Descargar - Jorge Alberto Silva

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LOS DEMÁS VIENEN CONMIGO
Comedia en dos actos.
Original de Jorge Silva
Personajes:
ESTEBAN, paciente con personalidades múltiples
MAURICIO, psicólogo
FABIOLA, asistente de MAURICIO
VERÓNICA, prometida de MAURICIO.
MADRE de ESTEBAN
LAURA, novia de ESTEBAN.
PRIMER ACTO
ESCENARIO: Un consultorio psiquiátrico ocupa la mayor parte del escenario.
En él hay varios libreros con volúmenes médicos, una ventana con sus cortinas del lado
derecho y, al centro, un escritorio y un diván. Al lado de la ventana hay una puerta que
conduce al baño de Mauricio. De lado izquierdo hay una pared que separa el consultorio
con el recibidor, en éste se encuentra un escritorio pequeño para el recepcionista.
La acción inicia con un timbre de teléfono sonando insistentemente. La voz de
Fabiola se oye desde fuera.
FABIOLA: ¡Vooooy!
Aparece Fabiola desde la puerta del baño del consultorio y se dirige a toda
prisa a su lugar.
FABIOLA: ¡Voy, voy! Ay, a este teléfono ya se le pegó lo loco de los pacientes.
Al fin llega y contesta.
FABIOLA: ¿Bueno? Está usted hablando al consultorio del licenciado Mauricio
Velázquez. Habla Fabiola Rentería, su asistente bilingüe (hace énfasis en la palabra
“bilingüe”). May I help you? (Toma un papelito y empieza a tomar nota) Ajá… ajá…
¿Me disculpa un momentito? (Deja al paciente en espera y escribe unas cosas en su
computadora. Termina y regresa al teléfono.) Perdón, es que tenía que actualizar el
Facebook. Ahora sí, ¿me da su nombre? (Repitiendo lo que le dicen) Graciano… ¿Para
cuándo quiere la cita? ¿Hasta mañana? N’ombre, si quiere véngase de una vez, el doctor
ni tiene pacientes… ¡está tan jodida la cosa! Ay, perdón… quise decir: “The thing is so
fucked”. Y eso que anda mucho loco suelto… ¡Y locas ni se diga! Ándele, aquí lo
vemos señor Graciano. ¡Cómo no! Besitos… XOXO… (Cuelga el auricular) Aquí lo
esperamos para que el doctor se haga güey con usted y le cobre un dineral.
FABIOLA se sienta frente a su escritorio y empieza a trabajar. Entra Mauricio.
MAURICIO: Buenos días, Fabiola.
FABIOLA finge no escuchar y sigue trabajando.
MAURICIO: Buenos días, Fabiola.
Fabiola sigue sin responder. Mauricio cae en cuenta del porqué de esa actitud.
MAURICIO: (Con fastidio) Good morning, Fabiola.
FABIOLA: (Cantadito) Good morning.
MAURICIO: ¿Cómo andamos de citas?
FABIOLA: Uy, tiene la agenda llena.
MAURICIO: ¿Ah sí?
FABIOLA: Sí, llena… ¡pero de telarañas!
MAURICIO: No te pago para que seas sarcástica.
FABIOLA: Uy, con lo que me paga, antes diga que le dirijo la palabra.
MAURICIO: ¿Alguna novedad?
FABIOLA: Hablaron para cancelarle una cita. Fue el señor Cepeda… el que se cree
refrigerador.
MAURICIO: ¿Te dijo por qué?
FABIOLA: Pues que se le fue la luz y… no funciona. No se crea, no dijo por qué.
MAURICIO: Mejor que no venga, el hombre no tiene remedio.
FABIOLA: También habló un tal Graciano Ruvalcaba, pero no viene a consultar,
sólo viene a platicar con usted.
MAURICIO: Ahorita le saco un trauma… y los 600 pesos de la consulta.
FABIOLA: Ay, oiga, ¡tan carero!… Sale más barato un six de Tecate y hace el
mismo efecto.
MAURICIO: Oye, Fabiola… ¡por algo me quemé las pestañas durante tantos años para
poder ahondar en los misterios de la compleja mente humana!
FABIOLA: Ay, ¡cálmese! ¡Cuáles años! No se haga… si sacó la carrera en un año ahí
en la Universidad Euroasiática-africana, esa escuela patito en el centro…
MAURICIO: (Incómodo) ¡Tú qué sabes! ¡Estudiaste en el Instituto Fleming!
FABIOLA: ¡Ahí está! Es una escuela de prestigio… ¡Hasta la anunciaba Chavana!
MAURICIO: El caso es que tú eres una simple asistente, tus únicas gracias son
contestar el teléfono, tomar mal los recados y meterte en lo que no te importa. En
cambio, yo como psicólogo puede penetrar en el inconsciente de mis pacientes para
resolverle sus problemas.
FABIOLA: Mire, de eso del inconsciente sí le sé decir; así es como llego del antro
todos los domingos en la madrugada: bien inconsciente de borracha después de haberme
acabado las de Jenny en el karaoke.
MAURICIO: Voy a estar en mi consultorio
FABIOLA: Oiga, doc, antes de que se encierre en su consultorio a hacerse güey… digo,
a analizar los casos de sus pacientes, le quiero contar sobre un sueño que tuve a ver si
usted me dice lo que significa.
MAURICIO: Claro, Fabiola. Ya sabes que siempre que tengas una inquietud con
respecto a tu salud mental, estoy dispuesto a ayudarte. Al cabo te descuento la consulta
de tu sueldo.
FABIOLA: No sea así, hágame precio.
MAURICIO: Está bien, hombre… cuéntame.
FABIOLA: Mire, en el sueño estoy en una playa… sin nada… o sea, desnuda… Así
como Dios me trajo al mundo… De pronto, que viene una ola gigante y me cae encima
y me lleva al mar y yo: “Me ahogo, me ahogo. Que alguien me salve”. Y en eso, que se
aparece un sireno… Así con su colotota de pescado, y con unos cuadritos que ya los
quisiera el William Levy… y que me agarra y me lleva al fondo del mar… y yo todo
asustado porque pensé… “me voy a ahogar”… Pero no me ahogaba, ¡bien padre! Y
entonces el sireno me dice: “ahorita te vas a echar un ceviche”… Y ahí me desperté…
¿Qué cree que signifique, oiga?
MAURICIO: Es claro el significado de ese sueño, Fabiola. El sireno representa el deseo
sexual.
FABIOLA:
Uy, sí. Era un sireno sexual, muy sexual.
MAURICIO: El agua simboliza la edad que ya sientes que se te viene encima.
FABIOLA: ¿Qué le pasa doctor? Si apenas tengo… (dice un número que no se logra
entender). Mi conclusión con todo esto es que debes dejar de obsesionarte con la
película de La Sirenita. Eso o que necesitas un buen revolcón…
FABIOLA: ¡Ay, doctor! ¡Tan feo usted! Mejor me voy al Facebook donde me dicen
cosas bonitas como “Me gusta”.
Mauricio se va al consultorio. Suena su teléfono celular.
MAURICIO: ¿Bueno? Hola, mi vida. No, cariño, no te puedo acompañar… Tengo
pacientes todo el día. Confío en que vas a escoger los arreglos de mesa más bonitos y,
sobre todo, los más baratos. Ya sé que no me he involucrado en nada de la boda, pero es
que… Está bien… si quieres, ven para que yo vea las muestras y te doy mi opinión.
Okey, yo también te quiero.
Mauricio se pone a revisar algunos documentos. Fabiola está en la
computadora.
FABIOLA: Ay, ¡ya chole con esta foto de perfil! Necesito una nueva. ¿Duck face o
trasero Kardashian?
Saca una cámara y se toma a sí misma una foto con la típica (toma desde arriba
y sacando la barbilla). Entra a escena un sujeto enfundado en un traje de cuero color
rosa y con un casco del mismo color. FABIOLA deja de hacer lo que está haciendo y
dirige su atención al recién llegado.
FABIOLA:
¡No lo puedo creer! ¡La Power Ranger rosa!
El sujeto se quita el casco. Quien llega es ESTEBAN, pero en la personalidad de
GRACIANO. Se comporta de forma afeminada.
ESTEBAN: Vengo con el psicólogo. Acabo de hacer una cita.
FABIOLA: Ah, ¿usted es el señor Graciano?
ESTEBAN: (coqueteando con Fabiola) Ay, no me digas señor, mejor dime comadre.
FABIOLA: Comadre, ¡ni que yo le haya bautizado a un chamaco!
ESTEBAN:
Bribona. Esta bien, dime Grace.
FABIOLA: (se le queda viendo)Okey, Grace. Usted vino ayer, ¿no?
ESTEBAN: ¿Yo? Claro que no… Ayer estuve ocupado todo el día… en una orgía.
FABIOLA: OMG, o sea, Oh my God! Pues espero que le haya ido bien… Ay, oiga, pero
yo estoy seguro que usted vino ayer. No me podría olvidar de esos ojos, y de ese rostro
y de ese… A ver, voltéese tantito.
ESTEBAN le hace caso. FABIOLA le observa el trasero.
FABIOLA: Definitivamente usted estuvo aquí ayer. Es más, péreme tantito… Voy a
checar.
