Número de registro: 18822 Novena Época Instancia: Tribunales

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AMPARO DIRECTO 15184/2004.
Número de registro: 18822
Novena Época
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
Tomo: Tomo XXI, Mayo de 2005
Página: 1280
AMPARO DIRECTO 15184/2004. BANCA SERFÍN, S.A., INSTITUCIÓN DE BANCA
MÚLTIPLE, GRUPO FINANCIERO SERFÍN.
CONSIDERANDO:
QUINTO. Antes de entrar al examen de los conceptos de violación, es pertinente señalar que
por escrito de primero de noviembre de dos mil cuatro, la tercera perjudicada Edna Álvarez
Sánchez, al expresar alegatos, solicita que se sobresea en el juicio de amparo, por no existir
violación alguna a las garantías individuales de la institución bancaria quejosa, y emite
diversos razonamientos que ven al fondo del asunto.
En el caso, no procede el sobreseimiento del asunto por las razones que vierte la tercera
perjudicada, dado que dichos alegatos ven al fondo del asunto, y, por ende, se deberá dar
respuesta a los motivos de inconformidad de la quejosa, para culminar con el dictado de una
sentencia en la que se niegue o conceda el amparo, toda vez que la tercera perjudicada no
invoca en concreto alguna causa de improcedencia prevista dentro del artículo 73, de la Ley
de Amparo y como este Tribunal Colegiado no advierte que se actualice alguna de ellas, se
procede al análisis de fondo del amparo.
En el primer concepto de violación la sociedad bancaria quejosa cuestiona la legitimidad de
la tercerista, bajo el argumento de que como la Sala responsable asumió plenitud de
jurisdicción, tenía la obligación de examinar de oficio la legitimidad de las partes y al no
hacerlo transgredió en su perjuicio la tesis del rubro: "LEGITIMACIÓN ACTIVA EN LA
CAUSA. ES UNA CONDICIÓN NECESARIA PARA LA PROCEDENCIA DE LA
ACCIÓN Y SÓLO PUEDE ANALIZARSE DE OFICIO POR EL JUZGADOR AL
MOMENTO DE DICTAR SENTENCIA."; que en el caso la tercerista carece de
legitimación, porque exhibió un documento privado que no se reconoció expresamente, ni se
corroboró con prueba alguna, por lo que la tercería que entabló debió declararse
improcedente.
No asiste razón a la institución bancaria quejosa. En efecto, la Suprema Corte de Justicia de
la Nación, al resolver la contradicción de tesis entre las sustentadas por el Segundo Tribunal
Colegiado del Décimo Segundo Circuito y el Segundo Tribunal Colegiado en Materia Civil
del Séptimo Circuito, sentó el criterio de que la tercería excluyente de dominio es un medio
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de defensa que tiene la persona a quien se le ha embargado indebidamente un bien de su
propiedad en un juicio al que es ajena y que se hace valer con el propósito de acreditar que se
tiene mejor derecho sobre dicho bien, a fin de sustraerlo de la ejecución que lo afecta; esto es,
que al probarse plenamente que el tercero es el propietario de ese bien, el tribunal deberá
levantar el embargo que exista sobre el mismo y ordenar que le sea devuelto a dicho tercero;
que por ello, el propietario de la cosa puede acceder a la defensa de la misma mediante la
promoción de la tercería excluyente de dominio, en virtud de que cuenta con la legitimación
activa que le otorga la ley para realizarlo, pues únicamente él es quien puede probar
plenamente la titularidad del derecho de propiedad.
De ahí que si la ahora tercera perjudicada María Edna Álvarez Sánchez se ostentó como
propietaria del bien inmueble materia de la tercería, es evidente que tiene legitimación activa
para promover la tercería.
Sirve de apoyo a lo anterior, por el espíritu que la rige, la tesis de jurisprudencia del Pleno de
la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que con el número 1a./J. 108/2001, aparece
publicada en la página 181, del Tomo XIV, de la Novena Época, del Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, que a la letra dice:
"TERCERÍA EXCLUYENTE DE DOMINIO. EL USUFRUCTUARIO CARECE DE
LEGITIMACIÓN ACTIVA PARA PROMOVERLA (ARTÍCULOS 1367 DEL CÓDIGO
DE COMERCIO Y 612 DEL CÓDIGO DE PROCEDIMIENTOS CIVILES DEL ESTADO
DE SINALOA). Dentro de nuestro derecho positivo, la tercería excluyente de dominio es un
medio de defensa que tiene la persona a quien se le ha embargado indebidamente un bien de
su propiedad en un juicio al que es ajena y que se hace valer con el propósito de acreditar que
se tiene mejor derecho sobre dicho bien, a fin de sustraerlo de la ejecución que lo afecta; esto
es, que al probarse plenamente que el tercero es el propietario de ese bien, el tribunal deberá
levantar el embargo que exista sobre el mismo y ordenar que le sea devuelto a dicho tercero.
