Seis nuevas razones 16gicas para desconfiar de Levi

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Revista de Ant7qXJlogfa
Seis nuevas razones 16gicas
para desconfiar de Levi-Strauss
La presente es una ree1aboracion de una ponencia
presentada
en e1 Segundo Congreso Argentino de
Antropo10g'ia Social desarrollado en Buenos Aires en
1988. Con e1 correr de estos pocos ailos, se ha
convertido en uno de nuestros trabajos de 10s que
menos razones tenemos para arrepentirnos. Su publicacion en estas paginas obedece menos a1 hecho de
que hasta ahora habia permanecido
inedito que a 1a
necesidad de iniciar una discusion sobre 1a aplicabW"
dad y replicabilidad de 10s metodos.
De quince ailos a esta parte, el estructuralismo no
hace mas que acentuar su declive. No digamos ya en
10s Estados Unidos, donde jamas logro imponerse cabalmente, y en donde e1 contexto academico, inclinado entonces hacia el pragmatismo, nunca estuvo
en condiciones de comprender
ciertas afirmaciones
1evistraussianas demasiado sutiles, como 1a de que "los
mitos se piensan a si mismos", 1a de que "existen
pueblos que cultivan diferencias", sociedades que "se
niegan a la historia", 0 culturas en las que "la sincronia
triunfa sobre la diacronia". Tampoco digamos en este
pais, en el que el libro de texto de historia antropologica vigente hasta hace poco habia side escrito en
1937, y en el que un conservadurismo
generalizado
permite tanto seguir creyendo a pies juntillas en la
eficacia del analisis estructural como sostener la plena
cientificidad del psicoanalisis. Pero aun consultando
!as paginas de L 'Homme, el organo oficial de la prensa
esoueturalista
(0 post-estructuralista),
es para cualquiera evidente que el metodo se ha cristalizado hasta
el grade de la quebradura y que, ya fuera del control
de Levi-Strauss, ha perdido fluidez, creatividad y verosimilitud
EI estructuralismo acabara colapsando, sin duda al~
guna, si es que no 10 ha hecho ya. Pasara a integrar el
arc6n de 105 recuerdos antropologicos,
como tantos
otros metodos y teorias. La crttica que aqui sigue no
tiene, ni de lejos, la intencion de propinarle un golpe
de gracia. Por el contrario, y no resignandose a que el
estructuralismo se extinga simplemer'lte porque paso
de m6da, pretende rendirle algo asi como un tributo,
inspeccionando las razones por las cuales el metodo de
analisis estructura1 positivamente
no funciona, pero
recuperando,
por via de 1a negacion, indicios para
fundar alguna vez un metodo mejor. En este senti do,
nuestra crltica ha de interpretarse por un lado como
testimonio de un intento frustrado por ahondar en una
formalizacion
que e1 estructuralismo
aduce como
promesa, y par el otro como
explicacion de los
motivos de su fracaso. La heuristica positiva concomitante a esta crltica Oa teoria de modelos que ofrecemos
como alternativa a la de Levi-Strauss) se expone en otra
parte (cf. Reynoso 1990).
La que aqui comenzamos a plantear no tiene nada
que ver con una busqueda empirica de 10s atropellos
cometidos par Levi-Strauss en el analisis espedfico de
este a aquel mito, tal como la emprende, por ejemplo,
Marvin Harris. Tampoco habremos de denunciar, a 1a
manera de Paul Shankman, 1a contradiccion existente
entre los archivos etnogrificos y las generalizaciones
levistraussianas. Menos aun cuestionaremos,
como 10
hace Hymes, la legitimidad moral del origen etic de las
categorias estructuralistas, ni aborreceremos los textos
1evistraussianos, como 10 hace Geertz, porque estan
autosellados
en libros que parecen existir tras un
crista!. Ninguna de estas impugnaciones
demuestra,
logicamente, la impropiedad del metodo, sino que mas
bien presuponen en alguna medida su pertinencia: de
otra manera se habrian concentrado en 10 unico que
importa verdaderamente
(su capacidad de funcionac
miento), re1egando los improperios,
10s dictamenes
subjetivos y las efusiones sentimentales alas paginas
de comentario.
Creemos que Levi-Strauss ha sido solida y transparentemente confutado desde diversas perspectivas y a
10 largo de distintos nive1es de articulacion, y que 1as
mejoras criticas que se Ie han hecho estan muy 1ejos de
haber side conjuradas por 1as respuestas ironicas que
* El autor es Profesor Titular de Elementos de Linguistica y Semi6tica y Profesor Adjunto de TeoMs Antropol6gicas
Contemporaneas en la Carrera de Ciencias Antropo/6gicas de la Universidad de Buenos Aires. Sus investigaciones conciernen
a la teOM antropoi6gica reciente, a la etnomusicologia y al disefio de programas y epistemiologias para integrar tecnicas y
modelos de inte/igencia artificial a /as ciencias sociales.
el amontona al final de El Hombre Desnudo. Pero se
podna decir que, dado que se ignora cual es la masa
de refutaci6n que puede soportar una idea sin desmoronarse y dado que la evidenda
acumulada en su
contra es circunstancial, esas mejores criticas carcomen
el metodo sin desarticularloj decidir si este sigue 0 no
todavia en pie ala luz de 10 que se ha dicho es aun una
cuesti6n opinable.
Esta constataci6n es, sin embargo, del todo mar~
ginal respecto de 10 que aqu1 se proyecta. No se trata
ahora de emprender otra critica mas 0 menos ideologizada en contra de una teor1a, sino de concretar desde
dentro de ella la puesta en crisis de una actitud
metodol6gica que lleva, en ultimo analisis, a un juego
intelectual, mal planteado inc1uso como puro juego, y
que es susceptible todav1a de lograr aceptaci6n como
modelo especulativo y como concepci6n ludica de la
disciplina, mas alla de Levi-Strauss y mas aHa del
estructuralismo como tal.
Por dicha raz6n no se apunta en la cr1tica subsiguiente al estructuralismo
como idealidad 0 como
me to do potencialmente satisfactorio, a un estructuralismo como podr1a haber sido 0 como se decanta de los
hallazgos mas logrados de- los estructuralistas
mas
brillantes, sino a 10 que el metodo ha llegado a ser en
el momenta de c1ausura de las Mito16gicas: una especie
de filosofia heterogenea
que esgrime el rigor de las
matematicas, pero que opera y sobrevive gradas a la
ambigtiedad de la ret6rica.
Aqu1 se va a cuestionar el metodo en 10 que
constituye su fundamento
y su condicionalidad:
a
saber, su isomorfismo 0 su equivalencia con otros tipos
de analisis que integrarian con el una c1ase trans disciplinaria. Gran parte del esquema estructuralista depende, a la larga, de una constanda semantica que
permite remitirlo, superponerlo, proyectarlo hacia otros
marcos de referenda (la Teona de la informaci6n, la de
las Categonas, la de la Comunicaci6n, la Cibernetica,
el algebra de grupos, la fonologia estructural, la
semiologia) cuya encarnaci6n antropo16gica y cuya integraci6n sistematica el estructuralismo levistraussiano
presume ser.
A manera de ejemplificaci6n
global de nuestro
cuestionamiento,
resulta oportuno evocar la igualaci6n entre el intercambio de mujeres y el intercambio
de signos y mensajes que Levi-Strauss plantea primero
en Las Estructuras Elementales del Parentesco y luego
en la Antropologia Estructural 0985;1973:51-73).
No
es diflcil darse cuenta que el "sistema comunicacional"
que en esos casos se postula es por completo ilusorio:
el "mensaje" de la mujer intercambiada Centropia pura,
por no portar informaci6n) no resulta de la concatenaci6n de elementos diferenciales, remitentes a su
vez a un c6digo de significaci ones, ni discurre por un
canalligado a una modalidad corporal de percepci6n,
ni comporta significado traducible alguno, ni esta en
tanto signo "en lugar de otra cosa" que no sea ella
misma en el proceso concreto 0 material de su intercambio.
EI intercambio de mujeres, en consecuencia,
no
ostenta el menor isomorfismo con nada de 10 que
define basicamente un circuito y un fen6meno de
comunicaci6n, por 10 que corresponde poner en tela
de juicio el establecimiento levistraussiano del simil a
titulo de recurso heuristico, asi como las consecuencias
y explicaciones
que su metifora permite deducir
Cd.Reynoso 1986a). Si bien Levi-Strauss es dueno, por
supuesto, de llamar "comunicacional"
a su modelo,
este calificativo por s1 solo no otorga el derecho
metodo16gico de usurpar el prestigio de y de extra polar consideraciones
desde una Teoria de la Comunicaci6n que jamas podria aceptar el intercambio
de
mujeres como objeto propio, ni reconocer en el las
formas que rigen la organizaci6n de su paradigma,
como no sea un difuso aire de familia.
