introducción - InterClassica

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INTRODUCCIÓN
NATALE CONTI, CASI UN DESCONOCIDO
Al iniciar la traducción de la Mythologia de Natale Conti no sabíamos apenas nada
acerca del autor que aparece citado como Natale Conti, o latinizado en Natalis Comes,
Natalis Comitum o Natalis de Comitibus, o con la denominación francesa de Noël le
Comte, pese a que por nuestra parte había existido un acercamiento a su obra, junto a la de
otros autores que en la ¿poca renacentista se habían ocupado de la mitología clásica
Veíamos, en cambio, que la Mythologia era familiar para todos los que se dedican o se han
dedicado al estudio de los mitos, ya que en autores y obras de obligada consulta se lee con
frecuencia: Nat. Com. Myth. Por citar algunos nos remitimos a los F. Gr. H. de Jacoby,
los Fragmenta Hesiodea de Merkelbach & West, la edición de la Biblioteca de Apolodoro
de Hcyne, los Fragmenta Orphica de Kem, la edición de Calimaco de Pfeiffer, entre otros.
Ciertamente no seríamos justas si dijéramos que el nombre de este autor se silencia en
lo que a su biografía se refíere. Mas es cierto qué aparece en pocos diccionarios y, cuando
asi ocurre, a veces hay grandes errores como en el Trésor.., de Graesse^, que, como
veremos más adelante, falsea los datos de su vida al decir: Comitibus, Natalis de (ou
Comitun), venetus. Por otra parte, tampoco es silenciado en la Geschichte der klassischen
Mythologie und Religionsgeschichte de Gruppe ' ni en La survivance des dieux antiques de
Seznec *.
El rasgo común a Gruppe y a Seznec es decir que Conti pertenece a una familia
milanesa; incluso afirman, siguiendo a Tiraboschi que nació en 1520 y sitúan la fecha de
1 ALVAREZ MORAN, M.* C , El conocimiento de la mitología clásica en ¡os siglos xiv al xvi, Madrid
1976.
2 ORAESSE, Trésor des livres rares et précieux, Milano 1950 (reimpr.).
3 GRUPPE, O., Geschichte der klassischen Mythologie und Religionsgeschichte während des Mittelalters im
Abendland und während der Neuzeit, Leipzig 1921, en Roscher Supplement, Bd. VIII,
4 SEZNEC, I., La survivance des dieux antiques, Paris 1980 y trad, castellana de J. Aranzadi, Los Dioses
de la Antigüedad en la Edad Media y el Renacimiento, Madrid 1983. Citamos por las páginas de la versión
castellana.
3 TIRABOSCHI, v., Storia della letteratura italiana,
im.
su muerte en 1582 en Venecia. La mínima bibliografía a que se alude para determinar los
detalles de su vida es insuficiente. Seznec remite, además de a Tiraboschi, a Bassi
y en
el artículo de este autor leemos que Conti pertenece a una antigua familia patricia que ha
sido estudiada por Arditi di Castelvetere
En este estudio de genealogía y heráldica, se
demuestra la antigüedad de la familia Conti y su noble origen, pero entre sus múltiples
miembros no aparece nuestro autor; sí se menciona a Ludovico, el bisabuelo del que Natale
nos habla, como se verá, y entre los que sobresalieron en las letras está Primo del Conté y
Marcantonio del Conté, llamado el Maioragio, de los que Conti habla en la Mitología.
No hay, pues, un estudio pormenorizado de la vida y actividad de este autor, así como
tampoco acerca de su familia y de en qué ambiente se movía, de por qué dejó de vivir en
Milán para pasar la mayor parte de su vida en Venecia y quizás morir allí.
Las pocas noticias que de su vida tenemos, y que han sido interpretadas por los autores
anteriormente citados, son las que él mismo ofrece en su obra. Pero esos datos aparecen
esporádicamente y siempre para recordar alguna experiencia de su vida, recuerdo que le
suscita el comentario de alguna obra. Así en Myth. III 17, capítulo dedicado a la Luna,
habla de la hechicería y del tratado De occulta philosophia de Comclio Agrippa von
Nettesheim (Köln 1486-Grenoble 1535) donde se dice que se refleja en la luna lo que
ocurre en un lugar, de manera que se puede ver en otro muy alejado; y así comenta que en
París se sabía simultáneamente lo que estaba ocurriendo en Milán, según le contaban a él
cuando era muy pequeño, y dice así: Como estuviera en Milán, en casa de algunos
parientes (pues no mucho antes de que yo naciera, mi padre, según dicen, a causa de los
movimientos de guerras, ...se había ido de allí a Venecia, con la intención de volver a la
patria, después de normalizarse la situación...) y más adelante continúa: mi bisabuelo
Ludovico de la ilustrísima familia de los Comités de Roma, abandonó Roma... se dirigió a
Milán junto a Maximiliano Sforza... Aunque me alegro mucho de haber nacido en aquella
ciudad... siendo muy pequeño desde Roma me fui a Insubria, de allí a Venecia con mi
padre, por lo que acontece que muchos han creído que soy veneciano.
De este pasaje se puede deducir, si bien con todas las reservas, lo siguiente:
Que su bisabuelo Ludovico, de la rama romana de los Conti, originarios de Milán, se fue a
Milán y se puso al servicio de Maximiliano Sforza (1493-1530) lo que debió ocurrir entre
1512 y 1515, es decir en la época en la que Maximiliano recuperó y perdió de nuevo el
Milanesado.
Que también su padre, inmerso como estaba en los avatafes.de las guerras, se vio
obligado a abandonar Milán e irse a Venecia, quizás a consecuencia de los exilios y
retomos a la patria de los Sforza, debidos a las luchas por el Milanesado entre Carlos V y
Francisco I, y esta ida a Venecia ocurre antes de que nuestro autor naciera.
Se puede deducir también de sus palabras que nació en Roma, de donde salió, siendo
muy pequeño, para irse a Milán, donde debió pasar su infancia a fin de, posteriormente,
dirigirse a Venecia con su padre.
Nuestra interpretación de las palabras de Conti, como se ve, difiere de la de Gruppe,
seguido por Bassi y Seznec, que afirman que nació en Milán. Pero lo que ya no es
6 BASSI, D., «Un'opera mitologica del secolo xvi», Rendiconti, LXX, R. Instituto Lombardo di Scienze e
lettere, Milano 1937, pp. 9-20.
7 ARDITI DI CASTESLVETERE, G., «Memorie delle famiglie Conti e Arditi», Rivista di Araldica e
Genealogia, Napoli 1933. I, pp. 82-170, 267-289.
8
interpretable es la última afirmación: por lo que muchos han creído que soy veneciano y
entre éstos estarían las fuentes de Graesse, quien al decir que es venetus demuestra no
conocer la Mitología.
También hay una alusión a la estancia de Conti en Horencia en el libro IX, capítulo S,
cuando al hablar de los Matragirtas y al decir que Aristóteles {Rhet. III 2, 1405a20)
menciona el término agyrtés, alaba a Petrus Victorius (Piero Vettori), por haber restablecido el texto de Aristóteles, hasta entonces ilegible*, corrección de la que ha tenido
conocimiento: según a mí, cuando estaba en Florencia, me demostraron algunos varones
de notable integridad y erudición... Con toda probabilidad serían profesores del Studio
florentino. Y tras decir esto, menciona a un miembro de su familia, sin hablar de su
parentesco, a Marco Antonio Maioragio, al que recrimina por haber criticado duramente a
Petrus Victorius del que había recibido todos sus conocimientos sobre Aristóteles, y lamenta que no haya imitado la modestia e integridad de Primo del Conte (Primus Comes) al
que define como: non obscurum Mediolani ornamentum. Ya hemos adelantado que estos
dos personajes aparecen enumerados en el trabajo de Arditi, el primero de ellos como
insigne académico, autor de 41 obras entre las que había tratados de filosofía y de retórica,
y el segundo. Primo del Conte, como lector de Teología escolástica y participante en el
Concilio de Trento, muerto en 1592.
Estos son los datos más directos que acerca de su vida ofi-ece nuestro autor. A lo largo
de toda la obra, empero, hay esporádicas menciones de personajes a los que dedica o ha
dedicado sus obras, los cuales o son venecianos, o han desarrollado gran parte de su
actividad en Venecia. Merece ser destacado, entre éstos, Amauld du Ferrier (Renaldus
Ferrarius), Presidente del Parlamento de París, que se retiró a Venecia donde tuvo el cargo
de embajador hasta 1582.
Tradicionalmente se han ofrecido algunos datos sobre la vida de Conti que no proceden
de la Mitología, tales como la fecha de su nacimiento, su condición de preceptor en Milán
del que más tarde sería Fra Francesco Panigarola, al que muy posiblemente acompañara a
Florencia, así como la fecha de su muerte que, según Gruppe, acaecería ca. 1582. Posiblemente esta fecha esté condicionada por el hecho de que la obra histórica de Conti,
Universae historiae sui temporis ab anno MDXLV usque MDLXXXI, fue publicada en
Venecia en 1581, aflo en el que, según Bassi recoge, apareció asimismo en Venecia la
versión ampliada de la Mitología. Sin embargo la edición de Lyon de 1602, que sigue la
versión ampliada, onece la epístola nuncupatoria fechada en Venecia asi: Venetus, Calend.
Septembris, Anno 1600. Si se acepta, pues, que nació en 1520, y que esta fecha de 1600
fue puesta por el propio autor en la epístola nuncupatoria, deberíamos concluir que su vida
se prolongó hasta los 80 años, lo que no tiene por qué extrañamos.
En lo que a su producción literaria se refiere, él mismo nos dice en la Mitología que
escribió una obra cinegética con el título de De venatione en 4 libros, que vio la luz en
Venecia en 1551 y que suele aparecer en muchas ediciones tras la Mitología; está compuesta en elegantes hexámetros y toda ella rezuma una gran influencia de los poetas
latinos, especialmente de Virgilio y Ovidio.
8 En efecto Petras Victorius publicó, entre sus comentarios a distintas obras aristotélicas, uno a la Retórica.
aparecido en 1548. Cf. SANDYS, J. E,, A history of classical scholarship, vol. II, pp. 135-140 y PFEIFFER,
R., Historia de la Filología clásica de 1300 a 1850, traducción castellana, Madrid 1981 (=Oxford 1976)
pp. 230-1.
El mismo también nos proporciona extractos de sus Epístolas a distintos personajes,
compuestas al modo horaciano en hexámetros. Y él mismo nos habla también de su
traducción al latín de los Deipnosophistai de Ateneo, aparecida en Venecia en 1556,
empresa que por sí sola serviría para demostrar su perfecto conocimiento del griego y su
facilidad para traducir, en el mismo metro que el original, los múltiples versos que en esa
monumental obra hay, muchos de ellos reproducidos y traducidos en la Mitología, así como
es un indicio de la gran cantidad de autores, conservados gracias a Ateneo, de los que pudo
tener noticia.
Pero no solamente leía y traducía la lengua de Homero sino que, tal como nos dice y
demuestra en la Mitología, fue capaz de componer versos griegos en modo alguno desdeñables, escribiendo una obra que él mismo titula Aucupium, dedicada a Ferrier*. Esto
desautoriza a Seznec quien, al hablar de las obras de Conti, afirma tajantemente que este
autor escribió siempre en latín
ya que no sólo desconoce la existencia de esta obra, sino
también la de los versos griegos que en la Mitología ofrece Conti y cuya traducción al latín
es de Lorenzo Gottio, según él mismo nos dice. Sirva como ejemplo, entre otros muchos,
los que dedicados al poder de la injusticia presenta en Myth. VI 22, donde él mismo
justifica cómo su amigo Gottio no emplea el término iniustitia, que sería la traducción del
griego adikia, sino improbitas que está más acorde con el verso. Estos versos griegos
pertenecen a la versión ampliada de la Mitología, lo que podría explicar la afirmación de
Seznec en el sentido de que Conti escribió siempre en latín, ya que él parece basarse en la
edición de 1551, pero Seznec tiene noticias de la versión ampliada dedicada a Campeggi ". Sin embargo la referencia de Conti a su Aucupium: in nostro libro Aucupii, quem
Graecis versibus imparibus incoeptum, pertenece ya a la primera edición no ampliada.
No cita Conti, en cambio, en su Mitología otras obras de las que tenemos noticia; así parece ser que le decicó a Cosme de Mediéis un poema sobre las Horas
que podía tener como
modelo los Fastos de Ovidio. Y en prosa unos Commentarli de turcorum bello in insulam
Melitam gesto anno 1565
Y ya hemos aludido a Universae historiae sui temporis ab
anno MDXLV usque MDLXXXl, obra de la que se conservan varias ediciones en la Biblioteca Nacional de Madrid, al igual que de su traducción al italiano publicada en Venecia en
1589, quizás por el interés que despertara en España una obra cuyos primeros capítulos
trataban acerca de Felipe II. Este corpus histórico debió tener una primera versión más
reducida ya que en la edición de Venecia de 1572 —de la que se conserva un ejemplar en
la Biblioteca Nacional de Madrid— obviamente no llegaba hasta 1581, y su título era:
Historiarum sui temporis libri decern, y no Universae historiae sui temporis libri XXX,
1572, como Seznec afirma
La versión ampliada, en cambio, en algunas ediciones habla
de 30 libros y llega, pues, hasta 1581.
9 Asi en Myth, V 13 ofrece un dístico de esta obra y su traducción latina. Cf. otros versos griegos en II 10,
m 17, 19 y VIII 3.