En esa medida, como el requisito de procedibilidad de la tercería excluyente de dominio,
previsto en el artículo 1367 del Código de Comercio, de similar redacción del diverso 612 del
Código de Procedimientos Civiles del Estado de Sinaloa, radica en que la acción relativa
debe fundarse justamente en el dominio que sobre los bienes en cuestión o sobre la acción
que ejercita alegue el tercero, resulta incuestionable que la persona que promueva ese medio
de defensa deberá ostentar la propiedad de los bienes objeto de la afectación. Ante esa
premisa, resulta lógico establecer que el usufructuario de un bien carece de legitimación
activa para promover la acción de tercería excluyente de dominio, ya que al través del
derecho real de usufructo no adquiere la propiedad o dominio del mismo ius abutendi, sino
sólo los derechos de usar el bien usufructuado ius utendi, y el de aprovecharse de los frutos
ius fruendi, los cuales no resultan idóneos para legitimar su pretensión."
No se soslaya que lo relativo a la eficacia probatoria del título en que se fundó la tercería es
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una cuestión de fondo que se debe examinar para determinar la procedencia o improcedencia
de la tercería, y de cuyo estudio se hará cargo este cuerpo colegiado con posterioridad, pero
no para la legitimación en la causa, pues para ello basta que quien promueve se ostente como
propietario del bien.
En el segundo concepto de violación el banco quejoso alega que la Sala responsable no hizo
un examen cuidadoso de los documentos que exhibió la tercerista, en especial del contrato
privado de compraventa que sólo reconoció la ejecutada en el juicio natural, pero no la
impetrante de garantías por no haber intervenido en esa transacción; que dicho tribunal no
fundó ni motivó de manera legal, las razones que justifican su conclusión en el sentido de que
un documento privado proveniente de tercero, se perfecciona con otros documentos privados
también de fecha incierta. Enseguida cuestiona las copias del procedimiento que se ventiló
ante la Procuraduría Federal del Consumidor y que exhibió la tercerista en copia simple al
carbón, bajo el argumento de que carecen de valor probatorio. Agrega, que la propiedad de
un bien inmueble tiene que demostrarse fehacientemente y no de manera presuncional, como
lo hizo el tribunal de alzada en violación a la tesis del rubro: "DOCUMENTOS. LA FALTA
DE OBJECIÓN A LOS, NO LES GENERA EFICACIA PROBATORIA DE LA QUE
CAREZCAN.". Sigue diciendo la sociedad impetrante de garantías, que en nada beneficia el
reconocimiento del ejecutado en el juicio natural, porque resulta obvio que a él le beneficia la
promoción de la tercería; que por el contrario, se trata de documentos que nunca aceptó, ni
admitió, ni reconoció el hoy quejoso, ya que no participó en ellos y tampoco los elaboró y,
por ende, sólo surten efectos entre quienes los elaboraron y no entre terceros, cita en apoyo
de lo alegado las tesis de los rubros: "TERCERÍA EXCLUYENTE DE DOMINIO. EL
CONTRATO PRIVADO DE COMPRAVENTA PARA ACREDITAR LA PROPIEDAD
DEL BIEN EMBARGADO, ES INEFICAZ SI NO SE ENCUENTRA INSCRITO EN EL
REGISTRO PÚBLICO DE LA PROPIEDAD." e "INTERÉS JURÍDICO EN EL AMPARO.
EL DOCUMENTO PRIVADO DE FECHA INCIERTA NO ES SUFICIENTE PARA
DEMOSTRARLO, AUN EN EL SUPUESTO DE QUE NO FUESE OBJETADO."
No asiste razón al impetrante del amparo.
Debe decirse en principio, que la tercerista María Edna Álvarez Sánchez, en los hechos de su
demanda señaló que por contrato privado de compraventa de treinta de junio de mil
novecientos noventa y nueve, adquirió de Constructora e Inmobiliaria San Alberto, Sociedad
Anónima de Capital Variable, la casa habitación construida sobre el lote ocho, de la calle
Ingeniero Jesús Manuel Tapia, sujeto al régimen de propiedad en condominio del conjunto
Arboleda San Antonio, ubicado en el lote uno, resultante de la subdivisión del terreno
denominado San Andrés, sito en la calle de Centenario sin número, Municipio de Chiautla,
Distrito de Texcoco, Estado de México, es decir, fundó su derecho de propiedad en un
contrato privado de compraventa.
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Ahora bien, debe decirse que es sabido que el documento privado no prueba su origen, como
lo prueba el público. De ahí se sigue el principio de que se puede impugnar la eficacia de ese
tipo de documentos mediante la impugnación o el desconocimiento. En ese supuesto, deberá
perfeccionarse el valor del documento con otros medios de convicción.
El documento privado tendrá fuerza probatoria cuando exista el reconocimiento expreso o
tácito, o cuando haya sido comprobada la autenticidad de la firma. En esta hipótesis, dicho
documento hace tanta fe como el documento público. No obstante, en determinados casos
existe una sola diferencia entre la eficacia probatoria del instrumento público y de la escritura
privada: la concerniente a la fecha.
En el instrumento público la fecha debe reputarse verdadera, mientras no haya una objeción
de falsedad que se acredite debidamente, puesto que la fijación de la fecha es obra exclusiva
del funcionario público, pero el documento privado es obra de las partes, las que incluso
pueden ponerse de acuerdo para antedatar o estampar una fecha posterior a la verdadera, y
por lo mismo no puede hacer igual fe.
