Número de registro: 22021 Novena Época Instancia: Primera Sala

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CONTRADICCIÓN DE TESIS 175/2009.
Número de registro: 22021
Novena Época
Instancia: Primera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
Tomo: Tomo XXXI, Marzo de 2010
Página: 263
CONTRADICCIÓN DE TESIS 175/2009. ENTRE LAS SUSTENTADAS POR EL
ENTONCES TRIBUNAL COLEGIADO DEL VIGÉSIMO CIRCUITO, ACTUALMENTE
PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO DEL VIGÉSIMO CIRCUITO Y EL SEGUNDO
TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL SEGUNDO CIRCUITO.
CONSIDERANDO:
PRIMERO. Esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación es competente
para conocer y resolver sobre la presente denuncia de contradicción de tesis, de conformidad
con lo dispuesto por los artículos 107, fracción XIII, párrafo primero de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos; 197-A de la Ley de Amparo; y 21, fracción VIII,
de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación en relación con los puntos segundo y
cuarto del Acuerdo General 5/2001, y el punto segundo del diverso Acuerdo 4/2002 del
Tribunal Pleno de esta Suprema Corte de Justicia de la Nación, en virtud de que se trata de
una denuncia de contradicción suscitada entre criterios de Tribunales Colegiados de Circuito,
en un tema que corresponde a la materia de la especialidad de esta Primera Sala.
SEGUNDO. La denuncia de contradicción de tesis proviene de parte legítima, de
conformidad con lo previsto por los artículos 107, fracción XIII, primer párrafo,
constitucional y 197-A, párrafo primero, de la Ley de Amparo, pues la presente contradicción
de tesis fue denunciada por el Magistrado presidente del Segundo Tribunal Colegiado en
Materia Civil del Segundo Circuito, en representación de uno de los órganos emisores de los
criterios en contienda.
TERCERO. En primer lugar, debe determinarse si existe la contradicción de criterios
denunciada, pues ello constituye un presupuesto necesario para estar en posibilidad de
resolver cuál de las posturas contendientes debe prevalecer.
Para que exista contradicción de tesis, se requiere que los Tribunales Colegiados, al resolver
los asuntos materia de la denuncia hayan:
1. Examinado hipótesis jurídicas esencialmente iguales; y,
2. Llegado a conclusiones encontradas respecto a la solución de la controversia planteada.
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Entonces, existe contradicción de tesis siempre y cuando se satisfagan los dos supuestos
enunciados, sin que sea obstáculo a la existencia que los criterios jurídicos adoptados sobre
un mismo punto de derecho no sean exactamente iguales en cuanto a las cuestiones fácticas
que los rodean. Esto es, que los criterios materia de la denuncia no provengan del examen de
los mismos elementos de hecho.
En ese sentido se ha pronunciado el Pleno de este Alto Tribunal, en la tesis aislada que a
continuación se cita:
"Novena Época
"Instancia: Pleno
"Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
"Tomo: XXX, julio de 2009
"Tesis: P. XLVI/2009
"Página: 68
"CONTRADICCIÓN DE TESIS. EXISTE CUANDO LAS SALAS DE LA SUPREMA
CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN O LOS TRIBUNALES COLEGIADOS DE
CIRCUITO ADOPTAN EN SUS SENTENCIAS CRITERIOS JURÍDICOS
DISCREPANTES SOBRE UN MISMO PUNTO DE DERECHO,
INDEPENDIENTEMENTE DE QUE LAS CUESTIONES FÁCTICAS QUE LO RODEAN
NO SEAN EXACTAMENTE IGUALES (INTERRUPCIÓN DE LA JURISPRUDENCIA
P./J. 26/2001, DE RUBRO: ‘CONTRADICCIÓN DE TESIS DE TRIBUNALES
COLEGIADOS DE CIRCUITO. REQUISITOS PARA SU EXISTENCIA.’). De los artículos
107, fracción XIII, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, 197 y 197A de la Ley de Amparo, se advierte que la existencia de la contradicción de criterios está
condicionada a que las Salas de la Suprema Corte de Justicia de la Nación o los Tribunales
Colegiados de Circuito en las sentencias que pronuncien sostengan ‘tesis contradictorias’,
entendiéndose por ‘tesis’ el criterio adoptado por el juzgador a través de argumentaciones
lógico-jurídicas para justificar su decisión en una controversia, lo que determina que la
contradicción de tesis se actualiza cuando dos o más órganos jurisdiccionales terminales
adoptan criterios jurídicos discrepantes sobre un mismo punto de derecho,
independientemente de que las cuestiones fácticas que lo rodean no sean exactamente iguales,
pues la práctica judicial demuestra la dificultad de que existan dos o más asuntos idénticos,
tanto en los problemas de derecho como en los de hecho, de ahí que considerar que la
contradicción se actualiza únicamente cuando los asuntos son exactamente iguales constituye
un criterio rigorista que impide resolver la discrepancia de criterios jurídicos, lo que conlleva
a que el esfuerzo judicial se centre en detectar las diferencias entre los asuntos y no en
solucionar la discrepancia. Además, las cuestiones fácticas que en ocasiones rodean el
problema jurídico respecto del cual se sostienen criterios opuestos y, consecuentemente, se
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denuncian como contradictorios, generalmente son cuestiones secundarias o accidentales y,
por tanto, no inciden en la naturaleza de los problemas jurídicos resueltos. Es por ello que
este Alto Tribunal interrumpe la jurisprudencia citada al rubro, pues al establecer que la
contradicción se actualiza siempre que ‘al resolver los negocios jurídicos se examinen
cuestiones jurídicas esencialmente iguales y se adopten posiciones o criterios jurídicos
discrepantes’ impide el estudio del tema jurídico materia de la contradicción con base en
‘diferencias’ fácticas que desde el punto de vista estrictamente jurídico no deberían
obstaculizar el análisis de fondo de la contradicción planteada, lo que es contrario a la lógica
del sistema de jurisprudencia establecido en la Ley de Amparo, pues al sujetarse su existencia
al cumplimiento del indicado requisito disminuye el número de contradicciones que se
resuelven en detrimento de la seguridad jurídica que debe salvaguardarse ante criterios
jurídicos claramente opuestos. De lo anterior se sigue que la existencia de una contradicción
de tesis deriva de la discrepancia de criterios jurídicos, es decir, de la oposición en la solución
de temas jurídicos que se extraen de asuntos que pueden válidamente ser diferentes en sus
cuestiones fácticas, lo cual es congruente con la finalidad establecida tanto en la Constitución
General de la República como en la Ley de Amparo para las contradicciones de tesis, pues
permite que cumplan el propósito para el que fueron creadas y que no se desvirtúe buscando
las diferencias de detalle que impide su resolución.
"Contradicción de tesis 36/2007-PL. Entre las sustentadas por la Primera y la Segunda Salas
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. 30 de abril de 2009. Unanimidad de diez votos.
Ausente: Sergio Salvador Aguirre Anguiano. Ponente: Margarita Beatriz Luna Ramos.
Secretario: Alfredo Villeda Ayala."
Expuesto lo anterior, a efecto de poder determinar si se satisfacen o no los requisitos
mencionados, es conveniente, en principio, traer a cuenta los antecedentes que informan los
criterios presuntamente divergentes.
CUARTO. Establecido lo anterior, es procedente examinar si en la especie se da o no la
contradicción de criterios, de acuerdo con las posturas emitidas por los cuerpos colegiados
contendientes, que consistieron en las siguientes:
I. El Segundo Tribunal Colegiado en Materia Civil del Segundo Circuito.
1. El catorce de abril de dos mil nueve al resolver el amparo directo civil 136/2009, sostuvo
lo siguiente:
"... Por otra parte, el quejoso reitera que le causa agravios la sentencia reclamada porque la
Sala colegiada Civil responsable omitió analizar adecuadamente las probanzas aportadas y
atender a los criterios sustentados por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, lo que dijo
hacer valer en términos de lo dispuesto por el artículo 192 de la Ley de Amparo, remitiéndose
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el inconforme a lo que el Juez natural resolvió en cuanto a la acción principal sobre
revocación del contrato de cesión de derechos o de donación, según fuera determinado en el
fallo inicial. Es infundado el sustanciado aserto, de conformidad con las consideraciones de
hecho y de derecho siguientes: En principio conviene hacer énfasis en que en el presente
asunto lo relativo a la existencia y eficacia del contrato de cesión de derechos de fecha diez
de julio de mil novecientos noventa y cuatro, que en la sentencia de primera instancia de tres
de septiembre del dos mil ocho, el Juez Primero Civil de Primera Instancia de Cuautitlán,
México, denominó de ‘donación’, y cuya revocación se demandó, quedó fuera de la
controversia en la alzada. Lo anterior es así, porque ninguna de las partes en litigio se
inconformó en contra de la decisión del Juez natural en cuanto consideró existente y válido
ese contrato, el cual, se reitera, fue debidamente reconocido por las partes, ya que fue con
base en tal consenso en que ********** sustentó su acción de revocación, y el demandado
********** a su vez contrademandó el otorgamiento y firma de la escritura respecto del
inmueble a que tal contrato se refiere. Consecuentemente, para los efectos de la litis
constitucional, tales aspectos resultan ajenos, puesto que, se reitera, no formaron parte de la
controversia suscitada ante la responsable. Del mismo modo, conviene destacar, para los
efectos subsecuentes, que según la litis natural y de alzada la acción de revocación del
contrato de cesión de derechos de fecha diez de julio de mil novecientos noventa y cuatro, se
sustentó única y exclusivamente en lo que establece el artículo 2224, fracción I, del abrogado
Código Civil para el Estado de México, a cuyo texto se hará referencia en seguida. Entonces,
atento a esa forma en que fue planteada la litis inicial, se precisa y concluye desde ahora que
no podrán ser motivo de análisis en este juicio de amparo otras circunstancias diversas que el
quejoso invoca como causas de la revocación, pues además de variarse la litis se dejaría en
estado de indefensión al aquí tercero perjudicado; de ahí que, tal como lo hizo la autoridad
responsable, la controversia deberá ser dirimida con base en lo dispuesto por el citado
precepto y apartado, y no en lo previsto por la fracción II del propio artículo, la cual establece
como causa de revocación de la donación: ‘Si el donatario rehúsa socorrer, según el valor de
la donación, al donante que ha venido a pobreza’. Lo anterior debe ser así, porque la acción
de revocación del contrato de donación nunca se sustentó en tales supuestos. Ahora, al
tenerse a la vista la sentencia reclamada, este órgano jurisdiccional federal advierte que la
Sala responsable declaró procedentes los agravios que formulara el entonces apelante y aquí
tercero perjudicado ********** porque, según su apreciación, de las constancias de autos
que para la ad quem merecieron valor probatorio pleno en términos de lo dispuesto por el
artículo 1.359 del código adjetivo de la materia, se desprendía que como lo hizo valer el
recurrente, el Juez natural aplicó de modo inexacto lo dispuesto por la fracción I del artículo
2224 del abrogado Código Civil, pero aplicable al presente asunto, por la época en que fue
celebrado el contrato base de la acción, el cual establece: ‘Artículo 2224. (se transcribe)’. Al
respecto, el tribunal de alzada precisó que: una donación puede ser revocada por ingratitud,
en caso de que el donatario cometa en contra del donante algún delito, aspecto que en el
presente caso no ocurrió, destacó la ad quem; lo anterior, expresó, porque si bien obra en
autos copia certificada de la averiguación previa ********** tramitada ante la mesa cuatro
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de la Agencia del Ministerio Público de Cuautitlán, México, por el delito de fraude, también
cierto es que de la misma se desprende que el denunciante es ********** en contra de
********** esto es, fue el donatario quien denunció a su donante por el delito de fraude; en
consecuencia, la conducta delictiva denunciada es atribuible en su caso al donante y no al
donatario, como lo establece el artículo en cita; por tanto, agregó la Sala Civil responsable,
contrario a lo sostenido por el Juzgador, en este caso no se cumplió con la hipótesis
establecida en la fracción I del artículo 2224 del Código Civil abrogado. Por consecuencia, la
ad quem concluyó que: en autos no quedó acreditada la comisión de un delito o la existencia
de alguna conducta del donatario que pueda ser calificada como punible, y por ello, contrario
a lo sostenido por el juzgador, no encontró justificado el segundo de los elementos de la
acción revocación por ingratitud, reiterándose por parte de la Sala colegiada estatal que, de
las copias certificadas de la referida averiguación previa se desprendió que el denunciante era
el donatario, y que al ser ello así, la conducta delictiva denunciada no podía ser imputable a
él, sino al donante, pues la sola presentación de la denuncia penal por fraude que realizó el
demandado (donatario) en el principal, no podía considerarse en sí misma como una conducta
que conllevase a la determinación de la existencia de un delito en contra del donante, sus
bienes o su honra; concluyéndose, por ende, que al no actualizarse la causa de revocación, la
acción intentada por **********, resultó improcedente. Ahora, contrario a lo sostenido por
el quejoso, este órgano jurisdiccional federal concluye que tal determinación no es violatoria
de garantías, según las propias razones en que se sustentó y a las cuales se remite
expresamente en razón de la denominada economía procesal y en observancia al principio de
expeditez en la administración de justicia previsto por el artículo 17 constitucional. Se adopta
la precedente determinación, porque con independencia de que, previo análisis integral de la
demanda de amparo formulada por ********** este cuerpo colegiado federal no advierte la
existencia de un concepto de violación que se encuentre dirigido a controvertir esa
consideración fundamental de la responsable, relativa a que no se actualizaron los supuestos
