era propia de las élites políticas y económicas; así la participación y soberanía popular que expresen una democratización real del país, asumió el costo de dicho paso y una tarea aún hoy pendiente. De esta forma la gobernabilidad fue la bisagra entre el Estado y la sociedad civil, lo que condicionó las políticas sociales y la participación social del período descrito. En dicho contexto, la falta de participación desde la sociedad civil, la desarticulación de la asociatividad en el mundo popular y la atomización del movimiento social fueron generando un escenario de alta exclusión social, lo que paradojalmente se ha vuelto una amenaza para la propia gobernabilidad que requiere el sistema. Dentro de autores vinculados en dicho período a la propia Concertación, podemos encontrar también una autocrítica frente a la falta de participación real de la sociedad civil en la última década y a cómo ello afecta los niveles de democratización de nuestra sociedad. Para Adolfo Castillo, por ejemplo, la crisis de la política actualmente se explica por la fractura entre el sistema político y la sociedad civil. “La brecha entre democracia y sociedad civil, radica en la insuficiencia de las concepciones políticas vigentes para comprender y orientar los nuevos procesos sociales abiertos tras los escenarios de polarización del siglo pasado.” Así, apela a la incapacidad de conducir los cambios que ha tenido el sistema político. Para el autor, no solo ha cambiado el rol del Estado, sino la propia configuración de la sociedad civil. El cambio del mapa cognitivo desde una matriz “estado-céntrica” a una regulada por el mercado, genera nuevos tipos de asociatividad. Antes había una vinculada a los sujetos concretos de cambio como el proletariado Para mayor información ver en Gonzalo de la Maza, Tan lejos, tan cerca. Políticas públicas y sociedad civil en Chile. (LOM Ediciones. 2005). Adolfo Castillo, “Reseñas de las relaciones entre sociedad civil y Estado en Chile durante la transición a la democracia”. p.3, en www. Forodelasociedadcivil.cl. ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 131 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz y los pobres de la ciudad y el campo. Hoy ésta se presenta en torno al logro de objetivos por parte de actores y sujetos que no adhieren ni al socialismo ni al capitalismo como formas de dar sentido a su mapa cognitivo. Desde nuestra óptica, se va configurando un escenario no solo más diverso, sino también más disperso, lo que desde la visión de los movimientos sociales y la participación de los actores en la construcción de ciudadanía, configura un mapa en que el desafío es mayor, ya que si antes la participación del mundo popular estaba claramente canalizada en las instituciones, partidos políticos o el mismo Estado, y orientada por un horizonte de cambio del sistema capitalista, hoy se asume desde una heterogeneidad tal que no encuentra fácilmente caminos de articulación para la diversidad de actores sociales, por lo que está menos empoderada en función de la ingerencia real que dicha participación puede tener en el devenir social y político, más aún cuando no hay proyectos políticos de transformación social en el imaginario colectivo. Desde esta perspectiva entendemos que la participación social queda muy condicionada al contexto político. Autores como el propio Castillo, plantean que la responsabilidad no es solo de la clase política, sino de la propia sociedad civil que cede espacios y terreno a esta lógica de construcción democrática partidaria y elitista que se instala. Así apunta por ejemplo a la necesidad de la autocrítica de quienes adhirieron al proyecto político de la “transición” y que no han puesto límites a dicho apoyo. Señala al respecto: “Quienes desde la sociedad civil hemos apoyado los esfuerzos por democratizar Chile, construir ciudadanía, y avanzar a un país más abierto al debate y los cambios, debemos asumir nuestra cuota de responsabilidad ante los déficit observables. No se trata de llorar sobre la leche derramada, sino de reconocer con honestidad que debimos haber puesto límites a nuestra adhesión, a la vez que involucrarnos más decididamente en las demandas y anhelos del pueblo.” . De esta forma, al finalizar la década pasada, tomó fuerza un cierto desencanto con los resultados del proceso de transición, el papel de la sociedad civil y el proceso de democratización en el país. Uno de los aspectos centrales de esta crítica tiene que ver con la generación de una sociedad excluyente, incapaz de incluir a todos sus actores, lo que incluso puede ser caldo de cultivo para el surgimiento de grupos críticos que al no sentir espacios de inclusión y participación real son más amenazantes para la estabilidad y paz social que requiere el sistema. Castillo, ibid. Esto hoy tiene mayor fuerza y se expresa por ejemplo en la preeminencia de políticas de seguridad y control social, que tienden a dar soluciones más punitivas a problemas como la delincuencia, el tráfico y consumo de drogas y a la violencia social existente. Esto incluso ha llevado a homologar ésta con la violencia política y el descrédito a las movilizaciones sociales de tipo reivindicativo y crítico al sistema neoliberal, criminalizando la protesta social. 132 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz En este escenario creciente de fragmentación social, se enmarcan los esfuerzos de la Concertación para el fortalecimiento de la sociedad civil, entendiendo que no es posible una real cohesión social sin mecanismos efectivos de participación ciudadana. Así, se generaba un cuadro de cierto consenso respecto a esta debilidad en nuestro funcionamiento democrático de la década post dictadura. De tal manera, previo a la elección de Ricardo Lagos como Presidente de la República a fines de 1999, éste se comprometió a generar un marco institucional que avanzara hacia la generación de un “nuevo trato” entre la sociedad civil y Estado. De esta manera, se conformó en el año 2000 el “Consejo Ciudadano”, conformado por representantes de la sociedad civil y el Estado, el cual reconoció la necesidad de un marco más amplio que permitiera a entes representativos de la sociedad civil tener una interlocución válida con los actores gubernamentales, estatales y mundo privado que, respetando la autonomía de las organizaciones sociales, favoreciendo también avanzar en la profundización de la democracia. Políticas sociales El cambio de rol del Estado a partir del gobierno militar tuvo como resultado el cambio en la concepción y rol de las políticas sociales. Ello implicó que las distintas intervenciones sociales cambiaran desde un paradigma colectivo a uno individual, lo cual se mantiene hasta hoy. En este sentido, interesante nos parece recoger el planteamiento de Javier Corvalán, quien, basado en una matriz de análisis de paradigmas de intervención social dada por el intelectual francés Guy Bajoit, da cuenta de cómo las políticas públicas en la década pasada se insertaron en un paradigma individual, ya sea para una intervención competitiva o integradora, dejando atrás el paradigma de acción colectivo que desde ala sociedad civil se impulsó en los 80, ya fuese en su forma más militantista o de conflicto social. Así, bajo otro paradigma de política pública, la Concertación intentó dar solución a los principales problemas heredados de la dictadura. Hubo un desarrollo de políticas y programas sociales, con un énfasis en la superación de la pobreza y la generación de igualdad de oportunidades como objetivos centrales, recogiendo nuevas temáticas, como el de los pueblos originarios, medio ambiente, mujer o el de la droga, por citar algunos. De esta manera, Si bien es un espacio que institucionaliza el tema, abrió otros a partir de este diagnóstico. De allí surge la idea de avanzar en la conformación del Foro de la Sociedad Civil, el cual pretende surgir como un referente que incida en las decisiones frente al Estado, representando la diversidad de expresiones y asociaciones presentes en el mundo social en nuestro país, aunque el mundo organizacional local no tiene mayor representación en dicho espacio, dando cuenta de una limitante. Javier Corvalán, “Los paradigmas de lo social y las concepciones de intervención en la sociedad”. Documentos CIDE Nº 4. 1996. ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 133 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz surgieron distintos servicios públicos, los que se insertaronn en distintos ministerios con el objeto de coordinar las respectivas políticas sociales como FOSIS, CONADI, CONACE, SERNAM, entre los principales. Así, la integración y la participación social se constituyeron en objetivos y ejes estratégicos de la política pública. No obstante, nos encontramos ante políticas no solo focalizadas, sino que operaban de manera fragmentada, muy sectorializadas, lo que redundó en una participación social más reduccionista e instrumental. Es así como esto ha limitado los reales niveles de incidencia de la sociedad civil. Coincidimos con Gonzalo De la Maza en señalar que “estas instituciones estatales (en referencia a los distintos servicios y agencias creadas durante el gobierno de la concertación) han contribuido a la existencia de un conjunto de organizaciones sociales de distinto tipo, las que han accedido en un momento u otro a la ejecución de proyectos. Sin embargo, el sistema ha mostrado múltiples limitaciones para el desarrollo de una sociedad civil autónoma y con mayores capacidades: bajo el monto global comprometido y la excesiva fragmentación de los proyectos, los continuos cambios en las condiciones de los concursos, la corta duración de los proyectos, el carácter instrumental de la participación y la multiplicación de “ventanillas” (donde presentar iniciativas)” . Pero ¿cuál es el marco en que dichas políticas se desarrollan?, ¿cuál es el papel y la capacidad real del Estado en este ámbito?. La consolidación del modelo neoliberal ha implicado subordinar las distintas áreas de desarrollo al marco de las condiciones de gobernabilidad, estabilidad social, y mantención de los índices macroeconómicos que sustentan el éxito del modelo. El costo de dicho escenario se sufre y vive en los espacios cotidianos, asignados a la invisibilizada microeconomía, donde la precariedad laboral se asocia al debilitamiento de los espacios comunitarios y al surgimiento de distintas problemáticas asociadas a dicho proceso de desarrollo -como la droga o la delincuencia y violencia social- que hacen que la calidad de vida de los sectores populares diste de estar a la par de los índices del supuesto éxito económico del país. De tal forma, en la etapa de implementación del modelo, la función del Estado quedó supeditado a paliar las condiciones de quienes quedaban fuera del tren modernizador neoliberal. Luego, en el período de transición democrática se intentaron generar capacidades productivas de subsistencia para quienes eran excluidos del modelo. De igual manera, el rol subsidiario del Estado requirió de una mayor eficiencia del gasto social. En este sentido, las políticas de focalización comienzan a regir –y aún lo hacen- el diseño 134 De la Maza, op.cit. p. 77. Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz de las políticas sociales, aunque se reconocen diferencias entre el período de transición y el de dictadura. Investigadores como Manuel Antonio Garretón, plantean la imposibilidad de solucionar las problemáticas sociales dentro del orden estricto o “puro” de aplicación del modelo neoliberal, revalorizando la importancia que sigue teniendo el Estado. Esto sería un punto de diferenciación entre la política social de la Concertación y la de la dictadura, en tanto en el nuevo escenario ésta se concibe como un elemento central para la superación de la pobreza y la desigualdad social que el propio modelo genera, revalorizando su carácter promocional y participativo y asignando un rol distinto al Estado. Ello refiere a una visión que denomina más “estaticista” que daría cuenta de la necesidad de redimensionar el necesario papel del Estado, avanzar en un proceso de modernización, de nuevas funciones y capacidades de gestión y control, que no es similar a un proceso de “jibarización”, asociado principalmente a la aplicación de políticas focalizadas, de tipo asistencial como predominan en la dictadura, ni a que implique para el Estado tan solo la reducción de su alcance, envergadura y burocratización. Así, la concepción de un rol más activo por parte del Estado, implicó políticas de integración y participación social en este escenario de consolidación del modelo. A partir de los gobiernos de la Concertación, la participación ha estado fuertemente mediada por el marco de la ejecución de proyectos sociales, en que las organizaciones de la sociedad civil compiten por la adjudicación de fondos concursables.10 Este mecanismo es reconocido como el ente articulador esencial de la participación social y se asocia a la estrategia de la política social de gobierno que, junto con fortalecer un nivel básico de ciudadanía través de políticas sectoriales (salud, educación, vivienda, seguridad social, trabajo y justicia) busca el desarrollo de programas específicos de promoción y capacitación a sectores pobres o vulnerables que superen las políticas meramente asistenciales del período militar. Como señala Dagmar Raczynski, “contrariamente al ‘dar ayuda’ (subsidio a los más pobres), los programas buscan proveer a los sectores pobres y vulnerables de herramientas para que por su propio esfuerza superen su situación. El propósito es habilitar, generar capacidades y abrir Manuel Antonio Garretón, Política y sociedad entre dos épocas. América Latina en el cambio de siglo. (Ed. Homo Sapiens, 2000). p. 103 10 Estos por lo demás presentan altas limitaciones desde el plano técnico, pues generalmente predeterminan objetivos y plazos –generalmente acotados en una lógica resultadista producto de obtener la mayor rentabilidad social posible- que desconocen la propia dinámica de las organizaciones y la comunidad. ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 135 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz oportunidades para que los sectores pobres y grupos vulnerables tengan voz, se organicen y participen en la solución de los problemas que les afectan. Para ello el principal mecanismo es el de los fondos concursables.11 Esto, desde nuestra experiencia, hace que la aplicación o el vínculo con las políticas públicas por parte de la sociedad civil, junto con ser muchas veces correas transmisoras de políticas centralizadas, tienda a generar una mayor atomización de las organizaciones, quienes entran a competir por recursos, aplicando programas que no tienen muchas veces que ver con el despliegue de un proyecto propio como actor social. De esta forma, pierde importancia el papel más político de la sociedad civil, ya que muchas organizaciones centran el trabajo en sus propias dinámicas –por ejemplo los centros de madres, clubes de adulto mayor o los propios clubes deportivos grafican esta lógica-; mientras por otro lado, organizaciones que podríamos definir como más “políticas”, -como juntas de vecinos o las propias ONGs- entran a tratar de subsistir mediante la ejecución de proyectos que mayoritariamente responden a las lógicas de quienes la financian, como el gobierno central o comunal. Por su parte, en cuanto a los objetivos de la política social, siguiendo el planteamiento de Garretón, el fin último es construir sociedad, aunque ello ha estado subordinado y no es tan claro como lo ha sido la política económica. “Ello significa un cierto nivel de igualdad entre sus miembros, una calidad de vida definida de acuerdo a la diversidad cultural de quienes la forman y la existencia y desarrollo de actores y redes sociales que le den sustento a la ciudadanía.”12. Ello sería posible y esperable dentro del marco del desarrollo democrático de éstas, distinguiendo los procesos de democratización política y social. La primera se refiere esencialmente a un cierto ethos, asociado a principios y valores que van más allá de los mecanismos institucionales y que favorecen la conformación de la sociedad desde un punto de vista político. Esto se refiere a ideales clásicos como igualdad, libertad y fraternidad. En tanto, la democratización social se referiría más bien a la disminución de desigualdades y a la construcción de actores sociales autónomos que representen y movilicen sus demandas. Para el autor, la instalación de los regímenes de corte autoritario –y los modelos de desarrollo acorde al consenso de Washington, agregaríamos nosotros- han tenido un efecto sobre el tradicional predominio de valores comunitarios e igualitarios con los que se construyó la democracia en Dagmar Raczynski, “Políticas sociales en los 90 en Chile. Balance y desafíos”, en El modelo chileno. Democracia y desarrollo en los 90. Paul Drake e Iván Jaksic (compiladores) (Lom. Colección sin Norte. 1999). P. 131. 12 Garretón, op.cit. 11 136 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz nuestros países. Esto, a nuestro juicio, en el caso chileno es claro, y da cuenta del énfasis en el fortalecimiento de las instituciones y los mecanismos de vinculación con el Estado, más que con el desarrollo de lo que podemos denominar “sociedad civil” o más específicamente los actores sociales autónomos a que hace referencia Garretón como constituyentes de una democratización social. De tal forma, el resultado de las políticas sociales sería el fortalecimiento más bien de la dimensión política que la social, dada las condiciones de atomización, desarticulación y falta de estado sólido y organizado de los actores sociales, lo que se sumaría a la multidimensionalidad de la desigualdad 13. Desde nuestra perspectiva, compartiendo en principio la idea de Garretón respecto a que el rol de las políticas sociales ha estado más bien alejado de la democratización social, es cuestionable que el hecho de un mundo popular “poco sólido” u “organizado” de cuenta de la falta de democratización social. Más bien creemos que hubo conciencia de la falta de voluntad política de reconstituir el tejido social que se vio fuertemente desarticulado y atomizado por la propia dictadura. Los valores comunitarios y sociales de nuestro ethos fueron el costo necesario para el proceso de consolidación del modelo en el período de transición. Así, la separación de este mundo social del político es un efecto de este proceso. Desde otra óptica, para un sector más crítico, el objetivo de integración al modelo condicionó –y aún lo hace- todo el carácter y limitaciones de las políticas sociales; el modelo neoliberal necesita políticas sociales funcionales a su consolidación y permanencia. Así, el Estado Neoliberal en el contexto de globalización actual debe ser de bajo o nulo alcance. Sin niveles de decisión real; casi un celador del modelo. Como plantea el historiador Gabriel Salazar, respecto a su forma actual, “su presencia debe ser formal, de apariencia, y no debe interferir en la circulación libre del que, desde las grandes carreteras virtuales “produce” hoy la mayor parte de la realidad: el capital financiero mundial.”14. En este escenario, continúa Salazar, el Estado entra a operar a través de sus políticas sociales, las que tienen como objetivo último, generar mayores condiciones de competitividad ahí donde nuestra sociedad no la tiene. Para ello se vale de agencias privadas, consultoras y ONGs para poder generar dichas condiciones y paliar los efectos no superados por el modelo, administrando programas de empleo (vía Fosis u otros servicios), fondos de capacitación (vía Sence) –entre los principales- para aumentar el capital humano hacia Ibid, p. 105. Gabriel Salazar, “Ricardo Lagos, 2000-2005. Perfil histórico, trasfondo popular”, en Gobierno de Lagos: balance crítico. Varios autores (LOM. 2005). p. 82. 13 14 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 137 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz uno más competitivo. Es decir, debe completar la tarea que los privados, el mercado y las propias condiciones de la sociedad civil no presenta. En palabras del autor: “el Estado neoliberal es, de arriba abajo, una sola mentira en todo lo que tiene que ver con el desarrollo político y social del país; y esto, porque necesita privilegiar, a como de lugar, las entradas y salidas especulativas del capital financiero internacional.” 15. Así las cosas, el mundo popular o la “baja sociedad civil” habría tomado un rumbo claramente divergente del que ha seguido la clase dirigente. Ello explicaría la baja credibilidad en el sistema político (dado por altos niveles de abstención y baja inscripción en los registros electorales, sobre todo por parte de los jóvenes), y la generación de instancias propias de sociabilidad y proyectos que se dan sobre todo a nivel local o territorial. La generación de instancias propias de identidades sociales e históricas en este contexto, continuando lo planteado por Salazar, se hacen dentro, fuera o al filo de Estado de derecho. Es una lucha subjetiva y cultural autónoma que puede llegar a configurar un “segundo mercado, un mercado negro”, social, político, autoeducativo y trans-histórico que está demostrando tener más sentido humanista que el “ancho y ajeno” mercado globalizado.16 Es la propia transición por abajo, que circula y se recrea sobretodo en los y las jóvenes excluidos o como definen las políticas oficiales, de los “grupos vulnerables.” Estos son los argumentos centrales que dan sustento a las propuestas de desarrollo autónomo de las organizaciones sociales, que resaltan la necesidad de no vincularse con el Estado. De tal manera, la autogestión asoma como la principal estrategia orgánica y política para muchos de estos grupos y organizaciones sociales antisistémicas, La posibilidad de construir alternativas al neoliberalismo se hace, desde esta óptica, en una práctica concreta, autoeducativa, transformadora y en confrontación con el Estado neoliberal; bajo su alero, solo la cooptación del movimiento social popular lograría imponerse. Tipos de participación social Existe una importante variedad de definiciones y debates acerca de la participación social. A la luz de lo que hemos venido desarrollando en torno a la participación de la sociedad civil en el últimos años y para efectos de nuestro trabajo, entenderemos ésta como la generación de instancias, acciones y procesos sociales en que los actores y organizaciones sociales, realizan un efectivo proceso de toma de decisiones en el ámbito de la gestión social y la definición política de los asuntos que son de interés de su organización y/o comunidad. 138 15 16 Salazar, ibid. p. 87. Salazar, ibid. p. 97-99. Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Si para los economistas la década de los ochenta fue la “década perdida”, producto de los períodos de crisis y recesión que afectó al continente y en particular a nuestro país, podemos aventurarnos en señalar que desde la perspectiva de la participación social, los noventa se constituyen como la “década pérdida”, en que el resultado predominante fue la desarticulación del tejido social comunitario que había tenido un preponderante rol y protagonismo durante el período de dictadura. En este escenario, el papel de la participación social en las políticas públicas ha tenido grandes limitaciones. Si bien ésta ha sido definida como una de las líneas estratégicas de las políticas sociales, en la práctica el concepto de participación que se devela es uno muy restringido y acotado. Así, en las políticas sociales la participación es circunscrita a la ejecución de programas definidos normalmente de manera centralizada. Esto opera tanto a nivel de programas o servicios centrales como en el ámbito local, preferentemente por las municipalidades. Esto también tiene una expresión concreta en el mundo popular. Como veíamos anteriormente, las nuevas instituciones y agencias intermedias son las que mantienen contactos más permanentes con las organizaciones del sector donde trabajan y han constituido un sinnúmero de instancias de participación en distintos niveles de implementación de la política. Sin embargo, el formato de proyectos de corta duración reduce la participación a una dimensión meramente instrumental (la obtención del proyecto) y no permite la construcción de una asociatividad de tipo más permanente entre las organizaciones populares. Las metas, tiempos, modalidades y productos esperados de las instancias participativas, muchas veces se tecnocratizan o, en el peor de los casos, generan relaciones clientelares, en la medida que se subordinan a la agenda de la institución o servicio. La multiplicación de instituciones especializadas que convocan a la sociedad civil independientemente unas de otras, produce como efecto una asociatividad fragmentada y efímera.17 Esto puede operar para las organizaciones sociales como para las propias instituciones de la denominada sociedad civil. Gabriel Salazar dice que se asistiría en la década pasada a la “formación de un inquieto estrato intermedio de agencias informáticas, ejecutoras y sociocráticas (consultoras y ONGs de segunda generación) que tiende de algún modo a interconectar paradigmas, a ensamblar todos los discursos y, tal vez a largo plazo, a favorecer la reproducción retóricamente mejorada de los discursos centrales de dominación.”18 De esta forma, se cierra el círculo De la Maza, op.cit. p. 76. Gabriel Salazar, “Del modelo neoliberal en Chile: la difícil integración entre los pobres, los intelectuales y el poder (1989; 1995)”. PAS Taller de reflexión. Serie Documentos de análisis. 