Artículo escrito por Miguel González

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Moda y danza: dos disciplinas unidas por el cuerpo
Miguel González Diaz
30 de abril de 2014
La moda puede ser una forma de protegernos de nuestro entorno de manera física o social, así
como también se puede considerar la indumentaria como el primer habitáculo de nuestro
cuerpo. Incluso, puede ser un vehículo para el arte. A pesar de ejercer diferente papeles, pocos
reflexionan en torno al rol que juega ésta en la danza.
Al pensar en una representación de danza
y su puesta en escena, observamos que
intervienen un gran número de elementos tales como el espacio, la iluminación o el vestuario y
si apuramos hasta el público puede formar parte activa de la misma coreografía. Pero no por
ello estos elementos son menos importantes o trascendentales que el propio movimiento. Y
aunque el movimiento es el constituyente primario de la danza, el resto de las partes también
pueden estar diseñadas para bailar y conjugar una coreografía donde todo juega un papel
importante.
A la hora de establecer una relación entre el vestuario y el bailarín, nos planteamos a priori que
hablar de moda o danza es hablar del cuerpo. De este modo, el cuerpo se presenta como el
elemento esencial de la danza, de la misma manera que también lo es para la indumentaria. Y
aunque las dos disciplinas se puedan vincular de manera natural por este hecho, el contexto en
el cual aparecen no es exactamente el mismo. Sobre el escenario, lejos de la calle o la
pasarela, los bailarines se mueven de forma frenética, agarran a sus compañeros, ruedan por
el suelo, sudan, etc. Es por ello que la indumentaria en cada situación precisa de unas
características específicas. Por lo general, la indumentaria de baile sigue dos parámetros
básicos. El primero, que trata de no obstaculizar ni limitar los movimientos, adaptándose a las
exigencias de cada coreografía. Y el segundo, que utiliza la moda como lenguaje para reforzar
y acompañar el mensaje que quiere transmitir el creador de la obra.
Pese a que muchas veces se le da menor importancia que al resto de los componentes, el
vestuario es algo que genera expectación. Aunque, no por ello siempre se le saca todo el
partido posible. Sí que es cierto que los creadores que presentamos a continuación, Loïe
Fuller, Oskar Schlemmer o Alwin Nikolaïs han sabido darle protagonismo al vestuario dentro de
sus coreografías. Sin embargo, cabe reflexionar el por qué si el diseño de indumentaria nos
puede aportar múltiples posibilidades, no se exploran más tal como lo hicieron éstos.
Tres creadores que supieron aprovechar diferentes recursos de la moda
LOÏE FULLER
Loïe Fuller es capaz de crear otro cuerpo a partir del suyo partiendo de su propio movimiento,
la prenda y la iluminación. Una especie de metamorfosis donde la bailarina, aunque ella misma
no se defina como tal, transforma su cuerpo a través del vestido y del reflejo que hacia la luz
sobre el tejido de éste en una sucesión de espirales, flores y otras formas mediante
movimientos circulares.
Crea una performance donde el protagonismo reside en el gran manto que la cubre, y la luz de
color que se proyecta en él. Gran cantidad de tejido que aumenta la extensión y amplitud de
sus movimientos, para conseguir transformar el cuerpo en una pantalla móvil que junto a la luz
que incide en su superficie genera una imagen multimedia.
De esta manera, consigue crear un cuerpo hibrido a partir de la fusión del cuerpo humano y el
resto de elementos. Con esto, apreciamos que para Fuller el movimiento como tal, no es
exclusivamente que la bailarina esté en movimiento, sino la luz proyectada sobre el cuerpo, el
color emitido y el propio tejido en movimientos circulares hacen crear nuevas imágenes
visuales.
OSKAR SCHLEMMER – BAUHAUS
La danza dentro de la Bauhaus ocupa un papel importante no sólo a nivel artístico, sino
también en el campo de la experimentación. La existencia de una sección teatral donde
intervienen pintores, técnicos, bailarines, además de otros perfiles diferentes, da pie a la
búsqueda de una nueva forma teatral. Parten del espacio arquitectónico, la forma, el color, el
material, viendo como después estos parámetros afectan al movimiento. Es decir, para la
Bauhaus la arquitectura, el vestuario y la música acaban guiando la danza.
Dentro de este campo, bajo la dirección de Schlemmer, surgirán diferentes performances,
aunque sin duda el Ballet Triádico ha pasado a ser la más famosa. Una representación tripartita
cuyo elenco está compuesto a su misma vez por tres bailarines que aparecen en cada una de
las tres partes, y lo más importante, la unión del trinomio danza, vestuario y música. Las
prendas que aparecen a lo largo de la composición transforman el cuerpo del artista, ya sea
como marioneta articulada, organismo técnico o arquitectura en movimiento, para otorgarle un
carácter mecánico. Unas prendas que en ocasiones limitan al bailarín pero a la vez le aportan
una nueva dinámica de movimiento.
ALWIN NIKOLAIS
A Alwin Nikolais se le podría definir perfectamente como coreógrafo interdisciplinar. Su
concepción del acto escénico como una conjunción de diversos elementos (iluminación,
vestuario, etc) le ha llevado a crear obras donde éstos se entrelazan para generar un todo
completamente integrado. Coreografía cada una de las partes que van más allá del cuerpo del
protagonista, presentando espacios, trajes y músicas poco convencionales, cuyos múltiples
puntos de articulación relegan al bailarín a un segundo plano.
Se le reconoce por haber aportado un nuevo paradigma a la hora de componer una
coreografía, surgido gracias a su concepto de descentralización en la danza, del mismo modo
que el de deshumanización. Desplaza al bailarín (descentralización) del eje central de las
coreografías, éste deja de ser el actor principal, tratando el cuerpo como un elemento más
dentro de sus composiciones. Con ello, pasa a ser una herramienta (deshumanización)
subordinada ante el conjunto, donde no importa la persona en sí, sino los efectos visuales que
se crean al interactuar los distintos elementos. Gracias a esto consigue independizar el
movimiento del cuerpo y generar múltiples opciones, es decir, hacer que el individuo explore
fuera de sí mismo. De esta manera, a través de los trajes y del escenario otorga una libertad a
los cuerpos de los bailarines ofreciéndoles nuevas experiencias. Así es como Nikolais nos
transmite la idea de que la danza no está hecha solamente por sí misma.
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