PSICODIDÁCTICA Y EDUCACIÓN SUPERIOR. EL PROCESO DE ENSEÑANZA-APRENDIZAJE UNIVERSITARIA DESDE UNA CONCEPCIÓN PSICODIDÁCTICA Emilio Alberto Ortiz Torres María de los Ángeles Mariño Sánchez 2012 Editorial Académica Española ISBN 978-3-8484-6237-7 2 ÍNDICE INTRODUCCIÓN……………………………….…….…..…….….Pág. 5 CAPÍTULO I: LAS RELACIONES INTERDISCIPLINARES DE LA PSICOLOGÍA CON LA PEDAGOGÍA..………..……………….Pág. 9 La concepción interdisciplinaria…..…………..….…….………... Pág. 9 Psicología y educación……………….………….………..……....Pág. 19 CAPÍTULO II: LA DIDÁCTICA COMO DISCIPLINA CIENTÍFICA………………………………………………………...Pág. 24 Evolución histórica de la didáctica............................................Pág. 29 Concepciones contemporáneas de la didáctica………….…….Pág. 35 Los modelos didácticos……………………………………...…... Pág. 40 Los modelos de investigación en la didáctica……………….… Pág. 43 CAPÍTULO III: LA CONCEPCIÓN PSICODIDÁCTICA………..Pág. 48 Fundamentos epistemológicos………….……………………….Pág. 54 La comprensión dialéctica del proceso de enseñanzaaprendizaje...............................................................................Pág. 59 Principios psicodidácticos…..…………………….…………….. Pág. 77 Conceptos psicodidácticos………..…………..…………………Pág. 100 Estrategias didácticas…..…………………………………….....Pág. 101 Problemas y tareas docentes………..……………….……...… Pág. 104 Estilos de aprendizaje y estilos de enseñanza…………….….Pág. 108 Sobredotación intelectual y el talento…….…….…………...... Pág. 114 Comunicación educativa….………………………………….….. Pág. 129 Competencias profesionales…………………………………..... Pág. 140 CONCLUSIONES…………….…….……………………….….....Pág. 148 BIBLIOGRAFÍA………….………………………………..………. Pág. 150 3 4 INTRODUCCIÓN El establecimiento de relaciones entre los conocimientos de diferentes ciencias (interdisciplinariedad), constituye una tendencia predominante en la actualidad como consecuencia de la progresiva obtención de resultados científicos que propician un reflejo más íntegro y complejo de la realidad. El desarrollo de la pedagogía y la psicología les ha permitido independizarse como disciplinas científicas, pero en aquellas investigaciones cuyo objeto es el proceso de enseñanza-aprendizaje, deviene una necesidad la relación interdisciplinaria entre ambas, porque los imperativos del desarrollo social han provocado la obsolescencia de las concepciones tradicionalistas y parcializadas desde la psicología o desde la pedagogía, que se restringían a desarrollar investigaciones dentro de los esquemas rígidos de cada disciplina. Las investigaciones psicológicas sobre el investigaciones didácticas sobre la enseñanza aprendizaje y las han aportado gran cantidad de resultados científicos valiosos que propiciaron la madurez de estas disciplinas, ya que era necesario primero profundizar en los contenidos parciales, como paso previo para estudiar la totalidad del proceso de enseñanza-aprendizaje. El desarrollo intrínseco de las ciencias pedagógicas y psicológicas refleja cada vez con mayor nitidez la tendencia integradora de concebir de manera unificada dicho proceso, pero no siempre con la mejor fortuna por la falta del imprescindible balance teórico entre lo didáctico y lo psicológico en una concepción realmente interdisciplinaria. Los principios epistemológicos de partida que fundamentan dichas ciencias en la investigación, serían insuficientes si no se es consecuente con la 5 necesaria argumentación posterior que vincule de manera histórica y lógica la psicología con la pedagogía y dentro de esta con la didáctica. Además, en la práctica profesional pedagógica se ha ido manifestando con mayor frecuencia, la obligada aplicación integrada de los aportes científicos de la psicología y la didáctica para poder responder de manera pertinente y eficiente a las demandas sociales de esta época. El objetivo de este libro es ofrecer fundamentos teóricos y metodológicos sobre el proceso de enseñanza-aprendizaje universitario desde una concepción psicodidáctica, que sistematice su comprensión interdisciplinaria y permita a los profesores una labor docente más efectiva, rigurosa, integral y consecuente con los imperativos del desarrollo social. Se asume que una concepción científica es aquella elaboración teórica general, de la cual se derivan postulados teóricos y metodológicos particulares, que permiten fundamentar la investigación aplicada y guiar el ejercicio profesional. De acuerdo con la lógica deductiva se parte de postulados generales y su derivación consecuente en otros particulares. Son aplicados también varios principios de la lógica dialéctica: la unidad de lo histórico y lo lógico y la ascensión de los abstracto a lo concreto, así como su ley fundamental: la unidad y lucha de contrarios, porque a través de la trayectoria evolutiva de las disciplinas científicas analizadas se pueden determinar sus esencias coincidentes y las nuevas cualidades resultantes como resultado de una concepción integrada y compleja. El primer capítulo, denominado Las relaciones interdisciplinares de la psicología con la pedagogía precisa, en primer lugar, los elementos esenciales de una concepción interdisciplinar y su condicionamiento histórico, a partir del surgimiento y desarrollo de las 6 disciplinas científicas como parte del advenimiento de las universidades modernas en el siglo XIX, el carácter tendencial en el desarrollo científico contemporáneo desde una comprensión compleja y sus especificidades en el campo educativo. La aparición, consolidación y desarrollo de la psicología educativa, pedagógica o de la psicopedagogía constituyó un resultado del progresivo acercamiento entre ambas ciencias en la medida en que iban apareciendo confluencias crecientes al compartir un objeto de estudio ideal: el ser humano. En el segundo capítulo, nominado La didáctica como disciplina científica, se determinan los argumentos esenciales que permiten afirmarla como rama científica fundamental de la pedagogía, a partir de su nacimiento en la Antigüedad y su posterior evolución histórica a través de varias etapas. Se delimita su objeto desde el paradigma de la complejidad y las concepciones didácticas predominantes en la actualidad. A partir de la segunda mitad del siglo XX, y sobre todo en el presente siglo, se constatan los aportes de diferentes autores, que en su quehacer investigativo y profesional, han enriquecido el arsenal teórico y metodológico sobre el proceso de enseñanza y el aprendizaje desde una integración de los conocimientos psicológicos y didácticos, es decir, desde una concepción psicodidáctica. El tercer capítulo está dedicado a La concepción psicodidáctica, la cual es nombrada ya de manera consciente e intencional desde la década de los años 80 del siglo XX, con la aportación de etapas y argumentos que confirman su ciudadanía científica interdisciplinar y las concepciones que reflejan el continuo acercamiento e integración de la psicología con la didáctica. 7 Los supuestos epistemológicos de la concepción psicodidáctica parten de los postulados histórico-culturales aportados por L. S. Vigotsky y enriquecidos en lo teórico y metodológico por varios autores cubanos, a partir de su contextualización a la realidad nacional con un enfoque dialéctico, donde se asume que el proceso de enseñanza-aprendizaje es por esencia contradictorio, tanto en su manifestación externa e interna, aceptando a esta última como la esencial porque promueven el desarrollo. Los principios psicodidácticos se derivan de los supuestos epistemológicos asumidos y, aunque poseen una existencia previa disciplinar, reflejan la nueva esencia interdisciplinar con sus consiguientes recomendaciones concretas para su aplicación integrada en las aulas universitarias. Los conceptos psicodidácticos constituyen un resultado de la nueva concepción interdisciplinar, con un origen disciplinar pero evolucionados en su contenido y extensión al incorporarse de una manera coherente y rigurosa a ella. La obra que se presenta a continuación constituye el resultado de un proceso de reflexión teórica que, durante más de treinta años, los autores han venido elaborando paulatinamente desde su labor como profesores universitarios y como investigadores. Por tanto, tiene la potencialidad del saber acumulado y, a la vez, el carácter imperfecto y relativo de toda verdad científica, por lo que su examen crítico por parte de los docentes contribuirá a su perfeccionamiento. 8 CAPÍTULO I LAS RELACIONES INTERDISCIPLINARES DE LA PSICOLOGÍA CON LA PEDAGOGÍA Para la fundamentación de las conexiones entre ambas ciencias es imprescindible determinar primero, las consideraciones esenciales acerca de lo que es una concepción interdisciplinaria, su origen, evolución y las especificidades de su manifestación en el campo educativo. La concepción interdisciplinaria El concepto de interdisciplinariedad apareció en 1970 en el Seminario de Pluridisciplinariedad celebrado en Niza (Francia) con la participación de J. Piaget, con muchas influencias del estructuralismo y con consecuencias inmediatas para la didáctica. Posteriormente, en el Congreso de Lucamo (Suiza) en 1987 continúa su desarrollo, y su definitiva consagración ocurrió con la proclamación de la Carta de la Transdisciplinariedad en Arrábida (Portugal), en 1994, entre los autores principales estuvieron J. Piaget y E. Morin. La interdisciplinariedad es el establecimiento de nexos recíprocos, interacciones, intercambios múltiples y cooperación entre dos o más ciencias particulares que tienen un común objeto de estudio desde perspectivas diferentes, o que se aproximan a las propiedades y relaciones específicas de ese objeto con distintos aparatos teóricos y metodológicos para desentrañar los diversos aspectos de su esencia, con el propósito de lograr un conocimiento cada más integral del mismo y de las leyes que rigen su existencia y desarrollo (L. Castro, 2000). Para abordar cualquier consideración de carácter interdisciplinario primero se debe partir de la disciplinariedad. Una disciplina puede 9 definirse como un categoría organizadora del conocimiento científico con su autonomía, fronteras delimitadas, lenguaje propio, técnicas y teorías exclusivas. Las disciplinas se instituyeron en el siglo XIX con la aparición de las universidades modernas y se desarrollaron con el auge de las investigaciones científicas en el siglo XX. La disciplinariedad es entonces, la organización de la ciencia en diversas disciplinas. Desde una consideración histórica la disciplinariedad constituye un resultado de la fecundidad del desarrollo científico, ya que delimita un dominio de competencia sin el cual el conocimiento se volvería fluido y vago. Una disciplina está formada por un corpus de conocimientos teóricos, por procedimientos de investigación y por una práctica profesional acumulada, con un componente institucional y sociohistórico, así como por una comunidad, redes de conocimiento y comunicación, una tradición, estructura conceptual, modos de investigación y cuerpos profesionales especializados en la producción sistemática de nuevos conocimientos. El concepto de disciplina presupone un objeto de estudio científico plenamente identificado y propio para cada ciencia en su objetividad y homogeneidad. Pero con la evolución social, y por tanto científica, la concepción disciplinaria, que constituyó un resultado valioso del avance de las ciencias, se fue convirtiendo en una rémora por el riesgo cada vez creciente de hiperespecialización del investigador y cosificación del objeto, concebido como cosa en sí, desvinculado de la realidad (de la cual es abstraído) y de sus relaciones con otros objetos, con los cuales está indisolublemente relacionado. Además, desde un razonamiento epistemológico, en el conocimiento científico se manifiesta la contradicción entre la unidad del saber y su 10 multiplicidad fenomenológica, precisamente la interdisciplinariedad constituye una solución a dicha antinomia. Los límites disciplinarios, tan necesarios en el surgimiento y desarrollo de las ciencias en su evolución, terminaron aislando las disciplinas unas de otras, y por tanto, ofreciendo una visión fragmentada y parcializada de la realidad. Si la historia oficial anterior de la ciencia es la disciplinariedad, en estos momentos la interdisciplinariedad constituye su continuidad lógica, el promisorio desarrollo de las diferentes disciplinas científicas fueron profundizando tanto en sus respectivos objetos, que condicionaron la necesidad de investigar sus relaciones e intercondicionalidades internas desde nuevas concepciones teóricas más abarcadoras. Como plantean Y. Lenoir y A. Hasni (2004), la reflexión sobre la interdisciplinariedad solo tiene sentido en un contexto disciplinario, ya que presupone, al menos, la existencia de referencia y la presencia de una acción recíproca. Entre disciplinariedad e interdisciplinariedad existe una relación dialéctica, ya que una presupone a la otra, se niegan y a la vez se presuponen. Por tanto, el desarrollo de las ciencias no solo ha sido disciplinar, sino interdisciplinar también, de lo contrario no hubieran tenido el avance que han logrado hasta el presente. Un ejemplo expedito de esta necesidad interdisciplinaria está en el estudio del ser humano, el cual ha sido investigado desde disciplinas psicológicas, biológicas y sociales por separado, pero en la actualidad se trata de estudiarlo más integralmente como un ser bio-psico-social, acorde con su complejidad, concepción que ha estado presente junto con su estudio disciplinar. La interdisciplinariedad constituye una respuesta al estudio de los sistemas complejos al generar síntesis en el conocimiento científico. 11 Para argumentar la existencia de relaciones interdisciplinares entre dos ciencias se deben tener en cuenta varios elementos de carácter epistemológico: • La precisa delimitación del nuevo objeto interdisciplinario a partir de los objetos disciplinares ya existentes. • El nivel de desarrollo teórico previo de las disciplinas subyacentes y su nivel de madurez alcanzado. • El desarrollo histórico anterior que ha condicionado la nueva concepción interdisciplinaria. • La determinación de los supuestos epistemológicos interdisciplinarios que sirven de sustento teórico general. • La elaboración de principios interdisciplinarios que integran y trascienden a los principios disciplinarios ya establecidos. • La distinción de aquellos conceptos que reflejan su esencia interdisciplinaria, los cuales adquieren un contenido más rico e integrador. • Los nuevos cauces investigativos que generan y los problemas prácticos profesionales que pueden resolver con la nueva concepción interdisciplinaria. La concepción interdisciplinaria tiene como ventajas que permite una visión integral del objeto de estudio, estimula la aparición de nuevas concepciones teóricas y metodológicas novedosas para la solución de los problemas científicos y contribuye a elevar el potencial teórico de las ciencias, y por tanto, incrementar su pertinencia ante las crecientes demandas del desarrollo social. 12 En la actualidad se habla no solo de interdisciplinariedad, sino también de transdisciplinariedad, multidisciplinariedad, pluridisciplinariedad y polidisciplinariedad, y aunque los autores en muchos casos ofrecen definiciones diferenciadoras entre estos términos, en realidad son matices del mismo fenómeno que refleja la necesidad de una concepción más compleja e integradora de la realidad en objetos de estudio más completos. A. Medina y M. Domínguez (2009) afirman que la transdisciplinariedad no niega el desarrollo de cada disciplina, sin que las integra y potencia a través del diálogo y la fertilización cruzada, además se destacan las siguientes características: • El rigor científico argumental, considerando los datos existentes desde todos los puntos de vista posibles. • La actitud de apertura que incluye la aceptación o novedad y de lo desconocido, inesperado o incluso imprevisible. • La tolerancia frente a otras ideas distintas a las propias, aún las opuestas. Consideran que la transdisciplinariedad es pues, una metodología científica, una actitud mental y una posición ante la vida. Estos mismos autores distinguen diferentes niveles antes de llegar al grado más elevado de integración transdisciplinaria: • Multidisciplinariedad: coexistencia de varias disciplinas yuxtapuestas sin conexión entre sí. Consiste en trabajar el mismo tema desde distintos ángulos disciplinares sin ningún intento de conciliación. • Plurisdisciplinariedad: estudio de diferentes materias próximas, cuya integración no ha sido programada explícitamente. Es un grado 13 intermedio ante de llegar a la interdisciplinariedad en la que se logra una mejor integración de contenidos. • Interdisciplinariedad: agrupación de contenidos por temas más que división en disciplinas específicas. La evolución de la ciencia exige trabajo interdisciplinario con la participación de investigadores que representan a varias disciplinas. • Transdisciplinariedad: constituye un ideal, a menudo utópico, de la unidad del saber, trascendiendo complementariamente a las disciplinas. Se trata de una integración teórica y práctica en un solo conjunto unitario. E. Morín (2003) considera que estos términos tienen su grado polisemia e indeterminación y contribuye a precisarlos argumentando que la interdisciplinariedad puede querer decir cambio y cooperación para convertirse en algo orgánico, la polidisciplinariedad constituye una asociación de disciplinas alrededor de un proyecto o de un objeto que le es común y la transdisciplinariedad se caracteriza a menudo por esquemas cognitivos que atraviesan las disciplinas. Aboga por la “ecologización” de las disciplinas, es decir, tener presente el contexto en que ellas actúan, incluyendo las condiciones culturales y sociales, de manera que, sin perder la noción disciplinar, se busque lo metadisciplinario para que se logre un equilibrio entre lo intrínseco y lo extrínseco a cada disciplina, como única vía de profundizar realmente en su objeto. Pero la concepción interdisciplinaria no solo tiene su origen en el desarrollo científico general, sino también en el campo educativo por la necesidad de formar profesionales que puedan responder de manera pertinente y efectiva a las crecientes y cada vez más complejas 14 demandas sociales desde la integración de los conocimientos científicos. Dentro de las ciencias de la educación la interdisciplinariedad posee un fundamento axiológico por estar íntimamente relacionada con la formación de personas abiertas, flexibles, críticas, cooperativas, capaces de trabajar en equipo y solidarias, a partir de una preparación integral, polivalente, dotadas de valores profesionales e individuales que les permitan enfrentar los nuevos retos sociales y sus peligros con entereza y sólidas convicciones morales. O sea, que una concepción interdisciplinar de los diseños curriculares no solo coadyuvará a la integración de los conocimientos sino también a una educación en valores que propicie el desarrollo de la laboriosidad, la responsabilidad, la iniciativa, el optimismo y la perseverancia. Además, la disciplinariedad sola no puede solucionar la necesidad de una formación integral y completa de los educandos, ya que se necesita de varios campos de conocimientos y experiencias que faciliten una comprensión más cabal de la realidad. La interdisciplinariedad previene de una formación centrada en el conocimiento y en la memorización, la cual conduce a una educación tecnocrática. Y. Lenoir y A. Hasni (2004) afirman que la interdisciplinariedad en el campo educativo difiere sustancialmente de la disciplinariedad científica, debido a “que su conceptualización se fundamenta en finalidades diferentes, a distintos objetos de estudio, y a que se recurre a un sistema referencial y a modalidades de aplicación también disímiles” (p.170). Estos autores proponen tres interpretaciones contemporáneas de la interdisciplinariedad en la educación: 15 • Interpretación racional (perspectiva francesa): la cual concibe la interdisciplinariedad desde una óptica académica, con un carácter reflexivo y crítico, orientada a la unificación del saber científico para una estructuración jerárquica de las disciplinas, dirigida a la reflexión epistemológica de los saberes disciplinarios que actúan. Esta interpretación está orientada a la búsqueda del significado o la lógica racional. • Interpretación instrumental (perspectiva anglosajona): el saber requerido es útil y operacional de inmediato. En vez de la búsqueda de un significado proclaman la búsqueda de la funcionalidad. Por tanto, la finalidad de la interdisciplinariedad no es la misma que la del proceso de enseñanza-aprendizaje sino un medio que se considera eficaz. La integración es considerada como un proceso interno y transportable de productos cognitivos, que pertenecen al sujeto y que requieren del apoyo de una tercera persona para que actúe como mediadora momentánea (el docente) y para establecer condiciones favorables de aprendizaje con interdisciplinariedad orientaciones según esta integradoras. Por tanto, interpretación responde a la la problemática del saber hacer y la integración del saber ser. • Perspectiva afectiva (interpretación latinoamericana): destaca el papel del docente como actor interdisciplinario y está orientada a la intersubjetividad de los agentes como parte de lo cotidiano y a la intersubjetividad en el plano metodológico. La práctica interdisciplinaria suscita un autoconocimiento mediante al carácter indisociable de la interacción humana. La interdisciplinariedad no tiene una función reflexiva ni instrumental en el saber, busca la realización del ser humano promoviendo una concentración en el yo integrador, no en las relaciones entre las disciplinas ni en el actuar funcional, pragmático. 16 Permite a las personas crecer a través de la concepción de la interdisciplinariedad como emancipación. Es evidente que las tres interpretaciones constituyen respuestas extremas y excluyentes con respecto a qué es lo más importante para la interdisciplinariedad en el campo educativo, ya que cada cual enfatiza en uno de los aspectos indispensables del proceso educativo: el contenido racional, su carácter utilitario y su condición humana. Todos son importantes, coexisten, confluyen y se complementan, por lo que no debe ser excluido ninguno de ellos, pero concebidos desde una concepción compleja que los integre sin identificarlos. Precisamente, este es la concepción que subyace en el establecimiento de la interdisciplinariedad de la didáctica con otras disciplinas. Desde la didáctica la interdisciplinariedad se plantea el problema de que, partiendo de varias disciplinas, intenta lograr una comprensión unitaria de lo real tratando de integrar los conocimientos y es una condición fundamental de toda comprensión intelectual mínimamente profunda. Este autor la considera como un principio didáctico a tener en cuenta en el diseño curricular, lo que implica concebirla como invariante metodológica en la enseñanza. R. Mañalich (2000) argumenta que la interdisciplinariedad constituye un problema pedagógico al destacar la importancia de las disciplinas humanísticas en la formación de personalidades creativas y destaca sus antecedentes en el pensamiento pedagógico martiano, al referirse a que en cada hombre se deposite toda la obra humana que le ha antecedido, para que sea un resumen del mundo en que vive, ponerlo al nivel de su tiempo y prepararlo para la vida. También F. Addine y otros (2007) la asumen como un resultado de la multidimensionalidad del proceso pedagógico que exige el análisis de 17 los problemas en las diferentes esferas en que se manifiesten por medio de sus múltiples interrelaciones. Las relaciones interdisciplinarias constituyen una exigencia que presupone la reorganización y reestructuración del trabajo científico de los profesores. J. Fiallo (2004) precisa que la interdisciplinariedad es una de las vías para incrementar la calidad de la educación y su formación integral, considerándola como un principio, una disposición, una motivación, una actitud, una forma de pensar, de proceder y una filosofía de trabajo para conocer la complejidad de la realidad y resolver los problemas que de ella dimanan. En el ámbito universitario surge como reacción a las concepciones atomizadas de los diseños curriculares con asignaturas aisladas e inconexas que reflejaban la excesiva fragmentación del saber debido a la especialización científica, lo que entraba en contradicción con la pertinencia de las universidades en función responder con presteza a las nuevas demandas sociales con profesionales competentes, capaces de integrar los conocimientos recibidos en función de resolver los complejos problemas de la producción y los servicios. P. Aznar y M. Angels (2009) aportan como criterio básico para el desarrollo sostenible el criterio interdisciplinar, ya que la docencia universitaria debe orientarse hacia la interdisciplinariedad, al estar integrado el claustro por docentes e investigadores procedentes de áreas académicas diferentes que aportan enfoques y culturas académicas diversas, que facilitan el desarrollo de diálogos interdisciplinares desde la lógica de los planteamientos disciplinares. A. Didrikisson (2010) enfatiza que para la universidad en la sociedad del conocimiento la interdisciplinariedad implica complementariedad, enriquecimiento mutuo y conjunción de los conocimientos disciplinarios. 18 D. Salazar (2004) asume que la didáctica posee dos dimensiones: una disciplinar y otra interdisciplinar, la primera tiene por objeto las didácticas especiales y la segunda la didáctica general, reflejando estas dimensiones la contradicción entre la especialización de los saberes y su integración. En el caso de la didáctica de la educación superior las relaciones interdisciplinares resultan esenciales en la formación de profesionales de nivel superior. Esta interdisciplinariedad como principio en la didáctica condiciona y demanda el establecimiento de relaciones con otras disciplinas, como por ejemplo, con la psicología, sobre la que se ha planteado con razón que es una de las ciencias que mayor aporte ha hecho en el ámbito de la educación y tiene un papel mediador en el establecimiento de un modelo interdisciplinario en la educación. Psicología y educación El término psicología de la educación, psicología pedagógica o psicopedagogía es relativamente reciente, o al menos posterior a la aparición de la psicología y la pedagogía como ciencias independientes. Desde hace algunos años se viene reiterando dentro de las ciencias de la educación, no solo como campo del conocimiento científico, sino como carrera universitaria, y por tanto, como profesión en el mundo. Los antecedentes están en la psicología aplicada a la educación. Se ubica su surgimiento a los finales del siglo XIX por el interés de los psicólogos en las características de la psiquis infantil en relación con las tareas de la enseñanza y la educación, así como por la necesidad de organizar el proceso pedagógico sobre una base psicológica, es decir, conocer al hombre antes de educarlo. 