1995. Santiago de Chile. PP 70-71 17 18 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 139 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz en torno a las agencias privadas y ONGs que empiezan a tener un rol menos activo en las políticas sociales que el que hubiesen esperado con la post dictadura, convirtiéndose en muchos casos en empresas sociales –fin de lucro incluido- como en otros en meros transmisores de las políticas sociales estatales y de los distintos agencias de servicios que licitan los programas. En síntesis, podemos decir que la participación social en la década pasada tuvo un carácter limitado. Esto, que podemos denominar “participación tutelada”, estaría dado tanto por el marco político que consideraba esencial la mantención de un status quo que permitiese dar viabilidad a la transición, como por la preeminencia de los objetivos “integradores” de la política pública. Esto se mantiene en términos generales hasta hoy en día, si bien se han generado políticas de fortalecimiento de la sociedad civil intentando abordar éste déficit, como el Foro de la Sociedad Civil, o el Consejo para el desarrollo de la sociedad civil desde la División de Organizaciones Sociales, que dan cuenta de la necesidad de contar con un “tercer sector” –entendido este como el sector fuera del gobierno y de los partidos políticos- activo en la ejecución y diseño de las políticas y el desarrollo del país. Respecto a los tipos de participación, hay una variedad de tipologías. Podemos distinguir esencialmente aquellas más pasivas de las más protagónicas. Siguiendo el esquema planteado por Adolfo Castillo, que recoge y sintetiza las dimensiones más comunes a la hora de distinguir los procesos y tipos de participación, distinguiremos cinco niveles: informativo, consultivo, decisorio, co-gestionario y de control y evaluación19. En los últimos tres niveles donde tiene lugar una participación más protagónica; desde nuestra mirada, aquella en que éstos tienen un mayor nivel de ingerencia real en un proceso de toma de decisiones sobre asuntos de su interés y de su comunidad. Por otro lado, distinguiremos dos estilos básicos de participación: el clientelístico y el autogestionario. La forma clientelística está más bien asociada al estilo tradicional de ejercicio del poder de las élites políticas con los sectores populares y la ciudadanía en general. En esta modalidad, lo fundamental está dado por la posibilidad que tenga el actor o individuo de conseguir la satisfacción de una necesidad o la consecución de un servicio. Esto redunda en que se genera una relación de dependencia entre el ente que asigna y el que recibe. Quien entrega lo hace a cambio de la Adolfo Castillo, “La deliberación ciudadana y la experiencia del presupuesto participativo de San Joaquín”, en Claudio Fuentes y otros autores, Desafíos Democráticos. (LOM-Flacso Chile. 2006). p.177. 19 140 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz adhesión política y quien recibe, valora dicha adhesión como mecanismo compensatorio que, por lo demás, asegura la continuidad de dicho servicio o bien recibido. Por su parte, en la relación de tipo autogestionario, prima la visión e independencia del actor u organización social, quien entra en negociación para la obtención de sus intereses. Lo que distingue ello es que la consecución de éstos no depende exclusivamente de la relación con el municipio u otra institución, sino que estarían muchas veces dados independientemente de que establezcan dicha relación.20 Es decir, el accionar de dicha organización es independiente de la mediación o apoyo que reciba. En este caso, mayoritariamente, las organizaciones tendrían una concepción política propia, no mediada necesariamente por la relación con la autoridad o institucionalidad con que se relacionan. Finalmente, nos parece importante distinguir las dimensiones de la participación, tanto la política como la social que están implicadas en una práctica social. Toda organización desarrolla una labor o trabajo social, pero esta no sólo tiene determinados fines sociales, sino responde a un marco político que la sustenta. Por lo general, en los últimos años ha ocurrido que estos marcos no se evidencian, o pareciera que el marco político no estuviese implicado necesariamente en el trabajo de las organizaciones. No obstante, asumimos que de manera explícita o implícita, toda práctica social de una organización tiene una dimensión política, en relación a cómo ella se sitúa en el marco político y cómo contribuye, de manera conciente o no, a la transformación, mejoramiento o mantención de éste. La pregunta que surge es que si en nuestra práctica se constata que los tipos de participación que predominan son clientelares, más bien asociados a niveles informativos o consultivos y en un marco que restringe la participación a un ámbito social, ¿implica ello que se debe desechar toda vinculación con el Estado, en tanto este tiende a la cooptación del rol político de las organizaciones sociales por medio de las políticas sociales? o, efectivamente, ¿se puede entrar en una relación con el Estado que permita a las organizaciones desplegar sus proyectos políticos en tanto sujetos de la acción social que realizan? Si ello es factible, ¿es lo local un ámbito que permitiría repolitizar a las organizaciones sociales? Estas preguntas han estado presentes en la discusión de las organizaciones que se autodenominan o identifican como anti-neoliberales. Ante ello, existen a lo menos dos tendencias que en la práctica han generado una fuerte diferencia y en otros casos división dentro de lo que podemos denominar la expresión más asociada al movimiento popular de la sociedad civil. Hugo Cuevas, “La relación Comunidad Municipio”, en Pobreza en Chile. Estrategias de intervención. Cuadernos de Prácticas sociales. U. Arcis. P. 111-150. 20 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 141 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Mientras por una parte, un sector de organizaciones no establece ninguna relación con el Estado, en tanto este coopta la posibilidad de construcción de prácticas anti-neoliberales, por otro, existen organizaciones que ven como un derecho el acceder a los fondos estatales y municipales para dar forma a sus proyectos como organización. Para ello, el desarrollo local y los procesos de fortalecimiento y protagonismo de los actores sociales, puede ser una herramienta importante para el trabajo sociopolítico de las organizaciones sociales y el desarrollo de prácticas y experiencias de participación con un tinte altamente transformador. En ello el municipio aparece como un espacio que puede abrir canales para su curso, sin restar necesariamente autonomía al trabajo de las organizaciones. Municipio y participación La discusión actual en torno al desarrollo local y la participación social sitúa a la comuna o municipio como un espacio adecuado para canalizar la participación de la ciudadanía y fortalecer el vínculo entre el sistema político institucional y la cotidianeidad de los ciudadanos. Esto, en el marco de la generación tanto de políticas e iniciativas para el desarrollo del territorio local, como de las implicancias propias de ejercicio de una ciudadanía activa, orientada a desplegar las potencialidades que estos espacios ofrecen para el ejercicio práctico y concreto del ejercicio democrático. Lo local se define como un espacio inserto dentro de un contexto más amplio y que en sí mismo contiene los factores, capacidades o potencialidades para desencadenar procesos de desarrollo con cierta autonomía de los contextos en los que se inserta. Di Pietro plantea que “lo local es un concepto relativo a un espacio más amplio. No puede analizarse lo local sin hacer referencia al espacio más abarcador en el cual se inserta (municipio, departamento, provincia, región o nación). Actualmente se juega con la contraposición ‘local/global’ mostrando las paradojas y relaciones entre ambos términos”21. En general, las definiciones de lo local carecen de cierta precisión, pues es relativo no solo a un territorio, sino también a procesos identitarios de quienes lo conforman, por lo que no es fácil establecer una unidad operativa que de cuenta de lo verdadera o puramente local. A partir de esta caracterización de lo local en referencia a otros espacios y su posibilidad de desarrollo con relativa autonomía, entenderemos el municipio como la instancia local de gobierno con mayor arraigo territorial, más cercano a la gente y, por tanto, una unidad operativa central Citado en Sergio Boisier, “Desarrollo (local): ¿de qué estamos hablando?”, en Antonio Vásquez Barquero, Oscar Madoery (Compiladores), Transformaciones globales, instituciones y políticas de desarrollo local.”. (Ediciones Homo Sapiens. Buenos Aires. 2001). p. 57. 21 142 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz en torno a la cual desarrollar el trabajo sociopolítico. Su función es ser un actor que a nivel local vele por las condiciones mínimas de calidad de vida y desarrollo social y económico de la comuna, sus organizaciones y habitantes en general. No obstante presentar enormes potencialidades para el trabajo y desarrollo local, el municipio contiene una serie de tensiones y desafíos para su labor. Alejandro Díaz plantea una caracterización interesante del municipio actual, menos centrada en lo administrativo y más orientada a los objetivos de dicha estructura. Esta definición la entiende como una institución en permanente conflicto entre su propia estructura y el tipo de gestión que de ella se espera, sobre todo en materia de calidad de servicios y participación social, lo que genera un cuadro que fluctúa de las expectativas a la frustración. En palabras del propio autor, “la municipalidad se encuentra en un momento de crisis en tanto está tensionada por una demanda de modernización por parte del Estado y el gobierno central y por otro, desde los sectores comunitarios por una demanda de mayor participación y gestión de los bienes, servicios y políticas sociales.” 22. Entendemos de esta forma, que se concibe como un espacio demandado y estratégico para la propia comunidad. Todo este escenario requiere de un nuevo Estado, más dinámico, flexible, con capacidad para asumir este nuevo rol, que se plasma en el proceso de “modernización del Estado”, el cual tiene como uno de sus ejes centrales la descentralización. Es indudable que a la fecha estos esfuerzos no son más que el traspaso de cuotas de poder y ejecución de políticas a nivel local por parte de los municipios, intendencias o gobernaciones. De esta manera, se habla de una tendencia a la desconcentración de poder y funciones desde el nivel central, pero en la práctica no se contempla la participación de la sociedad civil popular ni del mundo social organizado como actores en estos procesos de desarrollo (23). No obstante, distintos sectores políticos coinciden en la necesidad de avanzar hacia una efectiva descentralización, lo que debería incluso apuntar a establecer Consejeros Regionales electos por la ciudadanía, elección popular de Intendentes, entre algunas medidas políticas a implementar, que hoy son parte de la agenda en materia de modernización del Estado y Descentralización. Si revisamos el funcionamiento de los municipios en Chile, vemos que éstos tienden a reproducir el esquema de concentración vigente en Alejandro Díaz, “Condiciones políticas y técnicas para producir procesos de innovación en la gestión pública municipal”, en Gabriel Salazar y Jorge Benítez (compiladores), Autonomía, Espacio y Gestión. El municipio cercenado. (Universidad Arcis-LOM.1998). p. 111. 23 Para un análisis crítico del proceso de descentralización se sugiere ver de Diego Palma, “Las dificultades y desafíos de la descentralización”, en Salazar y Benítez, op.cit. p. 71-88. 