ARTESANÍA ESPAÑOLA DE VANGUARDIA Innovación y diseño en las industrias artesanas contemporáneas EXCELENTES LOEWE Calidad y vanguardia son los dos factores que han cimentado y salvaguardado durante más de un siglo y medio de historia la continuidad de esta legendaria firma de artículos de piel cuyo futuro se augura aún más prometedor de la mano de su actual director artístico, el británico Stuart Vevers. La capacidad de Loewe para adaptarse a los nuevos tiempos, manteniendo el espíritu original de la marca, está dando sus mejores frutos junto a Vevers quién además de explorar novedosas aplicaciones en el campo de la piel está revisando y actualizando con gran acierto una selección de los artículos históricamente más representativos de la firma con la intención de custodiar a la marca por el camino de la innovación través de la excelencia del producto. Fundada en Madrid en 1846 por el maestro marroquinero de procedencia alemana Enrique Loewe Roessberg, la casa se ha distinguido desde sus inicios por la calidad de sus productos de piel elaborados artesanalmente. Loewe Roessberg desarrollaría su conocimiento y destreza en el mundo de la piel de la mano de los grandes artesanos de la capital española de la época, habituales proveedores de la corte. Para la década de 1890 la primera tienda que luciría el nombre de Loewe en la puerta, ubicada en la madrileña calle Príncipe, ya habría adquirido un importante renombre entre los aristócratas, atraídos por sus productos a medida y bajo pedido. Tanto fue así que el rey Alfonso XIII le otorgaría en 1905 el título oficial de “Proveedor de la Corte Real”. Esta determinación de su fundador por elaborar artículos artesanales de marroquinería de alta calidad tuvo su continuidad en las generaciones inmediatamente posteriores y ha perdurado hasta hoy. La historia de Loewe a lo largo del siglo XX es un ejemplo de progresión poco frecuente y excepcional por cómo ha ido sorteando los avatares históricos y adaptándose a cada nueva época. Así, el mismo año que acababa la guerra civil española, abría su boutique insignia en la Gran Vía de Madrid y tan sólo un año después hacía lo propio en el Paseo de Gracia de Barcelona a pesar de que eran pocos quienes podían permitirse adquirir sus artículos. Entre los afortunados, sonados nombres como Ava Gardner, Deborah Kerr o María Callas serían embajadoras de lujo para la firma. En esta época, Loewe inició un periodo de expansión hasta los años setenta que le llevaría a abrir tiendas por toda la geografía española y también en ciudades como Londres, Hong Kong y Tokio. Al frente se encontraba ya el bisnieto del creador, Enrique Loewe Lynch, hoy presidente de la Fundación Loewe. Pero si hay algo que destaca en particular entre todos sus artículos de piel, son sus bolsos. En los años setenta, la firma lanzaría el que se ha convertido en el símbolo de la marca: el Amazona. Un modelo flexible hecho en ante deportivo que carecía de forro, algo posible gracias a la pericia de los artesanos que aseguraban que cada puntada dentro y fuera del bolso fuera maestra. En los ochenta se haría muy popular también el Napa Flamenco, un bolso informal de coloridos tonos que carecía casi de estructura y que se convirtió en una metáfora de la expresión radical de la época. Asimismo, la calidad de la piel es una cuestión indivisible en el caso de Loewe. No es posible hacer determinados bolsos o prendas artesanalmente si el material de partida no es el adecuado. La piel usada por Loewe procede de un cordero criado en la región templada del Pirineo español. Se trata de pieles extremadamente suaves de tan sólo 0,7 milímetros de grosor, teñidas orgánicamente, abrillantadas a mano y pulidas con cilindros de cristal. Destacan también por su colorido, como el famoso ante oro que evoca el color de la tierra quemada por el sol. Todo ello en conjunto otorga a las pieles de Loewe de la flexibilidad, color, brillo y resistencia adecuados para los desafíos técnicos planteados en su diseño, que finalmente han de ser resueltos por quienes confeccionan las piezas artesanalmente en los talleres de accesorios de Getafe (Madrid) y el de prendas Ready to Wear de Barcelona. En 1996 el principal grupo de bienes de lujo del mundo, LVMH, adquiriría Loewe tras un primer acuerdo de distribución internacional que ya se había establecido previamente en los años ochenta. Si bien, su base se continúa encontrando en el Madrid que la vio nacer; esa capital “exótica, elegante y eléctrica” en palabras de Stuart Vevers. Seducido por España, igual que en su momento lo fue el fundador de la firma, Loewe ha entrado bajo su tutela creativa en otra era. Vevers ha recuperado, por ejemplo, el mítico bolso Amazona y lo ha actualizado otorgándole llamativos colores como el rosa chicle o asas en tonos flúor. En lo que se refiere a la colección Ready to Wear, Loewe presenta en su desfile en París dos veces al año las propuestas más experimentales de Vevers: pieles ultra finas y ligeras, con texturas a base de corte al láser o colores imposibles. Además, el británico acaba de lanzar una nueva colección que se ha denominado Leather Icons, integrada por productos básicos de piel como pantalones pitillo, faldas tubo o chaquetas moteras. Asimismo, Loewe continúa ofreciendo piezas totalmente personalizadas y exclusivas a través de su colección anual Made to Order. LLADRÓ Si hay una empresa que no necesita presentación, esa es Lladró. Sus piezas de porcelana decorativa se encuentran presentes en los hogares de todo el mundo desde que iniciara su expansión en los años sesenta, siendo una de nuestras firmas más internacionales. Lladró es paradigma de un modelo empresarial que combina tradición y modernidad de una manera ejemplar tanto en sus productos como en su gestión empresarial. Además, en los últimos tiempos, se ha lanzado a colaborar con diseñadores de múltiples rincones del planeta contando con la distinguida contribución de Jaime Hayon, nuestro diseñador más internacional, que colabora con la empresa como asesor artístico. Fundada en Valencia en 1953 por los hermanos Juan, José y Vicente Lladró, la empresa se concibió como un taller de creación artística y producción artesana destinado a la concepción y producción de figuras de porcelana de alta calidad. Con un estilo expresivo muy personal y característico, sus figuras desde siempre han estado muy ligadas a la manifestación de los sentimientos más trascendentales de la vida. En los años sesenta Lladró inició su expansión internacional, cautivando primero al público estadounidense y después a otros países con una arraigada afición por las figuras de porcelana como Reino Unido y Alemania. La aceptación de las piezas de Lladró en la cultura anglosajona favoreció la introducción de la firma en otros países más remotos como Australia y Nueva Zelanda, e incluso Japón en los años setenta. La empresa destina hoy el 80% de su producción a la exportación y concentra gran parte de sus ventas en los mercados norteamericano, japonés, australiano y británico. A pesar de esta escalada internacional, Lladró continúa siendo una empresa con una producción totalmente artesanal. La firma crea todas sus figuras en lo que se ha venido a denominar La Ciudad de la Porcelana, ubicada en el municipio valenciano de Tavernes Blanques. Más que una fábrica, se trata de un taller de artesanos a gran escala donde conviven los estudios de los artistas con otros espacios destinados a la formación, la investigación y el esparcimiento, de manera que estos puedan dar lo mejor de sí mismos en un entorno inspirador. Estas instalaciones se inauguraron en 1969 y desde entonces han ido creciendo hasta alcanzar los 100.000 m2 con los que cuenta hoy. Aquí, los tres hermanos Lladró han sido artistas y mecenas al mismo tiempo, formando a nuevos maestros y discípulos procedentes sobre todo de la Facultad de Bellas Artes y de la Escuela de Artes y Oficios de San Carlos de Valencia. Lladró además sigue siendo en la actualidad una empresa totalmente familiar. Las hijas de Juan, Ángeles y Rosa, dirigen hoy la empresa junto con su padre. Los tres, junto con Jaime Hayon en calidad de asesor, forman el comité de creatividad cuyo cometido es revisar todas las propuestas de los escultores y del equipo de diseño, concretar qué temáticas se trabajarán y decidir qué proyectos se llevarán finalmente a cabo. Sin dejar de lado su estilo personal, Lladró se ha adentrado últimamente en otros terrenos a través de la innovación y la diversificación de sus productos, incorporando incluso piezas funcionales. Asimismo ha iniciado un periplo de colaboraciones con diseñadores de prestigio afines a la marca como Bodo Sperlein, el estudio Committee o los valencianos CuldeSac. Con el proyecto Re-Cyclos estos diseñadores han conseguido devolver la vida a piezas del pasado que habían quedado descatalogadas, otorgándoles un nuevo aire de elegancia y un significativo toque contemporáneo. Una de las grandes apuestas de Lladró ha sido reclutar como asesor artístico al madrileño Jaime Hayon, el diseñador español con mayor repercusión internacional en estos momentos. Es importante decir que cuando Hayon inició su colaboración con la firma, hace ahora algo más de cinco años, aún no había alcanzado el renombre que tiene en la actualidad. Lladró intuyó por su trabajo hecho hasta el momento, muy sensible a la producción artesana, que Hayon podría aportar algo especial a la empresa. Y así fue. No sólo ha asesorado a Lladró en la estética de sus nuevas producciones sino que también ha creado para la firma colecciones propias. Con The Fantasy (en la imagen), que daba rienda suelta al mundo surreal y de fantasía que caracteriza al universo creativo Hayon, Lladró dio una tripe vuelta de tuerca a su estilo dejando clara su apuesta por las nuevas tendencias y por continuar estando presente en los hogares de las generaciones venideras. Como taller de arte que es además de empresa, Lladró cuenta con piezas suyas en museos como El Hermitage de San Petersburgo (Rusia), el Museo del Cincuentenario de Bruselas (Bélgica), el Museo Internacional de Cerámica de Faenza (Italia) o el Museo Nacional de Cerámica González Martí de Valencia, entre otros. Además, ha recibido en varias ocasiones el Premio Príncipe Felipe, que ha venido a reconocer su labor de internacionalización (1993), su competitividad (1997) y su gestión de marca (2002). En la actualidad cuenta con cerca de 1000 empleados, filiales en el extranjero, una red de tiendas propias situadas en las principales zonas comerciales del mundo y cerca de 4000 puntos de venta distribuidos por 123 países. CERÁMICA CUMELLA Fundado en 1880 en Granollers (Barcelona), la trayectoria de este taller cerámico estuvo muy vinculada a lo largo del siglo XX al nombre del artista Antoni Cumella, Premio Nacional de Artes Plásticas en 1980. Lo que inicialmente fue un obrador familiar dedicado a la elaboración de cerámica y alfarería popular, principalmente ollas y cazuelas, encaminó progresivamente su producción hacia la