la veronal - Mercat de les flors

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LA VERONAL
SIENA
Compañía asociada al Mercat de les Flors
Coproducción Mercat de les Flors
Residencia Graner
Compañía modul-dance
Del 22 al 24 de marzo y del 4 al 7 de abril de 2013
Sala OM. Horario 20:30 h, domingo 18 h. Precio 16,5 €
Ficha artística
Dirección
Marcos
Morau
Coreografía Marcos Morau en colaboración con los intérpretes
Texto y Dramaturgia Pablo Gisbert – El Conde de Torrefiel
Intérpretes Clyde Emmanuel Archer, Inma Asensio, Júlia Cambra, Laia
Duran, Cristina Facco, Cristina Goñi, Anna Hierro, Almog Loven, Ariadna
Monfort, Lorena Nogal, Marina Rodríguez y Sau-Ching Wong
Asistente
de
Dirección
Tanya
Beyeler
Profesora
Cristina
Facco
Espacio
La
Veronal
Diseño
de
Iluminación
Enric
Planas
Fotografía
Edu
Pérez
y
Quevieneelcoco
Coproducción Mercat de les Flors y Hellerau, Dresde (Alemania)
Con la colaboración modul-dance, Centro de Artes Performativas do Algarve,
Faro (Portugal), Duncan Dance Center, Atenas (Grecia), Dance Ireland, Dublín
(Irlanda).
Sinopsis
En la sala de un museo hay una mujer sentada que observa un cuadro. Cerca de
la puerta hay un hombre de pie observando la escena. Este es el punto de partida
del nuevo proyecto de La Veronal, que se desplaza hasta la ciudad italiana de
Siena para iniciar una reflexión sobre la idea del cuerpo humano. Este representa
y ha representado el pasar de los siglos, y el arte se ha comprometido con la
materia humana de tantas formas como ha creído conveniente al tiempo que los
artistas se han aprovechado del cuerpo como contenedor y proyector de
significantes.
La pieza se sumerge en una aproximación a la historia del arte italiano, en un
recorrido que se inicia en el Renacimiento, momento en que el ser humano
retoma la conciencia de sí mismo, y llega hasta el mundo contemporáneo.
Siena se pierde en ese camino para llevarnos a un espacio atemporal y extraño
en un juego de Écfrasis, la representación verbal de una representación visual
real o ficticia. Allí se mezclan el cuerpo representado y el cuerpo real, el cuerpo
muerto y el cuerpo vivo, obligando a detenernos un instante para descifrar cada
uno de ellos.
Un espacio en el que se mezclan memoria e imaginación y el cuerpo como objeto,
su aspecto, su fragilidad, su mortalidad y la contraposición del cuerpo como
individuo frente a la masa.
Siena es la necesidad constante y absoluta del ser humano de contemplar al
propio ser humano. Observarlo, reconocer sus formas, sus acciones, su presencia
porque, después de todo, Siena es la voluntad de querer observarlo eternamente
hasta confundirlo.
Este nuevo trabajo sigue apoyándose en referentes de otras disciplinas artísticas
como el cine y la literatura. En este sentido, la obra de Pasolini tan vinculada a lo
humano será también inspiración para construir un ensayo perturbador sobre la
centralidad del cuerpo en escena, algo a lo que también contribuirá el verbo de El
Conde de Torrefiel, habitual colaborador de La Veronal.
Morfología de SIENA
El cuerpo a través de las capas
Los espectáculos de la Veronal presentan la ficción compuesta por numerosas
realidades escénicas, que se entrelazan entre sí, contaminándose y funcionando
al unísono al igual que una maquinaria compleja, cuyo fin es atravesar la
percepción del espectador más allá del estado consciente. La trayectoria artística
de la Veronal se distingue de hecho por esta necesidad de componer formalmente
sus piezas estableciendo una singular relación con aquellas capas indisciplinadas
que, junto a la danza, se filtran por los ojos del patio de butacas, y que
atraviesan la conciencia de aquel que mira.
Un trabajo de convivencia entre las infinitas posibilidades de la escena (más allá
de la formalidades atribuidas a espectáculo de danza), que se atacan entre sí en
una lucha por significar y existir a la vez, a veces de manera antagónica, a veces
en armonía, y siempre conducidas por el afán último que rige la batalla escénica:
traducir el misterio vital mediante los códigos de la acción y la representación.
Este es el trabajo en el tiempo de La Veronal y el objetivo de un Decálogo
geográfico en el que Siena es la sexta entrega, la sexta bandera.
