Aspectos diferenciales trastornos consumo sustancias psicoactivas

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ASPECTOS DIFERENCIALES EN TRASTORNOS POR
CONSUMO DE SUSTANCIAS PSICOACTIVAS
Servicio de Psiquiatría. Hospital Ramón y Cajal. Universidad de Alcalá. Madrid.
Dirección:
Enriqueta Ochoa
Servicio de Psiquiatría. Hospital Ramón y Cajal. Universidad de Alcalá.
Carretera de Colmenar Km 9,100 28034 Madrid.
Tf: 913368391.Fax: 913368390
E-mail: [email protected]
1
INTRODUCCIÓN
El estudio del análisis de género en el campo de las drogodependencias es
relativamente reciente, a pesar de que el hecho de ser varón o mujer condiciona y
conforma la expresión de los consumos de drogas y la problemática que les
acompaña. Aunque las diferencias de hombres y mujeres está bien documentada,
la investigación de la adicciones pocas veces considera el género. En general, la
investigación, prevención y tratamiento de las adicciones las contempla desde un
punto de vista masculino.
Hasta hace unos pocos años se consideraba que las adicciones eran
predominantemente masculinas, y dado el predomino de varones dependientes que
solicitaban asistencia, las mujeres drogodependientes fueran vistas como casos
atípicos y en su evaluación y tratamiento no se aplicaba ninguna consideración de
género.
Las diferencias en la adicción en la mujer se relacionan con fenómenos
socio-políticos y con la estructura particular del sujeto, la familia y las redes
sociales en las que se haya inmerso. La problemática de la mujer como sujeto se
incribe en unas coordenadas históricas-sociales. La sociedad patriarcal implica
una división del trabajo entre hombre y mujer, con una relación de asimetría y
dependencia que se articula con la construcción de las categorías y símbolos que
definen los roles que deben ocupar hombres y mujeres. Nuestra sociedad ha vivido
en el siglo XX cambios importantes respecto al rol femenino. En la actualidad la
mujer tiene más oportunidades educativas y profesionales, aunque persisten
diferencias en numerosos indicadores socioeconómicos, tales como ingresos,
educación y empleo. Su incorporación a la sociedad ha supuesto también su
incorporación en los aspectos más negativos como las adicciones. La equiparación
de géneros en la participación y acceso al conjunto de escenarios sociales
(laborales, lúdicos…) conlleva la equiparación en la exposición a riesgos asociados
a esos nuevos espacios1-2.
A pesar de los cambios en los últimos años, continúan existiendo diferencias
en la vida social de la mujer, que la condicionan y diferencian de los varones. Por
ello es necesario estudiar la relación del consumo con las relaciones sociales:
relación entre consumo y elecciones y relaciones de pareja, red social y rol que
ocupa en las mismas, influencia de las situaciones vitales y hábitos de consumo,
situaciones de riesgo con el consumo….
La valoración social del consumo en la mujer continúa siendo diferente a la
del varón. La atribución de un comportamiento esperable para un colectivo radica
en las formas de socialización, y desde éstas, la mujer debe mostrarse cuidadora,
fuerte, maternal, con control sobre el medio. Cuando una mujer realiza un acto
trangresor como es el consumo de drogas, recae sobre ella una doble transgresión,
la del hecho en sí, y la que se asigna a la transgresión del rol y sus expectativas. En
las últimas dos décadas a habido una mayor aceptabilidad social hacia el consumo
de alcohol (que no de su dependencia), tabaco y tranquilizantes por parte de las
mujeres, persistiendo la valoración muy negativa al consumo de heroína y
cocaína2.
Al estudiar las adicciones en la mujer, se encuentra el problema de la
escasez de datos. Esto se debe, en parte a la falta de estudios sistemáticos sobre
mujeres en todas las áreas de investigación, pero en el caso específico de la
dependencia, intervienen también factores ligados a la incomprensión sobre la
adicción en la mujer dado las expectativas sociales que la rodean.
2
EPIDEMIOLOGÍA
Los estudios epidemiológicos muestran mayor prevalencia del uso de
sustancias psicoactivas entre los hombres, aunque los más recientes reflejan un
aumento en el uso de sustancias entre las mujeres, particularmente entre las
adolescentes y las jóvenes3-10.
Las diferencias en el consumo de drogas entre ambos sexos son complejas, y
se relacionan con el tipo de droga consumida, ciclo vital, grupo social y nivel
educativo. Factores legales, culturales, educacionales y geográficos influyen en la
creciente prevalencia del uso de drogas por las mujeres. Las variaciones de género
son mayores donde existen fuertes sanciones legales y en las zonas rurales. Las
diferencias son menores si existe una aceptación de su consumo. Entre los más
jóvenes las pautas de consumo tienden a aproximarse, mientras que cuando la
edad aumenta tienden a diferenciarse.
Los consumos de sustancias son cada vez más frecuentes entre las chicas
jóvenes, principalmente alcohol, tabaco, cannabis y cocaína, situándose las edades
de inicio entre 15 y 19 años. Los estudios epidemiológicos recientes señalan que el
consumo de drogas tiene una alta prevalencia en las mujeres (41-65% han
consumido alcohol y 30% han consumido a lo largo de su vida drogas ilegales). La
condición femenina que antaño era un factor protector para el consumo ha dejado
de serlo, y en la medida que se tiene igual acceso que los varones a las sustancias,
los consumos tienden a igualarse.
Los datos de consumo de sustancias en la mujer aportados por
Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías, el Plan Nacional sobre
Drogas sobre el consumo en población general y en estudiantes de Enseñanzas
Secundarias, la Agencia Antidroga y diversos estudios en diferentes poblaciones311
, reflejados las Tablas I-V, indican:
Tabaco: Fuman el 26% de la mujeres mayores de 14 años y el 33% de las
estudiantes de 14 a 18 años (frente al 24% de varones), iniciándose éstas a los 13
años. Esto, junto con la edad media de inicio global de las mujeres por debajo de
17 años hace prever un aumento del consumo de tabaco entre las jóvenes. Entre las
jóvenes que salen de marcha más del 50% fuma diariamente.
Desde 1997 existe una tendencia creciente en el consumo de tabaco entre las
mujeres que ya supera a los varones en las edades más jóvenes, mientras que en los
hombres la tendencia es decreciente.
Alcohol: Es la droga más consumida por la población general, y también
por las mujeres. Existe un incremento en su consumo entre las mujeres más
jóvenes (14-18 años) con una prevalencia similar a los chicos y se han reducido las
diferencias en las prevalencias hombre-mujer adultos. El 79% de la mujeres
mayores de 14 años y 81% de las estudiantes lo han tomado alguna vez (frente al
80% de los chicos), y el 64% en los últimos 30 días (frente al 63% de los varones
estudiantes). Dos tercios de las jóvenes que salen de marcha lo consume a diario o
durante el fin de semana. La intensidad de su consumo durante los fines de semana
es entre 4 (varones) y 8 (mujeres) veces mayor que en los días laborables. Los
chicos beben mayores cantidades de alcohol pero las chicas lo hacen con mayor
frecuencia. El incremento de su consumo hace pensar en un próximo futuro en un
aumento de mujeres con problemas derivados del mismo12.
Ha crecido también el número de mujeres con dependencia de alcohol,
pasando de ser una de cada 5 varones en los años 70 a ser una de cada 3
actualmente.