FABIOLA se agacha a buscar entre unos papeles sobre el escritorio. ESTEBAN
aprovecha y lo toma por detrás.
FABIOLA: Ay, oiga usted es bi… bien cochino…
MAURICIO sale de su oficina y se encuentra con la extraña situación.
ESTEBAN: Fabiola, necesito que…
FABIOLA se desincorpora.
FABIOLA:
¡Doc! No es lo que usted está pensando.
MAURICIO: Si quieren les presto mi oficina y les pongo musiquita de saxofón para
que estén más a gusto.
ESTEBAN: ¿Usted es Mauricio Velázquez?
MAURICIO: (De mala manera) Sí, soy yo. ¿En qué puedo ayudarle?
ESTEBAN:
Le ha llegado su hora.
ESTEBAN saca una pistola y apunta hacia MAURICIO. FABIOLA lanza un
grito de terror.
FABIOLA: Este hombre lo quiere asesinar. Y de mí… ¡va a abusar! (Los dos voltean
a verla) Prefiero eso a que me mate.
MAURICIO: ¡Fabiola! (A Esteban, cautelosamente) Cálmese, por favor… La violencia
no es buena opción… vamos a platicar.
ESTEBAN: ¡No tenemos nada de qué hablar! Usted destruyó mi vida.
MAURICIO: A ver, le aseguro que está en un error… Si lo hablamos civilizadamente,
señor…
FABIOLA: Dígale “Grace”.
ESTEBAN: Por su culpa, psicólogo de pacotilla… mi Esteban… mi Esteban me quiere
dejar… (Empieza a romper en llanto) ¡Usted me lo quiere quitar!
FABIOLA: Doctor, y usted a punto de casarse.
MAURICIO: Fabiola, cierra la boca de una buena vez. (A Esteban) Mire, quiero que
pase a mi consultorio y podemos platicar con calma de esta situación… Estoy seguro
que…
ESTEBAN: ¡No! No quiero hablar… ¡Sólo quiero morirme! Me voy a tirar… Me voy a
tirar por la ventana y me voy a matar.
MAURICIO: No, no puede hacer eso
ESTEBAN: ¿Por qué no?
MAURICIO: Porque no se va a matar… nada más se va a dar un trancazo bien dado.
Estamos en un primer piso.
ESTEBAN: ¡No me importa! ¡Me voy a matar!
ESTEBAN corre a la ventana e intenta abrirla. MAURICIO va tras él.
MAURICIO: Por favor… Vamos a platicar.
ESTEBAN:
No… ¡usted quiere hacerme daño!
MAURICIO: Aquí nadie va a hacerle daño.
FABIOLA entra corriendo con un garrote.
FABIOLA: A un lado, doc.
FABIOLA golpea a ESTEBAN en la cabeza, quien cae desmayado.
FABIOLA: ¡Cómo se nos fue a meter un loco aquí…! ¡A un consultorio psicológico!
MAURICIO: Rápido, quítale el arma.
FABIOLA: Ay, mire, si no es una pistola de verdad.
MAURICIO: Este tipo se me hace conocido. ¿Que no es el que ayer…?
FABIOLA: ¿Verdad? Ya decía yo… Este estuvo aquí ayer, pero con lentes y sin ese
traje rosa tan padre que le voy a quitar para quedármelo…
Empieza a quitarle la ropa.
MAURICIO: Sí, estoy seguro que lo atendí ayer.
FABIOLA: Oiga, ¿y qué es lo que le pasa? ¿Por qué está crazy?
MAURICIO: No sé, no le estaba poniendo atención. Creo que por aquí tengo su
expediente. (Va hasta el escritorio) Aquí está: Esteban Sepúlveda. Sólo le receté unas
pastillitas de Gingseng y que ya no tomara Coca Light. Seguro su problema era que
tenía mala memoria o algo así.
FABIOLA:
Usted sí que se involucra con sus pacientes.
MAURICIO: Cállate y deja de quitarle la ropa, no somos unos ladrones.
FABIOLA:
Mire, trae un iPhone.
MAURICIO: Échalo p’aca.
Fabiola lo mira reprobatoriamente.
MAURICIO: ¿Qué? ¡Le estoy robando en defensa propia!
FABIOLA: (Le pasa el teléfono) Oiga, pues sí ha de tener mala memoria… se le olvida
hasta quién es. Ahorita mencionaba a un Esteban y es él mismo
MAURICIO: Decía que yo se lo quería quitar.
FABIOLA: ¡Misterio resuelto! Ya decía yo que no era normal que usted tuviera todos
los discos de Yuri. Mire, está despertando.
MAURICIO: Prepara el bat.
FABIOLA: ¿Le parece apropiado jugar beisbol en este momento?
MAURICIO: Me refiero a la cosa esa con la que le pegaste.
FABIOLA: Ah, pues aclare.
ESTEBAN: ¿Qué estoy haciendo aquí? Ouch, mi cabeza. ¿Y mi ropa?
FABIOLA esconde la ropa tras su espalda.
ESTEBAN:
¿Cómo llegué aquí? ¿Doctor Velázquez?
MAURICIO: ¿Quién es usted?
ESTEBAN: ¿No me recuerda? Soy Esteban Sepúlveda. Vine con usted porque tengo
problemas de memoria.
MAURICIO: (A Fabiola) ¿Ves? ¿Qué te dije? Era algo de la memoria. (A Esteban)
¿Sabe por qué le duele la cabeza?
ESTEBAN:
No tengo idea.
MAURICIO: Confirmado. Tiene mala memoria. Sígale con el gingseng.
ESTEBAN: Lo último que recuerdo es que estaba en mi casa… en el baño para ser
exacto…
FABIOLA: ¡Ascooo! ¿Se lavó las manos?
ESTEBAN: No recuerdo.
FABIOLA: Traiga acá.
Le toma las manos y le pone un poco de sanitizante.
FABIOLA: Es jaboncito del caro, ¿eh? No es del que venden en el Seven que nomás
sirve pa’ seguir la borrachera cuando se acabó el whiskey.
ESTEBAN:
Fabiola, apúrate por favor.
FABIOLA:
Voy, voy.
MAURICIO: O sea, que usted estaba en su baño muy tranquilo…
ESTEBAN:
Bueno, muy tranquilo no… Padezco de intestino perezoso.
MAURICIO: Y sin saber cómo, aparece aquí en ropa interior.
FABIOLA:
Cosa con la que nosotros no tuvimos nada que ver.
ESTEBAN:
Me pasa a menudo, doctor. Se lo dije ayer.
MAURICIO: (Fingiendo) Ah sí, claro.
ESTEBAN: De pronto, aparezco en lugares a los que no sé cómo llegué y en
situaciones muy vergonzosas. La otra vez aparecí en medio de una fuente en el Museo
de Historia, estaba completamente desnudo… y era el día en que las escuelas van de
visita.
FABIOLA: ¡Pobres niños! Habrán quedado traumados.
ESTEBAN:
El traumado fui yo. Mugres huerquillos, se rieron de mí, me gritaron hasta lo que no. Y
yo les decía: “Es que el agua está muy fría”.
MAURICIO: ¿De manera que usted no recuerda absolutamente nada de lo que acaba de
ocurrir en este consultorio?
ESTEBAN: Nada.
MAURICIO: (Le muestra la pistola) ¿Esto es suyo?
ESTEBAN:
No, yo no tengo armas.
FABIOLA:
No se espante, es de juguete.
MAURICIO: Usted llegó y me amenazó con esta pistola que, por suerte, era de juguete
y me reclamó que quisiera quitarle a “su” Esteban.
ESTEBAN: ¿Mi Esteban? Pero, Esteban soy yo.
FABIOLA:
¿Su papá cómo se llama? ¿También Esteban? A lo mejor se refería a él.
MAURICIO: Fabiola, deja de meterte.
ESTEBAN:
¿Y llegué así? ¿En calzones?
MAURICIO: Fabiola…
FABIOLA: (De mala gana le entrega el traje rosa). Ay, está bien… Se me hubiera visto
bruto.
MAURICIO: Traía puesta esa ropa. Dijo llamarse Graciano Ruvalcaba.
FABIOLA:
Grace, en la noches locas de antro.
ESTEBAN: Esta ropa no es mía… creo… creo que es de una vecina. ¿Cómo llegó aquí?
¿A qué hora me lo puse? Estoy muy confundido.
MAURICIO: No se preocupe, llegaremos al fondo de esta situación. Puede ir al baño
de mi consultorio y ponerse una bata que está ahí. Después, con más calma,
platicaremos acerca de esta solución. ¿Le parece?
ESTEBAN:
Sí, doctor, gracias. Es usted muy gentil.
ESTEBAN entra al baño del consultorio.
MAURICIO: Fabiola, le anotas en la factura doscientos pesos por la renta de una bata.
FABIOLA: ¡Qué atacón, oiga! Está como en los hospitales que le cobran a 20 el
kleenex.
MAURICIO: Créeme, eso no es nada a lo que el pacientito va a tener que desembolsar.
Gracias a ese hombre vas a tener tu aguinaldo.
FABIOLA: ¡Doctor! ¡Qué mal fart de su parte! Mire que aprovecharse de este pobre
tipo que no sabe ni quién es.
