BRIHASPATY-La fortuna de vivir

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BRIHASPATY
LA FORTUNA DE VIVIR…
Yo he venido a contaros una historia. Esto comenzó una tarde de hace mucho tiempo en la que yo estaba
hablando con mi Maestro, porque… yo tengo un Maestro. Y le estaba diciendo: “oye, en Cestona hubo un
tiempo en el que uno podía comprar las cosas de herboristería más
baratas, se compraban a granel y se podía encargar arroz integral,
azúcar etc. y te salía algo más barato”, porque se pedía a través de una
cooperativa, pero hacia un tiempo que esa opción había desaparecido.
Entonces, le estaba comentando a mi Maestro, qué te parece si
recupero otra vez el contacto con la cooperativa y pongo la lista en
Cestona, los precios y me encargo de recoger los pedidos que haga la
gente; hacer el pedido, empaquetarlo, cobrar. Y me dijo: “¡Jesús, estás tonto! ¡No tienes otra cosa que hacer
que pensar en levadura, en arroz integral! ¡Vete a Mungia, a ver si consigues dar clases de Yoga!”
Entonces, con ese tirón de orejas, que fue un meneo, una sacudida, aparecí en Mungia por esa razón. Si él no
me hubiese dicho nada, igual me hubiese hecho el rey del producto dietético.
Tengo la impresión de que esa situación, en la que yo me planteo una cosa,
pero la realidad pinta por otro lado, no ha dejado de ser una constante en
mi vida. Quiero decir que aún y después de un tiempo de practicar Yoga,
muchas veces tengo la impresión de que no me entero de la fiesta. No
quiero decir que no me entere, quiero decir que mis pensamientos o mis
intenciones van por un lado, y la vida a veces lleva otro derrotero. Un día
me llegó una postal que decía: “La vida es eso que ocurre mientras uno
piensa en otra cosa”. Yo os lo traslado a vosotros como una reflexión
personal, que no es tanto una cuestión frustrante, sino que es una realidad.
La mayoría de las veces la vida nos pilla con el paso cambiado, no sé si es
algo que sólo me ocurre a mí o es algo general. Y muchas veces, las
consecuencias de ese paso cambiado, acaban en un aterrizaje que a veces
es forzoso, otras es sobre plumas, pero en definitiva, la realidad muestra
una cara que hasta ese momento no hemos visto, o no lo percibíamos.
El título de la charla es “La fortuna de vivir…” puntos suspensivos. Últimamente me han dicho que abuso
mucho de los puntos suspensivos, pero para mí es un jueguito de seducción, es como una caidita de ojos. Es
una frase que no acaba de completarse, es una intención que no acaba de definirse, es una invitación. El
título de la charla “La fortuna de vivir…” es una invitación, los puntos suspensivos los iremos aclarando en el
desarrollo de esto que os quiero contar.
El título viene por una película francesa que es “Les enfants du Marais”, pero que en su traducción al
castellano se cambió por: “La fortuna de vivir”. Esta película, yo la vi en un tiempo en que no me sentía
precisamente afortunado, es más, me sentía bastante desgraciado, bastante en bronca con la vida. Pensaba
que la vida era una putada, que esa relación que a veces se ve en las películas entre causa y efecto- a los
malos siempre los trincan, la verdad siempre prevalece, las justicia siempre apoya al bueno- es un camelo de
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cuidado. Porque iba viendo que históricamente había visto mucha gente que había muerto, o había
desaparecido en medio del mayor desconocimiento.
Estaba en ese proceso muy envenenado y engangrenado y
además estaba trabajando de vigilante nocturno en un club de
campo, así todo muy pijo, muy “o sea”. Era un club de golf con
múltiples instalaciones que tenían un vigilante que era yo, que
se pasaba la noche ahí, pero que tenía canal plus. Entonces, de
rato en rato, me iba a ver la tele, y fui viendo a trocitos una
película que me dejaba con la miel en los labios porque no la
podía ver entera. Pero como en canal plus, la misma película la
repetían durante un mes, la iba viendo trocito a trocito, y me iba
creando una especie de nostalgia, y fue un poco lo que me sacó
de esa situación de desencuentro con mi propia vida.
No he conocido en mi vida mayor enemigo que yo, yo mismo
hacia mí. Podía haber enemigos de todos los tipos y de todos
los tamaños, pero tan potentes como yo conmigo ninguno. Esta
película, por su sensibilidad no sería nunca una película
taquillera pero me iba tocando. Cuando yo me enteré del título
y la puede conseguir para verla entera, viendo la película llegué
a la conclusión de que de vez en cuando es importante volver a los palotes. Uno piensa que sabe un montón
de cosas. Os puedo decir que a nada que lleves un tiempo en el Yoga, ya manejas conocimiento sobre el
Bhagavad Gita, sobre los Upanishad, sobre los Sutras de Patanjali…. Conocimientos de lo más exquisito,
esotéricos, sobre la Verdad, su alcance, el proceso de transformación, el auto-conocimiento. Un
conocimiento que te puede dejar sorprendido, pero no deja de ser letra muerta siempre y cuando uno no
consiga realizar eso en su vida.
Desde luego ese no era mi momento, yo tenía un conocimiento y me servía de bien poco. Entonces, esto de
volver a los palotes, esa ternura que me inspiró la película en un momento en el que yo estaba bastante
punki, agresivo, bastante autodestructivo, podría ser por eso de la adicción, porque uno siempre se
encuentra con lo que no quiere. Ese es el punto de ternura que me llevó a buscar mi palote. Me invitó a
apreciar aquello otro de que era poseedor y sin embargo no reconocía, no sentía o no pensaba que era
afortunado en absoluto.