de revocación de la donación previstos por la fracción I del artículo 2224 del abrogado
Código Civil para el Estado de México, porque de la averiguación previa número
********** se advirtió por la Sala Civil que el denunciante era ********** y el denunciado
********** es decir, que la conducta delictiva de fraude, según dicha averiguación, se
imputaba al donante por el donatario, lo que de suyo inactualizaba los supuestos de la
indicada norma; pero, además, la Sala destacó que la sola presentación de una denuncia penal
o querella no podía considerarse en sí misma como una conducta que conllevara a la
determinación de la existencia de un delito en contra de la persona, los bienes o la honra del
donador. Sin embargo, al tenerse en cuenta que, en sus conceptos, el quejoso señaló que la
Sala Civil responsable no acató lo dispuesto por el artículo 192 de la Ley de Amparo, pues no
tuvo en cuenta las tesis que el Juez natural citó, relacionadas con la acción de revocación, por
ingratitud, de la donación, indicándose en tales criterios que para la procedencia de dicha
revocación no es necesario que la conducta asumida por el donatario deba ser calificada
como punible en el juicio; ante ello, este órgano jurisdiccional precisa que es legal la decisión
de la responsable, en el sentido de que la sola presentación de una denuncia o querella no
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puede ser calificada para los efectos de la acción pretendida por el quejoso, como una
conducta que implique la comisión de un delito en contra del donante, pues se trata del
ejercicio de un derecho previsto incluso por el artículo 16 constitucional, en cuanto ahí se
establece la facultad de denunciar o querellarse por algún hecho que la ley señale como
delito, esto es, querellarse en contra de alguna persona cuando se estimen actualizadas
conductas probablemente delictivas que incidan en la esfera de derechos del denunciante,
correspondiéndole a los órganos de procuración y administración de justicia del Estado,
tipificar o no la conducta denunciada. Luego, si en la fracción I del artículo 2224 del
abrogado Código Civil para el Estado de México, textualmente se establece que sólo procede
la revocación de la donación, por ingratitud, si ‘el donatario comete algún delito contra la
persona, la honra o los bienes del donante’; de ello se sigue que para la actualización de dicha
causa de revocación, debe concurrir, como requisito ‘sine qua non’, la comisión de un delito,
aun interpretado éste desde el punto de vista puramente civil. En el anterior contexto,
indiscutiblemente carece de sustento lo alegado por el quejoso en el sentido de que por
haberlo denunciado el aquí tercero perjudicado, con ello se actualizaba la comisión de un
delito, y que la Sala no advirtió el criterio que sustenta la mencionada tesis en donde se alude
que en materia civil no es necesario que la conducta asumida por el demandado deba ser
calificada como punible dentro de un proceso penal, en tanto que se persiguen fines distintos
entre éste y el proceso civil, ya que en el primero se busca la verdad real, mientras que en el
segundo se pretende establecer una verdad legal, y que, por ello, la premisa que establece el
numeral 2224, fracción I, del abrogado Código Civil, no necesariamente debe interpretarse en
el sentido de que deba probarse que el donatario cometió un delito en contra del donante o
sus descendientes, sino solamente acreditar la ingratitud. Lo argumentado carece de sustento
porque, adverso a lo sostenido por el quejoso, el referido precepto y fracción del abrogado
Código Civil en que fundó su acción de revocación, previamente transcrito, establece como
una condición para la procedencia de la revocación de la donación, por ingratitud, que el
donatario cometa algún delito en contra de la persona, la honra o los bienes del donante, o
bien, contra sus ascendientes, descendientes o cónyuge. Por tanto, al ser ello así, se concluye
que es legal la resolución adoptada por la Sala Civil responsable, pues como lo destacó, el
hecho mismo de formular una denuncia o querella en contra del donante no puede constituir,
en sí y por sí mismo, la comisión de un delito, y menos, si, como a su vez lo destaca el
quejoso, dicha averiguación nunca se integró y tampoco fue consignada ante algún órgano
jurisdiccional penal, por lo que esta última circunstancia corrobora aún más la legalidad de la
determinación de la autoridad responsable, en cuanto a la improcedencia de la acción de
revocación, puesto que la conducta asumida por el donatario y aquí tercero perjudicado, no
actualizó la ingratitud como causa de revocación, ya que, se reitera, la supracitada
disposición de la legislación sustantiva abrogada, es muy clara al señalar como requisito
esencial o indispensable para poder decretar esa nulidad, el acreditamiento de la comisión de
un delito por parte del donatario, y que el mismo se hubiese realizado precisamente en contra
del donante, de sus ascendientes, descendientes o cónyuge, lo que tendría que demostrarse
con una sentencia de condena que se hubiere pronunciado, de ahí que, se reitera, resulte
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apegada a derecho la apreciación de la autoridad responsable en el sentido de que la
circunstancia de denunciar hechos ante la representación social no constituye un delito, por
más que el mismo sea imputado al donante y ahora quejoso, sin que, por el hecho de no
haberse consignado tal averiguación pudiera deducirse que se tratara de una falsa acusación o
denuncia, pues como antes se precisó, la sola acción de querellarse ante el órgano persecutor
de los delitos no constituye ilícito alguno. Por tanto, se sostiene, en definitiva, que lo resuelto
al respecto por la autoridad responsable se encuentra apegado a derecho, pues se hace
hincapié en que, como lo sostuvo la autoridad responsable, la sola existencia de una denuncia
de hechos no integra la hipótesis normativa prevista por el artículo 2224, fracción I, del
abrogado Código Civil para el Estado de México. Conviene precisar que similar criterio
sostuvo ya este órgano jurisdiccional al resolver el treinta de septiembre del dos mil ocho el
diverso amparo número 566/2008, promovido por **********. Así, se precisa a su vez que
este órgano jurisdiccional federal no comparte el criterio que sustenta la tesis del Tribunal
Colegiado del Vigésimo Circuito, invocada por el quejoso, con el rubro: ‘REVOCACIÓN
DE LA DONACIÓN POR INGRATITUD, NO ES NECESARIO QUE LA CONDUCTA
ASUMIDA POR EL DONATARIO DEBA SER CALIFICADA COMO PUNIBLE EN EL
JUICIO TRATÁNDOSE DE LA.’, que aparece publicada en la página 368, del Tomo XI,
marzo de 1993, Octava Época, del Semanario Judicial de la Federación; por tanto, con
fundamento en lo dispuesto por el artículo 197-A, de la Ley de Amparo, así como en lo
establecido en la jurisprudencia por contradicción de tesis 2a./J. 130/2008, emitida por la
Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, misma que aparece publicada en
la página 262 del Tomo XXVIII, septiembre del 2008, Novena Época del Semanario Judicial
de la Federación y su Gaceta, cuyo rubro dice: ‘TESIS AISLADA O DE
JURISPRUDENCIA INVOCADA EN LA DEMANDA DE AMPARO. CORRESPONDE
AL ÓRGANO JURISDICCIONAL PRONUNCIARSE EN TORNO A SU
APLICABILIDAD O INAPLICABILIDAD AL CASO CONCRETO,
INDEPENDIENTEMENTE DE QUE LA QUEJOSA ESGRIMA O NO ALGÚN
RAZONAMIENTO AL RESPECTO.’; procédase a denunciar ante la Primera Sala de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, la posible existencia de una contradicción entre lo
resuelto por el mencionado órgano jurisdiccional del Vigésimo Circuito y este Tribunal
Colegiado. Así, deben desestimarse todos y cada uno de los conceptos esgrimidos, vinculados
con que, según el promovente del amparo se ‘acreditaron todos y cada uno de los hechos en
que se hizo consistir la ingratitud’, pues lo que realmente interesa al asunto planteado es que
habiéndose sustentado la acción de revocación en lo dispuesto por la fracción I del artículo
2224 del abrogado Código Civil, nunca se justificó con la copia certificada de una sentencia
de condena, que el donatario hubiese cometido algún delito contra el donante, según aquellas
consideraciones de la autoridad responsable que, según se precisó ya, no fueron
eficientemente controvertidas ... Por lo expuesto y fundado, se resuelve: ÚNICO. La Justicia
de la Unión no ampara ni protege a ********** por su propio derecho, respecto de la
resolución que reclamó de la Primera Sala Colegiada Civil de Tlalnepantla, del Tribunal
Superior de Justicia del Estado de México, dictada el uno de diciembre de dos mil ocho en el
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toca número 846/2008, y su ejecución, según fue considerado en esta sentencia
constitucional."
2. El treinta de septiembre de dos mil ocho, al resolver el amparo directo civil 566/2008,
determinó lo siguiente:
"Este argumento resulta infundado, toda vez que, adverso a lo indicado por la peticionaria, el
dispositivo legal en que fundó su acción de revocación, previamente transcrito, ciertamente
establece como hipótesis normativa de procedencia para que pueda determinarse una
revocación de donación por ingratitud, que el donatario cometa algún delito en contra de la
persona, la honra o los bienes de la donante, o bien, en contra de sus ascendientes,
descendientes o cónyuge. Al ser esto así, es claro que el criterio aplicado por la Sala
responsable fue correcto, pues el hecho mismo de formular una denuncia en contra de ‘quien
resulte responsable’, no pudo constituir un delito en sí mismo, y menos podría considerarse
cometido en agravio de la hoy quejosa, en tanto que, como bien lo dijo el tribunal de alzada,
la acción de denunciar hechos no constituye un delito, y si bien es cierto que esa denuncia de
hechos trajo como consecuencia el encausamiento penal de la quejosa y de su hija
********** esa circunstancia tampoco resultó en la comisión de un delito en contra de la
peticionaria del amparo o de su mencionada descendiente. Entonces, contrario a lo afirmado
por la quejosa, no basta con que exista alguna forma de ‘ingratitud’, para que por ello
proceda la acción de nulidad de donación, cuando la disposición legal en comento es muy
clara al señalar como requisito esencial para poder decretar esa nulidad, el acreditamiento de
la comisión de un delito por parte del donatario, y que el mismo se hubiese realizado
precisamente en contra de la persona de la donante, de sus ascendientes, descendientes o
cónyuge. Insistiendo sobre este tópico, la quejosa también señaló que la Sala responsable se
abstuvo de analizar todos los medios de convicción que se aportaron, porque de haberlo
hecho se hubiese percatado de que el demandado sí se querelló y formuló imputaciones
directas en contra de su madre, la hoy quejosa, y de su hermana ********** como tampoco
observó que la denuncia se formuló únicamente en contra de la peticionaria y de su hija,
dejando de considerar, además, que el artículo 154 del Código Penal del Estado de México,
contempla el tipo penal de acusación o denuncias falsas; que si bien es cierto que fue el
Ministerio Público quien determinó el ejercicio de la acción penal, también es cierto que la
intención del demandado, como licenciado en derecho y notario público, fue la de iniciar una
averiguación previa directa en contra de la quejosa y de su hermana, que culminara, como
dijo la peticionaria que finalmente sucedió, con su detención y encarcelamiento; para concluir
sus iniciales argumentaciones, la quejosa señaló que si bien es cierto, como lo afirmó la Sala
responsable, que la determinación de que una conducta es un delito, sólo puede ser
establecida y declarada por los órganos jurisdiccionales en materia penal, también lo es que el
juicio de origen fue de materia civil, y que por ello tanto el Juez primigenio como la propia
Sala responsable debieron analizar la causal de revocación a la luz de la ingratitud del
demandado, y no a la luz de si su conducta es típica penalmente, por la simple y sencilla
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razón de que carecen de facultades para ello. Lo anterior tampoco prospera, pues como ya se
dijo, fue acertada la apreciación de la Sala responsable en el sentido de que el hecho mismo
de denunciar hechos ante la representación social, no constituye un delito, por más que en la
correspondiente indagatoria se hubiesen imputado hechos a la hoy quejosa o a su hija, o que
con ello se hubiese sujetado a la peticionaria del amparo a promover un juicio de garantías
para protegerse de los actos de autoridad correspondientes, pero además, si la impetrante de
tutela de garantías consideró que el hecho de formular una denuncia pudo integrar el injusto
de acusación o denuncias falsas, es evidente que, en primer lugar, esa falsedad de la
acusación o denuncia necesitaba ser probada, y en segundo término, este Tribunal Colegiado
no puede dejar de advertir que el ilícito mencionado no se encuentra considerado por la ley
penal como un delito que pueda ser cometido en contra de particulares, en tanto que el
artículo 154 a que se refiere la peticionaria es parte del subtítulo tercero, ‘delitos contra la
administración de justicia’, del Código Penal del Estado de México, por lo que la hoy quejosa
o su descendiente no podrían ser consideradas como sujetos pasivos de un delito cuyo bien
jurídico tutelado lo es la administración de la justicia; finalmente, el propio artículo antes
mencionado, en su párrafo segundo, determina que solamente se procederá en contra del
autor del delito cuando exista sentencia ejecutoriada o auto de sobreseimiento dictado por el
órgano jurisdiccional que hubiese conocido del injusto falsamente imputado, lo que en la
especie no ha sido acreditado con medio de convicción idóneo. Por consecuencia, lo
razonado y resuelto al respecto por la Sala responsable fue correcto, pues la sola existencia de
una denuncia de hechos no integró la hipótesis normativa prevista por el artículo 7.642,
fracción I, del Código Civil del Estado de México, y menos aún pudo dar lugar a la
integración del delito previsto en el artículo 154 del Código Penal, si en el juicio de origen no
se acreditó la falsedad de la acusación o denuncia en los términos previstos por este numeral.