3
El perfil de las mujeres que beben de forma abusiva corresponde a urbanas,
no casadas, con estudios y activas laboralmente. El perfil de las estudiantes que
que abusan de alcohol es de zona urbana, clase media-baja o media-alta, son
repetidoras o compaginan el estudio con el trabajo, cuyo ocio se ocupa estando con
los amigos y bebiendo.
Cannabis: Ha aumentado el consumo experimental y continuado de
cannabis entre las mujeres en todos los grupos de edad, aumento especialmente
significativo entre las de 14-18 años. Han consumido cannabis alguna vez el 14%
de la mujeres mayores de 14 años y 40% de las estudiantes (frente al 43% de los
estudiantes varones). De las estudiantes, el 22% lo hizo en los últimos 30 días
(frente al 27% de los chicos), iniciandose el total de las mujeres a los 17,7 años y
las estudiantes a los 15 años.
El cannnabis es la sustancia ilegal más consumida, entre el 24-31% de la
población adulta (de 15 a 64 años) ha probado esta sustancia en alguna ocasión,
entre estudiantes de 15 años, la prevalencia de consumo en algún momento de su
vida oscila entre el 10-30%, correspondiendo los índices más elevado a los jóvenes
solteros. Las tasas de consumo son mayores en hombres que en mujeres, aunque
esta diferencia varía en función de los países y tiende a ser menos pronunciada en
el norte de Europa. Así, en Suecia las tasas de prevalencia son del 7,7% en varones
y del 6,6% en chicas, mientras que en Grecia son del 8% y 2,7% respectivamente.
Los consumos más elevados se registran en Inglaterra, tanto en chicos (42%) como
en chicas (38%). En España se estima el consumo habitual entre el 5-10% en
chicos y entre el 1-4,6% en chicas. En población adulta se estima que entre el 0,52% son consumidores habituales de cannabis.
Estimulantes (Drogas de diseño, anfetaminas, cocaína):
Ha aumentado desde la década de los 90 el consumo experimental y
continuado de éxtasis entre las mujeres en todos los grupos de edad, y de forma
especialmente significativa entre las de 14-18 años. En los últimos años, aunque
parece estar aumentando su consumo en los jóvenes, su escalada entre la población
general parece estancada. Entre un 0,5-7% de la población adulta ha consumido
éxtasis en algun momento de su vida, siendo un fenómeno principalmente juvenil.
La prevalencia en algún momento de la vida en adultos jóvenes (entre 15 a 34
años) varía del 2-11% en Europa, siendo del 11-17% en España, Republica Checa,
Países Bajos y Reino Unido y en ellos las tasas de consumo reciente se sitúan entre
el 5-13%. La prevalencia del consumo en algún momento de la vida y el consumo
intensivo suele ser mayor en chicos que en chicas en toda Europa, excepto en la
Republica Checa donde se iguala. Los datos de población escolar en nuestro país
indican que han consumido esta sustancia en algún momento de su vida entre el 15% (5,5% en varones y 3,8% en mujeres) y en los últimos 30 días el 1,7% de
varones y 1,8% de mujeres. Refieren consumir el 2% de las chicas que salen de
marcha.
Entre un 0,5-8% de la población adulta ha consumido anfetaminas en algun
momento de su vida, siendo más frecuente entre adultos jóvenes (2,3% de varones
y 1% de mujeres estudiantes las han consumido en los últimos 30 días).
Mientras que los hombres han reducido el consumo global de cocaína, las
mujeres lo han aumentado. En el grupo de edad de 14-18 años la prevalencia de
consumo en los últimos 30 días es de 2,5% en mujeres y de 4,6% en varones. La
cocaína ha sido consumida alguna vez por el 0,5-6% de los adultos, y entre los
adultos jóvenes de 15 a 34 años de edad las tasas de prevalencia oscilan entre 110% (10% varones y 6,7% mujeres). Las cifras más elevadas en Europa se dan en
4
España y Reino Unido con tasas de consumo reciente entre las mujeres superiores
al 2%. Dicen consumir a diario o durante el fin de semana el 2,3% de las jóvenes
que salen de marcha.
Heroína: Se estima que el 0,3% de la mujeres mayores de 14 años ha
consumido alguna vez, pero el consumo regular es menor del 0,1%. Los
estudiantes la han probado el 0,8% pero su uso en el último mes es del 0,1%. La
edad de inico es de 21,2 años y para los escolares de 15,8 años. La dependencia de
heroína se estima es del 1 a 3 por 1000 en total. Se estima una adicta a opiáceos por
4 o 5 varones, aunque la proporción que solicita tratamiento es 1 a 7.
Ansiolíticos e hipnóticos: Su uso está extendido entre la población general.
Las benzodiacepinas se usan tres veces más entre las mujeres, y las diferencias van
aumentando conforme aumenta la edad. Se estima que 9,7% de la población
consumió alguna vez y 6,6% de estudiantes (5,4% varones y 7,8% de las chicas).
La edad media de incio fue de 37,9 años para la población general y de 14,75 años
para los escolares. Esto hace pensar en el consumo de jóvenes y en la incorporación
al consumo de mujeres adultas.
El perfil de consumidora es una mujer mayor de 35 años, casada o viuda,
bajo nivel educativo, amas de casa pero tambien paradas y profesionales. La mujer
profesional, con independencia económica, entre 20 y 30 años, con baja autoestima,
problemas de identidad e inseguridades, es otro perfil de la potencial adicta a
ansiolíticos.
La posibilidad de automedicarse con estos fármacos es mayor entre las
mujeres que entre los hombres (70% de estas recetas se realizan a mujeres), y
también de recibirlos a dosis excesivas. Las mujeres tienen mayor riesgo que los
varones de desarrollar una adicción a estas drogas prescritas en combinación con
el alcohol. Las razones de porqué la mujeres se automedican más que los varones y
consumen en general más ansiolíticos parecen estar en las presiones que sufren
sobre su apariencia, las molestias ligadas a los cambios hormonales y la sobrecarga
física y psíquica de los roles múltiples ante el trabajo productivo y el reproductivo,
junto con el bajo componente estigmatizante que presentan estos consumos.
FORMAS DE PRESENTACIÓN
La atribución de comportamientos esperables a un colectivo radica en la
forma de socialización. La mujer tiene diferente exigencia, con asunción de mayor
responsabilidad y control del entorno. Al avanzar en la equiparación de géneros, se
avanza en la equiparación en la exposición de riesgos. La presión social en mujeres
trabajadoras lleva tambien a adquirir hábitos masculinos como el consumo de
tabaco, alcohol u otras drogas2, 13.
El uso experimental de drogas a edades tempranas se produce a menor
edad en chicas que en chicos. Generalmente esto responde a que la chicas tienen
amigos de más edad que las inician en ese consumo experimental. A medida que
aumenta la edad, las chicas se alejan de patrones de consumo masculinos.
Las mujeres consumen más de “puertas adentro” y consumen en mayor
frecuencia drogas que provocan menor rechazo social (alcohol, tabaco,
benzodiacepinas)14.
Los varones tienen más probabilidades que las mujeres de contactar con
drogas, pero tanto hombres como mujeres, una vez han consumido por primera
vez una sustancia parecen tener las mismas probabilidades para volver a
consumirla y para progresar desde el uso inicial a la adicción. Otros estudios
consideran que difieren en su vulnerabilidad a las diversas sustancias. Ambos
5
parecen tener las mismas probabilidades para llegar a ser dependientes a cocaína,
heroína, tabaco, alucinógenos o inhalantes. Sin embargo, las mujeres tienen más
probabilidades de llegar a ser dependientes de psicofármacos y menos de abusar
de alcohol y marihuana5. Otros consideran que el curso de la adicción entre las
mujeres es más rápido, considerando que para desarrollar la adicción las mujeres
requieren de beber, fumar o de utilizar drogas ilegales durante menos tiempo y en
menor cantidad. Cuando solicitan tratamiento, la severidad de la adicción, así
como la cantidad y la gravedad de las complicaciones médicas y psicosociales es
generalmente mayor entre las mujeres15.
