el portafolios docente como recurso innovador en la evaluación de

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EL PORTAFOLIOS DOCENTE COMO RECURSO INNOVADOR EN LA
EVALUACIÓN DE LOS PROFESORES
Mario Rueda Beltrán
Frida Díaz Barriga
Las evaluaciones centradas en instrumentos estáticos de lápiz y papel nos
permiten explorar sólo la esfera del conocimiento declarativo, principalmente de
tipo factual, o en el caso de las escalas e instrumentos de opinión e
instrumentos de autorreporte, lo que las personas creen o dicen que hacen.
Pero si el interés está en evaluar lo que las personas hacen, identificar el vínculo de coherencia entre lo conceptual y lo procedural, entender cómo ocurre su
desempeño en un contexto y situación determinados, o seguir el proceso de
adquisición y perfeccionamiento de ciertos saberes o formas de actuación,
encontramos una opción en estrategias de evaluación dinámica, centradas en
el desempeño. Un buen ejemplo de este tipo de estrategias de evaluación son
los portafolios.
Aunque la evaluación por portafolios (también llamado carpeta) se ha
empleado básicamente en la evaluación de los estudiantes, también existen
experiencias interesantes en las que lo que se conforma y analiza es un
portafolios elaborado con las producciones del docente en torno a su
enseñanza. En estos casos, la evaluación ha estado orientada por la función
formativa, es decir, por el interés de apoyar la retroalimentación al profesor
respecto de su desempeño docente, en el marco de procesos de capacitación
didáctica o formación docente en general. En particular, en esta sección nos
consagraremos a comentar las posibilidades del portafolios del profesor como
una estrategia innovadora para la evaluación docente, aunque también
consideraremos los principios y los rasgos comunes con el portafolios del
alumno. De hecho, como veremos más adelante, el propio portafolios del
alumno arroja información valiosa no sólo de su aprendizaje, sino también
acerca de la actividad docente que lo propicia.
En primera instancia, ¿qué entendemos por un portafolios como recurso
para la evaluación educativa?. Para autores como Airasian (2001), Arends
(1998) o McKeachie (1999), un portafolios es una selección o colección de
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trabajos académicos que los alumnos realizaron en el transcurso de un ciclo o
curso escolar, o con base en alguna dimensión temporal o ajustándose a un
proyecto de trabajo dado. El término deriva de las colecciones de modelos,
fotógrafos, arquitectos, diseñadores o artistas donde se demuestra la calidad o
el nivel alcanzado en su trabajo. No es una colección al azar o de trabajos sin
relación, sino por el contrario, muestra el crecimiento gradual y los aprendizajes
logrados por los autores del mismo en relación con el currículum o actividad
profesional en cuestión.
Se ha dicho que implica una evaluación de carácter semiformal y ante
todo cualitativa, aunque también puede incluir criterios cuantitativos que
permitan dilucidar el progreso logrado en términos procesuales, destacando el
aprendizaje de habilidades complejas que se evalúan en forma longitudinal e
integral (Herman, Aschbacher y Winters, 1992).
Los trabajos que pueden integrar un portafolios son de muy diversa
índole: ensayos, series de problemas resueltos, trabajos artísticos, exámenes,
tareas extraclase, proyectos específicos, trabajos colectivos, comentarios a
lecturas realizadas, autorreflexiones, reportes de laboratorio, hojas de trabajo,
videos, cintas de audio, planes, entre otros. Según Cooper (1999), los dos tipos
más comunes de portafolios son el que se forma con "los mejores trabajos" del
alumno, o el que demuestra "el crecimiento y progreso en el aprendizaje", que
comprende un muestrario de los trabajos "típicos" realizados por éste a lo largo
del tiempo. Pero en ningún caso es una pila indiferenciada de todo lo que se ha
hecho; siempre tienen que delimitarse propósitos, criterios de selección y
desempeño, así como formatos claros para asignar una calificación o ponderar
la calidad del mismo. En este sentido, hay que tomar la precaución de que el
portafolios no sea sólo una "acumulación de papeles"; donde lo que haya sean
las desgastadas tareas rutinarias y los ejercicios triviales y mecánicos,
productos de aprendizajes sin sentido y de una enseñanza transmisivoreproductiva.