cerámica aplicada a la construcción de la mano de Antoni Cumella, una estructura que hacía posible al mismo tiempo la realización de su obra personal. Sería a partir de los años sesenta cuando el taller se especializa en la producción de gres destinado a la arquitectura, testigo que toma su hijo, Toni Cumella Vendrell, tras el fallecimiento de su padre en 1985. Antoni Cumella, fascinado desde joven por las obras de Gaudí y el pabellón que construyó Mies van der Rohe para la Exposición Internacional de Barcelona de 1929, solía trabajar a menudo con arquitectos de la época entre los que destacan nombres como Josep María Fargas, Enric Tous, Antoni de Moragas y José Antonio Coderch. Con Xavier Busquets, por ejemplo, colaboró en varios proyectos, como el muro-celosía hecho en 1960 para la nueva sede del Colegio de Arquitectos de Barcelona o los revestimientos del edificio de la Mutua General de Seguros (Barcelona, 1978). Con Oriol Bohigas y Josep María Martorell proyectaría en los años sesenta su propia casa de Granollers, donde Antoni Cumella incluyó muchas de sus indagaciones creativas aplicadas a la cerámica y a los espacios. Del mismo modo, su hijo Toni Cumella haría lo propio a partir de los años ochenta con arquitectos de su tiempo: Cristian Cirici, Pep Bonet, Lluís Clotet y Óscar Tusquets del estudio Per, Josep María Botey, el dúo Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano, Patxi Mangado, José Antonio Martínez Lapeña & Elías Torres así como Jean Nouvel, entre otros. El taller se ha centrado definitivamente en la cerámica aplicada a la construcción, tanto para la creación de innovadoras obras contemporáneas como para la rehabilitación de edificios históricos. Muy celebradas han sido sus sucesivas intervenciones en el Hospital de Sant Pau o el Parque Güell de Barcelona y también sus más recientes colaboraciones con arquitectos como Alejandro Zaera-Polo, Enric Ruiz-Geli y el estudio Enric Miralles & Benedetta Tagliabue. Con Alejandro Zaera-Polo, co-fundador junto con Farshid Moussavi del estudio londinense Foreign Office Architects, Cerámica Cumella participó en el proyecto del pabellón de España para la Exposición Universal de Aichi (Japón) en 2005. El diseño del pabellón destacaba por su espectacular fachada multicolor, en forma de celosía a gran escala realizada mediante piezas cerámicas hexagonales de potentes tonos. Con esta envoltura a modo de celosía los arquitectos querían reflejar en clave contemporánea el legado islámico-cristiano de la cultura española. Las piezas hexagonales hacían referencia a las tracerías propias del estilo gótico e islámico, decoraciones arquitectónicas formadas por combinaciones de figuras geométricas. Sus potentes colores provenían de elementos recurrentes de la cultura española como el vino, la sangre de las corridas de toros, el sol o la arena. En 2010, Cerámica Cumella ha trabajado también en otra celosía para el Centro de Educación Infantil y Primaria Martinet de Cornellà de Llobregat, un proyecto de Mestura Arquitectes. Con el estudio Enric Miralles & Benedetta Tagliabue, dirigido por ésta última tras el fallecimiento de Miralles, la empresa ha colaborado en los proyectos del Parque de Diagonal Mar y el Mercado de Santa Caterina de Barcelona (en la imagen). La cubierta de éste, terminado en 2005, ha sido uno de sus trabajos más visibles y eso que sólo se puede divisar en su totalidad desde los pisos de mayor altura de los edificios vecinos. Cumella elaboró los paneles hexagonales cerámicos que componen la ondulante cubierta, cuyo colorida disposición caleidoscópica está inspirada en las cajas de frutas y verduras. Asimismo, la vivienda Villa Nurbs que el arquitecto Enric Ruiz-Geli terminó en 2009 en Empuriabrava (Girona) ha sido otro de los proyectos más notorios en el que la empresa de Granollers ha participado en los últimos tiempos. Su fachada, que parecen escamas de reptil, está hecha con piezas cerámicas volumétricas que requirieron una sofisticada digitalización previa y que fueron perfiladas posteriormente de manera manual y pintadas por el artista Frederic Amat. Por su trayectoria previa, su importante producción artística y la progresiva integración de procesos tecnológicos punteros al mismo tiempo que ha mantenido una producción artesanal, Cerámica Cumella recibió en 2009 el Premio Nacional de Artesanía, considerando que aúna de una forma excepcional los valores de un oficio tradicional gestionado con una clara visión de futuro. Tradición, innovación, investigación y desarrollo tecnológico, son los atributos que mejor definen la actividad de esta empresa que ha sido capaz de abrirse a la colaboración con otros colectivos profesionales aportando una gran calidad técnica y formal. TEIXIDORS El dulce tacto y la sencilla belleza, única e irrepetible, de cada uno de los productos de Teixidors son la cabeza más visible de una comprometida historia empresarial que bien merece la pena conocer en detalle pues otorga además a estas extraordinarias piezas textiles un emotivo valor añadido del que resulta imposible no quedar totalmente fascinado. Teixidors nació como una cooperativa textil en 1983 en Terrassa (Barcelona) de la mano de Marta Ribas, trabajadora social especializada en psiquiatría, y Juan Ruiz, ingeniero técnico en electrónica y textil. El objetivo era integrar laboral y socialmente a través de una actividad que pudiera servir como terapia a personas con dificultades de aprendizaje, es decir con discapacidad psíquica. Para tejer en un telar hace falta coordinar una actividad física y mental que resulta ideal para estimular la psicomotricidad de las personas con problemas de aprendizaje. Si para cualquier persona la acción de tejer ya es considerada positiva, más lo es para este tipo de discapacitados pues obliga a coordinar una serie de movimientos con las manos y los pies, mantener la atención, seguir un ritmo así como respetar un orden y una disciplina. La empresa partió totalmente de cero: formó al personal en el arte de tejer, diseñó los productos, desarrolló una estructura comercial e incluso tuvo que construir los telares de madera en los que trabajarían sus empleados. La principal razón para ello fue que no existían en el mercado español telares profesionales como los que ellos iban a necesitar, basados en modelos originales de principios del siglo XIX. Sí existían fuera de España pero el coste de traerlos era demasiado elevado. Así, en el verano de 1982 fabricaron sus seis primeros telares con la ayuda del Centro de Formación y Trabajo Flog de Maig de Cerdanyola, dependiente de la Diputación de Barcelona. El verano siguiente sería en los talleres de la Escuela de Artes y Oficios del Ayuntamiento de Terrasa donde encontrarían la oportunidad de construir otros seis telares más. Asimismo, la cooperativa consiguió recuperar del desguace maquinaria del siglo pasado, como no podía ser de otra manera en esta zona de tanta tradición textil. Hoy cuentan con 22 telares y un taller de carpintería propio que ha permitido, además de la fabricación de nuevos telares a medida que los han ido necesitando, ir introduciendo en los mismos las mejoras necesarias que iban surgiendo según avanzaban los años. En los talleres de Teixidors se tejen desde productos para vestir, como bufandas o chales, hasta complementos para la casa como mantas, cubrecamas, colchas, cortinas, mantelerías y cojines. Para ello emplean diferentes tipos de materiales como el algodón, el lino, la seda y las lanas Merino, Mohair, Cashmere, Alpaca, Shetland y Lambswool. Si bien la elección de la calidad de los tejidos es muy importante, también lo es la manera en que posteriormente se trabajen. En Teixidors los tejidos se realizan artesanalmente. En su taller, ubicado en un antiguo local en el que hasta los años setenta se fabricaban medias de nylon, los tejedores manejan las lanzaderas y los batanes con las manos mientras que sus pies van escogiendo los pedales apropiados con la precisión de un percusionista. Poco a poco, la urdimbre se va entrecruzando con la trama y aparece el tejido. Después, una repasadora comprueba, mide y pule los nudos de la urdimbre, corrigiendo cualquier posible desliz. Tras una fase de lavado y planchado, se ultiman los flecos y vainicas para finalmente coser las etiquetas. Sus productos no siguen modas, son sencillos y sobrios, pero irradian la fuerza y la calidad inconfundibles de lo hecho artesanalmente. De su diseño se encarga un pequeño departamento formado por Antònia Bové, diplomada en diseño textil y encargada de la estrategia de producto, Montse Lligé, diseñadora textil y encargada de I+D, y Jaume Mas, técnico textil. Su producción, aunque reducida debido a sus condicionantes productivos, es requerida en países como Alemania, Italia, Bélgica, Francia, Luxemburgo, Austria, Suecia, Reino Unido, Estados Unidos y Japón. Dentro del complicado sector textil, dominado por cambiantes modas y por gigantes de producciones escandalosamente competitivas, Teixidors ha encontrado su hueco aún yendo completamente a contracorriente con un insólito proyecto empresarial de integración laboral basado en un trabajo creativo pensado expresamente para personas en riesgo de exclusión, con una configuración a modo de cooperativa que da además la oportunidad a sus trabajadores de convertirse en socios de pleno derecho. Todo ello le valió en 2008 para recibir el Premio Nacional de Artesanía, el más importante galardón de este sector que entrega la Fundación Española para la Innovación en la Artesanía (FUNDESARTE) a través del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio de España. Con ello se reconoció no sólo su labor social y su esfuerzo por recuperar un oficio artesano, sino también cómo han conseguido rescatarlo manteniendo toda su esencia pero adaptándolo a las vicisitudes del mercado actual, con unos productos de diseño elegante y sensible capaces de atravesar fronteras y de resultar competitivos dentro y fuera de España. ENRIC MAJORAL La trayectoria de Enric Majoral (Sabadell, 1949) como joyero artesano y autodidacta tiene sus raíces en la Formentera de los años setenta. Habiendo pertenecido a una familia ligada a la artesanía marroquinera, estudió en la Escuela de Artes y Oficios de Sabadell y en la Universidad Politécnica de Barcelona donde se formó como delineante y arquitecto técnico. Sin embargo, encaminaría definitivamente su futuro por la senda de la orfebrería y joyería autodidacta a su llegada a la isla balear en 1972. Si uno conoce la isla, aprecia a simple vista cómo ésta impregna cada una de las piezas que Enric Majoral diseña. Es su fuente de inspiración y para él “un espacio de reconstrucción, regeneración y renovación de energías”, según sus propias palabras. La obra de Majoral tiene por tanto un sello personal inconfundible que fusiona de una manera magistral su fascinación irrefrenable por la naturaleza de la isla, donde a día de hoy continúa pasando la mitad más calurosa del año, con un lenguaje estético contemporáneo insólitamente avanzado