ARTE - MIGUEL ANGEL, PINTOR La otra gran figura del

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ARTE - MIGUEL ANGEL, PINTOR
La otra gran figura del Renacimiento romano es la de MIGUEL ANGEL, considerado
indudablemente como uno de los genios artísticos más grandes que ha producido la humanidad.
Miguel Angel fue, antes que nada, escultor, y quizás en su misma pintura encontramos más dotes
escultóricas que de pintor. Las figuras de sus pinturas murales se mueven en el espacio y nos
subyugan tanto como sus obras escultóricas.
Hablemos de sus pinturas. En primer lugar, la decoración de la Capilla Sixtina, realizada de
1508 a 1512, en la parte de las bóvedas, y el muro del Juicio Final en la misma Capilla, de 1534 a
1541, lo que indica la grandeza, mejor dicho la enormidad de este trabajo. Cuando visitamos la
Capilla Sixtina parece que nos encontramos en un mundo diverso, y así es, en efecto, el mundo que
ha creado Miguel Angel. La fuerza avasalladora de su arte se nos impone de un modo casi brutal;
nos sentimos anonadados, absortos por nuestra pequeñez e insignificancia frente a este artista que
ha sabido crear estos mundos de maravilla, en que cada figura suya parece vivir su propia vida,
dotada del fragmento de espíritu que este hombre genial supiera darle. La decoración de la bóveda
comprende diversas escenas de la Creación, del Diluvio, figuras de los profetas, de las sibilas y de
muchos personajes bíblicos. La característica de Miguel Angel es la fuerza: todos sus personajes
presentan una musculatura vigorosa y constantemente en tensión, como si fuesen a disparar su
energía en un momento dado. Para Miguel Angel no existe la gracia, sólo existe la fuerza: las
figuras de mujer que reproduce parecen retratos de mujeres atletas, llenas de vigor y de formas
rebosantes. El Juicio Final, la pintura más famosa de todos los siglos, cubre todo el fondo, el testero
de la capilla. En el centro se ve la figura de Cristo que, con la mano levantada parece aniquilar a los
réprobos, en tanto que la izquierda acoge con menos dureza a los justos. Y dentro de una
arquitectura perfectamente construida, dominados por el ritmo musical de una salvaje sinfonía,
se agrupan los millares de seres que palpitan en esta obra genial. Cada cuerpo, cada brazo, cada
cabeza, ha sido estudiado en una forma precisa. Puede tomarse un pequeño fragmento y se creerá
que es un cuadro aislado, así de perfecta es su ejecución.
Junto a estas grandes creaciones que revelan todo el genio de Miguel Angel, otras pequeñas
pinturas, que se mencionan como suyas, resultan débiles en comparación, como si allí nos hubiese
entregado la mitad de su ser: la otra mitad nos la dio en su escultura.
MIGUEL ANGEL. Este desnudo, perteneciente a los frescos que decoran el techo de la Capilla
Sixtina, en el Vaticano, está fechado en 1510.
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