La pequeña cuidad italiana es el estandarte argumental elegido como paisaje de
fondo donde pensar las representaciones del cuerpo humano, las miradas que
distorsionan nuestro contenedor carnal transformándolo en objeto de culto y
estudio así como objeto de consumo, de poder y de placer; al fin y al cabo una
evocación de la maldición de Narciso que cegado por la belleza de su imagen
reflejada es incapaz de ver la realidad del reflejo en el agua.
Forma y materia en SIENA
La Mirada es el espejo a través del cual se distinguen las imágenes de nuestro
entorno, irreales todas de por sí, objetos de una manipulación
simbólica
constante. Mucho de aquello captado por la vista está intervenido por el ser
humano, intervenido para sugestionar e incitar a la acción y al pensamiento
autorreferencial.
Siena se estructura alrededor de la idea de exposición del cuerpo y sus
representaciones. Siena se sitúa en una sala cerrada, un lugar anónimo y
atemporal concebido para la exhibición en su más amplio sentido.
Más allá de las cuatro paredes, todos los elementos articuladores de la pieza se
concentran en construir una mirada alentada por estímulos externos y que
acciona las posibilidades de representación: un museo, una sala de espera, un
tanatorio o una iglesia, son algunos de los escenarios donde observamos
personas que contemplan y se contemplan, cuyas intenciones y emociones se
alteran según los significantes establecidos por la convención teatral, pero
siempre dentro de este pacto bilateral entre los cuerpos vivos y sus vestigios.
Siena se compone por lo tanto de escenas cuyo hilo conductor es arbitrario y
definido por los caprichos de la vista que activa, a favor de su naturaleza física,
significantes y contenedores azarosos necesarios para su empeño en reconocerse
en aquello que le rodea. Situaciones que obligan a detenerse para descifrar,
admirar y analizar los cuerpos ahí presentes, ocupados en la representación de sí
mismos y en la exploración de su componente mortal.
Marco Argumental
Siena existe en cuanto ejercicio de observación y contemplación. Su naturaleza
consiste en entender a través del cuerpo contemporáneo aquellos hallazgos,
fantasías y estados del hombre que fue, y que han llegado a nuestros días a
través del arte, y son custodiados ahora en espacios cerrados, asociados a
formas de culto y al reparo del presente.
Las representaciones artísticas del hombre no son más que imágenes de seres
irreales congelados en un tiempo ya caduco e inexistente. Aún así el hombre
siempre será capaz de reconocerse en el hombre, no solo en las formas más
orgánicas representadas en telas y esculturas, sino en cualquier indicio, en
cualquier rastro de figura, por abstracta e improbable que resulte a primera vista.
Siena parte de esta referencialidad constante y obstinada de la naturaleza
humana, este acto narcisista intrínseco (y también tan propio de la disciplina de
la danza), cuyo fin no es más que la realización máxima de las propias
posibilidades en cuanto materia orgánica.
El escenario se convierte en Siena en una superficie exclusiva donde presenciar el
placer de verse a sí mismo y a los demás, replanteando la propia unidad dentro
de un conjunto en unión con otros. Es en este sentido de unión donde la
exploración de las posibilidades mediante los vínculos se convierte en una tarea
infinita que aspira a la voluntad colectiva y que en el acto teatral se traduce en
una participación intelectual absoluta por parte del espectador. Siena recurre a lo
humano para idealizar lo futuramente humano, lo perfectamente humano o lo
ultra humano, en una cosmovisión fatalmente renacentista.
Écfrasis: La descripción de lo que vemos o imaginamos
La única forma de captar la verdadera atención de un ser vivo es enfrentándolo a
otro ser vivo. Todo cuerpo en vida resulta un misterio para aquel que mira,
simplemente por ser un contenedor ajeno, celador de aquella materia intangible e
ilimitada, esa sustancia imprevisible propia del mundo de las ideas.
Este erotismo que se revela en la atracción entre cuerpos distintos es la misma
ley del átomo, el elemento base que compone la materia, que solo existe gracias
a la tensión generada por la cargas opuestas de sus partículas elementales. Así el
juego erótico es el fundamento del sistema de la organización humana en
sociedad.
De hecho, bajo un prisma general, se puede afirmar que todas nuestras acciones,
palabras y pensamientos hacen referencia a otros seres vivos, filtrados como
proyecciones en el tiempo y en el espacio, y que finalmente disponen aquella
materia intangible encerrada en el cuerpo, que perdura más allá del tiempo y el
espacio.
Clásicamente, el concepto de belleza se entiende por la relación proporcional
entre distintas partes de un conjunto (armonía), y no bajo una idea monolítica. La
suma de muchos cuerpos modela un cuerpo uniforme e infinito llamado
Humanidad, que en su vertiente menos equilibrada podemos definir como Masa.