10 Op. cit.. p. 192.
11 Cf. SEZNEC, op. cit., p. 193, n. 42 y p. 227. En el mismo error incurre el traductor de la obra de
Seznec, J, Aranzadi.
12 Cf. SEZNEC, op. cit.. p. 192.
13 Cf. SEZNEC, loe. cit.
14 Cf. op. cit.. 192.
10
«MITOLOGIA..
En 1551, año fecundísimo en la producción de Natale Conti, ve la luz en Vcnecia la
obra titulada: NATALIS COMITIS Mythologiae sive explicationum fabularum libri decem,
que fue reeditada en numerosas ocasiones hasta 1581, en que aparece también en Venecia
una edición ampliada de la misma, según se indica ya en la portada, tal como Bassi
recoge ' ': Nuper ab ipso auctore pluribus sexcentis locis aucti et locupletati, ut patebit cum
antiquis conferentibus. También esta versión ampliada tiene varias reediciones y no solamente en Italia '*.
Nosotras hemos utilizado las dos versiones. De la reducida hemos manejado las ediciones de Venecia de 1567, reproducida en Garland Publishing, New York, 1976, con una
pequeña nota introductoria (tres líneas) de S. Orgel, y la de 1568, igualmente editada en
Venecia, de la Biblioteca Nacional de Madrid, ambas exactamente iguales.
Para la versión ampliada, también siguiendo una reproducción de Garland, New York,
1979, manejamos la edición de Padua de 1616, aunque hemos tenido ocasión de examinar
otras ediciones que, en gran número, se encuentran en la Biblioteca Nacional, hecho éste
que, por sí solo, da idea de la importancia de esta obra en España.
Antes de entrar en el análisis de la Mitología creemos necesario dedicar nuestra atención a los destinatarios de la obra según las distintas ediciones y a los motivos que
indujeron a Conti para dedicársela.
Como Gruppe
afirma la Mitología fue dedicada a Carlos IX, rey de Francia, pero no
la editio princeps de 1551, ya que Carlos IX es rey sólo desde 1560. Esta dedicatoria es la
que tienen las ediciones de 1567 y 1568, utilizadas por nosotras como base.
Es innegable el hecho de esta dedicatoria al rey fi-ancés y así lo afirman Gruppe, Bassi
y Seznec, pero ninguno de estos autores se detiene en las motivaciones para ello. Nuevamente es el propio autor quien desvela sus razones, en esta ocasión en la epístola nuncupatoria.
Natale Conti desea dedicar su obra a alguien de entre los príncipes cristianos que
favoreciera en este tiempo los ingenios de los hombres doctos y el conocimiento de las
disciplinas. Muerto Femando I de Habsburgo (en 1564), hermano de Carlos V, estando el
emperador Maximiliano H envuelto en guerras, tiene que dirigir su mirada a la familia
Valesia '*. Alaba a los Valois comenzando por Francisco I: £ / mismo fue de tan gran
humanidad, de tanta liberalidad hacia los hombres de letras, que todas las disciplinas
tenían su ilustre morada en Francia, a donde emigraban desde todas las provincias.
Obviamente está haciendo alusión a la creación por Francisco I, que siguió los consejos de
Guillaume Bude, del Collège Royal, institución dotada de profesores de lenguas clásicas y
precedente del Collège de France. A continuación habla de Enrique II, hijo del anterior y
padre de Carlos IX, haciendo alusión a que hubiera sido un gran adalid si no hubiera
15 «An, cit.», p. 9.
16 Véase GRUPPE, op. cit., p. 35; BASSI, «art. cit.», p. 19 y SEZNEZ, op. cit., p. 227, que ofrecen listas
de las distintas ediciones.
17 Op. cit., p. 34.
18 Esta búsqueda de destinatarios-mecenas por parte de Conti es una prueba tnás de que en la segunda mitad
del siglo XVI la cultura tenia sus centros principales, además de en Italia, en Francia y en Alemania y que no eran
las mismas condiciones culturales que en España.
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muerto joven. Le queda, pues, Carlos IX, a quien dedica su obra porque: Me ha confirmado en esta opinión —dice— el gran número de los más destacados en todas las
actividades que obtienen junto a tu Majestad los lugares más honorables, hombres que
ciertamente no ocuparían ese lugar si no estimaras en mucho a los hombres sabios y
doctos. Sabemos, en efecto, que Dionysius Lambinus dedicó a este rey toda su obra y que
más tarde Henricus Stephanus (Henri Estienne) hizo lo mismo con su Thesaurus graecae
linguae, sin olvidar que entre los protegidos de Carlos IX está el grupo de la Pléiade, siendo
Ronsard el poeta oficial, y los lectores del Collège de France Dorat, Tumèbe (Tumebus) y
Muret (Muretus).
Por su parte, la edición de Padua de 1616, que es reedición de la versión ampliada de
Venecia de 1581, sustituye al comienzo de cada libro la dedicatoria al rey Carlos IX:
Optime Carole Rex, con esta u otra fórmula similar, por : Illustrissime atque optime lohan.
Baptista Campeggi. Así pues está dedicada a Giovanni Battista Campeggi (1507-1583)
quien, habiendo sido nombrado, a instancias de su padre Lorenzo, obispo de Mallorca por
Carlos V en 1532, renuncia al cargo en 1560 y se retira a estudiar a Bolonia. Y es, sin
duda, cuando vive dedicado al estudio, cuando Conti le dedica su Mitología.
Pese a que en la edición de 1616 no hay epístola nuncupatoria, sí que hemos tenido
ocasión de conocerla en la edición de Lyon de 1602 y en ella explica Conti por qué ha
cambiado su obra de destinatario. Indica que anteriormente había dedicado su obra a Carlos
IX, pero que este rey, envuelto en guerras de religión, que se extendieron por casi toda
Francia mientras la obra a él dedicada se imprimía, se veía obligado a prestar su atención:
ad quidvis potius, quam ad litterarum cognitionem. Mas, muerto ya este rey (en 1574), cuando
la obra de Conti va a salir de nuevo a la luz, siguiendo la costumbre de los antiguos de dedicar sus obras a gente ilustre, toma la determinación de consagrar a Campeggi su Mitología: revocatam a frustra insituta dicatione regia. Aduce además las razones de bondad y
dedicación a Dios que caracterizan a Campeggi desde que se hizo cargo del episcopado en
Mallorca y sobre todo afirma que le dedica su obra porque él se caracteriza más por el
desprecio que por el deseo de obtener cargos y prebendas. Es a esta edición a la que nos
hemos referido supra, al hablar del cambio de fecha del óbito de Conti, si bien la data
Venetiis, Calend. Septembris, Anno 1600, puede haber sido impresa por el editor sin que
hubiera salido de manos del autor.
Esta dedicatoria a Campeggi, tanto si aceptamos que proviene de la edición de 1581
como si es posterior, tiene lugar cuando ya este prelado vive en Italia, lo que nos hace
pensar que, pese a su anterior dedicatoria al rey de Francia, Conti vivió y pensó más en
Italia que en Francia, ya que cuando se dirige también en su obra a Ferrier se está
dirigiendo al Ferrier que vive en Venecia y no al Presidente del Parlamento de París.
Sea cual sea el destinatario de la Mitología, Conti tiene la seguridad de la importancia
de su obra ya cuando dice que, movido por la protección del rey de Francia a los humanistas, ha escrito un trabajo útil para todos los estudiosos: He mostrado en éstos (se. libros)
que casi todas aquellas fábulas de los antiguos, que consideraron los ignorantes naderías
de viejas, son muy sesudas opiniones de los sabios sobre la creación del mundo, de los
elementos y de los animales; sobre las fuerzas de la naturaleza, sobre la providencia
divina, la inmortalidad de las almas, los premios y los castigos que se imponen a cada uno
después de la muerte y sobre otras cosas semejantes.
Tras habernos fijado en las distintas dedicatorias y sus destinatarios, debemos centrarnos ya en los diez libros de Mitología o de explicaciones de fábulas que es uno de los más
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grandes manuales mitológicos, si no el más grande, del siglo x v i junto con la
Multiplex historia de L. Gr. Gyraldi aparecida en Basilea en 1548
dedicada a Hércules
Estense, duque de Ferrara, Le imagini colla sposizione degli dei degli antichi de V.
Cartari aparecida en Venecia en 1556 y la más reducida Mythologia de M. A. Tritonio,
Bolonia 1560, obras que vienen a completar la serie de grandes obras italianas que habían
tenido su precedente en el primer manual de mitología renacentista: Genealogia deorum
gentilium ^' de Boccaccio, que, como se sabe, había roto con los moldes medievales de
tratados mitológicos.
Es en el siglo XVI cuando realmente la mitología alcanza su carácter de ciencia con los
humanistas que, en palabras de Garin nos restituyeron de un golpe en su pureza intacta
toda la biblioteca del pensamiento clásico. Humanista es Conti; como humanista bebe en
fuentes latinas y sobre todo en fuentes griegas directamente, como sabemos por su, ya
citada, traducción de Ateneo y por las traducciones que de los textos griegos nos ofrece a
lo largo de toda su obra y por sus propias composiciones en esa lengua.
Es, sin duda, su conocimiento de la lengua griega la mayor diferencia con respecto a la
G. D. de Boccaccio que, por otra parte, es su modelo, aunque Conti nos diga que antes de
él nadie ha intentado estudiar en su totalidad las fábulas de los dioses de la antigüedad. Y
quizás esta afirmación se deba a que tanto en el subtítulo de su obra como en el libro I dice
que va a ofrecemos el sentido de la filosofía natural y moral contenido en sus fábulas, algo
inherente a los cuhivadores de las litterae humanae.
Es justamente en este punto de comparación con Boccaccio, y también con Gyraldi,
donde más se han detenido los poquísimos estudios sobre esta obra, a la que normalmente
se le da gran importancia, pero que no es conocida en profundidad y está falta de una
atenta lectura. Se puede comenzar a hacer comentarios y juicios sobre los diez libros de
Mitología de Conti sólo cuando esa lectura se hace de un modo pormenorizado. A ella
queremos contribuir con la presente traducción para que asi el lector pueda tener su propio
criterio y contrastar su valoración con los juicios, tanto negativos como positivos, que la
obra ha merecido desde su aparición. Así J. J. Escalígero
despreciaba a Conti, y este
juicio parece haber influido en Graesse " cuando, al hablar de la Mitología dice: Aujourd' huí ... est oubliée avec raison. Más o menos en este sentido pueden entenderse las
palabras de Pfeiffer que, al hablar de la obra de Gyraldi, dice: causó menos efecto,
desgraciadamente, que la Mythologia de Conti. Y en otro lugar: pero no se puede otorgar
la misma confianza a Natalis Comes
Asimismo tiene la misma valoración peyorativa de
Conti Jacoby ^* circunscrita a un fi-agmento de Hecateo (Jac. 1F6 bis), si bien es fuente
19 Nosotras hemos manejado la edición de Ferrara de 1SS5.
20 Es de la edición de Padua de 1615 de esta obra de Cartari de donde se toman las ilustraciones de la
edición de Padua de 1616 de la Mitología, como señala S. Orgel en su pequeña nota introductoria de la
reproducción de esta edición de 1979 ya citada.
21 Cf. GIOVANNI BOCCACCIO, Genealogía de tos dioses paganos, edición preparada por M." Consuelo
Alvarez y Rosa M.* Iglesias, Madrid 1983. Es ésta la primera traducción al castellano de la obra en latín del
certaldés, al menos la primera publicada como señalamos en la introducción, pp. 40-41.
22 GARIN, E., La revolución cultural del Renacimiento, trad, castellana de D. Bergada, Barcelona 1981
(=Firenze 1967, Napoli 1969, Roma 1975-1976), p. 256.
23 Cf. GRUPPE, op. cit., p. 34 y SEZNEC, op. cit., p. 193, n, 43.
24 Loc. cit. Ya hemos visto su error al decir que Conti era veneciano.
25 Op. cit., p. 47, n. 118 y p. 49, n. 127.
26 FGrHisi, Erstcr Teil A, Addenda, p. 1*, n. 9.
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única tanto en este caso como para otros muchos de los fragmentos que en su monumental obra recoge.
En sentido contrario se han manifestado J. H. Ursinus en 1646 que lo consideraba el
primero de los mitólogos. Y dado que Conti es tenido por precursor de los Simbolistas del
siglo XIX, uno de ellos, Ménard, dice: la excelente obra de Natalis Comes, mucho más
completa y más juiciosa que la mayor parte de los tratados de mitología publicados
después
Seznec en una postura ecléctica —como Gruppe— va alternando, según sus
fuentes, opiniones meliorativas y peyorativas sobre esta obra y su autor.
Quizás la mejor defensa de esta obra sean las muchas ediciones que tuvo, la traducción
al francés que de ella se hizo, los datos que le deben autores posteriores quienes, a veces,
mencionan su nombre y otras no; y en lo que a España se refiere demuestra el interés que
aquí despertó el número de ediciones que en nuestra Biblioteca Nacional se conservan.
