EL CONOCIMIENTO

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EL CONOCIMIENTO.
I. CONOCIMIENTO SENSIBLE E INTELECTUAL.
1.1. El conocimiento sensible: Sensación y percepción.
a) La sensación:
b) La percepción.
1.2. El conocimiento intelectual. Conceptos, juicios y razonamientos.
1.3. Razonamiento inductivo y deductivo.
II. ORIGEN Y LÍMITES DEL CONOCIMIENTO.
2.1. El empirismo.
2.2. El racionalismo.
2.3. El apriorismo transcendental.
2.4. El apriorismo histórico.
III. EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO.
3.1. Breve historia de las concepciones sobre lo que es ciencia.
a) La ciencia antigua
b) La ciencia moderna
c) La ciencia actual
3.2. Caracteres generales de la ciencia.
3.3. Clasificación de las ciencias.
a) Las ciencias formales.
b) Las ciencias empíricas.
IV. LAS CIENCIAS FORMALES.
4.1. El método deductivo de las ciencias formales.
4.2. La validez de las ciencias formales.
4.3. Las matemáticas y la realidad.
V. LAS CIENCIAS EXPERIMENTALES.
5.l. El nacimiento de las ciencias experimentales.
5.2. El método experimental.
5.3. La validez de las ciencias experimentales.
5.4. Los problemas del método experimental.
1
5.5. Diversos criterios de verificación.
a) El criterio débil de verificación.
b) El criterio de falsación.
VI. LAS CIENCIAS HUMANAS.
6.1. La comprensión del sentido de las acciones humanas es el objeto de
estudio de las ciencias humanas.
6.2. La hermenéutica como método propio de las Ciencias del Espíritu.
a) La hermenéutica como "revivencia" o "transferencia".
b) La hermenéutica como "reconstrucción del sentido".
6.3. Estructura del círculo hermenéutico.
6.4. La hermenéutica de los prejuicios de H. G. Gadamer frente La
hermenéutica como "crítica de las ideologías" de J. Habermas.
a) La hermenéutica de los prejuicios.
b) La hermenéutica como "crítica de las ideologías".
VII. EL PROGRESO DE LA CIENCIA.
1.
2.
3.
Progreso acumulativo.
Revoluciones científicas.
Progreso en verosimilitud.
VIII. LOS LÍMITES DE LA CIENCIA.
2
EL CONOCIMIENTO.
I. CONOCIMIENTO SENSIBLE E INTELECTUAL.
Se ha dicho frecuentemente que conocer es «tener noticia»,
«aprehender», «tener experiencia» o «re-presentar» de algún modo el
mundo, la realidad o los objetos (sean materiales ( o no). Cuando
alguien ve, recuerda, imagina o piensa algo (una mesa, por ejemplo) lo
que está en él, no es ese algo (la mesa), sino una representación de
ella, lo que ha captado de ella, lo que de ella ha notado.
En cualquier caso, parece que en todo conocimiento hay dos
elementos que se unen en un tercero: 1) un objeto del que se tiene
noticia, del que se es consciente; 2) un sujeto (un alguien) que
conoce el objeto; y 3) una imagen sensible o un concepto (la
representación, el contenido de la conciencia...) que hace el sujeto de
tal objeto.
La filosofía tradicional distinguió desde muy pronto entre dos
tipos de conocimiento: el conocimiento sensible -el que
proporcionan los sentidos acerca del mundo sensible, del mundo
físico, a través de la experiencia-, y el conocimiento inteligible -o
intelectivo-, el que proporcionan ese conjunto de procesos o
capacidades intelectuales que se denominan «pensamiento».
1.1. El conocimiento sensible: Sensación y percepción.
El conocimiento sensible está vinculado a la sensación y a
la percepción que, aunque en el lenguaje cotidiano son términos
sinónimos, técnicamente son diferentes.
a) La sensación:
La sensación es la excitación que produce un estímulo en
un órgano sensorial y la conducción de ese estímulo hasta el
cerebro. Es, pues, algo puramente físico y fisiológico, y, en sentido
estricto, aún no es conocimiento. Una energía física provoca la
estimulación de un órgano sensorial y éste genera un impulso eléctrico
que se desplaza por el sistema nervioso hasta el cerebro, donde se
descodifica el mensaje sensorial y se produce la imagen del objeto
visto así como su interpretación. Esta imagen interpretada sería lo que
denominamos percepción.
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No todos los estímulos externos pueden ser captados por
nuestros sentidos. Cada sentido, dependiendo de las especies, tiene
un nivel determinado de captación de estímulos por debajo o por
encima del cual las terminaciones nerviosas no se excitan Ese nivel es
lo que se denomina umbral de sensación. Así, por ejemplo, los seres
humanos no captamos los ultravioletas ni los infrarrojos, y lo mismo
vale decir para el resto de los sentidos.
En el proceso de la sensación, en el caso de la vista, por
ejemplo, las ondas electromagnéticas del espectro de luz visible
entran por la córnea y, a través de la cámara anterior del ojo, por la
pupila, atraviesan el cristalino hasta llegar a la retina, donde excitan
las células llamadas bastoncillos y conos, y producen un impulso, un
mensaje sensorial codificado, que se traslada, a través del nervio
óptico, hasta el cerebro donde se produce su descodificación. Se
puede decir, por tanto, que no es el ojo el que ve, sino que se ve a
través del ojo, y este esquema es similar en todas las sensaciones.
Todo se reduce a energías físicas que producen reacciones
bioeléctricas.
Tradicionalmente se ha hablado de cinco órganos de los
sentidos. Pero la psicología, ya desde hace tiempo, distingue
bastantes más, utilizando distintos criterios y dando origen, a
clasificaciones diferentes. Una de las más utilizadas es la que se hace
a partir de su localización en el cuerpo. Se clasifican, entonces, como
exteroceptores (los que están en el exterior, e informan de estímulos
externos, como la luz, el sonido, etc., y que corresponden a los cinco
sentidos tradicionales), interoceptores (internos, captan los estados
del organismo, como la sed, el cansancio o el hambre),
propioceptores (que permiten la coordinación muscular y el equilibrio,
y están situados en los músculos) y nociceptores (situados en
cualquier parte del cuerpo, informan de estímulos perjudiciales o
nocivos para el organismo, como el dolor, por ejemplo).
b) La percepción.
La percepción, por su parte, es un proceso sensocognitivo en el
que las cosas se hacen manifiestas como tales en un acto de
experiencia. Sensaciones puras no tenemos. Siempre captamos un
conjunto de sensaciones integradas, que forman un todo, un objeto
con unas característica. Por ejemplo no tenemos la sensación de
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verde o de lisura, tales sensaciones siempre nos aparecen con
caracteres de un todo; en este caso de una pizarra, de la que decimos
que es verde y lisa.
La percepción es pues un proceso bipolar, ya que depende
de nuestros sentidos – sensaciones- y de la mente que las
integra, organiza e interpreta. Sería pues un proceso mental que
organiza e interpreta las sensaciones formando imágenes
integradas de los objetos.
La percepción sí es conocimiento, puesto que en ella la
sensación -o mejor aún las sensaciones, puesto que no existen
sensaciones aisladas- han sido organizadas, interpretadas, se les ha
dado un sentido. El objeto singular que se ve (siguiendo con el
ejemplo de la vista) es para los ojos sólo luz, pero el sujeto sabe que
es una mesa (o cualquier otro objeto). La energía física, los impulsos
bioeléctricos, adquieren una forma determinada (los objetos que se
ven): la sensación se transforma en percepción; lo que era
estrictamente un proceso físico-fisiológico pasa a ser un proceso
psíquico que descubre objetos particulares.
El proceso que da origen a las percepciones a partir de,
sensaciones está sometido a unas serie de leyes, como ya
demostraron los psicólogos de la Gestalt, de la Forma (en alemán
gestalt). Estos psicólogos, apoyándose en el hecho de que el ser
humano percibe totalidades (objetos como tales) y no simplemente
cualidades separadas (formas, tamaños, colores, etc.), estudiaron y
describieron las leyes que rigen la organización o agrupación
perceptiva de los estímulos, así como las relaciones entre el fondo y la
figura.
Las leyes perceptivas más importantes son las siguientes:
a) Leyes generales de la forma:
- Ley de la simplicidad: tendemos a organizar la figura y el fondo del
modo más sencillo posible.
- Ley de la pregnancia: tendemos a articular las figuras de manera que
las percibamos del modo más perfecto posible, acentuando la simetría
o eliminando los rasgos discordantes.
b) Leyes específicas de la forma:
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- Ley de la proximidad: frente a varios estímulos iguales, tendemos a
percibir los estímulos más próximos como formando parte de la misma
estructura.
- Ley de la semejanza: tendemos a agrupar los estímulos más
parecidos como formando parte de un mismo objeto.
- Ley de cierre: manifestamos una tendencia a clausurar las figuras
completando las partes que faltan.
- Ley del contraste: La percepción del tamaño de un objeto está
condicionada por la relación que mantiene con el resto de los
elementos circundantes.
Los factores subjetivos:
En la formación de las percepciones no sólo intervienen
sensaciones, sino también otros factores como los intereses,
expectativas, actitudes, experiencias pasadas y motivaciones del
sujeto, la cultura, el lenguaje de la sociedad en que vive, e incluso el
medio ambiente. La percepción no es un proceso independiente y
aislado de la mente.