Los factores de riesgo asociados al inicio de consumo en la mujer:
o ámbito familiar: padres con abuso de alcohol o drogas, mala situación
económica, malas relaciones de pareja. El estrés por el trabajo en casa y
fuera de ella para el alcohol y los ansiolíticos.
o ámbito personal: situaciones de tensión, pérdida de confianza en sí mismas,
insatisfacción.
o ámbito laboral: frustación para el abuso de alcohol y ansiolíticos.
o ámbito social: influencia de los grupos de iguales, conocer otros
consumidores, presencia y accesibilidad de las drogas. La escasa
participación social y tendencia al aislamiento supone un riesgo de abuso de
hipnosedantes y alcohol.
Consecuencias diferenciales del consumo (Tabla VI):
-La tolerancia social de la drogodependencia en la mujer es menor. La
mujer dependiente padece mayor rechazo social y más discriminación. Por tanto,
las mujeres drogodependientes han de enfrentarse a más barreras que los hombres
a la hora de reconocer la adicción y someterse a tratamiento.
-Daño de su propia imagen con perdida de autoestima.
-Pérdida o daño de vinculos familiares en mayor medida que los varones.
-Dentro de la familia de origen hay una actitud expulsiva de la mujer
siendo más cuidadora y comprensiva con los varones. Se refleja entre otros
datos en que las mujeres viven menos con familia de origen.
-Mayor número de mujeres casadas o emparejadas que los varones
con parejas drogodependientes.
-Inicio del consumo de la mujer con la pareja.
-Acuden con mayor frecuencia solas a tratamiento.
-Maltrato físico y/o abusos sexuales hacia la mujer drogodependiente por
parte de la pareja16. La conducta de maltrato aparece con mayor frecuencia y
facilidad bajo el efecto del abuso de sustancias. Las drogodependientes en
tratamiento presentan proporciones muy elevadas de abuso físico, sexual y/o
emocional. Esto se asocia con otras patologías como trastorno por stress posttraumático, depresión, y otros trastornos inducidos por sustancias17. Los consumos
de alcohol y drogas pueden ejercer como antecedentes y como consecuencia de
victimización. La violencia contra la mujer toxicómana aumenta los sentimientos
de baja autoestima, ansiedad, culpa y miedo, los que pueden inducir al uso de
alcohol y otras drogas como mecanismo de escape. Como antececedente, se
relaciona con la implicación de la adolescente en conductas de alto riesgo, con
menor capacidad para afrontar con éxito una situación de abuso.
-Daño en su imagen social como mujer y madre. Estigmatización de la
mujer adicta como poco femenina o mala madre. La función de la mujer, con un
factor esencial como es la maternidad, se considera incompatible con el consumo
de drogas. La madres pueden tener dificultades en la crianza de los hijos. La mitad
6
de las drogodependientes tienen hijos, con mayor frecuencia que los varones. Es la
madre drogodependiente la que se hace cargo de los hijos y en su defecto la abuela
materna. La crianza del nieto refuerza la exclusión de la mujer drogodependiente
del hogar. La maternidad puede ser un motivo por el que algunas mujeres no se
someten a un tratamiento, ya que si tienen un hijo pueden no seguir bien un
programa y, en otras ocasiones, temen que las separen de sus hijos18.
-El uso de tabaco, alcohol y otras drogas, en la mujer embarazada afecta
todo el proceso de la reproducción, desde la fecundación, el embarazo y el parto,
hasta la lactancia y el desarrollo del niño. Transmisión prenatal de
enfermedades19, niños que nacen con síndrome de abstinencia, bajo peso, retraso
mental o malformaciones.
-Embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual: el consumo
de alcohol y estimulantes produce desinhibición sexual y facilita encuentros
sexuales de riesgo y que no hubiesen sido aceptados en otras condiciones. Beber
torna a las mujeres más vulnerables a los ataques sexuales y a las relaciones
sexuales peligrosas y no planeadas. Las adolescentes que consumen alcohol y/o
otras drogas tienen mayor actividad sexual que las que no consumen. La
dependencia de opiáceos produce alteraciones menstruales que dificultan el control
de la natalidad.
-Agresiones sexuales: la pérdida de respetabilidad de las dependientes o de
las intoxicadas aumenta el riesgo de ser objeto de abuso sexual por parte de
aquellos varones que se consideran con derechos sobre una intoxicada o adicta a la
que consideran una mujer facil20.
-La sexualidad en las consumidoras de drogas influye en los procesos y en
consecuencias de determinados consumos y debe de considerarse al valorar los
factores que influyen en el inicio, mantenimiento y cesación de las conductas
adictivas. La prostitución, que inicia o intensifica las relaciones de sumisión, y
aumenta el riesgo de contagio de VIH y y otras enfermedades infecciosas19.
-Mayor riesgo de muerte por hepatitis o cirrosis, mayor de probabilidad de
sufrir cáncer de mama, accidentes domésticos, HIV y problemas de salud mental
entre otros.
-Las respuestas al abuso de drogas por los hombres suelen centrarse en los
efectos relacionados con el crimen, las referentes a las mujeres estan más
motivadas por el impacto del consumo en terceros (niños con madres toxicómanas,
prostitución). Las mujeres drogodependientes cometen menos crímenes contra la
propiedad y en hasta el 60% trabajan en la prostitución para poder costear sus
hábitos.
La identificación de los antecedentes y consecuentes de dicho proceso, debe
permitir una intervención dirigida a proveer de estrategias a las pacientes para
que obtengan éxito en futuras situaciones de riesgo de consumo (habilidades para
el manejo de ansiedad y depresión, habilidades sociales, autoeficacia, etc) y, para
minimizar las consecuencias provocadas por el uso de sustancias (proveer apoyo
social, asistencia médica, asistencia psiquiátrica, asistencia legal, servicios de
atención para los hijos, promoción laboral y educativa, etc).
A-ALCOHOL
En los trastornos por uso de alcohol existen entre sexos diferencias
epidemiológicas, etiológicas, biológicas, clínicas y de comorbilidad psiquiátrica12, 21.
7
1- Epidemiológicas: Cuando se considera el abuso-dependencia de alcohol,
la prevalencia es mayor en varones, diferencia que se hace menor en grupos de
edades más jóvenes22.
2- Etiológicas: Diversos factores de riesgo comunes para ambos sexos son
historia familiar de dependencia/abuso de alcohol, trastornos conductuales en la
infancia y trastorno de personalidad antisocial. La mujer presenta otros factores
de riesgo adicionales como depresión, historia de abusos sexuales y presencia de
marido alcohólico.
3- Biológicas: Las mujeres se intoxican más rápido y con menor cantidad,
con mayor vulnerabilidad al consumo. Esto se relaciona con:
-la menor proporción de agua y mayor proporción de tejido graso de las mujeres,
por lo que la alcoholemia es más alta con una dosis estandar de alcohol por unidad
de peso corporal.
-menor actividad de la enzima alcohol-deshidrogenasa en mucosa gástrica, por lo
que el primer paso del metabolismo del alcohol es menor, llega más alcohol al
duodeno con mayor absorción, consiguiéndose niveles de alcohol superiores a los
del varón a dosis iguales de alcohol22.