19 En este análisis histórico se observa un interés y preocupación constante en hallar una fundamentación psicológica de la pedagogía. Se remonta a la historia de la cultura grecolatina, mencionando a Platón y Aristóteles en cuanto a sus referencias a la constitución de la personalidad del individuo y a la forma de cómo orientar a la naturaleza humana para conseguir mejores resultados. En los Estados Unidos se destaca a W. James (1842-1910) como fortalecedor de la interrelación e interdisciplinariedad de la psicología y la pedagogía, así como la obra de E. Thorndike (1874-1946) que contribuyó a la rigurosidad y autonomía de la psicología de la educación. También son mencionados el suizo E. Claparede (18731940), los franceses A. Binet (1857-1911) y T. Simón (1858-1918), el alemán K. Lewin (1890-1947) y el norteamericano J. Watson (18761958). En Latinoamérica, un numeroso abanico de fenómenos psicológicos ha tenido aplicación directa al campo de la educación, como terreno de muchos y patrimonio exclusivo de nadie. Desde el punto de vista histórico a las relaciones entre la psicología y la pedagogía se le llamó psicopedagogía por influencia europea, criterio que fue siendo desplazado por el término psicología educativa o educacional, a partir de los años 50 por influencia norteamericana. Y que los orígenes de la psicología como profesión están íntimamente relacionadas con las aplicaciones pedagógicas, un ejemplo de ello fue la creación y aplicación de los test mentales. Las relaciones entre pedagogía y psicología tienen en común al ser humano, esta para estudiarlo y aquella para formarlo, pero marcharon por sendas paralelas, el movimiento de la Escuela Nueva estimuló la 20 integración entre ambas y en la actualidad la psicopedagogía debe preocuparse por el hombre concreto, conocerlo y educarlo. El hecho de que exista una precedencia histórica para la integración de las ciencias psicológicas y pedagógicas, no quiere decir que se logre ineluctablemente porque las condiciones histórico-sociales tienen su contribución en el desarrollo científico. El origen y evolución de la psicología como disciplina independiente está fuertemente impregnada de improntas pedagógicas dondequiera que se fue arraigando esta ciencia en el mundo, pero el marco socio-histórico jugó siempre un papel decisivo. Se afirma que en el desarrollo científico ocurren dos tendencias al unísono: el crecimiento de una multiplicidad de teorías y la formación de una teoría general unificada, ambas constituyen dos etapas en el desarrollo del conocimiento que se presuponen mutuamente. A medida que la psicología y la pedagogía fueron enriqueciendo sus respectivos cuerpos teóricos, se iban gestando las condiciones para la conformación de una teoría integrada de ambas. Es decir, que en la psicología de la educación se están produciendo procesos analíticosintéticos, o mejor dicho, de abstracción-generalización mutuamente condicionados, el primer proceso corresponde al crecimiento teórico particular y el segundo a la unificación de ambas ciencias Como resultado del desarrollo del saber científico aparecen ciencias intermedias o de transición que no son el resultado formal de unas utilizando métodos de otras, sino debido a la profundización del conocimiento, el cual conduce al descubrimiento de regularidades complejas, de niveles de desarrollo superiores, de una mayor revelación de la interconexión universal de los fenómenos de la naturaleza y de la sociedad. En la historia de las ciencias ha ocurrido 21 reiteradamente que una nueva disciplina surge de las relaciones entre las disciplinas existentes. El conocimiento psicopedagógico es obvio que no puede quedar agotado con los aportes de la psicología o la pedagogía solamente, por el contrario, se nutre de todas las ciencias que estudian al hombre y a la sociedad de una forma directa e indirecta, lo que enriquece el nivel teórico general de las conceptualizaciones de esta ciencia y compulsan a la obligatoria pedagogización de las ciencias, debido a las urgencias por delimitar y precisar la salida a la educación de los resultados tan aparentemente lejanos de la pedagogía, como son la inteligencia artificial y las tecnologías de la información y la comunicación, entre otros. Y a la vez condiciona la aparición de nuevos y más complejos problemas epistemológicos. De manera que la psicología educativa posee antecedentes históricos y lógicos que le permiten adquirir un status científico como ciencia o disciplina intermedia con las demás ciencias psicológicas, como por ejemplo, con la psicología general, la psicología de la personalidad, la psicología del aprendizaje, la psicología del desarrollo y la psicología de la comunicación. Pero a la vez se integra también a las ciencias de la educación por su esencia interdisciplinar. La psicología educativa es definida entonces, como una ciencia aplicada que no solo obtiene conocimientos teóricos sino que los emplea en función del proceso educativo, dentro de los cuales están la subjetividad de los alumnos y de los profesores, así como las interacciones que establecen ambos dentro de un contexto sociocultural e histórico determinado. Por tanto, es considerada ante todo una disciplina científica aplicada por el carácter concreto y particular de su objeto: el proceso educativo, 22 con un núcleo teórico conceptual bien delimitado e integrado por diferentes teorías, principios, categorías y modelos que permiten describir, fundamentar y explicar los fenómenos y procesos que ocurren dentro de dicho objeto, así como diferentes métodos y procedimientos dirigidos a conocer e intervenir para perfeccionar este proceso. La aceptación del proceso educativo como su objeto esencial presupone concebirlo en un sentido general e integral porque dentro de él existe una amplia gama de fenómenos de enseñanza y aprendizaje incluidos, los cuales pueden ser objeto de estudio de manera independiente y analítica, pero sin apartarlos del contexto amplio que es educativo, dirigido a la formación, el desarrollo y el perfeccionamiento de los educandos. En la labor cotidiana del profesional de la educación la psicología educativa no es la única ciencia útil, pero juega un papel fundamental porque la subjetividad de los actores fundamentales constituye un elemento esencial, que al ser obviado por ignorancia o menosprecio puede dar al perfeccionamiento traste del con cualquier proceso intento pedagógico innovador en las condiciones en que se desarrolla la universidad del siglo XXI. 23 y de complejas CAPÍTULO II LA DIDÁCTICA COMO DISCIPLINA CIENTÍFICA La didáctica tiene una doble raíz etimológica: docere, que significa enseñar y discere, que significa aprender. Desde el punto de vista etimológico su objeto es el proceso de enseñanza-aprendizaje y sus protagonistas naturales son los profesores y los alumnos, aunque el contexto cultural condiciona la interpretación que se tenga de ella, pues esta concepción se enmarca dentro de la tradición alemana y latina, ya que en la perspectiva inglesa y norteamericana no se utiliza el término didáctica, sino el de currículo como sustituto debido a diferencias significativas en cuanto a su conceptualización. La didáctica es considerada una de las ciencias de la educación, ciencia, tecnología y arte a la vez. Es la teoría general de la enseñanza que tiene como objeto la dirección del aprendizaje y el establecimiento de los objetivos, métodos, contenidos, procedimientos y la evaluación para lograr que el alumno adquiera capacidades, destrezas, habilidades y competencias del modo más adecuado posible. A. Bolívar (2008) afirma que la didáctica es el primer campo disciplinar de la educación que se constituye e institucionaliza en la modernidad, dentro de lo que después sería al amplio espectro de las ciencias de la educación. Y el reconocimiento de su identidad se asienta, en primer lugar, dentro del amplio corpus de conocimientos que ha ido adquiriendo históricamente la disciplina. Por lo general, se le considera como la tecnología de la función magisterial encaminada a facilitar el aprendizaje de los alumnos, también se asume que es el aparato instrumental de la pedagogía al operacionalizar los principios, categorías y conceptos aportados por esta y los pone metódicamente en función a través de diversas 24 modalidades del proceso de enseñanza-aprendizaje. Aunque no debe ser considerada simplemente como una técnica de enseñanza. Los que se adscriben a la didáctica como ciencia la sintetizan como teoría de praxis docente, síntesis orgánica y funcional de una metodología de la enseñanza, instrucción, aprendizaje y formación y ciencia aplicada en que la práctica enriquece la reflexión. Se divide en dos grandes partes: la didáctica general, que se ocupa de los principios generales del método de enseñanza y de los recursos que facilitan su aplicación en diferentes asignaturas y las didácticas especiales o específicas, que estudian los aspectos y los métodos particulares para hacer posible la transmisión-asimilación de los contenidos propios de cada una de las asignaturas. E. García (2004) considera que las didácticas específicas, especiales o especializadas constituyen términos dirigidos a resaltar las diferencias sustantivas Relacionadas existentes con respecto también con los a la diferentes didáctica niveles general. educativos: preescolar, primaria, media, preuniversitaria y universitaria, aunque su esencia radica en su carácter disciplinar por estar asociadas a determinadas áreas del conocimiento, como por ejemplo, la didáctica de la lengua materna, de la lengua extranjera, de la literatura, de las ciencias exactas, naturales, sociales, etc. Es decir, son campos característicos de diferentes ciencias dentro del proceso de enseñanzaaprendizaje. Este mismo autor plantea que las didácticas especiales tienen varias funciones en su relación interdisciplinar con la didáctica general: como puente entre la formación teórica especializada y la práctica, prepara al profesor para diseñar, desarrollar, analizar y evaluar reflexivamente su 25 propia práctica y capacita para comprender, explicar, diseñar y desarrollar el currículum. “Las didácticas específicas deben atender a tres componentes esenciales: el componente epistemológico, el componente didácticocurricular y el componente práctico. Lo que le permite articular el proceso instructivo sobre el contenido específico y la estructura de la disciplina, el sujeto que aprende y el contexto o situación de aprendizaje” (E. García, 2004, p. 31). A. Adúriz-Bravo (1999-2000) se refiere a la didáctica de las ciencias como una disciplina independiente de la didáctica general con sus referentes epistemológicos, psicopedagógicos y de investigación empírica, con una tendencia creciente de integración con otras disciplinas como la psicología, así como a una evolución histórica determinada. Por lo que se puede afirmar que las didácticas específicas o especiales han logrado consolidar una posición relativamente autónoma dentro de la didáctica como ciencia. La didáctica, como rama científica de la pedagogía, cumple con todos los argumentos antes planteados, pero a la vez posee un objeto peculiar más específico: el proceso de enseñanza-aprendizaje y el desarrollo de su cuerpo teórico. A partir de los resultados obtenidos por las investigaciones realizadas, le permite cierta independencia relativa de la pedagogía, avalado no solo por el nivel de sistematización teórica, sino también por su validación práctica en el aula. Debido a ello se plantea que es una ciencia eminentemente práctica, con cuatro funciones básicas: explicar, aplicar, prescribir y mediar en el sentido de una disciplina instrumental. La didáctica es una disciplina específica de naturaleza pedagógica. O sea, una tecnología pedagógica que precisa con detenimiento el cómo 26 debe desarrollarse el proceso de enseñanza-aprendizaje sobre la base de fundamentos científicos. E. García (2004) abunda al considerar que la didáctica es una ciencia porque busca avanzar en la comprensión del mundo que nos rodea, depende del juicio humano, se construye sobre el conocimiento acumulado, utiliza un amplio abanico de métodos de investigación, produce una comprensión provisional y siempre abierta al desafío para evidencias futuras, está condicionada por valores y está sujeta a la determinación social para la aceptación de sus conclusiones. Es considerada una ciencia aplicada, pero con un corpus teórico cada vez más importante. Su carácter normativo, complementado con su carácter descriptivo y explicativo tiene como funciones: generar recomendaciones, proporcionar una guía flexible, organizar y orientar, tratar de mejorar la enseñanza a través de su comprensión y transformación. A. Díaz Barriga (2009) valora que la consideración de la didáctica como una disciplina instrumental, de carácter normativo constituye una perspectiva reduccionista y desconoce su constitución histórica. Esta perspectiva normativa proviene, fundamentalmente de dos tradiciones; la durkheimiana, a principios del siglo XX y la instrumentalista de los años 50 del propio siglo. Aunque E. Durkheim se refiere a la pedagogía y no a la didáctica, el carácter mismo de esta disciplina como parte de la pedagogía llevó a que se le considerara en su dimensión de teoría-práctica. El paradigma alemán, por su parte, clasificó a la didáctica como una ciencia aplicada de la pedagogía. De esta visión se derivaron numerosos textos didácticos cuya función fue prescribir las formas en que puede operar un docente. 27 Considera A. Díaz Barriga (2009) que la didáctica debe ser considerada como una perspectiva que articule la teoría y la técnica, como elemento que la aleje del instrumentalismo y con una concepción histórico-política que permitiría ubicarla en el centro de los grandes objetivos sociales para la educación. El paradigma de la complejidad que se manifiesta en la didáctica le aporta nuevas formas de estudiar, comprender y explicar su objeto desde una perspectiva holística del proceso de enseñanza-aprendizaje, lo cual permite trascender las limitadas concepciones que solo tienen en cuenta aspectos aislados de dicho proceso sin interacción entre ellos. Su naturaleza pedagógica determina que esté orientada por finalidades educativas en función del perfeccionamiento de los alumnos, que busca la explicación y la mejora permanente de la formación y de los hechos educativos, con gran implicación ética de las instituciones formativas y la realización integral de todas las personas. Esta situación provoca la proliferación de diferentes tendencias y concepciones científicas dentro de ella, de acuerdo con las posiciones teóricas generales y particulares que defienden los investigadores, las cuales no siempre quedan lo suficientemente claras para su valoración rigurosa por la ausencia de una metodología científica que revele sus peculiaridades. Dentro de la pedagogía universitaria la didáctica de la educación superior ocupa hoy un espacio importante en el empeño de preparar a los especialistas que se inician su docencia en los altos centros de estudio. Sin embargo, es poco frecuente encontrar investigaciones dirigidas a valorar desde una posición teórica general los problemas de esta rama de la didáctica porque la mayoría de los investigadores se 28 circunscriben a afrontar problemas más particulares, relacionados con la enseñanza de determinadas ciencias, tales como la matemática, la historia, la filosofía, la lengua, la literatura, etc., quizás por las urgencias cotidianas del proceso de enseñanza-aprendizaje de las diferentes disciplinas universitarias que integran los diseños curriculares de las carreras. Evolución histórica de la didáctica Su prehistoria comienza con el surgimiento de los seres humanos que enseñaban a sus descendientes a realizar aquellas actividades que les permitían la supervivencia de la especie. Por lo que constituyó una necesidad la trasmisión de conocimientos empíricos, habilidades y valores culturales a las nuevas generaciones. En la Antigüedad se va conformando como instrumento para el aprendizaje de cuestiones primarias, tanto en la cultura latina como en las culturas orientales. Y así fue enriqueciéndose con la Edad Media, y es en el Renacimiento donde abre nuevos horizontes en la búsqueda de método universalista para la ciencia. Pero su verdadero carácter científico se lo confirió Juan Amos Comenio calificado como el padre de la didáctica por su obra clásica Didáctica Magna, escrita entre 1626 y 1632, en la cual recoge principios educativos y técnicas de enseñanza. Su concepto de enseñanza queda resumido en la frase “enseñar todo a todos”. Se puede considerar que esta obra constituye la primera perspectiva clásica en el pensamiento didáctico como parte del proyecto social (la Reforma) que en la ilustración y en la Enciclopedia alumbraron el sentido de una educación general para todos. Algunos autores la definen como una perspectiva centrada en el contenido y otros la consideran una visión heterónoma en la educación. 29 A través de su obra Comenio inicia la tradición de la didáctica como técnica, respondiendo a las necesidades de su época y logra articular su ideal a través de una metodología inductiva claramente sensualista, al concebir al hombre como poseedor de un saber potencial que le permite acceder al conocimiento. Al analizar la obra de J. A. Comenio (1983) se identifican varios elementos de su contenido que se relacionan con las bases psicológicas del proceso didáctico: la didáctica como el arte de enseñar y aprender, la exigencia de que la enseñanza debe ser atractiva y con agrado, la necesaria solidez de los contenidos que se aprenden, el deseo de saber de los estudiantes con elemento básico, la apelación al entendimiento y a los sentidos del aprendiz, el carácter procesal del aprendizaje y el basamento en procesos psíquicos fundamentales, tales como la atención, la memoria y el lenguaje. En resumen, se puede afirmar que en esta obra aparecen ideas seminales y precursoras de los principios psicodidácticos. La didáctica ha atravesado en su trayectoria histórica por las siguientes etapas (S. de la Torre, 1993): Etapa artesanal: se corresponde con ese modo de hacer carente de normas preestablecidas y generalizables, descansando la instrucción sobre la propia experiencia docente y algunas reglas o consejos. El maestro es más bien el sabio o aquel a quien se le reconoce una autoridad moral para instruir a los demás. La enseñanza descansaba más en la experiencia personal o en reglas fruto de tales experiencias, que en normas metodológicamente encadenadas. Etapa metódica: la Didáctica Magna de Comenio (1632) y el Currículum en la Universidad de Glasgow (1633) van a definir dos líneas paralelas para referirse a la acción instructiva. Ambas 30 representan la primera sistematización de los procesos de enseñanzaaprendizaje. Curiosamente aparecen casi simultáneamente aunque con diferente intencionalidad. Mientras que el currículo tiene un carácter globalizador y transformador (reformar el plan de formación vigente para conseguir más y mejores predicadores calvinistas), la didáctica surge como «artificio» universal para enseñar a todos todas las cosas. Esto es bajo el criterio de eficacia. En tanto que la literatura anglosajona se regirá en lo sucesivo por el término currículum, el resto de Europa se referirá a lo didáctico como proceso instrumentador de la educación institucionalizada. En un caso y otro se encuentran personas concretas que hacen propuestas en contextos diferentes, así como aportan obras o productos nuevos, lo que promueve cambios con independencia de las concepciones que los sustentan. Etapa de explicación filosófica: tras la propuesta metódica de Comenio (1592- 1670), caracterizado por la seguridad, facilidad, solidez y rentabilidad que representa el albor precientífico, se entra en una fase de explicación filosófica que aportará ciertos principios de acción didáctica al tiempo que fundamenta teóricamente la acción. Las ideas de J. J. Rousseau (1712-1778) abrieron a una didáctica de la individualización en la enseñanza, al funcionalismo y al paidocentrismo; J. Pestalozzi (1746-1827) destacó el papel de la intuición, la gradación y aplicación. Estos principios, explícitos ya en Comenio, ejercen nueva influencia y preparan el cambio. La actividad destacada por Fróebel (1782-1852) vendrá a convertirse en principio didáctico en la pedagogía contemporánea de J. E. Herbart (1776-1811), quien llevó a cabo un planteamiento explicativo del proceso educativo, convirtiéndose en el verdadero iniciador de la didáctica pedagógica con la instrucción educativa o instrucción como construcción mental personal. Aparece por primera vez la idea de la enseñanza como formación intelectual. 31 Formaliza el método a través de la lección que debiera responder a los criterios de: claridad mostrativa, asociación comparativa, generalización sistemática y aplicación conceptual, fundamentados, a su vez, en los cinco clásicos de: preparación analítica, presentación, asociación, sistematización y aplicación. Será O. Willmann (1839-1920) quien formule explícitamente la didáctica como teoría de la formación humana y realce el papel del profesor. De igual modo que el carácter metodológico de la didáctica le acompañará hasta el presente, la reflexión filosófica será una constante permanente, como lo ponen de manifiesto Gentile, Lombardo Radice, Dilthey, NohI, Dewey, Peters, Moor, Novak, Carr, etc. No existe una teoría educativa que no se apoye en la reflexión filosófica. Es la antesala de las metateorías o concepciones generales del conocimiento. Etapa aplicativa: casi en simultáneo con la reflexión filosófica va cobrando fuerza un movimiento basado en la actividad. En los umbrales del siglo XX, y ante !a insatisfacción del sistema herbartiano, ya «tradicional» por su intelectualismo y alejamiento de la nueva realidad que trae consigo la ilustración y la industrialización, surge una pléyade de educadores con inquietudes didácticas y propuestas renovadoras, provenientes de la medicina, psicología, sociología, etc. Focalizan su atención en la praxis más que en la reflexión teórica y, desde luego, están más cerca de la problemática del sujeto que de la explicación pedagógica. Desconfían del apriorismo proveniente, ya sea de la reflexión filosófica o del método formal centrado en la lección del profesor. Es el movimiento de la Escuela Nueva, en el que se destacan figuras tan relevantes como Decroly, Tolstoy, Reddie, Agazzí, Tagore, 32 Montessori, Ferrer, Ferriére, Makarenko, Freinet, etc. Cada experiencia conformará un sistema de enseñanza o metodología concreta. Etapa explicativa y normativa: en la primera mitad del siglo XX conviven las concepciones práxicas con la búsqueda de una explicación racional y científica de la enseñanza. Se tratan de argumentar científicamente las pautas de conducta más idóneas para alcanzar los aprendizajes previstos. La influencia del positivismo dominante hasta el presente ha tenido su influencia en la pedagogía y la didáctica. Nombres como A. Brain, Binet, Meumann, Lay, Buyse influirán decisivamente en la consideración de la instrucción, no tanto desde sus finalidades (como haría el planteamiento filosófico), cuanto atendiendo a las manifestaciones conductuales susceptibles de análisis empírico. La didáctica se convierte entonces en terreno de encuentro de diversas disciplinas que ofrecen modelos de eficacia en aprendizaje y metodologías de investigación. Ellos representan la consolidación de la didáctica como disciplina fundamental en la formación pedagógica, la creación de instrumentos de diagnóstico y evaluación, el desarrollo de las didácticas especiales y diferenciales con clara concepción metodológica, la apertura a temas como formación del profesorado, la tecnología, la organización escolar, etc. De hecho no se trata de una fase tan uniforme como algunos dejan suponer. Este carácter explicativo y normativo adopta posiciones muy distintas según venga fundamentado en el positivismo tradicional, la psicología funcional y genética piagetiana, o la concepción cognitiva, en el personalismo, en la tecnología y teoría de sistemas, o concepción social, por no referirse a concepciones interpretativas y sociocríticas. 33 El término currículo viene a enriquecer el campo semántico de la didáctica. De este modo conceptos gemelos como didáctica y currículo, que han evolucionado por caminos diferentes, y con diferente problemática en torno a estudios, se reencuentran en la actualidad y son sometidos a iguales criterios de racionalidad: los paradigmas. Etapa epistémica o paradigmas de racionalidad: corresponde así a la década de los «70» en que comienzan a concretarse algunas de las ideas de Kuhn sobre los paradigmas, este autor mantiene que la ciencia progresa dando saltos a través de estructuras conceptuales compartidas por una comunidad de científicos. Las primeras posiciones críticas al positivismo configurarán una de estas comunidades. Así es como surgen inicialmente partidarios de las metodologías cuantitativa y cualitativa, dando pie a una confrontación o tensión entre unas y otras. Los planteamientos sociocríticos de Giroux, Popkewitz, Habermas, Apple, Carr y Kemmis y otros, con una concepción claramente dialéctica, extreman las limitaciones de ambos paradigmas y describen el sociocrítico como paradigma integrador. Un planteamiento epistemológico de la didáctica o la innovación pasa hoy día por un análisis y posicionamiento paradigmático. En esta fase se pone el énfasis en aquellas estructuras de conocimiento que permiten plantear y analizar determinados problemas, orientar sus metodologías y tomar decisiones. Es una fase de diversificación y rica en innovaciones. Los paradigmas no solamente son excelentes atalayas del conocimiento, sino esclarecedoras guías de la praxis. En ellos se dan cita las comunidades de científicos, poniéndose así de manifiesto el lado personal, subjetivo, ideológico y social del conocimiento. Ya no es imaginable la ciencia al margen de los grupos humanos. 34 Los criterios esbozados anteriormente por S. de la Torre (1993) acerca de la evolución histórica de la didáctica reflejan diferentes criterios para su periodización, así como la unidad de lo histórico y lo lógico porque la determinación de su trayectoria temporal permite delimitar de manera precisa sus rasgos esenciales, su evolución científica, y a su vez, la fundamentación de sus concepciones contemporáneas. El objeto de la didáctica posee varias peculiaridades: es complejo por estar determinado por múltiples factores sociales, materiales y personales, es autónomo por las particulares condiciones en que se desarrolla, de acuerdo con las concepciones curriculares que lo sustenten, está regulado pues se sistematiza mediante los elementos curriculares que establecen pautas en su desarrollo y es intencional por estar dirigido por profesionales de la educación con determinados fines de valor social. El contenido de la didáctica lo integran: el contenido docente, el alumno en el proceso de aprendizaje, la ayuda del maestro en el proceso de enseñanza y la escuela como espacio vital. Pero en este contenido deben incluirse también los métodos, los objetivos y la evaluación. Concepciones contemporáneas de la didáctica En la actualidad existen varias concepciones, teorías y modelos en el campo de la didáctica, de acuerdo con los criterios propuestos por diferentes autores. Por ejemplo, A. Medina Rivilla y F. Salvador (2002) consideran que existen tres perspectivas en la didáctica: perspectiva tecnológica, perspectiva artística y perspectiva cultural indagadora. La perspectiva tecnológica se apoya en la ciencia y en la planificación sistemática de las acciones propias del proceso de enseñanza- aprendizaje, como resultado de la influencia del pensamiento positivista (Skinner) y de las nuevas tecnologías como apoyos aplicados. El 35 proceso de enseñanza-aprendizaje debe ser adecuadamente planificado, de acuerdo con modelos explicativos rigurosos. Los objetivos devienen en categorías esenciales para la concreción de las intencionalidades educativas, en los cuales se reafirma el saber y el saber hacer. Esta perspectiva se apoya en la metodología hipotético-deductiva y en el diseño de experimentos formativos, como requerimientos rigurosos para el estudio y la explicación científica de los diferentes fenómenos que acontecen alrededor del proceso didáctico, con sus correspondientes variables que permiten demostrar hipótesis y así buscar determinadas generalizaciones para enunciar principios y leyes. Dos paradigmas clásicos son el de presagio-producto: el conjunto de ideas, destrezas, capacidades y competencias generalizadas que se estiman deseables para desempeñar con éxito la tarea de enseñanza. Y el paradigma de proceso-producto: el carácter singular de la enseñanza y el conjunto de decisiones más creativas, de acuerdo con los emergentes y cambiantes procesos interactivos (en sus vertientes sintáctica, semántica y pragmática) que caracterizan a la enseñanza, de manera que pueda ser mejor entendida la tarea de la enseñanza y capacitar al profesorado en las principales opciones y actuaciones que llevan al desempeño eficaz en la clase. Aunque esta concepción tecnológica tiene una base positivistaneoconductista, ha sentido también la influencia humanista al incorporar una interpretación más integradora del proceso de enseñanza-aprendizaje, que no solo tiene en cuenta los contenidos (conocimientos y habilidades), si no también su papel formativo en el desarrollo de las cualidades de la personalidad de los educandos, especialmente los valores. 36 La perspectiva artística considera que la acción de enseñar para que otros aprendan constituye una tarea artística, donde está presente la creatividad y un alto sentido estético. El proceso didáctico será siempre gratificante, inacabado, singular y fecundo en dependencia de los sujetos participantes y de su goce espiritual y poético. De acuerdo con esta concepción la enseñanza relaciona el arte con la técnica dominada para poder expresar de modo singular la realidad conforme a reglas, así como también el valor de lo creativo genial que construye la realidad atendiendo al modo específico de cada actividad, ya que el proceso de enseñanza-aprendizaje es a la vez transformador y creativo. La enseñanza entendida artísticamente ha de tener en cuenta el modo peculiar de expresarse el profesorado en sus múltiples y cambiantes situaciones, por lo que cada docente es un artista que deberá siempre evitar la rutina y buscar lo bello de su labor con los alumnos, no repetirse, ser original, intuitivo, sensible y perseverante en su labor didáctica. La perspectiva cultural-indagadora posee carácter emergente y es concebida desde el trabajo compartido de profesores, investigadores y estudiantes, familia y microgrupos, con el objetivo de generar un entorno cultural netamente didáctico, desde una actitud netamente indagadora por parte de los participantes. Se basa en el reconocimiento del valor de la propia interpretación de la cultura, del modo de apertura, de su construcción y de la mejora integradora. La valoración de estas tres perspectivas planteadas por A. Medina Rivilla y F. Salvador (2002), como concepciones contemporáneas de la didáctica, permite plantear los siguientes criterios: 37 Demuestra que su status científico está influido, al mismo tiempo, por tendencias científicas tradicionales de carácter positivista y por otras emergentes que vinculan el contexto cultural con una actitud investigativa, concibiendo a la vez el acto didáctico como un hecho artístico. La propia complejidad del objeto de la didáctica obliga a aceptar las confluencias de sus diversas aristas en un mismo fenómeno. Estas tres perspectivas no pueden ser consideradas como excluyentes, por el contrario, hay que concebirlas como interdependientes en una coexistencia no exenta de contradicciones desde el punto de vista teórico y práctico en su aplicación concreta en el aula, que lleva en ocasiones al empirismo por menospreciar la teoría en aras de los hechos particulares, y en otras al eclecticismo por el intento fallido de conciliar posiciones teóricas contrapuestas e irreconciliables. En las tres se constatan las influencias de diversas corrientes psicológicas, tales como el neoconductismo, el humanismo y la concepción histórico cultural. Otra concepción alternativa es la sociocrítica que se refleja en la didáctica crítica, la cual está influida por la teoría de la acción comunicativa (TAC) de J. Habermas, como fundamento para edificar una didáctica humanizada porque su esencia consiste en el diálogo como explicación de la realidad y como actitud científica en la reflexión entre la comunidad educativa, entre el docente y el discente y todos los que forman parte del proceso instructivo en la búsqueda de una simetría comunicativa dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje. En la actualidad la teoría de la acción comunicativa (TAC) de J. Habermas posee gran influencia 38 en la pedagogía crítica contemporánea debido a su carácter dialógico, de tipo interactivo que busca el entendimiento, le confiere fuerza al valor de los argumentos y es optimista. Se pueden delimitar algunas características de dicha pedagogía relativas a la comunicación: fomenta las contradicciones en la actividad educativa, aprovecha las situaciones conflictivas, atiende a los fenómenos lingüísticos, soluciona problemas docentes utilizando estilos organizativos con los que estimula la participación y el discurso y capacita a los profesores para el uso de estos métodos. De lo que se puede inferir que la TAC sirve para edificar una didáctica humanizada porque su esencia consiste en el diálogo como explicación de la realidad y como actitud científica, en la reflexión entre la comunidad educativa, entre el docente y el discente y todos los que forman parte del proceso instructivo en la búsqueda de una simetría comunicativa dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje. P. Gimeno (2009) precisa que la didáctica crítica tiene como referente a la teoría crítica de la sociedad con una concepción del currículo no como algo acabado, sino como el resultado de un trabajo colaborativo entre los profesores y otras personas relacionadas con la educación, así como otras instituciones que pueden ofrecer visiones crítica sobre ella. Y define este autor a la