Por lo que hace a la eficacia probatoria de la fecha en un documento privado, cabe distinguir
entre las partes y los terceros. Entre las partes, esto es, entre las personas que intervinieron en
el acto jurídico consignado en la escritura privada, y por extensión a sus representantes y
herederos, la fecha se reputa verdadera mientras no se demuestre su falsedad. Al efecto, son
admisibles todos los medios de prueba, en el entendido de que no se trata de negar que la
fecha que en la escritura aparece fue o no puesta por las partes o por alguna de ellas, sino que
se trata de negar que la fecha consignada en la escritura corresponde a la verdadera.
En relación con los terceros, la fecha contenida en el documento privado carece de toda
fuerza probatoria, si no es cuando se haya hecho cierta por los modos indicados por la ley, o
por otros equivalentes capaces de eliminar la sospecha de una fecha falsa, esto es, anterior o
posterior a la verdadera.
Debe decirse que conforme a lo dispuesto por el artículo 2034, fracción III, del Código Civil,
y la jurisprudencia del rubro: "DOCUMENTOS PRIVADOS, FECHA CIERTA DE LOS.",
los hechos que hacen cierta la fecha son: la inscripción en el Registro Público de la
Propiedad, lo que se entiende, en atención a que verificándose el registro con la anotación del
documento otorgado en los registros públicos del funcionario respectivo, es eficaz garantía de
que existía la escritura privada al tiempo en que se registró; la entrega del documento a un
funcionario público en razón de su oficio; y la muerte de cualquiera de los que lo firmen,
porque es evidente que en tal caso el documento no podrá tener fecha posterior a la de la
muerte.
Sin embargo, la circunstancia de que el documento privado en sí no deba considerarse de
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fecha cierta, no veda a quien lo exhibe su derecho a acreditar, por cualquier otro medio, la
certeza, con la pertinente aclaración de que los hechos deben ser tales, que de ellos surja
como consecuencia necesaria la existencia de la escritura al tiempo en que se verificaron. Lo
anterior, conforme a la tesis del Tercer Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer
Circuito, que este cuerpo colegiado comparte, visible en la página 561, del Tomo XIII, junio
de 1994, de la Octava Época, del Semanario Judicial de la Federación, cuyo texto es del tenor
siguiente:
"DOCUMENTOS PRIVADOS. FECHA CIERTA DE LOS, CASOS EN QUE ES
NECESARIA LA. En determinados casos existe una sola diferencia entre la eficacia
probatoria del instrumento público y de la escritura privada: la concerniente a la fecha. En el
instrumento público la fecha debe reputarse verdadera, mientras no haya una objeción de
falsedad que se acredite debidamente, puesto que la fijación de la fecha es obra exclusiva de
un funcionario público; pero en la escritura privada es obra de las partes, las que incluso
pueden ponerse de acuerdo para antedatar o estampar una fecha posterior a la verdadera, y
por lo mismo no puede hacer igualmente fe. Al respecto, por lo que hace la eficacia
probatoria de la fecha en un documento privado, cabe distinguir entre las partes y los
terceros. Entre las partes, esto es, entre las personas que intervinieron en el acto jurídico
consignado en la escritura privada, y por extensión a sus representantes y herederos, la fecha
se reputa verdadera mientras no se demuestre su falsedad. En relación con los terceros, la
fecha contenida en el documento privado carece de toda fuerza probatoria, si no es cuando se
haya hecho cierta por los modos indicados por la ley, o por otros equivalentes capaces de
eliminar la sospecha de una fecha falsa, esto es, anterior o posterior a la verdadera. Entre esos
terceros quedan comprendidos los causahabientes que en virtud de la escritura de fecha
anterior a su adquisición de un derecho real o equiparado al real, resentirían un perjuicio, y
que por ende, están interesados en pretender la certeza de la fecha; así como los acreedores
quirografarios, dado que ejercitan un derecho propio, como sucede cuando impugnan un acto
realizado en fraude de sus derechos, lo que se confirma por el hecho de que cuatro de los
precedentes que conforman la jurisprudencia número 131 del Apéndice al Semanario Judicial
de la Federación, Cuarta Parte, de 1917-1985, visible en la página 379, con el rubro:
‘DOCUMENTOS PRIVADOS, FECHA CIERTA DE LOS.’, se dictaron en un
procedimiento de tercería excluyente de dominio."
Por esa razón, es legal la consideración del tribunal de alzada en el sentido de que, en el caso,
se presentaron diferentes elementos que permiten concluir la fecha cierta del contrato que
exhibió la tercerista, pues como ya se dijo, cuando un documento no es de fecha cierta, quien
lo exhibe puede, por cualquier otro medio, demostrar su certeza.
En el caso, como correctamente lo advirtió el tribunal de alzada, la tercerista ofreció como
pruebas de su parte, entre otras, las siguientes:
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Documental privada, consistente en el contrato privado de compraventa de treinta de junio de
mil novecientos noventa y nueve, celebrado entre Constructora e Inmobiliaria San Alberto,
S.A. de C.V. y la tercerista.
Un recibo de pago expedido por la demandada Constructora e Inmobiliaria San Alberto,
Sociedad Anónima de Capital Variable, por concepto del primer pago del enganche a cuenta
del precio pactado en el contrato privado de compraventa.
Ocho recibos de pago del impuesto predial correspondientes a los de mil novecientos noventa
y seis a dos mil tres a nombre de la tercerista.
Recibo de pago del impuesto de traslado de dominio de fecha veinticinco de septiembre de
dos mil uno y la declaración de dicho pago.