Entonces tuve que empezar a reconocer que tenía un cuerpo con el que siempre me había peleado, porque
yo siempre he sido gordo, por fuera, internamente soy delgado. Pero por fuera tengo varias capas de
neopreno con las que me he estado peleando toda mi santa vida. Porque siempre he buscado el aprecio, la
aceptación, que las chicas me mirasen, el gustar y esto era una pelea. Además, la gente me lo recordaba,
Jesús ¡Qué gordo estás! Entonces en medio de esa gordura tuve que descubrir que al margen de mi
estructura tenía capacidades y poderes, que me hacían una persona, un ser autónomo.
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Descubrí que tenía dos piernas que me podían llevar a cantidad de sitios. De hecho me hizo recordar que si
algo me ha hecho feliz en la vida ha sido andar. Los vascos somos muy de andar, de ir al monte por la
mañana con el bocadillo. Yo soy guipuzcoano, y me iba a la Sierra de Aralar, por el Duranguesado… alguna
incursión. Y dije: “¡joé!. Fíjate que me he podido
quejar de cómo es mi cuerpo y sin embargo, cuanto
disfrute, cuanta satisfacción me han permitido mis
piernas”. Yo os traslado el tema de las piernas sobre
todo a las chicas y veréis que tenéis una pelea
increíble con vuestras piernas y que uno no valora las
piernas hasta que tiene un esguince de tobillo, un
problema de rodilla o de cadera, o bien se te rompe
una pierna. En el momento que pierdes esa
capacidad de poder moverte con normalidad qué
descubres, que hay una habilidad que tenías y que no
valorabas. Es decir, dentro de ese proceso en el que
uno vive en la inconsciencia, que está ahí a por uvas y la vida va por otro lado. Disfruta, posee, tiene un
usufructo, una serie de cualidades que sólo se valoran cuando no las tienen. Las chicas peleadas por si os
queda bien la falda o no, si vuestras piernas son cortas, largas, si tienes cartucheras. Todo un proceso de
customización, de recauchutado, de la piel de naranja, de no sé qué. Es como que las mujeres tendríais ese
handicap añadido, tenéis que estar buenas, entonces si no tienes unas piernas bonitas… ¿buena, buena?...,
tendrás que ser simpática. A los chicos también les pasa algo parecido. Esa capacidad de desplazamiento,
capacidad de desplazamiento yo la reconocí en ese momento.
Además de la capacidad de desplazarnos, descubrí más, tenemos la capacidad de manipular, de hacer cosas
con las manos y esto es lo que más autónomos nos vuelve. Gracias a esa capacidad de manipular podemos
trabajar, acariciar, dar un tortazo. Podemos hacer infinidad de cosas
con las manos. Pero sin embargo, no valoramos esto hasta que lo
perdemos. Os voy a contar un chiste de un pianista de reconocido
prestigio, por un problema con uno de los brazos se lo tienen que
amputar. Claro, él que había sido pianista de reconocido prestigio,
con un solo brazo se acabaran los grandes conciertos, las grandes
representaciones. A lo que podía aspirar era a tocar cumpleaños feliz
con una sola mano, entonces decide que su vida ya no tiene sentido y
que se va a suicidar. Se busca el puente más alto y cuando se va a
tirar, ve que por el otro extremo del puente viene un personaje, digo
personaje, porque no tenía brazos, pero sin embargo traía una alegría
en el cuerpo al andar. Al pianista esto no le cuadra, dice yo tengo un
brazo, mi vida no tiene sentido y me voy a suicidar y este que viene por ahí no tiene brazos, y viene feliz y
contento, pues hay algo que no entiendo. Así pues decide que no se suicida, se baja del pretil, espera a que
llegue el susodicho individuo, y cuando llega a su altura le dice: “perdone, yo pianista de reconocido
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prestigio, me han cortado un brazo y me iba a suicidar. Pero claro cuando le he visto que venía por el otro
extremo del puente sin brazos y con tanta alegría, la verdad es que se me han quitado las ganas de
suicidarme”. Y le dice el sin brazos: “alegría no tengo mucha, pero traigo un picor en el culo desde el
principio del puente y como no me puedo rascar pues vengo así”. Quiero decir que algo tan simple como
rascarse, o comer la sopa con el brazo izquierdo porque tienes el derecho escayolado, se convierte en una
poesía.
Fijaros cualidad tan corriente, tan normal, con unas manos cortas, grandes, gordas, flacas, sin embargo nos
hace autónomos, nadie nos tiene que atender. Podemos trabajar, podemos ganarnos la vida, podemos
defendernos, podemos buscar el placer, podemos acariciar, podemos sentir y sin embargo, no es algo que se
aprecie. Pues es un valor importante, para mí que estaba en los palotes, en ese momento, os puedo asegurar
que fue otro pequeño puntal. Entre tirarme a la mierda o sentir que tengo piernas o que tengo brazos, pues
por lo menos vamos reconstruyendo un poco el sentido de todo esto.
La cosa no acaba ahí, tengo la capacidad de desplazarme por el
espacio, tenemos la capacidad de relacionarnos, y es la capacidad
que estoy usando aquí. Existe un emisor, unos receptores, un
código que es común. Y, aunque yo no siempre consiga definir en
palabras lo que quiero contar, ni el que me escucha sea capaz de
afinar en cuanto al sentido, a la interpretación de lo que yo le estoy
trasmitiendo, hay una aproximación y gracias a eso, nos
comunicamos. Aunque las malas lenguas dicen otras cosas, ¿sabéis
en que nos parecemos los hombres a los perros? Nos parecemos en
que nos hablan, y parece que entendemos.