E1 error levistraussiano
que este ejemplo tipifica
pertenece a la familia de sofismas que podriamos
llamar, colectivamente,
inadecuaciones
formales,
contrapuestas
alas
equivocadones
de hecho. Las
inadecuadones
formales constituyen una c1ase elusiva
e insidiosa que recubre, como habra de verse, aspectos
tan variopintos como el transito de atributos entre
conceptos que deberian poseer una significaci6n aparte,
el despliegue de categorias anallticas 0 metaf6ricas
sistematicamente
incorrectas y el uso ~tichista
de
imagenes de las ciencias duras en contextos operativos
que no han satisfecho los requisitos minimos de la
sensatez metodol6gica.
Practicando
un afinamiento
de detalle, modificando la escala, centraremos ahora nuestra critica en la
constituci6n de seis definiciones levistraussianas (la de
"oposici6n binaria", la de "c6digo", la de "estructura",
la de "sistema", la de "grupo de transformaci6n" y la de
"modelo"), para luego revisar la aceptabilidad de las
conc1usiones que deriva de su juego redproco.
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Es ostensible que bajo la categoda camtin de
"oposici6n binaria", Levi-Strauss subsume toda una
serie de relaciones y operaciones que no son en SI
opositivas, a que por 10menos no 10son en igual grado
y en el mismo sentido: tales sedan, entre otras, la
diferencia, la ausencia, la negaci6n, la simetda, la
asirnetda, la inversi6n, la enantiosis, la transformaci6n,
la permutaci6n, el cambia de valencia. Los criticos que
han sabido advertir esta ambiguedad inicial (Burridge
1967; Douglas 1%7; Wilden 1979; Greimas 1971), par
una u otra raz6n, siempre han declinado u olvidado
examinar sus consecuencias.
La concreto es que, desde una 6ptica rigurosamente 16gica a matematica, todas las operaciones
enumeradas son irreductibles. Su simple inventario
trasluce la imposibilidad de establecer entre ellas un
comtin denominador formal; algunas ataiien a contradicciones radicales, otras a diferencias de enclave a
10 largo de un continuum anal6gico, otras a moduladones discretas, otras a polaridades, otras a transiciones de Hmites y otras mas a diferenciaciones filogeneticas. Pese a la declamada dependencia levistraussiana de la lingiilstica, las oposiciones y diferencias que
proliferan no estan siquiera acotadas gramaticalmente;
todo puede en principio operar como termino oposirivo: sucesos, cosas, cualidades.
Cuando al inaugurar el metoda analizando el mito
de Edipo, Levi-Strauss equipara la "sobreestimaci6n" y
la 'subestimaci6n" de los lazos de parentesco par una
pane can la "afirmaci6n" y la "negaci6n" de la autoctoelia del hombre par otra, 10 que hace es postular la
equivalencia relacional entre una diferencia "anaI6gica" de grado y una dicotomla "digital" y "binaria" que
implica una diferencia de naturaleza (d. Levi-Strauss
1973:194-195). La expresi6n cuasimatematica que nos
dice que la sobreestimaci6n de X es a la subestimaci6n
de X 10 que la afirmacion de Y es a la negaci6n de Y
es doblemente err6nea.
Por un lado, el Hmite entre una afirmaci6n y una
negaci6n es categ6rico, taxativo, y se dispone segtin
una jerarqula de tipificaci6n 16gica bien analizada:
negar es negar una afirmaci6n. La transici6n entre
estimar mucho y poco, en cambia, pudiera ser infinitamente matizada, y entre ambos palos, estirables en
cualquier direcci6n, mediarla una zona difuminada de
indiferencia 0 incertidumbre. En 10 que respecta a la
tipficaci6n 16gica, sobreestimar y subestimar no se escalonan en una jerarqula: mientras que si se niega una
afirmaci6n, no se subestima 10 que se sobreestima.
Par otra parte, para validar la expresi6n relacional
sabre la que Levi-Strauss va construyendo sus estructuras seria preciso que los objetos respectivos de todos
los terminos tambien se acoma den en una relaci6n
bien opositiva, bien de identidad, 10que rotundamente
no es el caso. Levi-Strauss, empero, equipara ambas
relaciones. Todo su estructuralismo se origina en esta
falacia, y sigue adelante a traves de decisiones del
mismo jaez.
La violencia que aSIse ejerce sabre el objeto no es
consonante, par cierto, can la expresi6n algebraica
mediante la que el analisis nos habla de su exactitud.
Una exactitud espuria, nada renuente a proponer
operaciones tanto 0 mas absurdas que la multiplicaci6n de conejos por manzanas. De aqul en mas, la
slntesis formal del mito, en presuntuosa notaci6n
matematica, no hace sino encubrir el caracter intuitivo
y arbitrario de la 16gica en base a la cual funciona.
Lo mas importante (y 10 que Levi-Strauss tampoco
advierte) es que las oposiciones que el encuentra no se
dan espontaneamente en el objeto como producto a
huella de "una caractedstica universal de la mente
humana", sino que surgen en la interpretaci6n como
propiedad espedfica e inevitable de la naturaleza del
analisis que se practica. Hitler y Schweitzer no son
opuestos, a menos que el analista estipule cual es el
criterio en base al cual se los contempla. No existen,
contrariamente a 10 que muchos sostienen, contextos
u objetos directamente "anaI6gicos" ni naturalmente
"binarios" 0 "digitales". Existe, sl, un principia, desarrollado como fundamento mismo de la informatica
que afirma que todo contexto a conjunto de casas e~
mediata 0 inmediatamente binarlzable.
Esto significa que, dado un complejo a conjunto de
cosas a clasificar, es posible siempre encontrar un
sistema de codificaci6n que otorgue una categorla
diferencial de base binaria a cada uno de sus elementos. No existe tampoco limite alguno para el ntimero de
sistemas de codificaci6n que se puede construir sabre
este principio: en informatica, sin ir mas lejos, se
utilizan corrientemente dos c6digos binarios distintos
de caracteres, llamados ASCII y EBCDIC. Mas atin, la
posibilidad de encontrar siempre un factor, componente semantica 0 eje opositivo no configura una mis-
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teriosa propiedad de las cosas que aparece con mayor
vitalidad en algunos fen6menos que en otros, sino,
apenas, un coroiilrio trivial del criterio 16gico de la
identidad y de las formas posibles dedefinir, construir
o trazar la diferencia.
En terminos de binarizaci6n en el sentido informatico, no ex'isten tampoco cosas tales como
"oposiciones" binarias entre dos entidades que conforman el inventario de un c6digo, sino solamente
diferencias identicamente arbitrarias. En un c6digo
binario sobre unalfabeto 0 conjunto de mas de dos
elementos no ha1f)e~tidades opuestas privilegiadas;
todas las diferencH1sson iguales. El sistema binario de
numeraci6n estaasociado alas mismas operaciones
que los demas sist~mas numericos. Lo cual implica, de
paso, que no hay lugar en las matematicas para la
"oposici6n" binaria; esta no es ni siquiera una operaci6n matematica que alguien haya definido alguna vez.
Ahora bien, sea como sea, Levi-Strauss encuentra,
especialmente en sus Mito16gicas, toda una serie de
oposiciones, tanto plausibles como excesivas, que Ie
permiten de alg(In modo cerrar un drculo en tomo de
un inmenso corpus, que de inmediato se constituye
como sistema. El cierre de este drculo, admitiendo
contra toda evidencia que las oposiciones haBadas por
el en realidad sean tales, sera oportunamente cuestionado mas adelante. Lo que ahora importa es destacar que en el analisis estructural, estas operaciones,
que ya sabemos heter6clitas, no obedecen a una 16gica
que delimite a priori 0 formalmente cuales han de ser
los ejes opositivos, sino que estos se van multiplicando
con forme alas necesidades y como producto del
analisis mismo.
Tenemos entonces que la naturaleza del conjunto
de los ejes que determinan las oposiciones admisibles
y que punruan los contextos no es sintetica, ni estructurada, ni sistematica, sino analltica, contingente y a
posteriori. Esto implica que un personaje mitico,
supongamos, de sexo var6n y edad avanzada, puede
"oponerse" tanto a una mujer, como a un joven, una
nina, una anciana, un animal, un objeto inanimado,
segiin el eje de articulaci6n que se escoja con arreglo
a la conveniencia del momento. Esto implica tambien
ni mas ni menos que la disoluci6n del metodo, una
instancia ya advertida entre otras por Morris Freilich
0975:207-208).