Desde la perspectiva del portafolios del alumno, se propone que éste puede
ser útil como estrategia de evaluación del aprendizaje debido a que permite:
•
Monitorear el avance de los alumnos a lo largo del ciclo educativo en
cuestión.
2
•
Ayudar a los alumnos a evaluar su propio trabajo y a identificar sus
logros y problemas.
•
Dar información a los profesores acerca de lo apropiado del currículo y
de la enseñanza conducida, a fin de planear los cambios pertinentes.
•
Establecer criterios y estándares, así como construir instrumentos
múltiples para la evaluación del aprendizaje en diferentes esferas (es
decir, manejo de conceptos, uso apropiado del lenguaje, presentación,
originalidad, capacidad en la toma de decisiones y solución de
problemas). Ponderar el aspecto cualitativo de la evaluación con el
cuantitativo.
Como puede inferirse de lo anterior, el mismo portafolios del alumno
proporciona al docente, desde el inicio, elementos muy importantes que
retroalimentan la enseñanza y, sobre todo, le permiten valorar los aprendizajes
logrados por sus estudiantes en relación con su actividad docente y el programa del curso. De acuerdo con McKeachie (1999), el portafolios del alumno
no sólo es útil en el ámbito de la evaluación, sino que apoya al docente en el
proceso de diseño de la instrucción y es, al mismo tiempo, un importante
recurso en el proceso enseñanza-aprendizaje, puesto que le facilita juzgar lo
apropiado del currículum; le permite organizar reuniones tanto con los alumnos
como con sus padres o con el claustro docente, y proporciona información que
permite detectar estudiantes en riesgo o replantear la enseñanza y los apoyos
didácticos requeridos.
Desde el punto de vista del aprendizaje, resalta la importancia que otorga a
los procesos y productos del mismo, así como la posibilidad de monitoreo
gradual del progreso de los alumnos. Pero, para algunos autores, su principal
virtud estriba en que integra el elemento autoevaluativo del aprendizaje y
permite desarrollar en el alumno procesos de reflexión personal y autocrítica o,
en otros términos, fomenta las habilidades metacognitivas y apoya la
autorregulación. Según McKeachie (1999), "un portafolios ayuda tanto al estudiante como a mí como profesor a ver cómo han progresado los alumnos; los
estudiantes reportan un incremento en su autoconciencia, y frecuentemente he
encontrado evidencia de aprendizajes que de otra manera se perderían".
Nos parece que la evaluación por portafolios es una opción importante y
apropiada cuando se tienen que resolver problemas, generar proyectos o
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analizar casos, hacer propuestas originales, es decir, cuando se enfrentan
situaciones de aprendizaje significativo y experiencial en contextos reales. Y,
como hemos visto en reiteradas ocasiones en este capítulo, éste es el tipo de
situaciones que puede encarar en lo cotidiano un profesor de nivel superior en
su labor como enseñante.
En relación con los aspectos que debe planear éste respecto a un
portafolios del alumno, se proponen como elementos mínimos:
•
Establecer el propósito y contenido del mismo en estrecha relación con
el curso.
•
Acordar con los alumnos el tipo y la calidad de trabajos que se van a
incluir, así como los criterios y las escalas de calificación que empleará
en la evaluación. Definir el sistema de monitoreo o retroalimentación que
empleará, así como el tipo de participación de los alumnos en la
evaluación de su propio trabajo.
Arends (1998) considera que el portafolios puede integrar un tipo de
evaluación del desempeño (performance assessments), porque los estudiantes
tienen que demostrar que son capaces de ejecutar determinadas tareas
(escribir un ensayo, resolver un problema, conducir una indagación) y porque
se evalúa el conocimiento procedural, no sólo el declarativo. Por otro lado,
puede convertirse en una evaluación auténtica si la demostración de los
aprendizajes buscados ocurre en escenarios de la vida real, ante situaciones
de probada relevancia social o profesional.
