Todo amor es huérfano Ceniza en los ojos Jean Forton Traducción de Palmira Frcixas Blackic Books. Barcelona. 2012 216 páginas. 21 euros Por Patricia de Souza Lucifer. Circtis Pilar Pedraza Valdcniar. ?dadrid. 2012 287 páginas. 12 euros PILAS PEDRAZA es dueña de un universo inconfundible que brota tanto de sus hechizantes narraciones (La pequeña pasión y Arcano 13, por ejemplo) como de sus exquisitos ensayos (Espectra o Máquinas de amar son buenos ejemplos). Un universo peculiar y fascinante en el que nos reunimos encantados sus admiradores incondicionales. Recientemente, tres de sus obras (esta novela y la anterior, El s(,id,-omedeA,nbras, y el ensayo Venus barbuda y el eslabón perdido, obra decididamente magistral) nos han proporcionado un acercamiento dramático, pero también tierno e incluso risueño al mito del hombre lobo, a la existencia de mujeres pilosas y su explotación en ferias y, en definitiva, a teorías varias en torno al síndrome de Ambras. El espectáculo circense, la atracción por lo extraño, lo portentoso y lo ridículo y la observación crítica de las acciones humanas, miserables o irrisorias, son parte inseparable del universo de la autora. En Lucifer Circos, los protagonistas se dirigen a Indonesia, una cristalina evocación de la novela de aventuras, para comprar un ligre (hijo de un león y una tigresa), introduciendo así el tema de los híbridos, que se ratifica con el hallazgo de la niña cubierta totalmente de pelo, dicen que resultado de la unión entre humano y simio o, en otro sentido, muestra de la existencia del eslabón perdido. De ahí surgen discusiones filosóficas muy bien llevadas por la narradora en las que llega a intervenir el mismísimo Charles Darwin o la famosa teósofa Madame Blavatskaya (que no Blavatsky). Un relato clásico con el yo autobiográfico en primer término. Contemplación y explicación de lo externo y llegada a lo interno, a la construcción de la propia identidad. La narradora elige entre lo que le repele y lo que le atrae (satanismo, magos, iluministas, brujos y santos), y el lector lee como si presenciara un desfile de daguerrotipos antiguos con las figuras extrañas y añoradas de una época ida. Y viera, al final, que "todo es metáfora y oscura luz". Lluis Satorras El esperado José María Cuclhcnzu Sirucla. Madrid, 2012 283 páginas. 19,95 euros (electrónico 9,99) N..iut.vris.s. TRAS SOMETERLA a una minuciosa corrección de texto y una reescritura que afecta sobre todo a la estructura y otros rasgos formales de la tercera y última parte, José María Guelbenzu reedita El esperado (1984), una novela de iniciación y aprendizaje ambientada en el verano de 1959, cuando León Saldaña es invitado por un compañero de colegio a pasar las vacaciones con su familia, los Mayor, y allí tienen lugar una serie de hechos que le llevan a cruzar su personal línea de sombra: "Aquel verano dejará de ser una atra- N..\RR.vrlva. EXTRAÑO PERSONAJE Jean Forton (Burdeos, 1930-1985), o no tan extraño si se leen sus libros y se comprende que su vocación no fue su destino: inseguro, gris, retraído, solitario, misántropo, demasiado inseguro para poder resistir a la crítica y a la falta de reconocimiento. Forton hace pensar en l-lelene Bessette, otra autora que tiene una quincena de libros publicados también en Gallimard, pero que ha sido injustamente olvidada. La suerte de Forton no es imiv diferente, aunque ambos escritores son muy diferentes. Forton está más cerca del escepticismo, que llevó al suicidio a Piene Drieu La Rochelle, que de la vida dramática y solitaria de Bessette. Forton es también un escritor escéptico, que habla en primera persona en varios libros, con un tono inclemente y nihilista, sobre todo en C'enia en los ojos. Aquí el personaje principal no confía en las personas, menos en las mujeres, deplora su propia pequeñez, como La Rochelle miraba hasta el asco en el espejo al hombre que se reflejaba, ardiendo en su fuego fatuo. Sin embargo, en la novela de Forton, la mirada del protagonista no se compadece de sus mezquindades, las celebra, aunque sea capaz de sentir empatía y cierta conmiseración, justamente por las mujeres con las que comparte un momento de epifanía que desvanecen por unos cortos instantes su escepticismo y su amargura. Hay tópicos tradicionalmente "masculinos" que huelen a naftalina: la mujer niña (Isabel), capaz de inspirar un amor puro y salvador que se estrella con la realidad limitada de una persona en carne y hueso. Si¡ misoginia no puede ser peor: toda mujer encierra el secreto de la muerte de quien la ama, muerte que el protagonista intuye en la chatura del encuentro con la mujer más joven, una orfandad que no está dispuesto a aceptar. Al final, el amor es siempre huérfano. Ese amor por una niña recuerda a Nabokov, aunque Forton resuelve sin romanticismo su relación (y todas las que vienen yente aventura juvenil para convertirse en mi primer encuentro con el abismo". Sólidamente anclada en un escenario soberbio, en el que la casona familiar viene a ser el diagrama de un hombre y su historia y simboliza una larga herencia de virtud y dominio, y la naturaleza que la rodea —junto con sus fuerzas: viento, lluvia...