Las Fuerzas Armadas en una nueva Constitución

Anuncio
08/05/13
Kiosko y Más
Artículo anterior
Artículo siguiente
Rango del artículo
8 may 2013 El País
Es catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad Complutense de Madrid.
Las Fuerzas Armadas en una nueva
Constitución
El texto debe consagrar el control parlamentario de las operaciones exteriores
Preliminar es uno de los títulos cuya reforma necesita un procedimiento agravado, lo que no
significa, como se dice interesadamente, que el artículo 8º se sitúe jerárquicamente por encima de
otros preceptos, como el 97, que establece que el Gobierno dirige la Administración militar y la
defensa del Estado: los procedimientos de reforma de los artículos de la Constitución no establecen
una jerarquía entre los artículos, sino una vía más larga o más corta de revisión, pues en el texto
constitucional no puede haber preeminencia entre artículos.
Hay que recordar la gran semejanza del artículo 8º con el artículo 37 de la Ley Orgánica del
Estado de 1967, a pesar de que no había antecedentes porque siempre se evitó señalar las
funciones de las Fuerzas Armadas, salvo en la Constitución de 1812. Se puede entender que este
artículo sirviera para aplacar a unos militares que aún no habían cortado sentimentalmente con el
franquismo o que ese precepto, conectado al artículo 62.h), que atribuye al Rey el mando supremo
de las Fuerzas Armadas, se concibiera como un instrumento adicional en manos del Monarca si
surgía algún conflicto militar.
Hoy no está justificado un artículo con ese tenor en el Título Preliminar. Las Fuerzas Armadas,
como parte de la Administración del Estado, no pueden aparecer junto a los partidos, sindicatos y
organizaciones empresariales, porque la Administración está al servicio de la sociedad y debe tener
otra ubicación. El artículo 8º debe salir del Título Preliminar para situarse en el Título IV, dedicado al
Gobierno y a la Administración, en una posición fronteriza al artículo 104, dedicado a las Fuerzas y
Cuerpos de Seguridad. Aunque el actual precepto no dice que las Fuerzas Armadas actúan sin
dirección política (como olvidan los que propugnan sibilinamente la autonomía militar, plena o
limitada), el nuevo artículo debe recordar que los Ejércitos actúan a las órdenes o bajo la
dependencia del Gobierno, como reza el artículo 104.
En segundo lugar, hay que ver las referencias a la guerra que contiene la Constitución. El
artículo 15 declaró abolida la pena de muerte salvo lo que pudieran disponer las leyes penales
militares para tiempos de guerra, pero la Ley Orgánica 11/1995 abolió la pena de muerte en tiempo
de guerra, por lo que debería llevarse esta abolición a la Constitución. El artículo 63.3 atribuye al
Rey, previa autorización de las Cortes Generales, declarar la guerra y hacer la paz pero la guerra es
incompatible, con la Carta de Naciones Unidas, por lo que hay que corregir este anacronismo. Lo
mismo puede decirse del artículo 169 que prohíbe iniciar la reforma constitucional en tiempo de
guerra. Si la guerra es ya una situación de facto, no jurídica, la reforma constitucional no debe
quedar condicionada a situaciones de facto de interpretación discrecional.
Tenemos también el derecho y el deber de defender a España del artículo 30. Cuando la Ley de
Régimen del Personal de 1999 suprimió el servicio militar obligatorio, se abrió una situación que solo
se recompuso con la Ley de Tropa y Marinería de 2006. Hay que acomodar el artículo 30 a la
situación social asumida desde 1999, sin cerrar la puerta a llamamientos extraordinarios, como hace
la Ley de la Carrera Militar de 2007 con la figura del reservista obligatorio.
Por último, las referencias de la Constitución al Gobierno y a la Administración deben revisarse.
El artículo 97 dice que el Gobierno dirige “la Administración civil y militar”, lo que configura dos
Administraciones que parecen distintas, lo que no es así. Además, ¿el Gobierno solo dirige la
Administración militar y no el conjunto de las Fuerzas Armadas? El artículo 97 debe retocarse.
También habrá que corregir el artículo 26, que prohíbe los Tribunales de Honor en el ámbito de la
Administración civil sin impedir su funcionamiento en la Administración militar. Y habrá que examinar
si no extendemos la prohibición de sanciones que impliquen la privación de libertad, que el artículo
25.3 establece para la Administración civil, a esa Administración militar. Finalmente, aunque ya esté
regulado en la Ley Orgánica de la Defensa Nacional de 2005, debería constitucionalizarse el control
parlamentario de las operaciones en el exterior, pues la experiencia nos muestra que los Gobiernos
suelen sentirse incómodos con estos debates parlamentarios.
Javier García Fernández
Impreso y distribuido por NewpaperDirect | www.newspaperdirect.com, US/Can: 1.877.980.4040, Intern: 800.6364.6364 | Derechos de reproducción y
lector.kioskoymas.com/epaper/viewer.aspx
1/2
Descargar