El cuadro siguiente ilustra una pequena muestra al
azar de oposiciones levistraussianas. En el pueden
observarse categorias contingentes de la historia intelectual de nuestra civilizaci6n y por 10tanto dudosamente activas en un contexto etnografico: naturaleza/
cultura, estricto/figurado, activo/pasivo, animal/humano. Algunas categorias opositivas tienen que ver
con diferencias de naturaleza (mortal, no morta!), otras
con diferencias circunstanciales en procesos dclicos
de fases Ouna Bena, luna nueva) y as! sucesivamente.
Vegetariano
Carnivoro
Cima
Fondo
Cocido
Crudo
Arriba
Abajo
Animal
Humano
Iluvia
Manantial
Naturaleza
Cultura
D1a
Noche
Colaboraci6n
Antagonismo
Luna llena
Luna nueva
Mortal
No mortal
Humedo
Seco
Fresco
Rancio
Crudo
Podrido
Tierra
Agua
Aire
Tierra
Despiadado
Compadecido
Compatriota
Sano
Venenoso
Flojo
Fuerte
Dulce
Malo
Bueno
Fermentado
No fermentado
Puro
Diluido
Estrieto
Figurado
Activo
Pasivo
Agente
Paciente
Caer
Saltar
Luminoso
Oscuro
Dulce
Extraiio
Empalagoso
Amargo
Sobre fundamentos semejantes no hay, en rigor, un
metodo, por cuanto las oposiciones pueden plantearse
a partir de un comienzo escogido de cualquier referente, de cualquier atributo y de cualquier acci6n, y
sobre e.ltipo yel tamano de diferencia que a uno se Ie
ocurra. Diez minutos de reflexi6n bastan para advertir
que, no existiendo una pauta para la selecci6n de los
sucesivos ejes, el encadenamiento de las oposiciones
puede establecerse aiin en el caso de que en el mito a
analizar no se haga referencia a nada especialmente
significativo (Cf.Reynoso 1985). Sea cual fuere el
evento, cualidad 0 fen6meno que aparezca en una
instancia narrativa cualquiera, a la que llamaremos A,
el solo hecho de que por un tiempo no vuelva a
repetirse genera espontaneamente una "oposici6n",
no-A; es analtticamente posible, en consecuencia,
definir oposiciones binarias segiin se quiera en puntos
del relato escogidos al azar. Tambien es palpable que
las oposiciones que pueden identificarse depende de
la forma en que se narre un evento, cuesti6n que es
eliminada del horizonte de problemas decretando que
todas las versiones de un mito (incluso la parafrasis 0
el resumen del analista) son igualmente validas.
La generaci6n no reglada del conjunto de los ejes
los hace parecerse a otras entidades te6ricas multiplicativas y no acotadas, como los "instintos" y las "pulsiones" de la antigua psicologia, 0 como las "necesidades" del funcionalismo. Resulta ir6nico que haya
sido el propio Levi-Strauss el crttico mas agudo de este
tipo de categorias ad hoc, siendo que a el mismo los
ejes opositivos, y con ellos las probabilidades de dar
con una relaci6n plausible, se Ie multiplican entre los
dedos como se multiplican los panes en el Evangelio.
Como veremos luego, Levi-Straussni siquiera aprovecha
la potencialidad de los contextos que recorre para su
codificaci6n binaria, puesto que ni remotamente lleva
a cabo, ni mucho menos descubre, nada que se
parezca a una codificaci6n.
Hacemos notar que, entre otras maniobras, LeviStrauss se 1asingenia para escindir 1aanalitica del mito
(e1aborada en 1a etno10gia de 1as Mito16gieas) de 1a
analltica de las clasificaciones (ejemplificada en 1as
etnografias que nutren ElPensarniento Salvaje), cuando
5010 esta iiltima podria servir de base empirica para
sustentar a aquella. Desembarazado de 1amo1estia de
105 insumos ernie, se siente libre para decretar por su
OJeD.ta males son 1as oposiciones pertinentes.
Dejemos por ahora de 1ado que Levi-Strauss instituya sus oposiciones arbitrariamente, siendo que existen procedimientos axiomaticos para deslindar este
tipo de diferenciaciones (en ciertos dominios) con
plena anuencia ernie, como ser el analisis componenci.a1. ,Podemos seguir sostenie.ndo, a 1a 1uz de 10
expuesto, que el binarismo conforma un fundamento
activo y operante en 10s productos etnograficos? Mas
alIa de 1aimprobabilidad intrinseca de este argumento,
el testimonio antropo16gico indica rotundamente que
no.
Hoy en dia se dispone de una amplisima evidencia,
aportada por 1aAntropo10gia Cognitiva, respecto a que
1as oposiciones binarias no alcanzan a explicar 10s
diferentes sistemas de clasificaci6n que se encuentran
en 1as distintas cu1turas. Los .llamados "paradigmas
ortogona1es" y 10s "arboles perfectos" (que serian 1as
macroestructuras 16gicas de 1aclasificaci6n que con firmarian 1a actuaci6n de diferenciaciones binarias consecutivas en un dominio componencia1 dado) son,
como se ha demostrado
hasta e1 hartazgo,
empiricamente raras (cf. Kay 1966; Wallace y Atkins
1960; Perchonock y Werner 1969). Las pocas que se
han presentado en publicaciones especializadas son,
resue1tamente, mas un producto de 1a manipu1aci6n
academica que de 1a actividad conceptual de 10s
pueblos etnograficos.
Vamos a hacer un esfuerzo por poner entre
parentesis, como dicen algunos, el hecho de que LeviStrauss, en su obsesi6n por 1as oposiciones, no sea
consecuente en todo momenta con 10s estatutos que
eI mismo se fija. En 10s mitos 530 y 531, por ejemplo,
el heroe es "sa1vado por arriba" mediante una canasta
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que Ie alcanzan 1asmuchachas-mariposa, seres inocentes que han vo1ado hasta e1jen 10s mitos 7 a 12, que se
oponen a aquellos, e1heroe es rescatado porun jaguar,
animal temib1e que se desliza por e1 suelo. Es pues
"sa1vado por abajo", siendo que para preservar la
parsimonia de las inversiones y de acuerdo con 1as
reglas del juego, hubiera sido menester no que se 10
ayudara, sino que se Ie agrediera, como salta a la vista:
A riesgo de que estallen, incluiremos ademas entre
108parentesis, junto a mil transgresiones como esta, 1as
interpretaciones 1evistraussianas (no precisamente
esporadicas) que 1indan con el ridiculo: antes que
nada, la que contra pone 10s ojos a 10s excrementos,
bajo e1 pretexto de que 10s ojos no se pueden mover
de su lugar, mientras que 10s excrementos se mueven ...
inevitablemente 0968: 192).
Las "oposiciones" 1evistraussianas se pueden cuestionar, empero, en sentidos mucho mas fundamenta1es
que e1anecd6tico. Aun suponiendo 1apertinencia y la
correcd6n algebraica de 1as oposiciones que se descubren, 1as mismas no nos dirian nada acerca de una
intencionalidad 0 de un principio generador subyacente: incluso si el mito no fuese mas que glosolalia, 0
incluso si sus terminos se generaran a1eatoria 0
estocasticamente, vo1verian a presentarse siempre 1as
mismas pautas: porque no es e1 discurso, ni e1 objeto,
ni e1espiritu, ni el1enguaje e1 que las produce, sino e1
analisis el que las segrega.
Ni siquiera puede decirse que e1 pensamiento
sa1vaje, en su producci6n mitica, resulte privilegiado
en cuanto al numero 0 al estilo de las oposiciones que
muestra: el mismo patr6n reaparece, en efecto, en 1a
poesia decadentista del simbolismo Frances segun
James Boon (976), en 10s suenos, tanto etnograficos
como occidentales, segun Adam Kuper (979), en todo
e1 Antiguo Testamento bfulico segun Andriolo (1973,
1981), Freilich (975), Jacobs (976) y Peck (968), en
• Prevencion • Intervencion
Comunitaria
psicologica
en Salud
Mirto Videla
• Matrices de Aprendizaje. Constitucion del sujeto
en el proceso de conocimiento.
Ana P. de Quiroga
e1 vestuario burgues seg(In Marshall Sahlins 0980:210254), y hasta en e1 teatro griego preclasico segun LeviStrauss, porque el mito de Edipo resu1t6 no ser
tampoco un mito.
Como bien dice Rubio Carracedo,
"indudab1emente, Levi-Strauss fuerza 1as oposiciones donde s610
existen diferencias. E1 mismo parece tener conciencia
de ello, pero e1 metodo binario Ie obliga L..l a instituir
esta fa1sa uniformidad" 0976:205,242). Marvin Harris,
por su parte, expresa que el producto
de estas
operaciones"puede
consistir en cualquier cosa que
guarde un vago parecido con una 'oposici6n'" y que eI
hallazgo de estas oposiciones s610 requiere "una pizca
de ingenio" 0982: 191). Aqui no hemos hecho otra cosa
que imponer una envo1tura algo mas formal a estos
inevitables juicios, que desde ya compartimos.