1.2. El conocimiento
razonamientos.
intelectual:
Conceptos,
juicios
y
La elaboración de conceptos es la primera de las funciones del
conocimiento intelectual. El concepto es la representación mental,
universal y abstracta de un objeto, no necesariamente material. Son
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conceptos: árbol, nieve, blanco, verde...Los conceptos son
universales, porque no se refieren a un objeto singular, sino a
cualquier individuo miembro de una clase de objetos; y abstractos,
porque son el producto de una abstracción, el producto de una
operación mental que consiste en separar las propiedades comunes a
una serie de objetos, de las propiedades singulares de cada uno de
ellos.
Los conceptos se forman a partir de las percepciones sensibles y de
sus imágenes recordadas; de "este blanco" abstraigo "blanco"; y de
"blanco", "amarillo", etc., abstraigo "color". Construyo, así, una
representación mental: el concepto, el cual va acompañado del
término correspondiente ("color", o "colour", etc., según sea mi
idioma). El concepto es, pues, una representación mental abstracta.
El concepto empírico se forma mediante dos mecanismos: la
abstracción y la generalización.
La abstracción como un proceso de comparación entre las
características de varios individuos. Se prescinde de lo que les
diferencia, y se conservan los rasgos comunes: con ellos se construye
el concepto. La generalización consiste en aplicar un término a un
objeto particular e ir generalizándolo a todas las cosas que se le
parecen. Ambos procesos no son incompatibles.
Existen dos clases de conceptos:
-Puros son meras funciones clasificatorias de nuestra mente.
-Empíricos son de los que hemos hablado proceden de la
experiencia y se producen por abstracción o generalización.
En tanto que representaciones mentales todos los autores están de
acuerdo en que los conceptos están inevitablemente asociados al
lenguaje que los expresa -se expresan en palabras, que reciben el
nombre de términos.
La segunda de las funciones del pensamiento es la elaborar
juicios, relacionando conceptos de forma ordenada. El juicio es la
relación que el pensamiento establece entre dos conceptos
cuando afirma o niega el uno del otro. Se realiza un juicio, por
ejemplo, cuando se establece una relación entre los conceptos "nieve"
y “blanco” y se afirma que la nieve es blanca, o cuando se establece
una relación entre los conceptos "nieve" y "verde" y se afirma que la
nieve no es verde.
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Existen dos tipos de juicios: analíticos y sintéticos.
a) Los juicios analíticos son aquellos en los que el predicado está
incluido en el sujeto, por ello no informan sobre el mundo, sino sobre si
la forma de la proposición es correcta; suelen ser juicios a priori, es
decir, su verdad depende de la forma del juicio, no de la comprobación
mediante la experiencia. El tipo de verdad de estos juicios se
denomina “verdad de razón”. Son juicios cuya verdad es necesaria,
pues lo opuesto es imposible. Mientras que no es necesario que yo
esté aquí ahora, pues podría estar en el parque, sin embargo, no
puede dejar de suceder que 2+2=4; esto último es necesario.
Si, por ejemplo, medimos lo que parece ser un triángulo y
encontramos que la suma de sus ángulos no es 180 grados, ¿diremos
que hemos encontrado un caso que invalida una verdad matemática?
Más bien diremos que no es un "triángulo", o quizá que hemos
medido mal.
De este tipo son las proposiciones de la lógica y las
matemáticas. También proposiciones puramente verbales como "el
hijo de mis padres que no es mi hermano/a soy yo". Puesto que son
necesariamente verdaderas aquí no hay problema respecto a su
verdad.
b)
Los juicios sintéticos son aquellos en los que el predicado no
se desprende necesariamente del análisis del sujeto, por lo que
añaden información al sujeto sobre la realidad); se les denomina
también juicios a a, ya que su verdad o falsedad depende de la
comprobación empírica; es decir, no sabemos si son verdaderos o
falsos hasta después de haberlo comprobado mediante la experiencia.
Su verdad no es necesaria, sino contingente; es decir, su opuesto es
posible.
La expresión de un juicio -expresión que siempre se da, puesto
que el hombre no sólo manifiesta su pensamiento con palabras, sino
que también piensa con ellas- recibe el nombre de proposición o
enunciado.
La tercera función del pensamiento es el razonamiento, que
no es sino una" relación ordenada de juicios. Se puede definir el
razonamiento como el proceso mediante el cual el pensamiento
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relaciona dos o más juicios conocidos, que obran como
premisas, e infiere de ellos un nuevo juicio que recibe el nombre
de conclusión. Se realiza un razonamiento, por ejemplo, cuando el
pensamiento establece una relación entre las proposiciones todos los
alumnos de 1° de Bachillerato estudian filosofía y Juan estudia 1° de
Bachillerato, y de ellas infiere que Juan estudia filosofía. En el
razonamiento, el pensamiento pasa de una cosa conocida a otra
conocida gracias a ella; es, pues, el medio por el que el hombre
progresa en el conocimiento a partir de lo que ya conoce.
La expresión del razonamiento -expresión que también se da
siempre- recibe el nombre de argumento o argumentación.
l.3. Razonamiento inductivo y deductivo.
Razonar es, pues, sacar, "inferir" conclusiones de unos datos y,
para hacerlo, se puede seguir fundamentalmente dos caminos. O bien
partir de unos datos más reducidos, menos generales que la
conclusión que se infiere de ellos -es el razonamiento inductivo-, o
bien partir de unos datos más amplios, más generales que la
conclusión que se saca de ellos, es el razonamiento deductivo.
En el modo de razonar deductivo, la conclusión que se infiere de
los datos es una conclusión necesaria en virtud de la estructura misma
del razonamiento y sin que tenga nada que ver en ello el contenido de
esos datos. Si alguien, por ejemplo, afirma que todos los alumnos de
un determinado Instituto miden más de 1,80 y afirma, asimismo, que
Juan es alumno de ese Instituto, necesariamente tiene que concluir de
esos datos que Juan mide más de 1,80. No puede ser de otra manera.
Por el contrario, el razonamiento inductivo, y también por su misma
estructura, sólo proporciona probabilidad, nunca seguridad. Si alguien,
después de muchas comprobaciones afirma que el agua hierve a
100°, esa afirmación sólo será probable, por muy al to que sea su
grado de probabilidad, ya que no ha hecho hervir, ni podrá nunca
hacerlo, "todas" las aguas. Otro ejemplo sería afirmar que puesto que
todo los alumnos que hasta el curso pasado he tenido han aprobado al
filosofía, de ahí se deduce que siempre todos mis alumnos aprobarán
la filosofía.
La crítica a la causalidad de los razonamientos inductivos la
realizó David Hume, al señalar que tales razonamientos se basan en
la creencia de que los hechos en el futuro sucedan como en el
pasado. Pero una creencia no garantiza la necesidad.
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En general, los razonamientos inductivos parten de juicios
singulares para llegar a concluir en un juicio general, dependiendo la
verdad de la conclusión de la verdad de los juicios singulares; mientras
que en el razonamiento deductivo se parte de un juicio general
concluyendo en un juicio singular, derivado del anterior.
II. ORIGEN Y LÍMITES DEL CONOCIMIENTO.
Ya hemos visto que en el conocimiento hay una intuición
(sensorial) y un concepto. En el conocimiento intervienen dos fuentes
o facultades: la sensibilidad que capta las impresiones y el
entendimiento que produce los conceptos. Ahora bien:
1.¿De dónde proceden nuestros conceptos? ¿Son construidos todos por abstracción- a partir de las intuiciones (es decir, a partir de la
experiencia)? ¿O poseemos también algunos conceptos que no
proceden de la experiencia? Éste es el problema del origen del
conocimiento.
2.Procedan -o no- todos nuestros conceptos de la experiencia, ¿es
posible conocer más allá de ella? Es decir, ¿es posible conocer lo
que no podemos experimentar, incluso lo que -de por sí- es
inexperimentable?
Este es el problema de los límites del
conocimiento.
Para los empiristas), el conocimiento es una actividad semejante
a la de las hormigas: la mente es como un hormiguero en el que sólo
hay lo que se trae de afuera. Para los innatistas racionalistas, la
mente hace como la araña: todo lo saca de sí misma, y desconfía de
lo que le viene de la experiencia. Pero cabe una postura intermedia: la
de las abejas.
2.1. El empirismo.
Los empiristas usan con frecuencia una metáfora tomada de
Aristóteles, la de la tabla rasa: el alma es «como una tablilla
[encerada] en la que no hay nada escrito» (Sobre el alma, 111, 4,
430a). Lo que se quiere decir es simplemente esto: el origen de todo
conocimiento es la experiencia. Y de ahí el nombre de esta teoría:
empirismo (de empeiría, experiencia. Todo conocimiento se origina en las
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impresiones. Estas nos informan de la realidad. No hay ideas innatas. Todas las
ideas derivan de impresiones. El entendimiento y la razón son productos
derivados de la sensibilidad. No hay conocimiento de la realidad al margen de la
experiencia. La experiencia es pues el origen y límite del conocimiento.
Estrictamente sólo podemos "conocer" aquello que podemos
experimentar. Realidades no empíricas -como el yo o el alma- nos
son absolutamente desconocidas.
Como los juicios basados en la experiencia son sintéticos a posteriori, por lo
tanto sobre el mundo no cabe necesidad ni universalidad.
2.2. Racionalismo.
Ante la posibilidad del engaño de los sentidos y de la imposibilidad de llegar
a leyes universales y necesarias a partir de la experiencia empírica que
siempre es particular y probable, los racionalistas defenderán que el
entendimiento es activo: produce ideas innatas es decir, ideas que no
derivan de la experiencia, sino que son producidas por la razón sin apoyarse
en la experiencia, como los axiomas y las leyes matemáticas. Así pues, el
entendimiento y la razón no son productos pasivos de las impresiones de
nuestra sensibilidad.