didáctica crítica como una forma de entender la enseñanza y de comprender la sociedad como una forma posible de convivencia donde se cuestione y evite cualquier forma de violencia, física y simbólica que amenace a la libertad y con una gran carga axiológica por la importancia de los valores sociales que se trasmiten en la enseñanza. Todas estas ideas argumentan a favor de la conformación de un enfoque comunicativo desde la didáctica sobre el proceso de 39 enseñanza-aprendizaje, a partir de las coincidencias que existen entre la comunicación pedagógica y el aprendizaje escolar. También están los aportes de P. Freire que conciben a la enseñanza como una práctica social problematizadora y generadora de conflictos. La enseñanza desde esta concepción es una actividad crítico conflictiva, que ha de poner de manifiesto la fuerza de los poderes y de los grupos predominantes en el marco globalizador. La tarea docente ha de reflejar los auténticos problemas de un mundo conflictivo y en conflicto. Las formas de enseñar los contenidos deben trascender la vieja concepción de una teoría de la enseñanza o de una didáctica "pura", y ser definitivamente consecuentes con la unidad de lo instructivo y lo educativo y con la unidad de la enseñanza y el aprendizaje, para ser consecuente con la propia concepción psicodidáctica. Esta original concepción de la didáctica dentro del movimiento liberador suramericano es conceptualizado por otro autor, como por ejemplo, por J. C. Sánchez (2008) como movimiento teórico, denominado la antididáctica por su perfil contestatario que estimula el espíritu crítico. El fenómeno didáctico debe ser el punto de partida en la preparación de futuros profesionales y en la profesionalización de los docentes en las universidades. El proceso de enseñanza-aprendizaje es parte esencial dentro de la formación a la hora de investigarlo o estudiarlo científicamente y no concebirlo como un elemento aislado o independiente del proceso educativo. Los modelos didácticos Los modelos didácticos constituyen una abstracción del proceso de enseñanza-aprendizaje, en el cual se precisan nexos y relaciones 40 presentes para un determinado objeto de dicho proceso. F. García (2000) afirma que los modelos didácticos constituyen “una potente herramienta intelectual para abordar los problemas educativos, ayudándonos a establecer el necesario vínculo entre el análisis teórico y la intervención práctica; conexión que tantas veces se echa de menos en la tradición educativa, en la que, habitualmente, encontramos "separadas", por una parte, las producciones teóricas de carácter pedagógico, psicológico, sociológico, curricular... y, por otra, los materiales didácticos, las experiencias prácticas de grupos innovadores, las actuaciones concretas de profesores en sus aulas” (p. 1). Este mismo autor propone diferentes modelos didácticos que han impactado la realidad docente: • Modelo didáctico tradicional: centrado en los contenidos de carácter conceptual, como síntesis del saber disciplinar vigente, que no tiene en cuenta los intereses ni las ideas de los alumnos. Metodología basada en la exposición del profesor y en la pasividad de los alumnos. • Modelo didáctico tecnológico: centrado en los objetivos para ofrecer una información actualizada que desarrolle las destrezas y que tampoco tiene en cuenta los intereses ni las ideas de los alumnos. Metodología basada en la combinación de exposiciones del profesor y la realización sistemáticas prácticas programadas por parte de los alumnos. • Modelo didáctico espontaneísta: centrado en los contenidos presentes en la realidad inmediata, los cuales permiten el desarrollo de destrezas y actitudes, atribuyéndole importante al factor ideológico y sí tienen en cuenta los intereses y las ideas de los alumnos. Metodología basada en el descubrimiento espontáneo por parte de los 41 alumnos y la realización de actividades múltiples con carácter flexible. El profesor utiliza una metodología de carácter no directivo. • Modelo didáctico alternativo: centrado en contenidos que integran conocimientos disciplinares, interdisciplinares, cotidianos, la problemática social y ambiental, posee un carácter investigativo porque la aproximación al conocimiento se realiza a través de hipótesis generales de carácter progresivo en la construcción de dicho conocimiento. Se tienen en cuenta las ideas y los intereses de los alumnos. La metodología está basada en problemas de carácter docente que estimulan las investigaciones escolares. El profesor tiene un carácter activo de coordinador y como investigador también en el aula. La valoración de estos modelos propuestos por F. García (2000) lleva a plantear que ellos constituyen un reflejo de las tendencias históricas de la didáctica como ciencia a través de los modelos derivados de las diferentes corrientes que han influido en la educación, es decir, el escolasticismo, el conductismo (con su variante neoconductista skinneriana), el humanismo y la psicología cognitiva (con su variante constructivista), respectivamente. N. L. Landa (1988), refiriéndose a los modelos de pensamiento, plantea algunas características de ellos que son perfectamente aplicables a los modelos didácticos: son constructos hipotéticos que representan una idea acerca del funcionamiento de un fenómeno o proceso, así como su existencia en dos formas: descripciones de procesos o prescripciones de ellos. Los modelos didácticos siempre serán una conjetura, una suposición, una hipótesis acerca del funcionamiento del proceso de enseñanzaaprendizaje, sobre la base de determinadas concepciones teóricas y 42 metodológicas, es decir, desde determinada teoría didáctica, la cual casi siempre destacará o enfatizará en determinados aspectos o componentes dentro de dicho proceso. Igualmente, los modelos didácticos siempre serán descriptivos porque descubren, analizan y caracterizan determinados aspectos o componentes del proceso de enseñanza-aprendizaje y, a la vez, son prescriptivos porque establecen cómo deben funcionar o desarrollarse para que dicho proceso cumpla eficazmente con su razón de ser. Por tanto, los modelos didácticos están condicionados por las posiciones teóricas didácticas que los sustentan, serán novedosos y constituirán un aporte teórico, desde el punto de vista investigativo, en la medida que dichas concepciones lo sean, o al menos que se basen en una teoría didáctica conocida, pero enriquecida con nuevos elementos que permiten proponer un modelo didáctico peculiar, perfeccionado o superior a los anteriores. Estos elementos teóricos nuevos son los que determinarán la originalidad de los modelos didácticos derivados, por lo que siempre será imprescindible referirse o fundamentar explícitamente cuáles son para argumentar la novedad de los modelos. Elementos que pueden estar referidos a enfoques, conceptos y regularidades no tenidas en cuenta hasta ahora en la teoría. Los modelos de investigación en la didáctica A. Díaz Barriga (2009) aporta una mirada histórica en los tres siglos de producción didáctica como una epistemología a posteriori y organiza estos modelos en dos grandes grupos: • Estudios para construir una teoría didáctica y derivar técnicas de trabajo en el aula: que han servido para construir una teoría sobre el proceso de enseñanza o de aprendizaje 43 • Estudios sobre el aula: que han aportado elementos para una comprensión del funcionamiento de los procesos del aula. La evolución de la llamada nueva sociología del siglo XX ofreció una visión sobre el aula que permitió estudiar los problemas de la enseñanza desde una perspectiva microsocial, privilegiando ciertas temáticas propias de las relaciones sociales, tales como el vínculo maestro-alumno, la ideología en el trabajo pedagógico, entre otros. Este autor, sin embargo, propone como alternativa una clasificación diferente que enfatiza en el valor y la complementariedad de ambos modelos y enuncia las características de cada tipo de indagación dentro de esta ciencia: • La construcción de una teoría didáctica: es la primera modalidad de investigación y ocupa un lugar central en la conformación de esta disciplina con los aportes de Comenio, Pestalozzi, Montessori y Freinet, entre otros. Los cuales construyeron las grandes formulaciones del pensamiento didáctico. • Desarrollos conceptuales independientes de la didáctica: incluye indagaciones profundamente conceptuales que parten de una reflexión sobre un tema problemático en educación y estas elaboraciones no son experimentadas en las aulas por quienes las formulan, aunque se les introduce en ellas en desarrollos posteriores. Tales indagaciones se iniciaron con Rousseau, cuyos postulados fueron retomados más de un siglo después por el movimiento de la escuela activa. Rousseau, con una sólida formación filosófica, elaboró varios postulados que buscaban promover una educación que estuviese en armonía con la naturaleza, guardando un profundo respeto por la libertad y los procesos de desarrollo del niño como sujeto de la educación. De manera que el sujeto de la educación potencie su 44 desarrollo gracias al contacto con el mundo natural, alejado de todo lo que la sociedad adulta ha generado a su alrededor. Esta perspectiva de investigación en el campo de la didáctica se encuentra vigente en la actualidad, como lo muestran ciertas concepciones de la nueva sociología de la educación y las aproximaciones que derivan de la aplicación de la teoría crítica en el movimiento de la pedagogía crítica. Su vigencia radica en el desarrollo actual de desarrollos teóricos que no están ligados a una experiencia directa en las aulas. • Elaboración de conceptualizaciones breves con predominio de la práctica: Díaz Barriga (2009) la considera como una modalidad de indagación más cercana a las posibilidades reales del docente. Consiste en el desarrollo de una conceptualización sencilla sobre la educación y luego construir técnicas para trabajar en el aula. Estas ideas de Díaz Barriga (2009) reflejan de manera aguda el desarrollo científico de la didáctica, que en su trayectoria histórica aparece primero un crecimiento intrínseco de su cuerpo teórico, para recibir posteriormente las influencias extrínsecas de otras ciencias colindantes, lo cual es una manifestación temprana de las relaciones interdisciplinares de la didáctica con otras ciencias y la tercera modalidad es una vía inductiva porque refleja una lógica diferente a las modalidades anteriores, al transitar de una práctica docente profesional a la reflexión teórica. Dicho autor destaca en esta última modalidad el valor que han tenido las investigaciones en el aula para el enriquecimiento de la teoría didáctica, como reflejo de las influencias de otras ciencias sociales, como por ejemplo de la psicología., afirmando que sus progresos científicos contribuyeron notoriamente a la solidez conceptual de la 45 didáctica, al brindarle fundamentación científica a las intuiciones comenianas. Sin embargo, considera que la influencia de la psicología ha tenido también un cierto efecto negativo por la psicologización de la didáctica al desplazarse el sistema de interrogantes didácticos por las teorías del aprendizaje, de la motivación y de la instrucción. Este criterio constituye la insatisfacción de varios didactas por sentirse “invadidos” por una ciencia emergente como la psicología y que ha sido expresado por otros autores como el triunfo de las pedagogías psicológicas, lo cual no es más que una manifestación objetiva de la contradicción existente entre el proceso de crecimiento de los vínculos interdisciplinarios con la psicología y las concepciones esquemáticas u ortodoxas sobre los límites de la didáctica. Al referirse específicamente a la relación interdisciplinaria con la psicología, afirma que tiene una historia relativamente reciente, pues en los planteamientos de Comenio se suponen pero no se enuncian de manera explícita. Fue Herbart, a principios del siglo XIX, quien vislumbró dicha relación como importante para el campo educativo, destacando que la pedagogía tiene dos pilares básicos: la filosofía y la psicología. Los planteamientos didácticos se enriquecieron con el desarrollo de las teorías del aprendizaje y a partir de aquí ambas ciencias caminarían de la mano, aunque en ocasiones la psicología del aprendizaje preferiría caminar sola por el espacio del aula. F. Díaz Barriga (2009) valora que en la relación psicología-didáctica han existido dos momentos: el primero es aquel en el cual los desarrollos específicamente psicológicos se aplican al campo de la didáctica, como por ejemplo, en la didáctica piagetiana y el segundo momento corresponde a la investigación, en el campo de la enseñanza, 46 de un proceso cognitivo específico, empleando el bagaje conceptual de las teorías psicológicas, como por ejemplo, en el estudio de los contenidos de la reforma de los diseños curriculares contemporáneos. Lo cual ha condicionado una forma de investigar los temas de la enseñanza pensando en los problemas del aprendizaje desde el escenario del aula Las consideraciones de este investigador reflejan el proceso de madurez progresiva en las relaciones interdisciplinarias de ambas ciencias, que se inician con la aplicación disciplinar de la teoría psicológica al proceso docente y que transcurren en un enriquecimiento de ella a partir de su contextualización en las condiciones específicas y peculiares de dicho proceso. En España, la concepción científica de la didáctica ha venido reforzándose paulatinamente, a partir de los aportes de diferentes docentes e investigadores, por ejemplo, N. Rajardell y A. Medina (2009) proponen varios principios, los cuales consideran que rigen en toda actuación didáctica e influyen en cualquiera de las estrategias de intervención que se apliquen: Comunicación, Actividad, Individualización, Socialización, Globalización, Creatividad, Intuición y Apertura. La comunicación es considerada el principio más general, a partir del cual se derivan los demás. Al valorar la fundamentación de cada uno se constata la influencia de otras disciplinas, tales como la psicología y la sociología. 47 CAPÍTULO III LA CONCEPCIÓN PSICODIDÁCTICA Aunque la psicología y la didáctica como disciplinas han tenido un desarrollo relativamente independiente en cuanto a su objeto de estudio, su cuerpo teórico y su arsenal investigativo, es innegable que poseen un objeto de estudio ideal común porque el estudio del proceso de enseñanza-aprendizaje es inconcebible sin la presencia de ambas ciencias. E. García (2004) plantea atinadamente que estas ciencias comparten su objeto dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje, como una parcela común que tiene sus matices de acuerdo con las concepciones que se asuman, pero las cercanas relaciones no presuponen la identificación. Por ser ciencias independientes han logrado un nivel de madurez tal que les permite interactuar entre ellas. A. Diaz Barriga (2009) considera que la relación de la psicología y la didáctica tiene una historia relativamente reciente. En los planteamientos de Comenio se la supone pero no se la enuncia. Recién a principios del siglo XIX, Herbart vislumbra que esa relación es importante para el campo de la educación, y es cuando postula que la pedagogía se basa en dos pilares: la filosofía y la psicología. Este autor afirma que a principios del siglo XX los aportes de varios psicólogos al desarrollo de la teoría del aprendizaje (Thorndike y James, por ejemplo) contribuyeron a enriquecer los planteamientos didácticos y desde entonces ambas ciencias caminarían de la mano. Valora este autor que en la relación didáctica-psicología han existido dos momentos: el primero es aquel en el cual los desarrollos específicamente psicológicos se aplican al campo de la didáctica y el 48 segundo momento corresponde a la investigación, en el campo de la enseñanza, de un proceso cognitivo específico empleando el bagaje conceptual de las teorías psicológicas. La pertinencia de una psicodidáctica ha sido afirmada por diferentes autores, como reflejo de la integración de la psicología y de la didáctica en el estudio del proceso de enseñanza-aprendizaje con el aporte de varios argumentos. Un argumento es la sustitución paulatina del paradigma proceso-producto por el paradigma mediacional y la influencia creciente de la psicología cognitiva han llevado a investigación didáctica a tomar en consideración, cada vez con mayor frecuencia, los procesos cognitivos de los alumnos. El otro argumento está relacionado con que es menos frecuente que en las investigaciones de los procesos escolares de enseñanzaaprendizaje realizados desde la psicología, no se tenga en cuenta la naturaleza del contenido. Y cada vez es más frecuente que desde la psicología se hagan incursiones en profundidad en la epistemología de la disciplinas de referencia de las materias escolares. Sobre las relaciones de la psicología con las didácticas especiales varios autores se han pronunciado, como por ejemplo, J. Pagés (1993), M. Carretero y M. León (1993) en relación con la didáctica de las ciencias sociales en general y de la historia en particular, al plantear que ambas se han beneficiado mutuamente, pues esta ha asumido las teorías y los resultados de las investigaciones psicológicas y la psicología a su vez, los conocimientos sociales para ilustrar sus teorías. La psicología le aporta a la didáctica conocimientos esenciales sobre el aprendizaje de los alumnos para poder diseñar diferentes actividades de enseñanza. 49 Por su parte, A. Goñi (1995) destaca el impacto del desarrollo de la psicología cognitiva, ya que los trabajos sobre inteligencia artificial y procesamiento de la información han destacado la importancia de los contenidos del conocimiento, tanto los escolares como los previos del sujeto. G. J. Sacristán (1988) considera las relaciones entre ambas, a partir de la integración de las concepciones sobre aprendizaje en la teoría y práctica de la enseñanza. Pero si bien es cierto que las teorías psicológicas acerca del proceso de aprendizaje constituyen un elemento importante a la hora de establecer las relaciones interdisciplinarias entre ambas ciencias, no resulta el único punto de contacto, ya que las diferentes ramas de la psicología aportan también conocimientos teóricos valiosos que enriquecen el proceso interdisciplinario, tales como: La psicología cognitiva con los resultados de las investigaciones acerca de los procesos cognitivos: percepción, memoria, atención, pensamiento, lenguaje e imaginación, sin el conocimiento de los cuales sería imposible enseñar y aprender. La psicología general con sus consideraciones acerca de los procesos afectivos-motivacionales: emociones, sentimientos, necesidades, motivos e intereses, así como las categorías de actividad y comunicación. La psicología de la personalidad que aporta los principios más generales que rigen el desarrollo de los individuos: principio de la personalidad, principio de la unidad de la actividad y la comunicación, el principio de la unidad de lo cognitivo y lo afectivo y el concepto de sujeto. 50 La psicología de la educación sobre la características de las relaciones profesor-alumno, el desarrollo de la personalidad de ambos y de los motivos e intereses profesionales, la orientación profesional y los valores. La psicología del desarrollo que proporciona las peculiaridades psicológicas en las diferentes etapas ontogenéticas y que influyen en el aprendizaje. Todas estas contribuciones teóricas facilitan una mayor y mejor integración interdisciplinaria de la didáctica con la psicología, aunque es evidente que todavía falta una mayor coherencia teórica que la integre y avale debido a un tratamiento insuficiente por parte de los investigadores. Se pueden plantear tres concepciones que reflejan el continuo acercamiento de ambas disciplinas desde una posición histórica y lógica: la concepción ortodoxa, la concepción personológica y la concepción integradora. La concepción ortodoxa de la didáctica considera las formas y vías de enseñar desde la óptica preponderante del profesor, aunque el aprendizaje del alumno no deja de estar presente, pero sin una fundamentación psicológica. O sea, desde una posición que solo concibe la existencia de aspectos no personales en el acto didáctico. Deviene de los cauces tradicionales de la didáctica como rama particular de la pedagogía y en el orden histórico es el primero que aparece. Con el surgimiento y desarrollo del conductismo se enriquece este concepción con la determinación de formas perfeccionadas de enseñar determinados conocimientos y habilidades, a partir del desarrollo de las ciencias y su consecuente transposición didáctica, por lo que esta 51 didáctica tradicional se concentró en buscar, a partir de la lógica de las ciencias, los mejores vías para trasmitir los nuevos conocimientos que van apareciendo como resultado del vertiginoso desarrollo científicotécnico. Esa búsqueda optimizada de los mejores procederes de enseñar contribuyó efectivamente al desarrollo de la didáctica como ciencia al enriquecer su objeto, sus relaciones con otras ciencias y sus métodos de investigación, sobre la base de sus leyes, rasgos, contradicciones y eslabones del proceso docente, que se concretan esencialmente en los componentes y su dinámica en la clase, a través de sus categorías fundamentales: objetivo, contenido, método, medio, forma, evaluación. Sobre todo a la categoría didáctica objetivo se le confirió el carácter rector con respecto a las demás y fue consecuente con ello en la práctica en su elaboración en término de habilidad. La didáctica adquirió entonces, un status más científico al desarrollar un corpus teórico más definido y mejor elaborado, así como demostrar su valor práctico para perfeccionar la enseñanza. Sin embargo, en aras de ganar en cientificidad fueron dejando de lado los denominados componentes personales del proceso de enseñanzaaprendizaje: el profesor y el alumno, los cuales son imprescindibles junto con el objeto de conocimiento. Es decir, que en la búsqueda del anhelado carácter científico de la didáctica se descuidaron los elementos subjetivos que son tan importantes como los objetivos, sin que se afecte el rigor científico. Por eso es que una de las críticas de la psicología humanista a la educación radica en el marcado carácter tecnocrático y deshumanizante que estaba predominando en el mundo occidental. 52 Por tanto, la aparición de la concepción personológica constituye una reacción, un rescate de la personalidad de profesores y alumnos en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Inserta una comprensión de la personalidad en dicho proceso aprendizaje, al partir del principio de la personalidad como punto de partida y de llegada de dicho proceso. Es el resultado de la influencia e integración de la psicología y la didáctica como ciencias. Desde el punto de vista histórico la concepción personológica comienza a influir en la didáctica por el impacto de la psicología humanista en la educación, es una consecuencia de la contemporaneidad, pero desde el punto de vista lógico tiene sus raíces en la integración del conocimiento psicológico y didáctico que se está produciendo como condición del desarrollo intrínseco en ambas ciencias, así como por la búsqueda de una mayor fundamentación psicológica de la pedagogía, debido a la necesidad de lograr un estudio más científico e integral de dicho fenómeno, que permita personalizarlo al ser sujetos con determinadas configuraciones psicológicas los que participan en él y evitar así los procedimientos generales que obvian las diferencias entre las acciones del profesor y las acciones del alumno, de acuerdo con el desarrollo ontogenético de ambos. Dentro de la psicología de orientación marxista se deben destacar los aportes de psicodidáctica V. Davídov con sus (1986, 1988,1991) investigaciones a la concepción sobre la enseñanza desarrolladora y sus contundentes críticas a varios de los principios de la didáctica tradicional. La influencia de esta concepción personológica en la didáctica ha dejado una huella importante en América Latina con la obra de P. Freire, por la necesidad de desarrollar una interacción comunicativa 53 sana, más personalizada, enfatizando en el desarrollo de motivaciones hacia la autonomía, la autorrealización y la creatividad de los alumnos. Es una alternativa a la concepción didáctica ortodoxa, que solo hace hincapié en lo tecnológico-instrumental, provocando un desconocimiento y una subestimación de lo psicológico en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Pero como resultado del desarrollo científico en general y de las ciencias pedagógicas y psicológicas en particular, se fue revelando la necesidad de encontrar una mejor fundamentación psicológica y didáctica del proceso de enseñanza-aprendizaje desde la interdisciplinariedad, a partir de los aportes de investigaciones teóricas y aplicadas en función de dicha integración y que la congruencia del enseñar y el aprender no fuera argumentada solamente con elementos teóricos aportados por la psicología y por la didáctica como ciencias confluyentes o colindantes, sino a partir de una integración efectiva entre ambas. Por tanto, la concepción integradora incluye a los anteriores, pero a un nivel cualitativamente superior. Se plantea explícitamente la pertinencia de una psicodidáctica que expresa la integración de la psicología y de la didáctica en el estudio del proceso de enseñanza-aprendizaje. Esta concepción valora desde otra óptica a las investigaciones en el campo de la didáctica, las cuales deben partir de supuestos teóricos de carácter psicológico, lo cual presupone la explotación de los arsenales metodológicos de la psicología de la educación, pero integrados con la didáctica, con una fuerte fundamentación subjetiva de cada fenómeno y proceso didáctico, que elevan inobjetablemente el rigor y el nivel de la labor científica en esta esfera. 54 Como tendencia las investigaciones psicodidácticas intentan vulnerar las indagaciones tradicionalistas porque incluyen al sujeto que enseña y al que aprende en toda su connotación psicológica. Esta integración interdisciplinaria trata de resolver la contradicción de que el proceso de enseñanza-aprendizaje ocurre de manera global en la realidad, pero su conceptualización teórica lo ha venido dicotomizando en el énfasis de lo que se enseñanza por un lado y lo que se aprende por otro como fenómenos paralelos, lo que se refleja también de manera particular en la separación de lo instructivo y lo educativo en la teoría y en la práctica pedagógicas. Fundamentos epistemológicos Esta concepción integradora y desarrolladora del proceso de enseñanza-aprendizaje, como objeto de la psicodidáctica, tiene sus fundamentos epistemológicos en la concepción histórico cultural, sobre la cual las investigadoras M. Febles y V. Canfux (2006) afirman, certeramente, que centra su interés en el desarrollo integral de las personas, determinado en lo fundamental por la experiencia histórica, a partir de una concepción dialéctica de dicho desarrollo movido por contradicciones internas, en relación mutua con el medio circundante. G. Fariñas (2005) precisa que la concepción histórico cultural tiene tres implicaciones desde el punto de vista del pensamiento complejo: asumir el objeto de estudio como un todo sin su desmembramiento como era su costumbre hasta el momento, tomar en consideración las peculiaridades del objeto y no solo su caracterización general y aceptar el tiempo como algo inherente y no externo al objeto de estudio. Se debe estudiar al objeto en su integridad y en su devenir. Esta concepción es ampliamente conocida en los medios académicos y aceptada por muchos investigadores y profesores. Con frecuencia 55 aparece declarada en las investigaciones dentro de los supuestos teórico-generales, pero no siempre se ha sido riguroso en ser consecuente con ella a través de los modelos teóricos y propuestas didácticas derivadas, como parte de la instrumentación práctica de los resultados científicos aportados. Las consideraciones esenciales de esta concepción son muy pertinentes para la concepción interdisciplinaria de la didáctica y la psicología y quedan resumidos de la siguiente manera: Se destaca el papel del profesor como esencial dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje, a partir del tránsito que se produce de lo externo a lo interno (subjetivo), como una dialéctica de lo interpsicológico a lo intrapsicológico. Es precisamente el fenómeno de la interiorización el que explica este tránsito de forma dinámica y contradictoria. El aprendizaje es el proceso que compulsa el desarrollo de la personalidad al encausarla hacia formas superiores. Al dirigir el profesor este proceso de ninguna forma anula o limita la independencia, el activismo y la creatividad del alumno, por el contrario, la estimula. Ser activo significa estar automotivado. Los fenómenos cognitivos permanecen profundamente unidos con los motivacionales-afectivos, por lo que el aprendizaje afecta a la personalidad en total y no solo a sus conocimientos, hábitos y habilidades. El papel fundamental del lenguaje y los signos en su unidad con el pensamiento como mediadores e instrumentos externos e internos (psicológicos), no solo para conocer la realidad, sino para actuar en ella. 56 La actividad objetal (con los objetos del mundo real, ideales y materiales) resulta una categoría decisiva desde el punto de vista teórico general para comprender y perfeccionar el proceso de enseñanza-aprendizaje. El origen social de los procesos psicológicos superiores condiciona la necesidad de que el profesor contextualice el aprendizaje del alumno en el aula. La existencia de períodos sensibles del desarrollo psíquico obliga a que la enseñanza aproveche estas etapas de máximas posibilidades para potenciar el aprendizaje. La categoría situación social del desarrollo es el punto de partida de todos los cambios dinámicos que se producen en el desarrollo durante los diferentes períodos. Es definida como aquella relación peculiar, única, especial e irrepetible entre el sujeto y su entorno que va a determinar las líneas de desarrollo, la forma y la trayectoria que permiten al individuo adquirir nuevas propiedades de la personalidad. Es la unidad matriz del análisis complejo. La unidad de análisis de la situación social del desarrollo es la vivencia (la cual constituye la relación afectiva del individuo con el medio social, natural y con otras personas, lo que la persona percibe y experimenta en relación con el medio y su sentido subjetivo), a partir de la convergencia dinámica entre lo interpersonal y lo intrapersonal construida por el sujeto, así como del movimiento evolutivo, genético de los