MAURICIO: Precisamente, Fabiola. Estamos ante un caso de desorden de personalidad
múltiple.
FABIOLA: ¿Desorden de personalidad múltiple? Oiga, ¿y eso qué es?
ESTEBAN sale del baño con la bata puesta y con un puro en la mano. A
diferencia de hace un momento, su comportamiento ahora es refinado y seguro de sí
mismo.
ESTEBAN: Caballeros, buenas tardes. Quizá me llamen estrafalario, excéntrico o
extravagante, pero me temo estar inmerso en una situación sumamente penosa e
improbable: no sé qué hago aquí. Y tampoco me explico cómo puedo estar ataviado en
esta hermosa bata de fina lana.
FABIOLA: ¿Cuál fina? Si es ropa de paca, de a peso la pieza.
MAURICIO: ¿Usted es…?
ESTEBAN:
Irving Iracheta. ¿Con quién tengo el placer?
MAURICIO: Mauricio Velázquez.
ESTEBAN: Oh, doctor Velázquez, con usted tenía la inquietud de charlar. Si no me
equivoco, está tratando a un conocido mío. ¿Le suena el nombre de Esteban Sepúlveda?
FABIOLA:
¡Ay, güey! ¡Ya me dio miedo! I’m scared.
MAURICIO: Claro que sí. ¿Necesita saber algo de él?
ESTEBAN: Pensé que su código de ética le impedía revelar información acerca de
sus pacientes.
MAURICIO: No se apure, yo no he firmado nada de eso de ética ni perética. Es más, ni
me he dado de alta en el SAT. Tome asiento, por favor.
ESTEBAN:
Es usted sumamente amable.
MAURICIO: (Aparte a Fabiola) Ve tomando tiempo, Fabiola. Seiscientos pesitos por
cada hora… ¡La hora es de 40 minutos!
FABIOLA: Nombre, doctor. No le hablo a la Profeco nomás porque luego me quedo
sin chamba y tengo que volver a vender productos de Betterware.
Fabiola se va a su lugar. Mauricio le señala a Esteban el diván.
MAURICIO: Tome asiento, por favor.
ESTEBAN:
Ese lugar es exclusivamente para pacientes, ¿no?
MAURICIO: N’ombre si ahí hasta he hecho el amor con mi novia.
ESTEBAN:
Me sentiré más cómodo en ese otro sillón.
MAURICIO: Y bien, ¿qué quiere saber sobre Esteban?
ESTEBAN:
es usted.
Sobre Esteban ya sé demasiado. Quizá quien debería saber más sobre él
MAURICIO: ¿Yo? ¿Y como para qué? Ah sí, claro, para su terapia. Bueno, hasta
donde sé, Esteban solamente tiene problemas de memoria.
ESTEBAN: Créame, sus problemas son mucho peores (se acerca demasiado al rostro
de Mauricio).
MAURICIO: (Se lo despega) ¿Ah sí? ¿Y usted cómo lo sabe?
ESTEBAN:
Porque soy infinitamente más inteligente que él… y no soy un cobarde.
MAURICIO: ¿Por qué dice que Esteban es cobarde? ¿Le saca a los trancazos o qué?
ESTEBAN: No, lo digo porque no se atreve a hablarle a usted sobre el verdadero
origen de sus problemas. Verá, Esteban es sujeto pusilánime.
MAURICIO: Entiendo todo lo que dice, menos esa palabra “pusilánime”.
ESTEBAN:
esa palabra.
Significa “mediocre”… supongo que usted está más familiarizado con
MAURICIO: ¿Fue pedrada?
ESTEBAN: Si Esteban tiene mala memoria es porque inconscientemente quiere
olvidar su pasado. En especial, a su madre.
MAURICIO: ¿A mi madre? ¿Cuándo la conoció?
ESTEBAN: Me refiero a la madre de Esteban. No sea usted atolondrado, o en
palabras más coloquiales que usted me pueda entender: pendejo.
MAURICIO: Sí, claro… (Mentándosela muy sutilmente) ¡Su madre!... De Esteban.
ESTEBAN: Era una mujer muy voluble. Hoy, con lo que sabemos de psiquiatría,
podríamos decir que la mujer era bipolar; pero en ese entonces, cuando se desconocía el
término, la mujer era considerada una “pinche vieja histérica menopáusica”.
Se oscurece la oficina y se ilumina la parte del escenario más cercana al
público. Aparece la madre de Esteban vistiendo ropa de principios de los noventa.
MADRE:
Esteban, bebé del alma, cosita bella… ¿en dónde estás calabacita tierna?
ESTEBAN se quita la bata y entra al flashback con una camiseta de algún
personaje de las caricaturas de ese tiempo. Se va acercando lentamente a la madre
“escondiéndose” con las manos. La MADRE lo ve y entra en el juego.
MADRE:
¿On’ ta, bebé? ¿On’ta, bebé? ¿Dónde se escondió mi alhajerito lleno de oro, mi
burbujita de jabón, mi cielito lindo canta y no llores?
ESTEBAN se asoma de su escondite con una sonrisa. La MADRE cambia
repentinamente de humor.
MADRE: Ya quítate las manos de la cara, huerco zonzo… ¿Qué crees que soy tan
estúpida como para no verte?
La MADRE va hasta donde está ESTEBAN y lo jala del cabello.
MADRE: Ven para acá, escuincle baboso, parece que te criaron las Muñequitas y que te
bautizó Capulina. Vuelve a esconderte como tarado y te guiso el trasero a cintarazos.
ESTEBAN: Mami, ¿estás enojadita?
MADRE: (cambio repentino) No, bomboncito sabor a fresa, ¡cómo crees! Si yo te
quiero más que a mis ojos. A ver, dime: ¿cómo te fue en el kínder, corazoncito de
chocolate cubierto con almendras?
ESTABAN: Bien, mami. Mi maestra me dio un beso a la salida.
MADRE: ¿Porque hiciste los palitos parejitos?
ESTEBAN asiente con orgullo.
MADRE: ¿Y te puso un garabato colorado? Ay, mi cielo… (Lo abraza. Cambio
repentino y lo empieza a ahorcar) Y yo te voy a poner colorado pero el ojo de un
trancazo que te voy a dar… ¡De seguro andabas de lambiscón con la vieja estúpida esa
de tu maestra! (En un tono infantil) “Ay, miss, yo le ayudo con los colores”. ¡Maricón!
Tienes tan poca personalidad como tu padre… ¡no sirves para nada!
ESTEBAN: No me hables feo, mamita.
MADRE: (Cambio repentino) ¿Quién te habla feo, mi lechuguita fresca para ensalada?
Yo sería incapaz de hacerte daño.
ESTEBAN:
Ay, mami… es que me sacas de onda.
MADRE: Algondoncito de azúcar, sabes que a veces me pongo un poquito nerviosa.
ESTEBAN:
¿Cómo cuando le das traguitos a tu medicina?
MADRE: (Cambio repentino) ¡Cuál, medicina, baboso, cuál medicina! ¡Vodka! ¡Se
llama vodka! Y una botella vale más que tú, infame engendro…
ESTEBAN: ¿Qué significa engendro?
MADRE: Significa niño feo y apestoso producto de una calentura y condón roto.
ESTEBAN:
¿Y qué es condón?
MADRE:(Cambio repentino) Estebancito… no digas eso, gorrinoncillo trinador de
dulces melodías. ¿Quién te enseñó esas palabras tan feas? ¿Sabes lo que le pasa a los
niños mal hablados?
ESTEBAN: ¿Les ponen limón y chile en las cortadas como me haces tú cuando te
pregunto quiénes son los señores con los que juegas al caballito en tu recámara?
MADRE: (Cambio repentino) ¿Y a ti qué te importa si yo meto hombres a la casa,
pedazo de estiércol reciclado? Me dan lo que tu padre no pudo darme: placer; y no me
dejan lo que tu padre me dejó: un estorbo como tú y las colchas oliendo a pedo.
(Cambio repentino) Ah, mi amor, te compré un gansito.
Se lo acerca, pero ESTEBAN lo rechaza.
MADRE: ¿No lo quieres, lucecita brillante en la oscuridad?
ESTEBAN: No, ¡gansito, no…! Ya no me gusta.
MADRE: ¿Por qué ya no te gusta, gotita de lluvia de primavera?
ESTEBAN: Porque la otra vez que se me cayó al piso y se llenó de hormigas me
dijiste: “Ahora así te lo comes, lleno de tierra, así como tienes tu cabeza”.
MADRE: Yo jamás te diría eso, gusanito de seda.
ESTEBAN: Sí, también tenía gusanos.
MADRE: Corazoncito… (Cambio repentino) Ahora resulta que muy fino el niño…
Bien que te comes los mocos y no les haces asco.
ESTEBAN: Sí les hago asco, pero como me dices que no me suene la nariz porque el
sonido te molesta.
MADRE: Te comes ese gansito porque te lo comes…
Empiezan a forcejear, ella intenta hacerle comer a la fuerza el gansito. El niño
logra liberarse y se va corriendo. Vuelve al sillón.