Por lo tanto, el único conocimiento valioso es el producido por la razón al
margen de la experiencia. Sólo el conocimiento racional que parte de
principios racionales innatos es universal y necesario. Por ello su modelo de
ciencia estaría formado por juicios analíticos a priori.
Por supuesto, los racionalistas aceptaban que la experiencia es
también fuente de un conocimiento muy útil para la vida práctica, pero
desconfiaban profundamente del valor "científico" de dicho
conocimiento: al fin y al cabo, los sentidos nos engañan con
demasiada frecuencia para que nos fiemos de ellos. Por eso, el origen
del "verdadero" conocimiento sólo puede ser la razón, no la
experiencia. La razón puede ir mucho más allá de la experiencia.
2.3. El apriorismo transcendental.
La discusión empirismo frente al innatismo racionalista dominó el
panorama filosófico del siglo XVII. En el siglo siguiente, Kant retoma
la cuestión. Pero ahora el énfasis no se sitúa en el problema del
origen del conocimiento, sino en el problema de los límites.
El problema que se plantea Kant es, pues, el siguiente: ¿Puede
el conocimiento ir más allá de los límites de Ia experiencia? Es
decir: ¿Podemos conocer aquello que no podemos experimentar,
aquello acerca de lo cual no es posible dato empírico alguno? (Este
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conocimiento se llama "metafísica"). Los empiristas lo negaban- los
racionalistas lo afirmaban. La posición kantiana parte de un nuevo
análisis del conocimiento:
«No hay duda de que todo nuestro conocimiento comienza con
la experiencia. Pues ¿cómo podría ser despertado a actuar la facultad
de conocer, sino mediante objetos que afectan a nuestros sentidos?
Por consiguiente, en el orden temporal, ningún conocimiento
precede a la experiencia, y todo conocimiento comienza con ella.
Pero, aunque todo nuestro conocimiento empiece con la experiencia,
no por eso procede todo él de la experiencia. En efecto, podría
ocurrir que nuestro mismo conocimiento empírico fuera una
composición de lo que recibimos mediante las impresiones y de
lo que nuestra propia facultad de conocer produce (simplemente
movida por las impresiones) a partir de sí misma.
Su postura frente a las dos teorías anteriores es la siguiente:
a) El racionalismo:
- Acierta cuando afirma que la universalidad y necesidad de las leyes
científicas sólo pueden ser encontradas en principios innatos
pertenecientes al sujeto y no a las cosas.
- Se equivoca al pensar que se puede conocer la realidad al margen
de la experiencia.
b) El empirismo:
- Acierta cuando afirma que todo el conocimiento de la realidad se
origina en la experiencia ( impresiones).
- Se equivoca al reducir el conocimiento al material empírico. El sujeto
humano no es pasivo respecto a las impresiones que recibe, sino que
les da formas ( principios innatos producidos por nuestra mente que no
derivan de la experiencia). Esas formas confieren la objetividad,
necesidad y universalidad al conocimiento.
Respecto al problema del origen del conocimiento, Kant
distingue dos aspectos: 1) Comienzo (temporal): Todo conocimiento
comienza con la experiencia que
aporta la "materia" del
conocimiento: las impresiones sensoriales. Hasta aquí, total
acuerdo con el empirismo. 2) Procedencia: No todo en el
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conocimiento "procede" de la experiencia. La facultad
cognoscitiva - estimulada por las impresiones - añade algo, la
"forma" del conocimiento. En esto es en lo que se separa Kant del
empirismo y se acerca -aunque sólo parcialmente- al racionalismo.
De modo que Kant concibe el conocimiento como la unión de
una materia, "dada" por la experiencia, y una forma, "puesta" por
la facultad de conocimiento. En términos kantianos: la materia es a
posteriori, y la forma es a priori.
A partir de Locke a" posteriori" significa lo que es conocido por
medio de la experiencia; "a priori", lo que es conocido al margen de
ella. En este sentido, para los empiristas, todo conocimiento (al
menos el conocimiento de hechos) es a posteriori.
El apriorismo kantiano significa, pues, que hay "algo" en
nuestro conocimiento empírico del mundo que no procede de la
experiencia, sino que es 'puesto' a priori por el sujeto. ¿Qué?
Esto: las estructuras espacio-temporales; y ciertas categorías o
conceptos puros producidos de manera espontánea por el
entendimiento. Por ejemplo, si contemplamos un tronco ardiendo, los
datos empíricos (a posterior¡) son el calor, los colores, el olor, etc.
Pero la estructuración tridimensional espacial de esos datos no es un
dato empírico más, sino que es realizada a priori por nuestra
capacidad perceptiva (lo cual no quiere decir que el mundo carezca de
dimensiones espaciales). La visión binocular parece ya demostrarlo: si
cerramos un ojo y luego volvemos a abrirlo, experimentamos cómo el
mundo se estructura en tres dimensiones. También la contemplación
del cubo de Necker nos ayuda a comprender cómo es la mente la que
estructura tridimensionalmente los datos sensoriales.
Si luego
pensamos: "El fuego quema la madera", estamos expresando un
conocimiento que sin duda se basa en los datos sensoriales. Los
conceptos "fuego" y "madera" son, desde luego, conceptos
"empíricos", formados por abstracción. Sin embargo, si analizamos
bien esta proposición nos encontramos con algunos conceptos implícitos (las categorías) sin los que la frase carecería de sentido. Estas
categorías son, en este caso, las siguientes: causa y efecto,
posibilidad, substancia (la madera como "cosa", es decir, sujeto
permanente de cualidades alterables), etc. Desde luego, el que se
trate de un proceso causal (la combustión) y el que la madera sea una
"substancia", no son datos empíricos.
Así, al contemplar el
espectáculo del fuego, la mente ha "categorizado" los datos empíricos
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para construir un conocimiento que los animales -hay que suponer que
carecen de categorías a priori- jamás pueden conseguir.
En síntesis, para Kant:
- No es el objeto quien determina el conocimiento, sino que es la
actividad cognoscitiva del sujeto quien determina el objeto.
- El sujeto humano no es pasivo en la producción del conocimiento,
sino que es activo: posee formas a priori que van a ordenar la materia
empírica, dando lugar al objeto de conocimiento.
- Para que haya conocimiento se requieren dos condiciones:
a) CONDICIONES EMPÍRICAS (a favor del empirismo):
- LAS IMPRESIONES, que son la MATERIA DEL CONOCIMIENTO,
y proceden del exterior siendo a posteriori.
b)
CONDICIONES
racionalismo):
TRANSCENDENTALES
(a
favor
del
- LAS FORMAS A PRIORI producidas por nuestra mente, que son
LAS FORMAS DEL CONOCIMIENTO mediante las que ordenamos,
clasificamos y damos sentido a las impresiones.
Después de este análisis se puede ya repetir la pregunta inicial:
¿Puede el conocimiento ir más allá de la experiencia? la respuesta
kantiana es, evidentemente: No. El conocimiento metafísico es
imposible; no conocemos sino aquello que podemos experimentar.
Además, las categorías son vacías; su única función es estructurar la
experiencia. Por supuesto, podemos pensar en las grandes
cuestiones metafísicas -Dios, el alma, el mundo (su origen,
finalidad...)-, pero nada podemos conocer acerca de ellas. Lo más
que cabe aquí es la creencia, no el conocimiento.
2.4. El apriorismo histórico.
Las ciencias humanas, la economía y la biología, la psicología, la
lingüística, la economía y la historia ponen de manifiesto como el ser
humano no se autofunda, no de autoconstituye, sino que es un
producto resultado de estructuras biológicas, económicas, sociales,
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culturales y lingüísticas a partir de las cuales se constituye, comprende
el mundo y lo dota de sentido. Esas estructuras son previas al ser
humano concreto. Cuando nace se constituye a partir de ellas, aunque
luego actuando las puede cambiar. Esas estructuras no son
transcendentales, no son universales, ni eternas, ni comunes a todos
los seres humanos, ni innatas, ni son comunes a todos los tiempos y
países, sino que han surgido en un momento histórico y cambiarán
con el tiempo. Pero en un momento dado, establecidas en un lugar o
en tiempo determinados y para una misma civilización, las personas
dan significado, valoran, comprenden, conocen y construyen la verdad
y la realidad desde esas estructuras, las cuales han sido introyectadas
en la personalidad por la educación que recibimos desde pequeñitos.
Serían como gafas a través de las cuales vemos el mundo. Esas
estructuras no serían formas apriori transcendentales, pero sí serían
aprioris históricos.
III. EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO.
3.1. Breve historia de las concepciones sobre lo que es ciencia.
a) LA CIENCIA ANTIGUA
Los primeros filósofos griegos intentaron sustituir el antiguo saber de
la humanidad -los mitos- por un saber racional, al cual Platón llamó
episteme, "ciencia". Aristóteles desarrolló y modificó la concepción
platónica:
«Creemos que tenemos un saber científico cuando creemos
que conocemos la causa por la que la cosa es, que es causa de
esa cosa y que no cabe que sea de otra manera de como es.
Hay que añadir que consiste en conocer por medio de la
demostración.
A la demostración la llamo razonamiento
científico... La ciencia y su objeto difieren de la opinión y de su
objeto en que la ciencia es universal y se forma mediante
proposiciones necesarias, y lo que es necesario no puede ser de
otra manera.
Hay algunas cosas que existen y que son
verdaderas, pero que cabe que se comporten también de otra
manera: está claro que sobre éstas no hay ciencia» (Analíticos
segundos, 1, 2, 71b 9-23-1 y 1, 33, 88b 30-35).