Y es en esta unidad de cuerpos que componen el cuerpo social, donde se genera
esa complejidad que Siena se propone trasladar a la escena.
Por primera vez en su recorrido, la labor creativa de La Veronal se organiza
alrededor de la recodificación de los lenguajes del cuerpo mediante un
vocabulario físico personal, hábil en traducir poéticamente, por un ejercicio de
écfrasis, aquello que se esconde detrás de lo palpable visualmente.
Marcos Morau & La Veronal
Marcos Morau se forma en Coreografía en el Institut del Teatre de Barcelona, el
Conservatorio Superior de Danzaa de Valencia y el Movement Research de Nueva
York, obteniendo la máxima calificación en el proyecto final de carrera y el premio
extraordinario del Institut del Teatre. En los últimos años realiza su proyecto de
ayudantía coreográfica en el Nederlands Dans Theater II y en la compañía IT
Dansa. Sus conocimientos artísticos no se limitan a la danza sino que se
extienden hacia disciplinas como la fotografía o la dramaturgia, cursando el
Máster en Teoría de la Dramaturgia, donde realiza la asistencia con el coreógrafo
Cesc Gelabert. Destacan entre sus formadores Tomàs Aragay, HildeKoch de
William Forsythe, Kazuko Hirabayashi y Roberto Fratini entre otros.
El 2005 crea La Veronal, compañía formada por artistas procedentes de la danza,
el cine, la literatura y la fotografía. La finalidad de su equipo artístico reside
directamente en una constante búsqueda de nuevos soportes expresivos y
referencias culturales -cine, literatura, música y fotografía, principalmente- que
apuestan por un fuerte lenguaje narrativo con la intención de formar espacios
artísticos globales.
Como Kieslowski hizo en los ochenta, La Veronal se dispone a crear un decálogo
donde cada pieza se sitúa o toma como punto de partida un país o ciudad del
mundo, creando una analogía entre danza y geografía. Las piezas no pretenden
constituirse como obras documentales que describan el país de forma directa,
sino que se sirven de los elementos que el topónimo proporciona para llevar a
cabo el desarrollo de una idea, de un argumento.
Islàndia (2012), Rússia (2011), Finlàndia (2010), Maryland (2009) o Suècia
(2008), entre otras, son piezas de este decálogo con las que ha conseguido
premios a certámenes coreográficos nacionales e internacionales como el
Certamen Coreográfico de Madrid, Masdanza / Festival Internacional de Danza
de Canarias, Copenaguen International Competition o Fira Tàrrega, así como una
mención especial en la Feria Internacional de Danza de Huesca y una
representación en la Bienal Internacional de Jóvenes Creadores de Europa. Su
lenguaje coreográfico parte de una distorsión de la danza clásica que se cruza con
elementos del teatro y del cine mudo, siempre sin olvidarse de una sólida base
corporal donde la nueva lectura que se hace de la técnica sirve para acercarse a
las preocupaciones actuales de la escena contemporánea.
Recientemente La Veronal ha colaborado en el último trabajo del coreógrafo Cesc
Gelabert y ha creado una pieza para el Cross Connection Ballet de Copenhaguen,
compañía vinculada al prestigioso Royal DanishTheatre. Marcos Morau ha sido
invitado también a crear piezas nuevas para las compañías suecas Norrdans y
Skånes, así como un nuevo trabajo para la Compañía Nacional de Danza que se
estrenará a principios de 2014.
La Veronal en prensa
Fascinante viaje a Rusia con La Veronal
EL CLUB EXPRESS 19/11/2012 por Gloria Díaz
Fascinante trabajo el de La Veronal y Marcos Morau en su espectáculo Rusia. Una
pequeña joya escénica que nos ha regalado este Mes de Danza 19 y que nos
transportó durante 60 minutos a una especie de thriller de terror coreografiado
inspirado en la estética y los tópicos de la Unión Soviética de los 80.
Un misterioso viaje en coche al sur de Siberia es el hilo conductor del montaje.
Con mucho de la estética del cine mudo, proyectando los diálogos en una
pantalla, los ocho bailarines de La Veronal recrean un universo coreográfico
inquietante y tenebroso que atrapa al espectador desde el primer momento.
Movimientos rítmicos, enérgicos, frenéticos, incluso, ejecutados con precisión y
con destreza. Un espectáculo que trabaja por igual la coreografía grupal, los paso
a dos y los solos individuales, puertas abiertas de par en par para que cada uno
de los intérpretes demuestre sobradamente su calidad. Se queda grabada a fuego
una pieza de dos de las bailarinas en la que demuestran un dominio absoluto del
movimiento, del sentido del espacio y de los portés, unos minutos hipnóticos que
incluso despertaron algunos aplausos y bravos extasiados a su conclusión.