Como hemos visto, un portafolios no es sólo una forma de evaluación del
aprendizaje de los estudiantes, sino que puede emplearse como un
instrumento de reflexión de la propia práctica docente, de ahí que la idea de
portafolios del alumno (que de por sí ya integra la posibilidad de evaluar la docencia) pueda extenderse a la idea de elaborar un portafolios del profesor. En
gran medida, los principios antes expuestos con relación al portafolios del
alumno pueden extenderse para el caso del docente. De hecho, éste puede
ubicarse en el papel de alumno, si consideramos a los que están en formación
o a los que participan en experiencias de actualización y capacitación didáctica
como estudiantes.
Así, en congruencia con lo antes expuesto, podemos definir el portafolios
del profesor como una selección o colección de trabajos o producciones
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elaborados por los profesores de manera individual o colectiva, enfocados a la
planeación, conducción o evaluación del proceso enseñanza-aprendizaje de los
alumnos, realizados en el transcurso de un ciclo o curso escolar o con base en
alguna dimensión temporal o ajustándose a un proyecto de trabajo dado. La
citada colección puede incluir una diversidad de cosas hechas por el profesor,
tanto en el aula como en algún otro espacio afín, que demuestren el
conocimiento, las habilidades, el talento o las competencias de su autor.
Puede decirse que la conformación de un portafolio docente conlleva un
importante elemento de subjetividad y reflexión personal sobre el propio trabajo
profesional que se ha venido realizando. Por otro lado, es una forma de evaluación que se ubica en los modelos recientes de evaluación del desempeño y, en
este sentido, involucra no sólo la tarea de recopilar, sino de sintetizar e
interpretar las diversas producciones que se evalúan, como un apoyo a la toma
de decisiones sobre el trabajo realizado en el aula. De acuerdo con Doolitle
(1994), el portafolios docente ofrece, además de la oportunidad de criticar el
propio trabajo en el aula, la posibilidad de evaluar la efectividad de las
lecciones impartidas y de las interacciones interpersonales con los estudiantes.
En la literatura, que crece cada día, encontramos tanto el empleo del
portafolios docente con fines de evaluación tanto sumativa como formativa.
Según Doolittle (1994), es una herramienta educativa de evaluación que puede
emplearse con dos fines:
a) Como una forma de evaluación auténtica que permite valorar la efectividad
de un profesor cuando se requiere tomar decisiones acerca de su empleo o con
fines de promoción.
b) Cuando se quiere ofrecer retroalimentación al profesorado para que pueda
mejorar la enseñanza y elevar su nivel de profesionalización.
En el primer caso, el propósito del portafolios es demostrar a un lector o a
una audiencia en particular (un supervisor, un comité evaluador o promotor, un
empleador potencial, una agencia o instancia que otorga financiamiento o
estímulos económicos o de otra índole) cuál es el perfil, nivel de desempeño
y/o la producción alcanzados por una persona en su actividad como profesional
de la enseñanza. De esta manera, el portafolios se convierte en una manera de
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documentar la propia carrera profesional en la docencia. Para este fin, aunque
los destinatarios suelen especificar en detalle lo que debe integrarse como
evidencia en el portafolios en función del propósito concreto y políticas
seguidas en la evaluación en cuestión, se llega a recomendar al docente que
incluya elementos como los siguientes (Valls, 1993):
•
Un relato biográfico corto que indique al lector quién es el autor y qué ha
hecho. Una descripción del tipo de cursos que imparte, de su estilo de
enseñanza, de su filosofía educativa, del cómo enseña y por qué.
•
Documentos que avalen experiencias de educación continua y
creatividad en la docencia.
•
Copias de programas, unidades didácticas o materiales de enseñanza
elaborados por el docente, que demuestren su originalidad y la calidad
de sus aportaciones a la docencia.
•
Trabajos
y
pruebas
de
sus
alumnos,
con
comentarios
y
retroalimentación del profesor.
•
Material gráfico y audiovisual que dé testimonio de su labor docente
(fotografías, videotapes de sesiones de clase, audiocintas, entre otros).
•
Observaciones y evaluaciones que ha recibido respecto a su labor como
profesor, cartas de recomendación, reconocimientos o premios.