teniendo en cuenta el carácter remoto y poco accesible de Formentera. Este estado virgen sin embargo, que es precisamente lo que la convierte en un lugar especial, ha potenciado además paralelamente en él un gusto por el primitivismo que Enric Majoral plasma especialmente en su obra personal. Aunque en un principio su actividad estuvo ligada a los mercados de artesanía que empezaban a asentarse en Ibiza y Formentera en los años setenta, en la actualidad cuenta con nueve tiendas propias y un número de puntos de venta en aumento dentro y fuera de España, entre los que se encuentran países como Israel o Japón. Entre sus dos talleres, ubicados en Barcelona y Formentera, trabajan 15 artesanos. El diseño de las piezas lo define Enric, pero recientemente se han incorporado también como diseñadores su hijo Roc Majoral y Abril Ribera. Ambos empezaron a aprender el oficio en el taller en 1994, pasando a ser diseñadores de la casa en 2003. Al mismo tiempo que se ha ido expandiendo comercialmente, sus creaciones se han ido dividiendo progresivamente en dos líneas de joyería. En la actualidad, Majoral desarrolla por un lado colecciones y por otro su obra personal. Las colecciones tienen una estructura más comercial; abarcan toda una concienzuda familia y son la expresión de un estilo de joyería moderno que combina materiales novedosos y técnicas poco ortodoxas. Su obra personal, sin embargo, es su expresión artística y tiene una fuerte carga conceptual. Es la más ligada al primitivismo y a la experimentación. De su obra personal destacan trabajos como las Joies de Sorra, unas piezas de textura áspera y granulada, como si estuvieran recubiertas de arena. Están hechas en plata, oro o bronce y presentan unos colores oxidados y una pintura que las asemejan a fósiles o pequeños objetos de pasado remoto que se hubieran quedado sedimentados en la playa. También es muy significativa la colección Trossos de Formentera, piedras que Enric Majoral ha recogido de los acantilados de la isla y que ha convertido en joyas. Se trata de piezas trabajadas con la sierra y el buril y que conservan los líquenes y musgos que el agua y el sol les han hecho crecer. Son pequeños seres vivos, enmarcados en metal y convertidos en piezas de joyería. De sus colecciones, son especialmente espectaculares por su lenguaje estético contemporáneo las piezas de la trilogía integrada por las líneas Tonga, Samoa y Fiji, todas ellas inspiradas en las guirnaldas y collares de flores típicos de la Polinesia. También destacan por su corte minimalista las colecciones Posidònia y Xips, unas piezas que evocan respectivamente las plantas marinas del mismo nombre que a menudo se amontonan secas en las playas formentereñas y la joyería étnica de países árabes hecha tradicionalmente de monedas. Asimismo, en la colección Porcellana se observa el gusto de Majoral por introducir materiales a veces poco frecuentes en la joyería como es en este caso la porcelana. Enric Majoral cuida tanto el diseño de sus piezas como el del resto de soportes que acompañan a lo que se ha convertido ya hoy en toda una marca. En 2010 ha renovado el diseño de su imagen gráfica de la mano del diseñador Martín Azúa. Su nuevo logotipo refuerza esa sensibilidad hacia las formas primitivas del fundador de la firma. Además, su web ha incorporado una tienda on-line ejemplar que destaca por la impecable calidad del material gráfico que permite, al posible interesado en comprar, apreciar al detalle las particularidades de cada pieza. Enric Majoral recibió en 2007 el Premio Nacional de Artesanía que otorga el Ministerio de Industria de España y también ha sido galardonado con el Premio a la Trayectoria que entrega el Colegio de Joyeros de Cataluña, JORGC. Tiene dos piezas de la serie Joies de Sorra en la colección permanente del Museum of Arts and Design (MAD) de Nueva York y su obra personal es requerida por galerías internacionales como la también neoyorquina Aaron Faber. ARTURO ÁLVAREZ Adoptando el nombre de uno de sus fundadores y principal diseñador de la marca, nace en 1994 en Santiago de Compostela la firma de iluminación Arturo Álvarez. La corta trayectoria de esta empresa es un significativo ejemplo de cómo una pequeña iniciativa artesana puede llegar a convertirse en una gran marca. Su historia resulta original, además, por la manera en que Álvarez ha ido adaptándose a las tendencias, investigando con nuevos materiales al mismo tiempo que recuperaba técnicas antiguas y artesanales que ha ido enriqueciendo con las tecnologías más avanzadas. Arturo Álvarez trabajó especialmente el vidrio durante la primera etapa de la empresa, revisando de un modo muy personal la técnica Tiffany, que tradicionalmente venía combinando vidrio de múltiples tonalidades y tiras de cobre en la tulipa de la lámpara. Simplificando esta técnica al máximo y utilizando estaño, los primeros modelos de Arturo Álvarez se manifestaron como una versión sencilla y minimalista de las lámparas Tiffany, hechos con pocas piezas de vidrio y en un solo color aunque en ocasiones muy puntuales llegaban a incorporar hasta un máximo de tres tonos. Ésta fue la principal actividad de Arturo Álvarez hasta que en 2003 la necesidad de empezar a explorar otros caminos creativos le condujo a nuevos materiales como el mosaico de vidrio, la madera, las tiras de polipropileno, la silicona o las mallas metálicas de construcción. Álvarez descontextualizó algunos de estos materiales, sacándolos de su entorno habitual y aplicándolos a la iluminación. Así surgió la lámpara Bety hecha con tiras de polipropileno, que hoy forma parte de los fondos del Museo de Artes Decorativas de Barcelona. También está hecho con el mismo material el modelo Aros, cuyo diseño además fue concebido basándose en técnicas de cestería tradicionales. Recientemente está trabajando en particular el tablero marino, de donde han surgido dos atractivos diseños de estilo nórdico denominados Uxi y Shio. En 2007 la empresa decide dar un importante paso adelante incorporando diseños de otros profesionales del sector. Surge así Lab Arturo Álvarez, una nueva línea de productos concebida como un laboratorio de ideas y un espacio de reflexión en torno al mundo de la iluminación. Héctor Serrano, El Último Grito y Martín Azúa son algunos de los diseñadores que han colaborado ya con esta nueva marca de Arturo Álvarez que se caracteriza por la estética rompedora de sus diseños. De esta nueva línea es la imponente lámpara V de Héctor Serrano o la Guau de El Último Grito que reproduce el efecto de un eclipse y fue galardonada con un premio de diseño Red Dot en 2010. Por otro lado, Arturo Álvarez realiza además piezas a medida para proyectos. Uno de sus últimos trabajos lo ha hecho de manera totalmente artesanal en colaboración con el diseñador Martín Azúa con quien acaba de confeccionar una escultural lámpara de pie para el espacio ON/OFF de uno de los edificios de la Cidade da Cultura de Santiago de Compostela, concebida por el arquitecto Peter Eisenman. Los procesos de elaboración artesana tienen un gran peso en el diseño de los productos de esta firma gallega. Sin embargo, su apuesta por la innovación le ha conducido a un modelo muy específico de producción que alterna procedimientos artesanos con técnicas innovadoras realizadas por operarios altamente cualificados. Su particular modelo híbrido forma parte de lo que se están viniendo a denominar artesanías industriales. Una nueva manera de entender la artesanía totalmente volcada en la protección de los valores culturales que ésta transmite a la vez que incorpora materiales y tendencias estéticas actuales así como metodologías y herramientas empresariales propias de nuestro tiempo. Arturo Álvarez quedó finalista en los Premios Nacionales de Artesanía de 2008 y sus lámparas Gea y Fluo han sido galardonadas con el premio de diseño Good Design que concede The Chicago Athenaeum en 2008 y 2009 respectivamente. CERABELLA Los orígenes de esta empresa de velas artesanales se remontan a 1862 cuando Francisca Abella dejó atrás su pueblo leridano natal para emprender la aventura de la ciudad, abriendo un obrador de candelas y cirios en el barrio del Raval de Barcelona. En un principio, su producción estuvo orientada hacia productos de uso eclesiástico y de consumo básico que suplieran la falta de luz eléctrica. El obrador se llamaría Cerería Abella hasta que en los años setenta del siglo pasado la cuarta generación de la familia emprende el camino hacia la modernización de la empresa. Es entonces cuando nace la marca actual, Cerabella, surgida de lo providencial del apellido de su fundadora. En la década de los setenta la generación que todavía hoy lleva la gerencia de la empresa decidió, sin abandonar la fabricación de los productos básicos que hacían hasta el momento, empezar a investigar en las posibilidades decorativas de las velas más allá del mero uso funcional. Es en esta época cuando la empresa impulsa la primera ampliación del obrador, primero a Cerdanyola del Vallès y posteriormente a Sentmenat, donde se ubican actualmente sus instalaciones de casi 8.000 m2 en la provincia de Barcelona. En la localización inicial del Raval continúa hoy la venta al por mayor. Así, Cerabella comenzó a diversificar su producción sumando la vela decorativa al que había sido hasta entonces su producto tradicional. En los años ochenta monta su departamento creativo, integrado en la actualidad por cuatro personas de formación multidisciplinar que conocen además a fondo el oficio artesano, una cuestión crucial para poder explorar las posibilidades expresivas de la cera. En los noventa, comenzaría a realizar colaboraciones con personalidades del ámbito creativo como André Ricard, Javier Mariscal, Óscar Tusquets o Toni Miró. Más recientemente, la firma ha colaborado con diseñadores industriales emergentes como Luki Huber, Martín Azúa e Hiroshi Tsunoda. Cerabella, que hoy ya cuenta con la quinta generación incorporada a la empresa, está integrada por 64 trabajadores de los cuales 45 elaboran artesanalmente el producto con ayuda de ciertos procesos industriales. Pero aunque algunos procesos previos o de acabados se hayan mecanizado, en el campo de la cerería la mayor parte de la producción es fruto de un trabajo artesanal. De hecho, las velas dependen de algo tan primario como la meteorología para acelerar o retardar el proceso de solidificación. En Cerabella se continúa haciendo la inmersión, la única forma de hacer velas cilíndricas de cierto grosor sumergiendo la mecha en sucesivos baños de cera hasta que se consigue el cuerpo deseado. Aunque en muchas de sus velas decorativas se utiliza el moldeado, vertiendo cera fundida en moldes, posteriormente se pasan manualmente por diferentes coladas para conseguir efectos de texturas o color. El proceso puede implicar desde horas hasta un día entero para una sola vela. Además, Cerabella no sólo es un caso ejemplar por lo significativo de actualización; también lo es por la concienzuda expansión de la comercialización de sus productos. Su