22 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 143 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz nuestro país. Efectivamente, la figura del alcalde tiene un peso único a la hora de desarrollar las políticas locales de desarrollo, lo que en no pocas ocasiones los transforma en verdaderos “patrones de fundo”, con relaciones fuertemente paternalistas y asistencialistas, utilizando de forma clientelística las dependencias y departamentos municipales, asegurando de paso su permanencia en el poder. En este marco, la participación ciudadana tiende a ser instrumental, informativa o a lo más consultiva, pues los niveles de incidencia no son efectivos. La participación queda reducida a la aplicación de proyectos o tareas específicas, pero no hay espacios de empoderamiento real, que impliquen el avance hacia municipios más democráticos, en que el poder local sea capaz de incluir los intereses de la ciudadanía y las organizaciones sociales. Un ejemplo del tipo de participación en los gobiernos locales lo refleja el nulo funcionamiento que han tenido los Consejos Económicos Sociales Comunales –CESCOS-, los que más allá de estar limitados por el propio marco legal que los hace ser un órgano consultivo, sin poder de decisión, el cual recae finalmente en la figura del alcalde, tampoco desde una perspectiva de participación han tenido un funcionamiento real. Es decir, grafican claramente como en un espacio local, cercano a la gente, la lógica de desconcentración del poder prevalece sobre la de la descentralización, generando un cuadro restringido para una participación ciudadana efectiva, con espacio de incidencia real en las políticas de desarrollo territorial. Nos referimos entonces a que los espacios comunales, desde la perspectiva de la participación ciudadana, deben traducirse en instancias de ejercicio y fortalecimiento continuo de una democracia, en que los actores locales puedan ser parte de la definición de las políticas de desarrollo para su territorio y entorno inmediato. En este sentido, encontramos que bajo la lógica de la desconcentración, lo que se reproduce mayoritariamente es una lógica verticalista del poder, que no propicia espacios de participación real y que desafía por tanto a generar las instancias técnicas y políticas que permitan una efectiva participación de los actores y organizaciones sociales. 144 De esta forma, vemos que a nivel local los municipios operan mayoritariamente con esta definición de participación instrumental o “tutelada”, a la que hacíamos referencia al analizar las políticas sociales y las formas de participación. En un escenario que favorece la desconcentración por sobre una real descentralización, es esperable que se reproduzcan las lógicas dominantes de participación y vínculo con las organizaciones sociales. Así, es normal encontrar relaciones clientelísticas entre los municipios y los actores sociales de la comuna, por sobre aquellas que favorecen la autonomía de los actores sociales. Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Por su parte, no obstante existir un consenso en cuanto a la importancia estratégica de estos espacios locales, no hay miradas unívocas respecto a la relación que se establece entre las organizaciones sociales y el Estado y las implicancias que éstas tienen para el desarrollo de espacios democráticos, que impliquen la posibilidad de poner en práctica estrategias que desde el movimiento social se planteen objetivos políticos de cambio social. En efecto, ante las grandes dificultades aún presentes hoy en los municipios para propiciar espacios reales de participación y democratización local, es entendible que dentro de las organizaciones surjan visiones más bien escépticas respecto a la relación entre el mundo social y sus actores y los gobiernos locales, en tanto éstos vendrían a representar solo una instancia más del aparato de dominación estatal. Es en este punto que se sitúa la discusión entre el mundo de la izquierda o de lo que podemos denominar sectores anti-neoliberales. No obstante dicho marco, en nuestro país se han desarrollado algunas experiencias que avanzan en el sentido de generar espacios de mayor participación a nivel local. Podemos mencionar, entre otras, algunos Planes de Desarrollo Comunal -PLADECOS– participativos. Otro espacio de participación ciudadana se ha abierto últimamente en torno a la generación de los Planos Reguladores, los que definen el uso del suelo en las comunas y en casos tienen incidencia directa sobre el desarrollo e identidad territorial. No obstante, el denominador común es que esta participación ha sido generalmente más instrumental que protagónica, es decir, no tiene por lo general incidencia real en los procesos de toma de decisiones, o estas quedan acotadas a aspectos muy específicos. Se encuentran asimismo diversas experiencias en la ejecución de programas de desarrollo e intervención social, aunque focalizadas temáticamente, en donde el tema de la participación de la comunidad y de los actores y organizaciones sociales cobra relevancia estratégica. En dicha línea, encontramos los Consejos Comunales de Salud, de infancia, seguridad ciudadana y prevención de drogas. De alguna forma se concibe lo local como el espacio más apropiado para la implementación de programas y políticas con componentes de participación, siendo las redes sociales la estrategia de intervención más recurrente, como lo muestran ejemplos de políticas que tienen expresión local o comunal, como lo referido a seguridad ciudadana o los sistemas comunales de prevención de la droga (SISCOP), posteriormente denominados “Previene”. Existen en tal sentido una diversidad de experiencias de redes sociales que agrupan a distintos actores, organizaciones populares y/o instituciones vinculadas a alguna temática particular. Sin embargo éstas están por lo ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 145 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz general agrupadas por áreas afines, lo que limita la asociatividad y tiende a la fragmentación de las instancias de participación y coordinación entre las organizaciones del mundo popular. Pero el trabajo en redes no solo responde a una estrategia de intervención desde las políticas sociales. En el espacio de la sociedad civil popular existen numerosas redes sociales institucionales, de ONGs o movimientos ciudadanos, que se organizan estableciéndose como contrapartes técnicas y temáticas. También desde las propias organizaciones sociales y mundo popular, encontramos experiencias de redes juveniles, culturales y otras con carácter más autónomo y autogestionario respecto de la relación con el aparato estatal y los gobiernos locales, los cuales se configuran como espacios de definición política del territorio o la temática a que refieren. A continuación, presentamos dos casos concretos de participación a nivel local, en que la relación entre los actores y organizaciones sociales con el gobierno y programas locales, puede dar cuenta de algunas formas de participación y de la viabilidad, diversidad y limitantes de las estrategias que posibilitan u obstaculizan la generación de espacios locales democráticos por donde se pueda dar curso a propuestas alternativas al neoliberalismo y los valores que hoy predominan. 3. Experiencias locales de relación de actores sociales con el gobierno local. 3.1 Presupuesto Participativo de San Joaquín: Los Presupuestos Participativos –en adelante PP- se sitúan dentro del ámbito de las soluciones locales a las problemáticas sociales. En las grandes ciudades y en un mundo globalizado, la solución o abordaje local de temáticas es vista como la mejor estrategia para dar respuestas cada vez más eficientes, a la diversidad de problemas que se presentan en las distintas comunidades; así, el punto de partida local es básico para el desarrollo de políticas sociales pertinentes. Desde un punto de vista más técnico, los PP ha sido definido como un instrumento de planificación anual, que ayuda a la priorización de las demandas de la ciudad, permitiendo un acceso universal de toda la población en las decisiones sobre ella. Es un espacio de co-gestión, donde la comunidad y el municipio deciden juntos una parte de las inversiones24. De esta manera, se convierte en un importante instrumento de gestión participativa. La experiencia, a la cual ya se han sumado numerosos municipios del país, recoge los aprendizajes y procesos de gestión participativa que en torno a los PP se aplican fundamentalmente en Brasil. En efecto, fue en 146 24 Castillo, ibid, op. cit. p.178. Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz el municipio de Porto Alegre, en 1989, donde se decidió aplicar un nuevo instrumento de gestión, con el objetivo de innovar en la gestión municipal, involucrando de manera activa a la comunidad organizada. Pero más allá de una definición técnica, es vista también como un ejercicio de ciudadanía y fortalecimiento de los actores sociales locales. Aún más, como plantea Tarso Genro, “la experiencia realizada en Porto Alegre con el presupuesto participativo es poco común. No se trató simplemente de incentivar la participación popular en forma espontánea. De “hacer obras” o solo “aceitar” los mecanismos de la democracia formal. En verdad, fue creando un nuevo centro de decisión que junto con el poder ejecutivo y legislativo, democratizaron efectivamente la acción política e integraron a los ciudadanos comunes a un nuevo espacio público. “Un espacio público no tradicional, que potencializó el ejercicio de los derechos de ciudadanía y alentó a los ciudadanos a ser más exigentes y más críticos.”25. De igual forma, plantea Genro, resultó fundamental para redistribuir el ingreso y contribuir a la socialización política, elementos sin los cuales cualquier forma distributiva genera un paternalismo nocivo para el desarrollo de individuos y organizaciones autónomas. Esto, desde nuestra perspectiva, es importante en tanto nos permite distinguir a lo menos dos dimensiones de los PP: lo técnico, con énfasis en la planificación participativa como instrumento de gestión innovativa a nivel local, y lo político, con el fortalecimiento y socialización política de actores locales. En Chile, la comuna de San Joaquín, ubicada en el sector sur de Santiago, ha sido pionera en un esfuerzo de innovación en la gestión municipal, al implementar desde el año 2003 el sistema de Presupuesto Participativo, involucrando a un importante número de organizaciones comunitarias a la definición de parte del presupuesto municipal. Los objetivos propuestos son26 a)Transparencia en la gestión y aumento de la participación, en la medida que el gobierno conoce el presupuesto que el gobierno local maneja. b)Mejorar la eficiencia en la asignación de los recursos propios de inversión municipal. c)Aumentar la envergadura de los proyectos a realizar. d)Innovar en la gestión municipal. e)Relacionar la planificación participativa con la asignación de recursos. 25 Tarso Genro y Ubiratán de Souza, Presupuesto Participativo. La experiencia de Porto Alegre. (Eudeba-Instituto de formación CTA. Ed. Universitaria de Buenos Aires. 1° ed. en español. 1998). p. 16 26 Castillo, op.cit. p. 187. ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 147 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz La metodología empleada contempla la división de la comuna en 7 territorios, los cuales tienen como objeto poder operativizar espacios locales de participación de las organizaciones. En lo esencial, cada uno de los territorios presenta proyectos a desarrollar, los que son elegidos por votación popular por cualquier ciudadano que viva en el territorio. Luego es el Consejo Comunal del PP –integrado por cerca de 55 dirigentes sociales con derecho a voto, más las comisiones municipales y secretaría ejecutiva municipal- quien define las priorizaciones, cumpliendo así la comunidad el papel de asignador de recursos en proyectos para mejorar la calidad de vida en su entorno. El monto total anual del PP asciende actualmente a alrededor de 140 millones, de un total de 5 mil millones aproximados que contiene el presupuesto total municipal. Vemos de esta forma, que la cifra es baja en comparación con el total de recursos que invierte la comuna anualmente, y equivale a alrededor de un 3% del total. La municipalidad, por su lado, diseña una orgánica para la implementación del PP. Se instituye la Secretaría Ejecutiva, la que está conformada por el alcalde, el administrador municipal y los directores de la Secretaría de Planificación Comunal –Secplan-, la dirección de Administración y Finanzas y la dirección de Desarrollo Comunitario –Dideco-. De esta forma, se busca involucrar a la mayor cantidad de actores en el desarrollo del PP, resaltando la activa participación del propio Alcalde. Esto no es casual, en tanto el impacto político del PP será uno de los principales efectos de su implementación. De esta secretaría depende el Equipo Territorial, el cual está compuesto por 7 delegados o monitores –uno por cada territorio- y que mantienen el vínculo con las organizaciones sociales y apoyan la implementación del proceso en cada uno de ellos. También está la Comisión Técnica, que integran distintos departamentos temáticos y apoya el proceso desde esa especificidad y; un Equipo de Producción, a cargo del jefe de gabinete con la participación del Equipo de Comunicaciones de la Municipalidad, que vela por todos los aspectos de logística y comunicación del proceso. Como vemos, la municipalidad se involucra de manera total en el proceso, generando las instancias propias pertinentes para ello. 148 Respecto a la participación de la comunidad, ésta se canaliza por distintas vías. En primer término, a nivel territorial, está la posibilidad de presentar y elegir por votación popular las iniciativas que se ejecutarán en cada territorio. Así, el voto es un ejercicio de participación en cada subsector, donde cualquier vecino puede marcar su preferencia para una iniciativa territorial y otra de alcance comunal. Cualquier persona, mayor de 15 años, puede participar, estando afiliado a un registro del territorio. Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Además en cada uno de ellos se realizan espacios de participación –denominados Asambleas- que forman parte del proceso general. Como señala el Reglamento sobre Presupuesto Participativo, las Asambleas pueden ser informativas o deliberativas27. Esta es la instancia de presentación de proyectos y cada vecino u organización puede participar, recibiendo información del proceso o debatiendo las propuestas y proyectos de su propio territorio, según sea informativa o deliberativa, respectivamente. Una segunda instancia de participación es la del Consejo del Presupuesto Participativo (CPP). Como veíamos, está compuesto por 55 consejeros de los distintos territorios, elegidos de forma directa por las organizaciones y dirigentes sociales. Las funciones principales del CPP son representar a la comunidad ante el municipio, en el proceso general de implementación y selección de iniciativas y fiscalizar la gestión de las que finalmente se ejecutarán. También por este órgano se cursan las evaluaciones y modificaciones al proceso que la comunidad va desarrollando en conjunto con la Secretaría Ejecutiva. Esto, más allá de favorecer el vínculo con la autoridad -con la capitalización política que ésta logra- se presenta como un potencial generador de nuevos actores sociales que pueden tensionar en los procesos de deliberación y decisión el clientelismo habitual que caracteriza la participación social. Así lo grafica la propia dirigenta entrevistada: “Nos ha ayudado a educarnos cívicamente, nuestros derechos, porque antes pensábamos que no podíamos decidir lo que nosotros queríamos, sino que lo que nos imponían las autoridades.”28 La tercera forma de participación, ya más indirecta respecto a la normativa y metodología diseñada por el PP, es la que se desprende del proceso de elaboración y presentación propuestas desde los territorios. Ello implica que cada organización puede presentar una propuesta, pero será necesario, para que tenga una mayor posibilidad de elección, que se coordine con otros actores. Esto, a juicio de Jenny Núñez, concejala de la comuna, redunda en la necesidad de que los actores locales participen de manera coordinada, evitando de cierta forma que el tema de la competencia prime por sobre la coordinación de las organizaciones que participan, presentando a su vez propuestas de mayor impacto comunitario: “Veíamos en un comienzo que las propuestas tenían poco que ver con necesidades de la comunidad. Así se presentaban propuestas como mejorar sedes o infraestructuras, pero que se relacionaban más con necesidades Ilustre Municipalidad de San Joaquín, Reglamento del Presupuesto Participativo 2006. Reglamento Nº 4 . Depto. Jurídico. 28 Entrevista realizada a Eva Peña. Dirigente social miembro del CPP de la comuna de San Joaquín. Octubre de 2007. 27 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 149 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz que beneficiaban a la organización. Así entonces se entraba en una mayor competencia entre ellas también. En el proceso se modificó la normativa del PP, velando además porque los territorios no compitieran tanto entre sí por sacar sus proyectos, donde había mucho acarreo de gente para las votaciones y al final era una mayor competencia.”29 Para ello, lo que se hizo fue asignar un 50% del monto total del PP garantizado de asignación territorial, es decir, se aseguró que cada territorio no quedase sin ningún proyecto asignado, bajando el nivel de competitividad y exclusión entre los territorios. En ello el rol del municipio y el CPP fue importante como ejercicio de coordinación de intereses de la comunidad, traducidos en una propuesta técnica por la Secretaría Ejecutiva Municipal. Por medio de esta fórmula, cada territorio dispone para si de una suma fija que se asigna a las propuestas que el territorio defina. Estas son presentadas al Consejo el que apoya su ejecución y fiscalización. Por su parte, el otro 50% es de carácter comunal, aunque se han puesto algunos topes de recursos por ítem para favorecer una mayor distribución de éstos. Así, por ejemplo, para infraestructura un proyecto comunal no puede sobrepasar los 10 millones (de un total de 70 que compone el Fondo Comunal). En cuanto a la participación social, un primer elemento que resalta es la cobertura que ha alcanzado a tener. Según datos del estudio de Adolfo Castillo, se estima que en las asambleas territoriales asisten cerca de 2 a 3 mil personas, sumando las siete instancias. En el primer año, por ejemplo, se presentaron 460 proyectos. De esta forma, en términos de cobertura, se puede decir que se ha estimulado y generado un espacio importante de participación social. En cuanto a las formas de participación, la situación es más compleja. Desde nuestra óptica, podemos ver que ella está más orientada a la dimensión técnica que política del PP. En efecto, la lógica tradicional de gestión del poder y de relación clientelar con las organizaciones y dirigentes sociales, hace que este instrumento sea políticamente muy fuerte. Esta es una tensión que se encuentra en la base de su implementación. Por ello, más que potenciar la autonomía de los actores, se enfatiza en la lógica técnica de éste, operando los mecanismos tradicionales de participación y de gestión, tanto del municipio con los dirigentes como de los propios dirigentes con la comunidad. Como señala la propia concejala, incluso generalmente es el propio municipio la encargada de realizar las obras, lo que da cuenta de que la lógica paternalista es asumida desde la municipalidad, en tanto Entrevista realizada a Jenny Núñez, concejala de la Municipalidad de San Joaquín. Octubre de 2007. 29 150 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz el vínculo con el dirigente o la comunidad sigue siendo el tradicional. También se puede develar un importante control eventual del propio municipio, como se desprende del siguiente punto del Reglamento Interno respecto al funcionamiento de la Asamblea Territorial: “En esta primera asamblea, cualquier persona u organización podrá presentar proyectos a desarrollar en su respectivo territorio, los que serán decepcionados por el municipio con el objeto de realizar un estudio de factibilidad, el que incluirá una evaluación técnica, jurídica, presupuestaria y de coherencia con los objetivos municipales.”30 Si revisamos los objetivos del PP comunal planteados con anterioridad, vemos que esto corrobora nuestra afirmación, en tanto de los cinco propuestos, ninguno da cuenta de la necesidad de dar autonomía a las organizaciones sociales o fortalecer el rol de éstas en el desarrollo comunal, instancia que bien podría hacerse desde este instrumento. En relación a la construcción de comuna, podríamos señalar que a las organizaciones sociales se les sigue concibiendo como objeto y no sujeto del quehacer local. Esto puede ser un desafío para seguir perfeccionando el alcance e impacto del PP, tal como lo señala la consejera entrevistada al referirse a esta situación: “el presupuesto es bajo para lo que es la comuna. Un paso importante sería que aumentaran los fondos del PP, de forma que la comunidad tuviera mayor incidencia en lo que se hace en la comuna.”31. En referencia a ello una posibilidad sería aumentar las partidas o ítems, incorporar educación, vivienda, etc. Seguir de algún modo, como plantea la propia dirigenta, lo que se ha hecho en Porto Alegre. En este sentido, al primar el rol técnico por sobre el político, dando así mayores márgenes de capitalización política y control a la autoridad, creemos que el dirigente es clave para asegurar los dividendos políticos del PP. Esto demuestra que innovar en las lógicas de poder y relación con la comunidad hacia espacios de participación más protagónicos es un proceso que no está asegurado en su implementación. Se configura así una limitante de este instrumento, en tanto desde la perspectiva política el concepto de participación es más bien limitado y está muy permeado por las lógicas paternalistas y clientelísticas. Esta limitante del alcance político de los PP se puede graficar, desde otra óptica y a modo de ejemplo en que en nuestro país, así como en San Joaquín, éstos no sobrepasan el 3 ó 4% de la inversión total, por lo que en la Ilustre Municipalidad de San Joaquín. Ibid. op.cit. p 3. Entrevista realizada a Eva Peña. Dirigente social miembro del CPP de la comuna de San Joaquín. Octubre de 2007. 30 31 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 151 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz práctica no tienen influencia real sobre el presupuesto municipal. Por tanto, desde nuestra mirada, el PP tiende más bien a transformarse en un instr umento técnico de gestión innovativa local, que genera mayores niveles de participación formal en la comunidad –con alta capitalización política por el alcalde de turno-, así como mayores redes y asociatividad entre las organizaciones en sus territorios, pero que no favorece necesariamente la politización ni autonomía de dichos actores, en tanto, desde una óptica política, no tiene influencia en la planificación comunal. En el fondo, se reproduce de manera innovativa la lógica de proyectos; novedosa en tanto favorece un proceso menos competitivo al abrirse espacios en que la propia comunidad puede generar redes y coordinaciones. Es este último espacio, el más informal a nivel territorial, el que potencialmente puede ser más participativo, con más posibilidades de despliegue de iniciativas y redes sociales que fortalezcan un tejido social autónomo del gobierno de turno. No obstante los alcances y limitaciones planteadas, se reconoce entonces que a nivel de los territorios o barrios, si tiene un mayor impacto, ya que se asignan recursos a obras locales y la gente y distintas organizaciones tienden a participar y a ver concretado proyectos planteados por ellos. Esto es posible en la medida que los dirigentes ejercen un buen liderazgo al respecto, favoreciendo relaciones promocionales y autónomas respecto de las autoridades locales y entre los propios dirigentes sociales y su comunidad, como señala la propia dirigenta entrevistada. “Ahora no hay tanto pago de favores políticos con concejales o alcalde. Además antes se canalizaba todo por los presidentes de las Juntas de Vecinos. Ahora participan más otros dirigentes y la propia gente. Eso no les gusta a los otros, pues deben escuchar y hacer participar a los vecinos y antes decidían ellos”32. En este sentido, creemos el PP contiene, más allá de sus falencias, un potencial para el desarrollo político de los actores sociales que puede ser importante, pero que lo sería más en la medida que la propia municipalidad se lo propusiera como objetivo. Ello sabemos es difícil cuando de por medio están los intereses e instancias de poder en juego. Poder develar la tensión entre los elementos técnicos y políticos presentes, entre las formas paternalistas y clientelísticas con aquellas promocionales y protagónicas de participación, puede ser un punto de partida para favorecer espacios en que la dimensión política del PP encuentre un justo equilibrio en la implementación de un instrumento innovativo a nivel técnico, donde se Entrevista realizada a Eva Peña. Dirigente social miembro del CPP de la comuna de San Joaquín. Octubre de 2007. 