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La ciencia, para Aristóteles, es "el conocimiento de las causas
necesarias'. Las causas que Aristóteles considera son las siguientes:
su esencia, su finalidad y la causa productora (o eficiente). 0 dicho de
otra manera: conocer científicamente un hecho o una cosa requiere
conocer: 1) qué es (su esencia); 2) para qué es o existe (su fin), y 3)
por qué es (qué la ha producido). Hay que conocer las tres cosas; si
no, no hay "ciencia" Como además Aristóteles exige que se conozcan
las causas últimas -y no solamente las más inmediatas y aparentes-,
está igualmente claro que esto nada tiene que ver con el saber
ordinario.
Simplificando un poco, la ciencia para Aristóteles requiere: 1)
demostración deductiva necesaria, y 2) conocimiento de la esencia.
Éste es el concepto que es recogido por la filosofía medieval y que
entrará en crisis en la época moderna.
b) LA CIENCIA MODERNA
El pensamiento moderno -a partir del siglo XVII- abandona la
concepción aristotélica de la ciencia. Ello es consecuencia, en primer
lugar, de la adopción del mecanicismo: el mundo es concebido ahora
como una "máquina", es decir, como un conjunto de corpúsculos
extensos en movimiento (y "fuerzas" que mueven). Quedan excluidas,
pues, de la consideración científica las esencias, las cualidades y las
finalidades. En segundo lugar, la ciencia deriva hacia el fenomenismo,
como consecuencia de la crítica demoledora de Hume al concepto
aristotélico de "causalidad". No es posible descubrir las causas reales
de la "producción" de los fenómenos, ni tampoco establecer
"conexiones necesarias" entre ellos. El campo de la ciencia queda
limitado a los fenómenos y sus leyes, entendidas estas últimas como
regularidades (sólo probables) de los fenómenos mismos.
El cuadro que sigue nos puede ayudar a establecer las diferencias:
Ciencia antigua
Ciencia moderna
Conocimiento necesario
Demostrativa
Esencias
Causas
Conocimiento probable
Hipotética
Fenómenos
Leyes
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Finalismo (teleología)
Exclusión de la finalidad
Incluida en la filosofía
Independencia de la filosofía
Supuestos metafísicos Ausencia de presupuestos metafísicos
Sólo teórica
Interés práctico: aplicación técnica
c) LA CIENCIA ACTUAL
En la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del XX, nuevos
acontecimientos trastornan el panorama. Aparecen las llamadas
ciencias humanas -la historia, geografía, sociología, psicología, etc.-,
ciencias que parecen ser de “otro tipo" que las ciencias de la
naturaleza. Además, el mecanicismo es substituido por la nueva
física, que introduce conceptos revolucionarios (campo, relatividad,
"cuantos") y acaba con el determinismo de la antigua física.
3.2. Caracteres generales de la ciencia.
El saber científico se caracteriza por su objetivo y por su
metodología.
a) Su objetivo es ofrecer explicaciones sistemáticas de los
hechos que estudia. Esos hechos han de ser comprobables por
observación, por experimentación o por coherencia lógica.
b) Para alcanzar su objetivo la ciencia opera aplicando un
método consistente en plantear una serie de hipótesis; éstas afirman
la existencia de determinadas relaciones entre fenómenos; de ellas se
sacan una serie de consecuencias necesarias que se tendrían que
dar en caso de ser ciertas tales hipótesis. Finalmente se comprueba
si tales consecuencias se dan o no. En caso de verificarse, tales
hipótesis se convierten en leyes.
Así pues, tenemos que la ciencia se dirige a descubrir
regularidades importantes entre los hechos, de tal manera que tales
regularidades permitan explicar éstos. Una hipótesis es la suposición
de la existencia de una de esas regularidades o de las causas de la
misma. Cuando una hipótesis es general e importante y ha sido
comprobada se convierte en ley científica
( vg: leyes de Kepler,
de Boyle-Mariotte, Leyes de la segregación de Mendel...) Finalmente,
17
cuando un conjunto de leyes científicas se organizan y sistematizan
formando una estructura nace una teoría científica (vg: Mecánica de
Newton, Genética de Mendel, Electromagnética de Maxwel...)
El saber científico se diferencia de la experiencia ordinaria en
que es una creencia justificada y verdadera. Esa justificación se
realiza desde razones objetivas, siempre sometidas a la
posibilidad de discusión intersubjetiva, y no subjetivas.
Las diversas ciencias se diferencien entre sí no sólo por estudiar
distintos objetos, sino también porque, al tener esos objetos unas
características peculiares y especificas, obligan a utilizar unos
métodos diferentes, si se quieren conseguir resultados satisfactorios.
Por método hay que entender el conjunto sistemático de
operaciones orientadas a la obtención de un resultado, y cada
ciencia tiene que utilizar unas operaciones distintas dependiendo de
las características de los objetos que vaya a estudiar.
3.3. Clasificación de las ciencias.
Ciencias Formales
Lógica y Matemática
Naturales
Física
Química
Biología
Astronomía...
Humanas o sociales
Psicología
Sociología
Economía
Política
Historia
Geografía...
Ciencias Empíricas
a) Las ciencias formales no se ocupan de hechos, por lo que
su información no versa sobre la realidad; tratan sobre construcciones
18
mentales y la verdad de sus enunciados requiere coherencia
lógica, consistencia y no contradicción.
b) Las ciencias empíricas, por el contrario, al pretender
describir hechos requieren la contrastación empírica o experimental.
A su vez las ciencias empíricas pueden ser de dos clases:
Ciencias de la naturaleza y ciencias sociales o humanas (también
llamadas por W. Dilthey, ciencias del espíritu). Mientras que las
primeras versan sobre hechos condicionados referibles a una
causalidad puramente física, a hechos naturales explicados mediante
la relación causa -efecto, las segundas, al referirse a seres humanos,
a sus acciones o interacciones sociales, precisan incorporar la
intencionalidad, y se comprenden si entendemos las acciones
(efectos) en relación a los fines ( causas) que persiguen. Para
entender pues lo humano es preciso comprender los motivos e
intenciones. Si las ciencias de la naturaleza pretenden entender los
fenómenos naturales, las ciencias humanas, además de los
condicionantes naturales deben incorporar un método que permita
"comprender" el significado del comportamiento humano y social.
Mientras los hechos físicos se explican buscando regularidades, las
acciones humanas se guían por reglas, que nos permiten comprender
el sentido, la razón o motivo de una acción humana. Esas reglas son
máximas o normas compartidas por seres humanos, comunicables de
manera intersubjetiva. Para que una pauta de conducta pueda ser
considerada como “regla” debe ser entendida y aceptada por los
sujetos que serán afectados por ella, dependiendo de su cumplimiento
la consecución de expectativas comunes. La acción humana regida
por estas reglas que “dan sentido” a la misma es denominada “acción
comunicativa”. Mientras que en las ciencias de la naturaleza
tratamos de entender hechos físicos que carecen de finalidad, las
ciencias humanas, además de entender, deben comprender el sentido
de las acciones humanas, donde la intención, la libertad de opción, las
reglas sociales e históricas, la tradición..., condicionan la acción y le
dan sentido. El método que trata de comprender la intencionalidad y
los condicionamientos sociales se denomina "hermeneútica".
A pesar de estas diferencias la ciencia tiene una serie de
características comunes:
- Debe estar enunciada
frecuentemente formalizado.
en
un
lenguaje
riguroso
y
19
- Ha de constituir un conjunto sistemático de enunciados.
- Integra generalmente leyes, teorías y modelos.
- Es construida bajo una metodología adecuada.
- Debe poseer coherencia interna y, en las ciencias empíricas,
contrastabilidad empírica.
- Debe poseer objetividad y comunicabilidad.
- Ha de ser susceptible de continua autocorrección.
IV. LAS CIENCIAS FORMALES.
4.1. El método deductivo de las ciencias formales.
Vamos a estudiar el método de las ciencias formales, centrando
la reflexión en las matemáticas.
La deducción, en general, consiste en un razonamiento que
permite derivar de una o varias proposiciones dadas (llamadas
premisas) otra proposición (conclusión), que es su consecuencia
lógica necesaria. La deducción parte de principios generales para
llegar a conclusiones particulares. La forma más perfecta de
deducción es el método axiomático; éste debe partir de principios
simples llamados axiomas que no precisan demostración. A partir de
ellos y mediante reglas de formación y transformación se llega a
otros enunciados no evidentes, pero que tras su demostración se
manifiestan como verdaderos, denominados teoremas. El ejemplo
más conocido de un sistema axiomático es la Geometría de Euclides.
Un sistema axiomático para ser válido debe reunir las siguientes
propiedades:
a) Consistencia: A partir de un sistema de axiomas no ha de
poder concluirse una contradicción.
b) Independencia: Ningún axioma ha de poder derivarse como
teorema a partir de los otros axiomas.
c)Completud: El conjunto de los axiomas ha de permitir
demostrar todos los teoremas del sistema. Es decir, cualquier
proposición expresada en los términos del sistema o su negación,
podrán ser demostradas como teorema.
Se dice que una proposición matemática está demostrada
cuando se deduce de otras proposiciones ya admitidas, cuando se
20
hace ver que se deriva de ellas de forma necesaria. Una proposición
matemática queda, pues, demostrada cuando se muestra que procede
necesariamente de otras proposiciones ya admitidas, cuando se hace
ver que lo que dice esa proposición estaba ya contenido en esas otras
proposiciones.
Ahora bien, esas proposiciones ya admitidas o cuya verdad es
ya conocida, y que sirven para demostrar las proposiciones en
cuestión, se pueden demostrar a partir de unos primeros principios,
que sirven de base para todas las demostraciones que se hacen
dentro de ese sistema, pero que ellos, en sí mismos, son
indemostrables. El nombre que reciben estas proposiciones básicas,
estos primeros principios, es el de postulados o axiomas.
