El Mar de Mario - extended reading

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El Mar de Mario
Había un hombre que se llamaba Mario. Era cocinero. Trabajaba en un restaurante muy
exitoso en Las Vegas, Nevada. Se llamaba El Mar de Mario. Se servía la comida elegante.
No se servían ni las hamburguesas ni los perros calientes ni el pollo frito. Se servían los
mariscos y los pescados. Los más populares eran el atún asado, los camarones a la parilla, la
langosta hervida y el salmón crudo. La gente rica comía en El Mar de Mario. La gente pobre
no podía pagar los precios muy altos.
Menú
El desayuno
el cereal de trucha - $17
los huevos de pescado (revueltos) -$23
Las sopas
El caldo de almejas - $26
La sopa de camarones y fideos - $24
Los platos principales
el atún asado - $73
los camarones a la parilla - $59
la langosta hervida - $81
el salmón crudo - $64
Las bebidas
el vino blanco - $33
el vino tinto - $32
Los postres
un pedazo de pastel - $29
un trozo de una galleta - $19
Platos adicionales
el arroz picante - $13
los frijoles - $10
los habichuelas - $26
Mario tenía una rutina muy estricta. Siempre se levantaba a las 5:22 de la mañana, se
duchaba y se ponía su uniforme de cocinero. Manejaba su motocicleta 3.8 millas y llegaba al
restaurante a las 6:00 en punto para empezar a preparar la comida para el día. Picaba las
cebollas. Calentaba el horno. Pelaba las papas. Mezclaba la harina, el azúcar y el aceite de
oliva. Preparaba toda la comida.
Mario tenía mucho éxito, pero le faltaba una cosa importante - el amor. No tenía esposa. No
tenía novia. Mario quería una novia. Estaba enamorado de una mujer en particular. Se
llamaba Carmen. Carmen trabajaba en El Mar de Mario. Era camarera. Era bonita, amable y
dulce. Típicamente, sonría a los clientes y hablaba con la voz de un ángel.
El martes pasado, Carmen estaba trabajando cuando se acercó a una mesa con tres hombres
y dijo, “Buenas tardes señores. ¿Qué quieren para tomar?”. Un hombre calvo pidió el vino
blanco y Carmen se lo trajo. Un hombre con una barba grande y negro pidió el vino tinto y
Carmen se lo trajo. Había un problema con el tercer hombre. Era un hombre bajo con el pelo
rubio y largo. Llevaba una camiseta de Kid Rock.
Carmen: ¿Y usted, señor? ¿Para tomar?
Hombre bajo con el pelo rubio: ¿Me puede traer una cerveza, por favor?
Carmen: No se sirve la cerveza aquí.
El hombre se puso enojado. De repente, se levantó y gritó, “¿No se sirve la cerveza? ¿Cómo
es posible? Quiero tomar la cerveza. Si Ud. no me trae una cerveza, no voy a dejar una
propina.” Carmen se puso triste y empezó a llorar. Tenía miedo del hombre.
En la cocina, Mario oyó al hombre gritando a Carmen, el amor de su vida. Mario se puso
enojado. Salió de la cocina. Sacó un cuchillo y mató al hombre bajo con el pelo rubio y largo.
Después, sacó una cuchara y mató al hombre con la barba. El hombre calvó tenía miedo y
empezó a correr. Mario sacó un tenedor y se lo tiró. El hombre calvo se cayó muerto. Carmen
miró a Mario.
Carmen: Mi jefe, ¿por qué mataste a los tres hombres?
Mario: Porque te amo y a ellos les faltaba el respeto para tí.
Carmen: Pero, sólo un hombre era malo. Los dos otros eran amables.
Mario: Eh . . . no me importa. ¿Te gustaría salir conmigo?
Carmen: Sí. Por supuesto. ¿Cuándo?
Mario: Mañana a las ocho.
De repente, la gente en el restaurante aplaudió. Mario estaba orgulloso. Agarró a Carmen y la
besó.
El miércoles a las ocho, Mario llegó a la casa de Carmen en su motocicleta. Llevaba un traje
negro con una corbata roja. Carmen salió de la casa. Llevaba un vestido rosado. Se subió a
la motocicleta con Mario.
Carmen: ¿Adónde vamos?
Mario: Es un secreto. Vamos a un lugar muy especial. ¿Tienes hambre?