32 152 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz faciliten espacios de participación que más allá de favorecer la decisión y co-gestión de las organizaciones desde una mirada técnica e innovativa a nivel local, vaya transformándolas a éstas en sujetos de la construcción comunal de ciudadanía y gobierno, favoreciendo espacios reales de democratización a nivel local. Por su parte desde las organizaciones y actores locales, la posibilidad de lograr mayor participación e incidencia en la comuna estaría dada en la medida que se conciban como actores sociopolíticos y visualicen el PP como un espacio potencial de democratización y ejercicio de poder local, manteniendo una autonomía política respecto de la autoridad, dando cuenta de una visión de comunidad, de un proyecto de comuna. Ello, claro está, implicará la necesidad y desafío de ir problematizando las lógicas tradicionales clientelísticas que priman en nuestra fauna política y que a nivel local, en los actores municipales y en muchos de los dirigentes sociales, tiene su mayor expresión. 3.2 El Plano Regulador de Lo Espejo. La lucha de la Coordinadora de Pobladores de la “José María Caro”. En medio del período estival del año 2005, a mediados de febrero, corrió el rumor en la población José María Caro que se aprobaría un nuevo Plano Regulador, el cual afectaría el desarrollo urbanístico de la comuna de Lo Espejo. En esta, dicha población ocupa gran porcentaje del territorio comunal, siendo la más grande de la comuna. Esta noticia, junto con preocupar a muchos de sus habitantes, de fuerte identidad barrial alcanzada en toda una vida desarrollada en su población desde que se conformó como toma de terreno en los años 60, provocó la organización y movilización de un conjunto de pobladores. Ellos vieron amenazada la identidad del lugar que han habitado por más de 40 años, entrando en un conflicto y movilización local que logró coordinar a un conjunto de vecinos en torno a una demanda común ante el gobierno comunal. Así informaba una ONG asentada en la población, respecto al conflicto desatado en la comuna: “Hace 4 meses los pobladores se informaron accidentalmente que en dicho estudio se proponía una densidad media para la población, la que permitiría generar las condiciones para construir en altura, bajo una lógica de mercado. El estudio, ya en su última etapa, contemplaba la llegada entre 35 mil a 70 mil nuevos habitantes a Lo Espejo, a pesar de ser la comuna más densamente poblada de la Región Metropolitana. De esta forma, la población José María Caro era la más afectada pues perdería los beneficios que hoy tiene por estar rodeada de autopistas (General Velásquez, Américo Vespucio Sur y Central), el mall Plaza Oeste, supermercados, Portal Bicentenario y su cercanía al centro ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 153 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz de la ciudad, pero, además, quedaría fragmentada por edificios que haría perder su identidad barrial que la ha caracterizado por 47 años.” 33. Esta amenazante noticia provocó la convocatoria a una asamblea en la que participaron cerca de mil vecinos, quienes decidieron dar forma a la “Coordinadora de Pobladores de la J.M. Caro”, la cual nació en el verano de 2005 como un instrumento para evitar que la aprobación del Plano Regulador Municipal, afectase la identidad del barrio y calidad de vida de sus habitantes. Efectivamente, la población remonta sus orígenes al proceso de tomas de terreno que se desarrolló con gran impulso por parte del movimiento de pobladores de inicios de la década de los ‘60. La demanda por la vivienda propia movilizó a una gran cantidad de organizaciones populares a lo largo del país, los que por medio de las denominadas “tomas de terreno” demandaron al Estado en la urgencia de generar una política que diera respuesta a las necesidades de vastos sectores del mundo popular, lo que en buena medida articuló la legítima demanda social con el proceso de politización y transformación social del capitalismo que asolaba nuestro país y distintos sectores de América Latina.34. Hoy el escenario es distinto. No obstante, no debe desconocerse que la movilización de los habitantes de la J.M. Caro en demanda del cambio del Plano Regulador de Lo Espejo encontró una base en dichos procesos constitutivos de la población, los que entregan elementos de memoria y capital social, de una fuerte historia de organización, que redundan en una fuerte identidad de los pobladores –hoy transformados en ciudadanos por las nuevas categorías sociales- con su barrio. Por otro lado, del Plano Regulador podemos señalar que es un instrumento de gestión municipal cuyo objetivo es dar un ordenamiento legal al desarrollo urbanístico de la comuna, en especial sus centros poblados y uso de espacios públicos. Para ello contempla establecer el uso de los suelos, así como los permisos de edificación y alturas permitidas en sus distintos sectores. Este proceso depende del alcalde, con aprobación del Concejo Municipal, aunque se contempla la necesidad de informar y consultar a los vecinos las modificaciones que estos puedan tener. Es decir, debe ser un proceso abierto a la comunidad. Se conocen distintas Caleta Sur.”Pobladores de la José María Caro rechazaron por unanimidad edificios de mediana altura.”, en www.caletasur.cl 34 Para mayor información al respecto se sugiere consultar Tomando su sitio, del historiador Mario Garcés, Lom 2003. También se recomienda Para una historia de los pobres de la ciudad, del sociólogo Vicente Espinoza. Ediciones Sur Profesionales. En ellos se pueden encontrar distintas visiones en función de la constitución de un movimiento social de pobladores, donde las movilizaciones y organizaciones entorno a la consecución de una vivienda fueron uno de los ejes articuladores de dicho escenario. 33 154 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz experiencias de participación ciudadana al respecto, aunque éstas se han dado mayoritariamente en comunas de capas sociales medias o altas, como el caso de Vitacura o Ñuñoa, donde agrupaciones ciudadanas han levantado la voz para dar su opinión de cómo construir la comuna.35. Para el caso de Lo Espejo, y específicamente de “la Caro”, como es denominada por sus habitantes, este proceso, según cuenta Cecilia Quintana, presidenta de la Coordinadora de Pobladores, “se hizo en un período inapropiado para que hubiese información, con el desarrollo de un par de talleres con escasa o nula convocatoria-alrededor de 48 personaspor parte de una consultora, lo que evidenciaría que trató de hacerse a espaldas de la comunidad” 36. Ante ello, como ya se señalaba, se realizó una asamblea de alta concurrencia, que junto con ver nacer a la Coordinadora dio el inicio formal a un proceso de movilización, lucha y organización de un conjuntos de actores locales que se coordinaron para hacer frente lo que consideraban un abuso de las autoridades locales y que tendría consecuencias nefastas para la población y sus habitantes. A modo de ejemplo, podemos señalar que se contemplaba la posibilidad de construcción de edificios en altura, lo que implicaba no solo aumentar la densidad poblacional, sino también obligaba a sus dueños a cambiar sus viviendas de 160 a 200 mts.2 por casas o departamentos de 50 a 100 mts.2, como existen en otras comunas periféricas de la capital. Esto, de la mano de un negocio redondo para las inmobiliarias, ya que se trata de terrenos de bajo costo y, como se indicó con anterioridad, de muy buena ubicación y alta conectividad y cercanía a servicios, lo que para la lógica de desarrollo urbano le da un valor agregado a los terrenos. Esto, sumada a la fuerte identidad barrial que, como también se ha dicho, se vería amenazada con este nuevo diseño urbano. En cuanto a algunas características, la Coordinadora agrupa a un número importante de vecinos que participan de manera activa en las tareas que se han dado. Respecto a su conformación, la mayoría son dueñas de casa y tienen una primera experiencia de participación social. Respecto a ello y al valor de la identidad de la población, una de nuestras entrevistadas señala: “Me motivó a participar porque esto (la población) tiene un valor histórico, que se iba a perder. Esto era un cholguán, y alambre al comienzo 35 cl Más información en “La participación ciudadana en los planos reguladores.” www.portalciudadano. Entrevista realizada a Cecilia Quintana. Presidenta de la Coordinadora de Pobladores de la José María Caro. Octubre de 2007. 36 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 155 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz (…) Tiempo después recién se instalaron los baños. Todo se hizo con participación de los vecinos. No ayudó el gobierno, ni la municipalidad. Lo otro fue la injusticia. Si ellos piden un voto por qué nosotros no podemos pedir que participemos.” 37. Se definen como una agrupación amplia, donde no se ha permitido la participación formal de partidos políticos, aunque en ella participan militantes de distintos partidos. Esto, a juicio de nuestras entrevistadas, ha sido importante pues se identifica claramente como un movimiento de pobladores, de vecinos de la población y habría ampliado su legitimidad. De igual forma, ha implicado desmentir una de las estrategias del municipio, que fue abogar por una politización del tema, donde el Partido Comunista buscaría beneficios e instrumentalizaría este conflicto. Ello significó un distanciamiento con el PC, quien veía la legitimidad de apoyar y participar con sus militantes -vecinos y pobladores como cualquiera- en el conflicto, lo que desde la mayoría de la Coordinadora se vio como un intento de politizar, desde una perspectiva partidista, el conflicto y la organización. Otra estrategia fue dar una lucha desde el ámbito técnico respecto al tema. La propia elección de Cecilia Quintana como presidenta de la Coordinadora, tuvo como fundamento el poder dar una discusión técnica, que permitiera dar un debate “de igual a igual” con los representantes municipales. En este sentido, se pretendió contrarrestar otra estrategia asumida desde la municipalidad, la cual era establecer que los pobladores no tenían capacidad de definir acertadamente soluciones o planificaciones que requerían una visión más profesional de las temáticas. Desde nuestra óptica, este esquema configuró un nuevo escenario de movilización, con un rol secundario de los partidos, aunque no por ello implicó necesariamente despolitizar el movimiento, en tanto mantuvieron una visión de construcción social, salvar un proyecto de comunidad, una visión de barrio y de la población, situándose como sujetos y actores en dicho proceso. El desarrollo de esta tarea fue de larga duración. En una primera etapa significó reconocer que no había existido participación real en la consulta ciudadana. Ello implicó trabajar una propuesta participativa, ante lo cual la consultora que había realizado dicha tarea, reconociendo la falta de participación que había tenido el proceso, manifestó su anuencia e interés de trabajar, pasando así de una etapa de conformación, en que primó la denuncia, a una de organización, en que lo prioritario fue establecer una propuesta desde la comunidad. Así daba cuenta del proceso la presidenta de la Coordinadora en una página web de carácter ciudadano: 156 Entrevista realizada a Carmen Aliaga, integrante de la Coordinadora de Pobladores de la José María Caro. Noviembre de 2007. 