Los axiomas son proposiciones indemostrables que se aceptan
por su utilidad para deducir de ellas nuevas proposiciones, y construir
de esta manera sistemas matemáticos coherentes. Se los defina como
reglas operatorias que delimitan un cierto campo de operaciones
posibles.
4.2. La validez de las ciencias formales.
Si las matemáticas, lo mismo que las demás ciencias formales,
están constituidas por unos axiomas de los que se deducen, con un
rigor lógico total, una serie de proposiciones sin caer en
contradicciones, que una proposición es verdadera significa: que lo
que dice esa proposición se deriva necesariamente de los
axiomas del sistema al que pertenece, y no que ocurra en el
mundo real; que coincida con la realidad. A esta cualidad de
derivarse necesariamente de unos axiomas es a la que los
matemáticos actuales denominan consistencia.
4.3. Las matemáticas y la realidad.
Las matemáticas, y lo mismo ocurre con la lógica, son ciencias
que no se ocupan de la realidad, que no hacen referencia a "hechos".
Cuando un matemático, por ejemplo, realiza una operación cualquiera,
incluso una simple suma, no afirma en absoluto que el resultado de
esa operación se dé en el mundo de la realidad. Cuando un lógico
razona y afirma: “ si todos los hombres son honrados y Juan es
hombre; entonces Juan es honrado”, no está afirmando ni la honradez
de todos los hombres, ni la de Juan; está simplemente estableciendo
21
la conexión necesaria que existe entre esos tres enunciados, sin
preocuparse de si se dan o no en la realidad. ¿Significa esto que las
matemáticas al no ocuparse de la realidad no tienen nada que ver con
ella ? En absoluto. De hecho, las ciencias experimentales, que tienen
como objetivo conocer la realidad, han nacido cuando se han utilizado
las matemáticas en su método. Las matemáticas son uno de los
elementos fundamentales del método que utilizan las ciencias
experimentales.
¿Cómo explicar esta aparente paradoja que consiste en que una
ciencia que no estudia la realidad sea imprescindible para conocerla?
La eficacia de la ciencia está en relación directa con la rigurosidad y la
precisión con que utiliza el pensamiento y, de ahí que las matemáticas
sean imprescindibles en la elaboración del conocimiento científico. No
se trata de que el mundo posea una estructura matemática, sino de
que su utilización proporciona a la ciencia un rigor a la hora de razonar
y, al mismo tiempo, una precisión en su forma de expresarse, que la
convierten en eficaz.
La función que las matemáticas desempeñan en el
conocimiento de las ciencias que estudian la realidad es doble: a)
hacen posible y garantizan la rigurosidad y corrección de su
pensamiento, b) garantizan una precisión total en la expresión de
ese conocimiento al utilizar exclusivamente símbolos no
interpretados que carecen de la ambigüedad que poseen las
palabras o símbolos interpretados.
V. LAS CIENCIAS EXPERIMENTALES.
5.l. El nacimiento de las ciencias experimentales.
El nacimiento de las ciencias experimentales se produce en el
período denominado de la revolución científica, que se extiende desde
mitad del s. XVI hasta finales del s. XVIII, y sus principales creadores
son Galileo y Newton. Es a partir de la revolución científica creada
entre esos siglos cuando el método experimental se generaliza y se
considera como el único adecuado para todas aquellas ciencias que
pretenden conocer la naturaleza.
La primera ciencia en la que se utiliza el método experimental es
en la física. Como además es en esta ciencia donde mejor se puede
apreciar en qué consiste este método, nos fijaremos
fundamentalmente en ella a la hora de estudiar sus diferentes pasos.
22
5.2. El método experimental.
Este método, sintéticamente, sigue los pasos siguientes:
a) Se hace un planteamiento riguroso de un problema desde
hechos observados que contradicen una teoría ya aceptada. Esos
hechos no pueden ser explicados por la teoría.
La observación de los hechos se encuentra en la base del
método experimental. No es que las ciencias se limiten a coleccionar
hechos y tratan de explicarlos y de comprenderlos, integrándolos en
un sistema teórico que sea inteligible, pero necesitan partir de la
observación de los mismos. Los primeros teóricos del método
experimental, como Francis Bacon (s. XVI), en su obra Novum
Organum, colocaban en la abundancia de los datos observados el
elemento más importante del método experimental. Pero los hechos
siempre han estado delante del hombre y, sin embargo, la ciencia no
ha existido siempre, por lo que es muy dudoso que la acumulación de
datos empíricos sea el fundamento del método experimental, como
pretendía Bacon. Los teóricos de la ciencia actuales consideran la
simple abundancia de hechos incluso como un obstáculo para el
progreso científico. Para los teóricos actuales son más importantes
los hechos problemáticos, es decir, los hechos que no son
explicados con el sistema de creencias vigentes en cada
momento.
b) Se inventan hipótesis que traten de dar una explicación o
solución a esos problemas. Las hipótesis son "conjeturas
imaginativas, suposiciones, que dan razón de los datos observados,
aunque ellas mismas no sean observables ni sugeridas por esos datos
directamente. También en este punto los teóricos actuales de la
ciencia difieren de las clásicas posiciones de los primeros empiristas.
Según éstos, y volvemos a hacer mención de Francis Bacon, las
hipótesis
explicativas
de
los
hechos
venían
sugeridas
espontáneamente por la simple acumulación de los datos observados.
Sin embargo, la historia de la ciencia contradice continuamente esta
interpretación del nacimiento de las hipótesis. Cuando Torricelli se dio
cuenta de que en una bomba vacía el agua no subía más de 10,33 m,
no se encontró más que con este hecho. La presión atmosférica no la
observó en ningún lugar. Fue él el que supuso o imaginó que la
23
atmósfera ejercía una presión determinada sobre los cuerpos que se
encuentran en la superficie terrestre, y que a ella se debía el hecho
por él observado. Esta suposición, que es un acto racional, y no un
hecho de experiencia, fue la que le permitió más tarde "descubrir" la
presión atmosférica. Las explicaciones de los hechos no se
encuentran a la vista; es necesario imaginarlas, suponerlas, antes de
descubrirlas. Por otra parte, son las hipótesis las que van a dirigir la
investigación seleccionando los hechos que se han de observar.
c) Se deducen las consecuencias necesarias de la hipótesis.
Normalmente esas consecuencias son predicciones, basadas muchas
veces en conclusiones lógicas o desarrollos matemáticos. Una vez
supuesta una hipótesis es necesario desarrollarla aplicándole un
sistema matemático. Es la única forma de poder conocer, de manera
precisa y explícita, las consecuencias que contenía implícitamente.
El desarrollar la hipótesis aplicándole un sistema matemático
posibilita dos tipos de comprobaciones distintas: a) el poder ver si
todos los hechos observados, y de los que se había partido, quedan
efectivamente explicados por la hipótesis, al encontrarse entre sus
conclusiones lógicas, b) el poder ver si hay nuevos hechos, que no
han sido aún observados, pero que al ser también consecuencia de la
hipótesis, es necesario que se den en la realidad para que la hipótesis
tenga valor.
Un claro ejemplo de la necesidad de desarrollar las hipótesis lo
proporciona el descubrimiento del planeta Neptuno por Le Verrier.
Este científico, a través del cálculo del desplazamiento que seguía
Urano y de su comparación con el que tenía que seguir de acuerdo
con los planetas conocidos hasta el momento, sus masas y sus
distancias, dedujo la necesidad de que existiera un nuevo planeta,
Neptuno, hasta entonces desconocido. La existencia de este "nuevo
hecho", aún no observado en ese momento, fue deducida del
desarrollo matemático de la ley de la gravedad aplicada al
desplazamiento de Urano.
Indiscutiblemente los sistemas matemáticos o lógicos que habrá
que utilizar en las diversas ciencias experimentales serán distintos
dependiendo, sobre todo, de los diferentes temas que se traten en
ellas.
d) Se establecen condiciones iniciales de la experimentación u
observación, consistentes en hechos que se dan en momentos y
24
lugares determinados y que son pertinentes para derivar la predicción.
Caracterizan las propiedades que tienen los objetos estudiados, las
relaciones que hay entre ellos o el estado en que se encuentra un
cierto sistema en un momento determinado.
e) La experimentación: contrastación de la hipótesis y de sus
consecuencias, consistente en demostrar experimentalmente si se
cumplen las predicciones formuladas a partir de la hipótesis. Para
comprobar las hipótesis existen tres pruebas fundamentales:
- 1. Prueba de la concordancia: Si A es causa de B, siempre que se dé
A se tiene que dar B.
- 2. Prueba de las diferencias: Si A es causa de B, si falta A, falta B.
- 3. Prueba de las variaciones concomitantes: Si A es causa de B, si
varía A, varía B.
La experimentación o verificación de hipótesis, es la prueba de
fuego del método experimental y, de hecho, ha servido para dar
nombre al método. La hipótesis, para poder tener validez científica es
necesario que sea confirmada por la experiencia. Si el planeta
imaginado por Le Verrier para explicar las perturbaciones de los
movimientos de Urano, no hubiera sido visto por el alemán Gall en
1846, su hipótesis seguiría siendo una simple suposición, pero no se
habría convertido en una afirmación científica, como lo es desde que
fue contrastada y confirmada por la experiencia.