Ahora bien ¿cuál fue la intención de Conti al escribir tan vasta obra? Ya hemos visto
que no es el primero que emprende la tarea de tratar los mitos de los dioses paganos a pesar
de que él se considere el primero en tratar acerca de las fábulas de los antiguos. Bien es
cierto que la estructura de la obra es diferente. Boccaccio abarca la mitología clásica
presentandola genealógicamente —precisamente eso se refleja ya en el título de su
obra ^*—^y Gyraldi, por su parte, divide su tratado en Dioses, Musas y Vida de Hércules,
en lo que a mitología se refiere
Por este afán de querer ser el primero. Conti, a pesar de que conoce perfectamente
tanto la G. D. como la Mult. hist., no alude jamás a estas dos obras, sino que muestra
cierto desprecio hacia algunas cosas que, antes de él, han sido dichas acerca de las fábulas
de los antiguos. Ese silencio lo atribuye Seznec " a un exceso de vanidad; sin que pueda
negársele esta vanidad, nosotras pensamos que Conti queria alejarse de la tradición moralinzante medieval, que aún prevalece en Boccaccio de alguna forma, y quiere insistir en
que su obra tiene como principal función explicar desde el punto de vista de la filosofía
natural y de la ética los mitos de los antiguos. Por ello le da gran importancia, a lo largo de
toda su Mitología, a qué elementos están simbolizados mediante los dioses, cómo los
antiguos han ideado fábulas con las que enseñan a los hombres a no ensoberbecerse en
demasía con su buena fortuna despreciando la religión y el culto a Dios y así, y en más de
una ocasión lo dice, intentar formar a un buen gobernante. Su intento de explicar los
dogmas de la filosofía natural y moral hace que el libro X esté íntegramente dedicado a
ello, sin que se nos refiera mito alguno, a pesar de que ya en cada capítulo de los restantes
libros, tras la exposición de los personajes, ha dado las interpretaciones pertinentes en esa
misma línea: física, ética, filosófica.
Creemos, por otro lado, que Natale Conti fue un hombre curioso y preocupado por los
descubrimientos y avances de la ciencia en su época. Sin embargo debió estar influido por
la Contrarreforma y las directrices del Concilio de Trento, lo que se puede advertir al
comprobar que algunos personajes con cuya amistad se honra tienen en común haber
participado en las sesiones del Concilio o ser inquisidores, como en el caso de Valerio
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Cf. GRUPPE, op. cit., p. 34 y SEZNEC, op. cit. p. 193.
Citado textualmente en SEZNEC, op. cit., p. 205.
Cf. nuestra Introducción a la Genealogía..., pp. 29-37.
Cf. ALVAREZ MORAN, M.' C , El conocimiento de..., p. 24.
Op. cit., pp. 193-4 y n. 49.
Faenze. Es precisamente al inquisidor Valerio Faenzo a quien en Myth. IV 6 le dedica una
larguísima composición en hexámetros, contra la herejía, que comienza así:
Improba lutheri sobóles quae dogmata Christi
iuraque naturae pariter contemnis.
Y en el úhimo capítulo de la Mitología dice: Si los hombres estudiosos extraen alguna
utilidad de estos trabajos míos, deberán dar primeramente gracias a nuestro Sumo Dios
Jesucristo... Después deben dar gracias a algunos hombres ilustres, entre los cuales ocupa
el lugar principal... Rinaldo Ferrier, presidente del Parlamento de París... y el muy sabio
Valerio Faenzo, Inquisidor del error herético en Venecia, pues el prestigio de éstos me
impulsó en gran manera a sacar a la luz... estas mismas cosas que había reunido casi a lo
largo de toda mi vida... Si no me hubiera conmovido el prestigio de tan grandes hombres,
nunca habría sacado estas cosas a la luz-. Pero he pensado que era injusto no obedecer el
deseo de tan grandes hombres.
Esa mezcla de interés por la ciencia y de sumisión a las normas eclesiásticas hace que
desprecie la alquimia, como ocurre en Myth. II 6 y, por contra, que al hablar en Myth. VI
8 de Jasón y referirse al vellocino de oro no se resista a incluir la versión, que atribuye a
Suidas, de que ese vellocino fue un libro hecho de piel de camero en el que estaba escrito
cómo podía obtenerse oro valiéndose de la alquimia.
Todo esto nos lleva a desestimar la afirmación de Seznec
de que la obra de Conti,
como el resto de los manuales mitológicos del siglo XVl, no significa una etapa decisiva
desde el punto de vista científico, ya que al leer atentamente la Mitología nos damos cuenta
de que rezuma conocimiento de los avances científicos de la época, si bien frenados por los
movimientos religiosos.
ESTRUCTURA DE LA OBRA
De los diez libros que forman la Mitología de Natale Conti dos de ellos, el I y el X, no
están estrictamente dedicados a recopilar datos mitográficos relativos a divinidades o héroes. Al libro X ya nos hemos referido supra destacando su carácter estrictamente interpretativo. Por su parte, el libro I comienza con la justificación del por qué de su obra, lo
que hace que el capítulo 1 esté íntimamente relacionado con el último libro. En los
siguientes capítulos explica cuál es la utilidad de las fábulas, sus clases, el origen egipcio
de los dioses griegos; justifica también a los dioses de los antiguos para terminar fijándose
en los sacrificios y distintos ritos, ofreciendo múltiples datos extraídos de los clásicos y en
especial de los poetas épicos. Concede tanta importancia al tema de los sacrificios que en la
versión ampliada de l& Mitología incluye dos capítulos: el 15, dedicado a los ritos propios
de cada pueblo, y el 16, en el que presta su atención a los himnos de los antiguos,
comenzando con el Himno II a Apolo de Cahmaco; ya Poliziano y su círculo habían
intentado explicar los Himnos Calimaqueos y Robortelli los había editado en 1555, pero
aún no se entendían bien y Conti realiza un enorme esfuerzo en su labor de exégeta, para lo
que pone en relación la estructura del Himno II con el Himno a Venus de Lucrecio, con los
Himnos Orficos y con el Himno a Hércules del libro VIII de la Eneida, sin duda más
32 Op, cii., p. 206.
15
conocidos y comprensibles para sus contemporáneos. Este capítulo 16 es, pues, importante
para entender la figura de Conti como filólogo y no solamente como mero recopilador de
textos.
Del libro II al IX su contenido es mitográfico, pero no hay aparentemente orden alguno
ni en el conjunto de los libros ni dentro de ellos. En todos estos libros hay un principio
general, que da título a cada uno de ellos, principio que puede ser de carácter formador de
costumbres o filosófico. Sin embargo, a pesar de este principio general, se puede constatar
que los capítulos de cada uno de los libros no siempre están de acuerdo con su título, ya
que, al tratar de un dios o héroe, se ponen a continuación divinidades o personajes de la
mitología, la mayoría de las veces, es cierto, relacionados entre sí pero que se alejan del
esquema inicial. Con todo, cuando veamos alguna conexión o el propio Conti nos dé
indicios para explicar el por qué de esa sucesión de los capítulos, lo indicaremos. Por otra
parte, hacemos la salvedad de que no nos detendremos en especificar con todo detalle esta
sucesión, para lo que nos remitimos al artículo tantas veces citado de Bassi.
En el libro II, donde se propone demostrar que hay un solo Dios, principio de todas las
cosas, comienza con Júpiter, el más grande de todos los dioses, y, al hablar de sus padres,
se remonta a Saturno y de éste a Cielo, para volver luego a alguno de los hijos de Saturno.
Tras mencionar a Juno habla de sus tres hijos: Hebe, Marte y Vulcano. Nuevamente
presenta a otro hijo de Saturno, Neptuno, y tras éste, a pesar de que el libro siguiente está
dedicado a los lugares inferiores, habla de Plutón y, por conexión etimológica con él,
presenta a Pluto, dios de la Riqueza, sin que, aparentemente, tenga nada que ver con el
resto de las divinidades de este libro.
El libro III que, como hemos dicho, está dedicado a los lugares inferiores, trata de esos
lugares, de personajes como Cerbero o los jueces de los infiernos, de divinidades como las
Parcas o las Euménides, de abstracciones como la Noche y el Sueño y, no obstante,
aparecen junto a estas divinidades de segundo orden la Luna y Diana, debido al sincretismo
con Hécate y Prosérpina, a las que también incluye.
Sorprendente es la sucesión de los capítulos del libro IV, que tiene como título Por qué
los antiguos consideraron a Lucina protectora de las parturientas, ya que comienza por
Lucina, como es natural, y por conexión con ella están las divinidades que considera
protectoras de los recién nacidos y de la infancia: Penates, Genios y Lares; pero no es tan
justificada la inclusión de Palas, la diosa virgen por excelencia, si bien Conti la explica por
ser la diosa que instruye a los niños. Al ser ésta la diosa de la inteligencia y de las artes, le
recuerda a Prometeo, inventor de muchas artimañas, y a continuación presenta a Atlas; la
única justificación de su inclusión aquí es la de ser hermano de Prometeo. Pero, como
considera a Atlas un experto en astronomía, ve la oportunidad de mencionar a Endimión,
también experto en astronomía —y no se nos olvide que era amante de la Luna, que puede
ser también llamada y considerada igual a Lucina. Este sincretismo Luna-Lucina más
Diana puede servir de puente para, tras haber hablado, sin que sepamos por qué, de la
Fortuna, dedique un capítulo a Apolo, después a su hijo Esculapio, a Quirón, también
experto en medicina, para concluir el libro, sin una razón clara, con Venus, Cupido, las
Gracias y la Horas, relacionados entre sí pero no con lo anterior ni con el planteamiento
general del libro, a no ser que Venus está en el origen de las relaciones que concluyen con
los alumbramientos que Lucina protege.
En la organización del libro V nos encontramos con una primera parte que corresponde
al título general del mismo, que se refiere a los distintos juegos, y este título no deja de
16
sorprender puesto que los capítulos dedicados a los Juegos Olímpicos, Píticos, Ñemeos e
ístmicos son una mera enumeración de vencedores y de anécdotas ocurridas en dichos
certámenes, si bien el propio Conti trata de justificar su inclusión en esta obra porque
tenían que ver con la religión de los antiguos. Estos capítulos son, a nuestro parecer, una
muestra de la erudición de Conti que expone los datos de los historiadores y geógrafos, en
especial de Pausanias. A continuación trata de Mercurio, sin que se aclare el motivo, y a
partir de él surgen una serie de divinidades campestres menores que comienzan con Pan
seguido de los Sátiros, Silenos, Faunos, Silvanos, tras éstos las Oréades y las Ninfas y dos
divinidades de mayor rango. Baco y Ceres, para volver a una divinidad menor, Priapo, y a
Adonis, su padre. La última parte del libro está dedicada al Sol, que aparece aquí incluido
porque algunos autores, según nos dice Conti, identificaban a Adonis con el Sol. Habla a
continuación de una divinidad campestre de los romanos, Pales, para concluir el libro con
Aristco, Tellus y Feronia.
El libro VI tiene como principio general la resignación ante lo que no se puede
conseguir y para ello expone en primer lugar la leyenda de Faetón, siguiendo con una serie
de personajes que están directamente relacionados con el Sol, lo que determina que al
hablar de Medea introduzca a Jasón y todo lo referente al vellocino, Frixo, Nave Argo
y, puesto que esta última está catasterizada, menciona el catasterismo de la Cabra. Dado
que la nave Argo tiene un mástil profético procedente de una encina de Dodona, pasa a
hablar acerca del oráculo que allí existía. Y sigue con una serie de personajes que,
orgullosos de su belleza, riqueza o habilidades, se atrevieron a rivalizar con los dioses o
tomaron iniciativas que excedían sus atribuciones y por ello fueron castigados.
El libro VII, dedicado a héroes ilustres, comienza, obviamente, con Hércules, siguiendo, tras la referencia al Aqueloo, con una serie de hazañas colectivas que hacen que
aparezcan algunas alusiones que en principio no constituyen la parte esencial de hazaña
alguna, tales como las Harpías o las Hespérides. Mas al hablar de Teseo, héroe ilustre, se
acuerda de Tereo, por la similitud del nombre, aunque este lujurioso tracio no sea ningún
héroe, como tampoco lo son Medusa, las Górgonas ni las Sirenas. Y, olvidado del título
general como es usual en él, habla de Orfeo, las Musas, Dédalo y Pélope, cerrando el libro
con un héroe: Perseo.
En el libro VIII trata de divinidades y personajes que tienen alguna relación con el mar
y la navegación, pero aparecen otros que solamente son justificables por asociación de
ideas. Así, tras hablar de Arión, dedica un capítulo a Anfión, que tiene en común con el
anterior el ser citaredo. Y menciona otros personajes cuya razón para su inclusión no
vislumbramos.
Esa misma falta de unión se percibe en el libro IX, donde ni siquiera el primer capítulo
tiene nada que ver con el título general del libro, que trata de la religión y de los
sacerdotes, ya que debemos esperar hasta el capítulo 5, dedicado a Rea, para que se haga
alguna mención a sacerdotes. Pero nuevamente se pierde el hilo conductor y se habla de
personajes que nada tienen que ver ni entre sí ni con el principio general. Termina el libro
con Momo, dios crítico, que le sirve de exci^sa a Conti para anunciar que no va a tomar en
consideración las críticas que los hombres necios hagan a su obra.
De lo dicho hasta aquí acerca de la supuesta estructura de su obra se deduce que tal
estructura no existe y que tenemos que forzar la explicación llevándola a veces al absurdo.
Sí podemos afirmar que Natale Conti tiene unos conocimientos muy profundos de la
mitología clásica, pero no los ha organizado según los criterios que se esperarían, a saber:
17
genealógico-cronológico o local. Ello hace que salte de un personaje a otro sin que el lector
comprenda muy bien la razón, por más que intente el autor justificarla; e incluso ni siquiera
su tan insistente preocupación por la filosofía, la ética y la física es una razón suficiente
para explicar la inclusión de tal o cual fábula. Nosotras pensamos que la redacción del libro
X se debe precisamente a que Natale Conti sabe con certeza que la mayor crítica que su
obra puede merecer es la de la falta de coherencia o estructura y por ello se esfuerza en ese
último libro en que veamos la relación ética, o filosófica, o física que puede haber en la
sucesión de esas fábulas.