Levi-Strauss suele hablar de "c6digos" con la mas
tranquila indiferencia respecto del nivel de tipificaci6n
en el que supuestamente
los c6digos se despliegan.
Violentada ella misma por una multitud de similes
linglilstico, semiol6gicos y comunicacionales,
la categoda estructuralista de "c6digo" se presenta entonces,
indistintamente,
haciendo referencia a una muchedumbre incoordinada de cosas. Tenemos asi tanto un
"c6digo binario" como un "c6digo culinario", uno "meteorol6gico",
uno "sensible", uno "botanico", uno
"ritual" y hasta uno "filos6fico", que a veces se comportan buscando interre1acionarse y otras resaltando sus
idiosincracias.
La pregunta eS:iDeterminan, acaso, las oposiciones
bin arias el indicio 0 e1 testimonio de la actuaci6n de un
c6digo? iSon dichas oposiciones, sin mas, el c6digo?
iExiste, entre 10s hechos sacados ala luz par laanalltica
1evistraussiana, algo asi como un c6digo, binario,
poliva1ente 0 10 que fuere? iEs este c6digo especificable a traves de paut~s emic 0 etic de codificaci6n?
Aclaremos que la 16gica seg(In la cual se rige, por
ejemplo, la Tearia de la Informaci6n,
dificilmente
admitiria entidades tales como un "c6digo culinario",
en el sentido que Ie atribuye Levi-Strauss, y que quiza
sea mas propiamente el de "gramatica"; hablada mas
bien de contextos 0 dominios a los que se aplica un
c6digo de transformaciones, y que en conjunto pueden
(0 no) constituir un sistema en el que los diferentes
ambitos son sometidos a conversiones equivalentes de
codificaci6n, a traves quiza de una serie de metarreglas
atinentes a la especificidad de cada uno. Esta precisi6n
es, sin embargo,
a 1a esca1a de 1a indeterminaci6n
levistraussiana. comparativamente
preciosista.
Piensese en 10 que es, intuitivamente, un verdadero
c6digo, como ser el Morse: una tabla de equivalencias
entre pares de termin05; 0 mejor, un conjunto no
redundante y exhaustivo de feglas de transformaci6n,
que son por un 1ado univocas y por el otro reversibles.
Es factible, en consecuencia,
tanto encodificar como
descodificar, y tambiCn, si se quiere, transcodificar,
pasar de un c6digo a otro, en 1a medida en que exista
un metac6digo. Las reglas de transformaci6n suponen,
ademas ser exhaustivas para cada dominio dado: la
codificaci6n opera siempre sin incertidumbre
y sin
residuo. Los c6dig05, por Ultimo, se mueven hacia 0
desde e1 sentido, aunque a veces, como en el Morse,
no lleguen direetamente a eL
En e1 caso del celebre c6digo binario 1evistraussiano, 10 que se suscita no es en realidad un proceso
de codificaci6n, sino mas rigurosamente uno de imputaci6n clasificatoria. No se oponen, pongamos par
caso, 1a carne y 105 atuend05 como tales, sino como
"naturaleza" y "cu1tura-, respectivamente.
Con eSta
prescriptiva no se determina c6mo se reescribe una
entidad siguiendo !as regIas de reescritura del c6digo
(Ias que por otra parte variarian de acuerdo con el eje
se1eccionado), sino que se enuncia solamente a que
clase dicha entidad pertenece.
Esta pertenencia
se
deriva, por aiiadidura, de !as clases que anallticamente
hace falta oponer en un momento dado.
Siendo que este procedimiento de imputaci6n, una
vez cumplido, no es unlvoca y directamente reversible,
no cabe hab1ar en absoluto de haber concretado una
codificaci6n, ni de haber demostrado 1a actuaci6n de
un c6digo inherente a1 fen6meno. Puesto que uno de
10s terminos de la presunta codificaci6n levistraussiana
ataiie a especimenes, personajes 0 indiviuos, en tanto
que la adscripci6n analltica que se Ie apareja ataiie a
clases de contenido innumerable, no existe la menor
esperanza de deducir inequivocamente,
partiendo de
esta adscripci6n, 1a identidad de los referentes miticos
originarios.
Es conmovedar
que haya side e1 propio LeviStrauss quien reprochara a Propp que el analisis que
este auspiciaba permitia ir "de 10 concreto a 10 abstracto", pero no volver "de 10 abstracto a 10 concreto"
0979:128-131);
como metod610go, Levi-Strauss in-
curre, en su discurso fallido sobre los c6digos, en el
rnismo tipo de extravio formalista que habia proscripto
en su papel de critico. AI confundir el c6digo con la
clase, el tambien "aniquila su objeto". La clasificaci6n
encubierta que el practica es en ultima instancia un
procedimiento infalibleque siempre encontrara su
resoluci6n: la famosa "prueba de Cantor" demuestra,
matematicamente, que existen mas clases de cosas que
casas rnismasen un genero dado, no importa que estas
sean 0 no finitas.
Proponemos una prueba que avalara esta aserd6n:
imagfuese un par de objetos, atributos 0 acdones
cualesquiera. Siempre, absolutamente siempre, es
posible imaginar una forma de adscribir aclases
opuestas algunas de sus cu~lidades, conductas 0
aspectos respectivos. Esta peculiaridad no tiene nada
que ver con la naturaleza idiosincratica de la mentalidad salvaje, con pensamientos ligados a 10 concreto,
con la temperatura sodal 0 con la estructura caracteristica de los mitos. Se trata, apenas, de un efecto bien
conoddo de la l6gica de clases. No hay Hmitepara el
numero de clases a las que podamos imputar clasificatoriamente un objeto. La ret6rica de la adscripd6n de
clases trabaja asi, inadvertidamente, con un amplio
margen de probalilidades a su favor. Los c6digos
verdaderos, sin embargo, siempre alardeados pero
nunca estableddos, brillan aqui por su ausencia.
AIcontrario de 10que Levi-Straussparece presumir,
el conjunto de las oposidones, aun suponiendo que se
trate de un conjunto acotado (que claramente no 10es),
no se traza, ni revela, ni constituye una "estructura".
Sem:intica y epistemo16gicamente, esta es quiza la
paradoja mas chocante: he aqui que estamos ante un
estructuralismo que no ha podido determinar, en el
universo de 10que analiza, ninguna estructura reconocible como tal conforme a cualquier definici6n vigente.
Reden puede hablarse de estructura a partir de un
patr6n 0 de una disposici6n posidonal determinada,
ya se trate de una disposid6n estable 0 de un estado
en una serie de metamorfosis, ya se conciba la estructura como un ente observable 0 un constructo conceptual. El estructuralismo levistraussiano no ha estableddo jamas 10 que los autores de habla inglesa
llaman un pattern, una pauta, una configuraci6n, una
estructura; en toda su busqueda no ha elucidado nunca
ni el mas vago perfil de una forma; cuando mucha, ha
desenvuelto una secuenda de oposiciones al azar, sin
comienzo, sin fin, y sin una regIa que precise los
enclaves de sus articulaciones, su conformaci6n
jerarquica y sus Hmites.Todas las figur,ascomplejas en
que abunda la imagineria levistraussiana (hexagonos,
triangulos culinarios, figuras volumetricas y polidimensionales) s6lo poseen como relaciones hasta cierto
punto fundadas alguna que otra diagonal 0 bisectriz en
cuyos extremos se acomodan las oposiciones; todos
los demas elementos estructurantes de la geometria
(aristas, lados, angulaciones) son aiiadiduras que no
responden a ningun analisis real.
Aunque. las oposiciones no se hubieran revelado
invalidas, el sistema no pasa de ser un amontonamiento. No puede haber estructura sin morfologia. No
puede haber estructura careciendo, como se carece, de
un punto de partida Hmpido para trazar las oposidones, ni siendo el final del analisis tan impredecible
que puede sobrevenir en el mismo mito 0 mil mitos
despues. No puede haber estructura tampoco si las
oposiciones se apoderan del metodo, despedazando
primero el mito en sus partkulas en una anaHticaque
no tiene como contrapartida una sintesis ordenadora
que recomponga sus objetos.
En otras palabras, y como corolario: Si consideramos legltimo codificar 0 mas bien imputar cada elemento del mito como integrante de una clase cualquiera,
a condici6n de hallar en el corpus un opuesto plausible
de esa misma clase, las estructuras arbitrarias 0 ilusorias que se pueden imponer al sistema son,
matematicamente, infinitas. Su significaci6n objetiva
es, por consiguiente, nula.