Carta de la inmobiliaria de veintidós de junio de dos mil uno, donde le hace saber a la
compradora, hoy tercerista, el descuento que le hará sobre el precio del inmueble por
materiales no usados.
Carta de la inmobiliaria de doce de octubre de dos mil, donde le propone a la compradora un
nuevo esquema de pago.
Carta donde la vendedora le comunica a la hoy tercerista que está próxima la fecha de
escrituración y los pasos a seguir.
Carta de la inmobiliaria donde le hace saber a la compradora el adeudo que tiene y le ofrece
tramitarle un crédito hipotecario.
Documental privada, consistente en la carta de cinco de diciembre de dos mil uno, a través de
la cual la inmobiliaria ejecutada le informa a la compradora que se le concedió un plazo para
liquidar la deuda que tiene con el banco, ahora ejecutor, y que en enero o febrero de dos mil
dos le hará saber la fecha de la escrituración.
Comunicado de quince de diciembre de dos mil uno, donde le informa a la compradora que la
escrituración tendrá lugar con el notario que ella elija.
Carta de la constructora de veintinueve de enero de dos mil dos, donde le hace saber que la
escritura de compraventa podrá firmarse en la primera o segunda semana de febrero de ese
mismo año.
Carta suscrita por la ahora tercerista donde le pide a la constructora que le informe el nombre
del banco y de las personas a quienes debe dirigirse para que le informen de la situación
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hipotecaria del inmueble que adquirió.
La confesión a cargo del apoderado del banco, hoy solicitante del amparo.
Es pertinente señalar, como lo advirtió el tribunal de alzada, que el banco ahora quejoso
objetó las pruebas documentales que exhibió la tercerista pero sólo en cuanto a su alcance y
valor probatorio, argumentando al efecto que: "... desde este momento objeto todas y cada
una de las pruebas documentales que exhibe la tercerista en cuanto al alcance, valor
probatorio y hechos que dice acredita, en virtud de que con cada una de ellas pretende
demostrar todos los hechos de su demanda, siendo esto falso, cada una tiene una
característica específica e independiente a las demás, así las que ha identificado en sus
apartados A, B, C, D, E, F, G, H, I, J, K y N, se trata de documentos que carecen de fuerza y
eficacia intrínseca dada su naturaleza, y por ser documentos elaborados sin consentimiento,
conocimiento e intervención de mis apoderados ... Por lo que se refiere a las pruebas que
marca con las letras L, M, Ñ y O, que pretende la tercerista, y menos aún la propiedad del
bien inmueble que pretende excluir ..."
Por su parte, Constructora e Inmobiliaria San Alberto, Sociedad Anónima de Capital
Variable, no objetó las pruebas, por el contrario al dar contestación a la demanda entablada
en su contra reconoció la celebración del contrato de compraventa que se exhibió al
manifestar lo siguiente: "... desde el momento en que se celebró dicho contrato de
compraventa quedó perfectamente establecido que el inmueble objeto de esta tercería estaba
hipotecado a favor de la actora, y que ésta le había otorgado a mi mandante un crédito puente
para construir el conjunto habitacional denominado ‘Arboleda San Antonio’, y que se tiene la
obligación de finiquitarlo en sus términos ...", reconocimiento que, contra lo que sostiene el
banco quejoso, no beneficia a los intereses de la constructora ejecutada, sino por el contrario
le perjudica al tener que responder por el adeudo que se le reclama en el juicio origen de la
tercería, con bienes diferentes al inmueble de la tercerista.
Ahora bien, como legalmente lo razonó el tribunal de alzada, de una valoración conjunta de
las pruebas, conforme a la lógica y a la experiencia, tal como lo ordena el artículo 402 del
Código de Procedimientos Civiles, se concluye que con las documentales y demás medios de
convicción que aportó la tercerista, demostró la celebración del contrato privado de compra
venta base de la acción.
Así es, la constructora enjuiciada al dar respuesta a la demanda entablada en su contra
reconoció expresamente la celebración de la compraventa, es decir, que el bien inmueble
salió de su patrimonio; y si bien es cierto que la institución de crédito, ahora quejosa, objetó
el contrato de compraventa base de la tercería, también lo es que esa objeción no resulta
suficiente para desvirtuar el hecho de la compraventa, ya que la objeción de mérito la hizo
depender de la circunstancia de que no participó en ese contrato de compraventa, por lo que
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es extraña a tal documento.
Asimismo, con los recibos de pago mediante los cuales María Edna Álvarez Sánchez realizó
diversos pagos a la constructora con motivo de la compraventa y con las diversas
comunicaciones que suscribió dicha constructora se robustece el hecho de la celebración de la
compraventa, anterior al embargo, ya que sería ilógico pensar que no existiendo un contrato,
la tercerista hubiese hecho pago del precio y que la inmobiliaria vendedora estuviese
dispuesta a formalizar ese contrato privado, a través del otorgamiento de la escritura pública.
En esa virtud es procedente la tercería excluyente de dominio, pues existe certeza en cuanto a
que el contrato de compraventa se celebró el treinta de junio de mil novecientos noventa y
nueve, y por eso, dicho derecho real debe prevalecer sobre el embargo referido.