catálogo se encuentra hoy dividido en diferentes líneas que abarca, además de las velas eclesiásticas, todo tipo de productos para decoración, regalo, ocasiones especiales, velas perfumadas y velas de exteriores. Destaca su colección de velas de autor, que entronca con las tendencias actuales, para la que ha formado tándem con personalidades como los diseñadores de moda Sybilla y Ailanto o el reconocido ilustrador internacional Jordi Labanda. Además, ha producido velas para marcas como Loewe, Carolina Herrera, Germaine de Capuccini y la vanguardista firma Comme des Garçons. Vende internacionalmente y sus productos se pueden encontrar en prestigiosas tiendas como la Conran Shop británica. En 2009, Cerabella fue seleccionada por su colección “Alga, Fossil y Gea” como finalista de la categoría de Producto en los Premios Nacionales de Artesanía que entrega el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio de España. CASOS DE ESTUDIO APPARATU Hace sólo cinco años que Xavier Mañosa (Barcelona, 1981) montó Apparatu y en tan corto espacio de tiempo ha conseguido posicionarse como uno de los más interesantes ceramistas del momento. Por aquella época se encontraba instalado en Berlín. Quizá coger perspectiva le sirvió para terminar dedicándose a lo que desde pequeño había visto hacer a sus padres y que había rechazado por rebeldía durante su formación como diseñador industrial en la Escuela Superior de Arte y Diseño Llotja de Barcelona. Lo interesante en su caso ha sido la combinación de ambos factores. Su perspectiva y afán por experimentar como diseñador más el conocimiento del oficio por el entorno familiar, aunque suele subrayar que su proceso es principalmente artesanal y que “lo de diseñar” sólo le sale si alguna vez “piensa antes de hacer”. Su padre, Joan, aprendió el oficio de manos de un ceramista portugués. Junto con su pareja, Aurora, montarían su propio taller que ahora comparten con su hijo Xavier, quien hasta el año 2009 tuvo su base creativa en Berlín. El taller se encuentra en Sant Cugat (Barcelona), en un antiguo polígono industrial donde anteriormente se fabricaban cerámicas para el sector de la construcción y que ahora funciona como un centro de antigüedades, así que el entorno resulta de lo más inspirador. Lo que distingue a Mañosa como ceramista contemporáneo es fundamentalmente su atrevimiento a la hora de mezclar materiales y de explorar nuevas expresiones formales. De este modo, sus primeras piezas iban desde la recreación en cerámica de la forma de un extintor hasta floreros inspirados en las ubres de una vaca. Los floreros Pissarro fueron una de sus primeras propuestas con repercusión; hechos en loza y recubiertos con pintura de pizarra, permitían al usuario su constante personalización al poder escribir con tiza sobre ellos. Asimismo, no dudó en revestir de lana sus floreros Costurero inspirados en la forma de una bobina de hilo. Últimamente ha mezclado plástico y metal en su colección Der/Die/Das (en la imagen), unos jarrones y floreros cerámicos que presentan coloridos churretes realizados con estos materiales y que proceden de objetos encontrados y fundidos en el taller. Otra cuestión que Xavier Mañosa abordó desde el inicio, que es manifestación evidente de su formación como diseñador y de su pertenencia a una generación digital, fue la puesta en escena de su obra. Por un lado, se definió como marca. Apparatu hace referencia a la palabra “aparato” y fue una expresión surgida tras un accidente fonético entre el alemán y el catalán. Por otro, dio visibilidad a su trabajo a través de una web y de su participación en innumerables eventos dentro y fuera de España. Las piezas de Apparatu se han podido ver en las ferias y festivales sobre diseño contemporáneo de Londres, Frankfurt, SaintÉtienne, Tokio, Nueva York, México y Estocolmo. También en Madrid y Barcelona, pero su visión es completamente internacional y no se ciñe al mercado español, prueba de ello es que su web sólo está en inglés. Además, Xavier Mañosa está continuamente abierto a colaborar con otros diseñadores. Con el estudio de origen turco-alemán Mashallah Design desarrolló la serie Superfax, que se llamó así porque la fueron definiendo por fax estando los primeros en Berlín y Mañosa en el taller de Barcelona. Mashallah es un estudio centrado en los procedimientos digitales, lo cual choca con la producción artesanal de Apparatu y quizá por eso resulta tan especial la colección de objetos cerámicos definidos digitalmente que surgió entre ambos. Recientemente, Xavier Mañosa ha colaborado también con el diseñador gráfico e ilustrador Alex Trochut, nieto del famoso tipógrafo que inventara el tipo Súper-Veloz. De la misma edad que Mañosa y muy bien considerado en el mundo de la ilustración, la tipografía y el diseño gráfico actual, ambos han realizado unas piezas conjuntamente con ilustraciones de Trochut además de los floreros Manga, inspirados en los abrigos plumíferos. LUZIFER LAMPS En los planes de Mariví Calvo (Valencia, 1960) y Sandro Tothill (Brisbane, Australia, 1966) probablemente nunca estuvo programado montar una empresa de iluminación. Todo surgió de una manera fortuita cuando Mariví Calvo, licenciada en Historia del Arte y en Bellas Artes, manipulaba unas chapas de madera sobre una mesa de luz que utilizaba para hacer collages. Los efectos luminosos que produjo la chapa de madera al interactuar con la luz sorprendieron a ambos. Tanto, que lo utilizaron como idea para embarcar a una serie de artistas en una exposición en la que se utilizaría este sistema como soporte de las obras. Corría el año 1996 y la progresiva aceptación que en exposiciones sucesivas fueron teniendo las lámparas hechas por Calvo y Tothill en colaboración con artistas utilizando este sistema, les planteó la necesidad de organizarse como empresa. Y así fue como surgió Luzifer lamps. La empresa, conocida hoy en el ámbito internacional como LZF, siempre ha tenido una producción artesanal. Desde los primeros modelos hechos en colaboración con artistas, que Mariví Calvo y Sandro Tothill hacían en su propia casa, hasta la industria artesana que son hoy con sede en una antigua bodega de Chiva (Valencia). La elaboración de sus imponentes lámparas, que ganan en expresividad en espacios colectivos, se realiza en estas instalaciones reconvertidas en un inmenso taller artesano donde tras adquirir y seleccionar las planchas de madera natural, las tratan y troquelan para el montaje a mano. Primero se les da forma, después se les aplica cola o pequeños herrajes y, por último, se les coloca la instalación eléctrica. Las lámparas de LZF no son en realidad ni objetos puros de artesanía ni tampoco industriales, se encuentran a medio camino. Ni tienen una estética tradicional, pues son piezas de diseño contemporáneo concebidas por diseñadores, ni están elaboradas en serie industrialmente sino con medios artesanales en ediciones reducidas. LZF empezó muy pronto a realizar colaboraciones con diseñadores. Los modelos Hola (1997) y Margarita (1999) diseñados por Miguel Herranz marcaron el inicio de un interesante camino por el que la empresa continuaría adentrándose años después, tras un malogrado coqueteo con el polipropileno a finales de los años noventa. Recién estrenado el siglo XXI, Luzifer lamps decide volver a sus orígenes centrándose en la chapa de madera como difusor de luz. Sus investigaciones le llevarían en 2001 a patentar el Polywood, un tratamiento aplicado a la chapa a base de poliéster que mejora las propiedades de éste material de manera que resulta más maleable y se puede manipular, troquelar y cortar mejor. La colaboración que Luzifer lamps han mantenido con diseñadores desde sus inicios ha resultado muy fructífera para la empresa pues estos, tal y como se le presupone a un diseñador, le han dado mil y una vueltas a la chapa de madera. Los primeros fueron Miguel Herranz y Ray Power, que empezaron a colaborar con la empresa a finales de los años noventa. Herranz ha realizado algunos de los modelos más emblemáticos de la marca, como los ya nombrados Hola y Margarita confeccionados con una ancha chapa de madera ondulada al estilo de los años setenta. Después llegaron los modelos Sioux (2003) y Mikado (2004), con otro concepto totalmente diferente pues estaban hechos ya con planchas troqueladas de un ancho mucho menor. La Mikado, con los juegos de luces y sombras que producen sus flecos, recibió un premio Design Plus en 2006. También recibió éste premio el mismo año el sinuoso modelo Link de Ray Power, quien recientemente ha firmado el aerodinámico modelo Air distinguido asimismo con un premio Good Design en 2009. Y en los últimos tiempos otra de sus colaboraciones más fructíferas la vienen realizando con el estudio del valenciano Luis Eslava, quien ha creado arrebatadores modelos como Agatha o Armadillo así como el primer paso de la empresa hacia la diversificación de sus productos: el parabán Paisley. ISOBRE Luis Garrido (Cádiz, 1977) y Alejandro Ulloa (San Sebastián, 1971) decidieron montar iSobre el día en que vieron a Steve Jobs, alma máter de la empresa de productos electrónicos Apple, sacar el nuevo ordenador portátil que presentaba la firma de un sobre de oficina. Se trataba del MacBook Air, el portátil más delgado diseñado hasta el momento. La maniobra de Steve Jobs aquel mes de enero de 2008, muy dado a los golpes de efecto de este tipo en las presentaciones de novedades de Apple, corrió como la pólvora desde San Francisco al resto del planeta encendiendo la mecha de estos dos apasionados por la fotografía, la moda y el diseño gráfico asentados en Cádiz, que inmediatamente se pusieron manos a la obra para diseñar una funda de piel acorde con un producto de semejante valor. Habiendo detectado que en el mercado no existían muchas fundas de piel para ordenadores con un mínimo de calidad y sin perder de vista la ocurrencia de Jobs, Luis y Alejandro decidieron diseñar una funda para el MacBook Air precisamente con forma de sobre estilo Manila. El punto lo pondría que se trataría de una funda hecha con piel de vacuno español de primera calidad y cosida por los más experimentados artesanos de Ubrique, localidad gaditana conocida internacionalmente por ser donde se realizan a mano los productos de piel de algunas de las firmas de complementos de moda más importantes del mundo. Para rematar el diseño, bastó con añadir unos simples botones rojos y un cordón para el cierre. Una pieza de corte tan sencillo como el producto que lo había inspirado. Las fundas comenzaron a comercializarse rápidamente y, en un principio, sin marca. De hecho fueron los propios primeros compradores quienes las empezaron a llamar iSobres, utilizando la i latina inicial con la que Apple suele bautizar a sus productos en referencia a Internet. Con este panorama, no parecía que tuviera mucho sentido montar una tienda al estilo tradicional para comercializar estas fundas. Lo más lógico, sin duda, era hacerlo a través de Internet. Y así fue exactamente como lo hicieron, confiando