En este orden de ideas, carece de sustento jurídico el alegato de que las acciones del
demandado no debieron ser analizadas a la luz de si su conducta imputada al demandado
resultaba penalmente reprochable, sino ‘a la luz de la ingratitud de **********’, por cuanto,
como se ha visto, la disposición legal en que se fundamentó la acción intentada se refiere
precisamente a que debe acreditarse la comisión de un delito en contra de la donante, de sus
bienes, ascendientes, descendientes o cónyuge, para que así pueda proceder la acción de
revocación de donación por causa de ingratitud; de modo tal que, no basta con la
demostración de acciones que pudieran considerarse ‘ingratas’, para que por ello debiera
proceder la acción intentada, si los extremos propios de la misma no fueron acreditados. En el
segundo de sus motivos de inconformidad, la quejosa se refirió a que si la Sala responsable
estimó que no correspondía a un Juez Civil determinar si los hechos imputados al demandado
resultaban constitutivos de un delito, entonces debió precisar qué era lo que le correspondía
determinar al juzgador con relación a la causal de revocación contenida en el artículo 7.642,
fracción I, del Código Civil del Estado de México, particularmente en lo relativo a la
ingratitud, y que si es un hecho confesado por el enjuiciado el que se ha negado a entregar a
la quejosa la posesión del inmueble objeto de la revocación, a pesar de que la peticionaria
ostenta un derecho real de usufructo vitalicio sobre el mismo, si ese hecho no constituye un
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delito, conforme lo señaló la Sala responsable, en la opinión de la quejosa, resulta innegable
que ese comportamiento evidencia una ausencia de gratitud que la Sala responsable no
consideró en su sentencia. Abundando sobre lo anterior, la peticionaria dijo que el
demandado es notario público del Estado de México, y que no obstante ello desconoció el
alcance jurídico de una escritura pública que contiene el usufructo vitalicio a favor de la
quejosa sobre el inmueble motivo de la donación, y que ello, a consideración de la Sala
responsable, no puede estimarse como un acto de ingratitud, porque para dicha autoridad,
dijo la quejosa, el agradecimiento no tiene nada que ver con la gratitud y el donatario puede
mentir y vulnerar los derechos de la donante, sin que ello signifique o se interprete como una
ausencia de gratitud. Que, en esas circunstancias, si un Juez Civil carece de facultades para
determinar los hechos que puedan constituir delito, y si los actos que realice el donatario en
perjuicio del donante no pueden estimarse como ingratitud, en opinión de la quejosa, la
hipótesis prevista por el artículo 7.642 del Código Civil del Estado de México, nunca se va a
actualizar, y por ello debería derogarse. Para concluir su segundo motivo de disenso, la
peticionaria adujo que la gratitud del donatario es una obligación personal cuyo
incumplimiento genera una sanción consistente en la revocación de lo donado; que el
demandado mintió ante la presencia judicial en perjuicio de la quejosa, cuando se negó a
reconocer el usufructo vitalicio respecto del inmueble motivo de la donación; cuando
injustificadamente denunció a la quejosa y a su hija por un delito que, dijo la impetrante, no
se ha justificado, si bien a juicio de la responsable no se cometió un delito, sí se cometieron
actos de ingratitud que debieron ser motivo de análisis y valoración por parte de la Sala
responsable para determinar la procedencia de la acción intentada, por lo cual, concluyó la
quejosa, para el tribunal de alzada el incumplimiento de una obligación personal no
constituye un acto de ingratitud. Estos alegatos son igualmente infundados, pues como ya se
ha señalado, el requisito de procedencia de la acción de nulidad de donación por ingratitud
que establece el artículo 7.642 del Código Civil del Estado de México, se refiere en forma
expresa a la comisión de un delito por parte del demandado en contra de la donante, sus
bienes, ascendientes, descendientes o cónyuge, de ahí que no baste con la existencia de actos
realizados por el donatario que pudieran interpretarse como una ausencia de agradecimiento
hacia la donante, para que por ello debiera proceder la acción de revocación de donación. En
similares términos, la falta de cumplimiento de una obligación personal del donatario hacia la
donante, tampoco puede dar lugar a esa revocación, en tanto no exista una conducta que
pueda considerarse como delito cometida por el donatario en contra de la donante, sus bienes,
ascendientes, descendientes o cónyuge. Por el mismo motivo, una conducta de falta de
agradecimiento por parte del donatario hacia la donante, tampoco puede justificar legalmente
la procedencia de una revocación de donación, debido al imperativo legal antes mencionado.
En cuanto se refiere al alegato genérico relativo a que si un Juez Civil carece de facultades
para apreciar la existencia de un delito, entonces no podría actualizarse en momento alguno la
hipótesis normativa contenida en el artículo 7.642, fracción I del Código Civil del Estado de
México, debe decirse que no se ajusta a la realidad lo así manifestado, pues en el juicio de
revocación de donación correspondiente, el acreditamiento de la existencia de una conducta
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 175/2009.
penalmente reprochable atribuida al donatario y cometida en perjuicio de su donante, sí pudo
ser motivo de actividad probatoria que permitiera establecer la existencia de una resolución
jurisdiccional de naturaleza penal en la cual se hubiese tenido como sujeto activo de un delito
al enjuiciado y como sujeto pasivo a la donante, ascendientes, descendientes o cónyuge, pero
si en el caso a estudio la quejosa pretendió que la existencia de un delito debía desprenderse
solamente del hecho de que el enjuiciado se condujo con falsedad en un diverso
procedimiento sobre terminación de contrato verbal de arrendamiento, así como porque
formuló una denuncia de hechos ‘contra quien resulte responsable’, que dio lugar al ejercicio
de la acción penal en contra de la quejosa y de su hija, es evidente que esos actos atribuidos
al demandado no podían ser constitutivos de delito, sin que mediaran pruebas de actuaciones
de instancias diversas que establecieran la existencia de conductas penalmente reprochables
en perjuicio del enjuiciado, de ahí se concluye que el relativo argumento que se contesta
resulte infundado. Además, como ya se dejó establecido en el párrafo precedente, para la
procedencia de la acción intentada en el juicio de origen no bastaba con demostrar la
existencia de ciertos actos que pudieran ser considerados como faltas de gratitud por parte del
donatario hacia la donante, sino que era menester satisfacer los extremos de tal acción, esto
es, demostrar mediante prueba idónea la declaración judicial de que el demandado cometió
un delito en contra de la hoy quejosa, de sus bienes, de sus ascendientes, descendientes o
cónyuge, y si no se hizo así, el sentido confirmatorio de la sentencia reclamada quedó
plenamente justificado ... ÚNICO. La Justicia de la Unión no ampara ni protege a
********** quien promovió este juicio de garantías por su propio derecho, en contra del acto
que en esta vía constitucional reclamó de la Segunda Sala Colegiada Civil de Tlalnepantla,
del Tribunal Superior de Justicia del Estado de México, consistente en la sentencia que
pronunció el nueve de mayo de dos mil ocho en los autos del toca de apelación 310/2008."
II. El entonces Tribunal Colegiado del Vigésimo Circuito.
El nueve de diciembre de mil novecientos noventa y dos al resolver el amparo directo 588/92,
sostuvo lo siguiente:
"CUARTO. Los conceptos de violación formulados por la parte quejosa son infundados unos
e inoperantes otros. En efecto, carece de consistencia jurídica lo alegado respecto a que es
contraria a derecho la aseveración realizada por la Sala responsable, en el sentido de que no
es necesario que la conducta de ingratitud asumida por el donatario deba ser calificada como
punible dentro de un proceso penal, ya que en el caso que nos ocupa los actores, ahora tercero
perjudicados, fundan su acción en la comisión de un ilícito, respecto a la cual no existe
resolución en firme que declare la existencia de un delito cometido por la quejosa en contra
de los terceros perjudicados, quienes inventaron hechos que hasta la presente fecha no han
sido calificados como punibles ya que el auto de formal prisión dictado en contra de la
peticionaria de garantías fue revocado por la Sala Penal del Supremo Tribunal de Justicia del
Estado, en el toca de apelación número 232-A/992; lo anterior es así, toda vez que se estima
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 175/2009.
correcto el proceder de la Sala ad quem, pues ello resulta así de la interpretación armónica y
sistemática de los artículos 2344 y 2346 del Código Civil para el Estado de Chiapas, y lo cual
se traduce en que si la prescripción de la acción de revocación de la donación por causa de
ingratitud debe promoverse dentro de un año contado a partir de que el donante tenga
conocimiento de los hechos, es obvio que el esperar a que se dicte una sentencia definitiva
que condene al donatario por la comisión de un ilícito en agravio del donante, traería como
consecuencia que ya no pudiera ejercitarse la acción en comento, además de que, con
independencia de lo anterior, se trata de dos materias distintas en las que se persiguen fines
diversos, supuesto que en materia civil se busca la verdad legal a la luz de los elementos de
convicción que las partes aporten a juicio, en tanto que en materia penal se busca la verdad
real con el objeto de sancionar o absolver al acusado, aunado a la circunstancia de que la
parte quejosa estuvo en aptitud de poder desvirtuar los hechos en que los ahora terceros
perjudicados sustentaron su acción, a través de todos los medios legales a su alcance y al no
haberlo hecho así, debe estar y pasar por deficiencias de su defensa, no es óbice para resolver
en el sentido que se hace lo manifestado en relación a que la Sala Penal del Supremo Tribunal
de Justicia del Estado, revocó el auto de formal prisión decretado por el Juez del ramo penal,
en atención a que dicho elemento de prueba no fue ofrecido ante la Sala ad quem, y por ello,
la citada Sala responsable no se ocupó del mismo, además de que, de la minuciosa lectura de
los autos relacionados no se aprecia que se haya ofrecido como probanza, y lo cual trae como
consecuencia que este Tribunal Colegiado no pueda analizar ni resolver nada al respecto.
Asimismo, es inoperante lo aducido respecto a que bajo ninguna circunstancia se acreditó la
ingratitud en contra de los donantes, ya que únicamente fundan su argumento con las
testimoniales de ********** violando el juzgador el contenido del artículo 406 del Código
de Procedimientos Civiles para el Estado, al realizar un erróneo uso del arbitrio que se le
confiere; al respecto, cabe decir, que dicho razonamiento deviene inoperante toda vez que al
haberse interpuesto el recurso de apelación y con ello haber excitado la actividad
jurisdiccional del tribunal de alzada y al resolver la controversia jurisdiccional la Sala ad
quem se sustituyó al absolver la jurisdicción del Juez de primera instancia y, por ende,
cesaron los efectos de la sentencia de primer grado y, por ello, ningún pronunciamiento deba
hacerse al respecto. Ahora bien, es infundado lo externado en relación a que con las pruebas
aportadas por la parte quejosa se demuestra en un lugar diferente del que se dijo sucedieron
los hechos; se dice así, en atención a que la prueba testimonial a cargo de ********** y
********** carece del valor legal que pretende atribuirle el apoderado legal de la impetrante
de la acción constitucional, toda vez que del análisis de la misma, se aprecia, por una parte,
que tanto las preguntas como las respuestas fueron realizadas en términos idénticos; y, por la
otra, que al contestar las repreguntas formuladas por el mandatario de la parte actora, ahora
tercera perjudicada, incurrieron en diversas imprecisiones que llevan a estimar que se trata de
testigos previamente aleccionados; y, por lo que hace a las diversas documentales que ofreció
con el carácter de supervenientes, las mismas no son de tomarse en consideración en atención
a que las mismas fueran rechazadas en los acuerdos relativos, y sin que en contra de los
mismos se hubiese hecho valer medio de defensa legal alguno, y, en consecuencia, ningún
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 175/2009.
perjuicio le irroga el proceder de la responsable al dejar de mencionar los medios de
convicción aportados a juicio por la parte quejosa. En otro aspecto, carece de consistencia
jurídica lo aducido en el sentido de que la Sala Civil responsable hizo mal uso de lo
estipulado por el artículo 406 del Código de Procedimientos Civiles para el Estado, al darle
valor jurídico pleno a las testimoniales de ********** quienes tienen íntima relación de
parentesco; al caso, debe decirse, que a criterio de este Tribunal Colegiado la Sala Civil
responsable actuó conforme a derecho al establecer que los desposados vertidos en autos por
los testigos propuestos por la parte actora, ahora tercero perjudicado, resultaban aptos y por
ello debía otorgárseles pleno valor probatorio, además que de la forma en que se relató cómo
sucedieron los hechos, o sea, en el interior del domicilio de los terceros perjudicados, cuando
estaba anocheciendo, es obvio que los únicos que podrían haberse dado cuenta de las cosas
son precisamente los familiares que viven en el mismo domicilio, sin que por esa sola razón
deban desestimarse los testimonios de mérito, sobre todo si en forma congruente dieron la
razón de su dicho, y ello no fue desvirtuado a través de prueba apta para tal fin; sin que sea de
tomarse en consideración lo expresado en relación a que no se encuentra corroborado con
otro elemento de convicción, en atención a que de autos consta que la parte actora ofreció
como prueba de su parte la copia certificada de la causa penal número 676/991, de las del
índice del Juzgado Tercero del ramo penal de esta ciudad, instruida en contra de la ahora
quejosa y otras personas, lo cual corrobora el dicho de los aludidos testigos, en el sentido de
que en contra de los actores se cometió un hecho reputado por la ley como un ilícito, y sin
que tenga relevancia lo externado en cuanto a que la formal prisión decretada en contra de la
quejosa fue revocada por la Sala Penal del Supremo Tribunal de Justicia en el Estado, al
resolver el recurso de apelación interpuesto en su contra, toda vez que tal circunstancia no fue
debidamente demostrada en autos, y, por ello, la ad quem nada pudo estimar al respecto y
menos puede hacerlo este tribunal al no existir constancia alguna que así lo demuestre; en
consecuencia, y no existiendo queja deficiente que suplir, lo procedente es negar el amparo y
protección de la Justicia Federal solicitados. Por lo expuesto, fundado y con apoyo en los
artículos 76, 77, 78 y demás relativos de la Ley de Amparo, se resuelve: ÚNICO. La Justicia
de la Unión no ampara ni protege a ********** a través del licenciado ********** en su
carácter de apoderado general para pleitos y cobranzas de la quejosa contra el acto que
reclama de la Sala Civil del H. Supremo Tribunal de Justicia del Estado, con residencia en
esta ciudad, identificado en el resultando primero de esta resolución."
De las transcripciones anteriores, esta Primera Sala estima que sí existe la contradicción de
tesis denunciada.
Con la finalidad de demostrar lo anterior, en primer lugar, hay que señalar que, como se
advierte, los tribunales contendientes analizan la misma cuestión jurídica, a saber: si para
actualizarse el supuesto de la revocación de la donación por ingratitud, es o no necesario que
la conducta asumida por el donatario haya sido calificada como punible mediante una
sentencia derivada de un proceso penal.
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 175/2009.
En efecto, como se advierte de las transcripciones realizadas, los cuerpos colegiados
contendientes analizaron casos en los que se ejercitó una acción de revocación de la
donación, y dentro de los juicios analizaron si con las probanzas aportadas por las partes se
consideraba que se actualizaba la causal de ingratitud al haber cometido el donatario un delito
en contra del donante, sus ascendientes, descendientes o cónyuge.
En segundo lugar, dichos Tribunales Colegiados sostienen sobre la cuestión analizada
posiciones contradictorias entre sí: el Segundo Tribunal Colegiado en Materia Civil del
Segundo Circuito al resolver el amparo directo civil 136/2009 y el diverso amparo directo
civil 566/2008, sostuvo que, para demostrar la ingratitud del donatario en una acción de
revocación de la donación, cuando la conducta asumida por éste, acredite la comisión de un
delito que se haya realizado en contra del donante, de sus ascendientes, descendientes o
cónyuge, se requiere una sentencia de condena seguida dentro de un proceso penal.
Señaló que lo anterior era así, ya que no basta con la demostración de acciones que pudieran
considerarse "ingratas", para que por ello debiera proceder la acción intentada, si los
extremos propios de la misma no fueron acreditados.