Cabe destacar que la Sala responsable también consideró que tanto el ejecutante, como la
ejecutada y la tercerista, reconocieron que el adeudo que originó el juicio principal deriva de
un contrato de crédito puente, en donde el crédito se otorgó para la construcción de viviendas
que serían destinadas a la venta; que esa situación no podía desconocerse y debía tomarse en
cuenta, en el sentido de que dada la naturaleza del crédito referido, es lógico, natural y
altamente probable que la constructora haya celebrado contratos mediante los cuales vendía
las viviendas motivo de la controversia y que en esos términos existe una presunción humana
que favorece los intereses de la tercerista y que se funda en un hecho cierto, a saber, el
contrato celebrado entre la institución de crédito y la constructora, lo que apunta a tener por
cierto el contrato que presenta la tercerista.
Esas consideraciones del tribunal de alzada, no las impugna la institución bancaria solicitante
del amparo, por lo que se mantienen vivas para seguir rigiendo el sentido de la sentencia
reclamada.
Tampoco se soslaya que en la audiencia de veintiuno de abril de dos mil cuatro, se tuvo por
confeso al banco de las posiciones que se calificaron de legales por no haber comparecido al
desahogo de la confesión a su cargo, entre ellas de la relativa a que tuvo conocimiento de la
compraventa celebrada entre la inmobiliaria y la tercerista.
A dicha confesión el tribunal de alzada le concedió pleno valor probatorio para tener por
demostrado que la institución de crédito ahora quejosa conocía que el inmueble motivo de la
tercería había salido del patrimonio de su deudora, por lo que dijo dicho tribunal, no podía
considerarse válido el embargo, ya que a la ejecutante no podía considerársele como tercera
de buena fe al momento del embargo.
La anterior consideración no la impugna el banco quejoso, por lo que se mantiene viva para
regir el sentido de la sentencia reclamada.
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No es óbice a lo razonado, que la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
al resolver la contradicción de tesis número 52/97, entre las sustentadas por el Segundo y
Primer Tribunales Colegiados, ambos del cuarto circuito, y que dio origen a la tesis de
jurisprudencia del rubro: "INTERÉS JURÍDICO EN EL AMPARO, INEFICACIA DEL
CONTRATO PRIVADO DE COMPRAVENTA DE FECHA INCIERTA, PARA
ACREDITARLO.", haya considerado que tratándose de documentos privados en los que se
hace constar un acto traslativo de dominio, para que tengan eficacia probatoria y surtan
efectos contra terceros requieren ser de fecha cierta, lo que según ese supremo tribunal ha
estimado, ocurre a partir del día en que se celebran ante fedatario público o funcionario
autorizado, o son inscritos en el Registro Público de la Propiedad de su ubicación, o bien, a
partir de la muerte de cualquiera de los firmantes y que la circunstancia de ser de fecha
incierta, imposibilita a determinar si todo reclamo que sobre esos bienes realicen terceros, es
derivado de actos anteriores o posteriores a la adquisición del bien litigioso.
Lo anterior es así, habida cuenta que dicho criterio se refiere a cuando los propios
documentos no reúnen esos requisitos o características, pero no impide que la fecha cierta se
demuestre a través de otras probanzas capaces, como ya se dijo, de eliminar la sospecha de
una fecha falsa, como en la especie sucedió.
En esa tesitura, el tribunal de alzada no transgredió en perjuicio del banco quejoso las tesis
que cita en el concepto de violación que se examina, de los rubros: "TERCERÍA
EXCLUYENTE DE DOMINIO. EL CONTRATO PRIVADO DE COMPRAVENTA PARA
ACREDITAR LA PROPIEDAD DEL BIEN EMBARGADO, ES INEFICAZ SI NO SE
ENCUENTRA INSCRITO EN EL REGISTRO PÚBLICO DE LA PROPIEDAD." e
"INTERÉS JURÍDICO EN EL AMPARO. EL DOCUMENTO PRIVADO DE FECHA
INCIERTA NO ES SUFICIENTE PARA DEMOSTRARLO, AUN EN EL SUPUESTO DE
QUE NO FUESE OBJETADO.", pues como ya se puso de manifiesto, la certeza de la
celebración del documento, se obtuvo de otros medios probatorios.
Y si bien es cierto que dichos documentos privados son pruebas que no gozan, por sí mismas,
de la presunción de autenticidad, también es verdad que, adminiculados con otros, adquieren
pleno valor probatorio.