Desplazarnos, manipular, relacionarnos, tenemos también la capacidad de, con otra persona del polo
opuesto, engendrar vida. No digo tener hijos, que puede tener
cualquiera, pero engendrar vida, ese es otro tema, ese es un
compromiso. Y si no fuese porque ese vínculo viene a veces grabado
a fuego, si en generaciones anteriores hubiesen tenido tanto cálculo,
tanto reparo, posiblemente nosotros igual no hubiésemos nacido,
vete a saber. Ahora, gracias a lo que sea estamos aquí, los que
vengan generalmente entran dentro de la cuestión de la parejita.
Pero el tema de poder propiciar que la vida continúe, en el Yoga
diríamos poder propiciar que haya almas que encuentren cuerpos en
los que poder encarnar para poder tener experiencias, no deja de ser
otra visión diferente. Y no estoy hablando de que no haya que usar
métodos anticonceptivos. Quiero decir que nosotros manejamos una
cierta responsabilidad que es trascendente en la medida en que
cuando asumimos el hecho de traer vida, traemos muchas cosas más.
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Existe gente insistiendo en que todo esto es consecuencia del caos, que la evolución como proceso no
existe. Darwin hizo una aproximación con el tema de la evolución de las especies.
Es cierto, la necesidad crea el órgano, la necesidad crea la función, pero nosotros además le añadimos otra
coletilla. Es cierto que para las formas, para la materia, para los cuerpos, hay una evolución que viene dada
por una necesidad que va surgiendo y las generaciones posteriores aceptan ya como propias habilidades que
otros han desarrollado en el pasado. Y si no, sólo hay que vernos hace 200 años comiendo alubias en un
puchero de barro con una cuchara de madera que la cogeríamos de cualquier manera. Ahora, la cogemos de
forma distinta, ha habido un afinamiento en la expresión, sí, ha existido una afinamiento, un desarrollo en las
habilidades. Nosotros, sostenemos como teoría que posiblemente aquello que sostiene al cuerpo está en un
proceso paralelo en el que cada vez necesita un vehículo que le permita expresar esa vida que tiene, cada
vez con más exquisitez, con más definición, con más frescura, con más belleza, con más armonía.
Entonces, digo yo, que cuerpo tan estupendo. Hay quien puede pensar que la materia es algo inerte, y sin
embargo, algo que yo descubro en la materia que nos sostiene es que hay una gran inteligencia inherente a
la materia. Yo no estoy pendiente de nada de lo que ocurre dentro de mi cuerpo, mi cuerpo es capaz de
distinguir, de discriminar, de saber cuando algo que le doy no le sienta bien, o no está bien o le va a producir
lo que sea y me produce un vómito, una diarrea, me lo saca a través de los granos. Hay quien dice, y en esto
no se ponen de acuerdo, que mi cuerpo utilizará el órgano más débil, otros dicen que es el más fuerte.
La cuestión es que existen sistemas que se ponen en marcha para preservar y propiciar que la vida se siga
expresando. ¿Esto es fruto de la casualidad? Yo, esto no lo voy a discutir, pero yo supongo que ahí opera
algo, y lo hace con gran inteligencia, y no es propio de la materia, porque si nosotros fuésemos capaces de
aglutinar aquí los órganos que forman el cuerpo, tendríamos los órganos pero no tendríamos un cuerpo vivo.
Tiene que haber algo que enhebre, que sostenga, que sujete, eso, permitiéndole una expresión de vida cada
vez más exquisita.
Hasta ahí fui capaz de descubrir, de sentir, que ni todo estaba
perdido, y que quizás sí había cosas que yo podía cuidar, mimar,
porque me había entregado algo para que pudiese tener un
medio para poder vivir y ese algo era el cuerpo. Pues ya tengo
algo, conseguí después reconocer que además del cuerpo y sus
sensaciones, había una especial manera de percibir y
relacionarme con lo que tenía alrededor que era algo sentido,
que hacía que a veces mi cuerpo se encogiese o expandiera. No
sólo esto, a veces sentía que mis ojos se humedecían, a veces
sentía que la respiración se me agitaba, que el corazón se me
disparaba. Había cosas que simplemente me excitaban. Dice: “a
ti después de 20 años de matrimonio, ¿tu mujer te excita?. ¿Qué
si me excita? ¡Me pone de una mala hostia!”, suelen ser los dos
sentidos.
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Había reconocido que además de las sensaciones empezaba a notar que había algo que eran las emociones,
que era algo que siempre las había conocido. Pero descubrí que no tenían demasiada importancia hasta que
no cogieran cuerpo. De hecho, la mayoría de nosotros, no nos preocupamos por lo que sentimos hasta que
no coge cuerpo, hasta que no altera fisiológicamente, hasta que no te dispara el corazón o el aparato
digestivo. Entonces descubrí que no sabía cómo había llegado a vivir hasta ese punto con el nivel de
alfabetización que tenía sobre mis propios sentimientos. ¿Cuántos sentimientos era capaz de reconocer?
Pues muy poquitos: la alegría, la tristeza, la rabia, el odio, el resentimiento, la ternura, el afecto.
Iba sintiendo que en el mundo emocional era algo en lo que no había sido educado, el hecho de reconocer lo
que sentía, pero sí que descubrí que había hecho un cisma en mi vida. Pero como yo, todos los demás. Y en
ese cisma, descubrí que había emociones en las que yo me sentía más o
menos cómodo, que podía expresar con naturalidad, que podía mostrar a los
demás sin que ello me produjera ni rubor ni vergüenza. Sin embargo, había
otro tipo de sentimientos que me hacían sentir incómodo, sobre todo si eran
en público, que igual en privado no me importa, la rabia, los celos, la envidia,
pero no por eso dejaba de sentirlo. Entonces descubrí que durante mucho
tiempo lo que había hecho había sido ocultar aquello que sentía, pero en
principio porque no lo aceptaba, no era algo que socialmente podía manejar.
