De la responsabilidad en orden penal por delitos contra la

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> JURISPRUDENCIA COMENTADA
De la responsabilidad en
orden penal por delitos
contra la seguridad de
los trabajadores
Juan Pedro Huertas González, abogado de AGM ABOGADOS.
a Audiencia Provincial de Madrid, en su
sentencia nº 279/2006 de fecha 20
de julio, determina estimar la existencia
de un delito por homicidio imprudente,
en concurso con un delito contra la seguridad de
los trabajadores, a las penas de 2 años 6 meses
y 1 día de prisión, con inhabilitación especial para el ejercicio de su profesión por igual tiempo y
al pago de la correspondiente indemnización civil, por no haberse facilitado los medios necesarios para que los trabajadores desempeñen su
actividad con las medidas de seguridad e higiene adecuadas.
L
Se parte de la existencia de un accidente laboral por caída de plataforma de andamio motorizado, produciéndose la muerte de dos trabajadores, quedando acreditada la falta de formación e
información, al menos de uno de ellos, en el manejo seguro de la plataforma, adoleciendo además
los trabajadores, en el momento del accidente, de
la falta de equipos de protección necesarios para
el trabajo en altura.
Es por ello que, el Juzgado de lo Penal nº 19
de Madrid dictó sentencia en la que condenó como autores responsables de dos delitos de homicidio imprudente, en concurso con un delito contra la seguridad de los trabajadores, a los sujetos
declarados responsables habida cuenta de su autoría en los delitos juzgados por su participación
en los hechos y su competencia específica en materia de seguridad, a los siguientes responsables:
> Al autor del estudio de seguridad y salud en el
trabajo, arquitecto técnico de profesión, que
conocía en estudio previo conforme que no
se contemplaba el uso de plataformas móviles, siendo jefe de grupo de la obra que se
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ejecutaba, y como tal, máximo responsable
de su empresa.
> Al también arquitecto técnico de profesión
de la empresa y sujeto obligado a velar por
la seguridad de los trabajadores, habida
cuenta de la infracción de deber de cuidado
y al concurrir en el mismo idéntica condición
que el anterior.
> Al sujeto legalmente obligado a facilitar las
medidas de seguridad en el trabajo, siendo el
encargado de la obra en el bloque donde
ocurrió el accidente y dando la orden al fallecido de ayudar al empleado de compañía de
alquiler de maquinaria.
> Al presidente de dicha compañía de alquiler
de maquinaria, por ser el empresario a quien
la Ley de Prevención de Riesgos Laborales
(LPRL) encomienda como primer obligado a
garantizar la seguridad y salud de los trabajadores a su cargo, aun en colaboración con la
empresa principal (art. 24 de la LPRL) e incumpliendo esa obligación.
> Finalmente, al coordinador de seguridad.
Del mismo modo, absuelve al resto de acusados, de los dos delitos de homicidio imprudente y
contra la seguridad de los trabajadores por los que
fueron acusados, siendo éstos arquitectos superiores y técnicos, al desconocerse su participación
personal en los hechos, no formando parte de la
empresa y desconociéndose exactamente su relación con la misma, así como si tenían alguna competencia específica en materia de seguridad, no
existiendo prueba suficiente que demuestre su autoría en los delitos juzgados.
Como se ha venido destacando en artículos
anteriores, las consecuencias que se pueden derivar por responsabilidad y sanciones en materia
de seguridad y salud en el trabajo, pueden ser de
diverso tipo: administrativo, penal, civil y de Seguridad Social. Dentro de la responsabilidad penal,
dicha jurisdicción también podrá pronunciarse sobre la responsabilidad civil que se derive por la
comisión del delito o falta correspondiente, debiendo estar a lo establecido en art. 42.1 de la
LPRL y la normativa penal de aplicación, en cuanto a la regulación de responsabilidad penal en
materia de seguridad y salud en el trabajo.
Responsabilidad penal
La responsabilidad, en orden penal, destaca
por su mayor peculiaridad al prever la posibilidad
de imponer sanciones de privación de libertad,
así como sanciones de orden económico y otras
consecuencias accesorias como pueden ser el
cierre de empresas, las inhabilitaciones para su
profesión, las prohibiciones de celebrar contratos
públicos, etc. además de la declaración de la responsabilidad patrimonial frente a los daños y perjuicios causados, como así ocurre en la sentencia
objeto de comentario.