MADRE: (Constantes cambios) Ya verás, cuando te alcance, lepe odioso. ¡No te vayas,
hojuelita de maíz escarchada con azúcar! Ven con mami para… arrancarte la cabeza de
una cachetada… No te asustes, te voy a llevar a la feria y nos vamos a subir a los
caballitos… y desde lo alto de la rueda de la fortuna te voy a dejar caer para deshacerme
de ti de una buena vez. Un día me voy a ir y te voy a dejar en la calle para que te recoja
un vendedor de yukis pedófilo… Mi amor, no me tengas miedo, ya sabes que te
quiero… ¡Te detesto, mocoso insufrible!
La MADRE sale de escena. La acción vuelve al consultorio.
ESTEBAN: Después de esa vez, Esteban nunca volvió a ver a su madre. La abuela lo
terminó criando, y digamos que la mujer también era algo… inestable.
MAURICIO: Hay algo que me llama la atención.
ESTEBAN: ¿Qué cosa? ¿Que la madre de Esteban le haya dicho que tenía poca
personalidad?
MAURICIO: (Ve por la ventana) No, que no había visto que pintaron de otro color el
local de aquí enfrente.
ESTEBAN:
Percibo cierto desdén de su parte hacia el tratamiento de Esteban.
MAURICIO: Si me dice qué significa desdén, le diré si está en lo cierto o se equivoca.
ESTEBAN: A usted no le interesa que Esteban se recupere, a usted no le interesa nadie
más que usted mismo.
MAURICIO: Si Esteban no me interesara, ni siquiera le estaría poniendo atención.
Sígame hablando de eso del tío que vendía yukis o no sé qué.
ESTEBAN:
(Indignado) Es usted un… un…
Entra a escena FABIOLA.
FABIOLA: Disculpen que interrumpa, ya sé que no debo, pero ¡odio ser de las que van
al Seven y se sordean. Bueno, voy al Seven; no sé si quieran algo. ¿Un café? ¿Un
refresco? ¿Un gansito?
ESTEBAN: (Fuera de sí) ¡Nooooo! ¡Gansito no! ¡Gansito no!
FABIOLA: Ay, bueno, cálmese… ¿Unos pingüinos?
ESTEBAN se tira al suelo y lanza patadas y manotazos.
ESTEBAN:
No, mami, gansito no… Trae gusanos, trae gusanos… Está sucio.
MAURICIO: ¡Mira lo que hiciste, Fabiola! ¡Está en crisis!
FABIOLA:
Ay, doctor… este más que psicólogo, éste necesita exorcista.
MAURICIO: Rápido, trae mi libro de emergencias.
ESTEBAN sigue gritando y pataleando. FABIOLA le trae a MAURICIO un libro de
“Psicólogía para dummies”.
MAURICIO: Rápido, busca la palabra crisis.
FABIOLA: Voy, doctor, voy.
MAURICIO: Apúrate…
ESTEBAN empieza a gritar más fuerte.
MAURICIO: No, tú no… Tú cálmate.
FABIOLA: No aparece doctor. No está en la “k” de “krisis”.
MAURICIO: Crisis se escribe con “c”.
FABIOLA: Eso sería (lee la “c” como “s”) crisis…
MAURICIO: No es momento para hacerse la víctima… de Elva Esther Gordillo, ¡busca
esa palabra!
FABIOLA:
Ah, okey…
De pronto, ESTEBAN deja su estado desesperado. Se desmaya.
FABIOLA: No, doctor, ¿por qué? Era tan joven.
MAURICIO: No, Fabiola. Sólo está desmayado. Ayúdame a llevarlo al diván.
Llevan a ESTEBAN al diván.
MAURICIO: Parece que experimenta episodios de narcolepsia en cada cambio de
personalidad.
FABIOLA: ¿Narco? Ay, doctor, estamos metidos en algo serio.
MAURICIO: Narcolepsia significa que se queda dormido así sin decir ni “agua va”.
Espero que despierte en la personalidad de Esteban; Irving me dio mucha información
para tratarlo… Como quiera, primero le voy a tirar un rollo para hacer más largo el
tratamiento.
ESTEBAN: Laura… Laura… No me dejes, Laura.
FABIOLA: ¿Quién es Laura? Who’s that girl?
MAURICIO: Quizá sea la madre.
ESTEBAN: Quiero que hagamos el amor otra vez… Ven, Laura…
FABIOLA: ¡Ascooooo…! Espero que no…
MAURICIO: Está despertando.
ESTEBAN despierta y observa a todos lados con rostro asustado. De pronto
MAURICIO: ¿Esteban? ¿Eres tú?
ESTEBAN rompe en llanto como un bebé. Nuevamente patalea.
MAURICIO: ¡No puede ser! Ahora tiene una regresión a su infancia. Seguramente el
recuerdo del gansito le provocó un shock.
FABIOLA: ¡Ay, cosita! ¿Lo puedo adoptar? ¿Me lo dará el DIF? Ven, tesorito, ven con
tía Fabiola.
ESTEBAN le da un manotazo a FABIOLA en la cara.
FABIOLA: ¡Méndigo huerco! Ahorita te mando a Capullos, infeliz.
FABIOLA le va a pegar a ESTEBAN, quien sigue llorando a grito abierto. MAURICIO
la detiene.
MAURICIO: No, Fabiola. Cualquier alteración lo puede sumir en estado catatónico.
ESTEBAN ahora le pega a MAURICIO.
MAURICIO: ¡Huerquito chiflado, vas a ver!
También le levanta la mano. ESTEBAN se pone a correr por todo el consultorio.
MAURICIO: Ven para acá, huerco jijo de la…
FABIOLA: No se altere, doctor… Cuente hasta 10…
ESTEBAN empieza a brincar en el sillón sin parar de llorar.
MAURICIO: ¿Cuál hasta 10? Hay que calmarlo. Cántale una canción de Cri Cri.
FABIOLA: ¿De quién?
MAURICIO:De Cri Cri. ¿Que no lo conoces?
FABIOLA: Ay, no, doctor… Yo soy de Justin Bieber para acá.
MAURICIO: Ay, sí, muy jovencita… (Lo mira con sospecha) A ver… ¡Mexicana like
it!
FABIOLA: (Entusiasmada) ¡Banana! ¡Ay, me cachó! Sí, me encanta Garibaldi… Fui la
única persona que compró boleto para su concierto de reencuentro.
FABIOLA se sienta en el sillón y toma a ESTEBAN en brazos; sigue llorando.
FABIOLA: Bueno, a ver… Ya, ya, bebé… Tranquilo, tranquilo… A ver, los tres
cochinitos ya están en la cama… Muchos cigarros les dio su mamá… Y calientitos los
tres con su chava… Dentro de un rato los tres…
MAURICIO: ¡Fabiola! La canción no va así.
FABIOLA: ¿Ah no? Con razón la maestra del kínder pidió hablar con mis papás.
MAURICIO: Mira, se está calmando.
ESTEBAN: Te-ta.
FABIOLA: Ay, quiere su biberón.
ESTEBAN: Te-ta… te-ta…
ESTEBAN pone la mano en el pecho de FABIOLA.
FABIOLA:
No, mi amor… Ahí no hay teta… Pérate unos años más que junte pa’ la operación y te
invito a almorzar.
ESTEBAN:
(Llora) Tetaaaaa…. Teeetaaaaa…
FABIOLA: Ay, no… Ya va a llorar otra vez. ¿Qué hacemos?
ESTEBAN: ¡Tetaaaaaa!
MAURICIO: (Insinuando) Pues… quiere teta…
FABIOLA: ¿Y luego? No estará pensando en… No, doctor, eso sí ya no.
MAURICIO: ¿No quieres que deje de llorar?
FABIOLA: Pues sí, pero… Ay, doctor…
MAURICIO: Algún día serás madre.
FABIOLA: Para eso existe la leche de fórmula. (Respira hondo) Está bien… Todo
para que se calle.
FABIOLA respira hondo y se pone de espaldas. Dirige a ESTEBAN hacia su pecho.
MAURICIO: ¿Estás bien, Fabiola?
FABIOLA: Ay, doc, parezco el logo del IMSS.
ESTEBAN se separa de FABIOLA y empieza a correr.
FABIOLA: Como todos los hombres de mi vida. Obtiene lo que quiere y sale corriendo.
ESTEBAN se pone a corretear de nuevo. Empieza a tumbar cosas. Se queda quieto y
hace una rabieta.
FABIOLA: ¡Ya se hizo!
MAURICIO: No puede ser.
Entra a escena VERÓNICA. Llega a la sala de espera y se extraña al no ver a
FABIOLA en su lugar.
VERÓNICA: (Sin asomarse al consultorio) ¿Mauricio? ¿Estás ocupado, mi amor?
MAURICIO: Lo que faltaba. Fabiola, encárgate, por favor.
FABIOLA: Whaaaaat??? ¿Quiere que lo… limpie…?
MAURICIO: Te lo compensaré, por favor. Tengo que hablar con Verónica.
FABIOLA: ¡Soy asistente bilingüe! ¡No una niñera!
MAURICIO: Encárgate o te corro.
FABIOLA: (Hace un coraje) Uy, pero va a ver… Lo voy a acusar con la señorita
Laura… ¡Que pase… el patrón explotador! Bueno… ¡a cambiar al huerco! (Se pone una
mascarilla de oxígeno que saca de la nada). Sabía que algún día la iba a necesitar. No es
un ataque bacteriológico, pero casi.