4- Clínicas: Las mujeres respecto a los varones23:
-experimentan el comienzo de la dependencia a una edad mayor, pero presentan
una evolución más rápida, por lo que el inicio de tratamiento suele producirse a
edades similares.
-muestran mayor repercusión somática y mayor tasa de mortalidad, con más
riesgo de desarrollar hepatopatías.
-la percepción social de esta enfermedad en ellas es más negativa, por lo que el
consumo de alcohol se oculta y puede pasar desapercibido durante más tiempo.
-mayor repercusión en el ámbito familiar, por lo que la tasa de separaciones y
divorcios es mayor.
-menos problemas de conducta, con menor repercusión a nivel conductual, laboral
y legal.
5- Comorbilidad psiquiátrica: Entre las mujeres alcohólicas hospitalizadas
hay una mayor comorbilidad psiquiátrica, principalmente depresión, trastorno de
pánico y fobias, mientras que en varones alcohólicos predomina el diagnóstico de
trastorno de personalidad antisocial.
Las características psicosociales de la adicción al alcohol especiales en las
mujeres con problemas con la bebida hacen que con mayor frecuencia que los
varones, las mujeres presenten (Tabla VII)7:
- mayor tendencia a beber a escondidas, con mayor concepto de pecado
relacionado con su adicción al alcohol.
- negación, lo que dificulta su detección y retrasa el tratamiento.
- patrón de bebedor intermitente, ingiriendo grandes cantidades de
alcohol en breves periodos de tiempo, lo que favorece la aparición de
enfermedad alcohólica.
- personalidad inadecuada, con fuertes sentimientos de rechazo, soledad y
tensión.
- posibilidad de una patología psiquiátrica como elemento primario al
desarrollo del abuso de alcohol. Puede existir un trastorno psiquiátrico
que contribuya al abuso como forma de automedicación.
8
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síndromes depresivos y sentimientos de culpa, pudiéndose acompañar
de cuadros psicosomáticos. La presencia de sintomatología depresiva
puede enmascarar un trastorno por uso de alcohol.
mayor frecuencia de cuadros histéricos, que se ven reflejados en una
mayor presencia de intentos de suicidio.
en la familia presenta peores relaciones con los miembros del hogar y
mayor tasa de separaciones y divorcios.
mayor historia familiar de abuso de alcohol. Algunos estudios describen
a las familias de origen de las mujeres alcohólicas como disfuncionales,
con madres duras y distantes, padres ausentes, presentando mayor
proporción de padres alcohólicos o enfermos mentales, inestabilidad
familiar, problemas económicos y relaciones con sentimientos de
privación y rechazo. Otros trabajos, indican como clave en el
alcoholismo de la mujer, una mayor deprivación afectiva infantil por
pérdida de un progenitor, por separación, divorcio o muerte.
alta prevalencia de antecedentes de abusos sexuales en la infancia.
mayor consumo de drogas en la adolescencia.
convive con mayor frecuencia con pareja consumidora, generalmente
agresivos, que pueden abusar de ellas física y sexualmente.
menos problemas laborales y legales pero más consecuencias sobre la
familia y la salud.
Algunos distinguen diversos tipos de alcoholismo en la mujer:
- Inicio tardío del consumo con incremento de la ingesta en relación con
factores estresantes. Su consumo genera sentimientos de culpa, pero mantienen
hasta tarde una vida laboral adecuada.
- Inicio temprano del consumo, no relacionado con acontecimentos
estresantes, sin sentimientos de culpa y con una vida más desordenada. Sería un
patrón de bebida más masculino.
Las secuelas físicas relacionadas con el alcohol en la mujer son múltiples,
como cancer de mama24, osteoporosis, fracturas óseas, hipertensión, anemia,
hemorragias gastrointestinales, etc. Las consecuencias dependen de las cantidades
consumidas y de las características individuales. A pesar de que a lo largo de la
vida, las mujeres alcohólicas beben menos y por menos tiempo, la probabilidad de
que ellas desarrollen y mueran por hepatitis y/o cirrosis alcohólica es mucho
mayor. La mortalidad entre las mujeres alcohólicas a los cinco años, a las que se
les ha diagnosticado cirrosis, es casi el doble de la mortalidad encontrada entre los
hombres que padecen el mismo problema y, las mujeres que sufren de cirrosis
alcohólica mueren casi una década antes que los hombres5,6. Se ha descrito
también una mayor susceptibilidad de las mujeres a los efectos neurotóxicos del
alcohol. Estudios de imágenes cerebrales han mostrado que las mujeres alcohólicas
pierden una cantidad mayor de tejido cerebral que los hombres alcohólicos. En
consecuencia, las mujeres alcohólicas presentan mayor deterioro intelectual y
mayor riesgo de complicaciones neuropsiquiátricas.
El consumo moderado de alcohol en mujeres (hasta tres bebidas por
semana) se ha asociado a una mayor sintomatología ansiosa y depresiva, en
comparación a mujeres abstemias25. La probabilidad de muerte en bebedoras
moderadas y altas es mayor que para bebedoras bajas26.
9
Los niveles de riesgo según el número de unidades de bebida consumidas
por semana son distintas para el varón y la mujer, considerándose que es riesgo
bajo tomar más de 200 gr/semana para el varón y de 140 gr/semana para la mujer,
riesgo moderado beber más de 350 gr/semana los varones y de 210 gr/semana las
mujeres, y riesgo elevado el tomar más de 500 gr/semana los varones y más de 350
gr/semana las mujeres.
Son importantes las consecuencias ginecológicas: amenorrea, menstruación
irregular, y su efecto sobre el embarazo, con aumento de abortos, bajo peso fetal,
riesgo de partos prematuros y aumento de la perimortalidad perinatal. El cuadro
más característico es el Síndrome Alcohólico Fetal (SAF)27-29.
Si bien la mayoría de las mujeres son conscientes de que el consumo de
alcohol en grandes cantidades durante el embarazo puede provocar alteraciones
fetales, algunas desconocen que el consumo en cantidades moderadas e incluso
bajas, también puede dañar al feto30. La mayoría de las mujeres dejan de beber o
disminuyen la ingesta durante el embarazado, pero algunas siguen consumiendo
alcohol de forma importante. Su identificación puede ser difícil porque la mayoría
tienden a ocultarlo. Por ello al igual que resulta difícil conocerlo, resulta
igualmente complicado la identificación precoz del niño expuesto. El hecho se
complica porque a veces no existe conciencia de alcoholismo por parte de la madre.
Los efectos del alcohol sobre el feto da lugar a una serie de alteraciones
según la gravedad de las manifestaciones: síndrome alcohólico fetal, defectos del
nacimiento relacionados con el alcohol, defectos del neurodesarrollo relacionados
con el alcohol y efectos sutiles detectables en los test psicológicos, de conducta y de
rendimiento escolar27.
La incidencia del síndrome alcohólico fetal se estima en: 1,9/1000 recién
nacidos31 y 10 veces más la de problemas menores relacionados con el alcohol32. Se
relaciona de forma predominante, pero no exclusiva, con los sectores menos
privilegiados de la población, relacionándose con desnutrición materna,
enfermedad hepática o uso de otras sustancias tóxicas27. Aún cuando no existe
dosis seguras de alcohol, la gravedad e incidencia de las malformaciones dependen
del consumo cuantitativo de alcohol, duración de la exposición al mismo, fase del
alcoholismo materno en el momento del desarrollo fetal, tiempo de exposición al
alcohol durante el embarazo, y diferenciación en las actividades de la alcoholdeshidrogenasa27.