Sin embargo, son las hipótesis las que obligan y dirigen el
proceso de la experimentación. No tienen pues, simplemente, un papel
teórico, al proponer una explicación posible, sino también un papel
práctico, al dirigir el experimento que las ha de juzgar. El planeta
Neptuno había sido observado por algún astrónomo antes de que Le
Verrier planteara la hipótesis de su existencia, pero había creído ser
víctima de un error.
f) Confirmación o refutación de la hipótesis. Al contrastar las
consecuencias de las hipótesis con lo que ocurre en la realidad se
pueden plantear tres posibilidades:
1ª. La experimentación confirma la hipótesis, al demostrar que se
dan en la realidad los hechos descubiertos como necesarios al
desarrollarla lógicamente; en este caso la hipótesis se convierte en ley
25
científica, y tiene validez mientras no se encuentren hechos que la
contradigan o queden sin explicar por ella.
2ª. La experimentación refuta esos hechos; en este caso es
necesario abandonar la hipótesis y sustituirla por otra, si las
condiciones en las que se ha realizado el experimento han sido las
adecuadas.
3ª. No es posible confirmar, ni directa ni indirectamente las
consecuencias de la hipótesis, por carecer de medios técnicos; en
este tercer caso se plantea un problema, ante el que los científicos
han tomado posturas distintas, de las que hablaremos al señalar las
dificultades del método experimental.
g) Matematización de la ley si es posible.
h) Organizar un conjunto de leyes formando una estructura, a la
que denominamos teoría científica.
5.3. La validez de las ciencias experimentales.
Una teoría científica es verdadera cuando además de explicar el
conjunto de fenómenos que la han hecho nacer, está contrastada con
la realidad mediante experimentos. Ahora bien, el que una teoría
científica sea verdadera, ¿quiere decir que lo que dice esa teoría
coincide con lo que ocurre en la realidad?
Para responder a esta pregunta hay que tener en cuenta que
una teoría científica no es una afirmación única y aislada, sino un
sistema teórico que se refiere a un ámbito de la naturaleza y está
constituido por un conjunto de proposiciones1, algunas de las cuales
están contrastadas con la realidad mediante experimentos. Si nos
fijamos en esas proposiciones, es claro que lo que en ellas se dice
1
Una teoría científica contiene los siguientes elementos:
a) Enunciados. Los más importantes son las hipótesis y las leyes.
b)Términos teóricos y observacionales. Por "observacional" en ciencia no debemos entender lo que captan nuestros sentidos como
cuando afirmamos que una mesa es "dura", "marrón", "de madera"...; en ciencia se entiende por tal "cualquier magnitud que pueda ser
medida de manera directa; por ejemplo, una temperatura de 801 C.. Los términos teóricos son, por el contrario constructos que carecen
de equivalente en nuestro mundo cotidiano como, por ejemplo, "campo eléctrico", "electrón", "función de onda"...
c) Los modelos son representaciones analógicas que permiten algún tipo de visualización. Así la mesa de billar en la que chocan y
rebotan las bolas sirve como modelo para la teoría cinética de los gases, la teoría planetaria de Copérnico se utilizó como modelo para
representar el átomo (modelo de Rutheford), el ordenador como modelo de la mente humana...Tales modelos permiten realizar
inferencias muy útiles.
26
coincide con lo que acontece en la realidad. En eso consiste
precisamente la experimentación. Pero no ocurre lo mismo con el
sistema teórico del que forman parte esas proposiciones. Muchas
teorías científicas, aunque estaban contrastadas con la realidad han
tenido que ser sustituidas con el paso del tiempo por otras distintas e
incluso contrarias a las mantenidas anteriormente.
Las teorías físicas ni corresponden ni pretenden corresponder
con la realidad. Lo que a las teorías físicas les interesa es hacer
inteligibles un conjunto de hechos «problemáticos» y poder, como
consecuencia de esa interpretación, manejarlos. El único punto de
contacto de la teoría con la realidad son los experimentos. Cuando
Karl Popper afirma que las teorías científicas son provisionales para
siempre está reflejando con toda precisión esta mentalidad. Si fueran
correspondencias de la realidad, si coincidieran con la realidad, no
serían provisionales.
Las teorías científicas son, pues, verdaderas no por reflejar la
realidad tal y como es, no por ser un correlato de la realidad, sino por
explicar todos los hechos observados con respecto a un ámbito de la
naturaleza y dar origen a afirmaciones que se pueden comprobar. Si
en algún momento se descubren nuevos hechos que no quedan
explicados por la teoría existente, o si en algún momento se realizan
experimentos que la contradicen, la teoría deja de tener valor, deja de
ser verdadera, y es necesario construir una nueva teoría científica que
sea capaz de explicar teóricamente los nuevos datos.
5.4. Los problemas del método experimental.
El método experimental, tomado en su totalidad, supone un
modo de razonar inductivo. El científico observa unos hechos, y las
hipótesis que elabora para explicarlos se contrastan con la realidad en
una serie mayor o menor de casos, pero siempre limitada. Sin
embargo, las leyes elaboradas por los científicos no se refieren sólo a
los hechos observados, o a los casos experimentados, sino que son
universales: los metales se dilatan con el calor», «todos los cuerpos
con carga negativa atraen a los que tienen carga positiva, ¿Es
correcto este tipo de razonamiento? ¿Se puede afirmar de un todo lo
que se ha descubierto sólo en algunas partes de ese todo, por muy
numerosas que éstas sean? ¿En qué condiciones? ¿Qué valor poseen
las afirmaciones que se realizan de acuerdo con esa forma de
razonar?
27
Este es uno de los problemas que plantea el método
experimental, que se conoce con el nombre de "problema de la
inducción", y que se podría concretar en las siguientes preguntas:
¿están justificadas las inferencias inductivas?, ¿bajo qué condiciones?
El otro es el de la "verificación de las hipótesis". Cuando
nacieron las ciencias experimentales, y el campo de su investigación
era reducido, la verificación que los científicos exigían a las hipótesis
era una verificación directa. Sin embargo, a medida que el área de
investigación de las ciencias de la naturaleza se ha ido ampliando, la
venficación directa se ha vuelto cada vez más problemática e incluso,
en muchos casos, imposible. En efecto, ¿cómo se comprueba, por
ejemplo, de forma directa, cuál es la temperatura del núcleo del sol?
¿Significa esta imposibilidad de comprobación directa que la ciencia al
llegar a unos límites debe detenerse?
5.5. Diversos criterios de verificación.
a) El criterio débil de verificación.
Vamos a tratar de señalar por dónde puede ir la solución de
estos problemas, analizando las posiciones que ante ellos
mantuvieron una serie de filósofos de la ciencia, agrupados a
principios del s. XX en el denominado "Círculo de Viena", puesto que
han sido ellos los que de una manera más exclusiva y sistemática se
han preocupado por los temas relacionados con la lógica y con el
conocimiento científico.
Estos pensadores trataron de establecer un criterio de
demarcación, o lo que es lo mismo, un criterio que permitiera distinguir
los enunciados auténticamente científicos -que normalmente
denominaron enunciados significativos- de los que no lo fueran, y lo
primero que exigieron para que un enunciado pudiera ser significativo
es que poseyera sentido.
Exigieron, además, que el enunciado estuviera verificado, esto
es, contrastado con la realidad, con lo cual convirtieron en
significativos los enunciados de las ciencias experimentales que se
hubieran sometido a ese proceso positivamente, y eliminaron como
tales todos los enunciados metafísicos o morales que no se pueden
verificar de manera alguna. En estas disciplinas, más que hablar de
proposiciones, habría que hablar de pseudoproposiciones. Si se
afirma, por ejemplo, que el alma es inmortal¡ no existe ninguna
28
posibilidad de verificar esa proposición, que pretende recoger un
hecho, por lo que, a pesar de que aparentemente tiene sentido, no es
propiamente una proposición, pues carece de verificación y, por lo
mismo, de significado. Excluyeron de esta necesidad de verificación a
los enunciados de las ciencias formales, puesto que estas ciencias no
hablan de hechos, no pretenden referirse a la realidad, y lo único que
hacen es decir con otras palabras lo que ya se había dicho antes en
otras proposiciones. Son significativas por ser tautológicas.
Ahora bien, ¿cuándo se puede decir que una proposición está
verificada y, por tanto, es significativa? Aquí es donde las posiciones
de los pensadores del “Círculo de Viena" se diferencian unas de otras.
Defendieron el llamado "criterio débil de verificación" que
exige, para que un enunciado sea significativo: a) que existan
observaciones que sean indicativas, "relevantes", a fin de
establecer su verdad o falsedad, b) que si no es efectiva y
actualmente verificable, lo sea en principio, o lo que es lo mismo,
que se puedan señalar las condiciones en las que, sería
verificable directamente, c) que esas condiciones sean lógica y
físicamente posibles.
Así, según esta corriente, una hipótesis se considera verdadera
si los hechos observados en el mundo están de acuerdo con los
hechos deducidos de la hipótesis. Sin embargo, este método tiene un
inconveniente: no es posible realizar un verificación universal de un
enunciado universal. Siempre es posible que en algún lugar o en un
tiempo futuro aparezca un hecho que contradiga la hipótesis. De ahí
que, los defensores de esta teoría fueran prudentes y afirmaran que si
bien no se puede conseguir nunca una verificación completa de una
hipótesis, sí cabe al menos una confirmación provisional de la misma,
siendo esto científicamente suficiente.
b) El criterio de falsación.