También fascinante una de las piezas finales, el solo sobre la nieve con la presión
y la impostura de la figura militar, una coreografía verdaderamente emocionante.
En realidad, es difícil destacar unas sobre otras, porque el espectáculo está
trabajado con gran solidez.
Ciertamente la pieza es un extraño viaje, una recreación de tópicos e imágenes
que todos asociamos en mayor o menor medida a Rusia y a la esfera de la Unión
Soviética. Con un estilismo muy logrado (vestuario, ambientación musical, incluso
la nieve del final, ¡cómo concebir un viaje a Siberia sin nieve!) y ciertos guiños
humorísticos, Marcos Morau y sus bailarines construyen un espacio asombroso
para bailar el miedo en sus múltiples expresiones. Un espectáculo original y
brillante, de esos que, como espectador, se agradecen enormemente por la
sensación de catarsis, de frenesí y de emoción que suscitan.
Russia invadió nuestras mentes
MODERNÍCOLAS 13/11/2012 por Irene Quirante
¿Cómo empezar a hablar de Russia? Siendo honesta y dejando clara la
perplejidad que me ha acompañado desde que salí de la Sala Gades, elevada a la
quinta potencia en el momento que me enfrenté al folio en blanco. Danza Russia
es desesperación, frío, miedo… Una historia construida mentalmente a través de
la danza, y abstracta hasta decir basta. Nos ambienta un suelo que simula ser de
hielo, y una mesa con velas rojas aparcada al fondo del escenario. En realidad, el
desierto decorado es abrumador en nuestra imaginación, que ha estado
necesariamente en marcha para poder vislumbrar la pieza.
La tensión ha sido un actor secundario presente desde el segundo cero. Gracias a
rótulos orientativos (a su manera) pude deducir que los personajes estaban
encerrados en un coche, y que sus mentes deliraban sumergidas en distintas
situaciones extremas. Todos tenían una cita con el terror. Emprendieron un viaje
al lago más profundo del mundo, el Baikal, y en el trayecto se hallaron indefensos
ante una terrible confusión: lo que creían que era verdad y lo que en realidad
ocurría. Les caló el miedo y la gélida oscuridad del sur de Siberia. En las
pesadillas de los protagonistas aparecen elementos y contextos dispares: la visita
de un oso, la coacción de un militar desequilibrado, o el frío glacial expandiéndose
por cada rincón del cuerpo.
En esta asombrosa producción el baile sobrepasa todos sus límites para elevarse
a la categoría de narrador. Mediante la danza observamos cuerpos moviéndose
frenéticamente y siendo presas de emociones tétricas. La gran variedad de
recursos dramáticos y cinematográficos mudos ha permitido a los bailarines
mutarse en actores ante nuestros ojos. Las luces también interpretaron su papel
dando y restando protagonismo a los personajes dentro del paisaje, además de
recrear planos repletos de tenebrosidad en perfecta consonancia con el repertorio
musical.
Muere la última vela; rápidamente, la sala rompe en duraderos aplausos todavía
turbada por la intensidad del espectáculo. Salí del teatro aún con escalofríos y sin
más, me saludó una enérgica brisa que se adueñó de mí durante un rato: puede
que yo estuviera exagerando, o tal vez Rússia aún seguía soplando con fuerza en
mi mente.
Viaje de terror al lago Baikal
TANZNETZ.DE 07/11/2012 por Boris Michael Gruhl
El Veronal es un somnífero y una popular, ahora prohibida, arma suicida que
incluso llegó a los honores literarios. La señorita Else de Arthur Schnitzler lo toma
y cae en el sueño profundo de la Muerte. Pero no es posible quedarse dormido
cuando la compañía española La Veronal muestra por primera vez en Alemania su
pieza “Russia” y propone valientemente a la crítica una serie de clichés a buscar
(…).
Marcos Morau envía a ocho bailarinas y un bailarín de su compañía a un viaje
imaginario a través de las glaciales extensiones del invierno ruso. El objetivo es el
Lago Baikal en Siberia, el medio de transporte es un Wolga-Kombi, un prestigioso
modelo soviético utilizado por las autoridades, construido en Gorki, ahora Nizhny
Novgorod, ciudad cerrada y lugar de exilio para los disidentes como Sajarov.