Se realiza el diagnóstico de fetopatía o embriopatía alcohólica si coexisten
alcoholismo materno, signos morfológicos de embriopatía o fetopatía y
concentración de etanol en sangre y orina fetal.
El síndrome alcohólico fetal se caracteriza por retraso del crecimiento
prenatal y/o postnatal, facies característica, (epicanto, ptosis, blefarofimosis,
micrognatia, boca y labios pequeños con hipoplasia mandibular, paladar ojival y
hendido) y compromiso del sistema nervioso central (retraso mental, microcefalia,
hipotonía muscular, déficits en coordinación motora fina, hiperactividad,
alteraciones del sueño y alteraciones en el comportamiento). Las alteraciones
psicopatológicas más frecuentes en niños son las de tipo agresivo y con
comportamiento violento, mientras que en las niñas predominan las conductas
negativistas e inhibitorias, con problemas en las relaciones sociales. Los
adolescentes y adultos continúan presentando un patrón reconocible de cociente
intelectual bajo, deficiencias de atención y problemas de abstracción, que con
frecuencia conllevan importantes trastornos en el comportamiento27. El riesgo de
10
desarrollo de adicción en estos niños se considera superior al 20%, no solo respecto
al alcohol, sino a nicotina, alcohol u otro tipo de drogas33.
El consumo materno de alcohol aumenta el riesgo de muerte fetal y el
riesgo de muerte súbita durante la lactancia. Puede observarse signos agudos de
deprivación alcohólica.
Durante la lactancia, el consumo materno de alcohol pasa a la leche,
llegando ésta a presentar una concentración etílica similar a la de la sangre
materna. El lactante puede presentar alteración en el patrón de succión,
alteraciones en el ritmo sueño-vigilia y la exposición crónica al alcohol durante la
lactancia repercute negativamente en el posterior desarrollo psicomotor.
B-ESTIMULANTES
La investigación animal y en humanos muestran que varones y mujeres
difieren en sus respuestas biológicas a las drogas. En estudios con animales, las
hembras se administran la sustancia antes y en más cantidad.
Las mujeres que usan cocaína intranasal alcanzan concentraciones
sanguíneas menores del alcaloide, debido a que los estrógenos disminuye su
absorción en la mucosa nasal. Así, para que las mujeres puedan alcanzar las
mismas concentraciones sanguíneas de cocaína que los varones tienen que usar
dosis intranasales mayores o bien administrársela a través de otras vías.
Las mujeres parecen más sensibles a los efectos cardiovasculares de la
cocaína. A iguales dosis de cocaína, hombres y mujeres presentaron la misma
respuesta cardiovascular, a pesar de que las concentraciones en sangre de cocaína
eran más bajas en mujeres que en varones34.
En consumidores a largo plazo de cocaína, mujeres y hombres muestran
deterioro similar en pruebas de concentración, memoria y rendimiento académico.
Aunque las mujeres presentaban una mayor exposición a la cocaína, era menos
probable que presentaran anormalidades en el flujo de sangre en los lóbulos
frontales del cerebro. Esto sugiere en las mujeres un mecanismo protector frente el
daño cerebral que la cocaína puede infligir5.
Otros problemas de salud se presentan con mayor frecuencia y severidad,
así como con un curso acelerado entre las mujeres afectadas por las adicciones y,
complican el consumo de sustancias adictivas (infección por el virus de la
inmunodeficiencia humana, hepatitis, osteoporosis, algunas formas de cáncer, etc).
Se cree que tras el uso experimental de cocaína, la mujer puede desarrollar
dependencia más rápidamente que el hombre35. Cuando la mujer inicia
tratamiento suele presentar una severidad adictiva mayor que el hombre. Entre los
riesgos asociados al abuso de drogas en las mujeres están la mala nutrición y peso
por debajo de la media, maltrato físico, depresión, enfermedades infecciosas, etc.5.
Las mujeres con trastornos por dependencia a cocaína presentaban, con
mayor frecuencia que los varones, trastornos depresivos, trastornos de ansiedad,
abusos sexuales en la infancia, baja autoestima, parejas consumidoras de cocaína
que las habían iniciado en el consumo y antecedentes de padres consumidores de
drogas y, especialmente alcohol. Muchas refieren antecedentes de maltrato físico
y/o sexual. También se ha encontrado que las mujeres dependientes a cocaína,
comparadas con los hombres, muestran respuestas de craving más intensas, mayor
sintomatología depresiva y mayor severidad de problemas sociofamiliares y
sociales36, lo que podría influir en la frecuencia e intensidad de las recaídas6.
La cocaína en mujeres embarazadas se relaciona causalmente en rotura
prematura de membranas y en ciertas alteraciones genitourinarias. Se han descrito
11
en el feto alteraciones cerebrales, oculares, cardíacas, esqueléticas, y relacionado el
consumo materno de cocaína con el síndrome de muerte súbita infantil. Debe
valorarse la aparición de síndrome de abstinencia fetal ("coke babies" o "crack
babies"). El diagnóstico en el neonato puede ser difícil ya que suele asociarse al
consumo de otras drogas (heroína, alcohol, tabaco) y a factores indirectos como
estilo de vida, alteraciones nutricionales o relaciones familiares deterioradas.
Seguramente se infravalora los efectos de la cocaína a nivel fetal. Aunque muchos
niños expuestos a cocaína en el útero tienen un desarrollo normal, algunos pueden
ver seriamente comprometido su desarrollo. Exposiciones repetidas durante el
embarazo pueden aumentar el riesgo de daño inducido por cocaína, pero
igualmente se constata que una simple exposición a esta droga es capaz de
provocar infarto, edema y necrosis tisular, dependiendo sobre todo del momento
en el que se produce esta exposición.
C-OPIÁCEOS
Las adictas a heroína se caracterizan por la mayor marginalidad en que
consumen. Con frecuencia suelen asociarse con un varón que les ayuda en la
adquisición de la droga, o acaba dedicándose a actividades marginales como
prostitución. Estas mujeres tienen mayor disponibilidad de droga y más prejuicios
hacia el tratamiento. La mitad de las mujeres adictas financian el consumo con la
prostitución, y éstas concentran la mayoría de los problemas ligados a la adicción
en general con gran precariedad y degradación en su vida. Además, estas mujeres
tardan más tiempo en iniciar tratamiento, y cuando lo hacen cuesta más tratarlas
porque antes tiene que desmontarse su bagage actitudinal negativo que
arrastran37, 38.
Existe relación entre consumo y violencia doméstica, con alta incidencia de
malos tratos tanto previo a la adicción como cuando ya son adictas. Las mujeres
que consumen drogas han sufrido violencia severa de su pareja en una elevada
proporción. Las mujeres dependientes de opiáceos tienen más probabilidad que los
hombres de presentar antecedentes de abuso sexual y físico16. El abuso se asocia a
niveles más altos de trastorno por estrés postraumático. Además, las mujeres
presentaban más cantidad de factores psicológicos para la recaída después del
tratamiento: baja autoestima, depresión, ansiedad y comportamiento suicida.