También es infundado en una parte e inoperante en otra, lo que sostiene la institución
bancaria solicitante del amparo en el concepto de violación tercero, en el sentido de que la
sentencia reclamada es violatoria de sus garantías, así como de lo dispuesto por los artículos
1373 del Código de Comercio y 659 del Código de Procedimientos Civiles, porque la Sala
responsable dejó de atender su defensa relativa a que el bien inmueble materia de la
controversia está gravado en primer lugar por una hipoteca a favor de la hoy quejosa, la cual
se constituyó para garantizar el mutuo con interés que se consignó en el contrato relativo; que
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por esa razón, la mencionada empresa constructora debía solicitar el consentimiento de la
institución de crédito para realizar la venta de dicho inmueble; que la autoridad responsable
no valoró correctamente las pruebas aportadas por la tercerista, ya que en el hecho tres de su
demanda confesó conocer la hipoteca a favor de la hoy quejosa desde que adquirió dicho
inmueble, por lo que al existir su consentimiento respecto de dicho gravamen, es procedente
la excepción de falta de acción y derecho planteada por la institución de crédito; que la Sala
responsable viola también en su perjuicio lo dispuesto por los artículos 2051 y 2894 del
Código Civil, porque no se acreditó de manera fehaciente el consentimiento de la hoy
impetrante de garantías en la venta del inmueble materia de la litis, por lo que tal venta es un
acto de mala fe no oponible a la hoy quejosa; que la Sala responsable realizó una
interpretación errónea al considerar que se acreditó que el bien inmueble materia de la litis
salió del patrimonio del deudor antes del embargo, ya que pasó por alto que la constructora se
obligó a poner en conocimiento de la institución de crédito la transmisión a un tercero de la
propiedad del bien inmueble materia de la controversia; por lo que tal contrato es un hecho
ilícito que sólo surte efectos jurídicos entre los contratantes; que tales argumentos los expuso
como defensa al contestar la tercería y de ello no se ocupó la Sala responsable; que se está
ante la figura jurídica de la causahabiencia, porque la tercerista adquirió el bien inmueble
sujeto a hipoteca y esto no fue objeto de estudio por parte de la autoridad responsable, no
obstante que en su escrito de contestación a la tercería, en su defensa marcada con el inciso
c), señaló que oponía como defensas todas aquellas que derivaran de su escrito de
contestación; que en esas circunstancias la tercería interpuesta resulta improcedente, ya que
se debe considerar a la tercerista como causahabiente de Constructora e Inmobiliaria San
Alberto, Sociedad Anónima de Capital Variable.
Por cuestión de método, se examina lo alegado en el sentido de que la Sala responsable dejó
de atender la defensa que la quejosa opuso en el juicio natural, consistente en que el inmueble
se encuentra gravado con una hipoteca.
Es fundada, pero inoperante, la omisión alegada. Lo fundado radica en que de la lectura de la
sentencia reclamada, se advierte que el tribunal de alzada al examinar las excepciones y
defensas que opuso el banco, hoy quejoso, se limitó a considerar:
"Las excepciones indicadas resultan infundadas en razón de que, como se ha señalado, para la
procedencia de la exclusión del embargo no es menester que el título en que se funda la
tercería se encuentre inscrito, sino basta con acreditar la traslación del dominio, esto es, que
el bien ya no forma parte del patrimonio del deudor, y que dicha traslación se efectúo con
anterioridad al embargo, siendo esto suficiente para declarar acreditada la acción del
tercerista. En obvio de inútiles repeticiones se remite a la ejecutante a las consideraciones
arriba establecidas."
Como se aprecia de la anterior transcripción, el tribunal de alzada nada dijo en torno a lo
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alegado en el sentido de que el inmueble en litigio aparece gravado con una hipoteca.
Lo inoperante se da, porque aun cuando se conceda el amparo para el efecto de que la Sala
responsable repare la omisión en que incurrió, a nada práctico conduciría, ya que no
cambiaría el sentido de la sentencia reclamada.
En efecto, de la lectura del contrato privado de compraventa base de la acción, se advierte
que nada se dijo en torno a la hipoteca que grava el inmueble en litigio, por ello es inexacto
que la ahora tercera perjudicada haya consentido la constitución del gravamen.
Y si bien es cierto que en el hecho tres de la demanda, la tercerista manifestó que tenía
conocimiento de la hipoteca que grava el inmueble materia de la tercería, también es verdad
que dijo que ese conocimiento fue con posterioridad a la celebración del contrato base de la
tercería.
Pero aun considerando que la tercerista haya consentido la hipoteca que pesa sobre el
inmueble, ello en nada impide que se declare procedente la tercería interpuesta.
Así es, el objeto de la tercería que promovió María Edna Álvarez Sánchez, fue el oponerse al
embargo que se trabó en el juicio ejecutivo mercantil seguido por la ahora quejosa contra
Constructora e Inmobiliaria San Alberto, Sociedad Anónima de Capital Variable y otros.
Ahora bien, si como en el caso, la ejecutada en el juicio de donde deriva la tercería se
constituyó deudora, en mutuo, por determinada cantidad cuyo pago garantizó con hipoteca,
debe decirse que la operación de mutuo constituye una obligación personal, y la garantía
hipotecaria una obligación real sobre el inmueble hipotecado; de manera que el acreedor
adquirió dos derechos y dos acciones para el ejercicio de ellos; una acción personal para
cobrar la cantidad adeudada, y otra acción real sobre la finca hipotecada, para pagarse con su
importe.
Ciertamente, mediante la hipoteca el acreedor constituye una garantía real, que en caso de
incumplimiento del deudor, el adeudo se cubre con el bien hipotecado; así, la garantía para la
satisfacción del crédito se encuentra constituida desde antes del ejercicio de la acción
hipotecaria y, conforme a lo previsto en los artículos 470 y 484 del Código de
Procedimientos Civiles para el Distrito Federal, los efectos de la admisión de dicho
procedimiento son la anotación de la demanda en el Registro Público de la Propiedad a fin de
que no pueda verificarse en la finca hipotecada ningún embargo, toma de posesión, diligencia
precautoria o cualquier otra que entorpezca el curso del juicio, sino en virtud de sentencia
ejecutoriada relativa a la misma finca, debidamente registrada y anterior en fecha a la
inscripción de la referida demanda o en razón de providencia precautoria solicitada ante el
Juez por el acreedor con mejor derecho, en fecha anterior a la de inscripción de la demanda;
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todo ello a fin de evitar que se violen los derechos adquiridos por el actor, garantizando con
ello la prelación en el pago al acreedor con esa garantía real.