FUENTES
El profundo conocimiento que tiene Conti de la mitología clásica no es sino el resultado
de la lectura pormenorizada de los autores clásicos así como de sus comentarios. Tampoco
desconoce las obras de sus contemporáneos. El mismo nos dice en el último capítulo de su
obra que esos conocimientos los ha ido adquiriendo a lo largo de toda su vida porque
podían serle de utilidad en sus estudios; y hace alarde de ellos cuando en el subtítulo de la
versión ampliada indica que ha añadido más de seiscientos lugares, como puede ser fácilmente comprobado, insiste, por quien compare esta versión con la anterior.
En efecto, no se le puede negar a Conti el papel de estudioso y transmisor de los textos
clásicos " teniendo en cuenta su ya citada traducción de la obra de Ateneo, que le ha
servido para ponerse en contacto con numerosos autores y obras perdidos para nosotros,
salvo los fragmentos que Ateneo conserva. Ciertamente, estamos en un momento en que la
mayor parte de los autores griegos, y por supuesto los latinos, habían visto la luz, y los que
no lo habían hecho podían ser manejados en los diferentes manuscritos que a Italia habían
llegado gracias a la labor de búsqueda de los Humanistas de siglos anteriores y de los
grandes protectores de éstos. Por otra parte, el hecho de vivir en Venecia le permitía tener
acceso a una innumerable cantidad de libros, tanto los que se encontraban en la Biblioteca
Marciana como los que salían de la imprenta fundada por Aldo Manucio; la buena relación
que tenía con los Aldos lo demuestra el hecho de que la primera edición de su Mitología
saliera de la imprenta Aldina.
En las líneas que siguen analizaremos de un modo sistemático la utilización de fuentes
y veremos cómo la mayoría de ellas son directas, pero insistiremos también en los datos
que toma de autores cercanos a él, a los que no remite.
Es importante señalar que el índice de auti>res de la edición de 1616 recoge 375, si bien
hemos podido constatar que no todos han sido reseñados en este índice y que Conti utiliza
algunos más
En cuanto al número de citas, podemos afirmar que supera las 4.000.
El porcentaje más elevado de autores y textos citados corresponde a los griegos, de los
que ofrece el texto original acompañado de su propia traducción al latín, en tanto que
cuando alguno de estos autores, como Pausanias, Estrabón, Luciano, tienen una vasta obra
en prosa que puede ser manejada en su versión latina los parafrasea sin más.
33 Es justamente al papel de Conti como transmisor de los textos clásicos a lo que hemos dedicado nuestra
ponencia «Natale Conti, estudioso y transmisor de textos clásicos» presentada al Simposio de Humanistas españoles y el Humanismo europeo, Murcia 1985.
34 No es exacta, pues, la afirmación de Bassi, «art. cit.», p. 9 de que son «algo menos de trescientos».
18
Dado que no a todos los autores los utiliza de igual forma, podemos establecer los
siguientes apartados:
1.
Grandes poetas
A pesar de ser suficientemente conocidos, no sólo los menciona como fuentes sino que
no se resiste a reproducir sus versos, y en el caso de los griegos los traduce al latín en el
mismo metro que el original.
Siempre se ha destacado —así lo hacen Bassi y Seznec "—el conocimiento que de los
trágicos tenía Conti. Pero nunca se han detenido en ver la importancia de la épica en la
Mitología, probablemente porque se daba por supuesto que los datos provenientes de la
epopeya no podían faltar. Nosotras queremos dejar constancia de que todos los épicos, de
Homero a Licofrón y de Virgilio a Valerio Flaco, han sido expurgados por Conti para la
elaboración del libro I de su Mitología en función de los distintos sacrificios, víctimas,
inmolaciones, lustraciones, etc., en fin no como fuente para los mitos sino para los
distintos tipos de ritual. En el resto de su obra, de entre los épicos latinos aparecen,
naturalmente, Virgilio, Ovidio (éstos no sólo en sus obras épicas), Lucano, Valerio Flaco y
Claudiano; en cambio, no aparecen ni la Tebaida ni la Aquiíeida de Estacio, obras que,
obviamente, conoce pues se pueden rastrear sus huellas —algo que Bassi niega totalmente—, las que quizás no cita textualmente por la gran utilización que de ellas se ha
hecho, sobre todo por parte de Boccaccio, y porque eran suficientemente conocidos los
comentarios de Lactancio Plácido a quien cita una sola vez. Y de Papinio Estacio, Papinio
como él lo llama, sólo en una ocasión, Myth. IV 13, cita dos versos de Silv. I 2.
Pero son sobre todo los épicos griegos los que aparecen en la Mitología. En primer
lugar Homero, editado en Florencia por Chalcondylas ya en 1488. Y le es tan conocido que
a veces cita de memoria ofreciendo simplemente su autoridad para una variante como en
Myth. II 5, en que recuerda que para Homero Hefesto es hijo de Zeus y Hera, sin
especificar que esto procede de //. I 571 ss
o de XIV 338 o de Od. VIII 312. En otras
ocasiones confunde el número del libro al que pertenecen los versos que transcribe, como
cuando en Myth. VIII 10 cita ¡liada XIV y en realidad se trata de //. IX 5. También
confunde dos veces el libro XIX con el VII atribuyendo a este último el v. 91 en Myth. I
18; y en Myth. VI 23 cita asimismo el libro VII, si bien se trata de //. XIX 264-268. Lo
mismo ocurre con la Odisea y también de esta obra se habla del libro VII en Myth. VII
10, aunque se trata de XIX 518-522. E incluso confunde la obra, o nos da los versos sin
citar al autor, como ocurre en Myth. II 7, donde, tras ofrecer dos versos de Teognis,
continúa; Et illa carmina, reproduciendo Od. VIII 329-332. También en Myth. II 2 habla
de los versos del más célebre de los poetas y, evidentemente, se trata de Od. IX 109-111.
Con todo no aparecen citados todos los cantos de las obras homéricas, pues de la ¡liada
no se tocan los cantos VII, X, XVII, XXI y XXII, y de la Odisea los cantos II, VI, XIII,
XVI-XVIII, XXI y XXII.
También con muchísima frecuencia aparece el «Himnógrafo Homero» al que utiliza
35 Cf. BASSI, «art. cit.», p. 13 y SEZNEC, op. cit., p. 194.
36 Conti sólo cita indicando el título de la obra, cuando lo hace, y el número de libro, costumbre que hereda
de los comentaristas de todas las épocas y que continuarán los posteriores a él. Por tanto la localización exacta
de cada uno de los pasajes citados o aludidos es fruto de nuestro trabajo.
19
como fuente para todos los grandes dioses y quizás deba destacarse aquí lo relativo a los
diferentes Himnos a Dioniso y su aparición en Myth. V 13. Nos encontramos en este lugar
con que atribuye a Orfeo los Himnos homéricos VII y XXVI, sin que haya rectificado en
la revisión y ampliación de su obra, en la que, al añadir un largo resumen de los libros I y
III de Diodoro Siculo con relación a la opinión de los escritores egipcios sobre Baco y su
identificación con Osiris, incluye ocho de los nueve primeros versos del Himno homérico a
Dioniso I, que sólo se conocen gracias a Diod. Sic. III 66, 3 y además ya no los atribuye a
Orfeo, sino que dice: Sic autem de eius ortu breviter Homerus ait hymnicus. Pero, sin
embargo, en Myth. VI 22 y ya desde la primera versión, no ampliada, atribuye los vv. 8 y
9 de este Himno a Herodoro porque así aparece en Schol. Ap. Rh. II 1211, que es, en esta
ocasión, su fuente.
No están ausentes de la Mitología ni las obras incluidas dentro del Ciclo épico ni la
épica arcaica. Así aparece un fragmento de la ¡lias parva citado como Cypria en Myth. IX
1, que es el Fr. 2 Alien, que ha conocido a través de Schol. Ar. Eq. 1056. Pero también
son citados los Cypria, atribuidos a Estásimo en la edición de 1616, sin duda tomando el
dato de Schol. Lyc. 511, donde también aparece la atribución a este autor, en tanto que en
Schol. Pind. Nem. X 111 =Fr. 11 Alien, están citados sin nombre de autor, como en la
edición de 1567 de la Mitología.
Y en Myth. IV 13 cita a Lesques y su obra la ¡lias parva y reproduce el Fr. 19 Alien,
que ha tomado de Schol. Lyc. 1268
En Myth. VI 8, aparece el Fr. 8 Kinkel de \os Naupáctica tomado, obviamente, de Schol.
Ap. Rh. IV 86, aunque Conti lo atribuye a Dionisio, autor de unos Argonáutica, afirmación que aclaramos en su lugar.
Y tomado de la Hipótesis de la Medea de Eurípides, en Myth. VI 8, presenta el Fr. 6
Alien de los Regresos. Y conoce también la Miniada de Pródico de Focea a través de Paus.
X 28, 2; y asimismo a través de Pausanias y de los Escolios a Aristófanes tiene noticias de
la obra épica de Pisandro de Camiro.
Especial mención merece Hesíodo y sobre todo su Teogonia, prácticamente reproducida
en su totalidad (recordemos que la Ed. Princeps es Aldina de 1495). Pero no sólo es
la Teogonia. Son también los Trabajos y días y el Escudo, así como múltiples fragmentos
de sus obras perdidas, a veces citados con el título de Teogonia, como ocurre en Myth. III
9, donde nos ofrece cuatro versos que se corresponden con el fragmento 205 M-W y que ha
obtenido de Schol. Pind. Nem. III 21. También cuando en Myth. IV 7, capítulo dedicado a
Atlas, habla de las Híades y de sus nombres, citando a Hesíodo sin más, nos ofrece en
distinto orden el texto del Fr. 291 M-W, procedente de Schol. Arat. 172. Igualmente es
Conti fuente única para algún fragmento hesiodeo, como el 122 en Myth. VIII 22, que él
atribuye al Discurso sagrado y el 265 M-W de las Bodas de Ceix en Myth. VII 1 y en este
mismo capítulo de su obra cita el Fr. 263 M-W que ha conocido, sin duda, a través de
Schol. Ap. Rh, I 1289.
Prolijamente citados son los Argonáutica de Apolonio de Rodas, obra que, sin duda, ha
conocido en la edición de Venecia de 1521, donde se incluyen los Escolios, aunque la
princeps, editada por Lascaris en Florencia en 1496, ya incluía los Escolios. Acerca de la
37 Para todo el problema del autor de la Ilias parva, véase Bernabé, A., «¿Más de una Ilias parvat» en
Ápophoreta Philologica. E. Clás., XXVI 1, 87, Madrid 1984, pp. 141-150.
20
utilización de los Argonáutica por parte de Conti se puede resaltar la traducción que de
Arg. I 557-558 hace en Myth. IV 12, tal como indicamos en su lugar'*.
Y también conoce de Apolonio la obra Sobre la fundación de Alejandría de la que,
procedente de Schol. Nic. Ther. 12a, ofrece el Fr. 4 de Coli. Allex. de Powell en dos
ocasiones: en Myth. VI 22 y VII 11.
De la Alejandra de Licofrón, obra de difi'cil lectura, utiliza gran cantidad de versos,
siendo probable que maneje la edición de Basilea de 1546 de Paulus Lacisius, donde se
incluyen los comentarios de Tzetzes que, bajo el nombre de Isacio
continuamente están
en su Mitología. No sería demasiado aventurado suponer que Escalígero, que tan mala
opinión tenía de Conti, conociera las traducciones de los versos de la Alejandra transmitidos por Conti antes de la ejecución de su versión latina aparecida en Basilea en 1566,
acompañando la edición griega de Gulielmus Canterua. No es mera conjetura afirmar que
Conti utilizara la obra de Licofrón junto con los Escolios, ya que en Myth. IX 12, cita los
vv. 271-279 de \& Alejandra, referidos a la muerte de Aquiles y el rescate de su cadáver,
cuyo contenido únicamente se hace comprensible si se tienen al lado los Comentarios.
Continuando con la épica, ocupan el último lugar de la griega
Dionisiaca de Nonno
de Panópolis. En Myth. V 13, en la edición de 1567 se habla de Demarco como autor de
unos Certamina Dionysiaca y, cuando leemos los versos a él atribuidos, vemos que
pertenecen a los Dionisiaca de Nonno, cuya ed. princeps aparece en Amberes en 1569. En
cambio, en la edición de Padua de 1616 aparece en este mismo lugar el nombre de Nonno
como autor de esos Certamina, manteniéndose el nombre de Demarco o Demarato en Myth. VIII 14. Así pues, podemos suponer que conocía en principio unos versos
dionisíacos sin saber que eran de Nonno, versos que atribuye a un Demarco del que sólo
sabemos que era un epón poiétés; pero vemos cómo en la versión ampliada, al conocer ya
la edición de Nonno, atribuye tales versos a su verdadero autor.
Mención aparte merecen los Argonáutica Orfica utilizados con profusión, sobre todo,
claro está, en los capítulos dedicados a la navegación de la Argo y a los héroes que la
integraron.
En cuanto a los trágicos, debemos decir que de entre los latinos no hay apenas nada
relevante. A Séneca recurre en una ocasión, en Myth. IV 9, en la versión ampliada,
citando Ag. 57-76, quizás porque ya era sobradamente conocido y había ejercido su
influencia en el teatro europeo y quizás porque quería demostrar que conocía perfectamente
los modelos del trágico cordobés.