La presencia de un compañero toxicodependiente es fundamental en la
identidad de género y es un componente esencial para explicar el pimer contacto
con la sustancia. Posteriormente se vinculan con mayor frecuencia a pareja
toxicomana. Diversos estudios refieren que el 30-50% de las parejas de las mujeres
adictas son tambien adictas, y en el 40-60% jugó un papel decisivo en el inicio de
su adicción. Los primeros consumos de heroína se producen junto con la pareja en
la mayoría de las mujeres, siendo estos los inductores o bien modificando la
percepción hacia el consumo. Es frecuente que aunque la pareja ha propiciado el
consumo, posteriormente lo desautorice y se oponga, aunque el mismo consuma.
La influencia de la pareja drogodependiente sobre las recaídas en el consumo en la
mujer es muy importante. La mayoría ha tenido varias parejas
drogodependientes19.
La dependencia de heroína se relaciona con problemas legales, aunque en
menor medida que los varones. Las mujeres constituyen el 5% de los presos, y casi
2/3 de las presas son adictas a drogas y/o alcohol, y muchas de ellas tienen severos
problemas familiares, bajo nivel educativo y mala situación laboral. Las mujeres
12
tienden a desarrollar carreras delictivas de más corta duración, se inician antes
que los varones, son encarceladas por menos tiempo y por delitos menos graves.
Presentan mayor inestabilidad laboral y baja cualificación personal, junto
con importante dependencia económica de terceros.
Grave repercusión de patologías asociadas, dado su mayor uso de
jeringuillas, y tendencia a compartir agujas en mayor medida que los varones, sus
hábitos de consumo y las prácticas sexuales de mayor riesgo entre ellas la
prostitución. Respecto a la asociación de opiáceos y VIH, existen diferencias de
sexo en algunos aspectos fundamentales. La mujer infectada por VIH suele
desarrollar la enfermedad en menos tiempo. Entre los que desarrollan la
enfermedad, el abuso de drogas, es más determinante en mujeres que en hombres.
En EEUU, aproximadamente la mitad de todas las mujeres diagnosticadas de
SIDA son usuarias inyectables de drogas frente a un tercio de los varones. Un 19%
de mujer con SIDA frente a un 2% de hombres con SIDA, informa tener
relaciones sexuales con usuarios inyectables de droga5.
Factores determinantes son la maternidad y sus consecuencias y el papel de
los hijos. Muchas de las mujeres que usan drogas presentan en su historia de vida
graves problemas psicosociales, además de otros problemas de salud, que se
presentan en las mujeres con más frecuencia y severidad, así como con un curso
más acelerado. Las mujeres están subrepresentadas entre los pacientes que
demandan tratamiento. Se han señalado algunas barreras de acceso para acceder a
éstos por parte de las mujeres como el miedo a no poder cuidar de sus hijos, a
perder las custodia de éstos o a las represalias de sus cónyuges.
Por tanto respecto a la relación mujer-opiáceos, se ha señalado que las
mujeres dependientes a opiáceos presentan: menor cualificación profesional, más
desempleo, mayor dependencia económica, comienzan a consumir con sus parejas,
bidependencia, menos conciencia sobre el trastorno, prostitución, más abortos,
más enfermedades asociadas (VIH, Hepatitis, ETS), malos tratos, antecedentes de
alcoholismo en padres, antecedentes de drogodependencias en hermanos y en sus
parejas. Se ha señalado que inician el tratamiento por presiones legales (custodia
de los hijos), porque sus parejas acceden a tratamiento o porque sus parejas están
en prisión39.
Estudios en nuestro medio40-41, en dependientes de opiáceos en tratamiento
con naltrexona, encontramos que el 17% son mujeres. Las mujeres presentaron
menor probabilidad de supervivencia al año en tratamiento que los varones (24%
vs 31%). De todas las diferencias encontradas entre ambos sexos, son relevantes las
referidas al entorno y apoyo social. Los varones cuentan mayor apoyo en sus
intentos terapéuticos de parejas no consumidoras. Con mayor frecuencia la pareja
de la mujer es consumidora, y este género cuenta con un menor apoyo para el
tratamiento de una pareja no consumidora. Presentan también diferencias
respecto a las características del consumo. Las mujeres tienen menor consumo de
cocaína y menor uso de la vía intravenosa, menor consumo de alcohol y menor
politoxicomanía, junto con un menor tiempo de consumo de heroína al iniciar el
tratamiento de su adicción. Las mujeres cuentan con menor independencias social
y mayor dependencia económica a pesar de mejor nivel educativo y cualificación
laboral y se inician en el consumo a través de sus parejas. Con mayor frecuencia
han abandonado el domicilio familiar y no cuentan con parejas no consumidoras.
Probablemente estos factores son determinantes en el peor pronostico que las
mujeres presentan en los tratamientos de la adicción42.
13
D-TABACO
Durante el siglo XIX y primera parte del siglo XX, el consumo de tabaco
por las mujeres estaba mal visto, era vulgar, inadecuado e incluso inmoral. Con la
incorporación de la mujer al mundo laboral, los movimientos de emancipación e
igualdad y la gran fuerza de la publicidad de la industria tabaquera, en los años 50
y 60, se afianzó el consumo de tabaco en la mujer, siendo cada vez más aceptado,
evolucionando la imagen inmoral a la de una mujer atractiva y emancipada.
Según datos del Ministerio de Sanidad sobre la evolución del tabaquismo en
España se observa un sensible descenso en el consumo de tabaco por parte de los
varones, mientras que aumenta en las mujeres. El incremento es especialmente
significativo entre las jóvenes de 16 a 24 años, donde la prevalencia alcanza el
42,7%, siendo superior a la de los varones de ese grupo de edad. Las últimas
encuestas realizadas por el Ministerio de Sanidad reflejan una estabilización del
número de fumadoras y una tendencia a la baja, ya que se ha pasado del 27% en el
año 2000 al 21% en el 2005. Es curioso es que en las parejas fumadoras se produce
un progresivo abandono por parte del varón del tabaco, pero no de la mujer. Cada
vez es más temprana la edad en la que los jóvenes empiezan a fumar43.
Al administrar dosis equivalentes de nicotina, las mujeres alcanzan
concentraciones sanguíneas de esta sustancia más elevadas. Además, las fumadoras
eliminan la nicotina más lentamente, por lo que experimentan sus efectos más
intensamente y por más tiempo44.
Las consecuencias directas del gran hábito tabáquico es la aparición en la
mujer de procesos que hasta ahora eran exclusivos del hombre (neoplasias de
pulmon, enfermedades coronarias…) junto con otros como menopausia precoz.
Los abortos son más frecuentes entre las mujeres que fuman y que el peso de los
hijos es menor al nacer. Estos niños tienen más probabilidad de ser prematuros y
están más predispuestos a presentar síndrome de muerte súbita45.
Diversos factores socioculturales, ambientales y personales influyen en el
inicio y mantenimiento del consumo de tabaco por las mujeres46, 47:
1- Factores Socioculturales
a) Aceptabilidad social: el tabaco es en nuestro medio una sustancia legal y
aceptada socialmente en la mujer. Antiguamente factores sociales y religiosos
contribuyeron a mantener bajas las tasas de mujeres fumadoras.
b) Influencia de los padres: Se puede empezar a fumar por imitación de sus
padres, profesores o a otras personas influyentes.
c) Influencia de los amigos: Muchas jóvenes prueban su primer cigarrillo por
influencia de sus amigos. Se experimenta el consumo de tabaco en grupo y la
aprobación de los demás es un mecanismo importante de la persistencia del hábito.