Nótese cómo se va más allá de la presentación del curriculum vitae formal y
de los respectivos documentos probatorios que suelen acompañarlo y cómo se
hace hincapié en las producciones del profesor, en la propia interpretación del
sujeto, así como en la visión que quiere compartir de su trayectoria y trabajo
docentes. De esta manera, la cuestión central que aquí abordamos es cómo
transmitir una imagen positiva, pero a la vez sustentada en prueba de los
logros y capacidades de un profesor.
Sin embargo, encontramos que son más los autores y los documentos
que plantean el empleo del portafolios docente con fines de evaluación
formativa, sobre todo con la idea de que el mismo profesor piense críticamente
acerca de su trabajo, lo evalúe con honestidad y pueda relacionar lo que ha
venido haciendo en el pasado con lo que puede replantear en el futuro para
mejorar su forma de enseñar. También comienzan a aparecer trabajos que
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vinculan esta posibilidad de reflexión crítica sobre la propia docencia y de
retroalimentación a programas más estructurados de formación o perfeccionamiento docente.
Una propuesta que destaca la función formativa, pero que a la vez
integra la sumativa, es la de Bird (1997), quien afirma que la principal función
del portafolios docente es "apoyar la continuidad en la planificación, el apoyo y
el tutelaje del avance profesional de un profesor". Considera que el portafolios
puede ser un complemento, no una estrategia única, para la asesoría y la
supervisión de los profesores, pero que se requiere "un lenguaje refinado para
discutir la práctica, como ciertas normas de intercambio profesional que examinen permanentemente el trabajo del profesor de un modo más minucioso y
productivo" (García, 2000). De ahí que estemos de acuerdo con Bird en que el
problema de cómo emplear adecuadamente un portafolios docente no se
resuelve sólo con definir su constitución.
Este autor propone nueve modos de construcción de un portafolios,
atendiendo a quiénes participan en su integración, así como al tipo de normas,
pautas y prescripciones subyacentes (Cuadro 1). Nótese la diversidad de
producciones y procesos que es posible considerar, pero al mismo tiempo la
necesidad de hacer un juicio de pertinencia de las mismas en función del
contexto y los propósitos de la evaluación que se realizará. La denominación
de entrada se refiere al tipo de información que se incorpora en el portafolios,
delimitando además quién la propone o la solicita.
Bird (1997) piensa que a estas nueve formas subyacen dos imágenes
opuestas de portafolios: el del mejor y el del peor trabajo de un profesor. Si el
portafolios es un espacio de trabajo para mejorar la práctica de un profesor
individual, debe incluir una muestra del peor trabajo precisamente para su
análisis crítico y reconceptualización; pero si es una muestra para ser sometida
a los demás, debería incluir una del mejor trabajo. Sin embargo, el propio autor
reconoce que éste es un aspecto que puede generar tensión y que no está
claro cómo resolverla.
Es interesante observar que en algunos casos es el docente quien elige
qué incluir en su portafolios y, en otros, hay producciones prescritas que debe
incorporar, a solicitud del claustro docente, de la administración escolar, o bien
de un docente tutor o supervisor pedagógico que lo tiene bajo su asesoría.
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También es posible incorporar la "voz" o las pruebas aportadas por los alumnos
o, en determinadas circunstancias, aun por sus padres.
Por otro lado, las opciones previstas en esta propuesta (creemos que lo
mismo pasa en cualquier otra donde se incorpore esta metodología) pueden
variar sustancialmente en su pertinencia para un programa de desarrollo
docente, en el nivel de participación y apoyo colegiado que recibe el profesor,
en la posibilidad de controlar o corroborar los datos aportados por él o los otros,
y en la profundidad de la retroalimentación y apoyos que se pueden dar al
propio docente. En todo caso, por sí mismas, no aseguran el uso adecuado y
ético del portafolios docente ni que se vaya a dar una interacción profesional y
supervisión de calidad. Para ello se requiere plantear e instaurar un proceso de
evaluación en sentido amplio, con propósitos claros y transparentes, con los
debidos apoyos metodológicos y con personas calificadas.