Descubrí que era mi incapacidad grande, disfrutaba de un cuerpo, me movía
con él, tenía que atenderle, hacerle caso. Sin embargo, por algún motivo
parecía que hasta ese momento no lo había valorado, lo había padecido, por
así decirlo, lo había encontrado pero no era uno con él. Pero sobre todo mi
desesperanza, mi frustración venía sobre todo por tener un trastero llenísimo de sentimientos enfrentados.
No sé si les ha ocurrido a ustedes, pero para mí era y sigue siendo un motivo de llevar una espalda
cargadísima, porque todo aquello que uno no quiere ver delante, se lo echa atrás o se lo echa aquí, o donde
sea. Entonces sentí que era importante empezar a manejar esto. Primero desde el punto de vista del
reconocimiento, de poder nombrar aquello que sentía y de ir atreviéndome a expresar. Lo que pasa que los
comienzos siempre resultan difíciles.
Todavía a nosotros nos cuesta decir ciertas cosas hasta que no llega la gota que
colma el vaso. Hasta ese momento, lo que se supone que hacemos es tragar. La
falta de reconocimiento, la falta de saber que ese es un sentimiento
determinado, y el hecho de no tener la habilidad de poder comunicar eso, de
poder expresar eso con una cierta eficacia lo que hacía era que fuésemos
acumulando un cúmulo, que el día menos pensado explotaba con la persona
menos indicada y por la mayor tontería, y claro, eso complica mucho una
relación.
Entonces descubrí que igual era el momento de intentar hacerme caso. ¿Por qué? Porque es lícito lo que
sientes, tienes derecho a sentir eso, otra cosa es cómo lo manejas que yo creo que eso va a ser una cuestión
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para toda la vida. El hecho de poder gestionar eso con cierta
eficacia, hay quien habla de la inteligencia emocional, pero no
sé si se puede reducir a eso. Si que veo que el mundo de las
emociones no es algo que uno pueda cambiar, se puede
aprender, desarrollar las habilidades relacionadas con el
reconocimiento y con su expresión más o menos sana. Digo
esto de más o menos sanas, y en esa medida, tratamos de
establecer esa relación con el mundo emotivo en el que uno
aprende a expresarlo todo.
Importante esta vuelta a los palotes, existe la necesidad de parar y relacionarse con uno mismo. De hecho yo
creo que en alguna medida en todos nosotros se ha dado esa situación paradójica de establecer como
criterio la huida hacia adelante. El hecho de no querer aceptar las cosas, de pensar va, esto cambiará, esto
mejorará, de buscar las explicaciones más peregrinas para mitigar muchas situaciones que no había sabido
cómo vivir. Claro, van apareciendo otro tipo de cuestiones, cómo vives determinadas cosas. ¿Las vives desde
la libertad, desde la mendicidad? Yo como hombre viví esa situación con una gran angustia porque me sentí
mendigando todo el tiempo, y lo que mendigaba era que me dejaras abierta tu parcelita de cariño, con lo
cual, ni tú tenías lo que quería, o cómo lo quería, ni yo conseguía lo que tú me podías dar. No hablo tanto de
las relaciones iniciales, hermosas, explosivas, hablo de cuando una relación se consolida en el tiempo y
cuando aparecen otro tipo de necesidades. Entonces se abre todo un proceso en que cada una de las partes,
en este caso yo como hombre, tuve que conjugar eso de poder vivir sin morir en el intento porque la
necesidad seguía, fisiológica sin otro tipo de razonamiento, sin otro tipo de cuestión, culo veo, culo quiero,
como los niños.
No dejaba de ser una situación conflictiva que no se resuelve tan fácilmente y que sin embargo necesita ser
atendida. La mayoría de las cosas de las que os estoy hablando sólo necesita ese proceso de parar, observar
cómo vive uno. No es cuestión de fórmulas mágicas o de técnicas, ¡qué va!, la realidad es otra, la realidad es
constante, es machacante. La realidad es tu Maestro, te lo está diciendo a cada rato. Pero sin embargo, es
quizás esa capacidad que hemos desarrollado de escurrir el vuelto, de mirar en otra dirección, de establecer
la esperanza en otro sentido, lo que no nos ha permitido vivir con veracidad este tipo de situaciones pero
estar, están.
En este caso, la relación entre lo afectivo y lo fisiológico pasaba
por una vida sexual, la mía, la vuestra, la de todos, que sin haber
tenido una educación sana ni real nos la hemos encontrado de
aquella manera. Y sin embargo, es algo que requiere ser
observado, reconocido, hablado, quizás tenido en cuenta. Algún
día, alguien me contó que una alumna suya era estreñida desde la
noche de bodas, y le decía a su chico, sabiendo como yo sé lo que
tú quieres, cómo es que tú no sabes lo que yo quiero. Me da la
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impresión de que es otro ejemplo más de aquel día que yo quería ponerme a vender arroz y levadura,
cuando en realidad tenía que venir a dar clase de Yoga a Mungia. Nuestro desencuentro pasa por este tipo
de situaciones.
Quiero decir que además lo que identificamos con el equilibrio, con el bienestar, con la felicidad yo no sé en
qué parámetros se mueve. Parece que tiene que ser una sensación muy intensa, entonces yo digo, hay
situaciones que no están mal, que no te duele nada,
que no nos preocupa nada, y sin embargo te
preguntan ¿qué tal estás? Y subes los hombros.