2-Factores Personales
a) Imagen de sí mismo: En la publicidad el fumar se presenta como un medio de
alcanzar la madurez, ser moderna y sexualmente atractiva.
b) Autoestima: Las probabilidades de empezar a fumar son mayores para las
chicas que tienen una baja autoestima.
c) Disponibilidad de medios económicos: El precio de los cigarrillos incide
directamente en el consumo del tabaco, sobretodo en los jóvenes.
d) Conocimiento, creencias y actitudes: Los adolescentes que fuman no creen que
el tabaquismo les afecte personalmente o estiman que los riesgos son a largo plazo.
3-Factores ambientales
a) Publicidad y promoción de ventas: Influye en el inicio del consumo del tabaco.
14
b) Diversificación del producto y comercialización: La industria del tabaco ofrece
a las mujeres cigarrillos con menos contenido de alquitrán y nicotina, aduciendo
preocupación por la salud. Sin embargo las mujeres fumadoras lo compensan
inhalando más profundamente o fumando más a menudo.
¿Por qué continuan fumando las mujeres?
a) Dependencia: La nicotina es la droga responsable de la adicción al tabaco. Una
vez que la adolescente pasa por las fases de iniciación y de experimentación,
aparece la dependencia.
b) Peso corporal: La mujer puede seguir fumando para controlar su peso. El
fumar se convierte en un medio de comer menos, perder apetito y mantenerse más
fácilmente a dieta. El tabaco tiene un efecto directo en el metabolismo.
c) Emociones positivas: El fumar en las mujeres produce placer.
d) Emociones negativas: El fumar puede ayudar a hacer frente a la soledad, la
tristeza, el dolor, la ira y la frustración. Algunas mujeres organizan su consumo
diario de cigarrillos utilizándolos como excusa para hacer una pausa o como
recompensa.
e) Entorno social: Muchas mujeres fuman para mantener una imagen, para ganar
aceptación o por conformismo social.
Las mujeres acuden a tratamiento en edades significativamente inferiores a
los hombres47. No existen evidencias consistentes en las diferencias por sexo en
respuesta a los tratamientos para dejar de fumar48. La investigación sugiere que
las mujeres se beneficiarían de las mismas intervenciones que los hombres, aunque
las mujeres puede que tengan que enfrentarse a factores estresantes y barreras
diferentes que los hombres para dejar de fumar (mayor probabilidad de
depresión, miedo a ganar peso). Por tanto, los programas asistenciales para
mujeres deberían tener en cuenta sus necesidades específicas. Una intervención de
tabaquismo dirigida a mujeres debería ofrecer apoyo terapéutico farmacológico y
conductual, combinado con enfoques específicos de género tales como la gestión del
propio estilo de vida, programas nutricionales para el control del peso y estrategias
de manejo del estrés49.
E-ANSIOLITICOS
Las mujeres consumen más psicofármacos que los hombres en todos los
grupos de edad y estas diferencias entre hombres y mujeres son mayores a partir
de los 46 años, en algunos casos indicados por médicos y en otros por
automedicación.
Las razones por las que las mujeres se inician en el consumo de
psicofármacos incluyen: la transición a la menopausia (cambios físicos y
emocionales asociados), reducción de la responsabilidad familiar en el hogar,
alteración de la situación laboral debido a la jubilación, autoestima baja,
transformación del ambiente familiar (abandono del hogar de los hijos, muerte de
la pareja), disminución y deterioro de las relaciones sociales50.
Las mujeres consultan con mayor frecuencia que los hombres y reciben más
recetas por problemas de salud, incluyendo problemas de salud mental. Por lo
tanto, recibe más recetas de sedantes, que luego ellas se automedican.
Las mujeres dependientes a psicofármacos tienen poca conciencia de su
adicción.
TRATAMIENTO
15
Entre los adictos a drogas que solicitan tratamiento la relación hombre/
mujer oscila entre 3/1 y 6/1 según los países, siendo los países del norte de Europa y
los nuevos estados miembros los que cuentan con mayor demanda por mujeres
adictas. Las mujeres están subrepresentadas entre los pacientes que demandan
tratamiento, excepto en el caso del alcohol. Las diferencias de proporción de
hombres y mujeres varían con la edad, a mayor edad menor número de mujeres en
tratamiento. Existe tendencia por parte de las mujeres a entrar en tratamiento a
edades más tempranas que los varones.
Se señalan barreras de acceso a los servicios de tratamiento de las
adicciones entre las mujeres: estigma social, falta de apoyo de sus parejas, cuidado
de los hijos, responsabilidades familiares y miedo a perder la custodia de los hijos.
La mujer dependiente tiene grandes dificultades para abandonar el consumo si sus
compañeros siguen consumiendo drogas.
Se discute si es necesario plantear actuaciones específicas dirigidas a
mujeres drogodependientes, en el ámbito preventivo y terapéutico, que incorporen
la perspectiva de género, y no esté destinado sólo a los ámbitos más desfavorecidos.
Muchos estados de la Unión Europea ofrecen programas que abordan las
necesidades de las mujeres consumidoras de drogas más desfavorecidas. Algunos
de ellos ofrecen servicios destinados a estas mujeres como proporcionarles
alojamiento además de ofrecer información sobre seguridad en las prácticas
sexuales y de consumo de drogas.
Las mujeres drogodependientes son vistas cada vez más como una
población que requiere un alto nivel de especialización y apoyo. Los niños nacidos
de ellas necesitan también cuidados especiales. Sus hijos precisan medidas de
intervención como modificación en las condiciones de vida, mejora condiciones
sociales y provisión de servicios de tratamiento.
La investigación señala que las mujeres pueden beneficiarse más de los
programas de tratamiento, si éstos ofrecen servicios integrales para satisfacer sus
necesidades, fundamentalmente50: alimentos, ropa y albergue, transporte,
orientación laboral, asistencia legal, alfabetización y oportunidades de educación,
adiestramiento para madres, terapia familiar, orientación psicológica para
parejas, atención médica, cuidado infantil, servicios sociales, apoyo social, atención
de salud mental, servicios de planificación familiar, etc.
Se ha señalado mayores índices de fracaso terapéutico en la mujer, en parte
porque estas acuden frecuentemente solas a tratamiento, bien porque la familia
desconoce la situación, bien porque no presta apoyo o, bien porque creen poder
afrontar el tratamiento ellas solas. Lo que se traduce en abandono más temprano
del tratamiento. También se ha encontrado que las mujeres en tratamiento
presentan más problemas psiquiátricos, médicos y sociales que los hombres. Las
mujeres diagnosticadas con trastornos mentales y abuso de sustancias presentan
una variedad de dificultades que requieren intervención51. En general el fracaso
terapéutico es mayor en la mujer, aunque algunas investigaciones refieren que las
mujeres en tratamiento recaen menos que los hombres, debido a que se
comprometen más con los tratamientos o que parecen estar dispuestas a buscar
más la ayuda profesional para sus problemas de salud. Otros señalan que puesto
que las mujeres encuentran más barreras para acceder a los tratamientos, cuando
éstas logran acceder a los servicios, están más motivadas para cambiar que los
hombres52. Se ha señalado que los resultados del tratamiento son mejores si se
permite elegir el tipo de tratamiento.
16
Algunos estudios señalan que aunque los tratamientos se diseñen
principalmente para hombres, estos también son útiles en las mujeres, en especial
cuando se trata de tratamientos que proveen apoyo de otros compañeros
abstinentes (p.e. terapia de grupo o grupos de autoayuda)53, 54.