en expertos en la materia el desarrollo de la plataforma. iSobre se han terminado por configurar como una marca en la que Luis y Alejandro actúan como diseñadores, mientras que los artesanos de Ubrique son quienes hacen realidad las ideas creativas, aportando su conocimiento en la materia y en el manipulado de la misma. El proceso de producción es muy sencillo y comienza con una cuidada selección de las piezas de nobuk y piel de vacuno. Las piezas se cortan y se cosen manualmente con las medidas necesarias, siendo prensadas asimismo a mano. Incluso los botones, que también son de vacuno, se lijan, liman, pintan y cosen a mano. Aunque el proyecto nació inspirado en un producto en particular, la familia iSobre ha ido creciendo y abarcando otros productos de Apple así como nuevos estilos. En la actualidad, algunos modelos son fundas compatibles que se pueden usar tanto con el modelo MacBook Air como con el MacBook. Adicionalmente, se han incorporado nuevas opciones para las versiones Pro de 15 pulgadas. El iSobre original, que se llama Vintage, presenta un color camel que le asemeja al sobre Manila. Pero aparte han surgido nuevos estilos, como el colorido Urban o el más serio y lujoso Minimal. Asimismo, la familia de fundas iSobre se ha completado con opciones para las diferentes versiones de los teléfonos iPhone y, por supuesto, para la tablet iPad. La principal comercialización de los productos de iSobre se realiza a través de la tienda on-line, que se puede visitar en inglés y en castellano. Esta visión internacional de sus diseños y su tienda en Internet hace que el 80 por ciento de las ventas de iSobre a través de la web provengan de fuera de España. Sus productos además, lejos de ser un conflicto para Apple, se venden en todos los Apple Retail Providers de Europa así como en varias tiendas exclusivas de Estados Unidos, Canadá, Australia y Japón. SAGENCERAMICS De la unión de La Cerámica Valenciana de José Gimeno (Manises, 1925) y la diseñadora industrial Nieves Contreras (Valencia, 1979) nació en 2006 la marca Sagenceramics, una nueva línea de productos de diseño contemporáneo lanzada por la veterana fábrica de Manises con el objetivo de incorporar a su producción una novedosa tipología de piezas que hasta ese momento nunca antes habían sido contempladas seriamente por la empresa como línea de negocio. El modo en que lo hicieron es digno de estudio. Si hay algo a lo que los expertos en branding y definición de nuevas líneas de negocio siempre aluden, es a la diversificación de marcas cuando, como en un caso como este, una legendaria empresa a la que se la identifica con un determinado producto tradicional decide dar el paso de actualizarlo pero sin cortar con la producción que venía realizando hasta la fecha. Así fue como Vicente Gimeno, actual descendiente de la familia fundadora de La Cerámica Valenciana, confió en la joven diseñadora industrial Nieves Contreras el proceso de creación de la nueva marca. Por un lado, La Cerámica Valenciana continuaría con su producción habitual de piezas clásicas y azulejos mientras que bajo la marca Sagenceramics se comercializaría una línea de productos más actual. Toda la dirección de arte, es decir desde la imagen de la marca hasta la elección de los diseños, la llevaría a cabo Nieves Contreras quien además de ser diseñadora industrial está especializada en gestión del diseño y desarrollo de nuevos productos. La idea de ambos era crear una nueva marca de objetos cerámicos con una clara vocación innovadora y experimental pero al mismo tiempo con una producción artesana, totalmente volcada en la conservación de técnicas tradicionales y conocimientos alfareros. Se trataba de hacer perdurar esta tradición, actualizándola con objetos funcionales o decorativos de estética contemporánea así como experimentando con nuevas técnicas, materiales e incluso tipologías alternativas. Así fue como surgió la primera colección de Sagenceramics en 2006, para la que como debut Nieves Contreras diseñó gran parte de las piezas. Destacó el florero Bany! (en la imagen), en el que las flores podían disfrutar de un baño en toda regla. La pieza, que proponía una nueva disposición de las flores en horizontal, cuenta incluso con un desagüe en forma de tapón. Asimismo resultó novedosa la pieza Vasq, un centro de mesa que también se podía llenar de agua para colocarle velas flotantes encima o, como guiño, ponerle un patito de plástico. Adicionalmente, Nieves Contreras ha incorporado a otros diseñadores al catálogo de Sagenceramics como Elise Berthier, Frédéric Lintz, David Cercós, Víctor Carrasco y el estudio Nadadora. Así se unió al catálogo de Sagenceramics el florero Fago de Elise Berthier, compuesto de una serie de tubos torneados a mano y unidos entre sí con elásticos de colores; el propio usuario decide qué aspecto final le da. Y también así llegó el sujetavelas Cross diseñado por Nadadora, una cruz con orificios de diversos tamaños que permite acoplarle velas de diferentes diámetros. La huevera Ovni de Frédéric Lintz y el set de café Ou! de David Cercós resultan novedosas también por su parte por el juego de analogías formales que plantean. En La Cerámica Valenciana se sigue trabajando de manera totalmente artesanal. En 2006 quedó finalista en la categoría de Producto de los Premios Nacionales de Artesanía. Sus técnicas más habituales son el torneado directo de la arcilla y el modelado manual, con y sin ayuda de molde. Las piezas se bizcochan, cociéndolas en el horno a 1000º C una primera vez. Tras ser bizcochadas, se esmaltan bañándolas manualmente. A continuación se repasan las impurezas y fallos de esmalte antes de decorarlas. La decoración la realizan tanto de forma directa sobre la pieza como utilizando la técnica del estarcido, una plantilla que define el perfil del dibujo. Para ello utilizan pinceles de pelaje muy fino y delicado. Y una vez decoradas, se les da la cocción final. VIALIS A medidos de los noventa, el diseñador Jaime Serramalera (Barcelona, 1956) decidió probar suerte en el ámbito empresarial con el convencimiento, y el aval de su trayectoria previa, de que podría ser capaz de aportar algo nuevo a un mundo que conocía muy bien: el de la zapatería. Tras haberse formado como diseñador industrial entre la escuela EINA de Barcelona y el Politécnico de Milán, se trasladó a Menorca con el objetivo de aprender el oficio de zapatero. Al poco tiempo fundó la que sería su primera marca de zapatos, María Design. Más tarde se uniría a Pielsa como responsable de producto, donde trabajó once años. Al cumplir los cuarenta, le picó de nuevo el gusanillo de tener su propia marca. Serramalera echaba en falta en el mercado español la existencia de una marca de zapatos de mujer con un diseño especial, pues la oferta de la época le resultaba de lo más homogénea. Así, decidió ponerse él mismo manos a la obra y probar de nuevo suerte como empresario. Corrían finales de los años noventa cuando Serramalera empezó a tantear la aceptación de sus primeros diseños con una pequeña colección de cuatro sandalias que puso a la venta en el barrio del Born de Barcelona. Se encargó de todo, desde el diseñó de los modelos hasta la cajas donde iban metidos e incluso compró las pieles. La fabricación, sin embargo, la dejó en manos de especialistas confiándola a un pequeño taller de zapatos de Elda (Alicante). La acogida fue algo más que aceptable; Serramalera recuerda que en aquella primera etapa a veces vendían hasta los muestrarios. Animado por la estable aceptación que iban teniendo sus primeros diseños, llegó a la conclusión de que debía empezar a abrir tiendas propias. A la primera, inaugurada en 1998 en el mismo barrio que había visto nacer la marca, le han sucedido otras siete más distribuidas entre la propia Barcelona, Madrid y Berlín. Efectivamente a Jaime Serramalera no le faltaba razón cuando pensaba que hacía falta en el mercado español una firma de zapatos para mujer que fuera capaz de proponer algo nuevo y especial, con un diseño particular, fresco y atrevido. Vialis verdaderamente vino a cubrir un hueco en el que había un notable vacío en España. Estéticamente, uno de sus puntos más atractivos fue su interesante mezcla de referencias, en especial procedentes de diseños clásicos pero a su vez combinadas con influencias escandinavas y connotaciones folk. Al mismo tiempo, se trataba de zapatos con una vida útil muy larga; El segundo propósito que se planteó Serramalera cuando ideó la marca. El objetivo era, por tanto, lograr un estilo de zapatos sofisticado y con una personalidad muy particular pero cómodos por encima de todo, para poder ser llevados a diario. Y aquí es donde entra en juego un tercer factor: la calidad. Sin ella, no es posible hacer zapatos que aguanten un trote cotidiano. En la actualidad, Vialis cuenta con medio centenar de trabajadores. En el equipo de diseño trabajan tres, que se apoyan a su vez en los conocimientos de las dos patronistas, la costurera y el técnico de calidad de la fábrica de Alicante. Como apoyo externo, colabora con el estudio de diseño gráfico de Emilio Lekuona, que se encarga de la dirección creativa de su imagen. La mayoría de los zapatos de Vialis se realizan artesanalmente en Alicante, aunque la firma trabaja con una perspectiva global por lo que algunas de sus líneas, como la de las zapatillas playeras Aro que sacó en 2004, se fabrican en Vietnam. En las instalaciones de Alicante, realizan desde sandalias totalmente hechas a mano de principio a fin hasta botas. El tiempo medio de elaboración de unos zapatos es de dos horas, interviniendo en el proceso entre 12 y 14 personas. Dependiendo de la colección, pueden estar realizando entre 15.000 y 33.000 pares por temporada. Hoy la marca vende en más de treinta países a través de 300 tiendas multimarca. PESETA Laura Martínez del Pozo (Bilbao, 1978) y Jaime Sevilla Moreno (Sagunto, 1978) se juntaron para montar Peseta a principios del siglo XXI con la intención de hacer productos textiles. Su gran pasión eran las telas, por eso las piezas de Peseta destacan por encima de todo por su interesante conjugación textil. Éste sería el cincuenta por ciento de su ADN. El otro cincuenta por ciento responde a su muy estudiado y reducido catálogo; una particular selección de complementos que se han convertido en representativos del sello Peseta y entre los que destacan sus bolsos mochileros, carteras y riñoneras. Además, también realizan carteras, cinturones, billeteras, estuches, llaveros o mantelerías. Al principio su producción era muy reducida. Sólo elaboraban pequeñas series con telas encontradas en todas partes del mundo. Cada modelo tenía su nombre y sus detalles propios. Con el tiempo la demanda creció, por lo que en 2006 decidieron montar una tienda-taller en el barrio de Malasaña de Madrid. En la actualidad, sus diseños se producen en dos talleres más, siendo uno de ellos una cooperativa del Sur de la provincia. Laura se encarga de los diseños y es quien junto con los talleres marca las directrices las