Coincidimos con Bird en que la técnica de medida empleada puede
refinar el procedimiento, pero lo sustancial del empleo del método de
portafolios es "organizar una conversación profunda y útil sobre la enseñanza"
(1997). De esta forma, la evaluación no puede plantearse sólo como una
cuestión de elección de técnica de medida, sino como un problema de entendimiento y construcción de mutuo significado entre evaluador y evaluado. A
nuestro juicio, este principio es válido tanto para esta opción metodológica de
evaluación de la docencia como para las demás que describimos en esta obra,
siempre en que nos ubiquemos en la evaluación con fines formativos.
Cuadro 1
Nueve modos de construcción de un portafolios del profesor según Bird (1997)
Participación
Normas informales
Pautas/Fuentes
Prescripciones
formales
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Entradas
Entradas electivas:
Entradas dirigidas: Entradas
realizadas por el
borradores, hojas de presentación
dirigidas:
profesor.
trabajo, tests,
escrita de una
solicitud de
resultados de tests
clase y materiales, empleo;
que interpretar,
una reunión de
cuestionario
informes sobre un
evaluaciones
sobre
proyecto especial.
de alumnos.
participación
en formación
continua.
Entradas
Productos colegiales: Entradas
Entradas
realizadas por el
notas sobre un
negociadas:
censuradas:
profesor y otros.
asesor, una clase
documentación
Evaluaciones de
preparada por un
conjunta de
rendimiento
colega, intercambio
prácticas
como
de notas sobre un
pedagógicas y
construcción de
problema pedagógico revisión de
tests, preguntas,
dado.
calificaciones.
productos de los
estudiantes,
planes de
desarrollo.
Entradas
Comentario: cartas
Testimonios:
Informes
realizadas por
de recomendación,
informes
oficiales:
otros
notas de observación estructurados o
diplomas,
informal, elogios
calificación de
licenciaturas,
escritos de padres.
observaciones,
informes
estudios sobre
de formación
estudiantes o
continua.
padres, informes
sobre entrevistas.
En la misma lógica que el análisis de Bird, se ha señalado que la adopción de
los portafolios del docente o del alumno como estrategia de evaluación
requiere, para ser realmente efectiva y congruente, que se produzca un cambio
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en la cultura de la evaluación de una institución educativa. Al respecto, Wolf
(2001) considera que la "cultura del portafolios" requiere y sustenta, a la vez,
una comunidad de aprendices (docentes y alumnos según sea el caso), que
asumen la responsabilidad de demostrar lo que saben y pueden hacer, de
manera que:
•
La colaboración sea una práctica común en el aula.
•
Los participantes revisen y puedan reformular su trabajo.
•
Los estudiantes y los profesores reflexionen sobre el trabajo a nivel
individual y del grupo en su conjunto.
•
Los involucrados y los responsables del proceso de evaluación puedan
generar, comprender y emplear explícitamente estándares apropiados y
justos para juzgar la calidad del propio trabajo y del de los otros.
•
Los estudiantes y los profesores se sientan comprometidos y orgullosos
de su trabajo, se fijen metas más altas y se esfuercen en mejorar su
desempeño, les interese difundir sus producciones, publicarlas o
exhibirlas ante la comunidad educativa.
Así, la evaluación mediante portafolios requiere un cambio de actitudes
hacia la evaluación del aprendizaje y de la docencia. Sobre todo, cambiar el
acento tradicional, puesto en la evaluación de resultados, medida mediante
puntuaciones comparativas o normativas, hacia una evaluación del desempeño
focalizada en estándares cualitativos que permitan, sobre todo, la reflexión y la
retroalimentación. Además, la evaluación por medio de portafolios puede ser la
oportunidad de una evaluación auténtica que permita la puesta en práctica de
un supuesto constructivista importante: la posibilidad de intersecar la
instrucción con la evaluación, que por lo general se conciben como aspectos
separados.
Fuente de información
Rueda Beltrán, M. y Díaz Barriga, F. Coord. (2004). El portafolios docente
como recurso innovador en la evaluación de los profesores. La evaluación de
la docencia de en la universidad, México: UNAM.
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