Russia, de Marcos Morau, es el paisaje de un sueño bailado sacado del miedo y la
soledad. Sus elementos coreográficos procedentes de la formación y la obediencia
transmiten relaciones de esclavitud y subordinación y pronto este viaje se
desplaza hacia el territorio de los mecanismos de tortura, mucho más allá de las
fronteras de una Rusia imaginaria. El oso ruso está escondido en el bosque de
nuevo. El dictador, venerado como un santo, está desnudo bajo su abrigo. En las
breves escenas cortadas hay un secuestro y un tiroteo masivo en el Lago de los
Cisnes en la nieve, donde los elementos del ballet clásico se distorsionan
grotescamente.
Fragmentos de palabras en ruso, música de Tchaikovsky, la banda sonora de
North Howling, breves textos intermedios como en el cine mudo. La magnífica
compañía de danza nos prepara una mezcla de percepciones entre la risa, la
negación y la apelación, (y los estereotipos que son lanzados no esporádica sino
continuamente, no estarán nunca tan presentes y disponibles en nuestra mente).
Coreógrafo de topónimos
EL PUNT AVUI 22/01/2012 por Bàrbara Raubert Nonell
Marcos Morau es casi genial. “Casi”, porque no sería justo aplicar un adjetivo tan
grande a una persona tan joven y con tanto camino por hacer. En Islandia, la
quinta de las obras con nombre de país que ha creado, dirige su mirada fresca y
moderna sobre la realidad inmediata, y trabaja los elementos escénicos con una
mentalidad recicladora totalmente necesaria hoy.
El nombre de Islandia no es azaroso, es el lugar donde estar hoy, un país que
está experimentando una nueva democracia para salir de la crisis mundial, y que
está teniendo éxito. Del mismo modo, Morau busca las raíces de la
experimentación artística para salir del callejón sin salida de la modernidad,
reflejando las necesidades de la sociedad junto con las individuales como artista y
ante un público necesitado también de soluciones.
Para ello, sigue el método paranoico-crítico daliniano de asociación libre de ideas.
Dos cuerpos tumbados representan John Lennon y Yoko Ono, después los
amantes de Teruel y, cuando se ponen uno sobre el otro son Franco y Primo de
Rivera. Jesucristo clavado en la cruz se convierte, con un ligero movimiento, en el
mascarón de proa del Titanic. pequeños eslabones de un encadenamiento
surrealista que revela grandes verdades.
Revela, de base, que esta necesidad teatral responde a la necesidad de
simplificar la complejidad que nos rodea en unos pocos pasos y escenas
concretas.
Y toda esta reflexión, todo este caos surrealista, está maravillosamente enlazado
y repartido entre una pantalla que proyecta los pensamientos del artista y el
público, una mesa presidida por cinco cabezas pensantes y actuantes, y cuatro
bailarines maravillosos, con una fundamentada técnica clásica puesta al servicio
de la deconstrucción estructural y el desmembramiento corporal. Todos de
blanco, como un paisaje nevado y deslumbrante, son un viaje obligado.
Pasión por la geografía
EL PAÍS 19/01/2012 por Carmen del Val
Marcos Morau, uno de los jóvenes coreógrafos más interesantes del panorama de
la danza contemporánea en España, mañana estrena Islandia en el SAT, un
nuevo espectáculo de su compañía, La Veronal, que forma la quinta pieza de su
decálogo de danza y geografía.
La fascinación que Morau tiene por conocer mundo le ha llevado a elegir países o
ciudades alejadas del sol cenital para situar el baile de sus emociones, que suelen
ir acompañadas de una fuerte carga intelectual. Primero fue Suecia (2008),
después Maryland (2009), Finlandia (2010) y Rusia el año pasado, pieza que se
estrenó en el Mercat de les Flors de Barcelona con un éxito destacado. Una
versión sintetizada de este último espectáculo, Moscú, ha sido reconocida con el
primer premio del Certamen Coreográfico de Madrid.
También ha sido galardonada en el Internacional de Danza Mas Palomas y el
International Choreografhic Contest de Copenhague.
En Islandia, el autor se inspira en esta gran isla nórdica de tierra volcánica y llena
de contrastes geológicos, geográficos y políticos para plantear un dilema: ahora
la imagen ha desbancado a la idea que representa. Para llevar a escena esta
tesis, Morau monta una conferencia real – con mesa, silla y participantes – y se
lanza a recrear este análisis entre contenido y forma a través de un baile versátil
y fluido, que mezcla con elementos del teatro y del cine mudo.