Estás bien, no estás mal, ¿te duele algo? No, ¿te
preocupa algo? No, ¿qué te falta? Nada, y sin
embargo ¿por qué no tienes la sensación de que
estás bien? Porque no te das cuenta. Disfrutas
durante mucho tiempo de un cuerpo sano, no te
duele nada, no te pasa nada…, porque ¿la salud
tiene síntomas? No, por eso no lo sientes. ¿Cuándo
sientes que tienes que observar tu propia salud?
Cuando te falta, se me acaba de ir la salud, me ha
entrado un dolor de muelas. Uno está en situación,
en otra perspectiva pero lo que es real, lo que es
inmediato, se le va. Lo importante del hecho de ser
consciente, de observar, de darse cuenta es que uno cae en situaciones en que la vida se está expresando en
ese momento pero se le van, se le van, de aquella manera.
¡Qué decir del pensar!, que tuve que descubrir la capacidad de pensar, de razonar, de mal pensar, de mal
razonar, de juzgar. Aquí también tuvo que aparecer esa observación. Ese hecho de reparar para darme
cuenta que toda mi vida estaba condicionada por muchas conclusiones a las que yo había llegado tiempo
atrás: la vida es una mierda, la vida es un valle de lágrimas, ganarás el pan con el sudor de tu frente. Es decir,
había habido todo un proceso de alimentación de nuestra base intelectual que hace que cuando llega una
situación nueva en la que quizás tu vida pueda cambiar y te tienes que poner a prueba lo primero que surge
es la duda, la desconfianza. El primer paso es siempre hacia atrás. Crecer es algo que resulta complicado, no
crecemos porque queremos, crecemos porque la vida nos empuja. Además en ese proceso en el que uno
observa su propia mente y la vida se le va por otro lado, se van dando situaciones en las que una y otra vez
aquello que nos llama la atención no es aquello en lo que estás pensando.
¿No os ocurre a veces que hay cantidad de cosas que te reclaman la atención, pero sin embargo cada uno de
nosotros va pasando por momentos en los que existen determinados pensamientos, determinadas calidades
de pensamientos, determinadas actitudes, que ya como conclusión no hacen más que aparecer? Esto va por
temporadas. Uno se cree muy dueño de su mente pero no es así, la mente funciona con estímulos que uno
no es capaz de controlar. Una vez vi un juego muy curioso que decía, cuántos dedos ahí aquí (mostrando las
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dos manos) decidme, el público responde 10, y en diez manos, el público responde 100. Pues no, a no ser que
en cada mano tengáis 10 dedos. Es una chorrada, pero caes igual que un mirlo. Realmente, cantidad de cosas
que entran a través de nuestra mente, de nuestra percepción, no deja de ser algo que nos deja sin capacidad
de reaccionar, y asumiendo que las cosas son así.
De alguna manera, en ese proceso en el que tuve que descubrir el valor, las capacidades tanto físicas como
sentidas, como racionales, tuviera que reforzar otro tipo de cosas que yo pensaba
que las tenía. Entonces fueron apareciendo diferentes objetos en mi vida, y el
primero que apareció fue la luz. ¿Qué simboliza la luz? Claridad, objetivos, orden,
percepción. Yo sentía que tenía esa luz en potencia, que está en todos, pero el
tipo de situaciones que entraban sin darme cuenta, tenía que estar más allá de la
mente, necesitaba que mi mente se iluminara. Tenía en potencia el objeto de la
iluminación, como lo tenemos todos, pero le faltaba la chispa. Yo no podía
encender mi propia vela. Gracias a que el Maestro y su símbolo ponen la chispa, se
enciende la vela. Yo tengo luz, veo con una claridad, con una intuición de la repera
pero, ¿para qué me tiene que servir esto? Para ver. ¿Para ver qué? Entonces
aparece el siguiente objeto, porque qué es lo que hace la luz en el intelecto.
Fijaos, todos estamos todo el día pensando es como tener la radio puesta, pero ¿nos damos cuenta de lo que
pensamos? Poquísimo. Sólo a través de un proceso de análisis, de reflexión, podemos decir que estamos
pensando, pero el resto del tiempo ¿Quién piensa? La mente y piensa sola como la radio. Sin embargo,
cuando aparece la luz, aparece un hecho que es la observación constante de la mente que en el Yoga se
llama Abhyasa, la técnica más importante.
Es decir, que nuestra vida será un infierno o un paraíso dependiendo de lo que nos cuente nuestra mente,
pero los datos objetivos van a ser los mismos, el entorno va a ser el mismo. Pero sin embargo, ¿qué es lo que
va a dar una interpretación diferente, un matiz diferente a las cosas que percibimos? La mente. ¿A quién no
hay que quitarle el ojo? A la mente ¿Qué es lo que hace falta para ese
proceso? Como ya tenemos luz gracias a que el Maestro en un
momento enciende algo que tú ya llevas en potencia. Es como lo que
decían los griegos, que hay que pasar de la potencia al acto. Es decir,
que en nuestro software están todas las cualidades, todas las
habilidades. Las distintas experiencias de la vida nos activan las cosas y
ahí desarrollamos lo que nos falta. En este caso hace falta luz, pero una
vez que tengo la luz, tengo que saber hacia dónde voy. Saco de esta
mochila que he traído una brújula que habla de dirección, del Norte,
¿por qué? Porque si sé dónde está el Norte, tengo los demás puntos. Si yo sé que el Norte está hacia allí yo
me pongo de espaldas al Norte y al frente está el Sur, a mi izquierda el Este y a la derecha el Oeste. Teniendo
un punto ya sé donde están los demás. Yo he conseguido pasar por el proceso de los palotes, reconocer las
herramientas que tengo, reconocer que puedo sentir, que puedo expresar el deseo. Reconocer que puedo
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pensar, siempre y cuando esté pendiente de lo que mi mente me cuenta, porque mi mente me dice en un
momento una barbaridad y si no estoy despierto hago una barbaridad.