Mayor es, en cambio, su dependencia de los tres grandes trágicos griegos, de quienes
utiliza no sólo las obras que conservamos íntegramente, sino también las que nos son
conocidas de modo fragmentario. Así de Esquilo ofrece versos de Euménides, Persas, Siete
contra Tebas y Prometeo, siendo esta última la más citada; para dar sólo un ejemplo:
cuando en Myth. IV 6 habla de Prometeo, al que le está dedicado el capítulo, lo considera
inventor de todas las artes, asumiendo la opinión que sobre sí tiene el personaje en la obra
homónima de Esquilo, Conti escribe: según atestigua sobre sí mismo él en Esquilo, cuyos
versos, pese a ser muchos (son 31 versos del 476 al 506), he pensado que deben ser
escritos aquí por su admirable delicadeza. Y también de sus obras no conservadas entera38 Cf. nota 243 a la traducción.
39 Para toda la problemática sobie los hermanos Tzetzes, Juan e Isacio, cf. los Prolegomena de Scheer F.,
Scholia in Lycophionis Alexandram, Berlin 1963 ( = 1908).
21
mente ofrece fragmentos obtenidos de los escolios a Teocrito, a Apolonio, a Pindaro y de
la Hipótesis de la Medea de Eurípides, tal como ponemos de manifiesto en sus correspondientes lugares.
Tiene también tal familiaridad con la obra de Sófocles que, al referirse a la necesidad
de enterrar las cenizas de los muertos y a que quienes veían un cadáver insepulto se mancillaban, hace alusión al Edipo Rey, cuando en realidad estos pensamientos corresponden,
evidentemente, a la. Antígona, tal como vemos en Myth. I 13 y 14. Esa familiaridad se
puede comprobar en dos extremos: cita el Ayax para recordamos un epíteto de Pan,
haliplagkton, en Myth. V 6, sin que reproduzca el v. 695 y, en cambio, ofrece la larga
tirada del coro de Antígona 781-801, en IV 14, donde el coro invoca al Amor y enuncia
todos sus poderes. Además de las tres tragedias ya mencionadas, reproduce versos de
Edipo en Colono, Electro y Traquinias y también cita fragmentos de las Cautivas, Atamante I y //, Lemníades y Rizotomoi, versos que obtiene de los escolios a Aristófanes,
Pindaro, Nicandro y Apolonio de Rodas, como indicamos en su momento.
Es Eurípides, quizás, el más presente de los tres grandes trágicos griegos. No hay que
olvidar que fue el primero editado, pues ya Lascaris edita cuatro de su tragedias ca. 1495,
y posteriormente Aldo, al año siguiente de su edición de Sófocles, en 1503 edita dieciocho y Petras Victorius en 1546 la Electro. Y de todas sus tragedias es las Bacantes la más
utilizada por Conti, como es de suponer, en el capítulo dedicado a Baco, V 13. En Myth.
IX 8, al hablar de los Cíclopes, ofrece también gran cantidad de versos del Cíclope,
repitiendo algunos de sus versos en otros lugares. Igualmente procedente del Hércules, vv.
1266-1278, es la enumeración de los trabajos en VII 1. Y haciéndose eco de la misoginia
de Eurípides reproduce los vv. 616-624 del Hipólito, lamentando la existencia de las
mujeres, en Myth. VIII 23, capítulo dedicado a Europa de la versión ampliada; y en
contraposición, en este mismo capítulo ofrece las palabras de Medea, en la tragedia de su
nombre de los vv. 230-247," donde se lamenta del desgraciado papel de las mujeres
en comparación con el hombre, palabras que tienen tal actualidad que podrían suponerse en
boca de cualquier feminista de hoy. También se mencionan pasajes de todas las demás
tragedias y fragmentos del Faetonte, Ixíon, Melanipe y otros cuyo título no indica, procedentes de Ateneo, Macrobio y de los escolios a Arato y a Pindaro. Del fragmento procedente de Ateneo XIII 599f=fr. 898 N, en la edición de 1567 nos ofrece únicamente la
traducción latina, apareciendo incorporado su original griego en la de 1616.
También en lo referente a los autores de comedias es mayor la presencia de los griegos
que de los latinos. De Plauto sólo cita Anfitrión y Aulularia y Terencio ni siquiera es
mencionado. En cuanto a los griegos, a Menandro sólo lo cita a través de sus fuentes,
Luciano o Ateneo, mientras que Aristófanes le es más familiar, ya que en 1498 Aldo había
publicado nueve de sus comedias y en 1532 habían aparecido en Basilea, por obra de
Grynaeus, once obras. De él cita pasajes de Aves, Avispas, Caballeros, Nubes, Paz. Ranas
y Pluto, siendo estas dos últimas las más utilizadas. Sin embargo, de lo que sí se sirve con
profusión es de los escolios a sus obras, de los que obtiene, como se sabe, datos de
enorme interés.
No podemos olvidar a otros autores dramáticos que basta nosotros han llegado por citas
indirectas y a los que ya Conti conocía gracias sobre todo —y de nuevo debemos insistir—
a la traducción de Ateneo. Sería, quizá, demasiado prolijo enumerarlos aquí a todos y,
dado que en los lugares correspondientes queda claro cómo los conoce, citaremos tan sólo
de entre los trágicos a Sosífanes y su Meleagro, conocido a través de Schol. Ap. Rh. III
22
533 =Snell 92F1 y otras alusiones a su obra sin citar texto griego, a Sositeo (fr. 2, 4-8N) al
que sin duda conoce a través de Tzetz. Chil. II 596-6(X), a Carcino, que le es conocido por
Diod. Sic. V 5,1, y a Aqueo, al que conoce tanto a través de Ateneo como de los escolios
a Arato. Y entre los comediógrafos a Ferécrates, de cuyos Mineros ofrece dos pasajes
(Edmonds l,p.246,fr. 108) procedentes de Athen. VI 268e, y a Aristofón, de cuyo Pitagorista (Edm. 2,p.526,fr.ll) presenta un fragmento también extraído de Ateneo, en esta
ocasión de XIII 563b-c. Y lo mismo podríamos decir de Eubulo y de otros muchos.
A continuación pasaremos a hablar de la presencia de poetas cultivadores de poesía
linca en el sentido más amplio del término, englobando conjuntamente en este punto a
autores como Pindaro y Alceo o Corina y Mimnermo.
En primer lugar nos referiremos a Alceo, de quien Conti es fuente única en su Myth.
VII 2 para el fr. 450 Ed., recogido en el Lexikon de Roscher, en «Acheloos». Y procedente de los escolios a Teocrito ofrece una noticia referida a este poeta acerca de Cupido en
IV 14, noticia que constituye el fr. 198 L-P.
De Safo, amén de ofrecer el conocido fr. 31, que le es familiar a través de Longino,
transmite algunas noticias procedentes de los escolios a Apolonio, el fr. 198, y de Dionisio
de Halicamaso, fr. 1,8-10, aunque no los cita textualmente. También es fuente única Conti
para una noticia referente al Aqueloo; pero más sorprendente es el dato que Conti en IV 13
atribuye a Safo, en el sentido de que Peithò o Persuasión es hija de Afrodita, ya que esto lo
encontramos en el fr. 90, que menciona como única fuente el Pap. Oxy.2.293.
A través de los escolios a Pindaro y de Pausanias conoce la noticia atribuida a Mimnermo en el sentido de que las Musas son hijas de Cielo. Pero se acerca de verdad a la obra
de Mimnermo gracias a Ateneo. Nos referimos al fr. 10, procedente de Athen. XI 470a-b.
En efecto, en Myth. V 17 en la edición de Venecia de 1567 el propio autor, al citar a Mimnermo, dice así; Ut es apud Athenaeum, quae carmina nos olim ita latina fecimus; en cambio,
en la edición de 1,616 está omitida la referencia a Ateneo, aparece el texto griego y se nos
dice así: Quae opinio... etiam Mimnermi. ut patet ex his caminibus P u m i l i o n i s.
Vemos, pues, que Conti da el título de Pumilio a la colección de elegías de Mimnermo que
se conocen con el nombre de Nanno, la flautista aniante de Mimnermo como se sabe, pero,
al significar nannos en griego enano, Conti ha traducido el título de la obra por Pumilio,
que también significa enano en latín. Respecto a esto, hay que poner de relieve que el
códice A de Ateneo, traído por Aurispa de Constantinopla a Venecia en 1423, tiene muchas
mutilaciones y dos huecos en el libro XI y, concretamente, lo que se leía en él al hablar de
la obra de Mimnermo era: Mimnermos d'enannoi, lectura cambiada por Meineke, en su
edición de Leipzig (1858-1867) por Mimnermos de Nannoi. Quizá esto sirva para aclarar la
confusión de Conti al traducir el Enannoi como Pumilio, enano. Pero, además, este
fragmento merece ser resaltado no sólo por esto sino por la traducción que de él hace
Conti, en dísticos elegiacos de hermosa factura aunque libres y que ponen de manifiesto los
grandes conocimientos de nuestro autor. Sirva como ejemplo la traducción de rododactylos
Eos como Pallantias
Después de ver la importancia de Conti con respecto a Alceo, Safo y Minnnermo, resulta
curioso observar cómo nuestro autor, al fratar de Orion, habla de un Corino de Délos y el
40 Cf. sobre este epíteto nuestra nota 455 ad loe.
23
tenor de lo que transmite atribuido a este autor se corresponde con la noticia que Schol.
Nic Ther. 15 atribuye a la poetisa Corina de Tanagra, dato que constituye el fr. 673
PMG.
En muchas ocasiones reproduce los dísticos de Teognis, cuyo texto ha debido manejar
en la edición Aldina de 1496, que contiene, además, a los Bucólicos griegos, autores a los
que utiliza con profusión y que serán tratados más adelante.
No se resiste tampoco Conti a manejar a Pindaro, al que conocía sin duda por la edición
Aldina de 1513, aunque no cita sus ístmicas, quizá no le interesaban los datos que le
ofrecían. Junto a las obras pindáricas utiliza sus escolios que le sirven, además de para
conocer datos muy interesantes y noticias de otros autores, para poder hablar de fragmentos
de obras de Pindaro que sólo a través de sus comentaristas nos son conocidos, como se ve
en los lugares correspondientes.
De Calimaco aparecen continuamente citados sus Himnos, que quizá conoce en la
edición florentina de Lascaris, ca. 1495, y curiosamente la mayoría de las veces aparecen
citados como el Baño de... aunque no se trata del V, el Baño de Palas. Ya nos hemos
referido a su utilización en I 16 para explicar la estructura de los Himnos. Pero no sólo se
fija en los himnos calimaqueos sino que transmite varios fragmentos de los Aetia y uno de
hHécale (fr. 278 Pf.), si bien añade un verso que no está recogido por Pfeiffer . Además
de esto, atribuye a Calimaco afirmaciones que encontramos en otras fuentes manejadas por
Conti sin que en ellas sea citado. Y en Myth. VII 15 ofrece, atribuido a Calimaco, un
epigrama que habla de las invenciones de las Musas, epigrama que aparece como anónimo
en Anth.Gr. IX 504.
Otros Himnos citados por Conti son los atribuidos a Orfeo, reproducidos casi en su
totalidad y, como es costumbre en él, traducidos al latín en el mismo metro que el original,
con lo que demuestra una vez más su gran dominio de la lengua y versificación latina, ya
que vierte los términos compuestos de los Himnos Orficos adecuándolos perfectamente al
ritmo latino. Y de este conjunto de obras que se agrupan bajo el título genérico de Orphica,
además de los Argonáutica —a los que ya nos hemos referido— y de los Himnos, transmite algunos fragmentos, unas veces traduciéndolos sin más, como el fr. 21Kem, pero en
la mayoría de los casos ofrece el original griego.
Igualmente es citado Euforión, a quien conoce a través de los escolios a Arato, a
Apolonio de Rodas y a Homero.
Los poetas bucólicos tienen también un lugar en la Mitología. Naturalmente, ocupa un
lugar primordial Teocrito, a quien Conti presenta como autor de obras atribuidas a Bión,
como el Epitafio de Adonis, o a Mosco, como la Europa o el Epitafio de Bión. Esta
atribución a Teocrito del Epitafio de Bión puede serle conocida a Conti bien por el codex
Parisinus 2726 o por el 2832.
También, como es lógico, tienen cabida en el manual de Conti las églogas virgilianas.
2. Mención especial merece el conocimiento que Conti tiene de la Antología
Griega,
cuyos epigramas aparecen constantemente a lo largo de la Mitología y cuya localización ha
sido bastante ardua para nosotras, dado que su forma de citarlos era bastante singular. Lo
41 Cf, nota 116 ad loe.
24
que más sorprende son las atribuciones de varios epigramas considerados anónimos a
distintos autores: algunos a Anite, otros a Alexis, a Damagetes, a Leónidas. Para explicar
el por qué de esas atribuciones puede servimos de ejemplo el epigrama 827 del libro IX,
también considerado anónimo, que Conti ofrece como de Platón, tal vez porque el anterior
(826) sí es de este autor y ambos epigramas están dedicados a un sátiro. Por contra, en otra
ocasión cita como anónimo el IX 790, que en la Antología figura como de Antípatro de
Sidón.
Interesante es la atribución del epigrama de Anth. Gr. XVI 92 a Quinto de Esmima, en
Myth. VII 1, reproduciendo el texto tal como aparece en la Antología pero tomando esa
atribución a Quinto de Esmima de Tzetzes Chil. II 491 ss.