MAURICIO se encuentra con VERÓNICA.
VERÓNICA: Hola, mi cielo… ¿Estás ocupado?
MAURICIO: Un poco, ¿cómo te fue con los centros de mesa?
VERÓNICA: De eso te quería hablar.
Pone dos centros de mesa sobre el escritorio. Ambos son muy parecidos.
VERÓNICA: A ver, ¿cuál te gusta más?
MAURICIO: ¿Que no son iguales?
VERÓNICA: Ay, Mauricio… ¿Cómo van a ser iguales? ¿No ves que éste tiene la flor
del lado derecho y este otro del lado izquierdo? ¿Cómo iguales? ¡Qué lástima que no
está Fabiola para que me dé su opinión…! Es medio charrita, pero al menos tiene más
idea que tú. Por cierto, ¿dónde está?
Se oye la voz de FABIOLA desde el baño.
FABIOLA: ¡Qué ascooooo! ¡Pues qué comes, ingrato de Dios!
MAURICIO: Me está haciendo un mandado.
VERÓNICA: Bueno, ¿entonces cuál?
MAURICIO: Pues… este.
VERÓNICA: Ay, ¿ese? ¿No se te hace que… la florecilla a la izquierda…? No sé. Este
con la flor a la derecha es más nice.
MAURICIO: Bueno, entonces el otro.
VERÓNICA: Sabía que ibas a estar de acuerdo conmigo. Oye, también es un poquito
más caro.
MAURICIO: ¿Qué tan caro?
VERÓNICA: Cualquier cosa. Lo doble, nada más. Pero se van a ver hermosos…
MAURICIO: ¿Sólo porque la flor está del otro lado?
VERÓNICA: ¡Ves! ¡No sabes nada de estas cosas!
MAURICIO: Mira, tú cómpralo, mi vida.
VERÓNICA: Ah, por cierto… Hablando de comprar… necesito más… (hace una seña
de dinero).
MAURICIO: ¿Cuánto?
VERÓNICA: (Hace cálculo) A ver, el último pago del vestido, el pastel, la banda, los
violinistas, la soprano para que cante el “Ave María, las campanitas de cristal cortado
que vamos a dar en la iglesia.
MAURICIO: (Nervioso) ¿Cristal cortado? ¿No podrían ser de vidrio así normalito?
VERÓNICA se queda callada y luego se echa a reír.
VERÓNICA: Ay, mi cielo, tú y tus bromas. ¿Sabes qué? Dame la tarjeta, si te digo una
cantidad, de seguro me va a faltar. Siempre hay imprevistos.
MAURICIO: (Le da la tarjeta) Sí, imprevistos.
FABIOLA: (Desde el baño) ¡No puedo más! Me asfixio… ¡Dios mío!
MAURICIO: Mejor voy y ayudo a Fabiola.
VERÓNICA: Ya está, mi cielo. Te veo en la tarde.
VERÓNICA se despide de MAURICIO y sale de escena. MAURICIO va al
consultorio.
MAURICIO: ¿Todo bien, Fabiola?
FABIOLA sale hecho un desastre y casi en shock.
FABIOLA: Acabo de ver el infierno con mis propios ojos.
MAURICIO: ¿Y Esteban?
FABIOLA: Se fue.
MAURICIO: ¿Cómo que se fue?
FABIOLA: Sí, acabé de limpiarlo y se salió por la ventana del baño.
MAURICIO: ¿Por qué no lo detuviste?
FABIOLA: No pude… Apenas… apenas podía respirar… Estuve así de morir, doctor…
He vuelto a nacer.
MAURICIO: Tenemos que encontrar a Esteban. No puede andar solo en la calle en ese
estado. Vámonos.
MAURICIO y FABIOLA corren hacia la salida del consultorio. Antes de salir se
encuentran con ESTEBAN: lleva una toalla en la cabeza y una más con una falda. Su
semblante es bastante serio.
ESTEBAN: (Hablando como viejita) Me dijeron que aquí podía encontrar a
Estebancito.
MAURICIO: ¿Quién es usted?
ESTEBAN: Soy Gumersinda… su abuela.
Oscuro. Fin del Primer Acto.
SEGUNDO ACTO
ESTEBAN, como la abuela, está sentado en el diván. MAURICIO está en el
sillón frente a él. Hay tensión en el ambiente. Llega FABIOLA con una charola en la
que trae tazas de café y galletas.
FABIOLA: Señora, su cafecito.
ESTEBAN:
¡Ya era hora!
Le da un sorbo al café
ESTEBAN: ¡Qué asco! ¿Son tus orines o qué? (Avienta la taza contra la pared). ¿No
puedes hacer ni un mugroso café?
FABIOLA: ¡Óigame! Ni que fuera su chacha para que me hable así.
ESTEBAN: (Intimidante) ¡Cállate y tráeme otro café!
FABIOLA: (Dócil) Sí, patroncita.
FABIOLA vuelve a la sala de espera a preparar otro café.
MAURICIO: (Sin saber qué decir) Pues… bueno…
ESTEBAN: ¿Bueno? ¡Bueno nada! ¿On’ ta mi nieto?
MAURICIO: Su nieto está bien. Va a venir en un momentito.
ESTEBAN:¿Cómo va a venir si nomás tiene un año y medio? Alguien lo tiene que
traer… ¡Y que no sea la criada esta!
MAURICIO: Le aseguro que el niño está bien. Sólo quisiera preguntarle algunas cosas.
ESTEBAN se quita una chancla y le pega a MAURICIO.
ESTEBAN: ¡Qué preguntarme ni que la marrana! ¡Quién es usté pa’ andar
preguntándome cosas! ¡Igualado!
MAURICIO: Señora, le pido que se calme.
ESTEBAN: Cállese el hocico… ¿Qué me calme? ¡Po’s ni que estuviera alterada!
MAURICIO: Sólo son unas preguntitas.
ESTEBAN: ¿Otra vez la burra al maíz? Ven pa’aca.
Agarra a MAURICIO de la oreja y lo jala hacia ella.
ESTEBAN: Pídame perdón, pídame perdón, huerquito cabrón.
MAURICIO: Perdón, perdón.
ESTEBAN: ¡De rodillas!
MAURICIO: Perdón, pero es por el bien de Estebancito.
ESTEBAN: ¡Cállese! ¡No esté hablando!
Le vuelve a pegar.
MAURICIO: Ay, ¿de dónde sacó esa chancla?
ESTEBAN: Y tengo más de donde vino esto…
MAURICIO: Sólo quiero que me cuente acerca de la madre del niño…
ESTEBAN deja de pegarle a MAURICIO y empieza a quebrarse en un llanto primero
silencioso y después a grito abierto. Entra FABIOLA con otra taza de café.
FABIOLA: ¿De qué me perdí?
ESTEBAN: Tenía que poner el dedo en la herida.
MAURICIO: Entiendo, señora, que la madre del niño lo abandonó a su suerte.
ESTEBAN: ¡Mi pobre hija! Era una pinche histérica menopáusica.
FABIOLA: De hecho, era bipolar.
ESTEBAN: (Deja un segundo el llanto). ¿Y a esta estúpida quién le habló? (Vuelve a
llorar).
MAURICIO: ¡Cálmese, señora!
MAURICIO trata de abrazar a ESTEBAN, esta se lo quita a chanclazos.
ESTEBAN: ¡No me toque, estúpido animal! ¡Mijita santa! Ella cargó con un peso que
no le correspondía… Ser señalada por estar sola y además, con un niño… un niño que
ni siquiera es suyo…
MAURICIO: ¿No es suyo? ¿Entonces… de quién es…?
ESTEBAN: ¡Qué Dios me perdone! El niño es mi hijo…
FABIOLA: Uy, esto está mejor que la novela de las nueve.
ESTEBAN: Fue producto del ataque de un desalmado… ¡un violador! Mi hija se hizo
pasar por la madre para que la gente no se enterara de mi vergüenza. Cuando se fue,
tuve que cargar con la cruz… Pero en el rostro de Estebancito siempre vi a ese criminal
que abusó de mí y por eso… por eso le pegaba…
MAURICIO: Señora, ¿usted le pegaba a Estaban?
ESTEBAN: (Se pone a llorar como loco) ¡Sí! ¡Le pegaba! Con la chancla, el cinto, el
comal, ¡y hasta el control remoto de la tele! Una vez le tumbé los dientes con un
martillo… ¡Yo no quería pegarle! ¡No quería!
MAURICIO: Le daré un tiempo para que se calme. (Se acerca a Fabiola) ¡Pobre tipo!
Todos los recuerdos reprimidos en su subconsciente están saliendo a través de sus
personalidades.
FABIOLA: Oiga, ¿no se le hace que la historia está muy bañada? Parece capítulo de
“La Rosa de Guadalupe”.
MAURICIO: No, Fabiola, desgraciadamente es real. Ya hasta me da pena cobrarle.
Pero, ni modo, lo tengo que bajar del macho porque la boda me está dejando en la calle.
(Se vuelve con ESTEBAN). Bueno, señora…
ESTEBAN deja de llorar. Le dirige a MAURICIO una mirada llena de odio y luego lo
toma por el cuello. Deja de hablar como señora.