Pero ya tengo la luz y estoy pendiente, el siguiente paso es el Norte. ¿Dónde está el Norte? En aquello que da
sentido a ese proceso de la vida ¿y con qué tiene que ver? Con convertirse en eso que eres ¿y qué eres?
Tienes que saberlo, pero en principio hay algo que nos está empujando a todos, ¿o no os empujan? Vivís
felices, vais por aquí y vais por aquí y las cosas van a ser así y son así. ¡Qué va! Esto parece que lleva otro
derrotero.
Existen elementos correctores en la vida. Si no cuidas tus hábitos físicos ¿qué le
pasa a tu cuerpo? Que enferma. Si no cuidas tu relación emocional, si no saneas
tus emociones ¿qué ocurre? Enfermas también. Si no cuidas tu mente también
enfermas. O sea, que uno está condenado a estar jodido si no pone luz. Pero
bueno, ya tienes luz, hacia dónde quieres ir, y te dicen, hacia el conocimiento de
ti mismo. Claro, pues eso ya le da una referencia a esa búsqueda, ya tengo la
luz, tengo la brújula ¿qué necesito? El mapa. Pero no veas si no hay mapas ahora
en el mercado, porque podemos tener la guía Michelin, la guía Campsa, la guía
Sea Feliz en 24 etapas, en 16 jornadas, la guía Analice su Sexualidad, El Tantra. Es decir, que el mercadillo está
surtido de todo tipo de situaciones.
Hemos pasado de que no existía conocimiento de ningún tipo, a que ahora puedes ser lo que quieras. Te
compras unas revistillas de estas y dices ¡Joe! si yo, soy tonto porque quiero, si todo el mundo me está
ofreciendo el equilibrio, el auto-conocimiento. ¿No os queda cara de capullo? ¡Joe! Cómo puedo vivir sin
saber todo esto. Claro porque todo esto tiene trampa, la cuestión es engancharte y decirte tu vida puede ser
lo que tú quieras. Y claro, como tú vas a conseguir hacer lo que tú quieres, el hecho de que te den esa
posibilidad, pues tú quieres ser el arquitecto que define cómo va a ser tu vida. Reconstruya su vida,
desarrolle sus capacidades, esto es estupendo, curso de fin de semana tantas mil y cuanto más pasta mejor
el curso.
Hemos hecho un mercadillo con el tema del auto-conocimiento. Entonces, parece que el objetivo del autoconocimiento tiene que ver con que mi vida sea éxito, belleza, deslumbrez, todo super-estupendo. Y si tú no
eres nada de eso se te queda una cara “que pa qué”. Yo creo que estamos
confundiendo las cosas. No me escuchéis mal, pero yo me amparaba en el
ejemplo que usaba una película, que estaba basada en un libro en el que
parece que el arcano de todos los arcanos, el mayor de los secretos, el más
oculto durante toda la evolución es que tú puedes conseguir ser lo que
desees. Y os voy a decir por qué, porque nosotros estamos invitados en este
sitio, estamos invitados a comer. Entonces eso de que yo piense que puedo ir allí, y exigir a la carta, que
quiero langostinos, que quiero espaguetis, o quiero lo que sea, es para las mentes infantiles, que en un
momento dado piensan que su vida puede ser algo que reconstruyan, ordenen, y le den el sentido que
quieran. Además si ven que estás así, un poco flojito, que no estás pasando un buen momento, te dicen: ¡uff!,
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tú tanto tiempo haciendo Yoga y a ti no te ha servido de nada, tú fatal de la muerte. Hay gente que lo que
quiere en la vida es ser feliz, otros lo que quieren es ser prósperos, dichosos. Mi aspiración, lo que yo he
conocido, en el Yoga que yo conozco es Ser. Y esto traducido al tema del restaurante tiene que ver que yo
voy al restaurante y comeré lo que hay. ¿Qué hay alubias? Pues comeré alubias.
Quiero decir que esa capacidad de rendirse a las situaciones que trae la vida, eso para mí se relaciona con el
verdadero propósito. Lo otro es una mentira, lo digo aquí en Mungía, y en Nueva York. Cada vez que alguien
os quiere vender que la vida puede ser tan próspera como
queramos, y cada vez que no lo conseguimos, es porque somos
torpes, tontos, o porque no hemos conocido la técnica registrada,
nos están vendiendo una milonga. Yo no puedo ir a casa de mi
madre a decirle qué es lo que quiero, bastante hace la mujer con
darme de comer, como para encima exigirle. Suele ser ella la que
me dice Jesusito qué quieres comer. Yo no puedo ir de invitado a un
sitio a exigir que es lo que quiero comer. Si yo eso lo traduzco al
contexto de la vida, llego a la misma conclusión. Yo imagino que si
Dios existe, dentro de ese ojo sin párpado en un triángulo -la verdad
es que tiene que estar cansado, porque esto le puede acarrear un problema de lateralidad-. Yo le imagino
mirando para abajo, para el pecho diciendo: esta panda de capullos, están pensando en venir con exigencias.
Pero esto no es así, lo que hay es lo que hay.
Esto hace que mientras uno consigue que las consecuencias de todo ese trabajo, el hecho de conseguir una
vida próspera, se dé en alguna medida, pues todo va bien.
Pero cuando las cosas se tuercen lleva a la decepción. Esto es
como el navegar, hay quien quiere navegar por la costa, si
hace buen tiempo. Quiere la realización a su medida, sólo
cuando haga buen tiempo, cuando me apetezca. Hoy que es
luna llena, mañana que es el festival espiritual de no sé dónde.