fenómenos. Las crisis caracterizan al desarrollo psíquico y la esencia de ellas reside en la reestructuración de la vivencia interior, la cual radica en el cambio del momento esencial que determina la relación del individuo 57 con el medio, es decir, el cambio del sentido de sus necesidades y motivos, que son los que determinan la relación. La propuesta de una zona de desarrollo próximo, como lo que media entre el nivel de desarrollo actual del alumno con la ayuda del profesor, otro adulto o un coetáneo y lo que será capaz de hacer de forma independiente (desarrollo potencial), es una concepción revolucionaria que se proyecta hacia el futuro de manera optimista y que destaca no solo las potencialidades del educando, sino todo lo que puede hacer el profesor y el grupo de estudiantes dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje por cada uno de sus miembros. En el concepto zona de desarrollo próximo se funde dinámicamente presente-pasado y futuro. Lo actual como desarrollo, contempla lo pasado no de modo fatalista, sino como un acervo del cual se puede partir en el presente, para favorecer el desarrollo futuro. La caracterización inicial del estudiante resulta una exigencia obligada para desarrollar un aprendizaje eficiente y para determinar su zona de desarrollo próximo. Entre la enseñanza y el desarrollo existe una relación dialéctica, ya que la primera dirige y promueve al segundo, estimulando de múltiples formas las potencialidades de los estudiantes, de acuerdo con sus características personales, vivenciales, necesidades, motivos, etc. El desarrollo humano es concebido de una manera integral en un sujeto independiente e implicado en el buen desenvolvimiento social. Son los saltos cualitativos que emergen a lo largo de la historia individual. La función del desarrollo es insertarlos creativamente en la cultura y su expresión mayor es la formación de la personalidad. Se asume, por tanto, el paradigma de la complejidad en la psicodidáctica, el cual presupone que el proceso de enseñanza58 aprendizaje es plurideterminado por varias causas y condiciones y posee regularidades generales susceptibles de investigarse científicamente, lo que no impide aceptar el hecho de su carácter estocástico e irrepetible en condiciones contextuales específicas, por lo que lo nomotético y lo ideográfico son aceptados como elementos complementarios, no excluyentes sin el peligro de adoptar una postura ecléctica. La comprensión dialéctica del proceso de enseñanza-aprendizaje La dialéctica materialista plantea varios principios que le sirven como fundamentos generales y tienen su vigencia en este proceso: principio de la concatenación universal de los fenómenos, del historicismo, del desarrollo, de la unidad de lo histórico y lo lógico, de la ascensión de lo abstracto a lo concreto, de la bifurcación de la unidad y conocimiento de las partes contradictorias del objeto y de la unidad del análisis y la síntesis En la lógica dialéctica la contradicción, como unidad concreta de contrarios que se excluyen mutuamente, constituye su categoría central. Por tanto, la unidad y lucha de contrarios es su ley más importante porque establece la fuente del desarrollo en la naturaleza y la sociedad. Ella expresa que todos los fenómenos y procesos objetivos y subjetivos poseen aspectos y tendencias contradictorias que están en pugna entre sí. En un momento determinado de la evolución se produce un incremento interno de los contrastes por la consunción de lo viejo y el nacimiento de lo nuevo, que agudiza las contradicciones dentro del objeto. El enfoque dialéctico concibe al desarrollo como un proceso complicado, sutil y profundo, que implica transformaciones cualitativas, el paso de las acumulaciones cuantitativas a una nueva cualidad, 59 donde las anteriores aparecen en una forma básicamente nueva. V. I. Lenin consideraba que esta concepción es la que brinda la clave del automovimiento de todo lo existente, de los saltos, del receso de la paulatinidad, de la transformación en el contrario, de la anulación de lo viejo y el surgimiento de lo nuevo. El principio del desarrollo es uno de los fundamentales, el cual expresa que los fenómenos del mundo no solo tienen movimiento, sino que se desarrollan de estadios inferiores a estadios superiores. Las contracciones internas son consideradas como esenciales porque se erigen en la fuente del desarrollo, desde el punto de vista histórico primero aparecen las externas y posteriormente las internas. Las contradicciones internas de las formas del pensamiento constituyen su condición fundamental de existencia. Las contradicciones dialécticas son dinámicas por su esencia y la agudización de los pares opuestos dentro del objeto provoca su superación a un nuevo nivel cualitativo y no su solución, si se es consecuente con la lógica dialéctica, ya que si se resolvieran se detendría el desarrollo. Pero estas consideraciones teóricas generales del pensamiento filosófico deben ser coherentemente derivadas al nivel teórico particular de las ciencias y en específico a las ciencias pedagógicas, con la obligada argumentación lógica mediante un razonamiento predominantemente deductivo. En las concepciones psicopedagógicas contemporáneas se encuentran dos grandes escuelas que hacen de la contradicción dialéctica un pilar importante en sus elaboraciones teóricas: • La escuela de epistemología genética de J. Piaget (1896-1980) 60 En su teoría se manifiesta la dialéctica de forma plena, ya que el constante equilibrio-desequilibrio y asimilación-acomodación de las estructuras cognitivas constituye una regularidad evolutiva humana. Sus más destacados seguidores, como neopiagetianos al fin, han tratado de enriquecer sus aportes, pero sin afectar el núcleo duro de su teoría referida al desarrollo psicológico como eterno proceso contradictorio. Por tanto, todo investigador que asuma como soporte teórico esta escuela debe partir de las contradicciones dialécticas como sustento de sus indagaciones. • La escuela histórico cultural de L. S. Vigotsky (1896-1934) En sus consideraciones queda bien delimitado su enfoque dialéctico materialista en el proceso de interiorización, como tránsito de lo interpsicológico a lo intrapsicológico, la unidad y diferencia entre lo cognitivo y lo afectivo, así como el concepto de zona de desarrollo próximo. En sus obras se puede encontrar dicha comprensión materialista-dialéctica. Ambas escuelas desarrollaron sus respectivas posiciones teóricas desde la psicología con sus específicas categorías, principios, regularidades y metodologías como núcleo fundamental de ellas, sobre la base de la investigación científica desarrollada por sus líderes y continuadores, de acuerdo con sus peculiares posturas filosóficas y con una amplia y abundante aplicación en el campo de la pedagogía. La comprensión dialéctica del proceso de enseñanza-aprendizaje está implícita en las concepciones de los didactas clásicos del pensamiento marxista, profusamente publicados en varios países latinoamericanos desde los años 70 del siglo XX. M. I. Majmutov (1983) valora que la utilización de las contradicciones en las investigaciones sobre el proceso de enseñanza se comenzaron 61 a emplear, por parte de los didactas de orientación marxista en la Unión Soviética y en la República Democrática Alemana, a partir de los años 60 del siglo pasado de manera progresiva y a veces con cierta confusión entre las dificultades que ocurren en el proceso de enseñanza-aprendizaje y las verdaderas contradicciones que se erigen en fuerzas motrices del desarrollo de la personalidad. Ellos enriquecieron el carácter científico de la didáctica con el aporte de varias ideas fecundas acerca de la importancia de las contradicciones dialécticas como fuentes verdaderas del desarrollo, así como de principios, con sus correspondientes reglas y la dinámica existente entre las categorías didácticas, como expresión orgánica y coherente de la aplicación del enfoque materialista dialéctico en una ciencia particular. La comprensión dialéctica del proceso de enseñanza-aprendizaje comprende a ambos fenómenos como contrarios porque la esencia de uno es lo contrapuesto del otro, pero se presuponen: enseñar es lo contrario de aprender y viceversa, ya que cuando se enseña se está produciendo un proceso de exteriorización y cuando se aprende ocurre un proceso de interiorización, pero en una unidad condicionada: se exterioriza para que exista interiorización y esta sucede cuando hay una exteriorización previa. La agudización de las contradicciones provoca que de la coexistencia de ambos se pase la trasmutación de uno en el otro, tal como afirma E. Machado (2006), el que enseña termina aprendiendo y el que aprende culmina enseñando, y de esta manera se promueve el desarrollo cualitativo de dicho proceso. Del carácter dialéctico entre el enseñar y el aprender se derivan los demás rasgos comúnmente aceptados por la comunidad científica, tales como el carácter integrador, bilateral, problematizador, contextual 62 e interdisciplinario, y como consecuencia desarrollador, pero no siempre asumidos de manera consecuente desde lo teórico general hasta lo particular. Los profesores universitarios constatan primero de manera intuitiva, y después académica, que en su labor docente las contradicciones son omnipresentes, a veces de forma explícita y en ocasiones de manera latente. Las mejores experiencias profesionales de los docentes se encuentran en la enseñanza de contenidos que fueron problematizados y que les provocaron conflictos internos a sus alumnos, y para superarlos tuvieron que esforzarse intelectualmente (muy motivados), lo cual forma parte también de sus vivencias estudiantiles en el pregrado. Para que la enseñanza promueva un aprendizaje real y efectivo en los alumnos tiene que suscitar conflictos cuya agudización promueva un cambio interno en ellos y hasta en los propios profesores, lo cual ocurre de manera regular a veces sin la plena conciencia de ello por parte de los actores fundamentales de este proceso. La aceptación implícita de esta realidad sin los ineludibles argumentos científicos, lacera cualquier aspiración de perfeccionar el proceso de enseñanza-aprendizaje universitario en la era de la sociedad de la información y del conocimiento, ya que se dejaría al voluntarismo y a la improvisación la utilización de contracciones docentes, con el peligro de obtener resultados totalmente contrarios a los pretendidos, como ha ocurrido siempre que se ha intentado aplicar innovaciones didácticas sin la preparación profesional previa. El término desarrollador adquiere una connotación importante porque es algo más que un cambio, es un proceso evolutivo a un estadio cualitativamente superior de una manera contradictoria, discontinua, 63 irregular y diferenciada. El desarrollo es concebido como un resultado de la agudización y resolución de las contradicciones que ocurren dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje, y que se deben reflejar en la conciencia de los protagonistas de este proceso: profesores y alumnos. Como plantea G. Kostiuk (1986), solo interiorizando, provocando en el individuo tendencias contradictorias que luchen entre sí se convertirán en la fuente de su actividad, dirigida a resolver la contradicción interna mediante la elaboración de nuevos procedimientos de conducta. Este autor afirma de manera certera que el carácter dialéctico del desarrollo encuentra su expresión en el proceso formativo de la personalidad y una de las contradicciones internas fundamentales se manifiesta entre las nuevas necesidades que surgen y el nivel alcanzado en las vías y dominios para satisfacerlas, por lo que estimulan a aprender nuevas formas de conducta y nuevos procedimientos para la acción o modos de actuar. El desarrollo de la personalidad es, en principio, infinito, ya que es el modo fundamental de existencia de las personas. E. Morin (2000) sentencia que: "Toda evolución es el fruto de la desviación cuyo desarrollo transforma el sistema donde ella misma ha nacido: ella desorganiza el sistema reorganizándolo. Las grandes transformaciones son morfogénesis, creadoras de formas nuevas que pueden constituir verdaderas metamorfosis. De todas formas, no hay evolución que no sea desorganizadora-reorganizadora en su proceso de transformación o de metamorfosis" (p. 63). Por tanto, se puede afirmar que este carácter contradictorio constituye la vía normal, efectiva y cotidiana en que se desarrolla el proceso de enseñanza-aprendizaje, pero aceptarlo o intuirlo no basta, se hace 64 necesario fundamentarlo desde determinadas posiciones teóricas para que la rigurosidad científica sea lo que predomine en su comprensión. Como la contradicción dialéctica expresa la fuente interna del desarrollo de los fenómenos, el proceso de enseñanza-aprendizaje promueve la agudización de varias contradicciones desarrolladoras, las cuales tienen carácter subjetivo y objetivo a la vez por su existencia ontológica, pueden ser de diversa naturaleza: externas e internas, en dependencia de los elementos que participan en ellas. Las contradicciones externas reflejan la situación social del desarrollo debido a la confrontación que aparece entre las exigencias sociales y las posibilidades individuales de profesores y alumnos de satisfacerlas, y ocurren a un nivel interpsicológico al manifestarse a través de la comunicación interpersonal y las relaciones sociales. Las contradicciones externas en el proceso de enseñanza-aprendizaje se pueden manifestar entre: • Las exigencias del profesor y el nivel de desarrollo cognitivo y afectivo de los alumnos. • Las exigencias de los diseños curriculares de las carreras, expresadas en sus objetivos, y el nivel de desarrollo cognitivo y afectivo de los alumnos. • Las exigencias de los diseños curriculares de las carreras, manifestadas en sus objetivos, y el nivel de desarrollo de las competencias profesionales de los docentes. • Las exigencias interdisciplinares del desempeño profesional, contenidas en los diseños curriculares y la formación disciplinar previa de los docentes. 65 La propia esencia compleja del acto didáctico condiciona que estas contradicciones coexistan como posibilidad porque se pueden manifestar total o parcialmente, en dependencia del contexto educativo y social, así como del nivel de desarrollo personal de alumnos y profesores. Las contradicciones en su manifestación interna, por su importancia y nivel de esencia, resultan más difíciles de fundamentar desde la concepción psicodidáctica, ya que estas ocurren a un nivel intrapsicológico, es decir, dentro de la subjetividad, provocando un conflicto psicológico, con carácter consciente o no, que los afecta en su integridad como sujetos y como personalidades. Las contracciones internas son esenciales porque se erigen en la fuente del desarrollo de la personalidad de ambos, pero desde el punto de vista histórico primero aparecen las externas que promueven la aparición de las internas. Estas contradicciones se pueden manifestar entre: • El desarrollo cognoscitivo de los profesores y el nivel motivacional hacia su profesión docente. • El desarrollo cognoscitivo de los alumnos y el nivel motivacional hacia sus carreras. • La dependencia y la independencia cognoscitiva del estudiante. • Las necesidades, aspiraciones y motivos de los alumnos, expresadas como conflictos de motivos extrínsecos e intrínsecos asociados a su futura profesión. • Las necesidades, aspiraciones y motivos de los profesores, reflejados como conflictos de motivos extrínsecos e intrínsecos asociados a su profesión docente. 66 • La reflexión individual de los alumnos para la aceptación de sus insuficientes conocimientos, habilidades, estrategias y estilos de aprendizaje para enfrentar exitosamente el proceso de enseñanzaaprendizaje universitario. • La reflexión individual de los profesores para aceptar su insuficiente preparación pedagógica ante las crecientes exigencias del proceso de enseñanza-aprendizaje universitario. Es decir, que las contradicciones pueden ocurrir entre lo cognitivo y lo afectivo de la personalidad, dentro de los propios fenómenos cognitivos y dentro de la fenomenología afectiva, lo cual refleja la complejidad de ellas y la dificultad para determinarlas. Todas ellas pueden estimular el desarrollo si son bien conducidas y encauzadas profesionalmente por parte de los profesores y los alumnos. Las contradicciones internas dentro del componente afectivo ocurren entre las necesidades, aspiraciones y los motivos de profesores y alumnos expresados como conflictos de motivos, en el que participan motivos extrínsecos e intrínsecos asociados a su profesión. Estas contradicciones motivacionales pueden erigirse en fuentes del desarrollo si son bien guiadas profesionalmente. Las contradicciones internas dentro del componente cognitivo ocurren a través de la reflexión individual de los alumnos en la aceptación de sus insuficientes conocimientos, habilidades, estrategias y estilos de aprendizaje para enfrentar exitosamente el proceso de enseñanzaaprendizaje universitario. En el caso de los profesores sería la toma de conciencia de sus limitados conocimientos y habilidades profesionales, estrategias didácticas y estilos de enseñanza para dirigir con profesionalidad el proceso de enseñanza-aprendizaje en la educación superior. 67 La mera existencia de contradicciones externas e internas no promueven per se ni automáticamente el desarrollo, tiene que producirse una agudización de ellas a partir de la ocurrencia de determinadas causas y condiciones sociales, pedagógicas y psicológicas, en las cuales la toma de conciencia de los sujetos implicados y su decisión personal de asumirlas juegan un papel determinante. Este es un proceso complejo porque el reflejo de las contradicciones dialécticas en la conciencia de las personas solo puede ocurrir al nivel del pensamiento teórico que se realiza sobre la base del lenguaje. Las contradicciones internas son las que propician el desarrollo y no las externas, aunque estas siempre anteceden y propician la aparición de aquellas. El carácter contradictorio del proceso de enseñanzaaprendizaje debe determinar la aparición de contradicciones internas en la personalidad, pero ello no ocurre siempre de manera inexorable. F. González (1995b) valora que si bien las contradicciones están presentes de forma permanente en la vida de las personas, no toda contradicción deviene fuerza motriz del desarrollo, sino solo aquellas que producen una tensión emocional particular, es decir, que poseen el suficiente potencial movilizador para ser considerada como tal y comprometer al sujeto con una respuesta que puede colocarlo ante una situación social cualitativa diferente, donde entren en juego nuevos recursos que den lugar a un cambio estable en su configuración subjetiva. Este mismo autor refiere que la naturaleza subjetiva de las contradicciones puede ser muy diversa, algunas de la cuales coexisten en el espacio subjetivo del sujeto y lo afectan simultáneamente, algunas de ellas se concientizan, implicando de forma directa su 68 intencionalidad; otras se expresan en vivencias cuya naturaleza muchas veces no comprende, por lo que el tipo de vivencia que producen las contradicciones constituyen elementos de desarrollo o de daño para la persona. Las vivencias negativas resultantes de la contradicción no concientizada es enmascarada de una forma defensiva, lo cual puede provocar serios quebrantos a la personalidad y a la salud del individuo. Muchas de las contradicciones que el sujeto enfrenta a lo largo del desarrollo devienen períodos críticos definidos como crisis, que constituyen una regularidad del proceso no identificable con etapas específicas, sino con momentos cualitativos particulares del sujeto en desarrollo. La distinción teórica entre sujeto y personalidad permite explicar mejor por qué la contradicción en sí misma no promueve el desarrollo personal, es decir, que no es suficiente la conciencia de encontrarse ante una situación personal conflictiva, debe además, asumirse el reto que deviene de ella y enfrentarla con la intención de trascenderla. La contradicción entre el sujeto y la personalidad aparece primero de manera inconsciente y no siempre llega a concientarse por su propia esencia compleja. El carácter no consciente de este fenómeno al inicio se refiere a que la persona vivencia una situación contradictoria que le está afectando, pero no ha podido determinar las verdaderas causas. Las contradicciones son siempre una fuente potencial del desarrollo. Sin embargo, que adquieran o no este carácter en una forma concreta de este proceso va a depender mucho de cómo se integra en el complejo conjunto de fuerzas que caracterizan el proceso de desarrollo en el momento en que la contradicción aparece. Composición de fuerzas dentro de las cuales hay que considerar tanto los factores 69 subjetivos como los objetivos. Cualquier contradicción puede conducir a una crisis, cuya resultante sea un nuevo momento en este proceso, o bien un momento de involución del mismo que puede llevarlo a su destrucción. Continúa este mismo autor argumentando que las contradicciones, tanto a nivel social como individual, son momentos complejos de confluencia de fuerzas. Una de ellas es el sentido subjetivo que la situación tiene para los sujetos que la enfrentan. Este no va a depender linealmente de los factores objetivos que afectan a los implicados, sino de su propia historia, a través de la cual, mediante los diferentes sistemas de relaciones relevantes en que se han desarrollado, aparecen formas diferenciadas de subjetividad, social e individual, que resultan decisivas en la formación del sentido subjetivo de cualquier situación social. Varios autores han argumentado sobre las diferencias y confluencias entre el sujeto y su personalidad desde la psicología. F. González (1995a) valora que en el plano teórico los trabajos de L. I. Bozhovich y H. Wallon, junto con los psicólogos humanistas C. Rogers y G. W. Allport han abordado la categoría sujeto, aunque sin una definición teórica explícita. Se puede agregar a esta afirmación que en otros trabajos teóricos también aparece de manera implícita la noción de sujeto, al destacar el investigador I. S. Kon (1986) la importancia del Yo como elemento autoconsciente, integrador, su carácter autorregulador, responsable de la armonía o discordia con los demás en sus relaciones sociales y en su desarrollo ontogenético, pero sin la suficiente argumentación que permita distinguirlo de la personalidad. 70 K. A. Abuljánova y F. F. Abuljánov (1989) fundamentan la concepción del sujeto al nivel individual, destacando que este no es simplemente el que actúa, concientiza y entra en relaciones diversas, sino que además, caracteriza la forma en que se realiza la acción y cómo toma conciencia del mundo en dependencia de su posición social. En él se manifiesta la forma en que el individuo se apega a la vida o se sustrae de ella, es activo o pasivo en su comunicación con otras personas. Desde el punto de vista metodológico el concepto de sujeto brinda la posibilidad de distinguir las diversas formas y niveles del activismo consciente de la personalidad, ya que los procesos, relaciones y contradicciones sociales se realizan y resuelven por intermedio del sujeto, por tanto, la tarea consiste en descubrir los diferentes modos de resolver las contradicciones de la actividad vital que enfrenta el sujeto en las condiciones históricas concretas de su vida. Estas contradicciones ocurren entre lo social y lo natural, lo individual y lo social y lo objetivo y lo subjetivo, las cuales conducen al surgimiento y desarrollo de la personalidad. Y el modo de resolver dichas contradicciones constituye la cualidad específica del individuo como sujeto. Aunque él llegue a superar algunas contradicciones, siempre se encontrará permanentemente sumido en ellas, enfrascado en el proceso de su resolución. Ambos autores continúan argumentando que las contradicciones no se resuelven eliminándolas, ya que el propio sujeto se realiza en la actividad vital a través del permanente surgimiento, desarrollo y resolución de todo género de contradicciones. El individuo deviene sujeto no porque elimine las contradicciones en su vida, sino porque, de manera consciente o no, participa de forma permanente en su desarrollo, agudización o allanamiento, debido a que el propio 71 desarrollo de las contradicciones está relacionado con los modos de incorporación del sujeto a la actividad vital. F. González y A. Mitjáns (1989) se refieren a que el sujeto psicológico ha sido pobremente abordado en los estudios teóricos por considerarlo como reactivo, pasivo y gnoseológico en la mayoría de las concepciones psicológicas tradicionales, es en la psicología humanista donde se le ha concebido como independiente, activo y conciente. Incluso, dentro de la psicología de orientación marxista, tampoco se enfatizó en su valor teórico y metodológico por el desmedido énfasis en el carácter reflejo y el determinismo social de la psiquis. F. González (1995a) delimita que personalidad y sujeto, sin ser una misma cosa, constituyen íntegramente el sistema conocido como subjetividad individual. A ambos hay que concebirlos en una representación dialéctica para poderlos aprehender, el sujeto se encuentra permanentemente en una situación interactiva dentro de sistemas diversos y simultáneos de relaciones sociales, las que exigen múltiples decisiones personales con consecuencias y sentidos diferentes para él. Este autor lo define como el individuo concreto, portador de personalidad que posee como características esenciales la de ser actual, interactivo, consciente y volitivo, el cual no puede sustraerse a su integridad individual actual como condición de su expresión personalizada. El individuo como sujeto psicológico intenta organizar de forma consciente la simultaneidad de vivencias que experimenta y construye, a través de la creación de un sistema de representaciones concientes sobre el medio, sus relaciones interpersonales y sobre sí mismo. 72 F. González (1995a) considera que el sujeto, en su carácter activo, es esencialmente una entidad pensante, la cual expresa su naturaleza subjetiva actual (personológica) dentro del sistema de sentidos de la vida cotidiana y alcanza la condición de sujeto cuando, a lo largo de su desarrollo, adquiere la capacidad de autodeterminarse, de definir objetivos propios y seguirlos a través de su actividad volitiva, ganando en independencia y creatividad, lo cual forma parte esencial del desarrollo de la identidad personal. H. Arias (1995) valora que la definición de sujeto debe estar integrada por un conjunto de cualidades muy relacionadas con la personalidad, pero con varios rasgos diferenciadores: • Las cualidades del sujeto tienen un carácter más situacional, menos estable y más funcional. • Más relacionadas con la autorregulación, con la interacción con la realidad objetiva y con las demás personas, con el diseño de estrategias y la toma de decisiones. • Tienen que ver más con la función reguladora que con la función refleja. • Tienen un carácter más ejecutivo que reflexivo y de interiorización. • Aparecen, sobre todo, en situaciones ambiguas, novedosas, poco definidas, que no se relacionan con la experiencia anterior y para las cuales no tienen respuestas previas ni recursos psicológicos, por lo que constituyen un desafío. • No se asocian necesariamente a un carácter activo, transformador, creativo y siempre implican el desempeño de un rol que trae consecuencias para el sujeto, para su vida, su salud, su desarrollo y 73 para sus relaciones con las demás personas, aunque en el caso de que la posición que asuma sea la más pasiva, estática y regresiva posible. Este mismo autor remarca que el sujeto no es una cualidad o condición que se alcanza, se tiene o no se tiene. Siempre se es sujeto al igual que en la personalidad. Lo que varía es su calidad, sus formas de manifestarse, su nivel de desarrollo. Este nivel se puede establecer a partir de sus rasgos esenciales, las formas de manifestarse y las combinaciones entre ellos, caracterizando un conjunto de atributos que coadyuvan a configurar una tipología del sujeto. Por otro lado, la personalidad puede tener potencialidades que nunca se logren desarrollar y manifestarse en la práctica, debido a varias limitaciones del sujeto que impiden la adopción de determinadas decisiones que provoquen un cambio en la vida personal, por lo que el sujeto puede contradicciones constituirse internas en y un freno tendencias al desarrollo. contrapuestas Ante de la personalidad, el sujeto juzga y decide, estimulando o no la evolución de la persona, con un papel muy activo de la esfera afectiva, del inconsciente, en contraposición a lo racional. Por tanto, se puede afirmar que el ser humano es la síntesis de la relación sujeto-personalidad. La personalidad aporta el sistema de recursos psicológicos que se han ido configurando a través de sus vivencias en las relaciones con los demás y consigo mismo, a partir de una estrecha relación entre elementos estructurales y funcionales. Y el sujeto es un mediador, enfrenta conflictos y contradicciones, se plantea objetivos y regula volitivamente la acción. Tiene un carácter más funcional y situacional que la personalidad y no se organiza en una estructura. 