ESTEBAN: ¿A quién le dijiste señora?
MAURICIO: A… usted… no… ¿Señor?
ESTEBAN: Te voy a matar, maldita piruja.
FABIOLA: Disculpe, de casualidad, ¿no es a mí a quien debería estar ahorcando?
MAURICIO: (Apenas respirando) ¡Fabiola, haz algo!
FABIOLA: Ah, sí… voy, doctor. (A Esteban) ¡Deténgase o ya verá!
ESTEBAN sujeta con la otra mano en cuello de FABIOLA. Está ahorcando a los dos.
ESTEBAN: No saben quién soy, ¿verdad? ¡Soy Simón!
FABIOLA: Mucho gusto, Don Simón. ¿Cómo están sus hijas? Por cierto, ¡ayyyy, qué
bonito bailan!
ESTEBAN: Me voy a cobrar las que me deben, desgraciadas. Todas las mujeres son
iguales.
FABIOLA: Ay, doctor, siempre quise morir en los brazos de un hombre, pero no así.
ESTEBAN: ¡Voy a matarlas a las dos… por zorras!
MAURICIO:
¡Ella es la zorra!
FABIOLA: Ay, doctor… Yo la verdad, tengo mis dudas sobre usted.
Se escucha el timbre de un teléfono celular. ESTEBAN suelta repentinamente a
FABIOLA y a MAURICIO para después caer en un trance. FABIOLA y MAURICIO
terminan abrazados.
FABIOLA: Doctor, dígame una cosa: ¿estamos muertos y me fui con usted al cielo
donde por fin puedo confesarle mi amor?
MAURICIO se quita a FABIOLA.
MAURICIO: ¡No! No estamos muertos.
FABIOLA: (Fingiendo) Ah sí, ya lo sabía. Eso de confesarle mi amor era broma…
MAURICIO: (Suspira aliviado) Ah, menos mal.
MAURICIO le da la espalda a FABIOLA y este le extiende la mano con rostro
anhelante.
MAURICIO: ¿Qué es eso que suena?
Al voltear, casi descubre el gesto de FABIOLA, pero este se reincorpora como si nada
hubiera pasado.
FABIOLA: Es el iPhone que le rateó a Esteban.
MAURICIO busca en su bata el teléfono de ESTEBAN.
MAURICIO: Mira, dice que tiene un mensaje.
FABIOLA: A ver, léalo.
MAURICIO intenta moverle al teléfono, pero no lo consigue.
MAURICIO: No le entiendo a esta cosa.
FABIOLA: A ver. Ay doctor, es que usted no sale de los Nokia del Oxxo.
ESTEBAN al fin despierta.
ESTEBAN: ¿Ese es mi teléfono?
MAURICIO esconde el teléfono.
MAURICIO: (Nervioso) No.
ESTEBAN: ¿Cuánto llevo aquí?
MAURICIO: Como mil pesos… digo, como una hora y media, más o menos.
ESTEBAN: No tengo idea de nada de lo que ha pasado.
MAURICIO: He descubierto qué es lo que le pasa, Esteban. Prepárese porque la noticia
que estoy a punto de darle es algo difícil de aceptar. Usted padece de desorden de
personalidad múltiple.
ESTEBAN: ¿De qué?
MAURICIO: Es algo complicado de explicar. Hay momentos en los que su verdadera
personalidad se desconecta de la realidad y usted se vive como si fuera otras personas.
ESTEBAN: Disculpe lo que voy a decirle, doctor: pero ¿qué mamadas está diciendo?
MAURICIO: Una de sus personalidades acaba de revelarme que su madre era un
poquito voluble y que lo abandonó cuando era muy pequeño.
ESTEBAN: (Afectado) ¿Quién le dijo eso?
MAURICIO: Una de sus personalidades: Irving. También he tenido la oportunidad de
hablar con otra de sus personalidades llamada Graciano, con su yo infantil y con una
personalidad que, aparentemente, esconde su lado agresivo: un tal Simón.
ESTEBAN: No conozco a ninguna de esas personas. Usted… ¡usted me quiere volver
loco!
MAURICIO: No, se está confundiendo… loco ya está.
ESTEBAN: Me voy de aquí en este mismo momento…
ESTEBAN va a la puerta.
MAURICIO: También hablé con su abuela… Gumersinda.
ESTEBAN: (Se devuelve; a punto del llanto) ¿Cómo sabe el nombre de mi abuela?
MAURICIO: Porque usted, adoptando la personalidad de su abuela, me lo dijo.
ESTEBAN: Sí, mi abuela se llamaba Gumersinda.
FABIOLA: Ah, por cierto, ella es su verdadera madre.
ESTEBAN: ¿Qué?
ESTEBAN se desmaya.
FABIOLA: Bueno, ¿este no se sabe otra más que desmayarse?
MAURICIO:
Mejor, así podemos ver qué dice el mensaje.
FABIOLA: Ay, doctor, ¡qué licho! A ver, ¿qué dice?
MAURICIO: (Lee el mensaje) Hoy carne asada en la casa. Tu papá te encarga un six.
Mamá.
FABIOLA: ¡Mire! ¡Tiene reunión familiar! Un momento… ¿que no..?
MAURICIO: ¿Todo ese rollo de la mamá bipolar y el papá violador y la abuela chancla
voladora era falso?
ESTEBAN vuelve como Irving. Se ríe de forma siniestra.
ESTEBAN: ¿Algún progreso?
FABIOLA: ¿A qué hora se cambia de personalidad que ni cuenta me doy?
ESTEBAN: Soy Irving… otra vez. ¿Ya se dio cuenta de que la explicación de los
problemas de Esteban no está en la relación con su madre? Le mentí.
MAURICIO: Sólo me has estado diciendo mentiras, Irving. Háblale a otra de las
personalidades de Esteban que sea menos mamón que tú.
ESTEBAN: ¿Admite que está completamente perdido, doctorcito Velázquez? Lo que
me han dicho sobre usted es cierto: no es más que un charlatán que tiene de psicólogo lo
que yo tengo de luchador de la Triple A.
FABIOLA: Uhhh…
MAURICIO: Mira, si a Esteban o a cualquiera de sus personalidades no le gusta cómo
lo atiendo, la puerta está bien ancha. Nada más que primero pasan a la caja para que
paguen la sesión de hoy. Y que agradezca que no cobro por persona porque le saldría
ardiendo.
ESTEBAN: ¿Así tan fácil? Se desentiende por completo del pobre de Joaquín.
MAURICIO: ¿De quién?
ESTEBAN: De Joaquín… Claro, no sabes quién es Joaquín.
MAURICIO: ¿Es otra personalidad de Esteban?
ESTEBAN: Cuando sepas de quién se trata, podrás descifrar el misterio.
MAURICIO: Dime quién es Joaquín.
ESTEBAN: Averígüelo usted… ¿no que muy fregón?
FABIOLA: Uhhh…
MAURICIO: Mira, para empezar, me importa medio cacahuate si Esteban se recupera o
no… Yo hice lo que pude.
ESTEBAN: Si no le ayuda a Esteban, le diré a las autoridades que su título como
psiquiatra es pirata.
FABIOLA: Uhhh…¿Pirata?
MAURICIO: ¡Claro que no es pirata! ¿De dónde sacas eso?
ESTEBAN: ¡Ay, por favor…! El escudo de la universidad es una calcomanía.
MAURICIO: Bueno, sí… es falso. Pero ni que eso fuera un delito. Además, sólo me
faltó una materia… luego la acabo.
FABIOLA: ¡Doctor! ¡Qué vergüenza!
ESTEBAN: ¡Y tú no estudiaste asistente bilingüe en el Fleming! El poco inglés que
sabes lo aprendiste viendo “Dora la exploradora”.
FABIOLA: ¡Canalla!
ESTEBAN: Ayuden a Esteban y no diré nada. Ni yo, ni Esteban, ni Graciano, ni nadie
más…
MAURICIO:(Tras un silencio) Te escucho…
ESTEBAN: Esteban siempre fue una persona normal hasta que conoció a Laura.
FABIOLA: ¡Laura! Es a la que se estaba…
ESTEBAN: Esteban era un buen hombre: un poco ingenuo y atarantado, pero de nobles
sentimientos. Conoció a Laura y se enamoró perdidamente de ella; después se hicieron
novios y durante un buen tiempo llevaron una buena relación o, al menos, eso era lo que
Esteban creía.
Se oscurece el área del consultorio y se ilumina el proscenio. Entra a escena LAURA
disfrazada con algún vestuario tipo Lady Gaga y caminando con dificultad. Lleva una
copa en la mano y está cantando.
LAURA: ¡Esteban! ¡Esteban!
Le da un largo trago a la bebida y cuando está a punto de caerse, llega ESTEBAN y la
toma entre sus brazos. Él está disfrazado con un traje amarillo de Winnie Pooh.
ESTEBAN: Laura, ya deja de tomar, por favor. Te estás poniendo muy mal.
LAURA: No me importa… Además, así disfrazada de Lady Gaga nadie me va a
conocer y puedo hacer lo que quiera.
ESTEBAN: Me estás haciendo quedar en ridículo.
LAURA: Yo quedé en ridículo desde el día que acepté ser tu novia.
ESTEBAN: ¿Qué dijiste?