piezas; Jaime se ocupa de las ventas, la gestión y la comunicación. Ninguno de los dos tiene formación previa en producción artesana ni en gestión empresarial; sencillamente se dedican a lo que sabe hacer mejor cada uno. Según fue creciendo la marca, la presentación de sus nuevos productos a través de colecciones se terminó por convertir en una necesidad. Desde 2009 y siguiendo el calendario de la moda, presentan dos colecciones al año. Así, a los productos básicos de la casa añaden accesorios diferentes a lo habitual y apuestas atrevidas. Aparte han realizado colaboraciones con otras marcas, algunas tan importantes como el reconocido diseñador estadounidense Marc Jacobs para quién han hecho hasta el momento gorras para ir en bicicleta, un bolso de grandes dimensiones con forma de ukelele, una cartera que ellos llaman Pasaportera y un bolso de grandes dimensiones bautizado como Bolsaco. También han colaborado con la firma vasca Loreak Mendian y los españoles establecidos en Berlín Potipoti. Asimismo han diseñado un Kit Museo para llevar un cuaderno, bolígrafo y postales, que se vende en la tienda La Central del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid. Desde su web venden nacional e internacionalmente y sólo con echarle un vistazo no cabe ninguna duda de que quién está detrás pertenece a una generación digital. Aunque la marca haya crecido, en Peseta todo continúa haciéndose totalmente a mano. Como la producción depende directamente de las telas que adquieren, eso termina por definir el aspecto final de muchos de los modelos. Algunas telas las encuentran en tiendas y mercados de todo el mundo en sus viajes. Otras proceden de fabricantes españoles de tejidos tradicionales o han sido compradas en ferias de telas, a través de Internet o a fabricantes y almacenistas con muestrario. Aceptan donaciones de amigos y familiares, pues a lo mejor de ello surgen telas que nunca hubieran comprado. También en menor medida reciclan prendas o realizan estampación propia en digital. Les gustan los tejidos que tienen una historia que contar. Desde una tela de rayas ibérica de tumbona hasta los estampados temáticos de Estados Unidos, los tartanes escoceses, las africanas enceradas de colores locos, los provenzales franceses, el denim japonés, los tejidos rústicos del norte de Europa, la tela mejicana de Purépecha, los hilados egipcios, las cretonas y popelines de flores de Gran Bretaña o estampados raros procedentes de India o China. Aparte de que las mezclas se hacen con un criterio estético, un factor sorpresa en sus productos es que pueden estar juntando una tela griega con otra estadounidense, lo cual culturalmente conecta dos países que en diferentes épocas históricas fueron dos imperios. MARRE MOEREL Dice de sí misma que se siente una artesana industrial. Por un lado, porque gran parte de su trabajo lo realiza artesanalmente. Por otro, porque al mismo tiempo trabaja como diseñadora industrial. Y es que Marre Moerel (Breda, Holanda, 1966) ha tenido una formación tan nutrida que no se la puede definir utilizando una sola cualificación. Primero se formó en su Holanda natal como diseñadora de moda. A los 18 años salió de su país para estudiar Escultura en Inglaterra. Posteriormente completó su educación con un master en diseño de mobiliario en el Royal College of Art de Londres. De ahí saltó a Nueva York, donde durante diez años trabajó como diseñadora, artista y docente en la Parsons School of Design. En 2002 aterriza en Madrid, en cuyo barrio de Malasaña abrió un multiespacio que funciona simultáneamente como galería, tienda y taller. Mientras que por un lado Marre Moerel ha diseñado piezas de mobiliario para marcas como la sueca Offecct o la española Celda, por otro una gran parte de su trabajo está relacionado con un proceso totalmente artesanal. En este contexto es donde se manifiesta de una manera más evidente su formación como escultora. En su tienda-taller de Madrid elabora la mayoría de sus piezas y además las comercializa ella misma. Si como diseñadora de mobiliario trabaja con cualquier tipo de materiales, en este otro terreno manifiesta una preferencia total por la cerámica. Los diseños que realiza en éste contexto son una mezcla de esculturas y objetos funcionales. Moerel explica que ya desde que estudiaba Escultura tendía a hacer piezas muy funcionales, motivo por el cual decidió formarse posteriormente como diseñadora de mobiliario para tratar de entender si ese era su camino y asimismo averiguar si era posible hacer objetos funcionales de una manera escultural. Sin embargo, en este asunto continúa a día de hoy navegando entre dos aguas, lo que la convierte en una rara avis muy especial. Para Moerel el equilibrio estaría en combinar un cierto trabajo técnico, como el que realiza como diseñadora, con la implicación emocional que requiere trabajar artesanalmente. En el ámbito artesano, formas muy recurrentes en sus piezas proceden de terceros objetos; algunos de ellos cotidianos, otros encontrados fortuitamente. Moerel reproduce sus formas en barro, en ocasiones sacando moldes, y cuando éste aún está blando lo manipula, deforma o combina con otras formas obteniendo así piezas nuevas. El proceso es totalmente intuitivo y no realiza esquemas ni dibujos previos por ordenador, como por el contrario se suele hacer en el diseño de mobiliario. Algunas de sus piezas más conocidas son la serie de lámparas Biology, los boles de la serie Botany, los jarrones con ramas Rozen y la colección Mutations, surgida a partir de raíces y vísceras de animales como riñones o hígados. Se trata de piezas con mucho carácter en las que a primera vista se aprecia el trabajo artesano y personal que hay detrás. Moerel crea estas piezas, además, utilizando el mismo lenguaje contemporáneo con el que concibe sus diseños de mobiliario. Por otro lado, Marre Moerel se convirtió en la comercial de sus piezas artesanas totalmente por accidente, aunque era una idea que le rondaba en la cabeza. Algunas de sus primeras creaciones cerámicas las empezó comercializando la firma italiana Cappellini, una de las empresas más vanguardistas en el ámbito del hábitat. Colaborando con esta empresa, Moerel se dio cuenta de que era muy difícil tener un control sobre la apariencia final de los objetos, las ventas reales y la promoción de los productos. Además, cuando se diseña para empresas puede ocurrir que algunas piezas nunca lleguen a ver la luz, algo que como a todos los diseñadores también le ha ocurrido a Moerel. Y así fue como decidió montar su propia tienda-taller. De esta manera sus piezas siempre verían la luz y tendría controladas de primera mano las ventas y su promoción. Marre Moerel es una habitual de ferias como la parisina Maison & Objet. LA MEDITERRÁNEA De la asociación de 17 profesionales del vidrio asentados en la localidad valenciana de L’Ollería surgió en 1975 el embrión de La Mediterránea, una empresa visionaria para la época especializada en la transformación del vidrio reciclado. A pesar de las dificultades históricas y económicas del momento, la empresa crecería de manera continua llegando a fusionar en 1982 tres cooperativas locales, surgiendo así definitivamente La Mediterránea tal y como se la ha conocido posteriormente. Su producción se basaba en una amplia oferta de productos de decoración y menaje realizados principalmente en vidrio y posteriormente también en cerámica, que se llevaban a cabo en una fábrica diferente en la localidad de Ribarroja. Tras un par de décadas de continúo crecimiento y expansión, exportando a más de setenta países y siendo galardonada con múltiples premios que rondan la cuarentena, La Mediterránea no pudo esquivar la primera crisis económica del siglo XXI que le terminó llevando a un concurso de acreedores y después a la liquidación. Recientemente, el fondo de capital riesgo Valcapital ha repescado la empresa con el objetivo de relanzarla. En La Mediterránea se alternaban hasta el momento del cierre en 2008 procesos completamente artesanales de manipulación del vidrio con otros totalmente mecanizados. Uno de los cambios más importantes del reflote emprendido por Valcapital consiste precisamente en la desaparición de éste último pues dependía de un horno que consumía mucha energía y obligaba a producir grandes tiradas de un solo producto. Así, en estos momentos, la empresa se ha decantado por una producción mucho más flexible hecha en hornos de tamaño medio y pequeño, apostando totalmente por procesos artesanales, ocasionalmente semiautomáticos. Dependiendo del tipo de pieza, la producción resulta más o menos artesanal. En los modelos de las nuevas líneas denominadas Ecovintage y Trendy, los productos son trabajados semiartesanalmente de manera que el vidriero recoge el vidrio del horno y lo sopla dentro de un molde para después acabar la pieza manualmente. En cambio, las piezas de la línea Art son plenamente artesanas. Esto implica que los maestros vidrieros de La Mediterránea trabajan el material sin moldes, sacando una masa de vidrio del horno y colocándola sobre un soporte de hierro para trabajarla a mano con papel o madera. El hecho de utilizar papel o madera hace que el vidrio se enfríe de forma más lenta y que el maestro tenga más tiempo para trabajar la pieza, lo cual favorece a su vez un acabado más brillante. Por otro lado, La Mediterránea enfocará de ahora en adelante en la configuración de un nuevo catálogo mucho más ligado al diseño contemporáneo, una operación que será tutelada por quien hasta la fecha había sido la coordinadora del departamento de diseño, Silvia García. Así, las colaboraciones con diseñadores externos que tanta notoriedad habían dado anteriormente a la marca seguirán adelante. Como ejercicio de iniciación de esta nueva etapa, La Mediterránea confió en el colectivo de diseñadores Proyecto Revival (una agrupación a la que se le dedica más adelante un capítulo). Su propuesta consistió en realizar una labor de revisión e investigación de moldes y piezas descatalogadas con el objetivo de determinar si era posible su recuperación para la elaboración de nuevos productos. Surgieron así nuevas lámparas, centros de mesa, decantadores y juegos de copas. Por otro lado, con uno de los creadores de su pieza más icónica, Héctor Serrano, La Mediterránea tiene previsto nuevos lanzamientos. La relación con el diseñador valenciano asentado en Londres viene de largo, desde que junto con Alberto y Raky Martínez diseñara el botijo con forma de botella de plástico La Siesta. Curiosamente una pieza hecha en cerámica ha sido el símbolo con el que se ha identificado a la empresa durante muchos años. La Mediterránea prepara ya con Serrano una nueva colección de lámparas de vidrio y corcho así como otros objetos. PROYECTOS Y COLABORACIONES OFICIS SINGULARS La institución Artesanía Catalunya viene desarrollando desde 2007 un interesante proyecto de colaboración con el diseñador Gerard Moliné (Barcelona, 1977) dirigido a reactivar una serie de oficios artesanos de gran arraigo en diversas zonas de la