Sistema representativo mexicano

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NOTAS SOBRE EL SISTEMA REPRESENTATIVO
El elector goza del sagrado privilegio de votar por un candidato que eligieron otros.
Ambrose Bierce
1. El sistema representativo mexicano tiene su fundamento constitucional en
el artículo 40 de la Carta Magna la cual establece lo siguiente: “Es voluntad
del pueblo mexicano constituirse en una república representativa,
democrática, federal, compuesta de Estados libres y soberanos en todo lo
concerniente a su régimen interior; pero unidos en una federación según
los principios de esta ley fundamental. “ Este sistema representativo se
origina de la soberanía nacional; al ser el pueblo el soberano acorde a lo
indicado por el artículo 39 constitucional, será él quien detente el poder “lato
sensu” pero en la práctica resulta una quimera ya que una asamblea de
millones de ciudadanos es de imposible realización. De ahí que el sistema
representativo sea de vital importancia ya que a través de el y apoyado en
una estructura jurídica coherente podrá ser posible otorgar las asignaciones
para la puesta en marcha de las funciones que le corresponden al Estado.
En este sentido, el Derecho Electoral es la mecánica jurídica para poder
otorgar al ciudadano el poder reconocido por la constitución.
2. Lograr que el sistema representativo sea una realidad constante y sonante
no es ni será una de las tareas más sencillas que el sistema jurídico-político
mexicano pueda llevar a cabo de manera integral. Desde el pretérito
legislativo nacional han existido diversas fórmulas para que la ciudadanía y
la nación esté bien representada en los órganos de poder público. Han sido
variadas las maneras de integración de los órganos de poder y en todas
ellas o al menos en la mayoría nunca ha existido una representación cabal
de los intereses y estructuras sociales que se presentan con gran movilidad
en la sociedad. Sólo por citar un ejemplo: fue hasta 1953 cuando se optó
por conceder el voto a las mujeres y, en 1971 se disminuyó la edad para
votar, la cual era de 21 años. Las mujeres y los jóvenes han sido los últimos
en incorporarse a un sistema que trata de ser cada vez más abundante en
la cooptación de grupos sociales que merecen ser considerados para el
ejercicio del voto.
3. Si bien la gran mayoría de individuos con capacidad de ejercicio del voto ya
han sido reconocidos por la ley para poder elegir y ser electos aún la tarea
es larga para que en realidad la representación sea efectiva. No basta que
la ley establezca el mínimo de requisitos para poder participar como elector
como para ser electo. Esto no es más que el reconocimiento de las
capacidades en el sistema jurídico, y está bien que así sea ya que de otra
manera no sería posible lograr la participación ciudadana en los procesos
electorales tan necesarios para la viabilidad del sistema democrático.
4. El sistema representativo mexicano ha tenido como trasfondo el logro de la
igualdad jurídica para participar en los procesos de elección pero ¿la
representación política supone una igualdad entre las partes que lo
componen? Supongo que no. Por un lado están los electores y por el otro
quienes deberán ser electos. Los primeros dentro del sistema
representativo se ven como una unidad, como un todo que posee derechos
y es posible que los hagan valer en su debida oportunidad, específicamente
cuando la elección es posible. Pero dentro de esa masa de ciudadanos hay
diferencias notables que en lo individual marcan la diferencia entre unos y
otros, haciendo que esas diferencias establezcan grupos de personas con
cualidades y calidades diversas. Por ejemplo, un empresario bien o
medianamente educado persigue diversos intereses que van acorde a su
estatus y, es diferente a un trabajador del campo o a un burócrata, sólo por
citar este caso. El primero observará el campo político que más le
favorezca acorde a sus intereses económicos puesto que la empresa es su
forma de vida. Los segundos, coincidirán más con una política de justicia
social distributiva, puesto que su entorno e intereses así lo determinan,
también le interesa lo económico pero su visión es diversa al empresario.
En este ejemplo se pueden formar dos visiones diferentes de ver el entorno
político; ambos actúan en lo político en virtud de la representación, su
capacidad legal es similar pero su visión del entorno es diversa y
contradictoria entre ambas. Por su parte quienes luchan por ser favorecidos
por el voto, necesitan para poder serlo el amparo de un partido político que
tiene necesariamente una determinada ideología. Busca el voto para sí y
poder inclinar la balanza electoral a su favor y poder establecer las políticas
que establezca su instituto político. Así en el entorno hay partidos
denominados de derecha, de centro y de izquierda. Los partidos políticos tal
como reza la constitución política son “entidades de interés público” pero
diferentes en su estructura y programas, cuyo objetivo es la lucha por el
poder mientras que en la ciudadanía es la satisfacción o garantía de vivir en
un régimen que satisfaga sus anhelos de vida.
5. En este sentido la representación política se convierte en una lucha de
intereses; tanto individuales como colectivos. Existe igualdad en cuanto a la
capacidad de unos para ejercer el voto con las limitaciones de ley, y de
otros para ser elegidos con base en las mismas leyes. Pero en el centro de
la lucha de intereses la igualdad se desvanece ante las obvias diferencias
entre los actores sociales que citamos. El empoderamiento de la cultura
hace diferentes a los votantes, por ejemplo, el empoderamiento de los
medios de comunicación, de los medios económicos y la propaganda,
hacen diferentes a los partidos y sus candidatos. Aquí no hay igualdad aún
cuando la ley se obstine a sostener un punto de vista que es claramente
contrario a la realidad imperante.