LAURA: Que me ayudes a buscar mi arete… se me perdió.
ESTEBAN: Laura, has estado muy rara últimamente.
LAURA: ¡Me estás diciendo rara! No soy rara… ¡soy compleja!
ESTEBAN: Me refiero a que has estado muy fría, muy distante. ¿Estás enojada
conmigo?
LAURA: Esteban, todos mis amigos me dicen que debo dejarte.
ESTEBAN: Pero, ¿por qué?
LAURA: Pues porque eres un ¡looooser! Y además no tienes personalidad… Eso me lo
dijo mi psicólogo. Ah, mira, mi arete… pensé que no lo iba a encontrar.
El arete que encuentra LAURA es sumamente grande.
ESTEBAN: ¿Desde cuándo vas al psicólogo?
LAURA: No es psicólogo… es de los otros… de los que te dan tipo chochitos… No me
lo tomes a mal, pero… tú y yo ya no somos uno mismo.
ESTEBAN: Estás bromeando, ¿verdad?
LAURA: Mírate, disfrazado de… ¿de qué estás disfrazado?
ESTEBAN: De Winnie Pooh. Laura, no me cambies el tema.
LAURA: Ese disfraz no te queda… te falta panza y te falta… ¡Te faltan tantas cosas!
ESTEBAN: Dices eso porque estás borracha. Ya mañana que estés más tranquila…
LAURA: ¡Mañana nada! Ya no quiero verte… ¡Me merezco algo mejor que tú! Me lo
dijo el doctor: “Siga adelante, señorita, no se estanque”. ¿Sabes qué? Quiero… quiero
un vodka tonic… ¡pero ya!
ESTEBAN: Ya no quiero que tomes.
LAURA: Tú a mí no me dices qué hacer... ¡Quién se disfraza de Winnie Pooh en
Halloween! Nada más los niños de cinco años… Tráeme un vodka tonic o no me
volverás a ver nunca…
ESTEBAN: Está bien… no te vayas…
ESTEBAN sale del área iluminada. LAURA le da el último trago a la bebida.
LAURA: Lo siento, Esteban… Pero no estás a mi altura… No sabes ni adonde vas.
LAURA empieza caminar hacia un punto del escenario, pero se detiene.
LAURA: Ay, ¡qué pendeja! La salida está para allá.
LAURA sale de escena. La luz vuelve al consultorio. ESTEBAN ya está en el sillón.
ESTEBAN: Cuando Esteban volvió, Laura ya había desaparecido de la fiesta de
disfraces.
FABIOLA: ¡Qué vieja tan desgraciada! Mejor que lo haya dejado, viejas como ésa no
valen la pena y…
MAURICIO: ¡Fabiola! ¿Quién te contó eso, Irving? ¿Esteban? ¿Igual que lo de su
madre y su abuela?
ESTEBAN: De todos los que habitamos a Esteban, yo soy el único de fiar.
MAURICIO: Si lo que dices es cierto, esto explica muchas cosas. La madre y la abuela
de las que nos hablaste quizá no son las verdaderas, sino una manera inconsciente en la
que Esteban disfraza a la tal Laura: la ve como alguien que le hizo daño… Graciano en
realidad no estaba reclamando que le hayan quitado a Esteban, se trataba de Laura.
FABIOLA: Pero aún no nos has dicho quién es Joaquín.
ESTEBAN: No van a querer hablar con él… Incluso a mí me da… miedo…
MAURICIO: ¿Miedo? Pero… ¿por qué? ¿Quién es o qué?
ESTEBAN empieza a gritar, se va corriendo a la ventana.
ESTEBAN: ¡Ya viene! ¡Ya viene! Hay que escondernos…
FABIOLA: ¡Ay! ¡Doctor, ¡Protéjame!
FABIOLA salta a los brazos de MAURICIO. ESTEBAN empieza a golpear la ventana
frenéticamente.
MAURICIO: Ayúdame, Fabiola. Hay que ponerle un tranquilizante.
FABIOLA: Le ayudo, siempre y cuando el tranquilizante no sea vía supositorio.
ESTEBAN deja de patalear.
ESTEBAN: ¡Ay! ¡Supositorio! Eso me gusta.
FABIOLA: Ya regresó Grace, digo… Graciano…
ESTEBAN: (Al ver a Mauricio) ¡Usted!
MAURICIO: Ay, no puede ser.
ESTEBAN: ¡Me quitó a mi Esteban!
MAURICIO: Yo no fui…Yo no te quité a Esteban… ¡ni a Laura!
ESTEBAN: ¿A quién? ¿De qué me hablas, maldito buitre carroñero? ¿Y dónde está mi
hermoso conjunto color rosa?
FABIOLA: Yo no lo tengo. ¡Lo juro!
MAURICIO: Graciano, necesito que me des algunas respuestas.
ESTEBAN: A usted lo único que le voy a dar será una puñalada.
ESTEBAN se va contra MAURICIO.
MAURICIO: Si contestas a mis preguntas recuperarás a Esteban.
ESTEBAN (Se detiene) En ese caso, lo escucho.
MAURICIO: ¿Sabes quién es Joaquín?
ESTEBAN: (Visiblemente asustado) ¿Joaquín? Claro que sé quién es Joaquín… No está
por aquí, ¿verdad? Dígame que no…
MAURICIO: No está… pero necesito que me digas quién es…
ESTEBAN: Es el diablo en persona… Que no venga… que no venga… Ahhhhhh…
FABIOLA: Ay, este ya se volvió a alocar.
ESTEBAN termina en un rincón gritando y pataleando. Empieza a comportase como un
bebé y a llorar como tal.
MAURICIO: Entretenlo, Fabiola… Voy a preparar el tranquilizante… Creo que hemos
ido demasiado lejos…
FABIOLA: A ver, a ver, cálmate… quienquiera que seas…
ESTEBAN le salta encima a FABIOLA.
FABIOLA: Doctor, me está atacando…
MAURICIO: Aguanta, Fabiola… Voy para allá.
Mientras MAURICIO prepara una inyección con un tranquilizante, FABIOLA corre por
todo el consultorio con ESTEBAN a cuestas.
FABIOLA: ¡Me está arrancando los pelos, doctor! De por sí soy propensa a la
calvicie… Voy a quedar como Britney cuando le quitaron a los niños…
MAURICIO: Ya voy, Fabiola…
MAURICIO corre con la jeringa y persigue a FABIOLA.
FABIOLA: ¡Doctor! Este me va a sacar el cerebro.
MAURICIO: Estate quieta, no le puedo poner la inyección.
En el forcejeo, MAURICIO le aplica la inyección a FABIOLA. ESTEBAN salta y se va
rumbo a la ventana.
FABIOLA: ¿Qué cree, doctor? Que ahora la que se va a desmayar voy a ser yo.
FABIOLA cae detrás de un sillón. ESTEBAN completamente fuera de sí y jadeante
observa con furia a MAURICIO.
MAURICIO: Ay, no me digas que tú eres Joaquín…
ESTEBAN se acerca amenazante. MAURICIO le muestra la jeringa.
MAURICIO: No te acerques. Estoy armado y soy peligroso.
ESTEBAN se acerca. Cuando ya está muy cerca de él lanza un grito. MAURICIO
responde con miedo.
ESTEBAN: Así te quería ver… asustado… derrotado…
MAURICIO: ¿Quién eres? ¿Irving?
ESTEBAN: No.
MAURICIO: ¿Esteban?
ESTEBAN: ¿De verdad quieres saber?
MAURICIO: ¿Eres…?
Entra a escena VERÓNICA.
VERÓNICA: ¿Joaquín?
ESTEBAN: Hola, Laura.
MAURICIO: ¿Laura?
VERÓNICA: Laura Verónica… Ay, Mauricio, ¿no sabes cómo me llamo? Pero,
Joaquín, ¿qué haces aquí?
JOAQUÍN: Vine a impedir que te cases con este imbécil.
MAURICIO: ¡Oye! ¿O sea que…?
VERÓNICA: Mauricio, Joaquín era mi novio… al que dejé por ti.
ESTEBAN: Exacto, por ti… por tu culpa. Tú le dijiste que yo no tenía personalidad y
que debía dejarme y buscarse algo mejor. Pues bien, ya pudieron ver que no sólo tengo
una personalidad sino que puedo tener muchas.
MAURICIO: Todo este tiempo has estado mintiendo.
ESTEBAN: ¿A poco? ¡Qué buen psicólogo eres! ¡Al fin te diste cuenta de que no hay
ningún Esteban, ni tiene personalidades múltiples ni nada de esas tonterías! Y eso
demuestra que eres un fraude.
VERÓNICA: Joaquín, tú no estás bien de la azotea. Estás obsesionado conmigo.
Entiende que ya no quiero estar a tu lado… eres… eres… ¿Cómo te lo digo para que no
te ofendas? (Le grita) ¡Eres un pinche pendejo que no sabe lo que quiere! Necesitas
ayuda…
ESTEBAN: ¿Ayuda? ¿Cómo la que tú recibiste de este doctorcito pirata?
MAURICIO: Aclaro que los psicólogos no somos doctores, sino licenciados.
ESTEBAN:
Peor aún.
