ENFOQUE ECONOMICO Año 4, No. 11 Noviembre 2012 El Decreto-Ley 300 y las transformaciones agrícolas en Cuba Por: Dr. Mario A. González Corzo, Profesor e Investigador Facultad de Economia, LEHMAN COLLEGE CITY UNIVERSITY OF NEW YORK (CUNY) Investigador Asociado Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos, Universidad de Miami El pasado 22 de Octubre del 2012 fue aprobado el Decreto-Ley 300, el cual entro en vigencia a partir del 9 de diciembre del mismo año. El objetivo principal de esta medida es perfeccionar el trabajo realizado a partir de la experiencia en la aplicación del Decreto-Ley 259 (2008) con el fin de obtener mejores resultados en la producción de alimentos. En la actualidad, la agricultura es considerada como un sector prioritario dentro del proceso de transformaciones económicas puesto en marcha en Cuba a mediados de 2007. En los últimos años este vital sector de la economía cubana se ha visto afectado por caídas (notables) en la producción física y niveles de productividad relativamente bajos. A finales de 2010, por ejemplo, 18,5% del empleo estaba en la agricultura y la pesca, pero este sector apenas generó 3,5% del Producto Interno Bruto (PIB) del país (Mesa-Lago, 2012), lo cual destaca su bajo nivel de productividad. Esta tendencia es aun mas notable cuando se compara a la agricultura con otros sectores de la economía cubana y con el sector agrícola en otros países (García, 2012). La agricultura cubana esta compuesta fundamentalmente por dos sectores: el sector estatal y el sector no-estatal, los cuales contrastan no solo con relación a las realización de la propiedad, sus relaciones con el Estado, y los mecanismos de coordinación económica por los cuales se rigen, si no también en términos de los rendimientos agrícolas (un indicador de la productividad comúnmente empleado). Con pocas excepciones, los rendimientos agrícolas en el sector no-estatal superan los rendimientos en el sector estatal. También existen diferencias notables entre los tres (3) tipos de entidades productivas que conforman el sector agropecuario noestatal, Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC), Cooperativas de Producción Agropecuaria (CPA) y Cooperativas de Créditos y Servicios (CCS), y productores privados con relación a los rendimientos, la productividad total de los factores (PTF), la tenencia de tierras y el área cultivada (González-Corzo, 2012; Nov, 2012). El desempeño del sector agropecuario cubano también se ha visto afectado por varios factores endógenos. Entre los más destacados se encuentran: dificultades con el sistema estatal de comercialización e intermediación agrícola (Acopio), la inexistencia de mercados de insumos necesarios para suministrar a los productores agrícolas, baja productividad laboral, falta de incentivos materiales (o económicos), precios bajos pagados a los productores por el Estado, falta de autonomía (para que los productores determinen el tipo y cantidad de su producción), restricciones (regulaciones) que interfieren con la capacidad de los productores de vender sus productos directamente a la población (aunque últimamente ha habido ciertos cambios al respecto), la segmentación del mercado de los alimentos y la dualidad monetaria (Nova, 2012; Hagelberg, 2011). Entre los factores externos mas destacables se encuentran el embargo de Estados Unidos, el cual limita el acceso directo de Cuba a fuentes de capital externas y las afectaciones climáticas, principalmente huracanes y sequias. En 2008, solamente, tras el paso de cuatro (4) huracanes que azotaron a la Isla entre Septiembre y Octubre (Fay, Gustav, Ike y Paloma), la producción de plátanos cayó 23%; la de cítricos y tabaco en rama, 16%; maíz, 12%; azúcar, 7% y hortalizas 6% (Mesa-Lago, 2012). La perdida de casi un tercio (30%) de las cosechas resultó en un agudo desabastecimiento en los mercados agropecuarios a finales de 2008, agravado por el aumento de los precios del combustible (60% o mas en algunos casos), la acaparación por parte de algunos sectores y los “desvíos” de la producción (Mesa-Lago, 2012). Aunque esta situación mejoró a finales de ese año, Cuba se vio obligada a desembolsar mayores cantidades de divisas para cubrir el costo de las importaciones de alimentos y el costo total de las afectaciones climáticas fue de alrededor de unos $10.000 millones USD, equivalente a una quinta parte del PIB (Mesa-Lago, 2012). En 2009 y 2010, en parte como resultado de la distribución de tierras estatales ociosas a productores noestatales (cooperativas y agricultores privados), alzas en los precios que paga el Estado por algunos productos agrícolas y otras medidas, la producción en algunos renglones del sector agropecuario cubano registró pequeñas mejoras (o incrementos). Sin embargo, en la mayoría de estos los niveles de producción y los rendimientos agrícolas aun son significativamente inferiores a los niveles registrados en 1989 (Mesa-Lago, 2012). Meses después de la ratificación de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución en Abril de 2011 se llevo a cabo el “Balance del Uso de la Tierra” el cual fue actualizado en Junio de 2012 y sirvió para conocer el uso de la superficie agrícola en el país. Con esta situación como trasfondo fue aprobado el Decreto-Ley 300 a finales de Octubre de 2012 (Gaceta Oficial de Cuba, 2012). De acuerdo a la Gaceta Oficial (2012), el objetivo del Decreto-Ley 300 es “perfeccionar el trabajo realizado a partir de las experiencias acumuladas tras la implementación del Decreto-Ley 259 (en Julio de 2008) con el fin de obtener mejores y mayores resultados en la producción agrícola. El Decreto-Ley 300 (2012) facilita la implementación de los Lineamientos 178, 187, 189, 197, 198 y 206 (del Capitulo 7: Política Agroindustrial). Fundamentalmente, el Decreto-Ley 300 busca la reducción de las tierras ociosas, mejoras en los rendimientos agrícolas y la implementación de un nuevo modelo de gestión que facilite un mayor grado de autonomía a los productores y mejoras notables en la eficiencia, el uso racional de los recursos y la productividad total de los factores. Para lograr estos objetivos, como parte integral del proceso de transformaciones económicas puesto en marcha a partir de 2008, el Decreto-Ley 300 ofrece la oportunidad de extender el área (cultivable) otorgada a 67,10 hectáreas (o 5 caballerías) a personas naturales, quienes actualmente posean tierras, mantengan a estas en producción, cumplan sus obligaciones legales y contractuales y estén vinculadas a una granja estatal (con personalidad jurídica), Unidades Básicas de Producción Agropecuaria (UBPC) y Cooperativas de Producción Agropecuaria (CPA). Un aspecto notable (de carácter positivo) del Decreto-Ley 300 es la expansión de los vínculos de los usufructuarios mas allá de las Cooperativas de Créditos y Servicios (CCS) para incluir las entidades (no-Estatales) anteriormente mencionadas. Mediante estos vínculos (expandidos) se contempla la posibilidad de que los usufructuarios puedan acceder a insumos y servicios y a vías adicionales para comercializar sus producciones. Mediante estas medidas se pretende “garantizar la sostenibilidad (a largo plazo) de la explotación de las tierras otorgadas en usufructo, estimular la permanencia y estabilidad de la fuerza laboral del sector y asentamiento familiar definitivo” (Juventud Rebelde, 2012). Otro elemento importante del Decreto-Ley 300 es que se le permite al usufructuario construir, reconstruir, remodelar o ampliar, bajo el concepto de “bienhechurías,” instalaciones u otras obras necesarias para el desempeño de sus funciones productivas, al igual que viviendas (de carácter permanente) para uso y beneficio suyo y de sus familiares (Juventud Rebelde, 2012). Resulta destacable notar que según lo establecido por el Decreto-Ley 300 al extinguirse el usufructo debido a la muerte del usufructuario, como resultado de una incapacidad física o por incumplimiento del contrato, las obras de bienhechurías no se pierden (Juventud Rebelde, 2012). Los familiares del usufructuario pueden recibir estas obras como herencia, asumiendo que también les sea otorgado el usufructo y de ser transferidas (las obras o bienhechurías) a personas sin vínculos familiares con el usufructuario, las obras serán tasadas (valoradas) y dicha persona (o personas) recibirá (recibirán) el monto total estipulado (Juventud Rebelde, 2012). El Decreto-Ley 300 también establece que “el usufructo sobre la misma tierra no puede otorgarse a mas de una persona natural o jurídica y no puede transferirse a terceros, salvo en los casos previstos en el Articulo 11 el usufructuario cede el derecho de usufructo sobre las tierras y bienhechurías a la entidad a la cual se integra (Juventud Rebelde, 2012). Finalmente, el Decreto-Ley 300 establece que el usufructo es prorrogable cada 10 años en el caso de las personas naturales y 25 años en el caso de las personas jurídicas (Gaceta Oficial de Cuba, 2012; Juventud Rebelde, 2012). En términos de la contratación, el Decreto-Ley 300 establece que los usufructuarios pueden emplear a sus familiares; contratar a terceros, incluyendo a trabajadores por cuenta propia; la cooperativa o cualquier entidad productiva a la que pertenezca puede ayudarle al usufructuario con la contratación de trabajadores y terceros (Juventud Rebelde, 2012). Con relación a la obtención (o adquisición) de pies de crías y semillas para la producción, el Decreto-Ley 300 indica que el usufructuario tendrá que obtenerlos por medios propios o mediante créditos bancarios (Juventud Rebelde, 2012). Consideraciones Finales La aprobación del Decreto-Ley 300 en Octubre 22 de 2012 representa un paso positivo hacia la transformación del sector agrícola cubano. Como punto de partida hay que reconocer que este proceso forma parte de una transformación gradual hacia un modelo de producción y gestión agropecuaria altamente estatizado, el cual se originó tras la aprobación de la Primera Ley de Reforma Agraria el 17 de Mayo de 1959, hacia un modelo “reformado” bajo el cual