Adujo que en efecto, el artículo 7.642 del Código Civil del Estado de México, se refiere en
forma expresa a la comisión de un delito por parte del donatario en contra del donante, sus
bienes, ascendientes, descendientes o cónyuge, por lo que no basta con la existencia de actos
realizados por el donatario que pudieran interpretarse como una ausencia de agradecimiento
hacia el donante, para que por ello debiera proceder la acción de revocación de donación.
Por su parte, el entonces Tribunal Colegiado del Vigésimo Circuito al resolver el amparo
directo 588/92, señaló que bastaba con que se demuestre la ingratitud del donatario en contra
del donante para la revocación de la donación, sin que resulte necesario que exista sentencia
condenatoria dentro de un proceso penal.
Consideró que de la interpretación armónica de los artículos 2344 y 2346 del Código Civil
para el Estado de Chiapas, si la prescripción de la acción de revocación de la donación por
causa de ingratitud debe promoverse dentro de un año contado a partir de que el donante
tenga conocimiento de los hechos, resulta lógico que la espera a que se dicte la sentencia que
condene al donatario por la comisión de un ilícito contra el donante, se traduciría en que ya
no podría ejercerse dicha acción.
Señaló que se trata de dos materias distintas en las que se persiguen diferentes fines, ya que
en materia civil se busca la verdad legal a la luz de los elementos de convicción que las partes
aporten a juicio, y en materia penal se busca la verdad real con el objeto de sancionar o
absolver al acusado.
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 175/2009.
De lo anterior se advierte la contradicción de criterios, pues el Segundo Tribunal Colegiado
en Materia Civil del Segundo Circuito consideró que como requisito esencial para la
actualización del supuesto de revocación de la donación señalado, era necesario que se
demostrara la existencia del delito con una sentencia de condena y, por su parte, el Tribunal
Colegiado del Vigésimo Circuito sostuvo que no era necesario que la conducta de ingratitud
asumida por el donatario debiera ser calificada como punible dentro de un proceso penal,
para la actualización de la revocación de la donación.
Finalmente, las posiciones contradictorias se encuentran en las interpretaciones jurídicas de
los referidos cuerpos colegiados realizadas a los diversos Códigos Civiles del Estado de
México y del Estado de Chiapas, en lo referente a la revocación por ingratitud del contrato de
donación y demás correlativas.
En los Códigos Civiles de los Estados de México y Chiapas, sujetos a análisis, se prevén las
siguientes causas de revocación por ingratitud:
Ver transcripciones 1
De las anteriores transcripciones se advierte que en las dos entidades federativas a que se ha
hecho referencia, la acción de revocación por ingratitud se encuentra prevista de manera
similar, por lo que se considera posible analizar las disposiciones como si se tratara de una
sola.
De tal suerte, que si bien estamos ante legislaciones de diversos Estados, lo cierto es que el
texto de dichos ordenamientos es similar.
Con base en lo expuesto, se arriba a la convicción de que sí existe contradicción de tesis, ya
que de las ejecutorias transcritas se evidencia que se examinaron cuestiones esencialmente
iguales, adoptándose sobre el particular criterios discrepantes.
En estas condiciones, la contradicción de tesis se centra en determinar si para actualizarse el
supuesto de revocación de donación por ingratitud del donatario ante la comisión de un
delito, es o no necesario que se demuestre mediante una sentencia ejecutoriada la condena
por un delito al donatario en contra de la persona, bienes o la honra del donante, sus
ascendientes, descendientes o su cónyuge.
QUINTO. Esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación considera que debe
prevalecer, con el carácter de jurisprudencia, el criterio que se sustenta en el presente fallo, en
el sentido de que para actualizarse el supuesto de revocación de la donación por ingratitud
por la comisión de un delito, no es un requisito necesario demostrar mediante una sentencia
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 175/2009.
que determine la existencia de un delito penal.
Para justificar la conclusión a la que se ha llegado, es necesario tomar en consideración la
naturaleza del contrato de donación, analizar los supuestos en los cuales la ley permite la
revocación del contrato, y finalmente estudiar el supuesto de revocación por ingratitud del
donatario por la comisión de un delito en contra del donante, (lo anterior considerando las
legislaciones del Estado de México, vigentes en el momento en que fueron celebrados los
contratos de donación que estudió el Segundo Tribunal Colegiado en Materia Civil del
Segundo Circuito, y la legislación vigente del Estado de Chiapas, analizada por el diverso
tribunal contendiente).
Para efectos de lo anterior se dividirá el presente estudio en los siguientes apartados;
naturaleza del contrato de donación, dentro de éste se hará referencia a los supuestos de
revocación del contrato de donación, para posteriormente analizar específicamente; la
revocación del contrato de donación por ingratitud; alcance del término ingratitud por la
comisión del delito; análisis del supuesto en el ámbito procesal y conclusión.
• Naturaleza del contrato de donación
En el título V del libro XXXIX del Digesto, denominado "De las donaciones", se establecía
que la donación es la "liberalidad, dádiva que se hace espontáneamente sin que ninguna razón
ni derecho nos obligue. De lo que se infiere que ha de tener su origen en la generosidad y
munificencia, y que el fin ha de ser que la adquiera el que la recibe y por ningún caso vuelva
al donante".
En las legislaciones estatales sometidas a estudio, en relación con el contrato de donación, se
señala lo siguiente:
Ver transcripción 1
Como puede advertirse de lo anterior, en las legislaciones se establece que la donación es un
contrato por el que una persona transfiere a otra, gratuitamente, una parte o la totalidad de sus
bienes presentes; se clasifica en pura, condicional, onerosa o remuneratoria. En los casos
resueltos por los Tribunales Colegiados podemos decir que se trató de una donación pura,
puesto que se otorgó en términos absolutos.
De acuerdo con lo anterior, la donación se trata de un acto de carácter liberatorio que realiza
el donante, cuya causa precisamente es la liberalidad, esto es, el animus donandi, y es sólo
esta expresión de voluntad la que constituye al donante en la obligación de cumplir con el
compromiso contraído voluntariamente.
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 175/2009.
Se advierte que, para la perfección del contrato, la ley prevé que el donatario tiene que
aceptar la liberalidad y que ello lo haga saber al donador, transmitiéndose en ese momento la
propiedad y produciendo efectos contra terceros cuando se inscribe en el Registro Público de
la Propiedad.
Otra característica destacable del contrato de donación es que al tratarse de un contrato, la
regla general es que sea irrevocable.
Sin embargo, el legislador ha previsto diversos supuestos en los que estima procedente la
revocación del mismo, los que se encuentran limitados para garantizar la seguridad jurídica
de las transmisiones efectuadas y con ello posibles arrepentimientos arbitrarios que el
donante pudiera alegar con posterioridad.
Dentro de los Códigos Civiles de las entidades federativas a las que pertenecen los tribunales
en contienda, en los artículos 214, 219, 2213 y 2224 del Código Civil para el Estado de
México abrogado, en los diversos 4.56, 4.60, 7.631, 7.642 del vigente y, finalmente, en los
numerales 225, 230, 2333 y 2344 de dicho ordenamiento legal pero para el Estado de
Chiapas, se encuentran previstos los supuestos por los que se estima procedente la acción de
revocación dentro de cuatro rubros, respectivamente, a saber:
1. En las donaciones antenupciales, cuando el donatario cometa adulterio, abandone
injustificadamente el domicilio conyugal por más de seis meses o incumpla sus obligaciones
inherentes a la familia, o por ingratitud de ambos cónyuges.
2. En las donaciones entre consortes, libremente y en todo tiempo por los donantes.
3. Por superveniencia de hijos.
4. Por ingratitud del donatario.
De lo anterior, se advierte que la donación como todos los contratos, es irrevocable desde su
perfección, pero, dadas las peculiaridades de éste, como acto a título gratuito, el Código Civil
permite su revocación por voluntad unilateral del donante, en los casos en que concurra una
causa reconocida por la ley.
• Revocación del contrato de donación por ingratitud
De manera general, la revocación de un negocio jurídico es una declaración de voluntad de
una de las partes por medio de la cual manifiesta, con posterioridad a la perfección del
mismo, su decisión de dejarlo sin efecto de forma total o parcial.
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 175/2009.
La función principal de la revocación es la de extinguir los efectos del negocio jurídico de
que se trate, con posterioridad a su perfección, derivado de un cambio de voluntad de una de
las partes.
En el caso de la donación, al ser acto de carácter volitivo del donante, su revocación está
revestida de esa misma característica, por lo que es necesario que el donante quiera dejar sin
efectos la liberalidad.
Sin embargo, el poder que se le atribuye al donante de revocar la donación está condicionado
a la existencia de los presupuestos determinados taxativamente por la ley.
De tal suerte que, cuando dichas hipótesis se actualizan, el donante puede valorar la opción
de revocar la donación efectuada o no.
Para efectos del presente asunto, nos limitaremos a analizar el supuesto de revocación por
ingratitud del donatario, para lo cual es menester considerar qué es lo que se entiende por
ingratitud, desde sus orígenes.
En el derecho romano se admitió la revocación por ingratitud del donatario. El derecho
clásico la concedió al patrono contra el liberto ingrato, después se otorga al padre y a la
madre, si ésta no había contraído segundo matrimonio, así como a cualquier ascendiente, sin
embargo, las causas de ingratitud se dejaban a la apreciación del donante.
Con posterioridad Justiniano hizo general dicho supuesto a toda revocación, pero tipificó
limitativamente las causas de la conducta ingrata, -pues no se concedía la revocación de
manera "temeraria"-, a saber: injurias graves, atentado a la vida, incumplimiento de carga
moral prometida y daño doloso en los bienes.
Dicha revocación no se verificaba ipso iure, sino estableciéndose la acción de ingratitud,
dependiendo de tal forma de la voluntad del donante ejercerla o no.
En el derecho mexicano la ingratitud como causa de revocación de la donación ha sido
reconocida desde el Código Federal Civil de mil ochocientos setenta, y los códigos de mil
ochocientos ochenta y cuatro y de mil novecientos veintiocho siguieron la misma línea, sin
embargo, no existe exposición de motivos ni desde entonces una definición como tal en la
ley, sino sólo supuestos con base en los cuales se considerará que se está ante conductas
ingratas.
Cabe precisarse que la comisión del delito como motivo para la revocación de la donación,
no es una causal exclusiva del Código Civil Federal Mexicano -que inspira a los de las
diferentes entidades de la República-, sino que esta cuestión proviene desde el Código Civil
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 175/2009.
Francés, también conocido como Código Napoleónico, donde se exigía que la acción de
revocación se acreditaba con el "delito" cometido por el donatario en contra del donante o
donador.
Ahora bien, en los códigos de las legislaciones en contienda, se regula de la siguiente manera:
Ver transcripción 2
Del texto de los artículos transcritos con anterioridad, como primera cuestión es menester
advertir que los Códigos Civiles en análisis exigen un año para deducir la acción de
revocación de la donación por ingratitud, cuestión que se considera primordial para ir
denotando el por qué no es posible pretender que la conducta asumida por el donatario tenga
que ser calificada como punible dentro de un proceso penal.
Lo anterior si se toma en cuenta que si la prescripción de la acción debe promoverse dentro
del término de un año contado a partir de que el donante tenga conocimiento de los hechos,
condicionar la acción hasta la emisión de una sentencia definitiva que condene al donatario
por la comisión de un ilícito contra el donante, sus ascendientes, descendientes o cónyuge,
ocasionaría que en la práctica la mayoría de las veces ya no pudiera ejercitarse la acción,
derivado del plazo en el que se tarda el proceso penal.
En tales términos, para determinar el alcance del supuesto en cuestión, es menester acudir a
una interpretación sistemática de la normatividad en relación con la finalidad de prever en el
Código Civil el supuesto de revocación en estudio.
Una vez sentado lo anterior, se advierte que las legislaciones civiles en análisis prevén como
conductas tipificadas para el supuesto de revocación de la donación por ingratitud, las
siguientes:
1. Que el donatario haya cometido un delito, en contra de la persona, la honra o los bienes de
los siguientes sujetos: donante, ascendientes, descendientes o cónyuge de éste; y
2. Que el donatario no socorra según el valor de la donación, al donante que ha venido a
pobreza.
En tales términos, se advierte que el legislador estableció dos supuestos con base en los
cuales se considerará que el donatario fue ingrato con el donante, sin embargo, no existe
como tal una definición de lo que debe entenderse por ingratitud, ni se prevé un deber
jurídico de agradecimiento concretado en acciones determinadas que deba realizar el
donatario, lo cierto es que se advierte la existencia de dicho deber moral de gratitud al
encontrarse establecidos determinados supuestos que de actualizarse se concretará la
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 175/2009.
revocación del contrato de donación.
La ingratitud se encuentra definida por el diccionario de la Real Academia Española como:
"Desagradecimiento, olvido o desprecio de los beneficios recibidos".
Interpretando en sentido contrario dicha definición, puede decirse que toda persona que de
alguna manera ha recibido un beneficio, debe actuar con correspondencia hacia su
benefactor.
En ese contexto, se aprecia que la existencia de la causal de revocación por ingratitud se
considera ligada directamente con la principal característica de la donación que, como se
señaló, es el animus donandi, ya que si bien el donante al realizar la liberalidad no espera un
beneficio de carácter patrimonial a manera de contraprestación, lo cierto es que de forma
natural espera que el donatario muestre agradecimiento por el enriquecimiento que obtuvo de
él, es decir, espera una consideración superior a la que se daría a cualquier persona por el
hecho de serlo.
En efecto, si el donatario recibe un beneficio en su patrimonio puramente gratuito, es natural
que recaiga sobre él un cierto deber de reconocimiento al donante.
De tal manera se puede decir que al encontrarse estipulado en ley que se revocará la donación
en los casos en los que se viole el "deber de gratitud" que el donatario debe al donante, se
advierte la existencia de un "deber moral" que se convierte en un verdadero deber jurídico al
haber sido establecido en la ley.
Se precisa que los supuestos que se señalan en los Códigos Civiles referidos son situaciones
en las que, de demostrarse en el juicio, hacen evidente que el donatario está faltando al deber
moral de agradecimiento que le debe a la persona que sin ánimo de lucro alguno le realizó
una liberalidad.