Así, en el Libro II, Título XV del Código Penal,
se establecen expresamente los delitos contra
los derechos de los trabajadores, quedando tipificado especialmente en los artículos 316 y 317 el
acto de “no facilitar”, por quienes están legalmente obligados a ello, los medios necesarios
para que los trabajadores desempeñen su actividad “con las medidas de seguridad e higiene
adecuadas”. Esto no sólo debe entenderse en su
sentido más preciso de proporcionar al trabaja-
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dor los equipos de trabajo y los medios de protección de los que habla el art. 17 de la LPRL, sino de todas aquellas medidas encaminadas a garantizar la seguridad y salud de los trabajadores,
aunque no sean estrictamente medios de protección, pudiendo incurrir en el tipo penal el incumplimiento de los deberes de advertencia, evaluación, formación e información.
Del mismo modo, pueden ser de aplicación
otros tipos penales y que contemplan resultados
dañosos para la vida, la salud o la integridad física
de los trabajadores, como el delito de homicidio
y el de lesiones, también la falta de lesiones, así
como otros referidos a la provocación de situaciones de riesgo que pudiesen causar efectos nocivos para la seguridad y salud de los trabajadores
y que se encuentran tipificados en el Código Penal, siendo de aplicación en el presente caso el
art. 142: “El que por imprudencia grave causare
la muerte de otro será castigado, como reo de
homicidio imprudente”.
Tal y como establece la sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid, ahora objeto de comentario, en su Fundamento de Derecho Segundo: “La Ley de Prevención de Riesgos Laborales
tiene por objeto la determinación del cuerpo de
garantías y responsabilidades preciso para establecer un adecuado nivel de protección del trabajador. Esta protección del trabajador frente a
los riesgos laborales exige una actuación en la
empresa que desborda el mero cumplimiento
formal de un conjunto predeterminado, más o
menos amplio, de deberes y obligaciones empresariales y, más aún, la simple corrección a
posteriori de situaciones de riesgo ya manifestadas. Y, junto a ello, claro está, la información y la
formación de los trabajadores dirigidas a un mejor conocimiento tanto del alcance real de los
riesgos derivados del trabajo como de la forma
de prevenirlos y evitarlos, de manera adaptada
a las peculiaridades de cada centro de trabajo,
a las características de las personas que en él
desarrollan su prestación laboral y a la actividad
concreta que realizan”.
Como quedó acreditado, según manifestación del inspector de Trabajo, no había medidas
de seguridad, así como tampoco había cinturones
ni arneses; cierto es que, teniendo en cuenta cómo se produjo el accidente fatal, la utilización de
las medidas de seguridad recomendadas en el
manual de la plataforma (guantes, casco, calzado,
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Las
consecuencias
que se
derivan por
responsabilidad
y sanciones
en materia de
seguridad
y salud en
el trabajo,
pueden ser
administrativas,
penales, civiles
y de Seguridad
Social
cinturón de seguridad), no habría impedido el resultado, puesto que la caída de los dos trabajadores y su muerte está directamente conectada con
la falta total de conocimientos y preparación de, al
menos, una de las víctimas, que subió en el andamio con la ausencia de supervisión mientras realizaban una tarea ciertamente peligrosa, con falta,
además, de formación y de información, por parte
de quienes estaban obligados, a los trabajadores
para el manejo de la plataforma, según establece
el art. 19 de la LPRL.
Asimismo, el manual de instrucciones de la
plataforma indicaba que “el montaje de la plataforma y de los tramos de mástil debe efectuarse
por personal competente” y que “la maniobra de
andamio se consiente exclusivamente a personal propio y expresamente instruido para ello”,
debiendo, además, efectuarse el montaje, uso y
desmontaje “bajo directo control del responsable
de la obra, quien debe asegurarse que dichas
operaciones vengan ejecutadas en condiciones
de seguridad”.