Si en Rusia los excelentes bailarines de La Veronal mostraron un vocabulario
coreográfico enérgico y cruel, con una estética vanguardista próxima a la de Los
Ballets C. de la B., en Islandia el baile parte de la distorsión de la danza clásica al
estilo de William Forsythe. La blancura y la claridad de Islandia han inspirado al
creador un baile nítido, sin superficialidad, y con una técnica depurada donde
palpitan las preocupaciones actuales de la escena contemporánea. Las películas
de Andrei Tarkovsky, la literatura de Peter Handke y la teatralidad de Roland
Schimmelpfenning son fuentes de inspiración para este joven coreógrafo, con un
currículum brillante.
Morau, además de cursar los estudios de coreografía en el Institut del Teatre de
Barcelona, obtuvo la máxima calificación con el proyecto de fin de carrera y
amplió la formación en el centro de estudios de Nueva York Movement Research y
el Nederlands Dans Theater II. Sus conocimientos artísticos no se limitan a la
danza sino que llegan hasta otras disciplinas como la fotografía y la dramaturgia.
Un artista muy singular.
Picasso en relieve
EL PUNT / AVUI 10/09/2011 por Jordi Bordes
La Veronal ha aparcado su viaje por países y universos anímicos que les evocan
para hacer un trabajo de investigación con una veintena de bailarines para la Fira
de Tàrrega. Pájaros Muertos es un privilegio para los espectadores. La joven
formación, vinculada profesionalmente a la regiduría del Mercat de les Flors, ha
sabido mostrar una pieza de gran formato, con una compleja y medida
coreografía sin que se le pase la cocción ni la sal de este nuevo plato. La obra se
inspira en la realidad dual de Picasso, entre Francia y España. Como el pintor,
han transformado el orgullo galo y el tremendismo del costumbrismo castizo en
una pieza que rompe, evoca, invita a imaginar y reivindica al pintor a la vez que
recuerda personajes célebres de la política y del arte indistintamente que
comparten muerte en el siglo XX. Desde Hitler hasta García Lorca. Desde
Benavente hasta Thomas Bernhard. Desde Lluís Companys hasta Mussolini…
Todos ellos son pájaros muertos. Un espectáculo en el que la música también se
distorsiona voluntariamente por momentos y que ofrece un abanico de lecturas
para el espectador. Divierte y, por momentos, emociona.
Viaje sin retorno
AVUI 15/02/2011 por Bàrbara Raubert Nonell
Se titula Rússia y está planteada como un viaje hasta el lago más profundo del
mundo, el Baikal, pero, como aclara en un momento dado el gigante retrovisor
que hace de pantalla para subtítulos, Rússia sólo es un lugar en el cerebro de los
espectadores, un paisaje etéreo creado entre los estímulos escénicos y las teclas
que estos aguijones hayan podido tocar en cada espectador, que seguro que no
son pocos.
Marcos Morau circula entre la tensión lynchiana y el humor de los hermanos
Coen, un paraíso surrealista estéticamente perfecto y profundamente inquietante,
muy cercano también a las acciones parateatrales de Jan Lauwers. Pero la
juventud de este creador de origen valenciano instalado en Barcelona se nota
especialmente en la energía que pone en escena y en la facilidad para ligar
aspectos inconexos que en sus manos adoptan una narratividad de extrema
fluidez, como los iconos rusos llorando en un paso de Semana Santa o la
vestimenta y las posiciones de gimnastas deportivas entre los movimientos de
danza. El papel de los ocho intérpretes, bailarines excelentes, es el de dar cuerpo
a unos personajes que son pura emoción, lanzándose sin ningún tipo de reserva.
Es por eso que conectan con el público, porque sienten plenamente cada uno de
los energéticos pasos con los que la historia se entrelaza y se explica. El
coreógrafo juega con la flexibilidad de estos intérpretes, tanto física como
emocional, y los empuja a situaciones en las que pasan de ser protagonistas a
elementos causantes o simplemente a recibir la acción de los otros, y es con esa
misma flexibilidad como el público debe sentarse en el teatro, aceptando la nieve
o lo que sea que pueda caerle encima, porque sabe que está en buenas manos.
Manos que guían y señalan un futuro ascendente en una vía sin retorno.
Miedo bajo copos de nieve
EL PAÍS 12/02/2011por Carmen del Val
Poética, inteligente e innovadora es Rússia la cuarta obra del coreógrafo
valenciano, Marcos Morau, para su compañía La Veronal. Un montaje que había
despertado la curiosidad del público y que no defraudó, pues exhibió el trazo de
un artista con talento, que apuesta por la originalidad. Rússia creada en
colaboración con los magníficos bailarines que la interpretan se sitúa por su
estética vanguardista y la dureza de su baile en la línea de Los Ballets C. de la B.,
la afamada compañía belga.