37 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz “Hace un año junto a la consultora SEREX de la Universidad Católica presentamos al concejo municipal un proyecto para un nuevo plan regulador comunal, que acoge las inquietudes de la gente de la José María Caro. El proyecto tomó forma tras realizarse más de 30 talleres, donde especialistas urbanos de la Universidad Católica diseñaron un plan que fomenta un crecimiento urbano sustentable para la realidad de la comuna. Sin embargo, la comisión municipal del plan regulador manifestó que nuestro proyecto era inviable, puesto que impedía el progreso y ataba de manos a las inmobiliarias. Finalmente, se invalidó nuestra propuesta aludiendo que los vecinos no éramos suficientemente calificados para opinar sobre estos temas y que estábamos politizando esta discusión. Y no es así, ya que en nuestra organización hay de todas las tendencias políticas”38. De igual forma, dentro de las propuestas de la Coordinadora, resalta claramente la necesidad de participación y protagonismo de la ciudadanía en todo el ciclo relativo al Plan regulador: “Los vecinos queremos participar durante todo el proceso del plan regulador. No solo en su creación, sino también a lo largo de su implementación, ya que el alcalde puede hacer todas las modificaciones que estime necesarias en el plan, invalidando toda participación ciudadana. Hasta la fecha, la municipalidad no ha aprobado ni desechado nuestro proyecto, pero los pobladores de la José María Caro seguimos alerta frente a las acciones de las autoridades comunales y presionando a distintos niveles para que se apruebe nuestro proyecto lo antes posible” 39. Luego de ello, se realizaron más de 30 talleres participativos, en audiencias públicas y asambleas. Estas instancias dieron cuenta del interés de los vecinos por mantener la memoria del barrio y el esfuerzo realizado en estos años por mejorar su calidad de vida, valorando el proceso de autoconstrucción y los espacios públicos con que cuentan, los que distan en calidad a los hoy en día obtienen los sectores más pobres de nuestro país. Así, los pobladores ejercieron una ciudadanía activa, asumiéndose como actores sociales con derecho no solo a información, sino a la decisión y control sobre las políticas de desarrollo local. Esto queda claramente estipulado cuando las entrevistadas señalan que esta experiencia organizativa no se acaba con esta movilización, porque el deseo de la Coordinadora es mantenerse para poder seguir teniendo incidencia en las políticas que afectan su calidad de vida. En ese sentido, la experiencia adquirió un nivel de formación sociopolítica que los proyectó como orgánica. Incluso, la experiencia de coordinación y participación fue replicada en otros sectores de la comuna, 38 39 Revista CA. Los vecinos alzan la voz: quiero salvar mi barrio. www.revistaca.cl Ibid. ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 157 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz como la Villa Nueva Lo Espejo, por lo que es posible afirmar que tuvo un alto impacto comunal y movilizó a otros actores que han desarrollado sus propios procesos y movilizaciones. Para lo que queremos destacar en este artículo, es importante el desarrollo alcanzado, pues asumen un grado de autonomía –y abierta crítica- respecto al municipio y gran parte del Concejo al calor del conflicto desatado. No obstante, bien pudiese pensarse que ello invalida su trabajo con el gobierno local, con la estructura estatal a nivel local, en tanto cooptador de los intereses populares. Pero la realidad en este caso, nos muestra que para la Coordinadora este es un tema más bien ausente, en tanto no afecta su autonomía como organización. Se reconoce la existencia de una red de clientelismo desde el municipio, donde no apoyan ni hay relaciones con organizaciones distintas o críticas. No obstante, ello no implica que no entren en relación con el Estado. De hecho, han ejecutado un proyecto de reciclaje con la CONAMA, y ven los fondos locales o del municipio como una posibilidad para desarrollar iniciativas y proyectos para la comunidad. Al respecto, como señala Carmen Aliaga, acceder a proyectos municipales es una posibilidad real y no cree que ello implique una cooptación o empezar a generar dependencia del municipio: “Nos gustaría acceder a proyectos municipales. (…)Yo creo que no (se genera dependencia). Y ¿sabes por qué?; porque nosotros somos consecuentes con lo que pensamos y no vamos a entrar en el juego de ellos. Aprendimos a conocerlos y sabemos cómo juegan, entonces no creo que vaya a desperfilarnos. Es más, así obligamos a que ellos trabajen con la gente, que trabajen por la comuna y podemos ver lo que se hace.” 40. Incluso, yendo más allá, plantea, tal como señaló Cecilia Quintana, que han visto la posibilidad de llevar algún candidato o candidata a las elecciones, aunque se ve difícil por los costos que implica, aunque bien sería importante para poder tener mayor control y participación en el municipio. Así, desde nuestra mirada, se han ido conformando como un actor sociopolítico dentro de su barrio y comuna. En ello, la relación con el Estado no ha implicado un proceso de cooptación de su autonomía, más aún, se plantean la necesidad de continuar con el trabajo, donde el objetivo es velar porque los vecinos participen en el desarrollo de su comuna y las autoridades canalicen de manera efectiva dichos espacios. Al calor de la indagación de información para este artículo, en el mes de noviembre de 2007, se supo que por 6 votos contra uno, el Concejo de Lo Espejo aprobó el Plano Regulador que regirá en los próximos 5 Entrevista realizada a Carmen Aliaga, integrante de la Coordinadora de Pobladores de la José María Caro. Noviembre de 2007. 40 158 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz años. Este mantiene el carácter esencialmente residencial de la comuna. Pero, como señala un comunicado interno de la Coordinadora, el trabajo no ha terminado, pues el proceso puede variar por la acción del alcalde o el propio concejo, sabiendo que el contexto de campaña favoreció el que este conflicto se zanjara, al menos momentáneamente: “Pese al triunfo obtenido, los vecinos de Lo Espejo tienen claro dos hechos: las elecciones (municipales) en once meses más determinaron el cambio de postura de una mayoría del Concejo que había dicho claramente que no aprobaría el estudio entregado por Serex. En el momento de la votación, esos concejales señalaron que respetaban la opinión de la ciudadanía. Por otro lado, los dirigentes de la comuna saben que muchos de los logros alcanzados pueden revertirse mediante seccionales y modificaciones como ha ocurrido en Ñuñoa, Recoleta, Providencia, Las Condes o La Reina. Desde ya en la sesión aprobatoria, el alcalde y algunos concejales expresaron la posibilidad de utilizar ese instrumento legal. Es por ello que los directivos de la comunidad manifestaron que se mantendrán en estado de alerta frente a un eventual cambio en el Plan Regulador sin informar a la gente.”41. 4. Reflexiones finales. Posibilidades para la emergencia de iniciativas contrahegemónicas en el mundo local. Hemos revisado el desarrollo de dos casos distintos de participación social, en que el punto en común ha sido la relación que han establecido con el gobierno local, sus tensiones, organización y fundamentalmente las formas de participación y las posibilidades de desarrollo de sus propuestas haciendo referencia a la autonomía de su trabajo. De manera sucinta, nos interesa rescatar algunos aspectos centrales de estas variables para poder, a partir de ello, proponer algunas ideas en relación a las limitantes y posibilidades de construcción de prácticas contrahegemónicas en el espacio local, más específicamente en las relaciones con el municipio por parte de las organizaciones sociales del mundo popular. Primeramente constatamos que ambas experiencias entran en relación con el gobierno local, aunque de manera distinta. Mientras el Presupuesto Participativo da cuenta de una iniciativa que busca innovar en la gestión municipal, la experiencia de la Coordinadora de Pobladores de la J. M. Caro parte de una coyuntura específica, como la falta de participación de los pobladores en el proceso de elaboración del Plano Regulador. Ello daría cuenta en principio de valoraciones y niveles de participación distintos en cada gobierno local. Por una parte, un gobierno local que busca Coordinadora de Pobladores J.M. Caro, “Fue aprobado Plan Regulador de Lo Espejo, pero surge el fantasma de los seccionales.”. Documento informativo interno. Sin editar. Noviembre de 2007. 41 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 159 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz mayor participación de la comunidad, mientras por otra un municipio que restringe la participación de la población generando un conflicto local. No obstante, encontramos que en el desarrollo de la experiencia es aquella que entra en conflicto con el municipio la que despliega mayormente niveles protagónicos de las organizaciones. Aún así, podemos señalar que ambas contienen un grado de incidencia de las organizaciones, aunque desde nuestra óptica, esta es mayor desde una perspectiva política en el caso de la Coordinadora de Pobladores de la J. M. Caro, donde dicha dimensión alcanza un mayor desarrollo, en tanto se tiene incidencia en la política de desarrollo comunal. Ello aparece como un hallazgo interesante, en tanto el conflicto emerge como un factor importante y estratégico para la incidencia en los gobiernos locales. También hemos dado cuenta de cómo asoman nuevas formas de organización social y participación, en que el rol tradicional de los dirigentes, y de los actores sociales y políticos reclama una reconceptualización. Aparece la necesidad de mirar los tipos de gestión interna, las formas de participación y tomas de decisiones y la tensión entre representatividad y participación que muchas veces opera tanto en la relación entre los actores sociales como al interior de ellos mismos. De igual forma, distinguimos la participación como práctica protagónica de las organizaciones, versus aquella que, aún situándose en la perspectiva de niveles de toma de decisión, tiene menos incidencia en el desarrollo de la comuna. 160 Por otra parte, es necesario desde las organizaciones populares valorar la autogestión como una herramienta importante para el desarrollo autónomo de las organizaciones, lo que fortalece su despliegue político, aún en el marco de establecer relaciones con el estado, que impliquen conseguir recursos, participar de instancias de planificación, gestión local, etc. Nos parece necesario distinguir en este sentido la diferencia entre autonomía y autogestión. La autonomía está dada más por el carácter y la visión política que desarrolla la organización a partir de su práctica social. De esta forma, esta depende fundamentalmente de la propia lectura que haga de la realidad y del rol que en ella tenga la organización. De todas formas, nos parece que esto no excluye necesariamente la posibilidad de que un gobierno local potencie realmente dicha autonomía. Así, la relación y el tipo de participación dependen no sólo de cómo lo pueda concebir el gobierno local, sino también de cómo la propia organización puede hacer esa distinción. Ello será distinto en cada espacio, dependiendo de múltiples variables que van más allá del color político de cada cual, y que incorpora factores endógenos, como la identidad local, el marco político nacional o regional, relación e influencia de otros actores, entre otros. Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz En definitiva, si bien existen estas dos visiones en tensión, una “autonomista” versus otra que podemos denominar “clientelística o cooptativa”, o si bien se quiere, entre aquellas que privilegian el carácter movimientista en la generación de prácticas locales alternativas al neoliberalismo versus aquellas que sitúan a los gobiernos locales como los promotores centrales del desarrollo democrático a nivel local, ambas visiones no son excluyentes para el fortalecimiento de la democracia en los espacios locales, ni para el despliegue de propuestas de emancipación que desde los actores sociales se planteen la construcción de alternativas al neoliberalismo. Más bien dependerá del contexto político local en que dichas estrategias y experiencias se desplieguen, y de la claridad y conciencia de ser portadores de un proyecto de comuna -por tanto de concebirse como actores políticos a nivel local- el efecto de cooptación o emancipación que puedan contener. No queremos aferrarnos a ninguno de los dos polos. Ni aquel que reconoce la legitimidad total del Estado, subordinando mayoritariamente el rol de los actores sociales a los políticos, ni aquel que ve que la única salida para una verdadera democracia es con el protagonismo del movimiento popular, pudiendo desconocer muchas veces su estado real de desarticulación y falta de proyecto político claro que tiene en los distintos contextos históricos. Sí nos parece central desarrollar iniciativas que favorezcan una participación protagónica para el mundo popular organizado, solo a partir de la cual podrán desarrollarse experiencias contrahegemónicas y antineoliberales. El papel prioritario que en ello tenga la organización social, el grado de apoyo o facilitación que entregue o se espere de los gobiernos locales, del municipio, y el tipo de relación política más propicia para ello entre estos actores, dependerá en definitiva del contexto local en que ésta se de. Desde el ámbito de la gestión local, nos parece importante destacar que más allá de una planificación que incorpore un tipo de participación más activa (que incluya la toma de decisiones o la co-gestión como forma de vínculo de las organizaciones) no necesariamente se traduce en una participación protagónica. Entenderemos ésta como aquella en que las organizaciones tienen la posibilidad de desarrollo de su potencial y visión política, con grados de decisión sobre el desarrollo de la comunidad y la comuna a partir de relaciones no clientelísticas con el gobierno y las autoridades políticas de turno. En este sentido nos parece que los instrumentos de gestión local aplicados de forma participativa y que incorporan grados o niveles de participación que superan lo informativo y consultivo es un avance. En todo caso, no garantizan de por sí una participación protagónica ni aporta a la generación ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 161 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz de actores y sujetos sociales colectivos, que en el desarrollo de sus prácticas desplieguen visones políticas y sentidos valóricos distintos, abriendo paso a la posibilidad de despliegue de experiencias contrahegemónicas o antineoliberales. Desde nuestra perspectiva, el trabajo de las organizaciones sociales está arraigado a fuertes patrones culturales, propios de una cultura centralista y no ha incorporado dimensiones que si bien configuran campos no explorados, pueden tener un potencial político importante para configurar un movimiento que aporte a cambios de fondo. Para ello, la búsqueda de alianzas con actores que sitúen el trabajo desde una perspectiva amplia, puede ser un desafío que de créditos no sólo para la propia organización, sino también en cómo ésta aporta para la democratización del espacio local, comunidad, comuna o región donde se inserta. Esto le permitiría tener un marco de influencia mayor, y más legitimidad que le permita conseguir a su vez los objetivos propios. En este sentido, se presentan distintos desafíos y posibilidades de acción para el desarrollo de las organizaciones territoriales, a partir de incorporar lo local como una herramienta para su desarrollo. En este marco la relación con los gobiernos locales adquiere importancia, sobre todo porque representan un espacio de poder –no el único-en disputa, donde las organizaciones pueden hacer un aporte tanto al desarrollo territorial como a la repolitización del mundo social. Junto a ello, presenta la posibilidad de tensionar las formas tradicionales de trabajo político de los partidos y autoridades, dando cuenta de sus limitaciones y aportando desde lo concreto, desde su praxis, al desarrollo de valores y principios que permitan avanzar a una nueva forma de sociedad. Para ello, el trabajo conjunto de todos quienes conforman el frente antineoliberal es fundamental, tanto como la disputa de los espacios políticos y sociales. Así el municipio surge como un espacio estratégico para el fortalecimiento democrático y el desarrollo de poder popular a nivel local, abriendo o dejando potencialmente espacios para el desarrollo de experiencias y prácticas contrahegemónicas, de cambio social a nivel local, las cuales pueden emerger en los intersticios del aparato estatal. 162 Importante también sería incorporar formas de gestión participativa tanto en los gobiernos locales como en las propias organizaciones sociales. Para los primeros es importante valerse de las herramientas disponibles y hacerlo de manera efectivamente distinta, con marcos de gestión que posibiliten una participación real, protagónica, de la ciudadanía y de los sectores organizados del mundo popular. En este sentido, los niveles de incidencia real que estos puedan alcanzar en el desarrollo de la comuna son un desafío no solo técnico, sino sobre todo político para el gobierno Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz local. La posibilidad de generar experiencias contrahegemónicas, pasa necesariamenete por empoderar a los actores sociales, que éstos tengan una visión política respecto al desarrollo de su territorio, más allá del desarrollo de su propia organización. Para ello, incorporar herramientas como el desarrollo local, la educación popular y técnicas de gestión participativa, asoman como posibilidades para el despliegue de dichos sentidos. A su vez, el desarrollo de experiencias concretas que avancen en esa dirección, deben incorporar un componente ético que de cuenta de una visión distinta de lo humano y la sociedad que se quiere construir. En este camino, aprovechar los espacios institucionales no debe ser contradictorio con los espacios extrainstitucionales y la posibilidad está dada, como lo hemos visto en nuestros ejemplos, más en la forma de hacerlo que en el espacio mismo por el que se opte. Por tanto, el camino debe ser integral, y en la disputa por los espacios el poder vincular lo social con lo político, lo institucional con el movimiento social, estado y sociedad civil. Para ello algunas posibilidades de acción y desarrollo para las organizaciones y la relación con el gobierno local, que entregamos para el debate y la reflexión son: • Incorporar lo local, una perspectiva territorial para el desarrollo de reivindicaciones que se contextualicen en su entorno adquiriendo mayores grados de legitimidad y posibilidades de despliegue. • Ello implica la necesidad de generar estrategias con otros actores, en una mirada común del espacio territorial. El desarrollo local como posibilidad de articulación y generación de actores sociales que realizan ejercicios de soberanía (toma de decisiones sobre los aspectos pertinentes a su calidad de vida) en sus territorios. • Incorporar nuevos elementos para fortalecer una estrategia más integral, que incorpore lo sociopolítico como dimensión del trabajo. La politización del espacio social, como estrategia contrahegemónica. El tema del poder se puede resignificar a partir del establecimiento de relaciones horizontales con la autoridad local. • El paso de una participación tutelada a una protagónica. Incorporar dicho sentido en los instrumentos de gestión local. A su vez, fortalecer los espacios colectivos dentro de las propias organizaciones. • La importancia de la autonomía de las organizaciones sociales y del fortalecimiento de éstas para la profundización de la democracia. Ello dado por concebirse como portadores de un proyecto político de comunidad o comuna. ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 163 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz • Desde las políticas sociales, municipales en este caso, favorecer la preeminencia de un paradigma distinto al que ha primado. Pasar de uno individual, que privilegia la competitividad e integración funcional de la ciudadanía y actores, a uno colectivo, que posibilite que la diversidad y el conflicto sean el punto de partida para una sociedad distinta. • Consolidar una democracia real, participativa, implica concebir que ella se realiza favoreciendo el despliegue de la dimensión social y política de las prácticas de las organizaciones sociales. • Desde una perspectiva de la constitución de los procesos identitarios en un marco de globalización, tomar lo local como un espacio clave para articular las diversidades locales de forma de generar procesos de desarrollo en que la tendencia hegemónica del proceso globalizador neoliberal no signifique la pérdida de las identidades y tradiciones locales. • Para ello, contar con un eficiente proceso de descentralización, que implique fortalecer espacios reales de empoderamiento de los actores sociales, debe ser un apoyo central. Lo local, y el municipio en particular, aparece entonces como un espacio posible para el fortalecimiento democrático y la incidencia de los actores sociales. Este proceso se desarrolla hoy, en el contexto político de transición reciente, en que la recuperación de la democracia estuvo mediada por un acuerdo político cupular entre los partidos de la Concertación y la derecha. Decimos cupular, pues queda de manifiesto que el pacto de gobernabilidad entre la élite política deja relegado a un plano secundario tanto a los actores políticos que no compartían dicho proyecto como fundamentalmente a los movimientos sociales que habían trabajado y luchado por derrotar la dictadura. La cooptación de las organizaciones sociales encontrará mayor lugar, en la medida que los propios actores con una visión política distinta no disputen esos espacios y las potencialidades no solo de recursos, sino de vinculación, coordinación, control social de la gestión local y desarrollo progresivo de incidencia que se generan en los PP, planos reguladores, pladecos y otros instrumentos de gestión local. Ello, en tiempos de la alfabetización digital, será terreno fértil para la necesaria “alfabetización política” de la ciudadanía y organizaciones sociales populares que deambulan en el mar neoliberal. Sin duda, ello plantea un desafío para los partidos, de forma de articular lo político y lo social en los conflictos y movimientos a nivel local. La forma de construcción de movimiento y de organización estaría dando cuenta de la necesidad de nuevas estrategias de vinculación y nuevos roles para los actores políticos. 164 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Finalmente, es desde una matriz colectiva de política social, que la participación puede cobrar un carácter realmente protagónico, con incidencia real en los ámbitos y contextos en que se desenvuelve. En ello, el diseño de políticas orientadas en un paradigma distinto al que hoy prima, que privilegie el conflicto y la diversidad como articulador de políticas, es una condición para su desarrollo. Para ello, consideramos esencial avanzar en una reforma municipal que favorezca el ejercicio de ciudadanía a nivel local, que fortalezca el rol y atribuciones de los concejales, que entregue más atribuciones al municipio; pero a la vez favorezca el desarrollo y la incidencia de los actores sociales y la comunidad organizada en el desarrollo de la comuna. 165 ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Impreso en los Talleres de Ensamble Impresores, Molina 989, Santiago de Chile, diseño y diagramación de Manuel Olate. 166 Revista Alternativa, mayo de 2008, número 25 Revista Alternativa del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz Normas de publicación Los trabajos con solicitud de publicación deben ser enviados al Consejo Editorial de la revista Alternativa, Avenida Ricardo Cumming 350, Santiago de Chile o a la dirección electrónica [email protected] 1. Solo serán considerados para su publicación trabajos inéditos en idioma español 2. El texto deberá presentarse en formato Word (versión Office 2007) y no podrá exceder las 20 páginas de extensión, a espacio y medio, letra Times New roman, tamaño 12. Se precisa el envío del CD correspondiente. 3. Se deben incluir los datos del autor. Al pie de página señalar grados académicos y/o profesión, cargo e institución donde se desempeña. 4. Los artículos deberán contemplar al inicio un resumen o abstract, con las ideas centrales del mismo, con una extensión mínima de 100 y no mayor de 200 palabras. 5. Las citas bibliográficas deben hacerse a pie de página, numeradas correlativamente, con indicación de los datos en el orden y formato establecido en el ejemplo. Las citas siguientes de los mismos textos se realizarán en forma abreviada, siguiendo la convención (op.cit. o ibid. según corresponda). Libros Tomás Moulian, Chile actual. Anatomía de un mito. (Lom ediciones-ARCIS, 1997). p.243. Artículos de revistas Atilio Boron, “Poder, ‘contra-poder’ y ‘anti-poder’. Notas sobre un extravío teórico político en el pensamiento crítico contemporáneo”, en Alternativa nº 24, 2006. p.159. 6. Para la edición número 26 de Alternativa, se recepcionarán trabajos hasta el 30 de septiembre de 2008. ICAL Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz 167