Lasunicas estructuras a la vista son las que presentan, tauto16gicamente, los propios mitos al ser reproducidos 0 el propio analisis mientras se desenvuelve.
En todo caso, las reladones planteadas por LeviStrauss no hacen menci6n a situaciones 0 entidades
genuinamente posicionales, sino a instancias semanticas que, una vez introducidas para·motivar la oposid6n, se escamotean con prisa y disimulo. Las relaciones por el halladas no son, en otras palabras,
reladones opo'sitivas entre momentos 0 categorias
sintictica, sino oposiciones entre significados que
contradicen las premisas del metodo. Elanalisis de
Levi-Straussno es estructuralista en sentido estricto,
pues siempre es el significado denotativo 0 connotativo de los terminos (y no su situaci6n relacional
abstracta) 10que sirve de criterio para la manipulaci6n
a que se los somete.
En el estructuralismo de Levi-Strauss,en fin, no hay
lugar para las estructuras. Los mitos se derivan a partir
de una operaci6n Oaoposici6n binaria) que, al volverse
sobre si misma, es incapaz de generar una sucesi6n
sintagmatica 0 de engendrar superficies y volumenes
ideacionales. Al no existir un canon estructural en
pleno sentido (esto es, un inventario sintagmatico de
elementos secuencialmente dispuestos), no hay posibilidad de engendrar una mitologl'a a partir del unico
principio de desarrollo que aportan las oposiciones
binarias. EIestructuralismo no devela, en suma, cual es
la estructura sintiicticaml'nimadefinitoria del mito, que
hace posible, operando sobre ella, generar toda la
mitologl'a y dar pie a todo el analisis.
Seg6n cualquier definici6n admisible, un sistema es
un conjunto de elementos interrelacionados, de un
modo tal que una transformaci6n operada sobre uno
de ellos ocasiona transformaciones concomitantes sobre
otros elementos. Teniendo en cuenta la magnitud del
sistema indagado por Levi-Strauss y siendo que el
curso de las oposiciones y transiciones de ejes opositivos es indecidible, el hecho de haber logrado cerrar
el mismo un drculo de transformaciones, relacionando
todo con todo, s610puede ser fruto de una manipulaci6n intencional 0 de un milagro. Pero no hay necesidad de ser suspicaz: en realidad no hay tal sistema.
Dejemos de lado que la clausura del cicio sea
incompatible con la dinamica y la continuidad de la
mitopoesis: ninguna dttgresi6n ingeniosa sobre diacronl'a y sincronl'a es capaz de anular esta antl'tesis,
ning6n rodeo ret6rico puede esconder la certeza de
que los mitos viven, se transforman y mueren en el
tiempo. Dejemos tambien de lado la sospechosa
casualidad de que en las Mitol6gicas no subsistan
"medias oposiciones" no resueltas, como si nunca
hubiera habido historia, como si mitologlas enteras no
hubieran desaparecido junto con sus mitopoetas. Lo
que ahora nos mueve es dejar sentada la convicci6n de
que, para que una oposici6n binaria tenga sentido 0
credibilidad, deberl'a resolverse en el interior de un
mismo cuerpo de fen6menos, en el seno de un mismo
conjunto cultural 0 en el marco de una tradici6n
comprobable.
Recordemos que al principio, cuando Levi-Strauss
estaba abocado a promocionar!as bondades del metodo,
el drculo de las oposidones se cerraba incluso en el
ambito de un solo mito: el analisis de Edipo es, en este
sentido, representativo de una concepci6n mas sana,
mas vigorosa y mas controlada que el de la metaflsica
difusionista que invade el metodo a partir del tercer
volumen de las Mitol6gicas, donde no s610 todos los
tiempos devienen contemporaneos, sino que todas las
distandas se tornan contiguas.
Desde EIOrigen de la Maneras de Mesa, en efecto,
Levi-Straussse siente autorizado a cancelar las oposidones pendientes del mito bororo que toma como
punto de partida, por medio de correspondencias
entresacadas de diversos mitos de America del Norte.
De am en mas, ya no explica la cultura bororo, ni los
mitos bororo en si mismos, en su diferencia y en su
mitologicidad: el protagonista pasa a ser ahora el
pensamiento humano en general, el espl'ritu, que es
tambien el cuerpo, y que opera sobre los mitos de la
misma manera que podrl'a haber operado sobre cualquier otro objeto.
'
La clausura del cicio, lograda a fuerza de una
erudici6n fantastica, de una imaginaci6n a toda prueba
y de las transgresiones 16gicasde siempre, ya no puede
disimular que el sistema se ha disuelto. El logro es
circular con respecto a la tradici6n que Ie precediera
(porque ya se conoda que los temas ml'ticos eran
recurrentes), como con respecto a la parabola que
traza (porque al fm del camino se encuentra, explicante, el mismo pensamiento humano que ya se daba
como presupuesto). Para los desdichados bororo, cuya
mitologl'ase esperaba elucidar, el drculo de su propio
sentido se ha completado en otra parte, demasiado
lejos.
Para Levi-Strauss, los mitos, las variantes de Ios
mitos, y en rigor toda la mitologl'a que 10 ocupa,
conforman 10 que en rnatematicas se denomina un
"grupo de transformaci6n". Ciertos subconjuntos miticos dentro suyo, ademas, se ordenan como si se tratara
de un tipo especifico de grupos, llamados "grupos de
Klein",incluyendo un tema, el contrario del tema y sus
inversas 0983:586-587). En estas referencias alas altas
matematicas y en su apertura hacia terminos tales
como "operadores y "jerarqul'as",encuentra Levi-Strauss
el fundamento totalizador y vertebrante de todo su
analisis, yel pretexto para presentar su estructuralismo
como mediador entre una antropologl'a hasta am
displiscente y el futuro mundo de certidumbres de la
ciencia. Ninguna de estas metiiforas, por desdicha,
puede sostenerse en pie, ni a6n suponiendo que las
categorl'as levistraussianas cuya destrucci6n 16gica
hemos cumplimentado sean 10 que en realidad debenan ser.
Veamos, por empezar, como se define, elementalmente, un grupo. Un grupo puede ser finito 0
infinito: el sistema de los numeros enteros constituye
el caso mas nitido de los grupos infinitos. Para que un
sistema sea grupo, debe definirse un conjunto de
elementos junto con una operaci6n, de manera tal que
al efectuar la operaci6n entre los elementos, el resul-
tado constituya un elemento del mismo grupo. Toda la
matematica de grupos exige el mantenimiento de tres
reglas.
• En primer lugar, el con junto debe contener un
"elemento neutro", de modo que al efectuar la operaci6n entre este y cualquier otro elemento, el resultado
sea igual a dicho elemento. Para el con junto de los
numeros enteros y la operaci6n de suma, el elemento
neutro es, naturalmente, el cero; para ese mismo
conjunto y la multiplicaci6n, en cambio, el elemento
neutro es el numero l.
• La segunda regIa exige que para cada elemento
del conjunto tiene que existir en el conjunto su inverso
respectivo, tal que la operaci6n de un elemento por su
inverso y luego la conmutaci?m de esta sean iguales.
Para los numeros enteros y la operaci6n de suma los
inversos son el negativo y el positivo del mismo
numero absoluto.
• Finalmente, la operaci6n establecida debe ser
asociativa. Por ejemplo, (a • b) • c = a • (b • c)
Desde todo punta de vista, los mitos no forman un
grupo de transformaci6n, y eUo por tres motivos. En
primer lugar, porque la observaci6n opositiva de LeviStrauss no ha previsto la existencia de un elemento
neutro, ni se puede imaginar uno. En segundo, porque
la doble oposici6n binaria, al no operar sobre un eje
invariable, no restablece indefectiblemente un elemento igual al originario. Y en tercer lugar (y esto es
10mas definitorio) porque los mitos, en tanto e1emenOtIoVorQC1l
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tos de un grupo, no se constituyen s6lo mediante
sucesivas oposiciones binarias, sino que tambien y primordialmente se construyen sobre un eje sintagmatico,
como secuencias lineales dotadas de continuidad
semantica, mediante una operaci6n no declarada en la
definici6n de grupo.
Es real que ciertas ramas de las matematicas modernas permiten aplicar isomorfismos, pero 10 hacen
siempre dentro de llmites muy precisos, y hasta
estrechos: correspondencias de estructuras algebra icas, homorfismos de predicados topo16gicos, identidad de las ecuaciones que describen el sistema,
analogias de estructuras jerarquicas. Se exige en todo
caso una prolija trasposici6n termir~o a terminG que
Levi-Strauss de ninguna manera acata en sus f6rmulas
y mucho menos en sus insinuaciones. El obtiene con
ello la ilusi6n de un enlace .amplio que s610 se
justificaria al cabo de una superposici6n sin residuos.