Ofrece muchos epigramas de Agatías, Paladas, Apolónidas, Apolónides de Esmima...
Y en Myth. VI 18 recoge un epigrama griego de Comelio Galo, al que considera praestantissimus poeta y sus versos luculenti, versos que nos pueden ayudar a conocer mejor la
desgraciadamente escasa obra del elegiaco latino.
El carácter misceláneo de estos Epigramas, utilizados como fuentes de ritos, atributos
de las divinidades, pensamientos filosóficos, costumbres, etc., cuyo estudio pormenorizado
rebasaría los límites de esta Introducción, es una pmeba más del exhaustivo conocimiento
que tiene Conti de la Literatura Clásica.
Mucho menor uso hace de la Antología Latina; merece destacarse el epigrama 664
dedicado a las Musas, que aparece, naturalmente, en Myth. VII 15, capítulo que versa sobre
las Musas.
3. Trataremos ahora de los autores que, no siendo estrictamente fuentes mitográficas, sí
que aportan interesantísimos datos. A estos autores no los cita textualmente sino que los
resume y parafrasea y a veces ni siquiera alude a ellos. Es consciente de que sus aportaciones pueden interesar a los contemporáneos por el valor científico de su obra geográfica.
Nos referimos a Pausanias y a Estrabón.
Pausanias había sido ya traducido parcialmente al latín por Domizio Calderini en 1498,
antes de que apareciera la ed. princeps de Musurus en Venecia en 1516. La traducción de
Calderini había sido completada por Romulus Amaseus y Abraham Loescher en 1547. Su
Descripción de Grecia, pues, era ya muy conocida y quizá a ello se deba el que Conti no la
reproduzca sino que la resume, como en la larguísima enumeración de los distintos juegos
y sus vencedores del libro V de la Mitología, sin que ello quiera decir que sea Pausanias la
fuente única para estos juegos. Así mismo, es fuente de primera magnitud para los distintos
rituales y representaciones de los dioses, con lo que Conti se aparta de la costumbre de sus
contemporáneos Gyraldi y Cartari, que parece que hacen descripciones de las divinidades a
partir de representaciones iconográficas, mientras él se basa en textos literarios.
La Geografía de Estrabón, cuya ed. princeps había aparecido en Venecia en 1516 de la
mano de Tyrhenus, es frecuentemente utilizada por Conti, aunque no con la misma intensidad que la obra de Pausanias y, como en el caso de éste, tampoco da siempre citas
textuales sino que alude a su contenido indicando el libro. Pero a veces reproduce datos
que encontramos en Estrabón sin citar la fuente, como en Myth. VIII 20, donde transmite
el oráculo sobre el río Piramo. Por otra parte, en Myth. IX 10, cita a Estrabón como
transmisor de unos versos de Sófocles sobre los hijos de Pandíon, versos que constituyen el
fr. 872N, aunque nos ha sorprendido comprobar que Estrabón no da el título de la obra y
sin embargo Conti la llama los Timbaleros. Y no está de más recordar que ambos autores,
25
tanto Pausanias como Estrabón, le han servido en muchas ocasiones para conocer y transmitir datos de gran cantidad de autores, tanto prosistas como poetas.
El interés por todo tipo de obra geográfica o descriptiva era muy grande ya desde los
albores del Renacimiento, interés que se había visto favorecido por la ampliación del
mundo conocido.
Dentro del apartado de obras geográficas hay que destacar la Descripción del orbe de
Dionisio Periegeta, cuya ed. princeps había aparecido en Ferrara en 1512. Por tratarse de
una obra poética. Conti siempre la cita textualmente, ofreciendo su propia traducción latina
como es normal.
4. Examinaremos ahora los Historiadores utilizados por Conti tanto en relación con ritos
como con mitos o datos históricos. Es ese interés por los ritos lo que hace que Tucídides
aparezca citado una sola vez y a propósito de una costumbre antigua de los Atenienses de
dejarse crecer los cabellos y sujetarlos con cigarras de oro. Así en Myth. V 10, donde
reproduce Thuc. I 6,3.
Son citados principalmente Heródoto, cuya ed. princeps había aparecido en Venecia en
1502, el mismo año en que había sido editado Tucídides. Si alguien quiere pensar que
utiliza las Historias de Heródoto a través de la traducción de Lorenzo Valla de 1474, dejará
de hacerlo al comprobar que casi siempre ofrece Conti el texto griego. Y sobre todo
aparece el testimonio herodoteo cuando se trata de ritos e identifícaciones de dioses egipcios y griegos, aunque tampoco falta, por ejemplo, el de los primeros capítulos del libro I
para presentar las diferentes versiones sobre el rapto de lo, en Myth. VIII 18.
Y lo mismo hace con respecto a Dionisio de Halicamaso, igualmente manejado en su
lengua original —recuérdese que fue editado por vez primera en París, por obra de Robert
Estienne con los typii regii de la Presse Royale, en 1546—, a pesar de que existía desde
1480 una traducción latina de los diez primeros libros y otra italiana de Francesco Venturi
de 1545, ambas anteriores a la ed. princeps.
Pero no se limita a la utilización de ambos historiadores cuando se trata de dioses
egipcios. Estas divinidades tienen enorme imporíancia para Conti —y a esto han prestado
atención los que se han acercado a su obra—, dado que los considera origen de los griegos,
que luego pasan a Roma. Por ello no debe sorprender que en la ampliación de su Mitología
recoja, aunque muchas veces sin citarla, la obra de Diodoro Siculo, de sobras conocida en
su época, ya que de 1472 data la traducción de Poggio Bracciolini y la ed. princeps de los
libros XVI al XX fue hecha en Basilea por Opsopoeus en 1539 y la de los libros I-XX por
Henri Estienne en 1559. Es cierto que pudo haber manejado la traducción, pero ya hemos
visto cómo ofrece en griego el fragmento del Himno Homérico a Dioniso, lo que revela
que lo leyó en griego. Pese a que lo cita pocas veces, es fácil detectar su deuda, puesto que
suele iniciar las ampliaciones, a veces muy extensas, con la frase: Los escritores de asuntos
egipcios... u otras muy similares.
5.
Tampoco podemos dejar de lado otros autores en prosa.
Toda la obra de Plutarco, tanto las Vidas como las Obras morales y de costumbres,
aparecen con profusión en la obra de Conti, así como el opúsculo De fluviis del Ps.
Plutarco, aunque en pocas ocasiones cita directamente esta obra, sino que habla de distintos
autores que en ella aparecen como si los manejara de primera mano; tenemos la sospecha
26
de que utiliza una traducción de esta obrita, como ponemos de manifiesto en las notas
correspondientes.
Sólo ocasionalmente reproduce el texto griego de las obras plutarqueas y esto es
suficiente para evidenciar que lo menejó en su lengua original, a pesar de las muchas
traducciones que ya en su época existían. Recordemos que la ed. princeps de los Moralia,
Aldina, es de 1509 y la de las Vitae de Florencia de 1517. Probablemente no llegó ni a
utilizar las traducciones de Amyot al francés, puesto que datan de 1559 en adelante, y
menos aún la traducción latina de Holzmann ( = Xylander) de las Vitae de 1569 ni la
bilingüe greco-latina de los Moralia de 1560-1570.
En la misma línea utiliza a Luciano en la mayoría de sus obras, autor que ya había
salido a la luz por obra de Jano Lascaris en Florencia en 1496 y que era, como sabemos, un
autor muy conocido y apreciado en todos los países en esta época
Además de citar las
obras de este prolifico autor con fines mitográficos las utiliza cuando quiere humanizar a
los personajes mitológicos o presentarlos como expertos en astronomía, sirviéndose para
ello, evidentemente, de la Astrologia de Luciano. También es su fuente para dar detalles
curiosos de los dioses; así, de la Diosa Siria obtiene la información de que en Siria Apolo
era barbado o datos interesantes sobre los sacerdotes de Rea. Y para hablar de Momo, en
Myth. IX 20, cita un Sobre las sectas, que no es sino un segundo título del Hermótimo, del
que se ha servido ya en II 8, para hablar de las invenciones de Hefesto, Atenea y Posidón.
No está ausente de la Mitologia Demóstenes, cuya ed, princeps había aparecido en
Venecia en 1504 por obra de Aldo y Carteromachus, aunque las alusiones a algunos de sus
discursos son esporádicas y no siempre lo cita textualmente.
Así mismo, las Vidas de los Filósofos de Diógenes Laercio, editado en Basilea en
1553, aparecen citadas alguna vez en la Mitología. Merecen destacarse los versos de
Empédocles (DK31B111, 3-9), tomado de Diog. Laert. VIII 59, reproducidos en
Myth. VIII 10, aunque el orden de los versos sigue el ofrecido por Tzetz. Chil. II 55-58,
908-914.
6. El interés por la Ciencia hace que Conti tenga en cuenta al autor que como filósofo ha
sido desplazado en el Renacimiento por Platón, esto es a Aristóteles.
En efecto, cuando de cuestiones filosóficas se trata, continuamente vuelve Conti sus
ojos a Platón, desde la Apología de Sócrates hasta la Repúlica pasando por Axíoco, al que
el propio Conti considera espúreo, y Timeo, del que en Myth. II 2 nos ofi:ece 40e-41a,
acompañado de la traducción latina que Cicerón hizo en el año 45 a.C. y de la que
conservamos la introducción y algunos fragmentos bajo el título de De universo, que Conti
presenta como De universitate; es indudable la importancia que esta obra tuvo para los
Renacentistas, de lo que es buena muestra el hecho de que Rafael presenta a Platón con él
en sus manos en La escuela de Atenas.
Pero vayamos a las obras científicas de Aristóteles, de las que a veces ofrece el texto y
a veces simplemente resume ciertos pasajes, acudiendo a Sobre el cielo. Sobre el mundo.
De la generación y corrupción. Meteoros, etc.
Dentro de las obras científicas gozan de su predilección los Phaenomena de Arato y sus
42 Cf, HIGHET, G,, La tradición clásica, trad, de A, Alatorre, México 1978 (1954=Oxford 1949), voi I,
p, 198.
27
traductores y seguidores latinos, asi como los escolios a su obra. Consciente de la dificultad de la obra de Arato, más de una vez acompaña los textos griegos de los Aratea con las
versiones dadas por Cicerón, Germánico y Avieno. Sirva como ejemplo lo que ocurre en
Myth. V 8, donde, al hablar sobre los Silenos y hacer alusión a la constelación del Pesebre,
ofrece el texto de Phaen. S92-902 y continúa: Estos versos fueron traducidos así al latín
por Rufo Avieno. Se trata de Aratea 1651-60; y más adelante dice: Puesto que los versos de
Avieno me parece que explican poco la opinión de Arato, o ciertamente con mucha
dificultad, y que están poco acordes con la elegancia griega, yo haré la prueba de, si
puedo, ponerlos en latín y expresarlos con mayor claridad.
Una muestra del conocimiento que de los textos clásicos sobre astronomía tenía Conti
nos la da en el capítulo 12 del libro IV, dedicado a Quirón, si bien confunde el catasterismo del centauro Quirón con el de Sagitario. Sigue a Higinio Poet. Astr. U 38 para
hablamos de cómo Quirón, herido por Hércules, fue colocado entre los astros gracias a la
compasión de Júpiter. Pero lo que nos parece más digno de mención es la explicación que
del Altar, que está colocado entre Sagitario y Centauro, ofrece, pues dice: Como fuera
extraordinariamente piadoso y rindiera culto a los dioses inmortales, se dice que entre los
astros se colocó un altar ante sus ojos, con lo que se pone de manifiesto su devoción y
piedad. Pese a haber citado a Higino, tiene presentes aquí los versos de Germánico,
418-422, aunque no alude a ellos.
Y dentro también de la Literatura catasterística debemos destacar la utilización del
Poeticon astronomicon de Higino, obra de la que ya hemos hecho alusión en las líneas
anteriores, y de los Astronómica de Manilio, autor este último al que cita tan sólo en la
edición ampliada, lo que nos hace suponer que conoció la edición con comentario que
publicó Escalígero en 1579.
Otro autor, esta vez griego, por el que siente debilidad Conti es Nicandro de Colofón,
de quien cita continuamente los Theriaca y Alexipharmaca, cuya ed. princeps, Aldina,
aparece en Venecia en 1499, con relación por lo general a bebidas y filtros de todo tipo,
como el ciceón, la psílotro, o a animales como la anfisbena. Al margen de los datos,
mitográficos o no, que estas obras pueden ofrecer, la dificultad de su comprensión mueven
a Conti a la utilización de sus escolios, lo que le sirve para ampliar sus conocimientos
científicos.
7.
Pasamos ahora a referimos a los Escolios.
A este respecto hay que poner de relieve que utiliza los comentarios a Píndaro, Sófocles, Eurípides, Aristófanes, Apolonio de Rodas, Teócrito, Nicandro y Licofrón, aunque
no siempre confiesa que transmite textos de esos comentarios.
Cuando de los escolios a Licofrón se trata, los cita bajo el nombre de Isacio, reservando
el de Tztzes para las Quilíadas, de las que lohanes Tzetzes es autor*'.
Y si bien escribe: ut ait enarrator Nicandri..., Theocriti..., Apollonii...,
Aristophanis,
etc., lo más normal es que cite nombres de autores sin aclarar que están contenidos en tal o
cual comentario.