Karl Popper -filósofo vienés, que no perteneció al «Círculo de
Viena», y cuya obra en el terreno de la teoría de la ciencia, estuvo
concebida como corrección y discusión crítica de sus doctrinaspropuso, en su lugar, el «criterio de falsación», que consiste en
intentar, por todos los medios posibles, hacer fracasar mediante
experimentos las teorías científicas. Si se logra ese propósito, la
teoría no es significativa y es preciso sustituirla por otra. Por el
contrario- si resiste la prueba, se puede considerar como significativa,
29
y lo será mientras no se consiga hacerla fracasar. El fundamento de
este criterio se encuentra en el hecho de que, si bien las leyes
científicas, al ser universales, no son nunca derivables de enunciados
singulares, sí pueden ser derribadas o refutadas por un solo
enunciado singular. Basta que un único metal no se dilate con el
calor para que la afirmación, los metales se dilatan con el calor¡ no
tenga validez. Sin embargo, el hecho de que todos los metales que se
han comprobado hasta el momento se hayan dilatado con el calor, no
garantiza con total seguridad que eso vaya a ocurrir siempre.
La falsación afirma que una hipótesis puede ser admitida
provisionalemente como verdadera, sólo mientras no resulte
refutada por los hechos. En la falsación no se trata tanto de buscar
hechos que estén de acuerdo con las consecuencias de la hipótesis,
cuanto hechos que estén en oposición a la misma. El valor científico
de una hipótesis radicaría en su resistencia a la refutación. De
hecho una teoría que no pueda ser refutada por ningún acontecimiento
concebible, no es científica.
La posición de Popper supone un giro en la consideración del
tema de la verdad en el conocimiento científico. Obliga a distinguir
entre "verdad" y "certeza" -entre verdad y seguridad en la verdad- y
sitúa la ciencia en el camino de la verdad, pero no en el de la certeza,
que es tarea imposible para el conocimiento científico.
Como él mismo dice en su obra En búsqueda de un mundo
mejor: “Como nunca podemos conocer nada con seguridad
simplemente no vale la pena buscar la certeza; pero si vale la pena
buscar la verdad; y esto lo hacemos principalmente buscando
equivocaciones a fin de corregirlas. Por eso la ciencia, el conocimiento
científico, es siempre hipotético; es “conocimiento por conjetura”. Y el
método de la ciencia es el “método crítico”:el método de búsqueda y
eliminación de errores el servicio de la verdad “.
En conclusión, la contrastación con la experiencia nunca permite
de modo definitivo aceptar una hipótesis como verdadera; tan sólo
permite considerarla como aceptable.
VI. LAS CIENCIAS HUMANAS.
30
6.1. La comprensión del sentido de las acciones humanas es el
objeto de estudio de las ciencias humanas.
En el siglo XIX emergieron una serie de ciencias que tenían
como objeto de estudio las acciones humanas. Éstas se denominan de
diversas maneras: Ciencias Culturales, Ciencias Morales, Ciencias del
Hombre, Ciencias Humanas, Ciencias del Espíritu. El objetivo de las
Ciencias del Espíritu es la comprensión del sentido de los productos
humanos, esto es, los acontecimientos históricos, cuyo sujeto es un
ser particular y contingente. De ahí que para el investigador de las
Ciencias del Espíritu sean absolutamente relevantes la propia
subjetividad vivida (experiencias, recuerdos, deseos, etc.). Desde
dichas experiencias precientíficas se puede interpretar la realidad
histórica que se presenta como objeto de las Ciencias del
Espíritu. El trasfondo cultural de las Ciencias del Espíritu es la
experiencia vital, son los mundos sociales de vida. El objeto de las
Ciencias del Espíritu es, pues, la vida cultural e histórica, en
perpetuo cambio y evolución, regida por leyes singulares,
dinámicas y cambiantes en las que prevalecen la contingencia y
la singularidad.
En las acciones humanas comprendemos lo singular del acto en
su contexto histórico-social determinado. Por tanto, cualquier
"explicación" tiene que estar mediatizada por la comprensión del
sentido. Si nosotros intentamos entender un acontecimiento histórico por ejemplo, el asesinato de César a manos de su hijo Bruto y demás
senadores romanos- no podemos utilizar una ley general para tal
explicación (como sucedería en las Ciencias de la Naturaleza), sino
que habrá que echar mano de las condiciones psicológicas, históricas
y sociales que condujeron a Bruto y a los senadores romanos a
ocasionar la muerte a César.
Igualmente ocurre con cualquier producto simbólico (un libro, una
obra de arte, religión, una constitución, etc.). y son esos,
precisamente, los objetos de las ciencias del Espíritu.
Comprender un "hecho histórico", una "acción humana", es
comprender el sentido de ese hecho en el ámbito estructural en el que
se ha producido. Toda acción humana y todo producto simbólico son
el fruto de una estructura histórico-social en la que tal acción se ha
realizado, es consecuencia de las distintas conexiones en las que
permanece imbricada la realidad histórico-social. Por ello toda acción
humana debe referirse a esa estructura histórico-social. Las acciones
31
humanas cobran su significado en el marco de las relaciones humanas
y sociales en que se producen.
6.2. La hermenéutica como método propio de las Ciencias del
Espíritu.
Entendemos por hermenéutica el arte de interpretar y
comprender conjuntos simbólicos (acciones humanas, textos, objetos
producidos por sujetos humanos, etc.) hablados o escritos. La
hermenéutica es el método propio de las Ciencias del Espíritu.
Según Dilthey, las formas elementales de comprensión son de
tres clases: las expresiones lingüísticas (lenguaje), las acciones
(acción) y las expresiones de las vivencias (gesticulación y
fenómenos mímicos corporales
La hermeneútica tiene por objeto la interpretación de un texto
escrito o de un conjunto simbólico concreto, ya sea una obra de arte,
unas ruinas históricas o unos trajes de época. Todos representan
formas de vida expresadas en conjuntos simbólicos. La hermenéutica
tiene la tarea de descifrarlos con el fin de conocer mejor la vida y la
historia de los sujetos que los han producido. Algunas de las más
importantes formas de hermenéutica son las siguientes:
a) La hermenéutica como "revivencia" o "transferencia".
En su primera etapa, Dilthey, al hilo de su obra Ideas acerca de
una Psicología descriptiva y analítica, entendió la hermenéutica como
el arte de reproducir o transferir fielmente a la mente del intérprete las
situaciones y acontecimientos del pasado histórico. La tarea del
intérprete es trasladar a su mente las condiciones que posibilitaron la
ejecución de un hecho o acción. Igualmente sucede en el caso de la
interpretación de un acontecimiento histórico: por ejemplo, en el
asesinato de César por parte de su hijo Bruto y los senadores
romanos, la tarea del intérprete sería representarse el estado mental,
esto es, los motivos y causas que movieron a Bruto y a los demás
senadores a ejecutar semejante acción. En este caso, la tarea del
intérprete sería reproducir la vivencia correspondiente a dicho
momento histórico.
El ideal que mueve a esta hermenéutica es el conocimiento fiel
de la realidad y la búsqueda de un modelo de verdad como copia de
los hechos. Ahora bien, debido a la extrema dificultad para llevar a
32
cabo este tipo de conocimiento, Dilthey renunció a este tipo de
hermenéutica en favor de otra que buscará la reconstrucción del
sentido.
b) La hermenéutica como "reconstrucción del sentido".
En una segunda época, Dilthey se dio cuenta de la imposibilidad
de llevar acabo un tipo de hermenéutica como la de la "revivencia", y
cambió esta noción por la de “reconstrucción del sentido". Según esto,
la tarea del intérprete consiste en reconstruir los elementos que
han generado el sentido de un conjunto simbólico determinado.
Ahora tratamos de la "reconstrucción", desde la situación del
intérprete, de aquellos factores, situaciones y conexiones que han
hecho posible un texto, una obra pictórica o una obra arquitectónica.
Para que sea posible esta reconstrución del sentido, el hermeneuta se
tiene que valer de unos factores metodológicos que hagan posible
dicha interpretación de la realidad histórica. De este modo, la
hermenéutica tiene su propia condición de posibilidad en lo que
históricamente se ha denominado el "círculo hermenéutico".
6.3. Estructura del círculo hermenéutico.
Al igual que hay una lógica de las Ciencias de la Naturaleza, en
la que sus formas elementales son la deducción y la inducción, existe
también una lógica de las Ciencias del Espíritu, cuya forma
fundamental es el círculo hermenéutico. Mediante él designamos el
modo propio de comprensión de un texto o de un conjunto simbólico.
Podemos formularlo del siguiente modo: en toda comprensión de un
texto o conjunto simbólico existe como condición de posibilidad de ella
una precomprensión, por parte del sujeto, de los elementos o partes
que configuran ese conjunto simbólico, de tal modo que es imposible
comprender el "todo" correspondiente a ese conjunto, sin
precomprender sus partes, de la misma manera que es necesario
una precomprensión del todo para llegar a tener un conocimiento
o comprensión de las partes.
Mediante el concepto de círculo hermenéutico estamos
designando el hecho tan simple de que todo conjunto simbólico es
preciso interpretarlo en un contexto más amplio, al mismo tiempo
que afirmamos que para comprender un conjunto simbólico en
toda su extensión es preciso conocer sus elementos concretos.
33
Así, para interpretar bien un texto, por ejemplo, del Quijote, es
necesario conocer el contexto histórico-temático en que Cervantes
escribió dicho texto, pero, a su vez, el conocimiento de ese contexto
histórico-temático se ve ampliamente enriquecido por el análisis y la
comprensión de las ideas particulares que componen y configuran tal
texto.
6.4. La hermenéutica de los prejuicios de Gadamer y la
hermenéutica como crítica de las ideologías de J. Habermas..
H. G. Gadamer, en su obra Verdad y método, propone todo un
modelo de hermenéutica de la comprensión de los conjuntos
simbólicos heredados de la tradición a partir de dos conceptos
fundamentales: la hermenéutica de los prejuicios y el concepto de
“fusión de horizontes".
a) La hermenéutica de los prejuicios.