La fascinación que Morau siente por la geografía le ha llevado a escoger países o
ciudades
del
mundo
para
situar
la
danza
de
sus
emociones.
Primero fue Suècia (2008), le siguió Maryland (2009) y después Finlàndia (2010).
Ahora ha elegido Rusia, concretamente el Lago Baikal, situado al sur de Siberia, –
donde nació Nureyev -, para situar a ocho personajes que inician un viaje en
coche hacia esas heladas y lejanas tierras. Viaje bello y cruel salpicado de buen
baile.
Rússia ha contado con la colaboración del cineasta Cesc Gay, que ha ayudado al
autor ha crear esta road movie donde se mezclan elementos cinematográficos y
teatrales. La acertada atmósfera de esta obra envuelve al espectador
arrastrándole hacia este interesante viaje desde el principio. El ritmo del
espectáculo viene marcado por las expectativas emocionales que expresan sus
intérpretes. Sus cuerpos se retuercen helados en frases coreografías fluidas y
ricas. El miedo y la incertidumbre guían sus relaciones. Miedo aterrador que
esculpe una danza distorsionada y visceral que contrasta con el gélido paisaje. El
coreógrafo logra que cada espectador se cree en la mente su propia versión de
Rusia. Lo consigue a través de las frases que se proyectan en una pantalla y de la
aparición en escena de algunos símbolos que evocan la tierra de los zares, como
un soldado, una bailarina luciendo un tocado tradicional o un himno. Sin embargo
la mejor baza de este espectáculo son los magníficos intérpretes, procedentes de
todo el mundo, y que han contribuido en la creación de la obra. Cada uno de ellos
tiene un relevante papel en solitario que enfatiza su brillo como bailarín. Si bien
el trabajo coral logra una mayor efecto por la unión de las calidades de
movimiento de todos ellos.
Citar los mejores fragmentos de Rússia no es fácil, pero subyugadora resulta la
secuencia en que el grupo baila bajo los copos de nieve, o el intenso paso a dos
de Lorena Nogal y Núria Navarra al compás de la música de Las Danzas Húngaras
de Brahms.
Una dura lección necesaria
EL PAÍS – 31/01/2013 por Roger Salas
Por una vez y que no sirva de precedente, la abundancia de textos no entorpece
a un espectáculo de danza actual, sino todo lo contrario. Esto es quizás porque la
verdadera música de esta obra, su base rítmica está en las voces que recitan, a
veces impersonales, a veces irónicas.
La Veronal, grupo creado en 2005, se supera después de sus otras piezas te
temática territorial como Rusia (2011); Finlandia (2010); Maryland (2009) y
Suecia (2008). En Islandia van más lejos en su compromiso político y en su
exposición. Lo bordan desde la primera escena hasta el desgastador final. El uso
del blanco, la danza geometrizada hasta lo esquemático, la pantomima de cajón
recurrente, la ácida ironía, el no morderse la lengua ni con tirios ni troyanos, todo
aboca a una lección trascendental e inmediata dicha desde una asepsia precisa e
inquietante.
Ya es una pena que sólo se pudiera ver ayer, y para nada la sala roja de los
Teatros del Canal les queda grande, sino justa, sobre todo cuando hay algo que
decir y transmitir.
Las evoluciones regladas con matemática, esa materia coréutica desdoblada en
paisaje escultórico y secuencial, y hasta a veces esa separación tendenciosa entre
lo que se oye y lo que se ve, termina extendiendo un hipnótico ambiente de
indefensión. La Veronal demuestra madurez y un estilo personal de presentarse.
‘Islandia’, de La Veronal, el punto perfecto entre la danza y la protesta
ELCLUBEXPRESS 31/01/2013 por Ramón Vargas-Machuca
El pasado 30 de enero daba comienzo la decimotercera edición del Festival
Escena Contemporánea, que, como su propio nombre implica, ofrece al público
madrileño año tras año un amplio abanico de teatro y danza contemporáneos. La
encargada de inaugurar esta presente edición fue la compañía catalana La
Veronal con la pieza titulada Islandia.
¿Y qué nos dice el nombre de Islandia? ¿Qué sabemos de este país aparte de
haber sido la cuna de Björk? Poco, la verdad, pero últimamente hemos podido
saber que, aunque los medios generales de comunicación no le hayan dado
mucho bombo, el pueblo islandés dio recientemente la espalda a sus políticos por
haberles llevado a la crisis, de hecho, algunos de ellos pagan condena por esto.