— "emite" una serie de estímulos e impresiones que exacerban la sensibilidad adolescente, convirtiéndolo todo —emociones, sensaciones y sentimientos— en una experiencia de conocimiento; explotando muy bien las posibilidades novelescas que propicia el Viaje (y la soledad y extrañeza que lleva aparejado) y las pequeñas "salidas" de los chicos; alzando alrededor un grupo de personajes que trazan el fondo real e histórico del presente y el pasado inmediato, con las referencias a la Guerra Civil que incide en el destino de todos. En El esperado, Guelbenzu narra un proceso que se cumple como un rito de paso que implica transitar del orbe diurno y solar al mundo misterioso y enigmático de la noche. Tras el enfrentamiento del adolescente con el mundo turbio y oscuro de los adultos, León Saldaña, además del autoconocimiento, descubre el sentido de verdades esenciales que se polarizan en torno al binomio cros-tinatos y habrá de discernir entre el bien y el mal. Ana Rodríguez Fischer Forton crea el retrato de un hombre que no logra alejar sus prejuicios contra las muieres, Foto: 'AlNlnittatc.e después, incluso la que mantiene con una mujer más madura) atrapada en el desprecio que siente por sí mismo y que termina siendo también la identidad de la persona amada. Es curioso, tal vez la misoginia del personaje signifique estar siempre en contacto con significados que nunca llegan a tener un verdadero valor, ninguna mujer sería un siguificante, es en ese sentido que Forton crea el retrato de un hombre maduro que nunca logra salir de la prisión de sus prejuicios deteniéndose, con una mirada quinírgica, en cada detalle, mezquino, terrible, sin lograr ver más allá de un cuerpo concreto, una vida sin brillo y sin trascendencia. Pese a todo, Forton no tiene relación con otras novelas de autores existencialistas (Camus, Sartre), cuando muestra lo que muchas personas ocultamos, la mediocridad, el miedo, la chatura, de una existencia que no logra convertirse en nada más que soledad y encierro. Autor realista, podría ser un antecedente de Michel Houellebecq, sin la dosis de humor y de crítica social que este último La vida de prisa. Narraciones breves César González-Ruano Prefacio de César González-Ruano de Navascués Introducción de Miguel Pardcza-Pichardo Ediciones 98. Madrid, 2012 192 páginas. 18.50 euros NARR.VrIVA. ENTRE LOS MUCHOS altibajos que vivió César González-Ruano (1903-1965), cuando escribió los relatos de La 1/ida de prisa, en el Sitges de 1943, se encontraba en horas bajas. Ruano se había establecido en la localidad catalana tras ausentarse de España al comienzo de la Guerra Civil y Vivir la primera parte de la Segunda Guerra Mundial entre Roma, Berlín y París, donde fue detenido por la Gestapo y encarcelado por contiene, como es también un desesperado que no se ríe de su desesperación, sino que intenta una especie de ascesis, una especie de mística del nihilista. Si queremos un retrato de un hombre en la edad madura (un Cian ni y las mujeres, sin su bondad), seductor, cínico, no muy atractivo y con un gran talento para estudiarse, hay que leer este libro. Sorprenden también las escenas de autodescripción, puntuales y cargadas de tanta vanidad herida que temsinan conmoviendo, y sí, todo es tan humano, tan pequeñamente humano, que inspira finalmente cierta ternura. Este anrropos masculino tan bien retratado nos recuerda también que los hombres y las mujeres padecemos los mismos miedos y la misma soledad; que un físico ingrato, la falta de confianza en lo que somos, nos puede convertir en verdaderos monstruos de egoísmo y crueldad, moraleja de esta novela que discurre sin impostación, casi como una confirmación de un darvinismo social: solo sobreviven los más fuertes. . un asunto nunca aclarado. Este suceso ha dado lugar a múltiples especulaciones y alimentado una leyenda negra en la que gana el personaje y pierde el escritor. Como nos cuenta en el prefacio su hijo, César GonzálezRuano de Navascués, su padre tenía la impresión "de vivir de milagro, trasnochaba mucho y bebía y fumaba mucho más". Y como escritor de café que siempre fue, González-Ruano escribió estos cuentos en el café Chiringuito de Sitges, sujetándose la mano derecha que le temblaba con la izquierda. En estas narraciones prevalecen los personajes femeninos contados por un narrador que es el propio Ruano. Son seres desvalidos e inseguros que nos retrata con elegancia y sutilidad, para enseñamos que el escritor ha vencido la prueba del tiempo. Predomina lo humano, y la Guerra Mundial, si aparece, es en un segundo plano. Más literato que novelista, Ruano gana en las distancias cortas, como se puede apreciar en estas narraciones escritas sin retórica para desnudarnos al ser humano en un escenario cosmopolita y variado. Esta reedición tiene el triple mérito de haber corregido las numerosas erratas de la primera, publicada en 1946, y contar con un prólogo del hijo de Ruano y una introducción de Miguel Pardeza, el antiguo futbolista y filólogo, o el hombre que más sabe de la vida y obra de González-Ruano, aparte de conservar las ilustraciones originales de José María Prim. Luis de León Barga EL PAÍS BABELIA 30.C6.12 11