H. G. Gadamer, en su obra Verdad y método, propone todo un
modelo de hermenéutica de la comprensión de los conjuntos
simbólicos heredados de la tradición a partir de dos conceptos
fundamentales: la hermenéutica de los prejuicios y el concepto de
“fusión de horizontes".
Para Gadamer, los "prejuicios" del intérprete son absolutamente
necesarios para la comprensión de un texto o de un conjunto
simbólico. Los prejuicios son los juicios previos, las valoraciones
que existen en la mente del intérprete, y son, por tanto, condición de
posibilidad de su interpretación. Para descifrar un texto es preciso una
precomprensión, que viene posibilitada por los juicios previos y las
valoraciones del intérprete.
De este modo, Gadamer critica el pensamiento ilustrado, cuyo
ideal primero era eliminar de la mente humana todos aquellos juicios
previos que no hubiesen sido criticados por el tribunal de la razón.
Desde el punto de vista de la llustración, esos juicios previos
constituyen las ideologías contra las que es preciso luchar desde la luz
de la razón. Justamente en eso consiste la "llustración". En cambio,
para Gadamer, lo verdaderamente ideológico es creer que sea posible
eliminar de la mente humana todos los juicios anteriores a la
comprensión de un texto o de un conjunto simbólico. Por el contrario,
esos juicios previos constituyen el ámbito desde el que es posible una
34
interpretación creativa del objeto comprendido. Así, la subjetividad
del intérprete es parte fundamental de la interpretación misma,
sin la que ésta no sería posible. Veamos, en este sentido, un
ejemplo clarificador de este tipo de hermenéutica. Mirar un cuadro,
escuchar música clásica, ver una película de Luis Buñuel es imposible
desde una mente sin prejuicios, esto es, no es posible sin una
precomprensión de la realidad mirada, escuchada o vista. Es desde
los propios contenidos de la conciencia del intérprete (conocimientos
previos, valoraciones, sentimientos) desde donde se puede
comprender o interpretar una obra de arte. Quien no tiene una mínima
formación cultural no puede leer un libro de poesía; quien no tiene una
mínima formación musical no puede apreciar la música de Manuel de
Falla o de Albéniz. Igualmente sucede con la pintura y las demás artes
plásticas. En definitiva, la precomprensión es condición necesaria de
toda interpretación.
Mediante el concepto de fusión de horizontes, Gadamer designa
el acto de fusión que se produce en la conciencia del intérprete
entre el horizonte histórico del texto o conjunto simbólico
interpretado y el horizonte de la conciencia del intérprete. Este
acto de fusión produce un enriquecimiento mutuo en el intérprete y en
lo interpretado.
b) La hermenéutica como "crítica de las ideologías" frente a la
hermenéutica de los prejuicios.
En el comienzo de la década de los años setenta se estableció
en Alemania una polémica verdaderamente interesante entre dos
grandes filósofos contemporáneos: Habermas y Gadamer.
Frente a la hermenéutica de los prejuicios de Gadamer,
Habermas propuso una recuperación del pensamiento ilustrado bajo la
forma de una "crítica de las ideologías". En este sentido, la labor de la
hermenéutica no es la comprensión del sentido a partir de los
prejuicios, sino eliminar la falsa conciencia (los errores, las
ideologías) que acechan al ser humano, con el fin último de
alcanzar una emancipación de la especie humana respecto de la
naturaleza física y de su propia naturaleza.
La hermenéutica de Habermas se instala, pues, en la tradición
marxista de la crítica a la falsa conciencia que nos impide un
conocimiento auténtico de la realidad, por entender que dicha
35
crítica lleva consigo una emancipación de la especie humana respecto
de sus propios errores, falsas conciencias o ideologías. Y tal
emancipación es interpretada como el interés propio del género
humano a lo largo de su historia. Se trata de un interés emancipatorio,
siempre presente, nunca alcanzado, pero que es la guía orientadora
del ser y del actuar humanos. Habermas denomina a esta
emancipación “autorreflexión”. Según este filósofo, por vía de
autorreflexión, un sujeto se torna consciente de los presupuestos
inconscientes que determinan sus acciones. Habermas ve en el
psicoanálisis el modelo de una ciencia y de una hermenéutica que se
instala en el ámbito de la autorreflexión.
VII. EL PROGRESO DE LA CIENCIA.
La concepción moderna de la ciencia conlleva la afirmación de su
progreso. La cuestión es determinar cómo progresa realmente la
ciencia.
1.
Progreso acumulativo. Bacon y Galileo pensaban que el
progreso de la ciencia se debía a la posibilidad de aumentar el número
de experimentos y observaciones sobre el mundo. De este modo
sabríamos cada vez más, es decir, iríamos acumulando nuevos
conocimientos sobre los ya adquiridos. La ciencia se puede, pues,
comparar a un edificio que crece sin cesar. Actualmente, la
"concepción heredada" concibe el progreso acumulativo de la ciencia
como un proceso de reducción de teorías:
«La ciencia establece teorías que, de verse ampliamente
confirmadas, son aceptadas y siguen siéndolo con relativa
independencia de¡ peligro de verse posteriormente disconfirmadas.
El desarrollo de la ciencia consiste en la ampliación de dichas
teorías a ámbitos más amplios (primera forma de reducción de
teorías), en el desarrollo de nuevas teorías ampliamente
confirmadas para dominios relacionados con ellos y en la
incorporación de teorías ya confirmadas a teorías más amplias
(segunda forma de reducción de teorías). La ciencia es, pues, una
empresa acumulativa de extensión y enriquecimiento de viejos
logros con otros nuevos; las viejas teorías no se rechazan o
abandonan una vez que se han aceptado; más bien lo que hacen
36
es ceder su sitio a otras más amplias a las que se reducen» (F.
SUPPE, La estructura de las teorías científici7s. Madrid, UNED,
1990, p. 92).
2.
Revoluciones científicas. En 1962, un libro de Thomas S. Kuhn La estructura de las revoluciones científicas- cambia totalmente el
planteamiento al introducir nuevas perspectivas: las de la historia y la
sociología de la ciencia. Ésta -la ciencia- es la obra de una
comunidad de científicos cuyos componentes aceptan un paradigma
común. La comunidad de científicos trabaja a partir de ese paradigma,
que conserva como precioso tesoro; las realizaciones científicas que
están dentro del paradigma constituyen la ciencia normal.
Imaginemos, pues, una comunidad científica que trabaja a partir del
paradigma común. ¿Qué sucede si surgen "anomalías" (problemas
irresolubles)? Son rechazadas como irrelevantes. Pero si las
anomalías se multiplican, sobreviene una "crisis". Entonces, quizá,
surge un paradigma rival que entra en conflicto con el anterior. Si la
comunidad científica opta por él, sobreviene una revolución
científica. Lo más llamativo de la tesis de Kuhn es que la elección del
nuevo paradigma se realiza en base a factores sociológicos y
psicológicos, ajenos a la estructura interna de la ciencia. Los
paradigmas son inconmensurables entre sí, es decir, no pueden ser
comparados desde una perspectiva neutral. Rigurosamente, pues, la
nueva ciencia no es "mejor" que la antigua. En conclusión: no hay
progreso en sentido estricto, sino "revolución".
3.
Progreso en verosimilitud. Finalmente, hay autores -como
Popper, Niiniluoto o Tuomela- que sostienen una tesis intermedia.
Hay un verdadero progreso de la ciencia. No, desde luego, por
"acumulación" de conocimientos, sino por el hecho de que las nuevas
teorías permiten explicar mejor un mayor número de problemas.
En este sentido, y sólo en éste, se puede decir que las nuevas teorías
son "más verosímiles" que las antiguas; es decir, están "más cerca de
la verdad". Se progresa, pues, en verosimilitud, o cercanía a la verdad.
Pero ésta -la verdad- se considera como el límite inalcanzable de una
investigación nunca terminada. «Podemos explicar el método científico
y buena parte de la historia de la ciencia como el proceso racional de
aproximación a la verdad» (Popper).
VIII. LOS LÍMITES DE LA CIENCIA.
37
Se debe al positivismo del siglo XIX -especialmente a A. Comte (+
1857)la difusión de algunas ideas que tuvieron una amplia acogida
social: 1) la confianza absoluta en el progreso indefinido de la
Humanidad; 2) la afirmación de que la ciencia nos ofrece una imagen
exacta del Universo; 3) la necesidad de que la ciencia se convierta en
la única forma de conocimiento , y 4) la esperanza de que la ciencia
aportará la felicidad a la humanidad y el fin de todos los problemas
sociales e individuales. Esta concepción de la ciencia recibe el
nombre de cientismo (o cientifismo).
La concepción de la ciencia es ahora -como se ha visto en el
párrafo anterior- mucho más modesta y no acepta, prácticamente,
ninguna de las pretensiones del positivismo decimonónico. Se hace
un flaco servicio a la ciencia esperando de ella mucho más de lo que
puede darnos. Y se deforma completamente la imagen del científico
convirtiéndolo en aquel que sabe -y únicamente él- "toda la verdad".
Cuando hoy se discute acerca de los peligros de lo ciencia, la
cuestión puede estar mal planteada. El peligro está en la exclusividad
de la ciencia, no en la ciencia misma. Si la ciencia y la tecnología
están determinando un enorme avance de la Humanidad occidental, la
confianza excesiva depositada en ellas implica enormes riesgos. No
todo lo que se puede (tecnológicamente) hacer, se debe (moralmente)
hacer. No pertenece al conocimiento científico resolver los más
graves problemas: la elección de los fines, la determinación de los
valores morales, el sentido de la existencia. Por esta razón, junto al
conocimiento científico, se necesita la reflexión ética y filosófica en
general.
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