Las conclusiones del
inspector de Trabajo
Por todo ello, el inspector de Trabajo especificó como causas del accidente, entre otras, la falta
de conocimientos y formación de las víctimas para
realizar el desmontaje del andamio, así como la
falta de supervisión de dicha tarea por una persona cualificada. Cabe señalar que el art. 19.1 de la
LPRL, establece que “en cumplimiento del deber
de protección, el empresario deberá garantizar
que cada trabajador reciba una formación teórica y práctica, suficiente y adecuada, en materia
preventiva, tanto en el momento de su contratación, cualquiera que sea la modalidad o duración de ésta, así como cuando se produzcan
cambios en las funciones que desempeñe o se
introduzcan nuevas tecnologías o cambios en
los equipos de trabajo”.
Resulta bastante claro que todo ello no ha sido cumplido, siendo ésta la causa constitutiva del
delito, no resultando culpa exclusiva de las víctimas, o, al menos, concurrencia de su propia imprudencia en la producción del accidente mortal,
como así se reflejó en los recursos formulados de
contrario, la ingestión de estupefacientes, puesto
que, si cierto es que los fallecidos consumieron
en algún momento indeterminado anterior a su
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muerte cannabis y cocaína esnifada, respectivamente, no puede afirmarse con una mínima certeza que en el momento de ocurrir los hechos
estuvieran incapacitados para realizar su trabajo a
causa de intoxicación por dichas sustancias, por
lo que no es posible afirmar que las víctimas del
accidente contribuyeron con su propia conducta
al resultado mortal.
Las normas de “cuidado”
Así, la posibilidad de criminalización quedará
reducida a quienes son garantes de la seguridad
dentro de la empresa, esto es, a quienes tengan
que cumplir y hacer cumplir las normas de seguridad y salud laboral, con independencia de que,
como establece la jurisprudencia, no cabe exigir a
quien ocupe una posición de garante que hubiera
realizado personalmente todas las operaciones
necesarias para el cumplimiento del deber, lo mismo que quien actúa como máximo responsable
de velar en todo caso por el cumplimiento de las
normas de seguridad aplicables, según sentencia
del Tribunal Supremo Penal de fecha 26 de marzo
de 1994, debiendo hacerse la atribución de responsabilidad penal tras una detallada disección de
los hechos delictivos, así como en averiguación
del origen más inmediato de los mismos y del
grado de intervención de cada una de esas personas en su comisión.
Para finalizar, en cuanto al fallo de la sentencia, resultando la conducta relevante jurídicamente la de ordenar a esos trabajadores subir a la plataforma sin asegurarse que tenían capacitación
suficiente para realizar la tarea encomendada
(que, a la vista está, entrañaba un alto riesgo), sin
haberles dado unas mínimas instrucciones y sin
que una persona cualificada supervisara la realización del desmontaje, careciendo de formación
e información necesaria, es por lo que se declara
responsables en concepto de homicidio imprudente en concurso con un delito contra la seguridad de los trabajadores, sin circunstancias modificativas de la responsabilidad penal, a los sujetos
declarados responsables, habida cuenta de su
autoría en los delitos juzgados por su participación en los hechos y su competencia específica
en materia de seguridad, con pena de prisión e
inhabilitación especial para el ejercicio de sus respectivas profesiones, así como a indemnizar de
forma solidaria y a partes iguales por el accidente
mortal ocurrido.
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A modo de conclusión, en cuanto a los sujetos responsables en orden penal, como así se indica en sentencia del Tribunal Supremo Penal de
fecha 12 de noviembre de 1998, es el incumplimiento de las normas “de cuidado”, expresamente establecidas en la legislación, lo que hace
nacer esta responsabilidad. Si bien podrá tratarse
de incumplimiento directo, o de incumplimiento
de los deberes de vigilancia y supervisión que
tienen por objeto, precisamente, lograr que to-
dos los sujetos implicados sigan las reglas o indicaciones correspondientes.
La responsabilidad, en orden penal, destaca por su mayor peculiaridad al prever la posibilidad de imponer sanciones de privación de libertad,
así como sanciones de orden económico y otras consecuencias accesorias como pueden ser el cierre de empresas,
las inhabilitaciones para su profesión, las prohibiciones de celebrar contratos públicos, etc.
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