En efecto, se considera que el hecho de que el donatario cometa un delito contra la persona,
la honra o los bienes de los siguientes sujetos: donante, ascendientes, descendientes o
cónyuge de éste, o bien, que falte a la ayuda del donante cuando ha caído en pobreza,
constituyen causas evidentes de ingratitud, ya que ante la buena voluntad del donador, el
donatario está faltando a su gratitud.
De tal manera, para estar ante la ingratitud de una conducta en los términos que ha
establecido el legislador, es necesario advertir la intencionalidad del donatario para causar
una afectación a la persona, bienes u honra del donante, sus ascendientes, descendientes o
cónyuge.
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 175/2009.
Lo anterior, ya que la intención de realizar un acto que lesione o afecte a las personas
referidas, constituye un elemento necesario para concatenar la ofensa en contra del donante,
ante una liberalidad que el donatario recibió de su parte y no una simple afectación o lesión
de un bien.
En el momento en que el donador se entera de lo que pudiera considerarse una falta de
gratitud o incluso de una ofensa en su contra o de las personas señaladas por la ley, ésta prevé
los supuestos en que puede solicitar la revocación del acto liberatorio.
Es así que la finalidad de la revocación de la donación por ingratitud se dirige a dotar al
donante de un medio coactivo y psicológico para obligar al donatario al cumplimiento de sus
deberes morales que el ius gratitudinis le impone.
Así las cosas, se advierte que la revocación es el medio para plasmar dentro del ámbito
jurídico el arrepentimiento que la ingratitud provoca en el ánimo del donante, mismo que la
conciencia social considera completamente justificado, y el legislador señala las conductas
tipificadas para que la donación pueda ser revocada, pero no con un sentido técnico jurídico
sino social.
• Ingratitud por comisión de delito
Interesa en el caso el supuesto de revocación previsto en la fracción I de los artículos antes
transcritos, que prevé como causal de ello el caso en que el donatario cometa algún delito
contra la persona, la honra o los bienes del donante o de sus ascendientes, descendientes o
cónyuge, en virtud de que el planteamiento en cuestión deriva de la facultad del Juez Civil de
pronunciarse sobre la revocación de donación por ingratitud, tratándose del supuesto de
comisión de un delito.
Para ese efecto, resulta conveniente volver a transcribir, en la hipótesis que interesa, los
preceptos en análisis.
Ver transcripciones 2
De las transcripciones que anteceden, se advierte que los elementos comunes de la
revocación, conforme a la hipótesis en estudio, son:
a) un donatario
b) ese donatario comete un delito
c) el delito es en contra de la honra o bienes del donante, sus ascendientes, descendientes o
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 175/2009.
cónyuge
En ese contexto, dada la importancia del término "delito" se impone distinguir su significado
para el ámbito penal, y su concepción en el ámbito civil, en el entendido de que es esta última
acepción la que al caso interesa para efectos de determinar los alcances de la ingratitud del
donatario.
En efecto, el concepto de delito para el derecho penal mexicano, sólo puede estarse a las
conductas tipificadas en ley, de conformidad con lo que ha sostenido esta Primera Sala:
"Instancia: Primera Sala
"Tesis aislada
"Fuente: Semanario Judicial de la Federación
"CXXV
"Materia(s): Penal
"Página: 1709
"DELITO, NATURALEZA DEL. El delito es ante todo la acción antijurídica. La decisión
respecto a si una determinada conducta cae en la esfera del derecho punitivo, resulta de la
consideración de que como fundamento de la exigencia de la ley, no es suficiente cualquiera
acción antijurídica si no que se precisa una antijuricidad especial, tipificada, típica y culpable,
es decir, el tipo en sentido técnico especial y conforme a la teoría general del derecho aparece
como el conjunto de todos los presupuestos a cuya existencia se liga una consecuencia
jurídica.
"Amparo penal directo 1532/54. Por acuerdo de la Primera Sala, de fecha 8 de junio de 1953,
no se menciona el nombre del promovente. 26 de agosto de 1955. Unanimidad de cinco
votos. La publicación no menciona el nombre del ponente."
En el artículo 6o. del Código Penal del Estado de México, y el diverso 9o. del Código Penal
para el Estado de Chiapas, se define al delito como sigue:
Código Penal para el Estado de México
"Artículo 6o. El delito es la conducta típica, antijurídica, culpable y punible."
Código Penal para el Estado de Chiapas
"Artículo 9o. El delito es la conducta típica, antijurídica y culpable."
Es así que para efectos penales el delito es una conducta típica, antijurídica y culpable.
-22-
CONTRADICCIÓN DE TESIS 175/2009.
Por su parte, el Código Civil Federal establece la conducta ilícita en los siguientes términos:
"Artículo 1,910. El que obrando ilícitamente o contra las buenas costumbres cause daño a
otro, está obligado a repararlo, a menos que demuestre que el daño se produjo como
consecuencia de culpa o negligencia inexcusable de la víctima."
"Artículo 1,912. Cuando al ejercitar un derecho se causa daño a otro, hay obligación de
indemnizarlo si se demuestra que el derecho sólo se ejercitó a fin de causar el daño, sin
utilidad para el titular del derecho."
"Artículo 1,917. Las personas que han causado en común un daño, son responsables
solidariamente hacia la víctima por la reparación a que están obligadas de acuerdo con las
disposiciones de este capítulo."
"Artículo 1,916. Por daño moral se entiende la afectación que una persona sufre en sus
sentimientos, afectos, creencias, decoro, honor, reputación, vida privada, configuración y
aspectos físicos, o bien en la consideración que de sí misma tienen los demás. Se presumirá
que hubo daño moral cuando se vulnere o menoscabe ilegítimamente la libertad o la
integridad física o psíquica de las personas. ..."
En tales términos se advierte que en el derecho privado, el acto ilícito se considera solamente
en relación al daño. Prescindiéndose de la idea del hecho punible penalmente, y por tanto de
la pena, el Código Civil considera ilícito civil, cualquier hecho, doloso o culposo, que
ocasione a los demás un daño injusto; hecho que es generador de una obligación (de acto
ilícito), que tiene como objeto el resarcimiento del daño.
Es así, que para efectos civiles "delito" debe entenderse en el sentido lato, esto es, como acto
ilícito que trasciende en la esfera de los particulares, mientras que para efectos penales es en
stricto sensu, en el que su aplicación es estricta, deriva del derecho público pues su
trascendencia es a la protección de la comunidad.
En esa tesitura, el término delito, cuando lo utiliza el citado párrafo de los artículos en
contienda, no coincide en forma alguna con esa acepción técnico penal, stricto sensu, sino
que concuerda con un sentido de delito lato sensu, esto es, no como conducta criminosa sino
como el hecho ilícito en sentido amplio que trastoca el derecho privado y por eso trasciende
al derecho civil.
Como apoyo de lo anterior, este Alto Tribunal ha sostenido la diferencia entre el delito y el
ilícito civil, en los siguientes criterios:
-23-
CONTRADICCIÓN DE TESIS 175/2009.
"Sexta Época
"Instancia: Tercera Sala
"Fuente: Semanario Judicial de la Federación
"Cuarta Parte, LXVIII
"Tesis:
"Página: 26
"HERENCIA. PÉRDIDA DEL DERECHO DE LOS PADRES PARA HEREDAR A LOS
HIJOS QUE ABANDONEN. NO REQUIERE SENTENCIA PENAL. No se está en lo justo
al sostener que para que pierda el padre el derecho a heredar los bienes de su hijo, por haber
aquél abandonado a éste, es necesario que la autoridad judicial del orden penal haya dictado
una sentencia declaratoria del delito de abandonó. Esto, porque la fracción VII del artículo
1316 del Código Civil establece que se pierde el derecho a heredar por razón de delito
cometido por el presunto heredero y haciendo su víctima al autor de la herencia. Tal situación
está en desacuerdo con la disposición del Código Civil en la fracción III del artículo 444, que
señala como uno de los casos de la pérdida de la patria potestad el haber abandonado el padre
al hijo, y con el caso de divorcio cuando se señala en las numerosas causas del artículo 267,
pues ya sea por el abandonó, la corrupción, la calumnia, la injuria, no se requiere de la
sentencia penal para que prospere la causa civil. Aunque se trata en realidad de un delito
civil, si es que delito se le puede llamar. Entonces se debe salvar el precedente que siempre
ha cuidado de establecer la Suprema Corte de Justicia para calificar estos hechos, que lo
mismo pueden revestir una manifestación en el Código Penal como tipos de delitos
específicos, que como causa en el orden civil, como simples hechos ilícitos civiles, para la
pérdida de la patria potestad o de ciertos derechos de carácter civil o del estado civil, y debe
establecerse la tesis nítida en el sentido de que la hipótesis prevista en la fracción VII del
artículo 1316 del Código Civil, no requiere de sentencia de autoridad penal.
"Amparo directo 2418/62. **********. 20 de febrero de 1963. Cinco votos. Ponente: Mario
G. Rebolledo F."
"Sexta Época
"Instancia: Primera Sala
"Fuente: Semanario Judicial de la Federación
"Segunda Parte, LII
"Tesis:
"Página: 76
"REPARACIÓN DEL DAÑO, SENTENCIA SUBJUDICE (PRESCRIPCIÓN). Es inexacto
que corresponda a la empresa aseguradora pedir o exigir la reparación del daño proveniente
de delito, ya que el derecho que emana del pago hecho al ofendido fundamentará la acción
para hacer efectivo el monto de la reparación a que el acusado fue condenado como
-24-
CONTRADICCIÓN DE TESIS 175/2009.
consecuencia de su acción delictuosa en virtud de la subrogación operada respecto a los
derechos del ofendido, estando fuera de lugar invocar el artículo 1934 del Código Civil que
se refiere a la reparación de los daños causados con motivo de un acto ilícito civil pero no
penal. Si la reparación del daño es exigible a partir de la fecha en que cause estado la
sentencia condenatoria, resulta evidente que estando subjudice la sentencia impugnada en
amparo, no ha podido prescribir la acción de reparación cuando aún no ha empezado a correr
dicho término.
"Amparo directo 6479/60. **********. 9 de octubre de 1961. Unanimidad de cuatro votos.
Ponente: Juan José González Bustamante."
Ahora bien, de acuerdo con las consideraciones anteriores, se advierte que la intención del
legislador al referirse a la comisión de un delito en los preceptos en análisis no atañe a
conductas típicas dentro de la legislación penal de que se trate, sino que hizo referencia a
acciones que resultan hechos ilícitos porque el donatario, con la finalidad de realizar una
afectación en la esfera de derechos del donante, sus ascendientes, descendientes o cónyuge,
demuestran ausencia en el deber de gratitud que debe el donatario al donante y que, por ende,
son ajenas al ámbito criminal.
Por esa razón es que, en el caso no es necesario utilizar expresiones técnicas penales, como es
la conducta típica, la clasificación de delitos y faltas, o los grados de ejecución de los delitos:
consumados, tentados y la consecuente responsabilidad penal, ni involucrar tampoco el
concepto de los grados de intervención del autor de una conducta criminal.
Lo anterior es relevante para advertir que hay conductas delictivas que no necesariamente dan
lugar a la ingratitud, como es el caso de un delito culposo o imprudencial.
Para ejemplificar lo anterior, se tiene el caso en el que se cometa un homicidio culposo en
contra de alguno de los sujetos señalados en la hipótesis en estudio, tomando en cuenta que el
objetivo no era causarle la muerte a una persona, se considera que si bien existe delito, y éste
pueda ser condenado por una sentencia penal, lo cierto es que el Juez Civil en su caso podría
concluir la inexistencia de la ingratitud del donatario basado en la falta de intención de
afectar al donante, esto es, el análisis de la conducta es sobre la existencia de un hecho ilícito
(delito lato sensu) y no un delito stricto sensu (conducta criminosa).
En efecto, pueden existir conductas efectuadas por el donatario que tengan como intención
injuriar, difamar o calumniar al donante, sus ascendientes, descendientes o cónyuge, sin que
éstas se encuentren tipificadas dentro de una ley como delitos, o incluso que estándolo no
sean condenadas por un Juez en materia penal, y que no obstante ello, sí sean consideradas en
el juicio civil como suficientes para revocar la donación por ingratitud.
-25-
CONTRADICCIÓN DE TESIS 175/2009.
Lo anterior se corrobora aún más al hacerse referencia al "delito contra la honra" de la
hipótesis en estudio.
En efecto, la Real Academia Española define "honra" como: "Demostración de aprecio que
se hace de alguien por su virtud y mérito".
Se advierte que el legislador al prever dicha hipótesis en el precepto en análisis, tuvo como
intención la de "castigar" a la persona que dejara de demostrar dicho aprecio a otra que le
otorgó una liberalidad desinteresada.
Lo anterior, si se hace referencia a la finalidad de la revocación que, como se expuso con
anterioridad, es la de dotar al donante de un medio coactivo y psicológico para obligar al
donatario al cumplimiento de sus deberes morales, dentro de los que se encuentra el respeto a
la honra.
Ahora bien, existen derechos destinados a la protección de la vida privada, como lo es el del
honor, que permite que alguien sea merecedor de estimación y confianza en el medio social
donde se desenvuelve y, por ello, cuando se vulnera dicho bien, también se afectan la
consideración y estima que los demás le profesan, tanto en el ámbito social como en el
privado.
El honor resulta un concepto ambiguo, por corresponder a un criterio subjetivo e individual
de cada sujeto de derecho, además de referirse a un tiempo y espacio determinado.
De tal manera, cuando se afecta la vida privada de las personas se dice que se vulnera su
honra u honor.
Este derecho deriva de la dignidad de la persona e implica la existencia de un ámbito propio y
reservado frente a la acción y conocimiento de los demás, de tal manera que se trata de
aquello que la persona considera que no es vida pública.
Lo anterior tal como se desprende de los siguientes criterios:
"Novena Época
"No. Registro: 171883
"Instancia: Primera Sala
"Tesis aislada
"Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
"XXVI, julio de 2007
"Materia(s): Penal
"Tesis: 1a. CXLIX/2007
-26-
CONTRADICCIÓN DE TESIS 175/2009.