indudablemente el sector no-Estatal desempeñara un papel creciente. El Decreto-Ley 300 contempla provisiones que extienden los mecanismos implementados por el Decreto-Ley 259 (2008) con relación a la participación del sector no-Estatal en la producción y comercialización agropecuaria. A pesar de algunos retos y dificultades, el proceso de entregas de tierras estatales ociosas en usufructo a cooperativas y productores privados ha logrado ciertos avances. Hasta la actualidad, según fuentes oficiales, se han entregado 1.523.000 hectáreas y de más de 197.000 solicitudes recibidas, se han aprobado 174,271 (88,5%) (Juventud Rebelde, 2012). De estas, 172.000 (98,7%) han sido presentadas por personas naturales, de las cuales 77% no tienen experiencia laboral anterior relacionada con la agricultura (Juventud Rebelde, 2012). Cerca del 10% son mujeres y mas del 35% se encuentra en el rango de 20 a 35 años (Juventud Rebelde, 2012). Sin embargo, a pesar de estos logros, el proceso de entregas de tierras estatales ociosas en usufructo a productores no estatales aun enfrenta una serie de retos y limitaciones. En primer lugar, ni los Lineamientos ni el Decreto-Ley 300 establecen, definen, o especifican el marco legal necesario para crear o establecer mercados mayoristas de insumos en los cuales los nuevos productores (no-Estatales) puedan adquirir los insumos y equipos necesarios para la producción. No se definen (claramente) las reglas y otros requisitos que gobernarían a estos mercados (de ser creados o autorizados). Segundo, el Decreto-Ley 300 estipula que el Estado continuara desempeñando un papel esencial en las decisiones productivas de los usufructuarios, limitando así su autonomía y capacidad de coordinar la producción. El Estado también seguirá fijando los precios de la producción (en ciertos mercados) y los precios que este les paga a los productores agrícolas por la producción contratada con Acopio. Bajo el Decreto-Ley 300, Acopio continuará jugando un papel central en la comercialización de los productos agrícolas en Cuba, a pesar de que esta entidad estatal comercializadora (como es bien sabido) sufre de pobre coordinación, altos grados de insuficiencia e incumplimientos de sus contratos con los productores (aunque en 2007, como parte del proceso de transformaciones se actualizaron una cantidad apreciable de pagos morosos), equipo obsoleto con alto grado de deterioro físico, etc. También permanecen vigentes trabas burocráticas que entorpecen y alargan la distancia entre el productor y consumidor, lo cual repercute negativamente sobre los precios y limita el potencial de los incentivos económicos (o materiales) como instrumento de estimulo de la producción agropecuaria. Algunos estudiosos y expertos en el tema, tanto dentro (Nova, 2012; Jimenez Gutheron, 2011) y fuera del país (González-Corzo, 2012; Hegelberg, 2011; Mesa-Lago, 2012) han expuesto una serie de ideas y recomendaciones para enfrentar estos retos y limitaciones y obtener mejores y mayores resultados en la producción de alimentos y productos del agro en Cuba, con los cuales concordamos en letra y espíritu. Por lo tanto, nos limitamos a simplemente expresar los que ya tantos han expresado en sus contribuciones al análisis y reflexiones sobre este complejo tema para el bienestar del país: La importancia estratégica del sector agropecuario, su efecto multiplicador con relación al resto de la economía y la necesidad urgente de mejorar los resultados en este sector, requieren profundas transformaciones que permitan lograr las metas trazadas y expandirlas a mediano y largo plazo. Fuentes Citadas García, A. (2012). Cuba’s agricultural sector and its external links. In J. Dominguez (Ed.), Cuban economic st economic and social development: Policy Reforms and challenges in the 21 Century. Cambridge: Harvard University Press. Gaceta Oficial de la República de Cuba. (2012) Decreto-Ley No. 300. La Habana, Cuba. González Corzo, M. (2012). Measuring Cuba’s agricultural performance: Preliminary findings. Paper Presented in Economic Transformation in Cuba. Bildner Center for Western Hemisphere Studies. st The Graduate Center, CUNY. New York, NY. May 21 . Hagelberg, G.B. (2011). Agriculture: Policy and performance. Cuba in Transition, 21, 110-122. Jimenez Gutheron, R. (2011). Las nuevas transformaciones en la agricultura cubana: éxitos y desafíos. In, M. Font (Ed.), The political economy of change in Cuba, Cuba Futures Series. (pp. 105-118). New York: Bildner Center for Western Hemisphere Studies. Juventud Rebelde.(2012, November 10). Con el corazón puesto en la tierra. Retrieved November 14 from http://www.juventudrebelde.cu/cuba/2012-11-10/con-el-corazon-puesto-en-la-tierra/ Mesa-Lago, C. (2012). Cuba en la era de Raúl Castro: Reformas económico-sociales y sus efectos. Madrid: Editorial Colibrí. Nova, A. (2012). Forms of property in the Cuban economy: Agriculture. Paper Presented at the Bildner Center for Western Hemisphere Studies. th The Graduate Center, CUNY. New York, NY. October 5 .