Llega as! escasamente, como,dirfa Mouloud, a ciertos
"epimorfismos" 0 reflejos parciales, que sirven para
amedrentar al profano 0 para compensar el exceso de
ret6rica, pero que no alcanzan a configurar concordancias plenas. Llevado a ciertos extremos no queridos, es
comprensible que Levi-Strauss quisiera iluminar la
vaporosidad de sus definiciones, haciendo creer que
las matematicas estaban de su lado, como 10estaban la
poesla y la imaginaci6n.
Acaso hay a pretendido sugerir asi, hablando de
matematicas, tanto la neutralidad de sus juicios como,la
rectitud del camino entre estos y el mundo. Hablando
de matematicas (fundamento de legitimaci6n por
excelencia) se pretende infundir a los metodos desplegados objetividad, replicabilidad y rigor. Pero ni el
analisis estructural ni, para e1 caso, la expresi6n
algebraica de un sistema, constituyen deducciones
neutrales originadas en un plano de contenidos empiricos, sino que son, a todas luces, operaciones voluntariosas de imposici6n de forma, realizadas desde
fuera, que definen 0 redefinen inteligiblemente el nivel
de las cosas concretas. Y en esta ocasi6n 10 han
redefinido mal.
Aunque existen diversas prefiguraciones y anuncios profeticos, el uso de modelos en la disciplina se
inaugura con las especulaciones de Levi-Strauss en La
Noci6n de Estructura en Etnologfa, de 1952, artlculo
que constituye el celebre capitulo :xv de la AntropologfaEstructuralC1973:249-309). Sus afirmaciones han
definido el tono, el objeto yel nivel de las discusiones
subsiguientes, y por elio es preciso citarlas textualmente. Dice Levi-Strauss:
El principio fundamental afirma que la noci6n de
estructura social no se refiere a la realidad empirica,
sino a los modelos construidos de acuerdo con esta.
L..l. Se trata ...de saber en que consisten estos modelos
que son el objeto propio de los analisis estructurales.
El problema no corresponde a la etnolog'ia sino a la
epistemolog'ia, porque las definiciones que daremos a
continuaci6n no dependen para nada de la materia
prima de nuestros trabajos. En efecto, pensamos que
para merecer el nombre de estructura los model os
deben satisfacer exclusivamente cuatro condiciones.
En primer lugar, una estructura presenta un caracter de
sistema. Consiste en elementos tales que una modificaci6n cualquiera en uno de ellos entrana una modificaci6n en todos los demas. En segundo lugar, todo
modele pertenece a un grupo de transformaciones,
cada una de las cuales corresponde a un modelo de la
misma familia, de manera que el conjunto de estas
transformaciones constituye un grupo de model os. En
tercer lugar, las propiedades antes indicadas permiten
predecir de que manera reaccionara el modelo, en caso
de que uno de sus elementos se modifique. En fin, el
modele debe ser constru'ido de tal manera que su
funcionamiento pueda dar cuenta de todos los hechos
observados 0973:251-252).
Las parafrasis de estas palabras que podemos
encontrar en la Iiteratura antropol6gica son innumerabIes, pero por desdicha los terminos concretos del
acto fundacional han sido fatalmente los expuestos.
Podr'iamos senalar en estos parrafos clasicos numerosos gaIimat'iasy entuertos conceptuales, sin necesidad
de sobreimprimirle ningun enfasis : la confusi6n Iisa y
lIana de las estructuras con los modelos; la asombrosa
afirmaci6n de que "una estructura presenta caracter
de sistema"; la idea de que en un sistema todas las
variables son igualmente sensibles y determinantes, y
de que todas las· demas se yen afectadas cuando se
modifica una de eIlas; la equivocada identificaci6n de
un modelo con un miembro de un grupo de transformaciones estructurales; la ins6Iita observaci6n de que
en un modelo puede haber no ya una estructura, sino
una estructura social, contradictoria con el aserto de
que la materia prima de los referentes es irrelevante
para dicho constructo.
La palpable Iigereza de los juicios levistraussianos
(que, como antrop610gos, nos ocasiona mas pesadumbre que indignaci6n) no har'ia necesaria una recusaci6n en regIa si la nuestra fuese una ciencia madura.
Es por escrupulo metodol6gico (y no por dudar de la
madurez epistemica del lector) que procederemos, no
obstante, a subrayar los desatinos mas ofensivos. Los
errores de Ia argumentaci6n levistraussiana son innumerables, y nos inclinamos a sentir que su reconocimiento no depende de la adscripci6n a una doctrina
determinada por parte del cr'itico. AI contrario de 10
que piensa Levi-Strauss,
(a) Las estructuras no son model os. Existe cierto
acuerdo respecto de que las estructuras sean determinadas invariantes, configuraciones, disposiciones
de componentes 0 constantes que se pueden presentar
ya sea en un modele que representa a un sistema 0 en
un discurso anal'itico cualquiera que se refiere a una
realidad mas 0 menos "dada'. No es imperativo que
todo modelo de una realidad enfatice su caracter de
sistema, ni tampoco es inevitable que todo modele este
conminado a exaltar 0 probar la existencia de estructuras. Existe una amplia libertad para inspeccionar la
relaci6n entre realidades, sistemas, estructuras y
modelos, Iibertad que se va perdiendo, necesariamente, por poco que los diversos terminos se utiIicen
como si fueran equivalentes. 1
Si se igualaran sin mas estructuras y modelos (yen
principio ser'ia leg'itimo hacerIo, si a quien formula una
doctrina Ie place) se pierde, obviamente, la posibiIidad
de identificar y caracterizar aquellas mediante manipulaciones operadas sobre estos. Naturalmente, 10 que se
llama "modelo" en un marco te6rico puede recibir el
nombre de "estructura" en otro: un caso a prop6sito es
el de la econometr'ia en re/aci6n con la 16gica (Suppes
CEHASS
Institucion Educativa
por el Rescate,
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la Cullura Nacional
Sudamericano·Argentina
Carrera: e,ENCIAS DE LA CULTURA
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Materias: Culturas indigenas: horizontes culturales
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Colomb res, Isabel Hernandez, Jorge Lafforgue, Diana
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1988: 112); pero semejante confusi6n jamas se da en el
interior de un mismo entramado conceptual.
(b) Las estructuras no "presentan caracter de sistema'", sino que mas bien los sistemas (reales 0 ideales)
poseen real 0 idealmente una estructura, definida par
!as invariantes relacionales que se revelan al cabo de
una serie de transformaciones; se pueden postular (y
de hecho se hace habitualmente) diferentes estructuras
y niveles estructurales en el interior de un sistema
representado en un modelo. 2
(c) En ninglin sistema conocido que tenga algo que
"\o"efcon
una realidad m:inimamente compleja la totalidad
de las variables reacciona a la modificaci6n de una
rualquiera de elIas: siempre hay variables mas 0 menos
sensibles, mas 0 menos criticas 0 determinantes, al
punto que existe una "teorIa de las jerarquias" que
estudia la importancia 0 faha de importancia relativa de
105diversos conjuntos de variables en un sistema y un
'"analisisde la sensibiIidad" que aborda las propiedades
matematicas de ese estado de cosas. 3
(d) En la epistemologia y en las matematicas
estructuralistas, un grupo de transformaciones define
una estructura, y de ninguna forma un modelo; seglin
otra definici6n estructuralista aceptable, un grupo se
puede considerar como un tipo especial de estructura,
pero jamas como la forma necesaria 0 la esencia de
todo modelo. 4
(e) Aun admitiendo la legitimidad de imprimir un
senti do atipico 0 idiosincratico a la noci6n de modelo,
un modelo no es necesariamente un miembro de una
familia de transformaciones, pues la relaci6n entre una
operaci6n transformacional discreta y un modelo no es
ni remotamente uno a uno; si las variables del modelo
admiten manipulaci6n (y no tendrIa sentido pensar en
un modelo que restrinja esta posibiIidad), un solo
modelo puede puede dar cuenta de una, muchas 0
inflOitas series de transformaciones. Un modelo que
representara un solo estado en una serie de transformadones serIa rotundamente inutil para dar cuenta de la
serie, y no seria susceptible de modificarse para
examinar la re-estructuraci6n 0 la dinamica del sistema
al cual representa.