"Página: 272
"VIDA PRIVADA E INTIMIDAD. SI BIEN SON DERECHOS DISTINTOS, ÉSTA
FORMA PARTE DE AQUÉLLA. La vida se constituye por el ámbito privado reservado para
cada persona y del que quedan excluidos los demás, mientras que la intimidad se integra con
los extremos más personales de la vida y del entorno familiar, cuyo conocimiento se reserva
para los integrantes de la unidad familiar. Así, el concepto de vida privada comprende a la
intimidad como el núcleo protegido con mayor celo y fuerza porque se entiende como
esencial en la configuración de la persona, esto es, la vida privada es lo genéricamente
reservado y la intimidad -como parte de aquélla- lo radicalmente vedado, lo más personal; de
ahí que si bien son derechos distintos, al formar parte uno del otro, cuando se afecta la
intimidad, se agravia a la vida privada.
"Amparo directo en revisión 402/2007. 23 de mayo de 2007. Mayoría de tres votos. Ausente:
José de Jesús Gudiño Pelayo. Disidente: José Ramón Cossío Díaz. Ponente: Olga Sánchez
Cordero de García Villegas. Secretaria: Ana Carolina Cienfuegos Posada."
"Novena Época
"No. Registro: 171882
"Instancia: Primera Sala
"Tesis aislada
"Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
"XXVI, julio de 2007
"Materia(s): Constitucional, Penal
"Tesis: 1a. CXLVIII/2007
"Página: 272
"VIDA PRIVADA. EL ARTÍCULO 1o. DE LA LEY SOBRE DELITOS DE IMPRENTA,
AL PROTEGER EL HONOR Y LA REPUTACIÓN FRENTE A CUALQUIER
MANIFESTACIÓN O EXPRESIÓN MALICIOSA, NO EXCEDE EL LÍMITE
ESTABLECIDO POR EL ARTÍCULO 7o. DE LA CONSTITUCIÓN FEDERAL. Conforme
al artículo 7o. de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la libertad de
imprenta halla sus límites en el respeto a la vida privada, a la moral y a la paz pública. Ahora
bien, el derecho fundamental a la vida privada consiste en la facultad que tienen los
individuos para no ser interferidos o molestados por persona o entidad alguna, en todo
aquello que desean compartir únicamente con quienes ellos eligen; así, este derecho deriva de
la dignidad de la persona e implica la existencia de un ámbito propio y reservado frente a la
acción y conocimiento de los demás. Existe una serie de derechos destinados a la protección
de la vida privada, entre ellos el del honor, que es un bien objetivo que permite que alguien
sea merecedor de estimación y confianza en el medio social donde se desenvuelve y, por ello,
cuando se vulnera dicho bien, también se afectan la consideración y estima que los demás le
-27-
CONTRADICCIÓN DE TESIS 175/2009.
profesan, tanto en el ámbito social como en el privado. En esa tesitura, se concluye que
cuando se lesiona el honor de alguien con una manifestación o expresión maliciosa, se afecta
su vida privada, por lo que el artículo 1o. de la Ley sobre Delitos de Imprenta, al proteger el
honor y la reputación de una persona frente a la libertad de expresión de otra, no excede el
límite del respeto a la vida privada establecido en el citado artículo 7o., pues tanto el honor
como la reputación forman parte de ella.
"Amparo directo en revisión 402/2007. 23 de mayo de 2007. Mayoría de tres votos. Ausente:
José de Jesús Gudiño Pelayo. Disidente: José Ramón Cossío Díaz. Ponente: Olga Sánchez
Cordero de García Villegas. Secretaria: Ana Carolina Cienfuegos Posada."
"Sexta Época
"No. Registro: 264372
"Instancia: Primera Sala
"Tesis aislada
"Fuente: Semanario Judicial de la Federación
"Segunda Parte, VII
"Materia(s): Penal
"Tesis:
"Página: 10
"ATAQUES A LA VIDA PRIVADA (LEY DE IMPRENTA). El artículo 1o. de la Ley de
Imprenta se refiere desde su epígrafe a ataques a la vida privada, no obstante que en su texto
la fracción I alude a que las manifestaciones o expresiones circulen en público, ello no
desvirtúa su disposición de que tales expresiones se refieran a la vida privada. La ley no da
un concepto de vida privada de una manera explícita, pero sí puede decirse que lo contiene
implícito, toda vez que en los artículos siguientes se refiere a los ataques a la nación
mexicana, a las entidades políticas que la forman, a las entidades del país y a la sociedad.
Para determinar lo que es la vida privada puede acudirse al método de la exclusión y sostener
que vida privada es aquella que no constituye vida pública. Precisando dicho concepto, puede
afirmarse que la vida que observan los funcionarios con este carácter, es decir, en el
desempeño de su cargo y que es lo que interesa a la sociedad, se opone a las actividades del
individuo como particular, a sus actividades en el hogar y en la familia. Esto da la tónica para
considerar cuales fueron los ataques que la Ley de Imprenta quiso reprimir en la fracción I y
en la IV del artículo 1o. de la Ley de Imprenta. Allí se contiene una limitación a las garantías
de los artículos 6o. y 7o. constitucionales, pero se refiere a la vida privada, no a la que
observan los funcionarios en el desempeño de su cargo, pues esto interesa a la sociedad, y la
crítica que la misma o sus componentes hagan, es legal si no se ataca a la moral, a los
terceros o al orden público. El propio artículo 6o. de la Ley de Imprenta autoriza la crítica a
los funcionarios o empleados públicos, pues no debe olvidarse que la opinión pública es el
medio de controlar a los depositarios del poder y que la libertad de prensa es necesaria para la
-28-
CONTRADICCIÓN DE TESIS 175/2009.
vida política y social y que debe interpretarse con criterio amplio atendiendo al fin que es el
bien público, social, general. En estas condiciones, es indudable que no existe el delito, si los
hechos imputados por el quejoso a las personas que menciona en sus publicaciones no se
refieren a sus actividades particulares sino al ejercicio de su cargo en una institución
descentralizada, pero por lo mismo, una institución de carácter público; y aun cuando, como
en la inmensa mayoría de los actos ilícitos, esas actividades se realizaran en forma oculta,
ello no les quita su carácter de actividad pública en atención a su relación con el cargo de
funcionarios o empleados públicos de los presuntos ofendidos.
"Amparo directo 1711/56. **********. 8 de enero de 1958. Unanimidad de cuatro votos.
Ponente: Agustín Mercado Alarcón."
"Quinta Época
"No. Registro: 297102
"Instancia: Primera Sala
"Tesis aislada
"Fuente: Semanario Judicial de la Federación
"CXVI
"Materia(s): Penal
"Tesis:
"Página: 1130
"ATAQUES A LA VIDA PRIVADA Y DIFAMACIÓN, DELITOS DE. Dados los términos
del artículo 350 del Código Penal, no se requiere probanza de que el acto motivo de la
infracción haya acarreado al ofendido deshonra, descrédito o perjuicio en una forma objetiva,
si no solamente que ‘pueda causarle’ tales lesiones a su reputación; y si públicamente se
interpeló a los ofendidos para que cubrieran una deuda, cierta o no, haciendo alusión a su
calidad de comerciantes, implícitamente se les lesionó en su crédito de tales.
"Amparo penal directo 1486/50. Por acuerdo de la Primera Sala, de fecha 8 de junio de 1953,
no se menciona el nombre del promovente. 25 de abril de 1953. Mayoría de tres votos.
Disidentes: Luis Chico Goerne y Teófilo Olea y Leyva. Relator: José Castro Estrada."
De lo anterior, si bien se desprende que no existe un delito tipificado como tal en contra de la
honra de las personas, se advierte que hay violaciones que sí son consideradas como tales,
como lo es, por ejemplo; la afectación a la vida privada, en la que se considera que se está
afectando la reputación de una persona.
De tal manera, se advierte que la causa de ingratitud referente a una conducta que vulnere el
derecho a la honra de las personas, se encuentra íntimamente relacionado con el deber moral
que le debe el donatario a su donador.
-29-
CONTRADICCIÓN DE TESIS 175/2009.
Lo anterior ya que se considera que cuando el donante se entera de alguna acción realizada
por el donatario en contra de su honra o de alguna de las personas referidas por la hipótesis
de que se trata, en éste se generará el sentimiento de desaprobación hacia su agresor,
pudiendo provocar el deseo de revocar un acto que de carácter desinteresado se haya
realizado a favor de éste, ello con independencia de que dicha conducta se encontrara o no
tipificada como delito dentro del ámbito penal, y por tanto fuera merecedora de una condena.
Otro punto a destacar es que, como se mencionó, no existe un delito como tal contra la honra,
por lo que la afectación a dicho bien tendría que ser atendiendo a la afectación ocurrida al
donante.
El derecho a la honra como tal no se encuentra tipificado en el código penal como bien
protegido tutelado, sino sólo algunas conductas que abarcan tal derecho, como sería la
difamación y calumnias -y ello en algunas legislaciones porque inclusive en otras, como a
nivel federal, en el Distrito Federal y en el Estado de Baja California, están despenalizadas
tales conductas-.
Por tal virtud, es que no se podría considerar una remisión expresa al Código Penal de las
conductas tipificadas, ya que conllevaría a sostener que el derecho a la honra es protegido
porque su afectación en algunas conductas está tipificado como delito, cuando éste de igual
forma se encuentra protegido por el derecho civil mediante la figura de daño moral.
Así, si bien es cierto que algunas de las conductas que provocan la revocación serán los
delitos, conductas tipificadas dentro de la legislación penal -pues éstas son reconocidas como
socialmente reprochables-, también lo es que no todo delito stricto sensu es ingrato, ni toda
acción ingrata constituye un delito en ese mismo sentido.
De todo lo hasta aquí expuesto, se advierte que el término delito dentro de la hipótesis de
ingratitud sujeta a análisis, no se debe interpretar en un sentido técnico-penal, sino como una
conducta condenable tanto por la sociedad como por el donante, ejecutada con intención,
como un acto ilícito intencional, esto es, como un acto que constituye una afectación a la
persona, bienes u honra del donante, sus ascendientes, descendientes o su cónyuge.
De tal manera, en el supuesto de que se trata debe verse al "delito" a que se refiere el
legislador en este caso como el comportamiento que el donatario realiza con ánimo de causar
una afectación a las personas estipuladas en la ley (delito lato sensu), mediante el cual se
demuestra falta al deber de gratitud que le debe al donante, sin que sea necesario que éste se
encuentre prohibido y sancionado con una pena dentro de la ley penal (delito stricto sensu).
Dado lo expuesto, resulta válido concluir que la palabra delito debe interpretarse en sentido
-30-
CONTRADICCIÓN DE TESIS 175/2009.
lato, es decir, no como conductas penalmente sancionables, sino como actos igualmente
condenables, por la conciencia social y por la afectación al animus donandi, los cuales
comprenden los hechos ilícitos que afecten el derecho al honor, a la intimidad personal y a la
propia imagen del donante.
Por tanto, la interpretación debe efectuarse en el sentido de la naturaleza del bien jurídico
atacado y no del carácter criminal de la conducta, porque no es tanto como se establezca
como delito en el Código Penal, sino que el donante haya sido sujeto pasivo del delito u
ofendido o perjudicado por el mismo, pues al enumerar persona, honor y bienes, busca una
protección integral del donante frente al acto ilícito intencional del donatario en todas las
esferas de su vida, integridad y libertad personales, reputación u honor, intimidad, propia
imagen, patrimonio, entre otros; máxime cuando la tutela jurídica, en la especie no va a
resguardar en forma alguna o tutelar el orden social, como sucede en el derecho penal, sino
únicamente a sancionar una acción entre particulares que revela una actitud social y
jurídicamente reprochable, de ahí que se sancione con la revocación de la donación.
En tales términos, se puede advertir que el fundamento de la revocación de las donaciones
por ingratitud en nuestro Derecho es la realización por el donatario de ciertos actos ilícitos
que aun sin serlo en el terreno criminal, lo son para el donante por su relación con el
donatario, en el ámbito del derecho privado.
Por esta razón, la posibilidad de revocar una donación no sustituye las posibles sanciones
penales o civiles que pueda merecer la conducta del donante, sino que se agrega a ellas.
• Análisis del supuesto en estudio en el ámbito procesal
Se ha demostrado la diferencia sustantiva que impide otorgar al término delito a que se
refiere el legislador en los artículos en estudio una calidad penal, sin embargo, para mayor
claridad se estima pertinente estudiar ahora cómo es que tampoco en el ámbito procesal sería
posible otorgar al Juez penal previas facultades para delimitar el hecho materia de revocación
de donación, es decir, como presupuesto para poder resolver el asunto civil, en los términos
siguientes:
Precisado lo anterior, es menester tomar en consideración el límite jurisdiccional del Juez
Civil para determinar si puede hacer un pronunciamiento de la revocación de donación sin
necesidad de que exista una sentencia en materia penal que determine la comisión del delito.
El juzgador cuenta con la función de impartir justicia a través de una serie de actos que están
proyectados a la resolución de un litigio, mediante la aplicación de una ley general a ese caso
concreto, para solucionarlo o dirimirlo, función conocida como jurisdicción.
-31-
CONTRADICCIÓN DE TESIS 175/2009.
Por definición, todos los Jueces tienen igual facultad de decir el derecho, independientemente
de su rango o importancia y del tipo de conflictos que les corresponde resolver, sin embargo,
se tienen límites de la función jurisdiccional.
Dichos límites suelen ser de dos tipos: los objetivos, determinados por el tipo de litigios de
los que pueden conocer los juzgadores de acuerdo con su competencia; y los subjetivos, que
derivan de la situación jurídica de determinadas personas, por cuestión del planteamiento nos
referiremos únicamente al de competencia.
A) Competencia
En el caso interesa hacer referencia al límite derivado de la competencia, es decir, la facultad
del Juez de resolver mediante la aplicación de la ley los conflictos sometidos a su
conocimiento.
La competencia forma parte de la garantía de legalidad, al advertirse que el artículo 16
constitucional señala:
"Artículo 16. Nadie puede ser molestado en su persona, familia, domicilio, papeles o
posesiones, sino en virtud de mandamiento escrito de la autoridad competente, que funde y
motive la causa legal del procedimiento."
De lo anterior se advierte que la competencia es una condición que deben satisfacer todas las
autoridades, misma que debe estar prevista en ley, -bajo la premisa de que las autoridades
sólo pueden hacer lo que la ley les permite-.
Atendiendo a lo anterior, se puede señalar que la competencia está compuesta por las
facultades otorgadas por ley al juzgador para que éste pueda ejercer su jurisdicción en
determinado tipo de litigios o conflictos.