74 El sujeto es un mediatizador activo de las influencias sociales y de su repercusión en la personalidad, lo cual permite explicar comportamientos simuladores o aparentes para no entrar en contradicción con las exigencias del proceso pedagógico, así como el carácter no lineal ni automático del valor intrínseco de las actividades educativas que se realizan. El sujeto refleja la autonomía de la persona y actúa de acuerdo con las influencias de la realidad que lo circundan y de sus recursos personológicos entre lo intersubjetivo y lo intrasubjetivo mediante la comunicación interpersonal e intrapersonal, en la unidad de lo histórico y el presente. integración En la medida que se acrecienta la complejidad, la y la riqueza de la personalidad, más activo y autodeterminado es el papel del sujeto; mientras más recursos personológicos tiene el sujeto (aquellas particularidades subjetivas que posibilitan una interrelación productiva y un afrontamiento constructivo con la realidad), más independiente, flexible, mediato, conciente, consecuente, creativo, productivo y exitoso es en su actuación. Como se puede constatar son muy enriquecedores los aportes de los autores antes mencionados sobre la distinción teórica entre el sujeto y la personalidad, su unidad y confluencias. Los contenidos aportados poseen la suficiente coherencia interna para ser asumidos porque no existen discrepancias esenciales, aunque es un tema complejo que amerita su continuidad investigativa, fundamentalmente en cuanto a si el individuo actúa como sujeto a partir de determinado momento del desarrollo psicológico o si siempre lo es. Se puede llegar racional o afectivamente a descubrir de manera individual o con la ayuda de otros las contradicciones externas o internas en que se encuentran inmersos alumnos y profesores, lo cual 75 es un logro importante y necesario, pero insuficiente porque tienen además, que aceptarlas volitivamente (sujeto) como reto individual y actuar en consecuencia para que estimulen el desarrollo personal. Por ejemplo, un alumno que decide (como sujeto) estudiar una carrera universitaria para ser un futuro profesional de nivel superior con todas las potencialidades intelectuales para serlo; pero sus estilos de aprendizaje (personalidad) son ineficaces para enfrentar y resolver las exigencias de las disciplinas y asignaturas que forman parte del plan de estudios. Para que se convierta en una contradicción que genere desarrollo este alumno debe, ante todo, concientizar cuáles son sus insuficiencias y lograr, con sus esfuerzos personales y la ayuda de compañeros y profesores, el perfeccionamiento de dichos estilos para estar a la altura de un alumno universitario en la actualidad. Si intenta continuar utilizando sus estilos ineficaces de aprendizaje se abocará ante una contradicción no dialéctica que lo llevará a su reprobación o a la deserción, lo que no permitirá cumplir con sus aspiraciones profesionales. Les corresponde a los profesores, como dirigentes del proceso de enseñanza-aprendizaje, descubrirles a sus alumnos estas contradicciones para entonces motivarlos a asumirlas, con los niveles de ayuda necesarios e individualizados y, de acuerdo con su desarrollo real, promover su desarrollo potencial. Otro ejemplo, puede ser el de un profesor universitario que imparte docencia en la carrera en que se graduó, pero carece de la profesionalización pedagógica necesaria que le permita enfrentar con éxito las crecientes demandas de los nuevos diseños curriculares y las exigencias a los docentes en este nivel de enseñanza. Él vivencia esta contradicción y como sujeto decide afrontar el reto y buscar por 76 diferentes vías esta preparación: estudio individual de bibliografía actualizada sobre el tema, superación posgraduada y asesoramiento con profesores de experiencia, por lo que está contribuyendo al desarrollo de su personalidad. Si por el contrario, opta por superarse solo en los contenidos de su especialidad, adopta una actitud hipercrítica hacia las demandas actuales y evade sus deficiencias formativas, es evidente que como sujeto no decide resolver su problema y enfrentará otras contradicciones no dialécticas que no coadyuvarán a su desarrollo profesional. El proceso de profesionalización docente, en sus múltiples modalidades y variantes, debe contribuir al enfrentamiento de dichas contradicciones y al incremento de la profesionalidad de los claustros universitarios, para que asuman responsablemente (como sujetos) y con satisfacción el desarrollo de sus competencias profesionales en las condiciones actuales del desarrollo de la educación superior contemporánea. Principios psicodidácticos Los principios son las tesis de partida de toda teoría que unifica los conceptos en un sistema determinado y expresan las propiedades o relaciones más generales del objeto de estudio. Constituyen las ideas principales, las reglas fundamentales desde el punto de vista teóricopráctico que devienen en normas y procedimientos de acción para que el proceso de enseñanza-aprendizaje universitario se desarrolle con eficiencia. Su desconocimiento o violación consciente no exonera a los profesores de su existencia, por el contrario, los compromete con los resultados de su labor. Acerca del análisis y el estudio del problema de los principios didácticos se han referido históricamente autores clásicos, tales como 77 J. A. Comenius, C. J. Pestalozzi, R. D. Usinski y otros con criterios diferentes sobre la base de sus concepciones teóricas y metodológicas de partida. Diferentes autores abordaron en el siglo XX los principios didácticos sin total unanimidad en s u d e t e r mi n a c i ó n , j e r a r q u i z a c i ó n , n i e n s u f u n d a me n t a c i ó n , algunos los denominaron como principios para la enseñanza. Entre ellos hay coincidencias y discordancias, así como también diferentes niveles de generalidad, ya que son considerados aplicables a cualquier nivel de enseñanza y otros más específicos para uno determinado. M. A. Danilov y M. N. Skatkin (1978) los consideran como categorías que definen los métodos de aplicación de las leyes de la enseñanza, de acuerdo con los fines de la educación. En ellos se expresan sus fundamentos normativos en su aspecto histórico concreto y definen los métodos, el contenido y la organización de la misma, así como su lógica relacionada con las exigencias al contenido, a los maestros y a los alumnos y están estructurados como un sistema de principios. L. Klingberg (1985) precisa que los principios didácticos constituyen una expresión de las leyes que predominan en la enseñanza: lógicas, de la teoría del conocimiento y psicológicas. Los concibe como aspectos generales de la estructuración del contenido organizativometódico de la enseñanza, sin que llegue a existir una relación lineal entre sus leyes y los principios didácticos. Este último autor presenta, como características generales de estos principios, que son los fundamentos de la dirección de la enseñanza, tienen vigencia general, son esenciales porque ejercen su influencia en todo el proceso y tienen carácter obligatorio. Y poseen un carácter de 78 sistema en sus relaciones, ya que se determinan y penetran mutuamente. V. Davídov (1986, 1988) somete a crítica los principios generalmente aceptados porque no tienen en cuenta el desarrollo social que promueve el enriquecimiento científico y cultural de las personas, y por tanto, la creciente complejidad de los contenidos de la enseñanza. Este autor propone que dichos principios estén en función de una enseñanza desarrolladora del pensamiento teórico como una norma y no como una excepción y los considera como principios psicodidácticos. Como resumen generalizador de los aportes realizados por todos estos autores con respecto a los principios didácticos se puede afirmar que: poseen gran valor teórico y metodológico por su carácter normativo y orientador en la dirección del proceso de enseñanza-aprendizaje y reflejan las regularidades esenciales del proceso de enseñanzaaprendizaje, su lógica, el carácter sistemático y su complejidad, establecen relaciones no lineales con las leyes, reglas y procedimientos didácticos y destacan como un elemento importante sus relaciones y fundamentos en los aportes de la psicología. H. Díaz y M. Buzón (1984) se refieren de manera específica a los principios didácticos en la educación superior, enfatizan en su importancia y carácter directriz de todo el quehacer docente; asumen las mismas peculiaridades ya aportadas por los autores precedentes, así como su carácter complejo y ofrecen vías concretas para su consecuente conocimiento y aplicación a través de las peculiaridades del trabajo docente-metodológico en este nivel de enseñanza. M. Silvestre (1999) y J. Zilberstein (2002, 2006a) han fundamentado que los principios didácticos deben estar en función de un proceso de 79 enseñanza-aprendizaje que instruya y eduque a la vez desde un enfoque histórico cultural, es decir, desde una didáctica desarrolladora. H. Fuentes (2009) propone varios principios y leyes de la didáctica de la educación superior en correspondencia con la propia lógica del desenvolvimiento de las relaciones entre las categorías que tipifican la didáctica en este nivel. De manera que se constata, a partir del análisis histórico y lógico realizado, el advenimiento de una integración progresiva de los aportes de la didáctica y de la psicología en la elaboración y fundamentación de los principios didácticos, que reflejan su esencia interdisciplinaria e incrementan su pertinencia teórica y metodológica en el proceso de enseñanza-aprendizaje universitario. La asunción de principios psicodidácticos no puede ser concebida como una ruptura sino como una continuidad en el desarrollo científico a un nivel cualitativo superior, por lo que su novedad radica en el enriquecimiento conceptual de su contenido y de su extensión, reflejando las regularidades esenciales del proceso de enseñanzaaprendizaje con un mayor valor heurístico y metodológico. Principios de la personalidad, de la unidad de lo cognitivo y lo afectivo, de la unidad de la actividad y la comunicación y del diagnóstico integral Estos cuatro principios los aporta la psicología y tienen un valor teórico y práctico evidente, ya que en el proceso de enseñanza-aprendizaje se manifiestan inexorablemente y estarán en contra de cualquier innovación didáctica que se proponga si son desconocidos u obviados, y a su favor si son tenidos en cuenta como fundamentos generales. Como principios reflejan regularidades de un alto nivel de generalidad, 80 por lo que forman parten también de los fundamentos epistemológicos de la psicodidáctica. Principio de la personalidad Parte de conferirle una concepción personológica al proceso de enseñanza-aprendizaje, es decir, centrarlo en la personalidad de los profesores y los alumnos y en su carácter activo, al considerar a estos como sujetos de la actividad docente, con todas sus características personales concretas, irrepetibles y en un nivel sintético-unitario. La personalidad constituye una categoría integradora y sistémica de las características y cualidades personales del hombre. La esencia del principio radica en que todo proceso o elemento psíquico está necesariamente implicado en síntesis psicológicas más complejas, en las cuales se expresa de manera completa el potencial en la regulación de la conducta. La personalidad constituye el nivel regulador más elevado del comportamiento. Es necesario personalizar el proceso de enseñanzaaprendizaje, de evitar los procedimientos generales, tratando de diferenciar la acción del profesor sobre la base de las características del alumno, así como desarrollar una interacción comunicativa, sana y personalizada entre alumnos y profesores, enfatizando en el desarrollo de motivaciones hacia la autonomía, la autorrealización y la creatividad de aquellos. El proceso de enseñanza-aprendizaje universitario está dirigido a personas en las etapas juvenil, adulta y adulto mayor, con características personales en pleno desarrollo, por tanto, hay que partir de ellas para educarlas, y a la vez, el resultado de este proceso es contribuir a su perfeccionamiento. O sea, que la personalidad es el 81 punto de partida y el fin de la educación, por lo que es atinado aceptar este principio como fundamental en la formación de las personas. Este principio posee un fuerte carácter metodológico porque permite explicar y formar la personalidad a partir de la influencia del micromedio y macromedio sociales, decisivos en el ser individual y social del hombre. Además, constituye la finalidad de la educación universitaria, lo cual está refrendado en las políticas educativas contemporáneas como la aspiración de formar la personalidad de los futuros profesionales en este nivel de enseñanza. Recomendaciones prácticas para su aplicación en la universidad Conocer primero la personalidad de los alumnos antes de plantearse influir sobre ella. Partir siempre de un diagnóstico inicial y tener en cuenta su carácter procesal. Estimular la aparición y el desarrollo de diferentes cualidades de la personalidad en sus relaciones y condicionamiento mutuos. Desarrollar una orientación activa y transformadora en los educandos. Respetar su personalidad. Planificar el trabajo docente en función de obtener como resultado mediato el incremento en la autorregulación de la personalidad del alumno, al adquirir las cualidades la connotación de convicciones personales. Buscar, a través de la integración de cualidades personales, la conformación de personalidad, tales síntesis como reguladoras la más autovaloración, complejas los en ideales, la las intenciones profesionales, las competencias y los valores que caracterizan a cada profesión. 82 Principio de la unidad de lo cognitivo y lo afectivo También constituye un principio aportado por las ciencias psicológicas con reflejo en la labor docente. El hombre no permanece impasible ante los hechos y fenómenos del mundo que le rodea, adopta una posición concreta ante ellos. Por la propia esencia humana todos los elementos que se integran en la personalidad tienen una naturaleza cognitiva y afectiva, es imposible delimitar un hecho o fenómeno psicológico puramente afectivo o puramente cognitivo en el funcionamiento normal del hombre. Entre lo cognitivo y lo afectivo existen diferencias esenciales porque mediante el primero se trata de aprehender la realidad en sus diferentes niveles de esencia y mediante el segundo se refleja la significación personal que tiene la realidad para las personas. O sea, que lo cognitivo permite conocer la realidad tal como es y lo afectivo permite conocer esa misma realidad pero en su valor subjetivo. Por tanto, son elementos contrarios que están en unidad porque se presuponen y se contraponen a la vez. Los conocimientos, habilidades y hábitos que para los alumnos posean un sentido personal, provocan una efectiva regulación de la conducta y viceversa, aquellos motivos proclives al aprendizaje facilitan la asimilación de los contenidos de las disciplinas y la adquisición de determinadas normas de conducta. Este principio también permite dilucidar el hecho de que la obtención simple del conocimiento no implica automáticamente su manifestación conductual, sino solo cuando resulta relevante para la personalidad en su reflejo afectivo-volitivo. Por eso, las operaciones cognitivas en la universidad tienen que ser portadoras de un contenido emocional favorable para poder cumplir con los objetivos formativos. 83 Recomendaciones prácticas para su aplicación en la universidad Las actividades docentes debe crear un clima socio-psicológico favorable y participativo con los alumnos, proclives al aprendizaje y a la interacción personal. El profesor debe ser capaz de caracterizar de forma acertada el nivel motivacional de los alumnos para las actividades del proceso de enseñanza-aprendizaje. Constatar cómo los conocimientos trasmitidos a los alumnos se van personalizando progresivamente e influyen en la autorregulación de su conducta. Todas las actividades docentes deben despertar emociones y sentimientos positivos en los alumnos. Tener en cuenta necesidades, motivos e intereses de los educandos al planificarse diferentes actividades. Favorecer y estimular los éxitos individuales y colectivos de los estudiantes, por mínimos que sean. Principio de la unidad de la actividad y la comunicación También procede de la psicología y es aplicable a la educación. Debido a la estrecha relación que existe entre las categorías actividad y comunicación se establece como una regularidad del hombre la unidad entre ambos. Son dos fenómenos psicológicos no identificables, pero muy vinculados en el desarrollo de la personalidad. La realización de actividades conjuntas condiciona, obligatoriamente, la necesidad de la comunicación entre las personas, en la medida que sea mayor y más eficiente esa comunicación, mejor se cumplen los objetivos de la actividad. 84 El desarrollo de la personalidad exige de una adecuada y armónica unidad entre las actividades que realiza y la comunicación que establece con los demás. Una de las condiciones para el éxito de la labor pedagógica radica en la calidad de las actividades que realizan los alumnos junto con el profesor y la fluida comunicación que establezcan ambos como también los alumnos entre sí. Recomendaciones prácticas para su aplicación en la universidad Incentivar a los alumnos para que apliquen sus conocimientos en la solución de problemas relacionados con su futura profesión, en función de desarrollar sus motivaciones profesionales, independencia y creatividad Planificar y ejecutar actividades docentes que propicien la comunicación interpersonal entre los alumnos y con los profesores. Garantizar que los alumnos y profesores ocupen siempre la doble posición de emisores y receptores de la comunicación. Lograr una comunicación ininterrumpida con los estudiantes dentro y fuera del aula en temas de conversación disímiles y con repercusión educativa. No evadir ningún tema de conversación por complejo que resulte y estar siempre abierto al diálogo con los alumnos. Explotar de forma integrada las funciones informativa, reguladora y afectiva de la comunicación. Determinar las posibles barreras de la comunicación que pueden estar limitando el proceso pedagógico universitario y superarlas. Propiciar la polémica y el debate, a partir de la confrontación de diferentes puntos de vista en la búsqueda de soluciones a los problemas vinculados con su futura profesión. 85 Utilizar métodos pedagógicos que estimulen la interacción grupal, su dinámica y el cambio de roles entre los educandos. Detectar las imágenes que tienen los alumnos de sus profesores y de sí mismos y actuar en consecuencia. No utilizar frases o palabras que lesionen la personalidad de los alumnos. No prejuiciarse con ninguno y no perder nunca el control emocional con ellos. Mantener la sinceridad y la cortesía con los educandos. Alternar a los estudiantes en la planificación, organización, ejecución y dirección de las actividades docentes. Analizar con los alumnos las actividades desarrolladas, destacando los éxitos y dificultades individuales y colectivas. Planificar las actividades especificando las responsabilidades individuales y colectivas. Orientar con un lenguaje claro y preciso la actividad concreta por ejecutar. Precisar qué tipo de acciones posee cada actividad. Aclarar con qué medios los alumnos cuentan para desarrollarla. Principio del diagnóstico integral de cada alumno Para enfrentar el proceso de enseñanza-aprendizaje es indispensable que se precise el nivel de desarrollo de cada alumno, sus logros y potencialidades, tanto en lo cognitivo como en lo afectivo. Si no se conocen las peculiaridades personales de cada uno es imposible que pueda influirse en ellos y potenciar su desarrollo. Este diagnóstico no solo se realiza el inicio porque debe tener un carácter recurrente, y así poder ir constatando los avances reales y las acciones reguladoras que deben introducirse en el proceso de 86 enseñanza para que se logre el aprendizaje deseado. Y tiene un carácter individual y grupal. Recomendaciones prácticas para su aplicación en la universidad Aplicar varias técnicas e instrumentos que sirvan para la caracterización de cada estudiante, que no se basen solamente en pruebas de conocimientos y habilidades. de manera que los resultados permitan su integración y complementación. Iniciar el proceso de caracterización una vez que los estudiantes tengan la suficiente confianza en los profesores para que los resultados no san falseados por temor a las consecuencias. Integrar la dimensión cognitiva y afectiva en la caracterización individual y establecer las relaciones entre ambas en los resultados. Determinar, a partir del nivel de desarrollo actual de cada uno, sus potencialidades para el establecimiento de estrategias didácticas personalizadas que las promuevan con eficacia. Principio de la unidad de las influencias educativas La unidad es sinónimo de integración, de unión, conformidad y unanimidad. Con frecuencia se hace alusión solo a la unidad de exigencias, lo cual es cierto pero insuficiente. Es necesario que se reclame por igual, pero que se tenga plena conciencia de la función de cada elemento del proceso y cómo se corresponde su actuación con las otras funciones. Dentro de la universidad esta situación se hace crítica cuando no existe la suficiente claridad en el papel que le corresponde a los profesores, lo cual provoca diferentes niveles de exigencias y, por consiguiente, la violación del principio. Si no existe la suficiente claridad en la responsabilidad y el compromiso de cada cual en el 87 proceso pedagógico universitario, se compromete seriamente su efectividad. Recomendaciones prácticas para su aplicación en la universidad Comprometer con tareas específicas de valor educativo desde el inicio a todos los profesores que tienen que ver con la educación del alumno. Dirigir la búsqueda de dicha unidad a través del esclarecimiento del rol de cada cual y de la persuasión. Cohesionar al colectivo pedagógico en su labor. Los profesores deberán ser los de mayor conciencia y exigencia sobre el alumno. Reorganizar las acciones docentes para compensar el funcionamiento deficiente de algunas de las influencias. Integrar las exigencias educativas de cada uno de los elementos que participan en el proceso. Principio de la unidad de lo instructivo, lo educativo y lo desarrollador Este principio es un reflejo, en el proceso de enseñanza-aprendizaje, del principio de la unidad de lo cognitivo y lo afectivo, por lo que es menos general desde un punto de vista jerárquico, con la peculiaridad de que incorpora la concepción evolutiva porque lo desarrollador presupone el proceso de perfeccionamiento de las cualidades de la personalidad, concebidas como competencias y como valores. Es decir, es desarrollador porque logra instruir y educar al mismo tiempo, y por tanto, se promueve la evolución del educando de una manera consciente y activa. Lo instructivo y lo educativo promueven el desarrollo cuando el alumno concientiza que hay una discordancia entre la instrucción recibida, con 88 sus correspondientes exigencias y sus cualidades personales, asumiendo esta contradicción a un nivel intrapersonal. Cuando no ocurre así quedan como fenómenos separados y no contradictorios. Aunque existe un gran consenso entre los docentes en aceptarlo como principio, constituye uno de los más violados conscientemente por la dicotomía constatada entre lo instructivo y lo educativo en la universidad. A veces se ha producido una confusión al identificarlos o reducir lo educativo a la enseñanza, o sea, limitar el proceso pedagógico universitario a la transmisión de los conocimientos, a la asimilación y a la reproducción de estos. La unicidad del proceso educativo es una realidad inobjetable. Es evidente que lo instructivo es un componente esencial dentro de la formación de la personalidad, pero no es el único porque, junto con los conocimientos, deben ir ocurriendo cambios estables dentro de la persona con la aparición de nuevas cualidades cada vez más complejas. Está demostrado que el conocimiento de algo no implica obligatoriamente una influencia efectiva en la conducta, si no llega a adquirir un valor subjetivo para el educando, un ejemplo fehaciente de ello son las normas de educación formal y las morales, las cuales son conocidas por casi todos los estudiantes, pero no siempre son respetadas. Lo instructivo debe repercutir en la personalidad, de acuerdo con los objetivos de la educación, pero si se es consciente de esa unidad y se es consecuente con ella, en todo el proceder del profesor y de la universidad debe existir unidad entre ambos, de lo contrario quedan los conocimientos y las habilidades como algo externo al complejo mundo motivacional de los estudiantes, lo que no estimula el 89 desarrollo de la personalidad ni la formación de convicciones que regulen su conducta. Recomendaciones prácticas para su aplicación en la universidad Trascender en la impartición y evaluación de los contenidos de las disciplinas aquellas cuestiones meramente reproductivas que solo ejercitan la memoria mecánica. Comenzar la labor docente con un diagnóstico integral del estudiante y del grupo, para así poder conocer el estado inicial del proceso educativo y trazar estrategias educativas. Buscar la mayor integración posible de los contenidos impartidos y hacer explícito su valor práctico para la vida profesional de los alumnos. Explotar las experiencias y vivencias individuales de los alumnos para la clase. El profesor debe demostrar en su actuación que los contenidos que imparte son personalmente significativos para él y ser fiel ejemplo de todo lo que trata de educar en sus alumnos. Iniciar cualquier estrategia didáctica desde las disciplinas hacia las actividades extradocentes. Incrementar paulatinamente la actividad y el trabajo independiente de los estudiantes de forma diferenciada, de acuerdo con los niveles de desarrollo de cada uno. Propiciar la aplicación de técnicas evaluativas que propicien la coevaluación y la autoevaluación por parte de los estudiantes en la dinámica del proceso pedagógico universitario. 90 Principios de la vinculación de la educación con la vida y del estudio con la profesión Al relacionar los contenidos docentes con la experiencia de los estudiantes, le confieren amplia e inmediata aplicación en el aula, lo cual está avalado por los resultados de las investigaciones sobre los conocimientos previos de los alumnos, el conocimiento intuitivo, los preconceptos, la experticidad, el aprendizaje significativo y el desarrollo de la motivación profesional. Los contenidos del proceso de enseñanza-aprendizaje universitario no pueden estar constreñidos a los marcos de las propias disciplinas, programas y planes de estudio porque se convierten en aspectos abstractos, muy teóricos y desarticulados con la vida. Los contenidos objeto de conocimiento no constituyen un fin en sí mismos, sino un medio para lograr la inserción creciente del educando en la sociedad como ente activo y transformador, por lo que la vinculación con la vida cotidiana de los jóvenes y con su vida profesional deberá ser línea de acción, objetivo y estrategia de trabajo en la universidad. Sin resentir su carácter científico, los conocimientos deben relacionarse de forma constante y sistemática con los hechos y fenómenos de la naturaleza y de la sociedad, con las cuales los estudiantes se enfrentan cotidianamente. La preparación para la vida profesional constituye otro elemento que complementa el vínculo teoría práctica del proceso educativo, o sea, la disposición para la futura profesión. El carácter educativo para los estudiantes de cualquier labor productiva solo si logra si está bien concebida, planificada, organizada y si previamente se ha desarrollado un proceso persuasivo con ellos para destacar su impacto social. El valor intrínseco del trabajo no educa por sí mismo 91 por mucha importancia que posea, si los alumnos no están conscientes de ello o no se ejecuta con los aseguramientos previos imprescindibles, los resultados serán contraproducentes. La ausencia de este principio ha provocado que los conocimientos sean asimilados de forma externa, formal, que no les permita explicarse y entender mejor el mundo que les rodea, ni los prepara para ser laboriosos e independientes. De esta forma no se fomentan cualidades de la personalidad que facilitan una adaptación y transformación del entorno social como adultos desde una postura profesional y desarrollar, por ejemplo, sólidas intenciones profesionales. La universidad no solo propiciará que los conocimientos y habilidades permitan que los alumnos se expliquen el mundo, sino también las vías para su transformación. Recomendaciones prácticas para su aplicación en la universidad Buscar el vínculo con la vida y con lo profesional en actividades docentes y extradocentes. Precisar en el trabajo metodológico las mejores vías para lograrlo de forma que no sea una labor espontánea, sino planificada. Partir de ejemplos prácticos, de la experiencia individual de los alumnos y de los problemas que enfrentarán en su esfera de actuación profesional. Brindarle la oportunidad a los estudiantes de aplicar constantemente los conocimientos a la vida práctica, aprovechando lo que ella ofrece como punto de partida y fin del conocimiento. Realizar actividades de reafirmación profesional dentro del propio proceso pedagógico universitario, buscando la aparición de motivos e intenciones profesionales en la personalidad de los alumnos. 92 Principio de la vinculación de lo individual y de lo grupal La psicología del desarrollo, desde una concepción dialéctica, ha demostrado fehacientemente que el perfeccionamiento personalidad se logra mediante una integración y de la participación paulatinas y plenas como miembro del grupo. Asimismo, el aprendizaje en grupo o grupal, denominado también aprendizaje interactivo o cooperativo, complementado con el aprendizaje individual, contribuye de manera efectiva y eficaz a la asimilación de los conocimientos, las habilidades y las competencias. La dialéctica del desarrollo se refleja en la contradicción que mientras más se socializa el individuo como ser humano, más se singulariza como individualidad y más se desarrolla su personalidad. Las actividades didácticas que combinan armónicamente tareas docentes individuales y grupales tienen su base científica en estos argumentos. Lo individual y lo grupal se contraponen, pero uno no existe sin el otro: el sujeto deviene como tal dentro del grupo y este no existe sin los individuos. Precisamente, esta unidad y a la vez contradicción es la que permite y promueve el desarrollo, pero no de forma espontánea, ni automática, debe ser encauzada y promovida esta unidad de manera intencional desde el proceso de enseñanza-aprendizaje. En el proceso docente se produce cierta contradicción entre su ejecución en forma grupal y su influencia individual. Por una parte se brinda docencia y se ejecutan actividades predominantemente en grupos estudiantiles (hacerlo individualmente sería prácticamente imposible), y por otro lado se aspira a que la incidencia sea particular en cada uno. Pero el grupo universitario constituye algo más que un agregado de estudiantes, es una entidad viva con la cual el profesor interactúa y 93 que le sirve de base para llegar a cada uno de sus miembros. Siempre se exigirá una atención grupal (el individuo como miembro de distintas agrupaciones al mismo tiempo) y una atención individual (como personalidad), pues lo colectivo y lo individual se complementan. Recomendaciones prácticas para su aplicación en la universidad: Realizar un diagnóstico de los grupos donde desarrollan su vida los educandos junto con su caracterización personal. Implicar al grupo en cualquier estrategia didáctica dirigida a resolver problemas individuales. Reconocer y utilizar al grupo como elemento importante en el proceso pedagógico. Estimular y promover la interacción de los miembros del grupo entre sí y con el profesor en las actividades docentes. Plantearse estrategias didácticas grupales e individuales de forma integrada. Incidir en la progresiva aceptación empática y racional entre los miembros del grupo. Detectar de inmediato los alumnos aislados y rechazados para integrarlos lo más rápido posible. Utilizar los líderes espontáneos en función del cumplimiento de las actividades docentes de carácter grupal. Concientizar a todos los miembros del grupo del valor social en su preparación profesional, las posibilidades reales de actuar unidos en la consecución de diferentes metas de carácter formativo. Incluir, como parte del diagnóstico integral de cada alumno, sus potencialidades para trabajar en grupo, ya que permite identificar dificultades en su socialización o posibles líderes. 