(f) Puesto que Levi-Strauss ha identificado a los
modelos con las estructuras, la suposici6n de que el
modelo se transformara "en caso de que uno de sus
eleme,ntos se modifique" es err6nea; en su propia
epistemologia, las estructuras (y consecuentemente los
modelos) no constituyen conjuntos de elementos sino
conjuntos de relaciones; la modificaci6n de un elemento en nada incide sobre la estructura y la trayectoria de un sistema, en tanto las relaciones entre los
terminos se mantengan constantes. En una teorIa
sisternica consistente, la incidencia de un elemento
sobre el conjunto depende del valor de sus relaciones
en el tejido estructural del sistema.
Mas que la escala de la equivocaci6n, sorprende la
densidad de los errores, la forma en que se aglomeran
en una muestra textual minima casi sin necesidad de
interponer elipsis. Toda la construcci6n se apoya sobre
arena, y su denuncia se toma forzosa. La lectura
levistraussiana de la doctrina estructuralista preexistente ha sido a todas luces apresurada, superficial y
confusa, y en 10 que respecta a su discurso sobre
modelos es induso infiel alas definiciones y usos que
el mismo asentara; la resultante de ello es el caos que
acabamos de cartografiar, donde todos los tipos 16gicos se ofrecen pOI' el precio de uno y donde no se
cumple en absoluto el objetivo que el mismo se ha
propuesto de saber en que consisten estos modelos
que son el objeto propio de los analisis estructurales".
Virtualmente no hay en todo el cuerpo de la cita una
sola proposici6n que sea correcta en alguna epistemologia imaginable 0 que no resulte contradictoria con
aserciones contiguas . Sea que pal'adigmaticamente examinemos sus correspondencias con otros marcos
categoriales 0 que sintagmaticamente examinemos su
consistencia interna, la formulaci6n levistraussiana
deviene insostenible.
Estructuras, transformaciones, modelos y sistemas
no deberIan ser, creemos, conceptos difusamente
intercambiables de acuerdo con los vaivenes del
mercado ret6rico; se trata de aspectos que, cualquiera
sea la amplitud semantica de sus definiciones y
cualesquiera sean las diferentes personalidades ontol6gicas que hayan asurnido en el curso del tiempo,
han sido distinguidos con daridad en todas las epistemologias mas 0 menos responsables, con la posible
excepci6n de las que se construyeron en nuestra
disciplina tras el advenirniento del estructuralismo. No
es que esos terminos, pOI'unadecisi6n autoritaria, no
puedan definirse en un marco te6rico a traves de denotaciones que en otros marcos corresponden a otras
categorIas; 10 verdaderamente ineorreeto es que en el
interior de una sola perspeetiva sus signifieaciones se
eonfundan.
Con cierto esfuerzo de reconstrucci6n pOI'parte del
lector es posible corregir 10 que Levi-Strauss efeetivamente dice e infundirle un eontenido aceptable: que la
estructura social de un sistema concreto s610 se capta
en un modelo relativamente abstracto, que un modelo
permite dar cuenta de y predecir determinadas transformaciones del sistema representado, que estas transformaciones no son estocasticas sino que responden a
cierta pauta, que la estructura de un sistema se revel a
a 10 largo de las transformaciones a las que se somete
el modelo, etcetera. Esta lectura algo mas correeta,
pero idealizada, es, sin duda, la que realizan eotidianamente los antrop610gos y los criticos de la discipIina,
de otra manera, alguien se habria dado cuenta antes de
que el esquema teoretico esta Iisa y lIanamente mal
plante ado y no habrIamos tenido que ser nosotros
quienes trajeramos a eolaci6n el easo recien aqui y
ahora. En todo el discurso antropo16gieo sobre los
modelos levistraussianos, los ostensibles errares de la
formulaci6n original invariablemente se pasan por
alto, como si existiera un acuerdo secreta para no
poner en relieve su precariedad (Cf.Vogt 1960; Nutini
1965; Parain-Vial 1969; Scholte 1973; Caws 1974;
Chaney 1978; El Guindi y Read 1979). Si las equivocaciones de Levi-Straussnos sorprenden, la conformidad
de los criticos nos deja estupefactos.
Las lecturas redentoras, empero, no alcanzan para
poner los modelos en marcha . Lo mas grave de todo
esto es que en la presentaci6n que de ellos hace LeviStrauss, la naturaleza de los modelos, la forma en que
estos modelos reflejan una realidad y apoyan una
teoria nos ha sido escamoteada, tal vez conscientemente. En los ensayos levistraussianos no hay una
clara delimitaci6n entreel modelo y el discurso asertivo comun, y es esa misma fluidez 10 que dificulta
saber en que consiste el modelo y c6mo trabaja.
EI mode1o de marras es soluble en lenguaje, se
disuelve al sumergirse en las pretextaciones ret6ricas
e ideol6gicas que 10 circundan, se mimetiza con el
drculo de adjetivos con que se 10celebra. Es cierto que
las argumentaciones de Levi-Strauss que asumen un
tonG formal difieren de las demas por cierto carkter
diagramatico y por la generosidad de sus lances
anal6gicos: pero todo ello es harto indisciplinado, yen
todo el discurso modelico levistrausssiano 10 mas
necesario esta sistematicamente ausente: no existe ni
una gramatica inherente al modelo, ni una fundamentaci6n 16gicade su capacidad productiva, ni una forma
pautada y replicable de operarlo, ni un conjunto
enunciable de reglas de modelizaci6n.
En la jerga cientifica,si la palabra "modelo" significa
algo, ello es la capacidad de re-producir una herra-
MANUAL
DEL PROMOTOR
CULTURAL
3 TOMOS
ADOLFO
COLOMBRES
BASES TEORICAS DE LA
ACCION
II. LA ACCION PRACTICA
III. DOCUMENTOS Y
MATERIALES DE TRABAJO
EDITORIAL
HUMANITAS
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Tel. - Fax: (01) 362-0746
mienta que (como diria Ayer) pone en pie de igualdad
a los pontlfices y a los jornaleros, y que permite llegar
a conc1usiones parecidas partiendo de los mismos
interrogantes; suprema paradoja: ninguna escritura,
ninguna analitica es, en toda la antropologia, mas
idiosincratica e inimitable que la levistraussiana. En la
encrucijada de las referencias eruditas a la lingi.ilstica,
a la cibernetica, alas matemiticas estructurales y a la
teoria de la informaci6n el modelo levistraussiano no
es definidamente nada de eso: no cumple con el deber
.de delimitarse y con ello no se compromete a ningun
c6digo de conducta. Tras la fachada de la interdisciplinariedad se esconde, de hecho, el labeiinto de la
indisciplina.
Lapregunta que debemos hacernos eS:ique es para
Levi-Straussefectivamente un modele? iES acaso una
entidad imaginaria que se puede "materializar" y
"operar" -por asi decirlo- mediante un flujo de palabras? iEs una herramienta que podria constituirse de
diversas formas, incluso en una discusi6n verbal entre
intelectuales? iES un constructo heter6clito, formado
de aserciones, imagenes, maquetas, circuitos y
mecanismos?iEsuna nueva suerte de metafora?iEsun
diagrama en un papel, acompaiiado por una nota
explicativa que prescribe su forma de uso?.:Es,mas
formalmente, una entidad conceptual que se puede
traducir de acuerdo con determinados principios de
simbolizaci6n en un conjunto de grafos, vectores y
parentesis?iES un artificiopuramente 16gico,un nucleo
plat6nico capaz de transcodificarse y corporizarse bajo
diversas formas de representaci6n? iO es mas bien un
conjunto no pautado de proposiciones, que el escritor
va "transformando" guiado por su intuici6n a medida
que, discursivamente, se simula la modificaci6n de sus
variables?
Ademas, iQue privilegio exime a los modelos
levistraussianos de la estipulaci6n de aquello en que se
fundamentan, de la identificaci6n precisa de los rigores
que hacen que se les deba tener confianza?iCualesson
los atributos de estos model os que Ie confieren la
adecuaci6n descriptiva y el poder explicativo que
reclaman?.:Cualesson los prerrequisitos a los que se
atienen y las reglas que reconocen en materia de
precisi6n conceptual, exhaustividad y coherencia interna?
Los interrogantes son infinitos, pues la necesidad
misma d~ que Levi-Strauss recurra a una entidad
instrumental que despues no caracteriza mas que a
traves de su uso que sistematicamente la encubre,
resulta enigmatica. Podriamos seguir haciendonos
preguntas que nadie nos contestara: iPOrque hablar de
modelos, despues de todo? .:Cu~i1
es el quantum de
precisi6n que debe poseer un modelo para contrarrestar los efectos envolventes de la subjetividad, la
connotaci6n y la ideologia? iC6mo puede verficarse la
correcci6n descriptiva y la eficacia predictiva de un
modelo? iESun modelo una herramienta de una teoria,
una estructura escondida en la realidad, un metodo 0
un avatar 0 manifestaci6n esquematica de la teoria
misma? tCual es el sentido de desplegar la sutileza de
apabulIar a este 0 aquel infeliz colega por no haberse
dado cuenta que las "estructuras sociales" pertenecen
al plano del modelo (y no a la realidad) para terminar
encubriendo (0 ignorando), a fin de cuentas, la topologia, la capacidad funcional, el status etnol6gico, el
regimen interno y la configuraci6n formal de ese
constructo?