6. ¿En
verdad el sistema que conocemos y denominamos como
representativo, lo es? ¿Qué es la representación como figura jurídica? La
representación es una figura jurídica por medio de la cual el representante
actúa en nombre del representado, existiendo un acuerdo de voluntades a
efecto de que el representante realice los actos o negocios que le ordene el
representado. Este tiene la facultad jurídica de exigir al representante que
realice todos los actos mandatados bajo pena de responsabilizarlo por lo
mal hecho o por lo dejado de hacer, es decir, que entre ellos hay un cordón
umbilical que los une: la responsabilidad. Obvio que esta es una definición
de representación desde el punto de vista del derecho civil, pero hay que
recordar que muchas instituciones jurídicas de este derecho a lo largo del
tiempo se han ido trasladando al campo del derecho público y social. Y ya
en este derecho, el público, la representación no ha aportado elementos
suficientes para desvincular sus elementos fundamentales y a los que he
hecho referencia. Visto así el concepto, la representación política no es más
que una quimera dentro del derecho mexicano por las siguientes razones:
7. Primera: no existe en la constitución política mexicana la prohibición del
mandato imperativo, que es aquella norma que puede compeler al
representante para que actúe necesariamente a favor de sus
representados, el representante en este sentido realiza los actos que su
partido o facción le ordena sin hacer averiguaciones respecto al sentir de
sus representados, los que por otra parte, no tienen mecanismos jurídicos
para obligar al representante a actuar o tomar una decisión específica.
Entre ellos, al carecerse de dicha normatividad los desvincula por completo.
El ciudadano vota y desaparece del marco de actuación del elegido. Por
ello es importante que se construya un marco legal que los vincule de
alguna forma, esa vinculación puede darse en la rendición de cuentas como
ejercicio periódico y en la revocación del mandato como sanción al
incumplimiento de obligaciones. Aclaro que en ningún sistema político del
mundo occidental existe una plena representación en la cual el votante
mantenga el control de las decisiones del representante, pero sí existe el
control por medio de la rendición de cuentas, sobre todo en los sistemas en
que se permite la reelección.
8. Segunda. En el sistema electoral mexicano con un solo voto de diferencia
se puede ganar una elección y, de hecho en los últimos años hemos sido
testigos de elecciones muy parejas donde las diferencias porcentuales son
mínimas. ¿Qué sucede con los electores que no votaron por el candidato
ganador y, como considerar a aquellos que anularon su boleta o a los que
no se presentaron a votar en la casilla? ¿Quién los representa? Si el voto
es el método para legitimar la representación en consecuencia los antes
citados al parecer carecen de representación. Esta tesis pudiera ser falsa
en sentido jurídico ya que las leyes electorales legitiman al vencedor con
los votos emitidos en la elección, pero en sentido político se carecerá de la
legitimación suficiente para abrogarse el epíteto de representante, además
de ser una condición presuntuosa. Cito por ejemplo el caso de la última
elección presidencial, en la cual la diferencia fue tan poca que el candidato
perdedor se autodenominó como “legitimo” arguyendo fraude y sus
seguidores lo ungieron como tal; otro caso se presenta en las elecciones
donde el número de votos es tan escaso que resulta risible decir que el
candidato ganador es representante de todos los potenciales electores
establecidos en el padrón electoral. Es indispensable en este caso,
modificar la legislación electoral permitiendo la segunda vuelta en caso de
no obtenerse un porcentaje mayor al 50% de los votos, con ello se
corregiría en parte la problemática descrita, entre otras reformas posibles.
9. Tercera.
En nuestro sistema jurídico-político existe claramente un
monopolio de los partidos políticos en la obtención del poder público. Los
electores sólo elegimos a quienes los partidos han decidido presentar como
candidatos y ello ha colaborado al hartazgo ciudadano ante la falta de
oportunidades para el acceso al poder público. Los partidos, por desgracia,
se han convertido en feudos de poder que no permiten la rotación de sus
liderazgos, han cooptado para sí las vías de comunicación para con los
ciudadanos. Por ello vemos elección tras elección que la cultura del
“saltimbanqui” es la regla general ante el asombro de todos y el desprecio
de la mayoría. Un sistema político representativo por supuesto que no debe
permitir tal situación, daña la incipiente democracia y retrasa la movilidad
natural de liderazgos que debe haber en todo organismo político. Es
imperativo que exista la posibilidad de las candidaturas ciudadanas; la
sociedad es capaz de presentar por sí misma una o varias candidaturas
que puedan y tengan la capacidad real de obtener el poder, además sería
un acicate para los partidos en presentar candidatos idóneos y con
presencia popular y no, como hasta ahora, en la mayoría de los casos, a
personas impresentables tanto en su versión como políticos y como entes
morales.
10. Mucho hay que decir del sistema representativo, en lo particular sostengo
que este sistema con las características y defectos que someramente
expongo en este trabajo, no merece el epíteto de “representativo”, puesto
que su función de representación es escasa y en algunos caso nula. La
democracia o mejor dicho es esbozo democrático con el que contamos
debe hacer esfuerzos por mejorar y tratar de que los representantes
populares en sus diferentes versiones –facultades y atribuciones- se
conviertan en verdaderos agentes del interés ciudadano, sólo así la
república podrá estar en condiciones de contribuir al desarrollo de lo que
hoy damos por sentado como democracia.
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