Como se puede deducir de esto, entraña grandes dificultades el ir localizando los
testimonios de autores como Metrodoro y Aristocles, que le son conocidos por los escolios
a Teócrito. Por ejemplo, de Aristocles toma la versión de que Zeus se unió a Hera en forma
43 Cf. nota 39.
28
de cuclillo en Coccige, siendo esta metamorfosis de Zeus una de las menos extendidas y
sólo conocida precisamente por Schol.Theocr. XV 64. A esta versión se refiere en Myth. II
4.
Por referimos solamente a algunos autores, diremos que los testimonios de Acesandro,
Artemon, Asclepiades, Crisipo, Dinias de Argos, Dionisio, Epicarmo, Epiménides, Ferecides, Festo (autor de unos Lacedaimonica que Conti cita como Macedonica), Filarco,
Herodoro, Herófilo, los fragmentos de Hesíodo ya mencionados, Lisimaco Alejandrino,
Menecmo, Mimnermo, Mnaseas, fragmentos de Píndaro, el historiador Sócrates y Sosibio
provienen de los escolios a Píndaro.
Más numerosos son los datos que extrae de los escolios a Apolonio de Rodas, entre los
que destacamos los siguientes autores: Acusilao, Agretas, Andretas de Ténedos, Andrón,
Andro de Teo, Anticlides, Aristo de Quíos, Artemidoro de Efeso, Asclepiades, fragmentos
de Calimaco, Carón de Lámpsaco, Daímaco, Demetrio de Escepsis, Demageto, Estáfilo,
Filócoro —para el que otras veces es Conti fuente única como también lo ha sido Boccaccio—, Filostéfano, Helanico, Hecateo de Mileto, Herágoras, Mnaseas, Sosífanes, etc.
e t c . . Con respecto a Sosífanes queremos hacer notar lo siguiente: en Myth. III 17, al citar
un fragmento de su Meleagro (92FlSnell) procedente de Schol. Ap.Rh. III 533b, Conti
introduce un verso más de los dos que ofrece el escolio, siendo esto ya señalado por Keil
en su edición de Apolonio y los escolios.
Podríamos ofrecer listas tan extensas como las anteriores con respecto a los autores que
Conti conoce a través de los escolios a Licofrón, pero nos limitaremos a una pequeña
muestra: Acesandro, Agaméstor, Carón de Lámpsaco, Duris de Samos, Mnesímaco, etc., y
lo mismo podríamos hacer con los escolios de Nicandro, tanto a los Alexipharmaca como a
los Theriaca, o de Aristófanes, Teócrito, al Edipo en Colono; y debemos decir además que
en unas pocas ocasiones parece haber recurrido a los escolios a Ilíada y Odisea, sobre todo
para reproducir Euforión fr. 101 de Coli. Alex.
Sirva como prueba de su manera de utilizar los escolios lo siguiente: Al citar a Eumelo
de Corinto, en Myth. V 17, Conti transmite unos versos suyos que no están recogidos en
Jacoby 451F2a, donde se reproduce solamente el íexto de Paus. II 3, 10, un resumen del
contenido de esos versos, que sin duda Conti conoció gracias a Schol. Pind. OÍ XIII 74,
testimonio no recogido y ni siquiera aludido en Jacoby, pero sí citado por Ruiz de Elvira en
su Mitología clásica
Quizá esto no sea un fallo de Jacoby sino simplemente una omisión de un dato. Mas en
otro autor hemos podido constatar un error: En Androtión (Jac. 234F70), leemos que
acerca de la obra de este autor Sobre los sacrificios se nos remite a Conti Myth. I y la
página de la edición utilizada por Jacoby que se corresponde con el capítulo 10. Pues bien,
este dato, que Conti erróneamente atribuye a Androtión, pertenece a Andrón, recogido en
Jac. 10F13 y procede de Schol. O.C. 1053, como hemos podido comprobar, comentarios
que, por otra parte, Conti utiliza con frecuencia y de los que extrae los testimonios de
Palemón, aunque no hace apenas uso de la obra de Sófocles.
Ello nos mueve a pensar que habría que revisar muchos de aquellos datos en que Conti
es fuente única y para ello deberían ser atentamente leídos no sólo su Mitología sino
también los escolios por él manejados y muchas otras obras como las de Pausanias,
Plutarco, Estrabón, etc. con lo que Conti dejaría de ser acusado de inventor.
44 P. .293.
29
Es cierto que, al leer con detenimiento la Mitología, puede abrumar la enorme cantidad
de autores y obras citadas, autores y obras que se nos van haciendo familiares cuando, y
valga la redundancia, nos familiarizamos con esas magníficas obras que son los escolios.
Pero también es cierto que a veces nos asalta la duda acerca de la autenticidad de algunos
datos que Conti atribuye a determinados autores y que nosostras hemos localizado en los
distintos escolios sin que se especifique el autor al que esa variante pertenece, tal como
indicamos en las notas correspondientes. Mas nos negamos a aceptar el non sine fraude que
Heyne atribuye a la manera de hacer de Conti y que Jacoby acepta*'. Más bien nos
inclinamos a pensar que esos nombres pueden provenir de glosas, verídicas o no, que
nuestro autor ha podido leer en las ediciones por él manejadas. Quizás puede servir como
prueba de que Conti no es un falsario el hecho de que el testimonio que en Myth. IV 13
atribuye a Safo en el sentido de que Persuasión (Peithó) sea hija de Venus, haya podido ser
corroborado por el Pap. Oxy. 2.293, que constituye la única fuente del fr. 90 de esta
poetisa. Queda, pues, abierto un amplio camino para poder intentar rastrear de dónde
obtiene Conti los datos que no han podido ser comprobados.
De todos modos, podría censurársele por citar a unos autores que conoce de segunda
mano sin mencionar siempre al intermediario. Pero creemos que, aparte de hacerlo por
vanagloria, le interesaba dar a conocer a sus lectores el mayor número posible de escritores
antiguos; y lo podemos afirmar porque no nos parece que intente engañar. Daremos un
ejemplo: en Myth. V 7, tras haber ofrecido los versos 24 y 25 de la Olímpica VII de
Pindaro acerca de quién es hija Rodo, continúa explicando: Ut ait Asclepiades.. .Herophilus...Epimenides...tic.
Desde luego, no dice que las opiniones de estos autores están todas
ellas recogidas en el escolio al verso 24, como ocurre en realidad, pero se puede comprobar
leyendo simultáneamente los versos y sus escolios, tal como sin duda hacía Conti.
En otros casos es más difícil averiguar la fuente, como cuando ofrece las variantes con
respecto a quién rejuveneció Medea para convencer a las Pelíades, en Myth. VI 8, y cita a
Ferecides, Simónides, el autor de los Regresos, las Nodrizas de Baco de Esquilo y a
Estáfilo. Todos ellos, y en el mismo orden, están en la hypoth. a la Medea de Eurípides, de
cuya obra ha citado previamente los vv. 476-82, lo que quizá sea un indicio para el lector
avisado. Pero es tal su conocimiento de los autores clásicos que aquí incluye entre Simónides y el autor de los Regresos a Licofrón, quien se refiere a ello en un solo verso, el 1315
de su Alejandra.
8.
Lugar aparte deben ocupar las obras de Apolodoro y de Ateneo.
En una obra mitológica por fuerza debía utilizar a Apolodoro, y así transmite datos de
su Biblioteca y naturalmente no de la Epitome, que no fue conocida hasta 1891 tras el
descubrimiento del manuscrito vaticano por Wagner y el Codex Sabaiticus por Papadopulos-Kerameus. Conti hace uso de la Biblioteca tanto como fuente directa como para extraer
de ella testimonios de autores a los que presenta como si los hubiera conocido de primera
mano. En este sentido se sirve de la obra de Apolodoro igual que maneja los escolios, pues
tan pronto cita a este autor como nos habla de Acusilao, Ferecides y otros y los testimonios
que de éstos ofrece los ha tomado de la Biblioteca, tal como indicamos en su lugar.
Del mismo modo ocurre con la vasta obra de Ateneo, al que sólo cita directamente en
45 Cf. nota 26.
30
cinco ocasiones, y ello si sumamos los datos de la edición de 1567 y de la de 1616. En este
caso era lógico suponer que un autor cuya obra traduce mientras elabora su Mitología y la
publica cinco años después debía estar ya presente en la gestación de su manual mitológico.
Y, si tenemos en cuenta que aparece la traducción en 1556, obviamente en la versión
ampliada ya tenía una incidencia mayor. Hemos adelantado algún ejemplo de esto, como es
el caso de la Nanno de Minmermo. Igualmente, ya al hablar de los cómicos griegos hemos
puesto de relieve cómo muchos de ellos le eran conocidos a través de los Deipnosophistai.
Pero no es solamente a los poetas citados a los que conoce gracias a Ateneo; cita también a
autores como Adeo de Mitilene, Alcetas, Alejandro Mindio, Eubulo, Fénix de Colofón,
Promátidas de Heraclea o Sosícrates.
í'J;*'
9. También queremos referimos a los Autores Latinos que en la Mitología aparecen. Pero
no vamos a detenernos en los grandes poetas, cuya presencia es evidente y esperada. Así,
como hemos dicho, aparecen los épicos de Virgilio y Ovidio a Claudiano, las obras no
épicas de Virgilio y Ovidio, la obra poética de Horacio; le es muy querido Lucrecio, y ya
hemos hablado de la presencia de Manilio en la versión ampliada. Más esporádicamente
hay datos extraídos de Catulo y Tibulo, y Propercio aparece citado tan sólo una vez.
E>e entre los grandes prosistas hay que destacar a Cicerón y Tácito, muy utilizado el
primero y en mucha menor proporción el historiador.
Pero nosotras queremos centramos en los autores citados de segunda mano y en los
omitidos a sabiendas.
Si cuando hemos hablado de los autores griegos citados como si los hubiera tenido
delante, pensábamos que era con una finalidad encomiable, no podemos justificar del
mismo modo lo que hace con autores que toma de la Genealogía de Boccaccio
obra que
ni siquiera menciona.
Dejando aparte los lugares paralelos en que aparece el De natura deorum de Cicerón o
el libro I de las Divinas Instituciones de Lactancio Firmiano, que Conti titula Sobre la falsa
religión, destaquemos algunos ejemplos;
En Myth. V 7 está la única mención de Pomponio Mela, concretamente III 9, 95
referida a los Sátiros y este mismo pasaje había sido también parafraseado por Boccaccio
en VIII 13. Pero, sin citar a Pomponio Mela, en V 13 Conti añade en la amplificación de
su obra, con un contaron los antiguos mediante fábulas, la versión de Chronographia III
7,66 de que Baco nació en Mero, tomando sin duda alguna el dato de Boccaccio V 25.
De igual modo, la única vez que alude a Orosio, lo que hace en este mismo capítulo
dedicado a Baco, donde dice que las hazañas de este dios las cuenta Orosio, se basa
nitidamente en Genealogía VI 25, donde Boccaccio cita textualmente a Orosio I 9,4.
Su atenta lectura de Boccaccio nos la demuestra en Myth. III 17 al hablar de la Luna y
presentamos como hijo suyo a Rocío según dice el mélico Alemán en este verso y citar el
verso —cosa que Boccaccio no hace. Todo ello pertenece a la versión ampliada, pero ya
en Genealogía IV 17, Boccaccio, siguiendo a Macrobio Sat. VII 16,31, había escrito:
dice el poeta lírico Alemán que el Rocío es hijo de la Luna...
Además, son muchos los capítulos en que Conti sigue punto por punto la estructura de
los capítulos paralelos de la Genealogía y ofrece en el mismo orden las fuentes, como
ponemos de relieve en las notas correspondientes.
46 Cf. nuestra introducción en BOCCACCIO, G., Genealogía.... p. 38.
31
Tampoco hace mención alguna de autores tales como Servio, Lactancio Plácido
tado una sola vez y procedente de Boccaccio—, Fulgencio, los Mitógrafos Vaticanos y el
Libellus. La justificación para ello puede estar en su intento de alejarse de la concepción
medieval de la mitología, pero en algunos momentos no puede sutraerse a su influencia, y
esto ocurre principalmente en sus descripciones de los dioses y de modo especial al hablar
sobre Saturno en II 2, donde sin citar fuente alguna, hace una descripción de esta divinidad que tiene claramente sus modelos en Fulgencio Myth. I 2, Mitógrafo Vaticano III 1, el
Africa de Petrarca, el Ovidius Moralizatus de Bersuire y el Libellus.
IMPORTANCIA DE LA «MITOLOGIA»
El primer indicio del éxito de esta obra son las numerosas ediciones de las que fue
objeto, tanto en Italia como fuera de ella, y esto es algo en lo que todos los autores que a
Conti se han acercado están de acuerdo y lo ponen de relieve.
Lo que nosotras hemos podido constatar es que el éxito de la Mitología no se percibe en
el primer momento, ya que desde la editio Princeps, Venecia 1551, hasta 1567, en que se
publica la edición dedicada a Carlos IX, esta obra no se reeditó. Quizás por eso Bassi
afirma que la edición veneciana de 1567 es la princeps
y nos ha sorprendido que tanto
Gruppe, como Seznec no recojan esta edición y sí aludan, en cambio, a la reproducción de
ésta en 1568, también en Venecia. Al ser idénticas y de! mismo lugar y de dos años
consecutivos, permitió que transcurrieran los trece años que las separan de la versión
ampliada de 1581, probablemente porque se sabía que Conti trabajaba en esa ampliación.