94 Principios de la asequibilidad, del carácter consciente y la actividad independiente y de la vinculación de lo concreto y abstracto Los aportes de la psicología cognitiva, de los procesos básicos del pensamiento, de la psicología del aprendizaje, el desarrollo del pensamiento teórico, los tipos de inteligencia, la superdotación intelectual, el talento, las habilidades teóricas y prácticas, la independencia cognoscitiva, la metacognición, la autoconciencia, la autovaloración y la autoestima sirven de fundamentación psicológica para que estos principios posean una argumentación científica e interdisciplinaria, así como un valor metodológico evidente e inmediato.. Principio de la asequibilidad Los contenidos del proceso de enseñanza-aprendizaje deben poseer un gran nivel científico y que también puedan ser interiorizados por los alumnos, por lo que será siempre indispensable la necesaria conjugación de la asequibilidad con el rigor de las diferentes ciencias contemporáneas. Pero ser alcanzables los conocimientos y habilidades no quiere decir vulgarizarlos ni disminuir su complejidad para trasmitirlos a los alumnos. Este principio exige de ellos un aprendizaje cada vez de mayor calidad, lo que implica un gran esfuerzo intelectual para lograrlo. V. Davídov (1986), al referirse a este principio, señala que es necesario enriquecerlo con una enseñanza desarrolladora para que promueva realmente un aprendizaje de nivel superior. Pero primero es fundamental conocer las características intelectuales y afectivas de los alumnos con el objetivo de determinar las vías didácticas óptimas para lograr este empeño, de acuerdo con las peculiaridades de los contenidos que se tienen que interiorizar. 95 La asequibilidad reflejará siempre un carácter contradictorio porque plantea por un lado la necesidad del incremento constante de los conocimientos científicos y de su complejidad dentro del proceso docente, y por el otro, la posibilidad real de los alumnos para interiorizarlos, lo cual constituye una manifestación fehaciente del carácter dialéctico de dicho proceso. Recomendaciones prácticas para la aplicación en la universidad: Caracterizar el nivel de desarrollo de los conocimientos y habilidades que el alumno posee previamente al iniciar el proceso docente y durante el transcurso del mismo para constatar los avances logrados. Incrementar paulatinamente el nivel de exigencia en cuanto al aprendizaje de los nuevos contenidos, a partir del nivel de partida en el desarrollo de cada alumno. Establecer relaciones entre la lógica interna de las ciencias y la lógica interna de las asignaturas para determinar los métodos óptimos en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Regular el nivel de información que contienen los programas de asignaturas para la promoción de aprendizajes más efectivos y eficientes. Buscar, a través de innovaciones didácticas, vías originales que incrementen el proceso de aprendizaje de los alumnos, sin hacer concesiones al rigor científico ni a las exigencias, de acuerdo con las particularidades de los alumnos. Incluir, como parte del diagnóstico integral de cada alumno, sus peculiaridades en su nivel de asimilación en cuanto a estilos de 96 aprendizaje, efectividad y rapidez, ya que permite identificar alumnos con dificultades en el aprendizaje, así como alumnos talentos. Principio del carácter consciente, activo e independiente Su esencia radica en el logro de un aprendizaje esencial de los contenidos de la enseñanza y no de su memorización formal y mecánica, es llegar a una comprensión cabal a través de una actividad de estudio con pleno conocimiento de lo que hace y cómo lo hace. La aplicación de este principio Implica una activación de los procesos cognitivos y metacognitivos de la personalidad porque promueve el logro de nuevos conocimientos y habilidades, y a la vez, una valoración de cómo lo va obteniendo. J. Zilberstein (2006b) considera que se debe estructurar el proceso de enseñanza-aprendizaje hacia la búsqueda activa del conocimiento por parte del alumno, teniendo en cuenta las acciones a realizar por este en los momentos de orientación, ejecución y control de la actividad. V. Davídov (1986) valora que este principio solo se logra si los conocimientos se enseñan no de forma elaborada, sino que se le esclarezcan a los alumnos las condiciones generales de su origen para que logren la interiorización de los contenidos, al moldear y reconstruir las propiedades de los conceptos mediante determinados procedimientos de la actividad. El logro de nuevos conocimientos y habilidades, así como de las vías para obtenerlos mediante determinadas actividades, promueve la necesaria independencia no solo cognoscitiva sino de actuación, sobre la base de exigencias académicas, profesionales y éticas. 97 Recomendaciones prácticas para la aplicación en la universidad: Estimular en las diferentes clases que los estudiantes expongan y fundamenten siempre los resultados de su aprendizaje individual y/o grupal, de acuerdo con las orientaciones brindadas por el profesor en el que se precisen los contenidos y las vías para lograrlo. Aprovechar la aparición de resultados contradictorios en los contenidos de aprendizaje para la búsqueda de la confrontación de diferentes criterios en los estudiantes y que sean debatidos en el aula, con las consiguientes precisiones del profesor. Promover el desarrollo de la crítica y autocrítica desde posiciones académicas y profesionales, a partir del dominio de las habilidades de valoración y sus correspondientes acciones. Orientar de manera sistemática el trabajo independiente individual y grupal con las correspondientes orientaciones y su control consecuente posterior. Elaborar evaluaciones que obliguen a la reflexión individual y grupal, así como a la fundamentación de las respuestas. Incluir, como parte del diagnóstico integral de cada alumno, su independencia cognoscitiva, ya que permite identificar dificultades en el aprendizaje y los posibles niveles de ayuda que requiere, así como los alumnos talentos. Principio de la vinculación de lo abstracto y lo concreto La esencia de este principio en la educación superior debe tener en cuenta su carácter profesionalizante como nivel terciario de enseñanza, ya que posee una índole deductiva, es decir, que la formación va de lo general a lo particular, primero los alumnos aprenden los principios, 98 categorías y reglas de las diferentes ciencias que integran los planes de estudios, para después constatarlo en las prácticas profesionales. A diferencia de otros niveles de enseñanza en que lo concreto es el punto de partida, en la universidad, por el contrario, lo abstracto es el fundamento, lo que se debe aprender primero por el nivel de desarrollo personal que han logrado los alumnos en su tránsito por los niveles precedentes y porque se está formando un profesional de nivel superior con pleno dominio de las ciencias y la tecnologías que caracterizan sus respectivos campos de acción. Pero tampoco se puede concebir un aprendizaje que pretenda desarrollar el pensamiento teórico de los alumnos sin referentes concretos con la vida y con la futura profesión, ni sin el apoyo de los procesos cognoscitivos sensoriales, pues sería una enseñanza teoricista y escolástica. Lo abstracto y lo concreto están en una unidad dialéctica porque se contraponen y se presuponen, lo abstracto y lo concreto son contrarios, pero no puede existir el uno sin el otro. Son desiguales y excluyentes por esencia pero en el proceso de enseñanza-aprendizaje su complementación se erige en un principio, como una evidencia más del carácter dialéctico de dicho proceso. La vinculación de ambos es unidad y no solo relación. Recomendaciones prácticas para la aplicación en la universidad: Utilizar predominantemente razonamientos deductivos, como parte de la exposición de los contenidos para lograr una interiorización más efectiva de ellos y para que los alumnos los aprendan como método individual de estudio y debate posterior. 99 Apoyarse en medios de enseñanza (sobre todo en las TIC) que faciliten la esquematización de los contenidos al explotar los procesos cognitivos sensoriales: la percepción visual, táctil y auditiva, así como la memoria lógica. Y enseñarles a apoyarse en ellos para su aprendizaje individual. Explicitar en las clases de manera precisa dónde radica lo abstracto y dónde lo concreto de los contenidos, así como su estrecha vinculación. Utilizar, como parte del diagnóstico integral de cada alumno, su dinámica peculiar en cuanto a la rapidez y eficacia en el tránsito de lo abstracto a lo concreto y viceversa, ya que permite identificar dificultades en el aprendizaje, así como alumnos talentos. De manera resumida se puede afirmar que estos principios de carácter psicodidáctico reflejan en su esencia las relaciones interdisciplinarias y poseen gran valor teórico y metodológico porque permiten explicar y fundamentar la dirección de proceso de enseñanza-aprendizaje en el aula, así como provee vías particulares para que los profesores obtengan resultados eficaces y eficientes en su labor docente. Entre ellos existe una complementación porque se integran de manera sistémica y el cumplimiento de uno contribuye al cumplimiento de otros. Conceptos psicodidácticos A continuación se valoran varios conceptos, que si bien no son exclusivos de esta concepción por su origen, en su evolución teórica y práctica contienen la integración interdisciplinaria de la psicología con la didáctica. 100 Estrategias didácticas Los antecedentes de las estrategias didácticas están en la Antigüedad Clásica con Sócrates, Platón y Aristóteles y en la China Clásica con Confucio, desde entonces han evolucionado hasta la actualidad en dependencia del modelo didáctico asumido, lo que evidencia su valor y pertinencia para el proceso de enseñanza-aprendizaje en los diferentes contextos histórico-sociales, aunque ahora es que se convierten intencionalmente en objeto de investigación científica. Este mismo término puede encontrarse en la literatura científica con otras interpretaciones en dependencia de las concepciones de aprendizaje que se admiten, como por ejemplo, de influencia conductista o cognitivista. Una manifestación de las concepciones dicotómicas en las investigaciones psicológicas y didácticas es la aparición de términos similares, tales como estrategias de enseñanza, estrategias de aprendizaje o estrategias cognitivas, los cuales están muy relacionados por su contenido y sobre ellos se ha aportado un caudal significativo de resultados científicos en este campo, que sirven como premisas teóricas para poder conceptualizarlas como estrategias didácticas en la actualidad, específicamente en cuanto al valor de los contenidos conceptuales, actitudinales y procedimentales. Si se asume que el proceso de enseñanza-aprendizaje es íntegro no pueden ser totalmente aceptados tales conceptos porque reflejan parcialmente un fenómeno global. Una aproximación conceptual para la definición de las estrategias didácticas exige la determinación de sus elementos esenciales, como por ejemplo, los planteados por S. de la Torre (1993), tales como: una organización secuenciada de la acción, tener en cuenta la realidad 101 contextual a la que debe adaptar la acción, el manejo de recursos materiales, personales y espacio-temporales, por lo que dicho autor las define como “procedimiento adaptativo, o conjunto de ellos, por el que organizamos secuenciadamente la acción en orden a conseguir las metas previstas” (p.112). Precisando más adelante que “Si el corazón de una estrategia está en la organización secuenciada de la acción, su cerebro estaría representado por la finalidad” (Ídem, 112). Si bien en esta definición se abordan elementos importantes, se valora como demasiado general porque no precisa su esencia didáctica, es decir, su existencia dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje, por lo que se propone como definición alternativa y más completa la siguiente: Las estrategias didácticas son el conjunto o secuencia de actividades y acciones de enseñanza y de aprendizaje dirigidas intencionalmente por el profesor y con la participación activa y conciente de los alumnos, para cumplir con los objetivos formativos de las disciplinas y asignaturas. Este carácter secuencial refleja la interdependencia y armonía que debe existir entre todos los elementos que la integran para que sean exitosas y su denominación en plural expresa que nunca se aplica una sino un número significativo de ellas. El rasgo activo y conciente incluye al contenido y al contexto donde se desarrollan las estrategias, por lo que tienen un componente adaptativo también. El concepto de estrategias didácticas muestra en su contenido el proceso en su totalidad, al incluir las estrategias del profesor (de enseñanza) y las estrategias de los alumnos (de aprendizaje), por lo que su importancia no solo es de índole teórica sino metodológica, ya que de él se pueden derivar varios requisitos y exigencias de valor práctico en la clase. 102 Estas acciones de enseñanza y de aprendizaje deber tener primero un contenido interno, psicológico con la consecuente manifestación posterior externa. Dentro de ellas están todos los recursos, métodos, procedimientos y categorías que la didáctica y la psicología han aportado a dicho proceso, tales como objetivos, contenidos, métodos, medios, formas, evaluación, acciones, reglas, recursos, etc. Con respecto a aquellos elementos que deben integrar toda estrategia didáctica están (S. de la Torre, 1993): consideraciones teóricas de partida que la legitimen y justifiquen, una finalidad bien definida y concretada en objetivos generales y parciales, una secuencia adaptativa u ordenación lógica y psicológica de todos los elementos participantes, la adaptación a la realidad contextual, los agentes y personas implicadas, así como sus funciones y la eficacia o funcionabilidad como criterios de validez. En la educación superior las estrategias didácticas cumplen importantes funciones, tales como: Organizar el trabajo de los estudiantes en grupos o equipos para facilitar el intercambio, la colaboración y donde el papel del docente sea fundamentalmente de orientador del aprendizaje. Plantear objetivos de aprendizaje concientizados por los estudiantes, en correspondencia con sus necesidades, intereses y motivaciones, vinculados con los problemas propios de sus futuras esferas de actuación profesional. Crear las condiciones para favorecer el aprendizaje de los estudiantes, definiendo las condiciones, interacciones entre los alumnos y el profesor, contenidos del currículum, materiales didácticos, etc. 103 Enseñar a los estudiantes para apoyarse en procedimientos mediadores que favorezcan su aprendizaje, tales como: mapas conceptuales, toma de apuntes relacionales, esquemas, gráficos, etc. Enfrentar a los estudiantes con tareas de carácter profesional, a la solución de problemas, montaje de carpetas de trabajo y microinvestigaciones que propicien una concepción interdisciplinaria e impliquen el desarrollo de habilidades. Tener en cuenta en la dinámica del proceso de enseñanzaaprendizaje el nivel de desarrollo de los estudiantes, lo que presupone estrategias diferenciadas y flexibles. Incluir mecanismos de control y evaluación a través de una diversidad de técnicas con un carácter procesal. Problemas y tareas docentes Los problemas y las tareas docentes están íntimamente vinculados, M. Majmutov (1983) considera al problema como una categoría psicológico-didáctica y lo define como una tarea que debe ser resuelta e investigada. Este autor establece semejanzas y diferencias entre el problema científico y el problema docente, precisando que el primero es una categoría de la lógica investigativa y que la esencia de la situación problémica es una categoría de la psicología del pensamiento. Por tanto, el problema docente es un fenómeno subjetivo y existe en la conciencia del alumno de forma ideal en su pensamiento, pero la tarea es un fenómeno objetivo para el alumno porque existe desde el inicio de forma material y se transforma en subjetivo después que se percibe y se toma conciencia de ella. Aunque M. Majmutov (1983) establece una diferencia sustancial entre la tarea y el problema al tener cada uno su estructura, ambos están 104 unidos en el proceso de enseñanza-aprendizaje y se presuponen, por lo que se consideran a los dos como conceptos psicodidácticos. Las posiciones teóricas sobre las tareas docentes son variadas en dependencia de los autores que las han investigado, incluso con diferentes denominaciones, tales como, tarea típica, tarea cognoscitiva, tarea didáctica, tarea intelectual, tarea de aprendizaje, tarea académica, tarea integradora, entre otras, pero todos reconocen su importancia dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje. De los aportes de estos autores se puede resumir el valor metodológico de las tareas docentes para su aplicación práctica: • El proceso de enseñanza-aprendizaje debe desarrollarse, fundamentalmente, a través de tareas hasta alcanzar los objetivos. • En la actividad y productividad del estudiante influyen las tareas que él debe desarrollar. • El objetivo debe expresarse de un modo constructivo en términos de tareas, ya que se concreta mediante la acción. • La concepción más adecuada de las tareas debe partir primariamente de los conocimientos, de las habilidades y de las competencias a lograr. • El análisis completo de la tarea permite considerarla en la etapa orientadora, ejecutora y de control del proceso enseñanza-aprendizaje. • Las tareas también ofrecen potencialidades educativas en el proceso enseñanza-aprendizaje, no solo por su contenido, sino porque su ejecución de forma sistemática por el estudiante contribuye a desarrollar su esfera volitiva. La adecuada motivación por parte del profesor en su aplicación consecuente favorece la formación de determinados valores en los 105 estudiantes, tales como la responsabilidad, la laboriosidad, así como cualidades comunicativas, además la independencia y creatividad. • El cumplimiento exitoso de la tarea significa la solución de un problema y el logro del objetivo, que implica la formación de la potencialidad en el estudiante para desarrollar otras tareas del mismo orden o de mayor complejidad. Las tareas docentes tienen su basamento psicológico en el análisis cognitivo de ellas, de acuerdo con las investigaciones realizadas por la psicología cognitiva. Pero sus antecedentes históricos están en las investigaciones sobre la psicología del pensamiento en la resolución de problemas, también las investigaciones sobre el aprendizaje cooperativo profundizaron en la solución grupal de ellas. El fundamento psicológico de las tareas radica en la contradicción entre lo que el sujeto tiene y lo que quiere alcanzar, ya que es el problema planteado en ella, lo que hace avanzar el pensamiento en el camino hacia su solución. En las investigaciones didácticas sobre el trabajo independiente se han elaborado tareas docentes como vía para su ejecución. La tarea docente es definida como aquel componente integrador del proceso de enseñanza-aprendizaje con diferentes niveles de complejidad, en que el estudiante identifica y busca la posible solución a problemas de su esfera de actuación profesional, la cual puede ser modelada a través de situaciones pedagógicas desde el componente académico. Se pueden plantear los siguientes requisitos para su elaboración: Que se deriven y respondan a los problemas profesionales que el estudiante debe detectar y resolver en la práctica social. 106 Que tengan una concepción problematizadora e integradora con respecto al contenido, vinculando la teoría con la práctica, como condición para el desarrollo de un proceso educativo de excelencia. Que enfrenten a los estudiantes en la búsqueda de alternativas, despierten intereses y motivaciones, y al propio tiempo, potencien el desarrollo investigativo del futuro profesional. Que interrelacionen necesariamente al componente académico, laboral e investigativo, de forma tal que contribuyan a la reafirmación profesional de los estudiantes. Que se inserten en la relación objetivo-contenido-método y permitan en el ámbito del aula la dinámica de lo individual y lo grupal en el proceso educativo. Que propicien la autoevaluación de los estudiantes, a partir de indicadores concretos que le confieran un carácter metacognitivo al proceso educativo. Que exijan del estudiante el uso de métodos científicos, propiciando la estimulación de la independencia y la creatividad. No se limitan por su contenido a un tema sino que retoman del anterior y preparan para el próximo, por lo que se garantiza también la relación intraasignatura. Deben modelarse de forma que requieran de soluciones a mediano y corto plazos. Deben poseer una concepción personológica para su confección, aplicación y evaluación. J. Zilberstein y otros (1999) precisan que las tareas docentes, para que sean integradoras, deben cumplir con las funciones siguientes: 107 Centran su atención en el docente y el alumno, por lo que su objeto de estudio lo constituye el proceso de enseñanza y aprendizaje. Consideran la dirección científica, por parte del profesor, de la actividad cognoscitiva, práctica y valorativa de los alumnos, teniendo en cuenta el nivel de desarrollo alcanzado por estos y sus potencialidades para lograrlo. Asumen que, mediante procesos de socialización y comunicación, se propicie la independencia cognoscitiva y la apropiación del contenido de enseñanza (conocimiento, habilidades, valores) Forman un pensamiento reflexivo y creativo, que permita al alumno llegar a la esencia, establecer nexos y relaciones, y aplicar el contenido a la práctica social, de modo tal que se utilicen soluciones a situaciones y problemas. Estimulan el desarrollo de estrategias que hacen posible regular los modos de pensar y actuar, que contribuyan a la formación de acciones de orientación, planificación, valoración y control. Los profesores y alumnos, como protagonistas en el planteamiento, desarrollo y solución de las tareas docentes, están manifestando constantemente sus características personales a través de sus estilos de aprender y de enseñar. Estilos de aprendizaje y estilos de enseñanza La palabra estilo proviene del latín stylu que significa carácter, peculiaridad, modo, manera o forma de hacer las cosas. Se utiliza en la vida cotidiana para aludir a alguna cualidad distintiva y propia de una persona o grupo de personas en diferentes esferas de la actividad humana. El término refleja la necesidad de identificarse, de distinguirse entre sí, a fin de encontrar el sentido propio de identidad. El concepto 108 de estilo lo aporta la corriente psicoanalítica y denota un elemento importante que caracteriza a la personalidad en diferentes contextos de manifestación, tales como el estilo de dirección, el estilo de vida y el estilo de comunicación. En el estudio de los estilos de aprendizaje se ha desarrollado un inmenso cúmulo de investigaciones, en ellas inicialmente prevaleció la caracterización del componente cognitivo, en las que se estableció como criterio fundamental para proponer sus modelos al papel del cerebro humano durante el procesamiento de la información. Sin embargo, los estudios del grupo de Gotemburgo, representaron un salto cualitativo en la caracterización de los estilos de aprendizaje, ya que reconocieron componentes motivacionales que inciden con fuerza en la realización individualizada de las tareas de aprendizaje. No obstante, a partir de estas investigaciones se originó una amplia diversificación y superposición de los conceptos enfoques, estilos y estrategias de aprendizaje que obstaculizó su comprensión y aplicación en las instituciones educacionales. Estas posiciones teóricas, de manera general, intentaron explicar la naturaleza de los estilos de aprendizaje, pero se limitaron a proponer modelos funcionales que aportaron elementos valiosos a tener en cuenta en la caracterización, aunque aislados, ya que realizaron sus valoraciones desde una arista del problema y llegaron en no pocas ocasiones a considerar el desarrollo de la personalidad como una dimensión de las diferencias individuales para aprender. Otros investigadores abordan el estudio de los estilos de aprendizaje de manera directa o indirecta con el aporte de referentes valiosos. Castellanos, D. y otros, (2002) establecieron dimensiones y subdimensiones del aprendizaje desarrollador y posibles estrategias 109 para su estimulación; J. Zilberstein (2004) en la vinculación de los estilos con las estrategias de aprendizaje, también los estudios desarrollados por Fariñas, G. (2005 y 2010) en su concepción del aprender a aprender a través de habilidades conformadoras del desarrollo personal, así como la asunción de que el estudiante es un sujeto integral y no un proceso de aprendizaje. En la educación superior están los estudios de Casal, L. 2002 (citados por Zilberstein, J. 2006b) quién profundizó fundamentalmente en estrategias de aprendizaje en una lengua extranjera, para lo cual retoma a Monereo (1990, 1995a y 1995b) y los de Cabrera A., J. S. (2004) para la enseñanza del inglés con fines específicos. En estas investigaciones se establecen criterios para caracterizar los estilos de aprendizaje que se sustentan en el modo en que las personas resuelven las tareas, es decir, a partir de la exteriorización de las estrategias de aprendizaje. M. L. de la Barrera (2008) investigó las relaciones entre los estilos y las estrategias en el proceso de enseñanza-aprendizaje universitario, reafirmando las estrechas relaciones entre ambos en dependencia del estilo predominante. Sobre la base de los aportes de las investigaciones antes mencionadas, se asume como definición de estilos de aprendizaje: la forma específica en que como resultado del desarrollo de la personalidad, se manifiesta la combinación de componentes afectivos, cognitivos y metacognitivos durante el proceso de interiorización de la experiencia histórico social; el que tiene un carácter gradual, consciente y relativamente estable para aprender a sentir, pensar y actuar (E. Aguilera, 2007). En esta definición se puede establecer una caracterización de los estilos de aprendizaje en la educación superior, la cual tiene como 110 núcleo teórico fundamental sus tres dimensiones, vistas como un sistema en el funcionamiento y regulación de la personalidad (E. Aguilera, 2007): Dimensión afectiva: que expresa las relaciones que establece el estudiante hacia el proceso de aprendizaje, de acuerdo con sus necesidades y expectativas futuras. En ella se selecciona la motivación que actúa por su significación devenida consciente, su fuerza de atracción emocional y su papel orientador en el funcionamiento de la personalidad. Dimensión cognitiva: particularidades y explica funciones a de través los de procesos las cualidades, psíquicos las preferencias de los estudiantes para utilizar determinadas estrategias de aprendizaje y constituye la base para el desarrollo de hábitos, habilidades y capacidades. En ella se seleccionan a la memoria y al pensamiento como procesos determinantes en la selección de estrategias de carácter general o específico durante el proceso de aprendizaje. Dimensión metacognitiva: que permite comprender cómo el estudiante valora y regula su proceso de aprendizaje a través de estrategias que garantizan su expresión consciente. En ella interviene, principalmente, el nivel de desarrollo que alcance la autovaloración como formación psicológica particular de la regulación inductora: El conocimiento de los estilos de aprendizaje es uno de los pilares fundamentales del aprender a aprender y constituye una de las principales vías que tendrá el estudiante para ampliar potencialmente sus formas de aprender. Aunque esta afirmación debe integrar también el aprender a enseñar como posición teórica que reconozca 111 su valor didáctico, ya que el docente debe estar consciente de su papel como facilitador de estrategias de enseñanza-aprendizaje. Es importante reconocer también que, tanto los profesores como los estudiantes, explotan sus estilos preferidos, pero entre ellos, y a pesar de los esfuerzos que se realizan, se generan contradicciones en la práctica educativa, ya que las estrategias de enseñanza y las de aprendizaje no siempre se planifican didácticamente. Estas tienen, a veces, un carácter espontáneo o la enseñanza solo se centra en el dominio del contenido de la asignatura que se imparte. N. Bowman (2009) considera que los alumnos de nuevo ingreso en la educación superior no están en condiciones de valorar de manera precisa su aprendizaje por no estar preparados para ello. En otras ocasiones los docentes identifican las diferencias en el modo de aprender de sus estudiantes, pero no poseen los recursos que les permitan atender esta diversidad y en la generalidad de los casos se cuestionan cómo tener en cuenta cada estilo de aprendizaje, sin que se convierta en otro añadido más al trabajo habitual de la clase; lo que supone en ellos una perspectiva de esfuerzo adicional. Los estudios sobre los estilos de aprendizaje son muy pertinentes en la actualidad porque constituyen el objeto de múltiples investigaciones y publicaciones especializadas. Este término han ido ganando paulatinamente un lugar preponderante desde una concepción personológica e interdisciplinaria del proceso de enseñanza- aprendizaje, reflejando la estrecha relación entre las categorías personalidad, enseñanza y aprendizaje, sobre todo si se incluyen los estilos de enseñar de los profesores, los que han sido menos investigados. 