Lo anterior no acontece en los juicios ejecutivos, pues en ellos la garantía no se constituye
hasta que el procedimiento se inicia mediante el embargo sobre bienes del deudor, sin que el
acreedor adquiera un derecho real sobre los bienes embargados, dado que la acción ejercitada
es de carácter personal.
Por ello, si la acción ejecutiva personal se diferencia de la acción real hipotecaria, en que el
actor no persigue el inmueble para pagarse con el valor de su venta, sino que tiene por objeto,
afectar un bien (incluso el bien hipotecado) para garantizar con su valor los resultados de una
reclamación judicial, es decir, obtener el pago con cualesquiera de los bienes del demandado,
en cuanto basten para cubrir el importe de su crédito, es irrelevante que en el caso, el bien en
litigio se encuentre gravado con un derecho real de hipoteca, pues como ya se dijo, con la
tercería excluyente de dominio lo que se impugnó fue el embargo que se trabó con motivo de
la acción ejecutiva personal que entabló el hoy banco quejoso contra Constructora e
Inmobiliaria San Alberto, Sociedad Anónima y otros.
Y si el banco quejoso siguió contra su deudor un juicio ejecutivo mercantil en ejercicio de la
acción personal y embargó la misma finca gravada con la hipoteca, esto no quiere decir, que
el tercerista se encuentre ligado a ese derecho real, o sea causahabiente del ejecutado, como
lo señala el banco quejoso, ya que se trata de un juicio ejecutivo mercantil en el que se
ejercitó una acción personal y se secuestró el inmueble hipotecado, como se hubiera podido
embargar cualquier otro bien del deudor.
Estimar lo contrario, es decir, que el embargo no se pueda levantar, porque el inmueble se
encuentra gravado con un derecho real, sería cambiar la litis en el juicio natural, pues ésta
versó sobre el levantamiento del embargo ordenado en el juicio ejecutivo mercantil seguido
por la institución bancaria quejosa contra Constructora e Inmobiliaria San Alberto, S.A. de
C.V. y otros, expediente número 141/2000 y no sobre el derecho real de hipoteca con que
está gravado el bien.
Sirve de apoyo a lo anterior, por el espíritu que la rige, la tesis de la otrora Tercera Sala de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, que aparece publicada en la página 2455, de la Parte
CV, de la Quinta Época, del Semanario Judicial de la Federación, cuyo contenido es el
siguiente:
"MUTUO CON GARANTÍA HIPOTECARIA, ACCIONES NACIDAS DEL. Si el quejoso
se constituyó deudor, en mutuo, por determinada cantidad cuyo pago garantizó con hipoteca,
debe decirse que la operación de mutuo constituye una obligación personal, y la garantía
hipotecaria una obligación real sobre el inmueble hipotecado; de manera que el acreedor
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adquirió dos derechos y dos acciones para el ejercicio de ellos; una acción personal para
cobrar la cantidad adeudada, y otra acción real sobre la finca hipotecada, para pagarse con su
importe. Ahora bien, si el propio acreedor siguió contra el quejoso un juicio ejecutivo
mercantil en ejercicio de la acción personal, y el deudor señaló para el embargo la misma
finca gravada con hipoteca, esto no quiere decir que se trate de un juicio hipotecario
mercantil, sino de un juicio ejecutivo en el que se secuestro la casa hipotecada, como se
hubiera podido embargar cualquier otro bien del deudor. En consecuencia, habiéndose
ejercitado en el juicio una acción personal contra el quejoso, no tiene aplicación el artículo
121 constitucional."
Ahora bien, debe decirse que de una interpretación sistemática de los artículos 1362, 1367 a
1373, 1375 y 1376 del Código de Comercio, se puede inferir válidamente que el
procedimiento en la tercería excluyente de dominio es aquel del que dispone la persona a
quien se le ha embargado indebidamente un bien de su propiedad en un juicio al que es ajena
y que se hace valer con el propósito de acreditar que se tiene derecho de propiedad sobre
dicho bien, a fin de sustraerlo de la ejecución que lo afecta, esto es, que el indicado trámite
tiene por objeto que se declare que el tercero opositor es dueño del bien que está en litigio en
el juicio, que se levante el embargo que ha recaído sobre él y que se le devuelva con todos
sus frutos y accesorios.
En esa tesitura, es legal la consideración de la Sala responsable, en el sentido de que el
embargo no constituye un derecho real sobre los bienes embargados, sino que únicamente
otorga sobre los bienes del deudor un derecho personal que se hace efectivo a través del
secuestro, por lo tanto, para que ese secuestro resulte legítimo debe recaer en bienes del
demandado, pero en el caso, como ya se puso de manifiesto, dicho bien ya había salido del
patrimonio del ejecutado.