Pero a partir de la edición de Venecia de 1581 surge por casi toda Europa un río de
reediciones a las que aluden Gruppe, Bassi y Seznec*'. Puesto que estos autores no
coinciden en todas ellas al dar la relación de ediciones, y además hemos tenido ocasión de
comprobar que en la Biblioteca Nacional de Madrid hay ediciones que ellos parecen
desconocer, ofrecemos una relación cronológica de todas, marcando con asterisco las de la
Biblioteca Nacional: Venecia 1551, 1567, *1568, 1581, Frankfurt 1581, *Venecia 1582,
París 1583, Frankfurt 1584, 1585, París 1588, 1596, Frankfurt 1596, Ginebra 1596, *Lyon
1602, París 1605, Hannover 1605, Hanau 1605, *París 1608, Ginebra 1612, *Padua 1616,
Ginebra 1618, 1620, 1636, 1637, 1651, »1653, Hannover 1669. Existe también una
traducción francesa debida a 1. de Montlyard y dedicada a Monsieur le Baron de Vignollesca que, como el propio traductor indica, es un extracto del latín de Noël le Comte y
aumentada en algunos lugares por él mismo. Aparece en París en 1599 y se reedita en Lyon
1604, *1607, en Rouen 1611 y en París 1627. Por lo que hemos podido deducir al hojear el
ejemplar de Lyon 1607, se basa su traductor en la versión reducida de la obra, no traduce
epístola nuncupatoria alguna y no dice de dónde se ha traducido.
De todo lo hasta aquí dicho se desprende la gran importancia de la Mitología ya en la
misma centuria en que vio la luz.
47 ¿Es éste el error de Bassi al que Seznec alude en p, 193, n. 42 en tanto que él no tiene noticias de que se
ha publicado en 1976 la reproducción de la edición veneciana de 1567, edición que ni siquiera menciona?
Probablemente esa omisión procede de la omisión del propio Gruppe.
48 Cf, GRUPPE, op. cit., p. 35; BASSI, p. 19 y SEZNEC, p. 227.
32
Hemos adelantado que esta obra se convirtió en un gran precedente de los actuales
léxicos. Ello nos hace poner de manifiesto nuestras reservas a que cuando encontramos
citado a Conti en autores desde finales del siglo XVI en adelante se deba a una atenta lectura
de su obra. Su utilización como Léxico, teniendo como apoyo sus índices, lo señala ya
Seznec *' y nosotras pensamos que provocaría también el silencio sobre su autor y obra,
puesto que, al convertirse en una obra de consulta, no precisaba ser citada, con lo que
Conti ha pasado a ser un continuador de los escoliastas y ha sido silenciado como él hace
muchas veces con esos mismos escoliastas y con Boccaccio.
Nosotras hemos demostrado la dependencia de un autor español: Juan Pérez de Moya y
su Philosophia secreta con respecto a la Mitología
Diremos aquí tan sólo que, si bien
Pérez de Moya en alguna ocasión escribe: Natalis Comitis dice..., la mayoría de las veces
ofrece datos que solamente ha podido conocer gracias a este autor italiano y/o a través de
Boccaccio. Y de todos es conocido que la obra de Pérez de Moya y el Teatro de los dioses
de la gentilidad de Baltasar de Vitoria son los únicos exponentes de tratados mitológicos en
España y, por tanto, siguen las directrices de los manuales italianos". Lo que sí es
evidente es que la Mitología de Natale Conti, bien fuera utilizada como un léxico, bien
—lo que es menos probable— leída íntegramente, fue una obra conocidísima por muchos
autores posteriores, la citaran o no, y, como ya hemos puesto de relieve, es recogida por
editores de los fragmentos de muchos autores griegos (de líricos como Safo y Alceo), en los
Fragmenta Hesiodea de Merkelbach & West, en la monumental obra de Jacoby que, pese a
sus reservas, no se resiste a citarlo como fuente única para muchos historiadores, entre los
que se puede resaltar a Ninfodoro (Jac. 572F17,18,19,20 y 21), para cuyos testimonios
expurga los libros VII al IX de la Mitología; y así mismo su autoridad es muy importante
para algunas variantes recogidas en el Lexikon de Roscher.
Todo esto avala la importancia de la Mitología y prueba —en contra de Graesse— que ni
siquiera a fines del siglo XX hay razón para su olvido.
NUESTRA TRADUCCIÓN
Repetidas veces a lo largo de esta introducción hemos dicho que seguimos las dos
versiones que de la mano de Conti salieron: la primitiva, siguiendo las ediciones de
Venecia de 1567 y de 1568, que son idénticas, y la ampliada, según la edición de Padua de
1616. Hemos querido que el lector conozca también ambos textos, para lo cual hemos
colocado entre corchetes el texto correspondiente a la ampliación. El propio Conti intentó
que no hubiera violencia entre ambas versiones y prácticamente lo consiguió a excepción
de unas pocas ocasiones y quizás la más relevante sea Myth. VI 7, donde hemos recurrido
a la doble columna, a fin de ofrecer en paralelo ambos textos.
„,
' '
49 Cf. op. cit. p. 227. En esta página y en las siguientes, valiéndose de abundante bibliografía, trata de
modo indirecto, como casi siempre, de la influencia de Conti en Europa. Y nosotras nos preguntamos si U'ata de
ver la influencia de la versión primitiva o de la ampliada, ampliación que parece ignorar, ya que cuando cita la
edición de Venecia de 1S8I no dice que sea ésta.
50 «La Philosophia secreta de Pérez de Moya», comunicación presentada al Simposio Humanistas españoles
y el humanismo europeo. Murcia 1985.
51 Cf. nuestra introducción a Genealogía..., pp. 38-39.
Pero no ha sido nuestro objetivo principal el dejar clara la distinción entre ambas
versiones. Teniendo en cuenta la importancia que concedemos a Conti como conocedor de
textos clásicos, hemos querido contrastar las citas que de ellos ofrece. A este fin hemos
realizado una ardua labor de búsqueda y, siempre que hemos encontrado el lugar de donde
nuestro autor obtiene la información, hemos colocado entre paréntesis la obra, si él no la
citaba, y el sitio exacto. Cuando cita erróneamente, entre paréntesis ofrecemos el dato
correcto. Cuando los fragmentos de los diferentes autores han sido recopilados, indicamos
el número del fragmento y nombre del editor, y además la correspondencia del autor, obra
o escolio, a través de los cuales Conti los ha conocido. Si no han sido incluidos entre los
fragmentos, indicamos entre paréntesis el lugar de donde proviene el dato y, si es Conti
fuente única, obviamente no hay correspondencia, aunque sí aparece el número que el
fragmento recibe en la recopilación. Hemos preferido poner entre paréntesis dentro del
texto estas citas, para mayor comodidad del lector y evitar así que el número de notas a pie
de página estuviera en tomo a las 5.000. Y hemos reservado para notas a pie de página
—como ya hiciéramos con la traducción de la G. D. de Boccaccio— aquellos lugares que,
evidentemente, son fuente de Conti, aunque en modo alguno él aluda a ello.
Como también hicimos con la obra de Boccaccio, hemos solido dar prioridad a las
mejores ediciones a la hora de establecer el texto de las obras citadas. En el caso de los
autores griegos casi nos ha sido necesaria la lectura de esas ediciones modernas, debido a
lo poco legible de los tipos griegos en las reproducciones manejadas. Ahora bien, cuando
no ha sido posible localizar la procedencia de alguno de los textos nos hemos enfrentado
directamente a los que la edición de Conti presenta. A la hora de ofrecer las traducciones
de esos textos griegos, las hemos realizado sobre el original helénico, utilizando además la
versión latina de Conti únicamente cuando él mismo ponía de relieve que habían sido
puestos en latín bien por él, bien por otro, y en aras de la lealtad al original lo hemos hecho
así, dejando abierta la posibilidad, para el futuro, de ofrecer un estudio sobre las traducciones latinas de Conti de originales griegos y ver cómo a veces tiene que forzar la lengua de
Virgilio para adafitarse al metro, coincidiendo en los contenidos pero no en la literalidad.
Con todo, pese a seguir las mejores ediciones, hemos mantenido, a veces y especialmente para los textos latinos (algunos pasajes de Lucrecio. Ovidio
y Tibulo), las lecturas
que Conti ofrece, indicándolo en la nota correspondiente, y debido a que así lo requería el
propio contexto de la Mitologia.
Al ser tan diferente el estilo del latín de Conti y de los pasajes que transmite, así como
el de los pasajes entre sí según se trate de prosa o verso, el lector podrá observar también la
diferencia en la traducción. El latín de Conti, fuera de sus composiciones poéticas, es
pedestre, pesado y reiterativo, sobre todo en las interpretaciones de los mitos, y también lo
es nuestra versión castellana ya que no hemos pretendido corregir al autor sino traducirlo lo
más literalmente posible. Y esta literalidad se observa asimismo en la traducción de todas
las citas, donde igualmente nos mantenemos fieles al estilo de cada uno de los pasajes que
traducimos. Por tanto, le será evidente al lector, y así lo esperamos, esa diferencia al leer la
traducción de las palabras de Conti junto a la de sus composiciones poéticas y junto a la
traducción de un Virgilio, Hesíodo, Homero, Eurípides, Orfeo, Ovidio, Licofrón, Nonno o
un Heródoto, Acusilao, Ferecides, etc.
52 Cf, nuestro artículo «Algunas lecturas de textos latinos en la Mythologia de Natalis Comes», en Homenaje al Prof. D. Lisardo Rubio Fernández. CFC 20.
34
Es esta la primera traducción de la Mitología al castellano y la segunda a una lengua
romance, después de la francesa de 1599, si bien se puede decir que esta es la primera vez
que se traduce a una lengua romance toda la obra. Naturalmente no hemos hecho uso de la
versión francesa, porque de poco nos servirían unos extractos. Por tanto, como ya decíamos al finalizar nuestra introducción a la traducción de la G.D. de Boccaccio, todos los
defectos y/o virtudes de esta traducción nos son totalmente imputables y asumimos la
responsabilidad tanto de esto como de la búsqueda y localización, en su caso, de los más de
4.000 pasajes citados por Conti en su Mitología, que precisan de unos índices completos,
que a lo largo de nuestro trabajo hemos ido elaborando y que son los que realmente pueden
demostrar la gran aportación de Natale Conti al conocimiento y transmisión de los textos
clásicos.
Madrid 1982-Murcia 1987
35
BIBLIOGRAFIA SELECTA
1.
Ediciones
Tan sólo citamos las utilizadas como base para la traducción.
*Natalis Comitis, Mythologiae sive explicationum fahularum
libri decern, Venetiis
MDLXVII.
Natalis Comitis, Mythologiae sive explicationum fabularum
libri decern, Venetiis
MDLXVIII.
**Natalis Comitis, Mythologiae sive explicationum fabularum libri decern, Patavii 1616.
•Reproducción de Garland Publishing, New York 1976.
**Reproducción de Garland Publishing, New York 1979.
2.
Fuentes
Indicamos tan sólo las obras de conjunto y los escolios, ya que los autores cuyas obras
se han conservado íntegramente han sido objeto dt ediciones suficientemente conocidas y
cuya enumeración sería ociosa.
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CALLIMACHUS, ed. R. Pfeiffer, vol I Fragmenta, Oxonii 1965 (=1949).
EDMONDS, J. M., The fragments of Attic Comedy, Leiden 1957-1961.
FRAGMENTA HISTORICORVM GRAECORVM, ed. C. et Th. Müller, Paris 1848-1853.
GEOGRAPH! GRAECI MINORES, rec. C. MüUerus, Parisiis 1855-1861.
JACOBY, F., Die Fragmenten der griechischen Historiker, Leiden 1968 (=1922-1958).
LYRA GRAECA. ed. and transí., by J. M. Edmonds, London 1958-1963 (=1922-1927).
KAIBEL, G., Comicorum Graecorum Fragmenta, Berlin 1899.
KINKEL, G., Epicorum Graecorum Fragmenta, Leipzig 1877.
LOBEL, E. - PAGE, D., Poetarum Lesbiorum Fragmenta, Oxford 1965.
ORPHICORVM FRAGMENTA, coll. O. Kern, Berlin 1972 (=1922).
POETAE MELICI GRAECI, ed. by D. Page, Oxford 1975 ( = 1962).
POWELL, J. U., Collectanea Alexandrina, Oxford 1925.
37
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celona 1956-1959,
Scholia in Apollonii y4rgo«aMn'ca, ex ree. H. Keilii, Lipsiae 1854.
Scholia in ApoUonium Rhodium velera, ed. C. Wendel, Berlin 1958 (=1935).
Scholia graeca in Aristophanem, ed. Fr. Dubner, Hildesheim 1969 (=Paris 1877).
Scholia in Euripiden, ed. E, Schwartz, Berlin 1887-1891,
Scholia in Lycophronis Alexandram, ree. E. Scheer, Berolini 1908.
Scholia in Nicandri Alexipharmaca, ed. M. Geymonat, Milano 1974.
Scholia in Nicandri Theriaka, ed. A. Crugnola, Milano 1971.
Bar-
Scholia Vetera in Pindari Carmina, ree. A. B. Drachmann, Amsterdam 1966-1969 (=Lipsiae 1903, 1910, 1927).
Scholia in Sophoclis Oedipum Coloneum, ree. V. de Marco, Romae 1952.
Scholia in Theocritum vetera, ree. C. Wendel, Stuttgardiae 1967 (=1914).
TRAGICORVM GRAECORVM FRAGMENTA, ree. A. Nauck, Hildesheim 1964.
TRAGICORVM GRAECORVM FRAGMENTA, ed. B. Snell, Gòttingen 1971-1977.
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des Mittelalters im Abendland und während der Neuzeit, Leipzig 1921, en Roscher
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39
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