Otra cosa diferente es ser un marino, cuando uno quiere
surcar los grandes mares, y lo que se encuentra es que hay
días de tormentas, días de sol. La cuestión es si eres capaz de
navegar cuando las cosas te van bien, cuando se te muere un
hijo, cuando no tienes ganas de vivir, cuando te quedas sin trabajo, cuando estás enamorado, cuando estás
desesperado. Me da igual, estás dispuesto a vivirlo todo, para mí, eso es un auténtico yogui.
Entonces, yo, que soy una mente preclara, en un momento dado, como fruto de ese trabajo intenso de
meditación y de rendición hacia la vida. Gracias a la luz del Maestro, gracias a un Norte bien dirigido, gracias a
que había un mapa que encontré, que parece que es bastante de fiar, me hicieron entrega del mayor de los
secretos. Aquí pone Curso de Profesionales Escuela de Oficios de Castellón. Esto es una tapadera, con todo
lo que me ha costado no os penséis que os lo voy a contar, yo creo que me tendréis que ofrecer algo jugoso.
MUNGUIA 15/5/2010
11/15
BRIHASPATY
LA FORTUNA DE VIVIR…
Claro, cuando yo gané esto, me dijeron, te acabamos de entregar los doce colosos. A mí me sonaba un poco
a los doce trabajos de Hércules, que fíjate con lo que tuvo que lidiar, la hidra. Le cortaba la cabeza y le salían
tres, el can Cerbero, todo era un problema tras otro. Yo dije no, yo he hecho bien los deberes, y a mí la vida
me regala sabiduría, ecuanimidad. Voy a hacer un pequeño reparto de los doce colosos, cada uno va a elegir
un papel aleatoriamente, el que quiera coger uno, lo coge, pero no lo abre.
Yo que pensaba que cada uno de los doce colosos iba a encumbrarme en la vida, iba a situar esa luz como
algo permanente, iba a levitar. Eso venía con un papelito que
decía: si has llegado hasta aquí es que la has cagado, has
tenido la curiosidad fisgona de ver lo que había en los doce
colosos. Y realmente los doce colosos son los que te van a
realizar en la vida. Pero como te va a hacer falta tanta
paciencia y tanto amor vino con una medallita, una de esas
medallitas que te regala tu madre. ¿Existe algo más amoroso,
más paciente que una madre? No, además es irracional, es casi
animal la relación que existe. Unos padres pueden tener un
hijo yonqui y para la madre es otra cosa, el padre le mataría. Y
así con todo, hace falta un carácter, un tesón para ser
madre…
Fijaos, si viene con tamaña medallita y con semejante reclamación, imaginaros qué es lo que pone en los
papeles. Cuáles van a ser los medios que la vida va a utilizar para que esa iluminación sea total y absoluta.
¿Qué es lo que vas a tener que rescatar? Entonces, ¿qué dice tu papel?
Respuesta: fecha de caducidad. Mirar la base.
Fecha de caducidad porque esto no para, no negocia, tienes el tiempo que tienes,
para enfermar, para quejarte ¿qué dice el tiempo? Que se te va. Tienes sesenta, y
dices ¡Jo! ¡Quien tuviera veinte!, ¡si los tuviste!, ¡dónde hostias estabas!, ¡en qué
estabas pensando!, ¡qué hacías! Entonces uno descubre que el tiempo es el gran
Señor y para cuando te quieres dar cuenta, la vida, que es una sucesión constante
de instantes, se te ha ido y… ¿de qué te arrepientes? de lo que no has hecho. No hay
mayor maravilla en el mundo que vivir como si fuésemos inmortales, y haces unos
planes como la hipoteca para toda la vida. Fijaos como algo como el tiempo, que no
existe, que es una creación de la mente y sin embargo condiciona nuestra vida. ¿A
qué vas a esperar? ¿Qué estás esperando? ¿Qué necesitas, más argumentos? Fijaos como a raíz de rozar el
final del tiempo, la gente que tiene la experiencia de volver otra vez a este lado de la barrera, descubre que
existen cosas valiosas que no ha desarrollado y empieza a pasar más tiempo con la gente que aprecia.
Empieza a valorar otro tipo de cosas, porque lo que tienes que vivir, lo tienes que vivir ahora, el tiempo no
negocia.
MUNGUIA 15/5/2010
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BRIHASPATY
LA FORTUNA DE VIVIR…
Otro papelito: Resentimiento
Otro papelito: Desesperanza
Otro papelito: Apatía
Otro papelito: Tristeza
Otro papelito: Vanidad
Otro papelito: Decrepitud
Otro papelito: Impotencia
Otro papelito: Odio
Otro papelito: Ira
Otro papelito: Miedo
Esto es como las portadas del “jueves”, sabéis que por la parte de atrás
traían cuatro portadas y decían hemos elegido esta pero podían haber
sido otras cuatro. Los colosos podían haber sido cualquiera que nos
imaginemos. Lo que ocurre es que a veces uno vive con esa carga tan
pesada, que uno no tiene que mirar más que un poco hacia atrás, para
descubrir que toda su vida es una lucha, una resistencia constante a
aceptar determinadas cosas que a veces llegan como una carga.
Pensamos que el desarrollo de las cualidades relacionadas con el Ser, o
con el Alma tiene que ver con otras, pero sin embargo no hay cosa que
humanice más, que cualquiera de esos colosos.
Lo que yo quería decir cuando titulaba “la fortuna de vivir…”. Los puntos suspensivos acaban diciendo “la
fe???