Islandia es la revolución, es la protesta, es el querer cambiar las cosas. Y ese es
el sentimiento que ha querido expresar La Veronal a través de esta pieza.
Ya nos advertía la organización del festival que esta edición estaba dedicada a
aquellos creadores que quieren remover la conciencia social ante el momento que
éstos están pasando. Y no pudo haber mejor manera de comenzar en este
aspecto que con Islandia. Esta pieza nos propone volver a asociar las imágenes
con las ideas que representan a través de un divertido juego en el que cuerpos y
palabras lo dicen todo. Así, pudimos ver como en una pantalla iban apareciendo
nombres de conocidos personajes, entidades, o cualquier concepto imaginable,
mientras que los cuatro intérpretes – tres chicas y un chico – iban representando
con sus cuerpos lo que ese nominativo representa hoy día en nuestra sociedad.
Pero tan actualizado, que algunos conceptos representados había adquirido un
significado nuevo solo horas atrás. Por ejemplo, apareció el nombe de “Beatriz de
Holanda” y una chica cayó al suelo, viniendo a representar la abdicación de la
Reina de los Países Bajos, que había ocurrido solamente hora atrás.
Y, en un alarde de protesta sin pelos en la lengua de Marcos Morau, director y
coreógrafo del montaje, algunos de los nombres que aparecieron fueron de
personajes como Iñaki Urdangarín o Luis Barcenas. Imagínense como se puede
representar a estos personajes tan mediáticos hoy a través de 4 cuerpos. Había
caña que repartir para todos, pero de una forma altamente elegante y divertida.
Todo un riesgo que un público tan exigente como el de Madrid supo apreciar y
disfrutó de ello. Además de esta parte de protesta, la pieza fue alternando
también exquisitas coreografías magistralmente ejecutadas por los mismos
bailarines.
Al final, una larga ovación, con gran parte del público que abarrotó la Sala Roja
de Teatros del Canal de pie, premiando al elenco el buen rato pasado. Podría
haber revelado más datos del espectáculo, pero mejor que lo descubran vosotros
mismos si tienen la ocasión de ver esta magnifica pieza en alguna sala o teatro.
Felicidades a La Veronal.
“Islandia” de La Veronal. Una pieza geométrica, blanca y transparente en
tiempos de suciedad y caos.
CICLODRAMA 31/01/2013 por Fiona Briand
Ayer se inauguró la XIII edición del Festival Escena Contemporánea que durante
todo el mes de febrero llenará de teatro comprometido las salas de la capital.
Nada mejor para la apertura del festival que con la compañía de danza La
Veronal, que gracias a su indiscutible seña de identidad, llenaron de metáforas y
dialéctica la sala roja de los Teatros del Canal. Después de sus anteriores piezas
en la que todas se inspiran en una zona geográfica y que empezó con “Suecia”
(2008), “Maryland” (2009), “Finlandia” (2010) y “Rusia” (2011), llega la belleza
plástica de “Islandia”.
Marcos Morau, coreógrafo y director junto con el dramaturgo Pablo Gisbert, han
creado una metáfora fría y calculada hasta llegar a la geometrización de la danza.
Pocas veces se puede disfrutar al mismo tiempo de un espectáculo de danza que
mezcla palabra. Pero en este caso el discurso es el eje de la historia. Mostrando
de manera esquematizada el mundo que nos rodea, el mundo del que formamos
parte y nos refleja con una gélida bofetada de realidad.
La imagen se ha apoderado de nuestra sociedad, anulando por completo el
discurso que pudiera haber detrás de ella. En muchos casos las imágenes están
vacías y sólo viciando y corrompiendo esa imagen llegamos a entender lo
dramática, irónica y sucia que está nuestra historia actual.
Los bailarines ejecutando melodías de palabras sangrantes y bufonescas
mantienen su blanco impoluto. Islandia, ese país alejado de todo, aislado de
Europa que ha llevado a cabo una revolución económica, mantiene su blanco.
Como si una fuerza glacial les mantuviera protegidos de la suciedad de sus
vecinos corruptos y enajenados.
Podría resultar una pieza carente de empatía, pero resulta ser todo lo contrario.
Como si dibujaran una fisura en un folio en blanco, el significado llega claro y
ahonda en nosotros hasta emocionar.
Una perfecta ejecución de movimientos, ritmo y una excelente selección musical
que nos hipnotiza hasta el último segundo.
Un grito de modernidad en todos lo sentidos. Porque ahora más que nunca lo que
necesitamos es transparencia.
Además de su página web, se puede seguir a La Veronal a través de su blog y
redes sociales.
PRENSA MERCAT DE LES FLORS
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93-256 26 14
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