geografía catalana. Estos oficios, que han sido reconocidos bajo la denominación Oficis Singulars de Catalunya, son actividades muy vinculadas a una materia prima en concreto así como a una población o demarcación específica catalana, factores que en su día terminaron por generar una producción artesana particular en determinadas zonas. Así, se han considerado Oficis Singulars la cerámica de La Bisbal, el alabastro del Sarral, la sal de Cardona, la piel de Vic o Igualada y la palma de Terres de l’Ebre, entre otros. Bajo la dirección de Gemma Amat y la coordinación de Gerard Moliné, el proyecto Oficis Singulars incide específicamente sobre cada oficio promoviendo su adaptación al mercado contemporáneo al mismo tiempo que preserva su autenticidad. Además de la recuperación de oficios tradicionales de Cataluña, los objetivos de cada actuación son la búsqueda de nuevos lenguajes, el diseño de nuevos productos y el establecimiento de una nueva metodología de comercialización. Gerard Moliné, que se formó como diseñador industrial en la escuela Elisava de Barcelona, ha ido reorientando su actividad con el transcurso de los años hacia el mundo de la artesanía. Tras haber trabajado como diseñador industrial junto con Martin Azúa hasta el año 2006, Moliné decidió volcarse definitivamente a título individual en la evolución y el progreso de los oficios artesanos convencido del valor emocional de los objetos de producciones limitadas frente a las tiradas masivas industriales. Además de coordinar Oficis Singulars, está realizando en la actualidad otro proyecto similar con las artesanías de la Ruta del Tequila en México. Para Moliné, el reto está en impulsar la innovación preservando la cultura local; es decir, fusionar tradición y vanguardia sin perder la identidad. Para ello, ha aportado a través de Oficis Singulars una de las cosas que mejor saber hacer como diseñador: plantear nuevos objetos. Con la colaboración de otros diseñadores, en cada oficio de los que este programa ha incidido hasta la fecha se ha trabajado conjuntamente con los artesanos en la creación de una nueva colección de objetos. La interacción ha propiciado que diseñadores y artesanos generaran los nuevos productos en equipo, aportando cada uno el conocimiento en el que está especializado: el diseñador su visión sobre la producción contemporánea, las tendencias y la estética, y el artesano su pericia y sabiduría sobre el comportamiento del material. El resultado ha sido una serie de objetos de lo más sugerentes. Algunos proponen nuevas piezas, como el cono de cerámica para helados surgido en el proyecto de la cerámica de La Bisbal. Otros revisan objetos ya existentes, como la cesta para la bici hecha de palma. Pero todos ellos enamoran a primera vista, de manera que uno de los grandes objetivos ha quedado cumplido ya que de lo que se trataba era generar objetos que nos volvieran a emocionar. BONESTIL Creada en 1987 en la localidad valenciana de Vallada, la trayectoria de esta empresa especializada en mobiliario hecho artesanalmente con fibras vegetales ha estado desde sus inicios muy ligada al diseñador Ximo Roca. En los años ochenta, el mobiliario tejido a mano con fibras naturales se encontraba en triste decadencia debido al auge de otros materiales y a que su estética tradicional no ligaba con el gusto High Tech de la época. En los últimos tiempos, sin embargo, este tipo de mobiliario está viviendo un nuevo auge. Dos de las principales razones de este resurgir están siendo, por un lado, el hallazgo y desarrollo de nuevas fibras sintéticas más resistentes y, por otro, la colaboración de las empresas productoras con diseñadores que están transformado y actualizando radicalmente el estilo de este tipo de mobiliario. Y precisamente esto es lo que desde 1989 viene haciendo Ximo Roca para Bonestil, mucho antes de que tuviera lugar éste resurgir en la primera década del siglo XXI. La colaboración de Bonestil con Roca se ha desarrollado en varios niveles a lo largo de estos años, pero principalmente su labor ha sido la de diseñador y director de arte. Aparte de haber firmado sus propios modelos, Roca ha confiado externamente el diseño de otras piezas a profesionales de prestigio como el trío Lievore Altherr Molina, Lola Castelló o Pete Sans. Entre todos, las piezas de Bonestil empezaron a destacar por su inusual estética, muy cercana en apariencia al mobiliario contemporáneo diseñado para interiores. Así, muchos de sus modelos destacan por la combinación de la médula de caña natural con otros materiales como la madera y en especial el tubo de acero, que ayuda a conformar la estructura de las piezas y fue introducido por Bonestil como gran novedad en la confección de las patas. La apuesta estética que inició la empresa no modificó ni un ápice su forma de trabajar artesanalmente. Sus sillas, sillones y mesas se tejen a mano con la única ayuda de un punzón. Cada producto es tejido por manos expertas, para cuya confección se necesitan entre 4 y 6 horas de trabajo. Este proceso de trenzado manual mejora la transpiración de las piezas y les otorga un mejor envejecimiento. Los tejedores son principalmente mujeres de esta zona de Valencia, que cuenta con una gran tradición en el trabajo de las fibras vegetales y cuyo saber va pasando de madres a hijas. Posteriormente, las piezas se sumergen en las cubas de tintes que fortalecen los tejidos y después se las deja secar al sol durante 48 horas. En la actualidad, Bonestil utiliza también fibras sintéticas y ha cambiado las cubas de tinte por baños que reúnen los requisitos industriales y ecológicos que requiere la ley. Los tintes químicos que se utilizaban para pintar la médula natural se han sustituido por tintes hidroalcohólicos, más respetuosos con el medio ambiente. En el año 2000, el Centro de Artesanía de la Comunitat Valenciana le concedió la Etiqueta de Artesanía que acredita su carácter artesanal, siendo la única empresa del sector de mueble contemporáneo a la que se le había otorgado hasta el momento el calificativo de producto artesano. PROYECTO REVIVAL Con el objetivo de ofrecer nuevas propuestas creativas a aquellos sectores interesados en revitalizar su actividad nació en 2007 Proyecto Revival, un colectivo de diseñadores emergentes asentado en la Comunidad Valenciana integrado por Alejandro Catalá, Álvaro Hernández, José Alburquerque, Vicente Luján, Marina Rodríguez y Pedro Ochando. Desde sus inicios, debido a la naturaleza renovadora del colectivo, Proyecto Revival ha estado muy ligado a la colaboración con empresas de producción artesana con dificultades para adaptarse a la actual situación de su mercado. Así, su primer proyecto lo realizaron junto con la fábrica de Manises Cerámicas Cabo, una empresa que se había visto obligada a cerrar cuatro años atrás y se hallaba en proceso de demolición. Entre los objetos que iban a ser aniquilados se encontraba una ingente cantidad de piezas ya bizcochadas. Proyecto Revival trató de reconfigurar estas piezas, en su mayoría objetos de menaje y decoración típicos de la producción cerámica de la zona, dotándolas de un nuevo uso y forma. El proyecto se llamó “Nuevas Propuestas Cerámicas” y transformó ceniceros, tazas, saleros, platos, fuentes o ensaladeras de corte tradicional en lámparas, floreros, portavelas e incluso altavoces de estética contemporánea. El ejercicio se llevó a cabo a modo de taller, a través del cual los diseñadores investigaron qué nuevos usos se podía dar a aquellas piezas y qué posibilidades de adaptación tenían al lenguaje estético actual. El proyecto pretendía paralelamente ir más allá de la empresa en particular que les ocupaba, mostrando nuevos modos de trabajar la cerámica en colaboración con diseñadores con el fin de estimular la industria tradicional cerámica de Manises. Las piezas resultantes fueron dadas a conocer a modo de exposición en múltiples localizaciones incluido el Salón de Artesanía de Valencia en 2009, donde tuvieron la oportunidad de mostrar más de cerca al gremio artesano el ejercicio de diseño realizado por Proyecto Revival. Después, Proyecto Revival se ha ocupado de otros materiales como el papel o el vidrio. Con el papel han trabajado desarrollado nuevas propuestas de mobiliario e iluminación, desde estanterías a mesas de centro o lámparas. El ejercicio se denominó “Ensayos sobre papel” y entre todas las propuestas destacó la Paperlamp de Pedro Ochando, un modelo de suspensión realizado con pulpa reciclada de papel. Asimismo, en el año 2010 iniciaron un proyecto de colaboración con la empresa valenciana especializada en objetos artesanales de vidrio La Mediterránea. La labor de Proyecto Revival se centró esta vez en la revisión y recuperación de moldes y piezas de vidrio descatalogadas con el objetivo de ampliar sus posibilidades de uso a través de la creación de nuevas familias de productos. Así, a partir de la combinación de diversos recipientes surgieron las luminarias Yunca y los centros de mesa Nadú; también una nueva tipología de vasos y decantador para vino denominados Vaivén, a los que se les incorporó una esfera de vidrio en la base con el fin de facilitar un movimiento giratorio que aireara y liberara el aroma de la bebida. ARTESANÍA & DISEÑO Un local gratuito en el centro de Murcia, tres meses por delante y un proyecto creativo que desarrollar, autogestionar y divulgar. Ésta fue la permuta que la Consejería de Cultura y Turismo en colaboración con la Asociación de Promotores Inmobiliarios de la región de Murcia ofreció en el verano de 2010 a los diseñadores Cristina Carpena (Yecla, Murcia, 1981) y José Alburquerque (Murcia, 1984) a través del programa Distrito Artístico. Con el fin de revitalizar y dotar de actividad aquellos locales de la ciudad de Murcia que se encuentran en desuso, el programa Distrito Artístico pone una serie de locales a disposición de artistas y creativos murcianos para que estos desarrollen proyectos de producción, exhibición o autogestión artística. El doble objetivo es a su vez la promoción de proyectos artísticos y su divulgación cultural, favoreciendo la participación ciudadana a través de espacios cotidianos. Así, Cristina Carpena y José Alburquerque plantearon, durante los tres meses que les fue concedido uno de estos locales, diversas acciones encaminadas a explicar al público general en qué consiste el diseño como profesión y cómo es el proceso que se sigue a la hora de diseñar un producto. Además de mostrar piezas diseñadas por profesionales de la región y de organizar un taller de creación de productos, desarrollaron en vivo una línea de productos cuyo proceso fueron documentando y mostrando a los visitantes, desde la fase de investigación hasta la exposición de los prototipos resultantes. Para ello, atraídos por la rica tradición artesana de Murcia, decidieron trabajar en alianza con artesanos de la zona. El proyecto se denominó Artesanía & Diseño y no era la primera vez que Cristina y José colaboraban con artesanos pues ambos formaron parte del grupo fundacional de Proyecto