Para la determinación de la competencia, la ley ha establecido ciertos criterios.
De tal manera, de los Códigos de Procedimientos Civiles de las entidades federativas
correspondientes a la presente contradicción, se advierte lo siguiente:
Código de Procedimientos Civiles para el Estado de México
"Artículo 1.29. La competencia de los tribunales se determina en razón de grado, materia,
cuantía, territorio y prevención."
Código de Procedimientos Civiles para el Estado de Chiapas
-32-
CONTRADICCIÓN DE TESIS 175/2009.
"Artículo 146. La competencia de los tribunales se determinará por la materia, la cuantía, el
grado y el territorio."
De lo anterior se desprende la existencia de cuatro criterios a saber:
1. Por territorio: Es la competencia que se determina de acuerdo con la asignación que se
hace de una porción territorial a cada tribunal. Es el ámbito espacial dentro del cual el
juzgador puede ejercer válidamente su función jurisdiccional.
2. Por materia: Es el criterio que se basa en el contenido de las normas sustantivas que
regulan el litigio o conflicto sometido al proceso. Es la competencia que se atribuye a cada
tribunal de distintas ramas de derecho sustantivo: civil, mercantil, penal, entre otras.
3. Por cuantía: es la que se determina de acuerdo con el valor de la causa.
4. Por grado: se le denomina grado a cada cognición del litigio por un juzgador. Es la
competencia que corresponde a los tribunales jerárquicamente superiores.
En el presente caso nos limitaremos a analizar la base objetiva, consistente en la competencia
por materia, para verificar si el Juez Civil debe tener una sentencia del Juez Penal que
determine la punibilidad de un delito para poder calificar la ingratitud para efectos de la
revocación de la donación.
Partimos de la premisa de que en las diversas legislaciones divididas por materia, se
encuentran los temas que corresponde a cada una de ellas, por ser congruente con la
naturaleza del derecho sustantivo de que se trate.
De tal manera, los juzgadores analizarán la materia de su competencia, con base en la
legislación sustantiva que la contenga, pudiendo auxiliarse en todo caso con las demás leyes
de diversas materias cuando el caso así lo amerite.
Como un ejemplo de la división por materia que existe en nuestro derecho en el ámbito
federal, se encuentran los artículos 51 al 55 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la
Federación, en los cuales se divide la competencia de los Jueces de Distrito por materia.
En ese sentido, dentro de la competencia por materia, se puede decir que el Juez Civil es el
encargado de administrar justicia, y dotado de jurisdicción para aplicar la ley en litigios
correspondientes al derecho sustantivo civil.
En esa línea de ideas, se considera que dentro de la competencia del Juez Civil se encuentra
-33-
CONTRADICCIÓN DE TESIS 175/2009.
la de resolver los litigios que se deriven de la materia que se regula en los Códigos Civiles
correspondientes.
De tal suerte, que si la perfección del contrato de donación se encuentra dentro del ámbito del
derecho civil, su revocación -que consiste en dejar sin efectos dicho acto-, será analizada por
un Juez que tenga competencia dentro de la misma materia.
En esa línea de ideas, en primer término podemos concluir que el Juez Civil tiene la
competencia de conocer por materia, de las acciones de revocación de donación por
ingratitud, y las causas que el legislador consideró formaran parte de los elementos
probatorios en el juicio.
Es en esa tesitura que corresponde al Juez Civil el conocimiento de la acción de revocación
por ingratitud, y en el caso concreto, aquella que se deriva por considerar el donante que el
donatario ha cometido un delito en contra de su persona, su honra o sus bienes, o bien los de
sus ascendientes, descendientes o cónyuge, serán elementos que se deberán acreditar en el
juicio, en los términos en que fue señalado con anterioridad y no en un sentido técnico-penal.
Es decir, en términos procesales la jurisdicción civil y penal se desarrolla en líneas paralelas,
pues mientras aquélla corresponde al derecho privado, esta última pertenece al derecho
público, es decir, regulan instituciones jurídicas esencialmente distintas, por ello no pueden
ser dependientes una de la otra, pues si bien forman parte del mismo sistema jurídico, lo
cierto es que tutelan derechos diversos.
Siguiendo con la línea anterior, con base en su jurisdicción, el Juez analizará los medios de
prueba que le presenten las partes, para que con ellos pueda llegar a su veredicto de acuerdo
con la realidad de los hechos y limitándose al punto sujeto a litigio.
En el presente caso estamos ante un procedimiento de carácter civil, dentro del cual existen
diversas pruebas que se encuentran establecidas en los Códigos de Procedimientos Civiles de
cada entidad federativa, mismas que el legislador previó con la finalidad de que las partes
estén en aptitud de demostrar los hechos que afirman.
Cabe señalarse que la enumeración de los medios de prueba que se realiza en los Códigos de
Procedimientos Civiles (confesión, documentos públicos, documentos privados, dictámenes
periciales, reconocimiento o inspección judicial, testigos, fotografías, copias fotostáticas,
registros dactiloscópicos, y todos aquellos elementos aportados por los descubrimientos de la
ciencia; fama pública; presunciones, entre otros) no son restrictivos, ya que todos los medios
de prueba que produzcan convicción serán considerados pruebas.
Lo anterior tal como se advierte de los siguientes preceptos:
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 175/2009.
Ver preceptos
Así las cosas, el juzgador cuenta con los medios de prueba previstos en ley que tengan
relación con los hechos controvertidos, para que mediante su libre apreciación conozca la
verdad.
De tal manera se encuentra, por un lado, el principio de la libertad en los medios de prueba;
por otro lado, el principio de libertad en la averiguación judicial, mismo que se encuentra
restringido a la investigación de los puntos controvertidos; y, finalmente, el principio de la
libertad en la valoración de los medios de prueba.
En relación con la libre apreciación que tiene el juzgador para valorar las pruebas que rindan
las partes, debe tomarse en cuenta que cada medio de prueba tiene un objeto distinto, pues
para un Juez pueden existir medios idóneos para demostrar cierta situación que de forma
menos adecuada pudieran comprobarse por otro medio, por ejemplo, la existencia de un
contrato con una documental, o bien cuando para la demostración de un hecho se requiera
una explicación científica, se acudirá a una prueba pericial, y que para otro juzgador sean
diversos.
Dentro de los medios de prueba se pueden ofrecer actuaciones llevadas a cabo en otro
procedimiento, sin embargo, no debe pasarse por alto que cada juicio cuenta con sus propias
pruebas, sin que se pueda obligar a que los juzgadores opinen de la misma manera, ello
precisamente con base en la jurisdicción de que están dotados, pues cada uno cuenta con su
facultad para valorar dentro de su competencia el caso puesto a su consideración.
De las actuaciones penales, mismas que el Juez podrá tomar en cuenta y relacionarlas con los
demás medios de prueba, sin que pueda considerarse que se les conceda el mismo valor, que
pudo darles el Juez en materia penal.
En relación con lo anterior, este Alto Tribunal ha sostenido que los juicios civiles cuentan
con sus propias pruebas y que las actuaciones penales sirven como meros indicios para la
comprobación de los hechos que tendrán que valorarse en relación con los demás elementos
de prueba existentes, tal como se advierte de los siguientes criterios:
"Séptima Época
"No. Registro: 240234
"Instancia: Tercera Sala
"Tesis aislada
"Fuente: Semanario Judicial de la Federación
"181-186 Cuarta Parte
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 175/2009.
"Materia(s): Penal, Civil
"Tesis:
"Página: 34
"ACTUACIONES PENALES. SU VALOR EN JUICIOS CIVILES. La Suprema Corte de
Justicia reiteradamente ha sostenido que las pruebas rendidas en un proceso penal no pueden
considerarse aptas en un juicio civil, que debe contar con sus propias pruebas; de modo que si
en la averiguación penal constan diligencias de testigos, la parte interesada en aportar esas
declaraciones debe rendir en el juicio civil la prueba relativa proponiendo y presentando a los
testigos, para que sean repreguntados y pueda valorarse la prueba; para ello se ha tenido en
cuenta que en un proceso del orden penal impera un propósito diferente del que se persigue
en el juicio civil y que, por lo mismo, las actuaciones del proceso penal revistan una
estructura diversa y además no siempre interviene en ellas la parte ofendida, debiendo
prescindirse, en consecuencia de las mismas como prueba directa. Esas actuaciones pueden
no desestimarse en lo absoluto pues en determinadas circunstancias pueden servir de indicios
para la comprobación de hechos, cuando se relacionen con otras pruebas rendidas dentro del
juicio civil, pero sólo en casos excepcionales, como cuando sea materialmente imposible en
el juicio civil repetir una prueba que fue aportada en el proceso penal.
"Amparo directo 7035/82. **********. 18 de enero de 1984. Mayoría de tres votos.
Disidentes: Mariano Azuela Güitrón y Ernesto Díaz Infante. Ponente: J. Ramón Palacios
Vargas."
"Séptima Época
"No. Registro: 241073
"Instancia: Tercera Sala
"Tesis aislada
"Fuente: Semanario Judicial de la Federación
"Materia(s): Civil
"Tesis:
"Página: 110
"DIVORCIO, ADULTERIO COMO CAUSAL DE. ACTUACIONES PENALES. SU
VALOR PROBATORIO. El hecho de que exista relación entre las actuaciones penales
derivadas del proceso seguido en contra de la demandada por el delito de adulterio, y la
causal de adulterio invocada por su contraparte en su demanda inicial de divorcio, delito
respecto del cual se dictó auto de libertad por falta de méritos, es circunstancia que de
ninguna forma obliga al Juez Civil a no tener por demostrada la causal de adulterio pues la
opinión del Juez Penal no obliga legalmente a que el Juez Civil emita la misma opinión,
puesto que los juicios civiles cuentan con sus propias pruebas y las actuaciones penales
sirven como meros indicios para la comprobación de los hechos, que deben ser tomados en
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 175/2009.
cuenta y valorados por el juzgador civil, en relación con los demás elementos de convicción
traídos a juicio.
"Amparo directo 4188/76. **********. 15 de agosto de 1977. Unanimidad de cuatro votos.
Ponente: Raúl Cuevas Mantecón."
En el caso en estudio, el Juez Civil se allegará de todas las pruebas necesarias, para lograr la
verdad, que en el caso consistirá en saber si el donatario fue ingrato o no con el donante, al
demostrarse si el primero cometió un delito en contra de la persona, bienes u honra, de éste o
de sus descendientes, ascendientes o cónyuge, por lo que la prueba que se ofrezca será para
demostrar la ingratitud en los términos señalados en esta ejecutoria y se advierte que los
medios de prueba que se generan en uno y otros juicios, civil o penal, si bien es cierto pueden
tener valor indiciario uno en el otro, cierto es también que no pueden ser determinantes para
resolver el juicio de la otra materia.
• Conclusión
Sentadas las anteriores consideraciones, esta Primera Sala procede a analizar si es o no
necesaria la existencia de una sentencia que condene al donatario por un delito cometido en
contra de la persona, honra o bienes del donador o de sus ascendientes, descendientes o
cónyuge, para la procedencia de la revocación de la donación por ingratitud.
Al referirnos a la procedencia de la acción de revocación por ingratitud, debemos recordar
que estamos ante un procedimiento civil en el que lo que se debe demostrar es la falta del
deber de gratitud moral que tiene el donatario hacia el donador.
Los artículos 2224 del Código Civil para el Estado de México abrogado, 7.642, del vigente y
el diverso 2344 de dicho ordenamiento legal pero para el Estado de Chiapas, al referirse a la
comisión de delito no se advierte que hagan una remisión al Código Penal para entender tal
concepto en los términos técnico-penales.
En primer término, como se precisó con anterioridad, la falta del deber de gratitud se debe
entender en un sentido amplio y no limitativo en los términos técnicos-penales, ya que para el
caso en cuestión es menester considerar elementos que no necesariamente están vinculados
con la punibilidad de la conducta, sino como afectaciones en la persona, honra o bienes del
donante, sus ascendientes, descendientes o cónyuge.
En efecto, es menester que la conducta que afecta sea reprochable por el donante, al haber
perjudicado el deber de gratitud que le debió guardar el donatario.
En ese sentido, no podría considerarse ingrato todo delito, porque habrá delitos culposos, que
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 175/2009.
no conllevan a una ingratitud.
Por tanto, como se señaló con anterioridad, la interpretación debe efectuarse en el sentido de
la naturaleza del bien jurídico atacado y no del carácter criminal de la conducta, porque no es
tanto que se establezca como delito en el Código Penal, sino que el donante haya sido
afectado por un hecho ilícito reprochable en el terreno del derecho privado al configurar el
supuesto de ingratitud, pues la etiología del precepto según se ha analizado ya, no es buscar
la protección de la sociedad como sucede en el derecho penal, sino exclusivamente la del
donante frente al actuar ingrato del donatario.
De tal suerte, se advierte que el legislador estableció el supuesto en cuestión, para que éste
sea interpretado en el sentido propio de la materia civil, es decir, como una lesión a la
persona, bienes y honra del donante, sus ascendientes, descendientes o cónyuge, y no en los
términos estrictos de la ley penal.
Por lo anterior, si bien para la revocación del contrato de donación se requiere que se
demuestre la comisión de un delito, esto no debe ser interpretado de forma gramatical, sino
que amerita un método sistemático e integral así como teleológico del precepto, lo que nos
lleva a que la conducta ingrata es la que debe ser valorada, para lo cual el Juez deberá tomar
en consideración la intención y la reprochabilidad social del donante, por lo que al no ser
elementos técnicos-penales, es que no se pueden analizar en tales términos.
De tal manera, al referirse los artículos 2224 del Código Civil para el Estado de México
abrogado, 7.642, del vigente y, el diverso 2344 de dicho ordenamiento legal pero para el
Estado de Chiapas a la "comisión de un delito", el Juez Civil no está resolviendo la existencia
o no de un delito, sino de la ingratitud, y por ello tal concepto no debe ser interpretado en el
sentido técnico-penal.
Es así que, con ello se advierte que el Juez Civil no es que se esté pronunciando sobre la
existencia del delito en el ámbito en que lo efectúa un Juez Penal, sino en cuanto a una
conducta ilícita intencional que produjo una afectación o lesión en los bienes, persona y
honra del donante, sus ascendientes, descendientes o cónyuge.