No es óbice a la anterior consideración, lo que sostiene el banco quejoso en el sentido de que
Constructora e Inmobiliaria San Alberto, S.A. de C.V., no podía disponer de dicho bien sin su
consentimiento, tal como se pactó en el contrato de apertura de crédito con garantía
hipotecaria, consignado en el testimonio de la escritura pública número 8,974.
Ello es así, porque independientemente de que lo alegado no formó parte de la tercería, ya
que el banco solicitante del amparo, al comparecer a ese procedimiento nada dijo al respecto,
lo cierto es que de la lectura del testimonio que refiere el solicitante del amparo, se advierte
que lo que se pactó en el numeral ocho de la cláusula octava del inciso b), relativo a la
apertura de crédito, fue el vencimiento anticipado de las obligaciones de la parte acreditada,
para el caso de que transmitiere, sin consentimiento previo y por escrito del banco, total o
parcialmente los inmuebles hipotecados, es decir, que esa falta de consentimiento lo único
que acarrearía es que la institución bancaria, hoy quejosa, tuviera el derecho de reclamar
anticipadamente el pago de las obligaciones contraídas, pero no el impedimento de la
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constructora para disponer de los bienes por falta de consentimiento del banco, ni la ilicitud
de la compraventa, como lo alega la solicitante del amparo.
Además, debe decirse que la sola circunstancia de que el bien materia de la tercería se
encuentre gravado con una hipoteca, no requiere, para su venta, del consentimiento por parte
de la institución bancaria, porque conforme a lo dispuesto por el artículo 2894 del Código
Civil para el Distrito Federal, los bienes hipotecados quedan sujetos al gravamen impuesto,
aunque pasen a poder de tercero, lo que implica que el derecho se transmite con el bien
hipotecado, dado que la hipoteca es inseparable del bien sobre el cual recae, y en esa medida
no hace nugatorios los derechos del acreedor hipotecario.
En esa tesitura, no se actualiza la figura de la causahabiencia que invoca el banco quejoso,
fundada en el gravamen de hipoteca, porque como ya se indicó, el juicio de donde deriva la
tercería es un juicio ejecutivo mercantil.
Por último, debe decirse que entre el bien inmueble embargado y el bien que se pretende
excluir sí existe identidad.
En efecto de la razón asentada por el actuario que practicó la diligencia de requerimiento de
pago, embargo y emplazamiento en el juicio ejecutivo mercantil de donde deriva la tercería,
se advierte que el fedatario que practicó y trabó embargo sobre lote número ocho, de la calle
Ingeniero Jesús Manuel Tapia, sujeto al régimen de propiedad en condominio del conjunto
"Arboleda San Antonio", ubicado en el lote uno, resultante de la subdivisión del terreno
denominado "San Andrés" sito en la calle de Centenario sin número, en el Municipio de
Chiautla, Distrito de Texcoco, Estado de México, inmueble que es el mismo que pretende
excluir el tercerista.
Pero además, en el certificado de libertad de gravámenes que exhibió la tercerista se hizo
constar que el lote de terreno número ocho, de la calle Ingeniero Jesús Manuel Tapia, sujeto
al régimen de propiedad en condominio del conjunto "Arboleda San Antonio", ubicado en el
lote uno, resultante de la subdivisión del terreno denominado "San Andrés" ubicado en la
calle de Centenario sin número, en el Municipio de Chiautla, Distrito de Texcoco, Estado de
México, tiene entre otros gravámenes, el siguiente: "Embargo promovido por Banca Serfín,
S.A. 3675 del 17-08-01."
De ahí que entre el bien embargado y el que se pretende excluir, sí hay identidad.
En las relatadas condiciones, y sin que se advierta alguna violación manifiesta de la ley que
hubiera dejado sin defensa a la sociedad bancaria quejosa, que amerite ser suplida en su
beneficio, conforme a lo dispuesto por la fracción VI, del artículo 76 bis de la Ley de
Amparo, lo que procede es negarle la protección constitucional solicitada.
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Por lo expuesto, fundado y con apoyo además en los artículos 76, 77, 78, 79 y 190 de la Ley
de Amparo, se resuelve:
ÚNICO.-La Justicia de la Unión no ampara ni protege a Banca Serfín, Sociedad Anónima,
Institución de Banca Múltiple, Grupo Financiero Serfín, en contra de la sentencia definitiva
dictada el veinte de septiembre de dos mil cuatro, por la Novena Sala Civil del Tribunal
Superior de Justicia del Distrito Federal, en el toca número 944/2004/8, relativo al recurso de
apelación interpuesto contra la sentencia que se dictó en el cuaderno de tercería excluyente de
dominio promovida en el juicio ejecutivo mercantil, expediente número 141/2000, seguido
por la hoy quejosa Banca Serfín, Sociedad Anónima, Institución de Banca Múltiple, Grupo
Financiero Serfín, en contra de Constructora e Inmobiliaria San Alberto, Sociedad Anónima
de Capital Variable, Jardines del Renacimiento, Sociedad Anónima de Capital Variable y
Silverio Valentín Pérez Domínguez.
Notifíquese; con testimonio de esta ejecutoria, devuélvanse los autos y anexos a la autoridad
que los remitió, y en su oportunidad, archívese el expediente como asunto concluido.
Así lo resolvió el Cuarto Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito, por
unanimidad de votos de los Magistrados Gilda Rincón Orta, Marco Antonio Rodríguez
Barajas y Walter Arellano Hobelsberger.
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