Revival, del que aún Alburquerque es miembro. En esta ocasión, trabajaron con la empresa especializada en esparto Arteblanc de la localidad de Blanca y con el taller de alfarería y cerámica Romero y Hernández de Totana. Tras una primera fase de investigación y análisis en torno a los materiales y técnicas con los que trabajan estos dos talleres, Cristina y José fueron realizando los bocetos de los nuevos productos buscando aportar nuevas aplicaciones. Cada idea se iba consultando con los artesanos para evaluar su viabilidad. Dado que algunas piezas combinaban los dos materiales, fue fundamental coordinar a los talleres para su producción. Las piezas de barro condicionaron el orden ya que la variabilidad de la temperatura y la situación en el horno determinan las dimensiones finales de cada pieza. Así, una vez hechas las piezas de barro, éstas viajaban hasta Blanca para que los estereros pudieran realizar su parte. Las tres piezas resultantes son un ejemplo más de la excepcional fuerza que tiene un producto cuando dos sectores como el del diseño y el artesano trabajan conjuntamente. La lámpara destaca por la bandeja de barro que rodea su pantalla de esparto, que permite posar pequeños objetos sobre ella; la alfombra se divide en dos piezas concéntricas, siendo una de ellas una diana para jugar a los dardos; y el taburete, con forma de macetero, esconde un espacio de almacenaje tras su cojín de esparto. TITO Juan Pablo Martínez (Úbeda, 1969) es hijo del prestigioso alfarero Juan Martínez Villacañas, conocido como Tito, quien recibió el Premio Nacional de Artesanía en el año 2006. La labor de compromiso total con el oficio emprendida por Juan Martínez Villacañas en los años sesenta desde su taller de Úbeda, ha encontrado una valiosa prolongación en la obra de su hijo Juan Pablo Martínez quien da continuidad hoy al taller Alfarería Tito de su padre, ya jubilado, y a la labor de toda una familia de gran tradición alfarera. Así, Juan Pablo continúa hoy investigando y recuperando técnicas, pero sobre todo difundiendo los valores de la alfarería a través de nuevos canales. Uno de sus proyectos más recientes, con el que quedó finalista en la categoría Innova de los Premios Nacionales de Artesanía en 2008, lo realizó a petición de la Fundación Federico García Lorca. Se trataba de reproducir una serie de piezas en colaboración con artistas del panorama internacional para la exposición Everstill comisariada por Hans Ulrich Obrist, que se celebró entre 2007 y 2008 en la casa-museo del poeta en Granada conocida como la Huerta de San Vicente. Hans Ulrich Obrist realiza este tipo de muestras en diferentes casas-museo de personajes emblemáticos de todo el mundo. En esta ocasión, una selección de treinta artistas visitarían la de Lorca para concebir posteriormente una obra basada en el entorno del poeta. Juan Pablo Martínez se encargaría de materializar la obra de la artista neoyorquina Roni Horn y el mexicano Pedro Reyes. A petición de la primera, Alfarería Tito realizó una fiel reproducción utilizando nuevas técnicas y materiales de una antigua perula, o cántaro de aguardiente, que había en casa de Lorca. Por su parte Pedro Reyes, identificando el agua como un elemento recurrente en la obra del poeta, pediría a Tito realizar un conjunto de “botijos imposibles” (en la imagen), algunos de ellos de complicada elaboración por sus formas retorcidas que corrían riesgo de quebrarse durante el proceso de cocción. Asimismo, Alfarería Tito ha realizado colaboraciones con otros profesionales, como el arquitecto y diseñador Xavier Claramunt (en la imagen), mientras que por otro lado ha encontrado en el cine la plataforma ideal para dar visibilidad a los valores de la alfarería tradicional. De su taller han salido piezas que han contribuido a la recreación de épocas pasadas en películas como “Alatriste”, dirigida por Agustín Díaz Yanes y basada en el protagonista de la serie de novelas escritas por Arturo Pérez-Reverte “Las aventuras del capitán Alatriste” ambientadas en el Madrid del siglo XVII. También ha realizado piezas para la película “Carmen” de Vicente Aranda, “Rosa y Negro” de Gérad Jugnot, “Los Fantasmas de Goya” de Milos Forman, “De tu ventana a la mía” de Paula Ortiz así como para la serie producida por Televisión Española “Águila Roja”. Resulta también destacable por parte de Juan Pablo Martínez la labor que realiza internacionalmente trazando canales alternativos de difusión. En Nueva York, por ejemplo, muestra sus piezas en colaboración con las tiendas Carter & Cavero especializadas en la comercialización de aceite de oliva español donde Tito vende sus productos además de realizar demostraciones en vivo de cómo se elaboran. LA ALPUJARREÑA Conservando técnicas autóctonas a la par que incorporando nuevas, La Alpujarreña lleva desde 1922 realizando alfombras artesanales desde la granadina localidad de La Zubia. Todo comenzó cuando un pintor de Granada reclutó a grupo de entre los múltiples telares artesanos familiares que había en el barrio del Albaicín para fundar La Alpujarreña. Desde entonces la empresa viene elaborando alfombras empleando el nudo autóctono alpujarreño, que data del siglo XIII y se realiza de una manera completamente manual mediante telares verticales donde se van tejiendo los bucles sobre la urdimbre con la ayuda de una varilla de metal. Posteriormente incorporó la técnica del nudo turco o gordiano, cuyo empleo en España se remonta al siglo XVII y que consiste en formar el entrelazamiento de tal modo que las dos puntas del hilo se encuentren juntas en el espacio comprendido entre dos cadenas contiguas de la urdimbre. Finalmente en los noventa incorporaron el tufting manual, para el cual se utiliza una pistola que inserta cada nudo en su posición correspondiente siguiendo un dibujo que previamente se ha hecho sobre una lona tensada en un bastidor metálico. En La Alpujarreña, que cuenta hoy con un taller de más de cuarenta artesanos, todo el proceso de elaboración se realiza íntegramente a mano. En sus instalaciones de La Zubia tiene lugar desde el diseño de los bocetos y su dibujo sobre los telares hasta el tintado de lanas, el anudado y los retoques finales. Esta estructura le permite además realizar diseños a medida para proyectos especiales, uno de sus grandes valores. Sus productos además están hechos con materiales naturales como el algodón, el yute, el lino y la pura lana virgen, siendo en un 95% biodegradables. La Alpujarreña es un caso ejemplar de empresa artesana que ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos en múltiples aspectos empresariales y en particular en lo que se refiere al diseño de sus productos. Por un lado, cuenta con un departamento creativo a través de cuál lanza sus propios diseños. Por otro, ha establecido interesantes colaboraciones con diseñadores externos. Destacan especialmente las colaboraciones realizadas con la diseñadora holandesa Bárbara Broekman, con el diseñador madrileño Jacobo PérezEnciso y con los valencianos Herme Ciscar y Mónica García. La visión global por ejemplo de Pérez-Enciso, quien no sólo trabaja como ilustrador y diseñador gráfico sino también como creador de espacios, dio como fruto un par de piezas de gran aporte decorativo. Se trata de los modelos Arquitectura y JAPS, realizados con tufting manual; mientras que el primero se distingue por su fuerte carácter ilustrativo, el segundo presenta una arrebatadora mancha de color que dota a los espacios interiores de una vibrante energía. Por su parte, de Herme Ciscar y Mónica García destaca especialmente el modelo Luces del Norte, que cambia de color dependiendo de por dónde se esté mirando la pieza. Recientemente, además, La Alpujarreña ha elaborado las alfombras diseñadas entre Javier Guerrero y Jon Gasca que comercializa la firma de origen vasco Stua, Premio Nacional de Diseño 2008. SARGADELOS La historia de esta empresa gallega, fundada en 1806, alternó a lo largo del siglo XIX momentos gloriosos de gran expansión con un triste cierre motivado por pleitos familiares. Sería a mediados del siglo XX cuando se iniciara la recuperación de esta legendaria empresa, que llegó a producir 20.000 piezas de loza anualmente y en su mayor etapa de esplendor dio trabajo a más de mil familias de la zona contando incluso con la colaboración de expertos ceramistas del extranjero. Tras su recuperación, iniciada en los años cincuenta, Sargadelos se ha convertido progresivamente en todo un símbolo de la cultura galaica, trabajando mano a mano con artistas gallegos como Luis Seoane e Isaac Díaz Pardo. Sus porcelanas se distinguen por la fuerte personalidad de sus diseños, inspirados en las formas tradicionales y los motivos particulares de la cultura visual de Galicia. La producción de Sargadelos abarca desde servicios y complementos de mesa, figuras ornamentales y joyería hasta piezas especiales de porcelana para empresas, como los grifos de cerveza de Estrella Galicia o determinados modelos de lámparas que comercializa la conocida firma Santa & Cole. En ocasiones recupera modelos vintage, servicios y piezas de otras épocas que vuelve a introducir en el mercado en series limitadas y numeradas. Las vajillas, figuras y joyas de porcelana de Sargadelos se decoran y rematan artesanalmente después de salir de los hornos de sus factorías en O Castro (Sada, A Coruña) y Sargadelos (Cervo, Lugo). Si bien en parte se comporta como una industria cerámica, su componente manufacturero es tan importante que prácticamente resulta imposible encontrar dos productos exactamente iguales. Sus procesos no están robotizados y toda la decoración se realiza a mano con pinceles o estarcidos, nunca con calcas serigráficas. Además, ha desarrollado un proceso único de horneado con el que consigue alcanzar esos colores tan luminosos propios de la marca. Pera explorar su lado más experimental, Sargadelos colabora habitualmente desde los años cincuenta con artistas y diseñadores de dentro y fuera de Galicia. Así, recientemente ha elaborado la taza gigante que el artista brasileño José Damasceno exhibió en 2008 en el Museo Reina Sofía de Madrid. También el artista Antonio Murado trabajó en 2007 en las propias instalaciones de Sargadelos en el desarrollo de un juego de café que le había encargado el New Museum de Nueva York. En estos últimos años, la empresa ha realizado también colaboraciones puntuales con jóvenes diseñadores españoles como los dúos Ailanto o El Último Grito. Los hermanos Aitor e Iñaki Muñoz de la firma de moda Ailanto trasladaron a unos floreros ese toque especial de sus estampados por el que destacan sus colecciones; en este caso la inspiración fue tomada de su colección Otoño-Invierno 2006-2007. Rosario Hurtado y Roberto Feo de El Último Grito, por su parte, han visto convertidos en porcelana a través de Sargadelos sus famosos Micos (en la imagen de la página anterior), unos juguetes abstractos que les comercializa la empresa italiana Magis con los que los niños pueden jugar e interactuar adoptando múltiples posiciones.