Carmen: Sí. Tengo hambre.
Mario manejó la moto por las calles de Las Vegas. Mientras manejaba, Carmen miraba los
edificios y los árboles. Estaba emocionada. Quería comer y pasar tiempo con Mario. Pero
cuando llegaron al “lugar especial”, Carmen se puso triste. Mario la llevó a El Mar de Mario.
Carmen no quería comer allí porque era su trabajo y no le gustaban los mariscos, pero no dijo
nada porque tenía vergüenza. Los dos entraron el restaurante.
Mario: Bienvenida a El Mar de Mario.
Carmen: Eh . . . pues . . . gracias.
No había otra gente en el restaurante. Carmen se sentó en una mesa. Mario fue a la cocina
para preparar la cena. Abrió la puerta de la cocina y gritó:
Mario: Mi amor, ¿qué prefieres? ¿La langosta hervida, los camarones a la parilla, el salmón
crudo o el atún asado?
Carmen: No me importa. Todos son deliciosos.
Mario: Perfecto. Te preparo todos.
Carmen estaba preocupada. No quería comer la langosta hervida, los camarones a la parilla,
el salmón crudo o el atún asado. No le gustaban los mariscos ni los pescados. Pero no podía
decirle la verdad a Mario. Mario regresó a la cocina para seguir preparando la comida.
En la cocina, había un problema. Mario buscó la langosta y no la pudo encontrar. Buscó los
camarones y no los pudo encontrar. No pudo encontrar ni el salmón ni el atún tampoco. No
había ni mariscos ni pescados en la cocina. Mario se puso enojado y gritó, “¿Dónde están los
mariscos?”
De repente, Mario oyó un ruido. Se dio la vuelta y vio una langosta. La langosta llevaba una
corona y tenía un cuchillo en la mano. Habló con Mario:
Langosta: Hola Mario.
Mario: ¡Ah! ¿Eres una langosta y puedes hablar?
Langosta: Sí puedo hablar. Mi nombre es Larry. Soy el rey de los mariscos.
Mario: ¿El rey de los mariscos?
Langosta: Sí. Nosotros, los mariscos, estamos hartos de ti. Estamos hartos de ser comida
para ti y para los clientes de tu restaurante sucio.
Mario: ¿Y puedes hablar?
Langosta: Ay dios mío Mario. ¿Nunca has visto una langosta hablante en tu vida?
Mario: Pues . . . no. Entonces, ¿qué vas a hacer?
Langosta: Te voy a matar, mi amigo.
Mario: No me puedes matar. Eres una langosta pequeña.
Langosta: Es verdad. YO no te puedo matar . . . pero NOSOTROS te podemos matar.
Mario: ¿Huh?
Langosta: ¡ATAQUEN!
Mario se dio la vuelta y muchos mariscos y pescados lo atacaron. Un atún saltó a la cabeza.
Tres salmones saltaron a las rodillas. Muchos camarones saltaron a los pies. Mario se cayó y
Larry lo mató con el cuchillo. Todos los mariscos aplaudieron y empezaron a gritar, “Mario está
muerto. Somos libres. Mario está muerto. Somos libres.”
Carmen oyó el ruido en la cocina y estaba confundida. Dijo, “¿Todo está bien, Mario?” Larry,
la langosta, salió de la cocina:
Larry: No, mi princesa. Todo no está bien.
Carmen: ¿Dónde está Mario?
Larry: Está muerto.
Carmen: ¡Qué lástima!
Larry: ¿Te gusta comer los mariscos?
Carmen: No. En realidad, odio los mariscos.
Larry: ¿Qué te gusta comer?
Carmen: Me encantan los perros calientes y las papas fritas.
Larry: Perfecto. ¿Quieres ir a un restaurante de perros calientes conmigo?
Carmen: Sí. Por supuesto.
Los dos salieron de El Mar de Mario y se subieron a la motocicleta de Mario. Larry, la langosta,
manejó a un restaurante pequeño que se llamaba El Paraíso de Los Perros Calientes.
Comieron un montón de perros calientes y se enamoraron. Después de comer, fueron a una
iglesia y se casaron. Se besaron y Carmen estaba embarazada (that´s how it happens). Dio a
luz a un bebé que era parte humano y parte langosta. Larry estaba orgulloso de su hijo. Le
puso el nombre Mario.
Bryan Kandel
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