En efecto, al encontrarnos dentro de la materia civil, lo que resolverá el juzgador es la
ubicación de las conductas que considere que actualizan un supuesto de ingratitud, y no así si
la conducta de que se trata es típica, antijurídica y culpable.
Por tanto, se puede afirmar que el Juez Civil no está conociendo de un delito en estricto
sentido, pues eso es una cuestión que por materia le corresponde únicamente al Juez Penal, lo
que está conociendo, en todo caso, es una conducta que al ser calificada por el Código Penal
como antijurídica le permite tener al Juez Civil, elementos más objetivos para determinar una
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 175/2009.
conducta ingrata, sin que ello sea el único elemento que deba considerar.
Así las cosas, lo que deberá probarse dentro del procedimiento civil, en el que se ejercitó una
acción de revocación del contrato de donación, por ingratitud por comisión de un delito, no es
la existencia jurídica como tal de dicha conducta, vista ante el ámbito del derecho penal como
culpable y punible, sino de una conducta reprochable para el donante y, por tanto,
considerada como ingrata en contra de una persona que desinteresadamente realizó una
liberalidad a favor de otra.
No debe perderse de vista que al estarse ante el análisis de la existencia o no de la ingratitud
por parte del donatario, se advierte que en algunos casos el Juez Civil deberá cerciorarse de si
el delito que se le atribuye al mismo fue realizado con la intención de hacer un daño al
donante o a alguna de las personas descritas en ley, en obediencia al deber moral a que se ha
hecho referencia a lo largo del presente proyecto.
Por tanto, la materia a dilucidar por el Juez Civil se constriñe a comprobar -con las pruebas
aportadas- si el donatario cometió una conducta con la intención de afectar al donante, sus
ascendientes, descendientes o cónyuge, y con ella se demuestre la existencia de la falta de
gratitud hacia el donante y, entonces, no es necesaria la sentencia que determine la
punibilidad de la conducta considerada como ingrata, ya que si bien, las actuaciones penales
pueden ser utilizadas dentro de un procedimiento civil, lo cierto es que las mismas quedan
sujetas a la valoración del Juez Civil, porque de acuerdo con el contenido de las actuaciones
penales es que éstas pueden o no probar el hecho de que se trata, sin que por ello pueda
admitirse que la existencia de tal resolución sea un requisito indispensable para demostrar
civilmente la ingratitud del donatario.
Tiene sentido lo anterior, si consideramos que el Juez penal lo que resolverá ante la
existencia de la comisión de un delito será si el sujeto que se considera responsable es
culpable o no, y ante eso procederá imponer la condena que le corresponda de acuerdo con el
ilícito cometido, y en ese contexto es que se ofrecen las pruebas para resolver si existe o no
un delito penal, pues en estos casos el Juez toma en cuenta además, la edad del infractor, pues
tratándose de personas que son menores de edad se aplican diversas disposiciones que las
reguladas en los Códigos Penales, ya que se trata de menores infractores, en cuyo caso se
aplican medidas de readaptación social y prevención, con lo cual entra un factor más ante el
Juez Penal, siendo que en la conducta ingrata importa con mayor relevancia tomar en cuenta
la intención per se del sujeto de que se trate, con independencia inclusive de la edad.
De forma tal que podría suceder en algún caso que incluso existiendo un delito dentro del
ámbito penal, el Juez Civil al estudiar la causal de revocación, considere que no existió
ingratitud con la conducta del donatario.
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 175/2009.
O bien, en sentido contrario, que el Juez Penal resuelva que no existe un determinado delito
(stricto sensu) por extinción de la responsabilidad penal o excusa absolutoria, sin que ello se
traduzca en la desaparición de una conducta ingrata.
De lo contrario, se estaría limitando la jurisdicción del juzgador civil, pues se condicionaría a
la existencia de una sentencia ejecutoriada en la que un Juez Penal haya condenado por un
delito al donatario, con lo que no se permitiría la libre apreciación del Juez Civil para
determinar si se está ante una conducta ingrata que conlleve a la revocación de la donación.
Además, considerar lo contrario, conllevaría a coartar la posibilidad de acceder a la acción de
revocación al donante, pues se condicionaría a la existencia de una sentencia ejecutoriada
para poder hacerla procedente, pues al ser un requisito necesario de prueba de ingratitud, en
el supuesto en cuestión, se volvería una cuestión de procedibilidad.
En efecto, sería incongruente que se estableciera la procedencia de una acción civil, limitando
la jurisdicción del Juez correspondiente -o incluso se nulifique-, al dejarse indirectamente en
el Juez Penal la decisión en relación con la ingratitud del donatario, con lo cual se estaría
equiparando el delito stricto sensu a ingratitud.
El Juez que conozca de la revocación de un contrato de donación tiene la facultad de analizar
las pruebas que le ofrezcan las partes para determinar con su libre apreciación si el donatario
incumplió con el deber de gratitud al haber cometido un delito en contra de los bienes,
persona y honra del donante, sus ascendientes, descendientes o su cónyuge. De no aceptarse
lo anterior se coartaría la jurisdicción del Juez, al limitar su análisis a una sola prueba -con lo
cual de manera correlativa se vulneraría el derecho a la jurisdicción de todos los gobernados
establecida en el artículo 17 constitucional-.
En efecto, se estaría imponiendo un límite a la jurisdicción del juzgador, pues se
condicionaría a la existencia de una sentencia ejecutoriada en la que un Juez Penal haya
condenado por un delito al donatario, con lo que no se permitiría en todos los casos la libre
apreciación del Juez Civil para el estudio de la procedencia de la acción de revocación.
Aunado a lo anterior, es preciso tomar en cuenta que de considerarse como necesaria la
existencia de la sentencia que condene al donatario por el delito de que se trate, en muchos
casos, la acción se tornaría improcedente al haber fenecido el término para su interposición.
Para ilustrar lo anterior es preciso hacer referencia a lo que los Códigos Civiles en análisis
establecen en relación con la prescripción de la acción de revocación:
En el Código Civil para el Estado de México abrogado se establecía lo siguiente:
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 175/2009.
"Artículo 2226. La acción de revocación por causa de ingratitud no puede ser renunciada
anticipadamente y prescribe dentro de un año, contado desde que tuvo conocimiento del
hecho el donador."
Por otro lado, el Código Civil para el Estado de Chiapas señala lo siguiente:
"Artículo 2346. La acción de revocación por causa de ingratitud no puede ser renunciada
anticipadamente, y prescribe dentro de un año, contado desde que tuvo conocimiento del
hecho el donador."
De las transcripciones se advierte que el plazo para la prescripción de la acción de revocación
en los casos de ingratitud, comenzará a correr a partir de la fecha en que tenga "conocimiento
del hecho el donador", y será de un año.
En efecto, la prescripción de la acción de revocación empieza a correr a partir de que el
donante tuvo conocimiento del hecho, el cual consiste en la conducta que afecta a los bienes,
persona y honra del donante, sus ascendientes, descendientes o cónyuge.
De tal manera, no se podría considerar como un requisito necesario la sentencia que declare
la existencia del delito en stricto sensu de que se trate, ya que no es posible pretender que la
acción de revocación sea procedente hasta que tuvo conocimiento de la sentencia que
condene al donatario por la comisión de un delito, pues el conocimiento del hecho
necesariamente es un acto anterior, ya que en caso de que se trate de un delito que se
denuncia por querella es un presupuesto necesario para su comisión, en ese momento lo que
conoce es si existe el delito y responsabilidad por su comisión.
De esta forma, si se admite como único medio de prueba la sentencia que condene al
donatario por un delito, en la mayoría de los casos no procedería la acción de revocación,
toda vez que, como se observa de los artículos transcritos con anterioridad, el cómputo del
plazo de la prescripción de la acción se empieza a contar a partir de que se tiene
conocimiento del hecho delictivo, de lo que se advierte que de tener que esperar hasta la
emisión de la sentencia dentro del procedimiento penal, en muchos casos la acción
prescribiría, por el plazo en el que se tarda la integración del juicio penal y su resolución.
Refuerzan las anteriores consideraciones el hecho de que en todo caso podría suceder que el
donador por alguna circunstancia no quisiera denunciar por el delito al donatario, sin
embargo, su voluntad sea revocar la donación que le hizo, de lo que se advierte que de
tenerse como requisito indispensable dicha probanza, de cierta manera se estaría obligando a
que el donador tenga que interponer una denuncia para que proceda la revocación de una
donación.
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 175/2009.
De tal manera, cuando se interponga la acción de revocación de que se trata, el Juez Civil
tendrá que analizar si el donante demuestra la existencia de la conducta antijurídica y si
considera que con ella se demuestra la ingratitud del donatario, sin que lo anterior pueda
limitarse a la existencia de una sentencia mediante la cual se condene por un delito previsto
como tal en la ley.
Por todas las consideraciones precisadas con anterioridad, teniendo presente que la función
jurisdiccional al emitir una sentencia es la de decidir la causa sometida a su conocimiento -en
el caso, probar la ingratitud para evaluar si procede o no la revocación del contrato de
donación-, con base en los elementos otorgados por las partes, no es un requisito necesario la
sentencia ejecutoriada que condene por un delito al donatario en contra del donador para
actualizarse el supuesto de revocación de donación por ingratitud ante la comisión de un
delito.
Derivado de lo antes expuesto, esta Primera Sala considera que de acuerdo con la conducta
reprochable por el donante, el Juez Civil, bajo su libre apreciación, analizará con lógica y
equidad las pruebas que le sean aportadas, y exponiendo los fundamentos tanto de la
valoración jurídica realizada como de su decisión, podrá o no tener por demostrada la causal
de revocación de donación de que se trata, sin que sea un requisito necesario la ejecutoria
penal en la que se condene al donatario por la comisión del delito en contra de la honra,
persona o bienes del donante, sus ascendientes, descendientes o cónyuge.
Por lo expuesto, consideramos que debe prevalecer la siguiente tesis de jurisprudencia:
DONACIÓN. SU REVOCACIÓN POR CAUSA DE INGRATITUD, SE DEMUESTRA
MEDIANTE LA PRUEBA DE LA COMISIÓN DE UN ILÍCITO O DELITO CIVIL POR
EL DONATARIO EN AGRAVIO DEL DONANTE, SUS FAMILIARES, CÓNYUGE O
BIENES. POR LO QUE PARA LA PROCEDENCIA DE LA ACCIÓN
CORRESPONDIENTE NO ES NECESARIA LA PREEXISTENCIA DE SENTENCIA
CONDENATORIA PENAL. De la interpretación integral, sistemática y teleológica del
artículo 2224 del Código Civil para el Estado de México abrogado, equivalente al numeral
7.642 de su similar en vigor, y el diverso 2344 del Código Civil del Estado de Chiapas, que
prevén el supuesto de revocación de la donación por ingratitud cuando el donatario cometa
algún delito contra la persona, la honra o los bienes del donante o de sus ascendientes,
descendientes o cónyuge, se advierte que dichos preceptos no remiten a los ordenamientos
penales de esas entidades, por lo que al referirse a la comisión de un delito, éste no debe
interpretarse como una conducta criminosa en sentido técnico-penal, sino como el hecho
ilícito que trastoca el derecho privado. Por ello el Juez civil no resolverá la existencia o no de
un delito en términos penales, sino de la ingratitud hacia el donante. De ahí que si se toma en
cuenta, por un lado, que la revocación de la donación por ingratitud se dirige a dotar al
donante de un medio coactivo y psicológico para obligar al donatario al cumplimiento de sus
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 175/2009.
deberes morales y, por el otro, que se trata de un procedimiento civil mediante el cual
pretende demostrarse la falta del deber de gratitud moral que tiene el donatario para con el
donador, resulta evidente que para la procedencia de la revocación de donación por ingratitud
no es necesario que la conducta asumida por el donatario sea calificada como delito en
sentencia ejecutoria dictada por un Juez Penal, pues en el derecho privado el acto ilícito sólo
se considera en relación con el daño, prescindiendo de la idea de hecho punible penalmente,
en virtud de que en la especie la tutela jurídica se dirige a sancionar una acción entre
particulares que aun sin ser ilícita en el ámbito criminal, es reprochable tanto por la sociedad
como por el donante, al tratarse de una conducta realizada con ánimo de causar una
afectación a las personas estipuladas en la ley. Por tanto, el Juez Civil que conozca de la
revocación señalada está facultado para analizar las pruebas ofrecidas por las partes para
determinar con su libre apreciación si la conducta de que se trata es ingrata o no, ya que de lo
contrario se limitaría su jurisdicción en tanto que se condicionaría su actuar a la existencia de
una sentencia dictada por un Juez Penal; máxime que la Suprema Corte de Justicia de la
Nación ha sostenido que los juicios civiles cuentan con sus propias pruebas y que las
actuaciones penales sirven como meros indicios para la comprobación de los hechos que
tendrán que valorarse junto con los demás elementos probatorios existentes. Además, si se
admitiera como único medio de prueba la sentencia que condene al donatario por un delito,
en la mayoría de los casos la acción de revocación sería improcedente, pues al tener que
esperar hasta la emisión de la sentencia penal, aquélla prescribiría por el plazo que tarda en
integrarse y resolverse el juicio penal.
Por lo expuesto y fundado, se resuelve:
PRIMERO. Sí existe la contradicción de tesis a que este expediente se refiere, en los términos
del considerando cuarto de esta resolución.
SEGUNDO. Debe prevalecer con carácter de jurisprudencia, el criterio sustentado por esta
Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en términos del último
considerando de esta resolución.
TERCERO. Dése publicidad a la tesis sustentada en la parte final del último considerando, en
los términos del artículo 195 de la Ley de Amparo.
Notifíquese; envíese testimonio de la presente ejecutoria a los Tribunales mencionados en la
misma y, en su oportunidad, archívese el expediente.
Así lo resolvió la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, por mayoría de
tres votos de los señores Ministros José Ramón Cossío Díaz, Olga Sánchez Cordero de
García Villegas y presidente y ponente Ministro Sergio A. Valls Hernández, en contra del
emitido por el Ministro Juan N. Silva Meza. Ausente el Ministro José de Jesús Gudiño
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CONTRADICCIÓN DE TESIS 175/2009.
Pelayo.
En términos de lo previsto en los artículos 3, fracción II, 14 y 18 de la Ley Federal de
Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental, en esta versión pública se
suprime la información considerada legalmente como reservada o confidencial que encuadra
en esos supuestos normativos.
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