112 B. Gargallo (2008) se refiere a que, al analizar el modo de trabajar los profesores universitarios, se puede hablar de dos grandes modelos, tipologías u orientaciones: la orientación centrada en la enseñanza y la orientación centrada en el aprendizaje. Y como conclusión de su investigación afirma que los alumnos desarrollaban estrategias de aprendizaje de más calidad, tenían mejores actitudes y utilizaban enfoques más profundos cuando los profesores, además de tener una concepción centrada en el aprendizaje y usar metodologías coherentes con ella, disponían de más habilidades docentes. También E. Álvarez (2004) estudia los estilos de enseñanza relacionados con la comunicación no verbal. Se definen los estilos de enseñanza como la manifestación peculiar, original y relativamente estable del profesor en la exteriorización de los contenidos para promover aprendizaje en los alumnos, están implicados fenómenos cognitivos, afectivos y conductuales, los cuales determinan su ejecución y regulación, a partir de condicionamientos fisiológicos y sociales. Los estilos de enseñanza constituyen un sistema de utilización de recursos y medios subjetivos de trasmisión de los contenidos de aprendizaje, caracterizados por su movilidad y variación en dependencia de la situación, por lo que posee un condicionamiento contextual también. El propio carácter contradictorio de la enseñanza y el aprendizaje condiciona que estos estilos deban ser investigados en estrecha relación, ya que si bien en la ontogenia el estilo de aprendizaje precede al estilo de enseñanza, en el proceso docente ocurre a la inversa, este último antecede a aquel, aunque posteriormente ocurra una trasmutación de uno en otros en su 113 dinámica dialéctica, a partir del desarrollo de los procesos de interiorización y exteriorización. Desde un orden histórico los estilos de aprendizaje se comenzaron a investigar primero debido a las evidentes dificultades de los estudiantes en el proceso de interiorización de los contenidos de la enseñanza, las que emergieron como situaciones problémicas en la labor didáctica, lo cual llevó posteriormente a revelar la necesidad de investigar también los estilos de enseñanza desde un análisis lógico, ya que estos condicionan y determinan la efectividad y el desarrollo de aquellos. Para realizar la caracterización de los estilos de aprendizaje de los estudiantes, teniendo en cuenta las dimensiones e indicadores precisados anteriormente, es necesario determinar el nivel de preparación de los docentes en la temática, ya que serán precisamente ellos los facilitadores de las estrategias didácticas personalizadas, para lo cual necesitan de una profesionalización previa en el tema que los motive y capacite para afrontar este reto de manera profesional. La sobredotación intelectual y el talento Con relación a la conceptualización de estos términos existen diversos criterios que generan disímiles interpretaciones por parte de investigadores y profesionales de la educación. Por ejemplo, Sánchez, 1993 (citado por J. Betancourt, 2003) distingue entre sobredotación y talentosos, señalando que la primera es una capacidad general compuesta por una serie de factores intelectuales significativamente más altos que en el grupo promedio, y el talento es considerado como una capacidad particular, focalizada en un determinado aspecto cognitivo o destreza conductual. Este término proviene del latín talentum, que se le denominaba así a una moneda antigua de los griegos. 114 Por su parte, Peña del Agua (2001) plantea que la superdotación consiste en un conjunto de factores intelectuales que posibilitan una producción general significativamente distinta de la del grupo, mientras que el talento es una capacidad centrada en un aspecto cognitivo o destreza conductual concreta, y por lo tanto, implica un dominio más específico de las tareas. Los anglosajones utilizan el término superdotación (giftedness) para referirse a los estudiantes que manifiestan una aptitud intelectual globalista, mientras que reservan la utilización del término talento para aquellos con habilidades específicas en un campo concreto. Uno de los investigadores más preocupados por diferenciar ambos conceptos fue R. M. Gagné (1992) con la presentación de un modelo que se refiere a ambas nociones en el que la superdotación es el dominio de habilidades o aptitudes generales y el talento hace referencia a un ámbito de realización específica. Prieto (1993) considera que el alumno superdotado dispone de una estructura cognitiva y de una capacidad para procesar información adaptable a cualquier contenido, mientras que el talento está referido a un área temática determinada, es decir, la generalidad es lo propio de la superdotación y la especificidad es lo característico del talento. O sea, que existe cierto consenso en que la sobredotación alude a la presencia de potencialidades intelectuales genéricas y el talento a potencialidades más específicas. Sin embargo, Peña del Agua (2001) hace referencia al Informe Marland (1972) en el que se indica que, tanto lo niños superdotados como los talentosos, son capaces de un alto rendimiento y cuentan con aptitudes excepcionales, por lo que también resalta peculiaridades comunes. Esta autora reconoce además, que las 115 habilidades relativas a la metacognición constituyen un importante componente, tanto de la superdotación como del talento. J. Renzulli (1994), después de realizar un análisis sobre las definiciones existentes y basándose en una exhaustiva investigación empírica en el Instituto de Investigación para la Educación de los Alumnos Superdotados en 1978, desarrolló el llamado modelo de tres anillos o la puerta giratoria, que ha sido reconocido como una excelente contribución al esclarecimiento y comprensión de la configuración estructural psicológica de la superdotación humana. Este modelo describe a la superdotación como la interacción entre tres grupos básicos de rasgos humanos relacionados con capacidades generales por encima de la media, altos niveles de creatividad y altos niveles de implicación en la tarea (supone la atracción que el sujeto siente cuando realiza una tarea en la que disfruta trabajando). De manera esquemática el modelo es simbolizado mediante un diagrama de tres anillos, cada uno de los cuales representa cada característica anterior y en cuya intersección se hallan las personas superdotadas. Según este autor, el superdotado es aquel individuo capaz de conjugar de una forma adecuada y equilibrada, aspectos intelectuales (inteligencia y creatividad) y no intelectuales (voluntad, motivación, compromiso e implicación en la tarea). Este mismo autor considera que un tipo de superdotado es el académico, integrado por alumnos con alto rendimiento escolar y buena inteligencia, y otro tipo es el creativo-productivo, caracterizado por ser productor de nuevos conocimientos, con procesos originales de pensamiento en la resolución de tareas. Considera a este último como el verdaderamente superdotado debido a su forma original de 116 resolver tareas convencionales y hacer posible que el conocimiento aumente y se diversifique. Acerca de las características de la personalidad de los estudiantes con superdotación intelectual se plantea que poseen: elevada observación crítica, sienten un aburrimiento permanente y necesitan ser incentivados en forma continua. Se cansan fácilmente con tareas rutinarias, marcada incredulidad, buen sentido del humor, dedican más energía para resolver un problema concreto o a una actividad específica que cualquier otra persona, búsqueda de la libertad, tendencia hacia la individualidad, no les molesta la soledad, se muestran muy combativos ante cualquier situación que no aceptan, necesitan un ritmo de trabajo superior al que les marcan, tienden a hacerse preguntas existenciales, se concentran en un tema y persisten hasta que lo terminan, prefieren trabajar independientemente y necesitan poca ayuda. Por lo general estos alumnos tienen una tendencia activa, es decir, esfuerzo volitivo estable orientado a concienciar los principales aspectos de la personalidad dentro de sus propias tendencias personológicas, darles un sentido en el propio contexto de la personalidad, suelen ser originales, ingeniosos, tienen la posibilidad de reorganizar, reconceptualizar, revalorar diferentes contenidos psicológicos, de cambiar decisiones, proyectos, etc., generan gran cantidad de ideas, se plantean nuevos problemas y solucionan los planteados, quieren saber el porqué de las situaciones, especialmente de las no deseadas, no les gusta someterse a la autoridad, pueden ser inconformistas y muy desobedientes, pueden sobresalir en una o más asignaturas, y generalmente rinden muy bien en la escuela si están debidamente motivados, algunos son muy creativos (aunque es de 117 notar que la creatividad no necesariamente va unida a la superdotación intelectual) y son voluntariosos en la búsqueda de nuevos conocimientos y no se distraen fácilmente. Sin embargo, la superdotación intelectual por sí misma no constituye garantía de éxito, pues estudios desarrollados sobre el desempeño laboral de graduados universitarios en el ámbito de la gestión, relacionaron sus coeficientes de inteligencia (CI) con el desempeño laboral exitoso (Goleman, 1997). Se suponía que con altos CI alcanzados durante la actividad universitaria debían correlacionarse después con altos estándares de desempeño. Pero no ocurrió así, ya que en la medición del CI sólo se tenía en cuenta el polo cognitivo de la inteligencia de la persona (razonamiento abstracto, memoria, discriminación perceptual, etc.), manifestándose en sus conocimientos y habilidades ante asignaturas como matemáticas, física, historia, etc. Pero no se tenía en cuenta el polo emocional (afectos, sentimientos, valores, etc.). Por estas razones se considera imprescindible asumir a la inteligencia como una configuración psicológica general, como contrapartida a su conceptualización funcionalista a través de su estudio psicométrico. Se coincide con M. Córdova (1996), quien plantea que la inteligencia constituye un sistema abierto y flexible, que revela la calidad del funcionamiento cognitivo con que el sujeto regula de forma muy personal los recursos psíquicos y físicos que necesita emplear en las diversas situaciones de su vida. Constituye, por tanto, una capacidad potencial, intelectual y general de los seres humanos y una formación psicológica predominantemente ejecutora. Rubinstein, S. L. (1979), quién al referirse a la estructura de esta configuración psicológica propone dos subsistemas en interacción, 118 uno operacional como conjunto de recursos psicológicos para la realización de las diferentes tareas y de la actividad en general (conocimientos, acciones, operaciones, hábitos y habilidades) y otro procesal como la cualidad de los procesos psíquicos mediante los cuales estas operaciones y su funcionamiento se regulan. M. Villarreal (2008) caracterizó la personalidad efectiva en estudiantes con alto nivel de desempeño del nivel superior tecnológico y destacó sus deficiencias en las habilidades y estrategias metacognitivas para resolver problemas, ya que no eran capaces de planificar, controlar ni evaluar lo que hacían, por lo que necesitaban de un manejo didáctico que estimule el uso del pensamiento lateral de manera consciente y deliberada. Precisamente, estas particularidades de los procesos psíquicos (de acuerdo con los niveles del conocimiento que describen las bases psicológicas del aprendizaje) son determinantes para caracterizar las posibilidades intelectuales individuales, y por tanto, componentes esenciales a tener en cuenta para la caracterización de los estilos de aprendizaje. Con relación a la caracterización de las posibilidades intelectuales durante el proceso de aprendizaje existen diferentes autores que han valorado la existencia de diferentes mitos que son necesarios desterrar por parte de profesores e investigadores: los superdotados son siempre los que mejores notas sacan, no necesitan ayuda alguna, los superdotados y talentosos constituyen un grupo homogéneo, la superdotación es una forma de ser que permanece en la persona para siempre e independiente de sus experiencias, constituyen del 3 al 5 % de la población, poseen un cociente de inteligencia igual que constituye 119 una medida estable de sus aptitudes, la creatividad es muy difícil de evaluar en los alumnos superdotados. Otros mitos son que para los alumnos superdotados existe un único currículum, los profesores no necesitan asesoramiento profesional para la atención a los alumnos superdotados en las aulas regulares, los alumnos con altas capacidades no enfrentan problemas y retos en el proceso de enseñanza-aprendizaje, ellos no tienen necesidades sociales y emocionales específicas y a todos los alumnos se les debe enseñar de la misma forma. Se le han conferido el carácter de mitos por ser creencias falsas, las cuales han sido desmentidas científicamente por los resultados de múltiples investigaciones realizadas con estos estudiantes. A los profesores les resulta muy pertinente su conocimiento para que en su labor docente los evite y pueda lograr una atención más eficaz con aquellos alumnos identificados como superdotados o talentosos. J. S. Renzulli (2010) destaca la importancia que tienen los profesores en el desarrollo del talento de sus alumnos, sobre la base de sus estilos de aprendizaje diferentes a los demás y de acuerdo con un programa curricular específico. 120 C. Ferrándiz, M. Ferrando y D. Hernández (2010), al referirse al proceso de identificación de alumnos talentosos, proponen escalas, cuestionarios y test que los profesores no pueden utilizar, pues requieren de personal especializado para aplicarlos e interpretarlos. M. Bulkool (2010) expone su experiencia en programas académicos para la formación de profesores de alumnos talentosos en las universidades latinoamericanas por su responsabilidad en el desarrollo pleno de este alumnado. Con relación a la adaptación curricular para estos tipos de alumnos deberá lograrse un currículo diferenciado que reconozca sus características y propicie el mayor desarrollo posible de sus peculiaridades y, de esa forma, facilitar una mejor realización de su potencial individual. Se deben hacer adecuaciones en las instrucciones y materiales, de manera que permitan que se tornen cada vez más complejos e interdisciplinares, y que puedan acelerarse cuando sea necesario. La diferenciación del currículo puede hacerse a través de la aceleración, al evaluarse el nivel de conocimientos y habilidades del alumno y se elimina el contenido que haya sido aprendido. Es un tipo de aceleración que va al encuentro de las necesidades del alumno y posibilita que el aprendizaje se pueda realizar en un tiempo menor. Puede existir una combinación de aceleración con otros métodos de diferenciación y evaluar sus resultados a través incluso de una autoevaluación superdotados como parte tienen del habilidades proceso. que Muchos demandan alumnos necesidades de aceleración, incluyendo una extraordinaria cantidad de información y retención poco común; conocimiento avanzado y comprensión de contenido y un ritmo más rápido de aprendizaje. 121 También puede lograrse la diferenciación del currículo mediante el estudio en profundidad, el cual requiere la investigación de más detalles y nuevos conocimientos y del reconocimiento de nuevas perspectivas. Existen dos estilos principales de diferenciación por profundidad: la diferenciación natural que se basa en el conocimiento, habilidad o interés del alumno o grupo de alumnos, que va de lo concreto a lo abstracto, de lo familiar a lo extraño, de lo conocido a lo desconocido, o la diferenciación determinada por el profesor. Algunos ejemplos de ese segundo tipo son: comparación del pasado, presente y futuro de eventos relacionados con el estudio; la designación de tópicos que incluyan textos clásicos, filosofía y eventos actuales; el examen de temas por la determinación de hechos, conceptos, generalizaciones, principios y teorías relacionadas con ellos. Ese tipo de estudio induce al uso de estrategias para predecir tendencias, al uso de reglas para crear estructuras éticas y lleva al movimiento de lo simple a lo complejo. Para el estudio en profundidad los profesores deben ofrecer un abanico de materiales que incluyan distintos niveles de dificultad y complejidad, además de una variedad de disciplina y tutores que puedan presentar habilidades y conocimientos especializados. Ellos deberán ayudar a los alumnos a definir el alcance del estudio, a identificar los principios y teorías relacionados con el problema en estudio y a decidir sobre los productos y resultados del mismo. Ellos probablemente también necesitarán enseñar estrategias y métodos de investigación. Las habilidades que los alumnos tienen, y que generalmente crean necesidades de estudio en profundidad son: habilidad de trabajar independientemente, de autoevaluación y de gerenciar con eficiencia el tiempo disponible. Además de eso, hacen generalizaciones, van de lo 122 concreto a lo abstracto, de lo familiar a lo extraño, de lo simple a lo complejo, de lo conocido a lo desconocido. Independientemente del modelo usado para servir a los superdotados, la experiencia educativa de esos alumnos debe incluir la diferenciación en la mayor parte de su aprendizaje. Es importante que los programas tengan buena articulación con los otros programas educativos generales y que sus profesores usen evaluaciones frecuentes para determinar el nivel de conocimiento y necesidades de los alumnos. Para asegurar la calidad, el programa debe sufrir evaluaciones constantes, conducidas de manera que promuevan un continuo desarrollo y perfeccionamiento. El estudio sobre el desarrollo de la inteligencia, la creatividad y el talento en la educación ha sido abordado por varios investigadores con resultados valiosos, como por ejemplo, R. Lorenzo y M. Martínez (2003a y 2003b) se refieren a que la creatividad constituye un indicador del talento y a la existencia de una relación concéntrica entre la inteligencia, la creatividad y el talento. D. Castellanos (2003a) afirma que el talento se expresa multifacéticamente a través de las diferentes actividades que realizan las personas en diversos contextos sociales y no constituye una condición estática, con límites más externos que internos. En la educación es concebido como un potencial que requiere ser cultivado y estimulado en los alumnos, para llegar a su actualización y convertirse en competencias, a partir no solo de factores individuales sino de entornos estimulantes y desarrolladores. Esta misma autora (2003b) lo concibe como una configuración en la que se integran, de manera dinámica (en lo estructural y en lo funcional), altas capacidades intelectuales generales y/o particulares 123 con una motivación intensa y mantenida en una o varias áreas de la actividad humana, de manera que se activan de forma individualizada los recursos personales con las potencialidades creadoras en realizaciones y desempeños de calidad y originales. Sobre la identificación y la puesta en práctica de estrategias para el desarrollo del talento en escolares cubanos existen experiencias significativas con las consiguientes y necesarias orientaciones a los maestros. Los alumnos universitarios talentosos de hoy constituyen el potencial promisorio de profesionales competentes con que contará la sociedad en el futuro, sobre la base de un desempeño profesional con gran poder de liderazgo en la búsqueda de soluciones científicas, pertinentes y sostenibles para enfrentar los desafíos del desarrollo. Las universidades deben estar preparadas para acoger a los jóvenes talentos, los cuales debido a sus características, deben ser atendidos de manera diferenciada, sobre la base de una identificación previa y su consecuente estimulación para el desarrollo de potencialidades. La tutoría resulta una vía eficaz para enseñarles sus a profundizar en los contenidos científicos asociados a su profesión, a mantener la motivación hacia ella y la realización de trabajos investigativos que exijan un determinado nivel de esfuerzo intelectual y creatividad. Sin embargo, en un estudio realizado L. Pérez y otros (2009) en veintiséis países europeos sobre la preparación que reciben los docentes acerca de las características y necesidades de los alumnos con capacidad superior, tanto los que están en formación como los que están ejerciendo la profesión, constataron que es insuficiente el número de países en que los profesores reciben una preparación idónea, por lo que se evidencia la contradicción entre la necesidad de 124 una atención especializada a este tipo de estudiante y la impericia del personal docente para lograrlo de manera eficaz. Shaunessy, E. y Shannon M. (2009), en una investigación dirigida a conocer cómo los alumnos superdotados enfrentaban el estrés en la universidad en comparación con sus compañeros de aula, constataron diferencias en cuanto a la manera de enfrentar el enojo, el sentido del humor y la forma de resolver los problemas. En investigaciones realizadas sobre la superdotación y el talento en estudiantes universitarios por D. Pérez Luján e I. Álvarez Valdivia (2002), D. Pérez Luján (2005, 2008); D. Pérez Luján y otros (2007) y L. Sala y otros (2009), destacaron un conjunto de características generales, dentro de las cuales se encuentra cómo el estudiante opera y se relaciona con los contenidos del aprendizaje, sin abordar de manera explícita, la importancia de caracterizar los estilos de aprendizaje. Estos autores proponen que el estudio del talento debe partir de una posición desarrolladora y con enfoque contextualizado y personológico, para lo cual asumen los postulados de L. S. Vigotsky. Desde esta posición delimitan el talento en la formación profesional como una forma de funcionamiento de la personalidad, que se expresa en una orientación hacia la creación y en un aprendizaje estratégico y creador, resultado de la implicación del alumno en una esfera de su actuación profesional; cuya formación y desarrollo está condicionado por las exigencias de los contextos que resultan desarrolladores del talento en la educación superior. Consideran que en la conceptualización del talento subyacen dos ideas básicas: el carácter desarrollador de la formación profesional 125 desde su esencia intersubjetiva y el potencial de desarrollo de lo intrasubjetivo en los alumnos con características excepcionales. A partir de los razonamientos anteriores, estos investigadores implementaron una estrategia psicopedagógica para la identificación del talento y concretaron su propuesta mediante procedimientos y fuentes diversas, que exploraban las manifestaciones del funcionamiento talentoso del alumno en dos niveles: manifestaciones conductuales y valorativas, atendiendo a la necesidad de un enfoque combinado de múltiples niveles de diagnóstico para obtener resultados válidos y confiables. Por tanto, consideraron que el estudio debía derivarse del análisis de los resultados cualitativos centrados en la diversidad de formas específicas en que ellos se integran en el funcionamiento excepcional de los alumnos, enfatizando en el estudio del proceso mediante el cual el talento se va desarrollando. Finalmente, establecieron tres grupos de funcionamiento: talentosos, potencialmente talentosos y no talentosos; con estos resultados describieron la variación de los indicadores para cada grupo de funcionamiento, el que orienta el proceso de personalización de las estrategias de aprendizaje. S. Grau y M. Dolores Prieto (1996) consideran certeramente al profesor como una fuente de información importante para la detección de alumnos con talento, por lo que necesitan de una formación profesional específica para identificarlos y desarrollarlos, pero destacan que han sido pobres las investigaciones dirigidas a la preparación de los docentes con esta finalidad, la investigaciones se han centrado, por lo general, en la caracterización de este tipo de alumno. Sobre la base de los aportes anteriores se valora que, además, en la identificación de alumnos con superdotación intelectual y talentosos, 126 se deben tener en cuenta también las siguientes dimensiones: la motivación, la creatividad y el avance intelectual. La motivación es considerara como la estimulación y autoestimulación, el interés y compromiso que evidencia el estudiante en la realización de las diferentes tareas que se le asignan o las que se plantea por iniciativa personal, así como en la medida en que ellas movilizan su conducta. La creatividad como la singularidad, originalidad e ingeniosidad en la búsqueda, creación y resolución de problemas. Y el avance intelectual como la evolución de los recursos cognitivos del estudiante, que integra el desarrollo potencial, los estilos de aprendizaje y la calidad en los resultados que obtiene. Se considera que esta propuesta puede enriquecerse y complementarse si se integra con las posibilidades que ofrece la caracterización individualizada del proceso para aprender que se describe desde los perfiles de estilos de aprendizaje presentados anteriormente. Las relaciones de los estilos de aprendizaje con la superdotación intelectual y el talento se descubren en que: • En el proceso de aprendizaje se manifiestan y concurren los tres fenómenos analizados. • Ellos ocurren de forma plena dentro del proceso de enseñanzaaprendizaje universitario debido a las exigencias profesionalizante de la educación superior, las cuales demandan de los estudiantes el máximo desarrollo de sus procesos y fenómenos cognitivos y afectivos-motivacionales. 127 • Además, la edad juvenil constituye una etapa sensible del desarrollo psicológico para lograr la plenitud de dichos fenómenos porque su situación social del desarrollo lo posibilita. • Aunque son conceptos totalmente diferentes en cuanto a su contenido y extensión, reflejan la unidad del desarrollo intelectual, afectivo-motivacional y conductual de los alumnos universitarios por su carácter personológico. • Es evidente que las dimensiones y los indicadores utilizados para su caracterización presentan similitudes no casuales debido a la cercanía de sus contenidos. • El perfeccionamiento de los estilos de aprendizaje en los alumnos superdotados y talentosos promueve su desarrollo personal y profesional. • El profesor, como guía del proceso de enseñanza-aprendizaje, al caracterizar los estilos de aprendizaje de sus alumnos y facilitar su toma de conciencia, coadyuva también a la identificación de aquellos con sobredotación intelectual y con talento. • La identificación de la superdotación intelectual y el talento en los estudiantes universitarios permite también la determinación de sus estilos de aprendizaje. • La promoción del desarrollo de los alumnos superdotados intelectualmente y talentosos presupone el perfeccionamiento del proceso de enseñanza-aprendizaje y con ello, de sus perfiles de estilos de aprendizaje. Estas confluencias teóricas tienen validez didáctica para la labor docente en la universidad, ya que les sirven a los profesores como herramientas prácticas para la identificación y el perfeccionamiento de 128 estos fenómenos concurrentes. Pero ante todo los docentes necesitan profesionalizarse en estos contenidos para que puedan aplicarlos de manera intencional y con profesionalidad. Comunicación educativa Comunicación y educación son procesos complementarios de coparticipación, coproducción, coentendimiento y comunión. Para mejorar el proceso educativo es primordial aumentar, perfeccionar y enriquecer la comunicación. No son fenómenos identificables, por lo que confundirlos constituye un error conceptual, al ser categorías de diferente nivel de generalidad con estrechas relaciones. Hay autores, que en los puntos de contacto entre ambas se refieren al carácter comunicacional de la enseñanza y al proceso de enseñanza como comunicativo. Naval Durán (1995) señala cómo la enseñanza es un tipo de información especial de comunicación, aludiendo a los recursos de los que se sirve el lenguaje humano, su dimensión retórica y su relación con el pensamiento y la realidad. Es un discurso que recurre a medios retóricos y prácticos, contribuye a salvar las limitaciones del discurso lógico y a un cierto equilibrio emocional, de tal modo que abre el acto comunicativo, tanto en el orden del conocimiento, como de la voluntad y la afectividad. Estos recursos retóricos y prácticos contribuyen a que la enseñanza promueva la formación moral e intelectual, que es la pretensión en todo proceso educativo integral. La comunicación, como expresión creadora, es la que da significado y profundidad al proceso educativo, al asegurar y acrecentar en el estudiante su participación y creatividad. La educación, como encuentro y comunión entre seres humanos, es un proceso de comunicación. 