Eso qué quiere decir, que para poder colocar la coletilla de afortunado, sabiendo que vivimos en medio de la
fecha de caducidad, de la tristeza, del odio, de la vanidad, de cualidades que nos afectan, y que a veces no
nos dejan sentir la vida en plenitud, lo que realmente estamos haciendo es invertir nuestra vida en lo que
cuesta aceptar.
Hace poco estuve con un hombre curioso en Zaragoza, que hacía una cosa que se llama Biodescodificación.
Es un hombre que está sanando cosas curiosas muy importantes. Como muchos otros está estableciendo un
vínculo entre la enfermedad y una emoción no expresada. Además, el tipo tiene una percepción especial, y
cuando tú le estás contando algo te dice, no me cuentes tu vida, que no me hable el tonto del culo. ¿Qué
quiere decir? Que no me hable tu mente, que ya sé que esa historia te la sabes muy bien, que llevas toda la
MUNGUIA 15/5/2010
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BRIHASPATY
LA FORTUNA DE VIVIR…
vida padeciendo, toda la vida jodido, pero lo único que sabes es engordar esa historia. Él te dice, dime lo
sentido, qué sientes, dime lo que no has expresado.
Para mí, el reloj hace vigente esa necesidad de vivir el momento presente como
si no hubiese otro. El tiempo realmente no existe. Habrá un momento como
este en el que nos estemos despidiendo y en ese momento se acabará el
crédito que hemos tenido para hacer, para vivir, para sentir, para experimentar.
Hemos vivido en medio del miedo, en medio de la limitación, en medio del
cálculo, eso es lo que nos vamos a llevar. En ese momento somos jugadores
titulares (no estamos en el banquillo) y nos corresponde a nosotros vivir.
Yo os animo a como decía Gandalf en “El Señor de los Anillos”: “A ti te corresponde decidir qué hacer con el
tiempo que te ha sido dado”.
Si hay alguna pregunta, pues bien…, es decir, esto es una opinión, no es una idea, porque al fin y al cabo las
pinceladas que he tocado son cosas tan humanas, son tan comunes, que quizás a veces lo que uno echa en
falta es un poco de humanidad en la humanidad, y que quizás, cada uno de nosotros vivimos como islas en
una realidad que se nos antoja a veces como un foco de desencuentro. No encontramos las palabras o el
medio para poder decir qué es lo que sentimos, lo que nos afecta. Entonces, tú mismo, con tu mecanismo.
¿Qué vas a hacer? Esto es como tener 50 euros que los puedas tirar por el wáter o los puedas administrar.
¿Qué haces tú con eso que es tu tiempo, tu vida? ¿Dónde está tu oportunidad de desarrollar tu percepción,
de poder orientar tu vida?
Yo ahora estoy trabajando de fontanero, ya pensaréis que gano una pasta, todo el mundo piensa que los
fontaneros estamos forrados. Pues no, no es cierto. Yo digo: ¡jo! Empiezo a trabajar a las siete de la mañana,
llego a casa a las siete de la tarde. Todo el santo día en la obra, comes
de mala manera ¿para qué?, ¿qué sentido tiene esto? Yo soy
fontanero desde hace tres años, después de veinte años de
dedicación exclusiva al Yoga, a la meditación, a la terapia, ahora soy
fontanero. No pasa nada, no soy menos, soy el Ser. Digo ¿qué sentido
tiene todo esto? No veo a la gente que quiero más que un rato, lo que
vuelve a casa, llega cansado. Como decía Mafalda, mandas un padre a
trabajar, y te devuelven esto. Llegas cansado, llegas con
preocupaciones, ves que la relación es complicada. Realmente tu
economía no flota. Como para decir: ¡qué bien! Estoy jodido, pero me
voy de vacaciones, o no sé dónde. No, al final compras el jamón york
del barato, al final haces una vida que hace todo el mundo. ¿Este es el sentido de la vida? Yo no me lo creo.
Tiene que haber algo que realmente me permita crecer, desarrollarme como persona aunque haga eso. Algo
que me permita aproximarse a alguna cierta otra experiencia.
MUNGUIA 15/5/2010
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BRIHASPATY
LA FORTUNA DE VIVIR…
Además, si no me van los paraísos artificiales busco cosas muy concretas, muy precisas. Si tengo que currar
curro, y si tengo que hacer lo que sea, dispuesto a fundir mi tiempo en eso, pero mi objetivo es otro, el
objetivo es Ser.
Interesante ¿no?, a mí me parece una de las apuestas más estupendas porque hagas lo que hagas ganas. Dice
¿qué tal estás? Jodido pero no me importa, porque ya sé dónde estoy. ¿Qué tal estás? Alegre. El objetivo de la
vida no es ser el más alegre, el objetivo es vivir. Ahora me toca uno de cara larga y luego otro de sonrisa de
lado a lado, y bueno, es el hecho de no negarse a vivir aquello que la vida te brinda.
Muchas gracias por vuestra sonrisa, vuestra complicidad, vuestro cariño y que sepáis que ha sido un
auténtico placer volver después de tanto tiempo a Mungia.
El gesto de encender la vela ha quedado limitado a Vasudeva en este
momento. Pero es una vela que también enciende Aurori, que ha
encendido Pilar Diez, Teresa Rodríguez, también Marce Gómez. Es decir,
ha ido pasando gente que ha ido manteniendo el espíritu de la enseñanza
del Yoga, del aprender a respirar, de aprender a establecer una vida un
poco en equilibrio. Esto lo ha ido llevando diferente gente, y os aseguro
que cada uno está entregando lo mejor que tiene, porque yo os digo que
el Yoga negocio no es, hay cosas que dan más pasta.
Muchas Gracias
Om Shanti
MUNGUIA 15/5/2010
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