Respecto a la forma de tratamiento se discute si las mujeres precisan o no
recursos específicos. Algunos lo consideran adecuado alegando que las mujeres
drogodependientes presentan un estilo relacional menos grupal, con menor
sentimientos de pertenencia a un grupo, y les cuesta más inicialmente funcionar
grupalmente, sobre todo en aspectos normativos, además de exteriorizar con
mayor facilidad sus emociones y sentimientos y presentar algunas de ellas una
importante bidependencia (de la sustancia y de la figura protectora)55. En centros
mixtos la formación de parejas entre adictos potencia los fracasos terapéuticos,
dado que ambos abandonan el tratamiento y se centran en la relación.
El tratamiento de la mujer con alcoholismo debe incluir56:
- Proporcionar información precisa acerca del efecto del alcohol en el
organismo y la mayor susceptiblidad y riesgo que representa para la
mujer la ingestión de alcohol
- Mantener actitud cuidadosa, imparcial, empática y de motivación ante
las consecuencias positivas de dejar de beber
- Evitar críticas que incrementen la baja autoestima y ocultación del
problema
- Informar de los efectos del alcohol en el embarazo y la necesidad de
abstinencia de este
- Reorganizar los apoyos socio-familiares, sociales y comunitarios
- En las que tiene pareja puede ser necesario un tratamiento conjunto e
integrarse en programas de terapia de pareja, familia y/o grupos de
autoayuda.
Los principales servicios que las mujeres requerirían durante el tratamiento
de sus problemas por el alcohol son56, 57: atención para otros problemas
relacionados con el uso/abuso de otras sustancias, asistencia ginecológica,
asistencia psiquiátrica, información y asesoramiento sobre problemas de violencia,
asesoramiento legal para determinados temas civiles como el de separación y
divorcio, apoyo social y servicios de atención a los hijos y, promoción de la salud y
asesoría laboral y/o educativa.
Las intervenciones para mujeres dependientes a opiáceos deberían incluir58,
59
: educación sobre la importancia de evitar reinfección sobre VIH enfermedades
de transmisión sexual, educación sobre la importancia del alcohol y cocaína en el
aumento de comportamientos sexuales de riesgo.
Aunque existen escasos estudios que se ocupen de comprobar las diferencias
en la eficacia del tratamiento, se asume en líneas generales que no existen
diferencias de género en la aplicación de la terapia cognitivo-conductual y, que la
efectividad es la misma en hombres y mujeres60, 61. Se ha señalado que la
diferenciación en el tratamiento en subtipos de mujeres (adolescentes
policonsumidoras, embarazadas, profesionales, amas de casa, etc) mejora la
efectividad61.
Los tratamientos en régimen residencial que ofrecen servicios integrales a
las mujeres puede ser uno de los recursos útiles en el tratamiento. Además del
tratamiento de la adicción se establecen objetivos relacionados con el cuidado de
los hijos y con el desarrollo de la responsabilidad como madre por parte de la
mujer dependiente. Algunos de estos programas permiten el tratamiento en
17
régimen de internamiento para mujeres embarazadas y para mujeres junto con
sus hijos62.
Puesto que los hombres acuden a tratamiento en mayor número que las
mujeres, la mayoría de estudios sobre eficacia de tratamientos incluyen muestras
mixtas de hombres y mujeres. En algunos de estos estudios no se encuentran
diferencias muestrales en cuanto al sexo, por lo que los resultados pueden
interpretarse de igual forma para hombres y mujeres. En otros estudios en los que
el número de hombres es mayor, no se establecen diferencias en cuanto al sexo
para los resultados obtenidos. Finalmente, algunos estudios utilizan muestras sólo
de mujeres, pero estos estudios son muy escasos. Sería deseable desarrollar líneas
de trabajo orientadas a comprobar la efectividad de componentes de tratamiento
específico en la intervención con mujeres dependientes.
Las futuras investigaciones sobre diferencias de género deberían incluir una
perspectiva de desarrollo e incluir modelos que enfaticen las diferencias familiares,
culturales y comunitarias. Es necesaria una investigación sobre factores
personales, ambientales, sociales y culturales y, una combinación de la influencia
de estos factores. Las líneas de estudio por lo que se proponen en el futuro son las
siguientes6, 15:
- Investigación básica, epidemiológica y longitudinal para identificar las
diferencias en la etiología y consecuencias del uso, abuso y dependencia
a drogas en mujeres.
- Investigación sobre antecedentes, factores de riesgo y de protección en
niñas y mujeres, para la identificación temprana y puesta en marcha de
programas preventivos.
- Investigación sobre el impacto de la violencia en niñas y en mujeres, en
el posterior uso de drogas y la incidencia sobre los tratamientos.
- Desarrollo e investigación sobre modelos de tratamiento específicos para
las necesidades de las mujeres.
- Proveer a los centros especializados de los recursos necesarios
materiales y humanos de actuación, que permitan un abordaje integral
de la problemática de la mujer adicta a drogas.
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22
Tabla I. Prevalencia de los consumos de drogas (alguna vez) entre estudiantes de
14-18 años, según sexo 10
Sustancias
Hombres
Mujeres
Alcohol
79,8
81,5
Tabaco
29,6
36,7
Cánnabis
43,8
40,2
Cocaína
10,3
6,7
Éxtasis
5,5
3,8
Speed/Anfetaminas
5,2
3,4
Alucinógenos
5,8
3,1
Tranquilizantes
5,4
7,8
Tabla II. Prevalencia de los consumos habituales de drogas (últimos 30 días) entre
estudiantes de 14-18 años, según sexo10
Sustancias
Hombres
Mujeres
Alcohol
63,5
64,4
Tabaco
25,1
32,4
Cánnabis
27,2
22,2
Cocaína
4,6
2,5
Éxtasis
1,7
0,9
Speed/Anfetaminas
2,3
1,0
Alucinógenos
2,1
0,6
Tranquilizantes
1,8
3,0
23
Tabla III. Memoria Agencia Antidroga3
Perfil de sujetos atendidos según sexo (81% varones y 19% mujeres)
Tabla IV. Memoria Agencia Antidroga3
Situación sanitaria de los sujetos en tratamiento según sexo
(81% varones y 19% mujeres)
24
Tabla V. Memoria Agencia Antidroga3
Características del inicio del consumo de drogas según sexo
(81% varones y 19% mujeres)
25
-
-
-
-
Tabla VI. Diferencias entre mujeres y varones en el desarrollo y
mantenimiento de la adicción
mayor vulnerabilidad biológica
o lesiones y progreso más rápido
o efectos tóxicos con dosis menores
o historia familiar de abuso
mayor vulnerabilidad psicosocial
o redes sociofamiliares diferentes
o parejas con trastornos por abuso de sustancias
o acontecimientos vitales estresantes incluyendo abuso sexual,
malos tratos en la infancia y en la adolescencia, disfunciones
sexuales, dependencia afectiva
más consecuencias sociales
o rechazo social
o complicaciones sociolaborales
o pérdida de apoyo social incluyendo divorcios
o marginación, prostitución
mayor prevalencia de psicopatología
o depresión
o ansiedad
o tentativas suicidas y suicidios consumados
o deterioro cognitivo
Tabla VII. Características del alcoholismo en la mujer7
Inicio más tardío
Tendencia a beber a solas
Sentimientos de culpabilidad
Mas tentativas de suicidio
Mayor relación con acontecimientos psicológicos traumáticos
Acuden a tratamiento antes
Problemas físicos a una edad más temprana y con consumos menores
Consumo asociado a psicofármacos y a tabaco
Padres o familiares cercanos con problemas de alcohol
Pareja consumidora de alcohol
Antecedentes de depresión
Antecedentes de abuso físico o sexual en su niñez
26
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