129 La comunicación educativa constituye un término totalmente aceptado en los medios científicos porque refleja una realidad imposible de soslayar: la importancia decisiva que adquiere la comunicación del profesor con sus alumnos dentro del proceso de enseñanzaaprendizaje en particular y en el proceso educativo en general, para el cumplimiento de los objetivos formativos. Aparece también en la literatura científica como comunicación pedagógica y como comunicación didáctica, pero se considera que el término educativa es el más abarcador y preciso, de acuerdo con las posiciones teóricas generales asumidas. Desde los años 80 del siglo XX, se viene investigando este tipo de comunicación por parte de diferentes autores, lo cual ha compulsado el desarrollo de una teoría de la comunicación educativa y sus implicaciones didácticas, con el sustento de la concepción histórica cultural de L. S. Vigotsky y en estrecha relación con las dificultades existentes en la educación superior. La comunicación educativa es una variante peculiar de la comunicación interpersonal que establece el profesor con los alumnos, padres y otras personas, la cual posee grandes potencialidades formativas y desarrolladoras en la personalidad de educandos y educadores. Posee cierto carácter obligatorio, pues de lo contrario no tendría continuidad el proceso pedagógico. Desde el punto de vista histórico ha sido planteado el carácter dialógico del aprendizaje desde la Antigüedad en el método propuesto por Sócrates, para el cual era educativo por excelencia, el más eficaz. Consideraba que dialogar era estar abierto al otro y a la verdad, era estar interiormente dispuesto a escuchar, a buscar juntos. Su eficacia pedagógica radicaba en la búsqueda de lo verdadero, lo bueno y lo 130 justo para cada hombre. Este pensador exigía que cada parte debiera exponer su punto de vista, pero que debiera también saber escuchar las razones del otro con una actitud respetuosa y que no lo redujera a la condición de objeto. El diálogo para Sócrates era, al mismo tiempo, un método de investigación y de enseñanza-aprendizaje, reconoció que el auténtico aprendizaje es un proceso interior, personal, subjetivo, que descansa en la actividad del educando y en su esfuerzo. La mayéutica consistía para él, fundamentalmente, en saber interrogar de una manera activa para enseñar y aprender. También se pueden encontrar vínculos del aprendizaje dialógico en la pedagogía cristiana en Clemente de Alejandría, San Agustín y Santo Tomás, así como en el existencialismo de K. Jasper y J. P. Sartre. El conflicto en la comunicación se produce en la discusión cuando las actividades son consideradas incompatibles, cuando una impide, bloquea o interfiere de tal forma que hace a la segunda menos atractiva. Cuando las ideas, las informaciones, conclusiones, teorías u opiniones de una persona son incompatibles con las de otra persona y los dos pretenden llegar a un acuerdo. El conflicto reside en el intento de dos personas de resolver un desacuerdo. Por ejemplo, un conflicto conceptual sucede cuando en la mente del estudiante existen simultáneamente ideas incompatibles que deben reconciliarse, como resultado recibirá información nueva que no concuerda con la que él ya sabe. O sea, que la controversia, el desacuerdo y la discusión son formas diversas de diálogo, y al presentar puntos de vista opuestos, favorecen el desarrollo de una actitud creativa en los estudiantes. Otros autores abordan algunos aspectos de este problema, al constatar que prolifera en las aulas un control asimétrico del diálogo 131 por parte del profesor, lo que estimula un lenguaje limitado a la reproducción de contenidos, con una mínima expresión de espacios orales para promover la reflexión y su elaboración, con preponderancia de un patrón de preguntas que solo permiten respuestas obvias. Critican a la pedagogía tradicional en la que la comunicación posee carácter autoritario, de tipo emisor-receptor, vertical, que privilegia la información con énfasis en los productos y no en los procesos. En realidad, la conversación grupal e individual debe ser el ejercicio básico de la comunicación oral por excelencia en el aula. De modo que existe en la comunidad científica cierto consenso en la importancia del diálogo como parte del proceso de enseñanzaaprendizaje y en la existencia de una serie de trabas que todavía lo dificultan debido a concepciones pedagógicas tradicionalistas. Pero lo que no abundan son las soluciones científicas a este problema, sobre la base de experimentos didácticos. Las ideas pedagógicas de José Martí sobre la importancia del diálogo y el carácter participativo de la enseñanza, plasmadas en diferentes obras educativas y en algunos de sus discursos (J. Martí, 1990), reflejaron la continuidad con respecto a los pensadores anteriores, su enriquecimiento y sistematización a un nivel cualitativo superior. En realidad, al estudiar detenidamente el Ideario Pedagógico Martiano (1990), se pueden destacar varias alusiones al valor de la comunicación como elemento esencial para el proceso pedagógico y su eficiencia. Martí destaca la necesidad de la instrucción de los “pedagogosconversadores”, así como el criterio de aprendizaje mutuo de ambos, como antecedente de la educación popular en América Latina, 132 desarrollada posteriormente por Freire. También plantea el Apóstol: “No debe ser este el carácter de una lección” (1990, p.134-135). En las ideas martianas hay una aproximación brillante en sus calificativos a lo que la pedagogía hoy considera una de las exigencias a la clase contemporánea: actividad-comunicación- motivación. En su pensamiento pedagógico queda explícitamente expresada la unidad de lo instructivo y lo educativo cuando se vincula ciencia y respeto, inteligencia y corazón. La oratoria martiana también tiene un carácter excepcional en cuanto a su aporte a la comunicación educativa, aunque la mayoría de sus discursos estuvieron un carácter proselitista para ganar voluntades en función de la guerra necesaria del 1995. A pesar de contar sólo con los contenidos de sus peroraciones, pues para un análisis realmente exhaustivo sería necesario tener en cuenta los elementos no verbales de la comunicación, que por razones obvias se descartan, es posible ofrecer algunos argumentos en favor de su valor comunicativo: Al inicio de sus alocuciones utilizaba con frecuencia oraciones y párrafos cortos que cumplían la doble función de motivar a los presentes y anunciar el contenido a tratar. En la parte introductoria de sus prédicas públicas precisaba el objetivo de ellas. Se planteaba interrogantes que no requieren respuesta inmediata para hacer reflexionar a los presentes. Utilizaba interjecciones y signos de admiración para resaltar las ideas que expresa y elevar el ritmo del discurso. En determinados momentos hacía alusiones directas a los presentes o los implica en el contenido, lo cual estimula la comunicación. 133 Reiteraba intencionalmente palabras que le conferían ritmo a la intervención, coherencia y fuerza argumentativa. Usaba oraciones de carácter sentencioso que cumplen una función persuasiva y le confería belleza a la peroración. En el final de sus arengas concluía de manera sintética y exaltada, pero pleno de ideas y que aglutinan la esencia de lo dicho hasta ese momento. Sobre José Martí como orador, Rodríguez (2008) afirma que su prosa era segura, de frase llena y encabalgada, de metáforas fundadoras del modernismo, de análisis emotivos, que caracterizan sus discursos, con lo cual emocionaba y transportaba a sus oyentes. Refiere este autor que una joven cubana que fue su amiga y lo escuchó frecuentemente por esos años, lo describió así en la tribuna: "Su declamación contribuía a sugestionar. Su voz, bien timbrada, tenía inflexiones infinitas. Empezaba con tono suave y medido”. Rodríguez apunta que Martí: "Hablaba despacio, convencía. Articulaba con cuidado, dibujando los contornos de sus vocablos, pronunciando un poco las eses finales, al estilo mexicano. No pronunciaba la ce y la zeta a la española. Pero cuando tocaba el tema de la patria oprimida y la necesidad de luchar por ella, crecía el caudal de palabras, acelerando el tempo: su voz tomaba acentos de bronce y de sus labios brotaba un torrente”. Este mismo autor abunda que: “El hombre delgado, de mediana estatura, se agigantaba en la tribuna y el público quedaba cautivado bajo su hechizo." Rodríguez (2008) considera, con razón, que el fenómeno comunicativo, el acto oratorio, el momento de la tribuna ante la audiencia, es aún uno de los misterios por aclarar en torno a Martí. No hay filmes, ni siquiera fotos que al menos muestren el ademán, la 134 intensidad de la mirada, el gesto; para no hablar ya del tono de la voz, del ritmo de sus frases, de su elocuencia en fin. Solamente quienes lo vieron hablan de su vehemencia, de su manera de tocar la sensibilidad y la emoción. José Martí no era una persona físicamente relevante ni vestía a la moda, por el contrario, sus ropas era muy modestas porque sus escasos recursos económicos los puso siempre en función de sus actividades patrióticas en el exilio, sin embargo, su personalidad provocaba un encanto singular en todos aquellos que lo conocían, los cautivaba desde el punto de vista psicológico desde el mismo inicio de la comunicación. Dominaba la lengua materna a la perfección y la utilizaba de manera culta y fluida, tanto en la comunicación oral como en la escrita, era capaz de improvisar versos breves y exquisitos que encantaban al auditorio. La oratoria martiana es muy original, sus contemporáneos referían que tenía una voz grave, apoyada por gestos y expresiones faciales que le conferían a sus discursos una gran expresividad, con un lenguaje culterano poblado de citas bíblicas y de la cultura griega que podrían conspirar contra la comprensión del mensaje, sin embargo, lograba en el auditorio un efecto sorprendente, los seducía con su peroración. Su oratoria integraba elementos racionales y emotivos con una argumentación sistemática; también reiteraba a veces, mesurada o exaltadamente, con frases metafóricas de gran belleza, originalidad y con anécdotas ilustrativas. Pero algo extraordinario fue que el propio José Martí reflexionó sobre la importancia de la oratoria: "Los oradores deben ser como los faros: visibles a muy larga distancia". (Sobre la oratoria, Obras Completas, t. 19, p. 451) 135 "Un orador brilla por lo que habla; pero definitivamente queda por lo que hace. Si no sustenta con sus actos sus frases, aun antes de morir viene a tierra, porque ha estado de pie sobre columnas de humo". (Nota sobre Wendell Phillips, La América, Nueva York, mayo de 1884, Obras Completas t. 13, 1975, p. 55) O sea, que existe dentro del pensamiento pedagógico martiano un grupo de reflexiones bien elaboradas y argumentadas sobre el valor de la comunicación profesor-alumno en el proceso educativo, que demuestra su vigencia desde una fecha tan temprana como 1875 hasta su muerte y en el estudio de su oratoria están presentes importantes elementos que enriquecen sus aportes a la pedagogía de la comunicación con el pueblo. Estas ideas se complementan con los postulados básicos de la pedagogía de la comunicación desarrolladas posteriormente en América Latina. En Latinoamérica, varios autores han aportado elementos valiosos sobre la comunicación educativa, planteando que sin diálogo no hay comunicación y sin ella no hay verdadera educación. El educador dialógico es aquel que problemática el contenido programático de la educación, es la devolución organizada, sistematizada y acrecentada pueblo de aquellos elementos que este le entregó en forma inestructurada. Las concepciones pedagógicas de P. Freire (1980) reafirmaron el carácter dialógico del aprendizaje y esta idea ocupó un lugar importante dentro de su pedagogía de la liberación, la cual estaba dirigida a la búsqueda de formas más eficientes de diálogo y de participación en los grupos de enseñanza. O sea, la educación vista como un proceso comunicativo, la pedagogía del diálogo y de la interacción. 136 Prieto Castillo, D. (1994, 1995,1998), como fiel continuador de las ideas de P. Freire, destacó el carácter educativo de la comunicación que se expresa en las posibilidades que brinda para el intercambio de información a través del diálogo y la participación. Su concepción de mediación pedagógica, que define como “la tarea de promover y acompañar el aprendizaje, desde las relaciones con la institución, con el educador, con los materiales, con el grupo, con el contexto y consigo mismo” (1998, p. 339) constituye un aporte a la teoría de la comunicación educativa. En el siglo XXI otros investigadores han continuado profundizando específicamente en el carácter dialógico del aprendizaje, profundizando en su función orientadora, trasmisora y facilitadora del profesor en su condición de tutor del desarrollo profesional y personal del estudiante, destacando la necesidad del desarrollo de una competencia para el diálogo, a través de la aparición de actitudes y habilidades para aplicarlo, con la necesaria escucha atenta, argumentación y comprensión crítica, ya que al profesor hay que considerarlo un comunicador profesional. Varios autores destacan su importancia como herramienta clave de aprendizaje en sociedades economías basadas en el multiculturales procesamiento y y multilingües, la gestión en del conocimiento. A. Aubert (2008) plantea varios principios del aprendizaje dialógico que reflejan la influencia de concepciones socioculturales que reflejan mejor el desarrollo social contemporáneo, donde las aulas están integradas por una diversidad humana creciente por parte de alumnos y profesores: 137 Diálogo igualitario: permite romper las relaciones jerárquicas y autoritarias en los centros educativos. Se valoran los argumentos por su validez y no la posición de poder de quien los da. Inteligencia cultural: la poseen todas las personas, integra a la inteligencia académica, la inteligencia práctica y la inteligencia comunicativa, con especial relevancia para esta última. Transformación: del contexto y de las vidas de las personas que participan en el aprendizaje, dirigido a la modificación del contexto sociocultural y, por tanto, a los niveles de aprendizaje también se transforman. Dimensión instrumental: en contra de la burocratización del aprendizaje, no rechaza la dimensión instrumental, ni tampoco la obvia, potencia la adquisición de las herramientas fundamentales para un buen aprendizaje. Creación de sentido: es urgente y necesario, no se refiere solo al sentido que se le otorga al aprendizaje, sino también a los significados en las relaciones con otras personas. Solidaridad: a partir de un aprendizaje que responde a las necesidades de las personas, presupone la búsqueda del éxito educativo en todas y no en una parte de ellas. Igualdad de diferencias: potencia la búsqueda de una igualdad que respeta las diferencias, no basta con la existencia de la diversidad en las aulas y aceptarla, implica superar las creencias de que la diversidad es un obstáculo para aprender Estos principios reflejan la asunción de concepciones sobre el aprendizaje desde posiciones sociales y culturales que reflejan mejor el desarrollo social contemporáneo, donde las aulas están integradas 138 por una diversidad cultural creciente por parte de alumnos y profesores. En el caso del profesor, como dirigente del proceso de enseñanzaaprendizaje, es imprescindible que posea cualidades de oratoria porque es un orador especial. Los recursos oratorios están asociados al uso competente del idioma materno y de la argumentación como recursos retóricos en el aula. El discurso en la clase siempre tiene un carácter dialogal, conversacional, incluso en aquellas actividades docentes que son aparentemente monologales. Dentro de la oratoria adquiere mucha importancia la argumentación, el cual es un fenómeno discursivo complejo que tiene como objetivo convencer al auditorio en la veracidad de lo que se plantea y que dentro de sus peculiaridades está su carácter dialógico. El discurso académico posee un carácter argumentativo. Toda argumentación posee como estructura lógica una introducción, un desarrollo y unas conclusiones, lo cual coincide totalmente con la estructura de una clase. Desde el punto de vista lógico está constituida por unas premisas y una conclusión, relacionadas con argumentos favorables o contrarios a los que se quiere demostrar. La argumentación más prototípica es el debate o la discusión oral, donde están presentes los interlocutores, precisamente ese es el caso del diálogo educativo, pues el discurso argumentativo es el que debe realizar el profesor en el aula. El discurso educativo tiene la intención de crear una buena disposición entre los alumnos para aprender y adherirse a aquello que ya está socialmente admitido: un saber, un comportamiento o un valor. Su éxito no radicará solamente en la autoridad del profesor, sino en su capacidad de mantener su prestigio a lo largo de todo el curso y de su 139 capacidad para conseguir una buena disposición en los oyentes hacia su persona y hacia la materia que imparte. El discurso en el aula es argumentativo porque los profesores, además de enseñar saberes y procedimientos, procuran convencer al auditorio en la importancia de la asignatura que enseña y de su competencia para impartirla. Competencias profesionales A los estudios sobre la competencias profesionales y su formación en el contexto educativo se vienen dedicando muchos investigadores, actualmente existen varias publicaciones sobre ellas desde diferentes concepciones. Aunque resulta un término acuñado hace relativamente poco tiempo en el campo educativo, refleja un afán integrador porque resulta un conjunto holístico que emerge de la práctica y no es privativo de la educación, pues fue objeto de atención primero en la lingüística con la adquisición del lenguaje y en la gestión de recursos humanos como respuesta a la formación laboral y a la selección de personal. En el mundo anglosajón se constata la existencia de investigaciones que abordan la evaluación de las competencias en contextos educacionales. H. Gardner (2005), en su ensayo sobre las cinco mentes del futuro: la mente disciplinada, creativa, respetuosa, ética y sintética, se refiere a que, aunque se puedan distinguir de manera independiente de las demás, las conceptualiza de una forma epigenética: todas están presentes, pero pasan a un primer plano en distintos periodos del desarrollo, lo cual refleja la evolución del pensamiento científico de este investigador hacia una concepción más integrada en la educación de las cualidades de la personalidad, que lo acerca a la noción de competencias al trascender el concepto de las inteligencias por el de las mentes en la búsqueda de una síntesis más abarcadora. 140 En el área iberoamericana varios autores se han referido a cuestiones esenciales sobre las competencias profesionales y su formación, los cuales destacan la importancia histórica de su aparición en el campo educativo, su pertinencia social y su esencia integradora, aunque difieren en su formulación y clasificación, así como también una riqueza de juicios dispares en cuanto a su definición, formulación, criterios clasificatorios y peculiaridades de su desarrollo, pero con una coherencia en cuanto a su carácter íntegro y educable dentro de la formación de profesionales. La emergencia del concepto de competencia en el contexto de la educación contemporánea obedece a: • La búsqueda de respuestas oportunas ante la insuficiente relevancia social de los sistemas educativos tradicionales, que hacen referencia a grandes volúmenes de contenidos en una lógica disciplinar atomizadora que además, no favorece el tratamiento valorativo en los escenarios de la clase y de la vida en el aula universitaria. • La asunción de una categoría que ayude a rescatar el imprescindible vínculo entre la escuela y la vida, el estudio y el trabajo, la teoría y la práctica, la formación y el desempeño profesional y social. • La selección de una categoría que posibilite unificar dinámicamente el saber, el saber hacer, el saber estar, con los recursos intelectuales, motivacionales, actitudinales, valorativos y personológicos. Las competencias profesionales son aquellas cualidades de la personalidad que permiten la autorregulación de la conducta del sujeto, a partir de la integración de los conocimientos científicos, las habilidades y las capacidades vinculadas con el ejercicio de su profesión, así como de los motivos, sentimientos, necesidades y 141 valores asociados a ella que permiten, facilitan y promueven un desempeño profesional eficaz y eficiente dentro de un contexto social determinado. Expresan un enfoque holístico de la personalidad en la unidad de lo cognitivo, afectivo y conductual. Otros investigadores enfatizan en elementos valiosos que enriquecen la comprensión esencial de las competencias, tales como su carácter configuracional, que incluye a las habilidades y a las capacidades sin reducirlas a ellas, su carácter dinámico, individualizado, flexible, conciente, contextualizado y desarrollador. Se asume como definición de configuración las formaciones complejas que caracterizan las formas estables de organización individual de los sentidos subjetivos y estos son la unidad inseparable de los procesos simbólicos y las emociones en un mismo sistema, en el cual la presencia de uno de esos elementos evoca al otro, sin que sea absorbido ninguno. En el ámbito universitario la formación de competencias profesionales constituye un imperativo para la garantía de un desarrollo social sostenible. Presupone el aseguramiento de la calidad en la preparación de los egresados, como resultado de las crecientes exigencias sociales para que las universidades eleven cada día su pertinencia social, lo cual aparece refrendado en la declaración de la Conferencia Regional de Educación Superior para América Latina y el Caribe en el 2008, la cual considera el saber desde el prisma del bienestar colectivo; y la creación de competencias para la conexión orgánica entre el conocimiento académico, el mundo de la producción, el trabajo y la vida social, con actitud humanista y responsabilidad intelectual (CRES, 2008). 142 La formación de competencias profesionales en la educación superior contemporánea se corresponde con su modelo formativo general, aun cuando exista una contradicción evidente entre los diseños curriculares de nueva generación, no elaborados explícitamente en función de estas competencias, y la necesidad de su formación y desarrollo en la preparación de profesionales de alto nivel. Esta contradicción ha provocado la realización de múltiples trabajos investigativos con la aparición de propuestas teóricas y prácticas valiosas para su inserción en las diferentes carreras universitarias. La pertinencia de la formación de competencias profesionales en la educación universitaria, se relaciona directamente con la aspiración general de una educación integral del egresado (saber, saber hacer, saber ser y saber estar), para que en su desempeño profesional pueda responder con profesionalidad a los complejos y cambiantes retos que plantea el desarrollo social, así como la necesidad de su continuo desarrollo a través de la educación posgraduada. Todas las recomendaciones dirigidas a la formación de competencias profesionales tienen en común la necesidad del perfeccionamiento del proceso didáctico, porque como plantean J Gimeno y otros (2008), es imposible hablar en educación de competencias de manera independiente de los procesos de enseñanza-aprendizaje, lo que justifica la necesidad de incluirlas, como un concepto clave, dentro de la concepción psicodidáctica. Las competencias profesionales se aprenden como resultado de un proceso docente dirigido y con las exigencias propias ya precisadas anteriormente dentro de esta concepción psicodidáctica, donde la tarea docente juega un papel fundamental en el vínculo de lo académico, con lo laboral y lo investigativo. 143 Las tipologías o clasificaciones de las competencias constituyen un problema derivado del proceso de su formación, con la proliferación de diferentes criterios al respecto. R. Tejeda y P. Sánchez (2009) se refieren a varias propuestas que aparecen en la literatura científica sobre el tema y concluyen que la existencia de dos tipos de ellas hacen más viable su formación profesional universitaria: Competencias profesionales específicas: expresan la identidad de la actuación del profesional y se corresponden con las características de la profesión, rama o sector sociolaboral, permiten distinguen a un profesional de otro y connotan su desempeño en los diversos contextos. Competencias profesionales básicas: son inherentes a la actuación de los profesionales con un carácter transferible y necesario en múltiples profesiones, sectores o áreas sociolaborales. Se consolidan, sistematizan o forman en el transcurso de la carrera. V. González y R. M. González (2008a y 2008b) abordan en este sentido las competencias genéricas y específicas, destacando que para las universidades constituye un gran reto actual, no solo la elaboración de diseños curriculares que potencien la formación y desarrollo de competencias profesionales, sino también estos dos tipos de competencias que deben estar presentes en todo egresado de nivel superior en estrecha unidad desde el proceso formativo. A. Montero (2009) alude a las competencias clave cuando presentan un alcance transversal que permite a los individuos la formación para un desempeño solvente en campos sociales y ámbitos diversos. Así como la necesidad del establecimiento de su pertinencia social y la delimitación del contexto cultural donde se desarrollan. Como ejemplos de competencias clave cita a las de comunicación en lengua materna, 144 la comunicación en lengua extranjera, la competencia matemática, la digital, la de aprender a aprender y las interpersonales, entre otras. También se identifican las competencias clave con el nombre de transversales o generales, entre las que destaca la competencia técnica, la competencia metodológica, la social y la participativa. A. Guarro (2008) afirma que el logro de competencias básicas necesita de un currículo integrado y de un enfoque cooperativo que le brinde forma práctica en el aula, ya que solo la coherencia entre estos referentes permite un aprendizaje relevante y útil para su manejo en contextos y situaciones variados. P. Perrenoud (2008) menciona, por su parte, a competencias metodológicas o transdisciplinarias y transversales cuando superan a las disciplinas que integran los diseños curriculares y tienen de base a las competencias disciplinares. Las aportaciones de estos connotados investigadores están reflejando la contradicción dialéctica entre el carácter integrador de las competencias profesionales y la aportación particular de las disciplinas y asignaturas en su formación, la cual genera desarrollo al promover la realización de múltiples investigaciones en la educación superior con la consiguiente obtención de resultados científicos pertinentes y de inmediata aplicación en la práctica educativa. Lo general de las competencias profesionales se va conformando a través de lo particular del proceso de enseñanza-aprendizaje de disciplinas y asignaturas dentro del currículo de cada carrera, pero no se reduce a estas, ni constituye un proceso inductivo porque se debe partir de la integralidad de las competencias, refrendadas en los diseños curriculares respectivos, para ir a sus componentes que se hallan en lo que aporta cada disciplina y asignatura, pero buscando su 145 integración y transversalidad desde la concepción general de la carrera. La incorporación paulatina de las competencias al currículum universitario debe provocar que cada profesor tenga bien delimitado cómo contribuye la disciplina y asignatura que imparte al desarrollo de determinadas competencias y cómo lograrlo desde el proceso de enseñanza-aprendizaje. En la formación de profesionales universitarios es posible y necesaria la determinación de aquellas competencias específicas, básicas o generales, claves o transversales que en cada carrera son esenciales para un futuro desempeño eficaz y eficiente, por lo que deben ser tenidas muy en cuenta desde el proceso de enseñanza-aprendizaje de cada disciplina y asignatura, no solo como un resultado, sino en su proceso de formación paulatina, a partir de la integración de los elementos que las componen, tales como conocimientos, habilidades, valores asociados y práctica preprofesional, entre otros, en los diferentes años de la carrera y en el desempeño profesional una vez egresados. En las condiciones actuales, con la introducción de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) de manera creciente en el proceso de enseñanza-aprendizaje universitario, se produce un cambio sustancial en la formación de las competencias profesionales, al considerarse que ellas poseen un gran poder mediador y los profesores y alumnos deben incorporarlas como competencias básicas por su omnipresencia e impacto en todos los ámbitos de la vida y de la profesión. Si bien es cierto que se ha logrado cierto consenso entre la comunidad científica sobre la pertinencia de la formación de competencias 146 profesionales en la educación superior, la precisión de cómo estas se van desarrollando de manera paulatina, parcial y compleja constituye un problema actual de investigación psicodidáctica porque se desconoce este proceso al nivel particular por la carencia de más resultados científicos en este sentido. También el grueso de los estudios sobre las competencias profesionales se ha concentrado en la formación de pregrado. El desempeño profesional y la educación posgraduada constituyen componentes muy importantes en su desarrollo, lo que amerita la realización de indagaciones en este otro nivel cualitativo que comiencen a partir del egreso y el inicio del ejercicio de cada profesión. 147 CONCLUSIONES La tendencia científica predominante en la actualidad hacia la interdisciplinariedad se manifiesta en el campo educativo de manera específica en la concepción psicodidáctica del proceso de enseñanzaaprendizaje. En el desarrollo de la psicología como ciencia independiente se destacan los crecientes vínculos con las diferentes ciencias pedagógicas, y específicamente con la didáctica, tanto en el extranjero como en Cuba, a través de los aportes de sus más destacados representantes mediante su labor investigativa y práctica profesional. Una cantidad significativa de los profesionales de la psicología desarrollaron una ingente y fructífera labor docente, donde aplicaron de manera coherente y creativa sus concepciones. De igual manera, en la evolución científica de la pedagogía en general, y de la didáctica en particular, se constatan las crecientes relaciones interdisciplinares con la psicología. Todas las concepciones didácticas innovadoras han tenido una fuerte apoyatura en las teorías psicológicas imperantes en cada época y sus más destacados representantes fueron fieles defensores consecuentes de esta integración. Los argumentos que sustentan teóricamente la concepción psicodidáctica se encuentran en el desarrollo histórico y lógico de la psicología, de la pedagogía y de la didáctica como disciplinas científicas relativamente independientes, a través de sus diferentes enfoques, concepciones, escuelas y corrientes de pensamiento en el mundo El desarrollo internacional de estas ciencias y sus progresivas confluencias, se ha manifestado de manera peculiar y original en la 148 evolución del pensamiento psicológico y pedagógico desde el siglo XIX hasta el presente, lo que ha propiciado la aparición de una concepción psicodidáctica de raíces nacionales, enriquecida con los aportes investigativos de diferentes profesionales estrechamente vinculados con el ejercicio de la práctica docente. La concepción psicodidáctica asume con nitidez los presupuestos epistemológicos derivados de la Escuela Histórico Cultural, adecuados a las condiciones contemporáneas y en especial de Cuba y con una comprensión dialéctica materialista del proceso de enseñanzaaprendizaje como elemento esencial. Reelabora e integra varios principios ya aportados por las ciencias que le sirven de base, con sus correspondientes especificaciones para su aplicación práctica en el proceso pedagógico, así como la redefinición de diferentes conceptos que ya tenían una existencia y un desarrollo científico previos, pero con una nueva connotación teórica y metodológica dentro de esta comprensión interdisciplinar. 149 BIBLIOGRAFÍA ABULJÁNOVA-SLÁVSKAIA K. A. y ABULJÁNOV, F. F. (1989) La categoría marxista de sujeto de la actividad. En Temas sobre actividad y comunicación. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana. ADDINE F. Y OTROS (2007) Didáctica: Teoría y Práctica. 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