VERÓNICA: Tú ni licenciado ni ingeniero ni secretario…
FABIOLA:
No soy secretaria, ¡soy asistente bilingüe!
ESTEBAN: Pues fíjate que tu noviecito es el doctor Simi de los psicólogos. ¿Sabías que
ni siquiera terminó la universidad. Este impostor fue el que te dijo que me dejaras, ¿no?
¿Porque no tengo personalidad? Él fue quien te lo dijo… y yo acabo de demostrar que
es un idiota que no sabe de lo que habla.
MAURICIO: A ver, ¡cállense los dos! (A Esteban-Joaquín) ¿Armaste todo esto
numerito de las personalidades múltiples sólo para que Verónica viera que yo no era un
buen psiquiatra y que tú realmente tenías personalidad?
ESTEBAN: Sí.
MAURICIO: ¡Qué hueva me das!
ESTEBAN: ¿No es prueba suficiente de que te amo, Laura?
VERÓNICA: Dime Verónica. Lo de llamarme Laura fue una fase.
ESTEBAN: Laura… Verónica… como te llames… Yo te amo y quiero recuperarte…
Por eso hice todo esto.
MAURICIO: Voy a hablarle a la policía.
ESTEBAN saca una pistola.
ESTEBAN: Tú no le hablas a nadie.
MAURICIO: ¿Otra pistolita de los Vengadores?
ESTEBAN dispara y le da a un cuadro.
MAURICIO: Ay, güey, si estás bien pinche loco.
ESTEBAN: Laura…
VERÓNICA: Entiende que me digas Verónica.
ESTEBAN: Verónica, vas a quedarte conmigo, ¿entendiste? Vas a volver a mi lado.
VERÓNICA: No me voy a quedar contigo ni con nadie.
MAURICIO: Eh, pérate, ¿y conmigo por qué no?
VERÓNICA: Si es verdad lo que dice Joaquín, tú también me engañaste. Me viste frágil
y en crisis y me dijiste que debía dejar a mi novio sólo para acostarte conmigo en ese
diván que, por cierto, huele a patas.
MAURICIO: Te pedí matrimonio.
VERÓNICA: ¿Y cómo sé que no es una farsa?
MAURICIO: ¿Farsa? Ya te gastaste no sé cuánto en la dichosa bodita.
VERÓNICA: (Le avienta la tarjeta) Tu tarjeta no pasó, mi rey… De seguro es de
mentiras, igual que tu título. Estoy muy confundida. Necesito un psicólogo… ¡Uno real!
VERÓNICA está por salir del consultorio.
ESTEBAN: Verónica, si das un paso más, te mato.
VERÓNICA: Mátate tú. Ustedes dos hicieron de mi vida un verdadero desastre. Tú,
Joaquín, no sabes quién eres. Y tú, Mauricio, te haces pasar por alguien que no eres.
ESTEBAN:
Te amo, Laura.
VERÓNICA: Soy Verónica… Ya no soy tu Laura.
MAURICIO aprovecha y se lanza sobre ESTEBAN.
MAURICIO: Tú no le haces nada, infeliz.
ESTEBAN y MAURICIO empiezan a forcejear. Se escucha un disparo.
VERÓNICA: ¡Nooo!
Oscuro.
Al volver la luz, vemos a FABIOLA llorando mientras pone en orden el consultorio.
Está vestido de negro.
FABIOLA: Ay, ¡Diosito Santo! ¡Cómo fue a ocurrir esta tragedia! Ta’ bien que estaba
mal de la cabeza, pero… ay… ¡No somos nada!
Verónica sale del baño. También vestida de negro.
VERÓNICA: Cálmate, Fabiola. Hay que ser fuertes.
FABIOLA: Este lugar no será el mismo sin él.
VERÓNICA: Supongo que no.
FABIOLA: ¡Cómo quisiera tener tu fortaleza, Vero! ¡Tu entereza!
VERÓNICA: No creas, Fabiola. Parezco fuerte, pero en realidad soy demasiado frágil.
Yo que les reclamaba a Joaquín y a Mauricio, y quien en realidad no sabe ni quién es,
soy yo.
FABIOLA:
Tan bonito que estuvo el funeral: con mariachi y toda la cosa. Cuando yo me muera
quiero que me lleven a Enrique Iglesias a que me cante… Ay, pendeja, ¡ya muerta pa’
qué! Apenas viva para agarrarle sus… (Un grito) Ay, ¡qué dolor!
VERONICA: Tranquila, Fabiola. Vamos a estar bien.
Entra a escena MAURICIO. También vestido de negro y muy abatido. FABIOLA corre
a abrazarlo.
FABIOLA: ¡Ay, doc! Ay, ya ni siquiera doctor le puedo decir… ¡Qué tristeza nos
embarga! ¡Cuánto dolor!
VERÓNICA: Mauricio, no quiero verte así. Tú no tuviste la culpa de lo que pasó.
MAURICIO: Por supuesto que la tuve, Verónica. Yo pude haber hecho algo por él.
VERÓNICA: Lo hiciste. Hablaste con él, trataste de entender lo que le pasaba.
MAURICIO: No, solo lo atendí para sacarle dinero. No merezco ser psicólogo.
FABIOLA: (Llorando) Pues de hecho no lo es.
MAURICIO: Jamás podré perdonarme por esto.
VERÓNICA: Aunque lo de nuestra boda se haya cancelado… Sabes que estoy aquí
para ayudarte.
MAURICIO: Gracias, yo sé. Verónica.
Entra a escena ESTEBAN-JOAQUÍN.
ESTEBAN: Llegó el taxi, Lau… Verónica…
VERONICA: Adiós, Mauricio. Gracias por todo.
MAURICIO: Ah, puedes quedarte con los arreglos de mesa y con las otras cosas que
compraste.
VERÓNICA: Muchas gracias. De hecho pensaba hacerme mensa y no devolverte nada,
pero así me voy más tranquila.
VERÓNICA: (Con Fabiola) Tranquila, Fabiola.
FABIOLA: Pero qué fea muerte… ¡Pobrecito del señor Cepeda. Tirarse a un triturador
de chatarra porque creía que ya no funcionaba. Eso es cruel hasta para un refrigerador
de verdad.
ESTEBAN:
Eso de creerse un refrigerador es de verdad no saber quién eres.
FABIOLA:
corazón.
Tampoco estaba tan errado. Era un hombre bastante frío. Pero de buen
VERÓNICA: El señor Cepeda ya está en un lugar mejor.
FABIOLA: Sí, allá nadie lo mirara feo por creerse en un refrigerador. Es más, estoy
seguro que en el cielo finalmente podrá mantener frescos los alimentos.
ESTEBAN: Mauricio, ¿sin rencores?
MAURICIO: Vete a la chingada, ¿sí?
ESTEBAN: Tengo que reconocer que, a pesar de todo, sí me ayudaste. Gracias a ti, he
podido recuperar el amor.
ESTEBAN camina hacia VERÓNICA pero pasa de largo y se va con FABIOLA, a
quien abraza.
FABIOLA:
MAURICIO:(Irónico) Sí, ¡qué lindo! ¿Verdad?
ESTEBAN: A lo mejor como psicólogo no vales madre, pero como persona eres de lo
mejor. Ah, gracias también por no levantar cargos por lo de la pistola.
MAURICIO: Ya lárgate y que te atropelle un camión de volteo.
ESTEBAN: Yo también te deseo lo mejor.
Se oye un claxon.
VERÓNICA: Yo aquí echando chorcha y el taxi afuera… Adiós, muchachos. ¡Suerte!
Verónica sale corriendo.
ESTEBAN: (A Fabiola) Bueno, mi amor, ¿nos vamos?
FABIOLA:
Sí, pero dímelo como Simón.
ESTEBAN:
¡Fabiola!
FABIOLA: Ándale, no se lo puedes negar a una mujer que leyó los tres libros de 50
sombras de Grey en una sola noche… (Suspira) ¡Y qué noche!
ESTEBAN:
(Con actitud agresiva) Nos vamos ahorita mismo, canija.
FABIOLA:
(Juguetona) ¿O si no qué?
ESTEBAN:
Si no, te va a ir muy mal.
FABIOLA:
¡Sí! Que me vaya mal.
ESTEBAN y FABIOLA salen de escena. MAURICIO quita de la pared su diploma de
Psicólogo y lo tira a una caja. Fabiola regresa.
FABIOLA:
Perdón, se me olvidaba algo.
ESTEBAN:
¿Qué cosa?
FABIOLA toma el traje rosa de Graciano.
FABIOLA:
Es para un jueguito que tenemos. Usted sabe.
ESTEBAN:
Vaya que sé.
FABIOLA: Fue mejor así. Esa mentada Laura… O Verónica… Se veía medio loca. Y
con eso de que usted ya no es psicólogo, pues… ¿cómo la iba a controlar?
MAURICIO no contesta.
FABIOLA: Ex doctor, aunque ya no seas psicólogo, ¿podría contarte un sueño que tuve
anoche? Así rapidito porque Joaquinito me está esperando.
MAURICIO: Sí, ¡qué más da!
FABIOLA: (Sonrojada) Bueno, pero… ¡ay, qué pena! Es que… en el sueño sale
usted…
MAURICIO da un largo suspiro.
Oscuro final.
© Jorge Silva (2011)
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