Sin reflexionar sobre su propio silencio en las
materias verdaderamente cruciales, Levi-Strauss sigui6
entonando loas a la modelizaci6n cientifica en los casi
cuarenta aiios siguientesj pero jamas nos porporcion6
un solo modelo explkito y digno de ese nombre, a no
ser que se acepten como model os elaboraciones
literarias -brillantes 0 letargicas, ese no es el punto- que
en nada difieren, epistemol6gica e instrumental mente
hablando, de cualquier otra estructura 0 de un despliegue imaginativo de sentido comun. A menos que
exista alguna reseiia que desconozcamos, Levi-Strauss,
por ejemplo, nunca se dign6 a demostrar la forma en
que se manipula una variable de un modele para
observar su comportamiento diferencial, pese a que
esta es una de las razones recurrentes que justifican su
construcci6n.
Este estado de cosas nunca se modific6, por mas
que los intelectuales mas conspicuos de la epoca
participaron en el debate. Para Levi-Strauss 105 modelos siguieron siendo nebulosos y polimorfos, y nadie
se atrevi6 a despertarlo de esta etapa de sus sueiios
dogmaticos, ni sinti6 la necesidad de hacerlo. Alguna
evoluci6n hubo con el correr del tiempo, pero no fue
para mejor. Hacia 1946, en una contribuci6n sabre
sociologia francesa en una obra colectiva, los modelos
"aunno se confundian can las estructuras, sino que eran
"dispositivos anal1ticos capaces de reducir la complejidad con creta de los datos a estructuras mas
simples y elementales" 0946: 525). En la etapa intermedia es cuando mas proliferan las identificaciones
extravagantes, como cuando afirma que las estructuras
sodales consisten en modelos etnol6gicos (0 cuyas
caracteristicas los tornan cientificamente mani pulables;
es decir, son sistematicos, transformacionales, predictivos y exhaustivos 0953:279-280). En Tristes Tr6Picos
se encuentra tal vez la justificaci6n mas escueta y mas
dasica:
Despues de Rousseau, y de una manera que me parece decisiva, Marx enseii6 que la ciencia social ya no
se construye en el plano de los acontecimientos, as! como tampoco la flsica se edifica sobre los datos de la
sensibilidad: la finalidad es construir un modelo, estudiar sus propiedades y las diferentes mane;as como
reacciona en ellaboratorio, para aplicar seguidamente
esas observaciones a la interpretacion de 10 que ocurre
empiricamente, y que puede halIarse muy alejado de
las previsiones 0973:45-46; original de 1955).
Eventualmente, empero, los modelos volvian a
identificarse con la cosa en si 0 con identidades ideales
emergentes de operaciones abstractas: un modelo
cientifico -afirmaba Levi-Strauss- "es un objeto que
puede aislarse facilmente, con contornos bien definidos, cuyos diferentes estados revelados par la
observacion se pueden analizar can referencia a unas
pocas variables" 0964:544). Estas afirmaciones son de
par si inespecificas, pero si se las concatena alas
anteriores el contrasentido es inquietante:tcomo se
can cilia, por ejemplo, el argumento empirista de que
un modelo es un "objeto que puede aislarse" can el
dictum racionalista de que se trata de una construccion
ideal a de un "dispositivo anal1tico"?Los razonamientos de Levi-Strauss sobre los modelos son, sin duda,
precarios; 10 malo del caso es que ni siquiera se trata
de una precariedad consistente.
No hay modelos autenticos en la especulacion
levistraussiana y tampoco los ha habido despues. A la
luz de 10 sucedido con posterioridad a la presentacion
de Ikvi-Strauss podemos decir, sin pretender probar
ahara el particular, que la practica disciplinaria de
construcci6n de modelos qued6 menos instaurada
para siempre que rrematuramcntc aholida.
Las Mito16gicascubren dos mil paginas. Hay alga de
estremecedor en el hecho de que alguien haya invertido tanto trabajo en anudar categorias tan etereas que
no pueden ni empezar a articularse. Asusta tambien
pensar en el tiempo que uno mismo necesit6 para
deshauciar un paradigma cuya artificiosidad se ve tan
claramente ahora. Es factible que sea uno el unico
equivocado, al presumir que los modelos aniropologicos tienen valor de uso y que estan diseiiados verdaderamente para funcionar. Quien sabe. Hasta es posible
que tad a el mundo se haya dado cuenta antes de estas
cosas, y que quiza 10 unico que en algun momenta falIo
fue la comunicaci6n mutua de nuestras conjeturas.
Con todo, nos permitimos dudar que las sospechas
acerca del sistema levistraussiano est en habitualmente
mejor fundamentadas que este mismo: tCUantas Crlticas hay que se extrav'ian en detalles minusculos sobre
sifones de almejas, que descubren la sombra de Hegel
detras de Descartes 0 que aducen fantasmas romanticos tan improbables como la hermeneutica, habiendo
cuestiones epistemo16gicas tan apremiantes para poner
en los primeros pianos?
Nuestras razones 16gicas para desconfiar de LeviStrauss no son nada mas que seis. Han de serlo
forzosamente ahora, porque a nosotros se nos ha
terminado el espacio y a quienes leen, quiza, la
paciencia. Ante los dudosos artilugios de Levi-Strauss,
la reacci6n de los academicos ha venido favoreciendo
ampliamente el camino de la tolerancia, como si la
desmesura de su pretensi6n, la riqueza de sus observaciones colaterales y el esplendor de su estilo excusaran las fallas de un modelo que ha confundido los
atributos de todos los niveles, la naturaleza de todas las
operaciones y la significaci6n de todos los conceptos.
Se habla de la ambigiiedad de Levi-Strauss como
admirandola en el fondo, y se admite su arbitrariedad
como si fuera una prerrogativa suya. Hoy se 10 deja
entrar pasivamente en su crepusculo, como antes se 10
dej6 imponerse. Lo mismo da. Se seguira creyendo,
despues de todo, que el error estaba en otra parte: en
su escaso trabajo de campo, en su indiferencia par la
perspectiva del actor, en la trivialidad de los descubrimientos, en su pedanteria de especulador de
escritorio. Pero quedara vigente 10 menos cierto: la
impresi6n de que el metodo que propuso funcionaba.
Aun ante la perspectiva amenazante de que esa
impresi6n sobreviva mas que estas notas, aun ante la
posibilidad de que el residuo de beneficio que haya
dejado el estructuralismo sea menor que el esfuerzo
necesario para neutralizar sus errores, hemos tornado
la determinaci6n de desencadenar, por una vez, la
fuerza de una critica interna. Lo hemos hecho no para
sugerir que hemos sido capaces de refutar a LeviStrauss, sino en espera de que se genere un dialogo con
otros. Uno que esclarezca en que medida el estructuralismo sera un incentivo, un ejemplo 0 un obstaculo
para la Antropolog'ia que de aqu'i en mas habra de
constituirse.
1 Las definiciones
alternativas son innumerables, pero el
nucleo del sentido de todas las que hemos consultado nunca
pasa por la asimilaci6n de "estructura" y "modelo"; la entidad
del "sistema" es variable de un cientifico a otro, pero muy de
tarde en tarde se 10 confunde con la estructura y jamas con
el "modelo" Cd.].G.Miller 1978:22-23; Mouloud 1969; Wilden
1979; Klir 1984; von Bertalanffy 1982, 1984; Rapoport 1984).
Nuestra formulaci6n alberga un implkito deliberado que par
ahora dejamos latente: que no es posible determinar la
entidad "sistematica" de una realidad compleja si no se
construye un modelo.
2 Pueden
verse diferentes definiciones correlativas de
sistema y estruetura en la literatura estructuralista y en los
estudios encuadrados
en la teoria general de sistemas,
dinamica de sistemas, ete. Cf. James Grier Miller 1978:9-50;
Aracil 1983, passim.
3 Sobre las organizaciones jerarquicas, d. Whyte, Wilson
y Wilson 1973; Aracil 1983:35-36. Sobre el analisis de la
sensibilidad en la moderna teona de la modelizaci6n, vease
Rothenberg 1989:88-89; D'Ambrosio 1989:142-146.
4 Veanse las definiciones
estructuralistas clasicas de obin
Gandy (1976). Definimos formalmente un modelo mas
adelante, en multiples ocasiones y segun diferentes perspectivas. Como definiciones alternativas cf.Miller1978, passim;
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